Tratado de la existencia de Dios y la inmortalidad del alma AUBERT

Mario Aubert TRATADO DE LA EXISTENCIA DE DIOS Y DE LA INMORTALIDAD DEL ALMA 1850 TRATADO UE LA EXISTENCIA DE DIOS,

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Mario Aubert

TRATADO DE LA

EXISTENCIA DE DIOS Y DE LA

INMORTALIDAD DEL ALMA 1850

TRATADO UE LA

EXISTENCIA DE DIOS, GOS PASAJES USTÍRICOS: SEGUIT>G I>E OTUO

Sú T iíiT :

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fi-or el (.¡miinígu D. MARID AUBERT, 01TR1JL ÍS NÍOI1KH JtiÉsl.l,

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do] ii hit U-. fki 11ian i , — fií-l Líií n od u s itó Lfti iíu en cL (piano.* por d I 1. le ticL íl m lt

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G.AP- )í. Seguíídaí rLuíEüi- E s t r u c t u r a im cu erp o h I.Ell Lí'HüO.

Ejrrios, y La q u e eslá ni as al alcance do la multiLud. es el eüfrtducnlo de tus üKirüt'i— lias de ia ntUural&íi. J ib ia , mi amado Tcú-

— 19 — íllftj es una filosofía sensible y popular, que lado ho m bre íibre de pasiones y des­ preocupado p ued e c o m p r e n d e r ; pu es que no es pasible abrir los ojos sin descu brir á l a p rim era mi rafia á aquel qu& so lia pin­ tado en tocias sus obras. La sabidu ría y p o­ der que en todas ellas ha dejado impresos, son un espejo en que pueden m irarle c u a n ­ tos contemplan atentam ente el a r i e t e b r i­ lla en ¡a jlatu raleza. § I. Loa cielos. P a r a conocer la existencia del S e r su­ p re m o , hasta, hijo m ío, que alces la vista y contem ples la inmensidad de los d é l o s que son ob ra d e s ú s manos. Mira en medio de esta inn um erab le multitud de esferas r e s pi ande cien ¿es á Júpiter con sus cuatro sa­ lé] i les j á Sattimd rodeado de un luminoso anillo, y de sicíe lunas r e lu c ie n te s ; con­ te m pj a l a m aj estu osa pom pa de M arte , \ 'érm > y ía T i m a ; acércate, al Sol, y m írale fijo en el centro del u n iv e rs o , d erram an do loríenles de lu z sobre lodos los m u n d o s que g iran en d e r re d o r suyo, ; Que espectáculo km encantador! jcmé n*

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20



conjunfo de m ara v illas!..,. Colocado en un punió casi imperceptible de esla esfera in­ finita del espacio, cuyo centro eslá en to­ das partes T y la circunferencia en n in g u n a , ¿no se d e s lu m b r a , hijo m i o t no se desva­ nece y confunde tu im aginación? ¿ n a se aEiisma tu entendí miento en este océano sin p l a y a s , en que aparecen sem bradas las m a rav illas, bien así como las arenas en las orillas del mar?,,*. Pues a h o ra te p re g u n to yo, mí querido Teófilo, ¿quién h a dicho at sol: Sal de Ea n a d a y preside al día? y á l a lu n a : A pare­ ce y sé el lu c e ro de l a n o c h e ? ¿ Q u i é n ha dado ser y nom bre á esta m ultitud de es­ trellas que con lanío esplendor ad o rn a n el firm am ento? ¿ Q u é artílice lia sido capaz de obrar Untas m aravillas en que se pierd e y confunde todo el orgullo de la razón tur­ b a d a a su vista?..,- ¿ Q u i é n sino e! Ser s u ­ prem o p u d i e r a haberlas producido ? ¿ Ha­ bí'án quizás salido del acaso y de la nada ? ¿Y p o d rá lle g a r el impío á t a l cntremo que a trib u y a á lo que no existe, u na omnipoten­ cia que se al re ve á re h u sa r al que existe y lodo lo b a criado?

— 21 — No, mi querido T eúíilo, uo es posible a tal ¡espectáculo desoír Ja voz de tantos c é le­ b re s heraldos qiíe no cesan de an u n c ia r el po der, Ja inteligencia y lít s ab id uría de su Autor, J Justa [os pueblos mas g ro sero s y bárJ>;ie'os s d it o s d e d il rao fá

de D io s , y el

firiu&mísnlft a n u n cia tas obras ífe sus m an o s.

Uel t3. (ic Gflramb, (III Vvn&gr in> \i n J v.a

lkm, J832}r i 11I

CAPÍTULO U> ftliU tí TVi> a v ItííJJ n a* e n e rv o

B in m A n o t

E! c i c l o , la t i e r r a , el m a r , los animales, los p u l l o s * naciones y universo enlero a n u ocian, mi querido Teófilo, la e s is io n e ia do J >ií3s ; y eslavo/, de todas las criaturas os m a s que suficiente p a r a c o n v e n c e r tu recta aspirUu, Sin e m b arg o ahí tienes una rm eva prueba no menos fuelle y jjwfiuasiva, a sa b o r, el sentido íttfim , con lo que entien­ do decir í[Lie cuanto existe en nosotros, nuestro ¿Uérpo* n u e s tro espírilu y nuestro coi'azon d ebe p ersu ad irn o s íle que hay un Dios;^ p i d i e n d o decir lodos con v erd ad : c-xt.^Oj luego Dios t.ritf?. E m pecem o s por fi­ jarnos e n e t mecanismo de nuestro cu erp o, cuya \u¿.\\v¿z nos demostrará, la existencia 3



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de] principio i n i c í e n l e que ha sabido la­ brado con arte tan a$inirable. § I. JM czus dd cuerpo humatip. Auto todo examina Ui c u e r p o , litjo mío, y sin dlfenlÉad J f á n b t e r á ^ en él la obra m a s perfecta r11.1c se en c u e n tra a c á e n Ja lierra. Porque todo está disputólo alli con tan maravilloso artificio, que aturdo Ja im aginación; lo que todo es asimismo u n a prueba una in telige n cia s u p e rio r que h a establecido sus reglas. P o r lodos lados r e ­ cibe impresiones de los objetos exteriores, sin q u e lleguen ^ l a s t i m a r l e t po rq u e se íialla provfeto do flifereates especies de ú rd a ­ nos A fin de ¿vitar cuan to pudiese ofen der­ le 6 quizás destruirle- La delicadeza d e s ú s diferentes partes f aun c u ando se ha] la uni­ d a á una finura in c o n c e b ib le , conciértase p e r f e c t o ente con la Ijicrz a y solidez, sien­ do con ello tan fácil como firmé el j u e g o de s u s resortes. Apenas podemos sentir nuestro cavazón, cit} o vuelo es sin e m b a r c o prodigioso, al pa­ tío que sentimos los mas mínimos m ovimien­ tos e n el exterior por poco que nos afecten.

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3ff -

L a te n lás 't&itu, ci re u i a t tiéáftgf'eT corre el fluido nérveo y (odas estas partes se inco r for­ ran su alimento sin distraer n uestros p e n sa n n e n to s t sin t u r b a r nuestro s u e ñ o , sin in citar poco ni mucho nuestro s e n tim ie n to : ¡t a le s d ([juste, proporciona delicadeza- y f!exi~ btUdad qúe existen en unos mouimcntoslan con* sid m d /k s!... T antas parles peilecfam ente combina­ das * y de tal m a n e ra propias p a r a los usos eujlic se han destinado , la disposición de Jas v á l v u l a s *. los latidos del coraron -vu de Ijjs Arterias, la d e l i c a d e /a d e las diferentes partes del cerebro y variedad de sus m o ­ vimientos > de que dependen los restantes, la distribución de la sangre y de los Huidos, Jos diversos efectos de ta respiración &ue de tanto uso son cu el cuerpo s (odo o [Vece á 3a vis l a t i n a n m ata, y si así m e e s lícito exp ces arn ie, 11n mecünimo tan a d m im h Ie , que nadie p u e d e mirarlo sin a s o m b r o , y sin re­ conocer el dedo de Dios. § 1], Mecanismo dd cuerpo humano. Apenas h a lla rá s , hijo m ió, Máquina al— una so h M d ik que no la en c u e n tre s tú en

— 36 tu cuerpo. Sí traías de c h u p a r algijp licor, Sirven Le los labm defuíio y la lentfita de C í ­ bolo. F i j a e s l á e n los pulmones la iraqmarLflria á m a n e ra ¡laula o mfrunwnto de viento qim a l r i é n d o s e mas ú menos , modiíica ei aire variando los U>%^- E s la lengm á ma­ n e r a de arco que dando en los dientes y gI p aladar* produce de a c u erd o con I o& labios prodigiosa variedad de sonidos. Tícne el ojo sus hum ores y su cristalino , produciéndose en él las re fra c c io n e s con rúas arte tjtie en Eos cristales m a s bien tra ­ bajados, No falla e n él una pupila [¡ue se ditala ó se encobe, re glá n do se Lodo por el eje de la visión y ajustándose á las distancias como tos anteaos de larga vísta. 1.a oreja tie­ n e su tfáipanq ó sé a una piel tan d e lic a d a como p erfectam ente tendida > que r e s u e n a al m enor ruido qu& ¡tLHfael tiíre, cgn cier­ tas ear-idades practicadas en un hueso m uy d u ro p a r a hacer r e s o n a r í a ve/ y multi.pU# ca r los sonidos a cual acó 11Lee e con jos ecos ó é n tre la s peñas. Los f e p r del cuerpo tienen vélenlas en todas d i r e c c i o n e s :: los W & )£ !vU músculos cue n ta n con sus poleas > püitfflaw r é s p e d i-

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37 —

v a s j i a c i é n d o s e notar, en las proporcionas que Óon sil luyen los equilibrios, y multipli­ can las fuerzas moLricfe^ u naesuclU u d tan g r a n d e que n a d a deja cjue desear, Y son lan sencillos estos m ecanism os, Un fácil su " ‘ jWfe 0 , y su éd truéíura tan d e lic a d a , que c u a lq u iera otra Dláqijina es g ro s e ra á su lado, P ero exam inando aun de m as c é r c a l a s d ife & n te s p á r te s á e ] c u e r p o , vaiisc n o ta n d o en ól tejidos d e l o d a c l a s e ; n a d a p u ede tía Pse mas bien Exilado , mejor urdido y aju s lado con nías es a c t i t u d íNo hay tijera, tor­ n o ni pincel alguno capaces de acercarse á la perfección con que la nalo raleza deja lan Lien trazadas y redondeadas sus cosas. T o do cuanto contri huye á la separación y m ezcla de los licores; á so precipitación, digestión, fermentación y restamos opera­ ciones, se practica lan bái) límenle en n u es­ tro cuerpo j que al lado de aquello l a quí­ mica mas pei í'eeta no es mas que crasa, ig­ n o ra n c ia ; y aun e n los órganos destinados á las funciones mas ab y e c ta s , liácesc n o lar un o r d e n , n n a proporcion y una indus­ tria que p ro d u c en m a y o r encanto al e s p í -

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ritu qué atentam ente los &bserla> que na producirían á los ojos del cuerp o las belle­ zas e x t e r i o r e s m p z b t y es en efecto, i a p in a de Dios en el cuerpo h u m a n o . Todo es ¿ n él medio, y todo es f i n ; lodo so vuelve r e s o l t e , po1c a s fuer za m o triz , m á q u m a h i t i r i u Iic a , equñibFio d& humares* líjib o ra to rfe ^ íj¡uí— Juica* li s , p u e s , cicd o que tales cosas h a ­ blan sido dispuestas por una itileli&encia; y como no podemos atribuirlo á ]a de n u e s ­ tros padres^ scríi preciso que nos rem onte­ m os á aq u e l eterno Artífice que an im a el g u san o de la t i e r r a , y hac e g i r a r el sol so­ bre su eje, l ié aquí lo que decia la m ad re délos Ma~ cabeos ¡i sus hijos p a r a incitarles a[ m arti­ r io ; «Hijos mios (decía aquella m ujer a d « m i r a h i c , d ig n a de vivir etern am ente en la «memoria, de los b u e n o s ) , hijos míos, yo « no se de que m a n e ra habéis sido formados t*en mi se n o , p&tque no soy yo quien os ha «dado el a lm a , el espíritu y Ja vid a, ni * tampoco quiten ha juntad o todos vuestros «miembros p a r a íormar de el ios un cuerpo, a p o r q u e el Criador tí el m undo os qu ien

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ÍÍO —

fcformó al hombre en su lUicímtenro , y dio « orig en i todas las cosas, (h 3/ííc, vn^ 2 2 p 2 3 ) < fl

S;IU, Los ojos f ó sea la vista. Después de h a b e r f e s t e j a d # el meca­ nismo de n u e s t r c c u c r p o , vamos á h ab lar en í ^ i m e n o r i de sus principales sentidos, p a r a hacerte a d m ira r mejor el arte que eo el ios b rilla, | ¿ r t e p ^ i i í z a u d o m as l a ebristeií eia de Biois. E m p eza ré por los ojos. \ o soJi pocas las soííaies de una hUelíftencia divina que ofrecen los ojos del hombre* Prescindam os de la sabiduría que brilla en íospárpados^ di&stinados ¿ p r o t e g e r la delicadeza del ojo, cerrándolo tan ber 4 mélicam ente qtie los mas pequeños átomos no pueden abrirse paso ; en las pestañ as dispuestas á m a n e ra de cnipalizada p a r a deleudcrlo de los insectos volátiles; en la prontitud con que se cierran aun sin q u e ­ rerlo nosotros p a r a p re se rv arle de iodo ac­ cidente ; en el encaje con que está colocado el ojo como eu un m olde , sin que esto l ía pida una Eacil i dad y ligereza prodigiosas en sus movimientos por medio de la sinovia

— 40 q u e unta. aquel encajo j dirígjéhdose A los diferentes otéelos agitan de nitfeíüdo la cabeza; lijémonos tan so lo eu las m aravillo­ sas m iniaturas que se pintan e n la retina, GoLócaté, hijo mió, en «I cerrillo dejMontr n a r t r e .■ d esd e el cual d escubrirás P Í tík x i sus alred edo res en una extensión de seis le g u a s c u a d r a d a s . \ c r á s desde allí a c u e ­ lla ciudad in m e n s a con los rib a z o s , sotilíos, rios, p ra d eras, q u i n t a s s jid eas.j trabas jÜagnífica^ y deliciosos jard in es que for­ m an en d | r r e d ü r tan vistoso p a n o ra m a , o líjelos todos que se rep resentan en peque­ ño y en el fondo de Lus ojos con perfecta ctari d&tL Aí]ni Eróse en olio tiempo la destreza de un artista que supo e s c u l p i r e n una sortija el c a rro de Faetón tirado por cu a tro caba­ llos, y veriíicóEo con tal p r i m o r , que en ca da uno de ellos podian m uy bien distin­ guirse el f r e n o , la boca y los dientes d e l a n ­ teros ; y a Ja verdad es preciso convenir en que tiene algo de sorp ren d en te el re p re s e n ­ tar en l a extensión de u n a l i n e a , un obje­ to de diez y ocho pies. Pero p réstam e tu atención y v e r á s otro linaje de prodigios,

— 41 — Seis k g iíf a 3]acen doce mil loesas, que p o r á e r cuadradas^ deben nujlLiplicai\se por sí imsmas p a r a e x p r e s a r eí valor ríe la su­ perficie , d a n d o p o r consi^uicritc bienio cua­ r e n ta y cuatro millones d 3 loesas, ó s e a ochocientos sesrnht y cuatro m ü lw m de ptWi Kl lando d e nuestro ojo es de seis líneas 6 ■media ¡nthjad't ; imagínate., pues, site es p o­ sible , l a í x c e s í v # p 4^Uefieá que debe te n o r en tan retine ido campó * un esjiín: io fie oeh ocientos sesenta \ cuatro millones de jiés,re p resen tad o eon todos los objetos que eneierra, líl carro de j|ú é hemos hablado no o eu p a ría en Cu r e tin a la milésima tercio mi­ lésima parle de una línea, h 'im c r proitiijio. P ero lodos tos objetos conservan en p e ­ queño y en t a r e ú n a , las mismas p ro p o r­ ciones de distancia y tamaño q u é tienen entré sí lu c ra de l a o j o , y de m a n e ra tal, é ü e conforme á las re a la s de perspectiva, los mas cercanos ocupan m ayor p u e s to , y m enor los qne se en c u en tran á m a y o r dis­ tancia. M uchas operaciones geométricas d e b e hac er un pintor con la regla y com ­ pás en la mano p a r a re d u cir á dos ó tres p u lg a d a s de vitela, la eslaLnra de uu hom-



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brc á quien se pro po ne rclralar. P u es en n úes tro §a>so ,1a re d u c c ió n mil n ¡i^111c iUc ra as p e q u e ñ á Je un espacio de s e í | le g u a s cua­ dradas , que ^onliene u f e cantidad prodfe objetos difgrenl&s, se veriíEca cü un solo iñsíaníü y y con la precisión y cníuv li Uj d mas ex quiapí as, fygimdú p ro d ig io lisia in taíatu ra lán excesi veniente p equeH ay en que han sufrido los oEijetos r.tLsminucion l a | e ¿ # rn q g , le l o s l i a c c v e r sin em­ bargo en todo su Limatio y distancias res­ pectivas, Tercer prodigié. Advierte ahora, hijo m i o f que el mismo c u a d r ó s e fo rm a rá en los ojos de un millón de hom bres colocados en posiciones p a r a ­ lelas á la tuya, Y hele ah i 0 t millón dt jjrodtt/ios, Cuanlos objetos tienen los hom bres á Ja vista, se pintan igualmente e n sus relíuus, y hele ahí m lioncsdepw d kjm , En Ein, el p a ­ n o ra m a so re n u ev a ca d a vez q u e uno a b r e los ojos, y hele u n a infinidad de prodigios. Em iñt f in m im mh mas-mus i¡w fteus* S í, hijo m io 7 vearpií infinitas maravillas, q ue así alin d e n ios .sentidos 3 como ei es­ píritu y la imaginación. P u e s ¿ q u ié n p o -



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drá persuadirse de que tina infinidad de operaciones conformes á las leyes de la perspc'di^a, y í cada instante renovadas, feyedan atribuirse al ciego a c a s o , que no c o ­ noce método, re g la s ni principios? ¿quién, no se v e r á obligado íi creer que las i mi ti- ' me rabí es m aravillas que acabam os de ol>servar* son efecto de un Ser s up rem o é in­ teligente, que ha e r e a d o e l m undo y lo con­ serva? § I \ \ L a lengua ó dhabla\ Admirable es también la lengua^ e! m a s sencillo instrumento del cuerpo h u m a n o , AI salir el aire del pecho pasando por un conducto que se dilala ó c o n t r a e o p o r h m a m e n t é p a r a dar m as cuerpo y claridad á la conslituye aquel tos sonidos que forman de ella el instrumento de música m as per­ íodo, Sin la le n g u a empero serian estos so­ nidos inarticulados; mas esta jgrgano, con sus diferentes movimientos y el auxilio de los dientes y labios produce esta multitud de idiomas que su hab lan en las diferentes parles d e l m u n d o , la in n u m c r a b le eanlidad de v i calilos con que tan fácilmente p u ed e n

u — los ho m bres GtrtnimiG&rsé s n l ideas con la varicdatf infinita de acentos y p ro n u n c ia d o nos. ¿ Di ráse que no hay aquí arte iii in lc ii£eneía? —

V. Olfato, (justo yoido. ¿ Q u i é n s e r á c a j i a i d e expticar l a delica­ deza á e l o s ó rgano s eodquei&I hombre ilisEingvio ios sabores é innuní oral)les o b r e s de los c u e r p o s ? Pferó ¿cóm o es posible q u e lanías voces b ie r a n á un mismo liempotuie.-Éro oj m sin confundirse , dejándonos sus sonidos después de h ah e r pasado imágenes s u vas lan vivas v distintas? ¿N'o adviertes, hijo m í o , con qué cuida­ do et (irlisla que lia formado nuestro c u e r ­ po f ha dado á nuestros ojos u n a cubierta h ú m e d a y suave para e e r r a r lo s , dejando abiertas nuestras orejas? Tal d e b e atribuir­ se, en sentir de Cicerón, á que los ojos de­ ben c e r r a r s e á Ea lú a duran te eE sueño, m ie n tra s que las orejas dehen eslar abier­ tas cuando se cierran los ojos p a r a avisar­ nos y dispertarno s por el ruido siem pre que co rram o s riesgo de ser sorprendidos. Tal e s , hijo m ío, la e s tru c tu r a del cnerIL

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*5

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jjft hum ano e é g e i & r a l s po rq u e el e n t r a r e n pormetó>re| exigiría numeronos vftlúm c¿ é s + La ¡dea que he L[e %a du , ha sido dos™ cubrirte el arte divino q lio preside á m i e s Iro cuerpo^ flrxnfio una s e n e iHa ojeada á lo tjíie mas nos im presiona, Ihlstele esto [jara ensebarle la mano de D i o s , que no p a r e ce sino Eialjerse com p a c i d o en formar coil tan vil malcría una o b ra m aestra digna de toda nuestra adrmtttóíün. EJ£HÍPI$Í& kvíj.a D ip u tó í]iic

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i] l ; e l l o s , e x c l a m a b a I j o I c » # e n m e d i o d fc S u n r e ! i d i o s o : « 11. u c ú n t a d i í e l m a s b d l ü

h iiir m o iíji h o -

r: ñ o r d é l a ( J i i ¡ n i d a i L »

corfifpStóN d e ^i o ug a ü x e , I l U l E u M i - c illi> r { ífiL ín É r e p e t í a ^ m e n t i d o í | U f t s u s c o im r iin ú '.n ií£

itié fíj||i^

si] fc .lI abrigó

y o iiiiL ú n iic -o -s

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tcsiLíi tcjitaciím. a ¡Ah í decía mu-

< (í/iflí-t;e c .£ 5j i o jo lí i p u d ie s e in d e lá

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y u a ir iii.r a l I> io s s m n c lc

H jrio ] u f í m i í z c u ! . . , n

m lütWUÍÉIOS DE JÍÚKüEt^.LVG. }'][ al¡si6i;rfttOií m o d ern o , ti i'C iiil-n lo

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üilítra éoijf io s ín s tn in u 'iiiu s m a s (i ñus [le que fechase jiiíih o , ej e c u L iiL Ea m ilé s im a pacte tte his i n u v i iifi t e ^ t . ü í s d $ { a m

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c i r c u l a dí ; dodaiit ^ I te le sabio calmil ó rjiie Ieis d i f e r e n t e s v a r i l l a r l e s d e 10110 (U- q u e - , e s s u s c e p t i b l e h voz b u r n a n o , a s c i e n ­ de n ii n u e v e m i l s e i s c i e n t a s [r eh íla y íIus. Y a r t e [jncJiwií llcgírr ¡;'111’j !t s y fiH'imir cu (djjfltíj fefrn m e n i n a do c o m o es l¡i g l ú l i s ^ i i p ro il i^ io s o númcr+i de g ra d o s d if e r e n t e s de t e n s i ó n ! I 1r e d so es r e e o n o e c r a q i d el l>r;rzo íEi.;l O m n i p o t e n t e q u e knlú te m u e v e c o n f o r m e á sti v o l u n t a d s o b e r g n »

ffl €AÍ*ÍTULÓ III. TJiüC iíK A

M i d t a i l 0 ^

l’ t t U ' n t i A ,

dEc i m e & t r » a l m a » *

Has d e ¿Ébcr^ amado Teófilo, que el cuerpo hum ano , q u é paTéCe ser obra suprem a de la n a ta raleza, n o es ni ¡siquiera con]¡jaralaEí: at espíritu que le anima, Y ¿tifitl s e rá , hijo m ió , esle s er mil veces mas adm irable que nuestro ctierpo? ¿ c u á l es esta cierta cosa M e acjabS de h ac er las precedentes reflexiones, y de form a 3' estos diferentes j u ic io s , que p i e n s a , discurro, q u i e r e ; ejerce imperio SúSre mis org a n a s , y respectivamente es por ellos dtf&ináda? P u es csJu cierta cosa es mi úspirií^, es nú alma, es el yo. Y este yo p r u e b a la exis­ tencia de Dios. § I. Principio (id yo inídkj^ntc. E n Meeto, el yá que p i e n s a , discurre y quiere ¿ h a existido s ie m p re ? es cieilo que no ex istia c ie n anos hác& Pues ¿cóm o h á

- ÍS empezado á p e n s a r á ¿cómo tic incap m de £ e n s ¿ r que era* Et¿\sta cierto rlia, y hasta cierto m om ento d e lc r m tiiiitio , ha adquirido fie repenle la facultad de p en sa r y d e o b r a r ? ¿ S e h a formado á¿i mismo? ¿S e h a dado el pensamiento que no t e n ia ? ] Quú absurdo i PjÉciso h u b ie ra sido tenerlo p a r a dárselo > ó tomarlo de la n a d a , lo que exige un p o ­ d e r infinito.S iendoTp u e s , a s í T debo TQOQn o c e r , que el \ o inteligente que no es istia fien atlos luice s ha recibido el ser p | r el beneficio de una c a u s a su perior inteligente y de un p o d e r sin limites. lista causa ejerce un imperio absoluto sobre tu m a te ria , y la inteligencia. Y en c f c c lo , de tal modo es ünam de Ut W & % q u e h a podido sujetarla al Espíritu hasta (al p u n ió , que :'t su sola v o lu n ta d , Lodos los miembros del cuerpo se m ueven al instante con extrem ada r a p i d e z , sin es ruerno ni p re­ paración alg u n a. T en dido s están Lodos ios n erv io s, y los resortes todos se a p resu ran á c o n c u rrir junios , cual si c a d a uno de f e ó rg a n o s oyese tina voz so b e ra n a e irresis­ tible, Y de tal modo es rtr^Ña- de la- Mettyenm estüw tsa que pudo darla imperio sobre

h — los l u f e c t i l o s j fondones, s i n q u e la inteli­ g e n c ia fcsismíi lo d is tin g a , y sin q i i l sepa Siquiera en tiende se h a l l a n ; dirigiéndose Hü ob^iinte á aquellos q u e necesita sin equi­ vocarse nunca. ¿ C u s í es esta c a u sa c re a ­ d o ra ? ¿ouill esta c a u sa s u p e r i o r ? ¿ n o es l}io s ? & i, íti d 11ela.3>l c n i en t e-, c o n c tu v e eJ serclavero filósofo, —

t

v

§ JI. Union d d alma con d cuerpo. AJiora (o d i r é , hijo m ió, que ó tu alma se distingue de tu c u e r p o , ó no se dis­ tin g u e , y que en c u a lq u ie r a de calas dos hipótesis e^ preciso admitir i t existencia do Dios. t t o r q u é , si a d m i t a que el a ím a . s e distingue deE cuerpo podré p re g u n ta rte , ¿quien h a unido tu alm a á tu c u e r p o ? ¿qnicn sujetó á m u t u a co rrespo n den cia dos naturalezas? tan diferentes? ¿ q u i é n las r e ­ llene cautivas en sociedad tan írtiima? No creo p u e d a preten derse que se hay an unido por sí pro [tías, pues por un lado , la ciega m i t e i i a no puede h ab e r hecho pació con el e s p í r i t u , por c a re c e r de pensam iento y v o l u n t a d , y p o r o tro , el espíritu no r e ­ cuerda h ab e r hecho pacto con la m ateria, 4

xix.

