Tesis Escala de Ajuste Diadico

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RELACION ENTRE EL AJUSTE MARITAL Y LA DEPRESION EN HOMBRES Y MUJERES DE 25 A 65 AÑOS DE LA CIUDAD DE BOGOTA, D.C.

Shirley Castillo Curieux - Diana Paola Aristizábal*

Universidad De San Buenaventura

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TABLA DE CONTENIDO

Resumen, 2 Marco teórico, 4 Justificación, 49 Problema, 50 Objetivos, 50 Objetivo General, 50 Objetivos Específicos, 50 Objetivos Adicionales 50 Definición de Variables, 50 Variable Predictora, 50 Variable Criterio, 51 Método, 52 Tipo de Investigación, 52 Participantes, 52 Instrumentos, 52 Procedimiento, 54 Consideraciones Eticas, 54 Resultados, 56 Discusión, 67 Referencias, 71 RAI, 73 Anexos, 76 Anexo A Anexo B

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Primero quisiéramos agradecerle a Dios y a la vida por darnos la oportunidad de vivir esta experiencia de lucha y progreso constante. Gracias a nuestras familias por su apoyo y cariño, su devoción y ánimo y sobre todo por que siempre mantuvieron su Fe en nuestro progreso. Gracias a aquellos profesores que nos permitieron mejorar nuestro aprendizaje, y especialmente gracias a la doctora Nohelia Hewitt que nos apoyo durante el proceso de promoción. Gracias de todo corazón

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RELACION ENTRE EL AJUSTE MARITAL Y LA DEPRESION EN HOMBRES Y MUJERES DE 25 A 65 AÑOS DE LA CIUDAD DE BOGOTA, D.C. Shirley Castillo Curieux - Diana Paola Aristizábal* Universidad De San Buenaventura RESUMEN La presente investigación tuvo como objetivo identificar la relación existente entre el ajuste marital y la depresión en hombres y mujeres que llevan más de 5 años de convivencia, mayores de 25 años y, con más de un hijo. Para tal fin se realizó una investigación de corte empírico analítico con diseño descriptivo correlacional. Mediante un muestreo intencional se seleccionaron 130 personas a quienes se les aplicó la escala de depresión de Beck y, la escala de ajuste marital de Spainer (1976) adaptada a población Bogotana. Los resultados se analizaron a través del paquete estadístico SPSS versión 11.5., se obtuvieron los estadísticos descriptivos y se realizó la prueba de asociación entre las variables depresión y ajuste marital; las áreas de cohesión, consenso, expresión de afecto y satisfacción y depresión y, entre género, edad, nivel de escolaridad, tiempo de convivencia y número de hijos con ajuste marital. Se obtuvo el coeficiente de correlación de Spearman y el coeficiente de correlación de Pearson. Se encontró que existe una correlación baja entre las variables depresión y ajuste marital, de 0,1 en los hombres y -0,2 en mujeres. No se encontraron asociaciones significativas entre las áreas cohesión, consenso, expresión de afecto y satisfacción con la variable depresión; ni tampoco entre las variables género, edad, número de hijos y tiempo de convivencia con ajuste marital. Palabras claves: Ajuste marital, Relación de pareja, Depresión, Teoría de la desesperanza. ABSTRACT The present investigation was develop for identify the existing relation between the marital adjustment and the depression in men and women who go more than 5 years of living together, major of 25 years and, with more than one son. For such an purpose correlacional realized an investigation of empirical analytical cut with descriptive design. By means of an intentional

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sampling there were selected 130 persons to whom there was applied the scale of Beck's depression and, the scale of marital adjustment of Spainer (1976) adapted to population from Bogota. The results analyzed across the statistical package SPSS version 11.5., the descriptive statisticians were obtained and the test of association realized between the variables depression and marital adjustment; the areas of cohesion, consensus, expression of affection and satisfaction and depression and, between gender, age, level of education, time of living together and number of children with marital adjustment. There was obtained the coefficient of Spearman's correlation and the coefficient of Pearson's correlation. One thought that a low correlation exists between the variables depression and marital adjustment, of 0,1 in the men and-0,2 in women. Significant associations did not meet between the areas cohesion, consensus, expression of affection and satisfaction the changeable depression; not either between the variables gender, age, number of children and time of living together with marital adjustment. Key Words: Adjustment Marital, Pair Relation, Depression, Theory of the Hopelessness

_____________________________________ * Estudiantes: Shirley Castillo C. – Diana Paola Aristizábal. ** Director Asesor: Nohelia Hewitt Ramírez.

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Se puede decir que hasta mediados del siglo XX en el país, las relaciones de pareja se legitimaban en torno a creencias sociales basadas en la inequidad de género. Derivado de la estructura patriarcal de la familia, se consideraba al varón como el único ciudadano. A su cargo estaban tanto su vida, como la vida de su esposa, hijas e hijos, y la toma de decisiones morales, económicas, reproductivas y familiares. Él era el dueño del cuerpo y sexualidad de la compañera e hijas, frente a las cuales exigía un comportamiento estricto basado en la moral y las “buenas

costumbres”.

Sin

embargo,

predominaba

el

doble

comportamiento moral, ya que lo más común era que los hombres tuvieran relaciones paralelas, las cuales eran conocidas y toleradas por la sociedad y por su misma esposa (Política Nacional de Construcción de Paz y Convivencia Familiar, 2000). También es cierto que existía una fuerte división del trabajo, según el genero, el hombre se desempeñaba en ambientes externos la hogar y la mujer en el hogar, como madre y esposa. El papel del hombre en la familia era el de jefe de hogar, quien tenía el poder y la autoridad sobre la esposa, hijas e hijos. Esta

rígida división de tareas, roles y

comportamientos funcionaba a manera de complemento perfecto y no se cuestionaba ya que tenía el respaldo de la religión, la economía y la cultura (Liberman & Cols 19987). Los conflictos que se generaban en su interior quedaban circunscritos en el ámbito de lo privado, y trascendían al mundo de lo público solamente a través del confesionario o en casos extremos. La legislación, la sociedad y la iglesia determinaban que la unión de las parejas fuera eterna, así se cometiera cualquier tipo de comportamiento a su interior que lesionara a sus integrantes. La religión era el principio rector del proceso de socialización y en los niños y niñas se plasmaba una autoridad rígida y fuerte por parte del padre (Política Nacional de Construcción de Paz y Convivencia Familiar, 2000). Los cambios ocurridos desde mediados del siglo XX en el contexto mundial y en Colombia como el reconocimiento de los derechos políticos,

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económicos y civiles de las mujeres, su acceso a la educación y al trabajo, la secularización de la familia, los métodos de planificación familiar, el proceso de urbanización, la proclamación de un discurso libertario de la sexualidad y de la igualdad entre hombres y mujeres, influyeron de manera considerable en las relaciones de pareja. Un cambio demográfico destacado, lo constituye la homologación de la edad del matrimonio entre hombres y mujeres. Este fenómeno manifiesta modificaciones de tipo cultural ya que el aumento de edad en la unión de la mujer obedece a la necesidad que ella tiene de acrecentar su nivel educativo o vincularse al mundo laboral, mientras que para el hombre posiblemente conduce a la búsqueda de relaciones con una mujer de características semejantes, en edad e intereses. Se tiende a consolidar relaciones de pareja más simétricas, ya que antes las diferencias de edad hacían de la unión conyugal una relación similar a la de padre e hija Por otra parte, en las últimas décadas se observa el incremento de las separaciones conyugales y de nupcialidad reincidente. En el ámbito nacional se observa que: “las separaciones, de los matrimonios o de las convivencias, se han triplicado más en los últimos 30 años”. Junto al aumento de las separaciones conyugales, se incrementan las segundas y terceras uniones, las cuales son socialmente aceptadas en la actualidad (Política Nacional de Construcción de Paz y Convivencia Familiar, 2000). La magnitud de las separaciones en Colombia, es un indicador de los conflictos actuales en las relaciones de pareja, que afectan no solo al hombre y a la mujer, sino a toda la familia. “De los 22.111 hogares urbanos cubiertos por la investigación de la Política Nacional de Colombia, el 41% incluye por lo menos una persona que está separada o alguna vez lo estuvo”. Las edades con mayor número de separaciones están entre los 20 y los 29 años para ambos sexos, aunque después de los 40 se presentan proporciones altas de separación. Los motivos de separación aunque presentan algunas diferencias según el estrato social, en términos generales son: en primer término la infidelidad, los celos y el enamoramiento de otra persona. En segundo lugar, el desamor y la rutina;

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posteriormente, razones de orden económico; en cuarto lugar, la violencia intrafamiliar y por último, la irresponsabilidad (Política Nacional De Construcción De Paz y Convivencia Familiar, 2000). Es importante destacar que una pareja es ante todo relación, interacción, intercambio, dar y recibir, y es en este dinamismo donde se encuentra la raíz del amor y donde fundamentalmente se han de buscar las causas tanto de la armonía como del deterioro de una pareja. Vista desde la sociedad la pareja es una entidad basada en la relación entre dos personas. Como ente social la pareja se comporta como una unidad y es reconocido así por los que los rodean. Es dentro de la pareja como institución social donde se producen las relaciones diádicas entre sus miembros. Las leyes, los usos y las costumbres marcan y definen unas características básicas en la pareja, como el compromiso que une a sus miembros, y le asignan una función social, influyendo decisivamente en la forma y contenido de las relaciones entre sus componentes. Hasta hace poco la inmensa mayoría de las parejas estaban constituidas por un par de personas de distinto sexo que en función de distintas razones decidían compartir su cuerpo, apoyarse mutuamente en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la alegría y en la tristeza, hasta que la muerte los separase. La pareja era un matrimonio que tenía como objeto social la creación de la familia y plasmaba sus intenciones legalmente en un contrato matrimonial. Actualmente ninguna de las dos cosas es necesaria para que un entorno social considere que dos personas constituyen una pareja; muchas parejas no tienen intención de formar una familia y no plasman su relación por medio de un contrato explícito. El concepto de pareja se ha hecho más amplio (García, 2002). El papel de la pareja y la familia en la sociedad ha ido cambiando a lo largo de los tiempos. En los últimos doscientos años, la familia ha pasado de unidad de producción a unidad de consumo. Cada miembro de la familia obtiene los ingresos de forma independiente y en la familia se comparten los bienes de consumo, comida, vivienda, etc. La existencia

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social de la pareja implica que en muchos aspectos mantiene una conducta común, única, y que existen una serie de bienes sobre los que mantiene una propiedad y un uso común. Ante la sociedad emplea el “nosotros” como responsable de la propiedad y de las acciones (García, 2002). Actualmente se supone que el objetivo implícito con el que cada miembro se incorpora a la pareja es hacer la vida más feliz y plena al otro y recibir un trato análogo. Para ello intercambian conductas y comparten, desde un punto de vista social, una serie de bienes y actividades. Lo hacen de forma prioritaria, llegando esta prioridad a ser un compromiso de exclusividad. Algunos de los bienes y actividades que comparten son: El cuerpo. Es la característica más específica de la pareja. Las parejas se distinguen porque comparten cada uno el cuerpo del otro. Las relaciones sexuales de los miembros de la pareja se plantean de forma exclusiva entre ellos mientras la relación existe. Es más, generalmente cuando se dan relaciones sexuales fuera de la pareja, se pone muy seriamente en peligro la continuidad de la misma. Bienes económicos. Existe un compromiso económico por el que se comparten diferentes bienes. Se suele tener una vivienda en común, aunque actualmente son frecuentes las parejas que tienen casas diferentes y alternan la vida en común durante periodos cortos, por ejemplo fines de semana o vacaciones, con la vida separados, cada uno en su apartamento. Llevan una relación de noviazgo eterno, en la que no existe el proyecto de profundizar y compartir nada más (García, 2002). El

compromiso

de

compartir bienes

económicos puede

estar

respaldado de forma legal o no; en las parejas de hecho, no existe compromiso legal de compartir bienes y generalmente ni siquiera se pacta explícitamente las reglas que se van a seguir. Hay que resaltar la parte de logística que tiene compartir bienes de consumo. Por ejemplo, si se comparte un apartamento es preciso determinar quien se encarga de cada tarea doméstica. Actualmente es un foco importante de conflicto en las parejas, quizás por la poca cultura que

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tienen los hombres de hacer tareas domésticas (Fishman 1999, citado por García, 2002). La importancia del compromiso según (Sternberg 1986, citado por Jacobson, 1979), se incluye como uno de los componentes del amor e independiente de otros como el enamoramiento o la intimidad, en su teoría triangular del amor. Teoría Triangular Del Amor. Según esta teoría el amor tiene tres componentes básicos, la pasión, el compromiso y la intimidad. Los conceptos que emplea esta teoría son complejos y no son independientes unos de otros. La pasión suele generar intimidad, el compromiso ayuda a la hora de crear la intimidad, la pasión y la intimidad pueden generar compromiso, etc. Si bien conceptualmente no existe una relación causal entre ellos si están conectados frecuentemente. Quizás sea esta la causa de que la validación empírica de la teoría, aunque existe, esté teniendo ciertas dificultades (Jacobson, 1979). El

contenido

semántico

del término amor es desbordante e

inespecífico, matizando prácticamente cualquier forma de relación humana. En esta excesiva vaguedad y sobre inclusión del término amor radica, precisamente, su mayor debilidad y hasta el peligro de un uso indiscriminado del mismo, como puede verse en el caso de la relación de pareja, donde el término es utilizado para explicar todo y, lógicamente, acaba por no explicar nada. El amor romántico, por otro lado, no parece ser sino una invención moderna, acorde con el desarrollo y la materialización de la ideología liberal burguesa y su mentalidad individualista, base de la economía de mercado de la revolución industrial. Esta revolución en los sentimientos, que descansa en el deseo de ser libre emocional y sexualmente, se plasmó en el hecho básico de asumir el derecho a la elección de pareja sobre la base del amor romántico y la atracción sexual (Costa & Serrat, 1985). Este importante factor del surgimiento del sentimiento romántico fue, por otro lado, el responsable del desarrollo de la familia nuclear moderna

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y del concepto de hogar como retiro emocional y base de la felicidad de la pareja, todo lo cual pareció acentuar el sentimiento de domesticidad, con, al menos, la importante consecuencia del retiro de la mujer al hogar y la percepción de su correspondiente segregación de la vida pública. Actualmente la base sobre la que se forman casi todas las parejas es el enamoramiento. El enamoramiento es una emoción y tiene un fuerte componente de pasión, afecto, ternura, sexo. Por eso uno de los principales objetivos de la pareja hoy es hacerse la vida agradable. Pero una emoción es pasajera, porque está sometida a la ley de la habituación. Sabemos que el enamoramiento se pasa y muchas parejas, basadas solamente en esa emoción se disuelven, "se pierde la ilusión"; "no se siente lo mismo". Sin embargo, el amor apasionado de los comienzos es una vía inmejorable para conseguir mantener la pareja. Para ello, es preciso desarrollar la intimidad y la ratificación. Intimidad supone abrirse y contar cosas que, en otras circunstancias, podrían usarse en contra de uno de los integrantes de la familia y recibir aceptación por parte del otro. Cuando se está enamorado las personas se ponen completamente en manos de su pareja y de esta forma se construye la intimidad (Costa y Serrat, e Higuera 1985). El “estar o no estar enamorados” viene a ser el factor causal relevante. Cuando una pareja “está enamorada” transcurren sus relaciones con normalidad; en cambio los problemas comienzan cuando uno u otro “deja de estar enamorado”. El amor se convierte así en el elemento explicativo por excelencia: “el amor lo vencerá todo”. El planteamiento derrotista de la resignación no es ni más ni menos que una consecuencia lógica del planteamiento idealista, vago e inconcreto del amor. También se decide compartir más cosas con el otro y se van comprometiendo ante la sociedad, se guarda fidelidad, se comparte el tiempo, se entrega el cuerpo, se comparten bienes materiales. Finalmente se adquiere un compromiso de vida en común, que puede estar o no refrendado socialmente. Se construye así el compromiso que es la

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decisión de permanecer en la relación pese a los problemas que vayan surgiendo, luchando con todas las fuerzas posibles para resolverlos. Según se van compartiendo más elementos se va construyendo un método para tomar decisiones y se establece una estructura de poder, que puede ser más o menos democrática, pero siempre aceptada por los dos. La toma de decisiones es una de las fuentes de conflicto importantes en la pareja (Costa y Serrat, 1985). Para tener intimidad, para resolver los problemas, para tomar decisiones, y para convivir es preciso saber comunicarse, escucharse y respetarse. La capacidad de comunicarse y de resolver los conflictos es fundamental para la continuidad de la pareja. Otro aspecto muy importante es el apoyo mutuo. Se plasma en la fórmula de estar juntos en la salud y la enfermedad, en las alegrías y en las tristezas. El otro es el principal sostén ante las dificultades y amenazas de la vida y el apoyo en el desarrollo personal y social. El aprendizaje de cómo es en la pareja ese apoyo mutuo se da dentro de la familia en la que se nace. Una de las primeras conductas que se desarrollan en ella es la de apego. Definida como la búsqueda de protección ante amenazas externas (Higuera 2004). En las relaciones afectivas está el concepto de intimidad emocional, que es la capacidad de expresar emociones, ternura y afecto (Jacobson & Chistensen 1996). Se aprende a ser sensual, a expresar con entusiasmó el erotismo y el deseo al compañero y la expresión abierta y directa de la genitalidad, para ser la persona misma sin mascaras. El valor de los sentimientos afectivos profundos como las caricias con creación compartida, el dejar fluir las sensaciones, los deseos, la intimidad. El escuchar y hablar, acariciar y acariciarse. El tener confianza y abandonar el miedo de dejarse amar, soltarse, confiar y finalmente la expresión sexual genital. Todo esto tiene que ver con la autoestima, el factor más importante que debe surgir dentro de las personas y entre ellas. Cuando la autoestima de un individuo se lesiona a lo largo de su historia personal, no sólo es nocivo para él sino para sus relaciones

