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CECAPSI: CENTRO DE CAPACITACIÓN PSICOPEDAGÓGICA MONTESSORI-PERÚ CURSO TALLER MÉTODO MONTESSORI GUIA: ROSALIA MUNSIBAY P

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CECAPSI: CENTRO DE CAPACITACIÓN PSICOPEDAGÓGICA MONTESSORI-PERÚ

CURSO TALLER MÉTODO MONTESSORI GUIA: ROSALIA MUNSIBAY PARTICIPANTE: MILAGROS CESPEDES CHAUCA

AÑO: 2019

Módulo II AREA SENSORIAL TAREA: LOS PERIODOS SENSIBLES. Describa el concepto “periodo sensible” especifique cuales son los periodos sensibles y a qué edad aproximadamente suelen ocurrir. María Montessori definió como “Periodo Sensible”; aquella etapa de 0 a 6 años donde el niño pasa un periodo de tiempo, el cual posee un gran interés por determinados aprendizajes de forma natural. El cerebro está en el punto más óptimo para interiorizar unas determinadas habilidades y aprendizajes. Por ello es tan importante dejar que los niños trabajen a su ritmo una actividad que ellos han escogido por su interés natural. Los periodos sensibles se clasifican en varias áreas. Te exponemos 4 de ellos:  Periodo sensible para el lenguaje: desde el nacimiento hasta los 6 años En esta etapa el niño presenta gran desarrollo vocal y movimiento de la boca. De aquí la necesidad de empezar a explorar con su boca, ruidos, movimientos, balbuceo, etc. De este modo ejercitan sus músculos vocales. Es importante hablarles mucho desde pequeños, contarles qué estamos haciendo, hacerles preguntas e invitarlos a que intervengan en las conversaciones de los adultos. Importante introducir otros idiomas antes de los 6 años.  Periodo sensible para el orden: entre los 2 y los 4 años. En esta etapa se construye su mente razonadora y lógica. El niño comienza a hacerse una estructura del mundo y relacionar las cosas con el mundo que le rodea. Para ayudarles a construir este orden mental es necesario ayudarles a través de rutinas, organizar sus juguetes por temáticas, colores etc., establecer un orden en su habitación, etc.  Periodo sensible del movimiento: entre los 0 a los 6 años. El movimiento es la expresión corporal innata de los niños. Su cuerpo necesita moverse para desarrollar su motricidad. Son edades óptimas para dejarles mover, así adquirirán habilidades psicomotoras. La obligación de estar sentados en una hamaca, parques, etc. en estos periodos de tiempo es ir contra naturaleza y contra la necesidad de aprendizaje. El período de más interés para la psicomotricidad es entre los 18 meses a los 4 años. También es un buen período para desarrollar la motricidad fina como ensartar, hacer la pinza, coger objetos pequeños, etc. A partir de los 4 años si el niño no se le han ofrecido oportunidades de aprendizaje con materiales, actividades… le requerirá más esfuerzo aprender estas habilidades motoras.  Periodo sensible por las habilidades sociales: A partir de los 3 años hasta los 6 años. A partir de los 3 años el niño tiene un autoconcepto formado de si mismo y un entorno emocional más estable y podrá entender más cómo funcionan las relaciones sociales. Su instinto hará que quiera relacionarse más con las otras personas y se interesará en construir relaciones. Por ello la escolarización del niño antes de los 3 años es aún precipitada, ya que su cerebro no estará bastante maduro para entender y hacer frente a ciertas situaciones por si solo. Si es necesaria la escolarización antes de los 3 años por incapacidad de padres y familiares para el cuidado del niño, tenemos que hacer un esfuerzo para comprenderlos, ya que depende del niño, y su madurez en este ámbito, puede tener más problemas de adaptación en un entorno que no le es familiar.  Otros períodos sensibles son el de la música (2-6 años), matemáticas (4-6 años), escritura (3-4 años), lectura (3-5 años), control esfínteres (2,5-3años). Estos periodos sensibles son pasajeros y desaparecen pasado un tiempo por ello es tan importante estar atento. Cada periodo es orientativo porque cada niño se desarrolla a un ritmo diferente, María Montessori considera vital “seguir al niño”. Es importante observar y conocer a cada niño para ir identificando sus intereses y sus periodos sensibles. De ese modo se podrá ofrecer los materiales, actividades o experiencias que más se adecúen a ese momento de su desarrollo.

