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EL MAR A RAYAS Susana Barragués Sáinz Carlos J. Cecilia il. a fortiori editorial En favor de la familia EL MAR A RAYA

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EL MAR A RAYAS Susana Barragués Sáinz Carlos J. Cecilia il.

a fortiori editorial

En favor de la familia

EL MAR A RAYAS

Queremos transmitir a las generaciones futuras, que lo que define una auténtica familia es el amor que nos tenemos quienes la constituimos, independientemente del número de personas que la integramos, del sexo al que pertenecemos, de nuestra raza, del tipo de pareja que formamos, o de si somos hijos biológicos o nos han adoptado.

En favor de la familia

Apostamos por redefinir el concepto de familia como aquello que constituye «nuestro lugar en el mundo». Allí donde siempre queremos y podemos regresar, porque se nos recibe con los brazos abiertos, donde quienes pertenecemos a ella nos queremos y nos lo expresamos y donde la diversidad es un valor positivo, porque nos enriquece.

A Fortiori Editorial

EL MAR A RAYAS Susana Barragués Sainz Carlos J. Cecilia il.

A Fortiori Editorial 2007

Caterina vivía en una casa pintada a rayas sobre la punta de una isla. Vivía con su padre, que había construido la casa en lo más alto para poder tener bonitas vistas. Para que la casa no se cayera ni a un lado ni a otro de la isla, su papá había puesto un volcán rojo en la cocina.

También tenían un caballo verde para que comiera la hierba que crecía en el salón. Caterina tenía que preocuparse a todas horas de que el caballo no se comiera los lapiceros ni los libros. Al caballo le gustaba sentarse en el televisor.

Su madre había ido a vivir a un barco a la playa de la isla, para tener bonitas vistas. La isla de Caterina tenía un ascensor que sólo subía para arriba. No se acordaba desde cuándo vivía allí, lo mismo que no se acordaba de qué jersey se había puesto el día anterior.

-Es que estamos separados -le había explicado su papá, que utilizaba el volcán de la isla para freír huevos. Pero Caterina no entendía qué significaba «separados».

Y un buen día, pensando en aquella difícil palabra, se dio cuenta de que había perdido un calcetín.

-¿Dónde habré puesto el calcetín de rayas? -pensó preocupada, comprobando que llevaba puestos dos calcetines diferentes. -¡Yo no me lo he comido! -dijo el caballo, que estaba tumbado sobre la tele tomando el sol. Caterina sabía que el caballo decía la verdad, porque los caballos no comen calcetines, a no ser que sean de azúcar. Y decidió bajar hasta la playa a preguntar a su mamá.

Mientras estaba esperando para cruzar la calle, el hombrecito rojo del semáforo le dijo: -¿A dónde vas? -A buscar el calcetín que he perdido. No quiero que mis calcetines estén separados. -Mira -respondió el hombrecito verde del semáforono debes preocuparte. Nosotros estamos separados desde siempre, y no pasa nada. Unas veces uno se pone rojo, y otras veces el otro se pone verde. La gente nos lo agradece mucho.

Caterina se rió mucho con aquellos hombrecitos y les prometió cambiarles las bombillas cuando volviera la próxima vez.

Al pasar por la mitad de la isla, donde siempre había puestos de zumos y batidos, encontró a un cartero con camiseta de rayas que escribía cartas.

-¿A quién estás escribiendo?- preguntó. -A mi mejor amigo. Le escribo cartas larguísimas. -¿Y por qué no vas a dárselas tú mismo y así estás con él? -¡Oh, no! Yo prefiero que estemos separados. Si no, no podría recibir cartas. A mí me encanta recibir cartas, ¿sabías? Es lo que más me gusta de este mundo. A Caterina le divirtió aquel cartero a rayas, y le prometió escribirle una carta desde el barco de su madre en la playa.

En la parte de la isla que había hierba alta, vio a una vaca con calcetines rojos que lloraba amargamente, sentada sobre sus patas traseras. -¿Qué te pasa?-le preguntó, preocupadísima. -¡No puedo caminar! ¡No puedo caminar a ninguna parte! -¿Por qué? -le dijo- ¿te has perdido? -¡No! Se me ha olvidado cómo se hace para dar un paso...

Caterina estaba sorprendida. La vaca se puso de pie para probar suerte pero, cuando intentaba dar un paso, movía las cuatro patas a la vez y terminaba cayendo hacia un lado, aplastando las grandes hierbas a su alrededor.

-¿Lo ves?- le dijo, llorando de nuevo- No puedo dar ni un solo paso, ¡qué desgraciada soy! -Para dar un paso, tienes que poner primero un pie y luego el otro -le explicó Caterina.- No puedes mover los cuatro a la vez. Cada pie tiene que ir por un lado.

