Una-Educacion-Estetica-INTRO_Spivak

traducciónde CHRISTOPHER MICHAEL FRAGA conlacolaboraciónde IRLANDA VILLEGAS GUNTHF.R DIETZ Instituto de Investigacione

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traducciónde CHRISTOPHER MICHAEL FRAGA

conlacolaboraciónde IRLANDA VILLEGAS GUNTHF.R DIETZ

Instituto de Investigaciones en Educación UniversidadVeraerazana

grupo editorial siglo veintiuno siglo xxi editores, méxico

CERRO DELAGUA 248. ROf4EB0DE TERREROS. 04310NcXJCO. 0F vAw/.sgksoóedilOfes com mx

siglo xxi editores, argentina

GUATEMALA 4824. C 14258UP, BUENOS ARES. ARGENTINA www.ag'oxxecj taes com a'

anthropos editorial

LEPANT 241 243. 08013BARCELONA. ESPAÑA vAw/.anthtopos-edtoriai c a n

UNAEDUCACIONESTETICA ENLAERADELAGLOBALIZACIÓN por GAYATRI CHAKRAVORTY SPIVAK

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Spivak, Gayatri Chakravorty Unaeducaciónestéticaenlaeradelaglobalización/ por Gayatri ChakravortySpivak; traducción de Christophcr Nlichael Fraga ; con lacolaboración de Irlanda Villegas, Gunther Dieta. —Ciudadde México: UniversidadNacional Autónomade México, Dirección General de ArtesVisuales, Institutode Investigaciones Estéticas: UniversidadAutónoma Metropolitana : Palabra de Clío: Fundación Universidadde lasAméricas, Puebla :SigloXXI Editores, 2017. 566p. - (Serie Zonacrítica) Traducciónde: Anaestheticeducationintheeraofglobalization ISBN-13: 978-607-03-0863-5 (SigloXXI Editores) ISBN-13: 978-607-02-9510-2 (UNAM) ISBN-13: 978-607-28-1115-7 (UAM) ISBN-13: 978-607-97546-6-2 (Palabrade Clío) ISBN-13: 978-607-7690-71-9 (UDIAP) 1. Estética- Estudioyenseñanza- Filosofía. 2. Literatura- Estudioyenseñanza- Filosofía. 3. Culturaygloba­ lización- Filosofía. I. Fraga, Christopher Michael, traductor. II. Villegas, Irlanda, colaborador. III. Dietz, Gunther, colaborador. IV.t. V.ser figuras5ay6a20: ©aliccatlie figuras 27a35: Abdcrrahmane Sissako (director) (2009), Bamako(cinta cinematográfica), Francia: Archipiel 33 figuras 36a39: ©anish kapoor 2017 primeraediciónen español, 2017 ©universidadnacional autónoma de méxico direccióngeneral de artesvisuales, insurgentes sur 3000, centrocultural universitario, ciudaduniversitaria, delegación coyoacán, ciudadde méxico, c.p. 04510 institutode investigacionesestéticas circuitonitro, mariode lacuevas/n, zona cultural, ciudad universitaria, delegación coyoacán, ciudadde méxico, c.p. 04510 isbn978-607-02-9510-2 ©universidadautónoma metropolitana prolongación canal de miramontes 3855quinto piso, coloniaex-haciendasanjuan de dios, delegación tlalpan, ciudadde méxico, c.p. 14387 isbn978-607-28-1115-7 ©palabradeclíoa.c. insurgentes sur 1814, despacho 101, coloniaflorida, delegación álvaroobregón, ciudad de méxico, c.p. 01030 isbn978-607-97546-6-2 ©fundación universidadde lasaméricas, puebla exhaciendasantaCatarinamártir sanandrés cholula, puebla, c.p. 72810 isbn978-607-7690-71-9 DR©2016sigloxxi editores, s.a. de c.v. cerrodel agua248, col. romerode terreros 04310ciudad de méxico, isbn978-607-034)863-5 títulooriginal: anaestheticeducationintheeraofglobatizalion ©2012bythe president and fellovvsof harvardcollege ©2012harvarduniversitypress, Cambridge massachusetts; londres derechos reservados conforme alaley

ParaMaitreyi Chandra ya lamemoriade LoreMatzger hermanas

PRÓLOGO

Esta recopilación de ensayos abarca, por lo menos, veintitrés años. Al mirar atrás, identifico en ellos lo que Derrida, en la introducción de Psyché, llamó una théoiie distraite, al descubrir que los ensayos recopilados en su libro compartían algunos motivos teóricos.1En el presente libro, después de escribir el Prólogo, he buscado, de manera activa, una teoría distraída (traducción pobre pero atinada) del doble vínculo (double bind). Siguiendo el adagio: “En la crítica literaria, cuando buscas algo, loencuentras”, lohe encontrado. El punto es, por supuesto, que ahora siento que el doble vínculo va mucho más allá de lasugerencia de que al haberlo encon­ trado, una puede ponerlo enjuego. (Apropósito, ése era el problema con el “uso estratégico del esencialismo”.) Como sostengo en la Introducción, muchas veces surge en ellos la sugerencia de que las humanidades son capaces de aprender, de alguna manera, cómo re­ solver los dobles vínculos al ponerlos enjuego. En varias ocasiones he sugerido que “Three Women’s Texis and a Critique of Imperialism” (texto surgido a partir de mi experiencia al impartir un curso universitario en 1978 en la Universidad de Texas-Austin), “French Feminism in an International Frame”, y la traducción de “Draupadi”con una introducción crítica (los dos escritos como reacción en contra del reconocimiento de mi pericia “francesa”), y, por último, “Can the Subaltern Speak?”, representaron el iniciode un nuevorumbo en mi forma de pensar.12El pri­ mer ensayoaquí recopilado, “Lacarga del inglés”, representa la responsabilidad de tal giro, con lamirada dirigidaami país natal, mi primera presentación profesional en una institución de educación terciaria en la India. El doble vínculo surge aquí entre la casta yla clase social, también entendidas necesariamente como la raza y la clase. La esperanza que aparece al final del ensayo niega reconocer que ciertas contradicciones entre lo performativo conservado de la indigeneidad yel civiliza1Jacques Derrida, Psyché, París, Galilée, 1987, p. 9 [ed. en español: “Psyche: Invenciones del Otro", trad. M.Rodés de CléricoyW.NeiraCastro, enW. AA., Diseminario:Ladesconstrucción, otrodescubrimiento deAmérica, Montevideo, XYZEdiciones, 1987]. 2Más recientemente en París, en dos ponencias inéditas: “Femmes, langage, culture et politique á l’heure de la mondialisation postcoloniale”, con Etienne Balibar, Le Merle Moqucr; y“Paroles su­ balternes: Politique culturelle du féminisme et du postcolonialismc”, con Eric Fassin, Ecole Nórmale Supérieure, París, 25de enerode 2010. Hace poco descubrí algoque puede ser unorigensecreto, pero ¿que séyo?Véaseel capítulosobre el programa de rehabilitaciónen Nayanika Mookheijee, TheSpectral Wound: Sexual Violence, PublicMemoriaand theBangladesh Warof 1971 (Durham, N.C., Duke Universily Press, 2011). “French Feminismin an International Frame”y“Draupadi”están recopiladas en Gayatri ChakravortySpivak, InOtherWorlds:EssaysinCulturalPolitics, NuevaYork, Routledge, 2006, pp. 184-211, 245-269. “Three Women’sTexts" y“Canthe Subaltern Speak?”, los dos en versiones muy revisadas, han sidoincluidas enSpivak, Críticadelaratónposcolonial:Haciaunahistoriadelpresenteevanescente, trad. Marta Malode Molina, Madrid, Akal, 2010, pp. 120-152, 245-304.

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PROLOGO

cionismo ni siquiera pueden entrar a laseguridad de un doble vínculo. Duda envez de esperanza, o, lo arcaico en vez de lo residual. No lo podía ver ni decir en aquel entonces. Pero la Introducción nos lleva a ese punto. Esta primera incursión en la educación terciaria india fue seguida de inmediato por el segundo ensayo del presente libro, “¿Quién demanda la alteridad?”, escrito en 1987 por invitación de TheStatesman, el diario más antiguo de mi ciudad natal, Calcuta, que celebraba el cuadragésimo aniversario de la independencia india. Por alguna vaga razón, no creo que fuera precisamente lo que el periódico buscaba. Amplié el texto para presentarlo en la serie “Remaking History”de la DiaArt Foun­ dation. Ilubo muchas personas interesadas en asistir. En ese entonces yo vivía en Pittsburgh. Recuerdo que Gary Indiana, escritor, cineasta yartista visual estaduni­ dense, estaba entre el público. Esamultitud, alamoda en Chelsea, en un momento en que las fachadas de esacolonia todavía guardaban un aspecto atractivamente lú­ gubre, estaba perpleja frente a la autocrítica de un miembro de la minoría modelo, antes incluso de que ese término fuese inventado. Aestos dos anfitriones bastante dispares, ¿les habrá molestado el doble vínculo entre la perspectiva de una minoría metropolitanaylade una mayoría poscolonial en ese estirayaflojaque seda dentro de un mismosujeto? “Cómo leer un libro ‘culturalmente diferente’”, el siguiente capítulo del libro, fue escrito como respuesta a una petición particular. ABadrel Young, una británica de ascendencia pakistaní que por aquel entonces daba cursos en una secundaria del British Council en Ilackney, le tocó El guiade R. K. Narayan como texto para el sa­ lón de clase multicultural. Pidió que yole diese un poco de “mitología hindú”como contexto. Este ensayo surgió como respuesta. Harish Trivedi, profesor de inglés en la Universidad de Delhi, quien sigue siendo muycrítico de mi postura poscolonial, se quejaba de que yo no trato El guía como una novela “india”. No sé hacerlo. ¿Es un doble vínculo? En el quinto ensayo, “La cultura: situar el feminismo”, cronoló­ gicamente fuera de lugar en el índice, lo hago explícito: “La cultura es su propio contra-ejemplo irreducible”. Ruedi Kuenzli pidió que yo presentase el discurso inaugural en el congreso de la Midwestern Modern Language Association en 1991. Ruedi es una persona enor­ memente concienzuda. Como respuesta a su petición, todo lo que pude sentir fue una honestidad desesperada, pensando habitar el doble vínculo entre el ser una calcutense yel ser una neoyorquina. Acababa de llegar a Columbia pero ya había caído en la seducción ejercida por Nueva York. Hacia marzo de 2011, ya había pa­ sado más tiempo en NuevaYork que en Calcuta. Recuerdo que Leonard Gordon, mi colegade Columbia University, estaba entre el público. Yosabía que él estaba en contacto con la comunidad académica bengalí en Estados Unidos. De una manera poco razonable, yo quería que él viese que, en los comentarios que preparé, no había ninguna huella de identitarismo bengalí. Entre los rasgos de laglobalización, reconocer este dilema cultural como un do­ ble vínculo performativo en vez del “doble vínculo”representado de tal forma que pueda encubrir la contemporaneidad del capital es negarse a reconocer el control de daños.

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Creo que “Pedacitos de actuación/Hablar la identidad”, el séptimo ensayo, fue escrito para un congreso organizado por laUniversidad Nacional de Singapur. Para mí esa visita ha quedado marcada para siempre por la muerte de mi amigo Bimal Krishna Matilal. Partía a Singapur desde Bangladés (pues mi vida de “activista”ha­ bía empezado en 1986). Había hablado con Bimal antes de salir de Estados Unidos. No era posible hablar por teléfono desde Bangladés, dado que yo estaba en una zona rural. Le marqué tan pronto llegué a Singapur. Yahabía muerto. Hayun pequeño fragmentosobre flatulencias en el ensayo. Por supuesto que me davergüenza. Recuerdo que un profesor sudasiático comentó que mi presentación lehabía parecido unapedorrera. Estoyacostumbrada alahostilidad de los hombres (ya veces de las mujeres) de mi propia inscripción cultural. En aquel momento no dije loque ahora puedo escribir. Bimal Matilal murió de mieloma múltiple. Hacia el final de su vida, su caja torá­ cica había colapsado yejercía presión sobre sus pulmones. Trabajamosjuntos tanto como le fue posible y, cuando su mente se obnubilaba, él me pedía que le cantara. Durante todo este tiempo, por lapresión en sus pulmones, creo, sufría de constante flatulencia, lo cual le daba mucha vergüenza. Para tratar de aliviarle, había sacado el tema del pasaje de Glas—“laontología no puede aferrarse a un pedo”—que co­ menta sobre Genet, que escribe sobre los pedos, yBimal había mencionado la dis­ cusión de vientos corporales en lapránáyfima. He aquí el doble vínculo entre cuerpo ymente, el lugar de una ética imposible para el Levinas maduro, el bebé marcado para la muerte desde el momento mismo de nacer.3 El semestre que presenté “Enseñar en nuestros tiempos”, el sexto ensayo, traba­ jaba como profesora visitante en la Universidad de California en Riverside. Allá la atmósfera estaba llenade Derrida. Fue allí donde escribí el octavoensayo, “Comple­ mentar el marxismo”. Espero escribir un libro sobre Derrida después de entregar un delgado libro sobre Du Bois a la imprenta. Ahí tendrán su lugar “Touched by Deconstruction” [Tocada por la deconstrucción] (2000) y“Notes toward a Tribute tojacques Derrida” [Apuntes para un tributo ajacques Derrida], dos textos que es­ cribí con este público (mis “compañeros universitarios” [“schoofonates”]) en mente.4 El doble vínculo aquí trata del yoyel otro. Lo he yuxtapuesto con “¿Qué queda (a la izquierda) de la teoría?”porque da el tremendo doble vínculo entre lo intuitivo y lo que va en contra de la intuición en el aprendizaje de una teoría hecha para cambiar el mundo. Fue escrito como respuesta a la invitación deJudith Butler en el sentido de pre­ sentar una ponencia en el English Institute, con muy poca antelación. Fue un se­ mestre muy movido. Pero mi tremenda lealtad a Butler, lealtad que ha producido, yque seguirá produciendo mucho trabajo en conjunto, me hizo responder a esta5 5Emmanuel Levinas, Deotromodoqueser, oMásalládelaesencia, 4a. ed., trad. Antonio Pintor Ramos, Salamanca, Sígueme, 2003. *“TouchedbyDeconstruction", GreyRoom20, veranode 2005, pp. 95-104; “NotestowardaTribute to Jacques Derrida”, differences 16.3, otoñode 2005, pp. 102-113, reimpresoconadiciones en Costas Douzinas (ed.), AdíenDerrida, Londres, PalgraveMacmillan, 2007, pp. 47-60.

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primera llamada. Sin embargo, debería de mencionar también que tengo un exage­ rado respeto hacia el Institute. Sigocreyendo que es el ápice escolar de la profesión. He llevado conmigo una carga de inseguridad intelectual desde los años de mi licenciatura debido al sexismo cotidiano, sobre todo cuando es aplicado a mujeres aparentemente carismáticas. No pude negar una invitación al Institute. Pero tenía poco tiempo para prepararme. Por lo tanto, tomé la lección que en­ señaba en aquel momento (era sobre Marx) ypermití que me llevara a donde me llevara. Como era de esperarse, me llevófuera del aula. Estos gestos repetidos hacia el exterior de la máquina de enseñanza desde el interior son mi auge ycaída. Imparto este curso sobre Marx desde finales de los años setenta, cuando em­ pecé a dar cursos en la Universidad de Texas en Austin. Leemos más o menos mil páginas de selecciones de varios textos, en alemán yen inglés, contraponiéndolas. Las instrucciones son pensar a “Marx”como una figura textual en los escritos, en vez de leer el texto sólo porque uno lovaa necesitar para algún proyecto de teoría cultural. Si bien he escrito fragmentos aquí yallá sobre mis experiencias en el salón de clase, no me puedo imaginar escribiendo el libro que siempre digo que surgirá de esta experiencia: ¿Puede haber una éticasocialista? Todavía no puedo “imaginar lo que conozco”.5 En 1981, devastada por la partida de mi querida pareja, presenté una ponencia en el Whitney Humanities Center de Yale University sobre la injusticia generizada de La culturadel narcisismode Christopher Lasch.56Un par de años más tarde, como respuesta auna invitación de Ralph Cohén, presenté una versión extendida (“Eco”, el décimo ensayo) en la Universidad de Virginia. Yosabía queJacqueline Rose iba a estar entre el público. Hice mi lectura de Freucl tan cuidadosamente como pude. Había establecido una profunda amistad con Bimal Krishna Matilal desde 1985. Mi intercambio intelectual con el profesor Matilal, un hombre que creía que lacrítica racional índica no era meramente un artefacto cultural sino un instrumento para filosofar, me permitió entender (o imaginar) a Freud en el contexto de Ovidio de una manera más generosa. Logré empezar a leer a Freud como un filósofo de la mente-cuerpo. En 1992, comenzó otra amistad. AssiaDjebar yyopudimos reconocer una mutua resonancia. Fue esta escritora de la Argelia mediterránea, musulmana feminista a quien le ha fascinado la historia del idioma bereber, quien me dio una sensación del “eco en el origen”.Yala hemos encontrado en “Pedacitos de actuación”. LaEuropa musulmana, perosólovíaFrancia. ¿Puedo llamarleaesto teoría?Sien­ to que mi uso del psicoanálisis en este ensayo es distinto a su usocomo una taxono­ mía descriptiva. El doble vínculo aquí es más obvio, dado que tiene que ver con el imperativo de ab-usar, tema que abordo en la Introducción. 5PercyByssheShelley, Defensadelapoesía: Textobilingüe, trad.JoséVicente Selmade la1loz, Barcelo­ na, Península, 1986, p. 57. 6Christopher Lasch, Im cultura del narcisismo, trad. Jaime Collyer, Barcelona, Andrés Bello, 1999 [1979].

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Ya introduje una consecuencia de ello como mirando hacia el país natal. El si­ guiente ensayo, “La traducción como cultura”, tematiza este doble vínculo, ysu­ giere desde su misma estructuración que se puedejugar con él en ambos sentidos. Por un lado, una profesora “diaspórica”del inglés en una universidad y, por el otro, una ciudadana india de clase alta, hindú de casta yde orientación radical; de las dos hay a montones, por así decirlo. Por supuesto que queda a los lectores captar las inesperadas asimetrías de este deliberado cambio de voz, meramente citado. Presenté la primera parte como un discurso inaugural en el congreso anual de la International Association de Commonwealth Literature (iacl ) en Oviedo, España. Explico la procedencia de lasegunda dentro del texto. Paraseguir, he elegido“Traducir al inglés”, donde el doblevínculo trata de cómo habitar laposición lectora cuando una eslalectora implícita publicada y, desde lue­ go, el alarmante doblevínculo de traicionar alalengua materna al remitirla alafor­ ma idiomática global. Coloco “Nacionalismo e imaginación” exactamente al lado, porque tal yuxtaposición volvióclaras estas asimetrías, pues ese congreso de la iaci. tomó lugar en terreno conocido: Hyderabad, la India. (Una versión revisada para una presentación en Bulgaria fue editada como Nationalismand theImaginationpor Seagull Books en 2010; luego fue traducida al francés yeditada por Payot en 2011.) El doble vínculo que describoahí oscila entre loprivado no derivado yla tremenda función publica del nacionalismo. El problema aquí es que sí habitamos ese doble vínculo no reconocido; si lo reconociéramos destruiríamos dicha habitación. Una de las razones por las cuales hayque valerse de él para complementar laglobalidad. La esperanza contra todo pronóstico. En mi primer seminario con Paul de Man en 1961, di una ponencia sobre Rabindranath Tagore. El es un recurso invariable para los bengalíes tanto en el ex­ tranjero como en su país natal. En mi primera presentación en la India, se habrá notado, hablé de Tagore. Dados todos los doblesvínculosque estoydescribiendo, no es de sorprender que, de entre toda la ficción en prosa de Tagore, la que más me conmueva sea Gora. Meparecía imposible, por supuesto, no intentar el análisis con la diada Kim/Gora. Me molesta mucho que Gorase enseñe en su traducción común ycorriente al inglés, simplemente como una narrativa del nacionalismo, ejemplar, fuera del itinerario variado de Tagore en prosayverso. Sin embargo, sin una tradi­ ción de enseñanza del bengalí, ¿podría ser distinto? Intentándolo con valentía, yo enseñé Gora/Kimen un curso de narrativa en Co­ lumbia University. No me cabe duda alguna de que no fui capaz de comunicar más que los usuales clichés del discurso colonial. La Society of Fellows de Columbia Universityes, en buena medida, una organi­ zación tradicional. Como tal, ymuy apropiadamente, no ha buscado involucrarme en sus operaciones. Ann Waters, alumna de Nicholas Dirks en la University of Mi­ chigan, fue miembro de laSociety durante un año. Ainvitación suya, presenté una ponencia en la Society, por primera yúltima ocasión. El curso sobre Gora/Kimfue el tema de mi ponencia. Cuando Sugata Bose de Tufts University me solicitó dictar una ponencia en un congreso de despedida para Amartya Sen (quien partía de Harvard para ser el úni­

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co maestro no blanco en Trinity College, Cambridge, durante cierto periodo), “Re­ sidente extranjera”, el decimocuarto ensayo, era el único texto apropiado que tenía a la mano. Supongo que debe haberme pasado por la mente que tanto Sen como yoéramos residentes extranjeros en Estados Unidos. Entre ese público conformado por historiadores ycientíficos sociales especializados en Asia del Sur, la ponencia pareció algo bochornoso. Elegí colocar en este punto “Ética ypolítica en Tagore, Coetzee yciertas escenas de enseñanza”, yaque sitúa tanto aSen como a Tagore. El doble vínculode la historia se aloja en el futuro anterior, los inesperados resultados de la educación activista; pero también en esa oscilación entre la coerción yel con­ sentimiento en laenseñanza. He aquí el doblevínculo más grande, lamayor prueba en contra de la posibilidad de una sociedad justa, que mantiene mi vida entera como una gran pregunta sin respuesta: ¿se puede complementar el vanguardismo? En Gora, Tagore tematiza la complementación del vanguardismo al remover a Gora de lavanguardia hindú; pero Gorasiguesiendo la representación desde arriba de un residente extranjero. En el siguiente ensayo, “Imperativo para reimaginar el planeta”, intento imaginar a los de abajo que quisieran ser ciudadanos. Es una puesta en imaginación distinta a lade “Enseñar en nuestros tiempos”, yresponde a otro tipo de demanda. Endiciembre de 1997, mi querido amigoWilli Goetschel me hizoel inusual honor de solicitarme pronunciar el discurso para inaugurar el giroque daba una fundación llamada Stiftung Dialogik, desde el asilo del Holocausto, hacia el multiculturalismo migrante, ensu natal Zúrich. Actualmente, Goetschel es el presidente de laStiftung, pero en ese momento el presidente fundador, Hermann Levin Goldschmidt, cuya esposa, Mary, había sido la fundadora inicial de esta ruta de asilo específica, todavía vivía. Allá tampoco dije exactamente lo que el grupo quería. Pero, tal ycomo relato en el texto, el genio de Goldschmidt me permitió responder a esa discrepancia. Repitoque me resulta tediososeguir hablando interminablemente sobre mi diasporicidad particular. Pase lo que pase, no puedo pensar en lo que antes se llamaba la “fuga de cerebros”ni como exilio ni como diáspora. Creo que, como intelectual literaria, estoyaquí para usar mi imaginación, no sólopara imaginar el dilema de la diáspora, el exilio, el refugio, sino también para negar rotundamente que el desti­ no manifiesto de Estados Unidos es dar asilo al mundo (o pretender que lo hace). Como tal, a menudo tengo que enfrentarme con la pregunta de “hablar por”gru­ pos que no son el mío. He respondido a esta pregunta tantas veces que una referencia particular sería absurda. Pero parece que nunca me escuchan. Permítaseme repetir, entonces. ¿Por qué esque este modelo, heredado de laIlustración, de lademocracia parlamentaria (es decir, representar aun electorado, “hablar por”él) se havuelto el modelo maes­ tro para rechazar el trabajo académico diaspórico? ¿Por qué se ha quitado el impe­ rativo de imaginar al otro de una manera responsable? Es necesario reflexionar so­ bre la respuesta, por favor, cuando se lea esta parte. Esta súplica ya estaba presente en la primera versión de este libro, que surgió hace diez años. Actualmente ubico el doble vínculo como entre la inutilidad de lavida humana (la planetariedad) yel impulso de ser útiles (la mundialidad).

