Tiempo de Susurros

TIEMPO DE SUSURROS A Ivet Lescano, mujer que derrama color a mis noches. Solo para alcanzarte escribí este libro. Ma

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TIEMPO DE SUSURROS

A Ivet Lescano, mujer que derrama color a mis noches.

Solo para alcanzarte escribí este libro. Manuel Scorza

¡Qué hermosos tus amores, hermosa mía, novia! ¡Qué sabrosos tus amores! ¡más que el vino! ¡Y la fragancia de tus perfumes, más que todos los bálsamos! Cantar de los cantares 4:10

Desde el inicio del tiempo he vivido engañado. Engañado por mi voluntad imperiosa, por el poder que nació de mi palabra y movilizó miles de alas blancas contra la palma del Altísimo. Mi espada ha llorado la vergüenza, la insolencia del canto y, ya caído de rodillas, me arrastré buscando la compresión de tu amor desmesurado, de esas tres semejanzas que tanto recalcas, que me alejaron de tu manto e hicieron nacer la ira. Fui el ángel que susurraba, malhumorado consejero que entrega al fuego su cota de malla y corre cual niño destetado al cálido abrazo que extinguirá el fuego, borrará el odio de sus corazones y me entregará entero a la gracia del Padre.

[Ø]

Cuando creas observar la zarza arder envejecerás, morirás.

Cuando mueras sin dar la mirada de fe sufrirás, arderás.

Solo queda el oasis el calor entre las sábanas y tus ojos inundándolo todo.

VIDA TERRENA

“Quien confía en su riqueza, ése caerá, los justos brotarán como follaje.” Proverbios 11:28

[Serpiente en el vergel contempla la creación]

Sus ojos se abren de palmas cubiertos de vergüenza consciente; escuchan, y yo trago el polvo me escondo; busco en el verde campo la oscuridad esquinera del día la silenciosa caída del sol. Y ese ojo de buitre lanzando llamaradas de fuego, ojo de buitre enseñoreando el Edén, maledicente de color cielo encapotado.

Diferenciando la verdad la felonía de los hombres, esa descendencia tornado de ira

que levanta el puño sin poder olvidar sus cuerpos amodorrados adoleciendo de tanto brillo de luz redentora de tu ojo de buitre de las llamaradas que lo convierten todo.

Ahora veo sus corazones anochecidos bajo la espada de fuego que no encuentran la viga en el ojo de buitre, ni la gloria escondida en su paso en el sonido destruyendo la vereda domándola arrancando estelas luminosas; tú, mujer que ilumina la noche,

escondido en tu saya está el hombre orando pidiendo a gritos tu bendición temiendo al viaje al dolor del parto y el sudor que surca la frente.

[Las plagas sobre el hombre]

Las aguas se convierten en sangre la fuerza que se muestra ante el hombre que camina entre ranas destrozándose los hombros, llorando en la ignorancia absorto de sus dioses.

Las cenizas que Moisés esparció, del horno hacia el azul, lastiman. Ha sucumbido el hombre, porque extendió su mano y las blancas piedras cayeron.

Llueven insectos aplastan mi terrado lo saturan; en mi mesa no reposa el pan,

llora la madera en el fogón reclama respeto por su sacrificio al acto puro al acto eterno al que siempre Es; pero se niega un hombre frente a la mujer parturienta mi mujer mis hijos y el reclamo se filtra no se escucha al omnipotente.

Ahora te llevo entre los brazos y golpea mi pecho el temor desgarrando las carnes que nacen del amor Tú, cetro redentor de esclavos divisor de mares atormentador de naciones,

marcas con fuego en el pecho tu razón escrita en tablas que no cumples que me arrebatas que matas a la carne que nace del amor y al amor que produjo la carne pensante del mundo.

