Tesoros Bajo El Mar

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PROLOGO

Un cierto día de Agosto de 1985, un amigo colombiano, estudiante de Arqueología, que investigaba datos para su tesis en el Archivo General de Indias de Sevilla, se me acercó en la biblioteca, expresando su deseo de hablar conmigo a la hora del acostumbrado “cafecito” de las 11 de la mañana. Huyendo del agobiante calor sevillano, propio del mes de Agosto, nos encontramos en el bar de Vicente, justo detrás del edificio de Correos. Mi amigo me contó que había recibido una carta de un conocido suyo español, residente en Cartagena de Indias. Encargándole para que buscara entre los miles y miles de legajos conservados en el Archivo de Indias, información sobre naufragios acaecidos en las costas colombianas del Mar Caribe. Siendo que él estaba preparando su tesis doctoral, muy a pesar suyo, no podía complacerle. Por lo que acudía a mí, conocido en el Archivo de Indias como “naufrólogo” de profesión, para recopilar y enviarle a Cartagena los datos que solicitaba. Debido a que en aquella época había una auténtica fiebre de búsqueda de tesoros sumergidos, desatada por el éxito de Mel Fisher al localizar la carga de valor del galeón Nuestra Señora de Atocha, naufragado cerca de los cayos de la Florida en 1622, recuerdo que lo primero que pensé fue que la “fiebre de tesoros” había llegado también a Colombia. Pues todo a lo largo de 1985, a raíz del descubrimiento de Fisher, se había disparado la demanda de información sobre naufragios de la Carrera de Indias, especialmente en aguas de la Florida. La persona que mandaba a pedir esos datos era Francisco Ojeda. Paco para los amigos. Fue así como le conocí por primera vez. Ahora, después de 14 años, vine a conocerle personalmente en Málaga, su ciudad natal. Quedando gratamente sorprendido al ver que parte de los datos que desde Sevilla le había enviado a Cartagena, ahora se verían publicados con todo lujo de detalles en un libro sobre tesoros sumergidos. La presente obra contiene valiosa información para acrecentar la lista del patrimonio cultural perdido en aguas de Colombia. Indicando la fuente documental, y señalando en cartas náuticas ( con una X, a modo de mapa del tesoro ) la posición “in situ” de más de 50 pecios. Este trabajo podría muy bien servir como base a futuros proyectos de arqueología subacuática y recuperaciones de tesoros. Lo cual, sin duda alguna ayudaría a completar nuestro conocimiento de ese periodo histórico. Los tesoros perdidos en las profundidades submarinas han estimulado desde siempre la fantasía de los hombres. Pero en muchas ocasiones la fantasía se transformó en realidad. Y ante los ojos atónitos de muchos, el soñador se transformó en héroe del momento. En ese sentido puede muy bien servirnos de ejemplo, lo que Pedro Ronquillo, embajador de España en Londres escribió a su Rey, al enterarse de la llegada a Inglaterra de William Phipps, con mas de 30 toneladas de caudales, recuperados en 1685 de los restos sumergidos del galeón Almiranta de la Flota de Nueva España, Nuestra Señora de la Concepción.

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“ ...muchos han sido los atentados al descubrimiento de ocultos tesoros en el océano. Los cuales juzgan algunos, igualan a los de la tierra. Pero pocos han tenido éxito en este designio hasta que el industrioso capitán William Phipps dio su estudio y resolución a traer este arte a tan gran perfección, que se anticipó a ganarles a otros esta fama. Y sin una tan visible demostración, como la que nos ha dado. Porque ciertamente decir que la carga de un navío se sacó fuera, habiendo pasado más de 40 años. Que naufragó en alta mar, a 17 leguas distantes de tierra. Por todas partes se hubiera juzgado por ridículo y burla de esta época. Pero habiendo sabido de tan maravillosa prueba, que llenará nuestros bolsillos de monedas, así como nuestros ojos se llenaron de asombro. “ He aquí, sintetizado, como el sueño pasó a ser realidad para Phipps. Y al igual que él, el autor de este libro, hizo lo propio en Cartagena de Indias. Donde en sus cercanías hay un auténtico cementerio de barcos, muchos con tesoros aún por recuperar. Perdidos a causa de tempestades o la impericia de algún piloto, a batallas navales o a ataques de piratas. El libro nos relata un periodo agitado, pero interesante de la vida de su autor. Cuando vivía y buceaba en Cartagena de Indias. En sus páginas contiene verdaderas lecciones de buceo. Que sin duda alguna servirán para introducir al público en general al maravilloso mundo submarino. También, el autor narra de forma amena y entretenida las experiencias y aventuras, vividas durante el último periodo de su residencia en Colombia. Es curioso notar que mientras que una persona dedica su esfuerzo, tiempo y sacrificio a buscar un tesoro bajo la mirada escéptica de algunos. A partir del momento que lo encuentra, con el oro y la plata le llegan también los problemas. Paradójicamente, es la máquina del Estado, o mejor dicho, los que a menudo se esconden tras de ella con auténtica “patente de corso”, quienes usando un sinfín de tecnicismos oportunistas, se aprovechan de las circunstancias. Siendo siempre el perjudicado aquel que ha hecho todo el esfuerzo. Indudablemente cuando “Barbanegra” dijo: “Que solo el diablo y él sabían donde tenía enterrado el tesoro”. Sabía lo que se decía. En resumen Tesoros bajo el Mar no es tan solo una crónica de hechos realmente ocurridos, con un final que desgraciadamente estamos muy acostumbrados a ver en algunos países de la América Latina, sino también es un minucioso estudio, con rigor científico, de los naufragios de la Carrera de Indias acaecidos en las costas caribeñas de Colombia. Aportando con ello nuevos datos para la localización de buena parte de su patrimonio cultural sumergido. Sevilla 22 Junio 1999

Claudio Bonifacio

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A mi buen amigo, el insigne naufrólogo Claudio Bonifacio. Cuya incansable labor investigativa en el Archivo General de Indias ha sido base fundamental para muchas de mis aventuras y para la presentación de los naufragios históricos de la Carrera de Indias incluidos en este libro. Y a todos aquellos que con Amor, Esfuerzo y Sacrificio buscan el Tesoro

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Si buscas un Tesoro Y lo encuentras fácil Es un pobre Tesoro Si té cansas de buscarlo Porque está muy profundo No mereces el Tesoro Si lo buscas con amor y sacrificio Tu esfuerzo es oro Aunque no encuentres el Tesoro

Francisco Ojeda

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Capítulo I – Bocachica

Fuerte de San Fernando

La imponente “Sea Ray” de diez metros redujo la velocidad al enfilar la entrada de la ensenada de Bocachica en la Isla de Tierra Bomba, a la entrada de la Bahía de Cartagena de Indias. El rugido de sus dos potentes motores de 200hp se transformó en un suave ronroneo mientras se deslizaba empujada por su impulso hacia la playa de deslumbrantes arenas blancas. A su costado de estribor se podían apreciar las troneras a ras de agua del fuerte de San José, construido por los españoles, junto a su hermano mayor, el fuerte de San Fernando para proteger el canal de acceso a la bahía. Apenas faltaban unos metros para llegar a la orilla, cuando Curro, un fornido cuarentón de piel bronceada por el inclemente sol tropical, vistiendo tan solo los pantalones de neopreno de su traje de buceo, ordenó a su ayudante, Alfredo”Tiburon”, que echara el ancla, mientras él apagaba los motores. - Señores, hemos llegado a Boca Chica. Informó Curro al grupo de turistas, que sin demasiadas prisas guardaban los equipos de buceo en sus respectivas bolsas. Apenas habían desembarcado, cuando un grupo de chiquillos semidesnudos corrieron hacia el grupo ofreciéndoles artesanías, conchas, collares y pequeñas figuras talladas en coral negro. Mientras se acercaban al bohío de palma que hacía las veces de restaurante, Curro ilustraba a los turistas con un poco de la historia del lugar. - Esta es la parte sur de la Isla de Tierra Bomba, llamada Codego por los antiguos habitantes. Cuyo cacique Carex fue derrotado y tomado preso por don Pedro de Heredia, fundador de Cartagena. Junto a Carex, también cayó prisionero Carón. Hechicero muy famoso que ayudó al conquistador español a someter a otros caciques indios. Uno de ellos, Duhoa, le entregó mas de sesenta mil pesos de oro por su rescate. Heredia dejó también en libertad al cacique Carex, con quien estableció una estrecha amistad, hasta el punto de darle a guardar el oro que obtenía en sus incursiones conquistadoras. Pero la verdadera importancia de Boca Chica vino después, con la construcción de las fortificaciones de Cartagena, y el bloqueo de la entrada de Boca Grande con una escollera artificial. Siendo ésta la única entrada a la bahía, controlada por los fuertes de San Fernando y San José.

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Su retórica fue interrumpida por la llegada de la dueña del “restaurante”, una negra cuya inmensa gordura resaltaba aún mas por el chillón vestido de flores estampadas de todos los colores imaginables y el rojo pañolón anudado a su cabeza. - Buenos días “señó” Curro. ¿Cuántos son hoy ¿ - Ocho, Encarna, incluyendo a “Tiburón” que no tardará en llegar. Así que traiga pescado frito para todos. Y mientras tanto sírvanos otros tantos “Cocos Locos”. - ¿Cocos Locos? Preguntó una de las turistas. ¿Qué es eso?. - Una mezcla de agua de coco y ron de caña, servido dentro del mismo coco. Algo verdaderamente delicioso. - Y fuerte, me imagino. – Replicó ella. - Bueno, no tanto. Aunque no se debe abusar de ellos pues siendo muy refrescantes. Con este calor te puedes beber media docena sin darte cuenta. - Bueno, después del susto que me llevé hoy con ese tiburón, creo que un par de ellos me sentarán bien. Y a propósito se ven tiburones muy a menudo por estos parajes?. - No con demasiada frecuencia, aunque siempre conviene estar alerta. Pero en sitios como al que fuimos a bucear hoy es raro que aparezca alguno. Aunque... no imposible. - Entonces Hay otros sitios que son peligrosos? - Bueno. Hay lugares como Punta Gigantes en los que se les ve con mas frecuencia. - ¿ Y nunca a tenido problemas con tiburones?. - No realmente. Aunque en cierta ocasión si estuve muy cerca de ser atacado. Fue el año pasado. Y por complacer a una turista californiana que quería verlos de cerca, la llevé al bajo Tortuga. Donde me los he encontrado frecuentemente. Bajamos a unos treinta metros cuando aparecieron dos martillos, que quizás se acercaron demasiado. La “gringa” se asustó tanto que creí le iba a dar un ataque de nervios bajo el agua. Lo peor del caso es que los tiburones parecieron darse cuente y empezaron a hacer círculos alrededor de nosotros. Por lo que tuvimos que buscar refugio en las rocas del fondo y esperar a que se fueran. - Si a mí me pasa eso, me muero del susto, - Replicó ella. - La que casi se muere del susto fue la “gringa” – Rió Curro La conversación fue interrumpida por la llegada de “Tiburón”, que con una amplia sonrisa que hacia entrever sus blancos dientes se dirigió a Curro. - Patrón, todo listo en la lancha. - Está bien, pero ahora siéntate y tómate algo fresco pues estás bañado en sudor. En efecto la piel color de ébano de “Tiburón” brillaba por el sudor que la cubría - Una cerveza no vendrá nada mal. – Respondió En eso momentos se acercó Encarna con los” cocos locos” - Que sea una cerveza para Tiburón, - Pidió. Cogiendo uno de los cocos y entregando otro a la turista. - Este fuerte que veis ahí – Comentó. Señalando al cercano fuerte de San Fernando- Es quizás uno de los más importantes de Cartagena. Ya que controlaba la entrada a la bahía cerrándola con una enorme cadena sobre troncos de madera y recibiendo al intruso con fuego cruzado de sus cañones. Los de San Fernando desarbolaban al navío. Mientras las baterías a ras de agua del fuerte de San José destrozaban el casco a la altura de la línea de flotación. - Entonces ... Ahí abajo deben haber innumerables restos de naufragios!.- Comentó uno

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de los turistas. Un joven de rasgos sajones, y rojo como una langosta a causa del inclemente sol tropical. - ¡Oh sí!- Respondió Curro. Aunque dudo pueda encontrarse nada de valor, pues a lo que venían era a robarle el oro a los españoles. - Oro que a su vez ellos habían robado a los indios. – Interrumpió otro de los turistas. Y como dice el refrán: ”El que roba a un ladrón...” - Cierto. Pero a ellos no les esperaban cien años de perdón, sino el fondo del mar o la horca. – Contestó Curro.- Aunque algunos como Drake y el barón Des Pointis, consiguieron saquear Cartagena, y huir con un incalculable botín. Naturalmente años antes de finalizar las fortificaciones de la ciudad. Ya habían dado buena cuenta de cuatro o cinco “cocos locos”, cuando contoneando sus enormes caderas llegó Encarna con sendos platos de pescado frito, ensalada y arroz. Los jóvenes turistas parecía que no hubieran comido en una semana. Pues despacharon el almuerzo en un santiamén. - Verdaderamente tenia hambre.- Comentó uno de ellos. - No es de extrañar.- Contestó otro – Después de cuatro horas en el agua sería capaz de comerme un tiburón entero. - Si, pero en el agua tu serías su almuerzo. – Rió un tercero. Entre risas y copas pasaron las horas, hasta que bien pasadas las cuatro de la tarde Curro dio la orden de partida. Ya instalados en la lancha “Tiburón” recogió el ancla y Curro aceleró la embarcación en dirección al canal de entrada a la bahía. Una suave brisa del Sur apenas ondulaba la superficie del mar mientras la rápida” Sea Ray” parecía volar sin apenas tocar las olas. Ya habían pasado el fuerte de San Fernando cuando Curro tratando de hacerse oír sobre el ruido de los motores se dirigió al grupo. - Justo debajo de nosotros se encuentra la Fragata Africa. Hundida en Abril de 1741 durante el ataque de Vernón a Cartagena. Y un poco mas allá, la fragata San Carlos, hundida también durante el mismo ataque. Debió ser una visión aterradora para los habitantes de Cartagena la de la mañana del 15 de Marzo de 1741, cuando los 3 primeros navíos ingleses anclaron frente a la ciudad, llegando muchos otros durante el transcurso del día siguiente, anclando uno junto al otro desde Punta Canoa hasta Bocagrande hasta completar 36 buques de guerra, 100 transportes 74 bergantines, brulotes, y bombardas sumando un total de 2070 cañones, y transportando un efectivo militar de más de 15000 hombres, sin contar a los marineros. Iban al mando de tan imponente escuadra los Almirantes Vernon, Lestock, y Ogle y uno de los regimientos estaba compuesto por norteamericanos mandados por Lawrence Washington, hermano del libertador Jorge Washington. Que murió durante el ataque Gobernaba Cartagena el Virrey Sebastián de Eslava. Siendo el Comandante General Don Blas de Lezo, gran estratega y veterano de muchas batallas, en las cuales había perdido, una pierna, un ojo y un brazo. Lo cual no le había impedido continuar en el servicio hasta convertirse en una leyenda viviente. Sus efectivos tan solo se componían de 500 soldados españoles y unos 1500 esclavos y indios armados de arcos y flechas. Después de dos fallidos intentos, el 1 de Abril, Vernón concentró el fuego de sus navíos sobre los tres fuertes que protegían la entrada de Bocachica a los que Lezo ayudaba con los cañones de cuatro de sus galeones. Después de tres días de intensa lucha, Lezo herido

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de nuevo esta vez en su única pierna se ve obligado a retirarse su segunda línea de defensa, hundiendo el San Carlos y el Africa en el canal de Bocachica para cerrar la entrada a la bahía. Pero desgraciadamente un cambio de corriente dejó paso a los navíos ingleses, que atacaron y destruyeron el fuerte de Boquerón forzando a Lezo a refugiarse tras las muralla de la ciudad. El 5 de Abril las fuerzas atacantes desembarcan, y tras una de las más sangrientas batallas de la historia inglesa conquistan el monasterio de la Popa desde donde se dominaba la ciudad y el fuerte de San Felipe, donde Vernón sospechaba se almacenaba el oro y la plata que debía ser enviado a España con la Flota de Tierra Firme. Llevaban ya ocho días de intenso bombardeo. Cuando el 20 de Abril los atacantes lanzaron todos sus efectivos su contra el fuerte de San Felipe, que protegía la ciudad, y que resistió los duros ataques de los ingleses. Quienes diezmados por las batallas, la malaria y la disentería, y después de seis días de inútiles y costosos esfuerzos por apoderarse del fuerte, se vieron obligados a retirarse. Un mes más, tardaron los ingleses en prepararse para el viaje de regreso a Inglaterra. Hasta que finalmente el 12 de Mayo el último de los navíos ingleses salió de Cartagena, dejando tras de sí un saldo de 20 barcos perdidos y 9000 bajas. Tan seguros estaban los ingleses de la toma de Cartagena que habían acuñado medallas conmemorativas en las que figuraban Blas de Lezo de rodillas entregando la espada al Almirante Vernon. Con la inscripción: “ El orgullo de España humillado por el Almirante Vernon “. Y en el reverso los buques de guerra ingleses Norfolk, Schrewsbury, Ruffel y Litchfield de 80 cañones. Con la inscripción: ” Tomaron Cartagena-Abril 1741 “. Como curiosidad cabe destacar que los ingleses debieron considerar que no era muy caballeresco derrotar a un enemigo manco y cojo, por lo que representaron a Blas de Lezo entregando la espada con ambas manos y arrodillado con ambas piernas, en una rendición que nunca tuvo lugar. Son raras y valiosas, pues se cree que el barco que las transportaba a Inglaterra fue abordado por piratas, aunque algunas fueron rescatadas por los españoles de los barcos hundidos en la bahía. Por suerte tengo una, que encontré buceando en el “Galicia”. Muchos son los restos de este memorable ataque que se encuentran diseminados dentro y fuera de la bahía de Cartagena. De algunos de ellos, como el Africa, el Conquistador, el San Carlos y la fragata Galicia he rescatado ánforas, artefactos y alguna que otra moneda. Sobre esta última cabe notar, que fue capturada por los ingleses y en ella fueron heridos por un casco de metralla, Blas de Lezo y el Virrey Eslava. Poco después atracaban en el Laguito, frente a la entrada posterior del Hotel Caribe.

Medalla conmemorativa ataque de Vernóm 1741

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“Tiburón” ayudó a desembarcar los equipos de buceo, y Curro despidiéndose del grupo puso rumbo a la Marina Santa Cruz. Al otro extremo de la bahía. - Bueno, se marcharon satisfechos. – Comentó a “Tiburón” que trataba infructuosamente de encender un cigarrillo - Satisfechos y alegres con los “cocos locos “ de Encarna, - Contestó éste arrojando el cigarrillo por la borda. - Si, esos “cocos locos” alegran el final de un buen día de buceo. - Patrón, ¿y mañana habrá también trabajo? - No, ya no tendremos otro grupo hasta el sábado. Así que mañana y pasado había pensado dedicarlos a buscar unas cuantas ánforas en los restos del “ Conquistador”. Arturo, ”el anticuario” tiene un cliente para un par de ellas, y no vendría nada mal un poco de dinero extra. - Esta bien, patrón. Pero ahora tenga mas cuidado, pues la patrulla naval casi nos agarra la última vez. - Bah, no te preocupes. Llevan años tratando de cogerme con las manos en la masa. Sobre todo cuando me ven buceando solo. Se creen que estoy sacando doblones y piezas de a ocho a manos llenas. - Algo de razón tienen, ¿no? - Que va, no es para tanto, en los cuatro años que llevo buceando esta costa apenas he encontrado medio centenar de piezas de plata. Y seis monedas de oro. Aunque no pierdo la esperanza de encontrar algún día un tesoro de verdad. Quien sabe. Quizás debería dedicarle algún tiempo a buscar por el bajo” Burbujas”. Pues tengo la certeza de que por esos parajes debe encontrarse la carabela “La Soledad”. Que hundieron piratas franceses en 1691, con 4.ooo piezas de oro y 3oo.ooo de plata a bordo. - Y de donde saca “usté” tanta información.- Preguntó “Tiburón” poniendo cara de asombro. - Secreto profesional, amigo mío. – Contestó Curro con aire de misterio. Dejando a babor el fuerte del “Pastelillo”, convertido en restaurante y Club de Pesca, la embarcación se aproximó a los muelles de la “Marina Santa Cruz”. Con una habilidad fruto de la experiencia, Curro atracó suavemente junto a uno de los embarcaderos. Y “Tiburón”, atento a la maniobra saltó a tierra con las amarras. Curro, después de recoger una de las bolsas, hizo lo propio. - Bueno, te dejo pues tengo que hacer un par de cosas. No olvides enjuagar los equipos, y mañana te espero aquí a las siete de la mañana.

Blas de Lezo y Castillo de San Felipe

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Y haciendo con la mano un ademán de despedida se dirigió al Jeep aparcado a la entrada de la Marina. Arrojó la bolsa en la trasera del vehículo, y poniéndose al volante arrancó con dirección al centro de Cartagena. El reloj sobre la antigua puerta de acceso al interior de la ciudad amurallada marcaba las seis de la tarde, cuando Curro, bordeando la muralla se dirigió al barrio residencial de Bocagrande. Este, en contraste con las construcciones coloniales de la ciudad vieja, estaba formado por un conglomerado de modernos edificios, construidos entre tres avenidas que lo recorrían a todo su largo de norte a sur. Conduciendo por la Avenida San Martín, Curro observaba los bares y restaurantes aún desiertos, pero que se llenarían de turistas al caer la noche. Aparcando su Jeep a la entrada del edificio “Las Tres Carabelas”, donde vivía. Cogió la bolsa de la trasera del coche, y echándosela a la espalda subió las escalinatas de la entrada. “ Las Tres Carabelas” recibían su nombre por las tres torres gemelas que componían el conjunto residencial. En la del centro y en el quinto piso Curro tenía alquilado un pequeño apartamento. Estaba a punto de subir al ascensor, cuando un joven de unos treinta años, en traje de baño, y con una toalla sobre el hombro, se le acercó. - Hombre!, Curro. ¿ Que tal la “buceada” de hoy?. - Nada especial. Otro grupo de turistas que llevé a las Islas del Rosario. ¿Y tu?. - Hoy me quedé en la piscina, ligando con unas “sardinas” de Medellín. - Ah, ya!. Haciendo pesca de agua dulce. - Bueno, algo así.- Rió el joven dando a Curro una palmada en el hombro. A ver cuando salimos a hacer pesca submarina en serio. Conozco un sitio por los bajos de “Casimba”, donde encuentras pargos rojos en cada cueva. - O.K , Andrés. A ver si lo organizamos para este fin de semana. Llámame!. Y despidiéndose de su amigo Curro subió al ascensor. El apartamento de Curro mas bien parecía un pequeño museo. Anforas y artefactos rescatados, yacían por doquier. Una carcomida imagen de la “Dolorosa” que en otro tiempo fuera mascarón de proa de un orgulloso galeón de la Flota. Botellas antiguas y balas de cañón se mezclaban con equipos de buceo, magnetómetros, detectores de metales, boyas y cuerdas, en un ordenado desorden. Curro dejando a un lado la bolsa con los reguladores de buceo, abrió el armario y sacó unos vaqueros y una camiseta. Cogió una toalla y desnudándose por el camino, se metió en la ducha. No había pasado media hora cuando ya estaba vestido. - No vendría nada mal tener una charla con Bill.- Pensaba en voz alta mientras daba los últimos toques a su atuendo.- Quizás pueda sonsacar alguna información útil a ese viejo lobo de mar. Bill Stone era un norteamericano que había llegado hacia años a Cartagena. Y que como Curro se dedicaba a sacar turistas a bucear. Aunque en realidad no era más que un viejo buscador de tesoros con un enorme conocimiento sobre los naufragios acaecidos en la costa de Cartagena de Indias. Con la caída de la tarde, ayudada por una suave brisa del Este, la temperatura había refrescado notablemente. Haciendo muy agradable el paseo hasta el cercano “Jolly

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Rogers” Rústico bar sobre la playa de Bocagrande, y lugar de encuentro de profesionales y aficionados al buceo. El sol poniente añadía tonos rojizos al horizonte cuando Curro empujó las puertas batientes de entrada al “bohío”, construido sobre la playa. . La barra se hallaba bastante concurrida por grupos de las más diversas edades, que charlaban animadamente. Mientras que por los altavoces podía oírse un “vallenato”. Pegajosa melodía con acompañamiento de acordeones, maracas y tambores, originaria de Valledupar y muy popular en las regiones colombianas del mar Caribe. Al extremo de la barra, acompañado de una morena de exótica belleza, un norteamericano de unos cincuenta y pico de año. Alto, de pelo rubio canoso, y con la piel de la cara que se plegaba en mil arrugas al sonreír, saludó la llegada de Curro, levantando la mano que sostenía una copa de ron. - Hola Bill!.- correspondió éste.- ¿ Cómo te ha ido?. Hacia siglos que no te veía el pelo. - Muy ocupado con los turistas, Ah, déjame que té presente. Ella es Luz Marina, una caleña a la que estoy enseñando a bucear. - Y que seguramente te mantiene muy ocupado.- Contestó Curro con una sonrisa de complicidad. - Merece la pena, y el tiempo empleado. Pues Luz Marina es muy buena alumna. - De eso no me cabe la menor duda.- respondió Curro. Y dirigiéndose al “barman”, que se había acercado al verlo llegar, pidió: - Jairo, un ron con coca cola para mi y otra ronda para Bill y su amiga. - Y tu, ¿Qué has estado haciendo?.- Preguntó el norteamericano - Bah, no gran cosa. Sacando turistas, aunque no tan guapas como Luz Marina, y pescando unas cuantas ánforas en la bahía. - ¿En el “Conquistador”? - Sí, y en el “Galicia”. Aunque cada vez se pone más difícil la cosa con la patrulla naval. - Ya he oído rumores, de que andan detrás de ti. - Sí. Deben pensar que estoy sacando todo el oro que no pudieron llevarse los españoles. - Pues ándate con cuidado. Esos tipos de la Armada son peligrosos, y capaces son de hacerte alguna trastada. - No hay por que preocuparse. Al fin y al cabo, que me van a hacer por unas cuantas ánforas de barro. - Bueno. Pero no te confíes. Yo ya pasé por eso. - ¿Cómo así? .- Preguntó Curro dando un largo sorbo a su “Cuba libre”. - Fue hace años.- Contestó Bill.- Cuando Carl Norton y yo llegamos a Cartagena. No había turismo entonces, o quizás muy poco. Lo cierto es que compramos el barco que tengo ahora para dedicarnos a la búsqueda de tesoros. Sacamos los permisos y todo lo reglamentario. Todo fue bien, hasta que encontramos un galeón del que rescatamos una buena cantidad de monedas y lingotes de plata. - Eso fue en el bajo “Salmedina”. - Interrumpió Curro.- ¿No es así?. Yo también he oído algo de esa historia. - Lo sabe todo Cartagena. Aunque cada vez que alguien habla de ello, pone por su cuenta unos cuantos kilos mas de plata. Ya deban ser varias toneladas las que supuestamente recuperamos.- rió Bill. - Algo parecido a lo del “Júpiter”. - Bueno... No exactamente. Ellos si rescataron una fortuna en el canal de Bocachica. Y

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aunque el permiso que tenían era para bucear en el “Galicia”, lo hacían en otro galeón. Hasta que una noche desaparecieron con el botín. Que sin duda alguna habían ido almacenando bajo el agua para evitar ser descubiertos. - Dejando un montón de equipo en tierra.- Añadió Curro.- Yo incluso tengo un par de reguladores y un compresor portátil que pertenecieron a los buzos del “Júpiter”, y que más tarde compré en Tierra Bomba. - Si, tenían demasiada prisa para detenerse a recoger el equipo de tierra. Yo también compré media docena de botellas de aluminio que dejaron en el pueblo de Boca Chica. - A raíz de ese incidente es cuando los de la Armada se “espabilaron “y empezaron a “jodernos” a nosotros. - Pagando justos por pecadores. - Bueno... No tan justos. Diría yo. –Rió Bill. - También es verdad. Aunque ahora la búsqueda de galeones se ha convertido en el juego del ratón y el gato con los de la Armada. - Pues no dejes que ese gato te eche la zarpa. El día menos pensado te encuentras a la patrulla naval esperándote en superficie. - Eso podría pasarme dentro de la bahía. Pero en mar abierto dudo que ocurra tal cosa. – Contestó Curro. - Mejor no te confíes. Y a propósito, ¿Andas detrás de algo?. - Tu sabes que siempre ando buscando el galeón que me haga rico. Ahora estoy rastreando el bajo “Burbujas”. Tengo la corazonada de que ando cerca de algo gordo. Y estoy esperando la información que mi amigo Claudio Bonifacio haya podido conseguir en el Archivo de Indias, para saber a que atenerme. - Suerte la tuya, que tienes alguien en España. Eso facilita mucho el trabajo. - Sí. Es una suerte. Mi amigo Claudio lleva mas de quince años investigando en los archivos. Y nadie como él para conseguir información sobre naufragios de la Carrera de Indias. De hecho muchas compañías de rescate contratan sus servicios como investigador, con excelentes resultados. No olvides que muy pocas personas saben como y donde buscar unos datos específicos, entre los miles de legajos manuscritos en castellano antiguo del Archivo de Indias. Y a propósito. ¿ Alguna vez encontraste algo buceando en Burbujas?. - La verdad es que no. ¿Y tu? - Hasta ahora solo varios montones de lastre. Lo que prueba sin duda alguna que allí ocurrió mas de un naufragio - Dalo por seguro. Incluso hoy día es un lugar muy peligroso para la navegación. Por eso los mercantes procuran no acercarse demasiado especialmente con mar gruesa, que allí levanta olas de varios metros. - Arrastrándolo contra los arrecifes, que harían astillas del infortunado navío que se aventurase por esos parajes.- Añadió Curro.- En verdad que los españoles supieron escoger el sitio ideal para almacenar y proteger el oro que le quitaban a los indios. Una bahía con un solo acceso cubierta por bancos de coral al norte y sur. Y por si fuera esto poco construyeron una cadena de fuertes armados con cañones para proteger la ciudad. Rodeada también por una muralla llena de cañones. - Mucho debía ser el oro que querían proteger para tomarse tantas molestias y colocar tantos cañones. - Mas del que tu y yo podamos imaginar. No olvides que durante casi trescientos años todo el oro y la plata proveniente de Colombia, Venezuela , Ecuador, Chile y Perú era almacenado aquí para ser enviado a España. - Por eso fortificaron Cartagena como un castillo medieval.- Contestó Bill. - Aún así no pudieron evitar que fuera saqueada en repetidas ocasiones.

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Si mal no recuerdo, fue el pirata francés Roberto Baal. Con la ayuda de un renegado español el que la saqueó primero en 1544. Después en 1585 fue Sir Francis Drake, quien tomó la ciudad con 23 navíos y 2.500 hombres. Y más tarde en 1697 el barón De Pointis, con 20 buques de guerra y 5500 hombres entre infantes de marina, piratas y bucaneros saqueó la ciudad consiguiendo un botín de casi 10 millones de coronas de oro. Eso sin contar el ataque del Almirante Vernón en 1741 con 136 barcos y más de 15000 hombres. O el de don Pablo Morillo en 1815 con 10000 hombres y 56 navíos, Ni los innumerables ataques de piratas ingleses, franceses, holandeses, e incluso renegados españoles, a los galeones que cargados de riquezas abandonaban la protección de la bahía de Cartagena. Como el caso de Juan Alvarez que en Febrero de 1698 hundió el galeón Santa Irene. - ¡Que bárbaro!.- Exclamó Bill con cara de sorpresa.- ¡Pareces un libro de historia!. - Bueno. Siempre se adquiere un poco de cultura, después de pasar muchas horas investigando en archivos y bibliotecas. La conversación fue interrumpida por la llegada de un joven de unos treinta años. En “shorts” y con una vistosa camisa tropical. Que acercándose a Curro, le palmeó afablemente en un hombro. - Vaya. ¡Al fin te encuentro!. Llevo varios días buscándote. Pues me he enterado de un asunto que puede interesarte. Y excusándose ante Bill y su acompañante, invitó a Curro a que lo acompañara. - Vuelvo enseguida. Añadió éste. Siguiendo al joven hacia la salida. Una luna casi llena teñía de plata el mar Caribe mientras se dirigían a paso lento hacia la orilla. - ¿A que viene tanto secreto?. Preguntó Curro al cabo de unos instantes. - Tengo una información muy interesante. Y no quería que Bill se enterara. Imagínate que hace unos días me encontré con el hijo del profesor Zurita que había vuelto de estudiar en Miami. Y hablando de buceo me dijo que entre las cosas de su padre había encontrado un diario donde éste reseñaba todas y cada una de las inmersiones que había realizado.Ya puedes imaginarte mi sorpresa. Pues nunca se había hablado de que existiera tal diario. - Yo si sospechaba que existiera algo parecido. – Respondió Curro.Pues es lógico que Zurita guardara por escrito sus descubrimientos, . Aunque cuando después de su muerte su familia descubrió que alguien había registrado concienzudamente su apartamento sin robarse nada, me imaginé que era algo así lo que andaban buscando. - Pues no lo encontraron. – Continuó el joven.- Ya que lo guardaba en su taquilla de la Escuela Naval. Donde lo encontró su hijo. - Eso es verdaderamente interesante. ¿ Y tu crees que nos dejará echar un vistazo a ese diario?. - Algo mejor que eso. No creo que sea muy difícil convencerlo para que nos deje copiar la información que nos interese. Sobre todo si le prometemos darle una participación. - Eso suena aún mejor. ¿Y cuando podemos ir a verle?. - Cuando tu quieras. Sé donde vive, y solo tenemos que dejarnos caer por su casa. - Entonces que te parece ahora mismo. Como dice el refrán: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.

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Además no conviene dejarle tiempo para que se pueda arrepentir o contárselo a alguien más. - Vamos pues. ¿ Pero no tienes que volver al bar?. - No es necesario. Bill está tan bien acompañado que no echará de menos mi ausencia. ¿Y vive muy lejos ese muchacho?. - En el edificio “Nautilus” de la Avenida San Martín. Así que mejor será que vayamos en tu coche. Las escalinatas de “Las Tres Carabelas” se hallaban atestadas de jóvenes que hablaban y reían animadamente, cuando Curro sacó su “Jeep” del aparcamiento. En la acera opuesta la iluminada entrada al Casino abría sus puertas a los primeros clientes. Y el denso tráfico obligó a Curro a esperar unos instantes para iniciar la maniobra de salida.. Minutos después, rodeando “el Laguito”, se dirigieron a la Avenida San Martín. El “Nautilus” era un edificio de reciente construcción, Su imponente mole de veinte pisos se levantaba como una gigantesca atalaya sobre el mar Caribe. Curro paró el “jeep” junto a la entrada diciendo a su acompañante: - Jorge, sube tu primero, y llámalo desde recepción, anunciándole nuestra visita. Tengo por norma no ir a sitios que no me esperan. Jorge subió las escalinatas desapareciendo de su vista. Para reaparecer mas tarde haciéndole señas para que subiera. - Nos está esperando, - Informó con una sonrisa de satisfacción. Poco después se encontraban frente a la puerta del apartamento numerado 107. En el décimo piso. No les fue necesario ni siquiera tocar el timbre cuando un joven de apenas unos dieciocho años, abrió la puerta . Y a son de bienvenida les dijo: - Os oí llegar. Podéis pasar. Estáis en vuestra casa.. Ah...pero tendréis que perdonar el desorden... En efecto. El desorden del pequeño estudio era caótico. Revistas, ropa, botellas de cerveza vacías... en los sitios más inverosímiles. De nuevo hablo el joven, como queriéndose excusar: - Así es como únicamente encuentro lo que busco... Bueno. Aquí está el diario de mi padre. Y sacando una caja metálica de mediano tamaño de un armario, apartó un montón de periódicos y la puso sobre la mesa. Abriéndola con una pequeña llave, y mostrando su contenido a Curro. Un diario de pastas gastadas por el uso, y una docena de ennegrecidas monedas de plata era todo lo que había en su interior. - Este es el diario del que te habrá hablado Jorge.- Dijo. Sacándolo de la caja y entregándoselo a Curro. Quien lo cogió. No sin antes preguntar: - ¿Y esas monedas, también eran de tu padre?. - Si, están tal y como estaban cuando encontré esta caja en su taquilla de la Escuela Naval. - Raro que tu padre dejara en una taquilla algo que sin duda tiene bastante valor. ¿ No te parece?. - Quizás pensó que allí estaría más seguro que en ningún otro sitio. - Respondió el joven encogiéndose de hombros. - Es posible que tuviera razón. Pues tengo entendido que después de su muerte alguien entró y registró su apartamento. - Si fue muy raro. Todo estaba revuelto, pero no se habían llevado nada. Nunca

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supimos quien lo hizo. - Quizás iban buscando esto.- Contestó Curro mostrando el diario mientras que con un dedo revolvía las monedas. - Es curioso.- Siguió- Todos estos dólares “Columnários” tienen la misma fecha: 1739. - ¿Dólares...que?.- Pregunto Jorge con cara de extrañeza. - “Columnarios” .- Contestó Curro .- Se llaman así por las dos columnas de Hércules a ambos lados del mar. Lo que dio origen al símbolo por el que hoy día identificamos al dólar americano.También fue llamado “Dos Mundos” por los dos mundos coronados con la corona real de su anverso. Esta moneda ha sido siempre la protagonista principal de toda historia de piratas y tesoros, y antepasado directo del dólar actual. Si mal no recuerdo fue Felipe V quien en 1732 ordenó su acuñación, creando las bases para un sistema monetario mundial. Cuenta la historia que Felipe V mandó fundir todas las monedas acuñadas en 1732 y 1733. Y tenía buenas razones para ello. Después del huracán que hundió la “Flota del Tesoro” en 1733 frente a las costas de la Florida, las autoridades eclesiásticas acusaron al rey de haber dado orden especial al Almirante de la Flota de que esperara en la Habana por la totalidad del cargamento de “Dólares Columnarios”, lo que retrasó dos semanas la salida. Fatal error que costó la pérdida de miles de vidas y la mayor parte de la Flota, destrozada por la furia de un huracán, que como es bien sabido se forman por esos parajes durante el Otoño. Pero volviendo a esas monedas, he observado que todas han sido acuñadas en Méjico en 1739. Y ahora viene la pregunta del millón: ¿Qué hacían unas monedas acuñadas en Méjico en la costa de Colombia? A no ser que no provinieran del cargo de un galeón español, sino que fueran parte del botín de un barco pirata que naufragó por estas costas. A lo mejor el diario nos da alguna pista para despejar esta incógnita. Y abriéndolo por las últimas páginas empezó a ojearlas en silencio. - Tal y como yo pensaba! . – Exclamó después de unos minutos de lectura.Según tu padre encontró los catorce “Columnarios en el bajo Salmedina, Junto a un grupo de pequeños cañones y un par de anclas. Que por su tamaño no podían pertenecer aun galeón sino más bien a una embarcación de menor tonelaje. Un bergantín, por ejemplo. Que por otra parte por su rapidez y facilidad de maniobra era la preferida por los piratas. Así que estaba yo en lo cierto, estas monedas de acuñación mejicana alguien tuvo que haberlas traído aquí. Ya que de haber pertenecido a un galeón español habrían sido acuñadas en Santa Fe de Bogotá, Popayán o Potosí . Que eran las que se almacenaban en Cartagena. Por lo visto ese era el naufragio en el que estaba trabajando cuando sufrió el accidente que le costó la vida. Pues estas son las últimas anotaciones en su diario. - Esa parte. Por ser sus últimas palabras, la he leído montones de veces.Y parece que cada vez que lo hago, es como si mi padre quisiera comunicarme algo. - Me gustaría estudiar ese diario con detenimiento,- dijo Curro. ¿Habría alguna posibilidad de que me hicieras una copia?. Ya que por ser algo tan personal ni siquiera me atrevo a pedírtelo prestado. Pero la información ahí guardada seria una pena desaprovecharla. Desde luego si con ella se consiguiera algún beneficio, no dudes que tendrías tu parte. Y viéndolo de otro modo sería algo así como la herencia de tu padre. - Por mi no hay inconveniente. Si vienes por aquí mañana por la tarde Tendré una fotocopia lista. - Estupendo. Te aseguro que no te arrepentirás. Y como se está haciendo tarde, mejor

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nos vamos. Pues mañana tenemos que madrugar. Y con un fuerte apretón de manos Jorge y Curro se despidieron, abandonando el apartamento. - A sido incluso más fácil de lo que esperaba- Comentó Jorge mientras conducían de regreso al Laguito.- Con eso de los “Coronarios”,,, le dejaste con la boca abierta. - “Columnarios”. – Corrigió Curro. - Bueno...”Columnarios” o lo que sea. El caso es que la clase de numismática que le diste, le convenció aun más para entregarnos el diario. Imagínate que él mismo se ofreció a sacarle una fotocopia y dártela mañana. - Si, ha sido una reunión provechosa. Pues por lo que leí en el diario parece ser que Zurita tenía localizados unos cuantos naufragios muy prometedores. Creo que si todo es como pienso, voy a acabar lo que Zurita dejó inconcluso. - Necesitarás ayuda.- Respondió Jorge.- Y aunque no tengo demasiada experiencia, soy un buen buzo y no le tengo miedo a nada. Además, no olvides que fui yo quien te metió en esto. - No te preocupes pues si tenemos suerte puede haber suficiente para todos. Y por otra parte tienes razón. Ese trabajo no puedo hacerlo solo. De hecho, dos buzos seríamos incluso muy pocos. Aunque de no ser necesario, no me gustaría meter a nadie más. Pero sobre todo mantén la boca callada. Nadie debe enterarse de la existencia de ese diario. - ¿Qué diario?.- Bromeó Jorge - Yo no sé nada de ningún di ario! - OK: Pero no te olvides que mañana por la tarde tenemos que venir a buscarlo. Así que nos veremos en las “Tres Carabelas “ a las seis y media. - ¿En tu apartamento?. - Si no estoy en el bar de la piscina, estaré arriba. Pero no te olvides, a las seis y media en punto.- Recalcó Curro - Estaré allí.- aseguró Jorge. Para entonces ya habían llegado a la entrada de las “Tres Carabelas”, que como antes se encontraba muy concurrida de jóvenes sentados en las escaleras. Después de despedirse de Jorge, Curro subió a su apartamento. Tan pronto hubo entrado, cogió papel y lápiz y anotó las siguientes coordenadas. 10º22´37´´N, 75º39´35´´

Columnario 1739

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Capítulo II – La bahía

Naufragios en la bahía de Cartagena

“Tiburón” ya estaba preparando la lancha cuando Curro llegó a la Marina Santa Cruz. - Buenos días, patrón, - Saludó- Todo listo. Ya le eché gasolina y llené la nevera con Coca-colas y cervezas. - Buenos días, “Tiburón”, ¿Y las botellas de buceo? ¿Cuántas tenemos llenas? - Ahí van seis. Las otras doce que se usaron ayer las dejé en tierra llenarlas cuando regresemos. - Estupendo. Mete esos “sándwichs” en la nevera y suelta amarras. Que nos vamos antes de que nos coja la mañana. Curro arrancó los motores, dejándolos calentarse unos minutos, y empujando la palanca de cambios hacia adelante abandonó lentamente el embarcadero.. Ya en la bahía aceleró paulatinamente hasta que la “Sea Ray” levantó la popa y a velocidad de crucero se puso a planear apenas rozando el agua. - ¿Dónde vamos?.- Preguntó “Tiburón” - A pescar ánforas frente al Club Naval - Contestó Curro. En efecto, la proa de la embarcación enfilaba directamente al pequeño faro que señalaba la posición del Club Naval. Navegando junto a la barriada residencial de Castillo Grande, se aproximaron a los restos carcomidos por el óxido de un viejo buque, que como una enorme espina de pescado sobresalía de las aguas. Reduciendo la marcha Curro comentó: - Lástima que los de la Armada dinamitaran el casco del “Mosquera “ .

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Lo que no sabían es que junto a él se encuentra hundido “El Conquistador”. Y la explosión destrozó decenas de ánforas y cubrió de fango lo que quedaba del galeón. Pedazos de vasijas se encuentran a millares. Pero cada vez se hace más difícil encontrar un ánfora entera. Procurando no acercarse demasiado a la peligrosa escollera de hierros retorcidos, Curro redujo aun más la velocidad. Y comprobando las coordenadas en el G.P.S. ordenó a “Tiburón”: - ¡Echa en ancla!. Estamos casi encima. Atento a la orden en proa, “ Tiburón” la arrojó al agua, esperando que tocara fondo. Curro detuvo los motores y enfundándose en su traje de neopreno empezó a preparar su equipo de buceo. - Voy a bajar un rollo de cuerda, para amarrar las ánforas dejándolas en el fondo, por si acaso los de la Naval están rondando por aquí cuando regrese a superficie. - No se preocupe patrón. Que si se acercaran a preguntarme que hacemos aquí les diré que estamos buscando una hélice que perdimos el otro día. Colocándose el equipo de buceo Curro se sentó en la borda, dejándose caer de espaldas al mar. Los primeros metros le parecieron como si estuviera buceando en puré de guisantes. Apenas podía leer las manecillas de su profundímetro, colocándolo a escasos centímetros de su máscara. Ya rebasada la cota de los ocho metros, el agua se aclaró repentinamente, pudiendo observar una enorme medusa que se movía perezosamente a su lado. Con un sobresalto Curro aceleró su descenso alejándose así de sus largos y peligrosos tentáculos . Una dolorosa presión en los tímpanos le anunció que había bajado demasiado rápido. Por lo que presionando con su índice y pulgar la parte inferior de la máscara sopló con fuerza. Lo cual compensó la presión externa e interna de sus oídos, aliviando inmediatamente el dolor. De repente el fondo apareció frente a él. Consultó su profundímetro que marcaba 18 metros y orientándose con la brújula empezó a aletear suavemente rumbo SE. Parecía que navegara sobre un paisaje lunar. La fuerte contaminación mercurial producida por los residuos de las plantas químicas de Mamonal, habían convertido el fondo de la bahía de Cartagena en un desierto sin vida. Incluso el aire que Curro respiraba a través de su regulador, tenia un extraño sabor metálico. Una larga ondulación en el fango le indicó que se encontraba frente a los restos de un mástil del “Conquistador”. Procurando mantenerse a medio metro del fondo para no levantar nubes de fango que tardarían preciosos minutos en disiparse, Curro empezó a escudriñar concienzudamente cada centímetro buscando pistas que le indicaran la presencia de un ánfora. Junto al mástil vio lo que parecía ser el cuello de una. Cogiéndolo con cuidado lo levanto suavemente, lo que no pudo evitar que nubes de fango le oscurecieran por completo la visión. Descartándola por tratarse tan solo de un pedazo roto, continuó su búsqueda por los alrededores. Unos metros mas allá, una forma redondeada le indicó la presencia de otra. Esta vez si se trataba de un ánfora aparentemente intacta. Apoyándose en el fondo trató de romper la succión del fango. Provocando negras nubes que le envolvieron por completo.

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A tientas la desprendió del fondo, donde había reposado por mas de doscientos años. Metiéndola en una bolsa de malla, a la que amarró la delgada pero resistente cuerda .de “nylon”. Y cogiendo el otro extremo ascendió unos metros a esperar que la nube de fango desapareciera. Casi una hora pasó Curro revisando la zona aunque sin resultados positivos. Finalmente ya con la reserva de aire casi agotada regresó a la superficie entregando el extremo de la cuerda a “Tiburón”. Minutos después el ánfora descansaba en la lancha. - Saca el ancla y vámonos de aquí antes de que los de la Patrulla Naval se les ocurra husmear por aquí.- Ordenó Curro mientras se despojaba de su equipo de buceo. Aún con el traje de neopreno puesto, Curro empujó la palanca de cambios, lo que hizo saltar la “Sea Ray” levantándola sobre las olas. - ¿ Y ahora donde vamos patrón?.- Preguntó “Tiburón. - De vuelta a la Marina Santa Cruz. Quiero llevar este ánfora a Arturo “el anticuario”. Además se ha levantado la brisa. Y si el mar esta así de movido dentro de la bahía imagínate como debe estar por fuera. En efecto la brisa iba en aumento, y negros nubarrones cubrían el horizonte, presagiando la llegada de una tormenta. Ya de regreso en la Marina Santa Cruz , Curro se duchó con la manguera de riego, lavando también con el agua a presión el interior del ánfora que derramo su hediondo contenido sobre las tablas del muelle. - Que porquería! – Exclamó Curro, - No podía esperar a darme una ducha Todavía me pica todo el cuerpo. - Y merece la pena tanta molestia por un ánfora de barro?.- Preguntó “Tiburon” . - ¿ Que si merece la pena? . Ese ánfora que ves ahí, vale mas que tres días de trabajo con los turistas. - Eso es algo que no comprendo. Como alguien quiera pagar tanto dinero por una olla de barro.

Anforas del galeón El Conquistador

- Pues llévala al “Jeep”, que verás como en poco tiempo la transformo en un puñado de billetes .- Contestó Curro mientras se ponía unos vaqueros y una camiseta a rayas 20

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azules y blancas que sacó de una bolsa. Y después de citar a “Tiburón” para la mañana siguiente, se subió al “jeep” dirigiéndose hacia la tienda de antigüedades que Arturo tenia en la plaza de Santo Domingo del centro de Cartagena. “El Catalejo “ no se diferenciaba gran cosa a las otras tiendas de antigüedades que proliferaban alrededor de la Plaza de Santo Domingo. La única diferencia estribaba en su dueño. “Arturo el anticuario” como era conocido por todos . De unos setenta años. Espigado como una vieja caña de bambú, encorvada por el paso de los años. Y con unas gruesas gafas de carey cabalgando en la punta de su nariz aguileña. Tenia fama de ser una de las personas mas versadas sobre la historia de Cartagena. Curro gustaba de visitarlo a menudo y pasar horas escuchando de sus labios historias difíciles de encontrar en los libros. También se decía que tenía poderes de “médium”. Y que a menudo celebraba en su casa sesiones espiritistas. E incluso se contaba que en cierta ocasión con la ayuda de un espíritu había encontrado una olla llena de monedas de oro. Curro aparcó el “jeep” en el centro de la plaza Cogió la pesada ánfora con mucho cuidado y se dirigió a la tienda. - Buenos días!. Recién pescada en la bahía!. Mas fresca imposible! . Saludó al anticuario colocando el ánfora junto a su escritorio. - Buenos días Curro.- Correspondió éste .- Veo que has hecho una buena pesca. ¿De donde? ¿Del Africa?. - No. Esta la saqué del Conquistador. Aunque cada vez detesto mas bucear en esa bahía. El día menos pensado me va a dar algo malo con tanta porquería como hay en el fondo. - Si, es una lástima que no hagan algo al respecto. Con lo bella que es la bahía... y ahora es la mas contaminada de Colombia. - Es que Arturo. No se puede usted imaginar lo que es estar allí abajo. Hasta el aire de las botellas llega con un sabor metálico Algo horroroso. Cada vez que buceo allí, siento una extraña sensación de muerte y desolación. Comparando el bucear en la bahía con el buceo en los arrecifes es como pasearse por el cielo o el infierno. - Esa bahía! . Amigo mío, guarda en sus entrañas gran parte de la historia de Cartagena. Toma por ejemplo ese ánfora que has traído. Si pudiera hablar cuantas cosas no nos contaría. Por eso me gusta mi trabajo. Todo lo que tengo aquí está impregnado por fantasmas del pasado. Y es que en verdad Cartagena es una ciudad de fantasmas. Cada casa tiene el suyo, y cada habitante puede contarte una historia de tesoros ocultos y almas en pena. No olvides cuantas veces esta ciudad fue saqueada y sus habitantes torturados y asesinados para que confesaran donde tenían oculto el oro. - Es cierto.- Contestó Curro.- Mas de una historia he oído de tesoros ocultos en muros y aljibes. - No lo dudes. Los aljibes era el lugar mas seguro para ocultar el oro de la rapiña de los piratas. Dicen que en el aljibe de la casa del Marqués de Valdehoyos se encuentra oculto un fabuloso tesoro. - Pues no me importaría bucear algún día en uno de ellos. Al menos podría ser más provechoso que bucear en la bahía. - Eso lo veo difícil- respondió Arturo. Pues desde la instalación del agua corriente en

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Cartagena, los aljibes se volvieron obsoletos, Y la mayoría fueron tapados o rellenados con escombros. - Lástima! .- Contestó Curro. - Bueno, aún quedan algunos. Que siguen recogiendo el agua de lluvia como antaño. Cumpliendo con sus funciones como lo hicieron en aquellos tiempos cuando el agua potable era el problema primordial de Cartagena. - Si, según tengo entendido los españoles tuvieron que construir el Canal del Dique para traer agua dulce hasta aquí. - Muy cierto, 108 kilómetros de canal. Desde el río Magdalena hasta la bahía de Cartagena. Una empresa de titanes, considerando los recursos de aquellos tiempos. Y ahora cambiando de tema. Déjame echar un vistazo a esa ánfora tuya. Y con aire de experto , Arturo la estudió detenidamente. - Del siglo XVIII sin duda alguna. Y si como dices la sacaste del “Conquistador”. Entonces fue a reposar al fondo de la bahía en Abril de 1741. Durante el ataque de Vernon a Cartagena. ¿ Y cuanto quieres por ella?.- Preguntó el anticuario. - Lo mismo que las que le traje el mes pasado, trescientos mil pesos, ¿Le parece bien? - Algo cara, pues las otras estaban mejor conservadas. Te puedo dar doscientos cincuenta. Y eso que no son fáciles de vender. Ahí tengo todavía una de las dos que me trajiste la vez pasada.- Contestó Arturo señalando a otro ánfora que reposaba junto a una estantería repleta de “precolombinos”. - Esta bien.- Respondió Curro. El viejo anticuario se dirigió a la trastienda y abriendo una enorme y anticuada caja fuerte extrajo un fajo de billetes. Contó la suma estipulada y se la entregó a Curro. Este sin contarlos se los metió en el bolsillo. - Lo que tienes que hacer.- Continuó el anticuario dándole una amistosa palmada en la espalda.- Es dedicarte a buscar naufragios que valgan la pena. “El Covadonga” por ejemplo. - ¿El Covadonga”?.- Preguntó Curro sin poder ocultar su interés. - Así es . Fue allá por el año 1810. Los nobles españoles residentes en Cartagena,

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alarmados por los gritos de independencia y por las derrotas sufridas por el ejército

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español. Temiendo por sus vidas deciden fletar y aprovisionar sin demora un galeón: El “Nuestra Señora de Covadonga” Su propósito era llegar hasta la Habana, y desde allí proseguir su viaje a España. Pero su destino iba a ser muy diferente. Cuando navegaban hacia el Norte, a la altura de los”Cerros del Gato” se levantó una terrible tormenta. “El Covadonga” sobrecargado con casi un millar de personas y un incalculable tesoro en oro, plata y joyas fue irremediablemente arrastrado contra los bajos de “Las Uñas del Gato”, destrozándose en los arrecifes. Como es lógico, no existe manifiesto de cargo del “Covadonga”. Pero puedes imaginarte lo que todos esos nobles españoles se llevaban de regreso a España. Desgraciadamente ninguno de ellos alcanzó su destino, Pues un solo superviviente pudo regresar a Cartagena e informar de la tragedia. - Muy interesante. Pero no me explico como no me había enterado antes. - No es de extrañar. Pues la única documentación existente es el relato del único superviviente. Y por cierto muy confuso. Además esos fueron los años de la independencia de Colombia , y como puedes imaginarte muchos archivos fueron destruidos o se perdieron. - Bueno, pues ya tengo una poderosa razón para bucear por las “Uñas del Gato”. Aunque debido a las fuertes corrientes y a la proximidad de la desembocadura del río Magdalena es muy difícil encontrar aguas claras por esos lugares. De todas formas valdría la pena intentarlo. Distraídamente Curro empezó a curiosear les vitrinas repletas de los más diversos objetos. En una de ella algo le llamó poderosamente la atención. La empuñadura de una espada a todas vistas española, con un bello repujado en el pomo, aún visible, a pesar de su gran deterioro. - Parece trabajo toledano, ¿Dónde la ha conseguido?.- Preguntó. - Me la trajo un “guaquero”. Por lo visto la encontró en un cementerio indio , cerca del Carmen de Bolívar. Lo raro del caso es como llegó hasta allí. A no ser que fuera el trofeo de guerra de algún cacique. Desde luego el estilo de la empuñadura es de comienzos del siglo XVI.Lo cual nos remonta a principios de la Conquista. Pero si quieres ver algo interesante déjame que te enseñe algo. Y abriendo una de las vitrinas sacó un rosario de pequeñas perlas terminado en un crucifijo de oro. A simple vista se podía apreciar que era una pieza muy antigua. Con sumo cuidado lo extendió en un paño sobre el escritorio. - Esta es una de mis mejores piezas.- explicó.- Probablemente perteneció a alguna dama española de finales del siglo XVII o principios del siglo XVIII. Me lo vendió una señora que reformando su casa en el barrio de San Diego encontró un pequeño cofre oculto en uno de los muros. - ¿Y eso era todo lo que había dentro? .- Preguntó Curro. - No lo se, no me lo quiso decir. Y nunca mas la he vuelto a ver. Ya sabes lo misteriosa que se pone la gente cuando encuentran algo en su casa. Piensan que si se corre la voz alguien intente robarles o se lo decomise la policía. - Bueno, en realidad tienen razón. Bien sabes tu como funcionan las cosas aquí en Colombia. Los aguijonazos del hambre avisaron a Curro de que llevaba muchas horas sin probar bocado. Así que despidiéndose del anticuario se dirigió hacia su “jeep”.

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Aún no había tenido tiempo de abrir la portezuela cuando dos policías de uniforme se le acercaron. - Buenos días.- Saludaron.- Lo vimos entrar en esa tienda con una olla precolombina, y no quisimos molestarle. Por eso hemos esperado a que saliera para hablar con usted. Curro, adivinando las verdaderas intenciones de los policías se metió distraídamente la mano en el bolsillo separando al tacto un par de billetes. - No era una olla precolombina. Sino un ánfora de las que usaban los españoles para guardar el grano o el aceite. No hay nada ilegal en su venta, de hecho tampoco valen gran cosa. - Oh, no se preocupe.- Contestó uno de los policías.- No queríamos molestarle. Pero es nuestro trabajo estar atentos a todo lo que pasa. - Claro, así es.- Respondió Curro sacando los dos billetes de 5000 pesos que entregó disimuladamente al policía. - Bueno, me tengo que ir. Que pasen un buen día. Y subiéndose al “jeep” arrancó hacia una de las salidas de las murallas. Poco después conducía por la Avenida Santander hacia el “Rancho Inn”, conocido restaurante al aire libre famoso por la calidad de sus pescados. Una veintena de sombrillas de paja, cubriendo otras tantas mesas, y una construcción de madera con techo también de paja. Todo ello cercado por una valla de caña de bambú daba al restaurante un aspecto “típico” y tropical. A pesar de ser pasada la hora del almuerzo se encontraba prácticamente lleno. Curro escogió la única mesa vacía, y haciendo señas a un camarero pidió una cerveza y una bandeja de pescado frito. Mientras esperaba su pedido, se puso a pensar sobre el famoso” diario de Zurita”. Por lo poco que había podido leer se podía deducir que Zurita había registrado todas sus inmersiones con minucioso detalle. Incluso aportando una detallada descripción de las piezas encontradas. - Un verdadero mapa del tesoro.- Pensó.- Ojalá su hijo no se arrepienta y me entregue esta tarde la fotocopia prometida. De todas formas mañana iré a inspeccionar el sitio donde Zurita había encontrado los dólares “Columnarios”. La llegada del camarero con una enorme bandeja de pescado frito lo sacó de sus pensamientos. - ¿ Desea algo mas?.- pregunto éste después de colocar la bandeja frente a él. - Todo bien, gracias, respondió Curro mientras rociaba generosamente el pescado con el zumo de un limón. El suculento almuerzo y el calor reinante actuaron sobre Curro como un soporífero. Y acusando ahora el cansancio de la jornada de buceo, decidió regresar a su apartamento y descansar un rato hasta la llegada de Jorge. El repiqueteo del timbre del telefonillo lo despertó. Al descolgarlo oyó la voz de Jorge: - Aquí estoy. Te busqué por la piscina y al no encontrarte me imaginé que estarías en tu apartamento. - Si, me eché un rato y me quedé profundamente dormido. Dame unos minutos para refrescarme y enseguida bajo. Poco después conducían por la Avenida San Martín hacia el edificio “Nautilus”. El joven Zurita los recibió afablemente. 24

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- Lo prometido es deuda.- Afirmó, poniendo en manos de Curro la fotocopia del diario de su padre. - Gracias. Y da por seguro que si tenemos suerte y encontramos algo, tu tendrás tu parte. - Me gustaría ir con vosotros. Pero al contrario que a mi padre me aterra verme bajo el agua. Debe ser debido a la claustrofobia. Mi padre intentó muchas veces enseñarme. Pero tan pronto sumergía la cabeza sentía una sensación de asfixia que me obligaba a sacarla de inmediato sin poder hacer nada por remediarlo. Tengo que admitirlo, a veces hasta este apartamento me angustia. Por eso procuro pasar en casa el menor tiempo posible. - Bueno, pues no queremos retenerte mas tiempo.- Respondió Curro.- Gracias de nuevo por tu confianza, y lo dicho: Si encontramos algo, lo repartiremos equitativamente. Y despidiéndose del joven Zurita. Salieron del apartamento. - Ya lo tenemos!.- Exclamó Jorge tan pronto pisaron la calle. - Si, ha sido realmente fácil. Y espero que provechoso. Tan pronto llegue a casa pienso estudiarme este diario de la A a la Z. - Bien. Pero no te olvides que ahora somos socios. ¿Cuándo vamos a salir a bucear?. - No lo sé. Primero estudiaré el diario, y después organizaré un plan de operaciones, compatible con mi trabajo con los turistas. - Para que quieres sacar esos estúpidos turistas a bucear?. Si con la información de este diario podemos volvernos ricos!. - Bueno, Jorge. No cuentes los pollos antes de empollar los huevos. Las cosas no son tan fáciles como tu crees. - Ya lo se. Pero tengo un buen presentimiento sobre todo el asunto. - Ojalá no te equivoques. Desde luego tengo que admitir que el profesor Zurita parece ser nos ha dejado una herencia muy valiosa. Pero no quiero aventurar nada hasta leerlo todo detenidamente. Poco más tarde Curro aparcaba su “jeep” frente a las “Tres Carabelas”. - Pasa a verme mañana por la tarde. Y mantén la boca bien cerrada. Nadie debe saber que tenemos ese diario. No sabemos la clase de gente que puede estar interesada en él. No olvides el registro del apartamento de Zurita. Y quien sabe ... Podría ser hasta peligroso. Y con estas últimas palabras se despidió de Jorge subiendo las escalinatas de acceso al edificio. Ya en la tranquilidad de su apartamento, sentado cómodamente en la terraza, encendió un cigarrillo y se puso a ojear el diario. El profesor Zurita había anotado cuidadosamente cada una de sus inmersiones durante los últimos dos años de su vida. Describiendo minuciosamente tanto los sitios como el paisaje submarino y el lugar de sus descubrimientos. Curro volvió las páginas hacia las últimas anotaciones, fechadas en Abril 1975. En ellas describía el hallazgo de los “Dólares Columnarios” en las coordenadas 10º18´55´´N, 75º35´10´´W, en el bajo Salmedina . Del que incluía un croquis señalando la posición de ese y otros naufragios. Curro los comparó con los reseñados por él en sus cartas náuticas, comprobando que coincidían en mucho con sus propios hallazgos. - Muy interesante, ese Zurita sabía lo que hacía.- exclamó leyendo las anotaciones de esos días de Abril de 1975.

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6 de Abril Llegamos al faro de Salmedina a las 7.45. El agua estaba limpia y transparente. Con rumbo 225º recorrimos unos 1200 metros hasta que el eco sonda marcó 16 metros. Podíamos divisar claramente el fondo. Las anclas y cañones del galeón San Carlos no debían estar lejos. Fue fácil localizar el primer cañón. Anclamos justo encima y nos echamos al agua. Pedro llevaba el detector. Buceamos hasta un grupo de tres cañones. Pedro se quedó usando el detector alrededor de unas cabezas de coral y yo continué en dirección SW hacia aguas mas profundas. Bruscamente frente a mí apareció el primer cantil que desciende de 22 a 40 metros. Descendí hasta llegar a la segunda plataforma. Aquí el fondo desciende gradualmente hasta llegar a los 55 metros. Decidí regresar hacia donde había dejado a Pedro haciendo un arco, para así explorar mas terreno. Cerca del cantil y a 36 metros encontré dos cañones pequeños, y más allá otro. Incrustado en una hendidura de la roca. Me acerqué para observarlo mejor, comprobando que no podía medir mucho mas de metro y medio Ascendiendo por el cantil llegué a donde se encontraba Pedro, que me indicó que rompiera el coral en los sitios que había balizado . A unos 20 cm. Encontré lo que podía ser el cañón de una pistola. Separado unos 3 metros ,en la segunda lectura del detector el coral ocultaba un botón metálico, probablemente de un uniforme. En la tercera boya, una bala de mosquete. Después otra, y otra hasta un total de 5. En la última encontré los restos de una cuchara. Hicimos una descompresión de 15 minutos y regresamos a bordo. 8 de Abril. Regresamos al San Carlos. Hace bastante viento y el agua está algo turbia. Anclamos sobre el primer cantil. Pedro se quedó en la lancha y Julio bajó conmigo. No fue fácil encontrar los cañones de nuevo. Además una fuerte corriente nos sacaba continuamente del sitio por lo que decidimos abandonar la búsqueda 11 de Abril. El tiempo a mejorado. Apenes una suave brisa. Volvemos al San Carlos. Esta vez fue fácil localizar los cañones. Empezamos a trabajar en las proximidades del cañón incrustado en la hendidura. Ninguna lectura en el detector. Continué sin éxito siguiendo el mismo rumbo 215º hasta los 46 metros. Volviendo sobre mis pasos a 43 metros primera lectura del detector. Coloqué una boya e hice un giro de 90º hacia el S. En total recuperamos siete monedas en las coordenadas 10º18´55´´N-75º35´10´´W . Que resultaron ser piezas de 8 reales de 1739.

12 de Abril.

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Ya es una rutina localizar el sitio He encontrado dos cañones más y un ancla muy pequeña. Lo que me hace sospechar que no pertenecen al galeón San Carlos , sino a otra embarcación de menor tonelaje. Junto al último cañón recuperamos un plato de cerámica casi intacto y dieciocho monedas más, todas ellas de 8 reales de 1739. 13 de Abril. Hoy hemos vuelto a encontrar cinco monedas más, un sable de abordaje en pésimo estado, una botella casi intacta, y tres balas de cañón. Lo curioso es que todas las monedas rescatadas hasta ahora fueron acuñadas en Méjico en 1739. 14 de Abril. Llegamos a Salmedina a las 7am. El agua estaba muy clara, con una visibilidad de 25 a 30 metros. Tomando como referencia el último cañón seguí buceando rumbo Sur. Cuando a unos 200 metros divisé lo que a primera vista me pareció una formación de coral de curiosa forma rectangular. Al acercarme me di cuenta que se trataba de un cofre de hierro de 1m. x 0,60 x 0,60 aproximadamente. Traté de moverlo pero era muy pesado y se encontraba fuertemente soldado al coral. Con mi cuchillo limpié la cerradura y la junta de la tapa tratando de abrirlo, pero todo inútil. Lo mejor sería dejarlo, y volver mañana con el equipo adecuado. Me aseguré de la posición para encontrarlo sin dificultades y regresé a superficie. Esta era la última anotación de Zurita en su diario. Curro ensimismado en sus pensamientos lo dejó sobre la mesa. -

...y al día siguiente Zurita muere en Salmedina. – Comentó en voz alta como si alguien pudiera escucharle.Y no pasan veinticuatro horas sin que alguien registre su apartamento. ¿ Pero quien?. Según la anotación de día 14 parecía ser estaba buceando solo. ¿ Pero y Pedro?, ¿Y Julio? ¿ Donde estaban? ¿ Y quien estaba en la lancha? ¿Hablaría Zurita con alguien?. Demasiadas incógnitas, pero sin duda merecía la pena investigarlo. Y lo primero sería ir a bucear en Salmedina. Después de una frugal cena, Curro se recostó en la cama leyendo de nuevo el diario. Un par de horas mas tarde, vencido por el sueño se quedó dormido con los papeles a su lado

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Bajo Salmedina

Capítulo III – Bancos de Salmedina.

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Una tenue bruma cubría la bahía. Cuando Curro, cruzando el barrio residencial de Manga, llegó a la Marina Santa Cruz. “Tiburón” se encontraba desayunando café y “patacones” en el pequeño restaurante de la marina. - Buenos días patrón!.- Saludó al verlo llegar. - Buenos días “Tiburón”, ¿ Llenando el depósito?. - Bueno, la lancha ya tiene el suyo lleno. Así que ahora me tocó a mí. ¿ Y “usté”, ya ha desayunado?. - Ya lo hice en casa. Y aquí traigo unos “sandwiches” para mas tarde.- Contestó Curro dando unos golpes a la bolsa que llevaba al hombro. - Y.. ¿ A donde vamos hoy, “patrón?. - A Salmedina. ¿ Ya está la lancha lista? . - Cuando “usté” quiera podemos salir. La lancha tiene gasolina, las botellas aire, y los equipos están a bordo. - Embarca también el magnetómetro y el detector. Que quizás vayamos a necesitarlos. Ah... Y media docena de las boyas pequeñas, y el rollo de 100 metros de cuerda. - Uyy, patrón. Parece que la cosa va hoy en serio! .- Respondió “Tiburón. Bebiéndose de un golpe el resto del café. Curro se acercó a la lancha mientras “Tiburón” iba a buscar el resto del equipo. Saltó a bordo, y depositando la bolsa sobre uno de los asientos le dio media vuelta a la llave del encendido. Los dos motores de la “Sea Ray” arrancaron con un ronco rugido. Minutos después llegaba “Tiburón” depositando cuidadosamente a bordo el detector, el magnetómetro, una bolsa con las boyas de señalización y un rollo de fina pero resistente cuerda de nylon. Soltó las amarras. Y Curro enfilando la proa hacia la isla Tierra Bomba incrementó poco a poco la velocidad. Pasando por encima de la escollera que cierra el paso de Bocagrande. Puso rumbo a los bancos de Salmedina . Distantes unas 4 millas.