MODULO III Área de lenguaje Tarea: DISCIPLINA, ORDEN Y OBEDIENCIA Trate sobre los aspectos y las condiciones de una clase Montessori que contribuye para que los niños adquieran “auto – disciplina” AUTO-DISCIPLINA El tipo de disciplina que buscamos en el niño, María Montessori lo llamó AUTO-DISCIPLINA. A diferencia de la disciplina permisiva en la que el niño no tiene límites, o la disciplina autoritaria en la que hay un control excesivo por parte del adulto, la auto-disciplina viene del interior del niño y lo ayuda a desarrollar responsabilidad y auto-control. Consiste en liberar al niño y permitirle desarrollar su energía natural para explotar al máximo su potencial. Para que se dé este tipo de disciplina, debe existir un respeto mutuo entre el niño y el adulto y es el adulto quien debe dar las herramientas al niño para que éste la pueda conquistar. Parte de dichas herramientas consiste en dar al niño ciertas, libertad y disciplina van de la mano. * LIBERTAD DE ELEGIR * LIBERTAD DE REPETICION * LIBERTAD DE MOVIMIENTO * LIBERTAD DE TRABAJO o JUEGO * LIBERTAD DE OBSERVAR LIBERTAD Y DISCIPLINA La disciplina impuesta es algo de corto plazo. A diferencia de la disciplina interior que se da de manera espontánea cuando el niño puede desarrollar su voluntad. Dentro de un ambiente adecuado, en el que el niño tiene la libertad de elegir lo que quiere hacer, siendo sus opciones actividades con propósitos inteligentes, y teniendo la libertad de repetir y perfeccionar hasta llegar al éxito, se desarrolla en su interior una disciplina que lo mueve hacia el respeto por los demás y por el ambiente. “La libertad es una conquista, no un regalo. Nadie le puede dar libertad a otra persona. Ésta debe ser conquistada, y esta conquista debe estar basada en disciplina. Pero esta disciplina a su vez, requiere de libertad para su desarrollo pleno. Debemos de cultivar la libertad para que se desarrolle la disciplina.” A.M. Joosten * DISCIPLINA INTERNA Para que se dé la disciplina interna, es necesario: – Empezar desde el nacimiento. -Que el niño se sienta amado, apreciado y seguro, con una sólida autoestima. – Que el niño crezca en un ambiente propicio que contiene todas las condiciones de vida necesarias para su crecimiento. -Que el adulto tenga una actitud dirigida hacia lograr ese tipo de disciplina. Los límites sirven para ayudar al niño a ordenar su mente y a facilitarle la comprensión de las cosas que lo rodean; constituyen una necesidad ineludible para economizar sus fuerzas y avanzar con seguridad en el camino del desarrollo.

* DISCIPLINA INTERIOR Y DISCIPLINA EXTERIOR Existe también la disciplina exterior, la cual se refiere a un código de ética, las leyes impuestas por cada cultura o sociedad. Dentro de un Ambiente Montessori, son mostradas las lecciones de “Gracia y Cortesía”, las cuales marcan un tono de respeto y de amabilidad que debe reinar en todas las relaciones sociales del niño. Las disciplinas interior y exterior son distintas pero están relacionadas. La exterior no puede funcionar independientemente de la interior. La autoridad ejercida por un padre o un educador, debe ser dada como un APOYO a la disciplina interior y no como reglas arbitrarias y absolutas que denoten supremacía y tiranía. “La autoridad, la obediencia y la disciplina, nunca deben estar basadas en el miedo, solo en el amor. El amor es la fuente, y el amor brotará de ella. Así como la libertad y la disciplina van de la mano, y son independientes, así mismo van juntos el amor y la obediencia.” A.M. Joosten LA UNICA DISCIPLINA ES LA AUTODISCIPLINA Para Montessori la única disciplina verdadera y genuina, es la autodisciplina, aquella que surge del mismo individuo, aquella que no necesita de una autoridad externa que se imponga... Esta disciplina se logra solo en libertad, pues libertad y disciplina son las dos caras de una misma moneda. Los niños de los colegios Montessori que han logrado la autodisciplina no necesitan que un maestro los vigile para trabajar o que alguien los esté amenazando para aprender o que un adulto les tenga que reprender o castigar. Ellos solos trabajan por sí mismos, por amor al trabajo, sin recibir premios como incentivo y sin la amenaza de un castigo....trabajan porque quieren, porque el trabajo en el aula es interesante y atractivo, porque la naturaleza verdadera y auténtica del niño es la de querer aprender. Hacen lo que hacen por convicción propia, no por imposición ni obligados. Los niños aman el trabajo, aman aprender, no buscan el camino fácil, se rigen, al contrario que los adultos, por una ley del máximo esfuerzo que los lleva a buscar perfeccionarse a sí mismos. Así son todos los niños, pero los colegios tradicionales no lo reconocen. Solo los colegios Montessori o colegios alternativos. En un ambiente cuidadosamente preparado, donde todo tiene un por qué, y donde los obstáculos para su desarrollo se han eliminado, se comportan correctamente, SE PORTAN BIEN pues su verdadero ser en libertad se expresa como realmente es, como naturalmente (o normalmente - de ahí el término "normalización") somos los seres humanos...Lo que manifiestan los niños libres y que han desarrollado su ser interior en la autodisciplina es una actitud positiva, de respeto a sí mismos y a los demás; manifiestan sentimientos de amistad, solidaridad, cooperación, compañerismo, y amor. Y además son genuinamente felices, aprendiendo y trabajando de manera incansable, como son los niños.