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m —

Kecordaríalo h h aliarlo hecho p o r su p i p f pin e le c c i ó n ; y a u n en él caso do hab erlo verificado l o r a m e n t e , y de haberlo o h i dado, soto se s u jetaría á ello cuando bien l é pareciese. Hay, pues, en osla hipótesis una causa p oderosa dentro de nosotros, q u e d u é u a d e l espíritu y dic )a m a lc ría , los ha como atado p o r su voluntad suprema, faciste, pues, im Dios. Si al contrario pretendes q ú i tu alma no es mas qnc tu mismo cuerp o convertido en s er que p í e n l a , pregunto yo enionces ¿ q u ie n h a c i t a d o en tu cuerpo este ¿irado de ser convertido en inteligente? Y no po­ d rá ser otro que u n Criador om nipotente poseedor del pensamiento hasta el ponto de poderlo co m u n ic a r & quien no lo tiene. L u e g o existe jun Dios. Tero ¿ d i r í a , hijo m ió , que ta m ateria piensa cuando está organizaría? esto es vol­ v e r alrás la conclusión en ves¿ de deslruiHa* T*orque si la m ateria piensa cuando efíli or­ g a n iz a d a , no p ued e o*r£anizarse á sí mis­ m a , pues d e b ie ra h á h é r pensado para or­ g an iz a rs e , ó en oíros té rm in o s , d e b ie r a h a b e r pensado antes de p o d e r p e n s a r ; lo



tf i

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que y a ves que es tiü absurdo. D ebem os en consecuencia -admitir u n ser superior, p rin ­ cipio de todos los s e r e s , u n a inteligencia s u p r e m a , principio de todas Jas inteligen­ c ia s , en una p a l a b r a , debemos admitir q u e haij «ft Dios*

§ IIL

Desm M coraron.

Si quieres son d ea r tu c o r a z ó n , mi esti­ m ado Teófilo, a d v e r a r á s en él ífna tenden­ cia ísecretá que !e dirige h ácia Dios; u n de­ seo inquieto que Ib busca, y re clam a como á s u centro y felicidad. T tan adelante en­ tra este deseo en tu a lm a , y tan profunda­ mente lia p e n d r a d o en tu c o i m o n , que te es imposible deshacerte de él, D í m e , ¿ p o dria s er vano y sin objeto este d e s e o ? .,. ¡ Cuán sombría y triste seria la vida iiu— nutua .sin la existencia de Dios! ¡ e n á n des­ provista de g o c es E ¿ í 1tic p o d ñ a s e sp e var p a r a !o futuro si fueses simple j u ^ u e i e del ¿caso? ¿ á q u ié n ennfiárias el cuidado de tu suerleíi ¿ e n quién de sea 11sari as respecto de e l l a ’? ó mejor ¿ q u é es lo que 110 ten­ drías que te m e r? ;., liste misino sordo y ete^o acaso que te A*



m



hub iese proU uddo ¿ n o pp| 4 ria abandonarte y h a c e rte b f o M m é n t e in feliz sin que [Jii> dieses , S e r cria d o r de todos ios m u n ­ dos, cuyo soplo inmortal te ha producido, y no le a b a n d o n a r á jamás. Créelo con (ir­ me 6 in alterab le f e ; y a lég rale en esta fe con lodo el Heno de tu eorazon. § IV. J Faryvtlks de lo memoria tj del cerebro. Mira» 6 Teófilo, dos maravillas i g u a l m en le incom prensibles de tu c e r e b r o , que constituyen otra p r u e b a de l a existencia de Dios,

E s la p r im e r a , que tu gerej&p vi*ne á s er una e s p a d e libro en que hay u n n ú ­ m ero cósi inlimlo de im ág en es y c a r a t té í e s dispuestos-con cierto orden, que ni tú ni el acaso habéis podido consliiuir* Ya c o m p r e n d e r á s , hija m i ó , que no has p o ­ dido co nstruirlo tú , puesto que n u n c a le h a pasado por el en ten di miento el escribir nada en tu c o r d e r o , ni el d a r orden alguno ú las íinágáaes y c a racteres q u e en el h u ­ bieses t r i a d o ; tu ú n ica aloncEon e ra v e r los objetos cuando c a u s a b a n impresión en tus sentidos. SE el acaso h a podido form ar tan prodigioso lib ro , no hay p a r a qué d e ­ cirlo , cuando la misma industria h u m a n a está, liarlo alrazada p a r a alcanzar perfec­ ción Un exquisita. Pues ¿ q u e m ano l i a b r i podido com poner este a d n n r a b i e ü b r o ? n i n ­ g u n a otra , hijo m í o , sino la m ano divina. L u c g ó hmj un i)'m> La s e g u n d a m aravilla q u e descubres en tu cerebro t hijo mío ¿ es el ser c¡ue t a es­ píritu lee tan fácilmente , cuanto le p lace, en este libro i n t e r i o r , descifrando c a r a c teres que no conoce. Por cierto que m i n ­ ea has visto las señales m a rc ad as en til

u — c c r c b r n , y hasta te es des tono cid a la su s­ tancia | e l mismo. Todos Cst&s in n u m erab les c a racteres se t r a s p o n e n , y vuelvan á colocarse en su lu­ g a r p a r a obedecerle. E je rc e s un poder cí>3i divino so b re un objeto que no c o n o c e s , y q ue es á s u vea incapaz de co n o c im ien to ; por m a n e r a , qne íma. cosa que no en tien­ d e n a d a , entiende tu p en sa m ien to , y a l íiifelante lo ejecuta, Si le tomas el trabajo de re co rre r toda la naturaleza * observarás q ue el pensam iento hum ano no ejerce im­ perio ¿Ig u n o soblre los cu e rp o s en g e n e ra l, y que solo existe u n o , que tu solo p en sa m ien to sea capaz de m over, como si fuese | m á divinidad ? llegando hasta poner en ju eg o los mas súliles resortes sin cono­ cerlos, V ¿ q u i e n e s, hijo m ió, vuelvo t p r e ­ g u n t a r , quién es el que ha unido tu pen­ samiento á este c u e r p o , dándole tamaño p o d e r sohre é l ’? ¡A hí volveré tam bién á re p e t ir lo : Dios, solo Dios. L u e g o Dios —

e x is te .

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BEÍ -

§ Y. Conocimiento de la unidad. Otras p ru e b as d é la divinidad hallarás todavía én Li, ó Teófilo ? en el conocimiento que tienes de la unidad. P r u e b a es esta muy palpable. Conoces tü prodigiosa abu nd an cia de n o m e r o s T junto con las relacionas que e n ­ tre ellos existen. P u es dime , ¿ d e dónde te viene este conocimiento tan distinto, q u e no puedes d u d a r scriam enlc de él* recti­ ficándolo sin vacilar > siempre que alguien p i e r d e la c u e n ta ? Sí un h o m b re , litjonuo, te dijese que i 7 y ii hacen $ 2 , es claro qué te a p resu rarla s á decirle que no hacen mas q u 6 2 0 ; que se dejaría el v e n c e r p o r su propio j u i c i o , y se acomodaría á tu recti¡icacion; de modo que el mismo maestro q u e hahLii en ti p a r a corregirle * habla lam­ inen en él para decirle que se dé por con­ vencido. Es evidente que no hay aqui dos maestros que se hayan convenido en po­ neros de a c u e rd o ; sino que hay algo r ¡sihkt eterno e inmutable que h ab la á los dos a u n tiempo mismo con una persuasión irre­ sistible*

— M Í:— Otra v e / te p r e g u n t o , t c ó i j l f , ¿ de dón­ de sacas esta noción tan exacta de Jos nú­ m e ro s ? Todos los jiúisaoTos no son ma %que unidades r e p e l i d a s ; así el n úm ero 2 su c o m ­ pone de dos u n i d a d e s , y el númt:ro cualro se red uce ú iow r^pcL id|ciiatro vcc c & J m e gO no podemos c o n c th i r num ero a l g u n a sin concebir al propio tiempo Ja unidad es él fundame&Q esencial de lodo número po­ sible. q ué m e d io , e m p e r o , has podido reco no cer a l g u n a unidad real? Por medio de tus sentidos ni has podido v e r l a , ni im aginaria jam ás. T o m a el úlotno mas Vil, y observarás que d eb e Lector;¡§>r precisión c ie rta f ig u r a , l i o ^ l i á , latitud y p ro fu n ­ didad , parle s u p e rio r y parte inferior t iado d e r e c h o , y iado izquierdo ? sin que la parle s u p e rio r se gpufunda con la i n f e r io r , ni un lado con otro, J)c d o n d e in f e r ir á s T que el tal átomo no es propiam ente o no * sino que se com pone de p a r t e s ; y como e! c o m ­ puesto es un m u n c ro real y una mulliEtid d e s e r e s , residía q u é no hay a i\m u m k d

real. Ni tus o jost p u e s , hijo m ió, ni l u c i d o ,

£ 3 1)1 íii Uis m im o s , ni lu im ag in ació n s iq u ie r a , h an podido a d q u ir ir p o r sí p r o p i o s , la id e a de q ueíéxisÉ é unidad m d en ía n a iitru lc /a . E ¡ ¡ p r e c is o , p u e s , que unísíí" í ü p w te ikiya dado e^La idea de la unidad: es jjrcciso, £ ü |s , la mkfcnpa de Dios, principio .

de ludas ítuextí'íta idtus. TaU c la ra s son es las c o n s e c u e n c ia s , que es iu ú lil deLenersc en p ro b ó la s.

EÍJíMPlO. J ^ O C V C lp N

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T IO S

I*D tt

Ü líR .m tl,

ÍLTfJf; VL> no sé lo q u e e r t s en tí m i s m o , p i r o x ¿ f ] m \ e x i s t í , fri t n n a t u r a l e z a e s lili m ií ló f iO [jara mí, 1ii rxisluiicia e s 3n [iriiucra (Kl[fifij&rtidntlH S er

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JüS

lnus, y d mus iir ni t upo yo tiCí hstfcm&s. Dd(líiui hIl; la mío, si noM a g ü e se 1a i oya, y jwrfeclrffoiip | que ti uuivciíO mi cüistc pinríi mí, slí' íküüihc fiiipn^íljlii ¿ o n ¿ | K f l O s t ó B o s l a Hcgíiriii íl fifsnrarme, {[luí fitc :s ríe ni As (lió se 5 , c o m p r a b l e s en cu ] is e a n ; n oía A los P erís de Lufc p e r s a s , y íi tos GtíLiiírt do las dcon'is n a cio n es o r ien ta le s. l o d o s los filósofos excepto los esl-ratúni­ c a s y lu t l; [i i c lí r l’os re cu nw d eron al A iíp n te c to d d m u n d o , al DomhirjüSh

{FE].oüOFr.\ he ].jl msTOitr.O,

— 09 — bK 1»I,1>TAHC0. Tftrtdcd l¡i vííflrt. cro ert ^ ^ o r t i g a r é tí c iu d a d s i n r.ONOiiC.niíVi'O he. i w u io s (y rtn una rTti

íü mundo jío es este ser necesario. T o d o lo que existe n ec e s a ria m e n te y por r\ m ismo, es ete rn o , porque si supusiése­ mos un solo momento e n que no hubiese existido, 110 h u b i e r a existido nunca> ni h u ­ biese n u n c a podido existir. P o rq u e no h u -

- 78 — hiera podido recibir su asistencia de u n a c a u s a e x t r a ñ a , puesto q u e exista por sí m isma, ni h u b i e r a podido darse la ésdálGfrcia cuando no existía, porque l a nada, nad iste por si mismo* existe ¿«CBáarjám ente:, y d e h e h ab e r exislido s ie m p re , y en conse­ cuencia todo lo que existe n e m w im m ite y por ftí m im o , es tierno, Pero el m undo no es e t e r n o ; y sino véase como las m o n ta ñ a s van perdiendo de din e n día algo de sil elevación con motivo de las lluvias y y de la misma c a d u c id a d de sus parles. 11ep ve sentase lan p e q u e ñ a co­ mo se r|uiera esta d i s m in u c ió n , si el m u n ­ do fu ese e t e r n o , las m o n tañ as q u ed a rían y a cum plidam ente a l l a n a d a s , y la tierra re d u cid a á la forma de no globo p e r­ fecto , en le rameo te cuhierEa de f$fua de m ar como mas ligera, Y lié aquí á q u é punto el curso n atu ral y mecánico de las cosas debe llevar n u e s t r a t i e r r a , pasada una época excesivam ente l a r g a f pero n i d a ; y el en tjue, con m ayor motivo, d ehia en co ntrarse tras una iníinidad cíe siglos tran scu rrid os.

— 77 — Luego no es el m undo e te rn o , 111 p o de­ mos ene p a i r a r en él este Ser necesario que es objeto de nuestras investigaciones* § YJ, SJKSTA KnOPOSlCJOfí,

Luego la materia y d mundo son ptcadfis* E s esla conclusión ctínsecociícia de te anterior. P o r una p a rté a p a r e e c i a r á q u e la m ateria y el mundo e\is[en , y por otra acabam os de probar q u é \ih éjJ&Lcn pgr s í mismos, y que en consecuencia lí$n d e ­ bido recibir la existencia de otro, Luego k m sido creadus: 1uego haij un S(r creador, distinto dei mundo de la materia, 'l o d a s estas conclusiones son evidentes. § Y1I. SÉPTIMA íMtOPOSICtOX..

El Ser creador en el ser mees ario. Si, hijo m ios el Ser c r e a d o r no puede s e r otro que el ser n e c e s a r i o , c u y á existencia acabam os de d e j ^ p s ^ a r . A ser y no existiendo p o r si mismo t necesitaría un cria d o r p a r a e x i s t í r t como el mundo y la m ateria 7 que solo lo han necesitado por

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s e r contingentes, Adm itam os, p u e s , que d Ser criador del mundo y de la materia es H W ¡mesaría j el ser que subsiste por su propia m turakza. % Y lll,

OCTAVA PROPOSICION

El Ser que existe par sí m m o tiene la m previa perfección. Yerdadtiranicnte, hijo m i ó , el Sbr que exisit! por Si propio tiene l a pérfeccipn su­ p r e m a T y natía p u ed e recibir do fuera; p urq u e i o que de lucra recibiese n u nca lle­ g a r í a í fo rm ar u n a misma cosa con el ¿ éñ atención á que lo de naturaleza comunica­ da y %arititílc ? jamás pu ede formar u n mis­ mo s er con. t o q u e chiste por si mismo, y es incapaz de m u dan za, J nitni tas lucran la distancia y dcsproporcion que h áb ria enf^g tales partes s las cuales n u n c a pudieran cu con se cuencia co m p o n e r un todo v erd a­ dero. Nada p u ede añadirse, pues, & su verdad, bondad y p eríc ccio it: es p o r sí mismo cu a n ­ to p uede s e r, y j a m á s p uede s e r m enos de lo que es, Ser así es existir en el su prem o

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g ra d o de) s e r , y por consiguiente en e! su |]reino g r a d o de v erd ad y perfección. Quisiera me p re se n lasos, ó Teófilo, un s e r com unicado y d e p e n d i e n t e , y [jue lo c o i i c i b i ^ r p tan íní] ni Lamente perfecto co­ mo Quisieses* p a r a r¡tie notases cu án infiHitamente inferior q u e d a respecto del S e r qtie exilie por sí mismo. ¿Q ue com paración h ay en cfectBr entre un ser comunicado ^ m u d a b le , Susceptible de p erd er v recliné, qii¿ salió de la n a d a , y sq b aila pronto | v o l v c r á e í l a j y un ñor necesario, i n d e p e n ­ diente, inmutable, c u y a independencia mis­ m a n ad a le p e r ni i íq recibir de o tr o , que ha sido y será siem pre, y que halla cu si todo Jo que d e b e ser? Y p ues e] Ser que existe p o r si mismo c ^ c d e la perfección de fodo s e r creado cuanto p u ed e l l e g a r á concebirse remoii-* támlose hasta íú infinito, re sa lta ljuc un Ser que existe p o r sí mismo t o cu p a el s u ­ premo £rado entre ios seres 7 y por consi™ guien te, es infm iam nte perfecto en au e w m u .

— so — $

I X . Í § N A . r&QPO£l|jft>«+

Ei'& r que ¡tim a tiéüfco de nosotros %o existe por si m im o , ttesia a v e r i g u a r , T M f j l o , si lo que lla­ mam os el Yo q í e p i e n s a , |i & u r r & y tiene conciencia de ai mismo, és ó no este s e r m m n ta bl$ que p o r si m ismo existe. Lo q u e Hamos bJ )o 6 $pa mi e s p irito , fégti infini­ tamente (lisiante dp l a perfección inlinitiv. El hom hrc ig n o ra , se e n g a ñ í , sale de e r ­ r o r , ó a lo menos se figura salir, d u d a , y halla á veces e n el d u d a r su m ejor partido, y hasla el mismo e r ro r se Ib hace 110 pocas veces amable* obstinándose en el, y lemiendo a b a n d o n a rlo . E n j r é g a s l á la m aia fe, y dice Io c o n tra rié de lo que p ien sa: re­ cibo Ja instrucción de otro ; ¿i se le re p re n ­ de es con m otivo; luego recibe también la v e r d a d de olrapEirte, Pero lo p e o r e s , hijo m i ó , que querem os y no q u e r e m o s , porque m ie s lra voluntad I s v a r ia b le , incierta y contraria ¿i sí mis­ ma. ’i ¿sera, posible que nos creamos &&fytrammetÜ#pcrftdos en medio de tantas mu-

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danzas y defectos, en m edio de Unía j g no rancia y de errores involuntarios y v o ­ luntarios tal .vezIY si es m a n ifie s l| que zi¿ somos Infinitamente perfecioí?, no lo e u m e ­ nos [jo r cíe rio que no cjcistiuios por nosotros raimos* § X. p¿uiilL L iie i/ 0

e x is t e

fu e ra , d e

m

proposicjo ^í . s a t r o s

m

S e r

h > e ce sa ~

rio é infinitamente pérfido > lis ia úllima |jj oposicion, es corolario de h\ que p r e c e d e ; porqu e si no existimos p or nosotros m ism os, preciso es que existamos por medio de | t r o , y claro es que no po­ díamos rep rod ucirno s * nosotros mismos., Mas si existimos por m edio de o tr o , p ro liso es que este otro |[Ue nos liizo p asar do Ja n ad a a] s e r , sen. por sí m ism o , y p o r consjííuíente infinitamente perfecto,"Y en electo, lo que l a c é pasa* una cosa de ta n a d a al ser, no solamente debe tener el s e r por si m ismo, si que también p o d e r infi­ nito para co m u nicarlo ; porque hay incon­ m ensu rable distancia de la n ad a á la exis­ tencia. Si algo pudiese a ñ a d i r é aJ infinito,

preciso es confesar que Ja fecundidad e n c r e a r autuciitaria en grado ínímUo á !a ú i íihHa tó ífe o c io n dei S e r q p exista p o r sí misino. Luego este Ser que existe \wr si mis­ mo , y j w 1 quien twmtros tá ié tw o s , es M ilitaim ite perfecto i Y este Ser es el que se- ¡lama Dios. Tridas estas proposiciones que ftcáÍJO de p r e s é a l & e , h i j o m i o , son muy c la r a s , y n i n g ú n obgtijiiüp podrás e n c o n trar cu la conexión qué Las une. Si le he parecido quizas mi poco abstrae l o , f e b e s atribuirlo á q u ¿ b he j u g a d o ágrop^sito para aca­ bar de conv en cerle de la v erdad que te es­ to ■vi d em ostrando. UJE.U VU). HlííITAlONl S DK llAüSULOND>jü d necív en n t ^OfiAZ^N: ¿Yo ttíij} Dto$, l.y \fí\r p ied a d. É D f r * Wlp > p W c m siem bre por d c u í ú son? porque desde qué d h u m b f ^ ^ ^ o l í f t ü i í o i w á ü ¿ las rtins v^eojizosíis pasiones, llegando al « t ó | | u o tíu comcicr Jos mas enormes eictáog ilitifruiogu en s« í i cío + j t a ¿ u Y d s , r> Uios guinde* Y o ñ ^ c r g w n ííEÍÍfen tt'dfrs tus £&Ü¿£

l'ero boj no es s u razón la i ^ e LtMinia esas dudas

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83 —

r csp cclo do y» estro adúTpjbíé swei V o s m ism o s S e­ ñ o r . h a lk ia colocado en olla uit rayo (te lus que por furtos pift&s o s ofrece £ [a Yfoia del h o m b r e , q o o í p l a s t |iyi'tcs jícYa y*on ^ $ [mime ú íoefoble ícsl^ illyniy y bue­ no , c u y a esencia es La p e r fe c c ió n ; Ser ado­ rable } cttya existencia se la está anuncian cío todo, ct cielo y la t i e r r a , el h o m b re y el a n i m a l , ca da boj a y cada g ra n o de a r e n a ? L a única razón quc.se b ay a alegado hasta ahoi'a contra u nas p ru e b as (an luminosas como los rayos del sal | favor de la exis­ tencia do D i o s , fis que nadie es capaz de c m prendcrlo. P ero ¡6 flaqueza y vanidad luím an a! Decidm e, desdichados moríales que no podéis c o m p re n d e ro s ¿ v o s o tro s mismos, decidm e ¿ c o m p r e n d e r ía is m e jo r una m a te ría etern a que un Dios ete rn o ? ¿ex p lica reis m as fácilmente la existencia de un ser im­ perfecto que la d e í Sor perfecto? ¿concebís m ejor «na creación sin C riad o r, que no u á S e r c u y a voluntad i¡¡fmiftttirite eficaz h ay a p ro du cid o (odo lo que vemos en el univer­ so? ¿ S o veis que cuando habéis despojado

— s;> — al Ser do los seres de estas calidades que íatt m cspn¿s de h ab e r considerado cuál es la n e c e d a d del a t e o , examinem os lo que hay de desolador en el horrible sistema de aquel que dijo en su co r a z ó n ; NoltaijDios . ¿ Q u ie n s e r á capaz, de explicar la desgracia que es p a r a el mismo impío el desconocer á Dios, á este ser iníialtamente Emano t á c s l e P a ­ d re infinitamente tierno? ¿ Q u e felicidad puede en efecto disfrutar

— 86 — &u este m undo u n infeliz que h£ aliandonado Ja misma fuente de Ú t í d a ? ¿ Q u e esp e í a n l a podrá tener el que no reconoce al I)ios de quien ptiocede todo, verdadero b ie n v lodo doTi p e r fe c ta ; del que renunció á la eterna perfección V á l a fifcllezf increada; del d esd ichado , en fiel, que está sin Dios? ¿ Q u é pcnsamicrtio elevado levaniará- y é t tasiara f u alm a? ¿ Q u é sen! imiento noble elevara su corazón? Ni la&maravillas de la uafur ateza, ni la i ti [bula m&jeitad del Ser suprem o le habrán arrobado n u n c a ; aisla­ do se ha, en la crearon , y esengió la nada para retiro smjQ. I JVp hay Dios! L u é g d nada hay que te­ mer ni que esperar ¡después de esia vida; puedo en bnen h ora satisfacer tocios mis ape­ titos d esordenados y mis injustas pasiones ; n ad a d e justicia, de leyes* de virtudes ni deberes que sirvan | e Treno: todo !o sa­ crificaré á to que en mi concepto p u e d a contribuir á m i dieha acá en la (ierra; jy o mismo soy mi Dios! T ie m b la , ó eorazón mió, al oír este len gu aje que sale del pu­ cho deí ateo aun cuando no se a t r e v a á con­ fiarlo á los d e m á s , ni tal Vez á sí mismo.

