Victor Garrido - Los Puello

VICTOR G A R R I D O LOS P U E L L O SECRETARIA DE ESTADO DE EDUCACION, BELLAS ARTES Y CULTOS f rograma de Difusión

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VICTOR

G A R R I D O

LOS P U E L L O

SECRETARIA DE ESTADO DE EDUCACION, BELLAS ARTES Y CULTOS f rograma de Difusión Cultural LOS PUELLO Víctor Garrido

Primera Edici6n: Pcedania Dominicana de la Historia. Vol. VIII, EditoraMontalva. 1959. Santo Domingo. R. D.

1874, Im nao r n Editon Taller ~orudrlC!udrdo Impnao rn Ir RapQbllcaDominicana Prlntad In Domlnlcan Republic

Taller, An. Meriiro 88, Santo Domingo, República Dominicana.

PUBLICACIONES DE L A SECRETARIA DE ESTADO DE EDUCACION Y BELLAS ARTES

Victor Garrido

A LA MEMORIA DE M1 MADRE ANA JOSEFA PUELLO Y DE LOS SANTOS

PRlMERA PARTE GENERALES JOSE JOAQUIN Y GABINO PUELLO

Y CASTRO

E L ORIGEN Las familias ilustres que dieron prestancia y señorío de grandeza a la sociedad colonial, se las tragó el exilio entre el huracán de vicisitudes que despobló la parte española de Santo Domingo. E n cuna pobre nacieron, salvas excepciones, los adalides que forjaron la independencia de la Patria. Esto fué una felicidad para los dominicancls. Pueblo en el cual no existían diferencias de clases ni discriminaciones de color al constituirse en república, homogéneo por su formación, producto del cruzamiento del conquistador hispano con el indígena o con el africano trasplantado, por la lengua, las costumbres, las tradiciones, la religión y la cultura, en su atormentado proceso de conformación histórica no ha tenido que afrontar conflictos de carácter social. Cada dominicano tiene derecho a hacerse un sitio en la comunidad democrática conforme a la categoría de su valor individual. José Joaquín, Gabino, Eusebio y José Puello y Castro vieron la primera luz del día en pañales de humildad. Sus padres, Martín Puello y Mercedes de Castro, les dieron ejemplo de laboriosidad y probidad. Los rasgos fisonómicos de los cuatro hermanos, observados en sus fotografías, descubren el predominio de la sangre materna de raza blanca. José Joaquín, Eusebio y José nacieron en la antigua Santo Domingo de Guzmán, hoy Ciudad Trujillo. Gabino, "natural de Puerto Rico", consigna la sentencia que le condenó a muerte en unión de su hermano Joaquín y de su tío Pedro de Castro el 22 de diciembre de 1847. Según esa misma sentencia, que fija la edad de José Joa-

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quín en 39 años y la de Gabino en 31, debieron nacer en 1806 ~ ' 1 8 1 6 respectivamente. , E n unos "Rasgos biográficos del malogrado General Puello", publicados en La Habana después de su muerte, ocurrida en 15 de diciembre de 1871, consta que "nació en el año 1811 en la capital de Santo Domingo, cuando esta isla se hallaba aún a la sombra del glorioso pabellón de España". Este dato, así como todos los demás que se hallan en dichos "rasgos biográficos", deben suponerse suministrados por e! General Puello si se toma en cuenta la minuciosidad de los mismos. Si Gabino era mayor en edad que Eusebio, como es creído por algunos, no ha podido nacer en 1816 ni tener 31 años cuando lo fusilaron; pero a falta de información más precisa hay que atenerse a la sentencia; José, el menor de todos, aunque compareció a la Puerta del Conde en la noche del 27 de febrero de 1844, lo mismo que su padre Martfn, no tuvo actuación militar sobresaliente, ni se señaló por otra causa. No interesa a la historia ni a la biografía. Cuando el Presidente de Haití, Juan Pedro Boyer, en 9 de febrero de 1822, sojuzgó el estado de Haití Español, nacido 71 días antes, decretó poco tiempo después el reclutamiento de los jóvenes nativos. Entraba en sus propósitos unificar política y territorialmente la isla debajo de la hegemonía haitiana, aniquilando el sentimiento nacional en el pueblo sometido. Los Puello no escaparon al rasero de esta disposición. El matrimonio Martín Puello-Merced- de Castro dió a nuestras guerras de independencia en el General José Joaqúín Puello el mejor estratega de esas guerras; en el General Gabino Puello, un conspirador atrevido y un comandante intrépido; y en el General Eusebio Puello, uno de los militares más famosos de su tiempo. No obstante, nada sabemos concretamente acerca del tronco original-io. El apellido Puello, escrito con "Y", lo hemos visto en una petición dirigida al Rey desde Santo Domingo, en 23 de enero de 1790, por Francisca Pueyo, hija de Andrés Pueyo y Vríes, quien fué durante 35 años Regente de la Real Audiencia "con aprobación de su conducta, calificada en dos juicios que ha sufrido por los Contadores Mayores del Tribunal de Cuentas de la Habana, Dn Jph Gelabert y Dn. Juan Eligio de la Puente, también aprobadas por Vuestro

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Rea! y Supremo Consejo aaonde se elevaron por el orden que corresponde". E n esa instancia Francisca Pueyo suplica a su Majestad que disponga que se asista a sus ocho sobrinos con el sueldo de su padre Francisco de Gascue y Olaiz, "oficial Real de esta Contaduría", preso, con sus bienes embargados y sin sueldo, "mie~itrasdura y finaliza el juicio de sus cuentas". La peticionaria invoca como derecho a ser oída y atendida en su instancia, "el mérito contraído por su padre durante 35 años" de servicio irreprochable". A Francisca Pueyo, cuando el tratado de Basilea, la vemos en Madrid en conversaciones políticas con el Comisario francés Mr. Rounme y en correspondencia con su hermano Joaquín Pueyo, Alcalde Mayor de Santiago de los Caballeros, con su cuñado Don Francisco Gascue, Oficial Real, y con el Comisario mencionado, con el fin de estorbar la miyración de los españoles, actividades que no fueron del agrado del Arzobispo F r a y Fernando Portilio y Torres quien en 4 de marzo de 1796 elevó queja contra ellas al Príncipe de la Paz (l). Esta probidad de Andrés Pueyo y Vries, de que su hija Francisca se ufana, será la misma que resalta en el testamento de los Generales José Joaquín y Gabino Puello, escrito en capilla, quienes dedicaron sus últimos instantes de vida a ordenar el pago de sus modestas deudas, a perdonar a sus enemigos y a proclamar ante lo hombres y ante Dios que morían inocentes de los hechos que se ¡es imputaban? E s de notar que los nombres de Joaquín, Andrés y Francisca se hallan en los descendientes de Martín Puello. E l historiadw García menciona en su historia de Santo Domingo a Pedro Puello, decano de los oidores de la Real Audiencia, entre los personajes que concurrieron a la catedral metropolitana para transportar al muelle, con destino a La Habana, los que suponían ser los restos del Almirant e Don Cristóbal Colón. Este Puello, escrito con "ll", podría ser otro punto de partida para futuras investigaciones. Lo cierto es que la inteligencia, el talento militar, la firmeza de carácter, la probidad en sus actos privados y públicos y la austeridad de su conducta ponen de manifiesto que en los Puello corría sangre de exce!ente calidad. ( 1 ) M. A. Peña Batlle. El tratado de Basilea y la desnacionalización de Santo Domingo, ps. 46-47.

LA OCUPACION HAITIANA La independencia de Santo Domingo de la monarquía española y su inmediata ocupación por el dictador haitiano Juan Pedro Boyer, se hicieron dentro de un clima ds inermidad y de sorpresa que obligó a los dominicanos a someterse sin resistencia. El arrogante y susceptible Vice-Gobernador Dr. Jssé NBñez de Cáceres, quien aspiró a castigar con su aotq i m ~ r e q e d i tado el desdén con que le miró la Junta Gobernadora de Madrid por influencia del ex-Comisario Regio Francisco Javier Caro, según se ha escrito por comentadores de aquel acontecimiento, se limitó a pronunciar un discurso de proteata ante el Presidente Boyer, al cual sería injusto negarle entereza cívica, que salvó su nombre de la ignominia del fracaso que acarreó la esclavitud para sus compatriotas. La conveniencia o la benignidad del dictador le permitier~n emigrar con su familia poco tiempo después del infausto aconteoimiento. La crítica histórica, sin embargo, se inclina a juzgar con benevolencia al doctor Núñez de Cáceres, a pesar de que su imprevisión no sufraga en su favor como estadista, porque considera que su acto estuvo animado del sincero propósito de obtener la independencia de su país y que fué engañado por Boyer. La disconformidad dominicana se exteriorizó pronto en los emigrados residentes en Puerto Rico quienes pretendieron fomentar una rebelión general en la jurisdicción del Seibo; en la rebeldía de trabajadores camineros de los vecindarios ubicados entre Santiago y Puerto Plata contra sus vigilantes haitianos; en la malograda conspiración de Santo Domingo, la cual

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culminó en la sentencia del 15 de octubre de 1832, condenatoria de algunos capitaleños; en la trama revolucionaria del Este que la rebelión de Bayaguaiia puso en descubierto; y en la revolución de Los Alcarrizos, el más significativo de los sucesos dichos, encabezada por Baltasar de Nova, ahogada en la sangre de Lázaro Núñez, José María Altagracia, Facundo Medina y Juan Jiménez, y en la prisión y persecución de muchos otros patriotas a favor de la sentencia del 9 de marzo de 1824. Los dominicanos inclinaron la cabeza ante estos hechos; pero su ánimo no se dobló. Quedaron en espera de que el sentimiento de la libertad reamaneciera por algún lado. En 1833 retornó a la patria Juan Pablo Duarte, quien estaba en Barcelona desde 1828, con el designio de arrancarla al sojuzgamiento de sus opresores. Lo había jurado ante la ofensa inferida a la desventura de su país por el capitán inglés de un navío mercante, la cual consideró humillante para su decoro personal. Reunió en torno suyo a la juventud capitaleña. Compartió con ella sus conocimientos. Vigorizó su patriotismo. La inflamó en la consumación del sacrificio por el ideal de una patria independiente. La orientó. Le enseñó el camino del honor. Predicó y esparció la idea separatista. Creó un estado psicológico revolucionario y el 16 de julio de 1838 Yundó La Trinitaria. Esta sociedad política, integrada por Jaan Isidro Pérez, Juan Nepomuceno Ravelo, Pedro Alejandrino Pina, Félix María Ruíz, José María Serra, Benito González, Jacinto de la Concha y Felipe Alfau, debajo de la presidencia de Duarte, a la cual se sumaron Iuego Francisco del Rosario Sánchez, Vicente Celestino Duarte, Matías Ramón Mella, Félix María del Monte, Pedro Pablo Bonilla, Epifaiiio Billini, Pedro Antonio Bobea y otros más, asumió la dirección secreta del movimiento de separación de Haití. Solamente desertó Felipe Alfau. La indiferencia del gobierno de Puerto Príncipe por el bienestar de los dominicanos, las disposiciones irrazonables que dictó para guillotinar su patriotismo o perjudicarles su intercambio comercial con el exterior, la injusticia de obligarlos a contribuir al pago de la indemnización que le impuso Francia para reconocer la independencia de Haití, la miseria en que vivía el pueblo, desamparado de toda ayuda oficial que posibilitara el mejoramiento

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comtín, la destrucción de sus centros de enseñanza, entre ellos la universidad, para suplantarlos con planteles humildes en los cuales la ignorancia pretendía aniquilar nuestras esencias hispánicas con el homicidio de nuestra lengua, la crueldad de sus autoridades con el propósito de menoscabar el decoro de nuest r a sociedad y doblegarla con el peso de sus arbitrariedades, todo cuánto de oprobioso puso en actividad la malevolencia del ocupante para dominarnos, acabó finalmente por volverse cont r a él y por estimular el espíritu público a tomar la defensa de sus derechos y libertades de los cuales se habían armado paladines el fundador de La Trinitaria y sus jóvenes compañeros.

LA REVOLUCION CONTRA BOYER Y LA REVOLUCION SEPARATISTA La revolución iniciada en Praslín el 27 de enero de 1843 contra la dictadura de Juan Yierre Boyer, encontró a Santo Domingo maduro para el movimiento separatista. Los dominicanos comprometidos en la empresa de llevar a término la separación, habían dado apoyo irrestricto a los conspiradores haitianos del Este y del Oeste empeñados en batalla decisiva para derrocar el régimen boyeriano. Cooperaron con su prédica y c m las armas a expulsar de Santo Domingo a las autoridades que lo representaban y participaron en las organizaciones gubernativas instauradas por el que surgió de sus escombros. Duarte y sus seguidores conquistaron preponderancia a favor de estos hechos. Su voz se impuso en las deliberaciones de la Junta de Gobierilo compuesta por haitianos y dominicanos, Su influencia se hizo notoria y concluyente en la designación de los jefes de la guardia nacional. Su prestigio abatió las aspiraciones haitianas cuando, rota la unión eventual que llevó al triunfo la revolución de enero, dominicanos separatistas y haitianos y dominicanos antiseparatistas, se disputaron en las elecciones municipales la victoria de sus respectivos candidatos al Ayuntamiento. Las cartas estaban sobre la mesa. Estas elecciones, verificadas dentro de la mayor efervescencia polftica, pusieron al desnudo la existencia de un triángulo de tendencias disímiles: de u11 lado los funcionarios del gonierno de Puerto Príncipe, los haitianos residentes en Santo Domingo, y los dominicanos vinculados a ellos por motivos circunstanciales; de otro lado, el caudillo del movimiento separatista con los dominicanos militantes en ese flujo de la opinión

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nacional; y en el tercer lado, los dominicanos que no habían fijado aún su posición frente a los acontecimientos en marcha. Los primeros apelaron al Presidente Provisional Charles Hérald, señalándole la gravedad de la situación, en busca de disposiciones que restablecieran la calma en el agitado escenanario en donde muy pronto quedaría sellada la suerte de la indivisibilidad de la isla. El Presidente Herald, al mando de un ejército de doce mil hombres, salió de Puerto Príncipe con rumbo a la región del Norte de Haití; penetró en territorio dominicano por Dajabón, marcó su paso por Santiago y otras poblaciones del Cibao con algunas prisiones y otros actos de terror que ahondaron el malestar reinante en aquella área, la más poblada de nuestro país, y llegó a la capital, Santo Domingo, el 12 de julio. Puso en función pacificadora una política de fuerza que cristalizó en la destitución de funcionarios elegidos por el pueblo, en la persecución de elementos indicados como desafectos al régimen representado por él y en la transferencia par a Puerto Príncipe de los regimientos 30 y 31, compuestos de nativos de la parte española, dejando en su lugar los 12 y 18, haitianos, como símbolo de su todopoderoso absolutismo. El separatismo fué golpeado; pero no al extremo de matarlo. La cabeza de Duarte fué puesta a precio y tan encarnizada su procura, que necesitó exilarse, lo mismo que Juan Isidro Pérez y Pedro Alejandrino Pina, para salvar la vida. Mella fué c a p turado y remitido a Puerto Príncipe. A Sánchez, oculto, se le hizo pasar por muerto. Pedro y Ramón Santana, en camino de Puerto Principe prisioneros, escaparon en Sabana Buey. El despotismo desbordó su furia como un dios vengativo. Se pretendió desacreditar la revolución atribuyéndole sentimientos pro-colombianos y el deseo de restablecer la esclavitud de los negros (2). Todo fué en vano. La tormenta desencadenada contra los representativos de la aspiración nacional produjo para los haitianos consecuencias inesperadas y contraproducentes : los tlmidos o reacios o apartados de la lucha política por compromisos anteriores o conveniencias frustradas, se decidieron por la separación. Los Puello, eliminados del ejército, como todos los militares que sirvieron con lealtad al caído gobierno de Boyer, abrazaron la bandera del separatismo. (2) Jos4 Gabriel Garcia. Historia de Santo Domingo, t. 11, p. 213.

CONTRIBUCION DE LOS PUELLO A LA REVOLUCION SEPARATISTA En la mañana de uno de aquellos días de inquietudes e incertidumbres en que los conspiradores trinitarios, hostigados por la intriga a sueldo del haitiano, concertaban planes para contener la batida desatada contra sus dirigentes, se presentó Don José Díez, tío materno de Duarte, en la morada del capitán Eusebio Puello, en el barrio de Santa Bárbara, en busca del Comandante José Joaquín Puello, quien acostumbraba visit a r diariamente a su hermano. Algunos minutos después sostuvieron una conversación durante la cual quedaron de acuerdo. Don José Díez se había entrevistado con el Comandante Puello para solicitarle, en nombre de sus compañeros, que cooperase al movimiento separatista. En la noche del mismo día Puello concurrió a una asamblea que efectuaban los directores del rnovimiento, se enteró de la finalidad perseguida por Duarte y sus amigos y entró en campaña con diligencia y patriotismo. El y sus hermanos iniciaron en los trabajos revolucionarios a Marco Rojas, Juan Erazo, Ventura Gneco, Juan de Rojas, Pedro Díaz, Juan Alejandro Acosta y otros muchos, quienes a su vez lograron otras adhesiones, "y en el término de ocho meses se hizo una propaganda tan rtipida, que ya sólo faltaban recursos para dar el grito de separación (9).A este respecto dice Moril l a ~que "cuando la juventud dominicana determinó lanzar de! su país a los haitianos, viendo lo poco que adelantaban en su (3) E. Rodriguez Demorizi. Documentos para la historia de la República Dominicana, vol. 11, p. 16.

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loable proyecto en tiempos de la Reforma del General Herald Riviere en Haití, a propuesta de D. José Diez resolvió hacer participe en la conspiración a algunos militares del mismo país, y encargado Diez de explicarse con estas miras con el Capitán José Joaquín Puello fué a la casa de Eusebio, su hermano, adonde iba éste con frecuencia, y habiéndole manifestado a dicho Capitán que no se pensaba en Confederación con Colombia, como suponían los haitianos, sino en establecer un gobierno propio, y que sin distinción de raza serían remunerados los servicios que cada uno prestara, condescendió a entrar en el complot. Se ocurrió a este oficial, porque así por su graduación, como por su capacidad, firmeza de carácter y otras dotes, tenía grande influencia en la gente de color de su clase y de la carrer a militar. Aceptada, pues, por dicho Capitán José Joaquín la proposición de Diez, inició aquél en la conspiración a sus dos hermanos Eusebio y Gabino, oficiales del regimiento haitiano 33 y retirados como él por Riviere por no haber querido cooperar a la revolución de este general contra el Presidente haitiano Boyer. y además hizo lo mismo con otros varios militares; tomando con este aumento tal actividad los trabajos o preparativos para la revolución, que pasado algunos meses ya todo estaba listo para poner en ejecución el plan revolucionario" (4). Cuando Duarte emigró y se perdió la huella de Sánchez a causa de la enfermedad que lo retuvo alejado de la presencia de sus conmilitones, "Joaquín Puello era por aquellos momentos el que figuraba como cabeza, y como militar, el que dirigía todo lo relativo al arte; y cuando al fin "pudo saber de Sánchez" y comunicarse con él, "se establecieron las reuniones de noche en su casa". El 16 de julio del 1843, cuando era más recia la persecución contra Duarte, las puertas del hogar de Eusebio Puello se abrieron para recibirlo. Fué acompañado hasta él por Teodoro Ariza y allí permaneció oculto hasta la tarde del 24 del mismo mes en que lo abandonó para refugiarse en el de Juan Alejandro Acosta. Refiriéndose a la estada de Duarte en la casa de Eusebio Puello, dice Rosa Duarte en sus Apuntes pum Icc hE8tok de kc isla de Santo Domingo y para kc biografh (4) Jos6 Morillas. Biografía inédita del General José Joaquín Puello que nor facilitó E. Rodríguez Demorizi.

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del General dominicano Juan Pablo Dmrte y Diez: "el Sr. Teodoro Ariza, el que acompañó a Duarte a la casa de Eusebio Pue110 que vivía frente a su casa (la de Duarte) ; los días que pasó Duarte allí no fueron tan amargos pues aunque sus padres y su familia ignoraban que él estuviese allí, él se gozaba en algunos ratos contemplándoles y su vista mitigaba el pesar de su azarosa situación". Dusrte se vió precisado a dejar la casa de Eusebio Puello n consecuencia de un allanamiento realizado en el domicilio de sus padres, el cual le situó en peligro de ser capturado porque su impaciencia ante el acto que presenciaba al través de una ventana entreabierta, dió lugar a que lo viera uno de los oficiales de la tropa que acompañaba al ejecutor del registro domiciliario. Los acontecimientos habían llegado a un punto en que era necesario apresurar su deseiiiace para evitar que se malograra el propósito de constituir una república con independencia sin restricciones ni intervención extranjera. El partido de los afrancesados del cual fueron intérpretes cerca de Mi*.Adolfo Barrot, Comisario Extraordinario y Plenipotenciario del Rey de Francia en Haití, los diputados dominicanos Juan Nepomuceno Tejera, Buenaventura Báez, José Santiago Díaz, Manuel M. Valencia, Remigio del Castillo, Francisco Javier Abreu y Miguel Antonio Rojas, intrigaba con el Cónsul General francés en Puerto Príncipe, Mr. Andrés Nicolas Levasseur, para separ a r a Santo Domingo de Haití y fundar una república prot.egida por Francia; el espaiiol Antonio López Villanueva, en connivencia con otros, maquinaba, viajando por Cuba, inducir al Capitán General de esta isla a que auspiciase una reincorporación a España; y no faltaban quienes dieran sus preferencias a una protección inglesa o norteamericana. Este laborantismo evidencia que para entonces iio existía una conciencia nacional unificada en un designio común en cuanto a los medios a poner en ejecución para alcanzar la independencia, aunque era evidente el deseo de romper toda vinculación con Haití. Frente a la amenaza de estas distintas tendencias que incubaban el germen de la división en lo relativo al fondo del movimiento revolucionario, los prosélitos de Duarte llegaron r4pidamente a zonas de entendimiento. Se pidieron recursas a Duar-

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te, refugiado en Venezuela, "aunque fuera a costa de una estrella del cielo", se redactó el manifiesto del 16 de enero del 1844 y se dispuso hacerlo circular en el país. Gabino Puello simulando andar en ejercicio de su profesión de músico, llevó al Sur, con riesgo de su vida. dicho manifiesto. Otros lo llevaron al Este y al Norte. Los informes que Puello trajo de Azua y Baní a sus consortes de Santo Domingo fueron alarmantes. Las actividades revolucionarias estaban en conocimiento de las autoridades de esos lugares. En Azua, Buenaventura Báez, Corregidor Comunal, buscaba reprimirlas. En Baní, solicitaban una acción acelerada antes de que todo naufragase. La noche del día en que Gabino regresó a Santo Domingo se reunieron en la casa de Sánchez, "Joaquín, Gabino y Eusebio Puello, Ramón Mella, Vicente Duarte, Juan Alejandro Acosta, Angel Perdomo, Jacinto y Tomás Concha, Marcos Rojas, Tomás Sánchez, Manuel Dolores Galván y Rodríguez, que aunque muy joven servía de escribiente, y no recuerdo si había allí algún otro ( 5 ) . ". . .En esta reunión se fijó el 27 de febrero para iniciar el movimiento armado y se escogieron las personas que debían asumir el mando. "Salió electo, agrega el documento citado en las notas precedentes, Francisco Sánchez, Coronel Comandante del Departamento, y José Joaquín Puello, Coronel Comandante de la Plaza; Gabino Puello, Teniente Coronel, adjunto a la Comandancia de Armas; Angel Perdomo, Teniente Coronel del Batallón de Artillería; Eusebio Puello, Capitán Ayudante de Plaza; Marco Rojas, Capitán de obreros tlel arsenal; y Juan Alejandro Acosta, Comandante del Puerto, por ser marino de oficio". Se indicaron los nombres de los individuos que debían componer la junta provisional de gobierno y se recomendó a Sánchez que tomara para sí la presidencia de la misma no permitiendo "que fuese otro por ningún concepto". Sendas cartas que se escribieron para Juan Rodríguez, en Los Llanos, y Pedro Santana, en el Seybo, fueron despachadas a su destino por Eusebio Puello utilizando los servicios de Victoriano Díaz a quien "dió dos pesos" para el viaje, el cual efectuó en el caballo de su padre. Obsérvese que en esta distribución de las posiciones de mando, los cargos de mayor responsabilidad recaye(5) E. Rodríguez Dcaosizi. Obra citada en la nota 3, p. 20.

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ron en los tres hermanos Puello en quienes sus comp4ñeros re conocían capacidad y experiencia militare8 y valor personal, cualidades de que más tarde dieron p~rigbasdescollantes, y en sus adictos, lo que evidencia la calidad de su contribución a la causa nacional. JortquSn Puello, por su valimiento entre las mqsas populares, especialmente en la gente de color, mucha de la cual había comandado, gan6 pronto para el separatismo el mayor número de adeptos. Emilio Rodrfguez Demorizi, en nota al pie de la página 19 de la obra citada, expresa que "los hermanos Puello fueron activos agentes de la revolución" y pone en boca del prócer febrerista Cayetano Abad Rodrígyez estas palabras: "Gabino Puello y sus hermanos fueran los que me comuni~aran que se trataba de un movimiento sgpttratista e inmediatamente ofrecí acompañarles. Yo tenía entonces el grado de subteniente". José Gabriel García, al referirse a la reunión celebrada en la casa de Josb Díez, con la asistencia de Duarte, "con el noble intento de ver si podrían unifiaarse las opiniones y evitarse el derramamiento de sangre fratricida con la adquisición de algunos de los elementos disidentes", nombra entre los concurrentes a ella a José Joaquín y Gabino Puello y asimismo nombra al primero cuando relata que Sánchez, Vicente Celestino buarte, Manuel Jirnénez y José Joaquín Puello, "apoyados de buena f e por un gran número de jovenes de todas las clases sociales adictos a la causa nacional, no vacilaron en ponerse de acuerdo y constituir inmediatamente en la capital el centro revolucionario, etc.". El mismo autor señala a Gabino Puello como el que circuló en el sur el manifiesto del 16 de enero corriendo "inmendió por bien empleados a cambio de la buena sos riesgos g ~ e semilla que dejaba sembrada". Tqmbién menciona Garcíg a Joaquín Puello cuando al hablar del ascendiente que Bobadilla tenía sobre ciertos "hombres importantes de los pueblos", dice que era el misma que Sánchez, Mella, Jiménez y Puello venían teniendo eobre los más desde el principio de los trabajos etc. (%). ...

.

230.

..

(6) José Gabriel Garcia.

Historia de Santo Domingo, t.

11, ps. 208 y

LOS PUELLO Y E L 27 DE FEBRERO El Coronel José Joaquín Puello compareció a la cita de la Puerta del Conde, la noche del 27 de febrero dle 1844, acompañado de sus hermanos Gabino, Eusebio y José, de su padre Martín, de su tío Pedro de Castro, hermano de su madre, y de sus amigos y compañeros. "Sin Puello, dice Leopoldo Montolío (Criticón), en el Eco de la Opinión, el grito del 27 de febrero hubiera figurado en la historia como :In simple motín". Tan pronto como se hizo el pronunciamiento, el Coronel Puello asumió el mando militar de los acontecimientos. Era entre los cabecillas del magno suceso el que tenía experiencia en el arte de la guerra. Sus dotes ejecutivas y su energía de carácter estuvieron a la par con las circunstancias en esos momentos críticos en que se jugaba la suerte de la patria y la vida de los pronunciados contra la dominación haitiana. En el instante del disparo de Matías Ramón Mella, que unos han juzgado acto heroico para decidir una situación vacilante y otros escapado a su nerviosidad, hubo no pocas deserciones, al extremo que se temió que escaseasen los hombres para la resistencia, en caso de que la tropa acuartelada en la Fortaleza reaccionase atachndolos. Disposiciones urgentes fueron dictadas para transportar gente de los vecindarios radicados del lado oriental del río Ozama. El encargado de ejecutarlas fué Eusebio Puello. Al mando de 20 hombres se encaminó a cumplirlas. Redujo a la obediencia, sin derramamiento de sangre, las guardias de la Aduana y del Puerto que se incorporaron gustosas al movimiento. Cuando se trasladó a Pajarito encontró solamente un hombre en el

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puesto que debla ocupar Hipólito Paredes con sus hombres. La eaperada gente de Los Llanos y Los Minas no había llegado. El Comandante García "se fué con las mujeres para su estancia". Hipólito Paredes, quien durante el día recibió instrucciones del Coronel Puello, trasmitidas por Eusebio, para no dejar el batallón de negros-africanos pertenecientes a Pou, Basora, etc., gaaar la barca, "por ahí salió a vler si reunía gente pues la compañía que tenía aquí" se disgregó inducida por su teniente quien le infundió que "lo que quieren es esclavizarlos". Euaebio Fuello regresó al Coiidle para informar. En este momentc se diatribuían los cartuchas guardados en los "sacos cortados y oosid~spor Angel Perdomo y llenados por Eusebio Puello en la casa quincallería de Don Juan Duarte". En el transcurso del día Eusebio Puello había enviado a Hipólito Paredes, por ór gano de Juan Alejandro Acasta, 100 paquetes de municiones de "dos cajones que tenía enterrados en la cocina de su casa, llevados allí ti media noche por Martin Puche y José Puello", a causa de una denuacia hecha "por Santiago Ballista". En medio de la confusión del momento, "un hombre que venía de lejog y que hablaba espaÍíol como francés", se presento al guardia avanaado José Llavlerias quien lo condujo a preseyida de su Jefe y fué detenido por este. El viajero pidió que "le ll@marapa Gablao Puello", quien no se hizo esperar. Tan ~ r ~ ~ eomo n t o vi6 al recién llegado, "pongan ese hombre en libertad que es de nssotros, -ordenó- y lo llevó adonde estaban Joaauíq Puello y Sánchez y allí comunicó el objeto de su venida, que era porque Ventura Báez se oponía al pronunciamiento de Azua como Mer de allí y que los compañeros lo mandaban a pedir i q ~ t r u c d a ~ ys sóydenew", Se les diercn e inmediatament e sali4 para su d e s t i ~ o ( ~Este ) . hombre, "que hablaba español coma francé$"' er4 Bua, el m8s tarde General Antonio Duvergé, uno de 1 ~ más s ardiente8 y abnegados guerreros de nuestra independencia, fusilado por venganza política, como tantos otros héroes, por- la crueldad sin freno del Presidente Pedro Santana. En la mañana del 28 de febrero el General de Brigada Henri Etienne Desgrotte, "comandante de la Plaza y de la común de Santo Domingo y encargado provisionalmente de la su(7) E. Rodríguez Demorizi.

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citada en la nota 8, p. 81.

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pervigilancia de la provincia", resolvió parlamentar con 108 patriotas en armas que se habían hecho fuertes, ya engrosad&$ sus filas pos la generalidad de los comprometidos, e n La Puerta del Conde. Acudió a la mediación de E. Juchereau de Saint D e nys, Cónsul de Francia en Santo Domingo, que f u é aceptada por los insurrectos. Desgrotte convino en capitular ese mismo día. La capitulación firmada por Francisco Javier Abreu, Pedro Ramón de Mena, Manuel Aybar, José María Caminero, Vicente Celestino Duarte y Manuel Cabra1 Berna1 como "Comisión Dominicana", fué aprobada en la noche del mismo día por la Junta Central Gubernativa, integrada en ese momento por Ramón Mella, Francisco del Rosario Sánchez, Joaquín Puello, Mariano Echavarría, Pedro de Castro y Castro, Remigio del Castillo y Wenceslao de la Concha. E n la capitulación se e ~ t i puló que la fortaleza sería entregada a las ocho de la rnaflana del 29. A la hora fijada, la Junta compareció a la Fortaleza para recibirla. La elección para comandarla y abastecerla y organizar la defensa militar de la plaza recayó en el Coronel Joaquín Puello. E l recibió de manos del Coronel haitiano Juan Santillán "las llaves y el arsenal con todos los objetos que había". E n el transcurso del día lro. de marzo, Don Tomás Bobadilla y Don Manuel Jiménss, quienes regresaban de una recorrida por las zonas rurales informaron a - l a Junta que la tropa de los Llanos, compuesta de un batallón de infantería y dos compañías montadas, no había entrado a la ciudad porque el batallón africano acantonado en Ingenio Frío le cerraba el paso. La Junta ordenó al Comandante de Armas Puello que dispusiese lo necesario para que dicha tropa avanzara sin obstáculos. Fué entonces cuando el Coronel Joaquín Puello dió esta orden terminante a su capitán ayudante Eusebio Puello: "vaya usted a Pajarito y dígale al Comandante Esteban Pou que s i no hace su entrada en el momento con su batallón, lo voy a hacer entrar con dos piezas de artillería" tA) El Capitán Puello ejecutó la orden. La embrionaria rebeldía del Comandante Pou y de los Capitanes José de la Cruz y Santiago Basora desapareció y los negros entraron a la plaza. E l Coronel Puello les (8-9-10) E. Rodríguez Demorizi. Obra citada en la nota 3, ps. y 31.

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esclareció Ira coaas y ellos "victoriaron la separación". Cuando llegaron a la ciudad las tropas procedentes del Seibo, se confrontd la carencia de fusiles para armarlas. El Coronel Puello srden6 a sus cuatro ayudantes Eusebio Puello, Tomás Troncoso, Juan Erazo y Eugenio Aguiar "que salieran con algunos hombres, cada uno por distinto lugar, a recoger los fusiles y carabinas que encontraran" ( O ) . Las tropas fueron armadas. Cuando la Junta tuvo noticia de que Buenaventura Báez continuaba estorbando que Azua se adhiriera a la causa nacional, dispuso que Manuel Jirndnes, uno de sus miembros mAs prominentes, y el Teniente Coronel Gabino Puello, robustecidos por el batallón de Los Llanos capitaneado por el Coronel Josd Gertrudis Brea, marchasen sobre Azua a pronunciarla. Cuando Jiménes y Pue110 llegaron a esta ciudad, ya Báez la había abandonado y partido para Santo Uominga, La8 tropas del Coronel Brea se detuvieron en Banf por ser innecesarias en Azua ("'). Las actividades revolucionarias de Joaquín, Gabino y ELIsebio Puello, deads conquistar adeptos hasta ocultar a Duarte, Jefe de la Rsvaluctbn, llonan todos los días anteriores al 27 de Febrero. Sus actividades militares, para que no fuese un fracaso el pronunciamiento de la Puerta del Conde, pueblan con sus voces de mando toda la noche del 27 de febrero y los días subaigylentes. Sy dacisidn para eliminnr toda resistencia reaccioriarlp y hacer respetar las disposiciones de la Junta en los días de incertidumbre que siguieron al pronunciamiento, con el comando militar al eervicto honesito del primer gobierno de la República, les da ~ i t i ode preferencia, difícilmente discutible, en los trarrcsndentales acontecimientos que condensaron en la proclamacibn de la Repablica. Delante de José Joaquíil Puello, Juan Pablo Duarte, Padre de la Patria.

JOAQUIN PUFLZIO DA SU APOYO A LOS TRINITARIOS Desde sl aiio 1843, en qMe los hecho8 que se originaron con motivo de la Reforma convencieron de la flaqueza de la dominación haitiana y de la posibilidad de abatirla mediante esfuerzos decisivos encaminadoe a obtener géra finalidad, sa habían deslindado das tendencias entre lo@revolycipnarioe dominicanos. La de loe trinitarioe, que aspiraban a fundar una rep5blica libre, independiente y s~baranay qus repudiaba toda ingerencia extraña de dondequiera que vinleoe, El jefe de este grupo era Duarte quien había escrito en su proyecto de constitucidn que "siendo la independencia nacionsl la fuente y garantía de las libertades patrias, la h y Buprérna del puebla dorninicano les y ser& siiempre su sxistenaia politlsa como nacióp libre e independiente de toda dominacibn, protactorado, intervención e influencia extranjera, cual la concibieron los fundadores de nuestra asociación politica al decir el 16 de julio de 1888, Dios Patria y Libertad, Repdblica Dominicana, y fué proclamada el 27 de febrero de 1844, siendo, 'derade enero, así entendido por todos los pueblos cuyos pronunciamiment,oeoonOirrnsmos y ratificamos hoy, declarando además que todo g~bernantso gobernado que la contraríe, de eurtlquier modo qge @ea, se coloca ipso-facto y por si mismo fuera de la ley", Militaban gtn él, Sanchez, Mella, Pina, Pérez, Valverde, etc. Su espada gra Joaquín Puello. La de los que deseaban la separación de Haitf ; pero protegida la repáblica por una potencia europea, Este grupo lo iptegraban todos aquello8 elementos que no teplan fe en las aptitudes de la patria para hacer eu camino ain ayuda. Oponían una

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solución de conveiíiéncia a la: política de principios de los trinitarios que juzgaban fruto de la inexperíencia. Era el practicismo político contra el ideal patriótico. Mientras éstos pedían al pueblo apoyo para realizar etie propósitos, aquellos gestionaban el respaldo extranjero. La Asamblea Constituyente que se reunió en Puerto Príncipe en 10 de septiembre de este año, les di6 oportunidad para iniciar diligencias en ese sientido. Buenaventura Báez, con e1 beneplJcito de sus otros comgafieros de diputación, inició conversacion~es con Mr. Levasseur, Cónsul General de Francia, y con otros funcionarios franceses, de las cuales nació uii proyecto de acuerdo, llamado PLAN LEVASSEUR. De conformidad con tal proyecto, sería proclamada la separación de Haití con el concurso de Francia que obtendría en recompensa concesiones que la convertirían en nación protectora. Mr. E. Juchereau de Saint Denys, Cónsul nombrado par a Cabo Haitiano, fú6 transferido para Santo Domingo como instrumento de coordinación y ejecución del proyectado acuerdo. Los trinitarios, tomando la delantera a los afrancesados, separatistas de la última hora, aniquilaron el Plan Levasseur con el golpe afortunado del 27 de febrero. Sin embargo, fueron lo bastante incautos para acoger confiados la adhesión oportunista de sua adversarios de la víspera y para permitirles que ocupasen posiciones claves desde la cuales pudieron más luego envenenar la armonía reinante y poner en marcha sus intenciones a través de la discordia que intrrodujeron en el seno de la Junta Gubernativa cuando el 8 de marzo lograron que esta aprobase una resolución en la cual adoptando "ciertos preliminares de convenciones", negociados por "varios sujetos respetables de la parte española con algunos agentes del gobierno francés", estableció las condiciones en que la república dominicana "consentiría en un tratado con la nación francesa" (ll). Para fines de mayo presidía la Junta Don Tomás BobadiIla, un peligroso equilibrista del trapecio político quien supo mantenerse a flote en todas las sit~acion~ea gubernamentales anteriores, y era miembro importante de ella el Dr. José María Caminero, otro gozador del poder sin vanidad de escrúpulos (11) E. Rodríguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Francia

en Santo Domingo, vol. 1, p.

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patrióticos. Otros elementos que compartían sus opiniones completaban la Junta. Los afrancesados resolvieron poner en ejecución sus planes. El 26 de mayo, en sesión pública de la Junta, celebrada con asistencia de- las autoridades, del Arzobispo y de otras personas notables de la ciudad, Don Tomas Bobadilla expuso el estado general del país y pidió aprobación para negociar con Francia a base de la resolución del 8 de marzo. Duarte y los adictos a los principios sustentados por él, robustecidos por el Coronel Joaquín Puello, protestaron contra esa actitud que calificaron de antinacional. Bobadilla y sus cómplices se dispersaron sin lograr su objeto, pero la atmósfera política se hizo más densa por el choque de las opiniones encontradas y de las pasiones en fermento. Bobadilla se replegó sin ser vencido definitivamente.

