Historia Del Pensamiento Politico Moderno

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Ariel Ciencia Política

lain Hampsher·Monk

Historia del • pensamiento político moderno los principales pensadores políticos de Hobbes a Marx

EditorialAriel, S.A Barcelona

Diseño cubiem1: Nacho Soriano Titulo o rig inal: A Hisrory of Modern Political T/Jouglrt Traducción de fERRAN MELER

I ! edición: enero 1996

O 1992: Iain Hampsher-Monk Derechos e xclusivos de edició n en castellano reservados para todo e l mundo y propiedad de Ja traducción: O 1996: Editorial Ariel. S. A. Córcega, 270 - 08008 Barcelo na

SUMARIO ISBN: 84-344-1803-7 Depósito legal: B. 281 - 1996 1mpreso en España Ningun:i parte de est::a publicación, incluido el disci"io de l::a cubieru. puede ser reproducida. alrnxcn3da o m:ansmitida en mancr::a ::alguna ni por ningUn medio. ya sc::a cl~ctrico. qui mico. mecánico, óplico, de grabación o de ÍOlocopia. sin permiso prc\•io del editor

Agradecimientos Introducción

Metodología

l.

Thomas Hobbes Introducción La naturaleza de la realidad y los mé todos de la ciencia verdadera La naturaleza de la ciencia verdadera

La ciencia del hombre La condición natural de la humanidad Ley natural La institución y la naturaleza de las comunidades

El debate acerca de la naturaleza de la obligación 2.

John Locke Introducción La respuesta de Locke a Filmer: las s uposiciones básicas del derecho político El establecimiento de los derechos individuales de propiedad La distinción entre poder patemo y poder político El carácter de las comunidades legítimas: el papel del consentimiento La estructura de políticas legítimas: limitaciones de poderes Ejercer el derecho de resistencia

3.

David Hume Introducción Los supuestos metodológicos de Hume y los límites del entendimiento La his toria natural de la moralidad

1 1

¡

CAPÍTULO 4

JEAN-JACQUES ROUSSEAU

I n trodu cción UN ANTIGUO CON ALMA MODERNA

El pensamiento político de Rousseau es una combinación extraña y turbadora. Parece, en cierto modo, que R ousseau introduce conjuntamente la nostalgia de las libertades de una simple edad pastoril, que por entonces todavía se podía entrever en las aldeas alpinas, una idealización de la república militar clásica de Esparta y de los albores de Roma, y una terrible conciencia de las formas complejas de la insensatez y la opresión, tanto liberal como totalitaria que se han introducido con las sociedades de masas del siglo xx e n nuestras propias vidas. Es un antiguo con alma de moderno. Nos hará creer que las mismas formas culturales a través de las que vivimos nuestras vidas aplastan y distorsionan nuestra naturaleza: «El hombre civilizado ha nacido como esclavo y muere como esclavo. El niño está absorto en sus pañales, el cuerpo sin vida está sujeto a su ataúd. Durante toda su vida el hombre queda prisionero de nuestras instituciones.» 1 Como pensador de la Ilustración, subvierte y niega los valores y las propiedades que tan a menudo se le atribuían, oponiendo a su pesimismo, el sentimiento y la voluntad de su racionalismo, y el rechazo particular de la idea ilustrada de progreso. Ciertamente, en este ataque no estaba sólo; Voltaire había satirizado ya endiabladamente el fácil optimismo de algunos en Candide. Existe una fuerte corriente de pesimismo histórico en la Ilustración; como escribe Peter Gay, «un programa por el progreso, vale la pena insistir, no es una teoría del progreso[ . .. ]; los filósofos [ ... ] estaban obsesionados por las metáforas antiguas que creían que habían desechado; representaban las civilizaciones como individuos, con u n ciclo de vida distinto que acaba en la decadencia y la muelte». 2 Si Rousseau difería de sus contemporáneos más por la profundidad de su pesimismo, era quizá porque el pesimismo de sus contemporáneos surgía del miedo a que sus ideales no se realizaran, mientras que el de Rousseau surgía precisamente del miedo que le inspiraba su consecución. Así, aunque difiriendo a menudo de su juicio, Rousseau comparJ.. J. Rou$$e3u, Émile ( Londres. 1911). p. 10.

