(The Dream of Desire) El Hombre Perfecto - Shawn Lane

La hermana de Alex Nichols lo arroja a una cita a ciegas con el hombre perfecto, un hombre que ha perseguido sus sueños

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La hermana de Alex Nichols lo arroja a una cita a ciegas con el hombre perfecto, un hombre que ha perseguido sus sueños desde hace diez años. Craig Fontaine era su fantasía ya en la escuela secundaria, pero Craig hizo todo lo posible para humillarlo después por salir del clóset. Ahora, diez años más tarde, ambos tienen carreras exitosas y Craig dice ser gay. Al principio, Alex desconfía de Craig y piensa que el hombre le está gastando una broma, pero pronto se hace claro que las cosas han cambiado en los últimos diez años. Craig realmente es gay y más caliente que nunca. Sin embargo, Craig tiene un pasado oscuro que amenaza su futuro y Alex puede perder a su hombre perfecto antes de que tengan su oportunidad de “felices para siempre”.

—Tengo el hombre perfecto para ti, Alex. —Realmente no estoy buscando a un hombre en este momento, perfecto o no, —dijo Alexander Nichols a su hermana. Cambió su teléfono móvil a su otra oreja y siguió escribiendo el mensaje de correo electrónico a su cliente. —¿No crees que es hora de que empieces a salir? —No ha pasado tanto tiempo, Jill. Jill suspiró profundamente. —Travis rompió contigo hace ocho meses. Él siguió su camino. Tiene un nuevo novio y Ken dijo que ellos estaban hablando de irse a vivir juntos. Alex hizo una pausa, con los dedos listos sobre el teclado. El hermano de su ex novio, Ken, también pasó a ser el marido de Jill. Eso hizo las cosas más que un poco incómodas en las reuniones familiares. Las pocas que habían tenido desde que Travis lo botara. Él hizo una mueca y siguió escribiendo. —Lo que sea. ¿Qué tiene eso que ver conmigo? —El punto es que pareces más bien patético, porque no has tenido ni una sola cita desde entonces. —¿Cómo lo sabes? El silencio saludó a su pregunta, pero sólo durante unos diez segundos. —¿La has tenido? Alex tuvo la tentación de mentir. Realmente quería. Una pequeña mentira piadosa que le cerrara la boca a su

hermana. Al menos por un corto tiempo. Nada hacía que su hermana mayor la cerrara, de todos modos. —Bueno... tomé un café con alguien hace un par de semanas. —Lo había hecho, más o menos. El lugar que frecuentaba para tomar café se había quedado sin mesas y un viejo que estaba sentado solo ante una de ellas lo invitó a tomar la silla vacía. —Hmm. Eso es un comienzo, supongo. ¿Lo has visto otra vez? Por supuesto, Alex veía al hombre todo el tiempo ya que también frecuentaba la cafetería. Se encogió de hombros. —Lo he visto un par de veces. —Todavía creo que puedes conocer a mi chico para tomar una copa. Alex rodó los ojos y atacó. —¿Tu chico? —Sabes lo que quiero decir. Yo trabajo con Craig. Es tan hermoso como el pecado, educado, es dueño de su propio hogar, conduce un Mercedes. Encantador y muy interesante. Conozco a un montón de mujeres que desearían que no fuera gay. Alex se quedó mirando la ventana de su oficina del décimo piso en la sección de Century City de Los Ángeles. Era principios de febrero y el cielo estaba nublado. Los pronósticos del tiempo habían anunciado probabilidades de lluvias. Sin embargo por lo que él sabía el clima estaba bien seco. —¿Alex? —Lo siento, paso. —Él se echó hacia atrás con cansancio en su silla—. Ya he tenido mi cuota de chicos llamados Craig y son todos unos idiotas.

—Sí, está bien, pero tú te encontrarás con él, — insistió su hermana—. Le dije que lo verías a las seis y media esta noche. —¿Qué? Jill... —Oh, cálmate. Es sólo un trago. Y te encontrarás con él en el bar que se encuentra en el primer piso de tu propio edificio, por lo que no tienes siquiera que conducir a ningún lugar. ¿Ves cuán conveniente es esto para ti? —Yo no necesito a mi hermana mayor para elegir hombres para mí. No me gustan las citas a ciegas. Jill se echó a reír. —Deja de lloriquear. Espero una llamada esta noche donde me cuentes lo brillante que soy. Él es perfecto, Alex, confía en mí. Tengo que correr. Adiós. Alex frunció el ceño hacia su móvil y lo arrojó sobre el escritorio. Su mirada voló hacia el reloj en su escritorio. ¿Sólo faltaban cuarenta y cinco minutos hasta el momento en que se suponía que debía hacer frente a ese tipo? Dejando escapar una respiración pesada, pensó en dejar el trabajo ahora y saltarse todo el asunto. ¿Sería un cobarde? Tal vez, pero ni siquiera estuvo de acuerdo en conocer a ese chico. Le debía a su hermana un considerable tiempo de mierda por esta encerrona.

Alex no podía creer que estaba sentado en una cabina de la esquina en el bar Max’s esperando por algún hombre llamado Craig. Él tomó un sorbo de su cerveza y miró su reloj. Su ‘cita’ ya llevaba diez minutos de retraso. Era el colmo, esperar por una cita a ciegas organizada por su hermana. Muy bien, así que tal vez él fuera patético.

—Cinco malditos minutos más, —murmuró en voz alta. Justo en ese instante un hombre alto, de cabello negro con un traje clásico a rayas apareció en la puerta. Parecía tener unos veintiocho años, la misma edad de Alex. Era hermoso, con sus pómulos altos y su clásica mandíbula cincelada. Se veía como una estrella de cine como solían llamarlo. Le daría a su hermana las gracias, el hombre era bien parecido. Lástima que también era uno de malditos que Alex había conocido.

los mayores

¿Por qué en nombre de todo lo que era santo no le había preguntado el apellido de Craig a su hermana? Craig maldito Fontaine. Idiota. Craig miró en su dirección y se acercó a su mesa con una hermosa y perfecta sonrisa. El pene de Alex lo traicionó, endureciéndose. —¿Alex? Craig no lo recordaba. Perfecto. Lo imaginó. —No, lo siento. Usted debe haberse equivocado de persona —dijo Alex. La sonrisa asesina de Craig se atenuó por un momento. —¿En serio? Te ves como la fotografía en el escritorio de tu hermana. Jill y sus malditas fotos de la familia. —Está bien, sí, soy Alex.

—Siento llegar tarde, —dijo Craig, agarrando la silla vacía y dejando caer su cuerpo de seis pies y dos pulgadas1 en él—. El tráfico era una mierda. —Uh huh. Mira, eh, Craig, yo ya me iba. —¿Te ibas? Hey, yo sé que es un poco tarde, pero... ¿No te conozco de algún lado? —Craig frunció el ceño—. Te ves tan familiar. ¿Eres un actor o un modelo o algo así? Antes de que pudiera responder, la camarera llegó a su mesa para tomar la orden de Craig. Pidió una cerveza y se giró de nuevo a Alex. Alex suspiró. —Ferguson es el nombre de casada de mi hermana. —¿Y? —Su nombre de soltera era Nichols. —No te sigo. Deportista tonto. Craig había sido siempre un deportista tonto. Apretando los dientes, Alex dijo: —Yo soy Alex Nichols. ¿No te dijo Jill mi nombre? Craig se encogió de hombros. —Ella dijo que eras su hermano, Alex, pero... —Fuimos a la escuela secundaria juntos, Craig,—dijo Alex muy lentamente. Craig siguió frunciendo el ceño como sumido en sus pensamientos. Él negó con la cabeza. —¿Alex Nichols? No creo recordarte. ¿Alex Nichols? Alex esperó a que la camarera colocara sobre la mesa la cerveza de Craig. Cuando ella se alejó, tomó un largo trago de su bebida antes de responder. 1

1,88 metros de altura.

—Salí del clóset en mi último año en la escuela secundaria, —dijo, haciendo una mueca por los recuerdos aún dolorosos. Infiernos, cuánto había pasado ¿diez años?, podría pensar que lo superaría—. Hiciste lo mejor para torturarme el resto del tiempo que estuvimos en la escuela después de eso. Craig abrió la boca y luego la cerró. —Tomaste todas las oportunidades que se te presentaron para humillarme porque yo era gay. ¿Y ahora estás aquí diciendo que eres gay? Por favor. —Alex soltó un bufido—. Probablemente te topaste con lo que mi hermana estaba planeando y todo esto sólo es para jugar un jodido juego conmigo. —Whoa... Alex. No, Caray, eso no es cierto. Yo no sabía quién eras. —Craig pasó los largos dedos de su mano por el cabello oscuro revuelto—. Hombre, eso fue hace diez años. Yo no puedo creer que todavía aun lo recuerdes. Alex hizo a un lado el nudo formando en su garganta. Esto era simplemente genial. —Tal vez porque fue un momento de mierda para mí, gracias a ti. —Lo siento. Mira, yo le pedí conocerte. Eso es cierto. Vi tu foto y pensé que eras caliente y tu hermana mencionó que tenía un hermano gay, así que le pregunté si ese era el tipo de la fotografía y bien, ella se empeñó en presentarnos a partir de ahí. No me di cuenta que te encontraba familiar hasta que te vi en persona, e incluso entonces no pienso en ti desde la escuela secundaria. Alex se sintió estúpido por preocuparse. ¿Qué daño podía causarle después de tanto tiempo? Tal vez porque en la escuela secundaria el hombre de sus sueños había sido Craig Fontaine. Habían sido amigos antes de que él admitiera ser gay.

—Lo siento mucho, Alex, —dijo Craig—. Todo lo que dije en la escuela secundaria. No sé por qué hice algo de eso. Probablemente porque estaba cuestionando mi propia sexualidad y me asustaba. Alex exhaló. —Sí, bueno, olvídalo. No era mi intención golpearte con toda esta hostilidad. Estaba sorprendido, supongo. De todos modos, me voy. —¿Qué? No. Vamos. Permíteme invitarte a cenar. Podemos empezar de nuevo, ¿verdad? Vi un restaurante de carnes de camino aquí. Probablemente podríamos incluso caminar. ¿Por favor? ¿El magnífico hombre de sus sueños le rogaba? ¿Cómo podía resistirse a eso? Probablemente debería. Todavía podría ser una maldita broma tonta. —Está bien.

—Craig miró por encima de la carta de vinos, contento de que Alex no hubiera rechazado su invitación a cenar. Nunca había conocido a nadie tan espinoso como el hombre frente a él. Él se acordaba de Alex, pero no podía creer que el otro hombre aún siguiera colgado de algo que pasó hace tanto tiempo. Infiernos, el tipo era un maldito dios. ¿No sabía que era el sueño húmedo de todo hombre gay? No es de extrañar por un momento que hubiera pensado que podría ser un modelo o algo así. ¿Jill realmente le había dicho que su cuñado había votado a este tipo? Increíble.

Robó un rápido vistazo a Alex, cuya nariz se enterraba en el menú. Alex tenía el cabello color marrón con vetas de oro como si hubiera pasado mucho tiempo al sol de California. A pesar de que llevaba traje, Craig no se perdió los anchos hombros escondidos debajo de la chaqueta. Él sólo podía imaginar los bíceps de Alex. Además era un poco más bajo que su propia altura, Craig pondría a Alex cerca de los seis pies2 o tal vez un poco más. Definitivamente lucía su piel como si estuviera curtida ligeramente, como si hubiera pasado tiempo bajo el sol, pero no era exactamente un bañista. Tenía los ojos... Él miró fijamente a Alex, dispuesto a hacer que lo mirase. Alex debió de sentir la mirada en él porque levantó la vista del menú. —¿Quieres elegir un vino? ¡Gris! Sus ojos eran grises como el estaño. Wow. Realmente era un dios. Craig se movió en su silla para aliviar la presión de su dolorosa erección. —¿Hmm? —¿El vino? —Oh sí, ¿te gustaría un vino blanco o tinto? Alex se encogió de hombros, sus anchos hombros estirando su chaqueta. —Sé que se supone se beba tinto con carne, pero yo personalmente tomo el blanco. Sauvignon Blanc de preferencia. —Entonces eso es lo que vamos a pedir. También me gusta. Craig ordenó el vino al camarero y luego tomó su propio menú. Él esperaba que no hablaran más acerca de lo que había sucedido en la escuela secundaria.

2

1,82 metros de altura.

Él sería el primero en admitir que no siempre fue el mejor hombre. La vida hogareña lo había absorbido y no le había estado mintiendo a Alex cuando le dijo que había estado luchando con su propia sexualidad. En ese momento su padre se estaba muriendo de cáncer y su madre no podía soportar la tensión emocional, por lo que Craig había guardado un montón de mierda en el interior. —Entonces, ¿qué haces para ganarte la vida? — preguntó sin levantar la vista del menú. —¿Jill no te lo dijo? —Alex había colocado su menú sobre la mesa y ahora colocaba mantequilla sobre una rebanada de pan agrio—. Soy un agente literario. —¿Sí? —Él bajó su menú a continuación—. ¿No tienes que estar en Nueva York o algo así? —Ya no es así. Pensar eso es un error muy común. Hay una cosa llamada Internet y el correo electrónico y el teléfono. Puedo hacer varios viajes al año, también, para cumplir personalmente con los editores. No es gran cosa. Además de que manejan varios guionistas. Craig sonrió cuando la camarera regresó con el vino y le ofreció catarlo. Él asintió luego de probarlo y ella vertió vino en los vasos de ambos, llenándolos. Después de que ordenaran la cena y ella se fuera de su mesa, dijo: — Supongo que sabes que soy contable ya que trabajo con Jill. —Sí, eso pensé. Estoy un poco sorprendido, sin embargo. —Realmente, ¿por qué? Alex se sonrojó. —Bueno, para ser honesto antes me habías parecido un deportista tonto.

—Bueno. Porque jugara al fútbol no significa que no tenga un cerebro. —Craig había estado tratando con ese estereotipo la mayor parte de su vida. Los atletas no eran gays tampoco. O al menos ese era el estereotipo. —Puesto que has sido un poco idiota conmigo, realmente no me detuve a analizarte demasiado —dijo Alex secamente. Craig jugaba con su copa de vino. —¡Sí! Fuimos amigos antes… —¿Lo fuimos? Sí. No como los mejores amigos ni nada, pero fuimos a las mismas escuelas más o menos toda la vida. Craig sintió el calor subir a su cara. Realmente había sido un idiota. Ya no lo era, o por lo menos esperaba no serlo. Pero no sabía si Alex le permitiría demostrar que había cambiado. Por lo menos había aceptado cenar con él. —Entonces —dijo Alex, tomando un saludable sorbo de su vino—, creo que esta es la parte con la charla incómoda. Es obvio que no te encuentras en una relación si sales con citas a ciegas. ¿O si lo estás? Craig hizo una mueca al escuchar el tono acusador. No podía conseguir una brecha con este tipo. Él estaba un poco molesto. —No, no estoy en una relación. Yo tenía un novio hace dos años, pero murió. —La mentira salió con tanta facilidad. —Oh. —Ahora era el turno de Alex de ruborizarse—. Um, lo siento. ¿SIDA? —No. No todos los hombres gay que mueren lo hacen de SIDA —espetó Craig. —Ya lo sé.

—Murió de leucemia. —Al igual que su padre. —¿Cuánto tiempo estuvieron juntos? Craig sacudió su cabeza. —Tan sólo un año. Fue sólo a los pocos meses, que nos enteramos de que estaba enfermo. De todos modos, es un tema deprimente. ¿Y tú? —Bueno, Jill debe haberte contado. saliendo con el hermano de su marido.

Yo

estaba

—Ella dijo que rompieron. —Él me dejó, en realidad —dijo Alex—. Yo estaba trabajando mucho en ese tiempo. La verdad es que no le presté mucha atención a Travis y bueno... él decidió que yo era un adicto al trabajo y que necesitaba a alguien que pasase más tiempo con él. La cena no había sido tan terrible, pensó Alex, mientras caminaban de regreso al garaje donde dejaron sus coches. Craig pagó, aunque él protestó. Hacía frío fuera. La lluvia que amenazaba con caer durante todo el día había comenzado finalmente. El frío hizo que las mejillas de Craig se pusieran de un tono color rosa muy atractivo. A pesar de sí mismo, Alex encontró esto encantador. El hombre seguía siendo el tipo más fino de aspecto que hubiera visto alguna vez. Su pene pensaba lo mismo, porque cuando se acercó al lugar donde su auto estaba estacionado, su erección presionaba contra sus bóxers. —Mi coche está aquí. ¿Dónde está el tuyo? —En el nivel dos. —Craig miró hacia el ascensor cercano—. Oye, me gustó mucho conocerte. Quiero decir… que me gustaría verte de nuevo. Sé que no soy tu persona favorita, pero realmente me gustaría volver a verte. ¿Tal vez una película mañana por la noche?

—No. La expresión de Craig mostró su decepción. Sonrió, su boca un poco torcida. —Está bien. Bueno, fue agradable… —Quiero decir que no a la película —interrumpió Alex—. Mañana es sábado. ¿Por qué no vienes y te hago la cena? —Realmente me encantaría. Alex sonrió por primera vez esa noche. Así que él estaba tomando algo de la oportunidad que se le daba. Se sintió bien al respecto. Que era una buena cosa, supuso. —Dame tu número y te llamo para decirte a qué hora. Después de intercambiar números, Alex esperó a que Craig se fuera por el ascensor antes de entrar en su propio coche. —Espero que no me arrepienta de esto —dijo en voz alta.

—Lo que estás cocinando huele increíble —comentó Craig antes de tomar un trago de su cerveza. Estaba sentado en un taburete en el bar que estaba fuera de la cocina. Alex, que estaba en la cocina revolviendo una olla grande, llevaba un delantal con un aplique de chef francés. Alex tenía una casa de tres dormitorios en Santa Mónica, cerca de la playa. Él había dado a Craig una gira por el apartamento cuando llegó. Había una gran vista al mar desde el dormitorio principal en la planta superior.