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87



S í , tal es el vergonzoso s i s t é b a , iaM a aien­ cía espantosa (fel ateo ’. Cuando me propongo e x a m in a r de ce r­ ca y profundizar esle mislerío d e iniquidad, p aréccm c e n t r a r e n m d e s i e r t o , vasta m a n ­ sión de tinieblas, desorden y (le h o r r o r e s ; l e y e s ,j u s t i c i a , v e r d a d , v i r t u d , g l o r i a , bond ad ¿ a m i s t a d , d ic h a , e s p e r a n z a , lodo des­ apa rece de mi vista; n a d a encuentro real n] consistente en las cosas h u m a n a s ; nad a oí rece el mus ni mito o atractivo á mi t o r a ­ zón; p a r é c c n m e j o s íioiobres vanos fantas­ m as; a m i g o s , p r o t e c t o r e s , no son m a s q u e e n g a ñ a d o r a s imágenes; confúndense en mi mente el jusk> y el c r i m i n a ! , como se co n ­ tunden la v e r t h d y el e r r o r ; la n a tu ra le z a lo ti a y la vida h u m a n a solo se m e p re se n ­ tan bajo el aspecto de u n » ilnsion c r u e l : quedo en fin tu r b a d o , y no puedo m enos íjue huir de mí mismo, ■,Yo hay Dias! \ Desgraci ad o de m il | I h m fano s o y , p u e s , en este m undo injusto en [ptü d "hombre o rdinariam ente solo Lusca t

P im llm m íicnlia d e jfej£PT ¿ (í - Ec CX'5*SP: 55i va­

m os |]fOi;iT SAtlllo,

'

,

.

s u felicidad á expensas de la de sus sem e­ ja n te s f [Será* pues* cierto cjuc no fengQ p a d r e en los ció]os7 ni protector alg u no , ni testigo de.m issu frim ien to s,ni r e n u m e r a d o r fio mí8 virtudes! ¡ Ó j u s t o ! Bien p u e d e s e3mt£.i¿iii ya sEilír de c a s a , ocupadas s u s numos i pesar d e su d eb ilid a d on ¿ e s c o s é | jr m m indar v e s— ti d os v ie jo s , y cualesq uiera andrajos qno le o m i a ­ ban las personas c a n í y t h o s p o n Jos ch iq u illos de los p o b res; [CuAn dulces fueron jijira, m i , ó madre miii muy a m a d a , las lágrim as que m e hizo yerler ol recuerdo tte las \ir f u d e s [jieo p rae Lie ara i s a c a en la (ierra íílthl Pero cuando volví los o jo s sol)re m í m is in o ¡í¡eió aflictivo contraste llenó m i a lm a de pegar! L os re­ ñí ovíLí tu lentos IjlUiüjoii de ároargüfá mi eojfóizon reU’lándmne l|uc bjay Lina justicia suprem a 1'uura do e ste m u ndo. Si n ltfis e a gibado mí espíritu al Soplo de id e a sd o lo r o sé is, j no pude r o D O B ^ f o ^ f l i n a r í «Ó «cJa mas liorna de Jas m adres ¿será cierto iellí; jai]no­ te Ha LiiiMTiidad ¿El t o r it o de q u e ten ias m e t m e \ m «tiLásl.oiseu m is p r im e r o s □ííü.s sí: hay¡] realizado ja « para v o s , d e b ié n d o m e yo ver condenado por m is te inconsid eradas doctrin as h oslar separadu de « paru s ie m p r e ^ ¡ Y para siem p r e tam bién debiera y» « b la sfem ar y m a ld ecir .entonces i aquel m ism u teque hubiese reco m p en sad o vuestros in e r c c iin ie n .. » Jin levanten lo absorto en estas reflexiones bahía (leñado s in advertirlo á m ifj poca distancia d e I;t ig lesia del S e m in a r io , c u ju d u á p&sar mío siiiulonn* c o m o a r r a s a d o ú dejarmn caer de rodillas R í a n l e la verja q u e sep a ra el xestitm iu del iíitorirsrf enciíaXlláfldg; £[ ;Ó i) i os de m i ¿nadir, si es d e r l o [pie exis-

[[ tais; sí, como tilín me a secura ha, sois la verdad* !a « sabiduría y 1* boodad suprema; si me triaste ¡jara ftYos y sois ^lijaz de nteiider á los sinceros dtseos «de i lu corazón desgraciado, coHjúroos \ niégfótt ^ !! L.., » Mi s a lta c ió n era extrem ad a, m is ojos él-Ii aban un raudal de lágrim as, m as al cabo de p o e o s m o m i t a s s e n li renacer La ca lin a en mi p e d i o , levamándoitn; con Ea firm é resolución do buscar d e Imctia fe la yurdad. P ocos d ia s d e s p u e s SüSí para Hodcü donde dtrbia pasar la époea d e las vamariones cjite e m p le é cu su m ayor parte en lees* los P t n s u f í ¡ i c n w s de Pascal y lu* de IWssupl* inferen tes ser m o n es d e Kourdjdoue y d e MaSSLiioü soLte Ja verdad de los ilugm as d e la Religión o'isUnna. y \vs C onfesiones ú& san Ay lis­ t ín , en cuyo libro bailé re He* iunes tan sa lid a s eom u i’OiL&ulailoias acerca de la b o n d a d , grandeva y i í u scricortLi| iLe D ios. PrueUa esto ilustre Ductor d« la Iglesia por m edio de su ejem plo que el ijue gim e bajo el peso del h á ­ bito mas in v e te r a d o , uo debe abandonarse á unta dpíe-^ei-acloN fu nes^ i, p o r g u e a oís c u a n d o le sea t'OsloSLt el resistir á la c u r n ip d o n ún 1ti n a # h l c z a , scmejímtü cóm bale viene al íi¡i íi resolvcirse en « u felijí libertad y cu un gozo ftieJablfr A p liq u é is roi esfcat^ e sle bello p a s a j e ; háb ría V id | :É¿: f ll i/ n|[i donde íri siq u iera existo 3a v id a ? * a T a m b ién obraba yo mal c o m a t ú , y lar^o tiem po « anduve íe|^ trj$íid Q cení ín c r eíb íe s fa t u a s l o s í o m |c bríos lab erin to s d e una lilosofia falaz, com ien d o « c o n iú sudor d e mi r S í j K el fcrnar|Q pan d d rgror. él a c o n s e j a Histicue v eleva á la víilud cu medio de sus trabajosas p r u n a s ? S í : yo k he visto l a virtud lu c h a n d o con la i n i q u i d a d ; si combatía, él e r a su f u e r z a ; si c e d í a , su c o n s u e l e \ su resignación si so­ fría; s u c u m b ía en fia , y mientras aplau­ dían los ingeníales su d eplorable e a íd a 7 eoniCiupiaba yo la inm ortal e s f m n z a bri¡ l a n í o en sus m ir a d a s a p a g a d a s , íevistiéntlo.se su í'renLe augusl& en el momento de S a l i r s e , de toda la majestad de áq u M á quien representa como i su mas noble ; sensible imánen

110 KIEAIPLOS.

Tortíí esjistciwia dimana de (Ser efíivtae infinito; d e tiiodo que la ercacion entera con bus so lo s y áws m u n d os > tflda u n o ira los rrnales encierra m iríadas d e lus g j s m ü s , no e s m a s (i i lo la f r i ó l a & Cííje gran Ser, fnonle fccmiílÉÉ de las r e a lid a d e s d e c|nioji iudi>í¡i]L\ y e u c y ^ | | ^ ü t o d o vu elv e A entrar; y e n u a d j s a )ó exterior para dar le s lim o m o d é $u poder y celebrar s u gloria, tu lodos íe s puntos del a sp a d o y d d liem jH i, cr|jLlui|as i j i l i i l intrato fe s , d espués á$ El0J}ír ciiEiipüdo su m i s i ó n , t ie n e n i d e p o n e r á s u s p if o la porción de ser cpie 1 ^ cotilió. y (pie d e v UCív ts u j US tic i | i I LIJIe l( i ali¡ m c n Le ít n i ti e 1io& d o e ] Ios ya uann> r e c o m p e n sa , ya i onio ca&liig&. Soto el i í i móvil un m ed io d e c s l e vastó llujrty reílüjo d e ü\ í ¿ tai&i3S, á lilr a raaen s u ser y d e u d o s ' los s e r e s , t a r p ^ c c líí d e sí m is m o ^ s u p tin c i l i o , fin y ftJícidad. )i\]doraiLes ta nada eT Querer buscar íiIl^o futirá de ÉJ: porche nada Sft ¡írodinT y nada s u b siste como' na sea por s « voluntad y por m ía [irjntmütt p a r ü e i|i io 31 d e su. s e t , Saua de sí ui Jsmo lu ijúg r re a , y el conservar es r e s p e t o de í j una couiviiicdáptí* C n a n éq (pdso realizar e i t g f e t t n M c ]a i^tcnsrun f[itc se propnso c o n se g u ir , produjo p] Ü í i l v c i f o ; y (■Liiindo a i Úta6, si así p o d e m tá ú i p r . f c S á f W * % # a s d e s u s id e a s , h a d ó l e s la c o g i e n d a [le sí místriiW, produjo Jéis i [ j l f c e í i J a i q u e un idas á í u A u t o r vivan de su propiu Mibstaneia y d e s u v e r d a d , al i -

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111 ™

metilo para ellas i M i s p e n s a b a . y nnn cuando (# i g n o r a ^ y bas ia cuando lo m c g a n , c orre n en busca dií s e n o , cl¡-^] la píenla cicya ha!!a en Lis e n tr a ­ ñ a s t e la Liei-us 3a | íu ia t]sre la |iví fi ca . ] 0 dábiles mortales, que haec poco dcífcspcríítoá* mtisfelola Enz* repitámoslo jeon un júbilo ftfriy de ce n fia n¿a v 1 1c a i no r : / ex is ia ú n f)iu$! A n te es te nonitore grando, a luiyd ntansc Ins l i nieblas, cúrrese el velo m e í q b r i á nuestro esjm'itn, y e! hombre de en j a vísta ríes a c r e c í a la \epdád y aun s u mismo ser, sin í|ue fuese parlpft ¿On tenerlo, renace deliciosamente al ¿sjfeclft de aqiü&l fita os y por quiflít elisión í¿dá¿

IíS UtfSHS. {U >Fr^M.Lí). INVOCARON ÜJE FÉKÉLONV ¡6ómo me; place, ó DJuy aquel que m e s, 6 i lo mas ante» ¿¿^[¿fíjiic no puede l ^ d í a ^ ni ndmbrín'Su, y que en mi momento no & tslé ya; ft¿ híjiJcí, la fym&ra del s e r , vea ¿i tcrjzde? r¡\ie ei, y jil denominarle asi ro iie dicho lodo stn í|ne b a ja mie­ do tlebnljOL- dicho poco? Porí[Lií desdo entonees ya Tto iieric limites \ñ ñu el tiempo ni un el espacio* L q$ infinitos mundos y siglos (dimites í|ue no t a bc.n en mi i m a g in a c ió n , üftíífiíy ua] lady d£ uqtítt

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11$ _

A d m i r ó m e al ycrlc^ y q u e d ó m e eom o e:\tasiadu; sucuniJio de ¡ilac^r at i-oiifi’.mjjlai-l^ y tarta iiind^íi-no Lunir-ndo |)'i!¡khras |>ifer;i ili.'ur ni lo q u o Cfl^ ni lo (]í.1C yo h11■ji> me (la la vida; voo lo {¿na c S j y no {$ÍCré v e r lo q \íe m > ps. ¿Q íid día será níquel en iitid veré tú guo e s sin tener niro objetu que OSLO ptm lo fij&?¿j(|lp diít serñ aqile? en ond(td m el hombre es el a m o r de sus s e m c j a n i e s , y la b o n d a d de Dios es el am o r al orden¿ por cuyo m edie mantiene lodo lo qu § existe, y u n e l a parte? con el todo. De lo infinito de lüs ferfecdoncs d m i m síg u e s | tod avía, hijo mío * o tra v e r d a d , y es que no p u e d e n s er c om pre nd ida s p a r las débiles luces de nuestra inteligencia * de do n d e sacarás que la n atu ra le za divina debe sernos -incomprensible. lís esto uno d e ios d o g m as de í a l i o lición c r i s t i a n a , y y a los m a s razonables filósofos de la a m i g u e d ad reo o nocieron la impotencia, del espí­ ritu humano en este particular. A sí, t ra ta r de # # r , después d é l a dem ostración de su existencia y de sus per­ fecciones i n f in ita ^ de qué m anera se con­ ciban c u tre sí sus a trib u to s , y euáí.es s o | las justas miras de la P ro v id e n c ia , es q u e ­ r e r s o n d e a r e ! infinito, y p o r consiguiente p erderse en ui\ abismo. Desde ei momento en que aparece cierto que Djos es infinita­ m ente peileeto* y que un s er inlimlamente perfecto se h a lla en la ab soluta imposi­ bilidad de ob rar n u n c a de u n m odo c o n -

— 117 — ¿fítvio í\>?u perfección ¡nJloi Ea, p r e # ^ es Citar con vendido Je q u e Dios S e n e m o lív®s s u f r i e n t e s para perm itir ó h a c e r c u a sto permite y hace, Y ¿ q u é mas quisieras S ab er? ¿el porgué y el cómo'/ ¿No debe empero bastarle el conocer que dado r¡tie lo permitió ó lo hizo, pudo permitirlo ó hacerlo sin a lee Lar n m guu&de sus atribuios? Puesto q u e con firme aplomo sostiene los dos c o r e m o s de l a c a ­ d o r a ; Í o necesitas ver la m a n e ra como eslán e n l a z a d o s Ten por otra parte en con­ sideración t hijo m ió ( que el no ver p a r a q u e sirve tal ó tal accidente, tal ú lal objeto, 110 es ver que 110 sirve de n a d a ; que el 110 v e r qué molivo llene un hom bre p ru d e n te p a r a ob rar de tal ó tal modo f no es ver que lo tiene i n j u s to ; y en u n a p a l a b r a , que lo q u e p a re c e malo bajo cierto a s p e c t o . p uede ser b uen o bajo otros que te están ocultos. iájíl permitir el pecado y s u s consccueníu :ias; cüce á este propósito lía y le ^ s o n mis* l-crios superiores a la r$zon t de forma t¡ue « n u estra s ideas nalu rales u o p u e d e n s e r c o íuiiun medí da de la bondad y san lid ad di ví­ a n as y de la bondad y su a tí dad h u m a n a s , »

— Vis — N o em stm d o propom $n entre lo finito % lo in­ finito f no debemos permitirnos el sujetar á luí misma m ed id a la Conducta de J)ios vh la conduela de ¡os h o m b r e s ; pues tal l i a b r i incompatible oon la bondad y santidad del h o m b r e , que s e f á Í|Sinpatt¿le con !a hotid ad y saulidad da Dios, aun atandonttp.iras debite# Oteen no m u permitan concebir enta com­ patibilidad < § J í I . Expkiacion dú a Ujrtf;as perfecciónps,

k p esar de s er incomprensible lít n Lur a le iB divina* la razón u n id a á la fe nos da á c o n o c e r algunas de sus inlinilas per­ fecciones ; y es hueno t mi q u erido l'cóiito, q u | a lg u n a v e s le detengas á con.1? ] d e r m i s EE Dios que nosotros adoram os es un ser e t e r n a , es deeir , un ser q u e h a precedido lodos los tiempos, á todoa los se re s , y íjjie en su simple y c o l a n t e ; d u ra ció n Jos en ­ cie rra todos^ « Antes que fuesen fom iados a los m o n t e s , dice el P r o M a , antes (¡ue el * universo saliese de ía n a d a , Vos existíais ftya, Seíior> desde toda i a eternidad j y exis­ t i r é i s por los siglos de los siglos. Perccem n i as obras de Muestras jijaros , pero

^ 119 y Vos i n s i s t i r é i s ete rn a m e n te , y vuestros «anos no p as a rá n .» Dioíi es un s e r ¡nnumo, es d e c i r , qUc está en todas p a r t e s , dando limites í\ laclo s ia leñarlos ¿L j í n ¿1 todas l a s e r ía tu r a s licúen m m o v i m i e n t o , s er y v id a, ¡Oh hom bres! pasmaos é hin cad en silencio vuestra ro­ d i l l a , po rq u e bien podéis d e c ir s iem p re con cí simio rey David k ¿ Á dónde I r é s Señor, »para h u ir de vuestra p r e s e n c i a ? ¿ á dónde « iré para editar v uestras m i r a d a s V Si subo (f ú los cielos j allí e s t á i s ; ¿i desciendo ¿lo s * infiernos* allí os e n c u e n t r o ; si remonto ftini vuelo para dirigirme A i as e \lre m k la « des de la t i e r r a , vuestra mano omnipo­ t e n t e es quien me g u i a ; y la h u ella de « vuestras per lecciones se ofrece i mi vísta ¿ihasta en los mas a j e a d o s c o n fin e s .» Dios es un ser 0 MMV0 teiSti;, á c u v a s u prema vo lu n tad nada p u ed e resistirse. ' m a d o r , sí t]ue ta m b ié n n o séHn.r niúc s e bolín cti réJí^inn l'oil&LíulI.^ cutí su ¿ cTLjjturti, j o r q u e sil) «sin r e ía c iu n , t'l < #iiociitliffl|lo tic. viÉj ü í ü s nq seria m a s L|u-e tiaa i [i en esltfril q u e [nareeeria in v ita r ni c r tm e n con l;i C-^pe^anT.n rJ^ 1íi im p u n id a d .ú (ocio ¡Eminbcé [jor^üL'sy r u su * ju ic io sJínee coi i s m concia n otar e s t e g r a t i tilú¿oío al iin ilc s u s P r i n c i p i o s , í^sl' m i n e n s£tlk&JÉf-cr « o fnan* I n fu ú l a miO) fuirquO e s t o s o lr ilitn o s nfldí* t ie n e n q u e

se Calleen leladídi^onnacsütá naíurulezá, ?ib utnlinrgo dü (pie d eeta n o s Dios fíü'fl, cali Ej $ ü c d íroó S A e n te n d e r el d u e ñ o y c o n s e r v a d o r d e n ij p t r ü r id a , olsjcfo e o n s líin ie tlios monjes a^derándose de todas sus provisitl— mes Qtr1ll espantos* ideáí — ¡O h! señor mn>, no fui atlá adrede .‘itno púr casualidad, T voj a contarle á V, el cómo, Pasaba por Ins cer~ caicas de 1#ptpsia, CüüQáb vi mucha geálii tjue se ■ipiesurata ú entrar Segní conao los dbmás por cu­ riosidad, quizás maíJtJÍnaImc^ta, y preguntando lo que lí?Bí% dijeron yuu itaa íl p ttd iíjr mi graitdti orador. Qíiojíím^ Icíscuehéá V. y hasta al Ílíi; n\;is si_tm:n lile pared d qus ern muy buy.w cnanto V. Jf>! aJ ’rnrvc:1, fijos .sobre mt y a] reco rd ar m i c o ji(ín c 13 ú m d in b u tirj p LJt| e resotvcrrnc ¿i a d m itir la Providencia*

— Con i[tict aínigui(o, en medio de semeja ti fe des^pcfanon, ba entrado V. en JaígljBtaibk esteüíh^ , ' mj5 ?¿?abr^ ^ lia vcllír]() y míT y áüui V. con fiándome snspcnns, y (-.n» reconocerá V, si tf embargo une todo Jsttf M obra de 3a L>ro\ idefea^ Bebido de chocar la observatiün , |mes ((„ c a| ^ «e nn momento de silencio contestó el artesano: Ciertamente no deja de ser esto muy sinSnFa r ­ pian sea como fuere, esto nu sníisTaríi mis deudas el 3í) de este iras* » csiíi

Conversación era esta en ¡entinta^ bondad, señor de mi ahtiti' can minos de mil prfutíní ¿¡¿ir/ á quedar m salvo. Levíminsc d buen Pad ic%va A Jiifrir su pacífera, dé lo cují! sara hasta ¿icn l^ ís ^ y ¥Óívieri(tff al íi’te$anol



¡Parilícz, pryvsitiniHÓ entonces lí! labrador wmtilffr, SÍ lo culu fn£ bellota Al^un fronlo tn&lem hubiera siiíí>j

l>?s[le lnepi pudiera Tomar £ biidii |)arUd 3£ü caso stiiicjajtiíi QuecSar desliarte!» lo, pero vivo. Aí[li¡ la Vroviiluiicia Man¡Estarte (jniso, Qót se]|]0 h cada cosa Señalar sabiamente su destina. ( SnuAMEGO#ráb r í , lili. y).

