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Tema 58. Realismo y naturalismo en la novela del siglo XIX I. Contexto histórico y antecedentes literarios en la segunda

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Tema 58. Realismo y naturalismo en la novela del siglo XIX I. Contexto histórico y antecedentes literarios en la segunda mitad S. XIX II. Realismo y Naturalismo II.1. El Realismo literario II.2. La cuestión del Naturalismo III. Realismo y Naturalismo en Europa IV. Realismo y Naturalismo en España IV.1. Antecedentes literarios IV.2 El Naturalismo en España V. Novelistas del Realismo y el Naturalismo Otros VI. Conclusiones Bibliografía I. Contexto histórico y antecedentes literarios en la segunda mitad S. XIX La Europa posterior a 1848 se caracteriza por un rápido crecimiento demográfico y económico. Asistimos a la consolidación de la burguesía como clase dominante, apoyada por los distintos gobiernos, que poco a poco derivó hacia posiciones conservadoras para defender sus privilegios de las presiones del proletariado, que en 1864 constituye la primera Internacional de Trabajadores. De esta manera, el pragmatismo y sentido de la realidad que tiene la clase dominante se ven acompañados por el desarrollo de una nueva filosofía: el positivismo, que rechaza la especulación pura y la metafísica, proponiendo la investigación de los hechos observables. Claros ejemplos de esta nueva filosofía son Darwin con El origen de las especies y las leyes de la herencia de Mendel. Los mismos procesos que se dan en el resto de Europa, se producen en España con cierto retraso. La segunda mitad del siglo XIX es una época de graves problemas sociales y fuertes tensiones políticas: Hasta 1868, la política responde, salvo algún paréntesis, a un signo liberal moderado o conservador. La revolución de 1868, que destrona a Isabel II, supone la victoria de la burguesía progresista, y la Constitución del 69 proclama amplias libertades. En 1875, la Restauración cerró aquella etapa: marginó a las tendencias extremas y otorgó el gobierno, alternativamente, a los partidos dinásticos: conservadores y progresistas, que no logran solucionar los problemas socio-económicos. Así, además de estas circunstancias socio-políticas, han de tenerse en cuenta distintas corrientes científicas y filosóficas que influyeron y configuraron la mentalidad subyacente en la novela realista: el positivismo, el evolucionismos y el krausismo..  Según A. Comte, los problemas sociales y morales han de ser analizados desde una perspectiva científica positiva (positivismo), que se fundamente en la observación empírica de los fenómenos. De esta manera, se persigue describir y explicar los comportamientos sociales en función de leyes universalmente aplicables.  Paralelamente, a partir de la publicación de El Origen de la especies, de Charles Darwin, nace el evolucionismo, un nuevo método experimental sobre las leyes de la herencia y la evolución de las especies y que pretende explicar el comportamiento del hombre en términos de desarrollo natural, lo que dará lugar a la adopción del determinismo, como presupuesto subyacente de muchas novelas.  De la filosofía, la novela realista extrae el krausismo, filosofía racionalista liberal y antitradicionalista de procedencia alemana, introducida a partir de 1844 y que defiende una fe compatible con la razón y una ética basada en la convivencia y la tolerancia.  Por otro lado, algunos novelistas defienden la lucha de clases como base del desarrollo histórico, postulado por el Marxismo. En es línea, Lukács, defiende que en las novelas de los grandes realistas toda acción, todo pensamiento, todo sentimiento del hombre está indisolublemente ligado a la vida de la sociedad, a sus luchas, a su política. Galdós también establece el lazo que vincula la vida económica-político-social de la sociedad y la problemática personal. La clase media, la que domina en la sociedad real, debe ser el modelo de la sociedad imaginaria, de la novela.