2.

Pelcr Gay. Tlle E111ig/11emrre11t: Atz !111uprt!latio11, 2 vols. (Londres, 1966-1969). vol .. 2 . p 100.

HISTORIA DEL PENSA~llENTO POLiTICO MODERNO

JEAN-JACQUES ROUSSEAU

te, s in embargo, con los pensadores de la Ilustración una preocupación por determinadas cuestiones y una herencia de determinados modos de pensar.

contabilidad, necesaria a nuestra avaricia; la ley, de nuestra d esigualdad e injusticia. En todas partes, las consecue ncias del trabajo de la razón para la moralidad eran desastrosas. La aplicación de la tecnología al arte de la guerra había socavado e l coraje y la valentía. El progreso de la medicina había destruido nuestra capac idad de enfrentamos a la mue rte.

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L A SOSPECHA DE LA RAZÓN

La su bversión que Ro usseau lleva a cabo de la opinión común ele la Ilustración queda ejemp lificada en eL_r~~hazo rousseauniano de lo que era, por lo menos para m uchos de los primeros pensadores ilustrados, un artículo de fe , y se trata de la fe en los efectos progresivos del poder y la c laridad de la razón. Aunque la fe ilustrada en la razón es u n c liché casi intelectual, se puede sobrevalorar. La influyente o bra de Locke, Essay 011 H11111a11 U11dersta11di11g, se podía (y de hecho así lo fue) leerse de dos modos, tanto como crítica escéptica de los límites del «conocimiento» considerados con precisión - sin por ello socavar la existencia de lo que podía ser así conocido (como, ampliamente, fue leída en Gran Bretaña)- o de un modo más optimista, utilizando una definición del conocimiento para establecer prescriptivamente qué podía decirse que existía y qué no (como intentaban leerle en Francia).l En la Ilustración británica, y especialmente entre los pensadores escoceses e irlandeses, el centro de atención era e l papel de las sensaciones y de los sentimientos.• El escepticismo tie ne un papel importante y aún hoy subestimado e n el desarrollo del pensamiento político. Debemos recordar el aforismo de Hume acerca de la razón como la esclava de las pasiones. Pero aunque Hume y o tros autores rebajaran la importancia de l papel de la razón en la vida cotidiana, seguían confiando bastante en el papel reflex ivo limitado de la razón a la hora de descubrir las operaciones propias de la mente. En Francia, además, el legado del racionalismo cartesiano condujo (contra riamente a sus intenciones) a un optimismo más sostenido y pote ncialmente destructivo sobre los benefi cios sociales y políticos que cabía esperar de la aplicación de la racionalidad c 1ítica.' Pero R ousseau difería de todos ellos; su rec hazo del racio nalismo se basaba no en el en foque q ue sobrevaloraba e l papel de la razón en nuestras vidas, sino en la observación de que su protagonis mo se había acrecentado con resu ltados desastrosos. La razón, pensaba Rousseau, había superado la ignorancia sólo para hacer de nosotros unos escépticos, había moderado nuestro chauvinismo hasta el punto de destruir nuestro patriotismo. La razón había sido utilizada para suprimir y distorsionar nuestras respuestas naturales de simpatía y piedad, y construir como objetos de creencia racional «vanos sofi smas» que se desmoronaban ante cualquier ataque a l no comprometer a nuestros sentidos. Las raíces mismas de las ciencias racionales reposaban en nuestras cualidades menos admirables, la astronomía provenía de la astrología, resultado de nuestra superstición; las matemáticas, de la 3