Módulo IV Área de Matemática Tarea: ¿Qué factores y condiciones en el medio ambiente son necesarias para desarrollar la mente del niño eficazmente? El primer paso que tiene que dar el niño es encontrar la vía y los medios de concentración que establecen los fundamentos del carácter y preparar el comportamiento social. De repente aparece como evidente la importancia del ambiente para este fin; porque, desde el exterior, nadie puede dar al niño la concentración para organizar su sique, sino que debe hacerlo por sí mismo. La importancia de nuestras escuelas reside en esto: que en ellas el niño encuentra el tipo de trabajo que podrá darle esta posibilidad. Un ambiente cerrado (nuestra escuela, o una clase) favorece la concentración: todo el mundo sabe que, en la vida, cuando se quiere alcanzar la concentración, se busca un lugar apartado. A través de una actividad que promueve, en un lugar recogido, la concentración, se forma el carácter, y se realiza la creación del individuo. En las escuelas comunes los niños son admitidos, en general, después de los cinco años, o sea cuando ya han terminado el primero y más importante periodo de formación; nuestra escuela ofrece a los pequeños un ambiente de protección favorable donde pueden formarse los primeros elementos del carácter y adquirir su particular importancia. Cuando se enuncio el gran valor de un ambiente particularmente adecuado, se manifestó un gran interés. Artistas, arquitectos, psicólogos colaboraron cuidadosamente en la determinación de las dimensiones y altura de las habitaciones, y de los elementos artísticos de una escuela que no solo ofreciese refugio, sino que también ayudase a la concentración de los pequeños. Era algo más que un ambiente de protección, podría decirse, casi, un “ambiente psíquico”. Su importancia, sin embargo, no residía tanto en la forma o en la dimensión del edificio — que por sí solo no habría conseguido la finalidad deseada— sino más bien en los objetos, porque sin objetos el niño no puede concentrarse. Estos fueron determinados, a su vez, según la experiencia, y con los mismos niños. La primera idea fue enriquecer el ambiente con un poco de todo, y dejar que los niños eligieran lo que preferían. Vimos que solo tomaban algunos objetos, mientras que otros quedaban inutilizados; y estos fueron eliminados. Ahora, todo lo que tenemos y utilizamos en nuestras escuelas no solo es el resultado de experimentos en un solo país, sino en todo el mundo, y se puede decir perfectamente que ha sido escogido por los mismos niños. Por consiguiente, hay cosas que todos los niños prefieren, y estas las consideramos esenciales; en cada país, raramente se utilizan otros objetos que estos, aunque algunos adultos pensaran que no era posible. En cada lugar donde nuestros niños normalizados tenían libertad de acción, ocurría así, y yo pensaba en aquellos insectos que siempre van hacia determinadas flores, que les son necesarias. Estos objetos, evidentemente, para el niño también representan una necesidad: el niño escoge los objetos que le ayudan para la construcción de si mismo. Al principio habían muchos juguetes, pero los niños los dejaban a un lado; también habían muchos dispositivos para enseñar los colores, y los niños escogieron un solo tipo: las tabletas coloreadas que actualmente se utilizan en todas partes. Esto ocurrió en todos los países. Nos basamos en las preferencias del niño incluso para la forma de los objetos y para la intensidad de los colores. Esto condujo nuestro método a un sistema de determinación de objetos que también se refleja en la vida social de la clase; porque si para un grupo de treinta o cuarenta niños hay demasiadas cosas o más de una serie de material, se produce una confusión: por ello los objetos no son muchos, aunque los niños sean muy numerosos.

