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TESEO Y EL MINOTAURO Creta es una isla tranquila del mar Mediterráneo en donde, hace cientos de años, reinaba un podero

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TESEO Y EL MINOTAURO

Creta es una isla tranquila del mar Mediterráneo en donde, hace cientos de años, reinaba un poderoso monarca llamado Minos. En aquella época, las ciudades cretenses eran las más hermosas y ricas del Mediterráneo y el rey Minos se sentía orgulloso de gobernar un país tan próspero. El monarca vivía en su palacio, feliz, junto a su esposa Pasifae y a sus numerosos hijos. Pero un día todo cambió en la apacible vida de Minos… Ocurrió que su esposa dio a luz a un ser monstruoso, una criatura horrible mitad hombre, mitad, toro, algo a lo que luego se le llamó minotauro. Aquel ser monstruoso se refugió en los bosques y se dedicó a atacar y asustar a la población que viajaba por los caminos del reino. El rey Minos, avergonzado de su mujer y del minotauro, determinó construir para ellos un lugar donde esconderlos y encerrarlos allí de por vida. Eligió para ello el más destacado de los arquitectos de la época: Dédalo. Dèdalo ideó un edificio circular con un espacio en el centro donde serían encerrados los prisioneros. Para acceder a él, había que realizar un largo y tortuoso recorrido por cientos de pasillos. Construyó el un laberinto. El arquitecto quedó muy satisfecho de su obra. Sólo él conocía el camino que comunicado el espacio central con la salida. Consiguió el escondite perfecto del que nadie podía escapar sin su ayuda. Minos envió a sus mejores guerreros a capturar al minotauro para encerrarlo, junto a Pasifae, en el laberinto. Al paso de los años, uno de los hijos de Minos partió hacia Grecia para participar en unos juegos atléticos. Allí se encontró con el rey Egeo, enemigo de su padre, y éste le tendió una em-

boscada y lo mató. Cuando Minos se enteró de la muerte de su hijo, se enfrentó con Egeo y, tras derrotarlo, le impuso un duro castigo: cada nueve años, Egeo debería enviar a Creta a siete doncellas y a siete muchachos de su reino. Allí Minos los encerraría en el laberinto, donde los guardaría una muerte segura a manos del minotauro. Cada nueve años, la llegada a Creta del barco con los catorce jóvenes era un acontecimiento sobrecogedor. La gente se asomaba desde sus casas para ver atracar el navío, que siempre llevaba izadas velas negras en señal de luto por el cruel destino de los muchachos. En una se esas ocasiones, la joven hija del rey Minos, la bella Ariadna, acudió al puerto con una amiga para contemplar la triste expedición. La nave había llegado ya y los catorce jóvenes aguardaban para desembarcar. Ariadna sentía lastima por ellos. Eran de su misma edad y, en condiciones normales, tendrían toda la vida por delante… Los miro detenidamente; todos mostraban en sus rostros pena y terror por su muerte inminente. Todos…, menos uno. Ariadna se quedó mirando intrigada a aquel joven, el único que no mostraba temor. Le pareció muy apuesto. Por su indumentaria, le fue fácil deducir que era un guerrero. Sus armas, sobre todo la espada extraordinaria que llevaba ceñida al cinto, parecían indicar que se trataba de alguien importante. La joven hija de Minos se enamoró de él a primera vista. Se sintió confundida, Por un lado, deseaba ayudar a aquél muchacho a matar al minotauro y a salir vivo del laberinto. Por otro lado, la lealtad a su padre le impedía hacerlo.

Tan pronto pensaba mantener su fidelidad a Minos, como lo contrario. Jamás hubiera imaginado que un día tendría entre su padre y su amado… Cualquier decisión seria dolorosa. Si optaba por su padre, sabía que siempre se arrepentiría por no haber luchado por conseguir el amor de su vida. Si, en cambio decidía ayudar al joven, tendría que huir de Creta y no volver a ver, nunca más a su familia, ni a sus amigos… Por fin, tomó la gran decisión de su vida y le dijo a su acompañante: -Querida, siempre te he considerado mi mejor amiga y confidente. Por eso te ruego que me ayudes, quizá por última vez… ¿Ves a ese hermoso joven que lleva al penacho en el casco? Me he enamorado de él. Y ya no imagino mi vida sin estar a su lado, así que he decidido ayudarlo a salir vivo del laberinto. Con todas las consecuencias… Por favor, acércate a él y dile que Ariadna, la hija de Minos, quiere saludarlo. Cuando el guerrero estuvo frente Ariadna, los tres jóvenes se retiraron discretamente a un rincón. Entonces la muchacha se presentó y habló de esta manera: -Desde el momento en que te ví, tu actitud y tu gallardía me han impresionado. Si aceptas mis consejos, saldrás victorioso de laberinto; pero a cambio, deberás prometerme algo: tras matar al minotauro, te casarás conmigo y los dos huiremos de Creta para evitar la ira de mi padre. -Señora –respondió el joven, sorprendido-, tu

