Imperio Carolingio

EL IMPERIO CAROLINGIO Primer ejemplo conocido de juramento vasallático en la época carolingia (757): El rey Pipino celeb

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EL IMPERIO CAROLINGIO Primer ejemplo conocido de juramento vasallático en la época carolingia (757): El rey Pipino celebró asamblea en Compiègne con los Francos. Y hasta allí se llegó Tasilón, duque de Baviera, quien se encomendó en vasallaje mediante las manos. Prestó múltiples e innumerables juramentos, colocando sus manos sobre las reliquias de los santos. Y prometió fidelidad al rey Pipino y a sus hijos, los señores Carlos y Carlomán, tal como debe hacerlo un vasallo, con espíritu leal y devoción firme, como debe ser un vasallo para con sus señores. "Annales regni Francorum", ed Kurze, 1985. Recoge R. Boutrouche, "Señorío y feudalismo. I. Los vínculos de dependencia", Madrid, 1980, p. 284.

La coronación imperial de Carlomagno en el 800: Como en el país de los griegos no había emperador y estaban bajo el imperio de una mujer, le pareció la Papa León y a todos los padres que en asamblea se encontraban, así como a todo el pueblo cristiano, que debían dar el nombre de emperador al rey de los francos, Carlos, que ocupaba Roma, en donde todos los césares, habían tenido la costumbre de residir, así como también Italia, la Galia y Germania. Habiendo consentido Dios omnipotente colocar estos países bajo su autoridad, pareció justo, conforme a la solicitud de todo el pueblo cristiano, que llevase en adelante el título imperial. No quiso el rey Carlos rechazar esta solicitud, sino que, sometiéndose con toda humildad a Dios y a los deseos expresados por los prelados y todo el pueblo cristiano, recibió este título y la consagración del Papa León. "Annales Laureshamenses, ann. 800". Recogido por Calmette, "Textes et documentes d'Histoire", II. Moyen Age, París. 1953.

Las conquistas territoriales de Carlomagno: Y ciertamente Carlomán, después de haber gobernado conjuntamente el reino durante dos años, falleció de enfermedad; entonces Carlos, hermano del difunto, fue reconocido rey con el consentimiento de todos los francos (...) De todas las guerras que hizo, la primera fue la de Aquitania, empezada pero no terminada por su padre, el cual creía que podría terminar con

rapidez. La inició en vida de su hermano a quien solicitó ayuda. Y aunque éste no le prestara el auxilio prometido prosiguió la expedición iniciada vigorosamente, rehuso desistir de lo comenzado o retirarse de la empresa iniciada antes que con perseverancia y continuidad consiguiera llevarla a buen fín. Hunoldo, que después de la muerte de Waïfre había intentado ocupar la Aquitania y reemprender la guerra ya así acabada, fue obligado a dejar la Aquitania y dirigirse a Gascuña. Arreglados los asuntos de Aquitania y acabada esta guerra, habiendo abandonado este mundo aquél que con él compartía el reino, a ruegos y preces de Adriano, obispo de la ciudad de Roma, emprendió una guerra contra los lombardos; la cual ya antes su padre, a ruegos del Papa Esteban, había emprendido con gran dificultad, puesto que algunos de los principales jefes francos, a los que acostumbraba a consultar, se habían opuesto resueltamente a su proyecto (...) Sin embargo tuvo lugar la expedición contra el rey Astolfo y se terminó rapidamente. Pero, aunque parece que su guerra y la de su padre empezaron por una causa similar o mejor por la misma causa, sin embargo no fueron comparables ni el esfuerzo realizado ni el fín conseguido. Puesto que Pipino, después de haber sitiado unos pocos días al rey Astlfo en Ticenum, le obligó a entregar rehenes, restituir a los romanos las fortalezas y castillos arrebatados y jurar que no intentaría recobrar lo que entregaba; Carlos, por su parte, después de haber empezado la guerra, no cejó hasta que el rey Desiderio, agotado por tan largo asedio, se rindió, hasta que su hijo Adalgiso, en el que todos habían puesto sus esperanzas, no sólo fue obligado a abandonar el reino sino también Italia, hasta que todas ls cosas arrebatadas a los romanos les fueron restituidas, (...) hasta que toda Italia estuvo subyugada bajo su autoridad y hasta que hubo establecido en ella a su hijo Pipino como rey (...) Después que terminó esta guerra se reemprendió la de los sajones, que parecía como interrumpida. Ninguna fue más larga, ninguna más atroz y más costosa para el pueblo franco, puesto que los sajones, como casi todos los pueblos que vivían en Germania, eran feroces por naturaleza (...) Mientras se combatía asiduamente y casi sin parar contra los sajones (...) marchó a Hispania con todas las fuerzas disponibles; y salvados los Pirineos, recibida la sumisión de todas ls fortalezas y castillos que encontró, regresó con el ejército salvo e incolume, con la particularidad de que en la misma cima de los Pirineos, en el retorno, tuvo la ocasión de experimentar un poco la perfidia de los "wascones". Puesto que cuando el ejército marchaba extendido en larga fila, tal y como lo

