Violencia en El Noviazgo Adolescente

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INVESTIGACION EMPIRICA

VIOLENCIA EN EL NOVIAZGO ADOLESCENTE

INTRODUCCION

La motivación para escoger el presente título como tema de investigación empírica, ha sido fundamentalmente el fenómeno de la violencia intrafamiliar como generador de violencia al interior del núcleo de la sociedad, la familia, independientemente de su contexto cultural o geográfico. La población colombiana ha visto transcurrir el fenómeno de la violencia, ¿Cuál ha sido su huella en el inconsciente o memoria de la población colombiana y de qué manera la violencia en Colombia ha sido un generador de violencia intrafamiliar? Dentro de esta dinámica, están latentes otros fenómenos psicosociales actuales como la drogadicción, el abuso sexual, el maltrato infantil, la violencia contra la mujer, la violencia en los colegios, la violencia en los escenarios deportivos como el espectáculo del fútbol y la violencia en el noviazgo adolescente.

Es pertinente, para tener un referente histórico generacional, hacer alusión a la violencia de la década de los años treinta. Nuestros ancianos y ancianas sufrieron en su niñez, el enfrentamiento armado de civiles, originado por los conflictos entre los partidos políticos tradicionales, liberal y conservador. Posteriormente, desde 1960, la creación de las guerrillas actuales (violencia asociada a otros fenómenos similares como el sicariato y el narcotráfico). Hoy, también, niños, adolescentes y jóvenes adultos, sufren los efectos nocivos de la violencia. Esta joven población podría ser agente de cambio de una sociedad que ha sido maltratada y maltratadora.

Antropológica, cultural e históricamente, desde tiempos inmemoriales, la humanidad se ha movido dentro de patrones patriarcales cuyas secuelas todavía siguen vulnerando a la mujer en los diferentes ámbitos: hogar, (madre, esposa) estudiantil, (escuela, universidad) trabajo, (oficios, profesión) políticoeconómico, (participación activa y toma de decisiones). Y, uno más, de vital importancia, el físico-psicológico-emocional-afectivo, holístico, multidimensional

y trascendente, totalmente integrador. Por otra parte, la mujer ha sido relegada en la toma de sus propias decisiones respecto al desarrollo sano de su sexualidad y la salud de su cuerpo, dos aspectos estrechamente unidos. Las organizaciones de derechos humanos, otras organizaciones, científicas o no, médicas o no, industria farmacéutica, personas naturales, hombres (o mujeres, en una participación ínfima) deciden por los millones de mujeres del planeta respecto al manejo de su sexualidad, decisión de procrear, aborto y uso de anticonceptivos. Una de las características del profesional en terapias psicosociales: “(…) respeto por el ser humano, equidad y justicia social, coherencia, crítica con fines emancipatorios y construcción con calidad de vida, con autonomía, responsabilidad, libertad y ética; reconociendo en el ser humano un ser holístico, multidimensional en interacción con el entorno y consigo mismo, siempre como un ser humano potencial…”, le permiten expresar el siguiente argumento: La industria farmacéutica, tiene invadido el mercado con productos para evitar la concepción, está enfocada únicamente hacia la mujer. Para los hombres, el único método anticonceptivo es la vasectomía. ¿Cuál es la prevalencia de hombres que se somete a éste método anticonceptivo. ¿Por qué este sometimiento a la mujer? ¿Será ésta una forma de maltrato? Hay literatura médica acerca de los efectos secundarios generados por los métodos anticonceptivos. ¿Cuál es la responsabilidad social que le compete a los siguientes organismos, en cuanto a la salud física y emocional de los preadolescentes y adolescentes: la industria farmacéutica, los servicios de salud, la familia, colegios, universidades, derechos humanos, instituciones como Profamilia (entidad privada sin ánimo de lucro), quien según una de sus páginas web1 dice: “Profamilia Jóven ofrece atención especializada en salud sexual y reproductiva a jóvenes entre 13 y 21 años mediante asesoría gratuita y personalizada en temas de planificación familiar, información y servicios médicos especializados para adolescentes, orientarles sobre los diferentes aspectos de su vida, incluyendo la salud sexual y la reproductiva. (…) No usar condón en todas sus relaciones sexuales o usarlo de forma incorrecta, lo pone en riesgo de embarazo o una infección de transmisión sexual y no tiene que ver con la confianza que tenga con su pareja o con tener o no una relación estable”. http://www.profamilia.org.co/index.php?option=com_content&view=article&id=419:prevenciondel-embarazo-a-temprana-edad&catid=3:newsflash&Itemid=126

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¿Qué interés tendría un adolescente mujer o varón de tan sólo 13 años respecto a “una pareja estable”? ¿Qué planteamientos tiene el nuevo código de Infancia y Adolescencia, en relación a los riesgos de la promiscuidad con el uso del condón, y a los riesgos de contraer alguna enfermedad de transmisión sexual con el uso o no de éste recurso? Es sabido que éste método no es cien por ciento confiable. ¿Hay suficiente información en la familia, los colegios y las universidades, ¿Cuáles programas en salud familiar, tienen los servicios de salud del régimen contributivo y el régimen subsidiado (EPSs y SISBEN), ¿Qué responsabilidad social le cabe a todos los estamentos sociales, privados y públicos, desde la familia hasta el Estado? La salud sexual y reproductiva (la salud en general) es responsabilidad y función del Plan Nacional de Salud Pública. Uno de sus enfoques, que aplica en este caso, es el Enfoque de gestión social del riesgo, por una parte, y por otra, uno de sus principios es la Participación social, es decir la intervención de la comunidad en la planeación, gestión y control social y evaluación del Plan.