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afectivas. Son personas que se valoran poco, que esperan ser menospreciadas, engañadas, maltratadas y con mucho temor a ser independientes; con sensaciones más o menos constantes de ansiedad e inseguridad. Los aprendizajes tempranos fueron de un amor dependiente que la hizo sentirse como sometidas, limitadas e incompletas y por eso en la etapa del enamoramiento busca a otra persona que la complemente y viva para ese otro. El vínculo lo es todo. La autoestima pobre, que se ha aprendido en la familia de origen, ahora necesita el apoyo del compañero para sobrevivir emocionalmente, porque se ha construido con base a lo que los demás piensan de ellas (Rojas, 1998). Las parejas disfuncionales manejan mal los desacuerdos, porque actúan bajo la suposición de dar gusto al otro y entonces no pueden reconocer abiertamente lo que les desagrada. De allí que asuman estrategias tales como: vacilar, y posponer la decisión; obligar al otro; engañarlo; juzgar, acusar e interpretar. Cuando se dan cuenta de que el compañero no responde a las expectativas, surgen las diferencias individuales, las que consideran nocivas porque llevan al desacuerdo. Esto les recuerda que no son una extensión del propio yo, sino un ser aparte. Que tienen diferentes hábitos, gustos, opiniones y expectativas, lo cual es considerado un insulto y una evidencia de la falta de amor. Para estas parejas opinar diferente es estar en contra. Las diferencias individuales y el actuar independiente, tan propio de las parejas con una autoestima satisfactoria, son vivencias amenazantes. Por el contrario, las parejas que se construyen con autoestimas independientes se comunican de una manera funcional, es decir, expresan con firmeza una opinión, al mismo tiempo aclara y califican lo que dicen; esperan la réplica; escuchan y validan lo que el otro expresa; no atribuyen a los otros los propios deseos, pensamientos o percepciones y no hablan por la otra persona. En las primeras etapas de la vida los mensajes son básicamente corporales, luego provienen del mundo de las palabras. Pero hay otro factor central en el desarrollo de la autoestima, y es la valoración que la

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cultura le da a la persona según el sexo que tenga, para finalmente hacer una síntesis personal de todos estos datos. La autoimagen del niño o de la niña se va construyendo con base en mensajes verbales y actitudinales que le llegan de su contexto, referidos al valor de ser hombre o mujer y que produce efectos innegables en la constitución de su identidad (Rojas, 1998). Cuando la persona sea capaz de cuestionarse a sí misma se puede reformular otra manera de percibirse, de pensarse y de valorarse; lo cual lleva a entender y a distinguir que es lo que es y en que cree y en que creen los demás. El descubrir la diferencia en relación con los otros es tan importante que produce un sentido de autoconfinza. Una de las relaciones de pareja más difíciles, comunes y tormentosas, producto de una formación inadecuada de los límites es el amor obsesivo. Son personas educadas como seres incompletos, carentes de autonomía y de libertad, que necesita codepender, es decir, amar en forma obsesiva o simbiótica. El otro se vuelve un ser imaginado, en vez de otro ser real, que se acomoda a los deseos del otro. Son personas en las que la identidad se diluye en la de la pareja, porque lo importante es la preservación incondicional del vínculo. Quien ama en forma obsesiva tiene baja autoestima, no puede poner límites, siente un profundo miedo a estar solo, a ser abandonado, ignorado o destruido. La separación le provoca angustia de muerte o pérdida del sentido de la vida. Es una relación en la que el uno no puede vivir sin el otro. En el vínculo obsesivo los dos miembros de la pareja están atrapados, pues buscan encontrarse en el otro y temen reconocerse a sí mismos como sujetos. Esto es todo lo contrario del verdadero amor, que es “ser dos sin dejar de ser uno””. Porque lo funcional en un vínculo sano es la diferenciación individual sin la pérdida de la relación. Si no se preservan los límites y no se definen la identidad individual, la persona mimetiza en el grupo y pierde su carácter autónomo. En cambio, la profundidad del amor en la relación adictiva se mide por la intensidad de la obsesión por el ser

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amado, pero no por la confianza y respeto mutuo de los límites, por la comprensión y la intimidad (Rojas, 1998). Por otro lado, el dinero es otro punto que crea conflictos en la relación de pareja y que refleja en forma clara los matices del poder que maneja cada uno de sus miembros. Términos como libertad, control, autonomía, protección, culpa, dependencia, se asocian cotidianamente al manejo del dinero en el vínculo. Los tres primeros están más del lado de la figura masculina y los otros del lado de la mujer, muy de acuerdo con los cánones que rigen la cultura, generación tras generación. Hablar del dinero en la pareja es hablar de cómo es la intención en sí, de lo cotidiano, de lo obvio. El dinero tiene también un valor afectivo y un valor sexual. Una pareja es funcional cuando cada uno de sus miembros es colaborador y parte esencial de una continúa secuenciación de acontecimientos que conforman toda una unidad de conductas, en donde la manifestación de cualquiera de ellas es de la diada. Entre las múltiples tácticas de poder que existe en las parejas se encuentran, como una de las más disfuncionales, el control excesivo sobre cómo circula y cómo se distribuye, colocando a la otra persona en situación de dependencia. Es un control en el cual el otro adulto no puede ejercer su autonomía y criterio personal acerca del manejo del dinero y tiene que someterse en forma infantil e inmadura a la voluntad de aquél. Es importante pasar al plano de la conversación en la pareja, donde se expresará la esencia de la relación. En las relaciones conflictivas abundan las malas interpretaciones, mientras que en los vínculos armoniosos, aun una idea vaga y difícil de expresar, es entendida y respondida adecuadamente (Rojas, 1998). La comunicación es un medio para trasmitir y recibir información acerca de los pensamientos y sentimientos y los de los demás. Es poder compartir y disentir. Es permitir que la otra persona tenga una perspectiva diferente, sin sentir por ello que el otro está en contra. Es dar y recibir información sin destruir. Es tolerar la diferencia.

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Lo que determina que unos matrimonios sean satisfactorios y otros no, es la forma de percibir sus problemas. Las parejas más angustiadas perciben los conflictos en forma altamente negativa, a diferencia de las no angustiadas, que intercambian más mensajes positivos y modifican sus situaciones conflictivas por otras menos problemáticas. En parejas disfuncionales cada persona está tan segura de que tiene la razón, que ambas piensan que es inútil escuchar y entender el punto de vista del otro y, por tanto, ambos se sienten frustrados, no escuchados y no aceptados. Escuchar es aceptar la diferencia. Es entender que la otra persona tiene todo el derecho de tener una perspectiva distinta y por eso merece que se valide el contenido de su mensaje y el sentimiento. Validar es aceptar con palabras y actitudes corporales lo que el otro expresa, aunque no se este de acuerdo. Otro factor que es relevante en las relaciones de pareja es el sexo, que para la mujer, las necesidades sexuales son, antes que eróticas, el lenguaje natural del afecto y entonces la expresión sexual es una consecuencia de las emociones. En cambio, para el hombre la expresión de las sensaciones es una consecuencia del sexo. Los varones tienen estereotipos culturales sobre lo que más les gusta a las mujeres en materia de caricias. Creen que se les debe acariciar en los senos, en la cara interna de los muslos y en aquellos sitios que tienen mayor sensibilidad desde el punto de vista erótico. Realmente cada persona tiene características propias, pero un reclamo general de las mujeres hacia los hombres es la necesidad de mayores caricias, no sólo como paso previo al coito, sino que en sí misma es una actividad disfrutable que puede o no terminar en sexo. El compartir, el disfrutar, el planear, el escuchar, el ser amigos en la cotidianidad, permite a la pareja expresar sus sentimientos afectivos más profundos: la intimidad emocional, que es la capacidad de expresar emociones, ternura y afecto; la sensualidad o capacidad de expresar el erotismo y el deseo y la expresión abierta y directa de la genitalidad. Así la mujer abandona el miedo a dejarse amar, se suelta, confía, olvida el

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pasado y deja fluir las sensaciones, los deseos y su intimidad (Rojas, 1998). La llegada de los hijos representa un momento crucial en la vida de una pareja. Ellos comienzan a formar parte de su dinámica desde antes de ser concebidos, desde el momento en que se plantea la decisión de engendrarlos o desde el instante en el cual las motivaciones y circunstancias particulares conducen al embarazo. Alteran el equilibrio que hombre y mujer habían construido hasta ese momento, sigue una necesidad de volver a lograr la armonía entre necesidades y exigencias de lo cual puede surgir un proceso constructivo o un factor desorganizador entre ellos. Los hijos cumplen diferentes funciones en la vida de la pareja, pero son siempre una parte integrante y trascendental. Engendrar un hijo es la perpetuación del vínculo entre padre y madre, es el hijo el depositario del vínculo y su presencia se asume con el predominio del amor o la agresividad que existe entre los padres. Una pareja con sus necesidades básicas satisfechas, estará en condiciones de ofrecer al hijo su capacidad de querer y de enfrentar la vida con realismo y creatividad, considerándolo como un individuo separado y diferente de ellos, del cual buscará que logre constituirse como persona independiente y satisfecha. Una pareja con grandes carencias en su relación tratará de llenarlas a través del hijo, quien pasa a ocupar el lugar de proveedor de la pareja y no a la inversa, por lo tanto, no dispondrá de posibilidades adecuadas para desarrollarse como una persona diferente a la que sus padres necesitan, y llevará la carga de vivir la vida de ellos en lugar de la suya propia (Rojas, 1998). En nuestra sociedad existe la certeza de que la relación de pareja está en crisis. Existe el sentimiento social de que las relaciones de pareja están evolucionando y que el matrimonio como institución social está en proceso de cambio muy rápido. Factores sociales, como la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral o el control de la natalidad; con el resultado de una igualdad creciente entre hombre y mujeres, han influido profundamente en las relaciones entre los componentes de la pareja.

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Otros fenómenos agudizan el cambio, como el trabajo precario, las jornadas interminables, etc. que retrasan la formación de la pareja y la edad en la que se tienen los hijos y dificultan la comunicación y la construcción de la intimidad (Jacobson, 1979). Es fácil hacer un inventario de las áreas de conflicto de una pareja. Abarcan todas aquellas en las que se mueve la relación. Las disputas en los matrimonios se dan a menudo sobre las responsabilidades (quien se encarga de hacer las cosas) y el poder (quien decide lo que hay que hacer), las finanzas, las relaciones con miembros de la familia de origen, el cuidado de los hijos, actividades sociales y de trabajo fuera de la familia, sexualidad e intimidad y la comunicación. La mujer comienza a tener acceso a la educación, al mundo del trabajo, se cuestiona su papel de madre y esposa sumisa, y exige condiciones de igualdad y respeto; ahora habla más de sus intereses y tiene una actitud más crítica e independiente ante su realidad. El hombre por otra parte en la medida en que su papel empieza también a ser cuestionado, sufre de algún modo esta situación. La sociedad industrial conlleva a otros factores que condicionan hábitos de vida y la relación interpersonal poco adecuados para lograr una comunicación efectiva. El rápido crecimiento incontrolado de la vida urbana, y las tasas de sobreexplotación, con exceso de número de horas de trabajo y transporte, vienen a ser algunos de los más representativos (Montoya, 2000). Estas condiciones de vida restringen considerablemente, lo que en términos conductuales se denomina las redes de reforzamiento social. Es decir, no existe tiempo para visitar a los amigos, vecinos y miembros de la familia. La red de individuos que proporcionan refuerzos sociales (elogio, afecto, relación) se reduce a su mínima expresión, al otro miembro de la pareja, en particular, esta dependencia a la que se alude determina a menudo demandas recíprocas de afecto y de atención tan apremiantes que ambos encuentran difícil de satisfacer.

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Por otra parte, el tiempo de ocio y recreo, ya de por sí limitado, lo ocupa de manera abusiva la televisión, que introduce en los hogares el silencio del espectador y reduce al mínimo las oportunidades de intercambio conversacional y de cuantas actividades placenteras pudieran planearse. Todas estas condiciones presionan y facilitan el conflicto en la pareja. Unas veces vendrá manifestado a través de una sintomatología depresiva en uno de ellos, generalmente en la mujer o en ambos: y otras a través de enfrentamientos y conflictos (Montoya, 2000). Areas De Conflicto Es fácil hacer un inventario de las áreas de conflicto de una pareja. Abarcan todas aquellas en las que se mueve la relación. Las disputas en los matrimonios se dan a menudo sobre las responsabilidades (quien se encarga de hacer las cosas) y el poder (quien decide lo que hay que hacer), las finanzas, las relaciones con miembros de la familia de origen, el cuidado de los hijos, actividades sociales y de trabajo fuera de la familia, sexualidad e intimidad y la comunicación (Jacobson, 1979). Los conflictos en la pareja se pueden agrupar alrededor de los aspectos fundamentales que estructuran la pareja y que se han planteado hasta aquí: Intimidad: Epstein, Baucom, Tankin y Burnett (1991) identifican como área de conflicto matrimonial los límites que existen entre los dos esposos en el grado de intimidad y de compartir y el balance entre el poder/ control en la toma de decisiones de la pareja. En relación a la intimidad, estos autores, incluyen elementos como la expresión de afecto (detalles, sexo, etc.) Compromiso: Epstein y cols (1991). En concreto el grado de inversión que cada esposo pone en la pareja. La inversión incluye, la inversión instrumental, que es el esfuerzo conductual que se realiza para mantener o mejorar la relación, y la inversión expresiva que son los esfuerzos que se realizan para hacer feliz al otro.

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Dominancia: afectando el balance entre el poder/ control en la toma de decisiones de la pareja. La propia existencia de una relación de Dominancia en la pareja se ha mencionado como causa de conflictos y de injusticia, sobre todo desde el punto de la teoría de unas relaciones equitativas; pero no se ha demostrado empíricamente que sea así (Gottman, 1999). Además la toma de decisiones tiene la característica de ser una habilidad escasa y difícil y por ello un bien preciado. El apoyo que cada uno obtiene de la pareja en la toma de decisiones individuales o conjuntas, puede ser uno de los refuerzos básicos que se obtiene de la relación. Por ello, aunque exista una relación de Dominancia de un miembro sobre el otro puede ser considerada como algo aceptable e incluso deseable porque evita la tarea desagradable de tomar decisiones. Apego: Las conductas de apego se aprenden en la más tierna infancia y se automatizan. También se aprenden en la familia de origen las conductas de respuesta a la solicitud de ayuda. Si no se cumplen las expectativas que generan las peticiones del otro pueden darse problemas graves en las parejas. El hecho de que las conductas sean automáticas y por tanto no conscientes y muy básicas, hace que los conflictos en estos aspectos sean graves y no siempre explícitos, dando lugar a emociones fuertes que no encuentran una expresión adecuada para su solución. (Bowlby, 1998). Problemas en la comunicación y resolución de problemas: una vez que aparece un conflicto en cualquier área se disparan en la pareja los mecanismos para resolverlo. Las habilidades de comunicación, de resolución de problemas, la estructura de poder, se ponen en marcha para solucionarlo. Si no consiguen hacerlo, se establecen en la pareja patrones de relación que lo perpetúan o incluso lo agravan. Cuando el tiempo pasa sin hallar solución, o los problemas se multiplican, el origen de las dificultades se olvida y llega a parecer que no existen elementos desencadenantes de la situación y que es la propia convivencia la que se convierte en problemática (Jacobson, 1979).