Véase. por ejemplo. el coc1.foco de Roussc:au. Turgot. 011 Uufru.ral H iswn·. en R. Meek (ed e intr.). Tt1r· ¡;m, 011 Progre.u, Soc:iolog\· afld Ec.011nmic:s (Cambridge. 1973). p 95 .J. Par:. el cé lebre predecesor de Roussc:au. Montcsquieu. el .. principio.. de un gobierno son .. 1as pasiones que lo ~nen en mo\'imiento». Así, .. 1a virtud en una rcpúbl ic:i es la c~:a m5s simple; es :J.mOr 3 !:a rcpúblic3; es una sen· s.:1c1ón. >'.~º UR3 c?nsccucncía del conocimi~mo adquirido... Barón de rvton1csquicu. L'Espril des Lois. libro m. § l. libro V.§ - Franc1s Hutcheson. un escocés 1rl:mdés. los escoceses Adam Smith y D:wid Hume y el irl:>.ndés . Edmund Burkc, todos ellos acentúan el c:ir::ktcr superior del sentimiento sobre la

ruón en Ja noturalcz:i humana.

S N O. Koehanc, Philosopln· a11d tl1e State i11 Frm1ce, tite Rc11aissa11ce 1n 1/ze E111igl1um11~m (Princcton 1980). pp 21- 12 .

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No sé qué curan los médicos. pero sí sé que nos infectan con enfermedades verdaderamente funestas: la cobardía, la timidez, la credulidad, el miedo a la muer· te. Qué importa si hacen que el mucno ande, no tenemos necesidad de cadáveres; no consiguen darnos hombres y es eso lo que necesitamos.6

L os PELIGROS DE LA SOCIALIZACIÓN

Rousseau destruyó u n segundo tema principal de la Ilustración. Con desesperación veía cómo crecía la fe en la adaptabi lidad de la mente humana. Numerosos f~lósofos en Francia, durante este pe1íodo, adoptaro n o adaptaron la psicología filosófica que había popularizado John Locke.7 El intento de mostrar cómo la mente podía llegar a construir una imagen coherente del mundo a partir del sentido-percepción y sin la ayuda de «ideas innatas», que caracterizan e l trabajo de Locke, despertaba tanto el miedo como e l optimismo. Miedo, que se expresaba ampliamente en Gran Bre taña. de que su posición pudiera apoyar (y de hecho apoyaba) las tendencias ate izantes, al negar el papel de Dios a la hora por lo menos de establecer y hacer valer la creenc ia moral. Optimismo en cuanto a la reforma social, especialmente en Franc ia, en el sentido de que la mente, de poderse equipar únicamente de experi encias apropiadamente selecc io nadas, podría acostumbrarse a la educación, a la c ultura y a una d isposición benevolente. La «educación -escri bió Helvetius, uno de sus defensores más optimistas-, podía hacer cualquier cosa». La ps icología fi losófica no era la ún ica d isciplina que hacía hincapié en el modo en e l que la personalidad y la creencia eran un producto de las circu nstancias. La sociología histórica, implícita en las primeras formas de la economía política, acentuaba la infl uencia del condic ionamiento socioeconómico y geopolítico en la formación de costumbres, las maneras de ser y el temperamento.• Aunque una economía política e histórica reconocible en la época en la que esctíbió Rousseau era en Francia sólo incipi.e nte, e l pensamiento jurídico ya había proporcionado la base para un desarrollo esencialmente similar. E l estudio jurídico comparativo y las cada vez más abundantes y sofi sticadas «historias de viajeros» sobre sociedades extranjeras, condujeron a intentos de caracterizar el «Espíritu» de dife6 Émile. p 21 7. Turgo1. en su Philmophical Re1·iew "filie S11ccessfreAdm11ces ofthe H11ma11 Miud (1750). ;ifirm;i que •los logros mem;iles mis ex;ih3dos sólo pueden ser un dcs;irrollo o combinación de las ideas originales b3s:idas en l:i scns:ición•; ..1os sentidos constiluyen 13 únic;i ruen1c de nues1ra.'i idC:l..'i• T11rgot ... I\leek (ed.). pp -12 • ..i6. El Disco11r:re p~ilimi11airc d_ e D"Al;im~ ;i J;i célebre éucw:lopiilie. es verd:ider:imente_lockiano ni negar las idca.s innat;is y h:icer hmc3pié en que sus orígenes se encuentr:in en 13 cxpcrienci:i )' la reflexión. SübViniendo locki:in:imcmc ;i Dcsc:ines c;i..,¡ afinna (sin hacerlo del todo} ..1engo experienci a. luego soy.. : ..el hecho de nuestra exis1enci:i es l:a primer:a cc>5:i que nos ensci'i:m l:as scns:acionei;, y. de hecho. es :algo i nscp:ir:ible de ell;i.t,;... Disc(111r.r Prelimhlaire ti l'E11C\'clopidie de Diderm. 8 Las primeras obras de Turgot, una vez más. :ii;f como el último J\.fomesquieu explor:in y des:J.rrollan cs1os . ternas