Caterina enseñó a la vaca a mover las patas una a una, y la vaca, por fin, pudo dar un paso. -¡Oh! ¡Gracias! Ahora sí que puedo -dijo, dando un salto de la emoción con las cuatro patas a la vez. Caterina se despidió de su nueva amiga y le prometió comprarle nuevos calcetines. Y se fue contenta, porque se había dado cuenta de lo necesario que era tener las piernas separadas para dar pasos, y para no tener que caminar siempre dando saltos.

Estaba a punto de cruzar un paso de cebra cuando, sin querer, estornudó y toda la harina blanca de las rayas blancas del paso de cebra salieron volando.

-¡Eh! -gritaron las rayas negras, que ya no eran rayas, sino un gran punto negro- ¿Qué haces?

-Lo siento, -dijo Caterinano he podido aguantarme. Ahora estáis todas las rayas negras juntas por un lado, y las rayas blancas juntas por otro lado.

-¡Eso es terrible! -dijeron enfadadísimas- Las rayas del mismo color no podemos estar juntas, porque entonces ya no somos rayas. Tenemos que estar separadas. Si no, la gente no podría ver el paso de cebra. Caterina se dio cuenta de que era verdad, ya no veía el paso de cebra. Prometió regresar con harina blanca para volver a hacer las rayas blancas en cuanto pudiera.

Finalmente llegó a la playa. Su mamá estaba muy ocupada haciendo pastel de melokotón con k. Caterina descubrió que le gustaba más escribir Katerina con k.

-Mamá, he perdido mi calcetín de rayas. -¡Oh! Es verdad. Akí esta´ el otro. Pero, ¿por ké no lo dejas akí? Así pensaré en ti kuando no estés. -Pero, ¿tú no crees que los calcetines quieren estar juntos? -No kreo. ¿O no te has dado kuenta de ke los kalcetines se pierden kontinuamente? Se aburren de estar siempre emparejados. Es más divertido llevar un kalcetín de kada kolor. Caterina se rió mucho al ver cómo su madre hablaba con la k. Su madre era divertidísima. Le gustaba hacer cosas siempre diferentes, por ejemplo, se bañaba en el mar con pijama.

Desde el barco, vieron a papá en lo alto de la isla, pintando las rayas de la casa, y le saludaron alegremente. Caterina recordó lo que había aprendido en aquel viaje: no todas las cosas quieren estar juntas, a veces es necesario que estén separadas. Y mientras comían el pastel, mirando la puesta de sol, se dieron cuenta de que el mar tenía rayas azules y naranjas.

Susana Barragués Sainz (Bilbao, 1979) Licenciada en Ciencias Ambientales por la Universidad de León (2001) y en Humanidades por la Universidad de Burgos (2006). Ha recibido, entre otros, el Premio de Letras Jóvenes de Castilla y León, el Premio de la Academia Castellano Leonesa de Poesía y el Premio Francisco Ynduráin a la mejor trayectoria literaria joven. Compagina su actividad profesional en el sector de la Energía Eólica con diversos talleres de escritura y de animación a la lectura para público infantil, juvenil y adulto. Sus grandes pasiones son: la pandereta, los inventarios de insectos, y los diccionarios etimológicos. Carlos Javier Cecilia Centeno (Valladolid, 1974) Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca con la especialidad de Diseño Gráfico y Audoivisuales trabaja desde 1997 como profesional de la ilustración. A lo largo de su carrera ha hecho casi de todo lo que tiene que ver con el dibujo: diseño de personajes y decorados para videojuegos como “Torrente”; diseño y maquetación de CD's; dibujos animados, intercalando algunos planos en “Las tres mellizas”; ilustraciones y Story-Boards para el departamento de publicidad de unos grandes almacenes; carteles, caricaturas, cómics, viñetas humorísticas, etc. Y sobre todo ha ilustrado durante años numerosos libros de texto y cuentos infantiles.

1ª Edición: abril, 2007 © 2007 del texto: Susana Barragués Sainz © 2007 de las ilustraciones: Carlos Javier Cecilia Centeno © 2007 de esta edición: A Fortiori Editorial S.L. Alameda de San Mamés, 43 bis - 4º dpto. 5 48010 - Bilbao. Tel. +34 944 436 411 info@http://afortiori-bilbao.com http://afortiori-bilbao.com Pedidos: [email protected] http://afortiori-bilbao.com/editorial ISBN-13: 978-84-96755-00-0 ISBN-10: 84-96755-00-2 Depósito legal: BI-1306-07 Imprime: Gráficas Bérriz. Todos los derechos reservados. Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de producción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización expresa de las personas titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos de difusión de la obra puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del Código Penal). Impreso en la Unión Europea.