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Universidad Popular Autónoma de Veracruz (Logotipo upav) “Feminicidios en Ciudad Juárez” Presenta: Ángel Manuel Santos

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Universidad Popular Autónoma de Veracruz (Logotipo upav)

“Feminicidios en Ciudad Juárez”

Presenta: Ángel Manuel Santos Uri Asiel González Rosas Mauro Cesar Aranza Isabel (Nombre del profesor)

Villa Oluta, ver.

19 de Abril de 2013 1

Agradecimientos La realización del presente trabajo y todos los esfuerzos aquí plasmados están especialmente dedicados a aquellas mujeres que han muerto en ciudad Juárez, ya que dedicadas con fervor a su trabajo y siendo inocentes han sido victimas de conflictos que no les competían. También agradecemos la exhortación de nuestro admirable profesor ya que sin su ayuda la elaboración del presente no hubiera sido posible, agradecemos su gran enseñanza y dirección a lo largo de nuestro pequeño estudio para la formación intelectual de nuestra persona. No sin olvidar el esfuerzo de cada uno de los integrantes que colaboraron en la investigación llevada minuciosamente sobre las muertes de Juárez en paginas que pudimos encontrar ya que es prácticamente imposible la investigación de campo. De esta manera se espera que el trabajo aquí pactado no solo sea un trabajo de investigación sino un llamado a la población a la cual también dedicamos nuestro esfuerzo e investigación.

2

indice

3

Introducción Feminicidio o femicidio es un neologismo creado a través de la traducción del vocablo inglés femicide y se refiere al asesinato evitable de mujeres por razones de género. El feminicidio entra dentro de la esfera de la violencia contra la mujer, pero también toma otras formas. Aunque existen otros casos como una mala o falta de atención médica durante el embarazo o el parto que pueden acarrear la muerte de la madre. En algunos países como China e India, las estadísticas muestran un ratio de hombre a mujer de 120 hombres por cada 100 mujeres. Sumado al aborto selectivo, el femicidio también toma la forma de infanticidio, y la violencia en contra de la mujer en algún estadio de su vida. El femicidio, parte del bagaje teórico feminista, procede tanto de las autoras Diana Russell y Jill Radford en su obra Femicide. The politics of woman killing como por Mary Anne Warren en 1985 en su libro Gendercide: The Implications of Sex Selection. Ambos conceptos fueron castellanizados por la política feminista mexicana Marcela Lagarde como "feminicidio", siendo adoptado este término, tras un largo debate, frente al término "genericidio". Las mujeres entre los 15 y los 44 años tienen una mayor probabilidad de ser mutiladas o asesinadas por hombres que de morir de cáncer, malaria, accidentes de tráfico o guerra combinados. De acuerdo al Centro de Ginebra para el Control Democrático de las Fuerzas Armadas

(DCAF)

entre

113

y

200

millones

de

mujeres

desaparecen

demográficamente.

4

Esta brecha es el resultado de diversos mecanismos: 

Aborto de los fetos de niñas basado en una selección deliberada, también llamado aborto selectivo (facilitado por el Diagnóstico prenatal del sexo).



Infanticidio femenino en aquellos países en los que se prefiere a niños varones.



Falta de comida y atención médica, que se desvía hacia los miembros masculinos de la familia.



Los llamados «asesinatos de honor» y las muertes de dote.



Tráfico de mujeres.



Violencia doméstica o de género.



Mediante la incineración del cuerpo.

Esto implica que cada año entre 1,5 y 3 millones de mujeres de toda edad son víctimas de la violencia de género. La falta de cuidados médicos implica el fallecimiento de 600.000 mujeres al año durante el parto. El femicidio es usado para describir los repetidos asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez (Chihuahua, México) y Ciudad de Guatemala (Guatemala), debido a que se considera que la justicia local no está investigando los crímenes. La mayoría de las mujeres son violadas y algunas mutiladas, torturadas o incluso descuartizadas. También hay sospechas de que hay femicidio entre las mujeres indígenas canadienses.

Quinientas

mujeres

aborígenes

han

sido

declaradas

como

desaparecidas o han sido asesinadas desde 1980, un número desproporcionado si se tiene en cuenta lo reducido de la población indígena canadiense. Estudios sociológicos explican que estas mujeres son vistas como blanco fácil para la violencia porque su raza las sitúa en lo más bajo de la jerarquía social y económica. Muchas de las mujeres desaparecidas han sido descartadas como prostitutas, que 5

supone un factor de riesgo, y su desaparición no ha sido investigada. Uno de los hechos que ha llevado la atención internacional sobre las mujeres de Canadá fue el asesinato de Helen Betty Osborne en 1971. Aunque en el presente trabajo nos enfocaremos en los llamados “feminicidios de Ciudad Juárez” es necesario saber que estos asesinatos hacía la persona femenina ocurren por todo el mundo. Los feminicidios en Ciudad Juárez y las muertas de Juárez son dos expresiones que hacen referencia a la suma de feminicidios y asesinatos de mujeres que se vienen cometiendo en la ciudad mexicana de Ciudad Juárez, estado de Chihuahua, al menos desde enero de 1993. El número estimado de mujeres asesinadas hasta el año 2012 asciende a más de 700. Ciudad Juárez se encuentra en el estado de Chihuahua, en la frontera con Estados Unidos, estando separada de la ciudad El Paso, Texas, únicamente por el Río Bravo. Tanto la actividad criminal como el crecimiento demográfico en el área metropolitana de Ciudad Juárez comenzaron a aumentar drásticamente a partir del auge de las maquiladoras y especialmente desde el establecimiento del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994, dos factores que atrajeron tanto el comercio internacional como a muchas mujeres jóvenes y sus familias en busca de mejores oportunidades laborales y económicamente más favorables. Desde mediados de la década de 2000, las autoridades desviaron su atención hacia las investigaciones de las redes de narcotráfico, actualmente las mayores causantes de asesinatos en la ciudad, así como en el resto de México.

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Las muertas de Juárez (investigaciones)

"Los feminicidios en Ciudad Juárez" y "las muertas de Juárez" son dos expresiones que hace referencia a la suma de homicidios y asesinatos de mujeres ocurridos en Ciudad Juárez, Chihuahua, por lo general de mujeres jóvenes y de escasos recursos, a las que se les tortura antes de matarlas. Por parte de la población se ha acusado de pasividad a las autoridades, puesto que en muchos casos no se ha esclarecido la responsabilidad de dichos delitos. Algunos informes refieren 1060 casos en 14 años, si bien los datos varían según las fuentes. Pese a todo, estarían por encima del índice de criminalidad de una ciudad de características comparables (en el último censo del año 2000, Ciudad Juárez tenía aproximadamente 1,3 millones de habitantes. La cifra más reciente indica que son 3.100 las mujeres asesinadas en 2010, y 300 en el primer mes y medio de 2011.1 Al mismo tiempo que hay gran controversia sobre las cifras reales, incluso se discute el propio concepto de feminicidio, pues algunos autores manifiestan que dicho concepto sería mucho más amplio que el de homicidio o asesinato y comprendería además la dejación de perseguir la violencia contra las mujeres por parte de las autoridades. Hay varias organizaciones no gubernamentales que brindan apoyo a las madres y familiares víctimas del feminicidio como "Casa Amiga", "Nuestras Hijas de Regreso a Casa", "Justicia para nuestras hijas", entre otras. Características de las víctimas La primera víctima encontrada fue la niña Alma Chavira Farel, en enero de 1993 y las edades de las víctimas oscilan entre los 10 y 35 años. Los lugares donde se han descubierto la mayoría de los cuerpos son: Lote Bravo, Granjas Santa Elena, colonia La Nueva Hermila, las faldas del Cerro del Cristo Negro y el Puente Libre que une a Juárez con El Paso, Texas. 7

Quiénes han intervenido en la investigación, algunas de las instituciones que de alguna manera han participado en la búsqueda de los delincuentes, son la Procuraduría General de la República (PGR), el FBI, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), la Coordinadora de Organismos no Gubernamentales en pro de la mujer, el Grupo 8 de marzo, Mujeres por Juárez, Voces sin Eco y los Zorros del desierto. Estado de las investigaciones de acuerdo con el Resumen Ejecutivo de octubre de 2003 a julio de 2004, de la Comisión Especial del Senado de la República de México, hasta el 3 de junio de 2004, la Fiscalía de la Procuraduría General de Justicia de Chihuahua, señalaba que existían 593 casos de mujeres asesinadas desde 1993, y 19 casos de suicidios que fueron remitidos al archivo. De los casos de asesinatos, 108 se encuentran en averiguación previa, 175 se encuentran en proceso penal y 19 fueron remitidos al Tribunal para Menores. Sin embargo, la Procuraduría estatal informa que de los expedientes que se han analizado, se desprenden 332 víctimas de sexo femenino. Se indica que de estos casos, 114 se encuentran resueltos, en 104 se obtuvo sentencia y 218 se encuentran todavía en investigación. Entre el 27 y el 30 de abril de 2009 se celebra un juicio en la Corte Interamericana de Derechos Humanos sentándose en el banquillo de los acusados al Estado de México. La sentencia responsabiliza al Estado mexicano de la muerte de 8 mujeres por la falta de una investigación adecuada. El 77% de los crímenes quedan impunes.

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Filmografía Señorita extraviada (2001), documental dirigido por Lourdes Portillo. Madres de Juárez luchan por justicia (2005) Filmado en español; duración 9 min. Con subtítulos en inglés; producido por Zulma Aguiar. La

ciudad

del

silencio ("Bordertown")

(2006),

dirigida

por Gregory

Nava,

protagonizada por Jennifer López, Maya Zapata, Juanes y Antonio Banderas. En el borde (2006), documental dirigido por SteevHise. Una noche en Juárez (2006), documental dirigido por Alex Flores y Lorena Vassolo. Bajo Juárez, la ciudad devorando a sus hijas (2006), documental dirigido por Alejandra Sánchez Orozco y José Antonio Cordero. Juárez: la ciudad donde las mujeres son desechables (2006), documental dirigido por Alex Flores y Lorena Vassolo. XPress (2007), documental de Mauro García Dahmer con un segmento dedicado al tema, conducido por IlanaSod. La Virgen de Juárez (2006), película con Minnie Driver. Silencio en Juárez, documental de DiscoveryChannel. InvalidLitterDept. (2001) Video dirigido por Michael Carone y Música por At The Drive-In. La Lirica de la canción y el Video trata de las Violaciones, Desapariciones y Asesinatos en Cd. Juárez, México, de mujeres jóvenes, llamadas Maquiladoras quienes trabajaban en fabricas. La canción critica explícitamente a los federales, o policía mexicana, achacándoles su escaso sentido de responsabilidad hacia los casos. Backyard: El traspatio (2008), escrita por Sabina Berman.

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Los feminicidios en la Ciudad de Juárez

Los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, continúan. El clima de violencia e impunidad sigue creciendo sin que hasta el momento se hayan tomado acciones concretas para terminar con este feminicidio. El femicidio es un asunto de interés mundial, una cuestión de la humanidad, sobre todo cuando es producto del crimen

organizado

internacional

e

involucra

a

autoridades

del

gobierno.

En Ciudad Juárez desaparecen mujeres y no se vuelve a saber más de ellas, a menos que sus raptores decidan hacer aparecer sus cuerpos sin vida y con evidencias claras de haber sido brutalmente torturadas y asesinadas, violadas de manera tumultuaria y arrancadas partes de su cuerpo o quemadas. Es un dolor terrible para esta sociedad. ¿No hay nada que mueva a quienes pueden hacer algo al respecto? La desesperación y miedo de las familias de vivir en tal inseguridad al ver a las hijas salir del hogar sin saber si van a regresar, no son motivo que afecte la voluntad de nadie de poner un freno a estos hechos. A la fecha estos crímenes están impunes, y a las mujeres desaparecidas nadie las busca... y los asesinatos y desapariciones continúan sin que a la fecha haya responsable alguno. Invitamos al gobierno a que emita alguna acción y deje de seguir

ignorando

que

en

esta

frontera

ocurre

algo

sumamente

grave.

Dejemos de ser cómplices de esta situación. Hacemos un llamado desesperado a todo aquél que su conciencia le exija hacer un mínimo esfuerzo por apoyar esta lucha en contra del feminicidio que parece no tener fin. Cada uno de nosotros, en nuestro ámbito de desempeño puede participar.

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Ustedes pongan los limites, la violencia en esta ciudad parece no conocer fronteras. Los asesinatos de mujeres jóvenes y pobres comenzaron a documentarse en Ciudad Juárez en 1993... En 2001 se extiende el terror a la ciudad de Chihuahua... ¿Dónde y cuándo terminará...? Marisela Ortiz, Nuestras Hijas de Regreso a Casa A.C. Femicidio y feminicidio: Existe un gran debate en el movimiento de mujeres y feminista acerca de la manera de llamar a los asesinatos contra las mujeres en razón de su sexo. Algunos autores se basan en la terminología usada por JillRadford y Diana Russell, autoras del libro Femicide: ThePolitics of WomanKilling, de 1992. Marcela Lagarde, teórica, antropóloga y diputada mexicana, establece que la categoría feminicidio es parte del bagaje teórico feminista introducido por estas autoras estadounidenses bajo la denominación femicide que, traducida a nuestro idioma es femicidio, término homólogo a homicidio, que sólo significa asesinato de mujeres. Sin embargo, para marcar una diferencia con ese término, Lagarde escogió la voz feminicidio para hablar de genocidio contra las mujeres, lo que lo convierte en un

concepto

de

significación

política. Fuente: Mujereshoy,

Paola

Dragnic.

La sociedad civil y las ONG's exhortamos al Estado Mexicano a que frene la impunidad en torno a los feminicidios de mujeres en Ciudad Juárez y el hostigamiento que sufren familiares de las víctimas y defensoras de derechos humanos.