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Desde el primer contacto visual e intercambio de palabras entre dos desconocidos, hasta el mantenimiento estable de relaciones íntimas y personales que pueden contraer esas dos mismas personas, existe un proceso más o menos largo de mutuos intercambios de refuerzos y gratificaciones. Este intercambio, para ser efectivo y llegar al objetivo final: vivir en pareja, ha tenido que ir centrándose en aquellas conductas que gradualmente se han ido adquiriendo y han servido de soporte básico de las siguientes. Tanto en el aprendizaje de conductas adecuadas como en el cambio de comportamientos que interfieren en una relación afectiva suele ser necesario seguir este proceso de moldeamiento. En las parejas con relaciones deterioradas suele ser habitual el uso frecuente de la estimulación aversiva. En ocasiones uno o ambos miembros de la pareja utilizan el castigo como medio de eliminar conductas no deseadas en el otro. El castigo es una técnica de control que no parece ser eficaz a largo plazo, además que suele tener serios inconvenientes (fomenta la agresividad y las emociones negativas). Jacobson (1983) citado por Costa y Serrat, (1985), argumenta que en la relación interpersonal y, en concreto, en la relación de pareja, la conducta de cada uno de los miembros de la misma tiene efectos mutuamente controladores. Este control ocurre por la presencia o ausencia sistemática de conductas de ambos miembros de la pareja, gratificantes o agresivas. Se establece un proceso de influencia y control mutuo, recíproco y circular de conductas y consecuencias La teoría conductual, sostiene que el desacuerdo o conflicto en la pareja está en función directa del bajo nivel de reforzadores positivos intercambiados entre las partes. Sin embargo, esta hipótesis no prejuzga necesariamente una explicación de tipo etiológico, es decir, se puede afirmar que las parejas con problemas intercambian menos gratificaciones que las parejas sin problemas, sin implicación alguna acerca de cómo se desarrollaron esas diferencias (Costa & Serrat, 1985).

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La deficiente interacción puede causar la aflicción en la pareja, o ésta puede ser la causa de aquella, o bien, ambas, interacción deficiente y aflicción de la pareja, pueden ser efectos correlacionados de alguna tercera variable causal. Otro componente importante de la hipótesis comportamental es que las parejas en conflicto tienen deficientes habilidades de comunicación y de resolución de problemas. Estas parejas difieren de las no conflictivas en su relativa inhabilidad para manejar sus problemas de un modo efectivo y originar cambios en la conducta del otro miembro de la pareja cuando tales cambios son deseables. Al parecer, suelen utilizar tácticas de control basadas en el castigo y el reforzamiento negativo, es decir, intentan influir en el otro mediante la coerción o la estimulación aversiva del tipo de críticas, amenazas, chantajes, para obtener el cambio que desean. Lo cual, como es lógico crea insatisfacción, interacciones tensas y evitación mutua. Estas parejas no aciertan en aplicar adecuadamente los principios de reforzamiento positivo y moldeamiento. Pretenden cambiar las conductas del otro mediante el control aversivo y no refuerzan positivamente las conductas que éste desea. Esta falta de habilidad en la negociación para el cambio de conductas, que no significa necesariamente un déficit de habilidad en áreas no interaccionales, es el resultado de una inhabilidad global para comunicarse (Montoya, 2000). Todo esto indica que hay

áreas de conflicto que afectan los

componentes de la estructura de la pareja como lo son:

el poder,

Teniendo en cuenta, las responsabilidades quien se encarga de hacer las cosas y quien decide lo que hay que hacer. Estas decisiones abarcan aspectos tan fundamentales como: Las finanzas, el cuidado de los hijos, las relaciones sociales, etc. Por otro lado la intimidad, que se construye con una separación de la familia de origen, dando prioridad al otro en la autorrevelación y en la toma de decisiones. Por eso uno de los temas más conflictivos se da en las relaciones con la familia de origen. Seguido, está, la pasión, el afecto, la sexualidad. El amor va sustituyendo al

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enamoramiento, la pasión inicial va dando paso a la intimidad y al cariño, pero no por eso se puede perder la atracción que se siente por el otro como objeto y sujeto sexual. Por último está la comunicación que es cuando se producen los conflictos y se envuelven con patrones de comunicación que perpetúan el problema y conducen finalmente a la separación (Martínez, 2000). En circunstancias normales las parejas, aunque no sean felices, se amoldan y no surgen los conflictos, estos aparecen cuando se dan circunstancias importantes de cambio, es decir, situaciones estresantes como: cambios laborales tanto negativos como positivos (paro, ascensos; jubilación),

enfermedades,

problemas

económicos,

la

paternidad/

maternidad, (cuando los hijos se van de casa o simplemente se hacen mayores y dejan más tiempo libre a la pareja). Todos estos son fuentes de estrés que exigen a la pareja poner en marcha sus habilidades de comunicación y de resolución de conflictos, además de la motivación para mantenerse juntos y la capacidad de reconocer las debilidades delante del otro y que el otro las reciba sin castigarlas. En los conflictos se establecen formas de conductas que se hacen crónicas y agravan los problemas, algunos de ellos son: Reciprocidad negativa. El más problemático es cuando a una comunicación negativa se responde generalmente con otra comunicación negativa por parte del otro estableciéndose una reciprocidad en la negatividad que puede acabar en una escalada de violencia. En algunos casos, la mujer ataca y el hombre evita o calla. Este patrón se da cuando la mujer da respuestas hostiles mientras que el hombre se retira o no contesta, ante lo que la mujer incrementa su hostilidad porque no se solucionan los problemas. En esta escalada el hombre, quizás constitucionalmente tiene una reacción fisiológica más negativa y la aguanta menos. Esto lleva al desprecio que ocasiona una Actitud Defensiva Constante en la pareja (Martínez, 2000). Otro punto es la habilidad para no escuchar al otro, o se le deja hablar sin hacerle caso o se habla tanto que no se le deja participar durante la conversación. Todos estos patrones de conductas pretenden la mayoría

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de las veces resolver el conflicto, pero no solamente no lo resuelven, sino que lo perpetúan y la propia interacción se convierte en el problema que lleva a la separación. No siempre los conflictos llevan a la ruptura. Se ha reportado un tipo de conflictos en los que el marido se enfada e inicia la discusión con ánimo de resolver el problema. Cuando se tiene éxito, la relación puede salir fortalecida, en estos casos el conflicto vivido por los hijos no es negativo para ellos, incluso puede ser una ocasión para aprender a ser asertivos (Montoya, 2000). Otra forma de conducta que mantienen los conflictos es la atención selectiva. Las parejas en conflicto solamente se fijan en las conductas negativas del otro y tienden a no ver o a disminuir la importancia de las conductas

positivas.

Atribuciones,

la

atribución

del

problema

a

determinadas causas se ve como un elemento necesario para su solución, pero si no se hacen las atribuciones correctas se asegura el conflicto. Expectativas, si aparece una discrepancia entre lo que creen los esposos que debería ser el matrimonio y lo que perciben que es, tanto en cualidad como en cantidad, los problemas están asegurados. Ideas irracionales, algunas ideas aparentemente normales pueden ser un foco de conflictos solamente por no ser conscientes de que lo que se piensa no es racional. Por esta razón, la comunicación no se debe entender como un concepto vago que pudiera definir una mezcla más o menos misteriosa de transacciones de difícil concreción. El sentido que se da aquí al término se debe entender más bien como un conjunto especificable de intercambios de conductas verbales y no verbales (Dattilio, 1995). Ambos miembros de una pareja se comunican entre sí en una variedad de formas para transmitirse sentimientos o emociones, peticiones, elogios; hablan, tocan, sonríen, gesticulan, gritan, lloran. Cada uno de ellos actúa a la vez como un emisor y receptor de mensajes. Para que el intercambio de mensajes personales fluya de un modo directo, honesto y adecuado se requieren habilidades de expresión (emisor) y de reacción (receptor); habilidades que, por otra parte, o no

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han sido aprendidas o se descuidan con demasiada frecuencia. El nivel de satisfacción o desolación de una pareja dependerá de la efectividad de sus componentes para intercambiar mensajes recíprocos. La existencia de ciertos déficit o inhabilidades tanto en la recepción como en la emisión pueden impedir este proceso, dar lugar a inadecuaciones en la comunicación y facilitar el conflicto en una pareja. El déficit o inhabilidades más frecuentes se pueden detectar en tres niveles: En el receptor. Es muy frecuente, en parejas con relaciones deterioradas, que existan dificultades en la comunicación y que se manifiesten en su incapacidad para escuchar o atender los mensajes del otro. Esta recepción inadecuada facilita también un procesamiento cognitivo inadecuado y un reenvío de mensajes no sintonizados con los del otro. Otro fenómeno muy corriente es la dificultad que tienen muchas parejas para reconocer y, por tanto, recibir conductas positivas en su cónyuge (Dattilio, 1995). La interacción de pareja se ha deteriorado tanto que cada uno de los dos se ha convertido en un estímulo discriminativo para los sucesos aversivos solamente. Las conductas y mensajes positivos no se reconocen, o cuando se reconocen se equiparan a obligaciones. El segundo nivel es el emisor. Un déficit en la recepción facilita una emisión inadecuada de mensajes tanto a nivel verbal como no verbal. Sin embargo, puede que también este tipo de habilidades específicas no se hayan aprendido. La comunicación puede resentirse por una inhibición de la emisión o porque ésta resulte inadecuada para sus objetivos. En parejas con relaciones deterioradas es relativamente frecuente que no se expresen sentimientos o peticiones por temor a las consecuencias que pueden derivarse de una comunicación directa y honesta. Por otra parte, el cómo se emite el mensaje, es un elemento también determinante en la efectividad de la comunicación. Por último está el mensaje. El requisito fundamental que debe cumplir el mensaje es que sea reconocible y comunicable por ambos miembros de una pareja. Por esta razón el mensaje debe ser expresado en términos observables.

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Por otra parte, las parejas insatisfechas carecen de la habilidad para resolver los múltiples problemas que la convivencia y la relación con los hijos diariamente plantea. Estas parejas, cuando intentan resolver un problema específico, mezclan en sus discusiones toda una gama de otros problemas secundarios e irrelevantes que suelen ser fuente habitual de conflicto. El discurso se convierte en una larga lista de acusaciones mutuas que les aparta de su objetivo (Dattilio, 1995). En general, las dificultades provienen del déficit de los miembros de la pareja en algunos de los componentes básicos necesarios para la resolución de problemas. Estos componentes son: especificación o selección de los componentes del problema, especificación de los cambios concretos que se desean, formulación de posibles soluciones y ser capaces de llegar a un acuerdo. Las parejas en conflicto difieren de las parejas sin problemas no solo en el intercambio de reforzamiento o castigo, sino también en la relación entre reforzamiento iniciado por uno de ellos y reforzamiento iniciado por el otro. Es decir, las tasas de gratificaciones intercambiadas se hacen sobre una base de reciprocidad. Las parejas invierten en la relación según las gratificaciones recibidas si bien no excluyen intercambios no recíprocos en un momento dado. La diferente reactividad de uno o ambos miembros de la pareja a la estimulación aversiva, provienen del comportamiento del otro, puede estar balanceada según la historia de reciprocidad. Es decir, una pareja que ha mantenido en el pasado una alta tasa de intercambios gratificantes puede tolerar mejor cierta estimulación aversiva ocasional a una baja momentánea de los intercambios positivos que otra pareja con un pasado diferente. La reciprocidad negativa, definida como la tendencia a responder inmediatamente a estímulos negativos del esposo con una respuesta del mismo signo, parece ser más probable en parejas en conflicto (Dattilio, 1995). Satisfacción De La Pareja La satisfacción de ambos miembros de una pareja está muy en relación con la valoración e interpretación que ambos hacen de la conducta del

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otro. Los procesos cognitivos mediacionales condicionan y matizan el nivel y satisfacción y el comportamiento de los miembros de una pareja en base, fundamentalmente, a tres factores. El primero se refiere a los hábitos perceptivo - cognitivos. La valoración y estimulación que cada cónyuge hace de la conducta del otro puede venir matizada por hábitos cognitivos erróneos ya adquiridos por uno o ambos miembros de la pareja. Estos errores cognitivos facilitan el desarrollo de suposiciones inadecuadas que no solo interfieren la comunicación en la relación, sino que además dan lugar a estados de ansiedad y /o depresión en cada uno de los componentes de la misma. El segundo son las expectativas y experiencia de la relación percibida. Unas expectativas excesivas o exclusivas, y por tanto no satisfechas conducen a minusvalorar las gratificaciones del otro y de la vida de relación en general y reducen el umbral de tolerancia a las frustraciones y a la estimulación que toda relación interpersonal, conlleva en el algún grado. El tercero es la percepción de alternativas, donde cada uno de los miembros de una pareja compare el resultado de su vida de relación con alternativas ya pasadas, presentes o futuras (Beck, 1990). Por otro lado Ellis, (1997) citado por Padesky & Cols, (1999) la disfunción

matrimonial

sucede

cuando

los

esposos

mantienen

expectativas irreales sobre el matrimonio y hace evaluaciones negativas extremas cuando no están satisfechos. Afirma que la alteración de sentimientos y conducta en las relaciones no está simplemente pausada por los errores de uno de los cónyuges u otros sucesos adversos, sino por las opiniones que las parejas tienen de las acciones y altibajos de la vida del otro. Padesky & Cols (1999), afirman que los matrimonios con problemas aparecen cuando uno o los dos cónyuges tienen creencias irracionales (por irracionales se entiende muy exagerado, extremadamente rígido, ilógico, y absolutista). El resultado de este pensamiento irracional son expectativas irracionales y exigentes que producen desilusión y

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frustración al no percibirse que se respeta si no que se viola. Estas respuestas, a su vez, dan origen a emociones negativas lo que contribuye a un ciclo vicioso de trastornos. Las creencias básicas sobre la relación y la naturaleza de la interacción de pareja normalmente se aprenden pronto de fuentes primarias como los padres, las costumbres culturales, los medios de comunicación y las primeras salidas en pareja. Estos esquemas, o creencias disfuncionales sobre las relaciones muchas veces no están claramente articuladas en la mente del individuo pero pueden existir como conceptos vagos de lo que debería ser. Las parejas pueden experimentar una reducción del grado de satisfacción cuando se dan cuenta de que es necesario esforzarse mucho para mantener la relación. Esta expectativa además puede producir evaluaciones erróneas. Las distorsiones cognitivas pueden verse en los pensamientos automáticos que manifiestan las parejas. Los pensamientos automáticos de los cónyuges sobre sus interacciones normalmente son inferencias sobre las causas de los sucesos agradables y desagradables que ocurren entre ellos (Beck, 1990). Las creencias distorsionadas suelen ser la base de muchos desacuerdos en las relaciones, a menudo surgen o resultan de esquemas de pensamientos defectuosos que forman parte de los procesos habituales de pensamiento del individuo. Independientemente de cómo se desarrolle. Las expectativas que cada persona aporta a la relación crean una dinámica importante en cada unión. En casi toda relación, las personas tienen algunas expectativas respecto al gran número de necesidades que su pareja les satisfacerá. A menudo, estas expectativas o anticipaciones producen distorsiones y se transforman en demandas irreales. Suele pasar un tiempo antes de que estas expectativas aparezcan en la relación lo que explicaría por qué surgen en muchas relaciones sólo después de un periodo de tiempo y no en la época de noviazgo. Beck (1990), sostiene que las expectativas irreales o exigentes inevitablemente

producen

desilusiones

y

frustraciones

que,

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frecuentemente, se asocian con interacciones negativas (Dattilio, Padesky, 1995). En consecuencia de lo nombrado anteriormente las relaciones de pareja son producto de las características individuales de cada sujeto que le permiten identificarse, atraerse, agradarse o por el contrario, enfrentarse, separarse u oponerse, etc. Por esta razón, los factores que determinan la personalidad influyen en la relación de pareja. Páez y Zambrano, (1989) definen el Ajuste Marital como el equilibrio entre necesidades y/o expectativas suplidas por los cónyuges en áreas específicas de interacción. Spanier (1976), define el ajuste marital como un proceso cambiante con una dimensión cualitativa, la cual puede ser evaluada en cualquier momento del tiempo, en términos de proximidad a un buen o mal ajuste, considera que el producto del ajuste puede ser determinado por diferentes grados de: Diferencias diádicas problemáticas. Tensiones interpersonales y ansiedad personal. Satisfacción diádica. Expresión de afecto. Cohesión. Consenso en asuntos de importancia para el funcionamiento de la pareja. Esta es la definición que se tomara en cuenta en este estudio. Spainner (1976) Jacobson (1979) & Liberman & Cols (1987) señalan que: Cuando dos personas se unen llevan al matrimonio una serie de características individuales entre las cuales se encuentran las actitudes, costumbres, hábitos, valores, rasgos de personalidad e intereses. Por esto un matrimonio exige una serie de ajustes de parte de ambos cónyuges; tienen que ceder, cambiar y hasta a veces sacrificar algo. Muchas expectativas frente al matrimonio son producto de factores sociales y culturales, que adoptan las parejas como es el hecho de casarse y aceptarse como son.

