Terra

La crisis del 29 y el golpe de Terra. José Pablo Márquez La crisis capitalista del 29 es el corolario de la fiebre espec

Views 211 Downloads 19 File size 170KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

  • Author / Uploaded
  • Pablo
Citation preview

La crisis del 29 y el golpe de Terra. José Pablo Márquez La crisis capitalista del 29 es el corolario de la fiebre especulativa mundial, a caballo de la expansión financiera de los EE.UU. La principal consecuencia de la posguerra fue, sin duda alguna, la conformación de los EE.UU. como la principal potencia económica y militar, que pasa a sustituir a los imperialismos europeos en el liderazgo internacional. Durante los años 20, el capitalismo estadounidense había efectuado millonarias inversiones en Alemania que permitieron la recuperación relativa de esta última, lo cual a su vez le sirvió a este país para pagar las reparaciones de guerra a Francia y Gran Bretaña exigidas por el Tratado de Versalles 1, quienes empleaban mayoritariamente el dinero para pagar la deuda, con intereses, que habían contraído con EE. UU. Este ejemplo muestra claramente cómo es que la crisis del 29 se extendió rápidamente por todo el orbe (a excepción de la URSS) y de qué manera se había globalizado la economía y el capital financiero. Como era de esperarse, la crisis capitalista golpeó muy duramente las economías de los países latinoamericanos, dependientes de EE. UU. Después de la Gran Guerra, Latinoamérica había profundizado sus vínculos con la potencia del norte, y en el caso particular de América del Sur se había empezado a gestar una sustitución de “metrópoli” en relación al imperialismo inglés2. Es por ello que los países al sur del río Bravo, exportadores de materias primas, con una industrialización incipiente, se mostraban sumamente vulnerables a los embates de la tormenta de la crisis. Asimismo, las simpatías que manifestaban amplios sectores de la oligarquía (grandes estancieros) y la burguesía media (intelectuales de ideología filo-fascista, industriales) hacia regímenes de carácter totalitario, el deseo de frenar en seco reformas de carácter democrático como concesión a las masas obreras y populares por parte de los propios gobiernos democráticos burgueses, así como las propias presiones del imperialismo para evitar cualquier intento de nacionalismo que pusiera en una situación aún más difícil la castigada economía de los países centrales, especialmente EE. UU., desataron una ola de golpes militares y de corrimientos hacia posturas más conservadoras por parte de los gobiernos de diferentes países de América Central y del Sur. 1 Tratado de paz de las potencias vencedoras de la I Guerra Mundial, impuesto a Alemania y AustriaHungría que, entre otras cosas, estableció duras reparaciones de guerra para estos países, la desmembración del Imperio Austro- húngaro y una nueva configuración del mapa europeo. 2 Señala Carlos Machado: “Durante el segundo gobierno de Batlle la penetración [de los capitales norteamericanos] se produjo en cuatro direcciones: combustibles, industria frigorífica, construcción y banca. La West India Oil (una filial de ESSO, la Standard Oil, del grupo Rockefeller) acapara los abastecimientos en el primer aspecto. El Swift (es uno de los “cuatro grandes” de Chicago), instala su planta del Cerro, seguida por el Frigorífico Artigas (del Armour, otro de “los cuatro”); obtienen los dos privilegios al establecerse cupos para la exportación. La Compañía Uruguaya de Cemento Pórtland (filial de Lone Star), monopoliza tales producciones. El Banco Mercantil (Nacional City Bank, de Nueva York) comienza sus operaciones…. Paralelamente se gestionan los primeros créditos en Wall Street. La banca Hallgarten concede el primero. Y así se financian las expropiaciones y las obras públicas batllistas. Al empezar las década siguiente, el monto de las inversiones norteamericanas en el Uruguay totalizaba 30 millones de pesos y los empréstitos con esa banca llegaban a 45 millones.”