Tema 59. Realismo y naturalismo II. Realismo y Naturalismo II.1. El Realismo literario La repercusión de todas estas corrientes de pensamiento en el arte, en general, y en la literatura, en particular, de la segunda mitad del siglo XIX es decisiva, dando como resultado las siguientes características generales del Realismo literario.  Observación y afán por describir la realidad de forma precisa.  Ubicación de los hechos narrados en un contexto espacial cercanp a autor y lector.  Frecuente propósito de crítica social y política  Estilo sencillo y sobrio, que busca la claridad y la exactitud. De estas características se deriva, lógicamente, la predilección por la novela, que presenta a su vez una serie de rasgos típicos.  Verosimilitud.  Protagonistas tanto individuales como colectivos.  Narrador omnisciente, que maneja el relato por completo.  Tendencia al didactismo, especialmente en las llamadas “novelas de tesis” en las que el autor pretende demostrar una idea general a lac que queda subordinada el argumento.  Estructura lineal de la narración, con prolepsis y analepsis breves, aunque no sean infrecuentes.  Descripciones de espacios, exteriores e interiores, minuciosas y detalladas.  Lenguaje sencillo, cercano al uso conversacional. II.2. La cuestión del Naturalismo El Naturalismo nace en Francia hacia 1870 como parte del movimiento realista. Se inspira en el positivismo de Comte, así como en las teorías sobre el determinismo genético y la lucha por la supervivencia enunciadas por Charles Darwin y en las doctrinas de Taine, quien había intentado acreditar que la obra literaria estaba condicionada por la raza, el ambiente y la época del autor. Su abanderado, Emile Zola, adoptó una concepción determinista de la existencia humana, que conlleva la negación o el cuestionamiento de la libertad y rechaza la responsabilidad del sujeto ante sus actos. Su propuesta se basa igualmente en la experimentación, es decir, el novelista no se limitará a observar la realidad objetivamente, sino que obtendrá documentos humanos indagando en los fenómenos psíquicos y de conducta a través del método experimental propio de las ciencias. Los personajes de Zola, son tipos humanos primarios, violentos, tarados, locos, enfermos, que sitúa en ambientes miserables y degradados. La técnica favorita es la descripción acumulativa o descripcionismo, por el que se refieren los aspectos más sórdidos de la realidad. El narrador se regodea en la crudeza de las situaciones, lo que motivó fuertes críticas por parte del mundo literario y del público burgués. En España podemos definirlo como naturalismo moderado, no carente de cierta polémica entre los novelistas. En contra de la acusación de que el naturalismo promueve la inmoralidad, publicó Emilia Pardo Bazán diversos artículos, recogidos posteriormente en La cuestión palpitante (1883) en los que expone, además, los aspectos teóricos de la corriente. En definitiva, debe señalarse que Realismo y Naturalismo no siempre se distinguen con facilidad. Así, el segundo implica y asume muchos planteamientos del primero, aunque los lleva mucho más allá; mientras que el Realismo bordea también, con frecuencia, posturas naturalistas. De ahí que no diferenciemos entre autores y novelas realistas y naturalistas: nuestros novelistas participan en muchos casos de ambas corrientes. Frente al naturalismo se producirá una reacción espiritualista, o un renacimiento del idealismo en la novela galdosiana, también palpables en la obra última de Pardo Bazán.

Tema 59. Realismo y naturalismo III. Realismo y Naturalismo en Europa A mediados de siglo, en Francia, se llamó realistas a ciertos artistas que se proponían reflejar la sociedad del momento en contraposición con las fantasías y los sueños románticos. Desde entonces se suele presentar al Realismo como la antítesis del Romanticismo. Ello no es del todo exacto. En ciertos escritores románticos, junto a los rasgos propios del movimiento, ya se hallaban admirables cuadros realistas (así, en novelas como Los miserables, de Víctor Hugo o en los típicos cuadros costumbristas). No obstante, Como señalan Riquer y Valverde, resulta paradójico que Francia inicie este nuevo periodo de su narrativa con un autor como Henry Beyle (“Stendhal”) del que se ha dicho que al mismo tiempo parece volver al siglo XVIII y preludiar la novela del siglo XX. Aunque ya anteriormente había escrito sobre música y arte, serán dos novelas, Rojo y negro así como La Cartuja