CAPÍTULO Yl. D l f i r u 14 t i t i l a r c n i t i r n I í i P f W M á l it ía e n v i « n l v u m o r u l,

Ko solamente en el mondo física halla el impío desórdenes para levanlarse contra I* Providencia, sino Sejin v máspi^cipal¡líen­ te en el inundo mor til donde por todos In­ dos pretende descubrir iiijuslicias, críme­ nes y maldades| sacando por eonsecueiic& quej)ic§ng debe de dirigir los aconteci­ mientos que presenciamos; de cuya inesac­ titud vas k convencerle fácilmente, mi que-

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fidq Teófilo, con solo que písndaá i las cGná¡deracipne$ siguientes. $ 1, Primeras dificulía(ks> fcSi hay en nosotros ideas de justicia, «¿por qué, pues, preguntan, es tan esca«sa la equidad entre los hombres? ¿por tftfué el Ser supremo que está d su frente, «con ser tan justo, permite que la virtud sea tf&Jcunas veces desdichada va. los malos nprosperen? ¿por qué ha de haber pasio(incs, errores y crímenes?» SE pretendes, hijo mió>interrogar al Ser infinito que te ha criado Tá buen seguro que van íl ser tus por qués interminables, Pu­ dieras laminen preguntar por áué no eres tu laminen infinito para comprenderle; por qué un ser limitado y débil lio puede abar­ car todas las relaciones de un todo inmen­ so; -¡km' qué Dios en vez de haberte criado im espíritu puro, un ángel, te ha hecho hombre. ¿Ko ves, insensato: que es ya suficiente que le muestre su existencia por el leslimoni o de todos los seres , que lo diga a voz en grito cu el fondo de tu corazonj que se

— IOS haga sensible en todas sus obras, que ti dia lo Revele al dia, y Ja noche áta nocho? ¿No es ya suficiente que te haya lincho paz de conocerle'? pues ¿qu é te Tal La y a para adorarte?;, dejará acaso de existir para rto— soiros el' aslro brillante que nos ilumina porque algunas veces se oculta Iras las nubecUlas? Vengamos, empero, á respueajis mas precisas, Pncfl que la libertad 1$$] hombre debía entrar en el sistema del inundo para gloi^i del Criador, preciso es suponer que los seres libres podrán rendir 6 rehusar á DEos sus homenajes, podran ser justos ó injustos, virtuosos ó culpables; preciso es suponer que podrán hacer mala elección, abandonándose á los errores, ó dejándose llevar de Inclinaciones desregladas; pre­ ciso es suponer que Dios con un fin alia/nenie sabio, y sin dejar de ser lo que es, ha podido permitir que haya en el mundo ■pasiones, errores y crímenes: ha debido pre­ verlos sin tener obligación de impedirlos, puede verlos sin tener obligación de casti­ garlos á cada momento. Jin una palabra, para Dios mismo, y para ei mayor hien y

JC3 entero complemento del sistema general de la $reacion^ lia sido bastante poner la )Iv bertad en el hombre, debiendo el fuen ó mal uso ondatf del que Lefo lti i ó . El dolor lijan (lose en cualquiera de los ór­ ganos de tu cuerpo t te advierte de las per­ turbaciones í\ufe en l l (ienen Uigar^ peli­ gros que te amenazan y precauciones que deben lomarse, y quizás alejando de ú ma­ les mayores que los que e\peri(tientas , te cómpremele á preven iríos t ó le esfuerza para repararlos. g ilí. ffiiiev&ii difiúiitt&des. ¿ í^ r qué debe haber males>W^fmtedade^, revem é indigencia ? ¿ Por qué debe haber males, hija mió? Para ju$tO castigo del cri­ men y triunfo de la virtud. Tales pruebas constituyen el mérito,f tales combates llevan V á la victoria; que en la fuerza y grandeza de alma tiene ¡a virtud su cuna. V ¿ adonde pararian las almas íueries y generosas si

— m — e sobrell eváT y sufr ir en cate

iiffifl a hubi immdo? Acuérdale de aquel pensaíníeatot verdaderamente grande de un sabio auligii¿: «La vista mas bellay digna iíelas mí*radas del cielo, es la de un justü en lucha acón la. adversidad. b

iMas si las calamidades dan nuevo iu^rgjá hi vir!nd, ímson menosne|&ariasparacas^ ligo del v¡cm: Pregunta^ ¿por qué debe haber males? y yo & mi vea Le diré: ¿por qué debe haber culpables? ¿cmtle^el hombi| queium| | lo ha sido? ip u ii e) bienhadado moilal limpié de toda ma&£lia, eu quien nada teti­ na. que répíendcTüi castigarla Justiciase preiuaí Pieguütaseld á las condtmcias: pegúntaselo á !u propio coraron, y no vuelvas ya á decir, ¿por qutí debe haber mtiles? \\h \ plfgue i aquel Scilgr bonda­ doso cargarte de trabajos ai’á en el mundo para 1iferiarle de los que hayas merecido en la eternidad t % IV. Ultimas di¡huíUrdes. DujaseftM , eü /('», ¿dffué üime la muerte, el ¡K)svivió ya para sí batr J

tante* y §s la w trte %tn lucro pura supersona* Creo haberte dicho lo bastante, mí que­ rido Teófilo, para ilustrarte* enseñándole | no atreverle ya do hoy mas ¡i censura? las obras del Criador. Y díme, ¿ ocupas un liifíar muy elevado $n la naturaleza para descubrirla por entero? Según ocupas u¿ ángulo del cuadro, por la sabiduría que brilla en lo que está sujeto ¿nuestras lnces, puedes juzgar de la que encierran aquellas cosas que no puede alcanzar tn vista débil. Cierto es que el orden somamíiestabasla en las mas insignigcac|es o,ír-raS del Criador, y que desde que podemos hacernos cargo del lodo, solo descubrimos allí armonía y peileocion , sin que pojamos asegura]' que seadefecto lo que por tal Lomamos, y cnanto n¡aí> aumentan nuestros desc ni) rinden Los, mas vemos reinar la sabiduría allá donde nos costaba trabajo él encontrarla * vién­ donos pronto obügadoí á convenir en que lo que nos parecía un mrf, es al contrario d origen de los maj/ures bienes, Conteníale, pues, hijo mió f después de Jan constantes pruebas con admirar b que es y adorar lo p& nú puedes ccmprehder.

m EJEMPLOS. LA PROTIDfiNCÍA JUSTITtCA DA r

Quíjansc ¿ menudo lo$|omtTCfííft i:is íle&giiU'iflí ¡Slie les soW vrenáií; pero lío s liflífó. sns miras, y SáürJi muy bien jn étife rf prft videncia contra tus c¡iitt su elevan htjUBlniíiciiUi contra eítov Los Santos ja reconocen y aJoron en ufi todo sujtiliiulose liu-

¿ji¡3dcrm¿nLc ¿j jug cautas dfspo&i¿Í$é:(í¡&* Prual] a y eMtn^fo rlü ello es san KlVcit J»cido en Tíísi'hc de padfres poetes precisaría á vivir tic su trabajo* y (]iiü babian conftííado í Jesucristo auLft los j ti tees, coEjtindOBt cu su ramili^ 3 oscura se \¡un e;1 mundo, algnníjt; mártires. Como hubiese coiinebido r.n bu ,jm cnlud cierta-^ ííirrf/rí sobre la Pf'(?^r>íKjrfflíú tf¡ Í^j’fíi■ teleJícirt f y ™ ¿OS TTI'rtttVANOS YIU'ETriSíh* Ó HITOS d i; l a

pnEsciA,

H a b ía cu la ciudad rJc C o n ijiü ^ u c un honrndo tít n ílft ro f|tic con | u ira tíajo $9 lia que jjiT ir A su m u je r y unevé liijo s, Km la eJad m as robusta, este gapiÉpfero que au IIbinaba t a r i rt* se s in tÍ 6 atacado ;de una cnferrnudiUl m urtal que durú mas dé se is m eses, v \ ciábate itxtaü tas n o cb e ss u in n jcv f|ue 5-e hallaba en d u la del decinin hÉjo, desolada a! Ver s u fr ir f\ su itiiiríili.j, L u ía n lo m p o íia ello jftrigiij:lo s Ira b a jo i ti el ía U rr; desordenáronse los trahiijiidores. ctinjctL-* íá ro n 6 d is m in u irlo s p arro q u ia n o s, y lluego cesaron por com pleto.

La enfermedad del jefe de la familia obligó £ su esposa ú ñ 1vendiendo sucesivamente ¿aatrto linhia en la casa* hasta las camas de los chiquillos* de ra&uerftqueyadorminn en í| |iaja los i rifelice*cuan­ do min ió sii padre. tardó mucho ía detrae i ¡ida viuda en dar á luz ¡lL s'iulu de sus tiilrañasi mas como \3ese que no pedia pAg&T una nudriza^ y eio eveytfndose por olía pafle püá próiiíHáé su di titán iH3Í^nt?,

— 170 — cítiso cridr ít sus pochos | la niña que acababa de iiarcr. A fo rí u eimrluntcnte una v e d na. r] ue iba b des­ atar Ji su hijo en vpje dé dejar pírUír sn leche, resolvió occargarse por caridad de Ta niña, to qij| fue ¿le mucho cüh&utio pena aquella ^dreqiteéílá5a$L punto dej espirar, Sonó po-r dn su filtima hor^ y 'h bien su entina flEiuicnU) estala claro, desgarrará skj c.omon el j>cn~ sar ftn lu numerosa r;iimil íy rovífit& muy dislanie, y iiMi^unotonia m u ludiese interesarse cu Ta suerte de sus hijos. El respetable tura p ille o * la snperi ova dti Tas licriiíanns dei la Caridod (fue líábta cducBtlo á sus do$ 1lijas mayorc?, y algunas bitenasfechias¡ nuncasb separaron de su lado, en iér'tuiiíos tjue (odí>$ ios consuelos de la Religión y de ]a amistad suavizaron sus pus rre llos momeóos* A memirlo scifpiraba f dcm f ¿\ ?nj ! qP í recinlú fué cuntí,et^ lir]0

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==S?H=li msatétparaba iG aiio?1 B U n * . ,* j wW_ , . /iM' ^\a>f \ J Garítói 19 F r n s a uita íl J* j * i ’ /ay utt&> l h á m f á o , N* Í S n fí* r

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mejores tiordatloias tic la duifaií

U m u b .K M u d id ta í S3S s M(0S ,Jos nllldlade esta «dicha,poique loj|ué nosotro^ liemos hecho, es ohra ftde vn es iras manos. La piedad vuestra y vuestros ii buenos ejemplos nos formaron para la virtud >Uios «bendijo vuestras oradones y nuestros sinceros ít votos, y Lie no el corasión de osla ffvay penetran tupiedad* ápérson;á^ lúamedíala ni eme lio suHa eon la herma* i#siiperi®‘& írniiga de su ¡nmlrc. trLIermojia, Eadiju, «Dios ha tenido & bien recompensar mi cdu. M i fnmmiiL’usa familia se bal.U jpiróvJs de cuanto neüeesita.lin testimonio de mí reconocimiento, \er)"o « aquí £j¡ vu ostra prese mía til;£onÍr$$r. mía obligaron

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m

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wmueva, Vuy ft cumplir Í8 anos, y pupilo Cjifó ti* u tro *nJüliií Íiíibrifi ya mis hermanos eomplelodo su ínin-

((tüK'iuti, luí mayó res les servirán entunen dfi « j'ü, y im tenicnr du ¿e^esdá'd de ¡¿j, dedicarí el res lo

a de mis di as ;l los piadosos deli^rc-s (te vucsLrA Úr(fiifii.» La buena hermana superiora abrnjtf á la amable Unsalia , y niLiítuí bu juramento^ segara du íjua lu iannpKria ion ta mayor fidelidad. Pasíitfos ífobiuííos dá^lo Ifc mueríé ara sen1ir hEq padre ll su familia. Cíirlossimrt largo lL'!n¡)o cu el ejércilo* cu alosó tic cirujano mayor, y mereció ío cruz de la Legión Je lionor: \ms táuíó su salud ¿MÍ£íGse descanso, lijóse en el [mulo en que residía ünrkiuc, donde le salieron mny bien sus negocios, no tardando niuülio en contraer mi ventajoso enlace. La rulad de A mítico ln cwmlujo natural nftpnlc ;i abrazar In cañera de las armas, con ííi cual pmin jámbica encontrar un h0 (ir-i>£:0 Lasamiento. Lean abrazó el misino oslado recibiiíekIo el "rado de tapilau Cu t:L L"'iiii[jO üc tn-iLL¡iL1-j. Tndus los gvmfó Lu— y íCroó L-.I niLjll^il felijí y Conáelaitthi í$crtc> Ticl Ú sus compromisos Eduardo ]io se caso, y linsla (lf 52Óá relLOsaMCntajusiüinios partidos, ToitVhk’ii. Rosalía exacta un cumplir su juraflieiiió, cnlrú en Ja! Orden de Jas H e rm a n é de la Caridad, fundada por san Vicente de Paul, y sus virLÚdfiá y tálenlos Hicieron que se U tioin^rnsc prqitLo superior^ de uno de los 1;ri nt-i¡jllLl:s liospians de la LiojiitaE. hulalia ]¡i píos jeiven de la familia cjtLi^o seguir el eji'ui|dü de su hermana mayor dedicándose a! ? e ¡yltio de Dios ye] consudo dtt'lfctaálj&i (MaO. t’jnujümí ? .1 las :sr^aí? ;.

F 1K BK EÜTÍL TJfATADÜ,

t r a t a d o J1£ I -V

P R Ó LO G O .

La Verdad mas esencial que al hombro se dfefcej demostrar, despiiés de (frttbada la exilíesela de D ios, es la de la inmortalidad dv s¡i Sima, y da consiguiente su alta dig­ nidad y $1 1 destino eterno; pues qugeste dogma es la base de la m m \ 3 el fiador d¿ la justicia T la prenda de la paz y el furniamenEo de la esperanza. Ku vano fa incredu­ lidad se afana para desiruirio : jamás lo conseguir^ y podrómos |iempíé sosten# cóñ razón, que hay en el cielo un S o s criador y supremo moderador de todas las cosas, y en el corazón del hombre el sentimiento de s u inmortalidad y de una vida futura. No fallan con todo t ann en nuestros días, eiiíen di míenlos frívolos tpie se comp facen en negarla espiniualidad y la inmortali­ dad del alma; sin dar enjpero ningunapÍLÜ> ha solida, de su aserción , limitándose a

- 102 reproducir algunos vanos sofismas * á con(¿irnos invenciones absurdas, y á burlas fuém del caso, Mas ¡ay dé esos g#i$s irtfa n ales, que por medio de raciocinios espcciosos, o por un espantoso abuso del lalcnlo consiguen acreditar sobre la tierra esta esperanza de muc rie , est^amor á la nada! Sin presumirlo tal vez olios trabajé |íicazmeirt£ en lá. destrucción de lodacreen­ cia, en el aíiiqnílamiento de toda moral, y en la ruina inevitable de) género humano. Mas, i por ju é razéñ se muestran ios hom­ bres tan indóciles é incrédulos al feliz anuncia de su inmortalidad?... Los impíos les dicen que jvara ellos no hay esperanza, que den­ tro pocos días van á |¿ r abismados en él eterno surandgTG de la iuulat y se alegran, y triunfan al considerar su próxima e\Ini­ cian, físlos hombres que tan apasionada­ mente se aman a si mismos, reciben con cneanlo esta doctrina horrorosa. y se com­ placen en la desesperación. Otros al contrario, les dicen que Liéñen en sí un recurso de vicia cierna, y se irri­ tan contra este recurso qué les incomoda. Temen quedar convencidos, y ponen en

— 193 — movimiento todas las su liazas para falsea!' hs pruebas decisivas de ia inmortalidad, ¿De dónde proviene este monstruoso fre­ nesí?,.. | Ah! es que prefieren perecer, en­ tregados á su orgullo insensato y á sus bru­ tales pasiones ? á vivir elernamente violen­ tándose para abrazar la virtud. ¡Ó amor propio extravagante i¡ne le vuelves contra tí mismo] ¡0 hombre que le conviertes en tu propio enemigo á i'uer/a de amarte sin medida I

Ahora, querido Teófilo, levantemos un poco el velo misterioso que encubreánues­ tra vista mortal ios siglos futuros, y cono­ cerás con saüsfaccion, que esta vida tan delicada y ían corta, no es tu postrer des­ tino ni tu último fin; que no se pierde todo coü ella s que mas allá del sepulcro hay otra nueva vida* que la muerte no borra lodo sentimiento de existencia, en una pala­ bra, que m m tm krencía es la i n m o r t a l i d a d . Para cumplir con nuestro encargo, en U primera parte de este tratado, daremos las pruebas en que se íuM a el dogma de la inmortalidad del alma, y en la secunda ha­ blaremos de la dignidad y de los eternos 13 T LY

— 194 — destinos del hombre, ]) es pues ds haber refloriona Jo sobre estas verdades, exclama­ rás, querido Teófilo, con el Profetá,; ¿Qué es el hombre, Dios mí o, que así te acuerdas de él, ó el hijo dd hombre que te dignas hon­ rarle con tu Puco menos le hiciste que los Á¿ngétes y le coronaste de gloria y honor; y le constituiste sobre las obras de tus manos. Todas las cosas sujetaste debajo de sus piés, las ovejas ij Jas vacas todas, y las demás beslia s dd campo : Uta í*m del ciclo y Jos petes del mar que andan por los senderos dd mar* Señor, SeTtor nuestro, ¡cuán maravilloso es tu nombre en toda la tierra ! (Salmo vm T í>, 9}.

TRATADO DK í A

ÍM IO R TA LÍU A D

DEL

A I jI I

a*

iNTHODUCClOfi, l*or espacio de mucho tiempo se ha ven­ tilado jcausáde !a desesperación y de hi muerta; hoy es preciso dfefpndpr ia de la esperanza \ de Ja vida. Con demasiada fre­ cuencia se ha dicho al hombre: nada tienes ywtemer ni r/ue esperar (kspués de la rtmrte.

¿Quien sabe si acabaría por creerlo, olvi­ dando su pqble origen, y vendría á considerafee como i m masa organizada querecibe ^ ser de cuanto la rodea y de sus propias ne^ 13*

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196 —

cetidaths, llegando al extremo de decir á la podredumbre: tú eras mi madre >y á ¡os gasanos : vosotros sois ■mis hermanos?

Tai vez se pe§uadíri| dé t|uc no habien­ do para él otros límites que los del sept ilevo , queda libre de todo défefcpatacón su ílriador. Ta l vez, éq¿telitándose con una débil superioridad sobre los brutos, y pa­ sando eomo ellos sin esperanza de otra vi­ da, se honraría con pmpusare) cetro tic la nada* Pues bien T prpearemos quebrantar esto frágil cetro entre sos manos; hadamos co­ nocer al hombre lo que e s; probémosle íjue posee un alma hecha á imMcn y semejanza de JJios , es decir, 'espiritual, Ubre é ÉftflíOrU ta l Ta l es, querido' Teófilo, el objeto de es la primera parle en que verás los arru­ ínenlos perentorios que prueban la inmor­ talidad de nuestra alma, fundamento de toda la teología natural, que te recuerda este oráculo sagrado de las santas Escrituras : Dios ha hecho al hombre indestructible

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137 -

CAPÍTULO P H IM E íiO* ÍR lJlH U A PftUEPA.

EsiEíi^íiíítEH fÍAíl d « l n lm » . Para probarte, querido TeoiiEo, tjuc tu ahmit es dcci r , lo que pivntmy quiere m ( í , es ana snslaucia enicramcQl# distinta de tu cuerpo y de contraria natura!e¡ta, es decir, i>mut[.(T¿aI, no tienes mas que examinar: 1 Si tiene conocimientos que le sean persónitfgs entrámente distintos de los que dan }os sen Lidos„ y mu y suj>$vi ores á ] os que pueden suntiüislrarlc los ciueo sentidosjuntos; 2.* si pueda independientemente do los ór­ ganos ejercer cimas funcionas í(lec íe sean propias; 3,h sí puede liac-cr ciertos actos diametrídmente opuestos á la naturaleza de ios óiganos; 1* ga fin, sí tiene facultades símil ultímenle incompifcllblcs con [as cua­ lidades conocidas de Ui cuerpo, y de todo lo que es material; y si reconoces W o esto en tu propia alm a, por precisión lias de con­ fesar qac no es materia, que es espiritual,

— m — y por una justa consecuencia > que es inmojíítL

§ 1. Conúmmeni0$;del alma. Eu primer lugar, hijo rajó ¡ digo que el alma (ienc conocimhtlvs que k son ¡wrsonaks, tiiféramthte iK$tifitús de los quedan fon sentidos, y muy superiores á los que p t A i mmimstmrk los cinco sentidos jimios. E á ciecio: tú ves venir á un anciano |ué te es desconocido, que camina encorvado y con paso incierA la cara macilenta, y los ojos y íáboea liundidos, y la cabeza calva: todo euanlo ves en el todo te seria indiferente si no le mo­ viera á eompasión por considerarle un po­ bre desgraciado, que es una carga para los demás y para si misino. Sin embargo, encuentras á tino de tus amigos T qnc le da á conocer su nombre, te había de su mérito, de sus eminentes virtudes: y aquel hombre que ya toca al sepulcro ha ejercido todas las dignidades en una ciudad célebre donde nació; se ha distinguido siempre por su desinterés, su integridad, su celo por la justicia y por el



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bien publicó hasta tai punto qu§ de él nos quedan ya Din y pocos “ejemplos; v # a | cu todas sus palabras; gliemigp declarado de todo fraudé y dofefe, generoso y benéfico hasta el extremo de sacrificar su f o r t u n a b u alivio de los pobres en tiempos de miseria, reduciéndole á solos mil quinientos reales rio ron!a, único recurso que se ha reser va­ tio. Al oírosla relación te sientes penetrado de afecto y veneración para con el anciano; le amas u ya;’ deseas encontrar una ocasíon para manifestarlo tus sentimientos, y te creerías feliz con solo poder gozar tic su (rato, ¿De dónele proviene, hijo mió ¡ este nuevo modo de sentir? ¡ M r! es que ahora ves ya en este anciano lo que primero no hahias visto. Yes en ese exterior casi repugnante, la belleza de la virLuil que te interesa y te encanta. Pero esc amor á la verdad y á la justicia, ese celo por el bien público" ese desprecio de las riquezas, esa inclinación bácia los desgraciados >tú 110 los ves con los ojos de tu cuerpo. La verdad, la jus­ ticia, por ejemplo, no pueden ser compren­ didas por ninguno de tus sentidos, nire^

— 200 — dejarse en lo interior de tu cabeza como un árbol ó nna casa. Tú puedes imaginarte muy bien, un árbol, una casa y una infinidad de otros objetos; pero no puedes imaginar del mismo modo ni la justicia, ni la verdad: y no obstante distingues álauna de la otra; ía^ prefieres á las cosas sensibles, tales como las rique­ zas, los hermosos trajes, las gracias del cuerpo, y amas naturalmente al que ves que posee aquellas virtudes. Toda vez que á ambas las conoces inde­ pendientemente de tus sentidos, toda vez que las prefieresá lo rjuc estos te dan á co­ nocer, hay, pues, en tí otros ojos diferen­ tes de los del cuerpo que perciben aque­ les objetos. Luego lo que piensa en ti es distinto de tu cuerpo. § I L Operaciones dd alma♦ , Anade en segundo lugar, querido TeújÜOj que el alma puede ejercer Íiu.k¡imJientcmente d& los sentidos ciertas operaciones Jp % son propias. Figúrate que le bailas en medie del silencio y de las tinieblas de la noche buscando la diferencia y la sutna de los dos

- m — números ¿0 y Sí¡ t y llallas que son 13 y Buscas despuds el tie estos dos mis­ mos números y umltiplicados entre sí enciientras f|uc es de 1000. Después vas ábus­ enr el cocí ente de este resulta do partido por uno de Jos dos y*j licúes á su vez uno vj oiro. lista difcrcnciítj esta suma, este re­ sallado, este c-ocienle, son ideas relativas que nada tienen de material: lo qm piensa < -ii tí las recoge sin uecesidad de los sentídos, lié aquí unaS operaciones que le son propias independíenles de los órganos. Lo mismo sucede con las reflexiones que hacemos y el juicio que formados de todos los objetos incorpóreos sean coates fueren. Consideras la verdad, el ónlcn, la razón, laiíaf>íduría, etc.; reílciionaa largo tiempo sobre eslos objetos inmateriales y para po­ der fijar en eEíos toda tu atención , privas á tus ojos de ver, á tus oídos de escucEiar, y mantienes todos tas órganos en inacción, Mas, puedes preocuparte de tal modo de una de estas Ideas que te hagas insensible á los mas agudos dolores , á las mas duras privaciones, y á las mas imperiosas neetí* sidades de tu c tiorpo, Respóndeme jfraa-

- Sfl? — cÉmeüle* ¿es poíyontuiii tu cuerpo el que se sujeta, se olvida, se aparta de sí mismo para concentrarse en un olíjeto incorpóreo ? En medio de los mas agudos sufrimien­ tos, Pascal se dedicó g ía penosa investígacion del problema de la Cicloide Ty bas­ taron algunas noches de dolor para que su talento venciera todas las dificultades* Pero voy á presentarte una operacion evidentemente mas propia de ¡o que piensa en tí, y del todo independíenle delosseti^ (idos. Cada uno de estos tieuo sus fruicio­ nes entevamenle dislinlas de las de tos de­ más, y solo puede comunicarte un cierto orden de acusaciones. Por ejemplo, el ojo no puede hacerte juzgar de los sonidos, m la oreja délos colores. lo mismo sucede con los demás sentidos, pues que reciben todos impresiones diferentes, entre lasque no hay analogía; no obstante puedes com­ parar estas diversas impresiones! juzgar si pcrlenocen á un mismo objeto, 6 qtte separa ó i^unc las ideas ó iuiág^ nesqtiüprovienen dti tan diferentes conduc­ ios, y que las junta pava ibmiar sus juicios. í)tra prueba evidente, lujo mio, de que lo que piensa y quiere en el jiombre liene tina existencia independiente de los £r¿ranos, es que inunda al cerebro , si asta se ludia en toda su integridad. Yo puedo en cíeclo dedicarme por mi propio movi­ miento reflexión val raciocinio ,finque sea actualmente determinado por la sensa­ ción; puedo escocer el objeto y el grado de a[enc ion q11 a quie e'o c o nc ede rle %y aun c na nrio la sensación dispíerte mi pensamiento y me provoque á escudrinarlo , soy dueño de ycogerla ó abandonarla, de generalizarla ó analizarla, geguri mi ¿rusto 7 de conside­ rarla do un modo parcial p absoluto, de fe­ cundarla, ó de no hacer cato alguno de ella. Luegft hay un instante en que lo qué piensa y quiere en mí obra por si mismo , ó es un poder electivo y regulan/ador. Hay, pues, una existencia independiente de los órga­ nos cerebrales, pues que les imprime el movimiento, los modilieav«t- se sirve do ellos como de un medio para producir Su efecto* r

-

$01 —

§ JII. M ós M alma. Afirmo en tercer lujar f querido Teófilo, que el alma [juedfí cflídí propias tic att)\a. Un sentide iiilcriflr j común reúne sus impresiona y formn fie ellas romo un manojo. (irutatli) fid eo?í£i£iítfi¿'cj¡íp tic flfoj y tía fí mismo , cr t'.},



m



¿ÍERCIQN DE CÍ:VIRft. Patá í|iie e1 yo percibo, dice csis aabio profesor,

rs

que hoya una coxntruicadon nerviosa, in>

¡n^rrutópiúa* entre l asentidos ciluriorcsy j^s mar­ tas eentrídes del síslcn-ia modular. j-ll juecs, jíe^ cil)e únicamente ¡iot Iq morSsfi ración que esfinnmontan oslas masas. Tí ni tu demos por masa* cen­ trales, ucá parlo riel sistema nervEoé.Cj tanto mus circunscrita cuanjto marorts la peiíeocíorv del anim é k Jín el hombro T es ofensivamente mía parto muy reducida dd cerebro.