—Sólo es espagueti. —Eso no huele como la salsa enlatada. Alex se echó a reír. —No lo es. Yo la hago. Siempre me ha gustado incursionar en la cocina. Hubo un momento en el que consideré ir a una escuela de chefs. —¿En serio? No tenía ni idea. Así que, ¿por qué te convertirse en un agente literario? Alex se encogió de hombros. —Yo amaba los libros y trabajé para una editorial pequeña por un tiempo. Después de un par de años me mudé a Nueva York y trabajé para un agente de allí. Me gustó. ¿Qué te hizo decidir ser contable? Nunca habría esperado que fueras uno. —Mi padre era uno. —Por alguna razón, eso lo hizo sentirse más cerca de su padre después de su muerte. Una sensación de cercanía que había perdido incluso antes de que muriese. Nunca fue fácil hablar de su padre, Craig se dio cuenta con el corazón pesado. Le dolía como el infierno. —No sabía que habías perdido a tu padre, lo siento. —Alex sacó un colador del gabinete y lo colocó en el fregadero. —Sí. En realidad... murió mientras yo estaba en la escuela secundaria. —Craig se aclaró la garganta y luego tomó un trago de su cerveza. —Hombre, yo no lo sabía. Lo siento. Eso tuvo que ser muy duro. Craig asintió y miró hacia otro lado. —Ese fue un momento muy malo para mí. Papá se enfermó y mi mamá no lo manejó bien. De todos modos, yo realmente no quiero hablar de eso. Es muy deprimente. —La cena está lista. ¿Quieres vino?

—Estoy bien con la cerveza. —Estupendo, entonces está servido. Craig alababa la exquisita cena que Alex hizo mientras este sonreía ante los cumplidos. No había dejado de sonreír, de verdad, ya que su hombre soñado había llegado. Le preocupa un poco. Podría fácilmente verse a sí mismo enamorándose perdidamente de Craig de nuevo. Al igual que en la escuela secundaria. Sólo que si esto terminaba como en la escuela secundaria, sería mucho más doloroso para él. Alex se levantó de la mesa del comedor y empezó a limpiar los platos. —Oh, hey, espera, déjame hacer eso —dijo Craig. Él robó una pila de platos y se dirigió a la cocina. Alex lo miró alejarse. Su culo era perfecto, al igual que el resto de él. Él lo había mirado dentro de su traje anoche, pero dentro de esos jeans ajustados... bueno... eso a Alex le hizo agua la boca. —Eres un invitado en mi casa, yo debería hacer la limpieza —protestó Alex. Él fue hacia los platos de las manos de Craig, pero este evitó cuidadosamente su agarre y los puso en el fregadero. —¿Dónde está el lavavajillas? —preguntó Craig, mirando a su alrededor, una mirada de perplejidad en el rostro. —Está aquí —dijo Alex con una sonrisa señalando el hueco donde debería estar el lavavajilla—. Este lugar ha estado aquí por años. Los dueños anteriores no pusieron uno en él y pensé en ello cuando me compré el lugar, y ya que por lo general estoy solo me parecía ridículo comprar uno.

Craig le lanzó una mirada como si no pudiera creer que alguien lavara los platos a mano. Encogiéndose de hombros, tomó la botella de jabón para lavar platos del fregadero. —Oh, no, no lavarás los platos. —Alex tomó la botella de su mano. —Dame eso. Tú has cocinado. —Craig lo persiguió a través de la cocina y lo arrinconó contra el mostrador. Alex alejó la botella fuera de su alcance y abrió la boca para decir algo cuando Craig se presionó contra él. Los pensamientos de lavar los platos salieron volando de su cabeza. Su mirada se desvió a los labios de Craig. Craig tomó la botella de jabón de las manos de Alex y la dejó. Sus ojos color zafiro se hicieron más oscuros, encendidos con el deseo. Tenía las manos de Alex sobre su cabeza, apoyándose en él. Alex no pudo contener un grito de asombro. Su pene estaba duro como una roca y presionaba contra sus jeans. Él necesitaba desesperadamente aliviar la presión, pero Craig tenía sus manos atrapadas. Luego Craig capturó sus manos en una de sus manos y deslizó la otra mano a la entrepierna de Alex. Los labios de Craig se aplastaron contra los de Alex cuando su mano se apoderó de la erección de Alex a través de sus jeans. —Alex, —respiró Craig contra sus labios. Su lengua se lanzó dentro de la boca de Alex. —Mmm. —Alex aspiró en la lengua de Craig. Craig liberó las manos de Alex para descomprimir los jeans de Alex. Rompiendo el beso, se arrodilló delante de Alex y bajó sus pantalones y bóxers de una vez. El pene duro de Alex saltó y golpeó la mejilla de Craig.

—Oh Dios. —Gimió Alex. Por un momento, Craig sólo miraba. Alex podía sentir su aliento caliente sobre su erección. Comenzó a preguntarse si había un problema. Tragó saliva con nerviosismo. —¿Craig? —su corazón latía con fuerza. Una sensación persistente de duda entró en su cerebro lleno de lujuria. ¿Y si todo esto era una broma retorcida y Craig repentinamente comenzaba a reírse de él? Se moriría de vergüenza. —Estoy sorprendido de lo hermoso que eres —dijo Craig, la voz tranquilizadora—. Eres perfecto. Alex se echó a reír. —Um, eso te agrada, creo. —Definitivamente. No puedo esperar a probarlo. —¿Qué estás esperando entonces? Era el turno de Craig de reír. —Está bien, está bien. Yo creo que voy a admirar esta belleza más tarde. Alex cerró los ojos. —Sí, por favor. La boca de Craig se cerró sobre la punta y muy lentamente la aspiró profundo. Sus rodillas se relajaron, Alex se agarró del borde del mostrador para mantenerse en pie. Craig siguió tomando su pene más profundo, en su garganta. Dios, ¿cuánto más podría tragar? Ninguno de sus otros amantes había sido capaz de tomar su pene más grande que el promedio hasta ahora. —Oh, Dios mío —exclamó. Abrió sus dedos en el cabello oscuro de Craig, sujetándolo con su pene. Sus bolas se apretaron y él sabía que no le llevaría mucho tiempo correrse.

Craig le apretó las bolas y luego tiró de él todo el camino y luego las empujó nuevamente hacia adentro Repitió el proceso varias veces. El único sonido en la cocina era el jadeo fuerte de Alex. —Yo... yo voy a… —Alex trató de formar la frase completa, pero no pudo. Su cuerpo se tensó, sus bolas se apretaron aún más, y vació su pene en la garganta de su amante. Craig siguió chupando a Alex por un momento y luego lo liberó. Se levantó y besó a Alex. Alex se probó en los labios de Craig. Apenas podía creer lo que acababa de hacerle el hombre de sus sueños... Wow. —¿Estás bien? —preguntó Craig, pellizcando el labio inferior de Alex con dientes afilados. —Oh, sí. Tengo una deuda enorme con quien te haya enseñado a hacer eso. —Exhaló Alex —. Dame un momento y voy a devolverte el favor. —No. —¿No? Craig sonrió. —Quiero joderte—. Hizo un gesto con la cabeza a la mesa del comedor—. Allí. Alex parpadeó. Señor, su pene se animó. —Por favor, dime que tienes un condón y lubricante. Alex le dio un beso. —Tengo algo mejor. Tengo un condón pre-lubricado.

Craig arrancó el empaque del condón que Alex le trajo y puso el condón pre-lubricado sobre su erección. Su pronto a ser amante se había quitado los zapatos y los pantalones y se jalaba su camiseta por encima de su cabeza. Craig no podía dejar de admirar los abdominales de Alex. ¿Cómo le decían? Estómago de lavadero. Oh, sí. Luego, su mirada se desvió a los bíceps de Alex. Buen Dios, podría correrse con sólo mirarlo. —¿Algo está mal? —preguntó Alex, deteniéndose junto a la mesa del comedor. —Por supuesto que no. Solo es que eres un hombre hermoso. Alex rodó sus ojos. —Sé realista. Aquí el hermoso eres tú. Mi hermana me dijo que todas las mujeres de la oficina andan tras de ti llenas de lujuria. —Exagera. —Craig se quitó su propia camisa fuera—. Tú... sobre la mesa. Alex obedeció con impaciencia, colgando las piernas delante de él. —¿Cómo me quieres? ¿Sobre mi estómago o de espalda? —Así como estás. Inclínate hacia atrás. —Craig se arrodilló delante de la mesa y pasó su dedo por el culo de Alex que estaba en el borde. Dado que el condón estaba lubricado no le llevó mucho tiempo conseguir que Alex estuviera listo para su pene. Menos mal, porque estaba a punto de explotar. Pasó su lengua por la raja del culo de Alex.

—Craig, —exclamó Alex. Él se tensó solo un poco. —Está bien, bebé, relájate —instó Craig. —Lo siento, ha sido un tiempo. Craig humedeció dos dedos y los deslizó en la apertura de Alex junto a su lengua. Empujó más allá del anillo apretado de músculos y probó a rozar la próstata de su amante. —Sí, —gritó Alex, arqueando su espalda hacia arriba. Craig se echó a reír. —Bueno, al menos es más relajado. —Uh… huh. Jódeme. —Amaré hacerlo. —Craig se estabilizó sobre sus pies y preparó su pene en la entrada de Alex. Presionó la punta y apretó los dientes, tratando de evitar correrse al instante. Señor, esta no era su primera vez. Pero, hombre, su pene estaba tan duro que probablemente podría cortar un diamante con él. —Más, quiero más —rogó Alex. Craig apretó la mandíbula. Un hombre caliente rogándole era imposible de resistir. Se deslizó en él más allá. Sólo un poco más y estaría profundo hasta las bolas. —Oh Dios, sí, por favor, Craig. —Tienes que parar eso, Alex, o vas a hacer esta jodida muy corta —advirtió Craig. Empujó dentro de Alex todo el camino y esperó, hasta estar de nuevo bajo control. Alex tenía un pasaje estrecho y su pene quería correrse tan mal que apenas podía soportarlo. El sudor corría por su frente y Craig se retiró a mitad de camino y luego arremetió dentro de nuevo.

Alex cerró los ojos y comenzó a acariciar su propio pene. Él hizo esta pequeña cosa cuando sacó el labio inferior con los dientes y Craig fue traspasado por ello. Él empujó sus caderas contra Alex una y otra vez, aumentando el ritmo y la presión en cada empuje. La mesa del comedor chirriaba un poco mientras él jodía a Alex y Craig se preguntó brevemente si se rompería. Craig trató de pensar en algo... cualquier cosa... que retrasara el orgasmo que ya cosquilleaba por su espalda. Resultó inútil. Se agarró de las caderas de Alex cuando sus bolas se apretaron. Golpeando una y otra vez a su amante, con un grito ronco, Craig se corrió con una intensidad que lo abrumó. Jadeando fuertemente, aún dentro de Alex, Craig trató de mantenerse en pie. Un hilo de sudor goteaba sobre su mejilla. Observó a Alex sacudir su propio pene más rápido y más duro, mirándolo morder un poco su labio. Los ojos estaños de Alex se centraron en él y dejando escapar un grito, su pene brotó en esos impresionantes abdominales. Craig se retiró y se apoyó contra una pared cercana, con los ojos cerrados. Su corazón se aceleró como si fuera a estallar a través de su pecho. —Quédate a pasar la noche —dijo Alex en voz baja. Craig asintió. —Está bien.

Alex trató de no leer demasiado en él, pero si ese no fue el mejor sexo de su vida no sabía cuál sería. Los dos mejores, en realidad, porque cuando subieron por las escaleras y se metieron en su cama, Craig lo folló de

nuevo. Tres si contaba la mamada. Demonios, no se había corrido tanto en muchos, muchos meses. Incluso antes de que Travis terminara con él no habían sido amantes muy apasionados. Su relación había sido cómoda. Se había enganchado en primer lugar porque le pareció completamente natural que el hermano gay de Jill y el hermano gay de Ken salieran juntos. El sexo era bueno, pero no le hacía explotar la cabeza. Craig le había volado la cabeza. Y estaba preocupado. Alex no creía que Craig llevara una broma tan lejos como para dormir con él. No, él no estaba preocupado por eso. Craig era sin lugar a dudas gay. Pero Alex tenía miedo de que no tardara mucho tiempo para que su corazón se enganchara por completo. Ya su enamoramiento estaba de regreso en pleno apogeo. —¿Quién fue tu primero? —Preguntó Craig con una voz soñolienta. La cabeza de Alex se apoyó en su pecho ancho y musculoso. No podía dejar de tocar el pecho del hombre. Era como el Adonis de la mitología, Alex pensó. —Un hombre en la universidad. Mi compañero de habitación universitario en realidad. Sexo puro, sin sentimientos detrás de él. —El corazón de Alex latía aceleradamente. Él oró porque Craig no hiciera algún comentario acerca de que así fue el sexo entre ellos ahora. Se aclaró la garganta—. ¿Y tú? —Bueno, la primera vez que tuve relaciones sexuales fue en la escuela secundaria con una chica. ¿Te acuerdas de Becky? —Por supuesto, tu novia.

—Sí. Creo que, realmente, fue cuando empecé a pensar seriamente en ello. Antes de eso, tú sabes que yo veía algún actor o deportista y creo que estaba caliente, pero empujaba esa idea lejos. No era inusual ser capaz de decirle a alguien del mismo sexo que era atractivo. Pero cuando tuve relaciones sexuales con Becky tenía que pensar en un hombre sólo para tener una erección. —Huy. —De todos modos, no fue sino hasta que tenía veinte años que estuve con un chico. Toda mi vida he querido ser un oficial de policía. Casi entré en la academia de policía, así que mi primer tipo era un policía que conocía. Nos vimos por un tiempo, pero al final no funcionó. Es difícil para un policía ser abiertamente gay, incluso ahora. —Yo no sabía que querías ser policía —dijo Alex, mirándolo de reojo—. ¿Por qué no? Craig se encogió de hombros. —Como dije, mi padre era contable. Supongo que después de su muerte quería honrarlo de esa manera. La forma en que su voz sonaba era casi como si fuera un discurso ensayado, y Alex sabía que Craig odiaba ser un contable. Había sacrificado sus propios deseos por complacer a su padre. Si las cosas progresaban entre ellos, Alex tenía la firme intención de discutir el asunto con él. —Así que ¿cómo es que esperaste hasta los veinte para tu primer chico? —Preguntó. —La primera vez que me di cuenta de que quería estar con un chico, fue en la escuela secundaria y en ese momento las cosas eran una mierda. Mi papá se estaba muriendo y luego murió y entonces mi mamá... ella no lo manejó bien. Siempre había sido un poco frágil y cuando

papá murió, mi mamá tuvo que ser ingresada en una institución. —Vaya, lo siento. No tenía ni idea. Craig suspiró. —No es como si estuviera compartiendo mucho entonces. Nadie lo sabía. Tuve que vivir con mis abuelos por el resto del tiempo que fui a la escuela y me llevaban allí todos los días. Pero yo no estaba cerca de mis abuelos. Ellos tenían sus propias vidas y les molestaba tener que vérselas conmigo. Contaba los días en que no tenía que volver de nuevo a su casa o a la escuela de nuevo. En ese entonces el sexo no era la prioridad para mí. —¿Qué pasa con tus abuelos ahora? ¿Todavía viven? —No, ambos han fallecido. Como he dicho, tan pronto como la escuela terminó casi desaparecieron de todos modos. Ellos fueron los padres de mi madre y les gustaba aparentar otra cosa debido a su enfermedad. No eran gente cálida. La garganta de Alex se obstruyó. —Realmente no lo sabía. Es sorprendente cómo no puedes saber lo que le está pasando a la gente que te rodea. —Muy cierto. Tú estabas atravesando tus propios problemas y no fue más fácil para ti. Realmente lo lamento, Alex. —Craig corrió los dedos por el cabello de Alex. —Está bien. Tienes razón. Eso fue en la escuela secundaria. Es hora de seguir adelante. —Alex sacudió la cabeza—. Solía soñar con la manera de vengarme, incluso. —¿Incluso? —Suena estúpido ahora, pero sí. Tenía todas estas fantasías acerca de cómo podría humillarte.

—Alex. —No te preocupes, Craig, ya no las tengo. Yo llevé el dolor por mucho tiempo. No quiero aferrarme a eso. Me gustas. Me gustas mucho. Y espero gustarte a ti. ¿Tal vez podamos tener algo? —Alex estaba tomando un gran riesgo hablando de sus pensamientos en voz alta, demasiado pronto después de que ellos se re encontraran. Pero a veces tenía que arriesgarse. —Sí. Me gustaría realmente eso, Alex —dijo Craig en voz baja. Él bostezó—. Me temo que me estoy quedando dormido sin embargo. —Duerme. Podemos hablar después.

Craig se despertó sobresaltado. Su corazón latía con fuerza y con dolor en el pecho. Por un momento la oscura desesperación le atragantó. No de nuevo. Se incorporó, con cuidado de no molestar a Alex. El tormento era tan difícil de soportar que se frotó el pecho donde el corazón le latía. Craig había esperado encontrarse con Alex, compartiendo con él, posiblemente el desarrollo de algo que hiciera desaparecer a los demonios. Dejó salir una respiración pesada, más convencido de lo que nunca estuvo. ¿Realmente iba a ser como su madre? ¿Qué estaba haciendo aquí? No necesitaba la complicación de alguien que le importara y que podría preocuparse por él. Al final, sólo perjudicaría a Alex.