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Al llegar al faro, construido sobre los restos de un mercante encallado en el bajo años atrás, para prevenir a los navegantes de la presencia del peligroso arrecife, Curro, siguiendo las indicaciones del croquis de Zurita, tomó el rumbo de 218ºSW. El mar parecía una piscina y se podían distinguir los detalles del fondo con toda claridad. Al llegar a la zona donde debería encontrarse el naufragio, el agua tomó un tono azul más intenso. Lo que indicaba un aumento de la profundidad. Curro echó una mirada al eco sonda de la embarcación que marcaba 38m. Y tomando las coordenadas con su GPS observó que no se encontraba muy lejos de la posición señalada por Zurita. Como flotar ingrávido en el centro de una inmensa bola de cristal, fue la sensación que Curro experimentó al sumergirse en las cristalinas aguas. Descendiendo suavemente sin apenas impulsarse con las aletas, podía diferenciar claramente el ancla firmemente agarrada a una enorme grieta en las rocas del fondo. Unida por 50 metros de cuerda al casco de la lancha que se dibujaba a contraluz en la plateada superficie. Deteniéndose para compensar la presión de sus oídos, Curro siguió con la vista a un banco de jureles que se alejaba perezosamente. Un poco mas arriba la silueta de una enorme barracuda seguía discretamente a los jureles, esperando el momento propicio para engullirse un suculento bocado. Ya a pocos metros del fondo pudo apreciar una forma alargada, incrustada en la grieta junto al ancla. - Vaya puntería! – Pensó Curro- Si no me equivoco ese es uno de los cañones descritos por Zurita!. Efectivamente, tal y como lo había descrito en el diario, se trataba de un cañón de apenas metro y medio de largo. Relativamente limpio de incrustaciones. Y en posición casi vertical. Con su tercio inferior aprisionado en la roca y su boca apuntando a la superficie parecía como si quisiera disparar una última andanada a un enemigo invisible.. Con el detector en su mano derecha Curro se acercó para observarlo mas detenidamente. Para tener mas libertad de movimientos dejó el detector sobre unas formaciones de coral . Y para su sorpresa tan pronto lo hizo. Se encendió una luz roja. Y la aguja detección del panel de control del aparato subió a su nivel máximo.

Cañón de hierro. Siglo XVIII

Demasiado alejado del cañón para que fuera éste el que influenciara en el campo magnético del detector, Curro hizo una nueva lectura. Comprobando que fuera lo que fuera se encontraba oculto bajo el coral. 30

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Con la ayuda de su cuchillo empezó a picar cuidadosamente, y a unos 20 cm. de profundidad la punta de su cuchillo tropezó con algo metálico. Con sumo cuidado desprendió el coral que lo envolvía. Comprobando que se trataba de una pieza de 8 reales. Un dólar “Columnario” igual a los encontrados por Zurita. - En verdad esto es tener puntería! .- Exclamó Curro casi dejando caer el regulador de su boca. Excitado por este su primer descubrimiento siguió rastreando el área aunque sin ningún resultado. Viendo que aun le quedaba aire para unos veinte minutos, y recordando la posición del cofre indicada en el diario. Orientó su brújula. Tomando una derrota de 180º. Directamente hacia el Sur. Su profundímetro marcaba 46 metros cuando llegó al borde del bajo. Donde se iniciaba una caída vertical de casi 20 metros . Desandando el camino sin encontrar ni rastro del cofre llegó a donde se encontraba el ancla de la lancha. Y sacándola de la grieta para facilitar su recuperación inició lentamente el ascenso. Unos minutos de descompresión, agarrado a la cuerda del ancla, y poco después se encontraba a bordo. - ¿Tuvo suerte, patrón? – Preguntó “Tiburón” ayudándole a desembarazarse del equipo. - Nada, solo unos cañones.- Contestó Curro. Prefiriendo por el momento silenciar el descubrimiento de la moneda..- Prepárame una botella para hacer otra inmersión dentro de un rato. Mientras “Tiburón” colocaba el regulador a otra botella, Curro sacó una lata de CocaCola de la nevera y después de obsequiarse con un par de tragos encendió un cigarrillo. El buceo repetitivo puede producir niveles altamente peligrosos de nitrógeno en el torrente sanguíneo. Especialmente si en la primera inmersión se ha superado lo cota de los 30 metros. Por ello, Curro, antes de arriesgarse a bucear de nuevo estudió detenidamente lo especificado en las “Tablas de Descompresión”. Si realizaba una segunda inmersión a 40 metros su tiempo a esa profundidad sería muy limitado, si no se quería arriesgar a interminables paradas de descompresión a 10 y 3 metros. Por ello decidió limitar su tiempo a 10 minutos. Y eso tomando la precaución de dejar otra botella amarrada a la cuerda del ancla a 10 metros de profundidad. El sol, cercano a su cenit golpeaba sin clemencia la cubierta de la lancha. El mar sin la menor ondulación reflejaba sus cegadores reflejos plateados. De repente junto a la lancha partieron la superficie las aletas dorsales de un grupo de delfines. Uno de ellos saltó tan cerca que gotas de agua salpicaron a Curro. - Parece que quisiera saludarnos! .- Exclamó éste acercándose a la borda. - Es una buena señal .- Respondió “Tiburón”. - A ver si me dejan nadar con ellos. – Contestó Curro. Y colocándose las aletas y la máscara se deslizó al agua, procurando no realizar movimientos bruscos que pudiera asustarlos. Los delfines si embargo no parecieron inmutarse por su presencia. Sino muy al contrario. Parecía quisieran alardear delante de él de sus dotes acrobáticas, realizando bajo el agua las más increíbles piruetas. Curro tomando aire se sumergió unos metros para poder así observar mejor el maravilloso espectáculo.

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Al menos ocho delfines desfilaban frente a él. Saliendo a tomar aire para volver a sumergirse inmediatamente. Curro pudo contar tres hembras con sus crías avanzando juntas en las cristalinas aguas. Poco a poco los delfines fueron alejándose , desapareciendo en el azul de la lejanía. Una sensación de soledad invadió a Curro. Por unos instantes los delfines le habían transmitido un sentimiento de compañía. Y ahora al marcharse habían dejado un vacío que no podía explicar. Instintivamente buscó con la vista la silueta de la lancha distante unos metros. Unico objeto en la inmensidad del mar. Nadó hacia la pequeña plataforma en la popa de la lancha, e impulsándose con un golpe de aletas, se sentó en ella. “Tiburón”, tendiéndole una mano le ayudó a subir. - Parecían querer bailar con “usté”.- Comentó. Lanzando una sonora carcajada. – ... Especialmente las hembras... - Ha sido maravilloso, era como si quisieran comunicarse conmigo. - En mi pueblo dicen los viejos que los delfines salen a veces del agua para robarse jóvenes vírgenes. - Esos deben ser unos delfines muy morbosos.- Rió Curro.- Bueno, ayúdame con el equipo, y no te olvides de ponerle un regulador a una botella extra. Y sentándose en la borda empezó a prepararse para una segunda inmersión. Descendió por la cuerda del ancla dejando la botella de repuesto amarrada a 10 metros de la superficie. Ya en el fondo comprobó que el ancla se hallaba firmemente sujeta a una cabeza de coral y empezó a explorar los alrededores. Tomando el cañón como punto de referencia nadó en dirección SE , barriendo con el detector los sitios más prometedores. Un destello de la luz roja y un movimiento de la aguja de lectura le indicó que había detectado algo. Dejando el aparato a un lado empezó a escarbar con las manos en la arena del fondo. Pronto sus dedos toparon con un objeto cilíndrico, al parecer de metal. En uno de sus extremos, aunque partida en dos se podía apreciar lo que parecía ser una lente de cristal. Guardándolo en la bolsa, recogió el detector e inició el camino de regreso. Faltándole unos metros para llegar al cañón observó que algo se movía en la hendidura junto a él. Un enorme mero, del que apenas podía verse parte de la cabeza le observaba fijamente. Comprobando que ya llevaba 10 minutos en el fondo. Aflojó el ancla e inició la ascensión. A 10 metros e la superficie le esperaba la botella de repuesto. Abriendo la válvula , se puso el regulador en la boca, preparándose para una larga y aburrida descompresión . Media hora mas tarde se encontraba de nuevo a bordo de la “Sea Ray”. Un “sandwich” y una cerveza le ayudaron a reponer fuerzas, mientras “Tiburón” recogía y guardaba el equipo. - Bien, saca el ancla que nos vamos.! – Ordenó Curro. Media vuelta a la llave de encendido y los motores empezaron a ronronear como dos enormes felinos. Mientras “Tiburón”, braza a braza recuperaba la cuerda del ancla. Poco después navegaban a velocidad de crucero hacia la entrada de Bocagrande. Eran ya casi las tres de la tarde cuando Curro habiendo dejado a “Tiburón” en la Marina Santa Cruz, llegaba a las “Tres Carabelas”. Después de un chapuzón en la piscina, y una ducha para quitarse la sal del mar. Subió a su apartamento.

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Abriendo la bolsa sacó la pieza de 8 reales y el objeto cilíndrico que colocó sobre la mesa. - Parece parte de un catalejo.- Murmuró. Observando la lente que cubría uno de sus extremos. Con la ayuda de una bayeta y una disolución de amoníaco, empezó a limpiarlo cuidadosamente. Apareciendo las letras P.......OUTH, apenas visibles, grabadas en su parte superior. - Desde luego no fue hecho en España.- Farfulló Curro. –Lo que sustenta mi teoría de que se trata probablemente de un bergantín corsario. Probablemente inglés. Y ya que el San Carlos fue hundido durante el ataque de Vernón a Cartagena en Abril de 1741. Este siguió su suerte seguramente en las mismas fechas. Posiblemente peleando con el San Carlos, mucho mejor armado. En cuanto a los “Columnarios”, podrían ser parte del botín proveniente de un galeón de la “Flota de Nueva España”. Eso explicaría él por qué unas piezas de 8 reales acuñadas en Méjico en 1739 vinieron a parar a un banco de coral en Cartagena de Indias en 1741. - Un razonamiento digno de Sherlock Holmes.- Pensó Curro, esbozando una amplia sonrisa. Desviando su atención hacia la moneda, la limpió, frotándola repetidamente con la bayeta hasta conseguir restaurar gran parte de su plateado brillo original. Sosteniéndola entre dos dedos admiró su excelente estado de conservación, Parecía mentira que hubiera pasado mas de 250 años bajo el mar. Dándole distraídamente vueltas entre sus dedos Curro dejó su mente vagar Si todas las monedas habían salido del mismo troquel. Como en realidad parecía ser . Y Zurita hablaba en su diario del hallazgo de un cofre de hierro. Del que sin embargo no había hallado ni rastro. Era muy probable que el bergantín inglés llevara a bordo un verdadero tesoro. Capturado en algún lugar del Golfo de Méjico. Y que el capitán fuera un corsario reclutado por el Almirante Vernón para su ataque a Cartagena. Y que después de una furiosa batalla con el San Carlos sucumbiera al igual que su enemigo. De ahí la proximidad de ambos naufragios. Mientras más vueltas le daba en su cabeza , más verosímil le parecía esa teoría. Sería interesante investigar de que barco podría tratarse y quien había sido su capitán. Tarea difícil por tratarse posiblemente de un barco pirata. Aunque asumiendo que hubiera sido un mercenario contratado por Vernón, la tarea sería mucho más fácil. Pues según los historiadores Vernon perdió 20 de sus 36 navíos en el fallido ataque a Cartagena. Y con toda seguridad en algún lugar debían existir archivos con los nombres de esos barcos. Posiblemente en los archivos del Almirantazgo inglés, y quizás también en los archivos del Palacio de la Inquisición de Cartagena. Desde luego valía la pena investigarlo. De estos pensamientos lo sacó el repiquetear del telefonillo.Jorge lo esperaba en la piscina. Echándose al bolsillo el “Columnario” Curro bajó a su encuentro. - ¿Qué tal , amigo? .- Saludo Jorge al verlo llegar.- Vi tu coche a la entrada del edificio, y me imaginé estarías en tu apartamento. ....Y como quedamos en vernos hoy... - Sí. Hiciste bien en venir, yo también quería hablar contigo. Caminando junto a la piscina, llegaron a la terraza desde la que se dominaba todo el Laguito. Acodándose en la baranda , Jorge preguntó: - Y que? ¿Leíste ya el diario?. - Hice algo mejor que eso.- Contestó Curro. Sacando el “Columnario” de su bolsillo y mostrándoselo en la palma de la mano.

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- Viejo pirata!. Estuviste en Salmedina y no me dijiste nada. Creí que éramos socios....Respondió Jorge. Tomando el “Columnario”, y admirándolo entre sus dedos. - No te preocupes, que estás en esto conmigo. Pero quería comprobar antes si todo era cierto. - Claro que lo era! , y la prueba está aquí. – Exclamó Jorge señalando al “Columnario”. - No puedo negarlo, eso es una prueba. Y también encontré parte de un catalejo, que nos puede dar una pista sobre el naufragio. - Estupendo. Entonces... ¿Vamos mañana?. - Mañana va a ser imposible. Pues tengo un grupo de turistas para ir a bucear a las Islas del Rosario. Pero pasado mañana estaré libre. De todas formas si quieres venir estás invitado. - Genial, pues hacía tiempo que no buceábamos juntos. - Es verdad, si mal no recuerdo la última vez fue cuando fuimos a pescar a Burbujas. - Así es. Lo pasamos muy bien. - Y cogimos buen pescado.- Añadió Curro. - Bueno, a ver si esta vez cogemos pescados de estos.- Contestó Jorge devolviendo el “Columnario” a Curro. – Pero...cuéntame, que viste?. - Todo tal y como Zurita lo describía en su diario. Lo que no encontré fue ni rastro del cofre. Aunque eso no quiere decir que no esté por allí, ya que debido a la profundidad el tiempo de inmersión es muy corto. Pero siendo dos buzos, la cosa cambia. Pues con dos inmersiones cada uno de veinte minutos podemos revisar el área a conciencia. Aunque eso sí, tenemos que ser muy estrictos con los tiempos de descompresión. - Estupendo!, entonces empezamos pasado mañana? - Si el tiempo lo permite. De todas formas te espero en la Marina Santa Cruz a las siete de la mañana. Ah!... Y tráete tu equipo. - ¿El detector de metales también?.- Preguntó Jorge. - Ya llevamos el mío. Aunque mejor será que te lo traigas. Pues debes estar más familiarizado con él. - Si, es verdad, siempre se trabaja mejor con equipo propio. Además a mi detector le he hecho unos arreglos especiales. - ¿ Cómo así? .- Preguntó Curro. - Bueno, le cambié la bobina por una mayor, y eso le aumentó la potencia.Y conozco tan bien los cambios de tono, que puedo identificar casi sin equivocarme lo que esté enterrado. - Estupendo, pues si Dios quiere pasado mañana tendrás ocasión de poner a trabajar tu “super-detector”. Bueno. Y ahora si no tienes nada que hacer , te invito a una copa en él “Jolly Rogers”. - ¡ “Chévere”!. Ultimamente están yendo por allí muchas turistas. Y a lo mejor tenemos suerte, y ligamos una. - Por lo menos dos. Una para cada uno.- Comentó Curro con una picaresca sonrisa. A pesar de ser aún demasiado temprano el “Jolly Rogers” se encontraba ya muy animado. Grupos de jóvenes bebían y bailaban tanto dentro como fuera del local. Otros, sentados en la arena de la playa esperaban para disfrutar de la puesta de sol, escuchando los ritmos de un conjunto “vallenato·”. Mientras daban buena cuenta de sendas botellas de aguardiente. Jorge y Curro empujaron las puertas batientes y entraron al local. Los altavoces reproducían a todo volumen una conocida melodía del popular cantante Carlos Vives. Curro no pudo reprimir un comentario al escuchar las primeras estrofas de la canción:

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“...He andado muchos caminos, en busca de mil tesoros. Yo te digo que la vida vale mas que todo el oro...” - Parece ser la historia de mi vida. Aunque en vez de muchos caminos lo que me he recorrido han sido “veinte mil leguas de viaje submarino”. - OK capitán Nemo. ¿ Que quiere tomar?. – Preguntó Jorge soltando una carcajada y acercándose a la barra. - Lo de siempre, un “Cuba libre”” Haciendo una seña al “ barman”, Jorge pidió dos Bacardi con Coca Cola. En ese momento se acercaron a la barra dos bellas jóvenes. Una de ellas de una exótica piel color canela que resaltaba aun más el vestido inmaculadamente blanco de amplio escote. La otra, algo mayor, por el contrario su blanca piel la identificaba como procedente de alguna capital del interior del país,. Probablemente Medellin o Cali. Lo cual se hizo patente por su marcado acento antioqueño, al dirigirse al” barman”. Jorge dio un codazo de atención a Curro y luciendo su mejor sonrisa se dirigió a las jóvenes. - Hola chicas. En verdad que sois un placer para la vista!. Hasta habéis hecho sonreír al viejo “Jolly Rogers”. Bromeó señalando la calavera de la bandera pirata, colocada detrás de la barra.¿Queréis tomar algo?. Mi amigo invita. - Gracias.- contestó la escultural morena.- ¿Qué estáis tomando vosotros?. - Ron Bacardi con Coca Cola . ¿Queréis lo mismo? - No, yo prefiero una “Piña colada”. Y mi amiga... - Para mí lo mismo.- Interrumpió la otra, extendiendo la mano y presentándose.- Me llamo Margarita, y mi amiga Luzmila. - ¡Que nombre más bonito!. Yo soy Jorge.- respondió éste estrechando su mano.- Y ese viejo lobo de mar es Curro. Es español, aunque lleva tanto tiempo por aquí que ya casi es colombiano. - ¿Español? Que interesante!. ¿Y que haces por Colombia? .- Preguntó Margarita. - Tengo un club de buceo, y me dedico a sacar turistas a bucear. - ¡”Chévere”! ¿ Y donde los llevas?....No es por nada. Pero siempre me ha fascinado el buceo. Aunque nunca he tenido la ocasión de practicarlo. Además soy una pésima nadadora. A pesar de que me encanta el mar. - Pues si quieres aprender, aquí tienes tu maestro. De hecho mañana tengo un grupo que pienso llevar a las Islas del Rosario. Si queréis venir, desde este momento estáis invitadas. - ¿De veras?. Con la ilusión que tenemos de conocer las islas... - Pues no se hable más . Mañana os espero a las siete y media de la mañana en la puerta trasera del Hotel Caribe, frente al Laguito. Allí tengo citados a los turistas del grupo,.Y os pasaré a recoger en la lancha. - ¿Hablas en serio?. No me lo puedo creer!. - Naturalmente. No faltéis pues lo vais a pasar de película. - Cuenta con nosotras. Aunque no se si me atreveré a bucear. - No te preocupes. De todas formas antes tenéis que aprender la técnica del buceo y un par de lecciones prácticas en aguas poco profundas. - Mientras que no haya mas de un metro de profundidad. Todo esta bien. - La primera lección será mas o menos a esa profundidad.

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Pero ya verás que después de esa le coges confianza y a diez metros te encuentras como pez en el agua. - ¿A diez metros? Que susto!. - Ya verás como es así. Lo principal es que le pierdas el miedo. Y eso solo se consigue con conocimiento y práctica. En ese momento la música cambió a un movido “merengue” que hizo cimbrear las caderas de la bella mulata como una palmera movida por el viento. Jorge no pudiendo resistir la tentación la invitó a bailar. Instantes después ambos se contorsionaban en la pista de baile al frenético ritmo de maracas y tambores. Curro después de pedir al” barman” las dos “Piñas coladas”, sacó un paquete de cigarrillos ofreciéndole a Margarita. - No gracias, no fumo. Curro encendió uno. Aspirando con deleite el humo. Lo que hizo exclamar a la joven: - Se ve que lo disfrutas!. Pero...¿no te afecta para bucear? - La verdad es que debería dejarlo. Aunque lo gracioso del caso es que el tabaco me ha salvado la vida. - ¿Salvarte la vida? Debes estar bromeando, pues está comprobado que es nocivo para la salud . - No lo niego, pero lo cierto es que a mí me salvó de sufrir los “bends”. - ¿Los “bends”? ¿Qué es eso?. - Una enfermedad producida por el nitrógeno residual acumulado en tu sangre. Y que se libera en forma de burbujas si no ha sido eliminado con paradas de descompresión. Y puede producirte desde una parálisis hasta la muerte. Los dolores son tan fuertes que literalmente te doblan. De ahí el nombre “bend, ” que en ingles significa doblar. - ¿Y a ti te ha ocurrido eso? - No. Pero a Jorge lo tuvieron que meter casi todo un día en la cámara hiperbárica del Hospital Naval: Fue durante una excursión de buceo en el bajo Burbujas. Bajamos 80 metros e hicimos todas las paradas de descompresión. Pero ya en la lancha empezó a quejarse de fuertes dolores. Por lo que a toda velocidad lo llevé al Hospital Naval. Donde después de examinarlo, lo metieron en la cámara hiperbárica. Lo gracioso del caso es que cuando el médico se enteró de que habíamos estado buceando juntos, también me quería meter a mí. Y trabajo me costó convencerle de que me encontraba perfectamente. - Lo que no veo es la conexión entre eso y el tabaco.- Interrumpió Margarita. - A eso voy. – Siguió Curro.- Parece ser que los buzos de escafandra griegos de principio de siglo observaron que los fumadores eran menos propensos a sufrir los “bends”. Por lo que una vez en tierra , quemaban hojas de tabaco en una hoguera, aspirando el humo. Al parecer la nicotina ayuda a eliminar el nitrógeno acumulado en la sangre. Jorge no fuma. En cambio yo soy un fumador empedernido. - Me estás tomando el pelo ¿No es así?. - Sería incapaz. Con una cabellera tan bonita.- Respondió Curro. Acariciando entre sus dedos la sedosa melena de la bella muchacha. - Pues entonces... para aprender a bucear ¿debo también aprender a fumar? Preguntó Margarita poniendo un aire inocente. - Nada de eso.- Contestó Curro sin poder reprimir una carcajada.- No creo que sea necesario que te fumes un puro habano ni antes ni después de bucear. - Menos mal. Pues no creo que fuera capaz de hacerlo. ¡Odio el tabaco!. La conversación fue interrumpida por la llegada de Jorge y Luzmila.

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Con la camisa empapada de sudor se acercó a la barra, cogiendo su “ Cuba libre “. - Que barbaridad!. Me ha hecho moverme más que una lancha en medio de un temporal!.- Comentó casi acabando de un trago el contenido de su vaso. - Luzmila lleva el ritmo en la sangre.- Contestó Margarita.- Es una incansable bailarina. - Y que lo digas! A mí me ha dejado sin aliento tratando de seguirla. - Bueno, que tal si salimos a tomar un poco el fresco y a ver la puesta de sol.- Intervino Curro. Después de pagar las copas se dirigieron a la playa, donde un conjunto de tres músicos “vallenatos” interpretaba una conocida melodía popular. Al ritmo frenético de tambores y maracas. Las dos jóvenes se quitaron los zapatos corriendo hacia la orilla, que refulgía con los destellos plateados de un suave oleaje. El Sol, casi rozando el horizonte empezaba a teñir de rojo unos grupos de nubes en la lejanía. Minutos después, pareció sumergirse lentamente en las aguas del Caribe Acompañando su desaparición con cambios en los reflejos rojos y naranjas de las nubes. Para transformarlos poco a poco en tonalidades violetas. Mientras al fondo la silueta de la isla de Tierra Bomba iba adquiriendo cada vez tonos más sombríos. Curro, instintivamente puso su brazo alrededor del hombro de Margarita, que estaba gozando del maravilloso espectáculo. Con la llegada de la noche la playa adquirió una atmósfera casi mágica. La luz de varias antorcha clavadas en la arena iluminaba un grupo de jóvenes bailando al ritmo del conjunto “vallenato” . Teniendo como fondo la rústica construcción en madera y paja del “Jolly Rogers” . Cuya negra bandera ondeaba suavemente al viento. - Una escena digna de una película de piratas.- Murmuró Curro. Tomando de la mano a Margarita y dirigiendo sus pasos hacia la entrada del bar. En la media hora que habían estado fuera el “Jolly Rogers” se había llenado totalmente. Al ver tal gentío Margarita se dirigió a Curro. - Está demasiado lleno. Además debemos irnos pues los padres de Luzmila nos están esperando para cenar en el hotel. Así que si no os importa nosotras nos vamos. Y si la invitación sigue aún en pié nos veremos mañana para ir a las Islas del Rosario. ¿Te parece bien?. - Naturalmente.- Respondió Curro.- Y no os olvidéis. A las siete y media en punto en la puerta trasera del Hotel Caribe. Ya veréis un grupo de turistas esperando. Yo llegaré a esa hora con la lancha. - Estupendo. Entonces hasta mañana.- Se despidió Margarita dándole un beso en la mejilla. Viendo alejarse a las dos muchachas, Jorge comentó: - Lástima que se vayan tan pronto. Me lo estaba pasando en grande. - Bueno. Quizás sea mejor así. Un buen descanso no me hará ningún daño. Y con ella al lado no creo que pudiera pegar ojo en toda la noche. En fin. Ya sabes. Te espero mañana en el embarcadero a las siete y media Y dejando a Jorge en el “Jolly Rogers”, Curro se dirigió a su apartamento en las “Tres Carabelas”.

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Capítulo IV- Las Islas del Rosario

Islas del Rosario – Isla Grande

Media docena de bolsas de buceo y otros tantos turistas esperaban la llegada de la lancha en el embarcadero del Hotel Caribe. Jorge charlaba animadamente con Luzmila y Margarita. Cuyos diminutos “bikinis” mas que ocultar resaltaban sus sensuales curvas. Curro atracó junto al muelle y “Tiburón” saltó a tierra sosteniendo las amarras. - Buenos días a todos!. –Saludó adelantándose para ayudar a los pasajeros. Soy Curro, su instructor y guía. Mi ayudante es Alfredo, aunque todos le llamamos “Tiburón”. Por favor coloquen sus bolsas en proa y acomódense donde gusten. Los seis turistas, cuatro hombres y dos mujeres embarcaron. Seguidos de Jorge y las dos jóvenes, que se apresuraron a saludar a Curro irradiando felicidad. - Casi no hemos podido dormir pensando en el día de hoy.- Exclamó Margarita después de darle un cariñoso beso en la mejilla. De verdad, no sabemos como agradecerte el que nos hayas invitado. - Yo también me alegro de que hayáis venido. Y os aseguro que lo vais a pasar muy bien. - - De eso estamos seguras.- Intervino Luzmila.- Ya me ha estado contando Jorge lo bonitas que son las Islas del Rosario. - Ya lo veréis. Un verdadero paraíso!. – Contestó Curro.- Y golpeando a Jorge afectuosamente en la espalda continuó: Bueno, tú eres mi segundo de a bordo. Así que preocúpate de que a estas dos bellezas no les falte de nada. Ahí en la nevera tenéis cervezas y Coca-Colas.En la otra bocadillos y frutas. Y colocándose al timón ordenó a “Tiburón” que soltara amarras virando a babor para enfilar la salida del “Laguito”. Poco después navegaban a buena velocidad bordeando la isla de Tierra Bomba y rodeando Caño Loro, para evitar así los bancos de Santa Cruz. Dejando atrás los fuertes de San Fernando y San José, Curro corrigió su rumbo a 210º SSO, lo que le llevaría directamente por mar abierto a las islas del Rosario.

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Poco a poco el contorno de Isla Barú, fue desapareciendo en la lejanía. Hasta que la “Sea Ray” se encontró navegando en la inmensidad de un mar intensamente azul y sin ningún punto de referencia de tierra. Media hora mas tarde a proa empezó a vislumbrarse la silueta de Isla Grande, la mayor de las 25 islas que componen el archipiélago de las Islas del Rosario. Y a sotavento como un punto en la lejanía, la Isla del Tesoro. Llamada así por el inmenso tesoro del galeón San José. Perdido en 1708 en sus proximidades. Conforme se acercaban a las islas, el azul intenso del mar cambió a un azul turquesa, salpicado por manchas mas claras que indicaban los espacios arenosos entre los arrecifes de coral del fondo. Con la pericia, fruto de la experiencia Curro se adentró en el cinturón coralino por los canales de acceso. Señalizados con balizas, y reconocibles por el azul mas profundo de sus aguas. - Esto es el Paraíso! .- Exclamó Margarita El resto de los turistas, deslumbrados ante la belleza salvaje de las islas, se prodigaron en elogios y exclamaciones de admiración. Algunos de ellos sacaron sus cámaras de “vídeo”, grabando las maravillosas vistas de las pequeñas islas salpicadas de rústicas construcciones. Conforme se adentraban en Caño Ratón, Curro empezó a informarles de las características de las Islas del Rosario. - Bueno, señores, bienvenidos a las islas. Sería una pérdida de tiempo hablarles de la belleza natural de este pequeño archipiélago pues obviamente salta a la vista. Pero déjenme comentarles algo sobre este maravilloso lugar: Hasta hace unos diez años estaban prácticamente deshabitadas, debido a que carecen de agua potable. Desde entonces para acá como podrán observar las cosas han cambiado. Y hoy día es una de las atracciones turísticas más importantes de Cartagena. Al entrar de mar abierto hemos cruzado un cinturón de arrecifes coralinos que protegen las islas del mal tiempo. Ahora cruzando Caño Ratón, llegaremos a la parte Sur de las islas, entre Isla Grande e Isla Rosario donde a una profundidad de 10 a15 metros encontraremos un bajo de extraordinaria belleza. Con gran variedad de coral y vida marina. Pueden ir preparando sus equipos y si necesitan cualquier cosa mi ayudante “Tiburón” se encuentra a su disposición. - ¿Necesitas que yo te eche una mano? .- Preguntó Jorge - No es necesario, pues yo bajaré con el grupo. Pero si quieres podéis coger unas máscaras y unas aletas. Y Luzmila, Margarita y tu podéis nadar a “snorkel” por la parte menos profunda del bajo, que apenas llega a los 3 metros. - ¡Excelente idea ¡. – Contestó Jorge.- ¿Qué os parece chicas? - ¡Estupendo! .- Asintió Luzmila. Pero... no habrá tiburones? - No te preocupes.- Rió Curro.- Además aquí son muy educados y no atacan a reinas de belleza. - Pues deben ser mas educados que mucha gente que yo conozco. De todas formas espero no ver ninguno. Porque me moriría del susto.- Respondió Margarita. - No te preocupes, por aquí lo máximo que podrás encontrar es algún que otro tiburón “bobo”. - ¿Bobo?. No creo que ningún tiburón sea bobo. No al menos cuando llega la hora de dar un buen mordisco. - Era un decir. Por estas tierras llaman tiburón “bobo” a los tiburones nodrizas que son prácticamente inofensivos y se alimentan de moluscos que rompen con sus poderosas mandíbulas provistas de diminutos dientes. Desde luego no son peligrosos en ningún

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aspecto. Y te va a encantar el sitio al que vamos. –Explicó Curro reduciendo la velocidad de la lancha y verificando la profundidad en la pantalla del “eco-sonda”. - Bueno ¡ya casi hemos llegado! . “¡Tiburón” prepara el ancla!.- Ordenó a Alfredo. Al comprobar que el fondo descendía suavemente de los 3 a los 15 metros. Y colocando la palanca de cambios en punto muerto gritó: - -¡ Ahora! El ancla cayó al agua arrastrando tras de sí unos 20 metros de cuerda que “Tiburón” anudó con un “ballestrinque “ a la “cornamusa” de proa. Poco a poco la débil corriente fue tensando la cuerda, que se podía ver claramente como una línea hasta el fondo de las cristalinas aguas. Los turistas empezaron a enfundarse en los trajes de neopreno, y a colocar el B.C con el arnés y los reguladores a las botellas. Mientras Curro daba las últimas instrucciones. - Bajaremos por la cuerda del ancla. Y una vez estemos todos en el fondo síganme y permanezcan atentos a mis señales. Pronto los seis turistas y Curro se encontraban junto al ancla. Mientras Jorge y las dos muchachas nadando en superficie observaban la cascada de burbujas que ascendían como plateadas medusas de todos los tamaños. Curro orientándose con la brújula hizo una seña al grupo para que lo siguiera. Y con un rítmico movimiento de sus aletas empezó a navegar a pocos metros del fondo. El paisaje submarino era espectacular. La luz del sol se filtraba por las cristalinas aguas iluminando con un juego de luces y sombras enormes esponjas, gorgónias y corales de todo tipo, animados por el rápido jugueteo de multicolores peces. Un enorme mero de la especie “Nassau” de bellas franjas blancas y marrones se asomó tímidamente a la entrada de una cueva observando el paso del grupo. Procurando no hacer movimientos bruscos que pudiera espantarlo, Curro se aproximó hasta casi poder tocarlo. Pero asustado por la proximidad de los buzos, viró en redondo dando un fuerte aletazo que hizo levantar una nube de arena. Ascendiendo un par de metros Curro señaló con la mano abierta la dirección a seguir adentrándose en un laberinto de grandes cabezas de coral que cual enormes hongos surgían del fondo arenoso. Dos de ellas muy juntas formaban una especie de arco por el que se adentró Curro seguido del grupo de buceadores. Gorgonias de abanico se aferraban a las moles de coral balanceándose suavemente al impulso de las corrientes. Junto a ellas, estáticas entre dos aguas una pareja de barracudas esperaban el paso de alguna presa. Comprobando que frente a ellos se encontraba tan solo un fondo de arena, Curro hizo un viraje a su izquierda ascendiendo la suave vertiente del arrecife coralino. Su profundímetro marcaba 12 metros. Sobre ellos la superficie se extendía como un plateado espejo. Curro pudo apreciar las siluetas recortadas a contraluz de Jorge y las dos muchachas. Reuniendo al grupo en un pequeño claro de arena les indicó que se quedaran quietos. Acercándose al bajo, se aproximaba un enorme banco de pequeños jureles. El espectáculo era maravilloso. Sincronizados como obedeciendo las órdenes de algún líder invisible pasaron a escasos metros del grupo desapareciendo poco después en el azul de la lejanía. Sobre el arrecife, una gran variedad de peces multicolores , hizo las delicias de los turistas. Que perdieron la noción del tiempo deteniéndose a observar su ir y venir entre las formaciones de coral. Uno de los turistas tocó con sus manos desnudas una de las ramas de coral, apartándola bruscamente con un gesto de dolor.

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Curro se acercó, tratando de hacerle entender por señas la peligrosidad de ese tipo de coral, llamado “de fuego”, por el intenso dolor que producen las microscópicas púas de efecto urticante que se introducen en la piel del incauto que lo toque. Comprobando por su reloj que llevaban casi una hora de inmersión, Curro indicó al grupo que le siguieran hacia la cuerda del ancla que apuntando al cielo se perdía en la silueta de la lancha. Uno a uno fueron embarcando. Tan pronto Curro se hubo desembarazado de su equipo se acercó al turista. Cuya mano había adquirido un tono rojizo semejante a un sarpullido. Y sacando de la gaveta una botella de amoniaco empapó un trapo envolviéndosela con él. - Esto le aliviará, pero la próxima vez le recomiendo usar guantes. El coral de fuego abunda por estos parajes y puede producir quemaduras muy dolorosas. - Gracias.- Respondió el turista con una expresión de alivio en su cara.Ya he escarmentado, y de seguro que no me volverá a suceder. En esos momentos subieron a la lancha Jorge y Luzmila. Margarita, todavía en el agua se acercó nadando, Curro le dio la mano ayudándola a subir. - ¡Ha sido maravilloso! .-ExclamóEl agua estaba tan clara que os podía ver perfectamente. ¡Ahora tengo mas ganas que nunca de aprender a bucear!. - Bueno, de aquí iremos a una playa preciosa en isla Rosario. Y allí con agua hasta la cintura te daré tu primera lección de buceo. E informando de su destino al grupo de turistas ordenó a “Tiburón” que levara el ancla. Isla Rosario, por ser patrimonio del Estado y Parque Nacional es la única de las islas en la que no está permitido ningún tipo de construcción. Una verdadera isla desierta, llena de pájaros, palmeras, manglares y recónditas ensenadas de aguas cristalinas y arena de un blanco deslumbrante. Rodeando los arrecifes por la parte oeste de la isla, Curro atracó en una cala, protegida por un pequeño islote y un bajo coralino. Fondeando la lancha en una ensenada en forma de media luna, cerca de la orilla Curro explicó a los turistas: - Este es quizás uno de los lugares más bonitos de las islas del Rosario.

Islas del Rosario – Isla Rosario

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Un buen sitio para hacer “snorkel” por los arrecifes cercanos al islote. Donde podrán observar una gran variedad de peces tropicales. Solo les recomiendo tener cuidado con el coral de fuego y los erizos que abundan por el arrecife. Los turistas, maravillados por la belleza salvaje de la ensenada, pronto estuvieron todos en el agua deambulando a sus anchas por el arrecife. Aprovechando la coyuntura, Curro cogió a Margarita de la mano y acercándose a la lancha sacó uno de los equipos de buceo. - Bueno. Creo que ha llegado la hora de tu primera lección. E indicándole que le diera la espalda Curro le ayudó a colocarse el B: C con la botella mientras le explicaba: - Lo primero que debes aprender es a sentirte cómoda respirando bajo el agua. Mucha gente siente una natural fobia a respirar con la cabeza sumergida. Y poniéndole el regulador en la boca, le dijo: - Ahora, respira lentamente sin llenar por completo de aire los pulmones. Eso mismo lo harás cuando estés bajo el agua. Y para que no flotes como un corcho, te colocare este cinturón con lastre de plomo. - Pero con todo este peso me hundiré como una piedra!.- Protestó Margarita sacándose el regulador de la boca. - ¡En absoluto!. Con 4 libras de plomo apenas tendrás una suave tendencia a descender. Además si ves que te hundes demasiado rápido con inyectar un poco de aire en tu B.C, apretando este botón, lo compensas. Lo importante es conseguir tu equilibrio hidrostático. Es decir que no tiendas a hundirte ni a flotar. Ya verás con la práctica lo fácil que es. Ahora vamos a ir hasta donde te llegue el agua al cuello.Y entonces sueltas un poco de aire de tu B.C apretando este otro botón y te sientas en el fondo respirando suavemente. - ¡Uy! Me da un poco de miedo! - No tienes de que preocuparte. Además yo estaré contigo. - Está bien, pero no te alejes. Poco después Margarita se encontraba sentada en el fondo arenoso con un metro de agua sobre su cabeza. Las burbujas de aire parecían hacer hervir el agua al romper a intervalos regulares la plácida superficie. Mientras tanto Curro nadando a su alrededor la observaba. Pasados unos minutos y viendo que la joven se encontraba bien, Curro tuvo una súbita idea, y nadando hasta la lancha y cogió otro equipo que se puso rápidamente. Sumergiéndose y nadando hasta donde se encontraba Margarita cómodamente sentada en el fondo. La cogió de la mano e indicándole que no tuviera miedo, se dirigió con ella hacia el arrecife distante unos 50 metros. Cientos de pececillos multicolores parecieron saludar la llegada de la pareja a su territorio.Margarita sin soltar la protección de la mano de Curro, estaba extasiada observando todo cuanto se movía a su alrededor Navegando a un metro del fondo y a unos cuatro de profundidad se recorrieron para las delicias de la joven una buena parte del arrecife. Hasta que Curro mirando la hora, le indicó que era tiempo de regresar. De vuelta en la playa vieron que Jorge también estaba enseñando a Luzmila a hacer sus primeros pinitos bajo el agua. Mientras “Tiburón” los observaba recostado en la proa de la lancha. - ¡Ha sido increíble! ¡Nunca pensé que fuera tan fácil ¡. Exclamó Margarita tan pronto estuvieron en tierra.- ¡Y todos esos peces!. ¡Era como estar dentro de un acuario!. - Me alegra te haya gustado.- Contestó Curro.- Como ves no había motivo para

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tener miedo. Aunque siempre hay que ser prudentes. Ya veo que ahora que has recibido tu bautismo submarino te vas a quedar “enganchada” . Como le pasa a casi todo el mundo que tiene la suerte de practicar el buceo. - Es verdad, me ha gustado tanto, que quiero repetirlo tantas veces como sea posible. Bueno, pues siendo así, ahora es cuando debes empezar a aprender de verdad. Y para ello necesitas un buen instructor como yo.- Respondió Curro riendo. - ¡”Chévere”!. ¿Y cuando empezamos la segunda lección?. - Pues si quieres ahora mismo. Pero no olvides que tienes que aprender la teórica y la fisiología del buceo. Absolutamente necesarias para bucear sin riesgos. De otra forma puede ser extremadamente peligroso. - Pero tu me enseñarás todo eso ... - Naturalmente. Las lecciones teóricas son complemento indispensable de las prácticas. En esos momentos salían del agua Jorge y Luzmila. Esta, tan excitada como Margarita no cesaba de contar sus experiencias. - ¡Nunca había hecho nada tan “chévere”!. ¡ Era como estar volando!. - Ha sido casi imposible hacerla salir del agua. – Informó Jorge. Las dos muchachas empezaron a contarse sus experiencias, mientras “Tiburón” recogía los equipos. - Bueno, amigo mío, parece ser que el fondo del mar ha conseguido dos admiradoras más. En ocasiones como esta es cuando me gustaría ser pescado. - ¡Pues cuidado con los anzuelos!.- Bromeó Curro. - No hay de que preocuparse. Y hablando de otra cosa,...¿ Salimos mañana a Salmedina?. Preguntó Jorge. - Si el tiempo lo permite... Ya no tengo otro grupo de turistas hasta el jueves. Lo cual quiere decir que podemos dedicar estos cuatro días a explorar los alrededores del sitio donde Zurita encontró las monedas. - ¿Ya se lo has contado a “Tiburón”?. - Aun no. De todas formas pensaba contarle tan solo una parte de la verdad. Pues aunque es de extrema confianza, mientras menos sepa del asunto, mejor. - Me parece muy sabio de tu parte. Pues nunca se sabe... - No hay cuidado. Además “Tiburón” lleva conmigo casi dos años.Hemos hecho mas de una piratería juntos. Y sabe muy bien que en estos asuntos hay que ser supremamente discretos. - Entonces formamos un equipo perfecto. ¿No es así?. - Eso espero, tan solo necesitamos algo de suerte Y quien sabe lo que podemos encontrar. Pero sobre todo debemos ser muy discretos. Nadie debe saber lo que estamos haciendo. No olvides que en Cartagena hasta las paredes tienen oídos. - Por mi no tienes porque preocuparte. Sé muy bien cuando debo tener la boca cerrada. - Eso espero. Y si alguien te preguntara algo, les dices que me estas ayudando con los grupos de turistas o algo así. Pues ya sabes que con la fama de “caza tesoros” que tengo en Cartagena si te ven saliendo a bucear muy a menudo conmigo la gente empieza a hacerse ideas. - ¿Interrumpo alguna conversación interesante?.- Preguntó Margarita acercándose a los dos amigos. –¿Se os apetece venir a nadar con Luzmila y conmigo?. - Quizás mas tarde. ¿Pero que os parece si ahora nos remojamos por dentro con unas cervezas?. – Propuso Curro.- ¡Chévere”!.- contestó Luzmila – Pues lo que tengo es sed. Y con este calor... Curro se acercó a la lancha, y subiéndose a ella sacó varias cervezas que repartió entre Jorge y las dos jóvenes. - ¿Alguien quiere un “sandwich”?. . Preguntó, mostrando al aire una bolsa de plástico

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que sacó de la nevera. - Esa es una idea genial – Contestó Jorge abriendo su lata de cerveza. - Si, el fondo del mar me ha abierto el apetito.- Añadió Margarita. Sentados en la popa de la lancha dieron buena cuenta del refrigerio observando como los turistas se acercaban nadando a la playa. - ¿Alguien quiere algo de beber o un “sandwich”?.- Ofreció Curro, al ver que la mayor parte del grupo se encontraba cerca de la lancha. “Tiburón” sacó de la nevera media docena de “sandwichs” y otras tantas cervezas y cocacolas, que entregó a los turistas. Pronto todos estuvieron comiendo, bebiendo y comentando alegremente las experiencias de cada uno en el arrecife. Era ya pasado el medio día cuando Curro dio la orden de partida. - Bien señores, espero estén disfrutando del paseo.- comentó poniendo en marcha los motores de la “Sea Ray”. Ahora rodearemos las islas y pondremos rumbo a Bocachica, donde nos detendremos a almorzar antes de regresar a Cartagena. Después de la consabida rutina de pescado frito, “cocos locos” y lecciones de historia sobre los fuertes de San Fernando y San José, Curro puso rumbo al embarcadero del hotel Caribe, donde se despidió del grupo y de las dos jóvenes, quedando citado con ellas y con Jorge esa noche en la conocida discoteca de Bocagrande, la “Escollera”. De camino a la Marina Santa Cruz, Curro puso al corriente a “Tiburón” de su intención de bucear al día siguiente en Salmedina. , indicándole el equipo que debía preparar y la hora de salida. Ya de regreso en su apartamento de “Las Tres Carabelas” se duchó, y sintiéndose cansado, se recostó en la cama, quedándose profundamente dormido. Eran ya las once de la noche cuando Curro aparcó su “jeep” a la puerta de la Escollera. La discoteca, de un marcado ambiente tropical había sido construida con madera y techo de caña en forma de un inmenso “bohío” de dos pisos, una gran pista de baile circular en el centro y una larga barra al fondo, que en esos momentos se hallaba repleta de público. Abriéndose paso entre la muchedumbre Curro buscó con la vista a Jorge y las dos muchachas, sin lograr verlos. Por lo que acercándose a la barra pidió un “cuba libre”, y se puso a observar a las parejas que llenaban la pista de baile. Lo sacó de sus pensamientos la voz de Jorge: - ¡Que tal, amigo!.- Saludó dándole una palmada en la espalda.- Eres puntual como un inglés. En cambio seguro que ellas llegan tarde. Como tu sabes, a las mujeres les gusta hacerse esperar. - Si, esa es una virtud muy femenina.- Contestó Curro.- Bueno, ¿y que quieres tomar?. - Lo mismo que tú. Ron con Coca-Cola. Llamando al “barman”, hizo el pedido. Y encendiendo un cigarrillo le dijo a Jorge: - Ya tengo todo preparado para mañana. Así que te espero a las siete y media en la Marina Santa Cruz. Ah... Y no olvides tu detector. - Estupendo. ¿No necesitas que lleve nada mas?. - No, con tu equipo de buceo y el detector basta. - ¿Y las botellas?. - Tampoco. A bordo siempre llevo una docena llenas. - Entonces que haremos. ¿Dos inmersiones cada uno?.

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- Así es. A esa profundidad una tercera inmersión nos subiría mucho los tiempos de descompresión. - No sería la primera vez... - Si, pero corres el riesgo de que sea la última. - Bueno, Salud.- Brindó Jorge levantando su vaso.- Por los dólares “Coronarios”. - “Columnarios”.- Corrigió Curro. Levantando el suyo. Ya llevaban mediados su segundo “Cuba-libre” cuando aparecieron las dos muchachas. Margarita, luciendo un vestido de seda color caramelo por encima de la rodilla. Y Luzmila, un bolero blanco con flores bordadas y una minifalda también blanca, que no debía tener mas de una cuarta, que hacía resaltar sus largas y bien torneadas piernas. - De verdad sois una alegría para la vista.- Exclamó Curro al verlas llegar. - Nos tenéis que perdonar que lleguemos tarde. Pero se nos pasó el tiempo sin darnos cuenta. - No hay nada que perdonar. Además la espera bien valió la pena.- Contestó Curro.- Bueno. ¿Que queréis tomar?. - Dos “piñas coladas.- Pidió Margarita. Ah...y quiero agradecerte de nuevo él habernos invitado esta mañana. Ha sido maravilloso. Nunca creí que pudiera hacerlo. Luzmila y yo hemos hablado mucho sobre ello y hemos decidido que las dos queremos aprender a bucear. Naturalmente si tu quieres enseñarnos. - Con mucho gusto. Pero si queréis aprender de verdad tendremos que empezar de punto cero. Es decir con lecciones teóricas. Prácticas en piscina y todo lo demás. - ¡”Chévere”!. ¿Y cuando podríamos empezar?. - Mañana mismo, si queréis. Pero tendría que ser por la tarde. Pues la mañana la tendré ocupada. - ¿ Vas a sacar otro grupo de turistas?. –Preguntó Margarita exteriorizando su deseo de ser invitada. - No, en realidad no tengo otro grupo hasta dentro de tres días. Pero tengo otro “trabajillo” que hacer. - ¿Entonces a que hora nos podemos ver?. - Alrededor de las seis en la piscina de “Las Tres Carabelas”. Y no olvidéis venir con vuestros vestidos de baño. Curro se volvió en dirección a la barra. Cuando de repente. Un disparo restalló como un latigazo. Agachándose instintivamente, trato de adivinar su procedencia. Cuando sonó otro. Seguido de varios más, en rápida sucesión. La confusión que siguió fue indescriptible. Las parejas en la pista de baile corrían gritando y buscando protección, mientras otros se ocultaban debajo las mesas o se arrojaban simplemente al suelo para ser pisoteados por la gente, que despavorida corría en todas direcciones. Paradójicamente la música seguía sonando a todo volumen, como si nada hubiera ocurrido. -¿Qué ha pasado?.- Preguntó Margarita con voz trémula. - No lo sé. Pero no vamos a quedarnos para averiguarlo. Y cogiéndola de un brazo indicó a Jorge y Luzmila que lo siguieran en dirección a la salida. Por el camino escucharon toda clase de comentarios de la gente que como ellos trataba de salir del local:

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Que si había sido un ajuste de cuentas. Que si un tipo se levantó de una mesa y empezó a disparar sobre otro. Que si uno de ellos había quedado tirado en el suelo... Curro, abriéndose paso a codazos llegó a la puerta seguido de Jorge y las dos jóvenes. La mayor parte del público que momentos antes llenaba la discoteca se encontraba ya en el exterior. Alguien gritó pidiendo la presencia de la policía. Poco después varios agentes de uniforme corrían pistola en mano hacia la entrada de la Escollera. - Vámonos de aquí, antes de que la situación se complique. –Sugirió Curro dirigiéndose hacia la Avenida San Martín. - He pasado tanto miedo que hasta las rodillas me tiemblan.- Comentó Luzmila - Pues yo, ni siquiera pude probar mi “piña colada”. - Bromeó Margarita con una risa nerviosa. - Bueno, ¿alguien ha visto lo que ha pasado?.- Preguntó Jorge - No lo sé. Estaba pidiendo las bebidas cuando empezó el tiroteo. Y solo llegué a ver a la gente corriendo y tirándose por los suelos. - Y ahora ¿dónde queréis ir? .- Preguntó de nuevo Jorge - La verdad es que ahora estoy necesitando un trago. Y no una “piña colada” sino algo más fuerte. Si os parece bien podemos ir al bar de nuestro hotel, que no queda muy lejos.Sugirió Margarita. - Buena idea.- Aprobó Curro- Así no tengo necesidad de coger mi “jeep”, que dejé aparcado frente a la Escollera. El bar giratorio del hotel Capilla del Mar se encontraba casi desierto. Construido de forma circular en el último piso del edificio. Y provisto de largos ventanales en toda su circunferencia. Se movía lentamente gracias a un sistema rotor que le hacia girar 360º en poco mas de una hora. Mostrando así una bellísima vista de Cartagena, Bocagrande y el mar Caribe. Un solitario pianista ejecutaba una serie de boleros que ayudaba a la atmósfera tranquila y relajante del local. Exquisitamente decorado en un estilo sobrio y elegante. Curro y sus acompañantes fueron acompañados por el “maitre” a una de las mesas que en dos niveles junto a los ventanales circundaban el piano-bar. Cómodamente sentado en uno de los confortables sillones tapizados en cuero marrón, Curro no pudo menos que comentar: - Esto si que es una terapia para los nervios después de lo ocurrido en la Escollera. Y puesto que queríais beber algo fuerte...¿qué tal una botella de aguardiente?. - Una botella quizás sea demasiado. No olvides que mañana tenemos que salir temprano a bucear. – Intervino Jorge. –Creo que media será mas que suficiente. ¿ No os parece?. - Tienes razón.- Aprobó Curro. Y dirigiéndose al camarero solicitó: - Bien. Entonces que sea media de aguardiente Antioqueño, y cuatro vasos. El camarero anotó el pedido, regresando poco después con la botella de licor, que Curro descorchó. Llenando generosamente los cuatro vasos. - ¡Salud!.- Brindó, levantando el suyo. Margarita al golpear el vaso de Curro, se le escapó el suyo de entre los dedos. Yendo a estrellarse en el suelo. - ¡Vaya!, ¡Que mala suerte!.- Exclamó - Todo lo contrario. Es de buena suerte que se rompa un vaso cuando estás bebiendo. - Pero... ¡si ni siquiera llegué a probarlo!. - No importa. De todas formas las ánimas reclamaron su parte. Ahora tu puedes

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tomarte otro. Es curioso, pero no mucha gente sabe él por que se chocan los vasos al brindar. - Es verdad, nunca me había parado a pensarlo. ¿Por que? - Muy sencillo: Las sensaciones. Mientras a mas sentidos disfrutan de ellas, mas placer producen. Cuando te sirves una copa disfruta el sentido de la vista. Que lo ve. El tacto. Que siente el vaso que contiene el licor. El olfato. Que huele su aroma. Y el gusto. Que lo saborea. Pero ¿ y el oído?... Esa es la razón por la que se chocan los vasos. Pues el sonido del cristal hará disfrutar también al oído. - ¡Muy ingenioso!.- Exclamó Margarita. - La filosofía popular siempre es ingeniosa. Y ahora llenemos tu vaso para brindar de nuevo.- Contestó Curro. Aludiendo al nuevo vaso traído por el camarero. Que en ese momento recogía los cristales del suelo. La velada transcurrió sin ningún otro incidente. Hasta que ya cerca de la una de la madrugada las dos jóvenes alegando encontrarse algo cansadas, expresaron su deseo de retirarse a sus habitaciones. - No insistimos que os quedéis porque nosotros tenemos que madrugar mañana. Pero no olvidéis que quedamos en encontrarnos a las seis de la tarde en la piscina de las Tres Carabelas.- Les recordó Curro. Y después de pagar la cuenta, acompañaron a las muchachas a la puerta del ascensor. Descendiendo ellos hasta el “ lobby”, y saliendo en dirección a la Escollera, donde tenían aparcados los coches.

Cartagena – Iglesia de San Pedro Claver

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Capítulo V – El Tesoro.

Lastre de galeón

Jorge ya se encontraba ayudando a “Tiburón” a embarcar el equipo en la “Sea Ray” cuando Curro aparcó su “jeep” a la entrada de la marina Santa Cruz. - Buenos días, veo que has madrugado.- Saludó arrojando su bolsa al interior de la lancha. ¿Todo a bordo?. - Si, una docena de botellas, detectores, magnetómetro, boyas..Lo hemos embarcado todo. De todas formas compruebe “usté” de que no falte nada.- Añadió “Tiburón”. Curro revisó el equipo comprobando para su satisfacción que llevaban todo lo necesario. - Muy bien. ¿ Y de gasolina? ¿Cómo estamos?. - Quedan unos 40 galones.- Contestó “Tiburón”. - Mas que suficiente. Entonces suelta las amarras que nos vamos.- Ordenó. Poniendo en marcha los dos potentes motores. Poco después navegaban en dirección a la salida de la bahía por Bocagrande. El mar estaba tranquilo. Aunque unos nubarrones en el horizonte parecían presagiar una tormenta. - No me gustan esas nubes Remarcó Curro. Poniendo rumbo al Banco de Salmedina.- ¡Ojalá no nos estropeen el día!. - La brisa sopla del norte. Con un poco de suerte las arrastrará hacia el sur antes de que lleguen a nosotros.- Indicó “Tiburón”. - Dio te oiga. Pues no me gustaría que nos cogiera la tormenta anclados sobre el bajo. Conforme se acercaban a Salmedina pudieron darse cuenta que “Tiburón” estaba en lo cierto. Aunque un suave oleaje azotaba el bajo, no había razón para alarmarse. La tormenta, aún a muchas millas de distancia parecía alejarse aún mas hacia el sur. Curro, orientándose por las marcas de tierra llevó la lancha hacia donde se encontraban los restos del San Carlos y el bergantín inglés. - ¡Echa el ancla!.- Ordenó a “Tiburón” después de tomar la lectura del GPS y comprobar con satisfacción que se encontraban exactamente en el sitio indicado. - Triangular la posición con las marcas de tierra es tan efectivo como hacerlo por

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satélite. Y desde luego más exacto que los métodos clásicos de sextante, Loran o radiogoniómetro. – Comentó. Parando los motores. - Si, pero yo estoy a favor de la tecnología. Los modernos GPS como el Magallanes te los puedes meter en un bolsillo. Y con solo apretar un botón sabes exactamente donde te encuentras.- Contestó Jorge. - Es cierto, la navegación por satélite ha dejado obsoletos todos los otros sistemas. Aunque siempre es bueno conocer los sistemas clásicos. Uno nunca sabe cuando puedas necesitarlos. Y ahora hablando de lo nuestro: Bajaremos por la cuerda del ancla. Y al llegar al fondo te indicaré el punto de partida desde donde empezaremos a “barrer” con los detectores. Señalizaremos los lugares donde tengamos una lectura y en la segunda inmersión volvemos con cincel y martillo. Lo que encontremos lo metemos en estas bolsas de malla y lo enviamos a superficie con globos. Donde “Tiburón” los recogerá con la lancha dejando la cuerda del ancla atada a una boya. ¿Entendido?. - ¡A la orden, capitán!. – Contestó Jorge, cuadrándose con un cómico saludo militar. Curro terminó de colocarse el equipo, y se sentó en la borda esperando que Jorge hiciera lo propio. - ¡Nos vemos en la cuerda del ancla!. – Informó. Colocándose el regulador en la boca y dejándose caer de espaldas al agua. Apenas había descendido un par de metros cundo notó que la fuerte corriente le arrastraba. Por lo que forzando su aleteo descendió en un ángulo de 30º hacia la cuerda del ancla que tensa por la corriente se perdía en el fondo 40 metros mas abajo. Agarrado a ella observó a Jorge que luchaba contra corriente para acercarse. Descendiendo lentamente llegaron al ancla, fuertemente agarrada a una cabeza de coral. Parándose para orientarse con la brújula hizo señas a Jorge que lo siguiera. Poco después llegaban a la grieta donde se encontraba el cañón. Deteniéndose junto a él. Curro indicó a Jorge que era el lugar desde donde empezarían a rastrear. Entregándole un puñado de pequeñas boyas lastradas con plomo que sacó de una bolsa. Detector en ristre comenzaron a “barrer” el área concienzudamente. Deteniéndose frecuentemente para comprobar las lecturas. Un claro arenoso se abría frente a ellos. Curro lo reconoció como el sitio donde días antes había encontrado el catalejo. Avanzando metro a metro para no dejar lugar alguno sin revisar recorrieron el claro de lado a lado. Finalmente, sin resultado positivo abandonaron el claro arenoso. Buceando por una hondonada situada entre la pendiente del cantil y unas enormes piedras cubiertas de coral. Avanzando lentamente atento a las lecturas del detector. Curro descendió por el suave declive de la hondonada, con Jorge nadando algo retrasado a su izquierda. De repente la luz roja del detector se encendió indicando algo metálico oculto bajo el coral. Buscó con la vista a Jorge apercibiendo que él también había detectado algo unos metros mas allá. Dejando una de las boyas. Prosiguió su búsqueda. Tan solo un par de metros mas adelante otra lectura. Y después otra y otra. Hasta el punto que en poco tiempo había colocado todas las boyas. Acercándose a Jorge comprobó que él también había terminado. Este al ver aproximarse a Curro, se quitó el regulador de la boca lanzando un grito de alegría, que mandó una gran cantidad de burbujas camino de la superficie.

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Ya cerca del ancla observaron un gran tiburón martillo dando amplios círculos a unos diez metros por encima de sus cabezas. Estos tiburones son potencialmente peligrosos. Curro, instintivamente acarició el mango de su cuchillo. Aunque de nada serviría en un enfrentamiento con el temible escualo. Comprobando que deberían hacer una descompresión de no menos de 8 minutos a 3 metros de profundidad. Iniciaron el ascenso por la cuerda del ancla. Sin perder de vista al tiburón. Que a pesar de no demostrar signos de agresividad. Su amenazadora presencia era suficiente para poner nervioso a cualquiera. Finalmente, terminado el tiempo de descompresión con un suspiro de alivio subieron a la lancha. - Ese tiburón parece que estuviera estudiándonos.- Comentó Curro desembarazándose del B.C y la botella.- Su insistencia ya empezaba a preocuparme un poco. - A lo mejor estaba analizando si le gustásemos como desayuno.- Contestó Jorge dejando escapar una nerviosa carcajada.- Bueno. Compañero. ¡Parece ser que lo encontramos!. Mi detector se volvió loco ahí abajo. - Si, en esa zona yo también recibía lecturas por todas partes. Y si no señalicé mas sitios es porque se me acabaron las boyas. - Entonces...¿Listo para la segunda inmersión?. - Aun no. Debemos descansar por lo menos una hora antes de bajar de nuevo. Y una vez lo hagamos debemos ir derechos al grano. No olvides que esta vez no podemos quedarnos mas de veinte minutos. Si no queremos arriesgarnos a una larga descompresión. Y con ese martillo rondando por ahí, no es nada prudente. - No lo creo. Dentro de una hora estará a millas de distancia. - No lo sé. Los tiburones son impredecibles. Todas formas me sentiré mas seguro si llevamos un par de puntas explosivas. - ¿Las tienes a bordo?. - Naturalmente. Nunca se sabe cuando pueden ser necesarias. Las atornillas a la varilla del arpón y tienes un arma capaz de detener a un bicho de buen tamaño. - ¿Cómo el mero que mataste en “Burbujas?. ¡Ese si era un animal!. ¿Cuánto pesó?. ¿Doscientos kilos?. - Algo más. Pero mi trabajo me costó sacarlo de su cueva. A pesar de haberle disparado junto al ojo con un cartucho de escopeta calibre 12 y tenerlo bien ensartado de lado a lado, hubo momentos que creí iba a ser yo quien perdiera la pelea. Pero lo peor vino cuando intentamos subirlo a la lancha. Entre tres hombres no fuimos capaces de ello. Por lo que tuvimos que atarlo por las branquias y llevárnoslo a remolque En el mismo Laguito lo despedazamos a golpe de machete. Y repartí la carne entre todos los curiosos, que eran muchos. Eso sí, la cabeza me la llevé, y la mandé disecar. - Y en mi casa comimos mero durante toda una semana. Intervino “Tiburón”, atento a la conversación, mientras colocaba los reguladores a otro par de botellas. - ¿ Van a dejar otra amarrada a la cuerda del ancla?.- Preguntó. - Si, y mete en una bolsa cinceles, martillos y dos globos con dos bolsas de malla. - Y las puntas explosivas...Por sí las moscas. Añadió Jorge.- Mejor dirías “por sí los tiburones”. - Corrigió Curro con una sonrisa. - Bueno me sentiré mas seguro con una de ellas a mi lado cuando esté de rodillas en el fondo picando el coral sin saber si un tiburón martillo me esta observando por encima del hombro. - No hay porque preocuparse demasiado. Aunque no por ello hay que dejar de ser precavidos. De todas formas si viéramos al martillo de nuevo tenemos que estar más atentos a él que a lo que estemos haciendo.

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- De eso puedes estar seguro. Pues si aparece no pienso quitarle la vista de encima. - Eso nos haría perder un tiempo precioso. Porque a lo sumo podemos estar 20 minutos allí abajo. Confiemos en que se haya ido a buscar su desayuno a otro sitio. Y no nos topemos con él o con un primo suyo. Descansando a la sombra de la toldilla de la lancha, Jorge y Curro esperaron durante casi una hora para su segunda inmersión. Ya en el agua, descendieron lentamente por la cuerda del ancla. Luchando contra la corriente. Cuya fuerza disminuyó conforme se acercaban al fondo. Orientándose con facilidad llegaron a la hondonada donde ancladas por su lastre de plomo se balanceaban las boyas de señalización. Entregando un cincel y un martillo a Jorge, Curro le indicó por donde empezar. Mientras que él colocando a un lado la bolsa y el arpón empezó a romper la capa de coral bajo una de las boyas. Trabajando con sumo cuidado fue extrayendo pedazos de coral hasta que puso al descubierto un ennegrecido montón de monedas de plata soldadas entre sí formando una bola del tamaño de una bala de cañón. Sacando uno de los globos con su respectiva bolsa de malla, las metió en ella, Y colocándola a un lado, empezó a trabajar en otra de las señalizaciones. Apenas había dado el primer martillazo cuando sintió que alguien le tocaba el hombro. Con un sobresalto se volvió. Encontrándose frente a la sonriente cara de Jorge que le mostraba una pesada barra de plata. Indicándole que la guardara en la bolsa donde ya se encontraban las monedas, Curro continuó picando el coral. Poco después cuatro piezas de 8 reales engrosaban el botín. Veinte minutos mas tarde y con una bolsa repleta de monedas y artefactos, Curro dio por finalizado el trabajo. Avisando a Jorge de que era tiempo de regresar a la superficie. Este expresó su deseo de terminar con los cuatro sitios que aún quedaban por revisar. A lo que Curro señalando enérgicamente con su dedo índice su reloj y con el pulgar la superficie le dio a entender que no debían quedarse ni un minuto más. Por lo que inyectando aire al globo, lo envió a la superficie. Aumentando su volumen y su velocidad conforme ascendía, éste y su preciosa carga pronto se perdieron de vista. Ya, bajo la lancha, oyeron los motores de la “Sea Ray”. - “Tiburón” ya vio la boya. –Penso Curro mientras ascendía hacia la cota de descompresión. Diez metros mas arriba, la solitaria boya del ancla se movía al capricho del oleaje balanceando de un lado para otro la botella de reserva amarrada a la cuerda. No paso mucho tiempo cuando el rugir de los motores aumentó y la oscura silueta de la lancha se recortó sobre sus cabezas. Después de casi media hora de aburrida descompresión subieron a bordo.“Tiburón” les ayudó a desembarazarse del equipo. Y Curro soltando la bolsa de malla la abrió sacando su contenido y esparciéndolo sobre la cubierta. - No esta nada mal para un día de trabajo.- Exclamó haciendo un inventario en voz alta del botín rescatado. - En estos tres amasijos deben haber por lo menos un centenar de piezas de 8, 4 y 2 reales. Dos barras de plata, de un kilo cada una. Siete “Columnarios”, algunos en muy buen estado de conservación. Una medalla religiosa. Parte de un mosquete. Y esto, que parece ser una hebilla. Verdaderamente no está nada mal para una inmersión. - Y dejamos cuatro boyas mas ahí abajo. ¡Quién sabe lo que pueda estar escondido bajo el coral!.- Exclamó Jorge.

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- No importa, ya lo rescataremos mañana. El mayor problema es que nuestro tiempo de trabajo es muy limitado. Pero gota a gota se llena el vaso... Filosofó Curro. - Yo también podría bucear si es necesario.- Intervino “Tiburón”. - No, te necesito más aquí arriba. Eres nuestro seguro de vida. Y no confiaría mi seguridad a ningún otro.Y hablando de confiar: tenemos que mantener un silencio absoluto sobre esto. Nadie debe saber lo que estamos haciendo. Así que guardamos todo en una de las bolsas de buceo y lo sacamos por la Marina Santa Cruz como sí tal cosa. Me lo llevo a mi apartamento y más adelante valorizamos lo que tenemos y hacemos el reparto. - Me parece muy bien. ¿ Pero que haremos cuando encontremos más de lo que tu puedes guardar en las “Tres Carabelas”? - No lo sé. Pero ya se me ocurrirá algo. Por el momento creo que en mi apartamento estará seguro. Aunque pensándolo bien, si tenemos suerte y el botín merece la pena, se me ha ocurrido el sitio perfecto para guardarlo. El sitio donde ha estado seguro por mas de doscientos años. ¡ Bajo el agua!. - ¿Quieres decir que lo vamos a dejar bajo el agua?.- Preguntó Jorge. - No exactamente dejarlo. Sino más bien, guardarlo en un sitio donde nadie iría jamás a buscarlo. Una cueva submarina. La cueva del mero que maté en “Burbujas”. Y que conozco como la palma de mi mano. Puedo encontrarla fácilmente. Sin embargo está lo suficientemente oculta para pasar desapercibida. Además no creo que haya mucha gente que vaya a husmear en cuevas a treinta metros de profundidad en el bajo “Burbujas”. - Que yo sepa tú eres prácticamente el único que va a bucear por allí. La gente le teme ese bajo por la abundancia de tiburones. - Tanto mejor. Y a tan solo dos millas mar adentro de donde estamos, es el lugar perfecto. Metemos el botín en bolsas de buceo, y le atamos a las asas un globo que guardamos en los bolsillos laterales. Así cuando queramos recuperarlas. Nada mas tenemos que bajar, inflar los globos y ¡a casa con ellas!. ¿Qué te parece?. - ¡Fantástico!. ¿Pero serás capaz de encontrar la cueva?. - ¡Con los ojos cerrados!. Ya he ido por allí un par de veces a ver si encontraba algún pariente del mero. - ¡Genial!. Entonces, problema resuelto. Ahora solo nos falta encontrar monedas suficientes para tenerlas que esconder. - Esa es la clave de todo el asunto. Pero con un poco de suerte... Y poniendo en marcha los motores ordenó a “Tiburón” que levara el ancla. Media hora más tarde, dejando a estribor la isla de Tierra Bomba entraban en la bahía de Cartagena. Ya cerca de la marina Santa Cruz se cruzaron con la embarcación de Bill que regresaba al Club de Pesca con un grupo de turistas. Curro le hizo un saludo con la mano que fue correspondido a coro por Bill y los turistas. Poco después atracaban en el muelle de la marina. - ¿Vamos a salir mañana?.- Preguntó “Tiburón” después de asegurar las amarras. - Si, prepara el mismo equipo y échale gasolina a la lancha.- Respondió Curro sacando unos billetes de su cartera que entregó a “Tiburón”. -Ah... Y compra un par de bolsas de “nylon” de color oscuro. Como las que usamos para los equipos de buceo. - Entonces patrón, ¿A las siete y media?. - Si, y asegúrate que todas las botellas estén llenas. - No se preocupe patrón. Las cinco que se han usado me las llevaré para llenarlas ahora mismo. Y pidiéndole a Jorge que le ayudara: Cogió la pesada bolsa de buceo por una de las asas.

