Un Regalo Delicioso

Un regalo delicioso- Alberto Pez La abuela de Guguk cumple años. Y como Guguk quiere mucho a su abuela, ha decidido hace

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Un regalo delicioso- Alberto Pez La abuela de Guguk cumple años. Y como Guguk quiere mucho a su abuela, ha decidido hacerle el mejor de los regalos: Un dinosaurio. Un dinosaurio re-gordo.

Re-grande. Recontra- enorme. Como para que la abuela pueda comer bifes de dinosaurio todo el año. Con una piel bonita como para que se haga mil vestidos, y con muchos huesos, por si necesita ampliar el corral de las cabritas. Guguk no tiene la menor idea de dónde puede encontrar un dinosaurio. Nadie ha visto uno en mucho tiempo. Le pregunta entonces a Muh, un viejo memorioso que tiene más años que su abuela. Y eso quiere decir demasiado. Muh le responde: -Hay un dinosaurio re-gordo, requete- grandote y con unos huesos enormes. Vive en una cueva en la montaña, cruzando el bosque. Guguk da las gracias, como bien educado que es. Toma su garrote, una bolsa y se interna en el bosque. Camina y camina entre los árboles gigantes y plantas de colores, y sólo piensa en el dinosaurio re-gordo que va a cazar para su abuela. ¡Mmmh! ¡ñam! ¡ñam! se le hace agua a la boca. ¿Cómo van a prepararlo? ¿Asado? ¿Al horno? ¿Cocido en la cacerola? Mientras imagina recetas diferentes, pasa bajo un nogal. -Estas nueces son exquisitas. ¡Combinarían muy bien con el dinosaurio re-gordo!… Lástima que tengan una cáscara tan dura que ni los hombres más fuertes de la aldea puedan romperla. Más adelante encuentra unas moras. -Estas moras son deliciosas. ¡Combinarían muy bien con el dinosaurio re-grande!… Lástima que estén tan arriba que ni los hombres más altos de la aldea pueden alcanzarlas. Después descubre un panal. -Esta miel es de lo más sabrosa. ¡Combinarían muy bien con el dinosaurio recontra-enorme!… Lástima que sea de abejas tan peligrosas que ni los hombres más valientes de la aldea se animan a enfrentarlas. Horas más tarde, Guguk llega a la montaña sube y encuentra la cueva del dinosaurio. Muh tenía razón. Es un dinosaurio re-gordo. Duerme la siesta y sonríe como si estuviera soñando cosas muy lindas. Guguk trepa por su cuello hasta la cabeza y le da un golpe. El dinosaurio se despierta y dice: -¡Gracias! justo ahí me picaba. Hace un mes que me picaba y no podía rascarme. Tengo unos brazos tan chiquititos… Guguk piensa que el dinosaurio no solamente es recontra-enorme sino también requete-tonto, y le sigue pegando con su garrote. Pero el bicho le dice que no se moleste, que ya no le pica, y sale y se sienta en una roca desde donde se divisa todo el valle y, a lo lejos, la aldea de Guguk. -Siempre quise visitar aquel lugar, pero nunca me animé a bajar. Me da miedo que los hombres se asusten de mí y me persigan. Al final, Guguk se cansa de pegarle garrotazos y cambia de planes. Si no puede por la fuerza, va a llevárselo con engaños. Y le dice: -Te invito a una fiesta. Es el cumpleaños de mi abuela, y si venís conmigo te prometo que nadie pero nadie va a hacerte daño. El dinosaurio re-gordo aplaude con sus manos chiquitas y salta de alegría estremeciendo toda la montaña. Después él y Guguk se ponen en marcha. ¡Mmmh! ¡ñam! ¡ñam! se le hace agua a la boca. ¿Cómo van a prepararlo? ¿Asado? ¿Al horno? ¿Cocido en la cacerola? Mientras imagina recetas diferentes, descubre el panal de miel sabrosa. -¡Qué lástima! a mi abuela le encanta la miel, pero estás abejas son tan peligrosas… El dinosaurio agarra el panal y no le importan las abejas, que se cansan de picarlo. Después se lo alcanza a Guguk para que, dichoso, lo guarde en la bolsa. Más adelante encuentran las moras deliciosas. -¡Qué lástima! a mi abuela le encantan esas moras, pero están tan altas que… El dinosaurio estira su cuello y corta a mordiscones todas las moras que Guguk recoge dichoso y guarda en su bolsa. Después pasan bajo el nogal de nueces exquisitas. -¡Qué lástima! a mi abuela le encantan estas nueces, pero son tan duras que… El dinosaurio golpea el nogal con su cola. Todas las nueces caen al suelo y las aplasta con sus patas para abrirlas. Guguk las recoge y, dichoso, las guarda en su bolsa. ¡Mmmh! ¡ñam! ¡ñam! A Guguk se le hace agua a la boca. ¡Ya sabe como van a prepararlo! Al horno, servido en una fuente con ensalada de nueces y moras, regado con salsa de miel. Guguk sonríe satisfecho y el dinosaurio aplaude con sus manos chiquitas y salta de alegría estremeciendo todo el bosque. ¡Está tan feliz de haber sido invitado a la fiesta! Llegan a la casa de la abuela y Guguk corre a saludarla. Ya está apunto de decirle que le trajo de regalo un dinosaurio re-gordo para comérselo al horno, cuando lo mira otra vez con más atención: Se lo ve tan lindo allí parado en la entrada de la choza, Se lo ve tan frágil a pesar de lo grandote que es, Se lo ve tan bueno que… Guguk cambia de idea y le dice a su abuela:

-Abu, te traje de regalo tres cosas que te encantan: nueces, moras y miel. -Además, vine con alguien que quiere conocerte. Te presento a mi amigo.