Él debería tomar su ropa y escapar ahora antes de que Alex despertase. Después de todo, sospechaba que sólo tendría que ignorar las llamadas del otro hombre por unos días. Alex no insistiría, Craig lo conocía bien. Podría ser sólo un recuerdo de buen sexo. Balanceando las piernas con movimientos tan mínimos como pudo, se levantó de la cama. Alex tenía un gran conjunto de puertas francesas que conducían a un balcón. Él había explicado que había sustituido las puertas regulares corredizas de vidrio. La luna estaba llena y a través de las puertas Craig podía ver la luz de la luna golpear el mar. Lo que le mostraba el gran lugar que era. Él tenía su propia casa en Burbank. En realidad era la casa donde creció, la casa de sus padres. Naturalmente que sentía la presencia inquietante de ellos allí y nunca se sintió cómodo en ella. —¿Estás bien? —Los brazos de Alex se acomodaron alrededor de su cintura y Craig automáticamente se recostó contra él. —Lo siento, no quise despertarte. —Tengo una especie de sueño ligero —dijo Alex. Él acarició el cuello de Craig. Todos los pensamientos de salir huyendo se fueron con el aumento de su pene. Craig suspiró e inclinó un poco la cabeza para dar a Alex un acceso aún mejor. —Tienes una impresionante vista aquí. Este lugar es genial —murmuró. —Debe ser por el precio que pagué. —El propio pene duro de Alex se apretó contra el culo de Craig. Craig relajó su postura un poco—. ¿Voy a conseguir un condón? —Hmm, sí.

Alex lo liberó el tiempo que tardó en llegar a la mesita de noche junto a su cama King size. Abrió el paquete y lo hizo rodar sobre su erección. Envolvió sus brazos alrededor de Craig de nuevo. — ¿No te importa si te follo? —¿Importarme? Me importaría si no lo hicieras —dijo Craig con una sonrisa. Empujó la espalda contra Alex. —Bien, a algunos tipos sólo les gusta estar arriba, así que solo me estoy asegurando. —Sí, por lo general lo hago, pero no voy a quejarme de cualquier manera. Craig cerró los ojos y se echó hacia atrás, girando el cuello lo suficiente para encontrarse con los labios de Alex. Cuando la lengua de Alex se encontró con la de Craig, sus dedos probaron la apertura de Craig. Había pasado mucho tiempo desde que le había permitido a alguien que lo jodiera. En general era una pérdida de control que no permitía, pero por alguna razón, esta noche lo quería. Alex profundizó el beso, su lengua danzando violentamente en la boca de Craig. —Dios, tienes una gran boca. Creo que podría besarte toda la noche. Craig negó con la necesidad. Él tomó su propio pene y pasó su mano hacia arriba y abajo de la longitud. Alex se deslizó dentro de su abertura, vacilando sólo brevemente ante el anillo apretado de los músculos antes de presionar todo el camino dentro. Alex empujó lenta y profundamente. Era un reto permanecer en posición vertical. Craig no creía haber tenido relaciones sexuales de pie antes. Contra la pared, sí, que le daba un adicional apoyo. Alex sostuvo sus caderas presionando, hundiéndose dentro y fuera. Se

mordió el labio. La lentitud era frustrante e increíble al mismo tiempo. —Estás realmente muy apretado —dijo Alex contra su garganta. Su lengua rozó la yugular del cuello de Craig, sintiendo su pulso. Craig aumentó la presión de su mano sobre su pene, masturbándose rápidamente. Él tampoco había tenido sexo delante de una ventana y, aunque ni siquiera sabía si podría ser visto a través de las puertas francesas, la posibilidad le agregaba un elemento de emoción prohibida. —Alex —suspiró. Su amante ahora bombeaba dentro de él más rápido, apretando su agarre tanto que Craig supuso que tendría contusiones en la mañana. —Córrete para mi, Craig —dijo Alex directamente en su oído—. Vamos, hazlo con mi nombre en sus labios. Quiero que lo grites. Señor, sus piernas casi se doblaron con ese pedido. Sus bolas estaban dolorosamente apretadas y con un grito ronco de —Alex, —eyaculó una y otra vez. Como si hubiera estado sólo esperando a que Craig se corriera, Alex gimió y se puso tenso, buscando su propia liberación. Craig inclinó la cabeza y trató de recuperar su respiración y ponerla bajo control. Su garganta palpitaba por el grito, pero se las arregló para decir: —Eh, mis piernas se sienten muy débiles ahora. ¿Podemos quizá acostarnos? Alex se echó a reír y salió de él y desechó el condón en un cesto de basura cercano. —Sí, lo siento. Me dejé llevar un poco contigo de pie delante de las puertas. Pero,

hombre, eso fue increíble. Nunca lo he hecho de esa manera antes. Craig se sentó en el borde de la cama. —¿Frente a la puerta? ¿De pie? Alex sonrió y se sentó a su lado. —Sí, eso también. Nunca he sido yo el ‘activo’, en realidad. Craig parpadeó. —¿En serio? ¿Nunca? —No. Travis era uno de esos tipos que simplemente no quería. No era una opción para mí hacérselo. No sé, tal vez le hacía sentirse menos gay. Lo que sea. Pero incluso antes de él, siempre he sido el que estaba en la parte inferior. Craig lanzó un silbido. —Bueno, yo nunca hubiera adivinado. Esto fue... lo que has hecho... increíble. Lo hiciste tan natural. —Gracias. —Alex se puso repentinamente serio—. ¿Estás bien? La primera vez que desperté y te vi allí de pie, bueno, pensé que tal vez estabas pensando en irte. —No, sólo tuve un mal sueño —dijo Craig fácilmente. Alex se inclinó y lo besó. —Vamos, volvamos a dormir. Son sólo las tres y media. Mañana es domingo y podemos quedarnos durmiendo tanto como queramos. —Está bien. —Craig se deslizó hacia el lado de la cama en el que había estado durmiendo. Temporalmente la desesperación se había ido. Sin embargo nunca se iba por mucho tiempo. No quería pensar en ello ahora. —¿Quieres salir a desayunar o prefieres que te prepare el desayuno? —Preguntó Alex, acostado a su lado. —Comamos aquí. Me gusta la idea de pasar todo el día holgazaneando y teniendo sexo.

Iba a tener que comprar más condones si ellos mantenían esta relación. Alex agregó cebolla picada, tomates y aguacates a la tortilla que estaba haciendo. ¿Cuántos tenía? La verdad era que no había tenido que comprar en meses. Craig aún dormía y Alex tenía la intención de llevarle el desayuno a la cama. Después de otro ataque de sexo temprano en la mañana, le había preguntado a Craig qué era lo que le gustaba comer. Además de la tortilla que estaba preparando con patatas, ya había preparado una taza de café con leche y un vaso de jugo de tomate. Alex no pudo dejar de sonreír desde que se despertó. Él esperaba que no se estuviera preparando para enamorarse profundamente. Incluso si Craig había dejado de ser el bastardo que fue en la secundaria no significaba necesariamente que estaban destinados para un ‘feliz para siempre’. Ni siquiera sabía si podrían estar destinados a algo más que a una noche y ese día. Por primera vez esa mañana, Alex frunció el ceño. Había algo inquietante acerca de Craig en la noche anterior. Realmente había sospechado que Craig se iría cuando lo vio de pie mirando fijamente al océano. Una extraña inquietud irradiaba desde Craig. Alex no podía determinar qué. Por lo tanto, ¿iba a estar bien con una sola noche? O en pasar el fin de semana juntos, supuso. Alex no lo sabía. No esperaba encontrarse a Craig Fontaine después de la secundaria y cuando lo vio pavonearse por primera vez en el bar la noche del viernes, la presión arterial de Alex se había disparado al infierno. Pero Craig le dio esa sonrisa asesina, se disculpó por lo de antes y tenía una especie de

sutil toque de vulnerabilidad, con lo que Alex se encontró aceptando cenar con él. Y ahora mira dónde estaba. Preparando el desayuno para el hombre de sus fantasías. El hombre perfecto. Jill no sabía lo cerca que estuvo cuando había hecho esa declaración por teléfono. ¿Cuántas veces en los últimos años se había masturbado pensando en Craig? Incluso después de la secundaria. Diablos, si fuera honesto consigo mismo de todos modos, a menudo pretendía que sus amantes eran Craig. Ahora el verdadero Craig estaba aquí y Alex no quería que fuera una cosa de una sola vez. Pero ciertamente no podría recurrir a convertirse en un patético y pegajoso. Si todo esto era lo que Craig quería, entonces Alex lo aceptaría. No quería ser arrojado a la cárcel por ser un acosador obsesionado. Colocó la tortilla y las patatas en un plato y colocó el plato sobre la bandeja, junto con el café, el jugo y los utensilios. El camino al corazón de un hombre era su estómago, el viejo dicho lo decía. Alex subió los escalones de la escalera y entró en su habitación. Craig estaba roncando suavemente. Bueno, no había despertado todavía. Puso la bandeja sobre la cómoda y se quedó cerca para evaluar a su huésped. El cabello despeinado oscuro, las pestañas largas descansando sobre sus pálidas mejillas. A Alex le encantaba la forma en que las mejillas de Craig se sonrojaban cuando sentía frío o cuando se echaba a reír. Era increíblemente entrañable. Acercándose a la cama, levantó la sábana que cubría el cuerpo desnudo de Craig. Su amante no se movió.

Alex inhaló bruscamente, teniendo a la vista el largo y grueso pene erecto de Craig. Se arrastró hacia la cama y se deslizó hasta que su rostro estuvo justo al lado de la erección de Craig. Lamiéndose los labios en anticipación, cerró la boca alrededor de la punta, metiéndola dentro de su boca lentamente. Craig se tensó, sus ojos se abrieron de repente. —Relájate —dijo Alex—.Yo sólo quiero que te corras. —Oh, Dios mío, qué manera de despertar —dijo Craig con una risa gutural. Alex sabía que no era tan bueno en esto como Craig lo había sido. Tomó las bolas de su amante y las llevó más adentro de su boca. Con mucha práctica, podría mejorar. Sonrió para sí mismo. Le gustaría tener la oportunidad. Craig se empujó a sí mismo más profundo en la boca de Alex. Alex trató de no atragantarse, decidido a hacer esto. Abrió los músculos de su garganta. Chupó más fuerte, sus mejillas ahuecadas. —Sí, Alex. Craig parecía estar metido en el asunto, así que Alex chupaba más y más rápido, tirando y empujando de la polla de su amante. Los gruñidos bajos procedentes de Craig lo animaban. Alex sintió la rigidez de Craig justo antes de que se corriera en su boca. —¡Alex! Con una sonrisa de oreja a oreja, Alex subió la vista hacia el sonrojado hombre. Sus mejillas tenían ese color rosado que lo hacían más y más atractivo.

—Vaya, buenos días. —Los ojos color zafiro de Craig brillaban. —Buenos días. He traído el desayuno. Tenía miedo de que se enfriase, pero con lo rápido que te corriste, creo que es rescatable. —Alex fue hacia la bandeja para acercarla a Craig. —Yum, estoy muerto de hambre. Realmente podría acostumbrarme a esto Alex. Esa era la idea. Alex se limitó a sonreír.

—Entonces, he oído que te gusta mi hermano —Jill Ferguson, compañera de trabajo de Craig, le había dicho ayer por la mañana. Estaban de pie junto a la cafetera de la firma contable. Craig se había servido una taza. Miró brevemente a la pequeña rubia antes de tomar un sorbo de su café. —Claro, estuvo bien. —¿Estuvo bien? Pasaste el fin de semana con él, ¿no? —Su mirada era de indignación. Craig la hizo callar. —¿Te importa? No necesito que toda la oficina se entere de mis asuntos. Se dirigió a su oficina y Jill lo siguió, cerrando la puerta y tomando la silla frente a su escritorio. —¿Bien? —preguntó ella, arqueando una ceja rubia. —¿Debo preguntarte acerca de tu relación con tu marido? —Mi marido no es tu hermano. —Ella agitó la mano con desdén—. Corta esa mierda, Craig. ¿Te gusta Alex o no? Probablemente demasiado. Había pasado la mayor parte de la noche pensando en Alex y deseando haberse quedado en Santa Mónica en el piso de Alex en lugar de ir a su casa. —Me gustó mucho y nos lo pasamos muy bien juntos. Jill sonrió. —¡Lo sabía! Hablé con Alex ayer por la noche y parecía feliz. Más feliz de lo que lo he oído en

mucho tiempo. Tengo que decir que te mueves un poco rápido sin embargo. —Pues, tu hermano y yo nos conocíamos de la escuela secundaria. ¿No te lo dijo? —¿En serio? —Ella frunció el ceño—. Oh, Dios mío, tú no eres ese Craig, ¿verdad? Craig se sonrojó. —Culpable de todos los cargos, sí. —Maldita sea, no tenía ni idea. Debe estar enojado conmigo. —la sonrisa de Jill se desvaneció y ahora ella lo miró abiertamente a él—. ¿Estás jugando con Alex? Entendió por qué preguntó, pero aun… —No estoy jugando con él. Algunos de nosotros realmente maduramos después de dejar la escuela secundaria. Jill lo miró fijamente. —¿Sabías que era él cuando viste su foto en mi oficina? —No. Yo no sabía que era él, no lo recordaba, hasta que me recordó acerca de la escuela secundaria. No fue el mejor momento para mí, ¿de acuerdo? No me gusta pensar en ello. —Sí, bueno, tú no lo hiciste el mejor momento para él tampoco. Craig suspiró. —Ya lo sé. Ya le he pedido disculpas a Alex. Hemos logrado superar eso. Tal vez necesites hablar con tu hermano acerca de esto. Jill se puso de pie. —Tengo la intención de hacerlo. ¿Vas a salir con él otra vez? —Sí. De hecho, tenemos planes de ir al cine mañana por la noche.

—Uh huh —continuó Jill frunciendo el ceño—. Te veré más tarde. Craig rodó los ojos y se giró hacia su computadora.

—Hey, quería decirte que lamento que mi hermana te haya molestado ayer —dijo Alex. Le entregó el dinero al cajero después de entregarle la bolsa grande de palomitas de maíz a Craig. —Es genial. —No, no lo es. No es asunto suyo. —Ella es tu hermana mayor. —Craig se encogió de hombros. Alex metió la cartera de nuevo en sus pantalones y ellos caminaron por el pasillo hacia la sala donde se pasaba la película que querían ver. —Bueno, incumbencia.

también

le

dije

que

no

era

de

su

Maldita Jill de todos modos. Desde que su indiscreta hermana habló con Craig, él había sido cool con Alex a través del teléfono cuando hablaban. Y ahora en el cine Alex sintió la distancia. Craig definitivamente había colocado algún tipo de bloque. Primero ella los reunió y ahora parecía que los separaba. Bueno, no es que ellos estén... en una relación... todavía. No exactamente en una, de todos modos. Un fin de semana juntos, no quería decir que eran una pareja, Alex se recordó. Incluso si él lo quisiera así.

Después de elegir sus asientos en el interior del teatro, Alex giró hacia Craig. —Mira, yo estaba pensando, eh, ¿te gustaría venir otra vez este fin de semana? Podría volver a cocinar o incluso hacer una barbacoa. Se supone que habrá buen clima. Craig no lo miraba. Se removió en su asiento. —Alex, no lo creo... Las luces se redujeron y comenzaron a aparecer los avances de otras películas. El estómago de Alex estaba dolorosamente torcido. Era imposible concentrarse en la película esperando a que Craig terminara con él «No creo que debamos vernos», sentenció. Él sabía qué era lo que vendría luego. A mitad de la película, Alex se excusó para ir al baño y de hecho consideró el irse. Ambos habían tomado su propio coche para ir al cine por lo que no dejaría varado a Craig. Él no quería enfrentar el rechazo y sabía que era un cobarde por ello, pero ahí estaba. En el vestíbulo del teatro había unas cuantas sillas para que la gente pudiera sentarse y esperar, por lo que Alex se sentó en una mientras decidía si se iría o no. Jill lo había asustado con su charla de no juegues con mi hermano. Genial. Él era un idiota, enfadarse más de lo que equivalía a una aventura de una noche. Alex se pasó los dedos por el cabello y decidió que sólo se marcharía. Sí, él era un cobarde. De acuerdo. Se abrió camino a través del estacionamiento hasta donde había dejado su coche y accionó la cerradura electrónica. —Oye, ¿qué estás haciendo? Una mano le agarró la muñeca al llegar a la manija de la puerta. Alex levantó la vista. Craig estaba allí

sosteniendo su muñeca, con el ceño fruncido, el dolor en sus ojos de zafiro. Alex se aclaró la garganta. —Yo... eh... pensé que nos hacía un favor a ambos. —¿Qué? ¿De qué estás hablando? ¿Te vas? —Vamos, Craig, los dos sabemos que no quieres tener nada más que ver conmigo. Lo has dejado muy claro. Sólo pensé que podría ser más fácil para nosotros si no tuviéramos que hacer frente a esta escena, eso es todo. — Alex se tragó el nudo que se había formado en su garganta. Craig negó con la cabeza. —No, equivocado. Yo quiero seguir viéndote.

Alex,

estás

Alex abrió la boca pero no salió ningún sonido de ella. Se quedó mirando fijamente a Craig. El hombre lo miró completamente serio. Su corazón empezó a latir rápidamente. Muy bien, así que tal vez Craig no lo estaba rechazando. —Tú... tú parecías, que no querías verme quejumbroso y patético imaginar cómo le debería

allá atrás… pensé que ibas a decir este fin de semana. —Parecía a sus propios oídos. No podía sonar a Craig.

Craig sonrió. Una dolorosamente bella, bella sonrisa, una que hizo que a Alex se le debilitaran las rodillas. Ah, y que se pusiera duro como piedra, también. —Yo iba a decir que no creo que pueda esperar hasta el fin de semana para estar contigo otra vez —dijo Craig en voz baja. —Oh. —Oh, mierda. Vaya, casi lo había arruinado ¿no es así?

Craig lo empujó contra el coche hasta que estuvo sólo a unas pocas pulgadas de distancia. Bajó la cabeza y miró directamente a los ojos de Alex. —Me gustas, Alex. Me gustas mucho. Alex apartó la mirada de esos ojos de zafiro, de esos labios besables de Craig. Tragó saliva. —Me gustas mucho, demasiado. Craig asintió. —Esa película apesta de todos modos.— Alex se echó a reír. Se sintió casi mareado. —¿Qué te parece si vamos a mi casa? Creo que está más cerca que la tuya —sugirió Craig—. Puedes seguirme o puedes venir a buscar tu auto aquí por la mañana. Oh, sí. A su pene le gustaba el sonido de eso. Su erección se apretó contra sus pantalones, dolorosamente. «Tranquilo, Alex». —Probablemente debería seguirte, para que tenga tiempo de volver a mi casa por la mañana para cambiarme de ropa.