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- Ahora llevemos esto a mi “jeep” Y si quieres ver como las preparo y las limpio, puedes acompañarme a mi apartamento. - ¡”Chévere”!. Así aprenderé algo nuevo – Contestó Jorge cogiendo la bolsa de buceo por la otra asa. Después de ayudar a Curro con la bolsa, Jorge regresó a recoger su equipo y su detector colocándolos en el asiento trasero del “jeep”. - Puedes dejarlos aquí si quieres. “Tiburón” los guardará con el mío.- Sugirió Curro. - No es necesario. De todas formas no pesa gran cosa y prefiero limpiarlo y revisarlo cuando llegue a casa. - Buena costumbre. Yo también lo hacía así. Pero ahora “Tiburón” se encarga de todo. Antes de irse, lavará con agua dulce la lancha y los equipos y llenará los tanques, dejándolo todo listo para mañana. - ¿Y no tienes miedo de que te roben algo? - No. Tengo alquilado a la marina un pequeño cuarto donde guardo el compresor, las botellas y todos los equipos. Es tan seguro que incluso me atrevería a dejar ahí nuestro botín, si ello fuera necesario. - Puede ser. Pero no tan seguro como la cueva del mero. Esa idea tuya ha sido verdaderamente genial. Mientras hablaban, Curro arrancó el “jeep”, y cruzando el barrio de Manga se dirigió a Bocagrande. Eran casi las cinco de la tarde cuando Jorge y Curro subieron al apartamento de éste en las Tres Carabelas. Dejando la bolsa en el suelo Curro le invitó a que se sirviera una cerveza Mientras él colocó cuidadosamente todo su contenido junto a un tanque de cristal, con la apariencia de ser un acuario vacío. - Veamos.- explicó- Metiendo una a una las piezas en el tanque. No sin antes conectarlas a unos cables terminados en pequeñas pinzas. Lo que voy a hacer es limpiarlas por electrólisis. Para ello conecto todas las piezas al cátodo o polo negativo. Y cubriéndolas con esta tela metálica. La conecto al ánodo o polo positivo. Llenando el tanque con agua y unas gotas de ácido sulfúrico haremos pasar la electricidad. La diferencia de carga del polo negativo donde se encuentran las monedas y el polo positivo que es la tela metálica, producirá una reacción en los electrodos.Un proceso de reducción en las monedas con generación de hidrógeno, y una oxidación de la tela metálica con producción de oxígeno. Esto ayudará a la limpieza y estabilización de la plata, debido al efecto que la electrólisis produce sobre los cloritos que se encuentran en grandes cantidades en los metales antiguos. - ¡Que bárbaro! ¿También sabes de química?. - No gran cosa. Este es un proceso muy simple y que da buenos resultados. Aunque también suelo limpiarlas sumergiéndolas en un baño de amoníaco o una solución al 10% de ácido clorhídrico.En un par de días estarán como las que te voy a enseñar. Y dirigiéndose a la habitación contigua, regreso a los pocos instantes con una caja de seguridad que abrió ante los atónitos ojos de Jorge: Piezas de 8, 4 y 2 reales, perfectamente conservadas. “Columnarios”. Monedas de oro de 8 y 4 escudos, onzas y doblones de diferentes épocas. Varias” narigueras”, figuras precolombinas en oro, y una larga cadena de gruesos eslabones, llenaban casi por completo la caja metálica. - ¡Que barbaridad!.- Exclamó Jorge sin poder salir de su asombro- ¿ Y no tienes miedo de tener todo eso en tu apartamento?. - ¿ Y donde lo voy a tener? Además lo guardo en una caja fuerte oculta difícil de localizar. Por otra parte fuera de ti nadie más lo sabe.

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- Gracias por la confianza. Verdaderamente debes confiar mucho en mí para mostrarme esa caja. - Si no la tuviera no estaría trabajando contigo Pues si tenemos suerte, esto no es nada comparado con lo que nos espera bajo el agua en Salmedina. - Y si no es mucho preguntar. ¿De donde has sacado todo eso?. - De diferentes sitios.- Contestó Curro . Y hurgando entre las monedas sacó un doblón de oro de la época de FelipeV. - Este, por ejemplo lo encontré en las islas de San Bernardo. Proviene de un galeón, El Rey. Que se hundió cerca de la isla Ceycen con 83.000 piezas de oro a bordo. - ¿Y fue ese el único que encontraste?. - No, encontré varios más, pero todo eso lo vendí. Lo que guardo en esta caja son las piezas que he querido conservar para mí. Naturalmente las mejores de todos mis hallazgos. - Entonces es cierto lo que se rumorea por todo Cartagena. De que te estás volviendo rico saqueando galeones. - Saquear es una palabra muy fea. Yo diría mas bien: Rescatando galeones.-Contestó Curro soltando una sonora carcajada. - Pues tienes que tener cuidado, porque también he oído que los de la Armada te tienen puesto el ojo. - Eso es ya historia antigua. Vienen haciéndolo prácticamente desde que llegué a Cartagena. No me preocupa demasiado. Pero ahora si debemos tener mucho cuidado, si lo de Salmedina es tan “gordo” como sospecho. - Es verdad. Lo malo es que si nos ven ir a Salmedina todos los días van a pensar que andamos detrás de algo. - Por eso es tan importante que sigamos haciendo la vida normal. Yo sacando los grupos de turistas de vez en cuando y tu con tu trabajo. - ¿Qué trabajo?. Llevo mas de un mes sin hacer nada. - Bien, pues ya tienes un trabajo. Eres mi ayudante con los grupos de turistas. Así que conviene que te vean por los hoteles buscando clientes y todo eso. De esa forma se verá muy normal que salgamos a bucear juntos. - ¡Perfecto!. ¡Ah!... Y hablando de otra cosa No olvides que prometiste a Margarita y Luzmila enseñarlas a bucear. - Es verdad, se me había olvidado. ¿A que hora quedamos? ¿A las seis?. - En la piscina del edificio. Así que no tenemos mucho tiempo. Pues son ya las menos cuarto.

Doblones de oro

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- Está bien. Déjame que guarde esto y prepare el equipo de buceo.- Contestó Curro cogiendo la caja y entrando con ella a la habitación contigua. Apenas media docena de niños chapoteaban en la piscina cuando Jorge y Curro, dejando la botella y el regulador junto a una de las mesas se aproximaron a la baranda desde la que se dominaba todo el Laguito. Al fondo la imponente mole del Hotel Hilton, refulgía bajo los rayos del sol poniente. Junto al embarcadero de las Tres Carabelas varias lanchas se mecían a merced de una suave brisa del sur, que refrescaba la atmósfera del caluroso atardecer. - Seguro que llega tarde. Como siempre. – Comentó Jorge. - Te equivocas. Ahí las tienes.- Contestó Curro, señalando a las dos jóvenes que en esos momentos hacían su entrada a la piscina. - Será porque no han tenido que ponerse mucha ropa.- Remarcó Jorge aludiendo a la blusa que parcialmente cubría los diminutos “bikinis” de las dos muchachas. - Buenas tardes.- Saludó Margarita.- ¿Lleváis mucho tiempo esperando?. - Apenas unos minutos. ¿Listas para vuestra lección de buceo?.- Preguntó Curro. - Listas e impacientes. Luzmila y yo no hemos dejado de hablar de eso. Para cuando regresemos a Cartagena las próximas vacaciones queremos ser unas expertas buceadoras. - Pues mejor instructor no habríais podido encontrar. Contestó Curro besando a las jóvenes en ambas mejillas. - Me gusta esa costumbre que tenéis los españoles de besar cuando saludáis a alguien. Desgraciadamente eso es algo que aquí en Colombia no se usa. - Pues debían hacerlo, especialmente si se trata de reinas de belleza como vosotras. - ¡Adulador!.- Replicó Margarita con un gracioso mohín. Seguro que se lo dices a todas. - A todas las que sean al menos tan guapas como tu amiga y tu. Bueno, y antes de que se haga mas tarde, empecemos con vuestra lección de buceo. Comenzaremos con una clase teórica, seguida de una inmersión en la piscina. Aunque ya lo habéis hecho en el mar, hay muchas cosas que aún debéis aprender: Como vaciar la máscara de agua estando sumergidos, ponerse y quitarse las botellas... - ¿Bajo el agua?.- Interrumpió Luzmila. No sé si seré capaz. - No te preocupes. Es muy fácil y tan solo requiere un poco de práctica. Bien, como iba diciendo empezaremos con la teoría y la fisiología del buceo. Y como eso va para largo, sentémonos a esa mesa y Jorge os traerá algo de beber. - No gracias. Acabamos de tomarnos unas Coca-.Colas. Quizás mas tarde.- Añadió Margarita. - Bueno. Pues en primer lugar quiero aprendáis algo sobre la fisiología del buceo: Cuando os sumergís la presión aumenta conforme vais descendiendo, a razón de una atmósfera cada diez metros.Así pues a 30 metros existirá una presión de 3 atmósferas. Es decir de tres kilos por centímetro cuadrado. Para compensar ese aumento de presión debemos respirar el aire a la misma presión externa. Ahí es donde entra en función el regulador. Que básicamente es una membrana elástica en contacto con una válvula parecida a la de los neumáticos de una bicicleta. Así cuando aumenta la presión, la membrana empuja la válvula aumentando con ello la cantidad de aire. De esta forma el aire en tus pulmones tendrá la misma presión que la exterior. Permitiéndote respirar sin dificultad. - Por eso no me di cuenta cuando me llevaste a 10 metros de profundidad en las islas del Rosario. ¿Cierto?.- Interrumpió Margarita. - Así es. Siguió Curro- El único sitio donde sentirás la presión es en tus oídos. Y

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para compensarla deberás introducir aire a través de las trompas de Eustaquio. Ya sea tragando saliva o tapándote la nariz y soplando con fuerza. Por eso nunca se debe bucear resfriado, pues al tenerlas taponadas, la presión exterior podría producirte una rotura de tímpano. Con las consecuencias que puedes imaginarte. - ¡Que barbaridad!. Entonces bucear no es solo ponerse el equipo y echarse al agua... - En absoluto. Una rotura de tímpano es un mal menor, comparado con una “aeroembolia” o a una “nitronarcosis”. - ¿Una nitro...que?. - “Nitro-narcosis”. La llaman también la “borrachera de las profundidades”. Y es una intoxicación debida al nitrógeno acumulado en tu sangre. O los “bends”, llamados así porque te pueden producir un dolor tan intenso, que literalmente te doblan. Como te conté le había ocurrido a Jorge. Aunque el suyo fue un caso leve. En los graves puedes terminar paralítico o muerto. La causa es el nitrógeno acumulado en tu sangre en estado líquido. Que se transforma en microscópicas burbuja gaseosas al disminuir bruscamente la presión. Para evitarlo se han diseñado unas tablas de descompresión, a las que debes atenerte al dedillo. O arriesgarte a pasar largas horas dentro de unacámara “hiperbárica “ para salvar tu vida. - ¡Uy!. Con todo eso me estás asustando... - No te preocupes. El buceo, practicado con prudencia y conocimiento de causa, es uno de los deportes mas bellos que existen. Básicamente son unas cuantas las normas a seguir, de las cuales las más importantes son: Respirar rítmica y pausadamente para evitar “hiperventilarte”.Saber como compensar la presión en tus oídos, Y estar atento a la profundidad, tu tiempo de inmersión, y tu reserva de aire. Para ello tienes tu reloj,tu profundímetro, y el manómetro que indica lapresión de aire en tu botella. Otro instrumento indispensable es la brújula, que será tu única forma de orientarte bajo el agua. - ¿Entonces tendré que aprender también navegación?. - Solamente lo básico. Sabiendo los cuatro puntos cardinales. Y que la aguja apunta siempre al norte. Lo demás es muy sencillo. - Fácil para ti. Pero yo veo que son muchas las cosas que debo aprender para poder bucear. Nunca pensé que fuera tan complicado... - Y no lo es. Pero como en todo, hay cosas que debes saber para tu seguridad. Y ahora... ¿Quien quiere ser la primera para las lecciones en la piscina?. - Yo misma.- Contestó Margarita.-¿ Me ayudas a ponerme el equipo?. - Sí. Pero la secuencia correcta que debes seguir es: Abres la llave de paso en la botella. Compruebas la presión en tu manómetro y purgas un par de veces él regulador comprobando su correcto funcionamiento. Te colocas tu cinturón de lastre. Y el chaleco con la botella. Lo último sería las aletas y la máscara, que siempre debes sujetarla con la palma de la mano cuando te dejes caer al agua. - ¿Y tu?, ¿No vas a estar conmigo? - Naturalmente. Pero solo tengo un equipo. Así que nadaré a tu lado y me sumergiré para indicarte lo que debes de hacer. Cuando estés en el agua, deja escapar aire de tu B.C Y te sumerges suavemente hasta el fondo de la piscina siempre respirando lentamente Te sientas, y té quitas la máscara. No te pongas nerviosa si se afecta tu visión. Sigue respirando suavemente a través de tu regulador. Entonces vuelve a ponerte la máscara llena de agua. Y mirando hacia la superficie, levanta un poco la parte inferior y suelta aire por la nariz. Esto desplazará el agua hacia abajo, vaciando tu máscara. - Parece sencillo. Contestó Margarita. Sentándose en el borde de la piscina para colocarse las aletas. - Lo es. Lo primordial es no ponerse nervioso.

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¡Bueno, allá voy!. Gritó Margarita, mordiendo el regulador y dejándose caer al agua.

Curro la observó mientras descendía al fondo. Y poniéndose una máscara y las aletas inspiró aire y se lanzó a la piscina. Margarita, al verlo llegar le hizo la señal de “todo bien”. Uniendo en un circulo el pulgar y el índice de su mano derecha. Y a continuación bajo la atenta mirada de Curro, se despojó de la máscara. Después de mantenerla durante unos segundos en su mano. Se la volvió a poner. Y mirando hacia arriba soltó aire por la nariz. Tal y como Curro le había dicho que hiciera. Con el resultado esperado: La máscara quedó libre de agua. Contenta por haberlo conseguido. Margarita empezó a hacer aspavientos de alegría, que hicieron soltar a Curro una carcajada, que se tradujo en una cascada de burbujas. Subiendo para tomar una bocanada de aire regresó junto a la muchacha. Indicándole por señas que volviera a repetirlo varias veces. A lo que Margarita asintiendo con la cabeza se volvió a quitar y poner la máscara sin ninguna dificultad. Satisfecho con el resultado. Le indicó que ahora le enseñaría a compartir el aire con un compañero. Así que quitándole el regulador de la boca, respiró por él varias veces, devolviéndoselo al cabo de unos segundos para que ella hiciera lo mismo. Después de repetirlo varias veces. Le hizo señas para que nadara alrededor de la piscina, hombro con hombro con él, compartiendo el aire de la botella. Margarita estaba demostrando ser una excelente alumna, por lo que Curro decidió enseñarle el paso siguiente: Como quitarse y ponerse el equipo bajo el agua. Para ello trató de decirle por señas lo que pretendía hacer. Y desabrochándole el B.C le indicó que sacara el brazo izquierdo, y girando sobre si misma, sacara el derecho sin soltar el regulador de su boca. Una vez despojada de la botella, le indicó que se quitara el cinturón de lastre, y lo colocara sobre el equipo, para mantenerlo anclado al fondo. Margarita lo realizó a la perfección. Así que quitándole el regulador de la boca. Señaló con su pulgar a la superficie. Indicándole que ascendiera con él. - ¡Alucinante! Exclamó ella tan pronto pudo recuperar la respiración. Ha sido verdaderamente increíble. ¡Eres el mejor instructor que existe!. - La verdad es que tú eres muy buena alumna. Pero prepárate para la parte as difícil. Ahora tienes que regresar al fondo y ponerte de nuevo el equipo. Lo primero que tienes que hacer, es, coger el regulador, y apretando el botón de purga vaciarlo de agua para poder respirar. Luego te pones el cinturón de lastre y el B.C. Todo ello sin soltar el regulador y respirando normalmente. Y para que cuando cojas el lastre el equipo no tienda a salir flotando, metes el brazo derecho por el chaleco. ¿Crees que serás capaz?. - No lo sé. Pero por intentarlo no se pierde nada - ¡Así se habla!. Sé que puedes hacerlo. De todas formas no te preocupes, pues estaré a tu lado para echarte una mano en caso de que sea necesario. Sumergiéndose casi al unísono, Margarita nadó hacia el equipo y cogiendo el regulador se lo puso en la boca. Curro observaba como ella seguía paso a paso las instrucciones que él le diera momentos antes. Pero viendo que la manguera del regulador se le había quedado bajo el brazo, se acercó a ayudarla. Colocándola en su sitio, sobre el hombro derecho.

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Haciendo la señal de “todo bien”, juntando en circulo el pulgar y el índice, e indicándole que después de una vuelta a la piscina ascendiera a la superficie, Curro dio por terminada la lección. - Lo has hecho muy bien. La felicitó ayudándola a quitarse el equipo Ahora le toca a tu amiga. Y Jorge será su instructor. - ¿Quién mejor?.- Contestó Jorge – Cogiendo la botella y ayudando a Luzmila a colocarse el chaleco. Poco después ambos se encontraban en el agua realizando los mismos ejercicios que Curro y Margarita realizaran minutos antes. - Estoy segura que Luzmila lo hará muy bien. Es una excelente nadadora.- Comentó Margarita secándose el pelo con una toalla. - Sois dos chicas extraordinarias. Tú te has comportado bajo el agua como cualquier buzo experimentado. - Para ser sincera, nunca pensé que lo haría tan bien. En verdad que estoy satisfecha conmigo misma. En esos momentos se encendieron las luces de la piscina. Iluminando las figuras de Jorge y Luzmila, bajo el agua - ¡Que bonito!. Exclamó Margarita asomándose al borde. ¡Mira lo bien que Luzmila lo esta haciendo!. - Ya lo veo. Indiscutiblemente el buceo se ha ganado dos nuevos adeptos. O mejor dicho, adeptas. - Y que lo digas. Lástima que apenas nos quedan cuatro días de vacaciones. El domingo debo estar de vuelta en Medellín para volver al trabajo el lunes. - ¿Tan pronto?. En fin... El trabajo es el trabajo. Y a propósito: ¿Qué haces?. - Luzmila y yo trabajamos como secretarias en una empresa textil. Es un trabajo muy aburrido. Nada comparado con el tuyo. - ¿ Y cuando tendrás otras vacaciones?.- Preguntó Curro. - En Navidad. Pero no vendré a Cartagena. Pues las pasaré en Medellín con mi familia. Ya sabes como son esos días. - Sí. Aunque yo ya hace muchos años que no las paso con mi familia. - ¿Dónde están?. ¿En España?. - Sí. Todos están allí. Yo soy el único que está por fuera. - El aventurero. ¿Cierto?. - Algo así. Un día decidí hacer mis maletas e irme a recorrer el mundo. - ...Y acabaste en Colombia. - Bueno, no me arrepiento. Me he adaptado muy bien aquí. Además adoro Cartagena. - Yo también. Cartagena es muy bonita. Y me entristece el pensar que solo me faltan cuatro días para marcharme. - Pero ya volverás... - Oh sí. Lo hago todos los años. Aunque ahora me toca esperar doce largos meses para poder volver. - Un año es mucho tiempo ¿ Y no podrías venir antes? - No lo sé. Quizás en algún puente festivo me podría escapar un par de días. Aunque nada más. - Bueno, ahora tienes una poderosa razón para hacerlo. Venir a bucear conmigo. - Créeme que me gustaría. Como dijiste antes: El buceo se ha ganado una nueva adepta. Y nada me gustaría mas que venir a bucear contigo. - Eh, “tortolitos”. ¿ No queréis daros un chapuzón?. Gritó Jorge acodándose en el borde de la piscina. - ¡ El agua está estupenda!

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- No, ya se está haciendo tarde.- Contestó Margarita. - ¿Y Luzmila?. ¿Cómo está?. - Como pez en el agua. Le ha cogido el “gustillo, ” y va a ser difícil hacerla salir. - Pues que no se le olvide que estamos citadas con sus padres a las ocho. - Eso va a ser difícil decírselo por señas bajo el agua. Pero no te preocupes que la haré subir. Y diciendo esto, Jorge se sumergió de nuevo. Poco después Luzmila se acercaba a la escalerilla de la piscina. Jorge le ayudó a desembarazarse del equipo. Y ella toda sonriente se acercó a su amiga. - No te olvides de la cena con tus padres. Le recordó Margarita. - ¡Cielos!. Lo olvidé por completo. ¡Y ya son casi las ocho!. - Pues mejor nos vamos. Ya sabes lo puntuales que son ellos. - En ese caso será mejor que dejemos para mañana las clases de buceo. ¿Os parece bien a la misma hora?. – Preguntó Curro. - ¡Perfecto!. Entonces hasta mañana a las seis.- Se despidió Margarita. Después que las dos jóvenes se hubieron marchado, Jorge también expresó su deseo de retirarse. Quedando en encontrarse al día siguiente, en la Marina Santa Cruz.

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¡Y no te vayas de juerga!. No olvides que mañana tenemos mucho trabajo.- Fueron las últimas palabras de Curro, viendo alejarse a su amigo.

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Capítulo VI – La plata del Bergantín.

Piezas de ocho y cuatro reales de plata

El día amaneció extremadamente caluroso. Ni una soplo de viento refrescaba el bochorno reinante. El mar, tranquilo como una piscina, se perdía con reflejos plateados hacia un horizonte libre de nubes. - Estamos teniendo suerte. -Comentó Curro mientras conducía la “Sea Ray”, dejando atrás la isla de Tierra Bomba, rumbo a los bancos de Salmedina.- Si el tiempo se mantiene así durante los próximos dos o tres días, podemos considerarnos afortunados. - Sí, aunque anoche en el parte meteorológico anunciaron que se aproxima una borrasca. Cosa rara en esta época del año.- Respondió Jorge. - Yo no me fío demasiado de lo que dicen por televisión. De todas formas espero que se equivoquen como siempre suelen hacerlo.- Comentó Curro, echando una mirada al cielo. - Patrón, algo flota ahí enfrente. Anunció “Tiburón”: Situado en proa. Señalando una mancha oscura sobre la superficie del agua. Curro redujo la velocidad. Aproximándose lentamente al objeto flotante. - Es una tortuga. Informó “Tiburón”. - Y es enorme.- Añadió Jorge - Debe ser un “Caguamo”. Es la única especie de tortuga habitual de estas aguas que alcanza un tamaño gigantesco. - Pues esta tiene que ser la abuela de todas ellas. Su concha debe medir metro y medio por lo menos. Curro paró los motores. Acercándose por inercia al animal que parecía no haberse dado cuenta de la llegada de los intrusos. Apenas los separaba unos metros cuando súbitamente con un fuerte aletazo la tortuga desapareció de la vista perdiéndose en el azul de las profundidades. Curro encendió de nuevo los motores. Y acelerándolos gradualmente siguió rumbo oeste.

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Navegar sobre Salmedina fue como hacerlo sobre un acuario. Las limpias aguas permitían ver con claridad el fondo rocoso. Interrumpido ocasionalmente por blancos claros de arena. Curro, reduciendo la velocidad puso proa hacia el extremo sur del bajo. - ¡Echa el ancla!. ¡Estamos justo encima!. Ordenó a “Tiburón”. Parando los motores. Al leer las coordenadas 10º18´55´´N y 75º35´10´´W en la pantalla del G.P.S. - Patrón, se ve perfectamente el fondo. Exclamó “Tiburón”. Dejando caer la pesada ancla, que se hundió rápidamente arrastrando tras de sí cincuenta metros de cuerda. Jorge, poniéndose una máscara se dobló sobre la borda tratando de meter la cabeza en el agua para ver el fondo. Con tan mala fortuna que perdió el equilibrio, cayendo de bruces al mar. - ¡Debías esperar a ponerte el equipo!. Le gritó Curro sin poder contener la risa. Jorge nadó hacia la popa de la lancha. Subiendo a bordo. - ¡Esa borda está demasiado alta!- Comentó.- Y el agua está clara como un cristal. ¡Se podía ver perfectamente el ancla de la lancha!. - ¿Y el cañón? ¿No lo viste?. Pues estamos justo encima. - No. Pero con tu puntería no debe estar muy lejos. “Tiburón”, mientras tanto estaba preparando los equipos que Jorge y Curro no tardaron en colocarse. Este dirigiéndose a “Tiburón” le dijo: - No olvides la botella de reserva. - No se preocupe,” patrón”. Que en cuanto ustedes se vayan. Bajo y se la amarro a la cuerda del ancla. - A “Tiburón” le gusta hacer eso. Baja respirando con la botella. La amarra a 10 metros y luego sube a pulmón. Así me evito cargar con tanto equipo. Y sentándose en la borda, se dejó caer de espaldas al mar. Verdaderamente el agua no podía estar mas clara. Cuarenta metros mas abajo se podía diferenciar perfectamente todo el fondo. Curro nadó hacia la cuerda del ancla y esperó la llegada de Jorge. Este, cargando con su detector y la bolsa de boyas se acercó. Y ambos iniciaron el descenso. Ya en el fondo, Curro trató de ubicar su posición. Comprobando con satisfacción que como había vaticinado, el cañón en posición vertical apenas se encontraba a unos metros de donde había caído el ancla de la lancha.

Rastreando con el detector

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Señalándoselo a Jorge, le indicó el camino a seguir. Y encendiendo su detector inició el rastreo. Pasado el claro de arena, Jorge señaló una de las cuatro boyas abandonadas el día anterior, que flotando a medio metro del fondo señalaba los sitios de posibles hallazgos. Curro, detector en ristre, empezó a barrer el área. En la base de una cabeza de coral el aparato emitió su primera señal. Al ser en la arena, Curro, dejando a un lado el detector, empezó con su mano a “abanicar”. Creando una pequeña depresión que dejó al descubierto parte de un objeto que al recibir un rayo de luz brilló con reflejos dorados. El corazón pareció querérsele salir del pecho. Con sumo cuidado extrajo el objeto. Sosteniéndolo a escasos centímetros de su mascara. Entre sus dedos brillaba como si hubiese sido acuñado el día anterior... ¡Un hermoso doblón de oro!. Llamando la atención de Jorge. Le indicó que se acercara. Mostrándole el doblón, que refulgió al recibir un rayo de luz. Este, admirando la bella moneda. Preguntó, con explícitas expresiones de sus manos el lugar del hallazgo. A lo que Curro se limitó simplemente a señalar el sitio donde aun reposaba su detector. Después de rastrear ambos el área sin ningún resultado continuaron rumbo sur hasta una profundidad de 46 metros. Girando hacia el este, ascendieron por un suave declive, desembocando en la cañada donde flotaban dos de las boyas de localización. Curro observó como Jorge sacaba una de las boyas colocándola sobre el coral. - Algo ha encontrado.- Pensó. Cuando la luz roja de su detector empezó a parpadear y la aguja se disparó casi a tope. Sacando una de las boyas señalizó el lugar y siguió barriendo el área hacia el norte. Aún tenía media docena de boyas guardadas en la bolsa. Cuando mirando su reloj, comprobó que era hora de regresar. Así que haciendo señas a Jorge, empezó a ascender hacia la cuerda del ancla. Después de una aburrida descompresión a 10 y 3 metros, sin otra distracción que el ocasional paso de pequeños bancos de peces. Ambos subieron a la lancha. Tan pronto se hubo desembarazado del equipo, Curro sacó el doblón, mostrándoselo a “Tiburón”. - ¡Mira el pescado que he cogido!. Bromeó, haciendo saltar la moneda de oro en su mano. Los ojos de “Tiburón” se abrieron como dos platos. - ¡ Una “morrocota” ¡. Exclamó.- ¡ Eso vale un montón de “plata”!... ¿ y “usté” cree que habrá mas?. - No lo sé. Pero donde hay una es posible encontrar otras. De todas formas dejé seis de mis boyas allá abajo

Doblón de oro

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- Y yo, cuatro. Añadió Jorge, con gran entusiasmo.- Lo que sumado a las cuatro que dejamos ayer hacen un total de catorce sitios donde aún no sabemos lo que podemos encontrar. ¡ Si tenemos suerte de ésta salimos todos millonarios!. - Bueno, bueno. No cantemos victoria antes de tiempo. De todas formas para evitar problemas posteriores quiero dejar muy claro de cómo vamos a hacer el reparto. Y creo que lo justo es que vayamos a partes iguales. Y al hijo de Zurita le damos un 15%. O sea un 5% de cada uno.Eso sí. El reparto lo haremos al finalizar la operación. Mientras tanto lo iremos guardando todo bajo el agua, excepto algunas piezas que puedo convertir con mi amigo el anticuario en dinero contante y sonante, para que todo el mundo esté contento con dinero en el bolsillo. Pero de nuevo quiero advertir que tenemos que mantener la boca muy cerrada. O nos arriesgamos a perderlo todo. - Me parece muy bien. Contestó Jorge. Sobre todo la idea de guardarlo bajo el agua la encuentro genial. - Sin duda alguna es el mejor sitio. Pero vamos a encontrarnos con un inconveniente. Y es que tres inmersiones a más de 40 metros son demasiadas sin arriesgarnos a sufrir un serio percance. Además no sabemos la cantidad que podamos encontrar. Es posible que no justifique el ir hasta Burbujas para esconderlo.Por eso después de pensarlo mucho he llegado a la conclusión que es mejor dejarlo escondido aquí. Y cuando la cantidad justifique el traslado, lo llevamos a la cueva del mero en Burbujas. - ¿Aquí? .¿Pero donde?. Preguntó Jorge. - Ya encontraremos un buen sitio. La grieta donde se encuentra el cañón, por ejemplo, podría servir. Solamente existe un inconveniente. Y es que tendremos que librar nuestros hallazgos de la mayor cantidad posible de coral bajo el agua. Lo cual reducirá considerablemente nuestro tiempo de rescate. Pero eso es algo que resolveremos sobre la marcha. - ¡Se ve que lo tienes todo muy bien pensado!. Exclamó Jorge con un tono de admiración. - No hay nadie como mi “patrón” cuando se trata de asuntos bajo el agua. Intervino “Tiburón”. - Bueno, bueno. Tanto hablar me ha dejado la boca seca. Así que algo de beber no vendría nada mal. - ¿Que quiere, “patrón”? . ¿Una cerveza?. Preguntó “Tiburón”. - No. Una “Coca Cola”. Las cervezas las dejaremos para cuando terminemos de bucear. El alcohol y el buceo profundo son absolutamente incompatibles. Especialmente cuando nos espera una larga descompresión. - Por favor. “Tiburón”. Para mí otra “Coca Cola”.- Pidió Jorge.- Entonces, ateniéndonos a tu plan: ¿Dejaremos aquí todo lo que rescatemos hoy?. - Depende de lo que encontremos. Desde luego las piezas como este doblón nos las llevaremos a Cartagena. El resto lo iremos almacenando hasta que valga la pena trasladarlo a Burbujas. Y cuando hagamos eso realizaremos solo dos inmersiones. Una aquí para recoger el botín. Y otra en Burbujas para esconderlo en la cueva del mero. - Patrón. ¡Se acerca una lancha!. Avisó “Tiburón”. En efecto. Por popa y como a una milla de distancia se avistaba una embarcación que se acercaba rápidamente a donde se hallaba fondeada la “Sea Ray”. - No puedo distinguirla bien. Pero no parece sean los de la Patrulla Naval. - No, patrón. Es una lancha blanca. Y las de la Naval están pintadas de gris. - Sí. Es una embarcación deportiva. Probablemente del Club de Pesca.- Añadió Jorge. - Ojalá no sea algún entrometido que se le ocurra echarse a bucear por aquí. No olvides que dejamos ahí abajo las boyas de señalización.- Advirtió Curro.

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Minutos después, una “Berltram” de ocho metros, con tres hombres a bordo vistiendo trajes de neopreno. Redujo la marcha deteniéndose a escasos metros a estribor de la “Sea Ray”. - ¡Buenos días!. ¿ De pesca?. - Saludó uno de los recién llegados. - ¡Buenos días!. En eso estábamos. Pero varios tiburones martillos excesivamente curiosos nos han hecho salir del agua.- Mintió Curro. - ¿Tiburones?. Nosotros veníamos a sacar fotos submarinas. Pero desde luego no a los tiburones. ¿ Hay muchos por estos lugares?. - ¡Demasiados!. A veces, como hoy, no nos atrevemos a echarnos al agua Incluso llevando puntas explosivas. Y si vienen a sacar fotografías. Una cámara fotográfica no me parece el arma adecuada para defenderse contra tiburones martillo de casi tres metros. - Tiene razón. ¿Y donde nos recomienda que vayamos?. - Yo que ustedes, iría a las Islas del Rosario. Están a apenas una hora de camino, y desde luego es un sitio menos peligroso que Salmedina para sacar fotografías. - Pues... ¡Muchísimas gracias!. ¡Y. Cuidado con los tiburones!. Se despidió. Acelerando la “Berltram” y alejándose de Curro que apenas podía contener la risa. - ¡Has estado genial!.- Exclamó Jorge.- El pobre hombre se puso pálido cuando le nombraste los tiburones. - Bueno, mejor terminemos el trabajo antes de que otro curioso le dé por meter las narices por aquí. Respondió Curro mientras preparaba su equipo. Bajando por la cuerda del ancla, pronto estuvieron junto al viejo cañón, que como silencioso vigía, apuntando hacia la superficie, parecía querer proteger el tesoro de la llegada de intrusos. Curro se acercó, acariciando con su mano el hierro, cubierto de incrustaciones. Inspeccionando la hendidura hasta encontrar el sitio idóneo donde más tarde ocultar el botín. Y señalándoselo a Jorge, hizo la señal de O.K, formando un círculo con el pulgar y el índice de su mano derecha. Como si del patio de su casa se tratara, Curro se dirigió sin vacilación al sitio donde habían dejado las boyas de señalización. Y sin más demora, sacando cincel y martillo se puso a picar el coral bajo una de ellas.

Piezas de ocho y cuatro reales de plata

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Parecía que hubieran topado con un filón de plata. Prácticamente cada una de las localizaciones ocultaba monedas de 2, 4 y 8 reales. Muchas de ellas soldadas entre sí. Con una de las bolsas casi llena, inyectaron aire en sus chalecos para compensar el peso del cuantioso botín. Y lo arrastraron hasta la hendidura junto al cañón. Ocultándolo lo mas profundo posible, lo cubrieron con trozos de coral muerto. Comprobando por su reloj que se habían excedido del tiempo programado para la inmersión, Curro le hizo señas a Jorge. Y pausadamente empezaron a ascender por la cuerda del ancla, hasta donde les esperaba la botella de reserva. Habiendo dejado las tablas de descompresión a bordo, Curro hizo un cálculo mental del tiempo que se habían excedido. Estimando que para mayor seguridad les correspondía una aburrida espera de no menos de una hora antes de poder salir a la superficie. . ¡ Esa bolsa debía pesar por lo menos 20 kilos!.- Exclamó Jorge tan pronto subieron a la lancha - ¡ 20 kilos de monedas de plata!. ¡ Y Dios sabe cuantos kilos más quedan aún enterrados bajo el coral. ¡ ¡ Solo monedas de plata y esparcidas en un área muy reducida! ¡ Nunca había visto nada igual!. Quizás estaban en una caja o cofre de madera que se rompió durante el naufragio, esparciendo su contenido. Pero sea por la causa que sea, lo cierto es que hemos encontrado un verdadero filón. - Por fin encontró un verdadero tesoro. ¿Cierto, patrón?. - Muy cierto, “Tiburón “. Todos estos años de búsqueda al fin parecen haber dado su fruto. Y con tu parte podrás comprarte la mejor casa de todo tu barrio. - Pues yo me compraré el velero más bonito de toda Colombia.- Intervino Jorge.Siempre he soñado con navegar por las islas del Caribe. ¿ Pero a quien podremos venderle todas esas monedas?. - Esa es la parte más complicada del asunto. Porque debido a la cantidad, no podemos ir ofreciéndoselas a cada joyero y anticuario de Cartagena sin levantar sospechas, ni echarnos encima a la fiscalía y a la policía naval. Aunque se me ocurre una solución: Solicitar un permiso de rescate de este naufragio. Pero naturalmente después de que hayamos rescatado la mayor parte del cargo. De esa forma lo que hayamos escondido, aumentaría incluso su valor por estar documentada su procedencia. Así todo el mundo quedaría contento, y no tendríamos problemas de ninguna especie. - ¡ Eres genial!. Siempre encuentras solución para todo. Y la idea me parece brillante Pero...¿ Serás capaz de llevarla a la práctica?. - No veo porque no. El único inconveniente va a ser el factor tiempo. Pues esos trámites son muy lentos. Aunque sabiendo que estamos sentados en una fortuna, la espera se hace más soportable. ¿ No os parece?.Y hoy sin falta iré a visitar al doctor Espinosa en el Archivo del Palacio de la Inquisición, a ver si puedo conseguir alguna información sobre los los barcos que perdió Vernón en 1741 durante su ataque a Cartagena.Eso podría darme una pista sobre la identidad de este bergantín cargado de plata. - ¿ Y mañana llevaremos la bolsa con las monedas a Burbujas?.- Preguntó Jorge. - Sí. Aunque también podemos trabajar aquí unos quince minutos con nuestros detectores antes de recoger la bolsa. Así tendremos trabajo adelantado para la próxima inmersión aquí. Y como ya hemos acabado por hoy. Regresemos a Cartagena. Aunque pensándolo bien. Tengo ganas de comer pescado. Y en los alrededores del faro siempre habrá alguno que se ponga a tiro de nuestros arpones. - ¿ Vamos de pesca?. Preguntó Jorge, exteriorizando su entusiasmo.- Pero...no he traído mi fusil. - No te preocupes. Yo siempre llevo un par de ellos en la lancha. – Contestó Curro

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arrancando la “Sea Ray “ y poniendo rumbo al faro de Salmedina. Un suave oleaje rompía contra la proa del viejo buque. Sobre el cual la Armada Nacional había instalado un faro para advertir de la presencia del peligroso bajo. “ Tiburón “ echó el ancla a corta distancia del casco La profundidad apenas sobrepasaba los 5 metros. Curro, despojándose del traje de neopreno se puso las aletas y la máscara, y cogiendo uno de los arpones se lanzó al agua. Sin la protección del traje, fue muy agradable sentir la refrescante sensación de las templadas aguas. Un chapoteo a su lado le hizo volverse encontrándose cara a cara con Jorge. - Tu vete por ese lado del barco que yo me iré por este otro. Y a ver quien vuelve con el pescado más grande. - ¡Ya te llamaré para que me ayudes a sacar el mío!.- Contesto Jorge. Cargando su fusil y dirigiéndose hacia la popa del buque. Curro, colocándose el suyo contra el estómago extendió el doble juego de poderosos cauchos que impulsarían el arpón. Y medio sumergido, nadó lentamente en la dirección opuesta a Jorge. Bajo él. El arrecife mostraba un fondo irregular, salpicado por enormes piedras y lajas bajo las cuales podía ocultarse un mero o un pargo. Desviándose a su izquierda se acercó a la proa del buque, que como un inmenso muro cortaba el paso desde el fondo hasta la superficie. Innumerables peces tropicales se alimentaban de los moluscos que cubrían su superficie, añadiendo con esto un colorido toque de vida a la desolación del naufragio. Llenándose los pulmones de aire, Curro se sumergió hasta la quilla, inspeccionando el área por una posible presa. Una corriente de agua fría le provocó un escalofrío. Con un rítmico movimiento de sus aletas, Curro recorrió buena parte de la quilla. Hasta que no pudiendo aguantar mas sin respirar ascendió a la superficie. Con un fuerte soplido vació de agua su “snorkel”, y fusil en ristre nadó hasta donde reposaba una de las calderas del buque. En esos momentos apercibió una barracuda de buen tamaño, brillante y letal como la hoja de una navaja, que suspendida estática entre dos aguas parecía observarlo fijamente. Curro tomó aire, sumergiéndose suavemente para no asustarla. Y apuntando a la cabeza, apretó el gatillo. El arpón partió raudo como una flecha, alcanzando a la barracuda justo detrás del ojo izquierdo. Curro sintió un fuerte tirón. Y la cuerda que unía el arpón al fusil se tensó vibrando con los fuertes jalones de la barracuda. Ascendiendo a superficie recogió la cuerda hasta conseguir agarrar la varilla del arpón, procurando mantener su mano lejos de los afilados dientes de la barracuda. Y con ella en una mano, y el fusil en la otra nadó hacia la lancha donde “ Tiburon” se encargó de sacarle el arpón devolviéndoselo a Curro que esperaba en el agua. Cargándolo de nuevo se dirigió a la caldera. Y ya sobre ella tomó aire y se sumergió, nadando hacia la enorme grieta de su base. Mirando en su interior, vio las antenas de una langosta. Muy lentamente acercó su mano por detrás, y con un súbito movimiento la cogió firmemente por la parte posterior de la cabeza. - De haberlo sabido me hubiera traído una bolsa.- Farfulló mientras nadaba de nuevo hacia la lancha. Dejando la langosta siguió su recorrido. Alejándose una cierta distancia del buque, donde la profundidad aumentaba hasta unos 9 metros.

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Inspirando varias veces para oxigenar la sangre, se sumergió hasta unas formaciones escalonadas de coral. Peces loro de brillante color verde esmeralda, mordisqueaban aquí y allá, rompiendo el coral con sus potentes mandíbulas. El arrecife rebosaba vida. Sirviendo de morada y sustento a las más diversas especies de peces multicolores, que en frenética danza parecían bailar al son de alguna misteriosa y silenciosa melodía. De repente una nube de arena bajo una de las lajas le indicó la presencia de una posible presa. Curro se acercó cautelosamente. A unos metros de distancia, la silueta de un mero de regular tamaño se recortaba contra la claridad del otro lado de la laja. Anticipando una dura pelea para sacarlo de su cubil. Y aprovechando que el animal no parecía haberse percatado de su presencia. Curro optó por subir a respirar a la superficie. Descendiendo en picado sobre la laja, Curro apuntó cuidadosamente y apretó el gatillo. El arpón penetró al animal por el costado derecho, saliendo por el lado opuesto a la altura de las agallas. Inmediatamente el fondo se enturbió con nubes de arena. Curro, soltando el fusil se aferró a la varilla del arpón, jalando con fuerza mientras que trataba de introducir los dedos pulgar y corazón en los ojos del mero, que herido de muerte luchaba tratando de “encuevarse” en el fondo de la laja. Hasta que finalmente. Ganada la batalla, pudo arrastrarlo fuera de su cubil. Con los pulmones vacos y el corazón golpeteando en sus sienes, Curro recorrió los 9 metros que lo separaban de la superficie. Varias inspiraciones profundas le hicieron recuperar su ritmo cardíaco. Y arrastrando el mero tras de sí. Inició el camino de regreso a la lancha. Con la ayuda de “Tiburón” lo subieron a bordo. El animal, agonizante dio sus últimos coletazos mientras Curro procedía a sacarle el arpón. - ¡Debe pesar por lo menos 15 kilos!.- Exclamó “Tiburón” - Yo diría que casi 20. Y suerte que le di en el corazón o en algún órgano vital. Si no, hubiera tenido que venir a buscar el equipo de buceo para poder sacarlo de su cueva. ¿ Y Jorge?. - ¡ Allí viene!.- Contestó “Tiburón” señalando la figura de Jorge que a unos 50 metros de distancia, nadaba hacia la lancha.- ¡Y parece que trae algo a remolque!. En efecto. Poco después el arpón de Jorge reposaba en cubierta con un jurel de unos 5 kilos ensartado en la varilla de acero. - ¡Ha sido fantástico!.- Exclamó tan pronto hubo subido a bordo.- De repente me encontré nadando en medio de un banco de jureles de todos los tamaños. ¡Lástima que después del primer tiro, se me rompió uno de los cauchos. ¡Si no hubiera cogido por lo menos un par de ellos!. - No te preocupes. De todas formas tenemos la cena asegurada.- Contestó Curro señalando su captura. - ¡Que bárbaro! ¿Cómo te las arreglas para encontrar siempre el escondite de los meros?. - Muy sencillo. Investigo cada posible escondrijo hasta que finalmente acabo por dar con ellos. - Pues me tienes que enseñar el truco. Porque las cuevas que yo encuentro están siempre vacías. - Se habrán mudado a otra parte. O los habrán echado por no pagar el alquiler.- Bromeó Curro. - Patrón. ¿Saco el ancla?.- Preguntó “Tiburón”.

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- Sí. Es hora de regresar. Creo que ya hemos hecho suficiente por un día. Y arrancando los motores puso rumbo a la Bahía de Cartagena. Apenas habían cruzado la entrada de Bocagrande, dejando Tierra Bomba a popa. Cuando una lancha rápida de la Patrulla Naval les cortó el paso, indicándoles que pararan los motores de la “Sea Ray”. Curro colocó la palanca de cambios en punto muerto, esperando que los de la Naval se situaran a su costado de estribor. - ¡Documentación, suya y de la lancha!.- Solicitó abruptamente un oficial con las insignias de teniente, flanqueado por dos marineros, metralletas en ristre. Curro sacó de la gaveta la documentación de la lancha, y la suya propia. Jorge extrajo su carnet de la cartera entregándoselo al oficial. Y “Tiburón”, encogiéndose de hombros se excusó diciendo: - La mía está con mi ropa en la Marina Santa Cruz. El oficial, después de echar un rápido vistazo a los papeles se los guardó en un bolsillo. Y dirigiéndose a Curro en tono seco ordenó: - Vamos a registrar su lancha. Así que ponga rumbo a la Base Naval que nosotros le seguimos. Curro, prefirió mantenerse callado. Y seguido de cerca por la patrullera se dirigió, bordeando Castillo Grande hacia la cercana Base Naval. Obedeciendo las órdenes del teniente atracaron a uno de los muelles, seguidos casi inmediatamente por la patrullera. De la que desembarcó el oficial seguido por los dos marineros armados. Pronto los equipos de buceo, y cuanto contenía la “Sea Ray” fue sacado, puesto sobre el muelle, y cuidadosamente revisado. Incluso uno de los marineros inspeccionó dentro de la boca del mero. Por lo que Curro no pudo aguantar un mordaz comentario: - Si encuentra un reloj ahí dentro, es mío. Lo perdí buceando el otro día. Jorge no pudo reprimir una carcajada que hizo fruncir el ceño al joven marinero. Tres horas mas tarde, después del infructuoso registro e interminables comprobaciones de la documentación fueron autorizados a irse. - ¡Usted, no! .- Gritó el teniente a “Tiburón”. Usted está detenido hasta que alguien traiga sus papeles. De nada sirvieron las protestas de Curro alegando que “Tiburón” era trabajador suyo. Y que ya habían sido retenidos sin razón demasiado tiempo. Quizás debido a la decepción sufrida, o a alguna otra oculta razón, la animosidad del oficial hacia Curro y sus acompañantes era tan clara que éste, después de prometer a “Tiburón” que regresaría inmediatamente con sus papeles se dirigió con Jorge hacia la “Sea Ray”, encendiendo sus motores. - ¡No vuelvan por mar!.- Espetó el teniente desde el muelle.- ¡Está prohibido atracar lanchas civiles a un muelle militar! . - ¡Pero si ya estamos aquí... Y no por nuestro gusto!.- Protestó Curro - Si quieren sacar a su amigo, deben de venir por tierra. Y dejar su documentación en la oficina de entrada. Curro, visiblemente enojado aceleró los motores de la “Sea Ray”, haciéndolos rugir como dos fieras enjauladas. Levantando su puño con el pulgar en alto, hacia “Tiburón” le hizo saber que no se preocupara. Y enfilando la proa hacia la salida de la Base Naval, puso rumbo a la Marina Santa Cruz. Dos horas más tarde, después de recoger en el “jeep” a “Tiburón” se encontraban descargando equipos y pescados de la “Sea Ray” en el muelle de la Marina.

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- ¡Ese “tenientucho” nos la tenía “montada”!.- Comentó Jorge mientras recogía su detector. - ¡Ahí hay algo que no me huele bien!.- Respondió Curro.- Era como si nos hubiesen estado esperando. Pues tan pronto entramos en la bahía cayeron sobre nosotros como buitres sobre su presa. Menos mal que dejamos todo bajo el agua... - Sí. Imagínate la cara que hubieran puesto de haber tenido a bordo la bolsa llena de monedas. - La cara la habríamos puesto nosotros. Al ver como nos las decomisaban. Y menos mal que no se le ocurrió registrarme los bolsillos. Si no, hubiera encontrado esto.Contestó Curro, haciendo saltar el doblón de oro en a palma de su mano. - Eso es algo que no comprendo. Si la ley del mar dice que lo que encuentre abandonado es tuyo. Las monedas deberían ser legalmente nuestras. - No exactamente.- Corrigió Curro.- Pues el naufragio se encuentra dentro de aguas territoriales colombianas. Si se encontrara fuera del límite de las 12 millas la cosa sería muy diferente. Por eso mañana mismo quiero hablar con mi abogado, y registrar el naufragio. Eso sí. Después que hallamos rescatado unas cuantas bolsas llenas de monedas. - Y legalmente ¿Cuanto se debería llevar el Gobierno - Esas leyes cambian continuamente. Anteriormente era un 25%. Pero ahora lo subieron a un 50%. Y tengo entendido que aún quieren aumentarlo a un 75%.. Cada país tiene leyes diferentes sobre el particular. Unos más estrictos que otros. Caso muy conocido es el de Mel Fisher que lleva años litigando en las cortes de la Florida el tesoro rescatado del Nuestra Señora de Atocha. - Algo he leído de eso. ¿ No es el Atocha uno de los galeones que se perdió a causa de un huracán en 1622?. - Así es. Y por lo que veo tu tampoco andas mal de historia. Nuestra Señora de Atocha era la Almiranta de la Flota de “Tierra Firme” en 1622. Fue construida en los astilleros de la Habana en 1620 y armada con 20 cañones. Si mal no recuerdo, fue el 4 de Septiembre de 1622 que 28 navíos de la flota de “Tierra Firme” zarparon de la Habana rumbo a España. Habían comenzado el viaje con un mes de retraso, lo cual los colocaba en plena estación de huracanes. Dos días mas tarde, sorprendido por fuertes vientos huracanados en el estrecho de las Bahamas. Cinco de ellos, incluyendo el flamante Atocha, los galeones Santa Margarita y Nuestra Señora del Rosario, un barco de esclavos portugués y un “refuerzo” de aprovisionamiento, fueron arrastrados contra los cayos de la Florida. Destrozándose contra los arrecifes. Solo tres marineros y dos esclavos negros lograron salvarse de los 260 hombres que componían la tripulación del Atocha, que se fue a pique con un tesoro valorado en mas de mil millones de dólares. Que han convertido a Mel Fisher en el cazador de tesoros más afortunado del mundo. - ¡Tú si que pareces un libro de historia. – Exclamó Jorge sin poder ocultar su admiración. - Bueno. Tuve la suerte de conocer personalmente a Mel Fisher, visitar su museo y empaparme de la historia de naufragios acaecidos en las costas de la Florida, durante mi estancia en Key West hace un par de años. - ¿ Y buceaste con Mel Fisher?. - No con él. Pero si participé en una expedición en el Cayo Matacumbé, que fue un rotundo fracaso. Y hablando de otra cosa. ¿ No estabamos citados don Margarita y Luzmila a las seis?.

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- Sí. Pero son ya cerca de las ocho. Y me sorprendería que aún nos estuvieran esperando. - Lástima. Pero que le vamos a hacer. La culpa la tuvo el “tenientillo” ese. Y como supongo que querrás cenar filete de mero, esperemos que “Tiburón” lo limpie y filetee. En efecto, con una destreza, fruto de la práctica, “Tiburón” limpió el animal y practicándole un corte longitudinal a ambos lados de la aleta dorsal lo dividió en dos enormes filetes. - Por lo menos hay seis o siete kilos de carne en cada uno.- Exclamó “Tiburón”, sosteniéndolos en ambas manos. - Uno para Jorge, y el otro para mí. Y tu puedes llevarte los demás pescados y la cabeza del mero. - Tremendo “sancocho” que mi mujer va a preparar esta noche.- Comentó “Tiburón” En la cabeza es donde está toda la sustancia. Y con tanta sustancia esta noche no me va a dejar dormir. - Ni tú a ella.- Rió Curro.- Pero no te olvides que mañana tenemos trabajo. - Entonces. Patrón. ¿ Mañana a la misma hora?.- Preguntó “Tiburón”. - Sí. Y prepara el equipo de costumbre. Y aquí tienes unos pesos para la gasolina.Respondió Curro entregándole unos billetes. - Yo también me voy a mi casa. – Intervino Jorge.- Así que nos vemos mañana a las siete y media. - Sé puntual. Y no te vayas esta noche de juerga, pues mañana nos espera un duro día de buceo. - No te preocupes. Lo único que quiero es llegar a mi casa, darme una ducha, prepararme unos filetes de mero, y acostarme temprano. - Bien. Entonces hasta mañana.- Se despidió Curro, subiendo a su “jeep” y arrancando en dirección a Bocagrande.

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Capítulo VII.- La Cueva del Mero

Bajo Burbujas

Una tenue neblina cubría el Bajo Salmedina. Imposibilitado a guiarse por las marcas de tierra, Curro tuvo que recurrir a la ayuda de su G.P.S para localizar el lugar de naufragio del bergantín ingles. A pesar de que el agua estaba tan limpia como el día anterior, la ausencia de sol la hacia parecer más oscura y sombría. Pero una vez sumergidos, Curro y Jorge pudieron apreciar que sin embargo la visibilidad era excelente. Descendiendo hasta el ancla, Curro estudió su brújula tratando de orientarse. La configuración del fondo no se le antojaba nada familiar. Lo cual podía ser debido a una deriva de la lancha desde el momento que tomó la lectura en el G.P.S y cuando el ancla llegó al fondo. Así que siguiendo a su instinto tomó rumbo S SE hacia una hondonada salpicada por claros de arena. Su profundímetro marcaba 42 metros cuando frente a él, difuminado por la distancia pudo apreciar la familiar silueta del cañón. Estaba a punto de dirigirse hacia él, cuando algo a su lado le llamó poderosamente la atención. 71

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Se trataba de un pequeño montículo formado por lo que a primera vista le parecieron ser ladrillos cubiertos de incrustaciones marinas. - Posiblemente parte del lastre de un galeón.- Pensó. Acercándose a estudiarlos detenidamente. Dejando el detector a un lado, escarbó con su cuchillo, liberando uno de los ladrillos. Al apreciar su peso, el corazón le dio un vuelco. ¡ No se trataba de ladrillos de barro!. ¡Eran barras de plata!. ¡ Un montón de barras de plata!. Jorge, que no se había dado cuenta del hallazgo, se acercó. Y al ver a Curro, sosteniendo entre sus manos la barra de plata, dejó caer el detector, y acercándose al montículo empezó a liberar otra de las barras. Pronto, las 16 barras de plata estaban repartidas entre las bolsas de malla de Jorge y Curro. Que después de amarrarlas a uno de los globos, las enviaron a la superficie. Viendo que apenas les quedaban unos minutos del tiempo programado para la inmersión, Curro hizo señas a Jorge de continuar hasta donde se encontraba el cañón vertical, distante unos treinta metros. Mientras nadaban pudieron escuchar los motores de la “Sea Ray”. Lo que indicaba que “Tiburón” había avistado el globo y se dirigía a recogerlo. Ya junto al cañón, sacaron la bolsa de las monedas oculta en la hendidura, y amarrándole el segundo globo, la enviaron como la primera hacia la superficie.. - Justo a tiempo.- Pensó Curro observando las manecillas de su reloj. Y haciendo señas a Jorge de que lo siguiera se dirigió hacia donde colgaba de una boya la cuerda del ancla. Llevaban varios minutos de descompresión, cuando vieron sobre sus cabezas la familiar silueta del casco de la “Sea Ray”, atracar junto a la boya. Una vez a bordo Curro comprobó, para su satisfacción, que “Tiburón” había recogido las dos boyas con sus respectivas cargas de monedas y barras de plata. - Acababa de subir a bordo la primera cuando me di cuenta de que había otra flotando. ¡ Y pesaban un quintal! Mi trabajo me costó subirlas a la lancha.- Comentó “Tiburón”. - Buen ejercicio para tus músculos. Especialmente si las pesas son barras de plata.Bromeó Curro. Golpeando amistosamente con su puño la poderosa musculatura del gigantesco negro. - Y ahora saca el ancla, y larguémonos para Burbujas, antes de que por manos del diablo se les ocurra a los de la Naval o a algún curioso aparecer por aquí. El bajo de Burbujas, distantes unas dos millas, eran parte de los Bancos de Salmedina. Y se le había bautizado así debido a la cascada de burbujas de gas metano que surgía de un volcán de lodo, en el centro del bajo. Era un lugar considerado peligroso, por la abundancia de tiburones, y raramente visitado, excepto por algún ocasional pescador de Tierra Bomba.

Columnarios de plata

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La neblina de la mañana había dejado paso a un deslumbrante sol, que había limpiado la atmósfera. Por lo que Curro, guiándose por las marcas de tierra y el eco sonda, no tuvo dificultad alguna para encontrar el sitio donde meses atrás había capturado el gigantesco mero. - Aquí el bajo forma una especie de herradura. Explicó, una vez hubieron fondeado la lancha.- Yo bajaré primero con un cabo guía para localizar la cueva del mero. Y una vez lo haya hecho volveré para ayudarte con las bolsas. Pero primero metamos todo en las bolsas de buceo. - - Aquí están las que “usté” me encargó.- Informó “Tiburón sacando tres bolsas negras del compartimento situado en la proa de la lancha. - ¡Perfectas!.- Exclamó Curro. – Una para las monedas, y las otras dos para las barras y los “barretones” de plata. - ¿”Barretones?”.- Preguntó Jorge. - Sí. Los españoles fundían la plata en barras de diferentes tamaños y pesos. Y a éstas, de algo mas de dos kilos las llamaban “barretones”. Que a pesar de su nombre eran de las más pequeñas.- Explicó Curro, señalando varias del montón - ¿ Y las grandes? ¿Cuánto pesan entonces?. - Como ves, son casi todas diferentes. En aquellos tiempos la medida de peso para la plata era el Marco, equivalente a algo más de 230 gramos. Esta grande puede pesar unos 100 marcos. O sea 23 kilos. Aunque los españoles las fundían aún mayores. Por eso la carga de plata la estibaban junto al lastre, en la sentina. Así al bajar la quilla con el peso, aumentaba la estabilidad del galeón. - Debía ser mucha la plata que transportaban... - ¡Toneladas!. Solamente de las ricas minas mejicanas de San Luis de Potosí, en el siglo XVII, se extrajeron en 50 años mas de 30 millones de kilos. Y ahora súmale a eso la producción de las minas de Guanajuato y Zacatecas. Que incluso hoy día son las más productivas del mundo. Y las toneladas de oro y plata extraídos de las minas del Cerro de Potosí en Bolivia, y las de Perú y Colombia. Y podrás hacerte una idea aproximada de lo que transportaban esos galeones a España. - ¡Desde luego tus antepasados no perdieron el tiempo!.- Exclamó Jorge. - Ni los tuyos tampoco. No olvides que desciendes de algún español que prefirió quedarse en el Nuevo Mundo, donde se encontraba el oro la plata, y las bellas mujeres indígenas. Una de las cuales sin duda fue tu tatarabuela.- Bromeó Curro.- Pero dejémonos de charla, y pongámonos a trabajar. Pues estaré más tranquilo cuando todo esto esté bajo el agua. Procurando igualar el peso de cada una de ellas, llenaron las tres bolsas con las barras y las monedas de plata, amarrándoles a las asas un globo que doblado, lo introdujeron en uno de los bolsillos laterales. - Con todo este peso nos vamos a hundir como piedras.- Comentó Jorge. - Por eso es la idea del cabo guía. Aparte de guiarnos directamente a la entrada de la cueva, nos ayudará a bajar las bolsas, a las que amarraremos un B.C completamente inflado, que junto con los nuestros nos proporcionará la flotabilidad suficiente para manejarlas sin dificultades. - ¿ Y porque no usamos los globos? - No. Es más fácil así. Pues con los chalecos de compensación podemos controlar mejor el descenso, inyectando aire conforme se reduzca su volumen debido a la presión. Y si les hemos amarrado los globos, es tan solo para facilitar su recuperación cuando llegue el momento. - De verdad que piensas en todo.- Exclamó Jorge.

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- Como dice el refrán: Hombre prevenido vale por dos. De esta forma cuando queramos recuperarlas, solo tenemos que bajar, e inflar los globos . - ¿ Y tendremos globos suficientes para toda la plata que con un poco de suerte vamos a rescatar?.- Preguntó Jorge - Aun me quedan otros tres. Pero si necesitásemos mas, sé donde conseguirlos. - ¡Ojalá necesitemos por lo menos una docena! Y espero que la cueva del mero sea lo suficientemente grande para guardar toda nuestra plata. - Si encontramos más de dos toneladas tendremos que buscar otro sitio. Pues no creo que quepa toda allí.- Bromeó Curro, riendo. Y entregando a “Tiburón” el rollo de cuerda que usaban para rescatar las ánforas. Le advirtió: - Ve soltando cuerda conforme vaya bajando. Y cuando llegue a la cueva, Daré tres tirones que te harán saber que he llegado. Ahí hay 100 metros de cuerda, y espero sean suficientes... Si la cueva no está muy lejos de donde estamos fondeados. - No se preocupe, patrón, que estaré atento a sus señales. Poco después se encontraba Curro descendiendo por la cuerda del ancla y arrastrando tras de él el cabo guía. Deteniéndose a unos 15 metros de profundidad sobre el borde del bajo observó como el cantil se hundía casi verticalmente, haciendo un amplio arco hacia el S.W. Atento a su profundímetro, continuó su descenso hasta los 30 metros, donde se encontró con la enorme mole de una roca, que separada del cantil formaba un profundo desfiladero entre ésta y el bajo. - ¡ La cueva no debe estar lejos!.- Pensó Curro al reconocer el paisaje submarino. Seguro de su camino, Curro se dirigió a su derecha, hacia el N.E . Encontrándose algo más adelante una parte donde el cantil se rompía en profundas grietas. - ¡Este es el sitio!. ¡ Y justo debajo de esa laja está la cueva donde maté al mero!.Pensó Curro al reconocer el lugar. Se acercó a la cueva, e introduciendo medio cuerpo en su interior, esperó a que sus ojos se acostumbrasen a la oscuridad, comprobando que ningún otro inquilino se había apropiado de ella después de la muerte de su último ocupante. Satisfecho de su inspección amarró el extremo de la cuerda a una de las rocas, y dando tres fuertes tirones para advertir a “Tiburón”, inició el ascenso, siguiendo el cabo guía hacia la superficie. Sin hacer paradas de descompresión, Curro llegó junto a la “Sea Ray”. Y desde el agua indicó a “Tiburón inflara el B.C adosado a las bolsas, y las asegurara con un lazo alrededor del cabo guía. - De esa forma si se nos escapan de las manos irán a parar directamente a la cueva del mero.- Explicó a Jorge que sentado sobre la borda se preparaba para saltar al agua. No todo funcionó como estaba previsto. Pues el peso las bolsas era excesivo, y a pesar de tener los tres chalecos de compensación inflados al máximo los arrastraba irremediablemente hacia el fondo. Curro, sintiendo un agudo dolor en los tímpanos se aferró al cabo guía, reduciendo de esta forma la velocidad de descenso. Ayudando a equilibrar la presión en sus oídos, soplando fuertemente mientras bloqueaba su nariz con los dedos índice y pulgar. Propulsados por el peso de las bolsas, como descendiendo en un funicular, pronto estuvieron a la puerta de la cueva. Curro, deshaciendo el lazo que unía las bolsas al cabo guía, indicó a Jorge que le ayudara. Y una a una, las ocultaron tan profundo como pudieron.

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Terminada la operación desataron el cabo guía e iniciaron la ascensión, deteniéndose unos minutos a 10 metros y a 3 metros de la superficie para cumplir con lo indicado en las tablas de descompresión. Ya a bordo de la “Sea Ray”, Curro se desembarazó del equipo y del traje de neopreno. Y pidiendo a “Tiburón” una cerveza, encendió un cigarrillo, inhalando una gran bocanada de humo. - Bueno. ¡Misión cumplida!.- Exclamó, exhalando el humo de sus pulmones.- Ahora los tiburones serán los guardianes de nuestro tesoro. - Raro que no hayamos visto ninguno. Pues suelen abundar por estos parajes.- Comentó Jorge. - Sí. Y con las prisas me olvidé de bajar con nosotros los arpones y las puntas explosivas. - Pues la próxima vez que no se te olvide. No me gustaría encontrarme completamente desarmado frente a uno de esos bichos. - Tienes razón. Aunque una punta explosiva no sería mucha defensa contra un tiburón tigre hambriento. Y por aquí suelen aparecer de vez en cuando... Incluso en una ocasión vi un tiburón toro de mas de tres metros. - ¿Bajo el agua? - Casi. Estaba apunto de subir a bordo después de una inmersión, cuando “Tiburón” me avisó. El tiburón se encontraba a apenas unos diez metros de la lancha. Y yo no me había dado cuenta. De repente sentí un tirón y el fusil se me fue de las manos. De un bocado, el tiburón se había despachado el mero que llevaba a remolque, llevándose de paso el arpón y el fusil. Desde luego no esperé en el agua a verlo, y me subí a la lancha tan rápido, que caí de cabeza sobre la cubierta. - Tuvo “usté” suerte, patrón. Si no hubiera sido por el mero, el tiburón se habría desayunado una de sus piernas. Cuando le grité, lo tenía “usté” casi encima. - Sí. Debió atraerle la sangre del mero que había arponeado. Menos mal que tengo por costumbre llevar mis presas a remolque varios metros detrás de mí. De todas formas debo admitir que después de que todo hubo pasado, las rodillas me temblaban como un flan. - ¿Y todo eso te pasó cerca de aquí?.- Preguntó Jorge. - En este mismo sitio. - ¿ Y no has podido elegir otro lugar para esconder nuestra plata?.- Preguntó de nuevo Jorge, visiblemente preocupado. - No te preocupes.- Le tranquilizó Curro.- He buceado aquí decenas de veces y nunca he tenido el menor problema con tiburones. Aunque te aseguro que nunca bucearía de noche, que es cuando suben al bajo a alimentarse. De hecho, nunca bucearía por aquí a la puesta de sol. - Entonces la mala fama que tiene Burbujas no es del todo infundada. - Bueno...Siempre se exagera un poco. Aunque la verdad es que los tiburones abundan en este bajo. Paco. Un amigo mío que se dedica a pescarlos con palangre, muy a menudo cala su arte por estos lugares, y siempre consigue capturar bastantes. En cierta ocasión que me invitó a acompañarlo. Calamos el palangre por la tarde. Y al recogerlo la mañana siguiente encontramos 11 tiburones de todos los tamaños enganchados en loS anzuelos. - Te voy a confesar algo. Y no me tomes por un cobarde. Pero siempre que veo un tiburón bajo el agua, se me pone la carne de gallina. - No es para tanto. Aunque no está de más el tomar precauciones. Con los tiburones no te puedes confiar demasiado. Yo solo me pondría nervioso, si viera que demuestran una curiosidad excesiva. - Yo no me pondría nervioso. Yo me cagaría del miedo.- Contestó Jorge

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- Pues bajo el agua no puedes usar papel higiénico.- Bromeó Curro soltando una fuerte carcajada. - ¡Patrón!. ¡ Mire!.- Grito “Tiburón”. Señalando a unos 300 metros de la proa de la lancha, donde el agua parecía hervir.- ¡Son atunes!. En efecto. Cientos de atunes perseguían a un enorme banco de sardinas. Y en su voraz frenesí, hacían aparecer la superficie del mar como si se encontrara en ebullición. - ¡Saca el ancla y sigámoslos!.- Ordenó Curro poniendo en marcha los motores de la “Sea Ray”. Con “Tiburón” en proa, avisándole de los cambios de dirección del banco de atunes, Curro se aproximó lo suficiente para verlos saltar a ambos costados de la lancha. Entre ellos, las aletas de varios tiburones rompían ocasionalmente la superficie. - ¡Los atunes se están comiendo a las sardinas. Y los tiburones se están dando un banquete a costa de los atunes!.- Comentó Jorge. - Es la ley del mar: “El pez grande se come al chico”. Y veamos cual podemos comernos nosotros. Contestó Curro, dejando el timón de la lancha en manos de Jorge, y sacando de un costado de la lancha una caña de pesca . Siguiendo el errático movimiento del banco de peces, Curro echó al agua el señuelo plateado, que remolcado por la lancha daba la sensación de ser una sardina más entre las miles que huían de la voracidad de los atunes. Apenas había soltado unos metros de línea, cuando un fuerte tirón le indicó que había enganchado su primera presa. Ordenando a Jorge que redujera la velocidad de la lancha, Curro apoyó un pie en la borda de popa y tirando de la caña, que se curvaba formando un arco perfecto, fue recuperando metro a metro de línea hasta conseguir traer al animal junto a la lancha. Donde “Tiburón·” armado de un gancho, lo ensartó junto a las agallas, subiéndolo a bordo. De nuevo echó Curro el señuelo al agua. Y en poco más de media hora cinco atunes más reposaban sobre cubierta. - ¡No sé que voy ha hacer con tanto pescado!.- Exclamó Jorge.- Aún tengo la nevera de mi casa llena de filetes de mero. - Yo también. Pero no te preocupes, que “Tiburón” se los llevará y los repartirá entre sus vecinos, que son gente muy pobre. - Así es, patrón. No sabe “usté” lo que agradecieron el pescado que les llevé ayer. - Te vas a convertir en el benefactor de tu barrio.- Comentó Jorge. - Hago lo que puedo. Allí viven muchas familias con un montón de niños que no tienen apenas ni para comer. Así que puede “usté” imaginarse lo que supone para ellos un pescado de este tamaño. Con unos “puñaos” de arroz, comida para dos o tres días. - Y siempre les lleva algo de lo que pescamos. ¿Cierto “Tiburón”?. - Así es, patrón. Ya todo el barrio lo conoce a “usté”. - Algún día tenemos que ir juntos, y llevar regalos para todo el mundo. Pues justo es, que si el mar nos a dado esa plata que ha guardado durante tantos años, nosotros repartamos una parte de ella entre los más pobres. - El mejor regalo que les podemos llevar, es ropa y comida.- Siguió “Tiburón”. - Esa pobre gente pasa las mayores necesidades, sin “naide” que les ayude. - Pues ahora lo haremos nosotros.- Intervino Jorge.- Y naturalmente, podéis contar conmigo. Ya dentro de la bahía y a la altura del Club Naval, Curro corrigió el rumbo de la “Sea Ray” poniendo proa a la Marina Santa Cruz.