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Los feminicidios de Ciudad Juárez Territorio, soberanía y crímenes de segundo estado de Rita Laura Segato Ciudad Juárez, estado de Chihuahua, frontera Norte de México con El Paso, Texas, es un lugar emblemático del sufrimiento de las mujeres. Allí, más que en cualquier otro lugar, se vuelve real el lema “cuerpo de mujer: peligro de muerte”. Ciudad Juárez es también, significativamente, un lugar emblemático de la globalización económica y del neo-liberalismo, con su hambre insaciable de ganancia. La sombra siniestra que cubre la ciudad y el miedo constante que sentí durante cada día y cada noche de la semana que allí estuve me acompañan hasta hoy, más de un mes después de mi regreso al Brasil. Allí se muestra la relación directa que existe entre capital y muerte, entre acumulación y concentración desreguladas y el sacrificio de mujeres pobres, morenas, mestizas, devoradas por la hendija donde se articulan economía monetaria y economía simbólica, control de recursos y poder de muerte. Fui invitada a ir a Ciudad Juárez durante el mes de julio de

2004

porque

el

año

anterior

dos

mujeres

de

las

organizaciones

mexicanas Epikeia y Nuestras Hijas de Regreso a Casa me habían oído formular lo que me pareció ser la única hipótesis viable para los enigmáticos crímenes que asolaban la ciudad - unas muertes de mujeres de tipo físico semejante que, siendo desproporcionalmente numerosas y continuas a lo largo de ahora once años, perpetradas con excesos de crueldad, con evidencia de violaciones tumultuarias y torturas, se presentaban como ininteligibles. El compromiso inicial de nueve días para participar de un foro sobre los feminicidios de Juárez fue interrumpido por una serie de acontecimientos que culminaron, en el sexto día, con la caída de la señal de televisión de cable en la ciudad entera cuando comencé a exponer mi interpretación de los crímenes en una entrevista con el periodista Jaime Pérez Mendoza del canal 5 local. La atemorizante precisión cronométrica con que coincidieron la caída de la 12

señal y la primera palabra con que iría a dar inicio a mi respuesta sobre el por qué de los crímenes hizo que decidiéramos partir, dejando Ciudad Juárez la mañana siguiente para preservarnos y como protesta por la censura sufrida. Cuál no sería nuestra impresión al percibir que todos aquéllos con quienes hablamos confirmaron que la decisión de irnos de inmediato era sensata. No olvidábamos que en Ciudad Juárez no parece haber coincidencias fortuitas y, tal como intentaré argumentar, todo parece formar parte de una gran máquina comunicativa cuyos mensajes se vuelven inteligibles solamente para quien, por una u otra razón, se adentró en el código. Es por eso que el primer problema que los horrendos crímenes de Ciudad Juárez presentan al forastero, a las audiencias distantes, es un problema de inteligibilidad. Y es justamente en su ininteligibilidad que los asesinos se refugian, como en un tenebroso código de guerra, un argot compuesto enteramente de actingouts. Solamente para dar un ejemplo de esta lógica de la significación, la periodista Graciela Atencio, del diario La Jornada de Ciudad de México, también se preguntó, en una de sus notas sobre las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, si habría sido algo más que coincidencia que justamente el día 16 de agosto de 2003, cuando su periódico publicaba por primera vez la noticia de un revelador “informe del FBI que describía un “posible modus operandi en el secuestro y desaparición de jóvenes”, problemas de correo impidieron su distribución en Ciudad Juárez. Desafortunadamente, no había sido esa la única coincidencia que se nos ocurrió significativa durante nuestra estadía en la ciudad. El lunes 26 de julio, después de haber concluido mi primera exposición, a medio camino de la extensión total del foro que nos reunía y exactamente cuatro meses después del hallazgo del último cuerpo, apareció el cadáver de la obrera de maquiladora Alma Brisa Molina Baca. Ahorro 13

aquí el relato de la cantidad de irregularidades cometidas por los investigadores y por la prensa local en torno de los restos de Alma Brisa. Era, sin cualquier exageración, ver-para-creer; estar allí para ser testigo de lo inconcebible, lo increíble. Pero hago notar, sí, que el cuerpo aparecía en el mismo terreno baldío del centro de la ciudad donde el año anterior fuera encontrada otra víctima. Esa otra víctima era la hija asesinada – todavía niña – de la madre que precisamente habíamos entrevistado la víspera, 25 de julio, en el sombrío barrio de Lomas de Poleo, asentado en el desierto inclemente que atraviesa la frontera entre Chihuahua y el estado de Nuevo México, en el país vecino[2]. Los comentarios generales también apuntaban al hecho de que el año pasado, justamente coincidiendo con la intervención federal en el Estado de Chihuahua ordenada por el presidente Fox, otro cuerpo había sido hallado. Las cartas estaban dadas. El siniestro “diálogo” parecía confirmar que estábamos dentro del código y que la huella que seguíamos llevaba a destino. Ese es el camino interpretativo que deseo exponer aquí y, también, lo que estaba por comenzar a decir cuando la señal de la televisión de cable cayó, en la madrugada del viernes 30 de julio de 2004. Se trata, justamente, de la relación entre las muertes, los ilícitos resultantes del neoliberalismo feroz que se globalizó en las márgenes de la Gran Frontera después del NAFTA y la acumulación desregulada que se concentró en las manos de algunas familias de Ciudad Juárez. De hecho, lo que más impresiona cuando se le toma el pulso a Ciudad Juárez es la vehemencia con que la opinión pública rechaza uno a uno los nombres que las fuerzas públicas presentan como presuntos culpables. Da la impresión de que la gente, a pesar de desnorteada, desea mirar en otra dirección, espera que la policía dirija sus sospechas hacia el otro lado, hacia los barrios ricos de la ciudad. El tráfico ilegal de todo tipo de lucro hacia el otro lado incluye las mercancías producidas por el trabajo extorsionado a las obreras de 14

las maquiladoras, el valor excedente que la plusvalía extraída de ese trabajo agrega, además de drogas, cuerpos y, en fin, la suma de los cuantiosos capitales que estos negocios generan al sur del paraíso. Su tránsito ilícito se asemeja a un proceso de devolución constante a un tributador injusto, voraz e insaciable que, sin embargo, esconde su demanda y se desentiende de la seducción que ejerce. La frontera entre la miseria del exceso y la miseria de la falta es un abismo. Existen dos cosas que en Ciudad Juárez pueden ser dichas sin riesgo y que, además, todo el mundo dice – la policía, la Procuraduría General del República, la Fiscal especial, el Comisionado de los derechos humanos, la prensa y las activistas de las ONG: una de ellas es que “la responsabilidad por los crímenes es de los narcos”, remitiéndonos a un sujeto con aspecto de malhechor y reafirmando nuestro terror a los márgenes de la vida social. La otra es que “se trata de crímenes con móvil sexual”. El diario del martes, un día después del hallazgo del cuerpo de Alma Brisa, repetía: “un crimen más con móvil sexual”, y la Fiscal especial subrayaba: “es muy difícil conseguir reducir los crímenes sexuales”, confundiendo una vez más las evidencias y desorientando al público al conducir su raciocinio por un camino que creo que es equivocado. Es de esta forma que autoridades y formadores de opinión, aunque pretenden hablar en nombre de la ley y los derechos, estimulan una percepción indiscriminada de la cantidad de crímenes misóginos que ocurren en esta localidad como en cualquier otra de México, de Centroamérica y del mundo: crímenes pasionales, violencia doméstica, abuso sexual, violaciones a manos de agresores seriales, crímenes por deudas de tráfico, tráfico de mujeres, crímenes de pornografía virtual, tráfico de órganos, etc. Entiendo esa voluntad de indistinción, así como también la permisividad y naturalidad con que en Ciudad Juárez se perciben todos los crímenes contra las 15

mujeres, como un smoke-screen, una cortina de humo cuya consecuencia es impedir ver claro un núcleo central que presenta características particulares y semejantes. Es como si círculos concéntricos formados por una variedad de agresiones ocultasen en su interior un tipo de crimen particular, no necesariamente el más numeroso pero sí el más enigmático por sus características precisas, casi burocráticas: secuestro de mujeres jóvenes con un tipo físico definido y en su mayoría trabajadoras o estudiantes, privación de la libertad por algunos días, torturas, violación “tumultuaria” - como declaró en el foro el ex–jefe de peritos de la Procuraduría de Cd. Juárez Oscar Máynez más de una vez -, mutilación, estrangulamiento, muerte segura, mezcla o extravío de pistas y evidencias por parte de las fuerzas de la ley, amenazas y atentados contra abogados y periodistas, presión deliberada de las autoridades para culpabilizar a chivos expiatorios a las claras inocentes, y continuidad ininterrumpida de los crímenes desde 1993 hasta hoy. A esta lista se suma el hecho de que nunca ningún acusado resultó verosímil para la comunidad y ninguna “línea de investigación” mostró resultados. La impunidad, a lo largo de los ahora once años, se revela espantosa, y puede ser descrita en tres aspectos: 1. Ausencia de acusados convincentes para la opinión pública; 2. Ausencia de líneas de investigación consistentes; y 3. La consecuencia de las dos anteriores: el círculo de repetición sin fin de este tipo de crímenes. Por otro lado, dos valientes periodistas de investigación, Diana Washington – que prepara un libro sobre las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez - y Sergio González Rodríguez – autor de Huesos en el Desierto (golpeado y dejado por muerto en una calle de la ciudad de México hace cuatro años, cuando se encontraba en plena investigación para su libro, lo que le causó la pérdida de todos los dientes y lo obligó a permanecer un mes hospitalizado), recogieron numerosos datos que la policía 16

descartó a lo largo de los años y llegaron a una lista de lugares y personas que tienen, de una forma u otra, relación con las desapariciones y los asesinatos de mujeres. Conversé con Diana Washington en dos oportunidades del otro lado de la frontera (pues la FBI no le permite cruzar el puente sin escolta) y leí el libro de Sergio González. Lo que emerge es que personas “de bien”, grandes propietarios, están vinculados con las muertes. Falta, sin embargo, un eslabón crucial: ¿qué lleva a estos respetados jefes de familia exitosos en las finanzas a implicarse en crímenes macabros y, por lo que todo indica, cometidos colectivamente? ¿Cuál sería el vínculo plausible entre estos señores y los secuestros y violaciones tumultuarias que permitiría indiciarlos y llevarlos a proceso? Falta ahí una razón. Y es aquí, en la búsqueda de esta razón, que la idea de la que tanto se abusa del “móvil sexual” resulta insuficiente. Nuevas tipificaciones y un refinamiento de las definiciones se hacen necesarios para que sea posible comprender la especificidad de un número restringido de las muertes de Juárez, y es necesario formular nuevas categorías jurídicas. Especialmente, es necesario decir lo que parece obvio: que ningún crimen realizado por marginales comunes se prolonga por tanto tiempo en total impunidad, y que ninguna policía seria habla con tamaña liviandad de lo que, en general, es producto de una larga investigación: el móvil, el motivo, la razón de un crimen. Esas verdades elementales causaron estremecimiento en Ciudad Juárez y resultaron impronunciables.

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La ciencia y la vida

Algún tiempo antes de oír hablar de Ciudad Juárez por primera vez, entre los años 1993 y 1995, conduje una investigación sobre la mentalidad de los condenados por violación presos en la penitenciaria de Brasilia. Mi “escucha” de lo dicho por estos presidiarios, todos ellos condenados por ataques sexuales realizados en el anonimato de las calles y a víctimas desconocidas, respalda la tesis feminista fundamental de que los crímenes sexuales no son obra de desviados individuales, enfermos mentales o anomalías sociales, sino expresiones de una estructura simbólica profunda que organiza nuestros actos y nuestras fantasías y les confiere inteligibilidad. En otras palabras: el agresor y la colectividad comparten el imaginario de género, hablan el mismo lenguaje, pueden entenderse Emerge de las entrevistas con más fuerza que nunca lo que Menacher Amin ya había descubierto en los datos empíricos y su análisis cuantitativo: que, contrariando nuestras expectativas, los violadores, las más de las veces, no actúan en soledad, no son animales asociales que acechan a sus víctimas como cazadores solitarios, sino que lo hacen en compañía. No hay palabras suficientes para enfatizar la importancia de ese hallazgo y sus consecuencias para entender las violaciones como verdaderos actos que acontecen in societate, es decir, en un nicho de comunicación que puede ser penetrado y entendido. Uso y abuso del cuerpo del otro sin que éste participe con intención o voluntad compatibles, la violación se dirige al aniquilamiento de la voluntad de la víctima, cuya reducción es justamente significada por la pérdida del control sobre el comportamiento de su cuerpo y el agenciamiento del mismo por la voluntad del agresor. La víctima es expropiada del control sobre su espacio-cuerpo. Es por eso 18

que podría decirse que la violación es el acto alegórico por excelencia de la definición schmittiana de la soberanía - control legislador sobre un territorio y sobre el cuerpo del otro como anexo a ese territorio. Control irrestricto, voluntad soberana arbitraria y discrecional cuya condición de posibilidad es el aniquilamiento de atribuciones equivalentes en los otros y, sobre todo, la erradicación de la potencia de éstos como índices de alteridad o subjetividad alternativa. En ese sentido, también este acto está vinculado a la consumición del otro, a un canibalismo mediante el cual el otro perece como voluntad autónoma y su oportunidad de existir solamente persiste si es apropiada e incluida en el cuerpo de quien lo ha devorado. Su resto de existencia persiste sólo como parte del proyecto del dominador. ¿Por qué la violación obtiene ese significado? Porque debido a la función de la sexualidad en el mundo que conocemos, ella conjuga en un acto único la dominación física y moral del otro. Y no existe poder soberano que sea solamente físico. Sin la subordinación psicológica y moral del otro lo único que existe es poder de muerte, y el poder de muerte, por sí solo, no es soberanía. La soberanía completa es, en su fase más extrema, la de “hacer vivir o dejar morir”. Sin dominio de la vida en cuanto vida, la dominación no puede completarse. Es por esto que una guerra que resulte en exterminio no constituye victoria, porque solamente el poder de colonización permite la exhibición del poder de muerte ante los destinados a permanecer vivos. El trazo por excelencia de la soberanía no es el poder de muerte sobre el subyugado, sino su derrota psicológica y moral, y su transformación en audiencia receptora de la exhibición del poder de muerte discrecional del dominador. Es por su calidad de violencia expresiva más que instrumental – violencia cuya finalidad es la expresión del control absoluto de una voluntad sobre otra – que la agresión más próxima a la

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violación es la tortura, física o moral. Expresar que se tiene en las manos la voluntad del otro es el telos o finalidad de la violencia expresiva.

Dominio, soberanía y control son su universo de significación.