En cada clase de muchos niños habrá un solo ejemplar de cada objeto: si un niño desea algo que está usando otro, no podrá tenerlo y, si se halla normalizado, esperara a que el otro haya terminado su trabajo. De ese modo se desarrollan algunas cualidades sociales de gran importancia: el niño sabe que debe respetar los objetos que son utilizados por otro, no porque se haya establecido así, sino porque es una realidad frente a la cual se ha encontrado en su experiencia social. Hay muchos niños y un solo objeto: lo único que se puede hacer es esperar. Y como que esto ocurre cada hora del día, durante años, el concepto de respetar y esperar entra en la vida de cada individuo como una experiencia que madura con el transcurso del tiempo.

Esto origina una transformación, una adaptación que no es más que la construcción misma de la vida social. La sociedad no está basada en las preferencias, sino en una combinación de actividades que tienen que armonizarse. A partir de su experiencia, en los niños se desarrolla otra virtud social: la paciencia, una especie de abnegación en la inhibición de sus propios impulsos. Así, estos rasgos del carácter que denominamos virtud se afirman espontáneamente. No podemos enseñar a niños de tres años esta forma de moralidad, pero lo puede la experiencia, y como que entonces, en otros ambientes, no se podía producir la normalización, viendo que en todo el mundo los niños luchaban por la posesión de las cosas mientras que los de nuestras escuelas esperaban, la cosa aun adquirió más relieve a los ojos de la gente, que me preguntaban: “¿Cómo han podido obtener este tipo de disciplina en criaturas tan pequeñas?”. Pero no éramos nosotros, era el ambiente preparado y la libertad que se les concedía, lo que permitía las manifestaciones de cualidades que en general no se encontraban en niños de tres a seis años.

La interferencia de los adultos en esta primera preparación al comportamiento social, casi siempre es equivocada. En el ejercicio de “caminar sobre el hilo”, uno de los niños se equivoca en la dirección y parece que sea inevitable un golpe: el adulto tiene el impulso de coger al pequeño y darle la vuelta, pero el pequeño se las arreglará por si solo y resolverá el problema, no siempre del mismo modo, pero siempre de modo satisfactorio. Y a cada instante se presentan problemas similares, y los pequeños están muy contentos de afrontarlos. Se irritan si los adultos intervienen: dejad que ellos mismos los resuelvan. También esto es un ejercicio de experiencia social, y estos problemas resueltos pacíficamente constituyen una experiencia continua de situaciones que el profesor no podría suscitar. Generalmente, cuando un profesor interviene, su solución es distinta de la de los niños y, por tanto, trastorna la armonía social de la clase. Si surge uno de estos problemas, deberemos, salvo casos excepcionales, dejar que los niños se las arreglen por si solos, y obrando así podremos observar con mayor objetividad las manifestaciones y el comportamiento infantil, que el adulto aún desconoce. A través de estas experiencias cotidianas, se afirma una construcción social. Los educadores que utilizan el método de enseñanza directo no comprenden como puede desarrollarse el comportamiento social en una escuela Montessori donde, según creen, se preparan las materias preescolares, pero no la vida social. Dicen: “Si los niños solos lo hacen todo, ¿dónde está la vida social?” Pero ¿qué es la vida social sino resolver problemas, comportarse bien y proyectar planes aceptables por todos? Piensan que la vida social consiste en estar sentados uno junto a otro y escuchar a alguien que habla; pero esto no es vida social. Las únicas oportunidades de vida social que tienen los niños en las escuelas comunes son los recreos o las escasas excursiones; mientras que los niños de nuestras escuelas siempre viven en una comunidad trabajadora.

MODULO VIII AREA CULTURAL Tarea: la normalización describa el proceso de normalización y a un niño normalizado.