CONCEPTOS Adolescencia 1Consuegra Anaya, Natalia, Diccionario de Psicología, 2007, Ecoe Ediciones, Bogotá Etapa de transición en el desarrollo que se da entre la niñez y la adultez, caracterizada por cambios biológicos y psicológicos. Los cambios psicológicos más importantes son los signos de autonomía (manteniendo sin embargo los lazos que los unes a sus padres y familiares), distanciamiento de los adultos que hasta ahora influían de manera importante en su vida, egocentrismo, búsqueda de identificación con su grupo de pares, rebeldía entre otros. Se considera que su comienzo se da en la pubertad, cerca a los 12 años y suele extenderse hasta el comienzo de los 20 años. Violencia2 http://190.25.230.149:8080/dspace/bitstream/123456789/543/1/violencia%20intrafamiliar.pdf

Todo acto u omisión que atente contra la integridad física, psíquica o sexual de una persona, contra su libertad o que amenace gravemente al desarrollo de su personalidad, tanto en el ámbito público como en el privado. A partir de esta definición operacional se pueden desglosar diversos tipos de violencia, propuestas con base en sus características más significativas. Así podernos enumerar las siguientes clases de violencia.

Violencia física 2 Toda acción caracterizada por el uso de la fuerza física, de manera intencional, que causa en la persona daño leve o grave, como empujones, golpes, bofetadas, zarandeo, quemaduras, entre otras. En este sistema se excluyen lesiones causadas por atracos, hurtos o robos. Violencia emocional-psicológica 2 Cualquier acción u omisión que provoque daño psíquico o emocional que afecte la autoestima de la persona, o que la limite para contar con el apoyo de los demás. Incluye una extensa gama de conductas como insultos, gritos, amenazas, acusaciones, intimidaciones, desvalorización, burla, críticas destructivas, indiferencia. Violencia sexual 2 Toda acción en que la persona sea obligada, inducida bajo constreñimiento o presionada a realizar o presenciar prácticas sexuales (con o sin penetración), no deseadas, o no acordes con su proceso de desarrollo sexual, social y afectivo. Incluye toda acción mediante la cual la persona es inducida u obligada a prácticas sexuales como medio para la consecución de recursos materiales o económicos. Violencia Intrafamiliar 3 http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/896/8961 Es una respuesta inadecuada a tensiones y conflictos que desbordan la capacidad de respuesta de los individuos y el grupo, por encontrarse éstos en situación grave de limitación psico-emocional, sociocultural o económica. En este sentido la violencia es la manifestación extrema de las limitaciones a las que están sometidos los individuos y sus familias.

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA ¿Cómo reacciona la mujer adolescente ante el maltrato de su pareja? ¿Es evidente la violencia en el noviazgo adolescente actual? ¿Cómo se relaciona con la violencia intrafamiliar? 4 http://redalyc.uaemex.mx/pdf/799/79926209.pdf La violencia en las relaciones de parejas jóvenes que no conviven o no se encuentran casadas (llamada comúnmente en inglés dating violence, según Chung, 2005), ha sido definida como aquella en donde ocurren actos que lastiman a la otra persona, en el contexto de una relación en la que existe atracción y en la los dos miembros de la pareja se citan para salir juntos (Close, 2005). Wolfe y otros (1996) la definen como cualquier intento por controlar o dominar a una persona, física, sexual o psicológicamente, generando algún tipo de daño sobre ella, mientras que Sugaman y Hotaling (1989) la entienden