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En laprimavera de 1998, impartí un seminario dedicado alalectura para univer­ sitarios a punto de terminar la carrera. Era un grupo muy reducido ylos alumnos eran excepcionalmente concentrados ymuy listos. La lectura de Lucy que se pre­ senta es una relación de la manera en que leimos la novela en ese curso. Si se lee “Cómo leer un libro ‘culturalmente diferente’”en el modo de larecuperación de la imaginación “para el salón de clase multicultural”, “Thinking Cultural Questions” se lee en el modo formalista para el alumno de literatura en lengua inglesa. Lo escribí en la British Library de Londres, durante los nueve días planeados que yo tenía que esperar aque lainundación retrocediese de Dacaafinde que pudiesevia­ jar a Bangladés. Ensu formaactual, “Leyendocon Stuart Hall en términos literarios ‘puros’”, se relaciona con el trabajo de Hall porque seeditó posteriormente en una antología en homenaje suyo. Fue en 1996cuando empecé a reivindicar laenseñan­ za de la crítica literaria inglesa en el nivel universitario. Era lo que mis profesores en la Universidad de Calcuta me habían enseñado a hacer. Ustedesjuzgarán si fue ono buena opción. Aquí el doble vínculo se sitúa entre la “verdad”yla retórica. “El doble vínculo empieza a hacer efecto”, antes llamado “Moral Dilemma”, en­ cuadra este giro más pedagógico-administrativo. Debería de interesarle al lector general que he podido leer algunos fragmentos de este texto frente a los alumnos de mi curso universitario de historia de crítica literaria para explicarles larazón por la cual no puedo impartir un curso breve normal. También me gustaría agradecer a Emily Donaldson, alumna en aquel curso en 1998, quien me inspiró al afirmar: “Profesora Spivak: no es difícil obtener un 9 en su curso; es difícil incluso obtener un 8”. Los alumnos me han explicado posteriormente que, cuando mis colegas más famosos imparten sus cursos breves, los imparten como “cursos fáciles con pocos requisitos”, para que los alumnos de especializaciones más “difíciles”o los alumnos que están preparándose para estudiar Medicina o Derecho, puedan pasarlos fácil­ mente yasí obtener loscréditos necesarios. Esto me dio una pista de lo cercano que están esas operaciones de la trivialización de las humanidades yla privatización de laimaginación. También me gustaríaagradecer aChristopher Brady, el único alum­ no de una carrera científica (Biología) que perseveró a lo largo del curso entero, si bien se vio obligadoa aceptar créditos sin calificación porque el curso fue dema­ siado exigente. Debería de ser obvio que una no puede habitar este doble vínculo, convertirlo en el vínculoúnicode descripciones de curso. Los ensayos que siguen han reptado hacia el tipo de duda que finalmente surge en la Introducción. Aquí me es más fácil tabular. “Terror: un discurso después de Septiembre 11”: entre modelos existentes del derecho secular y la necesidad de abarcar la intuición de lo trascendental. “Harlem”: entre el desarrollo yel impulso a resistir (esto tendrá una expresión más completa en mis ponencias sobre Du Bois, presentadas en Harvard en noviembre de 2009). “Especulaciones dispersas en tor­ no alosubalternoylopopular”:entre lasubalternidad como posición sinidentidad yel afecto identitariomasivode un compromiso concasos específicos de lasubalter­ nidad. “Sistemas mundo ylo criollo”y“Repensar el comparatismo”hacen explícito el doble vínculo en el seno del comparatismo; pienso en la muerte de ladisciplina precisamente por esesentido más extremo de un doble vínculo. En “Loque está en

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juego en una literatura mundial”es una canción subalterna laque hace explícito el doble vínculo que lo repetirá como todos los demás doblesvínculos del libro. “Signo yhuella”y“Rastreando la piel del día” son ensayos de catálogo. Ambos hacen explícito el doble vínculo que se encuentra en el deseo de poner la huella en signo, mientras que la huella encuentra una salida al renunciar a la verbalidad por completo, perojamás con éxito total. El género es la palabra final. Descífrense los dobles vínculosque están ahí, sencillos e imponentes.

INTRODUCCIÓN

La globalización sucede sólo en el capital yen los datos. El resto es control de da­ ños. El dominio sobre lainformación ha arruinado la capacidad de saber yde leer. Por consiguiente, realmente no sabemos qué hacer con la información.1Muchos proyectos insuficientemente analizados cobran existencia simplemente porque ahí está la información. El crowdsourcing—es decir, la colaboración abierta ydistribui­ da—remplaza a la democracia. Las universidades se vuelven adjuntos de lo que se conoce como la sociedad civil internacional; las humanidades ylas ciencias sociales imaginativas muerden el polvo. Aestas alturas, algunos de nosotros nos empeñamos en recordar que el legado de la Ilustración europea es laDuda. La ilusión (o la falta de ella) yel nacionalismo sentimental (o el globalismo posnacional ysentimental) conforman ese sitio donde seubica gran parte de nuestro mundo. El presente libro trata de deshacer de manera productiva otro legado de la Ilustración europea —la estética—. Deshacer de manera productiva es una tarea difícil. Hay que examinar cuidadosamente las fallas tectónicas del hacer, sin acusar, sin excusar, sin perder de vista el uso. Siempre guardo esto en mis pensamientos, pero debo confesar que en esta época del mantra de la ilusión, deshacer la Estética, otrora prima de la Duda, provoca que la presente Introducción sea menos optimista que los capítulos de este libro, capítulos en los cuales, en los tiempos oscuros, la ilusión aún parecía una valiosa alternativa. Los capítulos en sí son en elogio al aprendizaje del doble vínculo (double bind) —yno sólo al aprendizaje sobre él. Dada la necesidad de las humanidades de apo­ yarse en el mundo académico, este elogio continuo conducía a menudo a la convic­ ción de que las humanidades pudiesen de alguna manera aprender cómo resolver los dobles vínculos al ponerlos enjuego. Pero el hecho de que tales convicciones sean compartidas, en distintos registros, no sólo en las humanidades, y que esos otros modos de manejar el saber se puedan hacer más congruentes con las axiomá­ ticas del capitalismo electrónico, han desplazado las bases de tal convicción. La presuposición más perniciosa hoyen día es que laglobalización ha alcanzado felizmente cada aspecto de nuestras vidas. La globalización sólo puede ocurrirle al aparato sensorial del ser experimentador en la medida en que siempre ha estado ahí, implícita en sus contornos evanescentes. Lo único que puede seguir preparán­ donos para esto es una educación estética, el pensar una contemporaneidad irregu­ lar ysólo aparentemente accesible que ya no puede ser interpretada según polari­ 1Obsérvese un ejemplodel respaldoprovenientede losmedios decomunicación populares: “Puede ser que el caminoal saber verdaderoconsistaen esforzarnos asalirdel Internet”, PeggyOrenstein, “The WayWe Live Now: StopYourSearch Engines”, NewYorkTimesMagazine, 25de octubre de 2009, p. 11.

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dades cómodas yen boga tales como modernidad/tradición, colonial/poscolonial.2 Todo lo demás inicia ahí, en ese espacio que nos permite sobrevivir en lo singular ylo no-verificable, rodeados de las consolaciones letales ylúgubres de la elección racional. Otros tipos de saber institucional implícitamente presuponen esta base. ¿Cómo es la índole de esta educación estética? No puede haber una fórmula glo­ bal para ella. En el presente libro, yo, que me muevo con mayor comodidad en las instituciones de la educación terciaria, propongo una idea que se podría describir como un sabotear a Schiller.34 Cuando el manejo del saber intenta, sobre estas bases movedizas, deshacer el doble vínculo ylo nombra la práctica de la sustentabilidad —hacer el mínimo de algo para hacer el máximo de algo más—estamos ante un desplazamiento de la transformación schilleriana de la filosofía crítica de Kant, tema en el que me de­ tendré más adelante. Tales cálculos, que cuadran de arriba para abajo, también pueden explicar la razón por la cual Kant dice que la “mera razón”es moralmente perezosa. El mundo requiere un cambio epistemológico que reorganice losdeseos/ Lacontemporaneidad global lorequiere. También esto forma parte de nuestra pre­ ocupación en el presente libro. Antiguamente, la versión de la sustentabilidad proveniente de las humanidades se trataba de maximizar la capacitación imaginativa yde minimizar la aturdidora uniformización de la globalización. (Se pueden encontrar claves para ello en el movimiento romántico de la poesía británica.) Mientras intentábamos lograrlo, la universidad globalista de Estados Unidos, cada vezmás corporativizada yambiciosa, vigilaba la minimalización de las humanidades ylas ciencias sociales —para realizar el máximo de alguna versión de laglobalización.5Al esgrimir los presentes ensayos, 2Claus Offe esconsciente de estacontemporaneidad. Al pensar en Europa Oriental como “ejemplo singular”, la denomina como una simultaneidad yun dilema. En la globalización, todo sitioes contem­ poráneo pero también singular. Nosotros, por lo tanto, la llamamos un doble vínculo. OÍTe también es consciente de una necesidad de lo que estamos llamando una “educación estética", pero por supuesto que no lo puede decir. Éstas son las formas bajo las cuales aparece: “En la medida en que los macroacontecimientos han asumido una velocidad increíble, la dolorosa tarea de la esperanza paciente recae sobrelos individuos”y“¿esposible, mediante el empleojuicioso de recursos políticosyreformas institu­ cionales, generareste tipo depacienciaycomportamientocivilizadoahí donde hacen falta?”, “Capitalism byDemocratic Design? Democratic Theory Facing the Triple Transition in East Central Europe”, Social Research58.4, invierno de 1991, pp. 869, 872, 887, 888. 5 Derrida tiene razón al escribir que launiversidad moderna, dondequiera que sea, es unavariación del modelo europeo medieval. Jacques Derrida, La universidadsin condición, trad. Cristina de Peretti y PacoVidarte, Madrid, Trotta, 2002. He aquí el extracto de un correo electrónico que le escribí al vice­ rrector de la Universidad Mahatma Gandhi en Kerala: “Hace poco me invitaron aparticipar en las insti­ tucionesélite de educación terciariaypos-terciariaen laIndia, donde el inglés (que, desde mi punto de vistatambién es un idioma indio) puede ser entendido. Si bien es ahí donde me siento más en casa, por lapresenciade inteligenciascríticas talescomolasdeSanal MohányThomasjoseph (ymuchosotros, no cabeduda), no puedodetenermeallá por mucho tiempo, precisamente por esa razón.”Schiller también sesiente comoen casaahí. Sabotaje afirmativo. 4Senota que Obama reconoce estode modo minimalista en sunombramientode economistas conductuales a fin de transformar los deseos de los consumidores, Benjamín Wallace-Wells, “Cass Susstein Wants toNudge Us”, NewYorkTimesMagaiine, 16de mayode 2010, pp. 38-44. 5En un ámbito más amplio, nuestra simpatía se inclinaría hacia alguien como Lucio Flávio Pinto,

!9 esa tendencia no había alcanzado su pleno florecimiento. Algunos de nosotros está­ bamos al inicio de la construcción de instituciones en ambos extremos del espectro, con ilusión yconfianza cautelosas. Apesar de que estaban teniendo lugar la guerra del Golfo (1991) y luego la guerra en Iraq (2003-), el peculiar “fin” de la guerra fría, una conclusión extraída de manera quizás demasiado rápida de la implosión de la Unión Soviética, todavía parecía dar algo con qué trabajar. Actualmente la co­ yuntura ha avanzado —los movimientos sociales globales se han internacionalizado completamente en una alianza con la feudalidad del Norte. Las humanidades ylas ciencias sociales son periféricas allá arriba—. La única ilusión, para mí, queda en el extremo subalterno; y ¡así no se puede conformar un libro por publicarse [en Estados Unidos], en una editorial universitaria! Aquí el único vínculo puede ser trabajar con un cierto Gramsci, pero esa labor es cronológicamente posterior a los presentes ensayos. Me referiré a él en breve. Será tarea del lector rastrearlo entre líneas en este libro. En el cuerpo del texto también hay, de vezen cuando, una convicción no-exami­ nada en la originalidad, desafiante a la historia, de lo aborigen. En el ínterin, me he dado cuenta de que puede haber surgido de una protección yuna preservación “feudales”que no eran más que una trampa de la benevolencia primitivista. Las reconsideraciones ylas aclaraciones que aquí delineo se ven reflejados en la presente Introducción, yno siempre en el cuerpo del libro. Demando, como siem­ pre, un lector interactivo. La Introducción empieza con el doble vínculo: aprender avivir con instrucciones contradictorias. Rastrea una trayectoria que vade Kant a de Man, pasando por Schiller yMarx, donde los nombres propios europeos son meto­ nimias de los cambios de época. En la parte final, la Introducción se mueve hacia un espacio que contradice la virtud de adquirir el talento dejugar el doble víncu­ lo: la esquizofrenia como figura, reterritorializada yrecodificada. La Introducción concluye con la exhortación de Gramsci: que se instrumentalice al intelectual en aras de producir un cambio epistemológico, en lugar de sólo prestar atención a lo ético, tanto en subalternos como intelectuales.6Invoco el mundo, como algo dado, empírico, no-examinado, en los intersticios de la Introducción. El más ubicuo de los dobles vínculos deshace la dicotomía entre individuo yco­ lectivo mediante un pensamiento, de la muerte, que también desharía la dicotomía

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quien “tiene sus sospechas frente a las perogrulladas contemporáneas sobre el ‘desarrollosustentable’, loque aojos suyosnoes ‘nada másque ideología hastalafecha, empleada paradorar lapíldora, suavizar laopinión pública internacional’ytranquilizar las consciencias de lo que denomina los consumidores ‘coloniales’, tantoal interior comoal exterior de Brasil. Posibilitar que los humanos aprendan ‘maneras de utilizar’laselvadel Amazonas ‘sindestruirla’esel mayor desafíode la región, diceél”,ReedJohnson, “On the Beat in the Amazon: BrazilianJournalist LucioFlávioPinto Has Spent More thanFour Decades TryingtoRight WrongWhile StayingAliveand Out ofJai!”, J a s Angeles Times, 18de mayode 2008, p. F8. Los comentarios de Pinto implican un proyectoepistemológico practico, un gran desafío. 6 Considero que Gramsci era comunista democrático más que demócrata liberal. Espero que eso quede claroa partir de las referencias que hagoaquí de él. Para una crítica de laapropiación liberal de Gramsci, véase a Giorgio Baratta, “Gramsci entre nosotros: Hall, Said, Balibar, Coutinho" en Las rosasy loscuadernos. ElpensamientodialógicodeAntonioGramsci, trad. Amonio FirenzeyLucasVermal Ahumada, Barcelona, Bellaterra, 2003, pp. 211-235.

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entre lo humano y lo animal. “El futuro general nada tenga que ofrecer a la vida individual, cuyo único futuro cierto es la muerte.”7Si yo pudiese escribir el libro de nuevo, incluiría lecturas de Dme una adivinanzade Tillie Olsen yde Subscript yLife, End ofde Christine Brooke-Rose.8Son novelas que se atreven a poner en escena lo ético-político en general, junto con el envejecimiento yla muerte, relacionándose sin relación a la práctica textual. ¿Será por el factor Baubo —que las mujeres que yasuperaron la edad reproductiva pueden mirar a la normatividad reproductiva de una manera desapasionada—que son textos de ancianas? ¿Una queeñdad pos-nor­ mativa? ¿Será por eso queJ. M. Coetzee selecciona a protagonistas ancianas como huella del autor en La edaddehierro, ylos textos sobre Elizabeth Costello?9En este registro tal vez lo literario todavía puede lograr algo. Tal vez no. Trabájese por favor en este doble vínculo entre la Introducción yel libro confor­ meva leyendo. He proporcionado un Prólogo que traza una trayectoria intelectual: ¿Deberíamos de darle crédito al intelecto del Pro-Pos-facio apisonado por la coyun­ tura, o el optimismo de la voluntad de los ensayos? Nada de sustentabilidad aquí; dado el momento actual, quien gane, pierde. En 1992, cuando me pidieron que presentara la primera Ponencia en Homenaje a T. B. Davie en la University of Cape Town, después de la abolición del apartheid, sugerí que aprendiésemos a usar laIlustración europea desde abajo.10Usé la expre­ sión “ab-usar”porque el prefijo latino, “ab-”, dice mucho más que “abajo”. Al indi­ car tanto “movimiento hacia otra parte” como “agencia, punto de origen”, tanto “que apoya”como “los deberes de los esclavos”, plasma de manera concisa el doble vínculo de los poscoloniales ylos emigrantes metropolitanos frente a la Ilustración. Queremos las ganancias en la esfera pública ylas limitaciones en la esfera privada que provienen de laIlustración, pero también debemos hallar algo quese relacione con “nuestra propia historia” para contrarrestar el hecho de que la Ilustración lle­ gó, tanto a los colonizadores como alos colonizados, a través del colonialismo, para 7Hannah Arcndt, Sobrelaviolencia, trad. GuillermoSolana, Madrid, Alianza Editorial, 2005, p. 42. 8Tillie Olsen, Dime una adivinanza, trad. Antonio-Prometeo Moya, Barcelona, Anagrama, 1984; Christine Brooke-Rose, Subscript, Manchester, R.U., Carcanet, 1999yLife, Endof, Manchester, R.U., Carcanet, 2006. Una lectura de Olsen aparece en Spivak, DuBoisReivritesHistory, Cambridge, MA, Harvard UniversityPress. 9 FriedrichNietzsche, Elgaysaber, o, Gayaciencia, 2a. ed., trad. LuisJiménezMoreno, Madrid, EspasaCalpe, 2000, citado yexaminado enJacques Derrida, Espolones: Ix>sestilos deNietzsche, 2a. ed., trad. M. ArranzLázaro, Valencia, Pre-Textos, 1997. Lasancianas, desdeeste puntodevista, dan miedoporque sus genitales marchitos, más alláde lasseducciones de lasexualidad, sehan liberado del cautiveriomasculi­ noy, por lotanto, sonsabiassobre lahumanidad. Parece probableque Nietzsche tomarasuinformación de Clemente de Alejandría, cuya propia fuente, a su vez, para este rito particular de Deméter es poco definitiva (Clemente de Alejandría, El prolréptico, trad. Marcelo Merino, Madrid, Ciudad Nueva, 2008, pp. 108-111); para la dudosa procedencia del rito, véase: G. E. Mylonas, Eleusis andtheEleusinianMysfe­ ries, Princcton, NJ, Princeton UniversityPress, 1961; yj. M.Coetzee, Laedaddehierro, trad.Javier Calvo, Barcelona, Mondadori, 2002; Coetzee, Las vidas delos animales, trad. Miguel Martínez-Lage, Barcelona, Mondadori, 2001; Coetzee, Elizabeth Costello, trad. Javier Calvo, Barcelona, Mondadori, 2004; Coetzee, Hombrelento, trad.Javier Calvo, Barcelona, Mondadori, 2005. 10“ThinkingAcademicFreedomin Gendered Posicoloniality", en Gayatri ChakravortySpivak, Space andPlace, Calcuta, Seagull Books.