Es extraño cómo después de tanto tiempo a Craig todavía le resultaba difícil recuperar el aliento cuando abría la puerta de su casa de Burbank. Por un momento se quedó de pie en el umbral, el pánico dispuesto a desaparecer. Imágenes de un niño acurrucado en la esquina cruzó su mente. Una mujer con el cabello revuelto y los ojos como hierro sobre su cabeza. Había pensado a menudo en vender la casa, liberándose. Pero aún ejercía control sobre él, no podía evitarlo.

—¿Craig? —Alex habló detrás de él, aún fuera de la casa—. ¿Está todo bien? Las imágenes se desvanecieron y encendió algunas luces más. La sala estaba llena de alegría brillante. Las sombras de los demonios se desvanecieron. Exhaló. —Por supuesto. —Craig dio un paso a un lado para permitir que Alex entrara. —Es increíble que todavía vivas en la casa en donde te criaste —comentó Alex, mirando a su alrededor—. A veces conduzco a nuestra antigua casa. Creo que ya van como cuatro propietarios distintos que la han tenido desde que mis padres la vendieron. —Yo heredé la casa cuando mi padre murió y mi madre fue internada. Supongo que soy una criatura de costumbres. —Tiró las llaves sobre la mesa del café—. ¿Quieres un recorrido? —Sólo si comienza y termina con el dormitorio —dijo Alex con una sonrisa entrañable. Uno de sus cabellos de arena había caído en sus ojos. Era adorable y Craig no veía la hora de meterlo en su cama, desnudo. Su casa era de un estilo bungaló de un piso por lo que no haría una gira de todos modos. Su habitación era el dormitorio principal al final del pasillo. —Por este aquí —señaló Craig. Alex le dio un vistazo. —¿Qué? —¿Tú no quieres apagar todas las luces primero? — Alex miró perplejo. Craig sonrió. Jugaba a ser cool. —No, me levanto en medio de la noche a veces por agua y no quiero tropezar o

algo así. Yo siempre las dejo encendidas. —Lo cual era cierto. Alex se encogió de hombros. —Está bien. Craig accionó el interruptor de la luz de su cuarto. Rezó para que su mente errante no se desviara a otros tiempos, mientras que Alex estuviera con él. Él miró sus manos en puños y se obligó a relajarse. —Pareces un poco tenso. ¿Quieres que te dé un masaje? —preguntó Alex. Había empezado a desabrochar su camisa. —Eso sería genial. —Craig sonrió y tiró la chaqueta del traje azul marino y corbata que había tomado antes de la película en una silla cercana. Sólo soltó el primer par de botones de su propia camisa azul claro antes de jalarla sobre su cabeza. Su camiseta le siguió. Sus dedos fueron a desenganchar el cinturón. —¡Espera! —Alex llegó a él y se pasó sus dedos a un lado. Su amante sonrió un poco avergonzado—. Lo siento, pero yo vi esta película porno en línea una vez donde el hombre nunca tocaba sus pantalones. Él sólo se metió el pene y bolas de los pantalones y folló al otro de esa manera. Craig se echó a reír. Alex se ruborizó. —Lo sé, lo sé, pero... bueno... he tenido este tipo de fantasía desde entonces. —Bien por mí. —Se desató la cremallera de los pantalones de su pantalón, metió la mano en sus pantalones cortos y jaló su erecto pene y los testículos fuera de ellos. —Oh, sí —susurró Alex. Al instante se puso de rodillas y succionó la cabeza de la erección de Craig en su

boca. Su lengua lamió la vena pasándola lo largo de ella. Jaló de las bolas de Craig. —Dios, Alex, um, será mejor que tomes los condones rápido. He estado pensando en esto durante dos días. No voy a durar mucho. Alex liberó las bolas de Craig con un ruido seco. — ¿Dónde están? «Um, sí, ¿dónde están? Piensa». —Cuarto de baño, gabinete de la medicina. —¿Y el lubricante? —Bajo el fregadero. Alex desapareció en el cuarto de baño contiguo y volvió con una caja de condones y dos botellas de lubricante. Craig humano.

enarcó

las

cejas.

—Tranquilo,

Alex,

soy

—Yo fui un boy scout. —Alex se quitó sus pantalones y ropa interior. Su erección se balanceaba a través de uno de sus los gruesos y cortos mechones de vello púbico. Desgarró el envoltorio del condón y lo deslizó sobre el erecto pene de Craig—. Extiende tu mano. Craig hizo lo indicado y su amante colocó chorros de lubricante en ellas. Lo frotó sobre su pene mientras que Alex insertaba sus dedos lubricados en su fruncida entrada. Craig se detuvo un momento para ver a su amante con sus propios dedos en su interior. Sabía que su mandíbula debía estar colgando abierta. —Date prisa y acuéstate en la cama. Alex sonrió y se deslizó en la cama boca abajo, ofreciendo su culo hacia Craig.

Craig apretó los dientes para contener el orgasmo que amenazaba con alcanzarlo muy pronto. Siguió a su amante y colocó su pene en la entrada de Alex. —Ahora, Craig, por favor —declaró Alex. Nunca había tenido relaciones sexuales con sus pantalones puestos antes, Craig se dio cuenta de eso, cuando se introducía dentro de Alex. De algún modo su cerebro retorcido se preguntaba cómo iba a explicar a su tintorería las manchas que estaba seguro tendría en sus pantalones. Sacudiendo la cabeza, comenzó a moverse dentro de Alex. Inclinándose, lamió un sendero hasta la columna de Alex. Su amante se estremecía bajo el asalto. Cerró los ojos y golpeó más duro y más rápido, sus bolas se apretaban casi dolorosamente. La sensación de los pantalones frotándose contra él y contra el culo de Alex era más erótico de lo que se había imaginado. —Oh, Dios mío, sí —exclamó Alex—. Craig, sí, jódeme, jódeme duro. Alex tenía una mano en la cama como apoyo y la otra estaba locamente sacudiendo su erección. Craig clavó los dedos en las caderas de Alex, embistiendo una y otra vez. La habitación se llenó con el sonido de sus bolas golpeando contra el culo de su amante. Señor, podría acostumbrarme a esto. Alex apretándose a su alrededor, animándolo. Siempre teniendo el mismo amante. Su corazón se aceleró. —Craig, Craig, me corro. Alex empezó a erupcionar debajo de él. Un cosquilleo subió a la columna vertebral de Craig.

—Oh, Jesús —gritó Craig, bombeando rápido y furioso, su orgasmo explotó, la contracción de su pene en el culo de su amante. El brazo de Alex se aflojó y se desplomó sobre la cama. Craig lo siguió pronto, colapsando sobre Alex, sus cuerpos aún conectados. Alex dejó escapar un suspiro de satisfacción. La noche pudo haber comenzado como una mierda, pero de seguro estaba teniendo un gran final. El sexo con Craig era la experiencia más alucinante que había tenido nunca. Él podría fácilmente volverse adicto. Infiernos, es probable que ya lo fuera. El hombre era un dios. Un dios pesado, sin embargo. —Eh, bebé, ¿podrías tal vez colocarte a mi lado en lugar de encima de mí? —Sugirió. Craig se echó a reír. —Seguro. Alex sintió que su amante de retiraba y por un momento le dolió la pérdida. «No seas idiota Alex, fuiste tú el que le pidió que se quitara». Escuchó a Craig moverse, estaba demasiado contenido para levantar la cabeza para mirar y retirar el condón usado y luego sus pantalones. Craig jaló las mantas y cubrió a Alex un poco, luego se puso junto a él y jaló las mantas sobre los dos. Maldita sea, el hombre era fuerte. Una mano tocó una de sus nalgas descubiertas, dándole un ligero golpecito. —Ey. —Eso no duele. —Craig se rió, una risa baja y sexy como el infierno. —No —admitió Alex. —¿No me debes un masaje? ¿Dónde dejaste el preservativo y lubricante de todos modos?

Alex parpadeó, tragó saliva. —Yo no voy a conseguir dormir, ¿verdad?

Alex marcó el número de la oficina de Craig y esperó mientras que timbró varias veces. —Fontaine. —Hola, soy yo —anunció Alex, girando su automóvil en una esquina. —Hey, tú. —Había una sonrisa en la voz inconfundible de Craig. —¿Estás ocupado? —Es la temporada de impuestos. Siempre estoy ocupado. —Sí, debería haberme dado cuenta de eso —dijo Alex—. Pero yo estoy cerca de tu oficina y pensé que podíamos comer juntos. Hubo una larga pausa durante la que Alex dejó que se filtrasen sus inseguridades. Las cosas habían ido muy bien. Él había comenzado oficialmente a pensar en Craig como su novio. —¿Craig? —Lo siento, me distraje por un correo electrónico. Um, el almuerzo. ¿No vas a invitar a tu hermana? —Diablos, no. No necesito verla. Craig se echó a reír. —¿Qué tan cerca estás? —Alrededor de cinco calles. Espérame al frente de tu edificio como en quince minutos y te recojo.

—Está bien, nos vemos. Cuando Alex se estacionaba en frente del edificio de Craig doce minutos más tarde, Craig estaba allí esperando. —Hey tú —dijo Craig, subiéndose al coche. Se inclinó y le dio a Alex un beso rápido, luego se colocó el cinturón de seguridad—. ¿A dónde vamos? —¿Alguna objeción para la comida? —Ninguna. Alex sonrió. —Vi un lugar sólo a un par de calles y pensé que podría ser bueno. Muy bien, se sentía bien. Muy bien. Craig lo había besado en público. Si un automóvil cuenta como público. Cualquiera podía verlos, incluidas las personas que trabajaban en el edificio donde estaba la oficina de Craig, por lo que Alex adivinó que eso contaba como público. Su estado de ánimo mejoró de repente un montón. Poco tiempo después estaban sentados y leyendo el menú. El lugar había estado allí por años y no habían cambiado el menú en todo ese tiempo. Alex brevemente se preguntó cuántos dedos se habían apoderado de las páginas antes de él. Ambos ordenaron hamburguesas y té helado a la camarera. Cuando ella se fue, Craig estudió a Alex por un momento y luego levantó una ceja. —Entonces, ¿qué pasa? —¿Qué te hace pensar que pasa algo? —Preguntó Alex, bebiendo su té. —No puedo imaginar qué te llevara a algún lugar cerca de mi oficina para empezar. —Craig se encogió de hombros—. Tu oficina no está cerca de aquí.

—Podría haber estado visitando a un cliente —sugirió Alex un poco a la defensiva. Bueno, la verdad era que tenía un motivo ulterior. Sólo tenía la esperanza de que hubiera sido más sutil de lo que fue. —Uh huh. —Craig le dio una sonrisa fácil. —Está bien. —Alex exhaló—. El cumpleaños de mi hermana es este fin de semana y la familia acostumbra a festejarlo junta y pensé que tal vez podrías venir. Craig abrió la boca, pero antes de que pudiera decir nada, Alex rápidamente lo interrumpió. —Es demasiado pronto, ¿no? Pensé en eso. Quiero decir que sé que sólo nos hemos estado viendo durante una semana y dos fines de semana y ya estoy diciendo que conozcas a la familia. —Alex corrió los dedos por su cabello. Él estaba balbuceando. Siempre recurría a balbucear cuando estaba nervioso—. Demasiada presión, ¿eh? Lo comprendo completamente. Olvídate que te lo he planteado. —Alex. —Craig tomó su mano y la sostuvo—. Voy a ir. —Tú... ¿Lo harás? —Voy a ir —dijo Craig de nuevo—. Es genial. Puede ser divertido. —No te hagas ilusiones al respecto. No has conocido a mi familia todavía.

Craig tomó un largo trago de su cerveza. La familia de Alex consistía en su madre, hermana y hermano pequeño, que eran realmente muy agradables. Los padres

de Alex se divorciaron, pero su padre se mantuvo en contacto por correo electrónico la mayoría del tiempo. Alex le había dicho que su padre vivía en Nueva York y lo veía allí cuando él estaba por su trabajo en la ciudad. Por supuesto Craig ya conocía a Jill, pero la madre de Alex y su hermano lo habían recibido como un viejo amigo. Fue muy agradable. Craig estudió al ex novio de Alex a través del cuarto. La fiesta de la hermana de Alex era en su casa y Travis era el hermano del marido de Jill, bien, aquí estaba. Él acababa de entrar por la puerta principal con su nuevo novio. Al menos eso fue lo que Craig había adivinado que pensaba del tipo alto y flaco que estaba con Travis. ¿El dejó a Alex por ese tipo? Craig negó con la cabeza. Se alegró de que Alex estuviera en la cocina con su madre y su hermana en ese momento. Le dio rienda suelta a su evaluación del hombre. Craig decidió que no estaba impresionado. Travis se veía bien. Ciertamente, ni siquiera cerca de verse tan bien como Alex. Era bajo y rechoncho, con una especie de cabello rubio blanqueado. De la clase surfista. Junto con su alto y desgarbado novio que tenía el cabello casi negro, hacían una extraña pareja. En ese momento, Travis lo miró, una pregunta en sus ojos. Preguntándose quién diablos era él, sin duda. Craig se encogió de hombros. Supuso que no tomaría mucho tiempo para que el ex novio se acercara. Y aquí venía. Craig tomó otro sorbo de su cerveza. —Hola, soy Travis, el hermano de Ken. Craig le estrechó la mano. —Encantado de conocerte. Soy Craig. —Hizo una pausa para un efecto dramático—. El novio de Alex.

Travis dejó caer la mano y parpadeó. —Oh. No sabía que Alex tenía un nuevo novio. —Esta es mi presentación oficial a la familia. —Oh. —Las mejillas de Travis ardieron—. Um. Bueno, ¿cómo se conocieron? Craig notó que el novio de Travis miraba en su dirección con tristeza en su rostro. Probablemente se preguntaba si el surfista estaba haciendo una obra de teatro. —Yo trabajo con Jill, en realidad. ¿Tu novio nos está mirando mal? —¿Qué? —Travis echó un vistazo sobre su hombro—. Sí, ese es James. James, ven aquí, quiero que conozcas al nuevo novio de Alex. James se iluminó de inmediato y corrió. Alex no podría estar más satisfecho con la forma en que el día iba. Su familia le dio la bienvenida a Craig con los brazos abiertos, claramente feliz por él. Alex se sintió muy contento. Asombroso teniendo en cuenta el poco tiempo que había estado viendo a Craig. Había tenido miedo, en un principio, de que pusieran incómodo a su amante por los días en la escuela secundaria, pero para alivio de Alex ellos ni siquiera habían sacado el tema. Anteriormente había salido de la cocina justo a tiempo para oír a Craig presentarse a Travis como el novio de Alex. Bueno, eso era jodidamente fabuloso. No podría importarle menos lo que Travis pensara, pero escuchar a Craig refiriéndose a sí mismo de esa manera wow. Ahora Alex estaba tan caliente como el infierno y tratando de comportarse.

—Oye, Alex, te ves increíble. —Una mano apretó la parte posterior de su cuello en un gesto sorprendentemente íntimo. Uno que a Alex no le gustó en absoluto. —Travis, qué lindo verte. —Él dio un paso atrás y Travis lo soltó—. Me alegro de que Ken te haya invitado. —¿Eres tú? —Travis parecía incierto—. La verdad es que estaba un poco preocupado por eso. —¿En serio? ¿Por qué? —Bueno, sé que te vieron realmente afectado por mi elección de romper contigo —explicó Travis—. Sé que todavía sentías algo por mí. «Obtener más de ti mismo». Eso fue lo que Alex quería decir, pero era demasiado educado para ser tan grosero. —Eso es gracioso. —¿Estás seguro? —Travis frunció el ceño, bajó la voz—. Sé que estuviste devastado por la ruptura. Jill le dijo a Ken que estuvo realmente preocupada por un tiempo. Mirando hacia atrás, probablemente no lo manejaste bien. Yo podría haberte dejado más fácil. «Oh hermano». Alex sonrió. —Creo que ya no estoy devastado. Vi que conociste a Craig. La mirada de Travis recorrió la sala para mirar a Craig. El hombre de Alex estaba enganchado en una conversación con la hermana y la madre de Alex y las dos estaban riéndose de lo que decía Craig. —No parece tu tipo, Alex. Me sorprendió cuando lo vi. —Pecaminosamente hermoso, los hombres bien dotados siempre son mi tipo, Travis —dijo Alex con un

guiño—. «Toma, ególatra». La verdad es que no puedo recordar que haya estado tan feliz en una relación anterior. Es muy bueno. —¿No le importa que trabajes todo el tiempo? Alex se encogió de hombros. —Él trabaja muchas horas también. Y de todos modos, hacemos tiempo para estar juntos. Las orejas de Travis se había vuelto de color rojo y él se movió incómodo. —Alex, la verdad es que he querido llamarte desde hace un tiempo. Creo que podría haber sido demasiado apresurado… —Ahí estás, bebé. —Craig puso su brazo sobre los hombros de Alex—. Estaba diciéndole a tu madre acerca de la otra noche, cuando cocinamos la langosta. Alex se echó a reír. —¿Quieres decir que tratamos de cocinar langosta? ¿Conociste a Travis, Craig? Craig sonrió pícaramente. —Sí, lo conocí antes. Y a su novio, James. Alex no se perdió el ligero énfasis que Craig puso en la palabra ‘novio’. —Me preguntaba si podrías estar listo para irte —dijo Craig, llegando a jugar con un mechón del cabello de Alex. Deliberadamente, Alex adivinó—. Estoy un poco cansado. —Definitivamente. Vamos a decir buenas noches.

