Suárez, Francisco. Disputaciones Metafísicas VII-XV. Edición Bilingüe. Madrid Gredos, 1960. Vol 2..pdf

FRANCISCO SUAREZ DISPUTACIONES METAFISICAS DISP. VII-XV BIBLIOTECA HISPÁNICA DE FILOSOFÍA I I II I I BIBLIOTECA

Views 338 Downloads 1 File size 81MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

FRANCISCO SUAREZ

DISPUTACIONES METAFISICAS DISP. VII-XV

BIBLIOTECA HISPÁNICA DE FILOSOFÍA

I I

II

I

I

BIBLIOTECA HISPANICA DE FILOSOFIA D i r ig id a t o r ANGEL GONZALEZ ALVAREZ

FRANCISCO

SUÁREZ

DISPUTACIONES METAFISICAS VOLUM EN

II

EDICIÓN Y TRADUCCIÓN DE

SERGIO

R Á B A D E

R O M E O

SALV A DO R CABALLERO SÁNCHEZ y

A N T O N IO

B IB L IO T E C A

PU IG C E R V E R Z A N Ó N

H IS P A N IC A

DE

F IL O S O F IA

O

Editorial Greàos, Madrid, i960.

Registro n.° 2090-60 Depósito legal: M. 2016-1960 Gráficas Cóndor, S. A .— Aviador Lindbergh, 5 — Madrid-s

1009-60

DISPUTACION VII DIVERSOS GENEROS DE DISTINCION

R E S UME N La disputación comprende tres puntos principales, en correspondencia con las tres secciones de que consta: I. Existencia de la distinción modal (Sec. 1). II. Indicios para discernir los diversos grados de distinción de las cosas (Sec. 2). III. Lo idéntico y lo diverso (Sec. 3). s e c c i ó n

i

Dando por supuesta la existencia y señalada la esencia de la distinción real (1), se establece su división en positiva y negativa (2) y se precisa que la t distinción real no implica relación real (3). Un tratamiento semejante se hace a propósito de la distinción de razón (4-6), apuntando su división en extrínseca e intrínseca (7) y su origen (8). Todo ello sirve como de introducción para centrar la tarea especulativa en la búsqueda de una distinción intermedia entre la real y la de razón, sobre lo cual hay diferentes opiniones', se exponen y razonan la primera, que sólo admite las distinciones real y de razón (9-12), y la segunda, de Escoto, que establece una distinción formal “ex natura rei” (13-16). D e esta manera se llega a la solución: Suárez propugna la existencia de una distinción modal (16); explica su teoría de los modos y la demuestra y aclara con nume­ rosos argxmtentos y ejemplos (17-20). Se concluye que no hay más clases de distinción que las tres indicadas (21), se exponen los diferentes modos y respec­ tos de la relación real (22-24) y se deshace una objeción (25), sosteniendo que los modos se distinguen real o modálmente (26) Por último, se da respuesta a los argumentos de la priyrtera opinión (27-30). SECCIÓN

II

Centrado el nudo de la dificultad en torno a la distinción modal (1) y seña­ lado, demostrado y defendido contra las objeciones un indicio de distináón actual en la realidad (2-5) se establece como carácter exclusivo de la distinción modal la separación no mutua entre dos cosas (6) y se responde a las dudas y objeciones sobre este punto (7-8). Suárez vuelve a considerar la distinción real, exponiendo algunos indicios, basados en la separación, que son eficaces para discernirla, y rechazando otro que resulta inútil (9-21). Se aclara una duda sobre la separabilidad de las cosas distintas (22), se responde a una objeción (23-24)

Disputaciones metafísicas

8

y se establecen algunas excepciones a la doctrina general de la separabilidad (25-27). La sección se cierra con el estudio de los caracteres de la distinción de razón (28). SECCIÓN

III

Tras una breve introducción (1), se declaran los diferentes sentidos del tér­ mino “idéntico” (2-3) y se afirma que la identidad tiene tantos géneros como la distinción (4). Después de responder a una objeción (5), Suáres precisa él alcance de los términos “distinción”, “diferencia” y “diversidad”, comparándolos en­ tre si y con el ente (6-7), y aclara, de acuerdo con lo dicho, que el principio aris­ totélico “cualesquiera cosas idénticas a una tercera son idénticas entre si” debe entenderse analógicamente (8).

DISPUTACION VII DIVERSOS GENEROS DE DISTINCION

Para una completa exposición de este atributo o propiedad del ente, nos ha parecido necesario incluir aquí esta disputación, pues, como la unidad incluye indivisión y se opone, por tanto, a multitud, la cual surge precisamente de la división o distinción, es necesario comprender todos los modos de distinción para entender todos los modos de unidad; porque, de dos extremos opuestos, uno se dice de tantos modos como el otro. Ahora bien, esto, en metafísica, no es me­ nos necesario que difícil, pues, según consta por Aristóteles en los Analíticos Se­ gundas, lib. II, c. 14, a la esencia y quididad de cada cosa se llega por medio de la división o distinción, ya que se llega a la definición propia de cada cosa haciendo las divisiones convenientes. Por ello, la dificultad de conocer las esen­ cias de las cosas corre parejas con la dificultad de explicar los varios modos o grados de distinción. Hay que investigar, pues, cuántos son éstos y mediante qué indicios o modos pueden distinguirse. SECCION PRIMERA Si

e x is t e

en l a s co sa s alguna

o tr a d is t in c ió n , a d e m á s d e l a r e a l

Y LA DE RAZÓN

1. Existencia y esencia de la distinción real.— En este apartado se dan como ciertas dos cuestiones y nos preguntamos por una tercera. En primer lugar, es evidente que existe en las cosas una distinción real, la cual suele llamarse, para mayor claridad, distinción entre cosa y cosa, y consiste en que una cosa no

DISPUTATIOVII D e v a r iis d is t in c t io n u m g e n e r ib u s

cquuiu squeestrediiffic deile finitio nernmepsseerv ensitucor;gnuonsdcee-, a m re tu n tia re tacntio tum dm emexepslic t vaarerio ra dusndeutmmoedrgoos desis,ttin naum .tsqInugqib uuire q u o tn illi s in t, e seumodisdiscerni possint. snamindiciis SECTIOPRIMA

adeccodm ispple uta tio nxepcoessitio saria hohcuiu loscoattri­ visa ebsutH a ta m e n e m tiivsiseio unpero prie ta tisdaetntis ;id naem cm uum undita si in d m in c lu e t o ltitu in ocopnpsounrg atu xpdreivhiseniodneendsoesuodm istin noeit,rtisaqdunaececoeem nem scrio m ddoisstinucntio ita s s e e s t o m n e s e tia m o d oos­ n is c o m p re h e n d e re ; q u ia q u o t m drei!liqduicuitu rE unstum otepm posito rum ,tom tedtaid tuysriceat m . a u h o c in p h hom ctitu lo dur.osPurim ppoonuenntu r puetrcesrta e-t nuotnem inA uris sntoete celessasriu m qr,uam diffic ile;c.na1m ,, In te rtiu in q u iritu im e n o x u m itu II P o s t., 4 m esatddam riaio inrere buesxpdlic istin ctio nm emaprepaelellam , niu scnueium sqsueeure itin escstio entia etattin quid dita snapm er tu q u a e m a tio n e ri dduiv is io d is n e m g itu r, s o ie t d is tin c tio re i a re , q u a e in h o c c o n ividendounumabalioadpropriamuniusU trum pr a e te r d is t in c t io n e m realem ET RATIONIS SIT ALIQUA ALIA DISTINCTIO IN REBUS

1.

Distinctio

r ea lis

datier,

et

quid sit.—

Disputaciones metafísicas

10

sea otra, ni al contrario, pues nos consta la existencia de muchas cosas, de las cuales una no es en absoluto la otra. Unicamente debe advertirse que, a veces, las cosas, además de ser distintas de esta manera, no están unidas entre si, como ocurre en el caso de dos supuestos, o en el de los accidentes que se en­ cuentran en distintos supuestos, y en otros análogos, en los cuales no hay difi­ cultad alguna para conocer la distinción antes indicada, puesto que en ellos no se da ningún vestigio de identidad real. Sin embargo, a veces sucede que se dan cosas que, siendo distintas de este modo, están unidas entre sí, como es evidente en el caso de la materia y la forma, en el de la cantidad y la sustancia; entonces es, con frecuencia, muy difícil discernir una distinción real que sea entre cosa y cosa, si es que puede darse en las cosas otra inferior a aquélla; de esto vamos a tratar inmediatamente, explicando al propio tiempo cómo debe establecerse la diferencia entre una y otra distinción. 2. Dos clases de distinción real: positiva y negativa.— Esencia de tata y otra.— Hay que observar también, a propósito de esta distinción, que suele divi­ dirse en positiva y negativa; esta división no nos viene dada tanto por parte de la misma distinción cuanto por parte de sus extremos, ya que la distinción siem­ pre consiste formalmente en una negación, según se dijo antes; sin embargo, esta negación se da algunas veces entre cosas positivas y reales, de las cuales una no es la otra, en cuyo caso se llama distinción positiva. .Esta es la auténtica distinción real de que hemos hablado. Otras veces, en cambio, se considera tal distinción entre el ente y el no-ente, o entre no-entes absolutamente diversos, y entonces se llama distinción real negativa, porque uno de los extremos no tiene la realidad que tiene el otro, si es un ente positivo y real; o, si ambos son entes privativos —como las tinieblas y la ceguera—, porque se separan y distinguen entre sí de tal manera que, si fuesen realidades positivas, se distinguirían realmente; o bien, porque tienen fundamentos realmente distintos, en les cuales se estima que están según su modo propio. De aquí que esta distinción negativa deba entenderse y explicarse por pro­ porción o analogía con la positiva, por lo que, omitiendo la negativa, debemos tratar aquí sólo de la auténtica y positiva distinción real.

scisontit,trario quo;dcounnsatatreasutenm anexsisittcareliaplunrc eqsuerese, eteiurssedm ataperesin t; ndeisgtin ctio ecnoim ip saufo rm alia tio n e n s is tit, t s u p ra q u a ru m u n a c m n in o n o n e s t a lia . S o lu m daliq ictu m e s t; ta m e n h a e c n e g a tio in te rc e d í!­ eesssteosbicserv a n d u m , in te rd u m re s n o n s o lu m u a n d o Ín te r re s p o s itiv a s e t re a le s q u a d is tin c ta s , s e d e tia m n o n e s s e in te r mpuonsitiv anao,neetsthaalia eetstu nperodpic itudrisdtin istin c­ seenutianitaqsu,aeutsusnutntindudoistin sucptis possita voeslitisaccei­t ru tio e c t ria c tio d u p p liscdoensqiduearantuorstalolis cutidissutin m utio s. A liq uranednos atalia hcuoiu som oedni,diinpqraueib ustanm ulladisetin stcdtio iffic um l-, re vetearo c Ín te s g n s c d ic n e teatu rrnodnistin entia om nain ondei­­ quiatisn.uA lluliq muaenstdoinveeisrovecstig iu m reahlis id eon­- versnao,neetnstu,naeutvÍn o c c tio re lis tita o n tin g it u iu s m a;reqaulita iateunm um illo ruhm eexttreaiiu modru in neonns dpaileretsin sicm disatetinriactasetesfo serm inate,rqsueanutita nitatesuett ghaativ b e t q u a m a b , s i penossitiv um eutm re,aulette sit;nebvrael,eesitcuatru m qsu,equsiait sduisbcsetam netia ;reeatlein hdisistin sacetio peneesm t,dqiffic illim urem p riv a tiv e c ita re m u a e s it i araaneture rascedsissetin gre uuanlite turrÍn tetin rsgeu,eqre uondaqure , ssitaptim otestra tecsstaebin rebcutstu alia m inom rilia , ita stuir,psoevspeitiv n t d is o d itu r; n c e tia e x cecrte quia fuunsdasm enm taodhoabeessnetcreena­palia licadbisitu rmqeunodm odo sit una distinctio ab literdisltin ta in q u ib u o c e a . nem devhea]ecandaislotin cm tioandegpativ apam er 2. .—Illudetiamestinhacdistinctio­ pseronptuor.rtioU n g ia o s itiv in tellig eisnsdaahaiccdsoelu ciam radndeapro espt;riaacacpro psteitiv rcaa nvasm obestenrv anativ dum ,;soqleuareepdaisrtitio tingunioin pm ositiilla o m p o e g a m n ta e x paneipsiusdistinctionisquamextremorum distinctionereali agendumnobisest. Positiva alia, alia negativa, et quid

utraque

Disputación séptima.— Sección l

11

3. Finalmente, advertiremos que nada importa, en lo que atañe a la presente disputación, el que a la distinción real siga una relación real o de razón, pues no consideramos aquí la distinción en cuanto puede implicar una relación formal, sino sólo en razón de su fundamento, al cual puede seguir aquella relación. Por ello, para la distinción real no es necesaria (formalmente hablando) una relación real, pues Dios se distingue realmente del ángel, aunque no esté realmente referi­ do a él. Y si se dijese que el ángel implica una relación a Dios, responderíamos que, sea de ello lo que fuere, con anterioridad a aquella relación se comprende que el ángel es una realidad distinta de Dios, puesto que de allí resulta la rela­ ción, si es que la hay. Y, en el caso de Dios, las tres Personas se distinguen real­ mente, aunque entre ellas la distinción no sea una especial relación real. Se debe omitir, pues, esta relación, ya que no incumbe al presente propósito. 4. Si existe y cuál es la distinción de razón.— En segundo lugar, es cierto que, además de la distinción real, se da una distinción de razón. T al dis­ tinción no radica formal y actualmente en las cosas que llamamos distintas en este sentido, en cuanto existen en sí, sino sólo en cuanto sirven de soporte a nuestros conceptos y reciben de ellos alguna denominación, a la manera como distinguimos, en Dios, un atributo de otro, o al modo como distinguimos de un término la re­ lación de identidad cuando decimos que Pedro es idéntico a sí mismo. Ahora bien, esta distinción suele implicar, a su vez, una doble modalidad: de una parte, cuando no tiene fundamento en la realidad, y entonces se llama “de razón racio­ cinante”, porque nace sólo de una elaboración y operación del entendimiento; de otra parte, cuando tiene fundamento en la realidad, y a ésta llaman muchos “de razón razonada”, aunque tal expresión, así como es muy impropia, también puede resultar equívoca. Efectivamente, la distinción de razón razonada puede conside­ rarse así llamada por preexistir en la cosa misma antes de que nuestra mente use del raciocinio, de suerte que sea llamada razonada como en virtud de sí misma y por requerir la razón sólo para ser conocida, no para ser establecida; y se llama distinción de razón, y no real, por el mero hecho de que no es tan grande ni tan* evidente, de suyo, como la real, y, por tanto, exige una atenta operación de la razón para ser distinguida. Pero si se explica la significación de esta palabra

3e.senTteanm dedm ntio imnaedm verte m estciuaodd isem puatare nnihnsiledqure feturre apredraalis disvtin c tio n a le m c o u a r rc laera aoe l ra tio n is ; n o s e n im n o n c o n s id m sahleicmdreislatin cntio ne,m utsoim pora rtatio renepofo tens­t fdoaurm m tio e m s e d lu m eU nnti,deadadqudoisdtinpcotio tesntem conreseaqleum i ilia reelas-t lio . n o n nlisectesD saria(fo rmalite rrlodqisuetin ndgou)iturerlaatio nim alite baalite nregaer.­­ lQ o,uoqdues¡unisvdiseic aasdre illu d n o n re fe ra tu r re aidnqgueid lumderefe rric sait,dD ern um , re s p o n d e tu r, q u h o ta e n arenm teilla mcre la tioaneD m in tein llig i cannim gelure msuelta sset d is tin ta m e o ; d e ilia tio , sgiuquunaturesre t.aE t in D eaomvtre sin peter­r seoasnare edisladtin istin lite r, q u is ctio noenrgositesstpehcaiaelis relalatio tiotarem a­lis . O m itte n d a c re qu4a.mimpertinenspraesenti instituto. S em cunre doaleem stcdeisrtu m dnaxeimpraraetio ternisd.istin ctio ­t n e tin c tio E t e s illa recttaaectu rinnaonnturesptroinrebuqsu,aqeuafo erm sicalite distin deanlite om 2

Distinctio rationis, an et quae sit.—

ucotnin euesxisntuonstris t, seedtsaobium ro suin bsata cepastib euisopm doeudntoom tion--t n e m liq u a m a c c ip iu n t, q d is tin ulim ulastio inneD eoideunntita um attrib utuin m aqbuaanlio , vdgeic re m tis a te rm o , d o imuctio sPedtru idgeum utem distin upm lexesdsisetin i ssib olei.t:Haueentcad,aic itu r q u ia o ritu r s o lu m e x negotiationeet operationeintelleecttuas;mualtis lia, vooxcastuicrutimpropriavaldeest,quitaam vtisaehqauei-c v e vtio occaineastaseepsic otedsic t.taNaem distin ctio rast,tioqnuisiarain­ x is tim a ri p o te re ipusat pqra eseixisextitseante qtio uacm ra tio raatu tior,cinsoe-tu r, u a ra in a ta d ic lu tuerrorafatiocienaddam illa m com gqnuoesdcicm eanqtu duarem ,disretin nqoucnira v ; s o lu tio rautio neisresetntaom nre atelisn,sqsuicia­ nuotnreeaslis tta n ta , n e q e p p a ,raetio tnidiseoare qudira tgautte ndtaam oilla pera -. tio n e m d is tin e n m m Sedexplicatasignificationehuiusvocisiuxquae

non tmbet jtmdamentum in re rationis ratiocinantis, quae habet fundamentum in re ratio-,tis ratiocinatae,

12

Disputaciones metafísicas

atendiendo a tal etimología, dicha distinción no es verdaderamente la distinción de razón de que ahora tratamos, sino que coincide con la distinción real, que in­ mediatamente expondremos. Así, pues, cabe hablar de distinción de razón razona­ da en otro sentido: es, ciertamente, de razón en cuanto no se encuentra en las cosas de manera actual y formal, sino que se establece o excogita por la propia razón; es razonada, porque no procede exclusivamente de una mera operación de la razón, sino de una ocasión que la cosa misma ofrece, y acerca de la cual la mente razona. Por lo que el fundamento de esta distinción, que se afirma que existe en la realidad, no es una verdadera y actual distinción entre aquellas cosas que de este modo se llaman distintas; de lo contrario, no antecedería el fundamento de la distinción, sino la distinción misma; el fundamento debe ser o una eminencia de la cosa misma, a la cual distingue la mente de esta manera —y que muchos suelen llamar distinción virtual—, o una cierta relación a las otras cosas, verdadera y realmente distintas, con arreglo a las cuales tal distinción es ideada o concebida. 5. Aunque otros explican de manera diferente estas dos clases de distinción de razón, pueden muy bien exponerse en el sentido de que la distinción de razón raciocinante se da en orden al mismo concepto adecuado o simple de la misma cosa, sólo por una cierta repetición o comparación de ella, que se realiza en la mente. De esta manera se distingue Pedro de sí mismo, bien en razón de sujeto y predicado, cuando se enuncia de sí mismo, bien en razón de término y sujeto de una relación, cuando se dice que es idéntico a sí mismo, pues en estas y en otras semejantes distinciones de razón se da un mismo y completo concepto de Pedro, y sólo se realiza una cierta repetición y comparación de él. Sin embargo, se hace una posterior distinción de razón por medio de concep­ tos inadecuados de la misma cosa, pues, aunque la cosa sea concebida mediante ambos conceptos inadecuados, por ninguno de los dos es concebido exactamente todo aquello que hay en la cosa, ni se agota toda su quididad y razón objetiva, lo cual se lleva a cabo muchas veces concibiendo dicha cosa por su relación a otras di­ versas, o bien a la manera de ellas, y, por tanto, tal distinción tiene siempre funda­ mento en la realidad, aunque formalmente debe decirse que se efectúa por medio de conceptos inadecuados de la misma cosa. Así distinguimos, en Dios, la justi-

ta etycm gtio iam tadlis nagoim nuesst, ndisumradtio ecclainraanri,tisnim iruinmourdtindeistin ctio radtio ­ vseedrehacndocisintin tiooclo ram nisis,tin etioqdnuiseatin nexuctio nncatu s it a d e u m e m c id it u d c ra re i cere ptu dm aeqpueartum eudasm imre plic meniu sdpoeteqsutadsistatin tim dicraem unsis. A liotioecrg oataseen:suradtio ic­i cdvoeenm i,pm sra oalu qusa,sm pm eetitio efit.m c tio tio ra in l c o m a tio n e m e iu q u a e in e n te ninisreqbuuidse,m ,dqupia aractu eetm form aalite rexncoongita es-t in Sicraetio nim duisbtin gtiuitu rpraPeedtru satiaquseanip sod,evseel s e e r tio n fit u t n e s ie c e t ic d o r;oeraxtio cein ata eerevera rotio , qnuisia, sendonexeosctcaosm -­ ip sboiecetinure ntia tur,nis,veqluin ra tio neemtesrm indiicei-t nntuin m ro o p io s u la tio a n d o id ib i etioqcuin am rer.sU ipnsdaepra enbdeat,mceirc am q,uaqm medni-s tu r;nin hid isem enim etatq sim ilibinute sgdeisrtinccotio neib uss ra a tu fu n tu u o d ra tio is e s t u e n c p tu ceitu rveera sseein re alis dhdaisnctindcistiotin cintio nrem ,snre ons cPoem tri,parasotio lum quse. A fitt veqro uaepdoasm rerpdeistitio et s t t a c tu a ' te e a e iu te rio tin c tio qduam aeenstu icm disdtin gucitio dic untu r;dadlia scntio onfu nsa­ ra tio nreisi;fitnapm e,rlic coentcpepetu stru jnam dqaueqeueaatodesm eiuressis tin n is s e is tin ip d e m r u aipnsteiucsedreeireqi;uasm edsicessm eendsebdeisttin vegluit,emqinueanetiaa coip onitu cipriato tutu r,m peid rnqeuuotru m tain rnere n,exnaecqteuecoenx­d e s t m ltishaapbpitu ella liasliq oleutavirtu are lissdaisliatin cvtio , veetl heiu ausritu rodtota qeuid dita snceiptie‘ra tio om bieilla ttivm a , q u s a e p fit c o n d o re cineurte d o a d s e re rhaebaitu din eem aedoretaslisdivdeis rstin ascvtio e}asdem m oe-r sxacodgisitatintucrtasse,upecnoenscipqitu uar.s talis di­ pduem ru m , t id p stin5.re ctioipeH trfufie ndriam ernctuom in res,info rm aqlite rsauete m aeqcuaam ute madbuoaliis disatin ctio nxupm rantio ­ hdaicbeetu p e n c e p tu a d a e u a to iu sntuisr,gceonm era , v is ljte r e lic e modetarnenpossunt inhuncmo- demrei. SicdistinguimusinDeoiustitiam

D is p u ta c ió n s é p tim a .— S e c c ió n I

13

cía d e la misericordia, porque no concebimos la virtud simplicísima d e D ios como es en sí y según toda su riqueza, sino que la dividimos por conceptos en orden a los diversos efectos de los cuales es principio aquella eminente virtud, o por su proporción respecto de las diversas virtudes que encontramos en el hom bre como distintas y que, de un modo eminentísimo, se hallan unidas en la simplicísima virtud d e Dios. 6. D e lo cual se deduce, en prim er lugar, qu e no se llama d e razón la distinción porque se dé entre entes de razón, en lo cual se engañan muchos, como después veremos; queda claro, pues, por los citados ejemplos, que son entes reales, o más bien un ente real concebido según diversos modos, aquellas cosas de las que se dice que son distintas con esta clase de distinción; y esto resulta tam bién evidente por la razón, ya que la razón no idea los entes que se distinguen d e este modo, sino que se lim ita a concebir como cosas distintas las que n o lo son; luego lo que la razón produce no son las cosas que se distinguen, sino únicamente la distinción misma. Y , sin embargo, la mente, n o se engaña haciendo tal distinción, puesto que no afirma que en la realidad sean distintas las cosas así concebidas, sino simplemente y sin composición —es decir, sin afirmación n i negación— las concibe como distintas en virtud de una abstracción precisiva, mediante la cual podría decirse que produce tal distinción. Y, si después predica de las cosas así concebidas la reflexión o la composición, no afirma que aquéllas sean en absoluto distintas, sino sólo en cierto sentido, esto es, según la razón. Aunque esta distin­ ción no requiera extremes que, de suyo, sean entes de razón, sin embargo, siem­ pre supone en ellos alguna denominación de la razón, cual es la denominación de sujeto o predicado, o, por lo menos, supone que se concibe así de modo con­ ciso e inadecuado. T am bién se deduce de aquí que, si bien esta distinción no requiere extremos que sean absolutamente entes de razón, puede idearse y excogitarse entre tales entes, ya que el ente de razón, una vez concebido, puede compararse a sí mismo y, d e este modo, ser distinguido por la razón. M ás aún, la relación de especie, por ejemplo, aunque de suyo consiste en u n solo ente de razón que se refiere adecua­ dam ente a todos los individuos, a pesar de eso puede ser concebida de manera pre-

connceipsit,euseadffirm sim ptio licnite rauett anbesgqautio enceom aplicm issim ericam ordia , qte uia nD oeni,cporo ncuiptim ussesim -t psic o s itio a e e a is v irtu m in e s it,upterdisqtin cm tapquearsaibestra cittiohnuem pm raoed-i ecuunsdpuam tota minvim sin uaem ,dseddiveearsrnoscoenf-- ccisonivcaipm u a ffic iu s cefeetcpstu tib rlim u r o rd a tin,cvtio nceom .pQ uitio odnesm i pilla ostem apvra eledreicfle xio s,qvueloru m erosptoprtio rinncip ium ilia em inveirns dnisem e l m o s a t d e vtuirtu s p e r p e m a d d iv e rs a s bsusessic cdoisnctin epctis , nsoendata ffirm at ssim pnlicduitem r ueanstisinsim hoom inoedoinvreepneim unstudristin cita taes re illa s e ta s n tu m e c u einttesesim mqin m riu u n , aiduteem st,disstin ecucntio duhm randoonnere m .uira Qutaem ­ plicEisxsim aibvuirtu teteD ei.iturprimodistinc-qquuaidm a e c q x ­ 6 . q u s in llig trem m anqsuuapepoinnitseinsinetisenatia raatio ndise,nsoem m pearnemrara tio nisvneorsnetu apr,pein llariqueooqm uoudltiindteer- ta e liq u m in ectio n tia tio n is duobnieem raudtopnra ise,dicqauda,lisvelesstaltedrn enoem in asdico e p ti s u n t, u t p o s te a v id e b im u s ; c o n s ta t e n im s c d a s s e 'ecxundtuicr,tisenetia xem palislia, eeassqe,uaveejspicotiu disstinengsuiredai-­ concisevel inadaequate concepts. Exquo re etia m fitm uat,qlic eetahbaseocludteisstin etdeontia nonradreoqnuisi­, le d iv e rs is m o d is c o n c e p tio n ; e t la tio n e ra t e x tre u a in id atetint,guqituiasera tio nm onpfin gm itoednutia pgoitassri;it tanm eneendsam in teisrilla fin gcionecteepxtucoa-l qedtia uisatin emcsto icrudpm is d s o lu e r m a m ra d o n s e m e l cnonecaipitquaequdaeistin disgutin cta nsoedn pdoistetinstguadi. seIm ipm soumectom plaadraoti,septecsieici,ravtio nei re e rb ssoula nt;ipesrg o n o u n tu r gratiotian,isqsuitam vdisaeqin sereusnpuidm nuom enroiaeinns­ aendism tin cstiofallitu perrrastio ndeism re seunlta t., ra a u a te e n s m N e c ta m e n ic tin g u d o quianonaffirmat inreessedistinctaquae dividua, potest etiampraecisecondpi ut ad

Disputaciones metafísicas

14

cisiva. como terminando en uno o en otro, y de esta suerte se distinguen por la razón. Consiguientemente, si bien la distinción de razón no requiere, como extremos, entes de razón, ni recibe de ellos su denominación, es posible que se extienda a dichos entes o se encuentre en ellos. 7. Distinción de razón: extrínseca e intrínseca,— Por esto se comprende también que la distinción de razón puede decirse o denominarse de dos modos: primero, intrínsecamente, es decir, porque en sí no es verdadera distinción, sino solamente concebida o creada por la razón. Esta es la auténtica distin­ ción de razón, de la cual tratamos. En otro sentido, la distinción de razón es sus­ ceptible de recibir una denominación cuasi extrínseca por los extremos entre los cuales se entiende que se da, de tal manera que se llame distinción de razón a la que existe entre extremos o entes absolutamente de razón. Esta no es siempre dis­ tinción de razón según el primer modo, sino sólo cuando versa acerca del mismo ente de razón, según queda explicado. Es posible que, en algunas ocasiones, se den dos entes de razón distintos, y no pueda decirse con propiedad que se distinguen realmente, ya que no son entes reales; sin embargo, tampoco cabe decir que se distingan, propia e intrínsecamen­ te, con distinción de razón, puesto que, del modo que son, no se distinguen ya en virtud de una ficción de la razón, sino verdaderamente por sí mismos. En efecto, como la distinción consiste en una negación, puede ser común incluso a los entes ficticios, y así aquella distinción es, más bien, una distinción casi real, según se exponía antes, al tratar de la distinción entre las tinieblas y la ceguera. De modo semejante, pues, hay que entender la relación de la especie a los individuos, la cual es concebida en la naturaleza humana con respecto a sus individuos, y en la equina con respecto a los suyos; porque esas dos relaciones se comparan entre sí de tal manera que, si fuesen reales, habrían de distinguirse realmente, por tener fundamentos y términos realmente distintos. 8. Origen de cualquier distinción de razón.— Finalmente, por lo dicho se comprende que la distinción de razón propia e intrínseca, de la que hablamos, no existe propia y esencialmente, sino mediante el entendimiento que- concibe las cosas de una manera imperfecta, abstracta, confusa o inadecuada. Porque, no exis-

m vi.elQ auliu dvisterm inoatudristin etctio sicraratio tionnise qetia uiamednictiai pre aslia nra ontiosnuendt;istin tam einpro ñepqrie ue dnuoisnnutin g u a m e rg o s u n t g u redqeunira vineern iar,rapotio nsist taum teexntream ailla ñeqeuxe­ eiatm inetrin sectio e,nequra iatioeonism osdeodqexuosesuvnet,rendoi-n in d e o m tu te d x fic , ten7d.i seuinillisversan. sit,tingcuoum nm tuur.nisNeasm , pcoute m deistiatin ctio negeantio s s e s t m fic tis ti. — E x q u o u lte riu s in te llig ib u s e t ita p o tiu s e s t ilia d is tin c tio q u a s i re aetu r d is tin c tio n e m ra tio n is d u p lic ite r d ic i p o s ­ lis , s ìc u t s u p ra d ic e b a m u s d e d is tin c tio n sem seuqudiaenin om in anri:onperim oera intrin stin eccetio , n,im i-d in inte tellig r teitu nerbra steretreclaaetio cita tem m;spescim ilis enin im ru s e s t v d is s e in n e ie i a d ­ d iv id u a , q u a e c o n c ip itu r in n a tu ra h u m a n a ceostncpeprotapria soludm s e u ra tio n e c o n fic ta , e t h a e c istatin cntiomoradtio npisotedstedqisutin aclo - aendim suacoin dpiv idnutu a,reilla t ineedquuain arealadtiosnueas; in ita­ m a ra e qrautio im u r; a lio m e o tio nsisvdeicrsiariquain siteellig xtrin sr,eceitaabuetxdtreism isctio in te rtin seg,uqeunodda,e;sihreabale steesnsim ent,fu renadlite reneta ssenett d is e n a m q u ib u itu tin ratio tionnisisdoic antu roqvuearseain te reetxtre m ansoenuesenm tia­ térm inosrealiterdistinctos. ra m in tu r, h a e c 8 . ptuenrcessotludm istin ctio ratio nisaid prio rienm odraotio , sneisd tion.— U ltim ois, epxrodpicriatisminete llig itusrecdaism tindce­ q u a n d o c irc e m s e m ra tio n t in trin vinetersrd atu r, udtistin expglic atu m eesnt.tiaPorastio sunntisauqteuam qisuai m loeqduioimin ur,tellc pro prieconectippieenrteserensoim npeessr­e n c tu u m u i d u o e nonpossunt dici proprierealiter distingui, icele, abstráete, confuse vel inadaequate. Rationis distinctio extrínseca altera, citerà intrinseca

tio

Unde oriatur rationis quaevis distinc­

Disputación séptima.—Sección I

15

tiendo esta distinción en la realidad ni en el objeto conocido, consiste sólo en una cierta denominación por conceptos de la mente y, por tanto, requiere distinción al menos en los mismos conceptos y en la denominación que de ellos se torca. Ahora bien, esta distinción de los conceptos respecto de la cosa, que en si es ab­ solutamente una, nunca se da sino a causa de la imperfección de los mismos conceptos. Y por ello el entendimiento divino, propiamente, no establece por si distinción de razón, aunque comprenda la que puede hacer un intelecto finito y que concibe imperfectamente. N u d o d e Ja cu estión y diferentes opiniones

9. Sentado esto, la principal dificultad que subsiste es si, además de estas dos clases de distinción, se debe adm itir otra que sea como intermedia. Muchos niegan que pueda excogitarse o entenderse una tal distinción. Así opinan Duran­ do, In 1, dist. 2, q. 2 ; Ockam, q. 3 ; Herveo, Ouodl. III, q. 3 ; Juan de Gante, lib. VI Metaph., q. 10; Soncinas, lib. VII Metaph., q. 36; y también Cayetano, I, q. 54, a. 2, y Soto, q. 3 Univers., y capítulo sobre la propiedad, q. 2. Pero, al estudiar la doctrina de estos autores, conviene tener cuidado con una equivocidad, en virtud de la cual es posible que sólo difieran entre sí por razón de la termino­ logía o también en la doctrina. Porque entre extremos positivos y reales no puede excogitarse distinción alguna que, no siendo forjada por la razón, no deba ante­ ceder necesariamente en la realidad y existir con anterioridad a toda operación intelectual; y porque todo lo que es de este modo es real en cuanto existe en las cosas; en ese sentido toda distinción que no es de razón puede llamarse real; así, parece evidente que no puede darse término medio entre la distinción real y la de razón. Sin embargo, admitido esto, aún queda en pie la cuestión de si cualquier dis­ tinción que antecede en las cosas a toda operación intelectual es — no sólo funda­ mental y virtualmente, sino también actual y formalmente— como d e la misma naturaleza, en el sentido de que se dé entre cosas distintas, o si, por el contrario, en las cosas .mismas existe alguna distinción mayor y menor, en cuyo caso la que

Q ueiaincum hacctoccdoisgtin ctio nlu onmsitcoin retitnin eq u o b ie n ito , s o n s is qtisu,adeatm docnre om in atiodnisetin acctio onnceem ptibsualte sm enin­ id e q u irit rn ip consucem pitu tibur;sheatecinaudte enm om in atin tiocntio eqcuoaneacbespisiliis d is reusnpqeucatu re it qnuisaieoin sepeorfe mcntio inounnem atueuip sm t,sonru m e s b im m copnecrepstu unm . pQ uparie propfatecritin te lle c tu s d iv in u s e o n ro d i­ stinm ctioqnueam ra tio nteislle,cqtu uam vito isceotm prepehrfe endcatet illa e a b in fin im condpientefieripotest. Functus quaestionis et opimones variae

H isppraoeste itisr,hapera edcuipougaendeiffic uislta sctio su-p e re s t a n c ra d tin nluutimm seitdiuam liudinteadrm itte.nM duum , qnueogdantsitpovsseeilia lti esxtin cocgtio itanriem a.uIta t insteenllig iD m eradniadm aliqI,uadm d2i­, s it u ., In is t. q.2; Occham,q.3j Hervaeus, Quodl. Ill, 9.

q. 3;Solo ain n.,,deGM anedtaavpoh,., q. Metaepthid .,em q. n c sU enniv titer.,Caie t.,c.I,deq.P5ro 4,p.,a.q2.;2e.tSSeodtoin , q.his3 e t acuuiu ctosrib usssucnatvevnedlanoem stinaib equusivta ocnatu tiom , radiffe tionr-e p o re ,tervelexetre tiam m in reitiv . aNuella eanlia imedxisctin ctio in a p o s t re o g ita ri p o te s t, q u a e s i p e r ra tio n e m c o n fitta n o n s it, esnsaerio in ipnsaem ante decreentutosn;esdseeetbqeaauntia ten,eqocum m ohpuere rastio int,cteere lle id q u id iu m o d i e s aolec esesntsuquoam tennisusdin re b u s e x is tit, id e o in h isstin catio qeuaita eram tio iu ssntuom nevsi-t, re a lis d id p o te t; tq u a n ife dtioentuerm norenalepom sseetdararitiom eisd.iuT m inetenrhdoisctin c­n a m p o ssito ,ctio adhquucaesaunpte erecesdtitquinaere stio anom onm n.isdi­ tin b u s e u raetio nelite mrin telle ctuaslite , r,nonsedtaentia tum mafu nadliam n ta e t v irtu c tu te vte elu tireesiusddisetin mcra tio naisn qvuerro oaedtinfo hreorm cb,uaslite uip trssisitsitsin r ta s , italiquamaioretminor VI

10;

V II

36;

ope­

16

Disputaciones metafísicas

es mayor —entre cosa y cosa— recibiría el nombre de distinción real, y la otra, en cambio, se designaría con el nombre de distinción media o con otros que se explicarán más adelante. Por consiguiente, si los citados autores niegan una distinción media entre la real y la de razón sólo en el primer sentido, únicamente en cuanto a los términos difieren de aquellos que la admiten; pero no se atienen a un modo constante de expresarse quienes unas veces la niegan y otras la emplean, cosa que se puede ver, sobre todo en Soto, en los lugares citados y en el capítulo sobre la relación y otros. Si la distinción media se niega en el segundo de los sentidos indicados, el punto de discrepancia radica sobre todo en la doctrina. 10. Así, pues, en el sentido expresado, se dan razones en favor de esta opi­ nión. No hay más clases de distinciones que de entes, porque la unidad y la mul­ titud siguen al ente; mas la multitud surge de la distinción. Pero no existen más entes que los reales o los de razón, como se desprende de lo que Aristóteles afirma en el lib. V de la M&taph., texto 14, y en el lib. VI, texto 6, pues como estas dos clases de entes implican una contradicción inmediata, no es posible que entre ellas se piense un término medio; luego. En segundo lugar, cualesquiera cosas que en la realidad se den antes de la operación intelectual, o son realmente idénticas o son realmente diversas; de otro modo, se daría término medio entre lo idéntico y lo diverso, lo cual está en con­ tradicción con lo que Aristóteles sostiene en el lib. IV de la Metafísica, textos 4 y 5, donde dice que lo idéntico y lo diverso dividen adecuadamente al ente, como lo uno y lo múltiple; y en el lib. X, texto 11, afirma que cualquier ente, comparado oon otro, o es idéntico o es diverso de este otro. Y la razón es que entre estas cosas se da una oposición de contradicción inmediata. Por consiguiente, de igual modo que lo idéntico y lo diverso, en general, convienen a cualquier ente con respecto a otro, así ocurre también con lo que es idéntico y diverso de una manera deter­ minada, a saber, realmente. Por tanto, todas las cosas que nosotros concebimos como dos entes, o son realmente idénticas o son realmente diversas: si son real­ mente diversas, se distinguen realmente; en cambio, si son realmente idénticas, no pueden'tener, en la realidad, distinción antes de la operación del entendi­ miento, porque repugna que algo sea a la vez idéntico y diverso en la realidad. distinctio et illa quae maior est, scilicet inter rem et rem, nomen distinctionis realis obtineat; alia vero vocetur distinctio media, sen aliis nominibus infra explicandis. Si ergo dicti auctores priori tantum sensu negant distinetkmem mediana inter realem et rationis, solis terminis differunt ab his qui illam admittunt, non tarnen constanti modo loquuntur qui nunc illam negant, nunc vero illa utuntur ; quod maxime in Soto videre li­ cet citatis locis et in c. de Relatione et aliis. Si autem posteriori sensu negant distinctionem mediam, sic erit dissensio maxime de re. 10. In hoc ergo sensu suadetur primo haec sententia. Non sunt plura genera distinctionum quam entium, quia unum et multa consequuntur ens; distinctio autem est per quant multitudo consurgit. Sed non sunt alia entia nisi realia vel rationis, ut colligitur ex Aristotele, V Metaph., text., 14, et VI Metaph., text. 6; nam cum haec duo in-

cludant immediatam contradictionem, non potest inter ea medium excogitan; ergo. Se­ cundo, quaecumque sunt in re ante intel­ lectual, vel sunt idem realiter, vel realiter diversa; alioqui daretur medium inter idem et diversum, quod repugnat Aristoteli, IV Metaph., text. 4 et 5, ubi dicit idem et di­ versum adacquate dividere ens, sicut unum et multa; et lib. X, text. 11, dicit quodlibet ens ad afierran comparatum, esse idem vel diversum ab ilio. Et ratio est, quia haec etiam opponuntur per immediatam contradictio­ nem. Sicut ergo idem et diversum in gene­ re, ita etiam tale idem et diversum, scilicet realiter, convenit cuicumque enti respectu alterius. Igitur omnia quae ut duo entia a nobis concipiuntur, vel sunt idem realiter, vel diversa realiter: si diversa realiter, distinguuntur realiter; si vero sum idem rea­ liter, non possum in re distinctionem ha­ bere ante intellectum, quia repugnat simul esse idem et diversum a parte rei.

Disputación séptima.—Sección I

17

11. Y si alguien dijese tal vez que no hay contradicción en que algo sea idéntico bajo la razón común de ente, y al mismo tiempo diverso bajo una razón determinada de tal o cual ente — como cualidad, relación, acción, pasión, etc.— , precisamente contra esto argumento. En tercer lugar, si lo inferior se encuentra mul­ tiplicado, es necesario que se multiplique del mismo modo el predicado superior; pero todas las razones determinadas de entes son inferiores al ente; luego nada puede multiplicarse por parte de la realidad bajo determinadas razones de entes — como, por ejemplo, en cuanto cualidad y relación, en cuanto blancura o seme­ janza— sin multiplicarse al propio tiempo bajo la razón común de ente. Así, pues, si esisten varias cosas bajo estas determinadas razones, también existirán varios entes; luego no pueden distinguirse en la realidad según aquellas razones sin distinguirse realmente. La primera proposición parece evidente por lo que antes se ha dicho sobre los universales. Efectivamente, no es posible que un mismo atributo universal o común que existe en la realidad con unidad e identidad nu­ mérica sea contraído o determinado por diferencias o modos opuestos, y por eso dijimos que la unidad en alguna razón común no es verdadera y real unidad por parte de la cosa, sino únicamente semejanza real y unidad de razón; luego, si al­ gunas cosas se multiplican en la realidad según determinadas razones de ente, es preciso que, por parte de la realidad, también se multiplique en ellas la mis­ ma razón de ente. Porque, como aquellas dos cosas, en cuanto se distinguen por parte de la realidad, incluyen modos que se oponen o repugnan, o diferencias por las que se distinguen entre sí, no pueden tener en la realidad verdadera y real identidad, ni unidad numérica en la razón de ente, ya que un ente dotado de identidad numérica no puede ser afectado y determinado simultáneamente por diferencias opuestas. Se confirma porque, de otro modo, también podría darse en la realidad un accidente con unidad numérica y que, sin embargo, fuese dos cualidades, o cua•lidad a la vez que cantidad; y por la misma razón una sola sustancia podría ser dos cuerpos; y un animal dotado de unidad numérica podría ser a la vez caballo y león, u otras cosas análogas. Si en estos casos se descubre abierta repugnancia, la misma habrá en todas aquellas cosas que en la realidad se distinguen según

Q uocdom sim fo rte dtio icantu r,enndosn,eresspeugtan-arendoixnim ussseuvneita tem mein caolem muunniita aliq uaaraptio ne em sseli. eniddeivm in u n i ra e e ra t re m te m a rte itiosnedis;soelargm ssim ilitu dainm em relic i eatntu unritaintem efia rsa, in ralita tiotisnevta lisrevlaetio l ta lis, aecntio tis-, re v e rb i g ra q u a e l n is ra o i a liq u u ltip re­ ntoisr.veTleprtio ass,iom nisu,lrip etclic .,actoontra h o c a rg u m e n s e c u n d u m d e te rm in a ta » ra tio n e s e n tis , n e inlicfeerio ri,praneecdeicssae- cipessasm eera stdoinnem illiseneddsa.m m u,ltip lic ariillaindureo Q u ia c u m etusm t utsuepoedriu em m o d o m u ltip tu r atc noupspoasitopsarte reieipduisgndanngteusunm tuor,doin caluu­t sm ; ssuendtin qufeario elibreest addeteenrm inearg taoe qdaum i s e u s ra tio n e s e n tiu s ; nsuobndpeotessrm unin taatispararte m lic a,riut,aliq tla tere r sveeradm isdentgureuanletum r, oenndreptanote ssm usntnqehucaibbnueusremin inric tioqnreuibiaulita sutis eltip ntiu m vneuisr­a, dnidiffe e a m u n ita te m in ra ­ balb iegdrainfia , in ra tio n e e t re la tio tio n e e n tis , q u ia n o n p o te s t id e m n u m e ro is , v e l s im ilitu d in is , q u in m u ltip lic c n enrm soinpapti.ositis dciffe rentiis sim uialafafic isapcosdsee­t cbom mudneiterarm tioin neatisentis .tioEnrg ouss,issuunntt te E t o n firm a tu r, q u lia petutia lurxrasnubpsulu b is ra ib etadm am eesssseeudnuuasmqnuualita mete ros,aecctid eunaslitaintem resei­t radisentin tiag;uierg opanrte onpreoissquunin tinreillis e n q ra tio n ib u s a a liutleestsequuannatitasteubm ;netia t eaddueomcraotio nra e;poes­t gueaxntudic r.tisPrim arapdroepuonsiv itio valib ideutus;r m s e s ta rp o pnteoerrnsdpeis-ontin o ta s u p e rs nuuid mehro asnm im ai.i, Q equuoudsssiim ulhaiscc]ceor-, tem stuenneim idteem aattrib utum uunnivuem rsaelet uvenlum a liq u iu o d in sideeum conm e x is n s p a rte re i ituursaqpuerta ­ mili ero,auotppdoeste itjsrmdiniffe aere inpuregnadnistia dn,geuaudnem tureritsecin undoum m di?conutra ar!,renatiis cpsroeuptem reoa­ nnib 2

Disputaciones metafísicas

18

sus propias razones con respecto a cualquier superior, incluso al mismo ente. Por­ que el ente está incluido en cualesquiera razones inferiores de manera tan esencial como todos los predicados intermedios. También porque aquellas diferencias opuestas o dividentes implican igual contradicción con respecto al mismo indivi­ duo, bajo cualquier razón que se considere, ya sea superior o inferior. 12. En cuarto lugar, es posible explicar esto mismo de otro modo. En efecto, cualquier cosa existente en la realidad tiene su esencia real; por consiguiente, lo que es distinto según la realidad tendrá, en la misma realidad, esencias distintas, bien en cuanto a su número —si son. cosas sólo numéricamente distintas—, bien en cuanto a su especie o género, si se dice que son esencialmente distintas; luego tienen también, en la realidad, distintas entidades, en lo cual consiste la distinción real. Esta última consecuencia resulta evidente: de una parte, porque la entidad de una cosa no es sino la esencia real puesta fuera de las causas, según mostra­ remos después; ahora bien, si son esencias distintas, son reales y puestas fuera de sus causas, por lo que serán entidades distintas; de otra parte, porque, si se dan dos esencias reales, cada una de días será esencia de algún ente real, ya que el ente y la esencia se comparan adecuadamente como lo abstracto y lo concreto; pero uno y el mismo ente sólo puede tener una esencia; consiguientemente, cuan­ do se den dos esencias reales habrá dos entes reales. La última proposidón menor parece evidente, porque una cosa tiene unidad sobre todo por razón de su esen­ cia y porque no debe haber nada más invariable, fijo y derto en la realidad que k esencia. Finalmente, si la cosa está constituida por una esencia, tendrá su última dife­ rencia y su espede en conformidad con dicha esencia; luego ya no podrá recibir ulteriores determinaciones; por tanto, esa cosa, permaneciendo idéntica, no podrá ser actuada, determinada o constituida por una diferenda de otra espede; con­ siguientemente, no podrá tener otra esencia; luego, si es otra esencia distinta, constituirá otra cosa. 13. S e n tid o e n q u e E sc o to e sta b le c e la d istin c ió n fo rm a l.—' La segunda opi­ nión defiende qué se da en las cosas alguna distinción actual anterior a la opera­ ción intelectual; por tanto, esa distinción no es de razón, sino mayor que k de

pria s, eratiatio neipssiu resspeenctis tu.cQ uuiuiascnuom qum einsuus- esessnetia ntiaaelicrc ale se,ntis tuiareqaulis ae,quqeuiaeaeru m eesstseens­­ pepsero rio ris m n u iu s n s e t literio rrib inucsludra itutio rneibnussinquqaum tbusocm unm - tia aodnaccreqtu uam te; csoedmpuanraum nturetuidtem sbsetra cntuom qpuraseeendtia in fe ia e t c n s no ic a ta in te rm e d ia . E t q u ia d iffe re n tia e p o te s t h a b e re n is i u n a m e s s e n tia m ; e rg iK agenaonptia pom sitainevoslv euundtiv id eenctetnseeiuasm dem eminre - sreiaslia un.tM duinaoerespsro enptia eitio reauleltim s,saunvtiddeutu orenptia o s elar p u re s p d d i­ vinidfeurio i,risucbonqsuid aceurem q u e ra tio n e s u p e rio ri v e l s e n o ta , q u ia re s m a x im e h a b e t u n ita te tu r. r hocipsumexplicatur, ainvsuaria aebsile senetiat iìx etuqnuiiaacnih ilrtu m agisinere sse, qduebam et c e m 1 2 . Q u a rto , a lite eesssseenntia .mAccondsetitu niqutae,, sseicre sduem st pilla ernrunham nreaam quid qseunidtiam a;paerte reqiueaset ahabpeatrtesuarem tia u n ao­ le m e s rg o i b e t u ltim a m d iffe re n tia m , e t s p e d e m ; e rg seussnetntia disstin s ta , a p a rte re i h a b e n t d is tin c ta s npoontesetstillaam ptliuesaddem eterm inaabcilis ;ri,erdgeotennnoi-n lcntaum ero ,spsiecip saaustingtentaere ntu m e re s tu a nilla umdeic roan,dtuisvretin , v e l ie , s i i ppeortesdtiffe rebnetia m am lteriu s­ esasepaerte ssenretiailite rtindcistatin cetantita ; ete rgso, snpariedesi;euecrgoonstim n o n h a re a lia e s hqauboednetsettia m d is s m ;msicoenrgsotitueit.st aliaessentiadistincta, rrn distin gia ui.F atita tetshaereciultim a saeliantia m re caliu ondseqeusetnreqtiaaulite ,amtu q u e n n ih il 1 3 . alis ssuesn;tiasieaxutra casuusanst .a— Saem cunddisatinsecntio tennetia eascttudaalerim inanrete­ pesosseita , uetdin fractaoreeste ndeeem teem b u s q u m d m n tia is tin , illa s u n t re a le s t e x tra catuiom qu,aenepqro onesetsttara tiondisi-, ctaate ussa.sTpuorn sitaeetia ;m erunqtuiae,rgosidib isitinscutanet ednuti­ sete dllem r,illa ueindeetianm nta ae in Scoti sensus in ponendo distinctìone

formali

Disputación séptima.— Sección I

19

razón, aunque tampoco es tan grande como la distinción real entre cosa y cosa. Esta opinión se atribuye comúnmente a Escoto, In I, dist. 2, q. 7, § ú lt.; dist. 5, q. 1; dist. 8 , q. 4 ; In II, dist. 3, q. 1 y en otros incontables lugares, donde trata de la distinción de los atributos divinos, de la distinción de los universales o de materias semejantes. Aunque en dichos lugares Escoto no explica suficientemente si esta distinción, a la que llama formal, es actual en la cosa o solamente funda­ mental o virtual, pues a veces le da el nombre de virtual, lo cual origina diversas interpretaciones entre sus seguidores. Algunos, en efecto, piensan que la distinción formal no es, según Escota, dis­ tinta de la distinción de razón razonada, en el sentido y modo que la hemos ex­ puesto, de la cual dicen que se llama formal porque en d ía son concebidas di­ versas definiciones o razones formales; también dicen que se llama distinción ex natura rei por tener su fundamento en las cosas mismas y encontrarse virtual­ mente en ellas, aunque no sea anterior en acto; en este sentido, Escoto nada aduce en favor de la segunda opinión propuesta, y no cabe duda de que en algunos lugares da la impresión de que así piensa, sobre todo cuando trata de los atributos divinos. A pesar de todo, otros discípulos de Escoto entienden que éste habla de una verdadera y actual distinción que se da en la realidad antes que en el entendimierto, y estiman que dicha distinción se encuentra, no sólo en las criaturas, sino incluso en Dios, por lo menos entre las relaciones y la esencia divina. A este res­ pecto sostienen lo mismo Durando, In I, dist. 1, II p .; dist. 5, q. 2, ad 4 ; más ampliamente en dist. 33, q. 1; y otros muchos, a quienes sería largo citar ahora. También podemos señalar como seguidores de esta opinión a muchos que admi­ ten, entre varias cosas, una distinción ex natura rei, y no real, como las que se dan entre existencia y esencia, naturaleza y supuesto, cantidad y sustancia, funda­ mento y relación, y otras semejantes, que más adelante veremos en sus lugares propios. 14. Si la distinción formal de Escoto está de acuerdo con la menté de Aris­ tóteles.— También suele atribuirse esta opinión a Aristóteles, ya porque afirma, en el lib. III de la Física, que la acción y la pasión constituyen un mismo mo­ vimiento bajo diversas razones formales, y, en el lib. IV de la Física, distingue s tin c tio q u a n t a e s t r e a lis i n t e r r e m e t r e m . H a e c s e n te n tia c o m m u n ite r t r i b u i t u r S c o to , I n I , d is t. 2 , q . 7 , § u l t . , e t d is t. 5 , a. 1, e t d is t. 8, q . 4 ; I n I I , d is t. 3 , q . 1 , e t a liis in n u m e r is lo c is , i n q u ib u s , v e l d e d i s t i n c tio n e a t t r i b u t o r u m D e i, v e l d e d is tin c tio n e u n iv e r s a liu m , v e l d e s im ilib u s d is p u tâ t. Q u a m q u a m h is lo c is n o n s a tis e x p lic e t S c o ­ rn a a n h a e c d is tin c tio q u a m ip s e f o r m a l e m v o c a t, s it a c tu a lis i n r e , v e l t a n t u m f u n d a m e n ta lis s e u v i r t u a l i s ; i n t e r d u m e n i m v i r ­ tu a le m a p p e l la i e t ita i n t e r e iu s s e c ta to r e s e s t v a riu s o p in a n d i m o d u s . N a m a liq u i e x is ­ tim a n ! , d is tin c tio n e m f o r m a l e m a p u d S c o t u m n o n e s s e a lia m a d is tin c tio n e r a tio n is r a tio c in a ta e , e o s e n s u e t m o d o q u o a n o b is d e c l a m a e s t, q u a m d i c u n t v o c a r i f o r m a l e m , q u ia d iv e rs a e d e fin itio n e s s e u r a tio n e s fo r­ m a le s ib i c o n c i p i u n t u r ; d i c u n t e tia m a p ­ p e lla ti d is tin c tio n e m e x n a t u r a r e i , q u ia in r e b u s ip s is h a b e t f u n d a m e n t u m e t v i r t u a l i t e r i n ip s is e s t, lic e t a c t u n o n p r a e c e d a t ; in q u o s e n s u S c o tu s n ih il fa v e t s e c u n d a e o p in io n i p r o p o s i t a e ; n e c v i d e t u r d u b i u m

q u i n i n a liq u ib u s lo c is S c o tu s i t a s e n ti r e v i d e a t u r , p r a e s e r ti m q u a n d o a g it d e a t t r i b u t i s d iv in is . N ih ilo m in u s ta r n e n a lii S c o ti d is c ip u li in te llig u n t e u m e s s e lo c u tu m d e d is tin c tio n e v e r a e t a c t u a li, q u a e i n r e s it a n t e in te lle c r u m , q u a m n o n s o lu m i n c r e a t u r i s s e d e tia m i n D e o e x is t im a n t r e p e r i t i , s a lte r n i n t e r r e la tio n e s d iv in a s e t e s s e n tia m . D e q u ib u s id e m t e n e t D u r a n d ., I n I , d is t. I , I I p . , d is t. 5 , q . 2 , a d 4 , e t la tiu s d is t. 3 3 , q . 1 ; e t m u l t i a lii, q u o s h i c lo n g u m e s s e t r e c e n s e r e . P o s s u n t e tia m p r ò h a c o p in io n e r e f e r r i m u l t i , q u i i n t e r v a r ia s r e s a d m i t t u n t d is tin c tio n e m e x n a t u r a r e i e t n o n r e a le m , u t i n t e r e x is t e n tia m e t e s s e n tia m , n a t u r a t a e t s u p p o s itu m , q u a n t i t a t e m e t s u b s ta n tia m , f u n d a m e n t u m e t r e la tio n e m , e t s im ilia , q u a e in f e r i u s s u is lo c is v id e b im u s . 14 . Formalis distinctio Scotica tm iuxta m entem Aristotelis.— S o le t ite m h a e c o p i­ n i o A r is to te li a t t r i b u i , v e l q u ia i n I I I P h y s . a s s e r ii e u m d e m m o t u m e s s e a c t io n e m e t p a s s io n e m s u b d iv e r s is r a tio n ib u s fo r m a lib u s . E t I V P h y s ., e o d e m m o d o d is tin g u it

20

Disputaciones metafísicas

de igual modo el tiempo y el movimiento —aunque dice que éste no es una cosa distinta de aquél—, ya también porque, en el lib. I De Generat., parece establecer semejante distinción entre la nutrición y el crecimiento, diciendo que en el sujeto, esto es, en la entidad, son lo mismo, pero se distinguen según el ser, es decir, según el ser formal; y, finalmente, porque, en los Predicamentos, sitúa una misma cualidad —por ejemplo, el calor— bajo diversas especies, lo cual no puede enten­ derse si no es porque dos especies pueden ser idénticas según la realidad y dis­ tinguirse formalmente. Sin embargo, estos testimonios no ofrecen mucha fuerza, porque, en los dos primeros ejemplos, e incluso en el último, basta la distinción de razón por con­ ceptos inadecuados, como más ampliamente mostraremos después, al tratar de los accidentes y predicamentos. En cuanto al segundo ejemplo, la exposición del texto aristotélico es forzada, ya que, según él, ser lo mismo en el sujeto no es sino estar unidos en el mismo sujeto y supuesto (conforme al sentido obvio de las palabras); en cambio, distinguirse según el ser es, más bien, distinguirse en su entidad o forma. En este sentido, Aristóteles dice, en el lib. I de la Física, texto 21, que ser blanco y músico es lo mismo según la cosa y se distingue por la razón. Aquí se emplean estas palabras con un sentido muy equívoco, pues llama razón a la esencia o definición, y cosa al sujeto o supuesto en que éstas se dan. Consiguiente­ mente, puede —e incluso d e b e —< exponerse de este mismo modo cuando dice que la nutrición y el crecimiento son lo mismo en el sujeto, pero se distinguen según el ser; sobre todo si la nutrición significa cambio en cuanto termina en la sustancia y, por el contrario, el crecimiento significa cambio en cuanto termina en la cantidad; pues, si una y otro se toman como terminando en la cantidad, sólo pueden distinguirse por la razón o relación en cuanto la cantidad adquirida es mayor o igual a la perdida; pero de esto trataremos en otro lugar. Por consiguien­ te, con estos testimonios de Aristóteles, y otros semejantes, no hay posibilidad de elaborar ningún argumento sólido que abone esta opinión. Y lo mismo pien­ so con respecto a Santo Tomás y otros autores antiguos, que casi siempre em-

t e m p u s a m o t u , q u o d ta m e n d i c i t n o n e s s e r e m a b ilio d is tin c ta m . E t q u o d I d e G e n e r a i ., s im ile m d i s tin c tio n e m i n t e r n u t r i t io n e m e t a u g m e n ta ti o n e m c o n s ti tu e r e v i d e a t u r , d ic e n s esse idem subiecto, i d e s t, e n tita te , distingui miteni secundum esse, i d e s t, s e c u n d u m f o r m a l e e s s e . A c d e n iq u e q u o d i n P r a e d ic a m ., c o n s t i t u a t e a m d e m q u a lita te m , v e r b i g r a tia , c a lo re m s u b d iv e r s is s p e c ie b u s , q u o d n o n p o t e s t in te llig i n i s i q u ia d u a e s p e c ie s p o s s u n t e ss e id e m s e c u m d u m r e m e t f c r m a l i t e r d is tin g u i. S e d h a e c te s t im o n ia n o n m u l t u m c o g u n t, q u ia i n d u o b u s p r im is e x e m p lis , e t in u ltim o e tia m , s u f f ic it d is tin c iio r a t i c n i s p e r in a d a e q u a to s c o n c e p tu s , u t la tiu s d ic e m u s in f r a tra c ta n d o d e a c c id e n tib u s e t p r a e d ic a m e n tis . I n s e c u n d o a u te m e x em p l.o v io le n ta e s t e x p o s itio illo r u m v e r b o r u m A r is to te lis , a p u d q u e m e s s e id e m s u b ie c to , n i h i l a l i u d e s t q u a m ( q u o d v e r b a ip s a s o n a n t) e s s e i n e o d e m s u b ie c to e t s u p p o s ito c o n iu n c ta ; d is tin g u i a u ­ te m s e c u n d u m e ss e p o tiu s e s t d is tin g u i i n

s u a e n t i t a t e s e u f o r m a . Q u o m o d o a l t id e m A r is to te le s , I P h y s ., te x t. 2 1 , album et mu-

sicum esse eadem secundam rem, et ratione distingui. U b i v a ld e a e q u iv o c e u t i t u r h is v o c ib u s ; rationem e n im v o c a t e s s e n tia m s e u d e fin itio n e m , rem v e r o s u b ie c tu m s e u s u p p o s itu m , i n q u o h a e c in s u n t . A d h u n c e r g o m o d u m e x p o n i p o te s t , v e l e tia m d e b e t , c u m a it n u tr i tio n e m e t a u g m e n tu m e ss e id e m s u b ie c to , d is tin g u i a u te m s e c u n d u m e ss e ; m a x im e s i n u t r i t i o s ig n if ic e t m u ta tio n e m u t t e r m i n a t a m a d s u b s ta n tia m , a u c tio v e r o m u ta tio n e m u t te r m in a ta m a d q u a n t i t a t e m ; n a m si u t r a q u e s u m a t u r u t te r m i n e t u r a d q u a n tita te m , s ic p o s s u n t ta n t u m r a tio n e v e l h a b itu d in e d is tin g u i, q u a te n u s a c q u is ita q u a n tita s m a io r v e l a e q u a lis e s t d e p e r d it a e ; s e d d e h o c a lia s. E x h is e r g o e t s im ilib u s A r is to te lis te s t im o n iis n u U u m f ir m u m p r ò h a c s e n te n tia a r g u m e n t u m d e s u m i p o t ­ e s t. E t id e m s e n ti o d e D . T h o m a e t d e a liis a n tiq u is a u e t o r ib u s , q u i f e r e s e m p e r u t u n t u r v o c ib u s distinctionìs realis e t ra-

Disputación séptima.— Sección I

21

plean los términos distinción r e d y de razón en el primer sentido arriba explicado y no tratan explícitamente la cuestión de que ahora nos ocupamos. 15. Se suele aducir principalmente, en favor de esta opinión, un argumento de razón: todo lo que está fuera de la definición esencial de una cosa es, de alguna manera, distinto de ella en la realidad; ahora bien, fuera de la esencia de una cosa se encuentran muchos elementos que no son realidades distintas de esa cosa; luego se da en la cosa una distinción menor que la distinción real. Dicho de otro modo: lo que se distingue por la definición y el concepto objetivo se distingue ex natura re i y con anterioridad a la consideración del entendimiento; pero hay mu­ chas cosas que se distinguen de este modo, sin distinguirse como una cosa de otra; luego. Los escotistas emplean estas razones y otras semejantes, porque Escoto suele explicar de este modo, aproximadamente, la distinción formal ; no obstante, si se examina con atención, o se comete una petición de principio, o se considera la distinción formal como una distinción de razón razonada por con­ ceptos inadecuados, de la cual sólo puede decirse que sea ex natura re i virtual o fundamentalmente. La afirmación se prueba o se aclara porque no siempre definimos la esencia de una cosa en cuanto está en la realidad, sino en cuanto es concebida por nosotros, pues de esta manera definimos la esencia del hombre como común, siendo así que, en la realidad, no es más que singular. Y, refiriéndonos a la esencia en este sen­ tido, es falso que lo que está fuera de la esencia se distinga, actualmente y en la realidad, de aquello que pertenece a su esencia, según se patentiza por lo ya dicho en tomo a la individuación y la naturaleza específica y otros universales, a saber, el género y la diferencia, de los cuales parecen hablar principalmente los autores citados. Parece, por ello, que también hablan de la esencia en el primer sentido. Pues, si la consideran como existente en la realidad, dicha esencia no es más que la misma entidad de la cosa, y, por tanto, cuando se supone que en una cosa hay algo distinto de su esencia sin ser otra cosa distinta, se está suponiendo lo que se ■debe probar. La segunda razón es mucho más débil. Efectivamente, la mayor no goza de verdad universal, porque hay muchas cosas que, en los conceptos objetivos, se d o r a s i n p r i o r i s e n s u s u p r a e s p li c a to , e t q u a e s tio n e m i n q u a n u n c v e r s a m u r , d i­ s tr a e te n o n t r a c ta n t. 15. R a tio n e s o le t p o tis s im u m h a e c s e n t e n tia s u a d e r i ; n a n i , q u i d q u i d e s t e x tra d e f in i tio n e m e s s e n tia le m re i, e s t a liq u o m o d o in r e d is tin c tu m a b i l l a ; s e d m u l t a s u n t e x tr a e s s e n tia m r e i, q u a e n o n s u n t r e s d i s tin c ta e a b ip s a r e ; e rg o d a t u r d is tin c tio in r e m i n o r d is tin c tio n e re a li. V e | a lite r , q u a e d i s t i n g u u n t u r d e f ìn itio n e e t c o n c e p tu o b ie c tiv o , d i s t i n g u u n t u r e x n a t u r a r e i e t a n te in te U e c tu m ; s s d m u lta d i s t i n g u u n t u r h o c m o d o , q u a e n o n d i s t i n g u u n t u r u t re s a r e ; e r g o . H i s e t s im ilib u s r a tio n ib u s u t u n t u r S c o tis ta e , q u ia h is f e r e m o d is v i d e tu r S c o t u s d is tin c tio n e m f o r m a l e m d e c l a r a r e ; t a ­ r n e n s i q u is re c te c o n s i d e r a , v e l i n e is p e t i t u r p r i n c i p i u m , v e l s u m i t u r d is tin c tio f o r m a lis p r o d is tin c tio n e r a ti o n i s ra tio c in a ta e p e r c o n c e p tu s in a d a e q u a to s , q u a e v ir t u a lit e r t a n t u m s e u fu n d a m e n ta ls te r d ic i p o te s t e s s e

e x n a t u r a r e i. P r o b a t u r s e u d e c l a r a t u r q u o d d ic im u s , q u ia e s s e n tia r e i n o n d e f i n i t u r a n o b is s e m p e r p r o u t i n r e e s t, s e d p r o u t a n o b i s c o n c i p i t u r ; s ic e n i m d e f ìn im u s e s ­ s e n t i a m h o m in is u t c o m m u n e m , c u m i n r e n o n s i t n i s i s in g u la r is ; e t h o c m o d o lo q u e n d o d e e s s e n tia , fa ls u m e s t q u i d q u i d e s t e x t r a e s s e n tia m d i s t i n g u i a p a r t e r e i a c t u a lit e r a b e o q u o d e s t d e e s s e n tia , u t p a t e t e x d ic tis s u p r a d e i n d iv id u a tio n e e t n a t u r a s p e c ific a e t d e a liis u n iv e r s a lib u s , s c ilic e t, g e n e r e e t d iff e r e n t ia , d e q u i b u s v i d e n t u r p o tis s i m e lo q u i p r a e d ic ti a u c to r e s . U n d e ita e tia m v i d e n t u r lo q u i d e e s s e n tia i n p r im a r a t i o n e ; n a m si l o q u a n t u r d e e s s e n tia p r o u t e s t i n r e , h a e c n ih il a liu d e s t q u a m ip s a re i e n tita s , e t id e o c u m s u p p o n i t u r e s s e i n r e a liq u id d i s t i n c t u m a b e s s e n tia , q u o d n o n s it r e s d is tin c ta , i d s u p p o n i t u r q u o d p r o b a n d u m e s t. M u l t o a u te m in f i r m io r e s t s ec u n d a r a t i o . M a i o r e n i m n o n e s t u n iv e r s a l it e r v e r a ; m u l t a e n im d i s t i n g u u n t u r i n c o n -

Disputaciones metafísicas

22

distinguen con respecto a nosotros y, a pesar de ello, sólo se distinguen con distin­ ción de razón mediante conceptos inadecuados, según se patentiza por lo dicho sobre el concepto de ente y sobre el individuo, la especie y oíros universales. Y del mismo modo pueden distinguirse por la definición, solamente según la razón, cuando la definición nó es adecuada a la cosa tal como es en sí, sino en cuanto se opone a un determinado concepto nuestro. Solución d e la cuestión

16. No obstante, pienso que es absolutamente cierto que en las cosas crea­ das se da alguna distinción actual y según su propia naturaleza, con anterioridad a la operación del entendimiento, y que no es tan grande como la que se da entre dos cosas o entidades totalmente distintas. Dicha distinción puede llamarse, en términos generales, real, ya que existe verdaderamente por parte de la realidad, y no por parte del intelecto —mediante una denominación extrínseca—; sin em­ bargo, para distinguirla de otra mayor distinción real podemos llamarla distinción según la naturaleza de la cosa —aplicándole, por ser más imperfecta, el nombre general ya empleado-—, o bien, más propiamente, distinción modal, porque —se­ gún explicaré—ya que la verdad debe tener igual naturaleza en todos los casos; ahora bien, en el juicio la quim era es un en te ficticio, se da verdad real sin relación real; luego lo mismo sucederá en todos los juicios, prescindiendo de si en algunos la verdad va seguida de una relación real; así, en la ciencia, la referencia al objeto escible no es, formalmente hablando, relación real, aunque, a veces, pueda seguirse de ella. _ actu; agimus enim de ventate actual!; ergo est proprietas realis ipsius actus. Unde confìrmatur tertio, quia in habitu scientiae est 1. Prima sententia suadetur.— Declaran- magna perfectio, quod verus sit; ergo veri­ tas habitualis (ut sic dicam) est realis pro­ dum superest quid sit haec conformitas prietas eius; ergo similiter exit in actuals quam dicjmus esse . veritatem cognitionis, cogitinone. an, scilicet, in ipso actu sit aliquid abso2. Quod autem haec proprietas absoluta iutum vel respectivum, reale vel rationis. sit et non respectiva, probari potest primo Quidam enim existimant veritatem esse ali­ ex dictis, quia est perfectio simpliciter. Sequid reale et absolutum in ipsomet actu cundo, quia non pendet, per se loquendo, cognoscendi seu iudicio intellectus. Quae et ex necessitate ab aliquo termino reali et opinio suaderi potest, nam quod haec veexistenti, nisi quando tale esse iudicatur; ritas aliquid reale sit in ipso actu videtur valde probabile. Primo, quia iudicium a par­ quod est per accidens, nam veritas eiusdem rationis debet esse in omnibus; in hoc au­ te reí et sine ulla fictione intellectus deno­ tem iudicio: Chymera est ens fìctum, est minatur verum; ergo illa denominado pro­ venir ab aliqua forma reali et non a forma veritas realis absque relatione reali; ergo idem est in omnibus, quidquid sit an in extrínseca; quia, ut ostend ¡mus, veritas for­ aliquibus consequatur ad veritatem relatio maliter est in ipso actu et non extrinsece. realis; sicut edam in scientia habitudo ad Secundo, quia veritas est perfectio simplici­ ter intellectus; ergo est aliquid reale in ipso obiectum scibile non est relatio realis fbrmaliter loquendo, quamvis interdum possit intellectu et non est in ipso nisi mediante s e c t io

ri

Q uid sit veritas cognitionis

8

82

Disputaciones metafísicas

En tercer lugar, cabe aducir un argumento basado en la verdad divina. Efec­ tivamente, en Dios existe verdad lógica, la cual es, sin duda, una gran per­ fección suya y, sin embargo, no puede ser relación real; porque, comparada con la esencia de Dios, no se distingue realmente de ella; y si, por el contrario, sé compara con las criaturas, no puede referirse a ellas de manera real; consi­ guientemente, será una propiedad y una perfección absoluta. Finalmente, porque la verdad o la falsedad acompañan de modo necesario al juicio del entendimiento, el cual, sin embargo, no va acompañado de relación real alguna; luego no es algo relativo, sino absoluto. Parece que es defensor de esta opinión Soncinas, lib. VI Metaph., q, 17, donde, si bien afirma que la verdad expresa algo absoluto con una relación, no obstante, al explicar esta relación viene a decir que es predicativa y no entita' tiva, y pone el siguiente ejemplo: así, cabe decir que lo intelectivo incluye una relación, ya que no puede concebirse sin referencia a lo inteligible; ahora bien, es claro que esa relación de lo intelectivo es sólo trascendental o según la pre­ dicación. De igual manera opina Capréolo, In I, dist. 19, q. 3, concl. 3. 3. S e g u n d a opinión.— Hay, en cambio, quienes estiman que la verdad ló­ gica consiste únicamente en una relación. Así lo sostienen Durando, Herveo, Iavello y Flandria, a quienes hemos citado en la sección anterior; Amon., I P eríherm ., c. 1 , y otros expositores, en el mismo lugar. He aquí el fundamento general de esta opinión: el ser de la verdad depende absolutamente del término, de tal manera que, cambiado el término, cambia la verdad, y, establecido el término, se establece la verdad, sin que se produz­ ca mutación por parte del sujeto cognosceitte. En efecto, Aristóteles atestigua que si se realiza una mutación del objeto, una misma proposición se transforma de verdadera en falsa, y al revés al cambiar el objeto; ello prueba que la verdad consiste únicamente en una relación, pues es propio de la relación el surgir cuan­ do se pone el término y cambiar cuando el término cambia, permaneciendo idén­ tico el fundamento. Por lo cual se Confirma, en primer lugar, porque la verdad no pertenece a la esencia del acto, ya que sufre mutación aunque el acto permanezca, por lo que es un accidente del acto, pero no accidente absoluto; efectivamente, no es una ad illam consequi. T ertio , suini potest argum entum ex veritate divina, nani in D eo est veritas cognitionis quae sine dubio est m agna perfectio illius et tam en non potest esse relatio realis, quia, si com paretur ad ipsam essentiam D ei, non distinguitur in re ab illa; si vero ad creaturas, non potest ad illas realiter refe rri; erit ergo proprietas et perfectio absoluta. T an d em , quia veritas vel falsitas necessario com itatur iudicium intellectus et tam en nulla relatio realis illud ne­ cessario co m itatu r; ergo n o n est aliquid relativum , sed absolutum quid. E t hanc opinionem v id etu r tenere Soncin., V I M etaph., q. 17, ubi, licet dicat veritatem dicere ab­ solutum cum respectu, explicans tam en h u n c respectum in sum m a dicit esse secund um dici, n on secundum esse et u titu r hoc exem plo: Sicut intellectivum potest dici in­ cludere respectum , quia non potest concipi sine habitu d in e ad intelligibile; constat autem huiusm odi respectum intellectivi esse tan tu m trascendentalem seu secundum dici;

e t idem sentit Capreolus, I n I , dist. 19, q. 3, concl. 3. 3. S e c u n d a s e n te n tia .— Aliis tam en vide­ tu r huiusm odi veritatem solum in relatione consistere. Q uod ten et D urandus, et H e rvaeus, Iavell. e t F landria citati in superiori sectione; Am on., I Perih., c. 1; et ibi alii expositores. F undam entum in com m uni est quia esse veritatis om nino pendet ex term i­ no, ita u t ilio m utato m u tetu r veritas e t ilio poslto ponatur, nulla facta m utatione ex par­ te cognoscentis ; nam teste Aristotele, eadem propositio m u tatu r de vera in falsam et e converso, m utato obiecto; ergo signum est veritatem solum consistere in re­ latione, nam proprium est relationis ut, stante fundam ento, consurgat posito term i­ no, et m u tetu r ilio m utato. U nde confirm atu r prim o, quia veritas n o n est de essentia actus, quandoquidem m u tatu r iilo m anente; ergo est accidens eius; et tam en non est accidens absolutum ; non est enim qualitas, quia actus secundus et ultim us non est sub-

Disputación octava.— Sección II

83

cualidad, ya que él acto segundo y último no es sujeto de una nueva cualidad; ni se encuentra en nigún otro género de accidente absoluto, como parece evi­ dente; luego es relación. Se confirma, en segundo lugar, porque la verdad no es otra cosa que una cierta conformidad; pero la conformidad no es sino una conveniencia, semejanza o proporción; mas todas estas expresiones indican rela­ ción, de igual manera que la conformidad de una imagen con su modelo es una relación; y lo mismo sucede en otros casos. 4. En cuanto a saber si esta relación es real o de razón es un punto dis­ cutido, incluso entre los autores citados anteriormente, porque los argumentos que utilizaban los partidarios de la primera opinión para demostrar que la verdad es una propiedad real parecen probar consecuentemente que esta relación debe ser real. En cambio, los argumentos con que esos mismos defensores de la pri­ mera opinión demostraban que la verdad es una propiedad absoluta aparentan concluir que no es una relación real, sino de razón. Ahora bien, comparados entre sí irnos y otros argumentos prueban, según parece, que dicha relación es unas veces real y otras de razón, pues en algunas ocasiones se tiene la im­ presión de que concurren todos los requisitos necesarios para la relación real, mientras que en otras puede faltar algún elemento. Por tanto, unas veces será relación real y otras no. Se explica el antecedente: para que haya relación real se necesita, primeramente, un término real; después, un fundamento que sea no sólo real, sino también capaz de relación, es decir, ordenable al término. Pues bien, ambos elementos concurren frecuentemente en esta relación de ver­ dad, porque muchas veces, sobre referirse a un término real y realmente exis­ tente, se da fundamento suficiente por parte del juicio, ya que éste es también algo creado y, por lo mismo, realmente referible a un término extrínseco; ade­ más, es de tal naturaleza que se compara con su objeto de igual manera que lo medido con lo mensurante; y esta relación es real con respecto a lo medido, poc lo cual se considera que la relación de la ciencia a lo escible es real; ahora bien, de esta clase es la relación de verdad de que tratamos. Sin embargo, en está conformidad falta, en algunas ocasiones, un término real —así ocurre cuando el juido verdadero se refiere a los no-entes— ; otras iectum alterius q ualitatis; neq u e etiam est in aliquo alio genere accidentis absoluti, u t videtur p er se p otum ; ergo e rit relatio. C onfirm atur secundo, qu ia veritas nihil est aliud quam conform itas quaedam ; conform itas autexn n o n est aliud quam convenientia vel similirudo am p ro p o rtio ; om nia au ten i haec relationem indicant ; sicut conform itas im aginis ad suum esem plar relatio est, e t sic d e aliis. 4. A n vero haec sit relatio realis vel ra tionis controversum est, edam in te r p raedictos auctores ; n a m argum enta quiòus p ri­ m a sem enda probabat veritatem esse pro­ prietärem realem , v id entur consequenter probare nane relationem debere esse rea­ lem . A rgum enta v ero quibus eadem prim a sententia probabat veritatem esse proprietatem absolutam, v id en tur concludere n o n esse relationem realem sed rationis. U traq u e vero argum enia in te r se collata v id en tu r pro­ b are fcanc relationem in terd u m esse realem , interdum ratio n is; nam interdum videntur

om nia concurrere quae ad relationem rea­ lem necessaria su n t, interdum vero aliquid deesse p o te s t; ergo aliquando etiam e rit relatio realis, aliquando vero m inim e. A nte­ cedens declaratur, n am a d relationem rea­ lem prim ura req u iritu r term in u s realis e t deinde fundam entum n o n solum reale, sed etiam capax relationis seu ordinabile a d te rm in u m ; saepe autem h aec d u o con cu rru n t in hac relatione veritatis. N a m e t saepe respicit term inum realem e t realiter exis­ te n te m ; e t ex p a rte ipsius iu d ìd i saepe est fundam entum sufneiens, quia e t iudicium quid creatim i est e t ex h ac p a rte referibile realiter a d extrinsecum term in u m , e t p raeterea tale est u t com paretur a d strum obiectu m tam q u am m ensuratum a d m ensuram , q uae relatio realis est ex p arte m ensurati, qua ratione relatio scientiae ad scibile realis esse cen setu r; huiusm odi autem est haec relatio veritatis. A t vero aliquando d eest in hac conform itate term inus realis, u t quando indicium verum est de n o n e n tib u s; ali-

Disputaciones metafísicas

84

veces falta un fundamento apto para sustentar una relación real, ya porque no puede ordenarse a otra cosa extrínseca— tal sucede con la ciencia divina res­ pecto de las criaturas existentes—, ya porque no es distinto del término —como es el caso de la ciencia divina con respecto al mismo Dios—-, ya porque no se compara como lo medido con lo mensurante, sino más bien como lo mesurante con lo medido, cual acontece con la misma ciencia divina respecto a todas las criaturas, o con el arte humano respecto a los artefactos. Así, pues, en estos casos dicha relación será de razón y no real. Solución de la cuestión 5. Para aclarar este punto debe advertirse lo siguiente: una cosa es inves­ tigar lo que la verdad añade al acto que se denomina verdadero y otra muy distinta preguntar por el contenido de esa totalidad que se designa con el nombre de verdad, de manera semejante a como más arriba, tratando de la uni­ dad, distinguíamos entre lo que la unidad añade al ente y lo que el término “unidad” significa. 6 . La verdad no añade al conocimiento nada realmente distinto.— Así, pues, en primer lugar, tengo por cierto que la verdad no añade al acto verda­ dero ninguna realidad o modo absoluto realmente distinto de dicho acto o de su esencia y entidad. Al parecer, todos los autores concuerdan en esta afirma­ ción y no sé de ninguno que de manera expresa haya defendido lo contrario. Por lo demás, se prueba suficientemente a base de los argumentos aducidos en la segunda opinión. También porque no puede comprenderse ni explicarse en qué consista ni de qué clase sea esa realidad o modo absoluto, ni con qué fin se establezca. Y aclaro esta razón como sigue: dicha realidad o modo sería algo separable o totalmente inseparable del acto verdadero; si se admite lo segundo, no hay fundamento para establecerlo como realmente distinto; en cambio, si se dice lo primero, ya no será algo absoluto, sino relativo, según demuestra el ar­ gumento que se ha hecho, puesto que la separación obedece exclusivamente a una mutación del objeto, pero sin que se dé otra mutación absoluta por parte del acto, ya que éste sigue representando lo mismo, y de manera idéntica, y su ver­ dad se modifica sólo porque la cosa no se comporta de igual modo. quando vero deest fundam entum aptum ad fundandam relationem realem , vel quia non est ordinabile ad aliud extrinsecum, u t contingit in divina scientia respectu creaturarum existentium ; vel quia non est distinctum a term ino, u t in eadem scientia Dei respectu eiusdem D e i; vel quia non comparatur ut m ensuratum ad m ensuram , sed potius u t m ensura ad m ensuratum , u t ea­ dem scientia Dei ad omnes creaturas; et idem censetur de arte hum ana respectu artificii; ergo in his casibus erit haec relatio rationis, et n on realis.

6. V e r ita s n i h i l i n r e d i s t i n c t u m a d d it c o g n itio n i .— P rim o ergo certum existim o

veritatem non addere acm i vero aliquam rem , vel m odum absolutum ex natura rei distinctum ab ipso seu ab essentia et entitate eius. In hoc v identur om nes auctores convenire; ncque aliquem invenio qui oppositum expresse docuerit. E t p robatur satis argum entis factis in secunda sententia. Item , quia ncque inteliigi, neque explicari potest quid a u t quale sit hoc absolu­ tum , neque ad quid ponatur. Q uod ita declaro, quia vel illud est aliquid separabile ab actu vero, vel est om nino inseparabile; Quaestionis resolutio si dicatur hoc secundum , sine causa ponitur 5. U t rem hanc explicemus, adverten- distinctum ab actu ex natura re i; si vero dicatur prim um , illud non erit absolutum dum est aliud esse inquirere quid addat sed respectivum , u t argum entum factum veritas supra actum qui denom inatur verus, pro b at; quia separano per m utationem soaliud vero, quid includat totum id quod lam obiecti, sine alia absoluta m utatione ex nom ine veritatis significano: ; ad eum moparte actus; nam actus ex se idem e t eodem dum quo supra de u nitate dicebamus aliud m odo repraesentat, solum que m u ta n o eins esse quod ad d it supra ens, aliud vero quod veritas, quia rea non eodem 'm odo se habet. nom ine unitatis significatur.

Disputación octava.— Sección II

85

Pudiera alguien objetar que la verdad añade algo absoluto, que es insepara­ ble del acto y que es distinto de él, no con distinción real, sino únicamente de razón. En contra de eso está el que o ese absoluto completa al acto en calidad de última diferencia especifica o individual del mismo, o no lo completa sino que lo supone perfectamente completo. Si se defiende lo primero, entonces dicho absoluto, más bien que añadirse a u n acto ya constituido, lo constituye; por lo cual no es legitimo afirmar que la verdad añada al acto aquella realidad o modo absoluto; y lo segundo no puede decirse porque es imposible entender que a un acto plenamente constituido se le añada algo real absoluto que sólo se distin­ ga de él con distinción de razón. Por otra parte, contra esta razón resulta con­ cluyente el argumento sobre la mutación de un mismo acto que se transforma de verdadero en falso. 7. L a v e r d a d n o a ñ ade un a re la ció n p re d ica m en tá l. — Debe afirmarse, en segundo lugar, que la verdad no añade al acto una relación real propia y predicamental de acto a objeta Tam bién queda esto suficientemente demostrado con los argumentos aducidos, pues en muchos casos es imposible tal relación, y de esos casos se toma la razón de que dicha relación nunca es necesaria para el concepto de verdad en cuanto tal. N o sólo porque el concepto y el modo de la verdad tienen igual esencia y proporción en todos los casos, sino también porque, aun cuando concedamos gratuitamente que a veces concurren todos los requisi­ tos necesarios para que surja una relación real entre el acto y el objeto, no obstante, el acto se concibe como verdadero antes —con prioridad natural— de concebir la aparición de dicha relación real; porque se dice que ésta surge una vez esta­ blecido el fundamento y el término; en cambio, el acto es verdadero de manera formalísima, por el mero hecho de establecer tales fundamento y térm ino; ello hasta el punto de que si, por un imposible, se impidiese la resultancia de la relación, el acto seguiría siendo verdadero por haberse puesto en la realidad tal acto y tal objeto; consiguientemente, la relación no entra en el concepto formal de verdad, prescindiendo de si a veces es consecuencia de ella. 8. T a m p o c o a ñ a d e u n a rela ció n d e ra zó n e stric ta m e n te d ich a . — E n ter­ cer lugar, hay que decir que la verdad en cuanto tal no añade al acto verdadero Dices veritatem addere q u id absolutum in ­ separabile ab actu, n o n tarnen re sed ratione distinctum ab ilio. Sed contra, quia vel hoc absolutum com plet actu m tam quam ultim a differentia specifica v el individualis eius, vel n o n com plet sed supponit p erfe tte com pletu m . Si prim um dicatur, ergo tale absolutum n o n ad d itu r acm i constituto sed constituit illu n i; ergo n o n recte dicitu r veritatem addere hoc absolutum supra actu m ; secundum autem dici n o n p otest, quia im possibile est Intelligere a ttu i piene constituto addi aliquid reale absolutum sola ratione distinctum . A c deinde co n tra h o c procedit argu­ m entum d e m utatio n e eiusdem actus de vero in falsum . 7. N o n a d d it v e r ita s r e la t io n e m p r a e d ic m n e n ta le m .— Secundo dicendum est veri­ tatem n o n addere supra actum relationem realem propriam e t praedicam entalem actus a d obiectum . H o c ed am sufficienter p ro b atu r argum entis factis, n am in m ultis im possibi­ li* est talis relatio e t ab eis sum itur argu-

m entum nunq u am esse necessariam talenti relationem ad rationem veritatis u t sic. T u rn quia conceptus et m odus veritatis eiusdem rationis seu p ro p o rtio n s est in om nibus. T u m etiam quia, licet gratis concedam us interdirai concurrere om nia necessaria u t in te r actum et obiectum consurgat relatio realis, tarnen prius n atu ra intelligitur actus verus, quam intelligatur consurgere relatio realis. N am haec dicitur consurgere posilo fundam ento e t term in o ; actus autem form a­ tissime verus est hoc ipso quod p o n itu r tale fundam entum e t term in u s; ita u t si per im possibile im pediretur resultantia relatio­ n s , adhuc actus esset verus ex vi talis actus et o b ietti in rerum n atu ra p o sito ru m ; ergo in form ali conceptu veritatis n o n in tra t rela­ tio, q u id q u d sit an in d e interdum consequatur. 8. N equc r e la t io n e m r a tio n is s tr id e s u m p cam .— T ertio dicendum est veritatem u t sic n o n addere a ttu i vero relationem ra­ tionis actualem proprie e t in rigore sum p-

86

Disputaciones metafísicas

una relación de razón actual en sentido propio y riguroso. M e resulta plenamente convincente, a este propósito, el siguiente argumento: la denominación de ver­ dad no depende de semejante relación, ya que ésta no existe en acto — de la manera que puede existir— sino en el intelecto que piensa o compara actual­ mente una cosa con otra; ahora bien, el acto es absolutamente verdadero sin esta relación; luego. Además, el argumento aducido para la relación real adquiere mayor fuerza probativa si se aplica a la relación de razón. Efectivamente, asi como la primera surge una vez puestos el fundamento y el término, de igual modo la segunda es creada por el entendimiento, supuesto aquello que puede intervenir a manean de fundamento y de térm ino; ahora bien, el acto es verda­ dero por la fuerza de eso que se supone para tal relación o ideación; luego dicha relación no entra formalmente en el concepto de verdad; por consiguiente, la verdad tampoco añade al acto mismo semejante relación. 9. L a v e r d a d a ñ a d e al c o n o c im ie n to u n a c o n n o ta c ió n d e l o b je to , tal c o m o se ju z g a q u e e s .— Debe afirmarse, en cuarto lugar, que la verdad lógica no aña­ de al acto nada que sea real e intrínseco ál mismo acto, sino que únicamente connota que el objeto se comporta así como es representado por el acto. Esta afirmación es secuela de las anteriores, pues que el acto sea verdadero expresa algo más que la existencia del acto, y no significa algo real absoluto o relativo además del acto mismo, como tampoco designa una propia y rigurosa relación de razón; por tanto, no puede añadir más que la indicada connotación o deno­ minación, que se origina de la unión o conexión entre tal acto y su objeto. Esta conclusión viene confirmada por el argumento con que los partidarios de la segunda opinión, demuestran que la verdad no es algo totalmente absoluto, a saber: si cambia el objeto cambia la verdad lógica y, sin embargo, no se produce mutación de algo intrínseco al acto, sino únicamente eliminación de la concomitan­ cia del objeto; esto prueba, por consiguiente, que la verdad incluye, o al menos connota, la ya expresada concomitancia del objeto. 10. U n a m is m a e n u n cia c ió n s e c o n v ie r te d e falsa e n v e r d a d e ra , e n v ir tu d d e u n a m u ta c ió n e x trín se c a .—- Algunos responden negando la posibilidad de que una misma proposición mental se transforme de verdadera en falsa sin cambiar tarn. H o c etiam m ih i su ffic ie n t« persuadet arg u m en tu m fllud quod denom inano veritatis n o n p en d e t ex h u iusm odi relatione; n am haec, eo m odo q u o esse potest, non est actu n isi intellectu actu cogitante vel com parante u n u m a d a liu d ; sed absque huiusm odi c o m p a ra to n e actus est sim plici­ te r v e ru s; ergo. P raeterea argum entum fac­ tu m d e relatio n e reali a fortiori p ro b at de relatione ra tio n is; n am , sicut iUa consurgit posito fundam ento e t term ino, ita haec fing itu r p e r intellectum supposito eo quod p e r m o d u m fo n d am en ti e t term ini intervenire p o te s t; sed ex v i eius q u o d supponitur ad talem relationem vel fictionem , actus est v e ru s; ergo talis relatio n o n in tra t form aliter conceptum veritàtis ; ergo n ec veritas habet talem relationem supra ipsum actum .

obiectum ita se habens sicut p er actum repraesentatur. H aec assertio sequitur ex praecedentibus; nam actum esse verum plus aliquid dicit quam actum esse; et non dicit aliquid reale absolutum vel relativum ultra ipsum actum , nec etiam dicit propriam e t rigorosam relationem ratio n is; ergo n ih il aliud addere potest p raeter dictant connotationem se a denom inationem consurgentem ex connexione seu coniuncdone talis actus e t obiecti. P raeterea h o c confirm ât argu­ m entum quo posterior opinio probat veri­ tatem n o n esse aliquid om uino absolutum , scilicet, quia m utato obiecto, m u ta tu r veri­ tas cognitionis, et tarnen n o n m u tatu r ibi aliquid intrinsecum actui sed tollitur concom itantia obiecti; ergo signum est verita­ tem includere vel saltern connotate praedic9. V e r ita s a d d ì i c o g n itio n i c o n n o ta tio - tam concom itantiam obiecti. n e m o b ie c ti, s i c u t i u d i c a t u r s e h a b e r e .— 10. E a d e m e n u n tia tio p e r e x tr in s e c a m n t u t a l i o n e m e x fa ls a v e t o f i t . — R espondent Q u arto dicendum est veritatem cognitionis aliqui negando posse eam dem m entalem u ltra ip su m actu m n ih il ad d ete reale et propositionem transferri de vera in falsam m trinsecum ipsi actui, sed connotare solum

Disputación octava.— Sección II

87

intrínsecamente- cuando se trata del conocimiento propio o juicio acerca de la cosa; pues la proposición que fué verdadera en algún tiempo no puede ser falsa en ese mismo tiempo, y para que resulte falsa es preciso que la mente una los extremos en otro tiempo, cosa que no puede hacer sin que en ella se produzca cierta mutación. Pero esto se halla en absoluta contradicción con lo que afirman Aristóteles en los Predicamentos, capítulo sobre la sustancia, y Santo Tomás, en I, q. 14, a. 15, ad 3. En primer lugar, puede aducirse un argumento tomado de las proposiciones orales o mentales que se dice que se encuentran en la mente que no ha alcan­ zado un conocimiento pleno; porque, en el caso de dichas proposiciones, no cabe duda de que es una proposición absolutamente idéntica la que antes era verdadera y ahora es falsa en virtud de una mutación de la cosa significada, pero sin mutación alguna de su signo o significación; luego la verdad de significa­ ción que compete a estas proposiciones connota, además de todo aquello que corresponde a la proposición significativa, tal concomitancia del objeto. Por tanto, así debe entenderse en lo que concierne a la verdad del juicio mismo o a la verdad que existe en una mente que ha llegado a conocimiento pleno, por lo menos cuando la mente es imperfecta y abstractiva. Y añado esto porque en el conocimiento intuitivo perfecto —mediante el cual la cósa se ve exactamente en particular y según todas sus condiciones existenciales totalmente determinadas— no es posible una mutación de la conformidad entre el conocimiento y el objeto sin que se dé también mutación en el conocimiento, pues entonces tiene plena vali­ dez el argumento aportado de que el acto siempre termina en la cosa tal como existe en un determinado tiempo o momento, y en ese tiempo o momento no puede cambiar su verdad, aun cuando varíe en otros tiempos. Por esta razón, la ciencia divina siempre se encuentra en conformidad con los objetos que co­ noce, aunque dichos objetos cambien en sus diversos tiempos. Y quizá ocurra lo mismo con el conocimiento angélico, cuando es perfectamente intuitivo, si bien difiere del divino en que éste es absolutamente inmutable, mientras que aquél puede sufrir mutación. Sin embargo, en un conocimiento imperfecto y abstractivo, cual es el nuestro, no resulta contradictorio que un juicio totalmente idéntico se transforme de verdadero en falso sin mutación intrínseca, porque la sine intrinseca m utatione e iu s,. loquendo de propria cognitione seu iudicio ipsius re i; quia propositio quae p ro aliquo tem pore vera fu it, non potest esse falsa pro eodem tem ­ pore, et ut fiat falsa necesse est u t m ens coniungat extrem a p ro alio tem pore, quod facere non potest nisi in ipsa sit aliqua m utatio. Sed hoc sim pliciter repugnat A ristoteli, in Praedicam ., c. de Substantia, e t D . T hom ., I , q. 14, a. 15, ad 3. E t prim o sum i potest arg u m en tu m a propositionibus vocalibus seu m entalibus, quae dicuntur esse in m ente non u ltim ata; nam in eis dubitari non potest q uin sit eadem om nino propositio quae antea erat vera et nunc est falsa per m utationem rei significatae absque ulia m utatione signi vel significationis eius; ergo veritas ilia in significando quae convenit his propositionibus, praeter totum id quod se tenet ex parte propositionis significantis, connotat talem concomitantiam obiecti. Sic ergo intelligi potest in veritate ipsius iudicii seu v eritatis existentis in m ente

ultim ata saltem im perfecta et abstractiva. Q uod idcirco addo, quia in cognitione in tu i­ tiva perfecta, qua exacte vid etu r res in particulari secundum om nes conditiones existentiae om nino determ inatas, non potest esse m utatio conform itatis in tei cognitionem et obiectum m anente im m utata cognitione; tu n e enim recte procedit argum entum fac­ tum , quod sem per term inatur actus ad rem p ro u t in tali tem pore et m om ento existente m ; pro quo tenjpore et m om ento m utari n o n potest veritas, quam vis prò aliis tem po­ ribus m utetur. P ro p te r quam rationem di­ vina scientia sem per est conform is obiectis cognitis, quantum vis haec pro suis diversis tem poribus m u ten tu r. E t idem fonasse est in cognitione angelica, quando est perfecte intuitiva, quam vis differat a divina, quod haec sim pliciter im m utabilis est, illa vero m utari potest. N ihilom inus tam en in co­ gnitione im perfecta e t abstractiva, qualis est nostra cognitio, no n repugnat idem om nino iudicium m u tari de vero in falsim i absque

88

Disputaciones metafísicas

duración que concebimos —y que expresamos por medio de la cópula— no es indivisible ni dotada de absoluta determinación, sino en cierto modo indi­ ferente y confusa y, por lo tanto, posee una amplitud gracias a la cual el objeto puede comportarse de manera diversa en las diferentes partes de dicha sucesión. Por este motivo es imposible que un mismo conocimiento se convierta de ver­ dadero en falso por mutación del objeto y permanezca invariado en sí mismo; así, el conocimiento o proposición indefinida por parte del objeto, permanecien­ do idéntico, puede ser verdadero en este momento por razón de un singular, y después por razón de otro, aunque el conocimiento en sí no varíe, porque en aquel concepto confuso de una cosa común y que se ha concebido de manera indefinida incluye, en cierto modo, una pluralidad de singulares, cada uno de los cuales basta para conferir verdad al conocimiento; por eso, aun cuando los singulares cambien, la verdad puede persistir en un mismo concepto confuso; pero si llegasen a faltar todos los singulares, la verdad desaparecería por com­ pleto. Igual sucede con respecto al tiempo o la duración concebida de manera confusa, pues incluso con referencia a ella, la proposición o el conocimiento es cuasi indefinido y, por tanto, permaneciendo idéntica, puede compararse con los diversos instantes o tiempos y resultar ya verdadera, ya falsa, en dichos tiempos, sin que ella cambie, y sólo en virtud de la mutación de su objeto. Lue­ go esto prueba que la verdad lógica connota, por lo menos, la concomitancia del objeto en un estado determinado, tal como se representa mediante el conoci­ miento. 11. Finalmente, se confirma por comparación con la bondad, pues, de igual manera que la verdad expresa Conformidad, así la bondad dice conveniencia; pero el bien, en cuanto conveniente, sólo añade una denominación o concomi­ tancia de otro extremo que posee tal naturaleza o aptitud para determinada per­ fección, según expondremos después; luego del mismo modo debe razonarse acerca de la verdad. 12. La verdad requiere una representación intencional del objeto tal como es.—* En quinto lugar, a base de k» dicho establezco la siguiente conclusión: la verdad lógica implica una representación cognoscitiva que lleve aneja la concomitancia de un objeto que se comporta así como es representado por el intrinseca m utatione, quia illa duratio quam concipim us et p er copulano signifteamus, non est indivisibilis nec om nino determ inata, sed aliquo m odo indifferens et confusa e t consequenter latitudinem habens, ratione cuius potest in una parte illius successionis obiectum se habere uno m odo et diverso m odo in alia. E t hac ratione fieri potest u t eadem cognitio m u tetu r d e vera in falsam ex m u­ tatione òbiecti, ipsa cognitione in se m anente invariata; sicut cognitio seu propositio in ­ definita ex parte obiecti eadem m anens p ot­ est nunc esse vera ratione unius singularis, postea ratione alterius, quamvis ipsa in se non m utetur, quia in conceptu ilio confuso rei com m unis et indefinite conceptae includit aliquo m odo plura singularia quorum singula sufficiunt ad eius veritatem ; et ideo, licet ipsa m utentur, veritas m anere potest in eodem conceptu confuso; si autem om nia singularia deessent, om nino periret veritas. Idem ergo est respectu tem poris seq durationis confuse conceptae; nam etiam respectu

iilius propositio seu cognitio est quasi inde­ finita et ideo eadem m anens, et ad diversa instantia seu tem pora com parari p ctest, e t in eis nunc vera, n u n c autem falsa reperiri, sine m utatione sui p e r solam obiecti m u tationem . Ergo signum est, hanc veritatem cognitionis connotare saltem concom itantiam obiecti in tali statu, qualis p e r cogni-tionem repraesentatur. 11. U ltim o confirm atur a simili d e bonita te ; nam , sicut veruna dicit conform itatem , ita bonum convenientiam ; sed bonum u t conveniens solum addit denom inationem seu concom itantiam alterius extrem i habentls talem naturano, vel aptitudinem ad talem perfectionem, u t infra ostendem us; ergo eodem m odo de v entate philosophandum est. 12. V e r ita s r e q u ir ìt i n t e n t i o n a l e m r e p r a e s e n ta tio n e m o b ie c ti s ic u t e s t .— Q uinto, ex dictis concludo veritatem cognitionis inclu­ dere , talem repraesentationem cognitionis qùae habeat coniunctam concom itantiam obiecti ita se habentis, sicut per cogni-

Disputación octava.-—Sección 11

89

conocimiento. Se prueba por lo ya establecido: para la verdad no es suficiente la sola representación, si el objeto no se comporta de igual manera que es re­ presentado; ni puede bastar tampoco la concomitancia del objeto para la deno­ minación de verdad, a no ser que se presuponga o, mejor, se incluya la citada representación; porque la verdad no consiste únicamente en aquella denomina­ ción extrínseca, sino que incluye una relación intrínseca del acto cuyo término sea el objeto que se comporta de un modo determinado. edificación de la primera opinión y soluciones a sus argumentos 13. Después de lo dicho se comprende, en primer lugar, el grado de cer­ teza que tiene la primera opinión y la respuesta que debe darse a sus razones. Efectivamente, si por “absoluto” entiende la sola entidad del acto con una re­ lación real y trascendental al objeto, poseída de manera inseparable e inmutable, entonces es falso que la verdad consista únicamente ea esto absoluto, pues de lo contrario sería totalmente inmutable, mientras el acto se mantuviera idéntico. En cambio, si afirma que la verdad consiste en eso absoluto — porque no es nece­ sario que se añada ninguna relación intrínseca, sino solamente la concomitancia dsl objeto— entonces reconocemos que la verdad es algo absoluto o, más bien, con­ siste en un absoluto acompañado de relación predicativa, pues no resulta incon­ gruente decir que aquella denominación tomada de la concomitancia del objeto es una relación predicativa. N o obstante, como, según parece, los razonamientos de aquella opinión se desarrollan en el primer sentido y pueden oponerse a nuestras afirmaciones, debemos darles cumplida respuesta. 14. En qué consiste la verdad formal y en qué la radical.— Así, pues, a los primeros argumentos, con los que se prueba que la verdad lógica es una real e intrínseca propiedad del acto, se responde advirtiendo que la denomina­ ción de verdadero puede atribuirse en doble sentido al acto cognoscitivo, a sa­ ber: formalmente y radicalmente. Considero formal la denominación de verda­ dero que he venido explicando hasta ahora y que consiste en la actual confor­ midad con el objeto; y llamo radical a aquella perfección del acto de la cual recibe éste dicha conformidad con el objeto, como ocurre con la evidencia en absoluto, quia nullam intrinsecam relationem addi necesse est sed solam concom itantiam obiecti, sic fatem ur veritatem esse aliquid absolutum vel potius consistere in absoluto cum respectu secundum d ici; nam illa denom inatio sum pta ex concom itantia obiecti non incongrue potest respectus secundum dici appellari. T arnen, quia rationes illius opinionis videntur in priori sensu proce­ dere et possunt his quae dixim us obstare, eis satisfaciendqm est. Censura primae opinionis e t s o lu tio n e s 14. V e r u m fo r m a le q u i d , q u id v e r u m arguimentorum e iu s r a d ic a le .— A d priora ergo argum enta, quibus 13. A tque h in c intelligim r prim o quid probatur veritatem cognitionis esse realem Veritatis h abeat prim a opini© e t quid dicenet intrinsecam proprietatem actus, respondum sit ad rationes eius. N am , si per detur advertendo denom inationem veri d u ­ absolutum intelligat solam entitatem actus plici ter posse tribui acm i cognitionis. tin o cum reali et transcendentali habitudine ad m odo form aliter, alio m odo radicaliter; for­ m alem veri denom inationem appello eam obiectum , quam habet om nino inseparabiliquam hactenus explicui, quae consistit in ter et im m utabiliter, sic falsum est v en ­ actuali conform itate ad obiectum ; radicatatela consistere in hoc solo absoluto, quia alias esset om nino immutabUis m anente lem autem voco hlam perfectionem actus eodem actu. Si autem dìcat consistere in a qua habet huiusm odi conform itatem cum

tionem repraesentatur. P ro b atu r ex dlctis, quia ad veritatem nec sola repraesentatio sufficit, si obiectum n o n ’ita se habeat sicut rep raesen tatu r: neque concom itantia obiecti potest sufficere ad denom inationem veritatis, nisi praesupposita praedicta repraesentatione vel potius includendo illam ; quia veritas n o n est sola illa denom inatio estrinseca, sed includit .intrinsecam habitudinem actus term inatala ad obiectum taliter se habens.

90

Disputaciones metafísicas

el caso de la ciencia, o con la certeza en el caso de la fe. en cuya virtud es infa­ lible y, por tanto, no puede existir sin tener conformidad con su objeto material. Consiguientemente, esto supuesto, respondo a lo primero: la denominación de verdadero, tomada en sentido radical por la perfección intrínseca del acto o del hábito, es real y absoluta, si bien no tratamos ahora de ella, pues más que denominación de verdad lo es de certeza o de asentimiento evidente. Por ello, la perfección de que se toma esta denominación no es algo realmente distinto del juicio mismo, sino la mismísima diferencia específica que se toma de tal objeto formal o del motivo de asentimiento. En cambio, la denominación de verdadero en sentido formal y actual se encuentra, sin duda, en la cosa misma sin ficción del entendimiento, como legítimamente prueba el argumento; pero no es por completo una denominación intrínseca, sino que en parte procede de una forma intrínseca y en parte connota una coexistencia objetiva o concomi­ tancia del objeto que se comporta tal como es juzgado por el entendimiento. Por eso, lo que hemos afirmado —que la verdad de que ahora tratamos conviene al mismo juicio formal o conocimiento, y no sólo al objeto — 1 debe entenderse en el sentido de que el mismo juicio recibe primaría y esencialmente la denominación de verdadero de esta conformidad, aunque la forma por la que es denominado no sea totalmente intrínseca, sino que incluye la concomitancia de algo extrín­ seco. 15. A los segundos argumentos debe responderse estableciendo la misma distinción. Efectivamente, la verdad radical que se toma de la razón formal de tal conocimiento es una perfección absoluta, del entendimiento por pertenecer absolutamente al concepto de virtud intelectual; en cambio, la verdad actual, a la que nos referimos, no es una perfección absoluta; más aún, ni siquiera añade perfección a la naturaleza o especie del acto cognoscitivo. Porque esta verdad actual, en cuanto incluye o connota una concomitancia o conveniencia del objeto exterior, no añade al acto nada real, por lo que tampoco puede conferirle perfección alguna; y en cuanto supone o exige por parte del acto una repreobiecto, u t est in scientia evidentia, vel in fide certim do, ratione cuius habet u t infallibilis sit et consequénter u t existere non possit qu in conform itatem habeat cum m a­ teriali obiecto suo. H oc ergo supposito, ad p rim um respondeo denom inationem veri radicaliter sum ptam ex intrinseca perfectione actus vel h abitus esse realem e t absolu ta m ; nos tarnen n u n c n o n loquim ur de illa, quia illa n o n tam est denom inarlo veri quam certi vel evidentis assensus. U nde perfectio illa a qua sum itur haec denom i­ nano n o n est aliquid ex natura rei distinctum ab ipso iudicio, sed est ipsam et spe­ cifica differentia quae sum itur ex tali obiecto form ali seu ratione assentiendi. D enom i­ n a n o au tem veri form alis et actualis est quidem in re ipsa absque fictione \ intellectus, u t recte p robat argum entum , non tarnen est om nino intrinseca denom inano sed p artim est a form a intrinseca, partim connotai coexistentiam obiectivam seu concom itantiam obiecti ita se habentis, sicut p er cognitionem iudicatur. U nde, quod di-

xìmus, huiusm odi veritatem de qua agimus convenire ipsi form ali iudicio seu cognitioni et non tantum obiecto eius, intelligendum est ab hac conform itate ipsum iudicium prim o ac per se denom inan verum , quam vis forma a qua denom inatur, non sit om ­ nino intrinseca, sed concom itantiam alicuius estrinseci includat. 15. A d secundum, eadem distinctione sa­ tisfaciendum est; nam veritas radicalis quae sum itur ex form ali ratione talis cognitionis, est perfectio sim pliciter intellectus, quia pertitiet ad rationem virtutis intellectualis sim­ pliciter; veritas autem actualis de qua lo­ quim ur, per se non est perfectio simplici­ te r; im m o ñeque addìi perfeetionem supra naturam vel speciem ipsius actus cognoscendi. N am haec veritas actualis qua ex parte connotât vel includit concom itantiam seu convenientiam extrinseci obiecti, nihil reale addit actui et consequenter nec perfectionem ullam ei afferre po test; qua vero ex p arte supponit vel requirit in ipso actu repraesentationem seu habitudinem realem

1 E n vez de “fictione” en otras ediciones se lee “actione” , con lo que el sentido varía ligeram ente (N . de los E E.).

Disputación octava.— Sección II

91

sentación o relación real al objeto expresa alguna perfección de él, que algunas veces puede ser absoluta, pero que otras es sólo relativa. Hay, en efecto, ocasiones en que esta verdad actual se encuentra unida, de manera infalible y necesaria, con la real y esencial perfección de tal acto y en virtud del mismo; entonces, la perfección que supone esencialmente en el acto es absoluta por pertenecer al concepto de virtud intelectual absoluta; pero en otros casos esta verdad actual no se halla esencialmente unida con el acto, o no lo está en virtud de la razón formal y esencial del mismo, en cuyo caso la perfección que se supone en el acto no es abso­ luta, sino relativa, puesto que no pertenece al concepto de virtud intelectual abso­ luta y siempre lleva aneja, de manera intrínseca, la imperfección de un conoci­ miento oscuro y confuso, cual ocurre en la fe humana, en la opinión, etc. La misma respuesta vale para los terceros argumentos, ya que la verdad radical constituye una perfección propia del hábito de la ciencia, y la verdad actual no le confiere aumento alguno de perfección. 16. Por lo que hace a los otros argumentos, con los que se prueba que la verdad es una propiedad totalmente absoluta, pueden admitirse en cuanto prue­ ban que no se precisa, para esta verdad, una relación real; mas en cuanto pueden excluir toda connotación extrínseca, su conclusión no es legítima. En consecuen­ cia, respondo al primero: ya queda explicado cuándo y cómo la verdad es una perfección absoluta, pero no formalmente y en sí, sino radicalmente, cuando es de tal naturaleza que lleva aneja, de manera necesaria, la verdad. Al segundo: concedo que la verdad en cuanto tal nunca consiste formal­ mente en una relación real; pero niego que de ahí se infiera que no implica la concomitancia de un objeto al que se adecúe el conocimiento. Nada importa que esta verdad lógica no requiera siempre un objeto dotado de existencia actual, pues no afirmamos que el concepto de verdad entrañe la existencia real del objeto, sino únicamente que el objeto se comporta así como es representado o juzgado por el entendimiento; es decir, que su ser es tal cual es conocido; pero este ser no es siempre el de la existencia, sino el que resulta suficiente para a d obiectum , dicit realem aliquam perfectionem eiu s; ilia autem perfectio aliquando esse potest perfectio sim pliciter, interdum vero est tantum secundum quid. N am in ­ terdum haec veritas actualis est infaUibiliter ac necessario coniuncta cum essentiali ac reali perfections talis actus et ex vi illius; et tunc perfectio quam p er se supponit in actu, est perfectio sim pliciter; p ertin et enim ad ranonem intellectualis virtutis sim pliciter. Interdum vero n o n est haec veritas actualis necessario coniuncta cu m actu, au t n o n ex vi rationis form alis e t essentialis eiu s; et tunc perfectio quae supponitur in actu, non est sim pliciter sed secundum quid, quia non pertinet ad rationem virtutis intellec­ tualis sim pliciter, e t sem per ac intrinsece habet adm ixtam im perfectionem obscurae vel confusae cognitionis, u t est in hum ana Ade et opinione, etc. A d tertium eadem est responsio, nam in habitu scientiae quod verus sit radicaliter est perfectio eins, ultra quam actualis veritas nihil perfectionis ei addit.

16. Alia vero argum enta quibus p ro b atu r verltatem esse proprietatem om nino absolutam adm itti quidem possum , quatenus prob an t no n esse necessariam relationem realem ad-huiusm odi veritatem ; quatenus vero excludere possum om nem extrinsecam connotationcm no n recte concludim i; unde ad prim um iara declaratum est q uando et quom odo veritas sit perfectio sim pllciter, non quidem form aliter e t in se sed in ra ­ dice, quando ilia talis est u t necessario secum habeat veritatem coniunctam . A d se­ cundum , concedo veritatem u t sic nunq u am consistere form aliter in relatione reali, nego tam en inde sequi n o n includere concom itantiam obiecti cui cognitio conform etur. N ec refert quod huiusm odi veritas cogni­ tionis no n sem per req u irat obiectum actu existens, quia no n dicim us realem existentiam obiecti includi in conceptu veritatis, sed solum quod ita se habeat sicut per cognitionem repraesentatur seu iu d icatu r; seu quod habeat tale esse quale cognoscitur. Quod esse non sem per est existentiae, sed

92

Disputaciones metafísicas

la verdad de la enunciación, como apuntó Aristóteles en el lib, V de la Metafí­ sica, c. 7, en el lib. VI, c. último, y en el lib. IX, c. último. 17. De cuántos modos se da la verdad en Dios, y si constituye una per­ fección absoluta.— Al tercero: a propósito de la verdad divina debe decirse lo mismo que se ha dicho sobre la verdad de la ciencia y de cualquier virtud inte­ lectual, a saber: en Dios expresa una perfección, en cuanto se refiere a-la’ verdad radical; pero, por lo que hace a la actual conformidad con el objeto, no añade ninguna perfección nueva, ni tampoco una relación real, como legítimamente demuestra el argumento. Mas, para que se entienda mejor y se elimine todo equivoco, debe advertirse que la suma perfección de la verdad puede atribuirse a Dios de tres maneras: por razón de su esencia o ser, por razón de su enten­ dimiento y por razón de su voluntad; y, de acuerdo con esos modos, se dice que Dios es la primera verdad ontológica, lógica y moral. De la verdad tomada en el primer sentido —ontológicamente— nos ocupa­ remos después, ya que no es otra cosa que la verdad trascendental, la cual se encuentra en Dios en el primero y más alto grado de perfección. La verdad en el tercer sentido no nos interesa ahora, pues el nombre “verdad”, con esa signi­ ficación, resulta equívoco y designa cierta virtud moral radicada en la voluntad, que inclina a decir siempre la verdad y expresarse en conformidad con la mente; y esta virtud se da en Dios en grado eminentísimo, y le es tan natural que en manera alguna puede hablar sino la verdad; así considerada, la verdad e9 una perfección absoluta, aunque de orden moral. Por tanto, la verdad en el segundo sentido —lógicamente— puede significar en Dios dos cosas: primero, una virtud intelectual tan perfecta que nunca se aparta ni puede apartarse de su fin, lo cual constituye una elevada perfección absoluta que Dios tiene por sí mismo y en grado eminentísimo; en este aspecto se dice que es la primera verdad lógica. En segundo lugar, puede expresar la actual conformidad entre el conocimiento divino y la cosa conocida; esto supone, ciertamente, la antedicha perfección; pero no añade una nueva, sino que se limita a connotar que el objeto es tal como se conoce. q u a le s u ffic it a d v e rita te m e n u n tia tio n is , u t te tig it A ris to te l., V M e ta p h ., c. 7 , et lib . V I, c. u lt., e t lib . IX , c. u ltim o . 17. Veritas in Deo quol modis, el an sit perfectio simpliciter.— A d te r tiu m id e m d ic e n d u m e st d e v e rita te d iv in a q u o d d ic ­ tu m e s t d e v e rita te sc ie n tia e e t c u iu s c u m q u e v ir tu tis in te lle c tu a lis , q u o d in D e o d ic it p e rfe c tio n e m q u a n tu m a d ra d ic a le m v e rita t e m ; q u o a d a c tu a le m v e ro c o n fo rm ita te m cu n a o b ie c to n u lla m n o v a m p e rfe c tio n e m a d d it n e q u e e tia m re a le m re la tio n e m , u t r e c te a rg u m e n tu m p ro b a t. Q u o d u t m a g is in te llig a tu r o m n is q u e a eq u iv o c a tio to lla tu r a d v e r te n d u m e st p e rfe c tio n e m s u m m a m v e r ita tis trip lic i m o d o trib u i D e o , s c ilice t ra tio n e e ss e n tia e s e u esse, ra tio n e in te lle c tu s, e t r a tio n e v o lu n ta tis ; q u ib u s m o d is d ic itu r D e u s p rim a v e rita s in e sse n d o , in in te llig e n d o e t in d ic e n d o . D e p rim a ra tio n e v e rita tis in e s te n d o d ic e m u s in fe riu s q u ia ¡Ha n ih il a liu d e st q u a m v e rita s tra n s c e n d e n ta lis , q u a e in D e o e s t in s u m m o ac p r im o p e rfe c tio n is g ra d u . P o s tre m a v e rita tis

ra tio n ih il e d a m a d p ra e s e n s r e f e r t, q u ia n o m e n v e rita tis s u b illa s ig n ific a tio n e v ald e a e q u iv o c u m e st sig n ific a tq u e v ir tu te m q u a m d a m m o ra le m in v o lú n ta te e x is te n te m q u a e in c lin a t a d v e r u m s e m p e r lo q u e n d u m et d ic e n d u m iu x ta m e n te m ; q u a e v ir io s est in D e o in g ra d u e m in e n tis s im o , ta m q u e n a tu ra lis e st illi u t n u llo m o d o p o s s it a liu d q u a m v e ru m lo q u i e t h o c m o d o v e rita s est p e rfe c tio s im p lic ite r, sed m o ra lis . S e c u n d a erg o v e rita s , scilicet, in te lle c tu a lis d u o sig ­ n ifica re p o te s t in D e o : p r im u m , v im in te llig e n d i ad eo p e rf e c ta m u t n u n q u a m a b sco p o a b e r re t n e q u e a b e r ra re p o s s it, e t h o c est m a g n a p e rfe c tio s im p lic ite r q u a m e x se h a ­ b e t D e u s in e m in e n tis s im o g r a d u ; et h ac ra tio n e d ic itu r p rim a v e rita s in c o g n o sc e n d o . D e in d e d ic e re p o te s t a c tu a le m c o n fo rm ita ­ te m in te r c o g n itio n e m D e i e t r e m c o g n ita m ; e t h o c s u p p o n it q u id crr, p r a e d ie ta m p e rfe c tio n e m , n o n v e ro a d d it n o v a m sed c o n n o ta t ta n tu m o b ie c tu m ita se h a b e r e in se s ic u t c o g n o sc iiu r.

Disputación octava.— Sección ll

93

Respuestas a los argumentos de la segunda opinión 18. Al fundamento de la opinión contraria respondemos: con aquel argu­ mento se prueba legítimamente que la verdad, aparte de la total perfección real e intrínseca del conocimiento, connota y consignifica una concomitancia del ob­ jeto, pero no’ una auténtica relación procedente de la coexistencia del conoci­ miento con el objeto, como queda ya suficientemente explicado. Puede objetarse:, si este argumento no resulta ahora eficaz para inferir la relación, no queda ningún otro que sea suficiente para demostrar las relaciones reales, sobre todo las que se dicen fundadas en la unidad, como son las de se­ mejanza, igualdad, y otras análogas; pues, aunque se diga que la semejanza cambia con la mutación del otro extremo, cabe decir que no por ello sufre mu­ tación la relación, sino únicamente la denominación originada por la coexistencia de ambos extremos. Se responde que este argumento pertenece al predicamento relación, del que trataremos posteriormente; ahora parece que deben decirse dos cosas: primera, que ese modo de argumentar no basta para inferir una relación real que constituya un modo distinto, por su misma naturaleza, de su fundamento y .de Su término, y sea como algo intermedio entre ellos, según concluye, a mi jui­ cio, .el argumento; por eso, sea lo que fuere de tales relaciones, no puede negarse que antes —con prioridad natural— de su aparición se conciben como simultá­ neamente existentes el fundamento y el término, en los cuales hay unidad o con­ veniencia fundamental. Sobre esta base hacemos la segunda afirmación: aunque concedamos que surge alguna relación entre el conocimiento y el objeto cuando en uno hay fundamento suficiente y en otro suficiente motivo para ser término, no obstante, dicha relación no es formalmente necesaria para el concepto de verdad, sino que basta aquello que en ambos extremos se comprende como antecedente a dicha relación; como también basta siempre que los extremos sean tales que no puedan fundamentar una relación real ni ser término de ella; y, en verdad, es muy probable que dicha relación nunca sea real, como expondré en su lugar oportuno. 19. Consiguientemente, en lo que atañe a la primera confirmación, concedo —hablando en términos generales— que la verdad de que ahora tratamos, atenResponsiones ad argumenta posterioris opinionis

tio n e m re a le m q u a e s it m o d u s e x n a tu r a re i d is tin c tu s a f u n d a m e n to e t te r m in o e iu s 18. A d f u n d a m e n tu m c o n tra ria e s e n te n - et q u a si m e d iu m q u id in te r ¡Ila, u t a rg u ­ m e n tu m (s e n te n tia m e a ) c o n v in c it; u n d e , tia e re s p o n d e tu r ¡Ilo a ig u m e n to re c te p ro ­ q u id q u id s it d e ta lib u s re la tio n ib u s , n e g a r i b a ri v e rita te m p r a e r e r to ta m p e rfe c tio n e m n o n p o te s t q u in p r iu s n a tu r a q u a m illae realem e t in trin se c a rti c o g n itio n is c o n n o ta re in s u rg a n t, in te llig a n tu r s im u l e x is te n tia fu n ­ e t c o nsignificare c o n c o m ita n tia m o b ie c ti, n o n d a m e n tu m e t te rm in u s , in q u ib u s e st f u n d a ­ ta m e n p ro p ria m re la tio n e m c o n s u rg e n te m m e n ta l^ u n ita s s e u c o n v e n ie n tia . U n d e see x c o ex isten tia c o g n itio n is e t o b ie c ti, u t satis c u n d o d ic itu r, e s to d e m u s in s u r g e r e re la ­ d e claratu m e st. D ic e s , si h o c a rg u m e n tu m tio n e m a liq u a m in te r c o g n itio n e m et o b ie c in p ra e se n ti n o n e s t effic a x a d in fe re n d a m ru m , q u a n d o in a lte ro e s t su ffic ie n s f u n ­ re la tio n e m , n u llu m r e lin q u i su ffic ie n s a d d a m e n tu m e t in a lte ro s u ffic ie n s ra tio te r p ro b a n d a s re la tio n e s re a le s, p ra e s e rtim q u a e m in a n d i, ta m e n a d r a tio n e m v e rita tis fo r­ in im ita te fu n d a ri d ic u n tu r u t re la tio n e s s im a lite r n o n esse n e c e s s a ria m , s e d su fficere m ilitu d in is, a e q u a lita tis , e t s im ile s ; n a m , id q u o d in u tr o q u e e x tre m o a n te c e d e re in lic e i m u ta to a lio e x tre m o , d ic a tu r m u ta ri te llig itu r a d ta le m r e la tio n e m ; s ic u t e d a m sim ilitu d o , d ic i p o te s t n o n in d e v a ria ri re s u ffic it, q u a n d o c u m q u e e x tre m a ta lia s u n t la tio n c m a liq u a m , s e d s o lam d e n o m in a tio u t n o n p o s s in t fu n d a r e n e c te r m in a r e re la ­ n e m o rta m e x c o e x is te n tia u tr iu s q u e e s t r e ­ tio n e m r e a le m ; et s a n e p r o b a b ilis s im u m e st m i. R e s p o n d e tu r a r g u m e n tu m h o c p e rtin e re h a n c re la tio n e m n u n q u a m e sse r e a le m , u t a d p ra e d ic a m e n tu m ad aliquid, d e q u o p o s ia m d ic a m . te a d ic tu ri s u m u s : n u n c d u o d ic e n d a v id e n 19. U n d e a d p r im a m c o n firm a tio n e m t u r : u n u m e st ta le m a rg u m e n ta n d i m o d u m c o n ce d o , g e n e r a tic i lo q u e n d o , v e r iE te m d e n o n esse su ffic ie n te m a d in fe re n d a m re la -

94

Disputaciones metafísicas

diendo a todo lo que ella incluye, no pertenece a la esencia del acto de conoci­ miento; pero de ahí no resulta que sea un accidente intrínseco e inherente al mismo acto, sino únicamente que, además de la entidad y la intrínseca perfec­ ción del acto, connota alguna otra cosa extrínseca sin la que no subsiste la razón de verdad, y en virtud de la cual la verdad del acto puede cambiar, a veces, aun­ que el acto no sufra mutación intrínseca en sí mismo; en tal caso, la verdad se comporta como un accidente separable o del quinto predicable, a causa de una connotación extrínseca variable. En cambio, en aquellos actos que tienen una verdad indefectible e inseparable, la perfección de que nace esta unión necesa­ ria con la verdad, y que hemos llamado verdad radical, no es, en manera alguna, accidente, sino propiedad esencial de dicho acto; pero, en esta clase de actos, la verdad formal se comporta como propiedad inseparable. 20. A la segunda confirmación: en primer lugar, ya hemos respondido que si bien la conformidad puede tomarse formalísimamente por una relación, también cabe entenderla como concomitancia de los dos extremos entre los cuales se excogita la relación, en cuanto es anterior —con prioridad natural— a dicha relación, y hemos puesto de relieve que esa conformidad es suficiente para el concepto de verdad. Por ello, para explicar la esencia de la verdad nada im­ porta la controversia acerca de si esa relación es siempre real, o siempre de ra­ zón, o unas veces real y otras de razón; pues, sea de ello lo que fuere, la verdad misma precede a tal relación. Y, sin duda, es cierto que dicha relación no es siempre real, como rectamente demuestra el argumento sobre la verdad de la ciencia divina y sobre la verdad del conocimiento de objetos inexistentes; y esto basta para que comprendamos que la relación no es necesaria para el concepto de verdad, porque no lo es la real —como consta por lo dicho— ni la de razón, ya que ésta sólo existe propiamente cuando es pensada o excogitada. Mas a lo dicho añado que la relación real en el acto de conocimiento nunca se sigue precisamente de aquella conformidad que resulta necesaria para la verdad; pues dicha conformidad no consiste en una verdadera y auténtica seme­ janza formal, sino sólo en cierta proporción y representación intencional, en qua agim us, secu n d u m id to tu m q u o d inclu d it non esse d e essentia actus cognition is; n o n tarnen in d e fit esse aliquod accidens in trin secu m e t inhaerens ipsi actui, sed solum p raeter entitatem et intrinsecam p erfectionem actus connotare aliquid aliud extrinsecum sine quo veritatis ratio n o n sub­ sis ts, ratione cuius p otest interdum veritas actus variari, quam yis actus ipse in se in trin sece non m ute tu r ; e t tu n c se habet veritas ad m odum accidentis separabi.Iis seu quinti praedicabilis ratione éxtrinséci connotati variabilis. I n h is véro actibus qui habent inseparabilem e t indefectibilem veritatem , perfectio ilia u n d e o ritu r huiusm odi neces­ saria coniunctio cum v en tate quae a nobis radicalis veritas dicta est, nullo m odo est accidens sed essentialis proprietas tabs actus; veritas au tem form alis se habet in h is ad m odum proprietatis inseparables. 20. A d secundam confirm ationem prim o iam responsum est quod, licet conform itas possit form atissim e p ro relatione sum i, ta­ rnen etiam p o test accipi p ro concom itantia ülorum extrem orum in ter quae fingitur ilia

relatio, p ro u t ordine n atu rae antecedit talem relationem e t huiusm odi conform itatem ostendim us sufficere ad rationem veritatis, Quocirca nihil ad explicandam veritatis essentiam refert controversia de fila relatione, an sit sem per realis vel sem per rationis, vel interdum realis, interdum autem ratio­ n is; nam , quidquid de hoc sit, veritas ipsa antecedit talem relationem . E t sine d ubio verum est talem relationem non sem per esse realem u t recte p robat argum entum de v en tate scientiae divinae et de v en tate cognitionis circa obiecta n o n existentia; e t hoc satis est u t ìntelligam us propriam rela­ tionem no n esse necessariam ad rationem veritatis; quia nec realis necessaria est, u t patet ex dictis, nec rationis, quia haec non est proprie, nisi dum cogitatur seu fingitur. A ddo autem ulterius, nunquam consequi re­ lationem realem in actu cognitionis praecis© ex ilia conform itate quae ad veritatem neces­ saria e s t; quia illa conform itas non consistit in vera ac propria sim ilitudine for­ m ali, sed solum in quadam proportione et intentional! repraesentanone, ratione cuius

Disputación octava.— Sección III

95

virtud de la cual la cosa se percibe tal como es; pero esto quedará más claro por lo que vamos a decir seguidamente.

SECCION Si

la

verdad

l ó g ic a

se

encuentra

O TAMBIÉN EN LAS

III

só lo

SIM PL ES

en

la

c o m p o s ic ió n

y

d iv is ió n

,

APREHENSIONES

1. Parece ser opinión general que la verdad lógica, propia y rigurosamente hablando, sólo se da en la composición y división del intelecto, y no en sus ac­ tos simples. Tal es el pensamiento de Cayetano, en I, q. 16, a. 2 ; de algunos tomistas en el lugar citado; de Herveo, Ouodl. DI, q. 1, a. 2 y 3, y de D u­ rando, In II, dist. 16, q. 5, n. 14; y parece que también opina de este modo Santo Tomás en el pasaje indicado, pues escribe lo siguiente: propiamente ha­ blando, la verdad se encuentra en el entendimiento que compone y divide, pero no en el sentido ni en el entendimiento que conoce la esencia. Expresiones se­ mejantes tiene en I cont. Gent., c. 59, y en De Veril., q. 1, a. 3. Y, al parecer, las tomó de Aristóteles, en I De interpret., donde afirma que la verdad y la falsedad consisten en la composición y división-, sostiene una doctrina análoga en III De anima, c. 6, donde dice: no se da falsedad en la concepción indivisible d e la mente. Ahora bien, donde no puede darse falsedad tampoco puede encontrarse la verdad, ya que los opuestos versan naturalmente sobre lo mismo. Por eso concluye Aristóteles: pero allí donde ya existe la verdad y la falsedad, se en­ cuentra ya igualmente cierta composición de los conceptos del entendimiento; y en el lib. IX de la Metafísica, c. último, y en en lib. VI, c. 2, afirma: la ver­ dad únicamente se da en el entendimiento, porque sólo en él hay composición y división. 2. Esta opinión puede fundamentarse por la razón: primeramente, porque en las palabras sólo existe verdad o falsedad de significación en la oración com­ pleja mediante la cual expresamos que una cosa es o no es, pero no en la pro­ nunciación de palabras incomplejas; luego lo mismo debe juzgarse acerca de la verdad lógica con respecto a los conceptos mentales, a saber: que no se encuenita res percipitur sicut est, quod magis ex sequentibus fiet manifestum.

a. 3. Et videtur id sumpsisse ex Aristot., I de Interprétât, c. 1 et 3, ubi ait verum et falsum in compositione divisioneque con­ sistere. Similia habet III de Anima, c. 6, SECTIO III ubi ait in indivisibili mentis concepitone UTRUM VERITAS COGNITIONIS SIT SOLUM IN jalsitate.m non esse. Ubi autem falsitas esse COMI’OSmONE ET DIVISIONE, VEL ETIAM non potest nec veritas esse potest; nam IN SIMPLICÏBUS CONCEPTIBUS1*Il, opposita circa idem nata sunt esse. Unde concludit Aristóteles: At in quitus et jal1. Communis sententia esse videtur ve- sitas iam et veritas inest, in bisce comporitatem cognitionis proprie et in rigore lositio quaedam iam est conceptuum intelquendo solum esse in compositione et divi­ lectus; et IX Metaph., c. ult., et iib. VI, sione imellectus et non in actibus eius simc. 2, dicit veritatem solum esse in intellectu, plicibus. Ita sentit Caietan., I, q. 16, a. 2; quia tantum in ilio est compositio et diet ibi aliqui thomistae; Hervaeus. Quodl. visio. Ill, q. 1, a. 2 et 3; Durand., In II, dist. 16, 2. Ratione potest haec sententia fundan, q. 5, n. 14; et videtur esse opinio D . Thoprimo quia in vocibus non est veritas et mae ibi, sic enim scribit: Proprie loquendo, falsitas in significando, nisi in oratione com­ veritas est in intellectu componente el divi­ plexa qua significamus hoc esse ve! non dente, non autem in sensu ncque in intel­ esse, non autem in prolatione vocum incomlectu cognoscente quod quid est. Similia plexarum; ergo idem iudicandum est de habet I cont. Gent. c. 59, et q. 1 de Verit., ventate in cognoscendo respectu concep-

96

Disputaciones metafísicas

tra en los conceptos simples e incomplejos, sino solamente en aquellos mediante los cuales conocemos componiendo y juzgamos que una cosa es o no es. La con­ secuencia se prueba porque las palabras son signos de los conceptos, y el mismo grado de verdad o falsedad que existe en el concepto puede darse en la palabra como en su signo. Este argumento se ha tomado en su totalidad de Aristóteles, en I D e in te r p r e t., c. 1. 3. E n segundo lugar, porque si hay verdad en la concepción simple, el concepto simple será: o siempre verdadero y nunca falso, o unas veces verdade­ ro y otras falso, o siempre verdadero y falso acerca de cosas diversas. Mas no puede admitirse con probabilidad ninguna de esas tres hipótesis; luego tampoco cabe atribuir la verdad a la concepción simple. Expliquemos la menor en cuanto a cada una de sus partes. Primera: si puede haber verdad en el concepto simple, no hay posibilidad de excogitar una razón por la que no tenga cabida la falsedad en dicho concepto, ya que, coico decía, los contrarios versan sobre lo mismo; luego, aunque un con­ cepto simple pueda ser verdadero, no lo será todo concepto simple; antes bien, del mismo principio se deduce que alguna vez pueda ser falso. Y se confirma y aclara lo dicho con un ejemplo: si el concepto simple y propio de verdadero oro es verdadero, entonces, cuando en una simple aprehensión se conciba el oropel como verdadero oro, este concepto será falso. Además, si se concede que algún concepto simple tiene posibilidad de ser falso con respecto a algo, pruebo que necesariamente debe ser verdadero con respecto a otra cosa; porque es imposible que se dé un concepto del entendimiento que no tenga un objeto propio al que represente; luego, si se compara con él, no puede no ser verdadero concepto de dicho objeto, ya que es preciso que lo represente de manera natural, cosa que no puede hacer si no tiene conformidad intencional con él; pero si tiene con­ formidad, es también verdadero, toda vez que la verdad no es sino una confor­ midad entre el entendimiento y la cosa. Así, en el ejemplo aducido, aunque el concepto de oropel se considera falso con respecto al oro, referido al oropel es verdadero. Más aún: no puede darse ningún objeto tan ficticio e imposible que tuum m entis, q u o d , scilicet, non sit in incom plexis ac sim plicibus conceptibus sed in h is tan tu m quibus com ponendo cognoscimus ac iudicam us hoc esse vel non esse. P robatur consequentia, quia voces sunt sig­ n s conceptuum et quidquid veritatis vel falsitatis est in concepru, potest esse in voce u t in signo. Q uae tota ratio sum pta est ex A ristot., I d e In terp ret., c. 1. 3. Secundo, quia, si in sim plici conceptione est veritas, vel omnis conceptus sim­ plex est verus e t nunquam falsus, vel interd u m est verus, interdum falsus, vel sem per est verus e t falsus respectu diversorum ; nu llu m autem istorum potest dici probabi­ l i t y ; ergo neque etiam potest veritas sim­ plici conceptioni attribuì. M inor declaratur quoad singulas partes. P rim o enim , si in sim plici conceptu potest esse veritas, nulla ratio fingi p o test c u r n o n possit in eodem esse falsitas; n am , u t dicebam, contraria circa idem v ersam u r; ergo, quamvis conceptus sim plex possit esse verus, n o n ideo om nis talis conceptus 'erit verus; quin po-

tius, ex eodem principio inferi« licet aliquando posse esse falsum . E t confirm atur ac declaratur exem plo, nam si conceptus simplex ac proprius veri auri verus est, ergo, si aurichalcum u t verum aurum sim pliciter concipiatur, conceptus ille falsus erit. D einde si hoc concedatur, scilicet, aliquem conceptu m simplicem posse esse falsum respectu alicuius, probo necessario debere esse verum respectu alterius; quia im possibile est d ari conceptual intellectus q u i non habeat aliquod proprium obiectum quod repraesente t; ergo, si ad illud com paretur, non p ot­ est non esse verus conceptus talis obiecti, quia necesse est u t n aturaliter illud repraesentet; non potest autem illud naturaliter repraesentare nisi intentionaliter sit illi conform is; si autem est conform is, est etiam verus, quia veritas n ih il aliud est quam conformitas intellectus a d rem . U t in exem­ plo adducto, quam vis conceptus aurichalci respectu auri falsus existim etur, tam en re ­ spectu aurichalci verus conceptus illius est. Itnm o nullum potest esse obiectum ita fio-

Disputación octava.— Sección III

97

su concepto, en cuanto tal, no sea verdadero, como ocurre con el concepto de quimera o con el de hipocentauro, aun cuando pueda decirse que es falso concepto de un animal verdadero o posible, no obstante, aplicado a la quimera o al hipocentauro, es un concepto verdadero. Finalmente, si por este motivo se dice que un mismo concepto es verdadero y falso con respecto a cosas diversas, se sigue que en todos los conceptos hay alguna falsedad, lo cual está lejos de ser cierto, pues en ese caso también habría falsedad en el concepto divino. Además, ¿quién dirá que una imagen de Jesucristo, por ser verdadera imagen de El, es falsa imagen del Anticristo? 4, Alguien podría oponer: así como una misma cosa, por el hecho de ser semejante a otra, es desemejante a una tercera, así también no hay inconve­ niente alguno en que un mismo concepto sea verdadero y falso con respecto a cosas diversas. Respondo que con este argumento se está explicando, más bien, que la verdad o la falsedad del conocimiento no consisten en una simple seme­ janza o desemejanza, sino en alguna otra comparación o composición, en virtud de la cual se atribuye a la cosa su concepto propio u otro ajeno; como ocurre en el ejemplo antes citado, no puede haber falsedad al concebir el oropel, sino al atribuir a la cosa concebida de ese modo la naturaleza del verdadero oro. Y se confirma y explica porque no es lo mismo no conocer una cosa que .engañarse al conocerla; pero quien capta una cosa mediante un concepto simple y verda­ dero, aunque en virtud de dicho concepto no conciba otras cosas desemejantes, no se engaña al concebirlas, porque no las concibe ni les atribuye nada que les es ajeno; luego no puede decirse que el concepto simple y propio de una cosa" sea falso concepto de otras por el hecho de que no las represente; por idéntico motivo no será legítimo decir que sea verdadero en virtud de la sola represen­ tación simple de su objeto. Una última confirmación: de lo contrario, no podria haber verdad más que en la especie inteligible, puesto que también ella es sim­ plemente representativa y podría entenderse que en su representación hay cierta conformidad con la cosa representada; pero el consiguiente es falso, ya que en la sola especie inteligible, en cuanto tal, no hay conocimiento; luego tampoco puede haber verdad. tuna et impossibile quin conceptus illius ut sic verus sit, ut conceptus chymerae, vel hippocentauri, etiamsi dici possit falsos conceptus veri aut possibijis animalis, tamen tespectu chymerae aut hippocentauri est verus conceptus eius. Denique, si hac de causa dicatur ídem conceptus verus esse et falsus respectu diversorum, sequitur in óm­ nibus conceptibus esse falsitatem aliquam, quod est ab Omni veritate alienum; alioqui etiatn in divino conceptu esset falsitas. Item, quis dicat imaginem Christi Domini, hoc ipso quod est vera ¡mago eius, esse falsam imaginem Antichristi? 4. Dices: sicut eadem res hoc ipso quod uní est similis, est dissimilís alten, ita nullum est inconveniens quod ídem conceptus sit verus et falsus respectu diversorum. Respondetur potius hoc argumento declaran veritatem vel falsitatem cognitionis non con­ sistiré in simplici similitudine vel dissimilitudine, sed in aliqua alia comparatione seu compositione per quam rci attribuitur proprius conceptus eius, vel alienus; ut in

additelo esempio, in concipiendo aurichalco non potest esse falsitas. sed in attribuendo rei sic conceptae naturano veri altri. Et confirmatur ac declaratur quia aliud est non cognoscere rem aliquam, aliud falli in cognitione eius; qui autem concipit simplici ac vero conceptu rem imam, quamvis ex vi illius non condpiat alias res dissimiles, tamen non failitur in conceptione earum; quia neque illas concipit, neque aliquid alie­ num eis attribuiti ergo conceptus simplex et proprius unius rei non potest dici falsus conceptus aliarum rerum eo quod illas non repraesentet, et eadem ratione non poterit dici verus ex sola simplici repraesentatione sui obiecti. Et confìrmatur tandem quia alias in sola specie intelligibili posset esse veritas; quia etiatn illa simpliciter repraesentat, et in repraesentatione eius poterit intelligi conformitas quaedam ad rem repraesentatam; consequens autem est falsimi, quia in sola specie intelligibili ut sic non est cognitio; ergo ncque veritas esse potest.

7

98

D is p u ta c io n e s m e ta fís ic a s

Segunda opinión 5. O tr o s , p o r e l c o n tr a r io , o p in a n q u e la v e r d a d ló g ic a n o se h a lla ú n ic a ­ m e n te e n la c o m p o s ic ió n y d iv is ió n , sin o ta m b ié n e n lo s c o n c e p t o s s im p le s. A s í l o d e f ie n d e el F e r r a r ie n s e , I cont. G e n i . , c. 5 9 y 6 0 , y p a r e c e q u e so n d e la m is m a o p in ió n C a p r é o lc , In 1, d is t. 1 9 , q . 3 , a. 1 , com cl. 3 ; S o n c in a s , líb . V I Metaph., c. 2 , q . 1 7 ; E g id io , Qtiodl. I V , q . 7 , y F o n se c a , lib . I V M etaph., c . 2 , q . 6 , se c . 4 . P u e d e p r o b a r se , p r im e r a m e n te , p o r lo q u e A r is tó te le s a fir m a e n I Í I De Ani­ ma, c. 6 , a l fin a l; s o b r e e s t e t e s t o d ic e S a n to T o m á s , e n la l e e . 1 1 : aunque !o inteligible incomplejo no sea verdadero ni falso, el entendimiento que lo capta es verdadero en cuanto se adecúa a la cosa entendida. Y e n e s te s e n tid o h a c e la e x p o s ic ió n d e l o q u e A r is tó t e le s s o s tie n e e n e l lu g a r c it a d o : la intelección de la quididad misma, que proviene de la misma esencia, es verdadera, aunque nada ( s ú p la s e : e n u n c ie o a fir m e ) as alguna cosa. Y se c o n fir m a c o n u n e je m p lo q u e A r is tó t e le s a d u c e e n d ic h o lu g a r , p u e s é l m is m o h a b ía d e f e n d id o , e n I I De Anima, c . 6 , q u e e l s e n t id o e s v e r d a d e r o e n e l c o n o c im ie n to d e su s e n s ib le p r o ­ p io ;

a h o r a b ie n , e s e v id e n t e q u e e n lo s s e n tid o s s ó lo se d a u n

a c to o c o n o c i­

m ie n t o s im p le ; lu e g o c o n m a y o r r a z ó n h a b rá v e r d a d e n e l s im p le c o n o c im ie n to in te le c tu a l. A d e m á s , e n e l lib . IX d e la Metafísica, c . 7 , t e x t . 2 1 y 2 2 , a p r o p ó s ito d e l o c u a l d ic e t a m b ié n S a n to T o m á s , e n la le e . 1 1 , q u e en lo simple hay ver­

dad, por el hecho de que se conoce una cosa según su propia quididad. E sta o p in ió n p u e d e c o n fir m a r s e c o n u n a r g u m e n to d e r a z ó n : p a r a q u e la c o s a sea c o n c e b id a m e d ia n t e u n c o n c e p t o s im p le , e s p r e c is o q u e h a y a a lg u n a c o n fo r m i­ d a d r e p r e s e n ta tiv a c u t r e e l c o n c e p t o y la c o s a ; p o r e s o d ijo A r is tó t e le s , e n II I D e anima, c. 8 , q u e e l a lm a , e n t e n d ie n d o , s e h a c e to d a s la s c o s a s , y a q u e s e a d e c ú a a to d a s r e p r e s e n ta tiv a m e n te ; l u e g o e s a c o n fo r m id a d e s c ie r ta v e r d a d , p u e s t o q u e le c o n v ie n e la d e f in ic ió n d e v e r d a d . da

6. En verdad

s e g u n d o lu g a r , p e r fe c tísir n a , a

e n e l e n te n d im ie n to d iv in o p e sa r d e q u e e n e llo s n o

y en e x is te

e l a n g é lic o c o m p o sic ió n

se ni

d iv is ió n ; c o n s ig u ie n te m e n te , ta m b ié n p o d r á h a b e r v erd a d en n u e str o e n t e n ­ d im ie n to c u a n d o c o n o c e sim p le m e n te . Q u iz á d ig a a lg u ie n , a p o y á n d o se e n S a n to

Secunda senientia 5* A lio r u m n ih ilo m i n u s o p in io e s t v e r it a t e m c o g n itio n is n o n t a n t u m i n c o m p o s i tio n e e t d iv is io n e , s e d e tia m in s im p lic ib u s m e n tis c o n c e p tib u s r e p e r i r i . Q u a m o p i n i o n e m t e n e t F e r r a r ., I c o n t. G e n t ., e . 5 9 e t 6 0 ; id e r o q u e s e n ti t C a p r e o l ., I n I , d is t. 19, q . 3 , a . 1, c o n c h 3 ; S o n c in ., V I M e t a p h ., c . 2 , q . 17 ; A e g id ., Q u o d l. I V , q . 7 ; F o n s e c a , lib . Ï V M e ta p h ., c . 2 , q. 6 , s e c t. 4. E t p ro b a ri p o te st p rim o e x A r i s t , I I I d e A n im a , c . 6 , in fin e , u b i D . T h o m ,, le c t. 11, a it quod licet intelligihUe incompUxum

non sit ne que verum neque falsum, Intellectus tamen imelligendo ipsum verus est, in quantum adaequatur fei iniellectae. E t i t a e x p o n it A r is t., ib id , d ic e n te m , intellect turn, qui est ipsius quid est ex ipso quid erat esse3 verum esse, etianisi non aliquid de aliquot s u p p le , e n u n t i e t te l a f f ir m e t. E t c o n f i r m a t u r e x e m p le q u o d i b id e m a d d u c i t A r is to te le s , q u ia ip s e m e t d ix e r a t, I l d e

A n im a , e . 6 , s e n s u m in c o g n itio n e p r o p r i! s e n s ib ilis v e r u m e s s e ; c o n s ta t a u te r n i n s e n s u t a n t u m e s s e s im p lic e m a c t u m s e u CO'g n itio n e m ; e rg o m u l t o m a g is i n s i m p l i d c o g n itio n e in te lle c tu s e r i t v e r ita s . I t e m , lib . I X M e t a p h ., c . 7 , te x t. 2 1 e t 2 2 , u b i id e tia m D . T h o m , n o t â t , le c t. 1 1 , d ic e n s .

in simplicibus esse veiitatem, per hoc quod cognoscitur res secundum propriam quidditatem. R a rio n e c o n f ir m a tu r h a e c s e n te a tia , q u ia u t p e r s im p lic e m c o n c e p tu a l r e s c o n ' c i p ia tu r , n e c e s s e e s t u t s it a liq u a c o n f o r ­ m i ta s c o n c e p tu s a d r e m in r e p r a e s e n ta n d o , p r o p t e r q u o d d ix it A r is t., I l l d e A n im a , c . 8 , a n im a m in te llig e n d o f ie r i o m n ia , q u ia p e r r e p r a e s e n ta tio n e m o m n i b u s c o n f o r m a t u r ; e r g o illa e o n f o r m ita s e s t q u a e d a m v e r ita s , n a m illi c o n v e n ir d e f in itio v e r ita tis , 6. S e c u n d o in in te lle c tu d iv in o e t a n g e ­ lic o e s t p e r f e ttis s im a v e r i t a s , e t ta m e n in e is n o n e s t c o m p o s itio n c q u e d iv is io ; e rg o e tia m i n n o s tr o i n te lle c tu s im p lic ite r c o -

99

D is p u ta c ió n o c ta v a .— S e c c ió n 111

T o m á s , e n I , q . 1 6 , a. 5 , a d 1 ; y I cont. C e n t., c. 5 9 , q u e , s i b ie n D i o s cx>n o c e sim p le m e n te , c o n e s e m is m o a c t o s im p le ju z g a q u e la c o s a e s o n o e s , l o c u a l h a c e m o s n o s o tr o s m e d ia n te u n j u ic io c o m p le jo . P e r o a e s t o s e o p o n e l o q u e e l m is m o S a n to T o m á s d ic e e n e l c it a d o c. 5 9 d e l lib . I cont. G e n t., p o r q u e ta m b ié n n o s o tr o s , e n la s im p le a p r e h e n s ió n , ju z g a m o s a lg o a c e r c a d e la c o s a , d e m a n e ra q u e u n c o n c e p t o s im p le c o n t ie n e v ir tu a lm e n te t o d o l o q u e se ju z g a m e d ia n te u n c o n c e p to c o m p le jo , e s d e c ir , m e d ia n te la c o m p o s ic ió n . A s í, c u a n d o c o n c ib o a l h o m b r e p o r m e d io d e l c o n c e p t o d is tin to d e a n im a l r a c io n a l, y c a p to e s te c o n c e p t o c o m o q u id id a d p r o p ia d e l h o m b r e , e n e s e a c to j u z g o v ir tu a lm e n te q u e e l h o m b r e e s a n im a l r a c io n a l, y e s ta s im p le c o n c e p c ió n c o n t ie n e v ir tu a ím e n te to d o l o q u e v ie n e s ig n ific a d a p o r a q u e lla e n u n c ia c ió n ; lu e g o ta m b ié n h ab rá a u té n tic a v e r d a d e n a q u e l c o n c e p t o sim p le . E n t e r c e r lu g a r , to d a c o s a q u e s e e n c u e n tr a c o n su m edida: y su s p r in c ip io s p o s e e a u té n tic a s im p le h a y c o n fo r m id a d c o n e l o b je to e n c a lid a d d e b e c o n fo r m a r s e ; lu e g o e n é l s e d a v e r d a d , q u e

e n c o n fo r m id a d y a d e c u a c ió n v e r d a d ; p e r o e n e l c o n c e p to d e m e d id a y p r in c ip io , a l q u e n o e s o tr a sin o la v e r d a d ló ­

g ic a , y a q u e la in d ic a d a c o n fo r m id a d e s ló g ic a .

D os conclusiones ciertas injeridas d e las opiniones anteriores 7. . L o s f u n d a m e n to s d e e sta s o p in io n e s p a r e c e n d e m o str a r d o s c o s a s . P r i­ m e r a : s e d a a lg u n a v e r d a d e n la s im p le a p r e h e n s ió n in te le c tu a l, y n o s ó lo e n e lla , s in o ta m b ié n e n la s e n s ib le . S e g u n d a : e n la c o m p o s ic ió n in te le c tu a l e x is t e , d e m o d o p r o p io y e s p e c ia l, a lg u n a v e r d a d q u e n o s e e n c u e n tr a e n l o s c o n c e p t o s sim p le s. L a p r im e r a c o n c lu s ió n e s e v id e n t e , e n p r im e r lu g a r , p o r l o s t e s t im o n io s a p o r ­ ta d o s d e A r is tó te le s y d e S a n to T o m á s , y p o r lo q u e e l m is m o S a n to T o m á s s o s ­ tie n e e n I , q . 1 6 , a. 2 y s s ., e n I cont. G e n t., c . 5 9 , y e n o t r o s p a sa je s q u e e l F e r r a r ie s se cita en el lu gar in d ic a d o . E n s e g u n d o té r m in o , p o r e l c o m ú n m o d o d e h a b la r ; p u e s e s le g ít im o d e c ir q u e fo r m a u n v e r d a d e r o c o n c e p t o d e l h o m b r e a q u e l q u e l o c o n o c e c o m o a n im a l r a c io n a l, y l o m is m o c a b e a fir m a r a p r o p ó s ito d e lo s c o n c e p t o s d e o tra s c o sa s. g n o s c e n te p o te s t e s s e v e rita s . D i c e t u r f o n a s ­ se e x D . T h o m ., I , q . 16, a . 5 , a d 1, e t I c o n t. G e n t., c. 5 9 , q u a m v is D e u s s im p iic it e r c o g n ó s c a t, ta m e n ilio a c tu s im p lic i i u d i c are ita esse v e l n o n e s s e , q u o d n o s c o m p le ­ x e iu d ic a m u s . S e d c o n tr a h o c o b iie itu r e x e o d e m D . T h o ir.a e o d e m c. 59 , lib . X c o n t. G e n t., n a m e tia m n o s p e r s im p lic e m c o n c e p tio n e m iu d ic a m u s a liq u id d e re , ita u t s im ­ p lex a liq u is c o n e e p tu s v ir t u t e c o n tin e a t q u id q u id p e r c o n c e p tu m c o m p le x u m s e u p e r c o m p o s itio n e m i u d ic a tu r . U t q u a n d o c o n c i­ p io h o m in e m s u b c o n c e p tu d is tin c c o a n im alis r a tio n a lis , e t h u n c a p p r e tta n d o u t q u id d ita te m h o m in is , ib i v ir t u te iu d ic o h o ­ m in e m e sse a n im a i r a tio n a le e t illa s im p le x c o n c e p tio v ir t u te c o m m e t t o tu m id q u o d p e r h a n c e n u n tia tio n e m s ig n ific a tu r; e rg o e r it e tia m v e rita s p r o p r ia in ilio s im p lic i c o n c e p tu . T e r t io , o m n is r e s q u a e e s t c o n fo rm a s e t a d a c q u a ta su a e m e n s u r a e s u is q u e p r in c ip iis h a b e t p r o p r ia m v e n ta te n e ; s e d in c o n ­ c e p tu s im p lic i e s t c o n fo rm ita s a d o b ie c tu m

ta m q u a m a d s u a m m e n s u r a m e t p r in c ip iu m , c u i d e b e t c o n f o r m a t i ; e s t e r g o in e o v e r it a s q u a e n o n e s t a lia q u a m v e r ita s c o g n itio n is , q u a n d o q u id e m illa e s t c o n f o r m i ta s c o g n itio n is .

Duo certa ex dictis opinìonibus colligimtur 7. F u n d a m e n ta h a ru m o p in io n u m d u o c o n v in c e r e v id e n tu r . U n u m e s t v e r ita te m a liq u a m r e p e r ir i i n s im p lic i m e n tis c o n c e p t io n e , n e q u e s o lu m m e n t i s s e d e tia m s e n s u u m . A lte r u m e s t v e r ita te m a liq u a m p r o ­ p r ia e t s p e c ia li r a tio n e r e p e r ir i i n c o m p o s itio n e in te lle c tu s q u a e i n s im p lic i n o titia in te lle c tu s n o n r e p e r i t u r . E t p r i m u m q u i d e m c o n s ta i p r im o e x a d d u c t is te s u m o n iis A r is to t. e t D. T h o m ., e t e x e o d e m D . T h o m ., I , q . 1 6 , a. 2 e t ss., e t I c o n t. G e n t ., c. 5 9 , e t a liis lo c is q u a e ib i F e r r a r , a d d u c i t. S e ­ c o n d o , ex c o m m u n i m o d o lo q u e n d i; re c te e n im d ic im u s e u m f o r m a r e v e r u n i c o n ­ c e p irm i h o m in is q u i illu m ta m q u a m r a t i o ­ n a le a n im a i a p p r e h e n d i t, e t sic d e c o n c e p -

100

Disputaciones metafísicas

En. tercer lugar, porque estes conceptos mentales son ciertas realidades o cualidades; por tanto, si en otras cosas hay verdad —como demostraremos pos­ teriormente—, es preciso concluir que también la hay en estos conceptos; por eso, así como se llama oro verdadero al que posee la naturaleza propia del oro, igualmente se dirá que es verdadero concepto de oro el que tiene una entidad conforme con el verdadero oro en la representación intencional, y así sucesiva­ mente. Con So dicho se patentiza también en qué consiste o de qué clase es la verdad que se encuentra en la simple aprehensión; efectivamente, no es sino la misma verdad trascendental, acomodada a estos entes. Pues si la verdad llama­ da ontològica es una pasión adecuada del ente —-según expondremos—, deberá encontrarse en cada ente según el modo propio de su naturaleza; luego también se encontrará en estos entes que son simples conceptos mentales. En consecuen­ cia, puesto que el ser propio de estos conceptos es un ser cognoscitivo y que, por ende, hace formalmente cognoscente a quien los posee, por eso la verdad de dicho concepto es también una verdad cognoscitiva o lógica. 8. La verdad ss encuentra ds manera espacial en la composición y divi­ sión.— Se demuestra la segunda conclusión, a saber, que la verdad y la falsedad se encuentran de manera especial en la composición y división. En efecto', no faltaban a Aristóteles razones para decir, principalmente en los lugares citados, que la verdad y la falsedad se hallan sólo en la composición mental, ya que como esto no puede ser cierto de toda verdad y falsedad, como quedó claro en el punto anterior, es preciso que la verdad se encuentre de manera propia y peculiar en esta composición, para que sea asimismo cierta la doctrina aristotélica. Y tal es también el pensamiento claro de Santo Tomás en los lugares citados, sobre todo en la primera parte. En,segundo lugar, esto resulta manifiesto por el común modo de pensar y de hablar, porque se estima que alguien tiene verdadero conocimiento de algo cuando conoce y juzga que es o no es así como es o no es en la realidad, cosa que los hombres ro podemos hacer sino componiendo o dividiendo. Por eso, de igual manera que la verdad o falsedad de la locución se encuentra especialtibus aliarum rerum. Tertio, quia hi con­ ceptus mentis sunt res quaedam seu qualitates ; si ergo in aliis rebus est veritas, ut infra ostendemus, etiam in his conceptibus veritatem esse necesse est; unde, sicut dicitur verum aurum quod propriam habet auri naturam, ita dicetur verus auri conceptus qui habet entitatem commensuratam vero auro in repraesentando intentionaliter, et simile est de reliquis. Atque hinc etiam constat quae vel qualis sit haec veritas quae in simplici mentis notitia reperitur; nihil, enim aliud est quam veritas ipsa transcendentalis, his entibus accommodata. Nam, si veritas quam vocant in es­ sendo est adaequata passio entis, ut dicemus, in unoquoque ente iuxta modum na­ turae suae reperietur; ergo et in his endbus quae sunt simplices conceptus mentis. Unde, quia esse preprium horum conceptuum est esse cognitionis et consequenter form?,'iter reddere cognoscentem cum cui insunt, ideo veritas talis conceptus est etiam veritas cognitionis. .

