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EL URBANISMO. UTOPÍAS Y REALIDADES FRANCOISE CHOAY 1. El pre-urbanismo y sus variantes. El concepto de preurbanismo, de acuerdo con Choay, nace en el curso del Siglo XIX, donde las consecuencias directas de la revolución industrial con el subsiguiente crecimiento demográfico exagerado y la explotación de los recursos del campo empiezan a ser evidentes en las diferentes ciudades de la época. A partir de esto, el estudio de las ciudades empieza a presentar dos enfoques. El primero, el enfoque descriptivo, observa los hechos con objetividad, ordenándolos de manera cuantitativa usando como método principal la estadística. De este modo, Levasseur y Legoyt, se convierten en los precursores de estos conceptos en Francia, y más tarde, Adna Ferrin Weber en Estados Unidos. Estos personajes, buscan comprender el fenómeno espontaneo del desarrollo urbano, buscando las causas y los efectos del mismo. Por otra parte, buscan analizar las diversas consecuencias de la vida urbana sobre el desarrollo físico y mental, así como en la mortalidad de los habitantes. En segundo lugar, y en oposición al primero, se encuentran aquellos pensadores que dan una visión crítica a las condiciones que enfrentan las ciudades en la época y al mismo proceso de urbanificación que enfrentan. Estos pensadores, pueden ser ubicados en dos grupos, de acuerdo al enfoque que presentan, el primero es el grupo de los humanistas: funcionarios municipales, eclesiásticos y, sobre todo, médicos e higienistas, quienes denuncian el estado en el que vive el proletariado, publicando en periódicos y revistas información específica sobre la higiene, que luego servirá de base a la legislación laboral y de vivienda. El segundo grupo está conformado por los pensadores políticos, de los cuales Engels es el precursor principal, publicando de manera precisa, en “La situación de la clase trabajadora en Inglaterra”, las condiciones que enfrentaban las ciudades en ese momento. Dentro de este grupo también se encuentran grandes pensadores como Arnold, Fourrier, Proudhon, Carlyle y Ruskin quienes se encargaran de denunciar las condiciones deplorables de higiene en las grandes ciudades industriales, donde la vivienda obrera es insalubre, presentando hacinamiento, malas condiciones de ventilación y de luz; donde las distancias de las viviendas a los lugares de trabajo son agotadoras, vertederos de basura fétidos y ausencia de jardines públicos y de cualquier espacio verde en los barrios populares, cuestionando así el papel de la moral en la arquitectura. Además, otros pensadores que hacen parte de este grupo, toman diversos conceptos del pensamiento económico y filosófico del Siglo XVIII y XIX, haciendo uso de los conceptos de Rousseau, Smith y Hegel acerca de la democracia, la industria y el industrialismo, las rivalidades de clase, la explotación del hombre por el hombre, la alienación en el trabajo, entre otras. Dentro de estos encontramos a Owen, Fourier y Clarlyle. A partir de todo eso, se crean dos modelos principales: 

El Modelo Progresista: este modelo se define a partir de los diversos conceptos aportados por Owen, Fourier, Richardson, Cabet y Proudhon. Se les llama progresistas por sus conceptos acerca de que la revolución industrial, según ellos, es el hecho histórico clave que posibilitará el devenir humano y promoverá su bienestar. De este modo, los progresistas fundan sus ideologías en una visión del hombre como tipo, independiente de todas las condiciones y diferencias de lugares y tiempos, y que puede ser definido a partir de unas necesidades científicamente

reducibles, planteando así, con un cierto racionalismo, que la ciencia y la técnica deben ser capaces de responder y dar solución a todas las necesidades y problemas de la relación del hombre con el mundo y de la relación de los hombres entre sí. De allí surge la arquitectura humana, donde el análisis del hombre como tipo, permitirá el surgimiento de un orden-tipo que podrá ser aplicado en cualquier circunstancia y a cualquier grupo humano, en cualquier tiempo y en cualquier lugar. De acuerdo a esto surgen dos modelos, el primero que considera que el espacio ideal deberá estar lleno de verdor y espacios abiertos, y el segundo, que considera una división del espacio de manera funcional: hábitat, trabajo, cultura y esparcimientos. A pesar de las diferencias entre los dos modelos, se puede resaltar que para ambos se estable una gran importancia en la estética, siendo vista como la conjugación entra la lógica y la belleza, dando gran importancia a la impresión visual que generan los espacios. Por otra parte, el modelo progresista estableció la vivienda como el eje principal de la organización humana, buscando la creación de una vivienda tipo estándar que se adatara a todas las necesidades del hombre, sin importar su clase social, ni otras condiciones externas. 