{ Jffíjíü drjLímrtfj. í^fríKÍtíCticift}. ¿DNBECü BNCUÍ DHL SIATElll ALIS1ÍO. F'ji senihnicnto iloloroso st cmpci'imcjilfl ciiéífofo so 3:ibc que £íi$tí|i tiómbres enemigos do tildas eslus ideas, hombres cpic profuirou robnjarse con Ja naluraJeza culera aMí huyendo su origen al acaso ü ú niiFi cíe^ía necesidad| h consideren1 Ins fóeuftades espirituados de ¡tfiiC goian como un flébil bosquejo de Ja soberana inteligencia Asi emez de Aprovecharse J+ Hay ana eos a contraria A la u d a T dice, otítí^ |i re­ fundo ^ftósofü.i y C£>líi piuerte. E l alma no mlitiirir^ jarnos lo contrario lIf^o que dld ]íevi si emigre con— sigo, ftí alma no rcuilie ía muerte, EUn I.A a ta S N A IS ,

So liííccn los mayores estnorzíispara derruir los títulos tic Ja dignidad dd hombro: vana tentativa, ellos suíjsislcny at íes enseñarán, Sfc hallad escritos en tu nat ura It í a , y t orlos tos si gl os los L aa leido. Y li foft d ta re para que compar^z can y se les oirá prod Anuir la cii&lencM d-e una rdU io¡i verdadera.

— tu



i íjtiién será c! atrevido qtíe los desmienta, y apon­ ía é un tal testimonio sns iJensaniiciUos de ¿11 día? Veamos si liay quíeii se irtrcvsi A Iiaeürly, cuando llamo lifg aheru fmsim> tas f^neraeiones extingui­ das, y convocando fia puebíj^ que y* do disten, se levanten estos íltí polvo en. que yacen para venir i deponer en favor de Ioí derecho* de Dios y de la im TfpriaUdacl de fos destinos Ja l !wmbr&.

I'V flor t]iié ha de perecer? ¿Qultti le condena? ¿ím (fiiú se fundan los que dicen í|iie se aeatia. su r^istertcia ? ¿ ICatc cuerpo íjuc se íIcscíJíviporLCi, esos I n t c s u s , e s a e c e t i ™ , s o j i [jur v e n t u r a e l h o m b r e '¡ N ij¿

no: la filosofó* se demasiada prisa en sellar el sepulcro, Que nos manifieste partt^ distínlu én el pensamí cn(o. y entonces compren derruirá qneeste puede (EEso]verse. Pero no lo ha bcclio, ni lo bará Jarate. Sfunca podrít dividir h idea d é^ ifticia, ni podrü concet.UL-3¡i separada en difercnUS podones dne guardían entre sE rj$aciúne& de ^agriiLgd, de forma y dé distancia, O cela iddi esúnica, ú no esis^ le. Y los deseos, el amor, la vohmlad ¿l^eden opjicarse justamente/a los |iru|iiedndcs du la materia ó á las modiDcaeroiics de ]a citcusiou'? ¿Se ve clnrameute. í[uií una cierta disposieiun de compuestos elementos r rodiiíL:A |nt ten ti míe cito csennaEmenLc siin^ki, y í[tie de Ea meada de sustancias incites rcsnEtc una stistaTteia autha, eapaü de conocer, do ipierer y de amar 7 filara vi liosos efectos de la pi^atiinaelon 1 k’ste I uJo que estoy pisando soEo espera un poco de calor, ini nuevo arreglo de pjirtcs jjara transformarse cu i rite I i senda, para abarcar ios de Eos y calcular sus leyes, para traspasar el es pació inmenso y luis-

15*

-

±*

cor irm aNü de todos los mundos, no s^Eo risibles sino nun inia^iiiiiijíos., un itulíitílo que lo satiafo ¡ &lomo eetn]ít ifti í du en p.111ti ive rso! V t1rdads rnm i'n leson dignos de lásiEmR los in^niDS [nezHfninos [|uc se eiH'iiíireptil cu IflEi Smjüs ilusiones, y mas ftup si se eon>i liaren en ellas y temen el duson^ario, No cnrunnrro términos fc a íl^ í^ Cíyresíir til lioi'for Y el [Ics[)íleícíü í o í inspira u n a lal t|ójírítdac.1 o í:. í De la jVfJJíntúJ-

5API TU LO IIL S E G U N » A P K U t i U A.

Í

jjííí í

sifJ.iüste^B« sicih (íe

Para convencerte t ípi querido Te|jilp, do Ea inmortalidad de ttúesírá aí^ia* |'síi¿diapor ¿il^tinos instantes: |as inclinaciones {[Lie t i grabado en lí el Autor de lanífett raloüa, como otros laníos testigos Desos­ pecho sos dü \i\ dignidad de tn ser, y otros laníos corniles seguros do tu (perno des­ tino. ¿¡No reconoces en LuciUendinnenio un amo i1a la venhul que no le p&rniiíc mu moni (lulo do sosíoíío, que te a^íla y te causa continuas I re p o rte s? ¿No si entea un de­

— m



seo &niiío#r¡/^ tan pvomínciarlo por Ja cíen^ cía, que m puedes desaojarte de él ? ni .su­ perarlo? ¿IVo experimentáis en m i¿fcrioí una inclinación irresistible hacia la felici­ dad, que ¿u comon alimenía títuihicii mce^ena;ente el deseo de la p.érfeleíon, j que tu a1jiut está formando continuamente el voto de existir aun mas al!¡i de esta vida? Jodes estos cotíabs* pucs¿ csfp| facüMdes, estas fo jE^ s d& alnjg, í¡ue j§ u í bajo no se hallan enfot-ajiicnte i]i uhlílesías y deshitoIhutas, estasccl¿Endientetic cÉencjet y de

verdad, esia lendcíclase ere Lá k c i,i la per­ fección , osle deseo fo le to de la iütnortilidad? Min (odas pruebas i rrd'r ambles de ifí& el destino del hombro debe extenderse ioas alia del sepulcro, y í| i | es la vida no es illas que un germen que |guarda su desaji olio t un enjntJlo ó una floríjuesc abre, pero que todavía no es el íVnio,

S1^j

de ki xri'dad y de la ciencia.

Observa cu el hombre, ó Teólilo, pri­ meramente el &Pan por la verdad 3en e! ¿cuo flri&mtf de las ilusiones y de la mentira. Estéj deseo es tan forzoso, tan involuntario en el.

— m — que por poco que llegue á sospecharlo no le pÉTinife reposar tranquilo en el error; que se lo echa en cara luego que puede per­ cibirlo , y que no sufrí1 :¡sus sedaciones y su impostura, sino en^ndü para sorprenderte se cubre con la macara de la verdad, ¿ Y no nos prueba evidentemente este sublime sentimiento, que somos criados por Dios, que es la eterna verdad, y que solo en él pojemos encontrar descanso? Examina además el deseo de ciencia que experimentamos en esta vida, jfgte deseo inquiete, ilimitada , que se alimenta de in­ vestigaciones y descubrimientos! que crece por los conocimientos y las luces i que se írrita contra los obstruios, que encuentra y rechaza sus limites lauto cuanto 1c per­ miten sus fuerzas, que se arroja mas allá de Jas cosas conocidas, y nos hace imagi­ nar las que aun 110 existen: este deseo tan vastoy ta l, enuna pídabra, que el espíritu humano se agita en todas direcciones para satisfacerle í se remonta hasta las invencio­ nes mas sublimes, domina por grados to­ dos los elementos, se pasca por lodos los mundos posibles, posa todas sus fuems, mi-

m

— de todas las disianctas, calcula loólas his dimensioues, aplica sus demostraoióíies y sus cálculos I hs qué^o puede designa^ y casi se hurla d | lo mümig^ esaminat sí, hijo mió Te&te deseo f y con li es a con tan eleva­ das mirasycou jalmas tunarlo sentimiento, que de modo alguno podemos calcular el [>rccio de lo qjtic aun nos Salta por sabej! Sí, taléis, son las í'uerzas prodigiosas que lia puesto ))íos en nosotros, ¿y 110 serán su­ ficientes para probar, tanto lainmortalidad como Ja espiritualidadda nuestras almas? ¿Quién no .Ve que si no existiese una vida fótur* j hubiese sido inútil y absurdo el co­ municar al hombre estas facultades admiraides* y en cierto modo infinitas para (a jjíen^a y la sabiduría? § II

/ndinaáon.irrmsltble ht'sda la fdteidad.

Observa á mas dóesto; hijo mió t esta inclinación que sientes hacia la felicidad; inclinación que Jamás se vesachtd&por feíoít alguno particular, rpie todo la distrae un momento, pero nada la llena; que se fas­ tidia de cuanto poseí, y en vano va bus­ cando un objeto í¡i¡e la Jije; que inLervoga

- n i — A üdas J éis SriaUiras y de el I únicamente !a eonlcsíon dé su pequenez, de s|i insuficiencia; que encuenira ti] mundo demí^íado estecho ? y q$e ,óM desprecia, aun en media de ]¡iembiiaguíí^ de lose\iruvios y á despecho de los ¿íortis y de Ins placeras, el bien limitado, el nonlenlamietito que se agota \ la héniiosufa quepefcfcc. Mas ai todo debe acaltar cou nosotras, si nada debe esperar el honiljre después de esta vida, y es esta nuestra patria, nues­ tro origen y lasóla felicidad que podemos apetecer, ¿por qué deseamos con tan lo ar­ dor la felicidad s¡ no pedemos aer felices^ Si nacemos úníoamenle para, gozar de los placeres que propóreibnán los sentidos, ¿porque 110 pueden estos watisfacernos, y dejan siempre un lando de ím ilz a y de ledio en no estro eora/.on? Si el hombre no es en nada superior al bruto, ¿por qué no pasa ¿í lis días como él, es decir, sin cuidados, sin Inquietud Tsín laslidio, siniristeza ty en la felicidad de los senLi(losy de la carne? Si el hombre no pue­ de esperar otra l'elieidatl que la temporal, ¿ por qué razón no puede hallarla en par-

— m — te alguna sohrc la tácm ? ¿D e dúndé viono qye las riquezas le imjulej&n, que los fono res le fatigan, que lo¡5 |lafepos lo cansan, que las cienrías le confunden é ir ri­ fan su curiosidad léjb$ tic satisfacerla , que la Reputación le siicomodn y embarca, y que torio junto n§ c$paz tic llenar íá in­ mensidad tío su corazon, pues le queda siempre aígoqué desear? Todos los demás sores , con lentos do sus destinos, parecen felices á su moda cu la situación on que los ha colocado el Autor do la naturaleza. Los asiros, tranquilos en ol íi mi ámenlo , no dejan su mansión piara ir ¿ iluminar otros mundos. La tierra, re­ glada en sus movimientos^ no se sube mas arriba para ocupar su puesto. Los animales so arrastran por los campos sin envidiar ti destino dei Immbre que habí la las ci lídados v los palacios suntuosos. Las aves se alegran en los aíres, sin pensar siquiera que pueda haber criaturas mas felices snhie ía ítem . Todo es dichoso, por decirlo así, cada cosa ocupa su )Ligar en la ¿&tu-> raleza: solo el hombre se halla inquieto y descontento. Solo el hombre, oprimido por

- m sus deseos, se deja desgarrar por sus te­ mores, encuentra un suplicio cu sus espojíanáias^ se vuelve tristtf y ábgradado medio de sus plíicíerctí. Solo el hombre no encuentra nada aquí bájtt que pueda fijar su colaron, [Ó hombre! ¿de dónde viene iodo esto ? ¿ No será tal vez ¡jorque no estás en el lu­ gar que le corresponde? ¿que eres criado únicamente para el cielo , que tu corazon es mas grande que el mundo ¿¿qué la tierra no es tu patria, y qae fuera de ¿lias todo es nada para tí? Respóuíkméíüpuedes M mus bien í int&rüjja tu propio cmizon, y serás ¡¡el. § III, De$é& de la perfección y seiifintii-nto de la ^mortalidad. Examiné aun , querido Teófilo, ese de­ seo de perfección qu| es inherente á ikechIra naturaleza T y que no nos es posibte al­ canzar sobre la tierra, pues vemos que el mejor de los mortales está sujeto siempre á rail flaquezas y errores, Cuantos mas progresos hace uno en la perfección, mejor va conociendo cuán in-

ftírior se queda á lo que puede llegar Ja naturaleza humana. Sí no fués&nóS, pues, inmortales, Dios nos habría prepuesto iin término al cuál mmea podríamos llegar, m podríamos ser perfectos como loes el Padre cckslial. La muer­ te cruel , y un cierno aniquilamiento nos detendrían en el momento de nuestra entra­ da en la carrera de la perfección III Abominen* di me, hijo mío, ¿se puede imaginar siquiera i|ue la sabiduría i a fin i La del Criador, que tan admirable se nuieslra cu todas pables, se haya equivocado en este sol) pimío? ¿eu un puntó de (anta impor­ tancia? ¿ lis posible pensar que el Arqui­ tecto cierno hava, •u colocado en la naturaJeza humana unos iundamenfos sobre tos cuales no se puede edificar? ¿que baya in­ fundí do en nuestra alma una fuerza super11lí a , facultades inútiles y talentos que ja­ más podrá ejercí lar? j Ah, 110 lo permíta Dios! Todo es admirable en la naturaleza: cada uno de los seres ocupa el lugar qu| te coi responde; el alma humana, ohramaestra de la divina omnipotencia, no puede perecer. También es preciso que examines, qm*

ritió Teófilo, el séniiiiitaiüú de Enmortalid&d ípie vive en el inleriorde fodos los íiomhres, y qne únicamente está nticubierto en eí coraron del imjíio por tii miedo de un ptirvíinir mas e^iKo^ü p|ra él q|é la mísífia JÍáo& Este semiiniemo te nuestra in­ mortalidad retino todos los pueblos, dicta en todas partos el respeto r^ígioso por los sepuleros, la pompa de los funerales, y el fausto de los mausoleos: dirige nuestras miras mas allá de la estacha senda que recorremos aquí l)íijo, y fífrs engr&}$£&,íq bastante para m¡endmr la noble expenum de los trifilos derim.

¿ \ será posible, hijo mío, que podamos licuar á persuadirnos, que este deseo ar­ diente de la inmortalidad, que Ba produ­ cido en nosotros la nahirateía , nos haya sido ilíido únícamenLe para atormentarnos? A o, el supremo Hacedor no bacaido en tan grosera contradice ioji . E l alma uo puede perecer cuando venios que un vit insecto se renu eva en la primavera para gozar de nueva vida.

— 2ÍÍ7 — § IV , I$csjr\tf${a á una objcma, Pero tal y ez, .se me dirá, ep estas brilimites ír^ca hc descubre^ lidian Le loa fr tttwfat'morpnipiáí a Del amor popí o? Jístá muy bien; pase. ¿Que mu:- importa á mi con lal que sea i^ual cu tMos lófchombres, que cu [litante, iüivoriaUo y universal ni en le pro­ ducá cu 11>d;is partes los mismas cfeclos, que se desarrolle con la razón nse ^poye en sus ntismas luces, V ¿va en nosotros la ex­ presión y el gtlítü |e la aat^£af£K¿? ¡Uatnor propio lleno de di-nirlaci! ¡ O no!>)v argolló que tanto CMilia al hombre , que Je conslílttvc no ser tan grande en Sus idea^ , en sljs inclinaciones» en sus ultras, y qué Lanío le distinguí tlcl amm ni Estúpido hacernos presagiar ona &aíicionque pudieseha&lafá! cumpliftiieijlo

— m tan hermosa ley, y á nucirá invencible i&cJinadon hacia la felicidad, ¿Acaso Dios aos liabráengañado? ¿ H % 3j!■ú querido pfrMrnos sin célar cil Cüiitradicción con nosolros inisn$sT cebarnos y Seducirnos pura man Leñemos en lá obedien­ cia, hacernos el justicie de la esperanza y fie los sacrificios que habremos hecho para conservarnos viduños? No, no, Tranejutlizate, liíjo mío; practica tít virtud con (odaseguridad. La divina sabiduría no nos con­ duce á ííu objeto por medio de ilusiones, y es complcla la demostración de nuestra in­ mortalidad, pues que la virUul jio es un Eántasm&i que son necesarias lau nobles in­ di ilaciones para su triunfo, y que existe un Dios, H JE M P L O S . H K rtK M O N F S

90PFLE L A

1M.U O ¡IT A I. [U A D .

I.rti príi)c[[jc gciiEi] s e h o d jj jrep^ir l^iSíi día p

pnlabrüí curir^mis y sqáitfencí&fflíS'i «SqiJis t]ut Eifis ccdü m m ir,» Sin hEuiEü m u lita til malvado rjiic.' t.Lslc

ó sus o íd o s; taú . t j ü d n o estiicharénjfeS^ratífe palalíVas mas dulces qúc h ftíligiofl

Iri& íiü rd u m le

— m nos repite cada ftijirimrLal» n

líjü. en



su

([Sepas t]uc erft&

ÍUeraiilt: linsuígn, ¿fc ta ídípífl»)>;L JgVÜS ¡MATIiJUALISTA* La mujer t]iie loma por morí do un íioiulir^sEti #¿* li^tort, sti expone al pdigt¿;c&aí inevitable tic per­ derse para el lanero y para la eternidad- Una j¿vcn liLiiadu por este ¡>i-incij>io rompió por sí misma el ca­ samiento cjtic H>añ. liac.*r. Uablasldneducada por una madre cristiana, y Hios I labia bendecido esta cdii^ai citm eminentemente religiosa; la gtaéJa íiahip. perfe.monado !a nüUixatcza, y nada tenia tpEe desear ]n>r parte de tfis biCrtGj de la fortuna! ira, pues. nn partida ventáoste por todos estilo*. Lo* pnti res cugajnpICí^ eomo sueedé muchas vei-Cs3 habían escupido un jóven íi (iníen solo fallaba lo tu as e^b'éíflií. Pusjcia Inlt citos y rttj tiesas, pefó no lenia religión tu principios. Se acareaba el muni enlode su uníon, cuando ei discípulo de la itnpíeilad dejó escapar su secreto, y se &up| qué este es­ píritu fuer te se toiisitloraEnrt i sí mismo íoííio una turquina Sensible y orfjtmiznda.

Al instante cotipeló el efecto que su absurdo ma~ I enáltenlo produjo cu el cnlcml i miento Je oax futura esposa, y procu lló salir de mjitcl nial pa&a di ciendnle, tiue eíla era una nuru¡uin;í djyjñámente oraa" nizada, juiciosa y amable (pues el nombre de IHos so hallaaini en las I-ü1iír-

— M$ — rapon*H|ron ¿ su destilo. Pero 3o que se nos hace muy difícil de concebir es, que el Autor ti ü tod¿ juslícía ejer/a |na cierna venganza contra Eas almas de los que, esíando tambieB obligados á cumplir tttía grande m isío ti, no ío han hecho por mi culpa. Esfa e s, amigo, una éücstíon snmaméür te delicada que no temimos pretensión ni deseo de resolver por el razonamionio. Noá contentaremos con observar, ipiela creen­ cia do la inmortalidad del alma, M lina vida futura y de Jas penas y recompensas ulteriores, está tan arraigada en fedps Eos corazonesT que los ingenios mas Endepen™ dientes, y que mas se alejan de la doctri­ na de los auLigijos, únicamente se afanan, por decirlo a sí, en dulcificar la suerte de Jos malvados en la otra vida; pero la fe nos ensena del modo mas formal t qnc los ma­ les de los reprobos serán eternos, y [ des­ dichado del temerario que se atreva & dudarlo!