8. Veritas speciali snodo in compositione et divisione.— Secundum, scilicet, in compositione et divisione speciali modo ve­ ritatem et falsitatem reperiri probatur. Non enim sine causa Aristoteles in locis citatis specialiter dixit veritatem et falsitatem in sola mentis compositione reperiri; cum enim hoc verum esse non possit de ornai veritate et falsitate, ut ex priori puncto con­ stat, necesse est ut aliquo proprio et peculia­ ri modo veritas sit in huiusmodi composi­ tione, ut doctrina etiam Aristotelis vera sit. Et ita plane sensit D . Thomas in eisdem lo­ cis citatis, praesertim in prima parte. Secundo, hoc constat ex communi modo sentiendi et loquendi; quia tunc aliquis censetur ve::am rei cognitionem habere quando cognoscit et iudicat ita esse vel non esse sicut est vel non est in re, quod homines non facimus nisi componendo aut dividendo. Unde, sicut in Joquendo veritas vel falsitas singulari modo est in propositionibus quia

Disputación octava.— Sección 111

101

mente en las proposiciones, porque no se considera que alguien dice verdad o falsedad mientras no enuncia una proposición, así también la verdad y falsedad de la mente se encontrará de manera especial en la composición y división. En tercer lugar, puede explicarse lo mismo razonando por el caso contrario; porque la falsedad no se encuentra propiamente en el simple concepto mental, sino en la composición o en la división, como expondré con mayor amplitud en la disputación siguiente; ello indica, por tanto, que también la verdad, cuyo opuesto es la falsedad y el engaño, se halla de manera especial en el conocimiento compuesto. N u d o d e la dificultad

y diversos m odos d e exponerlo

9. Pero la dificultad radica en explicar cuál sea ese modo especial, en virtud del cual se dice que la verdad se encuentra en la composición. Porque algunos se contentan con decir que la verdad compleja se encuentra únicamente en la composición y la incompleja en el concepto simple. Pero eso es tanto como no decir nada, y no explica la dificultad, pues con igual razón podría afirmarse que la verdad se halla especialmente en el concepto simple, ya que en él existe sólo de modo incomplejo. Además, porque de aquí no resulta, formalmente hablan­ do, que la verdad se encuentre en el conocimiento compuesto de manera distinta a como se halla en las demás cosas, sino sólo de manera cuasi material, porque se encuentra en ella según el modo que le es adecuado; pero esto es común a todas las demás cosas; luego, por ese mismo motivo, no había razón para atri­ buir de manera especial la verdad únicamente a la composición. Se explica la conclusión mediante ejemplos: también la verdad se encuentra, v. gr., en el hombre de manera distinta a como se halla en el ángel, ya que en el primero es verdad por composición (me refiero a la verdad entitativa) y en el segundo es verdad simple; en el hombre es material y en el ángel inmaterial; y lo mismo ocurre con los demás entes, pues cada uno de ellos es verdadero con la verdad ade­ cuada a él y, a pesar de eso, no se dice que la verdad se encuentre más espe­ cialmente en uno que en los demás, sino que absolutamente se dice común a todos con comunidad transcendental; luego si en la composición mental no hay' nada peculiar, sino únicamente que su verdad es compleja —de igual modo que non censetur aliquis veruni dicere vel falsum donec propositicnem euuntict. ita edam in mente erit speciali modo veiit2 s et falsitas in compositione et divisione. Tertio idem potest a contrario declarari, quia falsità; proprie non reperitur in simplici conceptu mentis, sed in compositione aut divisione, ut disputa-bone sequenti latius exponam; ergo signuin est veritntem edam, cui falsitas et decepiio opponitur, speciali modo in copniticne composita reperiri. Pimctus dijjicidtatis et vani modi expedìendi iilum 9. Difficultas autem est in esplicando quisnam sit hic speciaiis modus quo v-ritas dicitur in compositione reperiri. Quidam enim contenti sunt dicendo veritatem complexam reperiri tantum in compositione, incomplexam vero in simpiici notitia. Sed hoc nihil est dictu, ncque rem explicat; nam eadem ratione dici posset veritatem speciali modo reperiri in simplici notitia, quia in-

comp'eze tantum in ilia reperitur. Item, quia es hoc non habetur quod veritas sit aliter in cognirione composita, formaliter loquendo, quam in aliis' rebus, sed solum quasi materialiier, quod sit in ilia modo illi accommodato; hoc autem commune est omnibus aliis rebus; ergo propter banc so­ is m causam non erat cur veritas cognitionis speciali modo soli composition! tribueretur. Assumptum declaratur exemplis, nam etiam veritas aliter est in homine, verbi gratia, quam in angelo, nam in homine est veritas per composirionem (loquor de veritate entitativa), in angelo autem est veritas simplex, in homine est materialis, in angelo vero immaterialis, et simile est in cae'cris endbus; singula enim sunt vera veritate sibi accommodata, et tarnen non propterea dici­ tur veritas speciali modo esse in uno magis quam in aliis ; sed absolute dicitur commu­ nis omnibus communitate transcendentali ; ergo, si in compositione mentis nihil aliud singulare reperitur nisi hoc solum quod

102

Disputaciones metafísicas

el ser de dicho conocimiento es compuesto—, no hay fundamento suficiente para afirmar que la verdad se encuentra por un título especial en la sola composición. 10. Otros responden que en el concepto simple se da la verdad, pero no la falsedad, al menos de manera ordinaria y esencial; en cambio, en la composi­ ción y división se hallan indiferentemente la verdad y la falsedad, por lo que Aristóteles afirmó de modo especial que sólo en la composición y división se encuentra la verdad y la falsedad. Sin embargo, esta opinión no da una explicación suficiente de la cuestión ni de la expresión aristotélica. Porque si la verdad se encuentra en el concepto simple de tal modo que en él no se da la falsedad, mientras que en la composición existen indiferentemente la verdad y la falsedad, sería más acertado decir que la verdad es, en cierto modo, propia de los conceptos simples, y la falsedad, por el contrario, existe únicamente en la composición; o, a lo sumo, debería decirse que la composición es indiferente a la verdad y a la falsedad; pero no que es capaz de recibir, como de manera propia, una y otra. Finalmente (según hemos dicho) esto mismo ■—que en la simple aprehensión se da una verdad de tal naturaleza que no se le opone ninguna falsedad en un determi­ nado sujeto, mientras que en la composición se encuentra una verdad que es sus­ ceptible de falsedad opuesta-^ indica que la verdad se encuentra de manera especial en la composición, pues lo primero es común a toda verdad ontologica, según expondré después; pero la indiferencia antes aludida no basta para explicar en qué consiste este modo especial de verdad. 11. En otro sentido, suele decirse que la verdad o la falsedad se atribuyen de manera especial a la composición y división, porque en virtud de ésta decimos que pensamos con verdad o nos engañamos, cosas que no decimos propiamente cuando se trata de los conceptos simples. Pero esto indica (como también he probado arriba) a posteriori que la verdad y la falsedad se encuentran de manera especial en la composición y división, mas no explica a p rio ri la cuestión de la esencia de este modo. Efectivamente, la composición no es verdadera o falsa porque en virtud de ella apreciemos lo verdadero o lo falso; antes al contrario, porque es verdadera o falsa, por eso captamos la verdad o la falsedad en virtud sicut esse talis cognitionis compositum est, ita et vefitas eius complexa est, non est cur dicatur veritas singulari titulo in sola compositione reperiri. 10. Alii ergo respondent in simplici notitia reperiri veritatem, non autem falsita­ tem, saltern regulariter et per se loquendo; in compositione autem et divisione indiffe­ renter reperiri veritatem et falsitatem et ideo specialiter asseruisse Aristot. in sola com­ positione et divisione veritatem et falsitatem reperiri. Sed hoc neque rem ipsam, neque Aristotelis ¡ocutionem satis declarat. Nam, si veritas ita reperitur in simplici conceptu ut in co non reperiatur falsitas, in compositìone autem indifferenter veritas et falsi­ tas reperitur, potius dicendum fuisset veri­ tatem esse quodammodo propriam simplicium conceptuum, falsitatem autem in sola compositione reperiri, vel ad summum di­ cendum esset compositionem esse indifferen­ tem ad veritatem et falsitatem, non autem quod sit veluti proprium utriusque Susceptivum. Ac denique (ut dicebam) hoc ipsum,

scilicet, in simplici apprehensione esse veritatem ralis rationis cui nulla opponatur falsitas in tali subiecto, in compositione autem reperir! veritatem cui falsitas opposita inesse potest, indicat veritatem esse speciali modo in compositione; nam illud prius commune est omni veritati in essendo, ut inferius dicam; quis autem sit hic speeialis modus veritatis non declaratur per sólam Slam indifferentiam. 11. Aliter dici solet ideo veritatem vel falsitatem specialiter attribuì compositioni et divisioni, quia secundum eam didmur vere sentire vel falli, quod non proprie dicimur ratione oonceptuum simpltcium. Sed hoc quidem (ut supra etiam argumentabar) indicium est a posteriori esse singulari modo in compositione et divisione verita­ tem et falsitatem, non tamen a priori rem declarat, in quo, scilicet, hic modus con­ sistan Non enim ideo composido vera vel falsa est quia secundum eam nos vere vel falso sentimus, sed potius e contrario, quia illa vera vel falsa est, ideo secundum eam

Disputación octava.— Sección 111

103

de ella, pues la misma composición es una forma que nos comunica igualmente su ser y sus propiedades. Explicación de la doctrina de Santo T om ás sobre este p u n to

12. Así, pues, Santo Tomás, explicando esta cuestión, dice en I, q. 16, a. 2, que la verdad se atribuye de manera especial a la composición y división porque sólo mediante esta operación se encuentra la verdad en el entendimiento como en el sujeto que conoce la verdad misma. Da a entender, por tanto, que gracias al concepto simple se encuentra la verdad en el entendimiento, pero única­ mente como en quien conoce la realidad captada en dicho concepto, no como en quien conoce la verdad misma; en cambio, gracias a la composición, la verdad se da en el entendimiento, no exclusivamente como en quien conoce la cosa, sino también como en quien conoce la misma verdad. Porque la verdad consiste en una conformidad. Y cuando el entendimiento compone compara la cosa, en cuanto concebida absolutamente de una manera, con el ser de la misma cosa, y conoce la conformidad que guardan entre sí, por lo cual no se limita a conocer la cosa, sino que aprehende, además, la verdad; por ello se dice que la verdad existe de manera especial en la composición y división. Y esto coincide con lo que otros expresan al afirmar que la verdad está subjetivamente no sólo en la.composición, sino también en el concepto simple; pero objetivamente sólo existe en la composición y división. 13. Ahora bien, semejante respuesta entraña una grave dificultad; porque, o se refiere a los conceptos directos o a los reflejos. Si se trata de los directos, no es cierto que en la composición y división directa se. encuentre objetivamente la verdad, y mucho menos la falsedad. Como tampoco es cierto que el entendi­ miento, al componer y dividir, no se limite a concebir la cosa, sino que capte, además, su verdad. Se demuestra: cuando el intelecto compone que el hombre es blanco y conoce directamente que es así, no compara su concepto con ninguna cosa, ni la cosa con el concepto, para conocer..la verdad; lo único que hace es comparar una cosa con otra para conocer la unión que hay entre ellas, y en esto consiste la composición; luego. Por ello, tal modo de argumentar parece nos vete vcl falso sentimus; est enim ipsa compositio forma, quae sicut suum esse ita et proprieties suas nobis communicat.

sed etiam veritatem cognoscit, eamque db causam dicitur veritas esse singulari modo in compositione et divisione. Et hoc idem est quod ali; dicunt veritatem esse subietti­ Hoc super re D. Thomae doctrina ve quidem non solum in compositione, sed expenditur etiam in simplici notitia, obiective autem 1 2 . D. Thomas igitur, I, q. 16, a. 2, esse tantum in compositione et divisione. rem iianc declarans dicit veritatem singu13. Sed haec responsio non parvam halariter tribuí composition! et divisioni, quia bet difficultatem, quia vel est sermo de noper hanc solam operationem est veritas in titiis directis aut de reflexis. Si de directis, ifltellectu tamquam in cognoscente veritatem non est veruni in compositione et divisio­ ipsam. Itaque significat per simplicem no- ne diretta esse obiective veritatem et multo titiam ease veritatem in intellectu, solum ut minus falsitatem. Neque etiam verum est in cognoscente rem tali notitia apprehen- intellectum componendo et dividendo non sam, non vero tamquam iñ cognoscente ve­ solum concipere rem sed etiam veritatem ritatem ipsam; per compositionem autem suam. Probatur, quia quando intelletti» esse veritatem in intellectu, non solum tam­ componit hominem esse album et hoc di­ quam in cognoscente rem, sed etiam tam­ recte cognoscit, non comparat conceptum quam in cognoscente ipsam veritatem. Nam suum ad aliquam rem, ncc rem ad concep­ veritas in conformitate consistit. Dum au­ tum ut veritatem cognoscat, sed solum com­ tem ¡ntellectus componit, comparat rem ut parat unam rem ad aliam, ut cognoscat consimpliciter conceptam uno modo ad esse iunctionem earum inter se, quod est coraipsius rei, et cognoscit conformitatem quam ponere; ergo. Unde fallax videtur file arínter se habent, et ideo non solum rem gumentandi modus, ut quia intellectus tune

104

Disputaciones metafísicas

falaz; como si se dijera: puesto que el entendimiento compara una cosa con. otra, se afirma que compara y conoce la conformidad en que consiste la verdad; pues no compara el concepto formal con la cosa, ni la cosa con el concepto, sino una cosa concebida con otra o consigo misma. Consiguientemente, no sucede que mediante esa composición conozca la verdad, sino únicamente que conoce aquel ser de la cosa que es fundamento de la verdad, según la afirmación de Aristóteles: por el hecho de que la cosa es o no es, la opinión es verdadera o falsa; y este ser no es formalmente verdad, aunque cause la verdad en el entendimiento, como dijo Santo Tomás en la ya citada q. 16, a. 1, ad 3. Se confirma, porque una cosa es que el entendimiento, en virtud de una composición, diga “el hombre es blanco” y otra que diga “es verdad que el hombre es blanco” ; efectivamente, la última composición es refleja, por lo que en ella se encuentra la verdad objetivamente, ya que mediante ella la verdad es conocida de manera formal. En cambio, la primera concepción es sólo directa y no tiene el mismo objeto que la segunda; por tanto, mediante ella no se conoce formalmente la verdad, ni se encuentra en ella de manera objetiva. 14. Si se dice que se trata del conocimiento reflejo, síguese, en primer lugar, que no es siempre cierto lo que Aristóteles afirma, a saber, que la verdad y la falsedad se encuentran en la composición y división; pero el consiguiente es falso, porque, de igual manera que toda enunciación oral es verdadera o falsa, también lo es la composición o división mental; por eso, en virtud de ella pen­ samos con verdad o con falsedad. En segundo lugar, síguese que no existe nin­ guna diferencia, ya que también es posible concebir la verdad de manera formal y verdadera mediante un concepto simple reflejo; pues así como concebirnos absolutamente lo que es el hombre, también podemos concebir absolutamente lo que es la verdad, y mediante un concepto simple podemos concebir la conformidad entre el concepto y la cosa por modo de cierta relación; y entonces la verdad se encontrará también objetivamente en el concepto simple; por consiguiente, queda anulada la diferencia señalada antes. 15. Cabe responder que la doctrina de Santo Tomás debe entenderse de la composición y división que se lleva a cabo por conocimiento directo, pues comparai unum ad aliud, ideo dicatur com­ parare et cognoscere conformitatem in qua ycritas consist«, quia non comparai conceptum formalem ad rem nec rem ad conceptum, sed comparai rem concepram ad aiiam vel ad seipsam. Unde non fit ut per talem compositionem cognoscat veritatem, sed solum illud esse rei quod fundat veri­ tatem, iuxta illud Aristotelis: Ex eo quod res est vel non est, opinio vera vel falsa est; quod esse formaliter non est veritas quamvis causet veritatem in inrellectu, ut dixit idem D. Thomas diet. q. 16, a. 1, ad 3. Et confirmatur, nam aliud est quando intellectus componendo dicit: Homo est albus, aliud vero quando dicit: Hominem esse al­ bum est veruni; haec enim posterior compositio est reflexa et ideo in illa est obiective veritas, quia formaliter per illam cognoscitur. At vero prior conceptio est tan­ tum directa, et non habet idem obiectum quod posterior; ergo per illam non cogno-

scitur formaliter veritas, neque in illa est obiective. 14. Si autem dicatur sermonem esse de cognitione reflexa, sequitur primo non esse in universum verum quod Amistcteles ait veritatem et falsitatem in compositione et divisione reperiri; consequens autem est falsum, quia, sicut enuntiatio omnis vocalis vera vel falsa est, ita et mentalis compositio vel divisio. Unde per omnem illam aut vere aut falso sentimus. Secundo sequitur nullam esse differentiam, quia etiam per simplicem notitiam reflexam potest veritas formaliter ac vere concipi; sicut enim sim­ pliciter concipimus quid est homo, ita etiam simpliciter concipere possumus quid est ve­ ritas et per simplicem conceptum possumus concipere conformitatem inter conceptum et rem per modum cuiusdam relationis; tunc ergo erit etiam veritas obiective in simplici notitia; nulla ergo est praedicta differentia. 15. Responderi potest doctrinam D. Thomae intelligendam esse de compositione et

Disputación octava.— Sección III

105

es cierto que en toda composición de esa naturaleza se encuentra la verdad o la falsedad auténtica. Ahora bien, resultaría fácil contestar a la objeción que se opone a esto si fuese cierta la opinión de Durando (que la verdad consiste en una conformidad entre la cosa considerada en su ser intelectual objetivo y ella misma considerada en su ser real), diciendo que el entendimiento, cuando1 com­ pone, compara el concepto objetivo de una cosa con otra o consigo misma tal como ha sido concebida de otra manera o anteriormente; y de este modo conoce la conformidad entre aquellas cosas, por lo cual se dice que conoce la verdad. Parece que Santo Tomás explicó esta cuestión en el sentido indicado, en 1 cont. Gent., c. 59, razón 1.", al afirmar: puesto que la verdad del entendimiento es una adecuación entre el entendimiento y la cosa, en cuanto el intelecto dice que es lo que es, o que no es lo que no es, la verdad intelectual pertenece a aquello que el entendimiento dice, y no a la operación con que lo dice; pues para la verdad del entendimiento no se requiere que la intelección misma se adecúe a la cosa —-ya que ésta es a veces material, y la intelección inmaterial—, sino que se exige que aquello qus el entendimiento, al entender, dice y conoce, sea adecuado a la cosa, esto es, que sea en la realidad así como el entendimiento dice. Por tanto, de acuerdo con esta interpretación es fácil comprender que mediante el conoci­ miento compositivo directo se conoce la conformidad en que la verdad consiste. 16. A pesar de ello, dicha respuesta no puede satisfacernos si no se le añade algo más. En primer lugar, porque ya hemos rechazado la opinión de Durando, y no es verosímil que Santo Tomás apuntase a esa interpretación en las palabras citadas, como se patentiza por la razón que aduce: no es preciso que la intelec­ ción se adecúe a la cosa; porque a veces la cosa es material, mientras que la inte­ lección es inmaterial. Y resulta claro que habla expresamente de la intelección refiriéndose a la afinidad que ésta tiene con la cosa entendida en su ser de ente y en sus condiciones, pero no de la afinidad que ^guardan en cuanto represen­ tante y representado. Así, el Ferrariense, en el mismo lugar, distinguiendo entre la intelección y el concepto o verbo mental, y considerando que la intelección no es representativa de la cosa, mientras que el concepto o verbo sí lo es, expone divisione quae fit per directam cognitionem, nam certum est in onini tali compositione propriam veritatera vel falsitatem reperiri. Ad obiectionem ameni contra hoc factarn, si vera esset sententia Durandi quod veri­ tas est conformitas rei prout est in esse obiectivo intellectus ad seipsam prout est in re, facilis esset responsio dicendo intellecturn, quando componit, comparare conceptual obiectivum unius rei ad aiiam vcl ad seip­ sam aliter seu prius conceptsm; atque ita cognoscere conformitatem inter illa, et ideo dici cognoscere vernateci. Atque hoc modo videtur déclarasse hanc rem D. Thomas, I cont. Gent., c. 59, in 1 ratione, dicens: Cura veritas intellectus Sit adaequatio intel­ lectus et rei, secundum quod intellectus dicil esse quod est vel non esse quod non est, ad id in intellectu veritas pertinet quod in­ tellectus dicit, non ad operationem qua id dicit; non enim ad veritatem intellectus exigitur u t ipsum intelligere rei adaequetur, cum res interdum sit materiaKs, intelligere vero immateriale, sed ittud quod intellectus

intelligendo dicit et cognoscit oportet esse rei aequatum, scilicet, ut ita in re sit, sicut intellectus dicit. Iuxta hanc ergo Interpreta­ tionen! facile intelligitur per directam eegnitionem compositivam cognosci confonrdtatem, in qua veritas consistit. 16. Sed haec responsio, si aliud non addatur, nobis satisfacere non potest. Pri­ mo quia sententia illa Durandi a nobis su­ pra reiecta est, ñeque est verisimile D. Thoniam in citatis verbis eum sentimi intendisse, ut patet ex ratione quam adducit, quod non oportet u t intelligere rei adaequetur; quia interdum res est materialis et intelligere immateriale. Ubi constat aperte loqui de intelligere, quantum ad convenientiam quam habet cum re inteliecta in esse entis et conditionibus eius, et non de convenientia quam habet in ratione repraesentantis et repraesentati. Et ita Ferr. ibi, distinguens inter intelligere et conceptum seu verbum mentis, et existimaos intelligere non esse repraesentativum rei, conceptum autem seu verbum repraesentare Ulani., ex-

106

Disputaciones metafísicas

que Santo Tomás habla del concepto mismo o verbo, y establece en él la con­ formidad o verdad, no en la intelección. Ahora bien, por mi parte creo que, hablando con propiedad, la intelección se realiza formalmente por el verbo o concepto en cuanto informa al entendi­ miento, por lo que el verbo, en cuanto verbo, no puede tener conformidad representativa con la cosa de que es verbo, sin que al propio tiempo el entendi­ miento, en cuanto entiende formalmente por medio del verbo, se haga conforme a la misma cosa. Por consiguiente, Santo Tomás no pudo excluir esta confor­ midad representativa, sino únicamente la conformidad entitativa. En igual sen­ tido, pues, debe entenderse lo que afirma poco antes: la verdad perten ece a lo q u e él en ten dim ien to dice , n o a la operación con qu e lo dice. Y pretende significar que la verdad no pertenece a dicha operación tomada cuasi material­ mente en cuanto es cierta cualidad espiritual, sino formalmente en cuanto noti­ fica al entendimiento la cosa que mediante ella se dice, o en cuanto contiene a la cosa conocida en su ser representativo. 17. En segundo lugar, esta opinión no se acomoda bien a la explicación de la presente dificultad. Porque cuando el entendimiento compone, o enuncia por parte del predicado la cosa tal como es en sí, o la enuncia como concebida de manera objetiva. Si se afirma lo primero, entonces mediante esa comparación no conoce la conformidad que hay entre la cosa en cuanto objetivamente conce­ bida y ella misma tal como es en si, en la que se decía que consiste la verdad; luego de ese modo no conoce la verdad. Por el contrario, si se defiende lo segundo, entonces tampoco se realiza una comparación, por parte del sujeto, con la cosa tal como es en sí, sino tal como es concebida objetivamente, pues la razón es igual para el sujeto y para el predicado, ya que el concepto compara a ambos tal como son concebidos por él, de manera que la composición sea como cierto cotejo de concep­ tos objetivos y simples y conocimiento de la unión que entre ellos existe; por consi­ guiente, de este modo tampoco se concibe la verdad, según explica Durando, pues no se conoce ia conformidad de. la cosa en su ser objetivo consigo misma en la rea­ lidad, sino más bien en la conformidad, identidad o unión entre una y otra cosa, consideradas ambas en su ser objetivo. ponit D. Thomani loqui de conceptu ipso seu verbo et in ¡lio constituere conformítatem seu verítatem, non in ipso intelligere. Ego autem existimo, si proprie loquamur, intelligere formaliter fieri per ipsum verbum seu conceptum ut informantem intellectum, et ideo non posse verbum ut verbum esse conforme in representando rei cuius est verbum, quin etiam intellectus, quatenus per verbum formaliter intelligit, fíat eidem rei conformis. D. Thomas ergo non potuit exdudere hanc conformitatem in ratione repraesentandi, sed tantum conformitatem in essendo. In eodem ergo sensu inteUigendum est quod paulo superius ait: veritatem pertinore ad id quod intellectus dicit, rion ad operationcm qua id dicit. Sensus enim est veritatem non pertinere ad illam operationem quasi materialiter sumptam, ut est qualitas quaedam spiritualis, sed formaliter qua­ tenus refert intellectui rem quae per illam dicitur seu quatenus in esse representativo continet rem cognitam. 17. Secundo, non recte applicatur illa

sententia ad presentem difficultatem explicandam, quia quando intellectus componit, vel ex parte praedicati enuntiat rem ut est in se vel ut obiective conceptam. Si primum dicatur, ergo per illam comparationem non cognoscit conformitatem rei, ut obiective conceptas, ad seipsam ut est in se, in qua veritas consister dicebatur, et ita non cognoscet veritatem. Si vero dicatur secundum, ergo etiam ex parte subiecti non fit compartió ad rem prout est in se, sed prout obiective conceptam, quia non est maior ratio de praedicato quam de subiecto ; utrumque enim compart in­ tellectus, prout ab ipso conceptum est, ita ut compositio sit quasi collado quaedam simplicium conccptuum obiectivorum et cognitio coniunctionis quam in se habent; ergo ñeque hoc modo concipitur veritas prout a Durando explicatur, quia non cognoscitur conformitas rei in esse obiectivo ad seipsam in re, sed conformitas, vel identitas, vel unió inter unam et alteram rem prout utraque est in esse obiectivo. Tertio, multo minus

Disputación octava.—Sección III

__________________

10 7

.

En tercer lugar, ese modo puede aplicarse mucho menos a la falsedad; por­ que, cuando mediante la composición se afirma falsamente una cosa de otra, no se conoce la disconformidad que hay entre ellas, antes bien se conoce o concibe una conformidad que no existe en la realidad; en ese caso, pues, la falsedad no se encuentra objetivamente en dicho conocimiento o composición intelectual. Posición d e Santo T om ás y explicación d e la cuestión según ella

18. Por consiguiente, hemos de afirmar que la posición de Santo Tomás no es que el intelecto, al componer o dividir formalmente y “en acto signado” (como acertadamente distinguió Cayetano en el mismo pasaje), conozca la ver­ dad y la conformidad en que formalmente consiste la verdad; pues en tal sentido no podría realizarse esto, según demuestra la objeción aducida. Entiende, pues, Santo Tomás que cuando el entendimiento compone o divide conoce “en acto ejercido” aquello en que consiste la verdad y, por tanto, afirma o niega la verdad misma o la falsedad. Y por esta razón especial se dice que la verdad existe propiamente en la composición y división. En qué consista ese conocer o afirmar la verdad “en acto ejercido”, puede explicarse de la manera siguiente: nuestro entendimiento, mediante un solo con­ cepto simple, no concibe adecuadamente ni agota de manera clara y distinta la cosa concebida, como hacen Dios y los ángeles; por ello, una vez que la ha concebido de cierta manera confusa e inadecuada, para conocerla distinta y ade­ cuadamente le atribuye varios predicados que se distinguen, ya con distinción real, ya sólo de razón. Ahora bien —según expresó Aristóteles refiriéndose a las palabras—, siéndonos imposible llevar las cosas a las escuelas, utilizamos térmi­ nos en lugar de cosas, y por eso cuando afirmamos una cosa de otra no lo hace­ mos exteriormente sino mediante una voz significadva y en cuanto significativa, de tal modo que cuando afirmamos mentalmente una cosa de otra, si bien nues­ tra intención principal es afirmar una cosa de otra, no hacemos esto sino mediante conceptos, en cuanto son, para nosotros, representaciones naturales de las cosas. De aquí resulta que, cuando componemos una cosa concebida con otra, o con ella misma concebida de manera distinta, al propio tiempo que comparamos la potest Ule modus ad falsitatem applicati; nam, quando per compositionem unum de alio falso affirmatur, non cognosdtur diffor­ mità» quae est inter illa, sed potius cognoscitur scu concipitur conformitas quae non est in re ; ergo tunc falsitas non est obiective in tali cognitione seu compositione intellectus.

Mans D. Thomas et res ipsa ¿tata iìlam explicalur l i . Dlcendum ergo est non esse men­ tent D. Thomas, quando intellectus componit vel dividit formaliter et in actu signa­ nt iut bene Caietanus ibi distiiixit) cognoscete veritatem et conformitatem iìlam in que veritas formaliter consisti!; hoc enim sensu vcrificari id non posse obieetio fatta cor.vincit. Intelligit ergo D. Thomas quando intellectus componit aut dividit, in actu exercito cognoscere id in quo veritas con­ sista et conséquent« affirmare vel negare veritatem ipsam seu falsitatem. Et hac spe­ ciali ratione dici veritatem esse proprie in

compositione et divisione. Quid autem sit in actu exercito veritatem cognoscere seu affirmare ita potest declarari: nam intellec­ tus noster per unum simplicem conceptum non concipit adacquate, neque exhaurit distincte et dare rem conceptam, sicut fadunt Deus vel angeli, et ideo postquam aliquo modo confuse et inadaequate illam conce­ pir ut illam disimele et adequate cognoscat, illi attribuit plura praedicata sive re sive ratione tantum distratta. Sicut autem de vocibus Arist. dixit quia res non possumus adducere ad scholas, utimur terminis prò rebus, ideoque quando affirmamus unam rem de alia, id exterius non fadmus, nisi mediante voce significante et quatenus significans est, ita quando mente unum de alio affirmamus, quamvis praedpue intendamus rem de re affirmare, id tamen non facimus nisi per conceptus quatenus naturaliter nobis repraesentant res. Atque ' hinc fit ut, dum componimus unam rem conceptam cum alia vel cum ipsamet alio modo concepta, comparando rem ipsam simul in actu

108

Disputaciones metafísica;'

misma cosa, comparamos “en acto ejercido” nuestro concepto en cuanto repre­ sentativo de esa cosa. Por ejemplo, cuando el entendimiento dice, componiendo, que el hombre es blanco, conoce formal y directamente la identidad o unión que hay entre “blanco” y “hombre” ; pero al mismo tiempo conoce en el acto mismo ejercido que el concepto de blanco contiene en cierto modo al hombre y lo representa y, consiguientemente, está, de alguna manera, en conformidad con él. Así, cuando la mente afirma que el hombre es blanco, afirma “en acto ejercido” la verdad, es decir, que eso es cierto, pues al afirmar que lo blanco está en el hombre afirma que el concepto de blanco tiene alguna conformidad verdadera, con el hombre. En este sentido dijo Santo Tomás, en el citado a. 2, que el entendimiento conoce la conformidad que hay entre él y la cosa inteligible cuando juzga quela cosa se comporta de igual manera que la forma, por él aprehendida, de la cosa,, lo cual hace componiendo y dividiendo; no porque el entendimiento, al com­ poner, juzgue que la cosa se comporta como una forma que se encuentra en el intelecto formalmente o por inhesión, sino porque juzga que se comporta cornos una forma aprehendida por el entendimiento y, consiguientemente, juzga “en acto ejercido” que la cosa se comporta como forma o concepto formalmente repre­ sentativo en el intelecto, pues se estima que el concepto formal, en cuanto re­ presentativo, constituye cierta unidad con la cosa representada, y porque el enten­ dimiento no compara la cosa representada sino en cuanto concebida por él. Así, pues, de este modo se comprende perfectamente por qué se dice que laverdad existe de manera especial en nuestro entendimiento cognoscente mediante la composición y división; pues el entendimiento, mediante los conceptos sim­ ples, no conoce en absoluto la conformidad, por lo que tampoco afirma o piensa, propiamente la verdad, cosa que hace cuando compone los conceptos simples. De aquí que, si bien tanto la composición como la simple aprehensión de las cosas son, en absoluto; conocimientos directos, no obstante, comparada la composición con la simple aprehensión, en cierto modo resulta ser, con respecto a elia, cuasi reflexiva en ejercicio, ya que mediante la composición se hace una comparación. exercito comparemus conceptum nostrum ut repraesentantem iliam rem. Ut, verbi grafia, quando intellectus componendo dich hominem esse album, formaliter et directe cognoscit identitatem vel coniunctionem quam album habet cum homine; simul ta­ rnen in actu exercito ipso cognoscit concep­ tum albi aliquo modo continere sub se hominem et repraesentare ilium et consequenter esse illi aliquo modo ccnformem. Acque ita dum mens affirmat hominem esse album, in actu exercito affirmat veritatem seu hoc esse verum, quia dum affirmat al­ bum inesse homini affirmat conceptum albi vcram aliquam conformitatem habere cum homine. Et hoc sensu dixit D . Thomas, dict. a. 2, intellectum cognoscere conformilatem sui ad rem imelligibilem, quando in­ dicai rem ita se habere sicut est forma quam de re apprehendit, quod facit com­ ponendo et. dividendo; non quod, quando intellectus componit iudicet ita se habere rem, sicut est forma quae formaliter seu

inhaesive est in intellectu, sed quod iudicet ita se habere sicut est forma apprehensa per intellectum, et consequenter in actu exercito iudicet ita se habere rem sicut est forma seu conceptus formaliter repraesentans in intellectu, quia conceptus formaiis.. ut repraesentans, tamquam unum quid censetur cum re repraesenlata et quia inrellerius non comparat rem repraesentatam nisi ut a se conceptam. Hoc ergo modo recte intelligitur cur veritas dicatur speciaiiter esse in inteilectu nostro cognosccnte media compositione et divisione; nam per simpiices con­ ceptus nullo modo cognoscit intellectus con­ formitatem, unde nec proprie affirmat aut sentit veritatem, sicut facit quando simpii­ ces conceptus componit. Unde, licet ram compositio quam simplex apprehensio re­ rum sit absolute cognitio directa, tamen si cornpositionem ad simplicem apprehensionem comparemus, quodammodo est quasi reflexiva supra illam veluti in ipso exercitio, quia per cornpositionem fit collatio imer

Disputación octava.—Sección III

109

“otre los conceptos simples, y en virtud de dicha comparación la verdad se en­ cuentra en ella de la manera especial que queda indicada. R efutación á s los argum entos contrarios 19. Con lo dicho aparece clara la respuesta a los fundamentos de las opi­ niones registradas, las cuales, a nuestro juicio, si se entienden rectamente no son contrarias entre sí, según hemos expuesto, y según exponen efectivamente sus mismos autores, como es evidente por lo que afirman Santo Tomás y Cayetano, citados arriba. En cuanto al Ferrariense, cuya opinión es opuesta a la de Caverano, o no quiso entender a éste ni a Santo Tomás, o defiende lo mismo que ellos, pero con diversa terminología.

F ot tanto, deben admitirse los fundamentos de ambas opiniones en cuanto confirman a éstas en su verdadero sentido; queda por explicar, sin embargo, cómo en otro sentido no se les oponen.

Así, pues, a los testimonios de Aristóteles aportados en primer lugar, se res­ ponde: Aristóteles habla de la verdad que existe en nuestro entendimiento en cuanto éste conoce de cierta manera la verdad misma. En consecuencia, al pri­ mer argumento contesto que debe hablarse de las palabras en el mismo sentido que de los conceptos; pues en la palabra simple e incompleja se encuentra la verdad de signo como en quien posee esa verdad a manera de verdad trascen­ dental o entitativa; efectivamente, la palabra hom bre no sólo significa un verda­ dero hombre, sino que también puede decirse verdadero signo del hombre; sin embargo, en la palabra simple no se encuentra la verdad como en quien significa la verdad, de igual modo que se encuentra en la enunciación compuesta, la cual, al significar que esto es aquello, significa por lo mismo, y como “en acto ejer­ cido”, la conformidad y la verdad, según se ha explicado acerca de los conceptos. Al segundo argumento, que versa sobre la falsedad, se responderá más cla­ ramente en la siguiente disputación. Ahora contestamos que, de los tres miembros enumerados, debe elegirse aquél en virtud del cual se dice que los simples con­ ceptos son verdaderos de tal manera que no sean propiamente falsos, como desimplices conceptus, ratione cuius est veritas in illa, praedicto speciali modo. Sohmntur oppositae rationes 19. Et per haec patet responsio ad fun­ damenta praedictarum opinionum, quas non existimamus inter se contrarias si recte intelligantur, ut exposuimus, et ipsimet auctores revera exponunt, ut aperte constat ex D. Thoma et Caiet. supra. Ferrar, vero, qui Caietano opponitur, vel eum et divum Thomam intelligere noluit, vel solum verbis divcrsis rem eamdem explicat. Fundamenta igitur utriusque opinionis, quatenus illas in vero sensu confirmant, admittenda sunt; declarandum vero superest quomodo in alio sensu eis non répugnent. Ad testimonia itaque Aristotelis priori loco adducta responJetur ibi loqui Aristotelem de ventate exis­ tente in intellectu nostro ut cognoscente aliquo modo veritatem ipsam. Unde ad pri­ man* rationem respondetur eadem propor­ cione esse de vocibus loquendum qua de eonceptibus; nam in simplisi et incomple-

xa voce est veritas sigm tamquam in habente illam ad modum veritatis transcendemalis seu in essendo; nam baec vox ho­ mo et significai verum hominem et potest dici verum signum hominis; tamen in voce simplici non est veritas tamquam in signi­ ficante veritatem quomodo est in enuntiatione composita, quae dum significai hoc esse illud, significai consequentej et quasi in actu exercito conformitatem et verita­ tem, sicut de conceptibus explicatum est. Ad secundum, quod tangit materiato de falsitate, dicetur clarius disputatione sequenti. Nunc respondetur, ex tribus membris ibi enumeratis illud esse eligendum quo dicitur simplices conceptus ita esse veros ut non sint proprie falsi, ut argumenta ibi facta satis probant. Nequè vero necesse est ut in omni subiecto ubi potest esse unum oppositorum, possit etiam esse aliud. Praesertim quia cum veritas alio modo sit in simplici apprehensione quam in compositione," ea ratione fieri potest ut ea veritas talis sii quae non habeat falsitatem oppo-

Disputaciones metafísicas

110

muestran suficientemente los argumentos sentados en aquel lugar. Pero no es preciso que uno de los extremos opuestos pueda darse en cualquier sujeto en el que pueda darse también el otro. Sobre todo, por razón de que, como la verdad se encuentra en la simple aprehensión de manera distinta a como se en­ cuentra en la composición, por este motivo puede ocurrir que aquella verdad sea tal que no tenga falsedad opuesta. A qué se debe esto, y por qué la verdad de la composición puede tener más bien propia falsedad opuesta, quedará manifiesto por lo que se dirá después. Lo que se sostiene en la segunda confirmación a propósito de la especie inteligible se va a explicar inmediatamente. Nada es necesario añadir a los fundamentos de la segunda opinión; pues únicamente prueban que en el concepto simple se encuentra la verdad como en quien la posee, no como en quien la conoce. Sólo conviene advertir, en torno al segundo de los fundamentos citados, que no ocurre lo mismo en el conoci­ miento simple de Dios o de los ángeles; pues ellos, en virtud de un concepto simple, juzgan perfectamente acerca de la cosa y de que se comporta así como es conocida, o sea, que posee aquello que se juzga y conoce de ella. Más aún, ese juicio simple es de tal naturaleza (sobre todo si se trata del juicio divino) que mediante él se conoce también perfectísimamente cualquier conformidad que pueda darse entre él y la cosa conocida, por lo que no puede compararse con aquel conocimiento simple.

SECCION IV Si

la verdad

l ó g ic a o d e l

e n t e n d im ie n t o n o e x is t e

en

él

HASTA EL MOMENTO DEL JUICIO

1. Con anterioridad al juicio pueden distinguirse en el entendimiento: la misma capacidad intelectiva, la especie inteligible, en la que incluyo los res­ tantes hábitos, el acto de conocimiento, considerado en su realización, y la apre­ hensión. Así, pues, en primer lugar, cabe la duda de si puede decirse que la. verdad lógica se encuentra en la especie inteligible, en el acto, en el concepto, en un hábito o en la capacidad intelectiva. Porque Santo Tomás, en el texto ya citado de j cont. G en t, c. 59, razón 1.% declara que sólo se encuentra en sitam. Cur autem hoc ita sit, et cur potius veritas compositionis possit habere propriam falsitatem oppositam patebit ex dicendis. Quod autem in ultima confirmatione tangitur de specie intelligibili declarabitur statim. Ad fundamenta secundae sententiae nihil addere oportet; solum enim probant in simplici conceptione esse veritatem tamquam in habente, non tamquam in co­ gnoscente. Solum circa secundum oportet ex dictis notare non esse eamdem rationem de simplici cognitione Dei aut angelorum; illi enim simplici conceptu perfecte iudicant de re et quod ita se habeat sicut cognoscicitur, seu quod ei insit id quod de ea iudicatur et cognoscitur. Immo illud iudicium simplex tale est (praesertim si sit sermo de divino), ut per illud perfectissime etiam cognoscatu*" omnis conformitas quae esse

potest inter ipsum et rem cognitam, et ideo non est simile de illa simplici cognitione. SECTIO IV A n v e r ita s c o g n it io n is s e u in t e l l e c t u s IN EO NON SIT DONEC IUDICET

1. Ante iudicium intelligi possimi in intellectu vis ipsa intelligendi, species intelligibilis, sub qua reliquos habitus comprehendo, ipse actus cognitionis prout est in fieri et apprehensio ipsa. Dubitari ergo pot­ est primo an haec veritas dici possit esse in specie intelligibili, vel in actu, vel in con­ ceptu, vcl in habitu, aut ipsa vi intelligen­ di. Nam D. Thomas, I cont. Gent., c. 59, ratione 1, in verbis supra citatis significai tan­ tum esse in conceptu seu verbo mentis, ubi

Disputación octava.—Sección IV

111

el concepto o verbo mental, donde lo entiende asi el Ferrariense, y añade que la verdad no se da en el acto de la intelección porque no es imagen ni representación del objeto. De aquí infiere que la verdad se encuentra en el entendimiento an­ tes (en orden natural) de que el entendimiento conozca la cosa representada mediante el concepto, pues la acción intelectual termina en el concepto an­ tes (en orden de naturaleza) de que el intelecto conozca la cosa que el concepto re­ presenta. Y en este sentido, según parece, dijo Santo Tomás en D e V e r it, q. 1, a. 1: e l conocim iento es efecto d e la verdad. Respecto a la especie inteligible, afirma que en ella se da la verdad en cuanto también es representativa del objeto, y en virtud de esa representación tiene conformidad con el objeto, aunque de manera imperfecta, toda vez que la representación de la especie es imperfecta y el hábito se compara con el acto como lo imperfecto con lo perfecto. Sobre la capacidad intelectiva y su hábito judicativo, y sobre el correspondiente a la potencia, nada afirma; sin embargo, en congruencia con su posición habria de sostener que en ellos no se da la verdad, ya que no representan al objeto. 2. Mas nosotros debemos suponer que aquí sólo se trata de la verdad lógica. Y creemos que el conocimiento se realiza formalmente por el concepto o verbo mental, en cuanto éste informa al entendimiento; ahora bien, el concepto o verbo mental no se distingue realmente del acto de la intelección, en cuanto es algo realizado por el entendimiento, es decir, una cualidad ya realizada; en cambio, la intelección, considerada como acción que está desplegándose, se dis­ tingue modalmente del verbo, de igual manera que suele establecerse distinción entre la acción o dependencia y el término. Así, pues, como el conocimiento sig­ nifica de manera absoluta un conocimiento actual, la verdad lógica se encuentra simple y absolutamente en el concepto o verbo, o en el acto intelectivo ya rea­ lizado, porque todas estas cosas son idénticas y designan la forma en virtud de la cual el entendimiento deviene cognoscente en acto; como si dijéramos que la verdad de lo cálido, en cuanto tal, se halla en el calor. Pero la verdad del cono­ cimiento no se encuentra en la acción de entender en cuanto tal, ya que ésta no es conocimiento de manera absoluta, sino tránsito hacia el conocimiento; no obs­ tante, según su modo propio, tiene su verdad, de igual manera que el cálentaFerr. ita ilium intelligit, et addir non esse in actu intelligendi, quia non est imago nec repraesentat obiectum. Unde infert prius ordi­ ne naturae esse veritatem in intellectu quam intellectus cognoscat rem per conceptum repraesentatam, quia prius ordine naturae actio intellectus terminatur ad conceptum quam cognoscat rem in ilio repraesentatam. Quo sensu videtur dixisse D. Thomas, q. X De Verit., a. 1, cognitionem esse veritatis effectum. De specie vero intelligibili ait in illa esse veritatem quatenus illa etiam repraesentat obiectum et secundum illam repraesentationem habet conformitatem cum ilio, imperfecto tamen modo, quatenus repraesentatio speciei imperfecta est et qua­ tenus habitus ad actum ut imperfectum ad perfectum comparatur. De ipsa autem vi intelligendi et habitu eius indicativo et qui tenet se ex parte potentiae, nihil dicit; ta­ men consequenter dicturus etiam esset in eis non esse veritatem, quia non repraescntant obiectum.

2. Sed nobis supponendum est hic so­ lum esse sermonem de veritate cognitionis. Credimus autem cognitionem fieri for­ maliter per conceptum seu verbum mentis ut informantem ipsum intellectum; concep­ tum autem seu verbum mentis in re ipsa non distingui ab actu intelligendi quatenus est aliquid factum ab intellectu seu qualitas in facto esse; intellectionem vero, quatenus est actio in fieri, distingui modaliter a verbo sicut distingui solet actio vel dcpendentia a termino. Cum ergo cognitio simpliciter signified actualem cognitionem, -eritas cognitionis absolute ac simpliciter est in conceptu seu verbo aut actu intelligendi in facto esse, quia haec omnia idem sunt et signifi­ cant formam qua intellectus fit actu cognoscens, ac si diceremus veritatem calidi ut sic in calore esse. In actione autem intelligendi ut sic non est quidem veritas cognitionis, quia illa actio non est cognitio simpliciter sed via ad cognitionem; tamen, eo modo quo est, habet suam veritatem, sicut cale-

112

Disputaciones metafísicas

miento, si bien no posee la verdad del calor, posee la verdad del calentamiento, porque es una verdadera tendencia al calor; en este sentido, pues, la acción de entender es igualmente una verdadera tendencia al conocimiento de la cosa. Y aunque se diga que no representa por modo de forma, representa, empero, por modo de tránsito, porque es una tendencia hacia la representación verdadera. Consiguientemente, puede decirse que la verdad lógica se encuentra en despliegue en el acto de la intelección en cuanto acción. Mas en la especie inteligible no se halla la verdad lógica sino como en su principio y acto primero; sin embargo, en ella se da una auténtica verdad etno­ lógica, en virtud de la cual se dice verdadera especie inteligible de un determi­ nado objeto. Y nada importa, para ello, que la especie inteligible represente for­ malmente en cuanto imagen, o sólo efectiva y virtualmente en cuanto semilla del objeto; porque, sea cualquiera el modo en que represente, según ese modo puede tener su verdad mediante la debida conmensuración a un objeto determi­ nado; así, es cierto que el semen humano no posee en. sí la verdad de la humana naturaleza sino virtual o instrumentalmente, aunque tiene la verdad de semen humano según la debida proporción y relación con una naturaleza o una acción determinadas,. De aquí resulta asimismo que la capacidad intelectiva o luz inte­ lectual, y también el hábito que la completa, no tienen de suyo, formal y propia­ mente, la verdad lógica de que estamos tratando, como resulta evidente; poseen, empero, una verdad adaptada a su naturaleza, verdad que puede llamarse lógica en sentido radical, en cuanto la luz intelectual es verdadera en la medida en que, de suyo, inclina a un verdadero conocimiento de la cosa; y lo mismo ocu­ rre, según su modo, con el hábito. 3. Finalmente, por lo dicho se comprende que es falsa la afirmación, ya hecha, de que la verdad se encuentra en el concepto mental, o en el entendi­ miento mediante el concepto, con prioridad de naturaleza a que el intelecto entien­ da en acto, pues el concepto mental o verbo co existe con prioridad natural a en­ contrarse en el entendimiento, ya que no se realiza sino por educción de su poten­ cia, y por ello no se produce en un signo natural, en el que no se una al entendi­ miento, para que éste pueda concurrir a su producción por modo de potencia ac­ tiva y receptiva; luego el verbo no tiene verdad antes (con prioridad natural) de cofactio, quamvis veritatem caloris non habeat, habet tamen veritatem calefactionis quia est vera tendentia ad calorem; sic enim actio intefligendi est edam vera tendentia ad rei cognitionem. Et quamvis dicatur non repraesentare per modum formae, repraesentat ta­ men per modum viae, quia est tendentia ad veram repraesentationem; veritas ergo cognitionis dici potest esse in fieri in acni intelligendi ut actio est. In specie autem intel­ ligibili non est veritas cognitionis nisi tamquam in principio et actu primo; est ta­ men in ilia propria veritas entitativa, ratione cuius vera dicitur species intelligibilis tabs obiecti. Ad quod nil refert quod species intelligibllis repraesentet formaliter ut imago, vel tantum effective et virtualitcr uf semen obiecti, quia quacumque ratione repraesen­ tet, secundum earn habere potest suam ve­ ritatem per debitam commensurationem ad tale obiectum, sicut semen hominis non ha­ bet quidem in se veritatem humanae natu­ rae nisi virtualiter seu instrumentaliter, ha­ bet tamen veritatem humani seminis se-

cundum debitam proportionem et habitudinem ad talent naturam vel actionem. Quo etiam fit ut vis intelligendi seu lumen intellectus aut habitus illud perficiens, for­ maliter ac proprie non habcant per se veri­ tatem cognitionis de qua agimus, ut per se constat; habeant tamen suant accommodataœ veritatem quae radicaliter dici potest veritas cognitionis, quatenus lumen intellectuale eatenus verum est quatenus de se in­ clinât ad veram rei cognitionem; et idem est suo modo de habitu. 3. Ex quo tandem intelligitur falsum es­ se quod dicebatur prius natura esse verita­ tem in conceptu mentis vel in intellectu per conceptum, quant intellectus actu intelligat, quia conceptus mentis seu verbum non prius natura est quant insit intellectui; non fît enim nisi per eductionem de potentia eius et ideo non fit in aliquo signo naturae in quo non uniatur intellectui, ut possit inteilectus per modum potentiae activae et receptivae ad illius productionem concurrere; ergo non prius natura verbum habet verita-

Disputación ociosa.—Sección IV

11 3

mullicarla formalmente al entendimiento; por consiguiente, tampoco existe en él la verdad con prioridad natural a que el entendimiento conozca en acto. La última consecuencia es evidente, porque la única manera que el entendimiento tiene de ha­ cerse cognoscente en acto es mediante la información del verbo o concepto. Así, pues, la verdad lógica se encuentra primaria y esencialmente en el entendimiento que conoce en acto mediante el verbo, concepto o acto ya realizado, en calidad de forma gracias a la cual conoce en acto. For eso, la afirmación de Santo Tomás en el lugar citado, D e Verit., q. 1, a. 1: el conocim iento es cierto efecto de la verdad debe entenderse, ya de la verdad fundamental, que es el mismo ser de la cosa, en virtud del cual —considerado como objeto— el conocimiento es verdadero, ya de la verdad de la conformidad que se da merced a la especie inteligible, ya también del efecto formal atribuido a la mente por el concepto verdadero. L a noción aprehensiva

4. En segundo lugar, puede dudarse si la verdad lógica se encuentra en la noción aprehensiva o únicamente en la judicativa. Y el motivo de la duda puede consistir en que la simple noción es sólo aprehensiva, a pesar de lo cual hemos dicho que en ella se encuentra la verdad. Además, en los sentidos hay verdad simple —según hemos afirmado apoyándonos en Aristóteles— y, sin em­ bargo, en ellos no hay más conocimiento que el aprehensivo. Por último, aun cuando el entendimiento no sepa discernir y juzgar si en la composición apre­ hensiva se da verdad o falsedad, no obstante, en dicha composición se encuentra efectivamente una de las dos cosas, ya que si la proposición oral es por necesidad verdadera o falsa, con mayor razón lo será la proposición mental, incluso la que es sólo aprehensiva. Ahora bien, e.i sentido contrario existe la razón de que el entendimiento no se denomina verdadero o falso sino cuando juzga; en efecto, aunque yo aprehenda la proposición “el número de los astros es par”, si dudo y suspendo el juicio, no poseo verdad ni falsedad; ello indica que en tal aprehensión no se encuentra ni la verdad ni la falsedad, pues de lo contrario produciría una denominación de verdadero o de falso. Por eso, en el texto donde Aristóteles dice que la vertem quam illam formaliter communicet intellectui ; ergo nec prius natura est in eo veritas quam intellectus sit a:tu cognoscens. Potei ultima consequentia, quia non aliter constituitur intellectus actu cognoscens nisi per informationem verbi seu conceptus. Est ergo veritas cognitionis primo ac per se in intellectu actu cognoscente per verbutn, con­ ceptual seu actum in facto esse tamquam per formam qua actu cognoscit. Unde, quod D. Thomas dicto loco ait, q. 1 De Verit., a. 1, cogrdtionem esse qnemdam veritatis effectwn, intelligendum est aut de ventate fun­ damental!, quae est ipsum esse rei a quo ut ciuccio habet cognitio ut vera sit, vel de ventate conformitatis, quae est per spectem intelligibilem, vel certe de effectu for­ mali quem verus conceptus menti tribuit. De notitia apprehensive A. Secundo, dubitari potest an veritas cognitionis sit in apprehensiva notitia vel

tantum in iudicativa. Et ratio dubitandi esse potest quia simplex notitia tantum est ap­ prehensiva, et tamen diximus in illa esse veritatem. Itero in sensibus est veritas sim­ plex, ut ex Aristotele supra diximus, et tamen in eis non est nisi apprehensiva co­ gnitio. Tandem in compositione apprehen­ siva, etiarnsi intellectus nesriat discernere et iudicare siine in illa veritas an falsitas, nihilominus tamen alterutrum horum in tali apprebensiona revera inest; nam, si propositio vocalis aUt vera aut falsa necessario est, multo magis mentalis, edam apprehensi­ va tantum. In contrarium autem est quia intellectus non denominatiti verus aut falsus nisi quando iudlcat. Quamvis enim ego apprehtndam hanc propositionem astra suiu paria, si dubito et suspendo iudicium, nec falsus suro nec verus; ergo signum est in illa apprehenslone nec veritatem esse nec faisitatem, alioqui veruni vel falsum deno­ minarci. Unde ubi Aristot. ait, VI Me-

8

114

Disputaciones metafísicas

dad se encuentra en la mente, lib. VI de la Metafísica, c. 2, aparece la palabra griega dianoia, que significa sentencia o inteligencia. 5. Respondo: la verdad lógica se encuentra propiamente en el juicio, y todo otro acto del entendimiento participa de esa verdad en la precisa medida en que participa del juicio. Pues, si se considera atentamente la cuestión, el entendimiento no conoce nada verdaderamente hasta el momento en que juzga; por consiguiente, tampoco puede ser verdadero o falso en su conocimiento mien­ tras no juzgue; luego la verdad cognoscitiva no puede existir más que en d juicio. El antecedente es evidente respecto al conocimiento compositivo; pues cuando el entendimiento aprehende la composición y suspende el asentimiento, lo hace porque ignora si efectivamente los extremos están unidos en la realidad de igual manera que son aprehendidos por la composición. Así, en el citado ejemplo de aprehensión de la composición “el número de los astros es par”, aunque el entendimiento conozca en cierto modo qué son astros y qué es número par, ignora totalmente si esas dos cosas están unidas en la realidad, por lo cual, si bien aprehende la composición, no juzga. Por el contrario, no es posible que el entendimiento componga el predicado con el sujeto, conociendo en acto la unión que en la realidad tienen o se estima que tienen, sin juzgar que es o no es así. Porque si conoce todo eso, el juicio nada puede añadir a dicho conoci­ miento. En consecuencia, el juicio de composición consiste en aquel conocimiento en virtud del cual se conoce que el predicado conviene al sujeto, por lo cual dijimos arriba, siguiendo a Santo Tomás, que la verdad se encuentra en el enten­ dimiento que compone como lo conocido en el cognoscente. En este sentido, pues, la verdad de la composición sólo se encuentra propiamente en la noción judicativa. 6 . Ahora bien, la noción simple, que suele llamarse simple aprehensión, en tanto es capaz de verdad en cuanto es conocimiento y participa, en alguna me­ dida, de la naturaleza del juicio. Porque, si bien la concepción mediante actos simples se llama ordinariamente simple aprehensión —para indicar que la poten­ cia cognoscitiva forma en sí misma la semejanza de la cosa, y en cierto modo atrae la cosa hacia sí, y para distinguirla del auténtico juicio que proferimos

tap h ., c. 2, veritatem esse in m ente, graece est vox dianoia, quae sententiam seu intelligentiam significai. 5. R espondetur veritatem cognitionis p ro p rie esse in iudicio et quemlSbet actum intellectus ta n tu n d e m huius veritatis parti­ cip ate quan tu m de iudicio participai. N am si atten te res specretur, intellectus nihil vere cognoscit donee iu d icet; ergo nec potest es­ se verus vel falsus in cognoscendo donee iucLcet; ergo veritas cognitionis esse non p o test nisi in iudicio. Antecedens m anifes­ tu m est in cognitione com positiva; quando enim intellectus ap p reh endit com posiiionem e t suspendit assensum , ideo est quia igno­ râ t an revera illa extrem a ita coniuncis sint in re sicut p er com position.‘m apprehend u n tu r. U t in dicto exem plo de a p p r e n ­ sione huius com positionis astra sum paria, quam vis intellectus cognóscat aliquo m odo quid sin t astra et quis sii num erus p a i, ig­ n o ra i tarnen om nino an ilia duo in re coniu n cta sin t e t ideo, licet com posi tionem

apprehendat, non iu d ic a t; e contrario vero fieri non potest ut intellectus com ponat praedicatum cum subiecto actu cognoscendo eorum coniunctionetn quam in re habent vel habere existim antur, quin iudicet ita es­ se vel non esse. Quia si totum hoc cogno­ scit. nihil est quod indicium addere possit. ìg io ir iudicium com positionis in cognitione illa consistit qua cognoscitur praedicatum convenire subie-to. ratione cuius dixim us supra cunt D . T h o m a veritatem esse in in tellectu com ponente tam quam cognitum in cognoscente. Sic ergo veritas compositionis proprie solum est in notitia iudicativa. 6. N otitia auiem sim plex quae sim plex apprehensio dici solet, in tantum est capax alicuius veritatis in q u antum cognitio est et aliquant rat'onem iudicii participat. N am , licet coiveptio per sim plices actus dici soleat sim plex apprehensio quatenus potenti? cognosce!)* form at in se sim ilitudinem rei et quodam m odo illam ad se trahit, et ut distinguatur a proprio iudicio quod a nobis da-

Disputación octava.— S ecció n IV

115

cuando unimos una cosa con otra o las separamos—-, no obstante, en cuanto esa aprehensión es cierto conocimiento de una cosa, es también un cierto juicio, en virtud del cual se juzga implícitamente que la cosa es aquello que de ella cono­ cemos. De este modo, dicha aprehensión o conocimiento simple de la cosa implica en cierta manera un juicio; pues, como la aprehensión es un acto de la potencia cognoscitiva, es necesario que mediante ella se conozca algo; y lo que se conoce, se juzga por esa misma razón; pues lo que no puede juzgarse, se ignora, 7. Consiguientemente, a los primeros motivos de duda se responde que en la simple aprehensión intelectual se da un cierto juicio, siquiera sea imperfecto, en virtud del cual esiste en dicho acto verdad lógica. Dígase lo mismo, guar­ dando la debida proporción, acerca del conocimiento sensible; pues cuando la oveja conoce al lobo y huye, aunque realice sólo un acto simple, no obstante conoce verdaderamente al lobo como enemigo, y de esa manera juzga, aunque im­ perfectamente ; y la vista, al conocer esta cosa blanca, también, juzga de algún modo que esta cosa es blanca. Si a veces parece que el entendimiento o la imaginación aprehenden simpletrente'algo sin juzgar nada en absoluto —como cuando se piensa en un monte de oro, en la quimera, o en algo semejante-—, entonces no se aprehende algo como verdadera realidad, sino como posible, al menos por lo que respecta a la figura bajo la cual se aprehende, o como imaginable o ezpresable. mediante la palabra; en este sentido dicen algunos que entonces aprehende la significación de una palabra más bien que una realidad. Por eso, en tales casos únicamente se conoce lo que resultaría si se uniesen estas o aquellas partes, y así, en cierto modo, se juzga esto mismo y, por eilo, eraste alguna verdad simple en dicha aprehensión, porque, efectivamente, se aprehende o conoce aquel objeto tal como surgiría si aquellas partes se uniesen en la realidad. 8 . Por tanto, a la otra parte sobre la composición aprehensiva respondo: en primer lugar, aquellas composiciones mentales en las que no hay juicio se realizan ordinariamente mediante conceptos de palabras más bien que mediante conceptos de cosas, pues como en la realidad no se conoce la unión entre el predicado y el sujeto, tampoco se tiene una aprehensión conforme a la realidad, tu r cum rem unam cum alia com ponim us vel eas dividim us, lamen quatenus illamet apprebensio est aliqua rei ccgnitio, est etiam aliquale iudicium quo implicite iudicatur res id esse quod de illa cognoscimus. E t hoc m odo in tali apprehensione vcl sim plid cognitione rei in d u d itu r aliquo m odo iudid u m , quia cum illa apprchensio sit actus potentiae cognoscitivae, necessario debet per illam aliquid cognosci; quod autem cognoscìtur, ea raticne iudicatur; nam quod iudicari non potcst, ignoratur. 7. Quocirca ad priores radones dubitandi rerpondetur in simplici apprehensione in tellectus esse aliquale iu d idum licet im perfcctum , et secundum illud esse in eo acro veritatem cognitionis. E t idem est dicendum proportione servata de cognitione sensus; quando enim ovis co n d p it lupum et fugit, quatnvis simplicem tantum actum habeat, tamen vere cog n o sd t illuni ut inim ìcum et ita iudicat, quam vis im perfecto m odo; et visus dum cognoscit hoc album , aliquo etiam modo iudicat hoc esse album . Q uod si interdum im eìlectus vel im aginado videntur

aliquid sim pliciter apprehendere nihil o m n ino iudicando, u t quando fingitur m ons au­ reus aut chymera vel q u id sim ile, rone no n apprehenditur aliquid u t vera res sed vel u t possibilis, saltern q u oad illam figuram sub qua apprehenditur, vel u t im aginabilis seu significabilis p e r vocem ; quo m odo dic u n t aliqui tunc m agis apprebendi significationem vocis quam rem aliquam . U n d e tu n c solum cognoscitur id q u o d consutgeret si hae vel illae partes coniungerentur, et ita hoc ipsum aliquo m odo iu d icatur e t eodem m odo est aliqualis veritas sim plex in h u iu sm odi apprehensione, quia revera illud obiectu m tale apprehenditur vel cognoscitur qua­ le consurgeret si partes illae in re coptilaren tu r. 8. U n d e ad aliam partem de com po-ition e apprehensiva respondetur im prim is huiusm odi com positiones m entaies quae sum abs­ q ue iudicio regulariter fieri p e r concept®, vocum potius quam rerum , quia cum in re ipsa non cognoscatur coniunctio praedicati cum subiecto non etiam ap p reh en d itu r se­ cundum rem , sed secundum vocem seu co-

lió

D is p u ta c io n e s m e ta fís ic a s

sino conforme a la palabra o cópula que significa esa unión. Siendo así, la com­ posición aprehensiva se encuentra en la mente que no ha alcanzado un cono­ cimiento pleno, como suele decirse, y en ella está la verdad o la falsedad, no como en el conocimiento, sino únicamente corno en uta signo convencional, cual se da en la palabra hablada o escrita. En segundo lugar, afirmo que, si se dice que esta aprehensión no judicativa existe de cierta manera en el concepto que compone las cosas mismas, ello ocu­ rre, o solamente en cuanto medámíe ese concepto se concibe una cosa y se ignora otra, o porque únicamente se aprehende en orden al significado de la palabra. El primer modo tendrá lugar si concibo que el número de los astros S3 par y conozco que ello es posible, pero ignoro si en realidad es así. Entonces, respecto a aquello que se conoce, el conocimiento no es sólo aprehensivo, sino, además, judicativo, y, consiguientemente, verdadero o falso; en cambio, res­ pecto a lo demás, así como no es conocimiento judicativo, tampoco es verdadero o falso. Más aún: ni siquiera es aprehensivo por modo de composición inte­ lectual afirmativa o negativa, sino por modo de cierta aprehensión simple de aquel enunciado posible, sobre el cual se duda si es así o no. Pues si mediante dicho concepto no se alcanza tal conocimiento —a saber, que esto es posible—, no entiendo qué pueda aprehender una verdadera composición que incluya una cópula atributiva; por tanto, sólo puede aprehenderse preguntando si esto es así o no, y en tal caso ya no es preciso que se dá verdad o falsedad algu a. El segundo modo se realizará únicamente si se aprehenden los extremos de aquella composición, o la composición en sí misma, en cuanto es algo sig­ nificado por una expresión, por ejemplo, “el número de los astros es par” ; en­ tonces, el entendimiento tampoco aprehende algo afirmando o negando, sino sen­ cillamente captándolo como significado de aquella expresión, prescindiendo de que en la realidad sea o no así; en cuanto a lo primero, se implica cierto cono­ cimiento y, por lo mismo, cierta verdad simple. Por consiguiente, en el sentido indicado, toda verdad lógica se encuentra, según su modo, en el juicio. pulam significantem talem unionem . Quod si ita est, tunc ilia com posito apprehensiva est in m ente, ut vocant. non ultim ata, et in ea est veritas ve! falsitas, non u t in cognitione sed u t in signo tantum ad placitum , sirut est in voce vel in scriptum . D einde dicitur, si haec apprehensio non in­ dicativa aiiquo m odo esse dicitur in conceptu compositivo ipsarum rerum , vel id so­ lum esse quarenus per ilium aliquid concip itu r et aliud ignoratur, vel apprehendi tan tu m in ordine ad significationem vocis. P rio r m odus erit si concipiam astra ut paria et cognoscam hoc esse possibile et ipnorem an ita sit. Et tunc quoad illud quod cognoscitur cognitio est non tantum apprehensiva sed etiam iudicativa, et conse­ q u e n t« aut vera aut falsa; quoad al:ud vero sicut non est iudicativa cognitio ita neque vera n ecue falsa. Inulto neque est apprehensiva per m odum compositionis intellectu s affirm antes vel neganus, sed p er m odum

cuiusdam simplicis apprehensionis illius pos­ s ib ili antiati, de quo dubitatur an ita sit necne . im si hoc non cognoscrur per talem conceptum , scilicet, hoc esse possibile, non video quid ibi apprehendi possit per veram compositionem quae includa! copulam de inesse; ergo tantum apprehendi potest p er m odum quaestionis an hoc ita sit vel non sit et rune non est necesse ut ibi sit ali— qua veritas vel falsitas. Posterior m odus erit si extrema illius compositionis vel com positio in, se tantum apprehendatur quatcnus est quid significa tuoi hac voce, verbi grada, astra sum paria, et run~ etiam insel­ le tos non apprchendit aliquid affirm ando vel negando sed quasi simpllciter apprehenderdo hoc tam quam significatum illius vocis, sive in re ita sir sive non sit, et quoad illud prim um involvitur ibi aliqua cognitio et consequenter aliquid veritatis simplicis. Sic ergo omnis verttas cognitionis, eo m odo quo est. in iudicio existit.

Disputación octava.— Sección V

117

SECCION V ¿Se

encuentra la verdad lógica únicamente en el entendimiento especu ­ lativo, O TAMBIÉN EN EL PRÁCTICO?

1. El di divo de duda puede tomarse de una conocida doctrina que Santo Tomás indica en I, q. 16, a. 1, y en otros lugares, según la cual la verdad expresa conformidad entre el conocimiento y la cosa conocida, corno entre lo medido y lo mensurante, de acuerdo con 3a afirmación de Aristóteles: por el hecho da que la cosa es o no es, la proposición es verdadera o falsa. De aquí parece seguirse que sólo en la ciencia especulativa se encuentra propiamente la verdad, porque únicamente la ciencia especulativa es medida per su objeto, ya que la ciencia práctica más bien mide al suyo, pues una cosa artificial es ver­ dadera por estar en conformidad con el arte. Santo Tomás, en el lugar citado, apunta la razón: la cosa entendida puede tener un doble orden al entendimiento: esencial y accidental; guarda un orden esencial con respecto al intelecto d d que depende, y un orden accidental con referencia al entendimiento d d que n o depende, sino por el que es exclusivamente conocida. Del primer modo, los efectos artificiales dependen del arte, y las cosas creadas de Dios, por lo que esas cosas no son medida del conocimiento, sino más bien al contrario; por con­ siguiente, la verdad no se encuentra en dicho conocimiento, sino más bien en las cosas en cuanto se adecúan a ese conocimiento. De! segundo modo, las cosas se comparan con la ciencia especulativa, y por ello en tal conocimiento únicamente existirá verdad en cuanto se adecúa a la cesa conocida. Mas puede afirmarse, en contrario, que también en los conocimientos y jui­ cios prácticos existe verdad o falsedad. Pues, ¿quién negará que en la composi­ ción y división de orden práctico —no sólo moral y agible, sino también factible— hay verdad en sentido plenamente propio? O bien, ¿cómo podrían ser auténticas ciencias las prácticas si en ellas no existiese la verdad? Consiguientemente, apar­ te de tener verdad, poseen sus principios evidentes y sus conclusiones evidente­ mente verdaderas. Además, si no hablamos de la verdad compleja, sino de la in q u o non pend et sed cognoscitur tantutn. P riori m odo pendent effeems arris a b arte An VEMTAS COGNITIONIS SIT TANTUM et res creatae a D eo, et ideo non su n t res IN INTEL LECTU SPECULATIVO VEL ETTAM m ensurae cognitionis sed potius e contraIN MASTICO rio; ergo in tali cognitione non est veritajs, sed potius in rebus, quatenus iili com m en1. R atio d u b ia n d i suini potest ex quasurantur. Posteriori autem m odo cotrtpadam volgari d o ttrin a indicata a D . T h o ra n tu r res ad scientism speculativam et ideo ma, I, q. 16, a. I et aiiis lo ch , quod veriin hac cognitione erit tam um veritas quatetas dicit conform itaiem cognitionis ad rent nus com m ensurarur rci cognitae. I n contra­ cognitam tam quarn rr.ensurati ad m ensuram , il um autem est o.uia etiam in cognitionibus iu::ta il'u d Aristoteli s : Ex eo quod res est e t iudiciis practicis est veritas vel falsitas; nel non est, propositio vera vel idra est. quis enim neget in compositione e t divi­ H inc ergo sequi v idetur in sola speculati­ sions quae fit in rebus practicis, no n so­ va scientia esse p roprie veritatem , quia sola lum m oralibus et agibilibus sed etiam in scientia speculativa m ensuratur ex o b ietto factibilihus, esse propriissim am veriratem et suo, nam scientia practica potius est m enfalsitatetn? aut quom odo possent sciemiae sura sui o b iecti; ideo enim res arte facta practicae esse verae, scientiae si non esset in vera est quia est conform is arti. Rationcm cio veritas? H abent ergo non solum veriautem tetigit D . T hom as ilio loco, quia res tatem , sed etiam sua principia per se noto intellecta duplicem potest habere o rd in a ri et condusiones evidenter veras. Item , si ad intellectual, per se, scilicet, et p er acci­ non de veritate complexa sed de incom plexa dent,; per se habet ordinem ad intellectum loquam ur, etiam idea artificis si sit p ro a quo pendei, p er accidens ad inteilc-crum a S T C T IO V

118

Disputaciones metafísicas

compleja, tam bién la idea del artífice, si es idea propia y adecuada de la cosa que se va a producir de modo artificial, es eminentemente verdadera, tanto más cuan­ to que no sólo es verdadera en si, sino también causa de la verdad del artefacto. Por último, la ciencia que Dios tiene de las criaturas está dotada de verdad per¡cctísima, aunque también es medida de dichas criaturas. 2. E n consecuencia, debe afirmarse que la verdad no sólo se encuentra en el entendimiento especulativo, sino también en el práctico, en cuanto en él existe conocimiento de las cosas que se han de hacer o producir, como demuestran los argumentos posteriores, enseña Aristóteles en el lib. VI de la Etica, c. 2, y re­ sulta evidente de suyo. Se ofrecen, por tanto, dos posibles respuestas a la razón aducida en contrario: en primer lugar, negar que la verdad exprese siempre y de manera rigurosa una relación de medido a mensurante, pues de no ser así no podría decirse que Dios es verdadero, ya que no está medido ni siquiera por su propia ciencia; por lo mismo, parece que basta cualquier relación de conformi­ dad, ya sea de medido a mensurante, ya inversamente de mensurante a medido. Mas asta respuesta no parece estar de acuerdo con el común modo de pensar y de hablar acerca de la verdad; efectivamente, todos estiman que la verdad lógica se halla en el entendimiento en cuanto éste se conforma a la cosa entendida, por ío que constituye una relación de medido o se comporta como una relación de ésa clase. 3, Por eso se responde, en segundo lugar, que el conocimiento práctico puede compararse con el objeto de dos maneras: en. cuanto conocimiento y en m anto causa eficiente o ejemplar, cual es la idea del artífice. Y, ciertamente, de este último modo, el conocimiento práctico, así como es causa, así es también me­ dida de su objeto en cuanto éste tiene razón de efecto de aquél y por ello el cono­ cimiento, en tal aspecto, no se denomina propiamente verdadero, sino eficaz o su­ ficiente para causar el efecto en su orden; por el contrario, en el primer sentido, el conocimiento práctico es verdadero; de aquí que, en ese aspecto, se compare con su objeto como lo medido con lo mensurante, pues bajo esa consideración precisa n a es causa del objeto, sino mero conocimiento, el cual, como conocimiento, sólo es p ria e t ad aeq u ata re i efïïciendae p e r artem e st m ax im e v era, tan to q u e magia qu an to n o n solum ip sa vera est, sed e tiara e st cau­ sa veriratis artifici:. D e n iq u e in scientia quant D e u s h a b e t d e creatu rìs e st perfectissim a veritas, q u am v is sit etiam m cn su ra crea tu raru m . 2. D ic e n d u m ita q u e e st veritatetn non solum esse in in tcllectu speculativo sed etiam in p ractico , q u aten u s in co est re n tra a g en d aru ra seu efficiendarum cognitio, u t p o sterio re arg u m en ta p ro b a n t e t d o te : A ristotel., V I E th ic ., c. 2, e t est rea p e r se satis n o ta. A d ra tio n e m v ero in co n trariu m d u p lieiter resp o n d eri p o te s t: p rim o n egando verita tem d icere sem p er e t in rigore relation em m en su rati ad m cn su ram , alioqui n o n p o sset d ici D e u s v eru s q u ia m ensuratus no n est, etiam p e r p ro p riam sc ien tiam ; v id etu r ergo sofficele q u aclib . t rile rio conform itati3 sive illa sit m en su rati a d m cn su ram sive e co n trario m e n su ra e ad m en su ratio n . Sed baco resp o n sio n o n v id etu r esso conforrais

com m u n i m odo sen tien d i e t loquendi de v e ritate ; om ites enim censent veritatem cognitionis esse in in tellectu quatenus conform a tu r rei intellectae e t consequenter esse relationcm m en su rati a u t se hab ere a d m od u m eius. 3. R e sp o n d etu r ergo secundo cognitionem practicara d u p lie ite r posse com parati ad obiectura, u n o m odo in rationc cognitionis, alio m odo in ratione causar, a u t efficientis a u t excm plaris, u t est idea arti­ ficia. E t hoc qu id em posteriori m odo cognitio practica sicut e st causa, ita est m en ­ sura sui cb iecti, u t h a b et rationem effectus ipsius et ideo u t sic n o n denom inatur p ro ­ p rie vera, sed effìcax vel sufficiens ad cau randum effeetum in suo gen ere; p riori a u tem m odo cognitio practica est v e ra ; u n d e sub ea ratio n e c o m p am tu r ad obiectum ..uura u t m ensuratum ad m eosuram , quia sub ea c o n sid erin o n e precelsa no n est causa iUius sed m era cognitio, quae, u t sic, solum est repraer-entatio intentionalis obiccti et ideo

Disputación octava.— Sección V

119

una representación intencional del objeto, por lo que tiene verdad en cuanto se adecúa a él. Esto puede explicarse también de la manera siguiente: la ciencia en cuanto ciencia, aun siendo práctica, abstrae de la existencia del objeto y es verdadera aunque no produzca o cause nada; consiguientemente, si se compara la ciencia práctica —en sí misma y en cuanto abstrae de la existencia— con el objeto, no es medida de éste, ya que no es causa del mismo en calidad de objeto; luego dicha ciencia más bien es medida por el objeto considerada en su razón y esenc d a , y tiene verdad en virtud de la conformidad con él. Y resulta fácil dar razo> nes en apoyo de esta condusión, tanto en el orden artifidal como en el moral; así, la dencia o arte de la edificación prescribe que una casa se construya con unas proporciones, figura, etc., determinadas, porque la perfecdón de la casa —considerada en sí y como por su naturaleza— tiene tales exigencias, habida cuenta del fin a que se destina y de las propiedades que requiere, por ejemplo, que sea útil, sólida y bella. Y la dialéctica, en cuanto imita a las ciencias prácti­ cas, dictamina que el silogismo se elabore en un modo y una figura determina­ dos, porque la naturaleza del silogismo así lo impone. Por tanto, considerada en sí y con abstracción de la existencia, la cosa artificial no ha de construirse de una manera determinada porque la dencia o la técnica así lo exijan, sino que, al contrario, la cienda o la técnica prescriben unas normas y proponen una deter­ minada idea de un artefacto concreto, debido a que éste, por sí mismo, postula una determinada perfección en orden a su fin. Lo mismo puede observarse en el ámbito moral, pues el medio de la templanza, por ejemplo, no consiste en una cosa precisa porque asi lo dictaminen la filosofía moral o la prudenda, sino que, al contrario, la ciencia moral lo prescribe de esa manera porque dicho medio, en sí mismo, es de ese modo y exige una determinada proporción. Por eso he afirmado en I-II que la verdad práctica moral no se toma del apetito recto como de su medida, sino a la inversa: ella es medida del apetito recto. La razón general es que también la ciencia práctica, en cuanto d u n d a, se apoya en primeros principios evidentes, que sé toman principalmente de la definidón del objeto y de su primera propiedad; pero estas cosas, consideradas en sí veritatem h ab et quatenus illi com ntensuratu r. Quod in hu n c etiam m odum d e c la m i p otest: nam sd en tia u t sdentia, etiam si practica sii, abstrahit ab existentia o b ietti et vera est, etiamsi nihil officiât seu causet; si ergo sd en tia practica ad obiectum se­ cundum se et u t abstrahit ab existentia, eom paretur, sic n o n est m cnsura eius quia non est causa illius u t's ic ; ergo talis scien­ ti» m cnsuratur potius ab obiecto secundum suam rationcm et essentiam considerato e t per conform itatem ad illud habet suam ve­ ritatem . Q uod tam in artificialibus quam in m oraiibus facile suadcri p o test; nam scienr tia seu ars aedificandi, ideo dictât dotnum esse in hac proportione, figura, etc. exstruendsm quia perfectio dom us secundum se et quasi natura sua id postulat, conside­ rato fine ad quem ord in atur et proprietatibus cuas requirit, u t, verbi gratia, quod sit utilis, fortis, pulchra. E t dialectics, qua­ tenus practices scientias im itatur ideo dictât syllogismum esse in tali m odo e t figura construendum , quia natura syllogismi hoc

postulat. Ig itu r secundum se e t abstrahendo ab existentia, non ideo rea arte facta talis construenda est quia scientia vel ars hoc dic­ tât, sed potius ideo scientia vel ars hoc dictât talem quc ideam pro p o n it talis arti­ fici! quia ipsum ex se postulat talent perfectionem in ordine ad suum finem . Idem videre licet in m oraiibus, n am m edium tem perantiac, verbi gratta, non ideo in tali re consistit quia m oralis philosophia vel p ru ­ d e n za illud dictât, sed e contrario potius, ideo m oralis scientia illud dictât quia illud in se tale est talem que proportionem requi­ rit. E t ideo ditti in I - I I veritatem practicam m oralem non sunti ab appetito recto tam quam a mexisura, sed potius e contrario ipsam esse m ensuram appetitus recti. Ratio autem generalis est quia etiam scientia prac­ tica quatenus scientia est, n ititu r prim is principiis per se nous, quae praecipue sum u n tu r ex definitione o b ietti e t prim a prop rie ta te ; haec autem secundum se et abstra­ hendo ab existentia conveniunt obiecto ex intrinseca sua n atu ra sine causalitate talis

120

D isputaciones m etafísica:

mismas y abstrayendo de la existencia, convienen al objeto per su naturaleza in­ trínseca y prescindiendo de la causalidad de tal ciencia. Consiguientemente, la verdad de esta, ciencia, en cuanto la ciencia es conocimiento, está medida por el objeto considerado según el ser de su esencia. Ahora bien, porque ese mismo objeto, tomado en cuanto a su existencia, es efecto de dicha ciencia, bajo tal consideración es medido por ella, y en este sentido decimos que una casa ba sido construida rectamente cuando se ajusta a las reglas o a la idea del arte. 4. Se responde cumplidamente a una objeción.— Alguien puede oponer: del mismo modo que la ciencia abstractiva se compara con el objeto que abstrae de la existencia, así se compara la ciencia intuitiva coa el objeto existente; luego, de igual manera que aquélla es medida por el objeto considerado eD sí, también ésta es medida por el objeto existente; consiguientemente, el objeto no es medi­ do por la ciencia en ningún aspecto. Se responde concediendo el antecedente con su primera consecuencia y negando la segunda; porque la ciencia práctica no es causa de su objeto exis­ tente en cuanto conocimiento intuitivo del mismo —ya que ésta no es propia­ mente la ciencia de que tratamos, sino experiencia—, ni es práctica de manera propia y esencial, sino mero conocimiento, pues no produce su objeto, ames bien lo supone ya hecho. Por tanto, una misma ciencia propia, que considera a su objeto en sí mismo y con abstracción de la existencia, es causa de dicho objeto si se aplica a la operación mediante la voluntad, y en este sentido también es medida de la obra realizada y existente. 5. Mas la dificultad subsiste en lo concerniente a la ciencia de Dios, pues se sigue que la ciencia divina, en cuanto verdadera, es medida por su objeto. Se responde: la ciencia de Dios puede compararse, o con el mismo Dios, o con las criaturas. Con respecto a sí misma, no puede en realidad tener medida, ya que no se distingue de sí, es decir, de su objeto; en consecuencia, está por encima de toda medida y es verdadera por sí misma; más aún, es la misma verdad; y así ocurre según la razón, pues Dios tiene verdadera y adecuada ciencia de si mismo porque en la realidad es de igual manera que se conoce. Y ello no atenta contra la perfección o inmensidad de Dios, pues no equivale a ser propia y verdadera­ mente mensurable, sino más bien a ser tal por sí mismo y ser igual a sí mismo: scientiac, Igino: verità* huius sdentine ut sd en tia est cognitio, m ensuratur ex obiecto secundum esse essentiae consideratim i. Quia vero iilud idem obiectum quoad existentiam est effectus talis scientiae, secundum illum statum m en su ratu r p e r illam scientiam et hoc m odo d id m u s dom im i recte esse constroctam quia est secundum regulas seu ideam artis. 4. Obiectioni salisfit.— D ices: sicut sd en tia abstractiva com parano- ad obiectum abstrahens ab existentia, ita sd en tia intui­ tiva ad obiectum existens; ergo sicut ifla m en su ratu r ab obiecto secondim i se, ita haec ab obiecto escisi en te; ergo sub nulla ratione obiectum m en su raru r p e r scientiam . R esp o n d etu r concesso antecedente cuni prim a consequentia et negando seeundatn. quia scientia practica non est causa obiecti sui existentis u t est cognitio intuitiva eius ; nam haec nec est proprie scientia de qpa agi­ rmi« sed experientia, nec proprie ac p er se est practica sed m era cognitio, quia n o n est

activa obiecti sed supponi: factum . Jg itu r eadem scientia propria quae considerar obiectum secundum se et u t abstrahit ab existentis, per voluntatem applicata ad opus est causa eius, e t ita edam est m ensura ope ris fa tti et existentis. 5. Sed adliuc supeicst difficuhas de scientia D d ; nam seq u itu r sd entiam D ei, u t vcram , m ensurari ab o b ietto suo. R espondetur- scientiam D ei posse com parar; vel ad ipsum D eum , vel ad creatura3. R espectu sui non potest secundum rem fcabert m ensuram , quia non distinguittir a se seu a suo obiecto; est ergo suora om nem m en­ suram e t p er seipsam vera, im m o ipsa ve­ ri Las; secundum rationem autem ita est, nam ideo D eus vcram et adacquarm i de seipso scientiam h abet quia ita est in te sicut seipsum oognosdt. N eque hoc est can­ tra perfcciioncm aut im m ensitatem D ei, quia hoc non est esse m ensurabilem proprie aut vere, sed est potius per seipsum esse ta le a e t esse sibi ipsi acquale® ; sicut erse D eum

Disputación octava.— Sección F V

121

como tampoco repugna a la perfección divina el hecho de que Dios sea com­ prensible por sí mismo; por el contrario, implica una perfección mayor. Ahora bien, si la ciencia se compara con las cosas creadas, considerada como ciencia práctica y causa de las mismas en cuanto existentes, entonces es claro que no es medida por las cosas, antes bien las mide, y que la verdad que tiene no la recibe de ellas, sino que, inversamente, las cosas son verdaderas en cuanto están en conformidad con las ideas divinas, según diremos en seguida. Y si la ciencia divina se considera sólo como simple inteligencia, de Jas criaturas en su ser esencial o posible, o en cuanto visión intuitiva de la existencia, entonces pa­ rece que no hay inconveniente en conceder que también la verdad de esa ciencia consiste en una conformidad con dichos objetos, pues desde este preciso punto de vista no es causa de tales objetos, sino mera intuición y cuasi especulación; por lo cual, atendiendo a la misma consideración, la cosa no tiene una esencia determinada porque Dios la conozca asi, sino a la inversa, es conocida como tai porque tiene una esencia determinada y no podía ser conocida verdaderamente de otro modo. D e manera semejante, santos y ponderados teólogos afirman que una cosa no es futura porque Dios la intuya como tal, sino que Dios la intuye por ser futura. Así, Orígenes, lib. VII In Epist. ad Rom., sobre aquellas palabras del c. 8 : a los que llamó, también los justificó; San Jerónimo, Dial. III contra Pelag. y en los Comentarios a Isaías, c. 16; a Jeremías, c. 26, y a Esequiél, c. 2 ; San Juan Crisóstomo, Homilía L X sobre el Evangelio de San Mateo; Beda, Lib. verierum quaestionum, q. 13; San Agustín lo indica en La Ciudad de Dios, lib. V, c. 20; varios escolásticos, In I, dist. 38. 6 . Sin embargo, si queremos hablar con pureza y propiedad, no debemos decir que la ciencia divina, considerada en estos aspectos, sea medida por dichos objetos; porque Dios tiene ciencia de ellos en tal macera que no recibe de los mismos esa ciencia, sino que la posee por sí y de modo intrínseco, y en virtud de su perfección esencial tiene toda la rectitud e infalibilidad de ral ciencia. Ade­ más, porque dicha ciencia alcanza estos objetos secundarios de tal manera que no encierra ninguna relación o respecto real para con ellos, antes bien los alconipreheasibileaj a ueipso n o n repugnat perfection! eius, sed ad m aiorem pcrfectionem pertinet. Si vero scientja ilia com paretu r a d res creatas q u atenus est scientia praedea et causa illarum p rout existentes sunt, sic constat n o n m ensurari ab illis, sed esse p o d u s m ensuram earum c t non habere ab eis veritatem , sed p o dus illas esse veras quatenus conform es su n t divinis ideis, u t stadm dicem us. C onsiderando vero divinam scientiam , solum p ro u t est sim plex in telligentia creatu raru m secundum esse essendae sen possibile vel q uatenus est intuitiva visio existentiae, sic v id etu r sine ineonveniente posse concedi etiam illius scienuae verita­ tem consistere in conform itate ad ilia obiect a ; nam secundum han c praecisam consideradonem n o n est causa tab’um obiectorum , sed m era intuitio et quasi speculado, e t ideo secundum eam dem considerationem n o n ideo res e st talis essendae quia talis a D eo cognoscing, sed e converso, ideo talis cognoscitur quia talis essendae est, n cq u e

aliter poterat vere cognosce E t sim iliter d ic u n t sancti e t graves theologi n o n id eo rem esse futuram quia D eus illam futuram intu etu r, sed quia futura est ideo D eum illa n intueri. O rigen., lib. V II I n E pist. ad Rom ., circa ilia verba c. 8 : Q u a vocasit, h a et iu s tific a v it; H ier., D ialog. I l l cont. Pelag.. e t I n c. 16 Isaiae, 26 H ierein., 2 Ezcch. ; Chrys., H orn. L X in M a th .; Bed., lib. Va­ riorum quaestionum , q . 1 3 ; significat A u­ gust., lib. V D e Civit., c. 2 0 ; p lures Scfeolasdci, I n I , dist. 38. 6. U t tarnen p ro p rie c t caste loquam ur, dicere n o n debem us divinam scientiam sub h is consideradonibus m ensurari ab his obiectis, turn quia D eus ita h ab et scientiam h a ­ re m obiectorum u t ab eis illam non accipiai, sed ex se illam hab eat, e t ab intrinseco ct ex vi suae essenrialis perfectionis habeat om nem recdtudinem e t infallibilità! em eius. T u rn etiam quia illa scientia ita atd n g it ha oc secundaria o b ietta u t nullam veram relationem seu habitudinem realem habeat a d illa.

122

Disputaciones metafísicas

caaza a todos de modo más eminente por el hecho de comprenderse a si mismo. Así, pues, precisamente porque es posible señalar imperfecciones contrarias en el orden de lo mensurante y lo medido, no es legítimo afirmar que la ciencia de Dios sea medida por estos objetos, a pesar de que no es verdadera si no está en conformidad con ellos. SECCION Si

la

VI

VE2DAB S E DA EN LA D IV ISIÓ N D E IGUAL MODO QUE EN

LA

COMPOSICIÓN

1. Puesto que hemos dicho que la verdad lógica existe de manera especial en la composición y división, será interesante exponer si se encuentra igualmente en una y otra, o está en la composición en mayor grado que en la división. Pues parece que ocurre esto último, ya que en la composición, al afirmar una cosa de otra, el entendim iento conoce la conformidad que hay entre una y otra, por lo que en dicho conocimiento existe la verdad de manera objetiva, en el sentido antes expuesto; por el contrario, en la división el entendimiento conoce más bien que el concepto que niega de otra cosa no tiene unión o conformidad con ella; de aquí que mediante ese acto no conozca la verdad, sino una negación d e verdad; luego la verdad no se encuentra objetivamente en la división de igual modo que en la composición. E n sentido contrario, Aristóteles y Santo Tomás, a quienes siguen los demás Doctores, atribuyen la verdad a la división en igual medida que a la composi­ ción. Por otra parte, tan cierto es que una cosa no es lo que no es como que es lo que es; consiguientemente, el entendimiento, al conocer o componer aquella negación, posee la misma verdad que al componer esta afirmación. 2. D ebe decirse, por tanto, que la verdad se encuentra en la división de manera tan genuina y propia como en la composición. Porque la proposición oral negativa es tan absoluta y propiamente verdadera como la afirmativa; luego la división, que corresponde en la mente á esá proposición negativa, es tan ver­ dadera Como la composición. Por eso- (razonando teológicamente), tan de fe es que Dios no es corpóreo como que es eterno; pues ambos juicios son igualmente s ed ennnentiori modo iüa omnia attingi! Deus per hoc quod seipsum comprehendit. Quia ergo in catione mensurae et mensurati contrariae imperfectiones indicari possunt, ideo dici non potest scientia D ei mensurari ab bis obiectis, etiamsi vera non sit sine conformitele cum illis.

cognoscit intellectus conceptum illuni quem de alia re negai non habere coniunctionem scu conformitatem cum illa; ergo per illum attuai non cognoscit veritatem sed potius veritatis negalionem; ergo non ita est veritas obiettive in divisione sicut est in com­ positione. In contrarium autem est quia Aristot. et D . Thomas et cum eis caeteri Doctores acque trìbuunt veritatem divisioni SECTIO VI ac compositioni. Item quia tam est verum rem non esse quod non est quam esse An in divisione srr veritas aeque ac in quod est; ergo tam est verus intellectus COMPOSITIONE cognoscendo seu componendo illam negatio1. Quoniam diximus Verità tem cognitio- nem quam componendo hanc affirmationem. nis esse speciali modo in compositions et 2. Dicendum itaque est tam vere ac pro­ divisione, operae pretium erit exponere an prie reperiri veritatem in divisione sicut in sit aeque, in utraque vel magie sit in comcompositione. Nana propositio vocalis ne­ positionc quam in divisione. Videtur enim gativa tam simpliciter ac proprie vera est hoc ultimum, quia in compositione cum sicut affirmativa; ergo divisio quae in mente unum de alio affirmatur, intellectus cognorespondet tam vera est sicut compositio. scit conformitatem unius cum alio et ideo Unde (thcologice argomentando) tam est in ea cognitione obiettive est veritas modo de fide Deum non esse corporeum sicut supra exposito; at vero in divisione potius esse aetemum; utrumque ergo iudicium

Disputación octava.— Sección V il

123

ciertos y, por ende, igualmente verdaderos, aunque uno se profiera dividiendo y •otro componiendo. 3. Al argumento respondo que la verdad — según queda dicho— no se en­ cuentra objetivamente en la composición y división de tal modo que sea cono­ cida mediante ella de manera formal y propia, sino sólo implícitamente; porque, cuando se compara un concepto objetivo con otro, se conoce de alguna manera, “'en acto ejercido”, la conformidad entre la cosa y el concepto. Por consiguiente, así como en la composición se conoce dicha conformidad, así en la división se ■conoce la disconformidad o disconveniencia de aquellos conceptos objetivos, de los cuales uno se niega del otro; por ello se conoce “en acto ejercido” la discon­ formidad entre los conceptos formales de aquellos objetos, y también se conoce virtualmente la conformidad que cada uno de ellos tiene con su objeto. Pues cuando la meóte concibe que el hombre no es león, también conoce implícita­ mente que el concepto que tiene de hombre no conviene al león, sino que a cada uno corresponde un concepto propio. D e esta manera, la división implica asi­ mismo un conocimiento de la verdad o conformidad existente, no entre aque­ llos entremos, uno de los cuales se niega del otro, sino entre cada uno de ellos y su concepto, pues en esto se funda la negación de verdad. También puede decirse, en segundo lugar y de manera más sucinta, que así como hay verdad cuando se conoce la conformidad tal cual es, igualmente la hay cuando se conoce ía disconformidad tal como es; pero esto es lo que la división significa y conoce “en. acto ejercido” ; por consiguiente, la verdad se encuentra en la división de manera tan plenamente propia como en la composición.

SECCION

Sj ex ist e

VII

en las cosas alguna verdad que se a atributo d el ente

1. Esta cuestión es uno de los objetivos principales de la presente disputa­ ción, pues hemos tratado todo lo demás en cuanto que se ordena a explicar la verdad del ente. iieaue certuni est; ergo et aeque veruni Jicet unum dividendo, aliud componendo feratur. ?>. Ad argumentum autem respondetur veritatem (ut sopra dixi) non ita esse obiective in compositione et divisione ut formaJiter et proprie coanoscatur per illam, sed solurn implicite, quia dum unus conceptus obiectivus ad aiium comparatur, in actu esercì’3 quodaromodo cognascitur confer­ ir hr.s in’.er rem et conceptum. Sicut ergo in corariosiiione cognoscitur haec conformi tas, ita in divisione cognascitur difformitas seu discariv'srientia eorum obieaivorum concepiuurn quorum unus de altero negatur, et comequenter in actu esercito cognoscitur rtiffarmitos inter formales conccptus illorum obiectoruEi et virtute edam cognoscitur confoitnitas quam unusquisque eorum conceptuurn habet cum suo obiecto. Quando cnim meni concipit hominem non esse lconein. implicite edam cognoscit conceptum quem de liomine babet non convenire leoni, sed

u n ie u iq u e proprium conceptum correspondere. E l h o c modo etiam in divisione includitur cognìiio veritatìs seu conformitatis non quidem illorum extremorum inter se quorum unum de alio negatur, sed uniuscuiusque eorum cum suo conceptu; nam in hoc ve­ rità? iilius negationis fundatur. Vel secundo ac brevius dici poiest: sicut cognoscere conf e r m i la ie m prout est veruni est, ita etiam c o g n o s c e re difformitatem prout est veruna esse; et hoc ipsum. per divisionem significari et in actu esercito cognosci, et ideo veritatem proprissime esse in divisione sicut in c o m jin s itio n e .

SECTIO VII U tìmim vimrtA.s alioua sit in 5IT PASSIO ENTIS

rebus quae

I. Hate quaestio est praedpue intenta in hac cisputatione, nam ad explicandam ve­ ritatem enris reiiqua praemisiraus, Videtur

124

D is p u ta c io n e s m e ta fís ic a s

Parece imposible que alguna verdad sea pasión del ente real. Primero, por­ que Aristóteles dice en el lib. VII de la Metafísica, al fina!, que la verdad y la falsedad no se dan en las cosas, sino en la mente, en lo cual estriba —según él— la diferencia que hay entre el bien y el mal, por una parte, y la verdad y la fal­ sedad, por otra; porque aquéllos se encuentran en las cosas, pero éstas no, sino sólo en la mente. En segundo lugar, porque la verdad no añade nada al ente o se limita a añadirle una mera denominación extrínseca; luego en manera alguna puede ser propiedad del ente. Se prueba la consecuencia: si nada añade, no es otra cosa que el ente mismo y, consiguientemente, no es propiedad del ente en mayor grado que el ente es propiedad de sí mismo. Y si le añade solamente una deno­ minación extrínseca, ésta no puede bastar para la razón de propiedad del ente; porque, de lo contrario, podrían multiplicarse infinitamente tales propiedades, ya que puede haber infinitas denominaciones de esta clase; y, además, porque esa denominación es común a los no-estes o entes de razón; pues así como el oro se dice oro verdadero, de igual modo la relación de razón puede llamarse verdadero ente de razón, y en este sentido —según acabamos de decir—• la negación posee verdad, igual que la afirmación ; por tanto, la verdad, considerada bajo esta deno­ minación, no puede ser la propiedad del ente a que ahora nos referimos. Finalmen­ te, porque de no ser así también podría decirse que la falsedad es una propiedad del ente real, pues la misma posibilidad hay de que el ente sea conocido de ma­ nera verdadera que de manera falsa; en consecuencia, si en virtud de lo primero se denomina verdadero, también puede llamarse falso por razón de lo segundo. 2. Se explica y demuestra el primer antecedente de este argumento. Cuando se dice que un ente cualquiera —el oro, por ejemplo— es verdadero oro, tal denominación puede ser o entenderse de dos maneras: una, como totalmente absoluta e intrínseca; en ese caso nada puede añadir a tal ente, limitándose a explicitar más su entidad y realidad; porque ser verdadero oro en este sentido equivale a no serlo únicamente de modo aparente o ficticio, sino poseyendo la auténtica y real naturaleza y esencia de oro. Pero esto no es más que ser oro; luego, én ¡o que respecta a esta denominación, ser verdadero oro no añade nada ergo fieri non posse ut veritas aliqua sit Passio entis realis, primo quidem ex Aristo­ tele, VII Metaph., in fine, dicente verum et falsum non esse in rebus sed in mente, et in hoc constituente differentiam quod bonum et malum sunt in rebus, non autem verum et faisurn, sed in mente tantum, sg­ elando, quia verum supra ens aut nihil addit, aut solatìi dèneminationem extrinsecam ; ergo nullo modo potest esse proprietas en­ tis. Probatur consequcntia, quia si nihil addit, nihil aliud est quam ipsumroet ens et consequenter non magis est proprietas eius quam ipsum ens sit proprietas sui. Si autem addit solam denominationem extrinsecam illa non potest suificerc ad rationem proprietatis entis; tum quia alias infinitae proprietates huiusmodi possent multiplicari, quia infinitae possimi esse huiusmodi denominationes; tum edam quia haec deno­ minate communis est non entibus seu entibus rationis; sicut enim aurum dicitur ve­ rum aurum, ita relatio rationis potest dici

verum ens rationis et (sicut nuper dicebamus) ita negatio habet veritatem sicut affirmatio; non ergo potest veritas rattorte huius denominaticnis esse proprietas entis realis de qua agimus. Tum denique quia alias edam falsitas posset dici -proprietas entis realis; nani, sicut potest ens vere cognosci, ita edam false; ergo sicut inde denominatur veruni, hinc potest denominali falsum. 2. Frimum vero antecedens huius ratio­ nis dedaratur et probatur; nam cttm ens aliquod, verbi grada, aurum dicitur veruni aurum, dupìiciter potcst esse aut inteliigi taiis denominano. Primo, ut sit ornnino ab­ soluta et intrinseca et hoc modo nihil potest adderò tali enti, sed solum magis explicare entitatem et reaiitatem eius, quia hoc n.odo esse verum aurum niliil aliud est quam non esse tantum apparens vel ficttim sed haben* propri r.m et realem naturam et essentiam auri. Koc autem nihil aliud est quam esse aurum; ergo esse verum aurum quoad harte denominationem nihil addit supra esse au-

Disputación octava,— Sección VII

125

al hecho de ser oro. Y — dando un alcance general a esta razón— ser verdadero ente real no expresa ningún otro concepto que el de ser ente real, es decir, no ficticio ni quimérico. Por eso afirmábamos anteriormente que “cosa” no añade nada al ente real, pues no significa más que tener una esencia confirmada, lo cual es tanto como poseer una esencia real, y esto equivale a decir verdadera esencia. Tomando en este sentido la denominación de verdadero, parece que San Agustín dijo, en el lib. II de los Soliloquios, c. 5: es verdadero aquello que es, no aquello que parece ser o aquello que es tal como parece; porque aunque una cosa no parezca ni tenga conformidad con algún conocimiento, a pesor de eso es verdadera, con lo que da a entender que la verdad uo es una denominación extrínseca. En el mismo sentido es adecuada la definición de Avicena: la ver­ dad da cada cosa es una propiedad dsl ser propio que le ha sido conferido. Pues ai decir que es propiedad no toma esa palabra en cuanto suele sig­ nificar una pasión o facultad, sino que significa el ser propio, o sea, no extraño ni ajeno, el cual nada añade al ser mismo, sino que puede explicarse a manera de una relación de identidad, ya que asi cabe llamar a la relación de propiedad; pues, bajo este aspecto, cada cosa tiene aquel ser de tal modo que es suyo, o sea, le pertenece de manera estable; y en esto consiste el poseer la verdad de tal ente. 3. Pero es posible tomar dicha denominación en un sentido distinto: no como absoluta e intrínseca, sino como procedente de otra parte, y de esta manera no puede ser más que una extrínseca denominación de la cosa, a saber: que se enuncia o puede enunciarse verdaderamente de manera determinada. Parece que Santo Tomás pensaba asi al decir, en I, q. 16, a. 1: se llama verdadero aquello a lo que tiende el entendimiento y que se encuentra en el entendimiento en cuanto se adecúa a la cosa entendida y se deriva del intelecto a la cosa entendida, la cud se llama verdadera en la medida en que tiene algún orden al entendi­ miento. Abora bien, es manifiesto que de la conformidad entre el entendimiento y la cosa únicamente resulta, por parte de la cosa conocida, una denominación extrínseca. Por eso, en el a. 6 , afirma expresamente Santo -Tom ás: todas las coses creadas se denonñnan verdaderas en virtud de una sola y la misma verdad, a saber, por la verdad del entendimiento divino, de la cual,- sin embargo, sólo rum. Ei eadem racione in Universum esse ve­ rum ens reale nullum alium conceptum dicit quam esse ens reale, id est, non fictum ncque chymasricum. Qua ratione supra dicebamus rem nihil addere supra ens reale, quia nihil dicu ni i habere ratam essentiam, quod nihil aliud est quam habere realem essentiam et idem est di~ere veram essentiam. Et su men do hör sensu denominationem veri, dixisse yidetur Augustinus, lib. II SoUoquiorum, c. 5, verum esse id quod est, non auicrn id ¿¡nod videiur, aut quod tale cm quale vidistur; quia, ciiamsi res non videatur ncque conformitatem kabeat cum aliqua cogrdlioncy nihilominus vera est; in quo signifiesr verharern non e^se denominationeni extr nsecam. Er in eodem sensu quadrat definitio Avicennae dicentis: Ve­ ritas imiiiseuncAifue rei est proprietas sui esse quod stabiUtum est ei. Cum enim ait esse prcprictatem. non sumit iilam vocem ut signilicare solet passionem seu facultatem aliquam, sed significat esse proprium, id est, non extraneu,n nec alienum, quod nihil addit supra ipsum esse sed explicari potest

ad modum relarionis identitatis; sic enim dici potest relatio proprietatis ; nam hoc mòdo sic unaquaeque res habet illud esse quod suum est seu quod stabilitum est ei, et hoc ipsum est habere veritatem talis entis. 3. Alio vero modo potest illa denominatio sunti non ut absoluta et intrinseca, sed ut aliunde proveniens, et hoc modo esse non potest nisi extrinseca rei denominano, scilicet, quod vere talis enuntietur seu enuntiabilis sit. Quod sensisse videtur D. Tho­ mas, I, q. 16, a. 1, dicens verum nomi­ nare id in quod tendit intettectus, esseque in intellectu secundum quod conjormatitr rei intellectae, et ab intellectu derivavi ad rem intellectam, quae vera didtur secundum quod habet aliquem ordinem ad intellecturn. Constat autem ex conformiate intellectus ad rem solum resultare in re co­ gnita denominationem extrinsecam. Unde a. 6 expresse dicit D. Thom, omnes res crealas denominari veras una et eadem ventale, scilicet, ventate intellectus divini a qua tamen non possunt nisi extrinsece denomi­ nari. Et in solutione ad 2 hoc confirmât ex

126

Disputaciones metafisica?

pueden recibir una denominación extrínseca. Y lo confirma en la solución si segundo argumente, apoyándose en San Anselmo, D e Vertíate, c. 11: la verdad se comporta con respecto a las cosas verdaderas ds igual modo que el tiempo con respecto a las temporales; Santo Tomás entiende esto de un solo tiempo común, y es evidente que las cosas temporales reciben de dicho tiempo solamente una denominación extrínseca. Por último, resulta evidente por la razón: la cosa es verdadera porque se adecúa al entendimiento o porque el entendimiento se adecúa a ella. N o puede afirmarse lo primero, ya que, más bien, el intelecto es verdadero por el hecho de que la cosa es o no es; de lo contrario, caeríamos en el error cometido por aque­ llos filósofos según los cuales únicamente es verdadero lo que se entiende. Mas si se sostiene lo segundo, se sigue abiertamente que aquella denominación es sólo extrínseca, pues el hecho de que el entendimiento se adecúe a la cosa no pone en ésta nada, excepto el ser conocida verdaderamente. Ahora bien, no es posible excogitar otro caso, aparte de los dos indicados, porque, según el consenti­ miento común de todos, toda verdad se toma de la conformidad entre el enten­ dimiento y la cosa. Confirmación; la falsedad en las cosas no puede ser más que una denominación extrínseca; luego tampoco la verdad, ya que los opuestos tie­ nen una razón idéntica o proporcional Cabe afirmar en contrarío que, como dice Aristóteles en d lib. II de la M e­ tafísica, c. 1 , cada cosa es verdadera de igual modo que es, con lo que da a en­ tender que la verdad acompaña al ente de tal manera que, según el grado y la naturaleza de la entidad, se .da en cada cosa su grado de verdad; ello indica que la verdad acompaña al ente como pasión del mismo. Existencia de la verdad trascendental 4. En éste punto es evidente que la denominación de verdadero suele atri­ buirse a las cosas, pues en este sentido sedemos decir que es verdadero oro, para distinguirlo del aparente, y verdadero hombre, para discernirlo de un hom­ bre pintado, y verdadero Dios, para separarlo dé los dioses falsos; y de esta manera se expresan no sólo la literatura sagrada y profana, sino también todos los hombres. D e donde resulta ciertamente que una misma apelación de verdad Anselm., lib. De Verit-, c. 11, dicente, sicut tempus se hdbet ad temporalia, ita veritas ad res veras; quod D . Thomas intelligit de uno tempore communi, a quo constat so­ lum extrinsece res temporales denominati. Ratione denique patet, quia aut est vera quia conformati«- intellectui, aut quia intellectus conformatiti ad ipsam. Primum dici non potest, quia potius ex eo quod res est vel non est, intellectus est verus; alias incideremus in errorem philosophorum dicenlium nihil esse veruni nisi quod intelligitur. Si autem secundum dicatur, aperte sequitur illam tantum esse denominationem extrinsecam, quia intellectum conformali ad rem nihil ponit in re nisi tantum vere cognosci. Praeter ilia autem duo nihil aliud exeogitari potest, quia ex communi omnium consensu omnis veritas sumitur ex qonformitate intellectus et tei. Et cocfirmatur, quia falsitas in rebus esse non potest nisi denominano ex-

trinseca; ergo nec veritas; nam oppositorum eadem est seu proportionalis ratio. In contrarium autem est, quia teste Aristotele, lib. II Metaph., c. 1, ut unumquodque est, ita et veruni est; quibus verbis significai ven­ tateci ita comitati ens ut iuxta gradum et rationem entitatis sit in unoquoque gradus veritatis; signum ergo est veritatem comitari ens ut passionem eius. Transcendentalis veritas an sit 4. In hae re constar veri denominatio­ nem solere rebus attribuì; sic enim dicere solemus esse verum auruin ut illud ab appa­ renti distinguamus, et verum hominem ut distinguamus a picto, et verum Deum ut a falsis illum separemus, et hoc modo loquuntur non sabina sacrae et profanae litterae, sed edam universi hofiiines. lin de piane fit eaBidèin veri appeliationem posse cuihbet enti reali attribuì, vel ut ab ente fìnte

Disputación octava.— Sección V II

127

puede atribuirse a cualquier ente real, ya para distinguirlo del ente ficticio e imaginario, ya para juzgar que posee, en su especie y orden, la esencia propia de tal cosa, pues en lo que a estos dos aspectos concierne se da la misma razón de esta denominación para todos los entes. D e aquí se desprende también con claridad que la verdad, en algún aspecto, es atributo del ente y se convierte con él. Mas, para explicar de qué clase sea esta denominación, conviene, ante todo, exponer en qué consiste la verdad que se atribuye al erte, para que, a base de ello, se vea de modo manifiesto cómo puede ser propiedad del ente y convertirse con éL Ahora bien, cabe excogitar diferentes explicaciones de la verdad. Refutación de la primera opinión sobre la esencia ¿le la verdad 5. Primera: la verdad trascendental significa cierta propiedad real y abso­ luta que se distingue del ente con distinción de razón razonada. Así piensan al­ gunos tomistas modernos, en I, q. 16, y creen que tal es la opinión de Santo Tomás en De Veril., q. 1, a. 8 ; de Capréolo, In I, dist. 19, q. 3, concl. 3 ; de Soncinas, VI Metapk., q. 17, y de Iavello, Tractatus de Transcendentdibus, c. 5. Demostración: la verdad es una perfección real; luego expresa una razón real, no relativa; consiguientemente, será absoluta; y no se trata de un nombre sinónimo, cuyo significado sea idéntico al de entidad; luego significa una per­ fección. distinta de la entidad, al menos con distinción de razón. Es evidente el primer antecedente, no sólo porque el que una cosa sea verdadera no es algo ficticio (antes bien, parece que el nombre “verdad” excluye la posibilidad de que así sea), sino también porque todas las cosas son verdaderas de suyo, y no por una consideración intelectual; además, porque la verdad es, en el caso de Dios, una elevada perfección, y dicha verdad mide a la verdad creada; finalmente, porque siendo la verdad una propiedad del ente, no puede menos de ser una per­ fección real. Que dicha perfección no es relativa se demostrará más fácilmente des­ pués. Por último, que la verdad y la entidad no se identifican como sinónimos re­ sulta claro por el común modo de pensar y por las diversas definiciones con que ex­ plicamos sus respectivos conceptos objetivos; es, por tanto, necesario que se distingan al menos con distinción de razón razonada. Más aún: siguiendo la et imaginario séparétur, vel ut in sua specie et ratione propriam talis rei essentiam habere iudicetur; nam quoad haec duo eadem est huius appellationis ratio in omnibus entibus. Atque hinc rursus manifestum etiam est verum sub aiiqua ratione esse attributum emis et cum ilio converti. Ut autem declaretur qualis sit haec denominatio, oportet ante omnia exponere quid sit haec veritas quae enti attribuitur ut inde constet quomodo possit esse proprietas eius, et cum ilio converti. Possunt ergo varii modi explicandi ventate™ exeogitari.

Transcendentalib., c. 5. Probatur, quia veritas est reaiis perfectio; ergo didt rationem realem, non relativam; ergo absolutam; et non est nomen synonymum ídem significans quod entitas; ergo dicit perfectionem saltem ratione distinctam ab emítate. Primum antecedens patet, tum quia rem esse veram non est aliquid fictum, immo hoc ipsum videtur exdudi nomine veritatis; tum etiam quia res omnes ex se sunt verae et non ex intellectus consideratione; tum praeterea quia veritas in Deo est magna per­ fectio et illa est mensura veritatis creatae; tum denique quia cum veritas sit proprietas Prima sementia circa quid sit improbatur entis non potest pon esse perfectio reaiis. 5. Primus est veritatem transcendenta- Quod vero illa relativa non sit, facile inferius probabitur. Quod denique veritas et lem significare quamdam proprietatem reaemitas non sint Ídem tamquam synonvma, lem sbsolutam et ratione raliocinata diconstar ex communi modo condpiendi Om­ stinctam ab ente. Ita sentiunt quidam thoni um et ex diversis definitionibus qüibus mistae moderni, I, q. 16, et putant esse earum couceptus obiectivi a nobis explicanSententiam D. Thomae, q. 1 De Verit., a. 8; tur; necessc est ergo saltem ratione ratioCapreoli, In I, dist. 19, q. 3, concl. 3; cinata distinguí Immo, secundum semenSoncin., VI Metaph., q. 17; Iavel., traci, de

128

Disputaciones metafísicas

opinión de Escoto (de la que nos hemos ocupado arriba, al tratar de estas pasio­ nes en general) habría que decir que se distinguen formalmente ex natura rei. 6 . Pero en la presente opinión, y en todas las siguientes, debe observarse esta distinción: una cosa es hablar de todo aqueiio que la verdad entitativa in­ cluye y otra hablar de aquello que la verdad añade a la entidad, o (lo que es igual) de lo que la verdad añade al ente. En el primer sentido, admitimos que la verdad de los entes reales expresa una perfección real, según demuestran los argumentos aducidos y otros que he­ mos empleado anteriormente para probar que la unidad no significa sólo una negación, sino la entidad bajo el aspecto de negación; de igual manera, ahora debemos afirmar que la verdad no designa una mera razón extrínseca o elabo­ rada por el entendimiento, sino la entidad significada bajo algún otro aspecto, es decir, añadiéndole algo, que es lo que ahora investigamos. Así entendida, pues, resulta verdadera la opinión citada y, en efecto, Santo Tomás, Capréolo y los tomistas más antiguos no pretenden otra cosa, si bien los modernos dicen algo más, según parece. 7. En el segundo sentido, cabe entender que la verdad añade al ente, ade­ más de la razón de esencia o entidad, una propiedad absoluta y real. Y, desde este punto de vista, considero que la opinión es falsa. En primer lugar, ello puede probarse de manera suficiente, si se entiende referido a una perfección distinta ex natura rei, mediante los argumentos que antes hemos utilizado contra Escoto — a propósito de las pasiones del ente en general— y también por lo ya dicho sobre las distinciones ex natura rei. Todos reconocen, efectivamente, que en este caso no puede darse una distinción real entre cosa y cosa, ya que no existe fun­ damento alguno para excogitar tal distinción; tampoco es posible que se trate de una distinción modal, porque no puede pensarse en ningún indicio de distin­ ción entre tal modo y el ente, ya que son absolutamente inseparables, hasta el punto de que apenas hay posibilidad de separarlos • ni siquiera por precisión intelectual, como expondré inmediatamente. Además, porque nadie entiende que una cosa se diga verdadera en virtud de un modo que se le añada, sino en virtud de su entidad; y si tiene entidad, aun cuando de ella se separe cualquier otro modo, se comprenderá que sigue siendo una cosa verdadera, ya se la considere tiam Scoti supra tractaram cum de his passionibus in communi ageremus, dicendum esset distingui formaliter ex na ura rei. 6. Sed in hac sententia et in omnibus sequentibus observandum est aliud esse loqui d; toro ilio quod in-ludit veritas in essendo, aliud vero de eo quod addit veritas supra entitatem seu (quod idem est) verum supra ens. Priori modo admi’timus venta­ teti) entiurn realium dicere ptrfectionem rea­ lem ut argumenta facta probant, et alia quibus supra ostcndirnus unratem non dic-re solam negationem, sed entitatem sub nega­ trone; sic enim nunc assererdum est ven­ tarci!) non dicere solam rationem extrinsecam vel intellectu fabricatam, sed esse enti­ tatem sub aliqua alia radons significatane, vel addendo aliquid, quod nunc inquirimus. In hoc ergo sensu vera est dieta sententia et revera D. Thomas, Capreol. et antiquiorcs thomistae nihil aliud intendunt, moder­ ni vero plus significare videntur. 7. Alio ergo modo intelligi potest veri-

tatem addere enti suora rationem essentiae vel entitatis proprietatem absolutam et realem. Et hoc sensu existimo falsam esse pracdictam sententiam. Et primutn, si intelligatur de perfezione ex natura rei distincta, sufficienter probari potest, tum argumentis sopra facris contra Scotum de passionibus entis in genere, tum ex supra dictis de distinctionibus ex natura rei. Nana hic non pot­ est intervenire realis distinctio rei a re ut omnes fatcntur, quia nullum est fundamentum ad fingendam talem distinctionem ; neque etiam potest esse distinctio modalis, tum quia nullum indicium distinctionis inter talern rnodurn et ens exeogitari potest; sunt enim omnino inseparabilia ita ut vix possint etiam intellectu praescindi, ut statim dicam. Tum etiam quia nulla res intelligitur esse vera per modum supcradditum, sed per suam entitatem, quam sì habeat, etiamsi omnem alluni modum separes, inteliiges manere veram rem vel in ratione entis vel in ratione talis entis, quale aptum est tali entitate

Disputación octava.— Sección V il

129

como ente en general, ya como un ente particular, tal cual es apto para consti­ tuirse en una determinada entidad. Si esta razón se aplica con la debida pro­ porción, demuestra también que la verdad no puede añadir a la entidad ninguna perfección que se co:distinga de dicha entidad con distinción de razó: razonada. Pues si se condistinguen de manera que ninguno de los extremos se halle incluido en el concepto preciso del otro (ya que en este sentido hablamos), y la verdad se separe del ente con distinción de razón, también argumento sobre ambos extremos. El ente así prescindido es inteligible en cuanto de él depende, no sólo porque es concebido por el entendimiento mediante un concepto directo y propio, sino también porque cada cosa tiene inteligibilidad en la misma medida en que tiene entidad, según afirmó Santo Tomás en otro lugar, I, q. 16, a. 3 ; luego el ente incluye, en aquel concepto preciso, toda la perfección real que se exige para el concepto de verdad; efectivamente, el ente, por el hecho de ser inteligible, es verdadero, porque en este sentido se dice que es verdadero objeto del entendi­ miento y porque puede darse conformidad entre todo ente inteligible y el en­ tendimiento. Pero también hay posibilidad de argumentar a partir del otro ex­ tremo: se entiende que la verdad así prescindida incluye la entidad real (en cuyo caso no está prescindida de la manera indicada) o no la incluye, y entonces no expresa una perfección real. Todo esto lo dió a entender Santo Tomás en el pasaje citado de I, q. 16, a. 3 ad 3, al decir: si bien es po sib le aprehender el en te sin aprehender la razón de verdadero (esto es, sin incluir de manera expresa y formal dicha razón), n o p u e d e suceder lo contrario, es decir, qu e se aprehenda la verdad sin aprehender la razón d e e n te ; porqu e el en te está in clu ido en e l concepto d e verdad, y tam poco p u e d e aprehenderse é l ente sin q u e a dicha apre­ hensión siga el concepto d e verd a d , o sea, sin que el mismo ente, en cuanto con­

cebido precisivamente, sea verdadero y susceptible de ser captado bajo la razón de verdadero, aun cuando no se le añada ninguna perfección...absoluta. Y pone un ejemplo: algo sem ejante ocurre si com param os lo inteligible con el e n te ; en efecto, no p u e d e en ten derse é l en te sin qu e e l e n te sea in te lig ib le ; p e ro es p o sib le enten der c i en te d e tal m o d o qu e no se en tienda su in teligibili-

nastitu i.aA tqpuro ebhataeectiaram tionoentrapospsro pvoertio -- lig meitu nturm ;cnluadm auetntita verita ssreicalepm raeecistasicinnteol-n ncteoem papdlic ta e rita in e re te m dra eretionseupraratioecnintita tecm pisetin rfeccta tiom neam praclu esdcit,indeitu rsicdic tondm oedtop,erfe velctioilla m noan­ aeliq u a m a ta o n d b in t n o ic n e m re tei); enxatre m ,usm i ita craoencdisisotincgounucenptuturaul-t dleicm .I,Etqh.o1c6,toa.tu3m sdig3n,ific aevnitsD.Thomas, nteenriu utita trin m in p t. , a d ic sra intio clundeatu rrita (sic ebnim loqeutim ur), seenptoar- idest, includendoiUamexpresseac re tu r v e s a e n te a rg u m dinetellig utroibqile ueqeuxatre m o.eEstnsexsicse,ptira raecisquum ei­st formaliter, n tu m ia d re cto ettu pro prio cm oncqeupia tu,aqbuainntetulle ctuuncuom n-cqip itu r, m e tia m ullig odqibuilita ehtc ab,etutdealia essse,dta nittuD m.hT ahboetmdaes,inI,- est, quinipsumens, quantumvis praeciside te ix qtu. 16in,calu .d3it;erg oneenm sinpilio ptio raenceism ocorenacleepm ­ caopnpcreehpetunm , vpeoru m seittiam etsisunbulla ratiopneerfevcetio ti o m e rfe c d i s s it, qipusaoeqreuoqduiritu reasdt in rate tiollig neib milev,eri,veru quniai ehsot;c acbensoslu taeiaddatur. Etaddit exemplumdi­ e n s : ninatem hcotu css,eentsuqudiaicitu rvreoruram esesnesoin bie cllig tum lle in te n e te i­. bEile e t in te lle c tu m p o te s t e s s e c o n fo rm ita s xalioveroextremoetiamsumitur arguquatnvis ens possit apprehendi non apprehensa ratione veri, tamen e contrario non posse ap­ prehendi verum quin apprehendaiur ratio entis: quia ens cadit tn ratione veri: neque etiam posse apprehendi ens nisi ad eam apprehensionem ratio veri consequatur,

Et est simile si comparemus intelligi­ bile ad ens; non enim potest inlelligi ens quin ens sit intelligibile, sed tamen potest intelligi ens, ita quod non inteltìgatur eius intelligibilitas; et similiter, ens intellectum

130

Disputaciones metafísicas

d a d ; d e manera parecida, el en te entendido es verdadero, m as no se en tiende la verd a d por el hecho d e en ten der al ente. 8 . En segundo lugar, razono preguntando cuál sea. esa perfección absoluta .que la verdad añade al ente, porque no puede entenderse que sea tan absoluta que no incluya siquiera una relación trascendental o predicativa (como suele llamarse), según reconocen también ios autores citados apoyándose en el común modo de entender, pues todos conciben la verdad mediante una conformidad entre la cosa y el entendimiento, o en orden a ella, y no resulta fácil excogitar ó explicar esa razón real totalmente absoluta y distinta del concepto de ente, en la que consista la verdad. Si se afirma dicha razón absoluta con una relación trascendental, o se la explica por modo de relación, ésta no puede ser sino en orden a algún entendimiento; pero la verdad, en cuanto manifestada por semejante relación, no puede ser otra cosa sino la entidad con la misma relación; y no es posible que añada a la entidad una razón real absoluta, ni siquiera distinta con distinción de razón; luego. La mayor se demuestra por la antedicha definición de verdad, que v;ene a explicar la primera concepción, por así decirlo, de la ver­ dad. Esta significa, en efecto, cierta adecuación y conformidad; mas no toda con­ formidad tiene razón de verdad, ya que la igualdad y la semejanza entre dos cosas también consisten en cierta conformidad, y a pesar de eso no se les da el nombre de verdad; cons’guienteirente, la verdad expresa una razón especial de confor­ midad, que no puede ser otra sino la que se considera o explica en orden al en­ tendimiento. De aquí se prueba la menor, porque cabe entender de dos maneras esta conformidad en orden al entendimiento: actual y aptitudinal. La actual únicamente puede consistir en que la cosa sea tal cual es entendida en acto; la aptitudinal, en que la cosa sea tal que pueda entenderse en virtud de un verda­ dero y prop:o concepto de dicha cosa. Mas de ninguna de estas maneras se añade a la entidad de la cosa ninguna perfección real absoluta, porque el hecho de ser entendida en acto nada añade a la entidad entendida en cuanto tal; en consecuen­ cia, el* hecho de que una cosa sea ral cual es entendida tampoco puede añadirle una razón real absoluta. Además, el ente, sólo por ser ente o tal ente, tiene aptitud para adecuarse a un concepto verdadero, siempre que en otro exista capacidad

est verum, non temen imeWgendo cns intelligitur verum . 8. Praeterea argiimentor secundo inquirer.do quaenam sit haw pcrfectio absoluta quam verum addii supra cns ; non enim poresj intellipi ila absoluta ui n'x resp-crum transcendcn alem aut serunrium divi (ur vocani) indudat. ut etiam pracdicti au'tores fairntur ex communi o u n ;um ron-epm ; nam omnes concipiunt veri’amm per con?ormitatem inter r.*m ci irre’le.*rum ve! in or­ dine ad i’Um: nec fa'de fngi peilet aut explicari ralis raro reali s omnino ab-cima et distin-la a rat ion- en*!*. in qua Ver tas consistât. Si urc m d: *a l.T h:iec ratio absolu: a cum rejp _• *u rrans*a.•ndcn'nli vd us .¡lie ctse expira ta p:r mod iiTii rc-î non potest nH ;n ord ;ne ad al:iLHiem imdlec•turn ; -cd '»era*- iM t:\p ,:cata p »î ta lem re:;p-r rum non no •CS1 ex«e nPud quam end*.is :pta •T?1 Code•n p*«p■mi * neque supra ermi adder* pitest nri'an*"-» realem ab:oluram enam ration;: distin-■am ■ Maior prob a*ur ex dicta vcrim.t.s

ergo.

definiîione, quae déclarai veluti primam con.'ep ionem ci us. Nam veritas adaequationem quamdam ci conformitatem significat; sed non omnis ronformitas rationem veritaïis h.ihet. acqualuas enim inter duas res et simili* udn est conformi*as quaedam et non divitur veritas; ergo veritas dieil specialem rationem conformitatis, quae nor potest esse 3Î:n nuu cu*i.* in ordine ad in*ellecrum sumitur **eu expli-wur. Unde probatur minor quia hnec ronformitas ad in*eUectum duplex intdbgi notest, scilicet, acrualis et aptitudinalis. À ’MsüIif in hoc tantum consistera prrest. ouod r*s *ali« sît qualis acru intelli«uur; apt:tnd;nalis vero in hoc quod res si* mli*- pi v .t î ï ne proprio concepru taüs r:i iri cM:*!*. Sed neirro ex his mod:.‘: *»dd ti r M’ora entitatem rci alloua realis n *rferc"o absolu a. quia actu intelligi nthil ../» *iî eiid’p*: inteUertae ut sic; ergo neque r?m es~e ral.vn quaVs in:t*!îigirur. potest iîli rdd'.re -*'. i-'-rrn reeîsm absolurent. Rursus, ho- ipi o quod en s est ens vd taie cns, si in «!:o dt vis ad intdügendum. apsum est

Disputación octave.— Sección VII

131

para entender; luego, sobre ser superfluo, resulta imposible que esta conformidad actual o aptitudinal añada al ente alguna perfección absoluta, aunque se distinga del ente con distinción de razón. De manera análoga, es imposible que, en el caso de la blancura, la aptitud para asimilarse a otra cosa exprese una perfección absoluta añadida al concepto de blancura, y mucho más imposible que la seme­ janza actual añada a la blancura misma una razón absoluta intrínseca. Examen cío la segunda opinión y de sus diferentes interpretaciones 9. Por estas razones, cabe proponer una segunda opinión,' según la cual la verdad añade al ente una relación de conformidad con el entendimiento; asi parece seguirse del argumento que acabamos de aducir contra la opinión anterior. Pero son posibles diversas interpretaciones de esta segunda opinión: una, refi­ riéndola a la relación de conformidad actual, pues la verdad significa, según pa­ rece, una conformidad actual; otra, entendiéndola de la conformidad aptitudinal; en este sentdo afirman algunos que la verdad trascendental no es más que la inteligibilidad del ente, la cual nc sólo expresa una denominación extrínseca tomada de la facultad que la cosa intelectual tiene para entender todo ente, sino que, incluso por parte de la cosa misma inteligible, expresa cierta aptitud para po­ der ser entendida, actitud que añade una relación al entendimiento, al que puede adecuarse en cuanto a ella respecta. Además, algunos entienden que dicha relación debe tomarse únicamente en orden al entendimiento divino, ya que todas las cosas dependen esencialmente de él y no de los otros entendimientos; más aún, se comparan con éstos de ma­ nera accidental. Otros estiman que debe tomarse en orden a cualquier entendi­ miento, puesto que la cosa es, de suyo, inteligible por cualquiera, y por lo mismo es, de suyo, apta para conformarse a todos; de ahi que la indicada relación pueda decirse ordenada a todos, de manera análoga a como el color, en cuanto visible, dice relación a toda visión, aunque no dependa de ella. Por otra parte, hay quienes opinan que esta relación es real, porque la verdad es algo real y existente en las cosas. Otros pretenden que es una relación de raadaeauari vero conceptui ; ergo non solum super6uum. sed etiam irrpossibile est quod haec actualis ve! aptitudinalis confnrmitas addai enri aliquam perfecrionem absoluram, euam ruticne distinctarn. Sicm impossibile est quod in albedine esse apK am assimilar! alteri dhat perfecrionem absolutam addi rana rationi albedinis. et multo magis impossibile esr H'nd arm a !is similirudo addai rationem absolutam intrinsecam ipsi albedini.

hil aliud esse verìtatem transcendentalem quam intslligibilitatem entis, quae intelligibilitas non solum dicit denominationem ex­ tri nsecam a facuhate quam res intellect!va habet ad inteiligendum omne ens, sed ex pane ipsius rei intelligibilis dicit aptitudinem quamdam ut imelligi valeat, quae addit relationem ad intellcctum, cui, quantum est ex se, potest conformare Rursus quidam intelligunt hanc relationem sumendam esse tantum in ordine ad divinum intellectum, Secunda opimo cum variis interpretation*.quia ab ilio res omnes pendent per se, non bus, examinatttr vero ab aliis; immo ad illos per accidens 9. Propter haec ergo esse potest secun­ comparantur. Alii existimant sumendam esse in ordine ad quemeumque intellectum, quia da sen'cmia dicens veritarcm addere enti res de se est intelligibilis a quocumque et rclaronem conformità'»» ad inrdlectum; hoc ha est de se apta conformar» omnibus, unde emm *oncludi viderur ratione proxime facra ad omnes dicere potest praedictam relatio­ contra praecedemem ‘vrm-ntiam. In hac aunem, sicut color in quantum visibili» dicit tem op.mone cxplicanda possunt varii modi relationem ad omnem visura, etiamsi ab ilio escogitar». Unus est ut inlelligarur de re­ non pcndeat. Denique quidam existimant lation** conformiiatis actuaiis; nam veritas haoc relationem esse rcalsin, quoniam ve­ acrualcm conformità rem significare vide'ur. ritas reaie quid est et in rebus existit. Alii Ahus est ut inielligamr de aptitudinali voi unt esse relationem rationis, quia non reconformitate, et hoc modo dietim aliqui ni­

132

Disputaciones metafísicas

zón, ya que no exige la existencia ni la distinción de sus extremos; así lo sostie­ nen Durando, Capréolo y Cayetano, en los lugares ya citados y en otros que se han de citar, a los que apoya Santo Tomás, In 1, dist. 19, q. 5, a. 1. Finalmente, otros piensan que aquella relación es real en algunos casos y de razón en muchos, según la capacidad de los extremos; así, Soacinas y lavello, en el lugar antes citado; el Ferrarler.se, en I cont. Gánt.¡ c. 60; Santo Tomás favorece esta opinión en De V erit.. q. 1, a. 2, y en In J D e i n t e r p r e t lect, 5. 10. Mas para que comprendamos el grado de certeza o falsedad que puede haber en estas interpretaciones, debe' suponerse que la presente opinión, para distinguir* de las demás, ha de entenderse referida a una relación propia, a la que se suele llamar piédicamental —cuando es real— o semejante a la predicamental —cuando es de razón—. Pues si la relación se toma en sentido amplio —por cualquier respecto trascendental o por cualquier denominación resultante de la unión de carias cosas—, entonces esta opinión coincidirá en un sentido con la precedente y en Otro con la que trataremos después. 11. La verdad trascendental no exige una estricta relación de rasan.— Así, pues, en primer lugar estimo que la denominación no se toma de una relación de razón considerada en el sentido propio ya indicado, puesto que la verdad s o expresa ni una relación de esa clase ni la entidad bajo el aspecto de dicha relación. Se demuestra con el argumento1ya muchas veces repetido: la propie­ dad del ente real no puede consistir en la expresada relación ni incluirla de ma­ nera formal. Además, porque esa relación sólo existe mientras se cons:dera O piensa, y la verdad de las eosas no requiere tal consideración; antes b;en —se­ gún decíamos arriba—, implica cierta contradicción con el nombre “verdad”. Por otra parte, Dios es desde toda la eternidad trascendentalmente verdadero según la completa y exacta razón de verdad, y a pesar de ello no excogita rela­ ciones de razón ni puede exigirlas para ser y llamarse verdadero Dios. Finalmente, esta relación no ex:ste sino en virtud de una reflexión y comparación del entendm iento, con anterioridad a la cual este ente no sólo es verdadero oro, por ejem­ plo, sino que también es conocido como tal. 12. Para la verd a d trascendental no es necesaria una relación r e d .— S e d e­ m u estra p o r lo que respecta a D ios. — En segundo lugar, parece cierto, hablando quirit exisretriam nec d’stinctionem extremorum, ouod sen'ium Dur., Capr., Caiet., loeis citatis et citandis; et favet D. Thomas, In I, dist. 19. q. 5, a. 1. Alii tandem putant illam relationem interdum esse realem, saepe veto rationis iuxta rapacitatem ex memorum, ut Soncin. et Iavel., supra; Ferrar., I cont. Gent., c. 60; favetque D . Thomas, q. 1 D e Verdate, a. 2, et lib. I De Interpretat., Iect. 5. 10. Sed, in brelliftamus quid veritatis vel falsita'is e~se possit in his dicendi modis, supponendum est banc sententiam (ut sit ab aliis dstincta) intelligendam esse de propria rela-ione quam praedicamentalem voran-, si sit r-alis, vel similem illi, si sit ra­ tionis. Nam. si Ia:e sumatur relatio pro omni transcendcntali habitudine vel pro qualibet denominatione quae ex consortio plurium rcrum consurgit, sic sen*entia haec in uno sensu coincidet cum praecedenti, in alio vero cum ea quam postea tractabimus. *1. A i trtmscenaentalem veritatem stric­ to rationis relatio non requiritur.— Primo

igitur existimo denominationem non esse sumptam ex aliqua relatione rationis in dicta proprietate sumpra, quia veritas nec huiusmedi relationem dicit, nec entitatem sub tali relatione. Probarur ratione saepe repetira, quia pa-sio entis realis non potest consistere in praedicta relatione, neque illam formali­ ter includere. Deinde, quia talis relatio non est, nisi dum consideratur aut fingitur ; ve­ ritas autem rerum non requirit hu'usmodi fictionem; quin potius, ut supra d'cebam, cum ipso verita’is nomine quamdam habet repugnantiam. Item Deus ab aetemo est verus transcendentaliter secundum completam et exactam rationem veritatis. et tarnen nec fingit relationes rationis, ne: illas requirere potest ut verus Deus sit et dicatur. Denique haec relatio non est nisi per reflexionem et comparationem intellectus, ante quam et hoc ens est verum aurum, verbi gratia, et tale esse cognoscitur. 12. Relatio realis ad veritatem transcendenialem rum necessaria.—In Deo id vrobatur.— Secundo videtur cerrum loquendo

D i s p u ta c ió n o c ta v a .— S e c c ió n V I I

133

de la verdad trascendental en sentido general — en cuanto abstrae del ente creado y del increado—, que no puede consistir ni exigir formalmente una relación real a otro, en orden al cual se tome La denominación de verdadero. Es evidente, por­ que en Dios la verdad trascendental no puede implicar semejante relación, ya que esta verdad se considera en Dios, en cuanto Dios — y en este sentido de­ cimos que las tres Personas son un solo y verdadero Dios—, o se considera en cada una de las Personas, según sus relaciones propias, por conceder esto a los teólogos. De acuerdo con la primera consideración, Dios no tiene relación real alguna, pues no la posee con ninguna cosa fuera de sí, como es evidente, ni tam­ poco con cosa alguna dentro dé sí, ya que la verdadera divinidad no tiene ninguna distinción real con respecto a todo lo que hay dentro de Dios. Además, porque dicha relación, si es que existe, debe ser en orden al entendimiento; consiguien­ temente, lo será en orden al entendimiento en cuanto causante (y ésta no se da en la verdadera divinidad, que carece de causa) o en orden al entendimiento en cuanto inteligente (y ésta no puede ser una relación real ad mira, por darse entre una cosa y ella misma). Bajo la segunda consideración, tampoco puede existir relación real. En pri­ mer término, porque en Dios no hay otras relaciones reales fuera de las rela­ ciones concomitantes de las precesiones, en las cuales no puede fundarse nin­ guna otra. En segundo lugar, porque en el Padre, por ejemplo, no es posible que dicha relación de verdad se ordene al entendimiento en cuanto producen te, ya que la Persona del Padre no es producida, ni en cuanto inteligente, ya qne es relación entre una cosa y ella misma. Por lo que hace al Hijo, si bien es una Persona producida, la verdad de la Filiación no puede consistir en una relación de conformidad con el entendimiento como prodúceme o, lo que es igual, como poseedor de la idea o modelo por el que dicha realidad se produce, ya que el Verbo divino no es producido mediante una idea, sino que es la misma imagen o ejemplar producida naturalmente por el Padre. Tampoco puede significar una relación real de la conformidad con el entendimiento en cuatro indigente, pues si se entiende así, dicha relación es también, en el caso del Verbo, de una cosa con­ sigo misma. Efectivamente, aunque el Verbo sea entendido también por el Pain communi de vero transcendentali, ut aòstrahit ab ente creato et increato, non posse consistere aut requirere formaliter relatio­ nem realem ad alterum, in ordine ad quod ve­ ri denominano sumatur. Patet, quia in Deo non potest veritas transcendentalis huiusmodi relationem includere, quia vel illa veritas consideratur in Deo ut Deus est, quomodo dicimus tres personas esse unum verum Deum ; vel consideratur in singulis personis secundum proprias relationes, ut ho : theologis demus. Priori modo Deus nullam habet relationem realem, quia neque ad aliquid extra se, ut constat, neque ad aliquid intra se, quia vera diviniras nullam in re distinctionem habet ab his omnibus quas intra Deum sunt. Item, quia illa relatio, si quae est, debet esse ad intellectum; vel ergo est ad intellectum ut causantem, et haec non habet locum in vera divinitate, quae causam non habet; vel est ad intellectum ut intelli­ gentem, et haec non potest esse relatio rea-

lis ad intra, cum sil eiusdem ad seipsum, Posterior! etiam modo non potest esse realis relatio. Primo, quia in Deo non sunt aliae relarionss reales praeter mistiones quae comitantur origines, in quibus nullae aliae fundan possunt. Deinde, quia in Paire, verbi gratia, non potest illa relatio veritatis esse ad intellectum ut produeentem, quia persona Patris non est producía, ñeque ut intdligsntem, quia est relatio eiusdem ad seipsum. In Filio item, quamvis sit persona producía, non potest veritas filiationis consistere in relatione coníormitatis ad intellectum ut produeentem, seu, quod ídem est, ut hs~ bsatem ideam vel exemplar quo talis res produdtur, quia Verbum divinum non producitur per ideara, sed est ipsa imaco vel exemplar a Paire naturaliter producium. Ñe­ que etiam potest dicere relationem realera coníormitatis ad intellectum ut intelligentem, quia sic etiam in Verbo talis relatio est eíusdem ad seipsum. Nam, licet Verbum intoiligatur etiam a Patre er ipsum etiam inrelli-

134

Disputaciones metafísicas

drc, y El, por su parte, entienda asimismo al Padre, no obstante, en cuanto se entienden mutuamente no se distinguen del entendimiento ni del acto con que se entienden. La misma razón es válida, si se aplica con la debida proporción, para el Espíritu Santo. Consiguientemente, en Dios no hay ninguna relación real de conformidad en la que pueda consistir la verdad; y, por lo mismo, la verdad del ente, en cuanto abstrae del ser creado y del increado, tampoco puede exigir dicha relación real. 13. E n tercer lugar, aunque nos refiramos —en sentido más restrin g id o ai solo ente creado y a su verdad trascendental (según parecen expresarse quienes afirman que la verdad de dicho ente consiste en una conformidad con el enten­ dimiento divino en cuanto contiene los ejemplares o ideas de los entes creados), aunque nos refiramos —repito— a este ente, no considero que esta verdad con­ sista en una auténtica relación real y predicamental de dicho ente con la idea divina. Algunos demuestran esta afirmación basándose en que la relación de con­ formidad que se exige para la verdad es común en estos entes, ya existan o no; por lo tacto, no puede ser una relación real. Pero tal razón no tiene mucha fuerza. En primer lugar, porque quizá suponga una cosa falsa; en efecto, según decíamos anteriormente, las criaturas, consideradas sólo en cuanto a su ser esen­ cial, no poseen la verdad de su esencia por conformidad con la mente o la idea divina; porque el hombre no tiene una esencia determinada por el hecho de que Dios lo conoce asi, sino más bien es conocido como poseedor de tal esencia por el hecho de que esencialmente es así. Además, si se establece dicha relación, habrá que afirmar que, tomada proporcionalmente, es real; pues en el ser creado que existe sólo en potencia, la verdad se encuentra también sólo en potencia; por consiguiente, de igual manera podrá ser una relación real en potencia; en cambio, en el ente que existe actualmente, así como la verdad es real en acto, también la relación podrá ser real en acto. En consecuencia, cabe demostrar de otro modo que esa relación no es real, pues, de lo contrario, se daría un proceso al infinito en dicha relación; efectivamente, la relación tendría una ¡dea a la que se adecuaría, y esta idea tendría conformidad en virtud de otra relación, y así hasta el infinito; ahora bien, esta razón es común a casi todas las relaciones, gat Patrem, tarnen ut sese mutuo inteliigunt, non distinguuntur ab intellectu et ab acni quo se intelligunt. Et eadem ratio cum proportione applicata locum habet in Spiritu Sancto. In Deo ergo nulla est relatio realis conformitatis, in qua veritas possit consis­ tere; et consequenter nec veritas entis ut abstrahit a creato et increato potest hanc reiationcm realem requirere. 13. Tertio, etiamsi contrattiti", loquamur de ente creato eiusque veritate transcendentali, ut videnrur loqui qui dicunt ventatela huius entis consistere in conformitate ad intellectum divinum ut in se continet cxemplaria seu ideas creatorum entium, quamvis (inquam) de hoc ente loquamur. non existiroo vcritaiem hanc consistere in aliqua re­ latione reali propria et praedicamentali huiusniodi entis ad ideam divinimi. Quod aliqui probant, quia iila relatio conformitatis quae ad vcritatem requiritur, communis est in his entibus si ve existant sive, non exis­ tant; ergo non potest esse relatio realis. Sed

haec ratio non est magni momenti. Primo quidem. quia fonasse assuxnit falsum; nam, ut supra dicebam, cresturae consideratae tantum secundum esse essentiae non babent veritatem essentiae ex conformitate ad divinam rnentem seu ideam; non enim homo est talis essentiae quia talis cognoscitur a Deo, sed potius ideo talis essentiae cogno­ scitur quia talis est essentialiter. Deinde, posita illa relaiione, dicetur esse realis cum proportion? sumpta; nam in ente creato in potentia tantum exisicnte est veritas edam tantum in potentia; eodem ergo modo esse poterit relatio realis in potentia; in eodem autem ente actu existente sicut est veritas realis in actu, ita et esse poterit telano reaiis in actu. Aliter ergo probari potest iilam reiationem non esse realem, quia alias daretur processus in infinitum in tali relatione, nam edam illa relatio haberet ideam, cui esset conformis et illa per aliam reiationem et sic in infinitum; sed haec rado omnibus fere rclauonibus communis est, praesertim

Disputación octava.~Sección V il

13 5

principalmente a las que se fue dan en la unidad, corro son la semejanza, la igual­ dad y otras análogas. 14. Así, pues, se demuestra de otro modo. Porque, o es una relación de se­ mejanza o es una relación de efecto a causa, la cual suele llamarse con otro nom­ bre de medido a mensurante. No es lo primero, ya que propiamente no hay más re­ lación de semejanza que la fundada en la unidad o conveniencia formal; ahora bien, entre la criatura y la idea que tiene en Dios no se da esta conveniencia formal, sino sólo intencional o ideal, de igual manera que entre la especie intencional y el ob­ jeto visible no existe una auténtica relación de semejanza, aun cuando sea una re­ presentación intencional. Tampoco puede admitirse lo segundo, porque la idea o ejemplar del artífice no tiene sobre el efecto otro influjo inmediato fuera del que tiene el mismo artífice en cuanto perfecta causa eficiente ni obra en él mediante otra acción distinta de aquella por la que es causa eficiente, ya que el ejemplar, en cuanto tal, no tiene otra causalidad sino la de dirigir la acción del agente; luego en el efecto no resulta otra relación, aparte de la que se sigue de la virtualidad de la acción del agente en cuanto agente; luego no tiene otra relación real de conformi­ dad o dependencia con respecto al ejemplar. Alguien podría objetar que el efecto depende del ejemplar en cuanto a la especificación y de la causa eficiente —como tal— en cuanto al ejercicio. Pero esto mismo demuestra que en el efecto no resulta una especial relación al ejem­ plar, sino sólo aquella que se ordena a la causa eficiente, pues la causalidad y la acción' por la que la cosa se hace y por la que se hace en una determinada especie es única; por otra parte, la distinción en cuanto a la especificación y en cuanto al ejercicio sólo existe, en el caso presente, de manera racional y acomodaticia, no de manera real. Más aún: el ejemplar no se compara con el agente como una causa distinta sino en cuanto lo constituye, según su modo, en acto primero para la operación; consiguientemente, tampoco resulta en el efecto una relación múl­ tiple, sino sólo la que se da entre el efecto y su causa eficiente. 15. Quizá se diga, que el argumento demuestra que estas relaciones no soa distintas y, sin embargo, es cierto que la relación de criatura incluye en su esen­ cia el ser una relación de conformidad con la.idea del creador, de igual modo his quae in unitate fundantur, ut sunt similitudo, aequalitas et similes. 14. Probatur ergo aliter, quia vel est relatio similitudinis vel relatio effcctus ad causam, quae alio nomine dici solet mensurati ad mensuram. Non primum, quia relatio simslitudinis proprie non est nisi quae fundatur in unitate vel convenient» formali ; in­ ter creaturam autem et ideam quam habet in Deo non est talis convenientia formalis, sed solum intentionnlis seu idealis, sicut in­ ter spedai) intentionalem et obiectum visibi­ le non est propria relatio similitudinis, quam. vis sit intentionalis repraesentatio. Nec se­ cundum dici potest, quia idea vel exemplar artificis non habet alium influxum immediatum in eficclum, praeter eum quem habet artifex ut causa perfecta effidens est, neque per ali am actionem nisi qua efficiens est, quia exemplar, ut sic, non habet aliam causalitatem quam dirigere actionem agentis ; ergo in effectu non resultat alia relatio, nisi quae consequitur ex vi actionis agentis, ut agens est; ergo non habet aliam relationcm

realem conformitatis vel dependentiae ad exemplar. Quod si dicas effectum pendere ab exemplari quoad specificationem, ab effi­ ciente vero ut sic quoad exercitium, hoc ipsum convinci! in effectu non resultare specialem relationem ad exemplar, sed solum earn quae est ad causam efficientem, quia unica est causalitas et actio qua res fit et in tali specie fit, et illa distinctio quoad exer­ citium et specificationem in praesemi solum est secundum rationem et accommoditionem, non secundum rem. Immo exemplar non comparatur ad efficiens ut causa distincta, sed ut constiruens illud suo modo in actu primo ad efficieridum; ergo neque in effectu resultat muitipiex relatio, sed sola illa quae est effectus ad suam causam efficientem. 15. Dicetur fonasse argumentum quidem probare has relationes non esse distinctas, nihilominus tamen veruni esse relationem creaturae in sua essentia includere ut sit re­ latio conformitatis ad ideam creatoris, sicut actio ipsa creatoris in sua essentia includit

136

Disputaciones metafísicas

que la misma acción del creador implica en su esencia el proceder de una ¡dea. Ahora bien, sea lo que fuere de tal relación real, y ya sea distinta o no, pruebo, además, que la noción de verdad del ente creado no puede consistir en ella. En primer lugar, por la razón general dada anteriormente de que las pasiones del ente no pueden añadir al ente un modo real positivo ni absoluto ni relativo. En segundo término, porque son cosas distintas el que una relación se siga de otro y el que constituya formalmente a ese otro; pero dicha relación, si existe, supone la razón de verdad en el ente creado y es consecuencia de ella; luego la verdad no es constituida formalmente por esa relación. L a consecuencia es evidente, pues lo que es constituido formalmente en virtud de una forma no puede presuponerse a esta forma. El antecedente es manifiesto, en primer tér­ mino, por un ejemplo sensible de las cosas artificiales; efectivamente, una cosa artificial realizada de acuerdo con la idea y las reglas del arte, no está construida correctamente y en conformidad con el arte por el hecho de que tenga en si una relación predicamental al arte, sino precisamente porque tiene una figura, una proporción, etc., tales como el arte exige; y de ahí se sigue posteriormente la re­ lación, si es que en verdad se sigue. Por eso, aunque prescindamos mentalmente de esa relación, o aunque por casualidad sea cierta la opinión negadora de tales relaciones resultantes, sin embargo, se entenderá que la cosa artificial es verda­ dera en el orden artificial; lo mismo ocurre, por tanto, en el caso de la criatura con respecto a las ideas divinas, pues se compara con eilas como con su artífice. Ade­ más, lo explico del siguiente modo: la criatura es producida por Dios con prio­ ridad de naturaleza a su referencia a El con relación predicamental de criatura; luego también es una verdadera criatura o un verdadero ente creado con priori­ dad natural a referirse en virtud de la expresada relación; de manera se­ mejante tiene prioridad natural un verdadero hombre o un verdadero león; par consiguiente, dicha relación no está incluida de manera formal e intrínseca en el concepto de verdad. El antecedente es evidente porque el fundamento tiene prioridad natural sobre la relación; ahora bien, esta relación se funda en la en­ tidad de la criatura existente, y por lo mismo la supone ya creada y procedente de Dios, La primera consecuencia es- clara, pues el ente creado, en virtud de la quod sit ab idea. Sed quìdquid sit de tali relatione reali et sive distincta sit sive non, probo ulterius non posse in illa consistere rationem veritatis entis creati. Primo, illa ratione generali supra dieta quod passiones entis non possunt addere enti modum rea­ lem positivum, neque absohitum neque respectivum. Secundo, quia aliud est relatio31ud constituere ; illa autem relatio, si est, nem consegui e:t alio, aliud vero formaliter supponit rationem veritatis in ente creato et illam consequitur; ergo non constituitur formaliter veritas tali relatione. Consequentia est evidens, quia id quod constituitur formaliter per aliquam fortnam, non potest ipsi fòrmae supponi. Antecedens vero patet primo, exemplo sensibili rerum artificialium; nam res arte facta secundum ideam et regulas artis non ideo est recte facta et conformis arti quia in se habet relationem aliquam praedicamentalem ad artem, sed piaecise quia habet talem figu­ rane, proportionem, etc., quaiem ars postu-

lat, et inde postea seqnitur relatio, si vere resultai. Unde si mente praesdndamus talem relationem, vel si fonasse vera est opiniti quae negat huiusmodi relationes resultantes, nihilominus intelligetur res artificiali, vera in genere artifici!; ergo idem est in creatura respectu divinarum idearum; nam comparatur ad iilas sicut ad artificem. Dein­ de explico in hunc modum, quia prius na­ tura est creatura producta a Deo quam ad ipsum referatur relatione praedicamental: creaturae; ergo et est vera creatura seu ve­ runi ens creatimi prius natura quam refera­ tur pracdicta relatione; et similiter prius na­ tura est verus homo aut verus Jeo; non ergo includitur illa relatio formaliter et intrin­ seca in ralione veritatis. Antecedens patet, quia prius natura est fundamentum quam relatio; haec autem relatio fundatur in entitate creaturae existentis, et ideo sup­ ponit illam creatam et manantem a Deo. Prima vero consequentia patet, quia ens creatura ex vi illius entitatis quam a Deo

Disputación octava.— Sección V il

137

entidad que ha recibido de Dios con prioridad natural a que en él resulte la rela­ ción predican:ental, no sólo es inteligible mediante el verdadero concepto de ente, sino que también está verdaderamente constituido en esta o aquella especie de ente creado; luego, prescindiendo de tal relación, puede entenderse previamente que es verdadero ente y tal ente; por consiguiente, la verdad en cuanto verdad no añade a! ente la indicada relación. 16. Esta razón es válida no sólo contra quienes afirman que esta relación es real, sino también contra quienes dicen que es de razón, siempre que se refie­ ran a una relación formal y actual, mas no si la toman como fundamental, pues ésta no es tanto una relación cuanto una concomitancia de varias cosas o razones formales, o una denominación tomada de esa concomitancia, según queda ex­ plicado anteriormente a propósito de la verdad lógica. Pero- la razón expuesta se aplica de manera principal a la actual conformidad con la idea divina; sin em­ bargo, también resulta demostrativa, con mayor motivo, en el caso semejante de una conformidad actual con cualquier otro conocimiento, ya que toda otra rela­ ción es posterior y más extrínseca. Y puede aplicarse asimismo a la relación aptitudinal, en virtud de la cual se dice que una cosa es apta para ser entendida o para adecuarse al entendimiento que tiene un concepto propio o verdadero de ella; pues esta denominación no añade, efectivamente, una relación real en la cosa que se dice inteligible, porque sólo es una aptitud para cierta denominación extrínseca, con la que se compara el objeto en cuanto término o materia sobre la que versa el conocimiento. Además, porque, según demuestran los argumentos aducidos, la cosa es inteligible por sí misma y no por una relación sobreañadida, al menos en lo que por su parte se requiere, pues por parte del cognoscente se exige capacidad para entender. T am bién porque lo escible en cuanto tal no dice relación real a la ciencia, según enseñan todos; y lo mismo ocurre con lo visible respecto de la vista. Por último, aunque imaginemos que no hay ningún entendi­ miento en acto, la cosa será, de suj'o, inteligible y verdadera.. Por consiguiente, de cualquier modo que se explique la verdad — ya sea por una conformidad actual, ya por una conformidad aptitudinal— , no puede consistir en una propia y formal relación. habet prius natura quam in ilio result« relatio praedicamentalis, non solum est in­ telligibile vero conceptu entis sed etiam est vere constitutum in tali vel tali specie entis creati; ergo, praecisa tali relatione, praeintelligi polest esse verum ens et tale ens; non ergo addit verum ut verum praedictam relationem supra ens. 16. Quae ratio non solum procedit con­ tra eos qui dicunt hanc relationem esse rea­ lem, sed etiam contra eos qui dicunt illam esse relationem rationis, si de formali et actuali relatione loquantur; secus si de fundamental, quae non tam est relatio quam concomitantia plurium rerum vel rationum formalium, seu denominatio ex tali conco­ mitantia sumpta, ut supra deciaratum est in veritate cognitionis. Sed praedicta ratio praecipue procedit de conformitare actuali ad ideam divinam; a fortiori tarnen pro­ bat de simili actuali conformitate ad quamcumque aliam cognitionem, quia omnis alia relatio posterior est magisque extrínseca. Et applicari etiam potest ad relationem. apti-

tudinalcm qua dicitur res apta intelligi vel conformari inteilecrui habenti proprium seu verum conceptum eius; haec cnim deno­ minano revera non addit relationem realem in re quae intelligibilis dicitur, quia solum est aptitude ad quamdam extrinsecam denominationem, ad quam comparatur obiectum, ut terminus scu materia circa quam versatur cognitio. Item, quia, ut ar­ gumenta facta probant, res est intelligibilis per seipsam et non per relationem superadditam, quantum ad id quod ex parte eius requiritur; nani ex parte alterius requiritur facultas ad inteiligcndum. Item, quia scibi­ le ut sic non dicit relationem realem ad scientiam, ut omnes docent; et idem est de visibili respectu visus. Denique etiamsi fingas nullum actu esse intellectum, res erit intelligibilis ex se et vera. Quomodocum.que ergo veritas explicetur, sive per actualem conformitatem, sive per aptitudinalem, non potest in formali et propria re­ latione consistere.

Disputaciones metafísicas

13 8

S e re fu ta la te rc e ra o p in ió n

17. C ibe pensar en una tercera opinión: la verdad trascendental sólo añade al ente una negación. Esta opinión, realmente, puede parecer singular, ya que todos los autores suponen que la verdad expresa una determinación positiva; no obstante, si se considera lo dicho anteriormente, aparentará ser verosímil, ya que se ha mostrado que la verdad no añade al ente una razón positiva absoluta, ni tampoco una razón positiva relativa real o de razón; luego sólo queda que pueda añadirle una negación. Se confirma por el común modo de explicar esta verdad, pues, según argumenta Auréolo, citado por Capréolo, In I, dist. 13, q. 3, para con­ cebir y explicar la verdad de ura cosa — por ejemplo, que esto es verdadero oro— no recurrimos a las ideas ejemplares divinas, ni a ningún otro entendimiento, como consta por la misma costumbre de pensar y de hablar, sino que lo declara­ mos mediante una negación; pues llamamos oro verdadero al que no es única­ mente ficticio o aparente, sino que tiene la naturaleza propia del oro, naturaleza que colegimos de sus propiedades y efectos. Por eso, parece que esta verdad debe explicarse más bien por los principios intrínsecos de la cosa, de manera que se llame verdadero hombre porque consta de los principios esenciales del hombre; pero esto nada añade a la entidad de la cosa, a no ser una negación de ficción o apariencia. Se explica, además, recurriendo a un símil: asi como el ser idéntico — según decíamos más arriba—, si bien esta significado de manera po­ sitiva, sin embargo no añade al ente nada real, sino una negación, asi parece suceder en el caso de la verdad; pues se dice que una cosa es verdadera en un determinado orden de entes porque tiene la verdadera naturaleza o los princi­ pios esenciales propios de esa cosa; y se dice que tiene verdadera naturaleza porque no tiene una naturaleza ficticia, ni extraña, ni aparente, sino aquella que es propia de dicha cosa; y en este sentido se afirma que Dios es verdadero para distinguirlo de los dioses falsos, y verdadera divinidad para indicar que no es una divinidad ficticia, sino la que de suyo es tal. Finalmente, muchos explican los otros trascendentales de este modo, pues se dice que “cosa”, que significa la esencia en cuanto real y confirmada, implica una negación de esencia imaginaria Tenìa opimo ìmprobatur 17. Tertia sententia excogitari potest, quod veritas transcendentalis supra ens so­ lum addar negationem aliquam. Quae sane opinio videri potest singuiaris, quia omnes auctorés supponunt verum dicere positivam denominationem ; tamen, si considerentur supra dicta, videbitur apparens, quia ostensum est non addere veritatem supra ens positivam ralionem absolutam, ncque edam rclativam rei aut rationis; ergo nihil relinquitur quod addere possit praeter negationem. Confirmatur ex communi modo declarandi hanc veritatem ; ut enim argumentatur Aureol., apud Capreol., In I, dist. 13, q. 3, ut concipiamus et expliccmus veritatem alicuius rei, verbi gratia, hoc esse verum aurum, non recurrimus ad exemplaria di­ vina, neque ad aliquem alium intellectum, Ut ex ipso usu concipiendì et loquendi con­ stat, sed per negationem id declaramus; dicimus enim esse verum aurum quoti est fictum vel apparens tantum, sed quott habet propriam auri naturam, quam ex pro-

prietatibus et effectibus colligimus. Unde haec veritas magis videtur explicanda per principia intrinseca rei, ut verus homo dicatur quia essenrialibus principiis hotrinis constat; hoc autem nihil addit supra entitatem rei nisi negationem fictionis seu apparentiae. Praererea declararur a simili; nam, sicut esse idem (ut supra dicebamus), quamvis per modum positivi significetur, tamen in re nihil addit supra ens nisi negationem, ita in vero contingere videtur; dicitur enim res aliqua vera in tali ratione entis, quia ve­ ratri naturam aut propria principia essen­ tialia illius rei habet; dicitur autem habere veram naturam, quia non habet fictam, nec extraneam et apparentem, sed eam quae est propria talis rei; sicque dicitur ve­ rus Deus ut a falsis distinguatur, et vera divinitas ut mdicerur non esse fictam, sed quae ex se talis est. Denique ad hunc modum alia transcendentia a multis expiicantur; nam res, quod significai essentiam ut realem er raiam, dicitur importare negationem imaginariae aut fictae essentiae, et aliquid ne-

139

D is p u ta c ió n o c ta v a .— S e c c ió n V I !

o ficticia, y que “algo” expresa una negación de la nada o una negación de iden­ tidad. ¿Por qué asombrarnos, entonces, de que la verdad se explique también mediante una negación, aunque ofrezca apariencia de propiedad positiva? 18. Según ello, parece que esta explicación no es del todo improbable; sin embargo, porque resulta nueva, no debemos aprobarla. Pues el concepto y de­ finición de verdad, según piensan comúnmente todos los que de ella tratan, incluye o connota en cierta manera una relación al entendimiento o a la poten­ cia cognoscitiva, y no por modo de negación, como es evidente; luego la expli­ can por modo de conformidad, que se concibe como algo positivo. Además, por­ que la falsedad de la cosa consiste más bien en una negación, según se expondrá posteriormente, ya que expresa carencia de la perfección debida para la verdad de la cosa; consiguientemente, la verdad no añade, de manera formal, la nega­ ción de esa carencia de perfección debida, ni la negación de una naturaleza ficti­ cia, sino una auténtica y positiva perfección de la cosa. Por último, aunque mu­ chas veces expliquemos estas cosas simples mediante una negación (y esto es lo único que prueban las conjeturas aducidas), no por ello significan formalmente dicha negación. Cuarta opinión 19. Hay una cuarta opinión: que esta verdad es únicamente una de­ nominación extrínseca. Así lo sostiene Cayetano, en I, q. 16, a. 6 , al final, donde sólo trata de las cosas creadas, y afirma que son verdaderas por denominación extrínseca, tomada bien de la verdad divina — en cuanto son signos de ella y la imitan-—, bien de la verdad creada entendida especulativamente, en cuanto son o pueden ser causa de la misma. La razón de esto estriba en que la verdad se coaporta con respecto al conocimiento y a las cosas de igual manera que la salud con respecto al animal que la posee, a la medicina, etc.; pues así como, eliminada la salud que se encuentra formalmente en el animal, no se denominan sanas las demás cosas, igualmente, suprimida la verdad del conocimiento, las demás cosas no se dicen verdaderas; por consiguiente, de manera semejante, a como ei animal se dice sano por una denominación intrínseca y las demás cosas gaìionem nihiìi aut negationem idcnlitatis. Quid ergo mirum quod verum edam per negationem declarator, quamvis speciem bsbeat positivae proprietary? 38. Viderur ergo hic modus dicendi non omnino improbabilis; tamen, quia novus apparel, probandus nobis non est; nam ratio et definitio veritatis iuxta communem irradimi concipiendi omnium qui de ven­ tate Joquuntur, induci:' ve! connotat aiiquo modo habitudinem ad intellectual seu »a poteri tram cognoscentem ; et non per iTiobum negation::.; ut per se constat ; ergo per medimi conformitntis, quae ut pnsitivum aliquid concipitur. Deinde quia potius fakitas rei in negatone posita est, ut infra di te tur, quia digit carentiam perfectionis debit:;« ad veritatem rei ; ergo veriras non addit de formali negationem iIJius carentìae perfectionis debitae ncque negationem Setae naturae, sed propriam et positivam rei perfecrionem. Denique, quamvis haec simplicia saepe explicentur a nobis per negatio-

nem (quod solum probant coniecturae adductae) non tamen propterea significant forrnaliter talem negationem.

Quarta opinio 19. Est ergo quarta sententia, hanc ve­ ritatem solum esse denominationem extrinsecam. Ita sentit Caiet., I, q. 16, a. 6, in fine, ubi solum agit de rebus creatis, quas dicit esse veras denominatione extrínseca vai a ventate divina, quatenus sunt signa dus eamque imitantur, vel a ventate creata speculative intellecta, quatenus sunt vel esse possimi causa eius. Ratio eius est, quia ita se habet verum ad cognitio&em et res, sicut sanum ad animai habens sanitatem et ad medicinam, etc. ; nam sicut, ablata sa­ niate, quae formaliter est in animali, reliqua non denominarentur sana, ita ablata ventate cognitionis, reliqua non denomina­ rentur vera; ergo, sicut animai dicitur sa­ num intrinseca denominatione, reliqua vero tantum extrínseca, ita intellectus est qui for-

14 0

Disputaciones metafísicas

sólo por denominación extrínseca, asi es el entendimiento quien formal e intrín­ secamente se denomina verdadero, mientras que las otras cosas reciben esa deno­ minación sólo de manera extrínseca, en cuanto son signos o causas de la verdad del entendimiento. Pero Cayetano no expresa qué deba afirmarse acerca de la verdad en virtud de la cual Dios se dice verdadero, aunque quizá hubiera de­ fendido que también en El significa una denominación extrínseca, no de signo, pero sí de causa, en el sentido de que Dios se dice verdadero porque puede causar un verdadero conocimiento de sí mismo, ya propiamente en los entendi­ mientos ajenos, ya impropian ente y sólo según la razón con respecto a su en­ tendimiento, en cuanto puede actuar a manera de objeto para que su entendi­ miento forme de si mismo el verdadero concepto de Dios. 20. Y si alguien opone que esta misma virtud de causar o ser razón obje­ tiva suficiente de tal conocimiento es intrínseca al ente, y, además, que por ser el conocimiento divino sumamente intrínseco a Dios, no es posible tomar de él una denominación extrínseca, puede responderse: a la primera parte, que dicha virtud o perfección es, ciertamente, intrínseca, a pesar de lo cual se denomina verdadera, o verdad, de manera extrínseca, de igual modo que, en la medicina, la virtud curativa es intrínseca y, sin embargo, la razón de sanidad es, en ella, extrínseca. A la segunda parte debe decirse que, si bien el conocimiento con que Dios se conoce le es eminer.temente intrínseco, y por ello le confiere la de:omiración intrínseca de cognoscente, no obstante la denominación de conocido, en cuanto tal, es esencial y formalmente extrínseca, y en este caso ocurre que la forma de que se toma dicha denominación se encuentra dentro de la cc® que se denomi­ na conocida. 21. O b stá c u lo s q u e p a re c e n o p o n e rse a la o p in ió n a n te rio r.— Esta opinión contiene un punto claro: que la verdad no añade al ente sino una concomitancia de algo extrínseco, según expondremos después; sin embargo, la opinión resulta difícil en cuanto afirma que las cosas se denominan verdaderas únicamente por denominación extrínseca. En primer lugar, porque Aristóteles, en el texto citado, lib. II de la M e ta fís ic a , text 4, estima que hay una verdad que sigue a todos los entes, lo cual enseña también Santo Tomás, en I c o n t. G e n t., c . 6 0 , último argumento, quien distingue una doble verdad: la del entendimiento y la de la m a lite r e t in tr in s e c e d e n o m in a to r v e ru s , a lia v e r o t a n t u m e x tr ín s e c a d e n o m in a tio n « , q u a t e n u s s u n t s ig n a v e l c a u s a e v e r i t a t i s i n t e i l e c t u s . N o n d e c l a r a t a u t e m C a ie ta n . q u i d d ic e n d u m s it d e v e n ta te q u a D e u s d ic itu r v e r u s ; f o n a s s e ta r n e n d ic e r e t e tia m i n e o s ig n if ic a r e d e n o m in a tio n e m e x tr in s e c a m , n o n s ig n i s e u c a u s a e , u t s c ilic e t D e u s d i c a t u r v e ­ r u s q u ia p o t e s t v e r a m s u i c o g n itio n e m c a u ­ s a r e , v e l p r o p r i e i n a lie n is i n te lle c tib u s v e l im p r o p rie e t s e c u n d u m ra tio n e m ta n tu m r e s p e c t u s u i in te l l e c t u s , i n q u a n t u m p o t e s t p e r m o d u m o b i e c t i e s s e s u o i n t e lle c tu i r a t i o f o r m a n d i d e s e ip s o v e r u m c o n c e p tu m D e i. 2 0 . Q u o d s i o b iic ia s , q u ia h a e c i p s a v i r t u s c a u s a n d i v e l e s s e n d i s u f f ic ie n s r a t i o o b ie c tiv a ta ils c o g n itio n is e s t i n tr in s e c a ip s i e n t i ; i t e m , q u o d , c u m c o g n itio D e i s i t e i m a x i m e i n t r i n s e c a , n o n p o t e s t a b ¡Da e x ­ trín se c a d e n o m in a d o s u m i, re s p o n d e n p o t­ e s t a d p rio r e m p a r te m v irtu te m q u id e m seu p e r f e c t i o n e m i ila m e s s e i n tr in s e c a ! « , d e n o ­ m i n a t i ta r n e n v e r a m s e u v e r ita te m a b e x -

t r i n s e c o ; s i c u t e tia m i n m e d i c i n a v i r t n s c a u ­ s a n d i s a n ita te m in tr in s e c a e s t, ta m e n r a tio s a n it a tis i n i l l a e s t e x tr ín s e c a . A d a l t e r a m p a r t e m d i c e t u r , q u o d , l i c e t c o g n itio q u a D e u s s e c o g n o s c it, s i t illi m a x im e i n t r i n s e c a e t id e o i n t r i n s e c e d e n o m i n e t i l i u m c o g n o s c e n te m , t a m e n d e n o m i n a d o c o g n i t i , u t s ic , p e r se a c fo r m a lite r e s t e x trín s e c a a c c id itq u e illi u t f o r m a , a q u a s u m ic u r , s i t i n t r a r e m q u a e c o g n ita d e n a m in a tu r . 2 1 . Quae mdcantwr obstare praecedenti opinioni.— H a e c s e n t e n t i a q u a n t u m a d a l i q u i d c la r a e s t , n i m i r u m , q u o d v e r u m s u ­ p r a e n s n o n a d d i t n i s i c o n c o m i t a n d a m a li— c u iu s e x t r i n s e c i , u t i n f r a o s t e n d e m u s ; q u a ­ te n u s v e r o d i c i t r e s s o lu m p e r d e n o m i n a tìo n e m e x t r i n s e c a m d e n o m i n a t i v e r a s , v i d e t u r h a e c s e n t e n d a d if f ic ilis . P r i m o , q u i a A r is tó te le s d i c t o lo c o II M e t a p h . , t e x t . 4, s e n d t a ìiq u a m v e r i t a t e m c o n s e q u i a d o m n ia e rn ia , q u o d e t i a m d o c e t D . T h o m a s , c o n i. G e n t ., c . 6 0 , r a d o n e u l t i m a , d i s d n g u e n s d u p lic e m v e r i t a t e m , s c il ic e t i n t e l l e m » e t r e i

I

Disputación octava.—Sección Vil

14 1

cosa; y, acerca de la segunda, expone la definición que Avicena da en su Metafísica, tratado I, c. 6 , y tratado V III, c. 6 : la verdad de la cosa es una pro­ piedad del ser de cada cosa, que posee de manera estable. Y en I, q. 16, a. 1, desarrolla la definición que San Agustín da de la misma verdad, en D e vera rdigiorte, c. 36, diciendo: la verdad es una suma semejanza del principio, sin desemejanza alguna; también cita la definición de San Anselmo, diálogo D e Veritote, c. 12: la verdad es la rectitud sólo perceptible por la mente. En todo lo cual se da á entender que la verdad de la cosa es una forma y perfección intrínseca de la misma. Por eso San Agustín, en el lugar antes indicado, dice: las cosas verdaderas lo son en tanto en cuanto son; y son en la medida en que se asemejan a una superior. Por lo que añade que la verdad es la forma d e las cosas verdaderas, de igual m odo que la semejanza lo es de las cosas semejantes. Por otra parte, Santo Tomás, en D e Verit., q. 1, a. 4, aunque a prim era vista favorezca notablemente la opinión de Cayetano, termina diciendo: si bien la verdad en virtud de la cual se dicen verdaderas todas las cosas se llama ver­ dad menos propiamente, no obstante, gradas a ella la cosa se denomina verda­ dera corno por su forma inherente, y no es más que la entidad adecuada al entendimiento. Lo mismo sostiene en el lugar citado, a. 5 y 6 . Consiguiente­ mente, esta verdad es algo intrínseco a las cosas, y no sólo una denominación extrínseca. Puede confirmarse lo dicho con argumentos de razón: primeramente, porque una mera denominación extrínseca no tiene cabida entre las propiedades de la cosa; pero todos afirman que la verdad es propiedad del ente; luego no es sólo una deno­ minación externa. La mayor es evidente, ya que la propiedad debe convenir de manera intrínseca, mientras que la denominación extrínseca conviene de ma­ nera accidental y extrínseca. Y esto es eminentemente cierto de la denominación que sólo se toma — según se dice— por analogía de la proporción o relación a o tro ; pues nadie sostendría que la salud en cuanto tal es propiedad del alimento o de la orina, o que la risibilidad es propiedad del prado florido, ya que estos predicados convienen a aquellos sujetos sólo metafóricamente. et de posteriori exponens definitionem Avicen., tract. I suae Metaph., c. 6, et tract. VIII, c. 6: Veritas rei est proprietas esse unìuscuiusque rei, quod stabilitw n est ei. Et I, q. 16, a. 1, de eadem veritate exponit definitionem August., lib. D e Vera religio­ ne, c. 36, dicentis: Veritas est summa si­ m ilitude principii, quae sine ulla dissimiUtudine est; et definitionem Anseimi, dialog. D e Verit. c. 12: Veritas est rectitudo sola m ente psreeptibilis. In quibus omnibus significatur veritatem rei esse aliquam urrinsecam formant et perfectionem eius. Unde Augustinus supra: Vera (inquit) in tan­ tum vera sunt, in quantum sunt; in tan ­ tum autem sunt, in quantum principalis unius similia sunt. Unde addit veritatem esse formam verorum sicut similitudo est forma similium. Praeterea D . Thomas, q. 1 D e Verit., a. 4, quamvis multum videatur favere opinioni Caietani, tandem tarnen dicit: quamvis veritas, secundum quam om ­ îtes res dicuntur verae, minus proprie ve-

ritas dicitur, tarnen ab illa denominari rem veram, sicut a form a inhaerente, nihilque aliud esse quam entitatem intellectui adaequatam. Et idem sentit ibid., a. 5 et 6. Est ergo haec veritas aliquid intrinsecum rebus et non tantum denominado extrín­ seca. Ratione hoc confirmari potest, primo, quia sola extrínseca denominatio non pot­ est proprie inter rei proprietates numera­ ri; veritas autem dicitur ab omnibus pro­ prietas entis; ergo non est tantum externa denominatio. Maior patet, quia proprietas debet ab intrinseco convenire; denominatio autem extrínseca accidentarle et ab extrín­ seco convenit. Quod maxime verum est de denominatione illa quae solum per analo­ giam tumi dicitur ex proporcione vel habitudine ad aliud; nemo enim dixerit sa­ nitärem ut sic esse proprietatem cibi aut urinae, vel risibilitatem esse proprietatem prati florentis, quia haec praedicata solum quasi metaphorice conveniunt illis subiectis.

142

Disputaciones metafísicas

22. Se objetará: aunque estos predicados sean metafóricos en lo que respecta a la imposición de las palabras, ello no obsta para que, efectivamente, signifiquen ciertas propiedades de las cosas a que se atribuyen; en este sentido, puede de­ cirse que la salud es una propiedad de tal alimento, no en cuanro a la sanidad formal, sino en cuanto a aquello que se pretende significar mediante dicha deno­ minación de sano. Pero ocurre todo lo contrario. Pues de aquí inferimos recta­ mente, por lo menos, que la sanidad no es una propiedad del alimento distinta de aquella que se explica mediante una metáfora; y si no fuese una propiedad, sino la esencia del alimento, “sano” no expresaría ciertamente una propiedad, sino la esencia del mismo. De igual manera sucede en el presente caso: si ¡a verdad se dice de las cosas sólo analógicamente y por denominación extrínseca tomada de la verdad del entendimiento, pregunto qué se quiere indicar o signi­ ficar en el ente mismo por medio de esa metáfora o relación. Porque, o se expresa solamente la entidad de la cosa —y entonces la verdad no es propiedad del ente, sino que sólo difiere de él en que la verdad significa metafóricamente lo mismo que. el ente expresa de manera propia (así, r d r no es, en el caso del prado, una perfección distinta de aquella otra por la que es verde o florido, sino la misma, significada metafóricamente)—, o mediante aquella apelación analógica de verdad se indica en el ente algo diverso de la entidad, y preguntamos en qué consiste ese algo diverso: si es sólo una denominación extrínseca, no podrá ser propiedad del ente; si es algo que está fuera de la denominación extrínseca, la razón de verdad será, en cuanto a ese algo, intrínseca, prescindiendo de si la palabra ha sido impuesta de manera extrínseca. 23. Confirmación: si la verdad fuese sólo una denominación extrínseca, podría convenir tanto a los entes de razón como a los reales, ya que semejantes denominaciones tomadas del conocimiento —por ejemplo, ser géneros o especies, ser conocidos verdaderamente, ser significados, y otras análogas— pueden con­ venir por igual a los entes de razón y a los reales. Si se dice que así ocurre formalmente, pero que los fundamentos de dichas denominado:es convienen de manera distinta a los entes reales, contra esto insisto en la razón que siempre he aducido: tal fundamento, en el caso de dicha denominación de verdadero, 22. Dices : quamvis haec praedieata quoad impositionem vocum sint metaphorica, ramen revera significant quasdam proprietates earum rerum quibus anribuuntur: et hoc modo sanitas dici potest propriet2s talia cibi non quoad ipsam formalem sani­ tàtern, sed quoad id quod per talem deno­ minarionem sani declarari intendi tur. Sed contra, ram hinc saltern recte colli gimus sanitatem non esse proprietàrem cibi distingtam ab ilia quae per talem metaphoram declaratur; quod si ilia non esset proprietas sed essentia ipsius cibi, certe sanum non significare! proprietatem sed essemiam cibi. Sic ergo in praesenti, si veruni tantum dicitur de rebus per analogiam et extrincecam denominaiionem a ventate intellectus, in­ terrogo quid indicetur vel significerur in ipso ente per hanc metaphoram vel habitudinem. Aut enim indicarur sola rei entitas, et sic verum non est proprietas entis sed so­ lum d if f e r ì ab ilio quod venim merapho7 ice s ig n ific a i id q u o d ens s ig n ific a i cunt p r o p r i e t à « ; sicut rid e re non e3t in prato

alia perfectio ab ea quae est esse viride vel floridum, sed est eadem metaphorice signi­ ficata. Aut per illam veri appellationem analogam indicatur in ente aliquid ab emítate diversum; et de hoc inquirimus quid sit et an sit sola denominado extrínseca; nam, si ita est, non poierit esse proprietas en­ ds; si autem est aliquid ubra denominationem extrinsecam, quoad id ratio veri in­ trinseca erit, qiiidquid sit de impositions vocis» an ab estrinseco desumpta sit. 23. Et confirm atur, quia si veritas esset sola denominai io extrínseca, tam posset convenire entibus ration is sicut realib us, quia huiusmodi denominationes sumptae ex cognitione tam possunt convenire entibus rationis sicut realibus, ut esse genera, spe­ cies, vere cognosci, significan, et similia* Quod si dicatur formaliter ita esse, funda­ menta autem harum denqminationum aliter convenire entibus realibus, conira hoc urgeo semper rationem factam, quia hoc fundamentum in hac denominatione veri ve] est aliquid praeter en$.9 vel iiüp; & csif

«

Disputación octava.—Sección VII

1

o es algo fuera del ente, o n o ; si es algo, pregunto en qué consiste, si en una cosa extrínseca o intrínseca, y se repiten los argumentos ya sentados; si no es algo, entonces la verdad, en cuanto existe en las cosas, no es una propiedad del ente, sino el ente mismo. Puede hacerse un argumento parecido al anterior: pues se sigue que aquello que es ente más perfecto no es verdad ontològica más perfecta, lo cual está en abierta contradicción con lo que Aristóteles y Santo Tomás afirman en los luga­ res arriba citados, y con el sentir común de todos; pues, ¿quién dirá que, consi­ derados en cuanto entes, no es un ente más verdadero el ángel que el hombre, o Dios que el ángel? La consecuencia es evidente, ya que no pueden tener des­ igualdad en la denominación que se toma de la verdad del entendimiento, pues tan verdadera es la idea que Dios tiene del hombre como la que tiene del ángel, y tanta conformidad hay entre aquellos extremos como entre éstos, y tan verda­ dero es el conocimiento que Dios tiene del ángel como el que tiene de sí mismo. Solución de la cuestión 24. Qué expresa intrínsecamente la verdad trascendental.— Entre esta varie­ dad de opiniones, resulta difícil emitir un juicio acertado sobre la verdad. Y quizá esté el origen de la dificultad en que, al emplear estas palabras, no d'stínguimos suficientemente entre aquello de donde se temó o trasladó su impo­ sición y aquello que están destinadas a significar. Porque pudo suceder — y es verosímil— que toda apelación de verdadero proviniera de ¡a verdad del cono­ cimiento, según expondré con mayor holgura en la sección siguiente; a pesar de todo, el término “verdad” no designa en las cosas sólo una denom inac'ón tomada de la verdad lógica, sino algo más, a cuya significación se ordena la im po­ sición de dicho término. Así, pues, para explicar esto afirmo, en primer lugar, que la verdad trascen­ dental expresa intrínsecamente la entidad real de la cosa que se denomina ver-, dadera, y fuera d : esa entidad no añade nada intrínseco, ni absoluto ni relativo, que se distinga de ella con distinción real o de razón. La conclusión queda demostrada de manera suficiente por lo dicho en la primera opinión, y está alìquid, q unero quid illud sit. an extrinsecum tei imrinsècum, et redsunt argumen­ ta facta; si non est aliquid, ergo vcrum prout est in rebus non est proprietas enfis sed ipsum ens. Simile argumentum fieri potest, quia sequirur id quod est perfectius ens non esse perfectius verum ventate rei, quod est aperte contra Ari-tot. et D. Thomam supra, et cóntra comniunem scn-um omnium; quis enim dicat non esse venus ens in ratione entis angelum quam homi­ nem, ve! etiam Deum quam angelum? Se­ quela vero patet, quia in denominations ilia quae sumiuir ex ventate intellectus. non possum habere inacquali [atem, quia tarn vera est idea quam Deus habet de homine, sicui idea quam habet de angelo tantaque est conformitas inter illa estrema sicut in­ ter haec ; et tam vera est cognitio quam Deus habet de angelo sicut quam habet de se ipso.