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respaldar un “libre comercio”destructivo, yque las brechas de arriba para abajo de las políticas de los principios de la Ilustración no son la excepción sino la regla." Esto distingue nuestros esfuerzos de los mejores intentos europeos modernos de usar la Ilustración europea de manera crítica, hacia los cuales sentimos cierta sim­ patía, ¡losuficiente como para subvertirlos!112Pero “ab-usar”puede ser un engañoso neografismo que llegue a significar, sencillamente, “abusar”, lo cual debería estar tan lejos de nuestras intenciones que pensé sacrificar la precisión yla amplitud al decir, sencillamente, “desde abajo”. Esto también exaspera, pues presupone que “nosotros”, quienes quiera que seamos, estamos debajo del nivel de la Ilustración. Otra vez un doble vínculo.1314 La frase “doble vínculo” proviene de Pasos hacia una ecología elela mentede Gregory Bateson, publicado [en inglés] en 1972.HPara empezar, el doble vínculo era para él una manera de entender la esquizofreniajuvenil de manera cualitati­ va. Sin embargo, Bateson estaba consciente de que “tanto aquellos cuya vida está enriquecida por dones transcontextuales como aquellos que están empobrecidos por confusiones transcontextuales se asemejan en un aspecto: para ellos siempre, o frecuentemente, existe una ‘doble recepción [double take\\" En otras palabras, al habitar así los dos extremos del espectro, el doble vínculo podría ser generalizado. En un extremo, la necesidad de un remedio; en el otro, reconocer al sanador. Tam­ bién tenía en cuenta la necesidad de las metáforas-concepto catacrésicas para las cuales no puede haber referente literal. En su ensayo sobre “Una teoría del juego yde la fantasía”, define “el juego de dos individuos en determinada ocasión”—el juego yla terapia—algo que nunca está lejos de loque nombramos una educación estética —mediante un “diagrama que proviene de la teoría de los conjuntos”—. Es cuando “la analogía matemática se quiebra” que él sistemáticamente esboza la 11 Considérese Haití, donde el pueblo negro estableció la Libertad, la Igualdad yla Fraternidad; o Uzbekistán, nuestro compañero en la guerra contra el terrorismo. Para un resumen conciso del caso haitiano, véase: “Haiti’sLesson”, EconomicandPolitical Weekly45.5, 30de enerode 2010, pp. 5-6; para Uz­ bekistán, véase: CraigMurray, MurderinSamarkand:ABrilishAmbassador’sControversialDeftanceofTyranny inthe WaronTerror, Londres, Mainstream, 2006. 12 Paraun tratamientobrillante, véase: Diana K.Reese, ReproducingEnlightenment:ParadoxesintheLife oftheBodyPolitic:LiteratureandPhilosophyaround 1800, NuevaYork, de Gruyter, 2009. 13 Hayque pensar el ab-usode la Ilustración en términos de lapresencia residual/dominante e irre­ gular pero tenazde las políticas de clanen distintas partes del mundo. Kathleen Collins ofrece un resu­ men provocador en ClanPoliticsandRegimeTransilioninCentralAsia, NuevaYork, Cambridge University Press, 2006. Paraentender laheterogeneidad del abusador, hayque expandir el modelo de la“cultura” de RaymondWilliams comoladanza de loarcaico/rcsidual/dominante/emergente/oposicional/alternativo/pre-emergente (RaymondWilliams, Marxismoyliteratura, trad. Pablodi Masso, Barcelona, Penín­ sula, 1988, pp. 143-149). Tambiénhayque pensaren lairregularidadde lasviolaciones posibilitadoras de variedades de imperialismos, yla influencia de laestadunidización-como-globalización colocada sobre este terreno desnivelado congrupos históricamente específicos como una especiede recipientes. ¿Dón­ de se sitúa el/la intelectual en esta fantasmagoría? ¿Qué significa que Chinguiz Aitmátov, el novelista “liberal”, respaldaba aAkayev, el físicoque se transformó paulatinamente en el autócrata que manejaba los clanes yaprobaba la tortura? 14 GregoryBateson, Pasoshaciaunaecologíadelamente, trad. Ramón Alcalde, Buenos Aires, Editorial Lohlé-Lumen, 1998, p. 302 (de aquí en adelante citado en el texto como EM, seguido del número de página).

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manera en que el terapeuta debe trabajar en los límites del doble vínculo de “lo abstracto” y “lo concreto” (EM, pp. 214-215). En el contexto contemporáneo lo podemos nombrar el doble vínculo de la universalizabilidad de losingular, el doble vínculo en el corazón de la democracia, para la cual una educación estética puede ser una preparación epistemológica, mientras nosotros, los maestros de la estética, usemos material marcado históricamente por una región, cohabitando con, resis­ tiendo a, yacomodando a lo que nos llega de la Ilustración. Incluso esto requiere de pujantes iniciativas dirigidas hacia la transformación de las instituciones, que se ven frustradas por el espíritu burocrático, aceptado arriba yabajo por igual. Sin em­ bargo, hay “el buen maestro”, “el buen alumno”, en camino hacia la colectividad. La duda yla ilusión...15 En su ensayo Bateson explicó con lujo de detalle la capacitación de la imagina­ ción en términos de una puesta-en-abismo, una serie indefinida de reflejos mutuos: escribiendo sobre “dilema[s]... [que] no se limita[n]... a los contextos de esqui­ zofrenia” (EM, p. 267), él distingue entre “la gente ylos robots... en el hecho del aprendizaje... [pasando] de una solución a otra solución, eligiendo siempre otra solución que es preferible a la que precedió” (EM, 269-270). Él busca “ensanchar el alcance de lo que hayque incluir dentro del concepto de aprendizaje" por medio de “serie[s] jerárquica[s] [que] estará[n] constituida[s] entonces por mensajes, mctamensajes, meta-metamensajes, etcétera” (EM, p. 276). Esta “capacitación”, que es el baluarte de una educación estética, fracasa habitualmente con la religión yel nacionalismo: “en laborrosa región donde se encuentran yse superponen en parte el arte, la magiayla religión, los seres humanos han elaborado la ‘metáfora tomada literalmente’, como, por ejemplo, la bandera por cuya salvación mueren los hom­ bres o el sacramento que se siente como ‘un signo externo yvisible, que nos ha sido dado’” (EM, p. 210); es notable que Freud menciona las mismas dos cosas —"trono yaltar”en “El fetichismo”, como los monitores de la ilógica fetichista.16 La capacitación parajugar, es decir la educación estética, fracasa habitualmente con la bandera yel sacramento, el trono y el altar. Bateson describió el hábito de una manera nada sentimental. Una línea de practicante lo liga aquí al Wordsworth de las Baladas líricas, a quien le interesaba deshacer las malas consecuencias epistemo/afectivas del capitalismo naciente, ya Gramsci, que buscaba producir el intelec­ tual subalterno a partir del “hombre [iíc] de las masas”en un lugar yun momento en donde las políticas de clan no se desconocían.17He aquí Bateson:

15 Tal comoquedóclaro, por ejemplo, a partir de “Towarda Common Morality”, la ncurociencia n nos puede ayudar aquí, si bien socavacon firmeza la plausibilidad del libre albedrío (11 de septiembre de 2009, Naciones Unidas). Estamos limitados alacapacitación del sujeto individual. En laocasión cita­ da, el máselocuentesobre este temaeraMaxwell R. Bennett, profesor de ncurocienciaenlaUniversidad de Sydney. 15SigmundFreud, “Fetichismo”, Obrascompletas, vol. 21, trad.José L. Etcheverry, BuenosAires, Amorrortu Editores, 1976, p. 148 (citado en el texto de aquí en adelante como OC, seguido del número de volumenylapágina). 17WilliamWordsworth, PrólogoaBaladas líricas, edición bilingüe, trad. EduardoSánchez. Fernández,

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En el campo ele los procesos mentales, nos hallamos muy familiarizados con este tipo de economía [de adaptabilidadpor ensayoyerror], yde hecho selogra unahorro importante ynecesario mediante el proceso de formación de hábitos. Podemos, en primera instancia, resolver determinado problema al sustraerlos del alcancede laoperación estocásticayal de­ legar lassoluciones aun mecanismomás profundoymenos flexible, quellamamos “hábito”. (EM,p. 286.) Bateson escribió el pasaje anterior en 1959. Diez años después, en un simposio sobre el doble vínculo, generaliza el hábito. Aquí la conexión del practicante/filósofo es con el Freud que intentaba ir más allá del principio de placer para llegar a una “compulsión de repetición en el mundo orgánico [que yace] en los fenómenos de la herencia y en los hechos de la embriología” (OC 18, pp. 36s.). He aquí, de nuevo, Bateson: Superponiendoeinterconectandomuchos circuitosde retroalimentación, nosotros (ytodos los otros sistemas biológicos) no sólo resolvemos problemas particulares, sino que también formamos hábitos que aplicamos a la solución de clases de problemas. Actuamos como si todaunaclasede problemaspudieraresolverseentérminosdesuposiciones opremisas, cuyo número es menor que el delos miembros de laclasede problemas. Enotras palabras, noso­ tros (losorganismos) aprendemos aaprender... [La] rigidez [de los hábitos] sesiguecomo corolario necesario de suposición en lajerarquía de laadaptación. Lamisma economía de ensayoyerror que se logramediante la formaciónde hábitos sólo es posible porque los há­ bitos están comparativamente sujetos a una “programación dura.”... La economía consiste precisamenteen noreexaminar oredescubrir laspremisasdel hábitocadavezqueseemplea el hábito. Podemosdecir queestaspremisassonparcialmente“inconscientes”o, si ustedeslo prefieren, quese ha desarrolladoun hábitode noexaminarlas. (EM,p. 304.) Lo estético provoca un cortocircuito en la tarea de sacudir este hábito de no examinarlas, quizás. Dije al inicio que en las etapas anteriores podíamos encontrar nuestros modelos en el Romanticismo británico. Pero si tomamos lo literario sólo como una fuente sustancial del buen pensamiento, no cumplimos la tarea de la educación estética tal como la proponemos: entrar, a cualquier precio, al texto de otro. De otra forma, notaremos que el proyecto de WilliamWordsworth está pro­ fundamente marcado por su clase social, yque nojuzga el hábito. Queda claro, para él, que es superior a los demás en su aspecto de poeta, excepcionalmente dotado con una imaginación excesivamente fuerte, capaz de organizar los hábitos de los demás. Cito en extenso para demostrar su falta de interés en trabajar con los sub­ alternos, si bien es cierto que sí reconoce el poder del lenguaje “real”de ellos. Su principal interés es ir cambiando el gusto de los lectores de poesía; su confianza en los dones “del poeta” (¿la huella del autor?) se expresa de una manera elaborada Madrid, Ediciones Hipcrión, 1999 (citado en el textode aquí en adelante como BL, seguido de la pági­ na). [Traducción modificada, (t .)]

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en estos pasajes, al mismo tiempo, repito, que reconoce el poder (¿inconsciente de sí mismo?) del lenguaje “real”de “los hombres:” Porque son nuestros pensamientos, como representantes de todas nuestras emociones pasa­ das, losque modificanydirigen lacontinua afluenciade emociones; y,del mismomodoque reflexionandosobre larelación que esos representantes generales tienen entre sí descubri­ mos loque es realmente importante para los hombres, así también las sensaciones relacio­ nadas con temas importantes se nutrirán de la repeticiónypermanencia de este acto, hasta que, finalmente, si estamos poseídos desde un principio por una gran sensibilidad innata, se crearán tales hábitos mentales que, obedeciendo ciega ymecánicamente a los impulsos de esos hábitos, describiremos objetos yexpresaremos sentimientos de tal naturaleza ytan relacionadosunosconotros, queel entendimientodel ser al que nosdirigimos, si seencuen­ traen un estadofavorable de asociación, tiene necesariamente que sentirse de algún modo iluminado, sugustoelevadoysusafectos mejorados. (BL, pp. 41, 43.) [El poeta] es un hombre que habla a hombres: un hombre, es cierto, dotado de una sensibilidad más viva, de mayor entusiasmo yternura, que tiene un mejor conocimiento de lanaturaleza humana yun alma que abarca más de loque comúnmente se supone entre el génerohumano; un hombresatisfechoconsuspropias pasionesydeseos, yquesealegramás que otroshombres del espíritudevidaque hayensuinterior; quegozaal contemplar deseos ypasiones semejantes a los manifestados en los acontecimientos del Universo, yque habi­ tualmentesesiente impulsadoacrearlos donde nolosencuentra. Aestascualidades el poeta añade unadisposición influida, másque en otros hombres, por cosas ausentes comosi estu­ vieranpresentes; unacapacidadparaevocar dentrodesí pasionesqueverdaderamenteestán muylejosdeser igualesalasproducidas por sucesos realesyque, noobstante (sobre todoen aquellas partes de lacomprensión general que son agradables ydeliciosas), se parecen más alas pasiones producidas por sucesos reales que cualquier otracosaque, de las operaciones de sus propios pensamientos únicamente, otros hombres estánacostumbrados asentirse en sí mismos. Por esto ypor la prácdca, el poeta ha adquirido una mayor disposición yfuerza para expresar loque piensaysiente, yespecialmente esos pensamientos yesos sentimientos que, por elecciónpropiaypor laestructura de supropia mente, surgen en él sin necesidad de estímuloexterno... (BL, p. 61.) Pero, seacual sea lacantidad de esta facultad que nosotros podamos suponer en el más grande de los poetas, no puede haber duda de que el lenguaje que ella le sugiera debe, en vivezayen autenticidad, distar mucho del empleado por los hombres en la vida real, bajo la presión real de esas pasiones, cuyas sombras el poeta produce, o cree que se producen, dentrodesí. Aunquedeseáramosmantener unaideaelevadadelafuncióndepoeta, esobvio que, mientras describa e imite pasiones, su situación es completamente servil ymecánica, comparada con lalibertad ylafuerza de laacciónyel sufrimientoreales. Así pues, el poeta deseará acercar sus emociones alasde la gente que describe, omejor, introducirse así mis­ mo, quizásdurante cortos espaciosde tiempo, enunacompletailusióne, incluso, confundir eidentificarsuspropias emociones con lasdeellos, modificandoel lenguaje quede esta ma­ neraseleinsinúateniendoencuentasolamenteque él describeconunaintenciónconcreta: lade producir placer... (BL, pp. 61, 63.) Puesto que es imposible que el poeta produzca en todas las ocasiones el lenguaje tan

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exquisitamente adecuado ala pasión comoel que sugiere la propia pasión, es conveniente que seconsidere a sí mismoen lasituaciónde un traductor, que secreejustificado cuando sustituyelasexcelenciasdeotraclase por aquellas queél nopuede obtener ytrataocasional­ mentedesuperar el original conel findecompensarlainferioridadgeneral alaqueél siente quedebe someterse. (BL, pp. 63, 65.) Así que puede ser un “hombre que habla a hombres”. Aél, sin embargo, no le hubiera atraído la tercera tesis de Marx sobre Feuerbach: que ya que no se puede circunvalar la diferencia de conocimiento entre quien enseña yquien aprende, no dejar que se desarrolle en una diferencia de poder es una tarea constante que siem­ pre mantendrá la sociedad en el estado de agitación necesario para la liberación. (La traducción usual de agitación [upheaval\ —Uvnualzurig—tiende a ser “revo­ lución”y no “agitación”, destruyendo así la importante advertencia de Marx: que hay que educar a los educadores).18La teoría, profundamente individualista, de la imaginación creativa del Romanticismo en Wordsworth debe quedar como antisistémica.19Gramsci, en cambio, dedica todas sus energías a producir al intelectual subalterno, al instrumentalizar al “nuevo intelectual”: La historia del industrialismo ha sido siempre (yhoylo es en una forma más acentuada y rigurosa) una continua luchacontrael elemento“animalidad”del hombre, un procesoinin­ terrumpido, a menudo dolorosoysangriento, de sometimiento de los instintos (naturales, oseaanimales yprimitivos) asiempre nuevas, más complejas yrígidas normas yhábitos de orden, de exactitud, de precisión que hagan posibles las formas cadavez más complejas de vidacolectivaquesonlaconsecuencianecesariadel desarrollodel industrialismo. Estalucha es impuesta desde el exterior yhasta ahora los resultados obtenidos, si bien de gran valor prácticoinmediato, son puramente mecánicos en gran parte, nose han convertido enuna “segunda naturaleza”... Hastaahora todas las transformaciones del mododeser yde vivir se han producido por coerciónbrutal... laseleccióno“educación”del hombre adaptadoa los nuevostiposdecivilización, oseaalasnuevasformasdeproducciónyde trabajo, haocurrido mediante el empleo de brutalidades inauditas, arrojando al infierno de las subclases a los débilesya los refractarios oeliminándolos del todo.20

18Marx, “Tesis sobre Feuerbach”, en La ideologíaalemana, trad. WenceslaoRoces, México, Grijalbo, 1987, p. 666. Ahora entiendo que se trata de lafelixculpade Engels (véaseaW.F. Haug, “Gramsci’s ‘Philosophyof Praxis,’”SociatismandDemocracy14.1, primavera-verano de 2000, pp. 1-19). Dermot Ryan ha señalado el interés que tenía Wordsworth en sistemas educativos innovadores (Dermot Ryan, “Writing, Imagination, and the Production of Empire fromAdamSmith toWilliamWordsworth”, tesis de docto­ rado, Columbia University, 2007). 19Esposible que Coleridge seamucho más democráticoen este aspecto, yaque suteoría humanista de la imaginación es una descripción de ser-humano [being-human] para el ser humano {human being] en general. 20AntonioGramsci, Cuadernosdelacárcel, tomo6, trad. AnaMaría Palos, MéxicoyPuebla, Ediciones ErayBenemérita UniversidadAutónoma de Puebla, 2000, pp. 78-79 (citadoen el textode aquí en ade­ lante como CC, seguidodel númerode tomoyde página).

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(Aquí hay que mencionar que Gramsci, al igual que todo proyecto de “educa­ ción”, manifiesta una necesidad de establecer una distinción de una “animalidad” homogénea. Derrida lo ha analizado con lujo de detalle en El animal queluegoestoy si(gui)endo.2} Es una negociación que no podemos evitar. Lo vemos en la retórica puesta en escena de La universidad sin condición, el ensayo de Derrida.2122) Gramsci yBateson, interesados en la educación yla terapia, no se quedaron satisfechos con el solo hábito en tanto algo más que la base del cambio epistémico. En efecto, Ba­ teson llegó a pensar en la terapia misma como una especie de doble vínculo: “La diferencia entre el bind terapéutico yla situación original de doble vínculo reside, en parte, en el hecho de que el terapeuta no está comprometido personalmente en una lucha de vida o muerte. Por consiguiente, puede establecer bindsrelativamente benévolos y ayudar a que el paciente se emancipe paulatinamente de ellos” (EM, p. 256). Y,ya que su tarea no es epistemológica sino psicológica, se detiene al dejar muy en claro que el hábito no hace preguntas. Es Gramsci el que insiste, al menos por implicación, que las premisas de un argumento sí deben ser efectivamente “redescubribles”, “re-examinables”, por el hombre de las masas mientras lo educan para ser un ciudadano. Me tomo la libertad de autocitarme: Siqueremos “cambiar el mundo”, el alter-globalismodebe pensar enlaeducaciónde losque estándesprovistos de susderechos civilesen el desinterés en un doblevínculocon el interés de la lucha de clases: “la tendencia democrática... no sólo puede significar que un obrero descalificadosevuelve calificado”, escribe Gramsci. Más bien debe significar que "todo ‘ciu­ dadano’puede volverse ‘gobernante’yque lasociedad lo pone, aunque sea ‘abstractamen­ te’, enlascondiciones generales de poder llegar aserlo”.23*25 En un comentario importante sobre Marx, Gramsci distingue entre lo psicológi­ co, lo moral (nuestra palabra sería quizás “lo ético”), ylo epistemológico. Nuestra tarea es “ab-usar”esta distinción, no para disculpar su aparente confianza sistémica (contradicho por gran parte de la vacilación de lo que Gramsci escribió desde la 21 Derrida, El animal queluegoestoysi(gui)endo, trad. Cristina de Peretti yCristina Rodríguez Marciel, Madrid, Editorial Tiotta, 2008. 22Derrida, Launiversidadsincondición, trad. Cristina de Peretti yPacoVidarte, Madrid, Trotta, 2002, p. 9. Derrida lollama una “profesión de fe”, yasí nos invitaa seguir el encuadre laberínticode laprofe­ siónde lafeoriginal en el Emiliode Rousseau. Nopuede escapar a una versióndel humanismoal hablar delashumanidades, sinoque tieneque pedir que desviemosese predicamentoatravésdeuna invitación intertextual. 25 “Western Marxismand the Lcgacy of the NewSocial Movemcnts”, ponencia presentada en el congresodeActuel Marxsobre el Altermondialisme/Anticapitalisme, Universidadde París-Sorbonne, 5 deoctubre, 2007; presentadacomo“RevisitingPostcolonialism”en el Centre for Cultural Studies, GoldsmithsCollege, UniversityofLondon, 7de noviembre de2007. Lareferenciaincrustante para el extracto deGramsci esCC4, p. 379. Cf.JosephStiglitz, El molestarenlaglobalización, trad. Carlos RodríguezBraun, Madrid, Punto de Lectura, 2007: “Hoy reconocemos que existe un ‘contrato social’ que vincula a los ciudadanos entre sí ycon su Estado” (p. 152). Los ciudadanos son formados, mediante un aparlheid de claseque es quebrado por loqueyollamo una “educación estética.”