de Parma, las que le otorguen un nombre para la posteridad. Con Balzac se llega al triunfo del realismo, fundamentalmente gracias a Comedia humana, recopilación de casi un centenar de narraciones que refleja un cuadro completo de su siglo. Por su parte, Gustave Flaubert escribió novelas netamente heterogéneas, que se pueden clasificar dentro del Realismo imaginativo (Tres cuentos), vital (La educación sentimental) y social (Madame Bovary). En Inglaterra, encontramos a Charles Dickens, máximo representante de la novela victoriana tendente al Realismo, especialmente sensible en novelas como Oliver Twist y David Copperfield, dotadas de grandes dosis de realismo. Un realismo que será mucho más patente en novelistas posteriores como W. M. Thackeray (La feria de las vanidades), “George Elliot”, pseudónimo de Mary Ann Evans, y las hermanas Brontë. En Rusia, los novelistas se dedican al tema de la libertad y de la solidaridad humana bajo la forma de la crítica social pedagógica. Así, N. Gogol, que comienza dentro del Romanticismo, pasa a ser el promotor del Realismo con novelas como Las almas muertas, construidas sobre personajes realistas situados bajo circunstancias trágicas, de gran trasfondo social. En esta línea siguió Ivann Tugueniev, autor de Padres e hijos y, sobre todo, Fedor Dostoievsky. Dostoievsky parte igualmente de una novela fuertemente romántica y sentimental, que irá ganando en crudeza, especialmente a partir de la publicación de Crimen y castigo, donde da muestras de las capacidad hiptónica de su narrativa, a la que seguirán obras maestras como El jugador y Los hermanos Karamazov, entre otras novelas que tienen en común la presencia de personajes atormentados, marginales, míseros etc. Leon Tolstoi, por el contrario, crea personajes mucho más normales, imbuidos en circunstancias netamente adversas, aunque menos trágicas, como la patria destruida por el invasor, en Guerra y paz o la sociedad burguesa de Moscú, que analiza minuciosamente en Anna Karenina. Se ha querido ver en la novela de Tolstoi, un alegato a favor de la revolución bolchevique, dada su opinión de que los bienes de loas ricos debían repartirse entre los pobres y su concepción, más social y menos mística que en Dostoievsky, de la libertad. IV. Realismo y Naturalismo en España Como indica Oleza, “En la novela del XIX, partiendo de la herencia costumbrista, se sucederán una serie de corrientes que girarán sobre un único eje: el reflejo de la realidad en su abstracción (novela de tesis), en su materialidad (naturalismo) y en su interioridad (psicología y espiritualismo), con un apéndice final (mitología o imaginación alegórica). En España ninguno de estos movimientos [...] supone una ruptura con el anterior, sino una intensificación[...] Al no suponer el naturalismo español una ruptura total, estas tres corrientes se presentan como fases diferenciadas de un mismo movimiento: el realismo. Las fases de esta evolución podrían situarse, cronológicamente, del modo siguiente: 1870-1880 (novela de tesis), 1880-1890 (naturalismo), 1890-1900 (espiritualismo)”

Tema 59. Realismo y naturalismo IV.1. Antecedentes literarios Como antecedentes o precursores de la novela realista-naturalista han de considerarse algunas formas narrativas, cultivadas con especial profusión entre el Romanticismo y el Realismo, como:  Novela histórica y leyenda  El folletín y la novela por entregas.  El cuadro de costumbres.  La novela de sucesos contemporáneos. Algunos autores achacan la eclosión novelística del siglo XIX a una reacción al desprestigio sufrido por la novela durante el neoclasicismo. No obstante, Juan Oleza discute la tesis del renacimiento de la novela durante el siglo XIX, ya que se trata de un género que no dejó de cultivarse totalmente. IV.2. El Naturalismo en España Una parte importante de la crítica considera que el Naturalismo empieza a manifestarse en España a partir de la publicación de La desheredada (1870), de B. P. Galdós. El Naturalismo tuvo en España varias vertientes: una de ellas popular, cercana al folletín y de escasa relevancia artística. Y otra más selectiva, representada por autores como J. Mª de Pereda y algunas obras de Emilia Pardo Bazán. Desde un punto de vista crítico, Pardo Bazán en su famoso trabajo La cuestión palpitante (1882) defendía las técnicas literarias del Naturalismo, pero se declaraba contraria a sus principios ideológicos básicos, pues iban en contra del catolicismo. Las tesis deterministas