UNA VERDAD INCOMODA

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UNA VERDAD INCOMODA Hace unos meses se estrenó uno de los documentales que, por su temática y rabiosa actualidad, debería ser de obligado visionado por todos en general y por aquellos que nos gobiernan en particular. El único inconveniente es que, tal y como cabía suponer, ‘Una verdad incómoda’ no ha tenido la distribución requerida por lo que parte de la fuerza y urgencia de su mensaje así como su vocación didáctica para todos los públicos peligra en quedarse en agua de borrajas. El mayor peligro que corre esta producción en su carrera fuera de sus fronteras es parecer demasiado americana o propagandística para los gustos del resto del mundo, tan aficionados como somos a tirar piedras sobre cualquier cosa que huela a USA. No es excusa criticar los árboles para que el resto se olvide del bosque. Resulta evidente que el protagonista e inesperado showman Al Gore tiene algo más que bienintencionados deseos para con la madre Tierra. Es obvio que el eterno aspirante a presidente tiene ganas de volver a luchar por el título o, al menos, dar una última pataleta restituyendo su imagen tras la derrota. Por ello, de vez en cuando suelta frases como “por suerte nuestra democracia es un recurso renovable”, haciendo un juego de palabras entre las fuentes energéticas y el sistema electoral. En otros pasajes se dedica a mostrar anécdotas de su infancia, en un bonito rancho típico americano, con plantaciones, caballos y vacas, (toda una foto del “american way of life”), en sucesivos intentos de humanizar su figura en el sentido más norteamericano posible (ergo, con altas dosis de moralina). Y es que, desechando su ecológica trama principal, el documental también sirve como repaso de la trayectoria de este político desde que su nombre empezó a sonar allá por los años 70. Unido desde siempre al interés por alcanzar un desarrollo sostenible, ha recorrido el mundo entero en busca de señales que ilustren sus tesis. A través de numerosos videos y fotos seremos testigos de sus investigaciones durante los últimos treinta años, mezclando lo personal con lo profesional, los buenos momentos con las malas experiencias, incluyendo una breve referencia a su derrota en la carrera presidencial. Todo un retrato, parcial y amigable eso sí, de Al Gore. ‘Una verdad incómoda’ nos habla simple y llanamente del calentamiento global del planeta, eso que tanto hemos oído y que ahora empezamos a experimentar. Y lo hace de la forma más amena, didáctica y directa posible. Aquí no hay lugar a dudas o engaños, Gore es, inequívocamente, un experto en el tema (del que ha impartido más de mil conferencias) y sabe cuáles son nuestras carencias y cómo suplirlas con ejemplos y buen humor. Parece casi mágico que alguien sepa transmitir con tanta sencillez unos conceptos que a priori son difíciles de explicar sin caer en inexactitudes. Mediante gráficas comparativas, mapas, fotos e incluso animaciones (genial el clip de ‘Futurama’ de Matt Groening sobre la amenaza de los rayos solares) nos vamos introduciendo en un tema que, en principio, no guarda grandes alicientes. Todos los frentes se abordan sin tapujos: cómo estábamos antes, cómo estamos ahora, qué lo provoca, por qué sucede, qué pasará, qué debemos hacer… y todas las “leyendas urbanas” que rodean el problema se rebaten con contundencia: “algunos expertos niegan el calentamiento global”, “tenemos tiempo”, “esta ya ha pasado en otras eras de la Tierra”. La conclusión

no puede ser más alarmante: apenas queda tiempo para ponernos manos a la obra. 50 años aproximadamente es nuestro horizonte temporal para pagar los platos rotos de dos siglos de contaminación masiva. Si no empezamos ahora la naturaleza nos golpeará muy duro, está contrastado. Al finalizar la proyección el balance es que aún hay esperanza para nuestro planeta. Siguiendo la imagen que sirve de epílogo (una vista de la Tierra desde seis mil millones de kilómetros de distancia), puede que en el Universo nuestro planeta sea insignificante, apenas un píxel en la pantalla, pero es donde vivimos y tenemos que hacer algo. No es hora de que nuestros descendientes se pregunten por qué sus padres no hicieron algo, es el momento de que se pregunten por qué no hacen algo.

UN PÁLIDO PUNTO AZUL “Tuvimos éxito en tomar esta fotografía, y al verla, ves un punto. Eso es aquí. Eso es casa. Eso es nosotros. Sobre él, todo aquel que amas, todo aquel que conoces, todo aquel del que has oído hablar, cada ser humano que existió, vivió sus vidas. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de confiadas religiones, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de la civilización, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, cada esperanzado niño, inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de luz del sol. La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades visitadas por los habitantes de una esquina de ese pixel para los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina; lo frecuente de sus incomprensiones, lo ávidos de matarse unos a otros, lo ferviente de su odio. Nuestras posturas, nuestra imaginada auto-importancia, la ilusión de que tenemos una posición privilegiada en el Universo, son desafiadas por este punto de luz pálida. …. Quizá no hay mejor demostración de la tontería de los prejuicios humanos que esta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amablemente, y de preservar el pálido punto azul, el único hogar que jamás hemos conocido.” Carl Sagan Fotografía de la Tierra tomada por el Voyager 2 a una distancia de 4.500 millones de kilómetros.