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cárcel), ni para acusarlo de lo mismo, sino para ver, en la incorporación de lo epis­ temológico, una manera de leer a Gramsci con “la historia en lalectura”:24 Laproposicióncontenidaenlaintroducción alaCríticadelaeconomíapolíticadequeloshom­ bres toman conciencia de los conflictos de estructura en el terreno de las ideologías, debe ser considerada como una afirmación de valor gnoseológicoyno puramente psicológicoy moral. Deahí sesiguequeel principioteórico-prácticodelahegemoníatiene tambiénun al­ cancegnoseológicoypor lotantoenestecampodebebuscarselaaportación máximateórica de Ilich [Lenin] alafilosofíade lapraxis [esdecir, el marxismo], llichhabría hecho progre­ sar [efectivamente] lafilosofía [comofilosofía] en cuantoque hizoprogresar ladoctrina yla prácticapolítica. Larealizacióndeunaparatohegemónico, encuantocreaun nuevoterreno ideológico, determina una reformade lasconciencias yde los métodos de conocimiento, es un hechode conocimiento, un hechofilosófico. Conlenguajecrociano: cuandoseconsigue introducir una nueva moral conforme a una nueva concepción del mundo, se termina por introducir también tal concepción, oseaquesedetermina toda una reforma filosófica.25 La relación entre la educación yel hábito de lo ético es como la relación sin re­ lación entre la responsabilidad yel don que debemos imaginar para dar cuenta de la responsabilidad —una deducción trascendental sin restricciones, por así decir­ lo—.24256La capacitación para el hábito de lo ético sólo puede ser trabajado median­ te la atención a la tarea sistémica de compromiso o negociación epistemológica. “Aprendemos a aprender” (en la expresión más general de Bateson) cómo enseñar a partir del texto histórico-cultural dentro del cual se podría colocar cierto grupo de alumnos. Por eso Gramsci invoca la relación activa entre [el intelectual] yel ambiente cultural que él quiere modificar, am­ biente que reacciona sobre el filósofo y, obligándolo a una continua autocrítica, funciona como“maestro”... porque sólodonde existe estacondición políticaserealiza larelación de maestro-discípuloen los sentidos más generales arriba mencionados yen realidadse realiza “históricamente”un nuevotipodefilósofoquesepuede llamar “filósofodemocrático”, osea el filósofoconvencidodequesupersonalidadnoselimitaal propioindividuofísico, sino que esuna relaciónsocial activade modificacióndel ambiente cultural.27 Una educación estética enseña lashumanidades de tal manera que todos los suje­ tos están “contaminados”. He insistidoen que esto no me genera mucha ilusión que digamos en el contexto actual. Permítaseme, al menos, citar la ilusión gramsciana: 24Agradezcoa Stathis Gourgouris, Drearn-Nation: Enlightenment, Colonization, andtheImtitution ofMó­ demGreece, Stanford, CA, Stanford UniversityPress, 1996, p. 45, por estaformulación afortunada. 25 Gramsci, CG4, p. 146. 26 “1.aexplicación de laformasegúnlacual losconceptos aprioripueden referirse aobjetos la llamo, pues, deducción trascendental de los mismos yla distingo de la deducción empírica [evidencial]”, Kant, Críticadelarazónpura, trad. PedroRibas, Madrid, Alfaguara, 1978, p. 121 (citadoen el textode aquí en adelante como RP, seguido dela página). Así serásiempre el sentido en que empleo estafrase. 27Gramsci, CC4, p. 210.

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El modode ser del nuevo intelectual no puede seguir consistiendo en laelocuencia... sino en el mezclarse activamente en lavida práctica... superior al espíritu abstracto matemático; de la técnica-trabajo llega a la técnica-ciencia ya la concepción humanista histórica, sin la cual se permanece como“especialista”ynosellegaa“dirigente”[especializadoypolítico].28 Acontinuación considero la lección “tecno-científica”, “superior al espíritu abs­ tracto matemático”. Por el momento, recordemos que los cuadernos de cárcel, en cuanto apuntes para sí mismo pensando en obras futuras, existen necesariamente en una forma abierta que requiere un conocimiento cuidadoso con los protocolos del texto. Quisiera proponer que la capacitación de la imaginación que puede en­ señar al sujeto ajugar —una educación estética—también le puede enseñar a des­ cubrir (teórica o prácticamente) las premisas del hábito que nos obliga a trascendentalizar la religión yla nación (tal ycomo loseñalan tanto Bateson como Freud). Sin embargo, si esto resulta ser nada más que una “reorganización del deseo”o la sustitución de un hábito por otro mediante una prestidigitación pedagógica, no se podrá recuperar aquel hallazgo para una continuidad del esfuerzo epistemológico. Hay que aprender a violentar la diferencia epistémica-epistemológica y recordar que estoes loque laeducación “es”, yasí mantener la labor de desplazar lacreencia al ámbito de la imaginación, intentar acceder a loepistémico. El desplazamiento de la creencia al ámbito de la imaginación puede ser una descripción del acto de leer en su sentido más firme. También es el elemento irreductible de una educación es­ tética. Aprender, en el contexto de este inicio del siglo xxi, a des-trascendentalizar la religión y (el nacimiento de) la nación hacia la esfera imaginativa es un don invaluable. Pero esta función particular de leer también guarda importancia en un sentido general yduradero. En alguna otra parte he argumentado que este tipo de educación, acompañado de una cuidadosa consideración del contexto social, pue­ de formar parte de la educación a partir del nivel de educación básica, donde es aún más formal que sustancial. En el presente libro, tal argumento surge aquí yallá, pero su ámbito general es la educación terciaria yaquella que se imparte en el pos­ grado, esto es, la reproducción de ciudadanos ymaestros. Es aquí donde utilizamos el legado de la Ilustración, donde reubicamos lo trascendental fuera de lacreencia, con una mirada hacia su doble vínculo, ydonde producimos una solución más sen­ cilla: privatizar la creencia, racionalizar lo trascendental. Esta solución particular, que es ofrecida como la educación liberal tal cual, le queda mejor al capitalismo. Ya vimos someramente la manera en que Bateson extrae el doble vínculo del contexto limitado o del sentido restringido de una “enfermedad”mental. En efec­ to, puede ser que se haya vuelto, para él, una descripción general de todo hacer, de todo pensar cómo hacer, de todo vivir auto-consciente, río arriba del capitalismo, una cuestión de grados. Las instrucciones contradictorias nos caen encima en todo momento. Aprendemos a escucharlas ya permanecer en eljuego. Cuando ymien­ tras decidimos, sabemos por lo tanto que hemos quebrado el doble vínculo en un 28 Ibid., p. 382.

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singlebind, por así decirlo, ytambién sabemos que pronto habrá que emprender el cambio o que las cosas cambiarán: tarea o acontecimiento. Asabiendas de esto, la típica emoción que acompaña las decisiones —éticas, políticas, legales, intelectua­ les, estéticas, yen efectolasdecisiones de la rutina cotidiana—constituye un amplio espectro que va desde el arrepentimiento o el remordimiento hasta, por lo menos, la inquietud o de otra manera, la auto-congratulación seguida de la negación o la perplejidad. Esto es muydistinto a la ilusión no-examinada que actualmente anima gran parte de laactividadglobalistayalter-globalista, tantoen Estados Unidos como entre la élite global. Pensaré en nuestra relación con la Ilustración europea yel “ab-uso”/ “uso desde abajo”mediante el modelo gramsciano-batesoniano conforme voy desplegando mi argumento, ysiempre tendré en cuenta la desigual cliacronía de la contemporanei­ dad global. Esto cuestiona el incondicional énfasis en el legado del Romanticismo británico yalemán, o el primitivismo feudal ybenévolo del Sur global. También re­ visa, en efecto, el error filosófico de laconfianza en acceder directamente al reflejo ético, en lugar de insistir en una preparación epistemológica para la posibilidad de una relación sin relación: el re-ordenamiento reflexivo de los deseos, un reclu­ tamiento de los maestros de lengua yliteratura inglesas que tocan las mentes ylos corazones de sus alumnos, en contra de los intereses de un capitalismo máximo y la ciber-competencia no mediada como el mejor de los bienes. Puede que mi reterritorialización de Schiller sirva como ejemplo de ello. Por supuesto, la Ilustración también contaba con un fuerte elemento de control y, epistemológicamente, albergaba un impulso enciclopedista que iba a la par con el impulso clasificador que parece ser la virtud más potente de la ciencia clásica. El estudio de la literatura también puede valerse de esto de una manera poco crítica. No necesariamente está mal hacerlo, pero no es lo que necesita la globalización de una educación estética como complemento. Bien se sabe que los estudios literarios se convirtieron en disciplina formal con­ currentemente con el colonialismo. Agrandes rasgos, se puede argumentar que su construcción como objeto de disciplina yestudio también fue la inauguración de su agotamiento. En la medida que se volvían cada vez menos útiles para la auto-deter­ minación del capital, empezaron a legitimarse mediante distintas variedades de cien­ tificismo. El estructuralismo estrictoyel análisis del discurso formaron parte de esto a partir de los años cuarenta. La tendencia actual hacia el análisis cuantitativo per­ tenece al mismo impulso. Por supuesto que se puede estudiar la literatura de tantas maneras como se quiera. El propósito de una educación estética no se ve auxiliado, sin embargo, por un cientificismo protector. Todo doble vínculo se ve bien resuelto ahí bajo un control aparentemente científico. De vezen cuando estos científicos de laescena de lacrítica literaria dicen que los defensores de la lectura minuciosa enfatizan la “función del autor”. Por el contra­ rio, los que leen la literatura de una manera minuciosa para ejercer la imaginación yasíjugar el doble vínculo se interesan, como Bateson, por la forma más que por el autor. La muerte de la (autoridad del) autor (al establecer la corrección contex­ tual como crítica literaria) es el nacimiento del lector (enfocándose en la práctica

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de leer) —una buena fórmula de los años sesenta que sigue vigente hoy en día, en tiempos más pobres. Usaríamos la fórmula como doble vínculo, en vezde entender­ lacomo lucha territorial. Por conveniencia, presupongamos que la Ilustración europea puede ser metonimizada filosóficamente por la Paz de WestfaliayKant —laintegridad de los estados naciones, y el uso público de una razón auto-constreñida. He aquí otro límite del presente estudio. Otras imaginaciones de la Ilustración generarán otras narrativas. Creo que, mutatis mutandis, se puede usar mi argumento con ellas.29 La Paz de Westfalia anuncia la posibilidad remota de una globalidad parcial hacia Europa y específica al estado nación, la cual hemos aprendido a reconocer como el imperialismo europeo, en tanto formación social. Lo que llamamos “la historia”, sea lo que sea, no es una narrativa continua, salvo en las generalizaciones metonímicas más amplias. En ese modo, podemos leer el gesto auto-consciente de Westfalia también como el anuncio del fin simbólico de un mundo antiguo, justo a lavuelta de la esquina, en sí metonimizable como cambio en el sentido de la pala­ bra “imperio”. El Sacro Imperio Romano, fuese lo que fuese, tuvo que acabarse en 1795, cronológicamente más de cien años después, pero se supone que el cambio semiótico se lanzó con Westfalia, lugar de nacimiento del Cándidode Voltaire. Las formaciones imperiales otomanas yrusas, “incluyentes”de maneras distintas, sedis­ locaban cada vez más de esta narrativa, esta recodificación semiótica ymiope que acompañaba loque se puede computar, de manera igualmente reductiva, claroestá, como la auto-determinación del capitalismo.30Hoy, en la coyuntura post-soviética, sevuelven, en su diacronía, nuestras señales de alarma cuando generalizamos. Con esta auto-presentación expandida de la norma, las formaciones epistémicas de las afueras fueron hechas excepcionales, yantropologizadas toda vez “conocidas”. Esto se está descomponiendo en la contemporaneidad global, pero las presuposiciones dominantes, incluyendo las nuestras, siguen siendo las mismas. (Proponer epistemes alternativas y no-europeas es una variante del antiguo antropologismo.) “Las subjetividades locales dentro del espacio imperial [siguen siendo] secundarias”.31 59Inclusoun escritor tanconservador como Hervé de Carmoy, que quiere que la Europa blancayel Estados Unidos blanco se unan en fraternidad, guarda cierta relación —comosi estuviese en un espejo agrietado—con lo que estamos planteando. Quiere una transformación epistémica yracional al estilo del sigloxvmde estos sujetos favorecidos para poder salvar al mundo (Hervé de Carmoy, L’Euramerique, París, 2007, pp. 9, 57, 65, 76). Nuestroesfuerzo desestabilizaríayreubicaría tal proyecto, cancelado yelevado[sublated] auna dialécticano restringida, siemprecon pérdidas, sufriendo pérdidas alavistade un futuroanterior. El libroEnlightenment Orientalism: ResistingtheRiseoftheNovel (Chicago, Universityof ChicagoPress, 2012) de SrinivasAravamudan nos daunasensación del deseo, de parte de laIlustración, parael Oriente, através de novélelas, lanovelaylainstitucionalizacióndelaliteratura. Por supuestoque la relaciónentre, por un lado, nuestrodeseo para laIlustracióndesplazadohaciael ab-usoyen una prác­ ticamundana, modulada con cuidado y, por el otro, el lugar de una educación estética en ese conjunto yel argumentode Aravamudan también está “agrietada”. 50Voltaire, “Cándido”, en Novelasy cuentos (trad. Carlos Pujol, Barcelona, Planeta, 1982), ofrece una cartografía del campodiscursivoque está listopara estos cambios. 51DenisCosgrove, Apollo’sEye:ACartographicGenealogyoftheEarlhintheWesternImagination, Baltimo­ re, MD.Johns Hopkins UniversityPress, 2001, p. 19. p u f

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En la contemporaneidad global, entonces, una manera de “democratizar” es abrir el espacio para el capitalismo canalla, aprovechando la simultaneidad del movi­ miento de capital/información, inclusive si implica la violencia militar o de partido/clan, portando consigo el aura de la misión civilizadora que acompaña los proyectos transformativos, del imperialismo al desarrollismo. Esta aura empuja a la cuestión de los derechos minoritarios en las sociedades civiles desarrolladas, donde interactúa con una especie más política del radicalismo poscolonial, mientras que “la mayoría” y “la minoría”son construcciones euro-estadunidenses relacionadas con la democracia como recuento de cuerpos. Tal como Marx señaló, el capital es reducción. El cambio en el sentido de “imperio”es la apertura de la posibilidad de acceder a “otro lado del mundo”, nación tras nación europea yparadójicamente, el inicio del sueño del cosmopolitismo por una clase particular. Cuando Goethe yMarxescribieron sobre la literatura mundial entendida como universal, presupusieron este acceso específicamente europeo a un mundo, en vez del mundo entero empírico, entendido como fuente de lo literario. Goethe pudo haber notado su índole aporética al insistir en “esforzarse” porque sucediera. El socialismo científico lo viocomo hecho consumado.32Cuando escribía como inte­ lectual público en lugar de como filósofo, Kant también habló así de un mundo. De esose trata el mundo que habita su pensamiento de una cosmopoliteia, una constitu­ ción para la gobernanza mundial. Debemos de recordar que en estos contextos, la formación del estado precedía la democratización, uno de los factores cruciales en lasuperación del clan por medio del capital.33 Para entender el doble vínculo del “mundo” hacia la Ilustración europea, exa­ minemos de nuevo aquel documento profético, la apuesta kantiana para la cosmo­ politeia, “Sobre la paz perpetua”, tal como emerge en cuanto reacción calculada a lo que se puede considerar como un cumplimiento de la Paz de Westfalia: el Tratado de Basilea (1795).34Se trata de una narrativa-fuente del acceso “europeo” a un “mundo”. La forma en que Kant lo entiende en términos del colonialismo parece ser, a primera vista, ejemplar. Pero el resto del argumento también parece ser ejemplar, para nosotros en una forma menos interesante. Con ironía, cierto es, Kant ve el capital (lo llama“dinero”, pero su argumento es inconfundible) como el gran igualador, ypropone una gobernación mundial implícitamente de los países maestros —ya que no propone otra manera de establecer la igualdad—predicada sobre una contención así como un permiso de hacer guerra. La prohibición kantia­ na de algo como la intervención estadunidense en Iraq, que comenzó a finales del siglo xx ycontinuaba a principios del xxi (“Ningún Estado debe inmiscuirse por la 52 Menciono este punto de nuevoen “Loque está enjuego en una literatura mundial” (capítulo 22 del presente libro). 55 En Clan Politics, Kathleen Collins anula la oposición entre Euro-Estados Unidos y“el resto del mundo”más o menos de esta manera. Enel proceso, deja claroel marcohistóricoendonde Gramsci tal veztuviera una comprensión especial de larelaciónentre el comunismodemocráticoylosclanes, que es loque lohace parecer tan tempestivo hoyen día. 54 Immanuel Kant, Hacialapazperpetua: Un esbozofilosófico, trad. Jacobo Muñoz, Madrid, Biblioteca Nueva, 1999 (citadoen el textode aquí en adelante como PP, seguido del númerode página).

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fuerza en la constitución ygobierno de otro”) es ominosa; pero también se permite losiguiente: Se trata del espíritu comercial [Hcindelsgeist] que no puede coexistir con la guerra yque, antes odespués, seapodera de todos los pueblos. Como el poder del dinero [Geldmachl] es, enrealidad, el másfiel de todos los poderes (medios) subordinados al poder del Estado, los Estados sevenobligados afomentar lapaz (por supuesto, no por impulsos [Triebfeder] de la moralidad)... —Deesta suerte garantiza lanaturaleza lapaz perpetua mediante el mecanis­ mode los instintos humanos. (PP, pp. 107-108.) Planteamiento temprano de la globalización mcdonaldista como naturaleza hu­ mana como la cooperación de la naturaleza con el capitalismo mercantil; la cone­ xión es mecánica —se trata de un impulso inadecuado. Este detalle, fácil de ignorar, la ironía del pasaje inicial de la obra y la nitidez filosófica de una injunción concluyente señalan la urgencia de nuestra tarea de ab-usar (que no es abusar). Si prestamos atención, el texto señala su deshacer ysu re-ubicación. El pasaje inicial, que invoca de manera “literaria” el rótulo de una posada, su­ giere que la única paz perpetua —“paz eterna” (dereiuigePriede) sería más idiomático—es la de la muerte. En la invocación final la oración que tengo en mente es “la filosofía haría fracasar, fácilmente, esta astucia [Hinterlist] de una política tenebrosa [lichtscheu]”—las palabras de Kant son más fuertes que la mayoría de las traduccio­ nes al inglés—“mediante la publicidad de sus máximas [von der Philosophie durch diePublicitátjener ihrerMaximen], si la política se atreviera a conceder al filósofo la publicidad de las suyas” (PP, p. 133). Enfoquémonos un momento en la palabra “máxima”: Atodoslos principiosaterrizantes [Grundsatze, “groundingproposilions"en latraducciónde la autora] subjetivos noencontrados [hergenommen]en lanaturaleza [Beschaffenheit] del objeto [ortografíalatina], sinodel interés de larazóncon respectoaunaespecífica [gcjms] posible perfeccióndel conocimientodeeseobjeto [ortografíalatina], losllamo máximasde larazón. Hay, pues, máximasdelarazónespeculativaque noposeenotroapoyo [lediglich]quesuinte­ rés especulativo, aunque parezcan principios [Principien]objetivos. (RP, p. 545.) Antes de seguir con la cita, quisiera comentar algunos puntos sobre las modifi­ caciones que he hecho a la traducción.35Normalmente, estas observaciones forma­ rían parte de una “Nota de Traductora”. Las incorporo al texto mismo porque la dificultad de traducir los matices de la práctica prolongada de Kant permite que una lectora común, como lo soyyo, oel lector de un libro de crítica literaria (como 55 [Aquí la autora señala sus modificaciones al insertar los términos alemanes entre corchetes. He modificado la traducción al español de Pedro Ribas para que concuerde con las modificaciones hechas alatraducción al inglésde Paul Guyer yAlienW.Wood (Cambridge, Cambridge UniversityPress, 2000). (t .)]

