Vivir lo que soy, por FERNANDO LELOTTE

Vivir lo que soy: Meditaciones al ritmo del año litúrgico, por Fernando Lelotte S. I.Descripción completa

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F E R N A N D O LELOTTE, S. I. Del « E q u i p o Foyer Notre-Dame», Bruselas

VIVIR LO QUE SOY Meditaciones al ritmo del Ano Litúrgico

Tercera edición

EDITORIAL

RAZON

Y FE, S. A.

Excl usiva de venta: Ediciones F A X Z urbano, M ADRID

8o

Original en francés: Étoile du matin

Traducción por JOSÉ L. MICÓ BUCHÓN, S. I. Nihil obstat: D. J o s é S e b a s t i á n . Madrid, 23 de marzo de 1964.— Imprímase: J o s é M a r ía , Obispo, Vic, Cap. S. V.

L1MINAR Ayudar, sobre todo a los jóvenes—los que han de construir el mundo de mañana— , a conocer mejor, amar mejory servir mejor a Jesucristo; Y, con ese fin, convencerles para que mediten, en la ruta de la existencia, Y cobren conciencia de su ser ante el Ser y ante las responsabilidades de la vida, Y encuentren en el silencio un Jefe y un modelo, Y participen más estrechamente de la vida divina que desde la Redención circula por la tierra—lo pien­ sen o no lo piensen los hombres— , Y lleguen a participar más intensamente de las mi­ serias de la Humanidad, para poderlas aliviar mejor; En una palabra : ayudarles a vivir unos instantes de vida integral para que puedan después, gozosamente, reemprender la ruta del deber; Tal es el objetivo de este libro. * * * La Iglesia conmemora cada año en la Liturgia los episodios más salientes de la vida de Jesucristo, y nos invita a meditarlos. El tema habitual de nuestras consideraciones será, pues, revivir, junto a la Virgen Santísima, las etapas terrestres de la vida de su Hijo, inspirándonos en el ciclo del año litúrgico. *

*

*

Virgen Santísima, sed vos nuestra Maestra. Y cuando al amanecer, de rodillas un instante antes

de emprender nuestro camino de la jomada, ^ofrende* mos al Señor el primer esfuerzo de nuestra inteligen­ cia, y el primer tmpulso de nuestro corazón, que Ella, 2a Virgen, nos sea la Estrella de la alborada que anuncia al mismo tiempo ese bello dia que Dios hace nacer entre nuestras manos, y esa gracia divina sobreabundante que desciende sobre la tierra. . —Está en mi alma por la gracia santificante: «St alguno m,e ama, vendremos a él y haremos en él nues­ tra morada». Adorar a Dios con profundo respeto interior y exte­ rior... Pedirle que me ayude a ser mejor, que me ilumine y me. inspire sus pensamientos, sus deseos, sus senti­ mientos... II.—Leer atentamente la frase o el artículo que voy a meditar. Profundizarlo mediante la reflexión para captar mejor: el pensamiento de Jesucristo y su manera de obrar; mi manera habitual de juzgar y actuar. Bajar hasta el detalle concreto de mi vida. Luego, pedir perdón de mis negligencias y ayuda para «mis buenos planes y propósitos. Si una sola frase me ofrece materia abundante para muchas reflexiones, no preocuparme por recorrer todo

el artículo; vale mucho más un solo pensamiento bien profundizado que un floreo por muchos, sin penetrarlos. III.—El término de mis reflexiones será siempre, mi parte, una resolución de ser mejor. En cuanto posible, hacerla concreta, precisa (en tal sitio, a hora, me portaré de tal modo, haré tal sacrificio mismo).

por sea tal hoy

Y siempre acabar ofreciendo ¡mis deseos y resolucio­ nes a Jesucristo y a la Santísima Virgen. Ellos son los que han de bendecirlos y darme gracia para ser ¡mejor.

TIEMPO DE ADVIENTO CLIMA —A la espera del Señor (!.

«Venga a nosotros tu reino», es decir, que todas las cosas, desordenadas por el pecado, recobren la armonía según el plan de la creación: ése es el objetivo de ia Redención y de la oración esencial del cristiano. Y no hay en todo el mundo más problema que ése. * * *