En nuestro país, la crisis descargó sus mandobles hacia 1930, aunque se asentó plenamente en 1931. En el término de dos años, la venta de carnes al exterior disminuyó un 60%, los precios internacionales de la carne y la lana se desplomaron, pero el costo de la vida en Uruguay aumentó proporcionalmente a esta caída, hubo déficit presupuestal, el peso se desvalorizó un 60% en relación a las principales monedas, hubo suspensión del pago de pensiones y jubilaciones, y los despidos fueron masivos. En este último sentido, sólo el frigorífico Swift despidió mil obreros en un día; en 1930 el censo industrial registraba 94000 trabajadores ocupados y 30000 desocupados, un año después esa última cifra prácticamente se duplicaba. Ello era significativo tanto en un contexto particular como regional, teniendo en cuenta que Uruguay presentaba uno de los índices de industrialización y PBI más grandes de Latinoamérica (mayores, incluso, que Brasil). El gobierno que asumía en 1931 estaba presidido por Gabriel Terra 3, hombre del batllismo, quien al otro día de asumir ya se estaba desmarcando de la agrupación política que lo apoyaba, generando así las condiciones para la construcción del “terrismo”. Las diferencias entre el nuevo presidente y el Consejo Nacional de Administración (el órgano colegiado) no se hicieron esperar, sobre todo debido a la situación económica. El Consejo determinó una serie de medidas que apuntaban a paliar los impactos de la crisis financiera mundial, y que preocuparon ampliamente a los sectores terratenientes (exportadores, con intereses fuertemente vinculantes a los del llamado “trust de Chicago”), debido a cierto tinte nacionalista de algunas de estas medidas: prohibición de la importación de artículos suntuarios o competitivos; impuestos a importaciones que fuesen necesarias pero que compitieran con artículos nacionales; ampliación de las funciones de contralor del BROU, especialmente en lo concerniente a la fuga de capitales hacia el exterior; expropiación de compañías telefónicas privadas, y creación de la UTE como monopolio de la telefonía uruguaya; monopolización estatal de los puertos; y creación de la ANCAP, que rápidamente no sólo rindió amplios dividendos, sino que se convirtió en el centro de las críticas de la oposición herrerista, el ala más conservadora del PN (ligado a los intereses de los grandes terratenientes, al capital británico, y a los sectores falangistas de la Iglesia Católica), y que constituía la mayoría del directorio de dicho partido, con fuerte arraigo popular en el Interior del país. Por su parte, el propio presidente Terra conspiró contra las medidas del CNA; su crítica hacia la política económica del Consejo se hizo pública y cada vez más recia, e incluso no informó al Consejo de la intención de la Argentina de abastecer de petróleo al Uruguay debido al boicot norteamericano por la monopolización estatal de la explotación y distribución de combustible, mientras se tramitase la importación de petróleo desde la URSS. Terra no informó al Consejo bajo la excusa de que lo económico no era 3 Gabriel Terra (1873-1842). Abogado, fue diputado, ministro del presidente Claudio Williman, miembro de la Asamblea Constituyente en 1917, ministro del presidente Baltasar Brum y miembro del Consejo Nacional de Administración entre 1903 y 1911. Integrante del Partido Colorado, mantuvo muchas veces posturas independientes en relación al liderazgo de José Batlle y Ordóñez. Experto en temas económicos y diplomáticos, su candidatura a la presidencia en 1930 fue opuesta a la de Pedro Manini Ríos, correligionario suyo, líder del “riverismo”, de posturas más conservadoras y opuesto a al Batllismo dominante.

de su competencia. Por cierto el hijo del presidente ya había sido designado representante legal de la Standard Oil, de Rockefeller, en Uruguay. Progresivamente, entre 1932 y 1933, las diferencias entre el Presidente y el Consejo aumentaron4. Asimismo, Terra recibió el apoyo público del Comité de Vigilancia Económica, popularmente conocido como “Comité del vintén” (integrado por representantes de la Federación Rural, la Federación de Industrias, y la Cámara de Comercio, que abogaba por duras medidas económicas por parte de un gobierno “fuerte”, que a la vez permitiera frenar la protesta sindical), del herrerismo y del riverismo, con quienes fue afianzando un pacto. A su vez, aumentó la persecución sindical, al punto que en 1932 moría un obrero comunista en Rocha en una manifestación reprimida por la policía. Sin embargo, ninguna de las tres centrales obreras, la FORU (anarquista), la USU (anarco-sindicalista y socialista), la CGTU (comunista) canalizaban la tendencia de protesta de los trabajadores, y sí persistían en sus sectarismos, manifestando una pasmosa indiferencia ante la crisis gubernamental, en el entendido que se trataba de una disputa interburguesa que no debía preocupar a la clase obrera. Los comunistas fueron los que intentaron estructurar cierta unidad de acción, pero sus diferencias y enfrentamientos (no sólo ideológicos) con la USU y, sobre todo, con la FORU, trancaron toda posibilidad. A fines de 1932 se empieza a vertebrar el proceso golpista. Ya a lo largo del año Terra había militarizado cada vez más la Policía, donde los sectores afines al riverismo y al propio presidente eran más numerosos y fuertes. No sólo se le aporta a esta institución una estructuración militar, sino que coloca hombres de su entera confianza (como su yerno, el coronel Alfredo Baldomir) en los puestos de mando, y moderniza el armamento policial. En cuanto al Ejército y la Marina, no pudo lograr su entero apoyo, pero igualmente Terra se aseguró de neutralizarlos recurriendo, al igual que en la Policía, a colocar hombres fieles a su persona en algunos puestos de mando clave. De todas maneras, la mayoría de la oficialidad era colorada, pero no batllista. A principios de 1933, Demichelli, el ministro del Interior, arremete en la prensa contra el mantenimiento de la legalidad y señala la necesidad de no respetar la Constitución a fin de asegurar la institucionalidad. Ante las manifestaciones de Demichelli, este último es convocado al Parlamento, quien concurre a una sesión interpelativa, pero con el aval del presidente el ministro se retira de sala. Inmediatamente, herreristas y terristas echan a andar un debate sobre la reforma constitucional. Para el 8 de abril de 1933, herreristas, terristas, y riveristas convocan a un acto en apoyo a la reforma y al presidente; el 29 de marzo de 1933, desde la prensa conservadora, se extiende el rumor de que se prepara un boicot a dicho mitin consistente en un apagón y en el corte del suministro de agua potable, en la liberación de presos del penal de Punta Carretas y en una provocación que, según fuentes del gobierno, “haría correr sangre”. El 30 de marzo Terra envía un comunicado a las Cámaras por las que se censuraba la prensa, se suspendía todo periódico que alegara que el 4 A propósito de las controversias políticas tanto en la interna del gobierno como a nivel de partidos, Alfredo Castellanos señala: “[El dislocamiento de los partidos en los años 30 fue] consecuencia de la aplicación la ley de julio de 1910 que estableció el ‘doble voto simultáneo’, combinada con la división del Poder Ejecutivo en dos órganos de gobierno y el principio de la ‘representación proporcional’ consagrados en la Constitución de 1918.”