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éste), se pierda la gramática privada y sostenida de los valores. Y, claro está, una presuposición general de traducibilidad continua se ve desviada a causa de la he­ terogeneidad diacrónica de nuestro globo, algo que invoco persistentemente. Por ejemplo, Kant tiene una práctica sostenida de distinguir entre Grundsátzey Princi­ pien. El primero pertenece a los contornos del filosofar como verdad que yo deno­ mino un “error intencionado”. Son las proposiciones que hacen que el filosofar esté bien fundamentado. El segundo forma parte del mundo objetivo de la razón pura tal como se deduce trascendentalmente por el filósofo, sin la habilidad de producir evidencias. En efecto, siempre que Kant usa la ortografía latina —como es el caso en las dos instancias de la palabra “Objeto” como Objekt en lugar de Gegenstand en nuestro pasaje—Kant hace esta distinción. En la mayoría de las traducciones al inglés, se traduce ambos Grundsátze y Principien como “principies" (principios). Esta confusión borra la distinción entre el filósofo que filosofa mediante la pro­ gramación del “error intencionado”y el filósofo que lleva la filosofía a una crisis al deducir trascendentalmente las características de las ideas de la razón pura, la diferencia crucial que un lector como Schiller debe ignorar cuando trasforma las aporías en quiasmos reversibles. También he cambiado “derivados”por “encontra­ dos”, porque la noción de algo ya fijado o programado para el sujeto filosofador, disponible en el trasfondo profundo alemán de hergenommen, se vuelve más activa si optamos por “derivados”. Quiero insistir en que ninguna de las palabras inglesas que aparecen en la excelente traducción de Cambridge es “equivocada”. Tan sólo es que aquí parecen, de manera sorprendente, no haber practicado el literalismo que la simpatía con la gramática privada de Kant hubiera producido. He escrito al respecto en “Traducir al inglés” (capítulo 12 del presente libro). Para seguir con mis comentarios sobre la modificación de la traducción, señalo “sin apoyo” para el lediglich. “Unicamente” [solely] es más idiomático, pero yo creo que se pierde la idea de estar desacoplado, como una persona soltera, que está presente en lediglich, si leemos nada más que “únicamente”. De esta manera podemos ver que máximas como Grundsátzeson subjetivas yprincipios como Principien son objetivas, ylos an­ teriores no pueden ser tomados de manera objetiva, aunque, yesto es importante, parezcan objetivos. ¿Empezamos a tener una sensación de los consejos que Kant les da a los políticos? ¿Aentender que lo que trabajan no es racional sino interesado? En el protocolo de los textos filosóficos de Kant, algunas palabras se relacionan con las exigencias programadas de la razón filosofadora y, mutatis mutandis, con la mera razón; otras se relacionan con la descripción del funcionamiento de la razón pura. El grupo anterior es, en la mayoría de las instancias, alemán ymás coloquial; el posterior, latín ymás formal. Así es con GiundsatzyPñncip. Traducir los dos como “principio”es perder un matiz importante ysostenido. Sigamos leyendo a Kant: Si se consideran como constitutivos los principios aterrizantes [Grundsátze] que son mera­ mente [esto trae consigoel lugar de la “mera”razón en laarquitectónica kantiana] regula­ dores, pueden entrar enconflictounos conotrospor tomárseloscomoobjetivos [Ptincipieti]. Pero si los consideramos meramente [énfasis agregado] como máximas, no hay conflicto al­

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guno, sinosólo diferentes intereses de la razón, lo cual da lugar [verursacht] al divorcio [la metáforade un matrimonio programado para deshacerse yaestá disponible en lediglich] de distintos modos de pensamiento. Dehecho, larazónposee un solointerés unificado [einig]\ el conflictodesus máximas no hace más que expresar una diferenciayuna recíproca limita­ ciónde los métodos tendentes asatisfacer eseinterés [einGeniigezaíwn].36 Sin una teoría de la Razón en sí, la afirmación que hace Kant de que hay un solo interés unificado de la Razón se puede leer (o no) como dentro del “error intencionado”yprogramado. Doble vínculo inevitable, que Schiller debe evitar, o transformar en una serie de equilibrios que terminan en eljuego. Una “máxima”, entonces, es algo que el filósofo divisa para llegar a un acuerdo con el intervalo trascendental que se encuentra en el origen de la filosofía. El com­ portamiento del político, en el mejor de los casos “racional” en un sentido entera­ mente estrecho, no puede dar cuenta de este intervalo auto-encuadrante, cautelar ypre-cautelar. Me gustaría pensar que esta manera de encuadrar Sobrelapazperpetuaes el espa­ cioen Kant en donde podemos desviar el texto para hacer de él un permiso, no para disculpar o acusar, sino para usar (ab-usar), o sea, tomar la Ilustración anestesiada como auto-engañada, una trampa para los ingenuos, un lugar para las excusas. Tal vez lo estético puede conducir a la crisis mediante la Ilustración. Se puede esperar que una educación por vía de lo estético pueda proteger la elección racional de lo político al entenderla como producida por la necesidad metodológica de parte de los filósofos de las máximas en lugar de la convicción no cuestionada de la supre­ macía de la razón. Ilusión. Deseo. Ninguna garantía. Un respaldar responsable de la posibilidad de lo político en vista de las tremendas incertidumbres de lo ético. Tal fue el esfuerzo kantiano de actualizar el libro de Platón sobre las constitucio­ nes. Afin de cuentas, Platón sólo conocía una ciudad-estado. Kant tenía el mundo. El colonialismo de los griegos yel de la Ilustración se auto-representaban de mane­ ras distintas —una diferencia epistémica. Derrida señala la contradicción entre un mundo “sin fronteras”yla exigencia kantiana de una vigilancia incondicionada de laverdad.37 Esta formulación de la cosmopoliteianos inquieta porque parece estar aliada con el imperialismo mientras éste contempla el mundo que tiene en la mano. Por otro lado, queremos reescribirlo según nuestros gustos, desde la definición más dura de la política hasta los más misteriosos confines de la teoría literaria. Yno todos nosotros podemos realizar la traducción hacia una manera de pensar en un mundo justo. ¿Se puede sostener la lucha de clases yde géneros, tan explotada por los he56Kant, RP, p. 545. [Traducción modificada de acuerdo con los cambios de laautora, (t .)] 57DerridayAnneDufourmantelle, Lahospitalidad, trad. MirtaSegoviano, BuenosAires, Ediciones de laFlor. Cuandome invitaron adar el discursoinaugural del European Cultural Capital en 2010, asaber “laciudad sin fronteras” de Pees en Hungría, pasé enormes dificultades ¡a causa de haber extraviado mi pasaporte durante un día! Una variación, sin duda, de lavigilancia, incluso policíaca, sobre el-decirverdades.

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raidos benéficos del capital yde clan? ¿Se puede complementar persistentemente el vanguardismo por una (preparación para la) educación estética madura en la educación terciaria ypos-terciaria, a fin de que informe la cultura general del ciu­ dadano? Con tales preguntas en cuenta, siempre debemos recordarnos a nosotros mis­ mos de cuando Kant escribía específicamente como filósofo. Y,en el manejo de lo trascendental desde la creencia hacia la razón filosofadora (una facultad que Kant nunca nombró, pero que esuno de los temas impulsores de la Criticade larazónpura que puede caber en mi “definición”amplia yvulgar de la imaginación: “pensar las cosas ausentes”, apenas distinguible de pensar —que no se confunda con el Einbildungskraft estrechamente alojado de Kant)—mediante la deducción trascendental, Kant es nuestro maestro.38En “Terror” (capítulo 18del presente libro) comento la manera en que, en sus manos, la gracia misma se vuelve, por metalepsis, “efecto”, lo cual, cuando se logra incorporarlo al pensamiento (¿imaginarlo?), nos puede permitir superar la pereza moral de la mera razón. Incluyo esta última (no) facul­ tad en mi definición vulgar de la imaginación. En el mismo espíritu de divulgación, permítaseme señalar que Kant llama “ilusión”[illusion] el llenar de la dialéctica que resulta de la deducción trascendental. Podríamos pensar que aquí se prevé la teleo­ logía eurocentrista de Hegel al llenar la filosofía con la historia. El contenido está irreductiblemente ausente en el pensar kantiano de la dialéctica trascendental, de ahí mi sensación de que “lacapacidad de pensar cosas ausentes”no esté tan lejos. Como filósofo, Kant escribía en una voz fracturada, la cual, por supuesto, él mis­ mo no admitía, pero ésaes otra historia. Al escribir sobre el “mundo”en el contexto de la función práctica de larazón pura, por ejemplo, escribió losiguiente: Larealización de la mismaessiempre limitadaydeficiente, perodentro de límites nodeterminables y, por consiguiente, se halla siempre bajoel influjodel concepto de una plenitud absoluta [absolut]... La razón pura posee en ella [la idea práctica] incluso la causalidadde llevar adelante... la idea de lanecesaria unidad de todos los fines posibles, debe servir, en cuanto condición originaria o, al menos restrictiva, de norma para todo lopráctico. (RP, p. 319.)39 Pero cuando manejamos la razón práctica en sí deberíamos de proceder en la siguiente manera: Cuandosetomalarazónmismacomocausadeterminante (enlalibertad [índerFreiheil]),es decir, enel casode losprincipios prácticos, nosprescribe, encambio, queprocedamos como 33Kant, RP, pp. 120-122. \jh “democracia”se combina con la “religión”en las políticas de clan. El siguiente pasaje que se cita proviene de la p. 297. 59 [Aquí la autora prefirió la traducción al inglés de Wcrner S. Pluhar (Indianapolis, IN, Hackett Publishing, 1996, p. 372), puestoque la traducción de Guyer yWood parece desviar del texto de Kant. Agradece a Patricia Kitcher por señalársela. He modificado la traducción al español de Ribas para que concucrde con los cambios de laautora, (t .)] Laidea general es que “en lalibertad”la razón pura, pre­ cisamente al llevar adelante una causalidad, limita la ideapráctica.

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si no nos halláramos ante un objeto de los sentidos, sino ante un objeto del entendimiento puro,... ypodemos considerar laserie de los estados comosi (en virtud de una causa inteligi­ ble) se iniciara en términos absolutos [schlechthin] (por una causa inteligible). (RP, p. 556.)40

Al escribir sobre la razón pura, las instancias de “como si”, no sólo “el mundo” sino también “el yo”, claramente se revelan como cosas necesarias para posibilitar tanto la experiencia como el filosofar. Esto es lo mejor de la Ilustración europea, que reconoce los límites de sus poderes sin teologizados ni patologizarlos. Ulises entre las sirenas, esas tramposas que nos tientan con el saber absoluto.41Cuando Nietzsche escribe: “Laverdad es el error sin el cual no puede vivir ningún ser vivien­ te de determinada especie. El valor para vivir es lo que decide en último término”, la potencia retórica de la palabra “error”yla clara designación de la decisión a algo que no es lamente consciente yfilosofadora, nos hace perder de vista la semejanza familiar entre la afirmación nietzscheana yla noción kantiana de que hay que pre­ suponer un “mundo”yun “yo”a fin de que el ser humano piense que él (para Kant) tiene experiencia.42Un “como si” guarda tanto error como verdad. El interés de cada uno de nosotros nos lleva a decidir cuál de esas palabras utilizar. Yla manera en que Kant usa Anlage, palabra que se aproxima a programación, lleva consigo la idea de una agencialidad fuera de la mente como consciencia. Si podemos usarla “desde abajo” (o más bien ab-usarla), podemos tener una práctica ilustrada que no es oposición meramente. Otra vez, un doble vínculo. Los marxistas académicos ymecánicos son tan supersticiosos cuando se trata de las palabras “ética”y“estética”como lo eran las feministas académicas ymecánicas cuando se trataba de algo vagamente entendido como “la biología”. He hablado con frecuencia de Melanio Klein, quien estableciólabiología comoel terreno de lasemiosis ética. Aquí permítaseme señalar el fracaso obvio de cualquier marxismode producir el impulsode redistribuir sinel control yel cumplimiento for­ zosos del estado. Puede que ladescompostura de la primera ola de experimentación marxista, gracias a la seducción del capitalismo, tanto para los líderes como para el pueblo, tenga algo que ver con la ausencia de los aspectos éticos del comunismo en el proyecto epistemológico de educación popular. Si la ética yla estética se definen como privadas de e incluso como opuestas a lo político, lo cual se limita a cierta 40 He insertado lasdos palabras alemanas que fueron traducidas como “absoluto”para mostrar que, enlaprimerainstancia, en donde el alemánsevalede lapalabrafilosóficaabsolut, estamos considerando la condición limitante que es impuesta por la razón pura en su función práctica o, en otras palabras, la manera en que se comporta la razón pura, por decirlo de alguna manera. En la segunda instancia, la palabra alemana coloquial schlechthin trata de la manera en que nosotros, los seres humanos que fi­ losofamos, deberíamos comportarnos. Un momento estético. Obligo al texto a decir: la razón pura no proporciona ningún objeto para los “comosi”programados de larazón práctica. 41Jon Elsler, UlyssesandtheSirens: Studies in RalionalityandIrralionality, Cambridge, Cambridge UniversilyPress, 1984. Tambiéndebo mencionar la política degénero (mujeres que tientan a hombres) yla políticadeclase (los marineros deben atarloytaparselosoídos concera), si tomoel pre-compiomisode Ulisescomoel característicoideal europeo. 42 Friedrich Nietzsche, Im voluntaddepoder, trad. Aníbal Froufe, Madrid, k d a f , 2000, p. 343.

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formación yestructura estatales ycierto manejo de lo económico, podemos esperar que el sistema comunista tenga una vida corta o forzosamente cumplida. El hecho de que la relación entre un sistema socialista globalizado, una ética incondicional yuna estética abierta es, en el mejor de los casos, un doble vínculo, no desplaza el problema. Una crítica literaria cuantificada es poco más que un juego de salón en contraste con la seriedad de la situación. Tales consideraciones nos conducen hacia los proyectos epistemológicos que denominamos “educación”. De otra manera, nos veríamos obligados aceder un ámbito más amplio a loque George Caffentzis apunta en el contexto del Complejode laProducción Máxima de Petróleo: “Aprimera vista, pareciera que [el Complejo]... podría transformar la modalidad del lema del movi­ miento [anticapitalista], ‘Otro mundo es posible’, en ‘Otro mundo es necesario para que haya un mundo”’, pero finalmente él seve obligadoadecir: “En general, se trata de una política de la energía alternativa sin sociedad alternativa.”43 Los dobles vínculos actuales de la cosmopolítica se vuelven más claros si relacio­ namos los escritos filosóficos de Kant con sus escritos políticos. Como ya he men­ cionado, Kant nunca definió el sujeto de la filosofía, la razón filosofadora, sino que sólo tabulaba de manera brillante los hechos no-incontrovertibles que establecen la experiencia como necesaria. Esta es la escena más espectacular del doble vínculo. Nuestra propia tendencia general ymás cotidiana es negar el doble vínculo, aunque en la práctica lo manejemos diestramente al realizar vínculos sencillos [singlebinds] a corto plazo, persistentemente delimitados. La negación puede asumir la forma de enfatizar un solo extremo de la oscilación del doble vínculo como la solución acertada. Las visiones eurocéntricas de la elección racional o del estado racional —desde Rawls hasta Kafka, pasando por los Derechos Humanos yla alter-globalización—sencillamente son demasiadas como para tratarlas aquí. O puede sugerir un equilibrio como solución posible. (El más contundente de nuestros malabarismos actuales, como mencioné al inicio, es “la sustentabilidad”.) En sus Cartas sobrelaeducaciónestéticadel hombre, Friedrich Schiller intentaba des­ hacer el doble vínculo de lamente yel cuerpo al plantear el Spiellrieb—la “pulsión dejuego”, el arte comomalabarismoque salvaráa lasociedad—.44Suele entenderse que tuvo la influencia de Kant. Estoy un tanto obsesionada con Schiller porque él, un no-filósofo, cayó en el tipo de error en el que un lector general de la filosofía necesariamente tiene que caer: transformar el deseo inscrito en la filosofía en su realización. Paul de Man le ha reprochado haber caído en este error sobre Kant, y también en el error igualmente ubicuo de psicologizar a Kant. (Se puede agregar que esta segunda formade leer mal a Kant es tan ubicua que se le puede aplicar una fórmula temprana de ladeconstrucción: debe haber algo en el texto que permite45 45 George CafFentzis, “ThePeakOil Complex, CommodityFetishism, and ClassStruggle”, Retliinking Marxism20.2, 2008, pp. 313,317. “Otro mundoes posible”espreeminentemente el lema del ForoSocial Mundial. 44Friedrich Schiller, Carlassobrelaeducaciónestéticadelhombre, trad. Manuel García Morente, 4a. ed., Madrid, Espasa-Calpc, 1968 (1920) (citado en el textoylas notas de aquí en adelante como EE, seguido de lapágina). Nocarece de importanciaacordarse de que Schiller escribiólascartas aFedericoCristian II, el Duque de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Augustenburg.

INTRODUCCION 38 tal psicologización; nada de excusas, si bien hayque marcar los lugares en los textos en donde surge la posibilidad de tales lecturas “desviadas”. Obsérvese también la manera en que el propio Kant responde a ellas. Es aquí donde entra enjuego la in­ tuición de Kant, finalmente mecánica, del sujeto operativo. Nuestra tarea también es “psicologizante”en cierta medida —repetir el error de Schiller ytransformar el equilibrio en una serie abierta de dobles vínculos.)45 Para el propósito que nos ocupa, baste señalar la manera en que Kant maneja la crisis del doble vínculo. He hecho notar un caso en el primer capítulo de Críticade larazónposcoloniaL*6En lapresente Introducción, he ido sugiriendo que el otro gran caso—debo filosofar, el hombre no puede filosofar (el entendimiento no puede ac­ ceder a las ideas de la razón pura)—es manejado por la deducción trascendental. Recito el pasaje de relevancia: “La explicación de la forma según la cual los concep­ tos apriori pueden referirse a objetos la llamo, pues, deducción trascendental de los mismosyladistingo de ladeducción empírica[evidencial]”(RP, p. 121). Comoyahe señalado, Kant prohíbe que rellenemos este intervalo con contenido, yse refiere a tales pasos como una “ilusión trascendental, que influye en principios aterrizantes [Grundsátze] cuyo uso ni siquiera se basa en la experiencia” (RP, p. 298). Schiller es inequívoco sobre la resolución de este doble vínculo:

Las disensiones que siempre han reinado en el mundo filosófico, yque aún hoy dominan, sobreel conceptode labelleza, no tienen otro origen que uno de estos dos: olainvestigación no partió de una división convenientemente estricta o la investigación no se prolongó hasta una síntesis pura ycompleta. (EE, pp. 82-83 [traducción modificada].)

El impulso hacia la forma yel impulso hacia la materia “se destruyen una a otra ylavoluntad consérvase perfectamente libre entre los dos” (EE, p. 88). “Porque tan pronto como los dos impulsos opuestos empiezan a actuar pierden ambos su carác­ ter constrictivo, ylacontraposición de dos necesidades da origen a la libertad' (EE, p. 90). Su domesticación a Kant resulta lo más evidente en la definición celebrada de loestético: “si llamamos físico al estado de determinación sensible, ylógico ymoral al estado de determinación racional, habrá que denominar estético este estado de determinabilidad real yactiva” (EE, p. 93). Apartir de este punto no se requiere más que un paso para llegar a una explicación idealizada de la educación, a que la cuali­ dad duraytrabajosa del modelo gramsciano-batesoniano no puede tener semejanza: Debe aprender a concebir deseosnoblespara no tener más tarde que tomar decisionessublimes. Ytodoestolollevaacabolaeducación estética, lacual somete aleyes de belleza todo aquello en que no hay ni leyes naturales ni leyes racionales que obliguen al humano albedrío. la educación estética, dando forma a lavida externa, abre el cauce de la vida interior. (EE, pp. 107-108 [traducción modificada].)456 45Tema tratado extensivamente en “Traducir al inglés”(capítulo 12del presente libro). 46Spivak, Críticadelarazónposcolonial: Hacia unahistoriadelpresenteevanescente, trad. Marta Malode Molina, Madrid, Akal, 2010 [1999], p. 33.

int r oduc c ión

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Pero por aquí yallá surge la intuición aporética del siglo decimonónico alemán, como, por ejemplo, cuandoSchiller habla del esfuerzopara hacer que lo estéticosuija como algo que “fuese como una garantía sensible de la invisible moralidad” (EE, p. 19). Pero, como demuestra la famosa undécima carta, él piensa en el yo como ínte­ gro, como algo que puede “aniquila[r] el tiempo”, o “somete[r] la multiplicidad del mundo a la unidad de suyo” (EE, p. 55). Aquí no se encuentra el rigor filosófico del sujeto fragmentado y no-reconocido de Kant. Este tipo de confianza parece ser del todo bien aceptado en esta época de ilusión no-examinada que aquí intentamos des­ hacer. ¡Nuestro problema social parece estar resumido de una manera muy acertada en Schiller! “Falta laposibilidad moral. El instante generosocae sobre una generación poco preparada para acogerlo”(EE, p. 24 [traducción modificada]). Se podría aducir que Kant ySchiller nos enseñan dos formas distintas de vivir en el doble vínculo. Si es así, ab-usar esta ilustración es expandir el ámbito de esto por un “error intencionado”:legarle una geografía. Puedo afirmar que los capítulos del presente libro son instancias de tales errores. Schiller no tenía intención de caer en error; era kantiano. Nosotros no apostamos por el valor de la intención. Sin embar­ go, tal como he insistido durante mucho tiempo, lo que nos impulsa en el campo de la agencialidad es el frágil instrumento de la intención. Ypor lo tanto, es en el terreno de los errores intencionados versus los no-intencionados donde podemos diferenciarnos de Schiller. En efecto, el texto de Kant mismo también se puede describir como error inten­ cionado, en donde la intención es el programa de la razón yel “error”es el único procedimiento acertado disponible al filósofo. En el mundo de Kant no se aplicaría esta expresión. Kant la aborda mediante la deducción trascendental. Como hemos visto, la garantía elegida en contra de la posibilidad de “error” no está dispuesta a hacerse evidente: “no se puede introducir ningunajustificación clara, ni desde la experiencia ni desde la razón, para poner de manifiesto la legitimidad de su em­ pleo” (RP, pp. 120-121). Aquí sólo se puede emplear “error”como catacresis, y la intención es programada como la marca de la razón. Mientras voyescribiendo, em­ piezo a sugerir cada vez más que la relación de este estilo de leer con la Ilustración es una taxonomía de “errores”. Los de Kant intencionados pero manejados; los de Schiller no intencionados; los nuestros intencionados y reconocidos; ytodos suje­ tos a la regla taxonómica general de la anterioridad futura. El estilo de la Ilustra­ ción, en cambio, se reconoce generalmente como acceso a la norma auto-idéntica yrazonable. ¿Puede ser que esto sea históricamente nuestro papel? ¿Hacer que la Ilustración sea susceptible a un (ab-)uso que dé lugar a lajusticia ya que quita la absolutidad de las garantías yla asegura de la sátira mordaz de un Cándido? APrabhat Patnaik, economista de la India, un párrafo como el anterior le re­ sultaría incomprensiblemente “posmoderno”, y se indignaría si dijéramos que “se equivoca”. Sin embargo, cuando invoca a Gramsci, en el campo de la educación general, yescribe lo siguiente, está con nosotros: La tarea de la educación superior de “construir la nación”(en otro texto sigoa Gramsci al llamarla la tarea de generar “intelectuales orgánicos”del pueblo), quiere decir, sinembargo,