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Ya habían desembarcado la mayor parte del equipo, cuando dos policías de uniforme se acercaron a la lancha. Ambos eran conocidos de Curro, ya que frecuentaban en su ronda la Marina Santa Cruz, donde sabían que ocasionalmente podían recibir alguna suculenta propina. Al ver los atunes alineados sobre el embarcadero, uno de ellos dirigiéndose a Curro comentó: - ¡Buena pesca!. Con uno de esos comería en mi casa toda la familia. - Pues debe ser una familia muy numerosa. Porque cada uno de esos atunes no pesa menos de 10 kilos.- Bromeó Curro.- Pero para que todos comamos pescado hoy, podéis coger el que más os guste. - Yo también tengo una familia muy numerosa.- Comentó riendo el otro policía. - Esta bien. Entonces coged uno cada uno.- Ofreció Curro. Ni cortos ni perezosos los dos policías cogieron los dos atunes más grandes. Y despidiéndose de Curro se dirigieron a la caseta del vigilante de la marina. - Apenas nos vieron llegar, vinieron corriendo a cobrar el impuesto.- Comentó Jorge. - ¡Imagínate si en vez de atunes, hubiera sido bolsa de moneda de plata!. ¡También se hubieran llevado las mas pesadas!.- Bromeó Curro. - Patrón. ¿Que equipo preparo para mañana?.- Preguntó “Tiburón” - Mañana tenemos un grupo de seis turistas. Así que prepara una docena de botellas, y llena los tanques de la lancha a tope, pues vamos a bucear a las Islas de San Bernardo. Aquí tienes dinero suficiente para combustible y provisiones.- Contestó Curro entregándole un fajo de billetes. - ¿Vamos a las Islas de San Bernardo?.- Preguntó Jorge - Sí. Pienso que mientras más alejados estemos de Salmedina. Tanto mejor. Y además será un buen cambio de la rutina de las Islas del Rosario. - ¡Estupendo!. ¡Hacía siglos que no buceaba en San Bernardo!. - Yo también. La última vez fue hace un par de meses cuando llevé a otro grupo de turistas a Isla Palma. - ¿Esa no es la de los Arango? - Así es. Y la han convertido en algo digno de “Disney World”. Con flamencos, guacamayos y toda clase de pájaros y animales tropicales. Y unas instalaciones que combinan el lujo y la comodidad dentro de un ambiente rústico y tropical. - Aun no la conozco. Pero tengo entendido que es algo espectacular. - Ya lo verás. No vas a dar crédito a tus ojos. Y ahora mejor nos vamos. Pues quiero llevar unas cuantas de las monedas que tengo en la casa a mi amigo el anticuario. Y visitar a mi abogado para que empiece a tramitar con el gobierno colombiano a través de la Dirección de Marina Mercante el permiso de rescate de nuestro descubrimiento. - ¿Y le vas a decir la posición? - No exactamente. Cambiaré un poco las coordenadas, para evitar sorpresas. Pero antes me gustaría investigar la identidad del naufragio. Lo cual no creo sea demasiado difícil, partiendo de la suposición de que era uno de los barcos de Vernón. - Si quieres te acompaño a tu casa. Pues me gustaría llevarme unas cuantas monedas. A propósito: ¿Están ya limpias?. - Aún las tengo en el baño electrolítico. Donde llevan un par de días. Pero cuando llegue a casa las lavaré con una solución de amoníaco. Y ya verás la diferencia. Dejando a “Tiburón” ocupado con los preparativos para la excursión del día siguiente, Jorge y Curro se dirigieron al apartamento de éste en Bocagrande. Tal y como Curro había anunciado, las monedas continuaban su proceso de limpieza en el baño electrolítico. Después de desconectar la corriente, Curro las sacó del recipiente. Y

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colocándolas en el lavaplatos de la cocina, procedió a limpiarlas con un cepillo impregnado en una solución de amoníaco. Ayudado por Jorge, en poco más de una hora habían terminado el trabajo. Algunas de las monedas soldadas entre sí por la acción del mar se habían soltado. Dejando un saldo total de 7 “Columnarios” Y 23 “Macuquinas” de 2, 4 y 8 reales. Tres aglomerados de monedas, de diferentes tamaños, dos barras de plata, una medalla religiosa y una hebilla de bronce. Curro entregó varias de las monedas y una de las barras de plata a Jorge. - No debía hacerlo, pues puede resultar peligroso. Pero son tuyas y no puedo negarme. Lo que sí te recomiendo, es mucha discreción.- Recomendó Curro. - No te preocupes. – Contestó Jorge- En realidad las quiero para mí y nadie se enterará de nada. - Está bien. Pero no olvides que de llegar a oídos de la persona equivocada, podrías poner en peligro toda la operación, nosotros incluidos. Y ahora debo salir, pues quiero visitar a mi abogado y consultarle sobre el mejor camino a seguir para conseguir el permiso de rescate - Yo también me marcho. Tengo un montón de cosas que hacer y se está haciendo tarde. Así que nos vemos mañana en la marina Santa Cruz. - A las siete y media. No te olvides.- Recordó Curro, que poco más tarde se encontraba conduciendo hacia el domicilio de su abogado Miguel Guevara. Manejar el “jeep” por las estrechas callejuelas del centro de Cartagena era una verdadera odisea: Vendedores ambulantes y puestos de baratijas invadían las aceras, obligando a los transeúntes a caminar por el centro de la calle con el consiguiente peligro de ser atropellado por los vehículos, que a duras penas se abrían paso, a fuerza de hacer sonar ininterrumpidamente sus bocinas, y que unidas a los gritos de los vendedores, pregonando sus mercancías, era la ruidosa característica diaria del centro amurallado de la ciudad. Que al caer la noche se tornaría en un silencio impregnado de sombras, apenas iluminadas por los faroles coloniales adosados a las fachadas de las casas. Ante la imposibilidad de aparcar en el barrio San Diego, Curro optó por dejar su “jeep” en la Plaza de Fernandez Madrid, dirigiéndose a pie hacia el domicilio de su abogado. La casa, como gran parte de las del barrio, era de dos plantas. Con un gran portalón flanqueado por dos grandes ventanas protegidas por rejas de estilo colonial. Y un largo balcón adornado de matas y flores. En el interior, un hermoso patio, donde proliferaban los helechos y las enredaderas. Apenas había cruzado el umbral, cuando un hombre de unos cuarenta años, tez morena y elocuentes ademanes se acercó, y saludándolo efusivamente le invitó a entrar. - ¡Hombre! ¡Que sorpresa!. Curro. Hacía siglos que no nos veíamos. ¿Que es de tu vida?.

Pieza de ocho reales de plata

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- Ya lo ves, Miguel. Igual que siempre. Trabajando como un negro para poder vivir como un blanco. - ¿ Con el turismo?. O con otras cosas... Pues a mis oídos ha llegado el rumor de que te estás haciendo rico a costa del oro que tus antepasados perdieron bajo el agua. - ¡Ojalá!. Pero desgraciadamente es tan solo eso: rumores. A lo que Cartagena es muy aficionada. Bien sabes que aquí de un grano de arena construyen un castillo. Aunque es de ese tema que vengo a hablarte, pues necesito que me tramites un permiso de rescate. - ¿Un permiso de rescate?. Entonces hay algo de verdad en esos rumores. - Bueno. He localizado un naufragio de la época del ataque de Vernón a Cartagena, que pudiera ser interesante. Y para hacer las cosas con legalidad quiero denunciar mi hallazgo y solicitar el correspondiente permiso. - Algo más que interesante debe ser cuando quieres hacer las cosas con tanta legalidad. Especialmente tratándose de ti, estoy seguro de que hay de por medio una fortuna. Así que si te ayudo a conseguir el permiso, espero que te acuerdes de mí. - No te preocupes, Miguel. Que como dice el refrán: “Una mano lava la otra y las dos lavan la cara”. Así que si tu me ayudas a conseguir el permiso, yo me aseguraré que quedas satisfecho. - Bien. Pero mejor pasemos a mi despacho, allí estaremos más cómodos y a salvo de oídos indiscretos.- Invitó Miguel - Tienes razón. En Cartagena hasta las murallas oyen.- Corroboró Curro. El despacho del abogado se encontraba situado al fondo del patio, junto a un frondoso árbol repleto de mangos. Miguel se adelantó a abrir la puerta invitando a Curro a entrar. Aunque sobrio, el mobiliario no desentonaba en absoluto con el resto de la casa. Una mesa de despacho y un sillón estilo colonial junto a una enorme biblioteca repleta de volúmenes, varias sillas y un archivador llenaban casi por completo la pequeña habitación. Un ventilador de techo, girando lentamente a duras penas refrescaba en algo el calor reinante. Miguel ofreció a Curro una de las sillas. Y acomodándose él en su sillón, apoyó ambos codos sobre la mesa, y entrelazando los dedos de sus manos se dirigió a Curro: -Veamos: Si te entendí bien, has localizado un barco hundido, y quieres que yo te tramite los permisos de rescate. ¿No es así?. - No exactamente. Pues apenas queda nada de lo que una vez fuera un barco. Pero sí los restos de lo que podría ser un bergantín del siglo XVIII. - Y cargado de oro, supongo.- Remarcó Miguel con una socarrona sonrisa. - No lo creo. Pues a mi parecer se trata de uno de los barcos que perdió Vernón durante su ataque a Cartagena. - Entonces ¿Para que quieres meterte en líos pidiendo un permiso al Gobierno? ¿Para rescatar un par de mohosos cañones?. Vamos Curro. Somos amigos desde hace tiempo... - Bueno. Algo de plata si debían de llevar a bordo. Pues he encontrado un par de monedas.- Contestó Curro, sacando dos “Columnarios” de su bolsillo y dejándolos caer sobre la mesa. - ¡Ah, viejo zorro!.- Exclamó Miguel, cogiendo rápidamente una de las monedas y examinándola bajo la luz que entraba por uno de los ventanales.- ¡Y debe ser más de un par las que has encontrado allá abajo!. - Por ahora, no.- Mintió Curro.- Pero es posible que se encuentren muchas mas ocultas bajo el coral. Por eso quiero solicitar el permiso. Pues tengo la corazonada de que vale la pena. - Bien. ¿Pero sabes que todo lo que encuentres de valor debe ser depositado en el

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Banco de la República?. ¿Y toda la operación de rescate debe ser supervisada por un oficial de la Armada, designado para ello?. - Sí. Eso lo sé. Así como que el Gobierno se lleva el 25% de todo lo que encuentre. - Eso era antes.- Contestó Miguel.- Que según el artículo 7 del decreto 655 de 1968 el Gobierno reconocía al contratista el 70%, al denunciante el 5% y se quedaba con el 25% restante. Pero ahora las cosas han cambiado. Y el Gobierno se queda con el 75% del bruto. - Me parece una barbaridad, pero si así es la ley, supongo que un 25% es mejor que nada. ¿ Y que información necesitas para tramitar el permiso?. - Pues, nombre del barco, posición, nombre del denunciante y de la compañía de rescate. Con esos datos preparo un contrato y se lo tramito al Gobierno a través de la Dirección de la Marina Mercante. - ¿Y tarda mucho todo ese papeleo?. - No lo sé. Pero es un proceso lento. Como todo lo que tiene que ver con organismos oficiales. - Bien, entonces para mañana es tarde. Mi nombre y los datos de mi compañía los sabes, pues fuiste tú quien me tramitó los papeles con la Cámara de Comercio. En cuanto al nombre del barco lo desconozco, y la posición la tienes reseñada en esta carta náutica.Contestó Curro entregándole un sobre de regular tamaño. - Bien, mañana mismo empezaré a dedicarme a este asunto. Y ahora entre nosotros.Insistió Miguel.- ¿ Cuanta plata llevaba ese barco?. - Espero que la suficiente para poder comprarme una lancha más grande. O mejor aún un barco de unos 20 metros totalmente equipado para realizar excursiones de buceo por todo el Caribe. - Si es así, y rescatas mucha plata, espero que al menos yo pueda comprarme un coche nuevo. - Y si solo encuentro unas cuantas monedas, te regalaré una bicicleta.- Bromeó Curro. Bueno, y ahora te dejo, pues aun me quedan varios asuntos que resolver en el centro. Y despidiéndose del abogado se dirigió hacia la plaza Fernandez Madrid, donde había dejado aparcado el “jeep”. -Y ahora a visitar a Arturo el anticuario.- Pensó Curro en voz alta mientras le daba media vuelta a la llave del encendido. El corto trayecto de la plaza de Fernández Madrid a la de Santo Domingo se convirtió en una pequeña aventura, sorteando vehículos, transeúntes y vendedores ambulantes por las estrechas y sinuosas calles del centro de Cartagena que indudablemente no fueron pensadas en el siglo XVIII para albergar el tráfico rodado del siglo XX. Poco después, Curro aparcaba su “jeep” a la puerta del “Catalejo”. Mientras se dirigía al anticuario no pudo evitar el sonreír al escuchar la explicación que un ocasional guía daba a un grupo de asombrados turistas sobre la causa de la inclinación de uno de los campanarios de la vieja iglesia de Santo Domingo: ...Ese campanario que ven ahí, se cuenta que lo torció el diablo en un arrebato de ira debido al engaño del fraile que construyó esta iglesia, que le había prometido entregarle su alma a cambio de su ayuda... Arturo el anticuario, enfrascado en el estudio de una pieza de cerámica precolombina levantó su mirada por encima de las gafas al ver entrar a Curro al establecimiento. Con una afable sonrisa se levantó, estrechando su mano. - Que placer verte por aquí, Curro. ¿Cómo va esa pesca de ánforas?.

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- No he vuelto a bucear en la bahía después de la última vez que vine a visitarle. Pero tengo algo que me gustaría enseñarle.- Contestó éste, sacando varias de las monedas de plata y colocándolas sobre la mesa. - ¡Vaya, vaya!.- Exclamó el viejo anticuario, sacando de un cajón una enorme lupa y estudiando detenidamente el anverso y reverso de cada una de ellas.- Estas son “macuquinas” de 8 reales, acuñadas en Potosí en diferentes fechas. Y esta otra, un “columnario” acuñado en Méjico en 1739. Y estos 4 reales, también de Potosí. ¡Vaya, vaya!. ¿Has encontrado un galeón?. - Algo mucho más pequeño. Creo que se trata de un bergantín de la flota del Almirante Vernón. - ¿Con monedas españolas a bordo?. No lo creo.- Contesto Arturo, negando con un movimiento de cabeza, que hizo saltar las gafas que cabalgaban sobre su prominente nariz aguileña. - Pues yo tengo la sospecha de que podría tratarse de barco corsario contratado por Vernón para el ataque a Cartagena. - ¿Y en que te basas para ello?.- Preguntó el anticuario en un tono que demostraba su incredulidad. - La verdad es que no tengo gran cosa para probar mi teoría, a no ser por parte de un catalejo, que por la inscripción presumo es inglés. La fecha y el hecho de que los “columnarios” fueron acuñados en Mejico... - ¿Los “columnarios”?. Entonces es que has encontrado más de uno. ¿No es cierto?. - Unos cuantos.- Contestó Curro.- Pero si tengo suerte espero encontrar algunos más. Lo que sí me gustaría averiguar es el nombre del barco. Y suponiendo que perteneciera a la flota de Vernon en algún lugar deben encontrase los nombres de los barcos ingleses hundidos durante el ataque a Cartagena. Quizás en los archivos del Palacio de la Inquisición. - ¿Allí?. Lo dudo. Y aunque tu suposición fuera cierta y se tratara de un corsario contratado por Vernón, no creo que ni en los archivos ingleses se pudiera encontrar información alguna. No olvides que durante los años de guerra entre España e Inglaterra, muchos piratas se convirtieron en corsarios al servicio de la Corona Inglesa. De todas formas creo que estás equivocado. Y estas monedas provienen de un barco español de los muchos que naufragaron por estas costas. - Bueno. Era solo una teoría. Y la única prueba que tengo es el catalejo con la inscripción. - Que en realidad no significa gran cosa.- Intervino el anticuario.- Pues incluso suponiendo que ese catalejo fuera de origen inglés, ello no quiere decir que el barco también lo fuera. Toma por ejemplo tu reloj. ¿Qué marca es?. - Un Seiko. ¿Por qué?.- Preguntó Curro. - Es de fabricación japonesa. ¿No es así?. Ahora piensa que lo perdieras en el naufragio de tu lancha. Y dentro de 200 años alguien lo encontrara entre los restos de tu embarcación. Eso no significaría que era una lancha japonesa. - Es verdad.- Asintió Curro sin poder reprimir una carcajada ante el símil del anticuario. - Y hablando de las monedas: ¿Quieres venderlas?. - No lo se. En realidad he venido tan solo para que me las valorizara. Pero si la oferta es buena... - Bueno. Las “macuquinas” de 8 reales pueden valer unos 125.000 pesos cada una. La de 4 reales, unos 70.000. Y el “columnario” 50.000. Si estás interesado te puedo ofrecer medio millón de pesos por las cinco.

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Curro permaneció por unos instantes pensativo. Y finalmente extendiendo su mano contestó: - ¡Trato hecho!. ¿Y si le traigo una buena cantidad le interesaría también comprarlas?. - ¡Ah, viejo zorro!. ¡Entonces es verdad que has encontrado una “guaca”!. - Digamos mejor un naufragio con muchas posibilidades.- Respondió Curro.- Pero si hacemos algún negocio le recomiendo la máxima discreción. Pues no me gustaría verme metido en algún lío. - No te preocupes. Pues discreción es la base de mi negocio. Lo que hagamos aquí, queda tan solo entre tu y yo. De eso puedes estar seguro.- Contestó el viejo anticuario, sacando un fajo de billetes de su caja fuerte que entregó a Curro. - Bien. Siendo así volveré a verle dentro de un par de días. Y tenga preparada una buena suma de dinero. Pues lo que le voy a traer, bien merece la pena. Y agitando el fajo de billetes en el aire, Curro se despidió de Arturo él Anticuario

Piezas de ocho y cuatro reales de plata

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Capítulo VIII.- Las Islas de San Bernardo

Islas de San Bernardo – Isla Ceycen -. Galeón Marta

El creciente rugido de unos potentes motores rompió el silencio de la mañana anunciando al grupo de turistas, tres hombres y dos mujeres de nacionalidad norteamericana, la proximidad de la “Sea Ray” de Curro. Instantes después se la veía aparecer, doblando el recodo de entrada al Laguito. Atracando junto al pequeño muelle del Hotel Caribe, Curro los invitó a embarcarse, mientras Jorge y “Tiburón” ayudaban a subir a bordo las bolsas con los equipos de buceo. En un buen inglés, con marcado acento español les informó de la duración del recorrido hasta las Islas de San Bernardo, aproximadamente unas tres horas, durante el cual podían solicitar a “Tiburón” algo de beber o de comer si así se les apeteciera. Dejando el Hotel Hilton a estribor, Curro puso rumbo a la salida de la bahía por Bocagrande. Una ligera brisa picaba la superficie cuando ya en mar abierto la “Sea Ray” navegaba velozmente S-SO en dirección al extremo occidental de las Islas del Rosario. Hora y cuarto mas tarde dejaban a babor Isla Tesoro, evitando así los peligrosos arrecifes de coral de la parte oriental. Después de una ligera corrección de rumbo, Curro entregó el timón a Jorge, dirigiéndose él a charlar con los turistas, que disfrutaban del paseo y de la soleada mañana, cómodamente sentados a proa de la lancha. La larga y monótona travesía no parecía afectar a los jóvenes norteamericanos, que cautivados por las historias de Curro apenas se dieron cuenta que llevaban navegando más de dos horas, cuando recortándose en el horizonte avistaron las primeras islas del archipiélago de San Bernardo. - El plan es el siguiente: Llevaremos el grupo a bucear frente a Isla Ceycen. De allí iremos a almorzar al Islote, y después bajaremos a Isla Palma, para que los turistas disfruten de las instalaciones de la isla, antes de regresar a Cartagena. Lo cual debemos hacer lo más tardar a las cuatro de la tarde para llegar a la bahía antes de que anochezca.

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- ¿ No es en Ceycen donde localizaste un galeón?.- Preguntó Jorge. - Veo que tienes buena memoria. Pero no encontré un solo galeón, sino tres: El Rey, La Sevillana y Marta. Los dos primeros fueron hundidos por piratas franceses y el galeón Marta se perdió durante una tempestad en Abril de 1783. De este último provienen algunas de las monedas que te mostré en mi apartamento. - ¿Y los vas a llevar a ese sitio? - Naturalmente que no. En primer lugar no hay nada que ver, sino unas cuantas maderas podridas. Y el fondo esta literalmente arrasado por las redes de arrastre de los pesqueros de Cartagena. - Mas de una moneda habrán sacada esos pesqueros en sus redes... - Puedes creértelo que así es. De hecho conocí de la existencia de esos galeones por la información que me proporcionó un amigo mío que trabaja en la empresa pesquera “Vikingos”. - Es bueno tener amigos en todas partes. ¿No es así? - Sobre todo con los patrones de pesca. Ellos saben de sitios donde frecuentemente se les enganchan las redes. Y a veces han sacado pedazos de madera, artefactos, e incluso monedas. Toda esa información es muy útil para localizar el lugar de un naufragio. - Y después llegas tú con tu magnetómetro... y haces un “barrido” del lugar. - Naturalmente. Y una vez que encuentro algo que me ayude a fechar el naufragio, le remito toda la información a mi amigo Claudio Bonifacio en Sevilla. Que en el Archivo de Indias investigará entre los legajos correspondientes a esas fechas, hasta localizar algún galeón que se perdió por los alrededores del sitio donde he encontrado el naufragio. De esta forma, con un poco de suerte es posible averiguar el nombre de la embarcación, y su manifiesto de cargo. - ¿Y toda esa información se encuentra en el Archivo de Indias? - En gran parte. Pues los españoles eran muy minuciosos en llevar control de los barcos que hacían la ruta de las Indias. Y la mayor parte de los archivos se guardan en Sevilla. Aunque también existen archivos en Simancas, la Biblioteca Nacional de Madrid y archivos particulares comolos de Medina Sidonia en Sanlucar de Barrameda. - Entonces debe ser un trabajo nada fácil.- Comentó Jorge. - Y que lo digas. Solo el Archivo General de Indias consta de mas de nueve kilómetros de estanterías y unos 43 millones de folios, procedentes en su mayoría de los organismos metropolitanos encargados de la administración colonial. - ¡Que barbaridad! Siendo así, una investigación puede durar años. - Claro que sí. Además muchos de los documentos están muy deteriorados y naturalmente manuscritos en castellano antiguo, con la intrincada caligrafía de los miles de escribanos que los redactaron. No todo el mundo puede leerlos. Y tan solo una persona como mi amigo Claudio Bonifacio, que es un experto en la materia, sabe como y donde buscar la información que necesita. No olvides que la investigación es la base de todo trabajo de búsqueda. Tanto si quieres identificar un naufragio como si buscas información sobre el lugar de hundimiento de una embarcación determinada. - Pues siendo así, ese amigo tuyo vale su peso en oro - Casi. Pues como es natural a pesar de ser mi amigo, debo pagarle por su trabajo, que a veces puede durar varios meses de exhaustiva búsqueda entre toneladas de manuscritos. Un trabajo nada fácil.

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Aproximándose a las islas de San Bernardo por el N.E podía avistarse a Sotavento la Isla Palma, a babor la Isla de Salamanquilla, y casi a proa, difuminada por la distancia la isla de Ceycen. Curro, reduciendo la velocidad de la lancha, mantuvo el rumbo manteniéndose a cierta distancia del peligroso bajo que se extendía a estribor de la “Sea Ray”, uniendo las cuatro millas que separan isla Palma de Ceycen. Todas las islas del archipiélago eran áridas, rodeadas de manglares y carentes de agua potable. La mayor parte de los nativos se concentraban en el Islote a excepción de varias familias que habitaban en isla Ceycen y las que trabajaban para Gabriel Arango en sus instalaciones de Isla Palma. Rodeando el extremo sur de la isla, la “Sea Ray” cruzó un brazo del bajo, donde la profundidad se redujo a unos escasos 2 metros y buscando el borde interior ordenó a “Tiburon” que se preparara para echar el ancla. El eco sonda de a bordo le indicó que el cantil descendía bruscamente hasta los 28 metros, por lo que poniendo los motores en punto muerto dio la orden de anclar. El agua, de un ligero tono verdoso presagiaba una visibilidad tipo 7, en la escala del 1 al 10. Por lo que considerándola suficiente para gozar de una buena inmersión, Curro invitó a los turistas a preparar sus equipos. Una vez en el agua, con Curro a la cabeza, descendieron por el pronunciado declive del cantil hacia el fondo, 28 metros mas abajo. Una variada fauna marina daba colorido a las colonias de coral, que debido a la pigmentación de las aguas adquirían un ligero tono verdoso. Aunque similares en apariencia, las caprichosas formas de estas formaciones coralinas convertían cada recodo del arrecife en un lugar único y misterioso. Siguiendo a Curro se adentraron en un desfiladero flanqueado por enormes monolitos, a los que se aferraban largas ramas de coral negro que se balancean suavemente al ritmo de la corriente. Una solitaria barracuda permanecía estática entre dos

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aguas observando con sus enormes ojos el paso de los buceadores. De repente frente a ellos el fondo pareció cobrar vida. Miles de caracolas de las conocidas como “Reinas·” de gran tamaño y elegantes formas cubrían literalmente el fondo hasta donde alcanzaba la vista. Tomando en sus manos un bello ejemplar de casi 30 centímetros, Curro indicó a los turistas componentes del grupo que podían hacer lo propio y coger un ejemplar por cabeza. Tal sugerencia fue de aceptación general, y poco después cada uno llevaba consigo uno de los gasterópodos. Estaban a punto de partir cuando un enorme tiburón nodriza hizo su aparición, navegando a escasos centímetros del fondo, y causando la consecuente alarma entre los turistas. Uno de ellos, dejando caer su caracola, quedó como petrificado por el miedo. Percatándose de ello, Curro trató de calmarlo, indicándole por señas que este tipo de tiburón es inofensivo ya que solo se alimenta de crustáceos que rompe con sus poderosas mandíbulas. Indiferente al revuelo que había causado su presencia, el tiburón nodriza siguió su camino, desapareciendo en la distancia. Llevaban media hora de inmersión cuando Curro dio orden de regresar. Dirigiéndose hacia el S.W empezaron a ascender por el cantil que por ese lado era prácticamente una ladera, en suave ángulo ascendente, cubierta de coral del conocido como “cuerno de ciervo”. Minutos después, sobre el bajo, a una profundidad de 4 metros. Curro se orientó con la brújula y tomando un rumbo de 210º S SW, se dirigió al hacia donde sabía se encontraban los restos del galeón “La Estrella”. Allí entretendría al grupo mientras acababan las reservas de aire de sus botellas. Esos minutos a poca profundidad servirían también para eliminar todo rastro de nitrógeno residual que pudiera contener la sangre de alguno de los turistas. El paisaje submarino cambió radicalmente. Como si se tratara de un blanco sudario los restos de coral muerto y "caracolejo" cubrían el fondo arenoso. Algunas colonias de algas entre las que jugueteaban peces multicolores daban una cierta nota de color a la

Islas de San Bernardo – Isla Ceycen – galeón La Estrella

monotonía del fondo.

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A un centenar de metros del cantil, destacando claramente en la ininterrumpida planicie, un túmulo de unos 40 metros de largo por varios de ancho señalaba el lugar donde reposaban los restos del galeón “La Estrella”. Las anclas y los cañones que un día marcaran el lugar, hacía tiempo habían sido rescatados por los nativos y vendidos a Gabriel Arango como piezas de decoración para su isla. Fragmentos de ánforas y cerámica se mezclaban con los restos de coral muerto que cubrían el fondo. Seguido del grupo, Curro se acercó a la tumba del que en otra época fuera orgulloso galeón de la Flota de Tierra Firme. Por doquier se podían apreciar los socavones realizados por los ocasionales buscadores de tesoros locales. Algunos de los turistas, dejando a un lado las caracolas empezaron a rebuscar entre la arena y el detritus de coral, recogiendo pequeños trozos de ánforas cual si fueran tesoros de incalculable valor. Pasada media hora, y ya en los últimos minutos de reserva de aire, Curro dio la orden de subir a la superficie. “Tiburón”, que a unos 50 metros de distancia los vio salir, sacó apresuradamente el ancla, y con Jorge al timón de la “Sea Ray” pusieron proa hacia donde se encontraba Curro con el grupo, flotando confortablemente gracias a los chalecos de compensación. Ya a bordo, y mientras los turistas comentaban las incidencias de la inmersión, mostrándose los unos a los otros sus “tesoros”, Curro puso rumbo al Islote, la más pequeña de las islas del archipiélago, pero que paradójicamente alberga la mayor comunidad indígena de San Bernardo. El Islote, como su nombre indica no era más que eso, una formación coralina, apenas un par de metros sobre el nivel del mar, y unos dos mil metros cuadrados de superficie, totalmente cubiertos por rústicas construcciones, separadas entre sí por estrechas callejuelas de caprichoso trazado. Curro arrimó a la lancha a uno de los embarcaderos de madera, junto al cual, un vertedero de miles y miles de caracolas indicaban la abundancia de este molusco en estos parajes, y la curiosa manera que tenían los nativos para ganar tierra al mar, usando generación tras generación sus desechos de pesca como relleno. La llegada del grupo tuvo una calurosa acogida por parte de los habitantes del Islote. Un anciano, enjuto y seco como una caña, se acercó a Curro, dándole la bienvenida y ofreciéndole los servicios del único restaurante del lugar, propiedad de su hija. Indicando a “Tiburón” que se quedara al cuidado de la lancha, Curro invitó a Jorge y a los turistas a seguirle. Y guiados por el anciano se dirigieron por las estrechas callejuelas hacia la parte norte de la isla, despertando a su paso la curiosidad del vecindario. Un grupo de ruidosos chiquillos se unió a la comitiva, siguiéndoles a cierta distancia. Un chamizo de caña y palma, un fogón, tres mesas y unas cuantas sillas componían el “restaurante”. Frente al fogón, una negra entrada en años y en carnes revolvía en una sartén una “fritanga” de pescado. Al ver llegar al grupo se limpió las manos en un sucio delantal y se acercó a Curro. - Buenos días “señó”. ¿ Quieren almorzar?. Ahora mismo estaba “fritando” unos “pargos” muy frescos. Pero si quieren alguna otra cosa tenemos “caracol”, o si lo prefieren unas langostas.- Ofreció mientras arreglaba con la ayuda del anciano el “comedor”, juntando las tres mesas y poniendo las sillas a su alrededor. - Para empezar tráiganos unas cervezas y unas “coca colas”. Y para comer nos prepara una langosta para cada uno, unos filetes de “caracol”, y una ensalada. Pero el caracol, mande a alguien para que traiga los que tenemos en la lancha, pues sería una pena desaprovecharlos. - Yo iré a buscarlos.- Se ofreció el anciano - Está bien. Y dígale a “Tiburón” que nos espere en la lancha, que le mandaré allí su

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almuerzo. Mientras el anciano iba a buscar las “caracolas”, la negra con la ayuda de uno de los chiquillos sacaron una “nasa”, sumergida junto al “restaurante”, y abriéndola extrajo una a una ocho langostas de buen tamaño, echándolas en una canasta. - ¡Que sean nueve!.- Advirtió Curro, que como el resto del grupo observaba los movimientos de la obesa dueña del “restaurante”. Esperando que les preparaban el almuerzo Curro se sentó a la mesa con los turistas explicándoles en inglés la forma típica de los nativos de las islas de preparar las caracolas. - ¡Just like home!.- Exclamó una de las mujeres, que por lo visto era nativa de Key West, en la Florida, donde el filete de caracol es considerado poco menos que “plato nacional”. - ¡Parece que les ha gustado el “menú”!. – Comentó Jorge. - Bueno. No todos los clubs de buceo dan langosta para almorzar. Y cliente satisfecho, trae más clientes.- Respondió Curro sin poder reprimir una alegre carcajada. Poco después llegaba el anciano con las “caracolas”. Las colocó junto al fogón, y con la ayuda de un cuchillo procedió a extraerles el caracol con una destreza que causó mas de un murmullo de admiración por parte de los turistas. Cortándolos en finos filetes, los puso sobre una gran piedra plana donde los ablando a golpes con la ayuda de un grueso palo de madera. Terminada la operación, los lavó cuidadosamente amontonándolos en una bandeja, donde los roció generosamente con zumo de limón. Mientras tanto su hija, que había puesto una gran olla al fuego esperó que hirviera el agua para echar en su interior las langostas. Y colocando una plancha de hierro en el fogón derritió mantequilla con ajo sobre ella para saltear los filetes de caracol. Ya habían dado buena cuenta de un par de cervezas cuando la “cocinera” colocó sobre la mesa una enorme fuente llena de rojas langostas. Seguidamente trajo la ensalada y otra fuente, no menos grande con los filetes de caracol que despedían un apetitoso aroma a ajo. Viendo los gestos de satisfacción de los turistas, Jorge no pudo menos que comentar: - Están disfrutando más que si estuvieran en un restaurante de cinco estrellas. - ¡ No lo dudes!.- Contestó Curro.- Nosotros no nos damos cuenta, porque lo tenemos al alcance de la mano. Pero para ellos esto es una versión tropical del Paraíso. Después de dar buena cuenta del suculento almuerzo, Curro pidió unos “cocos locos”, lo cual alegró aún más al grupo de turistas. Pero considerando que aun debían visitar isla Palma antes de iniciar el regreso a Cartagena, Curro juzgó oportuno despedirse del anciano y su hija, pagar la cuenta y regresar a la lancha, donde esperaba “Tiburón”. Media hora de travesía y las construcciones de isla Palma podían claramente distinguirse a proa. Rodeando la isla por su parte S.W Curro se acercó al largo embarcadero, acondicionado para albergar una docena de embarcaciones de buen tamaño. Tan pronto hubieron atracado, dos guardias de seguridad se acercaron. Y estaba Curro a punto de explicarles que era invitado del señor Arango, cuando un robusto negro de mediana edad pulcramente vestido de blanco se aproximó. - Buenos días “señó” Curro. Tanto tiempo sin verlo. ¿Viene de Cartagena?. - Sí, Felipe. He traído este grupo a bucear a San Bernardo y me gustaría enseñarles la isla. Y don Gabriel. ¿No viene por aquí?. - El “señó” Arango hace sus días que no viene. Ahora creo que sé encuentra en Medellín. Pero desembarque, y mostraré la isla a sus amigos.

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Siguiendo al servicial mayordomo, se internaron por la senda de acceso al monumental bohío que hacía las veces de hotel y restaurante. Un enorme porche, cubierto de hamacas multicolores daba entrada al salón de recepción, decorado en un exquisito estilo marinero, con antigüedades y cuadros por doquier. Un doble canal repleto de peces de las más diversas especies bordeaba el camino hacia el bar restaurante, en el que proliferaban modelos a escala de naos, galeones, bergantines y fragatas. En el centro de la estancia, una sirena en bronce, sosteniendo una caracola de la que fluía el agua que iba a derramarse en el canal. A la izquierda una gran escalera que llevaba a los pisos superiores, donde se encontraban los dormitorios, veinticinco de ellos, decorados con motivos diferentes, aunque manteniendo su ambiente marino y provistos de “jacuzzi” y T.V. Frente a cada ventanal loros y guacamayos de policromo plumaje caminaban sobre la baranda de la terraza que rodeaba toda la edificación. Junto a la terraza, una ciénaga artificial daba albergue a un centenar de flamencos. Saliendo del edificio se adentraron por un camino flanqueado por palmeras hasta desembocar en una cala en forma de media luna, en el centro de la cual se dibujaba contra el azul del cielo la silueta de un galeón. - Es una réplica exacta de un galeón español del siglo XVII.- Explicó el guía.- En su interior, y bajo la línea de flotación se han construido seis dormitorios completamente acondicionados y provistos de ventanales para observar la vida submarina del arrecife. La cubierta superior la ocupa un bar restaurante y los servicios. - Pasar una noche ahí será como dormir en un acuario.- Interrumpió Jorge. - Aún mejor. Por las noches, gracias a dos potentes focos a ambos lados del ventanal se puede iluminar el arrecife, lo que atrae toda clase de peces. - Lo malo será cuando se levante un temporal de los que a veces soplan por aquí.Continuó Jorge. - No hay cuidado. El galeón esta construido sobre una sólida base de cemento, y además como ven se encuentra en la parte interna del arrecife, a resguardo de vientos y mar gruesa. Si quieren visitarlo, la lancha de servicio nos llevará a bordo. - ¡Estupendo!.- Exclamó Curro.- Lo malo es que estos turistas van a querer quedarse a dormir aquí. - ¡A mí no me importaría!.- Intervino Jorge.- Una noche ahí debe ser una experiencia difícil de olvidar. - Estoy seguro de ello. Pero por esta vez va a ser imposible. No olvides el trabajo que nos espera mañana. Y quedarnos en las islas a pasar la noche complicaría las cosas. Además no creo que los turistas estén dispuestos a pagar lo que cuesta pasar una noche en este lugar. - Oh. Por eso no se preocupe “señó” Curro, que don Gabriel me dejó ordenado atenderlo siempre que viniera a la isla. - Gracias Felipe. Eso es muy generoso por parte de Gabriel. Pero no quiero abusar de su hospitalidad. Y por otra parte debemos regresar a Cartagena, pues tengo trabajo pendiente. - Bueno. Pero no olvide venir a visitarnos más a menudo. - Así lo haré. Y ahora subamos al galeón. Pues yo también tengo curiosidad por verlo, ya que la última vez que estuve por aquí apenas habían iniciado su construcción. A una llamada del silbato de marino que Felipe llevaba al cuello, dos negros ataviados como bucaneros se acercaron en una lancha a remos. Una escala de madera adosada a un costado del galeón permitía el acceso del embarcadero a la cubierta superior. El cuidado que el constructor había tenido para con los más mínimos detalles era asombroso, y el efecto conseguido no podía haber sido más

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real. Incluso el bar restaurante construido en el castillete de popa no desentonaba en absoluto con el resto de la decoración. Siguiendo a Felipe descendieron a la cubierta inferior donde se encontraban los dormitorios. Un estrecho y bien iluminado pasillo recorría el galeón de proa a popa. Seis puertas de sólida madera daban acceso a otras tantas habitaciones. Dos camas de estilo colonial, una mesa y dos sillas del mismo estilo componían todo el mobiliario. Cuadros y lámparas de motivos marinos daban un aire agradable y acogedor a la estancia. Al fondo un ventanal de unos tres metros cuadrados permitía una fascinante vista del fondo del arrecife. - Por las noches se encienden los focos apretando este “suitche”. - Informó Felipe mostrando el interruptor junto a la mesita de noche. - Pues yo no creo que pudiese dormir con un tiburón mirándome desde el otro lado de esa ventana.- Bromeó Jorge - .Un sistema de aire acondicionado central asegura la ventilación de los dormitorios, y una línea telefónica conecta cada una de ellos con el servicio de habitaciones situado en el bar restaurante. - ¡Fantástico!.- Exclamó Curro.- El sitio ideal para pasar una noche con alguien especial. - Sí. Luna de miel en el puente de mando del “Nautilus”, teniendo como audiencia los peces del arrecife.- Comentó Jorge, soltando una carcajada. Terminado el recorrido, el grupo fue devuelto a tierra. Y Felipe internándose por una senda entre los arbustos invitó a Curro y a los turistas a que le siguieran. El paso de la comitiva fue acogido con ruidosa algarabía por un grupo de monos que saltaban de rama en rama entre la lujuriosa vegetación. - Hay unos doscientos por toda la isla.- Explicó Felipe.- El “señó” Gabriel los hizo traer del Chocó y del Amazonas. También hay venados de los LLanos Orientales, Flamencos, Guacamayos y toda clase de pájaros. Todos ellos controlados por un veterinario y cuidados y alimentados por un grupo de trabajadores especialmente contratados para ello.

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- Debe costar un dineral el mantenimiento de todo esto.- Comentó Jorge - El “señó” Gabriel es una persona muy rica.- Contestó Felipe. De repente, después de doblar un recodo, el sendero terminaba abruptamente en una enorme roca, tallada como una calavera, que medio oculta entre la maleza circundante parecía haber sido extraída de alguna vieja historia de piratas. - Esta es la discoteca de la isla.- Explicó Felipe, sin poder ocultar una sonrisa al ver la cara de asombro de algunos de los turistas. Y sacando un enorme llavero, escogió una de las llaves que introdujo en la cerradura del sólido portalón de madera. Adelantándose a prender las luces, invitó al grupo a que entrara. El local, de unos 200 metros cuadrados había sido decorado para que pareciera el interior de una cueva de contrabandistas. La barra construida sobre barriles, antorchas en las paredes, una docena de mesas y sillas de rústico aspecto, sables y mosquetes, y hasta un enorme cofre junto a un sillón y candelabros que muy bien pudieran haber sido parte del botín de un pirata. Todo ello, magistralmente iluminado desde diferente direcciones producía un efecto tan real, que hizo lanzar a Curro un silbido de admiración. -¡ Parece el decorado para una película de piratas!. - Pues no anda “usté” muy descaminado, “señó” Curro . Don Gabriel hizo venir a un “gringo” de “Jolivud” para que le hiciera todo esto. - ¡Verdaderamente impresionante!.- Corroboró Jorge. Continuando su paseo, se detuvieron en una pequeña aldea, especialmente construida para los trabajadores y sus familias, donde también se encontraban las plantas desalinizadora y eléctrica que surtían de agua potable y energía a la isla. Y eran ya pasadas las cinco de la tarde cuando de vuelta en el embarcadero subieron a bordo de la “Sea Ray” para iniciar el viaje de regreso a Cartagena. El Sol, casi tocaba ya la línea del horizonte, bañando en oro los viejos muros del castillo de San Fernando. Curro, reduciendo la velocidad de la lancha se adentró por el canal de Bocachica, bordeando la Isla de Tierra Bomba, a resguardo de las rachas de viento del norte que le habían forzado a navegar cerca de la costa para evitar el fuerte oleaje de mar abierto, retrasando con ello en más de dos horas su regreso a la bahía de Cartagena. Aun dentro de la bahía el mar estaba bastante picado, por lo que al poner rumbo al Laguito, con viento en proa, Curro se vio obligado a reducir aun más la velocidad de la “Sea Ray”. Finalmente atracaron en el muelle del Hotel Caribe, donde desembarcó el grupo de turistas. - Ya no tendremos otro grupo hasta la semana que viene.- Comentó Curro mientras se dirigían a la marina Santa Cruz. - ¡Estupendo!.- Exclamó Jorge.- Así podremos dedicar toda la semana a lo que nos interesa. - Si el viento nos lo permite.- Contestó Curro.- Pues me temo que el tiempo empeore, lo cual nos obligaría a quedarnos en tierra. - Ojalá te equivoques, yo ya le estaba tomando gusto a eso de sacar bolsas llenas de monedas. - No te preocupes. Pues si han esperado doscientos años para ser rescatadas, igual pueden esperar unos días más. De todas formas no se van a mover de donde están. Si es que hay más... - Hombre. No seas pesimista. Seguro que hay muchas más, esperando que lleguemos nosotros a recogerlas.

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Apenas habían atracado al muelle de la marina Santa Cruz, cuando Nicolás, uno de los mecánicos adjuntos a la marina se acercó, ayudando a “Tiburón” a tensar las amarras y a desembarcar los equipos. - Si hubieran llegado hace una media hora se hubieran encontrado con los “tombos”. – Comentó mientras descargaba una de las bolsas en el embarcadero. - ¿La policía?.- preguntó Curro mostrando su sorpresa.- ¿Y que querían?. - Estuvieron preguntando sobre “usté” y su lancha. Que si sabíamos a donde iba a bucear. Que si le habíamos visto desembarcar ánforas y cosas así. Incluso se interesaron por la taquilla donde guarda el equipo. - ¡Que raro!.- Exclamó Curro.- ¿Qué mosca les habrá picado?. Siempre les ha dado por molestarme y meter las narices tratando de averiguar lo que hago. Una vez, incluso me pararon llevando un grupo de turistas a las islas... - - Además venía con ellos uno de la naval, que era el que hacía las preguntas.Interrumpió Nicolás. - Eso ya me gusta menos. ¿Qué pensarán que estoy haciendo?. Creo que voy a tener que hablar con un comandante amigo mío de la Base Naval para que me explique a que viene todo esto. No había terminado Curro de hablar, cuando fue súbitamente interrumpido por el estruendo de una fuerte explosión. -¡ Parece una bomba! ¡ Y aquí cerca!.- Exclamó Jorge con la voz trémula por el sobresalto En efecto, una nube de polvo y humo se elevaba entre los árboles del vecino barrio de Manga. Y no tardaron en oírse voces que gritaban: - ¡Una bomba! ¡Una bomba! ¡ Han puesto una bomba en las oficinas del D.A.S!. - ¡Otra bomba!. Eso debe ser obra de Pablo Escobar y los “narcos” de Medellín.Comentó Jorge. - O las guerrillas.- Añadió “Tiburón”. - Bueno. Sea quien sea, no me voy a quedar a averiguarlo. Así que mejor nos vamos antes de que esto esté lleno de policías haciendo preguntas. Y todos sabemos la forma que tiene esa gente de preguntar en circunstancias como ésta. - Pero ahora no se podrá pasar por Manga... - Ya lo sé. Por eso será mejor salimos por Bazurto.- Contestó Curro.- Así dejaremos a “Tiburón” cerca de su casa. Mientras conducía junto a la cercana estación de policía, Curro pudo observar el enorme revuelo y despliegue de efectivos que la Policía Nacional estaba efectuando a raíz de la explosión, que como supieron más tarde había destruido gran parte de las dependencias del D.A.S ( Dirección Administrativa de Seguridad). Ya cerca del mercado de Bazurto, Curro detuvo el “jeep” a un lado de la carretera. Y abriendo uno de los bolsillos de su bolsa de buceo, sacó dos abultados sobres que entregó a Jorge y “Tiburón”. - Ahí hay 165.000 pesos para cada uno. Ayer vendí cinco monedas a Arturo “el anticuario”. Y esa es la parte que os corresponde. - ¡Gracias, patrón!. Exclamó “Tiburón”, abriendo sus ojos como platos al ver el grueso fajo de billetes. - ¿Toda esta “plata” por solo cinco monedas?. ¡Entonces las bolsas que tenemos escondidas deben valer unos cuantos millones!. - Sin duda alguna.- Contestó Curro.- Por eso debemos mantenerlo en secreto. O nos arriesgamos a perderlo todo. - ¿Y Arturo el anticuario, no comentará nada?.- Preguntó Jorge

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- Es más reservado que una tumba. Por ese lado no tenemos por que preocuparnos. - Bien, patrón. Yo me quedo aquí.- Intervino “Tiburón” señalando a la entrada del mercado de Bazurto.- Voy a usar parte de esta “plata” para llevar un buen “mercado” a la casa. ¿Entonces, mañana a las siete?. - Si, y espero que amaine un poco la brisa. Si no va a ser problemático fondearse en Salmedina. Y saltando del “jeep”, “Tiburón” se perdió entre la multitud que abarrotaba la entrada del mercado. Habían conducido apenas un par de kilómetros entre el intenso tráfico de la avenida Pedro de Heredia, cuando la imponente mole del castillo de San Felipe de Barajas apareció como un gigante en la tenue luz del crepúsculo. - ¡Impresionante!.- Exclamó Curro.- Cada vez que paso junto a San Felipe me causa una sensación tan fuerte que casi puedo ver bucaneros y corsarios tratando de tomarlo por asalto. - Y que nunca consiguieron.- Intervino Jorge.- Pues ni siquiera el mismo Simón Bolívar pudo hacerlo. - Muy cierto. Desde luego los españoles construyeron una verdadera fortaleza donde poner a buen recaudo su oro. Cavando además kilómetros de túneles y galerías subterráneas como vías de escape, que según tengo entendido llegan hasta la Catedral y el Palacio de la Inquisición. Y sé dice de otra que llega hasta Tierra Bomba por debajo de la bahía, aunque esto me parece ya una exageración. - Yo también he oído algo sobre ese túnel. Así como que han encontrado oro en algunas de esas galerías. - Eso si es verdad.- Contestó Curro.- Hace apenas unos meses, un obrero que se encontraba trabajando en uno de los túneles encontró varias barras de oro, que naturalmente le fueron “decomisadas “ por la policía. Y él siguió tan pobre como antes. - Pues si esa historia es triste, peor aún es la de la costurera de mi abuela: Ella tenía un “ranchito” por aquí cerca. Y todas las tardes se sentaba en su mecedora a coser sobre una gran piedra que estaba en el patio. Pero como eran muy pobres alquilaron parte de la casa a un matrimonio, que con el fin de construir otra habitación para sus hijos. Quitaron la piedra donde la vieja se ponía a coser, encontrando un baúl lleno de monedas de oro y plata enterrado debajo. Entonces empezaron pelear, discutiendo a quien le correspondía el tesoro, y formando tal alboroto que llegó la policía, deteniendo a los beligerantes y llevándose el baúl, como “cuerpo del delito”. - Eso es como para volverse loco.- Comentó Curro. - Pues eso fue exactamente lo que pasó. Desde ese día, la vieja costurera está internada en un manicomio. Y el sargento de la policía que los detuvo, se compró varios apartamentos en Bocagrande y ahora está viviendo de las rentas. - ¡Pobre mujer!.- Exclamó Curro mientras sorteaba hábilmente a un carro arrastrado por un famélico burro, que indolentemente cruzaba el puente Chambacú. Frente a él la estatua en bronce de la India Catalina, traductora y amante del fundador de Cartagena, don Pedro de Heredia, erguida, mirando al cielo, parecía querer ignorar el ruido y el caos del tráfico a sus pies. - A mí me puedes dejar frente a la Puerta del Reloj.- Solicitó Jorge señalando a la antigua puerta de acceso a la ciudad amurallada.- ¿Entonces, mañana a las siete?. - Si, y no olvides traerte un par de bolsas de buceo para llenarlas de monedas.- Bromeó Curro, despidiéndose de su amigo y arrancando en dirección a Bocagrande.

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Capítulo IX.- La Tempestad

Cartagena – Castillo de San Felipe de Barajas

El fuerte oleaje golpeaba el costado de estribor de la “Sea Ray”. Negros nubarrones y esporádicas ráfagas de viento presagiaban un empeoramiento del tiempo. Muy a pesar de lo cual Curro había decidido zarpar de la marina Santa Cruz y aventurarse en mar abierto hacia el bajo de Salmedina. Ocasionalmente, la proa de la lancha se hundía en las olas, bañando a sus tres ocupantes en una fina lluvia de agua de mar. - No creo que podamos fondearnos en él bajo.- Exclamó ”Tiburón”, limpiándose con el dorso de su mano el agua salada, que chorreando por su cara, le entorpecía la visión y le producía un desagradable escozor en los ojos. - Ya que estamos aquí, echemos un vistazo. Y si vemos que bucear es imposible, nos regresamos.- Gritó Curro, en su puesto, tras el timón de la “Sea Ray”. - Con este tiempo no creo que podamos ni acercarnos al bajo.- Comentó Jorge. En efecto, el faro de Salmedina, a una media milla de distancia, aparecía y desaparecía cada vez que la lancha subía y bajaba la cresta de una ola. Curro bordeó el bajo, buscando las zonas de mayor profundidad, donde el oleaje fuera menor. Al llegar al extremo sur de Salmedina tomó las coordenadas en el G: P:S: comprobando que se encontraba muy cerca del lugar de hundimiento del bergantín. La brisa, y la corriente, proveniente del Norte levantaban olas de dos metros, que sin romper debido a la profundidad se dirigían velozmente hacia el Sur. - Bueno. Creo que ya que hemos venido hasta aquí podemos intentar una inmersión. Aunque debemos tomar nuestras precauciones, pues estoy seguro nos vamos a encontrar corrientes muy fuertes. Así que cuando eches el ancla dale mucha cuerda. – Advirtió a “Tiburón”. Una vez hubieron anclado sobre el sitio del naufragio, Curro y Jorge se lanzaron al agua. Siendo arrastrados por la fuerte corriente. Por lo que no sin ciertas dificultades descendieron agarrados a la cuerda del ancla.

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Pronto la familiar silueta del cañón apareció frente a ellos. Luchando contra la corriente Curro orientándose con brújula, se dirigió seguido a poca distancia por Jorge hacia el NO. Una zona que aun no habían “barrido” con los detectores. Decidiendo por precaución no alejarse demasiado del lugar donde había caído el ancla, Curro comenzó a “barrer” el área situada entre dos enormes rocas. Jorge, a pocos metros de distancia hacía lo propio. Habían trabajado gran parte del área, cuando el detector de Curro dio su primera lectura. Señalizándola con una boya, Curro buscó a Jorge con la mirada, viendo que él también se había desprendido de una de sus boyas y proseguía su búsqueda. Apenas se había separado unos metros hacia el lugar donde se encontraba Jorge, cuando el detector pareció volverse loco. En una amplia área de unos 400 o 500 m2 la luz roja del indicador no cesaba de parpadear señalando una lectura tras otra. Jorge, febrilmente empezó también a señalizar una lectura tras otra. Y así en pocos minutos ambos amigos habían colocado todas las boyas. Además, Jorge en la última lectura de su detector, había encontrado medio ocultas en un resquicio de la roca, dos monedas de oro de 4 escudos, que ahora mostraba a Curro en la palma de su mano, demostrando su alegría con tal suerte de muecas y piruetas, que Curro no pudo reprimir una carcajada,transformada en una nube de burbujas que rápidamente ascendieron hacia la superficie. Comprobando que por su reloj llevaban casi 20 minutos de inmersión, Curro hizo señas a Jorge de subir hacia a la lancha. En la corta parada de descompresión, fueron zarandeados de tal forma por la fuerte corriente, que se vieron obligados a afianzarse de pies y manos a la cuerda del ancla. Y ya en superficie Curro pudo comprobar que a pesar de todo, el tiempo no había empeorado desde el comienzo de la inmersión. Por lo que agarrado a la borda y sin salir del agua entregó el detector a “Tiburón” pidiéndole una nueva botella, dos bolsas, cinceles y martillos. -¿ Va a bajar de nuevo, patrón?. – Preguntó. - Sí. Hemos dejado un montón de boyas ahí abajo. Y quiero terminar el trabajo antes de que empeore el tiempo. De todas formas prepara también el “cabo guía” que usamos en Burbujas. Así si las cosas se ponen feas no tendremos problemas para regresar a la lancha. - ¿Y que haremos con lo que saquemos?.- Preguntó Jorge mientras trataba de desembarazarse de su equipo con una mano. - Lo dejamos escondido junto al cañón, y ya volveremos mañana u otro día para llevarlo a la cueva del mero. - ¿Las monedas de oro también?.- Pregunto de nuevo Jorge, golpeando con la palma de su mano el bolsillo de su chaleco donde guardaba las monedas que había encontrado. - No, esas nos las llevamos con nosotros a Cartagena.- Respondió Curro mientras se colocaba la nueva botella. Minutos después se sumergían de nuevo arrastrando tras de sí el “cabo guía”, que como un cordón umbilical, los unía a la lancha. Sin dificultad alguna llegaron al sitio donde las dos docenas de pequeñas boyas rojas se mecían a merced de la corriente como amapolas movidas por el viento. Pronto el cincel y el martillo entraron en acción descubriendo a los ojos de los submarinistas monedas, barras de plata, un enorme plato de plata labrada, una larga cadena de oro y 18 monedas de 4 y 8 escudos de oro. Todo, menos estas últimas que Jorge y Curro guardaron en los bolsillos de sus respectivos chalecos de compensación

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fueron a parar a la bolsa. Terminado el trabajo, la llevaron a la grieta junto al cañón, donde la ocultaron cubriéndola con rocas y coral muerto. Apenas había colocado Curro la última piedra, cuando un fuerte tirón al cabo guía le indicó que “Tiburón” les apremiaba a regresar a la lancha. Ya en la cota de descompresión pudieron apreciar que el tiempo había empeorado notablemente. Por lo que a pesar de no haber completado las paradas de descompresión Curro consideró que sería prudente arriesgarse con los restos de nitrógeno residual que pudieran contener en la sangre, y ascender a superficie. En efecto, el temporal había cobrado fuerza, y empeoraba por momentos. Estaba Curro, agarrado a la borda de la lancha, intentando subir, cuando una ola le golpeó con fuerza arrojándolo de nuevo al mar. Viéndose arrastrado por la corriente, trato de agarrarse a la cola de uno de los motores, con tan mala fortuna que una de las palas de la hélice le golpeó en un hombro, desgarrando su traje de neopreno, y produciéndole un intenso dolor. Afortunadamente “Tiburón” se dio cuentea de ello, y agarrándolo por los tirantes del chaleco de compensación, con un poderoso esfuerzo, le ayudó a subir a bordo. Ayudado por Jorge se desembarazó del equipo, y apretando una toalla contra su hombro para detener la hemorragia se sentó al timón de la “Sea Ray”. Los motores rugieron al unísono mezclándose con el fragor de la tempestad. -¡ Saca el ancla! ¡Ahora!.- Grito a “Tiburón” que en proa, forcejeaba con la cuerda del ancla. Mientras que él, manteniendo la lancha a baja velocidad trataba de facilitar la operación. Una enorme ola rompió frente a la proa de la lancha bañándolos literalmente y arrojando a “Tiburon” y al ancla sobre cubierta en un amasijo de cuerdas y equipos. - ¡ Larguémonos de aquí antes de que nos vayamos a pique!.- Gritó mientras conducía la lancha fuera del bajo y de las peligrosas olas que rompían sobre él. Subiendo y bajando las olas como si de una montaña rusa se tratara, y con la lancha inundada hasta media pierna puso rumbo a la entrada de Bocachica. -¡ Gracias a Dios que las bombas de achique funcionan a la perfección!.- Exclamó Jorge con un ligero temblor en su voz. - Sí. Pero de nada habrían servido si una de esas olas nos hubiera caído de lleno encima. Conforme se alejaban de Salmedina el tiempo continuó empeorando. Un fuerte aguacero se unió al viento casi huracanado, dificultando la visión y golpeando irremisiblemente a los tres ocupantes de la “Sea Ray”. - ¡Nos hemos salvado por milagro!.- Exclamó Jorge, limpiándose el agua que chorreaba por su cara.- ¡Unos minutos más en Salmedina y no lo contamos!. - Y la culpa es mía.- Contestó Curro.- Por no prevenirlo. Deberíamos habernos quedado en la Marina Santa Cruz. Pero la fiebre del oro cegó mi buen juicio. Gracias a Dios logramos salir de Salmedina sin mayores percances. Apenas había hablado cuando una ola golpea a la lancha de costado casi haciéndola zozobrar. - ¡ Esta maldita lluvia. No me deja ver la dirección en la que vienen las olas.- Farfulló Curro, corrigiendo el rumbo de la “Sea Ray”. Un reguero de sangre empezó a salpicar el cuadro de mandos al haber dejado caer la toalla cuando realizaba la maniobra. Jorge, al darse cuenta de ello la recogió volviéndosela a poner sobre el hombro y ejerciendo presión con la palma de su mano para contener la hemorragia. - Si quieres, déjame el timón, y yo manejaré la lancha.- Propuso a Curro.

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- No. Estoy bien. Además no falta mucho para llegar a Bocachica. “Tiburón”, también insistió en que le dejara conducir la lancha, a lo que Curro volvió a negarse. - Cuando lleguemos a Bocachica te cederé el mando. Pero por ahora estoy bien. Apenas habían doblado la Punta de Tierra Bomba aproximándose al canal de Bocachica el estado del mar pareció mejorar un poco debido a la protección de la isla contra los vientos del norte. Ya dentro de la bahía, Curro redujo la velocidad de la lancha, y colocando los motores en punto muerto cedió el timón a “Tiburón”, mientras que con la ayuda de Jorge se dispuso a examinar la herida del hombro. El golpe contra la pala de la hélice le había producido un corte de unos 10 centímetros desde el omoplato derecho hasta la junta del hombro, lo suficientemente profundo como para necesitar unos puntos de sutura. Y aunque continuaba sangrando, el corte no parecía haber afectado ninguna vena ni arteria. - Tienes que ir al hospital para que te curen y cosan la herida.- Comentó Jorge. - ¿Tan profunda es?.- Preguntó Curro, tratando de apreciar el daño mirando por encima del hombro. - Desde luego te van a tener que dar unos puntos. Así que mejor te llevamos directamente a Urgencias. Y dirigiéndose a “Tiburón”.- Sugirió: - Creo que lo mejor es llevarlo directamente al Hospital Bocagrande, ya que podemos atracar justo frente a la entrada de Urgencias. - ¡Que mala suerte!.- Exclamó Curro.- Eso significa que no podré bucear por lo menos durante los próximos diez o quince días. - Bueno. En medio de todo puedes considerarte afortunado. Pues si la hélice te hubiera caído directamente sobre el hombro te habría seccionado el brazo. Y si hubiera sido sobre la cabeza, ahí se habrían acabado tus días como cazador de tesoros. - Tienes razón. Mirándolo bien mi Angel de la Guarda me ha debido estar protegiendo. Además hemos conseguido un tesoro nada despreciable. Pues las monedas de oro valen una pequeña fortuna. Y eso sin contar la bolsa que dejamos en Salmedina. Por otro lado, así tendré mas tiempo para negociar un buen precio por ellas. Y como dice el refrán: No hay mal que por bien no venga... Fondearse en Castillo Grande frente al Hospital Bocagrande no fue tarea fácil. El furioso temporal, aunque con menor intensidad, azotaba también el interior de la bahía de Cartagena. Por lo que se vieron obligados a echar ancla a cierta distancia del malecón frente al hospital. Y dejando a “Tiburón al cuidado de la lancha Jorge y Curro se echaron al agua viéndose obligados a nadar los 50 metros que los separaban de la orilla. El contacto del agua salada con la herida hizo lanzar a Curro un grito de dolor. Minutos después se encontraban frente a la puerta de Urgencias. El aspecto de los dos amigos no era lo habitual en un hospital: Descalzos, chorreando agua y enfundados en sus trajes de neopreno, se acercaron al mostrador de recepción. La joven enfermera al ver la sangre que corría por el hombro de Curro se apresuró a llamar a uno de los doctores de guardia, que sin mas dilación acompañó a Curro a una pequeña sala, donde le indicó que se descubriera el torso y se tumbara boca abajo en una camilla. Después de limpiar y desinfectar la herida procedió a suturarla, para terminar aplicándole una pomada, cubriéndola con una gasa y esparadrapo - No es muy profunda, pero aún así, he preferido cerrarla con unos puntos.

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Y por lo que veo se hirió buceando. Si fue con algún coral le voy a recetar un tratamiento de antibióticos, para evitar la posible infección. - No ha sido con ningún coral sino con la hélice de la lancha, que me golpeó al subirme a bordo. - De todas formas, como precaución, voy a recetarle un antibiótico.- Contestó el doctor sacando su libreta de recetas. Y vuelva por aquí dentro de cuatro días para quitarle los puntos. - Muy agradecido, doctor.- Contestó Curro. ¿Y cuando cree que podré volver a bucear?. - No antes de dos semanas. Hasta que esté completamente cicatrizada la herida. Al salir a recepción se percataron de que ninguno llevaba dinero para pagar la cuenta. Por lo que Jorge se vio obligado a nadar hasta la lancha y regresar con el importe de la factura. Y ante la imposibilidad de que Curro se embarcara, acordaron que “Tiburón” se fuera solo en la “Sea Ray” y coger ellos en un taxi hasta la Marina Santa Cruz. - ¡ Dos semanas!.- Refunfuñaba Curro, mientras el taxi los conducía a través de Bocagrande hacia el barrio residencial de Manga donde se encontraba situada la Marina.- Una semana me parece bien, pero dos es demasiado. - Pues desgraciadamente es así. Aunque, si te parece bien yo podría bucear con “Tiburón”, mientras tú estas en la lancha.- Propuso Jorge. - Podría ser una solución. Aunque esos trabajos prefiero hacerlos yo personalmente. Pero viendo que el taxista estaba muy atento a la conversación, Curro dio un codazo a Jorge indicándole que no comentara nada más sobre el particular. Cuando llegaron a la Marina Santa Cruz, “Tiburón” ya había desembarcado los equipos, y estaba alineando cuidadosamente las botellas para guardarlas en la pequeña habitación que para tal propósito tenían alquilada en la Marina. - ¿Cómo se encuentra, patrón?.- Preguntó nada más verlo llegar. - - Ha sido poco más que un rasguño.- Contestó Curro.- Pero no podré bucear por lo menos en una semana. - Dos semanas, según el doctor.- Intervino Jorge. - Bueno. Ya veremos. De todas formas el temporal no nos iba a dejar salir por unos cuantos días. Así que aprovecharé este descanso para convertir las monedas que tenemos en dinero contante y sonante. - Hoy encontramos en total 22 monedas de oro. ¿ Las vas a vender?.- Preguntó Jorge. - Si consigo un buen precio... Se las llevaré a mi amigo el anticuario y al joyero Fabio Mora. A ver que me ofrecen. - Yo también tengo alguien que podría estar interesado. Así que si no te importa me llevaré mi parte. - Como quieras. Son tuyas. Pero no olvides que tienes que ser muy discreto, y no ofrecérselas a cualquiera. - No te preocupes. Es una persona de toda confianza, con quien ya hice negocios en otras ocasiones. - Siendo así eres muy libre de hacer lo que juzgues conveniente. Pero ten cuidado con lo que haces. Pues no me gustaría que te metieras en un lío, y de rechazo nos metieras también a los demás. ¿ Y tu, “Tiburón”, que quieres hacer con tu parte?.- Preguntó Curro mientras sacaba las monedas de oro de los bolsillos de los chalecos de compensación. - Véndalas “usté”. Yo no sabría que hacer con ellas. En cambio con el dinero... eso es ya otra cosa. - Bien en ese caso creo que lo justo es que de las 22 monedas nos quedamos cada uno

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con 7. Y la moneda restante, con las que tengo en casa, las guardamos para dárselas al hijo de Zurita, que fue el que nos facilitó la información conseguida por su padre. ¿Os parece bien?. - Yo también creo que es lo justo.- Respondió Jorge, envolviendo cuidadosamente sus monedas antes de guardárselas en un bolsillo. - Entonces, ya que mañana no habrá salida, lava y guarda los equipos y ven a la marina pasado mañana así te traeré tu dinero y veremos lo que vamos a hacer. - Esta bien, patrón.- Contestó “Tiburón” ¿ A las siete como siempre?. - No hace falta madrugar.- Rió Curro.- A las diez estará bien. - ¿Me llevas hasta la Puerta del Reloj?.- Preguntó Jorge. - ¡Claro!. ¿Vas a tu casa?. - No inmediatamente. Antes quiero ver al amigo del que te hablé. - Espero que recomiendes a tu amigo que sea discreto. No vaya a ser que nos meta en un lío. - No te preocupes, yo respondo por él.- Contestó Jorge visiblemente molesto por la insistencia de Curro. Después de dejar a Jorge en la Puerta del Reloj, Curro se dirigió a su apartamento. Con la intención de ducharse y cambiarse antes de visitar a Arturo “el Anticuario”. La tienda del viejo anticuario se encontraba solitaria cuando Curro llegó a la plaza de Santo Domingo. Arturo, ocupado en transcribir un viejo pergamino, no apercibió la llegada de Curro hasta que éste estuvo casi a su lado. Esto le produjo tal sobresalto, que el lápiz se escapó de sus dedos, rodando por el suelo. - ¡Uy! ¡ Que susto me has dado!. Exclamó el anticuario acomodando las pesadas gafas de montura de carey sobre su aguileña nariz. - Más susto se hubiera llevado si en mi lugar, se hubiera tratado de un atracador.Bromeó Curro, sin poder contener una alegre carcajada.Muy interesante debe ser ese viejo manuscrito para acaparar por completo toda su atención. - Más que interesante. Se trata del escrito de un monje Franciscano fechado en 1689. Donde relata su odisea y la de sus seis compañeros de infortunio. Y describe con todo lujo de detalles el lugar donde enterraron un enorme tesoro.