como la utilización o la amenaza de realización de actos de fuerza física y otras restricciones dirigidas a causar dolor o algún tipo de lesión sobre otra persona. (…) Existe evidencia que señala que las agresiones de tipo psicológico se presentan antes que las de tipo físico (Muñoz-Rivas, Graña, O`Leary & González, 2007). Un estudio realizado por O`Leary y Smith Slep (2003), con muestras de adolescentes varones y mujeres que habían mantenido una relación de noviazgo durante un mínimo de tres meses, encontró que la agresión psicológica predecía a ser muy estable durante la historia de la relación. Sears, Byers y Price (2007), por su parte, examinaron la prevalencia y concurrencia de conductas de maltrato físico, psicológico y sexual hacia la pareja, entre 633 adolescentes entre 12 y 18 años de edad (324 varones y 309 mujeres), de grados séptimo, noveno y undécimo, vinculados a cuatro escuelas de una pequeña provincia del Canadá. La violencia en las relaciones de parejas jóvenes que no conviven o no se encuentran casadas (llamada comúnmente en inglés dating violence, según Chung, 2005), ha sido definida como aquella en donde ocurren actos que lastiman a la otra persona, en el contexto de una relación en la que existe atracción y en la los dos miembros de la pareja se citan para salir juntos (Close, 2005). Wolfe y otros (1996) la definen como cualquier intento por controlar o dominar a una persona, física, sexual o psicológicamente, generando algún tipo de daño sobre ella, mientras que Sugaman y Hotaling (1989) la entienden como la utilización o la amenaza de realización de actos de fuerza física y otras restricciones dirigidas a causar dolor o algún tipo de lesión sobre otra persona. (…) Existe evidencia que señala que las agresiones de tipo psicológico se presentan antes que las de tipo físico (Muñoz-Rivas, Graña, O`Leary & González, 2007). Un estudio realizado por O`Leary y Smith Slep (2003), con muestras de adolescentes varones y mujeres que habían mantenido una relación de noviazgo durante un mínimo de tres meses, encontró que la agresión psicológica predecía a ser muy estable durante la historia de la relación. Sears, Byers y Price (2007), por su parte, examinaron la prevalencia y concurrencia de conductas de maltrato físico, psicológico y sexual hacia la pareja, entre 633 adolescentes entre 12 y 18 años de edad (324 varones y 309 mujeres), de grados séptimo, noveno y undécimo, vinculados a cuatro escuelas de una pequeña provincia del Canadá. 5 http://redalyc.uaemex.mx/pdf/773/77360208.pdf Ante las preguntas que plantea el problema, se hace necesario plantear el tema, violencia de género, adolescencia y noviazgo, el cual se define como el conjunto de agresiones que se ejercen contra las mujeres por ser mujeres, que tengan o puedan tener

como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico, “…inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria” (Orgnización de Naciones Unidas, 1993). Tiene sus orígenes en la desigualdad existente entre hombres y mujeres, es decir “…en cómo se construyen los modelos de masculinidad y feminidad y las relaciones sociales entre hombres y mujeres, que implican la subordinación de estas últimas. (Torres 2004, p.17). Se construye como un fenómeno histórico y dinámico a partir y dentro de relaciones sociales dadas (Freyermuth, 2004). Por la manera en que es inflingida, la violencia puede ser física, sexual y psicológica. La primera “… consiste en agresiones que se dirigen básicamente al cuerpo de la mujer, y que repercuten en daño, o intento de daño, permanente o temporal, de parte del agresor sobre el cuerpo de ella”, mientras que la segunda”… se refiere a toda forma de coerción que se ejerce sobre la mujer con el fin de tener relaciones sexuales con ella”. En la tercera los hombres agreden la psique femenina mediante “insultos, amenazas, intimidaciones, humillaciones, burlas, etc”. (Castro, 2004 p.81). Ramírez (2003); Cervantes Et al, 2004), Ramírez (2003) señala que la violencia psicológica puede ser verbal, no verbal (silencios, omisiones, intimidaciones expresadas mediante el lenguaje corporal) y social (prohibir el mantenimiento de redes sociales de parentesco, amistad, compadrazgo, etc.). La violencia psicológica es la más común pero también la más difícil de reconocer (Torres; Cervantes Et al, 2004), y para algunas mujeres, la que lastima más y por más tiempo. La razón es que la mayoría de las heridas hechas al cuerpo suelen sanar, mientras que el daño al respeto propio y habilidad de relacionarse con otras personas afecta cada aspecto de la vida (De Keseredy, 2000). (…) La violencia en la pareja, más que un problema individual, es un problema estructural. Entre los factores que contribuyen a que se presente, sobresalen el asilamiento de las mujeres, la ausencia de redes sociales que contribuyan a que los conflictos se resuelvan de otra manera, la inequidad de género en el acceso a recursos económicos y políticos, el grado de intimidad de la pareja, el nivel de concentración de autoridad en la pareja, y la exposición pasada o presente a la violencia como forma de resolver conflictos (Michalski, 2004). Históricamente, el concepto de adolescencia ha sido utilizado para referirse a los varones jóvenes de sociedades industrializadas de finales del siglo XX que se enfrentaban a la disyuntiva del empleo inmediato o la continuidad de su educación. En el caso de las mujeres, su tiempo y energía se dirigía hacia el bienestar de la familia, ya que se transitaban de la protección de los padres a la del marido. (…)

Entendemos el noviazgo como “una relación social explícitamente acordada entre dos personas para acompañarse en las actividades recreativas y sociales, y en la cual se expresan sentimientos amorosos y emocionales a través de la palabra y los contactos corporales” (Rodríguez & de Keijzer, p.42). Los primeros noviazgos suelen darse durante la adolescencia. Es la época del “primer amor” en torno al cual existe una paradoja: se le atribuye un gran valor sentimental, pero también es considerado como un elemento disruptivo que puede alterar en forma drámatica las opciones de vida de los adolescentes y de las adolescentes (Larson Et al., 1999).