presidente tuviera intenciones dictatoriales, se intervenían las cárceles, la usina eléctrica, las aguas corrientes, los teléfonos y telégrafos, retirándose luego al Cuartel de Bomberos, bajo la cobertura de la Policía. El Parlamento deja sin efecto las medidas presidenciales durante la madrugada del 31 de marzo; Terra responde con la suspensión de las Cámaras, del Consejo de Administración Nacional, el encarcelamiento de dirigentes políticos opositores, la censura de la prensa. Nombró una Junta de Gobierno que determinaría quiénes serían los integrantes de la Asamblea Deliberante, que sustituiría temporalmente al Parlamento, y una vez triunfante el golpe, inició los preparativos para la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Entretanto, la Federación Rural y los integrantes del “Comité del vintén” saludaban el advenimiento del nuevo régimen, al igual que las embajadas francesa y británica. “El coup d’Etat es muy favorable a los intereses británicos, que han venido sufriendo por años la persecución y la hostilidad de la facción ‘Batllista’, la que ha recibido un golpe del que le costará mucho recobrarse”, decía R. C. Michell, ministro de la legación británica, quien saludó personalmente a Terra. En el plano popular, no hubo reacción alguna frente al régimen, salvo la huelga de la Facultad de Derecho, cuyo decano era Emilio Frugoni, líder del Partido Socialista. Los sectores obreros y de izquierda quedaron inmovilizados por la falta de clarificación política del golpe de Estado, y en general, la impotencia es lo que señaló la acción (o inacción) política de los opositores al golpe. Ello es lo que explica, en parte, que aún bajo detenciones, persecución política y censura, no se ilegalizaran los partidos políticos y los sindicatos. También es cierto que, en todo momento, los sectores golpistas procuraron dar la apariencia de seguir siendo “demócratas”, respetuosos de la Constitución (que sería reformada a favor de la nueva correlación de fuerzas políticas en el país), máxime al no contar con una oposición organizada y cohesionada.

BIBLIOGRAFÍA 

ARÓSTEGUI, Julio y otros. El mundo contemporáneo. Historia y problemas. Editorial Crítica. Bs. As., 2010.



AYDON, Cyril. Historia Montevideo, 2009.



CAETANO, GERARDO y RILLA, JOSÉ. Historia Contemporánea del Uruguay. De la Colonia al siglo XXI. Editorial Fin de Siglo.2006.



CHASQUETTI, Daniel. El proceso constitucional en el Uruguay del s. XX. En El Uruguay del s. XX. La Política. Ediciones de la Banda Oriental. Montevideo, 2003.



HOBSBAWM, Eric. Historia del siglo XX.Editorial Crítica. Bs. As., 2005.



MACHADO, CARLOS. Historia de los Orientales. Ediciones de la Banda Oriental. 1972.



NAHUM, BENJAMÍN. Manual de Historia del Uruguay. Tomo II. Ediciones de la Banda Oriental. 2006.



PIVEL DEVOTO, JUAN y RANIERI DE PIVEL DEVOTO, ALCIRA. Historia de la República Oriental del Uruguay. Editorial Medina. 1945.

del

Hombre.

Editorial

Planeta.