Piezas de ocho y cuatro escudos de oro

- ¡ Muy interesante!.- Repitió Curro.- Pero yo también tengo algo que mostrarle. Y metiéndose la mano en los bolsillos, sacó media docena de piezas de 4 y 8 escudos de oro, que pausadamente colocó sobre la mesa, ante los atónitos ojos del viejo anticuario. - ¡Santo Dios!.- Exclamó. – ¡Son “morrocotas”!. ¡ Y en perfecto estado!. . . . ¡Ahora si has encontrado una “guaca”de verdad!.

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- Sí. Y usted es la primera persona a quien se las ofrezco. Pues no confío en nadie más para ello. - Gracias por la muestra de confianza. Especialmente en estos tiempos que uno no puede fiarse de nadie. ¿Entonces quieres venderlas?. - Así es. Claro todo depende de su oferta. Además tengo muchas más de plata y algunas otras de oro que me gustaría convertir en dinero contante y sonante. - Bueno. No creo que me pueda quedar con todas. Pues se sale fuera de mis posibilidades. Pero tengo clientes en Bogotá que mueven mucha “plata” con las esmeraldas. Y siempre están interesados por monedas antiguas, especialmente si son de oro. - Estupendo. Pues se trata de una buena cantidad. Y estoy seguro que siendo clientes suyos, serán gente de toda confianza. - ¡ De absoluta confianza!.- Exclamó el anticuario-. Lo que sí tienes que hacer, es tener cuidado a quien más se las ofreces. - Si llegamos a un acuerdo, no tendré que ofrecérselas a nadie más. A propósito. ¿ Cuál sería su oferta por esas seis monedas?. - Veamos.- Respondió el anticuario, cogiendo una de las monedas entre sus dedos.Como debes saber, el valor de una moneda se establece por su valor nominal, año y sitio en que se acuñó, y estado de conservación. Estas monedas, por lo que puedo observar, aunque en diferentes fechas, han sido todas acuñadas en Potosí. Y su estado de conservación es bueno. Por tanto, por catálogo podría decir que las de 4 escudos tendrán un valor aproximado de millón y medio de pesos. Y las de 8 escudos, casi el doble. - Entonces serían casi 12 millones de pesos el valor de las seis. ¿ No es así?. - Su valor por catálogo quizás sea ese. Pero como podrás comprender el precio que yo estaría dispuesto a pagar por ellas sería muy diferente. Pues el precio por catálogo, es el precio al que yo las vendería a mis clientes. - Claro, yo lo comprendo.- Contestó Curro.- Entonces: ¿Cuál sería su oferta por todo el lote?. - Bueno. Para que me deje un margen para trabajar creo que su precio justo sería 9 millones de pesos. - Que sean 10 y cerramos el trato. No olvide que voy a traerle muchas más. - Está bien. Pero tendré que darte un cheque. Pues como comprenderás no guardo esa suma en la tienda. - De acuerdo. Pero hágalo al portador. Me gusta guardar el anonimato.- Respondió Curro. Riendo alegremente. Mientras Arturo “el anticuario”, redactaba el cheque Curro empezó a juguetear con un cilindro de bronce de unos 30 cm. de largo por unos 4 o 5 de diámetro que se encontraba sobre el escritorio. - Sin duda alguna este tubo se ha pasado enterrado mucho tiempo.- Comentó, apreciando el deterioro que el paso de los años había producido en su estructura. - Sí. Para ser exactos desde 1689 en que fue enterrado con el pergamino en su interior. Bien. Aquí tienes tu cheque.- Contestó el anticuario, entregándole el talón. Curro, sonrió con un gesto de satisfacción. Y doblándolo cuidadosamente lo guardó en su cartera. - Bueno. Y volviendo al pergamino. ¿Estarías interesado en participar en la búsqueda de un tesoro, esta vez en tierra?. Pues supongo que tus detectores de metales funcionan igual en tierra como en el agua. - Naturalmente. Además tengo un detector “Star Pulse” que es especial para trabajos terrestres. ¿ De que se trata?.

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- Lee esto.- Fue la única respuesta del viejo anticuario, entregándole la transcripción del pergamino. Curro leyó detenidamente lo que podía ser él ultimo testamento de Fray Gervasio. Fraile franciscano, que en compañía de otros seis frailes había salido de Monpox en dirección a Popayan llevando con ellos un tesoro de 50 arrobas de oro que según declaración del mismo fraile habían arrebatado a los indios. Uno a uno, los frailes fueron sucumbiendo a las fiebres y a la fatiga del viaje. Hasta que Fray Gervasio, viéndose en su lecho de muerte, entierra el tesoro, y redacta su testamento. Especificando que, dos piezas; un cáliz y un crucifijo de oro, debían ser entregados a la capilla de Popayán. Y que la mitad del tesoro debía ser repartido entre los pobres. Así mismo indicaba, que el tesoro se hallaba enterrado a dos brazas bajo el lugar donde fuera hallado el pergamino. - ¡Impresionante!. Exclamó Curro una vez terminada la lectura del escrito.- ¿Entonces, encontraron el tesoro?. -No.- Contestó el anticuario.- Y para que lo entiendas mejor te voy a contar como fue hallado ese pergamino, y como llegó a mis manos: Un ingeniero de Ecopetrol se encontraba realizando pruebas para detectar posibles yacimientos petrolíferos, cuando sus detectores señalaron la presencia de algo metálico en la finca de este amigo mío, entre el Carmen de Bolívar y Sincelejo. De acuerdo con el dueño de la finca, cavaron en el sitio indicado, encontrando el cilindro ese de bronce, que ves ahí. Y dentro, el pergamino. Aunque hicieron caso omiso de la última voluntad del fraile. Que como habrás leído, pedía que quien encontrara el cilindro debía regar el lugar con agua bendita, y encargar una docena de misas por el descanso de su alma, antes de desenterrar el tesoro. Continuaron cavando hasta una profundidad de unos 10 metros sin encontrar nada. Y cuentan que entonces, salió una centella del pozo, matando a uno de los trabajadores. Los demás, asustados salieron corriendo de allí, negándose a continuar cavando. Me dijo mi amigo, que el ingeniero se fue a Popayán, a encargar las misas y traer el agua bendita. Pero nunca volvió. Por eso vino a mí, a contarme la historia, trayendo el pergamino como prueba. -Bueno. Pues yo estoy dispuesto a ir cuando usted quiera. Pues si bien creo que hay espíritus que guardan los tesoros. A mi no me asustan. Ya he pasado por eso, aunque esa vez sí que salí huyendo como los trabajadores de los que usted habla. Fue hace años. Un amigo mío. El capitán Gustavo Echeverry, de las Fuerzas Aéreas Colombianas me propuso ir a su finca en el Valle de Urrao, a buscar la custodia de la catedral de Antioquia, que se suponía había sido enterrada por las guerrillas, durante los años de la Violencia de 1949, en los alrededores de su finca. Salimos en su avioneta, él, su copiloto, el viejo Curro Fuentes y yo. Llegando horas más tarde a su finca en el valle de Urrao, después de haber hecho una escala en Medellín. Gustavo aparcó la avioneta entre la entrada la casa-finca. Una construcción rectangular de dos dormitorios. Y un cobertizo de una sola pieza, donde Gustavo había montado un bar, animado por la música de una vieja máquina toca discos “Wurtlizer”, y una mesa de billar para entretener a sus invitados. Después de una cena con un suculento “sancocho” de gallina criolla, jugamos un rato al billar y nos tomamos unas copas de aguardiente. Era ya bien entrada la noche cuando decidimos irnos a dormir para levantarnos temprano a “guaquear” con mi detector. Gustavo desconectó la “Wurtlizer”, apago las luces y cerró con llave la puerta del cobertizo. Entonces fue cuando empezaron a suceder cosas extrañas. Apenas nos habíamos separado unos metros cuando todas las luces del cobertizo se encendieron de repente, y el tocadiscos empezó a funcionar a todo volumen.

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Gustavo, sobresaltado corrió a abrir la puerta, sin naturalmente encontrar la causa o el causante de tal alboroto. Finalmente nos fuimos a la casa y nos acostamos a dormir. Gustavo y su copiloto en una habitación, y el viejo Curro y yo en la otra. Estaba yo en el momento que separa la vigilia del sueño, cuando me levante repentinamente sobresaltado por unos fuertes golpes en la puerta, como culatazos de fusil. El viejo Curro empezó a gritar: “¡Las guerrillas!. ¡Nos van a matar a todos!”. Y Gustavo se acercó a la puerta revolver en ristre, seguido de su copiloto y de mí. La abrió de golpe, encontrándose tan solo con la oscuridad de la noche. Pero nadie por los alrededores. Incluso un grupo de gansos, que como es bien sabido, son mejores guardianes que un perro, reposaban apaciblemente junto a la avioneta. Dimos la vuelta a la casa, sin encontrar nada. Un pesado silencio lo invadía todo. De repente, al llegar de nuevo frente a la puerta principal, se apagaron todas las luces. Como si alguien hubiera desconectado el interruptor general, que apenas se encontraba a un par de metros de donde yo estaba. Gustavo se apresuró a restablecer la energía. El revolver temblaba en su mano. Nos metimos en la casa y cerramos la puerta, asegurándola con una tranca. Muy nerviosos todos estábamos hablando de lo sucedido, cuando la tranca a mi lado saltó en el aire, las puertas se abrieron de golpe, y se volvieron a apagar todas las luces. El desconcierto fue tremendo. Nadie sabía que hacer. Finalmente después de restablecida la corriente conseguimos calmarnos un poco. Aunque nadie pensaba en dormir. “La custodia está enterrada justo bajo la casa”. Fue el pensamiento que me asaltó. “Por eso los espíritus guardianes del tesoro intentan asustarnos”. Y cogiendo mi detector me puse a “barrer” cada centímetro del suelo. Junto a la puerta entre las dos habitaciones la aguja del detector pareció volverse loca. Algo muy grande estaba enterrado bajo mis pies. Rápidamente nos hicimos de picos y palas, y después de levantar las planchas de madera del piso, empezamos a cavar en la tierra. Todo este tiempo la señal que recibía el detector era fuerte y clara, como podía oírla claramente a través de los auriculares. A un metro de profundidad empezaron a aparecer pedazos de huesos, suficientes para llenar un saco. A mi mente vinieron historias de piratas enterrando sus tesoros junto a aquellos que le ayudaron a enterrarlo. Como es fácil imaginar todos estábamos seguros de haberlo encontrado, y saltábamos de júbilo. Pero grande fue nuestra sorpresa cuando después de sacar el último pedazo de hueso el detector enmudeció. Probé de mil maneras y cavamos hasta cansarnos, sin ningún resultado. Y extenuados por el trabajo y las emociones, decidimos irnos a dormir y continuar la búsqueda por la mañana. Me desperté con el peor dolor de estómago y diarrea imaginable. Hasta el punto de que apenas podía sentarme en la cama. Pasaron las horas e incapacitado a moverme decidí abandonar la búsqueda de la custodia y pedirle a Gustavo que me llevara de regreso a Cartagena. Este accedió a llevarme hasta Medellín donde podría tomar el vuelo comercial a Cartagena. Pidiéndome que le dejara mi detector pues él continuaría con la búsqueda. El vuelo de Urrao a Medellín, fue horrible. El dolor me retorcía las tripas. Pero sin explicación alguna tan pronto aterrizamos, desapareció como por encanto. Me despedí de Gustavo, quedando en volvernos a ver, días mas tarde en Cartagena. Una semana más tarde vino a verme y devolviéndome el detector me dijo que ni siquiera lo había usado, pues había estado muy ocupado con los asuntos de su finca. Yo le creí. Aunque días mas tarde el viejo Curro Fuentes me dijo que Gustavo había encontrado la custodia, pero no me dijo nada para evitar tener que repartir el botín. Recuerdo que mi contestación fue: “No importa, de todas formas ese tesoro estaba maldito”. Lo extraño del caso es que justo un mes mas tarde despegando del aeropuerto de Manizales inexplicablemente se le pararon los DOS motores de la “Aero Comander”, se

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estrellaron, y de las cuatro personas que iban a bordo, el único que se mató instantáneamente fue él. Los demás, ni un rasguño. -¡Escalofriante!.- Exclamó el anticuario al finalizar Curro su relato. - Esas cosas pasan. Yo también sé algunas historias que te pondrían los pelos de punta Muchas veces los espíritus que custodian los tesoros, no quieren entregarlos. Como otras veces ellos mismos te llevan a él. - Bueno. Pues esa vez recibí bien el mensaje.- Bromeó Curro acariciando su estómago.- Pero estoy dispuesto a otra aventura con tesoros encantados. ¿ Cuándo salimos?. - Si quieres, mañana mismo. Pues por ser domingo, no abro la tienda. Solo tengo que telefonear a mi amigo y decirle que vamos. - ¡Trato hecho!. Entonces, ¿ A qué hora quiere que venga a buscarlo con mi “jeep?”. - A las ocho en punto, te espero frente a mi tienda. ¿ Te parece bien?. - Aquí estaré.- Contestó Curro, estrechando la mano del viejo anticuario.

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Capítulo X.- El oro del fraile

Cultura Sinú – Nariguera de oro

Las campanas de la Iglesia de Santo Domingo daban la última campanada de las ocho cuando el “jeep” de Curro se detenía frente a la entrada del “Catalejo”. - Vaya. Puntual como un inglés.- Comentó Arturo “el Anticuario” acercándose al vehículo. - Siempre llego a tiempo, si de buscar un tesoro se trata.- Bromeó Curro. - Pues éste, nos está esperando. Así que no lo hagamos esperar, pues tenemos un largo camino por delante.- Contestó el anticuario subiéndose al “jeep”. - ¿ Cuanto crees que tardaremos en llegar al Carmen de Bolívar?. - Unas cuatro horas a lo sumo.- Respondió Curro, poniendo en marcha el vehículo. - Y otra más hasta las Lomas del Banco, donde se encuentra la finca de mi amigo.Añadió el anticuario - Tierra de guerrillas y “guaqueros”. Si no me equivoco - Así es. Varios frentes de las F.A.R.C (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) operan por esa zona, colocando frecuentemente controles en la carretera, donde hay que pagar a los guerrilleros para cruzar sin problemas. En cuanto a los “guaqueros”, se dedican a saquear los innumerables cementerios indígenas existentes en esos parajes. - Cultura Sinú. ¿No es cierto?. - Exacto. Los Sinú o mejor dicho Zenúes se expandieron por las llanuras tropicales de las cuencas de los ríos Sinú, San Jorge, Cauca y Nechí desde ocho siglos antes de Jesucristo. Dividiendo su territorio en tres provincias con funciones económicas complementarias: producción de tubérculos alimenticios, variadas manufacturas y explotación del oro nativo, que aprendieron a transformar en exquisitos tocados, orejeras, narigueras, collares y brazaletes. Y los suelos de los ríos Sinú y San Jorge, ricos en arcillas les proporcionó la materia prima para sus bellos trabajos de alfarería, de los que han llegado a mis manos verdaderas obras de arte. - Yo también tengo un par de narigueras en forma de abanico y un “chibcha” que compré a un “guaquero” de Ovejas.- Interrumpió Curro. - Si, los Sinú trabajaban bien el oro. Aunque nunca llegaron a la perfección de los Tayrona o los Quimbayas. En la tienda tengo una de esas narigueras en forma de abanico, donde el trabajo de filigrana, es impresionante. - Técnica que en parte se conserva hoy día entre los joyeros de Mompox. - Muy cierto.- Asintió el anticuario.- Quien sabe. Quizás sea una herencia genética de aquellos otros artesanos precolombinos del Sinú.

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Saliendo de Cartagena por la carretera de Medellín, pasaron por el pueblo de Turbaco, situado sobre una loma a corta distancia de la ciudad. Numerosos camiones cargados con productos agrícolas en dirección a los mercados de Cartagena y Barranquilla, se cruzaron con el “jeep” de Curro. Un autobús de profusamente adornado salió inesperadamente de una curva obligándole a dar un brusco viaje. - ¡Será “hijo é puta”!. Casi nos saca a la cuneta.- Exclamó Curro. - Tienes que tener cuidado. -Advirtió Arturo.- Esos “malparidos” creen que la carretera les pertenece. - Ya me doy cuenta.- Contestó Curro, esquivando otro autobús que recogía pasajeros a un costado de la carretera. - ¿Conoces la leyenda del oro del General Santana enterrado aquí en Turbaco?.Preguntó el anticuario cambiando de conversación. - Sí. Según tengo entendido el general Santana llegó a Turbaco con 15 mulas cargadas de oro para financiar la guerra de Méjico por el estado de Texas. Enterró el oro en alguna parte y nunca volvió a recogerlo. La gente del pueblo dice que está oculto en la cripta de la iglesia, construida por el mismo Santana. - Quien sabe.- Contestó Arturo.- Aunque todas esas leyendas siempre se basan en algo real. Lo cierto es que nadie ha encontrado nada que la ratifique. - Pues yo en cierta ocasión, incluso hablé con el cura para que me permitiera entrar con mi detector a la cripta de la iglesia de donde sale un túnel hasta la estación de policía donde en otros tiempos se encontraba la casa de Santana. Pero se negó en absoluto. Y me dio la impresión de que sabía más de ese oro que lo que aparentaba. - Posiblemente. Ya sabes como son los curas. Una veintena de kilómetros mas adelante pasaron el pequeño pueblo de Arjona. Y bajando hacia la ciénaga de Gambote, cruzaron el puente del mismo nombre. - Hace años estuve buceando por aquí, sacando muertos de un autobús que se había caído al agua.- Indicó Curro, señalando a la inmensa ciénaga que se extendía bajo el puente. - Sí. Recuerdo el caso. Fue hace cinco años. El autobús perdió el control y cayó a la ciénaga, pereciendo 17 de sus ocupantes. - Pues yo fui quien sacó siete de los cadáveres. Buceando por cuenta de la Defensa Civil en esas aguas fangosas, sin visibilidad alguna, buscando los cuerpos al tacto, y sacándolos por las ventanillas.

Cultura Sinú – Chibcha de oro

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- Pero esas ciénagas están llenas de caimanes... - Ya lo sé. Me lo dijo el Capitán de la Defensa Civil, después de rescatar los siete cadáveres. Naturalmente esa fue mi primera y única inmersión. Pasadas las ciénagas, una lujuriosa vegetación tropical, salpicada ocasionalmente por fincas bananeras acompañó a nuestros amigos el resto del trayecto, pasando a ser una verdadera selva conforme llegaban a las tierras altas. Inesperadamente justo a la salida del caserío de Las Lauras, a unos 15 kilómetros del Carmen de Bolívar una patrulla de aspecto militar, les dio el alto. - Cuidado. Que no son del ejército, sino de las guerrillas.- Advirtió el viejo anticuario. En efecto los seis individuos en ropas de camuflaje, y fuertemente armados con fusiles de asalto AK47 y Gallil, portaban un brazalete rojo que los identificaba como pertenecientes a la F.A.R.C. Uno de ellos. Un joven imberbe de uno veinte años se acercó al vehículo. Y colocando el extremo del cañón de su AK47 sobre la ventanilla, se dirigió a Curro. - Buenos días señores. ¿Hacia donde se dirigen?. - Vamos al Carmen de Bolívar. A visitar a una hermana de mi amigo que se encuentra muy enferma.- Mintió Curro. - Esta bien.- Contestó el muchacho, hablando como si se tratara de un discurso bien aprendido.- Pero deben saber que están en territorio controlado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Y tendrán que pagar un peaje para poder continuar su viaje. - Nos hacemos cargo. ¿Y de cuanto se trata?.- Preguntó Curro. - Depende del vehículo.- Respondió el joven guerrillero, sin poder apartar su vista del reloj de buceo que Curro llevaba en su muñeca izquierda. En su caso serían... 50.000 pesos. - No sé si tengamos tanto dinero.- Protestó Curro. - En ese caso, deme lo que tenga... y su reloj.- Conmino el guerrillero moviendo amenazadoramente el cañón de su fusil de asalto - Esta bien. – Respondió Curro captando la amenaza. Y quitándose el reloj, se lo entregó con un fajo de billetes que pronto desaparecieron en los bolsillos del joven guerrillero. - Muy bien. Ahora pueden continuar su viaje. Y gracias por ayudar a la causa. Y separándose del “jeep” hizo señas a sus compañeros para que les permitieran pasar. - Será descarado ese hijo de puta.- Refunfuñó Curro apenas se hubieron alejado de los guerrilleros. Me roba mi reloj, y encima me da las gracias. El sol estaba en su cenit, cuando Curro paró el “jeep” a un costado de la carretera junto a un “puesto de fritos” a la entrada del Carmen de Bolívar. Una negra con un grasiento delantal, echaba en una enorme sartén, costillas de cerdo y “chicharrón” que crepitaba al contacto con el aceite hirviendo. Sobre una desvencijada mesa de madera dos fuentes llenas de doradas costillas, y otras con trozos de yuca cocida. Curro pidió dos cervezas y otros tantas costillas. - Un “tente en pie” para el camino.- Comentó, ofreciendo una de las cervezas a Arturo.Esto me ayudará a que se me pase el “cabreo” que tengo por la pérdida de mi reloj. Era un viejo amigo, compañero de cientos de inmersiones. - Bueno. Pero démonos por satisfechos de que solo se llevaron el reloj y no nos secuestraron. Y menos mal que tu no hablas con acento español y pareces colombiano, pues normalmente secuestran a los extranjeros, con la intención de pedir por ellos un buen rescate. - Es cierto. Mucha gente piensa que soy “paisa” de Medellín y si me esfuerzo un poco

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hasta hablo con acento antioqueño. Siempre he sabido integrarme con la gente y costumbres de los sitios en los que he vivido. Y en el caso de Colombia ha sido extremadamente fácil. - Bueno, no olvides que estas tierras fueron colonizadas por antepasados tuyos, por su mayor parte, andaluces. Dejando atrás el Carmen de Bolívar se internaron por la carretera que conduce a Sincelejo. A unos 25 kilómetros del pueblo Arturo indicó a Curro que se desviara por un camino sin asfaltar a su izquierda. - Este camino lleva a las Lomas del Banco. A unos cinco kilómetros se encuentra la finca de mi amigo. La finca de Edgardo Moreno, que así se llamaba el amigo de Arturo ”el Anticuario”. Ocupaba una extensión de más de sesenta hectáreas, dedicadas en gran parte al cultivo del maíz y de la yuca. Al escuchar la llegada del “jeep”, Edgardo salió a recibirlos, acompañado de su capataz y media docena de perros de razas indefinidas, que no cesaban de ladrar. Una enérgica orden del capataz, y un par de patadas les hizo callar como por ensalmo. Mientras Edgardo se acercaba al “jeep” a saludar a los recién llegados. Pronto estuvieron sentados en el porche de la casa, refrescándose con sendos vasos de “chicha” de maíz. - Mi amigo Curro trajo con él su detector. Así que cuando te parezca bien iremos a echar un vistazo al sitio donde encontrasteis el cilindro de bronce. Edgardo mandó llamar a varios de sus trabajadores, y poco después, armados de picos y palas se dirigieron hacia el lugar del hallazgo. El verdor de la vegetación de la finca daba paso a un área circular donde no crecía una brizna de hierba. Al pie de una vieja ceiba seca, cuyas desnudas ramas arañaban el cielo, como descarnados dedos de ultratumba, un pozo de unos diez metros de profundidad indicaba el sitio donde se habían hecho las excavaciones. Lo siniestro del lugar, hizo que a Curro se le pusieran los pelos de punta. Un tronco, firmemente sujeto a dos postes, enterrados a ambos lados del pozo, facilitaba con la ayuda de cuerdas y un juego de poleas el descenso, y la subida de escombros. - Vaya. Parece que estuvieron cavando en serio.- Comentó Curro. - Sí. Cavamos durante casi dos semanas, hasta que ocurrió el accidente.- Contestó Edgardo. - ¿El accidente?.- Preguntó Curro, fingiendo ignorar lo ocurrido. - Uno de mis trabajadores murió mientras trabajaba ahí abajo.- Respondió Edgardo.Aún no sabemos lo que pudo ocurrirle. Pero lo cierto es que desde entonces nadie ha querido bajar. - ¿Entonces, quien bajará conmigo?. - No lo sé. Pero tratare de convencer a alguno de mis hombres. El poder de persuasión de unos cuantos billetes pudo más que el miedo supersticioso a la venganza del fraile. Así que un joven de unos 18 años se ofreció, cogiendo pico y pala, a descender con Curro. Una vez en el fondo, Curro encendió el detector, “barriendo” tanto los laterales como el suelo arcilloso del pozo. De repente algo hizo saltar la aguja del aparato, mientras que a través de los auriculares recibía una fuerte señal acústica. - ¡Cava ahí!.- Ordenó al muchacho, que febrilmente se puso manos a la obra.

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Llevaban cavando mas de una hora. Pero mientras más profundizaban, más parecía alejarse la señal. Inesperadamente se desató un fuerte aguacero, y el agua cayendo a torrentes empezó a inundar el pozo. Por lo que Curro, ante la imposibilidad de continuar el trabajo, y el riesgo de perecer ahogados, ordenó la retirada. Empapados hasta los huesos, ascendieron por la cuerda. El cielo, cubierto de negros nubarrones, descargaba toda su furia, convirtiendo la finca en un inmenso lodazal. De regreso a la casa, fueron agasajados con un suculento almuerzo, a base de yuca y costillas de cerdo. Y naturalmente la conversación se desarrolló sobre los acontecimientos del día, y el tesoro del fraile. Curro les habló de las extrañas lecturas de su detector, y de cómo conforme cavaban la señal se alejaba. - Tan extraño como el aguacero.- Comentó Arturo.- El cielo no presagiaba lluvia. Y de repente un nubarrón negro como la noche apareció sobre nuestras cabezas y se puso a descargar torrentes de agua. Y lo curioso del caso es que tan pronto nos fuimos se detuvo tan misteriosamente como había comenzado. - Pues casi nos ahogamos allá abajo. Por lo visto el fraile no quiere que saquemos su tesoro. - No sin cumplir su última voluntad. No olvides que pedía unas misas y agua bendita de Popayán. Y nosotros hemos hecho caso omiso de sus deseos. Conozco casos en los que incluso el espíritu se ha materializado Como le sucedió a un amigo mío de Barranquilla cuando buscaba un tesoro enterrado cerca del castillo de Melgar. Es una historia muy interesante que merece ser relatada: “Me contó mi amigo que en cierta ocasión su esposa fue a visitar a un espiritista. Y en medio de la sesión la “médium” fue poseída por el espíritu de un pirata, que dijo ser antepasado de su esposa a quien quería legar una herencia. Describiendo con pelos y señales el lugar donde había enterrado un baúl lleno de monedas. La señora contó a su marido lo que le había ocurrido. Que aunque escéptico, accedió a probar suerte. Así que acompañados por dos de sus cuñados fueron al castillo de Melgar, provistos de todo lo necesario para pasar varios días a la intemperie. Localizaron sin ninguna dificultad el sitio. Tal cual se lo había descrito el espíritu a través de la “médium”. Y después de montar la tienda de campaña se pusieron a cavar. Habían profundizado unos tres metros cuando toparon con lo que parecía ser la parte superior de una gran caja de madera. Al llegar este momento sus cuñados empezaron a discutir sobre el reparto del tesoro. Estaba la discusión en su momento más acalorado, cuando como salido de la nada apareció un extraño, todo vestido de negro, con sus ropas mojadas, y sosteniendo entre sus brazos un enorme gato negro. Tratando de distraer su atención de lo que estaban haciendo, mi amigo hizo un comentario sobre el gato. A lo que el extraño, visiblemente ofendido, respondió: “Este animal tiene 300 años, y se muere hoy”. Y sin mediar más palabras, se dirigió hacia la playa, desapareciendo en el mar. Ya libres de la presencia del intruso, se dispusieron a seguir cavando. Pero para su sorpresa la enorme caja había desaparecido. A pesar de que mi amigo no tan solo la había visto, sino golpeado con su pala. Siguieron cavando, pero todo inútil. Ni rastro de la caja. - Pues historias semejantes se escuchan muy a menudo por estas tierras, de boca de los “guaqueros” que sacan oro y cerámicas de los cementerios indígenas.- Intervino Edgardo.

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Yo no creía mucho en esas cosas hasta que me pasó lo del valle de Urrao.- Comentó Curro.- Y ahora esto...

Narrando historias de tesoros y fantasmas pasaron la mayor parte de la sobremesa. Hasta que considerando que sería prudente regresar a Cartagena antes de que anocheciera, Arturo propuso la partida. - No me gustaría encontrarme de nuevo de noche con esos guerrilleros.- Comentó Arturo - Ni yo tampoco. Pues no tengo más dinero, ni reloj que entregarles.- Añadio Curro. Cuatro horas más tarde y sin otro percance estaban a la vista de Cartagena. Después de dejar a Arturo “el anticuario” en la plaza de Santo Domingo, se dirigió a su apartamento, donde le esperaba una nota de Jorge: “ Vine a verte, necesito hablar contigo, volveré a las 8. Jorge” Instintivamente Curro miró su muñeca vacía. Y acordándose de la madre del guerrillero, abrió la puerta de su apartamento. Una reconfortante ducha y una muda de ropa limpia le hicieron sentirse un hombre nuevo. Y viendo que aún faltaba casi una hora para las ocho, se entretuvo limpiando y clasificando las monedas que aún conservaba en el baño electrolítico. Unos golpes a la puerta le avisaron la llegada de Jorge. - ¿Qué tal, amigo?.- Saludó al entrar.- Vine a verte al mediodía, pero no estabas... - Salí temprano de viaje. Al Carmen de Bolívar. Contestó Curro. - ¿Al Carmen?.¿ Y que ibas ha hacer por territorio guerrillero, tan lejos del mar?. Curro le relató su aventura y las extrañas circunstancias que rodearon su búsqueda del tesoro del fraile. - ¿Y porqué no me avisaste? Me hubiera gustado acompañarte. - Fue todo muy precipitado. Además tu no tienes teléfono donde pueda llamarte. - Es verdad. En fin. He venido a verte pues el cliente amigo mío está interesado en comprar todas las monedas que tengamos. - ¿Todas?. ¿Y tiene ese tipo dinero suficiente?. - Seguro. Incluso me pagó las monedas de oro que le llevé, sin regatearme un peso. - ¿ Y lo conoces bien?. No vaya a ser que nos metamos en un lío. - No te preocupes. Que por él respondo yo. - No sé. De todas formas yo también he prometido llevarle unas a Arturo “el anticuario”. Pero puedo darte tu parte para que se la vendas a tu amigo. En total tengo aquí 183 monedas de plata. De las que 61 son tuyas, y puedes hacer con ellas lo que quieras. Las que están escondidas en la cueva del mero se quedaran allí por el momento, hasta que terminemos el trabajo. - ¿Y las que dejamos en Salmedina? - Esas las llevaremos también a la cueva del mero tan pronto el tiempo lo permita. - - Está bien. Y a propósito. ¿ Cómo esta tu herida del hombro?. - Apenes me molesta. Dentro de un par de días volveré al hospital para que me quiten los puntos. Durante casi una hora Jorge y Curro se dedicaron a clasificar las monedas y hacer tres lotes de aproximadamente el mismo valor. - No hemos sacado la parte del hijo de Zurita.- Comentó Curro.- Pero es igual. Ya lo haremos cuando llegue el reparto final. De todas formas tengo una buena suma para él, y me gustaría llevarle también unas cuantas monedas.

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Me parece muy bien. ¿Y cuando quieres hacerlo? Mañana sería un buen día. ¿Qué te parece a eso de las seis? Por mí está bien. Pues yo he quedado con mi cliente por la mañana para venderle las monedas.

Era ya casi la medianoche cuando después de unas cuantas cervezas y una amena charla sobre piratas, tesoros y galeones hundidos, Jorge se despidió de su amigo. Poco podía sospechar Curro que esa sería la última vez que lo vería con vida.

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Capítulo XI.- La Espera.

Cartagena – Bahia de las Animas e Iglesia de San Pedro Claver

Fuertes ráfagas de viento del Norte batían sin misericordia la bahía de Cartagena, levantando nubes de espuma cada vez que una ola se estrellaba contra los espigones de la Marina Santa Cruz. Debido al mal tiempo, todas las embarcaciones estaban fuera del agua, aseguradas en sus respectivos sitios de aparcamiento. Tan solo una vieja “Bertram” de 10 metros, firmemente amarrada al muelle se balanceaba a cada embate del oleaje. “Tiburón”, subido sobre la cubierta de la “Sea Ray” estaba engrasando el motor cuando la llegada de Curro le hizo levantar la cabeza. - Buenos días patrón. Estoy aprovechando que la lancha está en seco para darle un buen mantenimiento. - Buenos días.- Correspondió Curro.- Por lo que veo la tormenta aún está pegando con fuerza. - Con hoy llevamos ya tres días de mal tiempo. Y no da señales de tender a mejorar. Como ve todo el mundo ha sacado sus lanchas del agua. ¿ Y su hombro?.- Preguntó “Tiburón”. - Mucho mejor. No me molesta en absoluto si no fuera por los puntos. ¿ Y tu mano?.Preguntó Curro a su vez, sin poder aguantar una sonrisa. - ¿Mi mano?...No le pasa nada a mi mano.- Contestó “Tiburón” con una expresión de desconcierto ante la pregunta. - Sí, hombre. Déjame ver como podemos mejorarla.- Dijo Curro cogiéndole por la muñeca y colocando sobre la palma de su mano un grueso fajo de billetes de 10.000 pesos. Los ojos de “Tiburón” se abrieron como platos. Y mudo de asombro alcanzó apenas a balbucear: - ¿ Y esto?. - Es tuyo.- Respondió Curro: Cinco millones de pesos, y mañana tendré otro tanto para ti. Es tu parte de la venta de las monedas de oro. - ¿Tanta “plata”?. - Sí. Y aun falta lo de las monedas que tenemos escondidas en Burbujas y Salmedina.

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Que calculo valdrán por lo menos diez veces más. “Tiburón”, sosteniendo con ambas manos el enorme fajo, por unos instantes quedó sin habla. Tan cómica era su expresión de asombro que Curro rió alegremente. - Sí, hombre cuando esto termine, 40 o 50 millones de pesos serán tuyos para hacer lo que quieras. - - ¿En serio, patrón?.¡ No estará “usté” bromeando?. - En absoluto. Y eso contando tan solo con lo que hemos sacado. Lo cual no quiere decir que hayamos terminado el trabajo`. Pues sospecho que aún queda mucho oro y plata allá abajo. - ¡Esto es como ganarse la lotería!.- Exclamó “Tiburón” haciendo grandes aspavientos de júbilo. - Mejor. Con la lotería nunca cogerías tanto dinero.- Contestó Curro riendo alegremente. Después de pasar una hora discutiendo con “Tiburón” los planes para el futuro y acordar una cita para la mañana siguiente, Curro subió a su “jeep” y se dirigió a la plaza de Santo Domingo para encontrarse con Arturo “ el anticuario”. Apenas hacía unos minutos que Arturo había abierto la tienda cuando Curro aparcó el “ jeep” frente a su puerta. - Que sorpresa verte tan temprano.- Saludó el viejo anticuario. - Como con este tiempo es imposible sacar la lancha, aproveché para venir a verle y de paso traerle otras cuantas monedas. - Pasa, pasa, y veamos lo que traes.- Invitó Arturo. Pronto estuvieron sobre el escritorio 8 monedas de oro y 20 de plata que Curro fue sacando una a una de una bolsa de cuero y colocándolas ante los atónitos ojos el anticuario. Este instintivamente se acomodó las gafas sobre su aguileña nariz. Y cogiendo un bello ejemplar de 8 escudos, lo examinó detenidamente. - Es una de las mejores “morrocotas” que he visto. Y acuñada en Popayán. Como puedes apreciar por la P en su reverso izquierdo. Es muy rara. Y para que veas lo honesto que soy contigo, puedo decirte que tiene un gran valor. - ¿Cómo cuanto?.- Preguntó Curro. - No lo sé. Tendría que consultar los catálogos. Pero si no me equivoco, su valor numismático puede ser tanto como todas las otras juntas. - Siendo así, la guardaré para mí. ¿Y cuanto me ofrecería por todas las demás?. - No sé. Tendría que calcularlo. Aunque me temo que se va a salir de mis posibilidades. Durante la media hora siguiente el viejo anticuario, con la ayuda de una lupa clasificó una a una las monedas de oro y plata, anotando unas cifras sobre una hoja de papel. Que después de sumar enseñó a Curro. - Esto es lo máximo que podría pagar por ellas: 11 millones de pesos por las 8 de oro y 3 por las de plata. Pero desgraciadamente no cuento con esa suma en este momento... - Por eso no se preocupe.- Interrumpió Curro.- ¿Cuánto me daría ahora y cuando me podría pagar el resto?. - Siendo así, te podría dar un cheque por 8 millones ahora, y el resto te lo pagaría antes de una semana. Tan pronto venda algunas a mis clientes. - En ese caso: suyas son.- Contestó Curro estrechando la mano del anticuario. - Celebremos entonces el trato.- Respondió éste, sacando una botella de aguardiente y dos “chupitos” que llenó generosamente. - ¿No es un poco temprano para beber aguardiente?. Preguntó Curro - Todo lo contrario. Un trago de aguardiente por la mañana ayuda a la circulación de la

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sangre. Mi padre así lo hacía y vivió casi cien años. Viejas costumbres cartageneras a las que nos amoldamos tan bien como a un par de zapatos viejos. Ya lo expresó muy bien el poeta Luis Carlos Lopez en su soneto “ A mi ciudad nativa”. Y mirando al techo de la tienda como si quisiera inspirarse en las pesadas vigas que cruzaban el local, el viejo anticuario empezó a recitar: -“ Noble rincón de mis abuelos nada como evocar cruzando callejuelas los tiempos de la cruz y de la espada. del ahumado candil y las pajuelas pues ya pasó ciudad amurallada tu edad de folletín... Las carabelas se fueron para siempre de tu rada ya no viene el aceite en botijuelas Fuiste heroica en tus años coloniales cuando tus hijos, águilas caudales no eran una caterva de vencejos Más hoy plena de rancio desaliño bien puedes inspirar este cariño que uno le tiene a sus zapatos viejos”. -

¡Bravo!.- Aplaudió Curro.- ¡Hoy está usted inspirado!. Un trago de aguardiente en el momento preciso, siempre ayuda.- Contestó Arturo.

En ese momento entraron a la tienda un grupo de turistas norteamericanos. Por lo que excusándose con Curro, el viejo anticuario se acercó a atenderlos. Curro no pudo menos que sonreír al observar como Arturo, sin hablar una palabra de inglés, pero con expresivos aspavientos explicaba a los turistas la procedencia de unas jarras precolombinas, en las que parecían estar interesados. Pero después de mirar por toda la tienda, haciendo preguntas sobre algunas de las piezas expuestas, se despidieron del anticuario, marchándose sin comprar nada. - Estos “gringos” vienen a curiosear, como si de un museo se tratara. Y raramente compran algo.- Se quejó Arturo al reunirse de nuevo con Curro. - Es verdad. El turismo que está viniendo a Cartagena en grupos, es turismo barato. Y solo se gastan el dinero en unas cuantas baratijas que compran en Bocagrande. - Lo cierto es que yo hago mas negocio con colombianos del interior que con turistas extranjeros.- Comentó Arturo mientras rellenaba un cheque que entregó a Curro. - Como acordamos aquí tienes un cheque por 8 millones. Los 6 restantes te los pagaré antes de una semana. ¿De acuerdo?. - Correcto. Y le traeré entonces otro lote de monedas. - - Bien. Por lo que veo, aunque no encontramos el oro del fraile, tu tienes tu “guaca” personal. - Y sin espíritus.- Rió Curro. La conversación fue interrumpida por la llegada de otro grupo de turistas. Por lo que Curro despidiéndose del viejo anticuario subió a su “jeep” arrancando en dirección a Bocagrande. En la Avenida San Martín se detuvo en el Banco del Comercio, donde convirtió el cheque en dinero en efectivo. Dirigiéndose a continuación a su apartamento en “Las Tres Carabelas”.

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El viento soplaba con tal fuerza que las playas de Bocagrande se hallaban prácticamente desiertas. Las olas se estrellaban contra los malecones inundando toda la avenida. Las nubes de un gris plomizo anunciaban la llegada de un fuerte aguacero, que empezó a descargar en el momento que Curro aparcaba su “jeep” frente al edificio de “Las Tres Carabelas”. - Justo a tiempo.- Murmuró entre dientes. Ya en la acogedora atmósfera de su apartamento, Curro aprovechó el resto del día para limpiar, ordenar y clasificar el resto de las monedas. Eran cerca de las siete cuando Curro recordó la cita con Jorge. - Raro que no haya aparecido.- Murmuró entre dientes. Poco podía imaginarse, que en esos momentos Jorge era cruelmente torturado por los mismos individuos que lo habían secuestrado horas antes. Cumpliendo la cita con “Tiburón”, Curro llegó a la Marina Santa Cruz al mediodía de la mañana siguiente. El tiempo había mejorado notablemente, aunque esporádicas ráfagas de viento aún azotaban la bahía. Varias lanchas se encontraban ya en el agua. Curro, instintivamente buscó con la mirada la “Sea Ray”. Junto a ella, “Tiburón”, con una bayeta, sacaba brillo a la niquelada barandilla de proa. Al ver acercarse a Curro, dejó el trabajo, y sacudiéndose las manos en los pantalones, acudió a su encuentro. - Buenos días patrón. ¿Ha leído “usté” el periódico de esta mañana?. - No. ¿Por qué?. - ¿No sabe lo que le ha ocurrido a Jorge?. - ¿A Jorge?. ¿Qué le ha pasado?.- Preguntó Curro con la preocupación claramente reflejada en su rostro. - Pues que lo han “matao”. Salió en el periódico esta mañana. Que habían encontrado su cuerpo tirado en las playas de la Boquilla. Atado de pies y manos, y con una bolsa de plástico en su cabeza. Hasta publican una foto en la que ve al “probe” ”señó” Jorge “tirao” en la playa. - ¿Estas seguro? ¿Tienes por ahí el periódico?. - No. Pero espere un momento y le traigo uno enseguida.- Contestó “Tiburón” a la carrera a las oficinas de la Marina Santa Cruz. Visiblemente afectado por la noticia, Curro trató de poner en orden sus pensamientos. ¿Quiénes habrían podido ser los autores de tan horrendo crimen?. Jorge no tenía enemigos, ni andaba relacionado con narcotraficantes ni nada parecido. De sus pensamientos le sacó la llegada de “Tiburón” con el periódico abierto en su segunda plana en la que ocupando casi un cuarto de página mostraba una fotografía de un cuerpo tirado en la playa, la cabeza cubierta con una bolsa de plástico lo cual no permitía verle las facciones. Curro leyó ávidamente el artículo, en el que con todo lujo de detalles se narraba el hallazgo del cadáver por parte de unos pescadores de la Boquilla y su posterior identificación como Jorge García Solano, de 28 años y vecino de Cartagena. Curro quedó como petrificado con el periódico entre sus manos, incapaz de articular palabra. Iba a dirigirse a “Tiburón” cuando fue interrumpido por una llamada a través de los altavoces por la que se pedía a éste presentarse en las oficinas de la Marina para una llamada telefónica. “Tiburón” disculpándose con Curro salió corriendo a atender la llamada

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Esperando su regreso, Curro releyó una y otra vez el artículo. No dejaba lugar a duda, se trataba de Jorge. Ahora estaba claro por que no acudió a la cita. ¿Entonces le mataron para robarle?. ¿Quizás el cliente con quien iba a encontrarse?. ¿Pero, entonces por que matarlo de forma tan cruel?. Mientras más pensaba en ello más confuso se encontraba. El regreso de “Tiburón” ayudó a confundirlo y preocuparle aún más. Según le explicó, con las facciones desencajadas por el miedo. Su mujer le había llamado para avisarle que la policía había estado preguntando por él, y habían registrado toda la casa, como buscando drogas o algo parecido. - No puedo ir a mi casa.- Gimoteó angustiado.- Después de lo que le ha ocurrido al “señó” Jorge tengo miedo de que me pueda pasar lo mismo. - ¿Pero crees que haya podido ser la misma policía los asesinos de Jorge?.- Preguntó Curro. - No lo sé. Pero seguro que ha oído “usté” hablar de los escuadrones de la muerte. De todas formas no me voy a quedar para averiguarlo. - ¿Y a donde piensas ir? - Tengo unos primos en el Chocó que no les importaría que me quedara con ellos una temporada. - ¿Al Chocó no era a donde se escapaban los esclavos negros que huían de los españoles?.- Preguntó Curro - Así es. Y no podían cogerlos. Como yo tampoco me dejaré coger.- Rió “Tiburón” con una risa nerviosa.- Y “usté” también debía irse de vacaciones a alguna parte. Pues me huele que todo esto está relacionado y la causa son las monedas que hemos estado sacando. - Sabes, que puede que tengas razón.- Asintió Curro.- Jorge tenía una cita con un cliente interesado en las monedas esa misma mañana. Y después quedó en venir a mi apartamento a las seis, pero nunca lo hizo. Esto no me gusta un pelo. Y pienso que a mí tampoco me vendrían mal unas vacaciones en España. Hace mucho tiempo que no voy a ver a mi familia, y ahora parece ser el momento indicado. ¡ Ah, y a propósito!. Aquí tengo más dinero para ti, que te ayudará a pasar dos o tres meses fuera de Cartagena.Dijo Curro entregando varios fajos de billetes a “Tiburón”. - ¿Dos o tres meses?. Patrón con lo que me dio entre ayer y hoy podría vivir casi una vida. ¿Cuánto hay aquí?. - Cuatro millones, que sumados a los cinco de ayer hacen un total de nueve millones. Y el anticuario me debe seis, de los cuales, tres son también tuyos. Mas naturalmente tu parte, de lo que aún esta bajo el agua, que lo sacaremos cuando pase el peligro. Ahora lo importante es nuestra propia seguridad. Y para mantener el contacto, podemos comunicarnos por mensajes a través de la Marina Santa Cruz. De ser posible me gustaría salir mañana mismo para España. Aunque me temo que no haya vuelos hasta el sábado. - De todas formas no debe quedarse “usté” en Cartagena. - No te preocupes amigo “Tiburón”, que yo soy pescado difícil de agarrar. Y despidiéndose de “Tiburón” con un fuerte abrazo, Curro subió al “Jeep”, dejando atrás la Marina Santa Cruz. Conduciendo sin rumbo fijo, Curro no dejaba de pensar en los últimos acontecimientos, tratando de analizarlos detenidamente, para así sacar una conclusión lógica. Pero mientras más pensaba en ello más confuso se encontraba. ¿ No sería demasiado precipitada su decisión de “desaparecer” por unos meses?. ¿No se habría dejado contagiar de la “paranoia” de “Tiburón”?. Pero por otro lado, si tenía razón, el peligro era inminente. Y en un país como Colombia, donde la vida no tiene gran valor, eso significaba estar jugando con la muerte.

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De todas formas antes de poderse marchar tendría que dejar arreglados muchos asuntos: Pagar el alquiler de esos tres meses de su apartamento, las cuotas mensuales de la Marina Santa Cruz, y un aparcamiento vigilado para guardar el “jeep”. Demasiado para resolverlo en unas pocas horas. Además, si no había vuelo para España hasta el próximo sábado, se vería obligado a esperar tres días en Cartagena o Bogotá. Y en ese tiempo podían suceder muchas cosas. Deteniéndose en las oficinas de Avianca en Bocagrande, indagó sobre los vuelos a España, comprobando que como había sospechado solo había vuelo los sábados con Avianca y los domingos con Iberia, y ambos vía Bogotá. Por lo que aún indeciso por la decisión a tomar, abandonó la oficina sin reservar su billete de avión. De regreso a las “Tres Carabelas” aparcó su “jeep” a la entrada, sin percatarse de un coche ocupado por dos individuos que disimuladamente se detuvo en el aparcamiento del Casino frente al edificio.

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Capítulo XII.- Fin de un principio.

Cartagena – Plaza de los Coches

Eran las siete de la mañana, la puerta del apartamento de Curro se abrió violentamente. Siete u ocho hombres fuertemente armados irrumpieron en su interior. Siguieron hasta el dormitorio, sorprendiendo a Curro tratando de levantarse, despierto por el estruendo producido por la puerta al saltar de sus goznes. - ¡Si te mueves, te mueres!.- Rugió uno de ellos apuntándole con una metralleta a la cabeza. Curro con voz entrecortada alcanzó a balbucear: -¿Quiénes son ustedes?. ¿Qué quieren?. - ¡Policía!.- Fue la respuesta.- ¡Esto es un allanamiento!. ¿Dónde tiene las armas y las drogas?. De inmediato empezó la requisa. Ropa, equipos, libros, artículos personales. Todo fue sacado sin miramientos y arrojado por el suelo. - ¡Tranquilos!.- Protestó Curro.- ¡No tienen que destrozarlo todo!. Aquí no hay drogas de ninguna clase. Y el único arma que poseo es un revolver que se encuentra en ese armario en el primer cajón, entre las camisas. - ¿Y el salvoconducto?.- Preguntó uno de los policías. - Está en mi cartera.- Contestó Curro sacándolo y mostrándoselo al policía. - Este salvoconducto está vencido, por lo tanto no tiene ningún valor. Y la posesión de un arma sin permiso es un delito. Curro iba a protestar ante tan insólita respuesta cuando desde la habitación contigua unos policías gritaron: - ¡Mi teniente. ! ¡Venga y vea lo que hemos encontrado!. Los policías habían destrozado la pared poniendo al descubierto la caja fuerte de Curro. -¡Abrala!.- Ordenó con voz ronca. Al negarse Curro a hacerlo el teniente montó en cólera propinándole un tremendo golpe en el estómago que le hizo doblarse del dolor. Seguido de un rodillazo que le alcanzó en las costillas. - ¡Pues si no quiere abrirla traeremos a un cerrajero para que lo haga!. Aunque le aconsejo por su bien que no nos dificulte el trabajo y la abra por su propia voluntad.

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Obligado a ello, Curro abrió la caja fuerte. Los ojos del teniente y de los policías se dilataron al ver las monedas de oro y plata, las joyas y los fajos de billetes que guardaba en su interior. - ¿Y esto?.- Comentó el teniente con sorna.- Robándonos el oro al igual que tus antepasados, ¿eh?. Pronto, el dinero, las monedas y las joyas fueron a parar a sendas bolsas, donde también guardaron cuanto de valor había en el apartamento. Incluso la cadena y los anillos que Curro llevaba puestos, le fueron arrebatados sin consideración alguna. Al terminar el registro parecía que un huracán hubiera pasado por el apartamento. Tabiques y muebles destrozados, libros, ropa y todo cuanto se encontraba en armarios y cajones tirado por los suelos. Al protestar por tal vandalismo, Curro fue zarandeado brutalmente y esposado con las manos a la espalda, con tal crueldad, que lanzó un grito de dolor al sentir las apretadas esposas cortarle las muñecas. Empujado sin miramientos, ante la atónita mirada de los vecinos, fue escoltado, y obligado a subir a un destartalado vehículo que esperaba a la entrada del edificio. El corto camino de Bocagrande a Manga, donde se encontraban las instalaciones de la policía, se transformó en un largo suplicio por el dolor de las muñecas y la herida del hombro que a causa de la forzada posición había empezado a sangrar de nuevo. Finalmente llegaron a la central de policía. Y sin ni siquiera aflojarle las esposas fue arrojado a un nauseabundo calabozo de menos de veinte metros cuadrados donde sentados o tendidos en el sucio suelo se hacinaban una docena de detenidos. Tres horas mas tarde abrieron la reja y un policía le invitó a salir. Quitándole las esposas lo llevó a una pequeña habitación, sin otro mobiliario que una desvencijada mesa de despacho y dos sillas. Careciendo de ventanas, su única iluminación era la de una desnuda bombilla colgando del techo. Los más lúgubres pensamientos inundaron la mente de Curro al cruzar el umbral de la tétrica habitación. - Parece una sala de tortura.- Pensó casi en voz alta. - No se preocupe, que no le vamos a hacer nada.- Rió el policía.- Siéntese pues tenemos que esperar al fiscal que hará la indagatoria. Apenas había terminado de hablar cuando se presentó el fiscal, acompañado del teniente que le había detenido. - Bien, bien, español, está usted metido en un buen lío.- Espetó a forma de saludo, sentándose sobre la esquina de la mesa frente a la silla donde se encontraba Curro.- Se le acusa de enriquecimiento ilícito, apropiación indebida de bienes de la nación, porte ilegal de armas, y concierto para delinquir. En total de quince a veinte años de prisión. - Pero todas esas acusaciones son absurdas.- Protestó Curro - ¿Absurdas?. ¿Entonces de donde ha sacado todo el oro y la plata que tenía en su apartamento?. - De un barco hundido, naturalmente.- Contestó Curro.- Pero mi abogado me está tramitando los permisos correspondientes. Mi compañía de buceo es una empresa legalmente autorizada por la Cámara de Comercio para operaciones de rescate. Y las monedas que tenía en mi casa son simplemente una prueba de que el naufragio para el que solicito el permiso de rescate, existe en realidad. - ¿No le parecen muchas para ser una simple prueba? ¿ Y que me dice de las que tiene escondidas en la cueva del mero?.

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Curro quedó petrificado. ¿Cómo era posible que el tipo este supiera lo de las monedas?. Solo Jorge, “Tiburón” y él sabían lo de la cueva. ¿Estaría esta gente relacionada con la muerte de Jorge?. El pensamiento de ello le produjo un escalofrío que no pasó desapercibido por el fiscal. - Como ve lo sabemos todo.- habló el fiscal remarcando sus palabras.- Así que le vamos a dar dos opciones. Si nos lleva a donde tiene escondidas las monedas, le dejamos libre y le damos setenta y dos horas para abandonar el país. Caso contrario lo vamos a empapelar de tal forma que se pasará en la cárcel los próximos diez o quince años. Y mañana mismo lo ponemos a disposición de la fiscalía sin rostro de Bogotá. Y le aseguro que esto es un paseo comparado con lo que puede esperar en la cárcel Modelo. - Y que garantías tengo de que cumplirán su promesa.- Preguntó Curro con un ligero temblor en la voz. - No se preocupe. Si usted cumple su parte del trato, nosotros cumpliremos la nuestra. Entonces... ¿Está de acuerdo?. - Sí. Pero tendré que recoger mi equipo de buceo. Además. ¿En que lancha iremos?. - En una de las nuestras, le facilitaremos todo el equipo que necesite y un buzo de los nuestros bajará con usted para ayudarle. - ¿ Y cuando quiere hacerlo?.- Volvió a preguntar Curro. - Mañana a primera hora. Así que por esta noche considérese nuestro huésped. Contestó el fiscal lanzando una grosera risotada. - El calabozo dista mucho de parecerse a una habitación de hotel. - Esta noche podrá quedarse en esta habitación, así estará más descansado para el trabajo de mañana. Y sin mediar más palabras el fiscal y los dos policías abandonaron la celda cerrando con llave la pesada puerta. Por unos instantes Curro quedó con la mirada perdida en la puerta. Los pensamientos se agolpaban en su mente causándole una creciente inquietud. ¿ Y si después que les entregara las monedas se deshacían de él como lo habían hecho con Jorge?. Porque mientras más pensaba en ello, más seguro estaba de que tanto el fiscal como los policías tenían mucho que ver con su muerte. Pues solo por boca de él podrían haber sabido lo de la cueva del mero, quien sabe después de cuantas torturas. ¿ Y como podría protegerse para que no fuera a ocurrirle a él otro tanto?. No había podido avisar a nadie de su detención. Y de hecho por un cierto tiempo nadie le echaría de menos. Envuelto en estos lúgubres pensamientos pasaron las horas, hasta que Curro oyó como alguien introducía una llave en la cerradura de la puerta. Un policía le traía una jarra con agua y un plato de arroz con tajadas de plátano frito. -¿ Me podría también conseguir unos cigarrillos?.- Pidió Curro, que repentinamente recordó que llevaba varias horas sin fumar. - Está prohibido: - Contestó el policía.- Pero si me da la “plata” veré lo que puedo hacer. - Curro buscó en sus bolsillos. Percatándose de que no tenía ni un centavo. Todo su dinero le había sido “decomisado” durante el allanamiento. - Lo siento, pero mi dinero lo tiene el teniente. ¿ Podría pedirle que le diera unos pesos para comprarme un paquete de cigarrillos?. - Eso deberá decírselo usted. Me hubiera gustado hacerle el favor. Pero sin “plata” no puedo hacer nada. De todas formas puedo invitarle a fumar.- Contestó el policía entregándole un cigarrillo, que Curro encendió, aspirando con avidez una bocanada de humo.

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Una vez se hubo marchado el policía, aunque con el estómago contraído por los nervios, Curro trató de comer algo de su “almuerzo”, aunque apenas pudo pasar el primer bocado. Sin saber como, se encontró dando zancadas de un extremo a otro de la celda. Como si de esta forma pudiera alejarse de la angustia que le roía por dentro. Sin reloj, ni ventana al exterior Curro acabó perdiendo la noción del tiempo. A veces se sentaba en la silla por unos instantes tratando de tranquilizarse para continuar poco después su interminable paseo por la pequeña habitación. Debieron pasar muchas horas cuando la puerta se abrió nuevamente. Un policía distinto al anterior entró en la celda con una taza de café y un panecillo. Bajo el brazo traía también una manta enrollada que entregó a Curro. - Así podrá dormir más cómodo. El café caliente le ayudó a relajarse un tanto. Y extendiendo la manta en el suelo, se acurrucó sobre ella buscando inútilmente el sueño reparador. Los pensamientos estallaban en su mente, y en su angustia creía que si lograba dormirse, despertaría en la cama de su apartamento como si todo lo sucedido no hubiera sido más que una terrible pesadilla. Pero la realidad se abrió paso con la llegada del fiscal, acompañado del teniente y otro policía, al que Curro veía por primera vez. - Espero haya dormido bien. Pues hoy le espera un buen día de trabajo.- Dijo el fiscal a guisa de saludo. - Prepárese que ya lo están esperando en el embarcadero.- Añadió el teniente. Con dificultad Curro se levantó, con la mente confusa y el cuerpo dolorido por la noche pasada sobre el duro suelo. Y escoltado por los policías salió al muelle, donde esperaba una de las lanchas patrulleras. Pasado el temporal de los últimos días, el sol brillaba radiante y el mar estaba sereno como una balsa. - Magnífico día para salir a bucear... si fuera en otras circunstancias.- Pensó Curro, y una triste sonrisa afloró a sus labios. - Este es el buzo que bajará con usted.- Presentó el teniente. - ¿Y los equipos?.- Preguntó Curro - He traído dos equipos completos, más dos botellas de repuesto.- Contestó el buzo. Un joven atlético de unos veintitantos años. - Tenemos todo lo que necesita. ¡Así que, en marcha!.- Intervino de nuevo el teniente, dirigiéndose al piloto de la lancha. - Ponga rumbo a la salida de la bahía por Bocagrande, y de allí a Salmedina.- Añadió Curro. La veloz patrullera tardó poco en encontrarse en mar abierto, navegando por un mar, cuya tranquila superficie reflejaba como un espejo los cegadores rayos de sol. Pronto la familiar silueta del faro de Salmedina empezó a vislumbrarse a unas tres millas a proa. Y una vez a su altura; Curro le indicó al piloto la corrección del rumbo hacia los bancos de Burbujas. La proximidad del mar, y la brisa producida por la velocidad de la lancha produjeron un efecto terapéutico y refrescante, tanto para la mente como para el cuerpo de Curro, que apenas se dio cuenta de la llegada a Burbujas. - Estamos sobre él bajo.- Anunció el piloto.- Ahora usted dirá hacia donde voy. - Siga el rumbo que lleva, hasta que lleguemos al borde del cantil.

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Al carecer de eco-sonda la patrullera, Curro se colocó en proa para dirigir al piloto. Y guiándose por las marcaciones de tierra con el faro de Salmedina lo dirigió hasta el borde en forma de herradura donde se encontraba la cueva del mero. E indicando al piloto que parara el motor, arrojó el ancla por la borda. - Si no me equivoco, ya estamos sobre el sitio.- Anunció a los policías. - Pero este sitio está lleno de tiburones.- Comentó el buzo de la policía con un balbuceo que denotaba su miedo. - Claro. Por eso las escondí aquí.- Contestó Curro sin poder reprimir una carcajada.Ellos se encargan de proteger mi plata. Bajo la atenta mirada de los policías Curro se colocó el equipo de buceo, y a falta de un traje de neopreno, se dejó los pantalones y la camiseta para protegerse de las afiladas aristas del coral. - Nos veremos en la cuerda del ancla. Y bucee junto a mí, pegado al cantil para pasar inadvertido de los tiburones.- Advirtió al buzo de la policía antes de dejarse caer de espaldas al agua. El contacto con el agua salada le produjo un tremendo escozor en la herida del hombro. Pero el hecho de encontrarse buceando de nuevo pareció infundirle nuevas fuerzas y esperanzas. Descendiendo por la cuerda del ancla; Curro echó una mirada a su alrededor tratando de ubicar la posición de la cueva del mero. Frente a él a treinta metros de profundidad, se encontraba la enorme roca, que separada una decena de metros del cantil, formaba un profundo desfiladero, por el que se adentró Curro, seguido de cerca por el policía, que temeroso, no dejaba de mirar continuamente por encima del hombro. Unos cincuenta metros hacia el N.E, el cantil se rompía en profundas grietas. Y bajo una de las lajas, la cueva del mero. Haciendo señas al policía para que le ayudara se internó en la cueva sacando una a una las tres pesadas bolsas de buceo. De los bolsillos extrajo los globos, que infló, enviándolas entre una cascada de burbujas hacia la superficie. Siguiendolas con la mirada las vio perderse en la distancia. Y haciéndole una seña al policía para que le siguiera inició el ascenso. Debido al escaso tiempo de inmersión y a la profundidad, consideró innecesarias las paradas de descompresión. Llegando a la superficie a tiempo de ver como los policías de la lancha recogían los globos y las bolsas. Ya a bordo se desembarazó del equipo mientras los policías codiciosamente abrían las bolsas de buceo analizando el contenido. -¿Esto es todo?.- Preguntó el teniente. ¿Le parece poco?. Lo que hay ahí vale muchos millones.- Contestó Curro. Omitiendo decirles, al ver que lo ignoraban, que en el bajo Salmedina, y oculta bajo el cañón del bergantín, se encontraba otra bolsa repletas de monedas. - Esta bien, y ahora verá que nosotros también cumplimos nuestra parte del trato. Tan pronto lo dejemos en tierra, tiene tres días para organizar sus cosas y salir del país. Después de ese plazo habrá orden de captura contra usted.- Dijo el fiscal, que a duras penas trataba de disimular el mareo. Una hora más tarde atracaban junto al embarcadero del Hotel Caribe. - No lo olvide, tiene tres días. Ni una hora más.- Fueron las últimas palabras del teniente antes de partir.

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- Tres días.- Pensó Curro dirigiéndose a paso lento hacia las “Tres Carabelas.- Tres cortos días para cerrar un capítulo de su vida al que le había dedicado tantos años.

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EPILOGO

Doblón de oro

El enorme 747 daba la impresión de flotar suspendido en el aire a diez mil metros de altitud. Bajo él, el inmenso océano Atlántico parecía extenderse interminablemente hacia un oscuro horizonte sin fin. Roto únicamente por el plateado sendero trazado por una radiante luna llena Con la cabeza recostada junto a la ventanilla, y la mirada vagandoen un cielo salpicado por millares de estrellas. Curro revivía en su mente los acontecimientos de los últimos años. Su deambular con su guitarra a cuestas por los países de Europa y Asia. Su búsqueda espiritual en el Himalaya. Su viaje a América y las innumerables jornadas de buceo en Cartagena, con el descubrimiento del bergantín inglés cargado de plata, que desembocó en el asesinato de Jorge, su detención, su largo encarcelamiento, y su rocambolesca huida de regreso a España. ¡Tantos años tras un tesoro! Y cuando finalmente lo encuentra se le escapa de las manos como la arena se escurre entre los dedos. Pero no se entristecía por ello, ya que era consciente de la temporalidad de los bienes materiales, siendo los valores espirituales los que únicamente perduran. Y ese Tesoro adquirido durante los años que pasó en el Himalaya nadie podría arrebatárselo jamás. También podía considerarse afortunado por haber conservado durante sus años de encierro en la tristemente célebre cárcel Modelo de Bogotá él más preciado de los tesoros: La Vida. Y acumulado durante sus correrías por el mundo un incalculable tesoro de recuerdos, experiencias y conocimientos. De nuevo surgían en su memoria las estrofas del “vallenato” de Carlos Vives: “He andado muchos caminos, en busca de mil tesoros Yo les digo que la Vida, vale más que todo el oro” Instintivamente Curro acarició la pieza de ocho reales que guardaba en el bolsillo. Unica moneda que había conseguido salvar de la rapiña de la policía colombiana, gracias a que la habia llevado siempre consigo, como amuleto de buena suerte, y pasó desapercibida durante los registros en Cartagena y Bogotá. El suave tacto de la plata le trajo a la memoria los fondos del bajo Salmedina, y el día en que por primera vez sus dedos acariciaron la moneda. Parecía que fuera ayer. Y al pensar en ello, se sintió transportado bajo las cristalinas aguas del Caribe.

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Dentro de unas horas se encontraría a miles de kilómetros de distancia, frente a otro mar. El mar que le vio nacer: El Mediterráneo. Hacía tantos años que se sumergió en sus aguas por última vez... que sería una nueva experiencia volver ha hacerlo de nuevo. Recorrer otra vez todos aquellos lugares que en el pasado fueron testigos de sus primeros pasos por el mundo submarino. Y una vez mas, investigar entre los viejos legajos del Archivo de Indias, buscando información que pudiera ponerle tras la pista de algún otro naufragio, prometedor de grandes tesoros. Pues para un verdadero buscador de tesoros, siempre hay otro mar y otro tesoro.

Los que descienden a la mar en naves, los que trafican en las inmensas aguas, ellos han visto los obras del Señor y sus prodigios en las profundidades. Salmos 106. 23,24

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APENDICE

a) b) c) d) e) f) g) h) i) j) k) l)

Relación de naufragios investigados de Punta del Gato a Isla Fuerte Relación de naufragios en aguas de Cartagena de Indias Relación de naufragios en aguas de España Relación de naufragios en aguas de Portugal Relación de naufragios en aguas de Méjico Relación de naufragios en aguas profundas del Atlántico y Pacífico La Flota del Tesoro Cartagena de Indias La “pieza de a ocho” o peso Los piratas La bandera pirata Mapas del Nuevo Mundo

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CARTAS NAUTICAS Y RELACION DE NAUFRAGIOS INVESTIGADOS POR EL AUTOR DESDE PUNTA DEL GATO A ISLA FUERTE EN LAS COSTAS DE CARTAGENA DE INDIAS ( 10º38´35´´N – 75º27´14´´W a 9º23´35´´N – 75º10´10´´W )

Desde principios del siglo XVI a finales del siglo XVII, innumerables embarcaciones de todo tipo encontraron su tumba frente a las costas de Cartagena de Indias. Unas hundidas durante el ataque de piratas franceses, ingleses y holandeses. Otras sucumbieron arrastradas por tormentas y tempestades contra los traicioneros arrecifes de coral que protegen la entrada a la bahía. Muchas se encuentran aun con su cargo intacto, pues debido a encontrarse a una profundidad superior a los 30 metros estaban fuera del alcance de los cazadores de tesoros de antaño provistos de rudimentarios sistemas de buceo. Los naufragios y las coordenadas aquí reseñadas son rigurosamente exactos. Si bien los restos se encuentran diseminados en amplias áreas, marcadas por anclas, cañones y lastre La profundidad varía entre los 5 y los 60 metros. Y la visibilidad es generalmente buena, especialmente entre los meses de Mayo y Septiembre

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De Punta del Gato a Punta Canoas

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N

NOMBRE 1

Galeón San Agustín

POSICION 10º38´35´´N 75º27´14´W

PROF. 14 m.

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

12-8-1794

Ataque piratas ingleses

CARGO

40.000 piezas de oro, 187.000 reales, oro y plata en lingotes

N

NOMBRE 2

Galeón El Superior

POSICION 10º34´N 75º31´20´W

PROF. 4 m.

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

8-8-1736

Perdido durante tempestad

CARGO

6.800 piezas de oro, plata en lingotes y joyas

N

NOMBRE 3

Galeón El Capitán

POSICION 10º41´05´´N 75º23´25´W

PROF. 15 m.

CARGO

86.000 piezas de oro, 165.000 reales

N

NOMBRE 4

Galeón Don José

POSICION 10º33´35´´N 75º31´32´W

PROF. 10 m.

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

12-8-1794

Ataque piratas ingleses

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

30-11-1736 Ataque piratas ingleses

CARGO

250.000 piezas de oro, 380.000 reales y joyas de dama española

N

NOMBRE 5

Bergantín La Reina

POSICION 10º24´30´´N 75º36´23´W

CARGO

37.000 piezas de oro

N

NOMBRE 6

Galeón La Española

POSICION 10º24´12´´N 75º36´50´W

PROF. 12 m.

PROF. 16 m.

CARGO

15.000 piezas de oro, joyas indígenas

N

NOMBRE 7

Fragata Galicia

POSICION 10º23´45´´N 75º32´25´W

PROF. 28 m.

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

Abril1560

Embarrancó en bajo

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

18-1-1749

Ataque pirata

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

Abril1741

Ataque Almirante Vernón

CARGO

128

129

De Punta Canoas a Punta Bocagrande

129

130

NOMBRE

N 8

Capitana El Olonés

POSICION 10º23´35´´N 75º35´45´W

PROF. 18 m.