—¿Estás bien? —Preguntó Alex, mirando fuertemente a Craig. Su amante había inclinado la cabeza hacia atrás en

el coche y cerró los ojos tan pronto como se marcharon de la casa de su hermana. —Claro. Sólo un poco cansado. —Gracias por hoy. Todo el mundo te amó. —Dudo eso —dijo Craig secamente—. Algo me dice que Travis quería cortar mi corazón. Alex se rió entre dientes. —No estás celoso o algo así, ¿verdad? —No, no realmente. A pesar de que era tu ex. —Créeme, no tienes absolutamente nada por lo que sentir celos acerca de él. Craig bostezó. —¿Seguro que estás bien? Craig sonrió a pesar de que no abrió los ojos. —He estado trabajando muy duro, eso es todo. Estoy muy cansado. —Oh —dijo Alex, con un sentido definido de decepción, parecía que esa era la forma en la que Craig le decía que no tendrían sexo esta noche. ¿Craig se querría ir a su casa? Alex lo había recogido de Burbank y había asumido que iban a pasar juntos la noche del sábado en su piso. Pero tal vez él estaba asumiendo demasiado—. ¿Tú, eh, quieres que te lleve a casa, entonces? —Por supuesto que no. ¿Por qué querría ir allá? La voz de Craig había sonado extrañamente fría y hueca. Él estaba sin duda de un humor extraño. —Bueno, bien —dijo Alex, tratando de parecer alegre—. Es la noche perfecta para encender un fuego.

Podríamos estar acogedoramente frente a la chimenea en la sala de estar. —Suena como un plan. Craig trató de concentrarse en los dedos de Alex que le masajeaban los hombros al descubierto en vez de en la oscuridad que amenazaba con arruinar un día que por si había sido genial. El dolor le vino justo cuando estaba terminando su historia de la langosta a la madre de Alex y su hermana. Se las arregló para sacar las palabras y llegó incluso a parecer casual y conjuntamente a la hora en la que la comadreja de Travis trató de hacer un movimiento sobre Alex. Craig no era tonto. Travis quería volver con Alex. Se había llevado todo de él no aplastar la maldita cara de Travis. Se fue hacia el coche antes de que realmente comenzara a golpearlo. Probablemente debería haber pedido a Alex que lo llevara a su casa. Su estado de ánimo era una mierda ahora. Por desgracia, seguía estando en el mismísimo infierno pero así y todo quería follar a Alex. «Mantente entero, Craig». Después de todo, esto era sólo el comienzo. Por lo general, no era tan malo hasta que pasaba el primer día, se agravaba en los siguientes días. Podía pasar la noche con Alex. En la mañana, iría a su casa, por la lavandería o algo así. Luego podía decirle que estaba ocupado con los impuestos por unos días hasta que el episodio hubiera terminado. Alex no tenía por qué saberlo. —Hmm —se quejó Craig—. Se siente increíble. Alex acarició el cuello, luego sintió el pulso de Craig. —Sabes... he estado pensando. —Uh… oh.

Alex se echó a reír. —Sí, sí. Lo que quiero decir es... bueno, bien, tal vez esto es demasiado pronto. —Derrámalo. —Craig negó con la cabeza—. Mala elección de las palabras. No lo derrames todavía. Alex lo mordió otra vez. deberíamos hacernos la prueba.

—Me

preguntaba

si

Craig se tensó. Su aliento retenido en sus pulmones. «Frío, Fontaine». —Lo siento, es demasiado pronto, ¿eh? Huele a demasiado compromiso, ¿no? —Preguntó Alex. Craig exhaló. —No, no. Todo está bien. Creo que es una buena idea. —¿En serio? —Sí. Parece que estamos bastante serios aquí, ¿no te parece, Alex? Alex le besó la oreja. —Sé que yo lo soy. Pero yo no quiero presionarte, Craig. Craig giró la cabeza para poder llegar a los labios de Alex. Se besaron por un momento, sus lenguas entrelazadas. Empujó a Alex en el suelo delante de la chimenea. Acarició las manos sobre el pecho desnudo de Alex. —Amo la sensación de tus músculos. Alex se estremeció, arqueándose hasta sentir las manos errantes de Craig. —Amo la sensación de tus pezones bajo la punta de mis dedos —murmuró Craig, chasqueando los pezones de Alex—. Te gusta eso, ¿verdad, bebé? —Sí —se quejó Alex—. Tócame, Craig, tócame por todas partes.

Craig recorrió el cuerpo de Alex, luego levantó su culo en sus manos y hundió su lengua en la abertura arrugada de su amante. Él lavó y chupó la entrada de Alex hasta que estaba mojado y listo. Alcanzando un condón, abrió el paquete y lo hizo rodar sobre su palpitante pene. —Sí, jódeme, jódeme —pidió Alex. Craig apretó los dientes después cuando una ola de la oscuridad se deslizó en él. Luchó de nuevo con un grito de desesperación. No, ahora no. —¿Bebé? —Los ojos grises de Alex tenían una mezcla de rabia, lujuria y preocupación. Apretando la mandíbula hasta el punto de dolor, Craig empujó en Alex. —Pon tus piernas alrededor de mí — le ordenó con severidad. Alex cumplió, envolviendo la cintura de Craig con sus piernas en un apriete como si en ello le fuera la vida. Craig entraba y salía, sus embistes alternaban entre largos y cortos. Duro y suave. Alex sacudió su propio pene frenéticamente, gotas de sudor aparecían en su ceño fruncido. —Córrete para mí, Alex, dispara sobre mí —ordenó Craig. Alex mordió su labio inferior y gimió bajo en su garganta. Su pene se hinchó y luego se derramó a borbotones en todo el estómago de Craig. —¡Dios sí! —gritó Craig. Se hundió más y más duro, apisonando el culo de Alex, bombeando a través de su propio orgasmo. La sangre corría de su cabeza y apenas pudo retirarse antes de perder la conciencia.

«—¿Qué es esto? —preguntó su madre. Su cabello rizado oscuro era un halo alrededor de su cabeza. Saliva se salía de sus rojos labios producto del pintalabios. La mirada de Craig fue al papel agarrado fuertemente en el puño de su madre. Su manicura estaba bien cuidada. — No sé, mamá. —¿Tú no lo sabes? ¿No lo sabes? —Gritó ella golpeándolo en la cara—. ¡Es tu tarjeta de calificaciones, tú, pedazo de mierda sin valor! Las lágrimas picaban en sus ojos, un niño de sólo ocho años de edad. Se había olvidado que casi era la época de las entregas de las calificaciones. Tenía la intención de obtener la carta del buzón antes de que ella lo hiciera y dársela a su padre. Ella rompió el papel en pequeños pedazos y los arrojó en el aire. —Eso es lo que pienso de eso. Tienes una B en ciencia. —El resto es mejor —dijo Craig en un hilo de voz. —Qué se joda el resto. —Ella agarró sus hombros y lo sacudió—. Eres flojo, sin valor, ¿qué es lo que te pasa? Se quedó mirando los pedazos de papel que una vez fueron su tarjeta de informe. —Se supone que debes firmarlo para que lo lleve de regreso a la escuela. —¿Firmar esto? —Ella se echó a reír histéricamente—. ¿Por qué iba yo a firmar un pedazo de mierda como esa? Tú no estás trabajando lo suficiente, Craig. —Yo... lo estoy. Ciencias es sólo difícil y yo… —Boohoo —dijo ella burlonamente—. Tú me haces enfermar. Llorando como un bebé. No estás trabajando duro. —Jaló un pedazo de su cabello—. Vas a venir directamente a casa todos los días y pasarás cada minuto antes de acostarte estudiando ciencias. ¿Entiendes?

—Sí, mamá. Su madre lo golpeó con fuerza en la cara, haciendo que su cabeza se fuese hacia atrás. —No te atrevas a traer otra vez una B a casa».

—¿Craig? ¿Craig? ¿Bebé? Alex lo estaba moviendo, tocando suavemente la mejilla, tratando de reanimarlo. Él parpadeó y se centró en su amante. —Craig, ¡gracias a Dios! —¿Qué pasó? —Te desmayaste o algo. Estaba a punto de llamar al 9-1-1. Craig se sentó y se pasó la mano por la cara. —No, estoy bien. —¿Estás seguro? Parecías un poco frenético. Craig forzó una sonrisa. —Estoy seguro. Es sólo que ha sido un día estresante. Y estoy muy cansado. Alex asintió. —Está bien. Vamos a subir las escaleras y meternos en la cama. ¿Quieres una taza de té o algo así? —No. Gracias, Alex. —Craig besó a su amante. Alex sonrió y agitó su cabello. —Te amo, Craig. Vamos, vamos a la cama.

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? — Preguntó Craig por décima vez al sábado siguiente. Se dirigían a las instalaciones privadas donde la madre de Craig había vivido durante los últimos diez años. —Sí, te lo dije. —Alex miró a su alrededor las plantas que veían mientras se abrían paso por la pasarela. El verde césped estaba bien cuidado y con una gran cantidad de árboles frondosos y flores brillantes y alegres. Después del extraño incidente del fin de semana pasado, cuando Craig se desmayó, pasaron unos días antes de que Alex escuchara algo sobre su amante. Él no quería empujar a Craig así que esperó esos pocos días sin ponerse en contacto con él. Alex se había preocupado de que hubiera dicho esas tres palabras demasiado pronto. Finalmente, el jueves, Craig llamó. Craig pasó la noche del jueves y el viernes con él, sin mencionar que había prácticamente desaparecido durante casi cuatro días. Alex no quería leer demasiado en él, pero estaba realmente complacido cuando Craig lo llevó a visitar a su madre la mañana del sábado. Él sabía que la madre de Craig era una enferma mental y que lo había sido durante años, pero de alguna manera Alex pensó que era mucho más lo que ocurrió en la familia de Craig. Él no podía poner su dedo en ello y no creía que Craig aún estuviera dispuesto a compartir lo que fuera. Pero algún día esperaba que fueran capaces de hablar de cualquier cosa.

Craig entró primero a través de las puertas automáticas dobles. Alex señaló que aún tenía puestas sus gafas de sol, cuando se quitó las suyas. Una forma de esconderse. Fingir que eso no era real. Otra carrera que Alex había considerado seguir era la de psiquiatría, pero terminó siendo más trabajo y dinero del que Alex quería. Chef, psiquiatra o agente literario. Sonrió a su propia idiosincrasia. Ellos se acercaron al escritorio de seguridad y el guardia uniformado miró hacia arriba. —Buenas tardes, señor Fontaine. ¿Trajo un invitado con usted? —Sí, George. Él es Alex Nichols. George asintió. —¿Puede firmar, por favor, señor Nichols? —Luego le entregó a Alex un pase de visitante. —Por ese camino —dijo Craig, señalando a un largo pasillo después de que Alex hubiera firmado. Sus pasos resonaron en el suelo de linóleo brillante. Craig caminó un poco por delante de Alex y no podía dejar de admirar el culo perfectamente esculpido del hombre en sus jeans. Probablemente era un mal momento para admirar a su amante, pero, maldita sea, él era hermoso. Craig se detuvo a mitad de camino y se dirigió a Alex. —No tienes que entrar, Alex. —Quiero conocer a tu madre, Craig —dijo Alex pacientemente. Craig frunció el ceño. —Ella no es como una madre normal.

—Lo sé, bebé. —Alex le tocó el brazo—. Está bien, ¿sabes? Soy un hombre crecido, sé que todo no es Leave it to Beaver3. Craig asintió con brusquedad. —Más como One Flew Over the Cuckoo’s Nest4. Mira, ella está por lo general bastante fuera sí. Muy medicada. A veces ni siquiera me reconoce. —Está bien. Su amante exhaló y preocupación arrugó su frente.

miró

por

el

pasillo,

la

—Hey —dijo Alex y agarró la mandíbula de Craig en la mano y giró la cara para encontrarse con su mirada. Quitó las gafas de sol de Craig—. No voy a enloquecer debido a tu mamá. Estoy aquí contigo porque queremos estar juntos. ¿Te acuerdas? —Ya lo sé. Todo lo que dices tiene sentido. Pero ella... dice las cosas a veces como si ella no fuese ella. Ella puede hacer referencia a nuestras preferencias sexuales y sé que te molestará. —Admito que soy un poco sensible a los insultos. Pero creo que he avanzado en ir más allá de eso. Yo era apenas un niño, Craig. Soy un adulto ahora con una exitosa carrera y un novio que amo con locura. —Alex sonrió y lo besó.

(3) Programa televisivo de los años 50 y 60 donde los protagonistas eran una familia típica americana con una vida perfecta. (4) Novela escrita por Ken Kesey donde ambientada en un asilo de Oregon, y relata una especia de estudio de los procesos institucionales y la mente humana. La novela fue escrita en 1959 y publicada en 1962. La novela fue adaptada en una obra de Broadway de Dale Wasserman en 1963, así como una película en 1975, que ganó cinco premios de la Academia.

—Cuando nos encontramos en el bar la primera vez tú no habías dejado atrás el pasado —señaló Craig. —Eso fue diferente —insistió Alex. —¿Cómo? Alex suspiró. —¿Tenemos que hablar de esto ahora? Porque estaba enamorado de ti en la escuela secundaria y las cosas que decías me hacían más daño. ¿De acuerdo? —Alex. —Vamos, vamos a ver a tu mamá. Lo que pasó lo he superado. No quiero ir hacia atrás. ¿Tú sí? Por primera vez esa mañana Craig le dio una pequeña sonrisa. Empezaron a caminar de nuevo y giró a la derecha al final de la sala. Alex señaló que el lugar era muy tranquilo y que no había visto más de una o dos personas deambular por los pasillos. Saliendo de una puerta cerca a la izquierda había una mujer de mediana edad con el cabello teñido de rojo. Ella saludó a Craig. —Hola, señor Fontaine. Sabía que iba a venir hoy. Está vestida y sentada junto a la ventana. —Gracias, Doris. ¿Cómo está? —No está mal hoy. Un par de noches atrás tuvo un episodio psicótico. Oyó voces también. En el camino hacia el lugar, Craig le dijo a Alex que su madre había sido diagnosticada con esquizofrenia. A veces, ella se ponía violenta, le dijo. —Ella está sentada en silencio ahora. Pero usted, hágame saber si me necesita. Voy a estar haciendo unos

papeles allí. —Doris señaló hacia la pequeña estación de enfermeras. Craig se detuvo delante de la puerta, la mano a punto de girar la perilla. El intestino de Alex se apretó. Le dolía ver lo que visitar a su madre le hacía a Craig. Odiaba eso. Más que nada quería hacer todo lo mejor para Craig. Un deseo imposible, pero Alex lo tenía, no obstante. Quería girar el pomo por su amante, pero Alex decidió que sería mejor dejar que Craig lo hiciera. Por fin Craig giró el picaporte y abrió la puerta. Lentamente, como si esperara a alguien en el otro lado que saltara y gritara ‘boo’. Dios, ¿realmente eso era lo que era para Craig? Alex se tragó el doloroso nudo en su garganta. —Madre, estoy aquí —anunció Craig. En una silla junto a la ventana abierta, había una mujer de edad que quizá pesaba cien libras. Llevaba el cabello gris recogido en una trenza larga cayendo por su espalda y estaba vestida con una delgada bata de hospital. La mujer era la imagen de una persona inofensiva, pero la tensión salió de Craig como relámpago. La mirada de la Sra. Fontaine era extraviada cuando giró su cabeza hacia ellos. Al principio, sus ojos estaban vacilantes, pero luego, lentamente, se centró más en su hijo. —¿Craig? —Sí, mamá. —Craig dio unos pasos más cerca de ella, pero Alex señaló que permanecería fuera de su alcance. Se agachó a la altura de la silla—. Doris dice que estás bien hoy. —Me siento muy bien, cariño. El médico vino a verme esta mañana. —Ella sonrió. —¿El Dr. Hennessey?

Ella asintió. —Me he tomado mis medicamentos en los últimos dos días. —Eso es bueno. Eso es realmente bueno. —¿Por qué no te acercas un poco más y dejas que te toque, cariño? —Ella miró de repente a Alex—. ¿Trajiste a un amigo? —Ese es mi novio, Alex. Él quería conocerte, madre. Ella sonrió en la dirección de Alex. —¡Qué maravilloso! No has traído a un niño a verme antes. —Es un placer conocerla, la Sra. Fontaine —dijo Alex desde la puerta. La tensión de Craig, la forma en que se quedó lejos de su madre, asustaba un poco a Alex. No quería admitirlo, pero ahora Craig estaba al borde. —¿Es un agente de policía también? —Preguntó, girando a mirar a Craig de nuevo. —No. Yo no soy un policía, ¿recuerdas? Soy un contador. —Pero tú quería ser policía desde que eras un niño pequeño —dijo la señora Fontaine, arrugando la cara en confusión. —Sí, pero no funcionó de esa manera —Craig le recordó suavemente. —Oh. tocarte.

—Suspiró—.

Ven

aquí,

cariño.

Yo

quiero

Fue entonces que Alex notó que Craig estaba temblando como una hoja. Mierda. A Alex no le gustó en absoluto. El hombre estaba petrificado delante de su madre. Un sentido de protección que no sabía que tenía había abrumado a Alex. No había ninguna jodida manera de

que volviera a lastimar a Craig. Se acercó a Craig y jaló de él para ponerse de pie. Craig parpadeó. Sus ojos se llenaron de un zafiro con un profundo dolor y miedo. Alex tomó su mano entre las suyas y las apretó, luego empujó a Craig detrás de él y se acercó a la Sra. Fontaine, agachándose frente a ella. —Craig está resfriado ahora, señora Fontaine. Él no quiere hacer que se enferme. Usted me puede tocar en su lugar —ofreció. Ella le sonrió y extendió su nudosa mano y le acarició la mejilla. —Eres un niño muy hermoso. —Gracias. —¿Cuánto tiempo han estado casados ustedes dos? Alex sacudió la cabeza. —No estamos casados, Sra. Fontaine. Sólo estamos saliendo. —Ah, ya veo. —Ella asintió—. ¿Crees que puedes convencer a mi hijo para darme un abrazo? Él nunca me permite abrazarlo. Piensa que es demasiado grande para eso, supongo. —Bueno, lo haría, pero tiene un resfriado —dijo Alex en voz baja. —Pero un abrazo no me hará daño ¿Por favor? ¿Sólo uno? —Su voz era baja y patética. Alex normalmente sentiría una gran simpatía por ella, excepto que sabía que tenía que haber una razón real para el miedo que tenía Craig. Y la enfermera había dicho que había tenido un episodio psicótico apenas unos días atrás. —Es... está bien, Alex —dijo Craig a sus espaldas—. Yo estoy bien.

