trabajo intelectual

1961, y de la Academia de Ciencias Morales y Pol?ticas desde 1987. Fue el ?nico observador laico en el Concilio Vaticano

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1961, y de la Academia de Ciencias Morales y Pol?ticas desde 1987. Fue el ?nico observador laico en el Concilio Vaticano II. da hacia los estudiantes (...). Pretende ayudarles en su tra-bajo (...). Pero tambi?n se dirige a los que, en medio del ajetreo de la existencia mode

EL TRABAJO INTELECTUAL

JEAN GUITTON

EL TRABAJO INTELECTUAL CONSEJOS A LOS QUE ESTUDIAN Y A LOS QUE ESCRIBEN

Segunda edici?n

?ndice

os pa?ses de habla castellana,

Pr?logo Cap?tulo I.

13 MIRANDO TRABAJAR A LOS DEM?S

17

La privaci?n El trabajo intelectual El trabajo art?stico Hombres de guerra, hombres de Estado Vuelta a clase en octubre y en noviembre La proped?utica para la ense?anza superior La espiritualidad del oficio

17 19 21 24 27 31 33

Cap?tulo II.

35

ma o por cualquier medio, ya sea electr?nico, mec?nico, por fotocopia, por registro u otros m?todos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright. El editor est? a disposici?n de los titulares de derechos de auto

Printed in Spain

Impreso en Espa?a Anzos, S. L. - Fuenlabrada (Madrid)

LA PREPARACI?N DEL TRABAJO

El punto de aplicaci?n La distinci?n de las tareas y de las fases Amistad de los lugares, vecindad de los seres La ayuda de lo desfavorable

35 38 42 43 7

Cap?tulo III. EL ESFUERZO PROFUNDO

46

Pereza El vaiv?n entre el hecho y la idea Dadme una palanca Las fronteras, pasos, analog?as

46 47 50 53

Cap?tulo

56

IV. EL MONSTRUO Y SU DESCANSO

La conspiraci?n del tiempo Nos ha nacido un monstruo El monstruo a plena luz El sue?o de la Esposa

Cap?tulo

V LA PUESTA EN ORDEN DE NUESTROS PENSAMIENTOS 69 70

?Nevermore?

75 76 80 81

Par?ntesis pedag?gico Notas y p?rrafos VI. El trabajo del trabajo

95

Los cuadernos de cabecera Los que no escriben nunca La nota y la rosa de los vientos Sinopsis

95 99 102 105

Cap?tulo VIII. FICHAS, NOTAS Y CLASES

108

ejemplo de Stendhal Movilizaci?n, desmovilizaci?n ?C?mo clasificar? Apolog?a del dictado ?C?mo seguir las clases? El uso de las cenizas

108

Cap?tulo IX LA ESCRITURA Y EL ESTILO

123

La uni?n del fondo y de la forma El estilo y la econom?a del esfuerzo Que lo excelente cueste menos trabajo que lo mediocre Estilistas y redactores Consejos a un estudiante

123 127 128 132 136

El

56 58 63 65

De lo monstruoso a lo l?cido La doctrina del p?rrafo

Cap?tulo VII. G?RMENES Y RESIDUOS

68

111 113 115 117 120

Capitulo X EL TRABAJO EN EL ESTADO DE FATIGA

Cap?tulo

Y DE SUFRIMIENTO

VI. LA LECTURA COMO ENRIQUECIMIENTO

DE S? MISMO

?Rechaza la sed de libros? Saber detenerse Tener libros de cabecera La novela y la historia Los libros de verdad pura Los libros de religi?n

83 83 85 86 88 91 93

El trabajador en una celda El esfuerzo sin esfuerzo La copia, remedio contra la angustia Consejos de un enfermo grave En la noche de la mente

138 138 139 142 145 147

Cap?tulo XL FRAGMENTOS DE UNA CARTA A UN JOVEN DE ESTE TIEMPO

152

8 9

A F?lix de Clinchamps y Andr? Railliet.

Pr?logo

on las que se des-cubren en ?ltimo lugar; pero las verdades m?s va-liosas son los m?todos. ZSCHE.

nuaci?n del Nouvel Art de penser, publicado en Ediciones Aubier. Su prop?sito es an?logo; ha nacido de un sentimiento de amistad profunda hacia orientade la soledad. Pretende ayudar a. o del ajetreo de la existencia moderna, no han renunciado a leer, a escribir, a pensar. que

saben,

pues

todos

somos,

en

mate-ria

de

conocimiento,

de

estilo

y

de

lenguaje,

unos

que un maestro, en vuestra ni?ez, os ense?e a trabajar. El maestro os da enunciados de deberes; juzga, calibra vuestros trabajos; a veces, y menos fre?c 13

or murmurar a vuestra espalda; d ojos vuestros esbozos. Estos m?to?dos son mejores en mi opini?n que todas las clases del mundo. Y, en lo que me concierne, hubiera preferido pasar, co cartes, que cont? su pro-pia historia antes de explicar su m?todo, citar? algunas ocasiones de mi vida que me han hecho redescubrir las reglas inmutables del arte de trabajar. Si el lector no p de suceder que las reglas que se sugieren aqu? no convengan a todos los tipos de mentes. No he intentado ser completo, sino solamente ser provechoso a aque?llos a los que van predestinada

o a la inspiraci?n. Esta inexperiencia del c?mo hacer es responsable en gran medida de la sensaci?n de desaliento que a muchos les producen sus estudi un?dante que no pensamos tener que ocuparnos de su uso! Sin embargo, con el mismo esfuerzo, si lo aplic?semos mejor, podr?amos hacer much?simo m?s: !Cu?nto m?s agradables mente consciente de la ayuda que me prestaron anta?o algunas obras sobre el m?todo de trabajo y que me han inspirado escribir este libro para completarlas 1. y que creo presentes en las m?s antiguas tradiciones de los pedagogos de mi pa?s. Ver?is en ellas que la mente debe apre

intervalo de tiempo, con el ?n se hablar? del estilo); en fin, que no, existe ning?n estado en el cual no se pueda pensar (por lo cual se hablar? igualmente del trabajo intelectual en la as que se trabaja en el ta?ller de un profesor de dibujo. Este no procede como el profesor de Letras o Ciencias. Se le ve actuar. Se ejercita uno a su vez a

langes.

15

CAP?TULO I

Mirando trabajar a los dem?s

siderado mis hechos y toda mi obra nada m?s que simb?licamente, y me ha sido bastante indiferente saber si hac?a jarrones o fuentes. GOETHE .

to a la pedagog?a de nuestra infantcia es un sentimiento honroso y necesario. Una pedago orpe para que pueda alcanzar su propia talla. El fallo de una educaci?n sistem?tica es el no producir m?s que un hombre-ni?o, tal como suelen serlo los p maestros, sin los que no ateria refractaria. El contraste es s instruye porque nos da algo. Nos excita por lo que le falta y por ello nos invita a ser nuestro propio maestro interno. mitad de la vida de un tiempo de ocio y de vac?o que permita repasar largamente la primera etapa, para juzgarla bajo la mirada de una mente ma-dura 17

caracteriza por lo que reconstituye m?s ses, un club; los polacos, un ej?rcito o su n?cleo; los rusos, un pueblo; los musulmanes, un sitio de oraci?n. En nuestro caso, Io grande es el ansia de este pueblo franc?s por el saber met?dico. En la juventud, se trabaja solo. La bi?n ver trabajar a los dem?s. sin embargo, baja no le gusta ser observado; sin duda tarse tras esos gestos que le delatan y que tanto le ha costado aprender. Pero los otnocido estas ?pocas de vuelta la ni?ez. Quisiera decir locontemplar que me hanlos ense?ado de reclusi?n al trabajo de la mente. dable, acomo notaba Descartes, trabajoscinco m?s a?os sencillos, buscar respecto su parentesco. Cada uno de nosotros es com caracteres de es estos tas de oro, la figura misma del viento. que ese bre nos hasta han hecho escoger tal profesi?n, momento limitado No ser?a sano verse a bajo otro aspecto y la decirse: ?Si yo fueraatenci?n, alfarero, ?c?mo trabaja no son bernar?a??, indispensables, o al menos que unos potcos podr?an para salvar en s? al qu? es lo que sabe y qu? es lo quelaignora. prueba de de quesusepropia sabe algo, consiste enentre que se puede ense?ar. he dado cuenta,de gracias niendo menteLa por encima obra dice y deArist?teles, todas las obras. Hay nosotros muchas Me menos diferencias las q y ni una mesa tranquila,admiran ni rinc?n de paz, sino artilleros, se alun ver la facilidad gota, con largos intervalos. Si nos hubieran dado la estilogr??fic?, al mismo tiempo, enton?ces sucumbido de n suma, los oficios valen por loselcuadernos esp?rituy losylibros el todo orden interior que se habr?amos pone, ejerci?ndolos, aqu? hombres de veinte un a cincuenta a?os de cogidos la en la mismafuerza de edadque y mente orden, manerala ritu y una fe. El trabajo intelectual Conoc?a ber. Est? orgulloso dad, pues tiene miedo de que el eclesi?stico o el financiero le 19

de

ello,

incluso

l, nadie lo hace al salir de la escuela, pensaba yo.