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

Abríl1741

Ataque Almirante Vernón

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

CARGO

N

NOMBRE 9

Galeón El Napolitano

POSICION 10º23´03´´N 75º38´15´W

PROF. 60 m.

n/s

CARGO

18.000 piezas de oro, 35.000 reales, plata en lingotes

N

NOMBRE

10

Galeón San Carlos

POSICION 10º23´43´´N 75º38´30´W

PROF. 28 m.

Perdido en tempestad

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

Abril1741

Ataque Almirante Vernón

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

Nov.1713

Ataque piratas ingleses

CARGO N 11

NOMBRE Galeón Santa Isabel

POSICION 10º22´20´´N 75º38´47´W

PROF. 22 m.

CARGO

27.000 piezas de oro, 140.000 reales y perlas del Cabo de la Vela

N

NOMBRE

12

Galeón San Juan

POSICION 10º22´05´´N 75º39´30´W

PROF. 28 m.

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

Nov. 1713

Ataque piratas ingleses

CARGO

32.000 piezas de oro, 88.000 reales, oro y plata en lingotes

N

NOMBRE

13

Naufragio No Identificado

POSICION 10º22´37´´N 75º39´25´W

PROF.

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

2-5-1749

Ataque piratas holandeses

28 m.

CARGO N

NOMBRE

POSICION

14

Galeón La Magdalena

10º22´30´´N 75º35´01´W

PROF. 6 m.

CARGO

60.000 piezas de oro, oro y plata en lingotes

N

NOMBRE

15

Fragata Escolta

POSICION 10º22´05´´N 75º34´55´W

PROF. 20 m.

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

Abril1741

Ataque Almirante Vernón

CARGO

130

131

De Punta Bocagrande a Punta Gigantes, Bancos de Salmedina y Bahía de Cartagena

131

132

N 16

NOMBRE Naufragio No Identificado

POSICION 10º20´10´´N 75º31´30´W

PROF.

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

30 m.

CARGO N 17

NOMBRE

POSICION

PROF.

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

Fragata Africa

10º19´15´´N 75º34´35´W

28 m.

Abril1741

Ataque Almirante Vernón

NOMBRE Fragata San Carlos

POSICION 10º19´15´´N 75º34´32´W

PROF. 26 m.

FECHA Abril1741

CAUSA HUNDIMIENTO Ataque Almirante Vernón

POSICION

PROF.

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

May.1641

Causas desconocidas

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

15-4-1691

Ataque piratas franceses

CARGO N 18

CARGO N 19

NOMBRE Naufragio No Identificado

10º18´19´´N 75º36´W

38 m.

CARGO N 20

NOMBRE Naufragio No Identificado

POSICION 10º18´55´´N 75º35´10´W

PROF. 40 m.

CARGO N 21

NOMBRE Galeón San Felipe

POSICION 10º16´45´´N 75º35´50´W

PROF. 56 m.

CARGO

Oro y plata en barras y joyas indígenas

N

NOMBRE

22 CARGO

Carabela La Soledad

POSICION 10º23´14´´N 75º41´20´W

PROF. 67 m.

4.000 piezas de oro y 300.000 piezas de plata

132

133

De Punta Gigantees a Punta Barú e Islas del Rosario

133

134

N

NOMBRE

23

Galeón Santa Cecilia

N

NOMBRE

24

Galeón Buenaventura

CARGO

n/s

N

NOMBRE

25

Galeón Santa Marta

CARGO

n/s

N

NOMBRE

26

Balandra El Salvador

POSICION 10º11´15´´N 75º40´40´W

POSICION 10º11´10´´N 75º40´W

POSICION 10º11´N 75º39´50´W

POSICION 10º11´45´´N 75º44´W

CARGO

Oro y plata en barras

N

NOMBRE

27

POSICION

Galeón 10º11´10´´N Santa Catalina 75º39´50´W

PROF. 38 m.

FECHA

6 m.

n/s

PROF.

FECHA

20 m.

PROF. 40 m.

PROF. 30 m.

24.000 piezas de oro, oro en barras

N

NOMBRE

28

Galeón La Margarita

10º11´20´´N 75º39´50´W

n/s

PROF.

CARGO

POSICION

FECHA

PROF. 30 m.

n/s

CAUSA HUNDIMIENTO

12-7-1568

Ataque pirata Hawkins

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

12-7-1568

Ataque pirata Hawkins

Galeón Don Nicolás n/s

N

NOMBRE

30

Nave a motor y vela

CARGO

POSICION 10º07´30´´N 75º42´W

PROF. 30 m.

Causas desconocidas

FECHA

29 CARGO

CAUSA HUNDIMIENTO

Ataque pirata Hawkins

NOMBRE

28 m.

Causas desconocidas

12-7-1568

N

10º07´50´´N 75º42´45´W

CAUSA HUNDIMIENTO

CAUSA HUNDIMIENTO

16.000 piezas de oro y 67.000 piezas de plata PROF.

Causas desconocidas

FECHA

CARGO

POSICION

CAUSA HUNDIMIENTO

FECHA n/s

FECHA n/s

CAUSA HUNDIMIENTO Causas desconocidas

CAUSA HUNDIMIENTO Causas desconocidas

n/s 134

135

Islas de San Bernardo y Bancos de Pajari

135

136

N

NOMBRE

POSICION

PROF.

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

31

Galeón 10º05´20´´N 36 m. 10-10-1799 Ataque piratas ingleses Nombre de 75º51´50´W Dios CARGO 32.000 piezas de oro y 48.000 piezas de plata N 32

NOMBRE Galeón La Estrella

CARGO

n/s

N

NOMBRE

33

Galeón La Castellana

POSICION 9º41´30´´N 75º51´10´W

POSICION 9º47´23´´N 75º51´10´W

PROF.

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

2 m.

n/s

Embarrancó en isla Ceicen

PROF.

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

15 m.

CARGO

46.000 piezas de oro y 237.000 reales

N

NOMBRE

34

POSICION

Galeón Santo Domingo CARGO n/s

9º46´03´´N 75º52´05´W

N

POSICION

35

NOMBRE Galeón San José

9º45´55´´N 75º52´W

PROF.

10-10-1799 Ataque piratas ingleses

FECHA

26 m.

PROF. 287 m.

n/s

CAUSA HUNDIMIENTO Causas desconocidas

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

8-5-1708

Ataque piratas ingleses

CARGO

13.000.000 de pesos, oro y plata en lingotes, joyas y piedras preciosas

N

NOMBRE

36

Galeón San Nicolás

POSICION 9º45´50´´N 75º52´W

PROF. 12 m.

CARGO

29.000 piezas de oro y 70.000 de plata

N

NOMBRE

37

Galeón Tomasito

POSICION 9º51´55´´N 75º51´53´W

PROF. 30 m.

CARGO

52.000 piezas de oro y 233.000 pesos

N

NOMBRE

38 CARGO

Galeón San Pedro

POSICION 9º46´15´´N 75º47´40´W

PROF. 32 m.

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

22-8-1769

Encalló en bajo

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

4-11-1800

Perdido en tempestad

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

3-3-1703

Perdido en tempestad

18.000 piezas de oro, oro y plata en lingotes 136

137

Islas de San Bernardo

137

138

N 39

NOMBRE

Galeón 9º46´N Santa Catarina 75º47´05´W

CARGO

n/s

N

NOMBRE

40

POSICION

Galeón Don Tomás

POSICION 9º44´20´´N 75º41´05´W

PROF.

FECHA

35 m.

PROF. 14 m.

n/s

CAUSA HUNDIMIENTO

30-1-1746

Ataque piratas ingleses

29.000 piezas de oro y joyas de noble española

N

NOMBRE

41

Galeón San Miguel

9º44´40´´N 75º45´30´W

CARGO

Oro y plata en lingotes

N

NOMBRE

42

Galeón San Diego

POSICION 9º44´30´´N 75º45´30´W

PROF.

FECHA

6 m.

n/s

PROF.

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

Nov.1738

Ataque piratas ingleses

6 m.

CARGO

27.000 piezas de oro y 98.000 piezas de plata

N

NOMBRE

43

Galeón El Cisne

POSICION 9º44´N 75º43´15´W

PROF.

16-3-1556

Ataque de Juan Bontemps

PROF.

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

9 m.

n/s

20 m.

N

NOMBRE Galeón San Jorge

9º42´10´´N 75º42´40´W

CARGO

17.000 piezas de oro y 165.000 reales

N

NOMBRE

45

Galeón Santa Irene

POSICION 9º41´15´´N 75º42´20´W

PROF. 10 m.

CAUSA HUNDIMIENTO

Feb.1698

Ataque del renegado Juan Alvarez

25.000 piezas de oro, joyas y plata en lingotes

N

NOMBRE

46 CARGO

Galeón El Rey

9º41´45´´N 75º51´05´W

PROF.

Encalló en bajo

FECHA

CARGO

POSICION

Perdido en tempestad

CAUSA HUNDIMIENTO

34.000 piezas de oro y 169.000 de plata

44

CAUSA HUNDIMIENTO

FECHA

CARGO

POSICION

Causas desconocidas

FECHA

CARGO

POSICION

CAUSA HUNDIMIENTO

FECHA

34 m.

n/s

CAUSA HUNDIMIENTO Ataque piratas franceses

83.000 piezas de oro, oro y plata en lingotes

138

139

Golfo de Morrosquillo y Bahía de Tispata

139

140

N

NOMBRE

POSICION

47

Galeón La Sevillana

9º41´30´´N 75º51´W

CARGO

70.000 piezas de oro



NOMBRE

48

Galeón Marta

CARGO

348.000 pesos

N

NOMBRE

49

Galeón El Socorro

CARGO

n/s

N

NOMBRE

50 CARGO

Galeón Santa Cruz

POSICION 9º41´30´´N 75º51´15´W

POSICION 9º26´50´´N 75º48´20´W

POSICION 9º23´35´´N 75º10´15´W

PROF. 34 m.

PROF. 33 m.

PROF. 16 m.

PROF. 25 m.

FECHA n/s

CAUSA HUNDIMIENTO Ataque piratas franceses

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

Abril1783

Perdido en tempestad

FECHA

CAUSA HUNDIMIENTO

n/s

FECHA n/s

Causas desconocidas

CAUSA HUNDIMIENTO Causas desconocidas

n/s

140

141

Isla Fuerte

141

142

HUNDIMIENTO DE LA CAPITANA SAN JOSE 8 de Junio 1708 ( Cartagena de Indias )

142

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La armada de la guarda de la carrera de indias

El galeón fue el navío más utilizado por las potencias europeas para sus viajes oceánicos entre el siglo XVI y mediados del siglo XVII. Sin embargo, a pesar de que Inglaterra, Francia y Holanda implantaron el llamado navío de línea cuyo diseño mejoró ostensiblemente la velocidad y la capacidad de combate, España hasta bien tarde del siglo XVII, con algunas modificaciones, continuó con el uso del galeón, con su casco redondo y sus maderas más gruesas para resistir la alta salinidad de las aguas caribes y la acción de los gusanos que taladraban con gran rapidez sus estructuras. A diferencia, los galeones portugueses construidos con madera de teca, eran hasta diez veces más durables. Desde el último cuarto del siglo XVII se usaban en España tres tipos de galeones: los de una cubierta; los de dos o de pozo, preferidos como navíos de guerra, y los galeones de puente corrido o de tres cubiertas, cuyo uso terminó por imponerse en la Flota de Tierra Firme. Este cambio en el tamaño de los galeones que empezó a darse luego de los años treinta del siglo xvii y en la generalización de los de puente corrido o de tres cubiertas, históricamente está relacionado con el auge del contrabando. Los informes de entonces resaltan que muchos galeones se perdieron por la sobrecarga que los hizo vulnerables a las tormentas y a los ataques enemigos, no solo porque la velocidad se veía reducida, sino, también, porque muchos de los espacios destinados a los artilleros y combatientes estaban casi siempre ocupados por fardos y mercancías que funcionarios y particulares llevaban y traían sin el consentimiento de las autoridades. A cambio de llevar exceso de carga y pasajeros, los galeones tuvieron que sacrificar poder de fuego y capacidad de maniobra. Desde 1650 y hasta casi terminar la década de los ochenta reinó el desgobierno en España, lo que condujo también a que la supervisión en la construcción de los navíos 143

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oficiales fuera laxa. Los contratistas hacían poco caso de los diseños y especificaciones de las autoridades, con tal de contar con espacios adicionales para transportar mercancías, especialmente de origen extranjero, que eran mejores y más baratas que las españolas. Se dice que navíos que transportaban mercancías españolas se devolvieron muchas veces porque encontraron que su clientela estaba ya surtida por otros. A pesar de que los fraudes en la construcción de barcos ya era práctica común, el descaro llegó a extremos a partir de los años sesenta del siglo XVII, resultado de la pobreza del fisco español por las dificultades para recibir recursos de las Indias debido al casi permanente bloqueo naval de otras potencias a sus costas, a la acción de los piratas en el Caribe, a la pésima administración central y a la corrupción generalizada de los administradores en España y en América. Los interventores vascos y andaluces que debían supervisar las construcciones, permitían toda esta situación, al dejarse sobornar por los comerciantes. Por tal razón, los navíos construidos en España con destino a la Flota de Galeones llevaban en ese entonces el sello de los intereses de los transportistas3. Durante doscientos años, la historia está salpicada de informes que muestran innumerables casos de fraude por parte de constructores de navíos. Algunas de las prácticas más comunes con las cuales el contratista obtenía beneficios económicos inmediatos entregando la nave a tiempo y protegiéndose de la tradicional mala paga del gobierno, se relacionan enseguida: 1. Usar menos clavos de los necesarios. Se ahorraba parte del género y jornales. La omisión se remediaba volviendo a clavetear el galeón al llegar a Cádiz, pero como es fácil imaginar, zonas vitales interiores del casco quedaban sin fortalecerse por ser imposible el acceso a ellas. 2. Colocar jarcias de calidad inferior a las de diseño. Este artículo debía proceder de Calatayud o Nápoles, pero se acabó dependiendo de Holanda, donde surgió el invento de mezclar el buen cáñamo con hierbas de clase mediocre. 3. Forjar los cerrojos, bisagras, pernos, cadenas y demás objetos de hierro con menos peso que los modelos normales. 4. Manipulación de las maderas, lo que atentaba contra la estabilidad del galeón. En las obras debían emplearse maderas de árboles plantados y cuidados ex profeso para las fábricas por su rectitud y pocos nudos... Las tablas resultantes de estos ejemplares salían largas y bien curadas y no la que se hace de diferentes robles tagarricos que se hiende mucho y el vicio que hace que, a pocos días puestas en los costados, abre tales costuras que para calafatear es necesario echar muchos rumbos al navío, por cuya causa además de mucha estopa que lleva, nunca los navíos son tan fuertes y estancos, según un informe, sin firma ni origen, posiblemente de 1650. Otra práctica común consistía en abombar los costados, en detrimento de la maniobrabilidad y de la capacidad de combate del navío. Pero mucho más grave era utilizar maderas verdes en la construcción del galeón, ya que los contratistas, para entregar la nave en el tiempo acordado con el Gobierno, no las dejaban secar y curar. El mar del trópico corrompía la madera y la brea y la grasa impermeabilizantes no podían cumplir con su función, pues la madera al rezumar desde adentro, las iba desprendiendo y como se deformaban, con el tiempo saltaban los clavos y 144

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se abrían vías de agua. Parece que esta fue la causa del hundimiento del galeón Santa Teresa en marzo de 1682, no lejos de Cartagena de Indias. A partir de 1680, la administración trató de ejercer un mejor control sobre estos fraudes, más, sin embargo, las picardías continuaron. La necesidad de navíos hacía que la administración echara mano de cualquier cosa que flotara, siendo permisiva, al extremo de hacerse la de la vista gorda en cosa tan seria e importante para el reino. Era frecuente que las autoridades cada vez que lo necesitaban, recurrieran a la figura de secuestrar los barcos, las mercancías o la plata y el oro, entregando a sus dueños unos recibos con los que se comprometía pagarles, cosa que resultaba tardía y difícil ante la constante cortedad de recursos de la Real Hacienda. Así las cosas, cuando, por ejemplo, devolvían un navío, por lo general estaba ya inservible. Una nao no aguantaba más de tres o cuatro viajes a América, si es que no se perdía antes por los huracanes del Caribe o en manos de los enemigos. Para evitar que la Corona confiscara sus barcos, los privados también recurrían al expediente de cambiar las especificaciones. Debido a que los viajes a las Indias tenían que hacerse con barcos de medidas especiales, les restaban longitud y aumentaban la manga y el puntal, resultando un casco casi redondo, panzudo, pesado, lento, de difícil maniobrabilidad e inepto, por tanto, para servir como nave de guerra en la Armada de Galeones. Los impuestos se pagaban según el arqueo de las bodegas pero, aunque se sabía que los buques llevaban mercancías también en cuanta área libre hubiera, estos espacios no se tenían en cuenta, estimulando el engaño. Resulta bastante singular que la Casa de Contratación en junio de 1703, tal vez por recomendación de los asesores franceses, hubiera decretado que lo llevado por fuera de la bodega aforada, no era ninguna extralimitación, legalizando lo sabido. Mientras las armadas de Inglaterra, Francia y Holanda, principalmente, como ya se anotó, evolucionaron con la introducción de navíos de guerra cada vez más modernos, la española, aun cuando introdujo unos cuantos cambios, siguió con la tradición de sus lentos y pesados galeones. Esta diferencia técnica fue haciendo de España una potencia naval cada vez menos importante. En la Guerra de los Treinta Años, España había perdido gran parte de su capacidad marítima pues le fueron hundidos por la artillería enemiga, el mal tiempo, la impericia y las equivocadas órdenes del rey, más de cien buques de guerra, junto con más de veinte mil hombres entre oficiales, marineros, soldados, mozos y clérigos. El resultado de semejante tragedia se vio reflejada en la ulterior impotencia española para proteger sus posesiones de ultramar, las rutas marítimas para enviar sus productos y traer la plata y el oro americanos y el inicio de un humillante período que cambiaría la historia de las Indias y del continente europeo. Es bien interesante conocer la manera como la Corona, ante su incapacidad financiera para reconstruir su armada y colocarla en los niveles de su anterior esplendor, utilizó

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medidas que, antes que mejorar, fueron amarrándola a una constante dependencia de los prestamistas ansiosos de hacer dinero a costa aun de la propia supervivencia del país. Veamos esta interesante historia. Las permanentes cortedades de numerario de la Corona, convirtieron en costumbre la venta de los cargos públicos. De esto resultó una administración española comprobadamente ineficaz. Más aún, desde las grandes pérdidas en la Guerra de los Treinta Años de mediados del siglo xvii, las ventas de los puestos de general y almirante de flota se hicieron al mejor postor. De esa manera, cuando la Hacienda Real no podía pagar o tenía una urgencia de dinero, solicitaba en préstamo esos recursos, que compensaba el rey con la adjudicación de los cargos. En el caso de la Carrera de Indias, se compraban los derechos para comandar dos flotas consecutivas, luego de lo cual, si había otro mejor postor entraba a ejercer el cargo. Grave era cuando quienes hacían los préstamos, carecían de los necesarios conocimientos de marinería o de mando de tropas. El dinero invertido tenía que recuperarse. Pero ¿cómo? Se desarrolló entre España y América un activo comercio y tanto mercantes como navíos de guerra iban más que cargados de mercancías para vender en uno y otro lado del Atlántico. ¿Puede uno imaginarse un barco de guerra con fardos y barriles en cubierta, pasillos, alojamientos y hasta donde iba la artillería? ¿Qué responsabilidad se le podría conceder a una armada como esa, cuando la preocupación primera era la del lucro? ¿Cómo podría España conservar su dilatado imperio si sus rutas estaban constantemente amenazadas por enemigos disciplinados y bien apertrechados? Muchos informes señalan que capitanes y marineros tenían asignados cupos para llevar algo con que mejorar su ingreso. Sus beneficios podían incrementarse al ofrecer variados servicios durante los viajes. Por ejemplo, el contramaestre podía hacerse cargo junto con algunos ayudantes de suministrar alimentos a los pasajeros o de llevar por encargo un número de botijas de vino o aceite, en proporción que arrancaba con varias centenas para el general hasta cuatro o cinco para el marinero, todo dependiendo del tonelaje del buque. Las picardías en que incurrían unos y otros con tal de ganar dinero o no pagar pasajes o eludir ir a los frentes de guerra, hizo que nunca faltaran tripulantes para los viajes a las Indias. Por supuesto, viajar por esos mares no era tarea grata, como no lo era sobrevivir en un país que, como la Metrópoli, nunca salió de la miseria y los pobres siguieron siendo pobres y los pocos ricos más ricos, aún después del descubrimiento de América. Las tripulaciones sufrían disminución por las epidemias. En cada viaje, alrededor del 15% de la tripulación moría y un 50% desertaba. Las enfermedades eran causadas principalmente por los piojos, más, si en el viaje se llevaban animales a bordo; las ratas y las cucarachas hacían obligada compañía, compartiendo a disgusto la escasa comida y el agua que en pocos días ya estaba contaminada. Bien sabido es que la higiene en los barcos españoles era desastrosa. Seguían, seguramente, el sabio consejo que en su manual de urbanidad y cortesía, ofrecía el santo abate y doctor en teología Juan Bautista de la Salle. El baño con agua no se estilaba en las Cortes europeas por poco saludable, más para el vulgo y, con mayor razón, para marineros y pasajeros que para eso no disponían. El santo varón recomendaba: Es conveniente, por la mañana frotarse la cara con un lienzo blanco para limpiarla y, si es necesario, con saliva ya que es peor hacerlo con agua porque ello hace que la cara sea 146

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más susceptible ante el frío del invierno y del calor en verano. Es necesario también peinarse cada día los cabellos, pues ello impide la cría de piojos4. Ante la escasez de viajes, los colonos que querían regresar a España, ocupaban también los puestos abandonados, permitiendo que los capitanes no solo percibieran dinero por pasajes, sino que tampoco remuneraban a quienes reemplazaban a los muertos y desertados. El negocio se redondeaba, en cuanto que generales, almirantes y capitanes enrolaban también a sus sirvientes, se guardaban sus salarios y aumentaban sus cupos para llevar mercancías. Un buque de guerra con su tripulación profesional así menguada, ¿cómo podía defender con éxito a sus mercantes y a sí mismo? Esa era la situación a la muerte de Carlos II, el último de la dinastía de la Casa de Austria, el 3 de noviembre del año del señor de 1700. A partir de ese santo día, la España imperial, empezaba su último siglo de vida.

La flota de Casa Alegre

Correspondió a don Pedro de Aróstegui la construcción de los galeones San José y San Joaquín en los astilleros de Mapil, localidad cercana a San Sebastián, capital de la provincia de Guipúzcoa, según contrato con el Consejo de Indias. Don Pedro era un experto constructor que venía de resolver serios problemas con la Corona, acusado de incumplimiento y de fraude, que lo hicieron refugiarse en un convento durante siete años para eludir la persecución de sus acreedores. Por aquellos tiempos deber era cosa seria y más cuando el propio gobierno dejaba de pagar, alegando fraudes, solo por el hecho de no tener cómo ponerse al día con sus proveedores. Así de mal andaba la Real Hacienda que utilizaba todos estos recursos para no cumplir y, a cambio, pretender obtener sus encargos gratis. Pero los abogados de Aróstegui demostraron que no era él el incumplido y el Consejo de Indias ordenó a la Real Hacienda pagarle la no despreciable suma de 135 825 reales de plata que se le adeudaban por la construcción de otros dos galeones y un patache. En 1697, don Pedro empieza a construir los galeones que llegarían a ser los de mayor desplazamiento en toda la escasa armada española, con destino a la Carrera de Indias. En

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junio de 1698 los navíos estaban terminados, pero don Pedro no los vio zarpar, puesto que murió en el entretanto. A su hijo Francisco le correspondió entregarlos, con un arqueo de 1071 toneladas para el San Joaquín y 1037 toneladas españolas para el San José, pero, por las picardías ya conocidas, parece que terminaron cargando más toneladas. Su potencial artillero para los estándares españoles era imponente. Por sus costados podían contarse 62 bocas de bronce de variado calibre, así: 26 piezas de 18 libras, 26 piezas de 10 libras y 8 ó 10 de seis libras. El peso de la artillería sin contar las municiones, era de aproximadamente 190 mil libras. Si se compara el armamento con el de los ingleses, holandeses y franceses, es fácil concluir que en cualquier confrontación los galeones españoles estarían en desventaja, pues los navíos de los contrarios, más rápidos y maniobrables, utilizaban artillería, no solamente de mayor alcance, sino de superior poder de destrucción, basada en calibres de 42, 32, 28 y 22 libras. En la construcción de la capitana San José y de la almiranta San Joaquín, se usaron buenos materiales. Las maderas para el casco vinieron de los Pirineos españoles, los palos para el velamen de Escandinavia y Dinamarca, el alquitrán de Moscovia, las jarcias de Riga y Kšnigsberg, el velamen de Holanda y la artillería era española. Llevaba cada buque cuatro anclas con pesos que variaban entre 3700 y 2800 libras, nueve linternas corrientes de bronce y una linterna de toldilla, muy ornamentada y muy pesada, con tamaño de unos tres codos, que colgaba en la popa. Las medidas sobre planos para ambos galeones, mostraban una eslora de 71 codos1, manga de 22, puntal de la bodega 10, pero el galeón San Joaquín terminó con uno que otro codo más de eslora. Entre 1700 y 1715, la frecuencia de las flotas y convoyes a Tierra Firme, nunca fue de uno por año, como lo estipulaban las leyes de Indias, sino que se hizo prácticamente nula. Para el caso de Méjico, se redujo al envío de azogues solitarios en la mayoría de las veces, transportando el mercurio necesario para la extracción de la plata y a uno o dos convoyes, eludiendo los controles de los enemigos, para traer el preciado metal tan necesario para mantener el país. Mientras tanto, la ruta de Tierra Firme estaba quebrada. Desde Jamaica, los ingleses controlaban la navegación entre La Habana y Cartagena, más al regreso que a la ida, a fin de apoderarse de la plata que pudiera recogerse con destino a España. El temor de que los buques enemigos los atacaran cerca de las bloqueadas costas españolas, se constituyó en una causa prima para que las flotas sufrieran retrasos en sus salidas a América. Los contactos entre España y el Perú y los puertos intermedios de Portobelo, Cartagena y La Habana, estuvieron suspendidos en la práctica para los comerciantes españoles y del control necesario de la Real Hacienda. Sin galeones, no había forma segura de llevar a España los tesoros del rey ni los de los particulares. Las últimas flotas a Tierra Firme, fueron en los años 1684, 1690 y 1695. Ya durante la Guerra de Sucesión, solo partió de Cádiz la de 1706 que llegó a América, pero nunca regresó a España. El galeón San José, actuaba en este su primero y único viaje a América, como capitana. El San Joaquín, su gemelo, como nave almiranta. Don José Fernández de Santillán, adinerado hombre de negocios, que ostentaba el título de conde de Casa Alegre, permanente auxiliador del tesoro real, a cambio de prebendas para él, su sobrino y su familia, que había comprado el cargo de general de la Flota de

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Galeones, comenzó a prepararse en 1699, pero no logró salir hacia las Indias sino hasta 1706. Cada año se hacían los aprestos para partir, pero las amenazas enemigas terminaban por frustrar los intentos. A tanto llegó la situación que periódicamente era menester botar al mar las vituallas por estar podridas y a los marineros esenciales, mantenerlos a paga para cuidar los barcos. Todo ello obligó al general a aumentar a bordo, casi hasta lo inimaginable, la cantidad de mercancías, botijas de vino y de aceite de oliva, como para compensar los sobrecostos del bloqueo y de la tardanza. Debido a las incidencias de la Guerra de Sucesión2 , de todas las pérdidas navales habidas en las rutas trasatlánticas, el 39% de los buques y el 43% del tonelaje, fueron consecuencia del conflicto, el resto, como producto de los temporales y huracanes, accidentes de mar y vejez de las embarcaciones. Debe agregarse que el 90% de las pérdidas en acciones de guerra, ocurrieron en los puertos españoles y en combates cerca de sus costas. Por América, las acciones navales fueron escasas. La de mayor significación, fue aquella en la que el galeón San José fue hundido. Las razones de los retrasos eran variadas, por ejemplo, el ataque a Vigo en 1702 que permitió la destrucción de la escolta francesa y de los mercantes españoles; la caída de Gibraltar, que cerraba la navegación al Mediterráneo; la escasez de recursos para completar el apresto de los buques y la falta de entendimiento entre los comerciantes de Andalucía y los consejeros franceses del monarca español que pretendían lograr que en sus buques se hiciese el comercio con las Indias, transportando no solo las mercaderías españolas, sino las francesas de mejor calidad que ya entraban a España pagando un arancel muy bajo para hacerlas competitivas, acarreándole, de paso, un gran daño a la incipiente industria española. Es lógico concluir que si alguien estaba interesado en mantener la debilidad naval española y el quiebre de las comunicaciones entre España y sus colonias americanas era, paradójicamente, el buen rey Luis XIV. Cuando el nieto le propone la compra de algunos navíos de guerra, se niega, pero, a cambio, le ofrece poner a su disposición los buques que necesite, eso sí, pagando unos exagerados arriendos. Con lo que le costaron al tesoro español estos servicios, se hubiera podido construir un centenar de buques de guerra, que hubieran restaurado el poder naval hispano y, de paso, rescatado la honra de su altivo pueblo. Definitivamente, como lo decía con frecuencia Fernando el Católico, en asuntos de política no hay lealtades. Para entonces, como se mencionó, los buques franceses entraban a los puertos de la América española como Pedro por su casa, nutriendo la economía de las colonias con excelentes productos a bajos precios, pero con grandes beneficios para los comerciantes galos. Después de esperar por siete años, el 10 de marzo de 1706, parten, por fin, desde Cádiz hacia América, cinco navíos de guerra y diez mercantes al comando de don José Fernández de Santillán, acompañados por la flota de su sobrino don Diego compuesta de 16 mercantes, habiendo llegado a Cartagena el 27 de abril, luego de un viaje de 48 días, afortunadamente sin contratiempos. Días después llegó a Cartagena la flota de Ducasse que enseguida partió para Veracruz, Méjico, escoltando los mercantes de don Diego. Los hostigamientos ingleses continuaron en el Caribe, tratando de forzar a las autoridades locales para que reconocieran a Carlos III como su único rey, como lo informó el gobernador de Cartagena al monarca en carta fechada el 9 de octubre de 1706. Más tarde, el 4 de enero de 1707, los ingleses vuelven a aparecerse a la vista de Cartagena con nueve 149

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buques poderosamente armados para forzar al general don José Fernández de Santillán a reconocer al archiduque de Austria. De haber sucedido esto, con los dos buques más grandes de la armada española cambiando de bando, es posible que la dinastía borbónica hubiera concluido su vigencia en España antes de tiempo, pero el general se mantuvo firme. Caso contrario, Cartagena y las colonias españolas en América hubieran caído una tras otra por aquello del efecto dominó. Es fácil colegir que esa posición selló el destino de la flota del conde de Casa Alegre. ¡Los ingleses se la cobrarían bien caro! A don José, que había comprado el derecho de capitanear la Flota de Tierra Firme años atrás y mantenía fuertes nexos con la Corona, por sus elevados préstamos y sus leales y distinguidos servicios, le fue otorgado en 1704 el título de Conde de Casa Alegre, además de otros merecimientos, cuando él había cumplido ya los 65 años de edad. La Flota de Casa Alegre3 permaneció al amparo de Cartagena y a la espera de que el virrey peruano tomara la decisión de organizar la Feria de Portobelo, la que tampoco era del agrado de los comerciantes limeños que mostraban muy poco entusiasmo por una mercancía que, puesta en el virreinato, resultaba evidente que saldría dos o tres veces más cara que la que les llegaba de contrabando, introducida principalmente por la francesa Compañía del Mar Pacífico, estimulada y protegida por el propio virrey Castelldosrius. Ante la presión de España urgida de la plata peruana, el 19 de diciembre de 1707, salen de El Callao los comerciantes limeños rumbo a Panamá. Por su parte, don José leva anclas en Cartagena el 2 de febrero de 1708 y llega felizmente a Portobelo el 10 del mismo mes. Sin embargo, la feria no arranca, pues se presentan contratiempos y retrasos injustificados, cuyos móviles tenían que ver con coimas y defraudaciones a la Real Hacienda... Si desde el 18 de enero la flota del Perú había arribado a Punta Perico, puerto situado sobre la costa pacífica del Istmo, solo hasta el 27 de febrero empieza a llegar el tesoro real a Portobelo y los comerciantes aparecen finalizando el mes de marzo, a pesar de los constantes exhortos que el almirante hace a las autoridades panameñas, pues él quería aprovechar el momento para navegar de regreso a España, por ser el que hacía de brisas muy bueno. Las sucesivas demoras producto de la evidente confabulación de las autoridades y comerciantes, enfurece al general de galeones que ordena acortar la duración de la feria y encarcelar a los cuatro comisarios y diputados del comercio de Lima, que mostraban indiferencia frente a los requerimientos del general para que hicieran el pago de los 350 000 ducados necesarios para el mantenimiento de los galeones y de su tripulación, según lo acordado con la Casa de la Contratación de Sevilla. Los comerciantes se encuentran entre la espada y la pared. ¡O pagan o pagan! Por supuesto, la feria se paraliza y el general no cede, hasta cuando se acuerda que se le darán los recursos pero solo para el despacho de sus naves, porque los negocios no rentan. Mientras tanto, se hace tarde y ha llegado el mes de mayo y el general teme que Ducasse no lo espere en La Habana porque el tiempo de las corrientes y las brisas a favor para regresar a España está corriendo y el período de los huracanes se viene encima. Los navegantes saben que es preferible enfrentarse a los ingleses que a la furia del Caribe. A los inconvenientes anteriores, se suma el que antes del viaje a La Habana, los galeones deben carenar en Cartagena para enfrentar el largo viaje a España. El San José ha estado

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haciendo agua, mal que se incrementaría con las cargas que habría de llevar de regreso, en particular la de los más de seiscientos marineros y pasajeros, estos últimos que habían esperado tantos años para retornar a su patria. No habrá un solo centímetro desocupado en el galeón. La flota inglesa que espera los galeones ha estado navegando desde el 27 de marzo según el calendario inglés -6 de abril en el calendario español- entre las islas del Rosario y el bajo de Salmedina, bajo el mando del comodoro Charles Wager. Reputado como excelente marino, manda desde el buque de línea Expedition de 71 cañones, capitaneado por Henry Long, acompañado por el Kingston de 60 cañones, comandado por el capitán Simon Bridge, el Portland de 50 cañones, bajo el mando del capitán Edward Windsor y por el buque incendiario Vulture armado con 24 cañones, al mando del capitán B. Crooke. El 28 de marzo, la flota inglesa ancla a unas tres leguas, latitud 10o 30’, más probablemente 10o 20’, de la isla Little Brew o Pequeña Barú, hoy llamada isla El Rosario. Desde entonces, se mantiene en las cercanías de Cartagena, con vista al cerro de La Popa, conocido por ellos como Mother La Popa y las islas de Gran Barú o Grand Brew, hoy Isla Grande, y Pequeña Barú, mandando periódicamente a tierra por agua, carne y frutas, sin ninguna oposición de los españoles. La presencia y las intenciones de la flota inglesa eran bastante conocidas por las autoridades y por el propio conde de Casa Alegre. El gobernador de Cartagena don José de Zúñiga así lo informa al general de la Flota de Galeones que ya se encontraba en Portobelo, lo que repite semanalmente, enviando lanchas rápidas hasta la sede de la feria. Los ingleses se mantienen inmutables. O la flota española sale o tendrá que quedarse a invernar en el malsano refugio rodeado de aguas infestadas de mosquitos. La fiebre amarilla y el paludismo harían su agosto. Asaltar una guarnición enferma, sería fácil. Pero los afanes de don José, que a su avanzada edad se siente cansado, confiado en la capacidad de combate de sus buques y alentado por el refuerzo de dos fragatas francesas que le llegaron de Cartagena, a pesar de que la mayoría de sus comandantes y consejeros se opone al zarpe, fija el 28 de mayo de 1708 como fecha de salida de su flota hacia Cartagena de Indias. Cumplidamente, parten once mercantes de diverso porte y ligeramente artillados, cargados principalmente de cocos y algunos otros productos, géneros autóctonos y muchos pasajeros, acompañados por los galeones San José, al mando del conde de Casa Alegre, que en ese momento porta 64 cañones y unos 600 tripulantes y pasajeros; el San Joaquín, igualmente de 64 bocas y 256 tripulantes y 404 pasajeros, al mando de don Miguel Agustín de Villanueva; el Santa Cruz, que actúa como Gobierno o nave que por tradición transporta al comandante de la infantería, que monta 44 cañones y 300 tripulantes, comandada por don Nicolás de la Rosa, conde de Vega Florida; la urca Nuestra Señora de la Concepción de propiedad de Francisco Nieto, con 40 cañones y 140 tripulantes, al mando del capitán Joseph Francis; las fragatas francesas La Mieta de 34 cañones y 140 marineros y la Espíritu Santo con 32 cañones y 300 tripulantes; el patache Nuestra Señora del Carmen, de propiedad del rey, de 24 cañones, al mando del capitán Araoz y un aviso vizcaíno. En comparación con los navíos ingleses que lo esperan, don José parecía sentirse confiado de poder defenderse con relativo éxito. Navegan con buen viento y el siete de junio, avistan las islas de San Bernardo, conocidas por los ingleses como Friend Islands. Por la noche, a pesar de la luz de la luna y del 151

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viento favorable, el general ordena echar anclas y esperar el alba para continuar, temeroso de encallar en los bajos de las cercanas islas del Rosario. El viernes 8 de junio, bien temprano, se reinicia el crucero y a eso del mediodía, con el enemigo a la distancia, ya está a la altura de las islas del Rosario, a no más de veinte millas de la segura bahía cartagenera. Mientras tanto, la flota inglesa espera anclada a unas cuatro leguas al occidente de La Popa, y a unas cinco leguas de Punta Canoas, al NE por E, según la bitácora del Expedition. A las siete de la mañana, el bote espía que Wager había enviado periódicamente hasta Portobelo, regresa informando que los buques españoles están a punto de aparecer. Wager había estado preocupado porque esperaba la flota la víspera por la noche y pensó que quizá los galeones hubieran decidido navegar directo a La Habana, al saber de nosotros, según escribió ese día en su diario personal. A las 8 de la mañana de ese 8 de junio, lista para zarpar al encuentro de los navíos españoles, la flota inglesa mira el cerro de La Popa al este y la Pequeña Barú al estesureste, a unas cinco leguas de distancia. El tiempo es lluvioso y el viento suave. A las nueve avistan las primeras nueve velas en dirección ligeramente S-SW; a las 10 ya eran 16 y a mediodía las 19 velas que conformaban la flota que partió de Portobelo. Al mismo tiempo, los vigías españoles encaramados en las cofas anuncian con gritos insistentes que han avistado bien al norte y a la distancia los buques enemigos. El día está gris y el cielo ligeramente encapotado, lluvia suave y poca brisa que hace lento y pesado el navegar, a diferencia de la víspera. Los aprestos de combate se van dando en la medida en que se avanza hacia el amparo del Fuerte de Bocachica. Pero, ¡ah de malas el general!, el viento desaparece, haciendo difícil, si no imposible, navegar. El comodoro Wager en su diario relata que: ... hubo calma de vientos hasta las 3 p. m., cuando una pequeña brisa nos empujó hacia el N NE, indicándome que no podríamos emparejar la flota española sino hasta las horas de la noche... pero encontrando ellos que no podrían dirigirse a Brue, cambiaron de rumbo y se mantuvieron hacia el Norte con una navegación fácil y sin esfuerzo de eludirnos, pero ofreciendo una línea de batalla. La almiranta, con un pendón blanco o español al tope del mástil principal, al centro de la fila; la vicealmiranta con el mismo pendón en el mástil delantero, a la retaguardia, y la contralmiranta enarbolando el pendón blanco en el mástil de mesana, a la vanguardia; ubicadas a media milla unas de otras y, entre ellas, el resto de los navíos. El dios de los vientos que no ha estado de parte de los españoles desde hace más de un siglo, en esta ocasión, también les dio la espalda. Evidentemente, como lo había observado el propio comodoro Wager, en la flota española se toca a zafarrancho de combate y cada navío ocupa su lugar, así: el San José, al centro, con la fragata francesa Espíritu Santo y la urca de Francisco Nieto ubicadas a su proa; por su popa, se sitúan tres pequeños buques, el patache Nuestra Señora del Carmen, la fragata francesa La Mieta y el aviso vizcaíno. En la retaguardia, el San Joaquín, cerrando la línea de batalla. A último minuto, la Gobierno Santa Cruz, pese a la brisa, logró colocarse en la vanguardia. Los mercantes se mantuvieron a sotavento de la formación de combate. Otros relatos dan diferente formación de batalla, colocando la gobierno solitaria a la vanguardia y, a la popa, pero muy cerca de la nave capitana, el patache y la urca de Nieto. Fue

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Wager, sin embargo, quien decidió cuál de sus buques combatiría con cuál de los españoles. Eran tres contra tres, pues los pequeños no contaban. Como había sido informado -anotó Wager en su Diario- que las tres almirantas llevaban todo el dinero, pensé que si pudiéramos tenerlas, sería de gran significado. Por eso no envié el buque incendiario adelante. De acuerdo con ello, ordené al Kingston, que estaba cerca de mí, para que atacara la vicealmiranta, al tiempo que envié mi bote al Portland con órdenes de combatir la contralmiranta, mientras yo navegué hacia la almiranta y batallé con ella. El comandante español, estimulado por la aparente superioridad numérica de su flota apoyada por las fragatas francesas, quiso decidir de una vez por todas la situación y no tuvo miedo de avanzar en procura de acabar con la pequeña flota inglesa, tratando de romper el ciclo ya largo de derrotas permanentes ocurridas a España por cerca de 120 años, desde el desastre de la Flota Invencible. El primero en romper fuegos fue el Kingston, como lo relata el teniente primero James Thornton a bordo de ese navío, en su deposición durante el juicio por negligencia en el cumplimiento del deber, contra su capitán Timothy Bridge: Estando la flota española fuera de la costa española de Barú, cerca de Cartagena, alrededor de las cinco de la tarde... nos ubicamos al costado de la vicealmiranta y recibimos orden del comodoro de enfrentarla. Navegamos hasta situarnos a medio tiro de cañón y le hicimos una descarga cerrada que tumbó la verga del mástil principal y después de varios disparos más, ella se retrasó. Entonces, el capitán me ordenó orientar mis cañones en la dirección de otro navío que estaba ubicado delante de nosotros, lo que hice, dándole una descarga cerrada, mientras íbamos tras ella. Durante las investigaciones llevadas a cabo por las autoridades españolas, un oficial del San Joaquín declaró que: ... el jueves 7 con la bahía de El Águila a la vista, cambiamos de curso hacia el Este, con viento casi en calma; a las 6 p. m. tomamos posición fuera de las islas de San Bernardo, esperando la Gobierno y el Rey David (un mercante), los que venían muy cargados y allí estuvimos hasta el día siguiente... lo que no entendí porque ellos se nos habían unido antes del anochecer y estábamos a solo unas 10 leguas del puerto. El viernes 8, al amanecer estábamos al SW de la isla de Barú, viajando hacia NE. Hacia el Norte fueron avistadas cuatro velas. Los buques fueron preparados para la batalla, mientras el curso que llevábamos podía llevarnos hacia tierra... a las 4.30 p. m., sabiendo que era ya imposible alcanzar pasar la isla del Tesoro, nuestra capitana cambió de curso en orden a conformar línea de batalla, lo que también hicieron los dos barcos del convoy, pero la Gobierno, encontrándose bajo sotavento, no pudo tomar su lugar y la batalla empezó con esta mala formación, tampoco la capitana viró a sotavento para incorporarla. La San Joaquín combatió con gran bravura que puede ser imaginada, pero con poco acierto sobre su inmediato enemigo, forzando sí al navío inglés a inclinar la proa hacia el viento. Cuando la almiranta hubo causado esto, el comodoro también cayó un poco hacia sotavento y descargó sus baterías a la almiranta... dado que ellos eran más livianos para moverse y más rápidos, continuaron intercambiando fuego, hasta llegar a la Capitana.

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El comandante Villanueva que actuó con destreza, pudo eludir el acoso gracias al apoyo de la urca de Nieto que enfrentó de manera suicida al Kingston, facilitando la fuga de la maltrecha vicealmiranta. El San José ve venir desde el N-NW al Expedition que se abre paso entre los buques de vanguardia empujado por la brisa, en evidente peligro de colisión, disparando contra ellos y obligándolos a virar, dejando franco su paso. El conde de Casa Alegre, da órdenes de esperar a que el enemigo se aproxime. Trece cañones de 18 libras y trece de 10 asomados por sus portezuelas, no intimidan al inglés. Tampoco el galeón hace intento alguno de eludir al atacante, confiado en que su mejor posición le permitirá recibirlo con una cortina de fuego que podría decidir el combate. A unos trescientos metros de distancia, en respuesta a la primera andanada enemiga, el conde ordena disparar y la metralla sale por el costado de estribor sin ocasionarle daños de importancia al Expedition. Mientras la recarga de los cañones del galeón se hace lenta, el navío inglés se sitúa a escasos 200 metros mientras dispara para inmovilizarlo buscando tumbar su velamen y romper su timón, clara advertencia de su propósito de abordaje. Casa Alegre manda virar mirando la brisa que favorece al inglés, para ofrecer un perfil pobre a la artillería enemiga, pero el atacante avanza hasta acercarse a no más de 150 metros, ocasión que aprovecha el San José para descargar nuevamente el peso de su artillería, con más ruido que puntería. El conde de Casa Alegre mantiene su posición. Está resuelto a todo con la ayuda del cielo. En los intervalos de silencio de las baterías y la cadencia de los mosquetes, se oyen los gritos de los pasajeros, más de la mitad mujeres y niños, desesperados ante el terror que les provoca el estruendo de los cañones enemigos, la posibilidad de morir en cualquier momento y el miedo de ser apresados y despojados de sus bienes. El Expedition, ahora a no más de 60 metros de distancia, silencia sus baterías mientras los marineros con cabos y ganchos esperan órdenes para lanzarlos. Luego vendrá el abordaje. Como era la costumbre, no habrá misericordia en ninguno de los bandos. La lucha será a muerte. El conde de Casa Alegre, con voz casi inaudible por la ronquera que le provoca el acre humo cargado de gases azufrados, que a duras penas deja pasar la amarillenta luz de los faroles de señales, estimula como puede a sus oficiales y a sus combatientes. El complejo proceso de recarga de los cañones se complica después de la tercera o cuarta andanada por el recalentamiento excesivo de las piezas, que hace temer a los artilleros que las cargas exploten antes de ser disparadas. Valeroso como el que más, Casa Alegre a pesar del peso de sus muchos años, se apresta a rechazar el abordaje. Ordena que los pasajeros se mantengan como puedan en las bodegas y niveles inferiores para tener despejadas las cubiertas, mientras manda a los arcabuceros disparar a discreción contra la nave enemiga, con bastante buen resultado. Los hombres del Expedition encaramados en las jarcias y uno que otro sobre la cubierta, van cayendo. Se vislumbra que puede haber un encuentro parejo. Los marineros, armados con pistolas y pesados sables macheteros están a la espera mientras los arcabuces de lado y lado cumplen su tarea mortífera entre el rumor acompasado que viene de los pasajeros que rezan el rosario. Las baterías por fin están listas. El conde se apresta a ordenar disparar casi a quemarropa contra el enemigo en el nombre de nuestro Señor que está con nosotros, cuando ocurre una terrible explosión que hace que la nave se pare en seco, gire sobre sí misma y empiece a hundirse rápidamente. Eran las siete y media de la tarde y hacía poco los últimos resplandores del sol se habían escondido detrás de la curvatura oceánica.

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Ante el asombro general de la tripulación del Expedition, explota el San José. Maderas y planchas encendidas caen sobre el navío inglés, quemándole velas y aparejos, tan próximo estaba del galeón español. El comodoro inglés relata así el inesperado y súbito episodio: Justo cuando el sol se ponía yo enfrenté la almiranta y aproximadamente una hora y media más tarde, ya muy oscuro, la almiranta estalló. Yo estaba a su costado a menos de medio tiro de pistola, tanto que el calor de la explosión vino hasta nosotros muy caliente y planchas y pedazos de madera encendidos cayeron en nuestro barco, que muy pronto lanzamos al mar. Presumo que la nave no estalló del todo en el aire, porque hubo muy poco fuego, mas creo que fue de costado, porque causó un mar que llegó a las portillas de nuestros cañones. Ella, inmediatamente se hundió con todas sus riquezas, las cuales pudieron ser muy grandes... El comodoro no se queda en lamentaciones porque el combate entre las otras naves continúa y hay que tomar medidas para asegurar la victoria. ... después de esta explosión, todos los demás buques empezaron a separarse estando muy oscuro, por lo que no pude ver a ninguno, salvo a uno. Yo lo seguí, el cual parecía el más grande y pude comprobar que era la contralmiranta. A eso de las dos de la madrugada la enfrenté... disparando una andanada hacia su popa, la que pareció incapacitarla para navegar y, estando yo a sotavento de ella, avancé para ubicarme a barlovento por ser más seguro para mi nave. No vi ni escuché del Kingston ni del Portland... hasta ahora que por mis cañonazos y nuestras luces se unieron a mí y, asistido en apoderarme de la contralmiranta, ella pidió cuartel, pasadas las dos de la mañana. Cuando la luna justo levantaba, ella permanecía tan quieta como un tronco en el agua... Mientras estuve emparejado con la contralmiranta, muy cerca de mí pasó la vicealmiranta que nos envió una andanada que respondimos, con la esperanza de que el Kingston y el Portland hubieran tomado cuenta de ella, pero la dejaron pasar. Esta apreciación no es exacta pues, a esa hora, el San Joaquín que había salido del área de los combates en dirección NW, reparaba los daños que le causó el enfrentamiento con el Kingston. Parece más probable, que hubiera sido la urca de Nieto. En la bitácora del maestre del Expedition se lee: Continuamos enfrentando la contralmiranta hasta las 3 de la mañana cuando viendo su barco tan dañado y ahora tres navíos contra él, pidió cuartel lo que nosotros garantizamos. Tuvimos cinco hombres muertos, dos hombres con sus brazos despedazados, que murieron de sus heridas, y varios heridos... Thornton afirmó que: ... alrededor de las 7.30 la almiranta española estalló al lado del comodoro y en poco tiempo después nuestros cañones fueron asegurados por orden de nuestro capitán y no encontramos otros barcos, hasta cuando fuimos a ayudar a nuestro comodoro que enfrentaba la contralmiranta. Luego de la rendición, agregó Wager:

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... envié a mi capitán Long y a un número conveniente de nuestros hombres a bordo de la presa y él me envió a su contralmirante, que se identificó a sí mismo como el conde de la Vega Florida, junto con algunos oficiales, dejando el resto allá, hasta tener la oportunidad de disponer de ellos. El San José se hundió rápidamente con su tesoro, su carga, sus tripulantes y sus pasajeros, en el breve tiempo en que se puede rezar un credo, según lo relató uno de los sobrevivientes. El inglés asegura que sus cañones nunca apuntaron para destruirlo, sino para inhabilitarlo y luego abordarlo, a sabiendas de que, como capitana, llevaba la parte mayor del tesoro y que por transportar un mayor número de pasajeros, mayor sería el tesoro privado. Era, entonces, una presa demasiado valiosa para hundirla. A pesar de la explosión, parece que el San José no se deshizo completamente, debido a los pocos escombros que se vieron en la superficie del mar al día siguiente. Por el mal estado del casco que hacía agua, la excesiva carga que portaba y la fuerte vibración que cada descarga de los cañones provocaba en la estructura, es razonable creer que el agua del mar, luego de la explosión, invadió súbitamente el vaso, hundiéndolo casi instantáneamente. Se salvaron once marineros y pasajeros dicen algunas fuentes, otras, que solo siete, quienes informaron al comodoro Wager que el San José podía llevar, unos, que cinco, y, otros, que siete millones de pesos en plata y oro, sin contar lo ocultado por los pasajeros, que podría, al menos, doblar lo declarado; y que la almirante San Joaquín portaba entre cuatro y seis millones de pesos. El 29 de julio, un oficial del San Joaquín depuso durante la investigación del incidente, que: ... media hora antes de ponerse el sol se dejaron caer contra los galeones que ya estaban formados en línea y, por supuesto, estando en línea nuestra almiranta fue la primera con quien se rompió la batalla, dándonos cargas cerradas la vicecomandanta y otra menor, a la que se respondió con gran prontitud. La comandanta pasó en busca de la capitana quien la recibió y le dio sus cargas cerradas con gran valor y cuando anocheció duró el combate sin cesar entre unos y otros hasta las 8.30 de la noche en que nos hallamos solos con nuestra almiranta a la cual le habían echado abajo las velas de gavia y le destruyeron toda la jarcia de babor y las velas de proa y pasado el palo mayor de un balazo. Inmediatamente se procedió a reparar los daños y nos dimos cuenta de que aún continuaba a la distancia el fuego de la flota que suponíamos era nuestra capitana, siendo que ya estaba sepultada en las aguas con toda su gente... el estruendo duró hasta después de la una de la madrugada, cuando cesó. Nuestra almiranta concluyó reparaciones a las 3 de la noche, inmediatamente izó velas en busca de sus compañeros y cuando hubo amanecido se halló sola, descubriendo 9 velas por diferentes rumbos y ninguna quiso acercarse. El capitán Araoz, cuya nave estuvo siempre a escasos 150 metros de la nave capitana y cuidó de su retaguardia disparando sus cañones de 6 libras, declaró: ... un gran fuego que parecía venir desde adentro de la nave capitana, subió hasta lo más alto de los mástiles y velas, con la apariencia de un volcán en erupción, acompañado con

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mucho humo que duraría unos 15 minutos. Cuando hubo despejado, la capitana ya no estaba... La nave almiranta explotó, según algunos investigadores, por un incendio en su propio polvorín, no por impacto alguno de la artillería enemiga y se fue rápidamente al fondo del mar. Según testimonio ofrecido en el proceso de investigación de las causas del hundimiento, se estableció que: ... de acuerdo con los que escaparon de la capitana, hubo fuego en ella pero sin el ruido o estruendo que una santabárbara hace al explotar, por lo que puede deducirse que pronto después se abrió y se hundió, por una de dos causas: o porque estuvo pobremente carenada o como resultado de un encallamiento que tuvo a la salida de Cartagena hacia Portobelo. Como la carena que se hacía por cuenta del rey era por lo general de mala calidad, producto de la descarada corrupción en la contratación, el almiranteVillanueva, conocidas las declaraciones de los testigos, reclamó enérgicamente por tal negligencia al inspector general en Cartagena, quien respondió: ... que la misma cosa hubiera pasado así ella hubiera sido hecha por cuenta de los capitanes y que el agua que ese barco estuvo tomando siempre de la carena, ayudado por la vibración severa causada por la artillería de 18 libras en dos de los niveles del navío, ayudó a la catástrofe. Ahí comenzaron los dolores de cabeza del Almirante, ciertamente airado por la tragedia que siendo grave para España, pareciera que él la sufría más que ninguno otro. Los oficiales que Wager envió a la nave apresada encontraron, a diferencia de lo que creían saber, que la Gobierno no transportaba tesoro alguno, teniendo que conformarse con trece cofres de piezas de a ocho y catorce baldes de plata, más las pertenencias de los algo más de 300 tripulantes y pasajeros que llevaba el Santa Cruz al momento de su captura. Según el informe del almirantazgo británico, la contralmirante Santa Cruz, por divergencias entre su comandante y el general de la flota, no llevaba parte alguna del tesoro. Wager ordena el traslado a su barco del modesto botín; para entonces, ya casi amanece era el día 9 de junio- y a su buque hay que hacerle reparaciones de emergencia para poder continuar. ... Estuve en la cubierta hasta el amanecer para ver si yo podía encontrar cuál camino había tomado el enemigo. Antes de que el sol se mostrara vi un buque muy grande sobre la dirección de mi proa y tres más al NE, mientras manteníamos nuestra cabeza hacia el Este y viento al NE. Di la orden al Kingston y al Portland de perseguir la nave grande que suponía era la vicealmiranta, porque nuestro buque estaba bastante inhabilitado en velas y aparejos y no podía navegar convenientemente y, además, porque una buena parte de nuestros hombres estaba a bordo de la presa y había mucha confusión con ella y los prisioneros. El Kingston y el Portland, ayudados por la brisa, van en pos del navío ya avistado a algunas leguas hacia el noreste alejándose de la concentración enemiga ubicada en las vecindades de la isla Tesoro. Thomas Whitaker, segundo teniente del Kingston, declaró en el mismo juicio:

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... después de que amaneció, el comodoro nos hizo señal a nosotros y al Portland para navegar, lo que hicimos. Dos velas fueron avistadas al N NE desde el tope del mástil de proa, pero abandonamos la persecución y nos unimos al comodoro cerca del mediodía. A las dos de la tarde, el comodoro nos hizo nuevamente la señal y avanzamos en pos de la nave, hasta eso de las cuatro, cuando rescatamos siete hombres de la nave almiranta que encontramos sobre algunos escombros. El piloto Ralph Kelly de la misma nave inglesa, agregó: ... ya estaba oscuro cuando lo hubimos hecho y perdimos la vista del enemigo. Whitaker continuó: A la luz del día -junio 10, domingo- vimos nuevamente a la vicealmiranta, pero había calma hasta eso de las 10, cuando una brisa nos empujó hacia el Norte y el enemigo viró en dirección Este. Ambos la perseguimos y nos acercamos a ella considerablemente. A eso de las 12.30 recogimos las velas pequeñas y una hora y media después, arriamos y recogimos la vela principal. Una hora más tarde ella se acercó al bajo llamado de Salmadenas, fuera de Cartagena. Nosotros lo hicimos igualmente y cuando estuvimos a medio tiro de cañón, le hicimos una descarga cerrada y ajustamos velas. Luego disparamos varios tiros pero pocos de ellos la alcanzaron; nosotros nos alejamos del bajo y navegamos hacia Brue. El maestre del Kingston, declaró: En la mañana la volvimos a ver, pero estaba en calma, hasta las 10 cuando iniciamos la persecución, confirmando que era la vicealmiranta por la bandera que llevaba al tope del mástil de proa. Después de las 12 empezamos a estar muy cerca, por lo que recogimos nuestras velas pequeñas, y pronto después la vela principal. Cerca de las dos, el enemigo navegó hacia un bajo llamado las Salmadenas, unas tres leguas de Cartagena. Nuestro capitán desistió de seguirla dentro del bajo, pero estando muy cerca de ella, disparó dos andanadas y cambió de rumbo, alejándose de ella, navegando mar afuera, mientras el enemigo lo hacía hacia Cartagena. Resulta contundente la declaración juramentada del piloto Ralph Kelly: En la mañana perseguimos lo que suponíamos era la misma nave. La perseguimos junto al Portland y descubrimos que se trataba de la vicealmiranta por su bandera. Entre las dos y las tres de la tarde estuvimos muy cerca. Al extremo oeste de un bajo llamado Salmadenas, el que queda unas tres leguas de Boga Chega a la entrada del puerto de Cartagena y tan cerca del enemigo que pudimos someterlo, pero el capitán rehusó seguirla dentro del bajo, a pesar de que le dije que yo podía hacerlo porque no había peligro, entonces le dimos una descarga cerrada y luego ordenó hacer curso hacia Brue. El piloto del Portland Emmanuel Rogers, también declaró que: ... cuando el enemigo viró hacia Cartagena, oí que algunos oficiales le propusieron al capitán navegar en un curso más al Sur... en orden de cortarle el paso... pero nuestro capitán respondió que debía seguir las instrucciones del Kingston. En su informe, el oficial del San Joaquín agrega: Continuamos navegando todo aquel día y al anochecer descubrimos a lo lejos el cerro de La Popa y se reconoció hacia donde quedaba el puerto y nos quedamos atrasados aquella 158

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noche. Al día siguiente -10 de junio- amanecimos en calma con dos navíos por nuestra popa, algo distantes contra la brisa. A las 10 de la mañana hizo brisa fuerte y navegamos en demanda del puerto. Los dos navíos nos siguieron y reconocimos eran enemigos. Vinieron a alcanzarnos por barlovento a las 2 de la tarde, al tiempo en que nos montábamos en el bajo Salmedina, siéndoles preciso empinarse con él para mantener el barlovento. Se contentaron con darnos los dos al mismo tiempo sus cargas cerradas, las cuales respondimos con algunas piezas, derribándole al mayor la vela de mesana, luego de lo cual arriaron banderas... no atreviéndose a darnos de costado por sotavento. Luego de esa osada operación, prueba de valor y conocimiento marinero, Villanueva por fin se siente seguro. Con todas sus velas desplegadas navega resueltamente hacia el amparo del Fuerte de Bocachica a la vista del comodoro Wager cuya nave, aún en reparaciones, está incapacitada para cortarle el paso. El almirante llega a Cartagena cansado y con su nave maltrecha, pero orgulloso de haber salvado tan grandes valores. Los mercantes, quizá por su carga y su dispersión, parecieron no interesar a los ingleses, más preocupados por el estado de indefensión en que se encontraba su nave capitana. Aprovechando esa oportunidad, uno a uno van llegando al puerto y el Portland y el Kingston regresan a reportar a Wager el resultado de su censurable actuación, pero este, no les perdonará su falta. De nada valdrán las excusas. ¿Casi un año de preparativos, para tan desalentadores resultados? La fragata Espíritu Santo, a estribor por la proa del San José, asistida por la urca de Nieto, descarga repetidamente sus baterías hacia el Expedition que se aproxima en busca de la nave capitana, sin apreciable resultado. Cumplida esta tarea, la fragata francesa toma rumbo a Cartagena consciente su comandante de que su aporte a partir de ese momento carecerá de significado. La siguen La Mieta y algunos mercantes. No contenta con quedarse como espectadora, la urca de Nieto se retrasa y ofrece valiente apoyo a la almiranta, empeñada entonces en combate con el Kingston, ayudándola a escapar con algunos de sus mástiles y velas destruidos. Más tarde, después de la explosión del San José, la urca y el patache navegan primero al suroeste y luego hacia el Este, alejándose del área del combate, para acogerse a las aguas poco profundas entre Barú y la isla El Rosario, sin dejarse ver del enemigo. Al día siguiente, el patache navega sin dificultad por el canal de Barú hacia Cartagena, lo que no puede hacer la urca por su mayor calado. El 10 de junio, navega al este de la isla El Rosario rumbo a Cartagena, pero la fuerte brisa se lo impide, tarea que repite sin éxito el día 11 por falta de viento, viéndose obligada a buscar refugio en la costa sur de la isla Grand Brue o Isla Grande, según investigaciones recientes. A las tres de la tarde de ese mismo día, un pequeño mercante sueco se reporta a la escuadra inglesa anclada un par de leguas al norte de la isla del Tesoro y da cuenta al comodoro Wager de que un navío español está anclado cerca de las costas de Barú. Ordena el comodoro a sus tres buques de compañía apresar o destruir esa nave, porque sabe que no lleva riquezas. Al ver los buques ingleses que se acercan y sin posibilidades de escape, la urca de Francisco Nieto es encallada y, una vez evacuada, a la vista de los enemigos, es incendiada desde sus bodegas inferiores. Mientras era consumida por las llamas, tripulantes y pasajeros con sus fardos a cuestas escapan tierra adentro. A las 7 de la noche de ayer -19 de junio en el calendario español- anclamos al oeste de Little Brue, con la presa a nuestro lado. Esta mañana empecé a desembarcar los

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prisioneros, habiendo enviado primero una bandera de tregua que fue recibida con amabilidad por el capitán de la costa. Como pensé que el conde contralmirante no era de ningún valor, a su pedido, le permití desembarcar y solo mantuve tantos españoles cuantos fueron necesarios para ayudar a llevar la presa a Jamaica. El día 21 de junio, el Expedition junto con el Santa Cruz, parten rumbo a Jamaica, quedando el Kingston, el Portland y el Vulture con la misión de impedir el escape de los navíos españoles, en particular el valioso San Joaquín. The London Gazette, del 2 al 5 de agosto de 1708, número 4459, daba la noticia, así: Jamaica, junio 17. Thomas Newton, capitán del mercante La Martha de Londres, arribó al muelle de Port Royal desde la costa de Portobelo el miércoles 9 -calendario inglés- con la noticia de que el jueves 3 de este mes de junio, a su regreso a Jamaica, en el convoy del bote de guerra Dolphin, estuvieron en compañía del Kingston, el Portland y un buque incendiario entre la Brew y las Friend Islands (islas de San Bernardo) y fueron informados por esos hombres de guerra que el viernes anterior el comodoro Wager en el buque Expedition acompañado por ellos, en la tarde se enfrentó con los galeones españoles y otros navíos, conformados en total por 14 velas, entre la Brew y las Friend Islands. El comodoro enfrentó la almiranta española, que después de una hora de combate, estalló. Entonces, se enfrentó con la contralmiranta y después de horas de combate, la tomó. El comodoro perdió 14 hombres, el galeón 90. El Kingston enfrentó la vicealmirante, que navegó entre algunos bajos, pero el Kingston por el peligro de encallar, se mantuvo fuera, habiendo escapado el galeón hacia Cartagena. El gobernador de Jamaica, Sir Thomas Handasyd, en el informe oficial de la batalla, que dirigió al Consejo de Comercio y Plantaciones, escribió: Por la presente envío a su majestad una lista de los galeones y otras embarcaciones que navegaban con ellos, cuando fueron atacadas por el señor Wager. Entiendo que el señor Wager va a someter a juicio a los dos capitanes que estuvieron con él, tan pronto como las naves esperadas de Inglaterra lleguen. Por el recuento que me han dado mis propios oficiales que estuvieron a bordo de aquellas naves, así como sus tenientes, le han jugado una mala pasada al señor Wager. Sin embargo, es mejor esperar a que todo eso salga a flote en el juicio militar. Los comerciantes que recientemente han venido de Portobelo dicen que los españoles se reían de ellos y dicen que dos de nuestros buques de guerra uno de 60 y otro de 50 cañones, no se atrevieron a atacar a la vicealmiranta de 64 cañones. Dicen que solo le dispararon de vez en cuando con sus cañones delanteros, que luego se le adelantaron y le dispararon los cañones de la retaguardia, y a una distancia tan grande que no le pudieron hacer daño. Nunca le pudieron pegar de costado. Este tipo de noticias es suficiente para preocupar a cualquier inglés verdadero. Como se esperaba, el juicio militar fue severo y los dos capitanes fueron despojados de sus mandos y expulsados del servicio. De su vida nunca se supo algo más. Parece que regresaron a Inglaterra y su memoria se perdió en el tiempo. En el entretanto, el almirante Villanueva hizo convocar un tribunal militar en Cartagena, ante el cual acusó de negligencia a compañeros de la flota y hasta hizo poner presos a algunos de ellos. Sus bravuconadas y mal genio disgustaron a muchos y los persistentes rumores de que sería asesinado lo obligaron a buscar refugio en un convento, mientras tanto, la oscura burocracia colonial le armó su expediente, al extremo de desprestigiar su valeroso desempeño, oportunidad que los consejeros aprovecharon para convencer al rey

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de que no podía confiar sino en la flota francesa para transportar los valores salvados por Villanueva. Se le ordenó esperar una escolta francesa al mando del almirante Ducasse, la que no llegó sino tres años después, a finales de mayo de 1711, para acompañarlo durante su regreso a España. Nunca recibió el menor reconocimiento por su hazaña. Su enemigo Wager, en cambio, aún a pesar de no haber podido quedarse con alguna parte del tesoro mayor, fue ascendido a contralmirante el 2 de diciembre de 1708 y nombrado comandante en jefe de las Indias Occidentales. Posteriormente, en 1709, fue nombrado caballero; en 1731 le fue concedido el grado de almirante y promovido a tesorero de la Armada Real. Fue, igualmente, primer comisionado del almirantazgo y consejero privado de su majestad. Murió con honores y sin descendencia, el 24 de mayo de 1743, a los 77 años. Está enterrado en el crucero norte, entre el altar y el coro, de la abadía de Westminster, en Londres. Los galeones, los mercantes y multitud de tripulantes y pasajeros envejecían en el puerto gastándose parte de los reales de ese tesoro con el que los reyes de España y Francia pretendían alimentar la hoguera de la guerra, sin que nadie en las colonias vislumbrara que el monopolio del comercio pronto habría de ser quebrado gracias al Tratado de Utrech que le quitó a España todo lo que Francia quiso entregarle a sus enemigos. En carta fechada en Versalles los días 18 y 20 de septiembre de 1711, el rey francés le confiesa a su embajador en Madrid marqués de Bonnac, según lo trae don Pablo Emilio Pérez-Mallaina Bueno en su libro Política naval española en el Atlántico 1700 -1715, que la paz sería posible en la medida que se le garantizara a los ingleses su libre comercio con las Indias. El duque de Noailles propuso al ministro francés de exteriores que para asegurar a los ingleses la buena fe de los tratados comerciales, se podría ceder a los enemigos algunas plazas españolas en América. Por supuesto, Inglaterra aceptó, pidiendo las cuatro principales que España tenía en las Indias, pero Felipe V se opuso y se lamentó de no ser tenido en cuenta en las negociaciones de paz con sus enemigos. Luis XIV sin perder un ápice de lo suyo, encontraba fácil negociar entregando lo que de él no era. En carta fechada en Marly el 18 de septiembre de 1711, Luis se disculpa ante su nieto por haber realizado concesiones sin su consentimiento exponiéndole que la única razón de ese hecho, fue la necesidad de no acceder a otras pretensiones más onerosas. Felipe V había entregado a su abuelo plenos poderes y él había actuado según su personal interés. Solo para recordar la habilidad negociadora de Luis XIV, basta remitirse al Tratado de Utrech que significó para España perder sus posesiones de Italia, Flandes, Gibraltar y Menorca, además de otras concesiones importantes en el tráfico de esclavos y de comercio con América. Duccase llega a Cartagena el 30 de mayo de 1711, con cinco navíos más de los cuales dos son fragatas. Enseguida le comunica al almirante Villanueva las disposiciones del rey español y ordena trasladar del San Joaquín a la Griffon, su nave capitana, el 50 por ciento del tesoro real y de particulares y el resto, por partidas iguales, a las naves de guerra Saint Michel y Hercules. Una dolorosa cachetada al orgulloso almirante, pero las órdenes del rey había que acatarlas. En la ciudad, bastante abandonada por falta de recursos, las fuerzas de defensa estaban prácticamente disueltas, al extremo de que el fuerte de Bocachica estaba defendido por

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una centena de filibusteros y la tripulación de la fragata Gallarde de Nantes. La desunión reinante entre los partidarios del gobernador don Carlos de Sucre y los del almirante Villanueva, era evidente. Mientras tanto, en Madrid, el rey ordena decir 2000 misas por el suceso de la navegación de Duccase a América. En su libro L’amiral Du Casse - L’élévation d’un gascon sous Luis XIV, Phillippe Hrodej, aborda la acusación que la historia le hace a Ducasse de haber abandonado a su suerte al almirante Villanueva y trae la declaración hecha por Charrite, compañero de campaña del comandante francés que, por su importancia, se transcribe parcialmente en traducción libre: Después de que Du Casse hubo transferido la mitad de la plata a su nave y el resto por partes iguales a las otros dos navíos desde el galeón del rey de España, le comunicó al almirante sus órdenes de hacer la ruta por La Habana y de allí a Europa con siete u ocho mercantes españoles; que él haría lo suyo como él lo juzgara a propósito en su mejor entender y que no se encargaría de llevar capturas bajo su escolta. Salieron todos el 3 de agosto y el 5, el señor Du Casse estando a cuatro o cinco leguas al viento de Bocachica con sus otros dos buques, siempre bordeando la costa, descubrió cinco grandes naves con una barca, en tanto que el almirante y los mercantes españoles estaban bajo el viento hacia ellos y bastante al ancho. Dado que los ingleses buscaban caer sobre las naves francesas, Du Casse decidió regresar a Cartagena mientras los enemigos pretendían alcanzarlo, lo que no les fue posible. El comodoro Littleton, al mando de la flota inglesa, había partido de Port Royal el 26 de julio anterior, al ser enterado por sus espías del propósito de la llegada de Ducasse. Hábil capitán, el francés logra llegar al amparo del fuerte de Bocachica defendido por filibusteros franceses y regresa a Cartagena con sus fragatas y buena parte de los navíos mercantes que, ante la amenaza, habían abandonado el amparo del San Joaquín. La flota inglesa, al ver que la escolta española no podría eludirla, avanzó hacia ella. El almirante Villanueva acompañado por el patache, sin comprender la razón que tenían los mercantes para rezagarse, confunde los busques ingleses con los amigos franceses que, según parece, no le avisaron de sus intenciones de regresar al puerto. Al darse cuenta de su error y ante la imposibilidad de escapar, decide enfrentar en total desventaja al enemigo, pero la suerte estaba echada. Contra cinco grandes navíos de línea de batalla, él y su patache nada tenían que hacer, pero, aún así, la valiente tripulación combatió con decisión alentada por el capitán de a bordo, cuyo nombre se ha perdido en los arrumes de papeles del Archivo de Sevilla. Una bala de cañón explotó sobre la cubierta dando muerte al osado capitán y a treinta hombres, ocasionándole daños importantes al navío. El almirante, esperando un milagro, insistió en darle ánimos a la marinería y hasta logró motivarla ante lo imposible, pero un disparo de mosquete lo hirió de muerte; en medio de la confusión, alguien arrió la bandera indicando rendición ante el superior enemigo. El glorioso San Joaquín convertido luego en mercante por los captores1 y el brulote, fueron apresados, mientras Villanueva encontraba en el mar su sepultura, junto con decenas de marinos que lo acompañaron en la más trágica expedición que a América hicieran los navíos españoles durante la Guerra de Sucesión. No se conoce si le hicieron 162

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honores y si su cuerpo estuvo cubierto por la bandera de su patria mientras se deslizaba por la tabla hacia el mar profundo. Ojalá que sí. Lo merecía. Historiógrafos creen que el San Joaquín no fue otra cosa que un señuelo y Ducasse lo insinúa al confesar que sus órdenes fueron transportar el tesoro por encima de cualquiera otra consideración, para lo cual tiró a los ingleses un hueso para roer2 , mientras él escapaba. Y de verdad que lo logró. Tampoco en este caso hubo lealtades. Ducasse no pierde tiempo. El 10 de agosto, en osada operación, parte de Cartagena únicamente con sus fragatas y se dirige hacia Port du Paix -enclave francés fundado por filibusteros en 1644, ubicado al occidente de la costa norte de La Española, hoy Haití, reconocido por España como territorio francés por el Tratado de Ryswick de 1697- para reaprovisionarse de comida, agua, leña y bebidas marineras. La flota inglesa toma rumbo a La Habana en su persecución por creer que Ducasse había hecho lo mismo, pero el hábil capitán conocía a sus enemigos y mantuvo bien guardada su estrategia; además, para reducir los riesgos de apresamiento dispuso que a mitad del viaje las naves acompañantes se separaran de la Griffon y derivaran hacia la Martinica. El comandante francés arriba a Port du Paix en la mañana del 9 de septiembre luego de azarosa navegación por el Paso de los Vientos y, al siguiente día, parte solitario rumbo a España por el canal de las islas Caicos. Por cierto, cuando se apresta a partir de Port du Paix, recibe en la fragata Saint-Avoye, el correo que le envía el rey francés, otorgándole el Cordón Rojo de Comendador de la Orden de San Luis. Sorteando tempestades oceánicas y maltrecho, la Griffon llega a Pontevedra, en las Rías Bajas de Galicia, el 1.º de noviembre de 1711. Las otras dos fragatas, que llevan la mitad del tesoro real, también sufren serios daños durante el largo trámite por las aguas caribeñas, que las obligan a recibir reparaciones por más de dos meses en San Pierre de la Martinica. Ducasse debe retornar para escoltarlas y lo hace el 13 de enero, regresando con ellas y quince mercantes más en un viaje directo a España, para atracar en el puerto de La Coruña el 25 de febrero de 1812. Con gran satisfacción del rey de España que esperaba bastante menos, se desembarcaron del Griffon 1 144 000 piastras (o pesos)... El costo para el rey fue solo de un 6 % de lo traído. Si los otros dos navíos trajeron el restante 50 %, indica esto que el tesoro que portaba el galeón San Joaquín -o lo que quedaba de él- estuvo representado por algo más de 2 300 000 piastras o pesos o piezas de a ocho, una lluvia del cielo, con la cual el duque de Vend™me -enviado por Luis XIV a comandar las maltrechas tropas de Felipe- pudo así proseguir -con mucho éxito- la guerra. Ese mismo año, por sus méritos y lealtad, el rey español hizo a Ducasse Caballero del Toisón de Oro. Terminó así la existencia de los navíos de guerra más grandes y poderosos de la Armada de Galeones. La lección de todo ese azaroso período pudiera resumirse diciendo que es en la inteligencia, en la acuciosa preparación de las operaciones y en el arrojo de los hombres en donde radica la capacidad de triunfar y no solo en los medios de que disponga... Por supuesto, cada batalla tiene suerte propia y ¡eso también juega!