Quacsiionis rasolutio 24. Quid inirinsece dicat veritàs rrcnscrndenlalis.— In hai opinionum varietale dif­ ficile est verum iudicium de Ventate ferri, et fonasse difficulias inde orla est quod non satis in usu ha rum vocum di-tinguimus id a quo earum imposi-io sumpta ve! translata est et ad quod significandum imponuntur; fieri enim pernii et verisimiltf est Dmnem veri appella ionem ex verirati cognitionis duxisse orieinem, ut se-rt one sequenti commodius dicatn ; nihilominu* tamen nomine veri non significa ri in rebus soluto deneminationem sumptam ex vernate cognitionis, sed aliquid ahud ad quoti signi­ ficandum nomen illud imposirum est. Ut ergo hoc deelarem, dico primo veri-arem Tran scendenti lem inirinsece dicere enutatem realem ipsius rei quae vera denom inatur, et piaeter illam n hil ei inrrrnsecum, neque absoiurum, ncque relativum. ncque ex natura rei, nec sola ratione disrinctum

14 4

Disputaciones metafísicas

toncada clárame:.te de Santo Tomás, en los lugares citados, y en De Verit., q. 1, a. 1, ad 6 , y a. 8 ; y de Capréolo, Cayetano, el Ferrariense, y otros, a quienes hemos aludido arriba, en la primera opinión. 25. Qué connota la verdad trascendental.— Afirmo, en segundo lugar, que la verdad trascendental significa la entidad de la cosa connotando el conocimiento o concepto intelectual a que dicha entidad se adecúa, o en el que esa cosa está o puede estar representada tal como es. Se demuestra la conclusión, asimismo, por lo dicho, mediante una suficiente enumeración de las partes. A mi juicio, si bien los autores se expresan de maneras diversas, casi todos pretendieron sen­ tar esta misma doctrina, que explico del siguiente modo. Considero que, mediante este concepto de ente verdadero, se establece una comparación virtual entre una cosa o naturaleza y el concepto propio de esa cosa que se llama verdadera; por ejemplo, para profesar el misterio de la Euca­ ristía, solemos decir que la hostia consagrada es el verdadero Cuerpo de Cristo, en cuya fórmula, con la expresión verdadero' Cuerpo no designamos otra cosa sino aquel mismo Cuerpo que viene representado por el auténtico y verdadero concepto del Cuerpo de Cristo. De manera análoga, para confesar el misterio de la Encamación, decimos que Dios es verdadero hombre, o sea, que tiene la naturaleza que concebimos verdaderamente en la especie esencial de hombre. Por eso afirmó Herveo, Ouodl. 111, q. 1, a...2 y 3, que e sa verdad consiste en una conformidad entre la cosa tal como es en sí y ella misma en cuanto concebida objetivamente; y Durando, por su parte, sostuvo, In 1, dist. 19, q. 5, que consiste en una conformidad entre la cosa considerada en su ser objetivo y ella misma considerada en su ser real; pues uno y otro entendieron que dicba verdad nada añade a la cosa, fuera de una denominación que surge de la unión y proporción o conformidad entre el entendimiento y la cosa. Ahora bien, ellos quieren designar por-el concepto objetivo lo que nosotros expresamos mediante el concepto formal; no obstante, puesto que el concepto objetivo nada añade a la cosa, sino una denominación de término del concepto formal, por eso no queda correctamente explicada la conformidad entre la cosa y el concepto objetivo, sino más bien entre la cosa y el concepto formal o idea. Y opino que pensaron igual a d d e r e . H a e c c o n c lu s io s a tis p r o b a t a e s t e x d ic tis in p r im a s e n te n tia e t s u m i t u r d a r e e x D . T h o m a , d t . io c is , e t q . I D e V e r it., a . 1, a d 6 , e t a . 8 ; C a p r e o l., C a ie t., F e r r a r , e t a liis s u p r a i n p r im a o p in io n e c ita tis . 25. Q uid connotet veritas transcendentalis .— D ic o s e c u n d o . v e r ita te m tr a n s c e n d e n ta le m s ig n ific a re e n tita te m r e i c o n n o ta n d o c o g n itio n e m s e u c o n c e p tu m in te lle c tu s c u i ta lis e n tita s c o n f o r m a t u r v e l i n q u o ta lis r e s r e p r a e s e n t a t u r , v e l r e p r a e s e n ta r i p o te s t p r o u t e s t. H a e c c o n c lu s io p r o b a t u r e tia m e x d ic tis a s u ffic ie n ti p a r t i u m e n u m e r a tio n e . E t e x is tim o , q u a n w is a u c t o r e s d iv e r s im o d e i o q u a n t u r , o m n e s fe re h a n c e a m d e m r e m d o c e r e v o lu is s e e a m q u e i n h u n c m o ­ d u l a e x p lic o . E x i s tim o e n im h u n c v e r i e n t i s c o n c e p tu m e s s e v i r t u a l i t e r c o m p a ra tiv u m u n iu s r e i v e l n a t u r a e a d p r o p r iu m c o n c e p tu m e iu s r e i q u a e v e r a e s s e d i d t u r ; U t, v e r b i g r a d a , a d p r o f i t e n d u m E u c h a r is t i a e m y s t e r i u m d ic e r e s o le m u s h o s tia m c o n s e c r a ta m e s s e v e r u m c o r p u s C h r i s t i D o m i­ n i , u b i p e r verum corpus n i h i l a liu d s ig n i-

fic a m u s q u a m il l u d id e m c o r p u s q u o d p e r p r o p r iu m a c v e r u m c o n c e p tu m c o r p o r is C h ris ti r e p r a e s e n ta tu r . E t s im ilite r , a d c o n f ite n d u m m y s te r iu m I n c a r n a tio n is , d i d m u s D e u m e ss e v e r u m h o m in e m , id e s t, h a b e r e illa m n a tu r a m q u a m in e s s e n tia li s p e c ie h o ­ m in is v e re c o n c ip im u s . E t h in c d i x i t H e r v a e u s , Q u o d l. I l l , q . 1 , a . 2 e t 3 , h a n c v e r ita te m e ss e c o n f o r m i ta te m r e i, p r o u t e s t i n s e , a d s e ip s a m u t o b ie c d v e c o n c e p t a m ; D u r a n d u s v e r o , I n I , d is t. 1 9 , q . 5 , e c o n tr a r io d ix it h a n c v e r ita te m e s s e c o n ­ f o r m ita te m re i s e c u n d u m e s s e o b ie c tiv u m a d s e ip s a m s e c u n d u m e s s e r e a l e ; u t e r q u e e n im in te lle x it h a n c v e r ita te m n i h i l r e i a d ­ d e r e p r a e te r d e n o m in a tio n e m o r t a m e x c o n iu n c tio n c e t p r o p o r tio n e s e u c o n f o r m ità te i n t e r in te lle c tu m e t r e m . S e d ip s i d e c l a r a n t p e r c o n c e p tu m o b ie c tiv u m q u o d n o s p e r f o r m a l e m ; ta rn e n , q u ia c o n c e p tu s o b ie c tiv u s n i h i l p r a e t e r r e m a d d i t n i s i d e n o m in a tio ­ n e m te r m in i c o n c e p tu s f o r m a lis , id e o n o n re c te e x p lic a tu r c o n f o r m ita s i n t e r r e m e t c o n c e p tu m o b ie c tiv u m , s e d in t e r r e m p o -

Disputación octava.— Sección VII

14 5

quienes dicen que la verdad añade al ente una relación racional de conformidad entre el ente y el intelecto, como indica Santo Tomás, In I, dist. 19, q. 5, a. 1 ; mas, para que esto sea cierto, no debe entenderse referido a una relación propia y actual, sino a la mutua conexión entre la cosa y el concepto y a la connota­ ción de uno en cuanto correspondiente al otro; cosas todas que, por concebirlas nosotros a manera de relación, suelen llamarse relaciones de razón. Por último, en tal sentido resulta fácil aplicar a esta verdad la definición vulgar de verdad como conformidad entre el entendimiento y la cosa, pues no se entiende que dicha conformidad sea una relación —-según se ha explicado anteriormente a propósito de la verdad lógica—, sino una denominación tomada de la unión de varias cosas que se comportan de manera que una de ellas es tal cual es representada por la otra. 26. Se explica una afinriación de San Agustín.— En tercer lugar, sostengo que esta verdad trascendental puede explicarse, bien por modo de conformidad aptitudinal, bien por modo de conformidad actual; tanto en orden al entendi­ miento divino como en orden al creado; y lo mismo en razón de conocido que en razón de cognoscente —-si hablamos del ente verdadero en general—, y ya en cuanto causado y causa, ya como medido y mensurante, si nos referimos al ente creado o artificial. Declararé cada uno de estos extremos. En primer lugar, todos reconocen que la verdad puede significar una confor­ midad actual, cosa que, además, resulta evidente —según parece— por los mis­ mos nombres de verdad y conformidad; pues significan más un acto que una aptitud. Por otra parte, la verdad lógica expresa una actual conformidad y ade­ cuación; luego lo mismo ocurre, proporcionalmente, con la verdad ontològica. Si alguien opone lo que dice San Agustín en el lib. II de los Soliloquios, c. 5 : resulta incorrecto decir que es verdadero aquello que es tal como aparece al cognoscente, ya que en ese caso nada sería verdadero, si nadie lo conociese, respondemos que, según esta denominación, no habría por qué rechazar, de ma­ nera absoluta y sin más, la definición dada, siempre que se entienda — como debe hacerse— de un cognoscente que alcanza verdaderamente la cosa misma. Por eso admitimos también que la proposición condicional es cierta; sin embargo, tius et conceptum formalem seu ideam. Atque idem existimo sensisse eos qui dicunt veruni addere supra ens relationem rationis conformitatis entis ad intellectum, ut significar S. Thomas, In I, dist. 19, q. 3, a. 1; hoc enim, ut verum sit, non est imeiligendum de relatione propria et actuali, sed de illa mutua connexione rei et conceptus et connotatione unius, ut correspandentis alteri, quae quia per modum relationis a nobis concipitur, relatio ratio­ nis dici soler. Denique in hoc sensu facile applicatur ad hanc veritatem illa vulgaris veritatis definitio, quod sit conformitas in­ ter intellectum et rem; illa enim conformi­ tas non intelligitur esse relatio aliqua, ut supra in veritate cognitionis explicatum est, sed denominano sumpta ex consortio plurium ita se habentium ut tale unum sit, quale ab alio repraesentatur. 26. Augustìni dictum expìicamr.— D i­ co tertio hanc veritatem transcendentalem posse et per modum aptitudinalis et pei snodum actualis conformitatis esplicati, et

in ordine ad intellectum divintim et ad creatum, et in ratione cogniti et cognoscentis si universaliter de ente vero loquamur, ve! in ratione causati et causae vel mensurari et mensurae, si de ente creato seu artificiali serma sit. Declaro singula, nam imprimis, quod hacc veritas dicere possit conformitatem actualem omnes fatentur et ex ipso nomine veritatis et con­ formitatis constare vi detur ; magis enim significai actum quam aptitudinem. Item veritas cognitionis dicit actualem conformi­ tatem et commensurationem ; ergo idem est proportionaliter de veritate rei. Quod si obiicias Augustinum, lib. II Soliloquiorum, c. 5, dicentcm verum non recte dici esse id quod ita se habet, ut videtur cognitori, quìa secundum hoc nihil esset ve­ rum, si nullus cognosceret; respondebimus secundum hanc denominationem non esse illam definirionem reiiciendam absolu­ te et simpliciter, si intelligatur, ut intelligi debet, de cognitore vere attingente rem ipsam. Unde etiam admittimus illam con­

ia

146

D is p u ta c io n e s m e ta fís ic a s

así como es imposible el antecedente —al menos con respecto al entendimiento divino—, también lo es el consiguiente. De aquí que Santo Tomás, al exponer este pasaje de San Agustín, diga que sólo excluye la comparación con el intelecto creado, en I, q. 16, a. 1 , ad 1 . 27. Además, que esta verdad puede explicarse asimismo mediante una confor­ midad aptitudinal, se toma del mismo texto de San Agustín, que, a las palabras es verdadero lo que es tal como aparece al cognoscente, añade: si quiere y puede conocer, con lo que expresa la aptitud. Más claramente, San Anselmo afirma, diálogo D e Veníate, c. 9, que la verdad es la rectitud sólo perceptible por la mente. Y Santo Tomás, en la aludida q. 16, a. 5, dice: la verdad se encuen­ tra en la cosa en cuanto tiene un ser adecuable al entendimiento; en I cont. Gent., c. 60, exponiendo la definición de Avicena (la verdad de la cosa es una propiedad del ser que a cada cosa pertenece de manera estable), añade: en cuanto esa cosa tiene aptitud para producir una verdadera estimación de sí misma. Y se prueba porque todo ente real tiene aptitud para producir una verda­ dera estimación de sí, de igual manera que todo ente se dice inteligible, ya sea principio, ya sólo término del conocimiento; pues esta aptitud, de suyo abstrae de estos modos; luego nada impide que ésta pueda significarse con el nombre de ver­ dadero o de verdad. Confirmación: aunque resulte imposible que exista aigún ente que no sea actualmente concebido con verdad por algún entendimiento, al menos por el divino, sin embargo, aun cuando el entendimiento aprehenda como realizada esa hipótesis imposible (la de que todo entendimiento, incluso el divino, cesara en la con­ cepción actual de las cosas), no obstante, todavía habría verdad en las cosas, toda vez que el compuesto de cuerpo y alma sería verdadero hombre, y el oro sería oro verdadero, etc., ya según la verdad de su esencia — si pensamos que las cosas no continuaban en la existencia— , ya también según la existencia, si ima­ ginamos que, aun cuando cesara el conocimiento actual, todavía conservaría Dios las cosas existentes obrando mediante su potencia eiecutiva; luego esta verdad puede entenderse suficientemente en virtud de aquella conformidad aptitudinal, aunque no sea actual. ditionaiem esse verana; tarnen sicut ante­ cedens est impossibile, saltern respecto in­ tellectus divini, ita et consequens. Unde D. Thomas, I, q. 16, a. 1, ad 1, tractans hunc locum Augusrini, dicit solum excludere comparationem ad intellecrum creatura. 27. Praeterea, quod haec veritas possit etiam per aptitudinnlem conformitatem de­ claran, sumitur ex ilio eodem loco Augus­ tini, ubi post illa verba : Verum est quod ita se habet ut videtur cognitori, 3da'irur: Si velit et possit cognoscere. Quae verba aptitudinem significant. C.iarius Anselmus, dialog. De Verit., c. 9, dicit ventatemi esse rectitudìnem sola mente psrcepiibilem. Et D . Thomas, dieta q. 16, a. 5, dicit veriiatem inveniri in re secundum quod habet esse conformabile iruellectui; et I cont. Gent., c. 60, decíarans definitionem Aviccnnae: Venias rei est prnprìetas esse uniuscuiusque rei, quod slabilitum est et, addir: In quantum talis res nata est tacere de se veram aestimationem. Et probatur quia oía­ s e ens reale natura est facere de se veram

aestimationem, quomodo omne ens intelligi­ bile dìcitur, sive sit principium cognitionis, sive tantum terminus; haec enim aptirudo de se abstrahit ab his modis; ergo nihil impedit quominus haec possit nomine veri seu veritatis significari. Et confirmatur; nam, licet sit impossibile esse aliquod ens quod acru non vere concipiatur ab aliquo intellecru saltem divino, mhilominus ta­ rnen etiamsi intellectus apprehendat illam hypothesim impossibilem in re positam, nimirum quod omnis intellectus etiam divinus cessaret ab actuali rerum concepito­ ne, nihilominus adhuc esset in rebus veri­ tas, nam et compositum ex corpore et ani­ ma rationali esset verus homo et aurum es­ set verum aurum, etc., vel secundum veritatem essentiae si intelligamus non ma­ nere res existentes, vcl etiam secundum existentiam, si fingamus cessante actuali cognitione adhuc conservati res existentes a Deo operante per suam potentiam exsequentem; ergo haec veritas inteiligi potest sufficienter per illam aptitudinalem confor-

Disputación octava.—Sección Vil

14 7

Se opondrá: con un argumento semejante puede demostrarse que la confor­ midad aptitudinal no es necesaria; pues aunque se imagine otra hipótesis imposible — que la cosa no sea ni pueda ser entendida por nadie, y que, a pesar de eso. permanezca en su esencia o en su existencia—, sin embargo," cada una de las cosas sería verdadera en su esencia; y entonces la cosa no sería entendida conto apta para producir una verdadera estimación de si misma, puesto que no habrÍ3 nadie en quien producirla; luego esa aptitud tampoco pertenece al concepto de verdad. Se responde: en primer lugar, esa hipótesis posterior implica más bien una directa y formal contradicción con el concepto propio de entidad real, al menos según la esencia; pues al concepto de ésta pertenece el ser posible y, consiguientemente y en mayor grado, el ser inteligible. En segundo lugar, sen­ tada aquella hipótesis, podría afirmarse que la cosa es verdadera de modo funda­ mental o no contradictorio, aunque no lo sería de manera positiva y form al; porque entonces no sería posible la verdad del conocimiento y, por lo mismo, desaparecería toda denominación de verdadero. 28. La verdad ontologica debe considerarse principalmente en orden al entendimiento divino.— Además, de lo dicho se desprende fácilmente que esta apelación o conformidad ha de tomarse, de manera esencial y principal, en orden al entendimiento divino, según enseña Santo Tomás en la citada q. 16, a. 1, y en otros lugares. Primero, porque la conformidad con este entendimiento es sumamente esencial en todas las cosas: en las creadas, por la dependencia que tienen con respecto a E l; en el mismo Ser increado, por la intrínseca y esencial identidad con su entendimiento y la actual intelección. En segundo lugar, por­ que en el entendimiento divisto se halla la verdad suma e infalible y un perfectísimo concepto o representación de tedas las cosas ; luego la cosa se dice ver­ dadera principalísimamente cuando puede adecuarse al concepto que Dios tiene de ella. 29. D e manera secundaria, en orden al entendimiento creado.— Tam bién es posible tomarla, aunque secundariamente, en orden al entendim iento creado; así lo enseña expresamente Santo Tomás, en el' lugar citado, D e Vertí., q. 1 ; y puede explicarse con facilidad por lo ya dicho. En efecto, la conformidad m ita te m , e tia m s i a c tu a lis n a n s it. D i c e s , s i­ m ili a r g u m e n to p o s s e p r o b a r i c o n f o r m i t a te m a p iitu d in a le m n o n e s s e n c c e s s a r ia m , n a m e tia m s i fin g a m i- a lia h iy p o th e s is i m p o s s ib ilis , s c ilic e t, q u o d r e s n e c in ts U ig a tu r n e c p o s s it a b a liq u o in tc liig i, e t q u o d m a n e a t in s u a e s s e n tia v e l e x is t e n tia , n i h i l o m in u s u n a q u a e q u e r e s in s u a e s s e n tia v e r a e s s e t ; e t ta m c n tu n c n o n i n t e l l i g e r e t n r u t a p ta a d fa c ie n d a m v e r s a d e s e a e s t i m a t i o n e m , q u ia n o n e s s e t a p u d q u e rn p o s s e t illa m f e c e r o ; e r g o e tia m illa a p titu d o n o n e s t d e r a tio n e v e r ita tis . R e s p o n d e t u r p r i m u m illa m p o s te r i o r e m h y p o t h e s i s ; in v o i v e re m a g is d ir e c ta m e t f o r m a l e m r e p u g n a n tia m c u m p r o p r ia r a tio n e e n tita tis re a lis , s a lte r n se ­ c u n d u m e s s e n tia m ; n a m d e r a t i o n e e iu s e s t u t s i t p o s s ib ilis , e t c o n s e q u e n r e r a c m u lto m a g is u t s it m te llig ib ilis . D e i n d e , f a c ta ilia h y p o th e s i , p o s s e t r e s d ic i v e r a f u n d a m e n ta lite r s e u n o n r e p u g n a n t e r , n o n ta m e n p o s itiv e a c f o r m a l i t e r ; q u ia t u n c n o n e s s e t p o s s ib ilis v e r ita s c o g n itio n is , e t c o n s e q u e n te r o in n is v e ri d e n o m in a n o c e s s a ie t.

2 8 . Vertías rei maxime spedartela in or­ dine ad divinum intellectum.— P r a e t e r e a e x h i s f a c ile c o n s t a t h a u e a p p e 'l a t i o n e m s e u c o n f o r m i ta te m p o t i s s i m e a c p e r s e e s s e s u m e n d a m in o r d i n e a d i n t e l l e c t u m d i v i m u n , u t D . T h o m a s d o c e t, d ic t. q . 16, a. 1, e t a liis lo c is . P r i m o q u i a c o n f o r m i t a s a d h u n c i n t e lle c tu m e s t m a x im e p e r s e i n o m n i b u s r e b u s , i n c r e a t is q u i d e m p r o p r e r d e p e n d e n ti a m q u a m a b ilio h a b e n t ; i n i p s o v e r o e n t e i n c r e a to p r o p t e r i n t r i n s e c a m e t e s s e n ­ tia le m id e n t i t a t e m c u m s u o i n t e l l e c t u e t a c t u a li in te ile c tio n e . D e i n d e q u i a i n d iv i n o in t e l l e c t u e s t s u m m a e t i n f a l l i b i l i v e r i t a s e t p e r f e c tis s im a r e r u m o m n i u m r a t i o s e u re p ra e s e n ta tio ; e rg o tu n e r e s m a x im e d ic itu r v e ra q u a n d o c o n f o r m a ti p o te s t c o n c e p t u i q u e m d e ta li r e D e u s h a b e t .

29. Secundario in ordine ad creatimi.—Q u o d a u t e m e tia m s u m i p o s s i t i n o r d i n e a d in t e l l e c t u m c r e a t u m , q u a m v i s s e c u n d a ­ rio , d o c e t e x p re sse D . T h o m a s , q . 1 d e V e r it., lo c . c i t . E t p o t e s t f a c i l e d e c k r a r i e x d ic tis ; q u ia h a c e c o n f o r m ita s q u a m

148

Disputaciones metafísicas

que la verdad significa puede entenderse no sólo de la conformidad actual, sino también de la aptitudinal; ahora bien, considerado en su aptitud, todo ente es capaz de tener una verdadera estimación de sí mismo en todo entendimiento, no sólo en el divino, sino también en el creado. Por eso, si queremos concebir esta denominación por modo de relación, entenderemos que todo ser posee esa relación de inteligibilidad, no sólo en orden al entendimiento divino, sino tam­ bién en orden a cualquier intelecto creado. Además, porque el entendimiento creado es cierta participación del divino y tiene aptitud para conformarse a él en la intelección, si entiende con verdad; luego, por el mismo hecho de que el ente se dice verdadero —ya que es adecuahle el entendimiento divino— podrá decirse verdadero por ser adecuable al intelecto creado que entiende verdaderamente. También se demuestra esto con el siguiente argumento: nosotros no siem­ pre conocemos la verdad ontològica por una conformidad con la idea divina, sino por la concepción que tenemos de una cosa determinada. En este sentido, sole­ mos emplear la definición de una cosa o naturaleza para probar que algo es verda­ deramente tal; pues la definición no es más que la explicación de una naturaleza, tal como es concebida por nosotros ; consiguientemente, esta verdad puede tomarse de la conformidad, no sólo con el entendimiento divino, sino también con ei creado1. 30. La conformidad de la verdad en general es una conformidad entre cognoscemie y cornado.—* E s to es máximamente verdadero si la citada conformidad se toma sólo entre cognoscente y conocido, como es preciso tomarla cuando se trata de la verdad trascendental en toda su amplitud. Porque no hay posibilidad de concebir en Dios otra clase de conformidad, ya que no es un ente dependien­ te ni causado, como resulta evidente de suyo; tampoco cabe decir que sea medi­ do, en razón de verdadero, por conocimiento alguno, no sólo porque no pue­ de darse en El la razón de mensurante, en virtud de su identidad suprema, sino también porque, atendiendo al modo según el cual pueden distinguirse y conmensurarse por la" razón, la esencia de Dios es verdadera medida de su cien­ cia, más bien que al contrario; Dios, en efecto, no es verdadero Dios porque dick veritas potest non solum de actuali, sed etiara de aptitudinali intelligi; at vero secundum aptitudinem omne ens natum est habere veram sui aestimationem in omni intellectu non solum divino, sed etiam crea­ te. Unde, si velimus hanc denominationem per modum relationis concipere, intelligemus quodlibet ens habere hanc relationem iniriligibilitatis non solum ad intellectum divinum, sed etiam ad quemcumque crea­ tion. Item, quia intellectus creatus est qttaedam participate divini intellectus, cui natus est conformari in intelligendo, si vere intelligit; ergo, hoc ipso quod ens dicitur verum quia est conformabiie intel(ectui divino, poterit etiam dici verum, quia est conformabiie intellectui create vere in­ telligent!. Tandem hoc probat argumentum illud, quod nos non semper cognoscimu8 veritatem rerum per conformitatem ad ideam divinam sed per conceptionem auam de tali re nos habemus. Atque hoc modo uti solemus definitione talts rei seu

nsnirae ad probandum aliauid vere esse tale; definitio enim nihil aliud est quam es­ plicano talis naturae, ut a nobis concipitur; potest ergo haec veritas sumi non soium ex corformitate ad intellectum divinum, sed etiam ad creatum. 30. Conjormitas veritatìs • in communi est conìormizas ccgnoscentis et cogniti.— Hoc autem maxime verum habet si conformitas haec sumatur solum in ratione cognoscentis et cogniti, quomodo necesse est sumi ri de transcendentali veritate in tota sua latitudine sermo sit. Quia in Deo non potest aliud genus conformitatis in­ telligi, cum non sit ens deper.dens necue causa'um, ut per se constat; ncque etiam proprie dici possit mensuratum in ratione veri per aliquam scientiam, non solum quia propter summam identitatem non potest ibi esse ratio mensurae, sed etiam quia eo modo quo possunt ra­ tione distingui et commensurati, potius essentia Dei vera est mensura suae scientiae quam e converso; non enim Deus ideo

Disputación octava.— Sección V il

149

conoce que es así, sino inversamente, porque es verdadero Dios, por eso conoce que es así. Luego la verdad trascendental, tomada en toda su amplitud, no puede significar una conformidad con el entendimiento como con su causa O' medida, sino únicamente como con su representante o cognoscente, bien de manera actual, bien de manera aptitudinal. Por consiguiente, en este sentido, dicha conformi­ dad —en especial la aptitudinal— puede tomarse en orden a cualquier enten­ dimiento, de modo que se diga que Dios es verdadero porque puede engendrar en cualquier intelecto un verdadero concepto de Dios, o porque en realidad posee aquella naturaleza que acerca de Dios concibe cualquier entendimiento que concibe verdaderamente a Dios. Y lo mismo ocurre, por idéntica razón, con los entes creados, ya que el mismo concepto de verdad puede aplicarse proporcio­ nalmente a todos; y lo que, en el caso de Dios, basta para la verdad, si puede encontrarse por participación en los otros seres —como en verdad puede—•, bas­ tará asimismo para constituir su verdad por participación. 31. Los entes creados se adecúan al entendimiento divino en cuanto artí­ fice.— Pero en la última parte de la conclusión se añade que existe en los entes creados una conformidad con el entendimiento divino como con su causa y ejem­ plar, gracias a la cual dichos entes pueden denominarse verdaderos; porque tam­ bién ésa es una auténtica conformidad con el entendimiento en cuanto conoce prácticamente y obra a su modo. For igual razón, los entes artificiales que pro­ ceden del entendimiento humano tienen, con respecto a él, esa misma confor­ midad como con su ejemplar o idea, y en virtud de dicha conformidad pueden llamarse también verdaderos. Más aún: Santo Tomás entiende que los entes creados se denominan verdaderos principalmente per esta conformidad, ya que les conviene de manera esencial, mientras que la conformidad con otros enten­ dimientos que conocen especulativamente es más extrínseca y accidental. Y eftá se da, sobre todo, en las cosas existentes y creadas en acto; pues las cosas, "cu cuanto a su ser esencial, no tienen en acto causa ejemplar ni tampoco eficiente, si bien la tienen en potencia; por ello, si se consideran en cuanto son posibles, requieren esencialmente unos ejemplares e ideas en el Primer Artífice, cuyas ideas representen que cada uno es tal cual puede ser o cual su naturaleza exige verus D eus est quia taìem se esse cognoscit, sed potius, quia est verus D eus, ideo vere se taìem esse cognoscit. E rgo verum transcendentale in tota sua latitudine sum ptum n on potest dicere confonnitatem ad intellectum u t ad causam vel ad m ensuram , sed tantum ut ad repraeacntantem seu cognorcentem , vel actu ve! aptitudine. H oc er­ go m odo talis conform itas praesertim aptìtudinalis, in ordine ad quem eum que intel­ lectum sum i p otest ita u t D e r , dicatur verus, quia in quocvm que intellectu vignare potest verum conceptum D ei, vel quia reinsa in sc h ab et iilam naturane quam in D eo concio;: quilibet iutellectus vere D eu m concipiens. E t idem eadem ratione est de entibus creatis; n am idem conceptus veritatis potest ad om nia proporticnaliter ap p licali; et quod in D eo sufficit ad veritatem , si in aliis potest p er partid p ationem reperiri, u t leverà potest, sufficiet ctiam ad veritatem eorum p er p artidpationem . 31. E r n ia c re a ta in te lle c tu i d i v i n o u t o p i­ fic i c o n fo r m a n tu r .— A dditur vero in ultim a

p arte conclusionis reperiri in entibus creai» conform itatem ad intellectum divinim i u t ad causam e t exem plar, ratione cuius poa•;unt talia enfia vera denom inari, quia edam .illa est vera conform itas ad intellectum p rac­ tice cognoscentem et suo m odo operantem . E t eadem ratione enfia artificialia cu a e ab intellectu hum ano procedim i, respectu jliius habent eam dem conform itatem u t ad sunna exem plar vel ideam , e t secundum earn vota ctiam d id possum . Im m o senti: D . T h o ­ m as ab bac conform itate potissiraum ri'-nom inari vera enfia creata, quia illa p er se eia convenit; conform itas autem ad alios intd lectu s speculative cognoscentes est m agis extrinseca et p e r accidens. Q uod m axim e h abet Jocum in rebus existenfibus et actu creai is ; nam res secundum esse essentiae non hab en t actu causam cxem plsrem sto­ ut neque efficientem ; habent tam en in p otentia, et ideo si considerentur u t possibile;» sunt, p e r se req u iru n t exem plaria e t idear in prim o artifice quae unum quodque tale esse repraesentent quale esse potest a u t :on-

150

Disputaciones metafísicas

que sea hecho. De esta manera, todas las cosas creadas, incluso en. cuanto a Su ser esencial, requieren esencial y primariamente el encontrarse en el intelecto divino y tener conformidad con él, como con su Primer Artífice, único que puede hacerlas pasar al ser. Ahora bien, como Dios es un ente increado, no puede tener dicha relación con ningún entendimiento; sin embargo, en otro sentido cabe decir que tiene esencialmente una conformidad con respecto a su propio entendimiento más bien que con respecto al de otros; porque exige, de suyo y esencialmente, el entenderse a sí mismo en acto y el ser no sólo inteligible, sino también actualmente entendido por sí mismo, y ser su propia intelección. Con lo dicho queda demostrada la conclusión en todas sus partes. 32. Pero se puede objetar: entonces, el concepto de verdad trascendental no es único, sino múltiple, porque hay una gran diferencia entre la conformidad aptitudinal y la actual, entre la especulativa y la práctica. En segundo lugar, cabe oponer de manera especial: la verdad expresa relación de medido a mensu­ rante, al menos fundamentalmente; luego la verdad ontològica no puede tomarse en orden al entendimiento creado, cuyo conocimiento no es medida de la verdad de las cosas, antes bien, está medido por ellas. Sobre esta base argumento, en tercer lugar: el conocimiento es verdadero porque se adecúa a las cosas cono­ cidas; luego no puede decirse, a la inversa, que las «isas son verdaderas por conformidad con dicho conocimiento; pues entre estas cosas no existe una rela­ ción de comparación mutua o semejante, cual existe entre dos cosas parecidas, sino de comparación no mutua o desemejante, como se da entre lo mensurante y lo medido. 33. En cuanto a lo primero, hay quienes no ven inconveniente en conceder todo lo que en el argumento se infiere; pues, como sólo se trata de denomina­ ciones que se toman o explican a manera de relaciones, nada importa que se multipliquen por varias razones y diversas consideraciones. Más aún, algunos añaden, incluso, que en un aspecto son relaciones reales, y en otro de razón. Y esto es probable, al menos de manera concomitante, aunque no sea formal­ mente cierto. Quizá resulte mejor decir que todas esas relaciones están conte­ nidas bajo una relación adecuada, o que se reducen a una, a saber: la aptitud tura fieri postular. E t hoc m odo res om n ss creatae edam secundum esse essentiae, p er se prim ario p ostulant esse in divino intellectu et habere conform iiatem cum ilio, tam q u am cum p rim o artifice a quo solo possum ad esse perduci. D eus autem cum increatum ens sit, ad nullum intellectum potest habere hanc h ab itu d in em ; nibilornipus tam en alia ratione potest dici per se h abere CGiiformitatem respectu proprii intcUectus potilis quarn aliorum ; quia per se et essentialìter postulai u t seipsum acni inrelligat silque non solum inteiligibilis sed edam actu inteilcctus a seipso et suam et intellectio. A lane ita probata est conclu3io quoad om nes partes eius. 32. Sed obiicies: ergo ratio veritalis transcendentails n on est lina sed m ultiplex, quia aptitudÌDalis vei a a u a lis conformità» et speculativa vel practica valde diversae su n t, Secundo spccialitcr oblici potest, quia veritas dicit reladonc-ni m ensurati ad m ensuram saltern fundam em aliter ; ergo non p o test veritas reru m siimi in ordine ad in-

teilectum creatum , cuius cognitio non est m ensura veritatis rerum , sed per illas potius m ensuratur. U nde argum entor te m o , nam cognitio est vera quia conform atur rebus cognitis; ergo non possunt e con­ verso res dici verae p e r conform itaiem ad talem cognitionem ; quia intcr haec non est relatio m utuae seu simiiis com parationis, qualis est inter duo similia, sed dissimiiis seu non m utuae com paradonis, qualis est in­ ter m ensuram e t m ensuratum . 33. Ad prrm um aliqui non existim ant inconvernens tòtum id concedere quod in argom ento in fertu r; quia, cum hae tantum iiint quaedam denom inationes quae ad modum relationum desum untur seu explicantu r, n o n est inconveniens ex variis capitibus et diversis considerationibus m ultiplia iri. Im raa, quidam etiam addunt sub una ratione esse respectus reales, sub alia vero rationis. Q uod saltem concom itanter proba­ bile est, quam vis no n sit veruna form aiiter. M elius tam en fo n asse dicetur illos om nes respectus sub uno adacquato contineri, seu

Disputación octava.— Sección VU

151

en virtud de la cual cada cosa es apta para producir una verdadera estimación de sí misma; porque cada cosa tiene esa aptitud con respecto a cualquier enten­ dimiento o conocimiento, y la conformidad actual nada le añade, fuera de una denominación o coexistencia de conocimiento. Y si de ahi resulta una relación, cuando dicho conocimiento es práctico y C2usa de las cosas, más que constituir la verdad la supone, según se ha demostrado a propósito de la segunda opinión. A lo segundo se contesta: en rigor, no es necesario que el ente se diga ver­ dadero en cuanto medido por el conocimiento al que se adecúa; de lo con­ trarié, no. podría decirse que Dios es un verdadero ente, según he razonado arriba, porque en cuanto ente no tiene medida alguna, ni real ni racional; por eso —como más ampliamente se ha dicho en I, q. 14— , la ciencia divina no se compara con su esencia y con su ente en calidad de práctica, sino sólo en calidad de especulativa. Luego únicamente en el caso de la verdad del cono­ cimiento especulativo es cierto que el concepto de verdad se toma en cuanto medido; pues también la ciencia divina práctica, como práctica, es verdadera, aunque en cuanto tal no tiene razón de medido, sino más bien de mensurante. Sobre esta base se responde a lo tercero negando la consecuencia. Efectiva­ mente, la misma razón de verdad no se dice en igual sentido deí conocimiento y de. ¡as cosas; por elio, no hay inconveniente en que, de acuerdo con las diversas relaciones, convenga al conocimiento per conformidad con las cosas en cuanto las representa tal como son, y a las cosas en orden al conocimiento, en cuanto son aptas para inducir a una verdadera estimación de sí mismas, consideradas como objetos. 34. La verdad trascendental no es tina mera denominación extrínseca.— Afirmo, en último lugar, que esta verdad trascendental no es una mera denomi­ nación extrínseca, si bien incluye o connota, en cierto modo, la unión con otra cosa, de la cual resulta aquella denominación. En esta conclusión difiero de la opinión de Cayetano, a pesar de que no se trata tanto de una diferencia cuanto de una explicación de su opinión. Se demuestra por lo dicho: la verdad etno­ lógica incluye intrínsecamente la entidad de la cosa; luego no es una mera deno­ minación extrínseca. El antecedente es claro por las definiciones que de la verdad ad unum revocati, nim irum ad illam aptitudinem qua unaquaeque res nata est veram sui aesìim ationem conferre; nam illam habei respecte cuiuscum que intellectus ve! cogniiionis et supra iiiarn nihii addit actuaiis conform itas praeter denom inationem seu coexistentiam cognitionis. Q uod si inde résulté: relatio, quando illa cognitio est practica et causa rerum , ilia supponit potius veritatem quam constituât, u t circa secundam opinionem ostensum est. Ad secundum responderur in rigore n o n esse necessaxium u t ens dicami: verum in r a d a ­ ne m ensurali p er cognitionem cui conform atu r; alias n on posset D eus verum ens dici, ut supra arguir,entabar, quia in ratione entis nuìlam habet m ensuram nec secun­ dum rem , nec secundum xaticnem ; e t ideo, u t X, q. 14, latius dictum est, divina scien­ ti« non com parator ad suam essentiam suum que ens u t practica, sed u t speculati­ va tantum . Soium ergo in vernate cognitio­ nis specuiativae verum habet quod ratio veri sum itur in ratione m ensurati; nam divina ttia m scientia practica, u t practica est, vera

est, quam vis u t sic non habeat rationem m ensurati, sed potius m ensurae. U nde ad tertium responderur negando consequen­ tial!) ; quia ipsam et ratio veritatis non eodem m odo dicitur d e cogitinone et de re­ b u s; et ideo non est inconveniens u t se­ cundum diversas habitudines conveniat cognitioni per conform itatem ad res in quan­ tu m illas u t sunt repraesentat, et rebus in ordine ad cognitionem in quantum aptae sum u t in ratione obiecti veram sui existim ationem inducano 34. V e r ita s tr a n s c e n d e n tà lis n o n e s t m e ­ r a d e n o m in a n o e x tr ín s e c a .— D ico ultim o hanc veriiatem transcendentaiem non esse rneram denom inationem extrinsecam , quam ­ vis includat aliquo m odo seu connotet coniunctionem alverius rei unde iila resultala In hac conclusione difiero ab opinione Caietani, quam vis fonasse n o n tam sit dif­ ferentia quam explicatio sentcntiae eius. P robatur ergo ex dictis, quia veritas rei intrinsece includit entitatem eiu s; ergo no n est m era denom inano extrínseca. A nteceden» pater ex definiuonibus veritatis quas tra d u n t

15 2

D isputaciones metafísicas

dan San Agustín, San Anselmo y Avicena, y por otras citadas más arriba. Ade­ más, porque precisamente por esto los entes ficticios no son verdaderos entes, y son inteligibles de una manera muy distinta a como lo son los verdaderos entes; pues estos últimos, de suyo, tienen aptitud para ser aprehendidos y cono­ cidos tal como son; aquéllos; por el contrario, no gozan de esa aptitud, sino que resulta preciso que el entendimiento, por su artificio y virtualidad, los vista con cierta apariencia o sombra de realidad. Además, por la razón siguiente: cuanto una cosa tiene más entidad, tanto más posee esta verdad, y se dice que, de suyo, es más inteligible aquello que es más perfecto como ente. Apoyándonos en esto podemos argumentar: ser inte­ ligible no constituye una mera denominación extrínseca; luego tampoco lo cons­ tituirá el ser objetiva o realmente verdadero. El antecedente es evidente, no sólo por lo dicho —que la inteügibiliáad sigue a la entidad de la cosa—, sino tam­ bién porque el objeto tiene prioridad natural sobre la potencia y es razón de la misma; por tanto, en el objeto se supone cierta aptitud, gracias a la cual es capaz de terminar el acto de una potencia; así, por ejemplo, en el calor y el sonido con respecto a la vista y el oído; luego, de manera semejante, en el ente en cuanto inteligible no se entiende sólo una facultad extrínseca que posea capacidad intelectual (aunque ésta resulte necesaria), sino también se supone, por parte del ente mismo, una aptitud intrínseca, merced a la cual puede ser término de tal acto. Cabe aducir, como confirmación, las consideraciones hechas en favor de ia primera opinión, y añadiremos otras en la sección siguiente. Corolarios de la solución anim ar

35. Cómo san verdaderos los entes creados y él increado .— A base de lo anterior se comprende, en primer lugar, de qué modo conviene a todo ente real —creado o increado— él ser verdadero; pues todo ente es, de suyo, apto para adecuarse a un entendimiento; más aún, no hay ningún ente que no tenga con­ formidad actual con algún entendimiento, al menos con el divino. De ahí resulta que esta noción de verdad conviene de manera principal al primer ente, que es Dios, ya que implica, de suyo y esencialmente, el conocimiento; y tiene con August., Anselm, et Avicenna, et ex aliis supra adductis. Item, quia propter hanc causam ernia fictitia non sunt vera ernia et longe aliter sunt intelligibilia quam vera entia; nam haec ex se nata sunt apprehendi et cognosci prout sunt; illa vero mini­ me, sed oportet ut artificio et vi intellectus aiiqua realitatis specie seu umbra induantur. Item hac ratione, quo res magis habet de entitate, magis etiam habet de hac veritate; et quod perfectius est ens, id ex se magis intelligibile dicitur. Unde ulrerius argumentari possumus; quia esse intelligi­ bile non est mera denominatio estrinseca; ergo ncque esse verum objective seu realiter. Antecedens patet tum ex dictis, quod intelligibilitas sequitur entitatem rei; tum etiam quia obiectum est natura prius potentia, et ratio illius; ergo supponitur in obiecto aptitudo aiiqua, ratione cuius aprum sit terminare actum potentiae ut, verbi gratia, in colore et sono respectu visus et

auditus; ergo similiter in ente quatenus intelligibile est non solum inteüigitur fa­ cultas estrinseca quae vim habet intciligendi, quamvis haec necessaria sit, sed etiaiu ex parte ipsius ends supponitur aptitudo in­ trinseca, ratione cuius potest actum huiusmodi terminare. Praeterca hoc confirman! quae in favorem primac opinionis adducta sunt er alia addemus sectione sequend. Corollaria ex superiori resolutions 35. Increatum et creata entia quomodo vera.— Atque ex his intelligitur primo quomodo esse verum conveniat omni end reali, sive creato sive increato ; quia ctnne ens de se est aptum conformali intellectui; immo nullum est ens quod non sit acni conforme alicui inteUectui, saltern di­ vino. Quo fit ut haec ratio veri primario conveniat primo end, quod est Deus; quia per se et essentialiter includit cognitionem et cum illa summam ac necessariam coniar-

Disputación octava.—Sección Vil

153

¿1 una conformidad suprema y necesaria; y debido a que por sí mismo (por decirlo de este modo) es la razón de su verdad y es también origen y medida de toda verdad que se encuentra en las criaturas. 36. E n qué sentido es la verdad pasión del ente.— En segundo lugar, se entiende por lo dicho el sentido en que la verdad es pasión del ente. Pues se dice pasión, no porque venga a ser una propiedad real, realmente distinta del ente, sino, en una acepción más amplia, únicamente porque es cierto atributo que tiene reciprocidad con el ente y se distingue de él de alguna manera, al menos según una razón o connotación. Lo primero es claro, ya que se ha demos­ trado que todo ente es verdadero. También por la afirmación, ya hecha, de que toda cosa verdadera, en el sentido explicado, es ente real; pues, aunque pueda decirse que los entes de razón, según el modo como son conocidos, tienen confor­ midad con el intelecto, no obstante, porque de suyo no tienen inteligibilidad ni una entidad que sirva de fundamento a dicha conformidad, tampoco tienen esa verdad que es pasión del ente. Más aún después de haber demostrado que esta ver­ dad significa la entidad misma en cuanto conforme. Por lo que hace a la segunda parte, que versa sobre la distinción, también ha quedado suficientemente explicada. Y no atenían contra ella las objeciones puestas a propósito de la tercera opinión de Cayetano; porque no hemos afir­ mado que la sola denominación sea una propiedad, sino que es la entidad misma concebida bajo ese aspecto. De donde resulta que, con este atributo de la ver­ dad, no se expresa ninguna nueva perfección ni razón real en el mismo ente, sino que únicamente se explícita el concepto mismo de ente mediante una rela­ ción al conocimiento, en el sentido que hemos expuesto. Y porque esta relación adviene en cierto modo al ente en cuanto tal, y es —también en cierto modo, al ¡nenes según la razón— posterior a él (aunque siempre esté u:.ida con él), por eso la verdad que explica la naturaleza del ente valiéndose de esta relación se llama atributo o propiedad del mismo. 37. Explicación de una afirmación de Aristóteles.— En tercer lugar, se entiende por lo ya tratado en qué sentido dijo Aristóteles, al. final del libro VJ de su Metafísica, que la verdad no se encuentra en las cosas, sino en la mente; mitatem habet ; et quia per se (ut ita dicam) est ratio suae veritatis et est origo et mensura omnis veritatis quae in creaturis reperitur. 36. Venim qualiter passio entis.— Secundo intelligitur ex dictis quomodo verum sit passio entis. Bicitur enim passio non quasi sit realis proprietas distincta ex natura rei ab ente, sed iatiori modo, solum quia est quoddam attributum quod reciprocatur cum ente et ab eo aliquo modo distinguitur, saltern secundum rationem seu connotationem. Primum constat, quia ostensum est omne ens esse verum. Constat item ex dictis omne verum, eo modo quo a nobis explicatum est, esse ens realej quia, licet entia rationis, eo modo quo cognoscuntur, diet possint habere conformltatem cum intellectu, tamen, quia ex se non habent intelligibilitatem neque entitatem in qua fundetur ilia conformitas, ideo neque veritatem habent quae est passio ends. Maxime cum ostensum sit hanc veritatem dicere entita­ tem ipsam ut conformem. Altera veto pars

de distinctions satis etiam est ex dictis explicata. Neque contra illam procedimi quae circa tertiam cpinionera Caietani obiiciebamus, quia non asserimus solum denominationem esse proprieratem, sed ipsam entitatem sub tali catione conceptam. Quo fit ut per hoc veri attributum nulla nova perfectio aut realis rado in ipso ente explicetur, sed solum deciaretur amplius ipsamet rado ends per habitudinem ad cognitionem, eo modo quo a nobis ex­ plicata est. Et, quia haec habitude aeddit quodammodo ipsi end ut sic et est aliquo modo saltern secundum rationem posterior ilio (quamvis semper sit aim ilio coniuncta), ideo verum quod per hanc habitu­ dinem declarat naturam ends, attributum seu proprietas eius didtur. 37. Aristotelis dictum explicatur.— Terdo intelligitur ex dieds quo sensu dictum sit ab Aristotele, in fine lib. VI Metaph., verum non esse in rebus sed in mente; loqui­ tur enim de ventate complexa quae est in

154

Disputaciones metafísicas

pues ta b la de la verdad compleja que se da en la composición m ental, y de otra manera de ser o no ser, que viene significada por tal composición y es exi­ gida para su verdad. Efectivamente, como la verdad se encuentra de modo espe­ cial en la composición y división del entendimiento — según hemos dicho arriba— , suele decirse que la verdad por antonomasia o por analogía es especialmente aquella que se encuentra en la composición y división, la cual existe por igual en las negaciones y en las afirmaciones y, de suyo, no exige .ser real, sino tal como es significada p or la complexión.

SEC C IO N v m Si

la

verdad

se

p r e d ic a d e

la

v e r d a d l ó g ic a m á s

pel m a r ia m e n t e q u e d e

la

ONTOLÒGICA, Y EN QUÉ SENTIDO

1. M o tivo s d e d u d a .— H em os dicho que la verdad se encuentra en las cosa3 y en el conocimiento. Interesa, por tanto, explicar en qué orden y medida conviene a unas y a otro, lo cual ayudará tam bién a una m ás clara exposición del concepto de verdad.' Parece que la verdad conviene a las cosas en m ayor grado que al conoci­ miento. Prim ero, porque la verdad es objeto del entendim iento; luego la verdad se supone con anterioridad a cualquier acto intelectual; consiguientemente, ia verdad existe en las cosas antes que en el conocimiento. E d segundo lugar, por­ que la verdad de las cosas es más universal, p o r ser trascendental; luego es anterior, ya que las cosas más universales son, por su naturaleza, anteriores. Más a ú n ; puesto que se ha dicho que la verdad se convierte con el ente real, y los mismos conceptos mentales son entes reales, al parecer no son verdaderos sino en cuanto son entes reales; luego la verdad ontològica es, de suyo, más com ún que la lógica y goza de prioridad sobre ella. E n sentido contrario, todos los autores piensan que la verdad es algo análogo, cuyo analogado principal es la verdad lógica, según se desprende de lo que Aris­ tóteles afirma en el libro VI de su M etafísica, a! final, donde dice que la ver­ dad sólo se encuentra de m anera formal y propia en el entendimiento, m ientras c o m p o s i tio n s m e n tis , e t d e a lio e s s e v e l n o n esse, c juod p e r h u ra s m O d i c o m p le x io n r m s i g n i i k a t u r e t a d ciu g v e r ita te m r e q u i t i t u r . N a m q u ia v e r ita s e s t s p e d a l i m o d o in c o m p o s itio n e e t d iv is io n e in te lie c tu s u t s u p r a d ix i, id e o v e rita s q u a s i p e r a n to n o m a s i a m ve), a n a lo g ia m s p e c ia lite r d ic i s o le t d e iila v t r i t a t e q u a e est. i n c o m p o s i tio n e e t d iv is io n e , q u a e i n n e g a t io n ib u s e t a ffir m a t io n ib u s a e q u e r e p e r i t u r e t p e r s e n o n r e q u i r i t re a le e ss e , s e d q u a le p e r c o m p le x iO n e m s ig n i i k a t u r .

SECTIO v i l i A n v e r ita s p e r p r iu s dica tu r d e v e rita t e

COGNITIONIS I. t a te m

QUAM CE VERITATE REI, ET QUO MODO

Dubitanài rationcs.— in

re b u s

et

in

D i x i m u s v e r i­ c o g n itio n e r e p e r i r i ;

e x p lic a re e rg o o p o r t e t q u o o r d in e a c m o d o u tr is q u e c o n v e n ia t, q u o d e d a m c o n f e r e i u t s m p liu s e s p li c a ta m a n c a i v e r ita tis tr a n e e n d e n ta lis ra tio . V id e t u r e rg o p r iu s c o n v e n i r e v e rita te m r e b u s q u a n a c o g n itio n i. P r i m o q u id e m , q u ia v e r u m e s t o b ie c tu m in te lle c t u s ; e rg o a n te o m n e m a c t u m in te lie c tu s s u p p o n itu r v e r i t a s ; e r g o p r iu s e s t v e r ita s in r e b u s q u a m i n c o g n itio n e . S e c u n d o q u ia v e r ita s r e r u m u n iv e r s a l io r e s t, c u m s it ira r.s c e n d e n s ; e r g o e s t p r io r , q u ia u n i v e r s a lio ra p r i o r a s u n t n a t u r a s u a . I m m o c u m d ic tu m s it v e r u m c o n v e r ti c u m e n te re a li e t ip s i c o n c e p tu s m e n tis e n tia r e a lia s in t, n o n a lia r a tio n e v i d e n t u r e s s e v e r i n is i q u a te n u s e n tia s u n t ; e r g o v e r ita s r c r u m d e se c o m m u n io r e s t e t p r i o r q u a m v e r ita s c o g n itio n is . I n c o n tr a r iu m a u te m e s t q u ia o m n e s a u c tc re s s e n tiu n t v e ru m esse q u id a n a lo g u m , c u iu s p r in c ip a le a n a lo g a tu m e s t v e rita s c o g n itio n is , e x A r is to te le , V I M e -

Disputación octava.— Sección VIH

155

que en las cosas está como en su causa, afirmación que repite en el lib. IX de la M etafísica, c. 12. Por lo que respecta a las palabras, se dice que la verdad está en ellas como en su signo, en cuanto significan lo verdadero o lo falso, según aparece en I P eriherm ., c. 4. D iferen tes opiniones

M uchos opinan que la verdad se encuentra de m anera principal y pri­ maria en el conocimiento, y de modo secundario en las cosas; e incluso que sólo existe formal e intrínsecamente en el conocimiento, y en las cosas causa! u objetivamente. Así, de igual manera que sano es análogo con analogía de atri­ bución, y solamente se predica de m anera intrínseca y form al de u n único analoeaáo, mientras que de los demás se predica por mera denominación tom ada •de aquí!, así tam bién 'verdadero es u n análogo con analogía de atribución, de naturaleza totalmente idéntica, y se predicará formalmente del conocimiento por ser verdadero, mientras que sólo se atribuirá a las cosas por denominación tom a­ da de la verdad d d conocimiento en cuanto aquéllas causan dicha verdad. Y tam ­ bién se dice de la verdad de la locución únicam ente en cuanto es su signo. Así pleura Cayetano, citado en la sección anterior. Parece que tal doctrina está tom ada de Santo Tom ás, en la indicada q. 16, a. 1, 3 y 6, en D e V eril,, q. 1, a. 3, y en ios comentarios a ios lugares ya citados de Aristóteles. Puede explicarse más ampliamente a base de la definición de ver­ dad. tal como se aplica a todas estas cosas. Efectivamente, el conocimiento se dice verdadero en la medida en que está en conformidad con la cosa p o r él represen­ tada, no en cuanto la cosa misma es verdadera, sino en cuanto es así com o la mente la concibe y la afirma o niega, según observó Santo Tom ás en la repetida q. 1AWn de si supuesta en Dios la T rinidad de Personas con unidad en la ( „ a, en verdad, una persona decirse que es bien de la otra, o conveniente para otra, no tanto por razón de la esencia en la que son simplicísimamente uno, sino tam bién por razón de las propiedades en que se distinguen. E n efecto, no parece que haya obstáculo para, conceder que una persona es una cosa conveniente para otra, no como perfección formal de la misma, sino como el principio puede decirse conveniente para lo princi- ■. piado, o el térm ino para la relación, o la existencia de u n ser relativo puede de­ cirse conveniente para otro correlativo, y la sociedad de muchas personas puede juzgarse conveniente para cada una de ellas; en todas las cuales cosas no se advierte ninguna imperfección ni dependencia, sino sólo la necesaria coexistencia d e las tres personas en una esencia. Pero esto dejémoslo a los teólogos. 8. E n cambio, respecto de las criaturas, Dios es el sumo bien conveniente para ellas en grado máximo, no como su bondad formal. D e este modo erraron algunos pensando que todas las cosas creadas son buenas con la bondad divina, lo cual es manifiestamente falso porque la divina bondad no puede ser una for­ m a inherente en las criaturas, ni puede venir en composición con ellas para conster totum ipsum non solum sibi ipsi conve­ niens sit, sed etiam singulis partibus. Unde fit ut quaelibet pars naturaliter appetat totius conservationem plus quam conservationem suiipsius, ut notavit D . Thomas, II-II, q. 26, a. 1. Atque hie modus convenientiae extendi potest ad omnem substantiam crea­ tane quatenus est aliquo modo composita, vel ex natura et aliquo modo seu termino substantiali, vel ex ipsamet et suis accidentibus, quibus ipsa bona est et conveniens. 7. In substantia autem simplicissima, quae est Deus, non reperitur proprie intra ipsam hie modus convenientiae qui intelligitur esse unius rei ad aliam aliquo modo in re distinctam, sed per summam identitatem et simplicitatem est Deus conveniens sibi ipsi et natura eius est conveniens suae personae et personalitas ipsi naturae; sed haec con­ venienza potius est secundum earn rationem qua redditur in se bona et perfecta, quam secundum earn qua dicitur esse alicui conveniens. Quamquam dubitare posset theologus, an supposita in Deo Trinitate perso-

narum cum unitate in essentia possit vere una persona did bonum alterius seu con­ veniens alteri, non tantum ratione essentiae in qua sunt simplicissime unum, sed etiam ratione proprietaium in quibus distinguuntur. Non enim vjdetur inconveniens conce­ dere unam personam esse rem convenientem alteri, non ut formaient perfectionem eius, sed ut principium principiato vel ut termi­ nus dici potest conveniens relationi vel existentia unius relativi potest did conveniens alteri correlativo et sodetas plurium personarum potest exjstimari singulis conveniens, in quibus omnibus nulla imperfectio denotatur ncc dependentia, sed solum necessaria coexistentia trium personarum in una essen­ tia. Sed hoc theologis relinquamus. 8. Respectu vero creaturarum Deus est summum bonum maxime conveniens illis, non ut bonitas formalis earum. Quomodo quidam errarunt existimantes omnes res creatas esse bonas bonitate divina, quod est manifeste falsum, quia divina bonitas non potest esse forma creaturis inhaerens, aut

Disputación X .— Sección III

261

tituirlas como formalmente buenas. Ni tampoco las criaturas pueden ser o de­ cirse buenas por la sola denominación extrínseca tomada de la bondad de Dios, porque igual que tienen en sí su propio ser distinto del ser de Dios, aunque participado del mismo, igualmente tienen en sí mismas su propia bondad y per­ fección distinta de la bondad divina, pero que emana y participa de ella. Por consiguiente, Dios es un bien conveniente a todas las criaturas en el género de eficiente y de fin; pues de aquel bien depende y fluye toda la bondad de la criatura, y en la consecución o mayor o menor imitación de aquel bien consiste la perfección de la criatura. Y de este modo dijo San Agustín en el lib. VIII De Trinitate, c. 3, que Dios es el bien de todo bien. Y, por el contrario, las criaturas no pueden decirse convenientes para con Dios del mismo modo como El es conveniente para ellas, a saber, como un bien provechoso para ellas y que les comunica su bondad; pero, sin embargo, pueden decirse convenientes para Dios como obras dignas del mismo y conformes con su bondad y sabiduría; y de este modo decimos que los cielos son una obra digna de Dios y conve­ niente a El, igual que decimos que una imagen pintada con acierto es una obra digna de tal artista. En este sentido puede explicarse aquello del Génesis: Vio Dios que era bueno, es decir, convenientemente dispuesto y fabricado, tal como pedía la dignidad de tal artífice. 9. Y de este modo puede fácilmente entenderse que una cosa o sustancia, incluso distinta por el supuesto, sea un bien conveniente para otro, cosa que también puede verse en las criaturas; pues una criatura es conveniente para otra o bien porque de alguna forma contribuye al ser o a la perfección o her­ mosura de ella, o hien para comunicar su bondad que tiene participada de Dios, o para ejercer sus acciones. N o puede, por consiguiente, pensarse un ente ver­ dadero y real que no sea de alguna manera conveniente para alguien. Por lo cual puede darse una razón general, que todo ser es de alguna manera bueno y per­ fecto en sí; y todo lo bueno es conveniente no sólo para sí mismo sino también para alguien, ya sea para comunicarse con él de alguna manera, ya al menos para ser hecho por él y ordenarse al provecho de los demás o por lo menos a la hermosura y a una especie de complemento del universo. Y en este sentido no cum eis in compositionem venire ut eas for­ maliter bonas constituât. Neque etiam creaturae esse aut dici possunt bonae per solam denominationem extrinsecam a bonitate Dei, quia sicut in se habent proprium esse distinctum ab esse Dei, licet ab illo participatum, ita in se habent propriam bonitatem et perfectionem distinctam a bonitate divina, ab ilia Vero manantem et participatam. Est ergo Deus bonum conveniens omnibus creaturis in généré efficientis et finis; nam ab illo bono omnis creaturae bonitas profluit ac pendet et in illius boni consecutione, vel aliquali imitatione, summa perfectio creatu­ rae consistit. Et hoc modo dixit Augustinus, VIII De Trinit., c. 3, Deum esse bonum omnis boni. At vcro e contrario, creaturae non possunt did convenientes Deo eo modo quo ipse est conveniens illis, scilicet tamquam bonum eis commodum et bonitatem eis communicans; sed tarnen dici possunt convenientes Deo tamquam opera decentia ipsum et consentanea bonitati et sapientiae eius; sic enim caelos dicimus esse opus Deo dignum eique conveniens, sicut dicimus ima-

ginem recte depictam esse opus conveniens tali artifici. Quo sensu posset exponi illud Genes.: Vidit Deus quod esset bonum, id est, convenienter dispositum et fabricatum prout talem opificem decebat. 9. Atque ad hunc modum intelligi facile potest quod una res vel substantia, etiam supposi» distincta, sit bonum alteri conve­ niens, quod in creaturis etiam intueri licet; est enim una creatura conveniens alteri vel quia aliquo modo conferì ad esse vel ad perfectionem aut pulchritudinem eius, vel ad communicandum bonitatem suam quam a Deo habet participatam, suasve actiones exercendas. Non potest ergo excogitari ens aliquod verum et reale quod non sii aliquo modo conveniens alicui. Unde ratio generalis reddi potest, quia omne ens est in se aliquo modo bonum et perfectum; omne autem bo­ num non solum sibi ipsi conveniens est, sed etiam est alicui conveniens vel ut sese illi communicet aliquo modo, vel saltern ut ab illo fiat et ad aliorum commodum vel saltera ad universi pulchritudinem et aliquale complementum ordinetur. Atque hac ratione

262

Disputaciones metafísicas

hay ningún ente que no pueda entrar en el campo de la voluntad como conveniente para alguien o para algún fin. Así, por consiguiente, consta que el bien, incluso cuando dice razón de conveniente, se convierte con el ente, porque mostramos ya que todo aquello que es verdadera y positivamente conveniente es ente, y, por el contrario, que todo ente verdadero es de alguna manera conveniente. Y de aquí finalmente se concluye que el bien, incluso bajo esta razón, puede contarse entre las pasiones del ente en cuanto que es un cierto atributo general del ente que no es enteramente sinónimo con él sino que connota o incluye algo más que la entidad de la cosa, como se declaró en la sección 1. 10. La bondad honesta natural constituye principalmente el bien trascen­ dental.— Digo en cuarto lugar que el bien trascendental parece tomado prin­ cipalmente de la bondad honesta, no en el género de las costumbres sino de la naturaleza, aunque pueda también decirse en abstracto y er¡ general de la bon­ dad en cuanto que prescinde de todas estas cosas. Se explica porque si el ente se dice bueno en sí, tal denominación se toma de que tiene en sí una perfec­ ción que le conviene; y esta conveniencia pertenece a la honestidad natural en cuanto que todo bien de esta clase es apetecible por sí, al menos por aquél para quien es bien y perfección. De ello ha nacido aquel axioma: E l bien es ama­ ble, pero el propio para cada uno. Y es bastante verosímil que el bien trascen­ dental haya sido tomado primariamente de la relación o denominación por la que cada ente tiene en sí alguna perfección conveniente para sí. Por consi­ guiente, de este modo la bondad de alguna manera honesta, en el orden natural es una propiedad universal del ente de la que le nace al bien el ser llamado tras­ cendental. Pero si el ente se dice bueno en cuanto que es conveniente para otro, de este modo todo ente parece que es por sí conveniente para alguien con el cual tiene una proporción natural, sea como causa con el efecto, sea como efecto con la causa o como la parte con el todo o el todo con la parte o de otro modo semejante; y así en todo ente puede encontrarse alguna conveniencia por causa de la cual sea por sí mismo apetecible con relación a alguien, conveniencia que bajo aquel aspecto se reduce a la honestidad de la naturaleza. Y por esto, la de­ nominación de bueno y conveniente en cuanto que es común a todo ente parece sibi convenientem; haec autem convenientia perdnet ad honestatem naturalem, quatenus omne huiusmodi bonum, est per se appetibi­ le saltern ab eo cuius est bonum et perfectio. Unde ortum est illud axioms: Amabile bo­ num, unicuique autem proprium. Est autem satis verisimile bonum transcendens primario sumptum esse ex habitudine seu denominatione qua unumquodque ens habet in se aliquam perfectionem sibi' convenientem. Sic igitur bonitas aliquo modo honesta in ordine naturae est universalis proprietas en­ ds a qua bonum transcendens denominatum est. Si vero ens dicatur bonum quatenus 10. Bonitas honesta naturalis bonum est conveniens alteri, sic omne ens videtur esse per se conveniens alicui cum quo habet transcendent praecipue conslituit.— Dico naturalem aliquam proportionem, vel ut quarto: bonum transcendens potìssime causa cum effectu, vel ut effectus cum cau­ sumptum videtur a bonitate honesta non sa, vel ut pars cum toto, aut totum cum in genere moris sed naturae. Quamvis edam parte, aut alio simili modo, et ita in omni possit abstracte et generatimi dici a bonitate, ente reperiri potest aliqua convenientia _ob ut ab omnibus abstrahjt. Declaratur, nam si quam sit per se appetìbile respectu alicuius, ens dicatur bonum in se, ea denominano quae sub ea ratione ad honestatem naturae ex eo sumitur quod in se habet perfecdonem nullum est eus quod non possit sub obiectum voluntatis cadere tamquam conveniens alicui seu ad aliquem finem. _Sic igitur .constat bonum edam ut didt rationem convenientis converti cum ente, quia ostendimus omne id quod vere ac positive conveniens est, esse ens et e contrario omne verum ens esse aliqpo modo conveniens. Atque hinc tandem concluditur bonum edam sub hac_ ratione inter passiones ends posse numerari quatenus est quoddam generale attributum ends, quod non est omnino synonymum illi, sed aliquid ultra rei entitatem connotane seu includens, ut sect. 1 declaratum est.

Disputación X .— Sección 111

263

que ha sido tomada de esta bondad, pues es en grado máximo intrínseca y uni­ versal; en cambio, la bondad útil propiamente dicha es más extrínseca y sola­ mente relativa; y la bondad deleitable no es tan común a todo ente, sino que pa­ rece ser particular si se habla de la delectación propiamente dicha y no metafó­ rica. Por consiguiente, de todo esto consta ya suficientemente la primera parte de la conclusión. Y la segunda es facilísima, porque si se toma el bien en abs­ tracto, cuando se dice de todo ente, no quiere decirse que toda la razón de bien, a saber: el honesto, el útil y el deleitable se encuentre en cualquier ente, sino simplemente la razón de bien, lo cual será verdad si se encuentra en cada uno de ios entes al menos una razón de bien. Por consiguiente, el bien trascenden­ tal tomado con esa abstracción puede asignarse como propiedad del ente, aunque en particular haya de ser atribuida a cada ente según un modo propio y una determinada razón de bondad y conveniencia. ¿Dice perfección la relación? 11. Opinión de algunos.— Parecer de otros.— A la razón de duda propuesta al principio se responde negando que el bien no se convierta con el ente. Pero a la primera parte de la prueba que trata del bien tomado absolutamente hay que responder con pormenor. En la primera objeción se toca aquella dificul­ tad vulgar de la relación real, sobre si dice perfección, de lo cual suelen tratar los teólogos con ocasión del misterio de la Trinidad, ya que si la relación como tal dice perfección, también la dirán las relaciones divinas; y por ello, sucederá que en una persona se encuentre una perfección que no se encuentra en otra, y habrá más perfecciones en muchas personas que en una sola, y más en la T ri­ nidad que en la esencia, todas las cuales cosas repugnan a la igualdad de las di­ vinas personas. Por consiguiente, por este motivo niegan muchos que la relación, en cuanto que es relación, diga perfección o imperfección, y afirman que no dice ni una ni otra cosa. Así lo mantiene Cayetano, In de Ente et Essentia, c. 2, hacia la mitad, donde supone esto como comúnmente admitido, en la escuela de Santo revocatur. Et ideo ab hac bonitate denomi-, natio boni et convenientis, quatenus communis est omni enti, sumpta vidctur, nam est maxime intrinseca et universalis; bonitas autem utilis proprie sumpta est magis es­ trinseca et secundum quid tantum; bonitas vero delectabilis non est ita communis omni enti, sed particularis esse videtur, si proprie et non metaphorice de delectatione sit sermo. Ex Iris ergo satis constat prior pars conclusionis. Posterior vero faciliima est, quia si bonum abstracte sumatur, cum de omni ente dicitur, non est sensus omnem rationem boni, scilicet honesti, utilis et delectabilis in quolibet ente reperiri, sed simpliciter rationem boni; quod verum erit si aliqua saltem ra­ tio boni in unoquoque ente inveniatur. Potest ergo bonum transcendens in ea abstractione sumptum ut proprietas entis assignari, quamvis in particulari unicuique enti secun­ dum proprium modum et determinatam ra­ tionem bonitatis et convenientiae tribuenda sit.

Relatio an dicat perfectionem 11. Quorumdam opinio.— Aliquorum placitum.— Ad rationem dubitandi in prin­ cipio positam respondetur negando bonum non converti cum ente. Ad probationem au­ tem circa priorem partem de bono absolute dicto sigillatim dicendum est. In prima tangitur vulgaris difficultas de relatione reali, an dicat perfectionem, quam solent dispu­ tare theologi occasione mysterii Trinitatis, quoniam si relatio ut sic dicit perfectionem, etiam relationes divinae dicent illam; quo fiet ut aliqua perfectio sit in una per­ sona quae non est in alia et plures perfectiones in multis personis quam in una, et in Trinitate quam in essentia, quae omnia repugnant aequalitati divinarum personarum. Propter hanc ergo causam multi negant relationem, ut relatio est, dicere perfec­ tionem vel imperfectionem, sed aiunt neutro modo se habere. Ita tenet Caietan., In de Ente et essent., c. 2, circa medium, ubi 'd supponit tamquam communiter receptum in schola D . Thomae et Scoti. Et favet qui-

264

Disputaciones metafísicas

Tomás y de Escoto. Y se inclina a ello Santo Tomás en I, q. 42, a. 4, ad 2, donde piensa que la perfección en cuanto tal dice algo absoluto. Sobre Escoto trataré des­ pués; lo mismo mantiene Cayetano en I, q. 28, a. 2, alrededor de ad 3; Capréolo, In I, dist. 1, q. 7, ad 3; Auréolo, cont. 1 conclus.; Durando, In III, dist. 1, q. 3, n. 12; y Marsilio, In I, q. 32, a. 3. Y omitida la razón teológica, puede esta sen­ tencia fundarse en que del solo hecho de que alguien se haga blanco o negro o se cambie de lugar parece increíble que yo adquiera o pierda alguna perfección porque pierdo o adquiero una relación de semejanza, proximidad o parecidas. Otros, en cambio, se valen de una distinción, porque la relación puede conside­ rarse en cuanto al ser que tiene en el sujeto, y como tal dicen que la relación dice perfección, o en cuanto al ser que tiene para con el término, y en este sentido niegan que diga perfección, ya que el ser para — en cuanto que es para— no pone nada en el sujeto; por lo cual de suyo es común con las relaciones de ra­ zón, y esto indicó Capréolo al decir que la relación en cuanto tal no dice per­ fección, porque como tal no pone nada en aquel a quien se atribuye. 12. Pero ya que se ha de tratar de la naturaleza de la relación más abajo, en su propio lugar, ahora brevemente hay que suponer que esta cuestión se re­ fiere a las relaciones verdaderas y reales, que sean verdaderas cosas o modos reales de los entes, no discutiendo por ahora qué relaciones sean éstas y cómo lo sean, cosa que se hará en el referido lugar. Por consiguiente, supuesto esto, no veo cómo puede responderse a la dificultad propuesta, siguiendo las opinio­ nes precedentes, sino limitando la conclusión establecida anteriormente, a saber:, que el bien se convierte con el ente absoluto y no con el ente en cuanto es co­ mún al absoluto y relativo; o ciertamente, que aunque todo ente en cuanto se distingue del modo de la cosa diga perfección, con todo el modo de la cosa no añade una especial bondad o perfección. Pero estas limitaciones n i pueden tener fundamento ni verdad. Y la primera, ciertamente, está en contradicción con lo que afirma Aristóteles en el libro I de la Etica, c. 6, donde dice que el bien se divide lo mismo que el ente y se difunde por todos los predicamentos; y ex­ presamente dice: El bien se dice en la sustancia, y en la cualidad, y en la rela­ ción, etc., donde Santo Tomás afirma que el bien se convierte con el ente que dem D. Thomas, I, q. 42, a. 4, ad 2, ubi sentit perfectionem ut sic dicere aliquid absolutum. De Scoto dicam inferius; idem tenet Caiet., I, q. 28, a. 2, circa ad 3; Capreolus, ln I, dist. 1, q. 7, ad 3; Aureol. cont. 1 conclus.; Durandus, In III, dist. 1, q. 3, n. 12; et Marsil., In I, q. 32, a. 3. Et omissa theologica ratione, potest fundari haec sententia, quia incredibile videtur ex eo so­ lum quod alter fiat albus aut niger aut loco mutetur, me acquirere vel atnittere jperfectionem aliquam quia perdo vel acquiro relationem similitudinis, propinquitatis et si­ miles. Alii vero distinctione utuntur, quia relatio considerari potest quoad esse in subiecto et ut sic aiunt relationem dicere per­ fectionem, vel secundum esse ad terminum, et quoad hoc negant dicere perfectio­ nem, quia esse ad, ut ad, nihil ponit in subiecto; un de ex se relationibus rationis commune est, et hoc significavit Capreolus dicens relationem in quantum huiusmodi non dicere perfectionem, quia ut sic nihil ponit in eo cui attribuimr.

12. Sed quia de natura relationis inferius in proprio loco disputandum est, nunc breviter supponendum est quaestionem hanc procedere de relationibus veris ac realibus, quae verae sint res aut modi reales entium, non disputando modo quaenam relationes huiusmodi sint vel quomodo sint, quod praedicto loco fiet. Hoc ergo supposito, non video quomodo possit iuxta superiores sententias difficultati propositae satisfieri, nisi limitando conclusionem superius positam, quod, nimirum, bonum convertatur cum ente absoluto, non vero cum ente ut commune est absoluto et respectivo; vel certe, quod licet omne ens ut distinguitur a modo rei dicat perfectioDem, tamen modus rei non addat specialem bonitatem seu perfectionem. At vero hae limitationes nec fundamentum habere possunt nec veritatem. Et prior quidem repugnat Aristoteli, I Ethic., c. 6, dicenti bonum aeque dividi ac ens, et per omnia praedicamenta vagati; et expresse dieit:

Bonum et in substaniia dicitur et in quali et in eo quod est ad aliquid, etc., ubi D.

Disputación X .— Sección III

265

se divide en diez predicamentos; y éste es el sentido de todos los que mantie­ nen que el bien trascendental es una pasión del ente, y que se convierte con él; por consiguiente, aquello no es una limitación, sino la destrucción de la opinión admitida. . 13. Además, el que el ente real diga alguna perfección no sólo le conviene a él porque es un ente absoluto, sino simplemente porque tiene verdadera en­ tidad que constituye al ente tal cual debe ser, y en esto consiste el que sea perfec­ ción suya; y por ello dijo San Agustín en el lib. L X X X III Quaestionum, q. 24; Todo lo que es, en cuanto es, es bueno; y en el libro III D el Libre Arbitrio, c. 15, dijo: Cuanto es como debe ser, es bueno; y en el libro I De la Doctrina Cristiana, c. 32, cuando dice que Dios es el que es sumamente, afirma: Y las demás cosas que son no pueden ser más que por El, y en tanto son buenas en cuanto recibieron el ser, y Boecio, en el libro De Hebdom., c. 2 : Cuanto es — dice— en aquello que es, es bueno; por consiguiente, la bondad no sigue a este o a aquel modo de entidad, sino a la entidad debida a la cosa; y se supone que la relación tiene su propia entidad, mediante la cual tiene el ser que debe tener; luego también la bondad. 14. Además, ¿cómo puede concebirse el ente real sin alguna perfección real?, pues cualquiera que fuese el motivo por el que alguien imaginase que ello puede concebirse en la entidad relativa, aunque no se encuentre en la absoluta, podría alguno igualmente imaginar lo mismo en cualquier entidad accidental e incluso en cualquier modo real que por supuesto no diga ninguna perfección aunque sea algo real; conceder lo cual, sin embargo, en general, de todos los accidentes o modos reales, es enteramente falso. N i puede señalarse una razón suficiente de la diferencia entre la relación y los otros modos si suponemos que la relación es una verdadera cosa o modo real; pues aunque la relación diga orden al término, sin embargo, según todo lo que es, afecta al sujeto y se halla en él. Por lo cual, no ayuda nada aquella distinción de la relación según su ser en o según su ser para; pues si el ser para es verdadero y real, es necesario que afecte al sujeto al que refiere al térm ino; por lo cual, como la relación, incluso Thomas ait bonum converti cum ente quod in decern praedicamenta dividitur; et hie est sensus omnium qui bonum transcendens dicunt esse passionem entis et cum illo converti; ilia ergo non est limitatio sed destructio receptae sententiae. 13. Praeterea, quod reale ens dicat aliquam perfectionem, non tantum ei convenit quia absolutum ens est, sed simpliciter quia veram entitatem habet, quae tale constituit ens quale esse debet, et in hoc consistit quod sit perfecdo eius; et ideo dixit Aug., lib. LXXXIII Quaestionum, q. 24: Onme quod est, in quantum est, bonum est; et lib. I l l De Lib. arb., c. 15, dixit: Quidquid est sicut esse debet, bonum est; et lib. I de Doct. Chris., c. 32, cum dixisset Deum esse qid summe est, ait: A t caetera quae sunt, nisi ab illo,

esse non possunt et in tantum bona sunt, in quantum acceperunt ut sint; et Boetius, lib. De Hebdom., c. 2; Quidquid est (inquit) in eo quod est, bonum est; ergo bonitas non consequitur ad hunc vel ilium entitatis modum sed ad entitatem rei debitam; suppo-

nitur autem relatio habere propriam entita­ tem, per quam tale esse habet quale habere debet; ergo et bonitatem. 14. Praeterea, quomodo intelligi potest ens reale sine aliqua reali perfectione? nam, qua ratione aliquis finxerit posse hoc intelli­ gi in entitate relativa, quamvis non inveniatur in absoluta, potent aliquis idem fingere in qualibet entitate accidentali vel etiam in quolibet modo reali, quod nimirum nullam dicat perfectionem, etiamsi aliquid reale sit, quod tamen in universum concedere de om­ nibus accidentibus aut modis realibus omnino falsum est. Nec potest sufficiens ratio differentiae assignari inter relationem et alios modos, si supponamus relationem esse veram rem seu realem modum; nam, licet relatio dicat ordinem ad terminum, tamen secun­ dum totum id quod est, afficit subiectum et inest illi. Unde nihil iuvat ilia distinctio de relatione secundum esse in, vel secundum esse ad; nam, si esse ad sit verum ac reale, necesse est ut afficiat subiectum quod refert ad terminum; unde, sicut relatio, etiam se-

266

Disputaciones metafísicas

según su ser para, pone algo real en el sujeto, así también pone algo de bondad o de perfección. N i es verdad que la relación según su ser para prescinda del ■ser. en, igual’que no prescinde del ser de ente o de accidente, porque aquel ser e n trasciende a todos los accidentes, y el modo de ellos —como el mismo ser— a todos los entes y modos de entes. N i tampoco es verdad que el ser para pres­ cinda del ser real o de razón más que sólo de palabra, pues la relación de razón, del mismo modo que no es verdadera relación, así tampoco tiene se r para, sino que se finge que lo tiene o se concibe como si lo tuviera. 15. L a relación verdadera y real, en cuanto tal, incluye bon dad y perfec­ ción .— Hay que decir, por tanto, que la relación en cuanto relación, de la misma manera que dice propia entidad, así dice también propia bondad o perfección, como bien enseñaron Ockam y Gabriel, Jn I , dist. 19, q. 1 ; y Gregorio, q. 1, a. 1 ; y lo indica Durando, In II, dist. 34, q. 1, ad 3 ; ni disiente Escoto en el referido Q uodL, 5, ya que en sus últimas palabras deja la cosa dudosa e indecisa, e In I, dist. 1, q. 2, argum. 1, prueba, con el testimonio de Aristóteles del libro I de la E tica aducido antes, que la relación tiene una bondad propia, y en la .solución concede que tiene bondad hablando en general, pero no la bondad perfecta que constituya una especial razón de objeto fruible, de lo cual trataremos en otra ocasión. Y ciertamente, si alguno considera los testimonios de la Escritura y de los Santos con que -hemos probado que todo ente creado es bueno, y la razón y modo con que declaramos que la bondad conviene adecuadamente al ente, entenderá claramente que valen lo mismo de cualquier ente que tenga en sí al­ guna entidad, de tal modo que es preciso que tenga en sí otro tanto de per­ fección y que sea en si algún bien, prescindiendo de si es conveniente para al­ gún otro además de para sí mismo o para lo que es constituido por él mismo en cuanto es tal. Y se confirma y declara, pues a causa de las mismas locuciones generales y razones no puede exceptuarse la entidad del acto del pecado, ni al­ gún modo real o diferencia suya de que, en cuanto es tal, no sólo sea hecha por Dios sino- que sea buena; ppr consiguiente, lo mismo vale de cualquier razón positiva de ente, por muy relativa que sea. 1, q. 2, argum: 1, probat es testimonio cimdum esse ad, ponit in subiecto aliquid Arist., ex lib. I Ethic., supra adducto, rela­ reale, ita edam ponit aliquid bonitatis vel donem habere propriam bonitatem, et in perfectionis. Neque est verum relationem se­ soludone concedit habere bonitatem in com­ cundum esse ad praesdndere ab esse in sicut muni loquendo, non tarnen bonitatem pernon praescindit ab esse ends vel accidends, fectam quae constituât specialem radonem quia illud esse in est transcendens ad omnia obiecd fruibilis, de quo alias. Et sane, si accidentia et modos eorum, sicut ipsum esse quis consideret testimonia Scripturae et ad omnia enda et modos endum. Neque Sanctorum quibus probavimus omne ens etiam est verum esse ad abstrabere a reali creatum esse bonum, et radonem ac modum et radonis nisi voce tantum, nam relado raquo declaravimus bonitatem adaequate con­ tionis sicut vera relado non est, ita nec havenire end, plane intelliget aeque procedere bet esse ad, sed habere fingitur seu ita conde quolibet ente quod in se aliquant end­ cipitur ac si haberet. tatem habest, ita ut necesse sit tantumdem 15. Relatio vera et realis, ut sic, bortita- perfectionis in se habere esseque in se alitem includit ac perfectionem.— Dicendum quod bonum, quidquid sit an alicui alteri ergo est reladonem ut relatio est, sicut prosit conveniens, praeterquam sibi ipsi vel priam dicit endtatem seu entitatis modum, constitute per ipsum quatenus tale est, Conita etiam propriam dicere bonitatem seu perfirmatur ac dedaratur, nam propter easdem fectionem, ut bene docuerunt Ocham et generales locudones et radones excipi non Gabriel, In I, dist. 19, q. 1; et Gregor., q. potest entitas actus peccati, neque aliquis 1, a. 1; et significat Durandus, In II, dist. realis modus aut differentia eius quominus, 34, q. 1, ad 3; nec dissendt Scotus, diet. quatenus tails est, et a Deo fiat et bona sit; ergo idem est de quacuraque alia ratione Quodl. V, nam in ultimis eius verbis rem positiva ends, quantumvis respeedva sit. .dubiam et indedsam relinquit, et In I, dist.

Disputación X .— Sección III

267

16. Si las relaciones divinas dicen perfección por su propio concepto.— Se rechaza la opinión de algunos.— Y a la dificultad teológica responden algunos que aunque la relación creada diga perfección por su propio concepto y razón, sin embargo, la relación divina por su propio concepto no dice ninguna perfec­ ción; Esto lo dicen principalmente para evitar el inconveniente de que alguna perfección esté en. alguna persona sin estar en otra. Y dan la razón de la di­ ferencia, porque la relación creada dice una perfección finita; y la relación in­ creada no puede decir perfección finita porque esto repugna a la perfección di­ vina, ni tampoco por su propia razón puede decir una perfección infinita, porque esta infinitud sólo puede convenir por razón de la esencia. Pero es extraño que juzguen que es una dificultad el que alguna cosa divina diga de suyo perfección finita y no piensen que lo es el que la misma cosa divina no diga de suyo ninguna perfección, ya que por su propio género es mejor decir alguna perfección que no ninguna. Añado que fácilmente puede entenderse que la relación por su pro­ pio concepto es infinita en el género de la paternidad o de la filiación, etc., pero que no es infinita en el género de ente si no es por razón de la esencia que in­ cluye. 17. Se rechaza la opinión de otros.— Otros dan razón de la diferencia por­ que la relación creada se distingue realmente de toda cosa y perfección absoluta, y por ello es preciso que lleve consigo su perfección. Y la relación divina no se distingue realmente de la perfección absoluta de la naturaleza divina, sino que la incluye en sí con perfecta identidad y simplicidad, y por ello no es menester que lleve consigo perfección; y esta respuesta indica Gregorio más arriba. Sin embargo, tampoco me satisface aquella razón, pues aunque concluya rectamen­ te que la relación divina no puede decir perfección distinta realmente de la esen­ cia, no con todo que no diga una perfección conceptualmente distinta, del mismo modo evidentemente que dice entidad. Y en cuanto a esto no puede señalarse ninguna razón suficiente de diferencia por la que pertenezca a la razón de la entidad creada decir alguna perfección según toda su razón positiva, y no con­ venga esto mismo con mayor motivo a la entidad increada, ya que es por su 16. Divinae relationes an ex proprio con- paternitatis aut filiationis, etc., non esse ta­ ceptu perfectionem dicant.— Quorumdam men infinitam in genere ends nisi radone sententia reiìcitur.—* Ad difficultatem autem essendae quam includit.

theologicam. respondent aliqui, quamvjs relatio creata dicat perfectionem ex proprio conceptu et ratione, nihìlominus relationem divinata ex proprio conceptu nullatn dicere perfectionem. Quod praedpue dicunt ut evitent Ulud inconveniens, quod aliqua perfectio sit in una persona quae non est in alia. Rationem vero differentiae reddunt, quia relatio creata dicit perfectionem finitam; relatio au­ tem increata non potest dicere finitam perfec­ tionem, .quia hoc repugnat divinae perfectioni, neque edam ex propria ratione dicere potest infinitam perfectionem, quia haec infinitas solum potest convenire ratione essentiae. Sed mirum est quod inconveniens censeant rem aliquam divinano dicere ex se finitam per­ fectionem et non reputent incommodum eamdem rem divinato nullam ex se dicere perfectionem, cum tamen ex suo genere melius sit aliquam perfectionem dicere quam nullam. Addo intelUgi facile posse relationem ex proprio conceptu esse infinitam in genere

17. Aliorum placitum confutatur.— Alii reddunt rationem differentiae, quia relatio creata distinguitur ex natura rei ab omni re et perfectione absoluta, et ideo oportet ut secum afferat suam perfectionem. Rela­ tio autem divina non distinguitur ex na­ tura rei a perfectione absoluta divi­ nae naturae, sed cum perfecta identitate et simplicitate illam in se includit, et ideo necesse non est ut secum afferat perfectio­ nem; et hanc responsionem indicat Grego­ rius supra. Verumtamen neque ilia ratio mihi satisfacit; quamvis enim recte concludat re­ lationem divinam non posse dicere perfec­ tionem ex natura rei distinctam ab essentia, non tamen quod non dicat perfectionem ra­ tione distinctam, eo, scilicet, modo quo dicit entitatem. Et quoad hoc nulla potest assignaii sufficiens ratio differentiae, cur de ratione entitatis creatae sit ut secundum omnem suam rationem positivam dicat aliquam perfectionem et non maiori ratione

268

Disputaciones metafísicas

género mejor, más aún, necesario por virtud del concepto común de ente real en cuanto tal. Por lo cual, la razón aducida de la convertibilidad entre el ente y el bien, urge igualmente en las relaciones divinas que en las creadas. Pues, como dijo Aristóteles, si el bien se divide igualmente que el ente, de la misma manera que existen en Dios el ente absoluto y el relativo, no realmente sino conceptualmente distintos, así existirá la bondad y perfección absoluta y la relativa no real sino conceptualmente distintas; luego también la relación divina por su propio concepto dirá perfección. Y se declara de este modo, pues si decir relación al hijo por la relación creada es formalmente alguna perfección, ¿cómo puede concebirse que en el Padre Eterno no sea ninguna perfección decir rela­ ción al Hijo? Y si formalmente es perfección, es necesario que sea relativa por­ que consiste en la relación a un término; luego aquélla, en cuanto tal, proviene formalmente de la relación y no de la esencia en cuanto tal, aunque estas cosas no se distingan en la realidad. 18. Cómo son igualmente perfectas las divinas personas, siendo así que la relación increada dice perfección.— Por consiguiente, juzgo que se ha de conce­ der que toda relación real dice propia bondad o perfección. Ni resulta de aquí que las personas divinas sean desiguales en perfección, ni, hablando absoluta­ mente, que se encuentre en una de ellas una perfección que no esté en las otras, porque en cada una de las personas existe la misma perfección infinita en el género de ente que incluye formal o eminentemente toda la perfección de todos los entes, tanto absoluta como relativa, y tanto personal como esencial. Pero de esto se trata más ampliamente en I, q. 28 y 42. Con relación a la otra razón, que parece increíble que un hombre se haga más perfecto porque otro se haga blanco, respondo que en tanto es esto increíble en cuanto es increíble que el hombre adquiera en sí algo de entidad o algún modo real distinto realmente de todos los que antes tenía, por el solo hecho de que alguien se haga blanco. Por consiguiente, el que creyese esto acerca de la entidad, ¿por qué dice que es in­ creíble acerca de la bondad o perfección? Y el que dijese que existen algunas denominaciones relativas, que fuera de todas las cosas absolutas que están en un único término o sujeto no le añaden nada intrínseco y real, sino que sólo hoc ipsum conveniat entitati increatae, cum hoc ex suo genere melius sit, immo necessarium ex vi communis conceptus entis realis ut sic. Unde ratio facta de convertibilitate inter ens et bonum aeque urget in relationibus divinis ac in creatis. Nam, si, ut Aristo­ teles dixit, bonum aeque dividitur ac ens, sicut in Deo sunt ens absolutum et respectivum, quamvis non re sed ratione distincta, ita erit bonitas et perfectio absoluta et respectiva, non re sed ratione distinctae; ergo etiam rektio divina ex proprio conceptu dicet perfectionem. Et declaratur in hunc modum, nam, si respicere filium relatione creata est formaliter aliqua perfectio, quomodo intelligi potest in aeterno Patre nullam esse perfectionem respicere Filium? Quod si formaliter est perfectio, necesse est ut sit relativa, quia consistit in habitudine ad terminum; ergo ilia ut sic provenit formaliter a relatione et non ab essentia ut essentia, quamvis haec in re non distinguantur. IS. Cum increata relatio perfectionem dicat, qualiter divinae personae aeque per-

fectae.— Concedendum ergo censeo omnem relationem realem dicere propriam bonitatem seu perfectionem. Neque hinc fit per­ sonas divinas esse inaequales in perfectione neque, absolute loquendo, aliquam perfec­ tionem esse in una quae non sit in aliis, quia in singulis personis est eadem perfectio infi­ nita in genere entis formaliter vel eminenter includens omnem perfectionem omnium, tarn absolutam quam respectivam, tarn personalem quam essentialem. Sed de hoc latius, I, q. 28 et 42. Ad aliam rationem, quod incredi­ bile videtur hominem reddi perfectiorem quia alter fiat albus, respondeo in tantum hoc incredibile esse in quantum incredibile est hominem in se acquirere aliquid entitatis vel aliquem realem modum ex natura rei distinctum ab omnibus quae antea habebat, ex eo solum quod alter fiat albus. Qui ergo hoc crediderit de entitate, cur dicet esse incredibile de bonirate vel perfectione? Qui autem dixerit esse nonnullas denominationes relativas quae praeter omnia absoluta quae sunt in uno termino vel subiecto, nihil

Disputación X.— Sección 111

269

connotan la coexistencia del otro extremo con éstas o aquellas condiciones abso­ lutas, el que asi —digo— opinase, dirá acertada y consecuentemente que tales relaciones no dicen ninguna perfección fuera de las absolutas con alguna deno­ minación mutua. Pero nosotros no hablamos de estas relaciones o denominacio­ nes, sino de las verdaderas entidades o modos respectivos que verdadera e in­ trínsecamente están en algún sujeto o supuesto, diciendo relación a otro térm i­ no; y esto por lo que toca a la primera dificultad. Si los entes matemáticos como tales son perfectos 19. La segunda dificultad, más breve, era acerca de los entes matemáticos, que Aristóteles niega que sean buenos. Esta la soluciona Santo Tomás en I, q. 5, a. 3, ad 4, y en la q. 21 D e Vertíate, a. 2, ad 4, donde afirma que los en­ tes matemáticos tienen bondad en sí, pero que la ciencia matemática no los considera en cuanto son buenos o convenientes, sino de modo precisivo y abs­ tracto en cuanto tienen magnitud y gozan de determinadas propiedades de acuer­ do con ella. Por consiguiente, Aristóteles, que afirma de los entes matemáticos que no tienen bondad, habla de ellos de modo formal y precisivo en cuanto caen bajo la abstracción y precisión matemática. Por lo cual, esto viene a ser como si dijera que el matemático no considera en la cantidad la razón de bueno o conveniente, pues la cantidad no tiene razón de bueno o conveniente más que en cuánto existe o puede existir en las cosas reales o en la materia sensible; y por ello prescinde también de la razón de bien y de la razón de fin y de apete­ cible, que es lo que allí quiere decir Aristóteles. Y aunque Aristóteles no diga que los entes matemáticos no sean buenos, sino que en las cosas inmóviles no se halla la naturaleza del bien, y de allí concluya que en las matemáticas no se demuestra nada por la causa final, con todo, por seres inmóviles entiende cua­ lesquiera cosas que queden separadas de todo movimiento y acción, como son los entes matemáticos. 20. Se proponen algunas objeciones.— Podrá objetarse que las magnitudes, incluso en cuanto están bajo la abstracción matemática, son entes; pues no presconnotant coexistentiara alteráis extrerai cum his vel lilis conditionibus absolutis, qui sic (inquam) opinatus fuerit, recte et consequenter dicet huiusmodi relationes null am dicere perfectionem praeter absolutas cum mutua alìqua denominatione. Nos autem non de his relationibus seu denominationibus loquimur sed de veris entitatibus seu modis respectivis, qui vere et intrinsece sunt in aliquo subiecto vel supposito respiciendo alium terminimi; et haec de prima difficultate. Mathematicae res ta sic an perfectae 19. Secunda et brevior difficultés erat rebus mathematicis, quas Aristoteles negat esse bonas. Quam dissolvit D . Thomas, I, q. 5, a. 3, ad 4, et q. 21 de Veritate, a. 2, ad 4, asserens res quidem mathematicas in se bonitatem habere, per scientiam autem mathematicam non consideran quatenus bonas vel convenientes sunt, sed praecise et abstráe­ te quatenus magnitudinem habent et secun-

dum illam aliquas proprietates sortiuntur. Aristoteles ergo, qui de mathematicis ait non esse in eis bonitatem, formaliter ac praecise loquitur de illis ut sunt sub mathematica praecisione seu abstractione. Unde perinde est ac si diceret mathematicum non conside­ rare in quantitate rationem boni aut convenientis, nam quantitas non habet rationem boni vel convenientis nisi prout existit vel existere potest in rerum natura vel in materia sensibili; et ideo etiam praescindit a ratione boni et a ratione fi­ nis et appetibilis, quod ibi Aristoteles intendit. Et, quamvis Aristoteles non dicat ma­ thematicas res non esse bonas, sed in immode bilibus non reperiri boni naturata, et inde concludat in mathematicis nihil per causam finalem demonstrari, tarnen per immobilia intelligit quaecumque abstrahuntur ab omni motu et actione, qualia sunt enfia mathe­ matica. 20. Obiectiones aliquot proponuntur.— Sed obiicies: nam magnitudincs etiam, ut sunt sub abstractione mathematica, sunt en-

270

Disputaciones metafísicas

rinden del ser, ya que de lo contrario tratarían los matemáticos de entes de ra­ zón; luego también, en cuanto tales, es preciso que tengan bondad. Igualmente, si la sola abstracción de la materia sensible fuese suficiente para que las cosas abstraídas de este modo no se dijesen buenas, tampoco, pór consiguiente, serían buenas las cosas universales que han sido abstraídas de las singulares. L a con­ secuencia es clara, porque igual que los objetos matemáticos no subsisten abs­ traídos de este modo, así tampoco las restantes cosas universales, y de este modo sucedería que las cosas, en cuanto caen bajo el ámbito de la ciencia, no son buenas. Igualmente si los entes matemáticos no son buenos, porque prescinden del movimiento, tampoco las cosas inmateriales y todas las que considera la me­ tafísica serían buenas en cuanto tales, puesto que prescinden mucho más del movimiento. 21. Se responde a las objeciones propuestas.— A lo primero responden al­ gunos que los entes matemáticos en cuanto tales, es decir, tal como son consi­ derados y abstraídos en dicha ciencia, no son verdaderos entes, porque en cuan­ to tales no pueden existir. Pero esto no es verdad, porque cuanto el matemático considera es ün ente verdadero y absoluto, y como tal es considerado. N i es menester que pueda existir del mismo modo que es considerado, pues de lo con­ trario tampoco los universales serían verdaderos entes. Es suficiente, pues, que las cosas que son consideradas en abstracto puedan existir verdaderamente. Prin­ cipalmente, porque aunque naturalmente no pueda existir la cantidad más que en la materia sensible, en absoluto no envuelve contradicción el que esté se­ parada; por consiguiente, con aquella abstracción no se excluye la verdadera ra­ zón de ente ni de la cosa considerada en sí misma, n i en cuanto entra bajo tal consideración. En cambio, ocurre lo contrario con la razón de bien, pues aun­ que ésta no quede excluida de las cosas mismas, con todo queda apartada de tal ciencia o tal consideración bajo esta determinada abstracción. Por tanto, recta­ mente -responde Santo Tomás en forma negando la consecuencia, porque la razón de ente es la primera de todas, y en cambio la razón de bien, del mismo modo que "es distinta, es posterior, y por ello pueden las riendas matemáticas, aun cuando no abstraigan de la entidad, prescindir de la bondad. tía; noe enim abstrahunur ab esse, alias mathematici agerent de entibus rationis; ergo etiam ut sic oportet ut habeant bonitatem. Item, si sola abstractio a materia sensibili satis esset ut res sic abstractae non dicerentur bonae, ergo edam res universales abs­ tractae a singularibus non essent bonae. Patet consequentia, quia sicut res mathematicae non subsistunt sic abstractae, ita nec caeterae res universales, atque ita fiet ut omnes res, quatenus sub scientiam cadunt, non sint bonae. Item, si res mathematicae non sunt bonae quia abstrahuntur a motu, etiam res immateriales et omnes quae in metaphysica considerantur, ut sic non essent bonae quia multo magis abstrahuntur a moni. 2 1 . Obiectionibus propositis satisfit.— Ad primum aliqui respondent res mathematicas ut sic, id est ut in ea sdentia conside­ rantur et abstrahuntur, non esse vera ernia quia ut sic esse non possunt. Sed hoc non recte dicitur, quia, quidquid a mathematico

consideratur, est verum et absohitum ens et ut tale consideratur. Neque oportet ut eo modo esse possit quo consideratur; alioqui neque universalia essent vera entla. Satis ergo est ut res quae abstracte considerantur, vere esse possint Praesertim quia, licet naturaliter esse non possit quantitas nisi in materia sensibili, absolute tamen non involvit contradictionem quod separata sit; per illam ergo abstractionem non escludi tur vera ratio entis neque a re considerata secundum se, neque ut sub talem considerationem cadit. Secus vero est de ratione boni, nam licet haec non excludatur ab ipsis rebus, praescinditur tamen a tali scientia vel tali consideratione sub tali abstractione. Recte igitur D. Thomas supra in forma respondet negando consequentiam, quia ratio entis est prima omnium; ratio vero boni, eo modo quo est distincta, est posterior et ideo possunt scientiae mathematicae, quamvis non abstrahant ab entitate, praescindere a bonitate.

D ispu tación X .— Sección III

271

22, A lo segundo se responde que no existe la misma ni parecida razón acerca de la abstracción de los universales: pues.las matemáticas no se dice pre­ cisamente que prescindan de la bondad porque prescinden de los inferiores, ni porque abstraídos de este modo no puedan existir, sino porque quedan abstraídos de todo orden al movimiento o a la acción y, por consiguiente, de toda razón de conveniencia o apetibilidad; y en cambio, las otras naturalezas universales, aunque se las considere separadas de los singulares, sin embargo, se las considera con el orden al movimiento o acción, que toma su primer origen del fin, como ates­ tigua Aristóteles. Por lo cual sucede que las cosas consideradas en las otras cien­ cias tienen en los singulares todas las condiciones que pertenecen a la razón de bien o a la razón de fin, las cuales, ciertamente, son consideradas por tales cien­ cias, aunque no en singular sino en universal. En cambio, las matemáticas, ni en singular ni en universal consideran en las cosas que se les ofrecen esas con­ diciones o relaciones que pertenecen a la razón de bien o de conveniente. 23. A lo tercero se responde, en primer lugar, que aunque en otras cosas no se infiera rectamente de la abstracción del movimento físico la abstracción de la bondad, con todo en los entes matemáticos lo infirió así Aristóteles, porque al no ser estas cosas capaces de otro movimiento o acción, cuando quedan abs­ traídas de este movimiento quedan también abstraídas de toda acción y causa­ lidad final y, por lo mismo, de la razón de bien. O puede decirse que ‘las inte­ ligencias y demás cosas que se consideran en metafísica, aun cuando prescindan del movimiento físico y material, con todo no prescinden del movimento meta­ fórico con que el fin mueve. Por lo cual más abajo, en el libro XII, c. 7, dijo Aristóteles que el primer motor mueve a las demás inteligencias como amado y deseado, cosa que pertenece a la razón de fin y de bien. S o b re si es buena la m ateria-prim a

24. En q u é sen tido se dice q u e la m ateria prim a no es absolutam ente buena.— La tercera dificultad era acerca de la materia prima, sobre la cual los que pien­ san que no tiene propio ser ni propia entidad actual, dirán, quizá, que no tiene 22. Ad secundum respondetur non esse 23. Ad tertium respondetur primo, licet parem vel similem rationem de abstractioin rebus aliis ex abstractione a motu physico ne universalium; mathematica enim non ideo non recte inferatur abstractio a bonitate, ta­ dicuntur abstrahere a bonitate quia abstrarnen in rebus mathematicis id intulisse Arishuntur ab inferioribus, neque, quia sic abs­ totelem, quia cum istae res non sint capaces tracts esse non possunt, sed quia praescinalterius motus vel actionis, dum ab hoc duntur ab omni ordine ad motum vel ac­ motu abstrahuntur ab omni etiam actione tionem, et consequenter ab omni ratione et a caur,alitate finis atquc adeo a ratione convenientis vel appetibilis; aliae vero uniboni abstrahuntur. Vel dici potest intelligenversales naturae, quamvis considerentur tias et res alias quae in metaphysics con­ abstractae a singularibus, nihilominus considerantur, licet abstrahantur a motu materia­ siderantur cum ordine ad motum vel actio­ li et physico, non tarnen a motione metanem, quae primam originem sumit a fine, phorica, qua movet finis. Unde informs, lib, teste Aristotele. Unde fit ut res consideratae XII, c. 7, dixit Aristoteles primum movens in aliis scicntiis, in singularibus habeant movere caeteras intelligentes, ut amatum et omnes conditiones quae ad rationem boni desideratum, quod pertinet ad rationem finis pertinent vel ad rationem finis, quae quiet boni. dem a talibus scientiis considerantur, licet Materia prima an bona non in singulari sed in universali. At vero 24. Materia quo sensu dicatur non bona mathematicae, neque in universali, neque in singulari considerami in rebus sibi obiectis sìmpliàter.— Tertia difficultas erat de ma­ eas conditiones seu habitudines quae ad ra­ teria prima, de qua qui sentiunt illam non tionem boni seu convenientis spectant. habere proprium esse nec propriam entitatem

Disputaciones metafísicas

2 72

propia bondad, o al menos que no la tiene por sí sino por la forma, pues como el bien sigue al ser y se funda en él, como dijimos arriba con San Agustín, San­ to Tomás y Boecio, si la materia no tiene el ser más que por la forma, tampoco podrá tener la bondad, al menos en acto, sino a lo sumo en potencia; y así ha­ bla Santo Tomás en I, q. 5, a. 3, ad 3, y en la q. 21 D e V eritate , a. 2, ad 3. Pero hay que decir que la materia de suyo y por su intrínseca razón tiene una bondad y perfección propia, como también notó Santo Tomás en el libro n i c o m í . G e n i., c. 20, porque tiene su propia entidad y naturaleza distinta de la entidad de la forma. Asimismo, porque entre las materias primas una es más perfecta que otra, pues la materia de las cosas celestes es más perfecta que la de estas cosas inferiores; por consiguiente, existe alguna perfección en la ma­ teria. Igualm ente, porque la materia, naturalm ente, apetece la forma como un complemento de su'perfección, y la forma apetece también la m ateria; pero no se apetece sino el bien ni apetece el bien sino aquello que de algún modo es bueno. Finalm ente, aunque la materia no tenga la existencia sino dependiente de la forma, con todo tiene existencia propia e inseparable con orden intrínseco y dependencia de la form a; por consiguiente, tiene también así su bondad, como enseñó Dionisio en el c. 4 D e D iv in is N o m in ib u s. Pero porque la materia de sí es absolutamente imperfecta en el género de ente y tiene el ser solamente por modo de potencia receptiva de la forma, por esto, en comparación con los en­ tes absolutos, se dice que no es absolutamente buena sino en potencia, lo cual se h a de entender no como en potencia para cualquier bondad, incluso incom­ pleta y potencial (por así decirlo), sino acerca de la potencia para la bondad actual o completa que se da por medio de la form a; y esta potencialidad para la form a es en el ámbito del ente una actualidad, y así es también una bondad, aunque imperfecta. S i las esencias creadas son perfecta s 25.

L a s esencias creadas ex isten tes son buenas. — L a cuarta dificultad tra­

taba de las esencias de. las criaturas, sobre las cuales podemos hablar de. dos ma­ neras. Prim ero, en cuanto existen actualmente en la realidad. Segundo, en cuanactualem, fortasse dicerent non habere propriam bonitatem vel saltera non habere illam ex se, sed a forma; nam, cura bonum sequatur esse et in eo fundetur, ut ex Augiistino. D. Thoma et Boetio supra dbdmus, sí materia non habet esse nisi a forma, nec bonitatem habere poterit saltem in actu, sed ad summum in potentia; et ita loquitur D . Thomas, X, q. 5, a. 3, ad 3, et q. 21 D e Verit., a. 2, ad 3. Dicendum vero est materiam ex se et intrínseca ratione sua habere propriam bonitatem et perfectionem, ut etiam D . Thomas notavit, III cont. Gent., c. 20. quia suam habet propriam entitatem et naturam distinctam ab entitate formae. Item quia ínter materias primas una est perfectior alia; materia enim caelestium perfectior est ouam horran inferiorum; est ergo in materia aliqua perfectio. Item quia materia naturaliter appetit formam tamquam complementum perfectionis suae, et forma etiam appetit materiam; sed ñeque appetitur nisi bonum, neoue aopetit bonum nisi id quod ex aliqua parte bonum est. Tándem, quamvis materia

non habeat existentiam ’ nisi dependentem a forma, habet tarnen propriam et inseparabilem existentiam cum intrinseco ordine et _dependentia a forma ; sic ergo suam etiam habet bonitatem, ut etiam Dionysius docuit, c. 4 D e Divin. Nomin. Quia vero materia ex se in genere entis simpliciter imperfecta est et esse tantum habet per modum potentiae receptivae formae, ideo comparata ad entia simpliciter, dicitur non esse simpliciter bona sed in potentia, quod intelligendum est non de potentia ad quamcumque bonitatem etiam incompletam et potentialem (ut sic di­ cami, sed de potentia ad bonitatem actualem seu completam, quae est per formam; haec vero potentialitas ad formam est in la­ titudine entis aliqua actualitas, et ita etiam aliqua bonitas, licet imperfecta. Creatae essentiae man perfectae 25. Essentiae creatae existentes, bonae.— Quarta difficultas erat de essentiis creaturarum, de quibus dupliciter loqui possumus. Primo, prout sunt actu in rerum natura.

Disputación X .— Sección III

273

to están en potencia antes de existir. En el primer sentido, es cierto que tales esencias son buenas por su intrínseca y esencial bondad, lo cual es claro prin­ cipalmente si por su entidad formal son entes actuales. Y los que distinguen en la realidad misma la entidad de la esencia también actual de la entidad de la existencia, deben consecuentemente decir que también en la entidad de la esen­ cia se encuentra una propia bondad trascendental y perfección distinta del mismo ser de la existencia y separable de ella, como opinan muchos acerca de la H u­ manidad de Cristo, cosa de que trataremos más abajo. En el segundo sentido, hablando de las esencias de las cosas aún no existentes, dicen algunos que aun­ que sean entes, con todo no son buenos porque el bien se convierte con el ente actual, no con el ente potencial. Esto lo expuso Santo Tomás en I, q. 5, a. 1, diciendo que bueno es lo mismo que perfecto; y es perfecta cada cosa en cuanto está en acto porque el ser es la actualidad de toda cosa. L o mismo tiene en el I cont. Geni., c. 38, donde el Ferrariense añade o declara que no sólo el ente actualmente existente, sino también el que dice orden a la existencia es bueno, lo mismo que es apetecible. 26. Las esencias creadas no existentes, como son entes sólo en potencia, asi son también buenas.— Hay que decir, por tanto, que en esto se equiparan y se comportan con reciprocidad el ente y el bien, pues las esencias de las cosas no existentes, igual que no son entes en acto, así tampoco son actualmente buenas; y lo mismo que están en potencia en cuanto que pueden recibir el ser, así tam­ bién son buenas en potencia en cuanto que pueden recibir la actual perfección y bondad. Pero en cuanto al uso de las palabras, suele llamarse ente también a lo que no existe, a causa de la capacidad objetiva de ser; y no suele llamarse ab­ solutamente bueno más que lo que existe en acto, y así también nada es ape­ tecido más que en orden a la existencia actual, es decir, en cuanto que la tiene o al menos en cuanto que espera que la tendrá, o se aprehende de algún modo con ella, como se toma de Santo Tomás, I, q. 82, a. 3; y lo advirtió Cayetano en I, q. 5, a. 3, al fin. Por lo cual también se dice que la divina voluntad ama propiamente aquellas criaturas que quiere que existan alguna vez; y a las criatu­ ras posibles que decretó no producir nunca, no las ama propiamente porque no Secundo, prout sunt in potentia antequam existant. Priori modo certum est huiusmodi essentias esse bonas sua intrínseca et essen­ tial! bonitate, quod praecipue darum est si per suam formalem entitatem sunt actualia entia. Qui vero distinguunt in re ipsa enti­ tatem essentiae etiam actualem ab emítate existentiae, dicere consequenter debent etiam in entitate essentiae reperiri propriam transcendentalem bonitatem et perfectionem distinctam ab ipso esse existentiae et separabilem ab illa, ut de Christi humanitate multi opinantur, de qua re inferius dicturi sumus. Posteriori autem modo loquendo de essentiis rerum nondum existentibus, quidam dicunt quamvis sint entia, non tarnen esse bona, quia bonum convertitur cum ente in actu, non cum ente in potentia. Quod significant D. Thomas, I, q. 5, a. 1, dicens bonum

idetn esse quod perfectum; perfectum autem esse unumquodque in quantum est actUy quia esse est actuaiitas omnis rei. Idem habet I cont. Gent., c. 38, ubi Ferr. addit seu dé­ clarât non solum ens actu existens, sed etiam

habens ordinem ad existentiam, esse bonum sicut etiam est appetibile. 26. Essentiae creatae non existentes, ut in potentia tantum entia sunt , ita et bona.— Dicendum ergo est in hoc edam aequiparari et reciprocali ens et bonum, nam essentiae rerum non existentium, sicut non sunt actu entia, ita neque sunt actu bona ; et sicut sunt in potentia quatenus possunt recipere esse, ita edam sunt bona in potentia quatenus possunt recipere actualem perfeedonem ac bonitatem. Quoad usum autem vocum solet vocari ens etiam quod non existit, propter obiectivam capacitatem essendi; non solet autem vocari simpliciter bonum nisi quod actu exisdt, et ita edam nihil appedtur nisi in ordine ad actualem existentiam, id est, quatenus ülam habet vel saltern quatenus habiturum speratur vel aliquo modo cum illa apprehenditur, ut sumitur ex D . Thoma, I, q. 82, a. 3; et notavi! Caiet., I, q. 5, a. 3, in fine. Unde edam divina voluntas eas creaturas proprie dicitur amare quas vult aliquando esse ; creaturas autem possibiles quas decrevit nunquam producere, non pro-

18

274

Disputaciones metafísicas

les comunica ningún bien actual; pues aquel ser en potencia no es ahora en ellas una bondad actual. Y si de algún modo se dice que Dios se complace en ellas, esto sucede o bien según el ser que tienen en el mismo Dios o por el hecho de que son denominadas posibles por la omnipotencia de Dios, lo cual más bien es complacerse en su omnipotencia de quien tienen el ser posibles incluso aquellas cosas que no existen. S i son necesarios el m odo, especie y orden en cada una d e las clases d e bien

27. La quinta dificultad ha sido solucionada con lo anterior, pues hemos dicho que el bien en cuanto que se toma de la propia entidad y perfección se convierte con el ente, y de este modo todo ente es bueno, pero con todo no en cuanto que el bien se toma en las criaturas de una perfección accidental sobre­ añadida a la esencia. Así, por consiguiente, cuando se dice que el bien consiste en un modo, especie y orden, si se entiende esto acerca del modo, hermosura y composición u orden accidental, entonces es verdad que no todo ente creado tiene el debido modo, especie y orden; de lo cual sólo se sigue que no todo ente creado es un bien absoluto, pero no que no sea bien de algún modo. Pero si aquellas tres cosas se toman más intrínseca y esencialmente, no hay cosa que no tenga un modo connatural a sí, como, por ejemplo, ser sustancia o accidente, ni una es­ pecie, es decir, la forma o especie que le es debida, y ordenada al propio fin. Y así también el bien que 'incluye estas tres cosas se convierte con el ente. Por lo cual, a fin de que no se dé equivocidad en la palabra con que algo se designa como bien absolutamente, es preciso advertir que aquel «absolutamente» puede to­ marse o como añadiendo algo al mismo bien trascendental, de tal manera que se llame bien absolutamente a aquél al que nada falta para la perfección total que le es debida, y en este sentido no es preciso que todo ente creado sea bien absolutamente; o bien puede tomarse de otro modo aquella voz «absolutamente» para significar aquello que en absoluto y sin añadidura puede llamarse bien, y en esté sentido decimos que cada cosa es absolutamente buena del mismo modo que es absolutamente ente; y en la misma proporción tiene el modo, especie y orden debido a su naturaleza, como extensamente declara Santo Tomás en la referida q. 5, a. 5. prie amat, quia nullum bonum in acni eis communicat; illud autem esse in potentia non est nunc in eis aliqua actualis bonitas. Quod si ' aliquo modo dicitur Deus in eis compiacere, id est, vel secundum esse quod habent in ipso Deo vel secundum quod ab omnipotentia Dei denominantur possibiles, quod potius est compiacere in sua omnipo­ tentia a qua habent ut sint possibilia etiam ea quae non sunt. Modus, species et ordo an necessaria in unaquaque rations boni 27. Quinta dificultas ex superioribus ex­ pedita est; diximus enim bonum quatenus a propria entitate et perfeeñone sumitur, convertí cum ente et hoc modo omne ens esse bonum, non tamen prout bonum su­ mitur in creaturis a perfectione accidentali superaddita essentiae. Sic igitur, cum bonum dicitur consistere in modo, specie et ordine, si intelligatur de modo, pulchritudine et compositione seu ordine accidentali, sic verum est non omne ens creatum habere debitum modum, speciem et ordinem; ex quo solum sequitur non omne ens creatum esse bonum

simpliciter, non vero quod non sit aliquo modo bonum. Si vero ilia tria sumantur magis intrinsece et essentialiter, nulla est res quae non habeat modum sibi connaturalem, ut verbi gratia, quod sit substantia vel accidens; et speciem, id est, formant vel spe­ ciem sibi débitant, et ordinatam ad proprium finem. Atque ita bonum etiam quod haec tria includit, cum ente convertitur. Quocirca, ne sit aequivocatio in voce qua aliquid appellatur bonum simpliciter, oportet advertere illud simpliciter sumi posse vel tamquam addens aliquid ipsi bono transcendenti ita ut bonum simpliciter dicatur illud cui nihil deest ad consummatam perfectionem sibi débitant et hoc sensu non est necesse omne ens creatum esse bonum simpliciter; vel aliter sumi potest ilia vox simpliciter ad signiiicandum id quod absolute et sine addito potest vocari bonum, et hoc sensu dicimus unumquodque ita esse simpliciter bonum sicut est simpliciter ens; et eadem proportione habere modum, speciem et ordinem suae naturae debitum, ut latius declatat D. Thom., d. q. 5, a. 5.

DISPUTACION XI EL M AL

RESUMEN En la presente disputación se pueden advertir cuatro partes, que correspon­ den a sus cuatro secciones: I. Qué es el mal y de cuántas clases es (Sec. 1). II. Divisiones del mal (Sec II). III. Causas del mal (Sec. III). IV. Por qué no es atributo del ente (Sec. IV). SECCIÓN

I

Trata de investigar toda esta sección si el mal es algo real y cuántas son sus clases. Comienza primeramente con la afirmación de quedes algo existente en las cosas; pero se busca precisamente qué es aquello por lo que las cosas se dicen malas (1). Después de rechazar la opinión de los maniqueos (2), pasa a definir el mal, confirmándolo con abundantes testimonios (3). A la anterior definición se pueden oponer algunas dificultades, como si el mal de culpa y de pena son algo positivo, y si el mal consiste formalmente en sola privación (4-5). La solución que proponen algunos Santos de distinguir entre mal natural y mal moral, in­ sistiendo en que este último es algo positivo, así como la distinción de Cayetano, del mal, en absoluto y moral, no le parece admisible a Suárez (6-7), y aduce otra división: mal en sí, que consiste en una privación, y mal para otro, que es algo positivo que se opone al bien de modo no privativo sino contrario (8), pero éste es un mal relativo y como ’’per accidens” (9); por tanto, después de hacer dis­ tingos o esta división afirma que ninguna sustancia completa o incompleta es propia y formalmente mala en sentido positivo (10), y que todo accidente es un bien en si y lo es para algún sujeto (11); por tanto, no hay nada que sea malo para ningún sujeto por algo positivo (12), aserción que confirma con ejem­ plos (13), La cosa que es mala para otro lo es por alguna privación (15), tanto en los seres naturales como morales (16), afirmación que explica pormenorizadamente en su aplicación tanto ál mal en si como para otro. Para cenar esta sec­ ción recoge ahora las dificultades que planteó en el n. 4, y así mantiene que el mal de culpa lo es por la privación de la rectitud debida en los actos (17), y el mal de pena — el dolor— lo es por la privación de alguna perfección necesa­ ria (18); por tanto, una misma cosa puede ser buena en cuanto positiva y mald en cuanto incluye una negación (19). Termina afirmando que el bien y el mal

27ó

D i s p u t a c io n e s m e ta fís ic a s

se oponen p riv a tiv a m e n te en sus razones form ales, y q u e m aterialm ente tienen sólo una oposición contraria, com o se p u ed e ver con los ejem plos que siguen ( 21- 22).

SECCIÓN

II

S e ocupa d e la división d e l m al y exp o n e p rim era m en te la división en m al en sí y m al para otro (1), el ú ltim o de los cuales se su b d iv id e a su v e z en m al ert cuanto en te natural y en cuanto agente libre, es decir, m al natural y m al m o­ ral (2). Pasa luego al m a l de culpa y de pena, y tras de advertir q u e la diferencia entre los m ism o s no está en que el prim ero sea u n defecto en la acción y el se­ g u n d o en la in teg rid a d o form a (3), concluye q u e esta división se da en las ac­ ciones de la criatura racional en cuanto libre (4) y define el m al d e culpa com o u n desorden en la acción u om isión libre o en la carencia del bien debido (5), de tal m anera q u e e l m al de culpa es origen del de pena y causa m oral suya y, por tanto, tiene m a yo r gravedad (6); por últim o , exp o n e la división d el m al en vergonzoso, com o opuesto al bien honesto, y m a l q u e entristece, com o opuestó al deleitable; el bien ú til no tiene opuesto, ya que la u tilid a d es algo em inente­ m e n te relativo (7).

SECCIÓN

III

E x p o n e p rim era m en te la teoría m aniquea, a la q u e rechaza com o contraria a la fe con Sa n to T o m á s y San A g u stín , y saca d e ello dos conclusiones: la pri­ m era, q u e todo m a l tien e una causa (1-2), y la segunda, q u e la causa d el m al es u n bien (3 ); q u e d a p o r saber cóm o es posible esto y q u é clase d e causa es (4). 'C om ienza p o r la causa fin a l y afirm a prim eram ente q u e fo rm a lm en te el m al noti requiere causa final; sin em bargo, p u ede tenerla p o r la intención d el agente, cosa q u e p ru eb a d istin g u ie n d o entre m al de culpa y d e pena, y en el prim ero su efección, q u e n u n ca tiene fin , y su perm isión, q u e p u ed e tenerlo; y d e igual •modo el m al d e pena, al q u e p u e d e reducirse el m al m ed icin a l (5). L a causa m aterial d e l m a l es u n bien, afirm ación que corrobora con el testim onio d e San A g u stín (6); p u e d e n oponerse algunas objeciones a esta tesis (7) y las va pro­ p o n ien d o y resolviendo seguidam ente (8-11). A la d u d a de si se da causa form al en e l m a l (12) se responde q u e no se da propia e intrínseca, pero sí rem ota y extrínseca, q u e es la privación m ism a. E n cam bio, sobre la causa eficiente m an­ tien e q u e hay u n m a l q u e sigue a la causalidad perfecta del agente, pero no ”p e r se” sino ”p e r accidens” (13), y otros q u e p ro vien en d e la im perfección d e la causa (14), sin q u e p o r ello se haya d e suponer necesariam ente m alicia en la causa (1 5 ), a u n q u e sí im p erfecció n en la causa necesaria, ya sea p o r la cauca m ism a , ya p o r otro agente im p e d ie n te (16); pero de tal m anera que el efecto malo su p o n e siem pre u n d e fe c to en la causa necesaria (17); en la causa libre, en cam bio, el origen d e la m alicia está en el do m in io sobre su acto (18), o b ien , en u n tercet m o d o , p o r la carencia d e l in flu jo de la causa (19-20). E n cuanto a la causa pri­ m era , procede d e ella e l m al o bien inm ediatam ente, cuando persigue u n bien a través d e l m ism o , o m ed ia ta m en te en cuanto que da el po d er a los agentes y con­ curre con ellos (2 1 ); n o así en el m al que procede de la im p erfecció n d el agente, q u e en m o d o alguno p ro vien e d e D ios (22), y m ucho m enos en el m al de culpa, ■que se atribuye todo entero a la causa próxim a (23-24).

D i s p u t a c ió n X I . — R e s u m e n

SECCIÓN

277

IV

Versa sobre por qué no se cuenta el m al entre los atributos d e l en te, ya q u e se distingue conceptualm ente de él y le den o m in a (1). D esp u és de recorrer varias razones aparentes en fa vo r de lo dicho, concluye prim eram ente (2 ) q u e n o se cuenta entre los atributos del ente, no po rq u e no diga fo rm a lm en te algo q u e per­ tenezca a la razón de ente, sino po rq u e dice u n defec to o d ebilidad d e ente. E n segundo lugar, el m al no está en reciprocidad con el ente, ya q u e no tienen la m ism a relación de extensión (3), y en tercer lugar, porque las propiedades d el ente deben seguir ’’per se” e intrínsecam ente al m ism o ente, y el m a l no dice esta relación con el ente, sino q u e le conviene de m o d o accidental y extrínseco (4).

DISPUTACION XI EL MAL

Como el bien y el mal son cosas opuestas, como se ve por las mismas pala­ bras y lo atestigua Aristóteles en los Postpredicamentos, cap. de la Oposición, ha parecido necesario unir esta disputación a la precedente para que comparados en­ tre si los dos conceptos, a saber, el del bien y el del mal, se conozcan mejor y más fácilmente ambos. Sin embargo, los filósofos tratan poco del mal; más los teólogos, principalmente Santo Tomás, ya sea en las Quae,sttones Disputatae, ya en I, qq. 48 y 49, ya también en otros lugares, a saber : qué es el mal y de cuán­ tas clases, en qué grado y de qué modo se opone al bien, qué causas o qué efec­ tos tiene, cosas todas que nosotros reuniremos aquí brevemente, declarando al mismo tiempo por qué el mal no se cuenta entre las propiedades del ente.

SECCION PRIMERA Si

el

mal

es

alguna

r e a l id a d

y

cuá ntas

son

su s

clases

1. Existe el mal en las cosas.— Que el mal está de algún modo en las cosas y que las denomina a veces m'alas consta por eE sentir''común y por la expresión de todo el mundo, lo cual también es frecuente en la Sagrada Escritura, Ecle­ siástico, 11: Lo bueno y lo malo, la vida y la muerte, la pobreza y el bienestar proceden dé Dios; y en el c. 39: Experimentó en todas las cosas el bien y el mal. Isaías, 5: ¡Ay de los que dicen malo a lo bueno y bueno a lo malo! Ma­ teo, 6 ; Líbranos del mal. Y esto que en vano lo diríamos de Dios si no existiesen D IS P U T A T IO

XI

plectemur simulque declarabimus cur ma­ lum inter proprietates entis non numeretur.

D E MALO

Quoniam bonum et malum opposita sunt, ut ex vocibus ipsis constat et testatur Aristoteles in Postpraedicam., c. de Opposit., necessaiium visum est disputationem hanc praecedenti subiungere ut utriusque, boni scilicet et mali, rationibus inter se collatis, melius ac facilius utrumque cognoscatur. Disputant autem philosophi pauca de m ala; plura vcrQ theologi, praesertim D. Tho­ mas, turn in Quaestionibus disputatis, turn I, q. 48 et 49, turn etiam aliis locis, scilicet, quid malum sit et quotuplex, quantum et quomodo opponatur bono, auas causas habeat vel effectus, quae nos hie breviter com-

SECTIO PRIMA UTRUM MALUM SIT ALIQUID IN REBUS, ET QUOTUPLEX SIT

1. In rebus est malum.-~ Quod malum aliquo modo in rebus sit easque malas interdum denominet, constat ex communi om­ nium sensu et sermone, qui etiam in divinis Scripturis frequens est, Ecclesiastici, 11 : Bona et mala, vita et mors, paupertas et honeslas a Deo sunt; et c. 39: Bona et mala in omnibus tentavit. Isaiae, 5 : Vae qui dicitis malum bonum, et bonum malum. Matth., 6: Libera nos a malo. Quod frustra diceremus de Deo, si nulla essent mala, ut

Disputaciones metafísicas

280

males, como acertadamente dice San Agustín, lib. I Contra Juliano, c. 3, Pero qué cosa es este mal y cómo existe en las cosas es algo oscuro y controvertido, pues el problema acerca del mal está en su parte formal —de dónde le viene a algo el denominarse malo— porque por su parte material, o sea en cuanto a la cosa que se denomina mala, consta que puede serlo cualquier cosa que carezca de la per­ fección debida, como veremos. Se refuta un antiguo error acerca del mal 2. Existió, pues, un antiguo error que decía que el mal era la naturaleza positiva de algunas cosas, las cuales eran juzgadas como enteramente malas y nacidas de un principio sumamente malo. Este fué el error de los Maniqueos y Prisciüanistas, tal como se dijo en la Disputación precedente, sec. 3. Y el mismo atribuye a los Pitagóricos Santo Tomás en I, q. 49, a. 1, ad 1, tomándolo de Aristóteles, I de la Metafísica, c. 5, donde refiere que los pitagóricos pusieron el bien y el mal entre los primeros principios de las cosas. Y como la Sagrada Escritura enseña abiertamente no sólo que hay un único principio sumamente bueno de las cosas, sino que todas las cosas hechas por él son buenas, como cons­ ta por los testimonios citados en la sección precedente, por ello es cierto entre filósofos cristianos que el mal no puede ser algo positivo que por su naturaleza y en sí mismo sea malo totalmente, ya porque una cosa no puede ser buena y en­ teramente mala absolutamente y por sí misma, pues se ha mostrado.ya que cual­ quier cosa por sí misma es buena, ya también porque la cosa no puede ser mala por la natural perfección que le es debida, y cualquier cosa que faltara a dicha per­ fección o lo que tuviere en contra de ésta no puede serle connatural, ya que se supone que es opuesto a la perfección que se le debe; por consiguiente, nin­ guna cosa puede ser por su naturaleza mala en sí. Se define qué es el mal 3. Y de este principio dedujeron además los Padres que el mal formalmente o la malicia por la que una cosa se denomina mala no es una cosa o forma po­ sitiva, ni es tampoco una mera negación, sino que es la privación de lá perfecrecte dicit August., lib. I cont. Iulian., c. .3. Quid autem sit hoc malum, et quomodo sit in rebus, obscurum est et in controversia positum. Est autem quaestio de malo quoad formale a quo malum denominatur, nam quoad materiale seu quoad rem quae mala denominatur, constat esse posse quamcumque rem quae careat perfectione debita, ut videbimus.

summe bonum et omnes res ab illo effectas bonas esse, ut constat ex testimoniis praece­ denti sectione citatis, ideo apud philosophos christianos certum est malum non posse esse rem aliquam positivam quae ex natura sua ac secundum se tota mala sit, turn quia non potest esse bona et omnino mala sim­ pliciter ac secundum se; ostensum est au­ tem quamlibet rem ex se bonam esse; turn etiam quia res non potest esse mala ob na­ Error vetus de malo confutatur turalem perfectionem sibi debitam; quidquid 2. Fuit ergo antiquus error malum esse autem ei de tali perfectione defuerit, aut quidquid ei adversum habuerit, non potest naturam positivam quarumdam rerum quae ei esse connaturale, cum supponatur esse decensebantur esse omnino malae et a quobitae perfectioni oppositum; nulla ergo res dam principio summe malo profectae. Qui esse potest natura sua in se mala. fuit error Manichaeorum et Priscillianistarum, ut praecedenti disputatione, sec. Quid malum sit definitur 3, tactum est. Et eumdem tribuit Py3. Ex hoc autem principio ulterius inthagoricis D. Tomas, I, q. 49, a. 1, ad 1; tulerunt Patres malum pro formali seu maet sumitur ex Aristotele, I Metaph., c. 5, ubi litiam, a qua res aliqua denominatur mala, refert Pythagoricos posuisse bonum et ma­ non esse rem aliquam seu formam positi­ lum inter prima rerum principia. Quoniam vam, neque etiam esse meram negationem vero Scriptura sacra aperte docet et unum sed esse privationem perfectionis debitae in esse tantum primum rerum prindpium

Disputación X I.— Sección I

281

ción debida a su ser. La razón de la primera parte está en que toda cosa posi­ tiva es buena, como se ha dicho. Y la razón de la segunda, que la cosa no es mala porque no tenga una perfección más excelente, si no se le debe; pues de lo contrario sería mala toda criatura por no tener la perfección del Creador. Y con esto queda también bastante confirmada la tercera parte por suficiente enumera­ ción de partes. Y lo confirma extensamente Dionisio en el c. 4 De Divinis Nominibus, donde dice en este sentido que el mal no es existente, ni es algo, sino que es la privación de la perfección y del bien propio y proporcionado, y añade además que el mal es la debilidad del bien, con lo que insiste sobre lo mismo; y San Basilio en Constit. Monast., c. 3, dice que el vicio no es sino la falta de la virtud, y en la homilía «Quod Deus non est auctor malorumy>: N o subsiste —dice— la maldad, ni podemos producir su esencia sustancial (es decir, real y positiva); pues la privación del bien es el mal. D e modo semejante San Grego­ rio Niseno, homilía II In Cantica: N o hay —dice— otra sustancia del mal que la separación del bien. Y cosas parecidas trae Orai. mag. cateck., c. 5, 6 y 7 ; y Damasceno, lib. II de Fide, c. 4, y lib. IV, c. 2 : Nada — dice— es malo más que la privación del bien, como las tinieblas lo son de la luz. Y la misma opi­ nión trae San Atanasio, Orai. coni. Idola; Nazianceno, Orai. 9, hacia el fin, y Orai. 38; Epiph., herej. 24 y 6 6 ; Crisòstomo, homil. II In Act., hacia el fin; y Justino, q. 46 y 73 ad Gentes: el mal —dice— no es otra cosa más que la co­ rrupción, depravación y privación del bien. Y en la primera cuestión prueba ex­ presamente que no es algo positivo; en la posterior, en cambio, confirma bri­ llantemente que no es sola negación. Entre los Padres Latinos, el principal autor y confirmador de este parecer es San Agustín, lib. X I D e la Ciudad de Dios, c. 9: El mal no es ninguna naturaleza, sino que la pérdida del bien recibió el nombre de mal; lo mismo en el libro XII, hacia el principio, y en Enchir., c. 11 : Las cosas en cuanto que son ciertas naturalezas no pueden ser malas; y en el c. 24, tratando del pecado, dice que es el primer mal de la criatura racional, es decir, la primera privación de bien; y en el libro L X X X III Quaestionum, q. 7, dice que el nombre de mal se ha tomado de la privación de la especie. Lo misesse. Ratio primae partis est, nam omnis res positiva est bona, ut dictum est. Ratio autem secundae partis est quia res non est mala eo quod non habeat excellentiorem perfectionem si ei non debeatur; alioqui omnis creatura mala esset eo quod non habeat perfectionem creatoris. Atque ita relinquitur tertia pars, satis confirmata a sufficienti partium enumeratione. Eamque late confirmât Diony­ sius, c. 4, De Divin. Nomin., ubi hoc sen­ su dicit malum non esse existens, neque esse aliquid, sed esse perfections bonique proprii et accommodati privationem, rursusque addit malum esse imbecillitatem boni, quod in idem redit; et D. Basil., in ConstatMonast., c. 3: Vitium (inquit) non est nisi virlutis desenio; et homil. Quod Deus non est auctor malorum: Non subsistit (inquit) pravitas, neque essentiam ipsius substantem (id est, realem et positivant) producere possumus; privano enim boni est malum. Simi­ liter Greg. Nyss., hom. II In Cantica; Non est (inquit) alia mali substantia quam de bono separatio. Et similia habet Orat.

mag. catech., c. 5, 6 et 7; Damasc., lib. II de Fide, c. 4, lib. IV, c. 2: Nihil (inquit) est malum nisi boni prìvatio, sicut tenebrae luminis. Eamdem sententiam habet Athan., orat. cont. Idola; Nazianz., orat. 9, circa fin., et orat. 38; Epiph., haeres. 24 et 66 ; Chrysost., hom. II in Act., circa fin. ; et Iustin., q. 46 et 73 ad Gentes, malum ait nihil esse praeter boni corruptionem et depravationem ac privationem. Et in priori quaestione ex professo probat non esse rem positivam; in posteriori autem egregie confirmat non esse solam negationem. Inter Latinos vero Patres praecipuus auctor et confirmator huius sententiae est Aug., lib. XI de Civit., c. 9: Mali nulla natura est, sed amissio boni mali nomen accepit; idem, lib. XII, a principio, et in Ench., c. 11: Res, in quantum quaedam naturae sunt, malae esse non possunt; et c. 24, agens de peccato ait esse primum crealurae rationalis malum, id est, primam privationem boni; et lib. LXXXIII Quaestionum, q. 7, dicit no­ me« mali sumptum esse ex privatione speciei.

282

Disputaciones metafísicas

mo en el lib. III de las Confesiones, c. 7, y lib. VII, desde el c. 5 hasta el 16, y en el lib. I Contra Adversar, leg. et Prophet., c. 5, lib. I De Vera Religione, c. 40, y lib. De natura boni contra Manichaeos, y en el lib. II De Moribus Manich., y en el libro Del Libre Arbitrio, c. último, donde especialmente discute acerca del mal de culpa y dice que no es nada, y que por tanto no viene de Dios, aplicando a esto aquello de Juan, 1: Sin El ha sido hecha la nada, es decir, el pecado. Ambrosio, en el lib. De Isaac et anim., c. 7 : ¿Qué es la malicia —dice— sino la indigencia del bien? Y la misma opinión tiene Jerónimo, Mateo, 27, Isaías, 18, Amos, 3; Gregorio, 36 Moral., c. 24, en otras 32, y en el lib. I In I Regum, c. 14, hacia el principio, donde habla especialmente del mal de culpa. Igualmente Fulgencio, De Fide ad Petr., c. 21; Anselmo, lib. De Concord. praesc. et lib. arb., c. 1, al fin, y en el lib. I De Concepta Virgin., c. 27, y ex professo en el lib. De Casu diab., desde el c. 7; Bernardo, hom. V I Adventus. Y final­ mente se inclina a ella León Papa, Epíst. 93, c. 6. Y esta misma doctrina abra­ zan los teólogos, principalmente Santo Tomás en la referida q. 48, I, y en la I-II, q. 54, a. 3, q. 71, a. 1, q. 72, a. 1, y q. 2 De Malo, a. 2 y 9, y otros en In II, dist. 34 y 35, y 40. Dificultades sobre la solución anterior 4. Si el mal de culpa y el de pena consisten en algo positivo.— Sobre esta doctrina aceptada Se ofrecen algunas dificultades. L a primera es que todo mal o es de culpa o de pena; ahora bien, uno y otro es algo positivo, incluso for­ malmente, en cuanto a la malicia misma; luego. Se prueba la menor en su primera parte porque en las cosas morales el mal se opone contrariamente al bien, como atestigua Aristóteles en el c. De Opposit, y en el lib. II de la Etica, c. 8 ; además, también porque, por ejemplo, en el acto de intemperancia, la mis­ ma conversión positiva de la voluntad hacia un objeto desordenado es contraria a la’ razón y, por tanto, mala; finalmente, porque un acto de vicio no es malo solamente por la privación de la virtud opuesta: de lo contrario, tendría la mis­ ma malicia la avaricia que la prodigalidad, porque privan de la misma virtud de la liberalidad; por tanto, es malo por razón de su entidad positiva. En cuanto Idem, lib. I l l Confess., c. 7, et lib. VII, a c, 5 usoue nd 16, et lib. I contra Adversar. leg. et Prophet., c. 5, lib. I de Vera relig., c. 40, et lib. de Nat. boni coot. Manich., et lib. II de Morib. Manich., et lib. de Lib. arb., c. ult., ubi in specie disputât de malo culpae et dicit esse nihil ideoque non esse a Deo, ad hoc accommodans ülud loan. 1 : Sine ipso factum est nihil, id est, peccatum. Am­ bros., lib. de Isaac et anim., c. 7: Quid est (inquit) malitia, nisi boni indigcntia? Eamdem sententiam habet Hieronym., Matth., 27, Isaiae, 18, Amos, 3 ; Gregor., 36 Moral., c. 24, alias 32, et lib. I In I Reg., c. 14, circa principium, ubi specialiter de malo culpae loquitur. Item Fulgent., de Fid. ad Petr., c. 21; Anselm., lib. de Concord, praesc. et lib. arb., c. 1, in fine, et lib. I de Conceptu Virgin., c. 27, et ex professo, lib. de Casu diab., a c. 7; Bernard., horn, VI Adventus. Ac tandem favet Leo Papa, epist. 93, c. 6. Et hanc doctrinam amplectuntur omnes theologi, praesertim D. Thomas, dicta q. 48, I, et I-II,

q. 54, a. 3, q. 71, a. 1, q. 72, a. 1, et q. 2 de Malo, a. 2, et 9, et alii In II, dist. 34 et 35, ac 40. Difficultates circa superiorem resolutionem 4. An malum culpae et poenae in aliquo positivo consistant.—■Circa hanc vero receptam doctrinam nonnullae difficultates occurrunt. Prima est quia omne malum aut est culpae aut poenae; sed utrumoue eorum est aliquid positivum, etiam formaliter quoad malitiam ipsam; ergo. Minor quoad priarem partem probatur, turn quia in moralibus malum contrarie opponitur bono, teste Aristotele, in c. de Opposit., et II Ethic., c. 8; turn etiam quia in actu, verbi gratia, intemperantiae ipsa positiva conversio vo­ luntatis ad inordinatum pbiectum est rationi contraria, atone adeo mala; turn denique quia actus vitii non est malus solum ob privationem virtutis oppositae, alias eamdem ■malitiam haberet avaritia quam prodigalitas, quia privant eadem virtute liberalitatis ; est ergo malus ratione suae positivae entitatis.

Disputación X L — Sección I

283

a la segunda parte, que trata del mal de pena, se prueba con argumentos seme­ jantes, pues el dolor es un mal de pena y con todo es algo positivo. N i podrá decirse que el dolor es un mal porque priva del placer opuesto, pues aunque la privación del placer sea algún mal, con todo la existencia del dolor es un mal mucho mayor y de distinta clase; por consiguiente, el mal no es la sola priva­ ción, ni algo positivo solamente por razón de aquella privación, sino que es la misma entidad positiva. Por lo cual, aunque finjamos que el dolor no excluye la delectación contraria, sin embargo el mismo dolor sería algún mal; por tanto, igual que el bien deleitable es algo positivo, así también el mal que entristece o que causa dolor es positivo. Igualmente, si por ejemplo la cosa dulce es po­ sitivamente conveniente al gusto, de igual manera la cosa amarga es positiva­ mente inconveniente. Asimismo, el error en el entendimiento es un cierto mal de pena, y sin duda es un mal muy distinto de la ignorancia de la privación; es por consiguiente, un mal positivo por razón de la relación positiva a tal objeto. 5. La segunda dificultad es que no parece que se pruebe con ninguna ra­ zón suficiente que el mal formalmente consista en la sola privación, porque lo mismo que el bien es múltiple, así también lo es el mal opuesto al bien; por consiguiente, aunque no haya ningún ente positivo en quien no se encuentre alguna razón de bien, que es lo único que parecen probar las razones aducidas anteriormente, sin embargo podrá algún ente ser positivamente malo con algún género de malicia. Pues como decíamos en los casos anteriores- que- una misma cosa puede ser buena según varias razones de bien, a saber > honesto y deleita­ ble, así puede suceder también que la misma cosa sea buena por un título y mala por otro, aunque una y otra razón sea positiva, como si es honesta y dolorosa, o al contrario, si es deleitable y vergonzosa. 6 . Se rechaza la primera solución de las dificultades.— El mal moral según la mente de los Santos está puesto en una privación.— Por esto distinguen al­ gunos el mal en el género de la naturaleza y en el género de las costumbres; y acerca del primero dicen que consiste en una privación, y del segundo, en cambio, que consiste en una forma o diferencia positiva. Este fué el parecer de algunos teólogos, y su principal autor parece que es Cayetano, I-II, q. 18, a 5, Quoad alterato vero partera de malo poenae probatur similibus argumentis, nam.. dolor est malum poenae et (amen est quid positivum. Neque dici poterit dolorem esse malum a.uia privât opposita voluptate, nam li­ cei privatio voluptatis nonnullum malum sit, longe tamen maius et alterius rationis ma­ lum est existentia doloris; non ergo sola illa privatio, nec positivum tantum ratione illius privationis malum est, sed etiam ip­ sum positivum. Unde etiamsi fingamus do­ lorem contrariato delectationem non esclu­ dere, nihilominus ipse dolor esset aliar.od malum; sicut ergo bonum delectabile po­ sitivum est, ita malum contristans seu doloriferum positivum est. Item, si res, verbi gratia, dulcis est positive conveniens gustui, ita res amara est positive disconveniens. Item errar in intellectu est malum quoddam poenae et sine dubio est longe diversum ma­ lum quam ignorantia privationis; est ergo positivum malum ratione positivae habitudin:s ad tale obiectum. 5. Secunda difficultas est, quia nulla sufficienti ratione probari videtur malum

pro formali sola privatione consistere, quia sicut est multiplex bonum, ita et malum bono oppositum; quamvis ergo nullum sit ens positivum in quo aliqua ratio boni non inveniatur, quod solum videntur probare rationes superius adductae, nihilominus poterit aliquod ens esse positive malum aliquo ge­ nere malitiae. Nam, sicut in superioribus dicebamus eamdem rem posse esse bonam secundum varias rationes boni, nimirum honestam et delectabilem, ita fieri poterit ut eadem res sit bona uno titulo et mala alio, quamvis utraque ratio positiva sit, utpote si sit honesta et dolorifera, vel e con­ trario si sit delectabilis et turpis. 6. Prior difficultatum solutio reiicitur.— Malum morale ex Sanctorum mente in pri­ vatione situm.— Propter haec quidam distinguunt malum in genere naturae et in­ genere moris; et de priori aiunt consistere in privatione, de posteriori autem consistere in positiva forma seu differentia. Haec fuit sententia aliquorum theologorum, et praecipuus eius auctor censetur esse Caiet., I-II,

284

Disputaciones metafísicas

q. 71, a. 5, y q. 27, a. 1, el cual, sin embargo, no distingue el mal natural y el moral, sino el mal absolutamente y el mal moral. Pero porque esta materia del mal moral, en cuanto tal, se refiere más bien al teólogo o al filósofo moralista que al metafísico no ha de ser tratada especialmente en este sitio. Sólo hay que de­ cir brevemente que aquellas distinciones no se usan recta ni consecuentemente. En primer lugar, ciertamente, porque los Santos Padres, en los pasajes citados, hablan principalmente del mal de culpa que es el mal moral, sobre todo San Agustín y Santo Tomás, a quien falsamente atrae a su parecer Cayetano, tomán­ dolo de I, q. 48, a. 1, ad 2 y 3, y del lib. E l cont. Gent., c. 9, a pesar de que en el primer sitio dice que el bien y el mal especifican los actos morales, pero el bien por sí mismo, y el mal en cuanto que es una desviación del fin debido; y en el último pasaje dice expresamente que el mal que es diferencia en las cosas morales no es algo que sea malo en sí más que en cum io priva del or­ den racional que es el bien del hombre. En segundo lugar, porque el argumento de los Santos, que se toma de que Dios es autor de todo bien y nada puede proceder de El que no sea bueno, vale sobre todo del mal moral; pues si es algo positivo, procede de Dios y, por consiguiente, sería antes absolutamente bien que mal. En tercer lugar, porque por lo que se refiere a la primera distin­ ción, existe la misma razón para el mal natural que para el moral; pues del mis­ mo modo que se dan en el hombre formas positivas o cualidades disconvenien­ tes a la naturaleza racional como tal, y por ello contrarias a la recta razón que es la regla de las cosas que son dignas del hombre, así en el agua, por ejemplo, se da una positiva cualidad disconveniente para ella y contraria a su naturaleza; por lo cual, si el agua fuese capaz de conocimento juzgaría rectamente que tiene que evitarla; por consiguiente, si por dicha causa se dice que el mal moral es po­ sitivo, también algún mal natural será positivo; o si esto no basta para que el mal natural sea positivo, tampoco bastará en el caso de mal moral. 7. Improcedente división del mal en mal absolutamente y mal moral.— En lo que toca a las palabras de Cayetano, apenas se entiende qué es lo qué él quiso significar por absolutamente malo o de qué modo se oponen los miembros de dicha división. Pues si se llama absolutamente malee a aquello que es inalo' q. 18, a. 5, q. 71, a. 5, et q. 27, a. 1, qui tamen non distinguit malum naturae et moris, sed malum simpliciter et malum moris. Sed, quia haec materia de malo morali, ut tale est, ad theologum potius vel phiiosophum moralem quam ad metaphysicum spectat, non est hoc loco specialiter tractanda. Solum est breviter dicendum distinctiones illas non recte neque consequenter adhiberi. Primo quidem quia sancti Patres, locis citatis, potissime loquuntur de malo culpae, quod est malum morale, maxime D. Aug., et D. Thomas, quem falso Caiet. in suam sententiam adducit, ex X, q. 48, a. 1, ad 2 et 3, et lib. I l l cont. Gent., c. 9, cum tamen priori loco dicat bonum et malum specificare actus morales, tamen bonum per se, malum autem in quantum est remotìo debiti finis; posteriori autem loco expresse dicat: malum quod est differentia in moralibus non esse alìquid quod in se malum sit, sed in quantum privai ordine rationis, qui est hominis bonum. Secundo, quia ratio Sanctorum quae sumitur ex eo quod Deus est auctor omnis boni nihilque potest ab eo

esse quod bonum non sit, maxime procedit de malo morali; si enirh positivum est, a Deo est et consequenter potius esset sim­ pliciter bonum quam malum. Tertio, quia, quod ad priorem distinctionem attinet, eadem ratio est de malo naturali quae de morali; nam, sicut in homine dantur positivae formae vel qualitates disconvenientes rationali naturae ut sic et ideo contrariae rectae ra­ tioni quae est regula eorum quae hominem decent, ita in aqua, verbi gratia, datur po­ sitiva qualitas ei disconveniehs et contraria eius naturae; unde, si aqua esset capax cognitionis, recte iudicaret illam sibi esse vitandam ; si ergo ob earn causam malum morale dicitur esse positivum, etiam aliquod malum naturale positivum erit; vel, si hoc non satis est ut malum naturale sit positivum, neque in morali erit satis. 7. Mali in simpliciter et morale inepta divisio.— Quod vero spectat ad verba Caietani, vix intelligitur quid per malum sim­ pliciter intellexcrit, aut quomodo membra illius partitionis opponantur. Si enim malum simpliciter appelletur quod absolute et abs-

Disputación X I.— Sección I

285

absolutamente y sin ninguna añadidura, no hay nada que sea mal más absolu­ tamente que el mal moral; más todavía, en cierto modo sólo él merece el nom­ bre de mal, ya que los restantes en su comparación son sólo males relativos. Pero si se llama absolutamente malo al mal en común, en cuanto abstrae de todas las diferencias de males, así la división del mal en absolutamente tal y mo­ ral no es ni acertada ni suficiente, de la misma manera que no quedaría acerta­ damente dividido el animal en animal absolutamente y racional, porque por una parte lo dividido coincide con un miembro de la división, y por otra se omiten e t.e -s miembros que podrían enumerarse. Y además, no se entiende bien cómo si el mal en común consiste en una privación, queda contenido bajo él directamente el mal positivo, ya que la privación no puede pertenecer a la esencia de lo po­ sitivo. Y si por absolutamente malo se entiende aquel mal que es puramente mal y no tiene mezclado nada de bien, esto, en primer lugar, no puede decirse de la cosa que se denomina mala o sujeto de la malicia, pues en este sentido nada es absolutamente malo, sino que el mal siempre se funda en el bien, como en­ seña Santo Tomás tomándolo de Dionisio y de otros Padres, y explicaremos después. Es preciso, por consiguiente, que por razón de la misma malicia se diga que el puro mal consiste en una privación. De lo cual se deduce que el mal moral sólo puede decirse positivo por esta causa, porque además de la malicia incluye algún bien; y así también aquello que en él pertenece formalmente a la razón de mal será solamente una privación, puesto que cuanto es positivo es más bien una mezcla de bien que algo formalmente constitutivo de mal. N i en esto habrá algo especial en el mal moral más que en el natural; pues tampoco el calor respecto del agua es absolutamente malo, es decir, puramente malo sin mezcla alguna de bien, ya que es una forma positiva. Qué son el mal en sí y el mal para otro 8 . Por consiguiente, podemos dividir el mal de otra manera, a saber, en cuanto que se dice mal lo que es malo en sí y lo que es malo para otro, pues de esas dos maneras dijimos arrib a' que algo podía ser bueno, y de todos los modos que puede decirse uno de los opuestos puede decirse el otro. Por con-

que alio addito malum est, nullum magis est simpliciter malum quam malum morale; immo quodammodo solum illud meretur no­ men mali, caetera enim comparatione eius sunt secundum quid mala. Si vero malum simpliciter dicatur malum in communi, ut abstrahit ab omnibus malorum differentiis, non recte nec sufficienter dividitur malum in malum simpliciter et malum morale, sicut non recte divideretur animal in animal sim­ pliciter et rationale, quia ex una parte divisum ipsum coincidi! cum uno membro divisionis, et ex alia ornittuntur alia membra, quae numerari possent. Et praeterea non rec­ te intelligitur quo modo, si malum in com­ muni in privatione consistit, sub ilio dirette contineatur malum positivum, cum privatio non po'ssit esse de essentia positivi. Si vero per malum simpliciter intelligatur malum illud quod pure malum est nihilque habet admixtum boni, hoc imprimis dici non pot­ est de re quae denominator mala sau de subiecto malitiae; sic enim nullum est malum simpliciter, sed malum semper fundatur in

bono, ut D . Thomas ex Dion, et aliis Patribus docet et infra declarabimus. Oportet er­ go ut ratione ipsius malitiae dicatur purum malum in privatione consistere. Unde fit ut malum morale solum propter hanc causam possit dici positivum, quod praeter malitiam aliquid boni includit atque ita etiam id quod in eo pertinet formaliter ad rationem mali, erit tantum privatio, quandoquidem quidquid est positivum potius est admixtio boni quam constituens formaliter malum. Neque in hoc erit aliquid speciale in malo morali potius quam in naturali; nam etiam calor respectu aquae non est malum simpliciter, id est, purum et nullam habens admixtionem boni, eo quod positiva forma sit. Malum in se et alteri malum, quidnam sint 8. Aliter ergo distinguere possumus de malo, prout de eo dicitur quod in se malum est, et quod est malum alteri; his enim duobus modis diximus supra posse aliquid esse bonum ; quot modis autem dicitur unum oppositorum, potest dici et alterum. Id ergo

286

Disputaciones metafísicas-

siguiente, aquello que se dice malo en sí puede denominarse malo por la sola privación; y de este modo se dice con verdad que el mal está puesto formal­ mente en la sola privación. Y esto mismo lo persuade muy bien la razón insi­ nuada antes, que la cosa no puede decirse mala por una positiva perfección que le es debida, ya que la razón de bien consiste en esto, en que la cosa posee la perfección que le es debida y conveniente; luego es preciso que por la sola pri­ vación de tal perfección se denomine la cosa en sí mala. Y se confirma porquécada cosa positiva tiene en sí su esencia y su ser positivo, y ambas cosas son para ella buenas y convenientes; y por lo mismo no hay nada que no apetezca su propio ser y su esencia; luego nada positivo como tal puede ser en sí malo. Pero hablando de lo que es malo para otro, en este sentido puede concederse que el mal consiste en algo positivo y que se opone al bien, no privativamente sino contrariamente, del mismo modo que se opone el dolor al placer, el vicio a la virtud, y otras cosas parecidas. Y la razón de ello está en que no sólo la pri­ vación, sino también la forma positiva puede ser disconveniente para un sujeto; ahora bien, esta razón de mal es la misma que la razón de disconveniente para uno; por consiguiente, como el bien bajo la razón de conveniente para uno nodice más que la perfección de una cosa connotando en otra una condición por la cual se le debe o le es conforme tal perfección, así el mal opuesto a este bien formal y precisamente no dice más que la perfección de una cosa connotandoen otra una condición* por razón de la cual tiene repugnada o disconveniencia con tal forma; por consiguiente, como el bien aquél consiste en algo positivo, así también el mal que le es opuesto. 9. Por tanto, de acuerdo con esta distindón hay que decir que los Padres citados anteriormente hablan del mal tomado en el primer sentido, a saber : del que es mal en sí mismo, pues aquél es el que es propia y absolutamente mal. Y lo que sólo se denomina mal porque es disconveniente para otro a pesar de ser bueno en sí, no es malo absolutamente, sino sólo relativamente y como per accidens. Y todas las razones y dificultades presentadas en contra valen del mal en su segundo sentido, o sea de lo que es disconveniente; y así, el dolor en sí' es un derto bien, pero es disconveniente para el animal; y de modo semejante-

q u o d in se m a lu m d i d t u r , a so la p r iv a tio n e m a l u m d e n o m in a ti p o t e s t ; a t q u e h a c r a tio n e v e r e d i d t u r m a lu m fo r m a lite r in s o la p r i ­ v a tio n e p o s i t u m e s s e . A t q u e h o c o p tim e c o n v i n d t r a tio s u p r a in s in u a ta , q u o d r e s n o n p o t e s t d ie t m a la a p e r f e c tio n e p o s itiv a s ib i d e b ita , c u m r a t i o b o n i i n h o c c o n s is tâ t q u o d r e s h a b e a t p e rfe c tio n e m s ib i d é b ita n t e t c o n v e n i e n t e m ; e rg o o p o r te t u t e x s o la p r iv a ­ tio n e ta lis p e r f e c t i o n s r e s i n se m a la d e n o m i n e t u r . H t c o n f ir m a tu r , n a m u n a q u a e q u e r e s p o s itiv a h a b e t i n se s u a m esseri tia m e t s u v m esse p o s itiv u m ; u tr u m q u e a u te m e st s ib i b o n u m e t c o n v e n ie n s ; e t id e o n i h i l e st q u o d n o n a p p e ta t s u u m esse s u a m q u e e ss e n t i a m ; e rg o n ih il p o s itiv u m u t s ic p o te s t e s s e i n se m a lu m . L o q u e n d o a u te m d e eo q u o d e s t m a l u m a lte r i, s ic c o n c e d i p o t e s t m a lu m c o n s is te r e i n p o s itiv o e t o p p o n i b o n o n o n p r iv a tiv e , s e d c o n tr a r ie , q u o m o d o d o lo r o p p o n i t u r v o lu p ta ti, v itiu m v ir t u ti, e t s ic d e a liis . E t r a tio e s t q u ia n o n t a n t u m . p riv a tio s e d e tia m fo r m a p o s itiv a p o t e s t e s s e 'd i s c o n v e n ie n a a lic u i s u b ie c to ; h a e c a u te m ra tio

m a li e a d e m e s t C um r a tio n e d is c o n v e n ie n tis a lic u i; s ic u t e r g o b o n u m s u b ratio n ec o n v e n ie n tis a lte r i n i h i l a liu d d i d t q u a m p e r fe c d o n e m u n iu s r e i, c o n n o ta n d o i n a lia c o n d itio n e m a liq u a m , r a t i o n e c u iu s s ib i d e b e t u r a u t c o n g r u it ta lis p e r f e c tio , ita m a lu m h u ic b o n o o p p o s itu m f o r m a lite r a c p ra e c is e n ih il a liu d d ic it p r a e te r p e r f e c tio n e m u n iu s rei) c o n n o ta n d o in a lia c o n d itio c e m a liq u a m , r a d o n e c u iu s r e p u g n a n tia m v e l d is c o n v e n ie n tia m h a b e t c u m ta li f o r m a ; i g itu r s ic u t b o ­ n u m illu d in p o s id v o c o n s is tit, ita e t m a lu m e i o p p o s itu m . 9. Iu x ta h a n c e r g o d is tin c tio n e m d ic e n d u m e s t P a tr e s s u p e r iu s c ira to s lo q u i d e m a lo p r io r i m o d o s u m p to , s cilice t, q u o d i n se m a lu m e s t ; i llu d e n im e s t p r o p r ie e t s im p lid te r m a lu m . Q u o d a u te m s o lu m d e ­ n o m in a tin ' m a lu m q u ia e s t d is c o n v e n ie n s a l­ te r i c u m i n se s i t b o n u m , n o n e s t s im p lic ite r m a lu m , s e d t a n tu m s e c u n d u m q u id e t q u a s i p e r a e d d e n s . R a r io n e s v e r o e t d if f ic u lta te s i n c o n tr a r iu m o b ie c ta e p r o c e d im i d e p o s te ­ r io r i m a lo s e u d is c o n v e n ie n ti; s ic e n im d o -

Disputación X I.— Sección I

287

el calor es en sí absolutamente bueno, aunque para el agua sea disconveniente; y en los demás males naturales o disconformes con la naturaleza se encuentra lo mismo; y la misma razón vale para el mal moral, pues la voluntad de mentir en cuanto que en sí es un cierto ente, es un bien, pero es disconforme con el hombre en uso de la razón, y por ello es moralmente mala. 10. Ninguna sustancia ha de ser llamada positivamente mala.— Esta dis­ tinción es ciertamente muy buena, y cuanto se dice en su primer miembro ha de ser admitido sin reservas, pero no lo que se dice en el segundo. Para explicar esto infiero primeramente que ninguna sustancia puede ser llamada propia y for­ malmente positivamente mala, sino sólo privativamente, porque la sustancia no es propia y formalmente mala para otro, y en sí sólo puede denominarse mala por razón de alguna privación; luego. La mayor es clara porque la sustancia es per se y no es ente de otro. Podrá decirse que esto es verdad en la sustancia íntegra y completa. Se responde que también la materia y la forma, por lo mis­ mo que se ordenan la una a la otra no son un mal sino un bien para la otra, pues la materia es conveniente para la forma a quien sirve, y cualquier forma es conveniente para la materia, aunque sea disconveniente para la forma opuesta o para su compuesto; igualmente las partes integrales son de suyo también con­ venientes para el compuesto y para las demás partes; después diremos cómo una parte puede ser a veces disconforme a causa de la desproporción. Y dije propia y formalmente porque por denominación extrínseca puede la sustancia de­ nominarse mala porque produce una forma disconveniente para alguien, del mis­ mo modo como incluso Dios, en cuanto que es autor del mal de pena, en dicho género puede denominarse o más bien aprehenderse y ser juzgado como malo, es decir, como disconveniente, y bajo este aspecto puede también ser objeto de odio por parte de una voluntad desordenada;-pero ésta, sin embargo, no es una verdadera malicia, sino una denominación tomada de la malicia externa o de la disconveniencia existente en otra cosa. 11. Cualquier accidente es bueno para algún sujeto.— En segundo lugar, infiero de lo concedido en el primer miembro que todo accidente por razón de su perfección positiva no sólo es en sí un cierto bien, sino que también es bueno lor in se quoddam bonum est, est autem ani­ mali disconveniens ; et similiter calor est in se bonus simpliciter, licet sit disconveniens aquae; et in caeteris malis naturalibus seu disconvenientibus naturae, idem reperitur; et eadem ratio est de malo morali, nam vo­ luntas mentiendi, ut in se est quoddam ens, aliquod bonum est; est autem disconveniens homini ratione utenti, et ideo est mala mo­ ralità. 10. Substantia nulla positive mala dicen­ do.— Haec quidem distinctio optima est et quae in priori eius membro dicuntur, sim­ pliciter probanda sunt, non vero quae in posteriori. Quod ut declarem, infero primo nullam substantiam posse proprie ac formaliter denominati malam positive, sed priva­ tive tantum; quia substantia non est pro­ prie ac formaliter mala alteri; in se autem solum potest denominati mala ratione alicuius privationis; ergo. Maior patet, quia substantia est per se, non est ens alterius. Dices hoc esse verum de substantia integra et completa. Respondetur etiam materiam et formam, hoc ipso quod una ad alteram or-

dinatur non esse malum eius, sed bonum, nam et materia conveniens est formae cui deservit, et quaelibet forma est conveniens materiae, quamvis sit disconveniens oppositae formae vel eius composito; partes item inte­ grales ex se etiam convenientes sunt compo­ sito et reliquis partibus ; quomodo autem ob improportionem possit interdum aliqua pars esse disconveniens, infra dicemus. Dixi au­ tem proprie ac jormaliter, quia per denominationem extrinsecam potest substantia de­ nominati mala, quia efficit formam disconvenientem alicui ; quomodo etiam Deus, quatenus est auctor mali poenae, in eo ge­ nere potest denominati vel potius appre­ hend; et existimari malus, id est, disconve­ niens; sub qua ratione potest etiam odio haberi a volúntate inordinata; haec tamen non est vera malitia, sed denominano sumpta ab externa malitia seu disconvenientia existenti in alia re. 11. Accidens quodvis, alicui subiecto bo­ num.— Secundo infero ex concessis in ilio, priori membro, omne accidens ratione suae perfectionis positivae non solum in se quod-

288

Disputaciones metafísicas

y conveniente para algún sujeto. Se prueba porque no hay ningún accidente para quien no sea connatural estar en algún sujeto con el cual o bien tenga co­ nexión natural o al menos se ordene a él como su perfección; por consiguiente, será un bien respecto de tal sujeto; luego no hay ninguna cosa positiva que por razón de sí sea mala o disconforme para todos. 12. Ningún ente es malo en sí por razón de algo positivo.— Y de esto pa­ rece que se concluye en tercer lugar que tampoco puede haber nada que sea malo para ningún sujeto por razón de algo positivo tomado precisivamente. Esto pue­ de probarse por la doctrina dada en el primer miembro de la distinción esta­ blecida. Porque de lo contrario, es menester que se dé algún ente malo en sí por razón de una forma positiva, pues si la forma positiva, en cuanto tal, es mala para algún sujeto, consecuentemente el compuesto de tal sujeto y tal forma será un cierto ente malo, por ser un conglomerado de entes disconvenientes o no rec­ tamente coherentes entre sí; por consiguiente, o bien hay que confesar que hay algún ente que es malo en sí por razón de una forma positiva, o hay que ne­ gar que la forma positiva, en cuanto tal, y precisamente por la virtud de su perfección, sea mala. Asimismo, el sujeto afectado por tal forma es malo o mal dispuesto; luego también la malicia, hablando absolutamente, es una forma po­ sitiva, y hay cosas que son malas en sí no porque estén privadas de alguna per­ fección, sino más bien porque están afectadas por una cosa positiva. La conse­ cuencia es clara, porque la malicia no parece que sea otra cosa que aquello por lo que es mal dispuesto un sujeto; por lo cual, Santo Tomás, en I, q. 5, a. 5, ad 2, y en I-II, q. 51, a. 4, ad 1, y en III, q. 11, a. 5, ad 3, dice que los hábitos de fas virtudes no son tanto unos bienes cuanto unas ciertas bondades, por las que es bien dispuesta la voluntad, la cual, una vez afectada por ellas, se dice buena en sí; así, la forma aquella que por razón de su elemento positivo dispone mal a un sujeto, puede decirse una malicia, y el sujeto afectado por ella o el com­ puesto resultante de ella tendría que ser llamado un ente en sí malo por virtud de su afección positiva o de su composición. Además, hay una razón muy bue­ na, que es que la forma que es buena en sí y dice perfección no puede ser mala para nadie por razón de su bondad, tomada exclusivamente; por considam bonum esse sed etiam esse bonum et conveniens alicui subiecto. Probatur, quia nullum est accidens cui non sit connaturale esse in aliquo subiecto, cum quo vel naturalem connexionem habeat vel saltern ad illud ordìnetur ut perfectio eius; erit ergo bonum aliquod respectu talis subiecti; ergo nulla est res positiva quae ratione sui sit •mala vel disconveniens omnibus. 12. Nullum ens in se malum ratione alicuius positivi.-—• Atque hinc videtur tertio concludi nulli etiam subiecto posse esse ma­ t a rem aliquam ratione positivi praecise sumpti. Quod potest probari ex dottrina data in priori membro distinctionis positae. Quia alioqui necesse est dari aliquod ens in se malum ratione alicuius positivae formae; nam si forma positiva ut sic est mala alicui subiecto, ergo compositum ex tali sub­ iecto et tali forma erit quoddam malum ens, cum sit compactum ex entibus disconvenientibus seu non recte cohaerentibus in­ ter se; ergo, vel fatendum est ens aliquod esse in se malum ratione positivae formae,

vel negandum positivant formant, ut sic, et ex vi praecisae perfectionis suae esse malam. Item subiectum tali forma affectum est ma­ lum seu male dispositum; ergo et malitia absolute loquendo est aliqua forma positiva, et aliqua res est in se mala non quia privata est aliqua perfectione, sed potius quia affecta est aliqua re positiva. Patet consequentia quia malitia nihil aliud esse videtur quam id quo male afficitur aliquod subiectum ; unde, sicut D . Thomas, I, q. 5, a. 5, ad 2, et M I, q. 51, a. 4, ad 1, et III, q. 11, a. 5, ad 3, djcit habitus virtutum non tam esse bona quaedam quam bonitates quasdam quibus bene afficitur voluntas quae illis af­ fecta dicitur in se bona, ita forma ilia quae ratione sui positivi male afficit aliquod sub­ iectum, dici posset malitia quaedam. et sub­ iectum ilia affectum seu compositum ex ilia resultans dicendum esset ens quoddam in se malum ex vi suae positivae affectionis seu compositionis. Praeterea est optima ratio, quia forma quae in se bona est et perfectionem dicit, non potest esse mala alicui ra-

Disputación X L — Sección I

289

guíente para que sea juzgada mala y disconveniente para alguien es preciso que intervenga alguna otra cosa, que no puede ser más que la privación, ya que si fuese algo positivo, tam bién aquello diría bondad y perfección, por lo cual, so­ bre ello recaería nuevamente el mismo argum ento; por consiguiente, es preciso que toda malicia sea consumada por una privación. 13. Lo cual, finalmente, se explica por la razón y con los ejemplos tomados de Dionisio y de otros Padres, porque en aquella cosa que se dice mala para otro podemos considerar o bien aquel ente que se dice malo para otro o aquello que resulta de ambos; como, por ejemplo, es malo para el hombre tener seis dedos en la m ano; por consiguiente, si se considera todo aquel compuesto, es decir, la mano que consta de seis dedos, puede decirse un cierto mal, como monstruo o pecado de la naturaleza. Sin embargo, afirma Dionisio en el referido c. 4 De Divinis Nom inibus, que el tal mal queda constituido por una privación que él llama inadecuada composición de los desemejantes y defecto de la proporción de­ bida y conveniente según el plan de la naturaleza. Así también San Agustín, en el libro De Natura Boni, c. 3 y 4, dice que el mal no es otra cosa que la corrup­ ción del modo, especie u orden natural. Explicando lo cual Santo Tomás en I, q. 5, a. 5, ad 4, dice que el modo, especie y orden, en cuanto son tales, son buenos, y son malos en cuanto que o bien son menores de lo que debieron o no se acomodaron a las cosas a las que debieron acomodarse o son ajenos e inco­ nexos. Así, por consiguiente, aquel monstruo se llama mal en cuanto carece de la especie debida y de la conveniente proporción de las partes, y por esto no es malo en virtud de una perfección positiva. Y lo mismo se encuentra en cual­ quier ente compuesto de partes que no se armonizan bien entre sí, el cual, en general, puede llamarse monstruoso. 14. L a cosa que se dice mala para otro es tal por razón de alguna priva­ ción.— Y por esto sucede, además, que si consideramos aquella parte de tal compuesto que se dice disconveniente para otro o mala, como es el sexto dedo respecto de la mano humana, o el calor respecto del agua, no tiene razón de mal más que en virtud de una privación que le va aneja. Porque, en primer lugar, tura Bon., c. 3 et 4, ait malum nihil aliud tione suae bonitatis praecise sumptae; ergo, esse quam corruptionem modi, vel speciei, ut censeatur mala et disconveniens alicui, vel ordinis naturalis. Quod explicans D . Tho­ oportet aliquid aliud intervenire, quod non mas, I, q. 5, a. 5, ad 4, ait modum, speciem potest esse nisi privado aliqua; nam, si sit et ordinem, quatenus talia sunt, bona esse, aliquid posidvum, illud etiam dicet bonitavocari autem mala quatenus vel minora sunt tem et perfectionem; unde de illo redibit quam esse debuerunt, vel quia non his idem argumentum; ergo oportet ut omnis rebus accommodantur quibus accommodanmalina privatione aliqua compleatur. 13. Quod tandem declaratur ratione et da sunt, vel quia sunt aliena et incongrua. Sic igitur monstrum illud appellatur malum exemplis sumptis ex Dionysio et aliis Patriin quantum caret debita specie et conve­ bus, nam in eo quod dicitur malum alteri nienti partium proportione, atque ita non considerare possumus aut illud ens quod al­ ex vi positivae perfectionis malum est. Idemteri dicitur malum, aut illud quod ex utroque que reperitur in quolibet ente composito ex resultat; ut, verbi gratia, homini malum est partibus quae inter se non bene conveniunt, habere sex dígitos in manu; si ergo consiquod in universum potest monstrosum ap­ deretur totum illud compositum, id est mapellati. nus sex digitis constans, dicj potest malum 14. Res quae alteri mala dicitur, raliane quoddam tamquam monstrum seu peccaalicuius privativi talis est.— Atque hinc ultum naturae. Ait tarnen Dionysius, dicto terius fit, si consideremus earn partem talis c. 4 de Divin. Nomin., tale malum constituí compositi quae dicitur alteri disconveniens privatione quam ipse vocat meptam disseu mala, ut est sextus digitus respectu masimilium composilionem et defectum propornus humanae vel calor respectu aquae, non tionis debitae et convenientis iuxta naturae habere rationem mali nisi ratione alicuius instituiionem. Sic etiam August., lib. de Naprivationis adiunctae. Nam imprimis ipsa-

19

290

Disputaciones metafísicas

la misma disconveniencia pertenece al género de privación, como, en general, la contrariedad, repugnancia, desemejanza y distinción incluyen en su concepto in­ trínseco una negación. Porque la contrariedad incluye la incompatibilidad de for­ mas opuestas en el mismo sujeto; y la incompatibilidad incluye una negación; por consiguiente, de este modo la disconveniencia incluye una desproporción o ineptitud para la conveniente unión o composición. Además, en aquel sujeto para quien otra cosa o forma se dice mala, queda connotada la carencia de la propen­ sión natural o conexión con tal cosa. Y por último, en la misma cosa que se dice mala para otro se denota la carencia de la perfección conveniente a tal su­ jeto, la cual, aunque respecto de la misma forma considerada en absoluto pa­ rezca que es una cierta negación, con todo, respecto del sujeto, tiene el carác­ ter de privación, porque es la carencia de la perfección que le es debida. Y res­ pecto de la forma, puede decirse privación no absolutamente sino condicionada, o sea en orden a tal efecto, porque aunque absolutamente no se le deba tal per­ fección a tal forma, con todo la necesita para poder informar convenientemente a tal sujeto. 15. Y de este modo, en los seres morales el acto de intemperancia se dice malo para el hombre en cuanto que carece de la rectitud de la templanza, y en los seres naturales el calor es malo para el agua en cuanto que carece de la per­ fección del frío; y así dijo Santo Tomás en general, I, q. 5, a. 3, ad 2, que ningún ser se dice malo en cuanto que es ser, sino en cuanto que carece de un cierto ser; y lo mismo piensa en la q. 3 D e Potentia, a. 6 , ad 12, y lo explica claramente y muy bien en la q. 1 De Malo, a. 1, ad 1, diciendo que el mal se dice doblemente, a saber: absolutamente y relativamente. Absolutamente—dice— es malo lo que es malo en sí mismo, y es tal aquello que está privado de un bien particular que le es debido a su perfección, al modo como la enfermedad es un mal del animal; y se dice que es un mal relativo aquello que no es mal en sí mismo sino para alguien, porque no se halla privado de un bien que le sea de-t bido a su perfección, sino que le es debido a la perfección de otra cosa, como en él' casó'del calor es la privación de una perfección debida.al agua, y por ello met disconvenientia ad privationem pertinet, sicut in universum contrarietas, repugnantia, dissimililudo -et dìstinctio in suo in­ trinseco conceptu negationem includunt. Contrarietas enim includit incompossibilitatem oppositarum formarum in eodem subiecto; incompossibilitas autem negationem includit; sic ergo disconvenientia dicit improportionem seu ineptitudinem ad convenientem unionem seu compositionem. Dein­ de in eo subiecto cui alia res seu forma mala dicitur, connotatur caremia naturalis propensionis seu connexionis cum tali re. Ac denique in ipsamet re quae alteri mala dicitur, denotatur carentia perfectionis tali subiecto convenientis, quae, licet respectu ipsius formae absolute consideratae videatur esse negatio quaedam, tamen respectu subiecti habet rationem privationis, quia est carentia perfectionis illi debitae. Et respectu formae dici potest privatio non simpliciter sed ex hypothesi, seu in ordine ad talem effectum, quia licet absolute non debeatur tali formae talis perfectio, tartien ut pos-

sct convenienter informare tale subiectum, indigeret ilia. 15. Et hoc modo in moralibus, actus intemperantiae dicitur malus homini quatenus caret rectitudine temperantiae, et in naturalibus calor est malum aquae quatenus ca­ ret perfectione frigoris; et sic in universum dixit D. Thomas, I, q. 5, a. 3, ad 2, nullum ens did malum in quantum est ens, sed in quantum caret quodam esse; et idem sentit q. 3 De Potent., a. 6, ad 12, et clare ac optime id explicat q. 1 De Malo, a. I, ad 1, dicens dupliciter dici aliquod malum, scilicet simpliciter et secundum quid. Simpliciter (inquit) malum est quod est secundum se malum, hoc autem est, quod privatur aliquo particulari bono quod est ex debito suae perfectionis, sicut aegriludo est malum animalis; sed secundum quid dicitur esse ma­ lum quod non est malum secundum se, sed alicuius, quia non privatur aliquo bono quod sit de debito suae perfectionis, sed quod est de debito perfectionis alterius rei, sicut in calore est prrivatio perfectionis debitae aquae

291

Disputación X I.— Sección I

no es malo en sí sino para el agua. Así, por tanto, todo mal incluye una priva­ ción, pero proporcionalmente, pues lo que es malo en sí incluye la carencia de la perfección debida a sí; y lo que es malo para otro incluye la carencia de la perfección debida a aquel para quien es malo. 16. Por consiguiente, aunque la distinción dada acerca del doble mal, a sa­ ber, lo que es malo en sí y lo que es malo para otro, sea buena, a pesar de todo,, de ninguno de los dos males hay que conceder que consista en sola la entidad positiva, sino que incluye una privación. Sólo puede determinarse la diferencia porque cuando la cosa se dice mala en sí no interviene más que la cosa que se denomina mala y la privación por la que se denomina así, la cual es la única que tiene razón de mal formalmente, o mejor, de malicia; pero cuando la cosa se dice mala para otro interviene la entidad positiva o la forma, la cual, en cuan­ to que es substrato de una privación, se dice mala para otra cosa o sujeto. Por lo cual, no es la sola privación, sino también la forma misma en cuanto sub­ yace a aquélla, la que tiene razón de mal formalmente respecto de otro sujeto, porque en realidad es una forma que le afecta desfavorablemente; sin embar­ go, en la misma forma, en cuanto que es mala para otro, lo positivo es cuasi material, y la privación, en cambio, es como lo formal que constituye la razón de mal para otro; pues lo que respecto de uno es forma, puede comportarse res pscto del otro como sujeto o m ateria; y así sucede que, en general, el constitutivo formal del mal consiste en una privación, como enseñaron los Santos Padres. Se responde a las dificultades propuestas antes 17. Por consiguiente, a la primera dificultad y a su primer miembro que trata del mal de culpa hay que responder que el mal de culpa propiamente es un mal del hombre en cuanto que es racional y usa del libre arbitrio; y por ello no siempre se dice de sola la privación, sino también del acto positivo, pero con todo no por razón de solo lo positivo sino en cuanto que carece de la de­ bida rectitud. Por consiguiente, este mal por razón del acto que incluye puede oponerse contrariamente al acto bueno o de virtud, (y lo mismo proporcional­ mente hay que decir acerca 3e Jos hábitos. Y del mismo modo, el mismo acto se dice contrario a la razón porque carece de la debida rectitud; por lo cual no et ideo non est malus in se, sed aqùae. Sic igitur omne malum privationem includit, sed proportionate, nam quod est in se malum includit carentiam perfectionis sibi debitae; quod vero est malum alteri, includit caren­ tiam perfectionis debitae illi cui est malum. 16. Quamvis ergo distmctio data de du­ plici malo, scilicet, quod in se malum est vel quod est malum alteri, bona sit, de neu­ tro tamen malo concedendum est in sola entitate positiva consistere, sed privationem includere. Solum potest constitui differen­ tia, quia quando res in se mala dicitur, non intervenir nisi res quae denominatur mala et privatio a qua sic denominatur, quae sola habet rationem mali formaliter seu potius malitiae; at vero, quando res dicitur mala alteri, intervenir positiva entitas seu forma quae, ut substat alicui privationi, dicitur mala alteri rei seu subiecto. Unde, non sola privatio, sed ipsa etiam forma, ut illi substat, habet rationem mali formaliter respectu alterius subiecti, quia revera est forma male affìciens ipsum; nihilominus tamen in ipsamet

forma, quatenus est mala alteri, id quod est positivum est quasi materiale, privatio vero est quasi formale, constituens rationem mali respectu alterius; nam quod respectu unius est forma, potest respectu alterius comparar! ut subiectum seu materia; atque ita fit ut in universum formale constitutivum mali in privatione consistât, ut sancii Patres docuerunt. Satisfit difficultatibus superius positis 17. Ad primant ergo difficultatem et primum eius membrum de malo culpae respondetur malum culpae proprie esse malum hominis ut rationalis est et libero arbitrio utitur; et ideo non semper dici de sola pri­ vatione, sed etiam de actu positivo, non ta­ men ratione solius positivi, sed quatenus de­ bita rectitudine caret. Hoc ergo malum ra­ tione actus quem includit, potest contrarie opponi actui bono seu virtutis et idem proportionaliter est de habitibus. Et eodem mo­ do ipsemet actus dicitur contrarius rationi quia caret debita rectitudine; unde non tan-

292

Disputaciones metafísicas

sólo es malo porque excluye del sujeto al acto contrario o al hábito bueno (lo cual parece que se supone en los argumentos), sino porque él mismo es discon­ forme con la naturaleza racional, y es disconforme no por la entidad positiva pre­ cisa, sino en cuanto que ésta es soporte de una carencia de la rectitud debida, como se dijo. Y así puede haber en tal mal una diversidad específica, aun cuan­ do tal vez no excluya del sujeto la forma o la virtud específicamente diversa, porque esta malicia — como dije— no consiste en la privación de la forma con­ traria que es causada en el sujeto, sino en la privación de la rectitud debida que se entiende en el mismo acto, la cual puede ser diversa según la diversidad de los actos. 18. Respecto al segundo miembro del mal de pena, hay que decir de modo semejante que el dolor no es malo en sí, ya que tiene su perfección y todo lo que ,en el ámbito de tal perfección se le debe; por consiguiente, el dolor es algo malo como disconveniente al hombre o al animal. Por lo cual, hay que con­ ceder que no es sólo mal causalmente, es decir, porque excluye la delectación ©puesta, sino porque él mismo es disconveniente y desproporcionado al animal, cosa que prueba acertadamente el argumento allí aducido. Con todo, no es dis­ conveniente por razón de la sola entidad positiva tomada precisivamente, sino porque conforme a ella incluye la carencia de alguna perfección necesaria para poder ser forma conveniente y proporcionada al hombre. Y del mismo modo hay que responder a los otros ejemplos que se proponen en dicha dificultad. 19. Una misma cosa puede ser buena en cuanto positiva y mala en cuanto incluye privación.— A la segunda dificultad se responde concediendo que no re­ pugna que una misma cosa sea buena y mala por diversos motivos; negamos, •con todo, que ambas cosas puedan ser enteramente positivas, pues una cosa no puede ser mala bajo el aspecto en que es buena; pero considerada exclusiva­ m ente bajo toda razón positiva, es buena, como ya mostramos; y por ello, en •el aspecto en que es mala, no es meramente positiva. Así, pues, si se habla de la cosa en sí, buena o mala, puede ciertamente una misma cosa ser buena en sí esencialmente, y mala integralmente o accidentalmente; sin embargo,, aquellotum est malus quia exdudit a subiecto conmet est disconveniens et disproportionatus trarium actum vel babitum bonum (quod animali, quod recte argumentum ibi factum in argumentis supponi videtur), sed quia probat. Non tamen est disconveniens ratioipsemet est disconveniens rational! naturae; ne solius positivae entitatis praecise sumptae, est autem disconveniens non ob positivam sed quia secundum illam includit carentiam entitatem praecisam, sed ut substantem caalicuius perfectionis necessariae ut posset rentiae rectitudinis debitae, ut dictum est. Et esse forma conveniens et proportionata ho­ ita potest in huiusmodi malo esse diversitas mini. Et eodem modo respondendum est ad specifica, etiamsi forasse non excludat a sub­ alia exempla quae in illa difficultate propoiecto formant seu virtutem specie divèrsam; nuDtur. quia haec malitia, ut dixi, non consist« in 19. Eadem res ut positiva, bona, ut privaprivatione formae contrariae quae causatur tionem includit, mala esse potest.— Ad sein subiecto, sed in privatione debitae recti­ cundam difficultatem respondetur conceden­ tudinis, quae in jpsomet actu intelligitur, do non repugnare eamdem rem esse bonam quae pro actuum diversitate diversa esse et malam diversis rationibus ; negamus tamen potest. 18. Ad alterum membrum de malo poe- utramque esse posse omnino positivam, quia non potest res sub ea ratione esse mala sub •nae dicendum similiter est dolorem non esse qua est bona; sub omni autem ratione po­ in se malum, habet enim perfectionem suam sitiva praecise considerata bona est, ut os•et quidquid in latitudine talis perfectionis tendimus; et ideo sub qua ratione est mala, sibi debitum est; est ergo dolor quid malum non est mere positiva. Jtaque, si sit sermo de tamquam disconveniens homini vel animali. re in se bona vel mala, potest quidem eadem Unde concedendum est non tantum esse res esse in se bona essentialiter, mala autem malum causaliter, id est, quia excludit deintegraliter seu accidentaliter ; illud tamen lectationem oppositam, sed etiam quia ìpse-

Disputación XI.— Sección I

293

le conviene en cuanto que tiene la perfección esencial debida a tal naturaleza; esto, en cambio, en cuanto que carece de la debida integridad o perfección ac­ cidental. En cambio, si se habla de la cosa que es buena en sí y mala para otro, aquello lo tiene con prioridad por razón de su propia naturaleza y perfección positiva, y esto con posterioridad, sólo por razón de alguna desproporción o disconformidad que tiene con otra cosa, y por lo mismo, por razón de alguna, privación que lleva aneja; y casi lo mismo sucede, guardando la debida pro­ porción, cuando una misma cosa es buena para uno y mala para otro. En cam­ bio, que sea enteramente mala en sí y buena para alguien no puede suceder, no sólo porque ninguna cosa es en sí enteramente mala, sino también porque mos­ tramos antes que nada puede ser bueno para otro —hablando propiamente— que no sea bueno en sí. Cómo se opone el bien al mal 20. Y por lo dicho se ve fácilmente cómo se oponen el bien y el mal, ya que esto se tocaba también en las dificultades propuestas. Pueden, por tanto, el bien y el mal o compararse según la bondad o malicia formalmente, o sólo materialmente en cuanto a las cosas mismas que se dicen buenas o malas. Ade­ más, para que el bien y el mal sean cosas opuestas es menester que se compa­ ren respecto de lo mismo, tal como exige la razón de opuestos; de aquí que poco antes dijéramos que una misma cosa, respecto de diversos seres, puede ser bueña' y mala, en la cual ni hay oposición material, ya que la cosa es la misma, ni propiamente formal, pues aunque tales razones de bien y de mal sean diver­ sas, a pesar de todo no son opuestas sino dispares, como ser semejante a uno y desemejante a otro. Y del bien y el mal así considerados es verdad lo que dice San Agustín en el Enchir., c. 14, que en el bien y el mal falla la regla dialéc­ tica de que dos cosas contrarias no pueden estar en el mismo sujeto, porque una misma cosa puede ser buena y mala, a pesar de que el bien y el mal son con­ trarios u opuestos. Pues habla del bien y el mal según las razones comunes, en las cuales no tienen perfecta y completa oposición si no se toman en particular y con todas las condiciones requeridas. ei convenir quatenus habet perfectionem essentialem tali naturae debitam; hoc vero quatenus caret debita integritate vel perfectione accidentali. Si vero sit sermo de re bona in se et mala alteri, illud prius habet ratione propriae naturae et perfectionis positivae, hoc vero posterius habet solum ra­ tione alicuius disproportions vel disconvenientiae quam habet cum alia re, atque adeo ratione alicuius privationis adiunctae; et idem fere est, servata proportione, quando eadem res est uni bona et alteri mala. Quod vero in se sit omnino mala et alicui bona, contingere non potest, tum quia nulla res est in se omnino mala, tum quia supra ostendimus nihil posse esse alteri bonum, pro­ prie loquendo, quod in se bonum non sit.

tiam, vel tantum materialiter, quoad res ipsas quae bonae et malae denominantur. Deinde ut bonum et malum sint opposita, debent respectu eiusdem comparari prout ratio oppositorum requirit; unde paulo ante dicebamus eamdem rem respectu diversorum pos­ se esse bonam et malam, in qua neque est materials oppositio, cum res sit eadem, nec proprie formalis; nam, licet illae rationes boni et mali sint diversae, non tamen oppositae sed disparatae, sicut esse simile uni et dissimile alteri. Atque de bono et malo sic consideratis verum habet quod Augusti­ nus dixit in Enchir., c. 14, in bono et malo deficere regulam dialecticam quod contraria eidem inesse non possunt, quia eadem res potest esse bona et mala, cum tamen bo­ num et malum contraria sint seu opposita. Bonum malo qualiter opponatur 20. Atque ex his facile constat quomodo Loquitur enim de bono et malo secundum communes rationes, secundum quas non habonum et malum opponantur, hoc enim bent perfectam et completam oppositionem, etiam in difficultatibus positis petebatur. nisi in particulari et cum omnibus condiPossunt igitur bonum et malum vel forma­ tionibus requisitis sumantur. liter comparar! secundum bonitatem et mali-

294

Disputaciones metafísicas

21. Por consiguiente, comparando propiamente lo bueno y lo malo respec­ to de lo mismo, se oponen en sus razones formales privativamente, pues bueno es lo mismo que perfecto en cuanto a aqueüo por lo que es bueno; y malo es aquello que carece de la perfección debida; y es bueno para uno lo que es con­ veniente para él, y malo lo que le es disconveniente. D e aquí que tengan pro­ piedades opuestas, pues lo bueno es de suyo apetecible, ya que es lo que todos ape­ tecen, y por ello tiene razón de causalidad final o al menos de medio; y el mal de suyo no es apetecible, antes bien aparta de sí al apetito. Por esto, de suyo y en cuanto es tal, no puede tener razón de medio ni de fin, sino sólo en cuanto se reviste de una cierta razón de bien, por ejemplo, en cuanto que puede juzgarse útil para evitar un mal mayor. Y si se comparan las cosas que se denominan bue­ nas y malas, así no se oponen propiamente en cuanto que se denominan en sí buenas o malas, sino en cuanto que respecto de la otra, una es conveniente y la otra disconveniente; en este senddo, pues, se excluyen mutuamente, pero no en cuanto que son buenas o malas. Y de este modo pueden tener entre sí oposición contraria, tanto en las cosas morales como en las naturales, como se dijo arriba. 22. Y en este sentido habló Aristóteles en el capítulo de O p p o sit. acerca del bien y del mal, no por razón de la malicia precisivamente, sino por razón del actp o cualidad que se denomina mala para otro, al modo como lo verdadero y lo falso puede decirse que se' oponen contrariamente por razón de los asentimien­ tos o de los juicios. Así también Dionisio, en el c. 4 D e D iv in is N o m in ib u s , dice que el m al no está en pugna con e l bien m ás q u e p o r razón d e algún bien , ya qu e p o r sí m ism o es im poten te. Y Santo Tomás, en el III cont. G en t-, c. 9, dice: El m al no repugna al bien positivam en te m ás q u e p o r razón d e alguna bondad. Lo mismo dice en la q. 1 D e M alo , a. 1, 2, 3 y 4, y en la q. 3 D e P otentia , a. 6 , ad 11, é In II, dist. 40; por lo cual no siempre es necesaria tal opo­ sición, sino que a veces basta la privativa, si aquello que se denomina malo no es un ente positivo sino privativo, al modo como la ceguera o la enfermedad es un mal; a veces, en cambio, basta otra clase de repugnancia entre las formas po­ sitivas, aunque no haya propiamente contrariedad; pues, dé este modo, se opo' 21. P r o p r i e i g i t u r c o m p a r a n d o b o h u m e t A tq u e h o c m o d o p o s s u n t i n s e h a b e r e o p m a l u m r e s p e c ta e iu s d e m , i n s u is f o r m a lib u s p o s itio n e m c o n t r a r i a m t a m i n m o r a lib u s q u a m i n n a tu r a lib u s , u t s u p r a d ic tu m e s t. r a t i o n i b u s o p p o n u n t u r p r iv a tiv e , n a m b o n u m 22. A t q u e i ta lo c u tu s e s t A r is to t., c.- d e i d e m e s t q u o d p e r f e c tu m q u a n t u m a d id O p p o s it. d e b o n o e t m a lo , n o n r a r io n e m a i n q u o b o n u m e s t ; m a lu m a u te m e s t q u o d litia e p r a e c is e , s e d r a t i o n e a c t u s v e l q u a lita tis d e b i t a p e r f e z i o n e c a r e t ; e t a lic u i b o n u m q u a e m a la a lte r i d e n o m in a tu r , s ic u t v e ru n a e s t q u o d e s t illi c o n v e n ie n s , m a lu m v e ro e t fa ls u m p o s s u n t d ic i c o n tr a r ie o p p o n i r a ­ q u o d d is c o n v e n ie n s e s t. U n d e f i t u t p r o tio n e a s s e n s u u m s e u iu d ic io r u m . S ic e tia m p r ie ta te s h a b e a n t o p p o s ita s , n a m b o n u m e x D io n y s ., c . 4 D e D iv in . N o m i n . , a it malum s e e s t a p p e t ib ile , i llu d e n i m e s t q u o d o m n ia a p p e t u n t e t id e o fin is c a u s a lita te m h a b e t v e l non pugnare contra bonum nisi ratione alis a lte r n m e d ii; m a lu m a u t e m e x se a p p e tib ile cuius boni, nam secundum se est impotens. E t D . T h o m a s , I I I c o n t. G e n t . , c . 9: n o n e s t, s e d p o tiu s a se a v e r tit a p p e t itu m . U n d e p e r se e t u t ta le e st, n e c fin is n e c M alum non repugnai bono positive n is i .re­ m e d ii r a tio n e m h a b e r e p o te s t, s e d s o lu m u t tto n e alìcuius bonùatis. I d e m , q . 1 D e M a lo , q u a m d a m r a tio n e m b o n i in d u i t , v e r b i g r a tta , a . 1, 2 , 3 e t 4 , e t q . 3 D e P o t e n t . , a. 6 , a d 11, e t I n I I , d is t. 4 0 ; u n d e n o n s e m p e r q u a te n u s a d v ita n d u m m a iu s m a lu m u tile c c n s e r i p o te s t. A t v e ro , s i c o m p a r e n t u r r e s e s t n e c e s s a ria ta lis o p p o s itio , s e d i n t e r d u m p r iv a tiv a s u ffic it, s i i d q u o d m a lu m d e n o m i­ q u a e b o n a e e t q u a e m a la e d e n o m in a n tu r , n a t u r n o n s it e n s p o s itiv u m s e d p r iv a tiv u m , s ic n o n o p p o n u n tu r p r o p r ie q u a te n u s in se q u o m o d o c a e c ita s v e l a e g r itu d o e s t q u o d b o n a e v e l m a la e d i c u n t u r , s e d q u a te n u s r e d a m m a l u m ; i n te r d u m v e r o s u ffic it a lia r e s p e c t u a lte riu s u n a e s t c o n v e n ie n s , d is c o n v e ­ p u g n a n tia i n t e r fo r m a s p o s itiv a s , q u a m v is non n ie n s a lte r a ; sic e n im m u tu o s ç e x c lu d u n t, s it p r o p r ie c o n ir a r ie ta s ; sic e n im e r r o r e t n o n v e ro p r o u t i n se b o n a e v e l m a la e s u n t.