Alex se levantó y Craig dio unos pasos hacia su madre. Había perdido mucho color, pero ya no estaba temblando como hacía unos momentos. —Ese es mi hijo —dijo la señora Fontaine con una gran sonrisa. Ella se levantó y tendió los brazos. Craig entró en ellos y ella lo atrajo hacia sí—. Hueles muy bien, cariño. Y tú eres tan hermoso. Craig estaba más tieso, no la abrazaba, pero permitió que ella le diera un abrazo. Después de un momento, ella le apartó de ella lo suficiente para mirarlo. —Toma una silla y siéntate a mi lado, Craig. Quiero hablar contigo. Craig tomó una silla plegable de la pared del fondo y la acercó a su madre. Su cuerpo alto parecía un poco extraño sentado en la silla del tamaño de un niño. La Sra. Fontaine tomó su mano y la estrechó entre las suyas. —Me recuerdas a cuando conocí a tu papá. Él era el hombre más hermoso del mundo. Te ves como él. Craig le dio una pequeña sonrisa, pero no respondió. —Estoy tan contenta de que vinieras a verme hoy, cariño. He estado pensando. —La sra. Fontaine se lamió los labios—. ¿Crees que si sigo tomando mi medicina todos los días puedo volver a casa y vivir contigo? Alex esperó la reacción de Craig a eso. Al principio no había ninguna. La expresión de Craig estaba completamente en blanco como si no la hubiera oído o no hubiera entendido la pregunta. Luego apretó la mano de su madre un poco. —No estoy seguro, pero puedo hablar con el Dr. Hennessey y ver lo que piensa.

—Gracias. —Ella sonrió—. He estado aquí durante tanto tiempo. —Lo sé —dijo Craig en voz baja. —Sólo quiero... Tal vez las cosas podrían ser diferentes para nosotros. Sé que no fui buena madre para ti. —Su labio inferior temblaba—. Cariño, eres lo único bueno que he hecho. La única cosa buena.

—¿Estás bien? ¿Quieres que conduzca yo? —Alex le preguntó a Craig mientras se acercaban a su Mercedes. Craig lanzó las llaves a Alex. —Sí, gracias. Alex puso en marcha el coche y miró por encima de él. —Este es un buen lugar, por lo menos. ¿Supongo que tú lo pagas? Craig asintió. —Al principio, el dinero que dejó mi papá lo pagaba, pero las instalaciones privadas como estas son bastante caras por lo que se acabó hace un tiempo. He pagado por ello desde hace años. Es otra razón por la que me convertí en un contador. El salario de un policía nunca pagaría las cuentas. Alex salió de la plaza de aparcamiento. —¿Quieres hablar de ello? Craig cerró los ojos y se recostó contra el asiento de cuero. —No. No puedo. Al menos no ahora. —Está bien.

El silencio descendió sobre el coche por una milla o algo así, pero Craig era consciente de las preguntas que estaban muy dispuestas a salir de la boca de Alex. —Estaba realmente muy bien hoy. Eso es lo mejor que he visto en mucho tiempo —dijo. —¿Con qué frecuencia la visitas? —El tercer sábado de cada mes. Llamo durante la semana también, y hablo con ella y el médico. Solía visitarla más a menudo, pero su médico pensó que estaba cada vez más agitada cuanto más la visitaba por lo que acordamos que la viera un día al mes. Alex se quedó en silencio, pero pensativo. Después de unas cuantas calles más, miró brevemente a Craig. — ¿Ella ha sido violenta contigo antes, no es así? —Alex. —Lo sé, lo sé, no quieres hablar de ello. Pero yo no estoy ciego, Craig. Vi cómo no querías acercarte a ella. Craig suspiró y se frotó los ojos. —Sí, un par de veces cuando no estaba bien me atacó. Una vez me arrancó un pedazo importante de mi cabello y mi cuero cabelludo comenzó a sangrar. La mayoría de las veces ella pone sus manos en puños y los agita en el aire, sin embargo. No me acerco demasiado hasta que no sé cómo va a actuar. Como te dije, ella estaba bien hoy. —Hombre, yo lo siento mucho. —Está bien. Tengo hambre, ¿y tú? —Y él tenía. Su estómago gruñó. —Estoy muerto de hambre. —Genial. Tengamos una agradable cena de mariscos en la playa.

Alex sonrió. —Suena como un plan. Craig encendió la radio, encantado de cambiar de tema al fin. La temida visita había terminado por un mes. Podía relajarse y disfrutar de su nueva y feliz relación con Alex. Se sentía mejor de lo que había estado en días, cantó junto con la canción en la radio a pesar de que tenía una terrible voz.

Alex realmente tenía un gran hogar. Craig sonrió y tomó un sorbo del Sauvignon Blanc que Alex le acababa de servir. Estaba de pie en el balcón de la habitación principal, mirando hacia el mar. El sol casi se había puesto. Era ese momento justo antes del cambio de hora, cuando los días eran más largos, pero el reloj todavía no lo reflejaba. Sólo por una semana más o menos. La noche había sido muy buena. Un gran alivio después de la tarde dedicada a visitar a su madre. Habían caminado al restaurante de pescado, para compartir una botella de vino y luego pasaron un breve periodo de tiempo caminando por la playa. Sí, podría acostumbrarse a vivir tan cerca del Pacífico. Craig sospechaba que no pasaría mucho tiempo antes de que Alex le pidiera vivir con él. Las vibraciones estaban allí. Y cuando lo hiciera, Craig diría que sí. Alquilaría la casa de Burbank. Sería bueno tener una inversión, y la verdad es que Craig era práctico. Si algún día las cosas terminaban con Alex no quería quedarse en la calle. Las puertas francesas se abrieron y Alex se unió a él en el balcón.

—Ahí estás. —Sí, lo siento, mi hermana estaba farfullando. No pude conseguir que colgara antes —dijo Alex. Tomó su vaso de vino—. Ella está esperando su primer bebé. —Eso es grandioso, felicitaciones por ser tío. Supongo que tendré que felicitarla en el trabajo el lunes. Alex sonrió. —Gracias. —Se apoyó en el balcón—. ¿Alguna vez has pensado en ello? —¿Sobre qué? —Tener hijos. Craig se encogió de hombros. —En realidad no. No me voy a casar con una mujer con el fin de tener una familia. Alex lo miró, luego miró hacia el mar. —Hay otras formas. —¿Te refieres a la adopción? Sigue siendo muy difícil para una pareja gay poder adoptar. No deseo tanto tener niños como para tener el gran problema de pasar por el proceso de obtenerlos. Y no, no voy a empezar a pedirle a mis amigas que sean madres sustitutas. —Craig suspiró—. Además, ¿qué clase de padre iba a ser teniendo en cuenta mi propia infancia? Espero que esto no te ponga mal ni nada, Alex. Realmente me siento muy cerca de no tener hijos. Alex giró hacia él, su expresión seria y el corazón de Craig se desplomó. Dios, nunca había considerado que Alex podría querer hijos. Bueno, tal vez la convivencia no iba a suceder después de todo. —Está bien, Craig —dijo Alex después de un momento—. No quiero niños, tampoco. Pensé que tal vez

deberíamos hablar antes de esto. ¿Sabes? Sé que me he estado moviendo bastante rápido aquí y sólo se me ocurrió cuando estaba hablando con mi hermana que debería discutirlo contigo. Mira, me gusta mi vida. Amo mi vida ahora, en realidad. Me gusta mi vida en la playa, mi coche deportivo, siendo capaz de ir a Nueva York cuando lo necesito para un acuerdo. Me gusta el dinero, me gusta la libertad. Los niños cambian todo eso. Soy demasiado egoísta para querer criar a un niño. Alivio fluía a través de Craig. —Bueno. Excelente. Me alegro de saber que ambos nos sentimos de la misma manera al respecto. —Hablando de... Tengo mi prueba y yo estoy limpio —dijo Alex. —Yo obtuve la mía la semana pasada también. Limpio. —Craig se giró hacia el sol poniente, preguntándose si él sólo debía tocar el tema. Infiernos, pasaba casi cada fin de semana aquí de todos modos. La verdad era que sólo habían estado viéndose el uno al otro desde hacía alrededor de un mes. Probablemente era demasiado pronto y la gente hablaría sin duda. No tenía dudas de que la familia de Alex pensaría que no era una buena idea. Craig no tenía que preocuparse por su familia porque sólo era su madre. Alex había dejado de salir con ese tipo Travis hacía meses y nunca habían vivido juntos. Tal vez Alex no quería formar parte de un gran compromiso. Algunos chicos eran del tipo independiente. Luego estaba el hecho evidente de que no le había dicho todavía a Alex que lo amaba, aunque Alex se lo había dicho la noche que había tenido el apagón. Luego nunca más se lo había dicho. Sin embargo, Craig suponía que no podía culparlo. Probablemente era difícil que quisiera

decírselo otra vez cuando no había obtenido una respuesta la primera vez. Sinceramente Craig, no sabía cómo se sentía acerca de Alex. Le gustaba mucho y el sexo era increíble. ¿Pero amor? ¿Era posible incluso sentir normalmente amor con la forma en la que fue su familia? Su madre era esquizofrénica y violenta y su padre... no era precisamente el padre de la serie de televisión de ‘My Three Sons’. Luego estaban sus propios apagones y episodios oscuros. Y mientras estaba pensando en cosas locas... bueno, estaba eso. Había oído y leído informes contradictorios sobre si la esquizofrenia era hereditaria. ¿Quería que Alex pasara por lo que él pasó si algo le pasaba? —Un penique por tus pensamientos —dijo Alex. Se había acercado a Craig y tenía el ceño fruncido. Craig sonrió. —No estoy seguro de que valgan ni un centavo. Sólo pensaba en cosas. Acerca de nuestra relación y esas cosas. —¿Cómo puedo convencerte de que pienses sobre sexo en su lugar? —Alex le guiñó un ojo. Craig se echó a reír. Agradeció a Alex aligerar el estado de ánimo. —Creo que puedes convencerme muy fácilmente en realidad. Alex torció la boca entre los dientes y luego miró hacia el dormitorio. —Me gustaría... Es decir, si no te importa. Quiero hacerlo. Anticipación corrió a través de Craig. Su pene endurecido se apretaba contra sus pantalones vaqueros. — No me importa. Pero a menos que quieras hacerlo en el balcón sugiero que volvamos a entrar.

Alex abrió las puertas francesas y entró en el dormitorio. Tomó sus dos copas de vino y las puso abajo en el aparador cercano. —Tal vez deberíamos tomar una ducha juntos. Suelo hacerlo después de una caminata por la playa. ¿Qué te parece? —Creo que es una gran idea. —Craig se quitó la camisa y el polo y la arrojó sobre la cama. Se quitó los zapatos y se dirigió hacia el cuarto de baño. Otra gran cosa sobre la casa de Alex es que había puesto una ducha de cristal de pie en lugar de la combinación de bañera y ducha en el baño principal. El cristal de la ducha la hacía muy espaciosa y les permitía un amplio espacio. Alex lo siguió dentro, con una caja de condones. Miró a Craig. —Sé que los dos estamos limpios. Yo no sé si quieres... sé que es un gran compromiso ir a pelo. Lo entenderé totalmente si no estás preparado para ello. Craig asintió. Por un momento sus pulmones fallaron. Era un gran paso. Era enorme. Significaba un compromiso completo y total. Nadie más. Por mucho tiempo o nunca. Exhaló. Sin presión ni nada. Alex sacó un paquete de la caja. —Estoy bien con esto, Craig. No hay necesidad de enloquecer. —No estoy enloqueciendo. —En realidad no, de todos modos—. Hagámoslo. Alex levantó una de sus cejas color arena. —Sin condón —aclaró Craig. Sintió que se le enrojecía la cara, por lo que se dio la vuelta para quitarse sus jeans. Ahora no era un buen momento para sentir vergüenza, pero infiernos... la tenía. No sabía por qué.

La mano de Alex tocó su espalda desnuda. Sus dedos se extendieron en una caricia. —¿Estás seguro? Si no es así, no va a herir mis sentimientos. Craig giró hacia su amante y rápidamente notó que Alex se había despojado de su propia ropa. Se dio un breve momento para admirar el cuerpo tonificado de Alex. A Craig nunca le había agradado particularmente un pecho peludo por lo que amaba el hecho de que sólo había un puñado de vello en el de Alex. Envolvió la mano alrededor del cuello de Alex y tiró de él, acercándolo para un beso. —Basta de hablar. A la ducha. Ahora. Alex tiró el paquete de condones en la papelera cercana y abrió la puerta de la ducha. Su pene estaba erecto. Craig lo empujó a la ducha y lo empujó contra los azulejos. Él se acercó y encendió el botón para que el agua saliera de la regadera. —Oye, yo pensé que yo iba a joderte a ti —Alex protestó justo antes de que Craig aplastara su boca con la suya. —Ssh, en un momento —dijo Craig contra sus labios. Se agachó para incluir su mano alrededor de la erección de Alex. —Dios —Alex quedó sin aliento. Se estremeció en la mano de Craig—. Cuidado, bebé. Tengo muchas ganas de estar dentro de ti. Ya estoy tan excitado que apenas puedo soportarlo. —No es un problema —murmuró Craig y con las manos a ambos lados de las caderas de Alex, levantándolo del suelo de la ducha. Se deslizó entre las piernas

abiertas—. Envuelve tus piernas a mí alrededor. Te voy a sostener. —Craig... Él sabía que Alex quería tomar el control de su vida sexual, pero no podía dejar de ser el agresor. No quería parar. Deslizó su pene hacia atrás y adelante a lo largo de la grieta del culo de Alex. Él gruñó bajo en su garganta. Dios, quería joder a Alex ahora. Jaló rápido y duro la erección de Alex. —Voy a correrme —Alex apretaron en la mano de Craig.

gimió.

Sus

bolas

se

—Tranquilo —Craig lo tranquilizó. Por un momento detuvo su asalto en el pene del hombre, y tomó una gota de gel de la ducha y enjabonó el pecho de Alex—. ¿Está mejor así? Alex cerró los ojos mientras Craig le frotaba el pecho. —No, porque ahora estás acariciando mí pecho. —Te estoy lavado —insistió Craig. —Uh… huh. Craig frotó los dedos con jabón en los pezones de Alex y se endurecieron. Alex se estremeció. Oh, sí, a él le gustaba eso. —No sé por qué nunca nos hemos duchado juntos antes —dijo. Tocó los labios con Alex en un breve beso, y luego deslizó su boca hasta el pulso en la garganta de su amante. El propio pene de Craig estaba tan duro que si lo golpease contra los azulejos de la ducha los rompería. Lo enjabonó y lo dirigió hacia la abertura de Alex.

—Oye —susurró Alex, pero su protesta sonaba débil y no hizo ningún movimiento para detener el empuje de Craig entrando en él. —Mmm, más tarde, tú me lo puedes hacer más tarde —Craig prometió. Apretando los dientes, al pasar a través del anillo apretado de los músculos de Alex. Apoyando la frente contra la de su amante, Craig les dio a ambos un momento para ajustarse. —Eh, bebé —dijo Alex con voz áspera—. Muévete. Craig se rió entre dientes y felizmente obligado a salirse todo el camino y luego empujar todo hacia adentro. Alex gimió y Craig repitió la acción más rápido que la primera vez, entonces más lento en la siguiente. Alternó sus empujes, rápido, lento, rápido, lento. Alex envolvió sus brazos alrededor del cuello de Craig y apoyó la cabeza contra los azulejos. La lluvia de la ducha salpicaba en su perfecta cara. Las gotas se aferraban a su nariz, sus mejillas y sus párpados. Estaba increíblemente excitado. Las bolas de Craig se apretaron. Mordiéndose el labio inferior, le susurró: —Dios, eres tan sexy. Alex abrió los ojos y se reunió con la mirada de Craig. Craig sintió el chapoteo de esperma en contra de su estómago cuando Alex se corrió. —Te amo, Craig. —Ah, —dijo, vertiéndose en Alex. Más tarde, estaban en la gran cama de Alex, con los brazos envueltos alrededor uno del otro. Alex pasó los dedos por el cabello de Craig. —¿Bebé? —¿Hmm?

—Múdate conmigo —dijo Alex en voz baja. Craig sonrió en la oscuridad. —¿En serio? Alex besó la parte superior de la cabeza. —He querido preguntártelo desde hace un tiempo. No quería moverme demasiado rápido. Creo que probablemente lo estoy haciendo de todos modos. —Se echó a reír—. ¿Lo harás? —Sí —dijo Craig, la alegría fluía a través de él—. Sí, definitivamente. Alex lo abrazó. —Genial. —Hizo una pausa—. Voy a tener que meterme en ti en medio de la noche cuando estés dormido y vulnerable con el fin de llegar a joderte de nuevo, ¿verdad? Craig se aclaró la garganta. —Um, sí, es una lástima. No parecía poder evitarlo. ¿Estás enojado? —Nah. Pero la próxima vez tu culo es mío.

—Fontaine —dijo Craig en los auriculares de manos libres de su celular. Se inclinó un poco para presionar el botón de la radio del coche. —Oye, bebé, soy yo. ¿No tienes identificador de llamadas? —Hola, sí, yo estaba cambiando la estación de radio y no estaba viendo. —Craig giró a la derecha. Se aflojó la corbata de color amarillo pálido—. ¿Qué pasa? —No mucho. Me preguntaba cuándo llegarías a casa. —Estoy camino a casa ahora. Apenas he salido de la oficina. —Cool. —Bien, ¿qué pasa? —preguntó Craig de nuevo. —No pasa nada. —Alex estaba tratando de hacer que su voz sonara casual. Fracasando miserablemente también. —Uh… huh. Me mudé hace dos semanas y esta es la primera vez que me llamas para preguntarme cuándo llegaré a casa —dijo Craig. Pulsó un dial diferente de la radio—. ¿Quieres que compre comida para llevar o algo? —No. —¿Bien? Alex suspiró. —Muy bien, tengo una sorpresa para ti, eso es todo.