OBJETIVOS Objetivo general -Identificar los factores causales de la violencia en el noviazgo adolescente. Objetivos específicos -Establecer los tipos de violencia en el noviazgo adolescente -Analizar su pensamiento crítico frente a la violencia en el noviazgo -Propiciar el ambiente adecuado para que el (la) estudiante adolescente se involucre en una sana discusión que lo invite a la reflexión. Es decir plasmar la IAP (Investigación Acción Participativa).

JUSTIFICACION El tema de investigación es relevante no sólo para el estudiante de terapias psicosociales, sino para su ejercicio profesional. La familia, sea cual fuere su tipología es la matriz de la sociedad, es un sistema dinámico donde se gestan el afecto, el aprendizaje, la educación, la cooperación, los recursos económicos las relaciones sociales, los cambios, los conflictos y la manera de afrontarlos. La familia interviene, participa y da forma al ser humano biopsicosocial. El ambiente familiar repercute en todos y cada uno de sus miembros, por consiguiente se hacen necesarias, la flexibilidad, dentro del marco de los límites y las normas y la estabilidad o armonía para todo cambio que ocurra dentro de la estructura de la familia. Se hace necesario explorar este tema, significativo para ampliar el horizonte respecto a la problemática psicosocial de la violencia en el noviazgo adolescente, (asociada o no a factores de violencia intrafamiliar) y sus consecuencias. En la problemática planteada está implícita una perspectiva de reflexión en su presente, con proyección al futuro, de esta población, sujeto de la investigación. Igualmente a través del instrumento (encuesta), conocer su

pensamiento y criterio sobre el tema, que quedará abierto como tema de debate o discusión. Por otra parte, será un aporte al plantel donde se realice investigación, los docentes serán sujetos pasivos, no obstante, observadores dinámicos de una actividad que los involucra en un sistema psicosocial. No pueden ser ajenos a la problemática. Dejará inquietudes que también les atañen. Desde el punto de vista teórico, esta investigación generará reflexión y discusión en la población adolescente y cuerpo docente. Por otra parte, en cuanto a su alcance, el tema abrirá otros caminos para los colegios, cuyos estudiantes presenten situaciones similares a las que aquí se plantean, y servirán como marco de referencia para propuestas innovadoras en este y otros problemas psicosociales. Cabe la posibilidad de que adopten nuevas estrategias, a fin de prevenir eventos catastróficos como la drogadicción y abuso sexual. Las emergentes teorías psicosociales y su fundamento espistemológico son suficiente argumento para poner en práctica las técnicas y estrategias propias de las terapias psicosociales en beneficio de esta población adolescente, y sus familias. Finalmente, el estudiante de terapias psicosociales, en esta etapa de la carrera, pondrá en manifiesto su capacidad y conocimientos adquiridos, lo que le permitirán sentar las bases para otros estudios, partiendo de la problemática aquí especificada.

MARCO TEORICO La violencia de pareja ha generado mucho interés dentro de los organismos oficiales y los investigadores, debido a los graves efectos que acarrea tanto en sus víctimas directas como en las indirectas. Estas consecuencias incluyen desde las secuelas de tipo físico para quien las recibe (v.g., lesiones, incapacidades permanentes, pérdida gradual de capacidades físicas, etc.), hasta un conjunto de trastornos del comportamiento y las emociones como la depresión, el estrés postraumático, las fobias específicas, el consumo de sustancias, los intentos de suicidio y los trastornos de alimentación (Krug, Dahlberg, Mercy, Zwi y Lozano, 2003; Navarro y Pereira, 2000; Guerrero y colaboradores, 2001). Estos efectos van más allá de las secuelas físicas y emocionales ya que influyen negativamente sobre la capacidad productiva, económica y social de las víctimas.

El Instituto Colombiano de Medicina Legal y Ciencias Forenses (2005), por ejemplo, estimó una pérdida de 48.507 años de vida saludable, en las 36.901 víctimas de violencia de pareja que evaluó en 2004. Los niños y niñas que presencian violencia entre los padres, por su parte, exhiben diferentes problemas emocionales y de conducta, incluyendo miedos, agresividad, desafío y mala relación con los compañeros (Bonino, 1999; Sarquis, 1995). Por definición, la violencia de pareja no sólo se extiende a las parejas casadas o en convivencia, sino a las parejas de novios, o de otra índole en donde existe una relación afectiva y sexual, sean o no del mismo sexo, pudiéndose entender como “cualquier comportamiento dentro de una relación íntima que causa daño físico, psíquico o sexual a los miembros de la relación” (Krug et al., 2003, p.97). Se considera que esta forma de violencia incluye actos y agresión física como cachetadas, puños, patadas, empujones, sofocaciones, ataques con un arma, etc., así como agresiones verbales y emocionales, como intimidaciones, denigraciones, humillaciones, amenazas; llamar a la otra persona con nombres peyorativos, criticarla, insultarla y devaluarla constantemente, acusarla falsamente, culparla por situaciones negativas, minimizarla o ridiculizar sus necesidades, y actos que atentan contra sus derechos sexuales y reproductivos, como las relaciones sexuales forzadas, la exposición a actividades sexuales indeseadas, el uso del sexo como forma de presión y manipulación, y las críticas por el desempeño o la apariencia sexual. Otras conductas consideradas como actos de violencia en la pareja son aquellas en donde se busca dominar a la otra persona, como aislarla de su familia y amigos, vigilar sus movimientos y restringir su acceso a fuentes de información o asistencia, así como aquellos comportamientos que afectan económicamente a la otra persona, como hacerla depender o explotarla económicamente (Instituto Colombiano de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2005; Krug et al., 2003; Ministerio de Salud de Colombia, 1999). (…) El porcentaje de adolescentes mujeres que informaron la realización de actos de violencia física y psicológica fue mucho mayor (23%), aunque un porcentaje más bajo reportó la ejecución de actos de violencia de los tres tipos (2%). Sears y sus colegas encontraron que la proporción de adolescentes de los dos géneros que utilizaban los tres tipos de conductas –maltrato físico, psicológico y sexual- violentas, se incrementaba conforme aumentaba el grado de escolaridad, lo cual señala que en las parejas en donde se han presentado incidentes de violencia, esta tiende a diversificarse a medida que pasa el tiempo.