VIVIR

LO

QUE

SOY

2

Pues bien: la Iglesia nos enseña que en medio de ese caos y revolución universal, una criatura ha per­ manecido perfectamente en su puesto: inmóvil, no repuesta; intacta, no rehecha; recta, no rectificada. Aquélla que desde los orígenes mismos de su exis­ tencia no ha conocido más que el orden perfecto. Así, por torcida que vaya nuestra Humanidad, por universal que sea la mentira; por emponzoñados que estén el aire y los elemen­ tos todos; por pesada que resulte la ley de la traición del es­ píritu, la ley de la carne; por desesperado que esté el mundo, donde nuestros ojos verán continuamente inconfesables transacciones, en cuanto desenmascaremos las apariencias... Aunque todo esto sea así, pero siempre ha habido y hay entre nosotros un ser absolutamente intacto, de carne, pero absolutamente puro; temporal, y con todo, ¡en la verdad absoluta! ¿Cómo no estremecerse ante tal noticia: hay una excepción a esa ley de bronce? Pues si hay una pureza perfecta, habrá también pu­ rificaciones posibles... Y si hay mía rectitud esencial, habrá también posi* bles rectificaciones... Sí, la Inmaculada Concepción es el punto central en torno al que gravitan todas las cuestiones espiritua­ les, es decir, en el área de los pensamientos: eternos, o sea de destinos divinos; temporales, carnales, es decir, de la condición hu­ mana... Dichoso el hombre, sociólogo o artista, sacerdote o dirigente, que, a ejemplo de la Virgen, habiendo admitido en su pensamiento, habiendo acariciado con sus ojos, habiendo plantado en su sensibilidad el principio de la pureza, tenga valor para dejarse dirigir por él, y deshaciéndose de transacciones... ¡eleve su vida a ese eje único de la creación! A medida que nos acerquemos a la Virgen Santísi-

ma, nos daremos cuenta de que su misma presencia callada es ya una fuerza... P. D on coeü r, 3 . I.

Preparando el camino (S.er domingo de Adviento) ¡ Preparar! ¡Qué palabra, Señor, tan desagradable! ¡Evoca en mí tantos fastidios!... Preparar -significa callar m, reflexionar, prever, tra­ bajar... Pero el silencio repugna a mi naturaleza fogosa: no encuentro tiempo para entrar en mí mismo: prever es un esfuerzo demasiado serio para mí, y trabajar..., ¡cómo me cuesta! Vos lo sabéis, Señor... Además, preparar es algo desacostumbrado... Hoy es preciso ir de prisa... Todo se improvisa... Y es mucho más fácil... Y sale bien con frecuencia... ¿Qué pensáis Vos, Señor, de esto?... * * * Lo que Vos pensáis..., ¡oh!, me lo indicáis claramen­ te durante los días de Adviento... Vos, Padre y Creador, Verbo y Salvador, Espíritu, Vida, Luz... Vos os tomáis el trabajo de preparar... La entrada del Mesías en el mundo no es una esce­ na bruscamente improvisada; han pasado siglos de preparación; los patriarcas y los profetas lo anuncian; los santos del Antiguo Testamento lo prefiguran; el Imperio romano entero se pone en jaque. Y la Virgen María, desde el momento de su fiat salvador no piensa más que en el día de su venida... Y espera, ora, se prepara...

Y ahora, cada vez que se acerca Navidad, la Iglesia se prepara también. El sacerdote se acerca al altar revestido de orna­ mentos morados: recogimiento, penitencia. Enmudecen las notas del órgano. Y en el ambiente austero de Adviento se eleva, como un rayo de esperanza, el único emotivo grito de llama­ da de la tierra al Cielo: «Rorate, caeli, desuper.» ¡Que los cielos derramen ya ese divinal rocío!... * * * Yo también quiero prepararme, salir de mi pereza, de mis prejuicios, responder a la llamada de Juan Bautista en el Jordán: €Preparad el camino del Señor, rectificad los senderos.» Que aí Señor ofende la deslealtad, la mentira... €llenad las hondonadas», los baches, los barrancos de aguas fangosas, los pantanos poblados de miasmas, todo lo que engendra el estancamiento de mi vida... «y todo montículo se allane» ; mi orgullo chocaría al infantillo de la cueva...; «enderezad los caminos tortuosos» ; ¡hay todavía tantas tortuosidades en imi carácter!... * * * Virgen Santísima, ayudadme a preparar el camino...: el camino de la luz... para el Señor que viene; y mi alma leal, pura, humilde, dulce, toda luz... Ayudadme, Madre, a preparar el camino del Señor, que está llegando.

El Adviento de la Virgen (I>.° domingo de Adviento) Plegaria-meditación de María El sol de mediodía va desplegando su tapiz dorado en mi sencilla estancia. Estoy sola, y espero, las manos en plegaria. José trabaja aún en el taller. Aquí todo es silencio. Todo silencio, si no es el aleteo suave de los pájaros al posarse cerca de mi ventana. Estoy sola con mi tesoro, y mientras sube mi plegaria lenta, avanza la ola de oro del bello sol de Dios, que quisiera llenar toda mi casa. * * * Así, así vino Él a mí hace unos meses... Fué una mañana de clara primavera —nueve meses apenas...— , y al pensarlo siento de nuevo la emoción aquella, como si sobre ese pedestal de luz fuera a presentarse otra vez aquel ángel... ¡Qué fácil es la espera al cantar del rorate!... Y ¡qué dulce, saber que la flor de Jesé dentro de su corola estremecida. va alimentando «el fruto» deseado! Y ¡qué bello que Él sea intacto en su integridad, pues sólo los puros son capaces de darse íntegramente con un amor intacto! ¡ Oh, yo quiero ser sólo amor y esperanza! * * $ I

Magníficat. ¡Yo espero! Yo soy su esclava. A todo lo que Él quiera, yo responderé cantando: Fiat, ¡Sea así!