Cabe recordar que estas últimas, sin embargo, son capacidades que sólo pueden ser ejercidas frente a una comunidad de vivos y, por lo tanto, tienen más afinidad con la idea de colonización que con la idea de exterminio. En un régimen de soberanía, algunos están destinados a la muerte para que en su cuerpo el poder soberano grabe su marca; en este sentido, la muerte de estos elegidos para representar el drama de la dominación es una muerte expresiva, no una muerte utilitaria. Es necesario todavía entender que toda violencia, aun aquélla en la cual domina la función instrumental como, por ejemplo, la que tiene por objetivo apropiarse de lo ajeno, incluye una dimensión expresiva, y en este sentido se puede decir lo que cualquier detective sabe: que todo acto de violencia, como un gesto discursivo, lleva una firma. Y es en esta firma que se conoce la presencia reiterada de un sujeto por detrás de un acto. Cualquier detective sabe que, si reconocemos lo que se repite en una serie de crímenes, podremos identificar la firma – el perfil, la presencia de un sujeto reconocible por detrás del acto. El modus operandi de un agresor es nada más y nada menos que la marca de un estilo en diversas alocuciones. Identificar el estilo de un acto violento como se identifica el estilo de un texto nos llevará al perpetrador, en su papel de autor. En este sentido, la firma no es una consecuencia de la deliberación, de la voluntad, sino una consecuencia del propio automatismo de la enunciación: la huella reconocible de un sujeto, de su posición y de sus intereses, en lo que dice, en lo que expresa en palabra o acto. 20

Si la violación es, como afirmo, un enunciado, se dirige necesariamente a uno o varios interlocutores que se encuentran físicamente en la escena o presentes en el paisaje mental del sujeto de la enunciación. Sucede que el violador emite sus mensajes a lo largo de dos ejes de interlocución y no solamente de uno, como generalmente se considera, pensándose exclusivamente en su interacción con la víctima. En el eje vertical, él habla, sí, a la víctima, y su discurso adquiere un cariz punitivo y el agresor un perfil de moralizador, de paladín de la moral social porque, en ese imaginario compartido, el destino de la mujer es ser contenida, censurada, disciplinada, reducida, por el gesto violento de quien reencarna, por medio de este acto, la función soberana. Pero es posiblemente el descubrimiento de un eje horizontal de interlocución el aporte más interesante de mi investigación entre los presidiarios de Brasilia. Aquí, el agresor se dirige a sus pares, y lo hace de varias formas: les solicita ingreso en su sociedad y, desde esta perspectiva, la mujer violada se comporta como una víctima sacrificial inmolada en un ritual iniciático; compite con ellos, mostrando que merece, por su agresividad y poder de muerte, ocupar un lugar en la hermandad viril y hasta adquirir una posición destacada en una fratría que sólo reconoce un lenguaje jerárquico y una organización piramidal. Esto es así porque en el larguísimo tiempo de la historia del género, tan largo que se confunde con la historia de la especie, la producción de la masculinidad obedece a procesos diferentes a los de la producción de femineidad. Evidencias en una perspectiva transcultural indican que la masculinidad es un status condicionado a su obtención – que debe ser reconfirmada con una cierta regularidad a lo largo de la vida - mediante un proceso de probación o conquista y, sobre todo, supeditado a la 21

exacción de tributos de un otro que, por su posición naturalizada en este orden de status, es percibido como el proveedor del repertorio de gestos que alimentan la virilidad. Ese otro, en el mismo acto en que hace entrega del tributo instaurador, produce su propia exclusión de la casta que consagra. En otras palabras, para que un sujeto adquiera su estatus masculino, como un título, como un grado, es necesario que otro sujeto no lo tenga pero que se lo otorgue a lo largo de un proceso persuasivo o impositivo que puede ser eficientemente descrito como tributación. En condiciones socio-políticamente “normales” del orden de estatus, nosotras, las mujeres, somos las dadoras del tributo; ellos, los receptores y beneficiarios. Y la estructura que los relaciona establece un orden simbólico marcado por la desigualdad que se encuentra presente y organiza todas las otras escenas de la vida social regidas por la asimetría de una ley de estatus. En síntesis, de acuerdo con este modelo, el crimen de estupro resulta de un mandato que emana de la estructura de género y garantiza, en determinados casos, el tributo que acredita el acceso de cada nuevo miembro a la cofradía viril. Y se me ocurre que el cruce tenso entre sus dos coordenadas, la vertical, de consumición de la víctima, y la horizontal, condicionada a la obtención del tributo, es capaz de iluminar aspectos fundamentales del largo y establecido ciclo de los feminicidios de Ciudad Juárez. De hecho, lo que me llevó a Ciudad Juárez es que mi modelo interpretativo de la violación es capaz de lanzar nueva luz sobre el enigma de los feminicidios y permite organizar las piezas del rompecabezas haciendo emerger un diseño reconocible. Inspirada en este modelo que tiene en cuenta y enfatiza el papel de la coordenada horizontal de interlocución entre miembros de la fratría, tiendo a no entender los feminicidios de Juárez como crímenes en los que el odio hacia la víctima es el factor predominante. No discuto que la misoginia, en el sentido estricto de desprecio a la 22

mujer, sea generalizada en el ambiente donde los crímenes tienen lugar. Pero estoy convencida de que la víctima es el desecho del proceso, una pieza descartable, y de que condicionamientos y exigencias extremas para atravesar el umbral de la pertenencia al grupo de pares se encuentran por detrás del enigma de Ciudad Juárez. Quienes dominan la escena son los otros hombres y no la víctima, cuyo papel es ser consumida para satisfacer la demanda del grupo de pares. Los interlocutores privilegiados en esta escena son los iguales, sean éstos aliados o competidores: los miembros de la fratría mafiosa, para garantizar la pertenencia y celebrar su pacto; los antagonistas, para exhibir poder frente a los competidores en los negocios, las autoridades locales, las autoridades federales, los activistas, académicos y periodistas que osen inmiscuirse en el sagrado dominio, los parientes subalternos - padres, hermanos, amigos- de las víctimas. Estas exigencias y formas de exhibicionismo son características del régimen patriarcal en un orden mafioso.

Los feminicidios de Ciudad Juárez: una apuesta criminológica

Se presenta aquí una lista con algunas ideas que, combinadas, se constelan en una imagen posible del lugar, las motivaciones, las finalidades, los significados, las ocasiones y las condiciones de posibilidad de los feminicidios. El problema aquí es que la exposición no puede más que ser hecha en forma de listado. Sin embargo, los temas desplegados forman una esfera de sentido; no una sucesión lineal de ítems sucesivos sino una unidad significativa: el mundo de Ciudad Juárez. Y es por eso que no es preciso que los hechos formen parte de una conciencia discursiva por parte de los autores, ya que son, fundamentalmente, acciones constitutivas de su mundo. 23

Hablar de causas y efectos no parece adecuado. Hablar de un universo de sentidos entrelazados y motivaciones inteligibles, sí. El lugar - la Gran frontera. Frontera entre el exceso y la falta, Norte y Sur, Marte y la Tierra, Ciudad Juárez no es un lugar alegre. Abriga muchos llantos, muchos terrores. Frontera que el dinero debe atravesar para alcanzar la tierra firme donde el capital se encuentra, finalmente, a salvo y da sus frutos en prestigio, seguridad, confort y salud. La frontera detrás de la cual el capital se moraliza y se encuentran los bancos que valen la pena. La frontera con el país más controlado del mundo, con sus rastreos de vigilancia cerrada y casi infalible. A partir de ese punto, de esa línea en el desierto, cualquier negocio ilícito debe ser ejecutado con un sigilo más estricto, en sociedades clandestinas más cohesionadas y juradas que en cualquier otro lugar. El lacre de un silencio riguroso es su requisito. La frontera donde los grandes empresarios viven de un lado y “trabajan” del otro; de la gran expansión y valorización territorial – literalmente, terrenos robados al desierto cada día, cada vez más cerca del Río Bravo. La frontera del tráfico más lucrativo del mundo: tráfico de drogas, tráfico de cuerpos. La frontera que separa una de las manos de obra más caras del mundo de una de las manos de obra más baratas. Esa frontera es el escenario del mayor y más prolongado número de ataques y asesinatos de mujeres con modus operandi semejante de que se tiene noticia en “tiempos de paz”.

24

Los propósitos

La evidencia de un larguísimo período de inercia de la justicia en torno a los crímenes conduce inmediatamente nuestra atención hacia el subtexto permanente de los mismos: los crímenes hablan de impunidad. Impunidad es su gran tema y, por lo tanto, es la impunidad la puerta de entrada para su desciframiento. Podría ser que, si bien el caldo de cultivo para los asesinatos es el ambiente que acabo de describir, caracterizado por la concentración de poder económico y político y, por lo tanto, con altos niveles de privilegio y protección para algunos grupos, se me ocurre sin embargo que nos equivocamos cuando pensamos en la impunidad exclusivamente como un factor causal. Se decea proponer que los feminicidios de Juárez se pueden comprender mejor si dejamos de pensarlos como consecuencia de la impunidad e imaginamos que se comportan como productores y reproductores de impunidad. Ésta fue mi primera hipótesis y es posible también que haya sido el primer propósito de sus perpetradores en el tiempo: sellar, con la complicidad colectivamente compartida en las ejecuciones horrendas, un pacto de silencio capaz de garantizar la lealtad inviolable a cofradías mafiosas que operan a través de la frontera más patrullada del mundo. Dar prueba, también, de la capacidad de crueldad y poder de muerte que negocios de alta peligrosidad requieren. El ritual sacrificial, violento y macabro, une a los miembros de la mafia y vuelve su vínculo inviolable. La víctima sacrificial, parte de un territorio dominado, es forzada a entregar el tributo de su cuerpo a la cohesión y vitalidad del grupo y la mancha de su sangre define la esotérica pertenencia al mismo por parte de sus asesinos. En otras palabras, más que una causa, la impunidad puede ser entendida como un producto, el resultado de estos crímenes, y 25

los crímenes como un modo de producción y reproducción de la impunidad: un pacto de sangre en la sangre de las víctimas. En este sentido, es posible apuntar ya aquí una diferencia fundamental entre este tipo de crimen y los crímenes de género perpetrados en la intimidad del espacio doméstico, sobre víctimas que pertenecen al círculo de relaciones de los abusadores – hijas, hijastras, sobrinas, esposas, etc. Si al abrigo del espacio doméstico el hombre abusa de las mujeres que se encuentran bajo su dependencia porquepuede hacerlo, es decir, porque éstas ya forman parte del territorio que controla, el agresor que se apropia del cuerpo femenino en un espacio abierto, público, lo hace porque debe para mostrar que puede. En uno, se trata de una constatación de un dominio ya existente; en el otro, de una exhibición de capacidad de dominio que debe ser reeditada con cierta regularidad y puede ser asociada a los gestos rituales de renovación de los votos de virilidad. El poder está, aquí, condicionado a una muestra pública dramatizada a menudo en un acto predatorio del cuerpo femenino. Pero la producción y la manutención de la impunidad mediante el sello de un pacto de silencio en realidad no se distinguen de lo que se podría describir como la exhibición de la impunidad. La estrategia clásica del poder soberano para reproducirse como tal es divulgar e incluso espectacularizar el hecho de que se encuentra más allá de la ley. Podemos entender también de esta forma los crímenes de Ciudad Juárez y sugerir que, si por un lado son capaces de sellar la alianza en el pacto mafioso, por otro lado, también, cumplen con la función de ejemplaridad por medio

de

la

cual

se

refuerza

el

poder

disciplinador

de

toda

ley.

Esto es así porque en la capacidad de secuestrar, torturar y matar reiterada e impunemente, el sujeto autor de estos crímenes ostenta, más allá de cualquier 26

duda, la cohesión, vitalidad y control territorial de la red

corporativa que

comanda. Es evidente que la continuidad de este tipo de crímenes por once años sin que su recurrencia sea perturbada requiere recursos humanos y materiales cuantiosos que involucran: control de una red de asociados extensa y leal, acceso a lugares de detención y tortura, vehículos para el transporte de la víctima, acceso e influencia o poder de intimidación o chantaje sobre los representantes del orden público en todos sus niveles, incluso federal; acceso e influencia o poder de intimidación o chantaje sobre los miembros del gobierno y la administración pública en todos sus niveles, incluso federal. Lo que es importante notar es que, al mismo tiempo que esta red de aliados es accionada por quien comanda los crímenes corporativos de Ciudad Juárez, se exhibe su existencia, en franca ostentación de un dominio totalitario de la localidad.