DEL 9 DE JUNIO AL 13 DE JULIO E n la política, como en la guerra, los golpes deben descargarse con preparación adecuada y en el momento preciso, si se desea obtener resultados definitivos. Cualquiera decisión irreflexiva o imprudente o cualquier acto con insuficiencia de preparación o inoportuno, pueden conducir al fracaso. El fracaso a veces redunda en ventajas inmediatas o mediatas para aquellos que nos proponemos combatir. Fué lo que sucedió el 9 de junio. Se dió un golpe a medias. Sus frutos fueron incompletos y efímeros. No se destruyó a los adversarios. Prepararon su contragolpe y los acontecimientos del 9 de junio, con el fin de evitar que los afrancesados se adueñaran del poder, apresuraron que lo tomasen. Las apariencias son de que no había unanimidad de pareceres en íos autores de esos acontecimientos. La intención era eiiminar de la Junta Gubernativa a los partidarios d'el protectorado francés, sustituirlos con elementos de insospechable nacionalismo, licenciar al General Santana como Jefe del Ejército del Sur, anular la influencia del Cónsul francés Saint Deny y asumir la dirección del gobierno. P a r a efectuar esto se buscó el apoyo del General Joaquín Puello, Comandante de la Plaza, quien lo dió sin vacilaciones; pero Shnchez, vocal de la Junta, se manifestó en desacuerdo con el plan porque "no qu-ería ir tan lejos", según dice el historiador Garcfa. Parece que el Comandante de la Plaza, dice el mismo autor, habld de modo inconveniente a la tropa. Se traslució el pian concertado en la fuerza. Don Tomás Bobadilla y el Doctor José María Camine-

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ro, Presidente y Vocal de la Junta, respectivamente, se ocultaron. Buenaventura Báez, Francisco Ruiz, Manuel Joaquín del Monte, Francisco Javier Abreu y Valentín Delgado, manipuladores también de las combinaciones favorables a la protección francesa, se pusieron a salvo asilándose en el Consulado de Francia, nidal de intrigas y maquinaciones contra Duarte y sus compañeros. La prisión de esos individuos no pudo realizarse. La sustitución de Bobadilla y Caminero por Juan Isidro Pérez y Pedro Alejandro Pina careció de fundamento legítimo. Fué la obra de la violencia armada, de la fuerza desencadenada contra la Junta que sin duda en ese momento no representaba el interés nacional como lo entendían los sustentadores de la independencia sin restricciones; pero éstos, como forjadores de un golpe de mano, solamente representaban la ilegalidad. Bobadilla y Caminero en sus escondites eran la legalidad en fuga perseguida por la arbitrariedad. Los duartistas en ese momento, no obstante la limpieza dle sus propósitos, podían ser contemplados como subvertidores del orden público porque no tenían mandato de nadie para actuar de esa manera, se representaban a si mismos y trataban de imponer su voluntad con los fusiles en la mano. Sánchez asumió la Presidencia de la Junt a ; pero Sánchez por sus actos oficiales como Presidente de la Jpnta, primero, y como vocal, más tarde, estaba vinculado a la idea del protectorado francés desde la proclamación de la República. Todo lleva a pensar que él estuvo a desgana el 9 de junio al lado de los hombres a quienes estaba ligado por el afecto amistoso y por los afanes revolucionarios prefebreristas; pero no que estuviese identificado con ellos en ideas y designios. Su colaboración reciente con los miembros de la Junta parcialmente derrocada y los compromisos que contrajo con Saint Dennys en unión de Bobadilla, permiten formular con algún fundamento esta hipótesis. Duarte es enviado como pacificador al Cibao. Otro error. Fué alejar de Santo Domingo al cabeza de los sucesos del 9 de junio, al dirigente del núcleo que aspiraba a preservar los destinos de la república desde la dirección gubernamental. Con la ausencia de Duarte, sus amigos y compañeros quedaron sin capitán a merced de los acontecimientos. Duarte es proclamado Presidente por el entusiasmo incontrolado de Me-

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lla. Otro error. Era un nuevo atentado, más grave todavía, a la legalidad. Duarte ni aceptó ni rechazó la presidencia. Se detuvo vacilante en el momento estelar de su vida. Le asustó la magnitud de la ilegalidad del acto, olvidándose de que habia salido de Santo Domingo a horcajadas sobre ella. Se estableció la confusión en el Cibao. El aura popular comenzó a desvanecerse. Cuando se pensó en recomponer la situación deteriorada por Mella era tarde. El 3 de junio Sánchez es nombrado Jlefe del Ejército del Sur para sustituir a Santana quien habia solicitado licencia con el pretexto de cuidar de su salud quebrantada; pero no va a ocupar el cargo por circunstancias que nadie ha explicado. Se nombra Jefe interino, mientras Sánchez puede ir al Sur a posesionarse de sus funciones, al Coronel José Esteban Roca. El 3 de julio se hacen los preparativos para la entreg a ; pero "las tropas unánimemente con su jefe a la cabeza expusieron que de ningún modo consentían que se separase de ellos al General Pedro Santana, que con él habían venido y con él debian retirarse y que estaban firmemente resueltos a no separarse de su General, al que seguirían constantemente adondequiera que los llevase" ( 1 2 ) . E r a otro atentado a la legalidad. El General Santana alzó el campamento de las tropas confiadas a su mando para combatir a los haitianos, y las lanzó en marcha acelerada contra Santo Domingo, sede de la Junta Central Gubernativa. El 10 ocupó a San Cristóbal y anunció su propósito de apoderarse de Santo Domingo para restablecer la tranquilidad perturbada por los hechos ocurridos el 9 de junio. "El General Sánchez, Presidente de la Junta, dice Saint Denys, después de haber tenido conmigo una larga conferencia a este respecto, se ha trasladado inmediatamente a Baní cerca d'e Santsna para presentarle sus ciimplimientos y acordar con 61 los preparativos de su entrada a Santo Domingo. Todo se ha, felizmente, arreglado a satisfacción general" ( l 3 ) . Era la capitulación llevada por el Presidente de la Junta al General insurrecto. El 12 Santana entra victorioso a Santo Domingo. "El General Manuel Jiménes, Comandante de la provincia, y el GeneRodríguez Demorizi. Guerra Dominico-Haitiana, p. 137. (13-22) E. Rodriguez Demorizi. Correspondencia del Cómul de Francia en Santo Domingo, vol. 1, ps. 64, 99, 126 y 133. (12) E.

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ral Joaquín Puello, Comandante de La Plaza, a la cabeza de un numeroso estado mayor, salieron desde la mañana a su encuentro a una gran distancia de la villa", agrega Saint Denys. El 13, el Ejército dlel Sur proclamó al General Santana, Jefe Supremo de la Repiíblica. Declina la proclamación; pero ejerce la dictadura desde la Presidencia de la Junta a la cual restituye los miembros que fueron eliminados el 9 de junio. Se forma un clima de terror y de persecuciones a destajo que cristaliza en la Resolución del 22 de agosto por virtud de la cual se decide la expulsión perpetua del país de Duarte y su hermano ' ~ i c e n t e Celestino, de Pina, Pérez, Sánchez, Mella y otros adictos del fundador de la Trinitaria.

E L GENERAL JOAQUIN PUELLO Y LA ENTRADA DE SANTANA A SANTO DOMINGO

A propósito de la conducta del General Joaquín Puello, con motivo de los hechos que culminaron con la entrada del Genleral Santana en Santo Domingo el 12 de julio de 1844, dice el historiador García, refiriéndose a la Junta Central Gubernativa, que "las repetidas órdenes eran desatendidas y el coronel José Joaquín Puello, que e r a toda su esperanza, dejándose influenciar, le negó a última hora el apoyo de las armas, viéndos e entonces el General Sánchez en el duro caso de tener que i r a conferenciar con el Jefe del ~ j é r c i t osublevado a San Cristóbal y celebrar con él un entendido que sólo sirvió para evitar el derramamiento de sangre, etc." E n sus Apuntes paya la historiu de la isla de Santo Domingo, etc., aludiendo Rosa Duarte al mismo asunto, escribe que "el General de la plaza Joaquín Puello desobedece las órdenes de la Junta, traición que pagó con sil cabeza que se la cortó Santana". Los que han comentado estos sucesos con posterioridad a García y Rosa Duarte no hari hecho otra cosa que tragarse el polvo de su camino; pero Saint Denys, que f u é en los mismos, más que espectador, actor, y que era además, un acérrimo adversario del General Joaquín Puello, explica los hechos de muy diverso modo a como los presentan el venerable pionero de la historia patria y la memoriosa hermana del creador de la República. El análisis de esos hechos permitirá hacer luz en el asunto y se verá que no e s justa la imputación que se hace a Puello.

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En la mañana del 8 de marzo Bobadilla visitó a Saint Denys y tuvieron un cambio general de impresiones. En la noche de ese dia le envió bajo reserva unas bases de acuerdo para su estudio y le pidió una entrevista para el día siguiente. El 9, a las 7 de la mañana, Bobadilla, coordinador de la fructuosa entrevista, visita de nuevo a Saint Denys, ahora en unión de Sánchez, considerado jefe del movimiento revolucionario por ausencia de Duarte. En esta visita ambos aceptaron el protectorado francés que el Cónsul les propuso como única solución capaz de influir en que Francia decidiera dar su ayuda al naciente Estado y se comprometieron a obtener de los miembros de la Junta que "por un acto secreto o por una carta firmada por ellos", contrajeran el compromiso de tratar la cuestión del protectorado francés en la constitución a votar o en una convención especial que podria hacerse más tarde (la). Ellos cumplieron su oferta. En la noche del mismo día, Saint Denys recibió una nota, firmada por Bobadilla, Sánchez, Valverde, Moreno y Mercenario, con las prspuestas convenidas en la mañana por Bobadilla y SSnchez, la cual termina diciendo que "sólo añadiremm que por nuestro pacto fundamental, o por los tratados que hayan de intervenir, no estaremos lejos de elegir a la Nación francesa por protectora de nuestra causa y territorio en caso de alguna agresión extranjera (l". La resolución de la Junta, del 8 de marzo, tomada a los 10 días de proclamada la República, mediante la cual "el gobierno de Santo Domingo, en recompensa, cederá a la Francia a perpetuidad la península de Samaná", está suscrita por SSnchez (1". En 17 de abril, Sánchez solicita de Saint Denys, con sus compañeros de Junta, Bobadilla, Echavarria, Jiménes, Medrano, Delorve y Valverde, "que se fios dé especialmente y hasta que un tratado solemne sea concluido, treei mil hombres armados, tres mil fusiles y el mismo número de cartuchos y un crédito abierto para atender inmediatamente a las neoesidades indicadas", concurso con el cual esperaban obtener "los mSs felices resultados para el país y para la Francia misma" (17). En esta nota se recuerda a Saint Denys que les había ofrecido tramitar las proposiciones del 9 de marzo con las recomendaciones correspondientes y le piden que lo haga con prontitud en vista de la gravedad de la situación. Entre

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los documentos que historian los acontecimientos del 26 y el 28 de mayo, solamente el vocal de la Jiinta Juan Pablo Duarte aparece protestando contra el p r o y ~ c t ode cesión de la península de Samaná a Francia. "Mas, el 28, dice el periódico Fenilleo de Connierce, el Cónsul francés habiendo enviado a la J u n t a otro escrito contentivo de los t6rminos en 103 cuales debía ser concebido el tratado d r proteccióii, con la anleilaza de retirarse del país con sus compatriotas y los buques de guerra estacioiiados en Santo Domingo, este docunlento fué acep~adopor la Junta y firmado por sus miembros, a escepcióil del General J. Duarte que con este motivo di6 su dimisión de miembro de la J u n t a y de Comandante de la provincia de Santo Domingo ('9.Entre los miembros de la Junta que aprobaron e! proyecto estaba Sánchez. P a r a el 1Q de junio presidía la Junta el Doctor Caminero. E n 'esa fecha la Junta dirigió una nota a Saint Denys e n la cual se sugiere la conveniencia de que el Almirante Demoges, el Cónsul General y él, Saint Denys, "recoiiozcan provisionalmente la independencia dominicana bajo la proteccióil política de Francia", considerando el reconocimiento como "el primer acto" que debe poner a la J u n t a "en mejor situación para los tratados que hayan de seguirse" y de que se procure la posibilidad de una ocupación provisional de la bahía de Samaná "si las circunstancias lo esigiereii". En esta nota se halla la firma de Francisco Sánchez ( ' O ) . Saint Denys menciona a Sánchez en su minuciosa carta del lQ de julio a Guizot informándole los sucesos del 9 d e junio, en los cuales aparecen como autores de los mismos Duarte y Joaquín Puello, solamente para decir que temiendo la Junta que lo sucedido le alejara de ella, "le envió repetidamente al General Sánchez, su presidente actual, para asegurarse que este acontecimiento, ordenado por las circunstancias imperiosas del momento, no cambiaba en nada sus buenas disposiciones para nosotros, que todas sus proposiciones eran mantenidas, que todau sus promesas serían fielmeiite cumplidas" (-O). Sdnchez, presidente ahora de la J.uiita, ratificaba su propósito de aceptar la protección francesa. García, citado ya, dice que Sánchez no hubiera deseado llegar adonde llegaron Duarte y Puello. Estaba demasiado comprometido para desearlo. "La Junta, explica

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Saint Denys, animada de buenas intenciones, mas desbordada por las exigencias del dictador Puello, me ha hecho suplicar con insistencia que no me aleje de ella y que no la prive de mis consejos de los cuales se complace en reconocer la utilidad y el desinterés (21). Más adelante agrega, lamentándose del poder creciente de Puello, que "sus colegas los Generales Santana, Sánchez y Jiménes, así como la gran mayoría de la Junta, comparten esta antipatía y sienten como todos los amigos esclarecidos del país, la necesidad de deshacerse lo más pronto de esta dictadura, que tanto les pesa como les humilla". Es obvio, si esto es cierto, que la Junta presidida por Sánchez se servía de Saint Denys contra Puello. Saint Denys considera a Puello peligroso por su ascendiente en la tropa negra y trabaja en el sentido de hacerla salir de la ciudad con la esperanza de anular la influencia de Puello que le es hostil. "Es indispensable alejarlo de los negocios y del país", exclama, lleno de rabia y de pasión contra Puello "capaz de todas los excesos para llegar a sus fines'' ( 2 2 ) . Le calumnia imputándole que laboraba "secretamente en interés de una restauración haitiana más que en su propio interés", porque Puello no fué nunca a su gabinete, en actitud sumisa, a ofrecerle en dádiva la República como fueron todos los demás con excepción de Duarte. La saña de Saint Denys contra Pue110 es más despiadada aún que contra Duarte porque mientras a éste lo juzga como a un joven inexperto sin prestigio para resolver nada, al General Puello lo cree "capaz de todo" y lo señala como el verdadero "autor del 118 Brumario dominicano". En su carta del 19 de julio a Guizot, comenta Saint Denys la actitud de la Junta y la situación reinante en Santo Domingo con motivo de la insurrección del General Santana en Azua, el 3 de julio, y de su marcha sobre la capital. "A la primera nueva de la puesta en marcha y de la próxima llegada de Santana, escribe su endiosador, la Junta Central, actuando bajo la influencia del General Puello y herida sin duda en su amor propio y en su dignidad de cuerpo, porque amigos imprudentes de Santana habían dicho públicamente que venía a darles una lección, la Junta, dije ya, había decidido que este General sería recibido si se presentaba solo, mas que sería rechazado a cañonazoe si pretendía entrar en la villa con sus tropas. La alarma era

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general, los partidarios de Santana corrían a las armas, la situación era realmente crítica. La plaza comienza a alistarse par a la defensa entre el desconcierto de todos. Duarte en el Cibao ha caído irresoluto en la celada del aura popular veleidosa, arrastrado por el temperamento impulsivo y la estrategia política equivocada de Matías Ramón Mella a quien una labor revolucionaria como otras muchps, un discutido disparo y una participación truncada por la muerte en la guerra de la Restauración, han valido sitial junto a Duarte, con título de Padre de la Patria, como una ironía de la historia. Refiriéndose al célebre disparo escribe el autor de Sucesos Politicos 1838-1845, que "estando ya reuniéndose la gente detrás del matadero, Ramón Mella no sé qué iba a hacer con su trabuco y se le fué el tiro; y eso contrarió un poco el movimiento pues lo convenido era tomar la Puerta del Conde y destacar una fuerza que fuera a apoderarse de la puerta de la Fuerza y Arsenal, pero al disparo de Mella se alborotaron los haitianos y se pusieron sobre las armas y no hubo más remedio que apoderarnos del Conde y hacernos fuertes allí ( 2 3 ) . Madiou escribe : Ramón Mella se impacienta, dispara su trabuco, lo que contraría un poco el movimiento pues los haitianos inquietados por el disparo se pusieron sobre las armas" ( 3 4 ) . El arrojado y fiel amigo de Duarte siempre echaba a perder las cosas con sus imprudencias de la cual se quejaban Sánchez y Celestino Duarte en aquellos días inciertos restallantes de inquietud, en que pedían a Duarte ayuda aunque fuese a costa "de una estrella del cielo". E n este instante crítico, en Santo Domingo los adeptos de Duarte vociferan, increpan, insultan en balde. La Junta está dividida y el principio de autoridad, perdido. Con excepción de Pérez y de Pina, todos los miembros de la Junta han congeniado desde el nacer de la República con la idea de la protección francesa y se han comprometido a hacerla prevalecer. E n esta hora sombría aparece Saint Denys como el ángel salvador. Un ángel iracundo que dispone de buques de guerra. Amenaza re3, p. 23. (24) Thomás Madiou. Historia de Haití, años 1843-1846, ed. 1904, Puer(23) E. Rodríguez Demorizi. Obra citada en la nota

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Príncipe, p. 112.

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tirarse con sus nacionales y sus barcos si la Junta persiste en la intención de oponerse a la entrada de Santana. "Yo no he vacilado en intervenir cerca de la Junta, escribe un 10 de julio Saint Denys, para pedirle la concordia, la unión y el mantenimiento del orden; yo amenacé aún con retirarme con mis nacionales si se persistía en recurrir a la fuerza para rechazar a Santana. Esta actitud de mi parte ha hecho una viva sensación en la villa y ha contribuido no poco a mover la Junta y al General Puello mismo a sentimientos más moderados y más conciliadores". Su amenaza causa impresión en la ciudad y en la Junta. Los ánimos se doblegan por adelantado. Sánchez, Presidente de la Junta, patriota heroico, revolucionario intrépido, militar indocto y político débil, después de "una larga conferencia al respecto" con Saint Denys, se transporta con urgencia a Baní, según afirma éste en su carta del 9 de junio, a San Cristóbal según escriben el historiador García y otros, a negociar con Santana la capitulación de Santo Domingo. A este respecto escribe el autor del documento Sucesos Politicos d e 18581845, (25) "alli fué el General Francisco Sánchez a conferenciar con él, pues'se decía que él tenía ideas hostiles, tuvieron una fuert e polémica de la cual quedó convencido Sánchez que Santana no venía con malas ideas; regresó a la capital, dió cuenta a los miembros de la Junta del resultado de su misión, y quedaron también satisfechos; al día siguiente en la tarde hizo Santana su entrada en la capital al parecer pacíficamente, y en la mañana del día siguiente movilizó sus tropas, le ordenó fueran a la Plaza de Armas y al llegar él allí fué victoreado por ellas y proclamado Jefe Supremo y le añadieron por la voluntad del pueblo etc." Santana entra el 12. El General Jiménez, Comandante del Departamento, y el General Puello, Comandante de la Plaza, obedientes a las disposiciones de la Junta, salen a recibirlo a gran distancia de la ciudad. El 13 es proclamado Jefe Supremo por el Ejército que le sigue. Su primera visita es para Saint Denys, su inventor junto con Bobadilla. Los duartistas leales se desbandan perseguidos por la impiedad de sus opositores triunfantes. Sobrevive al naufragio el General Joaquín (25) E. Rodríguez Demorizi. Obra citada en la nota 3, p. 36.

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Puello a quien Santana "por política y por necesidad trata con muchos miramientos y cortesías y parece dispuesto, hasta nueva orden, a conservarlo en la comandancia de la plaza de Santo Domingo", escribe Saint Denys en su carta del 29 de julio al Ministro Guizot ("). Es obvio que si el General Sánchez fué a Baní a discutir con el General Santana su entrada a la plaza de Santo Domingo, no f u é porque el General Joaquín Puello, negándole "a última hora el apoyo de las armas", le puso "en el duro caso" de hacerlo; sino porque oyó el canto de sirena del hábil y melífluo Cónsul de Francia quien le aconsejó que fuese a "presentarle sus cumpiimientos y convenir con él los preparativos de su entrada a Santo Domingo" ("). Lo que se calla Saint Denys es lo que conversaron él y Sánchez en la "!arg a conferencia" en que lo indujo a tomar esa actitud "moderada y conciliante". Por otra parte, toda la actuación oficial de Sánchez como miembro de la Junta, desde el 9 de marzo hasta el 12 de julio en que como su Presidente dirige una nota a Saint Denys, confirmada luego por Santana y el Estado Mayor de la Armada Dominicana del Sur al apoderarse de la Capital, "par a asegurarle que ratificamos nuestras pretensiones con respecto al reconocimiento y protección de la Francia, lo que deseamos concluir definitivamente tan pronto como se presenten agentes de su Magestad el Rey de los franceses con poderes suficientes al efecto, permiten suponer que el General Sánchez compartía el punto de vista de los afrancesados. No era un duartista puro y simple. No era ya un trinitaria, aunque luego sucumbiera debajo de la saña procericida del decreto del 22 de agosto por lealtad personal a sus amigos en infortunio. Saint Denys consideró que la prisión de Sánchez era improcedente y tenía motivo para saberlo. La historia 110 ha aportado hasta ahora pruebas que autoricen a poner a cargo del General Joaquín Puello la responsabilidad que le atribuyen e! historiador García $ la abnegada Rosa Duarte a quien la República adeuda el bronce cossagrador. Su negativa a la demanda de Pina y de Pérez quienes lo instaban a cañonear el Ejército comandado por el General Santa(26, 27 y 28) E. Rodríguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, vol. 1, ps. 139, 136 y 54.

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na, el cual se acercaba a los muros de Santo Domingo, después que la Junta había acordado con el Jefe rebelde, por medio de su presidente, facilitarle la entrada pacifica a la ciudad, no puede invocarse como falta de apoyo a la Junta pues Pina y Pérez no eran en ese momento sino disidentes de lo resuelto por la mayoría de la misma y Puello no hizo. otra cosa que respaldar su decisión como era su deber de autoridad militar subordinada. No acatar lo decidido por ella sí hubiera sido negarle su apoyo. El martirio del General Sánchez en el cadalso que selló su epónimo destino, despertó un sentimiento de piedad hacia su memoria que ha espigado en el perdón del silencio de sus fragilidades políticas; pero en el análisis constructivo de los h e chos es forzoso discriminar entre los actos del patriota que lo elevaron a excelsitudes luminosas y los del político con fisuras de inconsistencia de carácter que le llevaron a caídas lamentables.

LOS OPORTUNISTAS ESCAMOTEAN EL TRIUNFO A LOS DUARTISTAS E n los umbrales del 27 de febrero se formó una atmósfera de conciliación entre duartistas y afrancesados. Estos se encontraron de improviso con la inminencia de un acontecimiento que se adelantaba a sus proyectos y no quisieron perder el tren. La sabiduría marrullera de los políticos profesionales crecidos en la burocracia oficial del colonialismo se sumó a la inexperiencia política de los trinitarios quienes aceptaron generosamente esa colaboración como un aporte a la unidad nacional. No se preeavieron contra los que llegaban más como asaltantes que como colaboradores y que surgieron del gran suceso como dirigentes de una situación que no era su obra. Se apoderaron por mayoría de la Junta Gubernativa y con disposiciones en apariencia plausibles fueron alejando a aquellos que no participaban de sus ideas. Sánchez, uno de sus vocales, cabildeaba con Saint Denys junto con ellos. Duarte estaba ausente. Sus partidarios no tuvieron comandante en ei momento confuso de la constitución del primer gobierno provisio?al de la República. Sus adversarios maniobraron sin resistencia. Los duartistas, sin plan de combate, subordinados en vez de subordinadores, se dejaron escamotear el triunfo por esos hábiles oportunistas que sin arriesgar nada hacen siempre acto de presencia a la hora precisa del reparto. Bobadilla fue la estrella ominosa que presidió el nacimiento de la República. Para el 8 de marzo era Presidente de la Junta, sin títulos para merecer ese rango. E n la mañana del 9 de marzo, en unión de Sánchez, le daba seguridad a Saint Denys de "que por nuestro pacto fundamental o por los tratados que

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hayan de intervenir no estaremos lejos de elegir a la Nación francesa por protectora de nuestra causa y territorio en caso de alguna agresión extrangera" Esta nota, firmada además por Jiménez, Echavarría, Caminero, Fco. Sánchez, Valverde, C. Moreno y Félix Mercenario, iba acompañada de la Resolución de la Junta, de fecha 8, que consigna que el Gobierno de Santo Domingo, en recompensa de los recursos y servicios que rscibiere, cederá a Francia "a perpetuidad la peninsula de Samaná en los límites fijados por la naturaleza y que la hacen península, etc." Es evidente que Bobadilla busca sumar a Sánchez a su plan y que éste camina hacia el protectorado seducido por la astucia de ese proteo de la política nacional y por la diplomacia melosa del Cónsul francés. El 15 retorna Duarte del destierro. E s recibido y festejado como el fundador de la República. "Salve, padre de la patria", le dice el arzobispo Portes (2" ; pero se conforma con ser vocal de la Junta. Acepta una vice-jefatura en el Ej6rcito del Sur, que se torna en fracaso, y una bien inspirada, pero inoportuna misión al Cibao, que se convierte en la tragedia de su vida. Nació para señorear las cimas inmaculadas. Sirve la santidad de los principios y acata las normas legales. Su política se apuntala en la ética. Su doctrina, en el derecho y la justicia. Fuera de ese clima no quiere nada. Ramón Mella es un valiente. Cree en Duarte y desea auparle a la presidencia de la República como medida de conciliación nacional; pero comete un grave error político que solamente su buena fe permite excusar. Pérez y Pina, radicales en su nacionalismo, desahogan su impotencia, vociferando sus protestas. Habían sido envueltos por la ola reaccionaria que los devorará a todos sin misericordia. Son la flor de las aspiraciones puras entre hombres de presa. Andan por las nubes. Sus competidores les manejan a su antojo y cuando qu.sieron reaccionar ya estaban perdidos. Fué una desgracia que su capacidad para dirigir no igualara a su capacidad para revolucionar y que su decisión para actuar no emulara a su poder creador, porque en sus mentes la patria nació para la felicidad de los dominicanos. (29). Clío, No. 62-64, ed. enero-junio 1944. Rosa Duarte. Apuntes para

la historia de la isla de Santo Domingo y para la biografía del General dominicano Juan Pablo Duarte y Diez, p. 30.

BOBADILLA En esta confusión general del amanecer de la República hay un hombre que sabe lo que busca. E s Bobadilla. Inteligente, sagaz, valioso por su capacidad y por su posición social que le dieron en todas las situaciones lugar señalado en los círculos gubernativos, era útil y a la vez peligroso. Util, por su experiencia en los negocios públicos. Peligroso, porque por temperamento y por sistema llegó a ser en el medio en que actuaba un representativo de la duplicidad política. Esta desenvuelta vocación para la doblez del tornadizo arquitecto de la dictadura de Santana, hizo exclamar al nacionalismo vehemente del cincelador de Siluetas, "lo fué todo menos domiriicano", acaso con más pasión que justicia; porque si es verdadero que Bobadilla afanó en las luchas partidarias y políticas para aventajarse, no podrírz negarse que en ocasiones sirvió con brillo el interés nacional. Cuando Bobadilla se incorporó al nlovimiento separatist a ya tenía su hombre. Su presencia en el Conde la noche del 27 de febrero fué una infiltración. Cuando se presentó en Santo Domingo Pedro Santana al frente de sus seibanos, se apresuró a graduarlo de general y a encaminarlo para el S u r con la esperanza de que el genio de las armas le fuera propicio. Santana, salió para el Sur sabiendo a lo que iba. Bobadilla, desde la Junta, manejaba los hilos de las combinaciones. Saint Denys daba su apoyo. Estos dos hombres amasaron el liderazgo de Santana. Ya el 17 de marzo, en camino de Azua, Santana apelaba a la actividad y al patriotismo del comerciante Abrahan Coén para que hablase con el Cónsul de Francia y viera la po-

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sibilidad de conseguirle tropas francesas auxiliares para cuando le avisara y le autorizaba a decirle "que sus proposiciones convenidas entre nosotros de protección y unión las garantizo yo en todas sus partes y a satisfacción". Ya era el amo y no había olido la pólvora. El 14 de abril, frescos todavia los du,dosos laureles cosechados el 19 de marzo, recordaba a Bobadilla, "como hemos convenido y hablado tantas veces" la necesidad de obtener "un socorro de ultramar" y de "agitar las negociaciones" en caso de que estuviesen suspendidas. Duarte y sus compañeros estorbaban a Bobadilla para la realización de sus proyectos y buscó desprestigiarlos. A Sánchez le mostró las delicias del protectorado francés en conciliábulo confidencial con Saint Denys. A Duarte le envió a Sabana Buey, en nombre del supremo interés nacionál, para que la insolencia de Santana le devorase. Había un hombre que por su intrepidez y su influencia podía ser útil: era el Coronel Joaquín Puello. No fue molestado. Se le trató "con miramientos y cortesías" hasta que estuviese maduro para destruirlo. Representaba la fuerza y era mejor no hostigarlo. Bobadilla buscaba el poder para Santana. Buscaba el poder para él con Santana. Sus amores duraron poco; pero lo suficiente para descuartizar el derecho y entronizar la fuerza sin brida. Lo bastante para aniquilar a Duarte arrojándo:e al destierro con algunos de sus compañeros y para convertirse en verdugo de su familia. No en vano unos dísticos populares en los oscuros días de la ocupación haitiana aludiendo a Bobadilla le señalan como uno de los tres enemigos del alma poniéndole en parangón de malevolencia con el padre Marques y el insidioso Ramón Martínez Valdés. No han faltado quienes quisieran atribuirle preponderancia de primer jefe en los sucesos de la noche de El Conde ni quienes sufraguen a su favor para acreditarle la redacción del manifiesto del 16 de enero de 1844, considerado como el acta de la independencia nacional. Los que así piensan se atienen a su declaración en el discurso que pronunció en el Tribunado en 10 de junio de 1847, cuando metido en pelea con el amo que se había dado, lanzó ese grito de desesperación. Sin embargo, contra la consignación de ese crédito pueden invocarse versiones muy valiosas de algunos de sus contemporáneos del 27 de febrero. El redactor del documen-

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to Sucesos Politicos de 1833-1845 escribe al respecto que "estando ya todo tan avanzado, se dispuso dar el manifiesto; éste lo redactó Sánchez, ayudado por Mella, se le dió lectura en una reunión de las que sa hacían allí de noche (en la casa de Sánchez) y aprobado que fué se hicieron copias, una para entregarla a Juan Contreras, que aunque vivía en el Seybo se encontraba en la capital, para que la pusiera en manos de Pedro Santana ; las otras copias se las entregaron a Gabino Puello para llevarlas a Azua y después pasar a San Juan y a Las Matas y entregarlas a Pimentel que era el cabecilla que había allí.. ." y en otro sitio del mismo documento se lee que "Ramón Mella que parece que tenía amistad con don Tomás Bobadilla, habló para que Sánchez tuviera con él una entrevista y que viera una de las copias del manifiesto, juzgándole hombre de muchos conocimientos, para que dijera si adolecía de falta, y de ese hecho quedó dicho Bobadilla iniciado en el movimiento, esto ocurrió en los últimos días; esto mismo aconteció con Caminero, que la misma noche del pronunciamiento fué que se le dijo la señal". . . Manuel Dolores Galván, "que aunque muy joven servía de escribiente" en las reuniones secretas de Sánchez y los Puello con otros dirigentes de la conspración, citado por Lugo Lovatón en su obra "Sánchez',' expresa que a él, que hacía de Secretario de Sánchez para todo trabajo de la independencia, le ordenó "ayudarlo a confeccionar cartuchos en casa de los Concha y también hacer bien y de prisa tres copias del manifiesto del movimiento revolucionario que él acababa de redactar para los pueblos del Norte, del Sur y del Este y de cuyas copias hasta ahora no ha aparecido ninguna". . . El haitiano Madiu, reconocido como el mejor enterado y más imparcial narrador de los hechos relativos a la independencia dominicana, escribe que "el Manifiesto de la parte oriental de la isla contra los haitianos, Francisco del Rosario Sánchez, ayudado por Mella, lo redactó", y que por insinuación de éste se remitió una copia a Bobadilla", hombre instruído". El Doctor José María Morillas, biógrafo de Bobadilla, refiriéndose a "la revolución que estalló el 27 de febrero", dice que "se contó con el señor Bobadilla, quien se prestó a tomar parte en ella, revisando el Manifiesto y Memorial de agravios que se publicó, en el cual

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s e explicaron los justos motivos que asistían a los dominicanos para sacudir el yugo de sus opresores, firmándolo en primer lug a r y prestando varios servicios a la causa de la separación, entre otros el persuadir al batallón africano, compuesto de negros de esa procedencia, que coi1 el nuevo gobierno no corría riesgo, sino antes bien se afianzaba más su libertad. Así que a l constituirse la Junta Provisional Gubernativa de la nación proclamada República Dominicana, fué nombrado presidente de ella el mismo Bobadilla, lo cual disgustó a los más exaltados autores de la revolución, que habían convenido que por ausencia de Juan Pablo Duarte se confiriese ese destino a Francisco Sánchez, uno de los infatigables jefes de la conspiración", relato que coincide con el del narrador de los Sucesos politicos d e 1868-1845 cuando escribe que en la reunión en que acordaron d a r el golpe el 27 de febrero se decidió que Sánchez asumiera la presidencia de la Junta que se formaría y cuando señala como redactor del manifiesto a Sánchez y a Bobadilla como un simple revisador del importante documento, y asimismo con lo aseverado por Galván y Madiou. E l único argumento favorable a la afirmación de Bobadilla sería el silencio guardado por Sánchez y por Mella cuando en el discurso citado acaparó para sí la paternidad del manifiesto; pero este argumento se debilita al pensarse que para esos días los dos se hallaban en el exilio y a lo mejor ni tuvieron noticias de ese discurso. Además, no todo lo que dijo Bobadilla en aquellos tormentosos momentos debe aceptarse como verídico. E l fué sin duda un elemento de significación por su prestancia personal y su ingerencia en los acontecimientos de la noche de E l Conde; pero se aparta de lo cierto cuando proclama "que estuvo a la cabeza del pueblo", porque esto es como afirmar que asumió la jefatura del movimiento popular de esa noche y todos los enterados de nuestra historia saben que Sánchez y Puello eran reconocidos como cabezas de la conspiración febrerista en ausencia de Duarte y que el jefe militar de esa noche, por acuerdo de sus compafieros, lo fue Puello; así como tampoco es fidedigno cuando afirma que fu6 el primero en gritar Dios, Patria y Libertad, pues ese privilegio singular pertenece a los jóvenes heroicos que en la mafiana del 16 de julio de 1838 juraron ante su Jefe y Cau-

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dillo, Juan Pablo Duarte, "en nombre de la santísima, augustísima e indivisible trinidad de Dios Omnipotente, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar una república libre e independien. te de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrh su pabellón tricolor en cuartos encarnados y azules, atravesado por una cruz blanca. Mientras tanto seremos reconocidos los trinitarios con las palabras sacramentales: Dios, Patria y Libertad". De lo que acaso pudo ufanarse Bobadilla de ser #elprimero como se colige de su correspondencia con Santana a raíz del 27 de febrero, fué en lo de sumarlo a los afrancesados y en proponerlo como Jefe del Ejército del Sur.

SAINT DENYS Bobadilla sabía lo que buscaba. Saint Denys, lo que quería. Saint Denys vino a Santo Domingo con la misión de conquistarlo para Francia con el concurso de los dominicanos que se lo ofrecieron al Cónsul General Levasseur en Puerto Príncipe. Llegó en el momento crítico. Cuando "algunos jóvenes llenos de coraje", desoyendo los consejos del "vicario general y de las personas más influyentes de la villa", se apoderaron de la Puerta del Conde resueltos a libertar su patria o a morir en la demanda. Fué la persona escogida por el General Desgrotte, la autoridad haitiana, para negociar su capitulación con los pronunciados del Conde. Los afrancesados le rodearon. Sus consejos eran oídos en la Junta. Fustigó y calumnió a Duarte y a Joaquín Puello porque no le cortejaron ni favorecieron el proyecto de protectorado francés. Endiosó a Santana quien s e puso al servicio de sus propósitos. Se parcializó contra los trinitarios. Se hizo indispensable en las esferas oficiales. El gobierno s e curvaba servilmente ante aquel de quien esperaba los favores de la Francia. No ha faltado quien lo crea acreedor a la gratitud nacional. F u é sencillamente un hombre que sirvió bien el interés de su patria a través de la inconsistencia moral de algunos dominicanos. La moralidad de las acciones está en la intención que las mueve. Saint Denys favoreció con su actitud la independencia nacional ; pero animado del deseo de obtener para Francia el protectorado de la nueva república. No f u é un benefactor de los dominicanos. F u é el apoderado para la realización de un negocio que no cuajó a pesar de sus magníficos esfuerzos y del de muchos dominicanos. No buscó la independen-

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cia de los dominicanos. Buscaba un protectorado para Francia. La independencia de los dominicanos no era un fin para él. Era el medio de que se valía para alcanzar su finalidad. Los dominicanos no le deben nada porque el móvil de su acción era inmoral. Acaso el infortunio de su contribución a la preponderaii. cia de Santana. La gratitud nacional es la corona que la patria ciñe a la cabeza de sus grandes y desinteresados servidores. Saint Denys se prestó a mediar entre dominicanos y haitianos, a petición de éstos, en la mañana del 28 de febrero. Su mediación interesada facilitó a los haitianos entregarse con las garantías que deseaban. Los haitiaiios en ningún momento demostraron propósito de combatir a los rebelados de la Puerta del Conde y esta actitud si11 ánimo bélico permite pensar que con la intervención de Saint Denys, o sin ella, el General Desgrotte hubiera capitulado. "Señor Cónsul, dice Desgrotte a Saint Denys, el estado angustioso en que se encuentran los ciudadanos haitianos en esta ciudad, el peligro que corren en este momento, las consecuencias deplorables que podrían ser el resultado de una loca resistencia de parte de las autoridades de la ciudad y de un puñado de hombres que quieren ser fieles a la república, todo señor Cónsul, me lleva a recurrir a usted y a poner a los haitianos y sus familias bajo la salvaguardia y protección del generoso pabellón francés (m). Después de esto, el Cónsul francés no hizo otra cosa que participar con su asesoramiento en los asuntos políticos internos del país, parcializarse en sus sentimientos y en sus juicios acerca de los actores de los trascendentales acontecimientos que se desenvolvían y enviar informaciones, no pocas veces acomodadas a sus deseos, al Ministro de Negocios Extranjeros de Francia con la deliberada intención de moverle a aprobar sus gestiones proteccionistas. E n carta del 6 d'e marzo a dicho Ministro se lamentaba de que "las indiscreciones cometidas en Baní por personas indignas de la confianza puesta en ellas, hábilmente explotadas por nuestros adversarios" hubiesen precipitado el movimiento revolucionario, y en otra del 14 de mayo, contrariado en sus designios por la actitud de Duarte, recién llegado a la patria e investido (SO y 81) E. Rodríguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, vol. 1, ps. 28, 110, 111 y 112.