Según Rodríguez, Antuña y Rodríguez (2001) la violencia en las parejas no casadas e en conveniencia presenta dos características que la diferencian de la violencia en el matrimonio: a)La edad de sus agresores víctimas es ostensiblemente menor que la de las parejas casadas, ubicándose en la adolescencia o en la adultez temprana, y b)Las razones por las cuales se presentan y continúan las agresiones parecen ser distintas a las de la violencia conyugal, ya que no existe de por medio una responsabilidad paternal, contractual o dependencia económica. Weisz, Tolman, Callahan, Saunders y Black (2007), a su vez, sugieren que un posible factor de riesgo para la violencia en las relaciones afectivas en la adolescencia es que los adolescentes no están suficientemente preparados para responder a los problemas que se presentan en las relaciones románticas. Varios autores han señalado, por otra parte, que la violencia en este tipo de relaciones podría predecir la violencia dentro del matrimonio o la convivencia (Browne y Herbert, 1997; Rodríguez, Antuña y Rodríguez, 200l; Muñoz-Rivas et al., 2006), en particular entre las mujeres (Centers for Disease Control and Prevention 2006). Además dicha forma de violencia parece ser un factor de riesgo para varias dificultades de salud, como el abuso de sustancias, el sexo inseguro, las conductas inadecuadas de control de peso, la baja autoestima y los intentos de suicidio. Por ello, resulta justificable brindarle una mayor atención, tanto como la que tiene la violencia en las relaciones adultas (Centers for Disease Control and Prevention, 2006; Matud, 2007, Howad & Wang, 2003; Muñoz-Rivas et al., 2007; Silveman, Raj, Mucci y Hathaway, 2001). Prevalencia Los estudios que se han realizado en las últimas dos décadas sobre la prevalencia de esta forma de violencia de pareja, han revelado que este fenómeno es más común de lo que anteriormente se pensaba. De acuerdo con Lewis y Fremouw (2001), este tipo de violencia antes era considerado insignificante o muy raro, por lo que la investigación especializada se había centrado en las parejas maritales o en convivencia. La mayoría de los estudios de prevalencia de este tipo de violencia se han realizado, por obvias razones, con adolescentes y jóvenes adultos, analizándose ya sea su perpetración su victimización o ambas circunstancias. En Estados Unidos, de donde proviene buena parte de la literatura sobre este tema, la prevalencia de adolescentes víctimas de alguna forma de violencia por parte de su pareja, oscila entre el 18 y el 32% (Howard y Wang 2003). De acuerdo con Cornelius y Resseguie (2007), existen además datos que muestran que cuando en la investigación de dicha prevalencia se incluye la agresión de tipo verbal, esta prevalencia puede incrementarse hasta en un 8%.