bondad hacía a mi será recompensada mucho más de lo que imaginas. No solo me casare contigo gustoso, sino que, por ser mi esposa, algún día llegarás hacer reina de los atenienses. Pues yo soy Teseo, hijo del rey Egeo, y he venido voluntariamente a Creta para matar al monstruo y liberar a mi pueblo del terrible tributo que debe de pagar cada nueve años. Ariadna mostró una gran alegría tras escuchar las palabras del muchacho. Acto seguido, dijo a los dos jóvenes que la esperasen un momento y se ausentó. A su regreso, Ariadna llevaba un ovillo de lana en la mano y, dándoselo a Teseo, le develó la única manera se salir vivo del laberinto: -Escucha atentamente, Teseo, pues de esta conversación depende de tu vida… Teseo siguió, paso a paso, las instrucciones de Ariadna. Cuando llegó al acceso del laberinto, ató al muro uno de los extremos del ovillo y, mientras se adentraba en el edificio a través de los numerosos pasillos y recodos, lo fue desenrollando. Mientras tanto, Ariadna y su amiga esperaban, ansiosas, el regreso del joven. Se habían sentado junto a la entrada el laberinto y cuidaban de que nadie desatara el hilo del muro. La hija de Minos no podía ocultar su preocupación y, de vez en cunado, miraba si el hilo de lana seguía tenso y continuaba moviéndose, pues esa era la muestra de que su amado conservaba la vida. Teseo llego hasta el espacio central de donde se encontraba el minotauro. Siguiendo las indicaciones de Ariadna, concentro todos los golpes en la cabeza del mounstro y, gracias a su fuerza y valentía, en pocos minutos acabó con su vida.

Sin perder ni un segundo, Teseo comenzó a enrollar el hilo de ovillo y fue así, desandando el camino, como pudo encontrar el laberinto sin dificultad la salida del laberinto. Cuando Ariadna vio nuevamente al muchacho, no pudo reprimir un grito de alegría y ambos se abrazaron con fuerza. -Nos perdamos tiempo –dijo la joven, de pronto, soltándose de los brazos de su amado-. Mi padre no tardara en enterarse de tu hazaña… y de mi deslealtad, y ordenara a sus hombres que nos apresen. Solo podremos celebrar la victoria cundo estemos navegando, sanos y salvos, hacia las costas griegas. Lo tres jóvenes tomaron el camino que conducía al puerto donde estaba atracado el barco donde había llegado Teseo. Mientras caminaba, Ariadna iba mirando fijamente el paisaje, como si intentara grabarlo en su mente. Sabía que había emprendido un camino sin retorno y que jamás volvería a ver aquellos bosques. Contempló por ultima vez las magnificas construcciones de su ciudad natal; nunca, hasta que aquellos momentos, había percibido que fuera tan hermosas. Ariadna decidió no dejarse arrastrar por la nostalgia y tomo a su amado de la mano para sentir su fuerza y valentía y contagiarse de ellas. Antes de embarcar, Teseo agujeró los casos de las naves de la flota cretense; así, Minos no podría perseguirlos cuando zarparan. Ariadna se despidió, llorando, de su amiga y subió a la barca junto con su amado.

Teseo ordenó izar las velas y levar anclas a toda velocidad, pues los saldados cretenses ya se acercaban a ellos. Con la prisa, olvidaron arriar las velas negras y sustituirlas por otras blancas. Este descuido le costo muy caro a Teseo pues, antes de salir de Grecia, había acordado con su padre que, si lograba derrotar al minotauro y Salir vivo de esta gran aventura, izaría las velas blancas para anunciar su victoria. Cuando Egeo vio acercarse el barco de su hijo navegando con las velas negras, entendió que Teseo había muerto. No pudo soportar el dolor de perderlo y decidió quitarse la vida. El viejo rey se tiró por un acantilado al agua. Desde entonces, esas aguas se conocen como mar Egeo. CUESTINARIO 1.- ¿Según el cuento quien es Teseo? 2.- ¿Por qué se llama minotauro? 3.- ¿Cuántos Reyes hay en el cuento? 4.- ¿Cuál es el origen del minotauro? 5.- ¿Qué valores encuentras en cada uno de los personajes del cuento? 6.- ¿Quien es el personaje que tiene como valor principal la Lealtad? 7.- ¿Quién es el personaje que se suicida y por que? 8.- ¿A que lugar se le llamo en honor a un personaje? 9. ¿Cuál es el tributo que se tenia que pagar y por que? 10.- ¿Qué se construyo para evitar que se escapara el minotauro? 11.- ¿Ariadna que era del minotauro?

Prof. Pedro Rodriguez Torres Prepa8