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Uno de los principales factores que interviene en la relación es la edad de la pareja ya que afecta de forma directa los procesos de acercamiento y alejamiento (Díaz Loving, 1996). En la pareja joven, los conflictos maritales, que ocurren los primeros años de la unión, suelen estar determinados por inmadurez acentuada de uno o ambos de los cónyuges, por contradicciones internas que hacen imposible la satisfacción de expectativas, generalmente inconscientes y no realistas sobre el otro. Los conflictos maritales en etapas medias o avanzadas suelen estar muy influidos por las vicisitudes del crecimiento individual, en donde a veces se dan desfases actuados entre los cónyuges, o cambios de intereses y proyectos de vida (Campuzano & Izaurieta, 1984). Una de las investigaciones realizadas por Gottman (1999), sobre los matrimonios que tienen éxito señala que existen dos épocas delicadas durante el matrimonio. La primera incluye los 7 primeros años. Según el psicólogo, hay un elevado número de divorcios después de una media de 5,2 años de matrimonio. La siguiente época peligrosa es la que va de los 16 a los 20 años de matrimonio: también hay muchos divorcios después de pasados 16, 4 años. Gottman (1999) afirma que el 69% de los conflictos se deben a los problemas irremediables, pero los matrimonios felices se las arreglan para no destruir los cimientos. El nacimiento del primer hijo suele ser un momento delicado, pero también muy idóneo para “apuntalar la casa”. Las parejas felices son las que saben pasar de ser sólo esposos a ser también padres, viéndose como un equipo que comparte las obligaciones domésticas y el cuidado de los hijos. Por otro lado, las investigaciones realizadas con respecto a parejas jóvenes y parejas maduras, (Burr 1970; Rollins & Feldman 1970 y Cannon, 1974) reportan mayor satisfacción en el periodo inicial y final de la pareja, es decir en forma de “U”, teniendo en el periodo intermedio menor satisfacción. Otros estudios muestran un decremento lineal (Pick y Andrade, 1988; Pineo, 1961; Luckey, 1966; Swensen; Eskew y Kohthepp, 1981). Estas

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diferencias pueden explicarse debido, por un lado, a las culturas en las que se ha medido y por otro, a la interacción con otras variables como el sexo, numero de hijos, nivel de escolaridad, percepción interpersonal entre los miembros de la pareja, nivel socioeconómico, comunicación marital. (Rivera, 1992). Un equipo de investigación de la Universidad de Texas en Austin, realizó un estudio, denominado “el proyecto PAIR”, en el que analizó 168 parejas durante 13 años, a lo largo del noviazgo, los primeros años de matrimonio, la paternidad y el divorcio. Los resultados demostraron que veinte años después de que las parejas se formaran, el 40% no se siente satisfecha, el 35% se divorcia y del 25% restante, por lo menos uno de los esposos no es feliz con su matrimonio. Según explicó a la prensa el profesor Ted Huston (1998), líder de la investigación, “la compatibilidad es malentendida y sobrevalorada”. Prácticamente nadie pareciera contradecir que, en las sociedades modernas, la mayoría de la gente casada expresa que la calidad de su matrimonio tiene un fuerte efecto en su felicidad y satisfacción en la vida. Hay un tema que varios especialistas coinciden en mencionar, los hijos: “cuando nace un bebé, generalmente se genera discusiones. Cambia el dinero, las relaciones, el sexo, las tareas domésticas. Un nuevo bebé exige nuevas rutinas, aumenta el cansancio, disminuye los encuentros”, el psiquiatra Scott Haltzman (1995 ) explico: Los hijos son un factor importante a tener en cuenta en la presente investigación, lo que da lugar a evaluar que representan algunos de los conflictos que tienen las parejas o por el contrario propician la solución de sus problemas. Los hijos cambian la situación que vivía la pareja, e involucran aspectos como: los roles que desempeñaba cada uno de los miembros, la economía, el trabajo, la vivienda, el aspecto social. En una investigación realizada en Colombia en 1998 para El Tiempo, por Nelly Rojas, se llego a las siguientes conclusiones, sobre las parejas colombianas residentes en poblaciones urbanas del país. La mitad de los colombianos tiene vínculos de pareja tradicionales, dentro de los cuales

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resalta el matrimonio civil religioso. Sin embargo, otros tipos de vínculo, especialmente la unión libre, son cada vez más importantes, ya que dos de cada diez parejas colombianas tienen este tipo de vínculo. Sobre los vínculos desechos (las separaciones) la edad en que ocurre con mayor frecuencia es en la comprendida entre los 46 y 55 años. Los

colombianos

reportan

que

sus

padres

tenían

vínculos

relativamente estables y consideran que existía una comunicación frecuente y buena, sin embargo uno de cada cuatro colombianos menciona que sus padres no le demostraban su afecto, ni en general estimulaban ese tipo de expresiones, cada diez colombianos dice en general, que no veía a sus padres expresándose afecto el uno al otro. Cuatro de cada diez colombianos vío violencia física o verbal en la relación de sus padres, y tres de cada diez dice que su relación actual se parece a la de ellos (Rojas, 1998). El estudio muestra que solamente tres de cada diez colombianos dice que desde antes de establecer un vínculo formal con su pareja, ya lo conocía bien; Sin embargo cuatro de cada diez dice que sólo conoció a su pareja con la convivencia y dos de cada diez siente que posiblemente nunca llegará a conocer a su pareja. Se pudo encontrar que en las dos áreas donde hay menor satisfacción en las parejas colombianas son, las necesidades sociales y de comunicación.

La

expectativa

afectiva

menos

satisfecha

es,

precisamente, “que su pareja tenga en cuenta sus necesidades”. El estudio además muestra que las parejas colombianas no tiene una buena comunicación y que tres de cada diez parejas colombianas no buscan momentos especiales para disfrutar de la sensualidad y la sexualidad de la pareja. Sobre el dinero en la pareja, el estudio muestra que en Colombia casi la mitad de las parejas están conformadas por personas que aportan ambas (en lo económico) al mantenimiento del hogar; sin embargo, en la mayoría de estas parejas los ingresos del hombre son superiores a los de la mujer y en tres de cada diez parejas colombianas, sólo el hombre tiene

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ingresos para aportar al hogar, y cuatro de cada diez personas no conoce cuánto son los ingresos de su compañero. Finalmente, los hijos son percibidos como “una ayuda” para el fortalecimiento de la unión de parejas (Rojas, 1998). Sonia Martinez León, de la Universidad del Valle de Mexico, realizo una investigación, evaluó algunos de los conflictos que tienen las parejas y como propician la solución de sus problemas. Se tuvo en cuenta las situaciones que vivía la pareja, los roles que desempeñaba cada uno de los miembros, la economía, el trabajo, la vivienda, el aspecto social. Las variables de edad, sexo y nivel de escolaridad estuvieron representados en los siguientes grupos: el grupo mujeres jóvenes (edad de 17 a 30 años), hombres jóvenes (edad de 17 a 30 años), mujeres maduras (edad de 31 a 45 años), hombres maduros (edad de 31 a 45 años). en el caso de las variables sexo y escolaridad, se dividió la muestra en hombres y mujeres y profesionales y no profesionales. Se trabajó con una muestra constituida por 200 sujetos; de los cuales 100 fueron profesionales y 100 no profesionales, de ambos sexos, representados equitativamente. Los resultados indican que los sujetos que son profesionales se perciben más satisfechos, física y sexualmente, como en el apoyo que reciben de la pareja. El análisis de varianza, con hombres y mujeres por separado, mostró que los hombres profesionales se perciben más satisfechos en las áreas físico sexual y afectiva. En el caso de las mujeres, se observó que las profesionales sienten mayor apoyo de parte de sus parejas. Con respecto a los efectos de la edad y la escolaridad se ha encontrado que a mayor nivel de escolaridad en las parejas mayor satisfacción con la relación. Esto se podría explicar debido a que las parejas que tienen niveles de estudios más altos tienen mayor comunicación, compromiso, modo de pensar más amplio, convivencia, etc.

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Esta investigación tuvo en cuenta factores que tienen influencia sobre la condición de las parejas. Claramente se ve cómo el alto nivel escolar propicia el ajuste marital. Sin embargo las parejas con conflictos tienen mayores discusiones e interacciones que son problemáticas y les es muy difícil encontrar una salida a la forma de enzarzarse. Desde un enfoque cognitivo - conductual se han analizado con detalle como son los patrones de relación en las parejas con problemas, sobre todo en la comunicación y en las habilidades de resolución de problemas. Componentes Conductuales Según Finchman & Beach, (1999) Los

patrones conductuales se

instalan en las parejas con conflictos de la siguiente forma: •

El más problemático es cuando a una comunicación negativa se

responde generalmente con otra comunicación negativa por parte del otro estableciéndose una reciprocidad en la negatividad que puede acabar en una escala de violencia. A la escala verbal suele contribuir en mayor medida la mujer. Las mujeres que no lo hacen es porque tienen más capacidad de razonar en esas circunstancias sobre sus pensamientos y cambiar la respuesta más automática. Este patrón de reciprocidad negativa aparece también en los matrimonios que no tienen problemas; pero con mucha menos frecuencia, en ellos una interacción negativa es seguida frecuentemente por una respuesta positiva o por ninguna respuesta. El patrón de reciprocidad positiva se da en ambos tipos de matrimonio. (Gottman, 1999). •

Otro patrón problemático aparece cuando la mujer da respuestas

hostiles mientras que el hombre se retira o no contesta, ante lo que la mujer incrementa su hostilidad. En los matrimonios armoniosos se da también este aunque con menor frecuencia y a menudo acaba con la retirada de ambos. •

Uno de los métodos que se utilizan para resolver los problemas de

comunicación es el empleo de la metacomunicación, es decir, reflexionar sobre la forma en que se está dando la comunicación.

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Como patrones de comunicación problemáticos como se ha

mencionado Gottman (1999) añade la presencia de los cuatro jinetes del Apocalipsis que pueden conducir a la pareja al divorcio: la crítica, la actitud defensiva, el desprecio y hablar mucho para que el otro no pueda dar su opinión. Para este autor se comienza con la crítica que lleva a los otros jinetes. Componentes Cognoscitivos Se han estudiado también los elementos cognoscitivos que preceden, están asociados al conflicto y a veces pueden desencadenarlo. Epstein & Cols, (1993) identifican los siguientes: •

La atención selectiva. Los miembros de la pareja tienden a valorar

de forma muy diferente la frecuencia con la que ocurren determinadas conductas, fijándose en aquello que les duele y dándole subjetivamente mayor frecuencia, para lo que acuden a buscar en la historia de la pareja hechos similares con los que intentan confirmar su percepción actual, o simplemente justificando su miedo a que ocurra algo aversivo. •

Atribuciones. La atribución del problema a determinadas causas se

ve como un elemento necesario para su solución, de aquí la importancia de que las atribuciones estén realizadas correctamente. Un tipo de atribuciones que incrementa los problemas, son aquellas en las que se atribuye la conducta negativa del otro a malas intenciones, siendo casi imposible probar su falsedad. Este tipo de atribuciones intensifica el conflicto al incrementar los ataques verbales que intentan culpabilizar y avergonzar al otro. •

Expectativas. Es evidente que si no se tienen expectativas de

solución la posibilidad de que los problemas se resuelvan son mucho menores, se deja de buscar y de intentarlo. En consecuencia pueden darse de depresión al producirse indefensión. Cuando tienen la creencia de que los problemas se pueden resolver se dan más posibilidades de que se resuelvan. •

Suposiciones y estándares: si aparece una discrepancia entre la

que creen los esposos que debería ser el matrimonio y lo que percibe que

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es, tanto en cualidad como en cantidad, los problemas están asegurados. No es necesario que sean conscientes de la discrepancia para que aparezcan los conflictos. Sin embargo las diferencias reales entre los estándares de ambos componentes tienen poca correlación con el nivel de satisfacción del matrimonio, siempre y cuando no exista discrepancia entre lo que “debería ser y lo que es”, cada uno de ellos puede pensar que se cumplen en el matrimonio. •

Las creencias irracionales: pueden ser una de las fuentes de

conflicto en las parejas. Eidelson y Epstein (1982) listan algunas de ellas: estar en desacuerdo es destructivo de la relación, los miembros de la pareja deben ser capaces de averiguar los deseos, pensamientos y emociones del otro, los miembros de la pareja no pueden cambiarse a sí mismos o a la naturaleza de la relación, uno debe ser un compañero sexual perfecto del otro, los conflictos entre hombre y mujer se deben a diferencias innatas asociadas al sexo que se muestran en la necesidades y en la personalidad. Wilson y Mejía (2002), analizaron las emociones específicas sentidas y percibidas por los cónyuges durante una conversación, concluyendo que el ajuste marital actual de ambos géneros fue predicho a partir de los reportes de los afectos presentes en la conversación de pareja. En comparación con las mujeres maritalmente más desajustadas, las mujeres mejor ajustadas percibieron menor indiferencia y mayor tranquilidad en sus maridos y, a su vez, fueron percibidas por ellos como más tranquilas durante la conversación. Un 64% de la varianza en el ajuste marital femenino fue explicada conjuntamente por estas variables. En cuanto al ajuste marital masculino, mientras mayor era éste, mayor era el cariño y la alegría y menor la tranquilidad y la indiferencia que ellos dijeron sentir durante la conversación. Además, las esposas de los maridos mejor ajustados reportaron sentir menos indiferencia durante la conversación que las esposas de aquellos no tan bien avenidos. En conjunto, estas variables predijeron un 70% de la varianza en el ajuste marital masculino (Wilson, 2002).

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Así la depresión es una de las problemáticas asociadas al ajuste marital ya que cuando una persona se sumerge en la tristeza se crea un universo solitario, donde el refugio es esconderse dentro de sí mismo, el miedo a vivir y enfrentar la realidad hace de todos los días un sufrimiento constante y poco entendible y más dentro del matrimonio. Depresión El estado de ánimo deprimido se encuentra en varios trastornos, de modo que su sola presencia no significa que la persona padece un trastorno del estado de ánimo. Este término se puede referir a un trastorno. Clasificación y Cuadro Clínico De La Depresión El concepto clave de los trastornos depresivos es el de “Episodio depresivo Mayor”. Se define por la presencia simultánea de una serie de síntomas importantes durante un período prácticamente continuado de 2 semanas. Además se requiere que al menos uno de esos síntomas sea necesariamente o bien una pérdida de placer (anhedonia) con las cosas con las que uno solía disfrutar. El diagnóstico de episodio adicionales de exclusión: (1) que los síntomas no sean causados por una enfermedad o ingesta de sustancias, y (2) que los síntomas no se deban a una reacción de duelo normal por la muerte de un ser querido. El DSM – IV plantea los siguientes niveles de gravedad: 1. ligero: para cuadros en los que existan pocos síntomas más que los mínimos requeridos para el diagnóstico, y el deterioro laboral o social existe pero es pequeño. 2. Moderado: deterioro sociolaboral moderado. 3. Grave no psicóticas: episodios en los que existen delirios o alucinaciones. En este caso conviene señalar, se es posible, si estos síntomas son congruentes con el estado de ánimo o incongruentes: se supone afectar el curso general del trastorno. 4. En remisión parcial: estado intermedio entre “ligero” y “en remisión total”.

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5. En remisión total: no ha habido signos o síntomas significativos en los pasados 6 meses. Trastorno depresivo mayor Este término aparece por primera vez en un sistema de clasificación oficial con el DSM-IV, y ha tenido amplia aceptación. Esta categoría viene a cubrir aproximadamente lo que antes se definía de un modo impreciso con términos como “depresión neurótica grave”: a. Nunca ha tenido un episodio de manía o de hipomanía. b. No se trata de un caso de esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo, u otros trastornos psicóticos, es decir, no se trata de un problema superior a los trastornos del estado de ánimo. Sólo se puede diagnosticar dos tipos de trastorno depresivo mayor: de episodio único (para aquellos casos en los que el episodio actual sea el primero que han tenido a su vida) y recurrente (para aquellos otros casos en los que ha habido por los menos algún otro episodio depresivo mayor en su vida). Distimia El DSM – IV (APA, 1980) empleó el viejo término de trastorno distímico para definir un tipo de depresiones cuya definición nunca había estado bien resuelta. Se trata de estados depresivos muy prolongados, prácticamente crónicos, que sin llegar a cumplir los criterios exigentes del “episodio depresivo mayor” se caracteriza por la presencia de bastantes síntomas depresivos. Los distímicos muestran una sintomatología de tipo semejante pero menos grave, más sostenida en el tiempo, y rara vez requieren hospitalización. Desde el punto de vista de los síntomas, estos pueden ser el resultado de un estado emocional, una reacción ante una situación o el estilo de comportamiento característico de una persona. El sentimiento de la depresión por lo general se conoce como “melancolía”. El término depresión también se utiliza para describir una tristeza que proviene de la muerte de alguien en la familia.