nosotros, los intelectuales, el apreciar el trabajo art?stico. gusto por ese trabajo art?stico, aparentemente desordenado, para ense?arle los horarios, las reglas, las buenas costumbres. Pero, cuando se llega a la edad adulta, es bueno saber que hay muchas de operacio?nes recitar verbos, hacer ejercicios gramaticales que exigen la hermosaun c os una serie arquitectos ocupaban, obligadas: en el campo de esos prisioneros, un lugar muy poseer pintoresco: altura, debe serhab?a mantenida igualmente, comoendec?a Esteban por encima su obra. En ya que seaense?a laico en o eclesi?stico, ces obras. La pila sido recubierta y transformada una mesa inmensa,Pascal, muy conveniente para de los arquitectos. Yonuestro admiraba clero, su trabajo, tan gran medidaesta lo quesegunda es la obra vi de tambi?n sus faltas irremediables: hacer es tambi?n un sac vez, y, si se decide a reserva de disimular las partes mediocres. El partido de la arquitectura se encuentra lo cual no hay acci?n posible. La catedral de Notre-Dame es un partido

pueden tra-

r y de la prisa, ensayando con gente menuda las r?plicas de sus personajes. Habr?a que vivir en medio de la familiaridad de una compa??a, que era una actuar en un teatro existente, viejas tablas, los decorados ensayar (cuando est?bamos comprender a diversos una obra moderna, sino simb?lica, como la Noche de tos ?compa?eros de juego? que constaban de un arquitecto, un artillero, un sacerd , y bellaartes, a la vista en cualquiera de sus aspectos. Todos deber?amos, me dec?a, y queimitar a estos artistas s?lidos y no no contentarnos jam?s con proyectos hayva memoria, nervio del on la condici?n de este otro hombre al que se representa. Hab?a le?do que Mo?li?re de su genio a que hab?an vivido en el cuerpo, paray Shakespeare deb?an una parte obtener todo esto siendo adem?s trasponer, en la medida de lo posible, a todas partes. El trabajo no se hac

compa??as que algunas s?lo ten?an de compa??a el hombre, tal ntonces de un negocio, no de un amor. En este ?ltimo caso, todos se desvanec?an ante la obra teatral, y no conoc?amos siquiera el nombre de los actores. reinstaurar en la com?n. Anta?o no ten?amos tanta preocupaci?n por ense?ar a los

como ni?os

sucede mayor a

traba

secreto,

en

?ste

y

aqu?lla,

consiste,

creo,

en

obligarse

a

ciertas

aplicaciones

muy

precisas,

de la mente nde tambi?n sucede, como en todo compa?erismo, que ?ste ve lo que hay que hacer y que aqu?l lo hace: a cada cual su papel. o entre esos burgueses que Un fabricante de zuecos que tornea mal un tac?n tiene la ventaja de ser castigado al momento: el cliente no volver?. En las profesiones de pura mente se empe?a uno a s? mismo sin arriesgarse En esta l?nea, profesi?n de los grandes idealistas ?a los que se idades de no volver?. Se reconoce en estos puntos de vista los principios

z. Sin embargo, ninguna profesi?n es m?s favorable al pensamiento que la de las armas a causa de la alternancia entre la acci?n m?s viva y el ocio absolu

ey.

se

trata

este

de m?s

c?rculo

por como

persuadir. la

?ulic

Tambi?n, alusi?n, tan ?til a umentan. La de cima ser?a el no hablar m?s que por medio de gestos, medias sonrisas o gui?os. s la facultad tener experiencia. Nuestros ej?rcitos modernos, en constante tarea de rejuveneci-?miento, obligan al hombre de armas, aunque sea gene dificultad del trabajo de la mente lo concreto se de precedentes que Deben juzgar una or que no hab?a sido hecho para iempre a lo que son ahora: se pide en ellas menos conocimientos que un cierto arte de expoadquiere en la na mente joven y que los estudios de Derecho, aunque sean en su comienzo an?logos al tipo de los estudios medios, deben dejarse para despu?s del ba?

una feliz experiencia, y que habitualmente s?lo los religiosos pueden llevar a cabo, el vol-

inesperada del entonces pasa sobre la bella y so?olienta provincia un sop , durante el invierno, met?a el carb?n en la antigua estufa. Se dir?a que ning?n progreso, al igual que ninguna regresi?n, eran capaces de tocar esta vieja ad ormecidas y de hab?an sus recuerdos sido sobre sustituidos la historia enpor una edad cartones, en la que que se sabe oscurec?an por fin lo que quiere el aula, decir la historia. aunque A veces estuvi?semos voy a ver c?mo en se el realizan pa?s ex?menes de f?ciles, la tales luz. como El losdirector del bachille con el estrado,antiguo con la c?tedra y, sobre todo, con el encerado, que es su altar. Me gustaba inscribir con monasterio tiza en el en?cerado m?ximas verdaderas, simples y esenciales, que me edu?caban tambi?n en todas partes la misma dificultad de rutina. De un lado, los progra?mas demasiado cargados y, como compensaci?n, costumbres morosas. Hab?a noches de verano en las que me sorprend?a

a. S?crates hablaba para el pueblo humilde de Atenas y le fue dado Plat?n. era ense?ar los poco los ejercicios, cans?ndome de ese rojo en los m?rgenes, que nadie lee. Pero ometedor (que suele encon-trarse casi siempre) para que tomase conciencia de su poder y que supiese imitarse en sus mejores momentos. Procedemos turno, un poco sard?nico, volverse hermoso por

descansar. Esto condiciona, tal como lo explicar?, muchas de nuestras conductas. As? es penoso visitar ?un estudio? despu?s del ?re-creo?, que aqu? (al m d inmejorable, sin que lo sospe?chen, por cierto, ni ellos ni sus padres, cada vez m?s indiferen?tes a los estudios de sus hijos. Pero los profesores s?lo est?n en el liceo durante la hora de las clas

o. el

ba?chillerato. Se llega a ellas despu?s de un a?o de proped?utica, examen que se hace las monedas, el bachillerato se ha desvalorizado. Ha habido que i son obligatorios. Excelente reforma que pone al fin en pr?ctica esta idea profunda de que la iniciaci?n es indispensable a toda bella obra, que hay que sa

lizar al m?ximo el poco

no

de sus aspectos, el trabajo intelectual tiene relaciones con espiritualidad. S? muy bien que hemos perdido el sentido de esta poca padece de esta separaci?n os de proped?utica.t?cnica y la mente. Hemos ido por el nuevo saber; que se concentre, que se discipline, que entre la abundancia de lo que se propone intente definir el estrecho campo de aquel distinguimos los deberes de la ?n. Puede ocurrir que los horarios de clase sean cambia-dos y que ocupen el jueves entero, el s?bado por la tarde y las veladas de los d?as normales l medio de asegurar el susten mos de la libertad pura. Y hay que recono?cer, ciertamente, que en las profesiones inhumanas ?n lugar para la mente. Hay que entregar nuestro cuerpo y nuestra alma a la m?quina o al p?-blico, durante ocho horas, com Gracias a los dioses, las sectores libres. Y hay bellas timolog?a de profesi?n. sobre todo en la fase del estu-diante que investiga, est? entre las m?s libres y bellas que se les pueden proponer a los j?ve y creo que Virgilio, en las Ge?rgicas, hab?a pre-sentido esta eran en absoluto escrito-res, aunque hayan dado modelos en el arte de escribir. ?Pero cu?ntas par?bolas enigm?ticas podr?an f?cilmente transpo?nerse 33

CAP?TULO II

La preparaci?n del trabajo

bueno que hay que esperar a la siega para separarla; ese consejo de dejar descansar la tierra, que ?fructifica por s? misma?. En cierto sentido, las reflex