Si Él no quiere abrir su divino copón sino lejos de aquí, en la noche cerrada, Yo dejaré mi casa, y en un rincón extraño, frió, estrecharé en mis brazos al Rey del cielo... i Oh, cómo tarda esa noche inmaculada cuando podré mecerle en mis rodillas!... Ven, Señor, ven. Yo te estoy esperando, y conmigo la tierra entera. Por eso no puedo reprimir mi deseo de ser, por fin, tu madre... ¡... Y el Hijo mío ha de ser para todos!... * * * El sol va poco a poco retirando de mi casita, su tapiz dorado. Estoy sola y espero, las manos en plegaria. Fuera, el mundo se agita. Todo es paz en mi pecho; sólo un ardor divino da a mis latidos ritmo para dos corazones... Estoy sola con mi tesoro, y mientras sube mi plegaria lenta, yo pienso en esa ola de oro del Sol de Redención que se oculta en mi alcoba.. ¡Oh, noche santa, a fines de diciembre! ¡Por qué tanto tardar...!

MEDITACIONES Novena de la Inmaculada (30 noviembre - 8 diciembre) 30 ñov.— ¿Un resquicio de luz desde la primera se­ mana de Adviento: en fiesta de Aurora espiritual, el 8 de diciembre. La Inmaculada: fiesta de alborada, de gracia pura, fiesta mariana por excelencia, para las al­ mas en estado de gracia.» (Cecilia Jéglot.) Prepararme a tal fiesta con un aumento de fervor y de pureza. Vi­ vir estos nueve días en la presencia radiante, inmate­ rial de la Virgen, a fin de recibir mejor a Jesucristo, que llega. 1 dic.—María, criatura única... Torre de marfil toda recta, perfecta. Nada de desviación: ni orgullo, ni sus­ ceptibilidad, ni amor propio, ni celos, ni pretensiones, ni miradas oblicuas... ¡Contemplarla... y contemplar­ me ! ¡ Qué «torre de Pisa»! Enderezarme hoy mismo ya un poco... ¿Cómo? 2.—María, criatura única, acercándose como instin­ tivamente a Dios, con toda su inteligencia, todo su corazón. Alma inclinada hacia el Absoluto... Y la mía, que zumba afanosa sobre las mil naderías que me so­ licitan. ¡Qué tinglado en mi vida!... Una buena litnpi* seria necesaria para hacer sitio a Jesucristo. ¿Qué rin­ cón voy a barrer hoy?...

3.— María, criatura única. Ver cómo ella espera a Jesús. Su habitual recogimiento, su gozo sereno, su

amor al trabajo bien realizado... Su serenidad, ¡Y vaya que tenía razones para inquietarse!... ¿Cuáles son, hoy por hoy, mis inquietudes?... Proceder hoy serenamen­ te (palabras, actos...) para imitar a la Virgen. 4._María, criatura única... ¡Sus ojos puros/ Sólo los ojos puros penetran lo sobrenatural... / Mis ojos!... No permitir hoy ninguna mirada que los pueda empañar. Tenerlos fijos en la Inmaculada, como Bernardette en Lourdes. Entonces, en la mirada de María, entenderé tantas cosas... 5.—María, criatura única... En sus afectos, ni debili­ dad ni sensibilidad exagerada, ni menos desviación ha­ cia la sensualidad o hacia el placer peligroso... Corazón puro. ¿Y el mío? Purificar mi corazón de afectos car­ nales o demasiado sensibles. La llama purificada es más ardiente. 6.—María, criatura única... Muchos se dejan arras­ trar por la belleza sensible; hay también quienes son arrastrados por el brillo de la inteligencia o por el vi­ gor de un carácter... Lo que atrae a la Virgen es la pureza. Cuanto más puro sea, más atrayente seré para la Santísima Virgen. Purificarme más y más (por la absolución, la contrición, los sacramentales) para ser cada vez más amado por Ella.

7-—María, criatura única... La unidad que Ella ha establecido en su vida le da una visión más pronta del deber cotidiano. Nada de las dudas y dilaciones de las que soy tantas veces la víctima. Nada de angustias de conciencia. ¿He implantado yo la unidad en mi vida, medio único de encontrar la paz? 8. María,, criatura única... La unidad de vida le daba también una intuición más clara de las cosas que podía hacer por el Señor. Las almas puras, fervientes, son al mismo tiempo las más activas. Pienso que soy un hombre de acción, y puede que no sea más que un nombre agxtado. A imitación de María, vivir más hadentro, para obrar mejor hacia fuera... ¿Qué po­ dría hacer hoy mismo en este sentido?

Preparación de Navidad (9-2U diciembre) 9 Tiiufntttufíf(i), «Tú

« timio a tu* la de todo*» (Hun Juan UnmttM* ». ¿Vivfi