El Modelo Culturalista: este modelo parte de la concepción del individuo, no como una unidad intercambiable, como en el modelo progresista, sino como un elemento insustituible dentro de la comunidad, por sus particularidades y por su propia originalidad. De este modo, Morris y Ruskin, establecen como la clave del modelo no el concepto del progreso, sino el de cultura, donde la importancia de los materiales desaparece ante las necesidades espirituales del individuo. Así, establecen el hecho de que la ciudad debe volver a la naturaleza y convertirse casi en parte de ella misma; donde la geometría dentro de la ciudad debe desaparecer y en cambio considerar la irregularidad y la asimetría como la salida más adecuada; donde no deben existir los prototipos, ni los estándares, sino que cada edificación debe conservar un carácter propio, reflejando los estilos de vida de sus ocupantes; y donde el antiindustrialismo se convierte en un manifiesto, planteando la producción no en términos de rendimiento, sino en la realización de los individuos con cada una de sus creaciones.

Así, estos dos modelos establecen los conceptos de preurbanismo, donde la ciudad en vez de ser pensada como como proceso o como problema, siempre se plantea como una cosa, un objeto reproducible, siendo sustraída de la temporalidad concreta y convirtiendo es utópica. Por todo eso, cada uno de los intentos de establecer estos modelos, terminó en el fracaso. 2. El urbanismo y sus variantes. Se puede establecer la diferencia entre el preurbanismo y el urbanismo es dos aspectos específicos. El primero consiste en que a diferencia del preurbanismo, el urbanismo pasa a manos de especialistas, generalmente arquitectos; y el segundo, en que el urbanismo pasa a ser despolitizado, es decir es desvinculado de cualquier idea política que antes influía en el preurbanismo. Estos aspectos hacen que el urbanismo deje de tener planteamientos utópicos y en cambio se convierta en un proceso realista y practico. Así como en el preurbanismo, el urbanismo trae consigo determinados modelos: 

El Nuevo Modelo Progresista: este nuevo modelo inicia con la obra de Tony Garnier “La cité industrielle” y luego se establece con “La carta de Atenas” de Le Corbusier. Esta última se convertirá en el patrimonio

común de los urbanistas progresistas, en esta se establecen las principales críticas a las ciudades de la época y a su vez se plantean diversas soluciones a partir de lo que los urbanistas progresistas plantean como las necesidades esenciales del hombre: higiene, luz, verde, aire y espacio. De este modo, así como el modelo preurbanista, los progresistas modernos afirman que la industrialización es el camino que el hombre debe seguir, sin embargo, éstos llevaran a cabo una importante asociación entre la técnica y la estética, considerando que para alcanzar una eficacia moderna, se hace necesario una apropiación de los métodos de estandarización y de mecanización de la industria para la nueva arquitectura. Así, los progresistas continúan con la concepción del hombre-tipo del preurbanismo donde se considera al hombre como igual a todos los demás en cuanto a sus necesidades y por tanto tener una visión universal de estas. Esto inspirará también otros conceptos de la “Carta de Atenas”, donde se analiza al hombre desde cuatro grandes funciones: habitar, trabajar, circular y cultivar el cuerpo y el espíritu; lo que se convertirá en la base de este modelo. Por último, vale la pena resaltar de este modelo, el hecho de que se consideraron dos modelos de hábitat; la casa baja, individual; y el inmueble colectivo, que luego tendrá un nuevo significado con la unidad de habitación planteada por Le Corbusier. 