295

D isputación X I.— Sección I I

nen fcl error y la ciencia como un bien y un mal para el hombre, aunque no sean propiamente contrarios.

SECCION II D

i v i s i ó n

d e l

m a l

1. M a l en sí y m al para otro. — Esta cuestión puede fácilmente definirse con lo que llevamos dicho, ya que trata del mal formal en cuanto es tal; porque la división material que se basa en las cosas no entra en el campo de la ciencia. En este sentido, por tanto, se divide el mal en aquello que es malo en sí y lo que es malo para otro, a los cuales llamó Santo Tomás mal simplemente y mal según algo; pero otros les llaman mal absolutamente y mal relativamente, con­ ceptos todos que han quedado ya suficientemente expuestos. 2. E l m al para otro en cuanto e n te natural y en cuanto agente libre.— A su vez, lo que es malo para otro puede dividirse en aquello que es disconve­ niente para otro en cuanto que es un ser natural, y aquello que es disconve­ niente para otro en cuanto que es un ente o agente libre; y de este modo se divide el mal en natural y moral. El mal natural es toda privación del bien na­ tural debido a la naturaleza o todo aquello que por su naturaleza es disconve­ niente para otra naturaleza. El mal moral, en cambio, es disconforme con la naturaleza libre en cuanto que es libre. Por ello, el mal natural se encuentra en todas las cosas carentes de razón y se extiende también a los seres intelectuales en cuanto que tienen naturaleza propia y requieren alguna perfección natural, de la que pueden quedar privados sin su consentimiento y libre cooperación; en cambio, el mal moral sólo se encuentra propiamente en la naturaleza libre, en cuanto que es libre, porque como dijimos anteriormente, las costumbres consis­ ten propiamente en acciones libres. Por lo cual, aunque el mal moral sea dis­ conforme con la naturaleza racional en cuanto racional, y en esto pueda con­ venir con algún mal natural, a pesar de todo es disconforme con tal naturaleza en cuanto tiene un modo de obrar peculiar, a saber, con libertad, y en esto difiere del mal natural. scientia opponuntur u t bonum et m alum homini, quamvis n on sinl proprie contraria.

S E c n o ii Q

uotuplex

s it

m alum

1. Malum in se et malum alteri.— H aec quaestio facile ex dictis definitur, est nam que de malo formaliter u t m alum e st; nam m aterialis divisio ex parte rerum non cadit sub scientiam. Sic igitur d ividitur m alum in illud quod in se m alum est, e t quod est malum alteri, quae D . T hom as ap p ellav i m alum simpliciter et secundum q u id ; alii autem vocant m alum absolute vel respective, quorum rationes satis sunt ex dictis expositae. 2. Alteri malum ut naturali enti, et ut libero agenti.— R ursus, quod est m alum al­ teri dividi potest in illud quod est disconveniens alteri quatenus res naturalis est, et illud quod est disconveniens alteri quatenus

ens vel agens liberum est, e t hoc m odo divid itu r m alum in naturale et m orale. N aturale m alum est om nis privatio naturalis boni na­ turae debiti, seu om ne id quod natura sua est disconveniens alteri naturae. M alum vero m orale est disconveniens naturae liberae qu a­ tenus libera est. U n d e naturale m alum invenitur in om nibus rebus ratione carentibus et sese edam extendit ad res intellectuales, quatenus propriam naturam habent e t naturalem aliquam perfectionem requirunt, qua privari possunt sine suo consensu vel cooperatione libera; m orale autem m alum solum in n atura libera rep eritur u t libera est, quia, ut in superioribus dixim us, m ores proprie consistunt in liberis actionibus. U nde, licet morale m alum sit disconveniens naturae rationali u t ratjonalis est, et in hoc possit con­ venire cum aliquo naturali malo, est tam en disconveniens tali naturae prout h abet peculiarem operandi m odum , scilicet cum li­ beriate, et in hoc differt a naturali malo.

296

Disputaciones metafísicas

Q u é son los m ales d e culpa y d e pena

3. E n q u é d ifieren e l m al d e culpa y d e pena. — Y de esto, además, parece que ha surgido otra célebre división del mal en mal de culpa y de pena, que da Santo Tomás en I, q. 48, a. 5 y 6, donde establece la diferencia entre aquellos miembros, que consiste en que el mal de culpa dice defecto en la acción o acto segundo, y el mal de pena dice defecto en alguna forma o integridad de la cosa, la cual pertenece al acto primero. Pero esta explicación presenta alguna dificultad, porque ni todo defecto de acción pertenece al mal de culpa, como consta por el error o por la acción de escribir o pintar mal, ni contrariamente toda culpa está en acto segundo, pues el pecado original o habitual es mal de culpa y no está en una acción; y de modo semejante, no todo defecto en acto primero es pena, pues la ceguera, por ejemplo, a veces no es pena sino un mal meramente natural; ni tampoco toda pena está en un defecto del acto primero, pues el error es tam­ bién u n mal de pena; más aún, la misma culpa puede ser pena de la culpa an­ terior, como enseña el mismo Santo Tomás en I-II, q. 87, a. 2, tomándolo de aquel pasaje de la E pístola a los R om anos , 1 : P o r lo cual los abandonó D ios a los deseos d e su corazón.

4. Pero porque esta división pertenece más bien a los teólogos y filósofos morales, hay que decir brevemente que esta división se da propiamente acerca del mal de la criatura racional en cuanto que es libre o ejerce su libertad, pues en las demás cosas o acciones ni puede haber propiamente culpa, ya que la culpa significa un acto moral, ni, por consiguiente, puede haber tampoco pena, porque ésta dice relación a la culpa por causa de la que se inflige, como dice rectamente San Agustín en I R e t r a c t c. 9. Por consiguiente, cuando se dice que el mal de culpa consiste en un defecto de acción, ha de entenderse de acción libre en cuan­ to que es libre, bien sea aquí el defecto carencia de la acción libre debida de acuerdo con la ley o recta razón, bien sea carencia de la honestidad o rectitud de­ bida a tal acción; es decir, ya sea una omisión de la acción debida, ya una acción carente de la rectitud debida. Porque el uso actual de la libertad sólo está en la Cidpae et poenae mala quid sint p o e n a p rio ris c u lp ae,. u t d o c e t id e m D . T h o ­ M alum culpae et poenae in quo dif­ m a s , I - I I , q . 87, a . 2, ex ilio a d R o m ., 1: Propter quod tradidit eos Deus in desiderio ferent.— A tq u e h iñ e u lte riu s o rta v id e tu r cordis eorum. alia C elebris d iv isio m a li in m a lu m c u lp a e 3.

e t p o e n a e , q u a m tr a d it D . T h o m a s , I , q . 4 8 , a . S e t 6, u b i d iffe re n tia m in te r illa m e m b ra c o n s titu it q u o d m a lu m c u lp a e d ic it d e fe c tu m in actio n e se u a c n i s e c u n d o ; m a ­ lu m a u te m p o en ae d ic it d e fe c tu m in aliq u a fo rm a v el in te g rita te re i q u a e a d a c tu m p rim u m p e rtin e a t. Q u a e ex p o sitio h a b e t diffic u lta te m , q u ia ñ e q u e o m n is d e fe c tu s actio n is p e r tin e t a d m a lu m cu lp a e , u t c o n s ta t d e e rro re v el d e a c tio n e m a le sc rib en d i a u t p in g e n d i, ñ e q u e e c o n v erso o m n is c u lp a est i n a c tu se c u n d o , n a m p e c c a tu rn o rig in a le v e l h a b itú a le e s t m a lu m c u lp ae e t n o n est in a c tio n e ; e t sim ilite r n o n o m n is d efectus i n a c n i p rim o e s t p o e n a , n a m c a ec itas, v e rb i g ra tia , in te rd u m n o n e s t p o e n a , se d m a lu m m e re n a tu ra le ; ñ e q u e etia m o m n is p o en a est in d e fe c tu a c tu s p rim i, n a m e rro r etia m e s t m a lu m p o e n a e ; im m o ip sa cu lp a p o te s t esse

4. S e d , q u ia h a e c d iv isio m agis p e rtin e t a d theologos e t p h ilo so p h o s m o rales, dicend u m e s t b re v ite r d iv isio n e m h a n c p ro p rie d a ri d e m alo c re a tu ra e ratio n alis, q u aten u s lib era e s t seu lib e rta te m su a m exercet, nam in aliis re b u s vel actio n ib u s n e c cu lp a pro­ p rie esse p o te st c u m c u lp a sig nificet m orale m a c tu m e t c o n s e q u e n te r n e q u e etia m p o t­ e s t e sse p o e n a , q u ia h a e c d ic it resp ec tu m a d c u lp a m p ro p te r q u a m in flig itu r, u t recte d ix it A u g u stin u s, I R e tra c t., c. 9 . C u m ergo d ic itu r m a lu m cu lp a e consistere in defectu actio n is, jn te llig e n d u m est d e actio n e libera q u a te n u s lib e ra est, sive h ie d e fe c tu s sit c a re n tia lib erae .a ctio n is d e b ita e secu n d u m leg em se u re c ta m ra tio n e m , sive sit carentia h o n e s ta tis v e l r e c titu d in is ta li a c tio n i de­ b ita e , i d e s t, sive s it o m issio a c tio n is debi­ ta e , sive sit actio caren s re c titu d in e debita. N a m actu afis u su s lib e rta tis solum est in

Disputación XI.— Sección II

297

acción o carencia de la acción voluntaria, y por ello este mal de culpa, esencial y primariamente, está en tal acción, porque es un mal de la criatura racional en cuanto libre, es decir, en cuanto que usa de su libertad. N i se opone a esto lo que se objeta de la culpa original o habitual, porque éstas no tienen razón de culpa más que por el orden a la culpa actual, a través de la cual no son voluntarias. Por ello, sólo cuasi mediatamente participan de la razón del mal de culpa én cuanto que en ellas se juzga moralmente que permanece el defecto de acción libre, y así sucede que el mal de culpa que es esencial y primariamente tal, consiste in­ mediatamente en el defecto del acto segundo humano o libre como tal. El mal de pena, en cambio, se dice que está en el defecto del acto primero, no porque no pueda encontrarse también en las acciones, sino porque en cualquier carencia de la debida perfección —incluso por modo de acto primero— puede salvarse suficientemente, o ciertamente porque como el mal de culpa radical y primaria­ mente está en la acción, del mismo modo el mal de pena radical y primaria­ mente está en el acto primero. En efecto, aunque suceda que la acción natural, es decir, no libre, sea defectuosa, con todo aquel defecto proviene siempre de al­ guna imperfección anterior y de un defecto en el acto primero o en la causa próxima. Y si el defecto de la acción no es natural sino voluntario, o bien pertenecerá al mal de culpa o no tendrá ninguna razón de mal porque no será defecto de la perfección debida. Y aunque un pecado se diga que es pena de otro, a pesar de todo no es según aquello que es formalmente culpa en el mis­ mo, sino según alguna otra razón, y así también aquella pena está primariamente en alguna cosa que se comporta al modo de acto primero respecto de la culpa, como es la denegación de algún auxilio, o la permisión de la ocasión de caer, que puede decirse que pertenecen al acto primero en cuanto que la remoción del impedimento se supone para la acción y es una condición requerida en el acto primero. 5. Dónde están los males de culpa y de pena.— Así, por consiguiente, bre­ ve y claramente podemos decir que el mal de culpa es un desorden en la acción u omisión libre, o carencia de la perfección debida según la acción li­ bre, y que el mal de pena es cualquier otra carencia del bien debido, conactione vel carentia actionis voluntaria, et ideo hoc malum culpae p er se prim o est in huiusmodi actione, quia est malum creaturae rationalis u t liberae, id est, u t utentis li­ bértate sua. Ñ eque o b stat quod de culpa originali vel habituali obiiciebatur, quia haec non habent rationem culpae nisi p er ordinem ad actualem culpam per quam sunt volun­ taria. U nde, quasi m ediate tantum partici­ pant rationem mali culpae quatenus in eis m oraliter perm anere censetur defectus liberae actionis, atque ita fit u t m alum culpae, quod per se prim o et im m ediate tale est, in defectu actus secundi hum ani seu liberi u t sic consistât. M alum autem poenae dicitur esse in defectu actus prim i, n o n quia in actionibus etiam reperiri non possit, sed quia in qualibet carentia perfectionis debitae, etiam per m odum actus p rim i sufficienter saivari potest, vel certe quia, sicut m alum culpae radicaliter ac prim ario est in actione, ita malum poenae radicaliter ac primario est in actu primo. N am , licet contingat actionem naturalem , id est, non libérant esse defec-

tuosam , tarnen file defectus sem per provenit ex priori aliqua im perfectione et defectu in actu prim o seu in causa proxim a. Q uod si defectus actionis non sit naturalis sed voluntarius, iam vel pertir.ebit ad m alum cul­ pae vel nullam habebit rationem m ali, quia non erit defectus perfectionis debitae. Q uam vis autem u n u m peccatum dicatur esse poe­ n a alterius, non tarnen secundum id q u o d est form aliter culpa in ipso, sed secundum aliquant aliam rationem e t ita etiam ilia poe­ na est prim ario in re aliqua quae se h abet ad m odum actus prim i respectu culpae, qualis est denegano alieuius auxilii vej perm issio occasionis cadendi, quae dici possunt ad actum p rim um pertinere quatenus ablatio im pedim enti supponitur a d actionem e t e st conditio in actu prim o requisita. 5. Culpae et poenae mala ubi sita.— Sic igitur breviter ac perspicue dicere possum us m alum culpae esse inordinationem in actio­ ne vel omissione libera seu carentiam per­ fectionis debitae secundum liberam actio­ nem , m alum autem poenae esse quam libet

298

D is p u t a c io n e s m e ta fís ic a s

traída o infligida por causa de la culpa. Por lo cual, sucede que esta divi­ sión comprende todos los males de la naturaleza racional, porque puede re­ ducirse a miembros contradictorios, ya que todo mal que está fuera de la acción libre en cuanto tal, pertenecerá al mal de pena. Y aunque prescin­ diendo de la Divina Providencia pudiera entenderse en la criatura racional algún mal que no haya sido infligido por causa de la culpa, el cual, por tanto, no sería culpa n i pena, con todo, fundándonos en la Divina Providencia, cree­ mos que ningún defecto de la perfección debida hay en la criatura racional que no sea culpa o traiga su origen de alguna culpa; y por ello, San A gustín, en su inacabado D e G enes, ad litteram , c. 1, dice que todo mal o es el pecado o la pena del pecado. M ás aún, no sólo el mal que hay formalm ente en el mismo hombre, sino tam bién el que está en las cosas irracionales o inanimadas, si cede en algún perjuicio del mismo hombre se reduce al mal de pena, no con res­ pecto a las cosas inferiores, sino al mismo hombre por cuya culpa se inflige o permite. 6. L a culpa , raíz m oral d el m al de pena. S i es m ás grave m a l el de culpa o el de pena .— Y por esto se ve tam bién cómo se relacionan entre sí estos dos males, pues form alm ente hablando, el mal de culpa es origen del mal de pena y su causa, no física sino moral, pues lo mismo que el m érito es causa del pre­ mio, la culpa es causa de la peña. Y si se comparan estos dos males en su gra­ vedad o m agnitud, es mucho mayor el mal de culpa que el de pena, pues la culpa priva al hom bre del debido orden a Dios, lo cual hace que ceda en ofensa e injuria de D ios; y la pena en cuanto pena por su propia razón no tiene esto sino que se lim ita a u n determinado perjuicio para la criatura; y la ofensa de Dios es u n mal del hombre mayor que cualquier otro perjuicio, y por ello cual­ quier mal de pena ha de ser soportado antes que adm itir u n mal de culpa. Y por el mismo motivo puede Dios ser autor del mal de pena y no del mal de culpa. Pero esto dejémoslo a los teólogos. 7. E l m a l vergonzoso es opuesto al bien honesto. E l m al que entristece, al bien deleitable '.'— Finalm ente, de acuerdo con la división precedente, es fácil di­ vidir el mal con una división opuesta a la que divide el bien en honesto, deleia lia m c a r e n t ia m b o n i d e b iti c o n tra c ta m s e u in f lic ta m o b c u lp a m . Q u o f it u t h a e c d iv is io c o m p r e h e n d a t o m n ia m a la ra tio n a lis n a tu ra e q u ia p o t e s t fa c ile a d c o n tra d ic to ria m e m b ra r e v o c a r i, q u ia o m n e m a lu m q u o d e s t e x tr a a c tio n e m ìib e r a m u t sic p e r t i r e b i t a d m a ­ l u m p o e n a e . E t q u a m q u a m , s e c lu s a d iv in a p r o v id e n tia , in te llig i p o s s e t i n c r e a tu ra r a tio n a l i a liq u o d n a t u r a l e m a lu m q u o d n o n e s s e t in f l i c t u m p r o p t e r c u lp a m , q u o d p r o in d e n o n e s s e t c u lp a n e q u e p o e n a , ta m e n e x d i­ v in a p r o v id e n tia c re d im u s n u llu m d e fe c tu m p e r f e c tio n is d e b ita e e sse in c re a tu ra r a tio n a Ii q u i n o n s it c u lp a v e l e x c u lp a o rig in e m t r a x e r i t , e t id e o A u g u s t ., i n im p e r i. G e n e s , a d l i t t e r a m , c. 1, o m n e m a lu m d lc it e sse a u t p e c c a t u m a u t p o e n a m p e c c a ti. Q u in p o t i u s n o n s o lu m m a lu m q u o d in ip s o h o m in e f o r m a l i t e r e s t, s e d e tia m q u o d e s t in re b u s i r r a t i o n a l i b u s v e l in a n im a tis , si in a liq u o d n o c u m e n t u m ip s iu s h o m in is c e d a t, a d m a lu m p o e n a e s p e c ta t n o n re s p e c tu in fe rio ru m r e ­ r u m , s e d ip s iu s h o m in is p r o p te r c u iu s c u l­ p a m in flig itu r vel p e rm ittitu r. ^ 6. Culpa radix moralis mali poenae.— ■ C ulpae an poenae gravius malum .— A tq u e

h in c e tia m c o n s ta i q u o m o d o h a e c d u o m a la in te r se c o m p a r e n tu r , n a m , f o r m a lite r lo q u e n d o , m a lu m c u lp a e e s t o r ig o m a li p o e n a e e t c a u s a e iu s, n o n p h y s ic a s e d m o r a lis ; n a m , s ic u t m e r itu m e s t c a u s a p r a e m ii, ita c u lp a e s t c a u sa p o e n a e . Q u o d si h a e c d u o in g r a ­ v ita te s e u m a g n itu d in e m a li c o m p a r e n tu r , lo n g e m a iu s e s t m a lu m c u lp a e q u a m p o e n a e n a m c u ip a p r i v a t h o m in e m d e b ito o r d in e a d D e u m ; u n d e c e d i t i n o f f e n s io n e m e t in iu r ia m D e i ; p o e n a a u te m u t p o e n a h o c n o n h a b e t e x r a tio n e s u a , s e d s is tit in d e ­ trim e n to a liq u o c r e a t u r a e ; o ffe n s a a u te m D e i m a iu s m a lu m h o m in is e s t q u a m q u o d lib e t a liu d d e tr i m e n t u m e t id e o q u o d lib e t m a lu m p o e n a e p o tiu s s u s tin e n d u m e s t q u a m m a lu m c u lp a e a d m itte n d u m . E t p r o p t e r e a r n d e m c a u s a m p o te s t D e u s e ss e a u c t o r m a li p o e n a e , n o n a u te m m a li c u lp a e . S e d h a e c th e o lo g is re lin q u a m u s . 7 . Turpe malum honesto bono oppositum .— Contristans oppositum delectabili.— T a n d e m iu x ta p r a e c e d e n te m d iv is io n e m f a ­ c ile e s t d iv id e re m a lu m p a r titio n e o p p o s ita illi q u a d iv id itu r b o n u m in h o n e s tu m , d e le c ta b ile e t u t i l e ; s ic e n im m a lu m a liu d e x

D i s p u t a c ió n

X L — S e c c ió n

II

299

table y ú til; y así habrá un mal vergonzoso, que se opone al bien honesto, y que tomado con toda propiedad y rigor, es casi lo mismo que el mal de culpa. Aunque en rigor la culpa se diga de la acción u omisión moral pecaminosa que convierte al hombre en m oralm ente malo, el mal vergonzoso, sin em bargo, en cuanto que adecuadamente se opone al bien honesto, no se dice sólo de la mis­ ma culpa actual o habitual, sino tam bién del objeto vergonzoso y del hábito vicioso que es el principio del acto malo, y que propiam ente no es culpa. Más aún, si el bien honesto se tom a más ampliamente en cuanto aquello que es por sí amable y conforme con la naturaleza y conveniente por sí, en este sentido el mal opuesto a él no puede propiam ente llamarse vergonzoso si no se llam a ver­ gonzoso a cuanto deforma — por decirlo así— a la naturaleza, sino que se lla­ maría este mal evitable por sí o digno de odio. En cambio, hay otro mal opues­ to al deleitable que, en general, puede llamarse desagradable o entristecedor, que se ha de explicar con la mism a proporción que el bien al que se opone. En cam­ bio, al bien útil no parece que haya ningún mal propiam ente dicho que le sea opuesto, porque la inutilidad que puede percibirse en una cosa en relación con otra, que sería la que más parece que se opone al bien útil, no se opondría por modo de privación sino de pura negación y, por tanto, no tiene propia razón de mal. Lo cual puede explicarse de este modo, porque el medio o la cosa que no es útil para un fin, o bien carece por su naturaleza de esa condición o propiedad necesaria para tal utilidad, y en este sentido, ser inútil una cosa .para u n fin no es una privación, sino sólo una negación, y por lo mismo no es un m al; o bien requiere por su naturaleza tal propiedad y accidentalm ente’ carece de ella y en­ tonces aquella carencia tiene la razón de m al respecto de dicha cosa que está privada de la natural perfección; y aquel mal propiam ente no es opuesto al bien útil, sino al bien natural y conveniente por sí para tal cosa; y en cambio, la inutilidad que de allí nace en orden a u n fin, es una cierta negación. Y quizá por esta causa no suele asignarse al mal esta división trim em bre, sino sólo la bi­ membre, a saber, de culpa y de pena, vergonzoso y desagradable. Y si alguien quiere encontrar en los medios alguna razón de mal. opuesta al bien útil en cuanto tal, se podrá decir, no sin probabilidad, que por aquella razón peculiar tu r p e q u o d h o n e s to o p p o n itu r , e t in p r o p r ie ta te ac rig o re s u m p tu m id e m f e r e e s t q u o d m a lu m c u lp a e . Q u a m v is c u lp a i n rig o r e d ic a tu r d e a c tjo n e v e l o m is s io n e m o r a li p e c ­ c a m in o sa q u a e h o m in e m r e d d i t m o r a lite r m a lu m ; m a lu m a u te m t u r p e p r o u t a d a c q u a ­ te o p p o n itu r b o n o h o n e s to , n o n s o lu m d i c i t u r d e ip sa c u lp a a c tu a l; v e l ¿ a b i tu a li , s e d e tia m d e o b ie c to t u r p i e t d e v itio s o h a b i t u , q u i e s t p r in c ip iu m a c tu s m a li, e t p r o p r ie n o n e st c u lp a . I m m o , si h o n e s tu m b o n u m la tiu s s u m a tu r p ro e o q u o d e s t p e r se a m a b ile e t n a tu r a e c o n s e n ta n e u m a c p e r se c o n v e n ie n s , sic m a lu m illi o p p o s itu m n o n p o te s t p r o p r ie tu r p e a p p e lla r i n is i turpe d ic a tu r q u id q u id d e f o r m a i ( u t ita d ic a m ) n a t u r a t o , s e d d ic e t u r h o c m a lu m p e r se e v ita b ile s e u o d io d ig n u m . A liu d v e ro m a lu m e s t d e le c ta b ili o p p o s itu m q u o d in c o m m u n i d ic i p o t e s t i n iu c u n d u m e t c o n tris ta n s , q u o d e a d e m p r o p o r tio n e d e c l a r a n d u m e s t q u a b o n u m c u i o p p o n itu r . B o n o a u te m u tili n u l l u m v i d e tu r e ss e o p p o s itu m m a lu m p r o p r ie d ic tu m , q u ia in u tilita s q u a e c o n s id e ra ri p o te s t i n a liq u a r e in o rd in e a d a lia m q u a e m a x im e v i d e t u r

o p p o n i b o n o u tili, n o n v id e tu r o p p o s ita p e r m o d u m p r iv a tio n is s e d p u r a e n e g a tio n is , e t id e o n o n h a b e t p r o p r i a m r a t i o n e m m a li. Q u o d i n h u n c m o d u m d e c la r a r i p o te s t, n a m m e d iu m s e u re s q u a e n o n e s t u tilis a d a liq u e m fin e m , a u t e x n a tu r a s u a c a r e t ea c o n d i t o n e v e l p r o p r i e t a t e q u a e n e c e s s a r ia e s t a d ta le m u t i l i t a t e m ; e t sic e s s e r e m in u r il e m a d ta le m f in e m n o n e s t p r iv a n o s e d n e g a tio t a n t u m , a tq u e ita n o n e s t m a lu m . V e l e x n a tu r a s u a r e q u ir i t ta le m p r o p r ie t a te m e t e x a c c id e n ti c a r e t illa , e t l u n e c a r e n ­ ila illa h a b e t r a tio n e m m a li r e s p e c tu illiu s r e i q u a e n a t u r a l i p e r f e c tio n e p r iv a ta e s t ; ilI u d a u te m m a lu m p r o p r ie n o n e s t b o n o u t ili o p p o s itu m , s e d n a tu r a li e t p e r se c o n v e n ie n ti ta li r e i ; in u tilita s v e ro q u a e in d e n a s c itu r in o rd in e a d f in e m , n e g a tio q u a e d a m e st. E t p r o p t e r h a n c f o n a s s e c a u s a m n o n so let in m a lo h a e c tr i m e m b r is d iv is io a s s ig n a ri, sed b im e m b r is t a n tu m , s c ilic e t, c u lp a e e t p o e n a e , tu r p e e t in iu c u n d u m . Q u o d si q u is v e lit in v e n ire i n m e d iis a liq u a m r a tio n e m m a ­ li o p p o s ita m b o n o u tili u t sic, n o n im p r o b a b ilite r d ic e re p o te s t ea p e c u lia r i ra tio n e a p -

Disputaciones metafísicas

300

se denominan males inútiles las cosas que debiendo ser por su naturaleza o ins­ titución aptas para la adquisición de un fin, en virtud de una circunstancia ac­ cidental se han convertido en desproporcionadas para él. Y con lo dicho basta acerca de la división del mal.

SECCION n i D

ónde se

da e l

m al, cuál e s

s u o r ig e n y

cuáles

su s

causas

1. L a fantasia d e lo s m aniqueos. — Los maniqueos, como referimos antes, supusieron un ser sumamente malo existente por sí como tal y que no tenía el origen de ningún otro, el cual era la primera raiz y causa de todos los males, ya que pensaron que el mal no puede surgir del bien sino sólo del mal. Por lo cual, como no se puede proceder hasta el infinito, juzgaron consecuentemente que había que detenerse en algún mal que lo fuese por sí mismo. Pero esta he­ rejía, además de que ha sido ya rechazada, porque ningún ente por el hecho de serlo es malo, está en contradicción también con otros principios de fe y conocidos por la luz natural, a saber: que lo mismo que no hay más que un solo Dios, así tampoco hay más que un prim er principio y causa primera de las cosas, y uno solamente es el ente increado y necesario por sí, y por lo mismo todos los entes que no son Dios proceden de Dios mismo. Por tanto, es impo­ sible que exista algún ser sumamente malo existente por sí e improducido, como extensamente lo declara San Agustín en contra de los maniqueos, principal­ m ente en el libro D e F id e , contra los mismos, al principio, y en el libro D e N a tu ra bon i, en contra de los mismos, c. 40 y 41; Santo Tomás, en I, q. 49; a. 3 y frecuentemente en otros pasajes. 2. C u alqu ier m al tien e alguna causa.— D e este fundamento de la fe se sa­ can dos conclusiones ciertas: L a primera es que todo mal tiene alguna causa. Se prueba porque se mostró que ningún ente es de suyo malo; por tanto, si es malo es preciso que lo sea por alguna causa. Además, porqué una cosa no es mala más que en cuanto se aparta de la perfección que se le debe; pero nunca se p e lla ri m a la in u tilia q u a e , c tu n e x n a tu ra v e l in s titu tio n e su a a p ta e sse d e b e a n t a d fin e m a liq u e m a c q u ire n d u m , e x a liq u o acci­ d e n ti im p ro p o rtio n a ta e ffe c ts s u n t. E t h aec d e d iv isio m b u s m a li s u ffid a n t.

sE cn o

h i

U bi et unde sit malum, seu quas CAUSAS HABEAT 1. Manichaeorum delirium.— M a n ic h a e i, u t s u p r a rc tu lim u s , p o s u e ru n t q u o d d a m en s s u m m e m a lu m e x se ta le e x iste n s e t a n u llo alio h a b e n s o rig in e m , q u o d sit p r im a ra d ix e t c a u s a m a lo ru m o m n iu m ; p u ta r u n t e n im n o n p o ss e m a lu m ex b o n o o riri, s e d ta n tu m e x m a io . U n d e c u m n o n p o ss it in in fin itu m p ro c e d i, c o n s e q u e n te r c e n s u e r u n t sis te n d u m esse in a liq u o m a io q u o d ex se sit. S e d haec h a e re s is , p ra e te r q u a m q u o d ia m im p u g n a ta e s t, q u ia n u llu m e n s , e x .e o q u o d ta le e s t, m a ­ lu m e s t, r e p u g n a t aliis p r in c ip iis fid ei e t n a -

tu r a li e tia m lu m in e n o tis, n im iru m , sic u t n o n e s t n is i u n u s D e u s , ita n o n e s s e n isi u n u m p r im u m p rin c ip iu m e t p rim a m c a u ­ sarli r e ru m , e t u n u m ta n tu m esse e n s in c re a tu m e t ex se n e c e s sa riu m , a tq u e adeo o m n ia e n tia q u a e n o n s u n t D e u s , esse ex D e o . Im p o s s ib ile e rg o e s t e sse a liq u o d e n s su m m e m a lu m ex se ex iste n s e t im p ro d u c tu m , u t la te c o n firm â t A u g u s tin u s c o n tra M a n ic h a e o s , p r a e s e rtim lib . D e F id e , c o n tr a e o s d e m , a p rin c ip io , e t lib . D e N a t. b o n ., c o n tr a eo sd e m , c . 4 0 e t 4 1 ; D . T h o m ., I , q . 4 9 , a. 3 , e t a lib i saepe. 2 . Cuiusvis mali causa aliqua.— E x h o c a u te m fidei fu n d a m e n to d u a e c o n c lu sio n e s c e rta e in f e ru n tu r . P rim a e s t o m n e m a lu m h a b e re a liq u a m c a u sa m . P ro b a tu r, q u ia o s te n s u m est n u llu m e sse e n s e x se m a lu m ; e rg o , si e s t m a lu m , o p o rte t u t a b aliq u a c a u s a ta le sit. D e in d e , q u ia re s n o n e s t m ala n isi in q u a n tu m re c e d it a p e rfe c tio n e sibi d e b ita : se d n u n q u a m re s d e fic it a d e b ita

Disputación X L — Sección III

301

aparta de la perfección que se le debe más que por alguna causa, ya sea agente o impediente. Y esto se verá más aún al explicar en particular las causas del mal, donde también explicaremos en qué sentido dijo Dionisio en el c. 4 D e D ivin is N om in ibu s que el mal no tiene causa, a saber: por sí o que pretenda a aquél directamente. 3. L a causa d e l m al es algún bien. — En segundo lugar, se infiere de dicho principio que la causa del mal es algún bien, ya que todo mal tiene una causa, como se mostró; por consiguiente, o aquella causa es un mal o un bien; si es un bien, tenemos lo que se pretendía; si es un mal, es preciso que tenga tam­ bién una causa, sobre la cual puede repetirse la misma interrogación. Por tanto, como no se puede seguir hasta el infinito, ni detenerse en algún mal que no tenga causa, hay que detenerse necesariamente en algún bien que sea causa del mal. 4, Ahora bien, queda por explicar cómo el bien es causa del mal, y en qué género pueda el mal tener causa o necesitarla, si ha de ser final o material o .formal o eficiente. Cuál es el fin d e l m al

5. E l m al m edicinal está sujeto a la elección ordenada. — Afirmo, en pri­ mer lugar, que el mal formalmente en cuanto que es mal no requiere una causa {nal; pero con todo, puede tenerla por la intención extrínseca del que obra. Se prueba la primera parte porque el mal, al consistir en una privación y un defecto, no es algo que por sí mismo se pretenda en las cosas, de lo cual ha sur­ gido aquel axioma: N adie obra proponiéndose e l m al ; por consiguiente, para existir no necesita causa final, sino que puede resultar independientemente de la intención del agente. Y la segunda parte consta porque el agente, principal­ mente el libre y que obra de propósito, puede pretender directamente algún mal a causa de algún fin, pues lo que es malo en un género determinado puede ser útil al menos para apartar algún obstáculo en orden a alcanzar un fin. Para en­ tender lo cual más claramente, distingamos entre el mal de culpa y el de pena; y nuevamente en el mal de culpa distingamos entre su permisión y su efección, perfectione n isi o b aliq u am cau sam v et a g e n te m vel saltem im p e d ie n te m ; erg o . A tq u e hoc m agis co n sta b it ex p lican d o in p a rticu lari causas m all, u b i etiam ex p licab im u s q u o m o d o d ix e rit D io n y s., c. 4 D e D iv in . n o m in ., m a lu m n o n h ab ere cau sam , scilicet p e r se, seu q u a e d irecte illu d in te n d a t. 3. Mali causa bonum aliquod.— S ecu n d o in fe rtu r ex d icto p r in d p io aliq u o d b o n u m esse ca u sa m m ali, n a m o m n e m a lu m h a b e t causam , u t o ste n su m e s t; erg o v el causa illa est aliq u o d m a lu m vel b o n u m ; si b o ­ n u m , h a b e tu r in te n tu m ; si m a lu m , o p o rte t u t illu d etia m ca u sa m h a b e a t, d e q u o e a d e m interro g atio fieri potest, C u m erg o n e q u e in in fin itu m p ro ced i p o ssit, n ec sisti in aliq u o m alo q u o d cau sam n o n h a b e a t, n ecessario sisten d u m erit in aliq u o b o n o q u o d sit cau ­ sa m ali. 4. Ia m v e to exp lican d u m su p e re st q u o m o d o b o n u m sit cau sa m a li e t i n q u o g e n e re p o ssit m a lu m h a b e re c au sam vel illam re q u ire re , fin alem n e an m ate ria le m , fo rm a­ lem , vel efficientem .

M di quis finís Malum medicínale electiom ordinatae subiacet.— D ic o p r im o : m a lu m fo rm a lite r, 5.

u t m a lu m e st, n o n re q u irit c a u s a m fin a le m ; illam ta m e n h a b e re p o te s t ex in ten tio n e ex­ trín se c a o p e ra n tis. P rio r p a rs p ro b a tu r, q u ia m a lu m , c u m in p riv a tio n e e t d e fe c tu co n sistat, n o n e s t p e r se in te n tu m i n r e b u s , u n d e est illu d a x io m a : N em o intendens ad malum operatw; erg o , u t sit, fin alem c au sam n o n re q u irit, se d co n seq u i p o te s t p ra e te r in te n tio n e m a g en tis. P o ste rio r v ero p a rs co n stat, q u ia ag en s, p ra e se rtim lib e ru m e t a p ro p o sito , p o te s t d ire c te in te n d e re a liq u o d m a lu m p ro p te r aliq u em f in e m ; n a m id , q u o d in u n o g en ere m alu m est, p o te s t esse u tile, sa lte m u t rem o v en s im p e d im e n tu m ad ali­ q u e m fin em o b tin e n d u m . Q u o d u t c lariu s in te llig a tu r, d istin g u a m u s Ín te r m a lu m c u lp a e e t p o e n a e ; e t r u rs u s in m a lo c u lp a e d istin g u a m u s p erm issio n e m e iu s ab effe ctio n e seu ab ip sa m e t culpa. M a lu m ergo culpae

302

D i s p u t a c io n e s m e ta jís ic a s :

o sea la culpa misma. Por consiguiente, el mal de culpa form alm ente y en cuan­ to tal — pues de él hablamos— no sólo no requiere la causa final, sino que ni siquiera puede tenerla recta y ordenadamente, porque no puede pretenderlo di­ rectam ente más que una voluntad depravada, ya que n i puede ser buscado como fin, puesto que bajo tal aspecto no tiene bondad, n i como medio, porque no se pueden hacer males para que vengan bienes; pero la voluntad desordenada pue­ de buscar ese mal, más aún, incluso la malicia misma, al m enos como medio y bajo alguna aparente y falsa razón de bien, como, por ejemplo, para tom ar ven­ ganza de alguien, o para inferir una injuria a aquel a quien se tiene odio, o cosas parecidas. E n cambio, sucede lo contrario con la perm isión de este mal de culpa; pues ésta ¡puede ordenada y rectam ente ser pretendida y tener u n fin bueno, porque de suyo n o es mala, sino que puede ser buena. Y de esta m anera perm ite Dios el mal a causa de algún bien, ya porque tal permiso forma parte de la herm osura y variedad del universo, como dijo Dionisio en el c. 14 D e D ivinis N o m in ib u s; ya tam bién porque Dios es capaz de sacar muchos bienes par­ tiendo de los males perm itidos, si éstos suceden, como extensamente lo explica San Agustín en el E n ch ir ., c. 27. Por lo que toca al mal de pena, no sólo en cuanto a su perm isión sino en cuanto a su efección puede ser pretendido por sí y rectam ente por causa d e 'u n fin honesto, a saber, el justo castigo de una culpa; y de este modo esta clase de mal en cuanto tal puede tener una causa final, y de este modo pretende Dios los males de pena de que es el autor. A esto puede reducirse tam bién el mal que puede llamarse medicinal, que a veces se comete para im pedir un mal mayor, como cuando se corta u n brazo para salvar la vida; pues aquel mal entonces se pretende directam ente, pero no como fin sino como medio, y de este modo tiene entonces su causa final por la intención del agente. Por consiguiente, de esta manera puede el bien — no sólo el aparente sino tam ­ bién el verdadero— ser causa final de algún mal. V

■ t#

C uál es la causa subjetiva d el mal.

6. Digo en segundo lugar que el mal en cuanto que es mal tiene causa ma terial, que es siempre algún bien, lo cual suele decirse con otras palabras, que el formaliter, et ut tale est (sic enim loquimur), non solum finalem causam non requirit, verum etiam recte et ordinate illam habere non potest, quia non potest directe intendi nisi a depravata voluntate, quia neque potest intendi ut finis, cum sub ea ratione bonitatem non habeat, neque ut medium, quia non sunt facienda mala ut veniant bona; inordinata autem voluntas potest in­ tendere hoc malum, immo et malitiam ipsam, saltern ut medium et sub aliqua appa­ renti et falsa ratione boni, ut, verbi gratia, ad vindictam de alio sumendam vel inferendam iniuriam ei quem odio habet vel aliquid simile. Secus vero est de permissione huiusmodi mali culpae; haec enim ordinate et recte intendi potest et habere bonum finem, quia ex se mala non est, sed potest esse bona. Atque hoc modo Deus permittit malum propter aliquod bonum, rum quia talis permissio ad pulchritudinem et varietatem universi spectat, ut Dionys, dixit, c. 14 De Divin. nomin.; tum etiam quia novit Deus ex malis permissis, si fiant, multa eli-

cere bona, ut late dissent Aug., in Enchir., c. 27. Malum autem poenae non solum quoad permissionem, sed etiam quoad effectionem, potest per se ac recte intendi prop­ ter honestum finem, iustam, scilicet, culpae vindictam; et hoc modo hoc malum, ut tale est, potest habere finalem causam atque ita Deus intendit mala poenae quorum est auctor. Hue etiam revocali potest malum quod medicinale dici potest, quod interdum infertur ad impediendum maius malum, ut cum brachium abscinditur ad conservandam vitam; illud enim malum tunc directe intenditur, non tamen ut finis sed ut medium, et ita habet tunc suam causam finalem ex intentione operands. Sic jgitur potest bonum non tantum apparens, sed etiam verum, esse causa finalis alicuius mali. Mali causa subiectiva quae

6. Dico secundo: malum, quatenus ma­ lum est, habet materialem causam, quae semper est aliquod bonum, quod aliis ver­ bis dici solet, malum ut malum esse in bono

D i s p u t a c ió n X I . — S e c c i ó n I I I

303

mal en cuanto mal está en el bien como en su sujeto. Así se expresa San Agus­ tín en el Enchirid., c. 13 y 14, donde dice, entre otras cosas, que no puede estar el mal más que en el bien, porque si existiese él puro mal se destruiría a sí mis­ mo, cosa que tam bién enseña Santo Tom ás en I, q. 48, a. 3. Y la razón es que el mal formalm ente ni es una cosa puram ente posidva, ni una pura negación; es, por consiguiente, una privación de la perfección debida; por tanto, requiere un sujeto al que se le deba tal perfección; por consiguiente, dicho sujeto debe ser necesariamente un bien en el que se conciba que radique el mal o la malicia. Se prueba esta últim a consecuencia ya porque aquel sujeto debe ser necesaria­ mente un ente positivo, y consecuentemente u n b ie n , ya tam bién porque esto mismo, a saber, que a dicho sujeto se le debe la perfección de que el mal le priva, es suficiente señal y testimonio de que tal sujeto es bueno, porque la bon­ dad y la perfección no le son debidas más que a aquella cosa que es buena. Y de este modo San Agustín, en el I Contra Iulian., c. 3, y en Enchirid., c. 12, y con frecuencia en otras partes, tom ando como punto de partida el mismo mal que a veces sucede a la naturaleza o a la voluntad, prueba que la naturaleza misma o la voluntad son buenas; porque se hace mala cuando queda privada de la debida bondad y no es destruida totalm ente, pues de lo contrario no sería ya mala sino que ni sería siquiera nada en absoluto; por tanto, para que sea mala es preciso que alguna naturaleza quede privada de la perfección debida. 7. Algunas objeciones.— Pero objetará alguno que el mal formalmente no es un ente positivo y real; por tanto, no requiere, más todavía, ni siquiera propia­ mente perm ite estar en u n sujeto real; porque el ente de razón no radica en ningún sujeto; por tanto, no puede estar en el bien como en sujeto o causa ma­ terial. Por lo cual Dionisio, en el c. 4 De Divinis Nominibus, hacia el fin, dice absolutamente que el mal no está en las cosas que. existen. E n segundo lugar, que el mal destruye el bien del que es m al; por consiguiente, no puede estar en él como en sujeto; pues ninguna forma destruye a su sujeto. En tercer lugar, por­ que de lo contrario la corrupción y la m uerte no serían mal, lo cual va en con­ tra del común sentir de todos; es clara la consecuencia porque la corrupción no es un mal de aquel sujeto que permanece bajo la misma corrupción, es decir. ta m q u a m in s u b ie c to . S ic l o q u itu r A u g u s ­ tin u s , in E D c h irid ., c . 13 e t 1 4 , u b i in te r a lia elicit n o n p o s s e e ss e m a lu m n is i in b o n o , q u ia si e s s e t p u r u m m a lu m , s e ip s u m d e s tr u e r e t, q u o d e tia m d o c e t D . T h o m ., I , q . 48, a. 3. E t ra tio e s t, q u ia m a lu m p r o f o r ­ m a li n e c re s p u r e p o s itiv a e s t, n e c p u r a n e g a tio ; e s t e rg o p riv a tio d e b ita e p e rfe c tio ­ n i s t e rg o r e q u ir i t s u b ie c tu m c u i ta lis p e rfe c tio d e b e a tu r ; e r g o i l l u d s u b ie c tu m n e ­ c e s sario e sse d e b e t a liq u o d b o n u m in q u o m a lu m s e u m a litia in e s s e in te llig a tu r. P r o b a tu r h a e c u ltim a c o n s e q u e n tia tu r n q u ia s u b ­ ie c tu m illu d n e c e s s a rio e sse d e b e t a liq u o d e n s p o s itiv u m , e t c o n s e q u e n te r a liq u o d b o ­ n u m ; tu rn e tia m q u ia h o c ip s u m , s c ilic e t, q u o d ta li s u b ie c to d e b e a tu r p e rfe c tio q u a m a lu m p r iv a t, e s t s u ffic ie n s s ig n u m e t t e s ­ tim o n iu m q u o d ta le s u b ie c tu m b o n u m s it, q u ia b o n ita s e t p e r f e c tio n o n p o t e s t e ss e d e ­ b ita n is i illi re i q u a e b o n a s it. E t h o c m o d o A u g u s tin u s , I C o n tr a I u li a n ., c. 3 , e t in E n ­ c h ir id ., c. 1 2 , a c s a e p e a lib i, e x ip s o m a io q u o d in te r d u m n a tu r a e v e l v o lu n ta ti a c c i-

d it, p r o b a t ip s a m n a tu r a m v e l v o lu n ta te m b o n a m e s s e ; q u ia fit m a la d u m b o n ita te d e b ita p r i v a t u r , e t n o n o m n in o d e s t r u i t u r , a lio q u i ia m n o n m a la e s s e t, sed o m n in o n o n e s s e t; u t e rg o m a la s it, o p o r te t u t n a tu r a a liq u a sit d e b ita p e r f e c tio n e p riv a ta . 7 . Obiectiones aliquot.— S e d o b iic ie t a liq u is , n a m m a lu m p r ò f o r m a li n o n e s t e n s p o s itiv u m e t r e a l e ; e rg o n o n r e q u ir i t, im m o n e c p r o p r i e e s s e p o te s t i n s u b ie c to r e a l i ; e n s e n im r a tio n is n u lli s u b ie c to i n e s t ; e r g o n o n p o te s t e s s e i n b o n o t a m q u a m i n s u b ie c to s e u c a u s a m a te ria li. U n d e D io n y s ., c . 4 D e D iv in . n o m in ., v e r s u s f in e m , a b s o lu te d ic it malum non esse in hìs quae sunt. S e c u n d o , q u ia m a lu m d e s t r u i t b o n u m c u iu s e s t m a ­ l u m ; e rg o n o n p o te s t e sse i n ilio ta m q u a m i n s u b ie c to ; n u lla e n im f o r m a d e s t r u i t s u b ­ i e c tu m s u u m . T e r t i o , q u ia a lia s c o r r u p t i o e t m o rs n o n e s s e t m a lu m , q u o d e s t c o n tr a c o m m u n e m o m n iu m s e n s u m ; s e q u e la p a t e t , q u ia c o r r u p ti o n o n e s t m a lu m illiu s s u b ie c ti q u o d s u b ip sa c o r r u p tio n e m a n e t, id e s t, m a te r ia e p r im a e , c u m illa in d if fe re n s -

304

Disputaciones metafísicas

de la materia prima, ya que ella es indiferente a la forma de lo engendrado o lo corrompido; y si se dice que es un mal de la cosa corrompida, por consiguiente ya no está en aquel bien del cual es mal; por tanto, no es necesario que aquel bien permanezca bajo dicho mal. Y se confirma, pues de lo contrario la aniqui­ lación de una cosa no sería su mal, lo cual parece increíble, ya que es algo digno de odio en grado máximo y muy desventajoso y contrario al apetito por el que todas las cosas desean su ser. 8. Solución. — A la primera objeción se responde que el mal formalmente o la malicia está en el sujeto por modo de privación, de la cual dijo Aristóteles que es la carencia en un sujeto con aptitud natural, carencia que en la cosa misma se dice en acto ejercido, como la corrupción o la remoción, tal como declara Cayetano en I, q. 48, a. 2. Donde Santo Tomás, ad 2, dice que el mal no es un ente en cuanto significa entidad de una cosa, pero con todo que tiene un ser tal cual es suficiente para la verdad de la proposición con que decimos que la ceguera está en el ojo, porque estar no significa aquí poner algo en el ojo, sino más bien apartarlo. Por consiguiente, se dice que el mal está en el bien como en su sujeto de este modo, no como poniendo algo en el mismo, sino más bien como apartando una perfección ulterior a él debida. Y cuando Dionisio afirma que el mal no está en las cosas, entiende que no está como un verdadero ente que pone algo en las mismas. 9. C ua lq u ier clase d e m a l no d estru ye a cualquier clase d e bien. — A lo se­ gundo se dijo ya en lo que precede que no todo mal es opuesto a cualquier bien, por lo cual no es necesario que un mal destruya a todo bien, sino a aquel al que formalmente se opone, pero no a aquel que se supone en el sujeto, a la manera como las tinieblas destruyen la bondad de la luz pero no la perfección del aire. 'Podrá decirse: con frecuencia el mal disminuye la bondad del sujeto porque no sólo quita la perfección opuesta sino que también disminuye la disposición o ap­ titud para tal perfección; como el pecado no sólo excluye formalmente él acto bueno, sino que disminuye la prontitud para hacer uno semejante; por consi­ guiente, hasta tal punto puede aumentarse o multiplicarse el mal que destruya enteramente la bondad del sujeto; por tanto, no siempre la supone. Se responde sit ad form ant geniti vel corru p ti; si autem iecto, no n tam quam ponens aliquid in illo, dicatu r esse m alum rei corruptae, ergo iam sed potius u t rem ovens ulteriorem perfectionem ei debitam . C u m autem Dionysius •non est in eo bono cuius est m alu m ; ergo necesse non est u t illud bonum m aneat ait m alum non esse in rebus, intelligit no n sub tali malo. E t confirm atur, nam alias anesse tam quam verum ens ponens aliquid in nihilatio rei n on esset m alum eius, quod ipsis. incredibile videtur cum sit m axim e odio 9. Malum quodvis non quodlibet bonum digna et valde incom m oda et adversa appedestruit.—■ A d secundam iam in superiorititu i quo res om nes appetunt esse. bus dictum est non om ne m alum esse op8. Dissolvuntur.— A d prim am obiectio- positum cuilibet bono, unde necesse non est nem respondetur m alum p rò form ali seu u t m alum destruat om ne bonum , sed illud malitiam esse in subiecto p e r m odum privacui form aliter opponitur, non veto illud tionis, de qua Aristoteles dixit esse carenquod in subiecto su p p o n it; u t tenebrae detiam in subiecto apto nato, quae carentia in struunt bonitatem luminis, non tam en perreipsa esse d icitu r in actu exercito, u t corfectionem aeris. D ic e s: saepe m alum m iru p tio seu rem otio, u t C aietanus bene dé­ n u it bonitatem subiecti quia non solum tollit clarât, I , q. 48, a. 2. U b i D . T hom as., ad oppositam perfectionem sed etiam m inuit 2, ait m alum non esse ens u t significai enhabilitatem seu aptitudinem ad talem per­ titatem rei, habere tathen tale esse qua­ fectionem ; u t peccatum , et form aliter exclule sufficit ad veritatem propositionis qua dit actum bonum , et prom ptitudinem m i­ dicim us caecitatem esse in oculo, quod n u it ad similem faciendum ; ergo adeo po­ esse n on significai ponere aliquid in oculo, test m alum augeri vel m ultiplicari u t om nised potius rem overe. H o c ergo m odo dici­ no d estruat bonitatem subiecti; non igitur tu r m alum esse in bono tam quam in subsem per supponit illam . R espondetur dupli-

Disputación X L — Sección HI

305

que puede concebirse una doble disposición del sujeto para el bien: Una, so­ breañadida al mismo y distinta de él, como es el hábito en potencia o el equi­ librio conveniente de las cualidades en un órgano. Otra es la disposición entera­ mente intrínseca a la facultad o al sujeto, que no se distingue de su entidad real­ mente sino sólo conceptualmente. Por su parte, la disposición para el bien puede disminuir doblemente: Primero, por la sustracción y real disminución de la bon­ dad, de la manera como disminuye la bondad del agua cuando disminuye su frial­ dad. Otro modo es por la adición de impedimentos, de la manera como puede decirse que disminuye la aptitud de la materia para la forma del fuego por causa de la humedad excesiva. La primera disposición, por consiguiente, distinta de la potencia, puede disminuir por sustracción y propiamente en sí misma, por lo cual puede también ser arrebatada totalmente mediante un mal contrario, lo cual no representa un inconveniente, ya que tal disposición no es el sujeto propio del mal, sino más bien la forma o disposición a él opuesta. En cambio, la segunda disposición no disminuye por sustracción, porque no siendo una cosa distinta del sujeto, del mismo modo que él no disminuye en su entidad, tampoco la disposi­ ción, sino que se dice que disminuye solamente del último modo, y mejor se diría que es impedida y que por ello nunca puede ser absorbida ni arrebatada totalmente. Y porque el sujeto del mal es un bien conforme a esta intrínseca dis­ posición para la propia perfección, por ello nunca puede ser destruido por el mal todo el bien que está en su sujeto. Y por este motivo, aunque se diga que los pecados debilitan la disposición de la voluntad para obrar el bien, nunca pueden destruirla totalmente, aunque se multipliquen hasta el infinito, como ampliamente lo expone Santo Tomás en I-II, q. 85, a. 1, ad 2. De la misma manera que tam­ poco la disposición radical de la materia para una forma puede hacerse desapa­ recer aun cuando crezcan infinitamente las disposiciones para la forma contraria. 10. Podrá decirse: a veces una forma disconveniente destruye por completo a su sujeto si crece excesivamente, como en el caso del calor con el agua; por consiguiente, también el mal podrá destruir enteramente la bondad de su sujeto. Se responde negando en rigor el antecedente; pues la forma nunca destruye a su propio sujeto en quien inhiere, aun cuando pueda ser una disposición para cem intelligi posse habilitatem subiecti ad bonum. U n a est superaddita ipsi e t distincta ab ilio, u t est habitus in potentia vel conveniens qualitatum tem peram entum in organo. Alia est habilitas omnino intrinseca facultati vel subiecto quae in re non distinguitur ab entitate eius, sed ratione tantum . R ursus habilitas ad bonum dupliciter m inui potest. Prim o p e r substractionem et realem dim inutionem bonitatis, quo m odo m inuitur bo­ num aquae quando m inuitur frigiditas eius. Alio modo per additionem im pedim entorum , quom odo dici potest m inui habilitas m ateriae ad form am ignis p er nim iam hum iditatem . P rior ergo habilitas distincta a potentia p ot­ est per substractionem ac proprie in se m i­ nui, unde edam potest totaliter auferri per m alum contrarium , quod non est inconveniens, quia illa habilitas non est proprium subiectum taljs mali, sed potius est forma vel dispositio illi opposita. Posterior autem habilitas non m inuitur per substractionem , quia, cum non sit res a subiecto distincta, sicut illud in entitate sua non m inuitur ita

neque huiusm odi habilitas, sed solum dicitur m inui posteriori m odo e t proprius diceretur im pediri, ideoque nunquam potest absum i seu penitus auferri. E t quia subiectum m ali est bonum secundum hanc intrinsecami ha­ bilitatem ad propriam perfectionem , ideo nunquam potest p er m alum destrui totum bonum quod est in subiecto eius. A tque hac ratione, quamvis peccata dicantur m inuere habilitatem voluntatis ad bene operandum nunquam possunt illam penitus absum ere, etiam si in infinitum m ultiplicentur, u t latius D . Thom as tradit, I - I I , q. 85, a. 1, ad 2. Sicut etiam radicalis habilitas m ateriae ad unam form am non potest folli, etiamsi dispositiones ad oppositam form am infinite crescant. 10. D ices: interdum form a disconveniens om nino destruit subiectum suum si nim ium crescat, u t calor aquam ; ergo et m alum poterit destruere om nino bonitatem subiecti sui. R espondetur negando antecedens in rig o re; nam form a n u n q u am corru m p it proprium subiectum cui inhaeret,

20

Disputaciones metafísicas

306

la corrupción del sujeto a quien denomina. Esta respuesta procede de acuerdo con la opinión que afirma que el calor está inherente en la materia prima. En cambio, de acuerdo con la sentencia opuesta, hay que decir que el calor que realmente radica en el agua no la destruye formalmente, aunque p e r accidens la disponga para su corrrupción, no próxima sino remotamente; pues en el ins­ tante en que se corrompe el agua, de acuerdo con esta opinión se introduce un calor nuevo que no está ya inherente en el agua sino en el fuego, y por él, o mejor por la forma del fuego se corrompe formalmente el agua. Así, por consiguiente, el mal nunca destruye al sujeto en que está; y si a veces p e r accidens dispone para su corrupción, consecuentemente dispone también para la destrucción de sí mismo, de tal manera que nunca permanece sin un sujeto bueno. 11. E n qu é sen tido es un m al la m u erte y para qu é sujeto.— L a aniquilación no es m al d e nadie. — Por lo cual respondo a lo tercero que la muerte o la co­ rrupción puede ser considerada doblemente. Primero, en cuanto que está en ple­ no proceso, por las alteraciones y disposiciones que preceden al instante de la muerte; y de este modo fácilmente se entiende que tiene razón de mal respecto del sujeto que se corrompe poco a poco, y en contra de esto no va el argumento. Pero puede la muerte considerarse de otro modo, que es el instante en que se des­ truye la cosa; y en este sentido, concedo —piensen otros lo que quieran— que la muerte propia y rigurosamente no es un mal para aquella cosa que es destruida por ella, a causa del argumento que ha sido ya expuesto. Por lo cual Santo T o­ más en el D e P otenüa, q. 5, a. 3, ad 14, concede que la. aniquilación no es un mal, porque no deja un bien en el que se funde; lo mismo piensa también San Agustín en el E nchirid., c. 12 y 13, donde prueba ampliamente que destruida to­ talmente la naturaleza, no permanece el mal. Pero hablando en sentido lato suele llamarse mal de una cosa a esta destrucción o corrupción porque es la desaparición total del bien, lo cual es ya una razón suficiente para que sea odiada o huida. S i se da una causa form al d e l mal.

12. Digo en tercer lugar que el mal no'tiene una causa formal propia e in­ trínseca más que a sí mismo o a su malicia, pero que puede tener, en cierto licet p o ssit esse djsp o sitio a d c o rru p tio n e m sub ie cti q u o d d en o m in at. Q u a e responsio p ro c e d it iu x ta se n te n tia m asse re n te m c alo re m in h aerere m a teriae p rim a e. Iu x ta o p p o sita m vero se n te n tia m d icen d u m est calore m q u i rev era in h a e re t, n o n d e stru e re illam fo rm aliter, q u am v is p e r accidens d isp o n a t a d illiu s c o rru p tio n e m , n o n p ro x im e , sed re m o te ; n a m in in s ta n ti in q u o aq u a cor ru m p itu r , n o v u s c a lo r iu x ta h a n c se n te n tia m in tro d u c itu r, q u i ia m n o n in h a e re t a q u a e se d ign i, e t ab ilio seu p o tiu s a fo rm a ignis fo rm a lite r c o rru m p itu r aq u a. Sic ergo m a ­ lu m n u n q u a m d e s tru it su b ie ctu m c u i in e s t; q u o d si in te rd u m p e r accid en s a d illiu s c o rru p tio n e m d isp o n a t, c o n s e q u e n te r e d a m d isp o n it ad d e s tru c d o n e m sui ipsius ita u t n u n q u a m m a n e a t sin e su b iecto b o n o . 11. A fors quomodo malum et cui sub­ iecto.— Annihilatio nullius malum.— U n ­ d e ad te rtia m re sp o n d e o m o rte m v el co r­ ru p tio n e m d u p lic ite r c o n s id e ra li p o sse. U n o m o d o , p r o u t e s t i n fieri p e r a lteratio n es e t d isposid o n es q u a e a n te c e d u n t in sta n s m o r-

tis, e t h o c m o d o facile in te llig iru r h abere ra d o n e m m ali re s p e c tu su b ie cti q u o d p a u latim c o rru m p itu r, c o n tra q u o d n o n proce­ d it a rg u m e n tu m . A lio m o d o c o n s id e ra n po­ te s t m o rs, u t e s t in in sta m i q u o re s des tr u itu r ; e t sic c o n c e d o ( q u id q u id a lii sentia n t) m o rte m p ro p rie e t in rig o re n o n esse m a lu m illiu s re i q u a e p e r illa m d e s tru itu r, p ro p te r a rg u m e n tu m fa c tu m . U n d e D . T h o m ., q . 5 d e P o te n tia , a. 3 , a d 14, con­ cedi! a n n ih ilatio n em n o n esse m a lu m , quia n o n re lin q u it b o n u m in q u o f u n d e tu r ; q u o d etia m se n tit A u g u s tin u s in E n c h irid ., c. 12 e t 13, u b i la te p r o b a t d e s tru c ta o m n in o n a tu ra n o n m a n e re m a lu m . S o let a u te m , late Io q u en d o , h aec c o rru p tio vel d e stru c tio rei m alu m a p p ellati, q u ia e st to ta lis ablatio boni, q u a e sufficiens ra tio e s t u t o d io h a b e a tu r v el fu g iatu r.

Mali an detur formalis causa 12. D ico te r tio : m a lu m n o n h a b e t p ro p ria m e t in trin se c a m causam fo rm alem , p rae­ te r seip su m seu su a m m alitia m , h a b e re au -

Disputación X I.— Sección III

307

modo, una causa formal remota y extrínseca. Se declara y prueba porque como el mal consiste formalmente en una privación, la privación misma es su forma; pero la privación misma no tiene otra forma por la que ella quede constituida, como es claro por sí mismo. Y sucede con frecuencia que la privación de una for­ ma siga a otra forma positiva, no por eficiencia sino por virtud de la sola cau­ salidad formal; de este modo la privación del frío sigue a la información del calor producido en el agua, y así el calor que inhiere en el agua según la verda­ dera filosofía no expele al frío eficientemente sino formalmente, y de este modo puede correctamente llamarse a aquel calor causa formal de la privación del frío, la cual privación es un mal para el agua. De este modo, por consiguiente, puede darse una causa formal del mal, a la cual llamo extrínseca y remota porque no es un constitutivo propio e intrínseco del mismo mal, sino que es sólo la forma a la que sigue tal mal. Causa eficiente d el m al

13. Q ué m al sigue a la causalidad perfecta del agente. — Digo en cuarto lu­ gar que el mal tiene siempre una causa eficiente, pero no per se , sino per accidens y ajena a la intención primaria e intrínseca del agente. La primera parte es ya conocida por lo que, dijimos al principio de la sección, pues la razón de mal no conviene al ente por sí e intrínsecamente; por tanto, le conviene extrín­ secamente; luego le conviene por una eficiencia o causa eficiente, pues nada puede venir de fuera que no provenga eficientemente de otro. En cambio, para explicar la última parte hay que advertir que el mal puede sobrevenir a las cosas de tres maneras: primero, por la eficiencia perfecta de la causa agente, como cuando la causa eficiente perfecta introduce por su virtud una forma, pero a aqué­ lla le sigue la privación de otra forma, la cual tiene razón de mal; y de este modo el fuego es la causa eficiente del mal en el agua, a saber, de la privación de su frescura, y Dios es la causa de todo mal natural o de pena, lo cual sucede o se sigue de este modo, porque no sólo produce las causas eficientes de este mai, sino que opera en ellas. Pero consta que esta eficiencia no es per se sino per tem potest causam form alem quodamm odo rem otam . et extrinsecam. D eclaratur et probatur, quia, cum m alum form alier consistat in privatione, ipsa privano est form a eiu s; privationis autem ipsius non est alia forma qua ipsa constituatur, u t p er se constat. Contingit autem saepe privationem unius formae consequi ad aliam form am positivam non per effectionem, sed ex vl solius causalitatis formalis; quomodo privano frigoris sequitu r ad inform ationem caloris product! in aqua, et ita calor inhaerens aquae, iuxta veram philosophiam, n on effective, sed formaliter expellit frigus, atque ita ille calor recte dici potest causa form alis privationis frigoris, quae privatio est m alum aquae. H oc ergo modo dari potest causa formalis mali quam voco extrinsecam et rem otam , quia non est proprie et intrinsece constituens ipsum malum, sed solum est form a ad quam consequitu r tale malum.

Mali efficiens quod Quod malum ad causalitatem perfectam agentis consequatur.— Dico quarto: 13.

m alum sem per habet aliquam causam efficientem , non tarnen p er se sed p er accidens et praeter intentionem prim ariam et intrinsecam agenti. P rior pars nota est ex his quae in principio sectionis dixim us, nam ratio mali non convenit enti p er se et ab intrinseco; ergo ab extrínseco; ergo p er ali­ quam efficientiam seu efficientem causam ; nihil enim potest ab extrínseco advenire quod non ab alio efficienti provenían U t vero posterior pars declaretur, advertendum est tribus m odis posse m alum accidere rebus. Prim o m odo p e r efficientiam perfectam causae agentis, u t quando causa efficiens perfecta virtute ¡ntroducit form am , ad eam vero consequitur privatio alterius form ae quae habet rationem m ali; et hoc m odo ignis est causa efficiens m alum in aqua, sci­ licet privationem frigoris, et D eus est causa om nis m ali naturalis aut poenae, quod hoc modo consequitur seu fit, quia et instituit causas effectrices huius mali et cum eis operatur. Constat autem hanc efficientiam

308

Disputaciones metafísicas

porque el propósito del agente no es la destrucción de otro sino la co­ municación de su propio ser; sucede, en cambio, que de allí se sigue el no ser de otro, porque es incompatible con el primero. Y si alguien quiere decir que este mal, aunque no sea pretendido por sí mismo, con todo es intentado de al­ gún modo a causa de otro, es decir, como medio y disposición necesaria para la introducción de otro bien, el que esto — repito— afirmase no se equivocará mucho. Y por ello dije que esta producción del mal está fuera de la intención primaria del agente, la cual no va por sí encaminada al mal sino al bien. Añadí con todo que estaba tratando de la intención intrínseca del agente, es decir, de aquella que tiene por virtud de su acción; pues si es un agente libre puede pre­ tender directamente y por sí el mal de otro a causa de otro fin, como antes de­ cíamos acerca del mal de pena que Dios pretende directamente supuesto el mal de culpa; pero esta intención es extrínseca a aquella acción por la que tal mal se hace. 14. A lg u n o s m a le s su rg e n d e la im p e r fe c c ió n d e la cau sa.— S e p r e v ie n e un a o b je c ió n .— De un segundo modo sucede que el mal sigue a la acción de la causa eficiente por la imperfección o defecto de la tal causa. Y esto sobreviene cuando el mismo mal se mezcla con la acción misma, o con el efecto o forma introducida e intentada por la misma causa eficiente; asi la cojera es un mal en la razón del movimiento progresivo porque sigue a la acción por un defecto de la virtud motiva principal o instrumental, y entonces es claro también que el mal está fuera de la intención del agente; más aún, que no se sigue de él en cuanto que es agente, sino en cuanto que es un agente defectuoso. Podrá decirse que aunque -comparando aquella malicia de la acción con la positiva virtud y eficiencia de la causa suceda p e r a c c id e n s, sin embargo, comparando aquélla con la imperfección de la causa resultará de ella p e r se , de acuerdo con aquella regla: C o m o la afir­ m a c ió n e s ca u sa per se d e la a firm a ció n , a si la n e g a c ió n lo es d e la n egación . Hay que responder que de esto a lo sumo se concluye que el mal como mal tiene causa p e r se deficiente, que en cuanto tal más bien es causa no eficiente que efi­ ciente, lo que viene a ser lo mismo, pues aquella malicia p e r a ccid en s se une' con la eficiencia como tal, aunque p e r s e resulte de un defecto o imperfección de la a c cid en s,

n o n e s s : p e r se se d p e r acc id e n s, q u ia in s titu tu m ag e n tis n o n est d e s tru e re aliu d , sed s u u m esse c o m m u n ic a te ; a c cid it v ero u t in d e s e q u a tu r n o n esse a lte riu s, q u ia est in­ c o m p a tib ile c u m alio. Q u o d si q u is d icere v e lit h o c m a lu m , licet n o n s it p r o p te r se in te n tu m , ta m e n p r o p te r aliu d a liq u o m o d o in te n d i, id e s t u t m e d iu m e t d isp o sitio n em n e c e s sa ria m a d a liu d b o n u m in tro d u c e n d u m , q u i h o c (in q u a m ) d ix e rit, n o n m u ltim i a b e rra b it. E t id e o d ix i h a n c m a li e ffe c tio n e m esse p ra e te r p rim a ria m in te n tio n e m ag en tis, q u a e p e r se n o n est a d m a lu m , se d ad b o ­ n u m . A d d id i vero se rm o n em esse d e in trin ­ se c a in te n ta rn e a g en tis, id est, d e iUa q u a n t h a b e t ex vi actio n is s u a e ; n a m , si sii agens lib e ru m , p o te st d irecte ac p e r se in te n d e re m a lu m a lte riu s p r o p te r a liu m fin em , u t s u ­ p r a d ic e b a m u s d e m alo p o e n a e , q u o d D e u s d ire c te in te n d it s u p p o s to m alo c u lp a e ; h a e c v e ro in te n d o e strin se c a e s t illi a c tio n i p e r q u a m fit ta le m a lu m . 14. Malum aliquod oritur ex imperfec­ tions causae.— Occurritur obiectioni.— S e ­ c u n d o m o d o c o n tin g it m a lu m c o n se q u i ad

actio n e m cau sae éffìcientis ex im p e rfe c tio n : vel d efectu talis causae. E t h o c co n tin g it q u a n d o ip su m m a lu m adm isc etu r ip si actio­ n i v el e ffe ctu i se u form ae jn tro d u c ra e e t inte n ta e ab ip sa causa efficienti; sic Claudi­ catio e s t q u o d d a m m a lu m in ratio n e prog resn i v el effe c tu i se u fo rm a e in tro d u c ta e e t ind e fe c tu v irtu tis m o tiv a e p rin c ip a lis vel in s tru m e n ta lis, e t tu n c etia m c o n s ta t m a lu m esse p ra e te r in te n tio n e m agen tis, t o m o no n co n se q u i a d illu d u t ag ens est, se d u t deficien s est. D ic e s : q u am v is co m p a ra n d o illam m a litiam actio n is ad positivam v irtu te m et efficien tiam causae, s it p e r accidens, tam en co m p a ra n d o illam a d to p e r fe c tio n e m causae e r it p e r se a b illa, iu x ta illam r e g u la m : Si-

cut affirmatio est causa per se affirmatioms, ita negatìo negationis. R e sp o n d e u r h in c ad su m m u m co n clu d i m a lu m u t m a lu m h a b ere cau sam p e r se d eficien tem , q u a e u t sic potius e s t cau sa n o n efficiens q u a m efficiens, quod in id e m r e d it; n a m illa m alitia p e r accidens c o n iu n g itu r c u m e ffic ie n ts u t sic, licet per se se q u a tu r ex d e fe c tu e t im p erfectio n e cau-

D isp u ta c ió n X I .— S e c c ió n III

309

causa. Y esta consecución se llama p e r s e ya en orden a una razón moral, como explicaré en seguida, ya al menos según una cierta acomodación y atribución, supuesta la necesaria consecución de uno respecto del otro; pues propia y física­ mente la privación no influye en la privación ni el defecto en el defecto, sino que porque de una causa deficiente se sigue una acción defectuosa, por esto la perfección del efecto se atribuye p e r s e a la perfección de la causa y el defecto a su imperfección. 15. L a m a licia d e l e fe c to n o s u p o n e n e cesa ria m en te m a lic ia e n la cau sa .— Pero podrá decir alguno nuevamente: por consiguiente, este mal en la acción o en el efecto supone siempre un mal en la causa. Sin embargo, el consiguiente pa­ rece falso, pues sobre la malicia de la causa pregunto si tiene o no otra causa; sí no la tiene, se da, por consiguiente, un mal que no tiene ninguna causa, cosa que mostramos antes que no puede suceder; y si tiene causa, o bien ésta tendrá algún defecto, y entonces acerca de ella se planteará el mismo problema, y así se seguiría hasta el infinito, o bien hay que detenerse en alguna causa que no te­ niendo ninguna malicia o defecto sea causa de una acción o efecto defectuoso. El consiguiente está en contra de lo dicho y de la razón, pues como cada causa obra en lo que es semejante o proporcionado a sí, ¿por qué la causa buena que no tiene ninguna malicia producirá un efecto malo y defectuoso? L a respuesta es negar absolutamente la primera consecuencia, pues no es menester que la malicia del efecto suponga siempre u ta malicia en la causa, porque por cualquier motivo que la causa sea impedida de obrar según toda la perfección debida a la acción o al efecto, podrá ser una acción defectuosa y mala en su género. Y la causa pue­ de obrar o quedar impedida de este modo, aun cuando en ella no se suponga nin­ guna malicia propiamente dicha, a pesar de que este modo de obrar supone siem­ pre alguna imperfección que no siempre es propia malicia o privación de la per­ fección debida, sino sólo negación de una perfección mayor que naturalmente se sigue de la perfección limitada de tal causa. 16. D e d ó n d e to m a n la m a lic ia los e fe c to s d e las cau sas q u e o b ra n n ecesa ­ riam en te .— Para que esto se entienda más claramente distingamos entre las causae. Q uae consecutio d ic itu r p e r se v el in ordine ad m oralem ra tio n em , u t sta tim ex p licab o ; vel certe secu n d u m q u a m d a m acco m m odationem e t a ttrib u tio n e m , s u p p o s ita n e ­ cessaria co n secutione u n iu s ex a lio ; n a m proprie ac physice p riv afio n o n in flu it in privationem n ec d efectu s in d e fe c tu m ; sed quia ex causa defectiva se q u itu r d efectu o sa actio, ideo p erfectio effectus p e r se tr ib u itu r perfcctio n i causae, d e fectu s a u te m im p e rfe c tioni. 15. Malitia effectus non necessario malitiam supponit in causa.— D ic e t ru rs u s a liq u is: ergo h o c m alu m in actio n e se u in effectu sem p er su p p o n it m a lu m in cau sa. C onsequens au te m v id e tu r falsu m , n a m de ilia m alitia causae in q u iro a n h a b e a t aliam causam , n e c n e ; si n o n h a b e t, erg o d a tu r m alum q u o d n u lla m h a b e a t cau sam , q u o d supra o sten d im u s fieri n o n p o s s e ; si v ero h a b e t cau sam , vel illa h a b e b it etiam defec­ tu m e t ita d e illa re d ib it ead em in terro g a­ n o e t sic in in fin itu m p r o c e d e tu r ; v e l siste n d u m e rit in cau sa q u a e , curri n u lia m h a ­ b eat m alitiam seu d efectu m , sit cau sa d e -

fectuosae actio n is e t effe ctu s. C o n s e q u e n s e s t co n tra d icta e t c o n tra ra tio n e m ; c u m e n im q u a e lib e t causa a g a t i n sib i sim ile v e l p ro p o rtio n a tu m , c u r c a u s a b o n a n u lla m q u e h a b e n s m alitiam p ro d u c e t e ffe c tu m m a lu m e t d efectu o su m ? R e s p o n d e tu r n e g a n d o a b so lu te p rim a m se q u e la m ; n o n e n im o p o rte t u t m alitia effectus s u p p o n a t s e m p e r m alitiam in cau sa, q u ia , q u a c u m q u e catione causa im p e d ia tu r n e a g a t se c u n d u m to ta n i p e rfe ctio n e m d e b ita m a c tio n i vel e f fe ttu i, p o te rit actio esse d efectuosa e t m ala in suo g en ere. P o te s t a u te m causa sic o n e ra ri vel im p e d iri, ed am si n u lla m alitia p ro p rie su rn p ta in ea su p p o n a tu r, q u a m q u a m h ic m o d u s agen d i se m p e r s u p p o n it aliq u am im p e rfe c tio n e m q u a e n o n se m p e r e s t p ro p ria m a litia a u t p riv a d o p e rfe c d o n is d e b ita e , se d ta n tu m n e g a d o m aio ris p e rfe c tio n is, n a tu ra lite r con­ se q u en s lim itatane p e rfe c tio n e m ta lis c a u s a i. 16. Effectus causarum necessario agenlium unde contrahant malitiam.— H o c u t c lariu s in te llig a tu r, d istin g u a m u s in te r c au ­ sas n a tu ra lite r a g en tes e t lib e ra s ; n a m c a u -

Disputaciones metafísicas

310

sas que obran naturalmente y las libres; pues la causa que obra naturalmente, si es perfecta en sí y no está impedida, obrará todo lo que puede y por ello nunca cometerá un defecto en la acción, el cual tenga razón de mal natural; y de esto convence plenamente la razón dada, porque no hay posibilidad de que pueda re­ sultar malicia en la acción que mana de una causa buena operando todo lo que puede y que no esté impedida. Por consiguiente, tal defecto en la acción puede resultar de una doble causa. Primero, de que la causa en sí misma esté desfa­ vorablemente modificada, como si el ojo, por ejemplo, está mal dispuesto, y en este caso es verdad que la malicia de la acción supone una malicia en la causa, pero con todo no es necesario proceder hasta el infinito, porque aquella malicia de la causa puede provenir de la acción de otra causa perfecta en su género, la cual, al intentar producir su efecto perfecto, introduce en el ojo como una conse­ cuencia alguna disposición disconveniente para él, de acuerdo con el primer modo expuesto antes; o bien pudo provenir en la misma formación de algún im­ pedimento natural, como ya diré. En segundo lugar, por tanto, puede provenir de alguna causa extrínseca impediente, sea ésta material o eficiente, y esté en el mis­ mo paciente o en el modo de obrar; pues del encuentro de tales causas que se resisten e impiden mutuamente, sucede que resulta la acción de una causa de­ fectuosa y monstruosa, aun cuando en la misma causa no preceda ningún mal natural propiamente dicho.' 17. El efecto malo supone siempre un defecto en la causa necesaria.— Ni vale en contra de esto la razón aducida, porque aunque de la causa buena en cuanto buena no proceda más que el bien y la perfección, a pesar de todo, porque aquella causa puede tener algún impedimento para obrar con toda su perfección, puede suceder por esto que el efecto no reciba toda la perfección que se le debe, o que no la reciba según el modo, especie y orden conveniente a su naturaleza, en la^cual carencia consiste la razón de mal. Y entonces, aunque la malicia del efecto no provenga de la malicia de la causa, con todo siempre supone en ella alguna imperfección, al menos negativa, a saber, falta de virtud suficiente para

sat qnuoanensitatuim ralite ritaag,it,agseitinqusaentu pem rfecptaotessitt qsituam eaxtetrín slisec,asiv caeuseafficim pnes,diesiv nte ,sitsivin ehipaseoc e p e d r ia ie e etio tid e,oqnuuinqhuaabm coram m itte tdm efe ctunm in ac;- piuassm soo,disivceaum orudm ol;sibniam extenctiu onm curseut sheusen e e a t tio n e m a li a tu ra lis s a re s is esat hboocnarecetet caognenvte incitqura tio facptaoteqsutiaeatcnaoun­ im peddieefnetiu m ,sacm ontin gitm aocntio nesm uniu sdcire au­, a n tu m s a e c tu o e t s tro a m p ro im peem ditare ,snuolta nrees.tE uxnddeuppolicssiiterm alitia in acc-­ lu etia mpsiroin ipssaum cpautusm anpuralluecm nt.aturalema­ tio n g o c a u s a a m p rie e d a cidoereexpeootesqtuotadbscaduesfaecip tussain ascetioenset.m Pari­le 17. m in eqeuteaccoanutra adfisfe c ta , u t s i o c u lu s , v e rb i g ra tia , s it p ra vce- hboocnapro caedbitonraatioest,facntaonq.— upia ,cÑ lic p o s itu s ; e t tu n c v e ru m e s t m a litia m a q u ro e d atcanuissai im bosa-tio n is s u p p o n e re m a litia m in c a u s a , n o n ta n u m e t p e rfe c tio , q u ia ta m e n ilia menm naelitia cessecaeutsaperopcro edveere inpin finstituem ,acqtio uia­ pfeecdtio irinepm oteasgtant,einsdeecuancdcuidm toptaom stuuam pfeecr-ilia n ire o te x e re te s t e f nqueaealte riu sincte aunsdaiteepffeerfe cta esuinum supoergfeecntu erm e, btuita sm no,nverelcuiptiailla tto tanm pererfe ctio necm sibm ioddeo-, d u m c tu m m o n c ip ia t u m pIorodauliq ceuream exdcisopnosseitio guennetimintro dcouncviteninienotecm u- step,ecinieqeutaocrd innetianra atu raemaiplísciuosnsaisctit. com m oadm a­d is a re tio Q u illi, taitprim odrm um sunpeeriu svpeonsire itum tem tu nccm alitia eseffe cptu stanom nenprosuvpe­valiq eluiu pooxtu inliuipm sapm fo antio pro ex;. pvnisoiantitauexin m a litia a u s a e , m e r n a tu ra im e d im e to , u t ia m d ic a m ilia tiocntuem mvaliq amasdalte Secundoigiturhocprevenirepotest exali- negativam , scim ilicpeet,rfedecfe irtuutis vinrnLacopnaglaru bra nafo ; e(N dic.iodneeslossuE stitu basta1nte enteconqeulecosnetehnaidllao-ednelaplgáurra E.l.idapor nosparece

Ejfectus malus semper in necessaria causa defectum supponit

modo

medio

Disputación X L — Sección III

311

vencer la causa que le impide, o la indisposición o resistencia de la materia. Y así se entiende fácilmente de dónde puede surgir este mal en los efectos natura­ les, de tal modo que no es preciso ni seguir hasta el infinito ni detenerse en al­ gún mal que no tenga ninguna causa; hay que detenerse, pues, en la imperfección natural de una causa a la que va unido el impedimento de otra; y este impedi­ mento puede provenir del curso natural y del orden y virtud de las causas natu­ rales. Pero aquella imperfección o impotencia para vencer el impedimento no re­ quiere una causa porque es una mera negación unida necesaria e intrínsecamente con tal naturaleza de la cosa, por sí misma limitada hasta tal grado y perfección de ente. Ni hay inconveniente en que la imperfección que es meramente negativa en la causa y no tiene razón de mal sea la raíz y el origen de la imperfección pri­ vativa y que tiene razón de mal en la acción o el efecto, porque por causa del impedimento que se interpone puede suceder per accidens que el efecto quede privado de la perfección que se le debe, porque la causa es impedida de poder obrar según toda su perfección. 18. El dominio de la causa libre es el origen adecuado de la malicia y del defecto en su acción.— En cambio, en la causa que obra libremente hay otro modo propio de faltar en su acción, a saber, por el dominio que tiene sobre su acto sin otro impedimento extrínseco. Pues por lo mismo que es libre.no siempre obra cuanto puede y debe; y así, con el mismo fundamentq puede hacer una acción pecaminosa sin otro impedimento. Y de aquí resulta también que el mal que nace de la causa libre, que es propiamente el mal moral o de culpa, no supone necesariamente en la causa otro mal semejante; de lo contrario, no po­ dríamos detenernos en un primer mal de culpa proveniente de tal causa, lo cual es imposible. Más aún, ni es necesario tampoco que este primer mal de culpa su­ ponga en la causa algún mal anterior que no sea de culpa sino de otro género, a saber, de naturaleza; pues, como dije, puede provenir de sola la libertad de la criatura, y la libertad no es un mal sino antes un bien. Principalmente porque según la doctrina que arriba referimos, tomándola de San Agustín, cualquier mal de la criatura racional es o de culpa o de pena; y el mal de pena, según toda su integridad, supone algún mal de culpa; por consiguiente, el mal de culpa, si es

cinenddisapm caunseam msaeuim pesdisietenntetiam v.eA lm auteeriaitae 18. o s itio t re m tq fraaclib ileusineteffllig ituursuevnedneirehopcosm aluita muintD neactu - pro.— In caoudsuasvdeefic roielib eireinaagcetio nteneessutaa,liu s p riu s m n d n ie c tib s it, e s ­ iru m esxqudeom in ioeqxutrín odsheacboetim inpesduim um atoc.­ oninsitaliq veuloinmainlofinqitu m purolla cem dere ,bevaetl tn tu m a b a lio e n scsiseautesnre u o d n h a ctuip oneoseexmpeearacm dusm n,im inncnto atuim ralipeim pm erfe tio;anlte esisriu utennsiu caceusstaaueete adiu dm i­- N adgeam itmq,ra uhadonic mspopooteqteustsotdaeclib ttio deenra beem t;est,peetncid e c am in ohsin am e n to ; h o m im p e d im e n tu e ffic e r e a b s q u e a lio im p e d im e n to . E t c, p ro v e n ire p o te s t e x n a tu ra li c u rs u e t o rd in e aacutevm irtuilla tenseautura liu m c a u s a ru m . Im p e rfe c tio e tia m fit u t m a lu m p ro v e n ie n s a c a u s a lib e ra prie m alu m m oarausleaaseliu udcusim lpaile e, im poreteqnutia adaliq vin cm enducam im ­, nqounodneecsetssparo rio s u p p o n a t in c pqeudiaim e n tu m n o n irit u a u s a m alum ma;loalio qlp uiaenopnropvosesneiem utissaistetareliin psri­a, ecra netagliatio inntrin sra eceadettanle ecm essgara rio­ m m o c u n c a u cdouniliiuensectttam u m re i a tu impuom ssib ile .m Imm olpnaeecsnuepcpeosnseatein st ptein rfecocntio nneie mnsenutis epxerfe sectio lim ita ta . quutohdocestprim m a lu c u N e q u e e s v e t im , q u a e c a u s a a liq u o d p riu s m a lu m q u o d n o n s it c u l­ in ceam usam easli,tm ereradnix egaetiv arigeot nim onpehrfe abcetio tra - paesedalieriusgeneris,scilicetnaturae; nam tio n s it t e n is ixi,; elib xesorta laslibauéte rtam tencorenatuesratem paolu tem st,psro ­ ptio riv ativvaeel eeffe t hctu abeqnutisiararatio nneeminm arv lieninienatis c- uvetndire e d n e tio te ssubpoenriu um .tra Pradeitasem rtim qA uiaug,uiu xtao,doom ctri­ im dim ntietu perrpaecrfe cidzeio nsneevseibniiredebpita ote,sqtuuiat pnoantiu ! s e x s tin nuet ecaffupesceatu sim pepriv m a lu m c re a tu ra e ra tio n a lis e s t a u t c u lp a e a e d itu r n e a g e re p o s s it s e c u n d u m poenas; malumautempoenaesecundumse totamperfectionemsuam. Liberas causae dominium adacquata origo est malitiae et defectus in sua actione

3 12

Disputaciones metafísicas

el primero, no puede suponer otro mal. Con todo, supone una cierta imperfec­ ción intrínseca y connatural a la criatura, que es ser mudable y defectible, imper­ fección que hablando formalmente no la tiene de otra causa sino de sí, por ha­ ber salido de la nada y tener una perfección limitada y finita en su orden; de esta limitación, pues, le viene ya el no ser para sí regla de sus operaciones, sino que necesita una regla superior, ya también el no estar unida por sí e infalible­ mente a su regla, sino que puede apartarse de ella. Y esta imperfeción natural, aunque no sea mala (pues no es una privación sino mera negación) puede, con todo, ser origen del mal moral, porque añadiéndose la libertad, por la virtud de ella, sin ningún otro impedimento extrínseco es capaz la voluntad mudable de no obrar todo lo que puede y debe, o bien obrar no como puede y debe sino de otro modo más imperfecto. 19. E l m a l d e l e fe c to p r o v ie n e a v e c e s d e la so la ca ren cia d e l in flu jo d e la ca u sa .— D e u n tercer modo acontece que resulta el mal sin ninguna influencia positiva, por la sola sustracción de la eficiencia o influjo de la bondad debida. Porque como el mal consiste en una privación, no requiere por sí un influjo po­ sitivo para existir a su modo, pues todo influjo positivo tiene como término esen­ cial y primario una forma o cosa positiva; y esto, hablando propiamente, no es necesario para la privación; por consiguiente, para que se siga el mal basta con que no sea hecho el bien debido a un sujeto, o que no se conserve aquél con­ servado el sujeto con la misma aptitud y derecho —por decirlo así— para tal bien. Y en las cosas morales, esto ciertamente puede suceder por el solo dominio de la potencia libre sobre su acción. Aunque se discuta si puede darse el puro mal moral sin ninguna acción, que suele llamarse pura omisión, de lo cual no tenemos que tratar; basta, pues, para la cosa de que nos ocupamos, con que este mal por la virtud de su ser no requiera acción, prescindiendo de si por razón de su voluntariedad es acto necesario. Pero, en cambio, en los hechos naturales, dado que la causa no puede de suyo suspender la acción sino sólo o porque el pa­ ciente es apartado, o porque ella misma está distante, o .porque se interpone al-» totum, supponit aliquod malum culpas; ergo malum culpae, si sit primum, non potest supponere aliud malum. Supponit tamen imperfectionem aliquam intrinsecam et connaturalem creaturae, quae est esse mutabilem et defectjvam, quam, formaliter loquendo, non habet ab alia causa, sed ex se, eo quod sit ex nihilo et limitatae ac finitae perfectionis in suo ordine; ex hac enim Iimitatione habet, turn quod non sit sibi regula suarum operationum sed superiori regula indigeat, turn etiam quod non sit per se et infallibiliter coniuncta suae regulae, sed possit ab ilia deficere. Haec autem naturalis imperfectio, quamvis mala non sit (non est enim privatio, sed mera negatio), potest ta­ men esse origo mali moralis, quia adiuncta libertate ex vi iilius absque alio extrinseco impediments potest voluntas mutabilis non agere totum quod potest et debet, vel agere non sicut potest et debet, sed alio imperfec­ tion modo. 19. Malum in ejfectu quandoque ex sola carentia influxus causae.—• Tertio modo contingit malum sequi sine ulla positiva effi-

cientia ex sola substractione efficientiae seu influxus bonitatis debitae. Cum enim malum in privatione consistât, per se non requirit positivum influxum ut suo modo sit, nam omnis positivus influxus ad positivant for­ mant seu rem per se primo terminatur; hoc autem, per se loquendo, necessarium non est ad privationem; igitur, ut malum sequatur, satis est quod bonum aliati subiecto debitum non fiat vel non conservetur, con­ servato subiecto cum eadem aptitudine ac (ut sic dicam) iure ad tale bonum. Atque in moralibus quidem hoc potest accidere ex solo dominio potentiae liberae in actionem suam. Quamquam quaestio sit controversa an possit dari purum malum morale sine ulla acdone, quod appellari solet pura omissio, de qua re nobis non est disserendum; satis est enim ad rem de qua agimus quod hoc ma­ lum ex vi sui esse non requirat actionem, quidquid sit an ob rationem voluntarii necessarius sit actus. At vero in naturalibus, quia causa non potest suspendere actionem ex se, sed solum quia vel passum removetur vel ipsa est distans vel aliquod aliud

Disputación X L — Sección III

31?-

gún impedimento, lo cual no sucede sin alguna acción positiva, por esto, aunque el mal que proviene de la causa natural, formalmente y por sí, provenga con frecuencia de la sola carencia de acción, con todo aquélla siempre sigue a alguna otra acción o mutación; como, por ejemplo, las tinieblas, a pesar de que se producen en el aire de la sola no iluminación del sol, con todo esta carencia de iluminación sigue al movimiento del cuerpo que ilumina o de otro cuerpo. Por consiguiente, de acuerdo con este modo, puede resultar una privación, en la que el mal consiste; y entonces hay que dar casi el mismo juicio de este modo de obrar el mal que del primero, pues este mal resulta per accidens de la acción de otra causa, no porque la acción misma sea defectuosa, sino porque el términode tal acción es incompatible con la acción de otra cosa o con alguna condición requerida para ella. 20. Pero de esto se deduce que cuando se dice que el mal tiene causa efi­ ciente, o bien se ha de entender que se trata de una causa, sea positiva o priva­ tiva, porque la privación se reduce a algo positivo, como en un caso semejante dijo Santo Tomás, I-II, q. 71, a. 6 , ad 1; o ciertamente, si se refiere a una causa que obra positivamente, es verdad sólo proporcionalmente; pues en los hechos naturales siempre antecede una acción natural a la que sigue o a la que se une la privación que es el mal; y en cambio, en los hechos morales, si hablamos motalmente, siempre interviene también una acción de la voluntad, a la que acom­ paña la malicia o al menos es necesaria aquella acción o voluntad virtual, aunque tal vez hablando metafísicamente no haya contradicción en que exista tal mal sin una acción formal. C o m o p r o c e d e e l m a l d e la causa p rim e r a

21. Y por todo esto se ve suficientemente cuál es la causa eficiente próxima y particular del mal; resta por explicar brevemente cómo procede también el mal de la causa primera y universalísima que es Dios. Ahora bien, se atribuyen a Dios los efectos de las causas segundas doblemente, a saber, o mediatamente, porque dió la virtud de obrar a las causas segundas, o inmediatamente, porque concurre con ellas e influye próximamente en las acciones y efectos de las mis-

lm peadliq im eantuam m tercpeodsit,itivaq,uoid deononqufitamvsisi­ ap.os6itiv , aeda1g;envte el,cecrte ,spiro inpteollig antu rvdeerific cauasnan e u c tio n e u m rtio e m m pro vaelite niernssaaepecaupsro avennaiatutraelixpsoer­ dduitm esut;anacatio min ntuara tulis ra,libaudsqsueam pecronanseteqcuei-slaealu a c fo rm a liq n a m renrtiaadactio nisua,m tarnaelia nm iliaacstio em peem rcosenu- tu rv;ein lcm uioaradlib iunugsitu rtepm riv aitio ,oqraulite aereslotqm aa­sm euqcta uaitu a liq n lu m a u , s m u etm tein neabtio raneesseoqlis ua,nta turn reinn m mpm eralitia etiam teitarctuedr,itvaecltio vornlunntae­­ reectio ecxanreesnom la; unillu otnlic illu tisesu,sr,aqria usaem coin m salte hatueam tia m in a tio n is s e q u itu r a d m o c e s t ilia a c tio s e u v o lu n ta s v irtu anlis , illu m in a n tis v e l a lte riu s c o rp o ris . A d q u a m v is fo rta s s e m e ta p h y s ic e lo q u e n d o o n hinunqcuaerm goalum odcuom actit:cideeret tu ponte sid tepm rivfe atio re pnueg.net essetalemalumsineformali ac­ m n s is c re tio iu doicdiudm epsrim t doe;hosecqum odroeenffic iehnodcim maalu lum m q u e itu im pqeuriaaaccctio idenip sseaxdaecftio neosaaltesit,riussecdauqsuaia e, nteor­n 21. Atqueexhis satisconstat quaesit e c tu uosm aoedfoficaieuntesm mam liaplurom xim aeetia t pm articauclaaris ; in acstiocnaisusain csoem pocsusm ibilis eusatccounm qcpuarim s it u s a adm citio tiounnseetaaalis lte riu e u a liq niv ersexaplislicsim aduqm u.aeTerib stuD enutus,rbareu­dHilla mvre qouisinita .rtur cumdicitur ha­viterasuetpeure s t a n u 2 0 . in c e r fe telic miteD eosceilic ffeect,tusveclaum seadruiam seqcuuianddaerudm dirubgeere m alu m cdaeuscaam effic iepnotesm ,av,elauinttepllip r, te , it v n d u m e s s e u s a a u t itiv rigenedisiccaounscisurritsecuetndinis,evaerulm imam dianetes vuattivina,qsim uiailipriv a.dT phoositiv revoqc.atu quteiamcuam cetio dixaittioD m.,um I-If, 71r,, tu Quomodo malum sit a prima causa

Disputaciones metafísicas

314

mas. Por otra parte, tenemos de lo dicho anteriormente que el mal resulta doble­ mente de la causa próxima, a saber, o por virtud de la actividad y positiva per­ fección suya o sólo por la carencia de perfección o de acción. Hay que decir, por consiguiente, que Dios es causa de aquel mal en los dos modos referidos, lo cual se sigue por virtud de la actividad perfecta de cualquier causa. Es claro por­ que Dios no sólo dio aquella virtud o actividad sino que concurre con ella a la acción perfecta, de la que se sigue el mal de otro. Pero Dios hace este mal de este modo, como causa próxima en cuanto a esto, que no lo causa por sí y di­ rectamente, sino consiguientemente y per accidens, ya que el mismo mal al ser privativo no es factible de ningún otro modo. Esto se ha de entender en cuanto a la acción física, porque cuanto a la intención del agente, al ser Dios agente por medio del entendimiento puede pretender directamente el mismo mal por causa de algún bien. Y de este modo es Dios causa de cualquier mal meramente natu­ ral, según aquello: Dios mortifica y vivifica, I Reg. 1. Es también, y sobre, todo, causa del mal de pena, y en este sentido se dice: No hay ningún mal en la Ciu­ dad que no lo haya hecho Dios, Amos, 3. Y lo que a veces se dice: Dios no ha hecho la muerte, Sapient., 2, se entiende que no la pretendió ni quiso por su intención primaria, sino coaccionado en cierto modo por la culpa de los hombres, supuesta la cual produce verdaderamente la muerte y la quiere como pena de la culpa. Por lo cual no sólo puede Dios hacer este mal mediante las causas segun­ das, sino inmediatamente por sí mismo, porque no requiere ningún defecto en la causa inmediata, sino que puede provenir de la sola eficacia perfecta. 22. Pero el mal que resulta de la carencia de perfección o de acción de la causa próxima no requiere por sí el influjo de Dios ni está necesariamente unido a la acción de Dios en cuanto tal, y por ello no es preciso que se le atribuya a Dios. Se prueba porque este mal no resulta de la perfección o actividad de la causa próxima, sino de la imperfección y carencia; luego no resulta de aquello que la- causa tiene recibido de Dios, sino más bien de lo que tiene de sí, o mejor porque de suyo carece de la perfección que no se le debe. Por otra parte, la causa segunda no necesita el concurso de Dios en cuánto que no obra, sino en cuanto

eext edffe tusm paro imeduin fluite it.rRsuersquuisehxabecm Amos, 3. Quod icctis luexm pelic apuuosas- auteminS teard um d2ic,itu r,lligitu p ro x im a , s c ilic t, v e l x v i a c tiv ita tis e t p ie n t. , in te rriaearin ntenonntioin stia itivpaeerfe pecrfe c tio n is e iu s , v e l s o lu m e x c a re n te n d is s e n e c v o lu is s e e x p rim a n e tio nisedvicetis l adctio nbisus. m Doicdeisndeusm earguo­ csuualp,a,seqduaqsuuopdpaom m,ovdeorecfaoaccittum m hm om in um m esasrtit Dm euam p ra u o s e c s ita o rte , e a li, q u o d s e q u itu r e x v i a c tiv ita tis q u e v u lt in p o e n a m c u lp a e . Q u a p ro p te r n o n pdeerfe cta em alicvuirtu iustecm aussaeeu.Paacte t,itaqteuia D eucsum et dsoialutemppeerrsceaip ussausmsepcoute ndsats,D seeudsehtiaom im mm e­ d it illa tiv m e t c m a lu eqauacm oncsueqrrituituardailla msacm tio nem m pIta erfevcertaom afi-d ceaffuicsaereim ,m queiadiata nu,llusem rexqusoirit dffeicfeacctu m in lte riu a lu . e f d e l a e ia p e r­ cqituanD em usahdohco'cm aqlu m sic utpecrausseaetpro xim a fec2ts2.provA entire p o te s t. tu , u o d n o n d ire c te verpoerfe mcatio lum illu odnisconcsaeuq­uisseâdt, cqouniaseqipuseunm term eatlupm ercaucm cidesitnspillu dtivcuam u­ tu repxrocxaim reanetia nisre vqeudliritaqcutio riv a s a e , p e r s e n o n D em iincflu nesotnqeusatnatulite r f a c tib ile . Q u o d in te llig e n d u m x u m , n e q u e e s t n e c e s s a rio c o n iu n c tu u m m ate dntio actio nm em pnhtis ys,iccaum ;D neaum acetio ntrib eD etu iur.tPsro icbeattuidr,eoquniaecheosscem naolu nm esntount qsituanagtuem a d in n e a g e m s D o u a nsm paelurm inteiplle cm tum ,roppoteterstaliq dire cdtebin ­ pseroqxuim ituare,exsepderfe cim tiopneerfevceltioancetivéita te canutia sa;e te n d e re s u p u o o e x t c a re ncuum mq.uA ealihocm m odoneastutra Dlis eu,sciuaxuta sacillu uiuds,- aergD oeon,onsedseqexuitu rpeoxtjueosqquuooddecxaussaehhaabbeett etqum ere e o I Reg., 1.Est veolnpdoetiu s.quR iaurseuxssecaucsaaretsepceurfe cationnoensin ib-i b ita n d diteom dicacitum r:aximecausamali poenae, quomo- dnig et concursuDei inquantumnonagit, quod non fecerit Dominus, Deum non fecisse

mortem,

Deus mortificai et vivificai,

Nullum est malum in Civitate,

Disputación KI.— Sección III

315

que obra algo; luego este mal por sí no tiene por dónde ser atribuido a Dios ni inmediata ni mediatamente. Y por este motivo el mal de culpa no recae sobre Dios, pues según la fe Dios no es autor del pecado. Más aún, ninguna malicia de la acción que provenga del defecto de la virtud próxima puede atribuirse a Dios, como es, por ejemplo, la cojera, como lo enseña Santo Tomás en I, q. 49, a. 2 . 23. Pero en esto hay que notar la diferencia entre el mal de culpa y los otros, porque en el mal de culpa la imperfección que se supone necesariamente en la causa le conviene a ella por sí y de ningún modo extrínsecamente, y por la especial condición y libertad de tal causa puede ser origen del mal de culpa sin impedimento extrínseco. De lo cual resulta que la primera y suficiente raíz de este mal en cuanto tal es la misma causa próxima sin intervención de la primera. Pero en cambio, en los otros males de las acciones naturales la imper­ fección que se supone en la causa, si es meramente natural y negativa no puede ser raíz de una acción defectuosa más que cuando interviene algún impedimento extrínseco, como arriba se dijo, porque el impedimento siempre proviene de al­ gún movimento o efecto positivo del cual puede Dios ser la causa, y por esta parte la raíz de tal mal puede atribuirse a Dios. Por otra parte, si la imperfección de la causa es para ella preternatural y, consiguientemente, tiene en ella la razón de un cierto mal, tal defecto siempre proviene de alguna otra acción o moción natural, la cual es necesario que provenga de Dios. Y de este modo, todo mal natural puede últimamente atribuirse a Dios, no en cuanto que proviene de un defecto, que no viene de Dios, sino en cuanto que proviene de un efecto o acción que se origina de Dios. Como en el referido ejemplo de la cojera, aunque el defecto de tal movimiento no esté en aquella acción por razón de la originación que tiene de Dios sino por una tibia débil o defectuosa, como ese defecto de la tibia puede haber sido hecho por Dios o por una causa segunda operando perfectamente o pretendiendo su efecto, por' ello la 'misma cojera puede reducirse finalmente a la causa primera, cosa que no puede ocurrir en el mal de culpa.

sem dinperqusaentu m ahgaitbeatliq udide;trib ergouahtuorcD m ao­ dveim eenffe tucm speom pitiv eropro viu ensirDaebusaliq uteostm ostu lu n o n u n e l tu s c u p o e slie ntio eqnueem m e d ia te n e q u e im m e d ia te . E t h a c ra c a u s a , e t e x h a c p a rte p o te s t ra d ix ta lis m a alusm lpuam efid ineD euD m noanucre D eusm rra eveotecarnri.atuR ulisrsuilli s, seit cim pseerfe cetio tu ecIm ucnudm m eusm tofu racpntio edci-­- cin a u s a e it p ra o n q u n-­ cnaistir;pnnro oanvm e s t. o n e q u e u lla a litia te r h a b e n s ra tio n e m a lic u iu s m a li in illa , ta e n ie n s e x d e fe c tu v irtu tis p ro x im a e lisndeefe cltum sostio em peernaptu rora veli,nitquexam aliq ucaesaslia am c­ t.eT st,hovm erb iI,gra tia49,,cala.u2­. tio v e n n e a riu dD ice2oa3n.trib o,quuiSoepddodteinosct,heotucD ., q . eom easslue.m Atq ueDin hunta cnm oem dum ofum ndei easlia t,noqtauonddaindiffe re ntia in­ nesattuaraD le in e u m d re n te r m a lu m c u lp a e e t m a io c u l­ sst,itnaonDeqou,asteenduqsuparo vuensitpro exvdeenfe cetuxaqli­ ui pinaecaim pa,erefexctio quaeconnveceensitsaerio suullo ppom noitu r npoote n te n it u s s e illi t n d o qinuodiceffe cetu veplloactio nuedicquatio aensisit,aquD em o.visUnddee­ aebt lib exetrin steecm o,taebtsobcausspaeeciapleom coensdseitioonrig em to x e m c la a rta te s t o sailliu snm onhasbitetinailla cstio ex m anlidecufitlpauetabpsrim queaeexttrin sffic ecoienim praeddim eta nto . vfeicdtuim niliatio isotu qeusfe anm D eotaa,rn eednnaehti­ U s u s ix lis b ia d e b s e u d c tu o s a , q u ia mrv ali,enuntispicrim , saite.ipA sat vcaeurosainproaxliis imamsain enina­- defectustibiaepotestessefactusaDeo,vic e­l te lis a c a u s a s e c u n d a p e rfe c te o p e ra n te v e l in te n tu ra liu m a c tio n u m im p e rfe c tio q u a e s u p p o ­ uunm effeinctum , idaem occla usdaic atio ip si,a ngaitu ra,innocnaupsoa,tesstiessitsem edreixndaetuferaclis aacenaec­- dpeonteteststa d e m p rim a u m re d u c tiv ra tu o s odst.in maloculpae locumhabere non is,ennistoi,inutetrv iendteicatuliq oim ptio ednim suepnra muoeset,xtrin quosdecim pe­- qpuote

Disputaciones metafísicas

316

24. Se añade también otra diferencia, que el mal de culpa por lo que tiene de vergonzoso no puede ser pretendido o querido por Dios, sino sólo permitido; y los restantes males, de cualquier parte de donde vengan, si no incluyen culpa pueden ser queridos y pretendidos directamente por Dios, porque no tienen nada vergonzoso que repugne a su infinita bondad; y por ello únicamente del mal de culpa no puede Dios ser la causa y de los otros en cambio sí que puede. Y por esto sucede también que el mal que proviene de la sola carencia de acción, si es moral, no puede proceder ni de solo Dios, ni de El como de causa y raíz pri­ maria, sino de la libertad defectible de la criatura. Y si tal mal es meramente natural, puede nacer o bien de solo Dios que suspende toda la acción por la cual conserva el bien por sí solo, o bien de Dios como de causa y raíz primaria, como en el caso de que la causa segunda deje de obrar sólo porque Dios sus­ pende su concurso.

SECCION IV Por

qué no

se

cuenta el

m a l e n t r e l o s a t r ib u t o s

del

ente.

1. R a z ó n d e la d ific u lta d .— L a razón de la duda puede estar en que el mal, como se ve por cuanto se ha dicho hasta aquí, se distingue conceptualmente del ente y a él se atribuye y le denomina; ¿por qué, pues, no se cuenta entre las propiedades del ente? Porque el que el bien sea también propiedad suya no es obstáculo, ya que el ente puede ser bueno y malo bajo diversos aspectos. N i tampoco es obstáculo el que diga privación, pues también lo uno formalmente dice negación y, sin embargo, es una de las principales propiedades del ente. Fi­ nalmente, no es obstáculo el que no todo ente parezca ser malo, porque aun­ que ningún ente sea en sí absolutamente malo, es decir, defectuoso, con todo, cualquier ente, incluso Dios mismo, es malo para alguien, es decir, inconve­ niente; luego basta esto para que el mal en general debiera enumerarse entre las propiedades del ente. 24. Accedit etiam alia differentia, quod SECTIO IV malum culpae propter suam turpitudinem, Cor malum inter attributa entis non non potest esse a Deo intentum seu voliNUMERETUR tum, sed tantum permissum; reliqua autem 1. Ratio difficultatis.— Ratio dubitandi mala, undecumque provenlant, si culpam esse potest quia malum, ut ex hacteuus dicnon includant, possunt a Deo esse directe tis constat, ratione distinguitur ab ente, eique volita et intenta, quia non habent turpitu­ tribuitur ipsumque denominati cur ergo in­ dinem repugnantem summae bonitati eius; ter proprietates entis non numerate? Quod et ideo solius mali culpae non potest Deus enim bonum sit etiam eius proprietas, non esse causa, alioram vero potest. Et hinc etiam obstat, cum possit ens diversis rationibus est ut malum proveniens ex sola catentia ac- bonum et malum esse. Neque etiam obstat tionis, si morale sit, non possit esse vel a quod privationem dicat; nam etiam unum solo Deo vel ab eo ut primaria causa et ra- de formali dicit negationem et nitiilominus dice, sed a libértate defectibili creaturae. Si est una ex praecipuis proprietatibus entis. Denique non obstat quod non omne ens viautem tale malum mere naturale sit, potest deatur esse malum, quia, licet nullum ens esse vel a solo Deo suspendente totam ac­ sit in se absolute malum, id est, dcfectuosum, tionem qua se solo conserve! bonum, vel a tamen omne ens, etiam Deus ipse, est aliati Deo ut prima causa et radice, ut si causa malum, id est, disconveniens; ergo hoc sa­ secunda agere omittat solum quia Deus sus- tis est ut malum in communi debuerit in­ pendat concursum suum. ter proprietates entis numerari.

Disputación XL—Sección IV

317

2. C onclusión con qu e se soluciona la duda. — A pesar de todo, hay que decir que con todo derecho no se cuenta el mal entre los atributos del ente. De ello pueden darse varias razones, pero pueden bastar las que se han sugerido a lo largo de la argumentación. Pues primeramente, el mal en cuanto mal no dice formalmente algo que pertenezca a la razón de ente, sino más bien una tendencia — por llamarla así— hacia el no ente, o un defecto o debilidad en la entidad; ■por consiguiente, semejante razón no puede constituir un atributo peculiar del ente en cuanto es ente, sino que más bien podría atribuirse a algún ente en cuanto que es defectible. Por lo cual, no se da paridad de razón con la unidad, ya porque la unidad no dice sola negación sino entidad bajo la negación, y la malicia, en cambio, se salva suficientemente con la sola privación; ya también •porque por aquella negación que incluye lo uno, circunscribimos la ’ integridad que tiene el ente en sí, y consiguientemente su entidad; y en cambio, por la privación que dice el mal no declaramos la entidad, ni circunscribimos algo que pertenezca a la constitución del mismo ente, sino que explicamos más bien el defecto de entidad que puede existir a veces en algún ente. 3. E l en te abarca m ás qu e e l m al p o r una p arte, m ientras q u e p o r o tra e s superado p o r é l en extensión. — En segundo lugar ocurre por esto que el mal no es recíproco con el ente, de tal manera que al menos por este motivo no pue­ de ser atributo suyo. Y no es recíproco ya por parte del mismo mal, que tiene más extensión que el ente, ya por parte del mismo ente, que por otro lado su­ pera a aquél en extensión. Lo primero es claro porque, al no incluir la malicia en su concepto a la entidad, sino que se salva suficientemente con la privación de la entidad, no requiere al ente real para la propia denominación de mal, por­ que la misma privación de la perfección debida no es sólo malicia, sino que verdadera y propiamente se dice un cierto mal, pues del mismo modo que se concibe a manera de ente —aunque no sea verdadero ente— se concibe también y se denomina un cierto mal, aun cuando no se le conciba como ente en sí malo sino como un mal de aquel de quien es privación. De modo semejante en los entes morales, la pura omisión, si fuese verdadera y propiamente pecado, sería también un mal del hombre. Lo segundo es claro porque no todo ente es verda-

.—3. .—Secundo,hincfitutmalumnon D ic e n d u m n ih ilo m in u s e s t m e rito n o n n u ­ eranriesm alulurem in teddriattrib uuta esnetis .qC ueiuin ste teri sit reciprocumenti, ut vel obearncausam ram argtio p s re p o s s n t, d u a nom npreocsip sitroecsusema,ttrib utuem eaiurte s.N osniuesstm aauli­ um enednuim m,tam cta sm unut,tpm osaslu unm tsnuoffnìcedrid e.tPdri-e te tu rn x p ip m u a lu qusoiudslaentiu sqpuaotedtaqliu uanm ela nstiu , tu rn ext qpuaarte ftisor,maselidapliq uids pteenrtin etia nsmad(ura tio nem em n­) ip tis d e s p a te m o tiu d e n t s ic d ic a m a lu m . P rim u m p a te t, q u ia , c u r r i m a liria n o n atedmneonntise;nsergsoeunodnefepcotutem e t im b e d llita in c lu d a t in s u o c o n c e p tu e n tita te m , s e d s u fs t h u iu s m o d i ra ­ fid eunirit terre saalv etuernsinadpriv atio nem enm tita tisd,ennoontiot encsonesstftu esreedppoectiu ulia re aettrib utum elic ntis re q le p ro p ria a li u t, s p o s s t a ttrib u ì a u i in atio nneom ;sip sameneim priv atio peedrfevectio naisc elisntirautio t ddeefeim ttib ilete,etu st.rnUqnudiaeunnoita nsesntonsim i- dm ita d i­ e b ita e n o lu s t m a litia , s re dgattio sonlae,m naelitia gatioanuetem , sinedsoelantita team snuebsnuef-- m pro porieqduicoitucronm aluitu m qpueorddm am ;um name,ntis eo m m p riv tio o d c ip r o d fid eantio tenresm alvqautuam r;utunrn ein tiacm qit,uiacirc peurm illa m (quamvis verumens non sit), concipitur n e g u m lu d s c rieqtia m etnondecnoonm in atu rrum aelu m qseuom ddalu am , b im u s in te g rita te m q u a m e n s in s e h a b e t, e t u a m v is d p ia tu t n s in m contesm equqeunatem rem ntita tem mddid ust,;npoenrpdriv alatio nm eum seoddoutetia mam luin mm eiu slib cuiu speusra t poriv atio .,Q ueos-alu eucid ra s m o ra u s m is s io s i enanuetita te m , n e c d rc u m s c rib im u s a liq p e rti­ vin ereis.acSpecroupndrieum pecpcaatetim i,queia ssetneotnm am lunm audscopnostiu titu tio nfe em ip siuesntita entis ,, sqeudiein x- sheotm t o paliq licnasum s d e c tu m tis ensest vereacpropriemalum,quodqui-e oenteinterdumessepotesti 2.

Conclusici qua dubium

expedìtur

Ens hmc excedit malum, a quo Ulinc exceditur

3 18

Disputaciones metafísicas

dera y propiam ente malo, lo cual es certísimo claramente en el caso de Dios, ya que n i El en sí tiene defecto alguno por el que pueda ser llamado malo, n i es ver­ dadera y absolutam ente inconveniente para ningún ente, sino conveniente en sumo grado, más aún absolutamente necesario para el bien y perfección de cual­ quier otro ente. Y si alguna vez es aprehendido como inconveniente,- o bien se aprehende ello falsamente, o sólo relativamente y por una cierta denominación ex­ trínseca puede atribuirse esto a D ios por razón de algún efecto disconveniente para el hom bre que causa en el m ism o; pero esta denom inación extrínseca ni propiam ente constituye el mal ni puede pertenecer a las propiedades del ente. N i solamente en D ios, sino tam bién en muchos entes creados puede encontrarse bondad íntegra sin ninguna malicia. Pues aunque fuera de Dios no hay ente algu­ no creado que no pueda estar sujeto a algún mal, mal — digo— bien sea moral si es u n supuesto creado e intelectual, o natural al menos, o penal, sin em bargo puede com unicarse a muchos entes creados que no tengan propiam ente ninguna malicia, sino toda la perfección que se les debe, como sucede en los ángeles bienaventurados, a los cuales es peculiar no haber estado nunca sometidos a ningún mal, n i haberlo de estar nunca. Pues tam bién los hom bres bienaventu­ rados, aunque carezcan ya de todo mal perpetuam ente, sin em bargo estuvieron durante algún tiem po sujetos a él, si no al mal de culpa, lo cual ya es raro, si al menos de pena, del cual nadie escapó. E n los restantes entes sólo los cuerpos ce­ lestes parecen libres de todo mal natural en cuanto que son incorruptibles y enteram ente libres de impresiones extrañas. Pero hay que advertir que todo esto se h a de entender acerca del mal tomado propiam ente en cuanto que formal­ m ente dice la propia privación, de la bondad debida; pues si hablamos más ge­ neralm ente del m al, de tal manera que diga la sola negación de alguna bondad y perfección absolutamente, en este, sentido es cierto que todo ente excepto Dios puede decirse malo de alguna form a, y de acuerdo con él podría entenderse aque­ llo : N a d i e e s b u e n o s in o D i o s so lo . Sin embargo, esa acepción del mal es suma­ m ente im propia, como se ve claramente por lo dicho anteriorm ente, ya que por la sola negación de la perfección no debida puede el ente llamarse o imperfecto negativamente o m enos perfecto, pero no malo. N i se llama a solo Dios bueno,

dinemse"deh’aD eeot desetfecceturtis sim um ,m naum neecmip ses ucutlia inrebeeasdtsuatnnguellilism coalo ntinsugbit,ditiquuibnuqsuahm ocfupee­b m a liq u e n d a lu icluiteposdsit,iscoñnevqeuneieanlic easxtim veereceotnavbe­­ rin tm nebceafuti,tulic rieutnqiaum am sreinat.ntH om m in em saelonim sdoie site ,urisenedenctiem eptia c a o n i niu n s , im m o s im p lic s s a riu m a d c u ebrpiaectuuim i,nt,asliq uoanndcoulpta m eqnuodalic uruim m asin lo s lib e t a lte riu s e n tis b o n u m e t p e rfe c tio n e m . s u e ru i n a e , ra e t, Q u o d s i a liq u a n d o a p p re h e n d itu r u t d is c o n ­ s a lte rn p o e n a e , q u o d n u llu s e v a s it. In re lim endobm unsism olaalocaenle sdraali,corp oara vui-s niem nss,ecillu dum velqufa lsoetappeprreqhueanm dditu r, dvee­l qdueisntuarutelib e ra a tu q u te n snvooelu u n d id a m cnoib rru ptib ilia sunlib teerat.aBpstereagurin iscim psid rees-aratiotio nenm exutrin seecffe am id D eonvetrib u-i in s io u s o m n in o te m o n ptisom tehsin tom e a lic iu s c tu s d is c o n ie n raanlo dum hrie aecsum om niaqueastesenusindteellig erm ndaaliddi-e inainoqueexm inseipcasonceacusparo t;phrie aecm aualu tem mm p ro p p to fo dceonnosm in trín p,rosipria m pliu rivsadlooqnueam brondeitam dsalod,eubita ei-; itcnqeuceasdolu pro prie taD teeso,ensetisdeptia ertin ein re cnitam g e n e ra m u t d pm outeltis stitu t. eN m in m c a t n e g a tio n e m s o la m a lic u iu s b o n ita d s nsin tibeusulla cream tisalitia rep.eriti pm oqteusatm inte gim ra perfectionissimpliciter,sicquidemomneenest b o n ita s Q u a e n D esuumpopsosteetstillu dicdiainliq ullig om odomalum, D esuitm nuullu m sitsuebniascecre re,atu m qu(in od- eqxutra o s e n te i: nqexuotra n p o s a lic i m a lo m a lo V eru m taum eenxsilla accdeicp-alem)svueplpom oram li,, svieslitncare aratulimseatltein te,lleauc-t tiomaliimpropriissim a e s t, t u p ra tu a s iru tu rn pero pteerdsicoilam nsetgaednosnaeum pnoiceanriali,potatem enutmnuultis entib upsrie crehaatisbecaonm m ua­- pdesrfepcadteont;isnnaom n d b ita p o te s t lla m p ro t m litiam,sedtotamperfectionemsibidebitam. imperfectumnegadveaut minus perfectumt, N em o bo­

nus nisi solus Deus.

Disputación X I.— Sección IV

319

porque todas las demás cosas sean malas, sino porque sólo El es bueno por esen­ cia o por antonomasia o analogía. Añado además que en el sentido en que el ente creado es llamado malo o más bien imperfecto con dicha impropiedad, no tiene esto por razón de ente, sino por razón de que procede de la nada. 4. L o s c ie lo s p o s e e n ín te g r a m e n te e l b ie n n a tu ra l.— E l m a l e s tá e n e l e n te sólo d e m o d o a c c id e n ta l .— L a tercera razón puede tomarse de lo dicho, porque las propiedades del ente deben seguir p e r s e e intrínsecamente al mismo ente; el mal, en cambio, no dice esta clase de relación con el ente, sino que le conviene de modo- accidental y extrínseco. Con esta razón probábamos antes que el mal no existe sin causa alguna, porque dice un defecto contra lo que se debe a la natu­ raleza, el cual defecto no acontece sin una causa extrínseca. Por tanto, proviene el mal para el ente en que se halla, no de sí mismo, sino de algo extrínseco y accidental; por consiguiente, no puede pertenecer a las propiedades del ente. Y aunque a veces suceda que por la naturaleza intrínseca de dos entes se diga que uno sea inconveniente para el otro, y consiguientemente malo para él — a la ma­ nera como en los entes morales se dice que existen algunos actos intrínsecamente malos—, con todo, esto es algo m uy accidental para la razón de ente y peculiar de algunos entes que tienen entre sí una cierta repugnancia o desproporción. Pero por causa de estas razones no debió contarse el mal entre los atributos del ente.

nornbtaorn N equaeliaDsein ustsm olu ura aecaduesbaitu ,m qu,iaqudiicnitondceofenctin tugm obnsqtra tu nlu uessnipqm ueaialuem ot.m noia aalasm ,,dsid eud-t qtu itlucam ulieenenaxd­­ qpeuriaansoto s s b n u s p e r e s s e n d a trín s e c a c a u s a . P ro v e n it e rg o m a U nm om adsoiam veelnasnaclo gaiatum .Am ddaolupm rain e- caucciidineensti;t, nnoonneexrgsoépsoedtesatbadextrin ssecporoeptrieexe n d te re a e o o q u o re m tetsepxertin ere.seE tqunaam vraisin teord um mceonntiu tinm aim pnroopnrjeidtatehasbeeurepoetiu sraim pneerfeecntudm dei-d ta g a in trin c a tu d u ru cqeitu r, x tio s s ccoonnsseeqquuienutetrunm uam siteaiu ltesri, qduisocm oondvoenin iensm ,oe-t uiaexnihiloest. lu m . — raalib ustam dicenunhtuorceip ssseum aliqeusit vaacld tuesin trin scecci-e in espt.— m li, p e r a T e rtia ra tio e x d ic d s s u m i p o te s t q u ia ro saedndrautio nheam ennddusm etinpte ecrulia rereqpuuogru m pcrie taete sieip ndsusm deebnesn;tpm earlusm eeatuatebm intrin seita co ddeaqm m b e s e n a n o n s q u n o n tia m v e l im p ro p o rtio n e m a liq u a m . O b h a s ceotm paratursaedcoenillis,csoednvoem operacncid enus- ergocausasnondebuit maluminter rado­ nirnnin nes ends recenseri. pedaubsexptrin robabamusmalum oQ nueassraetio sineeasli4. Caeli naturali bona integre praediti Malum enti nonnisi accidentario

DISPUTACION XII LAS CAUSAS DEL ENTE EN GENERAL

RESUMEN En esta Disputación podemos distinguir una introducción y tres secciones. La introducción tiene por objeto justificar que sea el metafísico el que se ocupe del tratado de las causas, a pesar de que también los físicos tratan de ellas; prueba con tres razones que esta materia pertenece al metafísico, y divide la disputación en tres secciones: I. Se ocupa de varias cuestiones sobre la causación, que se centran en el punto de la identidad entre principio y causa. II. tiene. III.

Sobre si existe una razón común de causa; cuál es y qué naturaleza La división de la causa.

SECCIÓN

I

Que la causa existe en la realidad es cosa manifiesta; pero se trata de conocer su naturaleza, y para ello hay que conocer los conceptos limítrofes, el principal de los cuales es el de principio. ¿Se identifican principio y causa? La duda se plantea por el uso que hace de esos términos el mismo Aristóteles (1-2); y como el mismo término ”principio” es análogo, hay que recorrer sus significados (3), clasificados de momento en principios de la cosa y principios del conocimiento (4), los primeros de los cuales pueden todavía dividirse en principios de mero orden o conexión extrínseca, o bien principios con conexión estricta, cuando entre la cosa y su principio se da una relación esencial de procedencia (5); de aquí pasa Suárez a recorrer en qué sentido se puede llamar principio a la privación (6), y cómo a la materia y a la forma (7), deduciendo, por último, que la nota común a todo principio es la prioridad (8). Se pueden presentar dos objeciones a la ge­ neralidad de dicha afirmación: una es el caso de la forma y otra el de las Di­ vinas Personas, en las que no se da prioridad y sí razón de principio; ambas dificultades quedan solucionadas a continuación (9-10). Pone término a la des­ cripción del principio en común declarando qué conexión se requiere entre el principio y lo principiado (11), para pasar a la definición que da Santo Tomás: principio es aquello de donde algo es, o se hace o se conoce, definición que lleva ya en sí una división de los principios, ya que todos los principios serán o bien del hacerse, o del ser o del conocer (12). Por ello se ve también que en toda ra­ zón de principio hay un elemento común; es, pues, una razón análoga (13), con 21

Disputaciones metafísicas

322

analogía múltiple, puesto que a partir del significado originario la voz se aplicó a muchos otros (14); y en cuanto a la cosa significada, la voz alude antes a los principios esenciales que a los accidentales (15). Se plantea aquí el problema de si el término principio es en Dios unívoco o análogo respecto de todas sus ope­ raciones; responden algunos que es análogo, con prioridad para las operaciones ad extra (16), o para las ad intra según otros (17), mientras que hay un ter­ cer grupo que opina que es univoco (18); para dar la solución distingue Suárez primeramente la relación de principio, y en ella afirma que hay analogía (19); la razón próxima de tal relación, que es análoga y se dice con prioridad de las operaciones ad intra (20-21); y finalmente, aquello que se denomina principio, y que no puede ser análogo (22-23); en Dios, el principio es unívoco, considerado como generante y espirante, y análogo, considerado como creador y operante (24). Finalmente, en cuanto a la primera cuestión, resuelve que el principio tiene más extensión que la causa (25), y seguidamente pasa a solucionar las dificultades que planteó sobre los textos de Aristóteles y los Padres (26-33). SECCIÓN

II

Se pregunta en ella si existe una razón común de causa, entendida ésta for­ malmente (1), y para responder, después de rechazar dos definiciones por insu­ ficientes o tautológicas (2-3), pasa a exponer la definición correcta de causa como principio que infunde esencialmente el ser en otro (4), definición que aparece como suficiente en las causas naturales, pero no en el plano teológico, por lo cual propone las dificultades que surgen a propósito del misterio de la Trinidad (6), la noción propia de dependencia (7-8), su aplicabilidad al ser relativo (9) y la ne­ cesidad de dos seres esencialmente diversos para que se dé causa (10); e igual hace con las dificultades que origina el misterio de la Encarnación (11-12). Enun­ cia finalmente la definición de causalidad como aquel influjo con que la causa infunde el ser en el efecto (13), al cual nombre de causa corresponde un concepto objetivo único. SECCIÓN

III

Trata de la división 'de la,causa y propone primeramente la división en los cuatro géneros de causas tradicionalmente admitidos; a propósito de ella, plan­ tea seis cuestiones (1) que resuelve seguidamente: la primera, si todos los miem­ bros quedan contenidos dentro de lo dividido: responde afirmativamente (2), re­ corriendo las causas en particular (3) y proponiendo y solucionando dos dificul­ tades históricas en contra de dicha división (4-5), la cual corrobora con los tes­ timonios de Platón y los antiguos filósofos (6), pormenorizando la diferencia en­ tre causa y condición (7) y la primacía de la causa final en los actos morales (8). Segunda: si estas cuatro causas se distinguen y oponen entre sí: se da la distin­ ción precisa y formal, aunque no siempre es menester que se dé la material ó real (9-11), sino en determinados efectos y. condiciones que va recorriendo Suárez con pormenor (12-15). Tercera: si esta división abarca suficientemente al iodo dividido, y responde afirmativamente, fijándose sobre todo en. las causas ins­ trumentales, dispositivas y objetivas, así como en la causalidad del objeto res­ pecto de la potencia y el acto (16-18). Cuarta: si la citada división de las causas es inmediata, y a esto responde negativamente, ya que hay otra división que las divide en internas y externas v es más inmediata (19). Quinta: esta división no es ínfima o átoma, tal como se preguntaba, sino que tiene un valor intermedio o doctrinal (20-21). Finalmente, la sexta responde afirmativamente a la duda de si tal división es análoga (22).

DISPUTACION XII LAS CAUSAS DEL ENTE EN GENERAL

Después que se ha tratado de la razón esencial y de las propiedades del ente en cuanto es ente, antes de pasar a sus divisiones es preciso estudiar cuidadosa­ mente sus causas. Porque aunque el físico trate de las causas, con todo lo hace de modo excesivamente concreto e imperfecto, en cuanto la razón de causa se ejerce en la materia física o con algún movimiento o mutación física; mas la’ razón de causa es más universal y abstracta, pues en sí misma prescinde de lá materia, tanto sensible como inteligible, y por ello su consideración propia per­ tenece al metafísico. Primero, ciertamente en cuanto que la misma razón de causa o de causalidad — como la llaman— participa de algún grado de ente; y acerca de éste es preciso explicar qué es y de qué modo. En segundo lugar, porque la misma causalidad es como una cierta propiedad del ente en cuanto tal, pues no hay ente alguno que no participe de alguna razón de causa. E n tercer lugar, por­ que pertenece a la ciencia considerar las causas de su objeto. Y aunque no todo ente comprendido bajo el objeto de esta ciencia tenga verdadera y propia causa, ya que Dios no tiene causa, sin embargo, todas las demás cosas fuera de Dios tienen causa; y en ellas no sólo las razones de ente determinadas o particulares, sino también la misma razón de ente es causada por sí y propiamente, de tal modo que puede decirse con verdad que el ente en cuanto ente, especificativa­ mente aunque no reduplicativamente, tiene causa. Y esto tanto más es así cuanto que pertenece a la misma ciencia tratar de la razón de causa y de la de efecto, y no hay ente alguno que no sea efecto o causa. Se agrega a esto el que aunque Dios no tenga causa verdadera y real, a pesar de todo algunas de sus razones

ip sm aecnutis asaulita sice;sntuvllu elu tiesptroenpim rietaesnsqquuaoedDISPUTATICI XII daaliq t s m uqaum raatio nsedm ctia austeaepneortin npeatrticcoipnesL Traere rtio , ia d e n id e P o s tq u a m d ic tu m e s t d e e s s e n tïa li ra tio n e supireohbeientti. Qusuabmvoisbieatto utem nsocm eptiiupsroqpurie tatibus enio tisnein qiuusandtuem eusst,, ceanussacsom sm um hauunsiuaosm ieanm nesacete sta cere nend.saN m tia e h a b e a t v e ra a c p ro p ria m c , n olic poetrtepthadym esiccuaasdusdisdeiveisiu s e x d is p u a m euete srcaipussuam ncaounsahm abheat,betanrn enetoinmneia aolian caeutsisimdpiserfe pute t,, id tatern esn pD ra m t; is n erastio t n'itn is c o n tra c te tte q u a n u m deedterm inm ataip essaeuenptisartic utio latepsera tio neasc. caoutusaeauin phhyyssicicaam m atatetio rianeveelxceurc m ali-r; seonlu tis , s e tia ra r s e qrautio om t p u e tu cam usaetu r,sita uific tavtiv eruem sitindoicnereredenus­. anutenm casuescauenduunm ivesrsealio rtra eshtitetaam bas­­ pinroqpurie a n tu n s p e c , e ts tra c tio a m a b s adtiveeiu ,sdheam beredottrin causaaem.esE oratio velnem axcim e­ te riapria tarneiu sesnsciboilinsid quera am inatedllig ib ili;phyesticiduem o pqlic u o t m a u ppro n o m e ta s a e e t e ffe c tu s c o n te m p la ti; n u llu m a u te m ertin est.aePrim ocqauuìd elita msqu(u atetnauiusnip saam euteram ­ est ensquodnonsit veleffectusvelcausa.. tio c a u s e u s a t) liq itm quocadu,salicm e,tqD ontahrnaebneatravtio era duremqeunidtiseptaqrtic âot;dodesit.quS oecoupnodrte etccreedale ueauedsanm nem s. cglarara uoipm otqdueia­ A D e causis entis in genere

Disputaciones metafísicas

324

son concebidas por parte nuestra como si fuesen causas de otras, para declara; mejor las cuales es útil también conocer de antemano las verdaderas razones de la causación. Por tanto, por estos motivos pertenece al metafísico la considera­ ción de las causas. Sobre las cuales diremos primero, en general, unas cuantas cosas acerca de la razón de causa y sus miembros; después, más extensamente, de cada una de ellas; por último, las compararemos de varios modos entre si y con sus efectos. SECCION PRIMERA ¿S e

da

a bso lu ta

id e n t id a d

entre

causa

y

p r in c ip io

?

1. L a existen cia d e la causa es cosa m u y conocida. — N o preguntamos si se da la causa porque no hay nada más evidente por sí mismo; y para investigar qué es, comenzamos cómodamente desde la razón de principio, ya que toda cau­ sa es principio y por él, como por su género o por lo que hace las veces de género, puede y debe definirse. Por consiguiente, la razón de dudar en la cues­ tión propuesta se toma de varias expresiones de Aristóteles, pues a veces indica que la causa y el principio son enteramente lo mismo y se dicen recíprocamente. Así, en el IV de la M etafísica, c. 2, dice que la causa y el prin cipio se comparan en tre si d e l m ism o m o d o q u e e l en te y lo un o; ahora bien, el ente y lo uno se convierten entre sí, como arriba se dijo. Igualmente, en el V de la M etafísica, c . 1, al enumerar varios modos de principio, al fin concluye así: Y d e otros tan­ tos m odos se dicen las causas, pu es todas las causas son prin cipios. Por otra parte, habiendo enumerado en el I de la Física la privación entre los principios del ente natural, en el libro X II de la M etafísica, c. 2 , le llama causa; piensa, por tanto, que causa y principio son lo mismo; y favorece esta opinión la manera de hablar de algunos Padres Griegos, que incluso tratándose de las Personas Divinas lla­ man al Padre causa del Hijo por ser su principio; e igualmente al Padre y al Hijo causa del Espíritu Santo, lo cual indica que entre los griegos causa y prin­ cipio son una misma cosa. Y esto mismo hizo notar el Concilio Florentino en la sesión última al exponer a dichos Padres. Y la razón puede estar en que*’el prin-

tisatAcris toste lisr’estupm itucr,ipiu nam mid inetem rduom sin igoesaiuesalia coru ndm p,iuandtuqruaasnm oebliu issadcedsiara esnsdeanst ucatile u­ dnic iftc a ü a n rin m n etaph., esctia m ebrithavsera soraratio nneesscaadum saenta diphpyra enuom - ce.ss2e,aeitt reciprocedici. NaminIVM e re . O e rg tio s ic aute m et ppaeurtin eptriu casusinarucm counnsiiddeic raetio .usD eera qutio ibnues unumconvertunrurinterse,utesnuspra d ic tu m c a o m m m d m V M eta pehra.,t,cin . 1fin , eubita i vcaorniocslum o­ cin augsualis e;etpom em bris esiuins;terdseeinedtecufum siuesffedce- edsat.spIte rin c ip ii e n u m d it: stib s tre m o e a usvariismodisconferemus. R uiarsures,i cnuam I P h y s . p riv a tio n e m in te r p rin c ip SECTIOPRIMA umevra t, sinentitXIIerg M .,am c. e2t, U earin rtu ncraip clis aiuum sanm oid csaseet;m oeeta ctepaunhstia OMNINO SINT p e s s e ; e t h u ic s n e fea­e t m o d u s lo q u e n d i a liq u o ru m P a tru m G ra I. Causam esse est longe notissimum.— v oru mv,oqcaunitectia m inFilii divineoisqpueorsdosnitisprin Pa­N ornseinnqoudirim usadaninvceasutig saansit,dqm quia nm ihilqueid st ctre m a u s a m p e u s ; a u tc m eSiupiritu s; est sSim ilite rqF atre m ein tdFiciliu m sm it,im cuosm m oodneiaamraotio nisecparin caippiirinincip itiu m seus-t ccaipuiu s a m a n c ti, u o d e s t iu m , q u m n u s iu m raeQuod cosidesig mnific esseavit illosqPuaotre dsexeetris perdillu diritam qte uasm pterdegbeent.usR vealdolocig oitu ger­ apudG i. n e fin p o t e dubitandi inpropositaquaesdoneexvariis ponens ConciliumFlorentinum,sess. ult. tanaE xin moA doctisloqN ueicnedniaePaS tru m G raN eaczoiarunm ;OD at.m2as9c,.,delibd.oIgm daeteFid e,Cco.ns8titu ettio9n,eacEp1is1-; A th s ., y n o d i: . , ra e t cop., et Orat. 35,quaeest I deFilioet III deTheologia. ita comparari inter se causam et principium, sicut ens et unum;

Totidem autem modis et causae dicuntur, omnes enim causae principia sunt.

trum causa et principium idem

causam

cipium

prin­

Disputación X II.— Sección I

325

cipio dice relación a lo principiado como la causa al efecto; y lo principiado pa­ rece que es lo mismo que el efecto. 2. Pero algunas veces parece indicar Aristóteles que la causa tiene mayor amplitud que el principio. Pues dice en el libro V D e Generat. Animal., c. 7, que pertenece a la razón de principio ser él mismo causa de muchos, pero que no haya una causa superior a él; sin embargo, a la razón de causa no pertenece el que no tenga una causa superior; luego, según la opinión de Aristóteles, el principio es algo más restringido que la causa. Por lo cual, también en el I de la Física, c. 5, dice que pertenece a la razón de los principios el no proceder de sí ni de otros, sino que otros procedan de ellos; sin embargo, a la razón de causa no pertenece el no proceder de principios y causas; por consiguiente, tiene mayor ámbito la causa que el principio. Finalmente, por otra parte, aparece manifies­ tamente que el principio es algo más general que la causa, ya que toda causa es principio, como referíamos tomándolo de Aristóteles; pero no todo principio puede llamarse causa, pues la privación, como atestigua Aristóteles, es principio de la generación pero no causa, y la aurora es el principio del día y no su causa. Y es doctrina sana y aceptada entre los teólogos que en las Divinas Personas una es principio de otra, pero no es su causa, como es evidente por Santo T o­ más, I, q. 33, a. 1, ad 1. Varios modos de principios y su orden 3. Qué es principio complejo o de conocimiento.— Para explicar esta cues­ tión hay que comenzar por el nombre y razón de principio; pero porque, como dice Damasceno en el Dial, contra Manich., al comienzo, la palabra principio es equívoca, es decir, análoga, será mejor enumerar sus varias significaciones, las cuales recoge allí Damasceno, y antes que él Aristóteles en el V de la Metafí­ sica, c. 1. Pero para irlas explicando con un plan determinado, primero podemos distinguir un doble principio, uno de la cosa y otro del conocimiento o de la ciencia, y esto, se suele distinguir también de otro modo llamándolos principios incomplejos y complejos, ya que el principio de la cosa es incomplejo y el del conocimiento, complejo. Pues aunque los principios del conocimiento se tomen Ratio vero esse potest quia principium re- tele, est principium generationis, non taIationem dicit ad prindpiatum sicut causa men causa, et aurora est principium diei et non causa. Et apud theologos sana et re­ ad effectum; prjncipiatum autem idem esse cepta doctrina est in divinis personis unum videtur quod effectum. 2. Aliquando vero significare videtur esse principium alterius, non tamen causant, ut patet ex D . Thom., I, q. 33, a. 1, ad. 1. Aristoteles causam latius patere quam prin­ cipium; ait enim libro V de Gener. animai., V a r ii p r in c i p io r u m m o d i e t illo r u m o r d o . c. 7, de ratione principii esse u t ip s u m q u id e m causa s it m u lto r u m , s e d ip s iu s n u lla sit su p e r io r causa; non est autem de ratione

causae ut non habeat superiorem causam; ergo, iuxta Aristotelis sententiam, principium quid contractius est quam causa. Unde etiam I Phys., c. 5, de ratione principiorum ait esse u t n o n s in t e x s e s e , n e c e x a liis, s e d alia e x ip s is ; de ratione autem causae non est ut non sit ex principiis et causis; latius ergo patet causa quam principium. Denique aliunde apparet manifestum principium generalius quid esse quam causam; nam om­ ni] causa principium est, ut ex Aristotele retulimus ; non tarnen omne principium pot­ est dici causa; privatio enim, teste Aristo-

3. q u id . —

P r in c ip iu m c o m p l e x u m s e u c o g m tio n is

Ad explicandam hanc quaestionefn, incipiendum est a nomine et ratione prin­ cipii; quoniam vero, ut Damasc. ait, Dial, contra Manich., in initio, principii vocabu¡um aequivocum, id est, analogum est, melius erjt varias eius significationes enumera­ re quas ibi recenser Damasc., et prius Aris­ tóteles, V Metaph., c. 1. Ut vero aliqua cer­ ta methodo a nobis tradantur, primo distin­ guere possumus duplex principium, aliud rei, aliud cognitiom's seu scientiae; quod alio modo solet distinguí in principia incomple­ xa et complexa; nam principium rei incomplexum est, congnitionis autem complexum.

326

Disputaciones metafísicas

con frecuencia de los principios de la cosa, con todo próximamente no son prin­ cipios de ciencia más que en cuanto que de ellos se hacen los principios com­ plejos. Y en este sentido dice Aristóteles anteriormente: L o s su pu estos d e las dem ostracion es se llam an p rin cipios; y en el II E len ch ., c. ú lt, dice que hay que insistir principalmente en el conocimiento de los principios, porque conocidos ellos es fácil conocer las cosas que siguen. Y de estos principios complejos no tenemos nada más que decir, pues cuanto es necesaria para esta doctrina ha sido expuesto suficientemente en la disputación I y III; en cambio, las demás cosas se refieren a los libros de los A nalíticos Segu n dos. Y la denominación de princi­ pio que se les atribuye pertenece a un género de causalidad o a alguna relación de ¡as que en seguida enumeraremos; pues porque el conocimiento es una cosa, el principio de conocimiento se dice según una relación, en la que conviene con los otros principios de las cosas. 4. Por tanto, el principio de una cosa puede decirse o sólo por razón del orden o de cualquier conexión, o por razón de alguna relación intrínseca. Del primer modo parece que lo dijo Aristóteles en la P o ética , poco después del co­ mienzo: D e c im o s q u e es prin cipio aquello q u e no e stá n ecesariam ente despu és d e o tro , y despu és d e él m ism o hay o es p o sib le q u e algo se haga. Pero esta apelación bajo ese aspecto es múltiple. Pues primeramente en toda acción o ne­ gocio aquello de donde se comienza se llama principio, el cual algunas veces es arbitrario o casual; otras, es debido a la misma cosa o al menos es lo más con­ forme para que sea hecha de un modo conveniente, ya sea teniendo en cuenta la naturaleza de la cosa que se hace, ya, a veces, considerada la condición del operante. Y de este modo, en el orden de exponer la ciencia dice arriba Aristó­ teles que aquello que es más conocido para nosotros puede llamarse principio de doctrina, porque, de allí puede tomar comienzo la ciencia convenientemente. E n segundo lugar, en la sucesión u orden temporal, se dice la aurora principio del día, porque de allí comienza el día. En tercer lugar en el orden local, el que se sienta el primero se dice principio de los demás, y también aquel lugar de donde nace la fuente se suele llamar su principio. E n cuarto lugar, Damasceno añade que también suele llamarse por el orden de dignidad,- com o: E l rey

tudPinoisetic . Pario oludm ixisasepvrin idceip tuio r:Aristot. Q qruadm nim ippia cip oganlsosre cei,ndpirofre , ariliqm uaondtu qrnuueeanm tem esnuoem ansutunprtrin epxcrin rin cia sisa­­i in ta e n n c ip s c ie n tia e , n pm ro eisrisfiu thoc Hleaexceasut.tem apopeìla tic oduotaeitxA totentlepsrin sucpip raia: complexa.E s u b h a c ra tio n e m u ltip P rim e n im e t II, nriparin ctiocnipeiuam utdnicegitu otio ,qillu dauliq ndueanin E lenpcrahe.,cipcu.euinlt.,sisteinndpurin ceip iis cuoiagnillis oscecnodgis- cinhooam tu r, u o d d o anititis m s s e , q tam rbitra riu misevuelcassaulte alem ,am liqaugaisndcoonessetndtae-faecile esatucteom gnopsrin cere eiisaqcoum aeplesexqisuunni­- ebsitu ip s i re tu r. D h is c ip umreuitqcuoanevefit, nienvteerl fia t,rdvira elispceodnsaid taeranata­ hadilhaam pliu sctrin nobaismndeicceensdsauria mseusnt,t,ndaism qIuaeet ntuera in te n c d o p . c o a d itio n e o p e ra n tis . A tq u e h o c m o d o III s uroffic ie nsteterr,ssupnetctatra dita ;norem liq uaatiovaeuro­ dinetraditaescientiaeait supraAristointeleor­s, atedmlib s P o n t. D e in qiuum oddeoscttrin notiu s, qnuoia bisinadpepeclla tivepnoiesnseteprrin ­ psrin cuipsaii,litaqtis uaepheisrtintrib uvitu r,adadaaliq liquuaondt id c ip a e o n in g e n u c a e t e l atu rte scm iepnotia . Saeucro unradodinicitu sucrcepsrin siocnip eiusem u hm aubsitu dnin em euxiahcisogqnuitio aere stastinqiuaneudm eraebsi-t, cohrdoin e ris ; a m , q a m die i,qquuiiaprim induesinsceip itiddic ieitu s.rTperin rtio in ordcin ephrin cipdiu m codgicnitu itior,nisinsqeucuandcuom aitliqucuanm t lo c i, d e c ip iu m a e a b itu in e m n v e n tero ru mi,seotlelotcpurin sectia m fileeiuesx.qQ uuoarto fonsadodri-it aliis prinP cip iisc-ipreiuru m.igitur rei dici potest aut tu 4 . rin m r d ic ip iu m sxoioiunm etio ord cusiuin sctrin um madsig cennita . tisetia is,raatio utnra neinisalicetuiu sqeuceaecohnanbei-- D neam , um t:solere(adit)ici propter ordiS uppositions demonstrationum vocantttr principia;

Prin­ cipium illud esse dicimus quod non neces­ sario post àliud est, et post ipsum alìquid es­ se vel fieri natum est.