[Mujer mendigando en un puente peatonal]

“Pues dice él a Moisés: Seré misericordioso con quien lo sea: me apiadaré de quien me apiade.” Romanos 9:15

La palma mirando al cielo bajo la sombra chata que nace del sombrero y es aquella la esquina que se eleva de amarillo; cuadrado pálido, sacristía de herejes, que golpea tanto que asfixia con una bolsa y no llega el ocaso y mi cuerpo suda se agrieta como tierra muerta mientras esta palma sigue sola sin que el auxilio llegue del cielo y del estómago brota lava que moja mis pies anochecidos desnudos,

apagados, desorientados.

[…]

Te entregas al corazón de los hombres, corta el viento la palma tus ojos se pierden, el horizonte se devela tan lejano; esperas en su paciencia en la piedad que elevan sus lenguas y derrama el café por las mañanas.

[Una lectura sobre Caín y Abel]

“Qué diablo de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín”. José Saramago

¿Y dónde está tu hermano? sangre clamaba desde la tierra. “No soy su guarda” y tú, el omnipotente conocedor de mis fueros, del pensamiento; sabiduría tenías para cortar mis manos retroceder los pasos vaciar el aire de mis pulmones. Gran traidor en el trono sentado y yo pagando la bellaquería, de la heredad un desterrado.

[Mujer sin hijos]

“Grita de júbilo, estéril que no das a luz, rompe en gritos de júbilo y alegría, la que no ha tenido los dolores; que más son los hijos de la abandonada, que los hijos de la casada, dice Yahveh.” Isaías 54:1

Bienaventuradas las estériles, los pechos que jamás criaron, que no enjugaron sus manos de la amarga hiel del engaño.

[Perturbación por las disímiles representaciones de Dios]

El dios de mis abuelos con cetro luminoso dictaminaba sentencias enjuiciaba mis actos.

El Dios de las escuelas, en su profunda misericordia, lloraba mis palabras sentía el timbre de mi voz, nuestro llamado, la travesura; el pacto cómplice del juego que se materializa en rostros barbados sangrientos llenos de dolor de hastío.

El Dios protestante no acepta sangre abraza la muerte

descansa los sábados o simplemente es unidad solo Padre que perezosamente duerme; duro en su castigo negando el albedrío reafirmando la letra.

El dios de mis abuelos de la escuela de la protesta llevan el mismo nombre de tres compuestos. Dios amor y bondad Dios castigador y vengador. Dueño de legiones y pastor del rebaño. A cuál he de preferir por quién han de sangrar las rodillas por quién arderán mis sahumerios.

[Imprecación a Dios en oración silenciosa]

Cómo comprenderte tan altivo en tu mando tan verdad inamovible que al ojo enceguece. Cómo pedir misericordia si estás desdeñoso languideciendo en las bocas del rebaño. Cómo caer de rodillas de tu sangre manchado a lamer la piedad que se escapa, que nos enseñan, brota de tu palabra.

Grande tu imagen se levanta; cuarteados los hombros, secas las gargantas. Pero nos espera la hoguera, el miedo perpetuo que encierra tu zarza ardiendo

tu advertencia de tiempos violentos, la piedra que llora la ira el final mi inconsistente amor.

Tu voz es un susurro un mensaje encriptado clausula oscura que viaja por el espacio función de la palabra ordenadora comunión entre los hombres; búsqueda de armonía en ese abrazo profundo, oceánico entre los miedos a aquella libertad que nace de ti y la dignidad conduciendo las legiones hinchando mi pecho muriendo por ti.

"Les ha sucedido lo de aquel proverbio tan cierto: «el perro vuelve a su vómito» y «la puerca lavada, a revolcarse en el cieno»." 2 Pedro 2:22

[El corazón adolescente rechaza a Dios en su ignorancia]

Cuando de oídas han pisoteado su nombre negado el dulce consejo que tiraniza un pregonero, que construye cadenas kilométricas verdades ejercicios que marcan círculos, vano canto que esclaviza un segundo lisonjero.