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algo muydistinto aestas sugerencias. Esefectivamente un esforzarse por llegar al conocimien­ to, a laexcelencia, pero no está restringido por la hegemonía de las ideas corrientes que típi­ camente se difunden desde los países avanzados. Por supuesto que hay que comprometerse con estas ideas, pero la educación superior en las sociedades en desarrollo no puede ser un meroclon de loque existe en los países avanzados. Lassociedades en desarrollo han de ir más allá de lamera imitación de las agendas investigativas determinadas por los centros estableci­ dos de aprendizaje en los países avanzados para tomar en cuenta lasnecesidades del pueblo.47

Cada quien a su manera, de forma bastante distinta, ambos demandamos un desplazamiento de la economía de lo correcto entre Europa/no-Europa. Yo lo de­ nomino un “error”; él lo puede denominar el camino acertado. Incluso puede que sea la diferencia disciplinaria entre las humanidades ylas ciencias sociales. Puede que sea el secreto de una educación estética hoy en día. Doyun giro para dirigirme a de Man mediante la última maniobra globalizadora de Derrida hacia “una Nueva Ilustración”, una deconstrucción de las primeras ma­ niobras (aunque él jamás abandonó lo que he denominado las limitaciones de la Ilustración, un Ulises mediterráneo que convocó los cantos de sirenas de la decons­ trucción sin dejarse llevar por completo) que ponen frenos a la universalización (¡nada de “globalización” como palabra de moda académica en 1968!) por medio de la huella. Creo que hay una diferencia entre la Nueva Ilustración de Derrida y el ab-uso que estoy planteando. Sin embargo, tengo la sensación de que debo lla­ mar la atención de la lectora a aquellas páginas de Canallas para que ella decida.48 Aquellas páginas continúan lainsistencia derrideana en la Ilustración, ahora, quizás desde una intención “distinta”contenida en el programa de la deconstrucción. En el periodo temprano de su trayectoria profesional, Derrida parece haber sen­ tido que el pensar de la huella detendría la “trascendentalización”no intencionada de la deducción trascendental kantiana —la transformación estructuralista del len­ guaje en una causa sin causa, desplazado de un efecto sin causa (que ya literaliza la figura de la metalepsis)—y, por lo tanto, el asegurar de la predicación definitiva del “hombre”. De acuerdo con esta forma de pensar, he sugerido que un ejemplo importante de la explicación kantiana de la filosofía entre los límites de la razón (puede ser que no haya otro) puede conservar las marcas de la operación de la huella, sin ninguna figuración psicológica necesaria.49 Kant tachó catorce párrafos en su propia copia de laprimera edición de Críticade larazónpura (RP, pp. 222-229). En la segunda edición agregó dos párrafos iniciales, pero conservó los párrafos tachados sin cambiarlos. En mi imaginación, están para siempre “bajo tachadura”al hacer visibles los soportes mecánicos (¿pertenecientes 47 Prabhat Patnaik, “Challenges before Highcr Education in Developing Socictics”, Social Scientist 37.434-435, 2009, pp. 21-32. 43 Jacques Derrida, Canallas. Dos ensayos sobre la razón, trad. Cristina de Peretti, Madrid, Editorial Trolla, 2005. 49 Tomo los cinco párrafos que siguen de Spivak, “Notes toward aTribute toJacques Derrida”, differences16.3, otoñode 2005, pp. 104-106; reimpresoconadiciones enCostas Douzánas (ed.), AdieuDerrida, Londres, Palgrave Macmillan, 2007, pp. 49-51.

41 al siglo xviii?) de un método al que el lenguaje de Kant normalmente le da un aspecto más filosofador (pero no psicologizador).50Yes aquí donde Kant parece reconocer la idea de que su tarea como filósofo se trata de imponer control sobre algo tan indeciso como una huella:

int r oducción

Dado, pues, que hayalgoquesigue, meveoobligadoa relacionarlo con algoque esanterior y disdnto, ytras locual sigue, de acuerdocon una regla, esdecir, de modo necesario; deforma que el suceso, en cuanto condicionado, remite indudablemente aalguna condición que es la que lodetermina. (RP, p. 224.)

(Deberíamos de señalar que “suceso”aquí es Begebenheit, con la connotación de algo dado, en lugar de toas dageschieht en el pasaje citado en la nota 52, con la connota­ ción de algo que tiene lugar, que también se traduce como “suceso”.) Kant está hablando de la aprehensión de lasucesión como causalidad. El filósofo debe contar con la aprehensión de una sucesión objetiva, porque en el caso contra­ rio la aprehensión subjetiva de la sucesión estaría “completamente indeterminada” (RP, p. 224). Y¿cuál es el objeto que rinde la objetividad? Através de la árida lógica de estos catorce párrafos, Kant proporciona una respuesta enteramente impersonal: “Aquello que contiene en el fenómeno la condición de esta regla necesaria de la aprehensión es el objeto” (RP, p. 223). Estamos observando el manejo del riesgo socavador de la huella. Más adelante Kant nos dice que “ninguna experiencia puede darnos”el objeto que nos dará la objetividad verdadera yque debemos “considerar toda concatenación [Verknüpfung] de las cosas del mundo sensible comosi tuvieran sufundamento en [un ente creado por la razón que funciona de manera racional]” (RP, pp. 553, 554 [traducción modificada de acuerdo con los cambios de laautora]). Si queremos seguir esta línea de pensamiento, esta huella, por decirlo así, in­ cluso podemos plantear que Derrida coloca la huella en el lugar de la deducción trascendental. Acontinuación, Kant: Pretender deducir [el espacio, el tiempoylos conceptos del entendimiento] empíricamente sería una tarea totalmente inútil, ya que el rasgo distintivo de su naturaleza consiste preci­ samente en que se refieren a sus objetos sin haber tomado nada de la experiencia para su 50 Los traductores de Kant al inglestienendificultadesconesteparticular aspectosuyo, porsupuesto. Pero a lo largo de estos párrafos, incluso los traductores más astutos toman decisiones extrañas. En el lugar de “sostellelsichetwasvor" (somethingIhusseisitselfout [así algose pone adelante]), leimos “/ represenl something' [me represento algo]; “wasdageschieht"sevuelve “anoccurrence” [un suceso] enlugar de “what takesplacethere" [lo que sucede ahí] (RP, p. 227). [La autora se refiere a la traducción al inglés de Paul Guyer yAlien W.Wood (Kant, CritiqueofPuréReason, trad. Paul Guyer yAlien W.Wood, Cambridge, CambridgeUniversityPress, 2000, p. 310). Latraducciónal español deRibascorrespondepuntualmente a las observaciones anteriores, pero no a las siguientes. Además, Ribas señala, en una nota de pie (p. 227, n.l), que, según BennoErdmann, el responsable de la edición enmendada de la Crítica(1911), se lee “stelleich”en lugar de “stell sich”. (t .)] [En laedición de Cambridge] “Anschauungse traduce como “experiencia”en lugar de “intuición”en laoración crucial, “mediante el entendimiento, produce e im­ pone en laserie de las percepciones posibles exactamente el mismoorden ypermanente conexión que encontramos apriorien la forma de laintuición interna (tiempo)”(RP, p. 228).

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pensamiento [Vorstellung]. Si hace falta deducirlos, su deducción tendrá, pues, que ser tras­ cendental... Un rastreo de las huellas [Nachspüren] de las primeras tentativas [Bestrebungen] de nuestra facultad cognoscitiva para elevarse desde las percepciones singulares a los con­ ceptosgenerales, posee indudablemente una gran utilidad... Perojamás se produce por este mediouna deducción de losconceptos puros aptioti, yaque nose halla en estadirección. En efecto, esos conceptos han de exhibir, por lo que se refiere a su futuro empleo —que ha de ser completamente independiente de la experiencia—un acta de nacimiento enteramente distinta a la de un engendramiento [Abstammung] empírico. (RP, pp. 121-122 [traducción modificada de acuerdo con los cambios de la autora].)

No podemos sino notar que queda bastante clara la cuestión de conseguir una mejor acta de nacimiento (la deducción trascendental) que un mero rastreo del na­ cimiento empírico. Un origen paternal en lugar de un engendramiento maternal. Cuando Derrida escribió, en 1968, “La salida fuera del cierre de este esquema, he tratado de indicar su objetivo a través de la ‘huella’”, evidentemente hablaba de la adopción saussureana del lenguaje como efecto sin causa. El párrafo concluye así: “No puede bastarse a sí misma, fuera del texto [/tors texte], para operar la trans­ gresión necesaria”.51Sugiero que tendría sentido reemplazar “la transgresión”con “la deducción trascendental”, pues Kant clausura (“el cierre de un esquema”) la huella mediante la deducción trascendental. Por lo tanto creo que es la conexión del “como si”con lasupresión de laestructu­ ra-huella en aras del acta de nacimiento más segura de la deducción trascendental, la cual establece las convenciones rcalizativas de la filosofía, por decirlo de alguna manera, lo que hace que Derrida escriba, casi cuarenta años más tarde, en una sección con el subtítulo “La neutralización del acontecimiento”, que la idea de un “mundo”, como de “puesta en mundo” [worlding] o de “globalización”, es en sí uno de los “como si” arquitectónicos del pensamiento kantiano que detiene la huella y neutraliza el acontecimiento.52 Sugiero, entonces, que la operación de la huella resiste la figuración. También sugiero que el impulso de “lo humano” es cambiar la huella en signo —río arriba del debate sobre la figura y su literalización. Derrida hace mímica a su carácter “humano, demasiado-humano” al hacer la última maniobra hacia una Nueva Ilus­ tración, para expandir el alcance de la razón, para “salvar el honor de la razón”, al mismo tiempo que, en El animal queluegoestoysi(gui)endo, publicado postumamente, enmarca a lo humano en sí en el “animot(e)”.53 51 Derrida, “1.adifTérance”, Márgenes delafilosofía, trad. Carmen González Marín, Madrid, Cátedra, 1994, p. 47. [González Marín tiene “marca”en lugar de “huella", (t .)] s*Derrida, Canallas: dosensayossobrelarazón, trad. Cristinade Peretti, Madrid, Editorial Trolla, 2005, p. 148. [Alolargodel presente libro, opto por “realizativo”como traducción técnica del conceptoclave dej. L. Austinde loperformative. Véase nota 7de capítulo6del presente libro, yaj. L. Austin, Cómohacer cosasconpalabras: Palabrasy acciones, trad. Genaro R. Carrió y Eduardo A. Rabossi (Barcelona, Raidos, 1990, p. 30ypassim). (t .)] MDerrida, El animal, p. 65.

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La lectura que hace De Man a Schiller en La ideologíaestéticaapunta específica­ mente que Schiller convierte el atasco de la filosofía en la deducción trascendental en una reversibilidad quiástica. Esto es porque Schiller lleva el uso catacrésico de Kant de la psicología a una referencia al desarrollo psicológico. Lo que surgió con estos “errores”no intencionados (Schiller creía que leía bien a Kant, e incluso que hacía un avance práctico sobre él), era una filosofía del equilibrio. De Man lee a Kant como un filósofo para quien el filosofar era reconocido como una actividad amenazada por el filosofar mismo hasta la última instancia. El lee a Schiller como alguien que domestica la perspicacia crítica de Kant para re-valorizar lo que él consideraba como lo “estético”. (El uso del mismo Kant de lo “estético” es muchísimo más complejo, como una especie de refugio ambivalente, plasmado hermosamente en la expresión “laverdad —un nombre atractivo”que emplea para denominar laisla en donde se ubica este lago, yala cual viaja el filósofo, de una ma­ nera totalmente parecida a la de Ulises entre las sirenas [RP, p. 259]. Recordamos la revisión derrideana de laposición de Ulises. Ningún marinero a la mano para ta­ parle los oídos con cera. Ab-uso de la Ilustración.) Sugiero que De Man finalmente descubre una manera de señalar la domesticación persistente como una manera de manejar laaporética. Incluso apostaría por sugerir que para Kant el filosofar resulta precario precisamente porque podría ser también una especie de la domesticación programada por la propia índole del ser racional.S i*54De Man lo describe como la descompostura del sistemakantiano bajo supropio peso.55Si bien de Man reconoce que el Spieltriebo la “pulsión dejuego” complica la idea del equilibrio en aras de la educación, amonesta a Schiller por siempre presuponer una continuidad entre el lenguaje y“el hombre”, algo que el sistema kantiano entero, implícitamente, no pudo presuponer. Si el sistema kantiano siempre está a punto de descomponerse bajo su propio peso crítico, Schiller se mueve fluidamente de polaridad a polari­ dad. El elogio actual a las humanidades no debe hacer este error de la mercadotecnia por nichos. Kant trabaja con las leyes, Schiller con las pulsiones. (Nuestro comentario anterior sobre palabras como Grundsatzo máxima señala la protección cuidadosa que Kant dirige a la filosofía —¿como “error intencionado” por un en­ tendimiento que aprehende la intención de la ley?—en contra de la impenetrabi­ lidad eviclencial de las leyes deducidas trascendentalmente.) Lo sublime dinámico de Kant escenifica los límites de la imaginación. Schiller reescribe la diferencia entre lo matemático y lo sublime dinámico como lo sublime teórico y práctico, y valoriza su reescritura sobre lo que él percibe como las dificultades de Kant. Como siempre, mientras que en Kant la imaginación denomina un momento estructural con funciones programadas en una arquitectónica de facultades, en Schiller se trata de una capacidad humana fenomenal. Por lo tanto, sus expectativas de la imagina­ ción son distintas. Schiller desconoce lajerarquía en donde, en Kant, el intelecto Si David Columbia (The Cultural Logic of Computation, Cambridge, MA, Harvard University Press, 2009, p. 16) capta bien el espíritu de mi manera de entenderlo. 55 Paul de Man, La ideologíaestética, trad. Manuel Asensi yMabel Richart, Madrid, Ediciones Cátedra, 1998 [1996], p. 192.

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triunfa sobre la imaginación, y tiene una concepción enteramente no-kantiana de la libertad. (Para Kant la invocación de la libertad se entreteje con la maquinalidad programada de larazón práctica. De Man lo resume al decir: “Schiller representa la ideología de la filosofía crítica de Kant”.56 Apesar del cuidadoso intento por parte de Andrzej Warminski en el sentido de extraer la noción de De Man de la ideología tal como iba a aparecer en la conclu­ sión teórica [“Rhetoric/Ideology”] de su libro proyectado, Aesthetics, Rhetoric, Ideology, aquí no voya considerar el sentido de esta oración más que en un comentario, una pregunta, yun desplazamiento. Asaber: El comentario: aquí “la ideología” tiene algo que ver con el idealismo. De Man amonesta aSchiller unayotra vezpor deshacer lafilosofíacrítica de Kant al recurrir al idealismo. La pregunta: Si dejamos que la inteligencia crítica de alguien que es lo suficiente­ mente discretoyeruditoextraiga ydesarrolle una posible teoría de la ideología a par­ tir de De Man, ¿podemos sacar aquí una regla práctica de lo que ya existe —a saber, que el prestar atención a la retórica nos advierte de la escenificación del idealismo, mientras que éste subvierte lo crítico? Esta atención es la crítica de la ideología, y, si la combinamos con la conclusión pos-althusseriana de que la ideología nos permite vivir, es posible que nos conduzca hacia la responsabilidad del “error intencionado”.57 El desplazamiento hacia tal error intencionado viene al final del presente capí­ tulo. Intentaremos sacudir el equilibrio schilleriano para convertirlo en un doble vínculo, a través del tratamiento batesoniano del “Juego”, para llegar al ab-uso de la Ilustración.) He aquí la última maniobra de mi Introducción. Me voya dirigir a la oscilación contradictoria del doble vínculo —ydiré que ésta, la mejor lección de la filosofía europea, cuya concurrencia con el uso, de parte del capital, de la diferencia (entre el necesitar y el producir) en el seno de lo humano no es accidental, no puede ser recordada hoy en día: que el trabajo inteligente, el trabajo que ahorra viene, cuando sus límites son conocidos, con un saber auto-inmune, lamentablemente. Internet sigue parasitando la imaginación humana, misma que a su vez percibe en él una promesa fáustica. Nos parece maravilloso desde el lado izquierdo de la balanza cuando los ecólogos de hoy pueden convocar al mundo entero en aras de la biodiversidad, luchando en contra de los monocultivos. El capitalismo se apropia del mundo orgánico, pero ¿quizás esuna lucha equilibrada? Cuando damos a lame­ 56DeMan, Laideologíaestética, p. 209. 57“Laideologíaesuna ‘representación’de larelación imaginariade los individuos consus condicio­ nes reales de existencia.”I.ouisAltliusser, Ideologíayaparatos ideológicosdeestado. FreudyLocar), trad.José SazbónyAlbertoJ. Plá, BuenosAires, NuevaVisión, 1988, p. 43. Althusser parece expandir el principio general de la neurosis hastaabarcar lasupervivencia ideológica. Véase: Freud, “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico", OC12, pp. 217-232. La palabra que aparece en latraducción al in­ glés como“functioniiijf [funcionamiento] es Geschehens, que quiere decir algo más comoacaecimientos oacontecimientos. [Etcheverrytraduce Geschehenscomo“acaecer”, (t .)]. Lo que sugerimos desde luego es que el filosofar en Kant puede considerarse uno de estos "acaecimientos”, algo que Kant textualiza razonablemente comolacrítica.

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táfora de los monocultivos de la mente su potencial completo sobre el terreno de la diversidad lingüística, vemos que la situación se descompone. No es adecuada la analogía entre la mente yel mundo sensible. El mundo natural o sensible necesita la ayuda del uso-capital —suuniformidad—para acceder a las mentes. Las mentes, para volverse dispuestas al uso apropiadamente social del capital, ypor lo tanto al uso ético de la tierra, tienen que crecer lejos de la universalización del capital —y cortejar la singularidad, de latextura—para que las estructuras puedan seguir fun­ cionando de manera eficiente. La diversidad lingüística sólo puede poner freno a lo global. La muerte de una disciplinaes un libro demasiado esperanzado!.58En el feroz impulso de ser “globa­ les”, las humanidades ylasciencias sociales cualitativas, comparativas en sus mejores instancias, ya no constituyen una fuerza epistemológica conmovedora. Cada vez más se asemejarán a la ópera, que cumple una función periférica en la sociedad. Queda por verse si atraerán el mismo nivel de patrocinio corporativo que logra la ópera, cuyo glamour las humanidades ylas ciencias sociales no tienen ninguna es­ peranza de equiparar. Yason los grupos de expertos relativamente glamorosos yla “interdisciplinariedad”monolingüe (léase, diversidad menguante ymonocultura a la estadunidense) los que vanganando lacarrera por los patrocinios. Las “asignatu­ ras del tronco común”estadunidenses —“políticamente correctas” en un mínimo porcentaje por el hecho de incluir los clásicos “multiculturales”—traducidos, de nuevo, al inglés —están viajando al extranjero. (Es una ironía que China —con su tradición bimilenarista de asignaturas comunes en el servicio civil imperial—des­ taque en esta lista.) En tal clima, una súplica a favor de la educación estética no puede esperar sino un público conformado por un círculo íntimo —los aficionados a la ópera enmas­ carándose como “especialistas de la cultura popular”, esperando un mundojusto e imposible con la difusión desesperada através de la retórica de un “por venir”—un reconocimiento de la aporética, del doble vínculo. Los musculosos marxistas ceden el paso a la feudalidad, financiada por las corporaciones, de los alter-globalistas con su confianza digital. El aprendizaje a profundidad de lenguas yla ética incondicio­ nal están tan fuera de quicio con esta máquina-mundo felizysu inmensa potencia, que personas como nosotros hacemos esta súplica porque no nos queda más que hacerla, porque nuestra obsesión común declara que hayque mantener vivaalguna ilusión de llevar a cabo la revolución epistemológica necesaria para girar el capital hacia lajusticia social generizada, incluso contra toda esperanza. Escribí la mayor parte de los ensayos del presente libro antes de estas últimas novedades, la contra­ dictoria oscilación del doble vínculo. Para tratar la presente Introducción también como epílogo, entonces, permítaseme, para concluir, esquematizar: Kant nos dio el trabajo de la mente, de la cabeza, como “error intencionado”que conoce límites. Tan fuerte como para socavar la confianza ciega, impersonal, yapa­ rentemente racional de la productividad social del capital, pero irrelevante al egoís­ 58 Gayatri ChakravortySpivak, Lamuertedeunadisciplina, trad. IrlandaVillegas, Xalapa, Universidad Veracruzana, 2009.