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con el grado de General de División, le calificaba d e "joven sin mérito" seguido de dos o tres alborotadores que con sus declamaciones lograron desviar a algunos compañeros de su línea de conducta originaria y le atribuye querer formar un partido favorable a Colombia y sublevar contra los franceses "las pasiones instintivamente odiosas de la clase negra", para terminar con esta frase jactanciosa de quien se sabía poderoso frente a un hombre que encaraba inerme una situación difícil: "yo tengo los ojos abiertos sobre su conducta. Santana le vigila de cerca. La Junta le maneja sin temerle", lo que faculta a inducir que lo ocurrido en julio había sido preparado con meses de anticipación, a pesar de que se tomó como pretexto para ello la proclamación de Duarte como presidente efectuada en el Cibao y los hechos del 9 de junio. Le obsesiona que sus proyectos puedan ser estorbados y en carta del 24 del mismo mes informa "que los partidos se forman bajo la influencia de algunos intrig a n t e ~ "y que Colombia cuenta con el suyo; pero que no e s par a inspirar temor porque es poco numeroso. E l los vigila, los combate "con su influeiicia y con las ventajas de la posición que le han hecho los acontecimientos". La Junta le secunda; pero echa de menos en ella energía y firmeza. El trata de conservar la simpatía por los compromisos contraidos "bajo la influencia de lo peor, renovada más tarde, espontáneamente bajo la influencia de un sentimiento mbs honorable". Cuenta con "La palabra sagrada" de los Generales Pedro y Ramón Santana y con sus seibanos, "verdaderos salvadores de la revolución dominicana". Cuando Herald abandonó a Azua, el General Santana visitó a Santo Domingo procedente de su Cuartel General de Baní. Cuatro días después de su llegada s e entrevistó con Saint Denys en la casa de éste. E n su larga conversación acerca del estado del país, llegaron a la conclusión de que era necesario "el apoyo de la Francia para asegurarle su bienestar y tranquilidad". Santana le prometió enviar a la capital 400 ó 500 seibanos fieles para vigilar y atemorizar a los "intrigantes". E n la carta del 19 de julio, en la cual narra lo acontecido el 9 de junio, pinta a Duarte y a Puello como "mal vistos de la población y de los notables" y cabezas de un centenar d e negros, antiguos esclavos, ansiosos "de sangre y de pillaje". E n esta

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misma carta mancilla la pureza y el desprendimiento de Duarte presentándolo como envidioso de los triunfos militares del General Santana y hostil a Francia por el solo deseo de contrariar a su "temido antagonista". No vacila en llamarle intrigant e y vanidoso y en juzgarlo sumable a su causa "encareciéndole su amor propio que es el móvil de sus acciones"; y en carta del 10 dice que el General Duarte se ha hecho proclamar Presidente por "algunos soldados que se ha ganado o engañado". E n carta del 29 Saint Denys glorifica la entrada del General Santana a Santo Domingo y ,los acontecimientos del 13 y de los días subsiguientes en que Santana, con la ciudad ocupada por los miles de seibanos que comanda, reorganiza la Junta a su conveniencia, reduce a prisión los partidarios del General Duarte, ausent e en El Cibao, entre ellos al General Sánchez, ex-presidente de la Junta del 9 de junio a quien, a su vez "se le supone erróneamente hostil al nuevo orden de cosas". Saint Denys intervino cerca del General Santana en favor de Sánchez. En su carta del 11 de agosto, tergiversando los hechos, imputa al Padre de la Patria haber obtenido una "Presidencia irrisoria" mediante el engaño y la fuerza y ser un perturbador del orden público con sus ambiciones e intrigas, para luego manifestar que el gobierno dominicano trabaja en su organización y que "sus votos y sus simpatías son siempre por la Francia". "La aceptación del protectorado político ofrecido por los dominicanos a la Francia, añade más adelante, es su voto de todos los días, de todos los instantes". Saint Denys ha transmitido a la historia una semblanza moral y política que empequeñece la majestad del prócer que ornamenta con sus inigualadas virtudes patrióticas el cielo de los héroes de la República. Por qllé ha de merecer la gratitud dominicana este funcionario extranjero que con su diplomacia florentina contribuyó, en interés de su país, a que prosperara la discordia entre los hombres que se juntaron par a dar el golpe del 27 de febrero? Al encontrarse frente a este hecho inesperado buscó apoyo en sus compinches y puso en práctica el maquiavélico apotegma de divide y vencerás; y si no venció, no fue porque no puso empeño en conseguirlo ni porque no tuvo ayuda dominicana, sino porque su gobierno no quiso auspiciar el peligroso proyecto.

CAPITULOXII E L CORONEL JOAQUIN PUELLO Y LOS AFRANCESADOS El Coronel Joaquín Puello era un soldado. No había medrado en la flora burocrática como tantos otros que se incorporaron a última hora a la causa revolucionaria separatista. Se formó en la escuela de las armas que educa a los hombres para los rigores del cumplimiento del deber y les enseña a ser valerosos y leales. Surgió como pino señero de las filas de ese pueblo honorable y creyente que dio sus más bravos y mejores capitanes a la guerra que siguió por once años a la proclamación de la República. Era idóneo en el arte militar y tenía ascendiente en sus hermanos, soldados como él, y en aquellos que había comandadc y que le seguían porque como él eran productos del pueblo humilde que siempre fue en todas las épocas el abastecedor silencioso de las grandes empresas patrióticas. Cuando salió del ejército no tenía compromisos políticos con nadie. Era sencillamente un militar retirado porque sirvió con lealtad al gobierno derrocado por la Reforma. Se adhirió a la causa nacional que era la de la separación de Haití. Le dió cuánto tenía en recursos humanos e hizo posible con su aporte la consumación del 27 de febrero. Su respuesta al secretario de Saint Denys que en la mañana del 28, cuando aún se vivían las horas dramáticas que culminarori con la capitulación haitiana, gritó que el comercio sufría, denuncia el ánimo firme y la voluntad resuelta con que el Coronel Joaquín Puello, jefe militar del movimiento, estaba decidido a defender y a llevar adelante la bandera libertadora que el pueblo enarboló la noche anterior.

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El Coronel Puello no congenió con la idea del protectorado francés. El Cónsul de Francia, omnipotente en el bando de los afrancesados, le hizo blanco de su ojeriza y hostilidad por su oposición rotunda a las maquinaciones reaccionarias de ese grupo. Su firma no aparece sino en la comunicación a Desgrott e contestando la de éste en la cual inquiría el objeto que los congregaba en la Puerta del Conde y en la aprobación como miembro de la Junta Gubernativa de la capitulación convenida por la comisión nombrada para ese fin. Cuando los hombres integrantes de la Junta Gubernativa se dividieron, el Coronel Puello respaldó a Duarte quien representaba el principio de libertad e independencia sin restricciones. El hizo posible el 9 de junio que si no fue decisivo para el triunfo de la causa trinitaria, no es cargable a su débito el fracaso. El mantuvo su apoyo a la Junta hasta que ésta resolvió enviar a su Presidente a capitular con el caudillo rebelado quien sin fe en su pueblo salió a enfrentársele al haitiano, ya entendido con Saint-Denys a quien mendigaba el auxilio francés a través de Abraham Coén y Tomás Bobadilla, su cómplice. El elogio mayor del nacionalismo del Coronel Puello lo hace Saint Denys cuando le describe como el más encarnizado enemigo de Francia y como el autor -junto con Duarte- del movimiento de opinión que contrariaba sus planes proteccionistas. La Hoja del Comercio, de Puerto Príncipe, del 7 de julio de 1844, citada por Rodriguez Denoticia que "el Coronel Joaquín Pu'ello, comandanmorizi te de la Plaza, di6 orden a los centinelas de hacer fuego contra un francés nombrado Malespine que se entretenía en responder en francés al i quién vive!, lo que llevó al Cónsul a hacer la amenaza de cañonear la ciudad "si la orden no era retirada". Informa el mismo periódico que Puello se trasladó a la Junta, a la cabeza de la población de Santo Domingo, al grito de mueran los traidores, pidió la expulsión del seno de la misma de Bobadilla y Caminero y de su destierro del país "en lo que consinti6 la Junta". E n su carta del 1 Q de julio a Guizot, expone Saint Denys que "una especie de 18 Brumario", desde largo tiempo preparado en la sombra, ha podido ser intentado con pleno suceso por el partido de Duarte y de Puello, que la debilidad de la Junta y sus concesiones imprudentes los han hecho cada día

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más exigentes y audaces". El narra luego cómo se desarrolló esa "especie de 18 Brumario", para condenar a sus autores y decir que "un contragolpe se prepara" por Pedro Santana, general en jefe del ejército del Sur, quien no tardará en llegar a Santo Domingo para "restablecer el orden". E n esa misma nota afirma que la Junta está animada de buenas intenciones, pero que está "desbordada por el dictador Puello" cuya "audacia creciente y la molicie de la Junta" han puesto el país sobre un volcán que no ha estallado gracias a la "mano de la Francia". E n su carta del 10 de julio dice que los franceses están a merced de los negros cuyo atrevimiento crece cada día y hace responsable de esa postura al General Joaquín Puello. E n la misma carta informa que amenazó a la Junta con retirarse con sus barcos si la concordia y el orden no eran restablecidos y que su actitud la inclinó a sentimientos más moderados y conciiiantes". Finalmente, en su carta del 29 de julio, en la cual detalla la entrada del General Santana a Santo Domingo, refiriéndose a Puello, a quien Santana "por política o por necesidad trata con muchos miramientos y atenciones y parece dispu,esto a conservar en la comandancia de la Plaza", le tacha de "obsequioso y humilde ante la fuerza", calificativos que constituyen una detractación de la hombría del Comandante de la Plaza, porque si como él mismo Saint Denys dice y repite en cartas anteriores, el General Puello era un dictador que tenía la Junta dominada y su autoridad era la que disponía a su antojo, no se ve ante qué fuerza había dado Puello "siempre" notaciones de sumisión y obsequiosidad. Dos cosas son evidentes: que el General Joaquín Puello combatió sin miramientos a los afrancesados y que su actitud, si violenta a ratos, patriótica en todo instante, desbarató el 9 de junio los proyectos de Bobadilla y sus cómplices, aunque surgiera más tarde Santana sobre la ruina de Duarte por imprudencia del tempestuoso Ramón Mella y por conveniencia de los que se apandillaron con Saint Denys para eliminar del escenario político a los opositores al protectorado francés patrocinado por ellos, 'en contubernio con dicho General, desde a n t a del 27 de febrero.

CAPITULOXIII E L GENERAL JOAQUIN PUELLO E N E L PRIMER GOBIERNO DE SANTANA. BATALLA D E ESTRELLETA. OTROS SUCESOS E l grupo dirigente de la revolución separatista, en vísper a s del 27 de febrero, encomendó a l Comandante Joaquín Pue110, designándole Coronel, la jefatura militar de la insurrección. L a Junta Central Gubernativa, por Resolución del 31 d e mayo de 1844, dispuso ascenderle a General de Brigada "en atención a los servicios y méritos que ha contraído después del pronunciamiento", mientras le negaba el ascenso a los Generales Duarte, Sánchez y Villanueva. E l ascenso del General Puello fue solicitado a la Junta por 57 oficiales del Ejército, atendiendo '*al celo que manifiesta en el desempeño de su cargo" que, en opinión de ellos, merecía ser premiado. E l General Joaquín Puello sobrevivió al naufragio de los trinitarios. Santana, al apropiarse del poder el 1 3 de julio, le mantuvo en la comandancia de la Plaza. Según escribe Saint Denys, Santana lo hizo "por política y por necesidad". Por otra parte, el General Puello, como militar, cumplía las órdenes de la Junta. Cuando ésta resolvió desarmarse ante Santana triunfante, él no hizo resistencia alguna. Salió a recibirlo como Sánchez, como Jiménes y como tantos otros. Una determinación suya discrepante solamente hubiera tenido razón de ser en caso de aspiración personal al poder y no era su caso. Su actitud de sumisión a lo dispuesto por la Junta le concitó la mala voluntad del fogoso trinitario Juan Isidro Pérez quien deseaba recibir a Santana a cañonazos. Todavía en 1845 en carta a Duarte, escrita en Cuma-

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nB en 26 de septiembre, destilaba veneno de rencor contra el "azaroso Joaquín Puello". Santana encontró en la Plaza al úni,m hombre que por su ascendencia en los hombres que comandaba podía enturbiarle el triunfo si lo convertía en adversario. Contemporizó con la guarnición negra de la Plaza porque también él tenía negros fieles en su tropa. Obtuvo la cooperación del General Puello y sus hermanos quienes influían en esos negros y en las masas populares. La Asamblea Constituyente reunida en San Cristóbal eligió al General Santana Presidente de la República por dos períodos consecutivos. Prestó juramento el 13 de noviembre de 1844 después que fueron vencidas algunas dificultades entre él y sus electores. Santana, al seleccionar los gobernadores de provincias, nombró al General Puello Gobernador de la de Santo Domingo y puso confianza en él cuyo prestigio era notorio. E n el año 1845 la situación reinante en el Cibao reclamaba la presencia allí del Presidente Santana. Las atenciones del Gobierno le impidieron visitar aquella región. El delegó su representación en el General Puello. El 23 de marzo, con esa investidura, se dirige a los habitantes del Cibao desde la plaza de armas de la ciudad de Santiago en discurso en el cual los convida a la unión y al trabajo y les da seguridades del interés del Gobierno en atender a las necesidades de los pueblos y en hacer jwticia a todo el mundo. Cuatro mesea después el General Manuel Mora, secundado por otros oficiales, se rebela tumultuosammte en San Cristóbal contra la autoridad con motivo de un reclutamiento ordenado para nutrir los batallones del Ejército del Sur. El General Puello acude al teatro de los acontecimientos,como Gobernador de ia provincia, e impuso el orden y rest a b b el deteriorado principio de autoridad (32). En el primer trimestre del 1846 el Gobierno haitiano abrió una segunda campaña militar contra la recién nacida Repúbiica. En ia noche del 25 de marzo, el Coronel Gabino Puello comunica desde Comendador al General Antonio Duvergé, Encargado del EjBi.eito Expedicionario del Sur con su cuartel general en Las Matas de Farfán, que a las nueve de esa mismá (32) José Gabriel Garda. Hiteria de S*nto Domingo, t. 11, p. 316.

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noche un centinela de un puesto avanzado hirió mortalmente de un disparo a un hombre que resultó ser el Coronel haitiano Augusto Brouard, quien confesó que sil objetivo era apoderarse del puesto. La República fué movilizada para confrontar la situación que se avec'inaba. El 17 de junio el General Duvergé se adueña de Cacimán; el 18, los coroneles Juan Contreras y Esteban Roca, de El Puerto; el 19, las avanzadas del Coronel Roca, de las Caobas; el 5 de juiio, José Tomás Ramírez, de Los Pinos; el 8, el comandante Juan Segundo Feliz, del Oreganal; y el 13, las fuerzas de los coroneles Roca y Pascua1 Ferrer rechazaron a los haitianos que atacan a Cacimán. Con esta acción terminan las victorias del Ejército Expedicionario del Sur. El 22 de julio los haitianos recapturan a Cacimán y el 23 los coroneles Francisco Domínguez, Bernabé Sandoval y Bernardino Pérez, abrumados por el número, se retiran en buen orden hacia Las Matas. El 24 el General Duvergé se reconcentra a orillas del Yaque del Sur abandonando el terreno al enemigo cuya ofensiva progresa. La situación se torna grave. El Gobierno promueve la defensa general del territorio con disposiciones apropiadas. El General de División Joaquín Puello, nombrado Comandante de la Primera División en las Fronteras del Sur, marcha velozmente hacia la zona de peligro e instala su cuartel general en la estratégica población de Las Matas de Farfán. El 16 de septiembre sabe por los espías y los prácticos que el enemigo acampa en la ríbera derecha del arroyo Matayaya a tres leguas aproximadamente de dicha población. A las seis de la tarde pasa revista a sus tropas e imparte a sus oficiales las órdenes necesarias. A las dos de la mañana del 17, al toque de la diana, la tropa es puesta sobre las armas. Divide el Ejército en dos alas: la de la derecha, formada por seis batallones, la confía al mando de los coroneles Valentín Alcántara y Bernardino Pérez con instrucciones de desembocar en La Estrelleta por el camino de Los Jobos; el ala izquierda, compuesta de seis batallones también, debajo lde su mando personal, emprendió la marcha por el camino real que va a Comendador, hoy Elías Piña. El General Puello avanzó hasta la altura de Matayaya. El enemigo, posesionado militarmente de la cadena de altozanos que coronan la sabana de Estrelleta, cubría los dos

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únicos accesos a ella con su artillería y con un pelotón de caballería avanzado. Al ver las columnas del General Puello se prepara a combatir; el General Puello, a atacar tan pronto como su ala derecha entrase en acción. Un cuarto de hora más tarde esta ala rompe el fuego. Eran las ocho de la mañana. El sol resplandecía en la llanura. Era un día espléndido para vencer o para morir. Las columnas del General Puello, "con la velocidad del rayo", arremeten contra el enemigo. Se apoderan de su artillería. Rompen su formación. El ala derecha con las balas de sus fusiles y la punta de sus lanzas, secunda la acometida del ala izquierda. Dos horas después de iniciada la batalla, el haitiano mordía el polvo, destrozado. Piezas de artillería, pertrechos, cajas de guerra, fusiles y el campo cubierto de cadáveres quedaron en poder de las bravas tropas dominicanas. El General Puello alza su espada de vencedor sobre las escarp a d u r a ~de los cerros en donde soñaron con el triunfo los generales Morissett, Toussaint y Telemaque, ahora en fuga entre la polvareda de la derrota. Es su día de gloria. Lo es también para la patria. La batalla de Estrelleta está considerada por los técnicos e n el arte de la guerra como la única, entre las llevadas al cabo en nuestras guerras de independencia, dada conforme a las reglas militares. En ella se formaron los cuadros para resistir los asaltos de la caballería' haitiana ( 3 3 ) . El 13 de diciembre el General José Joaquín Puello fué designado Ministro de lo Interior y Policía en sustitución de Tomás Bobadilla quien lo desempeña interinamente por muerte del titular Manuel Cabra1 Bernal. Su designación, "inesperada y muy significativa", según escribe Saint Denys en 27 del mismo mes, fue contemplada como un ardid del Presidente Santana para forzar la dimisión de Robadilla, su poderoso Ministro, en desacuerdo con él desde algunos meses antes. Bobadilla no renunció pues no era hombre para abandonar el terreno sin resistencia. Bobadilla, uno de los patrocinadores del protectorado francés, ahora se oponía firmemente a que la República participara con una cuota proporcional en el pago de la deuda contraída por Haití con Francia para obtener el reconocimiento de su independencia. El aconsejaba un entendido con España mien(33) E. Rodríguez Demorizi. Guerra Dominico-Haitiana, ps. 183-185.

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t r a s Santana mantenía sus preferencias por Francia. La nominación de Puello, según la opinión del citado Saint Denys, sin conseguir el objeto deseado, introdujo "un nuevo ferment o de odio en un consejo ya muy dividido en sus miras e intereses". "Las entidades políticas más importantes de la situación habían visto con disgusto, dice García, el nombramiento de Pue110, blanco de los tiros de los que no podían contar para sus planes con el apoyo de su valiosa influencia". E l Ministro Puello e r a contemplado como opositor a cualquier proyecto antinacional. Su presencia en el gobierno venía a ser un estorbo en momentos en que muchos querían obtener a cualquier precio la ayuda extranjera. Entre Ias posibles causas de que la visita del Coronel Pablo Llenas a Santo Domingo, en febrero de 1846, con seis buques de guerra españoles, no cuajara en nada concreto, defraudando los deseos de muchos, se señala la presencia del General Joaquín Pue!lo en el Gabinete, quien "se manifestó receloso y estuvo muy atento y aún vigilante -escribe Morillas- del movimiento de los buques, decidido, por supuesto, a reprimir cualquiera tentativa, habiéndose explicado en este sentido". Sus rivales, por otra parte, temían que él ganase la confianza del Presidente Santana y con ella su apoyo como candidato a la presidencia de la República y se dedicaron a la maligna tarea de intrigar para perderle. E n las postrimerías del año 1846 se produjeron graves perturbaciones en las fronteras del Sur. Reinabb profundo malest a r en las tropas de servicio en aquella importante zona del país a causa de la miseria y del abandono en que el gobierno las tenía. Los Ministros de lo Interior Puello; de Hacienda, Ricardo Miura; y el General Felipe Alfau, Comandante de la Plaza de Santo Domingo, volaron al lugar de los hechos seguidos de una fuerza respetable y adicta. La llegada súbita de estos funcionarios del gobierno contuvo a los conspiradores. Se efectuaron prisiones. Se ejecutaron al Coronel Peimaltay al Capitán Bruno Zayas, convictos de traición. Se hizo el traslado de las tropas en que se habían originado los disturbios. La frontera fue tranquilizada. Los represeritantes del Gobierno se reintegraron a Santo Domingo después de seis semanas de ausencia. La permanencia dcl General Puello en la Cartera de lo Interior

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y Policía se prolongó hasta el 2 de noviembre de 1847 en que

por virtud de una modificación ministerial fue transferido para la de Hacienda y Comercio; pero quedando interinamente, por ausencia del designado, General Juan Esteban Aybar, a cargo de la de lo Interior y Policía. Sin embargo, según narra García, se sospechó que las razones invocadas por el decreto que hizo las designaciones "no eran sino pretextos inventados para separar del Ministerio de lo Interior al General Puello, quien no sólo se había hecho temible con algunos defectos de carácter, sino que era blanco de la saña de muchos hombres importantes de la situación que veían en su preponderancia politica un estorbo, ora para realizar cualquiera conspiración politica que no fuera en su provecho, ora para llevar a cabo proyectos antipatribticod de los cuales se le miraba como opositor" (34). El espíritu revolucionario estaba vivo, a pesar de las medidas pacificadoras tomadas y de la calma reinante. La idea derrotista de que el país no podría continuar !defendiéndose solo, no obstante el vigor demostrado en las campañas militares anteriores, no había desaparecido, "de suerte que tanto los conspiradores de afuera como los de adentro del Gobierno, tenían empeño en deshacerse de él, ya fuera inutilizándolo, o ya suprimiéndolo", agrega García.

(84) José Gabriel García. Obra citada, t. 11, p. 346.

CAPITULO XIV E L CADALSO DE LOS PUELLO Para mediados de 1846 la situación económica y política del país era inquietante. No se producía lo necesario para el consumo interno y los precios de los géneros importados eran inflacionarios. El ganado perecía, los campos estaban improductivos a causa de la seca y el comercio paralizado. La escasez confinaba con el hambre. La desvalorización del papel moneda alcanzaba proporciones alarmantes. Para octubre de ese año un doblón valía 150 pesos y la tendencia era que el peso continuara desvalorizándose. Como los importadores no podían pagar con sus exportaciones, tenían que hacerlo exportando dinero y la escasez de numerario agravaba más la situación. La opinión pública hacía al gobierno responsable de este caótico estado de cosas, y el General Santana se desprestigiaba a la carrera rodeado de un gabinete de hombres ineptos, de principios equívocos, divididos por sus pasiones e intereses, deseosos solamente de conservar el favor del Presidente y obtener el apoyo extranjero. El era conocedor de que no podía esperar nada constructivo de parte de ellos; pero, irresoluto, no osaba separarlos de su lado. Esta situación la pinta Saint Denys, en carta del 15 de abril de este año al Ministro Guizot, con impresionante objetividad. "La situación material del país, dice, es poco alentadora. La depreciación alarmante del papel moneda y el descrédito en el cual cae c ~ 3 adía presagian un porvenir bien triste y una bancarrota inevitable. El comercio está parglizado, el pueblo sufre y se queja; los géneros extranjeros y los comestibles están ya a precios exorbitantes. La falta de brazos oca-

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sionada por el estado de guerra junto a un letargo prolonpado, hacen enteramente estériles e improductivos los terrenos más fecundos. El Norte de la isla, que saca ordinariamente del cultivo del tabaco sus principales medios de existencia, está este año amenazado de ruina. La cosecha de esta hoja, que el año último, se había elevado a poco menos de cincuenta mil quintales, será casi nula. La población de los campos sufre más todavía que la de las villas. La dificultad y la carestía de los transportes hace el aprovisionamiento al interior del país casi imposible; :a mortalidad de las bestias, que son la única riqueza, es verdaderamente alarmante; la extrema sequía y la falta de forraje que es la consecuencia, fuerzan a aquellos que sobreviven a abandonar los huertos del llano para refugiarse e a las planicies elevadas del Cibao, en donde son a poco perdidas por sus dueños"; y luego añade que "el resultado de esto es que nadie está contento; que el Presidente Santana pierde su prestigio y que se le hace responsable de las miserias y sufrimientos del pueblo y del ejército". E n este gabinete, desalojado al fin Bobadilla, predominaba el Ministro de Guerra Jiménez que "se aprovechaba discretamente de este descontento general y su partido, ya numeroso, engrosaba todos los días", al decir de Saint Denys. "Una contrarrevolución puede depender de su sola voluntad" ("), agrega el sagaz Cónsul de Francia, ya menos enamorado del Presidente Santana, quien no se inclinaba a negociar el reconocimiento de nuestra independencia a cambio de participar en el pago de la acreencia de Francia contra Haití. Este fue el gabinete al cual ingresó el General José Joaquín Puello en diciembre de 1845. Para junio de 1847 la situación había mejarado algo ; pero el Presidente Santana y el Congreso entraron en pugna seria a propósito de la memoria del Ministro de Hacienda Ricardo Miura quien señalaba la conveniencia de autorizar nuevos crbditos, aumentar los derechos de aduana y autorizar la reducción a moneda nacional la existencia en caja de moneda fuerte, sin haber justificado la inversión de los fondos apropiados para el año 1846-1847. Santana, excitado por el grupo (56) E. Rodríguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Francia,

vol. 1, p. 237.

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de militares que formaba su círculo de favoritos, quiso imponerse dictatorialmente al Congreso. Este resistió; y en vísperas de la clausura de su sesión ordinaria, se dispuso a no resolver nada. Santana y sus ministros amenazaron con la dimisión. El país estuvo expuesto a quedar sin gobierno. Era el caos próximo a tragarse la República. Para los meses de mayo, julio y agosto de este año el Conde de Mirasol, Capitán General de la isla de Puerto Rico, comunicaba al Ministro de la Gobernación del Reino que según las informaciones confidenciales que tenía recibidas "aquella república camina a su disolución", "se está consumiendo como una pavesa". "El país está muy descontento y sólo los empleados del gobierno tienen confianza en que éste subsista ... Santana se ha granjeado muchos enemigos y causado un disgusto general insultando a los diputados" ... El exilio voluntario del tribuno Bobadilla, blanco de la ojeriza oficial, movió al fin a unos y a otros a sentimientos conciliadores y se restableció la normalidad. El volcán, sin embargo, quedaba en ebullición. El General Santana se fué en visita al Seibo y a cumplir deberes religiosos para con Nuestra Señora de la Altagracia en su santuario de Higüey. En su ausencia el ambiente de las intrigas se puso más denso. El Ministro Jiménez quería ser Presidente de cualquier modo. Conspiraba subrepticiamente contra su amigo y jefe; pero mantenía su posición de favorito. El General José Joaquín Puello, vencedor en Estrelleta, al par que famoso, se había tornado temido por su preponderancia política. Era un héroe popular y un obstáculo. Era el representativo de aquella parte del pueblo que Saint Denys calumniaba atribuyéndole propósitos hostiles contra "los blancos". Sus amigos y seguidores le amaban. Era señalado como el posible sucesor del Presidente Santana. Este le respetaba y acaso le temía. Los aspirantes a presidente, los que andaban mendigando un protectorado o una anexión, sin sus glorias ni sus méritos, sin su posición ni su prestigio, le arañaban los talones en la sombra con la insidia, maquinaban contra él tratando de despertar la desconfianza en el General Santana, el único con fuerza para anonadarle con el rayo del poder; pero este vacilaba en atacar al hombre que con "el éxito de Estrelleta con-

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quistó una confianza ilimitada y una influencia que aquí pocos hombres han tenido hasta hoy", según escribía Leopoldo Montolío (Criticón), hace algunos años, en El Eco de la Opinión. Era necesaria una prueba contra él. A un hombre que vale no se rasguña. Se hace de él un amigo o se destruye. La prueba, si hay interés en aportarla se busca, se inventa, se fabrica. Un pretexto cualquiera, si se carece de moralidad, puede servir de motivo para exterminar a un hombre, a una colectividad o una cosa. Solamente la decencia tiene escrúpulos ante la inmoralidad o la injusticia. Solamente la justicia se detiene ant e la iniquidad. Los enemigos del General Joaquín Puello eran prófugos del dominio de la ética. Eran una fauna felina devoradora de situaciones presupuestarias. Habían servido a todo el mundo. No tenían credo patriótico. No aportaron nada, salvas excepciones, a la causa de la independencia. Llegaron a la hora del reparto con la cornucopia del servilismo y la adulación en la sucia mano pedigüeña. Se dedicaron a intrigar y a dividir. Desterraron y pretendieron fusilar a Duarte, el creador de la república, porque se opuso a que la vendieran a Francia. Ahor a necesitaban eliminar al General Puello, compañero de Duarte en horas difíciles del nacimiento de la patria, porgue continuaba siendo una reserva moral de patriotismo en la senda de sus designios. A Puello, "capaz de todos los excesos para alcanzar sus fines, .es indispensable alejarlo de los negocios y aún del país", escribía Saint Denys tres años atrás. Eran los aliados de Saint Denys, los mendigos del favor y la protección extraños, los que ahora buscaban perder al General Joaquín Puello. El pretexto fue buscado. La prueba fue inventada. Se ideó una conspiración negrófila encabezada por él. Santana se decidió a devorar a su amigo y servidor tan inocente de la trama urdida, que había refrendado como Ministro de lo Interior y Policía interino todas las medidas adoptadas para evitar que irrumpiese la revolución denunciada por .el Capitán Santiago Barriento y otros malsines. El General Puello, a media noche, en la propia casa del Presidente de la República, como quien cae en una celada puesta con astuciosa cautela, es reducido a prisión y transferido a La Fuerza. Sus adversarios, converti-

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dos en jueces por decisión del omnipotente Santana, van a juzgarlo, así como a su hermano Gabino, héroe de Comendador y Comandante de Armas de Samaná, de su tío maternal Pedro de Castro y de otros más. El célebre artículo 210 entra en función. Una aparatosa comisión mixta, compuesta de jueces; legisladores y militares de grados diversos, en total 25 miembros, es formada por decreto del 17 de diciembre. La preside el manso Domingo de la Rocha, Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia. Hace de acusador fiscal el trapizondista José María Caminero, Fiscal de dicha Corte, más docto en tejrr infamias que en derecho. Se limitan las facultades de la Comisión a juzgar de conformidad con la instrucción preliminar y sumaria hecha por una comisión militar nombrada para esos fines y compuesta por amigos incondicionales de Santana. Se da un corto plazo para cualquier interrogatorio adicional y para preparar la defensa por los abogados. El Presidente Santana, desde su casa, pone a danzar los títeres de la farsa criminal. La Comisión juzga "sin recurso de apelación ni gracia y en ausencia de los reos". Se teme que la presencia del héroe despedace los hilos de la calumnia y de la perversidad. Caminero no acusa. Hace un libelo. No es un juicio. E s un crimen deliberado para exterminar a un hombre que envidian y temen. ES un asesinato con apariencias legales. Son condenados a muerte el 22 de diciembre. Gabino Puello, querido de todos por su temperamento suave y conciliador, obtiene 13 votos a vida entre libertad, prisión y destierro contra 11 a muerte. Santana hace prevalecer su absurdo criterio de que hay mayoría a muerte porque los 13 votos no son unánimes en cuanto a la pena a aplicar. El 23, el General Joaquín Puello, su hermano el General Gabino Puello y su tío Pedro de Castro, fueron fusilados dentro de un clima de consternación pública. Todo el mundo sabía que eran víctimas de una imputación imaginaria. Su otro hermano, el Coronel Eusebio Puello, del Estado Mayor del Presidente de la República, acusado de "no revelación", es condenado en 27 de enero de 1848 a tres años de reclusión o expatriación a disposición del Poder Ejecutivo, previa la degradación".

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En una lista de civiles desterrados por el General Santana, al derrocar a Jiménes en el año 1849, se hallan Eusebio Puello y su padre Martín Puello. El General José Joaquín Puello tenía 42 años cuando fue fusilado, según el año de su nacimiento fijado en 1805, por Leopoldo Montolío; 39, de conformidad con la sentencia que lo condenó a muerte.

LA INTRIGA CONTRA LOS PUELLO La intriga contra los Puello fue de una destreza única. No creo que se haya urdido otra igual en nuestra historia política de contrapuestas aspiraciones al mando. Si puede decirse que hay primor en la urdimbre de una maquinación perversa, la que aniquiló a los Puello fué primorosa. Su autor ha debido ser contemplado por sus oponentes de la época como un adversario peligroso. Martín Puche, en una aclaración fechada en Santo Domingo el 27 de febrero de 1870 y publicada en el número 106 del Boletín Oficial, del 5 de mayo del mismo año, dirigida al redactor de El Sol, "muy mal informado", "como tributo que rindo a la memoria de mis desgraciados amigos Joaquín y Gabino Puello" dice: "que no es cierto que los señores Joaquín y Gabino Puello fuesen sorprendidos en corkpiración con el General Jiménez; que lo que hubo sobre ese particulalr de muy positivo fue que después de cerrado el Congreso en 1846, el General Santana pasó a la provincia del Seibo y en ausencia de éste, el General Gabino Puello, fue llamado por el Sr. Manuel Jiménez, Ministro de Guerra por entonces, y le manifestó que era indispensable que cooperase con él para derrocar al General Santana del poder, a lo que se negó el General Gabino Puello diciéndole que él había ofrecido fidelidad al General Santana y que le era imposible aceptar su proposición". Martín Puche, quien 12 días después de lo que acaba de referir fué aprehendido junto con los hermanos Puello, agrega "que más tarde el General Jiménez organizó un club en su casa para excitar la

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rebelión intentada y dió por resultado la prisión y muerte de dichos señores"; y "en prueba de estas verdades", apeló al testimonio de Jacinto de la Concha, vivo para esos días, para que dijese si no era cierto "que por el 20 de noviembre de 1847, como a las 4 de la tarde, fue llamado por Gabino Puello para informarle "que me han dicho que Jiménez nos traiciona", a lo que contestó Concha que nada sabía, que el único temor que podían tener era la autoridad del General Santana, que no quería cooperar con él para tumbarlo, y el señor Gabino Puello le contestó que en el estado en que estaba el país sería entregarlo en poder de Haití". Martín Puche, quien por estar enterado de lo que se habló en las entrevistas de los Generales Jiménez y Gabino Puello y de éste y Concha y por haber estado preso a causa de los mismos hechos resulta valioso testigo de primera mano, arroja luz bastante para descubrir al maquinador de la intriga y el fin perseguido con ella. El General Manuel Jiménes, Ministro de Guerra, invitó al General Gabino Puello a derrocar el gobierno presidido por el General Santana. El General Puello se negó. El General Joaquín Puello era el hombre más indicado para sustituir al General Santana en la Presideiicia de la República. El comerciante y gallero Manuel Jiménes, General sin batallas, confabulaba para conquistar la Presidencia. Los Puello, como hombres de armas, se batían de frente. Jiménes, reservado combinador de operaciones mercantiles, montaba armadillas en la sombra. La negativa del General Gabino Puello le puso a pensai en la posibilidad de un riesgo político: el de que su trama subversiva fuese divulgada. Quiso asegurarse contra ese riesgo. La estima del General Santana por el General Joaquín Puello, posible candidato con arraigo popular, le distanciaba de la Presidencia. Buscó la eliminación de ese obstáculo. El capitán Santiago Barriento le hizo beneficiario de su seguro de infamia. Con la muerte de los Puello el General Manuel Jiménes logró tres finalidades precisas: eliminar un potencial denunciador de su conjura contra Santana; destruir al candidato que podía oponérsele en su camino hacia la Presidencia; y reafirmar la confianza de Santana haciéndole perder la pista de su actividad revolucionaria tendiendo ante sus ojos un paño mortuorio. La persona principalmente intere-

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sada en que los Puello desaparecieran era Manuel Jiménez. E l maquinó la intriga. Santiago Bariiento, su adicto, la echó a caminar. Santana se aprovechó de ella para quedar solo e n el escenario nacional armado como Zeus del rayo aniquilador. Diversas tradiciones existen acerca del asesinato, con montura de aparato legal, de los Generales José Joaquín y Gabino Pue110, en las cuales aparecen como instigadores otros prohombres de la época. Por mi parte, me atengo a lo que dice Martín Puche, compadre de Gabino, sabedor de la verdad, poseedor del secreto de lo que él habló con Manuel Jiménez y Jacinto de la Concha, y acaso la persona mejor enterada de las intimidades de los Puello por los víncuios de todo género que los ligaban. Martín Puche era primo de los Puello. La versión de Martín Puche, por otra parte, concuerda con la opinión de Saint Denys que señala al Ministro Jiménez como el hombre que podía desencadenar la revolución cuando quisiese y con la de Juan Nepomuceno Tejera y Tejeda que en sus Apuntes Históricos escribe que "contribuyó mucho al asesinato jurídico de los Puello, el General Jiménes, Ministro de la Guerra, y enemigo acérrimo de Joaquín". El mismo Tejera dice que "Jiménez contribuyó a la muerte de los Puello como queda dicho, no porque él fuese sanguinario ni perverso; sino porque le aconsejaba con ahinco a Santana que pusiese a tiempo coto a las aspiraciones de Joaquín" (36) y que se esforzó por salvar la vida a ambos generales cuando vió el cariz trágico que tomó su denuncia; pero el General Santana puso de revés el sentimiento de lo manso y de lo justo porque "no podía echarse de enemigo un hombre de tanta talla como el General Joaquín Puello". E l General Jiménez, colmada su aspiración presidencixl, fué derribado del poder por el General Santana durante los acontecimientos que se desarrollaron en el año 1849. La tragedia de su infortunio y sus torpezas han negado sitio de honra en nuestra historia a quien el Emperador Soulougue, al radicarse en Haití, concedió la merced del ducado de Samaná. Benjamín E. Green, comisionado de los Estados Unidos en Sant o Domingo para el año 1849, citado por Sumner Welles en La (36) Clío, No. 96, ed. mayo-agosto Tejeda. Negocio de los Puello, p. 94.

1963.

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viña de Naboth, dice que debajo del mando del General Jiménez "todo ha degenerado en confusión, estado de cosas que llegó a conocimiento de Soulouque incitándole a invadir la república. El Presidente Jiménes pasaba todo el tiempo, según escribe Green, pelando, acicalando, "topando" y jugando gallos, al extremo de que más de una vez fué necesario llevarle a la gallera documentos oficiales que requerían su aprobación y su firma". El mismo autor, al refeiirse al fusilamiento del General Joaquín Puello, comenta que "la divergencia existente entre el Presidente y el General Puello acerca de las posibles ventajas de un protectorado español había eausaílo ya mucha fricción, y los satélites intrigantes que rodeaban al Presidente le infundieron la idea de que Puello estaba identificado con la política de los liberaleá. Sus intrigas tuvieron un.*ésito más rápido de lo que ellos mismos esperaban pues escasamente un q e s había transcurrido después de la instalación del Ministro cuando Santana, acusando al General Puello de conspiqar para derrocar al gobierno, lo destituyó y lo sometió a una comisión militar que lo sentenció a muerte y lo ejecutó con algunos más el día 23 de diciembre. La vacante así producida en el gabinete fué llenada con el nombramiento del Doctor José María Caminero, de cuya colaboración leal en la política reaccionaria no le cabía ni sombra de duda" ("7). El historiador García termina su narración del luctuosa acontecimiento con estas palabras: "pero aunque los sucesos que acabamos de referir causaron una honda impresión y llenaron de aprehznsiones a la sociedad, que no encontrando bien justificado el proyecto revolucionario atribuído a los Puello, temió ncr, sin fundamento, que pudiera haber habido alguna trama o combinación preparada por sus rivales políticos para perderlos, tradición que sigue el curso del tiempo y que la historia confirmará o desterrará algún día, no ñubo de momento ni una sola protesta". El acusador Caminero, enloquecido de terror en la hora de su muerte, expiró gritando a la sombra de los Pue110 que le perdonaran, cuenta la tradición. Los laureles de !os mártires del 23 de diciembre de 1847, después de un siglo, están frescos en la memoria del pueblo dominicano. (37) Sumner Welles, La ViÍia de Naboth, t. 1, p. 91.