El Nuevo Modelo Culturalista: los principios ideológicos de este modelo se pueden comparar con su precursor, donde la totalidad (aglomeración urbana) se impone a las partes (individuo), y el concepto cultural de ciudad a la noción material de la ciudad. Cada uno de estos conceptos se diferencian de sus precursores porque se encuentran despolitizados, es decir, sus principales representantes (Unwin, Sitte), han separado sus conceptos de cualquier consideración política y social, permitiendo la creación de un modelo más adaptado a la realidad. Bajo estos conceptos, Howard plantea “la ciudad jardín”, donde la ciudad debe caracterizarse por grandes espacios verdes en todas sus áreas; además se plantea el hecho de que la población debe estar integrada por gente de todas las edades y de todos los sectores de trabajo. Por otra parte, Sitte, después de un amplio análisis de las ciudades del pasado, llega a la conclusión, contraria al modelo progresista, de que en cambio de un análisis tipológico, se debe llevar a cabo un análisis relacional, donde las formas directrices de la ciudad no son los edificios en sí, sino los lugares de paso y de encuentro, es decir, las calles y plazas, el verde propio. Además, estos espacios debe ser impredecibles y diversos, por lo cual deben oponerse a cualquier concepción de simetría, siguiendo las características del terreno, las incidencias del sol y del viento, brindando una mayor comodidad a los usuarios.



El Modelo Naturalista: Este modelo, establecido por F. L. Wright acusa a la ciudad industrial de alienar al individuo, por lo que plantea que solamente el contacto con la naturaleza puede devolver al hombre a sí mismo y permitir un desarrollo armónico de la persona como totalidad. De este modo, Wright deja atrás el concepto de megalópolis y el de cuidad en general y establece que la naturaleza debe volver a ser un elemento continuo, en el cual todas las funciones urbanas deberán estar dispersadas y aisladas en forma de unidades reducidas, la vivienda debe ser individual y además debe disponer de terreno destinado a la agricultura o a diversas actividades de ocio. Además, se debe establecer diversas células en las cuales se ubicarán las diferentes actividades del hombre, sociales, industriales, comerciales, culturales, etc.; las cuales se estarán unidas y reunidas por redes de rutas terrestres y aéreas. Este modelo se separa pero a su vez toma diversos aspectos de los dos modelos

anteriores, tomando lo particular pero también lo universal, por lo que causa un gran impacto en los arquitectos urbanistas quienes no saben que clasificación darle dentro de lo ya establecido. 3. ¿Cuál es la crítica de segundo grado y sus variantes al urbanismo? La crítica de segundo grado es aquella critica que nace luego de la primera guerra mundial, se le llama critica de segundo grado dado al hecho de que los primeros acercamientos al urbanismo nacen también de una crítica, esta vez directamente a la sociedad industrial, y ésta, de segundo grado, nace de la crítica misma a los modelos nacidos en ese primer acercamiento. A pesar de esto, esta crítica continúa siguiendo las dos corrientes anteriores y se mueve entre ellas: progresismo y culturalismo. Sus principales variantes son: 

Tecnotopia: ésta surge a partir de la crítica hacia el hecho de que los progresistas no supieron asumir en plenitud las posibilidades que la técnica ofrecía para la ciudad y por consiguiente, han malogrado la revolución tecnológica que constituía uno de los fundamentos principales de su teoría. De este modo, arquitectos e ingenieros se han encargado de buscar solución a este problema, a través de la utilización de nuevas técnicas de construcción que hagan uso amplio de las nuevas tecnologías pero que a su vez se adapten a las necesidades propias del hombre de este siglo y a sus estilos de vida. Esto trajo consigo una serie de diversas estructuras físicas complejas y a la consecuente utilización de materiales que permitan su construcción: redes metálicas, hormigón, membranas elásticas y plásticas, entre otros. De todo esto nacen variados proyectos que incluyen las ciudades verticales, las ciudades-puente, el asentamiento tridimensional, el urbanismo tridimensional, entre otros.



Antrópolis: hacía una ordenación humanista. Ésta nace de la crítica hacia el urbanismo progresista hacia la arbitrariedad de sus principios y su desprecio por las realidades concretas a nivel de ejecución. Por este motivo, esta crítica busca lograr la integración del problema urbano a su contexto global, y las informaciones que proporciona la antropología descriptiva. Esta crítica humanista se forma a partir del trabajo interdisciplinario de sociólogos, historiadores, economistas, juristas y psicólogos. A partir de esto se generan tres corrientes principales dentro de esta: - El establecimiento humano concebido como un arraigo espaciotemporal: el urbanismo de la continuidad. - El punto de vista de la higiene mental: defensa e ilustración del asfalto - Hacia un análisis estructural de la percepción urbana.