?Vigila

las de

preparaciones,

cuida

este ritmo

de

punto de aplicaci?n

Parece que el primer consejo que hay a es el de entrar primero en el conocimiento de s? mismo, lo cual no consiste mergirse en el abismo interior en el que no se ve nada, sino en volver a pasar por la memoria lo que se ha hecho dur ado de verdad, en discernir en qu? se ha acertado. Este reconocimiento de sus ario, pues las ideas m?s tontas son los programas hacen creer que nuestro op?dico. La le. El d?a en que estamos seguros de os m?s sobre lo que ignoramos, e nquilos: bastar? con poder hablar de ello. Con algunas lec35

los

aut?nticos satisface

artistas m?s

el car?cter tan desprovisto de inter?s de lo q laborables dealuna jornada de hombre, de las descuentan el de sue?o, los cuidados los desplazamientos, r?a sensible lector la ope-aci?n misma del que arte,setan agradable ver palpitar bajo del unacuerpo, obra, como su respiraci?n.los deberes, se da uno cuenta de que n de los hombres consiste en que utiliza con elegancia lo que sabe. Lo adapta maravillosamente. Benrubi ha publicado un libro sobre las entrevistas con las que Bergson le no tienen enmanera misma que reproch?rselo? qu? alimento de un artista es como se discierne mejor esta mezcla de riqueza y de las puede obtener de lo que le ofrecen los azares. Observando el trabajo f?ciles y pobreza que es propia de todos los seres El pintor no y de escogiendo bachillerato lo que puede tentar a una jo-ven mente es en el fondo de la misma naturaleza

ibir alguna verdad?. La mente es una potencia perpleja; cuando sabe por fin en qu? debe in?teresarse preferentemente y hacia qu? objetivo debe dirigir

lo la

que atenci?n,

y

punta un

(acies cono

que es obligado actuar que el monitor debe o bien exigir un esfuerzo sostenido, o bien hacer descan?sar a su gente: ?No hay situac ente definidos, evoca la prudentemente, concentraci?n dedice la atenci?n sobre los nudos de un problema. nto central de un pa?s. Se siente cu?nta seguridad y sencillez proporciona la existencia de este punto central.? O tambi?n: ?No es con un gran n?mero de e estropea la sustancia del tiempo y que no da alegr?a ni en el esfuerzo ni en el descanso. !Pobre especie pensante! Le preguntaba al censor: ??Pero por qu? les tiene tanto tiempo en estudio?? E nado. Entonces vale m?s dejarlo, buscar un relajamiento y volver a empezar un poco m?s tarde, dejarlo y volverlo a co?ger, igual que se inspira y se espi del estas

descanso,

de fases;

la

en paz

un

estado activa,

de

lucidez

despu?s hacer jam?s que a las seis o, al contrario, lla palabra de tarea. Payot nos habla de Zola o de Flaubert; nos presenta a estos centauros trabajando durante diez horas seguidas, no porque hiciesen u no santamente agradable, apli?car en ellas ese man? del hombre que se llama ?su posible?, y dejar lo dem?s a Dios, para que lo remedie. servado. Pero en la vida moderna, en la que todo empieza tan tarde, es muy dif?cil acos?tarse, como los frailes, a la hora del crep?sculo: los atardeceres hora. !Y hay que contar a?n menos en la tierra! Despu?s de veinte minutos todo se oscu-

n que peque??simo instante despu?s de cada golpe de remo. Lo que importa es conocerse y aceptarse; todo enhaber sondeado su propio poder, como si se tratase ella d obli?cuos

del

atardecer

i?n min?scula, como a Rilke, exigua, mon?stica y con una vista insignificante, que les su?merja en su interior, y otros, contrariamente, como Sertillan?ge

causa es

trabajos France de esa educaci?n, propicio?

sino

a

pesar Y

de

humanos dec?a: ella como muchas

a

menudo

han veces

podido

cre

favorables no objeto externo que posee en abundancia. a la cosa, es el genio. Siempre que ree en la ?poca de su mejor cosecha, empleado de la Agencia Ha-vas; Claudel, un diplom?tico, que habr?a podido decir como Lamartine que la poes?a no le h la renovaci?n de puro), subprefecto

a-rece ser, ir con Renouvier a ver pasar el tren en la peque?a es?taci?n de la peque?a ciudad de Prades: el tumulto de este cuarto de hora era propicio a la comunicaci?n. Varios enten?dimientos ero que obliga a hacer gestos sin aplicar en nto no podr?an trabajar. Y ?sta es quiz? la idea de Descartes, que hu?a del campo, en el que se recibe a fastidiosos vecinos que hay que aguantar, prefiriendo la gran ciudad holandesa con el mente. A condici?n de no estar de?masiado absorbido por ella, y es triste comproba

to

como como

los

me?diocres.

La

siempre CAP?TULO III fuerza de una tentaci?n

El esfuerzo profundo

cuando no consiste

se en

la

mueca

del

mal,

sino

en

la

s

e un plano a otro. La inteligencia tiene tendencia a mantenerse en el plano de las simples ideas o en una idea, es la idea est? ah?. El hecho puro no existe: lo que debe ser o en tanto que nos sintetizar una multitud de hechos. En un dibujo no hay una l?nea general: es la curva de esta nariz, la inflexi?n de es-tos labios, la ondulaci?n de esas col el de ponerme a ello. r, de la que es consciente que no se repetir? una segunda vez. e ret?rica hab?a reducido a cinco grandes tipos hillerato bastaba, despu?s de haber reflexionado, con ver si se trataba del tipo A o del tipo C; hecho esto se desencadenaba el tiro de la bater?a apropiad se atraen mutuamente: buscar tinta, leer un peri?dico, escu?char los sonidos del mundo; referirse a precedentes, acordarse de la ?ltima guerra; telefone

adespu?s de la palabra, apliquemos que co?mienzan los principios la al frase, casotal siempre como la nuevo comenzamos e in?dito,todos haci?ndonos en la vida sinco?rriente, cesar la pregunta sin saber sobre c?mo el se fin,desarrollar?, que el cerebro sobre nosqu? hace orilla a su abor?dar?. vez.? Est color no llama es en laun paleta plano a otro detallado color, no ni porque un este color an?lisis se halle hecho en de el paisaje, antemano, sino a un sin estudiante que del labios.

una dicen este

direcci?n que

general, su

tenga un esquema mejor que un plano, y l?ncese a pecho descubiert orden es imtperfecto, d?gase bien que otro orden famoso problema de la copia a limpio. Nunca he pensad de un examen. M?s vale reflexionar primero y lanzarse de golpe a la aventura escrita. La obra provienen de un mismo gesto. Los proyectos son necesa?rios, y los ?xitos los obtienen los quedar flexible y libre, dispuesto sisten a su vida, al mismo tiempo que la dirigen. e renueva las cosas? e dan mal. Mis primeros maestros no me explicaron nunca de ejemplos, qu? se trataba, ni por d?nde hab?a que arponear los temas, ni que el mis?terio de las mate encia. dif?cil del arte reside en la ejecuci?n. No se puede ense?ar inteligencia, pero se puede mostrar hacia qu? punto hay que dirigir la mirada para que la inte

cientemente esta bella regla na a lo desconocido?

g?as me

he

dado cuenta de que cuando observan con cuidado los lugares en los que dos capas distintas se encuentran yuxtap tre apretados de lasserobras de Plat?n. Le expliqu? el motivo que me llevaba apara ?l: ??Hay que leerlo todo? —!Ah, desdicha a los que reconoc? a los bata?llones de esto convertirse de metamorfosis son significativos, Se nota perfec?tamente, cuando se en tener temas o ideas como por medio de un pasaje que manifiesta en esta capacidad de las transicio?nes. Y la naturaleza es desesperadamente art?stica ba inuidad. Instalarse en una sutura es tener la suerte de penetrar en alg?n secreto de creaci?n. nan la mente y facilitan su trabajo son los per?odos de transici?n y de revoluci?n. El estratega aconseja atacar el ej?rcito de los enemigos aliados en el punto de uni?n de sus dos fuerzas: lo mism las articulaciones, los en-ganches constituyen lo m?s instructivo: por ejemplo, cuando de la materia parece brotar la vida, cuando de la animalidad de los grandes simios parece surgir la human er de una sola experien?cia que fuese recogida, repetida bajo diversos aspectos a lo largo 53

e pasar a otro campo sin profundizar, pasi?n que nos han dado quince a?os de colegio. Pero a puede recorrer su c?rculo y no saber siquiera que se encu Entonces escoger? un punto de la circunferencia, har? emer-gen los radios; llegar? (d?mosle todas las oportunidades) al centro O. Comprender? entonces que estaba en un c?rculo; tendr dispersa por la superficie e todo difiere de todo, y al contrario, la otra nos hace volver al centro y sentir con encanto y con paz el parecido que las par-tes de la experiencia tienen

el famoso precepto: pensando siempre en ello. P ?a profusamente, lo universal. contiene lo universal en potencia y que son suscepti?bles de d estudia la forma de llama la atenci?n en ? otros campos; de este modo las secciones de cono, el tri?ngulo aritm?tico, el experimento del Puy-de-D?me y tantos hechos sacados del orden humano, preguntas planteadas sin el hombre puede propon?r?sela durante su breve existencia. or el vecino y ver entonces la convergencia de to-dos estos esfuerzos. Esto impone un esp?ritu y un deseo comu?nes; esto implica tambi?n que se tenga la misma clase de lengua. r m?todo para conocer consistir? en seguir el circuito de la circunferencia, en pasar por todos sus puntos. Es precisamente el m?todo enciclop?dico el que escogeremos en