CAPITULOXVI E L GENERAL GABINO PUELLO E l General de Brigada Gabino Puello no alcanzó la grandeza gloriosa de su hermano mayor, el héroe de Estrelleta, n i el renombre militar de su otro hermano hazañoso, el General Eusebio Puello. Fue un revolucionario valeroso que llevó a los pueblos del Sur del país con las notas de su clarinete de músico profesional, la difusión del movimiento separatista que tuvo matriz ubérrima en La Trinitaria. Corrió con heroico patriotismo los riesgos a que se exponían todos los que conspiraban contra el dominador haitiano en aquellos días dramáticos en que la adulación y el servilismo de no pocos dominicanos buscaban el medro fácil y el favor o'ficial mediante el espionaje y la delación de los patriotas que en el silencio de la clandestinidad laboraban por fundar una república libre e independiente de toda ingerencia foránea; y fue parte principal en los sucesos que decidieron el pronunciamiento del 27 de febrero. Fueron las noticias traídas por él desde Azua y Baní a los dirigentes de la revolución, relativas a las negociaciones llevadas a l cabo con representantes de Francia por Buenaventura Báez y sus compañeros asistentes a la Asamblea Constituyente celebrada e n Puerto Príncipe, las que decidieron que se actuase con celeridad con el fin de evitar "la audacia de un tercer partido" o de "un enemigo nuestro", según escribían Francisco del Rosario Sánchez y Vicente Celestino Duarte, en 15 de noviembre d e 1843, a Juan Pablo Duarte, exilado en Curazao, pidiéndole ayuda aunque fuera "a costa de una estrella del cielo". No menos significativa fué su participación en los acontecimientos de la

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noche del 27 de febrero y a su jefatura, investido ya con el grado de teniente coronel, a)mo segundo del General Manuel Jiménes, fue confiada la tropa que se destacó sobre Azua para doblegar su resistencia, cuando se temió que el Corregidor Buenaventura Báez entorpeciera que esa ciudad se adhiriese al golpe de la Puerta del Conde (3'). El nombre del teniente coronel Gabino Puello adquirió resonancia nacional cuando en la noche del 25 de marzo de 1845 un centinela avanzado del Puesto fronterizo de Comendador a su mando, al disparar contra un hombre a caballo que no acató la voz de alto, resultó muerto el Coronel haitiano Augusto Brouard, quien confesó que su designio era apoderarse del Puesto. Con motivo de este hecho que puso en estado de alerta a la República en espera de una nueva invasión haitiana, el tenient e coronel Puello fue ascendido a coronel. Gabino había hecho su carrera militar, como sus otros dos hermanos, en las milicias organizadas por el gobierno haitiano. Para el año 1838 era Sargento Mayor del Regimiento 31. Cuando se inventó la conspiración que llevó al patíbulo a los dos hermanos, por razón de conveniencia política del Presidente Santana, cuyo prestigio se debilitaba al decir de Juan Nepomuceno Tejera y Tejeda en sus dpuntes Históricos, el General Gabino Puello ejercía las funciones de comandante de armas de Samaná; pero se hallaba en La Isabela, jurisdicción de la entonces común de Santo Domingo, dándose unos baños para combatir unas fiebres pertinaces contraídas en las fronteras del Sur en su azarosa vida de soldado. Un escuadrón de caballería comandado por el Coronel Juan Abad Alfau, quien recibió órdenes directas del General Santsna, se trasladó a dicho lugar para reducirlo a prisión. Por el relato que hace Martín Puche acerca de la prisión, juicio y fusilamiento de los Puello, comentado en otro lugar, se llega a la conclusión de que quien conspiraba contra la estabilidad del Gobierno no era el General Joaquín Puello, Ministro de Hacienda y Comercio, encargado del Ministerio de lo Interior y Policía, sino el General Manuel Jiménes, Ministro de Guerra; mas supo darse mañas para imput a r a su adversario político la subversión para la cual quiso ob(38) E. Rodriguez Demorizi, obra citada en la nota No. 3, t. 11, p. 31.

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tener el apoyo del General Gabino Puello y que éste denegó por lealtad a sus conipromisos con el General Santana y por patriotismo "porque en el estado en que estaba el país era entregarle en poder de Haití ("). Todas las apariencias son de que el General Gabino Puello, al revés de su hermano Joaquín, quien tenía poderosos rivales a causa de su preponderancia política, gozaba de general simpatía entre sus adversarios. El iracundo J u a n Isidro Pérez, t a n ardiente en sus pasiones y sus odios como en su amor abnegado al Padre de la Patria, al augurarle al General Joaquín Pulello final desventurado, en carta que escribe a Duarte, desde Cumaná, en 25 de septiembre de 1845, al referirse a Gabino expresa sentirlo porque "es de excelente condición". Cuéntase a propósito del biavo teniente coronel del puesto de Comendador, que estando en capilla, a la hora del almuerzo se sentó a la mesa en compañía de su compadre y amigo Jacint o de la Concha, nombrado por él su albacea testamentario, y que éste sirviendo una copa de vino le invitó a beberla diciéndole "que era la última que iba a tomar", y que el prócer propincuo a ser ajusticiado, se limitó a responderle sencillamenusted sabe que no lo tomo porque me hace daño t e : "~ompadr~e, y ahora no hay para qué". Esta e r a la clase de hombres que Santana eliminaba. A su apetito sanguinario complacía fusilar a un prócer o a un héroe ajeno a su favor, con la misma facilidad que a un ladrón que hurtaba alguna res en su hacienda de El Prado. Más luego mataría a la República.

(39) Boletín Oficial No. 1U6 del 5 de mayo, 1870.

CAPITULOXVII UN TESTAMENTO Y UNA CARTA El testamento del General José Joaquín Puello, de su puño y letra, fue depositado en la oficina del Escribano Público Benito Alejandro Pérez Por Jacinto de la Concha, Contador General de Hacienda, "apoderado de sus negocios", en unión de su hermano Tomás, en 20 de marzo de 1848. Firmaron como testigos del acto de depósito Silvano Pujo1 y Bernardo de Jesús González. Este testamento fue escrito por el General Puello el 25 de diciembre de 1847, "en el cuarto de los Profetas de Santo Domingo", pocas horas antes de subir al cadalso. Una carta, escrita por el General Gabino, en la misma fecha y en el. mismo Cuarto, también poco antes de ser fusilado, está firmada por él y Joaquín y dirigida a su "apreciado tío y compadre José Puche". El examen de estos documentos permite valorar las cualidades morales de estos dos varones sin miedo a quienes la ruindad de sus adversarios políticos condenó al patíbulo. El testamento del General Joaquín Puello pone obviamente de resalto el amor a su familia, el orden en la administración de sus asuntos particulares, la probidad en el manejo de sus acreencias y sus deudas. El sabe con fijeza lo que le adeudan. Sabe igualmente lo que adeuda. Sabe lo que tiene que encargar en relación con sus negocios a sus apoderados Tomás y Jacinto de la Concha. Ordena pagar lo que debe y que se cobre lo que se le adeuda. Al revés de su victimario, el General Santana, quien se cuida de ocultar su paternidad ilegitima de aquellos hijos que desea favorecer en su testamento, lo que es evidencia de simu-

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lada virtud por la hipocresía, el General Joaquín Puello se complace en dejar constancia de que sus hijos son "José Hilarión, Joaquín, Esteban, Clemencia, Inés y Félix, un chiquito", y en repartir su ropa y sus muebles y cuanto tiene entre ellos y sus padres como señal de devoción filial y de cariño paternal. Por estas disposiciones escritas con ánimo y pulso seguros, nadie adivinaría que gus minutos de vida están contados ya. No hay ni siquiera la más ligera alusión al drama que lo lleva al sepulcro. Va a entrar en la muerte con la misma serenidad y la misma entereza heroica con que entró al campo de Estrelleta a disputar la victorin a los haitianos. Ahora va a disputársela a la muerte. La posteridad, reconociendo sus méritos por sus servicios eminentes a la patria, anatematizando a sus verdugos, lo ha hecho triunfar de la muerte al darle sitial esclarecido en la historia. La carta, escrita por el General Gabino, es una copa de ternura ofrecida a los labios del dolor. Rebosa en afecto profundo a sus padres, a sus hijos, a sus tíos, a sus primos, a sus amigos, a sus compadres. A su compadre Martín y a su amigo Carlos Erazo les dice "que procuren evitar lo más que puedan". El Coronel Erazo iría al patíbulo junto con Sánchez catorce años más tarde. Teme que las intrigas que lo llevan a él y a su hermano al sacrificio se ceben en sus fraternales amigos. En el umbral de la tumba habla con juicio ecuánime, con la sabiduría de quien ha hecho experiencia en su propia desgracia. Quiere, junto con Joaquín, dejar en la conciencia de todos aquellos a quienes est&n vinculados por lazos espirituales y de parentela una convicción: la convicción de que van "al patíbulo inocentes", la de qu,e todo lo que se les "acumula es incierto", la de "que intrigas nos han hecho marchar al patíbulo". Quieren dejar limpio su blasón de lealtad. Le lustran con firmeza, ya en capilla, encarándose a la muerte y a Dios. Sus principios cristianos y católicos son evidenciados. Mueren "conformes, con la resignación de unos buenos cristianos". Piden que "rueguen a Dios por nuestras almas". Se reconocen fulminados por una trama perversa; mas expiran "perdonando a sus enemigos". Los que se reunieron en Comisión Mixta para juzgarlos conocían au inocencia; pero obedecieron la orden de Santana por-

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que "según él decía, una vez que los Puello habían sido, a pesar de su i~iocencia,presos, juzgados y condenados a la última pena, fuerza era fusilarlos, porque al dejarlos con vida, mucho tendría que luchar con unos enemigos tan podero~ose irreconciliables", escribía en 1873, en sus Apztntes Históricos, Juan Nepomuceno Tejera y Tejeda, uno de sus jueces, en calidad de Ministro de la Suprema Corte, quien sufragó contra sus vidas. Algui~osaiios después, en época de Lilís, el General Ampa11é (Victoriano Alcái~tara),residente en Joca, común de Bánica, ordenó abrir u11 hoyo para enterrar a un individuo que iba a ser fusilado por decisión suya por sospecha de que le había robado un cerdo. Mientras se hacían los preparativos del fusilamiento, alguien llegó corriendo a avisarle que el cerdo había aparecido : pero el truculento General respondió : "f?rsilenlo inte).iua?neilte pcc que no se pierda el joüo". Estos dos hechos descubren dos mentalidades campesinas similares. Los documei~tosmencionados demuestran que los Generales Joaquín y Gabino Puello vivieron con dignidad, atentos al cumplimiento de sus deberes como hombres, como patriotas, como militares, como políticos y como cristianos, teniendo como normas fuildamentales de coilducta el amor a la familia, la honorabilidad en sus actos, el servicio a la patria y la religiosidad. Su muerte fue espejo de valor, de grandeza moral y de resigilación cristiana, Eran dos hombres.

CAPITULOXVIII E L GENERAL JOAQUIN PUELLO Y LA PREOCUPACION RACIAL Saint Denys, en más de una de sus cartas al Ministro Guizot, señala a Puello como antiblarico, como deseoso de instaurar el predominio del hombre de color; sus cartas rezuman antinegrismo. Probablemente teliía frescas en su memoria las matanzas de blancos perpetradas por los esclavos rebeldes contra Francia en su colonia de Saint Domingue. Morillas, su biógrafo, le imputa preocupaciones raciales. "Si el General y ministro Puello no hubiera tenido un carácter tan altivo y hostil a la raza blanca, o hubiera sabido disimular estos sentimientos - d i ce- es de creerse que hubiera ascendido a la primera magistratura, en cuyo caso sabe Dios si la República Dominicana hubiera caído en su total ruina o cuando menos sufrido grave perturbación de la cual se libró por la precipitación de este hombre ambicioso, que habiendo salido triunfante de la primera revolución en que se mezcló, por estar unánime la voluntad del pueblo en sacudir el yugo haitiano que lo oprimía, se hizo después jefe de otra en la cual fracasaron sus planes contra una raza que siempre le había dispensado las m8s distinguidas consideraciones" (40). Puello era realmente antiblanco? Tenía, en verdad, preocupaciones raciales? O era un patriota que conociendo el ambiente reaccionario en que se movían sus compañeros de gabinete buscaba. preservar la independencia estableciendo el equilibrio entre el blanco esclavizante y el hombre de color libera(40) José Morillas. Biografía citada.

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do? No se andaba pretendiendo una protección francesa o una vuelta a España? Quién podía vaticinar lo que ocurriría si esas gestiones alcanzaban buen éxito? Para los días en que se proclamó nuestra independencia todavía España mantenía la esclavitud en sus colonias de Cuba y Puerto Rico, nulestros vecinos más cercanos, en donde los negros gemían encadenados. El miedo a la liberación y al progreso de la raza negra lo expresa el Ministro de España en Washington, A. Calderón de la Barca, en carta del 8 de junio de 1845 dirigida desde New York al Sucretario de Estado de su país, cuando escribe que "la declaración de independencia de la República Dominicana es en efecto una ocurrencia que no carece de importancia para nosotros por más que sus consecuencias no parezcan inmediatas, pues si prosperase a favor de la feracidad de su suelo apropiado a las producciones de los trópicos y estableciera cierto buen orden parcial podría ser un ejemplo incitador, aunque engañoso, de que se aprovecharían Cuba y Puerto Rico y si en la lucha llegaran a triunfar los negros, engreídos éstos y enemigos irreconciliables de los blancos, concitarían a los esclavos de Las Antillas a repetir sus esfuerzos para sobreponerse a sus actuales amos" ( * l ) . La Secretaría de Estado española en nota del 10 de julio de 1848 al Ministro de Gobernación, refiriéndose a una solicitud del Capitán General de Puerto Rico para que le "autorice para intentar volver a la dominación española la República Dominicana contesta, entre otras cosas, que "en Santo Domingo es preponderante la raza de cobr y sería muy de temer que poniéndose en contacto con la de Puerto Rico se rompiese el equilibrio entre la población blanca y la de color en que estriba la paz de la colonia (42). Sólo cuando el dictador negro Boyer se adueñó de nuestro territorio desapareció la esclavitud en la antes colonia española de Santo Domingo. Existían diversas y muchas propagandas en el campo político. Unas, destinadas a contrarrestar el movimiento independista, menudearon antes del golpe de la Puertb,del Conde. Otras, dirigidas a extraviar y con(41) E. Rodríguez Demorizi. Relaciones dominico-españolas, vol. 111. p. 26.

(42) E. Rodríguez Demorizi. Relaciones dominico-españolas, vol. 111, p. 71.

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fundir la opinión pública con el fin de obtener apoyo al movimiento proteccionista de los afrancesados, abundaron durante el inestable período posterior al 27 de febrero. En el primer período propagandista se dijo que el designio de los revolucioilarios era incorporarnos a Colombia como en el 1821. Estas propagandas perseguían mantener la situación existente que había nacido con el fracaso de Núñez de Cáceres. Esta situación redimió a los esclavos. Una mudanasl de ella podría reimponer la esclavitud. E r a preferible, por tanto, sostener lo existente, grato a la clase de color que había logrado a su sombra la libertad. En el segundo período la finalidad era otra. El partido reaccionario lo formaban, salvas excepciones, los blancos afrancesados o españolizados que si no eran esclavistas, en cambio temían que la clase de color, más numerosa, se hiciera dueaa de la situación. Las propagandas tenían por objeto inspirar desconfianza hacia esta clase y unificar al grupo extranjero. Había blancos extranjeros en el país y se buscaba meter miedo con el fantasma de esa posible matanza de ellos. Para conseguirse eso se martillaba en el espíritu nacional con la atemorizante idea de que era imposible que se sostuviese la independencia, por la pobreza de nuestros recursos en hombres y en material bélilico, sin ese apoyo. Durante el primer período de propaganda, los trinitarios tuvieron que vivir alertas contra los que les tildaban de "colombianos". En el segundo, el blanco de los disparos disociadores fue el General Puello, el hombre representativo, el hombre fuerte de la clase de color, de la masa popular. Puello en medio del derrotismo imperante era el último representante del nacionalismo radical, opuesto a la intervención foránea en nuestros asuntos internos, que fracasó con la entrada del General Santana en Santo Domingo. El General Puello fue el aguafiesta de los que esperaban un resultado positivo de las rumoradas conversaciones secretas con el Conde de Mirasol, Capitán General de Puerto Rico, en favor de España. Cuando el Coronel Pablo Llanes, enviado del Conde, visitó a Santo Domingo, el General Puello, Ministro de lo Interior y Policía, dice Morillas, "estuvo muy atento y aún vigilante de los movimientos del buque" que lo condujo, "decidido, por su puesto, a impedir o reprimir cualquiera tentativa,

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habiéndose explicado en ese sentido" (43)). La actitud de Puello salvó del deshonor, en aquel momento, al gobierno de que formaba parte. El obstáculo a la politiea proteccionista se abultaba con él. El General Puello tenia la franqueza de no ocultar sus opiniones y en política, a lo que parece, hay que ser simulador. E n julio del 1847 fue plasmado en disposiciones legales el propósito del Poder Ejecutivo de auspiciar una inmigración de raza blanca. El General Puello era favorable a que la misma fuera de blaiicos, negros y gente de color por partes iguales. Esto se interpretó aviesamente. Sus opiniones se consideraron imprudentes porque no vaciló en exponerlas a la luz del día. Se las juzgaron manifestaciones de preocupación racial. E s obvio que Puello no deseaba que preponderase el hombre blanco; pero es claro asimismo que no por odio o animadversión hacia él, sino como medio de preservar la libertad de la clase a que pertenecía. Su posición era obra de su nacionalismo, del deber en que estaba de defender la raza de que procedía, la cual en mucha parte, guiada por él, había ingresado en la revolución. Para él la libertad de la gente de color tenis como pedestal la independencia absoluta. Cuando se solicitó su concurso para la revolución separatista, lo dió al obtener seguridades de que no se trataba de volver a Colombia. Ahora que el gobierno andaba en tratos con franceses y españoles, él desconfiaba. Si se perdía !a independencia podía caerse de nuevo en la esclavitud. El mismo podía volver a ser esclavo. Cuba y Puerto Rico eran un ejemplo de como gobernaba España. La manera de evitar la caída, si se quería importar extranjeros, era trayéndolos de todos los matices, sin discrirriiiiación de color ni de raza. La agricultura, la industria, la población aumentarían; pero la liber.. tad y la independencia no disminuirían. Razonamiento simple, diáfano, sincero, de un hombre de no anchas luces, pero patriota. La independencia no era la obra de los blancos criollos, sino de blancos, mulatos y negrcs. Los primeros, con excepción de Duarte y unos pocos más, se inclinaban a una independencia protegida. Ese razonamiento fue tergiversado. El General Pue110 era clasista, racista. E r a altivo. Había que quitarlo de en medio. No se pueden tener estorbos en el camino. Los blancos, (43) José Morillas. Biografía citada.

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los antiliberales, los afrancesados, los españolizados, mentalmente esclavistas, toda esa fauna venenosa que inundó la república en sus primeros años, conspiró contra él y fue lo bastante habilidosa para hacerlo aparecer como jefe de una conspiración negra contra los blancos y aún para tacharlo de ingrato hacia "una raza que siempre le había dispensado las más distinguidas consideraciones". Puello no debía nada a nadie. Se había hecho un puesto de primera línea por sí mismo. Los que ahora le acusaban eran sus deudores. Le debían que su auxilio hubier a hecho posible su libertad e independencia. No hubo una conspiración negra de Puello, sino una conspiración blanca contra Puello, una celada tendida injustamente contra él para eliminarlo del palenque tempestuoso de la política posfebrerista. Con Puello desapareció la última vocación trinitaria combatiente.

CAPITULO XIX E L EMPERADOR SOULOUQUE Y E L FUSILAMIENTO DEL GENERAL JOAQUIN PUELLO El fusilamiento del Ministro de lo Interior y Policía Pue110 impresionó grandemente al emperador haitiano Soulouque quien lo vió como un rasgo de suprema energía de parte del presidente Santana. El interrumpió más de una vez las sesiones de su Consejo de Gobierno con esta exclamación, refiriéndose al General Santana: "verdad que ese hatero tiene carácter". Su propósito al refrescar el recuerdo del trágico suceso, era principalmente atemorizar a sus poco dóciles ministros ( 4 4 ) . Pero no sólo para consumo de su política interna aludía al abominable sacrificio de Puello, sino que para crear un clima adverso a las negociaciones que debía emprender la misión diplomática dominicana que viajó a Francia en el 1848, hizo propalar la especie de que la conspiración atribuida al General Puello era un movimiento pro-haitiano del cual fue él inspirador. Ante sus ministros se las echaba de estar enterado de esa conspiración que el mismo gobierno que victimó a Puello era (el primero en saber que no existía. Cuando dicha misión, integrada por Buenaventura Báez, Juan Esteban Aybar y Pedro Antonio Bobea, arribó a París, encontró circulando en las esferas oficiales la noticia del fusilamiento de Puello a la manera que lo habían propalado los\ agentes de Soulouque. La Misión viajó a España primero y luego a Francia con la finalidad de obtener el re~onocimi~ento de (44) Gustavo d9Alaux.El Emperador Soulouque y su imperio, ps. 105 y 106.

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nuestra independencia o un protectorado y un pequeño empréstito. Soulouque, quien no desmayaba en su designio de reconquistar nuestro territorio y que, por consiguiente, no podía ver con agrado que nuestra independencia fuera reconocida por ias potencias que en esos momentos disponian con Inglaterra de la suerte de la política mundial, desplegaba esfuerzos en Francia para que nuestra misión fracasara en sus gestiones diplomáticas. En efecto, si no por las diligencias de Haití, lo cierto es que nuestra Misión después de largo tiempo en Francia tuvo que regresar a la patria con las manos vacías. Fue necesario que transcurrieran algunos años para que las naciones europeas se decidieran a reconocer la independencia que con tanto heroísmo defendíamos en los campos de batalla. Los intereses que las separaban influían en que no llegasen a ponerse de acuerdo para favorecer nuestra justa causa. El Coronel Buenaventura Báez, presidente de la Misión, inipresionado por la mencionada noticia, solicitó informaciones a nuestro Ministro de Relaciones Exteriores; pero en el expediente formado con tal motivo no se halla respuesta alguna a su solicitud por lo que no se sabe si se le enviaron o no hs deseadas informaciones. Es de notar que ningán historiador de los acontecimientos referidos consigna noticia alguna al respecto, por lo que la de Gustavo Alaux debe considerarse como aislada y no confirmada. Alfred Viau, comentando las versiones del historiador Garcia y de Víctor Place, cónsul de Francia, acerca del fusilamiento de los Puello, descarta toda posibilidad de una conspiración con miras favorabl~esa Haití. Para el representante de Francia, "en ocasidn de las elecciones que tendrían lugar dentro de 5 semanas, el partido negro a la cabeza del cual estaba Joaquín Puello, ex-ministro de lo Interior y Ministro de Finanzas, imaginó un complot cuyo fin era masacrar los blancos nacionales y extranjeros, reinvertir el gobierno y formar una unión faderativa con la República de Haití". El comentarista expresa que "el deber del historiador es apreciar los hechos con imparcialidad. El juzga siempre en último recurso, pues el juicio de las cortes y los de la opinión están frecuentemente viciados de

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falsedades. Dominados por lo peor, los representantes de la opinión y los jueces de excepción, dan con freculencia decisiones erróiiaas, conscientemente inicuas muchas veces". "El historiador dominicano José Gabriel Gareía, agrega, afirma que esta conspiración había sido imaginada por los partidarios de la anexión del país a Francia para hacer desaparecer a los hermanos Puello quienes eran patriotas feroces e intransigentes"; y después de alegar que "la tesis de Garcia esta apoyada por la opinión del señor Martín Puche publicada en el Boletín Oficial del 5 de marzo de 1870, No. 106", y de hacer resaltar los diversos sucesos en que participaron Joaquín y Gabino Puello antes del 27 de febrero, en la noche del 27 y después del 27, concluye de este modo: "Estos argumentos prueban que la tesis de Gareía es justa y que la del cónaul frances Víctor Place es parcial, interesada. Además, éste estaba mal dispuesto hacia los hermanos Puello quienes eran los defensores intratables de la independencia de su país y por consiguiente opuestos a todo protectorado, aún al protectorado francés, del cual Juch~ereaux de Saint Denys, Víctcjr Place, Levasseur, Santana, José Caminero, Báez eran partidarios infatigables. La historia en presencia de estos hechos puede afirmar qule los hermanos Puello, en ningún caso, podían conspirar en favor de Haití del cual eran adversarios declarados. Su proceso fue una cruel comedia y su condenación una iniquidad" ( 4 5 ) . El deseo de eliminar a Pu~elloera lugar común entre loa francófilos capitaneados intelectualmente por Saint Denys. Ya éste, en 1Qde julio de 1845 en carta a su ministro Guizot, refiriéndose a los acontecimientos del 9 de junio decía: "En cuanto a Puello, en todo tiempo enemigo de los blancos y hostil a la Francia, por prejuicios de su casta, no debe ser tratado con miramientos. Peligroso para la tranquilidad y el mantenimiento de1 orden, capaz de todos los excesos por lograr sus fines, es indispensable alejarlo de los negocios y aún del país. E s lo que trabajo activamente y sin que haya duda. Si llego a obtener, como lo espero, que sean alejados de la villa los soldados negros, (45) Alfred Viau. El prejuicio del color y el crimen poiítico en Haití.

Obra inédita. Fusilamiento de los hermanos Puello y sus pretendidos cómplices, p. 22.

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que son su sola fuerza, no tendremos nada que temer de él. El comando de la plaza de Santo Domingo, del cual está investido desde hace cuatro meses, le ha hecho peligroso y d i o s o para todos los partidos sin excepción. Sus colegas los Generales Santana, Sánchez y Jiménez, así como la gran mayoría de la Junta, participan de esta antipatía y sienten, como todos los amigos esclarecidos del país, la necesidad de deshacerse de esta dictadura que les pesa tanto como les humilla" ( 4 6 ) . La información dlel cónsul Víctor Place acerca del fusilamiento de Pue110 descubre idénticos matices de pasión, hostilidad e inexactitud que presentaron siempre las opiniones de su predecesor Saint Denys cada vez que tuvo que aludir a las actuaciones de quien él consideraba como el más definido e influyente adversario del protectorado f r a n d a

(46) E. Rodriguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, t. 1, p. 122.

EL ARTICULO 210 E N FUNCION En la Constitución del 6 de noviembre de 1844, después de conflictivas y violentas discrepa~iciasentre el General Santana, erigido en Presidente de la Junta Central Gubernativa con el aBoyo del Ejército que se rebeló en Azua, y la Asamblea Constituyente, se consignó en sus disposicion~estrgnsitorias, un artículo, el 210, que adquirió en el transcurso de los años funesta celebridad por la insensatez con que fue aplicado por la política despótica del Presidente Santana. Dicho artículo prescribió que "durante la guerra actual y mientras no esté 'firmada la paz, el Presidente de la República puede libremente organizar el ejército y armada, movilizar las guardias nacionales y tomar todas las medidas que crea oportunas para la defensa y seguridad de la Nación; pudiendo en consecuencia dar todas las órdenes, providencias y decretos que convengan, sih estar sujeto a responsabilidad alguna". Este fue el artículo que el Presidente Santana invocó para crear la Comisión Especial que condenó a muerte al General José Joaquín Puello y compañeros de martirio. * El propósito que guió a los constituyentes al conciliar sus puntos de vista con los del General Santana, incluyendo ese artículo en el texto constitucional, no fue poner en sus manos un instrumento de exterminio de sus adversarios políticos, sino el de proveer al Poder Ejecutivo de medios fáciles de acción en caso de que Haitf tratase de invadir nuevamente nuestro territorio. El mismo cariicter transitorio de la medida manifiesta que fue dictada para los fines militares relacionados con la gue-

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r r a con Haití. Esto lo confirman no sólo la forma en que está redactado dicho artículo, sino el origen de las desavenencias de la Junta Central Gubernativa y su Presidente Santana, ya elegido Presidente de la República, con la Asamblea Constituyente, a causa de como fue organizada en la constitución lo concerniente a la milicia. De conformidad con las disposiciones constitucionales aprobadas, los grados de ese cuerpo deberían ser concedidos por elección y se le ponía debajo del mando de los alcaldes con prohibición de movilizarlo. La Junta consideró que este sistema entorpecería que el Presidente de la República pudiese actuar con celeridad en la movilización de los milicianos en caso de guerra y el General Santana, a su vez, amenazó en tres ocasiones consecutivas con renunciar si no se le ensanchaban sus poderes, mientras hacía notorio su disgusto del cual estaban en+,eradas las fuerzas que le rodeaban en San Cristóbal en donde cenía lugar la dramática escena. Los constituyentes, acobardados por el amago del uso de la violencia por parte del iracundo General, entraron en conversaciones con sus comisionados con el fin de armonizar los distintos pareceres y el hábil Tomás Bobadilla se aprovechó de la confusa situación existente para colar por vía de transacción el célebre artículo que sirvió más tarde al Presidente Santana para cometer los más groseros abusos ( G ) . Saint Denys se ufana de haber aconsejado la disposición contenida en dicho artículo. No creo que sea inexcusable que en los tiempos anormales que corrían se invistiese a la autoridad ejecutiva de poderes extraordinarios para promover la defensa de la Nación, aunque ello implicase un apartamiento en cierto sentido de algunas normas constitucionales. Generalmente, en caso de guerra, (lo hemos visto en días recientes en países respetuosos de sus leyes) se apela a procedimientos excepcionales con el objeto de imprimir mayor rapidez a las actividades administrativas y militares. El estado de cosas prevaleciente justificaba semejante medida en la época en que se votó el artículo mencionado. Lo repudiable, lo imperdonable es qu,e el General Santana, alejándose del propósito que inspiró (47) Carlos Nouel. Aountes para la historia de Santo Domingo, citado por MSIximo Coiscou Henríquez en Historia de Santo Domingo, VOL 1, ps. 180 y 181.

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ese artículo y excediéndose eii sus poderes, se apoyara en él par a cometer crímenes tan repugnantes y reprochables como el fusilamiento de los Puello y del General Antonio Duvergé y otros más. La violación de ese canon constitucional transitorio solamente aplicable a los casos en que estuviese envuelta la seguridad de la República, para satisfacer apetitos de venganza polil;ica, es lo que hace odioso el funcionamiento de la comisión especial que juzgó a los Puello y lo que convierte el fallo que los condenó a muerte en "un asesinato" por m i s que se aspirase a darle apariencias legales. Hasta que la constitución de noviembre del 1844 fue revisada, el artículo 210 gravitó como una nueva espada de Damocles sobre la cabeza de todos aquellos que no congeniaban con la política personalista y arbitraria del General Santana.

CAPITULOXXI POR QUE FUE FUSILADO E L GENERAL JOAQUIN PUELLO Diversos testimonios de sus coetáneos descubren por qué fue fusilado el General Joaquín Puello. E n los días del "18 Brumario" dominicano, Saint Denys, con decisivo valimiento en el grupo de los afrancesados, opinaba que al General Puello era "indispensable alejarlo de los negocios y aún del país" ( 4 8 ) . El hizo una sistemática y enconada campaña contra Puello quien con su vigorosa influencia era un obstáculo a sus planes; pero el General Santana "por necesidad" se vió forzado a tratarlo con "miramientos y cortesías". Puello se mantuvo en pie, a pesar de la hostilidad de intrigantes envidiosos, y aún conquistó posiciones oficiales descollantes que no podían ser negadas en aquellos momentos difíciles a ,quien contituía una valiosa fuerza política. Obtener su colaboración era alejarlo de sus vinculaciones con los que había apoyado en los sucesos del 9 de junio. José Morillas, a propósito de Puello, escribe que si "no hubiera tenido un carácter t a n altivo y hostil a la raza blanca o hubiera sabido disimular estos sentimientos, es de creerse que hubiera ascendido a la primera magistratura"; y García, "que era blanco de la saña de muchos hombres importantes d e la situación que veían en su preponderancia politica un estorbo, ora para realizar cualquiera conspiración política que no fuera en su provecho, ora para llevar al cabo proyectos antipatrió-

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ticos de los cuales se le miraba opositor" y termina con estas palabras que bastarían, si no hubiese otros testimonios, para establecer la verdad: "de suerte que tanto los conspiradores de afuera como los de adentro del gobierno, tenían empeño en deshacerse de él, ya fuera intrigándolo o ya suprimiéndolo". Leopoldo Montolío, quien parece no menos enterado, escribe a su vez que "el éxito de Estrelleta conquistó a Puello una confianza ilimitada y una influencia que aquí pocos hombres han tenido hasta hoy. Nombrado Sailtnna Presidente de la República en el 1844, llamó a su gabinete, en el año 47, a Puello, para el desempeño del Ministerio de Hacienda y Comercio. Pero temiendo aquél la popularidad de Puello buscó los medios de perderlo y para ello se valió de que éste tr'amaba una revolución ,en compañía de su hermano Gabino, de su tío Pedro de Castro y otros. Al instante los mandó poner en la cárcel; los hizo pasar por un Consejo de Guerra, saliendo condenados a muerte él, su hermano Gabino, su tío Pedro y Manuel Trinidad Franco, siendo pasados por las armas, o asesinados, el 23 de diciembre del 47. Así murió el hombre que junto con Gabino, había prestado tantos servicios a su patria" ( 4 9 ) . Juan Nepomuceno Tejera y Tejeda, acaso el mejor informado de todos por la participación que tuvo en el juzgamiento y condenación de los Puello, al referirse a los sucesos del 2 de diciembre de 1847 se expresa del modo siguiente: "El 2 de diciembre (1847), al caer la tarde, reunió Santana el Ministerio en su casa particular y después que hubo manifestado a los Secretarios de Estado que se le había denunciado una conspiración, dictó las órdenes correspondientes para la movilización de tropas, guardia cívica, etc., las cuales refrendó su Ministro de lo Interior y Policía, General J. Puello. Como a las tres de la maiiana fué reducido éste a prisión. La Comisión Mixta que los juzgó se componía de 25 miembros. (Véanse los demás detalles en otra parte, sien,do falso lo que está subrayado). El Fiscal de la Suprema Corte era José María Caminero, el que no acusó, sino que leyó una catilinaria contra los Puello". ~

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(49 y 10) Clfo, No. 96, ed. mayo-agosto, 1963. Negocios de los Puello, p. 94; Remembranzae. (Joaquín Puello), p. 100.

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"Santana no era enemigo de los Puello; él los apreciaba mucho, y lo prueba que Joaquín e r a Ministro de lo Interior y Gabino ocupaba otro destino menos importante. Pero como Joaquín, por sus virtudes cívicas y por las bellísimas prendas que lo adornaban, gozaba de universales simpatías sobre todo en la gente de color, la camarilla que por entonces rodeaba a Santana vió que aquel bravo y denodado General no tardaría en llegar a ser presidente; y hiibo de aconsejarle a l mandatario cuyo poder y prestigio empezaba a debilitarse y disiparse, que diera un paso enérgico para matar en flor las esperanzas de aquellos que ya se agrupaba11 en derredor de Puello. Se pretendió que los Puello acaudillaban una revolución negrófila. No se le ocultaba a Santana que aquella personalidad sería, andando el tiempo, su con~petidoren la arena del poder; pero no le tenía mala voluntad, no porque creía que jamás se le escaparía éste de las manos, pues confiaba en que el pueblo no le negaría sus favores, siquiera fuera por estar todavía flamantes sus indisputables glorias. Pero es el caso que urgido Santana por las exigencias de sus privados -3bró por desgracia en el sentido que estos querían, bien que a poco se arrepintió, aunque siempre los hizo ejecutar, pues según el decía, una vez que los Puello habían sido, a pesar de su inocencia, presos, juzgados y condenados a la última pena, fuerza era fusilarlos porque al dejarlos con vida, mucho tendría que luchar con unos enemigos tan poderosos como irreconciliables". "Contribuyó mucho al asesinato jurídico de los Puello el General Jiménez, Ministro de Guerra y enemigo acérrimo de Joaquín. Fueron absueltos entre otros acusados el Dr. Fresnal, natural de Haití, José María Pérez, Rafael Aguirre y Eusebio Puello. Jiménez contribuyó a la muerte de Puello como queda dicho, pero no porque él fuese sanguinario ni perverso; sino porque le aconsejaba con ahinco a Santana que pusiese con tiempo coto a las aspiraciones de Joaquín. No sospechaba sin duda Jiménez que Santana iría tan lejos: mas de todos modos contribuyó, aunque después, cuando estaban condenados a la pena capital, interpuso con sinceridad sus buenos oficios en pro de la salvación de aquellos desgraciados, bien que i n f r ~ c -

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tuosamente, pues el hombre del 13 de julio era inexorable cuando se resolvía a hacer algo". "El 24 (23) de diciembre de 1847 fueron fusilados José Joaquin Puello, Gabino Puello, Pedro de Castro y un tal Franco, de Venezuela" (") ; y el historiador Pichardo, no menos documentado al respecto, comenta el trágico acontecimiento de este modo: "De viejo perseguían las intrigas ministeriales al m&s importante de los hermanos Puello. Muchos de los más adictos amigos de Santana vieron con recelo para la realización de sus ambiciones y planes del futuro la prepondera'ncia adquirida por José Joaquin Puello, el héroe de Estrelleta, al ser designado para el Ministerio de lo Interior, merecido ascenso que había saludado el elemento oficial sano, desde las columnas de El Dominicano, en su edición 7, de fecha 13 de diciembre de 1845, con el siguiente suelto: "El deseo que tengo de ver consolidado nuestro gobierno me hace apresurar a dar conocimiento al público, que hoy, el señor General José Joaquín Pue110, ex-Jefe Político, ha sido elevado a la plaza de Ministro Secretario de Estado y del Departamento de lo Interior y Policía que estaba vacante por fallecimiento del señor Manuel Cabral Bernard, habiendo prestado el juram,ento requerido por la constitución. La elección de este buen patriota merece ser acogida con entusiasmo por todos los buenos dominicanos, porque a la verdad, aunque carezca de grandes conocimientos en materia política, no son siempre los hombres de mucho talento los que mejor aciertan y éstos pueden suplirse con honradez y buenas intenciones" "Desde que pisó, pues, Puello en el Ministerio, vieron un hombre que se les adelantaría". "Denuncian mañosamente una conspiración al General Santana, que hasta entonces había sido sordo a cuantas acusaciones habían deslizado en sus oidos contra Pwrllo, y mientras éste ayudaba el Consejo a tomar medidas que pusieran al gobierno en condiciones de resistir cualquiera agresión, un piquete le hace preso y lo conduce al Homenaje, donde también ingresaron inmediatament e su benemérito hermano Gabino Puello, Comandante de Armas de Samaná, que a la sazón se encontraba enfermó de la vista en Higüero; su tío Pedro de Castro y el señor Manuel

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Trinidad Franco". "Juzgados todos por una Comisión Militar creada en virtud del trágico artfculo 210 de la Constitución, fueron condenados a muerte" a verdad sabida y buena f e guardada", sin siquiera haber sido interrogados y sin mucho menos permitirles el que nombraran defensores". "El proceso se instruyó en horas, y da pena pensar que la infame sentencia, presionados tal vez por el terror a Santana, la firmaron algunos de los antiguos compañeros de los infortunados Generales Puello y hombr,es distinguidos de aquellos tiempos" "Hubo, parece, empeño en que desaparecieran pronto las victimas, pues la superioridad de ciertos hombres constituye un martirio para sus enemigos y adversarios, que sólo permanecen tranquilos cuando los han visto sacrificados" ... "Cuanto más se alejan los crfmenes politicos de las pasiones que los hicieron cometer, m&s sombrio es ,el color de que se revisten a los ojos de la posteridad" (61).

...

( 5 1 ) Bernardo Pichardo. Resumen de

Historia Patria, pa. 89 y

90.