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mo personal e irreductible que acompaña la confianza racional en la productividad. No es de sorprenderse, por lo tanto, que, como señalamos anteriormente, el propio Kant confía en que el comercio trae consigo la paz—sin comentar sobre la deficien­ cia de la ausencia de la violencia en aras del comercio como la marca ética de una sociedadjusta—.El error de Marx consistió en pensar que el egoísmo de los trabaja­ dores disminuiría si se revelara el secreto de la productividad social. Algunos habían pensado ubicar la solución en la educación ética. El genio de Gramsci estribaba en hacernos entender que el propósito era deconstruir a Marx al insertar la palanca en la tercera Tesis para epistemologizar el proyecto: instrumentalizar al nuevo intelec­ tual para producir un sujeto“revolucionario”como intelectual proletario-subalterno, mismo que se ha perdido sin variar hasta la fecha en el vanguardismo como secuela inmediata de lasrevoluciones. Una episteme desinteresada puede permitir yresistir la interrupción de loético. Hayque estudiar el humanismo, dijoGramsci, en ese mismo espíritu con que algunos de nosotros decimos que el aprendizaje a profundidad de las lenguas yla textualidad literaria capacitan el reflejo ético. Mientras tanto, Schiller había neutralizado lavalentía de Kant al transformar el error aterrizante en la reversibilidad. Toda solución “intermedia” hace la misma maniobra. Paul de Man nota que el Spieltrieb, al formar parte de la programación humana, se relaciona, por remotamente que sea, a la situación kantiana de “no poder sino filosofar”. Es aquí donde se puede insertar la palanca para deconstruir a Schiller desde la reversibilidad al doble vínculo. En efecto, el filosofar kantiano como “error intencionado”, en donde la intención es una pulsión, también puede ser leído como la situación de un doble vínculo —entre la filosofía como verdad ymentira, la psicología como figura o letra. (“Nada más que una figura”, dice De Man. “Nada más que”, la legitimación por inversión —doble vínculo.) Todo esto contribuye muypoco al inicio de esta Introducción. Contribuyamos al argumento al considerar otro punto de partida: que el Spieltriebde Schiller guarda algo en común con el “juego”de Bateson. Protege al sujeto del doble vínculo como esquizofrenia. La conclusión de la presente Introducción nos lleva desde la alenta­ dora tarea poscolonial de ab-usar la Ilustración europea hasta el desolado paisaje de la academia euro-estadunidense contemporánea, produciendo al “académico”, el Gelehrt, el afortunado sujeto de la Ilustración, como un analista de mercados con discapacidad epistemológica. La Ilustración está enferma en su propia casa. Ya es hora de recodificar yreterritorializar un mensaje de los años setenta, época en que la globalización en su forma actual empezaba a emprenderse. El sujeto euro-esta­ dunidense debe cortejar la esquizofrenia como figura.59En nuestras celdas de aisla­ 59 El sentidoen queempleola“figura”provienede un usoderrideanoespecífico. Cuando trataa Hcgel en Glas, Derridasedirige a loliterario en un punto particular: lofigurativo. Derrida está precisando que la familia funciona de una manera figurativa para suprimir un doble vínculo en Hegel: “Este mo­ mento determinado de la familia, esta finitudfigura" —yel paréntesis de Derrida—“(por el momento dejoaestapalabra laposibilidadde una apertura muygrande) latotalidaddel sistema”. Según Derrida, el nombredel doblevínculoen Hegel eseljudío, del mismomodoenque, por mi parte, el doblevínculo del sujeto (universal euro-estadunidense) es el esquizofrénico, sobre todoen laglobalización. Es intere­ sante que Derrida computa la figura en términos de la heteronormatividad reproductiva (HNR; véase

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miento menguantes, debemos sondear la bipolaridad olvidada yobligatoriamente ignorada de la productividad social yde la capacidad de destrucción social del ca­ pital ydel capitalismo por afectar a los subalternos del mundo, en los lugares en donde ellos hablan, inaudibles, mediante el aprendizaje a profundidad de las len­ guas, las ciencias sociales cualitativas, el filosofar hacia la ética incondicional. Detrás de cada uso “ético”de la Internet se encuentra una “buena”educación —familiar, cultural, institucional—“estética”, en nuestro sentido. Sin esta buena educación preestablecida —las literaturas y los movimientos de inmigrantes como el fin, la celebración de las épocas de oro de las civilizaciones chinas, árabes e índicas como alternativas, los sueños de la democracia digital como la feudalidad sin feudalismo de los foros sociales mundiales—todos esos ejemplos no son más que convenientes callejones. El temor a esta bipolaridad produce dos tendencias actuales, aparente­ mente opuestas: el elogio del Imperio yla alter-globalización, los cuales comparten algunas simpatías comunes.60Si, en vez de que cada grupo identitario permanezca el capítulo 5 del presente libro, “La cultura: situar el feminismo”): “¿Se dirá precipitadamente que la familiafinita aporta un modelo metafóricoo una figuración cómoda para laexposición filosófica?¿Una facilidad pedagógica? ¿Una buena manera de hablar al alumno de cosas abstractas, jugando mientras tantoconlafamiliaridaddesignificaciones familiares?Todavíacabesaber quéeslafamiliaridadabsoluta de unasignificación.”Allí estálaRHN; ¿por qué cabe saberlo? ¿Quées lafamiliaridad absoluta de algo? “Si eso puede pensarse ynombrarse sin la familia, pues asegurarse que la familia finita en cuestión ya noes infinita, en aquel casoloque lasupuesta metáfora llegaríaafigurar yaestaría en lametáfora” (De­ rrida, Olas, París, Galilée, 1974, p. 28). Lo que lasupuesta metáfora (de la familia) llegaría a figurar ya estaríaenlametáfora. Enlaanalogíamásestricta, pero teniendoencuenta quefinalmente todaanalogía también ynecesariamente esfalsa, digo, entonces, que loque lasupuesta metáfora (del sujetouniversal euro-estadunidense —no reconocido como metáfora, entendido como verdad) llegaría a figurar (la esquizofrenia como la pérdida radical del sujeto) yaestá enla metáfora. 60 Entre los pensadores contemporáneos que recomiendan el imperio en una u otra forma —yson muchos—,en un extremo seencuentran aquellos que simplemente recomiendan el imperio por el im­ perio mismo, por decirlo de alguna manera, aquellos que dicen que por poderosos, yal ganar las gue­ rras, aportan la paz; que Estados Unidos debería decomportarse máscomoun imperio. Análisis históri­ cos como el de Niall Ferguson oel de Markvon Hagen pueden abordar el argumento de la “violación posibilitadora” (Niall Ferguson, Colossus: The RiseandFall of theAmericanEmpire, Nueva York, Penguin Books, 2005; Jane Burbank yMarkvon Hagen, “Corning into the Territory: Uncertainty and Empire", manuscrito inédito). Dcepak Lal acepta la“posibilitación”pero nola“violación”:“Apesar de lapalabre­ ría nacionalistaymarxista, esteprimer régimen liberal [el imperio británico] aportaba beneficios enor­ mes al mundo, sobre todo a los más pobres” (Deepak Lal, In Praise ofEmpires: Globalization and Order, NuevaYork, Palgrave, 2004, p. 207). Segúnél, WoodrowWilsonderrocóWestfalia (p. 192). Desprecia los “derechos humanos, lademocraciaylalibertad”comolabanderade luchade“esteyihadoccidental”(p. 209). Amenudo yo misma he criticadoa la sociedad civil internacional ysusector dedicado alos dere­ chos humanos. Los extremos seunen. El asunto epistemológico se resuelve mediante una sencilla fór­ mula: “Modernizar sin occidentalizar”(p. 203). ¿Susolución? “Esposible que lasburocracias internacio­ nales dealgunas de lasagenciastécnicas multilateralessean absorbidas por lanuevaburocraciaimperial [estadunidense]” (p. 75). Yaque éstos son sueños que realizan deseos, él noescapaz de pensar los tre­ mendos dobles vínculos implícitos de cualquier esfuerzo de tal tipo. Enel casode Ferguson, lomás lla­ mativoes su cinismo frente a labipolaridad del capital/capitalismo. Si bien reconoce que “loinconve­ niente de los logros imperiales es que es mucho más probable que sean dados por hechos que los pecados imperiales” (p. xxi), Ferguson lanza lapregunta: “¿Puede haber globalizaciónsinlanchas caño­ neras?” (p. xix). Yllega a una conclusión, al final de su libro de 351 páginas, a favor de que “Estados Unidos cambia de ser un imperio informal a ser uno formal”, inclusive si esoimplica “una buena canti-

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en su propio enclave, algunos de nosotros ab-usamos la violación posibilitadora de dad de pequeñas guerras como lade Afganistán”(p. 314). Esdentro del contexto de esta fe en el impe­ rioque él apunta uno que otro proyectode capacitación para laciudadanía, enAustralia oÁfricay, por supuesto, India. No se puede ignorar esta posibilitación en la violación; es el mochlos, la palanca para convertirenab-usoproductivolacolaboración entre las abstracciones del capital ylaignoranciade clase socioeconómicade parte de los identitaristas culturalistas. Unavezmás, si esconsideradocomoverdade­ ro esfuerzo epistemológico, ¡debe haber una manera de imaginar alguna forma de pensar el esfuerzo implicado en su implementación, en conducir lavoluntad al deseo de la posibilidad de la ley! Los tres libros populares deJoseph Stiglitzson representativos de una posición liberal desde el estadode bienes­ tar. El dapor hechoque laintegración en una globalizaciónequitativaeslaúnicasolución paralos países “en desarrollo”yque la responsabilidad (¿"carga”?) de los países “desarrollados”consiste en transfor­ marse así mismos de la manera indicada. Es crítico, sin lugar a dudas, del “colonialismo”del ylas iniquidades de la (Stiglitz, El malestar en laglobalización, trad. Carlos Rodríguez Braun, Madrid, Puntode Lectura, 2007, pp. 90-95, 141; StiglitzyAndrewCharlton, Comerciojustoparatodos: Cómoelcomer­ ciopuedepromoverel desarrollo, trad. Natalia Rodríguez Martín, México, Taurus, 2007), pero esta actitud general de lacarga de la gente desarrollada conduce a un “buen”imperialismo, sin duda el mejor que podemos esperar. El wiafei/arefectivamente buscaun cambiode disposiciónmental a travésde grados de “desarrollo”, pero lo que estoy llamando un “buen imperialismo queda clarosi consideramos el pasaje representativo que aparece en la página 378de El malestar, yque empieza con “El mayor desafío... radi­ ca... en lasdisposiciones mentales”[traducción modificada]. “Un deseoimperialista intenta imponer, a un nivel global, sus valores yestructuras fundamentales de gobierno y modos de pensamiento” (Ugo Mattei, “ATheoryofImperial Law:AStudyon U.S. Hegemonyand the I^atinResistance”, IndianaJournal of Global Legal Studies 10.38, 2003, pp. 401-402). Nuestra manera de cimentar la posibilidad de cambio epistémico está contenido en Unaeducaciónestética. La noción stiglitziana de las “asimetrías de informa­ ción” (p. 16) puede conducir a nuestra manera si prestamos atención a la diferencia entre manejar la información yaprender a leer, yasea información o cualquier otra cosa. Su noción de la educación es por supuestoladel accesoal empleo (p. 123). Puede abordar aGorz (La metamorfosisdel trabajo. Búsqueda delsentido. Críticadelarazóneconómica, liad. Mari-Carmen Ruizde Elvira, Madrid, Sistema, 1997), perose le escapa necesariamente el aspecto Bloomsburyde Keynes, mismo que es loque estamos buscandoab­ usar. Cuandoescribe Cómohacerquefuncionelaglobalización, sinembargo, el hincapié parece haber girado hacia el enforcement, o el cumplimiento forzoso, para las numerosas yexcelentes sugerencias de política que ha reunido, a fin de crear un equilibrio entre la esfera económica ylos “valores básicos” (Stiglitz, Cómohacerquefuncione laglobalización, trad. Amado Diéguez yPaloma Gómez Crespo, Madrid, Taurus, 2006, pp. 173-177, 205, ypassim). Pero¿cuáles son estos valores?¿Cuál essumanufactura?Tales pregun­ tas nos motivan, peroStiglitznotiene tiempoque perder con nosotros. Suideaeshacer cumplir [enforcé] la“buenavoluntad”(p. 209). Estecambioempiezaaasemejarsea laimpacienciajustificadadel lobbyde derechos humanos local yglobalmente, que también está empezando a girar hacia el enforcement. \j& discusiónformal sólida en el salón de clases yel cuestionamiento informal extensivodejan en claro que lapresuposición general esque el sector financiero no es capaz de sigilarse así mismoa menos que sea “obligado” [forced] a hacerlo. No tengo paciencia para los teóricos de la alta burguesía quejustifican implícitamente una “sociedad política” basada en esta especie de convicción —generalizada—proce­ dente de laclase bajaurbana poscolonial. Al otro extremo, laconvicción de Charles Tillydeque “sopor­ tar las cargas del bien común”yhacer posible que un gobierno aporte tratamiento equitativo a los sub­ alternos efectivamente conduce a una “transformación y una mejora”, pero nuestro breve resumen debería de ilustrar que tales transformaciones ymejoras requieren, de una manera irreductible, la pro­ ducción epistemológica de las condiciones internas de laciudadanía que tal vezsean capaces de torcer suscondicionesexternassinbenevolenciaglobal interminableysinunainsistenciaciegaen el enforcement en solitario (Charles Tilly, Democracia, trad. Raimundo Viejo Viñas, Madrid, Akal, 2010, pp. 132, 228). Con Gramsci yDuBois, puedeser que uno quieraver las cosas bajootra luz: que afaltade un reordena­ miento de los deseos hacia el acto imposible de desear el derecho, inscrito de una manera persistente y epistemológica, no hayilusión de unasociedadjusta. Actualmente laleyes considerada comopoco más que un instrumento de enforcement. Keynes cuestionaba esta situación desde el grupo Bloomsbury. Es bien sabido que Estados Unidos impone sus leyes domésticas en un nivel internacional para regular el f m i

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49 nuestro pasado colonial para conversar los unos con los otros, es posible que sea-

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comercio mundial. Aprendí esto por primera vezen Bangladés a mediados de los años ochenta. En su artículo“Empire’sLaw”, Susan Marks rinde sobrias cuentas de cómo integrarlo a ladeclaración, de par­ te de Hardt yNegri, de una ruptura entre el imperialismo yel Imperio (IndianaJournal of Global Ilegal Studies 10, 2003, pp. 449-465). Por supuestoque nos quedaclarísimoaquienes trabajamos por el reorde­ namiento epistemológico que el enforcement no es una meta unitaria práctica. En este punto Hardt y Negri también son conservadores (Michael Hardt yAntonioNegri, Multitud: Guerraydemocraciaenlaera delImpetro, trad.Juan AntonioBravo, Barcelona, Debate, 2004, p. 285ypassim). La idea que tienende la democracia eneste librodesconoce el doblevínculoentre laipseidadylaalteridad, mismoque acompa­ ña la democracia desde Platón hasta Gandhi. Nose puede definir la democracia por la ausencia de la guerra. Sigoperpleja por estosdos compañeros deviaje. Nopuedo respaldar por completosunoción de laescena contemporánea, como el Imperiosuperando [sublating] el Sueño Estadunidense, para ser su­ perado por una multitud que debe materializarse. Pero cuando dicen que “la multitud no es un sujeto políticoespontáneo, sinounproyectodeorganizaciónpolítica, desplazandoasí ladiscusióndel ser de la multitud al hacer la multitud”, puedo ponerme de acuerdo con ellos, si bien para mí el cambio episte­ mológicoes una preparación más que una organización política. Jamás podré aceptar, en cambio, que “lamultitud es la autora misma de su perpetuo devenir otro, un proceso ininterrumpido de autotransformación colectiva” (Hardt yNegri, Commonwealth: El proyectode una revolución delocomún, trad. Raúl SánchezCedillo [Madrid, Akal, 2011], pp. 181, 184), que produce un deseo para un commonwealthreal, en lugar del que actualmente existe, en un sentido extra-moral muyrobusto. Esto precisa ser cotejado conlarealidad. Aún no es el momento de que ardan lasuniversidades. I-ashumanidades aún nose han vuelto inútiles, en principio. Godot no ha llegado, no llega. No hemos llegado al pos-humanismo; lo únicoque podemos hacer, siempre, esestar en camino. “Un universode redes lingüísticas productivas” —su frase (Hardt yNegri, Impetro, trad. Alcira Bixio, Barcelona, Paidós, 2005, p. 349—debe tomar en cuentaque debidoalainmensa riquezalingüísticadel mundo, noes posibleentendernos todoel tiempo (yesto más allá de los irreductibles malos entendidos en la comunicación humana exitosa, incluso la monolingüe) yes posible quealgunos quieran preservar ese misteriofrente a la claridad, basada en los datos, del capital globalizadoal serviciode un mundo. ¡Yno se puede, así de sencillo, dar al sector ter­ ciario, siempre celebrado por losderechistas, el nuevoysexyapelativode “producción inmaterial”!Si les interesa un mundojusto futuro, tal vezles convendría hacer lapregunta de Judith Butler: “¿qué es una vida?” (Judith Butler, Marcos de guerra: Las vidas lloradas, trad. Bernardo Moreno, Barcelona, Paidós, 2010, p. 14). No basta con insinuar, como lohacen ellos, que en la biopolítica (poco definida, siquiera en lomás mínimo, en sus tres desafiantes libros) el cuerpo es lamente (Hardt yNegri, Multitud, p. 383 ypassim). En una época cuando las tecno-investigacioncs genómicas yneurológicas se multiplican de manera exponencial, ya no es especialmente radical adoptar esta postura. Afalta de los hábitos de los reflejos democráticos (estoyde acuerdo con sucelebración del hábito en Multitud, pp. 233ss.), no hay democracia. Distintos tipos de educación estética, específica a los (con)textos, van a formar la base en movimientoyde largo plazode esto, enesteabigarradomundo nuestro, parasiempre, noaúnun globo. Elartículo“MúltipleModernities”de Samuel Eisenstadt (Daedelus 129.1, inviernode2000, pp. 1-29) —ya implícito en Saussure (para Saussurc “el carácter holísticamentc sistémico de cada posición sincrónica hace irrelevante lasucesiónde pasos anteriores através de los cuales fue alcanzada; por interesante que sea la pregunta en sí, no tiene nada que ver con el estado sincrónico dado deljuego"; Boris Gasparov, “Freedomand Mystery” [manuscrito inédito])—parece ser mucho más coherente con lacontempora­ neidad de la globalización. Jon Solomon ha escrito contundentemente de un “nacionalismo imperial que circula entre los izquierdistas estadunidenses”yaconseja que “mirfemos] más alláde lascategorías delasoberaníayladiferenciacivilizacional en nuestroacercamientoalaviolenciadel capitalismofinan­ ciero”(correo electrónico inédito). Si Internet)’la red son asumidos como su alegoría de leer la multi­ tud, haymucho que queda excluido. Con respecto al ForoSocial Mundial muchos de sus miem­ bros ya lo saben. Su problema es que al dar por un hecbo la globalización (capitalista), comparten los peligros de desconocer la bipolaridad necesaria. F.l tal como es analizado en el excelente libro de José Corróa Leitc, FórumSocial Mundial: Ahistoriadeurnainven(ñopolítica (Sao Paulo, Funda^áo Perscu Abramo, 2003) se queda en la línea del “buen imperialismo” de Kant. ¿Cómo sabemos que, dada la oportunidad, los trabajadores nose irán por el camino de Enron (pp. 142-144)?Tal comohe argumen(k s m ),

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f INTRODUCCION 50 mos capaces no sólo de darle un vuelco a laglobalización, sino también de comple­ mentar la uniformización necesaria de la globalización con diversidad lingüística. Pero tal ilusión está fuera de quicio; es mejor dudar. Con ladocencia: una educación estética; esperar contra todo pronóstico, loicliomático del salón de clases. Académicas como Lynn Hunt yMartha Nussbaumestán seguras de que las humanidades conducirán a la iluminación. “Uno podría argu­ mentar —o bueno, yo podría, de todos modos—”escribe Charles Isherwood,

que sepuede rastrear una parte del líoque surgió a partir de lacrisis de las hipotecas de alto riesgo [de 2008] a una amnesia colectiva por parte de las autoridades establecidas sobre la tadoen repetidas ocasiones, en otros espacios, la“concientización”no es un sustituto del cuidadoepis­ temológicopaciente. Deotromodo, no haycapacitación cuando los oprimidos emergen de la“libertad negativa”para entrar a la “libertad positiva”. Miargumento en este libroes que los de arriba necesitan una educaciónestética. Encasocontrario, la imaginación no tiene lacapacitaciónsuficientemente fuer­ te para darse cuenta de que los “movimientos sociales”son apropiados por el estado ypor lasélites, se­ gún sus motivaciones distintas, interminablemente. Correa Leite tiene razón al lamentar que el como tal no tiene acceso a lonacional/local. Sin embargo, la metonimización de Bombaycomo “muy alejadode lacultura política occidental”¡llevaimpresa el aura de Foucault cuando encuentra asuotro enlaGreciaantigua! [Laautorase refiere al nuevoepílogoque fue agregadoalaediciónestadunidense del libro. Véase:José CorreaLeiteyCarolina Gil, TheWorldSocialForurn:SlrategiesofResistance, trad. Ttaci Romine, Chicago, Haymarket Books, 2005, p. 147. (t .)] Es excelente queel libro incluya la incisivacríti­ cade Naomi Klein. Pero lacrítica de Klein apenas puede ser distinguidade lavieja crítica socialista (p. 174 [de la edición estadunidense]). Otra vez nos dirigimos a Gramsci ysu manera de estudiar la deca­ dencia del socialismo internacional. No se puede construir “otro mundo”con el de hoy. Hayque considerar comoepistemológicalacargade lavisióndecimonónicade Marx, que diounvuelcoalameta k s m

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lasabiduría ideológicaysimplificada de las páginas de la edición dominical del NewYork Times. Sigoci­ tándola para combatir las quejas académicas sobre la impracticabilidadyla alta teoría. Un comentario sobre el hecho de que el enforcement en solitario no es suficiente, entonces: “Basándose en decenas de conflictos históricos, laconclusión principal del manual [es decir, el Manual deCampoContrainsurgencias que fue adoptado en 2006por el Ejércitoylos Marines estadunidenses] es la aseveración de que no se puede derrotar las insurgencias sin proteger yconvencer a la población general, no obstante laeficacia de los golpes directos a los combatientes enemigos” (James Glanz, “Historians Reassess Battle of Agincourt”, NewYorkTimes, 25de octubre, 2009). Yel apunte que escribí amanoen el margen: “Si asísegana laguerra, asíconseguimoslapaz, sinduda”.Yacomprenden. Nuestraposiciónes, porsupuesto, quesólo el capital ylosdatos pueden lograr laglobalización. Todo lodemás es re-codificación, una picardíaante el tontocontrol de daños. Frente al “dilema de lasimultaneidad" Claus OfTeaconseja: "Los macroacontecimientos han adquirido una velocidad increíble... los actores individuales... requieren de... pacien­ ciapara nointerferir con la‘destrucción creativa’quevaaseguir tras las reformas de precioydepropie­ dad de una manera perfectamente intencionada, si bien al valerse de sus derechos civiles, recién ganados, serían bastante capaces de hacerlo”(Claus Offe, “CapitalismbyDemocratic Design? Democra­ ticTheoryFacingthe TripleTransition in East Central Europe, Social Research58.4, invierno de 1991, p. 887). Charles Tillyafirma que sus lecturas le indican que “un cierto nivel de confianza [es] una condi­ ción necesaria para la democracia” (Democracia, p. 129). Lapaciencia, laconfianza—¿de dónde provie­ nen estas virtudes? ¿Quién en la actualidad proporciona este tipo de capacitación?—Sin embargo, las universidades ponen freno a las humanidades. En el modo tan ficticio que puede ser usado por un so­ ciólogoprofesional, en “una serie de conjeturas no del todo probadas”, Tillyda el vistobueno: “Si estas conjeturassoncorrectas, aunque sólo seade manera rudimentaria, no sólohemos estado trazandouna interesanteseriede transformaciones políticas, sinounavíapara lamejorade lascapacidades ydel bien­ estar humanos”(pp. 228, 229). Una educación estética.