Los significados

Es precisamente al cumplir este último papel que los asesinatos pasan a comportarse como un sistema de comunicación. Si escuchamos con atención los mensajes que allí circulan, podremos acceder al rostro del sujeto que en ellos habla. Solamente después de comprender lo que dice, a quién y para qué, podremos localizar la posición desde la cual emite su discurso. Es por eso mismo que debemos insistir en que, cada vez que el lema del móvil sexual se repite con liviandad antes de analizar minuciosamente lo “dicho” en estos actos de interlocución, perdemos la oportunidad de seguirle el rastro a quien se esconde detrás del texto sangriento. En otras palabras, los feminicidios son mensajes emanados de un sujeto autor que sólo puede ser identificado, localizado, perfilado, mediante una “escucha” rigurosa de 27

estos crímenes como actos comunicativos. Es en su discurso que encontramos al sujeto que habla, es en su discurso que la realidad de este sujeto se inscribe como identidad y subjetividad y, por lo tanto, se vuelve rastreable y reconocible. Así mismo, en su enunciado, podemos encontrar el rastro de su interlocutor, su impronta, como un negativo. Eso no es verdad solamente para los actingouts violentos que la policía investiga, sino también para el discurso de cualquier sujeto, como lo han explicado una variedad de filósofos y teóricos literarios contemporáneos. Si el acto violento es entendido como mensaje y los crímenes se perciben orquestados en claro estilo responsorial, nos encontramos con una escena donde los actos de violencia se comportan como una lengua capaz de funcionar eficazmente para los entendidos, los avisados, los que la hablan, aun cuando no participen directamente en la acción enunciativa. Es por eso que, cuando un sistema de comunicación con un alfabeto violento se instala, es muy difícil desinstalarlo, eliminarlo. La violencia constituida y cristalizada en forma de sistema de comunicación se transforma en un lenguaje estable y pasa a comportarse con el casi-automatismo de cualquier idioma. Preguntarse, en estos casos, por qué se mata en un determinado lugar es semejante a preguntarse por qué se habla una determinada lengua – el italiano en Italia, el portugués en Brasil. Un día, cada una de esas lenguas se estableció por procesos históricos como conquista, colonización, unificación de territorios bajo un mismo estado nacional o migraciones. En ese sentido, las razones por las cuales hablamos una lengua son arbitrarias y no pueden ser explicadas por una lógica necesaria. Son, por lo tanto, también históricos los procesos por los cuales una lengua es abolida, erradicada de un territorio. El problema de la violencia como lenguaje se agrava aún más si consideramos que existen ciertas lenguas que, en determinadas condiciones históricas, tienden a 28

convertirse en lingua franca y generalizarse más allá de las fronteras étnicas o nacionales que le sirvieron de nicho originario. Preguntamos entonces: ¿Quién habla aquí? ¿A quién? ¿Qué le dice? ¿Cuándo? ¿Cuál es la lengua del feminicidio? ¿Qué significante es la violación?. Mi apuesta es que el autor de este crimen es un sujeto que valoriza la ganancia y el control territorial por encima de todo, incluso por encima de su propia felicidad personal. Un sujeto con su entourage de vasallos que deja así absolutamente claro que Ciudad Juárez tiene dueños, y que esos dueños matan mujeres para mostrar que lo son. El poder soberano no se afirma si no es capaz de sembrar el terror. Se dirige con esto a los otros hombres de la comarca, a los tutores o responsables de la víctima en su círculo doméstico y a quienes son responsables de su protección como representantes del Estado; le habla a los hombres de las otras fratrías amigas y enemigas para demostrar los recursos de todo tipo con que cuenta y la vitalidad de su red de sustentación; le confirma a sus aliados y socios en los negocios que la comunión y la lealtad de grupo continúa incólume. Les dice que su control sobre el territorio es total, que su red de alianzas es cohesiva y confiable, y que sus recursos y contactos son ilimitados. Se pronuncia de esta forma cuando se consolida una fratría; cuando se planea un negocio amenazado por el peligro del ilícito en esta frontera patrullada; cuando se abren las puertas para algún nuevo miembro; cuando otro grupo mafioso desafía el control sobre el territorio; cuando hay intrusiones externas, inspecciones, en el coto totalitario de la localidad. La lengua del feminicidio utiliza el significante cuerpo femenino para indicar la posición de lo que puede ser sacrificado en aras de un bien mayor, de un bien colectivo, como es la constitución de una fratría mafiosa. El cuerpo de mujer es el 29

índice por excelencia de la posición de quien rinde tributo, de víctima cuyo sacrificio y consumición podrán más fácilmente ser absorbidos y naturalizados por la comunidad. Es parte de este proceso de digestión la acostumbrada doble victimación de la ya víctima, así como la doble y triple victimación de su familia, representada las más de las veces por una madre triste. Un mecanismo de defensa cognitiva casi incontrolable hace que, para reducir la disonancia entre la lógica con que esperamos que la vida se comporte y la manera en que se comporta en realidad, a quien encarna esa inversión, esa infracción a la gramática de la sociabilidad. Ante la ausencia definitiva de un agresor, alguien tiene que ser responsabilizado por la desdicha colectiva así causada. Así como es común que el condenado recuerde a su víctima con gran rencor por asociarla al desenlace de su destino y a la pérdida de su libertad, de la misma forma la comunidad se sume más y más en una espiral misógina que, a falta de un soporte más adecuado para deshacerse de su malestar, le permite depositar en la propia víctima la culpa por la crueldad con que fue tratada. Fácilmente optamos por reducir nuestro sufrimiento frente a la injusticia intolerable testimoniada, aduciendo que “debe haber una razón”. Así, las mujeres asesinadas de Ciudad Juárez se transforman rápidamente en prostitutas, mentirosas, fiesteras, drogadictas y en todo aquello que pueda liberarnos de la responsabilidad y la amargura que nos inocula depararnos con su suerte injusta. En la lengua del feminicidio cuerpo femenino también significa territorio y su etimología es tan arcaica como sus transformaciones son recientes. Ha sido constitutivo del lenguaje de las guerras, tribales o modernas, que el cuerpo de la mujer se anexe como parte del país conquistado. La sexualidad vertida sobre el mismo expresa el acto domesticador, apropiador, cuando insemina el territorio30

cuerpo de la mujer. Por esto, la marca del control territorial de los señores de Ciudad Juárez puede ser inscrita en el cuerpo de sus mujeres como parte o extensión del dominio afirmado como propio. La violación tumultuaria es, como en los pactos de sangre, la mezcla de substancias corporales de todos los que en ella participan; el acto de compartir la intimidad en su aspecto más feroz, de exponer lo que se guarda con más celo. Como el corte voluntario del que aflora la sangre, la violación es una publicación de la fantasía, la transgresión de un límite, un gesto radicalmente comprometedor. La violación, la dominación sexual, tiene también como rasgo conjugar el control no solamente físico sino también moral de la víctima y sus asociados. La reducción moral es un requisito para que la dominación se consume y la sexualidad, en el mundo que conocemos, está impregnada de moralidad. ¿Qué es, entonces, un feminicidio, en el sentido que Ciudad Juárez le confiere a esta palabra? Es el asesinato de una mujer genérica, de un tipo de mujer, sólo por ser mujer y por pertenecer a este tipo, de la misma forma que el genocidio es una agresión genérica y letal a todos aquellos que pertenecen al mismo grupo étnico, racial, lingüístico, religioso o ideológico. Ambos crímenes se dirigen a una categoría, no a un sujeto específico. Precisamente, este sujeto es despersonalizado como sujeto porque se hace predominar en él la categoría a la cual pertenece sobre sus rasgos individuales biográficos o de personalidad. Pero hay, me parece, una diferencia entre estos dos tipos de crímenes que debería ser mejor examinada y discutida. Si en el genocidio la construcción retórica del odio al otro conduce la acción de su eliminación, en el feminicidio la misoginia por detrás del acto es un sentimiento más próximo al de los cazadores por su trofeo: se parece

31

al desprecio por su vida o a la convicción de que el único valor de esa vida radica en su disponibilidad para la apropiación. Los crímenes, así, parecerían hablar de un verdadero Derecho de Pernada bestial de un Barón feudal y postmoderno con su grupo de acólitos, como expresión por excelencia de su dominio absolutista sobre un territorio, donde el derecho sobre el cuerpo de la mujer es una extensión del derecho del señor sobre su gleba. Sin embargo, en el más que terrible orden contemporáneo postmoderno, neoliberal, postestatal, postdemocrático, el Barón se volvió capaz de controlar de forma casi irrestricta su territorio como consecuencia de la acumulación descontrolada característica de la región de expansión fronteriza, exacerbada por la globalización de la economía y las reglas sueltas del mercado neoliberal en vigencia. Su única fuerza reguladora radica en la codicia y en la potencia de rapiña de sus competidores: los otros Barones del lugar. Microfascismos regionales y su control totalitario de la provincia acompañan la decadencia del orden nacional de este lado de la Gran Frontera y urgen, más que nunca, la aplicación de formas de legalidad y control de cuño internacionalista. La misteriosa muerte de las mujeres de Ciudad Juárez puede ser la pista definitiva de que la descentralización, en un contexto de desestatización y de neoliberalismo, no puede sino instalar un totalitarismo de provincia, en una conjunción regresiva entre postmodernidad y feudalismo, el cuerpo femenino vuelve a ser anexado al dominio territorial.

32

Las condiciones de posibilidad

La extrema asimetría por la extracción desregulada de ganancias por parte de un grupo es una condición crucial para que se establezca un contexto de impunidad. Cuando la desigualdad de poderes es tan extrema como en un régimen irrestricto neoliberal, no hay posibilidad real de separar negocios lícitos de negocios ilícitos, ya que la desigualdad se vuelve tan acentuada que permite el control territorial absoluto a nivel subestatal por parte de algunos grupos y sus redes de sustentación y alianza. Estas redes instalan, entonces, un verdadero totalitarismo de provincia y pasan a demarcar y expresar sin ambigüedades el régimen de control vigente en la región. Los crímenes de mujeres de Ciudad Juárez me parecen una forma de significar ese tipo de dominio territorial. Una característica fuerte de los régimen totalitarios es el encierro, la representación del espacio totalitario como un universo sin lado de afuera, encapsulado y autosuficiente, donde una estrategia de atrincheramiento por parte de las elites impide a los habitantes acceder a una percepción diferente, exterior, alternativa, de la realidad. Una retórica nacionalista que se afirma en una construcción primordialista de la unidad nacional – como es el caso de la “mexicanidad” en México, la “civilización tropical” en Brasil o el “ser nacional” en Argentina - beneficia a los que detentan

el

control

territorial

y

el

monopolio

de

la

voz

colectiva.

Estas metafísicas de la nación basadas en un Esencialismo anti histórico, por más populares y reivindicativas que puedan presentarse, trabajan con los mismos procedimientos lógicos que ampararon el nazismo. Este mismo tipo de ideología nacional puede ser también encontrado en las regiones cuando una elite regional consolida su dominio sobre el espacio y legitima sus privilegios en una ideología 33

primordialista de la región, es decir, trabajando su identificación con un grupo étnico o con una herencia de civilización. Consignas nativistas poderosas presionan para la formación de un sentimiento de lealtad a los emblemas de la unidad territorial con los cuales la elite, por otro lado, diseña su heráldica. Cultura popular significa, en un medio totalitario, cultura apropiada; pueblo son los habitantes del territorio controlado; y autoridades son los dueños del discurso, la cultura tradicional, la riqueza producida por el pueblo, y el territorio totalizado. Como en el totalitarismo de nación, una de las estrategias principales del totalitarismo de región es la de prevenir a la colectividad contra cualquier discurso que pueda ser tildado de no autóctono, no emanado y sellado por el compromiso de la lealtad interior. “Extranjero” y “extraño en la comarca” son transformados en categorías de acusación y se confisca la posibilidad de hablar “desde afuera”. Por lo tanto, la retórica es la de un patrimonio cultural que ha de ser defendido por encima de todo y la de una lealtad territorial que predomina y excluye otras lealtades - como, por ejemplo, la del cumplimiento de la ley, la de la lucha por la ex pansión de los derechos y la demanda de activismo y arbitraje internacional para la protección de los derechos humanos. Es por esto que, si el “lado de adentro” y el sitio mediático es la estrategia inequívoca de los líderes totalitarios, el “lado de afuera” es siempre el punto de apoyo para la acción en el campo de los derechos humanos. En un ambiente totalitario, el valor más martillado es el nosotros. El concepto de nosotros se vuelve defensivo, atrincherado, patriótico, y quien lo infringe es acusado de traición. En este tipo de patriotismo, la primera víctima son los otros interiores de la nación, de la región, de la localidad – siempre las mujeres, los negros, los pueblos originarios, los disidentes. Estos otros interiores son coaccionados para que 34

sacrifiquen, callen y posterguen su queja y el argumento de su diferencia en nombre de la unidad sacralizada y esencializada de la colectividad. Es blandiendo ese conjunto de representaciones típicamente totalitarias – de un totalitarismo de provincia - que los medios de comunicación juarenses descalifican uno a uno a los veedores foráneos. El discurso de los medios, cuando se “escucha” el subtexto de la noticia, cuando se lee entre líneas, es: es mejor un asesino propio, por más cruel que sea, que un justiciero ajeno, aunque tenga razón. Esta conocida estrategia propagandística elemental construye, todos los días, frente a cualquier amenaza de la mirada exterior, la muralla totalitaria de Ciudad Juárez, y ha contribuido, a lo largo de estos once años, a escamotear la verdad al pueblo y a neutralizar las fuerzas de la ley que se resistan a una articulación protética con los poderes locales. Imposible

no

recordar

Ciudad

Juárez

cuando

leemos

Hannah

Arendt:

Los movimientos totalitarios han sido llamados de “sociedades secretas montadas a la luz del día”. Realmente,[...] la estructura de los movimientos [...] nos recuerda en primer lugar ciertas características de esas sociedades. Las sociedades secretas forman también jerarquías de acuerdo con el grado de “iniciación”, regulan la vida de sus miembros según un presupuesto secreto y ficticio que hace que cada cosa parezca ser otra diferente; adoptan una estrategia de mentiras coherentes para engañar a las masas de afuera, no iniciadas; exigen obediencia sin reservas por parte de sus miembros, cuya cohesión se mantiene por la fidelidad a un líder frecuentemente desconocido y siempre misterioso, rodeado, o supuestamente rodeado, por un pequeño círculo de iniciados; y éstos, a su vez, son rodeados por semi-iniciados que constituyen una especie de “amortiguador” contra el mundo profano y hostil. Los movimientos totalitarios tienen todavía en común con las 35

sociedades secretas la escisión dicotómica del mundo entre “hermanos por pacto de sangre” y una masa indistinta e inarticulada de enemigos jurados [...] distinción basada en la absoluta hostilidad al mundo que los rodea. [...] Tal vez la más clara semejanza entre las sociedades secretas y los movimientos totalitarios resida en la importancia del ritual [...]. (Sin embargo), esa ideolatría no prueba la existencia de tendencias seudoreligiosas o heréticas [...] son simples trucos organizacionales, muy practicados en las sociedades secretas, que también forzaban a sus miembros a guardar secreto por miedo y respeto a símbolos truculentos. Las personas se unen más firmemente a través de la experiencia compartida de un ritual secreto que por la simple admisión al conocimiento del secreto”. Pero ¿qué Estado es ése?, ¿qué liderazgo es ése que produce el efecto de un totalitarismo regional? Es un segundo Estado que necesita de un nombre. Un nombre que sirviera de base para la categoría jurídica capaz de encuadrar en la ley a sus dueños y la red de complicidad que controlan. Los feminicidios de Ciudad Juárez no

son

crímenes

comunes

de

género sino crímenes

corporativos

y,

más

específicamente, son crímenes de segundo Estado, de Estado paralelo. Se asemejan más, por su fenomenología, a los rituales que cimentan la unidad de sociedades secretas y regímenes totalitarios. Comparten una característica idiosincrática de los abusos del poder político: se presentan como crímenes sin sujeto personalizado realizados sobre una víctima tampoco personalizada: un poder secreto abduce a un tipo de mujer, victimizándola, para reafirmar y revitalizar su capacidad de control. Por lo tanto, son más próximos a crímenes de Estado, crímenes de lesa humanidad, donde el Estado paralelo que los produce no puede ser encuadrado porque carecemos de categorías y procedimientos jurídicos eficientes para enfrentarlo. 36