CAPITULOXXII UN GRAN PROCER Joaquín Puello era &fluyente en las masas populares. Por esta causa Duarte le puso en los secretos de la revolución separatista y le solicitó su concurso. E l dió ese concurso que significaba capacidad militar y hombres para la causa. No fue a la revolución rabiatado, como uno más. Entró a 'ella como par de los cabezas y su aporte hizo "posible el 27 de febrero". Ese aporte evitó que "el grito del 27 de febrero hubiera figurado en la historia como un simple motín". Fue el jefe militar en esa noche memorable. El acunó con sus voces de mando la criatura de la independencia venida al mundo en esa noche. E l recibió la plaza de Santo Domingo de manos de Desgrotte, el comandante militar haitiano capitulante, y él tomó las primeras medidas encaminadas a organizar la defensa de esa plaza, de la cual fue su primer comandante. Su idoneidad y su energía fueron puestas a prueba. La J u n t a Central Gubernativa, el primer gobierno de la República, le ascendió a General, a solicitud de un grupo de oficiales, 'en reconocimiento de sus méritos, mientras negaba el ascenso a Duarte y a otros caracterizados dirigentes del movimiento revolucionario por considerarlo excesivo. Fue, junto con Duarte, promotor de los sucesos del 9 de junio que tuvieron por objeto destruir los proyectos desnacionalizantes de la pandilla que patrocinaba el protectorado de Francia en maquinaciones con el cónsul francés Saint Denys. El Genteral Santana, después de los acontecimientos del 13 de julio, le mantuvo "por necesidad y conveniencia" en la Comandancia de la Plaza de Santo

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Domingo. Fue, constituído el estado y elegido el General Santana presidente de la república, el primer Jefe Político (Gobernador) de la provincia de Santo Domingo. Fue el vencedor de Estrelleta, la única batalla peleada conforme al arte militar durante las guerras de la independencia. Fue nombrado Secretario de Estado de lo Interior y Policía. Más tarde lo fue de Hacienda y Comercio. No tuvo rajaduras en sus convicciones patrióticas y políticas. La victoria de Estrelleta convirtió al General Joaquín Pue110 en héroe popular. Se tenía en él "confianza ilimitada". Tenia una "influencia que aquí pocos hombres han tenido" ... "Por sus virtudes cívicas y por las bellísimas prendas que lo adornaban, gozaba de universales simpatías sobre todo en la gente de color" El prestigio del General Santana, después de tres años de desaciertos políticos y económicos, de miseria general, de intentos de reatarnos al yugo extranjero, languidecía y se disipaba. Esto inquietaba a sus favoritos que deseaban colmar aspiraciones con su apoyo. El prestigio del General Puello, en cambio, crecia. Era una fuerza politica en progreso, una amenaza en cierne contra los que andaban en busca de un nuevo amo extranjero. La gente se agrupaba a su alrededor. "Santana vi6 que aquel bravo y denodado General no tardaría en llegar a ser presidente". Su camarilla le azuzaba contra Puello. Su estatura molestaba a los &ulicos,a los pequeños con ambiciones presidenciales, a los que querían un protectorado francés, o español o inglés o norteamericano, a los que deseaban mantenerse en el poder a toda costa aunque tuvieran que sacrificar la independencia de la patria. Puello no congeniaba con estos planes mediatizadores. "No supo disimular sus sentimientos". Los combatía de frente, a plena luz. Era el representante de los principios liberales en un gobierno de reaccionarios, de hombres sin principios ni fe en la república. Era un valladar a los propósitos de aquella punta de intrigrantes. Se inventó una revolución negrófila, se le capturó mañosamente, se le pasó por un consejo de guerra sin derecho a comparecer ante el mismo, ni a defenderse, ni a apelar, ni a solicitar gracia, se le condenó a muerte y se le fusiló a la carrera por miedo, no obstante su inocencia. Santana quedó solo eii el campo para gusto de aquellos que deseaban medrar a su

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sombra sin que nadie les estorbase. Los consejos de sus "privados" triunfaban ensangrentándole la almohada. El General Joaquín Puello no cabilde6 con Saint Denys combinaciones políticas ni fórmulas contractuales para obtener un protectorado de Francia para la República, ni peregrinó por Cortes europeas, con la majestad de la República en desaire, mendiganao protección o anexión para su patria independiente, sino por el contrario, su espada cerró siempre el paso a las maquinaciones de proteccionistas y anexionistas. Su Norte fue la independencia absoluta. E n ese sentido no desertó del ideal trinitario. E r a la garantía de su raza. Su patriotismo no tuvo máculas. Su nacionalismo fue integral. Su figura castrense definida, diamantina, gloriosa. Ni como r.evolucionario, ni como militar, ni como político, hizo papel secundario. Como revolucionario compareció a la Puerta del Conde a la cabeza de su grupo para asumir el mando militar de todos. Como capitán, tiene en su haber la famosa batalla de Estrelleta en donde v'enció a tres de los más renombrados generales haitianos de aquellos días. No fue una batalla defensiva como las de Azua y Santiago, sino una batalla en la cual los dominicanos tomaron la iniciativa conforme al plan de combate preparado por su ,experto jefe. Como político, todas las posiciones oficiales que ochpó fueron de primer orden. No entró al gobierno como amigo que se deseaba favarecer con un cargo, que no era "mujer de esas". Fue llamado al gobierno como una necesidad, como una fuerza útil en esos instantes para equilibrar la confusa e inestable situación que se había creado con el alumbramiento de la República. Dondequier a que imprimió su huella titánica llevó su propio capital político, su hombría propia no desmentida por ningún acto de su vida. E r a un hombre. El General Pedro Santana y el General José Joaquín Puello son los dos personajes más influyentes de la política nacional en el período que se extiende desde el 27 de febrero de 1844 hasta el 23 de diciembre de 1847 en que el General Puello desapareció de la escena pública con su muerte. El General Santana, temeroso de ser suplantado, puso en juego los medios que el poder facilita a los mandatarios sin escrúpulos de conciencia, y eliminó a su émulo. A partir de ese momento pudo hacer lo que le

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plugo. Todo el mundo se curvó ante su omnímoda voluntad. E r a el amo. Amo tan absoluto que decapitó la República cuando quiso. No sé que haya otro prócer, con excepción de Duarte, Padre de la Patria, con mayor estatura histórica que el General Joaquín Puello. Los que en el pasado se complacieron en buscarle padres a la patria, acaso con el designio deliberado de oscurecer la sola e indenegable paternidad del fundador de La Trinitaria, pudieron hacer mejor justicia distributiva incluyendo en su registro discriminatorio el nombre egregio, limpio de manchas, radiante de virtudes patrióticas, del héroe de Estrelleta.

SEGUNDA PARTE GENERAL EUSEBIO PUELLO

CAPITULOXXIII E L HOMBRE E l General Eusebio Puello y Castro nació en la ciudad de Santo Domingo en el año 1811. Falleció en La Habana el 15 de diciembre de 1871. E r a el segundo ,entre los hijos varones del matrimonio Puello-Castro, fecundo proveedor de patriotas al movimiento separatista y de generales a la República. E l año de su nacimiento consta en el folleto Rasgos Biográficos del Excmo. Señor General D. Eusebio Puello y Castro y Exposición que meses antes de morir dirigió a S. M . el Rey, 'de autor desconocido, publicado en La Habana en 1872, y se deduce de la sentencia que el 27 de enero de 1848 pronunció contra él y otros militares la Comisión Mixta nombrada por decreto del Presidente de la República, del 17 de diciembre del año anterior, en la cual e e consigna, al enumerar los acusados, "Eusebio Puello, de 37 años y medio", y, luego, en el dispositivo: "al coronel Eusebio Puello, de 37 años de edad". Los invasores haitianos se apoderaron de Santo Domingo en 9 de febrero de 1822. Eusebio Puello tenía a la sazón 11 años. Fue registrado para el servicio militar, como todos los adolescentes y jóvenes nativos, a esa tierna edad. E l dictador J u a n Pedro Boyer alentaba propósitos hegemónicos para su raza en la isla. Pensó en unificarla política y territorialmente por el aglutinamiento de sus pobladores y por disposiciones administrativas que alteraron adrede las antiguas reparticiones políticas del territorio. Su designio era anonadar el sentimiento nacional en los dominicanos extinguiendo la luz en sus conciencias. No clausuró por decreto la Universidad de Santo Domingo; pero de-

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cretó la leva general de la juventud para que no tuviese alumnos. La Universidad se vi6 obligada a suspender sus lecciones. Aquel foco'de claridad que desde el 1538 venia difundiendo la cultura en las islas espaiiolas del Caribe y en Tierra Firme, fue sustituido por una escuelita de enseñanza rudimentaria dirigida por un haitiano inepto. La indivisibilidad de la isla fue siempre un sueño imperial de los ocupantes de la parte occidental de ella. Boyer acarició ese sueño y supo sacar partido de los acontecimientos politicos que se desarrollaron en Santo Domingo en diciembre de 1821, los cuales le facilitaron adueñarse sin un disparo de la codiciada parte del Este. Eusebio Puello ingresó al servicio activo, como cabo primero destinado al regimiento 31, en junio de 1824. Tenia 13 años. A esa edad, cuatro aAos después, salió para los Estados Unidos y Europa, a completar sus estudios, Juan Pablo Duarte y Diez, el futuro fundador y guía de La Trinitaria y padre de la Repáblica Dominicana. Eusebio Puello vegetó largamente en las filas militares. Fue ganando ascensos con.su conducta irreprochable. Cuando en 2 de diciembre de 1837 contrajo matrimonio "infacia-eclesie" con Marfa Blasina Figueroa ya era oficial. El acta de casamiento se halla en el Libro 1 de Matrimonios de la Parroquia de Santa Bárbara, de Santo Domingo. En ella consta que fue celebrado "ante Martin Puell~,Petrona Figueroa y Antonia Villegas que concurrieron al tiempo de recibir las bendiciones nupciales Tres aflos m&starde, en 1840, fue nombrado Capitán. Sin la Reforma quizás hubiese terminado ahf su carrera militar y la causa de la independencia de la patria no hubiese ganado un revolucionario valioso. En el aíío 1854 6 1855, probablemente, el General Puello cas6 en segundas nupcias, en San Juan de la Maguana, con Dofla Paula de los Santos y Cabrera, viuda Prevost, rica dama de aquella comán, hija de don Francisco de los Santos y Dofla Francisca Cabrera, acaudalados terratenientes y hateros, de raza espaflola, descendiente el primero de Juan de los Santos, uno de los primitivos fundadores de San Juan. De este nuevo enlace nacieron Ana Josefa y Juan Francisco. DoAa Paula de los Santos co-

.-

(62) Clfo, No. 96, ed. mayo-agosto, 1-8, Acta de matrimonio del neral Euaebio Puello, p. 106.

Ge-

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rrió la suerte del General Puello con la entereza característica de las mujeres de su tiempo, quienes tenían como almohada conyugal las espadas de sus maridos, y padeció las vicisitudes pro. pias de la época, entre ellas la de ser reducida a prisión con su pequeño hijo Juan Francisco y confinada en Santiago, de orden del Gobierno Provisorio, cuando la Guerra de la Restauración, y la de ver menoscabada su fortuna por la agresión de tirios y troyanos. Cuando el General Puello se trnuladó a La Habana en 1866 lo hizo con su esposa e hijos, coi1 los hijos de su primer matrimonio y con su hermano José y su familia. Todos regresaron a Santo Domingo, contrariando el deseo de la autoridad española en Cuba, después de su mucrte. Dicha autoridad puso a disposición de la familia Puello para su viaje de retorno a la patria nativa el vapor "Pájaro del Océano". Don Eusebio Puello y Castro, Caballero Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, Comendador de la misma Orden, de lz distinguida de Carlos 111y Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos Españoles, murió "de hidropesía de pecho provocada por la mucha pólvora que absorbió en sus .muchos años de guerra", según diagnóstico de los médicos que le asistieron durante su última enfermedad, refería Ana Josefa Puello, viuda Garrido, su hija. Refiriéndose el ya citado Morillas a las condiciones personales del General Eusebio Puello, escribe "que era de un carácter y costumbres austeros, moderado, circunspecto, observante escrupuloso de los preceptos y prácticas de nuestra sana religión, poco comunicativo, amante de su familia, consecuente con sus amigos, honrado, pundonoroso e inofensivo", y a propósito de su probidad, "virtud y moderación" que "lo recomiendan tanto o más que sus glorias militares que ya le habían granjeado 1n estimación general y en particular el aprecio del Presidente Santana que tenía en él ilimitada confianza", dice que "hallándose de Gobernador en Samaná, siendo los sueldos casi nominales por el gran desmérito del papel moneda en que eran pagados, para sostenerse con su familia tuvo que valerse del oficio mecánico que había aprendido, ocupándose en él por la noche en las horas del descanso, privándose del sueño, y enviéindo a vender en se-

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creto sus artefactos, a la capital, prefiriendo estas fatigas a echar mano a medios indecorosoa que nunca dejan de proporcionarse a los que ejercen autoridad''

(68) Joe6 Morillas, biografía inédita del General Eusebio Puello que

me fu6 facilitada por E. Rodríguez Demorizi.

CAPITULOXXIV EL REVOLUCIONARIO La revolución de la Reforma, que derrocó en 1842 el régimen boyeriano, puso cese a la existencia rutinaria del capitán Puello en la milicia haitiana. A los oficiales que sirvieron lealmente al gobierno caído les fue dado el retiro. El capitán Pue110, desligado de todo compromiso anterior, se unió en 1843 a los patriotas que en la clandestinidad forjaban la separación de Hait í acaudillados por Duarte. En su casa del barrio de Santa B&rbara se vieron por primera vez Don José Prudencio Diez, tío carnal de Juan Pablo Duarte, y el comandante José Joaquín Puello. En la entrevista de Diez y de Puello se combinó otra entrevista del último con Duarte en la casa del primero. De esta segunda entrevista surgió la adhesión de los hermanos Puello y sus amigos, que no eran pocos, a la revolución separatista ( 6 4 ) , El apoyo del Comandante Puello dió configuración verdadera al movimiento. A partir de este instante, Duarte y sus compañeros empezaron a tener esperanzas de triunfo en su penoso trabajo revolucionario. En sus días más negros, cuando más encarnizada era la persecución que desencadenó Charles Herald contra él, hostigado por algunos pérfidos dominicanos, Duarte estuvo escondido en la casa de Eusebio Puello, ubicada frente a la da sus padres. De ella salió, temeroso de ser capturado pues fué visto por un oficial haitiano al través de una ventana entreabierta, para la de Juan Alejandro Acosta y de esta para el destierro en compañía de sus adictos Juan Isidro Pérez y Pedro (54) E. Rodriguez Demorizi. Documentos 11, ps. 13-14.

blica Dominicana, vol.

para la historia de la Repú-

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Alejandrino Pina. El capitán Puello sumó prosélitos a la revolución. Su casa fué depósito oculto de armas para la insurrección en fermento. Suscribió el Manifiesto del 16 de enero del 1844, considerado el acta de independencia de la República. Estuvo en la reunión en que Francisco Sánchez, Joaquín y Gabino Puello, los Concha y otros conjurados decidieron proclamar la separación el 27 de febrero. Esa noche se le asignó el cargo de Capitán Ayudante de Plaza. Su hermano Joaquín había sido iesignado Coronel Comandante de la Plaza. Fué el Capitán Pue110 quien esa noche se hizo cargo de las comunicaciones redactadas por Manuel Dolores Galván para ser remitidas a Juan Rodrfguez, en Los Llanos, y a Pedro Santana en El Prado, participhndoles lo convenido en la reunión. El emisario del Capit&n Puello fu6 el joven Victoriano Díaz. La noche del 27 de febrero el Capithn Puello y Juan Alejandro Acosta se apoderaron, en acatamiento de las instrucciones recibidas del Coronel Joaquín Puello, Jefe militar del movimiento, de la Comandancia del Puerto, de la Aduana y de Pajarito. Fué al Capithn Ayudante Puello a quien el Coronel Joaquín Puello encargó de vencer la resistencia, con color de rebeldía, del batallón de africanos que se negaba a entrar en la ciudad por desconocimiento de lo acontecido en la Puerta del Conde. El Capitán Puello enfrentó la situación con energía. El batalIón entró en la Plaza y se sumó con jdbilo a la causa nacional ( 5 5 ) . "Eusebio Puello acudió el día y hora señalados a la Puerta del Conde, dice Morillas, y allí los que estaban a la cabeza del movimiento le dieron la comisión de que fuera a la cortina de la muralla que da al río Ozama, formando éste el puesto para que con la gente que pudiera reunir asegurara en favor de la revolucidn toda la extensión posible por aquel rumbo, y que impidiera la llegada del batallón africano, que los haitianos habían mandado a buscar en auxilio de su gobierno. Todo esto lo cumplió el comisionado con admirable exactitud, quedando posesionado de las dos puertas de la muralla del fuerte de San Diego, habiendo enviado comisionados a Los Llanos y a otros puntos para que impidieran que aquel batallón llegase a la Capital. El res(66) E. 81-83,

Rodríguez Demorizi, obra citada en

la nota 54, vol. 11, pe.

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to del siguiente día estuvo constantemente en movimiento, prestando servicios, y cuando hecha la capitulación entre los insur r e c t o ~y los haitianos, conforme a la cual debían salir éstos de la capital, se confirió a Eusebio el empleo de Capithn Ayudante de Plaza, p con este carácter se le envió por el nuevo gobierno al río Ozama con la orden de que hiciese que el batallón Africano que estaba del otro lado del río y donde se retraía de entrar en la ciudad, lo verificara, como así lo ejecutó adhiriendose al nuevo gobierno"

(66) Jos6 Morillae. Biografia citada en la nota 63.

CAPITULOXXV MISIONES MILITARES A CARGO RE PUELLO En 1845 los haitianos invadieron de nuevo el territorio de la República. E1 Gobierno dominicano se preparb para rechazarlos. Comenzó la segunda carnpafia militar del Sur, Tropas reclutadas a la carrera en todas las poblaciones del Sur y del Este del país fueron lanzadas sobre la frontera. Su abastecimiento principal había que hacerlo por mar desde Santo Domingo a causa de la distancia y del mal estado de los caminos terrsetres, La escuadra haitiana hacía incursiones hasta Azua con el fin de cort a r la comunicación marítima con este puerto, centro de las operaciones que se efectuaban en la región fronteriza. El Presidente Santana conficj al Capitán Puello la comprometedora misión de conducir a Azua en los buques destinadoe al efecto, las provisiones de boca y de guerra de que carecía el Ejército. Recibio instrucciones de echarlos a pique si la suerte no le favorecía. E1 cumplió su encargo a satisfacción del Gobierno. En ese mismo año comandó la infantería de la flota de guerra que fue destacada para la costa norte con el fin de preservar a Puerto Plata de un probable ataque de la escuadra enemiga. Esta naufragó en la Plaza del Diablo y su dotación fué capturada. Un suceso conflictivo, con todas las apariencias de una insubordinación antipatriótica, se produjo en San Cristóbal on julio de este año, en medio de los apuros de la campaña, cuando un grupo de revoltosos, incitados subrepticiamente por algunos oficiales intrigantes, se rebelaron contra la autoridad para no dejarse reclutar. El Gobierno envió a San Cristóbal al General Joaquín Puello, Gobernador de la provincia, con tropas del lQ y el 2Q regimientos, a

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restablecer el orden. Eusebio Puello comandaba el 29 batallón de uno de esos regimientos (67). Para octubre de 1846 el Teniente Coronel Eusebio Puello era Comandante del Segundo Batallón del Primer Regimiento, cargo para el cual había sido designado en mayo. En 17 de dicho mes el Coronel Abad Alfau, Comandante de la Plaza, recibió instrucciones del Ministerio de Guerra de ponerle a disposición del Presidente para servir en su Estado Mayor El Ministro de Guerra era el General Manuel Jiménez, con gran ascendiente en el ánimo del Presidente Santana, enemigo del General José Joaquín Puello, Ministro de lo Interior, cuya perdición fraguaba intrigándole con el Presidente. Sacando al Teniente Coronel Pue110 de la Fuerza, restaba un posible apoyo militar al Ministro de lo Interior y entregaba el mando a sus adictos. Le quedaba el campo libre para sus maquinaciones. Se verá más adelante que esta conjetura tiene fundamento.

(57) Rasgos Biográficos del General Puello, Habana 1872, de autor ignorado, reproducidos en Clío No. 96, ed. mayo-agosto 1963. (58) Archivo General de la Nación. Copiador de Oficios No. 2, folio 9, oficio 1265, octubre 17, 1846, del Ministerio de Guerra y Marina.

CAPITULO XXVI E L TENIENTE CORONEL PUELLO CONDENADO Las postrimerías del 1847 fueron trágicas para los hermanos Puello. El General Joaquin Puello estaba en el zenit de su carrera militar y política. Era el héroe de Estrelleta y Ministro de lo Interior y Policía. Una resplandeciente aureola de prestigio, "por sus virtudes cívicas y por las bellísimas prendas que lo adornaban", le señalaba como posible sucesor de Santana. La camarilla santanista se apresuró a cerrarle el camino apelando a la calumnia. Este año fue de gran agitación política. La situación económica tenía gravedad de crisis. Factores adversos la ahondaban. La moneda se desvalorizaba día tras día. Una seca sin precedentes había azotado el país entero en el año anterior con pérdida del ganado y los cultivos. El comercio, abocado a la ruina, protestaba contra la indiferencia del Gobierno hundido en la inercia. Los precios eran exorbitantes. La gente pobre sufría hambre y desnudez. El Presidente Santana, acosado por la situación y el desprestigio, se refugió en El Prado. E n su ausencia las maquinaciones y las intrigas aumentaron. Sus amigos, al regreso a la capital, le ofrecieron como presente una conspiración tramada por Joaquín y Gabino Puello para derribar el gobierno. Ya se ha visto en otra parte que fueron fusilados a sabiendas de que dicha conspiración era un ardid para eliminarlos. Una ola de consternación cubrió a Santo Domingo el 23 de diciembre de 1847. Para Santana, fusilar era un entretenimiento deportivo. El Teniente Coronel Eusebio Puello fué reducido a prisión con sus hermanos Joaquín y Gabino Puello y su tío el Coronel Pedro de Castro. Con la muerte de Joaquin, Santana y sus

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amigos perdieron el miedo. Santana podía ahora darse el lujo de ser magnánimo. Esta favorable disposición de ánimo del matador de próceres y héroes del olimpo patrio, libró de la muerte, pero no de la injusticia, al teniente coronel Eusebio Puello. E l 27 de enero de 1848 la descalificada Comisión Mixta celebró un segundo juicio. Comparecieron a él Eusebio Puello, Coronel del Estado Mayor del Presidente de la Repúbiica ; J u a n Everst, Teniente Coronel, Comandante del Resguardo de Puerto Plata ; Emil Parmanthier, Teniente Coronel de la Brigada de Artillería de la Plaza de Santo Domingo; Juan Ciriaco Fafá, Capitán Ayudante Mayor del ler. Regimiento Dominicano ; Esteban Suazo, Segundo Teniente de Cazadores del ler. Regimiento Dominicano; Juan Manuel López, Cabo de la 3ra. Compañía del l e r . Batallón del ler. Regimiento; y Bonifacio de Rojas, de la Compañía de los obreros del Arsenal. Everst, Parmanthier, Suazo, López y Rojas fueron descargados. E l Coronel Puello y el Capitán Fafá, condenados a "tres años de reclusión o expatriación a disposición del Poder Ejecutivo, previa degradación de uno y otro, etc." A ambos s e les consideró "culpables de no revelación". E s obvio que no podían revelar lo inexistente; pero la Comisión tenía que justificar su actuación ante el Presidente que la nombró para que aniquilara a los Puello. Las alimañas palaciegas no les perdonaban que fuesen demasiado hombres para conquistar grados y glorias reservados solamente a los varones sin miedo y sin tacha. A pesar de que por la pluma de Víctor Place, sucesor de Saint Denys, chorrea la infamia "de la conspiración organizada contra los blancos por el Ministro de lo Interior Joaquín Puella', reconoce que el intervalo transcurrido entre uno y otro juicio "había dejado a la emoción del gobierno, al odio popular y al terror de los jueces tiempo para calmarse" y evitar otro derramamiento de sangre. Tal vez ignoraba Víctor Place que Saint Denys f u e uno de los instigadores de las prevenciones de Santan a contra el General Joaquín Puello cuando le señalaba a su desconfianza como elemento peligroso que había que apartaf del escenario político. Contra los Puello no había odio popular. Lo que se manifestaba era el amor del pueblo hacia el General Joaquín Puello. Hubo terror de los jueces sin duda. E l terror que se infiltró en sus conciencias oscuras subordinadas a Santana para

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condenar a muerte seres inocentes. La emoción de espanto que despierta el remordimiento no se había calmado en el ánimo de Santana. Al contrario. El perdón de la vida concedido al Coronel Puello, con una sentencia menos despiadada, fue un alivio que Santana y sus instigadores buscaron a sus conciencias conturbadas. José María Caminero, Ministro Fiscal acusador, recibió como premio la cartera de Hacienda y Comercio que desempeñaba el General Joaquín Puello a la hora de su tragedia. Acerca del tortuoso Caminero, Ministro de Relaciones Exteriores par a mayo del 1849, opinaba Mr. Jorge Matews, Gobernador de las islas Bahamas, "que la esperanza de distinción personal le hacía actuar" en cualquiera negociación encaminada a entregar la República a una potencia extranjera. Según estimaba el Gobernador Matews, la opinión pública dominicana dividía sus preferencias: el funcionarismo residente en la ciudad de Santo Domingo favorecía la reunión con Francia; la población negra y mezclada del Sur, con Haití o los Estados Unidos de América; y la población blanca y toda la población del Norte con España; pero una gran parte de esta población y la clase comerciante aceptaría a la Gran Bretaña si esto pudiera suceder. La anexión y sus consecuencias pusieron de manifiesto que el Gobernador Matews andaba equivocado en sus apreciaciones. Solamente el funcionarismo le dió apoyo.

E L TENIENTE CORONEL PUELLO ES DESTERRADO A principios del 1848 la situación general era densa. El gobierno dictó algunas disposiciones restrictivas de la libertad individual. Dictó otras de car&cter financiero que resultaron inocuas. La Chmara de Diputados, rebelada contra la dictadura del Poder Ejecutivo que quería manejarla a su antojo, llamó a su presencia al Ministro de Hacienda Caminero para que clarificase la política financiera gubernamental y expusiese sus planes para contener la quiebra económica en marcha. El Ministro se explicó; pero sus informes pusieron en evidencia que el gobierno había convertido en el papel desacreditado circulante, sin autorización previa del Congreso, las reservas en oro que tenía acumuladas. Los oponentes a sus medidas formularon acusación contra el Ministro a quien juzgaron responsable. La oposición ardía en la Cámara. El Poder Ejecutivo reaccionó amenazante. El Poder Legislativo se curvó una vez m i s ; pero de todas partes soplaban vientos revolucionarios. El General Santana, en bancarrota su influencia política, renunció en agosto la Presidencia de la República. En septiembre fué elegido para sucederle el General Manuel Jiménez, su Ministro de Guerra, considerado por la opinión pública como jefe de la oposición al gobierno. Jiménez buscó congraciarse con el pueblo deshaciendo algunas torpezas de su antecesor en las cuales había participado ; pero al incurrir en errores diversos, despertó pronto el disgusto de sus compañeros y de aquellos que esperaban un cambio de situación. Al Coronel Eusebio Puello favoreció la inclinación de Jiménez a conquistarse el apoyo público. Por decreto del 24 de oc-

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tubre de 1848 le fue reducida la pena, asi como al Capitán Juan Ciriaco Fafd, a una tercera parte, quedando sometido a la vigilancia de la alta policía, El año 1849 fue cruel para Jiménez. Le vino encima la inundacibn de la tercera acometida haitiana por reocupar la parte del Este. No supo sortear la situación. Estuvo por debajo de su deber como Presidente y como Comandante en Jefe del EjQrcito Nacional. Los invasores avanzaban victoriosos. El Ejército del Sur, comandado por el General Duvergé, retrocedía sin pelear o peleando a medias se desintegraba. La anarquía, estimulada por el fervor partidarista de los oficiales, minaba la disciplina. El Congreso, inflamado por la oposición al Presidente Jimknez, profundizaba la desarmonía entre los poderes llamados a encauzar los graves acontecimientos que se desenvolvían en el campo de las operaciones militares. La República estaba en peligro. Santana saltó de nuevo desde El Prado al cargo de la Jefatura del Ejército del Sur, traído por el Congreso, asesorado por el Cónsul francés Víctor Place, con menosprecio del Presidente Jiménez. Venció en Las Carreras el 21 de abril, arrebatando a Duvergé los laureles conquistados cuatro días antes en El Número, privándole de los pertrechos que le había solicitado. En el 1844, después de la batalla de Azua, volvió las armas de la República contra la Junta Central Gubernativa. Ahora las enfilaba contra Jiinénez. Sitió a Santo Domingo. Se encendió la guerra civil. El Gobierno se atrincheró para defenderse. El General Tomás Troncoso, en 17 de mayo, recibió el encargo de organizar la defensa. El Coronel Puello fué llamado a ocupar un sitio entre los defensores. El cumplió su deber como militar. Contribuyó a mantener la plaza hasta que las negociaciones políticas la entregaron al General insurrecto. Santana esta vez, como en el 1844, capturó el poder por la violencia. Desgarró el convenio de Güibia. Echó del Ejército al destierro a todos los militares que habían defendido la legalidad representada por el Gobierno caído. En la lista de militares exilados figuran el Coronel Eusebio Puello y el Capitán José Puello, su hermano menor. En la lista de los civiles, Martín Puello, el padre humilde de esa triada gloriosa que son los Generales José Joaquín Puello, Gabino y Eusebio Puello. Santana era leal a su historia de perfidias. Siempre que la autoridad constituída le confió el mando del Ejér-

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cito, lo volvió contra ella. Santana, en su interinidad, gobernó con saña. Dió muestras de una flaqueza moral exuberante y de un partidarismo exacerbado. Sus disposiciones vengativas ocasionaron males sin remedio. Su persecución contra el General Jiménez f u é inmisericorde. Después de hacerse pagar sus s e r v i cios con el título de Libertador, con el generalato en jefe de los ejércitos de la República, y con la donación de una casa por el Estado, cedió el paso al Coronel Buenaventura Báez quien gobernó hasta febrero de 1853. Uri decreto del Poder Ejecutivo favoreciendo con la amnistía a algunos desterrados fué dictado en 9 de junio de 1851. Este decreto incluyó al Coronel Eusebio Puello, al Capitán José P u e l l ~y al civil Martín Puello. Regresaron a la patria después de dos años de penoso exilio. El gobierno solicitó los servicios del Coronel Eusebio Pueilo a fines del 1852. F u é nombrado Sub-Gobernador del Seibo e instructor de un Regimiento que en enero de 1853 tuvo debajo de su mando i n t e rinamente. E n 1854 fue designado para la comandancia de a r mas de San Juan de la Maguana y en el 1855 para el comando general de las fronteras del Sur ("1).

(59) Rasgos Biográficos del General Puello citados en la nota 57.

CAPITULOXXVIII LA BATALLA DE SANTOME Las potencias habían logrado una especie de tregua en la guerra que aniquilaba a los dos pueblos desde el 1844; pero el emperador Soulouque no había desistido de su propósito de someter nuevamente a Santo Domingo al dominio haitiano. Con frecuencia circulaban a io largo de la frontera rumores de invasión y se originaban incidentes con la finalidad preconcebida de explotar el ánimo de las poblaciones fronterizas. Desde el 1854 el Gobierno esperaba que se produjera en cualquier momento una nueva invasión. E n el 1855 la situación era la siguiente: del lado allá de la frontera, el Emperador Soulouque preparándose febrilmente para la ofensiva que se proponía' desencadenar sobre la parte del Este; del lado acá, el Gobierno dominicano, en vigilancia permanente, reuniendo elementos para la defensa. El comando de las fronteras del Sur estaba en manos del Coronel Eusebio Puello, militar que inspiraba confianza por su patriotismo, idoneidad, bravura y lealtad. E n noviembre de 1855 el Coronel Puello se enfermó de gravedad. Se hizo necesario sustituirlo interinamente y el Ministro de Guerra escogió al General José María Cabral, "militar de entera confianza". Recibió como instrucciones concretas "mantener el orden en los puestos fronterizos, evitar las marotas y defender el país de cualquier invasión enemiga" Se le dijo además, que procurase estar enterado de "las operaciones del enemigo" manteniendo espías, que mereciesen ser creídos, lo más cerca posible de sus fuertes avanzados. (60) E. Rodríguez Demorizi. Guerra Domínico-Haitiana, p. 318.

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El General Cabral estaba considerado como adversario político del General Santana, Presidente ahora por segunda vez, de la República ; pero no se duda de su entereza patriótica ni de su habilidad para encararse a los acontecimientos que se aproximan. E n 15 de diciembre, el Coronel Puello, contestando una nota en la cual el Presidente Santana encomia su conducta y su capacidad militares, refiriéndose al General Cabral le dice: "digna de poner en su conocimiento es la bella conducta del General Cabral, la cual me empeño en eternizar más y más"; y, luego, con intención: "en estos momentos está en la línea el señor General" ; expresiones que evidencian el designio del Coronel Puello de recomendar a la benevolencia del todopoderoso Presidente a quien, si respetado como militar, era mirado con recelo como político. Esta actitud pone de manifiesto el alma generosa y leal del Coronel Puello Para el mes de noviembre, por las informaciones confidenciales recibidas por conductos diversos, ya el Gobierno tenía la seguridad de que la invasión esperada no tardaría en efectuarse. El Presidente Santana se trasladó a Azua a dirigir las operaciones militares. E n 29 de noviembre fue decretada la movilización general de todos los dominicanos de 16 hasta 60 años, con excepción de los que estuviesen ejerciendo cargos públicos, y el 13 de diciembre el estado de sitio en el territorio nacional. La marea de la invasión empezó a subir el 10. El ejército del centro, mandado por el propio Emperador, desalojó las avanzadas dominicanas de La Meseta y el 18 ocupó a Cacimán a la vista del Coronel Aniceto Martinez, Jefe del Puesto de Comendador, quien se repliega sobre Las Matas de Farfán en donde se hallaban el General Cabral y el Coronel Puello en previsión de los sucesos. Estos a su vez se retiran sobre San Juan que escogieron para resistir con iaa tropas que lograron juntar. La resistencia se hizo con eficacia el 22 en la Sabana de Santomé, a pocos kilómetros de la población de San Juan (62). El análisis critico de esta batalla deja en el ánimo una idea confusa de lo que allí ocurrió. Hay hechos que por la incoheren(61) E. Rodrfguez Demorizi, obra citada, p. 531.

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(88) Jord Gabriel Garcfa. Historia de Santo Domingo, t. 111, ps. 173-

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cia con que son relatados impresionan como inexactos; detalles que tienen colorido de irrealidad. Ni siquiera est&nde acuerdo los narradores del histórico suceso para señalar sin discrepancia al jefe superior de la batalla y se mencionan honrosamente, desfigurando los hechos, altos oficiales que pudieron ser llevados sin injusticia ante los 'consejos de guerra. Una cosa es cierta: cuando Cabral fue nombrado como Jefe interino de las fronteras s e le ordenó "defender e! país contra cualquier invasión". El mismo en su miedosa, más que prudente, aclaración al redactor del OASIS del 24 de marzo del 1856, dice : "que es muy cierto que en la batalla de S ~ n t o m étenía yo el mando en jefe del cuerpo de ejército que en calidad de vanguardia dispuso el Excmo. Gene ral Libertador que fuese el primero que se opusiese al enemigo, invistiéndome a mí del mando de aquellas fronteras". En el relato, lleno de contradicciones e inexactitudes, publicado por un J. R., "testigo ocular", en El Eco de la Opinión, número 427, del 27 de febrero, 1888, se dice que "el General Cabral era el Jefe Za la expedición". Marco Cabral, en su relato de la Batalla de Santomé, incluido en su folleto la ENTREGA DE SALNAVE, escribe que después del combate de Las Matas, "bien fuere porque el General Contreras sufría de ataques epilépticos, o por disposición del Gobierno, ello es que el General José María Cabral asumió el mando en jefe del ejército". El historiador García, a su vez, dice que cuando Santana "tuvo informes de que el enemigo pensaba moverse simulthneamente de Las Matas y Neiba, dispuso organizar dos cuerpos de ejército compuesto de las tres armas: uno que hizo marchar sobre San Juan de la Maguana al mando del General Contreras y otro sobre Neiba dirigido por el General Francisco Sosa". Luego agrega que el cuerpo de ejército al mando del General Contreras, "que era el m&s respetable, se puso en marcha dividido en tres columnas : la de vanguardia, mandada por el General José María Cabral; la del centro, en que iba el General Contreras, por el Coronel Aniceto Martínez; y la de retaguardia, por el General Bernardino Pérez, apoyadas en numerosas fuerzas de caballería". Más adelante expone que "partiendo de San Juan en el orden indicado, se adelantaron los dominicanos en el alcance del enemigo, que a su vez se movió de Las Matas en el orden que traía etc.". y termina expresan-

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do que las recomendaciones que tenía Cabral "recayeron de pleno sobre el General Contreras, Jefe Superior del Ejército". Estas narraciones dejan subsistente la duda acerca de quien fue en realidad el comandante en jefe en la batalla de Santomé; pero la mayor suma de ellas concuerda en que correspondió, por una u otra causa, al General Cabral, lo que parece confirmado por el hecho de que habiendo recaído en el Coronel Contreras el mando del cuerpo de ejército que marchó sobre San Juan, no se le mencione en ninguna de las actividades militares anteriores al 22 de diciembre sino para indicar, como lo hace Marco Cabral, que después de la acción de Las Matas de Farfán perdió el mando superior "bien fuese poyque sufría ataques epilépticos o por disposición del gobierno. Si para "los últimos días del último mes del año 1855, el General José María Cabral se encontraba desempeñando el importantísimo cargo de Jefe Superior de la línea fronteriza, siendo su segundo el Coronel Eusebio Puello y teniendo bajo sus órdenes al Coronel Aniceto Martínez quien mandaba seiscientos hombres repartidos en los puntos avanzados de Bánica y El Cachimán", lo que confirma la carta del Coronel Pue110, del 15 de diciembre, al Presidente Santana, hallo difícil comprender que el General Cabral pudiese marchar desde Azua como jefe de una de las tres columnas en que fue dividido el cuerpo del ejército confiado al mando del General Contreras, la de vanguardia, que el Coronel Aniceto Martínez hiciese lo mismo al frlente de la columna del centro, y que la decisión de enviar ese cuerpo de ejército sobre San Juan fuese tomada por el General Santana "no bien tuvo informes de que el enemigo pensaba moverse simulttineamente de Las Matas y de Neiba". Tampoco parece exacto que nuestro ejército saliese "en el alcance del enemigo", sino que "escogió por campo de batalla el terreno que le pareci6 m&s apropiado para la defensa en aquellas llanuras". El "testigo ocular J. R.", que para el 7 de enero de 1856, 16 días después de la batalla, logró pasaf por enfermo para alejarse de los sitios donde se quemaba la ceba, tiene en la cabeza un boscoso enredo de los hechos. Confunde los lugares, nombres y cifras. Parece improbable, por ejemplo, que el General Pedro Florentino, citado por él, se hallase en Santomé entre los subalternos del General Cabral, pues en el parte oficial de la batalla de Sabana

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Larga dirigido por el Comandante Superior Militar de la provincia de Santiago al Ministro de Guerra, fechado a 27 de enero de 1856, informando como fue dividido el ejército en marcha sobre Sabana Larga, se dice que el flanco derecho iba mandado "por los Generales Florentino y Lucas de Peña" y es sabido que las tropas del Cibao ocuparon la frontera noroeste a la vez que las del Sur lo hacían en la centro-sur. Lo cierto es que el General Florentino no estuvo en Santomé. Este mismo "testigo ocular", quien salió de Azua en la mañana del 20 de diciembre con las tropas comandadas por el Coronel José María Pérez, relata que en la noche del 21 pernoctaron en La Culata y que al paso de tropa llegaron a la población (San Juan), a las 11 a. m. del 22; pero él sabe, sin haberlo presenciado, que a las 3 de la mañana de ese día "las avanzadas anunciaron a Cabral que el enemigo había tomado posición en Punta Caña y Bocamula y que "el plan de batalla estaba ya concebido con el genio militar de Cabral y Contreras". El afirma que el ejército se componía de 1150 hombres de a pie y 100 de caballería; pero más adelante no vacila en afirmar también, contradiciéndose, que al ver el enemigo la muerte de su Jefe, que él llama Saint Fleur, en vez de Antoine Pieme, y que "el grueso de una caballería de 700 hombres que en vez de cumplir orden de ataque, se deslizaba en fuga por el camino de Jinova e hizo creer al enemigo que era para cortarle la retirada, hizo que se pusiera en retrete; pero en orden". Para Marco Cabral el ejército dominicano se componía de tres mil hombres. El haitiano de 12 mil. García enuncia los nombres de los regimientos, batallones y compañías que formaron el ejército; pero no fija cantidad. Marco Cabral, sin dar cifra, al referirse a la caballería dice que "se había extraviado, haciendo notable falta en esos momentos decisivos" ; y García, discretamente, que "las fuerzas de la caballería que se retiraban". Para esclarecer 'el movimiento de la caballería, en fuga según J. R., "extraviada" según Cabral, y en "retirada" según García, es necesario observar la situación del ejército antes del comienzo de la lucha, conforme la explica Marco Cabral: "el ala derecha se cubría con el fundo de Pepe Herrera, colocado sobre una eminencia; el ala izquierda campeaba en el camino que conduce a Chalona ; y su centro se 'extendía del lado acá del arroyo de Loro".