En realidad, normalización es un término tomado de la antropología que significa convertirse en un miembro contribuyente de la sociedad. Para ella, hace referencia al logro del niño por independizarse: su interés por la vida y el trabajo, es el paso de un estado desorientado y desordenado a uno de orden interior y amor por el trabajo. La normalización se evidencia a partir de la presencia de 4 características: “Las cuatro características deben estar presentes para que podamos decir que un tipo normalizado común para el conjunto de la humanidad es que aparecen-por breve que sea la aparición de las características. El proceso suele ser invisible para nosotros, porque el proceso de normalización está oculto por las características no adecuadas para el niño. “(La Mente Absorbente) Amor por el trabajo: “Amor al trabajo incluye la posibilidad de elegir libremente el trabajo, encontrar la serenidad y la alegría en el trabajo.” (M,M). Vemos que los niños eligen libremente actividades que realizan en orden a partir de lo que han aprendido para incorporar nuevos aprendizajes. Concentración: Se logra cuando, durante el desarrollo de las actividades, el niño se concentra como si la actividad lo absorbiera. Frente a esto, citando de nuevo a Montessori ““Para ayudar a este desarrollo, no es suficiente proporcionar objetos elegidos al azar, sino que nosotros organizamos un ambiente preparado en donde encuentran “interés progresista””. Autodisciplina: Se ve en ciclos completos para terminar las actividades elegidas libremente por el niño: “Después de la concentración vendrá la perseverancia. . . Esto marca el comienzo de una nueva etapa en la formación del carácter. . . Es la capacidad de llevar a través de lo que él ha comenzado. Los niños en nuestras escuelas deben elegir libremente su trabajo. Este poder se muestra, sin lugar a dudas, diariamente durante años.” Sociabilidad: El respeto por el trabajo del otro, esperar el turno espontáneamente, el impulso de ayudar a los otros, entenderlos y alegrarse cuando completan su trabajo, y en general las relaciones armoniosas conforman la sociabilidad. Ella hablaba de que la normalización se daba de manera espontánea en todos los niños, de manera explosiva, y por tanto, al presentarse debía ser protegida. y cómo hacerlo? “La normalización proviene de la concentración en un trabajo. A este fin es preciso que en el ambiente existan motivos aptos para provocar esta atención: que los objetos se utilicen según la finalidad para que fueron construidos, lo cual conduce a un orden mental; y además que se utilicen exactamente lo cual conduce a la coordinación de los movimientos” El primer paso será contar con ambientes preparados: ordenados, que tengan estímulos que interesen al niño y satisfagan sus necesidades. Proporcionar actividades con objetivos específicos, que les ofrezcan retos que superar (deben ser acordes a las habilidades e intereses del niño) y que requieran exactitud y precisión para su ejecución. Presentar los materiales de manera precisa y adecuada. Esto no sólo le proporciona al niño una guía acerca de qué hacer, sino que su observación pasiva le obliga a ejercitar el autocontrol gracias a la expectativa que le genera la ejecución de la actividad. El ambiente debe permitir al niño elegir libremente las actividades que realizará. Por ello los materiales deben estar ordenados, listos para ser utilizados, y deben haberse presentado antes de hacer parte del estante. El adulto debe mantener la actitud de observador y guía, y permitir que sea el niño quien note su propio error. Allí la importancia de que las actividades y materiales tengan un control de error, para permitir al niño descubrir y aprender.

No interrumpir al niño durante los ciclos de trabajo para permitirle el perfeccionamiento y la concentración. Es preferible volver a presentar luego la actividad que interrumpir al niño mientras trabaja. Independencia: “Cuando al niño se le da la libertad de desplazarse en un mundo de objetos, tiene la tendencia natural de realizar la tarea necesaria para su desarrollo totalmente por su cuenta”. Si bien la normalización se presenta de manera explosiva, lo hace en tres niveles y en tres pasos. Niveles: Las conductas desviadas van dando paso a las 4 características anotadas anteriormente. Esto se da esporádicamente, pudiéndose repetir en cualquier momento. Es una fase de alternancia entre momentos de desviación y de normalización. Aunque muchas desviaciones desaparecen, la normalización se da solo por algún tiempo, desde horas hasta periodos indefinidos. Aquí se nota un proceder recurrente y continuo, la formación de una personalidad Pasos: deben darse secuencialmente hasta concluirlos. La elección de un trabajo: Adulto y actividad se preparan para el trabajo reuniendo los materiales necesarios y adecuando el lugar. Actividad en sí: Que inicia, tiene una fase intermedia y termina. Debe perseverarse hasta completar la actividad. Conclusión: ya liberada la energía durante la actividad propuesta con paciencia, respeto, armonía y deseo de ayudar, se da por concluido el trabajo y el material vuelve a su lugar, tal como se tomó, para que esté listo para usarse de posteriormente. Estas características se dan en todas las sociedades, y como las risas y los bostezos, se contagian! Para Montessori, y como hemos podido intuirlo, la normalización se alcanza a través del trabajo, sobre todo manual, pues “la mano es el instrumento de la personalidad, el órgano de la inteligencia y de la voluntad individual. El desarrollo de la individualidad del niño significa la independencia sucesiva del adulto. Todos son obreros del universo y observadores de las leyes universales” (Montessori, 1986, p. 260). Para el niño: el propósito del trabajo es la construcción del hombre, de producirlo. Este se ordena internamente, movido por la energía espiritual y para dar crecimiento a su propia vida.