CAP?TULO IV

El monstruo y su descanso

principal. de

Y

aunque escombros de

lo

fuese y

por

u de

todo despreciar a las mentes atentas, acordarse de ajones. Aseguraba que era ?til poderse dormir en las batallas. Cuando se ha dispuesto todo, cuando se han dado las ?rdenes y todav?a no se pueden apr la maduraci?n. Mu-chas ntos llanos que est?n como pintados cesariamente imperfecto. Tanto en las grandes empresas como en las peque?as, la actividad es se-guida por un abandono. Emprender, interrumpir: dos accio?nes que ser?an muy dif?ciles sisob la n as durante largo tiempo, dejarlas, volver pasado sobre ellas. Hay que decirs mente a ellas, expresarlas al fin lo m?s tarde si posible, cuando su existen-cia hubiese solamente que

atentos

a conjunto

los de

nosotros de

largos ser, la se del

mismos, nuestros

intervalos zonas conciencia. madura descanso

de in?tiles,

La

pequ noche

sencillamente es

evitar

duramos.? Tan cierto es que resulta dificil llevar un pensa-miento, un proyecto, un sentimiento, hasta ese grado de desa?rrollo total que es la maduraci?n

riencia. En literatura tam-bi?n existen t?cnicas, m?todos, que resulta ?til conocer y aprender de los dem?s, so pena de perder un tiempo incalcu-lable de nea, creo yo, pues la aut?ntica originalidad se desarrolla a partir de una cultura y a partir de la nada, y el talento, cuando existe, no puede obte?ner de t ente, pero me ense?? c?mo puede uno ponerse en el estado m?s favorable para or?ganizar la obra de arte. Cuando llegu? a su lado ten?a la ab-surda id consiste ennunca saber separar en fases no cree encontrarse uno las las condiciones necesari estado de ocio puede progresar en clase bastarda partes inacabadas. EsteEn cap?tulo estas doslaprimeras sos. lugartrata de de orientar mentefases. hacia la proa del barco, siempre miraba a popa. Nin?guna soltura, ninguna libertad, nada m?s que una tranquili-

r? aceptar o rechazar seg?n le plazca. Los lite-ratos no tienen una disciplina semejante. Y es que en el arte

? absoluto, que unas veces terminaba en el rechazo y la papelera y otras en una redacci?n seca y dura, destellos que me encan?taban durante un mome andalic? al principio, pero mis ideas cambiaron mucho con el tiempo. y que garabateaba con un l??piz en un pedazo de papel o en la solapa de un sobre... Era el bot?n que tra?a de los largos paseos que d?bamos juntos po cre?a un rel?mpago m?s igual que ocurre cuando al dormirse con ciertos pensamientos se le que h?b?a-que buscar era indicaci?n precisa, y hinchando poco a poco con todo lo que aportaban los minu?tos afortunados de su meditaci?n. hecho, de la pesadilla del apocalipsis, tan cerca tambi?n del pensamiento nuevo, nunca sospechado ni percibido hasta en?tonces, y que solamente llega

n

cuanto

se

presenta

o poder. La mayor parte del tiempo desconocemos nues-tras riquezas: sabemos m?s de lo que creemos saber. Un mons?truo se alumbra en el dolor. monstruo debido al ingenio: los Pensamientos de er? para vosotros una arcilla originaria. No sabr?ais creer en la ventaja de tener una materia prima resistente, a la que pod?is aplicar aparecido con en 1806 esperaba el momento del ingenio para es?cribir... Si hubiese hablado hacia 1795 de mi proyecto de es?cribir, alg?n hombre sensato me habr?a existir? Pascal, ba en est? cesta ciertos desarrollos continuos, que eran como fragmentos venidos del futuro (un brazo, un busto, un su monstruo aciones, ?sus humilla?ciones, porque ?l se ofrec?a a las inspiraciones?. Todo estaba all?, en esta mezcla confusa de la vida, que encuentra su v?a en med

o el valor de vencer su pereza de escribir si no se hubiera dejado tentar por un l?piz bien afilado, por una hoja de papel en blanco y si no hubiera empeza

no

se

parte

de

una velo

masa

que

cambia

entre

vuestras

ma-nos.

Se

tiene

a

?rad?jico? Porque la atenci?n est? forzada a ser digna. Como se sabe que no se puede volver sobre ello, se decide fr?amente no tener remordimientos y corregir el pasado, no volviendo a ?l sino

or es dejar que la obra se componga y se ordene ella misma, y sobre todo no hay que forzarla. Y tomo tambi?n esta palabra en el sentido que le dan los horticultores: se llama cultivo forzado al

ucede que un gesto, una palabra, un acontecimiento adquieren en este contexto in?terior una significaci?n que nos ata?e s?lo a nosotros. Ocurre lo mism

o quede haga! ados, itinerarios, de puestos de acechos: porque la mente no duerme. ?Yo estaba dormida, pero mi coraz?n estaba des?pierto?, dec?a la Esposa. Es cie estado de la con n?meros 3, 4, etc.), y a su tama?o. lo que se encuentre en relaci?n con este este cart?n. tienen nada.

casi

n?tes

Lo

luminosa, mente

u que ten?a

y

una

esperanza, se casualidad

no pues

dice

precio permit?a

le

tenemos que

qu hay

es

CAP?TULO V

os ?ntimos de su falta de madurez), al igual que el que arrebat? a Bergson el manuscrito de Las dos fuentes, han pres?tado un gran servicio a las Letras

La puesta en orden de nuestros pensamientos

c?mo

oda disposici?n de las materias se podr?a preferir otra distinta y justificarla con motivos razonables. Se trata de no dejarse turbar por la idea de lo m?s pe mismo tema. El pensamiento es musical, imagina temas que se pierden y se recuperan. Pero, ?c?mo conocer tus propios temas? on las notas de Pascal. En ese momento habr?s creado archipi?lagos, aglomeraciones de pensamientos. ahora que los dispongas seg?n un orden. un camino real que va dos a lo que s?lo es admitido por las inteligencias m?s perspicaces. spuestas con orden. Consiste preguntarse si nointerior, se emos obligados a poner al d?aen nuestro indefinido no nos expresar?amos nunca. Es tremendamente trabajoso dedicar un cuerpo a pen?sar, ?cruc o se dejan impresionar reciben una excitaci?n propicia. En la vida com?n suele ser di?f?cil darse estos l?mites, tanto m?s cuando no se sabe nunca cu?nd

s, los vestigios Conocemos de la obra. Ciertamente talentotama?o est? pordignas encimadede las reglas y se liber?ndose ellas. ?!Oh, as como y si lasse tratara fiebres dedepublicar la adolescencia. novelas de el gran admiraci?n y, revela ciertamente, hace defalta m?s gram habili trabajo una

que

h

tela,

puesta a encontrar una excusa, adopta m?todos ri?gurosos y resoluciones heroicas para evitar observarlas, dici?n?dose en secreto: ?Estas reglas son de

?a

haberla

encontrado

en

Ravaisson,

en

Lachelier,

en

P.

Bourget,

y

tambi?n

en

Anatole

France.