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La sabana de Santomé se extiende en semicírculo del lado occidental del río San Juan, desde la cadena de cerros que la coronan por el Norte, hasta el arroyo de Chalona que la sepwa por el Sur de la sabana de Chalona. Su orilla oriental corre a lo largo de la ancha ceja de monte que c u b e la ribera Oeste del río San Juan; y por su orilla occidental confina en mucha parte con el arroyo de Loro. Para que el ala derecha pudiera ocupar el fundo de Pepe Herrera tuvo que seguir todo el borde oriental de la sabana hacia el Norte ;y el ala izquierda para situarse en el punto de convergencia con el camino de Chalona con Santomé, dirigirse hacia el Suroeste. El centro, situado del lado acá del arroyo de Loro, quedaría en un lugar más o menos equidistante de las alas. Lo probable es que el centro estuviese posesionado, poco m6s o menos, a un cuarto de sabana o a media sabana, sobre el antiguo camino de San Juan a Las Matas, lo que le permitía contar con el apoyo de las alas en el caso de un ataque frontal. El ala derecha por su ubicación podía bloquear el paso de las columnas enemigas que desembocando por La Garita buscasen cruzar el río por el paso de Las Ovejas y caer por el Norte sobre la población de San Juan ; el ala izquierda podía hacer lo mismo a las que pretendiesen avanzar por el Sur; y el centro estaba en posición de atajar cualquier ataque directo a la población que partiese del Oeste y de proteger ambas alas. La defensa, sin duda, fue bien planeada. Ahora bien: de la sabana de Santomé parte un camino que cruza el río San Juan por el paso llamado de Las Ovejas ; mas par a que la caballería en retirada con el fin de vadear el río por ese paso pudiera dar al enemigo la impresión de un movimiento envolvente habria sido necesario que se moviera hacia el Norte desde el ala dlerecha del ejército desplegada sobre el fundo de Pepe Herrera y que ese movimiento se operase en horas de la tarde que fue cuando tuvo su desenlace la batalla; pero según narra Garcfa, "abierto el fuego", que lo fue a las 8 de la maAana de conformidad con lo que refiere Marco Cabral, y "sostenido con viveza por ambos ejércitos durante largo tiempo", el General Bernardino Pérez, Jefe de la retaguardia, abandonó el campo "arrastrando en su derrota algunas compañías de San Cristóbal que junto con las fuerzas de caballería que se retira-

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ban fueron detenidas en Mijo por el Comandante Juan Cjriaco Fafá, que a la cabeza del primer regimiento dominicano marchaba a incorporarse al grueso del ejército". En Mijo resolvieron los fugitivos averiguar el resultado de la batalla y su emisario se encontró por casualidad "con el portador del parte que anunciaba el triunfo obtenido sobre los invasores", agrega Garcfa. Estos relatos ponen de manifiesto que la caballerfa no actuó, o que si lo hizo, se derrotó pronto, pues en Ins primeras hora8 de la tarde estaba ya en Mijo, lejos unos 12 kilhmetros del lugar en donde se desarrollaba la funcibn armada, Es claro que BU fuga, con apariencias de movimiento para cortar la retirada al enemigo, no pudo contribuir a la victoria dominicana. Ni García ni Cabra1 dicen el sitio que ocupaba al seibano General Bernardino Pérez, Jefe de la retaguardia, cuando emprendió, más que la retirada, la huída que pudo comprometer gravemente el resultado de la batalla. Eata actitud precipitado del General Pérez, que tiene un antecedente en el abandono, objeto de Investigación, que hizo da uno de los fuerte8 de Caeimhn en julio del 1845, propalada por soldados, oficiales subalternos y auperiores, llevb la atencibn del General Santana a preguntar al General Contreras por oficio del 10 de febrero de 1856, "como uno de los generales a la cabeza da1 ejtiscito", cual fue el otro jefe que mandó a tocar retirada y rri otras circuncitancias hubo a más que ocurrieran sobre el particular", 1s que hace pensar que para el General Santana hubo doa jefes que ordenaron tocar retirada injustificadamente y que al General Contreras fue uno de ellos o sabia qui&n er8 Si como dice Garcfa, al ejército dominicano eataba compuesto por 10s regimientos de Azua y 29 Ozama; por los batallones de Las Matas, San Juan, San Cristóbal e Higüey ; por las compafiías de San José de Ocoa, Monte Plata, Bayaguana, Boyá y San José de los Llanos ; y por los escuadrones de caballería de Las Matas, San Juan, Azua, Banf, San Cristóbal, Santo Domingo y San José de los Llanos y para diciembre de 1855 estaba en vigor el Decreto del 11 de julio de 1845 que reg!amentaba la composición de las unidades militares (no conozco ninguna disposición que lo derogara), nuestro ejército ha debido constar, en cálculos aproximados, (63) E.

Rodriguez Demorizi, obra citada,

p. 400.

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de 4,489 hombres repartidos así : infantería, 3355 ; caballería, 1,134; pero como a esta cantidad habría que agregar los hombres de la artillería, no mencionada por García, y descontar los ausentes por causas diversas, no parece aventurado estimar nuestro ejército entre los 4 mil y 4,500 hombres, más o menos. También debe suponerse con algún fundamento que el ejército al mando del General Contreras no saliese sobre la frontera cuando el General Santana supo que el Emperador Soulouque se movía sobre San Juan, sino mucho antes, pues cuando la retirada de nuestras tropas de Las Matas ya el General Contreras y el Coronel Aniceto Martínez se hallaban en aquellos lugares fronterizos entre los dirigentes de las operaciones militares que culminaron en Santomé. A las 11 de la mañana, al llegar a Cachón "tropezamos con un gran derrote que huía ante la fuerza enemiga", dice J. R. Esto lo confirma Marco Cabral cuando escribe que "como a eso de las 11 a. m. empezaron a cejar nuestras tropas". "Era la 1 p. m., añade Cabral, cuando el ejército dominicano se replegaba en buen orden guareciéndose en la ceja de monte que separa la sabana de Santomé del río San Juan, teniendo ahí un corto respiro". Sin embargo, se origina cierta confusión cuando, al referirse a la llegada del batallón de Baní a las dos y media de la tarde, dice: "hora en que desembocaban por los diferentes caminos las tropas haitianas en la sabana de Santomé. El General Cabral se encontraba preparado para ese momento. El ejército dominicano, rodilla en tierra, saluda al ejército haitiano con una lluvia de fuego; el pajón de la sabana se enciende de casualidad o de propósito y el viento arrojaba el humo y la candela sobre el ejército haitiano". . . "El abanderado del batallón de Baní, Hipólito Caro, corre, se precipita delante de Cabral y clava su bandera casi entre los mismos enemigos; el batallón se lanza en pos de su bandera, y el ejército entero, como movido por un resorte, sale del bosque, entra en la ceniza candente de la paja quemada y se arroja sobre los haitianos como una legión de demonios". . . Si a las dos y media de la tarde las tropas haitianas desembocaban en la sabana de Santomé por los diferentes caminos, dónde se había efectuado la primera parte de la batalla? No parece lógico suponer que los

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haitianos después de apoderarse de la sabana en la función inconclusa de la mañana se retirasen para verse obligados a retomarla en la tarde. Si el ejército dominicano lo esperaba en la ceja de monte en que se guareció, como se desprende de las palabras "el ejército entero sale del bosque", cómo pudieron contribuir los pajonales encendidos, agitados por el viento, a la derrota del haitiano, si para poder atacar al ejército dominicano, refugiado en la orilla del río San Juan, habría tenido forzosamente que atravesar antes la sabana de Oeste a Este? Es una verdad histórica no discutida que el 22 de diciembre de 1855 tuvo efecto la batalla de Santomé entre dominicanos y haitianos y que el fuego que se produjo en la sabana contribuyó mucho al desastre de los últimos; pero hay que convenir en que los que han escrito acerca de ella lo han hecho con notable ausencia de apreciación crítica al extremo de incurrir en resaltantes contradicciones e inexactitudes. Se ha fantaseado en torno de la batalla de Santomé. No se ha explicado técnica y militarmente. La misma muerte del Duque Tiburón a manos del General Cabral, como la relata Marco Cabral, parece pura imaginación. Cómo es posible creer que el General Cabral derribase de un disparo al duque, que se apease del caballo, que ante el intento del duque de quitarle la espada lo rematara con la culata de su carabina, que volviese a montar el caballo, arrastrando consigo al duque, y que los soldados que rodeaban a éste no intentasen siquiera defenderle? (64).

(64) E. Rodríguez Demorizi, obra citada, p. 289.

CAPITULOXXIX E L CORONEL PUELLO EN SANTOME De Santomé, como de Marengo, podría decirse que hubo dos batallas. El ejército dominicano combatió bravamente desde las ocho de la mañana, en que rompieron los tiros en las avanzadas, hasta el medio día. Para esa hora empezó a retroceder, abrumado por el número de los enemigos, hasta guarecerse, de creer a su narrador Marco Cabral, en el monte que cubre la margen occidental del río San Juan. El General Bernardino Pérez, jefe de la retaguardia, se derrota, presumiblemente sin participar en la refriega. Arrastra en su huída a la compañía de San Cristóbal. También arrastra, sin que se sepa por qué, a la caballería al mando del General Modesto Díaz, un reconocido valiente ( 6 5 ) . Juan Contreras, si árrojado, hace el papel de un oficial secundario, perdida la cabeza. Se hace la confusión. Si existe realmente un mando superior, si hay una autoridad dirigiendo la máquina de guerra en aquellos momentos críticos no se advierte. Es aparente que cada quien que retiene tropa debajo de su dirección obró según le plugo. Para el General Cabral la batalla está perdida. Lo estuvo hasta las dos de la tarde, dice Marco Cabral. No quiere sobrevivir a su derrot a porque sabe que el Presidente Santana, de quien es adversario político, lo fusilará. La advertencia y la amenaza implícitas constan en el oficio en que le dice: "Hay de usted, General, si los haitianos beben el agua del río San Juan". El General Cabral piensa en suicidarse. Llama a su amigo y segundo en el mando, al Coronel Puello, y le dicta sus disposiciones testamen(65) José Gabriel García, obra citada en la nota 62, p. 175.

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tarias para que las trasmita, si no pereciere, a su familia Está desalentado. No vé sino la muerte. La amenaza mortal de Santana gravita en su ánimo a 22 leguas de Azua, cuartel general del Jefe Supremo del Ejército. El Coronel Puello, en cambio, conserva su firmeza moral, toda su lucidez para apreciar la situación. Es el único oficial dirigente que mantiene los sesos en su lugar. Reacciona con fuerza de argumentos contra la intención suicida de su General. Reanima su quebrantado espíritu. Lo esperanza con la posibilidad del triunfo si reanudaren la lucha. Le aconseja con su experiencia disposiciones que pueden ser tomadas en interés de mejorar la situación. Es el careador idóneo de ese valeroso gallo dle pelea que es el General Cabral. Se ordena el regreso del batallón de Baní que ha salido para Neiba a reforzar al General Sosa. Retorna el batallón a marcha forzada. Se reorganizan los restos del Ejército. Se embiste de nuevo al invasor con tenacidad y ánimo entero. Los elementos y la providencia se ponen de nuestro lado y el tempestuoso campo de la derrota se convierte en teatro de una victoria tanto más resonante y gloriosa cuanto menos esperada. La primera batalla de Marengo la perdió Napoleón. La segunda, la ganó Dessaix con su oportuna llegada a# escenario de la contienda. La primera batalla de Santomé la perdió Cabral. La segunda la ganó Puello impulsando a Cabral a pelear de nuevo, enseñándole a no desesperar, devolviéndole la f e perdida, evitando que se matara. Cabral se transformó en héroe exterminando en lance singular al caudillo del ejército haitiano, Antoine Pierre, duque de Tiburón. El Coronel Puello conquistó idéntica categoría apartando de la muerte al General Cabral. No hay que quitar sus laureles a Cabral; pero hay que dar a Puello los que le pertenecen por su valor y serenidad -extraerdinarios. Fué el único, en medio de la confusión general reinante, que tuvo visión cierta del resultado final de la batalla, que no perdió los estribos. Por eso pudo inspirarle confianza a Cabral. El Coronel Puello, en fecha 15 del mismo mes, en oficio al Presidente Santana que le hacía "la gracia de concederle" valor e inteligencia para la guerra, le decía que sólo "la (66) Jos6 Gabriel García, obra citada en la nota 62, ps. 175-176.

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prueba material" podría llenarle de "honor y natural orguilo" e inspirar confianza al Presidente. El dió 'esa prueba en Santomé. Fué ascendido a general de brigada por mkritos de guerra. Fué designado Comandante de la Frontera del Sur. Para los años de 1856 y 1857 permanecía en el cargo. Por oficio d'el 6 de agosto de 1856, el General Abad Alfau, Ministro de Guerra y Marina, le decía que el Gobierno "estaba agradecido cada día más por las pruebas que muestra continuamente en el rnando que le ha conferido" y le exhortaba a no desmayar y a continuar "en la destrucción de esos bárbaros que atentan contra nuest r a independencia" (9.Su figura procera se imponía ya en la escena militar de la República. No era político. No estaba envenenado por las paslones partidaristas. Servía a la patria en la frontera distante, donde se combatía con las armas en la mano por el afianzamiento de la seguridad nacional. El puesto de los Puello fue siempre en la frontera, mirándole los ojos al haitiano en constante acecho de oportunidades para asaltar nuestro patrimonio histórico. Joaquín la defendió en Estrelleta; Gabino, en Comendador. A él le tocaba defenderla ahora. Y para servir a la patria olvidó que una Comisión Mixta organizada por el Presidente Santana, llevó a la muerte a sus dos hermanos, inocentes de la conspiración que se les imputaba.

(67) Archivo General de la Nación, Ministerio de Guerra y Marina. Copiador de Oficios No. 5, folio 108, oficio No. 353 del 6 de agosto, 1866.

CAPITULOXXX SANTANA Y BAEZ Para octubre de 1856 era Presidente de la República, por segunda vez, le1 Coronel Buenaventura Báez. El General Santana, acorralado por las actividades antigubernamentales impunes del cónsul español Segovia y otros acontecimientos politicos y económicos, renunció a la Primera Magistratura y s e fue al Prado a esperar la hora de su rehabilitación. Le sucedi6 el General Manuel de Regla Mota, Vice-Presidente. Para cubrir la vacante de éste fue elegido el General Abad Alfau, Ministro de Guerra y Marina, quien renunció pocos meses después por desacuerdo con las orientaciones del gobierno. B b z , señalado por la opinión pública como el Único capacitado para realizar la conciliación nacional y para instaurar una polftica nueva, divorciada de las arbitrariedades del santaniamo, fue llamado a ocupar la Vice-Presidencia por el sufragio de los coEegios electorales. El Presidente Mota, influido por la gravedad de los sucesos en marcha, depuso la carga presidencial ant e el Congreso. Báez surgió, conducido por las circunstancias imperantes, como el hombre deseado. Los acontecimientos le arrastraron pronto contra Santana y sus prosélitos y se produjo la escisión entre estos dos jerarcas del conservadorismo que desde el alborear de la República habían disfrutado del poder piíblico. Santana era el caudillo militar. Fué el primer Jefe del Ejhrcito del Sur cuando a raíz del golpe del 27 de febrero se hizo necesario improvisar un comandante que saliera corriendo sobre la frontera a atajar la primera invasión haitiana. Santana la contuvo en Azua. El ejército le aupó a la Presidencia.

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Fué. proclamado la espada de la República por sus parciales y desde entonces señoreó los acontecimientos y el poder. Se convirtió en el amo. Un amo cruel; pero endiosado por sus adictos y temido por los haitianos. Nunca entró en componendas con ellos. Esa antihaitiano total. Sin duda no olvidaba que en un pasado no muy remoto, su padre y su familia fueron arrojados de su hogar de Hincha por los negros rebeldes. Por ellos su adolescencia fue mísera e incierta. Ahora, él podía castigarlos en sus descendientes. Era hijo del teniente coronel español Pedro Santana, ayudante del brigadier Juan Sánchez Ramírez en la batalla de Palo Hincado que dió sepulcro a la dominación francesa en Santo Domingo. Más tarde se atravesó en el camino de Santana, como consecuencia de la impreparada desvinculación de España por el Dr. Núñez de Cáceres, la ocupación haitiana de 22 años. Su juventud maduró debajo del rigor de la dictadura occidental. Había acaso pensado en que era necesario sacudir el yugo haitiano. Duarte quiso solicitar su adhesión a la causa separatista; pero no logró verle. Se sumó a los afrancesados que juzgaban soñadores a los trinitarios. Creía que Santo Domingo era débil para mantener sin apoyo exterior la separación de Haiti, idea que sustentaba el grupo a que se incorporó, y cuando iba hacia el Sur en busca del enemigo, como flamante general de la República, a la cabeza de sus dos mil seibanos, ya confabulaba con otros descreídos como él, para que se negociase un protectorado de Francia que implicaba la restricción de la recién proclamada independencia y la merma del territorio nacional. La independencia le ocasionó constante afanar por sostenerla y le impuso sacrificios, pues no se hallaba a gusto sino en ia Presidencia de la República. No creía en una cosa que sólo daba inquietudes y tormentos y que obligaba a los dominicanos a vivir con el arma al brazo. Necesitaba cuidar de su hato en paz. Vivía quejándose de la pérdida de sus bienes en la lucha contra el haitiano aunque la República fue dadivosa para con él en dinero y honores. Quería que esa paz no le costara sinsabores; que otro se impusiera la tarea enojosa de mantenerla; que sus enemigos no le perturbaran su tranquilidad de El Prado con el grito de su encono, con sus propósitos de venganza. Pensó en España, la madre

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patria, después de inútiles esfuerzos por obtener el protectorado de Francia o de los Estados Unidos, e hizo la anexión. España, temerosa de los planes expansionistas de los Estados Unidos, cometió esa torpeza que le costó dos años de guerra sin causa justa. Decir que Santana concibió la incorporación a España con un profundo sentido de preservación de nuestras esencias hispánicas, amenazadas por Haití, es pura fantasía, simple elucubración. Campesino indocto, no tenía capacidad intelectual ni clarividencia de estadista para pensar en estos problemas trascendentales de filosofía política. Por otra parte, Santana buscó el apoyo de Espa,ña cuando desesperó de amarrar a Francia a sus designios y cuando los cónsules francés e inglés le forzaron a desistir de las negociaciones con el General Cazneau, agente especial de los Estados Unidos. Los primeros días de la República están llenos de ofertas y reclamos de Santana a Saint Denys y a La Place pordioseando el protectorado francés. También apoyó a los cibaeños cuando en 1849 se dirigieron al Presidente Báez pidiéndole que gestionase el protectorado de los Estados Unidos, actitud que desagradó grandemente a este mandatario que ya buscaba independizarse del amo. "El apoyo dado por el General Santana a las instancias del Cibao a favor del proyecto del protectorado americano, dice el autor de La Viña de Naboth, le supo al Presidente francófilo a hiel y cicuta y no titubeó en advertir al Comisionado americano que las actividades del General Santana en ese sentido le eran sumamente desagradables". Su deseo de predominio le convirtió en déspota y en enemigo de todo aquel que se oponía a su desbordado autoritarismo. Cuando se votó la primera conetitución de la República, imbuída en los principios liberales de la época, su soberbia encolerizada pronta a disparar lou fusiles de su tropa, arrancó por el miedo a los constituyentes el nefasto artículo 210 que sirvió de peana a su absolutismo sin trabas. Sin pizca de moderación ni de templanza, echó al destierro a los fundadores de la nacionalidad y por su decreto del 8 de enero del 1845 selló en arca de silencio las libertades politicas y suspendió guadaña mortal sobre las cabezas de todos los dominicanos. La organización legal de las funciones y servicios piiblicos reflejó el pensamiento despótico de su inspirador. Acosado por las discordias y los odios que sus excesos ha-

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bIan engendrado desde el instante mismo en que asumió la presidencia de la Junta Central Gubernativa y por la miseria del pueblo que sus pugnas con Báez volvfan irremediable, no sabiendo qué hacer ya con un mando que no quería soltar a su competidor y que le ocasionaba solamente desasosiego y amargura, lo entregó a Espaiia, acto vergonzoso que anuló su título de libertador y sumió a la patria en las desventuras que origin6 la guerra de la Restauración. Buenav'entura Báez se había educado en París y amaba a Francia, Era un intelectual. Tenía condiciones de estadista. Era rico y tenia influencia en su pueblo, Azua. Cuando la revolución de la Reforma, fué elegido diputado a la asamblea constituyente que se reunió en Puerto Príncipe el 15 de septiembre del aiio 1848. Para esos días ya los dominicanos, acaud5llados por Duarte, preparaban el pronunciamiento separatista. Báez, como Santana, no creía en la independencia absoluta. El buscó entenderse con representantes de Francia en Puerto Príncipe y nació el Plan Levasseur de una independencia dominicana protegida por Francia. Las maquinaciones en torno de este plan precipitaron los acontecimientos que culminaron en el 27 de febrero de 1844. La condiicta de Báez, corregidor de Azua, cuando se proclamó la independencia, careció de diafanid-ad patriótica y fue perseguido por los exaltados del primer momento, Saint Denys le protegió e hizo que se le devolviera la libertad. Cuando se deslindaron los campos y los representantes de las ideas liberales, Duarte y sus adictos, fueron desterrados, Bdez quedó en el grupo de los vencedores, capitaneado por el General Santana. Tenia riqueza, prestigio y cultura, condiciones que no abundaban en el personal político de la época, y sobresalió en su grupo. Tenía escepticismo y cinismo suficientes para decir sin embozo que no creía en la República sin protección extranjera y no vaciló en gestionarla cada vez que tuvo oportunidades para hacerlo. El completaba a Santana. Fué constituyente cuando se votó la primera constitución de la Repdblica, Fue legislador repetidas veces. Fué la figura principal en la Comisión que fué a Europa en el 1846 a gestionar cerca de los gobiernos de España, Francia e Inglaterra el reconocimiento de nuestra independencia. En el 1849 fué elegido

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Presidente de la República por primera vez. Hizo la guerra ofensiva, con significativos resultados, contra Haití. Su administración fue calificada de brillante. Le sucedió Santana, por segunda vez Presidente. Se acentuaron las rivalidades entre ambos. En octubre de 1856, a través de la renuncia del Presidente Mota, él sucedía a Santana, quien había dimitido en mayo del mismo año. La segunda administración de Báez fué ominosa para el General Santana, blanco de las más atroces imputaciones. Hostigado por el encono de sus adversarios y acusado por el Congreso por los actos de su administración recién pasada, tuvo que acogerse al destierro que se le concedió, por benevolencia, a solicitud de los cónsules extranjeros. El rompimiento entre Báez y Santana dividió al pueblo dominicano entre santanistas y baecistas. Buenaventura Báez fue cinco veces Presidente. Exaltado y orgulloso en su mocedad, llevó a las Cámaras Legislativas, de las cuales fué varias veces Presidente, la elocuencia exacerbada de sus pasiones. Ganó estatura polftica y supo aprovecharla. Fué el m&s encarnizado adalid parlamentario contra el Presidente Jiménez durante los graves sucesos acaecidos en el año 1849. Su hostilidad agresiva contra el inepto mandatario, sacó a Santana del Prado para convertirlo en vencedor de Las Carreras y en dueño del título de Libertador y de General en Jefe de los Ejércitos de la República. Santana le pagó el servicio consintiendo en su primera elección a la presidencia. Como Presidente obró con la frialdad de un escéptico. Sus últimas presidencias fuerop para el uso de sus parciales. Se sirvió de la República para su engrandecimiento personal. La puso en almoneda cuantas veces pudo. En noviembre del 1869 la negoció con los americanos en una venta que se malogró. Se solidarizó con la Anexión aceptando el mariscalato de campo español. Lo renunció cuando la vi6 fracasada. No supo de la tragedia que fué para la patria la guerra de la Restauración; pero al otro día del abandono del territorio patrio por el último soldado español, el fanatismo de sus partidarios le encumbró de nuevo a la Presidencia de la Rep6blica. Fue el primer presidente de la República restaurada sin haber levantado un dedo para auxiliarla en su infortunio. Tiene en su débito, entre otras luchas internas, la guerra civil de los seis aAos,

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la más sangrienta que azotó el país en aquella época luctuosa. Las prisiones, los destierros y los gatíbulos colgaron crespones funerarios en el ámbito nacional. Buenaventura Báez es acaso el prestigio más grande que ya hubo en la República en el pasado. Sus partidarios cometían las mayores barbaridades para sostenerlo en el poder. Presente, lo exaltaban hasta el delirio. Ausente, lo añoraban; intrigaban, revolucionaban para devolvérselo. El folklore patrio está lleno de cantares y décimas eii honor del Viejo Báez. Muchos años después de su muerte, en las horas de alcoholizado alborozo de sus antiguos partidarios, no era raro oír víctores al caudillo que siempre abandonó el Palacio del Ejecutivo para el destierro y retornó del ostracismo para el Palacio. Jamás tomó el sable en la mano para dirigir un combate por el triunfo de su patria o de su causa política; pero sus parciales se daban el lujo trágico de morir para que él regresara del exilio a sentarse en la silla presidencial.

CAPITULOXXXI SANTANA Y BAEZ SE JUZGAN RECIPROCAMENTE Ahora que algunos historiógrafos, alegando servir a la critica histórica, pretenden reconstruir nuestro pasado y pasar esponja de reiirindicación sobre muchas cabezas que cubrieron de ignominia sus actos pecaminosos, resulta edificante conocer la opinión que se merecían mutuamente Santana y Báez, primeramente aliados y luego antagonistas acérrimos, y la que merecieron a sus contemporáneos. Nadie mejor informado acerca de las acciones de ciertos hombres y de los móviles que se lap inspiran, que aquellos que vivieron en su intimidad o participaron como coautores o testigos de las mismas. No dudo que mirando los hechos a distancia se puedan interpretar y explicar determinadas actitudes si se toman en cuenta las condiciones prevalecientes en el medio en que actuaron sus realizadores; pero me parece aventiirado querer dar la propia versión de dichos hechos, sin ningún documento que la respalde, por simples inducciones o deducciones o interpretando acomodaticiamente los documentos. Para comprender la dificultad que confronta el deseo de reconstruir los sucesos pasados, negándole veracidad a sus narradores, basta ver lo que pasa con frecuencia cada día. Un suceso cualquiera ocurrido en la ciudad o fuera de ella, es contado de maneras distintas pocos momentos después por quienes lo presenciaron o lo oyeron referir, porque todo depende de las facultades receptivas o retentivas y a6n de la finalidad perseguida por el que hace la referencia. Los contemporáneos de Santana y Báez no llegaron a ponerse de acuerdo acerca de la causa que destruyó la armonia existente entre ambos jerarcas de la política nacional. El Annuaise des Deux Mondes, citado por Emilio Rodríguez Demorizi, expresó "que no se explica qué motivos han podido inspirar-

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le al General Santana el odio que le tiene hoy a su predecesor a no ser que la popularidad adquirida por Báez en sus cuatro aKos de gobierno le sea imputada como un crimen" (e8). Para Sumner Welles la rivalidad entre Santana y Báez fue agudizada tan pronto como este último intentó "suplantarle en la política hispanófila" que norteaba sus relaciones exteriores como amo del país. Para García, el antagonismo tuvo, entre otros motivos, "la imposición y la violencia" con que Santana quería mantener su "ascendiente" sobre Báez, objeto de su desconfianza, principalmente cuando éste "ejercía actos de autoridad relacionados con los asuntos de la guerra' que Santana "consideraba de su lexclusiva competencia en su calidad de general en jefe del ejército". En síntesis, a Santana molestaba el nacimiento de la estrella de Báez, la cual comenzaba a ascender con brillo espléndido. La ruptura del amo con su protegida puso al descubierto lo que cada uno pensaba respecto del otro. La opinión de Santana acerca de Báez cristalizó, entre explosiones verbales de enconado resentimiento, en su manifiesto del 3 de julio de 1863 que precedió al decreto de la misma fecha expulsando a Buenaventura B&ez "para siempre de1 territorio nacional" en un "perentorio término de doce días". Santana no se queda wrto en su diatriba contra B&ez. Le imputa falta de patriotismo en el 1844. Báez no participó del movimiento separatista, sino que siendo corregidor de Azua denunció al Presidente haitiano Riviere el golpe del 27 de febrlero y le animó a que apresurara su marcha sobre Santo Domingo. "La tropa quiso sacrificarlo tratkndole de traidor". "Gran número de patriotas le veían como el más acérrimo enemigo de la causa dominicana". Era un ambicioso que le ocasionó muchos sinsabores al tomar equivocadamente su defensa. Le imputa haber estado en comunicación subrepticia con el General Pradere y otros haitianos de quienes recibió, siendo Presidente, provisiones y vestuarios que mandó luego a pagar con el mayor misterio mediante tercera persona. Estuvo en combinaciones con dicho General Pradere para proporcionarle 2.000 dominicanos con el fin de que pudie r a atacar a'Cabo Haitiano. Di6 orden al General Comandante en Jefe de lae Pronteras del Noroeste para que dejara penetrar

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(68) E. Rodrlguez Demorid Papelea del General Santana, p. 223.

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en ,el pais al general haitiano Bobó acompafiado de algunos oficiales. Le propuso derrocar la Constitución después de hacerle movilizar las tropas del Seibo con el engafio de que se trataba de una invasión haitiana. Quiso hacerse presidente vitalicio con el apoyo del clero. Inventó que se hacía una conspiración en su nombre y premeditó asesinar a los representantes de la nación a quienes consideraba participantes en ella. Ese "ingrato y mal ciudadano gobernó el país con un despotismo sin freno, usando el cual ha hollado a menudo la Constitución y las leyes" exclama indignado el que hasta la víspera fue aliado de BBez. No puede ser peor la opinión de Santana acerca de su excolaborador, tan cercano y estimado que le aupó a la presidencia de la repiiblica ("O). Báez, tan pronto como logró conquistar la presidencia por segunda vez, no tardó en pagar a Santana con la misma moneda. Le encarcel6, le humilló y le de~terró.Por primera vez Santana sintió en su espalda el l&tigo que con tanta frecuencia había aplicado a otros. En el documento que desde Sant Thomas dirigió a sus conciudadanos en lQ de agosto de 1853, BBez pinta un Santana ambicioso de poder, "instrumento de un estrecho círculo" que entregó "los destinos comunes y los suyos propios" a "verdaderos traficantes de patriotismo". Arrancó el articulo 210 consignado en la Constituci6n de San Cristóbal a constituyentes amedrentados por su*iracundia pronta a irrumpir en brutalidades, para crear una situación regida por su voluntad despótica. Le califica de codicioso. De no cuidar de su gloria por saciar su ambición de dadivas a expensas del fisco. Se ganó su enemistad porque se n'egó a 'firmar la ley con que los amigos de su estrecho círculo concretizaban "la idea de darle de las arcas nacionales la suma de dieciséis mil pesos fuertes", b y que al terminar su período cometió "la debilidad" de firmar, "fijos ya los ojos en mi patria, no en mis personares intereses". Báez tomó en cuenta para su negativa que "ya los servicios del General Santana habían sido oportunamente recompensados con dádivas generosas y concedibndole por brevisimos dfas de servicio, por la asistencia a dos combates, los mayores títulos que alcanzaron apenas, entre la multitud de hé-

...

(69) E. Rodriguez Demorizi. Documentos para la Hietoii. de la Rep6bliea Dominicana, vol. 1, ps. 272-282.

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roes que se consagraron por m l s de medio siglo a la causa americana, dos o tres de sus mAs ilustres capitanes; mientras que respecto a los demás patriotas que componen nuestro ejército y rr quiene empobrecieron la revolución y largas y constantes campafifis, no se había manifestado la gratitud nacional". Santana, deseoso de recibir la regalía no vaciló en suscribir una nota en la cual declaraba que "por colocar a sus amigos derribó la adminietración de Jiménez que, iligratos y desleales para con él, estorbamos hoy que le dieran el dinero, y que por eso se arrepentía de sus propios hechos". Báez niega o trata de justificar todas las imputaciones que le hace Santana, y le acusa de haber desencadenado contra él, contra personas que sirvieron en su gobierno y contra el clero, una ola de fantásticas persecuciones por puro espiritu de venganza y con el designio de sustituir con su voluntad personal el imperio de las instituciones. Lleno de egoísmo ante el buen éxito de su administración inventa conspiraciones y otros hechos para despre~tigiarley se pregunta: "Santana, vendido por 16 mil pesos a un grupo de gente sin fe rii propósitos patrióticos que abusan de su ignorancia y azuzan su rabia, a qué puede parmecerseen el mundo?". . . Y, finalmente, le pega al rostro este latigazo: "Basta. Este tirano ciego en su furor ha provocado esta contienda y este escándalo. Quiera el cielo que no pese sobre la consternada patria la ignominia que pueda producir" (70). Estos dos hombres, que tan pésima opinión de sí tenían recíprocamente, se repartieron el poder durante el período de la primera república. Santana murió el 14 de junio de 1864. La perniciosa influencia de Báez en los destinos del país se prolongó, combatido por sus adversarios en sangrienta luchas civiles, hasta el año 1884 en que falleció en el destierro. La ignominia pesó sobre la patria, porque ambos se disputaron hacerla pesar, hasta caer finalmente en la incorporación a España. Que la patria, en resumen de cuentas, es lo que son los hombres que detentan abusivamente el poder, cuando el pueblo carece de ilustración y libertad para escoger con discernimiento sus gobernantes. (70) E.

322.

Rodríguez Demorizi, obra citada, en la nota anterior

ps. 291-

CAPITULOXXXII LO QUE OPINABAN LOS OTROS ACERCA DE SANTANA Comparando lo que Santana pensaba acerca de Báez con la opinión que a éste merecía su émulo, se llega a la conclusión de que la república estuvo por largo tiempo en manos de dos déspotas a quienes importaba muy poco el bienestar de sus compatriotas siempre que pudieran mantener su hegemonía desde la silla presidencial. Es interesante ahora saber cómo fueron ellos juzgados por algunos de sus contemporáneos. Para el General Gándara y Navarro, el Presidente Santana fue "el tirano de su pueblo con el nombre glorioso de General Libertador". "Cuando creyó realizada la grande esperanza de su vida entera, su aspiración querida, la unión de su patria, después de 40 años de anarquía, de desgracias y miserias, a la antigua Metrópoli, que él soñaba como un medio eficaz y estable de garantizar permanentemente su autoridad, era terrible para un hombre de aquellas condiciones presenciar la serie de sucesos que demostraba, con una evidencia aterradora, que su grande obra fue ilusoria, que la realidad la tornaba en quimera, y que la anexión de Santo Domingo no iba a producir otro resultado manifiesto que una enérgica protesta de toda la República contra él y contra España, protesta de la que sólo se apartaba su partido personal, cada día reducido a menor número de afiliados" ("). EI francés Paul Dhormays, tras describir los rasgos físicos de Santana, que "le hacían una de las más desagradables figuras qiie sea posible encontrar", dice que "tenia en la expresión una mezcla de orgullo, de bajeza y de (71) E. Rodríguez Demorizi. Papeles del

General Santana, p. 31.

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ferocidad que se encuentran en los actos de este antiguo hatero, conductor de bestias, boyero, venido a m r el primer personaje de su país, quien tiembla de ser derrocado del poder y quien ha sacrificado sin piedad a todos aquellos que le hacían sombra" (72). González Tablas escribe que "la impresión que producía la facha de Santana era desagradable y cuando se trataba y creía conocerle, se le tenía por un hombre verdaderamente funesto". No le niega el valor "que tantos le han reconocido"; pero sí "la serenidad y sangre fría tan convenientes en un general" (78). E1 primer ministro de la monarquía española, Don Antonio Cánovas del Castillo, al hacer en la Cámara de Diputados el panegírico de Santana cuando ocurrió su muerte, le comparó, con asombro de los presentes, con el Primer Almirante Don Cristóbal Colón. Para él Santana fue "un modelo de los más valientes españoles, de los mtis insignes patricios y una de las mayores glorias" que tuvo España en el siglo XIX (T4). Par a el 1853, con motivo de una amnistía decretada al asumir Santana por segunda vez la presidencia de la república, el febrerista Sánchez le consideraba "digno del amor y la confianza que le dispensan los pueblos", como el "elegido de la providencia por tantas veces para salvar la patria" (76) ; pero en la "manifestación" que dirigió a los dominicanos desde Saint Thomas, en 20 de enero de 1861, coino Jefe del Movimiento Nacional de la parte del Sur, cuando ya era notoria la amenaza de la anexión a España, le llama "el déspota Pedro Santana, el enemigo de vuestras libertades, el plagiario de todos los tiranos, el esctindalo de la civilización, que quiere eternizar su nombre y sellar para siempre vuestro baldón con un crimen nuevo en la historia. Este crimen es la muerte de la Patria" (9.Por su parte el General Jos6 Ma. Cabral, co-director con el General Sánchez del "movimiento" baecista mencionado, en su proclaRodríguez Demorizi, obra citada, p. 34. (78) E. Rodrfguez Demorizi, obra citada, ps. 36 y 87. (74) E. Rodriguez Demorizi, obra citada, p. 36. (76) E. Rodrfguez Demorizi, obra citada, ps. 70 y 71. (76) Clío, No. 67-68, ed. enero-abril 1948, Manifestación que el General Siinchez dirigió a sus conciudadanos, en 20 de enero de 1861, p. 216. (72) E.

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ma del 24 de diciembre de 1860 juzga a Santana como "el tirano que ha atormentado la patria desde su cuna" y termina pidiendo que se escarmiente "para siempre a los traidores" (9. Para el dominicano A. Angulo Guridi, Santana, "cansado de luchar contra las tendencias de Báez al poder, quien no cesaba de conspirar desde las vecinas islas de Santomas y Curazao, así como descubrió en traición con los haitianos al General Domingo Ramírez, jefe militar de la frontera Suroeste, llevó a cabo la funesta anexión a España en 18 de marzo de 1861, manchando con esa traición inesperada su crédito de buen patriota a tal extremo que las nuevas generaciones execrarán su memoria como la de un hombre funesto" Para el General Luperón, "Santana tenía imponderable valor, pero no era republicano ni patriota" porque "un patriota jamás sacrifica la patria por los intereses de una camarilla" y considera que "hizo sin duda la anexión por inclinación, creyendo haber resuelto para siempre las luchas civiles, las invasiones de Haití y el bienestar de él y su camarilla" (79). El periódico E l Eco del Pueblo, en diciembre de 1856, calificó a Santana de "ese hombre feroz, avezado al crimen desde el 1844", para luego imputarle ser "el corruptor de la justicia, el enemigo irreconciliable del clero, el que llevó su arbitrariedad hasta impedir que se defendiesen los reos y luego les negó el derecho de interponer el recurso de gracia (S0) Cinco años más tarde la Reina Isabel compensó a Santana con una copa de ternura, c u a n d ~para manifestar su cariño a los dominicanos, desde su palacio de Madrid, le escribe que "nadie mejor que t 6 puedes hacerles conocer mi voluntad, tú que tanto te has afanado por su bien y has conseguido siempre para su La Demoaracia, Madrid, del 22 de bandera la victoria" julio de 1864, comentando la muerte de Santana, y aludiendo

...