Craig sonrió. —¿Una sorpresa? ¿Qué es? Escuchar la risa de Alex le llenaba los oídos. —Si te la dijera la echaría a perder. —Espero que sea que me estás esperando desnudo con una cinta atada alrededor de tu pene. —Eh, no —jadeó Alex alrededor de su risa—. Pero lo tendré en cuenta para tu próxima sorpresa. —Bueno, bueno, yo… —el celular de Craig sonó indicando otra llamada entrante—. Tengo otra llamada, Alex. Nos vemos en un rato. —Adiós. Craig miró el identificador de llamadas. El sanatorio de su madre. Genial.

—¿Ya casi ha terminado? —preguntó Alex al obrero. El hombre, vestido con un mono con el nombre de la tienda de apartamentos estampado en él, levantó la vista del suelo de la cocina. —Sí. Sólo tengo que activarlo para asegurarme que está trabajando bien. Alex vio al obrero de pie girar un interruptor en el lavavajillas brillante nuevo. El agua al instante comenzó a brotar. —Bien —dijo el obrero, tomando un portapapeles—. Todo está instalado y funcionando. Si tan sólo pudiera firmar esto, señor Nichols.

Alex firmó el formulario y se sintió ridículamente complacido con la sorpresa para Craig. Muy bien, así que no era vino o rosas, pero sabía que su amante se pondría feliz con un lavavajilla automático. Él había estado quejándose de lavar los platos a mano, desde que se conocieron. Craig había afirmado que era anti estadounidense no tener un lavavajillas. Alex caminó con el trabajador a la puerta, le dio las gracias y la cerró tras él. Todavía tenía algo de tiempo para limpiar y comenzar a preparar la cena antes de que Craig llegara a casa. Alex miró el reloj una hora más tarde y frunció el ceño. Craig nunca llegaba tan tarde, pero por lo general era un tipo bastante puntual. Por supuesto, sería el tráfico, así era en el sur de California, horrible, podría ser que él estuviera atascado justo en medio de ello. No debía ser impaciente. No había nada de qué preocuparse. Sin embargo... su corazón gritaba que algo no estaba bien. No importaba lo que su mente trataba de racionalizar. No era como si tuviera alguna conexión psíquica con Craig. Alex marcó el número del teléfono móvil de Craig. Una simple llamada pondría fin a sus temores. Sonó un par de veces y luego se fue al correo de voz. Llamaron a la puerta y el alivio fluyó a través de él. Él abrió la puerta. —¿Olvidaste tus llaves? Travis levantó ambas cejas. —No tengo las llaves. Nunca me las diste, ¿recuerdas? Joder. Él no tenía necesidad de ver a este bastardo ahora. No cuando sólo quería ver a Craig. —¿Puedo entrar y hablar contigo, Alex? —Travis pidió. Iba vestido muy casual en una camiseta delgada y

jeans viejos ajustados. Su cabello estaba erizado como si hubiera estado constantemente pasando los dedos a través de él y allí estaban los círculos oscuros bajo los ojos. —Um... seguro. Estoy esperando a alguien. —Alex se apartó para dejar que su ex novio entrara a la casa. —Bueno, eso es parte de lo que quiero hablar. — Travis pasó junto a él a la casa. «Craig, ¿dónde estás?» Travis giró hacia él. Tenía las manos en las caderas. —Mi hermano me dijo que este tipo Craig que has estado viendo es el mismo hijo de puta de la escuela secundaria. Dice que tu hermana se lo contó. ¿Es eso cierto? —No estoy realmente seguro de por qué esto es un asunto tuyo, Travis. —¿Es cierto? Alex se encogió de hombros. —Sí. ¿Y qué? —¿Y qué? Dios mío, Alex, odiabas a ese tipo. ¿No te acuerdas lo que hizo? ¿Lo que dijo? —Travis sacudió la cabeza y se pasó la mano por el cabello—. Él no es más que un idiota. Quiero decir, vaya, Alex, ¿qué jodidos? —Las cosas son diferentes ahora, Travis —dijo Alex en voz baja—. Ni Craig ni yo somos los mismos que éramos en la escuela secundaria. —Tonterías. Si eso fuera cierto ¿por qué no me lo dijiste cuando estábamos juntos? Debido a que aún estabas herido con el asunto. ¿Se te ha ocurrido que este tipo está jugando contigo? ¿Jodiendo tu cabeza? Alex sólo quería que Travis desapareciera. Su corazón estaba latiendo fuerte en su pecho y no podía dejar de preguntarse dónde estaba Craig. Algo estaba mal, maldita

sea. No le importaba una mierda lo que este punk tenía que decir. —Pensé eso al principio, pero nadie sigue ese tipo de juego durante tanto tiempo. —Alex logró concentrarse en la conversación con esfuerzo—. Hemos estado juntos por un tiempo y ahora está viviendo conmigo, desde hace dos semanas. —¿Ahora está viviendo aquí? —Travis preguntó, incrédulo—. Ni siquiera lo pensaste cuando te lo pedí. —Ya lo sé. Creo que eso es bastante prueba de que no estaba destinado a ser, Travis. Mira, agradezco tu preocupación, pero Craig llegará a casa de un momento a otro. «Por favor, que llegue a casa ahora». —Eso es todo, Alex, —dijo Travis, llegando a estar a sólo un pie de distancia—. Creo que cometí un gran error. —¿Un error? —Sí. Me di por vencido con nosotros muy pronto. — Travis negó con la cabeza—. Esta cosa con James no está funcionando porque no he podido dejar de pensar en ti. Lo bueno que era entre nosotros. —Se detuvo, pasó la lengua por sus labios y bajó la mirada hacia los labios de Alex—. Sé que te gustaba cuando te jodía. Puede ser bueno de nuevo. Podemos tomarlo lentamente. Alex suspiró y dio un paso atrás. —No. Travis, no sé cómo decir esto de otra manera. Estoy enamorado de Craig. Estamos construyendo una vida juntos. Lamento que te lamentes sobre nuestra ruptura y la verdad es yo también lo hice al principio, pero ahora creo que era lo mejor para nosotros dos. Tal vez tu relación con James no funciona porque simplemente no son el uno para el otro tampoco. Honestamente, sólo tú puede decidir eso. Te deseo la mejor de las suertes con quien tengas en tu vida.

—Alex... El teléfono móvil de Alex sonó. Su corazón dio un vuelco. ¡Craig! Frunció el ceño, mirando el número. No estaba familiarizado con él. —¿Hola? —¿Alex Nichols? —Sí. —Soy el oficial Graves de la Patrulla de Caminos de California. ¿Es usted el compañero de Craig Fontaine? «Mantente unido, Alex. No te alteres». —Sí, está Craig… —Ha habido un accidente. Lo han llevado a la UCLA Med Center. Nos pidió que lo llamáramos.

—¿Alex Nichols? Alex, que había estado sentado en una silla muy incómoda en la sala de espera, se enfocó en un hombre de cabello blanco, con gafas y el delantal de un médico. —Soy el Dr. Goldstein —dijo el hombre, extendiendo su mano. Alex le dio la mano aturdido. —¿Craig? —Él está descansando cómodamente. Teniendo en cuenta que chocó contra un poste es un milagro que sus heridas no sean graves. Él tiene una conmoción cerebral leve y algunos moretones por la bolsa de aire. Me gustaría

mantenerlo durante la noche en observación para estar seguro y luego se puede ir a casa mañana. El alivio casi llevó a Alex a caer de rodillas, luego tragó. —¿Puedo verlo? El Dr. Goldstein sonrió. —Por supuesto. Debe estar bien si es solo por unos minutos. Probablemente va a estar algo atontado. Le dimos algunos medicamentos para el dolor. Está en la tercera habitación por ese pasillo. —Gracias —dijo Alex. Él prácticamente corrió a la habitación de Craig. Una vez que llegó a la puerta, la abrió lentamente. No quería molestar a Craig si estaba durmiendo. Pero Dios, Alex necesitaba verlo. Tocarlo. Asegurarse de que él seguía siendo real. Las lágrimas picaban sus ojos. Había estado tan cerca de perderlo. Craig estaba en la cama del hospital, todos los tubos conectados, vestido con una de esas horribles batas de hospital. Alex se secó las lágrimas ahora libremente corriendo por sus mejillas. Se acercó a la cama y miró hacia abajo. Los ojos de zafiro le devolvieron la mirada. Parpadeó, y luego se centró. Los labios de Craig se curvaron en una ligera sonrisa. —Hola. Alex tomó la mano más cercana a él y le besó los largos dedos. —Hola a ti. —Me siento muy raro —susurró Craig. —Los medicamentos que te dieron, sin duda. Me has dado un miedo de muerte. —Sí. Lo siento. He echado a perder tu sorpresa, ¿eh?

Las lágrimas en los ojos de Alex se agruparon de nuevo. —Está bien. Me alegro de que estés bien. Yo… realmente me asusté mucho. —¿Cuando me vas a sacar de aquí? —No hasta mañana. Craig se quejó. —Maldición. Yo no necesito quedarme aquí. Ellos sólo quieren el dinero del seguro. —Me alegro de que ellos quieran monitorearte —le dijo Alex. Él sostuvo fuerte la mano de Craig. —¿Qué era la sorpresa? —Puse un lavavajillas —dijo Alex, sintiéndose un poco tonto ahora. —Oye, cool. Ya era hora. —Craig cerró los ojos por un momento—. Estoy un poco cansado. —Debes dormir un poco. Vendré a buscarte en la mañana. —A primera hora, ¿de acuerdo? —Sí, voy a estar aquí muy temprano, bebé —Alex prometió. Los ojos azules de Craig se abrieron de nuevo y se fijaron en él. —Supongo que el Mercedes es historia, ¿eh? —Me temo que sí. Los policías dijeron que estaba totalmente destruido. —Las primas subirán —murmuró Craig. —Ssh, no pienses en ello ahora. Nos preocuparemos de todo eso y conseguiremos un coche nuevo más tarde. — Apartó el cabello de Craig de la frente—. Duerme. Te amo.

—Te amo, también, Alex —susurró Craig, con los ojos cerrados a la deriva otra vez.

A la noche siguiente, cuando estaba en la cama, Alex se preparó para darle un masaje a Craig. Su amante yacía desnudo sobre su estómago y Alex a horcajadas sobre él. Alex estaba tratando de recordarle a su erecto pene que Craig había salido sólo por la mañana del hospital. Por desgracia, estaba tan duro que le dolía. —Hmm, se siente muy bien —dijo Craig en la almohada. Alex estuvo de acuerdo. Su duro pene se frotó contra la nalga del culo de Craig cuando él se inclinó para darle masajes a los hombros de su amante. Él todavía no podía superar el hecho de que Craig hubiera escapado de un terrible accidente casi sin lesiones. Le había dado gracias a Dios por ello varias veces desde entonces, también. Y el hecho de que Craig le dijo que lo amaba. —Alguien está feliz de verme —dijo Craig, riendo, levantando las caderas un poco y doblando sus piernas. El pene de Alex se animó aún más. —Sí, es una lástima. Parece que no puede detenerse. —¿Por qué lo lamentas? Alex se sonrojó y se encogió de hombros. —Tú acabas de llegar a casa y... bueno... —Estoy bien, Alex. Jódeme.

Mierda, eso envió una sacudida a través de su pene. Cerrando los ojos, Alex frotó su erección a lo largo de la grieta del culo de Craig. Ah, pero no debería. —No —dijo con los dientes apretados. —¿Qué? ¿No? Pon ese pene duro en mi culo ahora — ordenó Craig. —Acabas de salir del jodido hospital, bebé. —Me golpeé la cabeza, no mi culo. Estoy bien, hazlo. Alex se mordió el labio y permitió que la punta de su pene presionara en el orificio de Craig. Se sentía increíble ya, pero sin duda se sentiría mejor cuando estuviera completamente dentro de Craig. —Craig. Craig suspiró. —¿Voy a tener que darte la vuelta y joderte yo? Alex se echó a reír. —Oh, no, no, esta vez. —Dio una palmada en la parte inferior de Craig—. Si alguien va a ser jodido, serás tú. Alex llegó hasta la mesita de noche y agarró la botella de lubricante. Dejó caer una generosa cantidad en sus dedos y luego empujó dos de ellos en la entrada de Craig. —Más —dijo Craig en un gemido—. Quiero más. Alex deslizó un tercer dedo y lo movió alrededor. Con la otra mano cubrió con lubricante su pene que ya estaba duro como una roca. —Ahora, Alex, ahora. Alex retiró los dedos y colocó su pene justo en la entrada de Craig. —¿Estás seguro?

—Grrrr. La risa brotaba de Alex. Dios, él amaba a este hombre. Él empujó la cabeza de su pene dentro y nada nunca se sintió tan bien. Bueno, bien, tal vez cuando Craig estaba dentro de él, pero en realidad, estaban bastante malditamente cerca de empatar. Sacudidas se deslizaron a través de su pene, sus testículos apretados casi dolorosamente. —Todo el camino, Alex —instó Craig. —Yo quiero... pero estoy a punto de correrme, por amor a Cristo —protestó Alex. Se deslizó hasta las bolas, profundamente. Se detuvo, sus pulmones a punto de colapsar. «No puedo correrme todavía». Craig lo envolvió con sus piernas—. Oh, Dios mío. Deja de hacer eso, deja eso ahora. Craig se echó a reír. —¿Te gusta? —¿Cómo, esto? —dijo Alex con voz áspera—. Yo voy a jodidamente enloquecer en un segundo. —Sacó su pene todo el camino y luego empujó hasta el fondo, golpeando la próstata de Craig. —Sí —Craig se quejó. Alex empujó dentro y fuera, aumentando el ritmo, que rápidamente lo envío hasta el borde. Gotas de sudor en su frente, que luego caían en sus ojos. No le importaba. Seguía con el bombeo, entrando y saliendo, jadeando. La cama crujió y gimió mientras se hundía una y otra vez en el culo de Craig. Inclinándose, Alex lamió el cuello de Craig, y luego su oreja y le dijo. —Te amo.

—Te amo demasiado —respondió Craig. Su cuerpo se tensó bajo Alex y luego el olor del semen asaltó las fosas nasales de Alex. Alex golpeó un par de veces más, golpeando sus bolas contra el culo de Craig. —Sí —gritó, su pene explotando en Craig. Se permitió colapsar por un momento en la parte posterior de su amante, pero consciente de su propio peso y las lesiones de Craig, Alex se salió del interior de Craig y se dejó caer a su lado. —Vaya —respiró—. Eso fue increíble... Craig estaba acostado sobre su espalda. Descansó el brazo sobre los ojos. Su respiración era todavía poco profunda. —Sí, lo fue. Fuiste muy intenso. —¿Te he hecho daño? —Alex se apoyó en un codo y estudió a Craig. —No, en absoluto. No soy frágil, Alex. —Normalmente accidente.

no,

pero

acabas

de

tener

un

—Estoy bien, Alex. Realmente. Alex sonrió. —Bien. Porque quiero que estemos juntos por un tiempo muy largo. Hasta como dos hombres viejos que solo recuerdan lo que era esto. Para siempre, en realidad. Craig movió su brazo de sus ojos y se reunió con la mirada de Alex. —Yo también lo quiero. —Excelente. —Bostezó Alex. Decidió pretender no ver la tristeza en los ojos de Craig, pero la había visto. Algo preocupaba a Craig. Algo

enterrado muy profundamente y lo que fuera, asustaba jodidamente a Alex.

Oye, ¿has hablado con Craig hoy? El mensaje instantáneo de su hermana aparecía en la pantalla de su ordenador. Alex frunció el ceño. No, desde esta mañana. ¿Qué pasa? Su teléfono celular sonó y el número de Jill apareció. —Hola. —Hola. Hey, probablemente nada, yo no quería asustarte ni nada, pero me preguntaba si te ha hablado de que Travis lo detuvo esta mañana —dijo Jill. Hijo de puta. —¿Qué demonios hizo esa jodida comadreja? —Alex estaba rojo de ira. —No sé, realmente. Acabo de ver a Travis salir. Es por eso que me pregunté si te lo dijo. Le preguntaría yo, pero cerró su puerta y él no ha contestado su teléfono. Joder. Jodido de mierda. —Muy bien, gracias. Alex pulsó el botón para el número de Travis. Había tenido la intención de eliminarlo. Ahora se alegraba de no haberlo hecho. ¡Hijo de puta! —¿Alex? —Sí, soy yo. ¿Qué diablos le has dicho a Craig hoy? —Vaya, cálmate. Es posible que desees decir hola o algo primero.

Alex agarró el teléfono con fuerza, imaginando que era el cuello de Travis. —Corta esa mierda. Has interferido con mi vida por última vez. ¿Para qué has ido ver a Craig? —¿Para obtener la recomendación de su sastre? —No me diviertes, Travis. Travis suspiró profundamente. —Muy bien. Fui a verlo para decirle que tú solo estabas con él para conseguir tu venganza por todo lo que te hizo en la escuela secundaria y, finalmente, cuando lo lograras lo dejarías. —¿Qué? Travis se echó a reír. —Le dije que empezamos a vernos nuevamente. —Eres un maldito. ¿Por qué haces esto? —Porque creí que si rompía contigo, tú volverías a mí. Alex dejó escapar un aliento pesado. —En tus sueños. Olvídalo, Travis. Lo que tengo con Craig es para siempre. No quiero que contactes con alguno de nosotros otra vez. —Alex… Alex colgó. La ira casi le cegó. Tenía que calmarse antes de llamar a Craig y decirle que eso era toda mentira. En el fondo Craig lo sabía, pero tal vez le tomase un poco el resolverlo. Finalmente llamó al número de la oficina Craig. La llamada se dirigió inmediatamente al correo de voz. A continuación trató en su teléfono celular. Fue lo mismo. —Maldita sea —dijo Alex en voz alta. Él podría estar exagerando, pero decidió que iba a entrar en su coche y

conducir a ver a Craig. Si todo estaba bien, incluso podrían almorzar juntos. El auxiliar administrativo de Craig había ido a almorzar cuando Alex llegó a su oficina. Llamó a la puerta cerrada, pero no hubo respuesta. Por un momento, apoyó la frente contra la puerta y se dijo a sí mismo que debía mantener la calma. La misma extraña sensación que había tenido el día del accidente de Craig de que algo estaba mal había regresado. Al girar Alex el pomo, se encontró con la resistencia inmediata. La puerta estaba bloqueada. Bien, ahora sí empezó a enloquecer. Era perfectamente posible que Craig hubiera ido a alguna parte y ni siquiera estuviera en su oficina. Claro, era posible. Pero Alex no creía que él o su asistente cerraran su oficina durante el día. Tragó duro, Alex fue al escritorio del asistente y revisó la parte superior para detectar cualquier signo de llaves. Al no ver ninguna trató en el cajón superior derecho. Sí, estaba registrando un escritorio que no era el suyo. Podían demandarlo, pero no le importaba. Un conjunto de dos llaves brillaron delante en él. Él las tomó y puso la primera en la cerradura. El ruido del ‘clic’ lo alivió y giró el picaporte. —¿Craig? No hubo respuesta. Alex entró en la oficina y se congeló. Su sangre se le heló. Su corazón se desplomó. La ventana de la oficina de Craig estaba abierta de par en par. Fuera de la ventana estaba una estrecha cornisa, justo lo suficiente ancha para que Craig se sentarse, con la espalda apoyada contra la pared del edificio. Su oficina estaba en el piso quince.