exigían las angosturas del lugar, los "wascones" emboscados en el vértice de la montaña (...) descolgándose de lo alto empujaron al brranco al bagaje que cerraba la marcha y a las tropas que, yendo en retaguardia, cubrían la marcha de las precedentes, y, entablada la batalla con los nuestros, mataron hasta el último hombre (...) En esta empresa ayudó a los"wascones" no sólo la ligereza de su armamento sino también la configuración del lugar enque la suerte se decidía; por el contrario a los francos, tanto la pesadez de su armamento como el estar en un lugar más bajo les hizo a todas luces inferiores a los "wascones". En este combate perecieron el senescal Egiardo, el conde de palacio Anselmo y Roldán, prefecto de la marca de Bretaña, entre otros muchos. Y este fracaso no pudo ser vengado de inmediato, porque el enemigo, realizado el hecho, se dispersó de tal manera que ni siquiera quedó rastro del lugar donde podía encontrarse (...) EGINARDO, "Vie de Charlemagne", ed. L.Halphen, "Les classiques de l'histoire de France au Moyen Age", París, 1947, pp. 16-30.

Explotación de una villa carolingia: Hay en Villeneuve un manso de señor, con habitación y otros edificios en cantidad suficiente. Ciento setenta y dos bonniers de tierras arables en las que pueden sembrarse ochocientos moyos. Hay noventa y un arpedes de viñedo, donde pueden cosecharse mil moyos; ciento sesenta y seis arpedes de pradera, donde pueden recogerse ciento sesenta y seis carros de heno. Hay tres harineros, cuyos censos producen cuatrocientos cincuenta moyos de grano. Otro no está sujeto a censo. Hay un bosque de cuatro leguas de circunferencia, donde pueden engordar quinientos cerdos. Hay una iglesia bien construída con todo su mobiliario, una habitación y además edificios en cantidad suficiente. De ella dependen tres mansos. Repartidos entre el cura y sus hombres hay veintisiete bonniers de tierra arable y una ansange, diecisiete arpendes de viña, vienticinco arpendes de pradera. De ella procede en calidad de "regalo" un caballo. Tiene a su cargo la labranza para el señor de nueve perches y una ansange, y dos perches para los cereales de invierno, y debe cercar cuatro perches de prado. Actardo, colono, y su mujer, colona, llamada Eligilda, hombres de SaintGermain tienen con ellos seis niños (...) Cultivan un manso libre que comprende cinco bonniers de tierra de labor y dos ansanges, cuatro arpendes de viña, cuatro arpendes y medio de prado. Entrega para la hueste cuatro sueldos de plata, y el otro año dos sueldos para la entrega

de carne, y el tercer año, para la entrega de forraje, una oveja con su corderillo. Dos moyos de vino por el derecho de usar el bosque, cuatro dineros para poder coger madera; para el acarreo, una medida de madera. Ara cuatro perches para los cereales de invierno y dos para los de primavera. Prestaciones con animales o a mano, tantas como se le mande. Tres gallinas, quince huevos. Tiene que cercar cuatro perches de prado (...) Adalgario, esclavo de Saint-Germain, y su mujer, colona, llamada Hairbolda, hombres de Saint-Germain. Este ocupa un manso servil. Hadvoldo, esclavo, y su mujer, esclava, llamada Guinigilda, hombres de Saint-Germain, tienen con ellos cinco hijos (...). Estos ocupan un manso libre que comprende un bonnier y medio de tierra arable, tres cuartos de arpende de viña, cinco arpendes y medio de prado. Hace una viña cuatro arpendes. Entrega para usar el bosque tres moyos de vino, un setier de mostaza, cincuenta mimbres, tres gallinas, quince huevos. Los servicios manuales, donde se le mande. Y la mujer esclava teje sargas con la lana del señor y embucha a las aves del corral tantas veces como se lo mandan. "Poliptico de Saint Germain des Prés. Recoge. G. Duby, "Economía rural y vida campesina en el Occidente medieval", Barcelona, 1968, pp. 468-470.