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(77) Cllo, No. 57-58, ed. enero-abrii 1943, Proclama del General J. M. Cabrai, 24 de diciembre 1860, p. 214.

(78) E. Rodriguez Demorizi. Papelea del General Santana, ps. 74-75. (79) E. Rodríguez Demorizi, obra citada en nota anterior, ps. 82-83. (80) El Eco del Pueblo, S. D., 7, dic. 1866, citado por E. Rodriguez Demorizi en Papeles del General Santana, p. 126. (81) E. Rodríguez Demorizi, obra citada, p. 152.

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a un periódico ministerial, se expresa de este modo: "Vivir par a ver. Cuando nosotros sosteníamos que el General Santalla era un auxiliar que equivalía a un enemigo y que en la "reincorporación" de Santo Domingo no había en realidad más que la de un hombre impopular y odioso se nos desoyó. Ahora que el general ha muerto se nos da la razón" ('-). E n el mismo aiio, Marco Antonio Saluzo en El Fede~nlistcc,Caracas, atribuye a Santana "la celebridad siniestra del crimen" y arroja sobre su tumba, como una pedrada opiobiosa, este apóstrofe sangriento: "vendiste tu patria por un miserable vestido de arlequín que será siempre la librea de la infamia". "Insensato. i i No tienes derecho a la tierra que cubre tus despojos porque la tierra te fue comprada! ("9.. José Domingo Cortés en su Diccionario Geográfico Americano, condenando la anexión de Santo Domingo a España, escribe que "Pi:dro Santana en recompensa de su infame +traición fue nombrado capitán general de la colonia y agraciado con un título de Castilla" ("). Saint Denys, que desde el primer momento demostró gran simpatía y admiración por su cómplice, le ensalza con muy halagadores adjetivos. Par a él, Santana es "el verdadero seiior feudal del Seibo". "Todo el mundo habla de su carácter noble, del coraje y de las proezas caballerescas de este bravo español, víctima de las persecuciones impolíticas del General Riviere" ('-) ; pero el fundador de la Trinitaria y de la República le fulmina con esta sola palabra: "Yscariote" (";) ; y Angel Perdomo, el primer jefe que tuvo la artillería dominicana al nacer la República, recordanclo al Presidente Cesáreo Guillermo que Santana había vendido ti su patria, consideró tumba apropiada para su restos "una covacha o una letrina" ("1 E s de notar que la mayoría de las opi).

(82) E. Rodríguez Demorizi, obra citada,

p. 203.

(83) E. Rodríguez Demorizi, obra citada, ps. 204 y 97. (84) Lic. C. Armando Rodríguez. Geografía física, política e histórica

de la isla de Santo Uomingo o Haití, cuarta parte, p. 494.

(85) E. Rodríguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, vol. 1, p. 59. (86-87) Clío, No. 62-64, ed. enero-junio 1944, carta del Padre de la Patria al Gobierno de Santiago, p. 97.

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niones le es adversa y que iiinguiia de ellas le juzga inspirado en noble propósito al efectuar la enesión a España, sino en el de proporcionarse ventajas personale8 y partidaristas y en el de conjurar una situación económica que la pugna entre él y Báez había hecho catastrófica. En 12 de marzo de 1861, su sobrino el Coroiiel Manuel Santana, Gobernador del Seibo, le dice que "he recibido sus ilistrucciones con el mayor gozo y entusiasmo, pues de esta manera nos vereinos librados de esta condición de pobreza y cnlaniidades" (") ; y Delelii Madrigal, "agudo político dominicano", "el secretario que más le guetaba" a Saiitana, refiriéndose a las complicaciones po!íticas provocadas por la anexión, escribe que "la mayoría de los domiiiicanos niega su coiiformidad a la anexión a Espalla operada el 18 de marzo de 1861. Ln República Dominicana tenía una vida propia y gozaba de su autonomia como las demás rcpúbli,-as hispanoamericanas y estaba reconocida por las dsmás naciones de Europa con las que trataba de igual a igual. De 18 supresión de esta nacionnlidad hn surgido el disgusto. La forma en que se llevó a efecto la reversión, se califica de defectuosa porque ~ i osc hizo una consulta universal por medio del sufragio; pero habiéndose consumado el hecho, 18s c o s a ~se hau enserindo de tal modo que hoy se ventila la eueatión par medio de las armas" ('!'). E s fácil notar que la apostasía del General Saiitana no tuvo ni siquiera el respaldo unánime de sus partidarios, muchos de los cuales le siguieron a desgana o le abnildoilaroii tan pronto como se deslindaron los campos entre anesionistas e independentistas. Nadie consideró que había cometido un error político. Sil accibn fue estimada como una iilfidencia que deslustraba su noinbre y no solamente por sus adversarios políticos. La opinión imparcial tampoco le fue favorable,

(88) Suiiinei. Welles, La Viña de Naboth, t. 1, p. 219. (89) Clío No. 108, ed. jiilio-dicienlbre, 1956, Misceiinea Hist6rica. publicación y notas del Lic. L. G. ps. 138 Y 140.

CAPITULOXXXIII LO QUE OPINABAN LOS OTROS ACERCA DE BAEZ Buenaventura Báez no tuvo la nombradía que dieron al General Santana los acontecimientos extraordinarios en que fue actor principal; pero como iniciador de las conversaciones que cristalizaron en el plan Levasseur, no obstante su actitud negativa cuando se proclamó la república, conquistó sitio entre los que acapararon la situación desde el alba misma de la independencia. Los sucesos del 1849 agrandaron su estatura política y le abrieron el camino a la presidencia de la república con el beneplácito del General Santana. Sus disputas posteriores con el que se creía ser amo del país, calificaron desde el primer mo-. mento para el enjuiciamiento de sus méritos y deméritos a este hombre sin principios que pasó por la arena pública como un emperador envuelto en la púrpura de su escepticismo. Báez, a pesar de sus sentimientos francófilos, no gozó da la simpatía del Cónsul Saint Denys cuyo héroe fue Santana. E n 10 de marzo del 1844 decía a su Ministro, refiriéndose a la posición asumida por Báez en los sucesos que se desarrollaron a partir del 27 de febrero, "que la conducta que este joven ha observado en estas circunstancias no puede sino hacer honor a la pureza y a la nobleza de sus sentimientos; mas pudo también tener los más odiosos resultados para nuestros intereses, para 81 mismo y para su país" (90). El busca atenuación a la conducta de Báez en la situación especial que confrontaba ; pero en cart a del 13 de abril hecha afuera lo que se había tragado por "ge(90 y 91) E. Rodríguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Francia e n Santo Domingo, vol. 1, ps. 52 y 58.

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nerosidad" hacia un hombre "devoto, yo quiero creerlo, de los intereses franceses, mas que se ciega al punto de creer que una revoluci4n no puede hacerse sin él ni triunfar sin él". Toda la "obstinación", todo "el mal querer" del "orgulloso Báez" contra la Junta Gubernativa era porque ella estaba haciendo, "en virtud de un mandato regular y legítimo, lo que había hecho él en Puerto Príncipe sin misión especial y sin otra garantía que su palabra". Saint Denys consideraba "cumplir con un deber de conciencia hacia su país" al informar a su Ministro pues la bandera de Francia no debia servir jamás de "manto y base a la intriga y a la ambición personal" (O1). Báez era para Saint Denys, son sus palabras, un intrigante y un ambicioso. Sumner Welles, en su obra citada ya, dice que Báez "estaba mejor preparado que la mayoría de sus compatriotas prominentes para el desempeño" de la presidencia de la República; pero no vacila en afirmar que todas esas cualidades ventajosas "quedaban anuladas por una inconmensurable concupiscencia del hombre, cont r a la cual nada pesaban en la balanza de su mente los intereses de la nación" (O"). Welles contempla el sombrío paisaje de la política nacional con ojo escrutante y agrega, con no poca acritud, que "durante 35 años de la historia de su país él fué, por las mezquinas ambiciones que supo engendrar y alentar en otros, la influencia más poderosa y más perniciosa en la vida de la República Dominicana" (03), a pesar de que "carecía del magnetismo atrayente que caracteriza a las personas simpáticos" y de que no fue "un héroe militar". Un amigo del senador Charles Sumner, mirando a Báez, tuvo la impresión "de que era el hombre más malo que conocía", impresión, añade Welles, posiblemente "causada por un prejuicio anterior; pero lo cierto es que Báez nunca pudo electrizar las masas con su presencia, don de que han gozado otros, tal vez peores que él". Concupiscente, pernicioso, malisimo, es la condecoración qule el autor de La Viña de Naboth fija al pecho del "Gran Ciudadano", opinión tan desfavorable como la que le merece al Senador Sumner cuando dice del Presidente franc6filo "que toda su vida fue u11 aventurero conspirador y embaucador, sin fe, sin convicciones, sin patriotismo y sin carácter, pescador en aguas turbias, dis(92 y 93)

Sumner Welles, La Viña de Naboth, t. 1, ps. 100 y 101.

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puesto a estar de cualquier parte donde imaginaba residia su interés personal" ("). En una biografía del General Santana, de autor desconocido, publicada en el 1861, en los periódicos Las Antillas y La España, se pinta a Báez como derrochador "de todas las reservas que tenía el gobierno depositadas en el banco de Santomas" y se le enrostra aprovecharse "del terror para hacer que el Congreso hechura suya, y que estaba en una ciudad sitiada, le consignara 50 mil pesos por los daños que habia sufrido", mientras Santana, que "entró en la revolución rico", todo lo habia perdido en obsequio de su país" ( 0 5 ) . CU~Ido el General Luperón, héroe de la guerra de la Restauración, hablaba de Báez, le señalaba siempre peyorativamente como "el mariscal español". "Después de la tithnica lucha por la restauración viene al poder" e hizo cuanto pudo para exterminar la república "fusilando y asesinando a los libertadores". Sus pala-. bras contra Báez sudan encono. Su adjetivación es un machete afilado. De sus labios saltan, como bombas de hidrógeno, los calificativos pulverizantes. Su odio a Báez se desata como un torrente de lava derretido. "Los patriotas puros" tenían quci mirarle "como un traidor y cobarde que mientras su patria luchaba con desesperado heroísmo, agotando sus últimos recursos, por conquistar su independencia, se pavoneaba en Madrid con la inicua faja de mariscal de campo español brindando pltlnes dle como se debía agarrotar la gloriosa revolución daminicana y ahogar en sangre su país" ( O 6 ) . E1 jefe del partido Azul, después de este desahogo, no se agarra la lengua y dice que se vió a Báez "mendigar un alto gradú militar en el 'ejército español con el fin preconcebido de hostilizar con ello a sus hermanos"; que se le vió "vestirse la librea del opro7~io justamente dos meses después que la Nación dominicana se encontraba en armas reivindicando sus imprescritibles derechos" y conservarla hasta que decretado el desalojo por el gobierno español "comprendió que para nada le servía ya su apostasía. Y como si esto fuera Sumner Welles, La Vifia de Naboth, t. 1, p. 74. (95) E. Rodríguez Demorizi, Papeles del General Santana, p. 42. (96) Gregorio Luperón. Notas autobiográficas y Apuntes Históricos, (94)

vol. 1, p. $70, 2a ed.

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poco, le lanza esta nueva andanada mortífera : ['Desde que Báez empuíió el poder, todos sus esfuerzos se encaminaron a hacer una fortuna a trueque de cualquiera aventura y a fusilar y asesinar a todos sus enemigos políticos sin pararse en los medios por lo cual tenia una funesta hidropesía de oro y de sangre". Para el jefe de los "azules", el caudillo de los "rojos" era sencillamente cobarde, asesino, traidor, concuspiscente, aventurero, un espejo de mal hombre y de peor presidente de la república. Luperón nunca tuvo palabra de benevolencia para Bhez porque nunca le perdonó qu'e después del mariscalato español, sin haber movido un dedo para rehacer la independencia perdida, ee valiera del fanatismo de sus partidarios para escalar la presidencia de la república y se dedicara a perseguir y eliminar a los hombres que habían hecho posible la restauración de la soberanla nacional. "Los Últimos períodos de Báez en el poder -dice Luperón- forman horribles charcos de sangre en la historia nacional". Para el patriota puertorriqueño R. Emeterio Betances nuestra república durante doce años estuvo "atormentada por la ambición" de Báez "hasta su muerte". "Este ambicioso a quien no se arrancaba del poder sino por la fuerza, dice, no caia jam&s sino para lanzar el país a las guerras civiles que lo despoblaban y lo desmoralizaban". Santana y B&ez forman una magnifica parejg. ambo^ sirvieron a la repablica a su modo, sin creer en que ella podía andar sola. Ambos, como gobernante~,sacaron provecho personal de ella. Ambos desearon entregarla al extranjero. Ambos disfrutaron del placer maligno de la venganza destruyendo a sus adversarios políticos. Ambos se 'ensuciaron las manos con la sangre de próceres y héroes dignos de la gratitud de sus compatriotas. Ambos deslus. traron sus nombres con el baldón de sus actos. Ninguno tuvo fe en la patria. Fueron dos ídolos de barro de un personalismc birbaro,

CAPITULOXXXIV E L GENERAL PUELLO ES NOMBRADO J E F E DE OPERACIONES EN SAMANA En el 1844, a poco de proclamada la independencia, los hombres representativos del Cibao aspiraron a que se constituyera un régimen liberal y democrático, de unión nacional, encabezado por Duarte, Padre de la Patria, como presidente de la República. Esa aspiración se vino al suelo con los acontecimientos del 18 de julio de ese año. Un decreto del topoderoso Santana dispuso el destierro a perpetuidad de Duarte y algunos de sus compañeros de la jornada trinitaria. Desde ese momento la omnipotencia de Santana acaparó e; !escenario público. Unos años más tarde apuntó la estrella de Báez. El partido dominante se rompió en dos. Toda la pugna partidarista por la posesión del mando tuvo como escena el Sur del pafs. Santo Domingo era el campo explosivo de esa lutha. La República, desde el 1844 hasta el 1861, fue gobernada por los hombres del Sur. El Cibao, región agricola, se abstuvo de participar en e7a lucha funesta. Se entregó al desarrollo de su riqueza. Zona productora, lo era igualmente comercial. Por los puertos de la costa Norte salían para el mercado internacional su cacao y su tabaco, renglones principales de su producción. Exportaba e importaba. Fomentó la economía nacional con su trabajo er, la medida que lo permitieron las anhmalas circunstancias i m p e rantes. Cuando alguna invasión enemiga por el norte ponía en riesgo la seguridad del territorio, abandonaba el instrumento de labranza por el fusil, cumplía su deber de sangre y retornaba a sus labores con el desaparecimiento del peligro. Era una

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conducta merecedora de ser robustecida por la acción oficial. E r a de conveiiieiicia geiieral que aquella región, la más poblada y la más a propósito para el ensanchamiento de los cultivos, prosperara; pero los gobiernos se sucediaii, d e ~ i t r ode una crisis económico-financiera crónica, sin preocuparse por adnlinist r a r bien. Absorbían su atención los eilreclos partidarics. Se sucedían unos a otros, arrastrados por el malestar económico creciente, sin acertar con la solución del vital problema. Todos sofiaban con mejorar las cosas a base de la protección de una potencia extranjera. E n el año 1857 la situación cambia1 mejoró. E n vísperas de la cosecha del tabaco, el peso fuerte, que circulaba a razón de 68% papel monecla por ~iiio,descendió :4 50. El comercio cibaeño se apresuró a importar oro y plata aprovechando la baja del peso fuerte por la escasez del papel moneda eii circulación. E n realidad había escasez de papel; pero el numerario circulai~te. aumentado con la moneda methlica importada, cubría satisfactoriamente las necesidades del comercio. La oportunidad era excelente para valorizar nuestro papel, sustituir!^ por una moneda mejor y para estabilizar el cambio. La situación eventualmente presentada favorecía la economía cibaeiia S-, por tanto, la del país; pero el Presidente Báez iio se interesó en promoverla y consolidarla. Tenia la opinión de qiii el comcrcio cibariio le era contrario, ~ e g ú i iitiformaii los comentaristas de la época. y quiso castignrlo, en beneficio de sus amigos, arrebatáiidole sus lucros. Echó a circular cii eniisionc.s sucesivas dieciocho milloiies de pesos eii papel n ~ o ~ l e d aEsta . disposicióii gubernntiva produjo k desvuloriznciói~iiicoiiteiiible de esta iiionedci y el desbarajuste canibinl nuiilentó el deseqiiilibrio general de la economía interna. Los honibrts del Cibao, lit~rtoscle soportar los excesos y las arbitraried:ides de Báez y de Saiitaiia, se reunieron en In Fortalezri San Luis, de Santiago, el 7 de julio de 1857, y deuconocici~oii el gobieriiu del Presidente Báez. Todas las poblaciones del país, con escepcióii de Santo Doniingo y SamanH, se tidhirieroii riípidanieiite al i-riovimiento revolucionario de Sriiitiiigo; pero Bhez decidió resistir con tenacidad eii estos dos lugares. La resistencia se prolongó hasta junio del año si-

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guiente. Los padecimientos de la Nación 110 importaban. Lo esencial era mantenerse en el poder a todo trance. Los sucesos del 7 de julio sorprendieron al General Pue110 siendo comandante militar de las fronteras del Sur. Los pueblos debajo de su autoridad se adhirieron a la revolución por iniciativa del Coronel Domingo Ramírez. El, capturado por sorpresa en Las Matas, fue reducido a prisión por los revolucionarios, y remitido a Santiago a disposición del Gobierno Provisional que s s habia constituído designando como presidente provisional al General José Desiderio Valverde, uno de los héroes de Sabana Larga. La coinandancia militar del Sur habia sido encomendada a su pericia en el zrte de la guerra. E n la frontera srrvían los militares. No tenía compromisos partidarios. No estaba afiliado z balido alguno. Su espada estuvo siempre al ssvicin de la legalidad. La prolongación de la presidencia de Báer era una temeridad. No representaba al país que le había negado su apoyo. Rzpresentaba a sus partidarios, atrincherado:, en Santo Dcmingo y Samaná, quienes no querían someterse temerosos de ser victimados por la represalia del sar,tanismo. El General Puello, fué puesto en libertad, debajo de la vigilancia de la alta policía, el 'C de agosto. Solicitado por el Gobierno Provisional, entró e servirle. Fug nombrado en 26 de octubre Jefe de la Expedición sobre Samaná. Entró en campaña con los pocos elementos que se pusieron a su disposición. E l 9 de noviembre sale de Matanzas, burla en la noche del 11 el corsario La Vict~ria,fondeado frente a Yaquesoi, y el 13 cae sorpresivamente sobre la guardia avanzada del gobierno en el poblado de La Tersena y la derrota, continúa la marcha, sin detenerse, sobre Samaná, destroza el 13 la guarnición destacada en El Limón y se presenta triunfante a la vista del formidable bastión baecista. Comprende que con los recursos de que dispone no puede asaltarlo y le sitia ocupando el Egido de Samaná en donde se sostuvo con invencibie tenacidad hasta que pudieron emprenderse las operaciones definitivas. E n este lug a r derrotó el 27 de diciembre, en dos ocasiones sucesivas, las tropas del Coronel Parmanthier qua abandonaron sus reductos para atacarle, y desplegó tal "denuedo y valentía" que mereció "las gracias especialmente" del Gobierno Provisional y

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que el General Mella, Jefe Superior de la Expedición desde el 3 de diciembre, encomiando el valor de los jefes y oficiales, señalase "en particular al General Puello", quien por tener menor grado había venido a ser "el Segundo Cabo de la Expedición". La segunda acción fue tan encarnizada que hasta los oficiales superiores pelearon al arma blanca. Se ha escrito que el Gobierno Provisional, con la esperanza de obtener la capitulación del Presidente Báez mediante arreglos convencionales, daba largas a las operaciones militares sobre Samaná. Esto no es exacto. El Gobierno Provisional estuvo siempre interesado en una rápida captura de Samaná pues consideraba que el vencimiento de las fuerzas gobernativas que la ocupaban aceleraría la rendición de Santo Domingo, sitiada desde el mes de julio; pero la empresa no fue fácil a causa de las deserciones de las tropas que se enviaban a reforzar la Expedición, las cuales eran armadas, racionadas y despachadas y en el trayecto huían, en gran parte, a esconderse. Hubo ocasiones en que el General Pue110 tuvo que sostenerse en El Egido con sólo 250 hombres, a pesar de sus insistentes solicitudes de refuerzos que le permitiesen emprender con buen éxito operaciones definitivas. En oficio del 24 de-diciembre, refiriéndose a la gente de Moca y de San Francisco de Macorís, escribía el Gobierno Provisional de Santiago al General Mella "que no hay que contar con hombres tan desmoralizados y cobardes" y en 7 de enero del 1858, en contestación a otro del mismo General, del 31 de diciembre, se le decía que todo cuanto era posible se había hecho para que pudiera tener las tropas necesarias, que se le suponían unos 700 hombres, que si éstos continuaban desertándose no podría levantarse otro ejército "y será forzoso retirar la Expedición con mengua del Gobierno, de los Generales y de toda la República". Finalmente, después de penosa lucha, se pudieron reunir fuerzas y recursos medianamente apropiados y el 8 de mayo los Generales Mella y Puello asaltaron la poderosa fortaleza de Samaná y la capturaron. Su heroico defensor, el Coronel Parmanthier, escapó por mar a Santo Domingo. La toma de Samaná convenció a Báez de la inutilidad de su resistencia en Santo Domingo y se resolvió a capitular. Dos meses después los integrantes del Gobierno Provisional comían el pan del destie-

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rro y el General Santana era de nuevo el amo de la República. Purgaban el error político que cometieron al aceptar los servicios del exilado General Santana y al encomendarle el mando de las tropas sitiadoras de Santo Domingo. Santana tenía la vesania del poder. Cuantas veces la autoridad constituida le confió el mando del Ejercito lo volvió contra ella. No concebía más autoridad que su voluntad sin brida. Se volvió contra Valverde en el 1858 como en el 1844 lo hizo contra la Junta Central Gubernativa y en el 1849 contra Manuel Jiménez. El General Puello quedó por algún tiempo con el mando militar en la entonces codiciada península de Samanh.

CAPITULOXXXV E L GENERAL PUELLO DELEGADO DEL GOBIERNO E N LAS FRONTERAS Para el 1860 el General Puello estaba de nuevo en San Juan de la Maguana con el mando militar fronterizo. Santana era ahora, por tercera vez, Presidente de la República. E l encono reinante entre situacionistas y caídos era más hondo cada día. Santana no había restablecido la paz moral entre los dominicanos porque como jefe de bando estaba incapacitado para intentarlo siquiera. No tenía la confiaqza de sus adversarios. E n el año 1859 hubo estallidos revolucionarios, o conspiraciones descubiertas, en Santo Domingo, Azua y Santiago. Los fusilamientos y los destierros se hicieron sentir sin tardanza. Par a Santana toda coildenación rutinaria era el patíbulo. Su clemencia, el dzstierro. Los servicios de la patria no valían nada. Valía ser su partidario. Fusilaba un prócer con la misma tranquilidad e indiferencia que a un ratero. Se dió el caso de condenar a muerte a un niño para ser fusilado cuando fuese mayor de edad. Y este niño era hijo de aquel bravo defensor de la independencia de la república que fué el General Duvergé, fusilado por él, junto con el febrerista General Tomás Concha, novio de Rosa Duarte, la incomparable hermana del Padre de la Patria, porque se ganó su enemistad al negarle su apoyo par a derrocar al Presidente Jiménez. No conocía la piedad ni la tolerancia. Tenía el primitivismo de la bestia. Su sola presencia en la primera magistratura del Estado e r a perturbadora porque inspiraba terror. El, como Báez, fueron presidentes de sus amigos, no de los dominicanos. Por eso gobernó siempre

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embarazado por la intranquilidad pública. Ahora había una causa, que no era de origen puramente partidario, para la inquietud reinante. Circulaban rumores extraños ante el ir y venir de emisarios misteriosos procedentes del exterior. La sompecha trataba de penetrar en la atmósfera de silencio en que envolvía el gobierno sus acciones. Se temía adivinar que algo grave se avecinaba. En medio de la tensión política existente, el General Domingo Ramirez, quien ejercia autoridad en algunos lugares fronterizos, alzó bandera de insurrección en desacato a órdenes del gobierno que le llamaba a Santo Domingo para que rindiera cuenta del comercio ilícito que consentía con perjuicio de dominicanos y haitianos y con riesgo de agrietar la tregua de cinco años concertada con el gobierno de Haití mediante diligencias de las potencias mediadoras. Se apoderó de Las Matas, El Cercado y Neiba en connivencia con los Generales Fernando Tavera y Luciano Morilla. Fue desalojado de Las Matas y El Cercado por el General Puello y de Neiba por el General Lorenzo de Sena. Se hizo fuerte en Vallejuelo ; pero atacado vigorosamente por el General Puello y otros Generales, se escapó a Haití. El General Ramlr'ez se puso al servicio de las maquinaciones subrepticias del gobierno haitiano que pretendia haitianizar aquellos lugares. La actitividad del General Puello, reforzada oportunamente por la marcha pronta del Presidente Santana sobre San Juan a dirigir las operaciones, desbarató los planes del traidor. La República, realmente, estaba en peligro de desaparecer; pero la amenaza no venía del adversario tradicional como dijeron en su hora los anexionistas y alegan algunos todavia. Tampoco de los contrarios del gobierno cuyos dirigentes, en naufragio de impotencia, en vano anatematizaban desde playas extranjeras a los conjurados contra la independencia nacional. La amenaza era el Presidente Santana. El había decidido, con el apoyo ilimitado del elemento oficial y militar, incorporar la República a España. En el segundo semestre del 1860 Santana convocó a los hombres y oficiales importantes del pais, para sumar sus voluntades al plan de incorporación en marcha. El General Puello fué de los llamados.,El 18 de mamo de 1861 ae proclamó oficialmente la anexión de la República a España. Se

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perpetró por el Presidente el golpe de estado que preparaba clandestinamente contra la libre existencia del Estado dominicano. Las actas de adhesión prometiendo "fidelidad y o b e diencia" a España y a su Reina "en el nombre de Dios y de la patria", de las poblaciones de San Juan, Las Matas de Farfán, El Cercado y Sabana Mula están firmadas por el General de División Eusebio Puello, "Delegado del Gobierno". E s la primera fisura en el diamante de sus convicciones patrióticas. Ser&también la única. Por qué este gran patriota y militar dió su apoyo a la incorporación de la república a España?

CAPITULOXXXVI SANTANA Y LA ANEXION

La Anexión no fue un acto improvisado. Fue premeditado, deliberado y negociado durante largo tiempo con la cancillería española a través del General Serrano, Capitán General de España en la isla de Cuba, y de Felipe Alfau, Ministro Plenipotenciario dominicano. No obedeció tampoco a la necesidad de preservarnos, como se ha dicho por algunos, contra una nueva dominación haitiana, por debilitamiento de nuestra capacidad de resistencia, ni mucho menos un acto consciente encaminado a preservar nuestras esencias hispánicas y católicas en trance de extinci6n si el negro occidental lograba someternos. Afirmar esto es desnaturalizar, en la defensa imposible de un acto felón, el hecho histórico. La conducta de Santana no necesita de interpretaciones ni de que se inventen argumentos para justificarla porque sus palabras y sus accciones la explican. E n su proclama del 18 de marzo de 1861 él condena la desvinculación de España, efectuada por el Dr. Núñez de Cáceres, cuando dice que "sóio la ambición y el resentimiento de un hombre nos separó de la madre patria". El revive en la memoria de los dominicanos que "no hace muchos años que os recordó ni voz siempre leal y consecuente. . . nuestras glorias nacionales, heredadas de la grande y noble estirpe a que debemos nuestro origen", para esclarecerles qu'e desde entonces "estaba marcada para simpre su conducta". El pinta las ventajas y garantías que proporcionaba la incorporaci6n a España. Hace desfilar, envuelto en negros colores, el espectáculo que ofrecian otras naciones americanas que se independizaron de España, sumidas

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en la guerra civil y la anarqufa; pero sencillamente para ganar adeptos a su causa. El ofrece la cesación de las fatigas de la guerra porque cree halagar con ello a quienes durante 17 años han vivido con el arma en la mano; pero no se atreve a justificar su acción diciendo que carecíamos de voluntad y de medics para continuar la resistencia. El Ministro de Guerra y Marira, General Miguel Lavastida, en su memoria del año 1860 informaba "que el ejército estaba en pie de guerra" y "que los arsenales estaban provistos de armas y pertrechos para poder hacer frente a cualquier peligro que se presentara". El puebla haitiano vivía para esa época, como el nuestro, sacudido por las luchas personalistas y con una economía deteriorada por esas mismas luchas y por las invasiones a nuestro territorio. Su única ventaja verdadera sobre nosotros era la cantidad de tropas que podía echarnos encima y la experiencia demostraba que la superioridad numérica de sus ofensivas fue siempre inferior a nuestra capacidad defensiva, a nuestros valor y firmeza para rechazarlas. A propósito de la invasión de 1855 escribe Dorsainvil "que la situación financiera, deplorable, condenaba la empresa" y "que podía excusarla solamente la apelación del Presidente Jiménez en favor de la reunión bajo un mismo jefe de las dos naciones hermanas" ("1. El imperio de Soulouque se vino abajo en enero de 1859 sacudido por una revolución que proclama la república y encumbra a su presidencia al General Fabré Geffrard. Este, presionado por la anómala situación interna y por la insistencia en pro de la paz de las Potencias Mediadoras, convino en una tregua de cinco años que se cumplía, aunque con las dificultades características de estos casos, y si bien es cierto que los traidores Valentín Alcántara y Domingo Ramírez, descalificados por sus propios hechos, desarrollaban en La Frontera algunas actividades haitianizantes, éstas no tenían importancia para hacer pensar en la inminencia o en la posibilidad de una invasión que las condiciones reinantes en Haiti descartaban, ni para influir en la consumación de hecho tan excepcional como fue la decapitación de nuestra soberanía e independencia en obsequio de una tercera potencia. (97) Dr. J. C.

Dorsainvil, Manual

de Historia de Haití, p. 173.

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Que los dominicanos, salvos los que siguieron a Santana, no creían en los alegatos producidos para justificar el acto inicuo, lo prueba la frialdad con que se recibió y la reacción inmediata contra él. Santana hizo la anexión porque no tenía la conciencia de la nacionalidad. El nunca pensó en una patria independiente. Toda su actuación política es mediatizante. E n 1860 él decía al brigadier Peláez y Campomanes que "no era más que español y que no quería ser más que español" (9.Santana declaró al Padre Gutiérrez cuando la Separación, dice Luperón, "que no comprendía nada de eso que llamaban República; que él creía que el país al separarse de Haití debía incorporarse a España ; que lo demás era locura" (") . Que Santana no creía en la subsistencia de la República sin la ayuda externa, lo demuest r a que se sumara desde elprimer momento al plan de los afrancesados. El negoció la anexión a España tan pronto como consideró fracasados el plan francófilo y las negociaciones con los Estados Unidos mediante la presión de ios cónsules europeos con gran participación en nuestra política interna. El General Santana al hacer la Anexión fue consecuente con sus inclinaciones; pero obedeció también a circunstancias políticas constriñentes que no eran las de garantizar el país contra nuevas invasiones. La República estaba enfiebrecida por la discordia. Las pasiones lo separaron de Báez. El arrojó a Báez al destierro. Báez se vengó desterrándole a su vez. Santana sin Presidencia, sin un amigo en la Presidencia, no podía vivir en la tranquilidad de El Prado tan de su gusto. Viejo y enfermo, la perspectiva de nuevas luchas con Báez, que pudieran arrojarle del país, le infundía miedo. Era un apegado a su tierra de la cual era un árbol vigoroso, a su hato que él acrecentó con su esfuerzo de hombre que desde adolescente tuvo que encararse a la vida para amasar su propio pan. La descomposición general imperante en uiia república en la cual no creía, sus inclinaciones personales y la necesidad de protegerse y de proteger a sus amigos y partidarios, le llevaron a la Anexión. "La España nos protege, su pabellón nos cubre, sus armas imRodríguez Demorizi, Papeles del General Santana, p. 26. E. Rodríguez Demorizi, Papeles del General Santana, p. 79.

(98) E. (99)

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pondr&n a los extraños; reconoce nuestras libertades y juntos las defenderemos formando un sólo pueblo, una sola familia como siempre lo fuimos. ." ( l o O ) ,exclama para justificar su infidelidad a la República que fue vigilia constante de su defensa contra el haitiano. "La decadencia progresiva de sus propias fuerzas, dice el autor de La Viña de Naboth, aumentaba sus anhelos de obtener por medio de un protectorado el sosiego y la confortante seguridad de conservar el predominio en la cosa pública' ' (lol). Algunos crfticos misericordiosos, con miedo a la luz de la verdad, se inclinan a considerar como un error político la anexión a España por el General Santana. Hay error cuando se forma un concepto equivocado o un juicio falso inducido por las circunstancias o por la carencia de elementos de apreciación. El logro de un protectorado para la República o de su anexión a otra potencia, a costa de su soberanía, fue un propósito perseguido por el General Santana desde antes de ser proclamada la independencia y él gestionó realizarlo en las tres veces que ocupó la presidencia de la República, por lo que no puede aceptarse como un error que él consumara un hecho que constituyó su aspiración politica constante. Para la crítica ortodoxa él fue un traidor a su patria no obstante sus proezais como libertador. La traición no es, como el error, una equivocación de concepto o de juicio, sino el delito que se comete cuando se quebranta la fidelidad que se debe guardar o tener. El General Santana, como Presidente de la República, había jurado "por Dios y los Santos Evangelios, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes del pueblo dominicano, respetar sus derechos y mantener la independencia de la Nación" ('O2) y al entregar el "inalienable" territorio de la República a España, que "ningún poder ni autoridad podr& enajenar el todo o parte en favor de ninguna otra potencia" (los), ni guardó ni hizo guardar la Constitucl6n y las leyes del pueblo dominicano, ni respetó sus

.

(100) E. Rodríguez Demorizi, Documentoe para plibliaa Dominicana, vol. 1, ps. 505 y 506.

la

historia de la Re-

(101) Sumner Welles. La Viña de Naboth, t. 1, p. 186. (102 y 108)

tlculos 3 y 34.

Constitución de

la Repliblica

Dominicana, año 1864, ar-

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derechos, ni mantuvo la independencia de la Nación, por lo que se hizo reo del delito que cometió al poner de lado la lealtad que debía a su patria. Una cosa son sus méritos como defensor del país frente a las invasiones haitianas y otra su pecado como laborante y ejecutor del acto anexionista. Amnistiar10 de éste, con menosprecio de los postulados clásicos de la ética y del derecho positivo, equivaldría a reconocer como bueno lo que la conciencia universal reprueba como malo. Santana hizo la anexión a España ; pero lo mismo pudo hacerla Buenaventura Báez. Los dos sustentaban la creencia de que la República no podía estabiliztlrse sin la protección o la ayuda de una potencia extranjera. El primer plan concretizando la idea proteccionista, el Plan Levaseur, fue obra de Báez. El tuvo siempre a orgullo la paternidad de este Plan. Un manifiesto contra Haití, con fundamento en ese Plan, fue redactado en Azua el 19 de enero de 1844. Contad con la mistencia "y la alta protección de la magnánima y belicosa Francia", termina diciendo dicho manifiesto ( l o 4 ) . Otro documento, escrito también en Azua, en 23 de diciembre de 1843, describe el pabellón que adoptaría la República planeada. El llevaría "en el ángulo superior cerca de la hampa, un yack con los colores del pabellón francés, en señal de alianza y de la protección que la nación francesa acuerda a la independencia de la dicha República" (10". La redacción de estos documentos fue atribuída al iniciador del Plan Levasseur. En el año 1850 su nombre, dice el Cónsul francés Víctor Place, continuaba siendo "bandera" de la unión con Francia. Báez se solidarizó con la incorporación a España aceptando el mariscalato español. Ya antes se había aprovechado de la matrícula de Segovia para satisfacer sua aspiraciones de retorno al poder. Si los baecistas, después de más de un intento de negociar coi1 Francia, Inglaterra y los Estados Unidos enronquecieron vociferando contra la Anexión, fue sencillamente porque Santana se les adelantó. La integridad de su patriotismo era pura declamación. Unos años más tarde, en 1869, Báez negoció la anexión a los Estados Unidos. Un partido anexionista, quebrado en dos bandería, señoreaba el ámbito (104 y 105) E. Rodríguez Demorizi. Correspondencia del CBnsul de Francia en Saiito Domingo, vol. 11, ps. 70-71.

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nacional. Los dirigentes situacionistas planearon y ejecutaron la incorporación a España sin inquietarse por los resultados de ese hecho insólito. El General W. L. Cazneau, Agente Especial de los Estados Unidos, en carta del 11 de enero de 1861 a l Secretario de Estado Black comentaba que "cuatro quintas partes de los dominicanos sin distinción de clase o de color están aturdidos ante la perspectiva de volver bajo el yugo español ('O6). De los estratos del pueblo surgirían dos años más tarde los restauradores de la república, porque el pueblo sabe darse siempre sus propios guías cuando los rectores consagrados ponen en evidencia su inutilidad.

(106) Sumner Welles. La Viña de Naboth. t. 1. D. 202.