Corazón voluble como fuego tornadiza flor de primer tiempo agua cálida de mañana quietud de pozo profunda y silenciosa, ingenuo se devela el Ser la causa material manchada de oprobio y es tu manita mansa quien subraya las hojas tuerce los renglones doblando las esquinas del Antiguo Testamento; ¡Oh! pícaro de barba insegura

cómo sientes grande la boca alejándote de toda gracia del bello coro de esa libertad tragando su nombre sin sentir el dulzor que se desborda el calor de sus renglones siempre curvos siempre angostos siempre santos, sacros, elevados y seguros.

[Recibiendo el día en una banca de la plaza Francia]

Una mañana húmeda que golpea mis pulmones que no vendrá su gemido a coquetear conmigo a despertar mi instinto saltando de cama en cama jugando a ser el tiempo inmóvil que observa todo inmisericorde veterano de tantas batallas outsider de los corazones vástago de todas las uniones; y yo en la periferia lobo estepario entre los hombres de corbata rodeando un escritorio dictando extensas cartas en busca de carne roja y palpitante.

[Seis de la tarde en una mesa del bar El Queirolo]

Sucede que estoy vivo; es tibio tibio y breve es atarse el cuello de servidumbre voluntaria, sus reglas que martillean al compás de nuestras semejanzas.

Sucede que cansa tanta tierra en los zapatos tanta bulla dentro de mi estufa por las mañanas olorosas en su sopor en su grito en su café de auxilio, al mismo camino de todos los días y las noches que repiten las estrellas.

Sucede que el hartazgo atasca la garganta que quiebra la lluvia y no se sienta a mi costado no combinan con tu cartera que avanza golpeando los costados de mi oído de sus ojos color de diluvio color de fuego sobre Sodoma.

Sucede que no está en este tiempo lineal y pecuniario que cuelga diplomas en la sala que sopesa el canto de los zorzales los despluma y exhibe en el mercado.

Debiste dejarme partir al empíreo lleno de paz de sonrisas profundas

de sus ojos inmaculados.

GRAN BATALLA EN EL CIELO

“Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus Ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos.” Apocalipsis 12:7-8

[1]

La maldad yacía ahí entre todo lo adjunto a la creación.

La maldad acampaba en el desorden en la mezcla de materia ese día y noche en toda nebulosa que no separa el canto del estruendo. Era la inocencia la venda en tus ojos la mano de tu Padre ¡oh! Serpiente antigua.

[2]

“Pues si Dios no perdonó a los Ángeles que pecaron, sino que, precipitándolos en los abismos tenebrosos del Tártaro, los entregó para ser custodiados hasta el Juicio”. 2 Pedro 2:4

En tu nombre oscureció mi cielo en tu nombre padecieron mis hermanos, desenvainaron sus sueños desnudaron el alba; te obedecieron ¡oh! gran tirano.

Tu mando se tornó ceguera, tú, misericordioso ante los creyentes el que abre los corazones, no das muerte al barro efímero que recorro enseñoreado, que seduzco con cursilerías bajo este azul empobrecido que intercambio en el templo que hace pesar la bolsa y sus corazones.

De las fuerzas que se escabullen, de la luz de tus símbolos en llamas

nada conocen ni siquiera tu voz retumbando el Edén.

Ahora el nudo en las muñecas y la sandalia que ensucia mi cuello, pero de mi boca nace la esperanza.

[…]

Ha llorado la trompeta degollado ángeles luminosos que perdieron la inocencia que surcaron el azul interrumpiendo el hosanna palideciendo en tu credo.