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Incluso cuando los sentimientos depresivos de una persona no forman parte de algún otro trastorno, se debe responder a la pregunta sobre cómo distinguir entre la melancolía o “depresión normal” que todos pueden sentir de vez en cuando. Con frecuencia, las personas que están deprimidas experimentan la tristeza, pero ésta no es igual que la depresión (Sarason, 1996). El cuadro que presenta una persona deprimida puede ser muy variado en cuanto a su evolución temporal. En algunos casos se trata de formas episódicas y en otros se trata de estados permanente. Además puede variar su gravedad: en algunos casos se trata de estados más bien leves y en otros existen deseos o intentos de suicidio. Pero en general, cualquier persona deprimida es probable que presente cambios en cinco grandes núcleos que según Beck (1976) y Vásquez (1990) son los síntomas anímicos, motivacionales, y conductuales, cognitivos, físicos e interpersonales. La tristeza es el síntoma anímico por excelencia de la depresión. Además de estar presente en prácticamente todos los deprimidos, es la queja principal en aproximadamente la mitad de las personas que padecen depresión (Klerman, 1987). Aunque los sentimientos de tristeza, abatimiento, pesadumbre o infelicidad, son los más habituales, a veces el estado de ánimo predominante es de irritabilidad, sensación de vacío o nerviosismo. Incluso en casos de depresiones graves la persona puede llegar a negar sentimientos de tristeza, alegando con aparente inmutabilidad que ahora es “incapaz de tener ningún sentimiento”; en estos casos graves es normal que los pacientes digan que ya les es prácticamente imposible llorar (Belloch, 1995). Uno de los aspectos subjetivos más dolorosos para las personas es el estado general de inhibición en que se hallan. En efecto, la apatía, la indiferencia y, en definitiva, la anhedonia – o disminución en la capacidad de disfrute – es junto con el estado de ánimo deprimido el síntoma motivación y conductual, principal de un estado depresivo. Levantarse de

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la cama por las mañanas o asearse pueden convertirse en tareas casi imposibles y, en muchos casos, se abandonan los estudios, el trabajo, etc. Tomar decisiones cotidianas puede convertirse también en una tarea casi insalvable.(Belloch, 1995). En su forma más grave este tipo de inhibición conductual se conoce como retardo psicomotor, un enlentecimiento generalizado de las respuestas motoras, el habla, el gesto y una inhibición motivacional casi absoluta. En casos extremos, este retardo puede llegar al “estupor depresivo”, un estado caracterizado por mutismo y parálisis motora casi totales, y muy similar al estupor catatónico (Klerman, 1987). Por otra parte, la memoria, la atención y la capacidad de concentración puede llegar a resentirse drásticamente. Hartlage y Dyckman, (1993) afirman que estos procesos cognitivos se afectan de tal forma que incapacitan el desempeño de las personas en las tareas cotidianas. Pero aparte de estos déficit formales, el contenido de las cogniciones de una persona depresiva está también alterado. En efecto, la valoración que hace una persona deprimida de si misma, de su entorno y de su futuro suele ser negativa. La autodepreciación, la autoculpación y la pérdida de autoestima suelen ser, por lo tanto, contenidos clave en las cogniciones de estas persona (Belloch, 1995 & Sarason 1996). La aparición de cambios físicos es habitual y suele ser uno de los motivos principales por los que se solicita la ayuda de un profesional. Un síntoma típico, que afecta a un 70 –80 por 100 de las personas depresivas, son los problemas de sueño. Normalmente se trata de insomnio (problemas para quedarse dormido, despertares frecuentes a lo largo de la noche o despertar precoz), En un pequeño porcentaje de personas puede presentarse hipersomnia. Otros síntomas físicos comunes son la fatiga, la pérdida de apetito y una disminución de la actividad y el deseo sexuales que, en los hombres, puede incluso acompañarse con dificultades en la erección (Belloch, 1995). Otra importante característica de las personas deprimidas es el deterioro en las relaciones con los demás. De hecho, un 70 por 100 dice

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haber disminuido su interés por la gente (Beck, 1976, Belloch 1995, Sarasson, 1996). Estos pacientes normalmente sufren el rechazo de las personas que les rodean, lo que a su vez reactúa aislándolas aún más (Belloch, 1995). Desde el punto de vista de Beck, (1983) en el trastorno depresivo existe una distorsión o sesgo sistemático en el procesamiento de la información. Tras un suceso vital que suponga una perdida o un fracaso, es bastante frecuente la aparición de sentimientos de tristeza y abatimiento. Sin embargo, en las personas depresivas aparece un sesgo o distorsión en el procesamiento de los sucesos que implican una pérdida o privación. Los individuos depresivos valoran excesivamente esos sucesos negativos, los consideran globales, frecuentes e irreversibles. Existen varias teorías explicativas de la depresión en adultos, algunas de tendencia ambientalista y conductual y otras cognoscitivas y otras con énfasis organicista, a continuación se presentan dichas teorías. Enfoque Biológico De La Depresión Esta postura fue planteada por Akiskal (1973) quien dice que los estados depresivos son el resultado de la interacción de múltiples factores, genéticos, evolutivos, bioquímicos e interpersonales, cuyos efectos convergen en el sistema límbico y originan una alteración funcional reversible de los mecanismos cerebrales de gratificación y refuerzo. Los caminos hacia una depresión son múltiples y diversos, pero una vez que se establece un estado depresivo es inevitable un cierto grado de alteración persistente de procesos neurobiológicos. Incluso las inevitables variaciones de humor del sujeto sano normal se acompañan por modificaciones en la dinámica cerebral y sus correlatos neuroendocrinos, que son prontamente compensadas por los mecanismos homeostáticos que regulan la constancia del medio interno y aseguran el funcionamiento del organismo. Es muy posible que muchas depresiones sean abordadas antes de alcanzar rango clínico por los mismos mecanismos responsables de la tan frecuente recuperación espontánea.

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Teorías Conductuales De Los Trastornos Depresivos Fue plateada por Lewinsohn (1974), quien señala que la depresión es una respuesta a la pérdida o falta de refuerzos positivos contingentes a la conducta. Esto significa un reforzamiento insuficiente en los principales dominios vitales de una persona conduce a un estado de ánimo deprimido y a la reducción en el número de conductas, lo cual según Lewinsohn son los fenómenos primarios de la depresión. Otros síntomas de la depresión, tales como la baja autoestima y la desesperanza, son la consecuencia lógica de la reducción en el nivel de actividad. Por tanto, la pérdida o falta de refuerzos positivos contingente a la conducta constituiría para Lewinsohn la causa suficiente de la depresión que, a su vez, puede ser el resultado de factores aislados o mixtos como: 1) un ambiente que no proporciona el reforzamiento suficiente; 2) falta de habilidades sociales para obtener reforzamiento de un ambiente dado, 3) incapacidad de disfrutar de los reforzadores disponibles debido a que el sujeto presenta altos niveles de ansiedad social que al interferir con la puesta en marcha de sus habilidades sociales, le impiden acceder a los refuerzos sociales. Finalmente, menciona ciertos factores que mantienen la depresión a corto y a largo plazo. A corto plazo, la conducta depresiva se mantendría al provocar refuerzo social positivo por parte de las personas de su entorno en forma de simpatía, atención, apoyo y afecto. Pero a largo plazo, la conducta depresiva llega a ser aversiva para esas otras personas, las cuales empiezan a evitar al individuo y se establecería un espiral

patológico

que

exacerbar

o

mantiene

en

el

tiempo

la

sintomatología depresiva. La Teoría De La Indefensión Aprendida Martin Seligman (1983), partiendo de ortodoxos principios del condicionamiento clásico e instrumental estudió los efectos que, en animales, producían series de choques eléctricos inescapables. Ante este tipo de situaciones incontrolables se describió que los animales llegaban a desarrollar un patrón de conductas y de cambios neuroquímicos

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semejantes al de los deprimidos, fenómeno al que se le dio el nombre de desamparo o indefensión aprendida. Sin embargo, Seligman ofrece una explicación de tipo cognitivo, pues propone que esta conducta se desarrolla sólo cuando el animal no tiene esperanza de poder controlar nunca la situación aversiva en la que se encuentra. Este a su vez aplicó el modelo experimental – animal al estudio de la conducta humana y postuló que la pérdida percibida de control del ambiente o expectativa de incontrolabilidad (es decir, el aprendizaje por parte del sujeto de que existe una independencia entre sus respuestas y las consecuencias ambientales) es causa suficiente de la aparición de una reacción depresiva en humanos, y que tal expectativa es fruto de cualquiera de los siguientes dos factores: 1)una historia de fracasos en el manejo de situaciones y 2) una historia de reforzamientos sobre una base no contingente que no haya permitido que el sujeto aprenda las complejas aptitudes necesarias para controlar el ambiente. Teoría De La Desesperanza Lynn Abramson, Gerald Metalsky y Lauren Alloy (1989), postulan una nueva categoría de depresión: la depresión por desesperanza. La teoría claramente se explicita como un modelo diátesis – estrés y especifica una cadena de causa distantes y próximas que incrementan la probabilidad de depresión y que culmina en la desesperanza. La cadena causal comienza con la ocurrencia de sucesos vitales negativos; no obstante, este factor se sitúa muy alejado en la cadena causal conducente a la depresión. A diferencia de la teoría de la indefensión aprendida, no se habla de “sucesos incontrolables”, sino de “sucesos vitales negativos”. Este pequeño matiz es importante puesto que el modelo se vincula así a los estudios epidemiológicos que ponen de manifiesto que la presencia de sucesos estresantes negativos está asociada con la aparición de reacciones depresivas. Las clases de atribuciones que la gente hace acerca de esos sucesos y el grado de importancia que les confiere contribuyen al desarrollo de la desesperanza y de los síntomas de la depresión por desesperanza.

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Brevemente, cuando los sucesos vitales negativos se atribuyen a factores estables y globales y se ven como importantes, la probabilidad de desarrollo de los síntomas depresivos es mayor. Este tipo de depresión aparecía en aquellos individuos que experimentan desesperanza cuando les ocurre un suceso vital negativo, desesperanza a la que es más probable que lleguen las personas con un estilo atribucional global, estable e interno para los suceso negativos. Es decir que es la expectativa negativa acerca de la ocurrencia de un suceso valorado como muy importante, unida a sentimientos de indefensión sobré la posibilidad de cambiar la probabilidad de ocurrencia de ese suceso. Teoría Cognitiva De Beck La triada cognitiva de Beck & Belloch (1988), es una visión negativa del yo, del mundo y del futuro. Esta teoría plantea una amplificación de los sentimientos de tristeza y abatimiento, en su frecuencia o en su intensidad, de forma que interfieren con la capacidad adaptativa del individuo que lo sufre. Este procesamiento cognitivo distorsionado o sesgado que aparece en la depresión conduce, según Beck, al resto de los síntomas afectivos, conductuales, motivacionales y fisiológicos que caracterizan al trastorno. Sin embargo este tipo de procesamiento, al igual que los demás síntomas pueden ser el producto de muchos factores y, así, en la etiología de la depresión pueden estar implicados factores genéticos, evolutivos, hormonales, fisiológicos y psicológicos. No obstante, cualquiera que sea la etiología este tipo de procesamiento distorsionado o sesgado es una parte intrínseca del síndrome depresivo y funciona como factor de mantenimiento de la depresión (Beck, 1983). Esta teoría afirma que en muchos casos de depresión no endógena la etiología tendría que ver con la interacción de tres factores: (a) la presencia de actitudes o creencias disfuncionales sobre el significado de ciertas clases de experiencias, actitudes que impregnan y condicionan la construcción de la realidad (b) una alta valoración subjetiva de la

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importancia de esas experiencias que resulta de la estructura de la personalidad y (c) la ocurrencia de un estresor específico a los anteriores factores, es decir, un suceso considerado importante que incide directamente sobre las actitudes disfuncionales del individuo. Beck usa los esquemas para explicar como las actitudes o creencias disfuncionales

están

representadas

mentalmente

y

afectan

al

procesamiento de la información. Según dice Beck, “los esquemas son estructuras funcionales de representaciones relativamente duraderas del conocimiento y la experiencia anterior” (Beck y Clark, 1988, p. 382). Estas estructuras cognitivas dirigen la percepción, codificación, organización, almacenamiento y recuperación de la información del entorno. Los estímulos consistentes con los esquemas se elaboran y codifican, mientras que la información inconsistente se ignora y olvida. En el caso de los esquemas disfuncionales, el resultado de este proceso simplificador es un procesamiento desadaptativamente distorsionado de la información y un ulterior interpretación desadaptativamente sesgada de la realidad. Los esquemas responsables del procesamiento sesgado de la información en los individuos depresivos, los esquemas disfuncionales depresógenos, se diferencian de los esquemas de los sujetos normales tanto en su estructura como en el contenido de la información que almacenan. En cuanto al contenido, los esquemas disfuncionales contienen reglas, creencias y actitudes estables del individuo acerca de sí mismo y del mundo, que son de carácter disfuncional y poco realistas porque establecen contingencias tan inflexibles e inapropiadas para determinar la propia autovalía que es muy fácil que los acontecimientos normales de la vida diaria obstaculicen los intentos del individuo por cumplir tales contingencias. Estas actitudes y creencias están conectadas con recuerdos relevantes a su desarrollo y formación, recuerdos que tienen que ver con experiencias tempranas de la infancia. En cuanto a la estructura, los esquemas disfuncionales en la depresión tienden a ser

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más rígidos, impermeables y concretos que los esquemas adaptativos y flexibles de los individuos considerados como “normales”. La activación de los esquemas depresógenos sería, responsable del procesamiento distorsionado de la información que aparece en los trastornos depresivos. Para que tal activación tenga lugar es necesaria la aparición de un suceso estresante similar a aquellos sucesos que proporcionaron la base para la formación durante el proceso de socialización de los esquemas, es decir, para la formación de las reglas y actitudes almacenadas en ellos (Beck, 1983). La teoría de Beck hipotétiza pues, que los esquemas depresógenos son el factor de vulnerabilidad cognitivo para la depresión. Antes de su activación por experiencias específicas, la teoría propone que tales esquemas permanecen latente, de modo que no influyen de manera directa en el estado de ánimo del sujeto o en sus procesos cognitivos, ni tampoco necesariamente se encuentran fácilmente accesibles a la conciencia. Por otro lado sugiere que el tipo de estresor que pueda activar un esquema depresógeno también viene determinado por diferencias individuales en la estructura de personalidad. En la teoría cognitiva, los rasgos de personalidad se entienden como esquemas cognitivos de un orden jerárquico superior a los otros esquemas. La teoría cognitiva propone

dos

dimensiones

de

personalidad

como

factores

de

vulnerabilidad a la depresión, sociotropía y autonomía. Los esquemas sociotrópicos

incluyen

actitudes

y

creencias

que

implican

una

consideración muy elevada de las relaciones interpersonales y una alta dependencia social a la hora de juzgar la propia valía. Los esquemas autónomos incluyen actitudes que priman la independencia, la libertad de acción, la vida privada y la autodeterminación. En consecuencia, habría sucesos estresantes específicos para cada tipo de esquemas (Beck, 1983).

Investigaciones De Depresión y Pareja

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Cuando dos individuos se casan, pasan a integrar una nueva unidad social, un "sistema marital"; este sistema no es la simple suma de dos personalidades o dos individuos, con sus respectivas necesidades y esperanzas, sino una entidad nueva y cualitativamente distinta. Sea como fuere la historia individual de los cónyuges y el tipo de relación que hayan llevado durante el noviazgo, se empiezan a establecer nuevas pautas de relación, así el nuevo sistema diádico pasa a ser una "tercera persona autónoma" cuyos propósitos pueden complementar o contrariar los objetivos maritales de uno u otro cónyuge. Además, existe la posibilidad de que sus efectos sobre cualquiera de ellos afecten profundamente su funcionamiento dentro de otros sistemas. Prácticamente nadie pareciera contradecir que, en las sociedades modernas, la mayoría de la gente casada expresa que la calidad de su matrimonio tiene un fuerte efecto en su felicidad y satisfacción en la vida. Esto ha provocado que se hayan realizado diversos estudios con la finalidad de comprender y analizar este aspecto de la vida marital. Uno de los últimos planteamientos psicológicos sobre los trastornos depresivos ha sido el enfoque interpersonal. Este enfatiza la importancia de los factores interpersonales tanto sociales como familiares en la etiología, mantenimiento y tratamiento de la depresión (Cano, 2005). Quizá la más clara conceptualización interpersonal de la depresión sea la presentada por James Coyne (1976). Este autor sugiere que la depresión es una respuesta a la ruptura de las relaciones interpersonales de las cuales los individuos solían tener apoyo social, y que la respuesta de las personas significativas de su entorno sirve para mantener o exacerbar los síntomas depresivos. Técnicamente no es lo mismo estar deprimido que tener una depresión. Dos expresiones que a simple vista equivalentes, no lo son para los especialistas en salud mental. Se sabe que el 20% de las personas que acuden al médico de familia lo hacen por sentirse tristes, desanimadas, con ganas de llorar, con pocas fuerzas para afrontar los retos del nuevo día, aquejadas de dolores de incomprensible origen o sentimientos de

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impotencia e inutilidad; pero también se tiene la experiencia de que, en unas horas o pocos días o incluso ante la aparición de una buena o agradable noticia, el estado de ánimo cambia (Cano, 2005). Ante un episodio depresivo mayor (EDM) le fallan las fuerzas, se siente triste, apagado, fatigado, conmovido por cualquier evento desgraciado del mundo, con ganas de llorar y sin querer ver a nadie. Siente insuficiencia y desesperanza, quiere estar solo, acostado, sin perturbaciones ni estímulos sensoriales, sin apetito y con el sueño roto. Además, no puede desempeñar con normalidad su trabajo habitual y se ven afectadas las relaciones sociales, conyugales y familiares (Cano, 2005). En estas circunstancias se encuentran actualmente entre 150 y 250 millones de personas en todo el mundo. Es el trastorno mental más frecuente en el mundo, y la Organización Mundial de la Salud la considera como la principal causa de discapacidad. Influencia En El Cónyuge Un grupo de investigadores del departamento de Psiquiatría y Psicología Médica de la Clínica Universitaria de Pamplona ha estudiado la disminución en la capacidad de adaptación y satisfacción matrimonial provocada por trastornos depresivos mayores. Para ello, han analizado la relación conyugal de 71 matrimonios a lo largo de seis meses. De estos matrimonios, uno de los cónyuges acababa de ser diagnosticado por primera vez de un Trastorno Depresivo Mayor por un especialista en Psiquiatría. Las parejas fueron comparadas con otros matrimonios de similares características sociodemográficas pero sin ningún cónyuge enfermo. Los matrimonios estudiados tenían una edad media de 44 años, llevaban casados de media 17 años y tenían un promedio de uno o dos hijos (Cano, 2005). Según las conclusiones del estudio, el paciente deprimido se siente menos satisfecho de su relación conyugal al inicio del cuadro clínico. El trastorno afecta al estado de ánimo de dos tercios de los cónyuges sanos.