—Oh, Dios mío, Craig. —Alex quedó clavado en el suelo. El sólo reconocimiento de la voz de su amante hizo que diera un pequeño giro de su cabeza en dirección a Alex, pero su mirada se mantuvo enfocada en línea recta. Alex estaba atrapado por un repentino shock. Su cuerpo empezó a temblar. No podía estar viendo lo que estaba viendo. —Hola, Alex —dijo Craig en voz baja. —Craig, por favor regresa dentro de la sala. —Él se obligó a dar unos pasos más cerca. Él estaba junto al escritorio de Craig ahora. —He estado aquí por más de una hora, ya sabes. Sin poder hacerlo. —La voz de Craig sonaba hueca. —¿Hacer qué? —Saltar. «Dios, no». Alex apretó los puños. «No, no, no». —Eso debería decirte que en realidad no quieres hacerlo, bebé. Vamos, entra. Vamos a hablar de ello. Craig lo miró entonces. Sus ojos azules estaban nublados por las lágrimas. —Estoy tan cansado, Alex. —Ya lo sé. Está bien. Craig, sabes que te amo, ¿no? —Nadie me ama. —Eso no es cierto. Oye, lo que Travis te haya dicho es todo mentira. No estoy tratando de conseguir vengarme de ti y no estoy saliendo con Travis. Te amo. Siempre te he amado. —Los ojos de Alex se llenaron de lágrimas. Era mucho peor de lo que había imaginado. ¿Por qué no le había insistido a Craig para obtuviera ayuda? ¿Qué diablos le pasaba? Había visto las señales.

—Travis es un idiota —dijo Craig. Se encogió de hombros y volvió a mirar hacia delante. —Así es. Él lo es. Bebé, entra. Por favor. Craig inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. — El accidente de coche. No fue un accidente. —¿Qué quieres decir? Él se rió, su risa baja y tristeza. —Estrellé mi coche a propósito. Traté de ponerle fin a esto en ese momento. Alex cerró los ojos. El dolor pasaba a través de él. — ¿Por qué? —El sanatorio me llamó. Su madre. Siempre todo iba de nuevo a ella, Alex se dio cuenta. —¿Qué te dijeron? —Ella está muerta. Alex no se lo esperaba. Exhaló. —Lo lamento. Craig volvió a reír. —Yo no. ¿Sabes lo que pensé cuando me lo dijeron? —No. —Gracias a Dios que la perra ha muerto. Eso es lo que yo pensaba. Que la perra ha muerto. —Las lágrimas corrían por sus mejillas—. Era mi madre y yo estaba contento de que estuviera muerta. —Sé que debes haber pasado por muchas cosas, por ella, bebé. ¿Por qué no me das la mano y vuelves al interior y me cuentas al respecto? Quiero escucharlo todo. Craig lo miró. —¿Crees que eso me convierte en un monstruo?

—Nunca. —¿A pesar de que ella estaba enferma? Alex sacudió la cabeza. —Sé que fue difícil. Te vi con ella, ¿te acuerdas? Pero nosotros nos encargaremos de ello. Vamos a darle un entierro bonito y… —Es demasiado tarde. Le enterraron ya. Tres días después del accidente. Sólo estaba yo y algunas de las personas del sanatorio. —¿Por qué no me lo dijiste? Me gustaría haber estado allí. —Yo no quería a nadie allí, Alex. Ni siquiera a ti. —Muy bien. No pasa nada. —Alex se acercó a él y le extendió una mano—. Vamos, Craig. No rompas mi corazón. Craig miró a su lado por un momento. —Tú no entiendes. —No. Pero lo haré si me hablas de ello. Te amo. Tú me dijiste que me amas. ¿Lo dijiste en serio? —Sí. Alex asintió, aliviado. —Bien. Entonces no me dejes. Por favor, no te atrevas a dejarme. No de esta forma. Craig miró por un momento y dio un suspiro tembloroso. Cuando miró de nuevo, él asintió, y le tendió la mano. —De acuerdo. Alex tomó la mano de Craig y luego el brazo y tiró de él para que saliera de la cornisa. Él lo agarró en un estrecho abrazo y permitió que las lágrimas fluyan libremente. Craig le devolvió el abrazo, aunque no tan duro.

Luego, Alex se alejó un poco. —Ahora vamos a sentarnos en el suelo, aquí, y hablaremos de ello. Te sientas allí. Voy a cerrar esta ventana y luego la puerta. Craig obediente, se sentó y apoyó la espalda contra la pared, a pocos metros de la ventana. Manteniendo la mirada fija en Alex ahora. Alex sonrió un poco y trató de forzar su corazón para volver al ritmo normal. Cerró la ventana con llave. Le pondría doble o triple llave si pudiera. A continuación cerró la puerta para que pudieran tener privacidad. Se desplomó en el suelo junto a Craig, Alex tomó una de las manos de Craig y ensortijó sus dedos a través de él. —Hábleme de ella —dijo en voz baja. —Nunca fui lo suficientemente bueno. No importa lo que hiciese. Una vez traje a casa una B en mi nota de calificaciones y... bueno, ella se puso loca. Ella nunca me dijo que había hecho un buen trabajo cuando traía una A. Ella sólo esperaba eso. ¿Qué más podría esperar? Cuando jugué como mariscal en el fútbol ella esperaba que fuera el mejor, también. Estuve en la posición de la estrella. ¿Qué más debía ser? Yo solía pensar que ella sólo no me quería. Yo era un niño y no sabía que estaba enferma. —¿Qué pasa con tu padre, ¿él sabía? Craig se encogió de hombros. —Tal vez él sospechaba algo antes de que fuera diagnosticada. Yo no estoy seguro. Ella le escondía muchas cosas en aquellos días. Solía observar a todos los vecinos y pensar que estaban robándole. Lo creía de mí a veces. Y cuando mi padre llegaba a casa del trabajo él siempre era frío. Yo solía pensar... bien, por lo menos tengo un padre que me quiere y me trata bien.

—Sí, eso es bueno —aceptó Alex. Craig se rió con la misma extraña y hueca risa, llena de tristeza. —Una vez rompí un jarrón que ella tenía. No recuerdo siquiera cómo lo hice, simplemente por torpeza supongo. Pero ella había estado planchando cerca y cuando lo rompí ella tenía llamas en sus ojos por la furia. Yo sabía que estaba loca, vi la rabia y me asusté y traté de huir. Pero me agarró y comenzó a golpearme con la plancha. —Oh, Dios mío. —Sí. Seguía llorando diciendo: ‘Mami detente', pero no lo hizo. Perdí el conocimiento después de un tiempo. Fue un milagro que no me matara después de eso. Probablemente lo habría hecho si mi padre no hubiera llegado a casa mientras ella estaba todavía golpeándome. Él la detuvo y me llevó al hospital. Me tuvieron que dar 16 puntos en mi cabeza. El estómago de Alex se retorció dolorosamente. —Después de eso, mi padre empezó a prestarle un poco más de atención a lo que ella estaba haciendo. Pero él todavía no la llevaba a ver a alguien ni nada. Empecé a tener estos sueños, donde me estaba golpeando con palos de hierro y otras cosas. Me despertaba gritando. —Craig suspiró—. Yo tenía doce años cuando traté de hacer esto por primera vez. Alex se estremeció. —¿Trataste de hacer qué? —Me corté las venas. —Craig sacó su mano de Alex y desató los puños de su camisa de vestir y la empujó hacia arriba—. Las cicatrices todavía están allí, sin embargo son muy leves y la mayoría de las veces las cubro con maquillaje.

Alex se quedó mirando las marcas que nunca había observado antes. Era cierto que eran débiles, pero aún estaban allí. Dios, él era un idiota por no verlas. —Mis padres me encontraron antes de que tuviera algún daño real. Los médicos les dijeron que debía ver a alguien así que simplemente me dijeron que hablara con nuestro sacerdote. Yo nunca lo hice. Sólo lo empujé lejos. Al final los sueños se fueron, pero de vez en cuando vuelvo a esos momentos en que me golpeaba con el hierro o lo que sea. Era extraño, como si estuviera reviviéndolo todo. Como si me estuviera pasando de nuevo. —Cuando yo estaba en la secundaria mi papá llevó a mi mamá por fin a ver un psiquiatra y fue cuando nos enteramos acerca de la esquizofrenia. Temí el tenerla también. Todavía tengo miedo. Alex sacudió la cabeza. —No creo que eso sea cierto bebé. Lo siento, no tenía idea de que ibas a través de todo esto durante la escuela. Craig asintió y cerró los ojos, derramando lágrimas. —Es duro para mí aceptar que alguien me ame, Alex. Nadie lo ha hecho. Mis propios padres no me amaban. —Estoy seguro de que no es cierto. Y, ciertamente, tu padre sí lo hizo. Y ¿qué pasa con tu novio, ese que me contaste que murió hace un par de años? —Lo inventé —admitió Craig—. Nunca tuve un novio normal antes. Sólo tuve relaciones sexuales, solo fue sexo. —Bueno, eso no importa. Me tienes ahora, Craig, y yo no voy a ir a ninguna parte. Te amo. Siempre te he amado desde la escuela secundaria. —¿Qué pasa si estoy loco?

—¿Qué pasa si lo estás? No creo que lo estés, bebé, pero no voy a dejarte por eso. —Alex se inclinó y besó su frente mojada—. Pero hay más, ¿no es así? —Sí, —dijo Craig en voz baja. Miró las manos que estaban una vez más entrelazadas—. Sabes que mi papá se enfermó. Fue más o menos en la misma época en la que descubrimos que mi madre era esquizofrénica. De todos modos, estaba cada vez más débil por lo que fue al médico y le dijeron que tenía leucemia. —Eso debe haber sido muy duro para ti. El único padre que te quedaba en ese punto. Craig se puso rígido y parecía deslizarse más cerca de la pared y ensimismarse. —Realmente me sentí cerca de él y pensaba que me amaba. Yo estaba equivocado. —¿Craig? —Yo había empezado a darme cuenta de que era gay. Yo sabía que no podía decirle a mi mamá, pero pensé... bueno, que mi padre me escucharía. Le dije a una consejera en la escuela y ella incluso me sugirió que hablara con mi padre. —¿Él no lo tomó bien? —preguntó Alex con suavidad. Quería tirar de Craig en su regazo, pero tenía la sensación de que Craig necesitaba decir las cosas a su manera. —Me aseguré de decirle cuando mi mamá no estuviera en la casa por estar con su médico. Yo no quería tener que lidiar con ella diciéndole nada. —Craig corrió los largos dedos de la otra mano por su cabello—. Realmente pensé que iba a estar bien. El corazón de Alex latía a un ritmo doloroso. La tristeza, el dolor en la voz de Craig, lo quebró. Quería más que nada hacer que se sintiera mejor.

—Me llamó por todos los nombres que se te puedan ocurrir —dijo Craig, su voz quebrada—. Maricón, homosexual, pedazo de mierda sin valor. —Oh, bebé. —Yo no lo podía creer. Me senté allí viendo mi jodido corazón romperse y él empezó a gritarme. Me dijo que no era su hijo y que yo lo enfermaba. Que me alejara de él. — Las lágrimas corrían por las mejillas de Craig. Él sorbió—. ¿Todo lo que yo te he dicho en la escuela? Él me lo dijo a mí. Todo era de él. —Lo lamento. —No, yo soy el que lo lamenta. No fue mi intención hacerte daño —dijo Craig, sollozando. Alex tiró de él a sus brazos. —Oh, ssh, está bien, Craig. Yo te perdoné hace mucho tiempo. —Fue horrible. Alex le acarició el cabello y le besó la parte superior de la cabeza. —Yo te perdoné. Pero ¿sabes qué? Nunca te has perdonado a ti mismo. Es necesario que lo hagas. —No puedo —Sí, puedes. Lo harás. Vamos a conseguir ayuda, bebé. —¿Piensas que estoy loco entonces? —susurró Craig. —No. No creo que estés loco o que tengas la enfermedad de tu madre. Pero sí creo que puedes tener lo que se llama Desorden de estrés post-traumático. —Yo no soy un soldado.

—No, pero los soldados no son los únicos que lo tienen. Las víctimas de abuso también pueden tenerlo. Y ciertamente fuiste abusado por ambos padres. —¿Por qué ellos simplemente no me amaban? El corazón de Alex casi se rompió en dos. —No lo sé. Pero sé que no eras tú, que eran ellos. Ellos eran el problema, Craig. No tú. —Me convertí en un contador para que se sintieran orgullosos. Como si me miraran desde el cielo o algo así y que digan, bueno, sé que sigues siendo un maricón pero al menos has hecho algo bien. Estúpido, ¿eh? Cuando me llamaron para decirme que mi madre había muerto, yo me perdí por un segundo —dijo Craig, apoyando la cabeza contra el pecho de Alex—. Yo sólo... Es que estaba sucediendo de nuevo. Ella me estaba golpeando en la cabeza con que el hierro otra vez. Y entonces alguien tocó la bocina y empecé a conducir, pero no lo podía mover. Sólo duele demasiado. Entonces vi el poste y choqué contra él. —Gracias a Dios por tu bolsa de aire. ¿Qué pasó hoy? ¿Por qué saliste a la cornisa? ¿Fue Travis? —Eso es lo que lo empezó. Yo sabía que él era un asno. No debería haberlo escuchado. Entonces empezó a tener sentido. ¿Por qué me amas? Nadie lo hizo. —Te amo tanto, Craig. Vamos a conseguir ayuda. Te lo prometo. Todo va a estar bien. Pero tienes que quedarte conmigo, bebé. No me puedes dejar así. Es demasiado horrible. —Voy a intentarlo, Alex.

—Travis es un idiota y un mentiroso. Si alguna vez se acerca a cualquiera de nosotros otra vez vamos a poner una orden de restricción contra él. —Te amo, Alex. Gracias por amarme. Alex levantó la barbilla de Craig y lo besó. —Te mereces ser amado, Craig. Te mereces todo.

Seis meses más tarde Craig miró alrededor de su casa vacía que pronto iba a ser vendida. Tenía que entregar las llaves por la mañana a la compañía del fideicomiso. Se puso de pie en medio de lo que solía ser su sala de estar. Esperaba sentir la misma rabia y el dolor que había sentido durante todos estos últimos años. Para su gran alivio, sintió paz. El médico tenía razón sobre la venta de la casa. —¿Craig? —Preguntó Alex, que entró en el vestíbulo desde el exterior—. ¿Todo bien? Craig sonrió. —Todo está genial. Sólo estoy diciendo adiós a este viejo lugar. Alex miró a su alrededor. —No puedo imaginar que lo extrañarás. No considerando lo que pasaste aquí. —No, está bien. Solía odiar realmente esta casa. Tuve tantos recuerdos de lo que sucedió aquí, tanto con mi mamá como con mi papá. Ahora... es sólo una casa. —Eso es genial. ¿Necesitas hacer algo más aquí? Esta casa había sido la esperanza de una familia joven. Una mujer, un marido y su hijo. La esposa y la madre que tal vez había amado a su marido y a su hijo una vez antes de que la enfermedad se apoderara de ella. Un esposo y padre que podía haber amado a su esposa e hijo antes de que ellos probaran que eran demasiado humanos.

Ahora bien, sería la esperanza de otras personas. Otra familia joven llena de sueños. Craig se sentía bien por eso. Muy bien. —¿Bebé? —Alex ahora frunció el ceño en su dirección. «Siempre preocupado, así es Alex». —Estoy bien, Alex. Craig no podría haber tenido una familia que se preocupaba por él y aceptara su crecimiento, pero Alex y su familia le dieron la bienvenida y le dieron mucho amor. Era increíble tener un sentido de normalidad. Había hablado de eso con su médico. Estos últimos meses llegó a conocer a la familia de Alex y supo que pensaban en él como parte de ellos. No pensaban que él no valía nada. Se acercó a la puerta principal y miró hacia atrás por última vez. Una casa sencilla de estilo bungaló. Una sala de estar, un comedor, una cocina y un pasillo con tres dormitorios. Sus padres nunca llenaron ese tercer dormitorio. Probablemente una buena cosa, aunque le hubiera gustado tener un hermano. —¿Quieres que celebremos el día de Acción de Gracias con la familia en nuestra casa? Mamá llamó hace poco y yo le dije que lo consultaría contigo —dijo Alex, cuando estuvieron fuera de la casa. —Me encantaría. —Craig cerró la puerta. Agarró la mano de Alex—. Y, te amo, ¿lo sabes? Alex le devolvió la sonrisa. —Yo también. ¿Estás listo? —Sí. Vamos a casa.

Shawn Lane cree que el amor y la pasión no conocen fronteras. Shawn escribe historias de amor y eróticas donde participan hombres en romances históricos o contemporáneos, y romances interraciales entre hombres y mujeres. Shawn está siempre en busca de nuevas historias y nuevos personajes para crear mientras mantiene su vida en California.

Gaby

Lou

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