Es por eso que sería necesario crear nuevas categorías jurídicas para encuadrarlos y tornarlos jurídicamente inteligibles, clasificables: no son crímenes comunes, o sea, crímenes de género de motivación sexual o de falta de entendimiento en el espacio doméstico, como afirman frívolamente agentes de la ley, autoridades y activistas. Son crímenes que podrían ser llamados de segundo Estado o crímenes de corporación, en los que la dimensión expresiva de la violencia prevalece. Entiendo aquí ¨corporación¨ como el grupo o red que administra los recursos, derechos y deberes propios de un Estado paralelo, establecido firmemente en la región y con tentáculos en las cabeceras del país. Si invirtiésemos los términos por un momento y dijéramos que el telos o finalidad del capital y de “los mandamientos de la capitalización” no es el proceso de acumulación, porque eso significaría caer en una tautología (la finalidad de la acumulación es la acumulación; la finalidad de la concentración es la concentración) y, por lo tanto, estaríamos describiendo el ciclo cerrado de un fin en sí mismo; si en lugar de eso dijésemos que la finalidad del capital es la producción de la diferencia mediante la reproducción y ampliación progresiva de la jerarquía hasta el punto del exterminio de algunos como expresión incontestable de su éxito, concluiríamos que solamente la muerte de algunos es capaz de alegorizar idóneamente y de forma autoevidente el lugar y la posición de todos los dominados, del pueblo dominado, de la clase dominada. Es en la exclusión y su significante por autonomasia: la capacidad de supresión del otro, que el capital se consagra. ¿Y qué más emblemático del lugar de sometimiento que el cuerpo de la mujer mestiza, de la mujer pobre, de la hija y hermana de los otros que son pobres y mestizos? ¿Dónde podría significarse mejor la otredad producida justamente para ser vencida? ¿Qué trofeo emblematizaría mejor la prebenda de óptimos negocios más allá de cualquier regla o restricción? Esa 37

doblemente otra mujer emerge así en la escena como el lugar de la producción y de la significación de la última forma de control territorial totalitario – de cuerpos y terrenos, de cuerpos como parte de terrenos – por el acto de su humillación y supresión. Nos encontramos, así, frente al sin-límite de ambas economías – simbólica y material. La depredación y la rapiña del ambiente y de la mano de obra se dan las manos con la violación sistemática y corporativa. No olvidemos que rapiña, en español, comparte su raíz con rape, violación en inglés. Si esto es así, no solamente podemos afirmar que una comprensión del contexto económico en gran escala nos ayuda a iluminar los acontecimientos de Ciudad Juárez, sino también que las humildes muertas de Juárez, desde la pequeña escala de su situación y localidad, nos despiertan y nos conducen a una relectura más lúcida de las transformaciones que atraviesa el mundo en nuestros días, mientras se vuelve, a cada instante, más inhóspito y aterrador. El presente documento fue escrito por la autora después de participar en Ciudad Juárez en un Foro organizado en julio de 2004 para debatir sobre el tema de los feminicidios. El título original es: “Territorio, soberanía y crímenes de segundo estado. La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez”. La agradecemos por permitirnos su divulgación. [1] Atencio, Graciela: “El circuito de la muerte”. Triple Jornada – suplemento feminista del diario la Jornada. No. 61, septiembre de 2003. [2] Los restos de Alma Brisa fueron hallados entre girasoles en el mismo terreno del centro de la ciudad donde había sido hallado el cuerpo de Brenda Berenice, hija de Juanita, una de las principales colaboradoras del proyecto de Epikeia y de esta publicación.

38

Feminicidios en Ciudad Juárez: libre comercio, narcotráfico y sexismo

El hombre violento, con la violencia marca su territorio y deja sentado que tiene el poder. Al mismo tiempo que significa el vínculo entre virilidad y sexualidad. (GisèleHalimi,

2004:

34)

Desde hace más de una década, ser mujer en Ciudad Juárez, Chihuahua, es sinónimo de depredación, devastación, robo, violencia, mafia y abuso de autoridad. La negligencia y la corrupción de las autoridades mexicanas, tanto estatales como federales, han contribuido a fomentar este ambiente de terror que se vive al norte de México, dando paso a que el “estado de derecho” se encuentre en manos de narcotraficantes

que

reciben

protección

de

los

gobiernos

mexicanos

y

estadounidenses. A partir de 1993, esta ciudad fronteriza con El Paso, Texas, ha sido el escenario de la desaparición sistemática de mujeres, muchas de las cuales son encontradas después en diversos parajes de la región con huellas de violación, mutilación y estrangulamiento. Las autoridades mexicanas han recurrido desde 1995 a la construcción de culpables que, mediante tortura, confiesan ser los responsables de los homicidios, mientras que los verdaderos autores de dichas atrocidades siguen libres

y

continúan

hasta

nuestros

días

con

esta

cacería

de

mujeres.

Existen diversas teorías sobre los móviles de este fenómeno que se ha extendido por otros estados mexicanos e incluso ha llegado a Guatemala, país colindante con la frontera sur mexicana. El propósito del presente trabajo es poner sobre la mesa tres de los factores que se han conjugado para generar redes de impunidad que hacen posible estos feminicidios: el Tratado de Libre Comercio firmado entre México, Estados Unidos y Canadá, el narcotráfico y el ambiente sexista vivido en el país, 39

especialmente

en

la

frontera.

Geopolítica El

juarense

problema

Exceso (Sergio

de

principal personas González

y

es

la

exceso

de

Rodríguez,

sobrepoblación desierto:

móvil.

de

inermidad.

2005:

65)

Ubicada en la frontera norte de la República Mexicana, Ciudad Juárez colinda con la ciudad estadounidense de El Paso, Texas. Según el censo de población y vivienda realizado en el 2005 por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), el estado de Chihuahua, al que pertenece Ciudad Juárez, contaba 3 241 444 habitantes, de los cuales 1 313 338 pertenecían a la ciudad fronteriza.(1)

De acuerdo con la densidad de población, Chihuahua ocupa el lugar número 11 de entre los 32 estados mexicanos, como se muestra en la siguiente tabla: Lugar

a

nivel nacional Entidad

Federativa

Habitantes (año

Estados 103

2005)

Unidos

Mexicanos

263

388

007

495

1 México 14

40

2 Distrito

Federal

8

720

916

3 Veracruz 7

de

Ignacio

de

la

Llave

110

214

752

113

383

133

893

812

293

459

4 Jalisco 6 5 Puebla 5 6 Guanajuato 4 7 Chiapas 4 8 Nuevo 4

León 199

292

9 Michoacán 3

de 966

Ocampo 073

10 41

Oaxaca 3

506

821

241

444

115

202

024

238

11 Chihuahua 3 12 Guerrero 3 13 Tamaulipas 3 14 Baja 2

California 844

469

608

442

de

Zaragoza

495

200

San

Luis

Potosí

2

410

414

15 Sinaloa 2 16 Coahuila 2 17

18 Sonora 42

2

394

861

345

514

989

969

818

948

612

899

19 Hidalgo 2 20 Tabasco 1 21 Yucatán 1 22 Morelos 1 23 Querétaro 1

Arteaga 598

139

509

117

367

692

24 Durango 1 25 Zacatecas 1 26 Quintana 1

Roo 135

309 43

27 Tlaxcala 1

068

207

065

416

28 Aguascalientes 1 29 Nayarit 949

684

30 Campeche 754

730

31 Colima 567

996

32 Baja

California

Sur

512 INEGI.

170 II

Conteo

de

Población

y

Vivienda

2005.

Respecto al territorio, el estado de Chihuahua cuenta con una extensión de 247 455 kilómetros cuadrados, que lo convierte en el Estado más grande del país. La mayor parte de este territorio es desértico por lo que la economía del Estado se sustenta principalmente en dos sectores: el comercio (restaurantes y hoteles, aunque también y en gran medida prostitución y drogas) y la industria maquiladora. Así, debido a la extensión desértica y a su condición fronteriza, en la entidad se ubican 44

aproximadamente 402 maquiladoras de exportación, que representan el 14.3% del total de este tipo de establecimientos en el país. (2) El 98% del financiamiento de esta

industria

es

de

origen

estadounidense.(ORTIZ,

2003:

45)

Debido al alto índice de pobreza y miseria en el país (3) , Ciudad Juárez ha mantenido un flujo migratorio importante de mexicanos y centroamericanos que llegan a la zona para emplearse en la industria maquiladora en condiciones de esclavitud, lo que se traduce en una alta densidad de población que vive paupérrimamente. Este crecimiento poblacional confluye con el problema de la infraestructura ciudadana. Paradójicamente, al lado de la industrialización fronteriza existe un rezago urbano debido a la falta de inversión estatal en obras públicas básicas requeridas por cualquier ciudad pues históricamente Ciudad Juárez ha sido considerada como una ciudad de paso, una ciudad fantasma (4). Al respecto escribía Fabrizio Mejía Madrid en el año 2003 que la extensa ciudad sobre el desierto se mira a sí como un paso hacia otros sitios definitivos. Los 40 mil baldíos en los que todavía cabrían un millón más de nuevos inmigrantes, el hecho padecible de que sólo esté pavimentada en un 40 por ciento, y de que el 10 por ciento de las casas sean de cartón, ayuda a sostener su carácter de territorio pasajero. De hecho, me resulta aterradora la enorme cantidad de no-lugares que ha desarrollado en estos últimos diez años: largas paredes a ambos lados de los parques industriales, gasolineras fantasma, callejones de bodegas y contenedores que fun cionan como bardas, líneas de bares, antros y lupanares que sólo abren hasta el atardecer. Si algo permite la ejecución, el secuestro, el asalto sexual es esa soledad de

las

ciudades

desiertas.

(Mejía,

2003:

71)

A partir de este pasaje, podemos imaginar el riesgo que supone caminar por la 45

ciudad y la salida que se ha dado para la autoprotección: exceso de automóviles. Según Sergio González Rodríguez, “mientras en la Ciudad de México sólo el 37% de los habitantes tiene vehículo, en Ciudad Juárez este porcentaje llega al 70% de la población” (GONZÁLEZ R., 2005: 29-39) por lo que “estar sola” entre calles y avenidas de la ciudad puede tener como consecuencia un “levantón” –como se le llama

al

rapto-

con

su

correspondiente

asesinato.

Así, tres son los elementos que definen de manera concreta la geopolítica de la ciudad: el puente que comunica Juárez con El paso, las industrias maquiladoras y los automóviles. A partir de aquí se dibujan las raíces de la desolación de ser mujer en Juárez.

La

modernidad,

el

TLC

y

sus

“victoriosos”

frutos

La discriminación de las mujeres asegura una mano de obra barata para un conjunto de actividades y formas de relación laboral necesarias para elfuncionamiento de la economía global: manufactura y agricultura de exportación, servicios de apoyo a las empresas (Margarita

globales

y

servicios

Iglesias

personales Saldaña,

en

las

ciudades

globales.

2004:

9)

El 1º de enero de 1994 entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio (TLC) o North American Free TradeAgreement (NAFTA) en el que México abría la “zona de libr e comercio” a Estados Unidos y Canadá porque, a decir del presidente en turno Carlos Salinas de Gortari, México estaba preparado para ser una nación de primer mundo.(5) Pero esta entrada a la “modernidad primermundista” vino acompañada de dos acontecimientos importantes: ese mismo día el Ejército Zapatista de Liberación 46

Nacional (EZLN) se levantó en armas en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en pro de los derechos indígenas mexicanos y en contra de la política neoliberal. Meses después, en diciembre del 94, tomó posesión presidencial Ernesto Zedillo Ponce de León y a los pocos días se registró una de las peores crisis económicas en el país debido a los malos manejos gubernamentales del sexenio salinista que provocaron la falta de reservas internacionales en el Banco de México y la devaluación del peso. Otro dato importante es que, a partir del anuncio de las negociaciones trilaterales entre México, EUA y Canadá en 1989, se destaparon diferentes cárteles del narcotráfico mexicano. El más importante para el tema que nos ocupa es el Cártel de Juárez dirigido por Amado Carrillo Fuentes alias “El Señor de los Cielos” muerto supuestamente

en

1997.(6)

La explicación más plausible sobre la incidencia de los elementos políticos antes mencionados en los casos de los feminicidios juarenses es que durante varios sexenios –y hasta nuestros días, como se verá más adelante- los grupos de narcotraficantes, en especial el Cártel de Juarez que opera principalmente en la ciudad con el mismo nombre, gozaron del apoyo y el cobijo de los empresarios y políticos m ás importantes del país. Éstos vieron amenazadas sus empresas a raíz de las conversaciones sobre el TLC en 1989 y contrataron sicarios del narcotráfico para asesinar a mujeres pobres y crear un ambiente de incertidumbre que cuestionara la integración de México a la alianza trinacional, siendo el trasfondo del escenario la necesidad de “reafirmar los privilegios y el dominio fronterizo ante la posibilidad de algún

cambio”(GONZÁLEZ

R.,

2005:

XX).

Al respeto, el excelente trabajo de Sergio González pone de manifiesto este sistema corrupto e impune en donde se mezclan intereses nacionales e internacionales de la 47

mafia fronteriza. A lo largo de la obra, el autor pone nombre y apellidos a todos los responsables de la situación en Ciudad Juárez –incluyendo a los presidentes Salinas, Zedillo y Vicente Fox- desde hace más de una década. Las declaraciones son contundentes: “Un ex jefe de la policía en Ciudad Juárez, Javier Benavides, […] reiteró la participación en el feminicidio de gente poderosa opuesta al TLC. […] la geopolítica está en el centro del feminicidio de la frontera de México y Estados Unidos”.(GONZÁLEZ

R.,

2005:

XXI)

Por otro lado, no hace falta mucha imaginación para suponer los efectos del TLC en la mayoría de los mexicanos que vive en extrema pobreza. Con este Tratado el PIB ha crecido sólo el 1% anual y México sigue teniendo un déficit comercial permanente que no logrará alcanzar el crecimiento de algunos países asiáticos. Además, la capacidad productiva nacional ha quedado desmantelada pues el 90% de las exportaciones mexicanas van haci a Estados Unidos principalmente por medio de la industria maquiladora. La añorada inversión extranjera se fulminó pues la mayoría fue considerada a corto plazo y no se tradujo en proyectos productivos. Tampoco supuso oportunidades de empleo, aumento de salario ni de bienestar, prueba de ello es que hasta el año 2003 el 60% de los empleos estaban referidos al sector informal y los salarios de la industria maquiladora tienen una ínfima variación desde 1994. La migración aumentó –tanto nacional como internacional- y también el desgaste ambiental debido a la deforestación y a la negligencia de las autoridades en el tema de los criterios ambientales.