Como se podrá observar más adelante, los datos provenientes de diferentes estudios señalan que la violencia verbal tiende a ser la mas frecuente, mientras que la física y la sexual exhiben tasas de prevalencia ostensiblemente menores. Silverman, Raj, Mucci y Hathaway (2001) hallaron una tasa de 20,2 y de 18% de mujeres adolescentes víctimas de violencia física y sexual por parte de su pareja, respectivamente, en dos estudios en los que se examinó la conducta de riesgo durante la adolescencia por medio del Youth Risk Behavior Survey (Examen de Conducta de Riesgo Juvenil), realizados en Massachussets (Estados Unidos) en 1997 y 1999, respectivamente, mientras que Howard y Wang (2003) encontraron que una de cada diez adolescentes de noveno a duodécimo grado había sido objeto de violencia física por parte de su pareja, en un estudio de encuesta realizado a nivel nacional en Estados Unidos durante 1999, con una muestra de 7.824 adolescentes. Los Centros para la Prevención y el Control de la Enfermedad de Estados Unidos (Centers for Disease Control and Prevention, 2006), por su parte, hallaron un porcentaje de 8.9% y de 8.8% de varones y mujeres, respectivamente, que habían sido objeto de violencia física por parte de su pareja, entre 15.214 adolescentes de noveno a duodécimo grado, vinculados a escuelas públicas y privadas de 50 estados y el distrito de Columbia, examinados en 2003 por medio del instrumento ya mencionado. Sears, Byers y Price (2007) encontraron que el 43% de los adolescentes y el 51% de las adolescentes de su estudio habían ejercido alguna conducta de maltrato físico, psicológico o sexual hacia su pareja. En particular, hallaron que el 35%, el 15% y el 17% de los varones había realizado actos de violencia psicológica, física y sexual, respectivamente, mientras que un 47%, un 28% y un 5% de las mujeres había ejecutado actos de la misma naturaleza, respectivamente. Estos resultados señalan que las mujeres ejercen mayoritariamente mas actos psicológica y física que los varones, si bien menos actos de violencia sexual que éstos. (…) Muñoz-Rivas y sus colegas (2007) analizaron la prevalencia de conductas agresivas de tipo verbal y físico entre 2.416 adolescentes y adultos jóvenes de 16 a 20 años de edad (1.416 mujeres y 1.000 varones), vinculados a 36 escuelas de secundaria de Madrid (España). Los participantes debían tener una relación heterosexual y no estar casados. Utilizando la Modified Conflict Tactics Scale (Escala Modificada de Tácticas de Conflicto), estos investigadores encontraron una prevalencia de 95.3% y de 92.8% de mujeres y de varones, respectivamente, que habían llevado a cabo actos de agresión física. Estos datos confirman que las agresiones verbales son las más

comunes y señalan que este tipo de agresiones son realizadas más frecuentemente por las mujeres, aunque estos datos son contrarios a los hallazgos de estudios que revelan que las mujeres ejercen mayoritariamente actos de violencia física, comparados con los varones. (…) En resumen, los datos de prevalencia de violencia en parejas jóvenes no casadas, sin distingo del sexo de las parejas, indican que la violencia verbal es más frecuente, seguida por la violencia psicológica, la violencia física y verbal. También señalan que las mujeres son más victimizadas a nivel sexual que los varones y que no existen, en general, diferencias muy marcadas en relación con el porcentaje de varones y mujeres adolescentes que ha ejercido o ha sido víctima de alguna forma de violencia (Matud, 2007; Weisz et al., 2007), a diferencia de las parejas casadas, en donde la frecuencia de mujeres victimizadas tiende a ser mayor que la de los varones (Krug et al.,2003). No obstante, estos mismos datos muestran que las tasas de prevalencia varían de acuerdo con los tipos de violencia examinados (Hanson, 2002), la definición operacional de violencia y los instrumentos utilizaos (Lewis y Fremouw, 2001). En Colombia no se han realizado investigaciones sobre la prevalencia o los factores de riesgo de la violencia en este tipo de parejas, aunque las cifras con las que se cuenta indican que esta podría ser muy frecuente dentro de la población juvenil colombiana. Así, por ejemplo, el Instituto Colombiano de Medicina Legal y Ciencias Forenses (2005), encontró que un 25.43% de los 34.704 casos que dictaminó en 2004 (8.379 mujeres y 447 varones), correspondía a personas entre los 18 y los 24 años de edad y que otro 2.51% (848 mujeres y 25 varones) concernía a personas entre 15 y 17 años de edad. El mayor porcentaje de casos (42.44%), por su parte, se encontró en el rango de 25 a 34 años de edad (13.568 mujeres y 1.162 varones). Este y otros estudios de prevalencia de la violencia de pareja en general, confirman que esta es más frecuente entre las parejas jóvenes (véase Krug et al., 2003), lo que indica que las campañas de prevención secundaria y terciaria de dicha forma de violencia deberían dirigirse a los y las adolescentes y adultos jóvenes (Cornelius y Resseguie, 2007; Madrid, 2007). Factores de riesgo Los factores de riesgo de la violencia en las parejas jóvenes que han sido más estudiados son la observación de violencia entre los padres, la aceptación de la violencia en la relación de pareja, tener amigos o conocidos que han sido víctimas o victimarios de dicha violencia, los roles tradicionales de género y la experiencia de haber sido víctima de violencia por parte de la pareja o en la familia de origen (Matud, 2007; Sears et al., 2007); Smith, Winokur y Palenski, 2005). Sears y sus colegas han señalado que estos factores han sido