CAPITULOXXXVII DUARTE Y SANTANA No creo que pueda sostenerse con buen éxito la tesis de que Duarte y Santana forman el binomio de nuestra independencia, como no creo tampoco en !a llamada "trilogía gloriosa nacional", creada por el oficialismo del pasado, en interés de sentar junto a Duarte a dos de sus seguidores. La función de engendrar es que da la paternidad. La idea de independencia fue un engendro de la mente privilegiada de Duarte. De su cabeza saltó La Trinitaria armada para la conquista de la libertad, como Palas Athenea de la frente de Zeus. Por qué darle tres padres a la Patria? E l binomio es una expresión algebraica que implica suma o resta de dos términos. E s de la naturaleza de estas operaciones la homogeneidad de las cantidades que entran en ellas. Duarte, inventor de la independencia, y Santana, espada de la misma, según lo consideran sus panegiristas, son los elementos más heteróclitos en el drama político de nuestra historia. Duarte representa el principio de la independencia pura y simple y muer e abrazado a ese principio que consagra en el artículo 6 da su proyecto de Constitución, diciendo que "la Ley Suprema del Pueblo dominicano es y será siempre su existencia política como Nación libre e independiente de toda dominación, protectorado, intervenciófi e influencia extranjera, cual la concibieron los fundadores de nuestra asociación política a l decir (el 16 de julio de 1838) Dios, Patria y Libertad, República Dominicana, y fue proclamada el 27 de febrero de 1844' y que reafirma en el 17 cuando expresa que "debiendo ser la Nación do-

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minicana siempre libre e independiente, no es ni podrá ser jamás parte integrante de ninguna otra nación, ni patrimonio de familia ni de persona alguna propia y mucho menos extranjera". A principios de 1865, cuando todavía los españoles no habían abandonado el territorio nacional, se imputaba a Buenaventura Báez haber dicho en Curazao que en el Cibao se trataba de una nueva anexión, ahora a los Estados Unidos. Se hablaba igualmente por ese entonces en la prensa extranjera de existir en Santo Domingo un partido haitiano y un partido afrancesado. El Padre de la Patria, en comunicación oficial del 7 d t marzo de dicho año dirigida al Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno Provisorio de Santiago, escribe, con la autoridad propia de su doble investidura de autor de la independencia nacional y de representante diplomático del Gobierno, que "en Santo Domingo no hay más que un pueblo que desea ser y se ha proclamado independiente de toda potencia extranjera y una fracción miserable que siempre se ha pronunciado contra esta ley, contra este querer del pueblo dominicano, logrando siempre por medio de sus intrigas y sórdidos manejos adueñarse de la situación y hacer aparecer al pueblo dominicano, de un modo distinto a como es en realidad, fracción, o mejor dicho, facción, agrega el Fundador de La Trinitaria, que ha sido, es y será todo menos dominicana". Que no lo era, lo demostraron sus errores y veleidades con todos los que detentaron el poder desde España hasta Boyer, en la antigua colonia española. Contra esos rumores o intentos de anexión fulmina el Padre de la Patria este rayo que es una admonición y un repudio : "no ee de esperarse que yo deje de protestar (y conmigo todo buen dominicano), cual protesto y protestaré siempre, no digo tan a610 contra la anexión de mi patria a los Estados Unidos, sino a cualquiera otra potencia de la tierra; y al mismo tiempo c8ntra cualquier tratado que tienda a menoscabar en lo más mínimo nuestra Independencia Nacional y a cercenar nuestro territorio o cualquiera de los derechos del pueblo dominicano"; y para edificación irrevocable de todas las generaciones de dominicanos, refiriéndose a la posibilidad de que la pugna de intereses de las Cuatro Potencias que se repartían el dominio del mundo tuviese como escenario nuestra isla, escribió con sangre

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y fuego de su corazón esta sentencia: "entonces podr& haber necios que por imprevisión o cobardía, ambición o perversidad, correrán a ocultar su ignominia a la sombra de esta o aquella extraña bandera; y como llegado el caso no habr& un solo dominicano que pueda decir yo soy neutral, sino que tendrá cada uno que pronunciarse contra o por la Patria, es bien que yo diga desde ahora (mas que sea repitiéndome), que por desesperada que sea la causa de mi patria siempre ser& la causa del honor y que siempre estaré dispuesto a honrar su enseña con mi sangre", sentencia que resume las enseíianzas del maestro, el evangelio del apóstol y el testamento del patriota. El General Santarra fue el reverso de esta medalla heroica. No fue hombre de principios. No fue político de doctrina. No fue patriota con visión de futuro. Fue hombre de impulsos primarios. Actuaba, como buen campesino, de conformidad con su interés y sus conveniencias. Mandaba en el gobierno como en su hato. Dis~usode los dominicanos como de una punta de su rebaño. Le bastó como amo, para desnacionalizarlos, ponerse de acuerdo con sus mayorales. Estos siervos con presillas y galones, se denominaban ministros, senadores, diputados, gobernadores, generales, coroneles, capitanes, magistrados, etc. Cuando se pronunció en El Seibo, ya estaba entendido en Santo Domingo con los que manejaban la intriga antinacional del protectorado francés. Cuando se presentó en Santo Domingo, lo primero que hizo fue visitar a Saint Denys para rendirlle parias. Cuando se le improvisó general y salió para las fronteras a la cabeza de sus parciales, ya iba contando con el concurso francés que se le había prometido. Antes de oler el humo de la pólvora, desde Baní, lo reclamaba. Combatió en Azua sin fe en sí mismo ni en la patria y después de ganar la acción, la perdió técnicamente abandonaiido el campo de batalla al enemigo pretextando una estrategia que no podría aprobarle la critica militar. Ningún pueblo más adecuado para la defensa de Ciudad Trujillo que Azua, lugar de convergencia de todos los caminos de la invasión procedentes del Oeste, con un puerto de aprovisionamiento a 5 kilómetros y la serranía del Número a

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su espalda donde hacer pie firme en caso de una retirada. Ninguno más apropiado que Sabana Buey para huir hacia la misma ciudad. Santana, sin confianza en la victoria optó el último. Su retirada a Sabana Buey propició a Charles Herald que ocupara a Azua y que luego la incendiase. En vez de pasársele por un consejo de guerra por esta retirada sin justificación, fue aclamado como héroe. Cuando se quiso despojarle del mando, no fue posible porque el núcleo principal del Ejército del Sur lo formaban 911s adictos personales que le acompañaban desde El Seibo. El apoyaba a sus amigos de la Junta Gubernativa con sus hordas de seibanos. El Gobierno de la ReMblica propiamente no tenía ejército al cual darle órdenes. Santana tenía mesnada con que imponerse al gobierno de la República. Y se impuso rebelándose, encarcelando y desterrando a los que encarnaban la majestad de los principios, desconocida para su docencia de conductor rural. Durante los años de su primera administración suplicó y esperó en vano la ayuda francesa. Cuando volvió al escenario militar activo en el 1849, todavía confiaba en obtener el auxilio de Francia. Saint Denys le hizo general en 1844. Víctor Place le hará Libertador en 1849. "El gobierno no se ha decidido a tomar medidas enérgicas, escribe en 12 de abril de este año el Cónsul Place al Ministro de Negocios Extranjeros de su país; abandona casi todo al azar; intimado por el Congreso a actuar, .ha respondido que le abandona comp!etamente la dirección de la salud pública. Una comisión compuesta d'el Presidente del Congreso y de dos de sus miembros más influyentes, se ha presentado a mi casa para pedirme que consienta dejarles enarbolar el pabellón francés" (lo?). El Cónsul Place desalentó a la Comisión diciéndole que "le era imposible aceptar" personalmente porque no estaba autorizado por su gobierno para ello ; pero como tampoco lo estaba para rehusar, les "suplicó esperar". Había que ganar tiempo antes que todo se perdiese si los haitianos mantenían sus ventajas. Place aconsejó que "era urgente poner al General Santana a la cabeza de las tropas para que tratase de retener los haitianos durante este espacio de tiempo y no mirar esta entrevista como oficial (107) E. Rodríguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, vol. 11, p. 131.

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porque si el resultado negativo venía a ser público, acabaría de coilsternar a la población" ( l o ' ) . Santana fue llamado. E l 17 del mismo mes el Cónsul Place escribía de nuevo a su Ministro: "De su lado el General Santana, hombre todo francés de corazón, más que quiere ante todo la salud de su país, me declaró el día que tomó el comando de las tropas, que iba a las fronteras para esperm la decisión de Francia, mas que si los acontectimientos de la guerra eran más fuertes que él y yo rehusaba la ventaja de dejarle izar nuestro pabellón, se lanzaría en los brazos de Inglaterra" ( i " ! ' ) . Finalmente los dominicanos han enviado un buque a Puerto Rico para implorar la protección de su antigua Metrópoli, a falta de todo otro socorro". E l 19, el Ministro de Relaciones Exteriores de la República, Dr. José Caminero, comunicaba al Cónsul Place que el Congreso en sesión de ese día, a la cual asistieron el Presidente y sus Ministros, había "resuelto por pronta y primera medida reclamar y poner la República Dominicana bajo la protección de la Repijblica Francesa, de cuyas simpatías tiene pruebas, dejando para otro momento la convención de las condiciones del proteetorado" (11" ; y Buenaventura Báez, Presidente del Congreso, que "el Congreso Nacional ha decidido en la sesión de este día invocar el prstectorado francés en favor de la República Dominicana, cuya acta le será remitida al señor Cónsul inmediatamente esté concluída la redacción" ( l H ) . El Cónsul Place, con fecha 29, comunicaba a su Ministro este importante acontecimiento. P a r a explicar verbalmente la situación envió a Francia a su Canciller Chedeville. E n 3 de mayo ampliaba su informe anterior. E n él consta que Santana "iba a ensayar detener los haitianos, según le dijo, hasta que la Francia venga e n nuestra ayuda". Santana, vencidos los haitianos en Las Ca(108) E. Rodríguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, vol. 11, p. 132.

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(109) E. Rodríguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, vol. 11, p. 133. (110) E. Rodríguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, vol. 11, ps. 139-140. (111) E. Rodríguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Francia eifisant~Domingo, vol. 11, p. 140,

rreras, insurreccionó el Ejército contra el Presidente Jiménez. "En la maAana del 29 de mayo- escribe el 19 de junio el Cónsul Place-, el General Jim&nez, viendo que no obtenía del apoyo del Cónsul inglCs toda la ventaja que habla esperado, me propuso cumplir el negocio del protectorado enarbolando el pabellón francés y le respondí con un rehuso perentorio. De su lado el General Santana, cuaildo llegué a su cuartel general, me mostró tres banderas francesas y me dijo: "es con estas banderas que yo atacaría la ciudad a que entraría después de la ettpitulación". Me ha coetado una verdadera lucha impedirle que lo hiciera problndale que aunque ese fuera mi deseo, me convenía atender a las Brdetle~de mi Gobierno; y entonces me dijo con acento penoso: "yo acnbo de salvar mi patria, mas ella sucumbirá a la anarquia si la Francia no se decide a gobernarla'' ( I l 2 ) . Santana ni, creía en la República independiente. Es inútil querer negar un hecho que él no ocultó nunca, que proclamó en todos sus actos. La República en sus manos anduvo en perenne subasta desde que nació. Por qué invocar las invasiones haitianas y la pobreza nacional para justificarlo?

(112) E. Rodríguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Fran-

cia en Santo Doniingo, vol. 11, p. 153.

CAPITULOXXXVIII UN BINOMIO IMPOSIBLE La capitulación del Presidente Jiménez en 29 de mayo abrió camino a la designación de un nuevo Presidente. El Cónsul Place da la clave de la elección de Santiago Espaillat, "hijo de un francés que fue el fundador de la agricultura en la grande y rica provincia del Cibao". "Señalándole al voto de las poblaciones que le han aceptado, dice en 8 de julio, Santana y los dominicanos han querido dar una prueba más del deseo que tienen de fundirse con la Francia" ( l 1 3 ) . Espaillat rehusó acept a r su elección. Fundó su negativa en su avanzada edad y en sus qu~ebrantosde salud. Se ha escrito que no deseaba ser instrumento de Santana ni verse entorpecido por él si se negaba a serlo. Sin embargo, la causa verdadera de su excusa, dice el mismo Place en fecha 20 del mismo mes, fue porque "no estaba seguro de que las demandas dirigidas a Francia, después de tantos meses, serían aceptadas". La opinión de Espaillat era que "fue elegido porque su nombre tenía una significación decisiva, que esta significación era la Francia y que en tanto que no hubiese la certidumbre de que nuestro gobierno ha tomado una dlecisión favorable, venir a ser Presidente sería de su parte engañar el voto de los pueblos" (lt4). Víctor Place, temeroso de inducir a Espaillat a contar con un apoyo que no era seguro, desistió de animarlo a .aceptar la presidencia. Fue (113) E. Rodriguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, vol. 11, 171. (114) E. Rodríguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, vol. 11, p. 172.

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elegido Báiez, recomendado de Santana, "persona todavía más significativa que el Señor Espaillat" (lI5). Báez, en 19 de agosto, es señalado por el Cónsul Place a su Ministro como siendo "el principal signatario de los actos pasados en Puerto Príncipe con Mr. Levasseur y M. Adolf Barrot", de los cuales es aún "bandera su nombre después de cinco años". El Cónsul, lleno de confianza en el amor de Báez a Francia, hace resaltar que "firmó como Presidente del Congreso Nacional una de las dos demandas oficiales que Mr. Chedeville os ha sometido". Báez aceptó la presidencia de la República "para cumplir la obra que debía salvarla", que no era otra que la de "la fusión con la Francia" (116), por lo que su elección no puede considerarse como un encarecimiento de la ilustración poniendo de lado los hombres de armas. Toda la primera administración de Báez, qu'e todavía no había roto sil noviazgo con Santana, se deshizo en súplicas, halagos y recriminaciones a Francia, coqueteos engañosos al Cónsul británico Schomburgh y sonrisas interesadas al norteamericano Green. La camarilla gobernante se dividió cuando Francia hizo patente que no deseaba el protectorado de Santo Domingo. Sus integrantes repartieron sus preferencias entre Inglaterra, Estados Unidos y España. Santana y Báez, como jefes de bandos, polarizaban las maquinaciones contra la independencia. Eran los símbolos del derrotismo de una casta purulenta de políticos. Ambos continuaban fieles a la idea de ayuda extranjera que se les había metido en la cabeza desde antes del 27 de febrero. Hiperbolizaban la inermidad interntl para justificar sus claudicaciones como gobernantes sin ética ni ideales y crearon el complejo de un Haití prepotente para engañar a aquellos de quienes solicitaban protección. Le ofrecieron la República, como carga onerosa de que querían deshacerse, a todo el que quiso oírles sus antipatrióticaa propuestas. La historia no registra d8esvergüenza mayor. Santana se inició con los afrancesados. Negoció infructuosament e con el General norteamericano Cazneau, después del fraca(115) E. Rodríguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, vol. 11, p. 179. (116) E. Rodríguez Demorizi. Correspondencia del Cónsul de Francia en Sante Domingo, vol. 11, p. 179.

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so de la misión Mella en Madrid, y finalmente cuando Báez, ya su adversario, se dio a negociar con ingleses y norteamericanos, volvió los ojos una vez más a España. Sus intrigas con el General Serrano, Capitán General de la isla d'e Cuba, le abrieron las puertas del gabinete matritense. España, temerosa de que las negociaciones del gobierno dominicano con los Estados Unidos lograran terminar con buen éxito, acogió la hija pródiga que retornaba al lar nativo después de cuatro décadas de ausencia. Duarte, hombre de principios y de ideas elevadas, con clarividencia de estadista, murió dominicano libre en tierra extraña con la visión optimista del futuro de la patria en sus pupilas. Santana, hombre sin principios y sin fe, político con mentalidad lugareña, instrumento de aquellos que le endiosaban para medrar a su sombra, esclavo de sus pasiones, prisionero de su ambición de mando, m-alderido por sus compatriotas, murió español en su patria dominicana. Duarte y Santana son un binomio imposible.

CAPITULOXXY IX

EL GENERAL PUELLO ACEPTO LA ANEXION El General Puello pertenecía al grupo de 108 militar@@no políticas, Desempeñaba la delegacibn del Qobierno en las Pronteras del Suroaate, con asiiento en San Juan, y se ciumó a los acontectcimientos que tuvieron su culminación el 18 de marzo de 1861, Fue un colapso de su integridad patridtica, similar al de muchos otros militares /lustres que sirvier~na la patria oen levantado espíritu de sacrificio, sxcs~ableacaso por IR inaensibilidad con que loa políticos se entregaron a las desquiciadoras guerras civiles haciendo perder la confianza en la República, ya que no puede dudarse del patriotismo de quienes defendieron sin tregua con sus vidas la rirlerte de la independencia nacional, España era la fundadora de n u e s t r ~linaje. Los hombres mfis sefialadoa del mundo político encegueoidos por susi pasiones, con excepción de Duarte y alguno que otro trinitaria que no abandonó al Maestro, no creían en la sobrevivencia de la RepZibliea ein e1 apoyo de una potencia extrt-tnjera que nos escudase contra Haití. Los bandos personalistas se alternaban en el poder dentro de ese ambiente de derrotismo no justificado por los hechos. La soberanía andaba en almoneda. Santana y Báez la habían puesto a precio. Los caudillos no siempre habian sido juetos. M k bien eran lo contrario. Un desencanto general invadía lo^ ánimos. Se dudaba de la eficiencia de la República para hacer la felicidad del pueblo. Ella habia originado solamente luchas intestinas, destierros, fusilamientos, intranquilidad, miseria. Se sobrestimaba el poder invasor de Haití. Se desvalorizaba la capacidad de resistencia del pueblo domi-

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nicano. Después de once años de constante guerrear se hacía necesario un descanso recuperador. Volver a España era reat a r el vínculo con el tronco progenitor. Nadie pensaba que ese lazo habia sido roto 40 años atrás, que ya no teníamos nada, excepto el idioma, que nos identificase con la madre que no siempre fue agradecida a nuestro amor. E r a el momento psicológico para todos los desmayos del patriotismo. La bandera de la libertad cayó del tope entre la silenciosa indiferencia del pueblo, engañado por sus adalides. Los que nunca creyeron en la República, aunque la defendieran contra el haitiano, habían triunfado. Su triunfo, sin embargo, era aparente. Si para ellos la República fue simple medio de satisfacer aspiraciones personales y ansias de poder, para el pueblo que la sostuvo con su sangre y que había conquistado derechos y libertades que antes no poseyó, era una cosa que podía no comprender, pero de la cual tenía la conciencia de que no debía desprenderse. Su reacción no tardó en aturdir y confundir a los que no pensaron en ella. Fue necesario que la independencia naufragara entre los escollos de la Anexión, para que la conciencia de la nacionalidad se reafirmase, armada y heroica, en el pueblo dominicano. Y ahora sería para siempre, no obstante los errores y las maquinaciones de la casta de ambiciosos que por largo tiempo no cesó de conspirar contra la independencia nacional. El General 'Puello tomó la senda engañosa llevando sobre sus hombros de soldado sin mengua el ataúd de sus hermanos. Se había menoscabado su f e en la República? Las glorias de que le era deudor no fueron lo bastante elocuentes para convencer y persuadir su pensamiento y mantenerlo en pie sobre su pedestal de patriota? En 30 de junio de 1871, seis meses antes de morir, en exposición dirigida al Rey de España desde La Habana, decía "que abandonó para siempre sus antiguos lares fiel al juramento hecho a su verdadera nacionalidad". Tal vez esta afirmación explique su actitud. Este abandono le costó la pérdida de "los cuantiosos bienes que poseía" y que su familia fuese reducida a la pobreza "después de haber sido prisionera del enemigo" (lIi). Según Morillas, el General Puello "se (117) General Eusebio Puello y Castro. Exposición a Su Magestad el

Rey, de fecha 30 de julio de 1871, escrita en La Hmbana. Puede verse, en-

tre otras publicaciones, en Clío. No. 96, ed. mayo-agosto, 1953, p. 103.

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adhirió lealmente" a la Anexidn "por complacer" al General Santana (118) Al consumarse la anexión, el General Puello, que no era de los favoritos de Santana, aunque gozaba de su aprecio, fue incluído entre los militares que pasaron a la reserva; pero al organizarse las tenencias de gobernaciones fué designado tenient e gobernador de San Juan y en 15 de septiembre de 1862, en acto solemne efectuado con la pompa protocolar característica del ceremonial español, el Teniente General don Felipe Rivero y Lemoine, Gobernador, Capitán General de Santo Domingo, le impuso la condecoración de Comendador Ordinario de la Orden de Carlos 111 que le habfa conferido su Majestad la Reina en 26 de marzo del mismo año. E n la primavera de 1861 un movimiento subversivo, denominado por sus fomentadores, los baecistas exilados en Curazao, Revolución Regeneradora, se preparaba a invadir el país por la frontera sudoeste con el concurso financiero del gobierno haitiano. Los Generales Sánchez y Cabral, sus jefes militares, se trasladaron a Haití para concertar acuerdos que debían facilitarles la invasión. Para estos días ya se hablaba en Haití de que la incorporación de Santo Domingo a España se habfa efectuado. El General Sánchez se vió en la necesidad de volver a Curazao en donde obtuvo la confirmación del hecho. Ahora la revolución baecista tomó colorido patriótico y despues de ultimar sus combinaciones con el Presidente de Haití, atravesó la frontera en dos columnas: una, capitaneada por el General Sánchez, se apoderó del Cercado; la otra, comandada por el General Cabral, de Las Matas de Farfan. El General Santiago Suero, teniente gobernador de esta Última común, se retiró a San Juan. El General Puello se preparó a contrarrestar la invasión revolucionaria para lo cual pidió tropas al Gobierno y lanzó una alocución a los habitantes de San Juan, en 9 de junio, invitándoles a defender sus propiedades y a recuperar los sitios ocupados por los invasores. "Yo estoy entre vosotros y os acompañaré hasta obtener la victoria", termina diciendo el General Puello. Una división compuesta de dominicanos y españoles, mandada por el General Abad Alfau, voló a San Juan.

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(118) José Morillas, biografía inédita citada del General Puello.

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El General Santana, quien acababa de ahogar en sangre la protesta de Moca encabezada por el Coronel José Contreras, también 'se trasladó al teatro de los acontecimientos. San Juan fue convertido en centro de las operaciones militares. La revolución, privada de los recursos que le prometió el Presidente Geffrafd y amenazada por las tropas gubernamentales que se preparaban para la ofensiva, se desbandó. El General Cabral, con algunos compañeros se internó en Haití. Sánchez, inactivo en El Cercado, cayó más tarde en las redes que le tendió la perfidia reaccionaria de Santiago de Olio. Pagó con la vida en el patíbulo de San Juan su innegable amor a la patria, sus debilidades políticas y su inexperiencia militar. La crueldad vengativa de Santana dió aureola de martirio a la hecatombe de San Juan. Esa aureola ha perdurado. Sánchez es el m&rtir de San Juan. La Puerta del Conde y el cadalso de San Juan resumen su historia. Para estos días trtigicos el General Puello era el Segundo Jefe de la división comandada por el General Abad Alfau a quien Santana dió el encargo de restablecer la paz en las fronteras y de exterminar a los patriotas prisioneros. Los oficiales españoles que presenciaron estos hechos desaprobaron la conducta despiadada e impolítica del General Santana. Por el año 1910 era yo director de la escuela primaria de El Cercado. Trabé. alli relaciones de amistad con José Montero (Lliltito), un anciano octogenario que conservaba toda su lucidez. Había militado en las filas del General Sánchez con la función de habilitado del cuerpo expedicionario. Según su relato, al General Stinchez se le adhirió en el primer momento la universalidad de los hombres de El Cercado; pero su inmovilidad empezó a originar el desaliento y las deserciones. La situación se hizo grave cuando escaseó el dinero para pagar las raciones. Se hizo crítica cuando fue derrotada la columna que marchó sobre Vallejuelo a contener al General Sosa y se supo que el General Puello preparaba en San Juan una fuerza poderosa para atacar El Cercado. Los entusiastas de la primera hora empezaron a dispersarse. Shnchez, llamado por Cabral que se encontraba en Olivero, jurisdicción de Las Matas, expresaba Montero, consideró m8s prudente regresar a Haiti por la vía mtis corta que era la de Hondo Valle. Santiago de Olio, un de-

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sertor con suficiente parentela para cometer cualquier deeaguisado, se apresuró a darle prenda de amistad a los que llegarían con la representación de la autoridad legítima, ofrecibndole como presente a s u antiguo jefe, caído en emboscada traidora en Juan Santiago. No sería la única vez que esto aconteciera, que el campesino dominicano, por lo general conservador y malicioso, sabe hacer de esas. Las crónicas de nuestras contiendas intestinas están llenas de casos similares, aunque también lo están de lo contrario.

E L GENERAL PUELLO, SEGUNDO J E F E DE LA DIVISION DEL SUR El General Puello 119 era político; era militar. Aceptó la incorporación de la República a España lo mismo que la aprobaron explícita o tácitamente muchos de los hombres más notables del país. Ya lo hemos dicho. Las únicas voces de protesta que se oyeron, salvas escasisimas excepciones, fueron de baecistas exilados, voces sin autoridad moral para ser consideradas sinceras polSque toda la actuación política del jefe del baecismo desde 1843 se había señalado por su decidida aspiración a un protectorado o una anexión a una potencia extraña. Cuando el país se dividió en dos campos, el de 10s que luchaban por \a readquisición de la independencia, y el de los que mantenían el estado de cosas creado por la incorporación, el General Pue110 quedó fiel a la postura que adoptó el 18 de marzo de 1861. No quebró la disciplina con la traición a su juramento de lealtad a España. No traicionó a los españoles como no había traicionado a los dominicanos en las guerras contra Haití. Fue leal a España como lo fue a la República hasta que fue incorporada por el Presidente Santana a la antigua Metrópoli. Para septiembre de 1861 el General Puello era Gobernador de la provincia de Azua. Su conocimiento de la región que fue el teatro más extenso ,de su actuacióri militar, le permitió mantenerla en paz. Cuando en f,ebrero del 1863 el comandante Cayetano Velázquez, a la cabeza de un grupo armado, se adueñh de Neiba, el General Puello desbarató la asonada y restauró el orden con economía de represión. Cuando con posterioridad

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a los acontecimientos que se iniciaron en Capotillo y que culminaron con el dominio del Cibao por los patriotas noroestanos, paladines de la campaña restauradora, el General José Durán invadió a San Juan consiguiendo la adhesión de los pueblos fronterizos y de militares de nombre conocido, como los generales PAdro Florentino y Aniceto Martínez, las responsabilidades de su encargo estuvieron en vigilia para la defensa. El lQ de octubre los rebelados, que intentaban atacar la población de Azua con mhs de mil insurrectos provistos de dos piezas de artillería, fueron desbandados por el General Puello en el Paso del Jura y perseguidos con vigor hasta donde los medios de que disponia se lo permitieron ( l l 0 ) . Fue un combate rudo en el cual el General Puelfs y su estado mayor corrieron gran ries&o. "A Puello, Loweskie, Suero, Chamorro y a mí nos llovió un diluvio d'a metralla, milagrosamente hemos escapado", escribe el General Telésforo Objío en 1 de octubre, 1863, a su amigo Miguel Lavastida, uno de los patrocinadores de la anexión (Izo). E n las postrimerías de ese mes el General Pu'ello recibió instrucciones de reconcentrarse en Santo Domingo. Fue nombrado segundo jefe de la división que al mando del General Gándara debía recapturar a San Cristóbal y Baní y reatablecer la autoridad espafiola en la provincia de Azua, evacuada inexplicablemente unos días antes en momentos en que los rebeldes acababan de eer batidos. Los argumentos aducidos por el General Gándara para juetificar la evacuación, ordenada por el Capitán General Ribero, carecen de solidez para convencer a quienes conozcan la eituación geográfica y estratégica de Azua. La empresa no fue f&cil. Se ejecutó con muy numerosas bajas, El enemigo, bien dietribuído a lo largo del camino de Santo Domingo a San Cristóbal, disputó con ardorosa tenacidad el terreno a la división de la GBndara La firmeza e idoneidad del General Puello, venciendo las dificultades del camino, conquistó a San Cristóbal, derrot6 a los rebeldes, en un mismo día, tras encarnizadas pel e a ~ ,en Fundación, Moja-Casabe y Palmar de Fundación, im(110) General Eueebio Puello y Castro, Exposición citada.

(120) Clfo, NO. 106, ed. enero-marzo 1956. Telésforo Objio, carta del 10 do octubre de 1861, a Miguel Lavastida, p. 30.

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primiéndole a sus maniobras extraordinaria movilidad. Rescató de una muerte segura al Teniente Valeriario Weyler, asediado en Haina, venciendo innúmeros obstáculos, y el General G&ndara, aunque hostilizado sin tregua, pudo entrar victorioso en Baní unos días después, entre el alborozo de sus habitantes, victimas de los desmanes y tropelías del General Pedro Florentino. Según el historiador García, los combates con los alzaidos fueron en Manoguayabo, Fundación, Cambita, Doñana y Yaguate. La actividad del General Puello se multiplicó en esta campaña que es uno de SUS mejores laureles como comandante en operaciones. Los insurrectos se concentraron en Guanal de Paya para atajar a la Ghndara en su ruta hacia Baní. El General Puello les atacó y desbandó. En Sabana Buey o Las Cruces en una operación de limpieza sobre el camino de Azua con una columna de 400 hombres, 16 caballos, una pieza de montaña y algunos milicianos, por medio de un movimiento envolvente, simulando una falsa retirada, el enemigo, fuerte de 300 hombres, quedó 'entre sus tenazas de espaldas b unos barrancones de gran profundidad. La derrota que le infligió fue onerosa. Los rebeldes tuvieron bastantes muertos y numerosos heridos. La hondura de un barranco se tragó algunos fugitivos. No han faltado quienes critiquen esta brillante maniobra militar porque obligó a los vencidos dominicanos a despeñarse por las barrancas, como si el objetivo de la guerra no fuese el exterminio del adversario. Los patriotas perdieron también su equipo y dos banderas. De retorno a Baní, el General Puello enrumbó para Azua al mando de la vanguardia y acosó a las huestes revolucionarias dondequiera que hicieron acto de presencia. El General Florentino, desmoralizado, se retiró para San Juan. El General Gándara entró en Azua por el camino que había limpiado el arrojo indomable del General Puello, quien sobre la marcha continuó tras el enemigo que finalmente se internó en Haití. El ocaso del 1863 le encontró dueño de la situación después de haber ocupado a San Juan y recorrido victoriosamente las polblaciones y posiciones fronterizas hasta Bánica, venciendo" a las huestes de Florentino en el Roblegar, la sabana de La Culata y a la entrada de Las Matas de Farfán. Llamado a Azua

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por el General Gándara para emprender operaciones sobre Neiba, la nueva campaña fue abierta en 31 de enero de 1864. El General Puello, como segundo jefe al mando de las operaciones, destrozó las avanzadas del General Angel Feliz en La Sierra, en el paso del Yaque del Sur, asaltó y tomó las trincheras levantadas en el Charco de las Marías, en las proximidades de Cambronal, y tras sangriento combate se posesionó de Neiba en donde los insurrectos extremaron la resistencia. Ocupada y guarnecida esta población, reemprendió las operaciones con rumbo a Barahona, adonde llegó arrollando la obstinada y vigorosa oposición de los patriotas en Las Salinas, Cachón, Bnlneario de Pesquería y en todos aquellos puntos donde intentaron contener su avance. El General Puello regresó triunfante a Azua. Allí permaneció como Gobernador y Comandante General de la provincia hasta julio de 1865, en que el gobierno de Madrid decidió poner cese a la guerrá con el abandono de Santo Domingo, y le fue dado cuartel en La Habana. Los servicios del General Puello fueron galardonados con el mariscalato de campo, la encomienda de Carlos 111 y la Gran Cruz de Isabel la Católica. Durante la Anexión solamente cuatro dominicanoq fueron honrados por Isabel 11 de España con la faja de ma. riscal de Campo de loa Reales Ejércitos: Antonio Abad Alfai* ex-Vice-Presidente de la República, Felipe Alfau, negociador de la anexión; Buenaventura BAez, ex-Presidente dos veces de la República y jefe del partido contrario al General Santana, y el General Eusebio Puello, el único que la obtuvo por méritos de guerra. Los tres primeros la recibieron, es la verdad, por complacencia de cargcter político.

CAPITULOXLI EL GENERAL PUELLO, COMANDANTE GENERAL DEL DEPARTAMENTOCENTRALCONSEDEENPUERTO PRINCIPE. ACCION DE LAS MINAS DE JUAN RODRIGUEZ El 10 de octubre de 1868 Carlos Manuel de Céspedes proclamó la independencia de Cuba en La Damajagua y el fuego revolucionario cundió rápido en los vecindarios próximos. Los insurrectos, recién salidos del cascarón, fracasaron en sus iritentos de apoderarse de Yara, Las Tunas y Holgufn ; pero el 26, el Coronel Máximo Gómez, dominicano, destrozó en Venta del Pino una columna española con su célebre carga al machete que metió en miedo a las autoridades insulares. Luego fue tomado Bayamo por L ~ i i sMarcano, otro dominicano. La revolución hizo pie aquí y en Jiguaní y venciendo las naturales dificultades del que comienza a caminar, fue afirmándose y extendiéndose. Se hacía necesario actuar para contenerla y preservar de su invasión otros puntos de la isla. El General Puello, en los mismos comienzos de la revolución, recibió el encargo de tomar el mando de las tropas que operaban en las jurisdicciones de Sancti Espíritus, Morón, Remedios y Ciego de Avila, amenazadas por la onda creciente de la insurrección. Durante más de cinco meses persiguió sin descanso a los rebeldes en toda aquella región que por sus bosques, rfos, montañas y otras condiciones geográficas era abrigo seguro para ellos. El General Puello durante este tiempo, sin que su persecución sufriera desmayos, recorrió en triunfo detras de los

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insurgentes, más de 300 leguas de este territorio minaido por el espíritu revolucionario (121). Al cabo de cinco meses y medio de esfuerzos por restablecer la paz en dicha zona, el viejo veterano fue nombrado Comandante General del Departamento Central cuya sede era Puerto Príncipe. Para esta época la . i o r de la revolución se preparaba para atacar a esta ciudad y adueñarse de ella. Cuando el General Puello se hizo cargo del mando, Puerto Príncipe, infestada por la fiebre amarilla y el cólera, transida por el hambre y la miseria, con las tropas que debían defenderla diezmadas por las enfermedades, con la huella del incendio y la destrucción por todos lados, era "un cadáver al borde del sepulcro" ( l Z 2 ) .El General Puello no se desanimó ante aquel espectáculo de muerte, sino que buscó aliento en su amor a España para remediar la situación. Derribó el monte que circundaba la ciudad, guarida desde la cual los insurrectos cazaban a los soldados de la plaza, erigió fuertes para evitar las sorpresas y mejorar la defensa de la ciudad, nb descuidó las reparaciones del ferrocarril, abasteció de víveres la plaza, hizo cuanto estuvo a su alcance para devolver la vida a aquella ciudad menoscabada por la guerra, y aunque condenado a no operar contra el enemigo con la actividad inherente a su carácter porque las enfermedades cundieron de tal modo en las tropas que hubo días en que la fuerza disponible no alcanzó para cubrir el servicio de la plaza, "su inmensa voluntad, dice el abnegado y valeroso Comandante, le permitió sobreponerse siempre a tan azarosas circunstancias'' ( l Z 3 ) .Los re\rolucionarios, en conocimiento de las deplorables condiciones en que estaba la ciudad, no vacilaron en asaltarle con el designio d,e capturarla y con tal ímpetu lo hicieron que lograron penetrar en ella; pero el General Puello, a la cabeza de un puñado de valientes, les derrotó y persiguió por más de una legua ocasionándoles algunas bajas ( l Z 4 ) . El Gobierno de la isla, impresionado por los triunfos consecutivos alcanzados por los insurrectos. se abstuvo por largo tiempo de operar contra ellos. Esta actitud pasiva de las fuerzas gubernamentales dió lugar a que la revolución se fortale(121-124) General Eusebio

Puello y Castro, Exposición citada.

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ciera y ensanchara el área 6e sus operaciones e impusiese su dominio en las poblaciones de Guáimaro, Cascorro y Sabanicú en donde estableció el gobierno de Cuba Libre. El General Pue110 resolvió destruir ese gobierno descargando un rudo golpe a la revolución. El s a u a que estaba sólidamente atrincherado en Palo Quemado e i{formó de ello a la autoridad superior. Su información, de carácter confidencial, fue divulgada en la prensa. Los insurrectos, enterados de que se conocía su situación, se corrieron hacia adelante y se atrincheraron fuertemente en las Minas de Juan Rodríguez para resistir el ataque español con todas sus fuerzas, reunidas en aquel sitio poco menos que inexpugnable. Era una celada tendida en el último momento. El 25 d'e diciembre de 1869 el General Puello empirendió la marcha sobre Palo Quemado, a la c'abeza de 1200 hombres, y el 19 de enero de 1870, después de desalojar al enemigo de su formidable trinchera, en cruenta y memorable acción, llegó a Guáimaro, incendiado por los rebeldes al abandonarle. La acción de Las Minas de Juan Rodríguez fue objeto de versiones diversas, muchas de ellas inexactas y apasionadas. No faltaron españoles que hicieran al General Puello injustas críticas que le obligaron a dirigirse a la Reina en 20 de julio de 1871 con el fin de justificar su avance frontal sobre la trinchera enemiga, el cual fue tomado como argumento aquiles con el fin de tildarle de incapacidad para su oficio tradicional de soldado. Dadas la pericia del General Puello y !a manera como ocurrieron las cosas, se dijo, con apariencias de verdad, que él había sido traicionado.

CAPITULOXLII PARTES OFICIALES DE LA ACCION DE LAS MINAS DE J U A N RODRIGUEZ El parte oficial de los revolucionarios cubanos acerca de la acción en Las Minas de Juan Rodríguez, llamadas también Minas de Guáimaro, es el siguiente: "En las Minas de Guáimaro tuvo lugar un reñido combate entre 548 hombres d'e todas las armas, con una fuerza de artillería al mando del General Tomás Jordán, y las fuerzas enemigas que se componían de 2 mil hombres de infantería, caballería, artillería e ingenieros al mando del General Don Eusebio Puello. La acción comenzó al medio día en punto y duró 75 minutos en cuyo tiempo fueron rechazadas tres sucesivas cargas dadas por las tropas de línea españolas en columna cerrada y compacta de 500 metros de largo, lo menos. La cuarta densa columna que cargó con marcial precisión y arrojo, debió haber tenido lb misma suerte, a no ser por el hecho de haberse agotado las municiones. Se dieron repetidas y sangrientas cargas al machete; el chino Sebastián Sián, del batallón del norte, dió muerte a tres soldados españoles con la culata de su carabina. Dejaron abandonados los españoles unos 200 muertos, entre ellos algunos jefes y oficiales y 25 caballos. Las bajas cubanas fueron: muertos: J u a n Piamonte y José Guerra; heridos: 12. El General Puello, Teniente Coronel don Sabás Marín y otros jefes, heridos también, y muerto el capitán de su artillería don Flernando Valdez y todos sus artilleros. La victoria alcanzada por el General Jordán f u e completa".

VICTOR GARRIDO

La versión de los españoles fue esta: "de marcha para Pa-

b Quemado, a legua y media de Ojo de Agua, en el punto denominado Minas de Juan Rodríguez, detrás de una pequeña ceja de monte, y al dar la vuelta a un pequeño recodo del camino, sc encontró la extrema vanguardia, compuesta de una compañía de Madrid, con una formidable trinchera de unos 1300 metros, en forma de tenaza, que no solameilte barría el camino, si que también dificultaba el flanqueo de tan fortísima posición. El centro de esta trinchera tenía una tronera defendida por caballos de frisa y un cañón de montaña y detrás de ella se abrigaban unos 1500 rebeldes armados de fusiles de los que se cargan poi' la recámara, de repetición, muchus. Aquella fuerza fue recibida instantáneamente por un disparo de metralla, al que siguió una nube de balas lanzadas por los numerosos defensores de la posición. El coronel de la caballería, don Pedro Aguiar, jefe de la vanguardia, que además de la citada compañía de los Cazadores de la Unión y una de Ingenieros, avanzó con el resto para proteger aquellos combatientes, en uriión del comandante del Unión, más el nutrido fuego de los contrarios, les causó numerosas bajas y si bien no lee obligó a retroceder, les impidió continuar el avance. De las cuatro piezas de artillería que iban en la columna, las dos de vanguardia se colocaroii en la batería a menos de 300 metros del atriiicheramiento, a lo que obligó la situación en que se eiicontraba la columna; pero ocurrió la desgracia de que al descargar uiia pieza fueron muertos los artilleros y al caer aquella al suelo se clavó con el tapafugón. Allí hubo muchas víctimas de resultas del nutrido y certero fuego cruzado de las alas de la trinchera. Al apercibirse de la importancia del enemigo, el General Puello y su Jefe de Estado Jlayor, mandó el primero a avnnzar la columna; pero, contuso. al manifestárselo a su Jefe de Estado Mayor, teniente coronel Marín, éste se adelantó cuanto fue posible para poder apreciarlo todo, pidiéndole al coronel Aguiar fuerzas, y manifestándole el Comandante Puello el sitio por donde podía flanquearse por la derecha, Marín, a quien mataron el caballo en aquel avance, fue a buscar las fuerzas, indicando al coronel del batallón de la Reina, Araoz, el sitio por donde podía flanquear la trinchera y volviendo Maríil a éste con las tropas que encontró. El bizarro

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coronel Araoz con la gente de su mando cruzó el camino para flanquear la trinchera por el sitio indicado; pero como a l hacerlo fue preciso pasar por delante de la trinchera, muy cerca de ella, sufrió sensibles pérdidas y fu'e herido de gravedad. Tambihn lo fue el teniente coronel Mariri, que en aquel estado s e unió a las fuerzas haciendo unir a los que estaban en batalla en la otra sección, que rompió el fuego, dirigida y apuntada la artillería por sus capitanes y subalternos. Una parte del batallón de Chiclana y otra de Infantería de Marina flanquearon también por la derecha co$ribuyendo al éxito que, aunque doloroso por las pérdidas sufridas, fue glorioso por el valor desplegado por todos y por la prontitud con que rlecuperó la trinchera y el terreno del enemigo.. . E l enemigo emprendió la retirada que por los obstáculos del terreno y la dificultad de salvar la caballería