(NADAL,

2003)

En este ambiente, el trato humano es imposible. En las maquiladoras no se aceptan personas mayores de 30 o 35 años, tampoco son deseables las personas con cierto nivel de escolaridad que demande sus derechos. En algunas, se contrata niñas de 48

hasta 13 años de edad y muchas mujeres son revisadas con cierta periodicidad para comprobar que no estén embarazadas. Muchas maquilas suelen cambiar de nombre constantemente, creando “otra maquila”, para evadir las utilidades que deben a sus trabajadoras y trabajadores a fin de año. Gustavo Castro, investigador del Centro De Investigaciones Económicas y Políticas de Acción Comunitaria (CIEPAC) escribe: En las maquiladoras no dejan tomar agua para evitar que las trabajadoras abandonen sus puestos de trabajo (además los baños y el agua escasean). Si se abandona, la trabajadora sólo tiene permitido 5 minutos para ir al baño, mientras que otra tiene que cubr ir el puesto de trabajo para que la producción no se detenga […] Si alguna de las empleadas trabaja más turnos y por tanto gana más dinero, se le inventan varios descuentos para bajarle el sueldo al mínimo […] le pueden descontar una cuota por la renta del espacio que usa para trabajar […] Los trabajadores de la maquila de abrasivos mantienen las manos negras por el aceite hasta luego de dos meses de haber abandonado el empleo. Por lo general el quipo de seguridad es nulo. Hay mujeres que les han quedado amputados los dedos por la maquinaria y que nunca fueron indemnizadas y continúan trabajando en la misma maquila. En el caso de mujeres embarazadas los médicos les mienten sobre la fecha del parto para lograr que sigan trabajando lo más que se pueda y pierdan los días a los que tienen derecho sin trabajar y con sueldo. “Hay compañeras que han parido en la maquiladora y de ahí al hospital” –asegura una de ellas. […] En algunas maquiladoras les obligan a las trabajadoras a tomar el medicamento “Naproxen” antes de salir (incluso a las embarazadas) para que no les duelan los músculos, en otras les obligaban a tomar día a día un anticonceptivo o en otras, pastillas que mantienen acelerado el cuerpo para que aguante el ritmo de trabajo.(7) 49

Pobreza, explotación, acumulación de riqueza a costa de la cosificación humana, impacto ambiental y más de diez años de feminicidios es el costo nacional por la modernidad.

Narcotráfico

y

prostitución

política

en

Juárez

El desgobierno y la paralegalidad –el sesgo de prácticas que oscilan entre lo legal y lo ile gal a la luz pública- lucen como emblemas de una falsa democracia, en la que el narcotráfico implica un factor inherente al sistema político, y de ninguna manera algo externo

a

éste,

(González

como

tiende

Rodríguez,

a

decirse 2005:

o

creerse. III)

El comercio de drogas es una de las principales actividades económicas que sostiene no sólo la frontera de México, sino estados enteros como son los casos de Guerrero y Michoacán. En Ciudad Juárez, el narcotráfico ha impregnado a la sociedad entera y, por medio de procedimientos delictivos que dan escasísimo valor a la vida humana,

han logrado hacerse del poder estatal –por no decir,

cuasinacional. Como sucede en la mayoría de los casos, los narcotraficantes no están solos, tienen el apoyo de diferentes agentes del poder judicial, convirtiendo la región en un gran feudo con señores y siervos. Los empresarios, como se apuntó antes, también tienen intereses específicos que los llevan a generar alianzas con sicarios y mafias con el fin de mantener intocable su estatus económico. Política, droga y empresa constituyen la triada del gran poder que el narco ejerce en Ciudad Juárez. (MONSIVAÍS,

2003:

12-16) 50

Chihuahua ha sido gobernado mayoritariamente por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) desde 1929. En su historia política ha contado sólo con una alternancia del Partido Acción Nacional (PAN). Los gobernadores implicados en los feminicidiosjuarences

son

los

Gobernadores

siguientes: del

Estado

de

Chihuahua

Periodo Partido

político

José

Reyes

Baeza

2004-2010 PRI Patricio

Martínez

1998 -2004 PRI Francisco

Barrio

Terrazas

1992-1998 PAN Fernando

Baeza

Meléndez

(8)

1986-1992 PRI

Es durante el gobierno de Francisco Barrio Terrazas cuando se desata la ola de 51

violencia feminicida en Ciudad Juárez. De 1992 a 1998 existieron por lo menos 125 casos de homicidios contra mujeres, sin contar los casos de secuestros y desapariciones. En diciembre del año 2000 gracias al “triunfo de la democracia”, el presidente electo de México Vicente Fox Quesada –también del PAN- designó para Barrio Terrazas la administración de la Secretaría de la Contraloría y Desarrollo Administrativo (SECODAM) cuya misión es combatir la corrupción y la ineficacia de los

organismos

públicos.

Es sabido que el PAN cuenta con el apoyo de los empresarios más importantes del país y con los grupos de ultraderecha de la Iglesia Católica. Gracias a estos dos elementos, Fox Quesada logró realizar una potente campaña en vísperas de las elecciones del 2000 por medio de la asociación Amigos de Fox que conformó una red de ciudadanos con el propósito explícito de “sacar al PRI de Los Pinos” –la residencia presidencial mexicana. Los principales creadores de dicha asociación fueron empresarios que trabajaron al lado del candidato en la Coca-cola. (TEJEDA, 2005: 67-92. GARDUÑO, 2003) Entre estos “amigos” de Fox se encontraba Francisco

Barrio

Terrazas.

Pero la historia de Barrio Terrazas viene de más lejos. Al tomar posesión como el primer gobernador panista de Chihuahua el 3 de octubre de 1992, el presidente priísta en turno, Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), y los jera rcas de la Iglesia Católica defendieron al gobernador de las protestas públicas de los chihuahuenses dados sus antecedentes. En 1983, Barrio era presidente del Centro Empresarial de Ciudad Juárezademás de pertenecer al grupo de ultraderecha conocido como Movimiento de Renovación Carismática. Como alcalde de Ciudad Juárez se distinguió por sus métodos represivos, siendo uno de los episodios más célebres de su actuación la violencia en contra de grupos que protestaban sobre el 52

manejo de su administración el día 11 de octubre de 1985, minutos antes de que diera lectura a su segundo informe anual de actividades. Para llegar a la gubernatura chihuahuense, recibió apoyo económico de grupos como Desarrollo Humano Integral, A. C. (DHIAC) y la Asociación Nacional Cívica Femenina (Ancifem), grupos también de la ultraderecha mexicana que apoyan al sector empresarial (GONZÁLEZ RUIZ,

2002:

254-256)

Por otro lado, sus nexos con el narcotráfico se encuentran documentados. Diana Washington, reportera de El Paso Times, divulgó el 15 de octubre de 2000, semanas antes de que Vicente Fox tomará posesión de la presidencia mexicana, que: en las actas del llamado “maxiproceso” contra el Cártel de Juárez de la PGR [Procuraduría General de la República], Francisco Barrio aparece como protector del narcotráfico a cambio de “fuertes cantidades de dinero” […] el ex gobernador de Chihuahua, Francisco Barrio Terrazas, recibió pagos de Amado Carrillo Fuentes, jefe de jefes de ese grupo de narcotraficantes. Fue a cambio de protección a sus actividades ilícitas. Es el documento c onocido como PGR/UEDO No. 157/98. (González Rodríguez, 2005: 202) Por las mismas fechas, la prensa divulgó que la Contaduría General del Congreso de Chihuahua había detectado irregularidades que “ascendían a más de 25 millones de pesos, en la cuenta pública del organismo descentralizado llamado Promotora de la Industria Chihuahuense” (GONZÁLEZ R., 2005: 213) en las que estaba implicado el ex gobernador. A pesar de estas declaraciones, Vicente Fox y su vocera –que luego sería su esposa- Martha Sahagún defendieron la intachable trayectoria de Barrio Terrazas. A Barrio le sucedió en la gubernatura juarense Patricio Martínez, con quien el PRI retomaba su hegemonía política en la región. Martínez evadió la responsabilidad que 53

le correspondía en la investigación sobre los feminicidios argumentando que la violencia y el narcotráfico “es culpa” del gobierno de Barrio. En enero del 2001, Patricio Martínez sufrió un atentado al que sobrevivió y declaró que el inductor del hecho era Francisco Barrio Terrazas. Lo cierto es que ambos gobernadores se dedicaron a fabricar culpables y a dejar a los asesinos libres. El actual gobernador, José

Reyes

Baeza

continúa

con

esta

dinámica.

Así, la genealogía de la impunidad en Ciudad Juárez tiene su origen desde la presidencia de la República hasta los agentes del Ministerio Público y los policías de barrio. Enumerar a todos los implicados en los casos de los feminicidiosjuarences rebasa los objetivos de este trabajo, sin embargo podemos afirmar con toda certeza que los partidos políticos PRI y PAN (o el PRIAN, como se ha dado ha bien llamar a estos opuestos que se complementan) han fomentado la corrupción y el narcotráfico desde el Poder Ejecutivo teniendo a la cabeza a cuatro presidentes: Carlos Salinas de Gortari (1988-1994, PRI), Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000, PRI), Vicente Fox Quesada (2000-2006, PAN) y el actual mandatario

Felipe

Calderón

Hinojosa

(2006-2012,

PAN).

Respecto a los nexos políticos con el narcotráfico en Ciudad Juárez, Juan Jesús Cortés ha publicado en el periódico Reforma una geografía del peligro que Sergio González reproduce en su obra ya citada, Huesos en el desierto. Existen en el espacio juarense puntos estratégicos donde son encontrados los cadáveres mutilados de mujeres desde hace más de una década, a saber: los parajes Lomas de Poleo, Lote Bravo, Los Nogales, Cerro Bola, Valle Juárez y Zacate Blanco y algunas zonas con alto índice de criminalidad y drogadicción como es la periferia contigua a la Avenida División del Norte, la zona cercana a las vías del ferrocarril, la circunferencia de la Central de Abastos, el kilómetro 20 de la carretera con dirección 54

a Chihuahua capital, el entronque entre el Paseo de la Victoria y la Avenida Ejército Nacional, el Puente de Santa Fe cercano al centro de la ciudad y una zona de picaderos

de

droga

justo

en

la

frontera

con

el

Río

Bravo.

Los parajes tienen dueño, son empresarios y narcotraficantes. En las otras zonas las personas –en su mayoría inmigrantes- habitan en casas construidas por desechos: trozos de madera, láminas, alambres, cartones y cualquier variedad de material que sirva p ara sostener “el hogar”. Muchas casas no cuentan con servicio de agua potable ni electricidad. Al otro lado del Río Bravo se pueden observar las construcciones sólidas

estadounidenses.

Sobre la causa de los feminicidios se han dado diversas teorías. Se cree que los asesinatos corresponden a una dinámica de hostigamiento entre policías y narcotraficantes. Éstos tiran cuerpos en lugares estratégicos para recordarle al poder judicial la omnipotencia de sus alcances y lo peligroso que puede resultar “meter las narices donde nadie les llama”. Así, los cuerpos encontrados en lugares y posturas específicas son mensajes que hay que descifrar: cómo murió la víctima, dónde arrojaron el cadáver, cuándo, cuáles son las posturas y las torturas a la que fue expuesta. Por ejemplo, los cuerpos de algunas víctimas tienen un triángulo en la espalda marcado con arma punzocortante, otros cuerpos aparecen con los pezones arrancados o mordidos, otros descuartizados, algunos envueltos en cobijas, etc. Otra teoría explica que los cuerpos son mensajes cifrados entre narcotraficantes enfrentados. De esta manera los feminicidios estarían fuera de toda lógica para quienes

se

encuentran

fuera

del

círculo

mafioso.

Una teoría más se basa en la sobrepoblación. Los y las inmigrantes que llegan a Juárez en busca de trabajo no encuentran cabida y “los jóvenes sin empleo se están 55

alquilando como sicarios y las chicas como table-danceras” (MEJÍA, 2003: 72). Teoría bastante cómoda para las autoridades pues es la juventud la que desencadena las olas de violencia al saberse dentro de una

sociedad

sin

futuro.

Se piensa también que los feminicidios corresponden al montaje de empresas de videos snuff, o bien, que son consecuencia de ritos satánicos realizados por estadounidenses que con facilidad cruzan El Paso y encuentran espacios suficientemente

impunes

para

realizar

este

tipo

de

actos.

Ninguna de estas causas es excluyente de las otras. Dada la pobreza extrema, no es raro que muchas inmigrantes se dediquen a la prostitución ni que los chicos caigan en las redes de la droga y se dediquen a matar por sueldo. La explotación de videos snuff en la zona ha sido frecuente desde la década de los ochenta. Los cuerpos cifrados pueden ser mensajes entre narcotraficantes y al mismo tiempo mensajes

hostigadores

hacia

la

policía.

Sobre los ritos satánicos existe el precedente de Henry Lee Lucas (1936-2001), un asesino serial de los años ochenta que mantuvo contacto con la secta satánica La Mano de la Muerte que demandaba niños y jóvenes para la realización de ritos y filmación de videos. (MEJÍA, 2003: 72) Lee Lucas confesó haber realizado más de 35 viajes a México para llevar niños marcados con rayas, zetas grabadas o círculos a “ranchos bastante grandes” y que “los jefes de la secta me decían cuántos necesitaban y qué tipo de niño era el más valioso. Normalmente eran niños pequeños, entre cuatro y once años de edad. Me daban mil dólares por cada cargamento”

(GONZÁLEZ,

R.,

2005:

71).