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Lamentablemente, los registros de embarques del cargamento del San José no han sido encontrados aún. Bien extraño, tratándose del navío más importante de la Flota de Tierra Firme hundido en todos los tiempos. Sin esos documentos, la tasación de lo que portaba seguirá siendo mera especulación. Historiadores como Rodolfo Segovia y Carla Rahn Phillips, alcanzan cierto acuerdo en la estimación del valor del cargamento de oro y plata que llevaba el San José. Segovia, en su monografía Hundimiento del San José escribe que: ... se sabe que los comerciantes del Perú declararon haber desembarcado en Punta Perico -en la vecindad de la Ciudad de Panamá- 3 596 000 pesos de plata, la mayor parte en monedas, y 2 727 000 pesos de oro, casi todos en doblones y barras. A esto hay que añadir el tesoro real remitido por el virrey que sobrepasa los 900 000 pesos y que venía acompañado por valiosos artefactos de oro y plata, como lámparas, incensarios, cálices, ornamentos de altar, joyas, etc., cuyo valor resulta difícil estimar. Es de presumir que lo llegado a Panamá atraviesa el Istmo y que el contrabando multiplica entre dos y tres veces la cifra declarada. A su turno, la historiadora Rahn Phillips, en la monografía preparada para el Gobierno de Colombia, a través del Instituto para la Investigación de Ciencias Oceánicas -osri- a fin de fijar los parámetros que permitieran identificar el galeón San José sin hacer daños a su estructura, escribió que lo que sí parece claro, sin embargo, es que la totalidad del tesoro cargado en Portobelo estuvo igualmente dividida entre el San José y el San Joaquín. Y agrega: La cantidad total probable a bordo del San José, si llega a encontrarse, ha tenido varias estimaciones. Supuestamente el virrey del Perú había mandado entre 12 millones y 14 millones de pesos o pedazos de ocho para individuos privados desde El Callao a Panamá, en diciembre de 1707, además de otro millón para la Corona (Segovia, op. cit.). Ese fue el cargamento que el San José fue a recoger la primavera siguiente... Después de que se hundió el San José, los prisioneros españoles le dijeron al comodoro Charles Wager que la nave tenía a bordo, como habían dicho algunos, cinco millones de pedazos de ocho (otros dijeron siete en oro y plata), y que el San Joaquín, había cargado con cuatro, o como dijeron algunos, seis millones (Burchett). Estas dos fuentes independientes tienden a apoyarse la una a la otra, llegando a la conclusión de que el San José llevaba cuando se hundió un tesoro valorado en 5 a 7 millones de pedazos de ocho y que el San Joaquín llevaba un poco menos, para un gran total de 13 -15 millones de pesos... Hasta que, y a menos que, otros documentos que se descubran establezcan la cantidad del tesoro que llevaba el San José, la cifra de 5 - 7 millones de pesos es aceptable. Segovia estima que: ... al peso, valorizado al precio actual del oro y de la plata, todo aquello debe sumar, sin tener en cuenta el indudable interés numismático y estético, no menos de mil millones de dólares.

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Noticias que dió el Gobernador de Cartagena sobre el combate del 8 Junio de 1708 AGI Ind.General legajo 2609

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Orden de batalla para José Fernandez de Santillán, General de la Armada de Tierra Firme. AGI Ind.General 2610

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RELACION DE NAUFRAGIOS EN CARTAGENA DE INDIAS SEGÚN INFORMACION CLASIFICADA EN EL ARCHIVO GENERAL DE INDIAS

En 1785 nacía por deseo del rey Carlos III el Archivo General de Indias, con objeto de reunir en un lugar los documentos referentes a las Indias, hasta Entonces dispersos en Simancas, Cádiz y Sevilla. Instalándose en el espléndido edificio de la Casa Lonja de Sevilla, construida en época de Felipe II, y que sirve hasta hoy como sede del Archivo. Dos razones fundamentales enmarcan la fundación del Archivo General de Indias: La falta de espacio en el Archivo General de Simancas, archivo central de la Corona. Y el deseo de escribir una historia de la colonización española que diera respuesta adecuada a los últimos escritos extranjeros sobre el tema. En Octubre de 1785 llegan a la Casa Lonja los primeros documentos procedentes de Simancas. Desde entonces y en distintas remesas se van incorporando al archivo los fondos de las principales instituciones indianas: El Consejo de Indias, la Casa de la Contratación, los Consulados de Sevilla y Cádiz, las Secretarias del Estado etc... hasta convertir al Archivo en el principal depósito documental para el estudio de la Administración española en el Nuevo Mundo Los documentos que hoy conserva el Archivo en mas de 9 kilómetros lineales de estanterías, y unos 43.175 legajos con un promedio de 1000 folios por legajo proceden principalmente de los organismos metropolitanos encargados de la Administración Colonial: Consejo de Indias, siglos XVI-XIX, Casa de la Contratación, siglos XVI-XVIII, Consulados de Sevilla y Cádiz, siglos XVI-XIX, Secretarías de Estado y del Despacho Universal de Indias, de Estado, Gracia y Justicia, Hacienda y Guerra, siglos XVIII-XIX, Secretaría del Juzgado de Arribadas, Comisaría Interventora de la Hacienda Publica de Cádiz, Dirección General de la Renta de Correos, siglos XVII-XIX, Tribunal de Cuentas, Sala de Ultramar, siglo XIX, Real Compañía de la Habana, siglos XVIII-XIX. Y otros documentos procedentes de Organismos Coloniales y personas particulares relacionadas con la Administración Colonial. Los fondos documentales del Archivo General de Indias tienen por tanto un interés excepcional para el estudio histórico de la obra de España en las Indias durante los siglos XV-XIX.

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RELACION DE NAUFRAGIOS DE 1545 A 1821 AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1545

Nao del Maestre Juan de Astorga

Bajos de Salmedina, en su viaje de España

FUENTE HISTORICA- Colec.Muñoz, tomoLXXXIVfolio232, Cartagena22-2-1546, Contratación, legajo5103, Cartagena 22-2-1546

AGI

AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1552

Santa María de Villacelan

Se perdió en una tormenta a la salida de Cartagena. Sacaron 157 barras de plata. Maestre Martín García

FUENTE HISTORICA- AGI Contratación legajo 4555 AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1553

Galeón San Marcos

Navío de 600 toneladas, se perdió frente a Cartagena en su viaje de vuelta. Maestre Pero Lopez. Dueño Alvaro de Bazan

FUENTE HISTORICA- AGI Contratación 2898 AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1584

Capitana San Juan

Navío de 500 toneladas. Se hundió a la entrada del puerto de Cartagena. Maestre Rodrigo Rizo

FUENTE HISTORICA- AGI Contratación 2898, Indiferente General 1805 AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1585

11 Barcos de Hundidos durante el ataque de Drake a Cartagena Sir Francis Drake

FUENTE HISTORICA- AGI Sección Guatemala 49. Puerto de Caballos 29-4-1586 AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1615

Una Nao

Se perdió dentro de la bahía de Cartagena cuando llegaba de Santo Domingo.

FUENTE HISTORICA- AGI Indiferente General 1158 AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1616

Una Nao

Se perdió por culpa del piloto dentro de la bahía de Cartagena Maestre Baltasar Rodriguez

FUENTE HISTORICA- AGI Sección Contratación 5114

168

169

AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1634

Una Nao

Hundida por piratas ingleses a la entrada de Cartagena cuando llegaba de Santo Domingo .

FUENTE HISTORICA- AGI Indiferente General 1158 AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1634

Galeón San Juan Bautista

Se hundió en los bajos de Salmedina cuando llegaba de Portobello.

FUENTE HISTORICA- AGI Indiferente General 1158 AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1634

Galeón Los Tres Reyes Magos

Navío de 600 toneladas. Se hundió a la entrada de la bahía de Cartagena

FUENTE HISTORICA- AGI Sección Contratación 2900 y 5101 AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1640

Almiranta, Navíos de la Armada Portuguesa al mando de Juan de la Vega Bazan. Se Capitana hundieron a la entrada de Cartagena. Y Patache portugués FUENTE HISTORICA- AGI Sección México 35 AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1675

Navío holandés Curaçao

Se perdió en el bajo de Negrillos, a 6 leguas de Cartagena, entre punta Canoas y punta Jicacos

FUENTE HISTORICA- AGI Santa Fe 75 AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1682

Galeón Santa Teresa

Navío de 364 toneladas. Se perdió al salir de Cartagena

FUENTE HISTORICA.- AGI Consulados legajo 476. Contratación 5102 y5103. Contaduría 1416. Indiferente General 1192. Santa Fe 46 AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1702

Galeón San Antonio

Hundido por piratas ingleses a la salida de Cartagena

.

FUENTE HISTORICA- AGI Santa Fe 435

169

170

AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1708

Capitana San José

Al mando del Conde de Casa Alegre. Se hundió por ataque de navíos ingleses frente a la isla de Barú

FUENTE HISTORICA- AGI Consulados legajo 782 A y 782 B. Indiferente General 272,273 287,2609 y 2610. Panamá 141. Santo Domingo 377. Santa Fe 317, 424 y 429 AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1729

Galeón San Pedro Se incendió a la entrada de la bahía de Cartagena

FUENTE HISTORICA- AGI Sección Contratación 2902 AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1751

Galeón Nuestra Se perdió frente a la isla de Barú Señora del Carmen FUENTE HISTORICA- AGI Sección Contratación 5158 AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1772

Fragata San José

El 22 de Agosto se perdió antes de entrar a la bahía de Cartagena. Maestre Jacobo Nicolas Molini

FUENTE HISTORICA- AGI Sección Consulados libro 358 AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1789

Fragata negrera San Antonio

Se perdió al norte de Cartagena

FUENTE HISTORICA- AGI Santa Fe 573 AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1790

Balandra San Miguel II

Se perdió durante una tormenta llegando a Cartagena

FUENTE HISTORICA- Cesareo Fernandez Duro.Naufragios de la Armada Española Páginas 417 y 466 del libro VII AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1791

Fragata Serrana

Se perdió frente a Cartagena

FUENTE HISTORICA- AGI Santa Fe 641

170

171

AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1795

Goleta Victoria

Se perdió frente a Cartagena

FUENTE HISTORICA- Cesáreo Fernandez Duro-Naufragios de la Armada Española Páginas 417 y 467 del volumen VII AÑO

NOMBRE

LUGAR PERDIDA

1821

Bergantín Andaluz

Se perdió frente a Cartagena

FUENTE HISTORICA- Cesáreo Fernandez Duro-Naufragios de la Armada Española Volumen IX, página 232

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NAUFRAGIOS HISTORICOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN AGUAS DE ESPAÑA

Desde los primeros años del Descubrimiento hasta mediados del siglo XIX, un incalculable número de embarcaciones de todo tipo, en su viaje de ida o vuelta del Nuevo Mundo sucumbieron por diversas causas frente a las costas españolas, especialmente en el litoral Mediterráneo próximo al Estrecho de Gibraltar. Esto convierte a estas costas en el mayor patrimonio tanto cultural como económico de la historia de la Carrera de Indias. FUENTES DOCUMENTALES Archivo General de Indias = AGI Archivo General de Simancas = AGS Archivo de Protocolos Notariales (Sevilla) = APN Archivo Histórico Provincial de Las Palmas = AHPLP Archivo Histórico de la Cámara de Comercio de Sevilla = AHCC Archivio di Stato di Firenze = ASF Archivo Ducal de Medina Sidonia(SanlucardeBarrameda)ADMS Biblioteca Nacional de Madrid = BNM Cesáreo Fernández Duro; Naufragios de la Armada Española = NAE

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RELACION DE NAUFRAGIOS DE 1496 A 1822 Año perdida 1496

Nombre o tipo de barco Una carabela Una carabela Una carabela Una carabela AGI: Contratación 3249

Lugar pérdida Rota Cádiz Tarifa Cádiz

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1503 San Pedro AGI: Consulado, legajo 750-B

Lugar pérdida Chipiona

IdaVuelta No sabe

Año perdida Nombre o tipo de barco 1509 Santa María AGS: Consejo Real, legajo 43

Lugar pérdida Isla Gomera

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1517 Santa Catalina APN: Oficio III, libro I

Lugar pérdida Cádiz

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1528 Santa Ana APN: Oficio I, libro II

Lugar pérdida Isla de la Palma

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco [1530] Un galeón AGI: Indiferente General 2005

Lugar pérdida Luerza

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1537 Tres naos AGI: Contratación 5103

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Año perdida 1537

Nombre o tipo de barco Una nao

IdaVuelta I

AGI Indiferente General 1092 Año perdida 1541 AGI: Justicia 951

Nombre o tipo de barco La Trinidad

Año perdida Nombre o tipo de barco 1544 San Medel y Celedon APN: Oficio XV, libro II

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Lugar pérdida Portil de Huelva

IdaVuelta V

173

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Año perdida Nombre o tipo de barco 1546 San Antón AGI: Contaduría 1452

Lugar pérdida n.s.

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1551 Santa Lucía AGI: Indiferente General 2000

Lugar pérdida Doñana

IdaVuelta V

Lugar pérdida Alta mar Huelva

IdaVuelta V

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta n.s.

Nombre o tipo de barco La Anunciada

Lugar pérdida Chipiona

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1553 San Bartolomé AGI: Contratación 2898

Lugar pérdida Cerca de Coria

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1554 Una carabela AGI: Contratación 5103

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1555 Santa Cruz AGI: Contratación 4944 AGS: Consejo y Junta de Hacienda, leg. 26

Lugar pérdida Zahara de los Atunes

IdaVuelta V

Año perdida 1551 AGI: Ind.Gen. 1561

Nombre o tipo de barco Una nao

Año perdida Nombre o tipo de barco 1552 ó 53 La Concepción AGI: Contratación 4339 Año perdida 1553 AGI: Ind.Gen.2000

Año perdida 1555 AGI: Ind.Gen.2000

Nombre o tipo de barco Una carabela

Lugar pérdida Costa de Vejer

IdaVuelta V

Año perdida 1558 AGI: Ind.Gen.1965

Nombre o tipo de barco La Trinidad

Lugar pérdida Barra de Guadalquivir

IdaVuelta I

Año perdida 1560 AGI: Ind.Gen.1093

Nombre o tipo de barco Tres Galeones

Lugar pérdida Doñana

IdaVuelta n.s.

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Año perdida 1561

Nombre o tipo de barco Santo Antonio

Lugar pérdida Enfrente de San Juan de Aznalfarache

IdaVuelta V

Nombre o tipo de barco San Salvador Nao de Pedro López AGI: Contratación 5011

Lugar pérdida Cerca de Coria

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1563 Espíritu Santo AGI: Contratación 5104

Lugar pérdida Costa de Palos

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1563 Nao de Ojeda AGI: Contratación 4343

Lugar pérdida Costa de Palos

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1564 Nuestra Señora de la Antigua AGI: Justicia 877

Lugar pérdida Cerca de Sevilla

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1565 Una nao AHPLP, Escribano Alonso de Balboa, num.775

Lugar pérdida Las Palmas de G.C.

IdaVuelta I

Nombre o tipo de barco Santa Lucía Nao de Hernán Pérez AGI: Contratación 5104

Lugar pérdida Cerca de Sevilla

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1566 San Antonio AGI: Contaduría 1075

Lugar pérdida Doñana

IdaVuelta V

Año perdida 1566 AGI: Ind.Gen. 2002

Lugar pérdida Doñana

IdaVuelta V

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

AGI: Contratación 2898 Año perdida 1563

Año perdida 1565

Nombre o tipo de barco La Trinidad

Año perdida Nombre o tipo de barco 1566 San Antón AGI: Contratación 2898

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Año perdida Nombre o tipo de barco 1569 Santa María la Mayor AGI: Contratación 712

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1569 Santa María de Begoña AGI: Patronato Real 255,N.1,R.2

Lugar pérdida Chipiona

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1570 Medio Mundo AGI: Contratación 5105

Lugar pérdida Isla de Lanzarote

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1572 La Concepción AHPLP: Escribano Luis Felipe, n. 854

Lugar pérdida Las Palmas de G.C.

IdaVuelta n.s.

Lugar pérdida Una de las islas Canarias

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1573 San Miguel AGI: Contratación 2898

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1574 Un galeón AGI: Contratación 5185

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1577 N.S. de la Candelaria AGI: Contratación 5105

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Nombre o tipo de barco Capitana de Nueva España Galeaza los San Juanes San Buenaventura N.S. de la Bella AGI: Contratación 4683 y 5105

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1580 La Trinidad APN: Oficio XX, libro IV

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Año perdida 1573

Nombre o tipo de barco N.S. de la Consolación

AGI: Contaduría 1075

Año perdida 1579

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Año perdida 1581

Nombre o tipo de barco Guadalupe N.S. de Guía La Esperanza San Miguel AGI: Contratación 5106-A

Lugar pérdida Cádiz Cádiz Rota Costa de Palos

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1581 Santa Ana AGI: Patronato real 257, N.6, R.4

Lugar pérdida Chipiona

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1581 San Esteban AGI: Contratación 5168

Lugar pérdida Golfo de Cádiz

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1582 Navío de aviso AGI: Contratación 5106-A

Lugar pérdida Isla de Tenerife

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1582 San Juan AGI: Contratación 5168

Lugar pérdida Cerca de Chipiona

IdaVuelta V

Año perdida 1584 AGI: México 351

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta n.s.

Año perdida 1584

Nombre o tipo de barco Santo Domingo

Nombre o tipo de barco La Magdalena Concepción

Lugar pérdida IdaVuelta Barra de Guadalquivir I Doñana

AGI: Contratación 5107 México 351 Año perdida Nombre o tipo de barco 1585 Una nao AGI: Contratación 5107 Año perdida 1585

Nombre o tipo de barco Nao de Pedro Sánchez Nao de Pedro Bernal AGI: Contratación 5107

Lugar pérdida Barra de Guadalquivir

IdaVuelta V

Lugar pérdida Barra Guadalquivir Chipiona

IdaVuelta I

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Año perdida 1586 AGI: Ind.Gen. 1098

Lugar pérdida Isla de Tenerife

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1586 San Pedro AGI: Consulados, leg.750-B

Lugar pérdida Chipiona

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1586 La Concepción AGI: Contratación 5108

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1586 San Miguel AGI: Contaduría 331

Lugar pérdida Las Palmas de G.C.

IdaVuelta I

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Año perdida 1587

Nombre o tipo de barco La Magdalena

Nombre o tipo de barco Santa María Magdalena La Trinidad Nao de Miguel Ribas Nao de Diego Felipe Andino

AGI: Ind.Gen. 1098 VARIOS BARCOS POR ATAQUE DE FRANCIS DRAKE Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar pérdida 1587 Una nao Vizcaina Bahía de Cádiz Una nao de la flota de Nueva España Una urca Un galeón del marqués de Sta. Cruz Una noveta portuguesa Una noveta francesa Una nao de la flota de Nueva España Santa María y San Cristóbal Una nao de la flota de Nueva España Una urca que iba a Málaga Una urca de 400 toneladas Una urca de 200 toneladas Una nao levantina Una nao de Génova Un navío portugués AGS: Guerra, leg. 182 ASF Archivo de Medici 4919

IdaVuelta //

178

179

Año perdida Nombre o tipo de barco 1588 La María AGI: Contratación 5169

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1588 La Santísima Trinidad AGI: Contratación 5108

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1589 N.S. de la Concepción AGI: Contratación 2899

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Nombre o tipo de barco San Miguel San Pablo AGI: Escribania 1072-A y Contratación 5777

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1589 San Buenaventura AGI: Contratación 5108

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Lugar pérdida Cádiz

IdaVuelta n.s.

Lugar pérdida Isla de Tenerife

IdaVuelta n.s.

Lugar pérdida Sanlucar de Barrameda

IdaVuelta n.s.

Lugar pérdida Isla de Tenerife

IdaVuelta I

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Año perdida 1589

Año perdida 1589 AGI: Ind.Gen.1099

Nombre o tipo de barco Una nao

Año perdida Nombre o tipo de barco 1589 N.S. de la Candelaria AGI: Consulados, leg. 525 Año perdida 1590

Nombre o tipo de barco San Nicolás

AGI: Consulados, libro 190 Año perdida Nombre o tipo de barco 1590 Santa Ana de Buenaventura AGI: Contratación 5109 Año perdida Nombre o tipo de barco [1591] San Pedro AGI Contratación 733

179

180

Año perdida Nombre o tipo de barco 1591 Dos naos de aviso AGI: Ind. Gen.741 y Santo Domingo 99

Lugar pérdida Isla de Tenerife

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1591 Una nao de Indias AGS: Diversos de Castilla 13-56

Lugar pérdida Tenerife

IdaVuelta V

Año perdida 1592

Nombre o tipo de barco Lugar pérdida IdaVuelta San Pedro Barra Guadalquivir I Catalina Bajos del Salado San Alberto Cádiz N.S. de la Bella Barra Guadalquivir n.s. Por otra lista se dan como perdidos los siguientes barcos: Nao de Osorio n.s. n.s. Nao de Musdientes Nao nueva de Camacho Nao de Desoto Nao de Cartaya Patache de Pedro Marquez de Oñate AGI: Contratación 1039,Escribanía 953, Ind.Gen.1102,AHCC leg523 Año perdida Nombre o tipo de barco 1593 San Martín AGI: Contratación 5187

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1593 N.S. de la Victoria AGI: Contratación 1102

Lugar pérdida Cádiz

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1594 N.S. de la Consolación AGI: Contratación 4811

Lugar pérdida Andalucía

IdaVuelta V

Año perdida 1595 AGI: Ind.Gen. 1106

Nombre o tipo de barco N.S. de Loreto

Lugar pérdida Cádiz

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1595 Santa Barbara AGI: Contratación 4324

Lugar pérdida Cádiz

IdaVuelta I

180

181

Año perdida 1595 AGI: Ind. Gen. 1106

Nombre o tipo de barco Tres barcos

Lugar pérdida Fuenterrabia

IdaVuelta n.s.

Año perdida 1596 AGI: Ind. Gen. 1111

Nombre o tipo de barco Una urca

Lugar pérdida San Sebastián

IdaVuelta n.s.

Año perdida 1596 AHCC: leg. 524

Nombre o tipo de barco San Toribio

Lugar pérdida Cádiz

IdaVuelta n.s.

FLOTA DE LUIS ALONSO FLORES POR ATAQUE DE DRAKE Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar pérdida IdaVuelta 1596 El Buen Jesús Bahía de Cádiz I El Espíritu Santo La Purificación La Trinidad Los 3 Reyes N.S. del Juncal San Francisco San Juan Bautista Santa María de San Vicente Santo Toribio N.S. de Begoña Begoña Santa María la Fresneda N.S. del Rosario N.S. del Rosario Rosario La Concepción N.S. de la Concepción N.S. de la Concepción Concepción Inglesilla La Savega Los dos Hermanos Una saeta Dos barcos Galeón San Felipe San Juan de la Magdalena San Mateo AGI: Consulados leg. 834, 835 y 836,Contr,5187,Escribanía 1010B,Ind,1111,1112,1113

181

182

Año perdida 1596 AGI: Filipinas 37

Nombre o tipo de barco La Esperanza

Lugar pérdida Cabo Finisterre

IdaVuelta n.s.

Nombre o tipo de barco N.S. de Montserrat Santa María del Jesús AGI: Contratación 741 y 1109

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1596 Una carabela con azogue AGI: Contratación 5187

Lugar pérdida Río Guadalquivir

IdaVuelta //

Nombre o tipo de barco Nao para Yucatán

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Nombre o tipo de barco San Pedro Nao de Simón de la Rosa Nao de Francisco Marquez Nao de Martín de los Reyes

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1598 ó 99 Nao de Jauregui AGI: Contratación 4945

Lugar pérdida Puerto Real

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1599 San Lorenzo AGI: Contratación 5187

Lugar pérdida Andalucía

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1599 Nao de Miguel Rodríguez AGI: Contratación 5112

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1599 Nao de Juan de Baeza AGI: Contratación 5187

Lugar pérdida Chipiona

IdaVuelta n.s.

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Año perdida 1596

Año perdida 1597 AGI: Ind. Gen.1113 Año perdida 1597

AGI: Ind. Gen. 1113

Año perdida 1600 AGI: Ind. Gen. 2680

Nombre o tipo de barco Santa Barbara

182

183

Año perdida 1601 AGI: Ind. Gen. 1117

Nombre o tipo de barco Nao de Santo Domingo

Lugar pérdida Andalucía

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1601 N.S. del Rosario AGI; Consulados, leg. 837-B

Lugar pérdida Doñana

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1602 Todos los Santos AGI: Consulados, leg. 480 Año perdida 1603

Nombre o tipo de barco San Pedro Tres barcos AGI: Contratación 5113

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Lugar pérdida Chipiona Barra Guadalquivir

IdaVuelta n.s.

Año perdida 1604 AGI: Ind. Gen. 1120

Nombre o tipo de barco San José

Lugar pérdida Andalucía

IdaVuelta I

Año perdida 1605 AGI: Guatemala 1

Nombre o tipo de barco N.S. del Rosario

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Nombre o tipo de barco

Lugar pérdida

IdaVuelta

12 barcos

Barra Guadalquivir

n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1606 San Andrés AGI: Contratación 4421

Lugar pérdida Pontevedra

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1608 Santo Domingo AGI: Contratación 2899

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1609 Capitana de Nueva España AGI: Ind. Gen. 1125

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Lugar pérdida Getares

IdaVuelta V

Año perdida 1606 AGI. Ind. Gen. 1122

Año perdida Nombre o tipo de barco 1609 San Antonio AGI: Contratación 4426

183

184

Año perdida 1610 AGI: Ind. 614

Lugar pérdida Cádiz

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1610 N.S. de la Victoria AGI: Contratación 2899

Lugar pérdida Isla de la Palma

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1610 Santo Domingo AGI: Contratación 1473

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Año perdida 1610 AGI: Ind. 1127

Nombre o tipo de barco Santo Antonio

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1611 San Juan Bautista AGI: Consulados, leg. 837-A y B

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1611 N.S. de la Caridad AGI: Consulados, leg. 466

Lugar pérdida Chipiona

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1611 Una nao AGI: Contratación 5113

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1611 La Veracruz AGI: Consulados, leg.107

Lugar pérdida Costa de Conil

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1611 Nao de Diego López Horta AGI: Consulados, leg. 107

Lugar pérdida Andalucía

IdaVuelta n.s.

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Año perdida 1612

Nombre o tipo de barco Los Remedios

Nombre o tipo de barco N.S. de la Consolación San Esteban Un patache San Pedro AGI: Contratación 4429 y 5171. Consulados, leg. 1067-B AHCC, leg. 512 y 520

Doñana

184

185

Año perdida Nombre o tipo de barco 1614 N.S. del Rosario y Aránzazu AGI: Contratación 4324

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Lugar pérdida Chipiona

IdaVuelta V

Lugar pérdida Isla Gran Canaria

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1616 Aviso de Nueva España AGI: Consulados, leg. 837-B

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1616 Santísima Trinidad AGI: Consulados leg. 837-B,AHCC,leg. 521

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1620 La Candelaria AGI: Contratación 2899

Lugar pérdida Cádiz

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1615 N.S. de la Caridad AGI: Contratación 5115 AHCC, leg. 521-A Año perdida 1616 AGI: Ind. 3097

Nombre o tipo de barco N.S. de la Concepción

Año perdida 1620

Nombre o tipo de barco Lugar pérdida San Juan Bautista (capitana) Caños de Meca San Francisco (Almiranta) San José (galeón) Tarifa Santa Ana la Real (galeón) Gibraltar N.S. de la Antigua (galeón) Almuñecar ADMS, leg.1048, AGI Consulados lib.49 Contratación 3697, 3699

IdaVuelta Ida a Filipinas

Año perdida Nombre o tipo de barco 1620 Nuestra Señora y San José AGI: Contratación 1169

Lugar pérdida Cádiz

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1621 Santa Ana AGI: Contratación 2899

Lugar pérdida Cádiz

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1621 N.S. del Rosario AGI: Contratación 806

Lugar pérdida Cerca de Sevilla

IdaVuelta V

185

186

Año perdida Nombre o tipo de barco 1621 Nao de Alonso Ramos AGI: Consulados. leg. 840

Lugar pérdida Río Guadalquivir

IdaVuelta n.s.

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Lugar pérdida Cádiz

IdaVuelta I

Nombre o tipo de barco N.S. de la Candelaria N.S. de Aránzazu N.S. de la Encarnación AGI: Consulados, leg. 840 Contratación 5173 AHCC, leg. 51

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Año perdida 1627 AGI: Ind.439

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Lugar pérdida Cerca de Sevilla

IdaVuelta I

Año perdida 1622

Nombre o tipo de barco N.S. de los Remedios San Francisco Patache de capitana AGI: Contratación 5116 y 5173 Año perdida 1623 AGI: Ind. 1869

Nombre o tipo de barco San Juan Bautista

Año perdida 1626

Nombre o tipo de barco San José

Año perdida Nombre o tipo de barco 1628 San Juan AGI: Contratación 2899 Año perdida 1628 AGI: Ind. 439

Nombre o tipo de barco San Juan de la Veracruz

Lugar pérdida Cádiz

IdaVuelta V

Año perdida 1629 AHCC, leg. 515

Nombre o tipo de barco San Nicolás de los Reyes

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Lugar pérdida Cádiz

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1632 N.S. de las Mercedes AGI: Contratación 2900

186

187

Año perdida 1633

Nombre o tipo de barco San Buenaventura N.S. de la Misericordia San Diego AGI: Contratación 1179 y 1180

Lugar pérdida Cádiz

IdaVuelta I

Año perdida 1633 AHCC, leg. 503

Nombre o tipo de barco N.S. de la Consolación

Lugar pérdida Cerca de Coria

IdaVuelta V

Año perdida 1633 AHCC, leg. 503

Nombre o tipo de barco San Juan y Santa Clara

Lugar pérdida Costa de Palos

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1634 Santa Cruz AGI: Contratación 5117

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta n.s.

Año perdida 1635 AGI: Ind. 1160

Nombre o tipo de barco Un galeón

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Año perdida 1636 AGI: México 351

Nombre o tipo de barco San Miguel

Lugar pérdida Cádiz

IdaVuelta n.s.

Año perdida

Nombre o tipo de barco

1639

N.S. de la Concepción Dos galeones Colección Vargas Ponce, Tomo VI, documento 53

Lugar pérdida

IdaVuelta

Almería

//

Lugar pérdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Nombre o tipo de barco N.S. de Guía

Lugar pérdida Chipiona

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1644 Un barco AGI: Contratación 5176

Lugar pérdida Chipiona

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1641 San Pedro y San Pablo AGI: Contratación 5101 AHCC leg 556 Año perdida 1642 AHCC, leg.557

187

188

Año perdida Nombre o tipo de barco 1646 Navío de aviso AGI: Contratación 5120

Lugar pérdida Santi Petri

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1647 Navío de aviso AGI: Contratación 3295

Lugar pérdida Area Sanlucar

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1651 N.S. de los Remedios AGI: Contratación 2900

Lugar perdida Islas Canarias

IdaVuelta V

Año pérdida

Lugar perdida

IdaVuelta

1651 N.S. de la Candelaria AGI: Contratación 2900

Barra Guadalquivir

I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1652 Un barco AGI: Contratación 5121

Lugar perdida Andalucía

IdaVuelta n.s.

Nombre o tipo de barco

Año perdida 1653 AGI: Ind. 1861

Nombre o tipo de barco La Encarnación

Lugar perdida Alta mar Andalucía

IdaVuelta n.s.

Año perdida 1654 AGI: Ind. 573

Nombre o tipo de barco San Agustín

Lugar perdida Cádiz

IdaVuelta I

Año perdida 1656

Nombre o tipo de barco Lugar perdida IdaVuelta San Francisco Javier Cádiz V N.S. de la Victoria AGI: Contratación 5122, 5123 y 5125 Escribanía 1028-A y B Ind. 2606 Santa Fe 4 BNM: Manuscrito H.86, Folio 360 Nota: del primer barco, la carga está en medio de la bahía de Cádiz y el casco fue a dar en la costa. Año perdida 1657

Nombre o tipo de barco Varios barcos

Lugar perdida Santa Cruz de Tenerife

IdaVuelta V

AGI: Contratación 5121

188

189

Año perdida Nombre o tipo de barco 1657 La Fama Volante AGI: Contratación 5123

Lugar perdida Costa de Huelva

IdaVuelta V

Año perdida 1658 AGI: Ind. 1028

Nombre o tipo de barco Un navío

Lugar perdida Tazones

IdaVuelta n.s.

Año perdida 1658 AGI: Ind. 773

Nombre o tipo de barco Un navío holandés

Lugar perdida Cádiz

IdaVuelta V

Año perdida 1659 AGI: Ind.1180

Nombre o tipo de barco Una fragata

Lugar perdida Barra Guadiana

IdaVuelta n.s.

Año perdida 1660

Nombre o tipo de barco Lugar perdida IdaVuelta La Bendición de Dios Bahía de Cádiz V San Miguel Jesús María 7 barcos franceses San Jorge Patache de Portobelo N.S. de la Consolación N.S. del Rosario y San Francisco La Concepción y San José San Bernardo Almiranta de Génova Un navío de Génova AGI: Consulados, libro 7, Contratación 5124,5179 AGS Estado de Milan leg.3641 Consejo y Junta de Guerra leg 1153 Estado de Génova leg.3610 AHCC leg. 507 Año perdida Nombre o tipo de barco 1662 N.S. de la Soledad y S. Salvador AGI: Contratación 5179

Lugar perdida Costa de Tarifa

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1662 4 barcos AGI: Contratación 5125

Lugar perdida Cádiz

IdaVuelta n.s.

Lugar perdida Costa de Sanlucar

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1666 Capitana de Nueva España AGI: Contratación 5126

189

190

Año perdida Nombre o tipo de barco 1667 San José AGI: Escribanía 1033-A

Lugar perdida Costa de Santander

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1673 San Hermenegildo AGI: Escribanía 1038-B

Lugar perdida Santi Petri

IdaVuelta I

Lugar perdida Posible barra Guadalq.

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1680 Jesús Nazareno AGI: Consulados, leg.842

Lugar perdida Cádiz

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1701 N.S. el Populo y San José AGI: Contratación 2901

Lugar perdida Islas Canarias

IdaVuelta I

Nombre o tipo de barco Lugar perdida N.S. del Rosario Bahía de Vigo S. Domingo y San Francisco Javier N.S. Remedios y S Francisco Javier Santa Cruz N.S. del Buenviaje Jesús, María y José Santa Cruz (otra) San Juan Bautista San Juan Bautista S. Trinidad y N.S. del Rosario N.S. de las Mercedes y San José N.S. de los Dolores y San Andrés Santo Cristo de Maracaibo y N.S. de la Concepción N.S.Altagracia Cristo del Buenviaje Jesús, María y José y las Animas N.S. del Rosario y Santo Tomás Jesús, María y José AGI: Consulados leg. 845, 846 y 847-Contaduría 784,Escribanía 1118A Ind,1883,1988,2525- AGS, Estado, Inglaterra leg.8187,8211

IdaVuelta V

Año perdida 1675

Nombre o tipo de barco Dos barcos

AGI: Contratación 5130

Año perdida 1702

190

191

Año perdida Nombre o tipo de barco 1703 N.S. de los Reyes y San José AGI; Contratación 2901

Lugar perdida n.s.

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1704 Jesús Nazareno AGI: Contratación 2901

Lugar perdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Año perdida 1707 AGI: Ind. 2752

Lugar perdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Lugar perdida Isla de Tenerife

IdaVuelta I

Nombre o tipo de barco Santísima Trinidad

Lugar perdida Pasaje

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1720 N.S. de los Reyes AGI: Contratación 2902

Lugar perdida Rota

IdaVuelta n.s.

Lugar perdida Santa Cruz de Tenerife

IdaVuelta V

Lugar perdida Marín

IdaVuelta V

Año perdida 1733

Lugar perdida Ayamonte

IdaVuelta n.s.

Año perdida 1737

Lugar perdida Cádiz

IdaVuelta

Nombre o tipo de barco N.S. de la Piedad y Santiago

Año perdida Nombre o tipo de barco 1710 Un navío AGI: Consulados.leg. 634 Año perdida 1715 AGI: Ind. 2648

Año perdida 1722

Nombre o tipo de barco San Juan Bautista

AGI: Ind. 3099 Año perdida Nombre o tipo de barco 1730 N.S. del Rosario, S.Fco Javier AGI: Contratación 2902 Nombre o tipo de barco N.S. del Rosario San Vicente Ferrer AGI: Contratación 5147 Nombre o tipo de barco N.S. de Belén Santo Antonio AGI: Contratación 1360

I

191

192

Año perdida Nombre o tipo de barco 1741 N.S. de la Concepción AGS: Marina, leg.497

Lugar perdida Camariñas

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1741 María Jacoba AGS: Marina, leg. 497

Lugar perdida Chipiona

IdaVuelta n.s.

Año perdida 1741 AGS: Marina 497

Nombre o tipo de barco Navío francés

Lugar perdida Galicia

IdaVuelta n.s.

Año perdida 1741 AGS: Marina 497

Nombre o tipo de barco Sapein

Lugar perdida Nerja

IdaVuelta n.s.

Año perdida 1743 AGI: Ind. 2023

Nombre o tipo de barco N.S. de la Misericordia

Lugar perdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Año perdida 1745 NAE, pagina 413

Nombre o tipo de barco Aguila

Lugar perdida Almería

IdaVuelta V

Año perdida 1746 AGS: Marina 501

Nombre o tipo de barco San Justo

Lugar perdida Cádiz

IdaVuelta V

Año perdida 1747 AGI: Ind. 1989

Nombre o tipo de barco N.S. de Begoña

Lugar perdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1752 San Francisco AGI: Consulados, leg. 863, 864 y 865

Lugar perdida Costa de Chiclana

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1752 San Diego AGI: Contratación 1625

Lugar perdida Doñana

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1753 N.S. del Rosario y San José AGI: Ultramar 956

Lugar perdida N.S.

IdaVuelta V

192

193

Año perdida 1754 AGS: Marina 504

Nombre o tipo de barco La Rosa de Pegg

Lugar perdida Rota

IdaVuelta n.s.

Año perdida 1754 AGS: Marina 504

Nombre o tipo de barco Hannah

Lugar perdida Chipiona

IdaVuelta V

Año perdida 1756 AGI: Ind. 3103

Nombre o tipo de barco Una fragata

Lugar perdida Isla de Fuerteventura

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1757 San Cristóbal AGI: Contratación 1389

Lugar perdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1757 San Pedro AGI: Contratación 2902

Lugar perdida Cádiz

IdaVuelta I

Año perdida 1758 AGI: Arribadas 39

Lugar perdida Santi Petri

IdaVuelta I

Lugar perdida Doñana

IdaVuelta I

Lugar perdida Barra Guadiana

IdaVuelta V

Lugar perdida Cádiz

IdaVuelta V

Nombre o tipo de barco San Espiridion

Año perdida Nombre o tipo de barco 1758 N.S. del Rosario y S. Domingo AGS: Marina 506 Año perdida Nombre o tipo de barco 1758 San Bruno AGI: Consulados, libro 358 Año perdida 1758 AGI: Arribadas 39

Nombre o tipo de barco La Europa

Año perdida 1760 AGS: Marina 507

Nombre o tipo de barco N.S. de la Soledad

Cádiz

IdaVuelta V

Nombre o tipo de barco Peregrina

Lugar perdida Cádiz

IdaVuelta I

Año perdida 1760

AGI: Consulados, leg. 800

193

194

Año perdida Nombre o tipo de barco 1760 N.S. del Buen Socorro AHPLP: cuaderno V, folio 208

Lugar perdida Gando, G.C.

IdaVuelta V

Nombre o tipo de barco San Ignacio San José

Lugar perdida Ría de Avilés y de Pravia

IdaVuelta n.s.

Año pérdida 1763 AGI: I. 1994

Nombre o tipo de barco Tartana genovesa

Lugar perdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Año perdida 1763 AGI: Arribadas 173

Nombre o tipo de barco Isabel

Lugar perdida Doñana

IdaVuelta V

Año perdida 1765 AGS: Marina 508

Nombre o tipo de barco La Espadilla

Lugar perdida Santander

IdaVuelta V

Año perdida 1765 AGS: Marina 508

Nombre o tipo de barco Un barco

Lugar perdida Barra Guadalquivir

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1767 El Félix AGI: Contratación 1601

Lugar perdida Costa de Algeciras

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco [1768] Santa Ana AGI: Contratación 2902

Lugar perdida Cádiz

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1770 El Gallego AGI: Correos 257-A y B

Lugar perdida La Coruña

IdaVuelta V

Año perdida 1771 AGS: Marina 413

Lugar perdida El Ferrol

IdaVuelta V

Año perdida 1763 AGI: Arribadas 42

Nombre o tipo de barco Principe Carlos

194

195

Año perdida 1771

Nombre o tipo de barco El Eccehomo

Lugar perdida Santander

IdaVuelta I

Año perdida 1771 AGS: Marina 414

Nombre o tipo de barco San Julián

Lugar perdida Gijón

IdaVuelta V

Año perdida 1771 AGS: Marina 510

Nombre o tipo de barco Una fragata

Lugar perdida Santi Petri

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1772 San Matías AGI: Arribadas 295-A

Lugar perdida Chipiona

IdaVuelta V

Año perdida 1772 AGS Marina 510

Nombre o tipo de barco N.S. de los Dolores

Lugar perdida Doñana

IdaVuelta V

Año perdida 1772 AGI: Correos 195

Nombre o tipo de barco La Cantabria

Lugar perdida El Ferrol

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1773 La Margarita AGI: Consulados, libro 358

Lugar perdida Chipiona

IdaVuelta V

Año perdida 1778 AGS: Marina 512

Nombre o tipo de barco San Miguel

Lugar perdida Doñana

IdaVuelta //

Año perdida 1781 AGS: Marina 514

Nombre o tipo de barco Fragata francesa

Lugar perdida San Sebastián

IdaVuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida 1785 Varios barcos Málaga Colección Varas Ponce. Tomo XXXVIII, documento 232

IdaVuelta n.s.

Año perdida 1793 AGI: Filipinas 989

IdaVuelta I

AGS: Marina 510

Nombre o tipo de barco Placeres

Lugar perdida Costa de Lage

195

196

Año perdida 1797 AGI: Ultramar 925 Año perdida 1805

Nombre o tipo de barco Elena

Lugar perdida Costa de Conil

IdaVuelta V

Nombre o tipo de barco Santísima Trinidad

Lugar perdida Punta Camarinal

IdaVuelta //

Navío de cuatro puentes, orgullo de la Armada Española y presa codiciada por los enemigos, que participó en la batalla del cabo de Trafalgar Año perdida 1810 NAE, pagina 208

Nombre o tipo de barco Casilda

Lugar perdida Cádiz

IdaVuelta I

Año perdida 1811 NAE, pagina 229

Nombre o tipo de barco Tigre II

Lugar perdida Cádiz

IdaVuelta V

Año perdida 1822 NAE, pagina 281

Nombre o tipo de barco Sorpresa II

Lugar perdida Sur de Chipiona

IdaVuelta V

196

197

LOS GALEONES DE LA BAHIA DE VIGO

¡ El Tesoro de Rande !. Uno de los mayores tesoros sumergidos de la Carrera de Indias y una leyenda que inspiró a autores como Julio Verne. Que en su obra “ 20.000 leguas de Viaje Submarino “ pone al Capitán Nemo como beneficiario de tan inmenso tesoro. Cuenta la Historia que el 22 de Septiembre de 1702 llegan a las Cies, 40 navíos procedentes de la Habana, donde habían esperado tres años con el fin de conseguir la escolta necesaria para transportar con seguridad a España el fruto de cuatro años de trabajos en las minas de Méjico y Nueva Granada. Oro, plata, esmeraldas y piedras preciosas. Perlas y joyas. Especias, maderas y pieles abarrotaban las bodegas de 19 navíos cargados muy por encima de su franco bordo. Debido a la ineficacia de la Armada Española, que en aquellos tiempos apenas contaba con unos quince buques, anticuados y mal pertrechados. Fue necesario recurrir a la protección de una escuadra francesa de 24 navíos al mando del conde Chateau Renault. Zarpando finalmente de Cuba el 11 de Junio de 1702. Ya a la altura de las Azores recibieron noticias de que una encarnizada batalla contra ingleses y holandeses, la Guerra de Sucesión, se estaba librando en Cádiz. Por lo que siguiendo la sugerencia de un piloto concluyeron que el puerto mas seguro, lo suficientemente profundo y protegido para albergar con garantías a la Flota, sería el de la Bahía de Vigo. El Estrecho de Rande y los castillos a ambas márgenes, parecían ofrecer la suficiente protección, mientras se discutía que hacer con el tesoro. Las opciones eran dos: Esperar mejores tiempos para desembarcarlo en Cádiz, o hacerlo en Vigo y enviar el cargamento por tierra a la Corona y a sus propietarios. Finalmente, tras semanas de deliberación se llega al acuerdo de desembarcar la parte de la Corona y enviarla a la Corte en mas de mil carros que fueron requisados en Tui, Santiago, Vigo y tierras e los alrededores. Mientras que el resto del cargamento esperaba en Vigo el regreso de los carros.

197

198

Sin embargo, el 21 de Octubre. Apenas un mes después de la llegada de la Flota. Se avistaron las primeras velas de una escuadra de navíos ingleses y holandeses que se encontraba en Portugal rehaciéndose del desastre de Cádiz, y que al recibir noticias de que la “Flota del Tesoro” se hallaba fondeada en la Bahía de Vigo, zarparon sin demora a su encuentro. Teóricamente se trataba de un combate desigual. Entre las fuerzas inglesas y holandesas, diezmadas y extenuadas tras los combates en Cádiz. Y una flota de guerra francesa, bien acantonada entre las defensas naturales de la Bahía y las fortificaciones preparadas por la milicia para protegerse de un improbable ataque. Pero la “Flota del Tesoro”, y sus 24 navíos franceses de escolta, con más de 70 cañones no era tan poderosa como a primera vista pudiera parecer.. Las tripulaciones habían sido diezmadas por las fiebres. Y la pólvora derrochada inútilmente en salvas de honor a la salida de la Habana. Por otra parte el estrecho de Rande no sirvió como se pensaba de barrera defensiva. Sino por el contrario se convirtió en un callejón sin salida frente a una potente artillería que destrozó tanto las defensas de tierra, como los navíos que parapetaban a los galeones, que pesadamente cargados, trataban de maniobrar en aguas poco profundas, encallando en los bajos y quedando inermes a merced del enemigo. El combate dejó mal parada a la Flota. Y al menos la mitad del cargamento fue a parar al fondo del mar. Del cargamento inicial de 108 millones de piezas de ocho reales, se estima que tanto como 40 millones permanecen aún bajo las aguas de la Bahía de Vigo. Lo que supondría un valor actual de mas de 200 mil millones de pesetas. Eso sin considerar el valor histórico y artístico de las piezas rescatadas. Muchos han sido los intentos de rescatar el tesoro, desde mediados del siglo XVIII hasta nuestros días. Sin embargo, el valor de lo recuperado ha sido muy escaso comparado con lo que se supone que hay en el fondo del mar. Enterrados bajo toneladas de fango y cieno, en el Estrecho de Rande y la Rada de San Simón, se encuentran los restos de los galeones: Nuestra Señora del Rosario, Santo Domingo y San Francisco Javier, Nuestra Señora de los Remedios y San Francisco Javier, Santa Cruz, Nuestra Señora del Buen Viaje, Jesús María y José, Santa Cruz (otra), San Juan Bautista, Santísima Trinidad y Nuestra Señora del Rosario, Nuestra Señora de las Mercedes y San José, Nuestra Señora de los Dolores y San Andrés, Santo Cristo de Maracaibo y Nuestra Señora de la Concepción, Nuestra Señora de la Alta Gracia, Santo Cristo del Buen Viaje, Jesús María y San José y las Animas, Nuestra Señora del Rosario(otra) y Santo Tomás. De todos ellos, quizás él más prometedor sea el Santo Cristo de Maracaibo. Ya que tal galeón era portador del mayor botín que remolcaba la escuadra inglesa, y naufragó a la salida de la ría. Supuestamente en las proximidades de las islas Cies. FUENTE HISTORICA AGI Consulados legajo 845,846 y 847 Contaduría 784 Escribanía 1118-A Ind. 18833, 1988 y 2525 AGS: Estado, Inglaterra leg. 8187 , 8211

198

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NAUFRAGIOS HISTORICOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN AGUAS DE PORTUGAL

Desde finales del siglo XV a principios del siglo XIX muchas de las embarcaciones españolas que hacían su viaje de ida o vuelta al Nuevo Mundo acabaron reposando bajo las aguas portuguesas. Tanto en el litoral portugués como en las islas Azores, refugio de piratas y paso obligado de los barcos cargados de riquezas provenientes de las Indias Occidentales. FUENTE DOCUNENTAL Archivo Histórico de la Cámara de Comercio (Sevilla) = AHCC Archivo General de Indias (Sevilla) = AGI Archivo General de Simancas = AGS Archivo de Protocolos (Sevilla)= APS

199

200

RELACION DE NAUFRAGIOS DE 1526 A 1804 Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar pérdida 1526 Santa María de la Luz Azores APS: Oficio I, libro I

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1528 Una carabela AGS: Estado, legajo número368

Lugar pérdida Puerto de Lisboa

IdaVuelta V

Año perdida 1529 AGS: Estado 368

Lugar pérdida Costa de Portugal

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1529 La Trinidad APS:Oficio I, libro II

Lugar pérdida Isla Flores

IdaVuelta V

Nombre o tipo de barco 1539 Nao de Alonso Delgado AGI: Indiferente General, folio número 423

Lugar pérdida Isla Faial

IdaVuelta V

Año perdida 1540 AGS: Estado 372

Nombre o tipo de barco Una carabela

Lugar pérdida Lagos

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1542 San Juan AGI: Indiferente Gen. 1093

Lugar pérdida Isla S. Miguel

IdaVuelta V

Nombre o tipo de barco Una carabela Un patache AGI: Contratación 5103

Lugar pérdida Barra de Tavira

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1549 Santa Barbara AGI: Contratación 2898

Lugar pérdida Azores

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1550 Una carabela APS: Oficio III, libro I

Lugar pérdida Povoa de Varzim

IdaVuelta nao sabe

Nombre o tipo de barco Una nao de las Indias

Año perdida 1548

200

201

Año perdida Nombre o tipo de barco 1550 La Concepción AGI: Contratación 2898

Lugar pérdida Costa de Portugal

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1550 Santa María de la Piedad AGI: Contratación 2898

Lugar pérdida Isla Terceira

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1550 Santa María Flor de la Mar AGI: Contratación 2898

Lugar pérdida Isla Terceira

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1551 La Piedad AGI: Contratación 2898

Lugar pérdida Setubal

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1551 Santiago AGI: Contratación 2926

Lugar pérdida Setubal

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1551 San Anton AGI; Indiferente 2000

Lugar pérdida Azores

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1551 La Asunción AGI: Indiferente 2000

Lugar pérdida Puerto de Lisboa

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1552 La Magdalena AGI: Contratación 2898

Lugar pérdida Azores

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1552 Santiago AGI: Indiferente 1093

Lugar pérdida Isla Terceira

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1552 Nao de Santiago de Vain AGI: Contratación 4339

Lugar pérdida Azores

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1552 Nuestra Señora de la Concepción AGI: Justicia 765

Lugar pérdida IdaVuelta N.S.de Guia (Cascais) V

201

202

Año perdida Nombre o tipo de barco 1553 N.S. de la Consolación AGI: Contratación 2898

Lugar pérdida Costa Portimao

IdaVuelta V

Lugar pérdida Isla Pico

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1554 Almiranta de Bartolome Carreño AGI: Contratación 4339

Lugar pérdida Isla Terceira

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1554 N.S. de Guadalupe AGI: Contratación 2898

Lugar pérdida Isla S. Jorge

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1555 San Medel y Celedon AGI: Contratación 2898

Lugar pérdida Azores

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1555 Santa Catalina AGI: Indiferente 1093

Lugar pérdida Playa de Caparica

IdaVuelta V

Año perdida 1554

Nombre o tipo de barco La María varios barcos

AGI: Indiferente 1561

Año perdida Nombre o tipo de barco 1555 San Salvador AGI: Indiferente 2001 AGS: Consejo y Junta de Hacienda 28 Año perdida

Nombre o tipo de barco

Lugar pérdida IdaVuelta Puerto de Carrapateira V

Lugar pérdida

IdaVuelta

1555 San Salvador AGI: Justicia AGS: Consejo y Junta de Hacienda 28

Sur de Buarcos

V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1556 La Piedad AGI: Contratación 2898

Lugar pérdida Buarcos

IdaVuelta V

Año perdida 1556 AGS: Estado 378

Lugar pérdida Setubal

IdaVuelta n.s.

Nombre o tipo de barco Tres naos de las Indias

202

203

Año perdida Nombre o tipo de barco 1557 Una nao AGS: Contadurías Generales 3055

Lugar pérdida Setubal

IdaVuelta n.s.

Nombre o tipo de barco Nao de Gregorio de Espinosa Nao de Puerto Plata Patache de Francisco Nuñez AGI: Consulados, libro 48

Lugar pérdida Isla Faial

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1560 Santa María de Begoña AGI: Contratación 2898

Lugar pérdida Isla Faial

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco [1560] Nao de Bartolomé Pérez AGI: Consulados, libro 48

Lugar pérdida Isla Terceira

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1560 La Concepción AGI: Contratación 5185

Lugar pérdida Puerto de Lisboa

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1560 Tres naos de Santo Domingo AGI: Contratación 5104

Lugar pérdida Azores

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1561 N.S. de la Merced AGI: Contratación 2898

Lugar pérdida Cachopos

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1563 N.S. de la Luz AGI: Contratación 5104

Lugar pérdida Isla Terceira

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1563 Una carabela AGI: Contratación 5167

Lugar pérdida Isla Terceira

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1563 El Espíritu Santo AGI: Contratación 2898

Lugar pérdida Isla S. Jorge

IdaVuelta V

Año perdida 1559

203

204

Año perdida Nombre o tipo de barco 1564 San Juan AGI: Contratación2898

Lugar pérdida Cachopos

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1566 N.S. de la Concepción AGI: Indiferente 1093

Lugar pérdida Lagos

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1567 La Concepción AGI: Indiferente 1093

Lugar pérdida Isla S.Miguel

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1568 Una carabela AGI: Contratación 5168

Lugar pérdida Isla Terceira

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1571 Espíritu Santo AGI: Contratación 5105

Lugar pérdida Costa de Faro

IdaVuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1572 Una urca AGI: Contratación 5105

Lugar pérdida Lagos

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1573 Posiblemente, nao de Juan de Soto AGI: Contratación 5185

Lugar pérdida Setubal

IdaVuelta n.s.

Año perdida Nombre o tipo de barco 1575 Una nao AGI: Contratación 5168

Lugar pérdida Cachopos

Año perdida Nombre o tipo de barco 1576 La Concepción AGI: Contratación 5105

Lugar pérdida Isla Santa María

Año perdida Nombre o tipo de barco 1576 Una nao AGI: Contratación 5105

Lugar pérdida Puerto de Belem

Año perdida Nombre o tipo de barco 1580 Santa Catalina AGI: Indiferente 1096

Lugar pérdida Isla S.Miguel

IdaVuelta V

IdaVuelta V

IdaVuelta n.s.

IdaVuelta V

204

205

Año perdida Nombre o tipo de barco 1581 La Gallega AGI: Contratación 722

Lugar pérdida Isla Madeira

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1582 San Antonio AGS: Guerra Antigua, legajo 140

Lugar pérdida Setubal

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1582 Una Nao AGS: Guerra Antigua, legajo 130

Lugar pérdida Costa de Lisboa

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1583 Nao de Pedro de Villela AGS: Guerra Antigua, legajo 180

Lugar pérdida Setubal

IdaVuelta n.s.

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1586 San Juan AGI: Contratación 60-B

Lugar pérdida Arrifana

IdaVuelta V

Nombre o tipo de barco

Lugar pérdida

IdaVuelta

1586

N.S. de la Concepción Isla Terceira N.S. de los Remedios Santa María de Tomala Santa María del Juncal AGI: Contratación 5108 e 5169 AGS Guerra y Marina legajo 188

V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1587 Una Nao AGI: Contratación 5108

Lugar pérdida Algarve

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1587 N.S. de la Esperanza AGI: Consulados, legajo 524

Lugar pérdida Costa de Portimao

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1587 San Pedro AGI: Contratación 2899 e 5186

Lugar pérdida Costa de Portugal

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1588 N.S. del Rosario AGI: Contratación 2899

Lugar pérdida Isla Terceira

IdaVuelta V

205

206

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1588 Nao de Pedro Yllanes AGI: Contratación 5106-B

Lugar pérdida Isla Faial

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1588 Santiago AGI: Contratación 2899

Lugar pérdida Isla Terceira

IdaVuelta V

Año pérdida

Nombre Lugar pérdida IdaVuelta o barco 1589 N.S. de Isla Terceira V Guia N.S. del Rosario El Rosario N.S. de Isla Faial Loreto San Juan El Espíritu Santo San Cristóba l N.S. de Posiblemente Azores Begoña AGI: Contratación 731-A, 2899, 2949, 5108 e 5109 Indiferente 1100 Año pérdida Nombre o tipo de barco 1589 Una carabela AGS: Guerra Antigua, legajo 245

Lugar pérdida Sagres

IdaVuelta n.s.

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1589 Una Nao AGI: Indiferente 1887

Lugar pérdida Costa de Portimao

IdaVuelta n.s.

Año pérdida Nombre o tipo de barco Lugar pérdida IdaVuelta 1589 N.S. del Rosario Costa Troia V AGI: Contratación 923 e 2940-B, Escribanía 1072B, Indiferente 2007, AGS Guerra y Marina legajo 280,281,282 Año pérdida 1590

Nombre o tipo de barco Begoña Pequeña

Lugar pérdida Isla S.Miguel

IdaVuelta n.s.

206

207

AGS: Guerra y Marina, legajo 417 Año pérdida 1591

Nombre o tipo de barco Lugar pérdida Santa Isla Terceira María del Puerto Nao de Pedro Marín La Milanes a La Isla Santa María Campec hana Espíritu Isla S.Miguel Santo Nao de Venero Nao de Isla S.Jorge Juan Antonio AGI: Contratación 2899, 5108, 5109 e 5187, Indiferente 1101,1969

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1593 El Espíritu Santo AHCC: Legajo 523 AGI Panamá 310

Lugar pérdida Setubal

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1593 Santa Ana AGI: Contratación 5110

Lugar pérdida Lagos

IdaVuelta V

1593

Nombre o tipo de barco La Encarnación NS Remedios La Magdalena

Lugar pérdida I s l a

IdaVuelta V

S . M i g u e l AGI: Contratación 1014 e 5101, Indiferente 742, 1103 207

208

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1594 N.S. de la Misericordia AGI: Contratación 4811

Lugar pérdida Lagos

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1595 N.S. del Rosario AGI: Contratación 2899

Lugar pérdida Cachopos

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1595 San Barnabé AGI: Indiferente 1109

Lugar pérdida Cachopos

IdaVuelta //

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1595 N.S. de la Consolación AGI: Contratación 5111, AHCC legajo 524

Lugar pérdida Lagos

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1595 Concepción AGI: Contratación 5187

Lugar pérdida Costa Tavira

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1595 Nao de las Indias AGI: Indiferente 1107

Lugar pérdida Setubal

IdaVuelta n.s.

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1596 San Francisco AGI: Contratación 5187

Lugar pérdida Algarve

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1597 San Pedro AGI: Contratación 2899

Lugar pérdida Costa de Lisboa

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1600 Rosario AGI: Contratación 4939, Escribania 1075A

Lugar pérdida Costa Faro

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1601 San Lorenzo AGI: Indiferente 1117

Lugar pérdida Algarve

IdaVuelta n.s.

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1602 La Concepción AGI: Contratación 2890

Lugar pérdida Playa de Maças

IdaVuelta V

208

209

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1603 S.Francisco de la Candelaria AGI: Contratación 755 e 2899

Lugar pérdida Cachopos

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1603 La Misericordia AGI: Escribanía 1075-B

Lugar pérdida Lagos

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1603 N.S. de los Reyes AGI: Consulados, legajo 837-A

Lugar pérdida Isla S.Miguel

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1604 N.S. del Carmen AGI: Contratación 5100

Lugar pérdida Portugal

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1605 El Unicornio AGI: Contratación 2899

Lugar pérdida Isla S.Miguel

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1606 La Gracia de Dios AGI: Indiferente 1122

Lugar pérdida Isla Santa María

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1607 Dos galeones AGI: Indiferente 1124

Lugar pérdida Cachopos

IdaVuelta //

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1608 Capitana de Nova España AGI: Indiferente 1135

Lugar pérdida Isla Terceira

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1608 Patache de Pedro Diaz AGI: Contratación 5115

Lugar pérdida Baleeira

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1609 N.S. del Rosario AGI: Contratación 5113

Lugar pérdida Barra Islas Ferro

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1609 Nao de Nova España AGI: Contratación 4427

Lugar pérdida Lagos

IdaVuelta V

Lugar pérdida Setubal

IdaVuelta V

Año pérdida 1609

Nombre o tipo de barco N.S. de la Gracia

209

210

AGI: Contratación 5113 Año pérdida Nombre o tipo de barco 1611 N.S. de Ayuda AGI: Contratación 4427

Lugar pérdida Buarcos

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1611 N.S. del Socorro AGI: Contratación 5113

Lugar pérdida Barra Portimao

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1611 N.S. de la Encarnación AGI: Contratación 4428

Lugar pérdida Cabo Roca

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1614 La Encarnación AGI: Contratación 5114

Lugar pérdida Costa Sines

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1616 N.S. de la Concepción AGI: Contratación 5114

Lugar pérdida Viana do Castelo

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1616 Una Nao AGI: Contratación 5114

Lugar pérdida Costa Cascais

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1617 N.S. de las Angustias AGI: Escribanía 955, AHCC legajo522

Lugar pérdida Barra Portimao

IdaVuelta V

Año pérdida 1617 AHCC: legajo 522

Lugar pérdida Vilanova Milfontes

Nombre o tipo de barco N.S. del Rosario

IdaVuelta I

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1618 Nao da Nova España AGI: Escribanía 955

Lugar pérdida Barra Portimao

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1620 San Juan Bautista AGI: Indiferente 1141

Lugar pérdida Rio Tajo

IdaVuelta V

Año pérdida

Nombre o tipo de barco

Lugar pérdida

IdaVuelta

210

211

1621

Santa Cabo S. Vicente Catalina San Ignacio AGI: Contratación 1170-A e B Año pérdida 1621 AHCC: legajo 513

Nombre o tipo de barco N.S. de los Milagros

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1622 Santa Catalina AGI: Contratación 2899

V

Lugar pérdida Isla Madeira

Lugar pérdida Algarve

IdaVuelta I

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1622 N.S. de Atocha y S.Francisco AGI: Contratación 5116, Indiferente 1869

Lugar pérdida Barra Faro

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco [1625] Un barco AGI: Contratación 5116

Lugar pérdida Isla Corvo

IdaVuelta V

Año pérdida 1628 AHCC: legajo 522

Nombre o tipo de barco N.S. de la Muela

Lugar pérdida Lagos

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1629 N.S. del Rosario AGI: Indiferente 1153

Lugar pérdida Vila do Bispo

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1633 S.Antonio y Buena Esperanza AGI: Consulados, legajo 466

Lugar pérdida Isla Santa María

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1634 El Buen Jesús AGI: Contratación 2900

Lugar pérdida Viana do Castelo

IdaVuelta V

Año pérdida 1635 AHCC: legajo 495

Lugar pérdida Costa Carrapateira

IdaVuelta //

Lugar pérdida Isla Madeira

IdaVuelta V

Nombre o tipo de barco San Juan Bautista

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1635 San José AGI: Indiferente 1160

211

212

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1636 N.S. de las Mercedes AGI: Indiferente 1162 e 1163 Año pérdida Nombre o tipo de barco 1637 Nao de aviso AGI: Indiferente 1163

Lugar pérdida Costa Faro

Lugar pérdida Vilanova Milfontes

IdaVuelta V

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1638 San Luis y la Candelaria AGI: Contratación 830

Lugar pérdida Costa Tavira

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1639 S.Francisco y las Animas AGI: Contratación 2900

Lugar pérdida Peniche

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1639 N.S. de la Concepción AGI. Contratación 605

Lugar pérdida Costa Mesquita

IdaVuelta V

Lugar pérdida Posiblemente Algarve

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1657 Un navío AGI: Indiferente 1028

Lugar pérdida Lagos

IdaVuelta n.s.