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HIS"TORIA DEL PENSA~llENTO POLfTICO MODERNO

rentes pueblos como difundido a través de su cu ltura e instituciones, e inte riorizado por el individuo.9 La diversidad de culturas demostraba la adaptabilidad de la mente humana y la fonna en la que era moldeada por la experiencia, y representaba para muchos refonnadores las infinitas posibilidades inherentes a la educación. No obstante, la plasticidad misma de la mente también implicaba para Rousseau que podía ser infinitamente degradada. Hume parecía casi feliz de disolver e l problema de los valores de la moralidad en la historia natural que explicaba de qué modo surgen las moralidades, y nuestra comprensión creciente del proceso de socialización. Para Rousseau, en cambio, con ello meramente se difería la pregunta a otro nivel: ¿qué valores debemos socializar? Veía con espantosa claridad que podíamos ser víctimas de nuestras sensaciones y expe1iencias s i no se nos e nseña cómo dominarlas; y que el contenido del proceso educativo o de socialización no puede suponerse que sea moralmente benigno. Rousseau , de fonna bien característica, engancha la nueva psicología a una antigua historia, u1ilizándola para elaborar e l tema clásico y maquiaveliano del debi litamienlo de la virtud y su declive en servi lismo, donde los hombres pierden incluso su deseo de ser libres. Sin embargo, la nueva versión rousseauniana hace que una vuelta a la rueda de la fortuna sea m enos probable que antes y, en cambio, le lleva a explorar no la posibilidad de un regreso al pasado (aunque sea atrac1iva}, sino a construir un futuro alternativo. L A LIBERTAD

y EL sr MISMO

La preocupación esencial de Rousseau es la libertad; su mayor temor, la dependencia. No obs1ante, lleva estas preocupaciones a unos niveles de experiencia que previamenle habían interesado sólo a la religión. En realidad, s u interés episódico por sostener la idea de un «Sí mismo» invio lable y a uté ntico, insensible a las presiones de la socialización y de la educación parece tener una fuente evidentemente religiosa y, de hecho, protestante e n una voluntad que siempre estaba retraída en sí misma y que en última insiancia era incognoscible incluso para su poseedor. Para los pensadores de la tradición británica, la libertad tenía puramente dimensiones físicas. Para Hobbes y Hume la libertad era un atributo de la persona sólo en cuanto c ue rpo, para e llos (aunque por razones difere ntes) la libe rtad de la voluntad no era un interrogante. Cualquiera que tuviera libertad corporal, «no un preso encadenado», era libre. Inc luso la servidumbre de las opciones a las que nos enfrentamos -coerc ión, vida o muerte - no era una c uestión relevante e n e l pensamie nto de aquellos dos fil ósofos; mucho menos lo era la pregunta acerca de las limitaciones psicológicas que cabe imponemos a través de la costumbre o de nuestra educación. Sin embargo, Rousseau muestra tener profunda conciencia de estas cuestiones, un conocimiento de las limitaciones infonnales y estructurales sobre nuestra gama de elecciones realistas. En el primero de sus Discourses se propone mostrar la psicl1e moderna indi vidual sometida a un asalto constante y degradador por parte de su entorno social, y e n el segundo se propone revelar el proceso meEl ejemplo má..o;: célebre c1i el de ~lomcsquicu en su L'Esprit t/t:$ L11i.. 33 En el Prefacio a su obra teatral Narr:int! escribió poco dcspuEs --como hizo mi. academias•. cit:Klo por Cranston. Earfr úfe. p. 243