estudiados exhaustivamente en relación con la violencia física, pero no en cuanto a la violencia psicológica y menos aún respecto a la violencia sexual. Los factores que se han examinado en lo concerniente a la violencia psicológica son, según estos autores, la experiencia de maltrato psicológico en dicha familia y el conocimiento de pares que han ejercido ese tipo de maltrato. Con el fin de obtener mayor información en relación con los factores de riesgo de los tres principales tipos de maltrato en este tipo de parejas jóvenes (física, psicológica y sexual), Sears y sus colegas (2007), en su investigación previamente reseñada, examinaron la relación entre haber ejercido alguna de estas formas de violencia y los siguientes factores: Grado educativo (séptimo, noveno o undécimo), actitudes conservadoras hacia la mujer, temor a ser objeto de violencia en la familia, afiliación con pares que habían ejercido violencia, física o sexual hacia su pareja y haber sido objeto de violencia. Los autores encontraron que los adolescentes varones que habían ejercido los tres tipos de violencia, presentaban actitudes más conservadoras en relación con la mujer, aceptación de la violencia en la pareja, miedo a ser objeto de violencia en la familia de origen, afiliación con pares que habían ejercido maltrato sexual a su pareja y habían experimentado alguna de estas formas de violencia previamente. Los adolescentes que informaron la ejecución de actos de maltrato sexual, en particular, mostraron aceptación de esta forma de violencia en la pareja, conocían pares que habían ejercido esta forma de maltrato y no habían sido objeto de violencia física o psicológica. Las adolescentes que habían ejecutado los tres tipos de maltrato en mención, tendían a presentar un grado educativo mayor (undécimo), actitudes de aceptación de la violencia en la pareja de tipo físico y psicológico, relación con pares que habían ejercido maltrato físico y sexual a su pareja, y experiencias de violencia de alguno de los tres tipos. Sin embargo, no presentaban actitudes conservadoras hacia la mujer, ni miedo a ser víctima de violencia en la familia. Las adolescentes que habían ejercido maltrato psicológico presentaban en particular, una menor aceptación del uso de la violencia física en la pareja y habían experimentado maltrato de tipo psicológico. En su conjunto, los resultados de la investigación de Sears y sus colegas muestran que el tipo de violencias ejercido, depende en parte del tipo de violencia al cual ha estado expuesto el individuo tanto directamente (en su familia de origen o por parte de una pareja) como indirectamente (a través del conocimiento de los tipos de violencia que ejercen sus conocidos con sus parejas). Roles tradicionales de género La ausencia de diferencias poco marcadas entre el número de varones y mujeres que han ejercido actos de maltrato hacia su pareja en la adolescencia,

en comparación con las proporciones encontradas entre las parejas adultas casadas o en convivencia, ha llevado a cuestionar el papel de los roles tradicionales de género durante el noviazgo y en las relaciones similares (Chung, 2005; Miller y White, 2003). Tradicionalmente, la violencia de pareja ha sido examinada a la luz de dichos papeles de género, resaltándose cómo la dominación social y cultural del hombre sobre la mujer, desempeña un papel decisivo en la probabilidad de que las mujeres sean víctimas de violencia por parte de su pareja (v.g., Bonino, 1999; Corsi, 1995; Guerrero y colaboradores, 2001; Stordeur y Stille, 1989), sustentándose dicho papel con las cifras marcadamente superiores de mujeres víctimas de violencia por parte de su pareja (v.g., Krug et al., 2003). Desde este punto de vista, se tiende a asumir que la violencia de la mujer hacia el hombre obedece a una reacción defensiva en contra de la violencia experimentada, de manera que se interpreta más como una forma de violencia reactiva que instrumental (Miller y White,2003). Muñoz-Rivas y sus colegas (2007), en su estudio ya reseñado, encontraron que las mujeres tendían a reportar, en mayor medida que los varones, que sus actos de violencia física se debían a que “Estaba furiosa y lo ataqué primero”, mientras que estos últimos tendían a informar más que las mujeres, que su pareja los había atacado primero y ellos habían respondido ante dicho ataque. Estos resultados desvirtúan la afirmación de que la violencia femenina en la pareja es fundamentalmente reactiva pero no instrumental, aunque señalan que las reacciones violentas de las mujeres tienen una mayor carga emocional. Miller y White (2003) estudiaron la naturaleza de las circunstancias y los significados de la violencia en la pareja, entre 32 mujeres y 38 varones afroamericanos de entre 12 y 19 años de edad, que vivían en barrios de alta peligrosidad de Saint Louis, Missouri (Estados Unidos); estos adolescentes se consideraban en alto riesgo de delinquir o se encontraban envueltos en actividades delictivas. Por medio de entrevistas en profundidad, estos investigadores encontraron que los actos de violencia de los varones, tendían a explicarse y justificarse por conductas de la mujer y como una forma de reafirmar el orden “natural” entre los géneros, mientras que los actos de violencia de las mujeres tendían a atribuirse a situaciones de infidelidad y frustración por el desapego emocional de su pareja y a caracterizarse por un alto contenido emocional. Estos resultados señalan que la violencia masculina podría favorecerse por actitudes y creencias tradicionales de género, y que la violencia femenina en la adolescencia entrañaría cierta instrumentalidad, en un círculo vicioso en el cual los varones son infieles y emocionalmente debido a las mismas expectativas de género, y las mujeres terminan utilizando actos de violencia como una alternativa que buscaría generar una mayor equidad dentro de la pareja.