No veré nuevamente tu rostro la bella claridad de tu cantar; Miguel te sujeta fuerte tus ojos recorren el campo de batalla la espada resistiendo al Padre, a tu Padre trinidad en acto puro

mirada de zarza ardiendo que abraza tus alas rotas, que riega tu sendero con fuego con el color de la estela siempre viva del estandarte de victoria. - soy un Padre lloroso por la ofensa del hijo -

[3] Ha sido precipitada al seol tu arrogancia al son de tus cítaras. Tienes bajo ti una cama de gusanos, tus mantas son gusanera. Isaías 14:11

El tropel de blancas alas los engulló ¿Hacia dónde va? Tan soledad, tan derrota, tan maldad; no siente más las ondas violentas ni brilla dividida la trompeta. Su canto es un quejido su brillo no oscurece más al sol. Fue la estrella que amanece quien adornaba de guirnaldas su cabeza, portador de luz consejero del Eterno. Y gritaste a la entrada del pórtico: “¡No serviré!”.

De su soplo nació el verdugo la ponzoña que hiere la palma. ¡Oh! Gema brillante Hijo de la aurora caíste desde el cielo

y tu trono jamás superó las estrellas. Luzbel, vencedor de las naciones, opuse mi grito a tu batalla “¿Quién como él?” mi fuego contra tu incendio.

Piensa en el gusano en las honduras del abismo, tú, serpiente oscura, ser tormento del hombre mientras te arrastras detrás de él.

[4]

De todas sus luces que vienen a morir en mi cuello que hunden sus filos candorosos de tanta paz que marchan bajo tu manto. Miguel recoge rosas mientras quede flores en el huerto pues marchito llora el día, inundan el arca y su necedad de amar.

[5] Él les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Lucas 10:18

Ha muerto un hombre en tu corazón ha caído de rodillas de bruces sobre el polvo y sus ojos que conservan el tiempo la dulce mañana con pan caliente tibieza de un abrazo sábanas en capullo frente al silente cayado que adormece en la esquina.

ILUMINACIÓN

“La

caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.”. 1Corintios 13:4-7

[Tiempo de susurros]

No les tengas miedo, que contigo estoy yo para salvarte - oráculo de Yahveh. Jeremías 1:8

Y tú aplaudiendo generosamente a las aves que remojan sus alas. Al tiempo enmudecido que golpea los costados de tu rostro. El viento que se inclina para sentir la tierra que contempla el fuego naciente entre tus pechos.

Mujer, pentagrama en clave de sol música de cuerpo entero armonía de pasos. Es tu canto apasionado que desborda cada costado

cada centímetro que recorres; y yo caigo aligerado de tanto peso de culpas sacras de mi espada fratricida que perdió el filo al golpe de tus besos al calor de la palma recorriendo un rostro adolorido de tanto embuste de tanto orgullo de la necedad de mi brillo que enarbola los lujos ofrece las venganzas el goce de la carne.

Abrir la tierra para arrancar el oro de sus venas de sus mentes corrompidas que crean círculos

sobre esta alfombra de hollín en donde me acuesto con la espada sepultada en tu luz en la piedad que emana del ceño y la palma derramando en el rostro sensibilidad debilidad y ternura.

Soy el Soberano caído que se alejó de la gracia apartó la bondad y opacos los colores se arrastra bañado en la deshonra en el odio. Fui el lucero que embellece la mañana Serpiente amada, hoy comprendo abrazo la redención; grácil dibuja el cielo de cantos agita tus cabellos

y nace el fuego en tu pecho ¡Libertad! ha elegido curar las alas rotas ofrecer al fuego mi cota de malla que se mancha con Gomorra que destila a abril de 1937 que inspiró el Guernica y danza sobre una calavera que describió el último suspiro de Desdémona o el rebanar los cuellos de los hijos de Medea.

La greba y el quijote se tienden al poder de las aguas vivas de tus ojos inundando al mundo arrasando la mansalva de ofensas de representaciones de historias cadenciosas. ¡Oh! Luz terrena

edificadora de altares carnales has enterrado mi espada y derramado tanta gracia tanta magia el canto de tus tacones.

NO SABEMOS QUE ALMAS OSCURAS ILUMINARÁ LA LUZ DE DIOS