Rex

est principium

Disputación XII.—Sección I

327

— dice— es principio de aquellos a quienes manda, aunque esto pueda pertenecer a la causalidad, como indica Aristóteles. Finalmente, lo que se presupone para otro puede decirse su principio, como el cimiento se dice principio de la casa y la unidad principio del número. Y en toda cosa que tiene extensión o latitud, la primera parte o el primer extremo que se supone para los otros puede decirse principio del todo o de las restantes partes. Por lo cual, esta acepción o deno­ minación de principio es amplísima y puede multiplicarse de varios modos, de tal forma que no puede reducirse a una razón científica y cierta porque es una denominación casi equívoca. 5. Qué significa principio en su acepción más estricta.— En otro sentido, por consiguiente, y más filosóficamente, se llama principio por razón de una re­ lación esencial entre él mismo y aquello de que es principio, de forma que de algún modo proceda de aquél esencialmente. Esto puede suceder de dos mane­ ras: primero, por el positivo influjo y comunicación de su ser; este modo, res­ pecto de las cosas creadas, es siempre con dependencia y causalidad, como ex­ plicaremos; por lo cual, tal principio, hablando filosóficamente, siempre va re­ vestido de la razón de causa. Solamente en las Divinas Personas se encuentra un principio con verdadero influjo y comunicación del propio ser sin causalidad; por qué sucede esto así lo intentaremos explicar en la sección siguiente. Por lo cual esta clase de principio, en cuanto que incluye la razón de causa, puede di­ vidirse en tantos miembros como la causa. Pues hay algunos principios que cons­ tituyen intrínsecamente la cosa; otros, en cambio, son -extrínsecos, que infunden el ser en la cosa y permanecen fuera de ella, como el principio final y el eficiente, de que trataremos después. 6. En qué sentido se llama a la privación principio de la cosa natural.— En segundo lugar, puede una cosa surgir de otra esencialmente, como de su prin­ cipio, no por un influjo positivo, sino sólo por la necesaria y esencial relación a otro. En este sentido, enumera Aristóteles entre los principios del ser natural a la privación, que parece tener un carácter intermedio entre los dos modos de principios declarados. Pues aquel primero es amplísimo y sólo se funda en un cierto orden de prioridad, ni requiere una relación esencial, sino que puede ha-

q,uuatmA visrìsto hoteclepsossig sit­ qquueanredoh,uiu sm m oedriin prin ditpra iutio m,npehm ilocsaoupshaic eSloo-­ andificcaaru.saD lita te m p e rtin e re s e p d u e . esntiqduiriepqrin uiddqpuiu idm alte ris,puratesfuunppdoa-- lu m in divin influ isxpuerseotncisom inm veunnitu rtiopnrin dpproiuprii m c u m v e ro ic a e n itu r p o te e iu te ;liccaure t ateute m houcs.ita sdit,e m enctuipm dicnitu repri.rinE cip iu m donm ureseqtuauenita s- esesscetiosnineesecqauuesnalita ti e x p n ta b im U n pterin iu m u m t in o m i e x ubate nduiv sid raitio nte em cuauo­t nem habeexttrevm elulam tituqduin em ,liisprim apppoanrsi­ shaoecingdenuudsitpinrintodtpiimeqm am uni,tsio pdrim u m o d a s u ra p o s t q cseacuesac.oS utitu nteenntia imreqm ua;edaalia mvperin csip iateinxtrin idpaprtiu otem st.pU rin ceiphiuam tocctiu stiovevlelredlin s ro u n trín ­ qnuoam iuinm n d e c a e p e ­ atensotpm rin dplic iila tissita imauetsntoentvpaoriis m od- sm ecaan,eqnut,aeutesfsineisineflu uffid ntin re,m eqtueib xtra illa m t e e n s d e u s p o s t­ d is p o u itip a ri, s s it a ceestitafm e t s d e n tific a m ra tio n e m re v o c a ri, q u ia e a d ic e n d u m e s t. aequivocadenominatio. 6. .—Secundo, potest aliquidexalio S.ere.— riri,xum ut,esxedprin cluipm io,pro nopnteprernepcoessiti­ A liorpigrin itudrpm om doraetio tm agaislicupiu hi-s pvuermseinoflu s o suao­ lo s o p h ic o , d ic itu iu n e r i a n » e t p e r s e h a b itu d in e m a d a liu d . Q heastbinptd in is p e r s e in te r ip s u m e t id c u iu s m o d o p riv a d o in te r p rin c ip ia re i n a tu ra lisrinocria ipiu m ,Q ita utdueoxbuilio aliq uoaedm oedreo numeraturabAristotele,quaemedianaquam p e r s e tu r. u o d s m o d is d aom ratio necm hruabm eredevcid etu rs.inN tearmdufile os pcoom tesm t.unPicrim on,em persupioessitiv um inm fluoxduum e-t dm d o s p rin ip io la ra ra a tio s e ; q u i s re r elattisosrdim strita etdss,olunm aturhainsppeencdtuenretsrum tcaubm olib inuesperio ecfu reqnudirit etccreauata saru litam tes,em utpeerxepslic imudse­; qpurio eorum quibus praeest;

Striclius acceptum

signified

principium

Privatio qualiter dicatur principium rei quid naturalis

328

Disputaciones metafísicas

Uarise en cualquier género de composición o de. sucesión; pero la privación se dice principio de la generación natural de un modo más perfecto e intrínseco. En cambio, el otro modo de principio por influjo es demasiado perfecto para que pueda convenir a la privación, porque la privación, al no ser una verdadera realidad, no puede tener un propio influjo en la cosa que se hace o en su gene­ ración; y mucho menos puede componer intrínsecamente a la cosa engendrada. Por consiguiente, se Dama principio por causa de la intrínseca relación de la generación a la misma, pues como la generación es esencialmente el tránsito del no ser al ser, por ello supone por sí la privación y se hace per se desde ella como desde u n término necesario; por tanto, por este motivo se dice que la privación es principio de la cosa natural, no ciertamente de su constitución en su ser ya hecho, sino de su generación. 7. La forma es, en un sentido, principio de la generación, y en otro, de la cosa engendrada.— D e qué modo es la materia principio de la generación.— To­ davía más —para tratar esto solamente de paso—, también la forma, en cuanto que es principio de la generación, es principio en un sentido muy diferente que cuando lo es de la cosa engendrada y de su constitución; pues de la cosa misma es principio por influjo y causalidad formal, como después explicaremos; y de la generación no puede ser principio de este modo, porque la forma misma no pue­ de ser causa propia de aquella generación por la que eUa se hace, de tal modo que influya verdaderamente en efla, a no ser que se la reduzca a una causa final, pues el fin de la generación es la introducción de la form a; o también a una causa for­ mal extrínseca, en cuanto que la generación toma la especie de la forma a la que tiende; las cuales causalidades físicas son muy impropias respecto de tal forma, como se verá claramente después. Y por eDo, esta razón de principio por la que la forma se dice principio de la generación, propiamente pertenece a este último modo; pues la generación por sí e intrínsecamente busca la forma, como término formal al que tiende, lo cual basta para que sea llamada principio de la generación. En cambio, ocurre lo contrario con la materia, porque ésta tiene tam bién respecto de la generación algún influjo y causalidad, aunque diverso de aquella causalidad que tienen acerca de la constitución de la cosa natural; pues bitudinem per se, sed in quolibet genere compositionis aut successionis inveniri pot­ est; privatio autem perfection modo et magis intrinseco dicitur principium generationis naturalis. Alter vero modus principii per influxum perfectior est quam ut possit privationi convenire, quia privatio, cum non sit vera res, non potest habere pro­ prium influxum in rem quae fit seu in eius generationem ; et multo minus potest intrinsece componere rem genitam. Dicitur ergo principium propter intrinsecam habitudinem generationis ad ipsam; nam, quia generatio essentialiter est transitus de non esse ad esse, ideo per se supponit privationem et ex illa tamquam ex necessario termino per se fit; hac ergo ratione dicitur privatio esse princi­ pium rei naturalis, non quidem constitutionis eius in facto esse, sed generationis. 7. Forma aliter generationis, aliter rei genitae principium.— Materia qualiter prin­ cipium generationis.— Immo (ut hoc obiter dicami etiam forma, ut est principium generationis, longe aliter est principium quam

ut est principium rei genitae et constitutionis eius; ipsius enim rei est principium per influxum et causalitatem formalem, ut infra declarabimus; generationis autem non potest esse principium hoc modo, quia ipsa non potest esse causa propria eius genera­ tionis per quam fit, ita ut in eam vere in­ fluât, nisi forte reducatur ad causam finalem, nam finis generationis est formae introductio; vel etiam ad formalem extrinsecam in quantum generatio speciem sumit a forma ad quam tendit; quae causalitates physicae sunt valde impropriae respectu talis formae, ut_ postea patebit. -Et ideo haec ratio princi­ pe qua forma dicitur principium generatio­ nis, proprie pertinet ad hune postremum modum; nam generatio per se et intrinsece intendit formant ut formalem terminum ad quem tendit, quod satis est ut dicatur gene­ rationis principium. Secus vero est de materia, quia haec etiam respectu generationis habet, aliquem influxum et causalitatem, li­ cet diversum ab ea quam habet circa constitutionem rei naturalis; in hanc enim rem

Disputación X II.— Sección I

329

en esta cosa natural influye la materia constituyendo a aquélla intrínsecamente por si misma; en cambio, en la generación no es así, sino sólo sustentando y recibiendo la forma. Y todo esto queda dicho como aprovechando la ocasión acer­ ca de esos principios, porque a ellos suele acomodarse como por antonomasia el nom bre de principios de la cosa natural. Finalmente, a esta última denomina­ ción de principio pueden reducirse algunos ejemplos puestos en la denomina­ ción prim era y general en cuanto que en ellos puede encontrase el orden nece­ sario esencial e intrínsecamente; pues así el punto puede llamarse principio per se de la línea; y el primer grado, de toda la cualidad; y el cimiento, de la casa; aunque en éstos, tal modo de principio per se siempre queda reducido a algún género de influjo o causalidad. Cómo es común a todo principio tener prioridad 8. De esta enumeración de los principios puede inferirse en primer lugar que es común a todo principio ser de algún modo anterior al principiado; pues esto significa, ante todo, el mismo nombre de principio. Más aún, Aristóteles, en el citado libro V de la Metafísica, colige que es común a todo principio el ser primero, que es algo más que ser anterior, pues esto dice sólo anterioridad con respecto ai principiado, y aquello, en cambio, dice negación de anterior. Pero hay que notar que se llama absolutamente principio en un género o bajo u n as­ pecto a aquello que de tal modo es principio que no es principiado bajo aquel aspecto; pues si ha sido principiado por otro en aquella serie no será principio absolutamente en aquel orden sino sólo relativamente con respecto a alguien; por ejemplo, el punto es propiamente principio de la línea cuando antes de él no hay ningún punto, y consiguientemente tampoco precede otra parte de línea; pero el punto que continúa las partes de la línea, sólo relativamente puede llamarse prin­ cipio de las partes subsiguientes, ya que es término de las precedentes. Esto pue­ de verse más claramente en el tiempo, porque absolutamente sólo es principio del tiempo aquel instante antes del cual no ha precedido ningún tiempo, sino que le sigue inmediatam ente; y el instante intermedio no se llamaría absoluta­ mente principio del tiempo, sino sólo relativamente o bajo alguna razón deterut sit prim um , quod aliquid maius est quam esse prius; nam hoc solum dicit antecessionem ad principiatum, illud vero dicit negationem prioris. Sed considerandum est prin­ cipium simpliciter in aliquo genere vel sub aliqua ratione dici quod ita est principium ut non sit principiatum sub illa ratione; nam si sit principiatum ab alio in ea serie, non erit principium simpliciter in ilio ordine, sed tantum secundum quid respectu alicuius ; verbi gratia, punctus tunc est proprie prin­ cipium lineae quando ante ilium nullus punctus et consequenter nec pars lineae antecessit; punctus autem continuans partes lineae, tantum respective potest dici prin­ cipium subsequentium partium, cum sit ter­ minus praecedentium. Quod clarius in tem­ Esse prius, omni principio qualiter commune pore considerare licet; absolute enim illud 8. Ex hac principiorum enumeratione solum instans est principium temporis, ante colligi potest, primo, commune esse omni quod instans nullum tempus praecessit, sed principio ut sit aliquo modo prius princi­ immediate subsequitur; instans autem in­ piato; hoc enim prae se fert ipsum principii termedium non dicetur simpliciter princi­ nomen. Immo Aristoteles, cit. loco V M epium temporis, sed tantum respective vel taph., colligit commune omni principio esse sub aliqua determinata ratione, scilicet, prin-

naturalem influit materia intrinsece cons'tituendo illam per seipsam; in generationem vero non ita, sed solum sustentando et recipiendo illam. Et haec sint per occasionem dieta de his principiis, quia illis solet per antonomasiam nomen principii rei naturalis accommodari. Denique ad hanc ultimam principii dénominationem possunt reduci aliqua exempla posita in prima et generali denominatione, quatenus in eis reperiri potest ordo per se et ab intrinseco necessarius; sic enim punctus dici potest per se principium lineae; et primus gradus, totius qualitatis; et fundamentum, domus ; quamquam in his talis modus principii per se semper reducitur ad aliquod genus influxus seu causalitatis.

330

D i s p u t a c io n e s m e ta fís ic a s

minada, a saber, principio del día o del año. Y a esta propiedad de las palabras parece que aluden los Santos cuando dicen que el Padre Eterno es principio, fuente y origen de toda deidad. Pues no hablan así porque el Padre sea el prin­ cipio de toda la naturaleza divina, porque según la fe católica la naturaleza di­ vina no tiene principio, ya que no procede de nadie, pues de lo contrario se distinguiría de él; por lo cual, como está condenada esta expresión: la esencia engendra, así también ésta: la esencia es engendrada o procede. Por consiguiente, llaman al Padre principio de la divinidad porque en aquel grado u orden —por llamarlo así— de las divinas personas de tal manera es El solo principio de las otras personas •subsistentes en la divinidad, que no tiene ningún principio; y por ello se llama principio de la divinidad, es decir, de toda comunicación de la divinidad. En cambio, el Hijo, por tener principio, no puede absolutamente lla­ marse principio de la divinidad; mientras que se le llama con verdad principio del Espíritu Santo, o de la comunicación de la divinidad por modo de espira­ ción, porque bajo tal razón no tiene principio. Así, por consiguiente, pertenece a la razón de todo principio ser anterior a aquello de que es principio; y si ab­ soluta y simplemente es principio en algún orden, será también primero en aquel orden. 9. ¿Es la forma anterior a la generación?— Se podrá decir que la forma es el principio de la generación del ser natural, y con todo de ningún modo es an­ terior a la generación por ser su término formal. Igualmente objetará el teólogo, que en las divinas personas no se encuentra ninguna prioridad propia, a pesar de que en ellas se da la razón de principio con toda propiedad. A la primera parte hay que responder que la forma es anterior a la generación en la razón de tér­ mino esencial al que se ordena la generación, la cual se reduce a prioridad en el orden de la intención. Pero no faltará tampoco quien diga que la forma es tam­ bién anterior a la naturaleza en la ejecución y en el género de causa formal; pero esto, tratando de la generación, no es acertado, porque, como dije, no es la causa propia de ella; es suficiente, por tanto, la relación anterior de la generación á la cipium diei vel anni. E t a d h an c verborum proprietatem viden tu r alludere Sancti ’, cum dicunt P atrem aeternum esse princip iu m , fontem et originem totius deitatis. Non. enim ita loquuntur quia P ater sit principium ipsius naturae divinae, quia iuxta fidem catholicsm divina n atu ra non habet principium , quia a nullo procedit, alias ab eo distingueretur; unde sicut dam natur haec locutio, essentia generai, ita et haec essentia generatur, vel procedit. V ocant ergo P a ­ trem principium diviuitatis, quia in ilio g radu seu ordine (u t ita dicam ) divinarum personarum solus ipse ita est principium aliarum personarum in divinitate subsistentium u t n ullom principium habeaf; e t ideo d icitu r principium divinitatis, id est, om nis comm unicationis divinitatis. F ilius autem , quia principium habet, non potest ab­ solute vocari principium divinitatis; dicitur autem vere principium S piritus Sancti, seu com m unicationis divinitatis p e r m odum spi-

rationis, quia sub ea ratione non habet prin­ cipium . Sic igitur de ratione om nis principii est u t sit prius eo cuius est principium ; quod si absolute et sim plìciter in aliquo or­ dine principium sit, erit etiam p rim um in ilio ordine. 9. Forma an prior generatione.-— D ices: form a est principium generationis rei naturalis et tam en nullo m odo est prior ge­ neratione, cum sit form alis term inus eius. Item obiiciet theologus in divinis personis nullam propriam prioritatem inver.iri, cum tam en in eis sit propriissima ratio principii. A d priorem partem respondetur form am esse priorem generatione in ratione term ini per se, ad quem ordinatur generatio, quae revocatur ad prioritatem in ordine intentionis. N on deerit tam en qui dicat form am etiam esse priorem natura in exsecuriono et in ge­ nere causae formalis ; sed id non recte dicitur respectu generationis, quia, u t dixi, non est propria causa illius; satis ergo est prior

1 Concil. T olet. V I e t X I, in p rin c .; D ionys., c. X de Caelest. H ierarch., et I I de Divin. nom inib., c. D am nam us, de S um m a T rin it. et Fide cathol.; Nazianz., orat. 2 9; Athanas., orat. in illud dictum , D eus de D e o ; Aug., IV de T rin it., c. 20.

Disputación X II.— Sección I

331

forma para que ésta sea su principio, sea lo que fuere de la propia causalidad acerca de ella. Podrá objetarse que, por consiguiente, el acto puede llamarse prin­ cipio de la potencia, porque aun cuando sea posterior a la potencia en la gene­ ración o en el tiempo, con todo es el término al que esencialmente tiende la po­ tencia y del que toma su especie; por lo cual, la naturaleza es anterior en el orden de la intención. Se responde en primer lugar concediendo la consecuencia en dicho género de principio especificativo; pues ¿qué inconveniente hay? Ade­ más, existe una razón mucho mayor acerca de la forma respecto de la generación, porque la forma es de tal modo extrínseca a la generación que inseparablemente e íntima y esencialmente la tiene unida, de tal manera que no puede concebirse la generación actual sin que allí intervenga la forma informando actualmente; en cambio, el acto es más extrínseco a la potencia. 10. La segunda parte de la dificultad pertenece más bien a los teólogos. En­ tre ellos, la diversidad es más bien tal vez en el modo de hablar que en la rea­ lidad. Así, pues, Santo Tomás, en I, q. 42, a. 3, in corp„ aunque conceda que en las divinas Personas hay orden de origen, niega con todo que absolutamente sea una anterior a la otra, porque en la Trinidad —dice— hay un orden de na­ turaleza sin prioridad. Y en la solución ad 2 explica que allí no hay ni prioridad de naturaleza ni de entendimiento, porque aquellas personas no sólo son rela­ tivas sino que subsisten en una misma naturaleza; por lo cual, n i de parte de la naturaleza pueden tener prioridad, ya que ésta es la misma, ni de parte de las relaciones, puesto que los correlativos son simultáneos en la naturaleza y en el entendimiento. Por ello, el mismo Santo Doctor, en la referida q. 33, a. 1, ad 3 responde de tal modo a la dificultad de que ahora nos ocupamos que parece negar nuestra aserción. Dice, en efecto, que aunque el nombre del principio haya sido tomado de la prioridad, con todo no significa prioridad, pues es frecuente que en un nombre sea distinto aquello que significa y aquello de que se parte para imponerle significación. N i se contradice Santo Tomás cuando en I, q. 40, a. 4, dice que la persona que produce es, según nuestro modo de concebir, an­ terior a la persona producida. Pues allí habla de nuestro modo de concebir im-

habitudo gencrationis ad form am u t haec sit principium illius, q u idquid sit de p ro ­ pria causalitate respectu illius. D ices: ergo actus vocari poterit p rincipium potentiae, quia, licet sit posterior generatione vel tem ­ pore quam potentia, tam en est term inus quem per se respicit potentia e t a quo speciem su m it; unde natura est prior ordine intentionis. Respondetur prim o concedendo sequelam in eo genere principii specificantis; quod enim est inconveniens? D einde multo m aior est ratio d e forma respectu generationis, quia form a est ita extrinseca generationi, ut inseparabiliter e t intim e ac essentialiter habeat Ulani coniunctam , ita u t non possit intelligi actualis generatio quin ibi interveniat form a actu inform ans; actus vero est magis extrinsecus potentiae. 10. Altera pars obiectionis ad theologos magis pertinet. In te r quos diversitas quaedam est fonasse potius in m odo loquer.dì quam in re. D . T hom as itaque, I , q. 42, a. 3, in corpore, licet concédât inter

divinas personas esse ordinem originis, negat tam en sim pliciter unam esse priorem alia, quia in T rin itate (inquit) est ordo na­ turae sine prioritate. E t in solutione ad 2 declarat ibi n ec prioritatem naturae esse nec intellectus, quia illae personae et relativae sunt e t in unam et natura subsistunt; unde nec ex parte naturae habere possunt prio­ ritatem cum ilia eadem sit, nec ex parte relattonum cum correlativa sint sim ul na­ tura e t in te lle c ts Q uapropter idem D octor sanctus, dicta q. 33, a. 1, ad 3, its respon­ d s difficultati quam nunc tractam us u t negare nostram assertionem videatur. D icit enim quamvis nom en principii sum ptum sit a prioritate, non tam en significare priorita­ tem . N am frequens est u t in nom ine aliud sit quod significet, aliud vero illud a quo ad significandum im ponitur. N ec sibi est contrarius D . T hom as, cum I , q. 40, a. 4, inquit personam producentem esse nostro m odo intelligendi priorem persona producta. N am ibi loquitur de m odo intelligendi noS'

332

Disputaciones metafísicas

perfecto y confuso; en cambio, en el otro lugar trata de la inteligencia perfecta que se debe a las cosas mismas tales como son en sí. Y así lo entienden Caye­ tano y los tomistas, y con ellos concuerda sustancialmente Durando, In /, dist. 9, q. 2, y dist. 20, q. 2. Y es ésta una sentencia bastante probable y aquel modo de hablar muy prudente y seguro; de acuerdo con esta opinión, puede limitarse nuestra aserción de modo que se entienda metafísicamente, no teológicamente; es decir, acerca del principio que conoce la luz natural, no del que revela la fe sola. A pesar de todo, Escoto, In /, dist. 12, q. 2, y dist. 28, q. ult., a quien sigue Gabriel, In I, dist. 9, q. 3, concede que, como en las divinas personas una es principio de la otra, así también es anterior no en duración, perfección o na­ turaleza, sino solamente en el origen. Pues esta prioridad no incluye imperfec­ ción y queda necesariamente incluida en la misma razón de principio prodú­ ceme. Una y otra cosa es clara porque sólo importa en la persona prodúceme que tenga el ser independientemente de tal origen, según el cual una persona procede de otra; como el Padre que tiene el ser sin generación y el Hijo sola­ mente por la generación; y uno y otro lo tienen sin espiración, y en cambio el Espíritu Santo lo tiene solamente por espiración. Este género de prioridad entre cosas correlativas no puede ser hallado en los seres creados porque una cosa relativa en cuanto tal no procede de otra; en cambio, en las personas divinas se encuentra la procesi6n-.de un correlativo respecto de otro, en cuanto son tales. Y según esta opinión, nuestra aserción es verdadera umversalmente; pues si se encuentra verdadera en las personas divinas, mucho más en las creadas. Y no es de maravillar, porque como la razón de principio es singular en aquellas personas, así también el modo de prioridad ha de ser peculiar y de clase muy diferente de todos los que se encuentran en las criaturas. Y este modo de hablar es también probable, y en la realidad (así me parece a mí) no contradice a Santo Tomás porque él no negó nunca expresamente este género de prioridad en las personas divinas, sino otros que se encuentran en las criaturas. Sin embargo, se calló y no usó nunca, aquella locución, sino que la llamó orden de origen y no de prio­ ridad. Y ciertamente no le faltó motivo para esto, sea porque en las cosas divi­ nas se ha de imitar el modo de hablar de los Padres, entre los cuales nunca se tro im perfecto et confuso. I n altero autem loco agit de intelligentia perfecta quae re­ bus ipsis prout in se sunt, debetur. E t ita in telligunt Caietanus et thom istae, e t cum eis in re concordat D urandus, In I, dist. 9, q . 2, et dist. 20, q. 2. E stque haec sententia satis probabilis, m odusque ille loquendi cautus est et securus; iuxta quant opinionem assertio nostra lim itari poterit u t m etaphysice intelligatur, non theologice, id est, de principio quod lum en naturae cognoscit, non quod sola fides revelat. Nihilom inus Scotus, I n I , dist. 12, q. 2, et dist. 28, q. ultim a, quem sequitur Gabriel, In I , dist. 9, q . 3, concedit sicut in divinis personis una est principium alterius, ita esse priorem non duratione, perfectione au t natura, sed origi­ n e tantum . N am haec prioritas im perfectionem non includit, et in ipsa ratione princip ii producentis necessario includitur. U tru m que patet, quia solum im portât in persona p roducenti quod habeat esse absque tali origine, secundum quam alia persona ab illa pro ced it; ut P ater habet esse absque generatione, Filius vero non nisi p er genera-

tionem ; et uterque habet esse absque spiratione, Sanctus vero Spiritus non nisi per illam. Q uod genus prioritatis in ter correlativa non potest in creatis rebus inveniri, quia unum relativum u t taie est, non pro­ cedit ab alio; in divinis autem reperitur processio unius correlativi ab alio, quatenus talia sunt. E t iuxta hanc sententiam , assertio nostra universaliter verum h a b e t; nam si in divinis personis vera invenitur, m ulto magis in creatis. N o n est autem m irum quod sicut ratio principii in illis personis singularis est, ¡ta etiam m odus prioritatis sit pe­ culiar^ e t longe alterius rationis ab om ni­ bus qui in creaturis inveniantur. E stque hic m odus loquendi etiam probabilis et in re (u t opinor) non contradicit D . T hom as, quia ipse nunquam expresse negavit hoc priori­ tatis genus in divinis personis, sed alia quae in creaturis inveniuntur. T acu it tarnen, nunquam que usus est ilia locutione, sed ordinem originis appellavit, non prioritatem . E t sane non sine causa, turn quia in rebus divinis m odus loquendi P atru m im itandus est, apud quos ilia Iocutio no n rep eritu r;

D ispu tación X I L — S ección I

333

halla dicha locución, sea también porque la prioridad de origen no es de prio­ ridad absoluta tal como se encuentra en las divinas personas, ya que la prioridad afirmada absolutamente y sin condiciones parece indicar una cierta imperfección en aquella cosa que se dice posterior. Igualmente, porque se llama absolutamente primero a aquello que puede existir o al menos ser entendido exactamente sin ningún otro; pero una persona divina no se compara con otra de ninguno de estos modos. Y lo que algunos añaden, que una persona divina es anterior a otra en el orden de enumeración natural, a la manera como nombramos a una per­ sona como primera, segunda, tercera, esto, digo, no es algo distinto de lo prece­ dente, ya que este modo de enumerar no se funda sino en la prioridad de ori­ gen, por lo cual en realidad no indica otro género de prioridad; y este modo de enumeración explica muy bien que este modo de prioridad de origen, si se explica con palabras apropiadas y sentido recto, no es enteramente ajeno al modo de hablar de la Iglesia y de los Doctores. Por lo cual, añadiéndole esto puede aceptarse y es suficiente para que, en general, sea verdad que todo principio es de alguna manera anterior a aquello de que es principio; aun cuando esto per­ manezca siempre de un modo singular en la Trinidad, porque mientras la razón de principio le conviene absoluta y simplemente a una persona respecto de otra, por su parte la razón de anterior se le atribuye sólo con aditamentos y limita­ ciones, ya que aquello, tomado absolutamente, no parece incluir ninguna im­ perfección en un extremo, y esto último, en cambio, incluye alguna. Por con­ siguiente, la prioridad de origen explicada al modo dicho es suficiente para que la verdadera razón de principio se encuentre en las cosas divinas; por lo cual, lo que dice Santo Tomás, que el nombre de principio ha sido tomado de la prio­ ridad pero que no significa ésta, si se entiende por prioridad la absoluta y po­ sitiva prioridad que designe una imperfección en el principiado, es verdadero; con todo, si se habla de una anterioridad puramente cuasi negativa bajo aquella misma razón en la que se dice principio, en este sentido no sólo se h a tomado el nombre de principio de la prioridad, sino que también la designa y requiere con la debida proporción, como se declaró y consta por la definición de Aristó­ teles y por todas las cosas aducidas.

turn etiam quia prioritas originis non est absolutae prioritatis, p ro u t in divinis personis reperitur, quia prioritas sim pliciter et sine addito asserta im perfectionem aliquam in re quae posterior d icitu r indicare videtur. Item quia illud d icitu r absolute p riu s quod pot­ est aut esse a u t saltern exacte intelligi sine alio ; una vero p ersona divina neutro m odo ad aliam com paratur. Q uod vero add u n t aliqui, unam personam divinam esse priorem alia in ord in e naturalis enum erarionis, quomodo prim am , secundam e t tertiam p er­ sonam num eram us, hoc (inquam ) non est diversum a praecedenti, nam h ie m odus e n u m erandi n on fu n d atu r n isi in prioritate o n ginis, unde in re ipsa n o n indicat aliud prioritatis g en u s; declarat autem optim e ille enum erandi m odus h u n c m odum prioritatis originis, si congruis verbis e t sano sensu d e claretur, n o n esse o m n in o alienum a m odo loquendi Ecclesiae e t D octorum . U n d e cum illo addito acceptari potest; sufficiensque est u t in univ ersu m v eru m sit om ne principium

esse aliquo m odo prius eo cuius e st p rin ­ cip iu m ; quam vis hoc scraper m aneat singo­ lare in T rin itate, quod cum ratio p rin d p ii absolute et sim pliciter conveniat uni personae respectu alterius, ratio autem prioria so­ luto c u m addito e t lim itatione trib u a tu r; nam illud absolute dictum nullam imperfec­ tionem in altero extremo, hoc vero aliquam indicare videtur. F rioritas ergo originis dicto m odo esplicata, satis est u t vera ratio p rin ­ cipi! in divinis in v en iatu r; u n d e quod D . T hom as ait, nom en principi! su m p tu m esse a prioritate, no n vero significare illam , si p er prioritatem intelligat absolutam e t positivam prioritatem quae im perfectionem conn o tet in principiato, verum e s t; si tam en sit serm o de pu ra antecessione quasi negativa, sub ea ratione sub qua principium dicitur, sic n o n solum nom en p rin d p ii sum ptum est a prioritate, sed etiam illam significai e t req u irit cu m proportione debita, u t declaratum est e t constat ex definitione Aristotelis e t ex om nibus adductis.

334

D i s p u t a c io n e s m e ta fís ic a s

Se termina la descripción del principio en común 11. Conexión requerida entre principio y principiado.— En segundo lugar¡ se infiere de lo dicho que para la razón de principio no basta con que sea anterior a otro, sino que es menester que entre aquellas cosas haya una cierta cone­ xión o resultancia de uno respecto del otro que se denomina principio. Esto se ve claro por el modo común de pensar de los hombres y fácilmente se declara por la inducción. Pues el hombre que nació ayer no es principio del que nace hoy, aunque sea anterior a él; y en las personas divinas, si el Espíritu Santo no procediera del Hijo, el Hijo no podría llamarse su principio, aun cuando de alguna manera pudiera pensarse como anterior según la razón, a saber, a la ma­ nera como el acto del entendimiento se dice anterior al de la voluntad. Es por tanto necesaria alguna conexión o consecución; y por ello, de acuerdo con los diversos modos de tal consecución, es también diversa la denominación de prin­ cipio; efectivamente, a veces surge del sitio, a veces de la sucesión intrínseca, a veces de la dimanación, y así de otras cosas enumeradas anteriormente. Y todo esto lo indicó Aristóteles en el referido lugar del libro V de la Metafísica cuando dijo que el principio es lo primero de donde algo es, etc., pues aquella palabra de donde indica la referida conexión o consecución. Pero esto se ha de entender con la debida proporción, pues puede ser principio en acto y en potencia, y de una y otra forma requiere la relación a otro que le sigue a él, sea en acto o en po­ tencia. 12. Una división del principio general.— Qué es principio intrínseco y qué extrínseco.— Y así se termina la descripción del principio tomado en común y de modo confusísimo que trae Santo Tomás con estos términos en I, q. 33, a. 1: Principio es aquello de lo que algo procede de cualquier modo; en donde aque­ lla palabra procede no ha de ser tomada estrictamente como verdadero origen, sino como cualquier clase de consecución o conexión, como hasta aquí hemosdicho; y para significar esto añade tal vez Santo Tomás aquella partícula de cualquier modo. Y en este sentido ha sido tomada aquella definición del referido ratis. A tque hoc totum significavi Aristoteles, dicto loco V M etaph., cum dixit p r in ­ c ip iu m e s s e p r i m u m u n d e a liq u id e st , etc. ; 11. In te r p r in c ip iu m et p r in c i p ia tu m nam illa dictio u n d e praedictam connexioc o n n e x io r e q u is ita . — Secundo infertur ex nem vel cùnsecutionem indicai. E st autem dictis ad rationem p rin cipii non satis esse u t hoc cum proportione intelligendum ; nam sit prius alio, sed necessarium esse u t inter esse potest principium in actu et in potentia, illa sit aliqua connexio vel consecutio unius et utroque m odo requirit habitudinem ad al­ ab alio quod principium denom inatur. H oc ternili, quod ad illud consequitur vel actu patet ex com m uni m odo concipiendi hovel potentia. m inum , et inductione facile declaratur. N am 12. P r in c ip ii g e n e r a lis quaedam d iv i­ hom o heri natus n o n est principium eius d o .— I n tr ìn s e c u m p r in c i p iu m q u o d , q u o d qui hodie nascitur, licet sit prior ilio; et v e r o e x t r in s e c u m . — A tque ita concluditi« in divinis, si Spiritus Sanctus non procede­ descriptio principii in com m uni et confusis­ re i a Filio, Filiu s n o n posset dici principium sime sum pti, quam sub his term inis D . eius, etiam si cogitari aliquo m odo posset T hom as tradit, I , q. 33, a. 1 : P r in c ip iu m ratione prior, eo, scilicet, m odo quo actus e st id a q u o a liq u id p r o c e d it q u o c u m q u e intellectus dicitur p rio r actu voluntatis. Est m o d o ; u bi verbum illud p r o c e d it non est ergo necessaria aliqua connexio vel conse­ sum endum stricte prò vera origine, sed prò cu tio ; et ideo iuxta varios m odos talis conquacum que consecutione vel connexione, ut secutionis, varia etiam est denom inatio p rin ­ hactenus locuti sum us; et ad hoc siguificancipii; interdum enim o ritur ex situ, interdum addidit fonasse D . T hom as illam pard um ex successione intrinseca, aliquando ex ticulam q u o c u m q u e m o d o . Atque hoc sensu dim anatione, et sic d e aliis superius enum eD e s c r ip tio p r in c i p ii i n c o m m u n i c o n s u m m a tu r

D ispu tación X II.— S ección I

335

lugar de Aristóteles, que dice que el principio es aqu ello d e d o n d e algo e s. E n efecto, parece que intencionadamente ha evitado usar ningún verbo que signi­ fiqué origen u otro modo de emanación, de tal manera que por medio de esa partícula d e d o n d e abraza todo modo de conjunción o consecución. Sin em bar­ go, añade, para una explicación mayor, que el principio es aqu ello d e d o n d e a lg o es, o se hace o se con oce; de tal modo que juntamente con la descripción expli­ case una cierta división de los principios, ya que a estos tres miembros ahora referidos pueden quedar reducidos todos los principios, sobre todo los que son esenciales, pues los que son accidentales difícilmente pueden ser reducidos a un cierto plan sino en la medida en que sean reductibles a los esenciales. Así, por tanto, todos los principios, o bien son principios de la cosa en su hacerse, o son principios de la cosa en su ser, y a estos dos miembros se reducen todos los prin­ cipios de las cosas, ya que en ellas no puede concebirse otro estado intermedio entre el hacerse y el ser, y no siempre el principio de la efección es el principio de la constitución de la cosa, como se ve claramente en la privación. Y bajo el principio de aquello que se hace queda comprendido todo principio de movi­ miento o de operación en cuanto tal, o de cualquier ente sucesivo, pues todas estas cosas tienen su ser en proceso; y en cambio, bajo el principio de aquello que es quedan incluidos todos los principios de las casas que de alguna form a tienen su ser — como suele decirse— ya realizado. Pero, porque también las cosas sucesivas y las mismas acciones de alguna manera son, por ello tomando con más generalidad el verbo es, suelen decir los teólogos que p rin c ip io e s aqu e­ llo d e don de algo es. Y del mismo modo podría quedar comprendido en esas pa­ labras el principio del conocimiento y queda realmente comprendido si se con­ sidera el conocimiento en cuanto que es una cierta realidad que se hace o es; sin embargo, con toda razón añadió Aristóteles un tercer miembro acer­ ca de los principios del conocimiento para significar que no siempre el p rin­ cipio de conocimiento es principio de la cosa conocida, sino que con frecuencia son diferentes los principios de la cosa en su ser conocido de los principios de la cosa misma en su ser o en su hacerse. Y no añadió especialmente u n princi­ pio de amar, porque éste no es otro más que el principio del ser o del conocer. Y con esto consta suficientenmte no sólo la explicación sino también la división sumpta est illa definitio ex praedicto loco Aristotelis, dicentis prin cip ium esse id unde aliquid est. C onsulto enim videtur abstinuisse a peculiari verbo significanti originerò vel alium m odum em anationis, u t p e r ili am particular!) unde om nem m odum coniunctionis seu consecutionis co m plecteretur. A ddit vero ad m aiorem explicationem princi­ pium esse id unde aliquid est, aut fit, out cognoscitur, u t sim ul cum descriptione generalem quam dam divisionem principiorum explicaret; ad illa enim tria m em bra m odo comm emorata possunt om nia principia revocari, praesertim ea quae su n t p e r se ; n a ta quae sunt p er accidens, vix possunt a d cer­ tain m ethodum revocari, nisi quatenus re d u cu n tu r ed ea qu ae su n t p e r se. Sic igitur principia om nia a u t su n t principia rei in fieri, aut principia rei in esse, e t ad haec duo m em bra red u cu n tu r om nia principia rerum , quia n on potest intelligi in rebus alius status nisi in fieri, vel in esse; e t n o n sem per principium effectionis est principium constitutionis rei, u t p a te t in p riv a to n e . S ub

principio autem eius quod fit, c o m p reh en ­ d in g om ne principium m otus vel operationis u t sic, vel cu iuslibct rei successivae, n a m ista om nia h a b en t suum esse in fie ri; su b principio vero eius quod est, in clu d u n tu r om nia principia reru m quae aliquo m odo hab en t esse (u t aiunt) in facto esse. Q uia vero etiam res successivae e t actiones ipsae aliquo m odo su nt, ideo generalius sum endo v e rb u m est dici solet a t theologis principium esse id unde aliquid est. A tq u e eodem m odo p o sset su b his verbis com prehendi p rin c i­ p iu m cognitionis, e t revera com p reh en d itu r, si cognitio consideretur quatenus quaedam re s e st quae fit vel e s t; m erito tam en A risto teles tertiu m m em b ru m adiunxit de p rin cipiis cognitionis, u t significaret non sem per p rincipium cognitionis esse p rincipium rei cognitae, sed saepe alia esse principia rei in esse cognito a principiis eiusdem rei in esse a u t fieri. N o n a d d id it au tem in speciali p rincipium am andi, quia hoc n u llu m e st nisi vel p rin cip iu m essendi vel cognoscendi. A tq u e ex his satis c o n stat tu rn descrip tio ,

336

D is p u t a c io n e s m e ta fís ic a s

dada por Aristóteles, división — digo— que es trimembre. Después de ella añade Aristóteles otra bimembre, diciendo que uno es el principio intrínseco y otro el extrínseco, que es la subdivisión de los primeros miembros, como él mismo in­ dica bastante claramente. Y a aquella división trimembre reduce todas las acep­ ciones de principio que había enumerado arriba y todas las otras que pueden pensarse. N i se preocupó de enumerar todas las significaciones de la misma pa­ labra, cosa que sería laboriosa e inútil, sino solamente aquellas que o bien eran las más usadas o por las cuales podían conocerse fácilmente las demás. Y por ello juzgo inútil buscar escrupulosamente otro motivo de suficiencia de aquella enu­ meración. Y si alguien desea una disputación pormenorizada de este punto, lea a Fonseca en el libro V M etaph., c. I, a lo largo de siete cuestiones, y princi­ palmente en la cuarta. Se explica la analogía del principio 13. En tercer lugar, , se infiere de lo dicho que el principio no se dice en sentido meramente equívoco de todos los miembros que están contenidos bajo él y que han sido enumerados arriba, puesto que no solamente les es común el nombre sino también alguna razón expresada por el nombre. Pero suele du­ darse de si ésta es unívoca o análoga. A esto hay que responder brevemente que no puede ser unívoca. Porque en un principio pueden considerarse tres cosas: una es la cosa misma que se denomina principio; otra, la relación propia según el ser que se concibe entre el principio y lo principiado; y la tercera es aquello que se concibe como la razón próxima d'j fundar tal relación, que es la conse­ cución o dimanación del principiado respecto del principio. Ahora bien, en nin­ guna ¿e estas tres cosas convienen unívocamente todas aquellas cosas que se de­ nominan principios. Lo primero es claro, porque se llama principio no sólo al ente increado sino al creado, ni sólo al ente real sino al de razón; pero estas co­ sas no convienen unívocamente en alguna razón propia e intrínseca; luego. Y la misma razón puede darse de lo segundo, pues también la relación de principio es común a la creada y a la increada, aunque esta última la desconozca la Éobris quae sub ilio continentur superiusque num erata sunt, quandoquidem non tantum nom en sed etiam aliqua ratio nom inis est illis comm unis. D ubitari vero solet an sit univoca vel analoga. A d quod breviter dicendum est non posse esse univocam. T ria enim possunt in principio considerati : unum est res ipsa quae denom inatur principium ; aliud propria relatio secundum esse, quae principii ad principiatum concipitur; tertium est id quo d intelligitur tam quam proxima ratio fundandi illam relationem , quae est consecutio fila seu dimanatio principiati a principio. I n nullo autem ex his conveniunt univoce ea om nia quae principia dicuntur. Prim um patet, quia principium de­ nom inatur non tan tu m ens increatum , sed etiam creatum , nec solum ens reale, sed etiam rationis ; sed haec n o n conveniunt univoce in aliqua ratione propria et intrinseca; ergo. Atque eadem ratio fieri potest de Analogia principii declaratur secundo; nam etiam relatio principii com ­ 13. Tertio ex dictis inferrar principium munis est ad creatam et increatam, quamvis hanc posteriorem philosophia non agnoscat. non dici m ere aequivoce de om nibus m em -

tum etiam divisio ab Aristotele tradita, divisio (inquam ) dicta quae est trim em bris. Post illam veto subiungit Aristoteles aliam bim em brem dicens aliud esse prindpium intrinsecum, aliud extrinsecum, quae est subdivisio priorum m em brorum , u t ipsem et sa­ tis d a re indicai. A tque ad illam trim em brem divisionem revocat omnes acceptiones principii, quas supra num eraverat, et omnes alias quae exeogitari possunt. N on enim sollicitus fu it in enum erandis om nibus significationibus ipsius vocis, q u o d prolixum esset et m i­ nime necessarium, sed eas quae vel erant magis usitatae vel ex quibus aliae facile poterant cognosci. E t ideo supervacaneum censeo scrupolose inquirere aliam sufficientiam illius enum erationis. Good si quis copiosam de illa re disputationem requirat, le­ gai Fonsecam, lib. V M etaph., c. 1, per quaesriones septem , praesertim in quarta.

D i s p u t a c ió n X I I . — S e c c i ó n I

337

sofía. Igualmente a las relaciones reales y de razón. Y con lo dicho puede con­ cluirse lo mismo acerca del tercer punto: en primer lugar, porque es tan grande la variedad en aquellas razones o conexiones de los principiados con los princi­ pios'.que apenas convienen entre sí más que en el nombre y en alguna proporcio­ nalidad En segundo lugar, porque cuando aquello que se denomina principio es un ente solamente de razón, el motivo de fundar la relación de principio no puede ser real; en cambio, en las otras cosas existe coa frecuencia una verda­ dera dimanación y procesión real. Por otra parte, ésta, a veces, es creada; a ve­ ces, increada; existe, por tanto, también en estas cosas ia misma razón de ana­ logía. Finalmente, porque los principios que se denominan así únicamente por alguna sucesión temporal u orden local y otra conexión accidental semejante, distan mucho de los principios esenciales y muchísimo más de los que son tales por un influjo y causalidad verdadera. N i se opone a esta analogía la unidad de !a explicación dada, pues los términos de que ésta consta son de tal modo tras­ cendentales que encierran en sí la analogía. Ni se opone tampoco el que casi siempre se diga principio absolutamente y sin adiciones, acerca de cualquiera de los significados arriba expuestos; pues esto puede suceder o bien por causa de una proporcionalidad clara y evidente, o porque consta por la materia de que se trata en qué significado se toma la palabra, o ciertamente por alguna razón propia e intrínseca de principio, según lo que diremos después al tratar de ¡a analogía del ser. 14. Un mismo nombre respecto de diversas cosas es análogo con analogía de atribución y de proporcionalidad.— Orden de imposición de la vos principio a sus significados.— Preguntará tal vez alguien de qué cíase es esta analogía y de qué significados se dice primariamente el principio. De este punto tratan ex­ tensamente los comentaristas en el referido libro V de la Metafísica, c. 1 . Yo, sin embargo, brevemente, pienso que esta analogía no es una sino múltiple res­ pecto de los diversos significados: pues no hay contradicción en que el mismo nombre que significa primariamente una cosa se transfiera a las demás; a unas, por atribución, y a otras, en cambio, por proporcionalidad. Como sano, que sig­ nifica primariamente un animal y por atribución significa la medicina y por proItem ad reiationes reales e t rationis. E t ex his idem concludi potest de tertio : prim o quidem , quia tanta est varíelas in illis rationibos seu connexionibus principiatorum cum principiis u t vix inter se conveniant nisi in nom ine et proportionaiitate aliqua. Secundo, quia quando id quod denom inator principium est ens rationis tan tu m , ratio fundandi relaiionem principii n o n potest esse realis; in aliis vero rebus saepe est vera dim ana­ do et processio reaiis. R ursus haec interdum est creata, interdum increata; est ergo in his eadem rado analogiae. T an dem , quia princi­ pia quae solum ob successionem tem poris aut ordinem situs, vel aliam sim ilem accidentalem connexionem sic denom inantur, longe distant a principiis p e r se e t m axim e ab iilis quae per veruna influxum e t causalitatem taha sum . Ñ eque huic analogiae o bstat unitas descriptiom's d a ta e; n a m term ini quibus illa constat adeo sum transcenden­ tales u t analogiam in se involvant. Ñ eque edam obstat quod fere sem per absolute e t sine addito principium d icatur de quocum -

q a e significato suora p o s i» ; nam hoc a c o ­ dere potest vel propter proportionalitatem clarara et DOtam, vel quia ex subiecta m ateria const 2 t in qua siunificatione sum atur vox, vel certe propter aliquam propriam et in trin secam rationem principii, iuxta ea quae inferius dicemus de analogia entis. 14. Idem respecta diversorum et attributionis et proportionalitatis amlogum.— Ordo

impositionis vocis principium ad sua signifi­ cata.— Q uaeret autem ferrasse aliquis qualis sit haec analogia et de quibus significati: prin­ cipium prim ario dicatur. D e qua re m ulta dicunt interpretes, dicto lib. V M etaph., c. 1. Ego tam en breviter censeo hanc analogiatn non esse im am , sed m ulticiicem re­ specto diversorum significatorum : non enim repugnat idem nom en prim ario significans rem aliquam , ad quasdam alias transferri p er attributionem , ad alias vero per proportio­ nalitatem . U t sanum prim ario significans animai, per attributionem significat m edicinani, per propordonalitatem vero pom um in-

zz

338

Disputaciones metafísicas

porcionalidad una manzana entera y sin pudrir. Esto, por consiguiente, es lo que pienso que se ha de decir acerca del nombre de principio respecto de sus signi­ ficados. Pero hay que considerar que una cosa es hablar de la primera imposi­ ción de esta voz, tal como ha sido hecha por los hombres, y otra de la cosa sig­ nificada por ella, como en un caso parecido distingue Santo Tomás, I, q. 13, a. 6. Del primer modo, pienso que esta voz ha sido impuesta para significar el prin­ cipio del movimiento o del tiempo, pues dado que los primeros filósofos no co­ nocían más que las cosas corpóreas, en ellas distinguieron primeramente el prin­ cipio, el medio y el fin; y esto parece que fue conocido primeramente partiendo del movimiento o de alguna acción; y por esto es verosímil que el nombre de principio fuese impuesto primeramente para significar el principio del movi­ miento o de la acción o la parte aquella de la magnitud por la que el movimiento empieza. Y quizá quería decir esto Aristóteles en primer término al enumerar esta acepción. Partiendo de esto se derivó la voz por proporción o proporciona­ lidad a los otros significados. 15. Qué significa principio primariamente y secundariamente.— Pero en cambio, en cuanto a la cosa significada, esta voz significa preferentemente los principios esenciales antes que los accidentales; y principalmente aquellos que son principios por un influjo verdadero y real, porque en éstos es mucho más verdadera y propia la dimanación de uno respecto del otro y el origen que el nombre de principio lleva en sí. Y esta razón de principio está unida con la causalidad respecto de las criaturas y conviene tanto a Dios como a las criaturas; y de este modo puede decirse de Dios y de las criaturas según la analogía de atribución; por ejemplo, el ser principio eficiente se dice analógicamente de Dios y de las criaturas, pero no sólo según una proporcionalidad sino por causa de una verdadera y real conveniencia, que es, sin embargo, análoga y que incluye la atribución, como explicaremos más abajo en general tratando de la analogía del ente para Dios y las criaturas. Y lo mismo puede decirse del principio final y ejemplar. E n cambio, cómo la razón de principio sea común al principio efi­ ciente, final y ejemplar, pertenece a la división de la causa en estos miemfcros y en otros, acerca de lo cual trataremos más abajo. Y en Dios solo, en las ope­ raciones ad intra (de lo cual no se ocupa la filosofía) se halla la verdadera razón tegrum et incorruptum. Sic igitur dicendum censeo de principii nomine respectu suorum significatorum. Est autem considerandum aliud esse loqui de prima impositione huius vocis prout ab hominibus facta est, aliud de re significata per illam, ut in simili di­ stinguí D. Thomas, I, q. 13, a. 6. Priori modo existimo hanc vocem impositam esse ad significandum principium motus vel temporis, nam quia priores philosopha non cognoscebant nisi res corporales, in eis primum distinxerant principium, medium et finem; haec autem videntur primum cognita ex motu seu actione aliqua; et ideo verisi­ mile est nomen principii primum fuisse im­ p o s ta n ad significandum principium mo­ tus vel actionis, vel partent illam magnitudinis a qua incipit motus. Et fortasse hoc sig­ nificavi! Aristoteles primo loco hanc acceptionem enumerans. Hinc vero derivata est haec vox per proportionem vel proportionalitatem ad alia significata. 15. Quid primario, secundario quid signìficet principium.— At vero quantum ad

rem significatam principalius significat haec vox principia per se, quam per accidens; et ea praesertim quae sunt principia per verum et realem influxum, quia in his est multo verior et proprior dimanatio unias ab alio et origo quam nomen principii frae se fert. Haec autem ratio principii curr causalitate coniuncta est respectu creaturarjm, et con­ venir tum Deo, tum edam creaturis. Et hac ratione potest de Deo et creaturis dici secundum analogiam attribuì ionis; verbi grada, esse principium efficirns analogice dicitur de Deo et creaturis, non secundum Proportionalitäten! tantum, sed propter veram et realem convenientiam, analogam ta­ rnen et includentem attributionem, ut inferius generaliter explicabimus in analogia entis ad Deum et creaturas. Et idem dici potest de principio finali vel exemplari. Quomodo vero ratio principii communis sit principio efficienti, finali et exemplari, pertìnet ad divisionem de causa in haec et alia membra, de qua .infra dicemus. In solo autem Deo ad intra (quod philosophja non

Disputación X II.— Sección I

339

de principio positivo y esencial con verdadero influjo y producción sin causali­ dad, que es una clase de principio más elevada y admirable. I 16. Cómo se dice el principio de Dios en cuanto que es principio de Dios y de las criaturas.— Por lo cual suelen investigar con todo derecho los teólogos si el principio en común, incluso dicho del mismo Dios en cuanto que es prin­ cipio de las criaturas, o en cuanto que una persona divina es principio de otra, es unívoco o análogo. Algunos piensan que es análogo y que se dice de Dios con prioridad en las emanaciones ad extra que en las ad intra, porque la criatura pro­ cede de Dios no sólo según la persona, sino también según su naturaleza y esencia; y por ello parece que hay mayor razón de principio en Dios respecto de las criaturas que en el Padre Eterno respecto del Hijo, cuya persona produce pero no su naturaleza. Y se confirma porque la razón de principio respecto de las criaturas es absoluta y esencial, y la otra, en cambio, es relativa y nocional; ahora bien, las cosas que son esenciales, por sus propios conceptos parecen más importantes y anteriores a las nocionales. Se confirma en segundo lugar porque la potencia absoluta en Dios se dice de la potencia productiva ad extra con prio­ ridad sobre la ad intra; por lo cual Dios es absolutamente omnipotente por su potencia operativa ad extra, pero no ad intra, pues de lo contrario el Espíritu Santo no sería omnipotente por no poder producir ad intra. Ahora bien, existe la misma razón para el principio que para la potencia, ya que es principio por razón de la potencia. Y así piensa D urando, In I, dist. 29, q. 1. 17. A otros, en cambio, les agrada más que sea análogo, pero con una prio­ ridad del principio ad inira sobre el ad extra, sea porque la relación de principio a las criaturas es de razón y entre las personas divinas es real, sea también por­ que el principio es aquello de donde algo es; pero la criatura es analógicamente respecto de la persona divina procedente, porque ésta procede en su ser increado y aquélla en el creado; luego aquella procesión es mucho más noble, incluso según la analogía; por consiguiente, también la razón de principio que responde a ella se dice con prioridad de la ' emafiación ad intra que ad extra. Y de esta opinión parece que es Santo Tomás en I, q. 33, a. 1, ad 4, y a. 3. Pero en di­ chos pasaies no trata del nombre de principio sino del nombre de padre, acerca agnovit) reperitur vera ratio principii posi­ tia simpliciter in Deo prius dicitur de potivi ac per se cum vero influxu seu protentia producendi ad extra quam ad intra; unde Deus simpliciter est omnipotens per ductione absque causalitate, quae est altior potentiam operandi ad extra, non vero ad et mirabilior ratio principii. 16. De Deo, ut Dei et creaturarum prin-intra; alias Spiritus Sanctus non esset om­ nipotens, eo quod ad intra producere non cipium est, qualiter dicatur principium.— possit. At vero eadem est ratio de principio Uttde merito solet a theoiogis inquirí an quae de potentia, cum principium sit ratione princ'oii'in in communi, etiam dictum de potentiae. Atque ita sentit Durandus, In I, ipso Deo ut est Drincipium creaturarum, vel dist. 29, q. 1. m una persona divina est nrincipium alterius, sit univocum vel analogum. Quídam putant 17. Aliis vero placet esse analogum pei esse analogum et per prius dici de Deo se­ prius dictum de principio ad intra quam ad extra, tum quia relatio principii ad creaturas cundum emanatioces ad extra quam ad in­ est rationis, inter personas vero divinas est tra, quia creatura procedit a Deo non tan­ realis, tum etiam quia principium est unde tum secundum personam, sed etiam secun­ al'auid est; sed creatura analogtce est re­ dum nani ram et essentiam; et ideo maior spectu divinae personae procedentis, quia haec ratio principii videtur esse in Deo respectu procedit in esse increato, illa in creato; creatura’-"m quam sit in Patre aeterno re­ ergo illa processio est longe nobilior, etiam spectu Filii, cuius personam producit, nan secundum analogiam; ergo etiam ratio prin­ naturam. Et confirmatur, quia ratio principii, quae illi respondet, per prius dicitur cipii respectu creaturarum est absoluta et secundum emanationem ad intra quam ad essentialis, alia ■vero relativa et notionalis ; extra. Atque huius sententiae videtur esse ea vero quae sunt essentialia, ex propriis D . Thomas, I, q. 33, a. 1, ad 4, et a. 3. conceotibus videntur potiora et priora noSed illis locis non agit de nomine principii, tionalibus. Confirmatur secundo, quia poten-

340

Disputaciones metafísicas

del cual la cosa es m uy diferente. Pero el nombre de principio lo afirma expre­ samente In I, dist. 29, q. 1, a. 2, donde Capréolo, A lberto y Ricardo piensan lo mismo. 18. L a tercera opinión puede ser que este nom bre principio es unívoco para aquellas dos razones, pues no hay contradicción en que el mismo nom bre que es análogo respecto de varios sea unívoco respecto de algunos, como es claro por sí mismo, y diremos después más extensamente al tratar de la com unidad del ente y del accidente. Y que en el caso presente sea así en cuanto a la parte de que ahora tratamos se prueba porque aquí no interviene la analogía de propor­ cionalidad n i de atribución. Se prueba la prim era parte ya porque de lo contra­ rio sólo se llamaría D ios principio de las criaturas metafóricamente y no propia­ m ente; ya tam bién porque Santo Tom ás, más arriba, confiesa expresamente que se d a una razón com ún de origen de la procesión de las criaturas desde D ios, o de una persona divina desde otra, la cual es ser algo desde algo, y que así se da tam bién una razón común de principio; en cambio, en la analogía de propor­ cionalidad n o hay ninguna razón común. Se prueba la segunda parte porque D ios, en cuanto que se dice prim er principio de las criaturas, no queda referido a sí en cuanto principio de las personas; luego no debe haber allí ninguna ana­ logía de atribución. Igualm ente porque de lo contrario el E spíritu Santo se diría principio de las criaturas por atribución al Padre o al H ijo, lo cual parece bas­ tante absurdo. Igualm ente porque aquí cesa la razón d e analogía de atribución q ue suele darse entre Dios y las criaturas, a saber: que todo el ser o toda per­ fección de la criatura está primariamente en Dios y depende de E l; y en cam­ bio, aquí una razón de principio no es causada por otra, n i depende de ella; más aún, tampoco la emanación de las criaturas depende por si de las dimana­ ciones de las divinas personas, porque la m ultitud de las personas no era nece­ saria por sí para la producción ad extra; por consiguiente, en el caso presente cesa toda la razón de analogía de atribución. 19. E n este punto parece que hay que distinguir aquellas tres cosas que distinguimos antes en todo principio, a saber: la relación de principio, la ra­ zón próxima de tal relación y aquello que se denomina principio. En cuanto a lo sed de n om ine patris, d e quo est longe d iv ersa ratio . S ed su b n o m in e p rin cip ü id expresse affirm ât I n I , dist. 29, q. 1, a. 2, u b i C ap reo l., A lber., R ichar. e t alii idem sen tiu n t. 18. T e rtia vero sen tentia esse p o test hoe n o m en principium esse univocum a d illas d u a s ra d o n es ; n o n en im ré p u g n â t id em n o ­ m en q u o d est analogum respectu p lurium esse u n ivocum resp ectu aliquorum , u t p er se co n stat, e t in fra tra tta n d o de com m unitate e n d s e t accidentis lathis dicem uS. Q uod a u t a n ita sit in p ra ese n ti quoad hanc p ar­ tem d e qua agim us, p ro b a tu r quia h ie non in terv en it analogia proportionalitatis, n ec attrib u tio n is. P rio r p ars p ro b a tu r, turn quia àlias sòlum p e r tran slatio n em d ice retu r D eus p rin cip iu m creatuxarum , c o n p e r p roprietate m ; tu rn etiam quia D. T h o m a s supra ex­ presse fa te tu r dari u n am ratio n em com m un em originis processionis creaturarum a D eo, vei unius p ersonae div in ae ab alia, quae est aliquid ab aliquo esse, et sic etiam dari u n a m com m unem ratio n em p rin c ip ü ; in

analogia am erò p ro p o rtionalitatis n o n e st u n a com m unis ratio. S ccunda autem pars p ro ­ b a tu r quia D e u s, u t d icitu r p rim u m p rin ­ c ip iu m c re a tu ra ru m , n o n re fe rtu r a d se u t e st p rin cip iu m p e rs o n a ru m ; erg o n u lla p o test ibi esse analogia a ttrib u tio n is. Ite m , q u ia alias S p iritu s S a n c tu s diceretu r p rincipium creaturarum p e r attrib u tio n em ad P a tretn ve] ad F iliu m , quod v id ctu r satis ab su rd u m . Item quia hìc cessat ratio analogiae a ttrib u ­ tionis quae esse solet inter D e u m e t crea tu ras, nsm irum quod om ne esse seu om nis perfecio creatu rae prim ario est in D e o e t ab ilio p e n d e t; h ic autem u n a ratio principi! no n c au satu r ab alia n eq u e ab illa p e n d e t; im m o nec em anatio c rea tu ra ru m p e r se p en d et ex d im an ario n ib u s d iv in a m m p e rso ­ n a ru m ; quia m u ltitu d o personarum non e ra t p er se necessaria ad p ro ductionem a d e x tra ; cessat ergo in p raesenti om nis ra d o analogiae attributionis. 19. I n bac re distinguepda v id e n tu r illa tria qu ae su p ra in om ni principio d istin xim us, scilicet, relatio p rin c ip ü , proxim a ra -

D is p u ta c ió n X I I . — S e c c ió n I

341

primero, no hay duda de que aquí hay analogía, porque la relación de principio de Dios para las criaturas es de razón, y la de la persona divina prodúceme a la producida es real. Y este sentido lo declara expresamente Escoto, dist. 29, a. 1. M ás todavía, esta analogía o no es de atribución sino de proporción solamente, o al menos, si es de atribución, no es según un concepto común, ya que aquí no hay ninguno para el ente de razón y el real. 20. En cuanto a lo segundo, pienso también que es m á s probable que la razón de principio actual se diga analógicamente y más principalmente de Dios según las procesiones ad intra que ad exira, a causa de las razones aducidas. Y ésta es una analogía de atribución y no sólo de proporción, igual que es la ana­ logía del ente y de los otros atributos que se dicen propiamente de Dios y de las criaturas. Pues esta analogía de principio se funda en la analogía que existe entre la creación y las procesiones de las divinas personas en la razón de origen o de diman telón. Porque si las producciones no convienen unívocamente en la común razón de producción, tampoco la razón de principio puede ser unívoca, principalmente porque ser de este modo principio actual de las criaturas no con­ viene a Dios sino por denominación extrínseca tomada de la emanación de la criatura desde El mismo. En cuanto a que ia razón de procesión sea análoga respecto de la creada y de la increada, y que se diga con prioridad de la proce­ sión increada, se prueba en primer lugar por la regla general de los atributos divinos, que propiamente y siempre se dicen con prioridad de Dios, como más abajo probaremos. Y esto es verdadero no sólo en las cosas esenciales sino tam ­ bién en las personales; pues la persona se dice analógicamente de la creada y de la increada; y Padre o H ijo se dicen analógicamente de las personas, divinas y de las humanas. 21. E n segundo lugar, porque tam bién en esta razón es de algún modo ne­ cesaria la dependencia y la antecesión natural entre los orígenes ad extra y ad intra. Pues aunque la creación, por su parte, no requiera esencialmente la T ri­ nidad de personas, y consecuentemente tampoco las procesiones ad intra, con todo por parte de' Dios las requiere esencial y necesariamente y depende de ellas a tio talis relationis e t id q u o d p rin cip iu m n o m in atu r. Q uoad p rim u m , non est d u b iu m q u in hie sit analogia, quia relatio prin cip ii D e i ad creaturas est rationis, personae autem divinae producentis ad productam est realis. E t h u n e sensum d éclarât expresse Scotus, dist. 29, q. 1. Im m o haec analogia vel non est attrib u tio n is, sed proportionis ta n tu m , vel saltern, si est attrib u tio n is, non est secundum com m unem conceptum , q u ia hic nullus est ad ens rationis et reale. 20. Q uoad secundum etiam existim o p ro babilius rationem p rincipii actualis dici ana­ lo g u e et p rincipaiius de D eo secundum processiones ad in tra quam ad extra, pro p ter rationes adductas. E st autem haec analogia attributionis, et non solum proportionis, sicu t est analogia entis et aiiorum attrib u to ru m quae de D eo e t creaturis proprie dic u n tu r. N a m haec analogia principii fu n d a tu r in analogia quae est in ter creationem et processiones divinarum personarum in ratio n e originis seu em anationis. Q uia si productiones non co n v en iunt univoce in corn-

m u n i ratione productionis, nec ratio p rin ­ cipii potest esse univoca, p raesertim cuna esse hoc m odo actuale principium creaturarum non conveniat D eo nisi p er denom inationem extrinsecam ab em anatione creatu rae ab ipso. Q uod autem ratio processionis analoga sit respectu creatae e t increatae, quodque p er prius dicatur de processione increata p ro b atu r prim o ex generali regula divinorum attrib u to ru m , quae proprie sem petq u e per prius de D eo dicu n tu r, u t infra probaturi surnus. H ab et autem v erum non tan tu m in essentialibus, sed etiam in person aiib u s; nam persona analogice d icitu r de creata e t increata; e t P ater a u t F iliu s dicu n tu r analogice de divinis personis et hu m anis. 21. Secundo, quia etiam in hac ratio n e est aliquo m odo necessaria dependentia e t antecessio naturalis inter origines ad extra et ad intra. N am , licet creatio ex p a rte sua p er se non req u irat T rin itatem personarum et consequenter nec processiones ad in tra , ex p a n e tam en D ei p e r se ac necessaria illas

342

D i s p u t a c io n e s m e ta fís ic a s

su manera. Además, porque toda eficiencia depende esencialmente de la persona agente; y en Dios no puede haber persona sin producción o procesión ad intra. Además, también, porque la producción de las criaturas depende por sí de la inteligencia y del amor; y no puede haber en Dios inteligencia sin el Verbo, ni amor sin el Espíritu Santo. Y de acuerdo con esta consideración dijo Santo To­ más, I, q. 45, a. 6, que las procesiones de las personas son las razones de la pro­ ducción de las criaturas; y en la respuesta ad primum añade que las procesiones de las divinas personas son la causa de la creación. Y así queda solucionado el fundamento que refiriendo la tercera opinión adujimos en contra de esta parte. Y el fundamento de Durando no es obstáculo; más aún, declara que las proce­ siones de las divinas personas, al no tener ninguna dependencia ni imperfección, son de un grado tan elevado que no pueden convenir unívocamente con las pro­ cesiones creadas. Por consiguiente, el hecho de que en la persona producida la esencia no sea producida sino sólo comunicada, no disminuye la verdad de la producción, sino que más bien es algo que pertenece a su infinita perfección. Del mismo modo que el hecho de que el Padre Eterno produzca al Hijo no sólo se­ mejante en naturaleza específica, sino también de la misma naturaleza numérica, no disminuye la verdad de la generación, sino que pertenece a su infinita per­ fección, como anotó muy bien Santo Tomás, I, q. 41, a. 5, ad 1. 22. Por lo que toca a la tercera razón, es decir, a aquello que se denomina principio, si se toma de modo —por decirlo así— enteramente material, es evi­ dente que no puede mediar analogía ni puede haber algo anterior a aquello que se denomina primer principio de las criaturas. N i puede haber tampoco algo más perfecto que aquello que por parte del tal principio es la raíz y el origen de seme­ jante denominación; pues es su infinita perfección. Más aún, incluso si no habla­ mos de modo tan material acerca de aquel principio, sino formalmente, en cuanto que es —por decirlo así— principio en potencia, en este sentido pienso también que la razón de principio no puede decirse con menos propiedad o con posteriori­ dad de Dios en cuanto que es principio de las criaturas; y esto lo persuaden algu­ nos argumentos expuestos en la primera y tercera opinión. Y principalmente porque esta denominación es absoluta, eterna y esencial; pues se toma del atributo dé la requirit et ab eis suo m odo pendet. T urn quia om nis effectio per se pendet a persona agente; in D eo autem non potest esse per­ sona sine productione vel processione ad in­ tra. T u rn etiam quia creaturarum productio ex se pendet ex intelligentia et am ore; non potest autem esse in D eo intelligentia sine Verbo nec am or sine Spiritu Sancto. E t iuxta hanc considerationem dixit D . T h o ­ m as, I, q. 45, a. 6, processiones personarum esse raiioncs productionis creaturarum; et in responsione ad prim um addit quod pro-

cessiones divinarum personarum sunt causa creationis. A tque ita solutum m anet fundam entum quod referendo tertiam sententiam attulim us contra hanc partem . F u n d am em cm autem D urandi nil obstat, imm o declarat processsiones divinarum personarum cum sint sine ulla dependentia vel imperfectione esse adeo em inentis rationis u t non possint cum creatis productionibus univoce conve­ nire. Q uod ergo in persona producta essen­ tia non producatur sed com m unicetur tan­ tum , non m inuit veritatem productionis sed potius pcrtinet ad infinitam perfectionem eius. Sicut quod P ater aeternus producat

F ilium non tantum similem in natura spe­ cifica, sed etiam eiusdem num ero naturae, non m inuit veritatem generationis, sed pertinet ad infinitam perfectionem eius, u t optim e annotavit D . T h om as, I, q. 41, a. 5, ad 1. 22. Q uod vero ad tertiam attinet, id est, ad id quod principium d e n o m in a te r .— ni­ no m aterialiter (ut ita dicam) sum atur, d aru m est non posse intercedere analogiam ncque esse aiiq rid p ries quam id quod prim um principium creaturarum denom inatur. Neque etiam esse potest aliquid perfcctius quam id quod ex parte talis principii est radix et origo talis denom inationis ; est enim infinita ptrfectio eius. Im m o etiam si non adeo ma­ terialiter de ilio principio Ioquamur, sed form aliter, quatenus est (ut sic dicam) prin­ cipium in potentia, sic etiam existimo rationem principii non posse dici m inus pro­ prie aut per posterius de D eo ut est prin­ cipium creaturarum ; et hoc persuadent nonnulla argum enta facta in prim a et tenia opinione. E t maxime quod haec denomina­ n o est absoluta, a-tern a et essentialis; sum itu r enim ex attributo om nipotentiae ; po-

Disputación X II,— Sección I

343

omnipotencia; y la potencia de Dios en la razón de potencia activa o productiva no es potencia analógicamente, sino de modo primario y principal. Por lo tanto, la razón de principio en cuanto se toma precisamente de aquella no puede ser análoga. 23. Se responde a una objeción.— Se puede decir que, por consiguiente, la potencia no se dice analógicamente de la potencia de crear y de engendrar o de espirar; ahora bien, el consiguiente parece falso, pues la potencia es tal cual es la acción o la producción; es asi que la producción es análoga; luego también la potencia. Respondo en primer lugar concediendo que no existe tal analogía que se diga con posterioridad de la potencia creadora; porque como dije, la potencia eficiente de Dios no puede ser potencia analógicamente, ya que por nin­ guna proporción o atribución se denomina así, y porque es la primera y más perfecta potencia. Por lo cual añado que o bien en cuanto a esto hay univocidad o si existe alguna analogía, como tal vez la hay, la potencia productiva se dice con prioridad de la potencia creadora, etc., que de la generadora, etc. La razón de ello está en que la razón formal de potencia, que significa acto primero para la producción, se halla en Dios con toda perfección y propiedad respecto de las criaturas; y en cambio, respecto de los orígenes internos o de las divinas perso­ nas que proceden, es más según nuestro modo de concebir que según la realidad. Porque en la realidad no tanto es acto primero cuanto último respecto de las procesiones internas, como más ampliamente se verá después al tratar de la cien­ cia, voluntad y potencia de Dios, Y la razón está en que la potencia de Dios respecto de las criaturas es para una emanación transeúnte realmente distinta y no fluyente de modo necesario de tal potencia; y por ello, aquélla es con toda propiedad potencia y acto primero respecto de tal emanación; en cambio, la po­ tencia generatriz o de espiración se da según una procesión inmanente, que en la realidad no puede existir sólo en potencia sino siempre en acto; n i puede ser realmente distinta de aquello que concebimos nosotros por modo de potencia, en cuanto a su absoluta perfección, como se ve por Santo Tomás, L q. 41, a. 5 ; y por ello, de acuerdo con la .realidad y la verdad, se dice la potencia con más propiedad de la creadora que de la generadora, etc. tentia autem D ei in ratione potentiae activae vel productivae n o n est analogici po­ ten za, sed prim ario ac principaliter. Ratio ergo principii p ro u t ab illa praecise sum itur n o n potest esse analoga. 23. Satisfa obiectioni.— D ic e s : ergo po tentia n on dicitur analogice de potentia creandi e t generandi vel sp irandi; consequens autem videtur falsum , nam talis est potentia qualis est actio vel productio; sed productio est analoga; ergo et potentia. R e­ spondeo prim um concedendo no n esse talem analogiam quae posterius dicatur de poten­ tia creandi; quia, u t dixi, potentia effectiva D ei non potest esse analogice potentia, quia p e r nullam proportionem aut attributionem ita nom in atu r; e t quia est p rim a ac perfectissima potentia. U n d e addo vel quoad hoc esse univocationem , vel si e st aliqua ana­ logia, u t fonasse est, p e r prius potentiam productivam dici d e p otentia creandi, etc., quam generandi, etc. R atio est quia fonnalis ratio potentiae, quae actum p rim um ad producendum significai, cum om ni proprietate

e t perfectione reperirur in D eo respectu creatu ra ru m ; respectu autem in tem arum origi­ nim i, vel divinarum personarum procedentium , m agis est secundum .m odum concipiendi nostrum quam secundum rem . Q uia in re non tam est actus prim us quam ultim us respectu in tem aru m processionum , u t latius infra constabit tractando de scienùa, voluntate e t potentia D ei. R atio autem est, quia potentia D ei respectu creaturarum est ad em anationem transeuntem reipsa distinctam e t non necessario fluentem a tali po­ te n tia; et ideo illa est propriissim e p oten­ tia et actus prim us respectu talis em anation is ; a t vero potentia generandi vel spirandi e st secundum processionem im m anentem , quae in re non potest esse tantum in poten­ tia sed sem per in actu, nec potest esse in re distincta ab eo quod a nobis concipitur p e r m odum potentiae, q u an tu m ad absolutam perfectionem eius, u t constat ex D . T hom a, I , q. 41, a. 5 ; e t ideo secundum re m e t veritatem proprius dicitur potentia de creativa quam d e generativa, etc.

344

Disputaciones metafísicas

24. S i el prin cipio generativo y espirativo se dicen unívocam ente. — Cóm o se dice el prin cipio acerca de D io s creador y operante a pa rtir d e un sujeto .— Ni hay inconveniente en que el origen o la producción sea análoga, ya porque la potencia de Dios no toma su razón de una referencia a lo exterior, sino de su esencial y ¿bsolutísima perfección; ya también porque pertenece a la excelencia de la potencia divina tomada absolutamente no estar unida a su acción por nece­ sidad, ni poder tener tampoco una acción adecuada a sí o del mismo orden; y así sucede que la imperfección a la que incluye esencialmente la producción o dependencia de la criatura, no sólo no disminuye la perfección y propiedad de la potencia de Dios para obrar fuera de sí, sino que también es un indicio ma­ nifiesto de su infinita perfección. Por el contrario, empero, la excelencia de los orígenes internos indica suma e infinita perfección y propiedad de los actos in­ manentes de Dios, y consecuentemente disminuye de algún modo la propiedad de la potencia en acto primero, tal como dijimos. Estas cosas queden dichas de paso para declarar exactamente la analogía del principio. En cambio, hay otra cosa más teológica, que suele preguntarse, si la acepción de principio aplicada en Dios como generante y como espirante, es unívoca o análoga; en lo cual, pienso yo con Escoto en el lugar arriba citado, que es unívoca, como es la relación o la persona, ni en ninguna de las cosas que se dicen con toda propiedad de las di­ vinas personas entiendo ninguna analogía o atribución, ya que allí no hay nin­ guna dependencia o imperfección o prioridad de naturaleza. Por otra parte, suele preguntarse si el principio tomado od extra en Dios como creador y como ope­ rante a partir de materia presupuesta, es análogo; esto es lo que parecen pensar algunos; yo, sin embargo, pienso que es unívoco, porque la afección se dice unívocamente de la creación y de la educción, principalmente la que es hecha por Dios como primer agente; pero acerca de todo esto, es suficiente ya con lo que llevamos dicho. R esolución d e la cuestión principal.

’ " 25: E l prin cipio tiene m ás extensión q u e la causa.-r- P oj último, se infiere de lo que llevamos dicho la respuesta a la cuestión propuesta, por causa de la 24. Principium generativum et spirati- dicta pro p ter declarandatn exacte analogiam vum an dicantur univoce.-— Principium de p rin d p ii. Illu d vero m agis theologicum est, Deo créante et opérante ex subiecto qualiter quod quaeri solet, a n principium dictum intra D eum de generante e t spirante sit unidicatur.— N eque o b sta tq u o d origo vel productio sit analoga, turn quia potentia D ei non sum it rationem suam ex habitudine ad extrinsecum sed ex su a essential! e t abolutissim a perfectione; tu m etiam quia ad excellentiam divinae potentiae absolute sum ptae p ertin et u t n eq u e ex necessitate sit Coniuncta suae action!, nec etiam possit habere actionem sibi adaequatam seu eiusdem ord in is; atque ita fit u t impèrfectio quant essentialiter includit productio seu dependentia creatuiae, n o n solum non dim inuât perfectionem et proprietatem potentiae D ei ad agendum extra se, sed etiam sit m anifestum indicium infinitae perfectionis eius. E contrario vero cxcellentia internarum originum indicat sum m am et infinitam perfec­ tionem et piop tietatem actuum imm anentium D ei et consequenter aliquo m odo mi­ n u it proprietatem potentiae in actu prim o, u t declaratum est. A tque haec sint obiter

vocum vel analogum ; in quo ego censeo cum Scoto, loco supra citato, esse univocum sicut est relatio vel persona, neque in his quae cum om ni proprietate dicuntur de divinis personis intelligo analogiam vel attributionem , cum ibi nulla sit d e p en d e n ts, aut im perfectio, vel prioritas naturae. Rursus quaeri solet u tru m principium ad extra dic­ tum de Deo u t creante vel ■operante ex praesupposita m ateria sit analogum ; quod aliqui sentire vid en tu r; ego vero censeo esse univocum , quia effectio univoce dicitur de creatione e t eductione, praesertim quae a D eo fit u t a prim o agente; sed de his haec sunt satis.

25.

Principalis quaestionis resolutio Principium Iatius patet quam cau­

sa.— U ltim o ex dictis coUigitur responsio ad quaestionem propositam , p ro p ter quam tarn

345

D is p u ta c ió n X I I .— S e c c ió n I

cual hemos dicho tantas cosas sobre el principio, a saber: que el principio y ¡a causa no son enteramente lo mismo, ni se dicen recíprocamente, sino que el prin­ cipio es más general que la causa. Así piensa expresamente Santo Tomás en I, q. 33, a. 1, ad 1, tomando áe allí la razón de por qué una persona se dice prin­ cipio de la otra y no causa. Lo mismo tiene In l, dist. 29, a. 1, in corp., y ad 2, y en el De Potentia, q. 10, a. 1, ad 9, y es el parecer general. Lo prueban acer­ tadamente las razones de duda propuestas al principio en tercer lugar, y consta manifiestamente por todo lo dicho acerca del principio. En efecto, principio se dice también de aquello que propiamente no influye en otro, y la causa, en cam­ bio, de ningún modo se dice así. Igualmente ocurre por esto que el principio íes conviene no sólo a los entes reales sino también a los entes de razón o a la privación; y la causa, en cambio, no así. Por consiguiente, esta conclusión es manifiesta comparando la causa con el principio en toda su generalidad; en cam­ bio, si se compara con un principio que verdadera y esencialmente infunde algo de ser en aquello de que es principio, la conclusión es también verdadera, pero con todo es tan difícil que no puede conocerse con la luz natural, pues en solo el misterio de la Trinidad se encuentra tal modo de principio, y por ello es di­ fícil asignar la diferencia y la razón, acerca de lo cual trataremos en la sección siguiente. Solución de las dificultades 26. iT uvo Aristóteles por una misma cosa al principio y a la causa?— Examen de varios pasajes de Aristóteles con este objeto.— Al primer testimonio de Aris­ tóteles puesto al comienzo responden muchos con aquella regla dialéctica de que en los ejemplos no se pide verdad, y en tal pasaje puso Aristóteles el principio y la causa como de paso y a modo de ejemplos. Pero esta es una interpreta­ ción forzada o mejor una modesta concesión de la equivocación de Aristóteles. Otros interpretan que el nombre de causa "allí no se toma de modo propio sino vulgar en cuanto que se aplica a cualquier ocasión o condición necesaria. Pero también esta explicación tiene una dificultad que abordaremos después, ya que el nombre de causa, incluso tomado vulgarmente, no tiene nunca tanta amplim ulta de principio dixim us, scilicet, principium et causam n on esse om nino idem nec reciproce dici, sed principium com m unius esse quam causam . Ita docet expresse D . T hom as, I , q. 33, a. 1, ad 1, inde rationem sumens cu r in D eo una persona dicatur principium alterius et n on causa. Idem ha­ bet In I, dist. 29, a. 1, in corp., et ad 2, et de Potent., q. 10, a. 1, ad 9, et est communis sententia. Q uam recte probant rationes dubitandi positae in principio in tertio loco e t ex om nibus dictis de principio manifeste constat. N am principium dicitur etiam de eo qui proprie non influit in alium , causa vero m inim e. Item hinc fit u t p rin ­ cipium non tantum entibus realibus, sed etiam entibus rationis seu privationi conveniat; causa veto non item . E st ergo haec conclusio m anifesta com parando causam ad principium in tota sua generalitate ; si vero com parctur ad principium vere ac p er se influens aliquod esse in eo cuius est p rin ­ cipium, est etiam vera conclusio, tarnen ita

difficilis u t n o n possit cognosci lum m e na­ turae, quia in solo T rinitatis m ysterio rep e ritu r talis principii m odus e t ideo difficile est discrim en et rationem assignare, de q u o dicem us sectione sequenti.

Solvunlur argumenta An principium et causam idem Aris­ tóteles reputaverit.— Varii Aristotelis loci ad id expenduntur.— A d prim um testim onium 26.

A ristotelis initio positura m ulti respondent per illam regulam dialecticam, exem plorum non requiri veritatem ; in eo enim loco obi­ ter e t gratia exem pli posuit Aristóteles p rin ­ cipium et causam. Sed haec dura interpre­ tad o est vel m odesta potius concessio A ris­ totelici lapsus. Alii exponunt nomen causae ibi non accipi proprie, sed vulgari modo, prout de quacum que occasione vel condi­ tions necessaria dicitur. Sed haec etiam expositio habet difficultatem infra attingendam , rtam nom en causae etiam vulgariter sum pturn nunquam tam late patet sicut prin-

¿46

D i s p u t a c io n e s m e ta fís ic a s

tnd como el de principio. Puede, por tanto, decirse que Aristóteles allí afirma dos cosas sobre el ente y la unidad. La primera es que son la misma cosa. La se­ gunda es que se convierten entre sí; por consiguiente, cuando Aristóteles dice como el principio y la causa, no las compara en lo segundo sino en lo primero, ya que pretende exponer que el ente y la unidad son una misma cosa realmente, pero no en el concepto; y para esto introduce un ejemplo diciendo que se com­ portan como el principio y la causa, no como la túnica y el vestido; por lo cual, inmediatamente después de aquellas palabras principio y causa añade pero no como las cosas que se dicen con un único concepto. Y si la comparación se hace en una y otra cosa no es preciso entenderla del principio y la causa umversal­ mente sino indefinidamente, en cuanto que a veces el principio y la causa, aun­ que se siga uno del otro, difieren conceptualmente, por ejemplo, el principio y la causa eficiente. 27. Al segundo testimonio tomado del V libro de la Metafísica responden algunos que también allí se toma él nombre de causa en sentido amplio y vulgar. Pero esto va abiertamente en contra de la mente de Aristóteles, que trata dis­ tintamente del principio y la causa, y expone el significado de uno y otro propia V filosóficamente. Otra interpretación es la que dice que cuando Aristóteles afir­ ma que la causa se dice de tantos modos como el principio, no hay que entenderlo de modo positivo, sino negativo; es decir, que la causa no se dice de otros mo­ dos que los que se dice el principio, aunque no sea necesario que se diga de todos aquellos modos. Y ciertamente, aunque la propiedad de aquella palabra, en tantos modos, parece que dificulta esta interpretación, sin embargo la razón que Aristóteles añade parece que obliga a admitirla, pues agrega: Ya que todas las causas son principios. De la cual razón absurdísimamente se infiere que la causa se dice de todos los modos en que se dice el principio, pues esto sería ar­ gumentar desde lo superior a lo inferior afirmativamente, de la misma manera que si alguien dedujese: Toda sustancia es ente; luego la sustancia se dice de tantos modos como se dice el ente. 28. Otra exposición indica Alejandro de Hales, a saber: que en tantos mo­ dos se dice el principio en cuantos se dice la causa, porque toda causa es prin­ cipio. De tal modo que después de enumerar las significaciones de principio añaDici ergo potest A ristotelem du o ibi dicere de ente et uno. Prim um est esse idem . S ecundum est converti inter se; cum ergo Aristoteles ait s ic u t p r in c i p iu m e t c a u s a , non com parât ea in secundo, sed in p rim o ; in­ ten d it enim docere ens et u num esse idem re, non tamen ratio n e; et ad hoc inducit exem plum dicens quod se habent sicut principiom '■! causa, n on sicut tunica et vestis; unde, im m ediate post ilia verba p r in c i p iu m e t c a u s a , subdit s e d n o n u t q u a e u n a r a tio n e d i c u n t u r . Vel si in u troque fiat com parano, non oportet universaliter intelligi de princi­ pio et causa, sed indefinite, quod aliquando principium et causa, licet m utuo consequantu r, ratione différant, verbi grana, princi­ p iu m et causa efficiens. 27. Ad secundum testim onium ex V M etaph. respondent aliqui etiam ibi sum i nom en causae lato et vulgari m odo. Sed hoc aperte est contra m entem Aristotelis, cum distincte tractet de principio et causa et u triusque significata philosophice et c ip iu m

proprie exponat. Alia expositio est cum Aris­ toteles ait tot m odis dici causam quod principium , non esse intelligendum positive sed negative, id est, causam non dici aliis mo­ dis quam his quibus dicitur principium, licet no n necesse sit dici om nibus illis mo­ dis. E t quidem licet proprietas illius vocis t o t m o d i s refragari huic expositioni videatur, tam en ratio quam Aristoteles subiungit vid etu r cogere ad illam ad m ittendam ; subdit enim : Q u o n ia m o m n e s c a u sa e p r in c ip ia s u n t. E x qua ratione ineptissim e inferretur causam dici om nibus m odis quibus dicitur p rincipium ; esset enim argum entari a supe­ riori id inferius affirm ative; u t si quis collig eret: O m n i s s u b s ta n ti a e s t e n s ; e rg o q u o t m o d is s u b s ta n tia .

d ic itu r

ens,

to tid e m

d ic itu r

28. Aliam vero expositionem indicat Alexand. Alens., scilicet, to t m odis dici prlncipium q u o t dicitur causa, quia om nis causa est principium . Ita u t post enum eratas significationes principii subiunxerit Aristoteles

D isp u ta ció n X I I .— S ecció n I

347

idió Aristóteles como regla general, que el principio se dice tam bién de todos los modos en que se dice la causa, aunque no solamente en aquéllos. Y de acuerdo con este sentido encaja perfectam ente la razón de A ristóteles; sin em bargo, pue­ de difícilmente acomodarse a las prim eras palabras. O tra exposición indica Santo Tomás, a saber, que a las acepciones de principio allí enum eradas convienen otras tantas causas, aunque no bajo el mismo concepto; pues de la causa co­ mienza el movimiento, y así en otras cosas. Según esta exposición, la prueba de Aristóteles ha de ser inducida de otro m odo, a saber: para confirmar desde allí que dichas acepciones tienen lugar en el principio, porque tienen tam bién lugar en la causa, ya que toda causa es principio; pero con todo, no se sigue de allí que la causa y el principio se digan recíprocam ente, ya que aunque las acep­ ciones allí enumeradas puedan acomodarse a la causa según otras razones, sin embargo, el principio tiene m ayor am plitud, puesto que se dice de todos aquellos modos en que se dice la causa y según la razón propia de causa, y además se dice también de otros m odos, según la razón general de principio. 29. Al tercer testimonio, tom ado del libro X II de la M eta física , donde A ris­ tóteles llama causa a la privación, la exposición com ún de todos y la necesaria, es que allí usó el nom bre de causa en sentido vulgar, en cuanto que se dice causa todo lo que se requiere de cualquier modo p ara otra cosa. 30. Pero podrá decir alguno que consiguientem ente, si hablam os con ver­ dad y guardando la proporción debida, hay que confesar que el principio y la causa se dicen recíprocam ente, pues si uno y otro se tom an en toda su am plitud y analogía y uso vulgar, se convierten; y si la causa se tom a estrictam ente y con toda propiedad, tam bién se convierte con el principio tom ado del mismo m odo. Pero si la causa se tom a propiam ente y el principio am pliam ente y p o r eso se dice que el principio es m ás general que la causa, se hace una comparación im ­ propia; y con la m ism a razón podría decirse que la causa tiene m ás am plitud que el principio, ya que si la causa se tom a am pliam ente y el principio en sen­ tido propio, tendrá más amplitud.* Se responde negando una y otra p arte del aser­ to, pues comparando el principio propio y esencial con la causa propia y esen­ cial es más general el principio, como se ve teológicam ente en el caso de las p ro quasi generalem regulam, quod principium etiam dicitur omnibus modis quibus dicitur causa, quamvis non illis solis. Et iuxta hunc sensum optime quadrat ratio Arist.; tamen vix potest accommodari ad priora verba. Alia expositio indicatur a D . Thoma, scilicet, principii acceptiones ibi numeratas tot conve­ nire causae, quamvis non sub eadem ratione; nam ex causa incipit motus et sic de aliis. Iuxta quam expositionem probatio Aristotelis aliter est inducenda, scilicet, ut inde confirmet àlias acceptiones habere lo­ cum in principio, quia etiam habent locum in causa, quia omnis causa principium est; inde tamen non sequitur causam et prin­ cipium reciproce dici, quia, licet acceptiones ibi numeratae secundum alias raticnes possint causae accommodari, tamen principium latius patet, quia dicitur omnibus illis modis quibus dicitur causa et secundum propriam rationem causae; et praeterea dicitur aliis modis secundum generalem principii ratio­ nem.

29. Ad tertium testimonium ex X II Metaph., ubi Aristoteles privationem vocat cau­ sam, communis omnium et necessaria ex­ positio est ibi fuisse usum nomine causae vulgati modo, prout causa dicitur quidquid ad aliud quovis modo requiritur. 30. Sed dicet aliquis: ergo si vere et cuna proportione loquamur, fatendum est principium et causam reciproce dici, nam si utrumque in tota sua amplitudine et ana­ logia et vulgari usu sumatur, convertuntur; si autem stricte et cuna omni proprietate causa sumatur, etiam convertitur cum prin­ cipio eodem modo sumpto. Si vero causa sumatur proprie et principium late et ideo dicatur principium generalius esse quam causa, impropria fit comparano; et eadem raticne dici posset causa latius parere quam principium quia si causa large sumatur et principium proprie, latius patebit. Respon­ deo negando utramque partem assumptionis; nam comparando principium proprium ac per se ad propriam et per se causam, communius est principium, ut patet theologice in

348

Disputaciones metafísicas

cesiones divinas, y físicamente en la privación. Y tom ando a uno y otro en su significación más amplia, tam bién pienso que el principio es algo más general. Pues aunque la causa así tomada comprenda varias cosas que no son propia, ver­ dadera y esencialmente causas, con todo no com prende nada que no quede con­ tenido bajo la genera! significación de principio; y en cambio, el principio abarca algunas cosas que de ningún modo se dicen causas, n i siquiera en la conversa­ ción vulgar, pues el primogénito se llama principio de ¡os hijos, pero de ningún modo causa. 31. Los Padres Griegos usaron el nombre de causa en lugar de principio.— En cuanto el modo de hablar de los Padres Griegos, hay que responder que usa­ ron el nombre de causa con más am plitud de lo que se puede o debe usar en la­ tín ; pero que realm ente no atribuyeron e! nom bre de causa a las personas divinas en sus operaciones ad intra, en cuanto que propiam ente dice relación al efecto e indica con ello alguna im perfección; sino sólo en cuanto que dice origen de uno respecto de otro. 32. S i algo es principiado eti las cosas divinas y qué es lo correlativo del principio.— A la razón dada niegan los teólogos que lo principiado sea correla­ tivo del principio en las cosas divinas. Por consiguiente, aun cuando digan que el Padre es principio' del Hijo, niegan, sin embargo, que el H ijo sea principiado por el Padre.* Así Santo Tom ás en I, q. 33, a. 1, ad 2, y otros comúnmente. Según este modo de hablar será correlativo del principio aquello que procede de otro. Este parecer ha sido aprobado con razón por los teólogos latinos p or reve­ rencia al misterio de la T rin id ad y para evitar ocasión de e rro r; pues princi­ piado parece significar algo hecho, como argum entábam os antes, o tam bién indica lo mismo que iniciado, y consiguientemente indica el comienzo en el ser. Pero .om itiendo la referencia a dicho m isterio y quitando lo peyorativo del término, si con el nom bre de principiado se significa sólo aquello que es correlativo de principio, en este sentido se niega que principiado sea lo ipismo que causado o que efectuado, sino que significa únicam ente aquello que procede de otro o que tiene principio no de duración (pues esta equivocidad hay que evitarla tam bién), principus divinarum processionum et physice in privatione. Et sumendo utrumque ìd sua latissima significatione, etiam existimo principiutn esse quid communius. Nam, li­ cet causa sic sumpta plura comprehendat quae non sunt proprie, vere ac per se cau­ sae, tamen nihil comprehend!! quod sub generali significatione prindpii non contineatur; principium vero aliqua complectitur quae nullo modo dicuntur causae, etiam vulgari sermone; primogenitus enim vocatur principium filiorum, non tamen causa ullo modo. 31. Graeci Patres causae nomine pro principio usi.— Ad modum loquendi Patrum Graecorum respondent usurpasse nomen causae latius quam in Latina proprietate possit aut debeat usurpati; re tamen ipsa non attribuisse nomen causae personis divinis ad intra, quatenus proprie dicit relationem ad effectum, et in eo indicai aliquam imperfectionem; sed solum ut dicit originem unius ad alia.

32. Principiatum an aliquid in divinis et quad prindpii correlativum.— Ad rationem, theologi negant principiatum esse correla­ tivum principii in divinis. Licet igitur dicant Patrem esse principium Filii, negant tamen Filium esse principiatum a Patre. Ita D. Thomas, I, q. 33, a. 1, ad 2, et alii communiter. Iuxta quem loquendi modum, corre­ lativum principii erit id quod est ab alio. Quae sententia merito approbata est a theologis Latinis ob reverentiam mysterii Trini­ tatis et ad tollendam occasionem erroris; nam principiatum videtur significare aliquid factum, ut supra argumentabamur, vel etiam indicai idem quod initiatum, et consequenter indicai initium essendi. Omisso vero ilio mysterio et ablata vocis invidia, si nomine principiati solum significetur id quod est correlativum principii, sic negatur idem esse principiatum quod causatum vel effectum; sed significare tantum id quod ad alio est vel quod habet principium, non durationis

Disputación X II.— Sección II

349

sino o bien del origen o de cualquier otro modo. Y en este sentido hay que explicar a los griegos, que, como dice Santo Tom ás, admiten que el H ijo sea principiado por el Padre. 33. S o lu ció n de las dificu lta d es que p ru e b a n ■que la causa tiene m ás a m p li­ tu d que el p rin cip io .— A las dificultades aducidas en segundo lugar, que prueban que la causa tiene mayor am plitud que el principio, hay que responder que A ris­ tóteles, en el prim er testimonio, no habla en general del principio sino del prim er principio en un orden, que tenga influencia y causalidad. Y acerca de este p rin ­ cipio había dicho en el mismo sitio q u e aun q u e sea peq u eñ o por su m a g n itu d es grande p o r su facultad. Y sobre este prim er principio, niega ciue tenga una cau­ sa superior, a saber, en aquel orden. Pues únicam ente el prim er principio de modo absoluto y en toda la am plitud del ente no tiene causa alguna. Y en el mismo sentido, en el libro I de la F ísica, pone en la definición de los principios del ente natural que no sean d e otros, a saber, del mismo modo que el ente na­ tural proviene de aquellos mismos, porque aquéllos son los prim eros principios en aquel orden. Sobre los cuales principios, en cuanto principios, y sobre su definición propia se ha de tratar en la Filosofía; pero en cuanto que algunos de ellos son causas, se ha de tratar de ellos en lo que sigue.

SECCION' Si

e x is t e u n a r a z ó n c o m ú n d e c a u s a ;

II

c u á l e s y q u é n a t u r a l e z a t ie n e

1. Aristóteles n o nos dejó ninguna definición de la causa en com ún; en cam ­ bio, los filósofos posteriores se esforzaron en form ularla de la m anera que mejor se proceda para explicar las razones propias de cada una de las causas individua­ les a partir de Ja noción com ún, y que al mismo tiem po se declare cuál sea la conveniencia de las causas entre sí. Pero hay que suponer que se trata de la causa form alm ente e n acto en cuanto, que es"causa; pues como antes decíamos acerca del principio, tam bién en la causa pueden considerarse tres cosas, a saber: la cosa que causa, la m ism a causación, p o r llamarla así, y la relación que se sigue (haeo enim aequivocatio etiam tollenda est), sed vel originis vel cuiusvis alterius modi. Arque in hoc sensu sunt explicandi Graeci, qui, ut D. Thomas supra reíert, admittunt Filium principian a Patre. 33. Solvuntur quae probant causam prin­ cipio latiorem.— Ad argumenta secundo loco facta, quibus probatur causam latius patere quam principium, respondetur Aristotelem in primo testimonio non Ioqui generatim de principio, sed de primo principio in aliquo ordine, quod habeat influentiam et causalitatem. De quo principio ibidem dixerat licet mo.¡;rdw.dinc parmim sit, facúltate esse magnum. Et de hoc primo principio negat habere causam superiorem, scilicet in illo ordine. Nam solum primum principium absolute et in tota Iatitudine entis nullam habet causam. Et eodem sensu in I Phys. ponit in definitione principiorum entis naturalis quod non sint ex aliis, eo, scihcet, modo quo ens naturale est ex ipsis, quia illa

sunt prima principia in ilio ordine. De qui­ bus principiis ut principia sunt et corum propria definitions in Philosophia disputaudum est; ut vero aliqua eorum sunt causae, de illis dicetur inferius.

SECTIOII U t r u m s i t aliqua c o m m u n is r a t iq CAUSAE, ET QUAENAM ET QDALIS

1. Ex Aristotele nullam causae in com­ muni definitionem habemus; posteriores vero philosophi in ea assignanda laborarunt, ut a communi ad proprias rationes singularum causarum explicandas melius procedatur simulque declaretur qualis sit convenientia causarum inter se. Supponendum autem est sermonem esse de causa in acni formaliter ut causa est; sicut enim supra de principio dicebamus, ita etiam in causa tria considerar! possum, scilicet, res quae causat, causarlo ipsa (ut sic dicam), et relatio quae vel con-

350

Disputaciones metafísicas

o que se concibe. D e este tercer m iem bro no se h a de tratar nada en toda la m ateria, pues tiene después su lugar propio en la m ateria de la relación. Pero acerca de los otros dos tenem os que tra ta r; en prim er lugar, sobre la causación mism a por la que form alm ente se constituye en acto la causa y p o r la que se nos manifiesta la causa mism a o la v irtu d causativa. 2. Se rechaza una primera descripción de la causa.— Así, pues, la prim e­ ra definición de causa que se suele dar es ésta: Causa es aquello por lo que

se satisface a la interrogación con que se pregunta por qué algo es o se hace. listo puede tom arse de A ristóteles, II de la Física, c. 7, donde prueba la suficien­ cia de las causas por aquello de que con ellas se satisface a todos los modos con que puede preguntarse p o r qué es una cosa; indica, por consiguiente, que la cau­ sa es aquello con que se satisface a la cuestión por qué. Por lo cual se ve que la locución por qué no se tom a de aquel modo especial con que suele decirse en la causa final, sino de u n m odo m ás general que com prende a todas. Pero esta definición apenas declara en nada la cosa, pues es igualm ente oscuro lo que sig­ nifica aquella palabra por qué; en efecto, si se tom a rectam ente sólo significa la relación de la causa final, y aun a ésta no la explica suficientemente, como vere­ m os después. Y si se tom a con m ás am plitud, com prende los varios modos que con aquellas voces se significan, de qué, por medio de qué, por qué cosa es algo; por lo cual sólo se im pone u n nom bre común, pero no se explica la razón común. Añado que aquella voz, con tal generalidad, puede, quizá, com prender tam bién los principios que no son causas, como dijo Cristo, loan., 6 : Yo vivo por causa del Padre; donde no se señala una relación de causa sino sólo de principio. 3. Se rechaza la segunda definición de causa.— L a segunda definición, muy corriente, es: Causa es aquello a lo que algo sigue, la cual suele citarse tom án­ dola del lib. De Causis, en el que no se halla; y más bien parece tom ada de la definición de principio explicada anteriorm ente partiendo de Aristóteles, V de la Metafísica. En efecto, lo que Aristóteles puso como primero en lugar del género, en aquella definición de causa se pone mediante u n térm ino más trascendental, . a sab er: aquello; en cambio, las restantes partículas, a sa b e r: a lo que algo, equi­ valen manifiestam ente a aquellas palabras de Aristóteles, de donde cZgo.'Finalsequitur vel cogitatur. De hoc tertio mem­ bro nihil in tota materia tractandum est; habet enim inferius smini proprium locum in materia de relatione. De aliis vero duobus dicturi sumus; primo autem de causatione ipsa per quam formaliter constituirur causa in actu et ex qua nobis innotescit causa ipsa seu virtus causandi. 2. Prima causae descriptio reOrobatur.— Prima igitur definitio haec tradi solet: Causa est id per quod satisfit interrogationi qua inquiritur propter quid aliquid sit seu fiat. Quae sumi potest ex Aristot., II Phys., c. 7, ubi sufficientiam causarum probat ex eo quod per illas satisfit omnibus modis quibus quaeri solet propter quid res sit; significat ergo causam esse id per quod satisfit quaestioni propter quid. Unde constat d'ctionem prop­ ter quid non sumi ilio speciali modo quo solet dici de causa finali, sed generalius ut comprehendat omnes. Haec vero definitio nihil fere rem déclarât; nam aeque obscurum est quid significet illud verbum propter quid; nam si recte sumatur, solum signifi-

cat habitudinem,. causae finalis et illam ipsam non satis declarat, ut postea vid"K:mrs. Si vero sumatur fusius, comprehend« varios modos qui iUis vocibus significantur, ex quo, per quid, a quo aliquid est; unde so­ lum imponitur nomen commune, non tamen explicatur communis ratio. Addo illam vocem in ea generalitate etiam posse comprehen­ ded principia quae non sunt causae, sicut Christus dixit, loan., 6: Ego vivo propter Patrem, ubi non habitudo causae sed principii tantum significatur. 3. Secunda causae definitio refutatur.— Secunda definitio et valde communis est: Causa est id ad quod aliud sequitur, quae referri solet ex libro de Causis, ubi nor, reperitur; et potius videtur sumpta ex definitione principii supra declarata ex Aristotele, V Metaph. Nam quod Aristoteles posuit primum loco generis, in ilia defitiitione cau­ sae ponitur per terminum magis transcendentalem, scilicet, id; reliquae vero particulae, scilicet, ad quod aliud, manifieste aequivalent illis verbis Aristotelis, unde aliquid.

D isputación X II.— Sección II

351

mente, lo que dijo Aristóteles en una disyunción, es, o se hace o se conoce , queda abarcado bastante confusamente con una palabra, se sigue ; pues con esta palabra no puede significarse la sola consecución por inferencia, ya que de lo contrario ia definición convendría también a los efectos de que se infieren las causas; por consiguiente, es menester que, en general, se signifique cualquier conexión o con­ secución. Y de esta misma exposición se toma principalmente el argumento en contra de la misma definición; pues dicha definición no es tanto de la causa cuan­ to del principio, por lo cual conviene también a la privación, ya que de ella se sigue la mutación, a no ser tal vez que se diga que el verbo se sigue ha de en­ tenderse por influjo y dependencia; y en este sentido, será ciertamente válida la definición, pero será muy oscura. R esolución d e la cuestión 4. L egítim a y adecuada descripción d e la causa. — La tercera definición es la que principalmente traen algunos modernos: C ausa es aquello de lo que algo depende esencialm ente. A mí, ciertamente, por lo que se refiere al contenido, me parece bien; con todo, me parecería mejor expresarla así: Causa es un prin cipio que infunde esencialm ente e l ser en otro. Pues en lugar del género pienso que es más conveniente poner aquel nombre común, el cual conviene a lo definido más de cerca e inmediatamente, y de este modo se relaciona el principio con la causa; pues el ente y aquel relativo aquello — que tomado absolutamente le es equivalente— es remotísimo. Y por aquella partícula, qu e infunde esencialm ente , queda excluida la privación y toda causa accidental, que no confiere o infunde esencialmente el ser en otro. Pero el verbo in fu n de no se ha de tomar estricta­ mente, como suele atribuirse de un modo especial a la causa eficiente, sino más en ornera!, en cuarto cue equivale al verbo dar o comunicar el ser a otro. Sin embargo, objetan algunos en contra de esta parte que la causa material no da el ser, sino que lo da la formal; y entre las extrínsecas, no da el ser la formal sino la eficiente. Pero aunque de, un modo especial se atribuya a aquellas dos causas dar el ser, a la forma en cuanto que completa el propio y específico ser Dcnique quod Aristoteles sub disiunctione dixit, est, aut fit, mil cognoscitur, satis con­ fuse comprehenditur sub unico verbo sequitur; in hoc enim verbo non potest significati sola consecutio per illationem, alioqui conve­ nire! definirio edam efc ciil'"s ex quibus inferuntur causae; oportet ergo ut generatim quamcumque connexionem vel consecutionem signified. Atque ex hac ipsa expositione sumitur potissimum argumentum contra ipsam d-finitionem : qui!1 ,,1a defìnitio non tam est causae quam principii; unde edam coDven't privationi. nam ex ;,1a sequitur mutatìo, nisi forte dicatur verbum sequitur intelligendum esse per influxum et dependentiarn: oro sensu consrabit quidem definitio, erit tamen valde obscura.

ad rem spectat, mihi probamr ; libentius tamen eam sic describerem : Causa est prin" t'vm orr se influens esse in aliud. Nam loco generis existimo convenientius poni illud nomen commune quod propinquius et immediadus convenit definito; hoc autem mo­ do comparatur principium ad causam; nam ens et illud relativum id, qvod assolute positum illi aequivalet, remotissimum est. Per illam autem particulam, per se influens, excluditur privano, et omnis causa per accidens, quae per se non conferunt aut influ­ iint esse in aliud. Sumendum est autem ver­ bum illud influii non stride, ut attribuì specialiter solet causae efficienti, sed generalius prout aequivalet verbo dandi vel communicandi esse altere Obiiciunt autem qui­ dam contra hanc partem, quod causa ma­ Quaestionis resalutio terial« non dat esse, sed formalis; inter ex­ 4. Causae germana adaequalaque descrìp- trínsecas vero finalis non dat esse, sed effitio.— Tenia definitìo est quam potissime af- ciens. Sed, Iicet speciali modo attribuatur ferunt aliqui moderni: Causa est id a quo filis duabus causis dare esse, formae ut com­ ¡¡liquid per se pendei. Quae quidem, quod pienti proprium et specificum esse, efficien-

352

Disputaciones metafísicas

y a la eSciínte en cuanto influye realmente, con todo, en absoluto y bajo una

razón común, tam bién la materia en su género da el ser, porque de ella depende el ser del efecto y ella misma da su entidad, con la que se constituye el ser del efecto; tam bién la causa final en el mismo grado en que m ueve influye también en el ser, como se declarará después. 5. Pero para explicar más esta parte de la definición hay que advertir que si tratásemos filosóficamente de solas las causas y principios naturales, 0 sea que pueden conocerse con la luz natural, la causa aparecería suficientemente definida con aquellas palabras y distinguida de todos los principios que no son verdade­ ras causas; pero como nuestra física y metafísica debe servir a’ la teología, es preciso dar tal definición de causa que no convenga al Padre Eterno en cuanto que es principio del Hijo, ni al Padre y al Hijo en cuanto que son único principio del Espíritu Santo, y esto es lo que nos plantea el problem a, ya que la persona que produce parece que es un principio que infunde el ser esencialmente en otra persona, y en este sentido parece que le conviene toda la definición de causa, a pesar ele no ser causa, como consta por el parecer adm itido de los teólogos.

Dificultad tomada del misterio de la Trinidad 6. Por tanto, para excluir tal principio que por sí comunica su ser sin cau­ salidad, sé han valido los autores modernos de la palabra depender , porque una persona divina de tal modo, recibe el ser de la otra que no depende de ella, ya que aquello que depende de otro es preciso que tenga la esencia, al menos num é­ ricamente diversa de aquello de quien depende. Pero, en prim er lugar, es pre­ ciso explicar qué es propiam ente depender uno de otro, o p o r qué p ara la de­ pendencia se requiere la diversidad de esencias y no basta la distinción real que media necesariamente entre el ser prodúcem e y el ser producido; porque no aparece la razón de por qué requiere una mayor distinción la palabra depender que la de producir. Igualmente, un ser relativo se dice propiam ente que depende de otro, porque puesto aquél se pone éste, y quitado desparece, y sin embargo ¿ío, ^s necesario para los seres relativos en cuanto tales tener la esencia distinta ti vero ut realiter influenti, tarnen absolute et sub communi ratione, etiam materia in r-ao Renere dat esse, quia ab illa dspendet esse effectus, et ipsa dat suam entitatem eoa constituatur esse effectus; causa etiam finaiis, eo modo quo movet, influit etiam in esse, ut postea declarabitur. 5. Ad deciarandum vero amplius fcanc partem definitionis, advertendum est, si philosophice ageremus de solis causis et principiis nnturalibus seu quae naturali lumine covr.osci nos-.unt, suffidemer videri causam definitala iilis verbis et distinctam ab omni­ bus principiis quae verae causae non sunt; quia tarnen nostra physica et melsphysica deservire debet theologiae, talem oportet cau­ sae definkionem tradere quae Patri aeterno, ut est principram Filii, ve] Patri et Filio, ut sunt unum principium Spiritus Sancti, non ennveniat, er hoc est quod facessi! nobis ne­ gotium, nam persona producens videtur principium per se influens esse in aliam personam, atque ita videtur illi convenire tota de-

finitio causae, cum tarnen causa non sit, ut ex recepta sententia theologorum constat. . Difjicultas ex mysterio Trinitatis suntpta 6. Ad exciudendum ergo huiusmodi prin­ cipium per sese dans esse sine causalitate, usi sunt auctores moderni verbo depenäendi, quia una persona divina ita recipit esse ab alia ut ab illa non pendeat, quia id quod ab alio pendet, oportet ut habeat essentiam saltern numero diversam ab eo a quo pen­ det. Sed imprimis esplicare oporter quid sit proprie unum pendere ab alio, aut cur ad dependendum requiratur diversitas essentiae et non sufficiat distinctio rerum quae neces­ sario intercedi inter rem producentem et productam; quia non apparet ratio cur maiorem distinction«!! requirat verbum dependendi quam producendi1. Item unum reiativum proprie dicitur pendere ab alio, quia ilio posi» ponitur, et ablato aufertur; et tarnen non est de necessitate relativorum ut sic habere distinctam numero essentiam;

1 Puede admitirse en absoluto la sustitución de la palabra producendi por procedendi tal como aparece en algunas ediciones (N. de los EE.).

353

D is p u ta c ió n X I I .— S e c c ió n II

numéricamente; pues las personas divinas son correlativas, a pesar de ser de la misma esencia. Y si se dice que son de la misma esencia absoluta, pero que se distinguen en sus razones respectivas, y ello basta para la dependencia correla­ tiva, ¿por qué no bastará también para la dependencia del producido respecto del producente? Pues no se produce en cuanto que es lo mismo que el prodú­ ceme, sino en cuanto se distingue de él; y en cuanto tal tiene una entidad rela­ tiva distinta, recibida del otro; luego según aquélla depende verdaderamente de él. Hay que añadir que según la propia razón relativa tiene la persona pro­ ducida un ser personal y respectivo distinto del de la persona producente, y no puede tenerlo más que en cuanto que le ha sido dado por otro; por consiguiente, en aquello depende verdaderamente del otro. ¿Pues qué es depender de otro en algún ser más que no tenerlo por sí sino dado y comunicado por otro, de quien siempre tiene que ser dado para que pueda ser tenido? 7. Q u é e s p r o p ia m e n te d e p e n d e r d e o tr o .— L a s d iv in a s p e rso n a s p ro d u c id a s p o r q u é n o d e p e n d e n d e l p r o d u c e n te .— Por consiguiente, para explicar esto dije que la causa es la que infunde el ser en otro; pues con estas palabras se signi­ fica la misma realidad que se supone en el verbo d e p e n d e r ; ya que con ella que­ da significado que para la causalidad es necesario que aquel ser que la causa in­ funde esencial y primariamente en el efecto, sea causado por la misma causa y, por consiguiente, que sea un ser distinto del propio ser que tiene en sí la atusa. Por la cual, depender en su ser de otro es propiamente esto, a saber: tener un ser distinto de aquél y participado ó que de algún modo Suye del. ser de aquél. Y que este modo de dependencia se encuentra en todas las causas que nosotros experimentamos puede mostrarse brevemente en todo género de causas. Pues la materia y la forma infunden el ser en el compuesto ciertamente mediante la co­ municación de sí mismas y de sus entidades; sin embargo, el ser del compuesto que surge de allí es distinto, tanto del ser de la materia como del de la forma, y por ello depende propiamente de aquéllas, porque para constituirlo aporta cada una su propio ser, y de allí surge un ser'distinto de cualquiera de ellas, que sin ellas no puede existir. Lo mismo consta en la causa eficiente (omitida de mo.*

*



nam personae divinae sunt correlativae, cum tarnen sict eiusdem essentiae; Quod si dicantur esse eiusdem essentiae absolutae, distingui tarnen in radonibus respectivis, idque satis esse ad correkdvam dependentiam, cur nan idem sufficiet ad dependentiam produc­ ts a producente? Non enim producitur quatenus est idem cum producente, sed quatenus ab eo distinguitur; ut sic autem habet disdnctam entitatem respectivam receptam ab alio; ergo secundum illam vere pendet ab alio. Adde quod secundum propriam rationem respectivam habet persona producta distinction esse personale ac respectivum a persona producente; et illud habere non pot­ est nisi ab alio datum; ergo in illo vere pendet ab alio. Quid est enim pendere ab alio in aliquo esse, nisi non habere illud a se, sed datum et communicatum ab alio, a quo semper dari debeat ut semper haben possit? 7. Quid sit proprie ab alio pendere.— D i­ vinae personae productae quare a producente non pendeant.— Ad hoc ergo explicandum

4

'«I

»

dùci causasti esse quae influii esse in aliud; his enim verbis eadem res declaratur quae importatur in verbo dependendi; significatur autem per illa ad causalitatem necessarium esse ut illud esse quod causa per se primo influit in effectum sit causatum ab ip­ sa causa, et consequents quod sit esse distinctum a proprio esse quod causa in se habet. Unde hoc est proprie pendere in suo esse ab alio, habere, scilicet, esse distinctum ab illo et participatum seu aliquo modo fluens ab esse illius. Hunc autem tnodum dependentiae investiti in omnibus causis quas nos experimui, ostendi brevster potest in osimi causarum genere. Nam materia et forma influunt esse composito, communicando quidem seipsas et suas cntitates; esse tamen compositi, quod inde consurgit, distinctum est ab esse turn materiae turn formae, et ideo ab filis proprie pendet, quia ad illud constituendum unaquaeque coinfert suum esse, et inde consurgit esse a qualibet earum distinctum, quod sine filis esse non potest Idem constat in causa efficiente (omissa pro nunc

23

354

Disputaciones metafísicas

mentó la final, que tiene un influjo más oscuro, del que trataremos después); pues toda causa que infunde el ser en otro por modo de principio esencial y extrínseco, exceptuando el misterio de la Trinidad, lo da por la efección del mis­ mo ser que comunica; y por ello siempre da un ser distinto dél propio ser que tiene él; y esto es propiamente causar y hacer. Y, por el contrario, entonces pro­ piamente depende la cosa producida en dicho género de causa eficiente, cuando el mismo ser que tiene esencial y primariamente recibido de otro, emana del ser de otro y no puede existir sin tal influjo. Y en las procesiones de las divinas personas no Sucede así, porque aquel ser que se comunica esencial y primaria­ mente por aquellas producciones no es algo diferente del ser mismo de la per­ sona prodúceme, sino que es aquel mismo numéricamente que está en la persona prodúceme, y esto es lo singular y admirable en aquellas procesiones divinas; y por ello de tal modo procede una persona de otra, que a pesar de todo recibe de ella un ser enteramente independiente, porque recibe el mismo ser numérico que existe en la persona prodúceme. 8. S e sale al p a so d e u n a o b jec ió n .— N i es obstáculo que las mismas rela­ ciones sean distintas y tengan su propio ser relativo distinto, porque no es el ser relativo en cuanto tal, sino el ser absoluto y esencial el que se comunica esencial y primariamente mediante aquellas procesiones. Pues procede Dios de Dios, y el Padre al engendrar al Hijo le comunica primariamente su propia naturaleza; en cambio, la relación se requiere como una propiedad necesaria para constituir la persona distinta; lo cual viene a ser como el elemento material —por llamarlo asi— en toda producción. Como en la generación humana, lo que esencial y pri­ mariamente se pretende formalmente es la comunicación de la naturaleza hu­ mana y del ser hum ano; y en cambio, como consecuencia, es requerida la per­ sonalidad. Por consiguiente, la razón de producción ha de ser valorada princi­ palmente del ser formal comunicado esencial y primariamente. Por lo cual, la generación de Cristo en cuanto hombre fué verdaderamente humana a causa del verdadero ser de la naturaleza humana, aun cuando la personalidad" fuese de otra razón. Así, por consiguiente, porque la generación divina es tal que el ser que por ella se comunica esencial y primariamente no es emanado de otro Ser; y por ello, finali, quae obscuriorem habet influxum, de quo infra videbimus); omnis enim res quae influit esse in aliud per modum principii per se et extrinseci, extra mysterium Trinitatis, dat illud effidendo ipsutnmet esse quod communicat; et ideo semper dat esse distinctum ab esse proprio quod in se habet; et hoc est proprie causare et efficere. Et e converso tune proprie res producta pendet in eo genere efficientis causae, quando ipsum esse quod ab alio habet per se primo receptum, manat ab esse alterius et sine tali influxu esse non potest. In processionibus autem divinarum person arum non ita contingit, quia illud esse quod per se primo per illas productiones communicatur non est aliud ab ipso esse personae producentis, sed est ipsummet numero quod est in persona producente; et hoc est singulare et admirabile in Ulis divinis processionibus; et ideo ita una persona procedit ab alia, ut tarnen ab illa recipiat esse omnino independens, quia recipit ipsummet esse numero quod est in persona producente.

8. Occurritur obiectiom.— Neque obstat quod relationes ipsae distinctae sunt et habent proprium esse relativum distinctum, quia non esse relativum ut sic, sed esse absolutum et essentiale per se primo commu­ nicatur per illas processiones. Procedit enim Deus de Deo, et Pater generando Filium pri­ mario communicat ipsi suam naturano ; relatio vero requiritur tamquam proprietas ne­ cessaria ad constituendam distinctam perso­ nam; quod est quasi materiale (ut sic dicam) in omni productione. Sicut in generatione humana quod per se primo ac for­ maliter intenditur est communicatio humanae naturae et humani esse; consequenter vero est requisita personalitas. Ratio ergo productionis principaliter pensanda est ex formali esse per se primo communicato, Unde generano Christi ut hominis fuit ver: humana propter verum esse humanae na­ turae, edamsi personalitas fuerit alterius rationis. Sic igitur, quia generatio divina talis est ut esse quod per se primo per illam communicatur non sit manans ab alio esse

Disputación XII.—Sección II

355

ni dependiente ni causado, sino sólo comunicado por la persona prodúceme, por lo mismo dicha generación no es una efección ni una causación — por llamarla así—, sino una producción de tipo muy superior. Se añade que el mismo ser relativo de aquellas personas es tal que esencialmente incluye todo el ser divino, el cual es esencialmente independiente y por ello tampoco el mismo ser relativo puede ñamarse dependiente. 9. U n ser relativo, incluso creado, no depen de propiam en te d e otro. — Pero en las relaciones creadas se dice a veces que una relación depende de otra en cuanto que sin ella no puede existir. Pero esta es una manera de hablar impro­ pia y general, porque donde hay dependencia, tal como ahora hablamos propia­ mente, hay prioridad de naturaleza; y las relaciones mutuas son enteramente semejantes, y se dirá menos impropiamente que la relación creada depende de su término si se supone que es algo absoluto, porque puesto el fundamento y el término resulta la relación. Por lo cual sucede que en las cosas creadas mucho menos puede decirse que una relación influya en otra, ya que una no es causa, más aún, ni principio siquiera de la otra, sino que sólo tienen la necesaria simul­ taneidad o concomitancia. En cambio, en los seres divinos, aunque un ser rela­ tivo proceda de otro, sin embargo, no es por dependencia ni por influjo de un ser esencial diverso que se comunique esencial y primariamente por tal pro­ ducción. 10. Por consiguiente, para declarar esta propiedad de la causa dijimos que es un principio qu e infunde e l ser, porque es preciso que el mismo ser sea cau­ sado, y consecuentemente distinto esencialmente d d ser de la misma causa. Para indicar lo cual expresamente añadí la partícula en o tro y no en alguno o en el otro, ya que otro absoluta y propiamente no se dice sino de lo que es esencial­ mente diverso. Y en cuanto a que la causa incluya esta propiedad y requiera tal modo de influjo, no puede probarse de otra manera que por la común noción y uso de esta voz, principalmente entre los latinos. Igualmente por su correlativo, que comúnmente se piensa que es el efecto, palabra que abiertamente indica im­ perfección y dependencia tomada con. el rigor que explicamos; por lo cual, es cierto que la persona divina producida no puede decirse efecto, pues de lo conet ideo nec pendens nec causatimi, sed conimunicatum tantum a persona producente, ideo generatio illa non est effectio ncque causano (ut s ic dicam), sed productio longe superioris rationis. Accedit quod ipsummet esse relativum iilarum personarum tale est ut essentialiter includat totum esse divinum, quod essentialiter est independens, et ideo neque ipsum esse relativum potest dici depesdens. 9. Unum relativum etiam creatura pro­ prie cb alio non pendei.— In relationibus vero creatis dicitur interdum una relatio pen­ dere ab alia, quatenus sine ¡Ila esse non pot­ est. Sed est impropria et lata locutio, quia ubi est dependentia prout nunc proprie loquimur, est prioritas natura: ; relationes autem mutuae sunt omnino similes, minusque improprie dicetur relatio creata pendere a suo termino, si supponatur esse aliquid absolutum, quia, posito fundamento et termino, re­ sultai relatio. Ex quo Ut ut in creatis multo minus dici possit una relatio influere in aliam, quoniam una non est causa, immo nec prin-

cipium alterius, sed solum habent necessariam simultatem seu concomitantiam. In divinis vero licet unum relativum procedat ab alio, non tamen per dependentiam nec per influxum diversi esse essentialis, quod per se primo per talem productionem communicetur. 10. Ad declarandam ergo banc proprietatem causae diximus esse principium quod in­ fluii esse, quia oportet ut ipsummet esse sit causatum et consequenter essentialiter distinctum ab esse ipsius causae. Ad quod etiam indicandum, consulto addidi particular!) in dliud et non in aliquem vel in alium, nam aliud absolute et proprie non dicitur nisi de eo quod est in essentia diversum. Quod autem causa includat hanc proprietatem et requirat talem modum influxus, non aliter pro­ bari potest quam ex communi notions et usu huius vocis, maxime apud Latinos. Item ex correlativo, quod communiter censetur esse effectus, quae vox aperte indicai imperfectlonem et dependentiam in eo rigore quem declaravimus; quare certum est personam

Disputaciones metafísicas

356

trario se diría también hecha, cosa que va en contra de la fe, como consta por el Credo. Finalmente, porque por la cosa misma tal como ha sido explicada consta que tal modo de influjo o de emanación que conviene a los efectos crea­ dos con respecto a todas sus causas, es de una clase muy distinta de la emana­ ción de una persona divina desde otra, y que tiene aquel modo de dependencia que hemos declarado; luego puede significarse con una palabra común que com­ prenda las causas de las cosas creadas y no los principios de las divinas personas; y tal es esta palabra causa y el concepto que a ella responde, que explicamos por la referida definición de causa. Así, por consiguiente, es verdadero que per­ tenece a la razón de causa ser esencialmente diversa de su efecto, y que el efecto aepende propiamente de la causa; y una y otra cosa queda indicada en aquella partícula tal como ha sido explicada por nosotros, y mediante ella queda excluido de la razón de causa el principio en las cosas divinas. D ificu lta d proceden te d e l m isterio d e la Encam ación

11. Una nueva dificultad surge procedente de otro misterio de la fe, a saber: el de la Encarnación; pues al Verbo Divino, en cuanto que es término personal de la humanidad, conviene toda aquella definición de causa; y, sin embargo, en cuanto tal, de acuerdo con la sana doctrina, no es causa, ya que ni puede ser causa formal, puesto, que es imperfecta, ni eficiente, pues de lo contrario tendría el Verbo una eficiencia ad extra no común a! Padre y al Espíritu Santo. La pro­ posición mayor se prueba porque, según el modo de hablar de los teólogos, el Verbo Divino constituye el término de la dependencia de la humanidad; luego el Verbo es aquello de que depende aquella humanidad. Y si se dice que de­ pende ciertamente de él como de término, pero no como de causa, en primer lugar la dificultad no queda resuelta; más aún, de allí más bien se concluye que no todo aquello de que depende otro es causa, y además es muy oscuro qué cosa es depender de algo como de término. Pero esto último no es de admirar, por­ que se trata de un punto muy sobrenatural que.explican, los teólogos como puedivinam productam non posse did effectum,' alioqui diceretur etiam facta, quod est con­ tra fidem, ut constat ex Symbolo. Tandem, quia ex re ipsa, prout declarata est, constat ilium modum infiuxus vel emanationis qui convenit effectibus creatjs respectu omnium suarum causarum, esse longe diversae rationis ab emanatione unius personae divinae ab alia et habere ilium modum dependentiae quern nos declaravimus; ergo potest una communi voce significari, quae comprehendat causes rerum creatarum et non prindpia divinarum personarum; huiusmodi autem est hacc vox causa et conceptus qui illi re­ sponded quern per dictam causae definitionem explicamus. Sic igitur verum est de ratione causae esse ut sit essentialiter diversa a suo effectu, et quod effectus proprie pendeat a causa; utrumque autem in ilia particula, prout a nobis declarata est, indi­ cator et per illam exduditur prindpium in divinis a ratione causae.

Difjicultas ex mysterio Incarnationis 11. Alia vero difficultas nobis oritur ex alio mysterio fidei, scilicet Incarnationis; nam Verbo divino ut personaliter terminanti humanitatem convenit tota illa definitio cau­ sai ; et tamen ut sic non est causa iuxta sa­ nano doctrinam, curo neque possit esse causa formalis, quia imperfetta est, neque efficiens, quia alias haberet Verbum efficientiam ad extra non communem Patri et Spirititi Sancto. Maior proposito probatur, quia iuxta communem modum loquendi theologorum, Verbum divinum terminai dependentiam humanitatis; ergo Verbum est id a quo pendet illa humanitas. Quod si dicas pendere quidem ab ilio ut a termino, non ut a cau­ sa, primo non solvitur difficultas, immo potius inde conduditur non cmne id a quo aliud pendet, esse causam, et deinde valde obscurum est quid sit dependere ut a ter­ mino. Sed hoc posterius mirum non est, quia res est valde supematuralis, quam explicant theologi prout possunt1. Illud vero

* Vide dicta in I tom., I l i part., disp. V ili, sect. 3.

Disputación X II.— Sección II

357

den) En cambio, aquello primero convence enteramente de que la definición de causa se explica mejor mediante un principio que infunde esencialmente el ser en otro, que mediante la dependencia, si esta partícula no se explica por la an­ terior. Por consiguiente, el Verbo, en cuanto término de la Humanidad, no es principio que infunda esencialmente el ser en ella, ni depende de este modo la humanidad del Verbo como de principio que infunda el ser en ella, sino sólo en la razón de término, que es una cierta propiedad necesaria, sin la que la huma­ nidad no puede existir. 12. Cómo concurre el Verbo Divino con la humanidad para constituir a Cris­ to.— Qué causalidad ejercen los modos terminantes respecto de los terminados.— Esta respuesta satisface plenamente en cuanto a la dependencia de la humanidad respecto del Verbo; pero queda todavía la dificultad de la dependencia de Cristo en cuanto que es una persona compuesta. Pues supongo, según la verdadera doc­ trina de los teólogos, e incluso de los Concilios y los Padres, que del Verbo en cuanto término de la humanidad y áe la humanidad misma surge la persona una per se y admirablemente compuesta de Cristo como Dios hombre. Por consiguien­ te, aquel compuesto depende verdaderamente del Verbo como de un cierto prin­ cipio intrínseco de que consta; por lo cual, es necesario que infunda el ser en El comunicándole su ser personal, del cual resulta con la humanidad esta persona compuesta, que en cuanto tal se distingue de alguna manera del Verbo tomado estrictamente. Pero a esto se ha de aplicar la misma respuesta, pues el Verbo no concurre de otro modo para la constitución de aquel compuesto que terminando la humanidad; por lo cual, si en esto no ejerce algún género de causalidad, tam­ poco al constituir a aquella persona compuesta tiene razón alguna de causa res­ pecto de ella. Y el argumento propuesto no sólo vale en dicho misterio, sino que puede acomodarse a todos los extremos que integran cualquier compuesto, come­ es el punto respecto de la línea, y la -subsistencia creada respecto del supuesto, etc. Acerca de todas las cuales cosas hay que decir que prueban rectamente que se reduce ciertamente a algún género de,causa intrínseca, es decir, formal o mateprius convincit plane, definitionem causae melius explicari p er principium influens per se esse in aliud quam per dependentiam , nisi haec particula p er prlorem declaretur. Ig itu r V erbum , ut term inans hum anitatem , non est principium p er se influens esse in ilium, neque hum anitas hoc m odo pendei a Verbo ut a principio influente esse in illam, sed solum in ratione term ini, qui est proprietas quaedam necessaria, sine qua hum anitas illa non potest esistere. ' 12. D i z i n i u n V e r b u m c u m h u m a n ita te q u a litc r a d C h r is ti c o n s t i t u i i o n e m e r n e u r r a t .— M o d i t e r m i n a t e s , q u a m r e s p e c tu te r m in a to r u m c a u s a iita te m e x e r c e a n t .— Quae

resp o n so recte satisfacit q u an tu m ad depen­ dentiam hum anitatis a V e r b o t; adhuc ta­ rnen rr.anet difficultas de dependentia C hris­ ti, u t est persona composita.- S uppono enim ex vera theologcrum doctrina, im m o et Conciliotum et P atrum , ex Verbo u t term inante hum arrtatem et h um anitate iosa consurgere Christi u t Dei hom inis personam per se

unam ac m irabiljter compositam. Illud ergo com positum vere pendet a V erbo tam quam a quodam principio intrinseco ex quo con­ sta t; unde necesse est u t in illud influât esse, com m unicando illi smini esse personale; ex quo cuna hum anitate résultat haec persona com posita, quae u t sic aliquo m odo distinguitu r a Verbo nude sum pto. Sed ad hoc eadem responsio applicanda est, nam V erbum non aliter concurrit ad constituendum iiiud com positum , quam term inando humanité. te m ; unde si in hoc non exercet aliquod causalitatis genus, neque etiam constituendo iilam personam compositam habet aliquam rationem causae respectu illius. A rgum en­ tum autem factum non tantum procedit in dicto m ysterio, sed accommodari potest ad omnia extrem a com ponentia aliquod com po­ situm , u t est punctum respectu lineae, et subsistentia creata respectu suppositi, etc. D e quibus om nibus dicendum est recte probare reduci quidem ad aliquod genus causae in ­ trinseca«, id est, formalis vel m aterialis ; quo-

Lege quae dixim us I tom ., disp. V i l i , sect. 1.

358

Disputaciones metafísicas

rial; pero cómo o en qué se apartan algunas veces de la propiedad de tales cau­ sas, y principalmente en dicho misterio, depende de lo que se diga en particular de tales causas. Qué es causalidad 13. De cuanto dijimos de la razón de causa en común se colige en primer lugar qué es aquello por lo que la causa en acto, actual y formalmente queda constituida en su ser de causa, lo cual suele llamarse causación o causalidad en general; y esto no es otra cosa que el influjo aquel o el concurso con que una causa en su género infunde actualmente el ser en el efecto; pero este concurso necesariamente se requiere que sea algo distinto realmente o ex natura rei de la relación de la misma causa, ya. que aquella cosa que se denomina causa puede permanecer en la realidad sin este influjo actual; y esto es una señal cierta de distinción ex natura rei, como se vió en lo que antecede. Pero este influjo no puede ser la única razón predicamental de la causa ai efecto; pues ésta, cual­ quiera que sea, resulta del mismo influjo de la causa en cuanto terminado en el efecto, del mismo modo, evidentemente, en que suele decirse que puesto el fun­ damento y el término surge la relación; por consiguiente, aquel influjo es algo anterior a la relación, y según él, también la causa será algo anterior por natura­ leza a su efecto, a pesar de que según la relación sean simultáneos por naturaleza. Por consiguiente, aquel influjo es algo intermedio entre la entidad y la relación de causa; no podemos explicar aquí más claramente, hasta que lleguemos a la ex­ plicación de cada uno de los géneros de causas, qué es dicho influjo y si es algo que está en la causa misma o en el efecto o si es algo distinto de aquéllos o únicamente una denominación tomada de ambos. Y lo mismo sucede acerca de algunas propiedades o condiciones que parecen acompañar a la razón común de causa, y que se encuentran de modo diverso en las distintas causas, como ser anterior en naturaleza, distinguirse realmente o esencialmente A d efecto, etc. m odo svtem et in quo aliquando d e fid an t a propìetate talium causarum et praesertim in dicto mysterio-, pendet ex his quae de his causis in particular! dicenda sunt. C a u sa lita s q u id 13. Ex his quae de rations causae in com m uni dixim us, colligitur prim o quid sit id q u a causa in acro form aliter et proximo co astitu itu r in esse causae, quod soler vo­ cali e a u sa tio vel ca u sa lita s in com m uni; hoc m e m nil aliud est quam influxus ille seu concursus quo unaquaeque causa in suo ge­ nere actu influii esse in effectum ; hic vero concursus necessario oportet u t sit aliquid 'distinctum in re seu ex natura rei a relatione ¡prius causae, cum possit res illa quae causa denom inatur in re m anere sine hoc actuali influxu; quod est certum signum distinctionis ex n atu ra rei, u t in superioribus visum est. N o n p otest au tem hic influxus esse sola

ratio praedicam entalis causae ad effectum ; nam haec, qualiscumque illa sit, resultai ex ipso influxu causae ut term inato ad effec­ tu m , eo, sicilieet, modo quo dici sólet posi­ lo fundam ento et term ino consvrgere relationem ; est ergo ille influxus aliquid prius relatione; et secundum ilium etiam causa est prior natura suo effectu, cum tam en se­ cundum relationem sint sìmili natura. E st igitur ille influxus aliquid m edium inter entitatem et relationem causae; quid autem illud sit et an sit aliquid in Ipsa causa vel in effectu et an sit aliquis m odus distinctus ab illis vel tan tu m denom inado ex utroque desum pta, non potest hic distinctius expli­ ca n donee ad singula causarum genera declafanda veniamus. E t idem est de quibusdam proprietatibus vel conditionibus quae com m unem rationem causae comitari videntu r et in diversis causis diversim ode reperiu n tu r, u t esse prius natura, distingui realiter, vel essentialiter ab effectu, etc.

Disputación X II.— Sección III

359

Concepto objetivo único de causa 14. En segundo lugar, puede inferirse de lo dicho que el nombre de causa no es meramente equívoco, ya que no es común solamente el nombre sino tam­ bién alguna razón del nombre. Sin embargo, está puesto en controversia si a este nombre le corresponde, según dicha definición, un concepto único tanto formal como objetivo de causa en general, ya que algunos piensan que no co­ rresponde tal concepto único, porque los modos en que dependen los efectos de las causas en los diversos géneros de causas son tan primordialmente diversos que de ellos no puede abstraerse una razón común de dependencia. Pero esto ni lo prueban ellos ni me parece a mí muy verosímil, pues de toda conveniencia real ruede abstraerse un concepto común; y entre las causas no sólo hay una cierta proporcionalidad metafórica, pues de lo contrario no se diría la causa acer­ ca de todos aquellos con propiedad, sino que hay verdadera y real conveniencia, como puede también confirmarse por la definición dada y por su misma expo­ sición; y muchas de las cosas que dijimos acerca del concepto de ente pueden también aplicarse aquí. No hay, por consiguiente, razón para negar un concepto común único de causa. En cambio, el punto de si en este mismo concepto hay univocidad o una .cierta analogía constará mejor después de dar la división de causa y de explicar cada uno de los miembros y modos de causación; y por ello, lo omitiremos hasta que comparemos.las causas mismas entre sí.

SECCION i n D ivisión

be la causa

1. Es célebre la división de la causa en los cuatro géneros de causa, a saber: material, formal, eficiente y final, que da Aristóteles en el libro V de la M etafí- • sica, c. 2, y en el libro II de la Física, c. 3 y siguientes; la explicación de esta división depende enteramente de la inteligencia exacta de cada uno de los miembros, la cual procuraremos extensamente en todo este tratado; y por ello, Causae unicus obiectivus conceptus 14. Secundo colligi potest ex dictis notnen causae non esse m ere aequivocum , cum non tantum nom en, sed etiam aliqua ratio nominis communis sit. An vero huic nom i­ ni secundum illam definitionem correspondeat unus conceptus tam form alis quam ob­ iectivus causae in com m uni, in controversia est; nam quidam existim ant non correspondere huiusm odi conceptum u n um , quia m odi quibus effectus pendent a causis in diversis generibus causarum , ita sunt prim o diversi u t ab eis una com m unis ratio dependentiae abstrahi non possit. Sed hoc neque ab ipsis probatur, neque m ihi videtur adm odum ve­ risimile, nam ex ranni reali convenientia pot­ est abstrahi conceptus com m unis; inter causas autem non solum est proportionalitas aliqua metaphorica, alioqui non de omnibus fllis causa cum proprietate diceretur, sed est vera et realis convenientia, ut ex definitione

data e t expositione eius confirm ari etiam potest; et ex his quae de conceptu ends diximus, m ulta hie applicari possunt. N on est ergo cur negetur unus com m unis conceptus causae. A n vero secundum ilium sit univocatio vel aliqua analogia constabit m elius post traditam divisionem causae et explicata sin­ gula m em bra ac modos causandi; et ideo illud om ittem us donee causas ipsas inter se conferamus. S E C T IO I I I Q ug tu plex

s it

c au sa

1. Celebris est ilia divisio causae in quatuor eausarum genera, scilicet, m aterialis, formalis, efficientis, et finalis, quam tradit A risr., V M etaph., c. 2, et lib. I I Phys., c. 3 et sequent., cuius divisionis expositio om nino pendet ex singulorum m em brorum exacta inteiligentia, quam in to to hoc tractatu late proseauem ur; et ideo nunc in com-

Disputaciones metafísicas

360

ahora en general sólo propondremos las cosas que pueden ofrecer dudas acerca de esta división, y las resolveremos brevemente. Lo primero es si todos aquellos miembros quedan contenidos verdadera y propiamente dentro de lo dividido. Se­ gundo, si se distinguen y oponen entre sí. Tercero, si abarcan suficientemente el todo dividido. Cuarto, si la causa queda dividida próxima o inmediatamente en aquellos miembros o puede concebirse otra división intermedia. Quinto, si aquella división es ínfima o átoma, o puede aún dividirse cada uno de los miem­ bros en otros. Sexto, si es unívoca o análoga. Cuatro géneros propios de causas 2. Se prueba la aserción con una experiencia.— Respecto a la primera duda hay que decir que todas aquellas cosas participan verdadera y propiamente de la razón de causa, y que por ello con razón queda dividida la causa en aquellos cuatro miembros. Esta aserción, además de contar con el asentimiento común de todos a partir de Aristóteles, se prueba así. Efectivamente, que aquellas cuatro causas se encuentren en las cosas o efectos que experimentamos puede declararse fácilmente suponiendo que sucede algo nuevo en la naturaleza real; lo cual es tan evidente por las continuas variaciones de las cosas, alteraciones, generaciones y corrupciones, que parece totalmente superfluo probarlo con argumentos. Por consiguiente, si algo se hace de nuevo, es necesaria alguna otra cosa por la que sea hecho, ya que una cosa no puede hacerse a sí misma; y a ésta es a la que llamamos causa eficiente. La cual, o bien produce su efecto de la nada o de al­ guna otra cosa que presuponga para su acción; lo primero no puede decirse en general, pues consta experimentalmente que ni el artífice hace la estatua si no es de la madera o el bronce, ni el fuego calienta si no se le pone previamente algo que reciba el calor, ni se hace el fuego sino de la madera, estopa u otra cosa semejante. Más todavía, este’ modo de obrar es tan propio de las causas natu­ rales que los filósofos que atendieron sólo a ellas sacaron de alK aquel conocido axioma: De la nada nada se hace. Por consiguiente, aquel sujeto que se presu­ pone para la acción de la causa eficiente, es al que llamamos causa material. m uni solum proponem us ea quae circa hanc divisionem dubitari possunt et ea breviter expediem us. Prim um est an omnia illa m em bra vere ac proprie sub diviso contineantur. Se­ cundum an inter se distinguantur et opponan tu r. T ertium an sufficienter com prehend an t totum divisum . Q uartum an proxime e t im m ediate causa in illa ■m em bra dividatu r, vel possit aliqua divisio media excogi­ ta n . Q uintum an illa divisio sit infima seu atom a, an possint singula m em bra in alia dividi. Sextum , an sit univoca vel analoga.

do aliquid novum in rerum natura fieri; quod est tam evidens ex perpetua rerum vi­ cissitudine, alteratione, generatione ac cor­ ru p tio n s, u t illud argum entas probare supervacaneum sit. Si ergo fit aliquid de novo, necessaria est aliqua alia res a qua fiat, quia non potest idem facere seipsum , et hanc vocam us efficientem causam . Q uae vel producit suum effectum ex nihilo, vel ex aliqua re quam ad suam actionem praesupponat ; prim um non potest in universum dici, nam experim ento constat ñeque artificem facere statuam nisi ex ligno a u t aere, ñeque ignem Q u a tu o r p r o p r ia c a u s a r u m g e n e r a 2. A b e x p e r im e n t o p r o b a tu r a sse rtio .— calefacere nisi aliquid ei supponatur quod calorem suscipiat, ñeque efficere ignem nisi ex Ad prim am dubitationem di.cendum est om ­ ligno, stupa aut alia re simili. Im m o hic m o­ n ia illa vere ac proprie rationem causae par­ dus agendi tam est proprius naturalium cau­ ticip are; et ideo m erito causam in illa qua­ sarum , u t phjlosophi qui ad illas tantum attuor m em bra dividi. H aec assertio, praeter ten d eru n t inde sum pserint axiom a illu d : E x com m unem om nium consensum post A risn ih ilo n ih il fit. Illud ergo subiectum quod totelem , sic probatur. N am quod illa qua­ ad actionem efficientis causae supponitur, tu o r in rebus seu effectibus quos experim ur inveniantur, facile declaran potest supponenm aterialem causam vocamus. Necesse est

Disputación X II.— Sección 111

361

Pero es preciso que la causa eficiente de tal sujeto introduzca alguna cosa, ya que de lo contrario no haría nada nuevo, en contra de la hipótesis asentada. A esto, por lo tanto, le llamamos forma, sea la que sea, de lo cual trataremos des­ pués. Finalmente, como las causas que obran esencialmente no obran de modo fortuito ni por casualidad, como consta por la misma experiencia de la realidad y principalmente en las acciones humanas, para que la cosa quede fuera de toda controversia, es perciso que además de aquellos tres elementos se dé también un fin por causa del cual obra la causa eficiente. Por consiguiente, estos cuatro miem­ bros se encuentran en las cosas, ya sea que todos ellos se hallen en cada uno de los efectos o que no, pues esto se habrá de averiguar posteriormente, ya que para el caso presente nos basta con que en la generalidad de las cosas se encuen­ tren estos elementos. 3. La materia es verdaderamente causa.— La forma es propiamente causa.— La eficiente es causa verdadera.— Sobre si el fin es verdadera causa.— En lo que se refiere a que cualquiera de éstas sea verdadera causa, ciertamente puede pro­ barse con facilidad acerca de la material, formal y eficiente, pues cualquiera de ellas manifiestamente infunde algún ser. En efecto, la materia queda definida por Aristóteles como aquello de lo cual, intrínsecamente incorporado, se hacealgo; en lo cual, por la partícula de tomada con propiedad, se distingue la ma­ teria de las otras causas; y por la expresión intrínsecamente incorporado queda separada de la privación y queda declarado el influjo propio con que la materia y, en general, el sujeto se manifiesta, de tal modo que de él surja el ser del todo. De modo semejante se manifiesta la forma de manera que con ella venga a quedar como actualmente constituido el compuesto; más todavía, con frecuencia suele definirse la forma como la causa intrínseca que da el ser a la cosa; pues la ma­ teria es como un cierto comienzo o fundamento del mismo ser y la forma lo consuma y completa; por causa de ello es llamada por Aristóteles, en los lugares citados, razón de la quididad. Igualmente se cuentan éstos entre los principios intrínsecos del ser natural, o más bien son sólo ellos dos los principios consti­ tutivos del ser natural; y son principios per se porque son en sumo grado ne­ cesarios y esenciales, y dan el ser del modo que ha sido explicado; por consi­ guiente, son causas propias. Acerca de la causa eficiente es también claro, porque au tem u t causa efficiens tale subiectum aliq u am rem in tro d u c at; alias nihil novum efficeret contra positam hypothesim . IUud ergo vocamus form am , qualiscum que illa sit, de quo postea videbim us. T andem , cum causae p er se agentes n on tem ere et casu agant, u t ipso rerum experim ento constat, e t praecipue in actionibus hum anis, u t res sit extra controvcrsiam , necesse est u t praeter illa tria d etu r etiam finis propter quem causa efficiens operatur. R e p eriu n tu r ergo haec quatuor m em bra in rebus, sive omnia illa in singulis effectibus inveniantur, sive non, hoc enim postea erit inquirendum nam ad praesens sat est quod in rerum universitate haec inveniantur. 3. M a te r ia v e r e causa.— F o r m a e s t p r o ­ p r ie ca usa.— E f fic i e n s v e r e c a u sa .— F i n is a n v e r a c a lv a .— Q uod au tem quaelibet ex his

vera sit causa, de m ateriali quidem , form a­ li et efficiente, facile p ro bari potest, nam quaelibet ex his m anifeste influii aliquod

esse; m ateria enim ab Aristotele definitine esse i d e x q u o in s ito f i t a liq u id . U b i per particulam e x cum proprietate sum ptam distinguitur materia ab aliis causis; per p arti­ culam autem in s ito separatur a privatione et declaratur proprius influxus, quo m ateria et in universum subiectum exhibet se, u t ex eo consurgat esse totius. Sim iliter forma seipsam exhibet u t illa tam quam actu com posi­ tu m constitualur ; immo frequenter definir! solet form a, quod sit c a u sa in tr in s e c a q u a e d a t e s s e r e i; materia enim est quasi inchoatio quaedam vel fundam entum ipsius esse, for­ ma vero illud consum m at et com piei; prop­ ter quod ra tio q u id d ita tis appellatur ab A ris­ totele citatis locis. Item haec num erantur in­ te r principia intrinseca rei naturalis, vel pòtius illa duo tantum su n t principia constituentia rem naturalem ; sunt autem principia per se, cum sint maxime necessaria et essen­ tialia, e t dant esse eo modo quo explicatum est; su n t ergo propriae causae. D e efficien-

362

Disputaciones metafísicas

con su acción hace que la cosa tenga el ser que no tenía antes; y a esto tiende esencial y directamente su acción; luego la eficiente es como la fuente y el prin­ cipio que infunde esencialmente el ser en el efecto; el cual ser del efecto es distinto del ser del eficiente; por consiguiente, toda la definición de causa le con­ viene con toda propiedad a la eficiente. Acerca del fin, en cambio, puede haber alguna razón para dudar, porque no se presupone en él ningún ser real con el que pueda causar; pero porque de esto se ha de tratar más extensamente en una disputación propia, ahora se explica brevemente, ya que aunque el fin sea lo último en la ejecución, con todo es lo primero en la intención, y en ese aspecto tiene verdadera razón de principio, pues es lo primero que excita o mueve al agente a obrar; y es un principio no fingido sino verdadero y real, porque ver­ daderamente excita y mueve. Por lo cual, como tiene suficiente ser con que po­ der ejercitar tal razón de principio, igualmente lo tiene para la razón de causa; y aquel ser, aunque esté en la mente, no queda fuera del ámbito del ser real, y por ello puede ser suficiente para tal razón de causa. Por otra parte, semejante principio no es accidental, sino esencial; más aún, de él toma la causalidad del agente el tender esencial y ordenadamente al efecto; y por este motivo infunde esencialmente el ser en aquél: por consiguiente, también al fin le conviene ver­ dadera y propiamente la definición de causa. 4. Primera objeción.— Los estoicos sólo reconocieron como verdadera causa a la eficiente.— Segunda objeción.— Pero en contra de esta opinión puede ob­ jetar cualquiera lo que San Agustín afirma en el libro de las L X X X III Cuestiones, en la 28: Toda causa es eficiente. Esta sentencia parece que la tomó de Platón, üel diálogo de la Belleza, que se titula Hippias Mayor, donde indica que causa y eficiente es lo mismo, y que el fin no puede llamarse causa; y lo confirma, ya porque es efecto, ya porque no puede ser causa de la misma causa eficiente. Y que ésta fue también la opinión común de los estoicos, a saber, que sólo la causa eficiente es causa verdadera, lo refiere Séneca en el libio »VIII, Epíst. 66, en donde también él mismo lo admite: Porque si todas las cosas —dice— sin las que no puede existir el efecto, se hubiesen de contar en el número de las causas, habría que enumerar muchas más; por ejemplo, el tiempo, el lugar, el nioviti e r am patet, qu ia sua actione efficit u t res habeat esse quod antea non habebat; et ad hoc per se ac directe tendit actio eius; ergo efficiens est quasi fons et principium per se influens esse in effectum ; quod esse effectus distinctum est ab esse efficientis; ergo tota definirio causae proprlissim e convenit efficienti. D e fine vero potest esse nonulla dubitandi ratio, quia nullum esse reale in eo praesupponitur, quo causare possit; sed, quia de hoc latius in propria disputatione diccndum est, nunc breviter declaratur, quia licet finis sit postrem um in exsecutione, ta ­ rnen est prim um id intentione et sub ea ratione vernm habet rationem principii; nam est prim um quod excitât seu movet agens ad ag endum ; est autem principium non fictum , sed verum et reale, quia vere-excitât et m ovet. U nde sicut habet sufficiens esse quo possit talem rationem principii exercere, ita etiam rationem causae; illud autem esse, quam vis in m ente sit, non est extra latitudin em entis realis, e t ideo sufficiens esse p o t­ est ad talem rationem causae. R ursus huiusm odi principium non est per accidens sed

per se; im m o ab ilio habet causalitas agentis quod per se et ordinate ten d at in effec­ tu m ; atque hac ratione per se influii esse in iliu m ; ergo etiam fini vere ac proprie convenit definitio causae. 4. Prima obicdio.—Stoici solum efficiens

veram causam agnovere.—Secunda obiecrio.— C ontra hanc vero sententiam obiicere quis potest A ugustin., lib. L X X X III Quaestionum , in 28 dicentem : Omnis causa effi­ ciens est. Q uam sententiam videtur sum psisse ex Platone, in dialogo de P ulchro, seu qui inscribitur H yppias m aior, u b i significar cau­ sam et efficientem idem esse e t finem non posse dici causam ; quod confirm at, turn quia est effectus, turn quia ipsius causae efficien­ tis non potest esse causa. E am dem fuisse com m unem sententiam Stoicorum , scilicet, quod sola causa efficiens sit vera causa, refert Seneca, lib. V III, epist. 66, ubi edam ipse earn probat : Quoniam si omnia (inquit) sine

quibus effectus fieri non potest, ponendo sunt in causarmn numero, plures essent numerandae, nimiruni tempus, locus, motus.

Disputación X II.— Sección III

363

miento, etc., sin los cuales no se hace ningún efecto; por consiguiente, hay que detenerse en la sola causa eficiente, mientras que las demás cosas son como ayudas o condiciones necesarias de esta causa. De otra forma, puede objetarse en sentido totalmente opuesto que Sócrates, según Platón en el Fedón, mantiene que sólo el fin merece el nombre de causa, pues toda la causa de una cosa es aquello por lo que se hace; y todas las demás cosas no son sino condiciones requeridas para que la cosa se haga; por lo cual, a la pregunta de por qué se hace o es una cosa, sólo se responde satisfactoriamente con la causa final. 5. Se resuelve la primera objeción juntamente con un pasaje difícil de San Agustín.— Respecto de la primera objeción, el pasaje de San Agustín es difícil, pues niega allí que haya que investigar por qué ha querido Dios crear el mundo, ya que esto es buscar la causa de la voluntad de Dios; y toda causa es eficiente, la cual no puede tener cabida en la voluntad de Dios; en lo que se advierte claramente que San Agustín confunde la causa final con la eficiente; pues quien busca por qué quiso Dios crear el mundo, no indaga la causa eficiente sino la final. Sin embargo, hay que decir que el sentido de San Agustín es que no hcy que buscar la causa por la que quiso crear el mundo, de tal manera que se juzgue que existe alguna causa propia de la misma voluntad de Dios, ya que si la divina voluntad tuviese alguna causa semejante, tendría causa efi­ ciente; no porque el fin y la eficiente sean formalmente lo mismo, sino por­ que nada puede tener causa propia extrínseca final sin que tenga eficiente, o porque el mismo fin no causa sin eficiencia, como muchos pretenden; o por­ que el fin mueve próximamente al eficiente a obrar. Por consiguiente, cuando dice San Agustín que toda causa es eficiente, habla de causalidad extrínseca, la cuál nunca se da sin la intervención de la causa eficiente; pero con todo no pretende San Agustín excluir el que con aquella causa pueda unirse otro género de cau­ sación. Otros más brevemente responden que San Agustín habló estrictamente de la causa en cuanto dice relación al efecto tomado también estrictamente e infiriendo su denorfiináción del verbo hacer. Pero esto apenas puede acomo­ darse al razonamiento de San Agustín, pues quien busca por qué quiso Dios, etc., no busca una causa tomada tan estrictamente. etc., s in e q u ib u s m iìlu s f i t e f f e c tu s ; i n u n a e rg o c a u sa e f f i c i e n t i s is t c n d u m e s t , r e liq u a v e r o s u n t v e l u t i a d iu m c n ta h u i u s c a u sa e , a u t c o n d itio n e s n c c c s sa r ia e . A liter oblici posset

sam cur voluerit creare m undum , ita u t ipsilts voluntatis D ei propria aliqua causa esse p u tetu r, quia si divina voluntas aliquam cau ­ sam huiusm odi haberet, baberet causam efih alio extrem o ex Socrate apud Platoncm , ficientem ; non quia finis e t efficiens for­ in Phaed., quod solus finis nom en causae m aliter sint idem , sed quia nibil potest h a ­ m ereatur, nam tota causa rei est id propter bere pronriam causam extrinsecam finalem quod fit; reliqua vero om nia solum sunt quin habeat efficientcm, vel quia finis ipse conditiones requisitae u t res fiat; unde in­ non causat sine efficientia, ut m ulti volunt; terrogation! propter quid res est aut fit, sola vcl quia finis proxim e m over efficiens ad responsio per finalem causam satisfacit. efficiendum . C um ergo dicit A ugustinus 5. P r im a o b ie c tio c u m A u g u s t i n i lo c o d i f ­ om nem causam esse efficientem, loquitur de fic ili e n o d a tu r .— Ad priorem obiectionem lo­ causalitate exttinseca, quae nunquam est cus Augustini difficiìis est; negat enim ibi sine interventu efficientis causae; non tarnen quaerendum esse quare D eus voluerit crea­ intendit Augustinus excludere quin cum ilia re m undum , quia hoc est quaerere causam causa possit coniungi aliud causandi genus. voluntatis D e i; om nis autem causa efficiens Alii brevius respondent A ugustinum locutum est, quae in divina voluntate locum habere esse stricte de causa, p ro u t dicit relationem non potest; ubi videtur plane Augustinus ad effectum stricte etiam sum ptum et denoconfundere causam finalem cum efficienti; m inatum a verbo efficiendi. Sed hoc vix p ot­ nam qui quaerit quare D eus voluerit creare est accom m odari discursui A ugustim , nam m undum non au aerit causam efncientem , q u i qu aerit quare D eus voluit, etc., non sed finalem. D icendum vero est sensum qu aerit causam ita stricte sum ptam . Augustini esse, n on esse quaerendam cau-

364

Disputaciones metafísicas

6. Platón admitió las mismas clases de causas que Aristóteles.— Sentido de los antiguos filósofos en esto.— Por qué la causa eficiente ostenta el nombre de causa por antonomasia.— Por lo que se refiere a Platón, es cierto que admitió todos los géneros de causas que puso Aristóteles, y quizá algunos más, como ve­ remos después. Y en el pasaje citado no dice que causa y eficiente sean la mis­ ma cosa, como se le atribuye, sino que dice, por el contrario: La eficiente no es otra cosa que causa. Esta proposición, como se ve, no puede convertirse simplemente. Pero de allí no infiere que el fin no sea causa, sino que infiere que lo que es hecho por la causa eficiente es distinto de ella, porque la causa no puede hacerse a sí misma. En cambio, sobre los otros filósofos pienso que se apartan de Aristóteles más con las palabras que con los hechos; efectivamente, ellos no niegan la necesidad y el concurso de la materia o de la forma o el fin, sino que difieren en los nombres, pues llaman materia a algo prerrequerido; en cambio, forma piensan que se ha de llamar más bien al efecto que a la causa, porque en ella queda terminada toda la causalidad, o a lo sumo la llaman parte de la causa, como dice Séneca más arriba; y al fin le llaman causa de algún modo o más bien concausa junto con la eficiente, o sea que es algo que sobreviene al efi­ ciente mediante el propósito o la intención del fin, para que pueda causar. Ade­ más, la causa eficiente tiene una influencia más real, y en cierto modo más inme­ diata al efecto mismo que el fin; y más conocida y en cierto modo más propia que la materia y l a forma, y anterior también a ellas; y por ello el nombre de causa suele tomarse a veces por el de causa eficiente, sea por antonomasia, sea tam­ bién por razón de la primera imposición. Sin embargo, considerando la cosa mis­ ma físicamente, no hay duda de que cada una de las referidas causas tenga ver­ dadera y propia razón de causa, y total y enteramente diversa en su género, como diremos en el segundo punto, y por ello Aristóteles enumeró mucho mejor estas cosas distintamente bajo la noción común de causa. 7. Por qué no son causas el lugar, el tiempo y semejantes.— N i la razón tomada de Séneca se opone en nada, pues entre las causas no se enumeran todas las cosas sin las que no se hace el efecto, sino sólo aquellas que influyen esen­ cialmente en el efecto. Y esto no lo tiene el lugar porque es algo extrínseco; 6. Q u o t A r is to te le s , to t c a u s a n m g e n e r a a d m is ìt P la to .— V e te r u in p h ilo s o p h o r u m i n h o c s e n s u s .—rC a u sa e n o m e n c u r e ffic ie n s p e r a n to n o m a s ìa m u s u r p c t .— A d Platonem , certum est ilium posuisse omnia genera causarum quae Aristoteles posuit e t fonasse plura, u t postea videbim us. E t in citato loco non dicit causam et efficiens idem esse, u t ei trib u itu r, sed e contrario a it: E f fic i e n s n ih il a liu d e st q u a m c a u sa . Quae propositio non potest simpliciter converti, u t per se constat. Inde autem non inferi finem non esse causam, sed infert id quod fit ab effi­ cienti causa esse distin ctum ab ipsa, quia non potest causa efficere seipsam. D e aliis vero philosophis existimo verbis potius quam re ab Aristotele dissentire. N am ipsi non negant necessitatem et concursum m aterne, aut form ae, vel finis; sed in nom inibus diffcru n t, nam m ateriam voeant quid praerequisitum ; form am vero potius appellandam censent effectum quam causam, quia ad ipsam tota causalitas term inatur, vel ad sum m um voeant partem causae, ut loquitur Seneca su p ra; finem vero appellant aliquo m odo

causam seu potius concausam cum efficienti seu esse quid superveniens efficienti medio proposito, seu intentioni finis, u t causare possit. Praeterea causa efficiens h abet infiuentiam et m agis realem et quodam m odo imm ediatiorem ipsi effectui quam finis; et notiorem et • quodam m odo magis propriam quam m ateria e t form a et priorem etiam illis; et ideo causae nom en interdum per antonom asìam vel etiam ratione prim ae impositionis p rò causa efficienti sum i solet. N ihilom inus tam en rem ipsam physice con­ siderando non est dubium quin singulae ex dictis causis veram et propriam rationem causae habeant, et in suo genere totalem ac piane diversam u t in secundo puncto dicem us, e t ideo m ulto m elius Aristoteles haec distincte num eravit sub com m uni notione causae. 7. L o c u s , t e m p u s c i s i m ilis , c u r n o n c a u sa e .— N ec ratio e?: Seneca adducta quidquam obstat, non enim in causis num erantu r om nia sine quibus effectus non fit, sed ea tan tu m quae per se influunt in effectum. Q uod non habet locus, quia est quid extrin-

Disputación X II.— Sección III

365

o si se habla del donde intrínseco, éste no se presupone, sino que se sigue en el efecto como un cierto accidente suyo. Y lo mismo ocurre con el tiempo; pues en cuanto que es una medida común es extrínseco; en cambio, en cuanto que puede ser intrínseco, sólo es la duración del mismo movimiento con que se hace la cosa cuando se hace sucesivamente; y aquel movimiento no es causa, sino que es más bien el mismo influjo actual de la causa eficiente de modo sucesivo, como después se explicará. En cambio, la materia, aunque sea algo prerrequerido para la acción del agente, sin embargo en el mismo instante o tiempo en que obra e¡ agente, también influye per se la materia en el efecto; más aún, en la misma acción del agente, si opera a partir de ella, como veremos después. En cambio, la forma, aunque sea efecto del agente o incluso de la materia, con todo es causa de todo el compuesto al completar su esencia. Y aunque sea parte del compuesto, sin embargo en su género es causa total del mismo, ni hay por qué llamarla parte de la causa, ya que ni es parte del agente ni de la materia. Y si se llama parte de la causa respecto de toda la causalidad necesaria en todo género para el efecto, de este modo también la materia y la eficiente pueden llamarse parte de la causa; pero la expresión es impropia porque todas aquéllas no componen una causa, sino el número de causas que se ha agregado o requerido. Y lo mismo sucede proporcionalmente con el fin,, pues aunque está requerido por parte del agente para que su acción no se realice al azar, sino de propósito, con todo tiene un influjo propio y esencial y diverso del influjo del agente; cuál es éste y si siem­ pre es necesario lo diremos después. 8. El fin en los actos morales es la causa más importante.— Con lo cual se responde a la segunda parte de la objeción, que Platón y Sócrates en aquel lugar más bien hablaron en sentido moral que físico. Pues en los actos morales el fin es en cierto modo toda la causa de las acciones o efectos, no porque se excluyan otras causas, en cuanto que son físicamente necesarias, sino porque todas las otras causas toman del fin como la primera razón de la causación. Por lo cual el fin suele llamarse en cierto modo causa sola, porque de tal manera es causa que no tiene una causa o razón anterior; y todas las otras son cansas de tal manera que tienen alguna causa anterior, o al menos alguna razón de causación anterior; y secum ; vel si sit sermo de U b i intrinseco, illud non praesupponitur sed consequitur in effectu u t quoddam accidens eius. E t idem est de tem p o re; nam p ro u t est com m u­ nis m ensura, extrinsecum est; prout vero esse potest intrinsecum , solum est duratio ipsius m otus q uo fit res, quando successive fit; file autem m otus non est causa, sed est potius ipse actualis influxus causae effidentis successive, u t infra declarabitur. A t vero m ateria, quam vis sit quid praerequisitum ad actionem agentis, tam en in ipso instanti vel tem pore quo agens agit, etiam materia p er se influit in effectum , ina­ ino et in ipsam actionem agentis, si ex ilia operetur, u t postea videbim us. F orm a vero, licet sit effecvus agentis vel etiam m ateriae, est tam en causa totius compositi, complens essentiam eius. E t quam vis sit pars com po­ siti, est tam en in suo genere totalis causa eius, nec est c u r pars causae appelletur, quia neque est pars agentis neque m ateriae. Quod si appelletur pars causae respectu totius causalitatis necessariae in om ni genere ad effec­ tum , hoc m odo etiam m ateria e t efficiens

dici potest pars causae; est tam en im pro­ pria locutio, quia om nes illae non com pon u n t unam causam, sed aggregatum vel re­ quisitim i num erum causarum . A tque idem est proportionafiter de fine, nam , licet requiratur ex parte agentis u t actio eius non te­ m ere fiat sed ex institute, habet tam en infìuxum prop riu m ac per se e t diversum ab influxu agentis; qualis vero file sit e t an sem per sit necessarius, infra dicemus. 8. F i n i s i n m o r a lib u s c a u s a p r a e s ta n tio r .— U n d e ad alteram partem obiectionia respondetur Platonem e t Socratem ilio loco m oraliter potius quam physice loqui. I n m o ­ ralibus enim finis est quodam m odo to ta cau ­ sa actionum seu effectuum , non quod aliae causae excludantur quatenus physice neces­ sariae sunt, sed quod om nes aliae ex fine sum ant quasi prim am rationem causandi. U n d e finis potest quodam m odo dici sola causa, quia ita est causa u t non habeat p rio rem causam vel rationem ; om nes autem aliae ita su n t causae u t habeant aliquam priorem causam vel saltern priorem ratio-

Disputaciones metafísica¡

366

esto lo digo por la primera causa eficiente que es Dios, de lo cual trataremos después, Y si se hace hincapié en la expresión por qué, hay que decir que toma­ da estrictamente sólo se acomoda al fin, pero que tomada con más amplitud se suele extender también a todas las causas. Más todavía, Aristóteles prueba ante­ riormente, partiendo de allí, los mencionados géneros de causas, porque mediante todos ellos suele satisfacerse a la cuestión «por qué»; pues decimos que el hom­ bre es mortal por la materia, y que vive por el alma, etc. Distinción mutua de las cuatro causas 9. Con esto es fácil solucionar el segundo punto acerca de la distinción de estas causas. Pues puede tratarse de la distinción formal y precisivamente en la razón de causa, o de la distinción cuasi material o real en el ser del ente. La primera distinción es la que se refiere a nuestro propósito, la cual es cierto que se encuentra entre dichos miembros. Primeramente, por el testimonio de Aris­ tóteles, porque de lo contrario la división sería defectuosa. En segundo lugar, por la razón, porque la causa como causa en acto queda formalmente constituida por el actual influjo sobre el efecto; ahora bien, en aquellos cuatro miembros hay influjos de diversas clases; luego. Se prueba la menor porque el influjo de la causa material y formal es intrínseco por interna composición; y el influjo de la causa eficiente y final es extrínseco. À su vez, el influjo de la materia es por modo de potencia, y el de la forma, por modo de acto. Además, eí influjo de la eficiente es por acción o mutación real; y el influjo del fin es por mutación in­ tencional o metafórica; por consiguiente, todas estas causalidades son formal­ mente distintas; por tanto, constituyen causas formalmente distintas en acto. Por lo cual también las razones ó virtudes causativas de estas causas son dis­ tintas, núes la materia causa en cuanto que es potencia pasiva; la eficiente, en cambio, en cuanto que tiene potencia activa sobre otro, y ¡a formal, en cuanto que tiene virtud para actuar por sí mismá; en cambio, el fin, en cuanto que es bueno y por la bondad tiene virtud para atraer el efecto, todas las cuales cosas se expondrán más ampliamente en lo 'q ü e sigue, ni se ofrece aquí tampoco una dificultad especial acerca de este punto. n em causandi; q u o d dico p ro p ter prim am efficientem causam q u ae esr D eus, quod inienut, declarabim us. Si autem vis fiat in voce p r o p te r q u i d , dicendum est stricte sum pram soluto accom m odari fini, latius vero solere edam ad om nes causas extendi. Im m a Aristoteles su p ra inde p robat p raedicta causarum genera, quia per om nia illa satisfieri solet quaestioni p ro p ter q u id ; dicim us enim hom inem esse m ortalem p ro p ter m ateriam , et vivere p ro p ter anim am , etc.

effectum ; sed in quatuor illis m em bris sunt infiuxus diversarum rationum ; ergo. P robatur m inor, quia infiuxus causae materialis et formalis est intrinsecus per internam com positionem, infiuxus autem causae efficientis et finalis est extrinsecus. R ursus infiuxus ma­ te rn e est per m odum potentiae, formae autem per m odum actus. Infiuxus item efficientis est per actionem seu m utationem realem ; infiuxus autem finis est per m utationem intentionalem aut m etaphoricam ; sunt ergo om nes hae causaQuatuor causarum mutua distinctìo litates form aliter distinctae; constituunt 9. E x his facile est expedire punctum se­ igitur causas in actu form aliter distinctas. U nde « ¡a m rationes seu virtutes causandi cu n d u m de d istinctione harum causarum . harum causarum distinctae sunt, nam mate-» P m est autem esse sermo de distinctione forria causai quatenus est passiva potentia; efm aliter ac praecise in ratione causae vel de ficiens vero quatenus habet potentiam acti­ distinctione quasi m ateriali seu reali in esse vant in aliu d ; form a vero quatenus vim ha­ entis. P rio r distinctio est quae ad praesens b e t actuandi per seipsam ; finis tarnen, qua­ spectat, quam certum est inter haec m em ­ bra reperir!. P rim o ex A ristotelis testim onio, tenus bonus est et per bonitatem habet vim quia alias esset vitiosa divisio. Secondo ra­ alliciendi effectum, quae om nia in sequentitione, quia causa, u t causa in actu, form alibus exponentur latius, neque hie occurrit spe­ te r c o n stitu to r p er actualem influxum in cialis difficultas circa hanc partem .