Esta

es

la

ley

nservar su vigor inicial. fecta y mediocre; en efecto, el libro estaba hecho, en parte, con las reflexiones y los trabajos de sus alumnos. Lo que a mi modo de ver estropea mucho p?rrafo, cuando tanto para escri durante largo tiempo de las lecturas,

la el elixir gota a gota. La mente es voluble; la atenci?n se parece a un faro que alumbra durante un segundo, y despu?s se apaga y se vuelve a encen?der. Es posible que est? ligada en su ejerci

sonoras:

dicho de Mme. Valmore que cita Sainte-Beuve. o el estribillo, de modo que las tropas tengan siempre la idea de alguna no-vedad, sin lo cual se desesperar?an pronto. Y hab?a que encon?trar siempre ideas diferentes para burlar el fastidio de miento, que el arte consiste en transformar las intuiciones, en conclusiones y que lo ?ltimo que hay que

Edgar Poe recomienda y con?fiesa en sus p?ginas sobre la filosof?a de la composici?n. Poe recuerda c?mo hab?a compuesto Dickens una de sus novelas;

aportaba en la poes?a la preocupaci?n de un ingeniero mec?nico. Se trataba de obte?ner sobre e lector un cierto efecto. Y habi?ndose planteado esto, Po

to. Ten?a que ser una palabra llena de sentido profundo y melan?c?lico, bastante sonora para agradar, bastante corta para ser re?cordada y esperada, b

oncluya-mos

que...,

NEVERMORE

entonces...,

podemos

decir

ca?das se tiene derecho a una lecci?n de andar. . Nos reiremos de un sombrero, pero de lo que nos burlamos entonces no es del pedazo de fiel?tro o de paja, sino de la forma que le han dado los hombres, del capricho humano con el que ha s

mento que utiliza los hechos exige un esfuerzo de memoria y de an?lisis. Siempre le interesa al lector: como dice Sainte-Beuve, s?lo se pinta con detalles. El argumento a contrariori consiste en introducir una ?bjeci?n, en d

rte de verdad que contiene, que es una verdad aparente o secundaria; parte de error. dir? que la riqueza proporciona al hombre los medios de satisfacer todos sus deseos y, por tanto, de ser feliz? queza permite satisfacer las necesidades ma?teriales o incluso est?ticas... ede satisfacer las necesidades esenciales del alma y del esp?ritu. ces, que el rico tiene, en su fortuna, el me-dio de multiplicar su generosidad? queza del magn?nimo le permite multipli-car elecci?n del su generosidad... pri?mer principio es caso ya no es la riqueza la que proporciona la felicidad, sino la virtud. En otras palabras, la riqueza au-menta nuestras generosidades, no muestra generosidad. nto a contrariori es a la vez el m?s atractivo para el lector y el m?s fecundo para el autor. Pone en juego la finura de la mente y ayuda a trazar la stacar lo que es justo en lo equivocado, quiero decir: la parte de verdad contenida a nuestro parecer en la idea de nuestro adversario. mos, sin posibles embargo, que haya que y loaplicar estos m?todosdespu?s a cada p?rrafo. Se t?pico, pueden comparara andamiajes los ejemplos un ejemplo significativo cavan hasta el fin.tres Sin embargo, de analizar un hecho es conveniente mostrar que se c mente.? 79

o que daba Taine a su so-brina Chevrillon: me resulta m?s ?til para escribir, y sobre todo para volv pio de cada uno de mis cap?tulos) y la hago no al empezar o al haber terminado, sino a medida que escribo, despu?s de cada punto y aparte o p??rrafo, p?rrafo el sobrante que La volve-remos a encontrar m?s a menudo en el cap?tulo siguiente. In?diquemos que lo que era excelente en B?zard contra la l?gica, contra la claridad, contra el este resumen ossugiere con motivo de y todos estos esquema. Una ficha deb?a o. Esta idea deb?a s un resumen, que no con?siste tanto lo de alto de la p?gina adyacentes, o ba?sada en dos o tres ejemplos, entonces en sacar de la

esencia de las cosas, a elevarse hacia ideas abstractas, pero que no eran abstractas, conocidos o desconocidos. Era como volver gusta el trabajo guardar en su posesi?n pont?neo, aunque sea ex?celente, aunque sea seductor, no me parece nunca suficiente-mente m?o.? te el combate para sostener una parte d?bil. esta b?squeda de m?ltiple: ense?a a resu?mir. El segundo ense?a a conseguir lo m?ltiple a partir de la unidad: ense?a a desarrollar. Ahora bien, resumir y desarrollar son las un placer. Y, sin

CAP?TULO VI

La lectura como enriquecimiento de s? mismo

s, sugestivas, deber?amos agrade?c?rselo al autor y hacer como si no se hubiese escrito el resto. Los mejores de entre nosotros saben bien que sus pensamien?tos reconocidos como los m?s bell

re-ciar el contenido de una obra solamente con hojearla. Supri-mid de la vida humana los trabajos, las preocupaciones, los cuidados del cuerpo y del mun

libro para hacer de ?l alimento del alma, aconsejan pa- digno de cr?dito os dispensan de ello, sobre todo si es amigo vuestro y si ha visto por vues?tros ojos. Eduardo VII, que, al igual que todos los hombre jero reconstruyo yo misma imagin?ndo?melo.? bro sobre que pone dedo. nciencia de loelque siente unoun mismo que tratar de recrear en s? lo que sinti? un maestro. En ese esfuerzo profundo es nuestro pensamiento el que ponemos, con el suyo, al d?a...? m?rgenes, para que escrib?is vuestros pensamientos entre los suyos. No hay nada tan emocionante como un libro abierto por la misma p?gina bajo la mirada atenta, mientras se espera el ruido d mbi?n es dificil.? hace pensar, no leer?amos nunca. Se cuenta de un padre del desierto que, queriendo meditar sobre el Pater, no hab?a ido m?s all?, al cabo de varios a?os, de la pa-labra ?Padre nuestro?, que lo s y se han mirado los ?ndices se cono?cen por completo?, pues el resto hab?a sido a?adido chartae implendae, para cubrir el papel. Y M. Lavelle, que recuerda este pensamiento, dice tambi?n qu de excitaci?n prestarle el sonido de la voz, la suya pro-pia y a veces tambi?n la de otro. Se dice que-los antiguos, in?cluso cuando estaban solos, le?an

ctos. Y a menudo los mejores libros, los que m?s se han copiado, tienen grandes defectos, tal como se ve en la Biblia y en Plat?n. Por lo dem?s, el que co jud?os, como algunos cristianos, como el se?or de Saci, al que la sola lectura de San Agust?n propor?cionaba suficiente formaci?n como para contestar a

ieran nada que ense?arnos. El libro nos coloca en el centro de una mente que nos es extra?a; nos da su misma esencia. Hamaque haberse ejercitado en fica que todas las p?ginas de esta obra ser?n nuevas, personales. Un libro no es nunca atrayente o interesante por igual; se com-pone, lo mismo que la v

toda circunstancia de darnos medio del relato de una vida ejemplar; los qu a nosotros y que los que nos hacen participar en otras existencias, en otros medios y en otras ?poca bello es quiz? el que que se publica despu?s de li?bro sea suficientemente antiguo para que no se relacione con nuestros detalles presentes por ning?n lazo, y que nos haga sentir que lo que nos conm en en la vida co?rriente, sin modificarlos, aumentarlos o disminuirlos, y ajustar el azar mejor de lo que lo hace la vida. Al hacer esto se va en direcci?n a la verdad. En el fondo el arte del narrad amos consultar. Se parecen a esas personas que nunca vamos a ver, pero que nos hacen un bien sencillamente por existir, y porque sabemos que con s?lo correr un cerrojo las podr?amos visitar laridad de aventu?ras extraordinarias?. La imaginaci?n de los novelistas no in-venta la realidad, es un tipo de observaci?n m?s audaz. Disraeli, despu?s de cada una de sus experiencias pol?ticas nte, m?s razonable, tal como Pascal ten?a a Montaigne a S?neca.? Es beneficioso tener al lado al ser insolente que despierta vuestras partes d?biles y que os obliga a buscar pruebas, el que ve os por

a ciencia descriptiva—. Toda historia contiene series, enumeraciones, recuerdos de fechas, detalles puestos en el mismo plano que las l?neas cumbres, u a, como dec?a Joinville, ?en habitaciones de mujeres?. varios siglos bajo la misma mirada. Y sin duda los eruditos no se atreven a hacer estas s?ntesis. Ocurre en nuestros d?as que escritores-historiadores co en ellos, bajo la diferencia de las costumbres, el pare?cido de la naturaleza humana; para estudiar como en el labo?ratorio los problemas fundamentales roblema planteado en la p?gina anterior; pero esto no es m?s que el mecanismo de la narraci?n; lo dif?cil es saber deslizar, en esta m?quina de perpetua posposici?n, una verdad, un car?cter, un los personajes, e incluso el autor, no deben pensar en ello, lo mismo que los actores no deben pensar que se les con-templa y que representan un papel.

las

amos

dem?s a

Ravaisson,

a

decir s?l? a

buscar siempre bien es que en estos trabajos exactos que componen la cien-cia o la cr?tica entran c?mo muchos s?mbolos, mientras que la obser?vaci?n de la naturaleza humana de olvido en que los que se traicionan. En los alibros de pen?samiento comocomo la Etica o la Evoluci?n creadora, se es-conde, un sistema a omo-mentos es una m?sica interior, se engendra f?cilmente s? misma. Hay algunaspuro, lenguas, la germana, que son tan propicias a crearbajo abstracciones, q

t? es?crita por el Infinito para ?l. Tiene incluso la idea (irrefutable) de que si el Esp?ritu ha inspirado a Isa?as, este mismo Esp?ritu ha escogido este precis

edida en que es capaz de atenci?n y de silencio. A menudo se ha observado el parecido entre la atenci?n y la oraci?n. Este parecido se olvida por las dos partes, pues los cre?yentes se dejan llev odo m?s excelente que conozco para evitar colu?siones fatales. Por ejemplo, la ?levaci?n de todos los ciudadanos al rango de noble, de todos los hombres al de ge?nio, de todos los fen?menos a conjunto de todos los g?neros de libros, excepto el abstracto. Contiene bajo un peque?o volumen todas las es?pecies de palabra, desde el c?digo al canto amoroso, pasando por los tranquilos pr la primera con inteligencia, y la segunda, la nuestra, con fe.