Los resultados del ya reseñado estudio de Sears y sus colegas (2001), en el cual se halló una tendencia hacia actitudes conservadoras sobre el rol de la mujer entre los varones que habían ejercido actos de maltrato físico, psicológico y sexual, pero no entre las mujeres que habían cometido estos mismos tipos de actos, y en donde también se encontró que tanto los varones como las mujeres aceptaban el uso de la violencia en su pareja, señalan claramente que la violencia en las parejas jóvenes obedece, indistintamente del género, a un asunto instrumental, posiblemente mediado, en el caso de los varones, por una búsqueda de reafirmación de la masculinidad y, en el caso de las mujeres, por la búsqueda de equidad. (…) Los autores hallaron que las mujeres maltratadas físicamente por su pareja en la adolescencia, tenían una mayor probabilidad de ser objeto de ataques físicos o sexuales por alguna pareja durante los años universitarios. También hallaron que, en cualquiera de los cuatro años universitarios, la probabilidad de ser objeto de un ataque sexual era mayor si en el mismo año las participantes habían sido objeto de un ataque físico. Además, el riesgo de ser víctima nuevamente de violencia física en cualquiera de los años universitarios era mayor si ya se había tenido dicha experiencia. (…) Finalmente, vale la pena resaltar la aparente ausencia de investigaciones en las que se dé cuenta de las características de los adolescentes y adultos jóvenes que ejercen y han sido víctimas o victimarios. Estos estudios ayudarían a incrementar decididamente los conocimientos sobre los factores individuales, familiares, sociales y situacionales que conducen a la perpetración y/o victimización por esta forma de violencia.

VARIABLES -Variable independiente: violencia intrafamiliar -Variable dependiente: violencia en el noviazgo adolescente

HIPÓTESIS Entendemos el noviazgo como una “relación social explícitamente acordada entre dos persona, para acompañarse en las actividades recreativas y sociales, y en la cual se expresan sentimientos amorosos y emocionales a través de la palabra y los contactos corporales” (Rodríguez & de Keijzer).

Los primeros noviazgos suelen darse durante la adolescencia. Es la época del “primer amor”, del enamoramiento y el disfrute en este en esta etapa del ciclo de la vida, es una relación temporal entre un hombre y una mujer, (se le ha otorgado una connotación romántica, en la literatura, el teatro, la música, el cine, los cuentos de hadas, etc.) puede dar paso o no al matrimonio o a una relación de pareja estable. En la relación de noviazgo está implícito un preponderante vínculo afectivo, no obstante, según algunos pocos estudios, dan cuenta del fenómeno de violencia, atribuído sólo a las parejas formalmente establecidas. Los investigadores plantean que el noviazgo es la época del “primer amor”, aunque es considerado también como un elemento disruptivo. 6 http://elpoderdelciudadano.forogeneral.es/board/conductas-disruptivas-t702.html Es pertinente conocer el término “disruptivo” El término proviene de las teorías sistémicas. Se refiere a aquellas conductas del alumno, que alteran la disciplina o convivencia escolar, imposibilitando o entorpeciendo el proceso de enseñanza y aprendizaje. La mayoría de estas conductas se pueden clasificar en los siguientes grupos: 1.Conductas moralmente inadecuadas y hábitos no aceptados no aceptados socialmente. 2.Dificultades personales de integración social y de relación con los otros. 3.Enfrentamiento a la autoridad del docente. 4.Alteración de las normas de funcionamiento de la clase o grupo. 5.Conductas de agresión verbal o física con otros compañeros. Los pocos estudios que se conocen, en países como Canadá, Estados Unidos México, Colombia y España, muestran una situación que aunque violenta, es cotidiana en la experiencia adolescente. En Colombia, son escasas por no decir inexistentes, las investigaciones relacionadas a este tipo de violencia en parejas adolescentes. Sería un valioso campo experimental este tipo de investigaciones. La violencia en la pareja adolescente es un problema psicosocial que involucra al individuo, a la familia, a la comunidad estudiantil y al plantel mismo. Este fenómeno de la violencia es tan amplio que implica la violencia de género y la violencia en el noviazgo adolescente (con aspectos como ejercicio de la sexualidad con sentimiento de culpa, embarazos no deseados, depresión, drogadicción, intentos de suicidio, anorexia y bulimia). La violencia en el noviazgo adolescente puede ser física, sexual o psicológica, la primera dirigida al cuerpo de la mujer, la segunda a toda forma de coerción

contra la mujer, con el fin de tener relaciones sexuales, contra su consentimiento, la tercera, los varones ejercen maltrato psicológico sobre la mujer, mediante burla, insultos, amenazas, intimidaciones, humillaciones, etc., ésta puede ser verbal, no verbal, y silencios, omisiones, intimidaciones expresadas mediante el lenguaje corporal y social (prohibir relacionarse con la familia, amistades, etc.). La violencia psicológica es la más común y la más difícil de reconocer, y para algunas mujeres, la que más lastima y que deja secuelas emocionales. Esta investigación empírica puede ser un elemento de análisis, reflexión y evidencia latente del tema de investigación. Serviría para conocer la dinámica de esta población en cuanto a pautas, valores, creencias, significado de noviazgo, y visión de pareja estable. Los resultados podrían generar conciencia desde el aula hasta la universidad, su rol de mujer y hombre, gestor de cambio en nuestra sociedad.