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W I lUPLO. AWÍPáTítOPE VIC GIÍ.OSA IYK U .u iK l'E I.i tW m a nse ai]iii iodos l^s Laúd id os, a s^slnus, ]u'carus, m]flfl#OFCS, íii'a ilú s y in^lViidos 11líc cvísI^il sobre la lle r f jj; anulanaquí de lodas ¿artes dut n t]j— ^t.rsoj y vosotros que los hombres han teni­ do siempre (Je sus deslinos futuros, es una de las primeras y de las mas ciertas leyes de la naturaleza. Ley íntima que nada pue­ de arrancar do nuestros corazones* que nos es tan propia como la existencia* tan natuFalcomo el amor á nosotros mismos; ley

tnitioifiil que vive en el fondo del alma, que p^ece.dprmi-r, pejrpque se Icspíéria siem­ pre taludo el cuerpo La pronto á redu^ cirse en polvo. Se puede decir que el entendimiento del hombre va adqúiriendo m aprgrada de in­ mortalidad á proporcion que se va sepa­ rando de su corteza mortal; usí como M ÍHS.éc(| alado, cuando es un gusano que se arrastra por el sucio, aspira á salir de su prisión terrestre, pararejnontar.se á regio™ nes mas puras. é Veamos, pues, una de dos: ó la iiqjrresíon de la inmortalidad, que sentimos en nuestras alm^s ? nos \iene del Autor {le la uatúrales a y ó no. Si procede del Autor de [a nalu raleza será satisfecha, porque no es posible admitir impostura en la verdad misma, y ¿cómo por oirá parte será falsa una sensación que nada es capaz de de­ bilitar? Si no nos viene de 'Dios ¿quién lia grabado en nuestros corazones un deseo que no puede ser satisfecho, y que no tie­ ne objete álgido f pues que no se dirige á Jas cosas de la

~ m



§ II. Objeción contra nía creencia, ¿Dirás acaso, hijo mío, que estasensaí:ion (fe inmortalidad, invencible , universal y perpetua, no es mas que error itmpreocupación vulgar? Y qué, ¿él pensa­ miento de la inmortalidad, l'ucnte inagota­ ble de los talentos. de las virludcs, de las ■vastas concepciones y dej las acciones £eperolajl no será mas qu| un f i ror puferil? Esta luspiración tan $ublime:; tan consoladora . tfin propia para elevar al al ni a , y la única que se halla en armonía con ¡a in­ mensidad de nuestros deseos ¿no había de serotrañosa qü)c una preocuparon vulgar? ; Afi 1no. Si el ser humano no fuese sudestructibie é inmortal piar esencia, jamas huhieratpspasíídflsu horizonte, jamás hubiera podido imaginarse mas allá de la calera de esle mundo una existencia sublime t n] hu­ biera c\perÍmcn^do por ella un deseo tan vivo y tan ardiente. Porque ¿eomo es po­ sible e>¡pcrímcnlar sensaciones que á nada se: aplican, y que no .son mas que tina ilu­ sión absurda? ¿P o r qué apasionarse por

m i — Menes ideales, y obrar de un modo con­ trarío á las venladeras relaciones? ¿Dirás á u ij hijo mío, que la idea de la inmortalidad t ju c Utnnatural uos parece, no es otra cosa que un efecto fie la edu­ cación? Si fuese así r seria preciso recorrer u 11 círculo vicioso 7 porque ó debiéramos suponer que Cl electo se convierte en la causa, y que el hombre es antes de la edu­ cación lo f|ue debe ser por ella, lo que seria un absurdo man ijScisto bien remontarnos hasta los primeros hombres, ¿quienes ha­ bría reve lado Dios la soJjreviveütia de nues­ tras almas, y entonces tendríamos en esta revelación, otra prenda, segura de nuestra inmortalidad* aftcimís de! sentimiento gra­ bado en nuestros corazones. ¿Dirás en fin, amigo mió, r¡ue este senti­ miento de la inmortalidad, no está gtábij^ do en todos ios corazones 1 pises que no todos laten movidos por tan noble pasión? Pero ¿quó tiene ríe ekiaño , que no piie(ía^emtmar en los corazones corrompidos, y en. medio de tantas pasiones que lo so­ focan? ¿Qué tiene de cAlraiio que las al­ mas perversas no est.cu llenas de este sen-

— 2íjíí tiimento divina j atormentadas como esián dia y noche por la imaginación, y por el áfarí inquieto del porvenir, Eo que brotaría para demostrar* que jamás se limitan a lo presente, y qiie en ti íondo de las mismas existe un principie de extensión fuera del tiempo en que viven ? § Ü L Extensión de sata creencia. Hace mas de seis mil años que ios hom­ bres pasan soroo sombras por delante del hombre, y con todo el género humano per­ trechado contra la seducción de los senti­ dos por una fe poderosa y por una sensa­ ción invencible , soío considérala muerte como un camino de existencia, y á pesar ík las contradicciones de algunos ingenios c^ailados por horribles deseos , ha eonservado siempre el dogma de la inmorta­ lidad, como una tracción süblimc de la razón general. En electo, remóntatet querido Teófilo, hasta el nacimiento do los siglos, recorre todas las naciones, lee la historié de los reinos y de los imperios * escucha á los que llegan de las m-as remotas islas, la inmor-

lalídad del filma há sido y es aun la creencia de Lodos [oí jgicblos riel universo, ttinto de los mas salvajes, como dé losn u il titvilUados, délos mas finos y de los mas gro­ seros. Los mas iníielesy Eos mas someticos a la fe, todos se lian figurado una región # donde habitarán nuestras almas después Je la muerte.

Mas s¡ lodo muero con cl cuerpo, ¿quién lia poctído persuadir, hijo,mío. á lodos los hombres de lodos los siglos y de torios loá países , que tu afína es inmortal? ¿De dón­ de le ha podido venir al género humano dita idcacxtraaa de la inmortalidad? l :| sentimiento ían opuesto á la naturaleza del bomhi^ supuesto qoe no hubiese nacido mas que para satisfacer los sentirlos, no hubiera podido prevalecer sobre Ja tierra, pues si Eos hombres no han sido criados sino por un corlo tiempo , como las IjSfestias, nada hay de m i incomprensible para el genero Emiliano que la idea de la inmor­ talidad. Tío obslante esta idea exteaordinariaseha hecho general en lodos los hom­ bres, y se halla establecida en cE universo enlcro.

¿De dónde proviene 7fnes, qué hombres tan di ferentes entre sí en el genio r en cul­ to* en país7 en inclinaciones, en intereses, y basta en el roslro mismío , qu$ pueden llamarse apen as de una misma especie, con­ vengan no obstante en este punto f y lodos quieran ser Mmortatósí No puede ser esto una cotuxion f porque ¿.quién fuera capaz de hacer ¡convenir ti la ve/ ¿ los hombres de todas las naciones y de todos los siglos? Tampoco puede ser un viciad?Ineducación, como lo liemos manifestado ya , porque ios usos | que son la consecuencia, de tas preocupaciones, no son los mismos en to­ dos los pueblos, y el sentimiento de la ¡¡Mor­ talidad es común á todos. No os posible tampoco t|ne sea wat seda, porque á mas de que es una creencia uni­ versal, esto dogma no ha tenido ni jefe, niprolcclor; los hombres se lo han persua­ dido voluntariamente, ó mas bien ía naüira lm s é lo ha ensenado sin necesidad de maestros, y solo, desde el principio de fas cosas, d dotjma de ia inmortalidad fia pasa­ do de padres d hijos f y se ha comervado siem­ pre m la tierra,

— 2üS — ¡ Olí l voso! ros que creeis no ser mas que tm monton Uc lodo, salid, salid tic este mundo en donde nadifrpiénsa como voso­ tros. idos á buscar en olra$ tierras hombres de vuestra especie, que se asemejan á las bestiasapartaos á un 1ado para dar en pas­ to á los cúsanos una inteligencia que co­ noce áDios, y un coraron que palpita de amor por la juslfóte y la verdad, Ó mas bien, impíos, horrorizaos de vo­ sotros misinos, y de hallaros solos en el universo , de rebelaros contra luds la na­ turaleza, y de destuenLir á vuesU'o propio corazon, ílcconoccd en este sentimiento co­ mún á todos la impresión del Autor que á todos los ha forma®!, y unid vuestra voz ¿t la de los siglos y de los pueblos lodos 'para proclamar la pmomlidad det alma. La creencia de Uunmorhilidad cierra lo^ das tes avenidas de nuestro cora/.on á los sentí luientes y deseos indianos de i Criador y de nosotros mismos, y nos llena de fuerza celestial parad cumplimiento de Lodo bien; bace resaltar todos los £ooes de la vida, duplica nuestras alegrías y dtilciüca nues­ tras penas, Ella soia sostiene nuestros pa­

— 239 — sos rac-il antes en loa senderáis Jificiles %ella sala nos eünt|icc co r seguridad on medio dé los escollos y tenipest¡i|é$ de este mun­ do; ella sola, en finv vivifica la naturaleza entera. ¡ Bendita sms >fw s , eternamente, ó saiiUi creencia de laímnorUilidad!!! EJEMPLOS. OPISÍOJÍ

]>li

VOLTA3HE,

E l dogma de la inmortal tdíirl ded atma es la idea mas consoladora, y al misino tLcitipo h mas rEprcsj^aí|uy liíiyn podido cohcetiir el entendimiento luiiuíijio * lisia hermosa filosofa era ya test re los eirá táb antigua como sus pirámide^ Antes qiiepor catos era rccoinoLÍLia por tos persas: los indios Citaban bíon persuadidos Je la verdad de esle d£gu ir ? lo quu prueba su metcmpsícúsis: lojf cliinos veneraban las almas de sus niajcires?, Todos estes ]>!jí!blos Imbian fundado poderosos impedios muclio líqitipü aillos quy los e ^ d o s ,, ► . Los casinos y 3s£¿ recompensas de yira \ida ernii el ^ran rmidamcnln ile La anticua teología 1!? muy plau&ilile com IjílíIr á loj encuito* ttc lu irllpkúi cúii í lis mlsiiiLLs armas. AL autor lo liace at^uñas vücíb y ¿leñóte cotí buen úiltu^ jicro aoíe crcattuc Ir ¡i te Je dar y &M á sus c&cñtüSt ¿íno contundir tos tu» ia \enlml r[uc ta! yoü so fgp uacaya ¿jij sus íúcidot Ínter-

Vi^.

ftfoín de ft?í Eüilffrw).

17 *



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EL íOVBN MAÍEKI ALISTA U£L WAHCD 1?C YAPORlía i’l mes de ¿naíoi último (18íí!) vejaba cu el

íifl vapor, gufi desde Liífíl a A.vtnon po^ cl HfrJano, un jóven LLtJcrsino qtre linda gala de rOpmstiilíiL’ cl papel Jo Impío. Alomaba con La níayñr d^gi||rgüeí)2a í(iie nosotros nó Uníamos aliña, y [|uí; na éramos mus que materia como los brillos. ¿^uíÍNí íl¿! n o s o t r o s , Juoia, l\fj t'íííü un afiflis? Algunos de los presuntas teian, y fl^ c ia n aplau­ dir; la mayor parte lo escudaban y miraban ton aire iJü despreció:; [iurü Indio ires (jue Sy jcbnlislaroii fioRío flcbi&ft. líi primero dijo: «SE ito tenemos almn, somos «únicamente uni masa decanía, | nadifcjodti pjér^ n suaditjme (jue un monto n jjc carne pudla jwnsflifí .¿juzgar-^ raciocinar, strulir > f-xifilrT cspcrirn&mm' «sensaciones agr^lablcs, amar, aberre**^ fcfti't «y (linear, j) E l sftguiulo fnicutn CQhtiÁlriO fciaeia minftr'$\i b a r c o con $nupha peña: coge un palo y da con di en las espalda» 3cl sabio ««ra mas f|tie ufe bruto* * Jíl J&Vetí i n f r i a li&ta no STipn qn£ raspondev, y todos los fajeros qpJarodí muy satt&feclios al verle |si confundido. .1

i El M e llf if r ücSanU Marín).

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T][i lioen cf.1!cstásticfi, tío meoos cnrílolivo t|nc pi^ilíisií, i nsmil a ¿e n j>ucblo con un c$o dé? jipúftftíü Su closiieneía crít bi ilo un i>íslor, !jj tic 3n corcvkrt^rtmy íít la persuasión* JnniJis subía en el púlpüo sin derramar «I Ensucio ó animar la virtud, Con mucha freeLinicia baeííi %crler lágrimas, y tcuilikilmii loa malvado^; [Tu l^veü Je | ü pacrr^pi|^ \nni>, orgulloso Conúi LiirilVr, y jii:is fL¡;iioroii! o [lo ló í¡lií‘ hlí rtr op-It.1tnti r a ii tcr j'i sny buscas su Com­ pañía ? Luego es le aprecio) este aféelo que como á pesar tuyo conservas por los buenos, y jjgste desprecio , este odio T que le inspiran involuntariamente los malvados, prtiiebSu muy bien que existe una gfau diferencia, cutre las accionas de Ü s hombrés. I Qué es lo que mas te pasma, te inte­ resa , y te conmueve, mi querido Teófilo,, cuando recorres los anales de) género bumano, el vicio triunfante ó la virtud per­ seguida? ¿ Cuáles son los grandes rasgos que admiran y aplauden todos los hom­ bres? ¿Cuáles las máximas que lodos los corazones adoptan * y que por un común consentimiento arrebatan nuestra admiranon y nuestros votos? ¿No son por ventu­ ra los rasgos y las máximas de bendicenóíi y generosidad? ¿Qné es aun lo qiífc forma las escenas interesantes que no puede uno presenciar, ni oir, ni leer, sin sentirse conmovido? ¿Qué es lo tpio hace derramar las j % ¡ mas puras y deliciosas de que se bonra uuestra alma, si no es (a virtud? ¿ V de don-

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de nacen las Intimas relación os entre ellas y nuestras almas; y aun entro ]a del malvado , si no provienen do la ley natura! que Dios ha esculpido en nostros? Unos afectos tan sostenidos é iftíatiablcs >solo pueden atribuirse al&iíia de la naturaleza, á la v o e de! mismo Dios. Y aun no es esto todo, hijo mío , tú te juzgas á ti mismo como álos demás* C ian­ do has mentido, o faltado á tus promesas, 3)as cometido algún robo, ó te entregasá ígguú exceso, ¿do te acriminas, no le sien­ tes aveegonzado y con Tuso, 110 le desagra­ das de modo que algunas veces no puedes sufrirte á lí mismo? i l contrario cuando lias practicado alguna buena arción, ¿no te felicitas interiormente, porque conoccis que estás en cl órden, ím sientes resonar en t| alma una yete secreta y una p ¿ de­ liciosa , que le siguen en todas fiarles? ■i1

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§ I L Grito de ia conciencia. Conoces, pues, hijo mió, c]uc hay ac­ ciones buenas y maías, perp ¿cómo lo sa­ bes? por tí mismo t por cl arito de tu proj&ú cóncimw; porque Dios ha grabado en tí

— 18 ft — una lev fundada en tu nuittirnloza t que de­ be ser la rég ll tic lu conducta. Dios ha co­ locado cu lu interior una lu 7. viva y ^CnétE-aiUe, que te mueslrá con tal £videncia la .verdad, que no gfledes dejar de verla. Sepas, pues, que osla luz es igua! en tojos los hombres, que cada uuo de ellos experimento, lo queú Lí le pa$acuando obras bien ó mal. f ii, cada hombre tiene en el centro de su comon un íribimíü eu el cual empieza |iot juzgarse á sí mismo j mientras liega el comento en que c&ulinne !a sentencia el Árhil.ro soberano, y este tribunal c.5 su ■píaconciencia, cuya existencia p éch ala dis­ tinción de! bien y del mal Tero si el vicio es únicamenle la consecuencia física de nuestra organización, ¿ de dtfnde viene ese miedo quu emponzoña bis días de una cul­ pable prosperidad l ¿Por qué es !an terri­ ble el rciuoníimiento, que no faltan mu­ chos que prefieren someterse el la pobreza y i todas i as privaciones que impone Sa vir­ tud Tantes que atfid rií bienes que 110 sean legítimos ? i Por qué liene vo íla sangre^ \y palabra

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— — la piedra? El li^rü despedaza su presa y duerme\ cl hombre se hafre homicida, y ve la ; busca los lu c re s desiertos, y Ja so­ ledad le espantarse arrastra al rededor de los Sepulcros, y sin embargo los sepulcros lo causan miedo. Su mirada es móvil é inquieta, no se aire ve á íljar la vísta oh || sala del lestin por temor de ver escritos en clJa carao loros iuüesto| Carece que sus sentidos se avivan para atormentarlo* En medio de í¿ oscuridad do la noche ve llamas amenazadoras ■siente en su alrededor cl fetorde la matanza, descubreelguslo de] veneno hastaen(teman­ jares que cl mismo ha preparado, percibe TU idos siniestros en donde todo el mundo Italia el silencio , y cuando abraza á un ami­ go le parece encontrar un puñal oculto ba­ jo desús vestidos. Estas; agitaciones, estos remordimientos que aterraná todos los cul­ pables, ¿no prueban hasta Ja evidencia, querido Teofflo, que hay acciones malas para los hombres ?

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C m m iii de lús pueblos.

Tal ha sido también la creencia de lodos Jas pueblos^ Tiende la visíá sobre todas ias nación^ del ^lobo, recorre 1lis historias ludas hy en medio laníos cu]los inhu­ manos y extravagantes, entre tan prodi— íílosa diversidad de costumbres y de ca­ racteres , hallarus en todas pgrles las mis­ mas ideas de. Rustida y honradez, kts Cismas nociones del bim tj del maL No fray un solo i na\i ado ciue 110 se av efcgüenc e i nte r iormenle de sus maldades ? y ninguno que no de-f#te las maldades de otro 5y todos los hom­ bres , buenos ó malos t aprecian y aiahan lavirlud. Digamos £on Rousseau, que mal pueden ]os protendidos sabios negar eslc acuerdo e#í denle y universal de todas las naoiones, y que 011 vano, para impugnar la uniformidad jálenle del juicio humano, van á buscar en taS tinieblas algún ejem­ plo oscuro y de ellos lan solo conocido, como si por la depravación de un pueblo quedasen destruidas Jas inclinaciones do ¡a naturaleza t y como si porque existen atyu-

- m ?ios mondi'tíos debiese quedar extinguida i a espacie. ¿"De qué le sirve al escéptico -VonCaírne atormentarse por dio oilLi-ítr en algún pin­ tan do! mundo una eosliÉhSré opuesta á las nociones Je laíustic|j£ ? í D c qué le apro­ vechad dar á los viajeros mas sospechosos nna autoridad r¡no niega á los mas célebres o sí t i [or es ? Q ué , ¿ por voni uf a id gunos usos inciertas y extravagantes, fuiíro, medirás tú, los horn«bfes lian calificado á los vicios de vir— * iutltis y reciprocamente á las virtudes de « vicios. j> Convengo, hijo mkn 1 y de cito leñemos ejemplos irrecusables, Coavengo en rpieno ¿oto algunos parliuulares■ ; sino pueblos en­ teros lian caído en este error,F dvi en eslo fray ti muchas observaciones {pie hacer. La primera es que jamás hombre algilr no t y mucho menos ningún pueblo, haconde tal modo las ideas , que baya to­ mado á(odo vicio por vir Un] , y á [oda virtud por vicio ho á todas las virtudes por vicies* ó á todos los vicios por vi ri ndes. La s u m i­ da. que jamás se ha vjstoun pueblo , ó tal vez, hombre alguno, quj no baya rec^nocido vicio ni virtud, y que tiaya mirado to­ das las acciones como indi (tóales en sí

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— mismas. Observa á mas de esto, hijo mió, que hay algunas virludes que han sido re­ conocidas en lodas partes, y cicrios vicios que han sido siempre considerados por t i­ les | n todat^ ¡tas naciones. Y en fin, que ja­ más se ha hallado un solo puci>lo, y (al Ve| hombre alguno, cuyas ideas no hayan po­ dido rectificarse cuando había trpeadó al gima virtud en vicio ¿ ó algún vicio en vir­ tud, Luego tenemos en nosotras mismos ideas claras, precisas c indelebles del bien y del mal morales, del vicio y de ía virtud; \ estas ideas no podemospei^rlais1¿fióscr qh|mudemos de naturalesfe ¿Quieres Otra prueba nueva y hien fneji le? Escucha al demasiado célebre liEósoí'o de Ginebra « E l antiguo paganismoj dice, «imaginó unos dioses abominablesque ftaqui bajo habrían sido castigados cotilo «malhechores, y que no ofician en pier¿ «pee! iva de suprema felicidad sino nifljifc «des que cometer, y pasiones que comeii* Wr. Pero cu vanodesccndia déla mansión * eterna el vicio armado de una auiornlad «sagiada; el instinto moral lo re chanaha «del coraron de los húndanos.

- m * Al paso que c e r r a b a el l|bertína«je de Júpiter T so admiraba la conliiieníciadeXtmocraLcs. La casta Lucrecia ado« r E ^ á la impúdica Venus. E i iairépidú «Romano sacrifieaba al miedo; invocaba feal |io | (|cie mutiló á su padre; t y merria fSifl ^uri^nrai (Je mano del suyo. Las mas frd®prrofe$le5 deidades se vieron sci^V(tdtis p o f M hombres masiíuslres. La-Minta « vo- de ia naturaleza, mas fucríe que (a de los «dioses, se hacía respetaren la tierra, y c; parecía que p* c£ mío d vicio veon (os culpables, &

%III, (hndusiQn^ précttcas, Justo es, pues, mi querido Teófilo, efíiüamen|| peiTeclo sen reve­ rán ciado conforme á sus: atribuios, y redJja un homenaje soberano, Justo es que rutemos con preferencia lo que en efecto es mal amable. Justo es que nuestros seme­ jan fes tengan á nuestro aprecio ef mEsni o dereelia que notoLros pretendemos lener al suyo. Justó es que la parte (Je nosotros mis­ mos utas ilustrada y nías noble diríja á la que tiene mas necesidad de guia por ser la

— 282 — mas ciega. Justo cst en fin, que el bien co­ mún ávptajri al particular; qú¿ prelirunos el mayor eiI menor T ó una gtfaú pailfc de este bien á ütííi pequeña. S í, íorkí eslo es jusfü y puesto en el órden , y este orden seguido exá||anlentohacefelices á los particulaílsjá las familias y á ías naciones en­ te ras. La virtud no es, pues, un Quiasma, sino una c.osa real; el vicio 110 es un nombre vano T no es una ¡jicocupacion. De consi­ guiente no todo es igual en sí , y existeu acciones buenas y otras malas por natura^ ■lena. Si, pues, queremos ser felices, es jiretiso evitar el mal y practicar el bien, lis preciso reprimir las pasiones y seguir la ley da Dios, Tales son las naturales consecuencias que es necesario sacar tle cuanfo acabamos de decir. § i \ f Cómbale entre la razón y las pasiones. Va ves ahora, hijo mio , cuáS frívolas son cslas lan manoseadas declamaciones con­ tra Ja ley natural y larazon. Dos principios luchan en nuestro interior, y amhos qiiiereu obtener el ni and o ; estos son ta razón y

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las fj$ s íw $ ¿A cuál áfilos dos escoger ús para que te gobierne? Las pasiorieg ^rrfisLran, dice un saino, la ráffloh éliiSL* D$ las pasionesnacen los £0lismas, ía raion los disipa: Jas pasiones nos ciegan , la tüion nos i l(ristra: las pafcsi otíos no p^Fcibea mas qrté cl inomciaío acjtÜM i no abrazan mas qué un solo obje­ to, no ven mas, par decirlo así, que un punto en el espaéi$ que nos obligan A re­ cto1^ ; La razia! al contrarió se instruye con la csp&ri&ncía de lo pasado , pendra e[ porvenir, preve las consecuencias, com­ páralos bienes y los maíj&S^ pesa las ven­ tajas y |bs inconvenientes >y rara voz se engaña; en los resultados^ si oí entendió miento es recio y el eorazon está bien pre­ parado. Las pasiones tienen sus dulzuras, pero es!as son engañosas „ y nos encubren la amargura que es su castigo y su ordinaria consecuencia. I,a razón al contrario hace practicar la virtud , y fc*ige sacrificio!? que tal ves nos cuestan por un momento Tpero en seguida nos enseña la felicidad vía paz de que nos hace pozar aun en esta vi Ja, en

- a si — ciianlo cahe i nuestra naturaleza moría!. 'Va lias escogido, hijo mió; do aquí en ade­ lante cerrarás siempre los oidos nE lenguaje seductor y engañoso de Ifis pasiones, para no escuchar mas que la voz severa y dulce de ía razón iluminada por la fe, gjjeáíHos* BEMí>R 1)[UJJülTOS Di- l.\ CONVENCIA.