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esencia de la naturaleza humana. En algún momento Alan Greenspan argumentaba que la faltade regulación no fue loque causó latormenta de fuego: fue el excesode avaricia enWall Street. ¿Acasono loveía venir? Hayque remediar este evidente desconocimiento de nuestra naturaleza más baja entre loseconomistas de primera fila, para evitar más problemas. Por lo tanto, recomiendo un cursillosobre loque sonloshombresylasmujeresylo que son capaces de hacer para sobrevivir yprosperar cuando se relajan las restricciones de la civilización. Les receto una noche en la espeluznante compañía de “Blasted”.61

Hace falta que se nos enseñe a (querer/saber cómo) leer “Blasted” para sentir lo que sienten Charles Ishenvood o Martha Nussbaum o incluso Lynn Ilunt. O, por otro lado, puede ser que uno sólo quiera invertir en la obra: una variedad de la avaricia. Schiller efectivamente estaba equivocado en su manera de comprender a Kant. Pero ¿quién está totalmente en lo correcto? El problema de Schiller no era que estuviera equivocado, sino que no se echó a correr con su versión de su error, tal como lo hizo Kant, tal como lo hizo Nietzsche, tal como lo hizo Derrida, de maneras distintas. Toda acción comunicada, incluso la acción auto-comunicada, está destinada a la errancia. Es una aseveración que parte del sentido común tanto que casi no vale la pena plantearlo. Pero es muy difícil hacer que entre a la teoría. Para conservar los casos afortunados, parece que estamos obligados a desconocer la destinerrancia. Prefiero sugerir que hay que saber qué error cometer con un texto específico, y que también hay que saber cómo defender nuestro error como el que nos per­ mite vivir. Presupongo, desde luego, que cuando un texto está a mi alcance es un mis-take. tanto un error como algo que interpreto mal. Cuando nos acercamos al subalterno, sólo podemos aprender mediante los errores, si es que llega esa remota contingencia. Dirijámonos ahora al saber “técnico-científico”de Gramsci, “superior al espíritu abstracto matemático”. Se puede leer aquel saber y aquella abstracción como el secreto del mensaje marxista al trabajador, lección obligatoria para cualquier líder involucrado en la organización en las fábricas, tal como lo era Gramsci, ydescono­ cido a menudo por los lectores de Marx involucrados exclusivamente en la organi­ zación partidaria, o en losdebates textuales académicos. Es el “punto de lanzamien­ to” (Sprengfnmkt) para el entendimiento de la economía política, la homeopatía o el carácter de medicamento/veneno (pharmakon) de la cuantificación laboral (“el promedio abstracto” en Marx).62La aseveración es básica. Si los trabajadores, dis­ puestos a cuantificar su trabajo para su uso en el bienestar social, usan la plusvalía generada por la diferencia humana definitiva entre la capacidad de fabricar y la necesidad, tendremos el socialismo científico. Aquí el modelo de la voluntad yel consentimiento es sencillo, y comparte su sencillez con el concepto agencial del 61 Charles Ishervvood, “AHealthy Dose of Misery for Company”, NewYork Times, 26 de octubre de 2008, p. 6. 65 Karl Marx, El capital. Críticadelaeconomíapolítica, tomoi, volumen 1, trad. PedroScaron, México, SigloXXI , 1987 (1975).

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voto. “¿Cuántos votos para una inconsciente?” pregunta Derrida, revisando así a Reich tanto como a Nancyen un doble vínculo.63El asunto es que Marx no ubicó a este agente en una teoría desarrollada del sujeto. Los freudo-marxistas franceses de los años setenta nos dijeron que Freud se asemejaba a Marx, yen el proceso com­ plicaron a Marx.64Perry Anderson se quejaba de que el pos-estructuralismo pudo surgir porque Marx no teorizó el sujeto revolucionario.65Por otro lado, el equipo entero del lado de la enajenación-cosificación presuponía de manera implícita que Marx efectivamente teorizó al menos la posibilidad de un sujeto libre, ylanzaron su crítica del capitalismo como crítica de la cuantificación (el promedio abstracto) grossomodocomo el trabajo muerto sobre el vivo.66De hecho, loque Marx no teorizó fue el sujeto (pos/para)revolucionario. ¿Por qué debería de ser que el agente de lo “social” como la cuantificación usada para la libertad agencial de la intención del capitalismo dedicara su intención liberada a la construcción de una sociedad de bienestar, en donde lo “social”es entendido, por Marx ylos marxistas, en un senti­ do humanista general? (El “socius”de Deleuze yGuattari tiene la psiquiatría como su alegoría de la lectura, yse considera a sí mismo como otra especie de remedio, algo que, no obstante suimportancia, carece de relevancia aquí.)67Aquí eljuego de la palabra “social”—por un lado, los adjetivos ferozmente originales gesellschaftlich o vergesellschaftet en el sentido de una asociación basada en el trabajo cuantificado como pharmakon, y por otro el sustantivo difuso, teorizado en su mejor instancia mediante un lectura profunda de las teorías de antropólogos como Lewis Mor­ gan.68Ai proletario sólo hayque enseñarle la lección del primer sentido. Aquí entra Gramsci. Se da cuenta de que la lección técnico-científica y matemática abstracta por sí sola no es suficiente. El nuevo intelectual instrumentalizado tiene que hacer más. Mediante su inteligencia, experiencia yocio obligatorio, llega a darse cuenta de que Marx podía pensar losocial comopharmakonporque él mismo, a través de su propia educación humanística, llegó a entender losocial como el bienestar consen­ sual de la colectiva ysus clases socioeconómicas diversificadas. De ahí la insistencia de Gramsci en que el proletario (más el subalterno) tiene que ser el sujeto de una educación humanista.69Es en aras de esto que hay que entender todo respaldo im63Derrida, Canallas, p. 74 [traducción modificada]; WilhelmReich, Lapsicologíademasasdelfascismo, trad. Raimundo Martínez Ruiz, México, Roca, 1973; el pasaje verdadero probablemente se trata de una réplica cariñosa ala ideadeJcan-Luc Nancyde una comunidad de singularidades. 61Jean-Frangois Lyotard, Economíalibidinal, trad. Tununa Mercado, México, Fondo de Cultura Eco­ nómica, 1990 [1974]; JcanJoseph Goux, Freud, Marx: Economie et symbolique, París, Editions du Seuil, 1973. 65 PerryAnderson, Traslashuellas del materialismohistórico, trad. Eduardo Terrén, México, SigloXXI, 1988. 66 HarryBraverman, Trabajoycapital monopolista: Im degradacióndeltrabajoenelsigloXX(trad. Gerardo Dávila, México, NuestroTiempo, 1978) yGyórgyLukács, Historiayconscienciadeclase:Estudiosdedialéctica marxista(trad. Manuel Sacristán, México, Grijalbo, 1969) representan una lista muchomás larga aquí. 67Gilíes Deleuze yFélixGuattari, El anti Edipo: Capitalismoy esquizofrenia, nueva ed., trad. Francisco Monge, Barcelona, Paidós, 1985. 68LewisH. Morgan, Lasociedadprimitiva, 5a. ed., trad. CarmeloLisónTolosana, Madrid, Ayuso, 1987. 69Me refieroal dilema de Derrida con respecto a lo“humano”en las humanidades en la nota 22.

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plícito de la “burguesía progresista” (expresión celebrada de Lenin para designar al aliado histórico de lavanguardia) —en pocas palabras los diagramas de Venn de la hegemonía yel estado—como pharmaka.70 En “Complementar el marxismo” (el capítulo 8del presente libro), el entendi­ miento del problema de la paleonimia de lo social conduce a una propuesta para lo ético. Esto se relacionaba con mi confianza en la originalidad accesible del abo­ rigen que he apuntado de paso. Expandir mi trabajo para abarcar un grupo sub­ alterno en la India moderna —en lugar de una comunidad aborigen “preservada” feudalmente—ha hecho que me diera cuenta de que mi idea de que se podía convocar lo ético simplemente porque fue pensado como “conformismo cultural dispuesto a la modernización”dependía del hecho de que el primer grupo de es­ cuelas con las que trabajé se ubicaba en un distrito aún más “retrógrado”, yque los subalternos de allí habían sido contenidos en un cruel “aislamientocultural”, como si estuvieran en un museo, por el terrateniente. Este sólo entendió la obligación frente al subalterno en tanto lucha contra del partido yde la escritora feudalista y culturalista cuyas obras he traducido. En otras palabras, la presencia aparentemente sin mancha de un sedimento ético salvable era el resultado de una subordinación sistemática bajo un despotismo benévolo, cosa que no entendí hasta que esas es­ cuelas fueron clausuradas porque algunos de los chicos empezaban a cuestionar la autoridad, si bien de una manera poco sistemática, al mismo tiempo que las chicas iban robotizándose. Gramsci tenía razón al pensar que el proyecto era epistemoló­ gico. Hay que atender a la interrupción de lo ético. No puede formar parte de un plan directamente. Apunté anteriormente que en el registro de la Baubo, quizás puede ser que lo literario todavía logre algo. Oquizás no. Permítaseme concluir con el género, en­ tonces, ya que la heteronormatividad reproductiva es la cosa mundial con que ase­ guramos el espacio entre la fabricación y la necesidad, muchísimo antes de que el capital surgiera de esa falla. Es un espacio ni de la razón ni de la insensatez, totalmente irreductible. Recuérdese el lamento de Edipo: “Oh matrimonio, matri­ monio, me engendraste y, habiendo engendrado otra vez, hiciste brotar la misma simiente y diste a conocer a padres, hermanos, hijos, sangre de la misma familia, esposas, mujeres ymadres, ytodos los hechos más abominables que suceden entre los hombres”.71Si tan sólo fuésemos animales, sin la abstracción de la inscripción del parentesco como revisión secundaria, no hubiera existido el pecado. El género es nuestro primer instrumento de laabstracción. 70V. I. Lenin, “Tesis para el II Congreso de la Internacional Comunista”, en Obras escogidas en doce tomos, tomo XI, mayo de 1920—marzo de 1921 (Moscú: Progreso, 1977), pp. 119-165; Lenin, “El im­ perialismo, fase superior del capitalismo”, en Obras escogidas en doce tomos, tomo V, 1913-1916 (Moscú: Progreso, 1976), pp. 372-500; yChristineBuci-Glucksmann, Gramsciyelestado:Haciaunateoríamaterialista delafilosofía, trad.Juan Carlos Garavaglia (México, SigloXXI, 1978). 71 Sófocles, EdipoRey, 1403-1407; traducción [al inglés] mía, tan literal como me fue posible para mostrar que Edipo le reprocha al matrimonio la inscripción del parentesco humano, que de ahí posi­ bilita el incesto. Sófocles representa aEdipocomoalguien que no aprende la Leydel Padre. Es el coro, contratadode obraen obra, en quienrecae el deber de hacer deél un ejemplo. Edipo Reyinicia laobra

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Si doy una pequeña definición provisoria de la cultura —misma que ampliaré en “La cultura: situar el feminismo” (capítulo 5 del presente libro)—tendrán una idea de esto. Pensemos la cultura como un paquete de presuposiciones que en gran medida no reconocidas, mantenido sin demasiada rigidez por parte de un grupo bo­ rrosamente delineado de personas; presuposiciones que mapean las negociaciones entre lo sagrado ylo profano, yla relación entre los sexos. Para teorizar de manera abstracta, necesitamos una diferencia. Sea como sea que filosofemos lo sensible y lo inteligible, lo abstracto y lo concreto, etcétera, la primera diferencia que perci­ bimos materialmente es la diferencia sexual. Se convierte en nuestra herramienta para la abstracción, de muchas maneras y formas. Al nivel de las presuposiciones mantenidas sin mucha rigidez que, durante dos siglos, los grupos angloparlantes han denominado “la cultura”, los cambios son constantes. Pero, en cuanto cambian, estas //^suposiciones inconscientes se convierten en sistemas de creencias, en supo­ siciones organizadas. Los rituales se fusionan para coincidir con, apoyar yadelantar las creencias ylas suposiciones. Pero estas presuposiciones también nos otorgan los medios para cambiar nuestro mundo, para innovar ycrear. la mayoría de las perso­ nas creen, incluso (o quizás en particular) cuando se comportan como relativistas culturales, que la creación yla innovación son su propio secreto cultural, mientras que “los otros”están determinados sólo por sus culturas. Este hábito es inevitable y es computado con el respaldo de la diferencia sexual, sostenida hasta convertirse en algo que las feministas angloparlantes empezaron a llamar “el género” desde hace cuarenta años. Pero si nuestra aspiración es ser ciudadanos del mundo, no sólo debemos luchar en contra del hábito de creer que la creación y la innovación son nuestro propio secreto cultural, sino que también debemos deshacernos del hábito de creer que nuestra versión de computar el género es universal, ydel hábito de ig­ norarlo cuando no estamos hablando específicamente de mujeres yqueers. Pensado como un instrumento de abstracción, el género es, de hecho, una po­ sición sin identidad (una perspectiva que proviene de los estudios queer gracias a David Halperin), sexualizada en la práctica cultural.72Por lo tanto nunca podemos pensar por completo la instrumentalidad que abstrae a partir del género. Con esta breve introducción me dirijo a la conclusión de “Kant ySchiller”de Paul de Man y concluyo por mi parte la presente Introducción. Este es el desplazamiento señalado en la página 26. De Man no abordó el género. Sin embargo, subraya un pasaje de Schiller que en­ gendra ygeneriza lo estético ylo deja impávido. Permítaseme una cita en extenso: La hipotiposis representa para Kant [...] un problema muy difícil que de nuevo amenaza el discurso filosófico; en cambio, Schiller, lo ofrece como una solución, de nuevo bajo la forma de un quiasmo, mediante una oposición similar. Losensible [...] se convierte en una conuna referenciaaun nacimientocolectivomíticofuerade lacopulaciónheterosexual. Escasi comosi hubiera aquí un retoalaaplicabilidad general de la leyque sólopuede ser un error de base. 72 DavidHalperin, SanFoucault: Paraunahagiografíagay, trad. MarianoSerrichio, Córdoba, Argenti­ na, Ediciones Literales, 2004, p. 83.

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metáfora de la razón. Esto seextiende a la humanidad que, parece ser, no es totalmente un principio de clausura, porque la humanidad no es única —sino que contiene una polaridad, lapolaridad de macho yhembra que lahabita, yéste es el modo como Schiller se las arregla con el problema. “El otro sexo”, dice Schiller, el sexo femenino “no puede y no debería compartir el conocimiento científico con el hombre, aunque por medio de su representa­ ción figural puede compartir la verdad con él. Los hombres tienden asacrificar la forma al contenido. Pero la mujer nopuede tolerar una forma rechazada, ni siquiera en presencia del contenido más rico. Ytoda laconfiguración interna de su ser le da derecho a hacer esta exi­ gente demanda. Es verdad, no obstante, que en esta función, ella puede adquirir solamente el material de la verdad yno la verdad misma. Por consiguiente, la tarea que la Naturaleza le impide hacer a la mujer, el otro sexo... esta tarca debe ser doblemente asumida por el hombre si desea ser igual a lamujer en este importante aspecto, en este importante aspecto de su existencia. El hombre, pues, tratará de transponer, en la medida de lo posible, laesfera de lo abstracto, en la que domina ygobierna, a laesfera de la imaginación yla sensibilidad. El gusto incluye u oculta la natural diferencia intelectual entre los dos sexos. Alimenta y embellece la mente femenina con los productos de la mente masculina, y permite al sexo bello sentir lo que no ha pensado ygozar de lo que no ha producido su labor” (Werke, 21, pp. 16-17). Todo esto para lasmujeres. Quizá, el humanismo de Schiller está mostrando aquí algunos de sus límites. De cualquier manera, la conclusión teórica de este pasaje sería que en lamedida en que losensible llegaaser, sin ninguna tensión, una metáfora de la razón, en Schiller, las mujeres llegan aser, sin opresión, una metáfora del hombre. Porque la relación de la mujer con el hombre es la misma que la de la metáfora con loque ésta indica, ola de larepresentación sensible con larazón. De la misma manera, las consideraciones de Schiller sobre la educación conducen a un concepto de arte como metáfora, como popularización de la filosofía. La filosofía, como vieron, constituye el dominio del hombre, el arte es—básicamente, lobello es—el dominio de las mujeres. La relación es metafórica.73

No me interesa rescatar a Schiller ni a De Man para hacer que su política de ge­ nero sea buena, signifique loque signifique. No es un secreto que la “feminización” es un insulto. Sin embargo, “lasola feminización”no puede ser necesariamente un insulto. Ylo estético, para Schiller, es algo potente, algo digno de los príncipes, que puede salvar el mundo de sí mismo. No se puede negar que estos despliegues pecu­ liares de la mujer son el momento de transgresión que piden un desplazamiento, y mi tarea es emprender tal desplazamiento. Supongamos que intentáramos voltear ydesplazar el antiguo binario hasta que la “mujer” sea una posición sin identidad. Escribo “intentáramos” porque la fuer­ za del esfuerzo es la fuerza de leer ypensar, ya que el interés determinado por la diferencia sexual no puede desaparecerse. Con esto en cuenta, recuerdo nuestros esfuerzos en los primeros días del feminismo académico: buscábamos distinguir en­ tre las tareas masculinas ylas domésticas (de mujeres ysirvientes), como las de una75 75De Man, La ideologíaestelica, pp. 218-219. Un buen ejemplo de los comentarios típicos de Schiller en tornoa las mujeres está en EE, p. 135ypassim.

INTRODUCCIÓN 56 solavezylas que se repetían porque siempre eran necesarias, respectivamente. Algo que se puede citar en una nota de pie a diferencia de cocinar ylimpiar, digamos. Aprimera vista, la mujer schilleriana es de clase alta. Sin embargo, si examinamos con cuidado el pasaje que cita De Man, veremos que la distinción entre el acceso a la verdad yel acceso a la figuración es un desplazamiento de la distinción entre una-sola-vez yla repetición, misma que abordamos como históricamente atribuida al varón yclasificada como masculina/femenina. En este sentido se puede juntar la metáfora-concepto de lo femenino con Baubo para pensar el lugar de lo estético como útil para apuntalar un mundo desviado por la elección racional y la racio­ nalidad abstracta extrema de lo electrónico, en donde la imaginación misma es hecha empírica para convertirse en programación razonable, al mismo tiempo que la imaginación como acontecimiento inevitablemente huye. Es así que la expresión taquigráfica de Gramsci de “la historia humanista” puede ser expandida en el con­ texto actual, y es así que debemos instrumentalizarnos como nuevos intelectuales ilusionados con un buen mundo en el modo aporético del “por venir”. En un libro anterior anuncié una muerte yaquí anuncio una desesperanza, porque la vida yla esperanza son arrogadas de una manera demasiado fácil por el campo de la mera razón. Quizás sería más acertado concluir la presente Introducción con una tarea “femenina”imposible tanto en el sentido schilleriano como en el mío. Permítaseme finalizar con lainvocación de tal tarea en laconclusión del libro Ca­ nallas deJacques Derrida. No es una tarea desagradecida, sino una tarea generizada, una repetición necesaria de la diferencia en lugar de la obtención una-sola-vez de la buena teoría, en donde el género es una posición sin identidad, la inyunción schilleriana de feminizar lo estético, el último de los mejores dones para mí, una mujer, su primera alumna doctorada, un don legado a contrapelo por mi maestro deshonrado, Paul de Man. He aquí el doble vínculo. “Ser responsable... sería inventar unas máximas de tran­ sacción para decidir entre dos exigencias igualmente racionales yuniversales aun­ que contradictorias con la razón ycon sus luces”. Obsérvese lapalabra “máximas”. Yhe aquí la tarea: “Queda por saber, para salvar el honor de la razón, cómo tra­ ducir. Por ejemplo, la palabra ‘razonable’.Ycómo saludar, más allá de su latinidad, en más de una lengua, la frágil diferencia entre lo racional ylo razonable”.74 En el prefacio de Alegorías de la lectura, De Man describe un “desplazamiento”, yno un “fin”—un “desplaza[miento] desde la definición histórica a la problemá­ tica de la lectura... típico de mi generación, tiene más interés por sus resultados que por sus causas”—palabras prudentes, camuflando las “causas”como “de poco interés”.75Pero, el “literalismo pugnaz”enseñado por este maestro hace que yo, su alumna, husmee esas mismas causas: desplazando a una generación nacida en Euro­ pa en los años veinte desde una definición histórica a la problemática de la lectura que, para ellos, seguía contenida en los principios canónicos de la historia literaria.

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