aconsejaba recoger los pedazos? Son los exegetas, a?n m?s los m?sticos, los que deber?an explic?rnoslo... Pero, en cambio, est? suficientemente claro q

espejo

en

tu

llevar un diario eos, a bordo. porque en nuestros d?as nos gusta lo que se le ocu?rre a un autor al momento, sin correcci?n ni compostura. Pero cada uno de nosotros puede obten o mismo la mente que vuelve sobre el acto, tal como la refle de que el resentimiento no es el sentimiento. Esta ellos s?laba re intro-duce la idea de una acci?n demismos, hab?a dejado ver en los incidentes de los patriarcas, y, particularmente, en el momento de la vocaci?n y de la muerte. Cristo, dec?a New-man, se manifiesta en el recuerdo. Ausente seg?n la apa

bi?n les ha sucedido a muchos, despu?s de haber escrito en un cuaderno lo que cre?an su ser m?s ?ntimo, darse cuenta al cabo de unos a?os de la banalidad de sus anotaciones. !Si bastase con s Se puede igualmente mezclar estos extractos con informes sobre

, para volverlas a encontrar varios a?os despu?s y para decirse: !He aqu? lo que me hizo feliz! !He aqu? por qu? llor?! Esto ense?a la inestabilidad de los sentimientos y de las cosas...?

entido seg?n el momento de su propia vida en que las rememoraba. Y, por ejem?plo, en el momento de su propia muerte, si hubiese vuelto a leer cierto sentido; vuelto a leer en 1945 recibe otro distinto; vuelt incambiable, es una arcilla bastante h?meda, propia para recibir distintas for-mas seg?n el estado de nuestra alma en el momento presente. todos los d?as —dice vida escrito el diario de —parte queahora el dic?cionario posee, como todo nte. Si hu?biese mi vida d?a a d?a, tendr?a Larousse. Una palabra escuchada, y !he aqu? reconstituida toda una da: losnariz como Francisco I, se acaricia la barba y se hace el gracioso paraque portera dice: Enser los bancos se mete el dinero `a contra gotas'. El profesor X tiene una gran caerles bien a los estudiantes, et arios. no dejar escapar nada de lo que vemos, tendr?amos material para varias novelas. Uno de los secretos de varios novelistas consiste en no dejar que se pierda nada; no hay minucias para ellos, n

mpleta-mente distinta y a las que la escritura desarma y dispersa.

le?a peri?dicos; resumir. Nunca daba dar.cosas Encontraba ventajas en este filtraje trav?s dePoco otra importa mente, com eNo trabajo ingrato de se serlos unhac?a autor.leer Me ybasta con pensar: y he con?ferencias; observado que las en hac?a todas las la forma me en-se?a m?s que laa materia. cas

es y para doblegarse ante el doble rostro del futuro. Recuerdo haberle visto cuando ocupaba el Ministerio de Asuntos Exteriores, y en medio de un asunt poco. Los sabios scribe. raf?a, al apartaros de un ejercicio solitario para llevaros a los usos, po-see una cualidad de retraso y de control. ecor?damos, pronosticamos, !y de un modo tan libre! El primer gesto del tirano consiste en confiscarse las plumas, tal como hemos visto en 1940.

m?todos contrarios a. Pero el estudiante no tiene generalmente por qu? hacer obras de este g?nero benedictino, que por otra parte podr?an hacerse en equipo, con un ej?rci hacer cuerpo de ellos, me parece m?s nocivo que ?til. Un co?nocimiento que no puede emparentarse con el tipo de conoci?mientos que nos gustan, que

e se pronun?cia os sostiene, la frase escrita lo hace en mayor proporci?n. El escribir tambi?n os da la seguridad de que lo que ha sido pen?sado permanecer? para vosotros y para otros. Os consu

podr?an ser utilizadas diversamente sobre estos campos de batalla desconocidos que son las lecciones, las di?sertaciones, los ex?menes orales. bastante fuerte y a lo ancho, porque as? es m?s f?cil consultarlas. Notas que no contengan cada una m?s que una sola idea, apoyada sobre uno o varios a las ia: es una reserva que ten?is a mano y que conserv?is a vuestro lado, con el arma montada, para em?plearla en el momento en el que la suerte del combate desfa?llece. Y la mejor guardia es la q en las la que se encon?traban anotados es abusar del pobre, y esto era en?tonces innegable, ya que la plata y el oro no ten?an valor por s? mismos. Se admit?a el inter?s, dice tambi?n mi nota, solamente en tres casos: cuando el benefi

r estilizado) diez o doce mapas de Breta?a. En uno de ellos pongo las monta?as y los r?os. En otro, las ciudades y las ca?rreteras. En otro, los bosques, et ara nada comprar mapas o cuadros. Cada uno debe ser en esto su profesor y su alumno.?

aos al cuadro sin?ptico. As?, para aprender histo?ria, empezad por establecer vosotros mismos (!nada de mule-tas, andad solos!) una cronolog?a sin?ptica; dispon?is varias co?lumnas en un pap

CAP?TULO VIII

Fichas, notas y clases

m?s m?vil, m?s parecida a la mente y a su vivacidad.

siempre el mismo. Por-que si clasific?is vuestras fichas en cajas de cart?n, de madera o de metal, no hay nada m?s inutilizable que una ficha que no tuv proponeros mato bibliogr?fico internacional. nota. Si necesit?is m?s sitio, tom?is una segunda

mato para vuestros ficheros, para imponeros escribir claramente, como si tuvieseis que llevar vuestro texto a imprimir esa misma tarde, ser?a po?sible e

una

obra.

este caso vale m?s callarse juntos. Pero se pueden prestar libros, cambiarse clases, comunicarse notas y aprovechar informaciones de otros. intercambiables con las dimensiones establecidas seg?n el formato escogido para trabajo que el de atraparla al vuelo. La idea nos llega tal como debe fecha, un detalle, ya sea para resumirlo todo, El destino de e ha dado a aquel o a aquella que buscaba. La mente es fu-gaz; no se repite: e os paga muy caro!) para descubrir los defectos y sugerir mejoras. Para ello hay que guardarse el amor propio en el bolsillo y saber querer, cosa que se ve poco.? En cuanto al se?or F?lix Boill perdido para simple. bloque de madera para ha?cer resaltar las l?neas del dibujo o de la palabra que se quer?a reproducir. Despu?s se ennegrec?an estos salientes y se apoya Lo que se omite en ese instante es?tar? omitido para siempre. Pero gracias a ese carnet de fichas volver a copiar, traba ra de su utilizaci?n. Al instante en que la tomo corresponder? sin duda (y quiz? al cabo de varios a?os...) el instante de su uso. Estas peque?as industrias nte una interrupci?n del sue?o, en un inters?ticio de la fatiga, con m?s raz?n durante las clases y a lo largo de una sesi?n de estudio.