Las teorías se condensan en un encabezado publicado por La Jornada el domingo 18 de marzo de 2007: Obra de narcosatánicos, 8feminicidios en Ciuda 56

d Juárez en donde la procuradora de Justicia estatal, Patricia González Rodríguez declaró

que

las

víctimas

“fueron

sacrificadas

durante

un

rito

satánico”

(VILLALPANDO, 2007). Incluso, algunos vecinos aseguran que en los parajes de empresarios se realizan orgías donde acude gente muy famosa. Sea lo que sea, lo cierto es que en toda esta trama existe un origen común: la negligencia de las autoridades

mexicanas.

Sexismo:

machismo

y

misoginia

Como muñecas rusas, las muertas de Ciudad Juárez se repiten, se multiplican, nada más

cambian

(Margarita

de

nombre: Peña,

laceradas,

mancilladas, 2003:

rotas. 76)

Un elemento esencial para terminar el pequeño análisis que presentamos sobre los feminicidios en Ciudad Juárez es la cultura. México es un país empapado por el machismo desde la época virreinal (9) que a pasos forzados ha visto nacer importantes movimientos feministas (10) a partir de la década de los setenta. Si actualmente aún es difícil que algunas mujeres universitarias mexicanas adopten una conciencia feminista, el panorama es mucho más desolador cuando nos referimos a obreras, indígenas, amas de casa y trabajadoras domésticas. Fray Luis de León escribió en La perfecta casada que “una mujer buena será con el marido guarda de su casa, maestra de sus hijos y provisora de sus excesos” (LÍTICO, 2002: 126) y, desgraciadamente, ésta máxima es dogma aún en muchos sectores de la población mexicana. Aunado a este factor cultural popular, la clase política mexicana poco hace por la lucha en pro de la igualdad entre hombres y mujeres. Más aún, en ciert

57

os discursos los hombres y las mujeres que ostentan el poder a todos los niveles se esmeran en seguir la pauta de un mundo androcéntrico hecho por y para los hombres. Frases denigrantes hacia la mujer han hecho famosos a personajes panistas como Diego Fernández de Cevallos (11) e, incluso al mismo ex presidente Vicente Fox cuando, a unos meses de dejar el cargo, señaló que el 75% de los hogares mexicanos tenía lavadoras “y no precisamente de dos patas”, en alusión a las

mujeres.(El

Universal

(a),

2007)

Con este panorama general al que se le podrían añadir muchísimas más aberraciones sexistas, podemos imaginar la línea que las autoridades han seguido para explicar los feminicidios: las asesinadas eran prostitutas, tenían una “doble vida”, vestían de manera provocadora, gustaban de paseos por zonas de alta peligrosidad (burdeles, cotos de drogadicción, etc.) o simplemente, habían cometido el gran error de andar solas en la calle durante la noche a pesar de que los “levantotes” de mujeres ocurren a cualquier hora del día. Lo más alarmante del caso es que estas declaraciones no salen sólo de bocas masculinas. Suly Ponce, encargada de la Fiscalía Especial para la Investigación de Homicidios de Mujeres en Ciudad Juárez (FEIHM, creada en 1998) y protegida del procurador de Chihuahua Arturo González Rascón, repetía con singular convicción que los crímenes juarenses eran de tipo pasional, que bajo su fiscalía el registro de los crímenes descendió, que el 80% de los feminicidios estaba resuelto y que, en algunos casos, se había demostrado que la act itud de las asesinadas no correspondía a los estándares morales y que esa era la causa de los homicidios. (12) Así, el doctor Hugo Liaño, jefe de Servicio de Neurología de la Clínica Puerta de Hierro de Madrid, apoyaría las declaraciones de Ponce

cuando

escribe 58

el vestido ha cubierto los signos externos sexuales, pero la mujer, a quien sabemos que está encargada desde hace milenios la misión de exhibirse para resultar atractiva al hombre, se ajusta la ropa a las nalgas y caderas, se condiciona y resalta el volumen de las mamas, y en sustitución de lo oculto toma las medidas para realzar un nuevo órgano sexual, la boca, con afeites que aumenta y abrillantan la mucosas de

los

labios.(13)

Triste y desesperadamente, las declaraciones de mujeres en contra de la condición de mujer, denigrando el valor de la vida por sus supuestas “costumbres inmorales”, es una muestra de machismo femenino de donde se sigue que una mujer, para llegar a donde profesionalmente quiere, debe comportarse y repetir los patrones de los hombres,

se

debe

masculinizar.

Por otro lado, tanto las administraciones priístas como la panista han luchado por desacreditar los movimientos civiles de protesta y de búsqueda de las desaparecidas. Grupos de madres sin hijas como el Grupo 8 de Marzo, Voces sin Eco y Por nuestras hijas de regreso a casa, apoyan a los familiares de las víctimas que van apareciendo, a los parientes de los “culpables fabricados” que, bajo tortura, confiesan haber mutilado y estrangulado a mujeres, (14) e incluso, se han dedicado ellos mismos a buscar los c uerpos

de

sus

desaparecidas

en

los

parajes

de

Ciudad

Juárez.

Un ejemplo del trato que reciben las personas que claman justicia y de la respuesta que reciben es el testimonio de Eva Pavón, madre de Silvia Arce –joven desaparecida en marzo de 1998. Declara que la respuesta de las autoridades invariablemente es “¿Para qué le buscan? No se metan en la boca del lobo” y que después de insistir varias veces sobre el asunto, la consigna es “A ver quién se cansa primero…”. (González R., 2005: 239) Por otro lado, “cuando los familiares de 59

las víctimas se presentan con las autoridades para informar sobre la desaparición de su familiar, éstas culpan a los padres de la víctima, ya que argumentan que ésta se fue de su casa por sobreprotección o abandono” (ANDIÓN, et.al., 2003: 22) A estos elementos machistas reproducidos también por mujeres, se suma el elemento misógino. Si consideramos que el machismo se basa en una actitud prepotente de los hombres sobre las mujeres, la misoginia agrega a esta actitud un elemento de odio y de aversión hacia las mujeres. Es decir, el macho se cree superior a la mujer pero, dentro de su imaginario cultural, se piensa capaz de amarla mientras que elmisógino no sólo se antepone a ella sino que es incapaz de sentir algún

respeto

por

la

humanidad

femenina,

la

odia.

Aunque la línea que divide al machismo y de la misoginia es muy sutil, en el caso de los secuestros y asesinatos en Ciudad Juárez el elemento misógino se hace más evidente por dos cuestiones: la condición femenina de las víctimas –aunque también se han registrado varon es, pero no es la generalidad- y la forma en que se encuentran los cuerpos. Se apuntó que a partir de la firma del TLC la región experimentó niveles muy altos de inmigración nacional y centroamericana. A su vez, el número de inmigrantes que cruzan el Río Bravo, ilegalmente en su mayoría, para buscar oportunidades de vida ha marcado prácticamente toda la historia moderna de México. En el año 2006 las remesas que envían los mexicanos en el exterior supusieron la segunda fuente de divisas para el país, después de las que genera la exportación de petróleo (GONZÁLEZ A., 2006). La población que emigra a Estados Unidos ha sido mayoritariamente masculina y hoy diferentes regiones mexicanas no sólo fronterizas –casos alarmantes es la despoblación masculina en zonas como Michoacán y Zacatecas-

están

pobladas

sólo

por

ancianos,

mujeres

y

niños. 60

Así, estas mujeres se han movilizado en busca de trabajo dentro del propio país y la industria maquiladora se ha convertido en un bastión importante de empleo para ellas. Por otra parte, los empresarios de maquilas prefieren aceptar a mujeres y niños en sus industrias porque el gasto salarial disminuye por la condición de aquellos. Para la mentalidad machista, una mujer que sale de su casa “exhibiéndose” ante la sociedad es una puta, debido a que la independencia que supone buscarse la vida fuera del protectorado económico del hombre la convierte en una “desposeída”. Todo macho debe poseer a su hembra, la desposeída es una mujer de “moral distraída”. Este factor cultural se conjuga con lo expuesto anteriormente sob re la geopolítica juarense y da como resultado el poco respeto que el patriarcado –de cualquier tipo de clase social- tiene sobre la condición femenina y su cuerpo. El machismo y la misoginia entran en un proceso simbiótico. Las mujeres comienzan a ser odiadas porque se han atrevido a tomar el papel que tradicionalmente le corresponde al hombre: el trabajo fuera de casa. La sociedad masculina se ve desplazada por la femenina.(15) A este desplazamiento, hemos de añadir la influencia de los grupos de ultraderecha con su correspondiente relación con la Iglesia Católica. Para estos grupos, la mujer sigue siendo “pecadora” por naturaleza y causa de todos los males de la humanidad. Bastaría la lectura de algunas declaraciones del arzobispo de México y de los principales empresarios cobijados por las asociaciones nacionales e internacionales a favor de las buenas costumbres y la decencia. (GONZÁLEZ RUIZ., 2002. KANOUSSI, 2002. MONSIVAÍS, 1999). Quizá estas sean las causas culturales del ensañamiento de los asesinos sobre la dignidad emocional y física sobre sus víctimas: golpes de martillo en cabeza y cuerpo, estrangulamiento, mutilación, heridas de arma punzocortante en todo el cuerpo, violación de los tres tipos, intento de incineración de los cuerpos, fracturas 61

óseas, descuartizamiento, muerte por asfixia, punciones de aguja hipodérmica en brazos y piernas, ojos desprendidos –quizá por arrastro en terrenos pedregosos-, muerte

por

desangramiento,

etc.

Así, el cuerpo femenino se convierte en la moneda de cambio entre los actores poderosos que manejan la terrible situación de Ciudad Juárez. El cuerpo mutilado es la reverencia a la masculinidad. Regresamos –en el supuesto de que hallamos salido de ahí- a la barbarie primigénea porque antropológicamente no todos los hombres representan la masculinidad suprema. Esta es una cuestión de grado. Sometidas las mujeres –ni fácil ni brevemente- y convertidas en ganado, los hombres tienen por primera vez algo que disputarse, y ahí es donde empieza su enfrentamiento y su correspondiente contrato social (primero el tabú del incesto y más tarde el no desearás la mujer de tu prójimo). Pero el contrato favorece desde su origen a unos hombres más que a otros porque de entre ellos lo redactan a su vez los más fuertes, los que se apoderaron de más mujeres, aunque posiblemente a cambio de la promesa de alimentar a todo el grupo, también a los varones a quienes no correspondió ninguna fémina. Aquí es donde aparece la primera clasificación entre hombres, hecha por ellos mismo, a causa

del

reparto

de

mujeres

(Victoria

Sau

Sánchez,

2000:

184).

Tan grave es este problema cultural que Margo Glantz ha equiparado a Ciudad Juárez con el exterminio en Auschwitz. Las maquilas son la expresión más actual de los campos de trabajos forzados y de los campos de exterminio pues responden a un sistema de explotación sistematizado en donde los hombres y las mujeres son concebidos

como

“seres

desechables”

(GLANTZ,

2003:

61-62).

El

nuevo MeinKampfquizá esté escrito en los cuerpos de mujeres. El cuerpo femenino de las mujeres muertas en Juárez es propiedad de su asesi 62

no, es enmarcado en la devastación social, se convierte en arte para las mentes enfermas de lo diseñan, es un cuerpo despojado en espera de que se le mancille, la Venus de

la

impunidad

(NEAD,

1998.

RIVERA,

1996).

Reflexiones

finales

Del aire sucio a la ciénaga de los abismos, el rastro de linfa y sanguazade las mujeres zarandeadas: tobillos limpios, espaldas tersas, rodillas en medio del humo y de los basureros. De la fauna cadavérica entre el calor inmundo del extrarradio urbano a los restos depositados de cualquier modo en la morgue, el enigma de los tiraderos: cuándo fueron vistas por última vez, por qué les hicieron esto, quién las agarró así del cuello para romper el tallo y calcinar un poco más el aire del infierno que

entre

todos

hacemos

(Huerta,

en

esta

tierra

de

todos

los

demonios.

2003:

11)

Como se ha expuesto, son muchos los factores que hacen de Ciudad Juárez el escenario ideal para el desarrollo de este negro episodio de la historia mexicana. Es preocupante que actualmente existen más brotes de feminicidios en otras regiones del

país,

al

parecer

por

un

efecto

de copy

cat.

Policías, periodistas e investigadores comprometidos con la causa de aclarar el conflicto y denunciar a los verdaderos culpables, son extorsionados, secuestrados, asesinados. Las autoridades mexicanas siguen con su coto de silencio ante el problema. Los medios de información –principalmente los televisivos- se suman a ese silencio: “los feminicidios son un problema local”, aseguran. Muchos habitantes juarenses evaden también el tema quizá por miedo, quizá por un a indignación inexpresable con palabras, o desgraciadamente, quizá por haberse habituado a vivir en este ambiente de terror que los inmuniza ante la violencia. 63

México, ese México “lindo y querido” sigue en espera de contar su historia, de contar la historia de los mexicanos críticos, trabajadores y honestos. Hasta el momento, la historia nacional ha sido escrita por poderosos que tienen las manos sucias de corrupción, de explotación y de sangre. Desmantelar todas esas redes de sátrapas nacionales e internacionales es un trabajo que sólo se logra con educación. Muchos mexicanos

estamos

dispuestos.

Notas 1. Información

obtenida

en:

http://cuentame.inegi.gob.mx/monografias/informacion/Chih/Poblacion/default.aspx?t ema=ME&e=08 volver. 2. No sólo en Chihuahua existe este alto número de maquilas, esta industria se ha convertido en la forma de trabajo general en la frontera. Por ejemplo, en Tamaulipas el corredor maquilador también es enorme, tan sólo en la ciudad de Reynosa existen 10 parques industriales con 170 maquiladoras que emplean miserablemente a 73 000 trabajadoras y trabajadores, gran parte de ellos provenientes del estado de Veracruz. 3. Entre 1994 y 2000 la pobreza en México pasó del 51% al 70% de la población. El 20% más pobre bajó su participación en el ingreso de 3.6% a 2.9%, mientras que el 10% más rico la aumentó del 44% al 50%. Fuente: TREJOS, María Eugenia, “Con el TLC

ha

Disponible

aumentado

la

pobreza

en

México”

en Bilaterals.org.

en: http://www.bilaterals.org/article.php3?id_article=2154.