I'ln todíiií. partes por nucsim In rW ío n y por nn&stros remordí míenlos secretos rendimos koin^nfijc: á ía vii-turl r|m; tío] Ani Oh. Kn todas partes im fondo de tedio j do tristes inseparable dd á'íH vt nos lineo conocer qué cí $rdéú y Eji i nocen olíi cors ti lu­ yen la única f^lir-nJad-t|tie rio-s. cs(á reservada en esle inundo. Bien podemos linter a||rdo de tina vaü$ in­ trepidez , ]?i misim: ríindenL'ia criminal rn>; descu­ bre á. reda paso. Terrores crucÉcs crnirclum shmpre delante rjenoiolms; \a soledad [ios ficongojo, fas ti­ nieblas nos alíirmnn; creemos ver salir por lorins jados íímlúém^s quc yíeoCn 11 adiarnos cu cora Njs horrores secretos tlfc mientra flInri a. fetL^riihs f u t io s Iléíjan nuestra i iiieijí nación tic idees rucgras t som­ brías; y el crimen en [ios del cual ['nrremos ron tnnlu quisto, corre en seguida detrás de nosotnis como Tin buitre cniul, y So garra pira des peda/(irnos Ü rnnizdn y castigarnos del placer que ííf misino nos había procurado*

(Mtwilloñ )

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P E M Ú n D U Í llí ^ S JIE LA COXCiEÑCIA.

f Cotcil’Íi’EJcia! r conciencia I ErastSiHo divino, \oz celeste fjuiii seguro da un ser i flo ra n te y JímíLaiioT pdfo inteligente y lib re ; jue£ iih^ttíbrc üuI lic.a y del m al, y que líate al hothbrs semejante A l)ius, T ú constituyes Ea efccek&cia de $a d í^ rín lc ía y ía modalidad de sus n e o n e s; 3Í0 ti pada s itu lo cu m que me luga s u p r io r d k s brutos* mas* que t i Lrisle privilegio (t| Cik^viarmé de error en error ayudado iTe ati cn^hdEmiento &in i|fgta y de ima ra ion sin jiriucipíos* Gracias al cinln xn estamos gfer&á dri ese ¿spap?

toso a[]ji ral o de filosofía; pudemos ser hombres sin nw ^idftd ¿le ser sabias. Ya | | a n ia sd | p te d o $ de re s u m ir nuestra y ida un el estudio d i la moral* y

íi menos costo tenemos un ¡j,uí.;i maja separo [jura con­ ducimos en el dédalo inmenso du Eas opiniones liu miiiias, Mas no hasta quo exista este p ia , es precí&o conocerte | seguirte. ¿Si habla /j lodos ios cftflboBC^ cómo es que tinya tan r& C ^ que le t;s ruchen'?

{UoiiStcau}.

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2SÍS -

C A PÍTU LO 1IL E3í* E;a

d e l t ü íit jS íM 1.

li| ]¡bre arbitrio, es decir, la faculj&d de ébraf 6 *fc dejar da obrar, de hjt^er cí hieja ó | l nial j&egun nuestra voluntad, es im dograál incontestable. Los hombres t|ug lo nieguen;* .querido Teófilo necesitan refulaciont pues s | dcsmienLen á „si inismo| Es lo que tíos persuade invencible mante ta naluraloza, lu venias cercheado adamas por el conseníimienLo de los pueblos, y p# la autoridad del mismo Dios hablando en i a sagrada Escritura* § l. Pruebas de nuestra libertad. Lapní^liamas simpledcmmslra 1iberlarJ es, hijo mió, el conocimiento intimo r¡uedr olla Leñemos. Tú en electo conoces quesi quieres mover t\ brav.o puedas;d ir ig ir á la dorech§ ó la izquierda. Si le d ir ig í a f| derecha, y consideras seríamcute por i\nú ra|OJí lo muevas en cstjí tlircccion, cono-

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ceras inv^$ibI£mcSte que tu ^te voíun­ tad es !a que tó determina á ello* EÍé^r tan ijaeñó üá tus movimientos, que jmCíiCsS M u Qcirtrlctó con anticipación, y obligar^ ¡i hacer que aparezca verdadera ú falsa M a conjetura que cualquiera j¿e airevíeseá aventurar sobre esto. Si iLl^un% por ejemplo, conjetura que en lal momen­ to. has de levantar el brazo, tú te uÉigariís atr^y ilamente á man tenerlo inmóvil; y bastará que se íe piüa tal mo|imiento, le lo uno y l§ otro. Pues del müm }¡o siento de im« viatiera igualmente- ifre$i&libk> que soy libre: luego debo concebir lf>ual rerLiLnd de mí libertad á Ea que tengo de mi pensamiento y de mi existeaeiai l)e este modo., hijo mío, nadiepuéde ne­ gar seriamctile su libertad; es lau míiercn-

— m te al hombre, r¡no. le es imposible cl ctjmhalirEa sin pój&er cu centrad icoion su con* dLi^mQOíi s us discu rsos: el sculímicnlo na­ tural es m$s fuerie que lodos los Afamas, ciiyas $msecucne¡as por otr¿ pariü descuJji’On claramente el atiífeíríio,

S ^ Cj-miíi'íí ¿frr /aí jjw/y/íjs. Así es que en lodos lietupos y en todos hilares los hoinbms han n % i ifes uuh M o S he leno menos, torios |ios existe por sí mismo , 1 lia querido criar a! hombre á su semejanza; y ¿qué rUrílnito ha| que tanto Ée enalte como el don déla libertad, que pone nuestra suerte cu nuestras manos, y que no siendo posible que nos demos nosotros mismos la existen-

— tn — ola, por nuestra libariíid nos hagamos félfe eos ó iafelfecs en el otro mundo? Dios, pues, al dar la llhurtad al hombre lia querido hacer bíjllar su bondad, su magDjricenciíflí y su amor» de inauera no obslimie i qu§ sí el hombre, ceñirá su in­ iciación abusaba de osla ühCi'Uri ddúnkn, pecando, Oíos le toaría volver ni orden, por el obligo del pilcado, De este modo eslán cometidas al orden M a s las voluntades, las unas amándole y perscverando en este amor; Las otras vol­ viendo i él por el arrepentí míenlo de sp extravíos, y las demás por el juslo castice de su i tupeni Lenei a final. I>e este modo pre­ valece el ordenen todos los hombres, y es conservado inviolablemente por los Inocen­ tes, reparado por los piadores eotivertidos, v vendado por una Justina eternah que es el orden soberano, en los pecado­ res impenitentes. ¡Cuán glorioso es, hijo mió, gara osla Sa­ biduría el safar de esle modo el taén $oJ mismo mai* y de convertir el mal en birnl por permüirio, Dios no hace el mal. Iodo lo que es suyo en su obra es siempre dig-

— 293 — no de é l; mas punnUc que su obrat que es siempre su mamenla imperfecta en sí mism.á| pueda íismifeSr el grado de bondad que había puesto cu cHa; permite que desfaHezca un poco para tener Ea gloria de repararla con su ]]]Isor¡coj-dia , ó castigarla con sii ju sticial desprecia cslíi niíscrfoádi a que se Ée ofrece. ¡Cuán hermoso as para Dios el glorifi­ car de eslf modo dos partes dientas de su (míen y de 6ü bondad! La una es recom­ pensa!' cE hien, y la otra c a s c a r cl maL Sí 110 hubiese criado a] bomEíre líbre, no hubiera podido liáíer brillar su cniseaicor— dia ni su justicia, no hubiera podido recj&inpens^re] mérilo, ni iislíg are l deméjjilo, ni convertíihal hombre CNtraviado. Tin cierto modo Dios se debia á sí mismo eslou,diferentes género^ de gloria, y se los lia dado sin perjudicar por esto a ¿ll bottdad, fjtie á ningún hombre falla, ¿Hay que admirarse* querido Tcólilo,dü í]iie Dios deba IforifiÉíarse de tañías ma­ neras? Si se eoEisidcra la profundidad de íUis consejos en la pmrnsion dd pecutlo, na­ da de injusto para el hombre te hallará en

— 201 — ellos, pues Dios no consiente que se ex^ Iravtá sino $¿spués de haberle fado todos ios ¡socorros necesarios para no perderse jamás. Si se mira este permiso en relación ni mismo Dios, natía se hallará qiffe altere su orden y su Boniiítd, pues únicamente tolera \o f|ne nu hace ni procura* antes bien, opone. al pecado lodos los recursos de la razón ¡vU de la ugracia. Únicamente deja de oponer su omnipo­ tencia, ahsoluia porque no quiere violar cl libre arbitrio, i'jttc lia concedido al ¡sombre en favor del mérito; y lo que se aparta del orden por parte de la bondad y de la re­ compensa) vuelve á entrar en él ai mismo tiempo por parte de la justicia y del caslU £0 . Así es, que el orden que tiene dos par­ tes esenciales, subsiste inviolablemente por esta alternativa de misericordia y de justi­ cia, á la cual cada uno debe pertenecer, § IV . Objeción contraía presciencia de Dió$. «Si Dios, dirás tú la! vea, ha previsto « nuestras acciones, ¿cómo podemos ser iiíbres? ¿Y cómo podría sev Dios si no las * hubiese previsto? »

Permiten^ Teófilo t que le pregunta á mi vez: el padre que conoce, y ljíeo vé de ] 1- ROlfSSU^ fi] prinejiPÍo il^ toda ücrJoi! ont¡i cu ]¡i voluntad do

un fict tttirr, y ntí ib ir mas hrrikt. Sli[hhlut iil-nn nt|h>* ftl&un lT£ íjpúc Jn quitrj|f Por mas (jge quiera remití ér ftjfr [S ji ijuí n=n^o ücIliliujiJu mí, leí |fnjii se r.faú [fuíoia >jh» se re vuch o de modo eiI^.0 no; [uth si l|U.íiírej iiiflA'rr utía rln ni i í man Obi, mi Ijiíízq, por ojtrat] |>lo, la ejdieenum era tit; hs pat U:s mas qu&ajeJii-is ¡juiíi i¡] ll-Gv;i]■si csLtjv Í&Sü ii til111nríiiJ¡is " cu t} Jas socompensas serlaii ridíesiLas, y los castigos ¡gustos -v odmsos^ Porque ¡:oiiiü caí la unti no baria sino bque debe , puí’s ohraría por l^cesidad, noáelieria evtb.i- Lo qtté es inevi feble, ni vencer Lo invencible; Redan­ do todo ea el orden, ponfue estaría en el urden el que íedü cedióse á ta necesidad. Sirria, pues, preciso decir que lo que desde el principio de] unidlo se ha llama-, do critnm ó deliiú no merece reprensión, ni íjfi®jv/íJ, y que el hombre que luí asesinado á otro 110 es por esto mas culpable que el arma de t¡ue se ha servido para darie !u muerte^ í)el misino modo se dcLieria con­ cluí i1 que el padre qlie re d ig a á su hijo rebelde, v el ¡uc;í que ¡nígiiiá áí pansida,

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no son otra tiranos de la naturas le^lm inaitá; y rjuc cl convenio evidente y universal de todas fas naciones en dis­ tinguir al inocente del culpable es tina iitjusticia, y una cosa contraria á la verdad, j Oh hijo n¡LO 1 i y qué consecuencias tan horribles j Finalmente en esla hipnosis el mismo Dios serla cl autor dei mal, parque in­ clinaría al hombre hacia cl a' -yL sin embargct el prime# pcnsamicnlo'que d¡¿¡pieria en nuestra tilma Ea idea de Dios, es el (h la santidad por esencia, que ni püede come­ ter, ni aprobar eí crimen. Despojar á JOloa de su santidad para hacerle aúl^r de! nml que aíea á i a tierra, es aniquilarte, Quien nwja, m tsf la libertad (kl hombre, nw.¡a la Mistincia de §* II. Contradicción dd falaiÍáíí Hay |m medio muy fácil para convencer a] íatálala ^y es emplear contra ct el ar­ gumento pereptoriq del inmortal tención, á P reséntadme, dice cl ilustre arzobispo «de Cajnhray, presentadme un hombre de

— 303 ¿.c&tos que f e M ía n filósofos profundos, y «me^an i1/ ¿;/|fííri£> hijnbre. Nó. me «enEr^tendj’tí en cJÍ5pviCar con cE, sino mig ftJc pondré á la prueba en las apasiones «mas comunes d| la vida, para dejarle «enn fundido. |§upoñ^mos qle el hijo de esteh&mbrc *le desobedece y Ee desprecia que su amiííf;o Ee hace traición, y q|e le roftasts cria(n b : cuando vendrá á 1amentarse, conmigo |lg ¿De que se queja Yd.? ¿No sá*be Yd, pof ventura que ninguno de ellos Aliene eulpa no siendo libres en o b ró lo «olramanej-it? S % u n dice Vd. misino, Ies fríía'to invenciblemente necesario el quererlo ?quo quieren, como !o es á lu piedra el «aier mando no se la sostiene, «Díme francamente: ¿erees que ese !iaftblatlor excusará de este modo la insolenneiay la ingr&til&d de su hija, la traición * de su amigo y el hurto de su criado? ¿No «es mas que cierto que esc extraño íiló«¿ufa que se al reve tí negar- el libre aíbedrio «p la escuela, lo supon diá mdudable m $ti y que no será menos implacable «contra las personas, que si toda su vida

- 304 * hubiese sostenido cl dogma do lamas laala libertad?» jSj veT ptius, hijo mío, qtie esta ftjjosolia ¿O piíqde llamarse ta l, v cjuc se desroiun&e asi misma sin la menor vei'^iimua; y l¡imh'w.n se vi|fuc necesariamente¿p lia de ad­ mitir la Libertad del hombre.

% Ü L Principios dfil fatalismo, «¿í)ü dónde proviene, querido Teófilo, «que el hombres que es las crédulo para &lodo lo ¡pie balaba su orgullo y sus pa&siones, busque continuamente tranquillas sfipntra $1 dogma del |bre alliedrio, que i debiera Eleñarle de consuelo? > >¡ .\ U1si el hombre leme hallar un nm.< que te fbqe f'Vfie su suerte [vira quu s;'a \na pór su \ h'ltid, ó desgraciado porcau-a de sus vi­ cios; y tjne quiera ser servido por tótonhitlc# t i h r si se deja dominar por un le^ |io | lan desnaturalizado, ó por una incre­ dulidad lan contraría ánueslrosniasífraudes internes j es porque el amor-j/ropi# os locu y L-vlravabante, os luí amor extraviado y que se hace traición ú si nusmo, ¡Ah! hijo m i ó , se teme mas incomodar un poco uue^

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— — Ífíts pasilnesi y S| vamdnd, durante el cor­ lo numere Se días que|leijcnios vivii'cn la tierra, que no perder |n bicS infinito, íjuc el renunciar á ana vida cierna, y el prcci* pitarse en una etfcjna desesperación. ¿/"oíquine d fifJatismo ahogar k voz < h la razón¿ y í ¡tifiar Í(í libertad del hombre? ¿P o r quéj hijo fifliú? para sacudir el vniro de la Religión 5y pará alegar una impoten­ cia haUgüeñl en favor del vicio y corara la naiu raleza. Solo el orgullo y las mas desenfrenadas pasiones son capaces de ar­ rastrar al hombre á un exceso tan violento contra lo que le diclfsu propia m on. Tero este mismo exceso debería abrir los oíos del hombre que cae en el. ¿Por(pié no deferia el hombre desconfiar de su c-ü razón corrompido y recusarse ásbnismo porjueí desde que conoce |u6 el £uslo de sen fre­ nado por el mal le conduce | coairadecir­ se, y ü negar W propia (ikntürf, dé la qm sienta á cada instale waírúhm convicción? Mas ¿qué remedio podrmos fiñeóntrar para curar estos enfendimieníos dañados, ytm.cmco­ razones incrédulos? í\To hay masque uno solo para todos estos males, y es que el hom-

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brc se reconc&ntre en til fondo de sit pro­ pio c-oi'ay.rm, no para ¡meerse á sí m&io si­ no par a fajarso ¡m nr de Dios; que rite^im que le eS.cSche, Ií .H.tEtMOJTÍTr* Siii libertad no hay vifcifl ni virtud; sin Jibortnd todci seria neec&airió y físico en eE hambre. () sino representaos dos ¡limas toill OíjOscta Sócjrat#$ Arjslidrs. de ftdgulo y ilií Catmi, de A 11Loniof) y deiUarup Autillo, Ai!e Vit&ríte (í^áiil^fi Bwísarii^y Je l.nsCasas {|>ai&ponmas eonoeidr^) y decidme ¿sí bptlardís entre las obms dd Eterno yltio utas helio que un ser libre déosla. espede^,, No liay buitd^l m fi-i3lilu que pueda compararse 'l ]a de luí .ser lili re. mas hermoso empecióc ií lo que el Eterno haya !iriir|jcJo ilarse, y„ no puriiendo erigir dioses, ereo que no lia podido trazar una imánen mas dimita do $i mismo qjüc el alma ríe ei n |er instó y (libre. f. Creéis por víninr?* que paro privar al hmaibre de Eni libertad de ser mulo y vicioso, era propio de Ja bondad divina rehusar) (i la libertad, y el [nirilo de ser bueno y virímisñ? VA malvado dirá tal vez que síj. i'errh preirimi:'idselr> i lá gente de bien. ¿,lí¡i cjoií eoitt^istirín sú mérito híu ditítiirlnd , su uioriu, sus derec-lfcos al renonr-L'! .nienl o y apreció di' -u? semejantes y ftis Eilntus di" esfier-LEi/ü de unn feliz iiini or!íi3iiJnd> si iiHh se habían diferenciado de ios denús animales, >-ino por un inslinio mns hien conducido. 6 por tos resrules mas arreados de lisia voluntad mecánica'? ¡ .V sí midilios delj^Ji iin¡j¡3iUar£C lo^ corazones e¡)rrompIdoSj depravadosendurecidos en el crimen y V en los remordimientos, si no hDU licclio de stt jílievlad el mssmo uío tiuee! íiombie justo y ma&ulinlnrá! N« ? psra íávoreeer íi l^s mLihadus uo debia eaLiibiiu' lisos el orden de ta naUiMefcíi, ni pri^at á

20y

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[os buenos Je ser su mas precioso ftr^frcnentó, ni privarsell t>¡ mismo del espectáculo do 1114:1 humosa n11 iiri quí" yüLi Uialiando eon &tp Mas no, Lijo mío, la autoridad rea] Jel hom­ bre nopoi'oecrá ¡amas, pues conocerá sieníjjte la excelencia de sus destinos exami­ nando la hermosura de su cuerpo y la cEevacien do su alma. J;=9, La hermosura de %ú cuerpo. En eíccío, hijo mío, aun en ol cuerpo dei hombre todo anuncia su supciictidaíl res­ pecto íx los demás sores vivientes*

— ¡p — Primeramente ¿ü actitud es de mando i Sé sostionc derech# v v levantado;J ííí cabeza miía al cielo y pícenla tinrostro augusto en donde üsti impreso el carácter de su dig­ nidad, EsIíl piulada o11 su fisonomía la iiuá£|d del ulma' á través da 5as órganos ma­ teriales se percibe la ^H Jcnüi^ de su natuvalcv.a, y anima con un luego divino los vascos de su cara, Sto porte majestuoso, su paso [irme y atrevido, anuncian su noble­ za y su rango; únicamente toca (1 la tierra por Us extremidades mas lejanas, maspa;cre que no la ve sino de lejos y paTa des­ preciarla, Loa brazas no Le han sido dados para que sii van de pilares de apoyo i la masa de su cuerpo. Su wirtw) no dehe pisar el simio y perder p p frotaciones reitera­ das la laiuiE'a del laclo, de que es el órga­ no principal. Los brazos y las manos han sido destinadosá usosmas nobles* como son el de ejecutar las órdenes ié la voluntad, de coger los objetos apartados, apartar |os olíscenlos, prevenir los encuentros y el choqne de lo que podría dañarnos, »Jirazar y retener lo q u i t ó agrada, y ponerlo al alcance de los demás sentidos>



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Cuando cl alma eslft tranquilat todas ha partes del rostro se hallan en sosiego; su* pmpc^cionei, su unión y sn conjunto, rlc— ¿tetan bastante la dulce armonía de las ideas, y corresponden á la caima del interior Mas cuando el alma sé halla agitad a* cl ¿ostro humano se convierte en un cuadro vivo en donde están copiadas las pasiotófiá con lanía energía como delicadeza, en donde cada movimiento del alma se expresa por un rasgo particular* y cada |ccion por un carácler, cuya impresión es tan viva y pronta que se adelanta á la voluntad, nos descubro y saca fuera por medio de signos pateiicos las imágenes de nuestras secre­ tas con mociones * Ento| ojos >sobre lodo, es donde más se pinlan y mejor se reconocen, parquee! ojo, mas que o(ro órgano alguno, per fenece |1 alma, parece que la toca y que participa de todos sus movimientos. E l ojo expresa las pasiones mas vivas y las emociones mas tumultuosas 110 menos que los movimien­ tos mas dulces y los sentimientos mas de­ licados , y los présenla con lo da su ¡fuerza y pureza tales como acaban de nacer; por

— m — medio de rápidos dcslellos comunica á otra |Jma cl fuego y la acción, y Ea imagen de aquella dé que le hace hablar. El ojo re­ cibe y re [leja al mismo tiempo la luz deí pensamiento y el calor de til se n s a ta , lí* eí tffrííí# ífei imjenio }/ la lengua de la vtfrfí-

(jí'naiL § )JL Su (jramkza ai h Religión, Para conocer, hijo miot la verdadera grandeza ííbl hombre has de considerarla en aquelj que somelc aL esgEriti; las afeo* cienes de la carne»J y hallaras en él una hilatura que tiene á la verdad un princi­ pio t pero qité se gloría de que esle princi­ pie es el mismo Dios; un átomo, que se levanta sobre las tr ¡aturas y qúe remonta A su origen para ofrecerle en homenaje lo poco que vale; un gusano, que tiene la honra de contribuir por propia elección ¿i la gloria de Dios, á la que todas las oirás Clisas concurren si a conocerlo. lis yerdadque descubríalos en cl un mor­ tal j pero un mortal que coloca todas sus espcrazas mas allá del sepulcro; un ser liM

— 310 — ni iludo, pero que no conoce (imitéis, m en sus miras ni en sus deseos. Bastan seis tíiés de tierra para cubrir su cuéfpo> unís rh alma necesita toilé u&a mmen^dad para ^uedftiv satisfecha, É l posee todas las co­ sas , jjucs se llama hijo del que ías ha cria­ do ludas. No es de aquellos que se envanecen en­ grandeciéndose* y que m saben humillar­ le sin übatirse; antes al contrarío r es gran 4e sin orgullo, porque conoce todo el fon­ do de su bajeza naLm'a], y es humilde sin envilecimiento, porqué no ignora su ver­ dadera grandeza^ E l hombre religioso tieac formadas ton Dios tales alianzas* que no puede romper­ las-!a ruina del t'-uerpo. Si bien es verdad que no conquista Estados, ni incendia las ciudades; se eleva no obstante hasta su­ perar las pasiones que han produdJo es­ tos efccloa, Sacrifica á Dios unas pasiones á quienes en todo tiempo se ha sacrificado ludo. Las coronas para el no tienen valor alguno r y á su visla pierden el Ijrillo las dignidades, Desciende del trono, y se igua­ la con los pastores’ y si es un simple pas-

317 Eorcillot cree poderse igualar con ios mo­ narcas. .11ira como u | sueno todo lo que pasuia al mundo; y si ti siglo Je exalta por medio do repetidos honores, no se estimará en mas por esto; y si cl mundo le aflige de mil maneras, no por ello se con su! entra tarappcü mas pcr(ueíu). Se engrandóte so­ bre lodo lo que ve para anonadarse en pre­ sencia fie la Divinidad que no puede ver. A tinque viva en el tiempo, os el poseedor de [a eternidad, es el hijo de Dios aunque habite entre los hombres, y se halla levanlado sobre todas las cosas?; pero es grande principalmente por su humildad. Lue^o, pues, hijo mió, ía fteli^ion cris­ tiana es lit única que puedo darnos £ co­ nocer esta grande/,^ del hombre; mas ella soja es «juica la produce sometiendo la parle nías baja de nosotros mismos á la mas no­ ble, lis preciso, pues, conocer que renun­ ciando á la religión píenles cuanto puede elevaste, y que la medida- de tu incredulidad sfrá la de tu abatimiento. -

EJEMPLOS, EL NOMIME FÍSICO I?í TE [.(GENTE Y ¡110RALVA hnnibrc 1 í|iü(í es la ol>ra maestra do la flrcsteion

íervcHlre, se bulla colocado cu la primera lineo síLi'[iíLii: cstéijüE, eaím, liase1estrecha y deberla, Pito (¡ene una ü o \ \ m y unos Ctiov imieu(i>s qu^ un por esi.o r-iiit menos iipajíigioüos? Si mitaamos rti scgii®^ en el ínlcrior de este fcíéfto ediíido, el nú ni ero L^lraoiili jL^rio dcsu$ piezas, su

— 319 — di versi ti ad sorpy endonte, s li arimiúj I> 1ft const!rucd oti, f¡Li niflTíiitti® armonía y cl arto infinito de stuiisIribuciort nos n&narim de laj É já l^ K ^ y * i]o sa1dréi noa de ít síua para quej|rqíís E l hombre sylo se eleva basca su principio divino %y postrado en Jas gradas del truno de su Dios, adera con eE nicis pruítindo semimiento t!c veneración,, y eon la mas viva gratitud, la bondad inefable cpie !e ha cría lío. ¥ come por ima consecuencia de las eminentes facultades con que cl hombre ha sido enriquecido, Dios se digna revclii selct y conducirle como por la mano por las sendas de la felicidad♦Los diferentes lejcs que lia recibido de lá suprema Sabiduría son tinas grandes antorchas colocadas de trecho en i re­ di o al camine que te conduce del tiempy i la eter­ nidad, y guiado el hombre por esta luí celestial ade­ lanta en ta carrera de la gloria t|ue te eslá abierta, y ya coge, por decirlo así, la corona de vida y ciñe eoii ella su frente inmortal,

fttáirtoí jüíflrtíí;.