aparecerán en Los Pazos de Ulloa de Pardo Bazán, en La Regenta de Clarín y en La desheredada de Galdós. El autor más naturalista es, con todo, Vicente Blasco Ibáñez. Las obras de estos autores se analizarán a continuación, para intentar establecer sus relaciones con los movimientos Realista y Naturalista. V. Novelistas del Realismo y el Naturalismo Vamos a dividir a los novelistas decimonónicos en tres etapas, según la subperiodización que hacen de esta época Pedraza y Rodríguez Cáceres en: iniciadores, periodo de madurez de la corriente y culminadotes. - Iniciadores: En esta primera etapa, encontramos a autores influidos por la novela costumbrista anterior, como Cecilia Böhl de Faber y Pedro Antonio de Alarcón. La obra de Cecilia Böhl de Faber, que escribió con el pseudónimo de “Fernán Caballero” está considerada el punto de arranque de la nueva novela española, eslabón entre el costumbrismo y la nueva novela, especialmente La Gaviota (1849), considerada la primera novela realista en castellano. Por su parte, PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN comenzó su carrera como periodista, pero pronto comenzó a escribir relatos cortos, más tarde recogidos en tres series (Narraciones inverosímiles). Estilísticamente, es característica la continua presencia del autor en la obra, casi siempre para juicios morales desde una perspectiva conservadora, que se observa en novelas como El sombrero de tres picos (1874) y El escándalo (1875). - Madurez: superando el dualismo prerrealista, los escritores emprendieron la tarea de describir la realidad distanciándose de ella y permitiendo que personajes y acontecimientos hablaran por sí mismos, adquiriendo profundidad psicológica y hablando con libertad. En esta línea, Juan VALERA publica sus primeras novelas ya en la madurez, profesando un gusto por la obra de arte libre, centrada “en lo íntimo del alma de los personajes”. En sus novelas intervienen individuos de varia condición e importancia. De ellas pueden destacarse Pepita Jiménez (1874), en la que Valera hace gala de su condición de excepcional epistológrafo, y Juanita la larga (1895).

Tema 59. Realismo y naturalismo Por su parte JOSÉ Mª DE PEREDA comenzó su carrera escribiendo cuadros y escenas de costumbres (Escenas montañesas, 1864) pasó circunstancialmente por la novela de tesis y se afincó en la novela regional, subgénero en el que destacan El sabor de la tierruca (1833) y Peñas arriba (1893). EMILIA PARDO BAZÁN desarrolló una abundante en importante actividad literaria, durante la cual escribió novelas, cuentos, versos y teatro. Pardo Bazán fue la primera escritora española en ocuparse del tema del Naturalismo (La cuestión palpitante, 1883). Ella misma en su obra usará recursos naturalistas: descripcionismo, y determinismo, a la vez que atenderá temas de la realidad social reciente (La tribuna). La cumbre de su quehacer novelístico la constituye Los pazos de Ulloa (1886) y su continuación, La madre Naturaleza (1887). El realismo de GALDÓS es el de la gama más amplia entre los cultivadores de esta tendencia; pues atiende tanto a lo ambiental como a lo psicológico. Evoca los ambientes más diversos con un relieve imborrable. Sus personajes poseen una verdad que sólo pueden llevarnos a una honda comprensión del corazón humano. Su estilo es también vivo y espontáneo, rico en registros, con preferencia por lo conversacional y con personales notas de humor. En esta primera época Galdós escribe comprometidamente contra la intolerancia, el fanatismo y la hipocresía. En sus novelas suelen oponerse protagonistas de espíritu abierto y personajes de estrecha mentalidad tradicionalista, Galdós y el lector siempre se pondrá de parte de los primeros defendiendo esa tesis. Doña Perfecta, Gloria, La familia de León Roch; aunque sin tesis de esta época es Marianela (Idilio trágico entre un ciego y una joven fea e ignorante). - Culminadores : “Clarín”, Armando Palacio Valdés y Blasco Ibáñez. ARMANDO PALACIO VALDÉS, como muchos otros autores de la época, compaginó la creación con la crítica literaria, publicando, por ejemplo, la triple serie de semblanzas literarias Los oradores del Ateneo, Nuevo viaje al parnaso y Los novelistas españoles. Se mostró como un gran dominador de la técnica, muy atento a la observación de la realidad y su fiel reflejo en la novela. Esta realidad aparece teñida de costumbrismo, en novelas como La aldea perdida, Los majos de Cádiz o La hermana San Sulpicio. En su tiempo, LEOPOLDO