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Si se comparaban los matrimonios con un cónyuge deprimido con los matrimonios sanos, de nuevo se observaba que el grado de adaptación y satisfacción conyugal era peor en los matrimonios con un cónyuge enfermo tanto al inicio del episodio como a los seis meses. Pero si se analizaba la relación entre el funcionamiento conyugal y la posibilidad de curación del trastorno depresivo se veía que cuanto más satisfecho se encontraba el matrimonio con un cónyuge enfermo o menos cambios deseaba hacer en su relación matrimonial al inicio del cuadro, más probabilidades había de superar el trastorno depresivo (Cano, 2005). Por otro parte en una investigación realizada en la ciudad de México en 2001, en la que se pretendía encontrar la relación entre el estrés, la crianza y el ajuste marital en 180 parejas se obtuvieron los siguientes resultados. Que a mayor número de hijos se da un decremento del nivel de satisfacción marital. Con relación a la edad se pudo observar que a mayor edad las personas tienden a percibirse mas satisfechas debido a que la pareja va adaptándose a su nuevo rol y las expectativas del matrimonio van cambiando de tal forma que se sienten más satisfechos con la relación presente que con la que esperaban al inicio del matrimonio (Félix, 2001). . Con respecto al género claramente se observa que los hombres presentan puntajes más altos con lo que se perciben mas satisfechos que las mujeres. Esto se debe a los rasgos de feminidad y masculinidad producto de la cultura y que tiene que ver con los roles que desempeñan como parte de las funciones de su propio sexo y con lo que están dispuestos a dar y quieren decidir dentro de una relación. Mientras que para las mujeres es necesario cada vez más la participación activa de su pareja en aspectos tales como la crianza de los hijos y la equidad en las tareas del hogar, toda vez que consideran que también contribuyen con la economía familiar y se ven realizando la mayora de los casos una doble jornada de trabajo.

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En esta investigación tanto hombres como mujeres encuentran muy satisfactoria la forma y frecuencia en que ambos se interesan el uno en el otro, en la protección que se brindan, en las demostraciones de compresión y apoyo, la sensibilidad con que cada quien responde a las emociones del otro en el grado de interés que manifiestan los dos en los problemas y la apariencia hacia su pareja, así como en la educación, atención y trato que ambos proporcionan a los hijos, lo cual implica que dentro de una pareja es muy importante que en forma conjunta cumplan con lo que implica el rol de padres, para que ellos perciban su relación como adecuada (Félix, 2001). De igual forma la presencia de los hijos altera tanto a la forma como a la frecuencia en que ambos conyugues se expresan amor y se proporcionan besos, caricias, abrazos e interés en tener relaciones sexuales, esto obedece a que la llegada de los hijos implica un reacomodo en la dinámica existente, así como en el espacio físico y emociona de la pareja lo cual limita las oportunidades y la calidad de la intimidad en la relación diádica. Por otra parte las madres con mayor número de hijos presentan puntajes de estrés más altos que las madres con menos hijos, a su vez hay una fuerte relación entre el nivel de estrés y el apoyo que perciben de su pareja para la crianza de sus hijos. Por tanto cuando las mujeres se perciben satisfechas con su relación de pareja experimentan altos niveles de estrés con relación a su labor como criadoras de sus hijos ya que perciben su actividad de madres como muy demandantes, es importante destacar que el apoyo que la madre percibe del padre parece ser un factor fundamental relacionado con el estrés de la madre, en particular con aspectos relacionados con la salud y la conducta social, esos aspectos tienen que ver con la capacidad de respuesta de la madre ante las demandas del niño (Félix, 2001).

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Lo anterior impulsa al psicólogo en formación a introducirse en las problemáticas que azotan la sociedad por medio de un estudio teórico, practico y metodológico basado en la descripción de la pareja en el ajuste marital y la depresión, para poder establecer una relación entre las variables ya expuestas y que permitan avanzar al investigador en su largo camino como profesional; encontrando los núcleos centrales y periféricos del conflicto, para llegar a la prevención y control de éstos, objetivos de la disciplina. El estudio de la satisfacción marital es importante para el entendimiento de las relaciones humanas, siendo necesario concebir la relación como una serie de pasos entrelazados, que se dan a través del tiempo y la relación que determina y define el nivel de satisfacción que perciben los sujetos involucrados. Los problemas en la relación de pareja constituyen una fuente de infelicidad, depresión y ansiedad en las personas

(Cano; 2005; Félix,

2001 y García, 2002). Por ende dentro de las investigaciones que se han realizado en cuanto a la satisfacción marital, se han encontrado diferentes factores que influyen de manera significativa. Por ejemplo, El número de casos de Depresión en Colombia: moderada 38,9% relaciones sociales y hogar 37,7% (Estudio Salud Mental, 2003) Ya que existen diferencias entre las parejas acerca de sus expectativas, ejecución de roles, comunicación, estilo de vida y valores, así como diferencias de género, edad, año de casados, número de hijos y la escolaridad. Con la realización de este proyecto se pretende difundir información relevante para grupos interdisciplinarios que trabajan en el mejoramiento de la calidad de vida de los individuos. Será entonces, tarea de nuevas investigaciones evaluar otros aspectos que influyen en los problemas del ajuste marital y la depresión; y de la integridad de la pareja, física, social y psicológica que no permiten mejorar la calidad de vida conyugal.

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Con base en lo anterior se plantea el siguiente problema: ¿Cuál es la relación entre el ajuste marital y la depresión en hombres y mujeres que llevan 5 años de convivencia como mínimo?

Objetivo General Identificar la relación existente entre las áreas del ajuste marital y la depresión en hombres y mujeres que llevan 5 años de convivencia Objetivo Específicos 1. Identificar la relación entre el área del ajuste marital: consenso y la depresión. 2. Identificar la relación entre el área del ajuste marital: expresión de afecto y la depresión. 3. Identificar la relación entre el área del ajuste marital: satisfacción y la depresión. 4. Identificar la relación entre el área del ajuste marital: cohesión y la depresión. Objetivos Adicionales 1. Identificar si existe relación entre la edad, el género, el nivel escolar y el ajuste marital en hombres y mujeres que llevan 5 años de convivencia. 2. Determinar si existe relación entre el tiempo de unión y la depresión. Definición de variables Variable predictora: Ajuste marital entendida como el equilibrio que se presenta en las áreas de: Satisfacción, expresión de afecto, cohesión y consenso en asuntos de importancia para el funcionamiento de la pareja. (Spainner, 1976) Se midió (1976)

por medio de la escala de Ajuste Marital de Spainner

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Variable criterio: Depresión definida como un trastorno del estado de ánimo manifiesto porque la persona presenta puntos de vista negativos acerca de sí mismo, el ambiente y el futuro; sentimientos de culpa, pensamientos de muerte; cambios en el apetito, el sueño y las funciones psicomotrices y disminución en la concentración; pérdida de interés y energía (Beck, 1983; y Sarason Sarason, 1998). Se midió por medio de la escala de depresión de Beck (1978).

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Método

Tipo de investigación La presente investigación es de corte empírico analítico; con un diseño descriptivo con un método correlacional, ya que se quiere investigar si las variables están asociadas entre sí, en este caso la variable predictora Ajuste Marital y la variable criterio Depresión (Greene y Oliveira, 1984). Participantes De acuerdo a los criterios de inclusión los participantes fueron 130 personas de la ciudad de Bogotá D.C. Que llevan más de 5 años de unión, mayores de 25 años, tienen más de un hijo, con grado educativo básica primaria y, que obtuvieran un puntaje de 17 o más en la escala de Depresión de BECK. De acuerdo con esto la muestra definitiva fue de 44 personas (16 hombres y 28 mujeres). El análisis descriptivo de las variables sociodemográficas, muestra que en estas 44 personas el tiempo de unión mínimo en los hombres es de 8 años y el máximo es de 40, y en la población femenina es de 5 el mínimo 50 años el máximo. El número de hijos el mínimo es de 2 y el máximo es 5 tanto en los hombres como en las mujeres, la edad mínima es de 35 y la máxima 65 en los hombres y en las mujeres es de 25 el mínimo y 60 el máximo por último, la escolaridad que se presenta es primaria, bachillerato y profesional en los hombres y en las mujeres bachillerato y profesional. (Ver Tabla 1) Instrumentos Para la medición de la variable predictora (ajuste marital) se utilizó el a) marital adjustment scale (escala de ajuste marital). Esta escala fue elaborada por Gram. B. Spainer, (1976) y fue traducida y adaptada a la población de Bogotá por el psicólogo clínico Luis Eduardo Peña. El desarrollo de esta prueba data de desde 1974 cuando Spainer & Cols decidieron entrar a desarrollar una prueba que fuera más confiable que las que hasta ese momento se tenían. Recopilaron todos los ítems de las escalas

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existentes dando un total de 300 ítems aproximadamente; posteriormente los ítems que estuvieran repetidos fueron eliminados. Más adelante, la lista fue evaluada por tres jueces, los cuales examinaron la validez de contenido de los ítems y eliminaron los que no cumplen con ésta. El cuestionario resultante fue aplicado a 218 parejas de Pensylvannia, se evaluaron estos resultados y posteriormente se seleccionó una muestra más pequeña de parejas no casadas, pero que cohabitaban lo que demostró que la prueba es válida tanto para parejas casadas, como para uniones libres. Después de diversos análisis se llegó a los 32 ítems que la conforman actualmente. El rango de calificación está entre 0 - 151 puntos. Se considera un punto de corte de 100, en donde una calificación igual o superior a 100 implica un buen ajuste marital y una calificación inferior a los 100, mal ajuste; un puntaje menor de 75 puntos significa que la pareja está severamente desajustada. Esta prueba tiene ventajas como son: el tiempo y la forma de aplicación. Es una prueba que puede completarse en pocos minutos y puede ser autoadministrada e incorporada en estudios de entrevista. Esta escala se compone de cuatro subescalas que son: (Spainer, 1976) •

Consenso: ítems 1,2,,3,5,7-15



Expresión de afecto: ítems 4,6,29,30



Satisfacción: 16, 23, 31, 32



Cohesión: 24-28.

b) Escala de depresión de Beck: esta escala fue elaborada por Aarón Y Beck (1978). Consta de 21 ítems que se califican de 0 a 3. El instrumento fiable para medir los estados de animo, a través de este se detecta la presencia de la depresión y que se mide exactamente la gravedad. Una puntuación de 17 o más indica que la persona necesita ayuda profesional, la guía de interpretación del inventario de depresión de Beck es la siguiente:

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Puntaje total

Nivel de depresión

1-10

Normal

11-16

Leve perturbación del estado de ánimo.

17-20 21-30

Estados de depresión intermitentes. Depresión moderada

31-40

Depresión grave

más de 40

Depresión extrema.

Procedimiento La presente investigación se ejecutará en las siguientes fases: FASE 1: Contacto institucional: Se contactaron los rectores de 5 instituciones educativas a través de una carta de presentación de la Facultad de Psicología de la Universidad de San Buenaventura en la que se estipulaban los objetivos de la investigación, el procedimiento a seguir y se ofrecía la realización de un taller de entrenamiento en comunicación familiar para los padres.

Dos de las

instituciones aprobaron la realización de la investigación con los padres de familia de los estudiantes matriculados en el colegio. FASE 2: Selección de la muestra y aplicación de los instrumentos: Para seleccionar los participantes en cada una de las instituciones, se realizó una convocatoria escrita en la que se invitaba a los padres de cada una de las instituciones educativas que aceptaron participar a el taller de entrenamiento en comunicación. El día de la realización del mismo, al finalizar el taller se les explicó a los padres el objetivo de la investigación, y se les invitó a participar en la misma. A los participantes que aceptaron participar voluntariamente se le pidió que diligenciarán el consentimiento informado y los dos instrumentos que se decidieron aplicar: La escala de depresión de BECK y la escala de ajuste marital de SPAINER. Una vez aplicados los instrumentos se llevó a cabo su calificación con base en las especificaciones señaladas en los manuales de aplicación y calificación

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y, se seleccionaron para el análisis de datos aquellos cuyo puntaje en la escala de depresión de Beck, fuera de 17 en adelante. FASE 3: Análisis e interpretación de los resultados: Los resultados se analizaron estadísticamente utilizando el programa SPSS versión 11.5.

Se

obtuvieron los estadísticos descriptivos y se realizó una prueba de asociación de las variables de estudio para lo que se utilizó el coeficiente de correlación de SPEARMAN, debido a que la puntuación de curtosis fue asimétrica. Consideraciones Eticas: En esta investigación se tuvieron en cuenta las siguientes consideraciones éticas: •

Consentimiento informado.



No se revelaron los nombres de los participantes.



Los participantes con puntajes mayores de 21 en el inventario de BECK se orientaron para la búsqueda de ayuda terapéutica.

59

RESULTADOS El análisis de los resultados implicó tres momentos: a) Análisis descriptivo de las variables sociodemográficas de este grupo poblacional el cual se presenta en el apartado correspondiente a participantes. (Tabla 1). b) Análisis de la asociación entre las variables de estudio: ajuste marital y depresión. c) Análisis de la asociación entre las áreas de ajuste marital: Cohesión, satisfacción, expresión de afecto y consenso; con la variable depresión d) Análisis de la asociación entre variables sociodemográficas (edad, género, nivel escolar y tiempo de unión) y la variable de estudio ajuste marital. A continuación se presentan los resultados de los análisis realizados: Análisis descriptivo de las variables sociodemográficas del grupo poblacional. Tabla 1 Datos descriptivos de los participantes HOMBRES datos sociodemográficos tiempo de unión

Número Edad de hijos Cronológica

MUJERES

Escolaridad

Tiempo unión

Número de hijos

Edad Cronológica

Escolaridad

Mínimo

8

2

35

Primaria completa

5

2

25

Bachillerato

Máximo

40

5

65

Profesional

40

5

60

Profesionales

Análisis de la asociación entre las variables de estudio: Ajuste marital y depresión Para llevar a cabo este análisis se realizó inicialmente el análisis de frecuencia y porcentajes de presentación de la variable depresión en esta muestra poblacional. Tabla 2 Frecuencia de presentación de la variable depresión en la muestra poblacional.

60

NIVEL DE DEPRESIÓN

HOMBRES

MUJERES

TOTAL

frecuencia porcentaje frecuencia porcentaje NORMAL LEVE INTERMITENTE MODERADO GRAVE

Total total con grado de depresión

46 3 12 4 0 65

70,80% 4,60% 18,50% 6,20% 0%

29 8 21 6 1 65

44,60% 12,30% 32,30% 9,20% 1,50%

33 10 1

16

24%

28

63.6%

44 (67%)

La tabla 2 muestra que la población total es de 130, sin embargo solo se toman en cuenta los participantes con niveles de depresión intermitente, moderado y grave los cuales están representados en 44 sujetos, muestra trabajada para todas las variables motivo de este estudio. La característica relevante entre los niveles de depresión versus sexo es la participación femenina del orden de 63.63% (n = 28), revelando que en hombres no se alcanzan niveles graves de depresión pero las mujeres presentan una importante participación en cada uno de los niveles, siendo mas frecuente el nivel intermitente, cuya proporción es 32.30% (n = 21). Es de destacar que sólo un participante de toda la muestra, de sexo femenino presenta depresión grave. Posteriormente se realizó el análisis de frecuencias de la variable ajuste marital la cual se presenta en la tabla 2. Como se observa en esta tabla, el nivel del ajuste marital se determina por medio de una escala gradual cuyos niveles son: ajuste, desajuste y desajuste severo. Al hacer el análisis del comportamiento del nivel de ajuste marital respecto al sexo, se encontró que el

53.50% (n=15) mujeres presentan

desajuste marital; el único nivel masculino que se encuentra mas elevado con respecto a las mujeres es el primero o ajuste con un 25.05% (n=7). Lo que nos muestra que los hombres presentan mejor ajuste marital que las mujeres de este grupo poblacional.