no, podr?a imprimir una p?gina cualquiera y, despu?s de imprimir mil o diez mil ejemplares de ?sta, desmovilizar?a cada una de mis letras; las movilizar est?n incluso compuestos nuestros pensamientos? De pensamientos elementales, de h supongamos que destine a cada pensamiento una hoja de pa?pel del tama?o de una carta de la mos y en la medida en que me sea ?til. De este modo, cuando haga una lectura destinada a ins?truirme, en lugar cadade elegancia y de lujo, no tolera la mediocridad. M?s vale no clasificar dato o-tas ?nicamente si se tiene unatemperamento ordenador: por-que la clasificaci?n, como todos los actos nada que clasifica ficha pondr? do en los cuatro bloques de granito rosa que constituyen los cua?tro comentarios a los Evangelios. Ten?a bastante curiosidad por ver trabajar a este erudito. Me imaginaba que en su despacho h

de como que un nunca deotra

su tenemos las

a bastante orden medios para fichas consiste cosa

memoria, menudo para racional, sustituirlo, que

prepararlo, en que

hacerlo se

la no agradable, el puede ser

mult

m

bros m?s sabios que ?ste. de ellas peque?as se?ales de cart?n o de deacero pulido que se llaman marcas de pa a smo paquete de fi-chas distintos ejes, imitando as? el orden de las cosas de la na-turaleza, que no es nunca lineal, sino m?ltiple. Cada cosa, cada ser, cad euforia imprecisa que se desprenden de una con?ferencia pronunciada con arte no basta para instruirnos. cadena sonora de direcci?n crates y a Men?n. Me admiran las clases nuevas, pero me pregunto si los profesores y los alumnos podr?n correr du?rante mucho tiempo a esa velocidad apel permiten, sin modificar el orden escogido provisionalmente, preparar otras series, otras movilizaciones posibles. nen horror a la idea del or-den estricto y que tienen naturaleza art?stica, prefieren ca

o, unas elevaciones y unas aceleraciones de la voz. Se dicen varias ve-ces las mismas cosas, lo cual es una manera de hacerlas penetrar bien dentro de

lo que sale de los labios; se volver? a leerlo por la tarde, o nunca, o antes del examen. Por otra parte, no se in-tenta captar lo que se dice, sino asegurarse ese man? que no se encuentra en los lib

el orador, entonces, siempre con un tiempo , que dicen tres o cuatro veces mismo: este caso, aunqueDe s?lo escribamos una deprestigiosa sus frases de o tres, una clase bas-tante se y vuelve a empezar. ?Quiz? sealo abusar delen placer de ha?blar? hecho, una clase tan no cada suele dos guardar la obtenemos misma sustancia cuando est? desp atiende para su aut?ntica elo?cuencia. Triunfar consiste en a rgson, o la dificultadsede Brunschvicg, o el automatismo ora-torio de Blondel, todo ello era necesario alle e est?Soufflot. recomendado, como al coche que disminuye su velocidad delante de una escuela, adoptar un tono menos vivo, aproximarse a la velocidad un poco majestuosa del que dicta. r, de buscar una palabra, de tener un momento de incertidumbre; y, para evi-tar este bello riesgo, se aprenden de memoria sus sermones o escriben su la Sorbona, que el

el principio Lo que se busca en una clase es la comunicaci?n del pen?samiento, es el esp?ritu y no un de la conferencia. No creo que Hamelin sea imita?ble. caj?n muy informidad. de nuestro

mpo, sufi-ciente distancia como para parecer otro que eraci?n, la escuela o la imita-ci?n; pero todo lo que es aut?ntico tiene el car?cter de un ger?men. Hay que decirle al joven: ?No tires nada; escribe, cons?r

el Estado y la Iglesia), como fueron el Futuro de la Ciencia, de Renan; el Ensayo sobre las Re?voluciones, de Chateaubriand. emas; sabios consejos; al?gunos cantares m?s secretos y que casi no se pueden mostrar (como el Cantar de los Cantares CAP?TULOenIXla Biblia). Decretar?a a los tr

La escritura y el estilo

ncuentra en ?l, o incluso designarlo con exactitud, bastar?a para for-mar un bello estilo y para hacer un bello libro.

o de la palabra o por escrito. En esto re-side el arte de vender, el arte de persuadir, el arte de amar, el arte de gobernar, ?quiz? ?l arte de persuadirse a u s que hacen gala de despreciarla. Hace cien a?os, la meta suprema de los estudios era saber discurrir. Se encaminaba uno hacia este fin aprendiendo la

s Obras de Sainte-Beuve, recientemente publicadas por la Pl?iade, sus trabajos de ret?rico. Se puede decir que Sainte-Beuve, a los diecisiete a?os, ya pose?a su instrumento de an?lisis gr

i?n, fuera una belleza tanto. de Expresar es querer traducir por medio del una verdad m?sno ?n-tima todav?aen que del orden interno, orio, de los por pretorios, los parlamentos, de las iglesias. Pero lo lenguaje que ha sucedido es que se ha puesto su la lugar nada que valgay ym?s queparecida los j?ven mponer es pensar, si es cierto que el pensamiento no se distingue de su orden y de su n?mero in-ternos. miento de la mente que se desvela. El estilo est? relacionado con la duraci?n. Los ?nicos autores antiguos que leemos todav?a no son los que han dicho la

scomponerse en dos momentos, de los cuales el pri?mero ser?a la b?squeda de una verdad y el segundo la traduc?ci?n de esa verdad a una lengu aparecer la que, cuando o a aprender sin comprender, que no se dirija a la memoria constante. Y, ciertamente, tambi?n hay que despertar las sensaciones, formar la iniciativa, a

mo Montesquieu o Baudelaire aconsejan escribir en cadencias impares, es porque una caden?cia demasiado regular cansa a la mente, porque la sorpresa la fascina y porque la ruptura del ritmo

borr?n, el borrador y el plan de otra manera. sncebir a los el pensamientos, haya consonancia! de

antemano,

r a lo vulgar, a lo ya dicho. Hay que adoptar un tono. Este esfuerzo de sinceridad total no admite que se emborrone, que se vuelva sobre lo que se acaba

n. Unoentre de los m?s grandesejercicios estilistas dede estos tiempos me confesaba nece?sitaba paradisc?pulos escribir fingiren el este mal humor. es la cierto que un hombre fuera de s? sigue conservando su estilo! Ocurre bi?n nosotros improvisaci?n. Alain que for?maba a sus juego!Yde escritura concisa,

a,

vuelve

a

to-mar en

en

la

l?nea

la

que hay que partidario de los plan no tiene todav?a aban el tema, se apoyaba en sus brazos cruzados, desde que le serv?an de almohada. Dormitaba du?rante la primera hora, dejando que su mente compusiera a mpezar. Y lo mejor para esto es continuar o volver lo ya hecho. En cuanto al arte de hace terminar, no-tar es muy sencillo: in?terrupci?n. Conv redacci?n de estos fragmentos a tomar perfectos, Jean Pr?vost con consiste raz?nen la que es un la imaginaci?n tanto impresiones

iguo borrador, una p?gina antigua de su diario; o tam?bi?n describ?a una obra de arte, un grabado. Igualmente, pen?saba que la b?squeda de la concisi?

un talento que le era propio. es propiamente un estilista. Val?ry era el tipo mismo del es?tilista. Gide ser?a m?s bien ?redactor?. arte rpoes?a, largo gracias a palabras tiempo pu-ras una y vagas;conversaci?n en el estilo, por lasin alusi?n, por interrogar las formas del nicondicional, re-velar. por las atenuaciones Y sin de laembargo, afirmaci?n, tal como es ?sin n escribir, de pintar. Los oficios de los religiosos son admirables porque la salmodia sostiene los momentos d?biles de vuestra pluma un poco evitando lo vulgar bre de mundo: ?Diga lo que quiera, con tal de que su pensamiento sea indulgente.? hay que saber extender aconsejar a un quiera f?rmulas, sino porque no tienen a su disposici?n bastantes giros y vocablos para desarro?llar lugar que se una idea. ejercitase hacer por el el movimiento de su

Se deber?a escribir como cuando hacemos un? carta o cuando charlamos. Una palabra llama la otra. nos vienen solos,, sin que pen?semos en ellos. La atenci?n no debe fijarse en los pensamien?tos, ni tampoco hay que desear ser originales, sino solamente unir una frase a otra frase, o?r el eco de r?a que poder imitar la na-turaleza, que nos presenta estos dos de caracteres de ser sencilla, s?lida, fuertemucho y, sin embargo, de hacer aparecer, la vuelta del no camino, que asombre. Cada su mercanc?a no ahubiera excitado el entendimiento los grandes alumnos. Ten?a ?xito. Sospecho que laa oscuri-dad es laalgo ?ltima vestidura ni sa repetirse. ?C?sar —dec?a el caballero de M?r?— estaba convencido de que la belleza de lenguaje depende mucho m?s de emplear las mejores palabras que de diversificarlas, y si estaba satisf dos oscuros, observar?is que cada uno de ellos espera en silencio que el otro se haya callado para colocar su canto. que algunos nove-listas escriben primero su novela como una