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UNIOTÍ )>el iíomiihe cor.7 dios, ftemon tamañas pr>r tin momento mas ÜÍJ& de ta tierra y de todo e&lc universo visible para conoicr id que es el hombro }' contemplarte cu lodo el es­ plendor de su grandeza, Apenas ba tenida tiempo para reeanocerse ú si mismo, t|mi ya se sien le esircdiada en la inmensidad; y Yiífldosa rey de la crea­ ción* echa nua ojeada para recunocer su imperio, y 1c enusa dasdeii; parque arrojándose Jfl pinsana i an­ ta y su amor en lo iatinilo, buscan allí al Ser cierna le descubre|| y entonces, en lomees sol amantase cal­ man sus ansias y destusan sus deseos. lítitorces el órden universal sa le presenta con toda su m u ­ nificencia inmutable, en el q«e descubre el lugar que le ha £anata do para siempre Ja Sabiduría supre­ ma, y allí xíí las relaciones |¡lhi la uncu £op ludas las inteligencias, con el mismo Dias* su principio y su ccnt^j y con la verdad soberana y el soberano l>¡cn. Holacado en asta aHura se apoya sin |ujedar pas^ mado en sus destinas inmortales, y nspira ron fat­ ula al rango que 1$ ha sido prometida en la sublime sociedad, da Ea que es manaren el Omnipotente. { La MnjjdííJ

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CAPÍTULO VI. Un la s iiils r r lu » Ui-I h n ...» -. Mas para que la consideración de tu ¡irán« ^ y áignidal no le deslumhre, m¡ gar­ rido i cotilo, y no le halague demasiado, es preciso echar cuanto antes una ojeada sobre nuestra debilidad y miseria, á íin de q# esta meditación le inspire, no el des­ aliento y despecho, sino la modestia y la nnmilitad, virtudes lan agradables á Dios la» edificantes para cl prójimo y Un ventu]osas pura nosotros mismos.

§ í- M ü c r m del cuerpo. Sft puede muy bien decir, querido Teófl|o, que el hombre por todas parios eslá rodeado de la nada. Si miras en él lo pa­ sado ya no existe, si miras su porvenir no existe todavía t y por lo que toca al presen­ te , en paría existe y en parte deja de exis'i:'' lln Vitáo procura Jijar lo pasado por sus recuerdos, de anticipar el porvenir por medio de sus esperanzas, con el íin de ha31*

— 334 ccrsc un presente mas dilatado, ¡jorque siempre- sari una ñor que «ace por la ma­ ñana, qno se. marchita al mediodía, y que m t la ñ # i é va esEA seca. E l hombre considerado en sus dilcrentcs estados es ima criatura constantementemi­ serable que halla, como dice muy bien un autor antiguo, el pecado en sa concepción, el trabajo cuando nace, la ]>w« durante to­ lda su vida, y la (tercspfl'flwos de una inevitóhfe necesidad de morir. Cada una de sus edades lleva consigo alguna debilidad 6 miseria particular. U infancia 1 1 0 es mas que nn olvido y una ig­ norancia de si mismo; la juventud nn ato­ londramiento duradero y un larp;o furor | y la vejez una muerte lenta bajo las apa­ riencias de la vida; ¡tantos son los acha­ ques que la acompañan I.... Pocas son las cosas que rodean al hom­ bre y dejan de anunciarle su íin. E& todas partes encuentra el principio de esa muel­ le que teme mas que lodo; en el aire que respira, en los alimentos que loma y en las fuentes de su vida que por sí misma se con­ sume, v es tal su destino, que después de

habetpitado los mayores peligros f los in— ceaáVosg Los naufragios, las enfermedades, se halla por íín que lodo termina con la muerte. E l hombvfc sufre por Ja consi duración de lo pasado que ya no puede volver, y por la de un porvenir que le es inevitable: en va­ no quisiera Ifeumefse para gustar algunas dulzuras quf se le presentan por el cami­ no i porque el tiempo, |: la manera de un huracan le arrebata, y es inexorable á sus ]ame-titos y quejas. Si fuésemos solos 110 podríamos sostener la vista de nosotros mismos, y la necesi­ dad do pasar en un instante á que están su­ jetos los ¿voces de este mundo. Estando en compañía de otros en la .sociedad, 1 1 0 ha­ cemos, por decirlo asi, sisas que multipli­ carnos en oíros nosotros [>ara participar me­ jor de la común miseria del género humano. Es muy doloroso, querido TeóÜSo, para un a criatura.’, que tanto se ama asi misma, el sentirse morir continuamente, y no co­ nocer la vida, sino & medida que se va perdiendo. La infancia es ya muerta para la juventud] esta parala edad'madura, esta

- m última lo es para ]a ■vejez, y la Yej|z pira la decrepitud. Nosotros hemos rauerlGí ya para tantas personas querida, que liemos klo perdiendo, para tantos placeres y ven­ tajas que, según tos destinos del mundo, se consumen por su propio uso, sin que nos quede mas rfne uq ligero recuerdo, incapaz de satisfacernos y muy propio ¡para aiormentarnos* § 1L Miserias del entendimeMfc Si el cuerpo del hombre, querida; Teó­ filo, es el centro fie las enfermedades, su entendimiento está lleno de errores, y su corazón lo está de afecciones desarregla­ das, ¡A y, querido mió! este mismo entendimieuto que continuamente \e lo iníinifo y por lo infinito juzga de las tosas finidas, ignora también hasta lo infinito iodos los objetos que le rodean. Se Ignora profun­ damente á sí mismo, camina á líenlas en­ tre un abismo de ImicJjías, no sabe quién es, ni de qué modo se halla unido á un cn crp o n i por qué razón tiene lauto impe­ rio sobre los resortes de este cuerpo que le son desconocidos.

— 327 — E les píritu humano! gn ora susp ropios pensamientos y voluntades * sin saber á pnn|> Jijo lo que cree y lo que quiere* Muchas veces se figura que quiere ó cree lo que jamás ha creído ni querido* Se engaña ¿ cíiíla instante, y Eo mejor que tiene es que lo conoce, Al error de su entendimiento se añade el dea arreglo de su voluntad, y la experiencia de cada día le obligaá llorar SU corrupción y sus vicios. Til enieiulimienlo del hombre se halla colocado entre lo pasado y lo futuro, como sobre una roca que esfá entre dos precipi­ cios: son lari espesas las tinieblas que por todas partes le rodean que apenas puedu distinguir algo nos fantasmas (¡ueT subien­ do del fondo de ambos abismos ¿ iiadun un momento era la superficie para hundirse de nuevo. E n efecto, Teófilo, recorre las páginas de Ja historia, y para coltusmii del enten­ dimiento humano veras que los mas crasos errores han sido el par® de losmasgnmdos ingenios. Y ¿no be]nos visto nosotros mis­ mos eu los tiempos modernos i esos hlóso^ fos orgia liosos, que pretendían demostrar­

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32S —

nos ln «&¡ en c adft ho ]ubre do s j) v p R cía* q u e esiA n en Inclín* íi>í íí?nítíiijj y la ra tó n para valerme ilcl lanchaje píoftind aniei ilrí (üosúlieo tic n u e s tr o s NI>eos s a n i o s , la cah&v v 111, hsi'Íihtl\ y s eg ún sea el qH$ p revalece, d o m i n a n en el h o m b r e la verdad ú el e r r o r , la virlutl ó el crimen.

(Lúücnmis}.

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CAPÍTULO Y1L D e ton iU»síÍJM>3 fie l h d iiilíre * Ya que te hallas instruida de la existen­ cia de Dios, de sus perfecciones infinitas, de tu dignidad y de la inmortalidad de tu alma, es preciso, querido Tcóíilo, que te ocupes seriámente del destino de tu ser, y d&I fin por «1 cual te lia colocado Dios en ct mundo, pues esta cuestión es del mayor in­ terés y merece fijar Loda Ui atención. § I, Conocimiento de nuestro destino. No hay duda, hijo mió, que puedes co­ nocer tu destino y descubrir los designios qué ha teñirlo Dios al criarte, porque sin esto seria el hombre el ser menos favore­ cido de cuantos le rodean , pues conoce el destino de !a mayor parle de esLos seres y los conduce á sus fines por los medios que les corresponden, y el i el mas nol)le de to­ dos, desconocería su íin y se consideran a coüio extraviada y sin destino en la Tierra, Pero no, es impos i bloque el 1>iteño de la

cm

— naturaleza, haya dejado conocer á su (‘Tíatura inte! ícenle el medio de conocer sus desiinos; \ si vive en la ignorancia de lo que tan de turca le toca, es |iorC|Lie no quiere oír 1íi.voz [íe su Dios, Porque estando dola­ da de razc?n, puede conocer el objelo por el cual fue criada y los medios de alcanzarlo : debe por sí misma adelantarse háeia su térjnino, que hade ser digno de ella como lo e.s de su Criador, Si quieres saber cuál es el íin de tu ser, no escuches á los (¡íúsoíos del dia, parque una vana filosofía salo podría decirte usías palabra^; seas lAibr$.tfebÍ0y tj m dudes que ?! q>j.eteha e?h(b wtealHttidomrá. \ aun estos pretendidos sabios se contradicen en este punto tan importante, pues muchasveces re­ hílan en una página lo que ellos mismos aca­ ban desenlacen otra. No debes, pues, seguir las doctrinas de Rousseau n¡ jas de Yoliaire, Helvecio, Diderot, liavle, MiraEjeati, ni de ningún otro deJos filósofos antiguos ó modernos, porque Lodos ellos son nías ó menos apasionados ? másemenos adictos á sus propios sistemas, é incapaces todos de en sen aLie ía verdad; sino que para descu.-

— 30 — brir Lu destino debes Escucharla sania -voz de ia m o u y de la concienoia* y sobre todo la de la HefigiQflj y entonees sabrás qu& cl Señort este ser tan bueno, tau sabio J poderoso, no te bal colocado en esta U crr& ííno para conocívle, (miarle y servirle, y por este medio ser fdiz- cnantoés posible €H este íhíí?i(Ííí y tftóTé^ cu cl aíro la vida eterna- fjttc es la suprema felicidad,

jg 11. Destino M hmnhnfov á limpo. El destino del hombre, querido TcoJilo> aun cuando le consideremos únicamente co­ mo ciudadano de este mundo ya es noble y grande, pues colocado por el Criador en eslc vasto teatro debe ejercitar en ¿1 sus fuei> zas, y f radicar las i iludes. A su alrededor se coloca la inmensidad de la creación, y puesto en estado (le admirar sus belie ¿as* se inflama y se entusiasma á la ^isla de tas innumerable maravillas, y puede elevar su admiración, las muestras de so agíalecimiento, so amor, y sus adoraciones basta el treno mismo de la divinidad* Todos los seres de la tierra están desti­ nados á servir al hombre* que es su vey| \

~ M I ^ ninguno de ellos puede pasar de ia esfera de este universo. Todas las cadenas de se­ res SuMteriiüS vienen á parót al hombre que forma el grande eslabón por ei cual \¡i tierra se uuc al cielo; y solo el traspasa la estreciia esfera de esle mundo, solo él se siente destinado á algo de divino , solo él se une á su Criador por la esperanza y el arnor.„. La tierra, hijo mío, está llena de las ben­ diciones del ciclo; la naturaleza ostenta por ¿odas partes su riqueza y su abundancia; y el hombre, único rey de aquí bajo, disfruta de estos bienes, y solo el se hace tributaria ía naturaleza loda. La alegría, los consue­ los , los placeres se hallan sembrados aun en medio de las espinas tic esta vida, y si él no sabe apreciarlas ni distinguidas de los falsos goces; si no sabe gustarlas por medio de una vida llena de inocencia y de virtud, solo á sí misma debe darse Ja culpa. E s preciso, pues, en primer lugar respeíar en el hombre el inslrumenlo de la Pro­ videncia, que puede y debe servir al bien general de la sociedad, y hacer íloreccr en­ tre los hombres Ja verdad y la virtud; v su B

^ c-

- tío destino en esta tierra es disminuir los sufríniiunlos d$tftdalaespeci& humana j aumen­ tar su felicidad por medio do én solicitud activa y caridad benéfica, establecerla di­ cha á su alrededor por medio Je ia virtud y de la justicia; asegura^ y consolidar con todo su poder el bienestar de sus scinajaEttas; perfeccionarse a si mismo, fonfiaiido su cora/on é ilustrando su £Sten$imfcntoi y asegurarse para siempre esa tranquilidad ríe r-onciencia y esa aprobado» interior, q^e au111 unta pro digiosamen Le todas 1as sa!iaíacciones y dulcifica todas las peños. §111. Felicidad del hombre sobre la tierra.

El hombre ha nacido para la fclicidud, que­ rido Teófilo; y aun después de su palpable degradación lleva ensu pceho sentimientos tan vastos y elevados, que solo Dios puede lijarlos; solo en Dios puede encontrar su l'clieulad, y los demás objetos, lejos de apa­ gar ¡a sed que devora so corazon, solo sir­ ve ei para irritarla mas y i«as> De aquí vienen esasInqnieiAfcen la po­ sesión de lo que mas había deseado; esa

— 3-ífi — inconstancia, que le hace volar de un objeto al otro; ese cansancio que experimenta en la prosecución de los placeres; de aquí yse gusano roedor, que marchita la elevación, esa amargura que acompaña las locas ale­ grías f y ese veneno de ta prosperidad que embriaga y despedaza su alma, Comunica á un solo hombre >hijo mío, lodos los conocimientos que han tea ido los demás; haz que la sociedad entera, ol vi— dándose á sí misma, se diríja únicamente á é ), que la naturaleza se anime y haga un esfuerzo para llenarle de sus mas preciosos dones; has que ese mortal tan privilegiado pueda gustar de todos los placeres, y ceñir su frente con la diadema de toda la tierra.,. ¿Qué digo? haz que mande á un millón de mundos; aun mas, que este millón de mun­ dos le adoren; ¿quedará su corazón lleno y satisfecho? ¡Oh! no, le quedará.siempre un géimen de inquietud y de tristeza, y un va* cío ínImito. ¿Qué le faltará, pues? Toda le falta, mientras no tenga á Dios. No dudes, pues, hijo mío, de que no e\isíe verdadera felicidad si oo en la práctica de la ley de Dios: lo demas no es oí ra cosa que

— U7 — la ilusión áe nn tora/on enfermo que, des^ conocieiido su Iin, abaldona como el m desgraciada de que habla el Kvangeljó, la casa de su padrei; para ir á buscar lé|as de allí una felicidad que huye de él cnnlinuament& Apelo á tu pro¡) iu experiencia; díme> ¿cuándo has sirio mffi felfé y has ^ o É » mas gran d i paz y un conten lo mas y ív ó y [jue'o? ¿No ha sido pOr ventura en los mo­ mentos en que tu conciencia no jmdiaechar(o cu cara la menor transgresión de los prceeptosdol Señor; en que le rendías á tí mis­ mo testimonio de haber cumplido fielmente hts obligaciones^ cuándo íeias en los ojos de tus padres y superiores la satisfacción que les causaba Lu conducta? Di me j no se hallaba tu coraron tnun— dado en un torrente de delicias en aquellos di as en que Lu alma abriéndose i las impre­ siones de ía gracia,, se dispon ¡a para acer­ carse á los Sacramentos, y sobre Lodo al que es por excelencia el sacramento del amor de Jesucristo, y en el cual se comunica todo entero? ¿Qué no li# c\[)cri¡neniado enton­ ces? ¡Cuán dulces eran las lágrimas que

- m derramaban tus ojos en esc dia, en el mas hermoso dé tus ¿í&Sj en que por primera vez el Señor se ha ¿ntrégádo á lí para ser tu alímenl^j Ui \ida, tu salud y la prenda preciosa de tu inmortal! dádta. Desde enlonccsT Mjpmio, hascNperimentado otros placeres, mas ¿puédeí acaso compararse con esas santas é inalterables alegrías? Gloríense en hora buena los mundanos de sus fiestas, de sus deleites y fie sus es­ pectáculos; jamás podrán gloriarse de te­ ner la paz que niega Dios dios impíos para darla á fas almas (k buena voluntad, Instruido por la í'e y fortificado por la gracia, debes hacer consistir tu felicidad en no pertenecer mas que ¿ Dios, Retí uñ­ eta, pues de corazon á las pompas de este mundo que te alejarían de su amor, y loma la resolucion de consagrarte enteramente al servicio de este Dios que es tu ultimo fin y tu soberano bien.

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§ LY. Su destino por la eternidad Mas la vida tic este mundo 1 1 0 es, hija mío* cl solo y último destino del hombres En cierto modo llevamos impreso en nues­ tra, fíjale y grabada en todo nuestro ser el sello de laiumortáÍidad+Tí 1os quiere hacejfnoH felices por toda una eternidad, y este es el grande y noble desliuo de los mortales. La razón nos ensena, pues, que todos esta­ mos destinados & una felicidad sin íin: pero si buscas detalles sobre ía felicidad supre­ ma por la cual lias sido criado, ó sobre eí modo como debes conducirte para lograrla, deja á un lado tura|on que se oscurece, va­ cila y calla; la Ucli&íon. so!a puede levan­ tar eí velo que nos oculta la dicha del cie­ lo , y ella sola puede traíamos con seguri­ dad el camino que debe guiarnos. I Ah! ¡si el hombre conociera siempre bien la grandeza de su destino, y si se bailase continuamente bien penetrado de la noble­ za de su ser; si pensase sin cesar en cl gn* do de perfección que ya podría poseer y en el que podrá alcanzar por sus virtudes para los años eternos! sin duda se avergonzarla

330 Jo degradarsehastalabajeza del vicio; sin duda satiria sobreponerse á. ©das las debi­ lidades de su |omon y sacudir es la apatía |u| ]e detiene en el camino de la perfccció n y le apatía do sus alíos destinos. -

Condudon, Yen, [i aesT acá, hijo mío, y prueba cuán dulce es elSeñm% Des encáñate del mundo, de stis falsas promesas y le sus funestas ilusio­ nes; ío que le seduce va ¿ desaparecer al momento, jDesgraciado de aquel quéliñiila su débil esg&raMa á csia triste vicia, y que le pide lo que ella no puede darle. Nú M liemos aquí dudad permanente dúo que bti¿,C(tvtos la fjne ntü /w venir. Al modo que eu me­

dio ¡le una temperad se descubre la sombra de uua ligera nubccilla que pasa rápidamente sobre las olas alborotadas, así pana el hombre sobre la (¿erra, pues el Itujar dé .vif descamo tstd en otra parte.

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EJEM PLO S. Ylínsos Dfi ÜKIJlJH SÓBRB fj¡¡ INSTORTAL I^ D . lín tiempo (ícl mas grande Éfeiror se k buíojí ¿i Ií.íi t>espf erre ha niir [Jet1retar por ln Conven Ci An (a existencia íie Dios y la inm ortalidad fo t a lm a , y iptisu d¡ir jV este itecreto un? tsspetíe Je SQltiiiniúmJj eiho&ando ü los escritures celeljrjir su uihíva prole* sirin itfi fe. Mr. IMLIle bc tsnllnba íinlLuices en cl co­ legid tic Francia amtuaüAdo ca^fl de verse at-

jfe&^&do, £1 presidenta de la junta revohidoiiarüi loj&gá fiH-úiitrni'. y le rofí* (pie j^roflüisíc&c' aI" unoh ícrsos sulirc J(i inmortrilidu.'l del alm a. djiudolesolo n>inLu y cuatro íiora| de ti-umpL». Cuando vaívlú di; nuevo, el (jociq jej utisuüó mi ítf(¡írtinSitj en el eual se ñola ei] pnrliculur ct |)a^íijp

yEgniyuli? i ALIj'i ¿tí su mansión jtnpenütj jiiily Sobré líi eternidad ttitíi sentada La í^myj’ríífiííffíi pan cl culjiaLite Temido t y para el Ihlcuo afHrtnnfldK. Bclljétápót t)ii4; litiyoA |jn.so de si "a ule, belicndc al justo, á qMén sietapfé propicia, Y ul aido lo arrebata e! degradante? Asilo de !n nada qiitf codicia. S íTTfosalrys cobardes opresoras y]illeTincapaz de prcstíuso h las itSons de los novadores *. jaAhtft ten i Jo TJilor para ma­ nejar su asunto de nn modo capaz de horrorizarla, presentando la inmortalidad íjjbmfr un suplicio para loa malvados, 7 ún consuela para las vídicnas d£ Ja revobidon, (Del ilie, eomjjreiíjí;. PM.ATttlAá 1>B ÍEHTfMtDlW^ l>M S\ INT-P1CRftI? A Sil ESl*OSA Ú IIUOSAlgunas horas sutes de espirar Rernardlnu de Snjnt-Piiírre, aulor de Loa cjíuííkjí cíu ía iiflítf.rrtíj>viento íl rededor de su lechu íi sus hijas anc­ hados en l/t"vímrtst les dirigió estas Enteres ai des pa­ labras : « Estar separa c.ion no os mas cinc j>íir¡i Agimos « dias, no me la bagáis mas dnlorosn; to conozco que «al endono la tierra poro no ta\ida.» Algunos dias oules íiabla di clio ¿ su esposa: tf¿Por quí te aban-

«flnjia5 ft inútiles riuc-jos'Mq que te ama en nii,m i(frh eternamente; á la muerte6 e bajife seguir una

r e^iüLp.iuúa ÉninorhíL jt ( Aíiüc MarllO . Víííff fte Ácrjuartfiitíí íídiíiíJií-J'iínT,'. tí, SBCUEXO J>E IhA PBUÍei«AD. Ü?J fldfljúí* ¿ítp'iííu jtfira coasr/juiT la felicidad, ns cxlrtr bien r.nnstfjotnismn, Las ¿evidentes des^raeiados que vienen de ía partfe tí ti afuera hoí empata 11 naturalmente liádfl uosnlros mismos h y ['mivmnc nnirhú tener áífí tus rr,tit'o nor el di*£ti>lo jiicviriLtiLi' aE scrl$?Sc f im t lc s-i misino y enrt ra­ zón; pLocqhCp solo í í horatre virtuoso puede YCFSe y ero mí narse. Vi h cío di^o t]ue entre l.'ii su i i :1c:r ir jtAra admi­ rarse y aplaudirse, pues \w mas virtuoso que feUesc J i w l m poi Veoínrrt hacerlo ? Pero coino uno se ama siempre tu bastante, hasta poder penetrar *ftt trryiienza hasta su interior para que se swper imente u n

placar,

Puede ser muy lAtn qjjte la lirtml no emuEu/ea [►ara adqtflrjr las riquezas ni jiar-u la elev¡ieinnt y fjue ítl contrario Id exiluyai; teniendo Kiaii vwnlujn ¡sobre «tía sus iuicniigos cti cuanta ¿ la atifóNskioii de tata

— 3oi — especie ció bienes. También puede suceder que le falte Ufegloria, (luep-fca recompensa tfjáurEil; y qui­ zás voÍQulaj íynujnte se primará ríe ella ó ii lo menos se! &xpondrá i quedarse privad^ por dejní il|Im ita r­ la. P ltq siempre tim e en tií itna i Ci O Í$fftÚ ble. y «sU ¿a la sati sfacc ión ulterior* Cada uno ríe Eos debíais qújf e f e d ^ o a se bn'lln podido ñi momento; sin orgullo porimo? Apelar ri nosotros mismos dcla^ injusii^íns de i$ y uno se consuela con el propio y lcgíiimo i eslimón i o de rro haberlos merecido* Uno encuentra tn&u eou-: uieneiíi, en su rectitud un gran fondo de fcliciflod