61

Tabla 3 Frecuencia de presentación de la variable ajuste marital en la muestra poblacional. NIVEL DE AJSUTE MARITAL AJUSTE DESAJUSTE DESAJUSTE SEVERO TOTAL

HOMBRES

MUJERES

frecuencia porcentaje frecuencia porcentaje 7 25,00% 5 17,80% 6 21,40% 15 53,50% 3 10,70% 8 28,50% 16

100,00%

28

100,00%

Una vez obtenidos los resultados de los descriptivos de las variables ajuste marital y la depresión, se procedió a elaborar el análisis de asociación entre las variables de estudio: ajuste marital y

depresión, para lo cual se utilizó el

coeficiente correlacional de Spearman una vez obtenido el análisis de asimetría y curtosis. TABLA 4 Análisis de asimetría y curtosis de las variables ajuste marital y depresión. Depresión ajuste

ASIMETRÍA

CURTOSIS

Ajuste

-1,5

4,6

HOMBRES

Depresión

1,3

1,0

MUJERES

Ajuste

-0,2

1,6

Depresión

2,5

8,6

La tabla 4 muestra que el grado de sesgo es asimétrico y la curtosis es platicúrtica por lo que se puede utilizar un coeficiente de asociación de Spearman. Al realizar el análisis de asociación se encuentra una asociación muy baja entre las variables depresión y ajuste marital como se aprecia en la tabla 4.1.

62

TABLA 4.1 Correlación entre las variables ajuste marital y depresión. Depresión

Ajuste

Rh de Spearman

DEPRESIÓN

AJUSTE

coeficiente correlación

0,1

1,0

hombres

significación(bilateral)

0,6

0,0

mujeres

coeficiente correlación

-0,2

1,0

significación(bilateral)

0,2

0,0

A continuación se realizó el análisis de

asociación entre las áreas de

ajuste marital: Cohesión, satisfacción, expresión de afecto y consenso; con la variable depresión. Análisis de la asociación entre las áreas del Ajuste marital y la variable depresión. TABLA 5 Análisis de asimetría y curtosis del área del ajuste marital: consenso y la variable depresión. consenso depresión HOMBRES MUJERES

consenso depresión consenso depresión

ASIMETRÍA CURTOSIS -1,0 0,6 1,3 1 -0,4 -0,9 2,5 8,6

La tabla 5 muestra que el grado de sesgo es simétrico y la curtosis es mesocúrtica por lo que se puede utilizar un coeficiente de Pearson para analizar la asociación entre estas variables. TABLA 5.1 Correlación entre el área del ajuste marital: consenso y la variable depresión. depresión

consenso

PEARSON

consenso

depresión

correlación de pearson

-0,2

1,0

hombres

sig (bilateral)

0,4

0,0

mujeres

correlación de pearson

-0,0

1,0

sig (bilateral)

0,6

0,0

63

En esta tabla se puede observar que el coeficiente de correlación fue de -0.2 para hombres y de -0.0 en las mujeres, lo que indica que una correlación muy baja entre estas variables en los hombres y una

correlación nula en las

mujeres. Para realizar el análisis de asociación entre el área de ajuste marital: expresión de afecto y depresión también se hizo el análisis de asimetría y curtosis. TABLA 6 Análisis de asimetría y curtosis del área del ajuste marital: expresión de afecto y la variable depresión. afecto

Depresión

ASIMETRÍA afecto

CURTOSIS

-0,6

-1,1

1,3

1,0

HOMBRES

depresión

MUJER

afecto

-0,5

2,5

depresión

-0,4

8,6

La tabla 6 muestra que el grado de sesgo es asimétrico y la curtosis es leptocúrtica en las mujeres y platicúrtica en los hombres, por lo que se puede utilizar un coeficiente de Spearman para analizar la asociación entre estas variables. TABLA 6.1Correlación entre el área del ajuste marital: expresión de afecto y la variable depresión afecto depresión HOMBRE MUJER

Rh de Spearman coeficiente de correlación Sig. (bilateral) coeficiente de correlación Sig. (bilateral)

AFECTO -0,0 0,8 -0,1 0,3

DEPRESIÓN 1,0 0,0 1,0 0,0

En esta tabla se puede observar que el coeficiente de correlación fue de 0.0 para hombres y de -0.1 en las mujeres,

lo que indica que hay una

correlación nula entre estas variables; en los hombres y una correlación baja en las mujeres.

64

TABLA 7 Análisis de asimetría y curtosis del área del ajuste marital: satisfacción y la variable depresión. satisfacción depresión

HOMBRE MUJER

ASIMETRÍA CURTOSIS satisfacción depresión satisfacción depresión

-0,1 1,3 -0.0 2,5

-0,0 1,0 0,7 8,6

La tabla 7 muestra que el grado de sesgo es simétrico y la curtosis es mesocúrtica en las mujeres y en los hombres, por lo que se puede utilizar un coeficiente de Pearson para analizar la asociación entre estas variables. TABLA 7.1Correlación entre el área del ajuste marital: satisfacción y la variable depresión satisfacción depresión

HOMBRE MUJER

PEARSON coeficiente de correlación Sig. (bilateral) coeficiente de correlación Sig. (bilateral)

SATISFACCIÓN DEPRESIÓN 0,0 0,8

1,0 0,0

-0,1 0,3

1,0 0,0

En esta tabla se puede observar que el coeficiente de correlación fue de 0.0 para hombres y de -0.1 en las mujeres, lo que indica que hay una correlación nula entre estas variables; en los hombres y una

correlación baja en las

mujeres. TABLA 8 Análisis de asimetría y curtosis del área del ajuste marital: satisfacción y la variable depresión. cohesión ASIMETRÍA

CURTOSIS

cohesión

0,7

0,3

HOMBRE

depresión

1,3

1,0

MUJER

cohesión

0,7

-0,1

depresión

2,5

8,6

depresión

65

La tabla 8 muestra que el grado de sesgo es simétrico y la curtosis es mesocúrtica en las mujeres y en los hombres, por lo que se puede utilizar un coeficiente de Pearson para analizar la asociación entre estas variables. TABLA 8.1 Correlación entre el área del ajuste marital: satisfacción y la variable depresión cohesión depresión

PEARSON

COHESIÓN DEPRESIÓN

coeficiente de correlación

-0,3

1,0

HOMBRE

Sig. (bilateral)

0,2

0,0

MUJER

coeficiente de correlación

0,1

1,0

Sig. (bilateral)

0,3

0,0

En esta tabla se puede observar que el coeficiente de correlación fue de 0.3 para hombres y de 0.1 en las mujeres,

lo que indica que hay una

correlación baja entre estas variables. Análisis de la asociación entre las variables sociodemográficas y la depresión. TABLA 9 Análisis de asimetría y curtosis del la subescala tiempo de unión y la variable ajuste marital. Tiempo de unión

Ajuste marital

ASIMETRÍA CURTOSIS tiempo de unión

HOMBRE MUJER

0.6

-0.9

ajuste marital tiempo de unión

-1,5

4,6

0,2

-1.0

ajuste marital

m0,2

1,6

La tabla 9 muestra que el grado de sesgo es simétrico y la curtosis es mesocúrtica en las mujeres y en los hombres, por lo que se puede utilizar un coeficiente de Pearson para analizar la asociación entre estas variables.

66

TABLA 9.1 Correlación entre el la subescala tiempo de unión y la variable ajuste marital. Tiempo de unión Ajuste marital

HOMBRE

MUJER

PEARSON coeficiente correlación sig (bilateral) coeficiente correlación sig (bilateral)

tiempo de unión

ajuste marital

-0,2 0,4

1,0 0,0

-0,0 0,6

1,0 0,0

En esta tabla se puede observar que el coeficiente de correlación fue de 0.2 para hombres y de -0,0 en las mujeres,

lo que indica que hay una

correlación baja entre estas variables; en los hombres y una correlación nula en las mujeres.

TABLA 10 Análisis de asimetría y curtosis del la subescala número de hijos y la variable ajuste marital.

Numero de hijos Ajuste marital HOMBRE MUJER

numero de hijos ajuste marital numero de hijos ajuste marital

ASIMETRÍA

CURTOSIS

1,2 -1,5 1,7 -0,2

-0,0 4,6 2,0 1,6

La tabla 10 muestra que el grado de sesgo es simétrico y la curtosis es mesocúrtica en las mujeres y en los hombres, por lo que se puede utilizar un coeficiente de Pearson para analizar la asociación entre estas variables. TABLA 10.1 Correlación entre el la subescala número de hijos y la variable ajuste marital.

67

Numero de hijos Ajuste marital

Pearson coeficiente de correlación sig (bilateral) Rh de Spearman coeficiente de correlación sig (bilateral)

HOMBRE

mujer

numero de hijos

ajuste marital

0,0 0,8

1,0 0,0

-0,2 0,2

1,0 0,0

En esta tabla se puede observar que el coeficiente de correlación fue de 0.0 para hombres y de -0,2 en las mujeres, lo que indica que hay una correlación nula entre estas variables; en los hombres y una

correlación baja en las

mujeres. TABLA 11 Análisis de asimetría y curtosis del la subescala edad y la variable ajuste marital. edad Ajuste marital

asimetría

Curtosis

HOMBRE

edad ajuste marital

0,5 -1,5

0,0 4,6

MUJER

edad ajuste marital

0,4 -0,2

-0,9 1,6

La tabla 11 muestra que el grado de sesgo es simétrico y la curtosis es mesocúrtica en las mujeres y en los hombres, por lo que se puede utilizar un coeficiente de Pearson para analizar la asociación entre estas variables. TABLA 11.1 Correlación entre el la subescala edad y la variable ajuste marital. edad PEARSON

edad

ajuste marital

HOMBRE

coeficiente de correlación sig(bilateral)

-0,0 0,8

1,0 0,0,

MUJER

coeficiente de correlación sig (bilateral)

-0,1 0,5

1,0 0,0

Ajuste marital

68

En esta tabla se puede observar que el coeficiente de correlación fue de 0.0 para hombres y de -0,1 en las mujeres,

lo que indica que hay una

correlación nula entre estas variables; en los hombres y una correlación baja en las mujeres. TABLA 12 Análisis de asimetría y curtosis del la subescala escolaridad y la variable ajuste marital.

Escolaridad

ajuste marital

asimetría

curtosis

HOMBRE

escolaridad ajuste marital

-1,7 -1,5

1,6 4,6

MUJER

escolaridad ajuste marital

-1,0 -0,2

-1.0 1,6

La tabla 12 muestra que el grado de sesgo es simétrico y la curtosis es mesocúrtica en las mujeres y en los hombres, por lo que se puede utilizar un coeficiente de Pearson para analizar la asociación entre estas variables. TABLA 12.1 Correlación entre el la subescala escolaridad y la variable ajuste marital. escolaridad

Ajuste marital

HOMBRE MUJERES

PEARSON coeficiente de correlación sig(bilateral) coeficiente de correlación sig(bilateral)

escolaridad

ajuste

-0,0 0,9

1,0 0,0

-0,0 0,9

1,0 0,0

En esta tabla se puede observar que el coeficiente de correlación fue de -0.0 para hombres y de -0,0 en las mujeres, lo que indica que hay una correlación nula entre estas variables.

69

Análisis de la asociación entre la variable sociodemográfica tiempo de unión y la depresión. TABLA 13 Análisis de asimetría y curtosis de la subescala tiempo de unión y la variable depresión. Tiempo de unión depresión

asimetría

curtosis

HOMBRE

Tiempo de unión Depresión

0,6 1,3

-0,9 1,0

MUJER

Tiempo de unión Depresión

0,2 2,5

-1,0 8,6

La tabla 13 muestra que el grado de sesgo es simétrico y la curtosis es mesocúrtica en las mujeres y platicúrtica en los hombres, por lo que se puede utilizar un coeficiente de Pearson para analizar la asociación entre estas variables. TABLA 13.1 Correlación entre la subescala tiempo de unión y la depresión. Tiempo de unión

PEARSON

Tiempo de unión

depresión

HOMBRE

coeficiente de correlación Sig (bilateral)

-0,1 0,5

1,0 0,0

MUJER

coeficiente de correlación sig (bilateral)

0,0 0,7

1,0 0,0

Depresión

En esta tabla se puede observar que el coeficiente de correlación fue de -0.1 para hombres y de 0,0 en las mujeres, lo que indica que hay una correlación baja entre estas variables.

70

DISCUSION

El objetivo de la presente investigación fue identificar la relación entre el ajuste marital y la depresión. Los resultados evidencian que en esta muestra poblacional existe una correlación muy baja entre dichas variables; contrario a lo encontrado en las investigaciones de Cano (2005), en las que se muestra que hay una asociación entre la depresión y el matrimonio. El señala que en la sociedad moderna, la mayoría de la gente casada expresa que la calidad de su matrimonio tiene un fuerte efecto en su felicidad y satisfacción en la vida, por esto se han realizado diversos estudios orientados a estudiar esta relación desde un enfoque interpersonal (Cano, 2005). Los datos de esta investigación señalan que la depresión no depende del grado de ajuste marital.

De hecho las diferentes teorías explicativas de la

depresión en adultos señalan otros factores causales de este trastorno psicológico como son: factores orgánicos; ideas irracionales, procesamiento de información de la persona. Aunque estas últimas pueden estar Por otro lado, los niveles de satisfacción y ajuste marital dependen de factores tales como la valoración e interpretación que ambos miembros de una pareja

hacen de la conducta del otro, del grado de comunicación y de la

capacidad de solución de problemas interpersonales así como de la toma de decisiones. De hecho como lo señala Nelly Rojas (1998) en su estudio sobre las parejas colombianas se encontró que estas no tiene una buena comunicación y que tres de cada diez parejas colombianas no buscan momentos especiales para disfrutar de la sensualidad y la sexualidad de la pareja. Aunque estos factores pueden estar relacionados con insatisfacción en la pareja no necesariamente son disparadores de una depresión. Los resultados de este estudio pueden explicarse de acuerdo a los hallazgos de Felix (2001) es el estrés que ocurre con el número de hijos, la relación con ellos, las obligaciones relacionadas con su crianza, la educación y el futuro, en conclusión su rol como padres es lo que está relacionado con el ajuste marital y no la depresión como tal. Aspecto que valdría la pena investigar en nuestra población. En la literatura analizada que estudia las variables sociodemográficas edad, numero de hijos, género, escolaridad y tiempo de unión con el ajuste marital se

71

encuentra una evidente relación entre estas las variables, sin embargo este estudio

arrojo resultados

mencionadas.

con correlaciones muy bajas entre las variables

Esto podría explicarse porque en estos participantes las

variables sociodemográficas no son las causas de su desajuste marital. Se podría pensar que existen otras variables que están interviniendo en el desajuste marital de estas personas como por ejemplo, el tipo de expectativas, creencias y atribuciones que tienen con respecto a lo que es una relación de pareja.

A diferencia de lo planteado por Diaz living en 1996, quien define

como principal factor interviniente en la relación, la edad de la pareja porque afecta de forma directa los procesos de acercamiento y alejamiento; también a lo que confirma Campuzano y Izaurita en 1984 quienes dicen que los conflictos maritales en los primeros años de la unión están determinados por inmadurez de ambos o uno de los cónyuges por contradicciones interna que no satisfacen las expectativas. De todas formas estas personas tenían como mínimo cinco años de unión. Por otra parte Gottman (1999) afirmaba en su estudio que, los hijos son un factor importante a tener en cuenta, lo que da lugar a evaluar que representan algunos de los conflictos que tienen las parejas o por el contrario propician la solución de sus problemas. Esto puede justificarse por los estándares y suposiciones que las parejas presentan al momento de la unión ya que en cierto grado se hacen una creencia de lo que “debería ser o puede ser” la relación de pareja con los hijos, y de esta forma hacer falsas ideas de que los hijos dependen solo del cuidado de la madre y no de ambos. No obstante en la investigación los hijos no son un factor predominante de la situación que vive la pareja. Con respecto a lo que describía Felix, (2005) de los efectos de la edad y la escolaridad se ha encontrado que a mayor nivel de escolaridad en las parejas mayor satisfacción con la relación. Esto se podría explicar debido a que las parejas que tienen niveles de estudios más altos tienen mayor comunicación, compromiso, modo de pensar más amplio, convivencia, etc. Sin embargo los resultados indican que en el presente estudio no hay una asociación entre las variables edad, escolaridad y el ajuste marital. Por ende este es otro aspecto que se podría tener en cuenta para futuras investigaciones, ya que el grado de educación de la muestra estaba representada en su mayoría por profesionales.