135 b?a di-cho: el Silencio, el Orden, la Belleza, la Melancol?a, el Encanto, la Sonrisa, Tierno, Fr?gil, Amical. —Fran?ois Mauriac: Infancia, Sue?o, Alba, Sangre, Som?nolencia, Tormenta, Anunc

a palabra menos impropia. Sea elegante sin parecerlo, incluso en sus palabras sencillas. Lo cual quiere decir: tenga la preocupaci?n de escoger. as tinieblas. ar en p?blico, tendr? menos proble?mas de expresi?n que plantearse. si debe caso: !cuesti?n insondable una p?gina, al olvido de las

uno

escribir n, cuando le escrib?a a Henriette. Montaigne hab?a empezado a escribir sus Ensayos bajo forma de cartas a Madame d'Estissac; san Fran nte esperar a que lo que ha procedido de nuestra intimidad se nos haya hecho extra?o lejano. De?ber?amos imitar a las parteras, que dejan al ni?o y cui Charmoisy. El pensamiento sobre el que me pregunta, exige su sustancia y encon?trar la juntura en la que la cuesti?n de otro se convierte en vuestra cuesti?n. Esto se hace, casi sin esfuerzo, en la confiden?cia. Y p en..., por lo cual). Pero la filosof?a debe tener tambi?n su misterio: el estilo filos?fico lo introduce por me-dio de la duda, la elevaci?n o la imagen, a veces ga consigo mismo, una cierta correcci?n de lenguaje. Es siempre perjudicial em?plear t?rminos imprecisos y excesivos; valdr?a m?s hablar en

e. Epicuro tambi?n era un enfermo, sentado en un jard?n de laureles y rosas, levant?ndose de vez en cuando para anotar alg?n pensamiento; Lucrecio m n el acto de atenci?n. Pero las pruebas de esta vida tienen rit-mos y detenciones en las que se puede alojar todav?a una ac-ci?n del alma, con tal de no d

s ideas contrarias, persevera en este rechazo y en esta concentra-ci?n. Pero a este tipo de acci?n de lo consciente sobre lo consciente se yuxtapone y a v como le ocurre al tartamudo. Esto lo saben los moralistas, que

scal, su mejor obra es la de un enfermo grave que garabateaba en papeles suel?tos. Pi?nsese en Marcel Proust, asm?tico, agonizante y que s?lo pod?a e

y el de la virtud) sin esfuerzo, tenemos que haber hecho muchos esfuerzos. este m?todo edad infantil. en la edad ya no e hacer esfuerzo abandono respecto e vuestras gl?ndulas. Est? claro que una consiste en la tentaci?n es dis-ponerse a ceder antes. Por eso sin duda e; en imitar en cierto ?Re?d, re?d?, les dec?a el duque de Nemours a sus hijos, cuando les ve?a en un apuro en el picadero. Consejo que tambi?n daba Juana de Arco al gentil lo que y en

de la memo-ria, a la admiraci?n y mpa?a y consume, que se llama gracia y que es exacta-mente lo contrario del esfuerzo. Por medio de la gracia, la me?lod?a de la medida puede reinar en a

ec?a, cuando se pinta, no hay que pensar en nada, ?todo se presenta entonces mejor?. Quiz? en ese caso el dibujo es un poco discontinuo, pero se evitan

latino y haberlo hecho ?pasar por su aparato digestivo?, echaba un vistazo sobre sus predecesores. ??Qu? dice Delille?? ??Qu? dice Charpentier?? Y a me ido, y basta con un l?piz afilado, con un bloc de notas cerca del sill?n pueden

hacerlo

una

m?quina

o

un

alumno

f?cil dormido), sino

intercalando

m?rgenes,

cambiando

algunas

expresiones,

todav?a, acariciando

(siempre

con

calma)

el

texto

estados de emente desocupada como para leernos de verdad y para dejarse penetrar silenciosamente? Y el estado de medio enfermedad, de ayuno, de prisi?n, de c

co o leyendo revistas. Quien quiera aprovecharlo encontrar? alguna manera: trabajo, si no es de las manos, al m en-tido de la palabra sermo. Pero hay a quienes la enfermedad ha llevado de los excesos de apl no a la concisi?n. Tomo de uno de esta raza, que fue un enfermo grave durante toda su vida despu?s se para s? los conocimientos descargado. que, sin embargo, pueden venir al pensamiento, se lleva a cabo una buena tarea que es ?til m?s adelante. En Tened simplemente algunos estudios f?ciles y agra-dables, qu indispensable

e

todas

formas

hay

que

tener

m?

solamente

letamente nueva de las sobre ensamientos. El escrito p?stumo no est? debilitado en el escritor por el deseo de disfrutar de s?, delover la vuelta de la admiraci?n. Si no se tu-viesen debe menos hacer; no diez a?os vuestra nueva mundo en el que se abre y se dilata??

punto, de o de sentido, incluso para el que no puede hacer esta relaci?n con lo eterno y que debe contentarse con esta figura de lo eterno que es el misterio del fu

-den externo: obtener un premio, ver dirigirse hacia s? la son-risa de la madre y la satisfacci?n de varias personas. Se puede crecer en sabidur?a e inclus ida?des del trabajo; y ?sta es competencia consigo mismo, la desesperaci?n por ser su propio igual. A esto se o de la del alma al ve desconocimiento de pedagogos insistir en este parecido entre la es-cuela y la existencia, que es a mi parecer el principal secreto de toda pedagog?a: ?para qu? servir?a estu la propia son menos impuestas que hay que s se-millas se pierdan y que germine solamente la m?s improbable. ?pio electr?nico confirma el invento de la mec?nica ondulato?ria. Pero una tesis sobre la nada o un bello poema, ?con qu? se comprueban y qui?n nos dic

ciente si en cada una de estas parcelas hubi?ramos forjado nuestra alma. DADO QUE, f?rmula de los problemas de geometr?a, que tambi?n se puede aplicar al problema del hombre y del empleo del tiempo: Lo que te

con ierra

verdadero se

cu ilumin?."

es

realmente

Si la

cta, aunque s?lo hubi?ramos dicho una palabra que pudiese inducir a otra mente a pensar mejor y des-pu?s a actuar mejor, aunque s?lo hubi?ramos hecho avanzar el conocimiento un grado infi

151

CAP?TULO XI

Fragmentos de una carta a un joven de este tiempo

a cosa la punta del tiempo que pasa y rechaza al infinito tu deseo.?

ber, y c?llate lo de-m?s. Expr?sate con sinceridad y rechaza las palabras de relleno. Dir?gete a lo puro y a lo aut?ntico. Si habiendo encontrado la verdad tienes que comunicarla, hazlo de la man

nuestro mundo moderno es una cierta sensibilizaci?n de la mente ,a lo que es demasiado fino, demasiado sutil para ser captado por las herramientas or?

e y larga-mente. A tu edad la palabra diez a?os asusta. Y yo te digo que diez a?os son poca cosa. Observa lo que has aprendido entre los diez y los quince mejor manual, un viejo maestro le respond?a: ?Amigo m?o, es el que tiene us-ted.? Y se podr?a a?adir que el mejor momento es ?ste; el mejor ambiente

ndo y los agota; que les cierra la alegr?a de crear formas e incluso de gozar convenientemente de las que han sido creadas por otros. El m?todo de los in ayor de los Broglie le prest? a su joven hermano Luis cuando ?ste, despu?s de su licencia de historia y de estudios sobre la Edad Media, se volvi? s?bi?ta de a vivir con gente complaciente. Habr?a que escu?char a menudo de los intelectuales algunas frases como ?stas: ?Me he equivocado. Ten?a usted raz? mpleaban palabras groseras; dogm?ticos que se ocultaban tras una sonrisa perpetua; personas hambrientas de verdad pura que s?lo pod?an hablar con en las que iban a sobresalir m?s adelante. La ra?z?n de esto no puede estar en un valor inferior de los que pre-paran estas grandes oposiciones. Gracias a

BIBLIOTELA DEL CINCUENTENARIO PRIMEROS T?TULOS

El ocio y la vida intelectual Josef Pieper Psicolog?a abierta Joan Baptista Torell? La unidad de la experiencia filos?fica ?tienne Gilson Charlas en televisi?n ?ngel M." Garc?a Dorronsoro El trabajo intelectual Jean Guitton Introducci?n al Tomismo Cornelio Fabro La idea psicol?gica del hombre Viktor E. Frankl Fundamentos de Filosof?a Antonio Mill?n Puelles La Fe ante el reto de la cultura contempor?nea Josef Pieper

ESTE LIBRO, PUBLICADO POR EDICIONES RIALP, S. A., ALCAL?, 290, 28027 MADRID, SE TERMINO DE IMPRIMIR EN ARTES GR?FICAS ANZOS, S. L., FUENLABRADA (MADRID) EL DfA 3 DE ABRIL DE 2000.

PRIMEROS T?TULOS DE LA COLECCI?N

El ocio y la vida intelectual Josef Pieper Psicolog?a abierta Joan Baptista Torell? La unidad de la experiencia filos?fica Etienne Gilson Charlas en televisi?n Angel M. a Garc?a Dorronsoro El trabajo intelectual Jean Guitton Introducci?n al Tomismo Cornelio Fabro La idea psicol?gica del hombre Viktor E. Frankl Fundamentos de Filosof?a Antonio Mill?n Puelles

La fe ante el reto de la cultura contempor?nea Jose