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cíc lica aunque sigue siendo lineal. Cabe una historia unive rsal lineal, a unque cada pueblo p ueda pasar, no obs tante, por una sucesión de c recimiento y decadencia. E l cic lo no está vinculado a la base. LA

!ación desde la simplicidad virtuosa a la complej idad inmoral como un proceso temporalmente estructurado, una verdade ra genealogía de la corrupción.39 E n la «Respuesta al rey de Polonia» afirma el tema central_de lo qu~ _habna de ser, en lo sucesivo, un nuevo y continuado foco de su pensamiento poht1co, la desigualdad: Yo no he dicho 1ampoco que el lujo haya nacido de las ciencias, sino que nacen j untos y que raras veces se ve lo uno sin lo otro_[ ...] La primera causa del mal es la desigualdad; de la desigualdad proceden las n quezas; pues los conceptos de pobre y de rico son relativos y dondequiera q_ue los ho_mbres se~n tgua_les no habrá ni ricos ni pobres. De las riquezas nacen el IUJO y el ocio; del luJO provienen las bellas artes y el ocio da origen a las ciencias..io

REACC IÓN A LAS . . . A RTES Y LAS C IENCIAS

La obra de Rousseau provocó un vendaval de controversias.3' i rónicamente - a la vista de su preocupación por la si nceridad- fue elogiado por su elocuen cia e ingenio, pero sus paradojas fue ron conside radas por muc hos como una prueba fehaciente del hecho de que no pod ía estar habla ndo en serio.35 E ntre qu ie nes contestaron la obra de Rousseau se encontraba el rey de Polonia, y Rousseau se sintió tam bié n e ncantado (en esta etapa) de ser distinguido con la crítica e n el «Discom s» pre liminar a la Encyclopédie, obra que e mpezó a p ublicarse aquel mismo a ño.-'6 Sin e mba rgo, quie nes le to ma ron e n seri o p la ntearo n objeciones que provocaron q ue Rousseau elaborara aún más su posición, publicando no menos de siete ré plicas.37 Rousseau, afirmaban sus c ríticos, había confundido ig norancia y virtud. S in el c ultivo de las atles los hombres no son inocentes, sino bárbaros y crue les; el estado incorrupto era una ilusió n. La historia de Rousseau , se queja ba n, e ra vaga e incierta: los a ntiguos esto icos eran partida rios del mundo de l conocimiento, a pesar de Esparta, y e n cualquie r caso, ¿cuá ndo, con exac titud, conside raba Rousseau que había empezado la corrupción? ¿Cuál era la relación e ntre la barbarie que precedió al saber c lásico, y la barba rie consiguie nte de la baj a y alta Edad Media, de c uyo oscuranti smo los pensadores de la Ilustració n estaban tan ocupados fe licitándose de haber sabido librarse de é l? La corrupción, e n la medida en la que existía, e ra segurame nte una consecuenc ia de las riquezas más q ue de l saber. Otros argume nta ban que las nac iones decaían por causas políticas y no m orales.38 Éstas y otras c ríticas estimularon a Rousseau a cla rificar y sistemati zar su pensamie nto. La diversas respuestas de Ro usseau fue ron prime ro sinte tizadas en e l brillante prefacio a su obra teatral Narcisse, que en aquella época estaba sie ndo ultimada para su edición. E n e lla, y en su «Respuesta al rey de Polonia>>, e mpieza a centrarse e n el proble ma de la cronología y la causalidad. Más que asociar e n un m ismo paquete la riqueza, la extensión de l saber y la corrupción mo ral, inicia el proceso de clasificación de las relaciones causales que se dan entre ellas, presenta ndo la tras3-4. La m3yorfa de l:u réplicas que se discuten en esta sección fueron rceditad:is en Victor Gourevilch (ed y tr3d.). Jea11·/acq11es Ro11uea11, The First at1d Second Discourses Wgetl1u H"itl1 tire replies to tite critics ond rlie Essa\'