72

Felix (2005), en su estudio señala con respecto al género, que los hombres presentan puntajes más altos, con lo que se perciben mas satisfechos que las mujeres y que esto se debe a los rasgos de feminidad y masculinidad producto de la cultura y que tiene que ver con los roles que desempeñan como parte de las funciones de su propio sexo y con lo que están dispuestos a dar y quieren decidir dentro de una relación. Mientras que para las mujeres es necesario cada vez más la participación activa de su pareja en aspectos tales como la crianza de los hijos y la equidad en las tareas del hogar, toda vez que consideran que también contribuyen con la economía familiar y se ven realizando la mayora de los casos una doble jornada de trabajo. Con relación a los resultados de esta investigación, los hombres arrojaron un mayor ajuste que las mujeres sin que se puedan calificar como diferencias significativas. No obstante, se puede señalar que en una relación de pareja las mujeres pueden presentar mayor desajuste por los roles que deben asumir dentro de la misma como lo señala Félix (2005). Por último es necesario señalar que el tiempo de unión de la pareja no es un predisponerte para el desajuste marital. A diferencia de los resultados de la investigación realizada por Gottman (1999), quien evaluó los matrimonios que tenían éxito y

encontró que existen dos épocas delicadas durante el

matrimonio. La primera incluye los 7 primeros años. Según el psicólogo, hay un elevado número de divorcios después de una media de 5,2 años de matrimonio. La siguiente época peligrosa es la que va de los 16 a los 20 años de matrimonio: también hay muchos divorcios después de pasados 16, 4 años. En esta muestra poblacional el tiempo de unión estaba entre 5 y 40 años, lo que indica que están fuera del rango catalogado por Gotmman (1999) como época delicada en la relación. Esto puede explicar la razón de una asociación muy baja entre estas variables en este estudio. Entre las limitaciones encontradas en la realización de la presente investigación se pueden mencionar: a) la consecución de la muestra. No fue fácil conseguir las personas que quisieran participar voluntariamente. Como se mencionó en el procedimiento, se contactaron 5 instituciones educativas para la realización de esta investigación.

A pesar que se ofreció un taller de

73

entrenamiento en comunicación familiar, los entes educativos consideraban que el aporte era poco válido para su proceso académico. b) Las personas que accedieron a participar en la investigación no cumplían con el criterio de inclusión referido a la presentación de un puntaje de 17 o más en la escala de depresión de BECK. Por lo que tocó realizar 130 aplicaciones de los instrumentos para finalmente contar con una muestra de 44 participantes. c) El tamaño de la muestra fue pequeño lo que no permite realizar generalización de los resultados, sin embargo se debe considerar que se requería

una muestra clínica para el logro de los objetivos propuestos.

Cuando se requieren muestras con estas características es difícil su consecución. d) Futuras investigaciones: •

Estudiar estrés y ajuste marital.



Limitar el rango de edad, nivel educativo y tiempo de unión.

Finalmente, esta investigación aporta al manejo de los problemas de pareja en este grupo poblacional puesto que aclara a muchos psicólogos que trabajan en este campo, un supuesto que se ha confirmado a través del tiempo sin evidencia empírica y es la relación entre ajuste marital y depresión. Como muestran los resultados en esta muestra poblacional la depresión no es producto del desajuste marital. Aunque el desajuste marital puede incrementar el grado de depresión no es un factor explicativo de la misma. Es decir que se puede confirmar que en este grupo poblacional la depresión es generada por factores diferentes a los problemas de pareja. Muy seguramente, las personas que se deprimen después de una ruptura de pareja o en el momento de una relación de pareja desajustada son vulnerables a desarrollar diferentes grados de depresión.

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REFERENCIAS

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FACULTAD DE PSICOLOGÍA TRABAJO DE GRADO RESUMEN ANALÍTICO DE INVESTIGACIÓN

FECHA: Noviembre de 2006 LÍNEA DE INVESTIGACIÓN: Salud y Calidad de Vida TÍTULO: Relación entre el Ajuste Marital y la Depresión en Hombres y Mujeres de 25 a 65 años, de la Ciudad de Bogotá D.C. AUTORES: Shirley Castillo Curieux, Diana Paola Aristizabal. OBJETIVOS: Identificar la relación existente entre las áreas del ajuste marital y la depresión en hombres y mujeres que llevan 5 años de convivencia. • Identificar la relación entre el área del ajuste marital: consenso y la depresión. • Identificar la relación entre el área del ajuste marital: expresión de afecto y la depresión. • Identificar la relación entre el área del ajuste marital: satisfacción y la depresión. • Identificar la relación entre el área del ajuste marital: cohesión y la depresión. RESUMEN O DESCRIPCIÓN DEL PROYECTO: La tesis esta estructurada con la definición general de pareja, luego se encuentra la definición de ajuste marital con antecedentes históricos en donde se explica la teoría triangular del amor, areas de conflicto, áreas de ajuste y los componentes cognitivos y conductuales. Luego de eso se encuentra la conceptualización de la depresión, clasificación del DSM – IV y sus modelos explicativos. Y se finaliza con las diferentes investigaciones que se indagaron para ello. La presente investigación tuvo como objetivo identificar la relación existente entre el ajuste marital y la depresión en hombres y mujeres que llevan más de 5 años de convivencia, mayores de 25 años y, con más de un hijo. Para tal fin se realizó una investigación de corte empírico analítico con diseño descriptivo correlacional. Mediante un muestreo intencional se seleccionaron 130 personas a quienes se les aplicó la escala de depresión de Beck y, la escala de ajuste marital de Spainer (1976) adaptada a población Bogotana. El

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procedimiento se manejo en tres fases importantes: contacto institucional, selección de la muestra y aplicación de los instrumentos y análisis e interpretación de los resultados. RESULTADOS: El análisis de los resultados implicó cuatro momentos: Análisis descriptivo de las variables sociodemográficas de este grupo poblacional el cual se presenta en el apartado correspondiente a participantes, Análisis de la asociación entre las variables de estudio: ajuste marital y depresión, Análisis de la asociación entre las áreas de ajuste marital: Cohesión, satisfacción, expresión de afecto y consenso; con la variable depresión, Análisis de la asociación entre variables sociodemográficas (edad, género, nivel escolar y tiempo de unión) y la variable de estudio ajuste marital. Los resultados se analizaron a través del paquete estadístico SPSS versión 11.5., se obtuvieron los estadísticos descriptivos y se realizó la prueba de asociación entre las variables depresión y ajuste marital; las áreas de cohesión, consenso, expresión de afecto y satisfacción y depresión y, entre género, edad, nivel de escolaridad, tiempo de convivencia y número de hijos con ajuste marital. Se obtuvo el coeficiente de correlación de Spearman y el coeficiente de correlación de Pearson. Se encontró que existe una correlación baja entre las variables depresión y ajuste marital, de 0,1 en los hombres y 0,2 en mujeres. No se encontraron asociaciones significativas entre las áreas cohesión, consenso, expresión de afecto y satisfacción con la variable depresión; ni tampoco entre las variables género, edad, número de hijos y tiempo de convivencia con ajuste marital. CONCLUSIONES • Los resultados mostraron que la relación entre ajuste marital y depresión es muy baja (0.2). (Cano 2005). • La depresión no tiene relación con el ajuste marital en esta muestra poblacional. (factores orgánicos, esquemas, creencias, atribuciones, ideas irracionales, procesamiento de información). (Dattilio y Freeman, 1995). • Del total de la muestra de depresivos (44) 32 presentaron desajuste; 11 desajuste severo y 21 moderado. Y de los depresivos solamente 1 presentó depresión grave; 33 depresión intermitente y 10 depresión moderada. • Los estudios muestran que el ajuste marital está relacionado más con estrés que con depresión (Félix, 2001). • No se encontró relación entre ninguna de las áreas de ajuste marital y depresión. • No se encontró relación entre variables sociodemográficas y depresión. (rango muy amplio de edad y de grado educativo y de tiempo de unión. Lo que implicó una alta varianza). Limitaciones: • No fue fácil conseguir las personas que quisieran participar voluntariamente. • Se encontraron 5 instituciones y solo se trabajo con 2. • La muestra con la cual se trabajo fue muy pequeña. • Se requería de una muestra clínica.

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Futuras investigaciones: • Estudiar estrés y ajuste marital. • Limitar el rango de edad, nivel educativo y tiempo de unión.

NÚMERO DE REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS El Número de referencias son veinticinco (25).

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ANEXOS

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MARITAL ADJUSTMENT SCALE ESCALA DE AJUSTE DIADICO

GENERO: F__ M __ EDAD: ___________

FECHA: _______________________

TIEMPO DE UNION: _____________________

NUMERO DE HIJOS: __________

La mayor parte de lo cónyuges tienen desacuerdos en su relación. Por favor indique a continuación el grado de acuerdo o desacuerdo que usted tiene con su cónyuge en cada uno de los ítems de la lista que se da a continuación. Por favor marque con un círculo su respuesta, según la siguiente clasificación: 5= SIEMPRE ESTAMOS DE ACUERDO 4= CASI SIEMPRE ESTAMOS DE ACUERDO 3= OCASIONALMENTE ESTAMOS DE ACUERDO 2= FRECUENTEMENTE ESTAMOS EN DESACUERDO 1= CASI SIEMPRE ESTAMOS EN DESACUERDO 0= SIEMPRE ESTAMOS EN DESACUERDO 1. Manejo de las finanzas de la familia. 2. Aspectos recreacionales. 3. Aspectos religiosos. 4. Demostración de afecto. 5. Amigos. 6. Relaciones sexuales. 7. Convencionalismos sociales apropiados 8. Filosofía de la vida. 9. Relaciones con su familia o la de su cónyuge 10. Objetivos, metas y cosas que se cree son importantes. 11. Cantidad de tiempo que usted pasa con su cónyuge 12. Toma de decisiones. 13. Tareas domésticas. 14. Intereses y actividades durante el tiempo libre. 15. Decisiones concernientes a su desarrollo profesional O el de su cónyuge.

5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0

Marque con un círculo de acuerdo a la siguiente clasificación: 0= TODO EL TIEMPO 1= LA MAYOR PARTE 2= FRECUENTEMENTE 3= OCASIONALMENTE 4= RARA VEZ 5= NUNCA 16. Que tan frecuentemente usted ha considerado la separación, el divorcio o la terminación de su relación. 17. Que tan frecuente usted o su cónyuge se van de la casa después de una pelea. 18. En general, que tan frecuentemente piensa que las cosas entre usted y su cónyuge van mal. 19. Desconfía de su cónyuge.

5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0

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20. Usted alguna vez se ha arrepentido de haberse casado. 21. Que tan frecuentemente usted y su cónyuge pelean. 22. Que tan frecuentemente usted y su cónyuge se sacan de casillas el uno al otro. 23. 0. 1. 2. 3. 4.

Besa usted a su cónyuge. Nunca Rara vez Ocasionalmente Casi todos los días todos los días

24. 0. 1. 2. 3. 4.

participan usted y su cónyuge es actividades fuera de casa juntos. Ninguna Muy pocas Algunas La mayoría Todas

5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0 5 4 3 2 1 0

25. Que tan frecuente usted diría que los siguientes eventos ocurren estre usted y su cónyuge. Conteste de acuerdo a la siguiente clasificación: 0. Nunca 1. Menos de una vez al mes 2. 1 o 2 veces al mes 3. 1 o 2 veces por semana 4. 1 vez al día 5. mas frecuentemente • • • •

Tener un estimulante intercambio de ideas. Reírse juntos. Discutir calmadamente. Trabajar juntos.

5 5 5 5

4 4 4 4

3 3 3 3

2 2 2 2

1 1 1 1

0 0 0 0

Las siguientes son algunas cosas en las cuales una pareja algunas veces está de acuerdo y otras veces está en desacuerdo. Indique si cualquiera de los aspectos que se encuentran a continuación provocan diferencias de opinión entre usted y su cónyuge o han presentado problemas en su relación durante las últimas semanas. Marque con u círculo SI o NO.

• •

Estar muy cansado para sostener relaciones sexuales. No demostrar amor.

SI

NO

0 0

1 1

Los puntos en la siguiente línea representan diferentes grados de felicidad en su relación. El punto medio “feliz” representa el punto intermedio en la mayor parte de la relaciones conyugales. Por favor, marque con un círculo el número que mejor describa el grado de felicidad, considerando todas las cosas que usted experimenta en su relación.

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• • • • • • •

Extremadamente infeliz Más o menos infeliz Un poco infeliz Feliz Muy feliz Extremadamente feliz Perfecto.

Cual de los siguientes enunciados describe mejor la manera en que usted se siente acerca del futuro de su relación. • • • • • •

Yo deseo desesperadamente que mi relación funcione y haré cualquier cosa para lograrlo. Yo deseo muchísimo que mi relación funcione y haré todo lo que yo pueda para lograrlo. Yo deseo que mi relación funcione y haré la parte que a mí me corresponda para lograrlo. Seria muy agradable si mi relación de pareja tuviese éxito, pero no podría hacer mucho más de lo que ya hago ahora para conseguirlo. Sería muy bueno que mi relación funcionara pero me rehuso a perder algo más de lo que estoy haciendo actualmente para mantener la relación funcionando. Mi relación nunca puede funcionar y no hay nada que yo pueda hacer para mantener la relación funcionando.

Elaborado por Graham B. Spainer. Traducida y adaptada por Luis Eduardo Peña. Psicólogo Clínico.

INVENTARIO DE DEPRESION DE BECK Las puntuaciones van de 0 a 3

1 • • • •

No me siento triste. Me siento triste Me siento siempre triste y no puedo salir de mi tristeza Estoy tan triste y infeliz que no puedo soportarlo.

2 • • • •

No Me siento especialmente desanimado ante el futuro Me siento desanimado con respecto al futuro Siento que no tengo nada que esperar Siento que el futuro no hay esperanza y que las cosas no pueden mejorar.

3 • • • •

No creo que sea un fracaso Creo que he fracasado mas que cualquier persona normal Al recordar mi vida pasada, todo lo que puedo ver es un montón de fracasos Creo que soy un fracasado absoluto como persona.

4 • • • •

obtengo tanta satisfacción de las cosas como la que solía obtener antes No disfruto de las cosas de la manera en que solía hacerlo Ya no tengo verdadera satisfacción de nada Estoy insatisfecho o aburrido de todo.

5 • • • •

No siento especialmente culpable No me siento culpable una buena parte del tiempo Me siento culpable casi siempre Me siento culpable siempre

6 • • • •

No creo que este siendo castigado Creo que puedo ser castigado Espero ser castigado Creo que estoy siendo castigado

7 • • • •

No me siento decepcionado de mí mismo Me he decepcionado a mí mismo Estoy disgustado conmigo mismo Me odio.

8 • • • •

No creo se peor que los demás Me critico por mis debilidades o errores Me culpo siempre por mis errores Me culpo de todo lo malo que sucede.

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9 • • • •

No pienso en matarme Pienso en matarme, pero no lo haría Me gustaría matarme Me mataría si tuviera la oportunidad

10 • • • •

No lloro mas de lo de costumbre Ahora lloro mas de lo que lo solía hacer Ahora lloro todo el tiempo Solía poder llorar, pero ahora no puedo llorar aunque quiera.

11 • • • •

Las cosas no me irritan mas que de costumbre Las cosas me irritan mas que de costumbre Estoy bastante irritado o enfadado una buena parte del tiempo Ahora me siento irritado todo el tiempo.

12 • • • •

No he perdido el interés por otras cosas Estoy menos interesado en otras personas que de costumbre He perdido casi todo el interés por otras personas He perdido todo mi interés por otras personas.

13 • • • •

Tomo decisiones casi siempre Postergo la adopción de decisiones mas que de costumbre Tengo mas dificultad para tomar decisiones que antes Ya no puedo tomar decisiones.

14 • • • •

No creo que mi aspecto sea peor que de costumbre Me preocupa el hecho de parecer viejo sin atractivos Tengo que obligarme seriamente con mi aspecto, y parezco poco atractivo. Creo que me veo feo.

15 • • • •

Puedo trabajar tan bien como antes Me cuesta mas esfuerzo empezar a hacer algo Tengo que obligarme seriamente para hacer cualquier cosa No puedo trabajar en absoluto.

16 • Puedo dormir tan bien como antes • No puedo dormir tan bien como solía • Me despierto una o dos horas mas temprano que de costumbre y me cuesta mucho volver a dormir • Me despierto varias horas antes de lo que solía y no puedo volver a dormir.

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17 • • • •

No me canso mas que de costumbre Me canso mas fácilmente que de costumbre Me canso sin hacer nada Estoy demasiado cansado como para hacer algo.

18 • • • •

Mi apetito no es peor que de costumbre Mi apetito no es tan bueno como solía ser Mi apetito esta mucho peor ahora Ya no tengo apetito.

19 • • • •

No he perdido mucho peso, si es que he perdido algo, últimamente He rebajado más de dos kilos y medio He rebajado más de cinco kilos He rebajado más de siete kilos y medio

20 • No me preocupo por mi salud mas que de costumbre • Estoy preocupado por problemas físicos como dolores molestias estomacales • Estoy preocupado por mis problemas físicos y me resulta difícil pensar en otra cosa • Estoy tan preocupado por mis problemas físicos que no puedo pensar en ninguna otra cosa. 21 • • • •

No he notado cambio alguno reciente en ni interés por el sexo Estoy menos interesado en el sexo de lo que solía estar Ahora estoy mucho menos interesado en el sexo He perdido por completo el interés en el sexo.