Disputación X II.— Sección III

367

10. Una misma cosa puede ejercer oficios de diversas causas respecto de efec­ tos diversos.— Y acerca de la distinción real o material de estas cansas puede dudarse de si se da siempre o bien si puede suceder que una cosa enteramente la misma tenga varias razones causativas de las enumeradas. Y puede preguntarse esto vá sea en orden a diversos efectos, ya en orden al mismo. Del primer modo hay que decir que no es necesaria la distinción real o material entre dichas cau­ sas, porque no repugna que una cosa enteramente la misma tenga en orden a diversos efectos varias causalidades de diversas clases. En efecto, la misma forma es fin respecto de la generación o alteración por la que es hecha, y es forma res­ pecto de la materia y el compuesto, y es principio eficiente respecto de la acción que termina en otro, y puede ser causa material de sus propiedades, como lo es el alma racional en cuanto sujeto del entendimiento o de la voluntad. Pues estos influjos o causalidades, por más que sean de diversa clase respecto de los diversos efectos, no tienen entre sí repugnancia, ni tampoco repugna que surjan de una misma cosa; porque del mismo modo que una misma cosa es capaz de diversas relaciones en orden a diversas cosas, ya que es semejante a una y de­ semejante a otra, principio de una y fin de otra, así puede, en orden a los diversos efectos, participar de los diversos respectos de causación. Existe, final­ mente, una razón a priori, porque una misma cosa creada puede incluir en su entidad un acto mezclado de potencia, y por ello puede comportarse con una cosa a manera de acto formal y con otra a manera de sujeto; y el acto formal, por dar el ser a la cosa, suele ser al mismo tiempo el principio de hacer otra cosa, porque la operación sigue al ser; y finalmente porque tal acto es un cierto bien, puede ser también principio de moción metafórica. Así, por consiguiente, no repugna que todos estos géneros de causas se reúnan en una misma cosa respecto de seres diversos. 11. Y si algunas veces no se reúnen en una misma cosa no es por una re­ pugnancia formal de tales causalidades en orden a diversas cosas, sino por su condición peculiar. Y a veces proviene de la perfección; otras, de la imperfec­ ción; por ejemplo, Dios puede ser causa eficiente y final, pero no material res10. E a d e m r es d iv e r s a r u m n in n e r à e a u - p ro d ean t; quia, sicut eadem res est capax s a r u m p o te s t e x e r c e r é r e s p e c tu e f f e c t u w n d i diversorum respectuum in ordine ad diversa, est enim u n i sim ilis et alteri dissim ilis. p rin ­ v e r s o r u m .— Circa distinctionem autem rea­ lem seu m aterialem n aru m causarum dubi­ tar! potest an sem per intercédât, vel fieri pos­ ait ut eadem om nino res habeat plures rationes causandi ex num eratis. P otest autem hoc quaeri, vel in ordine ad diversos effectus, vel ad eum dem . P riori m odo dicendum est non esse necessariam distinctionem rea­ lem seu m aterialem in ter dictas causas, quia non repognat eam dpm om nino rem in ordi­ ne ad diversos effectus habere plures causalitar.es diversarum rationum . Hadem enim forma est finis respectu generationis seu alterationis per quam fit, et est form a respec­ tu materiae et compositi, e t est principium efficiens respectu actìonis in aliud, e t pocest esse mate'rialis causa suarum p roprietatum , ut est anima rationalis quatenus est subiectum intellectus vel voluntatis. H i n am que influxus seu causalitates, quantum vis d iversae rationis sint respectu diversorum effectuum non hab en t in ter se repugnantiam , aeque etiam répugnât quod ab eadem re

cipium u nius et finis alterius, ita potest in ordine ad diversos effectus p artiripare di­ versos respectus causandi. R atio d en :q u e a priori est, quia eadem res creata potest in sua entitate includere actum potentiae a d m ixtum , e t ideo potest ad unam rem com­ parati per m odum actus formalis, ad aliam vero per m odum subiecti; actus autem for­ malis cum d et esse rei, simul esse solet prin­ cipium agendi aliud, quia operatio conscquitu r esse; ac denique quia talis actus ali— quod bonum est, etiam potest esse princi­ pium m etaphoricae m otionis. Sic igitur non repugnat om nia haec genera causarum in eam dem rem convenire respectu diversorum . 11. Q uod si interdum in aliqua re non coniunguntur, no n est ex form ali repugnantia talium causalitatum in ordine ad diver­ sa, sed ex peculiari conditione. F.t interdum provenit ex perfectione, interdum vero ex im perfectione ; verbi grana, D eus potest esse causa efficiens e t fìnalis, non tam en m ate-

3 6 8 __________

D i s p u t a c io n e s m e ta jís ic a s

pecto de algo, porque es acto p u ro y no tiene ninguna potencia pasiva; ni tam ­ poco puede ejercer causalidad formal, porque ésta requiere la entidad incompleta e im perfecta. Y por la mism a razón, las sustancias angélicas no pueden ejercer una causalidad form al; pero como no son actos puros, pueden de algún modo ejercer la material, al menos respecto de algunos accidentes; y porque no son pura potencia pueden tener alguna razón de eficiencia y m ucho más de fin. Por el contrario, en cambio, la m ateria prim a, aunque puede ejercer la causalidad material, con todo por ser pura potencia no participa de la causalidad formal ni propiam ente de la eficiente; sin embargo, porque no es de tal modo pura po­ tencia que no tenga alguna entidad y actualidad, puede tener alguna causalidad final, por razón de la cual el alma apetece su cuerpo, y cualquier form a, la m a­ teria. Sin embargo, la forma sustancial, aunque puede ejercer la causalidad formal, eficiente y final, no puede, sin em bargo, ejercer la causalidad m aterial sustancial —por llamarla así— por no ser potencia pasiva en el género de la sustancia. En cambio, respecto de los accidentes, puede a veces ejercer esta causalidad, cosa que propiamente conviene a la form a subsistente, pues aquella forma que no pue­ de subsistir por sí a causa de su im perfección, tam poco puede por sí misma sus­ tentar los accidentes. Y de este modo puede fácilmente discurrirse por las enti­ dades accidentales, en cuanto que pueden participar de las referidas razones de causación. 12. U n a m ism a cosa no p u ed e ejercer los oficios de m ateria y fo rm a respecto de lo m ism o .— L a causa form al y la eficiente respecto de lo m ism o no pueden coincidir en una m ism a cosa .— Pero si estas causas se com paran con un m is­ mo efecto, se presenta alguna m ayor dificultad. Y ciertam ente en unos hay una clara rep u g n ad a; en otros, en cambio, hay, p o r el contrario, posibilidad mani­ fiesta, y en algunos queda la cosa controvertida y dudosa. Así, pues, que la mis­ ma cosa en orden a lo mismo sea al mismo tiem po causa material y formal, re­ pugna abiertam ente, porque estas causalidades requieren condiciones formal­ m ente opuestas, como son estar en potencia y en acto form al; por lo cual, si se habla de la propia form a sustancial, siempre 'requiere una distinción real respecto ria lis re s p e c tu a lic u iu s , q u ia e s t p u r u s a c tu s e t n u lla m h a b e t p o te n tia m p a s s iv a m ; n e q u e e tia m e x e rc e re p o te s t c a u s a lita te m f o r ­ m a le m , q u ia h a e c r e q u i r i t e n tita te m in c o m p le ta m e t im p e rf e c ta m . E t o b e a m d e n r a tio n e m a n g e lic a e s u b s ta n tia e n o n p o s s u n t e x e r c e re c a u s a lita te m f o r m a l e m ; q u ia v e ro n o n s u n t p u r i a c tu s , p o s s u n t a liq u a e x p a r ­ te e x e rc e re m a te ria le m , s a lte rn re s p e c tu a liq n o r u m a c c id e n tiu m ; e t q u i a n o n s u n t p u r a p o te n tia , p o s s u n t h a b e r e ra tio n e m a liq u a m e ffic ie n d i e t m u lto m a g is fin a liz a n d i. E c o n ­ tr a r i o v e ro m a te ria p r im a , c u m c a u s a lita te m m a te r ia le m e x e r c e re p o s s it, ta rn e n , q u ia e s t p u ra p o te n tia , nec c a u s a lita te m fo rm a ­ le m u e c p r o p r ie e ffe c tiv a m p a r t i c i p a t ; ta ­ r n e n , q u ia n o n e st ita p u r a p o te n tia q u in a liq u a m e n tita te m e t a c t u a lit a te m h a b e a t, a liq u a m c a u s a lita te m fin a le m h a b e r e p o te s t, r a tio n e c u iu s a n im a a p p e t i t c o rp u s s u u m e t q u a e lib e t fo rm a m a te r ia m . A t v e to f o r ­ m a s u b s ta n tia lis , c u m c a u s a lita te m fo r m a le m , e ffic ie n te m e t fin a le m e x e rc e re p o s sit, n o n ta rn e n m a te ria le m s u b s ta n tia le m ( u t s ic d i ­ c a m ), q u ia n o n e s t p o te n tia p a s s iv a in g e n e -

r e s u b s ta n tia e . R e s p e c t u v e ro a c c id e n tiu m p o te s t i n t e r d u m e x e r c e r e h a n c c a u s a lita te m , q u o d p r o p r ie c o n v e n ir f o r m a e s u b s is te n ti, n a m ilia fo r m a q u a e o b im p e r f e c tio n e m s u a m e x se s u b s is te r e n o n p o te s t , ñ e q u e e tia m e s t p o te n s p e r s e ip s a m a d s u s te n ta n d a a c c id e n tia . E t a d h u n c m o d u m fa c ile d is ­ c u r r i p o t e s t p e r e n tita te s a c c id e n ta le s , q u a te n u s p r a e d ic ta s c a u s a n d i r a tio n e s p a r tic ip a r e p o s s u n t. 12. Respectu eiusdem eadem r e s formae

et materiae muñera subire nequit.—Forma et efjiciens respectu eiusdem in idem coin­ cidere non possunt.— A t v e ro , s i h a e c au s a e c o m p a r e n t u r a d u n u m e t e u m d e m e f f e c tu m , n o n n u lla m a io r d if f ic u lta s e s t. E t q u id e m i n q u ib u s d a m e s t c la r a r e p u g n a n tia , i n aliis v e r o e c o n t r a r i o e s t m a n if e s ta p o s s ib ilita s , in q u ib u s d a m a u te m r e s e s t c o n tr o v e r s a e t d u b ia . I t a q u e c a m d e m r e m i n o r d in e a d id e m s im u l e sse c a u s a m m a te r ia le m e t f o r m a le m p l a n e r e p u g n a t , q u ia h a e c a u s a lita te s r e q u i r u n t c o n d itio n e s f o r m a l ite r o p p o s ita s , q u a le s s u n t e s s e i n p o te n tia e t i n a c tu f o r m a l i; u n d e si s it s e r m o d e p r o p r ia fo rm a s u b s ta n tia l!, s e m p e r r e q u i r i t d is tin c tio n e m

D is p u ta c ió n X I I . — S e c c ió n IH

369

de su causa m aterial, y lo mismo ocurre en la form a accidental que tenga en ti­ dad propia. Pero porque existen algunas form as accidentales que son solamente .modos de la sustancia, como la presencia local o si existe alguna otra cosa de esta clase, en ellas del mismo m odo que la razón de forma es im perfecta, así tam bién basta la distinción modal. Con todo, siempre es necesario que la causa form al y la m aterial respecto del mismo compuesto se distingan realm ente o ex natura rei. Además, consta tam bién que la causa formal y la eficiente no pueden reunirse en una misma cosa respecto del mismo efecto; porque la forma ejerce causalidad formal en aquello en que está, y eficiente respecto de otra forma o compuesto, y por ello la forma como inform ante o bien se supone para la acción como principio activo, o bien se sigue como efecto o térm ino formal de la acción; y por ello no puede suceder que la causalidad formal y la eficiente convengan a la m ism a forma respecto de una mism a cosa, pues incluyen rela­ ciones que están en repugnancia. 13. Si la forma puede coincidir con el fin en la misma entidad.— Por otra parte, es tam bién claro que la causalidad final y formal pueden convenir en cierto modo en la mism a form a respecto de utia mism a cosa, y en cierto modo no pue­ den. Pues si se refieren al misino sujeto o supuesto, -pueden perfectam ente reu­ nirse en una misma cosa; pues la mism a form a no sólo es fin de la m ateria, sino que la informa, y la misma visión bienaventurada es la forma del entendim ento y su fin y felicidad. Y la razón está en que la mism a forma, en cuanto informa, y su información, es el bien y la perfección del sujeto que inform a; y por ello puede re­ lacionarse con él simultáneam ente bajo la razón de form a y de fin. Pero en cambio, si la comparación se hace con el mismo compuesto que es constituido por la for­ m a, así no puede la mism a ser form a y fin respecto de lo mismo, porque la for­ m a no es el fin del compuesto, sino que más bien la forma es por causa del com­ puesto como por causa de su jin . Y si se comparan con la acción o generación, tam bién' respecto de ella es la misma la form a y el fin. E n el cual sentido pa­ rece que dijo Aristóteles, como se citará después, que el fin y la forma coinciden en la misma realidad num érica; con todo, bajo aquel respecto, aunque la forma r e a le m a s u a c a u s a m a te r ia li, e t id e m e s t in f o r m a a c c id e n ta li q u a e s u a m p r o p r ia m h a b e a t e n tita te m . Q u ia v e r o s u n t a liq u a e a c ­ c id e n ta le s q u a e t a n tu m s u n t m o d i s u b s ta n ­ tia e , u t p ra e s e n tia lo c a lis, v e l si q u id a liu d e s t h u iu s m o d i, in illis , s ic u t r a t i o fo r m a e e s t im p e r f e c ta , ita s u ffic it d is tin c tio m o d a lis . S e m p e r ta m e n n e c e s s e e s t u t fo rm a lis e t m a te r ia lis c a u s a r e s p e c tu e iu s d e m c o m p o s iti d i s t i n g u a n t u r re a lite r v e l e x n a t u r a re i. D e i n ­ d e e tia m c o n s ta t f o r m a ie n t e t e ffic ie n te m c a u s a n t n o n p o s s e in e a d e m r e c o n iu n g i r e ­ s p e c tu e iu s d e m e f f e c tu s ; q u ia fo r m a e x e r c e t c a u s a lita te m f o r m a ie n t i n e o i n q u o e st, e f f ic ie n te m v e r o r e s p e c tu a lte r iu s f o r m a e , v el c o m p o s iti, e t id e o fo r m a u t in f o r m a n s , v e l s u p p o n itu r a d a c tio n e m u t p r in c ip iu m a g e n d i, v e l c o n s e q u itu r u t e ffe c tu s s e u te r m in u s f o r m a lis a c t io n is ; e t id e o fie ri n o n p o te s t u t c a u s a iita s fo r m a lis e t e ffe c tiv a e id e m fo r m a e c o n v e n ia n t r e s p e c tu e iu s d e m , n a m i n c lu d u n t h a b itu d in e s r e p u g n a n te s . 13. Forma cum fine an possit in eamdem entitatem confhiere .— R u rs iu s e tia m e s t

c l a r u m fin a le m e t f o r m a le m c a u s a lita te m q u o d a m m o d o c o n v e n ire p o s se in e a m d e m fo r m a m r e s p e c tu e iu s d e m , q u o d a m m o d o a u te m n o n p o s s e . S i e n im c o m p a r e n tu r a d id e m s u b ie c tu m v el s u p p o s itu m , o p tim e p o s ­ s u m i n e a m d e m r e m c o n v e n i r e ; e a d e m e n im fo r m a e t e s t fin is m a te r ia e e t e a m in f o r m a t, e a d e m q u e v isio b e a ta e s t f o r m a in te lle c tu s e t fin is a c b e a t itu d o e iu s . E t r a t i o e s t q u ia ip s a m e t f o r m a , u t in f o r m a n s , e t in f o r m a tio e iu s e s t b o n u r a ac p e rfe c tio s u b ie c ti q u o d i n f o r m a t ; e t id e ò p o te s t a d illu d c o m p a r a ti s im u l i n r a tio n e fo r m a e e t fin is. A t v e ro , si c o m p a r a n o fia t a d ip s u m c o m p o s i tu m q u o d p e r fo r m a m c o n s ti tu itu r , sic n o n p o te s t e a d e m e s s e f o r m a e t fin is r e s p e c tu e iu s d e m , q u ia n o n e s t f o r m a fin is c o m p o s iti, s e d p o tiu s fo r m a e s t p r o p t e r c o m p o s itu m u t p r o p ­ t e r fin e m s u u m . Q u o d si c o m p a r e n tu r a d a c tio n e m s e u g e n e r a tio n e m , e tia m r e s p e c tu illiu s e a d e m e s t f o r m a e t fin is. Q u o s e n s u v i d e t u r d ix is s e A ris to te le s , in f r a c ita n d u s , f in e m e t f o r m a m c o in c id e r e in e a m d e m r e m n u m e r o ; s u b e o ta m e n r e s p e c tu , lic e i f o r m a 24

370

Disputaciones metafísicas

propiam ente sea el fin de la generación, sin embargo no es propiam ente su causa form al, sino sólo su principio, como dije en la sección anterior. 14. S i se retinen en u n a m ism a cosa la causa eficiente y el fin .— S i la m a­ teria tolera en su e n tid a d alguna razón de fin .— Además, casi en la misma pro­ porción hay que hablar del fin y de la causa eficiente; pues según una cierta razón de fin pueden convenir a la misma cosa, pero no según otra. Pues suele distinguirse, como veremos después, u n doble fin, a saber: el fin por cuya causa se hace la acción o aquél para quien o en cuyo beneficio y provecho se hace; como en el caso de la curación, el fin por cuya causa se hace es la salud; en cam bio, el fin para quien se hace es el mismo hom bre cuya salud se procura. P o r consiguiente, el prim er fin no puede ser una misma cosa con la causa efi­ ciente, porque es su efecto; en cambio el fin posterior puede m uy bien ser una mis­ m a cosa con la causa eficiente, pues con frecuencia la causa eficiente opera por cau­ sa de sí m ism a; y de este modo D ios es al mismo tiem po el prim er eficiente y el últim o fin de sus obras. Y de acuerdo con esto se entiende fácilmente el dicho vul­ gar de A ristóteles, en el II de la F ísica, c. 7 : E l fin y la form a coinciden en la m is­ m a cosa n u m érica ; en cam bio, e l fin y la causa eficiente n o coinciden en la m ism a cosa n u m érica , sino específica; pues habla del fin por cuya causa, o sea el que for­

m alm ente m ediante la acción se intenta y se hace; acerca del cual dijimos ya que se distingue del agente como efecto suyo, y que p or ello.no puede ser una mis­ m a cosa num éricam ente con él. E n cambio, que sea una mism a cosa en especie sucede en los agentes unívocos, no en todos, como el mismo Aristóteles indicó. C óm o pueden unirse en una m ism a cosa num érica la causa formal y la final se ha declarado ya. Pero añado que tam bién puede alguna razón de fin unirse con la causa m aterial en la mism a cosa num érica; pues el sujeto de los accidentes no sólo es la causa material de los mismos, sino su fin; ya que, como decía, el fin próxim o de procurar la salud es el hom bre, y entre otros fines, la forma es inducida en la m ateria para conservar a la mism a m ateria; pues, porque la ra­ zón de fin se funda en la bondad, que es trascendental y se halla parcialmente en toda entidad, por ello puede unirse alguna razón d e 'fin con cualquier otra causa. I I P h y s ., c. 7 : Finis et forma coincidunt p r o p r ie s it fin is g e n e r a tio n is , n o n ta m e n in idem numero; finis autem et efficiens in p r o p r ie e s t c a u s a fo r m a lis e iu s , s e d t a n t u m idem non numero, sed specie; l o q u itu r e n im p r i n c i p i u m , u t s e c tio n e p r a e c e d e n t i d ic e d e fin e c u iu s g ra tia , s e u q u i p e r a c tio n e m bam . 14. An coniungantur in eodem efficiens fo r m a l ite r i n t e n d itu r e t f i t ; d e q u o ia m d ix im u s d is tin g u i a b a g e n te ta m q u a m e ff ac­ e: finis.— An materia rationem aliquam fi­ tum eius, e t id e o n o n p o s se e sse id e m n u ­ nis in sua entitate patiatur.— P r a e te r e a m e r o c u m illo . Q u o d v e ro sit id e m s p e c ie , e a d e m f e re p r o p o r tio n e lo q u e n d u m e s t d e c o n t i n g i t i n a g e n t ib u s u n iv o c is , n o n i n o m ­ f in e e t e f f i c i e n t e ; n a m s e c u n d u m q u a m d a m n ib u s , u t ip s e m e t A tis to te le s in d ic a v it. Q u o r a tio n e m fin is c o n v e n ire p o s s u n t e id e m re i, m o d o a u te m c a u s a fo r m a lis e t fiu a lis in n o n v e ro s e c u n d u m a lia m . D u p l e x e n im e a m d e m re m n u m e r o c o n iu n g i p o s s in t, ia m f in is , u t in fr a v id e b im u s , d is tin g u i s o le t, s c i­ lic e t, fin is c u iu s g r a tia a ctio f it, v e l c u i seu d e c l a r a tu m e s t. A d d o v e ro e tia m p o s s e a li­ i n c u iu s g r a tia m e t c o m m o d u m f i t ; u t in q u a m ra tio n e m fin is i n e a m d e m n u m e r o r e m c u m c a u s a m a tc r ia li c o n i u n g i ; n a m s u b c u r a tio n e , fin is c u iu s g r a tia e s t s a n i t a s ; c u i v e r o , e s t ip s e h o m o c u i s a n ita s p r o c u r a tu r . i e c tu m a c c id e n tiu m e t e s t c a u s a m a te r ia lis e o ru m e t f in i s ; u t e n im d ic e b a m , f in is p r o P r i o r e rg o f in is n o n p o te s t e ss e e a d e m re s x im u s s a n ita tis p r o c u r a n d a e e s t h o m o , e t i n ­ c u m c a u s a e ffic ie n ti q u ia e s t e ffe c tu s e i u s ; t e r a lio s fin e s f o r m a i n d u c itu r in m a te r ia m p o s te r io r a u te m fin is o p tim e p o te s t e sse p r o p t e r ip s a m m a te r ia m c o n s e r v a n d a m ; n a m , e a d e m r e s c u m c a u s a e ffic ie n ti : n a m s a e p e q u ia r a t i o fin is f u n d a t u r in b o n ita te , q u a e e ffic ie n s o p e r a t u r p r o p t e r s e ip s u m ; e t h o c tm n s c e n d e n ta lis e s t e t in o m n i e n tita te ex m o d o D e u s e s t s im u l p r im u m e ffic ie n s e t p a r t e r e p e r i t u r , id e o c o n iu n g i p o t e s t a liq u a u ltim u s f in is s u o r u m o p e ru m . E t iu x ta h a e c ta tio fin is c u m q u a lib e t alia c a u s a . in te llig it u r fa c ile v u lg a re d ic tu m A ris to te lis ,

D i s p u t a c ió n X I I . — S e c c ió n I I I __________________________________________ ____ 571

15. S i la causa eficiente p u ed e ser una m ism a cosa con la m ateria. — Sólo quedaba comparar la causa eficiente con la m aterial, a ver si una y otra razón pueden unirse en la misma cosa respecto del mismo efecto. Y ciertam ente, ha­ blando de la causa material de las sustancias naturales, es cierto que no pueden la causa material y la eficiente reunirse en una mism a cosa en orden a tal efecto, porque la m ateria no puede ser principio eficiente de la form a que se ha de educir de ella y, por consiguiente, tampoco de todo el compuesto. Pero, en cam­ bio, hablando de la causa material de los accidentes, existe una d uda mayor sobre si la mism a causa material puede ser eficiente de los mismos. Y puede esta eficiencia entenderse doblem ente: una, por el resultado natural, y hablando de ésta no hay duda de que tales causalidades pueden unirse, y así se suele de­ cir a veces que el alma, por ejemplo, tiene una triple causalidad sobre sus po­ tencias naturales, a saber, final, material y eficiente; y m uchos piensan que este género de actividad no le repugna a la materia prim a para su propia pasión, que es la cantidad. La otra eficiencia es per se y por la propia acción, y acerca de ésta existe una mayor dificultad; coincide, sin embargo, con aquella cuestión de si todo cuanto se mueve es movido por otro, o — lo que es lo mismo— si el agente y el paciente se distinguen siempre, al menos según los principios próxim os de. acción y de recepción, cuestión de que nos ocuparemos después al tratar de la causa eficiente. ¿Es adecuada la división de la causa en cuatro géneros?

16. L o s in stru m en to s han de ser colocados bajo la causa eficiente, no bajo la m aterial. — Acerca del tercer punto, si estos cuatro géneros dividen suficientemente a la causa, suelen proponerse varias dificultades sobre las causas instrum entales, dispositivas y objetivas. Pero éstas y las semejantes no tienen dificultad, pues la causa instrum ental es una cierta especie de causa eficiente, como después veremos. N i puede reducirse a la causa material con algún fundam ento, como falsamente pensó Filógono, II P k y s., text. 27, a no ser ta l vez que estemos ha­ blando de las disposiciones de la m ateria, que suelen tam bién llamarse instru15.

materia.—

E ffid em an idem esse possit cum

S o lu m s u p e r e r a i c o m p a r a n d a c a u ­ sa e ffic ie n s c u m m a te r ia li, a n p o s s it u t r a q u e r a tio co n iu D g i in e a d e m r e r e s p e c tu e iu s d e m e ffe c tu s. E t q u id e m lo q u e n d o d e c a u s a m a ­ te ria li s u b s ta n tia r u m n a tu r a liu m , c e r tu m e st n o n p o s se m a te r ia le m e t e ffic ie n te m c a u s a m c o n iu n g i in e a d e m r e i n o r d in e a d ta le m e ffe c tu m , q u ia m a te r ia n o n p o te s t e ss e p r i n c ip iu m e ffic ie n s fo r m a e e x ilia e d u c e n d a e , e t c o n s e q u e n te r n e c t o tiu s c o m p o s iti. A t v e ro io q u e n d o d e c a u s a m a te r ia li a c c id e n tiu m , m a iu s d u b iu m e s t a n e a d e m c a u s a m a te ria lis p o s s it e sse e ffic ie n s e o r u m d e m . P o te s t a u te m h a e c e ffic ie n tia in te llig i d u p l e x : u n a , p e r n a tu r a le m r e s u lta n tia m , e t d e h a c lo q u e n d o n o n e s t d u b iu m q u i n p o s s in t illa e c a u s a lita te s c o n iu n g i, e t ita d ic i s o le t p a s s im , a n im a rti, v e r b i g ra tia , h a b e r e tri p lic e m c a u s a lita te m i n s u a s n a t u r a l e s p o te n tia s , n e m p e fin a le m , m a te ria le m e t e f f ic ie n te m ; e t m u lti c e n s e n t h o c g e n u s a c t iv ita tis n e c m a te r ia e p r im a e r e p u g n a r e i n s u a m p r o p r ia m p a s s io n e m , q u a e e s t q u a n t i t a s . A lte r a e ffic ie n tia

e s t p e r se e t p e r p r o p r ia m a c tio n e m , e t d e h a c e s t m a io r d if f ic u lta s ; c o in c id it t a ­ rn e n c u m ilia q u a e s tio n e , a n o r a n e q u o d m o v e tu r a b a lio m o v e a tu r , s e u ( q u o d id e m e s t) a n a g e n s e t p a tie n s s e m p e r d is tin g u a n t u r , s a lte rn secundum p r o x im a p r in c ip ia a g e n d i e t r e c ip ie n d i, q u a rti p o s te a tr a c ta b im u s d i s p u ta n d o d e c a u s a e f fic ie n ti.

Causae in quatuor genera divisto an adaequata 16 . Instrumenta sub efficienti, non sub materiali causa collocanda.— C ir c a t e r t i u m p u n c tu m , a n h a e c q u a tu o r g e n e r a s u f f ic ie n t e r d i v id a n t c a u s a m , s o ie n t v a ria e d if f ic u lta te s p r o p o n i d e c a u s is i n s tr u m e n ta r iis , d is p o s itiv is e t o b ie c tiv is . S e d h a e c e t s im ilia d iff ic u lta te m n o n h a b e n t , n a m c a u s a in s tr u m e n ta lis q u a e d a m s p e c ie s e s t c a u s a e e ffic ie n tis , u t p o s te a v id e b im u s . N e c p o te s t c u m a liq u o f u n d a m e n t o r e d u c i a d m a t e r i a le m c a u s a m , u t fa ls o e x e o g ita v it P h ilo g o n u 6 , I I P h y s ., te x t. 2 7 , n is i f o r ta s s e l o q u a m u r d e d is p o s itio n ib u s m a te r ia e , q u a e s o ie n t e tia m

372

Disputaciones metafísicas

mentos; pero éstas, si no tienen eficiencia, en realidad no son instrumentos; y en cambio, si tienen eficiencia, en cuanto tales no son disposiciones, ni pertene­ cen de ningún modo a la causa material, sino a la eficiente, a la cual o ayudan o sustituyen. En cambio, la causa dispositiva se reduce comúnmente a la ma­ terial, porque prepara la materia para la forma. Pero esta denominación sólo parece que se da por una cierta atribución; pues si hablamos con propiedad, la verdadera disposición es una cierta causa formal, ya que no dispone sino in­ formando al sujeto; pues el calor que está en el leño no dispone para la forma del fuego más que calentando formalmente al leño; y hablo de la verdadera y propia disposición física y positiva, pues en sentido vulgar suele llamarse dis­ posición cualquier remoción de impedimentos o cualquier condición necesaria, como la aplicación a la acción o algo semejante; y en éstos no se da ninguna verdadera causalidad sino sólo accidental. 17. Q u é clase d e causalidad ejerce e l objeto sobre la poten cia y e l acto .— Causa objetiva llamo al objeto respecto de la potencia y el acto. En el cual ob­ jeto puede considerase una doble relación: una, la de motor, y otra, la de tér­ mino. La primera, respecto de la potencia cognoscitiva, es la causalidad efiden,te, ya se considere al objeto en cuanto mueve imprimiendo la especie, ya en cuanto que concurre al acto mediante la espede; en cambio, respecto de la po­ tencia apetitiva es la causalidad final, sea la propia y formal, como en el apetito racional, sea material e imperfecta, como en el sensitivo, lo cual veremos des­ pués. Pero en el último sentido reducen algunos el objeto a causa final, porque la potencia y el acto tienden a él como a su fin. Ni se opone el que esta rela­ ción sea esendal, porque no hay repugnada en que una cosa esté esendalmente ordenada a su fin. Otros la reducen a la causa formal, en cuanto que el objeto da la espedficación al acto; pues cuanto da especie, tiene razón de forma; y dicen que no es una forma intrínseca sino extrínseca. Yo, con todo, negaría gus­ tosamente que el objeto bajo esta razón ejerza algún, verdadero género de cau­ salidad, sino de puro término especificativo, no mediante algún verdadero inspectu potentiae vel actus. I n quo obiecto du­ instrum em a appellati; sed illae nisi effirientiam habeant, revera non sum instru m en ta; plex potest h abitudo co n sid erati: u n a est m oventis, altera term inantis. Prior respectu si vero efficientiam habent, u t sic non sunt dispositiones neque ad causam materialem potentiae cognoscitivae est causalitas efficiens, utto modo pertinent, sed ad effidentem , sive consideretur obiectum quaténus movet quam vel adiuvant vel eius vicem gerunt. im prim endo sp e d em sive quaténus per sped e m concurrit ad a c tu m ; respectu vero po­ Dispositiva autem causa com m uniter redutentiae appetitivae est causalitas finalis vel citu t ad materialem , quia praeparat m atep ro p ria e t form alis, u t in appetitu rationaU, riam ad form am . S ed haec denom inano so­ vel m ateriale e t im perfecta, u t in sensitivo, lum esse videtur per quam dam attributionem ; nam si loquam ur cum proprietate, quod postea videbim us. S ub posteriori au­ tem respectu, aliqui red u cu n t obiectum ad vera disposino quaedam causa formalis est, non enim disponit n isi inform ando subieccausam finalem , quia potentia et actus in tu m ; calor enim qui est in Ugno non Qlud u t in finem ten d u n t. N eque obstat disponit ad form am ignis nisi form aliter caquod haec habitudo sit essentialis, quia non lefaciendo lig n u m ; loquor autem de vera re p u g n a t quod aliaua res essentialiter sit ac p ro p ria dispositione physica et positiva; ordinata ad suum finem . Alii ad formalem n am vulgati m odo solet d isp o s ilo vocali causam revocant, quaténus obiectum dat spe­ quaecum que rem otio im pedim enti, vel quaed e m actu i; quidquid enim dat spedem , habet rationem form ae; dicunt autem esse non vis conditio necessaria, u t applicano ad intrinsecam , sed extrinsecam form am . Ego agendum , vel qu id sim ile; et in his nulla vero libentius negarem obiectum sub hac est vera causalitas, sed tan tu m per accidens. 17. O b ie c t u m c u iu s g e n e r is àrea p o t e n - ratione exercere aliquod verum genus causalitatis, sed puri term ini spedficantis, non lia m e t a c tu m e iu s e x e r c e a t c a u s a lita te m .— p e r verum aliquem influxum qui causam Causam obiectivam appello obiectum re-

Disputación X II.— Sección III

3 73

flujo que le constituya como causa, sino por la sola relación del otro a sí mismo. Ni Aristóteles se acordó nunca de tal causa formal extrínseca, ni al término del movimiento le llamó causa del movimiento, aunque dijese que tomaba la especie de él; y lo mismo ocurre con un término relativo respecto del otro o del término de la relación en cuanto tal. Ni habla de otra forma Santo Tomás, como puede verse en Í-II, q. 1, a. 3. Pero éstas son cosas fáciles y casi nada más que modos de expresión. 18. S i la c a u sa e je m p la r e s u n g é n e r o d e ca u sa d is tin to ¿le lo s e n u m e r a d o s .— La principal dificultad en este punto está en la causa ejemplar, que añade Pla­ tón a las cuatro enumeradas por Aristóteles, como consta por el T im e o y el F e d ó n , y lo refiere Séneca en la citada E p ís to la 66. Pero de este punto, dada su gravedad, nos ocuparemos en una disputación propia. Ahora, brevemente, conce­ demos a Platón que el ejemplar ejerce una verdadera causalidad, cosa que no ignoró Aristóteles, pues aquí, al enumerar la forma, añade también el ejemplar, y por ello quizá no es preciso aumentar por dicha causa el número, cosa que examinaremos en el citado lugar. ¿ E s in m e d ia ta la c ita d a d iv is ió n d e las ca u sa s ?

19.

L a d iv is ió n d e la ca u sa e n in te r n a y e x te r n a e s m á s e le v a d a q u e la p r e ­ L a d iv is ió n m á s in m e d ia ta d e la ca u sa e s %e n e s tr ic ta m e n te r e a l e in te n ­

c e d e n te .— cio n a l. — Acerca

de lo cuarto puede parecer aquella división inmediata por el he­ cho de que Aristóteles dividiese la causa próximamente en aquellos cuatro miem­ bros. Pero a pesar de todo hay que decir que aquella división no es inmediata, pues pueden encontrarse fácilmente conveniencias entre algunos de dichos miem­ bros, por razón de las cuales se establezcan algunas divisiones de la causa an­ teriores y en menor número de miembros. Así, por consiguiente, puede dividirse en primer lugar la causa,en interna y externa; la interna, a su vez, en materia y en forma; acerca de las cuales no puede dudarse que convengan de modo pe­ culiar en el modo de causación^ pues dan el ser al efecto confiriéndole su misma entidad numérica y componiéndole internamente; en cambio, la causa eficiente y la final causan de modo muy diferente, y convienen en esto, en que no com­ ponen intrínsecamente el efecto, y por ello se denominan comúnmente causas exconstituat, sed p e r solam habitu d in em alterius ad ipsum . N e q u e A ristoteles u nquam illius causae form alis extrinsecae m em init, ncc term inim i m o tu s appellavi! causant m o­ tus, quam vis dixerit a b ilio sum ere sp e d e rà ; et idem est de uno relativo respectu a lte rius seu d e term ino relationis u t sic. N ec D . T hom as aliter lo q u itu r, u t videre licet I - I I , q. 1, a. 3. S ed h acc facilia sunt, ac fere d e m odo lo q u en d i. • 18. E x e m p la r a n d is tin c tu m ccu sa c g e ­ n u s a m m i e r a t i s .— Potissim a difficultas est in hoc puncto d e causa esem plari, quam P lato ad d it q u atu o r ab A ristotele num eratis, u ; constat ex T iraaeo e t P haedone, e t re fe rt Seneca, citata epistol. 66. S ed d e h a c m ate­ ria p ro p ter grav itatem eiu s p ro p ria m d isp u tationem institu em u s. N u n c b re v ite r concedim u s P lato n i ex em p lar veram causalitatem exercera, q u o d A ristoteles n o n ignoravit, n am hic n u m eran d o fo rm an t a d d it e t exem ­ plar, et ideo fo n asse n o n e s t necesse p ro p te r earn causant au g ere n u m erim i, q u o d dicto loco exam inabim us.

D iv is ic i c a u s a e p r a e d ic ta s i i n e i m m e d i a t a

19. C a u s a e i n in t e r n a m e t e x t e r n a m d i v is io a ltio r q u a m p r a e d ic ta .— C a u sa e in r e à le m r ig id e e t i n t e n lio n a le m im m e d i a t i s ­ s i m a d iv is ic i .— C irca q u a rtu m videri p o test divisìo illa im m ediata, eo q u o d A ristoteles proxim e divisent causam in qu atu o r illa m em bra. S ed niliilom inus dicendum est, ü iam divisionem n o n esse im m ed iataro ; possunt enim facile convenientiae in te r q u aedam ex b is m em bris escogitati, ratione qu a­ rtina aliae p riores divisiones causae e t in p a n ­ cioni m em bra co n stitu an tu r. S ic erg o p o test prim o causa dividi in internam e t ex te m a m ; in te rn a ru rsu s in m ateriam e t form are ; de quibus d u b itari non potest q u in peculiariter convenient in m odo causandi; d a n t enim esse cffcctui conferendo ilii suam m et n u m e ­ ro entitatem e t interne com ponendo ilium ; afficiens autem e t finis longe aliter causant, et in h o c conveniunt, q u o d n o n c o m p o n u n t ir.trinsece effectum , e t ideo causae extrinsecae com m uniter appellantur. Ig itu r in r a -

Disputaciones metafísicas

374

rrínsecas. Por consiguiente, en la razón de causa puede abstraerse una razón co­ mún de materia y de forma que no sea común a otras causas, y al contrario; por tanto, rectamente se divide la causa inmediatamente en intrínseca y extrínseca, y después aquélla, en material y formal, y ésta, en eficiente y final. También de otro modo podría encontrarse otra división más inmediata de la causa; pues las otras tres causas, excepto la final, coinciden en esto, en que contribuyen al ser del efecto mediante un influjo real, y por ello requieren la existencia real para sus causalidades, como veremos después; en cambio, la causa final influye in­ tencionalmente y por ello puede causar antes de existir realmente en sí. Por tanto, puede rectamente dividirse la causa inmediatamente en real e intencional, tomando en el primer miembro el t é r m in o real en sentido estricto; pues si se toma en toda su amplitud y trascendencia también conviene a la causa final. Y por su parte, la causa real se divide en intrínseca, que es la materia y la forma, Y extrínseca, que es la eficiente, y que puede llamarse de un modo peculiar y cuasi por antonomasia, extrínseca; pues aunque la causa final comparada con la formal y con la material sea también extrínseca, con todo, comparada con la efi­ ciente es en cierto modo intrínseca, ya que la relación al fin es más intrínseca para cada cosa, y en algunas es incluso esencial. S i lo s c u a tro m ie m b r o s d e la c a u sa s o n in d iv is ib le s

,

20. Acerca del quinto punto pueden decirse en este lugar pocas cosas hasta que tratemos de cada una de las causas, y por ello hay que decir brevemente que ésta no es una división en las últimas razones de causa; pues bajo cualquiera de aquellos miembros pueden darse varias divisiones. En efecto, la causa ma­ terial, una es pura potencia, y otra, en cambio, potencia sólo relativamente. Y esta no es una división meramente material —por llamarla así— según la entidad que es causa, sino también formal en la razón de causa material. Pues pertenece a la razón formal de la misma el ser potencia, y por ello, según la diversa razón de potencia receptiva, será también diversa la razón de causa material; la cual efectos, pues aqueUfl.jyimera es causa diversidad puede también deducirse de ' material de la sustancia, y la última, en cambio, de los accidente«. Por elio, la tione causae abstrahi p o test ratio com m unis m ateriae e t form ae quae no n sit com m unis aliis causis, et e co nverso; ergo recte divid itu r causa im m ediate in intrinsecam et extrin secam , e t deinde illa in m aterialem e t form alem , haec vero in efficientem et fina­ lem . Alio item m odo posset alia divisio cau­ sae im m ediatior e x co g itan ; nam tres aliae causae p raeter finalem conveniunt in hoc q u o d co n feru n t ad esse eifectus per realem in fiu x u m , ideoque re q u ire n t existentiam rea­ lem ad suas causalitates, u t postea videbim u s ; causa au tem finalis influit intentionaliter, ideoque causare potest antequam in se realiter existât. R ecte igitur dividí potest causa im m ediate in realem e t intentionalem , stric te sum endo in p rio ri m em bro iliu m te rm in n m r e a le m ; nam si sum atur in tota sua latitu d in e e t transcendentia, etlam causae finali convenit. H t ru rsu s causa realis divid itu r in intrinsecam , quae in m ateriam et fo rm am , et extrinsecam , quae est efficiens, et peculiari ratione e t quasi p e r antonom asiam d i d p otest extrínseca; nam , licet finalis cau­ sa com parata ad form alem et m aterialem ex-

trin seca, etiam sit, com parata tam en ad effi­ cientem , est quodammodo intrinseca; nam habitudo ad fìnem est m agis intrinseca unicuique rei e t in quibusdam est etiam essentialis.

Quatuor causae membra, an atoma 20. D e quinto puncto pauca hoc loco dici possum donee de singulis causis tracrem us, e t ideo breviter dicendum est hanc non esse divisionem in ultim as rationes causae; nam sub quocum que iUonim m em brorum dari possunt variae divisiones. Causa enim m aterials quaedam est pura potentia, alia vero est tan tu m potentia secundum quid. Q uae non est divisio tantum malerialis (ut ita dicam) secundum entitatem quae est causa, sed etiam est formaiis in ratione cau­ sae m aterialis. N am de ratione formali illius est u t sit potentia, e t ideo secundum diversam rationem potentiae receptivae erit di­ versa ratio causae m aterialis; quae diversitas attendi etiam potest ex effectibus; nam ¡ila p rio r est causa m aterialis substantiae, pos-

Disputación X II.— Sección III

375

primera puede llamarse causa material absolutamente, y la última, relativamente, tomando dichas voces no de las entidades de tales causas, sino de la relación a los efectos; pues en cuanto a la entidad, la causa material de los accidentes pue­ de ser el ente simplemente o sustancia íntegra; y en cambio, la causa material de la sustancia sólo puede ser el ente relativo; con todo, en cuanto a la causa­ ción o relación de la causa, ésta causa al ente simplemente; aquélla, relativa­ mente. Por su parte, la causa material de la sustancia se divide en materia de las sustancias corruptibles o de las incorruptibles; en cambio, la causa material de los accidentes puede dividirse o en corporal y espiritual, o en próxima y re­ mota, o en aquella que sea en sí accidente o que sea sustancia, ya parcial, ya íntegra, de todas las cuales cosas trataré en las próximas disputaciones. Y de modo proporcional puede dividirse la forma en sustancial y accidental, y uno y otro miembro se subdivide de varias formas, según la variedad de sustancias compuestas y de accidentes. Igualmente existen muchas divisiones de la causa eficiente y final que no pueden enumerase aquí brevemente, sino en sus propias disputaciones. 21. P o r q u é n i e n los m ie m b r o s su p e r io r e s i ti e n lo s ín fim o s s e h a d iv i­ d id o la causa co n u n a d iv is ió n p rin c ip a l. — Podrá decirse: si la causa puede in­ mediatamente dividirse en menos miembros y remotamente en más, ¿por qué propuso Aristóteles aquella división cuatrimembre con preferencia a otras? Se responde que por lo mismo que aquella división es como intermedia entre aque­ llos extremos era la más apta para proponerse como división doctrinal. Princi­ palmente porque aquellos miembros tienen razones y modos de causación más distintos y conocidos. Agréguese a esto que Aristóteles no omitió por completo, sino que insinuó bastante tanto la conveniencia de estas causas entre sí cuanto la división de las mismas, como consta por los pasajes citados. D e q u é clase e s la d iv is ió n d a d a

22. En el sexto punto todos los autores, suponiendo más que probando o disputando, enseñan* que aquella división de la causa es análoga, y por dicho terior veto accidentium . U n d e prior dici p ot­ est causa materialis sim pliciter, posterior vero secundum quid, sum endo has voces n on ex entitatibus talium causarum , sed ex habitudine ad effectus; n am quoad entitatem m aterialis causa accidentium esse potest ens simpliciter seu substantia integra; materialis autem causa substantiae tan tu m esse potest ens secundum q u id ; tam en quoad causationem seu habitudinem causae, haec causat ens simpliciter, ilia secundum quid. R ursus materialis causa substantiae dividitur in m ateriam corruptibilium vel incorruptibilium substantiarum ; causa vero m aterialis acci­ dentium dividi potest vel in corporalem et spiritualem, vel in proxim am au t rem otam , vel in earn quae in se sit accidens, vel quae sit substantia, au t partialis au t integra, de quibus om nibus in proxim is disputationibus dicam. A tque propottionali m odo dividi pot­ est form a in substantialem et accidentalem e t u tium que m em brum subdividitur in varias formas, iuxta varietatem substantiarum compositarum et accidentium . Causae item

efficienti^ e t finalis quam plures sunt divisio-nes, quae n o n p o ssu n t hie breviter recenseri, sed in propriis disputationibus. 21. C u r n e c i n s u m m a m e m b r a , n e c i n i n fim a , s it c a u s a p r in c ip a li d iv is io n e p a r ti­ ta .— D ices : si causa potest im m ediate divi­

di in pauciora m em bra et rem ote in plura, c u r Aristoteles potius quadrim em brem illam divisionem quam alias tradidit? R espondetur hoc ipso quod illa divisio est m edia inter ilia extrem a, fuisse aptiorem ad doctrinalem divisionem tradendam . M axim e quia m em bra illa h ab en t rationes e t m odos causandi m agis distinctos et notiores. A dde A ristotelem non om nino omisisse, sed insi­ nuasse satis, tarn convenientias h aru m cau­ saru m in te r se, q u am divisiones earum , u t ex citatis locis constat.

Qualis sit data divisio 22. I n sexto puncto auctores om nes, supponendo potius q u am probando vel d is­ putando, docent illam divisionem causae esse analogam e t p ro p ter earn causam d icu n t n o n

376

Disputaciones metafísicas

motivo dicen que no fue definida por Aristóteles la causa en común. Con todo, no declaran suficientemente el modo o la razón de dicha analogía, ni tampoco la podemos declarar nosotros hasta que queden tratadas exactamente las razones de cada una de las causas. Y por ello, supongamos ahora que aquel parecer es verdadero por la autoridad de la sentencia común, y por esta razón general, que aquellos modos de causas son comunes a las causas de los accidentes y de las sustancias, las cuales no pueden ser causas unívocamente, porque no dan unívoca­ mente el ser, por lo cual tampoco la razón de efecto puede ser unívoca en el accidente y en la sustancia; remito al referido lugar para una declaración más exacta de esta analogía. fuisse causam in com m uni ab A ristotele definitam . N o n tarnen declarant satis m odum au t rationem h uius analogiae, neque a nobis declarari p otest donee rationes singularum causarum exacte tractentur. E t ideo m ine supponam us sententiam illam veram esse ex com m unis sententiae auctoritate e t ex hac generali ratione, q u o d fili m odi causarum

com m unes su n t causis accidentium et substantiarum , quae n o n p o ssu n t esse univoce causae, quia non dant univoce esse, unde nee ratio effectus univoca esse potest in accidente et substantia; exactiorem vero huius analogiae declarationem in praedictum

locum remitto.

DISPUTACION XIII LA CAUSA MATERIAL

DE LA SUSTANCIA

RESUMEN Precede a esta Disputación una introducción en la que explica por qué al tra­ tar de la causa material toma la materia prima y not la causa material en común. Su contenido se puede dividir en las siguientes partes: I. Si existe la materia prima: Sec. I. II. Cuál es su entidad y su esencia: Sec. II, III, IV. HI. Cuáles son sus propiedades: Sec. V, VI. IV. Cuál es su causalidad: Sec. VII-XIV. SECCIÓN

I

L a pregunta con que se inicia esta sección es la siguiente: ¿Es evidente por razón natural que se da en los entes una causa material de las sustancias a la que llamamos 'materia prima? Después de exponer varias divisiones de la ma­ teria (1-2) y de aclarar por qué se la llama prima (3), resuelve la cuestión y de­ duce la existencia de la materia prima (prescindiendo de qué clase de sujeto es) partiendo de las mutaciones que se dan en las cosas (4), del continuo cambio de las cosas (5-7), e igualmente de algunas mutaciones especiales (8-9), por la resolución hasta un primer sujeto (10). La consecuencia de las pruebas aduci­ das es que se da un primer sujeto; pero se desconoce que éste sea materia prima hasta que se pruebe que dichas mutaciones son sustanciales (11-12).

SECCIÓN

II

Probada la existencia de un primer sujeto o materia, se pregunta ahora si éste es uno o múltiple para las sustancias generábles y corruptibles. Las opiniones falsas sobre el primer principio material se comprenden en dos grupos: 1) los que ponan varios principios materiales; 2) los que ponen uno, pero yerran al asig­ narlo. Ponen varios principios en número infinito los atomistas en general, Leucipo y Demócrito; sigue una refutación basada en los absurdos que resultan (2-5). Establece varios principios en número finito Empedocles (6-7); sigue su refuta­ ción. Se deduce, por tanto, que el primer principio material es uno solo (8-9).

378

Disputaciones metafísicas

SECCIÓN III Prosigue con el mismo tema de la sección anterior y recoge un segundo gru­ po de errores: el de los que admiten un solo principio pero yerran al determi­ narlo (1). Se van enumerando las diversas opiniones: el primer principio, como agua, aire, fuego, tierra (2), y su juicio (3-4). De otro orden es ya la forma de corporeidad de Avicena, coevitema con la materia (5). Se llega, por fin, a la re­ solución, comprendida en los siguientes enunciados: 1 °, la materia prima no es ninguno de los elementos sensibles citados (6-8); 2 °, la materia prima no es nin­ gún cuerpo o sustancia completa e íntegra en la esencia y especie de sustan­ cia (9-12); 3 °, la causa material no es una sustancia completa que conste de poten­ cia sustancial y alguna forma de sustancia incompleta y cuasi genérica (13-16), porque ninguna forma puede dar un grado genérico preciso sin dar también un ser especifico (17), y sin embargo la materia prima de los seres generables exige para sí una especie estable y átoma (18-20). Además, se siguen muchos absurdos de la forma de corporeidad (21-22). Por tanto, la conclusión a que se llega es que ío causa primera material no es ninguna sustancia íntegra (23).

SECCIÓN IV Las secciones precedentes han ido recorriendo lo que no es la materia pri­ ma; en ésta se intenta decir qué es (1). En primer lugar enuncia sobre ella lo que parece cierto y admitido por todos: La materia que está bajo la forma tiene algo de entidad real y sustancial, distinta realmente de la entidad de la forma, y pasa a probarlo (2-5). A continuación, los puntos controvertidos: ¿tiene la ma­ teria "de por sí” alguna entidad actual?; es decir, ¿se le niega la causa formal y la eficiente? Esta última la niegan todos; la primera, en cambio, no; los tomistas afirman que tiene toda la entidad actual tomada de la forma' (6-7). Resuelve Suárez la cuestión distinguiendo la entidad de la esencia de la de la existencia (8) y respondiendo que tiene la esencia actual distinta de la form ttpero dependiente de ella (9-12), y que tiene la entidad de la existencia distinta de la entidad ele la existencia de la forma, aunque con dependencia de ella (13-14), y que dicha entidad no la tiene sin causa eficiente, sino que la recibe de Dios (15). D e esto se deducen estas consecuencias: la materia ha sido creada (16) y tiene entidad incorruptible (17).

SECCIÓN V Entramos con ella en la parte III de esta disputación, que versa sobre las pro­ piedades de la materia. Se pregunta si es la materia pura potencia y en qué sen­ tido. Hay que afirmar que es pura potencia (1). Para precisar el sentido de la afirmación, los discípulos de Santo Tomás mantienen que es porque no tiene existencia alguna sino por la forma; en cambio, Escoto y otros dicen que es pura potencia en orden al acto formal, pero no al entitativo (2); otros difieren al afir­ mar que la materia tiene su existencia distinta de la existencia de la forma (3-6). Finalmente, expone su opinión de que la materia existente en la realidad es esen­ cialmente acto entitativo (7-8). La resolución de la cuestión la encierra en tres afirmaciones: 1.a, la materia no excluye todo acto (9); 2.a, la materia no es pura potencia hasta el extremo de no ser un acto entitativo relativo (10); 3.a, pero es pura potencia respecto del acto informante o actuante y respecto del acto absoluta­ mente dicho (11), soluciones que corrobora seguidamente haciendo ver que no

Disputación X III.—‘R esumen

379

están en contra de Aristóteles (12-13). Pasa a la solución de las dificultades que planteó y a otras que propone con esta ocasión (14-20).

SECCIÓN Vi Sigue tratando de las propiedades de la materia, y se ocupa ahora del conocimento que de ella se puede tener. Afirma en primer lugar que la materia puede ser término de conocimiento (1), aunque no puede ser concebida sin la forma (2), y concluye que el concepto que nosotros podemos tener de la materia no puede ser sino por analogía con la materia de las cosas artificiales (3) y, por tanto, que llegamos a un concepto propio de la materia prima, pero no enteramente distinto y como es en sí, sino en parte negativo y en parte confuso (4).

SECCIÓN VII Pasamos con esta sección a la IV parte de la Disputación, que se ocupa de la causalidad de la materia prima. Acerca de esto, cuatro preguntas: 1.a, qué cau­ sa la materia; 2.a, con qué causa; 3.a, cuál es la condición necesaria; 4.a, qué es la causalidad misma por la que se constituye en acto como causa (1). Acerca de lo que causa la materia hay varias opiniones: para unos es el propio compues­ to (2); para otros, la forma, sea la que es educida de la potencia de la materia (3), sea toda otra forma (4); además, parece que se puede añadir también la genera­ ción (5); por tanto, parecen ser cuatro los efectos de la materia. Resuelve Suárez la cuestión afirmando que el efecto adecuado de la materia es el compuesto, que es causado por la materia, tanto en su producción como en su ser producido (7); y a continuación hace ver cómo esto no contradice a las opiniones anteriores.

SECCIÓN VIII Con qué medios produce la materia sus efectos. Para algunos hay que dis­ tinguir previamente'la rosón principal de la acción, que es la esencia de la mate­ ria; el principio próximo, que es la potencia de la materia (1), y la condición requerida, que para unos es la existencia y para otros la cantidad (2). Rechaza Suárez lo anterior y afirme, primero, que no hay sino una razón de causa, pues' causa por sí misma y por su propia entidad (3-6); segundo, que sí hay que man­ tener que requiere esencialmente la existencia para causar (7), afirmación que exige declarar en qué grado depende la materia de la forma (8), y, finalmente, que la materia requiere para su causalidad la proximidad de la forma (9), y no la cantidad, tal como se había afirmado (10-11).

SECCIÓN IX En qué consiste la causalidad de la materia. Hay que rechazar en primer lu­ gar varias opiniones, y así mantiene que no es la misma entidad de la materia (1), ni una relación predicamental (2), ni una misma cosa con todo su efecto (3), ni un modo real, distinto de ella ”ex natura rei” (4), sino que respecto de la gene­ ración la causalidad es la misma generación (5-6), y por ello la generación no puede, m siquiera sobrenaturalmente, conservarse fuera del sujeto (7), ya que la causalidad de la materia en la producción de la forma o del compuesto no es sino la misma generación (8). Se ha de tratar ahora de la causalidad de la materia en el ser ya producido, y en esto se afirma que la unión de la forma .y la materia es causada por sí misma por la materia y depende de ella (9), y por lo mismo

Disputaciones metafísicas

380

la causalidad de la materia sobre la misma forma no es más que la unión de tal forma con tal materia (10-12). Se pregunta, por tanto: ¿hay dos modos propios de unión, uno de la materia y otro de la forma? En este punto confiesa que se halla en duda, aunque estima más probable la parte que niega (13-14), y concluye además que la causalidad de la materia sobre el compuesto no añade nada a la materia fuera ele su unión con la forma (15), ya que sólo existen dos causalidades distintas de la materia: una, en la producción, y otra, en el ser producido (16).

SECCIÓN

x

E n esta sección amplía el tratado de la causa material sustancial a los cuerpos incorruptibles. Propone acerca de esto tres cuestiones: 1.a, si hay materia en los cielos; 2.a, de qué clase es y si conviene con la de los cuerpos generables; 3.a, cómo ejerce la causalidad material con aquellos cuerpos (1). Respecto de lo primero, hay una opinión negativa del Comentador (2-5) que se basa en que donde no hay mutación no tiene por qué haber materia; una segunda sentencia — de Santo Tomás— es afirmativa y se basa en dos principios: la incorruptibilidad de los cielos no requiere carencia de materia, y la cantidad de masa que tienen requie­ re, en cambio, la presencia de ésta (6). Comparadas ambas sentencias, ninguna aparece para Suárez irrebatible, aunque es más probable que los cielos estén com­ puestos de materia y forma (7-8); pasa a solucionar las dificultades (9-11).

SECCIÓN XI Supuesto que haya materia en los cuerpos incorruptibles, ¿es de la misma na­ turaleza que la materia de los elementos? Afirm a Avicena que sí (1) y lo funda en dos razones, que son expuestas ampliamente, tanto con argumentos filosófi­ cos como teológicos (2-6). L a sentencia de Santo Tomás mantiene la diversidad específica de esas ¿los materias (7). Expresa finalmente él su opinión en tres aser­ ciones: 1.a, no repugna en sí'la diversidad'específica d é les materias (8), ni si­ quiera atendido el principio de que es el acto él que distingue (9), puesto que es compatible que la materia prima tenga unidad específica con distinción genéri­ ca (10); además ele que no hay inconveniente en que dentro de la misma imper­ fección de la materia se den también grados (11-12). 2 ° , parece más verosímil que la materia celeste sea de distinta clase, ya que los cielos son incorrupti­ bles (13-17); también parece persuadir lo m ism o el hecho de que los cielos sean ingenerábles con generación natural (18-19). Como antes había surgido el punto de si las materias de los cielos podían ser entre sí diferentes, se expone amplia­ m ente, mostrando preferencia por la solución afirmativa (20-24). 3.a, el cielo empíreo es incorruptible, afirmación que aunque tiene que basarse en argumen­ tos de la Escritura, no podía ser omitida si se quiere responder a los fundamentos de la opinión opuesta. E n ella va Suárez recogiendo con pormenor e interpretan­ do los fragmentos de la Escritura que se refieren a este punto (25-35).

SECCIÓN XII P r o sig u e e n e l te m a d e la re la ció n e n tr e la m a te r ia c e le s te y la e le m e n ta l. E n la S e c c ió n p r e c e d e n te s e v i ó q u e e l c ie lo tie n e u n a m a te r ia d e d iv e r s a clase; a h o ra s e p r e g u n ta c u á l d e las d o s e s m á s p e r f e c ta ( 1 ) . P la n te a lo s m o tiv o s d e d u d a e n u n o y o tr o s e n tid o ( 2 - 4 ) V c o n c lu y e q u e la m a te r ia c e le s te e s m á s d ig n a q u e la in fe r io r ( 5 ) , a la q u e c a lifica d e la ín f im a d e c u a n ta s p u e d e n e x is tir (6 ).

Disputación X III.— Resumen

381

SECCIÓN XIII Versa sobre qué clase de causalidad ejerce la materia de los cielos incorrup­ tibles. S e distinguieron ya dos causalidades de la materia sobre la sustancia: una acerca de su constitución, y ésta es ejercida por la materia celeste, tanto sobre el compuesto como sobre la forma (I). Otra relativa a la eficiencia; y en este punto hay que afirmar también que la materia concurre de alguna manera a la afección de los cielos, a pesar de la dificultad que podia plantear el hecho de que éstos hayan sido creados y, por tanto, producidos sin materia preexisten­ te (2-6).

SECCIÓN XIV Entre las sustancias creadas existen algunas incorpóreas; ahora se pregunta en esta sección si puede darse en los seres incorpóreos una causa material sustan­ cial (1). Se aduce el error ¿le los que mantienen que la causalidad material se encuentra también en los seres incorpóreos, sea que se les atribuya una materia del m ism o orden que la elemental, lo cual es absurdo (2), o que sea ele diversa clase específica, pero no genérica (3-4), o bien sea de materia totalmente espi­ ritual e indivisible (5-6). E n esta última sentencia.'hay dos afirmaciones: 1.a, que la causalidad de la materia es necesaria en toda sustancia creada, aunque sea incorpórea, cosa que prueba Suárez ser falsa (8-9) y lo corrobora con el ejemplo del alma racional (10-13); 2.a, que esta causalidad al menos no le repugna, y esto es igualmente falso, porque repugna a la sustancia incorpórea la causa ma­ terial (14); además de que la materia y la cantidad se infieren mutuam ente (15-16). Por fin, se cierra esta Sección con la interpretación de los textos de S . Agustín, Damasceno y Boecio, que fueron aducidos en confirmación de la última opinión.

DISPUTACION XIII LA CAUSA MATERIAL DE LA SUSTANCIA

Omito una disputación que trate en común de la causa material en cuanto abstrae de la* causa de la sustancia o del accidente, ya que la razón más impor­ tante de esta causa se ve en la materia prim a; y si se explica en ella, será fácil entender lo demás con la debida proporción. N i hay que temer la censura de algunos que piensan que el tratado de la materia prima no pertenece en modo alguno al metafisico, sino al físico sólo, pues ya en lo que precede, principal­ mente en la disputación proemial, se explicó que pertenece esta cuestión al me­ tafisico por muchos títulos. En efecto, aunque el físico trate de la materia bajo su razón propia y especial, en cuanto que es principio de la generación natural, y en cuanto que es causa o parte del ente natural, a pesar de todo el metafisico considerando la ra^ón común de causa material, lo cual es propio de él, trata necesariamente de la primera causa de aquel género, que es la materia prima. Igualmente, tratando de la esencia de la sustancia, se ocupa necesariamente de la materia en cuanto que es parte de la esencia, como veremos después al tratar de la sustancia material. Por consiguiente, en este lugar tratamos de la materia bajo esta consideración. Y porque la razón de causación no puede entenderse sin ha­ ber entendido la entidad de la materia, investigaremos primero si existe la ma­ teria; después, cuál es su entidad y su esencia; luego, sus propiedades, y por fín, su causalidad. DISPUTATIO X III

:

D e m a te r ia li ca u sa s u b st a n t ia e

Praetermitto disputationem in communi de causa materiali ut abstrahit a causa sub­ stantiae vel accidentis, quoniam potissima ratio huius causae cernitur in materia pri­ ma; et, si in ilia declaretur, facile erit reliqua cum proportione intelligere. Neque timenda est aliquorum censura, qui existimant tractationem de materia prima nullo modo ad metaphysicum pertinere, sed ad solum physicum; iam enim in superioribus, praesertlm in prooemiali disputatione, declaratum est multis titulis negotium hoc ad me­ taphysicum spedare. Quoniam licet physicus sub propria et speciali ratione agat de

materia ut est principium generationis naturalis et ut est causa vel pars entis naturalis, nihilominus m etaphysicus, considerando communem rationem causae materialis, quod illius proprium est, necessario agit de pri­ ma causa illius generis, quae est materia pri­ ma. Item agens de essentia substantiae, ne­ cessario tractat de materia, quatenus est pars essentiae, ut infra videbimus, tractando de substantia materiali. Hoc ergo loco sub hac consideratione de materia tractamus. Et quia ratio causandi intelligi non potest non intellecta emítate materiae, investigabimus prius an sit materia, deinde qualis sit emi­ tas et essentia eius, postea de proprietatibus, ac tandem de causalitate eius.

Disputaciones metafísicas

384

SECCION PRIMERA C'ES EVIDENTE POR RAZÓN NATURAL RIAL DE LAS SUSTANCIAS

QUE SE DA EN LOS ENTES UNA CAUSA MATE­

A LA QUE LLAMAMOS MATERIA PRIM A?

1. Varias divisiones de la materia.— Puesto que la materia prima incluye dos cosas, es preciso ante todo exponer el significado de la palabra en cuanto a ambas partes. La materia, pues, suele dividirse en materia ex qua, in qua y circa quam. Esta división puede explicarse de varios modos: primero, de tal manera que no sea una división de las cosas o materias, sino de las relaciones y oficios de la misma materia, pues se dice ex qua la misma materia, ya sea respecto del compuesto que consta de ella, ya respecto de la forma que se educe de ella. Por ello, en el primer sentido el cuerpo del hombre es materia ex qua, pero no en el segando, porque la forma del hombre no se educe de la potencia de la materia. Por lo cual, respecto de tal forma se dirá materia en la que (in qua) se introduce la forma; de tal modo que la partícula in qua diga relación de unión, no de educ­ ción. Puede también aquel in qua tomarse en abstracto, de modo que incluya la relación a la forma en cuanto inherente en la materia. En cambio, respecto del agente se dirá la misma la materia sobre la cual (circa quam) obra el agente. Por consiguiente, de acuerdo con esta interpretación de los términos, ningún miem­ bro de los dichos queda excluido de la consideración presente; tratamos, en efec­ to, de la materia en sí misma o en cuanto incluye en su concepto adecuado to­ das aquellas relaciones; en cambio, si aquéllas pertenecen a diversas causalida­ des y distintas ex natura rei, lo veremos después. En otro sentido, suele también tomarse la materia àrea quam, en cuanto se distingue de la materia ex qua e in qua, según la real unión e inherencia, y así propiamente dice relación al agente que obra con acción inmanente, y no es otra cosa que el objeto sobre que versa tal agente. Esta significación de la materia es tropològica y en nada se refiere al caso presente, porque ella, en cuanto tal, no ejerce causalidad material sino o respectu talis formae dicetur materia in qua introducitur forma; ita ut illud m qua dicat respectum unionis, non eductionis. Potest etiam illud in qua abstracte sumi, ut indudat habitudinem ad formam ut inhaerentem materiae. Respectu veto agentis dicitur eadem I. Variae materiae partitiones.— Quo- materia circa quam agens operatur. Iuxta hanc ergo interpretationem terminorum nul­ niam materia prima duo includit, oportet lum membrum ex dictis a praesenti consi­ ante omnia exponere significationem vocis deratione excluditur; agimus enim de ma­ quoad utramque partem. Materia ergo dividi teria secundum se, vel prout in suo conceptu solet in materiam ex qua, in qua, et circa quam. Quae divisio variis modis explicari adaequato omnes illas habitudines includit; an vero illae pertineant ad varias causalitapotest; primo, ut non sit divisio rerum seu tes et ex natura rei distinctas, postea videmateriarum, sed respectuum ac officiorum bimus. Aliter sumi solet materia circa quam, eiusdem materiae. Eadem enim materia diprout distinguitur a materia ex qua et in citur ex qua, vel respectu compositi, quod qua secundum realem unionem et inhaeex ilia constat, vel respectu formae quae ex rentiam, et sic proprie dich respectum ad ilia educitur. Unde priori respectu corpus agens actione immanenti, et nihil aliud est hominis est materia ex qua, non tarnen quam obiectum circa quod tale agens versaposteriori consideratione, quia forma homi­ tur. Quae significatio materiae metaphorica est, et nihil ad praesens refert, quia ilia ut nis non educitur ex potentia materiae. Unde SECTIO PRIMA

A n s i t e v id e n s k a t io n e n aturali DARI IN ENTIBUS CAUSAM MATERIALEM SÜBSTANTIARUM, QUAM MATERIAM PRIMAM NOMINAMUS

Disputación X III.— Sección I

385

bien eficiente, o fina!, como arriba indicamos; no se trata aquí, por tanto, de la materia objetiva, sino de la subjetiva, 2. Por otra parte, suele dividirse la materia ex qua en transeúnte y perma­ nente. En el primer sentido se llamará, por ejemplo, a la madera materia de que (ex qua) se hace el fuego, y en tal significación dicho ex qua no designa sola­ mente la relación de causa material, sino que incluye también la relación de un Término a quo, y en ese aspecto no pertenece tal significación a la disputación presente- En cambio, la materia permanente es la propia e interna causa mate­ rial que permanece en el compuesto o en el término de la generación, contri­ buyendo a su manera a la constitución del mismo. Finalmente suele dividirse la materia en metafísica y física: la metafísica es género respecto de la diferen­ cia; pero aquella designación sólo se da por una analogía y proporción con la materia física, que es propia y absolutamente la materia de que aquí tratamos; sobre la metafísica, por su parte, además de cuanto dijimos arriba tratando de la unidad universal, añadiremos algo más en la disputación XV, sección última, al ocupamos de la forma metafísica. 3. Pero la materia puede llamarse primera no sólo por negación de otra an­ terior sino por relación a otra segunda"; por consiguiente, como la materia dice< razón de sujeto, se llamará prima aquella que no supone ningún sujeto anterior; y así, Aristóteles, en el libro I de la Física, c. 9, definió a la materia como el primer sujeto de que algo se hace. En cambio, se llama materia segunda la que supone otro sujeto anterior. Y así muchos llaman al compuesto sustancial mate­ ria segunda respecto de los accidentes, porque de tal forma es sujeto de los ac­ cidentes, que a su vez consta de un sujeto anterior; y de modo parecido, ¡os que admiten muchas formas sustanciales en el mismo supuesto, llaman al com­ puesto, por ejemplo, de materia y forma de corporeidad, materia segunda respecto del alma. También se llama con frecuencia materia segunda la materia dispuesta o modificada por las disposiciones accidentales, no porque el compuesto mismo de materia y accidentes sea el sujeto en que se recibe la forma, sino sólo porque la recepción de tales disposiciones precede en orden natural y constituye a .la sic non exercet causalitatem materialem, sed disp. XV, sect, ult., agentes de forma me­ vel efficientem vel finalem, ut supra tetaphysica. tigimus; non est ergo hic sermo de materia 3. Prima vero dici potest materia et per obiectiva, sed de subiettiva. negationem prions, et per respectum ad se2. Rursus solet materia ex qua dividi in cundam; quia ergo materia dicit rationem subiecti, illa dicetur prima quae nullum lranseuntem et manentem. Priori modo diprius subiectum supponit; et ita Aristo­ cetur lignum, verbi gratia, materia ex qua teles, I Phys., c. 9, definivit materiam esse fit ignis, et in ea significatione illud ex qua primum subiectum ex quo fit aliquid. Mate­ non désignât tantum habitudinem causae ria autem secunda dicetur quae prius sub­ materialis, sed includi! etiam habitudinem iectum supponit. Atque ita multi vocant termini a quo, et ex hac parte non pertinet substantiale compositum materiam secundam ilia significatio ad praesentem disputationem. Materia autem manens est propria et respectu accidentium, quia ita est subiectum accidentium, ut ex priori subiecto constet; interna causa materialis quae manet in com­ posito seu in termino generationis, confeet simili ratione qui plures formas substan­ tiates in eodem supposito admittunt, compo­ rens suo modo ad constitutionem illius. Desitum, verbi gratia, ex materia et forma cornique dividi solet materia in metaphysicam poreitatis vocant materiam secundam respec­ et physicam : metaphysica est genus respectu tu animae. Saepe etiam vocatur materia se­ differentiae ; illa vero appellatio solum est cunda materia disposita seu affecta dispositioper analogiam et proportionem ad materiam nibus accidentalibus, non quia compositum physicam, quae est proprie et simpliciter ipsum ex materia et accidentibus sit subiec­ materia de qua hic agimus; de metaphysica tum in quo recipitur forma, sed solum quia vero, praeter ea quae diximus supra agen­ receptio talium dispositionum antecedit ordites de unitate universali, addemus aliqua 25

Disputaciones metafísicas

386

m ateria próximamente capaz de tal forma, por lo cual es llamada con toda pro­ piedad tal materia próxima. En cambio, Aristóteles, en el libro VIII de la M e ­ ta fís ic a , texto 1 1 , llamó materia propia o próxima a la materia transeúnte aco­ m odada a la generación de una cosa, tal como el vino es la materia del vinagre, sobre la cual materia dice el Comentador en II P h y s ., com. 31, que es materia de la alteración, no de la composición. Por consiguiente, toda materia segunda supone la primera y le añade alguna forma o disposición. \

R e s o lu c ió n d e la c u e stió n 4. D e la n e c e s id a d d e u n p r im e r s u je to e n c u a lq u ie r m u ta c ió n s e in fie r e la m a te r ia p r im a . — Y de aquí consta que si hablamos en común y como formal­

m ente de la materia prima, es decir, del primer sujeto de las mutaciones o de las formas, prescindiendo del problema de qué dase de sujeto es o de qué gé­ nero es la forma que en él se recibe, así es tan evidente que se da la materia prim a, como lo es que en las cosas se dan mutaciones h ad a formas varias, ya que para toda mutación se supone algún sujeto, como se probó arriba y consta p o r la experiencia. Por consiguiente, o bien aquel sujeto supone otro, o n o; si no lo supone, es él el primero y se tiene lo que se pretendía. Y si ¿tapone otro, hay que preguntar sobre aquél; pero es evidente qué no sé puede seguir hasta el infinito; luego necesariamente hay que detenerse en algún sujeto primero o m ateria prima. L a proposidón menor tomada en último lugar es demostrada por Aristóteles acerca de todas las causas en el libro I I ; con todo, es en d erto modo más evidente en la causa material, qüe es el fundamento intrínseco de todo el com puesto; y no puede perdbirse con el entendimiento un compuesto que se mantenga por sí, del cual una parte se apoye en otra, y ésta, a su vez, en otra, sin que finalmente pueda uno detenerse en alguna que sea substrato para las de­ más. Por consiguiente, como todo compuesto natural se mantiene de tal modo por sí que en toda su integridad n a depende en el género, d a causa material de algún sujeto que esté fuera de sí mismo, es necesario que dentro de sí tenga algún sujeto que sea primero respecto de todas las demás entidades de que cons□e naturae et constituit materiata prenóme capacem talis formae, unde proprie vocatur talis materia proxima. Aristoteles vero, V i l i Metaph., text. I l , materiam propriam seu proximam vocavit materiam transeuntem accommodatam ad rei generationem, ut vi­ mini est materia aceti, de qua materia ait Commentator, II Phys., comm. 31, esse ma­ teriam alterationis, non compositionis. Omnis itaque materia secunda supponit primam et addit aliquam formam vel dispositionem.

tationi aliquod subiectum supponitur, ut su­ pra probatum est et experimento constat. Igitur vel illud subiectum supponit aliud vel non; si non supponit, illud est primum et habetur internum. Si vero supponit aliud, quaeram de ilio; est autem evidens non posse procedi in infinitum; ergo necessario sistendum est in aliquo primo subiecto seu materia prima. Minor propositio ultimo assumpta demonstrativ ab Aristotele de om­ nibus causis in lib. II; est tarnen quodammodo evidentior in causa materiali, quae est Quaestionis resolutio intrinsecum totius compositi fundamentum; 4. E x necessitate primi subiecti in qualt- non potest autem intellectu perdpi com­ bet mutatione materia prima colligitur.— positum per se stans, cuius una pars nitatur Atque hinc constat, si in communi et quasi in alia et alia rursus in alia quin tandem formaliter loquamur de materia prima, id est, sistatur in aliqua quae caeteris substet. Cum ergo omne naturale compositum ita per de primo subiecto mutationum vel formase sit ut secundum se totum non pendeat in rum, abstrahendo a quaestione quale sit tale genere causae materialis ab aliquo subiecto subiectum qualisve forma quae in eo reciquod extra ipsum sit, necesse est ut intra pitur, sic tam evidens esse dati materiam se habeat aliquod subiectum quod sit pri­ primam quam est evidens dari in rebus mu­ mum respectu omnium aliarum entitatum ex tationes ad varias formas, quia omni mu-

Disputación X III.— Sección I

387

ta, y que están en el sujeto. Así, por tanto, es evidente que se da la materia prima o un primer sujeto en las cosas naturales. 5. Del continuo cambio de las cosas se colige la materia.— En segundo lu­ gar, se prueba principalmente porque es evidente que las cosas generables y corruptibles de tal modo se transmutan que se engendran unas de otras sucesiva y mutuamente, al menos mediatamente; luego es menester que convengan en algún sujeto común que permanezca en todas ellas, por razón del cual sean ca­ paces de aquella transmutación mutua; luego aquel sujeto es el primero y por ello la primera causa material de tales cosas. El antecedente es evidente por la experiencia, pues los elementos obran entre sí mutuamente y uno se convierte en otro, sea mediata o inmediatamente, y los mixtos se engendran también de ellos y, por consiguiente, se resuelven en ellos, y por ello sucede que todas las cosas sublunares, en cuanto depende de la virtud de su naturaleza y composición, son mutuamente transmutables. Y digo cuanto depende de la virtud de su naturaleza, porque puede suceder que algunas partes de los elementos nunca se transmuten porque se encuentran en lugares escondidos y muy alejados, de tal manera que nunca pueden llegar hasta ellos las acciones de los agentes contrarios. 6 . La primera consecuencia se prueba en primer lugar porque ninguna trans­ mutación natural puede hacerse si no permanece un sujeto común en uno y otro término, sea porque de lo contrario la cosa que se corrompe perecería por complete totalmente en sí, y la otra que comienza a ser se haría en la totalidad de su set, y así una pasaría a la nada y la otra se haría de la nada, sin permanecer nada común bajo ambas; por consiguiente, una se aniquilaría y la otra se crearía, lo cual es naturalmente imposible. Ya también porque, de lo contrario, toda la acción del agente natural sería o imposible o ajena a la generación de las cosas. Se explica la consecuencia porque podemos hablar o de la alteración accidental que expe­ rimentamos, la cual es evidente que no se hace sino en un sujeto y de un sujeto común que permanece bajo uno y otro término, porque consta por la experiencia que esta acción no se hace si no se supone un sujeto; pues el accidente que se hace mediante ella no puede existir naturalmente sino en un sujeto qué sus­ tente tanto la acción cuanto su término formal, del cual sujeto se expele la forquibus consist et in subiecto sunt. Sic igitur evidens est dari materiam primam seu subiecium primum in rebus naturalibus. 5. Ex reritm continuata vicissitudine ma­ teria colligitur.— Sccundo principaliter probatut, nam est evidens res generabiles et corruptibiles ita transmutari ut aliae ex aliis vicissim ac mutuo generentur saltern media­ te; ergo necesse est ut in aliquo communi subiecto conveniant quod in omnibus ipsis maneat, ratione cuius sint capaces illius mu­ tuai transmutationis ; ergo Ùlud subiectum est primum, atque adeo prima materialis cau­ sa buii'smodi rerum. Antecedens est evidens expericntia; nam elementa mutuo inter se agunt et unum in aliud convertitur, sive me­ diate, sive immediate, et mixta etiam ex eis generantur et consequenter in ea etiam resolvuntur, atque ita fit ut omnia sublu­ naria quantum est ex vi suae naturae et compositionis mutuo sint transmutabilia. Dico quantum est ex vi naturae suae, quia fieri potest ut aliquae partes elementorum nunquam transmutentur eo quod sint in

abditis et remotissimis locis, ad quae actiones contrariorum agentium non perveniant. 6. Prima consequentia probatur primo, quia nulla transmutatio naturalis fieri potest, nisi manente communi subiecto sub utroque termino, turn quia alias res quae corrumpitur omnino secundum se totam periret, et alia quae incipit esse secundum se totam fieret, atque ita altera transiret in nihilum, altera ex nihilo fieret nulla communi re sub utraque manente; annihilaretur ergo una, et crearetur alia, quod naturaliter est impos­ sibile. Turn etiam quia alias, tota actio agentis naturalis esset vel impossibilis, vel impertinens ad rerum generationem. Sequela declaratur, quia loqu! possumus vel de acci­ dentali alteratione quam experimur, quam evidens est non fieri nisi in subiecto et ex subiecto communi quod manet sub utroque termino, quia experimento constat hanc ac­ tionem non fieri nisi subiectum supponatur; accidens enim quod per illam fit non pot­ est naturaliter esse nisi in subiecto quod sustentet tam actionem quam formalem ter-

Disputaciones metafísicas

388

ma o privación opuesta; se da, por tanto, un sujeto común en tal acción. O bien hablamos de aquella acción o transmutación sustancial que se hace en el término de la alteración, en el cual la cosa que perece pierde absolutamente el ser que tenía antes y comienza absolutamente otra cosa, como cuando de la es­ topa se hace el fuego. Y allí también es menester que permanezca un sujeto co­ mún, de lo contrario toda la precedente alteración o calentamiento de la estopa sería ajeno a la producción del fuego porque de ningún modo cooperaría a ella si pereciese enteramente ella y todo su sujeto, sino que a lo más podría servir para vaciar el lugar o espacio en que pudiese ser introducida la cosa que había de crearse; pero para esto es improcedente la destrucción de la cosa, pues bastaría su expulsión local, la cual podría llevarse a cabo por la introducción de otra cosa en el mismo espacio, como sucede en el movimiento local. 7. Sería también imposible tal destrucción de la cosa por alteración porque un accidente no puede, hablando propiamente, destruir a su sujeto, ya que por él es sustentado y de él recibe el ser. Por consiguiente, o aquel sujeto es simple o compuesto; si es simple no puede, en modo alguno, ser destruido por una ac­ ción o por un accidente que se haga en él, porque aquella existencia es necesaria para que pueda existir tal acción o tal accidente. Y si aquel sujeto está compuesto de un sujeto anterior y de otra forma, podrá ciertamente quedar destruido por razón de la alteración y del accidente introducido en él, pero no p e r s e sino p e r a c c id e n s, por razón de otra acción y forma consiguiente a la primera alteración; y esta consecución no puede entenderse si la forma subsiguiente no se introduce en el mismo sujeto en que estaba la primera, porque de lo contrario no habría ninguna causa para que se disolviera la unión entre el primer sujeto y su forma; luego toda esta transmutación natural debe fundarse necesariamente en algún sujeto común que permanezca bajo uno y otro término. 8 . P o r algun as m u ta c io n e s e sp e cia le s. — Y puede esto mismo declararse por la inducción hecha en algunas transmutaciones; por ejemplo, cuando el animal se alimenta con su comida, o bien permanece algo de comida al fin de la nutri­ ción y se une a la sustancia viviente, o bien se destruye totalmente la comida y ntinum eius, a quo subiecto expelli tur forma vel privatio oppoSita ; datur ergo commune subiectum in huiusmodi actione. Vel loquimur de actione illa seu transmutatione substantial!, quae fit in termino alterationis in quo res quae perit amittit esse simpliciter quod antea habebat et res alia simpliciter incipit, ut cum ex stupa fit ignis. Et ibi edam necesse est subiectum commune manere, alioqui tota praecedens alterano seu calefactio stupae esset impertioens ad procreationem ignis, quia nullo modo conferret ad illam si omnino perirei ipsa et totum subiectum eius, sed ad summum posset deservire ad evacuandum locum seu spatium in quod posset res procreanda introduci; ad hoc autem imperdnens esset destructio tei; sufficeret enim localis expulsio, quae fieri posset per introductionem alterius rei in iilud spa­ tium, ut in moni locali fit. 7. Esset edam impossibile talis destructio rei per altetadonem, quia accidens non potest, per se loquendo, desumere subiectum suum, cum ab ilio sustentetur et accipiat esse. Vel ergo subiectum illud est simplex

vel compositum; si est simplex, nullo modo potest par ncr'nn-m vel per accidens quod in ipso fiat destruí, quia illud est necessarium ut talis acro vel tale accidens esse possit. Si vero subiectum illud est compositum ex priori subiecto et alia forma, poterit quidem destruí ratione alterationis et accidentis in illud introdurti, non tamen per se, sed per accidens ratione alterius actionis et formae consecutae ad priorem alterationem ; haec autem consecutio intelligi non potest nisi subsequens forma iùtroducatur in idem subieottrm in eoo entt orior, quia alias nulla esset causa cur dissolvererur unio inter prius subiectum et formam eius; ergo tota haec naturalis transmutado necessario fuDdari debet in al'tv'n communi subiecto quod sub utroqu" term'no maneat. F,x wrciatibus aliquibus mutationibus.— Poicsrque hoc ipsum declaran induct’.one facta in aliquibus transmutationibus ; cum animai, verbi gratta, alitur ex cibo, vel nlioi1id cibi msnet in fine nutritionis et coniungip'r si’bvfiTttiae viventi vel omnino destruitur cibus et totum quod in ilio est per

8.

Disputación XIII.—Sección I

389

todo lo que hay en ella, por la acción del viviente. Si no permanece nada de la comida es supèrflua toda la acción del viviente y en nada puede ayudarse del alimento para, con él, crecer o robustecerse, porque con aquello que pereció en la comida nada se robustece o crece. En cambio, si permanece algc de la comida, aquello no puede ser más que la materia o sujeto común. El mismo argumento puede tomarse de la nutrición visible e impropia del fuego; pues no crece si no se le aplican maderas o algo semejante, ni se conserva si no es alimentado con aceite o una materia parecida; luego esta materia no puede ser transeúnte en toda su totalidad, pues de lo contrario sería inútil y ninguna razón podría darse de por qué es necesaria para tales efectos, ni se podría explicar qué es lo que aporta a ellos ; por consiguiente, aquella materia permanece de algún modo bajo la cosa engendrada o alimentada; por consiguiente, permanece en cuanto es un común sujeto. 9. Lo cual se confirma finalmente porque de lo contrario la transmutación de las cosas no sería corrupción y generación, sino una cierta transustanciación, ya que perecería toda la sustancia de una cosa y comenzaría toda la de otra. E incluso sería más aún que transustanciación, porque no sólo en las sustancias to­ tales, sino también en todos los accidentes de las mismas existiría en ella la su­ cesión; porque si no permaneciese ningún sujeto común, mucho menos podría permanecer naturalmente el mismo accidente, que depende de su sujeto en el ser y en la conservación. Y este linaje de transmutación es ajeno a toda filosofía y a toda, acción natural; y aparte de la razón de aniquilación y creación que in­ cluye, como decía antes, no puede pensarse una razón por la que aquellas dos cosas estén tan ligadas en la realidad que para la producción, de una sea nece­ saria la destrucción de la otra, y al revés; por consiguiente, la transmutación natural no se verifica por una total destrucción y comienzo, sino por la trans­ formación a partir de un .sujetft común. Y a esto casi tiende la demostración de Aristóteles, de que esta transmutación siempre se hace desde un contrario hasta otro (incluyendo entre los contrarios los opuestos privativamente) los cuales tienen un sujeto, común. Es, pues, evidente que se da un sujeto o causa material común. actionem viventis. Si nihil cibi manet, su­ perflua est tota actio viventis, nihilque ex cibo iuvari potest ut inde vel crescat vel confortetur, quia ex eo quod perù in cibo nihil confortatur vel crescit. Si vero aliquid cibi manet, illud esse non potest nisi com­ munis materia vel subiectum. Idem argumentum sumi potest ex visibili et impropria nutritions ignis; non enim crescit nisi supponantur ligna vel aliquid simile, nec con­ servator nisi nutriatur oieo aut simili mate­ ria; haec ergo materia non potest esse transiens secundum se totam, alias esset inutilis, nullaque ratio reddi posset cur sit necessaria ad tales effectus, neque declarari quid ad illos conferat; est ergo illa materia aliquo modo manens sub forma rei genitae seu nu­ trirne; manet ergo secundum aliquod subiect"m commune. 9. Quod tandem confirmatur, quia alias rerum transmutatio non esset corruptio et generano sed transubstantiatio quaedam, quia rota substantia unius rei periret et tota alia inciperet. Immo, plus esset quam tran­

substantiatio, quia non solum in totallbus suostantiis, sed etiam in omnibus earum accidentibus esset In illa successio; quia si nullum subiectum commune maneret, multo minus manere posset naturaliter idem accidens quod a suo subiecto pendei in esse et conservari. Hoc autem genus transmutationis alienum est ab omni philosophia, et ab Om­ ni actione naturali; et praeter rationem annihilationis et creationis quam includit, ut supra dicebam, non potest cogitarì ratio cur illa duo sint ita connexa in rerum natura ut ad unius productionem necessaria sit destructio alterius et e converso; non est ergo transmutatio naturalis per totaiem destructionem et inceptionem, sed per transfcrmctionem ex aliquo communi subiecto. Et f. '.1 hoc fere tendit demonstratio Aristotelis, quo J haec transmutatio semper fit e contrario in contrarium (sub contrariis includendo priva­ tive opposùa) quae subiectum habent com­ mune. Est ergo evidens dari subiectum seu materialem caucam communem.

390

Disputaciones metafísicas

10. Se colige la materia por la resolución hasta un primer sujeto.— Queda por probar la segunda consecuencia de la razón principal por la que inferíamos que esta materia es la causa primera en su orden, y que en dicho sentido se llamaba con toda verdad materia prim a; y esto no puede demostrarse de modo más evidente (digan otros lo que quieran) que como antes se insinuó, a saber: porque no puede seguirse hasta el infinito en los sujetos próximos y remotos o en los sujetos y «sujetados» —valga- la expresión—, sino que necesariamente hay que detenerse en algún sujeto que no esté sustentado por otro, ni se componga tampoco de alguna parte que esté en un sujeto, ya que todo compuesto seme­ jante puede, finalmente, resolverse en entidades simples, en las cuales es menes­ ter que haya algo que no esté en modo alguno en un sujeto. N i supone este ra­ ciocinio que en las formas sustanciales del mismo compuesto no exista un pro­ ceso hasta el infinito; pues, aunque esto sea también evidente, con todo si por un imposible se fingiesen infinitas formas en el mismo compuesto, por parte de la potencia receptiva de las mismas habría necesariamente que detenerse en algún sujeto simple que no esté en un sujeto, ya que toda la colección de tales formas está en algún sujeto; por consiguiente, aquél es simple, como quedará más de­ mostrado inmediatamente; a éste, por tanto, le llamamos materia prima. Además de esto, puede también probarse esta consecuencia por la función común de este sujeto; pues como todas las cosas inferiores se transmutan de manera mutua in­ mediatamente, o al menos mediatamente, como se dijo, es necesario que aquel sujeto que se supone en dichas transmutaciones sea el primero en la razón de sujeto o de materia; pues si él se derivase de otro sujeto anterior o constase de materia, o bien aquél sería también transmutable y así no sería el sujeto común de todas las transmutaciones, sino lo que permaneciese después de su resolución; o bien no sería transm utable, y así no todo ser corpóreo sería transmutable en cualquier otro, contra lo que suponíamos; pero de esto trataremos más amplia­ mente en la sección tercera. 11. Consecuencia en todas las premisas.— Por consiguiente, de todo lo di­ cho queda probado, en general, que en todo orden de transmutaciones se ha de dar alguna primera causa material; pero no puede concluirse de lo dicho que se dé 10. Ex resolutions ad unum prìmum subiectum materia coUigitur.-— Superest pro­ banda secunda consequentia principalis rationis, qua inferebamus hanc materiam esse primam causam in suo ordine eoque sensu verissime appellar] primam materiam; hoc autem nullo cvidentiori modo ostendi potest (quidquid aliqui velint) quam supra tacto, scilicet, quia non potest procedi in infinitum in subiectis proximis et remotis seu in subiectis et subiectatis (ut ita dìcam), sed sistecdum necessario est in aliquo subiecto quod non subiectetur, neque etiam componatur ex parte quae in subiecto sit, quia omne tale compositum resolvi tandem pot­ est in simplicia, in quifcus aliquod esse oportet quod omnino in subiecto non sit. Neque supponit hic discursus quod in formis substantialibus eiusdem compositi non sit pro­ cessus in infinitum; nam, etsi hoc etiam evidens sit, tamen, si per impossibile fingerentur infinitae formae in eodem com­ posito, ex parte potentiae recipientis eas necessario sistendum erit in.aliquo subiecto simplici quod non sit in subiecto; quia tota

collectio talium formarum est in aliquo sub­ iecto; ergo iliud est simplex, ut magis sta­ tini demonstrabimus ; hoc ergo vocamus materiam primam. Praeter hoc autem potest etiam illa consequentia probari ex communitate huius subiecti; cum enim omnia haec inferiora mutuo transmuten!.ur immediate vel saltern mediate, ut dictum est, necesse est ut subiectum iliud quod his transmutationibus supponitur, sit primum in ratione subiecti seu materne; nam si esset ex alio priori subiecto vel materia constans, vel iliud esset etiam transmutabile, et sic non esset commune subiectum omnium transmutadonum, sed iliud quod maneret post resolutionem eius; vel non esset transmutabile, et sic non omne corporeum ens esset trans­ mutabile in quodlibet aliud, cuius oppositum supponebamus; sed de hoc latius sections tertia. 11. Illatum in omnibus praemissis.— Ex dictis ergo omnibus generatilo probatum relinquitur in omni transmutationum ordine dandam esse primam aliquam causam ma-

Disputación XIII.— Sección I

391

una verdadera materia prima que sea causa material de alguna sustancia, si no se le añade algo. Por lo cual, los raciocinios hechos, tomados formalmente, lo mismo prueban que en cualquier cuerpo celeste se da un primer sujeto de las mutaciones que se realizan en él; más todavía, también con la misma proporción prueban esto acerca de cualquier sustancia espiritual en cuanto es capaz de mu­ tación real, sea local, intelectual o afectiva; pues aunque dicha mutación no sea corruptiva sino perfectiva, con todo supone necesariamente algún sujeto, y por ello es necesario que se reduzca a algún primer sujeto en su orden, el cual puede también llamarse primera causa material de dicha mutación, aunque no se llame materia prima según el uso común de esta voz; pues propiamente significa el principio material de la transmutación o constitución sustancial. De lo cual re­ sulta también que aunque las cosas que de algún modo sufren transmutación, tengan una causa material de su transmutación proporcionada a sí; con todo, si la transmutación no es de una cosa en otra, en virtud de la transmutación no podrá concluirse que se dé alguna primera causa material común a tales cosas; de modo que aunque los ángeles tengan un primer sujeto de sus mutaciones, y lo mismo las cosas corporales, con todo, puesto que ni éstas pueden transmutarse en ángeles, ni al revés, no puede concluirse de la transmutación que se dé un primer sujeto común a unas y otros. Y la misma razón existe acerca de los cuerpos celestes y sublunares, porque ni éstos pueden cambiarse en aquéllos ni al revés; más todavía, igual sucede con los mismos cielos entre sí, porque no son transmutables mutuamente, sino que cada uno en sí sólo puede sufrir mutación accidentalmente. Lo cual también es verdadero a fortioñ en las sustancias espi­ rituales creadas. Por consiguiente, en todas estas cosas sólo se concluye que se da un común sujeto de los accidentes entre los que se hace la mutación. En cam­ bio, en las sustancias y cuerpos inferiores, puesto que son transmutables mutua­ mente, se concluye rectamente un primer sujeto común. Y para que se concluya que este sujeto es la causa material de la misma sustancia de tales cosas, es ne­ cesario añadir que aquella mutua transmutación de ellas entre sí se da según la terialem ; non potest autem ex dictis con­ cludi dari veram materiam primam quae sit causa materialis alicuius substantiae, nisi aliquid adiungatur. Unde discursus facti for­ maliter sumpti aeque probant dari in unoquoque corpore caelesti aliquod primum subiectum earum mutationum quae in ipso fiunt; immo etiam cum eadem proportione idem probant de quavis substantia spirituali quatenus est capax realis mutationis, vel lo­ calis, vel intellectualis aut affectivae; nam, licet illa mutatio non sit corruptiva sed per­ fectiva, necessario tarnen supponit aliquod subiectum et ideo necesse est ut reducatur ad aliquod subiectum primum in suo or­ dine, quod etiam appellari potest prima cau­ sa materialis illius mutationis, quamvis non vocetur materia prima iuxta communem usum huius vocis; proprie enim significar materiale principium substantialis transmutationis vel constitutionis. Ex quo etiam fit ut, licet res quae aliquo modo transmutantur habeant materialem causam suae transmutationis sibi proportionatam, tarnen si transmutatio non sit unius rei in aliam, ex vi trans-

mutationis non poterit concludi dari aliquam primam causam materialem communem huiusmodi rebus ; ut licet angeli habeant pri­ mum subiectum suarum mutationum et res corporales similiter, tarnen, quia ñeque hae possunt in angelos transmutan ñeque e converso, non potest ex transmutatione con­ cludi dari aliquod primum subiectum com­ mune omnibus illis. Eademque ratio est de corporibus caelestibus et sublunaribus, quia ñeque haec in illa transire possunt, ñeque e converso; immo idem est de caelis ipsis in­ ter se, quia non sunt mutuo transmutabiles, sed unumquodque in se tantum potest accidentaliter mutati. Quod ipsum a fortiori verum est in spiritualibus substantiis creatis. In his ergo omnibus solum concluditur dari unum commune subiectum accidentium inter quae fit mutatio. In his autem inferioribus substantiis et corporibus, quoniam mu­ tuo transmutabilia sunt, recte concluditur aliquod commune et primum subiectum. Ut autem concludatur hoc subiectum esse ma­ terialem causam ipsiusmet substantiae talium rerum, necesse est addere illam mutuam transmutationem earum inter se esse secun-

392

Disputaciones metafísicas

sustancia y no sólo según los accidentes; porque si se diese la transmutación en solos los accidentes, bastaría que en ellos se diese el primer sujeto de tales acci­ dentes, ya fuese aquél una sustancia simple, ya compuesta, ya fuese del mismo orden en todos, ya de diverso. 12. No sólo la transmutación accidental, sino también la sustancial, se da en las cosas.— Por consiguiente, para concluir que se da la materia prima del modo que la puso Aristóteles, quedaba por probar que la transmutación que experi­ mentamos de estos cuerpos inferiores no sólo es accidental sino también sustan­ cial. Y esto además de la experiencia, que parece por sí bastante evidente, no sólo en los elementos y en los mixtos inanimados, sino mucho más en los vivien­ tes, en los animales y en nosotros mismos cuando somos engendrados y morimos, además de esta experiencia, digo, se ha de probar con el raciocinio basándose en 1 ? necesidad de las formas sustanciales distintas de las accidentales; pues si se dan tales formas es necesario que se dé la materia prima que sea sujeto de ellas y componga con ellas una sustancia íntegra, lo cual es ser causa material de la sustancia. Y que se dan formas sustanciales se ha de probar después en la Dis­ putación XV, y por ello ahora se ha de suponer, y sólo en aquella hipótesis se ha de considerar probado que se da verdadera y propia materia prima en las co­ sas que se generan y corrompen; la consecuencia es evidente y carece de toda dificultad; el antecedente, por su parte, quedará probado en dicho lugar.

SECCION

II

¿ES UNA O M ÚLTIPLE LA CAUSA MATERIAL DE LAS SUSTANCIAS GENERADLES Y CORRUPTIBLES? 1

1. En esta sección y en la siguiente se han de tocar brevemente las opinio­ nes de los antiguos filósofos que Aristóteles, en varios lugares, comentó extensa­ mente y rebatió, principalmente en el libro I de la Metafísica, c. 3 y siguientes, y en el I de la Física, a partir del c. 2, y en el I De Generatione, c. 1 y siguien­ tes, y en el ni D e Cáelo, c. 7; también se lee lo mismo en Diógenes Laercio dum substantiam et non tantum secundum accidentia, quia si in solis accidentibus transmutarentur, satis esset in eis dari primum subiectum talium accidentium, sive illud esset substantia simplex sive composita, et sive esset unius rationis in omnibus sive diversae. 12. Non accìdentalis modo, sed substan~ tiàlis edam in rebus transmutatio.— Ad concludendum ergo dari materiata primam, qualem Aristoteles posuit, restabat probaadum transmutationem horum corporum inferiorum quam experimur, non solum esse accidentalem, sed etiam substantialem. Hoc autem praeter experientiam, quae per' se videtur satis evidens, non solum in elementis et in mixtis inanimatis, sed multo magis in viventibus, animalibus et in nobis ipsis cum generamur et morimur, praeter hanc (inquam) experientiam, ratione probandum est ex necessitate formarum substantialium ab accidentibus distinctarum ; nam si dantur hae formae, necesse est dari materiata primam quae sit subiectum earum et cum eis

componat unam substantiam integram, quod est esse causam materialem substantiae. Dari autem formas substantiales, probandum est infra, disp. XV, et ideo nunc supponatur et tantum ex ea hypothesi demonstratum habeatur dari veram ac propriam materiam primam in his rebus quae generantur et corrumpuntur; est enim consecutio evidens et omni carens difficultale; antecedens vero dicto loco probandum est. SECTIO II U t fu m m a te r ia lis cau sa SUBSTANTIARUM GENERABILIUM ET CORRUPTIBILIU.’.I SIT UNA VEL MULTIPLEX

1. In hac sectione et sequenti breviter attingendae sunt opiniones veterum philosophorum, quas Aristoteles variis in locis late pertractavit atque impugnavit, praesertim I Metaph., c. 3 et sequentibus, et I Phys., a c. 2, et I de Generat., c. 1 et sequentibus, et III de Caelo, c. 7; et apud Diogenem

Disputación XIII.:—Sección II

393

al tratar de las vidas de tales filósofos, y en Platón, en el Teeteto y el Sofista; y Plotino en el libro IX de la Enéada, 2; y Teofrasto, en M e t a p h c. 3; y Plu­ tarco, lib. I De Placitis, c. 3; y entre los Padres, se ocupó de ella S. Agustín, libro VIII De Civitate, desde el comienzo; y Epifanio, lib. III Contra Haeres., en la 80; e Ireneo, lib. II Cont. Haeres., c. 19; y Clemente Romano, lib. Recognitium, y Clemente Alejandrino, lib. I Stromat.; y Ensebio, XIV De Praeparat. Evangel., desde el principio; y Ambrosio, lib. I Hexam., c. 2. Todas las opinio­ nes de estos filósofos las reducimos a dos capítulos: uno, el de aquellos que pusieron varios principios materiales primeros, de los cuales trataremos aquí; otro, el de los que pusieron solamente uno, pero erraron al asignarlo, y de ellos ha­ blaremos en la sección siguiente. Opinión de los que establecen infinitos principios materiales 2. Por tanto, la primera opinión fué que la causa material de todas las co­ sas está constituida por corpúsculos indivisibles o átomos, que supusieron que eran infinitos Leucipo, Demócrito, Epicuro, Metrodoro y Anaxágoras. Casi todos los cuales pensaron que estos corpúsculos eran semejantes entre sí y de la misma clase, y que sólo componen a los diversos entes por la diversidad de sitio, figura y orden; y que la corrupción de las cosas no es más que la disipación o desor­ den de los átomos, y en cambio la generación es la.nueva composición de los* mismos. Anaxágoras, en cambio, supuso a los átomos en parte semejantes y en parte desemejantes, de forma que con los semejantes se harían las cosas homo­ géneas, y con los desemejantes, las cosas desemejantes; como en el cuerpo orgá­ nico, las partes heterogéneas, por ejemplo, la carne, de átomos de carne, los hue­ sos, en cambio, de átomos óseos, y así en las demás cosas. Por su parte, algunos de ellos parece que supusieron estos átomos enteramente indivisibles, y por ello, para que pudiesen componer el cuerpo, dedan que el cuerpo se formaba no sólo de ellos, sino también de un cierto vacío o hueco; pues si se uniesen ellos solos inmediata y sólidamente, nunca crecería el volumen, como se ve por Aristóteles en el I de la Metafísica, c. 4. Otros, en cambio, no parece que tuvie• ■■

4K* •

Laertium, in vitis horum philosophorum eadem leguntur, et apud Platonem in Theeteto et Sophista, et Plotinum, lib. IX Ennead. 2, et Theophrastum, in sua Metaph., c. 3; et Plutarch., lib. I de Placitis, c. 3; et ex Patribus attigit Augustin., lib. VIII de Civítat., a principio; et Epiphan., lib. III contra Haeres., in 80; et Irenaeus, lib. II contra Haeres., c. 19; et Clem. Rom., lib. Recognitiormm, et Clemens Alexand., lib. I Stromr.r.; et Ensebios, XIV de Praeparat. Evangel., a principio; et Ambros., lib. I Hexam., c. 2. Horum itaque philosophorum sententias ad dúo capita revocamus: unum, eorum qui posuerunt plura materialia prima principia, de quibus hic agemus; aliud, eo­ rum qui unum tantum posuerunt, sed in eo assignando errarunt, de quibus dicemus secticne sequenti.

culis indivisibilibus seu atomis, quae posue­ runt esse infinita Leucippus, Democritus, Epicurus, Metrodorus et Anaxagoras. Qui fere omnes censuerunt haec corpuscula esse similia inter se et eiusdcm rationis, solumque pro varietate situs, figurae et ordinis varia entia componere; et rerum corruptionem nihil aliud esse quam dissipationem seu inordinationem aromorum, generationem vero esse novam compositionem earum. Anaxa­ goras vero posuit atomos partim similes, par­ tirò dissimiles, ut ex .similibus res homogeneae fierent, ex dissimilibus vero res dis­ similes, ut in corpore organico partes heterogeneae, verbi gratia, caro ex atomis carneis, os vero ex osseis, et sic de aliis. Rursus videntur quidam eorum posuisse has atomos omnino indivisibles ; et ideo, ut possent corpus componere, aiebant non so­ lum ex ipsis, sed etiam ex aliquo vacuo seu Sententia infinita principia materialia inani corpus coalcscere; nam si illae omnes constituentium immediate et solide coniungerentur, nun2. Prima igitur sententia fuit materialem quam moles accrescerci, ut sumitur ex Aristot., I Metaph., 4. Alii vero non videntur causam rerum omnium conílari ex corpus-

394

Disputaciones metafísicas

sen por matemáticamente indivisibles a aquéllos, sino físicamente sólo. Según esta interpretación, no es necesario interponer algún vacío entre los mismos átomos, de modo que creciese la magnitud del cuerpo con ellos. Por otra parte, de estos filósofos unos no admitieron ninguna causa eficiente de las cosas fuera de estos átomos, ni tampoco final; sino que debido a los varios choques de ellos y a su perpetua agitación algunas cosas se disolvían y otras surgían al azar; y por ello, según refiere Aristóteles, Epicuro dijo que estos corpúsculos tenían un peso natural por el que siempre eran arrastrados. Otros, en cambio, como Anaxágoras, supusieron una causa eficiente operando con entendimiento y voluntad y componiendo las diversas cosas con estos corpúsculos. 3. Refutación de la opinión expuesta.— Absurdos que se siguen de la opinión que afirma que los átomos son la causa material.— Pero esta parte pertenece a las disputaciones de las causas eficiente y final. Ahora, por lo que toca al caso presente, estos filósofos, en primer lugar, no conocieron la verdadera causa ma­ terial que sea potencia físicamente receptiva de algún acto; pues aquellos áto­ mos no están en potencia para recibir alguna forma física, ni pueden llamarse materia de todo el compuesto más que de la manera como las partes integrales se dicen materia del todo, y las piedras y madera materia de la casa. Por lo cual sucede, además, que según tal modo de filosofar, las formas de los entes naturales son solamente cuasi artificiales, a saber, unas ciertas figuras que surgen del diverso sitio y orden de los átomos. Y así no habrá ninguna verdadera generación V corrupción sustancial, sino sólo la diversa coordinación o desorden de los áto­ mos. Y aunque Anaxágoras ponga átomos de diversas clases, con todo es nece­ sario que los ponga a todos revueltos y entremezclados en cada una de las cosas, de modo que por la educción de ellos pueda engendrarse una cosa a partir de otra. Y por esto todas las cosas diferirán solamente en esto, en que unas tienen ciertos átomos más manifiestos o situados en partes exteriores y otras, en cambio, más ocultos y en partes más recónditas, toda la cual diversidad sólo estriba en el sitio y coordinación de los átomos. Agréguese a esto que no .puede entenderse ¡lias posuisse mathematice indivisibiles, sed physice tantum; iuxta quam interpretationem non est necessarium interponete aliquod inane inter ipsas atomos ut ex eis cor­ poris magnitudo excresceret. Rursus ex his philosophis quidam nullam efficientem cau­ sam rerum praeter has atomos posuisse, neque edam finalem, sed ex earum vario concursu et perpetua agitatione res quasdam dissolvi et alias casu consurgere; et ideo, ut Aristoteles refert Epicurus dixit habere haec corpuscula naturale pondus quo sem­ per ferrentur. Alii vero, ut Anaxagoras, posuerunt efficientem causam intellectu et vo­ lúntate operantem et ex his corpusculis varia componen tem. 3. Refulatur proposita sententia.—■' A b­ surda secuta ex sententia asserente átomos malerinlrm causam.— Sed haec pars spec­ ial ad disputationes de causis efficienti et finali. Nunc, quod ad rem praesentem spectat, hi philosophi imprimis non cognoverunt veram materialem causam quae sit po-1 1 Citatis locis, et XV Metaph., c. 1.

tentia physice receptiva alicuius actus; nam jllae atomi, non sunt in potentia ad recipiendam aliquant formam physicam, nec possunt dici materia totius compositi, nisi eo modo quo partes integrates dicuntur materia totius et lapides ac ligna materia domus. Unde ulterius fit ut, iuxta ilium philosophandi modum, formae naturalium entium quasi artificiales tantum sint, nimirum figurae quaedam consurgentes ex vario situ et ordine atomorum. Atque ita nulla erit vera substan­ t i a l generatio et corruptio, sed tantum va­ ria coordinatio aut deordinatio atomorum. Et quamquam Anaxagoras ponat atomos diversarum rationum, tamen necesse est ut omnes ponat confusas et permixtas in sin­ gulis rebus, ut per eductionem earum possit ex una re alia generari. Atque ita res omnes solum in hoc different, quod quaedam habent quasdam atomos magis patentes seu in exterioribus partibus, aliae vero magis latentes et in partibus secretioribus, quae tota diversitas solum est in situ et coordinatione atomorum. Adde intelligi non posse quo

Disputación XIII.— Sección II

395

de qué forma corpúsculos tan varios, que tienen condiciones contradictorias, se unen íntimamente en cada una de las cosas. Ni es menos inexplicable cómo salen a la luz desde cualquier cosa estos corpúsculos latentes, de manera que parezca que se originan otras cosas, o mejor, que se componen. 4. Otra cosa es también absurda en todos estos filósofos, que pongan una multitud infinita de estos corpúsculos; pues o bien entienden que en cada uno de los entes naturales hay una multitud infinita de tales átomos o que sólo la hay en todo el universo, pero que en cada uno de los cuerpos o partes suyas es finita la multitud. En el primer sentido, es una opinión enteramente absurda; pues no po­ drían los infinitos átomos componer un cuerpo sin que éste creciera hasta una magnitud infinita; pues si los átomos no se fingen matemáticamente indivisibles, sino físicamente, tendrán todos alguna magnitud, en la cual o bien serán todos iguales, porque no hay ninguna razón de desigualdad, o al menos podrá señalarse un átomo mínimo con respecto al cual los demás serán iguales o mayores; por consiguiente, con tales átomos infinitos necesariamente se compondrá una mag­ nitud actualmente infinita. Y si los átomos son indivisibles matemáticamente no pueden componer una magnitud si no se interpone un espacio vacío, el cual es­ pacio será divisible y de una cierta magnitud; de lo cual se concluye de modo semejante que los átomos infinitos y distantes de esta manera entre sí constitui­ rían necesariamente un cuerpo infinito, que ocuparía o incluiría un espacio infi­ nito, parte vacío y parte repleto de átomos. N i puede oponerse la dificultad de los infinitos puntos que existen en la línea, pues allí no hay ningunos puntos in­ mediatos, puesto que toda la línea es continua; en cambio, en los átomos es necesario que señalando un átomo cualquiera exista otro inmediatamente distante de aquél, por una distancia cierta y definida, y así en los restantes; sería, por tanto, necesario que aquellos infinitos corpúsculos ocupasen de este modo un es­ pacio infinito. 5. En el segundo sentido es también improbable dicha sentencia, y en pri­ mer lugar valen en contra de él todas las cosas que escribió Aristóteles en el li­ bro n i de la Física y en el I De Cáelo, en contra de la infinita magnitud del mundo. Además, es evidente que toda la esfera de las cosas generables y corrupmodo tam varia corpuscula habentia repugnantes conditiones, in singulis rebus intime coniungantur. Nec minus est inexplicabile quomodo ex qualibet re haec corpuscula latentia in lucem proferantur, ut res aliae gigni vei potius componi videantur. 4. Illud edam est absurdum in his om­ nibus philosophis, quod infinitam multitudinem ponant horum corpusculorum ; nam vel intelligunt in singulis entibus naturalibus esse infinitam multitudinem harum atomorum, vel solum in toto universo, in singulis vero corporibus aut partibus eius esse finitam multitudinem. Priori sensu est prorsus absurda; non enim possent infinitae ato­ mi componere aliquod corpus quin illud excresceret in infinitam magnitudinem; nam si atomi non fingantur indivisibiles mathematice, sed physice, habebunt singulae ali­ quam magnitudinem in qua vel omnes erunt aequales, quia nulla est inaequalitatis ratio, vel saltem assignari poterit minima atomus cui aliae sint vel aequales, vel maiores ; ergo ex huiusmodi atomis infinitis necessario componetur magnitudo actu infinita. Si vero

atomi sint indivisibiles mathematice, non possunt magnitudinem componere, nisi interponatur spatium inane, quod spatium erit divisibile et alicuius magnitudinis ; ex quo similiter concluditur infinitas atomos sic in­ ter se distantes necessario efficere infinitum corpus, occupans seu includens infinitum spatium, partim inane, partim repletum ato­ mis. Nec potest afferri instantia de infinids puncds existentibus in linea, nam ibi nulla sunt puncta immediata, quia tota linea est continua; in atomis autem necesse esset, signata qualibet atomo, esse aliquam proxime distantem ab illa per certam aliquam et definitami distantiam, et sic de reliquis; necessarium ergo esset ut infinita illa cor­ puscula infinitum spatium ilio modo occuparent. 5. Posteriori autem sensu est etiam illa sententia improbabilis, et imprimis contra illum procedunt omnia quae adversus infi­ nitam mundi magnitudinem scripsit Arist., I l i Phys., et I de Caelo. Deinde evidens est totam sphaeram rerum generabilium et cor-

Disputaciones metafísicas

396

tibies es finita, ya que se termina en la esfera de la luna; y atribuir también a los cielos la composición de átomos y extenderlos hasta el infinito no puede ser filosófico, porque ni la experiencia ni la razón nos llevan a pensar así. Finalmen­ te, si cualquier cuerpo de magnitud finita consta sólo de átomos finitos, no puede bastar esta ficción de átomos para las generaciones y corrupciones de las cosas, ya porque de una misma cosa pueden engendrarse otras varias casi hasta el in­ finito ■, ya también porque es preciso siempre disminuir mucho la magnitud del cuerpo en cualquier generación y corrupción por la disipación de los átomos, a pesar de que por la experiencia consta que no siempre sucede así. A no ser tal vez que se diga que se establece siempre como una cierta rotación de los átomos, mientras los interiores son sacados a las zonas externas, los exteriores, en cambio, son empujados hacia el interior, y por ello no disminuye la magnitud de la cosa. Pero no hay nada más absurdo que esto; pues de ello se deduce que en realidad nada se muda sino según el lugar y la apariencia. Y además, aquel movimiento de los átomos hacia dentro y hacia fuera está en contra de la experiencia; pues cuando de la estopa se engendra el fuego, no sólo en las partes exteriores sino íntimamente y en toda la magnitud se opera la generación; y cuando muere el hombre, en todas las partes, tanto internas como externas, se obra la corrupción. Por tanto, esta sentencia es enteramente absurda, ni tiene fundamento alguno al que sea preciso responder. Pues aquel principio en el que tanto los filósofos ci­ tados como otros se han fundado: D e la nada, nada se hace, cuál es el verdadero sentido que tiene lo declararemos en lo que sigue. Opinión de los que establecen muchos principios materiales finitos 6. Refutación de la opinión precedente.— La segunda opinión pone también varios principios o varias causas materiales primeras de las cosas generables, pero con todo en número finito. Así pensó Empédocles, que dijo que los cuatro ele­ mentos, fuego, aire, agua y tierra, eran las cuatro primeras causas materiales de que se engendraban los compuestos, y que ellas no tenían una causa o principio material anterior. Sin embargo-, esta opinión-es falsa y ..puede refutarse claramen­ te; porque, en primer lugar, aunque abarcase la composición o generación de ruptibilium esse finitam cum ad sphaeram lunae terminetur; attribuere autem etiam caelis compositionem ex atomis illosque ex­ tender in infinitum non potest esse philosophicum, quia neque experientia neque ratio nos ducit ad ita existimandum. Tandem, si quodlibet corpus finitae magnitudinis constat tantum finitis atomis, non potest sufficere haec atomorum fictjo ad generationes et cor­ ruptions rerum, turn quia ex eadem re possunt res variae fere in infinitum generari; turn etiam quia oporteret semper corporis magnitudinem multum diminui in qualibet generatione et corruptione per dissipationem atomorum, cum tamen constet experientia non semper id accidere. Nisi forte dicatur semper fieri veluti quamdam circuitionem atomorum, dum interiores ad externas partes educuntur, exteriores vero ad intitnas partes impelluntur, idcoque non minui rei magnitu­ dinem. Sed hoc nihil potest esse absurdius; inde enim fit reipsa nihil mutari nisi se­ cundum locum aut apparentiam. Estque ilia inductio et eductio atomorum contra experientiam; quando enjm ex stupa generator

ignis, non tantum in exterioribus partibus, sed intime et in tota magnitudine fit gene­ rado: et cum homo moritur, in ómnibus partibus tarn intemis quam externis fit corruptio. Est ergo haec sententia prorsus absur­ da, neque habet fundamentum cui satisfacere necesse sit. Illud enim principium in quo tarn citati philosophi quam alii fundad sunt: Ex nihilo nihil fit, quem verum sensum habeat inferius deelarabimus. Opinio ponentium plura principia materialia finita 6. Rejutatur praecedens sententia.— Se­ cunda sententia ponit etiam piura principia, seu plures primas causas materiales rerum generabilium, in numero tamen finito. Ita sensit Empedocles, qui quatuor elementa, ignem, aerem, aquam et terram, dixit esse qualuor primas causas materiales ex quibus mixta generantur, ipsa vero non habere priorem causam aut principium materiale. Verumtamen haec sententia falsa est et eviden­ ter refutan potest; nam jmprimis, quamvis attigerit compositionem seu generationem

Disputación XIII.f—Sección II

397

un compuesto desde sus elementos, con todo no tuvo en cuenta la transmutación de los elementos entre sí, a pesar de que consta que el aire se convierte en fuego y el agua en tierra, y al contrario! Y de tal transmutación no pueden los elementos ser los principios materiales, sino un sujeto común a todos ellos. Y si tal vez pensó Empédocles que los elementos no sufrían una transmutación sustancial, y que por ello no constaban de materia y forma sustancial, sino que eran unos en­ tes totalmente simples, sujetos a los accidentes, en contra de esto mostraremos en primer lugar, más abajo, que no es menos cierto que se dan las formas sus­ tanciales de los elementos que las de los demás entes naturales y que, con­ siguientemente, tienen entre sí verdaderas y sustanciales transmutaciones. Además, aun cuando admitiéramos esto no habría ningún fundamento para multiplicar las materias o primeros sujetos sustanciales, sino que habría que decir más bien que en todos los elementos existe el mismo sujeto sustancial, que afectado por diver­ sos accidentes, es designado como un elemento distinto. Y como también aquel sujeto es el principio material de los mixtos, sucede que real y sustancialmente sólo hay una primera causa material de todas las cosas. 7. Y si tal vez dijese Empédocles que aquella diversidad de los accidentes naturales que se percibe en los elementos, indicaba suficientemente la esencial distinción de los sujetos sustanciales, de esto mismo se puede tomar un eficaz argumento a i hominem: cuando el aire de tal manera queda transmutado por el fuego que permanece afectado por los propios accidentes del fuego, no sólo se . realiza la mutación en los accidentes, sinó' también en*la sustancia misma; y no puede hacerse en toda la entidad sustancial por las razones aducidas en la sec­ ción precedente acerca de la aniquilación y la creación; luego es menester con­ fesar que incluso en los mismos elementos existe algún sujeto anterior a los mis­ mos y común a ellos, por razón del cual son capaces de llevar a cabo entre sí las transmutaciones; luego aquéllos no son las causas materiales primeras, sino que se da otra anterior, de que aquéllos constan. Y de aquí se concluye también que estos elementos no son las primeras causas materiales de los mixtos, ya que en ellos mismos se da una materia anterior a ellos, y ésta es también causa ma­ terial de los mixtos, la ctiad permanece en ellos y queda informada por sus for- ■ mixti ex elementis, non lamen consideravit transmutatioíienf-' elemcntorum ínter seae, cum rarr.cn constet et aerem convertí in ignem et aquam in terram et e converso. Huiusmodi autem transmutationis non pos­ sum elementa esse principia materialia, sed aliquod subiectum commune omnibus illis. Quod si forte existimavit Empedocles ele­ menta non transmutar! substantialiter, ideoque non constare materia et substantiali for­ ma, sed esse quaedam entia omnino S im p li­ cia, accidentibus subiecta, contra hoc impri­ mis ostendemus inferius non minus esse certum dari formas substantiales elementorum quam aliorum entium naturalium et consequenter vere ac substantialiter inter se trans­ mutará Deinde, licet id admitteremus, nul­ lum esset fundamentum ad multiplicandas materias seu prima subiecta substantialia, sed dicendum potius esset in omnibus elementis esse idem substantiale subiectum, quod diversis accidentibus affectum, distinctum appellatur elementum. Cumque illud etiam subiectum sit principium materiale mixtorum, fit ut reipsa et substantialiter tan-

tum sit una prima causa matermlis omnium rerum. 7. Quod si fortasse diceret Empedocles illam naturalium accidentium diversitatem quae in elementis conspicitur, indicare essen­ tialem distinctionem substantialium subiectorum, ex hoc ipso sumitur efficax argumen­ tum ad hominem; quando aer ita ab igne transmutatur ut propriis accidentibus ignis maneat affectus, non solum fieri mutationem in accidentibus, sed etiam in ipsa substantia: non potest autem fieri in tota entitate sub­ stantiali propter rationes factas in superiori sectione de annihilatione et creatione; ergo necesse est fateri, etiam in ipsis elementis esse aliquod subiectum prius ipsis et com­ mune illis, ratione cuius possint mutuo transmutari; ergo non sunt ilia causae primae materiales, sed datur alia prior quibus ilia constant. Atque hinc etiam concluditur non esse haec elementa primas causas materiales mixtorum, quia in ipsismet datur materia prior ipsis, et haec est etiam causa materialis mixtorum, quae in illis manet et eorum for-

Disputaciones metafísicas

398

m as; por consiguiente, aquélla es la primera causa en dicho orden incluso de los mixtos, tanto más cuanto que, según la verdadera opinión, los elementos no per­ manecen formalmente en el mixto, es decir, según sus propias formas sustan­ ciales, porque la forma sustancial de un mixto no puede incidir —por decirlo así— sobre la forma de un elemento o informar una materia en cuanto informa­ da ya por la forma del elemento; luego los elementos según sus propias sustan­ cias no son causa material permanente y propia de los mixtos, sino que la misma materia que es la primera causa material de los mismos elementos es también la de los mixtos.

R e s o lu c ió n d e la cu estión 8 . Hay que decir, por consiguiente, que la primera materia o causa material de todas las cosas sublunares es sólo una. Esta es la opinión común de todos los filósofos que referiremos a continuación. Y se prueba suficientemente por la ra­ zón aducida ahora en contra de Empédocles y con el último razonamiento ex­ puesto en la sección precedente. En él, partiendo de la común y mutua transmu­ tación de las cosas sublunares, mostramos que se da una materia común; pues aquella razón prueba igualmente que el primer sujeto que permanece bajo todas estas transmutaciones es solamente uno. Ya porque los principios contrarios de que se hacen las generaciones y corrupciones deben versar acerca de lo mis­ mo. Ya también porque aquel sujeto es de por sí indiferente para cualesquiera formas de las cosas corruptibles y para las disposiciones de las mismas; por con­ siguiente, no requiere en sí la distinción o multiplicación; más todavía, no hay nada de donde la tenga. Y por el contrario, toda forma de una cosa generable de cualquier especie puede introducirse en cualquier parte.de esta materia, si se dispone adecuadamente; luego esto es señal de que esta materia es de suyo una y de la misma clase y suficiente en su género para causat,todos los efectos que puedan ser causados materialmente en estas cosas, si las demás causas nenecesarias en los otros géneros se aplican o concurren.

denti. Ubi ex communi et mutua transmutatione rerum sublunarium ostendimus dati communem materiam; illa enim ratio aeque probat primum subiectum quod sub his om­ nibus transmutationibus manet esse unum tantum. Tum quia contraria principia ex quibus fiunt generationes et corruptiones, versari debent circa idem. Tum etiam quia illud subiectum est ex se indifferens ad quascumque formas rerum corruptibilium et dispositiones earum; non ergo requirit in se distinctionem seu multiplicationem, immo non est unde illam habeat. Et e converso omnis forma rei generabilis cuiuscumque spe­ Quaestioms resolutio cie! potest introdud in quamcumque partem 8. Dicendum ergo est primam matcriam huius materiae si commode disponatur; ergo signum est materiam hanc secundum se esse seu materialem causam omnium rerum subunam et ciusdem rationis et suffìcienteni in lunarium esse tantum unam. Quae est com­ suo genere ad causandos omnes effectus qui munis sententia omnium philosophorum quos in his rebus possunt materialiter causar!, si in sequentibus referemus. Et sufficienter proaliae causae in aliis genenbus necessarie batur ratione. nunc facta contra Empedoclem applicentur seu concurrant. et posteriori discursu facto sectione praece-

mis informatur; illa est ergo causa prima in ilio ordine etiam mixtorum, eo vel ma­ xime quod iuxta veram sententiam elements non manent formaliter in mixto, id est, se­ cundum proprias formas substantiates, quia non potest forma substantial misti cadere (ut sic dicam) supra formam elementi seu informare materiata ut iam informatati) for ma elementi; ergo dementa secundum pro­ prias substantias non sunt causa materialis pcrmanens et propria mixtorum, sed eadem materia quae esl prima causa materialis ipsorum elementorum est etiam mixtorum.

Disputación XIII.-.—Sección III

399

9. Respuesta a una objeción.— Sólo puede ponerse la objeción de que la causa material es intrínseca y esencial; y estas cosas generables y corruptibles son esencialmente diversas; luego no puede estar una e idéntica materia en todas estas cosas. Pero esta objeción roza la cuestión de si la materia es una parte de la esencia de las sustancias materiales, de la cual trataremos después con más comodidad; ahora, brevemente, se responde que las esencias de estas cosas ma­ teriales son diversas y desemejantes en cuanto a las formas, pero semejantes en cuanto a la materia prima. N i esto representa obstáculo alguno para la diversi­ dad esencial, pues ésta no excluye la conveniencia y semejanza en alguna parte..

SECCION Si

III

l a p r im e r a y ú n ic a c a u s a m a t e r ia l d e l a s s u s t a n c ia s g e n e r a b l e s e s a l g ú n

CUERPO SIM PLE O SUSTANCIA COMPLETA

1. Los antiguos filósofos (como refieren Aristóteles y otros autores citados en la sección precedente) que establecieron un solo principio material de las co­ sas naturales, pensaron casi en su totalidad que era una sustancia completa o cuerpo simple, cual piensa Averroes que es el cuerpo celeste. Pero acerca de aquel cuerpo o causa material hubo entre ellos diversidad de opiniones. Opiniones de los filósofos acerca del principio material único 2. La primera afirmó que este principio era el agua, cuyo autor es Tales de Mileto; otros, en cambio, como Plutarco, piensan que es más antigua y que tiene su origen en Orfeo. La segunda opinión le atribuye este oficio al aire, y ésta la enseñaron Anaximandro y Diógenes Apolonio, como refiere Aristóteles en el I de la Física, c. 3, y allí mismo la explica Simplicio. La tercera opinión fue que tal causa era el fuego, y ésta la enseñaron Hipaso y Heráclito, y la siguieron los estoicos, como se lee en Cicerón, II De Natura Deorum. La cuarta opinión 9. Obiectioni satisjit.— Solum potest obiici quia causa materialis est intrínseca ct essentialis; hae autem res generabiles et corruptibiles sunt essentialiter diversae; ergo non potest una et eadem materia esse in O m nibus illis. Sed haec o biectio ta n g it quaestionem illam an materia sit pars quidditatis substantiarum materialjum, quam inferius1 commodiori loco tractabimus; nunc breviter respondetur essentias harum rerum materialium esse diversas ac dissimiles quoad for­ mas, similes vero quoad primam materiam. Ñeque hoc quidquam obstat essentiali diversitati; haec enim non excludit convenientiam et similitudinem in aliqua parte. SECTTO III UTRUM PRIMA ET UNICA CAUSA MATERIALIS GENERABILIUM SUBSTANTIARUM SIT ALIQUOD CORPUS SIMPLEX VEL SUBSTANTIA INTEGRA

1. Anriqui philosophi (ut Aristóteles et alii auctores praecedenti sectione citati refe1 Disp. XXXVI, sect. 2.

runt) qui unum tantum materiale principium naturalium rerum posuerunt, fere onines putarunt esse aliquam substautiam in­ tegrarli seu corpus simplex, quale Averroes existimat esse cadeste corpus. De ilio autem corpore seu materiali causa fuit inter eosmultiplex opinio. Opiniones philosophorum de uno materiali principio 2. Prima asseruit hoc principium esse aquam, cuius auctor fuit Thales Milesius; alii vero, ut Plutarchus, putant antiquiorem esse et ab Orpheo duxisse originerà. Secunda opinio hoc munus tribuit aeri, quam docuere Anaximenes et Diogenes Apolloniades, ut Aristoteles refert, I Phys., c. 3, et ibidem Simplicius declarat. Tenia opinio fuit ignem esse huiusmodi causam, quam docuere Hippasus et Heraditus, et camdem secuti sunt Stoici, ut est apud Ciceronem, II De Natura Deorum. Quarta sententia potuit ad hoc of-

*"

400

Disputaciones metafísicas

pudo escoger para este oficio a la tierra, ya que subyace a todas las cosas y es como la madre común de todo. Sin embargo, Aristóteles, en el I de la M etafí­ sica , c. 7, dice que ésta fue la opinión del vulgo, pero que ningún filósofo se inclinó a ella, ya que la tierra, a causa de su excesiva densidad y sequedad, pa­ rece inepta para recibir las formas o figuras de las demás cosas. A pesar de todo, Hesíodo, en su Teogonia, llama absolutamente a la tierra principio material de todas las cosas, y refiere Teodoreto en los libros D e M a teria e t m u n d o que Ferécides pensó lo mismo. La quinta opinión no le atribuye este oficio a ninguno de los cuatro elementos, sino a un cierto cuerpo insensible, intermedio o entre el agua y el aire, como refiere Aristóteles en el I de la M etafísica, c. 7, o entre el aire y el fuego, como Anaximandro, que añade que este cuerpo intermedio es infinito, para que nunca falte la generación, contra la cual infinitud disputa Aris­ tóteles en otro sitio. Pero parece que de allí se deduce que este filósofo no su­ puso incorruptible a este cuerpo, pues de lo contrario no habría por qué temer que pudiese consumirse por la sucesión de las generaciones, si fuese finito, aunque apenas pueda entenderse cómo lo hizo corruptible si pensó que aquél era simple y común sujeto de la generación. 3. Juicio d e las anteriores opiniones. — Sería cosa prolija y superflua referir los motivos propios de todos estos filósofos, ya que son inciertos y no tienen en sí’ninguna probabilidad o verosimilitud, como se podrá ver por lo que de paso se dirá. Pero parece que hubo una cosa común a todos ellos, que pensaron que no se hacía cosa alguna absolutamente de nuevo, ya que de la nada nada puede hacerse; y por ello, ni parecen admitir las formas sustanciales, ni la generación o corrupción sustancial. Más aún, muchos de ellos indican que no hay ningunas formas accidentales que sean verdaderos entes, porque no comprendían que al­ guna cosa verdadera pueda hacerse de nuevo, sino que pensaban que todas las mutaciones que experimentamos consistían en los varios modos de comportarse de aquella cosa que pensaban que era la materia común. Desde lo cual algunos avanzaron tanto que llegaron a decir no que la causa material de todos ios entes era una cosa, sino que todos los entes son. uno, no en número sino en sustancia ficium terrain eligere, eo quod om nibus sub­ sit e t sit velud com m nris om nium m ater. Aristoteles tam en, I M etaph., c. 7, ait banc fuisse vulgi opinionem, nullum autem philosophorum in earn incliaasse eo quod terra p ro p ter nim iam densitarcm et siccitatem ad recloiendas aliarum reru m formas vel figuras inepta esse videatur. H esiodus tam en in sua T heogonia absolute vocat terram om nium rerum m ateriale principium , idem que sensisse P h er-cidem refert T heodoretus in lib. de M ateria et m undo. Q uinta opinio nulli ex ci atuor elemenris hoc m unus tribuit, sed cuidam corpori insensibili medio vel inter a q ra m e t aerem, u t Aristoteles refert, X M ctsah ., c. 7, vel in ter aerem et igo-m , u t Anaxim ander, qui addidit hoc m edium corpus esse infinitum ne unquam generatio deficeret, contra quam infinitarem alibi disp u ra t Aristoteles. V idetur autem inde colligi philosophum hunc non posuisse hoc corpus inco rr'x itib ile. alioaui non esset cur tim eret successione generationum posse consum i si finitum esset, quam quam vix possit intelligi

quom odo fecerit illud corruptibile, si existim avit illud esse sim plex e t com m une subiectum generationis. 3. Indicium fertur de pracdictis sententiis.— Prolixum esset ac superfiuum propria m otiva horum om nium philosophorum referre, eo quod et incerta sint e t nullam prae se fcrant probabilitatem a u t verisim ilitudinem , u t ex dicendis o b iter constabit. Illu d vero com m une om nibus fuisse v id etu r quod nihil de novo sim pliciter fieri p u taru n t, quoniam ex nihilo nihil fieri p o test; ideoque nec substantiales form as agnovisse videntur, nec generationem , corruptionem ve substantialem . Im m o m ulti eorum indicant nullas esse acci­ dentales form as quae vera entia sint, quia non intelligebant aliquam veram rem posse de novo fieri, sed om nem m utationem quam experim ur, putabant consistere in variis m odis se habendi illius rei quam putabant esse com m unem m ateriam . Ex quo aliqui eo ulterius progressi sunt, u t n o n diccrent cau­ sam m aterialem om nium entium esse unum , sed om nia entia esse u num , non num ero,

Disputación XIII.— Sección III

401

y esencia; los cuales, aunque afirmaban una cosa falsa e improbable, con todo hablaban consecuentemente si se trataba sólo de los cuerpos generables. Pues si éstos no tienen transmutaciones sustanciales, ni difieren por formas sustanciales sino por los accidentes o por los diversos modos de comportarse, en realidad no se da causa material alguna de la sustancia, sino que se da sólo la sustancia sim­ ple, que no dos cosas esencialmente diversas, sino una misma que se manifiesta de diversos modos bajo los distintos accidentes. 4. Y esta fue la opinión de Jenófanes, Parménides y Meliso, que en este sentido dijeron que todas las cosas son un solo ente y que cuanto hay fuera de él es no ente; pues los accidentes o modos de aquel ente no los contaban entre los entes. Y, por consiguiente, quitaban de en medio toda generación o mutación absolutamente, ya que hacían a tal ente ingenerable e incorruptible, y a las mu­ taciones accidentales, porque no dan el ser simplemente, no las juzgaban dignas de la apelación absoluta de mutaciones. Hay quienes interpretan la opinión de estos filósofos de otras maneras, a saber, que entendiesen por un ente un universo que abraza todas las cosas, como insinuó Aristóteles en el I De Generatione, c. 8 ; y Simplicio en el I Phys., c. 2; o que por un ente concibiesen a Dios, que es el único que existe verdaderamente. Pues refiere Aristóteles en el I de la Metafísica, c. 5, y Cicerón en el lib. II Academic. Quaest., que Jenófanes llamó Dios a aquel tínico ente. Y así, muchos y graves autores juzgan que. estos filósofos hablaron me­ diante enigmas y que ocultaron la verdad con locuciones figuradas; y que Aris­ tóteles atacó sus opiniones en cuanto parecían manifestarse en la misma aparien­ cia y superficie de las palabras. Acerca de lo cual puede leerse a Santo Tomás, III Metaph., text. 15; Filopón y Simplicio, I Phys., c. 2 ; Eugubino, lib. III De Peren. Philosoph., desde el c. 5; Mirando, lib. VI De Examin. vanit., c. 1; y Besarión en los libros Contra Calumniat. Platonis. A nosotros nos interesa poco qué es lo que estos filósofos pensaron o qué misterios ocultaron en sus palabras. Sin embargo, no hay ninguna duda de que si ignoraron las formas sustanciales, como parece que las ignoraron,- ya» que no hacen ninguna mención de ellas, pu­ dieron fácilmente, y con bastante consecuencia, caer en dicha opinión, tal como sed substantia e t essentia; qui, licet rem faisant et improbabilem dicerent, consequenter tam en loquebantur, si de solis corporibus generaiibus agebant. N am , si haec non tran sm u tan tu r substantiaiiter, nec différant p er substantiales form as, sed per accidentia au t diversos m odos se habendi, revera nulla d atu r m aterialis causa substantiae, sed d a tu r tantum substantia simplex quae non est alia et alia essentialiter, sed una aliter et aliter se habens sub diversis accidentibus. 4. A tque haec fuit opinio X enophanis, Parm enidis et Melissi, qui hoc sensu dixera n t om nia esse u n u m ens et q u idquid est praeter illud, esse n on e n s; nam accidentia vel m odos illius entis in ter entia non n u m erabant. E t consequenter om nem generarionem a u t m utationem sim pliciter e m edio tollebant, eo quod illud ens facerent ingenerabile e t incorruptibile, e t m utationes accïdentales, quia non dant esse sim pliciter, non censebant dignas absoluta appellatione m u tationum . S u n t qui horum philosophorum sententiam aliis m odis in terpretentur, scilicet,

quod p e r unum ens intellexeriht u num u n i­ versum quod om nia com plectitur, u t innuit Aristóteles, I de Gener., c. 8 ; et Simplicius, I Phys., c. 2 ; vel p er unum ens intellexerint D eum , qui solus vere est. R efert enim A ris­ tóteles, I M etaph., c. 5 , et Cicero, lib. I I Academic. Quaest., Xenophanem illud unum ens D eum appellase. Atque ita m ulti et graves auctores hos philosophos p e r aenigm ata loemos fuisse, e t figuratis locutionibus veritatem occultasse existim ant; A ristotelem vero im pugnasse eorum sententias quatenus in ipsa verborum specie et superficie proferri videbantur. D e qua re legi possunt D . T hom ., I l l M etaph., text. 15 ; Philopon. et Sim pli­ cius, I Phys., c. 2 ; Eugubinus, lib. I l i de Peren. Philosoph., a c. 5 ; M irandus, lib. V I de Exam in. vanit., c. 1 ; et Bessario, Iibris contra Calum niat. Platonis. N ostra parum refert quid isti philosophi senserint aut quae m ysteria suis verbis occultaverint. N o n est tamen dubium quin si formas substantiales ignorarunt, u t ignorasse videntur cum de eis nullam m enflonem fecerint, facile satisque

26

Disputaciones metafísicas

402

nosotros la hemos explicado. Por lo cual, con sola la prueba y confirmación de las formas sustanciales quedarán refutadas tanto esta sentencia como las demás. 5. Opinión que afum a que la forma de corporeidad es coeviterna con la ma­ teria.— Con todo, puede en este lugar referirse otra opinión que siguieron mu­ chos de los modernos filósofos, poniendo en la materia prima una forma de cor­ poreidad coeviterna con ella e inseparable de la misma. Pues aunque respecto de tal forma material su causa sea simple, es decir, sin composición esencial y física, con todo aquel sujeto común que permanece bajo toda transmutación y es la causa universal material de toda generación y de toda forma sustancial que se hace por educción y de todo compuesto que se genera, aquel sujeto — digo— , según la referida opinión no es simple, sino esencialmente compuesto y un cuer­ po, no mixto, ni tampoco alguno de los elementos, ni algo intermedio entre aqué­ llos por, participación de los mismos, sino absolutamente un cuerpo por la preci­ sión de todas las formas inferiores. Esta opinión la mantuvo Avicena, lib. I De Sufficient., c. 2. Su fundamento está en que el sujeto de la generación debe ser corpóreo y extenso, y por consiguiente, cuánto; y no puede ser así si no tiene alguna forma sustancial. Y esta opinión la siguieron en parte Escoto y Enrique; pues aquél, In IV , dist. 11, q. 3, a. 2, piensa que es necesaria tal forma de cor­ poreidad o de mixtión (como él la llama) en todos y solos los vivientes; éste, en cambio, en el Quodl. I, q. 2 y 3, y en el Ouodl. III, q. 13 y 14, piensa que sólo se ha de adm itir en el hombre a causa de la indivisibilidad del alma racional. Por lo cual, estos dos autores no ponen esta forma como inseparable de la m ate-* ria, ni como necesaria esencialmente para la prim era causalidad material del su­ jeto de la generación, sino por otras especiales causas; y por ello su opinión no se refiere al lugar presente. Resolución de la cuestión 6. Primera conclusión.— H ay que decir, por tanto, primeramente que la causa material, en su orden universal y primera, no es alguno de los cuerpos consequenter potuerint in earn sententiam in­ cidere, prout a nobis explicata est. Unde sola, substantialium formarum probatione et confirmatione, tam haec sententia quam caeterae refutantur. 5. O p in io assereni c o r p o r e ita tis f o r m a m m a t e r i a e c o a e v a m . — Potest tamen hoc loco referri alia opinio, quam multi ex modemis philosophis secuti sunt, ponentes in materia prima formam corporeitatis illi coaevam et ab illa inseparabilem. Nam, licet respectu talis formae materialis causa eius sit sim­ plex, id est, absque essentiali et physica compositione, tamen illud commune subiectum quod sub Omni transmutatione manet, et est universalis causa materialis omnis generationis et omnis formae substantialis quae per eductionem fit et omnis compositi quod generatur, illud (inquam) subiectum iuxta praedictam opinionem non est simplex, sed essentialiter compositum, et corpus aliquod, non mixtum, ncque etiam aliquod ex d e ­ mentis, neque medium inter ilia per eorum participationem, sed absolute corpus per praecisionem omnium inferiorum formarum.

Quam opinionem tenuit Avicenna, lib. I Sufficient., c. 2. Cuius fundamentum est, quia subiectum generationis debet esse corporeum et extensum, et consequenter quan­ tum; non potest autem esse huiusmodi, nisi aliquam formam substantialem habeat. Et hanc opinionem ex parte secuti sunt Scotus et Henricus; file enim, In IV, dist. 11, q. 3, a. 2, in omnibus et solis viventibus putat esse necessariam huiusmodi formam corporei­ tatis, seu mixtionis (ut ipse loquitur); hie vero, Quodl. I, q. 2 et 3, et Quodl. I ll, q. 13 et 14, in solo homine illam admittendam censet propter indivisibilitatem animae rationalis. Unde hi duo auctores non ponunt hanc formam inseparabilem a materia, neque ut per se necessariam ad primam causalitatem materialem subiecti generationis, sed propter alias speciales causas ; et ideo eorum opinio ad praesentem locum non spectat. Q u a e s tio n is r e s o lu tio c o v c lu s io . —• Dicendum igifur est primo causam materialem in suo ordine universalem et primam non esse aliquod ex 6.

P r im a

D ispu tación X l l l . — Sección 111

403

sensibles o elementos que están afectados por cualidades contrarias. Esta afirma­ ción va en contra de las cuatro opiniones, y es evidente por lo dicho en la sec­ ción precedente; pues si estos elementos y todos los cuerpos sensibles sufren transmutaciones sustanciales mutuas, ninguno de ellos puede ser sujeto primero de transmutación; pues el primer sujeto, que es la primera causa material que buscamos, no sufre transmutación, ni se aparta de su sustancia, pues de lo con­ trario se resolvería en otro sujeto anterior, y así no sería ya el primero. Además, como la generación se lleva a cabo entré cosas contrarias, es preciso que el común sujeto de la generación no tenga ningún contrario suyo naturalmente innato, pues de lo contrario o bien no sería capaz nunca de otro contrario, o se corrompería por el desprendimiento de aquel que le es connatural, a la manera que se destruye un elemento quitándole una cualidad que le es necesaria. Por consiguiente, estan­ do cada uno de los elementos afectado por cualidades propias que tienen su con­ trario, ninguno de ellos puede ser sujeto apto de generación; luego tampoco pue­ de ser primera causa material de los entes naturales. 7. Y de aquí surge la tercera razón: no hay motivo para que esta causalidad se atribuya más bien a un elemento que a otro, ni hay tampoco razón para que repugne más bien a todos simultáneamente que a alguno de ellos; ahora bien, se mostró gue no puede convenirles a todos; por consiguiente, no se atribuye verdaderamente a ninguno. Se declara la primera parte de la proposición mayor porque cada uno de los elementos son cuerpos simples y cada uno de ellos es apto y está destinado para la generación de los mixtos, y ninguno de ellos puede cons­ tar en modo alguno de otros, pues cada uno de ellos tiene cualidades propias que repugnan a los otros; luego en todos existe la misma razón o repugnancia para do poder ser la común materia de todas las cosas generables. Por lo que se re­ fiere a que en algunos hay algunas condiciones acomodadas al oficio de materia común, como es, par ejemplo, en el fuego la sutileza, por razón de la cual puede fácilmente penetrar todas las cosas, en el aire el ser casi el lugar común de to­ das las cosas’ y el'recibir fácilmente las impresiones externas, en el agua la husensibüihus corporibus seu elem entis q u as contrariis qualitatibus afficiuntur. H aec as­ se rto est contra quatuor opiniones e t est evidens ex dictis in scctione praecedenti; nam , si haec el', m enta et om nia corpora sensibilia invicem tran sm u tan tu r substantialiter, n u l­ lum eorum potest esse prim u m subiectum transm utado»«: ; nam prim um subiectum , quod est prim a causa m aterialis quam inqi’iriraus, non tran sm u tatu r n e c reced it a sua su b stan tia; alioqui resolveretu r in aliud prius subiectum et ita ipsum n on esset prim um . Praeterea, cu m ge­ nerado fiat inter contraria necesse est u t comm une generadonis subiectum nullum habeat contrariorum sibi n atu raliter in n atum ; alioqui vel nunquam erit capax alterius contrarii vel corru m p etu r p e r abiectionem eius, quod sibi est connaturale, sicut destruitu r dem entim i ablata qualitate sibi necessa­ ria. Cum ergo singula d em en ta sint affecta propriis qualitatibus habendbus contrarium , nullum eorum esse potest ap tu m generado­

nis subiectum ; ergo ñeque esse potest pri­ ma causa m aterialis entium naturalium . 7. A tque bine consurgit te n ia rado, quia no n e st c u r haec causalirts p o d u s a itrib u a tu r u ni elem ento quam aliis, ñeque edam est c u r m agts re p u g n et om nibus sim ul q u am alicui eo ru m ; sed ostensum est non posse om nibus convenire; ergo nulli vere a ttrib u itu r. P rio r pars m aioris propositionis declaratu r, quia singula elem enta sunt sim plida cor­ pora c t unum quodque est a p tu m e t in stitu tu m a d m ix to ram generationem e t nullum eorum ex aliis potest ullo m odo constare; singula enjm proprias habent qualitates re­ pugnantes aliis; ergo in om nibus est aequalis ratio vel repugnantia ne esse possit com ­ m unis m ateria rerum om nium generabilium . Q uod enim in quibusdam sin t quaedam conditiones accom m odatae ad o ffid u m m ateriae com m unis, u t est, verbi gratia, in igne subdlitas, ratione cuius facile p otest om nia p e ­ n e tra re , in aere quod fere sit com m unis lo­ cus rerum om nium e t b e ile externas im pres-

404

Disputaciones metafísicas

medad unida a una densidad tal que parece proporcionada para constituir el ali­ mento de todas las cosas; estas condiciones —repito— nada importan, sea por­ que más bien ayudan o a la razón de eficiente o a la de materia transeúnte que a la propia e intrínseca razón de causa material, sea también porque aquellas condiciones, del mismo modo que están acomodadas a algunas cosas, así están en contradicción con otras; pues la sutileza del fuego tiene proporción con la materia de las cosas sutiles, pero no con la materia de las cosas densas, y así en lo demás. Y la causa primera material, por ser común a todos, debe ser de por sí indiferente a todos. 8. La segunda parte de la proposición mayor se prueba porque todos los elementos simultáneamente no pueden ser materia común, porque sufren trans­ formaciones sustanciales mutuamente; más aún, tampoco pueden componer un mixto si no es transmutados sustancialmente; pero esta razón prueba igualmente acerca de cada uno de los elementos tomado por sí; luego. Por donde se con­ firma finalmente porque ningún elemento puede ser materia de los otros elemen­ tos, como parece evidente por sí mismo por tener repugnancia entre sí. Ni permaneciendo en su misma naturaleza puede ser materia de algún mixto por estar en pugna la forma del mixto con la del elemento; luego ningún elemento puede ser materia común de todas las cosas naturales. Y estas razones prueban con mayor fuerza acerca de todos los mixtos, mayormente por constar aquéllos de elementos, y por ello nadie hasta ahora atribuyó esta causalidad a algún mixto. 9. Segunda conclusión.— Digo en segundo lugar que la materia prima no es ningún cuerpo o sustancia completa e íntegra en la esencia y especie de sus­ tancia. De dos maneras puede entenderse que la materia sea tal clase de sustan­ cia. Primero, que ella sola sea la sustancia de todas las cosas generables y sólo esté informada por los distintos accidentes de ellas; y en este sentido se ha de probar la aserción por aquello de que las cosas naturales no sólo difieren en los accidentes sino también en la sustancia y esencia, como en la sección anterior argüíamos en contra de Epicuro y otros. Asimismo ha de ser rechazada (y casi volvemos a lo mismo) por la verdad de las formas sustanciales que hemos de siones recipiat, in aqua hum iditas cum ea densitate coniuncta quae ad constituendum n u trim en tu m rerum om nium proportionaca vid eatu r; hae (inquam ) conditiones nil referu n t, turn quia magis iuvant vel ad rationem efficiendi vel ad rationem materiae transeuntis quam ad propriam et intrinsecam rationem causae m ate ria ls, turn etiam quia illae conditiones, sicut sunt accomm odatae quibusdam rebus, ita sunt repugnantes aliis; subtilitas enim ignis habct proportionem cum m ateria rerum subtilium , non vero cum m a­ teria rerum densarum , et sic de aliis. Prim a vero m aterialis causa cum sit comm unis om ­ nibus, ex se debet esse indifferens ad om nia. 8. A ltera pars maioris propositionis prob atur, quia om nia elementa sim ul non possu n t esse materia communis, quia transm utan tu r ad invicem substantialitr.r; imm o nec m ixtum com ponere possunt nisi substantialiter tran sm u tata; sed haec ratio aeque probat de unoquoque elemento per se sump! o ; ergo. U n d e confirm atur tandem , quia nullum eiem entum potest esse materia aliorum elem en-

torum , u t p er se notum videtur, cum sibi repugnent. N ec in sua natura m anens potest esse m ateria alicuius m ixti, cum etiam form a mixti pugnet cum forma elem enti; ergo nul­ lum elem entum esse potest com m unis m ate­ ria rerum om nium naturalium . E t hae rationes a fortiori convincunt de om nibus m ixtis, m axim e cum illa ex elem entis constent, et ideo nullus hactenus hanc causalitatem alicui mixto attribuit. 9. Secunda conclusio.— D ico secundo: m ateria prim a non est aliquod corpus seu substantia com pleta et integra in essentia et specie substantiae. D uobus modis intelligi potest m ateriam esse huiusm odi substantiam . Prim o, ut ipsa sola sit substantia om nium rerum generabilium solum que form etur disrinctis accidentibus eorum ; e t in hoc sensu probanda est assertio ex eo quod res n atu rales non tantum differunt accidentibus, sed etiam substantia et essentia, u t superiori sectione contra E picurum et alios argum entabam ur. Item reiicienda est (et fere in idem redit) ex veritate form arum substantialium ,

Disputación X III.— Sección III

405

demostrar en la Disputación XV. Pues supuesta aquella verdad se sigue eviden­ temente que la materia no es toda la sustancia de las cosas materiales, y que es­ tas cosas no sólo difieren en los accidentes sino también en la esencia y sustan­ cia, ni sufren transmutación sólo por sus accidentes, sino también por su sustan­ cia. Lo cual es también muy evidente por la misma experiencia, pues cuando la cosa sufre mutación en solos los accidentes permanece en ella algún vestigio de las propiedades y operaciones de él, o, al menos, apartados los agentes contrarios, queda reducida a su estado y naturaleza; y vemos que algunas cosas de tal ma­ nera se cambian y destruyen que pierden enteramente las primitivas propieda­ des y operaciones, y no vuelven nunca a ellas aun cuando cese toda acción con­ traria, y por el contrario, otras cosas de tal modo son producidas y engendradas que permanecen constantemente en ese ser que adquieren como en el suyo pro­ pio y connatural y de acuerdo con él tienen operaciones y disposiciones propias y connaturales que conservan en cuanto pueden; y si alguna vez son debilitadas y disminuidas por algún agente contrario, inmediatamente que cesa la acción con­ traria recuperan aquéllas por su propia e intrínseca naturaleza; luego es señal de que las cosas se corrompen y engendran no sólo en los accidentes sensibles, sino también en la propia sustancia. Y de estos modos se rechaza tanto la quinta opinión referida antes como la que afirmaba que todas las cosas son una sola en el sentido antes declarado. 10. Por consiguiente, podría fingir alguien de otro modo que la materia es la sustancia íntegra y completa en alguna especie de sustancia, y que sin em­ bargo es apta para recibir las ulteriores formas sustanciales y para componer con ellas las diversas sustancias y esencias de las cosas materiales. Y este sentido es también improbable: porque o bien la materia sería sustancia completa ente­ ramente simple o sería compuesta de alguna potencia y acto sustancial; y esto último no puede decirse, primero, porque entonces la primera causa material no sería ya todo aquel compuesto sino la potencia de que consta. Se dirá tal vez que ello es verdad respecto de aquel compuesto que se finge ingenerable e in­ corruptible, pero respecto. de .todos los entes generables o de la generación de quarti d em ostraturi sum us disputatione X V . Ilia enim vèritate supposita, evidenter seq u itu r m ateriam n o n esse totam reru m m aterialium substantiam , et has res non tan ­ tu m accidentibus, sed essentia etiam et sub­ stantia differe, nec secundum sola acciden­ tia, sed etiam secundum substantiam tran sm u tati. Q uod etiam ipsa experientia satis est evidens; nam quando res m u tatu r in solis accidentibus, p erm anet in ilia aliquod vestigium p ro p rietatu m e t operationum eius vel saltern, rem otis agentibus contrariis, ad suum statum et naturam reducitur; videmus autem res aliquas ita m utari et destrui u t priores proprietates et operationes prorsus am ittant, neque ad iilas redeant unquam , etiam si om nis actio contraria cesset, et e converso res aliae ita p roducuntur e t generan tu r, u t in ilio esse quod acquirunt tam quam in proprio et connaturali constanter perm aneant et secundum illud habeant pro prias et connaturales operationes ac disposi­ t io n s quas conservant quoad p ossum ; et si acquando ab aliquo contrario labefactentur

vel m inuantur, statim ac actio contraria cessat eas recuperami ex propria e t intrinseca n atu ra; signum ergo est corrum pi res et generari no n tan tu m in accidentibus sensibilibus sed etiam in propria substantia. A tque h is m odis im pugnatur tam quinta opim o supra recitata quam ea quae asserebat om ­ n ia esse unum in sensu decimato. IO. Alio ergo m odo posset quis fingere m ateriam esse substantiam integram et com­ pletata in aliqua specie substantiae e t nihilom inus esse aptam ad recipiendas ulteriores formas substantiales e t componendas cum eis varias substantias e t essentias m aterialium rerum . E t hic etiam sensus improbabilis e st: a u t enim m ateria esset compieta substantia omnino simplex aut esset composita ex aliqua potentia et actu substantiali; hoc posterius dici non potest, prim o, quia iam non totum iliud com positum , sed potentia ex qua constat. esset prim a causa materialis. D icetur fonasse id esse verum respectu illius com ­ positi quod ingenerabile fingitur et incorruptib ile, respectu tam en om nium entium gene-

406

Disputaciones metafísicas

los mismos, la primera causa material es todo el compuesto. Pero en contra de esto se objeta, en segundo lugar, que sin ningún fundamento se finge tal com­ puesto; pues no hay ningún indicio o signo sensible de tal forma interpuesta entre la pura materia y las otras formas que se inducen por la generación. Por­ que aquella forma no tiene ninguna propiedad sensible por la que se reconozca; pues las primeras cualidades siguen esencialmente a las formas de los elementos y la armonía integrada por aquellas cualidades sigue a las formas de los mixtos; y todas las restantes cualidades 0 propiedades que experimentamos suponen, al menos en el género de causa material y dispositiva, las cualidades anteriores; por tanto, no hay indicio alguno sensible o material de tal forma. Por lo cual, sucede, en tercer lugar, que es enteramente superfina, porque no hay ningún efecto físico por el cual sea necesaria, ya que no lo es por causa de la produc­ ción, por no tener ninguna cualidad mediante la cual produzca como eficiente; por lo demás, a cada cualidad le basta la propia forma para la cual es connatural. N i tampoco por causa de la recepción, pues para esto basta aquella potencia que se dice que subyace bajo tal forma; pues ¿por qué no podrá también aquélla subvacer inmediatamente a la forma que se induce por generación? Y por la misma causa, no es necesaria tal forma para la conservación de aquella potencia cuyo acto se dice que es, porque para esto también basta la forma que se induce por generación. Por consiguiente, se finge tal forma de modo superfino y sin fun­ damento. 11. En cuarto lugar, se añade la imposibilidad de unir aquellas dos formas en la misma potencia o materia; pues aunque se discute si la forma cuasi gené­ tica y la específica pueden actuar al mismo tiempo la materia, de lo cual trata­ remos poco después, con todo es naturalmente imposible por completo que dos formas específicas se unan al mismo tiempo para actuar la misma potencia sus­ tancial, y en esto convienen casi todos los autores. Porque a bien aquellas dos formas actuarían inmediatamente la materia, o una sería acto de la otra, o de la materia en cuanto informada por ella. Lo primero no puede decirse, principal­ mente de acuerdo con aquella opinión, porque de lo co ntrarióla forma primera rabilium seu generationis ipsorum, primam causam materialcm esse totum compositum. Sed contra hoc obiicitur secundo, quia sine ullo fundamento fingitur tale compositum; nullum enim est indicium aut sensibile sigmim iilius formae interiectae inter puram mareriam et alias formas quae per generationem inducuntur. Quia ilia forma nullam habet sensibilem proprietatem qua dignoscstur; nam primae qualitates per se consequuntur ad formas elementorum et temperamenta ex Mis qualltatibus composita ad for­ mas mixtorum; reliquae autem qualitates omnes vel proprietates quas experimur, supponunt saltern in genere causae materials et dispositivae priores qualitates; nullum er­ go est sensibile aut materiale indicium talis formae. Unde fit tertio ut sit omnino super­ flua, quia nullus est physicus effectus prop­ ter quern sit necessaria, quia non propter efficiendum, cum non habeat ullam qualitatem per quam efficiat; aliunde unicuique qualitati sufficiat propria forma, cui est connaturalis. Neque etiam propter recipiendum; nam ad hoc sufficit illa potentia quae tali

formae substare dicitur; cur enim non pote• rit»etiam ilia immediate subiici formae quae per generationem inducitur? Et propter eamdem causam non est necessaria talis forma ad conservandam illam potentiam cuius actus esse dicitur, quia ad hoc etiam satis est for­ ma quae per generationem inducitur. Igitur superflue et sine fundamento fingitur talis forma. 11. Quarto accedit impossibilitas coniungendi duas illas formas in eadem potentia seu materia; nam, licet in quaestione sit an forma quasi generica et specifica possint simul actuare materiam, quod paulo inferius attingemus, tamen quod duae formae specificae simul coniungantur ad actuandam eamdem potentiam substantialem plane est im­ possibile naturaliter et in hoc fere omnes auctores convcniunt. Quia vel duae illae for­ mae immediate actuarent materiam vel una esset actus alterius, seu materiae ut informatae per illam. Primum dici non potest, praesertim iuxta illam sententiam, quia alias prior forma non necessario supponeretur ad

D ispu tación X III.— S ección III

407

no se supondría necesariamente para la última, ni el compuesto de la materia y de tal forma sería potencia y causa material de la forma subsiguiente. Lo segun­ do tampoco puede decirse, porque la forma sustancial que constituye la sustancia íntegra y completa tiene razón de acto último en la razón de acto sustancial y esencial, porque constituye una cierta especie última de sustancia; luego no pue­ de compararse a manera de potencia sustancial para la forma ulterior. Finalmente, la razón general es que no puede una y la misma sustancia esencialmente y por sí quedar constituida en dos especies últimas, sino que mediante cualquier for­ ma de aquéllas queda constituida en la propia y completa especie de sustancia; por consiguiente, no pueden unirse al mismo tiempo aquellas dos formas en la misma materia. De lo contrario, cualquier sustancia, aunque sea completa, po­ dría ser actuada por una ulterior forma sustancial, ya que no puede darse mayor razón de una que de otra. Y a esto se refiere también aquella común razón de que la forma que adviene al ente ya constituido en acto no le hace un uno p e r se sino p e r accidens , según Aristóteles, en el VII de la M etafísica, text:. 49, y en el II D e A nim a, text. 7; y por ello no puede ser forma sustancial sino acci­ dental, porque la forma sustancial constituye un uno p e r se, no p e r accidens. Y la razón está en que la forma sustancial da el ser absolutamente y esencial, y por ello no puede suponer la cosa constituida en el ser absolutamente y en la esen­ cia completa y consumada. Empero, la forma accidental confiere un ser relativo que se une accidentalmente a la esencia completa. Por tanto, es imposible que el sujeto que es causa material de los seres generables y de la generación sustan­ cial sea sustancia completa y constituida por la forma propia y específica. 12. Y estas razones prueban con la misma eficacia que no puede aquel su­ jeto ser una sustancia simple íntegra y completa en la razón y especie de sus­ tancia, porque seria imposible que tal sustancia fuese actuada ulteriormente y completada por la forma sustancial. Pues si esto repugna a la sustancia compuesta, mucho más a una simple que esté por sí misma en acto perfecto y completo. Efectivamente, aquella repugnancia no proviene de la composición sino de la ac­ tualidad completa en la razón y esencia de sustancia, la cual no puede ser acposteriorem , neque com positum ex m ateria e t tali forma esset proxim a potentia et m aterialis causa subsequentis form ae. Secundum ed am dici n o n potest, q u ia form a substantialis consdtuens integrato e t com pletato sub­ stantiate, habet radonem actus ultim i in ratione actus s u b s ta n t ia l e t essentialis, qu ia consdtuit ultim ato quam dam speciem sub­ stan tiae; ergo n o n p o test com parati p e r m o­ dulo s u b s ta n tia l potentiae ad ulteriorem formarti. D enique rad o generalis est quia n o n potest una et eadem sub stan d a essentialiter ac p er se constim i in duabus speciebus u ld m is; sed p er quam eum que form ant ex illis consdtuitur in p ropria et com pleta specie substantiae; ergo n o n po ssunt sim ul coniungi illae duae form ae in eadem m ateria. Alias quaelibet substantìa quantum vis com pleta posset actuari p e r ulteriorem form ato su b stantialem , quia non potest m aior rado reddi de una quam de alia. E t hue edam spectat illa comm unis rado, quod form a adveniens e n d iato in actu co n stitu to no n facit u num p er se, sed per accidens, ex Aristotele, V II M etaph., text. 49, e t I I de A nim ., text. 7 ;

et ideo n o n p o test esse form a substandalis, sed acd d en talis, qu ia form a s u b s ta n tia l» constituit p er se u num , non p e r accidens. E t ra d o est, qu ia form a substandalis d a t esse sim pliciter et essendale, et ideo n o n potest supponere rem constitutam in esse sim plici­ te r e t in essentia com pleta e t consum m ata. F orm a vero acddentalis dat esse secundum quid, quod p e r accidens ad iu n g itu r essenriae consum m atae. Ig itu r im possibile est subiectu m quod est causa m aterialis rerum genera* bilium et generationis substandalis esse su b ­ stantiate com pletato e t p er form am propriam ac specificalo constitutam . 12. A tque hae ra t tones aeque efficaciter probant non posse illud subiectum esse sim plicem substantiate integrato e t com pletato in ratione et specie substantiae, quia im pos­ sibile esset talent substantiate ulterius actuari e t com pleri p er substandalem form am . Si enim hoc repugnat substantiae com positae, m ulto m agis semplici, quae p e r seipsam stt in actu com pleto et perfecto. E ia enim re pugnantia n o n provenit ex compositione sed ex actualitate com pleta in ratione e t essentia

408

Disputaciones metafísicas

ruada ulteriormente de modo sustancial y esencial dentro de aquel género; y esta razón de repugnancia tiene lugar con la misma o mayor razón en la sustan­ cia simple si se supone existente en el género de sustancia íntegra y completa. Y por este motivo la sustancia inmaterial no puede tener razón de potencia sus­ tancial para una forma ulterior, porque es una sustancia simple completa; y lo mismo sucede con la sustancia del cielo, si es simple físicamente como muchos quieren; pues es completa en una cierta especie de sustancia, y por ello no puede ser actuada ulteriormente de modo sustancial; por consiguiente, la materia pri­ ma, que puede ser actuada sustancialmente y componer un ente per se uno con la forma sustancial, no puede ser una sustancia simple tal que sea íntegra y com­ pleta en el género de sustancia. 13. Tercera conclusión.— Digo en tercer lugar: la causa material de las cosas generables no es la sustancia compuesta de potencia sustancial y alguna forma sustancial incompleta y cuasi genérica. Esta aserción la aprueban común­ mente casi todos los autores en contra de Avicena, principalmente los que niegan que existan muchas formas sustanciales en el mismo compuesto, como Santo Tomás, I, q. 76, a. 3 y 4; lib. II cont. Gent., c. 58, y lib. VII de la Metafí­ sica, lee. 12, a quien siguen los tomistas, Capréolo, In II, dist. 15, q. 1; Caye­ tano, en el refrido lugar de I, y en II De Ahima, c. 1; el Ferrariense, en el citado lugar de cont. Gent.; Soncinas, VIH Metaph., q. 8; Iavello, q. 4 ; Soto, I Phys., q. 7; Astudillo, I De Generat., q. 1; y en el mismo sitio Marsilio, q. 6 ; y Al­ berto de Sajonia, q. 5; y extensamente Egidio, tratado De Pluralit. Formar., y II De Anima, dub. 6. Lo mismo enseñaron Filopón, I D e Gener., al principio; Temistio, V Phys., text. 7, y el Comentador, lib. De Substant. orbis, y I Metaph., texto 17, y I Phys., text. 65 y 69. Más aún, Avicena, en el I D e Anima, parí. I, c. 3, señala que en la corrupción permanece sola la materia; y en el lib. I Sufficient., c. 3, duda de si en la corrupción perece la corporeidad, tal como él habla. Aristóteles también, en' el I De Gerteratione, text. 12, y en otros lugares citados antes indica abiertamente el mismo parecer. Los Doctores aportan varias substantiae, quae n on potest intra illud genus u lterius actuari substantialiter e t essentialite r; haec autem ratio repugnantiae eadem vel maiori ratione locum habet in substantia simplici, si in genere substantiae integra et completa esse supponatur. A tque hac ratio­ ne substantia imm aterialis non potest habere rationem s u b s ta n tia l potentiae ad ulteriorem form am quia est substantia simplex com pleta; e t idem est de substantia caeli, si est simplex physice, u t m ulti volunt; nam est com pleta in quadam specie substantiae et ideo n on potest ulterius substantialiter actu ari; materia ergo prim a quae actuari potest substantialiter et ens per se unum com ponere cum substantiali forma, non pot­ est esse talis substantia simplex quae sit integra et completa in genere substantiae. 13. Tenia conclusio.— Dico tertio : causa m aterialis rerum generabilium non est sub­ stan tia com posita ex substantiali potentia et aliqua fonila substantiali incompleta et quasi generica. H anc assertionem com m uniter approbant fere omnes auctores, contra Avicen-

nam , praesertim qui neg an t esse plures for­ m as substantiates in eodem composito, ut D . T hom as, I, q . 76, a. 3 et 4, lib. I I cont. G ent., c. 58, et lib. V II M etaph., lect. 12, quem seq u u n tu r thom istae, C apreolus, I n I I , dist. 15, q. 1 ; Caietan., dicto loco I, e t I I de Anim a, c. 1; F errarius, cit. loco cont. G e n t.; Soncin., V I I I M etaph., q. 8 ; Iavell., q. 4 ; Soto, I Phys., q. 7 ; Astudillo, I de G ener., q. 1 ; et ibid. M arsil., q. 6 ; et Albert, de Saxonia, q. 5 ; e t late Aegid., tract, de Pluralit. form ar., e t I I de Anim ., dub. 6. Idem docuere Philopon., I de G ener., in princ., T hem ist., V Phys., text. 7, c t C om m ent., lib. de S ubstant. orbis, et I M etaph., text. 17, e t I Phys., text. 65 et 69. Im m o et Avicen., I de Anim ., part. I, c. 3, significat in corruptione m anere solam m ateriam ; et lib. I Sufficient., c. 3, dubitat an in corruptione pereat corporeitas, u t ipse loquitur. Aristoteles etiam , I de G ener., text. 12, et aliis locis su p ra citatis, aperte indicat eam dem sententiam . Rationes afferu ntur variae a D octoribus; duae tarnen suf-

Disputación X III.— Sección III

409

razones, pero parece que dos bastan, las cuales pueden tomarse proporcional- ' mente de las demostraciones de la aserción precedente. 14. La primera razón es porque en la naturaleza no hay indicio alguno de tal forma perpetuamente coeviterna e inseparable de la materia, ni hay efecto alguno por el que sea necesaria; luego tal forma se finge sin fundamento ni necesidad. Se prueba el antecedente porque tal forma no tiene ninguna cuali­ dad que le sea propia por la que se conozca, ni puede colegirse de la transmu­ tación sustancial; porque de tal transmutación sólo se colige que se da algún sujeto sustancial de ella. Y el que sea compuesto, ni es necesario para la razón de sujeto, ni puede inferirse de otro indicio. Podrá objetarse que para la razón de sujeto de la mutación física se requiere que sea extenso y dividido de los otros; y para esto es necesario que tenga alguna forma, porque la sola materia por sí no es capaz de extensión y división, pues es el acto el que distingue; éste, efectivamente, era el fundamento de la sentencia contraria. Pero esta razón no tiene ningún valor, porque ya sea que opinemos que la cantidad y extensión en el orden de naturaleza preceden absolutamente en la materia prima a la genera­ ción sustancial, sea que opinemos que siguen inmediatamente a la forma intro­ ducida por la generación y que afectan a todo el compuesto, de ninguno de am­ bos modos es necesario que el sujeto de la generación esté compuesto de materia y de alguna forma. Se explica una y otra parte porque si la cantidad se presupone para la forma que ha de ser introducida'mediante la-generación, fácilmente pue-* de entenderse como inherente en la misma entidad de la materia; pues, como mostraremos abajo, tiene una entidad verdadera y sustancial. 15. •Y se confirma, pues aquel compuesto que se finge como de materia y forma de corporeidad, es algo incompleto y de tal modo potencial que natural­ mente apetece una forma ulterior sin la cual no puede existir, sea absolutamente, sea al menos de modo connatural. Y sin embargo se dice qué aquel compuesto es sujeto suficiente de la cantidad con prioridad natural a recibir una forma ul­ terior; luego mucho mejor y más fácilmente se atribuirá toda aquella capacidad a la simple entidad dé la materia, porque no puede fingirse ninguna mayor re-ficere v id en tu rv q u ae' cum proportione siimi quantitatem e t extensionem ordine natu rae p o ssu n t ex p robationibus praecedentis aspraecedere sim pliciter in m ateria p rim a ad sertionis. substantialem generationem sive opinem ur 14. P iim a ratio est, quia in natura nullum subsequi ad form am p er generationem introductam e t afficere totum com positum , n e u tro e st in dicium talis form ae perpetuo coaevae m odo est necessarium u t subiectum generaet inseparabilis a m ateria, neque effectus alitionis sit com positum ex m ateria et aliqua quis p ro p ter quern sit necessaria; ergo sine form a. D e d a ra tu r u traq u e pars, nam s< q u an fondam ento vel necessitate fingitur talis for­ titas supponatur ad form am p er generatio­ m a. A ntecedens pro b atur, quia ilia form a nem inducendam , facile intelligi potest innu llam h ab et qualitatem sibi p ropriam p er haerens ipsi em irati m ateriae; nam , u t in fra quam cognoscatur, n eq u e ex transm utatione ostendem us, veram et substantialem entitàsubstantial! colligi p o test; quia ex huiusm odi tem habet. transm utatione solum colligitur dari aliquod 15. E t confirm atur, nam illud com posi­ substantiate subiectum eius. Q uod autem sit tu m quod fingitur ex m ateria et form a cor­ com positum , n eque ad rationem subiecti n eporeità tis, incom pletum quid est et ita po­ cessarium est, nec ex alio indicio inferri tentiale u t naturaliter appetat ulteriorem for­ potest. Dices ad rationem subiecti m utationis m am , sine qu a vel om nino vel salterò con­ physicae req u iri u t sit extensum e t divisum naturali m odo esse non potest. E t nihilom iab aliis; e t ad hoc necessarium est u t habeat nus d id tu r illud com positum esse suffidens aliquam form am quia sola m ateria p e r seipsubiectum quantitatis prius natura quam re sam non est capax extensionis et divisionis, cipiat ulteriorem form am ; ergo m ulto m elius nam actus est q u i d istin guiti hoc enim fuit e t facilius attribuetur tota illa capacitas sim fundam entum co n trariai sententiae. S ed haec p lid entitati m ateriae, quia nulla m aior reratio nullius m om enti est quia sive opinem ur pugnantia fingi potest quoad hoc in entitate

410

Disputaciones metafísicas

pugnancia en este punto en la simple entidad que en aquel compuesto, ni la ac­ tualidad de tal entidad, cualquiera que sea, repugnará más con la unión y com­ posición esencial de la última forma sustancial, que la actualidad de aquel com­ puesto de materia y forma de corporeidad; luego, según esta manera de opinar, no es necesaria aquella forma. Y es menos necesaria si opinamos que la cantidad sigue a la forma que es introducida por la generación; pues de acuerdo con esta opinión, la cantidad supone en el orden natural a la sustancia compuesta de la materia y su propia forma. Por lo cual, consecuentemente habrá que decir, de acuerdo con aquella opinión, que antes del instante intrínseco a la generación, todo el tiempo en que se hace la alteración previa se supone la materia en sí extensa y dividida de los otros mediante la cantidad y la forma de la cosa que se ha de corromper; y que en el instante de la generación, en cambio, se con­ serva extensa y dividida mediante la forma introducida y la cantidad que la acom­ paña en aquel mismo instante; por consiguiente, no hay ningún efecto natural ni señal alguna por razón de la cual tal forma o composición haya de ser ad­ mitida por parte de la materia. 16. L a segunda razón es que tal forma es incompatible en la materia con las formas subsiguientes. Y esto suele probarse comúnmente por aquella máxi­ ma, que de dos entes en acto no se hace un uno p e r s e ; pues la primera forma sustancial constituye al ente en acto absoluta y simplemente, porque da absolu­ tamente el ser; luego ninguna forma que sobrevenga puede constituir un ente p e r s e uno y absolutamente. A esta razón puede responderse que sólo vale de la forma sustancial que da el ser específico y último; pues aquella que da precisivamente el ser genérico, aunque tenga razón de acto respecto de la materia, con todo se comporta como potencia para con la forma inferior, y porque es del mis­ mo género puede constituir un uno p e r se con su acto. Así, pues, filosofan aquí los autores en las formas físicas como todos raciocinamos en' las diferencias me­ tafísicas, en las cuales la diferencia subalterna es acto, que actúa al género supe­ rior y constituye la especie propia; la cual, a su vez, es potencia •para la diferen­ cia inferior, con la cual constituye metafísicamente un ente p e r se uno. Por consimplici auam in ilio composito, ncque acrualitas talis entitatis, qualiscumque illa sit, magis repugnabit cum unione ac compositione per se ulrimae formae substantialis quam actua'itas iilius compositi ex materia et for­ ma corporeitatis ; ergo iuxta hanc opinandi rationem non est necessaria illa forma. Minus autem necessaria est si opinemur quantitatcm consequi formam quae per generationem introducitur; nam iuxta hanc sententiam sup­ pon i quantitas ordine naturae substantiam corno.-''; ex materia et propria forma. Unde dicendum consequenter erit iuxta illam opinfonem, ante instans intrinsecum genera­ tion!, loto tempore quo fit alteratio praevia, supponi materiata in se extensam et divisata ab nli-'s per quantitatem et formam rei corranwendae ; in instanti vero generation» conservar! extensam et divisam per formam introdnctam et quantitatem comitantem illam in eodem instanti; nullus ergo est naturalis effectus, nullumve signum ratione cuius talis forma vel compositio ex parte materiae admittenda sit.

16. Secunda ratio est huiusmodi formam esse incompossibilem in materia cum subsequentibus formis. Hoc autem communiter probari solet ex illa maxima, quod ex duobus entibus in actu non fit unum per se; nam prima forma substantialis constituit ens in actu absolute et simpliciter, quia dat esse simpliciter; ergo nulla forma superveniens potest ens per se unum ac simpliciter constituere. Ad hanc vero rationem respcnderi potest solum procedere de forma substantial! dante esse specificum et ultimum; nam illa quae dat praecise esse genericum, licet habest rationem actus respectu materiae, comparatur tarnen ut potentia ad inferiorem formam, et quia est eiusdem generis constituere poterit unum per se cum suo actu. Ita enim philosophantur hic auctores in physicis for­ mis, sicut omnes ratiocinamur in metaphysicis differentiis, in quibus differentia subal­ terna est actus, superius genus actuans et propriam speciem constituens; quae tarnen est potentia ad inferiorem differentiam, cum qua ens per se unum metaphysice componit.