4. Antes de 1888, Ciudad Juárez era llamada el “Paso del Norte” donde se asentó una misión colonial fundada por Núñez Cabeza de Vaca. Como el resto de la frontera norte mexicana, esta región supuso 64

desde los tiempos prehispánicos una lucha continua contra los usos y costumbres nómadas de los antiguos chichimecas. Ni el Imperio Mexica ni el Imperio Español pudieron controlar e instaurar sus instituciones en esta zona. Otro aspecto histórico es que en Ciudad Juárez está permitido lo prohibido en Estados Unidos convirtiéndose en el lugar de diversión y desenfreno. Ejemplo de ello es la gran cantidad de venta de licores en la ciudad en tiempos de la ley seca en Estados Unidos

(1919-1933).

5. La administración de Salinas de Gortari (1988-1994) tuvo desde sus inicios manejos bastante obscuros. Subió a la presidencia gracias a la quema de boletas electorales usurpándole el poder a su contrincante Cuauhtémoc Cárdenas. Dio especial importancia a la inversión extranjera incluyendo la privatización de la banca nacional. El candidato presidencial para el sexenio 1994-2000 por el partido en que él mismo militaba (PRI, Partido Revolucionario Institucional), Luis Donaldo Colosio, fue asesinado en marzo de 1994 al igual que su ex cuñado José Francisco Ruiz Massieu,

Secretario

General

del

PRI.

6. La muerte del “jefe de jefes” del Cartel de Juárez no ha sido comprobada totalmente. Supuestamente murió después de una cirugía facial a la que no resistió pero se creé que sigue vivo y quizá activo en los negocios sucios del narcotráfico. El Cártel de Juárez continúa siendo de los más mencionados en la actualidad, incluyendo también el Cártel de Tijuana de los hermanos Arellano Félix, el de Colima de los hermanos Amezcua Contreras, el Cártel de Sinaloa de Joaquín “el Chapo” Guzmán, el Cartel del Golfo de Osiel Cárdenas y el Cártel del Milenio de los Valencia, entre otros. Incluso la periodista Diana Washington, autora de Cosecha de mujeres, escribió sobre el Cártel de los Policías de Juárez constituído por ex policías federales y estatales. Véase: WASHINGTON, Diana, “Ciudad Juárez: así 65

empezó

todo”

en La

Jornada,

viernes

31

de

octubre

de

2003.

7. Castro Soto, Gustavo, “Las maquiladoras: cárcel de mujeres” en Plataforma de Solidaridad

con

Chiapas,

Oaxaca

y

Guatemala

de

Madrid.

Disponible

en: http://www.nodo50.org/pchiapas/mexico/noticias/mujer3.htm 8. Es importante resaltar que algunos investigadores postulan la hipótesis de que los feminicidios periódicos en Ciudad Juárez tienen su origen incluso desde 1985 de acuerdo con la comparación de estadísticas de mujeres asesinadas. Aunque la fecha oficial para el conteo de las muertas es el año de 1993, estos investigadores consideran que lo que a mediados de los ochenta se calificaron como homicidios aislados, son parte del inicio de la cacería de mujeres. Véase: MONÁRREZ Fragoso, Julia Estela, “Víctimas de crímenes sexuales… más allá de las estadísticas” en Ibíd., pp.

50-55.

9. Es importante resaltar que dentro de las tradiciones prehispánicas, las mujeres tenían un papel importantísimo en la sociedad. A pesar de la división del trabajo y de la organización patriarcal de las culturas indígenas ame ricanas, la existencia de una cosmovisión religiosa dualista –principios creadores femeninos y masculinos- reclamaba una valoración más equitativa entre hombres y mujeres. Por ejemplo, entre los huicholes el trabajo de parto se compartía y se sufría en pareja. Al hombre se le ataba una cuerda en los testículos y cuando la mujer experimentaba una contracción dolorosa, ésta jalaba de la cuerda para que el esposo sufriera también las sensaciones físicas de traer una nueva vida. Entre los mexicas, las mujeres que morían dando a luz, eran consideradas como guerreras y compartían, junto con los guerreros muertos en batalla, el espacio metafísico llamado Tlalocan,

en

donde

habitaba

Tláloc,

el

dios

de

la

lluvia.

10. Con movimientos feministas evoco a las movilizaciones a favor de la 66

reivindicación organizada y sistemática de derechos para las mujeres mexicanas. Dejo a un lado la discusión sobre los tipos de feminismos que se han manifestado en México

y

el

análisis

de

sus

discursos.

11. En el año 2002, Diego Fernández de Cevallos, que ostentaba el cargo de senador, salió en defensa del secretario de Hacienda, Francisco Gil, en torno a la discusión sobre la lectura en México, dijo que los intelectuales son "terroncitos de azúcar y algunos de ellos no tienen un modo honesto de vivir" Antes había hablado del "viejerío a su casa" para referirse al lugar que las mujeres deben ocupar en la sociedad. Véase: ACOSTA Nieto, Anasella, “Doce años de desencuentros con la cultura”

en La

Jornada,

lunes

24

de

junio

de

2002.

12. Sobre éstas y otras penosas declaraciones de algunos políticos mexicanos –incluyendo las del ex presidente Vicente Fox- el documental dirigido por Alejandra Sánchez Orozco y José Antonio Cordero, Bajo Juárez: la ciudad devorando a sus hijas (México, 2006), muestra la falta de ética con la

que

este

problema

ha

sido

llevado.

13. Llano, Hugo, Cerebro de hombre, cerebro de mujer, Barcelona, Ediciones B, 1998. Citado en Lítico, Op. Cit., p. 47. Sorprende que un neurólogo de finales del siglo XX sea capaz de reproducir ideas tan propias del antiguo régimen europeo. Véase: Vigarello, Georges. 1999.Historia de la violación desde el siglo XVI hasta nuestros

días,

Montevideo:

Ediciones

Trilce.

14. El expediente de la fabricación de culpables comienza en 1995 con la captura del egipcio AbdelLatifSharifSharif, sentenciado a 30 años de cárcel después de un proceso bastante dudoso. A él le siguen las detenciones de las bandas Los Rebeldes y Los Choferes. También han sido inculpados los conductores de transporte público Víctor Javier García Uribe, alias “El Cerillo” y Gustavo González 67

Meza, alias “La Foca” –muerto en el penal bajo condiciones misteriosas-, entre otros. Todos los supuestos culpables han sido torturados para declarar su responsabilidad en

los

asesinatos.

15. Es interesante el símil de este proceso de sustitución con lo sucedido durante la Revolución Industrial a finales del siglo XVIII. Los obreros se negaban a aceptar que sus patrones contrataran mujeres en las industrias porque se veían desplazados de su rol social. Además, el contrato de mujeres y niños en las nuevas industrias im plicaba una mayor plusvalía para el dueño, pues la paga que recibirían estos dos sectores sociales sería menor a la paga de un obrero joven. La misoginia juarense se puede

leer

de

forma

muy

similar.

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Ciudadanía

Sexual

Boletín

11

Resumen del plan alternativo para esclarecer el feminicidio en Ciudad Juárez El Violación

feminicidio de

en derechos

Ciudad humanos

Juárez: e

impunidad

La violencia en México es hoy un problema social agudo q ue afecta de distintos modos a toda la población. Más grave aún es la impunidad que ha favorecido la perpetuación e incluso la agudización de manifestaciones de violencia.

Estamos

viviendo

una

grave

crisis

de

la

legalidad.

Si la normalización de la violencia en general y hacia las mujeres en particular es inadmisible, la creciente y hasta ahora interminable cuenta de mujeres asesinadas en Ciudad Juárez , Chihuahua, es el caso más claro de la gravedad de este problema, que es impostergable enfrentar y resolver. La injusticia y la impunidad que ahí prevalecen demuestran que, si en el país la legalidad está en crisis, en Cd. Juárez es innegable

el

colapso

del

Estado

de

derecho.

Más de once años de asesinatos de mujeres en Cd. Juárez son intolerables. Intolerable es también la danza de cifras en torno a este caso así como la evidencia de que, lejos de defender y hacer valer el derecho de las mujeres a la vida, a la seguridad y a la libertad, las autoridades locales, estatales y nacionales han hecho 73

hasta ahora muy poco para aclarar los más de 415 casos de mujeres asesinadas y las

miles

de

denuncias

de

casos

de

mujeres

ausentes

extraviadas.

Lejos de tratarse de un conjunto más de delitos del fuero común o de una mera agudización de la violencia intrafamiliar, lo que se está dando en esta ciudad es un caso extremo de violación del derecho a la vida, a la seguridad, a la libertad de las mujeres. El alto grado de incidencia de violaciones y tortura en los asesinatos apunta a un fenómeno aún más grave: la presencia del crimen organizado que gen era una impunidad que favorece la agudización de otras formas de violencia. Es por tanto urgente que el gobierno federal lo reconozca y asuma su plena responsabilidad al

respecto.

Hasta ahora, sin embargo, ante lo que constituyen crímenes de lesa humanidad, se ha seguido una política de simulación y se han adoptado sólo medidas parciales y por La

tanto respuesta

del

Estado:

dualidad

ineficientes. ineficiente

y

debilidad

inherente

La respuesta del Estado, por demás tardía e insuficiente, sólo se ha dado gracias a la presión constante de la sociedad, de organismos internacionales y de la Cámara de Diputados y del Senado. Esta cristalizó finalmente en la creación de dos cargos: el de la Comisionada y el de la Fiscal Especial. Esta dualidad que, desde el origen, debilita tanto a la Comisionada como a la Fiscal especial, revela la falta de voluntad política suficiente para esclarecer los hechos, detener a los culpables, cómplices y encubridores, y por ende para que se haga justicia en Ciudad Juárez. Es importante destacar que ninguno de estos cargos cuenta con la autonomía ni con las facultades y recursos necesarios para cumplir con sus obligaciones de manera eficaz. La respuesta institucional que asigna la prevención y erradicación de la violencia contra la mujer a la Comisionada y la sanción a la Fiscalía Especial, no responde además a 74

las recomendaciones de los distintos organismos nacionales e internacionales. Ambas son instancias sucedáneas, faltas de autonomía y de atribuciones suficientes. Programa

alternativo

Para defender los de rechos, castigar a los culpables y detener la perpetuación de asesinatos de mujeres, es preciso que el Estado recurra a su poder y al poder de la ley y que lo haga a través de una estructura única, con autonomía y con todas las facultades legales y jurídicas

necesarias.

Por ello y para exigir al Estado que dé una respuesta conjunta e integral, miembros de distintos sectores de la sociedad, constituidos en el grupo independiente Alternativas, consideramos necesario presentar un programa alternativo de administración y procuración de justicia para el caso del feminicidio en Cd. Juárez. Este plan integral incluye acciones necesarias y urgentes para esclarecer los asesinatos, hacer justicia a las víctimas, reparar el daño a sus familiares y sacar a la luz la verdad, a la que toda sociedad democrática, y en particular los y las ciudadanos/as

de

Cd.

Juárez,

tienen

derecho.

Los ejes fundamentales de este plan son 1) la creación de una estructura única, y autónoma; 2) una propuesta de reformas legales integrales; 3) un plan de acción con enfoque

criminalístico.

Cabe

destacar

que

estos

tres

elementos

están

correlacionados, de modo que el plan habrá de aplicarse como un todo. A continuación se exponen las lineas principales del plan y consideraciones pertinentes. Líneas En

lo

principales que

respecta

al

marco

legal

del

país,

consideramos

que

: 75

1. El sistema procesal penal vigente en toda la República Mexicana, estatal y federal, debe ser objeto de una reforma profunda que coadyuve al cumplimiento de las convenciones y acuerdos internac ionales en materia de violencia contra las mujeres en el ámbito legislativo. En lo que se refiere específicamente al feminicidio en Ciudad Juárez: 2. La reforma legal propuesta debe incluir y empezar, desde luego, por las leyes del Estado

de

Chihuahua.

3. Con el fin de hacer justicia, es preciso y urgente crear un organismo federal de estructura única, con autonomía técnica y operativa, que, a través de una autoridad única, coordine y sea responsable de todo el proceso y cuente con todas las facultades necesarias y los recursos suficientes para llevar a cabo su cometido. 4. Dada la naturaleza del feminicidio en Ciudad Juárez y tomando en cuenta el manejo poco riguroso de los casos, es impostergable que la PGR atraiga el cien por ciento

de

los

casos

.

5. El plan especifica una serie de procedimientos criminalísticos que deben seguirse para esclarecer los casos, castigar a los culpables y reparar el daño. Este Plan representa el diseño de una alternativa técnica elaborada por personas expertas y comprometidas para el tratamiento efectivo del problema del feminicidio desde el Estado. Cuenta con el aval académico del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer-Colegio de México, del Programa Universitario de Estudios de Género-UNAM, y de representantes del Colegio de Académicas Universitarias (UNAM) y del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades

(UNAM).

76

CONCLUCIÓN El 16 de noviembre de 2009, la Corte Interamericana de Derechos Humanos pronunció una sentencia considerada ejemplar sobre el asesinato en 2001 de varias 77

jóvenes mexicanas de Ciudad Juárez. Aquel año fueron descubiertos en un lugar conocido como "campo algodonero" los cadáveres de Claudia González, de 20 años, Esmeralda Herrera, de 15 años, y Laura Berenice Ramos, de 17 años, junto a los restos de otras cinco mujeres que no pudieron ser identificadas. Los cuerpos mostraban signos de que las mujeres habían sido violadas con extrema crueldad. Frente a la indiferencia y al desinterés de las autoridades mexicanas por investigar esas muertes, la abogada de las familias llevó el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Ocho años más tarde, la Corte condenó por primera vez en la Historia a un país, México, por considerarle responsable de feminicidio. Lo declaró "culpable de violentar el derecho a la vida, la integridad y la libertad personal, entre otros delitos" así como culpable de "no investigar adecuadamente" las muertes. En esta sentencia, el alto tribunal define el feminicidio como “homicidio de mujer por razones de género”. La condena no se limita a los cinco casos denunciados sino que incluye una serie de deberes impuestos al Estado mexicano para investigar e impedir los feminicidios en su territorio. Y aunque el estado tenga culpa en todos estos asesinado hacia la persona femenina también corresponde a toda la población en general no callar ante tales problemas sociales para poder algún día gozar de la paz que clama la sangre de aquellas mujeres inocentes muertas a causa de disturbios de poder entre las grandes asociaciones gubernamentales y de narcotráfico.

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79