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1661 Nao de aviso AGI: Indiferente 1182

Lugar pérdida Algarve

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1662 Santo Antonio de Padua AGS: Guerra Antigua, legajo 3456

Lugar pérdida Peniche

IdaVuelta //

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1666 Un navío AGI: Indiferente 1276

Lugar pérdida Cabo S.Vicente

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1670 Santo Cristo y las Animas AGI: Contratación 5128

Lugar pérdida Sagres

IdaVuelta V

Año pérdida 1656 AGI: Santa Fe 43

Nombre o tipo de barco Un Patache

212

213

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1676 Barco de las Indias AGI: Contratación 5131

Lugar pérdida Costa Lisboa

IdaVuelta n.s.

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1696 N.S. de los Reyes y San Fernando AGI: Indiferente 2624

Lugar pérdida Setubal

IdaVuelta V

Año pérdida 1704 AGI: Charcas 167

Nombre o tipo de barco N.S. del Carmen

Lugar pérdida Quarteira

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1704 N.S. del Populo AGI: Contratación 2901

Lugar pérdida Lagos

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1706 Nuestro Señor y San José AGI: Contratación 2901

Lugar pérdida Isla Santa María

IdaVuelta V

Año pérdida 1727

Nombre o tipo de barco Lugar pérdida N.S. de Isla Flores las Angustia s N.S. de los Angeles AGI: Consulados, legajo 856, Contratación 2902

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1734 Un Patache AGS: Secretaría de Marina, legajo 493

Lugar pérdida Viana do Castelo

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1743 Santa Rosa AGI: Indiferente 1988

Lugar pérdida Costa Faro

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1747 N.S. de los Remedios AGI: Colsulados, libro 385

Lugar pérdida Posiblemente Tajo

IdaVuelta I

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1750 El Sagrado Nacimiento AGI: Consulados, legajo 856

Lugar pérdida Setubal

IdaVuelta n.s.

213

214

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1753 Barco holandés AGS: Secretaría de Marina, legajo 504

Lugar pérdida Cachopos

IdaVuelta n.s.

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1757 N.S. del Mayor Dolor AGS: Sec.de Marina, legajo 506

Lugar pérdida Costa Portimao

IdaVuelta V

Año pérdida

1779

Nombre o tipo de barco

Lugar pérdida

Posiblemente de las Indias Santo Tomás

Barra Islas Ferro

Ida Vue lta V

AGS: Sec. De Marina, legajo 513 Año pérdida Nombre o tipo de barco Lugar pérdida IdaVuelta 1782 El Rosario Isla Faial n.s. Bernal, Antonio-Miguel: La financiación de la Carrera de Indias, pagina 465 Año pérdida Nombre o tipo de barco Lugar pérdida 1786 San Pedro Alcántara Peniche AGI: Arribade las 504, 505, 506, 507, 508, 509, 510, 511, 512, 513 e 514 Consulados, legajo 867, 868, 870, 871, 872, 873. Libro 408 Correos 127-B Indiferente 833, 855, 2760-A e B, 2761, 2762 e 2763.

IdaVuelta V

Año pérdida Nombre o tipo de barco 1804 N.S. de las Mercedes AGI: Arribade las 78 Consulados , legajo 342 Lima 1169-A e B, 1440 e 1535

IdaVuelta V

Lugar pérdida Cabo Santa María

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NAUFRAGIOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN AGUAS DE MEJICO

Desde la llegada de Hernán Cortés hasta los años de la Independencia, innumerables embarcaciones de todo tipo perecieron frente a las costas mejicanas. Buen número de ellas debido a los huracanes que en el otoño azotan esas regiones, o al ataque de piratas que hacían de Isla Mujeres y otras islas del litoral mejicano su guarida. FUENTES DOCUMENTALES Archivo General de Indias = AGI Archivo General de Simancas = AGS Archivo de Protocolos Notariales (Sevilla) = APN Archivo Histórico de la Cámara de Comercio de Sevilla = AHCC Fernández Duro, Cesáreo: Armada Española = AE Fernández Duro, Cesáreo; Naufragios de la Armada Española = NAE

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RELACION DE NAUFRAGIOS DE 1519 A 1819 Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar de la perdida 1519 Varios barcos Veracruz AE: Fueron quemados por orden de Hernán Cortés. Volumen I, pagina 172

Ida/Vuelta ---

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar de la perdida 1527 Una carabela Indeterminado APN: Oficio XVII, libro I. Escribano Pedro Tristán. Venía con caudales.

Ida/Vuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar de la perdida 1530 Nuestra Señora de Guadalupe Indeterminado APN: Oficio V, Libro II. Escribano Francisco de Castellanos.

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar de la perdida Ida/Vuelta 1535 Nao de Pedro Hernandez de Alfaro Coatzacoalcos I Pesquisa que hizo Juan de Salamanca, alcalde mayor de la villa de Espíritu Santo sobre las mercaderías que fueron robadas de la nao de Pedro Hernandez que dio al través en la costa junto al pueblo de Martín Capa. AGI: Contratación, legajo 597. Autos de Oficio. Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar de la perdida 1540 La Magdalena Indeterminado APN: Oficio XV, libro I. Escribano Alonso de Cazalla.

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco 1545 Una nao Colección Muñoz, tomo LXXXIV, folio 75.

Ida/Vuelta I

Lugar de la perdida Veracruz

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar de la perdida Ida/Vuelta 1550 Nao de Cristóbal Díaz Indeterminado // AGI: Indiferente General, leg. 2000. Sevilla, 2/6/1551. Breve aviso de la perdida. Año perdida

Nombre o tipo de barco

Lugar perdida

Ida/Vuelta

1552

Santa Catalina

Indeterminado

V

Maestre Alonso Galdamez Desapareció entre Cartagena de Indias y La Habana. A lo largo de la Carrera de Indias muchos barcos desaparecieron en esta singladura, varios de ellos están en México. AGI: Contratación, leg.2898, fol.181 Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta 1553 Nao de Juan Rodríguez Yucatán V AGI: Ind.Gen. , leg.2000. Sevilla, 16/6/1553. Venía de Honduras. Se salvó la gente.

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Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta [1553] Varios barcos Veracruz // AGI: Ind.Gen., leg.1561. Sin fecha. Traslado de una carta escrita desde la isla del Faial (Azores) el 26 de abril del [1553] por Domingo Elerchundi, maestre de la nao San Nicolás, donde avisa del fuerte temporal y de la perdida de varios barcos en San Juan de Ulúa. Por otra carta (isla Sao Jorge, 1/5/1553) escrita por Alonso Pexon, afirma que se perdieron 13 barcos. Año perdida Nombre o tipo de barco 1554 Nao de Hernán Ruíz AGI: Contratación, leg. 5103. México, 20/1/1554.

Lugar perdida Indeterminado

Ida/Vuelta //

Año perdida 1555

Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta Espíritu Santo Veracruz V Santa María la Blanca La primera tenía 220 toneladas, maestre Damián Martín. La segunda 220 toneladas, maestre Francisco de Santana. Se perdieron al salir para España en los arrecifes de San Juan de Ulúa. AGI: Ind. Gen., leg. 737. Valladolid, 2/7/1555. Venía el contador Gonzalo de Aranda. Ind. Gen. 2000. Sevilla, 9/6/1555. De la nao Santa María la Blanca murieron 120 personas. Venía muy rica. Año perdida Nombre o tipo de barco 1558 Dos barcos AGI: Ind.Gen., leg.2001. No se salvo nada.

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida 1562 Galeón de Pedro Menéndez Indeterminado Venía de Nueva España y se perdió durante el viaje para La Habana. AGI: Contratación 5104: México, 30/7/1562

Ida/Vuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1563 Santa María Guadalupe Maestre Salvador Gómez. Había salido de Honduras. AGI Contratación, leg. 709, 5011 y 5104:

Ida/Vuelta V

Lugar perdida Indeterminado

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta 1566 Un navío Cerca río Alvarado I Venía de Cabo Verde y se perdió junto al río Alvarado. Dueño Francisco Nuñez. AGI Contratación leg.5104 México 3-12-1566 Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida 1566 Una nao Coatzcoalcos Era de Sebastián de Porras. Venía de España con azogue. AGI: Contratación, leg. 5104. México, 12/11/1566

Ida/Vuelta I

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Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida 1566 Una nao Veracruz Era de Esteban Gómez. Se perdió dentro del puerto de San Juan de Ulúa AGI: Contratación 5104. Veracruz, 29/12/1566

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta 1568 Varios barcos Veracruz // Por ataque de John Hawkins. Participó también Sir Francis Drake. AE: vol. II, pag.226 Sainz Cidoncha, Carlos: Historia de la piratería en América española, pag. 60 Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta 1568 Santa Clara Veracruz I Maestre Alonso Arfran. 500 toneladas. Transportaba 184 quintales de azogue. Se perdió en San Juan de Ulúa. AGI: Contratación, leg. 2898 Sainz Cidoncha, Carlos: Historia de la piratería en América española, pag.60 Año perdida 1571

Nombre o tipo de barco Lugar perdida La Magdalena Tabasco y La María Coatzcoalcos Santa Catalina San Juan 1) Maestre Agustín Espinola. 886 toneladas 2) Maestre Alonso Rodríguez de Noriega. 300 toneladas 3) Maestre Andrés de Paz. 400 toneladas. AGI Contratación leg.2898.5105 4) Maestre Luís González. 200 toneladas APN Oficio XXIV libro I

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1572 4 barcos Probablemente son las mismas del año 1571 AGI: Ind.Gen., leg. 1094: Sevilla, 25/4/1572

Ida/Vuelta I

Lugar perdida Golfo de Campeche

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida 1580 La Trinidad Veracruz AGI: Contratación, leg. 2898. Maestre Hernán García. Almiranta Ind. Gen., 1096: Sevilla, 21/6/1580 Santo Domingo, leg.125 Año perdida 1580

Nombre o tipo de barco Nao de Machorro

Lugar perdida Paraje de la isla Arena y Bermeja

Ida/Vuelta I

Ida/Vuelta V

AGI: Santo Domingo, leg. 118. La Habana, 24/12/1580

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Año perdida 1582

Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelt Nuestra Señora de la Rosa Veracruz I Nao de Juan Ginete La primera, que era la Almiranta, maestre Alonso Conquero, traía 450 quintales de azogue. Ambas se perdieron el 19/9/1582. AGI: Contratación 2898, 2940-B, 4324 y 5106-A: México, 8/11/1582. La Almiranta se perdió a una legua del puerto en unos arrecifes. Se habían sacado 217 cajones de azogue. La segunda se perdió a dos leguas de Veracruz. Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida 1584 La Juana 1Veracruz, AGI: Consulados, libro 191-A. Era de Bartolomé González. Contratación, leg. 2898 y 5107: Veracruz, 15/1171584.

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1586 Barco con situado Iba para Cuba con situado. AGI: Santo Domingo, leg. 126

Lugar perdida Golfo de México

Ida/Vuelta V

Nombre o tipo de barco Lugar perdida Santa María de Begoña Cabo Catoche Santiago el Mayor """""""" La Trinidad Costa de Tabasco 1) Maestre Cristóbal Sánchez. 140 toneladas 2) Maestre Vasco Martín. 200 toneladas 3) Maestre Gaspar de Cubas. 150 toneladas AGI: Contratación, leg. 1082, 2898 y 5108: Sanlucar, 1/3/1587 Ind. Gen., leg. 1098

Ida/Vuelta I I

Año perdida 1586

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta 1588 Ascensión Veracruz I Maestre Juan de Lambarri. 500 toneladas. Almiranta de la flota de Nueva España. Llevaba 400 cajones de azogue, del cual 100 quintales no fueron recuperados. Se perdió entre la Laja y el Placer AGI: Contratación, leg. 2899, 5108: San Juan de Ulúa, 30/12/1588. Carta-relación del general Martín Pérez de Olazabal relatando lo ocurrido.

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Año perdida 1590

Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta Nao del maestre Cristóbal Sánchez Sobre río de Veracruz Todas Nao de Pedro Díaz Franco San Juan de Ulúa a la Nao del maestre Antonio """ ida Buenavista """ Nao del maestre Miguel Rodríguez """ Nao del maestre Pedro de Iriarte Río de la Nao Nao del maestre Gregorio Gentil Sobre la Sierra de Nao de Gaspar Moreno San Martín Patache de Pedro Allo Sobre Pan de Mizapa Nao del maestre Bernardo de Paz Entre Tabasco y Saetia del maestre Diego Rodríguez Coatzacalcos No se supo nada de los siguientes barcos: Nao del maestre Fernando Martínez Nao de Juan de Chavoga Nao de Baltasar Nuñez Nao del maestre Juan de Escobar Todas de la flota de Nueva España al mando del almirante Antonio Navarro. Se perdieron por un violento temporal del norte. AGI: Contratación, leg. 2899, 4324 y 5109: San Juan de Ulúa, 22/12/1590. Lista de los barcos perdidos. Ind.Gen. leg. 2661 Año perdida 1591 AHCC: leg. 523

Nombre o tipo de barco Santo Antonio

Lugar perdida Sisal

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta 1591 5 barcos Veracruz // AGI: Contratación, leg. 5109: San Juan de Ulúa, 20/3/1591. Se perdieron dentro del puerto por un fuerte temporal del norte. Ind. Gen., leg. 2661 Año perdida 1592

Nombre o tipo de barco Nao de Diego Felipe Andino Nao grande de Granillo Nao de Miguel de Alzate Se fueron a pique en viaje de Veracruz a La Habana. AGI: Contratación, leg. 5110: La Habana, 22/12/1592. Año perdida 1594

Lugar perdida Indeterminado """ """

Nombre o tipo de barco Lugar perdida Nao de Tomás Gallardo Cerca de Veracruz Nao de Simón Amador Sisal AGI: Contratación. leg. 5110: San Juan de Ulúa, 31/10/1594 Ind.Gen., leg. 1108 y 1109 México, leg. 23

Ida/Vuelta V

Ida/Vuelta I

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Año perdida 1597

Nombre o tipo de barco Lugar perdida La Concepción Veracruz La María """ Un patache """ Otro patache """ Una urca del rey """ AGI: Contratación, leg. 2899 y 5112: San Juan de Ulúa, 3/12/1597 México, leg. 351

Ida/Vuelta I.

Año perdida 1600

Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta Varios barcos de la flota de Nueva Veracruz I España AGI: México, leg. 350. Relación escrita por el general Pedro Escobar sobre las perdidas. Año perdida 1601 AHCC: leg. 524

Nombre o tipo de barco Santo Antonio de Padua

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1601 14 barcos AGI: México, leg. 24: México, 2/3/1601 Cabrera de Córdoba: Relaciones, pag. 99

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1604 Primer aviso AGI: Ind.Gen., leg. 1121: Sevilla, 26/7/1604

Lugar perdida Cabo Catoche

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco 1604 Santa María de Begoña Maestre Sangorin de Bengoechea. 700 toneladas. AGI: Contratación, leg. 4324 Ind.Gen., leg. 2662

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida 1605 Primer aviso de registros Campeche AGI: México, leg. 26: México, 31/3/1605. Aviso de la perdida.

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta 1606 Una fragata Golfo de México // AGI: Guatemala, leg.1: Madrid, 10/6/1609. Era de Pedro de Izaguirre y fue enviada a buscar los 4 galeones desaparecidos en 1605 de la armada de Tierra Firme de Luis Fernández de Córdoba.

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Año perdida Nombre o tipo de barco 1608 Nao de Gaspar de Vera AGI: Contratación, leg. 5171: Sevilla, 31/3/1609 Año perdida 1610

Nombre o tipo de barco Nao del capitán Diego Simancas

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta I

Ida/Vuelta Venía del Perú Venía del Perú con un millón de pesos. Se sacaron 150.000. Ocurrió el naufragio en una playa cerca de Guatemala. AGI: Contratación, leg.5113 México, leg. 28 y 73 Año perdida Nombre o tipo de barco 1610 Varios barcos AGI: Contratación, leg. 5113

Lugar perdida Costa de Zacatula

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta //

Nombre o tipo de barco Lugar perdida N.S. del Rosario, 400 toneladas Todos sobre Santiago, 600 toneladas Cabo Catoche N.S. del Juncal, 700 toneladas La Galbana San Antonio San Miguel, 500 toneladas San Diego De la flota de Nueva España al mando de Juan de la Cueva y Mendoza. AGI: Consulados, leg. 465. autos. Leg. 838 y 839 Contratación, leg. 5188 AHCC: leg. 517 y 520

Ida/Vuelta //

Año perdida 1614

Año perdida 1615

Nombre o tipo de barco San Miguel

Lugar perdida Ida/Vuelta Embocadero I Triángulo Maestre Gaspar Conquero. Se perdieron 150 cajones de azogue. Se abrió y se hundió a causa de un fuerte temporal el 30 de agosto. Ocurrió sobre el embocadero del Triángulo e isla de Arenas. AGI: Contratación, leg. 5114: Veracruz, 4/11/1615. Relación de Juan de Benavides Bazán. Año perdida Nombre o tipo de barco 1615 N.S. de la Candelaria Maestre Juan Esteban. Venía de Honduras. AGI: Contratación, leg. 5115 AHCC: leg. 521

Lugar perdida Golfo de México

Ida/Vuelta V

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Año perdida 1616

Nombre o tipo de barco Una naveta

Lugar perdida 6 leguas a sotavento de Veracruz Maestre Antonio Obregón. Se perdió en el arrecife de Anegada. AGI: Contratación, leg. 5115 Ind. Gen., leg. 1868

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1616 Nao del maestre Diego Garcés AGI: Ind.Gen., leg. 1868

Lugar perdida Barra Veracruz

Ida/Vuelta //

Lugar perdida Golfo de Campeche

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1620 Nuestra Señora de la Consolación Venía de España AHCC: leg. 512 y 513

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta 1621 El Rosario Veracruz V Galeón. Se quemó cuando se estaba cargando. Un buzo logró abrir una vía de agua, hundiéndolo AGI: Contratación, leg. 805 Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida 1623 La Candelaria Cozumel Maestre Juan de Paternina. 250 toneladas. Venía de Santo Domingo. AGI: Contratación, leg. 1172, 2899 y 5116

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco 1623 Patache de galeones Varó en poco fondo sobre cabo Catoche. AGI: Contratación, leg. 5116: Veracruz, 10/11/1623

Lugar perdida Cabo Catoche

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco 1625 7 barcos De la flota de Nueva España de Juan de la Cueva. AE: Vol. IV, pag.450

Lugar perdida Cabo Catoche

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida 1628 Varios barcos Yucatán AGI: Contratación, leg. 5117: Mérida de Yucatán, 10/12/1628

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta 1628 Larga Veracruz V AGI: Contratación. leg. 5117: Mérida de Yucatán, 10/12/1628. Fue enviada por el virrey de Nueva España con avisos.

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Año perdida Nombre o tipo de barco 1630 Navío de Canarias AGI: México, leg. 351: Veracruz, 13/6/1630

Lugar perdida Coatzcoalcos

Ida/Vuelta I

Año perdida 1631

Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta Nuestra Señora del Juncal Golfo de Campeche V Santa Teresa Costa de Tabasco Santo Antonio 1) Capitana de la flota de Nueva España 2) Almiranta de la flota de Nueva España 3) Galeón De la flota de Nueva España mandada por el general Miguel de Chazarreta. Los dos primeros se fueron a pique apenas habían salido de Veracruz con rumbo a La HabanaEspaña, el tercero varó en la costa de Tabasco. Considerable el contrabando. AGI: Consulados, leg. 466 y 839 Contaduría, leg. 884-B Contratación. leg. 2900, 3032, 4459, 4986, 5117, 5118, 5173, 5178 y 5205 Ind.Gen., leg. 757, 771, 1156, 1871, 1970, 2665 y 2699 México, leg. 31, 360 y 1066 Santo Domingo, leg. 106, 133 y 140 Colección de Jesuitas, tomo CXIV, folio 646: Relación de Viaje. Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta 1635 Una fragata Yucatán (La Trinidad) // Había salido de La Habana y se perdió en el sitio llamado La Trinidad, Yucatán. AGI: Santo Domingo, leg. 101 y 156 Año perdida 1637

Nombre o tipo de barco Nuestra Señora de Monserrat

Lugar perdida Río Casones, Veracruz

Ida/Vuelta //

Nombre o tipo de barco 3 barcos de Jacob Jakson Otros 9 barcos de Jakson Mota, Francisco: Piratas en el Caribe, pag. 293

Lugar perdida Cayo Arcas Canal de Yucatán

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco 1647 Santiago (galeón) AE: Vol.IV, pag. 452

Lugar perdida Sonda de Campeche

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco 1657 Un barco AGI: Santo Domingo, leg. 136

Lugar perdida Campeche

Ida/Vuelta I

AGI: Contratación, leg. 5118: Veracruz, 31/7/1637 Año perdida 1644

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Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta 1658 Santiago Banco Chinchorro V Venía de Cartagena de Indias. Sobre la perdida de este galeón hay varias fuentes primarias de información. En AGI, Ind.Gen., legajo 1876, se da como perdido en la isla de Cozumel. Fernández Duro, en la Armada Española, vol.V, pag. 437, lo da perdido con el galeón San Martín en costa Firme. Este mismo autor lo da luego como naufragado cerca de Honduras. Por datos posteriores que localicé en el AGI, Contratación, legajo 5179, se puede determinar el lugar preciso gracias a los autos de los sobrevivientes, que afirman haberse perdido en el banco Chinchorro. Año perdida 1664

Nombre o tipo de barco Nuestra Señora de la Concepción

Lugar perdida Ida/Vuelta 8 leguas barlovento I de Veracruz AGI: Contratación, leg. 5127: al ser atacado por piratas, varó y se perdió toda la carga. Año perdida 1666

Nombre o tipo de barco Barco del capitán Antonio Izquierdo El Vizcaino AGI: Ind.Gen., leg. 1185: Sevilla, 27/4/1666

Lugar perdida Veracruz """

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta 1682 Fragata con situado Golfo de México V AGI: Santo Domingo, leg. 107. Salió de Veracruz con situado para la Florida. Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida 1682 Nuestra Señora de la Candelaria Indeterminado AGI: México, leg. 53: México, 30/12/1682. Aviso de la perdida.

Ida/Vuelta //

Año perdida 1687

Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta N.S. del Rosario y las Animas Veracruz I Santo Antonio de Padua """ N.S. del Rosario, San Miguel y """ Animas 1) Maestre Francisco Casanovas 2) Maestre Francisco Quijano 3)Maestre A. Vazquez AGI: Contratación, leg. 2900 Año perdida 1692

Nombre o tipo de barco N.S. de la Victoria N.S. de los Remedios y San Ignacio N.S. del Rosario Santo Cristo de Maracaibo N.S. del Rosario y Animas Santa Cruz AGI: Contratación, leg. 2900

Lugar perdida Todos en Veracruz

Ida/Vuelta I

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Año perdida 1695

Nombre o tipo de barco N.S. del Carmen y Animas N.S. del Pilar de Zaragoza AGI: Contratación, leg. 2900

Lugar perdida Veracruz """

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida 1702 Santa María de Bessanos Veracruz Ocurrió el 14 de enero. Capitán Martín González Vergara. AGI: Escribanía de Cámara, leg. 188-B

Ida/Vuelta I

Año perdida 1706

Nombre o tipo de barco Jesús, María y José San José AGI: Contratación, leg. 2901

Lugar perdida Veracruz """

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1707 Santo Cristo de San Román Contratación, leg. 2901AGI:

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta I

Año perdida 1708

Lugar perdida Veracruz Campeche

Ida/Vuelta I

Año perdida 1710

Nombre o tipo de barco N.S. de Begoña N.S. del Mar AGI: Contratación, leg. 2901

Lugar perdida Veracruz """

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1711 N.S. del Rosario, S.Francisco Javier AGI: Contratación, leg. 2901

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta I

Lugar perdida

Ida/Vuelta

Veracruz

I

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta //

Nombre o tipo de barco N.S.de Balbadena y San José San Jesús Cristo de las Tres Caídas AGI: Contratación, leg, 2901

Nombre o tipo de barco Año perdida 1717

S.Cristo de la Veracruz y N.S. de los Milagros AGI: Contratación, leg. 2902 Año perdida 1717 NAE: pag. 412

Nombre o tipo de barco Reina Santa Isabel

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Año perdida 1719

Nombre o tipo de barco San Juan Bautista (capitana) Santo Cristo de Maracaibo (Almiranta) De la flota de azogue de Francisco Cornejo. AE: Vol. VI, pag. 187 y 489 NAE: pag.412

Lugar perdida Campeche """

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1720 Sacra Familia, El Gallardo AGI: Contratación, leg. 2902

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida 1725 El Cambi, alias San Bartolomé Sonda de Campeche Se incendió y hundió sobre la sonda de Campeche. Murieron 400 personas. AGI: Contaduría, leg. 576 Ind.Gen., leg. 2528 NAE: pag.412 Año perdida 1729

Ida/Vuelta I

Nombre o tipo de barco N.S. de la Asunción y San Guineto N.S. del Rosario y Santo Domingo AGI: Contratación, leg. 2902

Lugar perdida Veracruz """

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1730 San Dionisio, alias El Constante Navío Almiranta de 1141 toneladas. 60 cañones. AGS: Marina, leg. 427 y 493 NAE: pag. 412

Lugar perdida Tabasco

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida 1732 N.S. de la Concepción Veracruz Fragata de 30 cañones de la flota de azogue de Gabriel Pérez de Alderete. AGI: Consulados, libro358 Contratación, leg. 2902, 5102 y 5146

Ida/Vuelta I

Año perdida 1734

Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta Santa Barbara (chata) Barra del río // San Joaquín y Santa Ana Coatzcoalcos (bergantín) Llevaban plata recuperada de los barcos naufragados de la flota de Rodrigo de Torres. AGS: Marina, leg. 493

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Año perdida Nombre o tipo de barco Lugar perdida 1735 Santa Rosa (patache) Veracruz AGI: Consulados, libro 358 AE: Vol. VI, pag. 490. De la escuadra de Manuel Lopez Pintado..

Ida/Vuelta I

Año perdida 1739

Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta San Lorenzo, alias Incendio Veracruz // San Francisco, alias Lanfranco Se perdieron dentro de la bahía a causa de un fuerte temporal. El primero tenía 58 cañones y 62 el segundo. AGI: Consulados, libro 358 y 765 Ind. Gen., leg. 1987-B: Buen Retiro, 31/12/1739 AGS: Marina, leg. 395 y 397 Año perdida Nombre o tipo de barco 1741 Santa Catalina, alias La Bizarra AGS: Marina, leg. 398

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta I

Nombre o tipo de barco N.S. de los Milagros, San José y San Antonio, alias El Matancero AGI: Consulados, libro 358 Contratación, leg. 1485 y 5153

Lugar perdida Yucatán

Ida/Vuelta V

Año perdida 1742 NAE: pag. 413

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta I

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta I

Nombre o tipo de barco Santo Antonio de Padua, alias La bella Sara AGI: Contratación, leg. 2902

Lugar perdida Los Hornos

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1751 San Jerónimo, alias El Retiro AGI: Consulados, leg. 800 y 862. Libro 358 Contratación, leg. 2902, 5158 y 5163. México, leg. 1026: expediente de la perdida

Lugar perdida Campeche

Ida/Vuelta I

Año perdida 1741

Nombre o tipo de barco Primer Invencible (navío)

Año perdida Nombre o tipo de barco 1747 San Francisco de Paula AGI: Consulados, libro 358 Contratación, leg. 1506 Año perdida 1748

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Año perdida Nombre o tipo de barco 1753 N.S. de Monserrate, alias Sultana AGI: Consulados, libro 358 Contratación, leg. 1537 y 2543

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1754 Retiro AGI: México, leg. 516

Lugar perdida Campeche

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco 1755 San Raimundo (fragata) AGI: Contratación, leg. 1540, 1557 y 2902 Ind. Gen., leg. 1992

Lugar perdida Campeche

Ida/Vuelta I

Año perdida 1759

Lugar perdida Campeche

Ida/Vuelta I

Año perdida 1762

Nombre o tipo de barco San Francisco de Sales, alias El Thetis AGI: Consulados, libro 358 Contratación, leg. 2902

Lugar perdida Campeche

Ida/Vuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1765 N.S. de la Luz y San Mamés AGI: Consulados, libro 358 Contratación, leg. 1413 y 2902

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco 1766 Nueva España AGI: Consulados, libro 358, Contratación legajo 1568

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta I

Lugar perdida Veracruz, punta Brava

Ida/Vuelta //

Lugar perdida Tabasco

Ida/Vuelta I

Nombre o tipo de barco N.S. de la Concepción, alias El Victorioso (navío) AGI: Consulados, libro 358

Año perdida 1768

Nombre o tipo de barco El Júpiter (fragata de guerra)

AGI: Santo Domingo, leg. 1195: Aranjuez, 20/4/1768 AGS: Marina, leg. 410 MNM: manuscrito 2263 Año perdida Nombre o tipo de barco 1769 El Postillón de La Habana Bergantín correo. AGI: Correos, leg. 257-A

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Año perdida Nombre o tipo de barco 1769 N.S. del Carmen AGI: Consulados, leg. 807 Año perdida 1771

Nombre o tipo de barco Dichoso (paquebote correo)

Lugar perdida Tabasco

Ida/Vuelta I

Lugar perdida Veracruz, bajo de Antón Lizardo

Ida/Vuelta I

AGI: Correos, leg. 257-A Año perdida 1771

Nombre o tipo de barco Castilla (navío de 74 cañones)

Lugar perdida Ida/Vuelta Veracruz, bajo de Los V Hornos

AGI: Consulados, leg. 358 Santo Domingo, leg. 1197 AGS: Marina, leg. 413, 414 y 510 Año perdida Nombre o tipo de barco 1772 N.S. de Guadalupe, alias Thetis AGS: Marina, leg. 510-B

Lugar perdida Banco Chinchorro

Ida/Vuelta V

Año perdida Nombre o tipo de barco 1775 Santa Ana AGI: Consulados, libro 358

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco 1778 Santa María AGI: Contratación, leg. 2902

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1783 Dragón, alias Galgo Navío de guerra de 60 cañones AE: Vol. VII, pag. 459 NAE: pag. 416 GM: 5/5/1784

Lugar perdida Bajo Nuevo

Ida/Vuelta I

Año perdida 1784 GM: 1/12/1784

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta I

Nombre o tipo de barco San Antonio de Padua

Año perdida 1785

Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta N.S. de la Caridad Playa de la Antigua // (bergantín) Campeche GM: 5/4/1785. Se perdió cerca de la playa de la Antigua en viaje de Campeche a Veracruz.

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Año perdida 1786

Nombre o tipo de barco N.S. de la Soledad (fragata) GM: 13/2/1787. Venía de Campeche.

Lugar perdida Ida/Vuelta Varadero de Veracruz //

Año perdida 1786

Nombre o tipo de barco Lugar perdida Ida/Vuelta Santo Antonio de Padua Ensenada de Veracruz // (fragata) GM: 14/2/1786. Se perdió entre punta Gorda y el río Medio viniendo de Campeche. Año perdida 1787 GM: 4/12/1787

Nombre o tipo de barco Sandoval (bergantín)

Lugar perdida Tabasco

Ida/Vuelta I

Año perdida 1787 GM: 2/10/1787

Nombre o tipo de barco San Antonio

Lugar perdida Chacalacas

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco 1788 El señor de San Román Había salido de Veracruz para Campeche. GM: 27/5/1788 y 17/6/1788

Lugar perdida Triángulo

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco 1789 La Princesa (bergantín correo) AGI: Correos, leg. 434: expediente de la perdida.

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta //

Lugar perdida Anegada de Afuera, Veracruz

Ida/Vuelta I

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta I

Lugar perdida Golfo de México

Ida/Vuelta V

Lugar perdida Cancún

Ida/Vuelta I

Año perdida 1793

Nombre o tipo de barco N.S. de la Concepción (polacra)

GM: 11/6/1793 Año perdida 1795

Nombre o tipo de barco N.S. de la Luz (goleta) GM: 25/2/1795. Venía de Málaga. Año perdida Nombre o tipo de barco 1797 Floridablanca (bergantín correo) AGI: Correos, leg. 263-B: La Habana, 23/11/1797 Año perdida Nombre o tipo de barco 1804 María (bergantín) GM: 18/2/1804. Venía de Santander.

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Año perdida Nombre o tipo de barco 1804 Rosario (fragata) GM: 18/2/1804. Venía de Barcelona-Malaga.

Lugar perdida Bajo Alacrán

Ida/Vuelta I

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1807 Hermógenes (goleta) AE: Vol. VIII, pag. 469 NAE 419

Lugar perdida Cabo Vizcaino

Ida/Vuelta //

Año perdida 1807 NAE: pag. 413

Nombre o tipo de barco Sirena (fragata de 34 cañones)

Lugar perdida Campeche

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco 1808 Felicidad (goleta de 8 cañones AE: Vol. VIII, pag. 469 NAE 419

Lugar perdida Veracruz

Ida/Vuelta //

Año perdida 1808 NAE: pag. 419

Nombre o tipo de barco Ardilla (bergantín de 18 cañones)

Lugar perdida Seno Mejicano

Ida/Vuelta //

Año perdida 1810 NAE: pag. 420

Nombre o tipo de barco Volador (bergantín de 18 cañones))

Lugar perdida S.Juan de Ulúa

Ida/Vuelta V

Lugar perdida Barra río Alvarado

Ida/Vuelta //

Año perdida Nombre o tipo de barco 1817 Descubridor (bergantín) AE: Vol. IX, pag. 408 NAE 421

Lugar perdida Seno Mejicano

Ida/Vuelta I

Año perdida Nombre o tipo de barco 1818 Ifigénia (fragata de 38 cañones) AE: Vol. IX, pag. 408 NAE 422

Lugar perdida Campeche

Ida/Vuelta //

Año perdida 1805

Nombre o tipo de barco N.S. de la "O" (fragata) AE volumen III página 469

Año perdida Nombre o tipo de barco 1816 Segunda Cantabria (goleta) AE: Vol. IX; pag.408 NAE 421

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NAUFRAGIOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN AGUAS PROFUNDAS DE LOS OCEANOS ATLANTICO Y PACIFICO

Durante los años de la Carrera de Indias muchas embarcaciones se perdieron en aguas profundas del Océano Atlántico, Océano Pacífico y del Mar Caribe. En la inmensidad de tales océanos es imposible señalar el área de la pérdida. Especialmente si tenemos en cuenta que en la mayor parte de los naufragios no hubieron supervivientes, y la única información existente, es aquella guardada en los diferentes archivos españoles. FUENTES DOCUMENTALES Archivo General de Indias AGI Archivo General de Simancas AGS Archivo de Protocolos Notariales APN Biblioteca Nacional de Madrid BNM

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Naufragios desde 1522 a 1804 Año Nombre de la embarcación 1522 Barco de Antonio Sánchez AGI, Sección Contratación, legajo # 4929

Lugar pérdida Desconocido, de Tierra Firme (TF)

Año Nombre de la embarcación 1529 Barco de Andrés Suarez APS, Deicio I, libro II, página 565

Lugar pérdida Desconocido, de Santo Domingo

Año Nombre de la embarcación 1532 Santa Barbara APS, Deicio V, página 45

Lugar pérdida Entre Florida y Bermuda

Año Nombre de la embarcación 1546 Barco de Pero Agustín AGI, Indiferente General, 858

Lugar pérdida Desconocido, de Nueva España

Año Nombre de la embarcación 1552 Santa Catalina AGI, Contratación, 2898

Lugar pérdida De TF, entre Cartagena-Habana

Año Nombre de la embarcación 1554 Un Barco AGI, Indiferente General, 2000

Lugar pérdida Desconocido, de Santo Domingo

Año Nombre de la embarcación 1554 Bretendona AGI, Ind.Gen. 2000

Lugar pérdida Océano Atlántico, de TF

Año Nombre de la embarcación 1562 A Pedro Menendez Galleon Contratación 5104AGI;

Lugar pérdida Frente a Cuba, de NE

Año 1563

Lugar pérdida Océano Atlántico, de NE . Cargo muy rico

Nombre de la embarcación El Angel Bueno

AGI, Ind.Gen. 2001 Año Nombre de la embarcación 1574 Santa Ana AGI, Contratación 2898

Lugar pérdida De España. Entre Cuba y Jamaica

Año Nombre de la embarcación 1576 Barco de Galindo AGI, Santo Domingo 99

Lugar pérdida Océano Atlántico, de TF

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Año 1579

Nombre de la embarcación Barco de Gonzalo Manrique Barco de Cristóbal Galindo Barco de Juan Luis de Chavez Barco de Manuel Fernandez AGI, Contratación 5109

Lugar pérdida Entre Florida y Bermuda

Año 1584

Lugar pérdida De España cerca de Cartagena

Nombre de la embarcación Espíritu Santo

Año Nombre de la embarcación Lugar pérdida 1586 Un barco con la paga de las tropas de Cuba Golfo de México AGI, Santo Domingo 126 Año Nombre de la embarcación 1589 Jesús María AGI, Contratación 4381

Lugar pérdida Entre Florida y Bermuda

Año nn15 91

Lugar pérdida Capitana de Tierra Firme con un cargo muy rico Océano Atlántico, con cargo muy rico

Nombre de la embarcación Nuestra Señora del Rosario

Galeón Santa Catalina El Rosario San Juan Bautista San Antonio Barco de Fuentidueño La Peña de Francia Santa María del Jacal Salvadora San Pedro La Magdalena AGI Contratación, 733 Año 1593

Nombre de la embarcación Santa María de San Vicente La Trinidad AGI, Contratación 735

Lugar pérdida De NE, Océano Atlántico

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Año 1595

Nombre de la embarcación Galeón San Martin

Almiranta vieja de NE La Criolla AGI, Contratación 5187

Lugar pérdida Capitana de Nueva España. Cargo muy rico Océano Atlántico Entre Florida y Bermuda

Año Nombre de la embarcación 1600 Nuestra Señora de la Concepción AGI, Ind.Gen.1116

Lugar pérdida Entre Florida y Bermuda

Año 1601 AGI, Lima 34

Nombre de la embarcación Capitana

Lugar pérdida Perú. Océano Pacífico

Año Nombre de la embarcación 1601 Barco de Juan Morales AGI; México 351

Lugar pérdida Golfo de México

Año 1604

Lugar pérdida Almiranta de Manila. Cerca de las Filipinas

Nombre de la embarcación San Anton

AGI; México 26 Año Nombre de la embarcación 1607 Dos Barcos AGI, Contratación 5113

Lugar pérdida De Acapulco a Manila

Año Nombre de la embarcación 1614 San Miguel AHCC, legajo # 517

Lugar pérdida De NE, Océano Atlántico

Año Nombre de la embarcación 1615 Barco de Francisco Ruiz AGI, Contratación 5188

Lugar pérdida Océano Atlántico

Año Nombre de la embarcación 1615 Nuestra Señora de la Candelaria AHCC, 521

Lugar pérdida De Honduras, golfo de México

Año 1618 AHCC522,

Lugar pérdida Desconocido. De Santo Domingo

Nombre de la embarcación Nuestra Señora de la Asunción

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Año 1619

Nombre de la embarcación San Antonio de Padua

Lugar pérdida De Cádiz al NE, 12/15 miles de Cádiz

AGI, Ind. Gen. 858 Año 1621 AHCC, 512

Nombre de la embarcación El Rosario

Lugar pérdida De TF, Océano Atlántico

Año 1622

Nombre de la embarcación San Agustín Desconocido AGI, Ind. Gen.1869

Lugar pérdida De NE, entre Floria y Bermuda Entre Florida y Bermuda

Año 1624

Nombre de la embarcación Espíritu Santo Santísima Trinidad AGI, Ind. Gen. 754

Lugar pérdida De TF, entre Florida y Bermuda

Año 1631

Lugar pérdida NE Capitana NE Almiranta, ambas en el golfo de Campeche con cargo muy rico

Nombre de la embarcación Nuestra Señora del Jacal Santa Teresa

AGI, Ind. Gen. 771 Año 1634 AHCC, 560

Nombre de la embarcación Jesús, María y Jose

Lugar pérdida De Lima a Acapulco

Año Nombre de la embarcación 1641 Almiranta de Manila AGI, Contratación 5118

Lugar pérdida Océano Pacífico

Año 1655 AGI, Lima 58

Lugar pérdida Océano Atlántico Sur. Muy rico

Nombre de la embarcación Un Barco de Buenos Aires

Año Nombre de la embarcación 1660 Un barco "Aviso" AGI, Contratación 5179

Lugar pérdida Entre Florida y Bermuda

Año 1681

Lugar pérdida De Cartagena a Portobelo

Nombre de la embarcación Nuestra Señora de la Soledad Nuestra Señora de la Encarnación AGI, Escribanía 1098-A

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Año Nombre de la embarcación 1730 Nuestra Sra. del Rosario y Sta. Isabel AGI, Contratación 2901

Lugar pérdida Entre Cartagena y Habana

Año Nombre de la embarcación 1731 Barco de Córdoba AGI, Contratación 5146

Lugar pérdida Entre Florida y Bermuda

Año Nombre de la embarcación 1736 El Constante AGI, Santo Domingo 1812

Lugar pérdida Entre Habana y Veracruz

Año Nombre de la embarcación 1782 El Salmero AGI, Ind.Gen. 3106-B

Lugar pérdida Cerca de las Islas Canarias

Año Nombre de la embarcación 1794 LA Esperanza AGI; Santo Domingo 1263

Lugar pérdida Desconocido, arrea del Caribe

Año Nombre de la embarcación 1797 Floridablanca AGI, Correos 263-B

Lugar pérdida De Veracruz, golfo de México

Año 1804

Lugar pérdida De Peru-Montevideo, Cabo Santa María ,Portugal

Nombre de la embarcación Mercedes

AGI, Consulados, legajo 342

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LA FLOTA DEL TESORO

En las décadas que siguieron al primer viaje de Cristóbal Colón en 1492, los conquistadores españoles, exploraron y conquistaron la mayor parte del continente americano. Este vasto imperio comprendía California, Florida, México, muchas de las islas del Caribe, Centroamérica y toda Sudamérica, con la excepción de Brasil, que por decreto papal se la anexó Portugal. Sin embargo los monarcas españoles pronto aprendieron que era más fácil conquistar unas tierras que conservarlas. Francia e Inglaterra con el paso de los años se apoderaron de muchos territorios en los límites del Imperio Español.

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La mayor parte de Norteamérica, Jamaica, parte de la Española, y muchas de las pequeñas islas del Caribe poco a poco cayeron en sus manos. Aunque la mayor parte del Imperio permaneció en manos españolas hasta las guerras revolucionarias del siglo XIX, en las que España perdió sus Colonias y se establecieron repúblicas independientes. En los primeros años de la Conquista, el comercio entre España y el Nuevo Mundo, controlado por la Corona, probó ser muy rentable. Comprendido principalmente por cargueros navegando esporádicamente entre Marzo y Octubre, aprovechando así los vientos y la aparente calma del Océano Atlántico. Pero desde principios del siglo XVI estos mercantes, cargados de riquezas se convirtieron en fácil presa de piratas ingleses, franceses y holandeses. Tan enormes pérdidas obligó a la Corona a ordenar que los mercantes españoles navegaran en “flotas” de no menos de diez, y armados de cañones para su protección. Y en 1543 el rey Carlos I ordenó por decreto que un galeón de la Armada acompañara a cada flota en su viaje de ida y vuelta a las Américas. Poco después la guerra con Francia probó que esta protección era insuficiente, y desde 1550 una Armada de Galeones era despachada para proteger cada flota en su viaje anual. La “Flota del Tesoro”, objeto de tantas historias, en realidad estaba compuesta por dos separadas flotas de mercantes, protegidas cada una por su respectiva Armada de Galeones. Consistía generalmente de un cierto número de navíos fuertemente armados, al mando de una nave “Capitana” que guiaba el convoy, y una “Almiranta”, protegiendo la retaguardia de naos mercantes, “pataches” de reconocimiento y “refuerzos” o barcos de suministros. La primera “flota” o “Flota de Tierra Firme”, entraba el Caribe cerca de Isla Margarita en Abril o Mayo (ver mapa adjunto, obra del cartógrafo Lotter en 1739), navegando hacia el oeste y enviando galeones a recoger y escoltar los mercantes que esperaban en los puertos de Caracas, Maracaibo, Río de la Hacha y Santa Marta. Mientras tanto el resto de los galeones zarparían de Cartagena, rumbo a Porto Bello, donde recogerían el oro y la plata proveniente de las minas peruanas, que la “Flota del Mar del Sur” había desembarcado en Panamá y llevado a lomo de mulas a Portobello. Regresando posteriormente a la seguridad del puerto fortificado de Cartagena de Indias. Donde pasarían el invierno y esperarían a los galeones enviados a otros puertos. La segunda “flota” o “Flota de Nueva España”, navegaba directamente a Méjico. Para pasar el invierno en Veracruz mientras los barcos eran cargados con el oro y la plata proveniente de las ricas minas mejicanas. Sin embargo durante muchos años los galeones de guerra no se quedaron a pasar el invierno en el Nuevo Mundo. Sino que después de recolectar los impuestos de la Corona continuaban hasta la Habana, donde los esperaban los mercantes de “Nueva España” y “Tierra Firme “ del año anterior. .Los galeones repostaban agua fresca y víveres para el viaje, y en los meses de Agosto a Septiembre, formando un convoy de mas de cincuenta navíos navegaban hacia el norte por el Estrecho de la Florida. Siendo empujados por los vientos y la corriente del Golfo, pasaban las Bahamas, poniendo eventualmente rumbo a las Azores y a España. Durante los años de guerra la “Armada de Guardia”, que así se la vino a llamar pasaba el invierno en el Nuevo Mundo, para prestar mayor protección a las colonias. Pero normalmente el almirantazgo español, la “Junta de Armadas”, prefería que los galeones continuaran su viaje a España. Pues de esta forma podrían escoltar en primavera la “flota” del año siguiente hacia el Nuevo Mundo.

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Este sistema de “Flotas” alcanzó su apogeo durante la última década del siglo XVI y principios del siglo XVII. Hasta que otras naciones europeas empezaron a colonizar el Caribe, acabando con el monopolio de España. Para finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVII, las continuas guerras y la incompetencia de los monarcas españoles habían llevado al país a una total bancarrota. Dependiendo únicamente del oro y la plata del Nuevo Mundo para pagar sus deudas. Por ello la pérdida de las flotas de 1715 y 1733 en el Estrecho de las Bahamas supuso un golpe irreparable para el entonces monarca, Felipe V. Finalmente la última “Flota” en cruzar el Atlántico fue en Agosto de 1778, que España declaró el libre comercio con las Colonias.

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CARTAGENA DE INDIAS Cartagena de Indias fue fundada por don Pedro de Heredia en 1533. Desde el siglo XVI al XIX fue puerto de suma importancia para la Corona Española, y base de la flota de “Tierra Firme”. En tres siglos de ruda defensa, primero contra los indios, después contra las potencias europeas enemigas de España, corsarios y piratas, tuvo como primera galería de atacantes a tres franceses: Baal, Coté y de Pointis; y a tres ingleses Hawkins, Drake y Vernon. Algunos de ellos anteriores a la época en que se completaron las defensas tuvieron éxito, con los consiguientes saqueos y pérdidas humanas. Mucho después, en el siglo XIX sufrió grandes penalidades durante la Independencia y la República, con los sitios impuestos por Bolivar y Morillo, tomas de la ciudad por distintas facciones en las guerras civiles, y los bloqueos navales impuestos por Inglaterra, Francia e Italia en reclamo de deudas. En total 18 ataques completan la historia militar de la ciudad, por lo que con el correr de los años adquirió el sobrenombre de “ La Heroica”. Mirándola desde una aspillera de cañón en lo alto de los baluartes uno se siente transportado al pasado: Una vieja ciudadela encerrada por gruesas murallas, a los pies de un inmenso fuerte: San Felipe de Barajas, el más grande castillo militar construido en el Nuevo Mundo. Callejuelas de trazo recto, y estrechez casi medieval, flanqueadas a veces por los contrafuertes de alguna iglesia, o por largos pórticos. Pequeñas plazuelas, donde vendedores ambulantes pregonan sus mercancías. Y en lo alto, largas filas de balcones engalanados de flores, para dar noticias de vecindario y refrescar los espacios domésticos, situados en las plantas de arriba. Abajo grandes portales, patios y claustros, pozos y aljibes de piedra rodeados de helechos. Y encima, cúpulas renacentistas y techumbres en teja de barro a dos aguas, salteadas de torres, campanarios y muros almenados, sobre las casas de antiguos mercaderes y contrabandistas, para observar la llegada de los barcos. Evoquemos un día cualquiera, dos siglos atrás, las calles llenas de bullicio, pilluelos jugando, carruajes de caballos, silletas cargadas por negros, burros repartidores de agua, piquetes de soldados marchando por la calzada. 242

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En las plazas, traficantes de esclavos subastando su mercancía, vendedores de fruta, pregoneros de los bandos del Gobernador y los edictos del Tribunal de la Inquisición. En los atrios “serenos” que vocean las horas y manejan las llaves de los portones. En el malecón filas de cargueros con fardos de mercancías para el puerto, marinos, pordioseros y frailes doctrineros. Cartagena era un puerto cosmopolita, abigarrado, cruel y codicioso. Lleno de comerciantes aventureros, capitanes de barco, funcionarios, curas y una sociedad puntillosa y presumida que se entendía en español andaluz o canario, en flamenco o en portugués. Esclavos negros e indios turbacos o kalamarís hacían los trabajos pesados o servían de sirvientes. A Cartagena acudía cada año la flota de “Tierra Firme”, portadores de mandatos reales, oidores, esclavos, armas y mercadería. Y cargaban el oro y las esmeraldas de Nueva Granada, la plata proveniente del Perú, que previamente habían recogido en Portobello. Las maderas preciosas y los caudales de los españoles que regresaban a España. Zarpaban en Agosto rumbo a la Habana donde se encontrarían con la flota de “ Nueva España” procedente de Veracruz cargada con el oro y la plata mejicana. Para los convoyes, Cartagena era un puerto seguro para calafateo y reparación de los barcos antes de cruzar un Caribe infestado de piratas. Cientos de naos y galeones que sucumbieron al ataque de los filibusteros yacen hoy día, tanto dentro como fuera de la bahía de Cartagena La ciudad antigua comprendía dos conjuntos civiles: El interior del recinto amurallado donde habitaban las familias de mas alcurnia, y Getsemaní, parcialmente afuera, en pinza sobre el puerto. La ciudad era virtualmente una pequeña isla, rodeada a NO por el mar abierto, al E por caños y lagunas y al Sur por una península pantanosa, Bocagrande, y la bahía interior de las Animas, que se abre sobre la bahía de Cartagena. Había pues, en esencia cuatro flancos que proteger: El primero, el mar abierto, menos accesible al ataque por su poca profundidad e intenso oleaje, pero fácil para desembarcos ligeros, fue fácilmente controlado con la construcción de las primeras murallas. El segundo, los dos accesos a la bahía. Uno entre Bocagrande y Tierra Bomba cerrado por una barra artificial en 1640, que fue sustituida por una escollera submarina en 1778, protegido por el fuerte de San Matías. Y el otro, la entrada de Bocachica, más estrecha y por tanto más fácil de defender situada entra la Isla de Barú y Tierra Bomba protegida por los fuertes de San Fernando de Bocachica y San José, diseñados para el fuego cruzado a corta distancia. El tercero, el cruce mismo por entre la bahía de Cartagena y la bahía de la Animas controlado por los fuertes de Santa Cruz, San Juan de Manzanillo y San Sebastián de Pastelillo, pareados a uno y otro lado del canal de navegación. El cuarto, finalmente, era el control terrestre, en cuyo paso mas crítico se construyó el Castillo de San Felipe de Barajas sobre la colina de San Lázaro. Cerrando así todo acceso a la ciudad a su vez protegida por un cinturón de murallas con un total de 11 kilómetros, de las cuales hacían parte una veintena de baterías y baluartes. Su construcción fue iniciada en 1602 por el ingeniero italiano Bautista Antonelli y concluida dos siglos mas tarde por Antonio de Arévalo. Cartagena termino así, después de doscientos años, convertida en una fortaleza prácticamente inexpugnable.

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Bahía de Cartagena

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PIEZA DE A OCHO O PESO

“Dólar columnario”, “Ocho Reales”

“Pieza de a ocho”, “Peso” (acuñado en Méjico en 1733) Cada día en la mayor parte de los países sudamericanos, millones de pesos cambia de mano sin que nadie se pare a considerar el hecho de que el nombre de la moneda tiene una historia muy interesante. El “Peso”. Base del sistema monetario de muchos de estos países ha sido conocido por diferentes nombres con el correr de los siglos. El nombre oficial con el que fue creado fue “ Ocho Reales “ o “ Piezas de a Ocho “. Protagonista principal de toda saga de piratas y corsarios de la Edad de Oro de la Piratería. Sin embargo, poco después vino a ser conocido como “ Peso “. Nombre que ha perdurado hasta nuestros días. Tal denominación fue debida sin duda a su peso físico En el comercio de mercancías en general el peso y la calidad son factores muy importantes. No es por tanto de extrañar que desde cuando el hombre empezó a usar metales preciosos como instrumento de cambio, el peso y la calidad de la aleación fueran de suma importancia. Ya que desde el principio del uso de las monedas, su peso y la calidad del metal usado han estado íntimamente ligados para determinar su valor. Pero veamos por que inicialmente fue llamado “ Ocho Reales “ o “ Pieza de a Ocho “. En el siglo XIV la base del sistema monetario de Castilla fue el “Real de Plata”. Creado por decreto del rey Don Pedro el Cruel (1350-1365). Con la expresión latina “ Numus Regalis “ (moneda Real). Y se le dio el valor de tres maravedís. Y con el uso vino a ser conocido simplemente como “ Real “ Un siglo mas tarde, los Reyes Católicos (Isabel y Fernando) firmaron en Medina del Campo un Decreto Real, con fecha 13 de Junio de 1497, el cual incorporaba una “ Ordenanza “ con respecto al sistema monetario de sus reinos. La parte correspondiente a las monedas de plata reza así: “ ... Mandamos y ordenamos que en cada emisión, nuevas monedas de plata sean acuñadas. Serán llamados “ Reales “. Y serán sesenta y siete “ Reales “ por “ Marco “ y no menos. Y su pureza será de once dineros y cuatro granos, y no menos. Y serán acuñados “ Reales “, “ Medio Reales”“ Cuartos de Reales “ y “Octavos de Reales “. Que serán pesados uno a uno para que sean iguales en peso.

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Y serán acuñados: Un tercio en “ Reales “, un tercio en “ Medio Reales “ y el resto en “ Cuartos de Reales “ y “ Octavos de Reales “ por partes iguales. Nos referimos a la anterior “ Ordenanza “ por contener una interesante información numismática que vale la pena discutir. Vemos que en ella se ordena que sean: “ Sesenta y siete “Reales” por “Marco”. La palabra “Marco” viene del alemán “Mark”, que por siglos fue usada como unidad de peso para metales preciosos, y es equivalente a “ Media libra de Colonia” o sea 230,0465 gramos. Dividiendo pues el peso de un “Marco”, 230,0465 gramos entre sesenta y siete, resulta un peso de 3,4335 gramos. Por tanto el peso de cada “Real de Plata” es aproximadamente tres gramos y medio. Vemos también que se ordena que la pureza de las monedas de plata sea de “once dineros y cuatro granos”. Sabemos que la plata pura de mil milésimas es de 12 “dineros”. Y que cada “dinero” se divide en 24 “granos”. Dividiendo 1000 entre 12 resulta 83.333. Y dividiendo esta cifra entre 24 “granos”, da un resultado final de 3.4722 por “grano”. Así pues siguiendo lo ordenado por los Reyes Católicos en su“Ordenanza”, llegamos a un resultado de 930,555 milésimas de plata en cada moneda. Lo cual es incluso mas alta que la de la llamada “plata esterlina”, que es de 925,00 milésimas. Un sistema diferente se usa para el oro. En el que mil milésimas equivale a 24” quilates”, y cada” quilate” se divide en 4 “granos”. Sistema que aún se usa hoy día para determinar su pureza. Podemos también ver en la “Ordenanza” que solo se ordena acuñar “Reales” y moneda fraccionaria. Nada se dice de monedas de denominación más alta. Pero la abundancia de plata en Méjico y la necesidad de monedas de más alta denominación hizo que más tarde se acuñaran piezas de 2, 4, y finalmente” 8 Reales”. Aunque no se conoce Decreto Real al respecto. Debemos considerar que para finales del siglo XV España empezó a recibir plata del Nuevo Mundo. Cantidad que aumentó considerablemente décadas mas tarde con el descubrimiento de nuevas minas en Méjico y mejores sistemas de producción. A partir del siglo XVI los negocios y las deudas de España con el resto de Europa aumentaron, y con ello la necesidad de monedas de mayor valor adquisitivo. España tenía las deudas. Y el Nuevo Mundo la materia prima... la plata. El triángulo formado por Guanajuato, San Luís de Potosí y Zacatecas, fue y aun es el “Triángulo plateado” del mundo. Se considera que actualmente el 60% de la producción mundial de plata proviene de Méjico. Y la mayor parte de ésta, de las minas anteriormente mencionadas. Ya en producción en tiempos de la Conquista. Los “Ocho Reales” o “Pieza de a Ocho” llevaba como única identificación de su valor la abreviatura 8R y fue generalmente conocida en España y el Nuevo Mundo como “Peso”. Prueba de ello es un decreto real fechado en Zaragoza el 29 de Marzo de 1503 por el cual los Reyes Católicos ordenan: . “. que dos fundiciones sean construidas. Y el clérigo sea pagado cien pesos anuales.” De esto podemos deducir que el término “Peso” fue oficialmente usado para designar los “Ocho Reales”.

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También indica que el término “Peso” provino de España. Y no de Méjico como algunos historiadores han asegurado. Contrariamente a lo que muchos pudieran pensar, no fue hasta hace apenas algo más de un siglo que las primeras monedas de plata con la leyenda “Un Peso” empezaron a aparecer. La primera moneda con la leyenda “Un Peso”, fue acuñada en Chile en 1817. Seguida en 1844 por Uruguay. Colombia en 1855, Bolivia y Guatemala en 1859. , y Méjico en 1866 Argentina no acuñó su primer “Peso” hasta 1881, y Paraguay en 1889. El Salvador en 1892, Puerto Rico en 1895, la República Dominicana en 1897 y finalmente Cuba en 1898. Durante los años coloniales en los Estados Unidos los “Ocho Reales” fueron conocidos como “Pillar Spanish Dollar” (dólar Columnario). Y estuvieron en circulación, con sus fraccionarios de medio, uno, dos y cuatro reales hasta 1857.En Canadá hasta 1858 y Puerto Rico hasta 1895. La mayor parte de estos “Pesos” eran de origen mejicano, debido a la proximidad geográfica y a la gran producción de las minas mejicanas. Esto convierte a los “Ocho Reales” o “Dólar Columnario” en el abuelo del dólar actual, que incluso adoptó la S y las dos barras ($) como su símbolo, que representan al mar y las dos columnas de Hércules de los “Dólares Columnarios”, ordenados acuñar por Decreto Real de 1732 por Felipe V, en su intento de crear una unidad monetaria mundial. Debemos por otra parte añadir que varios países sudamericanos nunca acuñaron monedas con la denominación de “Pesos”. Entre ellos Perú que lo llamó “Sol”. Ecuador, “Sucre”. Venezuela, “Bolívar”. Nicaragua, ”Córdoba”. Panamá, “Balboa” y Costa Rica,”Colón Como curiosidad, cabe señalar que estos últimos países eligieron para denominar su moneda nombres de conquistadores y descubridores. Sobre las monedas fraccionarias de los “Ocho Reales” es de notar que tanto en España como el Nuevo Mundo, la moneda de “Dos Reales” era conocida como “Peseta” (pequeño peso). El 21 de Julio de 1808, la Junta de Barcelona autorizó la creación de una moneda con la inscripción: “En Barcelona/Peseta/1809”. Aparentemente solo para uso regional. Sin embargo no fue hasta 1868 que el Gobierno Provisional de Madrid acuñó la primera “Peseta” de circulación nacional. Siendo desde entonces la unidad monetaria de España.

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LOS PIRATAS

En el siglo XVII el comercio de España con sus Colonias de Ultramar tuvo un gran enemigo, que no fue Inglaterra, Francia ni Holanda, sino la “Cofradía de los Hermanos de la Costa”. Compuesta por hombres de muy diverso origen y nacionalidad, a quienes se llegara a conocer por el nombre de “filibusteros”- del holandés “vrij bouiter”,”el que va a capturar el botín”, que en inglés será “freebooter” y en francés “filibustier”. Para España serán bandidos y piratas. Pero para sus naciones enemigas serán un tipo de valiosos aliados. Nada de eso preocupa a los filibusteros, a quienes tan solo importa su condición de hombres libres, en el mar que es la libertad y agrupados en la “Cofradía”, un verdadero ensayo de sociedad anarquista. Pero alguna vez debían bajar a tierra, y debía ser en lugar seguro. Ese lugar fue la isla de “La Tortuga”. Siendo muy inciertos los orígenes de la Hermandad, lo más probable es que sus primeros miembros fueran “bucaneros”. En el norte de la isla de la Española (hoy Santo Domingo). Explorada y ocupada por España desde los viajes de Cristóbal Colón, se radicaron numerosos aventureros, en su mayoría fugitivos de la justicia, y esclavos negros huidos. Que aprendieron de los indios “aráucos” a preparar el “bucán”. La carne ahumada del jabalí y otros animales salvajes abundantes en la región. Comerciando la carne ahumada y las frutas tropicales con los barcos en travesía. Pero en 1620 los españoles les atacaron para hacerse con ese comercio, y destruir ese núcleo extranjero y no católico. Derrotarlos fue fácil, aunque no así el capturarlos. Un gran número de supervivientes cruzó el canal que separa La Española de la isla de La Tortuga, donde se refugiaron, haciendo de la isla su lugar de residencia, y volviendo únicamente a la Española en

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correrías de caza, mientras se organizaban y fortificaban la isla de la Tortuga para defenderse de futuros ataques por parte de los españoles. De esta forma nace la “Cofradía de los Hermanos de la Costa”, que perdurará hasta principios del siglo XVIII, en que la consolidación del capitalismo y los poderes imperiales europeos en el mar Caribe acabó con la Hermandad, convirtiendo al “filibustero” en “corsario”. Agente al servicio de las naciones enemigas de España con patente de “corso”, para asaltar los navíos españoles cargados de riquezas procedentes del Nuevo Mundo. Mientras que otros eligieron simplemente convertirse en “piratas”, asaltando cualquier embarcación a su alcance sin consideraciones de bandera ni nacionalidad. Tomando el Caribe como su principal teatro de operaciones, los piratas surcaron sus aguas a bordo de los más diversos tipos de embarcaciones. A bordo de rápidos bergantines de 20 cañones, y poderosos galeones armados de más de 70 cañones, en su mayoría capturados al enemigo, fueron la pesadilla de los mercantes cargados de ricas mercancías que navegaban esos mares. Algunos piratas como Drake, Morgan, El Olones, y Lafitte llegaron a reunir verdaderas flotas de hasta 50 embarcaciones, atacando no tan solo los barcos en alta mar, sino hasta los puertos fortificados de Maracaibo, Cartagena, Portobello, Panamá y Puerto Príncipe. Saqueando las ciudades y pasando a cuchillo a gran número de sus habitantes. Sin embargo a principios del siglo XIX, con la decadencia del Imperio Español y la pérdida de las colonias, la piratería en el mar Caribe vivió también sus últimos días de grandeza, reduciéndose tan solo a unos cuantos solitarios filibusteros, que no tardaron a su vez en desaparecer de esta página de la historia.

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JOLLY ROGERS

La bandera negra con la calavera y las tibias cruzadas o “Jolly Rogers”, es definitivamente el símbolo de la piratería. Aunque no se sabe con certeza, es posible que el nombre “Jolly Rogers” derive del francés “Jolie Rouge”(Bonito Rojo), con el que se denominaba a la bandera roja desplegada por algunos sanguinarios piratas, y que significaba lucha sin cuartel y sin prisioneros. Otra teoría es que proviene del nombre “Old Roger” con el que se conocía en el siglo XVII al diablo. Sea cual sea su origen, lo cierto es que su propósito era infundir terror al adversario. Los símbolos contenidos en la bandera tenían sin duda alguna un mensaje directo. La calavera era símbolo de muerte. Pero el esqueleto, representado algunas veces con cuernos significaba una muerte lenta y dolorosa.

Jack Rackham sustituyó en su bandera las tibias cruzadas por dos sables de abordaje, indicando con ello su propósito de una lucha sin cuartel.

En otras se incluía un reloj de arena. Como un aviso de que las horas de sus adversarios estaban contadas.

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Barbanegra, conocido por su crueldad incluyó todo este macabro simbolismo a su bandera. Añadiendo unos corazones sangrantes, lo que significaba la muerte bajo cruentas torturas. Todos estos símbolos eran naturalmente interpretativos, pero bien conocidos durante la Edad de Oro de la piratería, (1690-1720). Y cada pirata usó de ellos para personalizar su bandera. En el caso de Black Bart, por ejemplo se representaba a sí mismo brindando con la muerte, o pisando dos calaveras que representaban las cabezas de los gobernadores de Barbados y Martinica, a los que profesaba un odio mortal. Y cuenta la historia que en

1720 cumplió su promesa en lo referente a Martinica, al colgar de la verga mayor de su barco al gobernador de la isla. Otros como Thomas Tew, eliminaron la calavera sustituyéndola por un sable de abordaje.

Aunque los piratas usaban falsas banderas de diferentes nacionalidades para engañar a sus potenciales víctimas. En la inminencia del ataque izaban su propio estandarte, para así influir un terror incontrolable al adversario. En algunos casos durante la persecución de una posible presa se izaba una bandera blanca indicando con ello el propósito de respetar la vida de los prisioneros. Siendo esto, a veces, motivo suficiente para que el indefenso navío arriara su propia bandera en señal de 251

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rendición. De esta forma con la bandera blanca y la bandera negra los piratas anunciaban claramente sus intenciones. Tan solo en el caso de navíos que se aprestaran a la lucha o intentaran una desesperada huida, o piratas particularmente brutales, como Barbanegra o L´Olonois se izaba la bandera roja, señal de lucha sin cuartel y sin prisioneros.

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MAPAS DEL NUEVO MUNDO (Siglos XVII y XVIII)

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CARIBISCHE EYLANDEN – DONCKER 1680

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INSULAE AMERICANAE – VISSCHER 1680

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MAPA REGIONEM MEXICANAM SEUTTER 1739

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WEST INDIES, BOWEN 1740

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INDICE

TESOROS BAJO EL MAR Capítulo I - Bocachica Capítulo II – La Bahía Capítulo III – Bancos de Salmedina Capítulo IV – Las Islas del Rosario Capítulo V – El Tesoro Capítulo VI - La Plata del Bergantín Capítulo VII - La Cueva del Mero Capítulo VIII - Las Islas de San Bernardo Capítulo IX – La Tempestad Capítulo X – El oro del Fraile Capítulo XI - La Espera Capítulo XII - Fin de un Principio Epílogo

APENDICE a) Relación de naufragios de Punta del Gato a Isla Fuerte b) Relación de naufragios históricos en Cartagena de Indias c) Relación de naufragios históricos en aguas de España d) Relación de naufragios históricos en aguas de Portugal e) Relación de naufragios históricos en aguas de Méjico f) Relación de naufragios históricos en los océanos Atlántico y Pacífico g) La Flota del Tesoro h) Cartagena de Indias i) Pieza de a ocho o peso j) Los piratas k) La bandera pirata l) Mapas del Nuevo Mundo ( Siglos XVII y XVIII)

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