D ispu tación XIII. — Sección III

411

siguiente, de acuerdo con la referida opinión, ha de afirmarse así acerca de las formas físicas. Por lo cual, cuando se dice que toda forma sustancial constituye un ente en acto absolutamente, se ha de responder que es verdad guardando la debida proporción; pues la forma genérica constituye al ente en acto en un gra­ do genérico, y en cambio la forma específica, en grado específico. Y con una pro­ porción parecida habrá que distinguir la máxima aquella: lo q u e le adviene a un ente actual le adviene accidentalm ente. 17. N inguna form a p u ede dar u n grado genérico precisivo. — Por lo cual,

para atacar más radicalmente aquella opinión tenemos que probar que no puede existir ninguna forma que dé predsivamente el ser genérico sin que dé también algún ser específico en dicho género; pues, probado esto, vale perfectamente el raciocinio expuesto, ya que toda forma sustancial constituye al ente en acto ab­ solutamente y en alguna especie última de la sustancia, y por ello es imposible que el compuesto constituido mediante tal forma sea nuevamente actuable por la forma sustancial. Aquella afirmación se prueba en primer lugar por la induc­ ción, tanto en las formas accidentales como en las separadas. Pues las cualidades se concibe también que dan el ser específico, como ser blanco, y el genérico, como ser colorado, etc., y con todo no hay forma accidental alguna que en la realidad dé precisivamente el ser genérico y no algún ser específico. De modo semejante, en los ángeles *se da la razón genérica de espíritu y la propia diferencia específica; pero no puede haber, ni siquiera concebirse, alguna forma separada que sea sus­ tancia espiritual y que en la realidad se detenga en esta precisa y genérica razón; luego por el mismo motivo, en las formas sustanciales que son cuasi intermedias, no puede darse una forma que en la realidad dé precisivamente el grado gené­ rico, pues ninguna razón de diversidad puede asignarse. Por lo cual, arguyo en segundo lugar desde la propia razón de la misma forma, porque no puede enten­ derse la forma existente en la realidad misma que no esté esencialmente cons­ tituida en alguna última especie de forma sustancial; sino que toda forma comu­ nica al compuesto to d o . su ser y toda su esencia; luego constituye a aquél en alguna última especie de sustancia compuesta! L a consecuencia, juntamente con la menor, son evidentes y pueden declararse muy bien por la inducción hecha S ic e rg o d ic e n d u m e s t iu x ta p r a e d ic ta m s e n te n tia m d e p h y s ic is fo r m is . Ü u d e , c u m d ic it u r o m n e m f o r m a m s u b s ta n tia le m c o n s ti tu e r e e n s a c t u s im p lic ite r , r e s p o n d e b i t u r i d e s s e v e r u m s e r v a ta p r o p o r tio n e ; n a m f o r m a g e n e ric a c o n s titu it e n s a c t u i n g r a d u g e n e r ic o , f o r m a v e ro s p e c iö c a i n g r a d u s p e c ific o . E t s im ili p r o p o r tio n e d is tin g u e tu r illa m a x i m a :

e d a m i n f o r m is s e p a r a tis . Q u a lita te s e n im e tia m c o n c i p iu n tu r d a r e e s s e s p e c if ic u m u t e s s e a l b u m , e t g e n e r i c u m u t e s s e c o lo r a ­ t i m i , e tc ., e t t a m e n n u l l a e s t a c c id e n ta lis fo rm a q u a e i n r e p ra e c ise d e t esse g e n e ric u m e t n o n a liq u o d s p e c if ic u m . S im ilite r i n a n g e lis d a t u r g e n e r ic a r a t i o s p i r i t u s e t p r o p r i a d if f e r e n t ia s p e c if ic a ; n o n p o t e s t a u te m e s s e , Quod advcnit enti in actu, advenit accidenim m o n e c c o n c ip i a liq u a f o r m a s e p a r a ta q u a e taliter. s i t s u b s t a n t i a s p i r itu a lis e t q u o d i n r e ip s a 17. Nulla forma praecisum genericum gra- s is ta t i n h a c p r a e c is a e t g e n e r ic a r a t i o n e ; dutn dare polest.— Q u o c irc a , u t r a d ic itu s e r g o e a d e m r a tio n e i n f o r m is s u b s ta n tia lib u s im p u g n e tu r illa s e n te n tia , p r o b a n d u m n o b is q u a e s u n t q u a s i m e d ia e , n o n p o t e s t d a r i e s t n u ila m e s s e p o s s e f o r m a m q u a e p r a e c i s e fo rm a q u a e i n re p ra e c ise d e t g ra d u m g e n e ­ d e t e ss e g e n e r ic u m q u i n d e t e tia m a liq u o d r i c u m ; n u l l a e n im a s s ig n a r i p o t e r i t d i v e r s i e ss e s p e c ific u m i n illo g e n e r e ; n a m , h o c ta tis ra tio . U n d e a r g u m e n t o r s e c u n d o e x p r o ­ p r o b a to , o p tim e p ro c e d it d is c u r s u s fa c tu s , p r i a r a t i o n e i p s iu s f o r m a e , q u i a n o n p o t e s t in te llig i f o r m a i n r e ip s a e x is t e n s q u a e e s q u ia o m n is fo r m a s u b s ta n tia lis c o n s t i t u i t e n s s e n tia U te r n o n s it c o n s ti tu ta i n a liq u a u l t i m a a c t u s im p lic ite r e t i n a liq u a s p e c ie u ltim a s p e c ie f o r m a e s u b s ta n tia lis ; s e d o m n is f o r m a s u b s ta n tia e , e t i d e o im p o s s i b ile e s t u t c o m ­ c o m m u n ic a t c o m p o s ito t o t u m e ss e t o ta m q u e p o s itu m c o n s t i t u t u m p e r t a l e m f o r m a m s i t e s s e n tia m s u a m ; e r g o c o n s ti tu it i llu d in a li­ u lte r iu s a c tu a b ile p e r s u b s ta n tia le m fo r m a m . q u a u l t i m a s p e c ie s u b s t a n t i a e c o m p o s ita e . IU u d a u te m a s s u m p tu m p r o b a t u r p r i m o i n C o n s e q u e n tia c u m m i n o r i s u n t e v id e n te s , e t d u c tio n e , t u m i n fo r m is a c c id e n ta lib u s , t u m

4 1 2 ________________________________________ Disputaciones

metafísicas

en la primera razón. L a mayor, por su parte, parece también certísima, porque toda forma sustancial tiene una entidad propia distinta en la realidad misma de la materia o de otras formas; por consiguiente, es menester entender en dicha entidad la última y propia diferencia o razón por la que se distingue esencial­ mente de las otras formas que tienen diversa esencia, con las cuales conviene en la razón común de forma sustancial; luego toda forma sustancial está necesaria­ mente constituida según su entidad en alguna última especie de forma sus­ tancial. 18. La materia prima de los seres generábles exige para sí una especie esta­ ble y átoma.— Podrá decirse que también la materia prima tiene su propia en­ tidad sustancial y que, con todo, en sí misma no está constituida en alguna es­ pecie última, sino que se reduce solamente al género de la sustancia material hasta que quede determinada por la forma a alguna razón particular; luego lo mismo podrá decirse de la forma común coevitema con la materia. Respondo que la afirmación es falsa, pues la materia prima de los seres generábles de que ahora tratamos está esencialmente constituida en alguna última especie de materia, la cual retiene bajo toda forma, ni puede variarla, sino que a lo sumo puede aco­ modarse a una u otra forma mediante los accidentes sobreañadidos. Pero como aquella esencia de la materia, aunque en sí específica y última, es tal que en rea­ lidad puede comunicarse a varias sustancias esencialmente diversas, por ello, con­ siderada en sí misma, se dice que queda reducida a la sustancia material de los seres generábles en iüanto tales, y no a alguna especie suya. Por lo cual, de paso se infiere que el concepto de sustancia generable en cuanto tal no es genérico por razón de la materia, sino por razón del grado común o de la conveniencia en la forma. 19. Se podrá urgir la dificultad, pues la materia, aun cuando en su esencia tenga la última especificación de la materia, sin embargo, es común a muchas sustancias esencialmente diversas: por consiguiente, por igual motivo, aun cuan­ do la forma de corporeidad tenga en su entidad y concepto esencial alguna última especificación, sin embargo podrá ser común a muchas sustancias que tienen uldeclarari possunt optjme inductione facta ¡n tum; nam materia prima rerum generabi­ prima ratione. Maior vero etiam videtur cer­ lium de qua nunc agimus, essentialiter est tissima, quia omnis forma substantialis habet constituta in aliqua ultima specie materiae propriam entitatem distinctam in re ipsa a quam retinet sub omni forma, nec variare materia vel aliis formis; ergo necesse est illam potest sed ad summum per accidentia in illa entítate intelligere ultimam et pro­ superaddita potest ad hanc vel illam formano accommodari. Quia vero illa essentia mate­ priam differentiam seu rationem per quam riae, quamvis in se specifica et ultima, talis distinguitur essentialiter ab aliis formis habentibus diversam essentiam, cum quibus est ut reipsa communicari possit pluribus convenit in communi ratione formae subsubstantiis essentialiter diversis, ideo secun­ stantiaJis; ergo omnis forma substantialis est dum se spectata dicitur reduci ad substan­ necessario conututa secundum suam enti­ tial« materialem generabilium ut sic, et non tatem in aliqua ultima specie substantialis ad aliquam speciem eius. Unde obiter colliformae. gitur conceptum substantiae generabili ut 18. Materia prima generabilium stabilem sic non esse genericum ratione materiae, sed atomamque speciem sibi vendicai.— Dices: ratione communis gradus seu convenientiae etiam materia prima habet suam propriam in forma. entitatem substantialem et tarnen secundum 19. Urgebis : materia etiamsi in essentia se non est constituta in aliqua ultima specie sua habeat ultimam specificationem materiae, sed tantum reducitur ad genus substantiae nihilominus est communis multis substantiis materialis, donee per formano determine«« essentialiter diversis : ergo pari ratione, licet ad aliquam particularem rationem; ergo forma corporeitatis in sua entitate et essentiali conceptu habeat aliquam ultimam spe­ idem dici poterit de forma communi coaeva materiae. Respondeo falsum esse assumpcificationem, nihilominus esse poterit com-

Disputación X III.— Sección III

413

teriores razones esenciales diversas. Respondo que la razón es diferente, pues la esencia de la materia es ser como el fundamento de la naturaleza íntegra sus­ tancial y compuesta, y por ello sólo es una cierta esencia incoada (por llamarla así) a modo ¿s potencia, y, por tanto, de por sí es indiferente para ser copletada por varios actos; en cambio, la forma es complemento de la naturaleza y de la esencia sustancial, y por ello, por lo mismo que tiene determinada y específica razón de forma, unida a la materia completa con ella la naturaleza íntegra sustan­ cial y constituida en alguna especie última sustancial, y por ello no deja a dicha naturaleza indiferente para una especie ulterior. Por lo cual, todos los que ponen la forma de corporeidad en todos o en algunos de los entes naturales, dicen con­ secuentemente que aquella forma queda precisivamente constituida en el grado subalterno de corporeidad sin ninguna contracción esencial, lo cual, en realidad, es ininteligible. 20. Y por consiguiente, admitirán también que el compuesto de materia y de tal forma, si en la realidad se conserva sin ninguna forma ulterior, es un in­ dividuo del género de cuerpo corruptible y no queda constituido en ninguna es­ pecie suya última. En cuanto a que pueda conservarse así de potencia absoluta parece evidente hablando consecuentemente, ya que las formas inferiores se dis­ tinguen realmente de dicho compuesto, y con mayor motivo se hará patente con lo que diremos después acerca de la materia. En cambio, Escoto, incluso natu­ ralmente piensa que ello es posible, como, por ejemplo, en la muerte del hom­ bre o en otra semejante; pues admite allí la corrupción sustancial sin la gene­ ración, y que el cadáver no es otra cosa que este cuerpo individual afectado por estos accidentes y no constituido en ninguna especie sustancial inferior. Pero este consiguiente me parece a mí por sí mismo absurdo e increíble; pues no puede concebirse más este cuerpo individual existente por sí sin ninguna especificación, que este espíritu fuera de toda especie, o este objeto coloreado realmente afec­ tado por este color y sin ninguna especie de color. Y la razón es la que adujimos más arriba, que la entidad individual« necesariamente difiere por esencia de las munis multis substantiis habentibus ulterio­ res radones essentiales.,1. diversas. Respon­ deo esse disparem rationem, nam essentia materiae est esse quasi fundamentum intcgrae naturae substantial et compositae, et ideo solum est quaedam essentia inchoata (ut sic dicam) per modum potentiae et propterea de se est indifferens ut per varios actus compleatur; at vero forma est complementum naturae et essentiae substantial, et ideo, hoc ipso quod habet determinatalo et speci­ ficalo rationem formae, adiuncta materiae complct cum illa integrato substantialem naturam et in aliqua ultima specie substan­ tial! constitutam, et ideo non relinquit filato naturato indifferentem ad ulteriorem speciem. Quapropter omnes qui ponunt formam corporeitatis in omnibus vel in aliquibus entibus naturalibus, consequenter aiunt filato formam praecise constimi in gradu subalterno corporeitatis absque ulla contractione essentiali, quod revera est inintelligibile. 20. Et consequenter etiam admittent com­ postalo ex materia et tali forma, si in re 1 E n a lg u n a s e d ic io n e s a p a r e c e s u s tit u id o s e n tid o v a ría a lg o ( N . d e lo s E E .) .

ipsa conservetur absque ulteriori forma, esse individuum generis corporis corruptibilis et in nulla ultima eius specie constituí. Quod autem possit ita conservan de potentia abso­ luta videtur evidens consequenter Ioquendo, cum inferiores formae realiter ab filo com­ posito distinguantur, et a fortiori patebit ex his quae inferáis de materia dicemus. Scotus vero etiam naturaliter putat id esse possibile, ut, verbi gratia, in morte hominis vel alia simili; admittit enim ibi corruptionem sub­ stantialem sine generatione, et cadaver nihil aliud esse quam hoc individuum corpus his accidentibus affectum et nulla inferiori specie substantiali constitutum. Hoc autem consequens per sese mihi videtur absurdum et incredibile; non enim magis potest concipi hoc individuum corpus per se existens sine ulla specificatione quam hic Spiritus extra omnem speciem, vel hoc coloratimi reipsa affectum hoc colore et nulla specie coloris. Et ratio est supra tacta, quia individua entitas necessario differì essentialiter ab aliis essentiales

por

essentialiter,

c o n lo q u e

el

4 14

Disputaciones metafísicas

otras y por ello es necesario que esté constituida en sí en una esencia propia no común a otras. Con lo cual se confirma, pues de la posición dicha se sigue que la razón genérica y la específica se distinguen realmente en una e idéntica cosa, porque se toman de formas realmente distintas; pero el consiguiente consta que es falso por lo dicho antes acerca de los universales, y se declarará también con las razones que siguen. 21. A b s u r d o s q u e s e sig u e n d e la o p in ió n q u e m a n tie n e la fo rm a d e co rpo­ re id a d .— O b s e r v a c ió n im p o r ta n te .— La tercera razón se toma de la diferencia entre la esencial composición física y metafísica, siendo causa de error pretender equipararlas en esto porque una existe en la realidad y la otra en los conceptos. Por tanto, arguyo, porque si puede darse una forma física que sólo confiera un grado genérico, por consiguiente, cuantos son los grados genéricos y específicos de las sustancias materiales, otras tantas formas sustanciales realmente ditintas habrá que multiplicar; el consecuente es falso; luego. Se prueba la consecuencia por la paridad de razón; ¿pues qué razón puede aducirse por la que se dé un cierto grado mediante una forma propia realmente distinta y no otros? Mayormente, porque de acuerdo con la sentencia que atacamos, no sólo en las cosas que pa­ recen estar elevadas hasta un grado más alto de cuerpos, como son los vivientes, sino también en los cuerpos ínfimos e inanimados se distingue la forma que da el ser de cuerpo de la forma que da el ser de fuego o de piedra u otro seme­ jante; la cual contracción es con la mínima diversidad que puede darse entre algún género y diferencia sustancial; por tanto, si basta aquélla para la real dis­ tinción de las formas, basta cualquiera; por lo cual no faltaron filósofos que ad­ mitiesen aquel consecuente; sin embargo, no sólo es falso, sino también ridículo. Primeramente, porque consta evidentemente por la inducción hecha antes que para abstraer los conceptos de género, diferencia y especie no es necesaria aque­ lla distinción real de formas, como es claro en los ángeles y en los accidentes. En segundo lugar, porque se sigue que hay que multiplicar en el hombre tres almas, la cual es una opinión enteramente falsa, como supongo por la psicología. Más aún, habría que multiplicarlas aún en mayor número, pues en el grado dé sensi-' tivo puede abstraerse alguna conveniencia esencial entre el hombre y algunos anie t id e o n e c e s s a r iu m e s t u t i n s e s it c o n s ­ t i t u í a i n p r o p r i a e s s e n tia n o n c o m m u n i a liis . U n d e c o n f ir m a tu r , n a m e x d ie ta p o s itio n e s e q u i t u r r a tio n e m g e n e r ic a m e t s p e c ific a ta d i s t i n g u i r e a l i t e r in u n a e t e a d e m r e q u i a s u m u n t u r e x f o r m is r e a l i t e r d is tin c tis ; c o n s e q u e n s a u t e m fa ls u m e s s e c o n s t a i e x d ic tis s u p r a d e u n iv e r s a l ib u s e t d e c i a r a b i t u r e tia m i n s e q u e n tib u s ra tjo n ib u s . 21. Absurda ex opinione asserente for­ maos corporcitatis.— N otatu digmtm .— T e r tia r a tio s u m i t u r e x d i f f e r e n z a i n t e r e s s e n tia le m c o m p o s itio n e m p h y s ic a m a c m e t a p h y s ic a m , q u a s v e lie in h o c a e q u i p a r a r e c a u s a e s t e r r o r is , c u m a lte ra i n r e b u s , a l te r a in c o n c e p tib u s e x is ta t. A r g u m e n t o r ig itu r , n a m s i d a r i p o te s t fo r m a p h y s ic a q u a e s o lu m c o n fe ra t g ra d u m g en eri cu m , e rg o q u o t s u n t g r a d u s g e n e r ic i e t s p e c ific i s u b s ta n tia r u m m a t e r i a l i u m , t o t e r u n t m u ltip l ic a n d a e f o r m a e s u b s ta n tia le s r e a l i t e r d i s t i n c t a e ; c o n s e q u e n s e s t f a l s u m ; e rg o . S e q u e la p r o b a t u r a p a r ita te r a tio n is ; q u a e e n im r a tio a ffe rri p o te s t o b q u a m q u i d a m g r a d u s g e n e r ic u s d a t u r p e r p ro p r ia m fo rm a m re a lite r d is tin c ta m e t

n o n a lti? M a x im e q u o d iu x ta s e n te n tia m q u a m im p u g n a m u s , n o n s o lu m i n re b u s q u a e v id e n tu r e ie v a r i a d a ltio r e m g r a d u m c o r p o r u m u t s u n t v iv e n tia , s e d e tia m in in fim is e t in a n im a tis c o r p o r ib u s d i s t i n g u i t u r f o r m a d a n s e s s e c o r p o r is a f o r m a d a n te esse ig n is a u t la p id is v e l a liu d s i m ile ; q u a e c o n tra c tio e s t c u m m in im a d iv e r s ita te q u a e e s s e p o te s t i n t e r a liq u o d g e n u s e t d if f e r e n tia m s u b s s a n t i a l e m ; s i e r g o illa s u f f ic it a d r e a li'm d is tin c tio n e m f o r m a r u m , q u a e l ib e t s u f f ic it; u n d e n o n d e f u e r u n t p h ilo s o p h i q u i c o n s e q u e n s i l l u d a d m i t t e r e n t ; e s t ta m e n n o n so lu m fal­ s u m , s e d e tia m r id i c u lu m . P r im o , q u ia c o n s ­ t a t e v id e n te r in d u c tio n e s u p e r iu s fa c ta , a d a b s tr a h e n d o s c o n c e p tu s generis, d iff e r e n tia e , e t s p e c ie i, n o n e s s e n e c e s s a r ia m illa m d is tin c t io n e m r e a le m f o r m a r u m , u t p a te t in a n g e lis e t a c c id e n tib u s . S e c u n d o , q u ia s e q u itu r m u ltip l ic a n d a s e s s e in h o m in e tr e s a n im a s , q u a e est sententia omnino falsa, u t e x B cientia d e a n im a s u p p o n o . I m m o p lu r e s e tia m m u itip l ic a n d a e e r u n t , n a m i n g r a d ii s e n tie n d i p o te s t a liq u a c o n v e n i e n z a e s s e n tia lis a b s tr a h i i n t e r h o m i n e m e t a l i q u a a m m a lia p e r f e t t a

Disputación XIII.— Sección III

415

males perfectos que no sea común a todos los demás animales, y en la razón de intelectivo puede abstraerse la razón genérica común al hombre y al ángel, que quede contraída al hombre por la propia diferencia. De lo cual se sigue ulterior­ mente que habría que afirmar innumerables formas realmente distintas en cada uno de los compuestos, porque las diferencias genéricas y específicas pueden mul­ tiplicarse de varios modos, según las diversas conveniencias y diferencias que pue­ den fácilmente entenderse en las cosas, y de acuerdo con ellas pueden abstraerse los diversos conceptos comunes o particulares. Es, por consiguiente, un grave error en metafísica y en filosofía distintinguir formas reales y físicas a causa de nuestro modo de concebir distinto o confuso, del cual a veces se origina la mul­ tiplicación de géneros y diferencias. En otro caso, no sólo una sino que sería preciso poner dos o tres formas de corporeidad: una, del cuerpo en común en cuanto que es género para corruptible o incorruptible, simple o compuesto; otra, del cuerpo corruptible o mixto en cuanto tal. Todo lo cual es una ridiculez. Por lo cual, no sólo no es necesario multiplicar las mismas formas por causa de es­ tas operaciones de la mente, sino que está en contradicción con ellas, porque pertenece a la razón del propio género y de la propia diferencia que digan la misma esencia real concebida diversamente. 22. Lo cual, finalmente, se confirma porque es imposible que se dé una for­ ma sustancial que dé el grado específico de sustancia y que no dé también aquel grado genérico y efecto formal que se finge que da la forma de corporeidad dis­ tinta; luego es superfiua e imposible tal forma. La consecuencia es evidente, por­ que el mismo predicado esencial y el mismo efecto formal no puede convenir a la misma cosa por dos formas realmente distintas. Y el antecedente se prueba porque no puede darse una forma sustancial que confiera un grado específico y que no incluya esencialmente la razón común y genérica de forma sustancial in­ formante a la materia; pero esta razón precisa basta para constituir la forma de corporeidad; luego la forma de corporeidad no es un forma especial, sino que es cualquier forma sustancial considerada según la común razón de forma sustancial informante. Se prueba la menor (pues lo restante es claro), ya que por esto prequae non sit communis omnibus animalibus, et in ratione intelligendi potest abstrahi ratio genérica communis homini et angelis, quae per propriam differentiam ad hominem contrahatur. Unde ulterius sequitur innúmeras formas realiter distinctas esse asserendas in singulis compositis, quia differentiae genericae et specificae possum variis modis multi­ plican iuxta varias convenientias et difierentías quae facile possunt in rebus considerar!, et secundum eas possunt varii conceptus communes vel particulares abstrahi. Est ergo magnus error in metaphysica et philosophia, propter modum nostrum concipiendi confusum vel distinctum, ex quo saepe oritur generum et differentiarum multiplicand, reales ac physicas formas distinguere. Alioqui non unam tantum, sed duas vel tres corporeitatis formas poneré oporteret: unam, corporis in communi. ut est genus ad corruptibile et ¡ncorruptibile, simplex vel mixtum; aliam, corporis corruptibilis am mixti ut sic. Quae omnia ridicula sunt. Unde non solum necessarium non est propter has mentis operationes formas ipsas multiplicare, verum etiam

illis repugnat, quia de ratione proprii gene­ ris et propriae differentiae est ut eamdem rei essentiam dicant diversimode conceptam. 22. Quod tandem confirmatur, quia im­ possibile est dati formam substantialem dantem specificum gradum substantiae quae non det etiam ilium gradum genericum et effectum formalem quem dare fìngitur forma cor­ poreitatis distincta; ergo et superflua et impossibilis est talis forma. Consequentia est evidens, quia idem essentiale praedicatum idemque effectus formalis non potest eidem rei convenire per duas formas realiter di­ stinctas. Antecedens vero probatur, quia non potest dari forma substantialis quae conferai specificum gradum, quae essentialiter non includat communem ac genericam rationem formae substantialis informantis materiam ; sed haec praecisa ratio sufficit ad constituendam formam corporeitatis; ergo forma cor­ poreitatis non est specialis forma sed est quaelibet forma substantialis considerata se­ cundum communem rationem formae sub­ stantialis informantis. Minor probatur (reliqua enim clara sunt), nam ex hoc praecise

416

Disputaciones metafísicas

cisamente, porque una sustancia se concibe compuesta de materia y forma sustan­ cial, es esencialmente sustancia corpórea o cuerpo del predicamento de la sustan­ cia; pues en virtud de tal composición no sólo es esencialmente distinta de la sustancia corpórea, sino que es capaz de la cantidad o de las tres dimensiones, en lo que consiste la razón de sustancia corpórea. Por lo cual, la forma de cor­ poreidad como tal no dice ni requiere que la misma sea corpórea o extensa, sino sólo que informe a la materia, por razón de la cual el compuesto resultante de ello sea capaz de las tres dimensiones; no es, por tanto, necesaria o posible nin­ guna forma intermedia que dé el ser genérico de cuerpo, sino que cualquier for­ ma sustancial, por virtud de su razón genérica, lo confiere. 23. Se deduce la conclusión de todo lo dicho.— Queda, por tanto, de todo lo dicho que la causa primera material de las sustancias generables no es alguna sustancia íntegra, ni algún cuerpo o compuesto de materia y forma; y, por tan­ to, para la generación de las sustancias no se supone a modo de sujeto en que se reciba la generación algún cuerpo ingenerable o incorruptible, sino sola la materia prima, sola —digo— en cuanto a la sustancia; pues en cuanto a los ac­ cidentes veremos después qué se ha de decir.

SECCION

IV

¿ T ie n e l a m a t e r ia p r im a u n a e n t id a d a c t u a l in g e n e r a b l e e in c o r r u p t ib l e ?

1. Hasta aquí hemos explicado más bien lo que no es la materia prima que lo que es; ahora hay que investigar esto segundo, porque no podemos declarar la causalidad de la materia y su razón de causar si no conocemos primero qué tiene de entidad la misma materia.• •

Se establecen algunos puntos ciertos

2. Por consiguiente, para comenzar por aquellas cosas .que parecen .ciertas, primeramente parece'indudable que la materia que está actualmente bajo la for­ ma y compone con ella la sustancia corpórea, tiene algo de entidad real y susquod aliqua substantia intelligatur composita per modum subiecti in quo generatio recipiatur aliquod corpus ingenerabile et incorex materia et forma substantiali, essentialiter ruptibile, sed solam materiam primam, solam est substantia corporea seu corpus de p r e d i­ camento substantiae; nam ex vi talis compo(inquam) quoad substantiam; nam quoad accidentia quid dicendum sit, postea videsitionis et est essentialiter distincta a subbimus. stantir ^corporea et est capax quantitatis seu trinae dimensionis, in quo consistit ratio SECTIO r v substantiae corporeae. Unde forma corporeitatis ut sic non dicit nec requirit quod ipsa U tr u m m a teria prim a hab eat aliquam e n corporea sit seu extensa, sed solum quod TITATEM ACTUALEM INGENERABILEM ET INCORinfo-m.’t materiam, ratione cuius compositum RUPTIBILEM inde resultans sit capax trinae dimensionis; 1. Hactenus explicuimus potius quid non nulla est ergo necessaria aut possibilis forma sit materia quam quid sit; nunc hoc secun­ media quae det esse genericum corporis, sed dum inquirendum est, quia non possumus quaelibet forma substantialis ex vi suae gecausalitatem materiae et rationem causandi nericae rationis illud conferì. declarare nisi prius sciamus quid entitatis 23. Ex omnibus dictis infertur conclu- habeat ipsa materia. sio.— Reiinquitur ergo ex omnibus dictis Cerla aliquot stabiliuntur primam causam materialem substantiarum generabilium non esse aliquam substantiam 2. U t ergo ab his quae certa videntur integrant, ñeque ullum corpus aut compo­ incipiamus, primo indubitatum esse videtur situm ex materia et forma; ac proinde ad materiam quae actu est sub forma et cum ilia componit substantiam corpoream, habere substantiarum generationem non supponi

Disputación XIII.—Sección IV

4 17

tancial y realmente distinta de la entidad de la forma. Toda esta afirmación se toma de Aristóteles en el lib. V III de la M etafísica, text. 3, y en el lib. X II de la M etafísica, text. 14, y en el 13 D e A n im a, text. 2, y en otros lugares en que divide a la sustancia en materia, forma y compuesto. Pero porque la materia no es sustancia completa, por ello dice en el I de la F ísica, text. 66 y 69, que la ma­ teria es ente no en cuanto que es algo concreto, sino como sujeto, y explica su entidad por analogía con la materia de las cosas artificiales, y en el text. 79 y ss. dice que se acerca más a la razón de sustancia, y en el libro II de la F ísica, text. 10, llama a la materia una cierta naturaleza. De modo parecido, Platón, en el T im eo , coloca a la materia bajo el ente y explica muy bien y extensamente su na­ turaleza; pero con todo, a veces llama a la materia no ente, en lo cual es censu­ rado por Aristóteles, porque el ser no ente conviene más a la privación que a la materia. Pero la divergencia está sólo en la palabra; pues se llama no ente toman­ do el ente por antonomasia como ente completo, que es el ente simplemente tal; convienen también en esta afirmación todos los intérpretes de Aristóteles: Averroes, I P h ys., text. 66, y D e S u bstan t. O rb is, t i ; Simplicio, I P h ys., text. 69; Filopón, text. 60; Temistio, text. 61; y Santo Tomás, en la q. D e S piritu álibus C reaturis, a. 1, dice que la materia prima está en el género de la sustancia; y de otros lugares que aduciré inmediatamente se infiere lo mismo. 3. Se prueban brevemente cada una de las partes. La primera, ciertamente, porque la materia no es enteramente nada; pues de lo contrario no ejercería en la naturaleza ningún verdadero y real oficio, y cuando las cosas que se corrom­ pen se dice que se resuelven en la materia, quedarían reducidas a la nada, y cuan­ do se producen de la materia, serían hechas de la nada, y así nada serviría la ma­ teria para las generaciones y corrupciones ni para evitar la perpetua creación y aniquilación de las cosas; por tanto, la materia es algo real; por consiguiente, esto lo tiene sobre todo cuando está unida a la forma e -integra el compuesto. Por lo cual, San Agustín, en el lib. X II de las C onfesiones, c. 7 y 8, dice que la materia ha sido creada por Dios, no tal que sea nada, sino-cosí nada, y no ningu­ na cosa, sino casi ninguna cosa. Y es cierto de fe, y después lo probaremos con la a liq u id e n tita tis re a lis e t s u b s ta n tia lis e t r e a lite r d is tin c ta e a b e n tita te fo r m a e . T o t a h a e c a s s e rtio s u m i t u r e x A r is to te le , V i l i M e t a p h ., te x t. 3 , e t X I I M e ta p h ., t e x t. 1 4 , e t I I d e A n im a , te x t. 2 , e t a liis lo c is , i n q u i b u s d iv id ii s u b s ta n tia m i n m a te r ia m , fo r m a m et c o m p o s i tu m . Q u ia v e ro m a t e r i a n o n e s t s u b ­ s ta n tia c o m p le ta , id e o I P h y s ., t e x t . 6 6 e t 6 9 , a i t m a t e r i a m e s s e e n s n o n u t h o c a liq u i d s e d u t s u b ie c tu m , e iu s q u e e n t i t a t e m e x p lic a t p e r a n a lo g ia m a d m a te r ia m a r tif ic ia liu m , e t te x t. 7 9 e t s e q u e n t i b u s . a i t p r o p iu s a c c e d e re a d r a tio n e m s u b s ta n tia e , e t lib . I I P h y s ., te x t. 10 , m a te r ia m d i c i t q u a m d a m n a t u r a m . S im ilite r P l a t o i n T i m a e o , m a te r ia m s u b e n t e c o n s ti tu it, e iu s q u e n a t u ­ ra m la te e t o p tim e d e c l a r a t ; i n te r d ir a i t a m e n v o c a t m a te r ia m n o n e n s ; i n q u o r e p r e h e n d i t u r a b A r is to te le , q u ia e s s e n o n e n s m a g is c o n v e n it p riv a tio n s q u a m m a te r ia e . S e d e s t d is s e n s io i n v o c e t a n t u m ; a p p e l l a t u r e n im n o n e n s , s u m p to e n te p e r a n to n o m a s ia m p r o e n te c o m p le to , q u o d e s t e n s s i m p lic ite r ; c o n v e n iu n t e d a m i n h a c a s s e r d o n e o m n e s i n t e r -

p r e te s A ris to te lis , A v e r r o e s , I P h y s ., te x t. 6 6 , e t d e S u b s ta n tia o r b is , c . 1 ; S im p lic ., I P h y s ., te x t. 6 9 ; P h il o p ., te x t. 6 0 ; T h e m is ., te x t. 6 1 ; e t D . T h o m a s , q . d e S p i r i t , c r e a t u r ., a . 1 , a i t m a te r ia m p r i m a m e s s e i n g e n e r e s u b ­ s t a n t i a e ; e t e x a liis lo c is q u a e s t a t i r a r e f e r a m , id e m c o llig itu r . 3. E t p r o b a n t u r b r e v i t e r s in g u la e p a r te s . P r i m a q u i d e m q u ia m a te r ia n o n e s t o m n in o n i h i l ; a lio q u i n u l l u m v e r u m a c r e a le m u n u s e x e rc e re t in n a tu ra , e t d u m re s q u a e c o rru m p u n t u r i n m a te r ia m r e s o lv i d i c u n t u r , i n n i h i lu m r e d i g e r e n t u r , e t d u m e x m a t e r i a p r o d u c u n t u r e x n ih ilo f ie r e n t, a tq u e ita n i h i l m a ­ t e r i a d e s e r v i r e t a d g e n e r a tio n e s e t c o r r u p tio n e s , ñ e q u e a d e v ita n d a m p e r p e t u a m r e r u r a c r e a d o n e m e t a n n ih ila d o n e m ; e s t e r g o m a te r ia a l iq u id r e i ; e r g o m a x im e i d h a b e t c u m e s t c o n iu n c ta f o r m a e e t c o m p o n it c o m ­ p o s itu m . U n d e A u g ., X I I C o n f e s s ., c . 7 e t 8 , a i t m a te r ia m e s s e c r e a t a m a D e o , n o n q u a e s i t n ih il, s e d prope nihil, n e c n u lla r e s , s e d paerte nulla res. E s t q u e d e fid e c e r t u m , e t in fr a e tia m ra tio n e p ro b a b itu r , m a te ria m

27

418

Disputaciones metafísicas

razón, que la materia ha sido creada por Dios, como consta por I, q. 44, a. 2, y q. 46, a. 1, ad 3 ; y lo que es creado recibe algo de entidad real; pues de lo contrario permanecería tan sin haber sido hecho como antes. 4. Entidad de la materia prima sustancial.— La segunda parte se prueba evidentemente porque la materia prima compone esencialmente la sustancia, VIII de la Metafísica, text. 15, 16 y 36, y lib. IX , al fin, y después se tratará más extensamente. Pero la sustancia no se compone más que de sustancias, al menos incompletas. Igualmente la sustancia compuesta añade algo a la cosa además de la forma, y esto no es un accidente; es, por tanto, algo sustancial. Finalmente, la materia prima, del mismo modo que es ente no está en el sujeto; pues esto le repugna en sumo grado por ser el primer sujeto. 5. La última parte es también clara, porque la materia es una entidad real­ mente separable de cualquier forma particular determinada, lo cual basta para que sea distinta de la forma en la realidad; y no se distinguen sólo modalmente, pues la forma sustancial no es un modo sino una verdadera cosa que tiene su propia entidad, por lo cual a veces puede también conservarse naturalmente se­ parada de la materia, como el alma racional, y por potencia absoluta cualquier forma puede conservarse separada. Por consiguiente, se distingue la materia de la forma como una cosa de otra. Y se confirma; pues la composición de la sus­ tancia de materia y forma es real y física y no de una cosa y un modo; por tanto, es de dos cosas. Finalmente, al ser perpetua la materia y anterior a la forma, es evidente que se distingue realmente de la forma, suponiendo que la forma no es solamente algún modo, sino un acto verdadero y una entidad propia, lo cual es también cierto, ya que es una cosa más perfecta que la materia, como se tratará más ampliamente después. Soncinas, en cambio, en el VII M etaph., q. 19, aun­ que concede que esta parte es verdadera, con todo añade que puede alguien de­ fender que la materia no es actualmente distinta de la forma porque no tiene una existencia distinta. Pero sea lo que sea del ser de la existencia, de que tratare­ mos en seguida, nadie, con todo, puede negar que, según la entidad de la esen­ cia, es distinta la entidad de la materia de la entidad de la forma, como demues-

esse creatam a Deo, ut constat ex I, q. 44, a. 2, et q. 46, a. 1, ad 3; quod autem creatur, aiiquid entitatis realis accipit; alioqui tam maneret infectum sicut antea. 4. Entitas primae materiae substantialis.—• Secunda pars ex eo evidenter probatur quod materia prima essentialiter componit substantiam, V i l i Metaph., text. 15, 16 et 36, et lib. IX, in fine, et infra latius tractabitur. Substantia autem non componitur nisi ex substantiis, saltern incompletis. Item substan­ tia composita aiiquid rei addit praeter for­ mam, et illud non est accidens; est ergo aiiquid substantiale. Denique materia prima, eo modo quo est ens non est in subiecto; nam hoc maxime repugnat illi, cum sit primum subiectum. 5. Ultima pars etiam est clara, quia mate­ ria est entitas realiter separabilis a qualibet forma particulari determinata, quod satis est ut a forma sit in re ipsa distincta; non distinguuntur autem solum modaliter; nam forma substantialis non est modus, sed res vera habens propriam emitatem; unde in-

terdum naturaliter etiam conservari potest separata a materia, ut anima rationalis, et per potentiam absolutam quaelibet forma potest separata conservari. Distinguitur ergo materia a forma tamquam res a re. Et confirmatur; nam compositio substantiae ex ma­ teria et forma est realis et physica et non ex re et modo ; ergo ex duabus rebus. Denique cum materia sit perpetua et ante for­ mato, evidens est distingui realiter a forma, supponendo formam non esse tantum aliquem modum sed verum actum et propriam entitatem, quod etiam est certum cum sit res perfectior quam materia, de quo infra latius dicetur. Soncinas vero, VII Metaph., q. 19, quamvis hanc partem veram esse con­ cédât, addit tamen posse aliquem defende, e materiam non esse actu distinctam a forma, quia non habet esse distinctum. Sed, quidquid sit de esse existentiae, de quo statini dicetur, nemo tamen negare potest quin se­ cundum entitatem essentiae alia sit entitas materiae ab entitate formae, ut rationes factae demonstrant.

Disputación XIII.—Sección IV

4 19

N u d o d e la dijicu lta d y opiniones d e algunos

6. Establecidas estas cosas fuera de toda discusión, la dificultad de esta cues­ tión está en si la materia tiene de por sí alguna entidad actual. Y aquella partícula d e p o r sí puede decir negación o de causa formal o de eficiente, y en uno y otro sentido se ha de tratar la cuestión, pero sobre todo en el primero. Pues acerca del último no hay controversia alguna entre los filósofos católicos, aun cuando algunos paganos hayan errado en ello. En cambio, en el primer sentido piensan muchos que la materia de por sí no tiene ninguna entidad actual, sino totalmente tomada de la forma. Esta opinión parece que es de Santo Tomás, I, q, 44, a. 2, ad 3, donde dice que la materia de por sí está sólo en potencia, y por ello no puede ser creada sino bajo la forma; y lo mismo añade en la q. 45, a. 4, y en la q. 66, a. 1, donde concluye de dicho principio que la materia no puede existir sin la forma; e igualmente en la q. 4 D e P otentia, a. 1, y Q u odl. m , q. 1, y con frecuencia en otras partes; y así piensan los tomistas: Cayetano, In d e E n te e t E ssentia, c. 5, q. 8, y en I, q. 76, a. 1; el Ferrariense, II cont. G e n t., c. 66; Soncinas, VII M e taph., q. 17; Iavello, q. 5; y lo mismo mantiene Durando, In 11, dist. 12, q. 2; e In IV , dist. 44, q. 1. El fundamento de esta opinión es que la materia es pura potencia; luego no puede tener de por sí algún acto; luego tampoco entidad ac­ tual. Se prueba la primera consecuencia porque el acto se opone a la potencia, y cuando se dice pura potencia, aquella añadidura incluye la negación de todo acto. Se prueba también la segunda consecuencia, porque la entidad actual es algún acto; pues es ente en acto. El antecedente viene a ser como un axioma común de todos los filósofos, y se toma de Aristóteles, I de la Física, test. 69, donde dice que de tal modo se comporta de por sí la materia con las cosas naturales como las cosas naturales de por sí con las artificiales, con respecto a las cuales sólo están en potencia, y en el VII de la M etafísica, c. 3, dice que la materia de por sí no es ni algo ni cosa alguna de tal clase. Y en el I D e G eneration e, c. 3, dice que la esencia de la materia consiste en el mismo poder, y en el VHÍ de la M etafísica, texto 3, y en el libro XI, c. 2, y en el V de la Física, text. 8, juzga que la maDifficultaiis punctus el quorumdam phxcilum 6. H i s c r e o p o s itis e x tr a c o n t r o v e r s i a l , d iff ic u lta s h u iu s q u a e s tio n is e s t a n m a te ria e x se h a b e s t a liq u a m e n tita te m a c tu a le m . P o t e s t a u te m illa p a r tíc u la ex se d ic e re n e g a tio n e m v e l c a u s a e f o r m a lis v e l e ffic ie n tis e t i n u tr o q u e s e n s u tr a c ta n d a e s t q u a e s tio , s e d p r a e s e r t i m i n p r i o r i . N a m d e p o s te r io r i n u lla e s t c o n tro v e rs ia m t e r p h ilo s o p h o s c a th o lic o s , lic c t n o n n u lli e th n ic i i n e o e r r a v e r in t . I n p rio ri v e ro s e n s u n m lti e x is t im a « m a te r ia m e x s e n u l l a m e n t i t a t e m a c tu a le m h a b e r e , s e d o m n in o a f o r m a . Q u a e s e n te n tia v id e tu r esse D . T h o m a e , I , q . 4 4 , a. 2 , a d 3 , u b i a i t m a te r ia m e x s e e s s e t a n t u m i n p o ­ t e n tia e t id e o n o n p o s s e c r e a r i n i s i s u b f o r m a ; e t id e m s ig n ific a t q . 4 5 , a . 4 , e t q . 6 6 , a . 1 , u b i e x e o p rin c ip io c o n c lu d it m a te r ia m n o n p a s s e e s s e s in e f o r m a ; id e m q . 4 d e P o t e n t ., a. 1, e t Q u o d l. I l l , q . 1 , e t s a e p e a l i a s ; e t i t a o p i n a n t u r th o m is ta e , C a ie ta n ., I n d e E n t e e t E s s e n t., c . 5 , q . 8,

e t I , q . 7 6 , a . 1 ; F e r r a r . , I I c o n t. G e n t ., c . 6 6 ; S o n c in ., V I I M e t a p h . , q . 1 7 ; I a v e l., q . 5 ; e t id e m t e n e t D u r a n d . , I n I I , d is t. 1 2 , q . 2 , e t I n I V , d is t. 4 4 , q . 1 . F u n d a m e n t u m h u i u s s e n te n tia e e s t, q u i a m a t e r i a e s t p u r a p o t e n t i a ; e rg o n o n p o te s t e x se h a b e r e a liq u e m a c t u m ; e rg o n e q u e e n tita te m a c tu a ie m . P r i m a c o n s e q u e n tia p r o b a t u r , q u ia a c t u s o p p o n i t u r p o te n tia e , e t c u m d i c i t u r p u r a p o ­ t e n t i a , il l u d a d d i t i o n i n c l u d i t n e g a tio n e m o m n is a c t u s . S e c u n d a e tia m c o n s e q u e n tia p r o b a t u r q u ia a c t u a lis e n tita s e s t a liq u is a c ­ t u s ; n a m e s t e n s a c t u . A n te c e d e n s v e r o e s t v e lu ti c o m m u n e a x io m a p h ilo s o p h o r u m o m ­ n i u m , s u m i t u r q u e e x A r is to t., I P hys, te x t. 6 9 , u b i a i t ita s e h a b e r e m a te r ia m e x s e a d r e s n a tu r a le s s ic u t r e s n a tu r a le s e x se a d a rtif iria le s , a d q u a s t a n t u m s u n t in p o te n tia , e t V I I M e t a p h . , c . 3 , a i t m a te r ia m p e r s e n e q u e q u i d , u e q u e a liu d h u iu s m o d i e ss e . E t I d e G e n e r ., c . 3 , d ic it e s s e n tia m m a te r ia e c o n s is te r e i n i p s o p o s s e , e t V I I I M e ta p h ., te x t. 3 , e t li b . X I , c . 2 , e t V P h y s .,

4 2 0 _____________

Disputaciones metafísicas

teria no es un ente en acto sino sólo en potencia. Y lo mismo también enseña el Comentador en los mismos pasajes, y por ello en el libro D e S u bstan tia orbis, al principio, y en el II P h y s., com. 12, dice que la m ateria se sustancializa p o r el p o d er. Y en la misma opinión parece que estuvo Platón en el T im e o , y lo prueba porque lo que es receptivo debe estar carente de todas aquellas cosas que puede i -cibir. 7. Además se prueba con la razón el mismo antecedente, porque si la ma­ teria no es pura potencia, por tanto o será compuesta de potencia y acto o será algún acto. Lo primero no puede decirse, como consta por la sección precedente y porque en el caso contrario se daría otra potencia anterior a la misma mate­ ria. Por otra parte, si es acto, o es acto informante o acto subsistente. No lo primero, como es por sí evidente, pues entonces sería acto de otro sujeto y, por consiguiente, se daría otro sujeto anterior a la materia, cosa que está en contra­ dicción con el concepto de materia. N i tampoco lo segundo puede decirse; pri­ mero, porque el acto subsistente es más perfecto que el acto informante; por lo cual, si de tal modo es subsistente que no puede informar, siempre es sus­ tancia completa; pues por este motivo las sustancias angélicas son perfectas y completas, porque son actos subsistentes; y los que mantienen que la sustancia del cielo es simple, dicen que es completa porque es un acto por sí subsistente. Finalmente, Dios mismo, que es acto perfectísimo, es acto subsistente y no in­ formante; luego es esto señal de que el acto subsistente, por su* misma razón, es más perfecto que el informante. Pero la materia prima es imperfectísima, y por ello menos perfecta que cualquier forma sustancial, que es acto informante y no subsistente. Y se confirma, pues todo acto, sea informante sea por sí sub­ sistente, tiene alguna operación, como se ve discurriendo por todos los actos de esta clase; ahora bien, la materia prima no tiene propia acción; por consiguiente, no es acto, sino pura potencia. R esolu ción d e la cuestión

«*»

8. Para responder a la cuestión apartando toda ambigüedad de términos, dis­ tingamos las cuestiones de la entidad de la esencia y de la entidad de la existenc o m p l e t a ; h a c e n im r a tio n e a n g e lic a e s u b ­ s ta n t ia e s u n t p e r f e c ta e e t c o m p le ta e , q u ia s u n t a c t u s s u b s is te n te s ; e t q u i p o n u n t s u b s t a n tia m c a e li e s s e s im p lic e m , d i c u n t e s s e c o m ­ p le ta n e q u ia e s t a c tu s p e r se s u b s is te n s . D e n i q u e D e u s ip s e , q u i e s t p e r f e c tis s im u s a c t u s , e s t a c t u s s u b s is te n s e t n o n in f o r m a n s ; e rg o s ig n u m e s t a c t u m s u b s is te n te m e x s u a r a ­ tio n e e s s e p e rf e c tio r e m in f o r m a n te . A t m a ­ 7. D e in d e p r o b a tu r ra tio n e id e m a n te c e - te ria p r im a e s t im p e r f e tti s s im a , a tq u e a d e o m i n u s p e r f e c ta q u a m q u a e l ib e t f o r m a s u b d e n s , q u ia, si m ate ria D on e s t p u r a p o te n tia , a ta n tia l is , q u a e e s t a c t u s in f o r m a n s e t n o n e rg o v el e s t c o m p o sita e x p o te n tia e t actu s u b s is te n s . E t c o n f ìr m a tu r , n a m o m n is a c tu s v e l e s t a liq u is a c tu s . P rim u m d ic i n o n p o te s t, s iv e in f o r m a n s s iv e p e r s e s u b s is te n s h a b e t u t c o n s ta t ex se c tio n e p ra e c e d e n ti e t q u ia a liq u a m o p c ra tio n e m , u t p a t e t d is c u r r e n d o alia s d a r e tu r a lia p o te n tia p r io r ip s a m a te ria . p e r o m n e s h u iu s m o d i a c t u s ; m a te r ia a u te m R u r s u s si e s t a c tu s , v e l a c tu s in fo rm a n s vel p r im a n o n h a b e t p r o p r ia m a c t io n e m ; n o n a c tu s su b sisten s. N o n p rim u m , u t p e r se e r g o e s t a c t u s s e d p u r a p o te n tia . n o tu m e s t, alias esser a c tu s a lte riu s su b ie cti te x t. S , s e n ti t m a te r ia m e s s e n o n e n s a c t u , s e d p o te n tia ta n tu m . I d e m q u o q u e d o c e t C o m m e n t a t o r e is d e m lo c is , e t id e o lib . d e S u b s t a n t i a o r b is , i n p r in c ip io , e t I I P h y s ., c o m . 1 2 , a i t materiam substantìari per posse. I n e a d e m s e n te n tia v i d e t u r fu is s e P l a t o in T i m a e o , i d q u e p r o b a t e x e o q u o d r e c e p t iv u m d e b e t e s s e e x p e r s e o r u m o m n iu m q u a e r e c ip e r e p o te s t .

e t c o n s e q u c n te r d a r e tv r a liu d s u b ie c tu m p r iu s m a te ria , q u o d re p u g n a t ra tio n i m ateriae. N e q u e e d a m d ici p o te s t s e c u n d u m , p rim o , q u ia a c tu s su h s iste n ts e s t p e rfe c tio r a c n i in ­ fo rm a n te : u n d e si ita sit su b siste n s u t in­ fo rm a re n o n p o ssit, s e m p e r e s t s u b s ta n tia

Quaestitmis resolutio g . U t q u a e s tio n i r e s p o n d e a m u s sec lu s a o m n i a m b ig u ita te t e r m in o r u m , d is tin g u a m u s q u a e s tio n e m d e e n t i t a t e e s s e n tia e e t d e e n t i t a t e e x is t e n tia e ; n a m e s t v a ld e c o n tr o v e r s u m

Disputación XIII.—Sección IV

421

d a, pues es cosa muy discutida cómo se distinguen estas dos cosas en las cria­ turas, y por ello es más cierta la solución de una cosa que la de otra. Por otra parte, cuando se estudia si la materia tiene de por sí entidad, y no por la forma, aquella negación puede entenderse doblemente: en un sentido, que no la tenga intrínsecamente por la forma, o sea como por un acto informante y que da el ser a la materia por su intrínseca inform adón; de otro modo, que en ningún sen­ tido tenga su ser por la forma o por relación a la forma, o por dependencia de ella. 9. L a m a te ria tie n e la e se n c ia actú a! d is tin ta d e la fo rm a , p e r o d e p e n d ie n te d e ella .— Digo, por consiguiente, en primer lugar, que la materia prima por sí y no intrínsecamente por la forma, tiene su entidad actual de esenda, aun cuando no la tenga más que con intrínseca relación a la forma. Hablo en esta aserción del ser actual de la esencia, para convenir en los nombres y modo de hablar con los autores de la opinión contraria; aunque en este sentido, y en cuanto a esta parte, no veo cómo puede haber diversidad de opiniones; pues la materia creada por Dios y existente en el compuesto, tiene alguna esencia real, ya que de lo contrario no sería un ente real; pero la esencia de la materia no queda consti­ tuida intrínsecamente en su ser de esencia por la forma; por consiguiente, tiene por sí misma su entidad de esencia, cualquiera que sea. Se prueba la menor por­ que la forma no constituye intrínsecamente alguna naturaleza en su ser de esen­ cia, más que componiéndola por modo de acto; y la forma no compone la.esencia de la materia, como consta por sí mismo, porque la materia es esencialmente una entidad simple, como también la forma, y de ambas surge el compuesto. De lo cual se toma la segunda razón; pues toda entidad simple tiene necesa­ riamente por sí misma de modo intrínseco, y no por otra entidad, su esencia, porque en esto consiste la razón misma de entidad o de esencia simple; ahora bien, la materia es una esencia simple; luego. Tercero, la materia esencialmente es una entidad incompleta; luego intrínsecamente no queda constituida por. la forma. L a conscuencia es evidente, porque si incluyese la forma, nada le faltaría para la razón de esencia completa. Finalmente, por el mismo concepto de pura 'potencia se colige esto mismo; pues si la materia tuviera'intrínsecamente su ser q u o m o d o h a e c d u o d i s t i n g u a n t u r i n c r e a t u r is e t id e o c e r tio r e s t re s o lu tio d e u n a q u a m d e a lte ra . R u r s u s , c u m i o q u i r i t u r a n m a te r i a h a b e a t e x s e e n t i t a t e m e t n o n a f o r m a , d u p l i c i t e r in te llig i p o te s t illa n e g a t i o : u n o m o d o , q u o d n o n h a b e a t a fo r m a in tr in s e c e s e u u t a b a c t u in f o r m a n te e t d a n t c e ss e m a te r ia e p e r s u a m in tr in s e c a m in f o r m a tio n e m ; a lio m o d e , q u o d n u lla r a t i e n e h a b e a t s u u m e s s e p e r fo r m a m s e u p e r h a b i t u d i n e m a d f o r m a m a u t p e r d e p e n d e n t i a m a b illa . 9. M atena actualem essentiam distinctam

a forma habet, at ab illa dependentem.— D i c o e r g o p r i m o : m a te r ia p r i m a e x s e e t n o n in tr in s e c e a f o r m a h a b e t s u a m e n t i t a ­ t e m a c t u a le m e s s e n tia e , q u a m v is n o n h a b e a t illa m n is i c u m in tr jn s e c a h a b i t u d i n e a d fo r­ m a m . L o q u o r i n h a c a s s e rtio n e d e a c tu a li e s s e e s s e n tia e , u t i n n o m in ib u s e t m o d o lo q u e n d i c o n v e n ia m c u m a u c t o r ib u s c o n t r a r ia e o p i n i o n i s ; q u a m q u a m in h o c s e n s u e t q u o a d h a b e p a r te m , n o n v id e o q u o m o d o p o s s it e ss e o p in io n u m d iv e r s i t a s ; n a m m a ­ t e r i a c r c a t a a D e o e t i n c o m p o s i to e x is te n s

h a b e t a liq u a m e s s e n tia m r e s i s t a , ■a lio q u i n o n e s s e t e n s r e a l e ; s e d e s s e n tia m a te r ia e n o n c o n s t i t u i t u r in tr i n s e c e i n s u o e s s e e s s e n tia e p e r f o r m a m ; e r g o p e r s e ip s a m h a b e t s u a r n q u a l e m c u m q u e e n t i t a t e m e s s e n tia e . M i n o r p r o b a t u r , q u ia f o r m a n o n c o n s ti tu it i n t r i n ­ s e c e a liq u a m n a t u r a m i n s u o e s s e e s s e n tia e n is i c o m p o n e n d o illa m p e r m o d u m a c t u s ; f o r m a a u te m n o n c o m p o n it e s s e n tia m m a t e ­ r ia e , u t p e r s e c o n s t a t , q u i a m a t e r i a e s s e n t i a l i t e r e s t e n t i t a s s im p le x , s i c u t e t f o r m a , e t e x u t r a q u e c o n s u r g it c o m p o s i tu m . U n d e s u m i t u r s e c u n d a r a d o ; n a m o m n is e n t i t a s s im p le x n e c e s s a r io h a b e t p e r s e ip s a m i n t r i n ­ s e c e , e t n o n p e r a lia m e n tita te m , s u a m e s ­ s e n ti a m , q u i a i n h o c c o n s i s t i t i p s a m e t r a t i o e n t i t a t i s s e u e s s e n tia e s im p l i c i s ; s e d m a t e r i a e s t e s s e n tia s i m p l e x ; e r g o . T e r t i o , m a t e r i a e s s e n t i a l i t e r e s t e n t i t a s in c o m p l e t a ; e r g o i n tr in s e c e n o n c o n s t i t u i t u r p e r f o r m a m . P a t e t e o n s e q u e n tia q u ia s i f o r m a m in c l u d e r e t , n i h i l illi d e e s s e t a d r a t i o n e m c o m p l e t a i e s s e n tia e . T a n d e m e x ip s a r a t i o n e p u r a e p o t e n tia e h o c i p s u m c o l lig itu r ; n a m s i m a t e r i a

422

Disputaciones metafísicas

de esencia por la forma, incluiría en su concepto esencial el acto de la forma, no como un término extrínseco o añadido, sino com un acto intrínseco formal cons­ titutivo, y así no sería ya pura potencia. 10. Podrá decirse: estos argumentos prueban acertadamente acerca del ser de ia esencia potencial, pero no de la actual. Hay que responder que si se habla del ser en potencia objetiva o en la virtud de causa, y del ser en acto opuesto a esta potencia, así no sólo valen las razones dadas acerca del ser potencial, sino principalmente acerca del ser actual, porque ya sea que la materia exista por una entidad distinta de sí, sea que no, con todo es cierto que cuando está unida ac­ tualmente a la forma, tiene su esencia actual, sobre la cual (sea lo que fuere de la existencia) valen todas las cosas dichas, que es esencialmente una entidad simple, actuable ciertamente por la forma pero que no incluye intrínsecamente en su misma esencia la forma. Y por ello, conservada la misma entidad numérica de la esencia, puede rechazar una forma y adquirir otra; luego, por aquella sim­ ple entidad suya, tiene la propia perfección de la esencia, distinta de aquella que le confiere la forma; y de modo semejante, de acuerdo con ella, tiene el actual ser de la esencia; pues toda esencia incluye algún ser, al menos esencial. Y si se trata del ser potencial, como se llama por la potencia receptiva y se dis­ tingue del acto actuante, así es verdad que la materia sólo dice entidad po* tendal; sin embargo, esto no excluye que en aquella esencia, cualquiera que •sea, esté intrínsecamente constituida por sí misma y no por la forma. 11. En cuanto al hecho de que la materia no tiene su propia entidad de esenda sin la relación trascendental a la forma, se prueba porque es esen­ cialmente potencia, como después se mostrará, y es evidente por la definición de Aristóteles, que dice que la materia es e l p r im e r su je to , etc.; ahora bien, toda potencia dice intrínseca relación a su acto; pero d acto propio de la ma­ teria es la forma; luego la materia tiene su propia esencia por sí misma con la reladón a la forma. Pero esta relación no es esencial y primariamente a esta o a la otra forma, sino a la forma absolutamente y, por consiguiente, a cual­ quier forma generable o que pueda unirse por generación, y por ello, aunque h a b e r e t s u u m . e s s e e s s e n tia e in tr in s e c e p e r f o r m a m , i n s u o e s s e n tia li c o n c e p tu i n c l u d e r e t a c t u m fo r m a e , n o n u t e x tr in s e c u m t e r m i n u m s e u a d d itu m , s e d u t i n tr in s e c u m a c t u m f o r ­ m a le m c o n s ti tu e n te m , a t q u e i t a n o n e s s e t p u r a p o te n tia . 10. D ic e s h a e c a r g u m e n ta re c te p r o b a r e d e e s s e e s s e n tia e p o te n tia li, n o n v e r o a c t u a l i . R e s p o n d e t u r , s i s it s e r m o d e e s s e i n p o ­ t e n t i a o b ie c tiv a s e n i n v i r t u t e c a u s a e , e t d e e s s e i n e c t u o p p o s ito h u ic p o te n tia e , s ic n o n s o lu m p r o c è d e n t r a d o n e s fa c ta e d e e s s e p o ­ te n tia li s e d m a x im e d e a c tu a l! , q u ia s iv e m a te r ia e x is tâ t p e r e n tita te m a se d is tin c ta m s iv e n o n , ta rn e n c e r tu m e s t q u o d , c u m a c t u e s t c o n iu n c ta f o r m a : , h a b e t s u a m a c t u a le m e s s e n tia m d e q u a (q u id q u i d s it d e e x is te n ­ cia) p r o c e d u n t o m n ia d ic ta , q u o d e s s e n tia lit e r e s t e m ita s s im p le x , a c tu a b ilis q u id e m p e r l o r t n a m , n o n ta r n e n in c lu d e n s i n s u a e s s e n tia in tr in s e c e fo r m a m . E t id e o , c o n s e rv a ta e a d e m n u m e r o e m í t a t e e s s e n tia e , p o t e s t a b iic e r e u n a m f o r m a m e t a lia m a c q u i r e r s ; e r g o p e r

a b iila q u a m -fo rm a c o n f e r t ; e t s im ilite r s e ­ c u n d u m illa m h a b e t a c t u a te e s s e e s s e n tia e ; n a m o m n is e s s e n tia i n c lu d it a liq u o d e ss e , s a lte rn e s s e n tia le . S i v e r o s it s e r m o d e e s s e p o te n tia li, u t d i c i t u r a p o te n tia re c e p tiv a e t d is tin g u itu r a b a c t u a c t u a n t e , s ic v e r u m e s t m a te r ia m s o lu m d ic e r e e n tita te m p o te n tia ­ l e m ; ta r n e n h o c n o n e x c l u d it q u i n in ilia q u r i i c u m q u c e s s e n tia s e ip s a s i t in tr in s e c e c o r s titu ta , e t n o n p e r fo rm am . 11. Q u o d v e r o m a te r ia n o n h a b e t s u a m m e t e n tita te m e s s s e n tia e s in e tr a n s c e n d e n ta li h a b itu d in e a d f o r m a m , p r o b a t u r q u ia e s s e n tia lite r e s t p o te n tia , u t in f r a o s te n d e tu r , e t p a t e t e x d e S n itio n e A r is to te lis d ic e n tis m a ­ te r ia m e s s e primum subiectum, e t c . ; o m n is a u t e m p o t e n t i a d i c i t i n t r i c s e c a m h a b it u d i n e m a d Simm a c t u m ; p r o p r i u s a u t e m a c tu s m a te r ia e e s t f o r m a ; h a b e t e r g o m a te r ia s u a m p r o p r i a m e s s e n tia m p e r s e ip s a m c u m h a b i t u ­ d in e a d f o r m a m . H a e c a u te m h a b itu d o n o n e s t p e r se p r i m o a d h a n c v e l illa m f o r m a m s e d a d f o r m a m a b s o lu te , e t c o n s e q u e n te r a d

Disputación XIII.—Sección IV

423

en la materia se varíen las formas, no se varía la razón esencial o la relación de la materia. Lo cual es también argumento claro de que la materia no tiene la entidad de esencia por la información de la forma. 12. S e deshace una objeción. — Pero algunos objetan, porque todo el ser de la esencia debe estar constituido en alguna especie determinada; pero toda especie existe por la forma; por consiguiente, ningún ser de la esencia puede estar constituido plenamente si no es por la forma. Por lo cual, Santo Tomás, I, q. 44, a. 2, dice que la materia es contraída mediante la forma hasta una especie determinada. A esto casi se ha respondido en lo que precede, que la materia de las cosas generables está constituida en la última especie de mate­ ria, en la cual especie no queda constituida por aquella forma por la que es informada, pues tiene siempre la misma bajo cualquier forma. Y cuando se dice que la forma es la que da la especie, se entiende de la especie completa y perfecta. Y en el mismo sentido entiende Santo Tomás que la materia queda contraída mediante la forma a una determinada especie, como declara abierta­ mente con las siguientes palabras, diciendo: C om o la sustancia d e una especie qu eda contraída p o r e l accidente q u e le sobreviene hasta un determ in ado m o d o d e ser, tal com o el hom bre se contrae p o r lo blanco. Este ejemplo sólo se adu­

ce para explicar que esta determinación de la materia por la forma no es en cuanto a la intrínseca esencia de la misma materia, sino en cuanto a la esen­ cia del compuesto, que en cierto modo sobreviene a la materia misma en sí, en cuanto que el modo de existir de la materia bajo esta o aquella forma no es de la esencia de la materia, sino variable en ella. Por lo cual, Santo Tomás, en aquel mismo artículo, supone claramente que la materia de por sí tiene algún ser además de aquel que le da la forma; pues de ello concluye que Dios es causa de la materia porque es causa de las cosas, no sólo en cuanto son tales por las formas accidentales o sustanciales, sino también según todo aquello que pertenece a su ser de cualquier modo. Y en la misma I, q. 14, a. 11, ad 3, dice que aunque la materia* se, aparte d e la sem ejanza de D io s según su potenciali­ da d , con todo en cuanto q u e incluso así tiene ser, tiene una cierta sem ejanza

v is i n m a t e r i a v a r i e n t u r f o r a m e , n o n v a r i a t u r e s s e n tia lis r a t i o v e l h a b i t u d o m a te r ia e . Q u o d e tia m e s t d a r u m a r g u m e n tu m m a te r ia m n o n h a b e r e e n tita te m e s s e n tia e a b in f o r m a tia n e fo r m a e . 12. Obieclio dissolvitur.— S e d o b i i d u n t a liq u i : n r m o m n e e s s e e s s e n tia e d e b e t e s s e c o n s ti tu tu m i n a liq u a c e r ta s p e c ie ; s e d o m n is s p e c ie s e s t p e r f o r m a m ; e rg o n u l l u m e s s e e s s e n tia e p o t e s t e ss e p ie n e c o n s ti tu tu m n i s i p e r fo rm a m . U n d e D . T h o m a s , I , q . 4 4 , a. 2 , d i d t m a te r ia m c o n tr a h i p e r f o r m a m a d d e te rm in a ta m s p e d e m . A d h o c i n s u p e rio rib u s fe re r e s p o n s u m e s t m a te r ia m r e r u m g e n e r a b iliu m c o n s ti tu ta m e s s e in u l t i m a s p e ­ c ie m a te r ia e , i n q u a s p e c ie n o n c o n s ti tu itu r p e r e arn fo rm a m q u a in fo r m a tu r; n a m e a m d e m sem p e r h a b e t su b q u a c u m q u e fo rm a. C u m a u te m d i c i t u r f o r m a m e s s e q u a e d a t s p e d e m , in te U ig itu r d e s p e c ie _ c o m p le ta e t n r.rt/v to F t p/iH em s e n s u in te llig it D . T h o -

q u e n tib u s v e r b is , d i c e n s : Sicut substantia alicuius spedai per accidens illi adveniens contrahitur ad determinatum modum essendi, ut homo contrahitur per album. Q u o d e x e m p lu m s o lu m a d d u d t u r a d d e c l a r a n d u m h a n c d e te r m in a tlo n e m m a te r ia e p e r f o r m a m n o n e s s e q u o a d in t r i n s c c a m e s s e n tia m i p s iu s m a te r ia e , s e d q u o a d e s s e n tia m c o m p o s i ti, q u a e q u o d a m m o d o a c c id it ip s i m a t e r i a e s e ­ c u n d u m s e , q u a t e n u s m o d u s e x is t e n d i m a t e ­ r i a e s u b h a c v e l ilia f o r m a n o n e s t d e e s s e n tia m a te r ia e s e d v a ria b ilis i n ip s a . U n d e D . T h o ­ m a s in ilio e o d e m a rtic u lo a p e r te s ù p p o n i t m a te r ia m e x se h a b e r e a liq u o d e s s e p r a e t e r i llu d q u o d d a t f o r m a ; i n d e e n im c o n c l u d it D e u m e s s e c a u s a m m a te r ia e , q u ia e s t c a u s a r e r u m n o n so lu m s e c u n d u m q u o d s u n t ta le s p e r fo r m a s a c d d e n ta le s v e l s u b s ta n tia te s , s e d e tia m s e c u n d u m o m n e illu d q u o d p e r t i n e t a d e ss e illa r u m q u o c u m q u e m o d o . E t e a d e m I , q . 14 , a . 1 1 , a d 3 , a i t licet materia recedat

424

Disputaciones metafísicas

con el ser divino; y en la q. 3 D e Veritate, a. 5, ad 1, dice que aunque la ma­ teria prima sea informe, con todo hay en ella una imitación de la primera forma, pues por más que tenga un ser m uy débil, con todo es imitación del ser primero. 13. Digo en segundo lugar, que la materia prima tiene también en sí y por sí entidad o actualidad de existencia distinta de la existencia de la forma, aunque tenga aquélla con dependencia de la forma. La primera parte la man­ tiene Enrique, Quodl. I, q. 10, y Quodl. IV, q. 16; Escoto, In II, dist. 12, q. 1 y 2, y allí mismo Gregorio, q. 1; Gabriel y otros en el mismo sitio. El funda­ mento de esta conclusión, supuesta la precedente, es que el ser de la existencia no añade ninguna cosa o modo real sobre la entidad de la esencia, en cuanto actual y puesta fuera de las causas, ya que por lo mismo que la entidad se con­ cibe como actual fuera de sus causas, se concibe como existente. El cual prin­ cipio ha de ser probado expresamente después, en la Disp. XXXIV. De él se sigue evidentemente que la materia, del mismo modo que tiene la entidad ac­ tual de la esencia distinta de la forma, así tiene su propio ser de existencia, el cual retiene bajo cualquier forma. Con lo cual se confirma: pues la materia tie­ ne la misma entidad numérica bajo la forma de lo engendrado que tenía bajo la forma de lo que se corrompió; por tanto, tiene también el mismo ser numé­ rico por el que queda constituida en tal entidad actual. Pero aquel ser es el ser de la existencia, como se prueba en dicho lugar. Se confirma en segundo tér­ mino porque la materia en cuanto se presupone para la forma y es sujeto de la generación, no es la nada absoluta, pues de lo contrario la generación se haría de la nada; luego es alguna entidad creada; luego una entidad actual y exis­ tente, porque la creación no queda terminada más que en la entidad actual y existente. N i puede ser sujeto real si no está existiendo en la realidad. Final­ mente, tal es la existencia de la cosa como es la esencia actual; por consiguiente, como la esencia de la sustancia corpórea se compone de las esencias parciales de la materia y la forma, así también la existencia íntegra de la misma sustan­ cia se compone de las existencias parciales de la materia y la forma. Esto ha de ser probado con más extensión en el-lugar citado; pues* se sigue manifies­ tamente de dicho principio que la existencia y la esencia actual no se distinguen habet, similitudinem quamdam habere divini esse; et q. 3 de Verit, a. 5, ad 1, ait: lice; materia prima sit informis, tarnen inest et imitatio primae formae, quantumcumque enim debile esse habeat, illud tarnen est imi­ tatio primi entis.

tentiae, quod retinet sub quacumque forma. Unde confirmatur: nam materia eamdem numero entitatem actualem habet sub for­ ma geniti quam habet sub forma corrupti; ergo etiam habet idem numero esse quo constituitur in tali entitate actuali. Mud au­ 13. Dico secundo: materia prima etiam tem esse est existentiae, ut dicto loco probatur. Confirmatur secundo, nam materia habet in se et per se entitatem seu actualiut praesupponitur formae et est subiectum tatem existentiae distinctam ab existentia generationis, non est omnino nihil, alias ge< formae, quamvis illam habeat dependenter a neratio fieret ex nihilo; est ergo aliqua en­ forma. Priorem partem tenet Henric., Quodl. titas creata; ergo entitas actualis et exis­ I, q. 10, et Quodl. IV, q. 16; Scot., In II, tens, quia creatjo non nisi ad actualem en­ dist. 12, q. 1 et 2, et ibid. Gregor., q. 1 ; Ga­ titatem et existentem terminatur. Nec sub­ briel et alii, ibid. Fundamentum huius coniectum reale esse potest, nisi sit in rerum clusionis, supposita praecedenti, est quia esse natura existens. Demum talis est existentia existentiae nullam rem vel modum realem rei qualis essentia actualis; sicut ergo essen­ addit supra entitatem essentiae, ut actualem tia substantiae corporeae componitur ex paret extra causas positam, quia hoc ipso quod entitas concipitur actualis extra causas, con- tialibus essentiis materiae et formae, ita etiam integra existentia eiusdem substantiae com­ cipitur existens. Quod principium infra, disp. ponitur ex partialibus existentiis materiae et XXXIV, ex professo probandum est. Ex ilio formae. Quod in citato loco latius proban­ autem evidenter sequitur materiato sicut hadum est; sequitur enim manifeste ex dicto oet entitatem essentiae actualem distinctam principio, quod existentia et essentia actua3 forma, ita habere suum proprium esse exis-

Disputación XIII.—Sección IV

425

realmente sino con la razón; luego la materia en cuanto que es una entidad ac­ tual realmente distinta de la forma, incluye en su entidad la propia existencia par­ cial, distinta también en la realidad de la existencia parcial de la forma. 14. En cuanto a que esta existencia de la materia dependa de algún modo de la forma y de su información, parecen negarlo Escoto, Enrique y Gregorio en los lugares citados antes; pero la sentencia contraria que pusimos en la se­ gunda parte de la aserción está comúnmente admitida, porque la materia, aun­ que tenga propia existencia, con todo, ésta es tan imperfecta que sin la ayuda de la forma no puede existir naturalm ente; y a esto es a lo que ahora se lla­ ma dependencia de la materia respecto de la forma. De qué clase sea este modo de dependencia no puede explicarse cómodamente si no explicamos prim ero la causalidad de la forma; y allí mismo trataremos también si es tan grande la de­ pendencia de la materia respecto de la forma que sin ella no pueda existir en modo alguno. 15. Digo en tercer lugar que la materia no tiene de por sí la actual enti­ dad o existencia sin causa eficiente, sino que es preciso que reciba este ser de otro, es decir, de Dios. Esta aserción, según la fe, es certísim a; en cambio, se­ gún la filosofía no todos admiten que pueda demostrarse Por lo cual, de acuerdo con la sentencia de Platón, la materia se supone para toda acción, incluso para la de Dios, y ppr ello se juzga que es improducida, como refieren, de entre los Padres, Justino en la O r a t. P a ra en . a d G e n i .; y Ambrosio, lib. I H e x a m ., c. 1 ; y Atanasio, lib. D e I n c a m a t. V e r b i, al comienzo; y de los filósofos, Plutarco, lib. I D e P la c itis ; Filopón, I P h y s ., text. 6 ; y Temistio, text. 32. En cambio, el pa­ recer de Aristóteles permanece dudoso, del cual trataremos después al ocupamos de la causa eficiente. Y se demuestra suficientemente la afirmación establecida porque sólo puede existir un ser por esencia e intrínsecamente necesario, como mostraremos después al demostrar que Dios existe; pero aquel ser no puede ser la materia prima, a no ser que caigamos en el error de los que dijeron que la materia prima era Dios, al cual, con razón, califica de m uy necio Santo T o­ más en I, q. 3, a. 8, -y en X c o n t. G e n t ., c. 17; pues no hay ningún ser sustanlis non re, sed ratione distinguuntur; ergo matsria, ut est actualis entitas realiter distincta a forma, in sua entitate includit propriam partialem existentiam, in re etiam distinctam ab existentia partiali formae. 14. Quod autem haec existentia materiae pendeat aliqüo modo a forma et ab informatione eius, videntur negare Scot., Henric. et Gregor., Iocis supra citatis; contraria vero sententia, quam in secunda parte assertionis posuimus, communiter recepta est, quia ma­ tera, quamvis propriam existentiam habeat, illa tarnen adeo imperfecta est ut sine formae adminiculo naturaliter esse non possit; et haec vocatur in praesenti dependentia ma­ teriae a forma. Qualis autem sit hic modus dependentiae declarari commode non potest nisi prius explicemus causalitatem formae; et ibidem etiam tractabimus an sit tanta dependentia materiae a forma, ut sine illa ntdlo modo esse possit. 15. Dico tertio: materia non habet ex se actualem entitatem Tel existentiam sine

causa efficienti, sed oportet tit ab alio, sci­ licet a Deo, hoc esse redpiat. Haec assertio secundum fidem certissima est; secundum philosophiam vero non omnes admittunt esse demonstrabilem. Unde ex sententia Platonis *, materia ad omnem actionem etiam Dei supponitur et ideo infecta esse censetur, ut referunt ex Patribus Iustin., in orat. Paraen. ad Gent. ; et Ambros., lib. I Hexam., c. l j et Athanas., lib. de Incamat. Verbi, in initio; et ex philosophis Plutarch., lib. I de Placitis; Philopon., I Phys., text. 6 ; et Themist., text. 32. D e sententia vero Aristotelis dubia res est, quam tractabimus infra agentes de causa efficienti. Sufficienter au­ tem demonstratur assertio posita ex eo quod tantum esse potest unum ens per essentiam et ab intrinseco necessarium, ut ostendemus infra demonstrando esse Deum ; illud au­ tem ens non potest esse materia prima, nisi incidamus in eorum errorem qui dixerunt materiam primam esse Deum, quem metito stultissimum appellat D . Thomas, I, q. 3, a. 8, et I cont. Gent., c. 17; nullum est

* Vide Aicinoum, i n lib. de Doct. P lat, c. 9 ; Bessat., lib. cont. Calum. P la t, C. 5.

Disputaciones metafísicas

426

dal más distante de Dios que la materia prima, ni repugna a Dios más cosa alguna que aquel oficio por el que se establece la materia prima, que es recibir, y ser potencia pasiva, ser actuado y perfeccionado; por consiguiente, la mate­ ria no es un ente por sí necesario y por su esencia; luego no es de por sí una en­ tidad actual hasta que sea hecha por otro y reciba la existencia. Y se confirma, pues ser un ente en acto por sí y por la sola virtud de la propia esencia es una gran perfección que no tienen los entes finitos más perfectos; como son los cielos y los ángeles; más aún, ella sola es indicio de infinita perfección; por consi­ guiente, siendo la materia imperfecta no puede convenirle esta perfección; pero todas estas cosas han de ser tratadas después con más extensión, en los pasajes citados. C orolarios d e la d o c trin a a n terio r

16. P rim ero . — De esta conclusión se sigue en primer lugar que la materia ha sido hecha por creación y que no se pudo hacer de otro modo, y en este sen­ tido debe tomarse que Aristóteles la llame ingenerable, I de la F ísica , c. 9, pues si entiende él que la materia es enteramente improductible, yerra por entero, como mostramos; debe, por consiguiente, entenderse que de este modo, a sa­ ber, por generación, no es productible. Esto es evidente, porque la materia, por ser primer sujeto, no puede ser producida a partir de un sujeto, pues entonces supondría ya un sujeto anterior, cosa que es contradictoria; luego no puede hacerse por generación; pues se hace por generación aquello que se hace a partir de un sujeto presupuesto; resta, por consiguiente, que sólo pueda ser hecha por creación, porque sólo puede hacerse de la nada. Podrá decirse: esto está en contradicción con el axioma admitido por todos los filósofos: D e la nada, n a d a se hace. Respondo que esto sólo es verdad respecto de los agentes naturales, que son finitos y sólo tienen virtud operativa por la forma; pero no respecto de Dios, que tiene infinita virtud y suma actualidad, y es el ente primero y p e r sé, que es causa primera de todo ente participado en cuanto tal. Por tanto, se concluye acertadamente de ello que sólo Dios puede ser el pro­ ductor de la materia prima, porque es propio de El crear, como después se mostrará. materiam esse omnino infactibilem, omnino errat, ut ostendimus; debet ergo intelligi quod tali modo, scilicet, per generationem, produdbilis non sit. Quod est evidens, quia materia, cum sit primum subiectum, non potest ex subiecto produci, alias supponeret aliud subiectum prius, quod repugnst; ergo non potest per generationem fieri; illud enim per generationem fit quod ex praesupposito subiecto fit; relinquitur ergo, ut solum possit per creafionem effici, quia solum potest fieri ex nihilo. Dices: hoc repugnat axiomati recepto ab omnibus philosophis: Ex ni­ hilo nihil fit. Responded hoc solum esse verum respectu agentium naturalium, quae sunt frnita et solum habent vim agendi per _formam; non vero respectu Dei, qui est infiCorotlaria ex superiori doctrina nitae virtutis et summae actualitatis et pri­ 16. Prìmum.— Ex hac conclusione se- mum ac per se ens, quod est causa prima totius entis paxticipati in quantum tale est. quitur primo materiam factam esse per creaRecte vero inde concluditur solum Deum tionem nec potuisse aliter fieri, et hoc sensu esse posse effectorem materiae primae, quia accipi debere quod Aristoteles eam vocet inproprium eius est create, ut infra ostendetur. generabilem, I Phys., c. 9 ; nam si intelligat

enim ens substantiate magis distans a Deo quant materia prima, nec quidquam magis Deo répugnât quant illud munus propter quod ponitur materia, quod est recipere et esse potentiam passivane, actuari ac perfici; ergo materia non est ens per se necessarium ac per essentiam; ergo non est ex se actualis entitas, donee ab alio fiat et existentiam tecipiat. Ht confirmante, nam esse ens actu ex se et vi solius essentiae propriae est mag­ na perfectio, quant enfia finita perfectissima ut sunt cadi et-angeli non habent; immo l’Ila sola est indicium infinitae perfectionis ; cum igitur materia imperfecta sit, non potest haec perfectio ei convenire; sed haec omnia latius tractanda sunt .inferius locis citatis.

Disputación XIII.—Sección IV

427

17. Segundo.— En segundo lugar, se infiere de lo dicho que la entidad de la materia es incorruptible, cosa que puede demostrarse proporcionalmente por la razón aducida arriba; porque lo que puede corromperse puede resolverse en la materia preyacente; y la materia no puede resolverse en una materia an­ terior. Por lo cual, la corrupción, si se toma propiamente, sólo le conviene al compuesto de materia y forma cuya unión sea disoluble. Pero si se extiende a aquellas cosas capaces de sufrir una con-corrupción (por llamarla así), así pue­ de convenirle también a la forma que depende de la materia en su ser, porque de tal modo se destruye que al menos permanezca su sujeto; y si el sujeto pri­ mero se destruyese también, no habría corrupción sino aniquilación. Podráde­ cirse que con esta razón queda rectamente probado que la materia no esco­ rruptible cotí tal propiedad, pero no que no pueda ser destruida totalmente o perder el ser por la corrupción del compuesto; y parece que de este modo puede corromperse o ser destruida, pues el agente natural con frecuencia tiene poder para expulsar una forma y no para introducir otra; por consiguiente, de este modo tiene poder para destruir l a ' materia, ya que no puede conservarse sin la forma. Respondo que nunca puede la forma ser expulsada de la materia naturalmente si no es por la introducción de otra, sea que esta introducción la haga un agente próximo principalmente sea sólo instrumental o dispositiva­ mente; y éste es el modo de generación y de corrupción que pide el mismo orden natural de las cosas. Todas estas cosas han de ser declaradas ex professo en lo que sigue. Pero por ello sucede que no puede la materia ser corrompida o destruida naturalmente según su propio ser, sino sólo según su unión a esta o aquella forma, o según la privación de alguna forma, como dijo Aristóteles en el lugar citado; pero Dios, por su potencia, podría destruir la materia, no por corrupción sino por aniquilación, suspendiendo el influjo con que la con­ serva y el concurso con que introduce en ella la forma; pero esto sólo es por la potencia extrínseca de Dios; por lo cual no impide que la materia sea de por sí perpetua e incorruptible. 17. Secundum.—. Secundo infertur ex aliam; ergo hoc modo est potens ad destrudictis materiae entità tem esse incorruptibiendam materiam, cum non possit sine forma lem, quod potest ratione superius facta proconservari. Respondeo nunquam posse for­ portionaliter demonstrari; nam, quod potest mant expelli a materia naturaliter nisi per introductionem alterius, sive haec introduccorrumpi potest resolvi in materiam praeiacentem; materia autem non potest resolví tio fiat ab agente proximo principaliter, sive' in priorem materiam. Unde corrumpi, si instrumentaliter tantum seu dispositive; atproprie sumatur, solum competit composito que hunc modum generationis et corruptioex materia et forma, quarum unió sit dissonis postulat ipse naturalis ordo rerum. Quae lubilis. Si vero extendatur ad ea quae conomnia in sequentibus ex professo dedarancorrumpuntur (ut ita dicam), sic edam pot­ da sunt. Inde vero fit non posse materiam est convenire formae quae a materia pen­ naturaliter corrumpi aut destrui secundum dei in suo ese, quia ita destruitur ut saltern esse proprium, sed solum secundum uniomaneat subiectum eius; si autem subiectum nem ad hanc vel illam formam vel secun­ etiam primum destrueretur non esset cordum privationem alicuius formae, ut Aristoruptio, sed annihilatio. Dices hac ratione teles dixit loco citato; Deus autem per suam recte probari materiam non esse corruptibi- potentiam posset materiam destruere, non corrumpendo, sed annihilando, suspendendo lem in dieta proprietate, non vero quod ad cormptionem compositi non possit omni- influxum quo illam conservat, et concursum quo in ilia formam introducit; hoc autem so­ no destruí seu amittere esse; videtur autem lum est per potentiam extrinsecam D ei; unde hoc modo posse corrumpi seu destruí; nam non impedit quominus materia de se perpetua agens naturale saepe est potens ad expellenet incorruptibilis sit. dam unam formara et non ad introducendam

Disputaciones metafísicas

428

S E C C I O N Si

la

m a t e r ia

es

pu ra

p o t e n c ia

y

en

qué

V s e n t id o

debe

en ten d erse

esto

1. L a solución de las objeciones que han sido puestas contra nuestra sen­ tencia en la sección precedente depende de la solución de la presente cuestión; pues no tenemos que negar que la materia sea pu ra potencia, ya que en tal aserto, parece que están acordes todos los filósofos; pero hay qu e explicar el ver­ dadero sentido de esa expresión. Diversas opiniones 2 . P or tanto, los discípulos de Santo Tomás interpretan comúnmente que la materia se dice pura potencia, ya que n i de por sí n i en sí tiene existencia al­ guna si no es por la forma. E n cambio, Escoto, Enrique y otros citados ante­ riorm ente, distinguen un doble acto, a saber, formal y entitativo, y enseñan que •la materia tiene de por sí u n acto entitativo, pero no formal, y consiguientemente dicen que la m ateria se llama pura potencia en orden al acto formal, pero no* en orden al acto entitativo. 3. Algunos autores modernos, sin embargo, aunque no disienten de Escoto en lo fundamental, con todo n o aprueban su modo de expresión; pues con­ fiesan aquéllos que la materia tiene su propia existencia distinta de la existen­ cia de la forma, y, por consiguiente, enseñan que la materia está actualmente fuera de la nada, pero niegan que haya de ser llamada acto entitativo, ya por la razón aducida arriba de que no es acto ni informante n i subsistente, ya tam­ bién porque aunque la materia tenga un acto de existencia propio suyo, con to d o ‘ no es su existencia, porque en toda criatura se distingue la existencia al. menos ex natura rei de la esencia. 4. . Sin embargo, si lo que aquellos autores enseñan n o Ies parece inadmi­ sible, no veo por qué les pueda desagradar el modo de expresión,*-porque ni SECTIO V U trum materia s it pura potentta, et QUO SENSU m ACCIPIENDUM SIT 1. Solutio argumentorum quae contra nostram sententiam in praecedenti sectione posita sunt, ex resolutions praesentis quaestionis pendet; non est enira nobis negandum quin materia sit pura potentia, cum in ea assertione philosophi omnes convenire videantur; sed verus sensus jllius locutionis explicandus.

Variae opimones 2. Discipuli ergo D . Thomae communiter interpretantur materiam d id puram potentiam quia neque ex se neque in se habet ullam existentiam nisi per formam1*3. A t veto Scotus, Henricus e t alii supra dtati distinguunt duplicem actum, formalem, sci­ licet, et endtativum, et materiam docent ex 1 q. 2, 3 c. 9,

se habere actum endtadvum, non tarnen formalem, et oonsequenter aiunt materiam vocari puram potentiam in ordine ad actum formalem, non vero in ordine ad actum endtativum. 3. Quidam autem moderni auctores *, cum in re ab Scoto non dissentiant, modum tarnen loquendi non probant; fatentur enira illi materiam habere propriam existentiam, distinctam ab existentia formae, et consequenter docent materiam actu esse extra nihil; negant tarnen dicendam esse actum endtativum, turn propter rationem superius factam, quod neque est actus informans nec subsistens ; turn edam quia licet materia habeat actum existentiae sibi proprium, non tarnen est sua existentia, quia in omni crea­ tura existentia distingui tur saltern ex natura rei ab essentia. 4. Verumtamen si res quam illi auctores docent, non displicet, non video cur modus

CapreoL, In I, dist. 3, q. 3, a. 2, et In II, disi. 13, a. 3 ; Sondo, et Iavd., IX Metaph., et locis s u d . dt. Fonsec., lib. I Metaph., c. 7, q. 3, sect. 7 et 8: Conimbricenses, lib. I l i Phys., q. 3, a. 1.

Disputación X III.— Sección V

429

tal modo de expresión está en contradicción con Aristóteles, como mostraremos, ni se aparta del uso común y admitido de los términos. Pues en tantos modos como se dice la potencia puede decirse también el acto; y se dice que la cosa está en potencia, sea pasiva, porque puede recibir el acto, sea activa, porque puede hacerlo, sea objetiva o lógica, porque aunque no exista no le repugna la existencia; así, por consiguiente, la cosa puede decirse que es acto, o que está en acto, sea respecto de la potencia receptiva, o de la potencia objetiva, omi­ tiendo de momento la potencia activa, que para nada se refiere al caso presente. Por consiguiente, la materia prima, aunque sea pura potencia receptiva y así en su esencia no incluya ningún acto formal, cosa que queda significada por aquella palabra pura, a pesar de todo, después que ha sido creada, no puede decirse que está en pura potencia objetiva; luego por este motivo se dice acer­ tadamente que es o que tiene acto entitativo. 5. N i importa nada para esto que sea o no sea su existencia. Primero, cier­ tamente, porque cuando la materia se llama pura potencia, no sólo se niega que sea acto, sino también que conste de acto y potencia; y si la materia tiene pro­ pia existencia, aun cuando concedamqs que no es su existencia, con todo no podemos USgar que conste de su esencia y existencia; por consiguiente, incluye el acto; pues la existencia actual es acto de la esencia de acuerdo con todos y más aún en tal opinión; por consiguiente, no puede llamarse la materia pura potencia en orden al acto entitativo. Además, según aquella opinión, no queda suficientemente dividido el acto en formal y subsistente; pues además de ellos se' da el acto de la existencia, que no es subsistente, ya que se recibe en la esencia, ni es formal propiamente, ya que no es forma, sino que puede llamarse acto terminativo de la esencia; luego como la materia, tal como en la realidad se distingue de la forma, incluye este acto, no puede llamarse pura potencia en orden al acto entitativo. Además, de acuerdo con esa sentencia de la distinción real o ex natura rei de la existencia respecto de la esencia áctual, no puede ne­ garse que la esencia actual, en cuanto distinta de la existencia, tenga alguna actualidad, que no tiene la esencia concebida en la sola potencia objetiva; por loquendi displicere possit, quia neque Arisconstet ex actu et potentia; si autem materia toteli tails loquendi modus repugnat, ut habet propriam existentiam, licet demus non ostendemus, neque a communi et recepto usu esse suam existentiam, negare tarnen non terminorum discrepat. Nam quot modis dipossumus quin constet ex sua essentia et citur potentia, tot potest diet et actus; didexistentia; ergo includit actum; nam exis­ tut autem res esse in potentia, vel passive tentia actualis actus est essentiae secundum quia potest recipere actum, vel activa quia omnes et maxime in illa opinione; ergo non potest efficere, vel obiectiva seu logica quia, potest materia d id pura potentia in ordine quamvis non sit, ill! non repugnat esse; sic ad actum entitativum. Deinde iuxta illam ergo res did potest esse actus seu in actu, vel sententiam non dividitur suffidenter actus respectu potentiae receptivae vel potentiae in formalem et subsistentem; nam, praeter obiectivae, omissa pro nunc potentia activa ecs da tur actus existentiae qui non est quae nihil ad praesens refert. Materia ergo subsistens cum in essentia redpiatur, nec prima, quamvis sit pura potentia receptiva est formalis proprie cum non sit forma, sed atque ita in sua essentia nullum includat did potest actus terminativus essentiae; ergo, actum formalem, quod signifiestur per illam cum materia prout in re distinguitur a for­ ma indudat hunc actum, non potest did particulam pura, nihilominus postquam creapura potentia in ordine ad actum entitati­ ta est, non potest did esse in pura potentia vum. Praeterea, iuxta illam sententiam de obiectiva; ergo hac ratione recte dicitur esse disdnetione reali vel ex natura rei existen­ vel habere actum entitadvum. 5. Neque quidquam ad hoc refert, quod tiae ab essentia actuali, negari non potest quin essentia actualis ut condistinguitur ab sit vel non sit sua existentia. Primo quidem, existentia, habeat aliquant actualitatem quam quia cum materia dicitur pura potentia non non habet essentia concepts in sola potensolum negatur quod sit actus, sed etiam quod

430

Disputaciones metafísicas

consiguiente, la misma esencia actual, aun cuando no sea su existencia, es un cierto acto entitativo, es decir, otra cosa además de la pura potencia objetiva; más aún, si la esencia actual no se concibe así, no puede entenderse, esta opi­ nión que la distingue de la existencia como una cosa de otra o de un modo real. 6. Así, pues, cualquiera que sea nuestra opinión sobre la distinción entre la esencia y la existencia, ciertamente la materia, en cuanto realmente distinta de la forma, es un acto entitativo, pero de diverso modo; pues los que no dis­ tinguen la existencia de la esencia ex natura rei, sino sólo conceptúalmente, di­ rán que la materia, como es una entidad actual, es su misma existencia y ac­ tual esencia, las cuales en la realidad son lo mismo. Y porque de acuerdo con esta opinión el acto entitativo de la cosa no es más qué .la .existencia o su actual entidad, por ello se concluye rectamente que la materia es un cierto acto entitativo. En cambio, de acuerdo con la otra opinión que distingue ex natura rei la existencia de la esencia actual, y que, sin embargo, admite que la materia prima tiene su propia existencia, la cual retiene bajo cualquier forma, hay .que decir que la materia, además del acto de la forma, no sólo es su esencia actual sino que tiene además su propio acto de existencia. Pero los que ponen la dis­ tinción real entre la esencia y la existencia dé tal modo que nieguen que la materia tiene propia existencia además de la existencia que aporta la forma, dirán con­ secuentemente que la materia es pura potencia en orden al acto, tanto formal como entitativo o de la existencia; pero no pueden negar que haya alguna en­ tidad actual en el ser de la esencia. Aunque, por pensar ellos que la actualidad de la esencia depende enteramente de la existencia distinta, por dicha razón podrían decir que la materia, aunque en la realidad tenga la entidad de la esen­ cia, con todo, es de tal manera potencial que no es capaz de existencia sino mediante la forma; y en este sentido pueden llamarla pura potencia, incluso en orden al acto entitativo. 7. La materia existente en la realidad, es esencialmente acto entitativo.— Por consiguiente, como nosotros opinamos que la materia tiene su existencia parcial, y que la existencia no se distingue en la realidad de la esencia actual, sino sólo en nuestro modo de concebir, juzgamos también muy verdadero que tia obiectiva; ergo essentia ipsa actualis, esto non sit sua existentia est aliquis actus entitativus, id est aliquid aliud praeter puram potentiam obiectivam; immo, nisi ita concipiatur essentia actualis, non potest intelligi ilia opinio quae distinguit illam ab existen­ tia,.. tamquam rem a re vel a modo reali. 6. Quicquid ergo opinemur de distinctione essentiae et existentiae, certe materia ut est in re distincta a forma est aliquis ac­ tus entitativus, tarnen diverso modo; nam qui non distinguunt existentiam ab essentia ex natura rei sed tantum ratione, dicent materiam ut est entitas actualis esse suammet existentiam et actualem essentiam, quae in re idem sunt. Et quia iuxta hanc opinionem, actus entitativus rei nihil aliud est quam existentia vel actualis entitas eius, ideo recte concluditur materiam esse aliquem actum entitativum. Iuxta aliam vero sententiam distinguentem ex natura rei existentiam ab essentia actuali, et nihilominus admittentem materiam primam habere suam propriam existentiam quam retinet sub quacumque forma, dicendum est materiam praeter actum

formae et esse suam essentiam actualem et habere praeterea proprium actum existentiae. Qui vero ita ponunt distinctionem realem inter essentiam et existentiam ut negent ma­ teriam habere propriam existentiam praeter existentiam quam affert forma, consequenter dicent materiam esse puram potentiam in ordine ad actum, tarn formalem quam enti­ tativum seu existentiae; non tarnen possunt negare quin sit aliqua entitas actualis in esse essentiae. Quamvis, quia ipsi sentiunt actuar litatem essentiae omnino pendere ab existen­ tia distincta, ea ratione dicere possint mate­ riam, etsi in re habeat entitatem essentiae, tarnen illam esse ita potentialem ut non sit capax existentiae nisi mediante forma; atque hoc sensu possunt illam vorace puram po­ tentiam, etiam in ordine ad actum entita­ tivum. 7. Materia in re existens per se est actus entitativus.— Cum igitur nos opinemur ha­ bere materiam suam partialem existentiam et existentiam non distingui a parte rei ab actuali essentia sed tantum modo concipiendi nostro, verissimum etiam censemus mate-

Disputación XIII.—Sección V

431

la materia, en cuanto que es en la realidad una entidad actual, es también en la realidad un acto entitativo, y según la razón o nuestro modo de concebir se compone de existencia y esencia, como de acto terminante y potencia cuasi objetiva. Y una y otra cosa consta suficientemnte por lo que se dijo hace poco en contra de la opinión anterior. Y hablo siempre de la materia en cuanto que es una entidad actual, porque si se la concibe según aquello solamente que tie­ ne de por si, apartada toda eficiencia, entonces no tiene en si ninguna actualidad, sino que está sólo en la virtud de la causa, y de por sí sólo tiene la no repugnan­ cia de ser; con todo, esto no es propio de la materia, pues también la forma, más aún, incluso toda criatura considerada en sí misma, está de este modo en pura potencia; es preciso, pues, hablar de la materia en cuanto que es una entidad actual, o lo que es lo mismo, en cuanto que de por sí tiene un propio acto de existir distinto del acto de la forma. 8.- Para solucionar las dificultades apuntadas en la cuestión anterior y explicar el modo de hablar de los filósofos y evitar toda ambigüedad de tér­ minos, advierto que el nombre de acto puede tomarse en múltiples sentidos; pues a veces se dice de modo absoluto y a veces de modo relativo; porque al­ gunas veces se dice acto porque actúa algo, al modo como la forma es acto de la materia. Y a éste le llamo acto relativo, porque es acto de otro. Pero otras veces se llama acto porque en sí es algo actual y no potencial, aun cuando no actúe a ninguna otra cosa, al modo como Dios se dice acto; y a éste le llamo acto absolutamente hablando. Por otra parte, cada uno de estos actos puede subdis­ tinguirse; pues el acto que actúa, uno es físico y formal, como es la forma fí­ sica; y otro, en cambió, es metafisico, el cual es múltiple; pues uno eá acto de lá esencia, como la diferencia; otro, de la existencia, como la existencia, y pue­ de añadirse también el acto o modo de la subsistencia. Por su parte, el acto dicho absolutamente, uno es acto absolutamente, y el otro, acto relativamente. El primero, es aquel acto que en el género de ente simple o de sustancia es de tal modo completo que ni está constituido por un acto físico distinto de sí, ni es actuado por él o necesita de él para existir. O bien puede expliriam ut in re est actualis entitas, esse etiam in re aliquem actum entitativum, et secun­ dum rationem seu modo nostro concipiendi componi ex esse et essentia tamquam ex actu terminante et potentia quasi obiectiva. Et utrumque constat satis ex proxime dictis contra superiorem sententiam. Loquor autem semper de materia ut est actualis enti­ tas, quia si concipiatur secundum id tantum quod ex se habet seclusa omni efficientia, sic nullam habet actualitatem in se, sed tantum est in virtute causae et ex se solum habet non repugnantiam essendi; verumtarnen hoc non est proprium materiae; nam edam forma, immo et omnis creatura secundum se spectata, est hoc modo in pura potenda; oportet ergo loqui de materia ut est actualis entitas, vel, quod idem est, quatenus se­ cundum se habet proprium actum existendi disdnctum ab actu formae. 8. Ut autem solvantui difficultates tactae superiori secdone et explicetur modus loquendi philosophorum et omnis ambiguitas

terminorum auferatur, adverto nomen actus multiplidter sumi posse; nam interdum ab­ solute, interdum respective dicitur; aliquando enim dicitur actus quia actuat aliquid, quomodo forma est actus materiae. Et hunc voco actum respecdvum, quia est actus alterius. Aliquando vero dicitur actus, quia in se est actúale quid et non potentiale, quamvis nihil aliud actuet, quo modo Deus dicitur actus, et hunc voco actum absolute dictum. Rursus uterque istorum actuum subdistinguí potest; nam actus actuans alius est physicus et formalis, ut est forma physica; alius vero est actus metaphysicus, qui est multiplex; alius enim est actus essentiae, ut differentia; alius existentiae, ut existentia, et addi etiam potest actus seu modus subsistentiae. Actus vero absolute dictus, alius est actus simpliciter, alius secundum quid. Prior est ille actus, qui in genere entis sim­ pliciter seu substantiae ita est completus ut nec constituatur per actum physicum a se distinctum, ñeque per ilium actuetur, aut ¡lio indigeat ad existendum. Vel aliter ex-

Disputaciones metafísicas

432

carsc de otra manera, que se llama acto simplemente a aquel ente que en vir­ tud de su sola actualidad incluye la perfección formal que los demás entes'com­ puestos suelen tener por el acto sustancial informante. Por lo cual, aunque tal acto absoluto no sea acto actuante o informante, con todo puede decirse que es acto formal de modo eminente, es decir, que tiene por si aquel complemento de perfección que suele conferirse por el acto informante a aquellos entes que se completan por composición. Y se dirá acto relativamente aquel ente que tie­ ne alguna actualidad en cuanto que actualmente está fuera de la nada, pero que la tiene incompleta e imperfecta, porque no es tan suficiente que no ne­ cesite otro acto, sea para quedar completado en la razón de ente simplemente, sea también para existir. R e s o lu c ió n d e la c u e stió n 9. L a m a te ria n o e x c lu y e to d o a cto . — Hay que decir, por tanto, en pri­ mer lugar, que la materia no se llama pura potencia respecto de todo acto metafísico, es decir, porque no incluya ningún acto metafísico; pues esto no puede ser verdad. Primeramente porque la materia prima en su concepto esencial puede entenderse compuesta de género y diferencia; como, por ejemplo, si la materia del cielo y de estos seres inferiores se distinguen específicamente, esta materia de las cosas generables de que ahora tratamos consta del género de la materia común y de la diferencia propia, la cual puede tomarse del orden a la forma del ente generable; tiene,'por tanto, esta materia su acto formal metafísico, por el que está constituida en su esencia. Y se confirma, pues la materia tiene por su naturaleza alguna perfección y bondad trascendental, como también enseñó Santo Tomás, III c o n t. G e n i., c. 20. Efectivamente, es cierto que el compuesto de materia y forma es algo más perfecto de lo que pueda serlo la sola forma; luego la materia tiene alguna perfección que añade al compuesto. Igualmente la misma materia es apetecible y conveniente, no tanto como medio, sino por sí, porque en razón de su perfección es conveniente a esta forma o compuesto; por con­ siguiente, la materia, por su naturaleza, tiene alguna perfección propia; pero no puede, concebirse la perfección sin alguna actualidad, al menos trascendental.

esse non potest. Primo, quia materia prima in suo conceptu essentiali potest intelligi ex genere et differentia composita; ut, verbi gratia, si materia caeli et horum inferiorum distinguuntur specie, haec materia generabiHum de qua nunc agimus constat genere materiae communi et propria differentia, quae sumi potest ex ordine ad formam entis generabilis; habet ergo haec materia suum ac­ tum formalem metaphysicum, quo in sua essentia constituitur. Et confirmatur, nam materia natura sua aliquam perfectìonem et bonitatem transcendentalem habet, ut etiam docuit D. Thom., I l l cont. Gent., c. 20, Certum est enim- compositum ex materia et forma perfectius quid esse quam sit sola formai ergo aliquid perfectionis habet ma­ teria, quam addit composito. Item ipsa ma­ teria est appétibilis et conveniens non tan­ Quaestionis resólutio tum ut medium sed per se, quia ratione 9. Materia non excludit omnem actum.— suae perfectionis est conveniens huic for­ mae vel composito; ergo habet materia ex Dicendum est ergo primo materiam non natura sua aliquam propriam perfectionem; vocari puram potentiam respectu omnis ac­ sed non potest intelligi perfectio sine actuatus metaphysici, id est, quia nullum actum litate aliqua, saltern transcendental! »Praetermetaphysicum includati hoc enim verum

plicari potest illud ens dici actum simpli­ citer quod ex vi suae actualitatis solius in­ cludi perfectìonem formalem quam alia entia composita habere solent per substantialem actum informantem, Unde, licet huiusmodi actus absolutus non sit actus aetuans vel informans, dici tarnen potest esse actus formalis eminenti modo, id est, per se habens complementum illud perfectionìs quod per actum informantem conferri solet his entibus quae per compositionem complentur. Actus autem secundum quid dicetur ens illud quod habet aliquam actualitatem, in quantum actu est extra nihil; illam tarnen habet incoijipletam et ìmperfectam, quia non est ita sufficiens quin indìgeat alio actu, turn ut compleatur in rations entis simpliciter, tum edam ut existat.

Disputación XIII.— Sección V

433

Además, la materia tiene su acto de existencia propio, como se mostró. Final­ mente, tiene un acto de subsistencia parcial y proporcionado; pues de aquél necesita enteramente para poder ser primer sujeto, ya que el primer sujeto es substrato de todo, y es primero subsistir en sí que ser substrato de los demás. Acerca de lo cual diremos más cosas después tratando de la subsistencia. Por consiguiente, no puede la materia prima ser de tal modo pura potencia que ex­ cluya todo acto metaíísico actuante. 10. Qué acto admite la materia.— Digo en segundo lugar que la materia no es de tal modo pura potencia que no sea algún acto entitativo relativo. Esta afirmación ha sido suficientemente declarada y probada por lo dicho acerca de la opinión de Escoto. Y por la razón de primer sujeto se infiere suficientemente, pues en el primer sujeto es necesaria la potencia pasiva real, o mejor él mismo es esencialmente potencia pasiva; y no puede entenderse la potencia pasiva real sin alguna actualidad entitativa. Pues ¿cómo puede entenderse que algo sea verdadera y realmente receptivo de otro si no es algo en sí? Por lo cual, atina­ damente el Comentador, en el III De Cáelo¡ com. 29, dice que toda potencia­ lid ad pasiva se funda en alguna actualidad. Y Santo Tomás, en I, q. 45, a. 1, ad 1 , dice que la materia no se llama ente en potencia, del mismo modo que se dice que está en potencia el ente posible, por la sola no repugnancia de los términos; supone, por consiguiente, que existe algún ser en acto que funda la real potencia pasiva, o que más bien sea real potencia pasiva en el género de la sustancia. " ' •■ 11. De qué modo es la materia pura potencia.— Digo en tercer lugar que se dice que la materia es pura potencia respecto del acto informante o actuante y respecto del acto absoluta y simplemente dicho. Se explica porque, en pri­ mer lugar, la materia no es acto actuante ni informante, como consta evidentemen­ te por la razón de primer sujeto. Además, en su concepto intrínseco y esencial, no incluye un acto físico informante, pues hemos mostrado que es una entidad simple, lo cual también se colige de la razón de primer sujeto. Además, la ma­ teria es una entidad tal que por sí sola no es suficiente para existir sin un acto sustancial qtis la perfeccione y actúe; por lo cual, por la virtud de sü entidad ea habet m ateria actum existentiae pro­ p riu m , u t ostensum est. T andem habet ac­ tu m subsistentiae partialem et proportionatu m ; ilio enim om nino indiget u t possi t esse prim um subiectum ; prim um enim subiectum su b sist om n ib u s; prius autem est in se subsistere quatti substare aliis. D e qua re dicem us plura infra tractando de subsisteniia. Ig itu r non potest m ateria prim a ita esse p u ra potentia u t excludat om nem scrum m etaphysicum actuantem . 10. Q u e m a c tu m a d m itta t m a te r ia .— Dico secundo: m ateria non est ita pura potentia q u in sit aliquis actus erttitativus secundum quid. Haec assertio satis declora­ ta est et probara ex dictis circa opinionem Scoti. E t ex ratione prim i subiecti suffi­ ciente! colligitur; nam in prim o subiecto necessaria est realis potentia passiva vel potius ipsum m et essentialiter est potentia pas­ siva ; non potest autem intelligi potentia passiva realis sine aliqua actualitate entita­ tiva. Q ualiter enim potest intelligi quod aliquid sit vere realiter receptivum alterius,

nisi in se aliquid sit? U n d e recte Com m en­ tator, I I I de Caelò, com. 29, ait om nem potentialitatem passivam in aliqua actualitate fundari. E t D . Thom as, I , q. 45, a. 1, ad 1, ait m ateriata n o n dici ens in potentia, eo m odo quo dicitur esse in potentia ens possi­ bile ex sola non repugnantia term inorum ; supponit ergo esse aliquod ens actu fundans realem potentiam passivam vel quod potius sit realis potentia passiva in genere substan­ tiae. I I . M a te r ia q u a lite r p u r a p o te n tia .— D i­ co te rtio : m ateria dicitur esse p u ra potentia respectu actus inform antis seu actuantis et respectu actus absolute et sim pliciter dicti. D eclaratur, ra m im prim is materia non est actus actuans, neque inform ans, u t per se constat ex ratione prim i subiecti. D einde in suo intrinseco concepivi e t essential! no n in ­ cludo: actum physicum inform àntem ; ostendim us enim esse entitatem sim plìcem . quod etiam ex ratione prim i subiecti colligitur. Praeterea m ateria talis est entitas u t per se sola sufficiens non sit ad existendum sine substantial! actu ipsam perficiente e t ac28

434

Disputaciones metafísicas

precisa no incluye formal o eminentemente ningún acto formal, y por ello nc es un acto en absoluto simplemente. Finalmente, cuanto hay de entidad en la materia prima, todo es para ejercer el oficio de potencia receptiva de la for­ ma sustancial; pues para esto ha sido esencial y primariamente instituida, y por ello, como decíamos antes, en su razón esencial incluye la relación trascen­ dental a la forma. Consta por ello consiguientemnte que con razón se la llama pura potencia en el género de la sustancia, y que se explica muy bien del modo referido; pues como la materia es una entidad simple y toda ella es potencia receptiva, muy acertadamente se la llama pura potencia. Y como suele decirse que la designación exclusiva no excluye la concomitancia, así aquella designación pura no excluye la entidad y la actualidad relativa necesaria para la razón de potencia real, sino que excluye en primer lugar cualquier otro oficio fuera del de potencia pasiva, y además excluye la razón de acto completo o simple y ab­ solutamente dicho, y (lo que es lo mismo) excluye todo acto formal, tanto que propiamente informe como que absolutamente constituya u n acto perfecto y completo. 12. E n qué difieren ser potencia y estar en potencia.— Estar en acto y ser acto son cosas diferentes.—■ Pero por causa del uso de las palabras hay que ha­ cer notar que en rigor se significa una cosa diferente cuando se dice que la ma­ teria es pura potencia y cuando se dice que está en pura potencia. Pues lo pri­ mero es absolutamente verdadero y tiene el legítimo sentido que se expuso; en cambio, lo segundo, al menos, es ambiguo, pues estar en pura potencia sig­ nifica, en rigor, la privación de actual existencia; por consiguiente, sólo se dice de aquello que actualmente no es nada, pero que, sin embargo, puede ser, cosa que no puede decirse de la materia después que ha sido creada o concreada. Pues aunque no sea sino casi la nada, con todo no es la nada,, sino una cosa verdadera, como decíamos antes con San Agustín. Y de modo semejante po­ demos distinguir estas locuciones, estar en acto' o ser acto; pues que la materia está en acto es simplemente verdadero, ya que esto no significa otra cosa sino que la materia está en la realidad y existe,- lo cuaT ts verdadero; igual que es tuante; unde ex vi suae praecisae-entitalisnullum formalem actum includit formaliter aut eminenter et ideo non est actus absolu­ te simpliciter. Denique, quidquid est entitatis in materia prima, totum est ad exercendum munus potentiae receptivae formae substantial; ad hoc enim est primario ac per se instituta et ideo, ut supra dicebamus, in sua essentiali ratione includit transcendentalem habitudinem ad lormam. Ex his ergo constat merito dici puram potcntiam in genere substantiae optimeque praedicto modo explicari; nam cum materia sit entitas simplex et tota ipsa sit potentia re­ cepii va, optime appellatur pura potentia. Sicut autem dici solet dictionem exclusivam non exciudere concomitantiam, ita ilia dictio pura non excludit entitatem et actualitatem secundum quid necessariam ad rationem po­ tentiae realis, sed excludit imprimis canne aliud munus praeterquam potentiae passivae, et deinde excludit rationem actus completi, seu simpliciter et absolute died, et (quod in idemredit) excludit omnem actum formalem,

tam proprie informantem quam simpliciter constituentem actum perfectum et comple­ timi. 12. Esse potentiam et esse in potentia in quo differant.— Differunt esse actum et esse in actu.— Est autem propra usum verborum considerandum aliud in rigore sig­ nificali cum dicitur materia pura potentia, aliud si dicatur esse in pura potenda. Primum enim simpliciter verum est et habet legitimum sensum expositum; secundum vero, ut minimum, est ambiguum; nam esse in pura potentia in rigore significai privationem actualis existendae; unde solum dicitur de eo quod actu nihil est, esse ta­ rnen potest, quod dici non potest de ma­ teria postquam creata vel concreata est. Nam, licet sit prope nihil, non tarnen nihil, sed vera res, ut supra cum Augusdno dicebamus. Et simili modo distinguere possumus has locutiones esse in actu, vel esse actum; materiam enim esse in actu simplici­ ter verum est, quia hoc nihil aliud significar quam materiam esse in rerum natura et

Disputación XIII.—Sección V_______________________________

435

verdadero que la materia es creada, que recibe la forma y que compone al com­ puesto, todas las cuales cosas incluyen el existir; en cambio, que la materia sea acto, al menos es ambiguo; pues absolutamente parece significar que es un acto actuante, o ciertamente que es un acto absolutamente; y por ello esto en ab­ soluto no puede admitirse sino con alguna adición que lo atenúe, a saber: es un acto entitativo imperfecto y relativo. 13. L a e x p lic a ció n p r o p u e s ta d e la p o te n c ia d e la m a te ria e stá c o n fo rm e co n A ristó te le s. — Y en cuanto a que esta explicación de la materia en razón de pura potencia esté conforme con la doctrina de Aristóteles y de los otros filósofos, es evidente. Pues en el I de la F ísica , text. 69, comparando a la ma­ teria prima con la materia de los objetos artificiales, dice que se comporta con la forma y la esencia simplemente tal como la madera con la estatuía o con la forma de la estatua. De donde concluye que la materia es algo informe; pero con estos y semejantes dichos sólo queda excluido de la materia todo acto for­ mal y completo, pero no el acto entitativo, incompleto y cuasi incoado, sin el cual no puede haber una real potencia receptiva. Además, consta esto por la definición de la materia que da en el I de la F ísica , c. 9, text. 82, cuando dice que la materia es e l p r im e r s u je to d e l q u e alg o s e h a ce p o r s í sie n d o c o n s titu ­ tiv o d e ello . Pues se dice que la materia se halla en la cosa engendrada, porque mediante su entidad permanece en la cosa engendrada, siendo parte esencial de su*composición, y conforme a aquella entidad dice Aristóteles allí mismo que la materia es anterior a la cosa engendrada y es ingenerable e incorruptible. Y finalmente dice que la materia por sí es un ente, y p e r a c cid en s un no ente por razón de la privación; por tanto, no excluye de la materia toda actualidad entitativa, sino la formal, para la cual está en potencia. Finalmente, en el VII de la M e ta físic a y en otros lugares, cuando dice que la materia no es cuanto, ni cual, ni algo concreto, sólo excluye de la entidad de la materia la composición de acto informativo y todo acto formal. N i para el oficio y función de la materia se requiere en realidad otra cosa, como se ve por la razón que aduce también Pla­ tón, en T im e o y por aquello de Aristóteles en el III D e C á elo , c. 8, a sa­ ber, porque es receptiva .de los otros es preciso que no tenga en acto aqueexistere, qubd verum est; sicut est verum materiam esse creatam, recipere formam et componere compositum, quae omnia includunt existere; materiam vero esse actum, ut minimum est ambiguum; nam absolute sig­ nificare videtur esse actum actuantem aut certe esse actum simpliciter; et ideo abso­ lute id admittendum non est, sed cum ali— quo addito diminuente, scilicet, esse actum entitativum imperfectum et secundum quid. 13. Expttcatio pracmissa de potentia matcrine Aristoteli consentanea.— Quod autem haec explicado materne in ratione purae potentine sit consentanea dictis Aristotelis et aliorum philosophorum, patet. Nam I Phys., text. 69, comparans materiam primam ad materiam artefactorum, dicit ita se ha­ bere ad fcrmam et essentiam simpliciter sic­ ut lignum ad statuam vel formam statuae. Unde condudit materiam esse quid informe; per haec autem et similia dicta solum excluditur a materia omnis actus formalis et completus, non vero actus entitativus, incom­ pletus, et quasi inchoatus, sine quo realis

potentia receptiva esse non pótest.'*'Deìnde id constat ex definitione materiae quam tradit I Phys., c. 9, text. 82, dicens mate­ riam esse primum subiectum, ex quo per se fit aliquid cum insit. Dicitur enim ma­ teria inesse rei genitae, quia per suam entitatem manet in re genita, per se componen­ do illam, et secundum earn entitatem ait Aristoteles ibidem materiam esse priorem re genita, et esse ingenerabilem et incorruptibilem. Ac tandem ait materiam per se esse ens, per accidens autem non ens ratione privationis; non ergo excludit a materia omnem actualitatem entitativam, sed formalem, ad quam est in potentia. Denique VII Metapfc., et aliis locis, cum ait materiam non esse quantum, neque quale, neque hoc aliquid, solum excludit ab entitate materiae compositionem ex actu informante et omnem actum formalem. Neque ad munus et officium ma­ teriae revera aliud necessarium est, ut patet ex illa ratione quam affert etiam Plato in Timaeo, et ex ilio Aristotelis, III de Caelo, c. 8, scilicet, quia hoc receptivum est alio-

436

Disputaciones metafísicas

lias cosas de las que es receptáculo, sino sólo en potencia; ahora bien, la materia es receptiva del acto formal y del ser completo; por consiguiente, res­ pecto de éstos se dice que es pura potencia, no respecto de la propia entidad. Además, en el mismo sentido dijo Averroes que la materia se sustancializa por el poder, porque es una sustancia tal que está toda ella ordenada a la recepción y por ello es esencialmente incompleta y potencial. Y del mismo modo declara la po­ tencialidad de la materia Santo Tomás, q. D e S p ir itu a lib u s C r e a tu r is , a. 1, ci­ tando a S. Agustín, lib. I G é n e s is a d litte r a m , c. 14 y 15. S e so lu c io n a n la s d if ic u lta d e s q u e q u e d a ro n e n la s e c c ió n p r e c e d e n te

14.

L a m a te r ia e s tá c o m p u e s ta d e a c to y p o te n c ia m e ta fís ic a m e n te , n o f ís i­ Por consiguiente, con esto se ha respondido suficientemente a todos los testimonios que en la sección precedente se aducían en contra de nuestra opinión. M ás aún, también las razones están ya casi refutadas; pues prueban acertadamente que la materia es pura potencia, pero no en sentido distinto de aquel que nosotros explicamos, lo cual se hará más claro respondiendo en forma a la razón allí propuesta. Pues cuando se dice que la materia no está compuesta de acto y potencia, concedemos que ello es verdad del propio acto y potencia físicos; pero metafísicamente debe concederse que la materia se compone del acto y potencia que le son proporcionados, es decir, de género y diferencia, esen­ cia y existencia, naturaleza y subsistencia incompletas. Y cuando se infiere que se daría una potencia anterior a la materia, se responde que en el caso de la po­ tencia física es improcedente y enteramente contradictorio, pero que con todo no se sigue de lo dicho, ya que no decimos que la materia está compuesta de potencia y acto físico. Pero si se trata de la potencia metafísica, así es verdad que la materia en general es concebida como anterior a esta especie de materia, y la esencia de la materia como anterior a su existencia, no en cuanto que es ente un acto sino absolutamente, y de modo semejante que la naturaleza de la ma­ teria en algún género es anterior a su subsistencia parcial. Con todo, en rigor, tampoco se sigue que se dé en realidad alguna potencia anterior a la materia, c a m e n te . —

rum oportet non habere acni ea quorum est r-/sceptivum, sed potentia tantum; materia fiutem est susceptiva actus formalis et esse completi; ergo respectu fcorum dicitur esse pura potenzia, non respectu propriae entitntis. Prseterea in eodem sensu dixit Ave­ rroes materiato substantiari per posse, quia mlis substantia est ut tota sit ordinata ad r-o:pienduro et ideo essentialitcr sit incom­ pleta et potentialis. Et eodem modo declarat potentialitarem materiae D. Thom., q. de Spiritua’ibus creai., a. 1, citane Augustinutn, i T Genesis ad litteram, c. 14 et 15.

cuimus, quod patebit clarius respondendo in forma ad rationem ibi factam. Cum enim dicitur materiam non esse compositam ex acuì et potentia, id veruni esse concedimus de proprio actu et potentia physicis, metaphysice vero concedi debet materiam com­ poni ex actu et potentia sibi proportionate, id est, ex genere et differentia, essentia et existentia, natura et subsistentia incompletis. Cum vero infertur quod daretur potentia prior materia, respondetur de physica poten­ tia id esse inconveniens et piane repugnans, non tamen sequi ex dictis, cum non dicamus materiam esse compositam ex potentia et 5-i Ivutour argvmenta ex prcecedertti sectione actu physico. Si vero sit sermo de potentia relieta metaphysics, sic verum est materiam in 14. Materie mctaphysice composita ex communi concipi ut priorem quam liane ac'u et potentia, non physice.— Per speciem materiae, et essentiam materiae ut r "jo satis responsum est ad omnia te'tim cpriorem sua existentia, non quatenus est ens nia quae in praecedenti sectione contra nos­ actu sed absolute, et similiter naturam ma­ trani sententiam afferebantur. Immo et rateriae in aliquo genere esse priorem sua tiones etiam fere soiutae sont; probant enim subsistentia partiali. N ec tamen in rigore uptime maieriain esse puram potentiate, non seouitur dari in re ipsa aliquam potentiam tamen in alio scusa ab eo quem nos esplipriorem materia, sed in ipsa materia dari

Disputación X III.— Sección V

437

sino que en la misma materia se da una razón anterior a otra; pero con todo siempre en aquella razón que se concibe como anterior queda incluida la mis­ ma potencia de la materia, sea en confuso como en el concepto de materia en común, sea como posible como en el concepto precisivo de esencia de la mate­ ria, sea por modo de naturaleza parcial solamente, prescindiendo del modo par­ cial de subsistencia. 15. Si todo acto es principio de alguna operación.— En cuanto a la segunda parte, con la que se prueba que la materia no es en modo alguno acto, concede­ mos que no es acto actuante o informante, ni que tampoco es acto absolutamente en sí consumado y perfecto. Esto es lo que a lo sumo muestran las razones con las que se prueba allí que la materia no es acto subsistente; pero con todo no se prueba que no sea acto incompleto y entitativo. Por lo cual en este sentido niego que la entidad parcial o el acto subsistente sea más perfecto que cualquier acto informante, porque aquella misma entidad parcial participa menos de la razón de acto que el acto informante. Además, niego que no pueda darse un acto subsistente incompleto; pues la misma esencia de la materia es subsistente por la propia subsistencia parcial, y con aquella adición puede llamarse acto re­ lativo, es decir, según su entidad, por la que queda separada de la nada y del ente posible. Perú todas las demás cosas que se aducen allí valen del acto com­ pletamente subsistente y que incluye al acto formal por. modo más simple y más excelente. Y en el mismo sentido es verdad lo que en una confirmación se añade allí, que todo acto es principio de alguna operación; pues ello es verdadero del acto formal, ya sea informante ya completamente subsistente; pero no es preciso que sea verdadero en general de todo acto parcial y entitativo, porque no es ne­ cesario que toda entidad sea principio de alguna operación propiamente y en el género de causa eficiente; pues puede instituirse para ejercer otro género de cau­ sa, y así la entidad de la materia está para recibir, no para obrar. Objeciones en contra de la anterior solución 16. Pero aún quedan por resolver algunas otras objeciones que en contra de la última aserción de esta sección suelen hacerse. La primera, que sin ser no hay unam rationem priorem alia; semper tarnen appellar! actus secundum quid, id est. se­ ln ilia ratione quae ut prior concipitur, incundum suam entitatem, qua separatur a nicluditur ipsa potentia materiae vel in confuso hilo et ab ente possibili. Reliqua vero omnia ut in conceptu materiae in communi, vel ut quae ibi adducuntur, procedimi de actu possibiliis ut in praeciso conceptu essentiae complete subsistente et includente actum materiae, vel per modum partialis naturae formalem per simplicem modum et excellentantum, praeciso partiali modo subsistendi. tiorcm. Et in eodem sensu est verum quod 15. An omnis actus alicuius operationis In quadam confirmatione ibidem subditur, principium.— Ad alteram vero partem qua omnem actum esse principium alicuius ope­ probatur materiam nullo modo esse actum, rationis; est enim id verum de actu formali, concedimus non esse actum actuantem seu sive informante sive complete subsistente; informantem neque etiam esse actum simpli­ non tarnen oportet ut sit in universum verum citer in se consummatum et perfectum. Quod de omni actu partiali et entitativo, quia non ad summum ostendunt rationes quibus ibi est necesse omnem entitatem esse principium probatur materiam non esse actum subsistenalicuius operationis proprie et in genere cau­ tem; non tarnen probatur non esse actum insae efficientis; nam potest ad aliud genus completum et entitativum. Unde in hoc sen­ causae exercendum instimi et ita entitas ma­ su nego partialem entitatem seu actum subsiteriae est ad recipiendum, non ad agendum. stentem es3e perfectiorem quolibet actu in- ' formante, quia illamet partialis entitas minus Obiectiones contra superiorcm resolutioncm participât de ratione actus quam actus in16. Sed adhuc supersunt solvendae nocformans. Deinde nego non posse dari actum subsistaitem incompletum; nam ipsamet' nullae aliae obiectiones quae contra ultin.am assertionem huius sectionis fieri solent. Pri­ essentia materiae subsistens est propria subma, quia absque esse nullus est actus, quia sistentia partiali, et cum ilio addito potest

438

Disputaciones metafísicas

ningún acto, porque nada tiene actualidad más que en cuanto es, y por ello el mismo ser es la actualidad de todas las cosas, como dice Santo Tomás, I, q. 4, a. 1, ad 3; pero la materia no tiene el ser sino por la forma, como dice Avicena, lib. II M etaph., c. 2 ; y Boecio, iib. De Unitate et Uno, dice que todo el ser en las cosas creadas viene de la forma; luego. La segunda, porque de lo con­ trario de la materia y la forma no se haría un uno per se, porque de d 0 6 entes en acto no se hace un uno par se; por ello, pues, del sujeto y el ac­ cidente no se hace un uno per se, porque uno es el ser del sujeto y otro el del accidente. Tercera: La materia, físicamente, es enteramente simple; por consiguiente, o es toda acto, o toda potencia, porque la simple entidad no puede constar de acto y potencia físicos. Pero no puede decirse que toda sea acto, ya que es esencialmente potencia; por consiguiente, es completamente potencia, no incluyendo nada en acto. Cuarta, porque el puro acto es de tal manera acto que no tiene mezclada ninguna potencialidad o potencia receptiva; luego, por el contrario, la pura potencia de tal forma es potencia que no tiene mezclada nada de actualidad; pues para los opuestos existe la misma razón; y porque la pura potencia debe distar en sumo grado del puro acto, y no distaría en sumo grado si tuviera algo de actualidad. Quinta, porque si la materia es algo en acto, será por consiguiente o sustancia o accidente; no lo segundo, como es evidente; ni tampoco lo primero, porque es potencia para la sustancia; pero lo que.es poten­ cia para algo no es en acto aquello mismo, pues estas dos cosas repugnan. Ul­ tim a, porque de lo contrario podría la materia ser conocida por sí y directamente y con conocimento propio, lo cual parecen negar comúnmente los filósofos, con Aristóteles y Platón en los lugares citados. 17. D e qué modo viene de la forma todo ser.— La primera y segunda ob­ jeción han de ser tratadas ex profeso después en la disputación de la esencia y existencia de las criaturas: ahora, brevemente, aquel principio, todo sex viene de la forma, puede exponerse de dos modos. Primeramente, del ser específico y completo. Segundo, porque todo ser viene de la forma, sea porque ésta, ñjtrigsecamente da y compone a aquél, sea al menos porque term ina de algún modo su dependencia, y de este modo el mismo ser de la materia puede decirse que nihil habet actualitatem nisi in quantum est, et ideo ipsum esse est actualitas omnium rerum, ut ait D . Thomas, I, q. 4, a. I, ad 3; sed materia non habet esse nisi per formam, ut ait Avicenna, lib. II suae Metaph., c. 2; et Boetius, lib. de Unitate et uno, ait omne esse in rebus creatis esse a forma; ci go. Secunda, quia alias cx materia et for­ ma non fieret per se unum, quia ex duebus entibus in actu non fit unum per se; ideo enim ex subiecto et acridente non fit per se unum quia aliud est esse subiecti, aliud a o cidentis. Tertia: materia physice est omnino simplex; ergo vel tota est actus, vel tota potentia, quia simplex entitas non potest constare ex actu et potentia physicis. Sed non potest dici quod tota sit actus, cum sit essentialiter potentia; ergo est omnino potentia nihil includens actus. Quarta, quia purus ac­ tus ita est actus ut nihil habeat admixtum potentialitatis seu potentiae receptivae; ergo e contrario pura potentia ita est potentia ut nihil habeat actualitatis admixtum; nam op-

positorum eadem est ratio; et quia pura potentia debet summe distare a puro actu; non distaret autem summe, si aliquid actua­ litatis includerei. Quinta, quia si materia aiiquid est actu, ergo vel substantia vel accidens; non secundum, ut per se constat; De­ que etiam primum, quia est potentia ad substantiam; quod autem est potentia ad aliquid.. non est actu illudmet, noni haec duo repugnant. Ultima, quia alias posset mai.ria ccgaosci per se et directe r.c propria cognitione, quod videntur philosopki communiter negare cum Aristotele et Platone !ocis citatis. 17. Omne esse qualiter sit a forma.— Prima et secunda obiectio ex professo tractandae sunt infra, in disputatione de essen­ tia et esse creaturarum: nunc breviter principium illud: Omne esse est a forma duobus modis esponi potest. Primo de esse spe­ cifico et completo. Secundo, quod omne esse est a forma vel intrinsece dame et com­ ponente illud, vel saltern terminante aliquo modo dependentiam eius et hoc modo ipsum

Disputación XIII.— Sección V

439

viene de la forma en cuanto que depende de ella, como se ha dicho. Pero el otro axioma: De dos entes en acto no se hace un uno «per se», no puede entenderse acerca de cualesquiera entidades actuales; pues más bien es imposible que un ser per se y completo se componga actualmente de otra cosa sino de entes actuales incompletos; pues lo que no es nada, como dijimos con frecuencia, no puede realmente componer y sobre todo al ente per se uno. Por consiguiente, debe en­ tenderse acerca de los entes en acto completos en sus géneros; pues aquéllos ni por sí se ordenan, ni se compenetran adecuadamente para componer un uno per se. Pero no decimos que la materia sea de este modo un ser en acto, sino que más bien decimos que es como una cierta incoación de ente, la cual, natural­ mente, se inclina y se une por sí a la forma como a lo que completa el ente ín­ tegro, como explicaremos más extensamente después. 18. A lo tercero se responde que toda la materia es potencia y toda es acto, como lo hemos explicado, no por composición de acto y potencia, sino por iden­ tidad, y (por decirlo así) por íntima y trascendental inclusión; pues no toda potencia se opone a todo acto, sino proporcionalmente; por consiguiente, la po­ tencia receptiva no se opone al acto entitativo incompleto, sino más bien lo in­ cluye esencialmente. 19. Cómo se equipara la pura potencia al acto puro.— A lo cuarto se dice .en primer lugar que como ■el acto puro no incluye ninguna potencia receptiva de otro acto, así la pura potencia no incluye ningún acto que actúe a otro, y en cuanto a esto se mantiene la proporción, pero no en cuanto al acto entitativo. Por lo cual, si se habla de esto se niega la consecuencia, porque envuelve repug­ nancia que haya una potencia real receptiva, aunque sea pura, sin que incluya íntimamente la actualidad del ente. Pero, por el contrario, no repugna que incluya de tal forma la actualidad del ente que no envuelva ninguna potencialidad. Pues la potencialidad dice imperfección y no repugna que se dé una perfección tan pura que excluya toda imperfección; pero repugna que se dé una imperfección real pura sin ninguna perfección, pues más bien sería la nada y pura negación de toda perfección. Por lo cual, lo mismo que dicen los teólogos que se da el esse materiae potest dici esse a forma quatenus ab illa pendet, ut dictum est. Àliud vero axioma: Éx duobus enlibus in actu non fit unum per se, non potest intelligi de quibuscumque entitatibus actualibus; nam potius impossibile est ens per se ac completum actu componi nisi ex entibus actualibus incompletis; nam quod nihil est, ut saepe diximus t, non potest realiter com­ ponete et praesertim ens per se unum. De­ bet ergo intelligi de entibus in actu completis in suis generibus; illa enim nec per se ordinantur, nec recte cchaerent ad componendum unum per se. Non dicimus autem materiam esse hoc modo ens actu, sed potius dicimus esse veluti quamdam inclioationem entis, quae naturaliter inclinatur et per se coniungitur formae ut compienti in­ tegrum ens, ut latius postea explicabimus. 18. Ad tertium respondetur materiam to­ tani esse potentiam et totam esse actum qv-alem ncs explicuimus, non per compositiorem actus cum potentia, sed per identitatem et (ut ita dicam) per inumani et transcenVide disp, IV, de Uno per se.

dentalem inclusionem ; non enim omnis po­ tentia opponitur omni actui, sed cum proportione; potentia igitur receptiva non op­ ponitur actui entitativo incomplete, sed po­ tius ilium essentialiter includit. 19. Pu-,-a potentia quomodo aequiparelur actui puro.— Ad quartum dicitur primo, sicut purus actus nullam includit potentiam receptivam alterius actus, ita puram poten­ tiam nullum includere actum actuantem aliud, et quoad hoc tenet proportio, non vero quoad actum entitativum. Unde si de hoc sit sermo, negatur consequentia, quia involvit repugnantiam quod sit potentia realis receptiva, quantumvis pura, quin intime includat actualitatem enris. E contrario vero non répugnât ita includere actualitatem entis ut nullam potentialitatem involvat. Potentialitas enim dicit imperfectionem ; non ré­ pugnât autem dari perfectlonem ita puram ut omnem imperfectionem excludat; répug­ nât vero dari imperfectionem realem puram sine ulla perfectione; nam potius esset nihil et pura negatio omnis perfectionis. Unde,

440

Disputaciones metafísicas

sumo bien que no incluye nada de mal, pero que no se da el sumo mal que sea tal que no incluya ninguna bondad o se funde en ella, así, aunque se dé el acto puro que excluya toda potencia, con todo no puede darse la pura potencia que excluya toda actualidád, incluso entitativa e incompleta. Y lo que se objetaba de la suma distancia entre la pura potencia y el puro acto puede solucionarse primeramente negando que pertenezca al concepto de pura potencia distar en sumo grado del acto puro; pues la materia del cielo es pura potencia y con todo no dista en sumo grado del puro acto; en efecto, dista más la materia de estos inferiores, a pesar de ser más imperfecta, y es todavía incierto si puede hacerse otra materia menos perfecta que esta inferior y, por consiguiente, más distante de la perfección de Dios. Los accidentes igualmente distan-más de la perfección di­ vina que la materia prima. Asimismo, puede distinguirse una doble distancia: una puede llamarse negativa, como es entre él ser y la nada; otra, positiva, por parte de ambos extremos. Por tanto, no pertenece al concepto de la pura po­ tencia distar de Dios del primer modo, sino del segundo; y por ello, aun cuando admitamos que la pura potencia dista en sumo grado del acto puro, no se sigue que deba la pura potencia no incluir ninguna actualidad, porque aquella distan­ cia no es' suma comparada con la negativa, sino entre las positivas; y por ello requiere alguna conveniencia en la entidad entre los extremos, aun cuando aque­ lla conveniencia' sea mínima. 20. A lo quinto se responde que la materia es sustancia, como expresamente enseña Aristóteles en el VIH de la Metafísica, hacia el principio, y con frecuen­ cia en otras partes. Por lo cual, la materia no es potencia para toda la extensión de la sustancia, sino para la forma y para el ser del compuesto; y para la enti­ dad sustancial de la materia no está en potencia, sino que actualmente es tal entidad. Pues repugna que se dé una potencia real y receptiva respecto de todo el género y extensión de la sustancia, en. cuanto que comprende la completa y la incompleta, porque la sustancia es anterior al accidente y por ello tal poten­ cia, por ser el primer sujeto, no puede ser accidente sino sustancia; ni tampoco puede estar en potencia para sí misma; luego tampoco puede estar en potencia sicut theologi dicunt dari- summum bonum quod nihil mail indudat, non tamen dari summum malum quod tale sit ut nulla'm bonitatem habeat vel in ea fundetur, ita, licet detur actus purus qui omuem excludat potentiam, non tamen potest dari puia potentia quae omnem excludat .actualitatem, etiam entitativam et incompletam. Quod autem obiiciebatur de summa distantia inter puram potentiam et purum actum, primo expediri potest negando esse de ratione purae potentiae ut summe distet a puro actu; nam materia caeli est pura potentia et tamen non summe distat a puro actu; plus enim distat materia horum inferiorum, cum sit imperfectior, et incertum adhuc est an possit fieri alia materia minus perfecta quam haec inferior, et consequenter magis distans a perfections Dei. Accidentia item ma­ gis distant a perfectione divina quam ma­ teria prima. Distingui item potest duplex distantia: una did potest negative, qualis est inter enset nihil; alia positiva ex parte utriusque extremi. Non est ergo de ratione

purae potentiae ut distet a Deo priori modo sed posteriori; et ideo, quamvis admittamus puram potentiam summe distare a puro actu, non sequitur debere puram potentiam nullam includere actualitatem, quia illa di­ stantia non est summa comparata ad negativam, sed inter positivas; et ideo requirit aliquam convenientiam inter extrema in entitate, esto illa convenientia minima sit. 20. Ad quintam respondetur, materlam esse substantiam, ut expresse docet Aristot., V ili Metaph., a principio et saepe alias. Unde materia non est potentia ad totam !atitudinem substantiae, sed ad formam et ad esse compositi; ad substantialem autem entitatem materiae non est in potentia, sed actu est talis entitas. Repugnat enim dari poten­ tiam realem et receptivam respectu totlus generis et latitudini substantiae, ut completam et incompletam comprebendit, quia substantia prior est accidente, et ideo talis potentia, cum sit primum subiectum, non potest esse accidens sed substantia; neque etiam potest esse in potentia ad seipsam;

Disputación XIII.— Sección VI

441

para toda la extensión de la sustancia. En lo cual hay una gran diferencia entre la forma sustancial y la accidental, pues la accidental supone un ente de clase más noble, a saber, la sustancia, y por ello puede suceder que el sujeto o poten­ cia para el accidente no sea accidente en modo alguno, es decir, ni completo ni incompleto; en cambio, la forma sustancial no supone un ente de clase más noble, y por ello la potencia para tal forma no puede dejar de ser alguna sustan­ cia, al menos incompleta.

SECCION

VI

. CÓMO PUEDE CONOCERSE LA MATERIA 1. La materia de sí puede terminar el conocimiento directo.— Dios tiene idea de la materia.— La última objeción pide que digamos algunas cosas del conoci­ miento o cognoscibilidad de la materia. Acerca de esto dicen muchas cosas los; autores; pero con todo hay que decir brevemente que una cosa es hablar abso­ lutamente del conocimiento de la materia en sí y otra del modo como puede ser conocida por nosotros. Según la primera consideración, concedo que la materia puede conocerse con conocimiento directo y propio, pues así es conocida por Dios y por los ángeles mediante una especie y concepto propios. Pues aunque discu­ tan los teólogos si Dios tiene una idea propia de la materia y algunos parezcan negarlo con Platón en el Timeo, con todo, en realidad, no pueden negarlo, si no es tal vez en cuanto al modo de hablar. En efecto, Platón negó que.la materia sea creada por Dios, y por ello no es de maravillar que negase a Dios la idea de la materia, aunque no sea verosímil que negase a Dios el propio conocimien­ to, al menos especulativo, de la materia. Pero como, de acuerdo con la verdadera doctrina, Dios es el creador de la materia, no puede carecer enteramente de la idea de la materia, ya que opera todas las cosas por el entendimiento y volun­ tad. Y suele decirse que aquella idea no es propia, es decir, adecuada a la mis­ ma materia, porque Dios no tiene otra idea del todo y de las partes, sino que por la idea del compuesto representa a la materia, como dice Santo Tomás en I, ergo nec potest esse in potentia ad totam latitudinem substantiae. In quo est magna differentia inter formam substantialem et accidentalem, nam accidentals supponit ens nobilioris generis, scilicet substantiam, et ideo fieri potest ut subiectum vel potentia ad accidens non sit accidens ullo modo, id est, neque completum neque incompletum; forma veto substantial^ non supponit ens nobilioris generis, et ideo potentia ad talem formam non • potest non esse aliqualis sub­ stantia, saltern incompleta. SECTIO VI Q uomodo

p o s s it

m a te r ia

COGNOSCI

1. Materia ex se directam cognitionem terminare potest.—• Materiae ideam Deus habet.— Ultima obiectio postulat ut de cognitione seu cognoscibilitate materiae pauca dicamus. De qua multa dicuntur ab auctoribus; breviter tamen dicendum est aliud esse loqui absolute de cognitione materiae secun-

dum se, aliud vero de modo quo a nobis cognosci potest. Priori consideratione concedo materiam posse cognosci directa et propria cognitione; sic enim et a Deo et ab angelis cognoscitur per propriam speciem vel con­ ceptual. Quamquam enim theologi disputent an Deus habeat propriam ideam materiae et quidam negare videantur cum Platone in Timaeo, tamen revera id negare non possunt, nisi fonasse quoad modum loquendi. Plato enim negavit materiam esse creatam a Deo, et ideo mirum non est quod Deo negarit ideam materiae, quamvis verisimile non sit negasse Deo propriam cognitionem, saltern speculativam, materiae. Cum autem secundum veram doctrinam Deus sit materiae _creator, non potest omnino carere idea materiae, cum omnia per intellectum et voluntatem operetur. Solet autem ilia idea dici non esse pro­ pria, id est, adacquata ipsi materiae, quia Deus non habet aliam ideam totius et par­ tium, sed per ideam compositi repraesentat materiam, ut ait Div. Thom., I, q. 15, a. 3,

442

Disputaciones metafísicas

q. 15, a. 3, ad 3. A pesar de todo, ello no impide que exacta y directamente, y tal como es en sí, represente a la materia; por lo cual, Cayetano admite allí la razón especulativa de la materia, aunque no la idea. Alberto, en cambio, In 1, dist, 35, a. 10, no dudó tampoco en conceder la idea de la materia. De modo semejante, el ángel se puede decir que conoce la materia directamente y por es­ pecie propia, no porque dicha especie no represente otra cosa, porque quizá tal especie que representa todo el compuesto es el principio del conocimiento de la materia, sino porque esa especie representa a la materia según su propia razón y directamente y sin ninguna metáfora o analogía conduce a su conocimiento 2. La materia no puede concebirse sin conocer a la forma.— Podrá decirse que la materia no puede conocerse sin la forma, ni siquiera por Dios o por un ángel; luego nunca puede conocerse con conocimiento propio. Algunos respon­ den negando el antecedente; pues como la materia tiene su entidad absoluta dis­ tinta de la forma, según ella puede ser concebida precisivamente, sea con. un con­ cepto realmente distinto de los otros, como en el ángel, que voluntariamente pue­ de contemplar la sola materia, sea al menos distinto conceptualmente, como en Dios, tal como piensa Escoto en el Prolog., q. 1, y en In II, dist. 12, q. 1; y a ello se inclina T.emistio, I Phys., text. 61; los cuales hablan absolutamente del conocimiento de la materia. Pero con todo, parece más probable que la materia, tal como es en sí, no pueda ser concebida de modo esencial y comprensivo sin la forma, al menos como término de la aptitud esencial que la materia tiene para la forma, como enseñan con más frecuencia los autores y se toma de Aristóte­ les, II de la Física, c. 2, donde dice que la materia es de aquellas cosos que son relativas, a saber, con una relación trascendental, como declaramos arriba: y las cosas que son tales no pueden ser conocidas sin sus términos. Pc-r lo cual, ad­ mitido el antecedente se niega la consecuencia, porque el concepto propio está acomodado a cada cosa, y por ello, si la cosa es relativa, entonces se entiende con concepto propio cuando se entiende por relación a otro. N i de allí se sigue que la materia' no tenga de por sí y en sí ía propia actualidad de su entidad, sino sólo que no la tiene sin la relación trascendental a la form a; pues también, por el ad 3. Hoc tamen non impedir quominus angelo, qui voluntarie potest solam materiam contemplari, vel saltern ratione dlstincto, ut exacte, directe, et prout in ss est materiam in Deo, quod sentit Scotus in Prolog., q. 1, repraesentét; linde Caietanus ibi speculativam rationem materiae admittit, quamvis non et In II, dist. 12, q. 1 ; et inclinât Themisideam. Albert, vero, In I, dist. 35, a. 10, tius, I Phys., text. 61; qui loquuntur ab­ non dubitavit edam ideam materiae conce­ solute de ccgnitione materiae. Probabilius dere. Simile modo angelus dici potest co­ autem videtur materiam non posse prout in gnosces materiam directe et per propriam se est essentialiter et comprehensive concipi speciem, non quia ilia species nihil aliud sine forma, saltern ut termina aptitudinis repraesentet, fonasse enim eadem species, essentialis quam materia habet ad formant, qua- w a i compos item repraesentat, est ut frequentius auctores docent et sumitur principium cognoscendi materiam, sed quia ex Aristot., II Phys., c. 2, ubi ait materiam talis species repraesentat materiam secundum esse eonrm quae sunt ad afecid, fca.bitudine propriam rationem eius et directe et absque scilicet transcendentali, ut supra declaraviul!a metaphora vel analogia in eius cognimus; quae autem huiusmodi sunt, non pos­ tionem ducit. sum cognosci sine suis termini's. Unde ad2. Materia comprehendi non potest non misso antecedente negatur conscquentia, quia cognita forma.— Dices: materia non potest conceptus proprius est unicuique rei accom­ sine forma cognosci etiam a Deo vel ange­ modants, et ideo si res sit re-oeetiva, tunc lo; ergo nunquam potest propria cogniticproprio conceptu mtelligitur quando concipine cognosci. Aliqui respondent negando antur per respectum ad aliud. Neque inde setecedens ; cum enim materia suam entitàquitur quod materia non habeat in se et ex lem absolutam habeat distinctam a forma, se propriam actualitatem suae entitatis, sed secundum ¡Ham potest praecise concipi, vel solum quod non habeat illam sine habitudine transcendentali ad formant; nam etiam e conceptu realiter distincto’ ab aliis, ut in

Disputación XIII.— Sección VI

443

contrario, la forma, en cuanto es informante o informativa, no puede ser conce­ bida sin la relación a la materia de la que es acto. 3. Pero si hablamos del conocimiento de la materia en cuanto a nosotros, en dicho conocimiento podemos considerar o bien el modo de averiguar y hallar el conocimiento de la materia, o el término de esta averiguación o concepto úl­ timo que podemos formar acerca de la materia. En cuanto a lo primero, es ver­ dad lo que dice Aristóteles en el I de la Física, c. 7, text. 69, y tomándolo de él, Damasceno en su Pliys., c. 3, que a la materia la conocemos nosotros por pro­ porción o analogía con la materia de las cosas artificiales o con el sujeto de las mutaciones accidentales; pues nosotros no llegamos al conocimiento de la ma­ teria sino por vía de mutación, como antes se declaró. Y esto no nace de que la materia no tenga alguna entidad o actualidad, sino de que la mutación sus­ tancial es más oculta y no puede notarse por sí; y por ello no la percibimos nos­ otros sino en orden a las mutaciones accidentales y sensibles. Más aún, por ello sucede también que la forma sustancial no sea conocida por nosotros directa­ mente, sino por indicios sensibles, como después veremos. Y por este motivo dijo también Platón en el Tim e o que la materia es conocida con un conocimiento adulterino, como notó Simplicio en I Phys., text. 96. 4. Qué concepto podemos formar acerca de la materia.— E n cuanto a lo se­ gundo, hay que decir que nosotros llegamos ciertamente a algún concepto propio áe la materia prima, pero con todo no enteramente distinto y tal como es en sí, sino en parte negativo, en parte confuso. Toda esta aserción es clara por la de­ finición de materia dada por Aristóteles, a saber, que es el primer sujeto, etc.; p u e s p o r a q u e lla descripción explicamos un concepto objetivo, y éste es propio de la materia, como también la misma definición. Y en dicha definición, sujeto es algo confuso y común; pero se añade que es el primero para limitarlo a la materia: pues primero importa la negación de un sujeto precedente. Algo pa­ recido es que comúnmente declaramos la naturaleza de la materia por la razón de pura potencia, pues la razón de potencia es'confusa y común; en cambio, la designación de pura dice negación de toda forma componente o constitutiva de converso forma, ut informaos seu ut infor­ mativa est, non potest concipi sine respectu ad materiam cuius est actus. 3. Si vero loquamur de cognitione ma­ terias quoad nos, in ea cognitione conside­ rare possumus vel modum inquirendi et inveniendi cognitionem materiae, vel terminum huius inquìsitionis seu conceptum ultinium quem de materia formare possumus. Quoad prìmum, verum est quod- Aristóteles ait, I Phys., c. 7, text. 69, et ex ilio Damnsc., in sua Phys., c. 3, materiam cognosci a nobis per proportionem seu analogiam ad materiam rerum artificialium vel ad subiectum mutationum accidentalium ; nani ncs non pervenimus in materiae cognitio­ nem nisi per viam mutationis, ut supra declaratum est. Hoc autem non provenit ex eo quod materia non habeat aliquam entitatsm et acrualitatem, sed ex eo quod sub­ stan tial mutatio occultior est et sentiri per se non potest; et ideo a nobis non percipitur nisi per ordinem ad accidentales et sensibiles mutationes. Immo inde etiam fit ut forma substantialis non cognoscatur a nobis

directe, sed per indicia sensibiiia, ut mox videbimus, Et hac ratione dixit etiam Plato, iti Timaeo, materiam cognosci adulterina co­ gnitions, ut notavit Simplicius, I Phys., tex. 96. 4. Quem de materia conceptum formare possimus.— Quoad secundum autem dicendum est pervenire quidem nos in aliquem proprium conceptum materiae primae, non tarnen omnino distinctum et prout in se est sed negativum partim, partim confusum. Tota haec assertio constat ex definitione ma­ teriae tradita ab Aristotele, scilicet, esse primum subiectum, etc.; nam per filami descriptionem aliquem conceptum obiectivum explicamus; file autem est proprius mate­ riae; sicut et ipsa definitio. In ea vero definitione subiectum quid confusum est et commune; additur vero quod sit primmn ut ad materiam limitetur : prìmum autem negationem importât prioris subiecti. Periode est quod communiter na­ turala materiae declaramus per rationem purae potentiae, nam ratio potentiae confu­ sa est et communis; at vero dictio purae ne-

444

Disputaciones metafísicas

la misma materia. Pero la razón está en que nosotros apenas conocemos las co­ sas simples por conceptos propios si no es añadiendo alguna negación, por lo cual éste es el modo más frecuente de declarar la naturaleza de la materia por la carencia de la forma, y de completa actualidad, etc. Y así la describe Aris­ tóteles en el VII de la M etafísica , text. 8, diciendo que la materia no es cuanto, n i cuall, etc.; y por ello tal vez dijo en el mismo libro, text. 35, que la materia es por sí misma desconocida. Pero a veces, como notó San Buenaventura, In II, dist. 3, a. 1, q. 2, parece que declaramos la naturaleza de la materia por concep­ tos puramente positivos, como si decimos que es sustancia incompleta, receptiva de la forma sustancial; pero el decir incom pleta importa una negación. Y final­ mente, nunca declaramos suficientemente la naturaleza de la materia si no le añadimos la negación de todo acto formal constituivo de la misma. Y por ello, San Agustín, lib. D e N atu ra B oni , c. 18, dijo que la m ateria no pu ede pensarse p o r ninguna especie, sino apenas p o r la privación de toda especie. Y en el lib. XII de las C onfesiones, c. 5, dice que intentam os nosotros conocer a la materia igno­ rando, o ignorarla conociendo. Pues igual que las tinieblas son vistas por nos­ otros cuando no se ve la luz, así cuando concebimos algo informe, que es ignorar la forma, conocemos de algún modo la materia. Y por el contrario, cuando cono­ cemos algo formado o compuesto de forma, ignoramos la materia, o más bien, conocemos que aquello no es materia, y apartamos algo para conocer la sola ma­ teria. Y esto no proviene de que la materia no tenga ninguna entidad, sino del hecho de que la tiene tan simple y potencial y latente bajo las formas sustan­ ciales y accidentales, que no puede ser investigada ni conocida por nosotros de otro modo. SECCION E fec to s

VII

d e la materia

......... M 1. Hemds explicado la naturaleza de la materia prima y de paso hemos to­ cado todas sus causas, a saber: la eficiente, que es Dios, y la final, que es la forgationem dicit omnis formae componentis vel constituents ipsam materiam. Ratio vero est quia nos vix cognoscimus simplicia propriis conceptibus nisi adiungendo aliquam negationem, quare hic est frequentior modus declarandi naturam materiae per carentiam formae et completae actualitatis, etc. Et ita describit illam Aristot., VII Metaph., text. 8, dicens materiam non esse quantum, neque quale, etc.; et ideo fortasse dixit in eodem lib., text. 35, materiam esse per seipsam incognitam. Interdum vero, ut notavit D . Bonavent., In II, dist. 3, a. 1, q. 2, videmur declarare naturam materiae per conceptus pure positivos, ut si dicamus esse substantiam incompletam receptivam formae substantialis; sed quod dicitur incompleta negationem im­ portât. Ac denique nunquam materiae na­ turam declaramus nisi adiungamus negatio­ nem omnis actus formaiis constituentis ip­ sam. Et ideo dixit Augustin., lib. De Natura boni, c. 18, materiam per mdlam speciem

sed per privationem omnis speciei cogitari 1 Lege Aegidium, I Hexam., c. 3.

vix posse. E t lib . X I I C o n f e s s ., c . 5 , a it conari nos materiam cognoscere ignorando, vel ignorare noscendo. S ic u t e n im te n e b r a e v i d e n t u r a n o b is d u m n o n v i d e t u r lu m e n , ita d u m ih te llig im u s q u id in f ó r m e , q u o d e s t , ig n o r a r e f o r m a m , c o g n o s c im u s a liq u o m o d o m a t e r i a m >. E t e c o n v e r s o , c u m c o g n o s c i­ m u s a liq u id fo r m a t u m s e u c o m p o s itu m fo r­ m a , i g n o r a m u s m a te r ia m , s e u p o tiu s c o g n o ­ s c im u s i l l u d n o n e s s e m a te r ia m e t a liq u id re m o v e m u s , u t s o la m m a te r ia m c o n c ip ia m u s . H o c a u te m n o n p r o v e n ir e x e o q u o d , m a te ria n u lla m h a b e a t e n tila te m , s e d e x e o q u o d h a b e t illa m ita s im p lic e m e t p o te n tia le m e t la te n te m s u b f o r m is s u b s ta n tia lib u s e t a c c id c n ta li b u s , u t a n o b is n o n p o s s it a lio m o d o in v e s d g a ri a u t c o n c ip i. S E C T IO V II

Quid causet materia I. E x p l ic u im u s n a t u r a m m a te r ia e e t o b i­ t e r a ttig im u s o m n e s c a u s a s e iu s , sc ilic e t, e ffic ie n te m , q u a e e s t D e u s , e t fin a le m , q u a e

Disputación XIII. — Sección V II

445

ma o el compuesto, y de algún modo la formal, que es también la forma, acerca de la cual diremos más cosas después. Causa material, empero, no tiene fuera de sí misma o de sus partes integrales, ya que es simple y primer sujeto. Resta, por tanto, que expliquemos su causalidad (que es el intento principal de esta sec­ ción). Pero en esta causalidad, como en las demás, pueden preguntarse cuatro cosas: primero, qué causa la materia; segundo, con qué causa, o cuál es de par­ te suya la principal y próxima razón de causación; tercero, cuál es la condición necesaria; cuarto, qué es la causalidad misma por la que se constituye en acto la causa. Varias opiniones

2. Acerca de la primera parte dicen algunos que el propio y único efecto de la materia es el mismo compuesto, lo cual puede tomarse de la definición de la materia, a saber, prim er sujeto d e qu e se hace algo , etc. Pues propiamente sólo el compuesto se hace. Asimismo, la materia es causa intrínseca y sólo se com­ para con el compuesto como causa intrínseca. Igualmente, la materia no es causa de la forma; luego, de sólo el compuesto; el antecedente es claro, porque la materia no es el principio de la form a; pues dice Aristóteles en el I Phys.' que un principio no viene de otro. Finalmente, porque la materia tiene una única causalidad; luego también un único causado o efecto adecuado. Así piensa Mayor, In II, dist. 12, q. 2, citando a Avicena, VI M ei& ph., íract. 2, c. 4. Igual­ mente Alberto, II P h ys., tract. 2, c. I. Sin embargo, éste parece que había de modo equívoco, pues dice que la materia no es causa de la forma sino acciden­ talmente, porque la forma no se hace, sino el compuesto; por lo cual no pa­ rece negar que la forma, de ese modo como se hace, sea causada por la .materia. 3, Otros, en cambio, pretenden que la forma es también el efecto propio de la materia, pero no toda forma, sino aquella que es educida de la .patencia de la materia. Esta es la opinión que parece común, pues ninguno dé los que yo he visto excluye el compuesto de la causalidad de la materia. En efecto, aunque Averroes y otros digan que la materia no es de la esencia-del compuesto, lo est forma vel compositum, et aliquo modo formalem, quae etiam est forma, de qua infra plora dicturi sumus. Mateiialem autem non haber praeter seipsam, vel partes suas integrantes, cuín sit simples et primum subiectum. Reliquum ergo est ut causalitatem eius (quod in hac sectioae praeclpue est intentum) declaremus. Quatuor vero in hac causalitate, sicut in caeteris, desiderari postura: primum, quid causet materia; serundum. quo causet seu quae sit ex parte illius principalis et próxima ratio causandi; tertium, quae sit necessaria conditio; quartum quid sit causalitas ipsa per quam causa in actu constituitur. Varice opiniones 2. Circa primam partera, quídam aiunt proprium et unicum effectum rnateriae esse ipsum compositum, quod potest sumí ex deíinitione rnateriae, srilicet, primum subiectvm ex quo fit oliqitid, etc. Proprie enim sclum compositum fit. Item materia est cau-

sa intrinseca; solum autem ad compositum compaiatur ut intrinseca causa. Item mate­ ria non est causa formae; ergo solius com­ positi; antecedens patet quia materia non est principium formae; ait enim Arist., I Phys., unum principium non esse ex alio. Denique quia materia unicam causalitatem habet; ergo et unum causatum sen adaequatum effectum. Ita sentit Major, In II, dist. 12, q. 2, citans Aviccn., VI suae Metaph., tract. 2, c. 4. Item Albert., II Phys., tract. 2, c. 1. Qui tamen videtur aequivoce loqui; ait enim materiata non esse causant formae nisi per accidens, quia forma non fit sed compositum; unde non videtur negare for­ mant eo modo quo fit causari a materia. 3. Alii autem volunt formant etiam esse proprium effectum materiae, non vero omucm, sed iilam quae de potcntia materiae educitur. Quae sententia videtur communis. Nuilus enim quem ego viderim, excludit compositum a causalitate materiae Quam­ quam enim Averroes et alii dicant ma­ teriata non esse de essentia compositi,

446

Disputaciones metafísicas

cual discutiremos después en su propio lugar, con todo no niegan que la ma­ teria sea causa del compuesto, ni pueden negarlo siendo evidente que consta de ella. Por consiguiente, esta segunda opinión, en cuanto a esto, no difiere de la primera, sino que añade la causalidad de la materia sobre la forma que se educe de su potencia. Y se prueba en cuanto a esta parte porque semejante for­ ma depende de la materia; luego es su efecto. Asimismo esta forma es educida de la potencia de la materia; luego la materia contribuye en su género a la educ­ ción de aquélla; luego es su causa. De las cuales razones parece, por el contra­ rio, que se concluye que la materia no es causa de la forma racional, porque ésta ni depende de la materia, ni es educida de su potencia. 4. Pero esta opinión también la juzga insuficiente Fonseca» lib. V M e ta p h ., c. 2, q. 1, sect. 2, a quien siguen los Conimbricenses en el II P h y s., c. 7, q. 8, a. 1; y por ello añade que la materia es causa de toda forma, incluso de la racional, a saber, como informante, y ésta afirma que es la causalidad general de la materia. Esta opinión parece que se prueba por este solo motivo, porque aunque la sustancia o existencia de la forma a veces no dependa de la materia, con todo la información de la forma depende siempre de la materia como de su propia potencia y sujeto; luego la forma como informante depende de la mate­ ria como de causa material; luego es su efecto. Y puede confirmarse esto porque el alma depende de la materia como del término de su ser, con el cual tiene una ¡relación esencial, como dice‘Santo Tomás en la q. D e A n im a , a. 1, ad 12. Tiene también el alma racional una cierta dependencia de la materia en cuanto al co­ mienzo de su ser, porque, naturalmente, no se le debe el ser si no es en tal materia, de la que depende en la unión; luego. 5. Pero además de esto podemos añadir que la materia es también causa material de la misma generación, la cual es realmente distinta de la forma y del compuesto. Y se prueba porque la materia es el principio de la generación, según atestigua Aristóteles, y es principio esencial y del que depende esencialmente la generación; es, por tanto, verdadera y propia causa de la generación, pues en ella influye a su modo con toda propiedad. quod infra in proprio loco disputabimus, non tamen negant materiam esse causam compositi, nec negate possunt cum sit evidens ok ea constare. Haec ergo secunda opinio quoad hoc non differt a prima, sed addit causalitatem materiae in formam, quae de eius potentia educitur. Et probatur quoad hanc partem, quia huiusmodi forma pendet a materia; ergo est effectus eius. Item haec forma educitur de potentia materiae; ergo materia condudt in suo genere ad eductionem illius; ergo est causa illius. Ex quibus rationibus videtur e contrario concludi materiam non esse causam formae rationalis, quia haec nec pendet a materia, nec educitur de potentia iUius. 4. Hanc vero sententiam etiam iudicat insufficientem Fonseca, lib. V Metaph., c. 2, q. 1, sec. 2, quem imitantur Conimbri­ censes, II Phys., c. 7, q. 8, a. 1; et idea addit materiam esse causam omnis formae etiam rationalis, scilicet ut informantis, et hanc dicit esse gencralem causalitatem mate­ riae. Quae sententia hac sola rationc con-

vinci videtur, quod, licet substantia vel existentia formae interdum non pendeat a mate­ ria, informano tamen formae semper pendet a materia tamquam a. propria potentia et subiecto ; ergo forma ut informans pendet a materia ut a materiali causa; est ergo ef­ fectus eius. Confirmari hoc potest, quia ani­ ma pendet a materia ut a termino sui esse ad quem habet essentialem habitudinem, ut loquitur D . Thomas, q. de Anim., a. 1, ad 12. Habet edam rationalis anima quodammodo dependere a materia quoad initium sui esse, quia naturaliter non debetur illi esse nisi in tali materia a qua pendet in unione; ergo. 5. Praeter haec vero addere possumus materiam etiam esse generationis ipsius materialem causam, quae ex natura rei distincta est a forma et a composito. Et pro­ batur quia materia est principium genera­ tionis, teste Aristotele, et est principium per se et a quo essentialiter pendet generano ; est ergo vera et propria causa generationis, nam in illam suo modo propriissime influii.

Disputación XIII.— Sección VII

. 447

6. Cuántos efectos tiene la materia, y cuáles son.— De todo esto parece que se coligen cuatro efectos de la materia realmente distintos, a saber: el com­ puesto; la forma, que es material; la unión de la forma con la materia y la ge­ neración de todo el compuesto. Que todas estas cosas sean causadas por la ma­ teria parece suficientemente probado. Que son distintas al menos ex natura rei puede mostrarse fácilmente. Pues la forma se. distingue del compuesto como la parte del todo. Pero la unión se distingue de la forma, al menos como un modo distinto ex natura rei y separable de la misma, como es evidente en el alma ra­ cional, y lo mismo pudiera hacerse en otras formas, al menos de potencia abso­ luta, como se hizo en la cantidad de la Eucaristía, sobre lo cual trataremos más ampliamente después al ocuparnos de la causa formal. En cambio, la generación difiere de todo lo dicho como el proceso de producción de la cosa producida, por lo cual en la realidad misma es separable de aquéllos; porque pasada la ge­ neración y habiendo cesado la acción del agente, permanece la forma unida a la materia y constituyendo el compuesto en su ser producido. N i importa que al cesar la generación permanezca en su lugar la conservación por la que el efecto es conservado, al menos por la causa primera; sea porque esto viene a ser como accidental para la propia razón y distinción de la generación; pues aunque por un imposible concibiésemos que la cosa engendrada no depende en su conserva­ ción de otra causa, sino que depende únicamente en su producción del que la engendra, permanecerían la forma, la unión y el compuesto al cesar la genera­ ción. Sea también porque aunque después de la generación, que* proviene de la causa próxima, suceda la conservación, que proviene de sola la causa primera; con todo, la unión de la forma con la materia persevera la misma numérica­ mente, del mismo modo que es también la misma forma numérica y el mismo compuesto; y esto basta para que se entienda que la generación es un modo distinto ex natura rei de todos aquéllos; por consiguiente, aquellas cuatro cosas que mostramos que eran causadas por la materia son distintas ex natura rei. Resolución de la cuestión 7. La -generación es más bien camino para los efectos de la materia, que uno de éstos.— Pero aunque estas cosas sean verdaderas en la realidad, sin embargo 6. Quot et qui materiae ejfectus.— Ex his ergo videntur colligi quatuor effectus materiae ex natura rei distincti, scilicet, compo­ situm, forma, quae materialis est, unio fortnae cum materia, et generatio totius com­ positi. Quod enim haec omnia causentur a materia satis probatum videtur. Quod autem ilia omnia sint distincta, saltern ex natura rei, facile östendi potest. Nam forma distinguitur a composito ut pars a roto. Unto vero distsnguitur a forma, saltern ut modus ex natura rei distinctus et separabilis ab ipsa, ut in anima rationali patet et idem fieri pos­ set in aliis formis saltern de potentia abso­ luta, sicut factum est in quantitate Eucharistiae, de quo plura infra tractando de cau­ sa formali. Generatio vero differì ab omni­ bus dictis sicut fieri a re facta; unde in re ipsa est separabilis ab illis, nam transacta generations et cessante actione agentis, manet forma unita materiae et constituens com­ positum in facto esse. Nec refert quod ces­ sante generatione maneat loco eius conserva-

tio qua effectus saltem a prima càusa con­ servano:, tum quia hoc est quasi per accidens ad propriam rationem et distinctionem generationis; nam, Iicet per impossibile intelligeremus rem genitam non pendere in con­ servati ab alia causa sed solum in fieri a generante, manerent unio, forma et compositum cessante generatione. Tum etjam quia, licet post generationem, quae est a causa proxima, succedat conservatio, quae est a sola causa prima, tamen unio formae cum ma­ teria eadem numero perseverai, sicut est etiam eadem numero forma et compositum idem; et hoc satis est ut generatio intelligatur esse modus ex natura rei distinctus ab illis omnibus; ergo quatuor illa quae a ma­ teria causari ostendimus, ex natura rei dis­ tincta sunt. Quaestionis résolutìo 7. Generatio via potius ad efjectus mate­ riae quam unus ex illis.— Sed quamquam haec in re sint vera, nihilominus adaequatus

448

D i s p u t a c io n e s m e ta fís ic a s

el efecto adecuado de la m ateria está contenido en el mismo compuesto. El cual es causado por la m ateria de un doble modo, a saber: en su producción y en su ser producido; en su producción, ciertamente, en cuanto que la materia es causa de la generación, pues no causa a aquélla más que en cuanto que es camino para el compuesto, o sea en cuanto que mediante ella depende el compuesto en su producción de la materia misma. Por lo cual, aunque la generación sea causada por la m ateria, sin embargo, no tanto es causada como efecto cuanto como vía para el efecto; y por ello, aunque se distinga ex natura rei, no se piensa que aumenta el núm ero de los efectos, porque donde está uno por causa del otro, allí hay solamente uno. L o mismo que respecto de la causa eficiente la acción es algo distinto ex natura rei del térm ino, como la acción de calentar, del calor, y ambos provienen del agente; pues la acción de calentar emana del agente que calienta y es producida por él; sin em bargo, no propiam ente, como efecto, sino como vía para el efecto, y por ello no se juzga que entre en el núm ero de los efectos. E n cambio, en su ser producido, la materia es causa del compuesto en cuanto que lo com pone; y no lo compone más que en cuanto que a la misma materia se le une la form a, sustentando a la misma forma, si es tal que necesite dicho fundam ento. Por consiguiente, en este efecto adecuado que es componer al com­ puesto queda incluida la causalidad de la m ateria respecto de la forma, sea como inform ante, sea tam bién como existente de acuerdo .con la exigencia de la forma. M ás aún, de tal modo están estos efectos unidos y como ordenados a la composi­ ción de u n uno adecuado, que la causalidad de la m ateria sobre ellos no parece distinta realm ente, sino sólo por la relación o precisión o por la inadecuada con­ cepción de nuestro entendim iento, por razón de la cual explicamos esta causa­ lidad con diversas fórm ulas verbales. Pues decimos que la form a depende de la m ateria como de su recipiente o de su comparte, y el compuesto, en cambio, como de su parte com ponente; con las cuales palabras 'explicamos que es una ía relación de la m ateria a la form a y otra la de la materia al compuesto; sin embargo, es compatible con esto que el modo de causalidad en que se fundan dichas relaciones sea uno mismo en la realidad. Que esto es así lo declararemos' poco después, y consiguientem ente mostraremos tam bién, al hablar de la causafectus materìae in ipso composito* continetur. Quod duplici modo causatur a materia, scilicet, in fieri et in facto esse; in fieri quidenri quatenus materia est causa generationis; non enim causat illam nisi quatenus est via ad compositum seu quatenus per illam pender compositum in fieri ab ipsa materia. Unde, licet generano causetur a ma­ teria, tarnen non tam causatur ut effectus quam ut via ad effectum; et ideo, licet ex natura rei distinguatur, non censetur augere numi rum effectum, quia ubi est unum propter aliud, ibi est unum tantum. Sicut respectu efficient's causae actio est quid disiinctum ex natura rei a termino, ut caiefactio a calore, et utrumque est ab agente ; nam calciacelo manat et fit a calefaciente, non ta­ rnen proprie ut effectus, sed ut via ad effec­ tum , et ideo non censetur penero in numerum cura effectu. At vero in facto esse m a­ teria est causa compositi quatenus componit illud ; non componit autem illud nisi quatenus ipsi materìae uriitur forma, sus-

tentando ipsam formam si talis sit ut eo fundamento indigeat. Igitur in hoc effectu adacquato, qui est componere compositum, includitur causalitas materiae respectu formae, vel ut informantis, vel etiam ut existentis iuxta exigentiam formae. Immo adeo sunt isti effectus coniuncti et quasi ordinati ad componendum unum adaequatum, ut causalitas materiae circa illos non videatur ex natura rei distincta, sed solum habitudine seu praedsione aut inadaequata conceptione intellectus nostri, ratione cuius diversis loquendi formulis hanc causalitatem explicamus. Dicimus enim formam pendere a materia ut a recipiente vel ut a comparte, compositum vero ut a parte componente; quibus verbis explicamus aliam esse habitudinem materiae ad formam et aliam materiae ad composi­ tum ; cum hoc tamen stai ut modus causalitatis in quo hae habitudines fundantur, in re sit idem. Quod ita esse paulo inferius ostendemus, et consequenter etiam declarabimus loquendo de actuali causalitate ma-

D isputación X III .— Sección V i l

449

Iidad actual, que se distinguen más entre sí la causalidad de la m ateria respecto del compuesto en su producción de la causalidad del mismo com puesto en su ser producido, de lo que difieren la causalidad respecto del compuesto y de la for­ ma, tomadas ambas en su producción, o ambas en su ser producido. Juicio acerca d e las otras opiniones

8. E n la ejecución, el p rim e r efecto de la m ateria es la fo rm a m aterial; en la intención, todo el co m p u esto .— Por lo cual, finalmente es fácil reducir a la verdad todas las opiniones enumeradas. Pues la prim era consideró el efecto ade­ cuado de la materia y esencial y prim ariam ente pretendido, y por ello dijo que era el mismo compuesto. Con todo, no negó o pudo negar sea la doble razón y como estado del mismo compuesto, a saber, en su producción y en su ser p ro­ ducido, sea que la materia es de uno y otro modo su causa, sea que es verdadera causa de la generación y de la educción, como, en general, el móvil es causa material del movimiento. N i tampoco niega aquella opinión que la m ateria, al componer el compuesto, influya en su género en la forma, al menos como in­ formante. M ás aún, parece que hay que decir que en orden de naturaleza y como en la vía del origen, la causalidad de la materia comienza próxim am ente aquí,, porque la m ateria recibiendo el acto compone al compuesto. E n cambio, en el orden de la intención tiende prim ariam ente al compuesto y en él se term ina ú l­ tim am ente, y por ello éste es el que propiam ente se designa y denomina efecto de la materia. Como el agente se dice que propiamente hace el compuesto, a pe­ sar de que su causalidad próxim am ente también actúa sobre la form a, educién­ dola y uniéndola a la materia. Entendido lo cual, la discusión sólo parece que resta acerca del nom bre, si la m ateria ha de decirse que causa la forma o que no, como tam bién confiesa M ayor en los lugares citados, indicando que en la reali­ dad no discrepa; con todo, no hay por qué dudar en dicha locución, porque el «verbo, causar es amplísimo, el cual no sólo suele atribuirse al últim o térm ino de la generación o composición, sino tam bién a la acción y a cualquier cosa que dependa verdaderamente de otra. gis distingui in ter se causalitatem m ateriae respeetu com positi in fieri a causalitate eiusdem compositi in facto esse, quam différât causali tas respeetu compositi et formae, sum pta utraque in fieri vel utraque in facto esse. Iu d ic iu m

d e a liis o p i n i o n i b u s

8.