ALAS “CLARÍN” fue más celebrado como crítico que como novelista. Su producción narrativa está compuesta por: dos novelas extensas (La Regenta y Su único hijo*) tres novelas cortas (Doña Berta, Cuervo y Superchería) y cinco tomos de cuentos. En su producción se observa al principio cierta propensión al Naturalismo, que acabó evolucionando “hacia un idealismo o espiritualismo muy sentido y libérrimo” (Mdez. Peláez: 330). En 1881 escribe, Solos de Clarín, breves piezas narrativas de carácter satírico, aunque La Regenta es la novela que representa la culminación de su arte literario. El tomo primero de la novela, que comprende 15 capítulos, se caracteriza por un notable estatismo, limitado a la descripción del ambiente físico y moral de Vetusta. La falta de acción pretende reflejar la rutina e ignorancia que predomina en la ciudad. Este espacio ficticio, opresor, se convierte así en mapa moral de España. A escala provinciana, Clarín denuncia las lacras sociales de toda la nación. A menudo se han suscitado dudas sobre en qué siglo cabría ubicar a BLASCO IBÁÑEZ. Menéndez Peláez lo considera un escritor decimonónico, aduciendo que, a pesar de ser el menor del grupo de novelistas de la época, se trata de un autor decididamente Naturalista. No obstante, puede considerarse un enlace entre la generación de Galdós y los jóvenes del 98. Muy vinculado a su tierra natal y sus gentes, Blasco Ibáñez compuso sobre este tema sus novelas más valiosas: Arroz y tartana (1891), Flor de Mayo (1895), La barraca (1898), Entre naranjos (1900), Caña y barro (1902), todas muestras de una literatura regional, de corte costumbrista. Otras características narrativas de Blasco son la impersonalidad, la actitud de distanciamiento, y que evita atribuir a los personajes pensamientos suyos.

Tema 59. Realismo y naturalismo - Otros: además de los principales novelistas, merecen mencionarse otros autores, como el Padre Coloma, J.O. Picón y J. Ortega Munilla. Del PADRE COLOMA destaca Pequeñeces (1890) del que sorprende la agresividad de su ataque contra las clases pudientes, para ser miembro de la Compañía de Jesús. JACINTO OCTAVIO PICÓN sobresale por su observación de la realidad contemporánea, particularmente el caso de la mujer. De estos relatos se deduce un aleccionamiento de orden práctico: La honrada (1890) y Dulce y sabrosa (1891). JOSÉ ORTEGA MUNILLA publicó en 1879 su primera novela La Cigarra, que junto a Sor Lucila se caracteriza por su traza folletinesca y actitud optimista. Este optimismo contrasta con el mensaje de Cleopatra Pérez (1884), donde el dinero parece el único medio eficaz de comunicación entre los personajes. VI. Conclusiones Como se ha visto, se conoce con el nombre de Realismo literario a una tendencia artística que destaca por su asentamiento en la realidad, aunque con facetas y estilos diferenciados. En esta línea, el Naturalismo puede concebirse como un tipo especial de Realismo, especialmente preocupado por la descripción de tipos humanos, especialmente de sus comportamientos y motivaciones. No obstante esta definición,no ha de tomarse como universalmente válida, definir el Naturalismo, su utilidad e idoneidad como método literario, supuso una de las polémicas más vivas de la época, en la que tomaron parte la mayoría de los escritores, críticos y estetas, influenciados por un ambiente cultural marcado por el positivismo y el auge de las ciencias experimentales. Bibliografía · Alborg, J.L.: Historia de la literatura española V-3. Madrid, 1999, ed. Gredos · Menéndez Peláez (Coord.): Historia de la literatura española. Vol. III: Siglos XVIII, XIX y XX. León, 2003, ed. Everest. 307-352 · Oleza, J.: “Génesis del Realismo y la novela de tesis” en Romero Tobar (ed.) El siglo XIX, II en García de la Concha, V. (Dir.): Historia de la literatura española, Madrid, Espasa Calpe, 1998. Págs. 410-435 http://www.uv.es/entresiglos/oleza/pdfs/genrealism.PDF · id.: “Realismo y naturalismo en la novela española” en La novela del XIX : del parto a la crisis de una ideología, Valencia, Bello, 1976, pp. 19-37. http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12145075318926051543213/index.htm · Pedraza F. & Rodríguez Cáceres, M.: Las épocas de la literatura española, Barcelona, 2007 (2ª ed.) Ariel. Capítulo 7. Págs. 223 -250 · Riquer, M. de & Valverde, J. Mª: Historia de la literatura universal 2. 2007, Madrid, GredosRBA, Págs. 405-451 · VV.AA.: Historia de la literatura II. UNED, Tomo 1. Págs. 269 – 367