I n e x s e c u tio n e p r io r m a te r ia e e ffe c tu s e s t f o r m a m a te r ìa l is , i n i n t e n t i o t i e t o t u m c o m ­ p o s i t u m .-— Ex quo tandem facile est opinio­

nes omnes adductas ad veritatem revocare. N am prim a consideravit adaequatum et per se primo intentum effectum m aterias et ideo dixit esse ipsum compositum. N on tarnen negavit au t negare p o tuit vel duplicem rationem et quasi statum eiusdem com positi, sci­ licet, in fieri et in facto esse, vel m ateriam esse utroque m odo causam eius, vel esse veram causam generationis et eductionis, sicu t in universum m obile est causa m aterialis m otus. Ñ eque etiam negat illa opinio quin

m ateria com ponendo com positum influat in suo genere in formano, saltern u t inform antem . Im m a dicendum videtur ordine n atu ­ rae et quasi via originis, hinc proxime inchoari causalitatem m ateriae, quia m ateria recipiendo actum com ponit com positum . O rdi­ ne vero intentionis prim ario tendere in com­ positum et ad illud ultim ate term inart, et ideo illud proprie designari et nom inari ef­ fectum m ateriae. Sicut agens dicitur proprie efficere com positum , cum tarnen causalitas eius proxime etiam versetur circa formano, eam «ducendo et uniendo materiae. Q ua intelligentia supposita, solum videtur dissensio de nom ine, an m ateria sit dicenda causare form am necne, u t etiam fatetur M aior, loc. cit., significans in re non dissentire; non est tarnen cur in illa locutione dubitem us, quia verbum c a u s a n d i ampiissim um est, quod non solum attribuì solet ultim o term ino ge­ nerationis vel com positionis, sed edam actioni e t cuicum que rei quae ab alia vere pendei. 29

Disputaciones metafísicas

450

9. La materia puede decirse principio de la forma.— Ni prueban otra cosa los argumentos de aquella opinión; pues los dos primeros sólo prueban .que la materia esencial y primariamente es causa del compuesto. Y a lo tercero se res­ ponde que lo mismo hay que decir acerca del principio que de la causa; pues la materia también puede llamarse principio de la forma, sea porque es educida de su potencia, sea porque se une a ella. Y lo que dice Aristóteles, que un prin­ cipio no proviene de otro, ha de ser entendido ya en cuanto a la composición, porque uno no se compone del otro, ya en cuanto a la producción absoluta y primariamente intentada por la naturaleza; pues así no se hace un principió de otro, sino lo que de ellos consta. En cambio, las dificultades de las otras opi­ niones no han de ser resueltas, pues rectamente prueban una cierta causalidad de la materia sobre todas aquellas cosas; pero no excluyen que toda aquella cau­ salidad quede incluida en la causalidad del compuesto y se ordene a ella. Sólo podría alguno dudar especialmente de la unión del alma racional, cómo depende de la materia siendo en sí misma espiritual; pero de esta unión, qué es y de qué clase, se tratará ex profeso más abajo; ahora, con todo, se dice brevemente que la unión no sólo por la entidad material (por decirlo así), sino también por la razón formal de la unión, tiene un modo de existir tal que esencialmente de­ pende del otro extremo con el que se hace la unión y en el mismo género y modo como se hace la unión con aquél. Por lo cual, si se hace con un sujeto,' depende de él en el género de causa material; si con la forma, en el género de causa formal; si con la subsistencia, como de un puro término; de este modo, la unión de la Humanidad, aunque sea creada, depende esencialmente del Verbo increado; así, por consiguiente, la unión del alma racional, aunque sea en sí es­ piritual, puede depender de la materia como del sujeto a quien se une dicha forma.

SECCION

VIII

C o n q u é m e d io s p r o d u c e l a m a t e r ia s u s e f e c t o s

1. Opinión de algunos.— Como en la causa eficiente creada suelen distin­ guirse el principio principal de la acción, y el principio próximo, y las condicio9. Materia dici potest iormae princi­ pium.— Neque aliud probant arguments ilIius opinionis; nam duo priora solum pro­ bant materiam primo ac per se esse causam compositi. Ad tertium vero respondetur idem esse dicendum de principio quod de causa; nam materia etiam did porest principium formae, vel quia ex eius potentia educitur, vel quia ei unitur. Quod autem Aristoteles ait, unum principium non esse ex alio, intelligendum est vel quoad compositionem, quia nnnm non componitur ex alio, vel quoad effectionem simplidter et primario in­ tentalo a natura; sic enim non fit principium unum ex alio, sed quod ex eis constat. Argumenta vero aliarum opinicnum solvenda non sunt, nam recte probant aliquam causalitatem materiae in illa omnia ; non tamen exdudunt quin omnis illa causalitas in causalitate compositi includami et ad illam ordinetur. Solimi posset quis specialiter du­ bitare de unione animae rationalis, quomodo pendeat a materia, cum in se spiritualis

sit; sed de hac unione, quae et qualis sit, inferius ex professo tractabitur; nunc breviter dicitur unionem non solum ex mate­ riali (ut ita dicam) entitate sed ex formali ratione unionis habere talem modum essendi ut essentialiter pendeat ab altero extreme ad quod fit unio, et in eo genere et modo quo ad illud fit unio. Unde si fiat ad subiectum, pendei ab ilio in genere causae mate-, rialis; si ad formano, in genere causae formalis; si ad subsistentiam, ut a puro ter­ mino; quo modo unio humanitatis, quamvis creata sit, essentialiter pendet a Verbo in­ creato; sic igitur unto animae rationalis, quamvis in se spiritualis sit, pendere potest a materia ut a subiecto cui forma illa unitur. SECTIO V ili P

er

q u id

ca u set

m a t e r ia

1. Quorumiam sententia.— Sicut in cau­ sa efficienti creata distingui solent princi­ pium principale agendi et principium pro-

Disputación XIII.— Sección V ili

451

nes necesarias para obrar, así piensan algunos que todas estas cosas pueden y deben distinguirse en la causalidad de la materia. Pues la razón principal de causar materialmente —dicen— es la misma esencia de la materia, ya que ella es el primer fundamento y lá base de toda causalidad y sustentación material, y de ella como tal consta esencialmente el compuesto. Pero el principio próximo de esta causalidad dicen que es la potencia de la materia, pues por ella próxima­ mente recibe a la forma, ya que todo acto próximamente se recibe en una po­ tencia a él proporcionada, y tal potencia es una propiedad de la misma materia que le ha sido dada por la naturaleza para causar su efecto, como piensa el Co­ mentador en De Substantia Orbis, c. 1, y en I Phys., text. 70; y allí Temislio, tex. 69. La razón de todos éstos es que toda potencia se funda en alguna entidad y esencia. Pero algunos añaden que esta, potencia, por la cual la mate­ ria próximamente causa, es su cantidad, ya que la materia prima, precisivamente considerada, sin cantidad, no es apta para ser sujeto de la generación, porque no es extensa ni tiene partes; y mediante la cantidad se hace apta porque se hace extensa. 2. Qué condiciones requieren algunos en la materia para que cause.— Entre las condiciones requeridas para esta causalidad ponen algunos la existencia de la materia, porque para la causalidad y composición real parece necesaria la exis­ tencia real. Otros piensan que tampoco se ha de exigir la existencia, porque a la materia para causar le basta su ser de esencia; y la existencia no la tiene como prerrequerida, sino como consiguiente a la forma. Otros, por su parte, requieren como condición necesaria la cantidad por la razón antes aducida, porque el agente no puede actuar sino sobre un sujeto extenso; luego presupone en el sujeto la cantidad, al menos como condición necesaria. Otros juzgan que tampoco esta condición es necesaria, ya que piensan que la cantidad sigue a la forma y de­ pende de ella enteramente. Por lo cual, no requieren ninguna condición para la causalidad de la materia fuera de su entidad y potencia. Podría también aquí re­ ferirse la opinión de los que requieren en la materia la signadón por la que la maximum et conditiones necessariae ad agen­ dum, ita existimant aliqui haec omnia di­ stingui posse et debere in causalitate materiae. Nam principalis ratio causandi materialiter finquiunt) est ipsa essentia materiae; illa enim est primum fundamentum et ba­ sis totius materialis causalitatis et sustentationis et ex ilia ut sic essentialiter constat compositum. Principium autem proximum huius causalitatis dicunt esse potentiam ma­ teriae; per earn enim proxime recipit for­ mano; omnis enim actus proxime recipitur in potentia sibi proportionata ; est autem ilia potentia proprietas ipsius materiae data illi a natura ad suum effectum causandum, ut sentit Comment., de Substantia orbis, c. I, et I Phys., text. 70; et ibi Themist., text. 69. Quorum ratio est, quia omnis potentia fundatur in aliqua entitate et essentia. Ali­ qui vero addunt hanc potentiam per quam materia proxime causat, esse quantitatem eius, quia materia prima praecise considera­ ta absque quantitate non est apta ut sit subiectum generationis, quia non est extensa,

neque habet partes; per quantitatem autem fit apta, quia fit extensa. 2. Quas in materia, ut causet3 conditio­ nes aliqui desiderent.—- Inter conditiones autem requisitas ad hanc causalitatem quidam ponunt existentiam materiae, quia ad causalitatem et compositionem realem existentia realis videtur necessaria. Alii nec exis­ tentiam requirendam putant, quia sufficit materiae, ut causet, suum esse essentiae; exis­ tentiam vero non habet ut praerequisitam, sed solum ut consequentem formam. Rursus alii requirunt ut conditjonem necessariam quantitatem propter rationem superius factam, quia agens non potest agere nisi in subiectum extensum; ergo praesupponit in subiecto quantitatem saltern ut conditionem necessariam. Alii vero neque hanc conditionem necessariam existimant, quia putant quantitatem consequi formam et ab ea omnino pendere. Quapropter nullam conditio­ nem requirunt ad causalitatem materiae praeter entitatem et potentiam eius. Posset etiam hie referri opinio eorum qui in materia requirunt sigillationem qua materia quae de

452

Disputaciones metafísicas

teria, que es de por sí indiferente a toda forma. Queda determinada a esta forma individual más que a otras, ya que la causa indiferente, permaneciendo indife­ rente, no puede causar un efecto definido; acerca de la cual opinión se dijo ya bastante anteriormente al tratar del principio de individuación. L a poten cia d e la m ateria , in distin ta de ella , es para ella la razón de causar

3. Hay que decir primeramente que la materia prima no tiene dos razones de causar, una principal y la otra próxima, sino que por sí misma, y por su entidad, causa principal y próximamente su efecto en su género. Esta opinión se toma de Santo Tomás, I P h ys., text. 79, donde dice que la potencia de la materia no es algo añadido a la materia además de su esencia y sustancia; y lo mismo tiene en I, q. 5, a. 3, ad 3, y q. 77, a. 1, ad 2, y en I cont. G e n t., c. 43, y en In I, dist, 3, q. 4, a. 1; y lo mismo piensan, en general, los tomistas, Herveo, D e U n itate F orm arum , q. 16; Capréolo, In I, dist. 42, q. 1, sobre los ar­ gumentos de Aureolo contra la 4 conclus.; Soncinas, V m M e t a p h q. 6; Enri­ que, In S u m m ., a. 5, q. 8, y esto mismo indicó Averroes, D e Substant. O rbis, cuando dijo que la m ateria se sustancializa por la potencia. Partiendo de este principio se prueba la conclusión de este modo. La materia causa primera y prin­ cipalmente por su esencia, y próxima e inmediatamente por su potencia; pero la potencia de la materia no es algo distinto de su esencia, n i realmente ni ex natura rei; luego en la materia la razón próxima de causar no es algo diferente de la razón principal, sino que son enteramente lo mismo. La consecuencia es evidente y la mayor está también fuera de discusión; pues, por lo que toca a su primera parte, nada puede pensarse en la materia anterior ni más principal, que sea primera raíz y cuasi origen de su causalidad, que su misma esencia. En cuanto a la segunda parte, como la causalidad de la materia es la causalidad del sujeto y del recipiente, consta igualmente q u í la potencia receptiva o capacidad de la materia es la razón prpxima de causar. Igualmente porque la materia causa recibiendo el acto; y el acto se recibe próximamente en la potencia; luego la materia, mediante su potencia^ dice referencia próximamente al acto, y causa su efecto. se indifferens est ad omnem formam, ad hanc individual!! ■polius quam ad alias determinetur, quia causa indifferens, manens indifferens, non potest deiinitum effectum causare, de qua opinione satis multa superius dicta sunt tractando de prindpio individuationis.

Summ., a. 5, q. 8 ^ et hoc ipsum significaVit Averroes, de Sübstant. .orbis, cum dixit, materiam substantiari per' posse. Ex hoc ergo prindpio probatur conclusio in hunc modum. Materia primo ac prinripaliter causai per essentiam suam, proxime vero et immediate per suam potentiam; sed potentia materiae non est aliud ab eius essentia, neque reali­ Materiae potentia, ab ipsa indistincta, ratio ter, neque ex natura rei; ergo in materia est causandi tpsi non est aliud proxima ratio causandi a ra3. Dicendum veto imprimis est materiam tione principali, sed sunt omnino idem. Conprimam non habere duas rationes causandi, sequentia est evidens, et maior ctiam est alteram principalem, alteram proximam, sed extra controversiam ; nam, quod attinet ad per seipsam et per entitatem suam et prinpriorem partem eius, nihil prius vel princicipaliter et proxime causare effectum suum palius escogitar! potest in materia quod sit in suo genere. Haec sententia sumitur ex prima radix et quasi origo causslitatis eius, D . Thom., I Phys., text. 79, ubi ait potenquam ipsius essentia. Quoad secundam veto tiam materiae non esse aliquid materiae adpartem, cum causalitas materiae sit causaliditum, praeter substantiam et essentiam eius; tas subiecti et recipientis, etiam constat po­ et idem habet I, q. 5, a. 3, ad 3, et q. 77, tentiam receptivam scu capacitateci materiae a. 1, ad 2, et I cont. Gent., c. 43, et In I, esse proximam rationem causandi. Item, quia dist. 3, q. 4, a. idemque sentiunt commateria causat recipiendo actum; actus aumuniter thomistae, Hsrvaeus, D e Unit, fortem proxime recipitur in potentia; ergo ma­ mar., q. 16; Capreol., In I, dist. 42, q. 1, teria per potentiam suam proxime respidt ad argumenta Aureolt cont. 4 conclus.; actum, suumque effectum causat. Soncin., VIII Metaph., q. 6; Henric., in

Disputación X III.— Sección V ili

453

4. La menor es mantenida por los citados autores. Y se prueba con la razón primero porque la materia se ordena esencialmente a la forma, como se dijo arriba con Aristóteles, II de la Física, text. 26; pero no se ordena más que como potencia receptiva; por consiguiente, la materia esencialmente es tal po­ tencia. En segundo lugar, la forma, por su esencia, es acto de la materia, por lo cual el alma se define diciendo que es acto del cuerpo físico, etc.; por consi­ guiente, al contrario, la materia esencialmente es potencia para la forma, pues tienen entre sí una correlación proporcional y de tal modo están esencialmente instituidas que se unen inmediatamente por sus esenciales entidades; y de aquí resulta que componen por sí y esencialmente una esencia; y la componen como acto y potencia unidos entre sí; luego la materia es esencialmente potencia como la forma es esencialmente acto. En tercer lugar, para confirmar esto pueden adu­ cirse todas las cosas con las que probamos que la materia es pura potencia; pues no solo dicen los filósofos que la materia tiene potencia, sino que toda ella no es otra cosa que potencia, y esto mismo es lo que Aristóteles dijo, que la ma­ teria es el primer sujeto. San Agustín también, en el libro D e Natura Boni con­ tra Manichaeos, c. 18, dice que la materia se llama en griego selva (6Xnjv), porque para los que operan, tiene aptitud no para hacer ella misma algo, sino para ser aquello de donde algo se hace. Damasceno también, en su Phys., c. 3, dice que, la materia, en cuanto a aquello que es potencia, está dotada de sustancia. 5. En último lugar se declara de este modo: porque o bien la potencia de la materia es la misma sustancia y esencia de la materia, o es algún accidente realmente distinto de ella o algún modo distinto al menos ex natura rei; pues fuera de esto no puede pensarse ninguna otra cosa; ahora bien, no puede de­ cirse lo segundo ni lo tercero; luego es verdad lo primero. L a menor en cuanto a su prim era parte se prueba en prim er lugar porque la potencia es proporcio­ nada al acto; por consiguiente, para el acto sustancial la potencia debe ser sus­ tancial. En segundo lugar, porque de lo contrario la forma se uniría a la materia mediante algún accidente, y así no compondría, con ella un uno per.^se„ ya que dicha unión no sería sustancial sino accidental. Por lo cual, Aristóteles, en el li4. Minor vero asseritur a dictis auctori- Aristoteles dixit, materiam esse primum subiectum. Augustin, etiam, lib. D e Natura bo­ bus. Et ratione probatur primo, quia mate* ni contra Manichaeos, c. 18, materiam ait ria essentialiter ordinatur ad formam, ut su­ graece appella» silvam (y)orp), quod operanpra dictum est cum Aristot., II Phys., text. 26; sed non ordinatur nisi ut potentia retibus apta sit, non ut aliquid ipsa faciat, sed unde aliquid fiat. Damascenus edam, ceptiva; ergo materia essentialiter est huiusin sua Phys., c. 3, ait materiam, quantum modi potentia.’Secundo, forma per essentiam ad id quod potentia est, substantia praedisuam est actus materne, unde anima defitam esse. nitur quod sit actus corporis physici, etc.; 5. Ultimo declaratur in hunc modum: ergo, e converso, materia essentialiter est po­ nam vel potentia materiae est ipsamet sub­ tentia ad formam ; habent enim inter se stantia et essentia materiae, vel est aliquod proportionalem correlationem, et ita sunt accidens realiter ab illa distinctum, vel mo­ essentialiter institutae ut per suas essentiales dus aliquis saltern ex natura rei diversus; cntitates immediate coniungantur ; et inde praeter haec enim nihil aliud excogitari pot­ est quod unam essentiam per se et essentia­ est; sed non potest secundum aut tertium liter componant; componunt autem ut actus dici; ergo primum verum est. Minor quoad et potentia inter se unita; est ergo materia priorem partem probatur primo, quia poten­ essentialiter potentia sicut forma est essen­ tia est proportionata actui; ergo ad actum tialiter actus. Tertio, ad hoc confirmandum substantialem potentia esse debet substantiaadduci possunt omnia quibus probavimus lis. Secundo, quia alias forma uniretur ma­ materiam esse puram potentiam; non enim teriae mediante aliquo accidente et ita non tantum dicunt philosophi materiam habere componeret cum illa unum per se, quia ca­ potentiam, sed totam ipsam nihil aliud esse rimi unio non esset substantial sed acddenquam potentiam, et hoc ipsum est quod

454

Disputaciones metafísicas

bro V n i de la M e ta fís ic a , text. 15, enseña que la materia y la forma sustanciales se unen por sí inmediatamente para componer un uno p e r se. En tercer lugar, porque si fuese algún accidente, sería sobre todo la cantidad; ahora bien, esta no es; luego. La mayor es clara, porque no hay ningún accidente más cercano a la materia que la cantidad. L a menor, en cambio, se prueba porque la canti­ dad no se ordena por sí a recibir la forma sustancial, sino que más bien es o una propiedad que sigue a aquélla, o a lo sumo es una disposición que prepara al sujeto para la recepción de aquélla. Y se confirma, porque, de lo contrario, como ia blancura, por ejemplo, se recibe en la cantidad, así también la forma sustan­ cial se recibiría en ella y le comunicaría su ser sustancial; y consiguientemente como quitada la sustancia y conservada por sí la cantidad, sin un nuevo milagro permanece aquella cantidad blanca, así quitada la materia y conservada la canti­ dad sin nuevo milagro permanecería informada por la forma sustancial, todas las cuales cosas son absurdas. Finalmente, cualquiera que sea aquel accidente que por modo de potencia se interpone entre la sustancia de la materia y la forma, es menester que se reciba en la materia, porque debe recibirse en algún sujeto, y allí no hay otro, ya que tal potencia se supone para la forma y consecuentemente también para el compuesto; luego hay en la materia potencia para recibir en sí tal accidente, ya que radica en la materia como en su sujeto; pregunto, por con­ siguiente, si aquella potencia de la materia es la misma sustancia de la materia u otro accidente; esto último no puede decirse, porque entonces se seguiría hasta el infinito; y si se dice lo primero, consiguientemente alguna potencia receptiva de 2a materia es la misma sustancia suya; luego ésta más bien lo es para' el acto sustancial que para el accidental, o al menos primariamente se ordena a aquel acto; por tanto, es esencial e inmediatamente receptiva de aquél. 6. Y desde aquí se prueba fácilmente la segunda parte de la menor, a sa­ ber, que esta potencia no es u n modo realmente distinto de la sustancia de la materia. Primero, ciertamente, porque no hay ninguna necesidad n i huella de tal distinción. Pues tal potencia es. connatural a la materia y totalmente inseparable de ella, incluso por la potencia absoluta de Dios; más aún, ni siquiera mediante el entendimento- puede concebirse la materia completa en la esencia de la matétalis. Unde Aristoteles, V i l i Metaph., text. 15, docet materiam et formam substantiate per se immediate uniti ut unum per se componant. Tertio, quia si esset aliquod ac­ cidens, maxime quantitas; sed hoc non; ergo. Maior patet, quia nullum est accidens materiae propinquius quam quantitas. Minor Vero probatur, quia quantitas non ordinanti per se ad recipiendam formam substantiaIcm, sed potius est vel proprietas consequens illam, vel ad summum est dispositio praepara'.’.s subìectum ad receptionem eius. Et confirmatiir, nam alias sicut albedo, verbi grada, recipitur in quantitate, ita edam for­ ma substantialis reciperetur in illa et communicaret illi suum esse substantiate et consequenter, sicut ablata substantia et conser­ vata per se quantitate sine novo miraculo permaner illa quantitas alba, ita ablata ma­ teria et conservata quantitate sine novo mi­ raculo maneret informata forma substantial!, quae omnia sunt absurda. Tandem, quodcumque sit illud accidens. quod per modum potentiae interponitur inter substantiam ma-

teriae et formam, necesse est illud recipi in materia, quia recipi debet in aliquo subiecto, et ibi non est aliud, cum tatis potentia supponatur formae, et consequenter etiam com­ posito; ergo est in materia potentia ad re­ cipiendum in se tale accidens, cum subiectetur in materia; inquire ergo an illa potentia materiae sit ipsamet substantia materiae, vel aliud accidens; hoc posterius dici non pot­ est, alias procederetur in infinitum; si vero dicatur illud prius, ergo aliqua potentia re­ ceptiva materiae est ipsa substantia eius; ergo haec potius est ad actum substantiate!! quam ad acddentalem, vel saltern primario ad ilium actum ordinärer; est ergo per se et immediate receptiva illius. 6. Atque hiñe facile probatur altera pars minons, scilicet, hanc potentiam non esse modum ex natura rei distinctum a substan­ tia materiae. Primo quidem quia nulla est nécessitas nec vestigium talis distinctions. Nam talis potentia connaturalis est materiae et ab illa omnino inseparabilis, etiam per potentiam D ei absolutam; immo etiam per intellectum concipi non potest materia com-

Disputación XIII.— Sección VIH

455

ria sin que se la conciba capaz de la forma; por consiguiente, aquella capacidad no es un modo distinto en la realidad de la materia, sino que es como su dife­ rencia esencial; pues la materia esencialmente es una entidad sustancial, no com­ pleta sino parcial, no por modo de acto sino de potencia; por consiguiente, la misma materia es por su esencia la razón principal y próxima de recibir la forma y de causar materialmente. 7. La materia requiere esencialmente la existencia para causar.— Digo en segundo lugar: la existencia de la materia es también necesaria para la causa­ lidad de la materia; con todo, no propiamente como una condición solamente que esté fuera de la razón de principio esencial en el género de causa material, sino como íntima y formalmente incluida en él. Se prueba la primera parte porque k materia no puede ser sujeto real, o ejercer actualmente su oficio tal como está en sola la potencia objetiva o en la virtud de la causa primera, porque de acuerdo con la anterior consideración no es nada, y sólo se concibe como no re­ pugnante al ser; y de acuerdo con la última, no es otra cosa que la misma esen­ cia creadora; por consiguiente, para ejercer actualmente el oficio de sujeto real es preciso que- en sí esté actualmente fuera de.su causa y fuera de la potencia objetiva; ahora bien, esto mismo es ya existir; luego para que la materia cause materialmente, es necesario que exista actualmente. Y se confirma, porque pre­ cisamente las cosas naturales no se crean porque se hacen de la materia; ahora bien, no es que no se creen porque se hagan de la materia posible; luego por­ que se hacen de la materia actualmente existente, y por consiguiente la misma materia no causa materialmente sino en cuanto actualmente existente. Se prueba la menor porque la misma materia, cuando es hecha por Dios es hecha de ma­ teria posible, y sin embargo es creada, porque ser hecho de materia posible es ser hecho de la nada, ya que la materia posible como tal no es nada. Por lo cual, la preposición de en dicha locución no indica relación de causa material, sinode término a quo. Por consiguiente, cuando dice relación de causa material es necesario que designe una cosa que no solamente sea posible sino también que sea actual y esté fuera de sus causas. Finalmente, la materia no puede causar

preoastrix teriore m vtiaero nrgoonuetstacatu liudexeqrc uaem pcaieptà in esasee;ntia m ateria epacqita uin coonnedsptiam tuor­ dipusm a c e s s e n ; e aet a x fo r m e r g o illa c a s n m u n u s re a lis s u b ie c ti, n e c e s s e e s t u t in s d u s in re d is tin c tu s a m a te ria , s e d e s t v e stia itm acotubieecxtiv traam ca;ussaem soucam eutm exetra pexoisteten­lu iffelite rerntiaesetsseenntia liss esiu ss;tannatia mlism atenria d h ip s s t ecsotism enpdtia tita u b , o n ra : e r g o u t m a te ria m a te ria lite r c a u s e t,atu ner,­ soeddum partia lisn,tia noen; pesetrem ooduipm am ctuas­ cesseest quodactuexistât. Et confirm steeria dple epretarm p o te r g s a nam id eomaretesrian;atusra lesnonnonidecarenaonnturcreqaunia­ etio ssenretiacip miesnudaim etapm rinectipcaalis e-t fiu p r o x im a ra fo rm u s a n n t e x e d tu ia fiu fiunntt eexx m maate teria ria pacotu ssibili; enr­di7m go,reqtquuia e x is te .aterialiter..—Dicosecundo: existentia te cte onria selite querntenrisiipsqauam ante riaacntu onecxaisu­s a i m a te u s m a te ria e e tia m e s t n e c e s s a r ia a d c a u s a lita M in orfitpro bam tuar,teria nam ipsssib aili, mate rianihdilo um temtam atutem riaeq,uaneonsittarn etra npra rotio prie utpcrin oncdi-i­ fittensa.D e o , e x p o e t tio n e x n e m m in u s c re a tu r, q u ia fie ri e x m a te ria p o s s ib i­ piniiilio perinstim einegetenfo ere c a u s a e m a te ria lis s e d u t es,tufie e,xnih nih m ateriain posilla sirm alite .tPerio aars­ libilis terisic ililo sit.heaoU nqdudeoinddeic tio prosbuabtuierctuqm uia, vm ate ria neoxrnein pcelu oretesasm susesrpre le e l a c tu r c u n e iu s lo c u tio n n o n d ic it b itu m c a u s a e m ai­­ te ria lis , s e d te rm in i a q u o . Q u a n d o e rg o d p ro u t e s t in s o la p o te n tia o b ie c tiv a v e l in itundetinerem caquusaaeenm anteta rianlis ,m nepcoessssib eilis est virtu teconpsrim araetio canuesm ae,nqihuiliaesesct,unsdeudmsoplu rio - cuitt hdeasbig m o tu re m id e m concipitur ut nonrepugnans esse; secun- sit, sedetiamactuet extracausas. Tandem Existentiam essentialiter requirit ma­ teria ut causet

ex

456

Disputaciones metafísicas

materialmente si no es creada por Dios ; pero la creación se termina en una cosa existente; por consiguiente, la materia no puede causar materialmente sino como existente. Las cuales razones, formal e inmediatamente, prueban que la materia no causa materialmente sino en cuanto que está fuera de sus causas como una entidad actual eü su ser de esencia; consiguientemente, prueban acerca del ser de la existencia, porque toda entidad actual fuera de sus causas queda formalmente constituida por la existencia, como después probaremos en su lugar. 8 . En qué grado depende la materia de la forma.— Y de aquí se prueba también fácilmente la última parte de la aserción; pues el que la materia sea una entidad actual no es como una condición extrínseca necesaria para causar, sino que es la intrínseca y propia razón de causar; pues la materia recibe la forma por su entidad actual; ahora bien, por la existencia queda constituida en el ser de entidad actual; luego la existencia de la materia no es de cualquier modo una condición necesaria, sino en cuanto perteneciente esencial y formalmente al principio de causación. Esto se verá más claramente por cuanto se diga después acerca de la existencia. Sólo puede objetarse que la materia depende en su exis­ tencia de la forma; por consiguiente, no puede existir, incluso en el orden de naturaleza, con prioridad a recibir la forma; por tanto, la existencia no puede serle necesaria para causar. Es clara la consecuencia porque la condición nece­ saria para causar« se presupone al . efecto. N i puede entenderse que la causa de­ penda en su ser necesariamente de su efecto para causar. Se responde que no puede darse una respuesta exacta a esta objeción hasta que expliquemos la cau­ salidad de la forma con la materia y aquella proposición de Aristóteles; Las cau­ sas son para sí mutuamente causas; por ello brevemente se dice que es probable que la materia no dependa propiamente de la forma como de su causa, la cual puede llamarse dependencia antecedente, sino sólo como de u n acto connatural y de una cuasi disposición y condición necesaria, la cual puede llamarse depen­ dencia consecuente, y según ella no hay inconveniente en que la causa material dependa de su efecto. Después veremos si puede decirse que depende tambiéna priori la materia de fa "forma.

m nD oneop;ote sdtm ate rialite rcin auastuare ndisre ism it dteeriaexpisete netia .inSoslu mexpisote tensttiaobaiicfo i,rm quaia; em ao­ cexreaiste ate taria a s e c re a tio te rm r a n d r u a rg nterm ;ausearg onm ateeria nnosn. Q puoateestram a­- nteorenpqoute stfo priu sam etiarem oia rdt;ineerg naotueraxiseteenxtia iste ria lite c re is i x is te tio a m rm c ip nriaesmfonrm alite rusaere t im m edria ialite tepr,ronbisanitum aetes-t nonpotestilliessenecessariaadcausandum. o n c a m a te t euqm uenstia ,poqnuitu iarcaodndeitio ntuem ce.ssN areiac extrasuocauessasseseusassentatiam q;uacm aecqtuuaelis envtita s P aindatetellig ctaucisoapnnosdte u p ffe c in e o n s n te r e ro eccetu s­. pturo banetndtita esesseextra exiscateunsatia efo ,qrm uia om ncisonsatic­ sarioadcausstaqnudoudmcpauesnadeinatsuaoseusoseenffe a lis s a lite r nndeem turdeaxriacntaom nxisplicree-tu rupse.rexistentiam,utinfrasuolocopro- R sm peousnspsoio nrm phaouesiu seesrg , oadboie necaetio eria baitu b8im c a u s a lita te m fo m te .ehincetiamprobaturfacileposterioras-.—illampropositionemAristotelis: met A tq u idenoonbdreevpeite rere dicpitu r­ saecrtio nis,npoanrse;sntaqm ,sqiueoxdtrin m aete riacosnitditio entita s­ probabileessemateriam n d ro tu a lis u a s c a n e andfo rm aauntteacecdaeunssa,ssuead,sqoulu aempuotteastcdoic i sparia riaaradtiocacuasuasnadnudm ,nsaem dm esattein trin srecsuaam et pdrie e p e e n tia n ­ pceenrostita i ; ria p e nantueranlieceascstuariae,tqquuaaesipodistepstosdin oindeepeetncdoenndtiaimm acctu asletitu mitu rcrcip itesfoserm atita m;tisseadctu pear­ tio ic elis; xisteentergtia o n in e n ecum nadte um qum am ndoenreesatsin coenf­­ exnisetecenstia m,asteedrneutnpoenrsuetcaucmfo qur-e cvaennsieenqsuecnasu,sasm ria le p e n u o em satlite conrdoitio s a ria cturi. A natevria eromdic ossait, pinefra ndere musa. nsbitadlatiu prin anfra di. fe prio m aifoprm videetia bim Quaerespecrtin onseta secxipiu dicm endcaisusin M ateria quaUter a forma dependeat

Causae sunt

sibi invicem causae;

.

D isp u ta c ió n X II I.— S e c c ió n V i l i

457

9. La materia requiere para su causalidad la proximidad con la jorma.— Digo en tercer lugar que la condición necesaria para causar en la materia es la proximidad íntima o indistancia respecto de la forma. Así, pues, como en la causa eficiente la aplicación al paciente se dice condición necesaria para la ac­ ción, así en la causa material la aplicación a la forma; pues respecto de aquélla o con aquélla ejerce su causalidad. Y esta aplicación es por la íntima proximidad e indistancia, porque no pueden unirse la materia y la forma si no están indis­ tantes y como penetradas íntimamente por sus entidades. Podrá decirse que ésta no es una condición necesaria, sino la misma unión de la materia y la forma. Se responde que no es así porque la presencia íntima es algo distinto ex natura rei de la unión; pues cuando el alma es creada en el cuerpo, no se une al cuerpo por virtud de la creación en tal determinado lugar, sino por otra acción, y con todo es creada íntimamente indistante del cuerpo. Por lo cual también aquella íntima presencia es realmente separable de la unión. Pues como el ángel puede estar íntimamente presente a la materia y no informarla, así también puede estar el alma racional, más aún, incluso cualquier otra forma, al menos por la poten­ cia absoluta de Dios; por consiguiente, aquella íntima presencia es algo distinto de la unión y condición necesaria para aquélla y para la causalidad de la ma­ teria. Y esta condición en la generación del hombre es manifiestamente anterior por naturaleza, porque allí se supone la forma creada sin la causalidad de la ma­ teria sobre ella; y en las otras formas no tanto parece una condición anterior por naturaleza, cuanto concomitante, porque las demás formas, absoluta y simplemente y según el orden causal, ni son ni se hacen con prioridad natural a su unión, como después veremos. Interviene también allí otra prioridad de naturaleza que se llama en el orden de la subsistencia; pues la presencia íntima es tal que puede al menos ser conservada por la divina potencia sin unión y, por consiguiente, sin causalidad material; y por el contrario, la causalidad material no puede de nin­ gún modo conservarse actualmente sin la proximidad íntima, como es evidente por sí mismo. . , 10. La materia no requiere la cantidad como condición necesaria para cau­ sar.— Digo en cuarto lugar que fuera de esta condición no hay ninguna otra

9. ra tionpaelis ,pim m om et qD ueaielib esotlu alia fo;rm at,esrg al­o . — D ic o te rtio : te rn r o te n tia a b ta m e s dpitio nineqceusita sasriainatim dcaaussaenudum in m ateriaa u¡Inlaionin tim aconpra esenntia qsauria idaddistin cm tum aabd ecfosotrnm ro p in d is ta n tia e e t d itio e c e s illa e t a. Ita qupea,sssuicm utdinicitu caruscaonedffic ienntiecaeps­- m ahteoria eiscaguesnaelita tem .m Haaneife csateuteem crio onrdnitio p lic a tio a d itio in m in ra tio n e s t p ae­ spalic riaanaodaadgefo ndrm um ,am ita in m a te ria li c a u s a a p ­ tu ra , q u ia ib i s u p p o n itu r fo rm a c re a ta a b s q u carm usaislita am teria eectuirc m;pinrioarliisnavtuera ro re pecstu illiu nootenncom tam vnid riaacoailla ndeitio cuute m illa exaenrcoe.tesct;apunesaarm lita tesm uparo m .insH auveei-cl fo q u a m c ita s , q u lia fo rm a e a b s o lu ­ata m a p p lic in tim a m p q te m e t in d is ta n tia m , q u ia n o n p o s s u n t m a ­ te e t s im p lic ite r e t s e c u n d u m o rd in e m c a u s a tisn,tunr,onutpriu stenaatu raebsim unutsa.uInttefiu netdqituaaum ria eptefo rm ataeunin iritim niseipsein tein diste tasntessuaest. lita u n ia p o s v id rc ­ qte u a s i n e tra r n tita te m ib i a lia n a tu ra e p rio rita s , q u a e d ic itu r D ic e s h a n c n o n e s s e c o n d itio n e m n e c e s s a sistetanlis di ecsot,nsuetqupeonstia ;salte narn mpin tim a ria m seade.ipR saem m etdectu onriunnocntioita nem m a,teqria e pinraesseunbtia s it e r d ieinttim fo,arm s p o n e s s e u ia peonte nrtiasm cocnasuesrv atitesinm eautenria ionlie; eet aeliq ucid deisntin ctu m esctreeax- cvoinnasm e q u te in e a lita ntuartuin racrepora irpaeobsreeun,ntia io n ; u m im a n im a c o n tra rio v e ro n u llo m o d o p o te s t m aateria lisncoon; usnedituprecrorp orimexacvtio icnre a-, causalitas actuconservari sineintim p ro tio n is in ta li lo a lia e m eU tntademeentiacm rearetuiprsaintim esein dra isbtailis nsilla acoin rptim orea. pin1q0u.itate, utperseconstat. e s t p a ppra essetnetia ain btim uneiopnra e.esS icsutmaete nim aentgenlu s Dicoquartopraeter hancconditionemnu.— o te s s e e n ria e o n informansillam,itaetiampotest esseanima lamaliamesse simpliciter necessariamal-d Proximitalem cum forma ad suam causalitatem requirit materia

Quantitatem non requirit materia ut necessariam conditionem ad causandum

458

D is p u t a c io n e s

m e ta fis ic a s

que sea absolutam ente necesaria para la causalidad de la m ateria, cuanto es de su parte. Se explica brevem ente, pues, por lo que toca a la cantidad, es asunto m uy discutido si ésta está en la m ateria o en el com puesto, y de qué modo. Y aunque sea probable que esté en la m ateria y que naturalm ente no se separe de ella, sin embargo ello no es porque la cantidad sea condición necesaria para la causalidad m aterial, hablando form alm ente, sino porque la m ateria es una enti­ dad tal que exige por su naturaleza tal propiedad, de modo que la cantidad es más bien una propiedad que sigue a tal causa material que una condición ante­ cedente necesaria para su causalidad. P or lo cual, sucede que o bien la form a, si es material tam bién, o al m enos a su m anera la inform ación de la forma, parti­ cipar? del. efecto o modo de la cantidad, no ooroue sea en sí necesario dicho modo para la unión con la m ateria, sino porque la forma se acomoda a la materia en cuanto que todo lo que se recibe se recibe según el m odo del recipiente. Y de m odo sem ejante, el agente- m aterial necesita la extensión de la cantidad en el paciente para que pueda ejercer su acción sobre é l; con todo, esto proviene de que el mismo agente, p o r razón de dicha propiedad consiguiente a la materia, tiene u n modo de existir y de obrar acomodado a ella según todas las facultades que dependen de la m ateria. Así, pues (sea lo que fuere de aqueUa cuestión, so­ bre la cual no definimos nada ahora), decimos sólo de m om ento que la cantidad por sí y form alm ente no es necesaria por razón de la causalidad material. Por lo cual, si es conservada por la potencia de Dios la m ateria sin la cantidad, cuanto es de su parte podrá ejercer su oficio de sustentar a la form a o a su información. 11. Por su parte, una signación de la m ateria que sea algo distinto de la cantidad y de las cualidades que disponen a la m ateria, es algo enteram ente fic­ ticio e im aginario, como se dem ostró en el lugar antes citado. Y las cualidades, si tal vez no perm anecen las mism as en lo engendrado y en lo corrompido, no signan a la m ateria de otra form a si no es porque las cualidades que preceden al instante de la generación despojan a la m ateria y la dejan libre y expedita para qu e el agente introduzca en ella su form a; en cam bio, las cualidades que se in­ troducen en dicho instante solamente siguen a la forma- y como la cobijan y retienen en la materia. Pero siria s mismas disposiciones num éricas que fueron c a u s a lita te m m a t e r n e , q u a n t u m e s t e x p a r ­ t e e iu s . E x p l ic a tu r b r e v ite r , n a m q u o d a ttin e t a d q u a n tita te m , satis c o n tr o v e r s a r e s e s t a n illa s it in m a te r ia v e l in c o m p o s i to e t q u o m o d o . E t q u a m v is s i t p r o b a b i l e e s s e in m a t e r i a e t n a tu r a lite r n o n s e p a r a r i a b illa, i d la m e n n o n id e o e s t q u ia q u a n t i t a s e s t c o n ­ d itio n e c e s s a ria a d c a u s a lita te m m a te r ia le m , f o r m a l ite r lo q u e n d o , s e d q u ia m a t e r i a e s t t a ­ ils e n tita s q u a e n a t u r a s u a t a l e m p r o p r i e t a t e m p o s tu la t, ita u t q u a n tita s p o tiu s s it p r o p r ie ta s c o n s e q u e n s ta le m c a u s a m m a te r ia le m q u a n a c o n d itio a n te c e d e n te r n e c e s s a ria a d c a u s a lita te m e iu s . U n d e f i t u t v e l fo r m a , s i m a t e r i a l s e tia m s it, v e l s a lte r n s u o m o d o in f o r m a n o fo r m a e , p a r tic ip e n t e f f e c tu m s e u m o d u m q u a n t i t a t i s , n o n q u ia p e r s e s i t n e ­ c e s s a r i a ille m o d u s a d u n io n e m c u m m a ­ te r ia , s e d q u ia fo r m a se s e a c c o m m o d a t m a t e r ia e , q u a te n u s o m n e q u o d r e c i p i t u r a d m o ­ d u m r e c ip ie n tis re c ip itu r. E t s im ili m o d o , m a ­ te r ia le a g e n s i n d ig e t e x te n s io n e q u a n t i t a t i s in p a s s o , u t in illu d a g e re p o s s i t ; i d ta m e n p r o v e n i t e x eo q u o d ip s u m a g e n s r a t i o n e t a ­ ils p r o p r ie t a tis c o n s e q u e n tis m a t e r i a t a h a -

b e t m o d u m e x is t e n d i e t a g e n d i ilk- a c c o tn m o d a tu m s e c u n d u m o m n e s fa c u lta te s q u a e a m a te ria p e n d e n t . I t a q u e ( q u id q u i d sit d e illa q u a e s tio n e , d e q u a m o d o n ih il d e fin im u s ) n u n c s o lu m d ic im u s q u a n tita te m p e r se ac f o r m a l ite r n o n e ss e n e c e s s a r ia m p r o p t e r c a u ­ s a lita te m m a te r ia le m . U n d e , si p e r p o te n tìa m D e i c o n s e r v e tu r m a te r ia s in e q u a n tita ­ te , q u a n t u m e s t e x p a r t e s u a p o t e r i t e x e rc e r e s u u m m ù n u s s u s te n ta n d i fo r m a r ti v e l in fo r m a tio n e m e iu s. 11. R u r s u s s ig illa tio m a te r ia e q u a e sit a liq u id d is tin c tu m a q u a n tita te e t q u a lita tib u s d is p o n e n t ib u s m a te r ia m , p r o r s u s e s t q u id f ic tu m e t c o m m e n titiu m , u t lo c o s u p r a ci­ ta to m o n s t r a t u m e s t. Q u a lita te s a u te m , si f o n a s s e n o n m a n c a i e a e d e m in g e n ito e t c o r ­ r u p t o , n o n a lite r s ig illa n t m a te r ia m nisi q u i a h a e q u a lita te s q u a e p r a e c e d u n t in s ta n s g e n e r a tio n is , d e n u d a n t m a te r ia m et r e lin q u u n t illa m lib e ra n e e t e x p e d ita m u t a g e n s i n e a m in tr o d u c a t s u a m fo r m a m ; q u a lita te s v e ro , q u a e in eo in s t a n t i i n tr o d u c u n tu r , s o ­ lu m c o n s e q u u n tu r f o r m a m , e t q u a s i fo v e n t a c e a m r e ti n e n t in m a te r ia . S i a u te m e a e d e m

D isputación X III .— Sección V III

459

iniciadas en el ser corrompido perm anecen consumadas en el engendrado, así más fácilmente puede decirse que determ inan la materia p ara tal form a; pero esto no es porque la materia de por sí necesite de ellas para su causalidad, sino o bien porque por el natural modo y orden de obrar m ediante los accidentes son así necesariamente preestablecidas, o porque la forma misma exige tales disposi­ ciones. Y la materia, aunque de suyo sí sea indiferente para m uchos efectos o for­ mas, no es de suyo insuficiente o incom pleta para cada uno de sus efectos, sino que más bien en su género es cuasi causa universa!, suficiente para cada uno de los efectos, y la causa de este modo indiferente bien puede causar u n efecto determ i­ nado si por otra parte concurren las otras causas necesarias para tal determinación, como son en el caso propuesto el agente o las disposiciones. P o r consiguiente esencial e intrínsecamente por v irtud de la causalidad m aterial, no se requiere ninguna signación para aquélla como condición necesaria. Y fuera de estas con­ diciones, ningunas otras han sido hasta ahora concebidas n i pueden fácilm ente fingirse, ya que no aparece ninguna razón o fundam ento de tal necesidad. Pues omito la condición general y cuasi trascendental respecto de toda causa creada, a saber, que sea conservada por D ios; pues esto no sólo es com ún sino que está comprendido en la existencia. O m ito tam bién la referencia necesaria o relación a la forma, y (por llamarla así) la concausalidad de la form a; pues esto más bien es alg o . necesariamente consecuente que una condición requerida para la causa­ ción. Por consiguiente, ninguna otra cosa es necesaria para la causalidad de la m ateria de parte de la misma. Y con esto basta ya acerca de este p u n to ; pues los fundam entos de las demás opiniones que han sido insinuados al referirlas, con lo dicho quedan ya suficientemente solucionados y aclarados. n u m e r o d is p o s itio n e s q u a e f u e r u n t in c h o a ra e in c d rru p to , m a n e n t c o n s u m m a ia e in g e n ito , s ic fa c iliu s d ic i p o s s u n t d e te r m in a r e m a te r ia m a d ta le m f o r m a m ; illu d ta m e n n o n e st q u ia m a te ria e x se illis in d ig e a t a d s u a m c a u s a lita te m , s e d v e l o b n a tu r a le m m o d u m e t o r d in e m a g e n d i m e d iis a c c id e n tib u s n e ­ c e s s a rio ita p r a e m ittu n tu r , v e l q u ia fo rm a ip s a ta le s p o s tu la r d is p o s itio n e s . M a te r i a a u te rn , q u a m v is e x s*b s it in d if fe re n s a d p lu r e s e ff e c tu s s e u f o r m a s , n o n e s t e x se in s u f r ic ie n s a u t in c o m p le ta a d s in g u lo s e ffe c tu s s u o s, s e d p o tiu s in su o g e n e re e s t q u a s i u n i ­ v ersalis c a u s a , s u ffic ie n s a d s in g u lo s e ffe c tu s , c au sa a u te m sic in d if fe re n s b e n e p o te s t d e te r m i n a t u m e f f e c tu m c a u s a re si a liu n d e c o n c u r r a n t a lia e c a u s a e a d earn d e te r m in a tio n e m n e c e s s a ria e , u t s u n t in p ro p o s ito a g e n s vel d is p o s itio n e s . I g i t t t r p e r se e t in tr in s e c e ex vi c a u s a lita tis m a t e r i a l s , n u lla s ig illa n o a d

ilia m r e q u ir i tu r u t n e c e s s a r ia c o n d itio . P r a e ­ t e r h a s a u te m c o n d itio n e s , n u lla e a lia e h a c te n u s e x c o g ita ta e s u n t , n e q u e f in g i fa c ile p o s s u n t, c u m n u lla a p p a r e a t ra tio v e l f u n d a m e n tu m ta ils n e c e s s ita tis . O m itto e n im c o n d itio n e m g e n e r a l e m e t q u a s i t r a n s c e n d e n ta le m r e s p g c tü o m n is c a u s a e c r e a t a e , s c ili­ c e t, q u o d c o n s e r v e tu r a D e o ; n a m h o c e t c o m m u n e e st e t s u b e x is te n tia c o m p r e h e n d i t u r . - O m it to e tia m n e c e s s a r ia n s h a b i t u d in e m s e u re la tio n e m a d f o r m a m , e t ( u t ita d ic a m ) c o n c a u s a iita te m f o r m a e ; n a m h o c p o tiu s e s t q u id n e c e s s a r io c o n s e q u e n s q u a m r e q u is ita c o n d itio a d c a u s a n d u m . N i h i l e rg o a liu d a d c a u s a lita te m m a te r ia e e x p a r te illiu s n e c e s s a riu m e st. E t h a e c s a tis s in t d e h o c p u n c t o ; n a m f u n d a m e n ta a lia r u m o p in io num q u a e in t e r illa s r e f e r e n d a s in s in u a ta s u n t, e x d ic tis s u f f ic ie n te r s o lu ta e t e x p e d if a s u n t.

460

D i s p u t a c io n e s

S E C C I O N

m e ta fís ic a s

IX

E n qué consiste la causalidad de la materia 1 . La causalidad de la materia no es la misma entidad de la materia.— Hay varias opiniones sobre este punto. Efectivamente, dicen algunos que la causali­ dad de la materia no es otra cosa que la misma materia que se entrega a sí mis­ ma al compuesto y por sí misma sustenta a la forma, ya que su causalidad no consiste en la producción de una cosa distinta de sí, como la causalidad eficien­ te, sino en el solo hecho de entregarse a si misma a su efecto. Pero esta opinión no puede ser verdadera, pues aunque sea verdad que la materia no puede causar de otra forma que sustentando y componiendo aquello que causa, sin embargo esto que es sustentar y componer es algo en la realidad misma distinto de la mis­ ma materia; pues puede estar la materia en la realidad y no causar esta forma o este compuesto, y variar sucesivamente su causalidad acerca de los varios efec­ tos permaneciendo invariable su entidad; por consiguiente, la causación misma es algo distinto de su entidad. Más aún, por potencia absoluta puede conservarse la materia sin ninguna forma, como después mostraremos, y entonces no causa­ ría nada actualmente sino que únicamente sería de suyo capaz de causar; por consiguiente, es algo distinto aquello por lo que queda constituida como actual­ mente causante, de aquello por lo que se constituye como capaz de causar; pues por esta sola razón probamos en la causa agente que la acción es algo distinto de la potencia del agente. Y si alguno dice tal vez que el que la materia cause no añade nada a la misma materia, sino que connota en ella la existencia de la forma, no será satisfactorio. Pues sea lo que fuere sobre aquello que se añade, lo cual veremos después, que la forma exista en la materia hablando formal y precisivamente no es que la materia cause sino más bien q u e . sea causada e in­ formada; y es preciso designar algo de donde se tome aquella denominación de causar, y explicar si aquello es intrínseco o extrínseco a la materia.

te suaem circ aeiu vasrio srgeoffeccatu sa,tio maip nesantealiu ind­ vesam ria ta n tita te ; e u s tluta abpeoiutesstentita omadteeriapotesin ntia alla b­ sorm conotesse.tervnIm adriem enuih 1. fo a , u t in fra m u s , e t tu n c ils V a ria e s u n t h a c d e re o p i­ a c tu c a u s a re t s e d s o lu m e x s e e s s e t p o te n nteio nees.nih Dilicuanliu t ednim cauipssaalita teem maa-­ adcausandum;ergoaliudest idquoconria easm sealiq qxuuhaiib m m m titom itu radacctu csaanusdaunm s,;ahbaceoenqim uoscoolansra titu itu r te ria m , q u a e s e ip s e e t c o m p o s est sptitu o te n s a u tio n e pcaeursaslita eipssanm s u s te n ta t fo rm a m , q u ia e iu utia sinagceanutis sa.aQ geunotedasliu dueisssefoarte ctiodnicem onsecodnissistin titctaine,psro duutctio nsealita ali-s apropboatem n i q ast.i ceffic uiusienre i a ic c a u m a te ria m c a u s a re n o n a d d e re a liq u id ip tis , s e d in h o c s o lu m q u o d s e ip s a m mate ria,e,nosnedsactis onfa nocie tat.reN exaism te,nqtia mqufoidrmsaite pesraseebneotnsupooeteffe ctuni.am Se,dlicheatecvesru enm tentia vm eara- in ilia u id s t; s it deam ilioexaisdtedrito oadtepria ostefoarm vid ebim foer­npoonneanlite rid cauqsauroedqucaaum susnteihnilo tanm di-o cm eo,inqnuom aria lite racucasu,psra anteuuria tsm choom d o s a t, is e lo q u e n d n e s t m a te m arte ret, c q u o d e s t s u s te n ta re a u t c o m p o n e re , s e d p o tiu s c a u s a ri v e l in fo rm a ri; o p o aliq uid esntam inpre iptsm aadteisria tincetu m abreru ipm sa am uatetu m ailla liquid doem siginnaatio reacaquusoanfo rmeatlitedrecsou­m a te ria ; o te s s s e in r d e n d i, ncoam tupraoseitu tm no,netcasuuscacreesshivaencvfo rm hoc- sraecreumanmaillu teriade.sit intrinsecumvel extrinaria ream cavueslalita S E C T IO IX

Q u id

s it

c a u s a l it a s

m a t e r ia e

Causalitas materiae non est ipsa enti­ tas materiae—

D is p u ta c ió n X I I I .— S e c c ió n I X ____________________________ '_______

461

2. La causalidad de la materia no puede ser una relación predicamental.— En segundo lugar, dicen algunos que la causalidad actual no añade nada a la ma­ teria más que la relación de causa a efecto. Pero si se habla de la propia relación predicamental, no puede esta opinión ser verdadera, porque esta relación se sigue una vez causado el efecto y puestos el fundamento y el término; luego supone la causalidad como razón próxima a la que sigue; por consiguiente,, no puede la causalidad consistir en esta relación. Lo cual ha sido ya dicho arriba acerca de la causa en común y se ha de entender dicho de todas las causas, para que no sea preciso repetirlo más veces. Pero si se trata de alguna relación trascendental, coincide esta opinión con la cuarta que referimos inmediatamente. 3. La causalidad de la materia no es una misma cosa con todo efecto de la misma.— La tercera opinión, por consiguiente, puede ser la que afirma que esta causalidad de la materia es su mismo efecto, concebido y significado de modo diverso, porque esto basta para explicar esta causalidad, y apenas puede, hallarse o pensarse otra. Pero aunque tal vez esto sea verdadero de algún efecto, como explicaré en seguida acerca de la generación y de la unión (pues estas cosas se comportan como la acción con respecto a la causa agente, que puede también lla­ marse su efecto), con todo, esto no puede ser umversalmente verdadero, ya por­ que la causalidad en todas las cosas es algo intermedio entre la causa y el efecto, ya también porque la forma material es efecto de la materia y no puede ser su causalidad. Pues el alma del caballo, por ejemplo, que ahora es causada material­ mente por su materia, puede conservarse en la realidad sin tal causalidad; lue­ go dicha causalidad es algo diferente en la realidad de aquella alma y de su en­ tidad. Igual que la cantidad en la Eucaristía, que antes era conservada mediante la causalidad material de la sustancia del pan, después es conservada cesando dicha causalidad, lo cual es indicio de que tal causalidad es algo distinto de la realidad de la cantidad. Y si la forma según su entidad absoluta no es causali­ dad de la materia, tampoco puede serlo todo el compuesto; mayormente porque en el compuesto queda incluida la misma materia, la cual no es causada por sí mis­ ma, y en algún compuesto, concretamente en el hombre, está incluida también

2. veru gehnaeera tio neion­t -S eihcilundaodddere icunm ta"te Sii­ fo nsic erta ststasaetim deam cdlascrait,abuosuatm (ndaem cm itaqnuesaeeethuaebtia c a u s a lita te m a c tu a le m n u c tio a g e n te , m ria e p ra e te r re la tio n e m c a u s a e a d e ffe c tu m . d ic i p o te s t e ffe c tu s e iu s ), n o n ta rn e n p o te s­t S edam sienstaitli,senrm odpeotepsro phria reslaentio nnetiapravee-­ id e s s e in u n iv e rs u m v e ru m , tu m q u ia c a u d ic o n t a e c te sate litarscin oam nib usecffe aucstu ism e,sttuarn liqueidtiam edqiuum ra queia htu aecetreplaotio cofunnsedqaum itu rtocaeut­ in a u s m e t m ian stearm toesinsiaeo,m ffe c s itis e n fo rm a m a te ria lis e s t e ffe c tu s m a te ria e e t n o ;pro erg oasum ppoanditqcuaaum salita tenm uutiturar;- potestessecausalitaseius. Namanimaequi, tio n e m x im c o s e q verrbai gsra tiam ,aqteuria ae,npuonte cstcain usatu rcm asteeria li-ti ecrognosisnteore n.pQ outeosdt ectaussuaplita sdeincahuascare lactio ne­ te u a re o n rv a ra in o m eta licreausaalita te ; erg oim illa ceatusaalita senatita liudm um niin dte icllig tum er,stnetepid roaom m nliu ibsusrecpaeutesisrednice­- sein s t in b illa a n a b tu a tu p utabqautuarntita sdiaEucchauaris tiaeteqm uaae­ ctio esnseestra it.nsScienvdeerontasli,it sceorin mocidditehaaliq uaopreinlaio­ te atenria teealiiusc.sounbSssicetarv m e s a lita e c nctia esaplita ante is,, pqousotedaecsotnsseig rvnautu r cu3m referenda. cceasussaanlita teteilla a u m . quartastatina.— illa m essQ euoqduidsidiv erm rsuamsea­ -hPaonte sctaeursgaolitatetenm iasm ena­­ realitate m q u a n tita tis . fo te n tia e s s e , a s s e re n s c susam abria soelu tanem entutita tecm noosi­n teeria em esosedoipssig um meattuem ffecetutmcoeniu sp,tudm i­, ceustndcuam u s a lita m a te , c to m o m p v rs o n ifìc c e m esitu serpip ote st;mm aria xim equqaueiaainsecip om ponsoito qcuauiasalita hotecmsueffic itvixadpoetexsptlicaanlia dam¡nvheannirc! tu in c lu d s a a te , s a t autcogitali. Sed,licetdealiquoeffectuhoc causatur, et in aliquo composito, nempne Causalitas materiae nequit esse praedicamentalis r e l a t i o

Causalitas materiae non est idem cum Omni cjjectu ipsius

462

D i s p u t a c io n e s m e ta fís ic a s

la form a, la cual no es causada por la m ateria; p o r consiguiente, ¿cómo todo el com puesto podrá ser la causalidad de la m ateria? 4. O p in ió n de a lgunos .— La cuarta opinión puede ser que la causalidad de la m ateria es un cierto modo real de la misma m ateria y distinto ex natura rei. Pues considerada la entidad absoluta de la materia, este modo es contenido por ella sólo en potencia; y al presentarse la ocasión del agente que introduce ¡a forma, tam bién la m ateria exhibe en acto este m odo, con el cual recibe en sí y cobija a la forma, y consecuentemente compone al compuesto. Pero si tal for­ ma se retira al advenir otra forma, la m ateria pierde tam bién el modo anterior y m uestra otro en relación con la forma que adviene. Así piensan los Conim bricenses, II P h ys., q. 6 y 8. El fundam ento se toma sea de una suficiente enum e­ ración de las partes, sea tam bién porque tal modo es necesario, puesto que se m ostró que esta causalidad es algo y no es preciso que sea una entidad distinta, ya que la m ateria por sí m ism a se une inm ediatam ente a la form a; luego es m e­ nester que sea algún m odo, realm ente identificado con la materia por cierto, pero m odalm ente y ex natura rei distinto por ser separable de la misma. R esolución de la cuestión

5. L a causalidad d e la m ateria respecto de la generación es la .m ism a gene­ ración.-^- Sin embargo, esta opinión en parte parece falsa y en parte dudosa. Para explicar esto y declarar m i parecer distingo aquellas cuatro cosas que dije arriba que son causadas desde la m ateria, la generación, la unión de la forma, la entidad de la form a y el mismo compuesto. P or tanto, en cuanto a la genera­ ción pienso que es causada por sí misma por la materia, sin que se le añada a la m ateria ninguna cosa o modo fuera de la mism a generación inherente a ella; y por ello, la causalidad de la misma generación por la m ateria no es otra cosa que la misma generación, en cuanto que es educción de la materia. Pues como la acción proviene del agente, no por otra acción sino p o r sí misma, y tiene la razón de acción en cuanto que es la misma emanación de la causa agente y en cuando tal es la mism a causalidad del agente, como después diré, así la educción o generación pasiva, en cuanto que depende esencialmente del sujeto y se le une hom ine, includitur etiam form a, quae a m a­ teria non causatur; quo m odo ergo totum com positum esse poterit causalitas m ateriae? 4. Quorundam opinio.— Q uarta opinio esse potest, causalitatem m ateriae esse m odum quem dam ipsius m ateriae realern et ex natura rei distinctum . N am , considerata absoluta entitate materiae, hic m odus so­ lum in potentia ab ea continettir : obiata autem occasione agentis inducentis formano, m ateria etiam actu exhibet hunc m odum , quo in se recipit et fovet form am et conseq u en ter com ponit com positum . Si autem talis form a rccedat, adveniente alia forma, m ateria etiam am ittit priorem m odum et alium exhibet circa advenientem form am . Ita sentiunt Conim bricenses, I I Phys., q. 6 et S. F undam entum sum itur tu m a suffi­ cienti partium enum eratione, tum etiam quia talis m odus necessarius est, cum ostensum sit hanc causalitatem esse aliquid, et non sit necesse u t sit entitas distincta, cum m ateria per seipsam im m ediate uniatur form a e ; ergo oportet u t sit aliquis m odus rea-

liter quidem identificatus m ateriae, m odaliter autem et ex natura rei distinctus, cum sit separabilis ab ipsa.

Quaestionis resolutio Causalitas materiae respectu generationis est ipsamet generano.— V erum tam -n 5.

haec sentenza partim falsa videtur, partim dubia. Q uod u t declarem et m eam sententiam aperiam , distinguo illa quatuot quae supra dixi causar! ex m ateria, generationem, unionem form ae, entitatem formae et com­ positum ipsum . Q uoad generationem ergo existimo per seipsam causati a m ateria, nulla alia re vel m odo addito materiae praeter ipsam generationem illi inhaereniem ; atque adeo causalitatem ipsius generationis a m a­ teria nihil aliud esse quam ipsam'met gene­ rationem . u t est eductio ex m ateria. Sicut enim actio est ab agente, non per aliam actionem sed per seipsam, et habet rationem actionis u t est ipsa emanatio a causa agente et u t sic est ipsa causalitas agentis, ut infra dicam , ita eductio seu passiva ge-

D isputación X III .— Sección I X

463

necesariamente por sí misma, es causada p or él m aterialm ente no m ediante otra causalidad sino por sí misma. Esto se prueba, en prim er lugar, por la m ism a declaración de la cosa; pues de esté modo se entiende m uy bien la causalidad de la materia en el caso de la generación, y ninguna otra cosa es necesaria; luego es superñuo fingir alguna otra cosa. En segundo lugar se explica esto por las m u ­ taciones y uniones accidentales; pues cuando se calienta la m adera, la acción de calentar se hace en tal sujeto y desde tal sujeto; y no se hacen entonces dos mutaciones en aquel sujeto, una que sea la misma calefacción pasiva y otra que sea un modo con el que tal sujeto causa m aterialm ente la calefacción o que se une a aquél; pues es superfluo m ultiplicar estas m utaciones, ya que por el m is­ mo hecho de ser la calefacción tal que diga intrínsecam ente relación de unión actual y dependencia de tal sujeto en el género de causa m aterial, no sólo ella misma es causada por el sujeto, sino que el sujeto la causa a ella, y ella está unida al sujeto y el sujeto perm anece unido a ella; es, p o r consiguiente, su­ perfluo añadir otra mutación en el sujeto; y lo mismo, p or consiguiente, es en la causalidad material de la generación sustancial. Por lo cual, se confirma en tercer lugar, porque por lo mismo o p o r el mismo modo con que es causado el efecto, causa la causa, porque la causación mism a como tal incluye esencialm ente aquella doble relación, a la causa como a su principio y al efecto como a su té r­ mino, .y por ello denomina a andaos, a uno causante y al otro causado; pero la generación, por lo mismo que intrínseca y esencialmente depende de la m ateria, es causada por ella por sí m ism a; luego por lo mismo, en cuanto proviene de la m ateria, se denomina la materia causante de aquélla; luego ninguna otra cosa o modo es necesario para que la m ateria se denomine actualm ente causante de la generación. M ás aún, ni puede entenderse cómo cause la m ateria la generación por otro modo. Lo cual se explica en cuarto lugar porque causar la generación la materia no es otra cosa que sustentarla como sujeto; y la sustenta inm ediata­ m ente en la entidad y por su entidad, por lo mismo que la generación se hace en ella m ism a; luego todo otro modo es ajeno a esta causalidad, n i puede con­ tribuir en nada a esta sustentación. neratio, quatenus essentialiter pendet a subiecto et per seipsam necessario illi coniungitur, ab ilio causatur materialiter non per aliam causalitatem, sed per seipsam. H oc im prim is pro b atu r ex ipsam et rei declaratione; nam hoc m odo optime inteliigitur causalitas materiae circa generationem , et n i­ hil aliud est necessarium ; ergo superfluum est aliquid aliud fingere. Secundo, id declaratur ex accidentalibus m utationibus e t unionibus; quando enim lignum calefit, calefactio fit in tali subiecto et ex subiecto; non fiunt autem tunc duae m utationes in ilio subiecto, una quae sit ipsa calefactio passiva, alia quae sit m odus aliquis quo tale subiectum causat m aterialiter calefactionem illive unitu r; superfluum enim est has m ultipli­ care mutationes, nam , hoc ipso quod cale­ factio talis est ut intrinsece dicat habitudinem actualis unioriis et dependentiae a tali subiecto in genere causae m aterials, et ipsa causatur a subiecto et subiectum causat ipsam et ipsa u n itur subiecto, et subiectum manet illi un itu m ; superfluum ergo est aliam mutationem in subiecto addere; idem ergo

est in causalitate m ateriali substantialis generationis. U nde confirm atur tertio, quia per idem seu per eum dem m odum quo effectus causatur, causa causat, quia causatio ipsa u t sic duplicem illam habirudinem essentialiter includit, ad causam u t ad principium et ad effectum ut ad term inum , et ideo u tru m que denom inar alterum causam , alterum causatum ; sed generano, hoc ipso quod in ­ trinsece et essentialiter est pendens a m ateria, per seipsam causatur ab illa; ergo ab eodem ut est ex m ateria, denom inatur m ateria causans illam ; ergo nulla alia res aut m odus necessarius est ut m ateria denom inetur actu causans generationem . Xmmo ñeque intelligi potest quomodo m ateria per alium m odum causet generationem . Q uod quarto declaratur, nam m ateriam causare generationem nihil aliud est quam sustentare illam u t subiectum ; sustentat autem illam im m edia­ te in em ítate et per entitatem suam , hoc ipso quod generano in ipsa f it; ergo om nis alius m odus est im pertinens ad hanc causalitatem, nec conferre quidquam potest ad hanc sustentationem .

464

D isp u ta c io n e s m eta física s

6 . Se responde a una objeción.— En último lugar arguyo que si además de la misma generación, la causalidad de la materia fuese un modo real distinto, sería preciso que fuese hecho por algún agente 9 pues todo modo real nuevo debe ser hecho por una causa nueva; pero no hay ningún agente por el que sea he­ cho tal modo; luego. Se prueba la menor porque el agente, como sólo actúa por su forma sustancial o accidental, así tampoco concurre eficientemente sino a la educción de la forma, que es la acción de calentar, por ejemplo, o la genera­ ción; por consiguiente, fuera de aquélla no hace ningún otro modo. Podrá de­ cirse que aunque esencial y primariamente aquel otro modo no sea hecho, sin embargo resulta; pues por el mismo hecho de unirse esta cosa a aquélla, resulta la unión de aquélla a ésta. Sin embargo, hay que afirmar lo contrario, porque primero se mostró ya que no hay ninguna necesidad de tal resultancia para la causalidad, ni parece tampoco necesaria para la unión, porque una cosa puede de­ nominarse unida por la unión de la otra a sí misma, sin un nuevo modo de unión en ella misma, como en el misterio de la Encarnación dicen los teólogos, y en las cosas naturales, cuando el hombre se sienta, por ejemplo, la acción de sentarse está unida al hombre y el hombre a ella; pues ¿quién podría imaginarse que el hom­ bre se denomina unido a la acción de sentarse por un modo nuevo distinto de ¡a acción de sentarse y no más bien por la misma acción de sentarse, la cual se une por sí misma al sujeto? De lo contrario, habría que avanzar hasta el infinito. Así, por consiguiente, la materia se denomina u n id a 'a la generación porque la generación se hace en ella, y no es necesario otro modo que resulte en la mate­ ria. Después habría que preguntar de qué clase es y de dónde viene dicha resul­ tancia; pues puede concebirse de dos modos; primero, que puesta en la materia la acción del agente que educe la forma, resulte aquel modo de la materia; y así la materia haría eficientemente su causalidad material, cosa que no puede afir­ marse aun cuando se diga que dicha eficiencia es por una resultancia natural. En segundo lugar puede excogitarse que dicha resultancia sea hecha por un agen­ te extrínseco mediante la forma que induce en la materia, y así la forma indu’ cid$Mharía eficientemente la causalidad material por la que ella misma es causada y estaría en la materia con prioridad natural a que aquel modo resultase; con lo

,ra — U ltim oip-ar-sgio rantia ,qsuesissioauutenita estgahtom in iineetm hodm oom sesi­­ i; m fin h o m e n g u m e n to r, q u ia s i p ra e te r g e n e tio n e m sdaism ccatuuss,alita sorte mre atetria erieasbsetaliq mouodusagre atelis; nstin arictu unm ituamsessessio sio nieptenronnopvoutiu msm oedruip msadm in e p tin o p fie e n s e s s io n e m , q u a e p e r s e ip s a m u n itu r s u b ie c om nisdeebneim m oddunsullu ream lisensotvaugsenasnaovqauocafia usat to?Alioquiprocedendumessetininfinitum-. fie ri t; s e erg oqum ategria dtio enoin mineaatufit,r unneita gees­t ta m olu dum s;aegritgo.pePrrosbuaatu rm in oarm qusiaubasgtaenns- nSeicratio n ! ia e n e ra q u e stia iclis u t s o m fo rm nsuelte cesdsaD riuesindaeliuin sqm odum sqquuailisinsitmaetetria rueo­ lecm venlisiacacdideednutacle m ,em itaform noane,cqounaceurrit u ira a q ecffe tiv e tio n e s t re sulla ntia ;qudoudobpuossita enim m oadteisriainte llig i leefte acrtioilla , vm erbniongrafatiacit, vaeliq l ugeem neraaliu tiom ; em rgoo­, pilla o te s t: p rim o in m a c tio pdara entismeodduucse;ntis foerm am retesria ulteetffaecm ae­ uli.sm D ic ess:noqnuafia mt,visrespuelta rtsetam perim onaA le, nteeriaagille a tq u ita m a tiv a liu o d u n ; m tnsupaom ctaeutia sam litasitedm m arteeria le m , qeufofi­d huoncioipilliu sosquaoddhhanaecc. Sreesducnoitu r illi, re suqlta t dfaicciere n o te s ic a tu s s e illa n tra p rim o , u ia nzstapexecrore suriltanilla tiam nsualta tura lem.quSoedcunfdiaot ossteunltasunm estadnuclla m esste em n,ecneessqita tem ta lisr cpie o te g ita re n tia re tia e a u s a lita u e v id e tu ntem exatrin sem co, m edsiaicfofo rm aaquin am inta­ edsam nneocm esinsaaria anditaunio nrem qiouniaem potealte striu alias daburiiagein te ria e t rm d u c re d e ri u p e u n effic ecreatuscaatuur,salita tepm mnate riaralem peterinqum am aindip syasm sineIn nocvaomm odnoisundioicnuisntinthipesoalo,gui,t ip s a e t riu s a tu e s s m te rio a tio et innaturalibus cumhomosedet, verbi teria quamillemodus resultaret; exquao­ 6.

Obieclioni respondent

D is p u ta c ió n X I I I .— S e c c ió n I X

465

cual fácilmente se persuade que tal modo es inoportuno para la causalidad-de la materia. 7. La generación no puede ni siquiera sobrenaturálmente ser conservada fue­ ra del sujeto.— Con lo dicho, pues, consta suficientemente — según creo— que en la causalidad material de la generación no se distingue tal causalidad de la misma generación, en cuanto está en la materia, de la cual recibe la denomina­ ción de materia causante actualmente, en cuanto que proviene de ella, de! mismo modo que de ella misma recibe la denominación de generante en acto el agente en cuanto que proviene de él. Por lo cual, igual que la denominación de agen­ te no proviene de algún modo que esté en el mismo agente pero extrínseco a la acción, así la denominación de causante en acto en la misma materia no pro­ viene de algún modo que le sea tan intrínseco que en la realidad sea una misma cosa con ella, sino de la misma generación, en cuanto que nace de ella, y por este motivo podrá llamarse extrínseca tal denominación, a pesar de que al rea­ lizarse la generación en la misma materia pueda llamarse por este motivo intrín­ seca, en lo cual difiere de la denominación del agente. Podrá decirse que Dios puede conservar la misma generación numérica separada de la materia; y enton­ ces no sería causada por la materia y, consecuentemente, no la denominaría cau­ sante an acto; por consiguiente, no es denominada causante en acto precisamente por la generación en cuanto tal; por tanto, es preciso añadirle algún otro modo. Se responde en primer lugar que el supuesto es falso; pues' implica que*exista o se conserve la acción de la generación fuera del sujeto y sin causalidad de la materia, sea porque la generación es esencialmente una mutación, y la mutación no puede ni entenderse sin sujeto. Ya también porque la generación en todas las otras cosas fuera del hombre es esencialmente una educción de la potencia de la materia; en el hombre en cambio es la unición de la forma qon la materia; y de ambos modos repugna que se entienda sin el concurso de la materia. Ya final­ mente porque la acción sin el concurso del sujeto es la creación, sea productiva si la cosa es nueva, sea conservativa si actúa sobre algo preexistente; por con­ siguiente, por el hecho mismo de que la forma‘que ya existía en él sujeto y de­ pendía del sujeto es conservada fuera del sujeto, necesariamente varía la acción.

ftin aceile cm onvain cm ituarteria taleem m oadlita um es.seimper- amam ateriaet; ctu nseeqauuete m nnoonncdaeunsoam rein tuarreat n te d c a u s te m te ria o n n te r 7. macatu ctucacuasuasnasntepra me;ciserg oangoennedraentio om inau­t — Exm haisteria er­­ ilia tu r e n e glioc(u t e x is tim o ) s a tis c o n s ta t in ico;duom p.orte tspeorgnodeandtiuim ngepre aisliqfuaelsm aliu m usoadlita teausaglita eneteram tioanbisipnsaongendeisratin gnuei sm R e rim a m e s se­ hpuroiuustam i c tio asesrv suam p tio n e m ; n a m im p lic a t e s s e a u t c o n e s t in m a te ria , a q u a d e n o m in a tu r neem gaelita nera tio na.te ^ria exetra subqieucia­ caudseannosm qinuaatu tenrugscnaebrailla ecstut, tumeritaabcstio q u c a u s te m , tu rn sam icgacute tnsria aqbuaaecte atu dneum n s a radnoecein sste enllig tiailitc rteessttsin m uta tio ;ctom uTtautio stisabnoilio esat.baU ndueo,m sic uot qdue­i gauenteem p o e s u b ie . rn nsoitm in a n o a g e n n e s t liq o d ehtia m q u ia g e n e ra d o in o m n ib u s a liis e x tra in ip s o a g e n te s e d e x trin s e c u s a b a c tio inaetem ees;sein ntiahlite rineestveero ducetio dneidpoote nr­nm ea,teita dneonnom in atio caauliq saunotism aocdtu in ipssita tíaom m ria o m s t u fo ria e s t a b o q u i tunpeugncuam m allig teria ;sinuetrocqounecursauutem m odeo. illi itasein trin seip cusasmuett sgiteneinratio reneideqm cnuum re t in te i m a te ria ip s a , d a b u a te s Tuctìraedstenciqreuaetioq,uia acptio sin eaconsicusrsitunsouvba-, edsetnoem xinipastio a, eetstrin hacsera tio nueam povte ritqudiaicigta lis ie v e l ro d u c tiv c a , q is e n e erv adhvoacsip issoitqcirc arefom paraqeueaxeiste n-t raictio etrin st in ip,sainm auteoriad,iffe eartraatiodneneom poinssait- vtee]mc;onesrg o , u o d rm e ra d i in s e c a q ctoconesterv aatu sur,bienecctoesspaerio edevbaaria t,tuerxatra tio neeroagegnetis Deare umseepaam m sinubiesucbtuiem cnum ne.raD tioicneesmpocossneserv radtaem Generano nequit etiam supem aturaliter extra subiectum conservari.

30

466

D i s p u t a c io n e s

m e ta fís ic a s

De lo cual se concluye que aquella mutación, que es la generación, incluye esen­ cialmente la unión con la materia y la causalidad de la materia, y por ello, to­ mada de ella precisivamente, recibe la denominación de materia causante. Añá­ dase a esto que aunque concediéramos gratuitamente lo que se presupone, no se inferiría de ahí que para dicha denominación sea necesario en la misma materia un modo especial, sino que por la misma generación se distinguen la entidad y la formalidad de la generación de su unión con la materia, como diremos después acerca de la misma forma; mas porque en la mutación que es la generación no es ello verdadero, no nos detendremos ahora en esto. 8. La materia influye en la forma y el compuesto por la generación como por causalidad.— De esto se concluye, además, que la causalidad de la materia, en cuanto que es causa en la producción, sea de la forma sea del compuesto, no es otra cosa que la misma generación en cuanto esencialmente dependiente de la materia, pues por medio de ella concurre la materia a la educción de la forma, o a la composición del compuesto; y la causalidad de la causa no es otra cosa que su concurso. Asimismo, porque causar una cosa en su producción no es otra cosa sino que la producción de dicha cosa dependa de tal causa; luego por la misma causalidad es causada la cosa en su producción por la que es causada la misma producción de la cosa. Lo cual es manifiesto en el caso semejante de la causa agente; pues la misma acción que proviene por sí misma del agente es su causalidad activa respecto del término o de la cosa en su producción; por con­ siguiente, la misma proporción hay que guardar en el caso de la causalidad ma­ terial. Finalmente, pueden aplicarse a esto muchos de los argumentos aducidos, principalmente aquel de que esta razón de causar basta para aquella denomina­ ción por la que la materia se dice que causa la cosa que es generada, y puesta dicha razón de causar y prescindido cualquier otro modo por el entendimiento, se sigue necesariamente aquella denominación; luego cualquier otra cosa que se finja, es superflua y sin fundamento. Sólo parece que se ha de notar la diferencia en esta causalidad respecto de la forma y respecto del compuesto, porque res­ pecto de la forma la materia permanece en cierto modo extrínseca,» en cuanto que sustenta la forma en sí o como informante, pero no la compone intrínseca-

daeliq stuqaum am conin cursfieusrieniuihs.ilIte mdqueia .gU nnedra encoo,ncelu deitu rliie murtain tioclu nedm illaum ,qnueam e hcailusaaliu re re m a liu s;t etio s t e s s n tia e re n io q u a m q u o d fie ri ta lis re i s it a ta li c a u s a aiddeomaabteria m e t c a u s a lita te m m a te ria e , e t dueam ccaauusasalita tem cuam um saetutrfierersi illa ,sapnra em c.iseAdsduem putao,d,dlic eneotm in atisti einrgofieprierpeeram q m tu r ip s m a te ria m c a u te q g ra i.mQ usoadmeptate ttioaqsim iliesetxpcearussaeipasgam enteab; darre rem ursaid qum oddaesnsoum min ituar,tionneom nin dseenine-- re n a ip a c u a e fe tu d illa e s ente essetucreaiusin alita sri;acetiv aemeiu sgorepsro pepcotu cseedssaip riusamginenip satiom atedria spgeuciiale m m om dum , ategrm in i fie a d e r re ra n e is tin e n tita te e t tio s e rv a n d a e s t in c a u s a lita te m a te ria li. fo rm a lita te m g e n e ra tio n is a b u n io n e e iu s c u m anudm em appfalic ari,paradesheortim cpoillu ssudmqm ltahaeexc maate riase,dsicquutiainin feriu sutadtio icenm usqdueaeipessatfo r­- T ararg eanutis ctis um oudin m ; m e g e tio c s a n d i s u ffic it a d e a m d e n o ­ nera tio ,bid vr.erumnonest, inhocnuncnon nemquamateriadicimrcausareremqautio a e im m o ra im u gpra eneecra tu r,peertinpteolle sitactuilla ra tio nm equcaeuaslio andm ioe­t 8. is o m q u o c u . — E x h is o,o,seqquuiditu ridneacliu esdsario illa deesntom in arv tioa;uqlte riu susceosntclu duitu rincafie usarilitavteelmform maateeriavee,l edrg q u fin g a tu r, s u p e u a te n c a s a coantaenudm edtiffe sinreentia fundin amehnato .cSaoulu m vteidere tu­r cgoenm p o s iti, n o n e s s e a liu d q u a m ip s a m m e t n a c s a lita era tio nenm , um teedsiasenntetialite rcpoenncduerrit ntem a­ srepsepcetuctuform aeaeetm reastepria ectuqucoodm pm om siti,odoqueoxdm a te ria ; a m illa m a fo rm a te epdousciti; tionceam rm l cocam etfoqrm uaatennteum s,snuoste rm am insseecuvselm uatnin nnvtaetrofoin trin neria mcaodm usafolita saeauvteem upsaoesitio ni-- trin Materia in formam et compositum, generazione ut causalilate influii

D i s p u t a c ió n X I I I . — S e c c ió n I X

467

mente; y por ello parece evidentísimo que la causalidad de la materia co n 'res­ pecto a la forma en producción no es otra cosa que su educción o unición, en cuanto que proviene de la materia, la cual mostramos que en la realidad no es otra cosa sino la misma generación. Pero en cambio, respecto del compuesto, la materia se compara de modo más intrínseco, porque por sí misma compone a aquél, y por ello respecto del compuesto parece .necesario que la misma materia esté incluida intrínsecamente. Pero esto es ciertamente verdadero en cuanto a la inclusión en el efecto causado, pero no en cuanto a la vía o proceso por el que se tiende a tal efecto en este género de causa material; pues la materia no es de tal modo causa en el proceso de la cosa engendrada que ella misma sea hecha también; pues aquélla siempre se presupone hecha y sólo se comunica al compuesto que se engendra en su género de causa; y en cuanto que esta comu­ nicación está en producción y la materia es su causa, se dice que es causa de la cosa engendrada en su producción; pero esta comunicación en la producción no existe sino por medio de la educción o generación, y por ello toda esta cau­ salidad, en cuanto que se concibe como algo intermedio entre la materia y el efecto, o el compuesto en la realidad, no es algo distinto de la misma genera­ ción, en cuanto procede de la materia. Qué causalidad de la materia persevera tras el movimiento 9. La unión de la forma a la materia es causada por si misma por la materia y depende de ella.— Resta por tratar acerca de la causalidad de la materia en su ser producido, para explicar la cual hay que comenzar por la causalidad de la unión de la forma con la materia; pues también ésta dijimos que era causada por la materia; ahora, en cambio, añadimos que no es causada por una causali­ dad distinta de tal unión, sino por sí misma. Lo cual puede demostrarse fácil­ mente por lo dicho acerca de la misma generación; pues existe la misma razón proporcional. Esto lo demuestro así: porque también esta unión de la forma con la materia está unida por sí misma a la materia en el modo en que puede estar­ lo; luego por sí misma es algo dependiente de la materia en el modo en que puede depender; por consiguiente, por sí misma es causada, pues en tanto grado es causada en cuanto depende; luego, por el contrario, la materia causa aquella

secuemcvoid meptu onritcailla m ;teem t id eaoteria meanre ifessptis stu i- dpiu m inteinr m atenria mesettaeliu ffedctu mipsseaugceonm -­ m u s a lita m e c o s itu m re , o n a b e ftio ornm ein nih aliu dsepsro seutqueasm uac­- ratione, ut est exmateria. e,am vaem lfie uonsrite itio nim eilm eiu tseaeadm te ria q u n d u s in re n o n e s liu d­ pspraecetu tercoipm spam g e n e ra tio n e m . A t v e r o re oiasiti,permaste riasam com padractuormm angit,is 9. .— S upfa erecto st in trin s e c e q u e ip illu p o d ic e n d u m d e c a u s a lita te m a te ria e in edtetu idreoutreipspsaem ctu c o m p o s iti n e c e s s a riu m v i­ etem ateqria in trinvseerucum sin colu - aesscea,usaadlita quteam eio xpnlic afo ndrm am inccuipm ienm duam es;t d a tu r. S e d h o c s t u id e m q u a d u n is a e te ria evtia m hdadnim cudsixnim uscacuasuasriaripearm ateuria ; in siovniaem ineuefie ffericruqucoautesanto , nronadtatam em n nnuam n c e r o a o n a liq a m qefufcoelu acdtu m s d itu le tem tin m a ta nrie,psoet-d m enere mafie teria sadm m et.ddiseQ uipocsdta fagecile dtio elim ouen;nsio tra m autetin riaipshanoocentiagita estt;ccaanuuassam aein rimlis reetri pecaseturseaipxlita ic tis a n e ra n e stoeste nim gnpearanm ita e , m fia ilia s e p e a d e m p ro p o rtio n a lis ra tio . Q u o d s ic na­e s u p p o n itu r fa c ta e t s o lu m s e c o m m u d o : n a m e tia m h a e c u n io fo rm a e c u m m nnic a t c o m p o s ito q u o d g e n e ra tu r in s u o g e ­ ria peqruoseipesssaempeoste tsct;oniuerngcotapm atesria esaem o usriaee;tem tqautearia teneussthcaaeucsacoem m undic aitu tior te m o d o e r e ip eessestreeinccaafie iu s , ic atesria em om oaduosaqtuur;opeeantedneures uescacre im geunnita etioininfiefie ri;rinonnisiesm teaduia- pesottepset;ndeenrgsoapm e r e ip s a c te m h a o m ic a im usaateturia rqucaateusnaursilla penm det;uneiorgnoem ecopne­r ecaduuscatio e,itu etrid o,cam litanesqvuealtegneunseraintio tenllig esesoeqtoutaidhraaeec- veners

Quae materiae causalitas post motum perseverans Vnio formae ad materiam per seipsam a materia causatur et pendei

468

D i s p u t a c io n e s m e ta fís ic a s

unión por sí misma; pues como dije, una misma es la causalidad por la que el efecto se denomina que es causado y la causa que causa. Todas las consecuen­ cias han sido probadas en lo que precede; el antecedente, por su parte, es claro primero a posteriori, porque es imposible que dicha unión se conserve sin el con­ curso de la materia, o sea sin que esté en la materia en el modo en que puede estarlo; luego es señal de que por sí misma, inmediata y esencialmente, depende de la materia; pues si dependiese mediante algún modo distinto ex natura rei, po­ dría Dios quitando tal modo conservar aquella unión sin la materia; pues de esta manera puede conservar la forma, como diré después. El antecedente es claro porque no puede permanecer la unión sin que una actualmente; y no puede unir actualmente sin enlazar los extremos y alcanzar a ambos en el modo que puede y debe. Y ésta es la razón a priori por la que aquella unión por sí misma depende esencialmente, sea de la form3, sea de la materia, de cada una en su género, por­ que es como el vínculo actual de aquéllas y no necesita que se interponga otro vínculo o modo con el que alcance a aquéllas o se una con ellas, a fin de no se­ guir hasta el infinito. Finalmente, se confirma con la razón aducida antes, porque esto basta para dicha causalidad y sin ello no puede establecerse, y puesto ello y prescindiendo de cualquier otro modo, se entiende suficientemente tal causalidad de* la materia; luego todo lo demás es ficticio y sin fundamento, ni hay dificultad alguna en ello, fuera de la que inmediatamente tocaremos. 10. La causalidad permanente de la materia sobre la forma material es la unión.— Cuál es el nexo del alma racional con la materia.— Por esto añado ade­ más que la causalidad de la materia sobre la misma forma (cuando la forma es tal que sea causada por la materia y dependa de ella), no es otra cosa que la propia unión de tal forma con la materia, en cuanto que la misma unión materialmente es causaSa por la materia, y mediante ella, la forma misma depende también de la materia. Dije que no es algo distinto de la propia unión de tal forma, porque no basta cualquier unión para esta causalidad; pues el alma racional tiene una unión propia con. la materia, la cual, unión es también, causada materialmente por la materia, y sin embargo la misma alma no es causada; por consiguiente, no cual­ quier unión es causalidad de la misma forma sino aquella que se realiza me-

nalita este upm ra, fa qeuiailiohocposnuifficnitonadpohte ansct ip sammet; nam,utctudsixi,deenaodm em cacatio usilio etetta s,in ta in aeetusntrtiacceaauupssaro ali-r-i ra ebtasta,ceaaussauquncatauinestarseeu.fpfeeG m n e s c o n s e q u p o s ilo t p ra e c is o o r im i a lio m o dorio rib u s ; a n te c e d e n s v e r o s u ffic ie n te r in te llig iru r ta lis c a u s a lita s m a te patcm tupnrim oem apcoonste rio rir!qsuin iaeim pnocsusrsibuilem eas­t ria ed;am eergnoto,onm nqeuealiu dhoecstesfic tulla mdeiffic t sin e illa io n s e rv a c o fo n e in t u u lte m am teria eopem osdeoipsqaum o tas, praeter statimattingendam. eim srn sm eeepdsoiaeteutest;qaucineregssoitsesninig n u e s t r tiailite rdiapenntedeareliquaom moa­­ te ria ; n a m , s i p e n d e re m e — H in c dondeoxm naotu ramreiliu ;dm isctin cstoerv , paoressuentio Dneeum sailla ufem - ulteriusaddocausalitatemmateriaein ip s a m re d u o n atu mr(qetuapnednodefo rmanotanlisesseestauliu tadm ate ria­ ssin eare mafteorria ;noh,acutein nim radic tionnm e. pA ontetesctedceonns­ fcoarm u s e a t) a p ro e rv m a fra pnria uipnsioanm eettalis form aaetecria um m atecaria qtuurateapuantciatt;qunìaonnonpopteostetsatuutenm iom aunìereunqire uinqauctu u s u n io m lite r u s a a c in atem riaaem tam eria dia.nD teixiilla foerm aaipliu sadpaenpdroe­i coondiu nqguaot epxotre m aetedtehuetru m qtuheacacttin gtara ttio eo m e tia te n o n s s e m o te s t t. E e s puria unsuioffic neittalis fo rm aecaquusiaalita notenm q;uaaenlib eat telite r qruatum illa urm nioa,ptu errnseaipm saam n io a d h a n c im pateeria npdrio e,iriaespssro einnpgtia m a fo ­ naim ra,lioqnuaalis hnaio beteptia rom priacm uantuiornm em cria um ulis in suoilbg.reunm ere,etqnuoianin es-t em te ria e u a u s a te ­ v o lu ti a ttu a le v in c u lu m lite r a m a te ria e t ta m e n ip s a a n im a n o n riig e t a lio in te rie c to v in c u lo a u t m o d o q u o usastuipr;siunsom neterg t unqio ip tfin seuituillis gstucr,onfirm neparo foormqaueaseelib deilla uaeesetstcpaue­r cesdaasnaettin ingain m.cToanniu denm tu­r csaalita 10. P e r m a n e n s ca u sa lita s m a te r ia e in fo r m a m m a te r ia le m e s t u n i o .— Q u a lis s it ratio n a lis a n im a e c u m m a te r ia n e x u s .

D i s p u t a c ió n

X I I I .— S e c c ió n I X

. 469

diante la educción de la forma. Por lo cual entendemos de paso que la unión del alma racional con la materia es singular y de diversa razón esencial que toda unión de la forma material, la cual podemos llamar inhesión sustancial, y ésta decimos que es la causalidad por la que la materia causa tal forma. 11. Se sale al paso de una objeción.— Podrá decirse: ¿por qué no pode­ mos distinguir dos modos en la forma material, de los cuales uno sea la mera unión de la forma con la materia, como es en el alma racional y por él no de­ penda aquella forma de la materia, sino que se una sólo para componer el com­ puesto; y otro modo sea la dependencia de tal forma respecto de la materia? Respondo que o es completamente imposible o enteramente superfluo multiplicar y distinguir tales modos. Primero, porque en el accidente no distinguimos dos modos, de los cuales uno sea la unión y otro la inherencia o dependencia del ac­ cidente respecto del sujeto, sino que la misma inherencia se une y depende; por consiguiente, del mismo modo, etc. En segundo lugar, porque la dependencia propia de la causa material incluye intrínseca y esencialmente la unión, de tal suerte que no puede producirse ni comprenderse sin que la incluya íntimamen­ te; por tanto, la inhesión, la cual se identifica con la dependencia material, no es un modo realmente distinto de la unión de la forma inherente, sino que es como una especie de unión en-general; pues una es inhesiva y la otra no; por consiguiente, como el género y la especie no son modos diversos ex natura rei en el mismo individuo, así la unión y la inhesión o dependencia material no son modos distintos en la misma forma. Con esto, pues, queda fácilmente probada la aserción establecida, porque esta forma depende de la materia por su unión; por consiguiente, mediante ella es causada por la materia en su género; luego también la materia causa a la forma mediante ella, Según el principio antes pro­ puesto, que causar y ser causado dicen la misma causación bajo diverso respecto; por consiguiente, esta misma unión es la causalidad de la materia sobre tal for­ ma. En segundo lugar, porque la>causalidad de la causa media en cierto modo entre ella misma y el efecto; ahora bien, entre la materia y la forma no media más que esta unión y cuasi inhesión; luego ella es la causalidad de la materia

egdim ucutio nuenm fom rmaaneim .E xraqtio uonaolisbitecrum intem llis io n e a e ais­ te ria e s s e s in g u lä re m e t d iv e rs a e ra tio n esasee,ntiaqulisamabsuobm nnitiaulenio neinhm aete ria lismfo r­­ m s ta m a s io n e a p psaelita llare popsesurm uusa,m etm haatenria cdcicaim utstaele ssm ecfo aur-te m q u s a ma1m . 1 . .— ic :gcuuer­ nondupoossm suom uoss,inquoforu rm aum aute ria liD deiserastin re d m n s s it m unraiófo r m a e c u m m a te ria q u a lis e s t in a n im a tio naali,teria et pseedriliu m nuonniaptuerndaedatcilia fo rm aadum s o lu m o m p o n e n oslis itum ,rm aliu savem roatem od?usRseitspodne­­ pdeeom ndqceuoia nm tpvta fo a e ria elesptlata nelesimm poosdsoibsiled,isvtin elguoem nineot sm uupltip erflu u m re licim areus. P ccm ideunnteusnositn tin darim ueoreson,m oqdusoia suin qduepoaeru uddneisnió ,tisgaualiu s ¡n h tia e n d erenntia aucnci-is u b ie c to , s e d e a d e m ¡n h a e tia tuurndeot, pqeuniadet;proeprria goedtepseim ilite r, eatc.cauSsea­ cm n d e n tia ateriati intrinseceet essentialiter includit Obiectioni occum tur

upnoio nitem , itailla ut neinqtim ueefieinri,clundeaqtiueein rgdte oellig in -i hm aaeste ssio ,riaqlisuq,in uaneonidm e m e s t q u o d d e p e n n tia enstem ordm usaeexinnhaaeturerantisre,isdei-d setin c tu s a b u n io f o stveeslu tiinhspaeecsiv iesa,uanlia ionisverin coonm m uicnui;tneragm aglia t o n ; s o­ e n u s e t s p e c ie s n o n s u n t m o d i e x n a tu rare ivers indeepoednedm divm idauteoria ,ita aieodsdio seisiutin enein tia lisa.unnE oionx sheutisnin tehrg m i d c ti in a d e m fo rm oquia facile pro brm ataapreelin quuaitu ruansiosenrtio ppoensita , h a e c fo r s m eum d e t a m a te ria ; e rg o m e d ia n te illa c a sm aatuterriaam a te ria in s u o g e n e re ; e rg o e tia m caussautpraform asm m edqiauondtecilla iu xta pcarin c ip iu m p o itu m , a u s a ri ei­t u s a r e d ic u n t e a m d e m c a u s a tio n e m s u b d vsaelita rsosrem spetectu oahaetacleip safo unrm ioaem s.tcS iue-riac;aeuesrg circ m cduanm dm o,odqouaia a lita s c a u s a e m e d ia r q u orin te r ip s a m e t e ffe c tu m ; s e d in te m aio teria m eatsifo rm aem noenrgomeirdlaiaiesntisciauhsaali­ ec u n e t q u in h a s io ; tas materiaeinformam.Tertio, quiahaec

470

D i s p u t a c io n e s

m e ta fís ic a s

sobre la forma. En tercer lugar, porque esto basta para este género de causalidad, prescindiendo de cualquier otro, incluso mediante el entendimiento. 12. Podrá decirse que ni siquiera esto parece necesario, porque la forma y ¡a materia se unen inmediatamente, como antes se dijo. Se responde que la unión inmediata no excluye un modo de unión realmente o ex natura reí distinto de los extremos, sino que excluye la forma media que se interpone como término co­ mún en que se unen los extremos; y el modo de unión no puede excluirse cuan­ do los extremos son tales que pueden estar separados, porque a no ser que los dos o uno de los dos se comporte diferentemente que cuando están separados no podrán estar realmente unidos, y por ello también en el misterio de la Encar­ nación ponen los teólogos este modo de unión por parte de la Humanidad. C uántas clases de u n ió n se dan en el co m puesto m aterial

13. Pero de aquí surge otra dificultad, que es la única que parece ser de alguna importancia en esta opinión y por causa de la cual dijimos que la cuarta opinión es en parte dudosa, a saber, porque si la forma se une a la materia por un modo propio de unión, luego también la materia se une a la forma por un modo propio de unión; luego la materia no sólo causa por la unión o inhesión de la forma, sino mucbso más por la propia unión con la que ella se une a la form a; y así la causalidad de la materia será más bien el propio modo de la misma materia que de la forma. Ante esta dificultad confieso que permanece en duda si en la composición de la materia y la forma tiene la materia un propio modo de unión, distinto de la unión de la forma. Con todo, digo dos cosas. Una es que es muy probable la parte que niega, porque para la unión de dos extremos que se unen inmediatamente entre sí basta un simple modo de unión, y puede señalarse la especial razón por la que tal modo pertenezca más a la forma y sea realmente una misma cosa con ella más bien que con la,materia; por consiguiente, no es preciso multiplicar muchos modos de esta clase. Se prueba la mayor porque todo modo de unión es un vínculo de dos extremos, por lo cual dice relación a am­ bos,. sin la cual no puede existir; por consiguiente,/ cualquier modo de unión une los dos extremos de los que es unión; por tanto, basta uno para enlazar tales

audehaolio c egtia enm uspcearusin alita tisctupm ra.eciso nuisnitu rergfoorm aeatepria er nporonpriu m modcauum unpioer­ qsuufo1fic c2.uitm q te lle ; m ta n tu m s a t icaesetcem quaeteria hocim vm ideedriianteecuesnsiu ariu m , utoniom neam vpelerinphro aepsio nm emufo rm am s, sqeudam usl­a qU utiasupforaD rm n tu r, g is ria n io n e ip deic tunm eset.scR edsepreonm deolu rm imum eiodniais- oteoria niu negrititurpofotitis rmapero : pariu tqusem itaodcuasusipalita sm aa­­ ta m u n io n m o n lu d u n e s iu s m re am lite xsclu nadtu rafre daisstitinm ctu tìiiani,abqueaxe­ tefaria erqreum amesfo rm aueb.iaA daIta ninecdoifm ficpoolta tem i trete ise,rdasvetedltaeem ere om rim edrm te o s e d m n s itio n e ìn rc q u a m c o m u n is te in u s in m tenria em etodfourm aedishtin abcetu at-m aatebriaunpioronperiu m qnuio onoisoneiuscnlu gadnitunronextre m at,; qm oadnudsoaeuxtetrem um naaio is m , rn fo r­e um p o te s u ­ e . D ic o ta m a r i d u o . U n u m e s t e s s e v a l d a ta lia s u n t q u a e p o s s in t e s s e s e p a ra ta , per-m obadbt’ile mm paerte mm noeru gam nteqm ,aequin iateardseunim io­­ uiarnsisei hvealbeuatru m qaum evcuelmalte rim iseillo ru m n o ru x tre u anqolite t q u s u n t iu n c ta , m unnisiu netu rasssig uffic itpuonteusnssim piele,lis xm o­­ nm pyosteteru nteInsscearn reaatio litenrisunpitaon,eutnid etis oio etia m dtio uesdoiaubte nio , t n a ri p e c ra in rio t lo g i lisilla more duaslitem agidisem adsitforqm aam to nuncmodumunionis expartehumanitatis. pertineaqtueatmcutam r u cduom m ate riaod;iem rguoltip nolicnare op.oM rteatioprluprerosbam or­ s h u iu s m tu S e d b in e o ritu r a lia d iffic u lta s , q u a e om nxislrem mooru dum s,uunnio nisadeustru tm vin cueludm seonlatenvtia idetu r pesroseptearlicuqiu smmdoix mim entiusinquhaar-c dquuoiarum e d e q u ista e t u a c it h a b itu d in e x n s in e q u a e s s e n o n p o te s t; m o p in io n e m e x p a rte e s s e d u W a m , n im iergm oaqquuilib un;ioenrg isouunnitusdusuoffic exit­ ru tnm ,qum iaodsuim form riam epm erate pro oruetmm eosdtuusnio priu unaiounnisitu , errgm oateetia ria- tre Q u o tu p le x

13.

u n to

in

m a te r ia li c o m p o s ito

Disputación X III.— Sección IX

471

extremos. Y por ello decíamos antes que la unión de la forma con la materia no puede ser o concebirse en la realidad sin la conjunción y dependencia, no sólo de la forma sino también de la materia; y por ello, si mediante el entendimiento prescindimos de cualquier otro modo identificado con la materia, por la sola unión de la forma con la materia entenderemos que la materia y la forma están perfectamente unidas entre sí, y que la materia ejerce sobre la forma toda la causalidad que tiene; por consiguiente, no es necesario un doble modo de unión, sino que basta con uno. Y la menor, a saber, que este modo pertenece más bien a la forma que a la materia se prueba porque toda la eficiencia del agente natu­ ral se formal y próximamente en la forma, educiéndola o uniéndola a la materia; luego cuanto hace de nuevo está en la forma como en el término for­ mal de la acción, y en la materia sólo como en su sujeto, y por ello no une la materia a la forma haciendo directamente en la materia un modo especial, sino sólo uniendo la forma a la misma materia y haciendo en ella la información y unión o inherencia. Y esto es conforme con el modo de comportarse y de con­ currir de la materia y la forma; pues la materia está sujeta a la acción del agente y al advenimiento y receso de las formas. Por lo cual, cuanto se refiere a su en­ tidad y a todo su modo intrínseco, permanece invariable y sólo varía o se muda por razón de la privación o de la forma recedente o nuevamente adveniente. Lo cual parece que lo expresó con estas palabras Damasceno en su P h y s ., c. 3, cuan­ do dice de la materia: D e m o d o q u e la q u e o b tie n e la r a z ó n d e su je to , n o só lo

termina

e n cu a n to se re fie r e a e s to , q u e e s p o te n c ia , e s tá d o ta d a d e su sta n c ia , sin o q u e e stá c o n p riv a c ió n y p e rm a n e ce c o n la fo rm a p r e s e n te e n a c to , y a q u e llo s u y o ,

es decir, la potencia, lo c o n se rv a lib r e d e to d a m u ta c ió n , y d e a q u í s u c e d e q u e n i p a se a l a c to d e s d e e sto q u e e s p o te n c ia , sin o q u e p e r m a n e c ie n d o e n s u e s ta d o re c ib a la fo rm a , y re tirá n d o se la fo rm a re ten g a n u e v a m e n te e l p r im e r e sta d o . Pero

es la forma la que adviene a la materia y se retira de ella, y por ello toda muta­ ción que se hace en la materia, es por razón de la forma, y de modo semejante toda unión es ppr la conjunción de la forma con ella. Lo cual, además, puede ex­ plicarse con un ejemplo material: pues la base que pone bajo la columna no

se asudpra huiudstcm obdaimeuxstreum anceom fiiufo ngrem nadea.aEdt id eao- creonnsdeintam naete um moedtofo serm haaeb;endniam et cm oante curia re n io m ria e te m nsin onepcoonssiuenecstio senaeuettindte llig idein reru m tarm t aanru iom ni. aU gnednetisqueatnatudm venatu isaucam receens-nsoaria tu ra e p e n n tia n o n, ssuubisfo d lu m a fo rm a , s e d e tia m a m a te ria ; e t id e o tita tem oam ntaem quaenet,susuom inqtrin sveacria um m oe­l in teulle ctuidm praaetu scm indam m utesriaoem npem d u m in v ria m lu m u e tu r v assoliila ufprfalerum o d m e n tific a , e r m udtaentutisr ra tio ndeenpuriv aatio neisnieanutist.föQ rm adere nio neria mm form aeform adam mateesria mpeinrfe tecllic e a u t o d v u o h is guenm u s m a te e t s e te is., cd.ixis3,seubviiddeeturmaD aria masacit:en,,Utinqttae sua ita stointatem r sceauestalita matetem riam em xerc ere inefo r­o vPehrb y s te m a m q u a h a b e t; r g radonem óbtineat, et quantum ad nseodnuensutsnseucffic cssit.ariu sindourpaleuxtem m osdcuilic seut,nio nnisc, idsubìecti quod potentia est allinei substantia praeM , h u ditam esse et curri privatione esse ac for­ m um pom tiuspro pebrtin er,requaia dfo rm aem qieunatia m ma atque illud suum, aagdoednm a te ria a tu to ta ffic hconservare, ocactu est,ppraescnte otehincque ntia,dbmanere, orimi mutations liberum tis n a tu ra iis te rm in a tu r fo rm a lite r e t ut nec ab hoc quod pnroiexnim em aadteria form am edquucid enqduoidilla mnovveol potentia est, in actumfierimigret, verum in suo ufa d o e ; e rg o d e statu martens formam suscipiat ac forma re­ c it, e s t in fo rm a ta m q u a m in fo rm a li te rrursus priorem stamm retineat. At m insoubie acctio nise,t id ineom aotenriaunaitutem m sria olu mfour­t vcedente e ro fo rm aeesttid queaoeoam dvnis enitmm ate riaqeuaeet afitb in to , n a te m illa re c e d it, u ta tio m a e d ire c te e ffic ie n d o in m a te ria s p e c ia le m m ate ria essttpra tio nneiufo rm anee,m etfosrm im ilite r maote duria m , esetdeffic solu m uninienedaoinfo rm aam ip si in o m n is u n to e e r c o n c tio a e a d m e ie n d o fo rm tio n e m et unionemvel inhaerentiam.Estque hoc illam.Quodpraetereamateriali esemplode-

472

D is p u ta c io n e s m e ta fís ic a s

varía en sí, ni-cambia el lugar o cualquier otro modo por el hecho de que se le superponga la o se le quite, o varíe, sino que toda la mutación se hace en la columna que se superpone, de la cual viene toda denominación para la base, que se dice que sustenta a la columna. Y de modo semejante, en las mutacio­ nes' accidentales, cuando, por ejemplo, el leño se calienta, no se hace una doble mutación en el leño, una en la adhesión del calor y la . otra en la unión del leño al calor, sino una.solamente, que consiste en la introducción del calor. 14. Añado en segundo lugar que aunque admitiéramos •gratuitamente que existe en la materia un modo de unión propio, distinto de la unión de la form a,' sin embargo, no puede atribuírsele que sea la causalidad por la que la materia causa la forma, porque ni la materia sustenta la forma por tal modo, ni la forma depende de la materia por aquel modo. La primera parte es clara, porque la ma­ teria no sustenta la forma por un modo sino por su propia entidad. La última’ se prueba porque la forma depende de la materia por su inhesión, por lo cual, si en la materia existe tal modo de unión, más bien será como un efecto conse­ cuente de la información, y cuanto es de sí, será de la misma clase, ya dependa la forma de la materia, o no. Acerca de esta unión de la materia, de nuevo sal­ drá la oportunidad de tratar cuando nos ocupemos de la causa formal. 15. Con qué causalidad, constituye la materia el compuesto.— De lo dicho se concluye, además, que la causalidad de la materia sobre el compuesto no le añade nada absolutamente a la misma materia fuera de la unión con la forma, y así no es otra la causalidad del compuesto más que la misma causalidad de la forma o de la unión, y sólo añade respecto del compuesto que la materia mediante la unión se exhibe a sí misma para componer intrínsecamente el compuesto; por lo cual la misma entidad de la materia entra más íntimamente en la causalidad del compuesto que en la de la forma o de la unión; pero en la realidad no interviene otra cosa sino la entidad de la materia y la unión o causalidad de la forma. 16. La materia desempeña una doble causalidad distinta.— Se satisface una objeción.— Por último, se entiende por lo dicho lo que ya antes ha sido insi­ nuado, que existen solamente dos cáusalidades de la materia distintas ex natura

columna

tiu s■ eeritet,utqueaffnetu ctum aecsotnseexccla ram xinapeoteinst:senanm bavsisariaqtu uarenseucppom nuitu rt dquusensuneioxnisin,foprom a tio n o lu o n ta em ra tiosniviseenrit, sD iveefo rm aunpioennelo alu utmnaaliqeuiem aeliu m m odvuem efe xrahtu ocr sdee,ateiuasdm a te r ia o n . q u a qauuctoudm c o s u p rp o n a tu r l a u m vuaarie seodnitu totar,amuqta fitvein lunm dea1te5cria auseaite foru rm ali.occurret sennotractando eastu upr,ein rp uaeatiopdro nritscouom is-­ m . dntaeare noqm in tio b a s im , q u ic itu s te n E xriaheiscuirc lteariucsocm opnocsluitu ditu rncih auilcuota lutio mnnaib m .s,Eqtuasim ilite rnuinm,avcceid eingtarali-­ salitatem— m a te m btiau,scm u n d o lig rb ninfoorm aaded,earetquipesita im iaeseseparaliaete rcauunsio alefait,dhneosio nnfitecdauloprleisx, m utaratioininunlig unganiin anlte ioonnnoe­, nolita em m naostenarm m am -U a d c a lo r e m , s e d u n a ta tu m , q u a e c te m c o m p o s iti n is i ip m e t c a u s a lita te sis1t«4.ininA tro douctio nceuncdaolo risqu.a’mvis gratis ad-fo rm aoem vpeolsitiunioqnuisodsom luam qria ueam deddeia reruenspioencetu c te d d s e , spaom exm h;ibuetndaedip cosm ensdum m trin sm ecaem udsistin esscetuin m pnro riurm maem um m situ acpeaonuntita am teinria em uionitte ioin nreisum m aabtetrib uria nio eqpufo ,coanduih i-- scgeoisip in tim e in g re d itu r s a lita te c o peon­ m s n o n p o s s e illi u i o d s it s a s i t i . q u a m f o r m a e v e l u n io n is ; in re ta r n lita s p e r q u a m m a te ria c a u s a t f o r m a m , q u ia duin teusrv enitsfnoisrm iaeen.titas materiae nm eacm manteerqiauepeforrm taalem m oU dluum mm suosdteunm tatpfeonr­­ entihuilnioaliu s e c a a lita p e r deriiaanom atepreiar.m Prio rm p,arssedcopnesrtatsuqaum iaem a­ 16. — U ltim oinuina-te n o d u n tite llig itu r e x d ic tis q u o d s u p r a e tia m in s ta te m s u s te n ta t f o r m a m . P o s te r io r p ro b a tu r tu m e s t, d u a s ta n tu m e s s e c a u s a lita te s m qaum iaateforia rm inahtearia esioensetm doe-t teriaeexnaturarei distinctas, licet ratio nae­ ,aunpdeer, ssiuainmm talispenm M a te r ia c o n stitu â t.

qua

ca u sa lita te c o m p o s itu m

D u p lic i d is tin c la ca u sa lita te fu n g itu r m a te ria .— O b ie c tio n i sa tisfit.

Disputación XIII.— Sección IX

473

rei, aunque conceptualmente puedan distinguirse varias más. Pues la causalidad material respecto de una cosa en producción, o en su ser producido, son distintas ex natura rei, como la generación se distingue ex natura rei de la forma o cosa engendrada, y la unición en proceso de la unión ya hecha; y mostramos que la causalidad de la cosa en su producción no se distingue en la realidad de la misma generación, o unición; pero qúe la causalidad de la cosa en su ser producido, de modo semejante, no se distingue de la unión como hecha y que termina for­ malmente la unición; por consiguiente, es necesario que tales causalidades sean distintas entre sí ex natura rei. Podrá decirse que estas dos causalidades se redu­ cen a una sola, porque la cosa en su ser producido no es causada sino mediante la acción; por consiguiente, la causalidad entera consiste en la acción y genera­ ción misma, en cuanto proviene de la materia; pues todas las cosas restantes más bien son algo causado que causalidades, igual que respecto del agente toda la cau­ salidad consiste en la acción o unición,’y la unión en su ser producido no es causa­ lidad del agente sino algo causado. Se responde que no hay paridad de razones, porque la causa material es esencialmente causa de la cosa en su ser producido, aun cuando cese toda acción, de tal modo que si por un imposible el compuesto material no dependiese de algún agente en su producción o en su conservación, sin embargo tendría la materia su causalidad sobre tal compuesto o sobre su forma; por consiguiente, existe en la materia una cierta causalidad propia que no versa sobre la acción o mutación, ni es hecha por ella, sino que inmediata­ mente versa sobre el mismo ser de todo el compuesto, en cuanto incluye la unión de la materia con la forma; y por la sección siguiente se verá que a veces es la materia causa de la cosa y no de la producción de la cosa; por consiguiente, es­ tas causalidades son ex natura rei distintas. Pero cada una de ellas puede compa­ rarse y concebirse predsivamente en orden a diversas cosas, y explicarse según las diversas relaciones en orden a la forma o al compuesto; sin embargo, toda aquella distinción es conceptual o sea por nuestros conceptos inadecuados, como consta por lo que precede. possint pluses distingui. Causalitas enim materialis respectu rei in fieri vel in facto esse ex natura rei distinctae sunt, sicut generatio ex natura rei distinguitur a forma seu a re genita, et unitio in fieri ab unione ut facta; ostendimus autem causalitatem rei in fieri non distingui in re ab ipsa generatone vel unitione; causalitatem vero rei in facto esse similiter non distingui ab unione ut fac­ ta et formaliter terminante unitionem; ergo necesse est huiusmodi causalitates inter se esse distinctas ex natura rei. Dices posse has duas causalitates ad unam revocali quia res in facto esse non causatur nisi mediante actione ; ergo causalitas tota consistit in ac­ tione et generatione ipsa prout est a materia ; reliqua enim omnia potius sunt quid causa­ timi quam causalitates, sicut respectu agentis tota causalitas consistit in actione vel unitione, et unio in facto esse non est cau­ salitas agentis, sed quid causatimi. Respondetur non esse parem rationem, quia causa

materialis per se est causa rei in facto esse etiamsi cesset omnis actio, ita ut si, per impossibile, compositum materiale non penderet ab aliquo agente in fieri vel in con­ servar!, nihilominus haberet materia suam causalitatem circa tale compositum vel circa formam eius; est igitur in materia propria quaedam causalitas, quae non versatur circa actionem vel mutationem neque per illam fit, sed immediate est circa ipsum esse totius compositi quatenus includit unionem materiae cum forma; et ex sectione sequenti constabit interdirai esse materiam causam rei et non productìonis rei; sunt ergo hae causalitates ex natura rei distinctae. Unaquaeque vero earum potest comparar! et praecise concipi in ordine ad res diversas et secun­ dum varias habitudines explicari in ordine ad formam vel compositum; tota tamen jfià distinctio est per rationem seu per conceptus nostros inadaequatos, ut ex superioribus constat.

Disputaciones metafísicas

474

SEC C IO N .X ¿Se

d a un a c a u s a m a t e r ia l s u s t a n c ia l e n l o s c u e r p o s in c o r r u p t ib l e s ?

1. Hasta aquí sólo hemos explicado la causa material en las sustancias generables y corruptibles, en las cuales es más conocida por la continua transmu­ tación; ahora queda por ver si se da también este género de causa en los cuerpos incorruptibles. En esto quedan contenidas muchas cuestiones. Primera, si en los cielos (pues a éstos nos referimos con el nombre de cuerpos incorruptibles) hay materia. Segunda, de qué clase es y en qué conviene o difiere respecto de la materia de las cosas generables. Tercera, cómo ejerce la causalidad material con aquellos cuerpos; y aunque las dos primeras cuestiones son físicas y suelen .tra­ tarse en los libros D e C áelo , con todo, para explicar la tercera, que es propia de este lugar, es preciso declarar de antemano las otras, P rim era o pin ión d e l C o m en ta d o r 2. Por consiguiente, acerca de la cuestión propuesta, la opinión del Comeiv tador fue negar que hubiese en el cielo composición de materia y forma. Así lo tiene en el lib. VIH M e ta p h ., com. 12, y en el lib. XII, com. 20, y en el I D e C á elo , com. 20, y en el lib. D e S u b sta n t. O r b is , c. 1 y 2. Y a él le siguen todos sus discípulos: Janduno, D e S u b sta n t. O rb is, q. 1; Zimara, T k e o r e m ., 107; Cayetano de Thienis, I P h y s., q. 21; y de los escolásticos, Durando y Gabriel y otros, I n II, dist. 12, donde también Santo Tomás se inclina hacia este pare­ cer, q. 1, a. 1, y en la Q u aest. d isp u t. D e S p iritu a lib u s C rea tu ris, a. 6, ad 2, y en el VEH M e ta p h ., c. 14. Se funda principalmente esta opinión en varios tes­ timonios de Aristóteles, a causa de los cuales Escoto, In II, dist. 14. q. 1, con­ fiesa que es el parecer de Aristóteles, aunque no lo admita. El primero es el libro VIH de la M eta física , text. 14, donde dice: N i la m ateria es p ro p ia d e to­ d o s, sin o d e cuantas cosas tien en e n tre s í gen eración y tran sm u tación ; p e ro cuantas

Prima Commentatoris opinio 2. Circa propositam ergo quaestionem fuit opinio Commentatoris negantis esse in IN CORPORIBUS INCORRUPTIBILIBUS caelo compositionem materiae et formae. Ita INVENIATUR habet VIII Metaph., com. 12, et lib. XII, 1. Hactenus solum explicuimus materia- com. 20, et I de Caelo, com. 20, et libro lem causam in substantiis generabilibus et de Substant. orbis, c. 1 et 2. Eumque secorruptibilibus, in quibus notior est ob con­ quuntur omnes sectatores eius, Iandun., de tinuant transmutationem ; nunc videndum superest an sit etiam hoc genus causae in Substant orb., q. 1; Zimara, theorem. 107; Caietan. de Thienis, I Phys., q. 21; et ex corporibus incorruptibilibus. In qua re multae continentui guaestiones. Prima, utrum scholastids, Durand, et Gabr., et alii, In II, dist. 12, ubi etiam D . Thom, in eamdem in caelis (hos enim nomine corporum insententiam inclinavit, q. I, a. 1, et in Quaest corruptibilium intelligimus) sit materia. Secunda, qualis sit et in quo cum materia ge- disput de Spiritualibus creatur., a. 6, ad 2, et VIII Metaph., c. 14. Fundatur praecipue nerabilium conveniat aut differat. Tertia, haec sententia in varus Aristotelis testimoniis, quomodo materialem causalitatem cum illis propter quae Scotus, In II, dist. 14, q. 1, corporibus exerceat; et, quamvis duae primae fatetur esse sententiam Aristotelis licet earn quacstipnes physicac sint et in libels de Caelo non approbet. Primum est VIII Metaph., tractari soleant, tarnen ad explicandam ter­ text 14, ubi ait, neque omnium materia est, tiana. quae propria est huius loci, aliae ne­ sed quommcumque generatio et transmutecessario praemittendae sunt.

SECTIO X

U

trum

m a t e r ia l is

c a u sa

s u b s t a n t ia l k

Disputación

X I I I .—

Sección X

475

cosas existen o no sin que se transmuten, de éstas no es propia la materia; y en el text. 4 del mismo libro dice: Si algo tiene materia local no es necesario que la tenga también generable y corruptible, es decir, que sea fundamento de ge­ neración y corrupción, que en boca de él parece que es lo mismo que la ma­ teria componente de la sustancia, como mostraré en seguida. Y en el mismo sentido parece añadir en el texto. 12 que las sustancias perpetuas o no tienen materia o no la tienen tal, sino sólo aquella que está sujeta al movimiento local, y en el lib. IX, text. 17, dice que en las cosas perpetuas no existe potencia para 'el ser simple, sino sólo para el dónde: De lo contrario —dice— habría también potencia para el no ser; pues toda potencia es potencia de contradicción. Final­ mente, en el lib. XII de la Metafísica, text. 10, repitiendo la misma opinión, dice: Cuantas cosas se mudan tienen materia, pero diversa, pues también de los mis­ mos seres sempiternos cuantos no son generábles sino móviles por traslación (la tienen); sin embargó, no (materia) generable, sino como punto de partida. 3. La razón de esta opinión es que los filósofos no llegaron al conocimiento de la materia sino por vía de transmutación, tomando la proporción de la trans­ mutación artificial o accidental a la sustancial; por consiguiente en estas sustan­ cias en que no hay ningún vestigio de transmutación sustancial, no es necesaria la materia, ni puede haber ningún fundamento para afirmarla. En segundo lugar, se declara más esta razón porque la naturaleza no hace nada en vano; pero en los cielos no es necesaria esta composición de materia para ningún fin; pues en estas cosas inferiores que habían de estar sometidas a continuas generaciones y corrupciones, por causa de su contrariedad era necesaria la materia que fuese el primer sujeto y fundamento de ellas; pero cómo los cielos quedaron estableci­ dos de modo que fuesen perpetuos, igual que han sido fundados sin contrarie­ dad, así también sin aquella composición que es propia de aquellas cosas que igual que se componen pueden disolverse; pues es más apta para la perpetuidad la entidad simple que la compuesta. En tercer lugar, porque si hubiese alguna señal de materia en el cielo, sería sobre todo porque tienen cantidad; pero esto no es señal suficiente, porque no hay repugnancia en que se haga una sustancia tio invicem sunt; quaecumque 'veto absque eo quod transmutentur sunt aut non horum materia non est; et text. 4 eiusdem li­ bri ait: Non est necesse, si quid materiam habet localem, edam habere materiam generabilem et corruptibilem, id est, quae sit fundamentum generationis et corruptionis, quae apud ipsum idem esse vjdetur quod materia componens substantiam, ut statini ostendam. Et eodem sensu subdere videtur, text 12, substantias perpétuas aut non habere materiam, aut non talem, sed solum quae secundum locum mobilis est, et lib. DC, text. 17, ait in rebus perpetuis non esse potentiam ad esse simpliciter, sed tantum ad Ubi: Alioqui (inquit) etiam esset potentia ad non esse: nam omnis potentia est potentia contradictionis. Demum XII Metaph., text. 10, eamdem sententiam repetens, ait: Quae­ cumque mutantur, materiam habent, sed diversant, nam et ipsorum sempiternorum quaecumque non sunt generabilia, sed latione mobilia, attamen non generabilem, sed unde quo. 3. Ratio huius sententiae est quia philo-

soph: non pervenerunt in cognitionem mate­ rne nisi per viam transmutationis, sumpta proportione a transmutatione artificiali vel accidentali ad substantialem ; ergo in his substantiis ubi nullum est vestigium trans­ mutationis substantialis non est necessaria materia; nec potest esse ullum fundamen­ tum ad earn asserendam. Secundo declaratur amplius haec ratio quia natura nihil fetdt irustra; sed in caelis non est ad ullum finem necessaria haec compositio ex materia; in his enim rebus inferioribus, quia futurae erant continuae generationes et corruptiones, ob earum contrarietatem necessaria erat materia, quae esset primum subiectum et fundamen­ tum earum'; at vero cum caeli instituerentur ut essent perpetui, sicut conditi sunt sine contrarietate, ita etiam sine ilia cotnpositione quae est propria earum rerum, quae sicut componuntut, ita dissolvi possunt; aptiof enim est simplex entitas ad perpetuitatem, quam composita. Tertio, quia si aliquod esset signum materiae in caelo, maxime quia quantitatem habet; at hoc non est sufficiens sig­ num, quia non répugnât fieri integrant sub-

4 76

Disputaciones metafísicas

integra físicamente simple y capaz de cantidad; luego la cantidad no es señal suficiente de composición material. Pues si aquella sustancia es posible, que la haga Dios; por consiguiente, entonces la extensión de la cantidad no sería in­ dicio suficiente de composición material en tal sustancia; luego tampbco ahora lo es en el délo. ¿Por qué, pues, no diremos que es tal la sustanda del cielo? Pues si tal sustancia cuanta es posible, es mejor y más perfecta si es simple que compuesta, siendo iguales las restantes cosas. Por otra parte pertenecerá al orden y perfección del universo tal sustancia; pues hay en el universo al­ gunas sustancias simples no cuantas y otras sustancias compuestas y corpó­ reas; por consiguiente, para que haya en el universo variedad d e ‘ todas las cosas o. grados, encaja muy bien que haya alguna sustancia simple en cuanto a su compósidón física y esencial, pero cuánta y compuesta de partes integrales; por consiguiente, tales son aquellos cuerpos eternos que por este motivo parecen acercarse más al modo de existir de las sustancias simples. 4. Pero en cuanto a que no repugne aquello que en esta razón se toma, a saber, que se dé una sustanda no compuesta de acto y potencia físicos y sustanciales y capaz de cantidad, se prueba porque no se enderra ninguna repugnancia en tales términos o condiciones, ni puede darse ninguna razón por la que tal ente no quede comprendido bajo la extensión del ente creable. Podrá decirse que toda sustancia es forma o materia o compuesto; por consiguiente, la sustancia que ni es compuesta ni capaz de materia será forma subsistente; por consiguiente, inte­ lectual; por tanto, incorpórea; luego repugna que sea sustanda simple y corpó­ rea; por lo cual, vale tanto decir sustancia inmaterial y corpórea como decir sustanda inmaterial y material. Y se confirma (casi volviendo a lo mismo) por­ que toda sustancia o es potencia o es acto o compuesta de potencia y acto; pero aquella sustancia no sería potencia sustancial y receptiva, pues de lo contrario sería materia; ni tampoco seria compuesta de acto y potencia; por consiguiente, sería acto subsistente; pero tal acto no es capaz de cantidad, pues entonces se cierra el camino para probar que las sustandas angélicas no son capaces de canstantiam physice simplicem et capacem quan­ titatis; ergo quantitas non est sufficiens signum materiali compositìonis. Nam, si iila substantia est possibilis, faciat illam Deus; ergo tunc extensio quantitatis non esset suf­ ficiens indicium materialis compositìonis in tali substantia; ergo neque nunc est in caelo. Cur enim non dicemus talem esse sub­ stantiam caeli? Etenim, si huiusmodi sub­ stantia quanta possibili est, melior est et perfecrior si sit simplex quam si composita, caeteris paribus. Rursus ad decorem et perfectionem universi pertinebit talis substantia; sunt enim in universo quaedam substantiae simplices non quantae, et aliae substantiae compositae et corporeae; ergo ut in universo sit omnium rerum vel graduimi varietas, optime quadrat ut sit aliqua substantia sim­ plex quoad compositionem physicam et essentialem, quanta vero et composita ex partibus integrantibus ; ergo huiusmodi sunt illa corpora aeterna quae ex hac parte propinquius videntur accedere ad modum exis­ tence substantiarum simplicium. 4. Quod vero non repugnet id quod in hac ratione assumitur, scilicet, dari substan-

tiam non compostemi ex actu et potenda physicis et substantialibus et capacem quan­ titatis, probatur, quia nulla repugnantia involvitur in his terminis vel conditionibus, neque fieri potest ulla ratio ob quam tale ens non comprehendatur sub latitudine en­ ds creabilis. Dices omnem substantiam esse aut formam, aut materiam, aut composition; substantia ergo, quae neque est composita, neque capax materne, erit forma subsistens; ergo intellectualis; ergo incorporea; ergo repugnat esse substantiam simplicem et corpoream; unde perinde est dicere substan­ tiam immaterialem et corpoream ac dicere substantiam immaterialem et materialem. Et confirmatur (ac fere in idem redit), nam omnis substantja vel est potenda, vel actus, vel composita ex potenda et actu; sed iila substantìa non esset potenda substantiate ac receptlva, alioqui esset materia; neque edam esset composita ex actu et potenda; ergo esset actus subsistens; sed huiusmodi actus non est capax quandtatìs, alioqui occluditur via ad probandum angelicas substantias non esse capaces quandtatìs. Sed

Disputación XIII.— Sección X

477

tidad. Pero estas razones no parecen mostrar bastante la repugnancia; pues la primera división de la sustancia en materia, forma y compuesto no es adecuada para la sustancia en común; pues Aristóteles, cuando da esa división en K D e A n im a , al principio, y en VH de la M eta física , text. 7, habla claramente de la for­ ma informante; pero asi la sustancia angélica ni es forma, ni materia n i com­ puesto; por consiguiente, lo que se divide allí es la sustancia inferior, o sea la que de algún modo está sujeta a la generación y corrupción. De lo contrario, para que la división sea adecuada a toda sustancia, en lugar de aquel miembro, a saber, de la sustancia compuesta, habría que poner completa; pues toda sus­ tancia o es completa o incompleta por modo de potencia, como la materia, o por modo de acto, como la forma. Pero la sustancia completa, por su parte, se ha de dividir en compuesta de materia y forma, y simple según la negación de tal com­ posición; ésta, por. su parte, puede subdividirse ulteriormente en incorpórea, que es de tal modo simple que excluya incluso la composición de partes inte­ grantes, y corpórea, que tenga la composición de estas parpes sin composición de los principios esenciales de materia y forma; pues ninguna razón se aduce por la que repugne que la misma sustancia completa tenga una composición sin la otra. 5. Por lo cual, aquella contradicción de que dicha sustancia fuese material e inmaterial sólo parece que se funda en las palabras. Por ello puede distinguirse aquella voz m a teria l; pues propiamente significa la cosa compuesta de materia que sea pura potencia y de forma, y en este sentido dicha sustancia simple no sería material, sino más bien inmaterial, tomada esta palabra privativa en una significación contraria y proporcionada; pues así no serían convertibles inmate­ rial e incorpóreo, de acuerdo con la opinión anterior. Pero porque las partes in­ tegrantes son reducidas a causa material por Aristóteles, por ello dicha voz puede tomarse con más amplitud, y toda sustancia que tiene partes integrantes puede llamarse no solamente material sino, compuesta de algún modo de materia. Y en este sentido aquella sustancia de que tratamos no se llamaría inmaterial sino ma­ terial; pues inmaterial tomado en una significación proporcionada se diría recíhae rationes non satis videntur ostendere repugnantiam; nam prior divisio substantiae in materiam, formam et compositum, non est adaequata substantiae in communi; nam Aristoteies, cum earn divisionem tradii in I l de Anima, in prinejp., et VII Metaph., text. 7, plane loquitur de forma informante; sic autem angelica substantia nec est forma, nec materia, nec compositum; dividitur ergo ibi substantia inferior, seu aliquo modo gene­ ration! et corruption! obnoxia. Alioqui, ut di­ visio sit adaequata omni substantiae, loco iilius membri, scilicet, substantiae compositae, ponenda esset completa; omnis enim substan­ tia aut est completa aut incompleta per modum potentiae, ut materia, aut per modum actus, ut forma. Substantia vero completa rursus dividends est in compositam ex mate­ ria et forma, et simplicem secundum negationem talis compositionis ; haec vero ulterius potest subdividi in incorpoream, quae est ita simplex ut compositionem etiam partiura integrantium excludat, et corpoream, quae habeat compositionem ex his partibus sine compositione ex prindpiis essentialibus ma-

teriae et formae; nulla enim afferrar ratio ob quam repugnet eamdem substantiam completam habere unam compositionem sine alia. 5. Quapropter repugnantia ilia, quo ta­ lis substantia esset materialis et imitiaterialis, solum in vodbus consistere videtur. Unde distingui potest ilia vox materialis; proprie enim significai rem compositam ex materia quae sit pura potentia et forma, et in hoc sensu ilia substantia simplex non es­ set materialis sed potius immaterialis, sumpta hac privativa voce in contraria et propor» donata significations; sic autem non convertentur immateriale et incorporeum , iuxta praedictam sententiam. Quia vero partes integrantes ad materialem causam reducuntur ab Aristotele, ideo latius potest sumi ilia vox, et omnis substantia quae partes habet integrantes appellar! pDtest et materialis et com­ posita aliquo modo ex materia. Et hoc sen­ su ilia substantia de qua agimus non diceretur immaterialis, sed materialis; nam im­ materiale sumptum in proportionata signifi­ cations reciproce dicetur cum incorporeo.

478

D i s p u t a c io n e s m e ta fís ic a s

procam ente con incorpóreo. N i son inusitadas estas significaciones, pues la forma del leño se dice material aunque no conste de materia, porque es extensa; pero la forma del hom bre, por razón contraria, es inm aterial. Y la segunda división del acto y la potencia tam bién adolece de equivocidad; pues si con el nombre de acto subsistente se entiende la sustancia íntegra, que no necesita otro acto sus­ tancial e intrínseco para estar en acto, así concedemos que aquella sustancia simple de que tratam os será acto subsistente; pero negamos con todo que tal acto subsistente no pueda ser capaz de cantidad; n i p or ello se cierra el camino para probar que las sustancias angélicas son incapaces de cantidad; pues ello no se ha de probar por la com ún razón de acto subsistente en tal significación, sino por otra parte, a saber, porque son actos más perfectos e indivisibles e inteligen­ tes. Por lo cual, si con el nom bre de acto subsistente se entiende una sustancia tan perfecta que se aparte totalm ente de las condiciones de la materia y de la composición de partes integrantes, así negamos que tal división sea adecuada, o que aquella sustancia simple y corpórea sea u n acto subsistente. Y esta es toda la probabilidad de esta sentencia, según la cual hay que negar que la propia causa m aterial y sustancial de que tratamos se encuentre en los cuerpos celestes e incorruptibles, sino sólo de modo reductivo en cuanto que las partes integran­ tes, como dije, se reducen a la causa material. Pues- no puede negarse que la sus­ tancia corpórea tenga esta composición necesariam ente; pues lo contrario en­ vuelve una clara repugnancia.

Segunda opinión de Santo Tomás 6. L a segunda sentencia principal es que todos los cuerpos, incluso los in­ corruptibles, están compuestos de verdadera y propia m ateria que sea potencia física sustancial para la form a. Esta es la opinión de Santo Tom ás y de sus discípulos en I, q. 66, a. 2, y I De Cáelo, lee. 6, y V III Phys., lee. 20; Capréolo,In II, dist. 12, q. 1 ; Soncinas, X II Metaph., q. 7 ; lavello, lib. V III, q. 12; Soto, II Phys., q. 1. L a m antiene tam bién Escoto, en el lugar citado; y Egidio, In II, Nec sunt inusitatae hae slgnificationes, nam forma Ugni dicitui materialis quamvis ma­ teria non constet, quia est extensa; forma vero hominis contraria ratione immaterialis est. Altera vero divisio actus et potentiae etiam patitur aequivocationem ; nam, si no­ mine actus subsistentis intelligatur substan­ tia integra quae non indiget alio actu sub­ stantial! et intrinseco ut actu sit, sic concedimus illam substantiam simplicem de qua agimus, fore actum subsistentem; negamus tarnen huiusmodi actum subsistentem non posse esse capacem quantitatls; neque propterea occluditur via ad probandum substantias angelicas esse incapaces quantitatis; id enim non est probandum ex communi ra­ tione actus subsistentis in ea significatione, sed aliunde, scilicet, quia sunt actus perfectiores et indivisibiles er intelligentes. Unde, si nomine actus subsistentis intelligatur sub­ stantia ita perfecta ut omnino recedat a conditionibus materiae et a compositione ex partibus integrantibus, sic negamus divisionem illam esse adaequatam, aut illam sub-

stantiam simplicem et corpoream esse actum subsistentem. Atque haec est tota probabilitas huius sententiae, iuxta quam negandum est propriam causam materialem et substantialem de qua agimus reperiri in caelesribus vel incorruptibilibus corporibus, sed solum reductive quatenus partes integrantes, ut dixi, ad materialem causam reducuntur. Negari enim non potest quin substantia corporea necessario habeat hanc compositionem ; contrarium enim claram repugnantiam involvit. Sccunda D. Thomas sententia

6. Sccunda sententia principalis est om­ nia corpora etiam incorruptibilia componi ex vera et propria materia quae sit substantialis potentia physica ad formam. Haec est opi­ nio D. Thomae, et discipulomm eius, I, q. 66, a. 2, et I de Cado, lect. 6, et V ili Phys., lect. 20; Capreol., In II, dist. 12, q. 1 ; Soncin., XII Metaph., q. 7 ; Iavel., lib. VIII, q. 12; Soto, II Phys., q. 1. Tenet etiam Scotus, loco cit.; et Aegid., In II,

D i s p u t a c ió n

X I I I .— S e c c ió n

X

479

dist. 2, y I Hexamer., c. 4 y siguientes; Occam, In II , q. 2 2 ; S. B uenaventura, In II, dist. 12, a. 2, q. 1. L a m antuvo tam bién Avicena, lib. I Sufjic., c. 6 ; P a­ blo Véneto, en la Sum m a de Cáelo, c. 2, donde cita a T em istio, Teofrasto y otros. Y en favor de esta parte se aducen varios testimonios de Aristóteles, de tal m a­ nera que parece quedar bastante oscuro cuál fuese su opinión en este punto. Pues en el I De Casio, c. 9, texto. 93, 94 y 95, dice expresam ente que el cielo consta de materia, y dem uestra que no puede haber otro cielo porque consta de toda la materia. Además, en el lib. X II de la Metafísica, te s t. 22, dice que es uno mismo el principio de todos los cuerpos sensibles, a saber, la materia y la forma, y en el II De Generatione, c. 9, text. 51, dice que los dos principios, a saber, la m ateria y la forma, se atribuyen incluso a las cosas eternas y a las que tienen la primacía, pero que en estas cosas inferiores se añade u n tercer elem ento, a saber, la privación, para constituir la generación. Finalm ente, en el V III de la Metafísica, text. 10, dice que toda sustancia sensible consta de materia. Esta sen­ tencia se runda racionalm ente en dos principios opuestos al anterior. U no es que para la incorruptibilidad de los cielos o de los cuerpos no es necesaria la caren­ cia de materia, principio que se declarará más extensam ente en el punto siguien­ te. Ahora se prueba brevem ente porque aunque la cosa conste de m ateria y for­ ma, puede la unión de ambas ser indisoluble, lo cual basta para la incorruptibi­ lidad. O tro principio es que la cantidad de masa que tienen todos los cuerpos, incluso los incorruptibles, está necesariam ente unida a la m ateria, de tal m anera que es una propiedad tan propia de la m ateria o de la cosa com puesta de m a­ teria que es un indicio cierto de ella. L o cual escribió Plotino con estas palabras en la II Ennéada, lib. IV, c. 6 : Cuanto tiene mole, tiene materia.

Comparación de las opiniones anteriores 7. D e estas opiniones, ninguna puede probarse con evidencia porque no hay ningún efecto que nos m uestre evidentem ente que exista' o que no exista la materia en tales cuerpos, lo cual se m ostró suficientemente declarando dichas sen­ tencias. Pues la prim era infiere la carencia de m ateria de la incocfuptibilidad, dist. 2, et I Hexamer., c. 4 et sequentibus; Ocham, In II, q. 22; D. Bonavent., In II, dist. 12, a. 2, q. 1. Tenuit etiam Avicen­ na, lib. I Suffic., c. 6; Paulus Venet., in Summa de Caelo, c. 2, ubi refert Themistium, Theophrastum et alios. Et pro hac etiam parte afferuntur varia Aristotelis tes­ timonia, ita ut quae fuerit eius in hac parte sententia satis obscurum esse videatur. Nam I de Caelo, c. 9, text. 93, 94 et 95, expres­ se dicit caelum ex materia constare, et inde probat non posse esse aliud caelum quia ex universa materia constat. Praeterea, XII Metaph., text. 22, ait omnium sensibilium corporum eadem esse principia, materiam, sci­ licet, et formam, et II de Generat., c. 9, text. 51, ait duo principia, materiam, scili­ cet, et formam etiam rebus aeternis primasque tenentibus tribui; in his vero inferioribus addi tertium, nempe privationem, ad generationem constituendam. Denique VIII Metaph., text. 10! ait omnem substantiam sensibilem materia constare. Ratione fundatur haec sententia duobus principiis su­

periori oppositis. Unum est ad incorruptibilitatem caelorum seu corporum non esse necessariam carentiam materiae, quod principium declarabitur fusius in puncto sequenti. Nunc breviter probatur quia, quamvis res constet materia et forma, potest unio earum esse indissolubilis, quod satis est ad incorruptibilitatem. Alteram principium est quantitatem molis, quam habent omnia corpora etiam incorruptibilia, esse necessario coniunctam cum materia, ita ut sit proprietas tam propria materiae seu rei compositae ex ma­ teria ut sit certum indicium illius. Quod his verbis scripsit Plotinus, Enneade II, lib. IV, c. 6 : Quidquid habet molem, habet metteriam. Collalio superiorum opiniomim 7. Ex his sententiis neutra potest evidenter probari quia nullus est effectus qui evidenter nobis ostendat esse vel non esse ma­ teriam in huiusmodi corporibus, quod satis declaratum est referendo ipsas sententias. Nam prior ex incorruptibilitate infert caren-

480

Disputaciones, metafísicas

inferencia que la segunda sentencia muestra evidentemente que no es buena* pues aunque la cosa inmaterial sea necesariamente incorruptible} con todo no se convierte; y así, aunque en la cosa incorruptible en cuanto tal no sea necesa­ ria la composición de materia, con todo para la incorruptibilidad puede ser ne­ cesaria por otras razones, no impidiéndolo la incorruptibilidad. Porque aunque ésta surja con frecuencia de la simplicidad de la cosa, con todo, a veces, puede surgir del nexo indisoluble de la forma y la materia, como la segunda opinión decía acertadamente. Pues no puede decirse razonablemente que repugna a la unión de la materia y la forma el ser indisoluble; pues ¿cuál es esta repugnada? Bn efecto, no toda composición pide que pueda ser disuelta, incluso en los seres naturales, como es claro en la composition de accidente y sujeto. Por tanto, si se da una forma accidental inseparable del sujeto, ¿por qué no podrá darse tam­ bién la forma sustancial inseparable de la materia? Igualm ente la composición de partes integrantes puede ser naturalmente indivisible, como es en el cielo; por consiguiente, también la otra composición de m ateria y forma podrá ser naturalmente indisoluble; por consiguiente, es ineficaz la ilación que se hace desde la incorruptibilidad a la carencia de materia. 8. E l c ie lo e s tá c o m p u e s to d e m a te r ia y f o r m a .— L a segunda sentencia, de la cantidad de mole infiere la composición de materia, la cual consecuen­ cia parece también incierta a causa del argumento último de la primera opi­ nión. Por lo cual no es evidente para m í que envuelva contradicción que sea hecha una sustancia simple y completa, capaz de cantidad; y si esto no la im­ plica se debilita totalmente aquella consecuencia, po r no ser formal n i absoluta­ mente necesaria. Con todo, sin embargo, cuanto nosotros podemos juzgar por los signos y efectos, es cosa más verosímil que el cielo está compuesto de ma­ teria y forma. Primero, ciertamente, porque en él se encuentran todos los acci­ dentes que siguen a la materia, a excepción de la corruptibilidad, como la cantidad, que es de la misma clase en todos los cuerpos. Además existe en los cielos lo raro y lo denso, que se definen en función .de la m ateria; pues lo denso es aquello que bajo pequeña cantidad tiene m ucha materia, como consta tiam materiae, quam illationem posterior sementia evidenter os tend it non esse bonam; asm, licet res immaterialis necessario sit incorruptibilis, non tamen convertitur; atque ita, licet in re incorruptibili ut sic non sit necessaria composito ex materia, ad incorruptibilitatem tamen potest esse necessaria propter alias causas non impediente incorruptibilitate. Quia, licet haec saepe oriatur ex sitnplicitate rei, interdum tamen potest oriri ex indissolubili nexu tornine et materiae, ut posterior opinio recte dicebat. Neque enim rationabiliter dici potest repugnare unioni matcriae et formae quod sit indissolubilis ; quae est enim haec repugnantia? Non enim omnis compositio postulai ut dissolvi possit, etiam in naturalibus, ut patet in compositione ex accidente et subiecto. Si ergo datur forma accidentalis inseparabilis a subiecto, cur non poterit etiam dari forma substantial inseparabilis a materia? Item compositio ex partibus integrantibus potest esse naturaliter indivisibilis, ut est in cado ; ergo etiam alia compositio ex materia et forma poterit esse

naturaliter indissolubilis; inefficax ergo est illatio quae fit ex incorruptibilitate ad carentiam materiae. 8. Caelum ex materia et forma composi­ tum.—■ Posterior vero sententia ex quanti­ tate molis inferi compositionem ex materia, quae consecutio etiam vxdetur incerta ob argumentum ultimum prioris sententiae. Propter quod non est mihi evidens implica­ re contradictionem fieri substantiam simplicem et completam quantitatis capacem; quod si hoc non implicat, enervatur omnino illa consecutio cum non sit formalis ne­ que absolute necessaria. Nihilominus tamen, quantum ex signis et effectibus nos indicare possumus, verisimilius est caelum esse com­ positum ex materia et forma. Primo quidem, quia in ilio sunt omnia accidentia quae materiam consequuntur excepta corruptibilitate, ut sunt quantitas, quae eiusdem rationis est in omnibus corporibus. Deinde est in caelis rarum et densum, quae per materiam definiuntur; est enim densum quod sub parva quantitate multum habet materiae, ut con-

Disputación X III.— Sección X

481

por el II D e Generatione. Junto con éstos, hay en los cielos algunos accidentes que parecen ordenados solamente a recibir, como la cantidad, según la cual son físicamente móviles; otros, en cambio, para la acción, como la luz, y si hay al­ gunas otras facultades mediante las cuales influyen; por consiguiente, como es­ tas cosas indican la forma, así aquéllas indican la materia. Finalm ente, todos los cuerpos físicamente móviles son entes naturales, pues por ello quedan compren­ didos en el objeto de la filosofía; por lo cual, Aristóteles, en el I D e Cáelo, c, 2, coloca a los cuerpos celestes entre los entes naturales que constan de naturaleza; pero de acuerdo con la doctrina del mismo, en el II de la Física, c. 1 y 2, la na­ turaleza no es sino la materia o la forma, ni conocemos nosotros otra naturaleza física; por consiguiente, todos los cuerpos, incluso los incorruptibles, constan de dicha naturaleza. L a cual razón prueba al menos que esta opinión es más conforme con la doctrina de Aristóteles. Y qué es lo que hay que responder a los anteriores testimonios lo veremos en la sección siguiente. Y esta solución que­ dará corroborada por las respuestas que siguen. Solución de las dificultades •

9. Por consiguiente, a la primera razón de la prim era opinión se responde que aunque el primer conocimiento 3e la materia prim a fuese hallado por vía del movimento y transmutación, con todo, una vez conocida esta composición de materia en los cuerpos inferiores, a partir de allí se ha establecido un racio­ cinio hasta los superiores, y por otras semejanzas y accidentes de dichos cuerpos se entendió que esta composición es común a todos los cuerpos. Por lo cual, a la segunda se responde que no*es preciso que la composición de materia y forma sea por causa de otro fin extrínseco, sino por causa de la composición de la mis­ m a sustancia que consta de ellas; y porque la naturaleza de dicha sustancia pide tal composición para tener todas las cosas que le son connaturales, a. saber, la materia para *p5der subsistir, ocupar lugar, moverse y semejantes, y la forma, para estar en acto y para ser capaz de acción. Por ello, parece que falsamente se supone en dicho argumento que la materia en estas cosas inferiores sólo existe

II

stat ex de Generatione. Ad haec in caelis sunt quaedam accidentia quae videntur ordinara tanium ad recipiendum, ut quantitas, secundum quam sunt physice mobiles; alia vero ad agendum, ut lumen, et si quae sunt aliae facilitates per quas influunt; ergo, sicut hn"c ind'cant formam, ita ilia indicant matcriam. Denique omnia corpora physice mohilia «um cntia naturalia: ideo enim sub obiecro philosophise comprehenduntur; un­ de Aristor.. I de Caelo, c. 2, caelestia corpora ponit inter naturalia entia quae natura constant; sed iuxta eiusdem doctrinam, II Phvs.. c. 1 et 2, natura non est nisi vel materia vel forma, neque nos aliam physicam na'uram cognoscimus; ergo omnia cor­ pora etiam incorruptibilia huiusmodi natura constant. Quae ratio saltern probat esse hanc sentenciam magis consentaneam doctrinae Aristotelis. Quid vero ad prtora testimonia resDondendum sit videbimus sequenti sectione. Arque haec resolutio magis ex sequentibus responsionibus persuadebitur.

Argumentorum sdluliones 9. Ad primam ergo rationem prioris opinionis respondetur quod licet prima cognitio materiae primae inventa fuerit per viam motus et transmutationis, tamen, semel co­ gnita hac compositione ex materia in inferioribus corporibus, inde ratiocinatum est ad superiora, et ex aliis similitudinibus et accidentibus talium corporum intellectual est hanc compositionem communem esse omni­ bus corporibus. Unde ad secundam respon­ detur non oportete ut compositio ex mate­ ria et forma sit propter alium finem extrinsecum, sed propter ipsam substantiam componendam quae ex eis constat; et, quia na­ tura talis substantiae huiusmodi compositio­ nem postulat ut habeat omnia quae sibi connaturalia sunt, scilicet, materiam, ut pos­ si; subsistere, occupare locum, moveri et similia, formam vero, ut sit in actu et ut agere possit. Quocirca falso videtur in eo argumento supponi materiam in his rebus inferioribus solum esse propter generationes 31

482

D i s p u t a c io n e s

m e ta fís ic a s

por causa de las generaciones y corrupciones; pues ésta es una de las propieda­ des de esta m ateria, pero no la razón adecuada de m ateria en cuanto tal. 10. A la tercera se responde en prim er lugar que es probable que la canti­ dad y la m ateria estén, por su naturaleza, tan adecuadam ente conexionadas que repugne que la cantidad sea connatural a algún ente que no tenga m ateria; y esto lo indican más las cosas que experimentamos acerca de los cuerpos, y no hay ningún fundam ento suficiente para fingir otra clase de entes naturales posi­ bles. N i esto repugna a la infinitud de la divina potencia, como es evidente por sí mism o, porque la infinitud de la divina potencia no inm uta las naturalezas de las cosas; y aunque pueda obrar sobre ellas, con todo no hace que sea connatural lo que no es apropiado o conveniente al orden de la naturaleza. Por lo cual, mos­ trarem os abajo que, por el contrario, no puede suceder que haya una sustancia com puesta de m ateria y forma para la que no sea natural tener cantidad; por consiguiente, ¿por qué debe parecer maravilloso que, por el contrario, repugne tam bién que se dé una sustancia enteramente completa y cuanta que no esté com­ puesta de m ateria y forma como de sus partes? Por tanto, hay que concebir dos órdenes de sustancias creables p or Dios, a saber: el de las compuestas de m ate­ ria y form a y e! de las simples. A todas las prim eras -es com ún esta imperfección de ser capaces de cantidad; en cambió, todas las sustancias posteriores son tan p er­ fectas (tratam os de las sustancias completas) que Ies repugna la cantidad; y por ello, tales sustancias reciben de Aristóteles el nom bre de separadas y de actos simples e intelectuales. Pues repugna a las naturalezas de las cosas que estos dos órdenes se confundan entre sí, y por ello no puede una y la misma cosa tener im perfección de un orden unida a la perfección de otro. 11. A ñado, además, que aunque admitiéramos esto, a saber, que puede dar­ se una sustancia simple e íntegra y sujeta a la mole cuantitativa, no puede atri­ buirse convenientem ente al cielo tal modo de sustancia, porque sería muy im ­ perfecta, puesto que no sería acto perfectísímo, como es evidente, ya que sería más im perfecto que las sustancias intelectuales, e incluso que muchas sustan-

e t c o r r u p ti o n e s ; e s t e n im h a e c u n a e x p i o p r i e t a t i b u s h u i u s m a te r ia e , n o n t a m e n a d a c ­ q u a ta r a tio m a te r ia e u t sic. 1 0 . A d t e r t i a m r e s p o n d e tu r p r im o p r o b a ­ b ile e s s e q u a n t i t a t e m e t m a te r ia m e x n a t u ­ r a s u a ita e s s e a d a c q u a te c o n n e x a s u t r e p u g n e t q u a n t i t a t e m e s s e c o n n a tu r a le ! » a lic u i e n ti q u o d m a te r ia m n o n h a b e a t ; h o c e n im m a g is in d ic a n t e a q u a e d e c o r p o r ib u s e x p e r i m u r , e t n u l l u m e st p r o r s u s f u n d a m e n tu m s u ffic ie n s a d f in g e n d u m a liu d g e n u s n a tu r a l iu m e n tiu m p o s s ib iliu m . N c q u e h o c r e p u g n a t in f in ita ti d iv in a e p o te n tia e , u t p e r se sa ­ tis p a te t, q u ia p o t e n t i a e d iv in a e in f i n ita s n o n i m m u t a t r e r u m n a t u r a s ; e t q u a m v is p o s s it s u p r a illa s o p e r a r i , n o n t a m e n f a c i t u t s it c o n n a t u r a le q u o d o r d in i n a t u r a e c o n g r u u m v e l c o n s e n ta n e u m n o n e s t. U n d e in f e r iu s o s te n d e m u s e c o n v e r s o fie ri n o n p o s s e u t sit s u b s ta n tia e x m a te r ia e t fo r m a c o m p o s ita , c u i n a tu r a le n o n s it h a b e r e q u a n tita te m ; q u i d e r g o m i r u m v id e ri d e b e t u t e c o n v e r s o e tia m r e p u g n e t d a ri s u b s ta n tia m o m n in o c o m p l e t a m e t q u a n t a m q u a e n o n s it c o m -

p o s ita e x m a te r ia e t f o r m a ta m q u a m e x s n is p a r tib u s ? C o n c i p ie n d i e rg o s u n t d u o o r d in e s s u b s t a n t i a r u m a D e o c r e a b iliu m , s c ili­ c e t, c o m p o s ita r u m e x m a te r ia e t f o r m a e t s im p lic iu m . P r io r ib u s o m n ib u s c o m m u n is e s t h a e c im p e rf e c tio , q u o d s u n t c ap a c e s q u a n tit a t i s ; p o s te r io re s v e r o o m n e s s u b s ta n tia e a d e o p e rfe c ta e s u n t ( a g im u s d e s u b s ta n tiis c o m p le tis ), u t e is q u a n tita s r e p u g n e t ; e t id e o ta le s s u b s ta n tia e d i c u n t u r a b A r is to te le s e p a r a ta e e t a c t u s s im p lic e s ac in te lle c tu a le s . R e p u g n a t a u te m n a tu ris re ru m u t h i d u o o rd in e s in te r se c o n f u n d a n tu r , id e o q u e n o n p o t e s t u n a e t e a d e m r e s h a b e r e im p e r f e c tio n e m u n iu s o r d in i s c o n iu n c ta m c u m p e r f e c tio n e a lte riu s . 11. A d d o d e in d e , q u a m v is h o c a d m itte r e m u s , s c ilic e t, p o s s e d a ri s u b s ta n tia m s im p lic e m e t in te g r a n t a c s u b ie c ta m q u a n tita ti m o lis , n o n p o s s e c o n v e n i e n te r a t t r i b u i c a e lo ta le m s u b s ta n tia e m o d u m , q u ia e s s e t v a ld c im p e rf e c ta , q u ia n o n e ss e t a c tu s p e r fe c tis s im u s , u t p e r se c o n s ta t, q u ia e s s e t im p e r f e c t i o r s u b s ta n tiis in te lle c tu a l ib u s , im m o e t m u l-

483

D i s p u t a c ió n X I I I . ■— S e c c i ó n X I

cías compuestas de m ateria y forma, principalm ente el hom bre, y por lo demás carecería tam bién de acto sustancial, que es el más perfecto entre los actos in­ formantes. Por consiguiente, igual que la sustancia creada carente de toda la herm osura de la form a accidental sería m uy im perfecta, así la sustancia corpórea carente de la herm osura de la forma sustancial sería m uy im perfecta y cuasi monstruosa. Y tal vez de aquí se tom a u n argum ento proporcional no desprecia­ ble ni de pequeño peso, por decirlo así, pues como no puede darse una sustancia creada incapaz de accidente, así no puede darse una sustancia corpórea in­ capaz de form a sustancial o no constituida por la actualidad de aquélla, si es íntegra y com pleta; pero si es simple y subsistente bajo la cantidad, no es íntegra, sino parte potencial necesitada de la actualidad de la forma. Y se con­ firma, pues tal sustancia no podría ser activa en ningún género de acción según toda su integridad; ya que no con acción inm anente por ser algo inanim ado, ni con acción transeúnte porque esto excede los límites de los agentes naturales, como son los cuerpos celestes, y así más bien sería de ninguna actividad o efica­ cia. Por consiguiente, como los cuerpos celestes no tienen acción más que in d u ­ ciendo la forma en la m ateria, así tam poco existen sino por la existencia de la propia forma en la propia materia. Por lo cual, aunque la sim plicidad sea indicio y argum ento de perfección siendo iguales las restantes cosas, con todo aquella simplicidad en la sustancia corpórea no sería indicio de perfección, sino más bien de im perfección; pues no siempre los entes cuanto más simples son, son más perfectos.

SECCION

XI

Si la materia de los cuerpos incorruptibles es de la misma naturaleza

QUE LA MATERIA ELEMENTAL 1. E n este punto hubo una opinión de Avicena que afirma que es la misma específicamente la materia de todos los cuerpos, tanto de les celestes como de los terrestres, y tanto de los corruptibles como de los incorruptibles, opinión que tis s ü b s ta n tiis c o m p o s itis e x m a te r ia e t f o r ­ m a , p r a e s e r ti m h o m in e , e t a liu n d e e tia m c a r e r e t a c t u s u b s ta n tia li, q u i e s t m á x im e p e r fe c tu s Í n te r a c tu s in fo r m a n te s . S ic u t e rg o s u b s ta n tia c r é a l a c a re n a o m n i p u l c h r i t u d i n e fo r m a e a c c id e n ta lis e st v a ld e im p e r f e c ta , ita s u b s ta n tia c o rp ó re a c a re n s p u l c h r i t u d i n e f o r ­ m a e s u b s ta n tia lis e s s e t v a ld e im p e r f e c t a e t q u a s i m o n s tr o s a . E t fo r ta s s e h i ñ e s u m i t u r n o n lev e a r g u m e n tu m p ro p o r tio n a le , n e c p a rv i ( u t ita d ic a m ) p o n d e r is , s ic u t n o n p o test d a r i s u b s ta n tia c re a ta in c a p a x a c c id e n tis , i t a c o n p o s s e d a r i s u b s ta n tia m c o r p o r e a m in c a p a c e m s u b s ta n tia lis fo r m a e s e u n o n c o n s t itu ta m p e r a c t u a lit a te m illiu s , s i i n t e g r a e t c o m p le ta s i t ; s i v e ro s it s im p le x e t s u b q u a n tita te s u b s is te n s , n o n e ss e in te g r a m s e d p o te n tia le m p a r t e m in d ig e n te m a c t u a lit a te fo r m a e . E t c o n f ir m a tu r , n a m ta lis s u b s ta n tia n o n p o s s e t e ss e s e c u n d u m se to ta m a c tiv a u llo a c tio n is g e n e r e ; n o n e n im a c tio n e im m a n e n te c u m e s s e t re s in a n im is , n e c v e ro tr a n s e ú n te q u ia h o c e x c e d it lim ite s n a tu r-a -

liu m a g e n tiu m q u a lia s u n t c o r p o r a c a e le s tia , e t ita p o tíu s e s s e t n u lliu s a c tiv ita tis a u t e ffic a c ia e . S ic u t e r g o c o r p o r a c a e le s tia n o n a g u n t n is i in d u c e n d o f o r m a m i n m a te r ia m , ita e tia m n o n s u n t n is i p e r e x is t e n tia m p r o p ria e f o r m a e i n p r o p r i a m a te r ia . Q u o c ir c a , q u a m v is s im p lic ita s , c a e te r is p a r ib u s , s it i n ­ d ic iu m e t a r g u m e n tu m p e r f e c tio n is , ta m e u illa s im p lic ita s i n s u b s t a n t i a c o r p ó r e a n o n e s ­ s e t in d ic iu m p e r f e c tio n is s e d p o tiu s im p e r f e c tio n is ; n e c e n im s e m p e r e n tia q u o s im p lic io r a e o p e rfe c tio r a s u n t.

S E C T IO X I

An

m a teria

in c o k r u p t ib il iu m

co r po ru m

SIT EIUSDEM KATIONIS CUM EUEMENTAKI 1. I n h a c r e f u i t s e n te n tia A v ic e n n a e e a m d e m s e c u n d u m s p e c ie m e ss e m a te r ia m o m n iu m c o r p o r u m , t a m c a e le s tiu m q u a m te r r e s tr iu m , ta m c o r r u p t i b i l i u m q u a m in c o r r u p tib iliu m , q u a m o p in io n e m m u lti e x th e o -

484

Disputaciones metafísicas

muchos teólogos han seguido, principalmente Egidio en los lugares citados, y a la misma se inclina Escoto y otros. Y puede esta opinión defenderse de dos ma­ neras. Primero, afirmando que el cielo es un cuerpo corruptible y de naturaleza elemental, y de este modo la enseñó Platón, como recuerda también Santo To­ más, a quien citaremos después; y Nemesio, en el lib. D e Natura Hominis, c. 5, refiere que Platón supuso al cielo compuesto de fuego y tierra. En segundo lugar puede defenderse aquella opinión juntamente con la incorruptibilidad del cielo, y de ambos modos la trataremos nosotros, aunque en el caso presente suponga­ mos más bien la incorruptibilidad de algunos cuerpos superiores, y supuesta di­ cha incorruptibilidad, busquemos la causa material de los mismos. Y puede fun­ darse la referida opinión, en parte en la razón natural, y en parte en la teológica. 2. La primera razón es metafísica, porque parece imposible la distinción específica entre materias, ya que, según atestigua Aristóteles en el VII de la M e­ tafísica, test. 49, el acto es el que distingue, principalmente específica y esencial­ mente; ahora bien, cualquier materia es pura potencia; luego no puede hallarse en ella distinción específica. Y se confirma, porque la materia prima es el ente sustancial ínfimo que puede existir, y por ello dice San Agustín que es casi la nada; por consiguiente, dentro del ámbito de la materia no puede darse una distinción específica; de lo contrario, como dos cosas específicamente diversas son necesariamente de perfección desigual, una materia sería esencialmente de más perfección que otra, y así una materia no sería el ente ínfimo ni distante su­ mamente de Dios, cosa que repugna a la imperfección de la materia. Pues la pura potencia se opone diametralmente al puro acto y parecen ser como los dos extremos de todo el ámbito de las sustancias; por lo cual, como en el puro arto no puede haber distinción específica, así tampoco parece posible en la pura po­ tencia. 3. La segunda razón de la opinión antes dicha es porque tal distinción no es necesaria. Pues si algo obligase a introducirla, sería sobre todo la incorrup­ ción de los cielos; y esto no. Primero, ciertamente, porque aunque los cielos nunca se corrompan áctualmeñte, no se sigue de ahí que sean intrínsecamente incorruptibles; pues puede suceder que aunque por la virtud de su composición iogis secuti sunt, praesertim Aegidius locis citatis, et in eamdem indinat Scotus et alii. Potest autem haec sententia duobus modis defendi. Primo asserendo caelum esse cor­ pus corruptibile et elementari naturae, et hoc modo earn docuit Plato, ut etiam D. Thomas infra citandus meminit; et Nemesius, lib. D e Natura hominis, c. 5, refert Platonem posuisse caelum ex igne et terra. Secundo, potest illa sententia defendi simul cum caeli incorrup.tibilitate, et utroque mo­ do a nobis tractabitur, quamvis in praesenti nos potius supponamus incorruptibilitatem aliquorum superiorum corporum, et ea incorruptibilitate supposita, materialem causam eorum inquiramus. Fundari autem potest praedicta opinio partim in naturali ratione, partim theologica. 2. Prima ratio metaphysica est, quia impossibilis videtur distinctio specifica inter materias, quia teste Aristotele, VII Metaph., text. 49, actus est qui distinguit, praesertim specifice et essentialiter; sed quaelibet ma­ teria est pura potentia; ergo non potest in

ea reperiri distinctio specifica. Et confirmatur quia materia prima est infimum ens substantiale quod esse potest, et ideo ab Augustino dicitur esse prope nihil; ergo intra latitudinem materiae non potest dari spe­ cifica distinctio; alias, cum duae res specie diversae necessario sint inaequalis perfectionis, esset una materia essentialiter perfectior alia atque ita aliqua materia non esset infimum ens nec summe distans a Deo, quod repugnat ¡mperfectioni materiae. Nam pura potentia extreme opponitur puro actui, videnturque esse quasi dúo extrema totius latitudinis substantiarum; unde sicut in puro actu non potest esse specifica distinctio, ita nec videtur possibilis in pura potentia. 3. Secunda praedictae opinionis ratio sit, quia talis distinctio necessaria non est. Si quid enim cogeret ad illam introducendam, máxime incorruptio caeiorum; sed hoc non. Primo quidem quia, licet caeli nunquam actu corrumpantur, non inde fit ab intrínseco esse incorruptibiles; fieri enim potest ut, licet ex vi suae compositionis substantialis cae-

Disputación X III.— Sección X I

485

sustancial el cielo sea corruptible, con todo de hecho nunca se corrompa, por­ que existiendo en su lugar natural y distando de todos los agentes contrarios está de tal modo dispuesto que puede resistir a todos. O bien, en segundo lugar, porque aunque el cielo conste de esta materia puede ser naturalmente incorrup­ tible intrínsecamente. Porque la sola materia prima no es principio suficiente de corruptibilidad, si no es también la forma tal que su unión sea separable de la materia, lo cual suele provenir de dos capítulos, a saber: o porque la forma es tal que no llene toda la capacidad de la materia, o porque se une a la materia por medio de disposiciones que tienen contrario, las cuales dos razones se en­ cuentran en las formas de Jas cosas generables, pero no en las formas de los cielos; pues la forma del cielo, a causa de su perfección eminente, contiene vir­ tualmente a los inferiores y de este modo por sí llena toda la capacidad de la materia, y además se une a la materia mediante disposiciones que no tienen con­ trario; por lo cual, Aristóteles probó solamente con esto que el cielo es inco­ rruptible, porque no tiene contrario. Por consiguiente, la razón se elabora de este modo; porque para que el cielo sea incorruptible basta con que su unión con la materia sea naturalmente indisoluble; pero esto puede suceder sin diver­ sidad de materia, a causa del modo de información y de las disposiciones; por consiguiente, por esta causa no es preciso introducir aquella distinción de ma­ terias. Esto puede explicarse con un ejemplo teológico; pues la unión de la H u­ manidad de Cristo al Verbo es indisoluble, aunque aquella Humanidad de suyo sea capaz de propia subsistencia y carezca de ella porque la subsistencia del Ver­ bo es tal que llena la capacidad de la Humanidad y no tiene contrario; por con­ siguiente, así en el caso presente puede entenderse acerca de la información de la forma del cielo, aun cuando esté en la materia de las cosas generables. Y se confirma, porque de lo contrario, si a causa de la incorruptibilidad de los cielos fuese preciso que su materia se distinguiese de la materia inferior, por el mismo motivo habría gue distinguir la ,materia de cada uno de los cielos de la materia de los Otros, lo cual parece muy absurdo; y la consecuencia es clara por paridad de razones. lùm corruptibile sit, de facto tamen nunquam corrumpatur, quia in suo loco natu­ rali existens et distans ab omnibus agentibus contrariis, est ita dispositum ut omni­ bus resistere possit. Vel secundo quia, licet caelum constet ex hac materia, potest esse naturaliter incorruptibile ab intrinseco. Quia sola materia prima non est sufficiens principium corruptibilitatis, nisi etiam forma talis sit ut unio eius sit separabilis a materia, quod duplici ex capite provenire solet, scilicet, vel quia forma talis est ut non repleat totam capacitatem materiae, vel quia unirur materiae mediis dispositionibus habentibus contrarium, quae duae rationes inveniuntur in formis rerum generabilium, non autem in formis caelorum; nam forma caeli propter suam eminentem perfectioncm virtute continet inferiora, et ita per sese replet totam materiae capacitatem et praeterea1 unitur materiae per dispositiones non habentes contrarium; unde Aristoteles inde solum probavit caelum esse incorrupti­ bile quia non habet contrarium. Sic ergo

confìcitur ratio ; nam ut caelum sit incorrup­ tibile satis est quod unio eius cum materia sit naturaliter indissolubilis; sed hoc esse potest absque diversitate materiae propter modum informationis et dispositionum ; ergo propter hanc causam non oportet illam materiarum distinctionem introducete. Quod potest declarari exemplo theologico; nam unio humanitatis Christi ad Verbum indis­ solubilis est, quamquam illa humanitas ex se sit capax propriae subsistentiae et illa careat, quia subsistentia Verbi talis est ut repleat capacitatem humanitatis et contrarium non habeat; sic ergo in praesenti intelligi potest de informatione formae caeli, etiamsi sit in materia rerum generabilium. Et confirmatur quia alias, si propter incorruptibilitatem caelorum oporteret materiam eorum distingui a materia inferiori, eadem ratione distinguenda esset materia uniuscuiusque caeli a materia aliorum, quod videtur valde absurdum; sequela autem patet a paritate rationis.

i Modifica notablemente el sentido la sustitución de la palabra praeterea por propterea, como hacen algunas ediciones. (N. de los EE.)

486

Disputaciones metafísicas

4. Se corrobora la precedente opinión con un argumento teológico.— En tercer lugar añaden los teólogos un fundamento tomado de la primera creación de las cosas, que aquí no podemos pasar por alto, a fin de declarar que la me­ tafísica no está en contradicción con la teología. Dicen, por consiguiente, que consta por la historia del Génesis que Dios produjo de una misma materia los cie­ los y los elementos, y que por ello no hay ningunos cuerpos que consten de distintas materias. El antecedente se prueba con aquellas palabras del Génesis, 1 : A l principio creó Dios el cielo y la tierra, pero la tierra estaba desprovista y va­ cía y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo. En donde San Agustín, en el libro X II de las Confesiones, c. 7, entiende que por cielo se significa la natura­ leza angélica, y con el nombre de tierra, la materia prima, de la que han sido formados todos los cuerpos. Otros, en cambio, por parecerles demasiado meta­ fórica la interpretación de aquella voz cielo, dicen que con el nombre de cielo se significa el cielo empíreo, que es la sede de los bienaventurados, acerca del cual se leen muchas cosas en los Padres antiguos, como puede verse en Damas­ ceno, lib. II Fidei, c. 6; y Teodoreto, Ouaestion. super Genes., q. 11 y 14; y Basilio, hom. 2 y 3 In Genesim; y Beda, en su Hexamer., al princ.; y Cri­ sòstomo, al exponer aquellas palabras ad Hebr., 8 :* Ministro de los Santos y del Tabernáculo de Dios, que fijó Dios y no el hombre; e Hilariov a propósito de aquellas palabras del Salmo 122: Elevé mis ojos a ti que habitas en los cielos; y Diodoro, según Lipómano, en Ccttena super Genesim. Y con el nombre de tie­ rra dicen que se significa la materia prima, o la masa corpórea de la que formó Dios todos los cuerpos, en lo cual convienen con San Agustín. Esta opinión la sigue el Abulense, In Genesim; y suele atribuirse a Beda, Estrabón y Hugo Vic­ torino; y la misma insinúa Teófilo de Antioquía, en el lib. II ad Autolycum, un poco después del comienzo; y Filastrio, lib. D e Haeresibus, refiere entre las ig­ norancias de algunos herejes el que hayan ignorado la doble acepción de tierra. Una con la que se significa este elcmenfo°que habitamos; otra con la que se sig­ nifica la «hyle», es decir, la materia invisible e incompuesta que es como matriz de todas las cosas. Sentencia que puede confirmarse con un pasaje difícil de la 4. Theologico argumento roboratur praecedens opinio.— Tertio addunt theologi fundamentum sumptum ex prima rerum creatione, quod hie praetermittere non possumus ut declaremus metaphysicam non repugnare theologiae. Aiunt ergo ex historia Genesis constare Deum ex eadem materia caeios et elementa condidisse, idcoque nulla esse corpora quae ex distinctis materiis constent. Antecedens probatur ex illis verbis Ge­ nes., 1: In principio creavit Deus caelum et terram, terra autetn erat inanis et vacua, et tenebrae erant super jaciem abyssi. Ubi Au­ gust., XII Confess., c. 7, intelligit per cae­ lum signiiicari naturam angelicam, nomine autem terrae materiam prjmam ex qua om­ nia corpora formata sunt. Alii vero, quia ilia interpretatio illius vocis caelum nimis videtur metaphorica, nomine caeli significa­ nt dicunt caelum empyreum quod est sedes beatorum, de quo multa in antiquis Patribus leguntur, ut videre licet apud Damascen., lib. II Fidei,' c. 6; et Theodoretum, Quaestion. super Genes., q. 11 et 14; et

Basilium, hom. 2 et 3 in Genesim; et Be­ dani, in suo Hexamer., in princ.; et Chry­ sostom., exponentem verba illa ad Hebr., 8: Sanctorum minister et tabernaculi Dei quod jixit Deus et non homo; et Hilarium, in ilia verba Ps. 122 : Ad te levavi oculos meos, qui habitus in caelis; et Diodorum, apud Lippomanum, in Catena super Genesim. Nomine autem terrae signiiicari dicunt mate­ riam primam, seu corpuientam massam ex qua Deus omnia corpora formavit, in quo cum Agustino conveniunt. Quam opinionem sequitur Abulensis, in Genesim; et tribui solet Bedae, Straboni et Hugoni Victor! ; et eamdem insinuai Theophil. Antiocheni«, lib. II ad Autolycum, aliquantulum a principio; et Philastrio, lib. de Haeresibus, inter ignorantias quorumdam haereticorum refert quod duplicem terrae acceptionem ignoraverint. Una, qua significat hoc elementum quod inhabitamus; altera, qua significat Hyle, id est, materiam invisibilem et incompositam quae veluti matrix est omnium rerum. Quae sententia confirmari potest difficili loco Sa-

Disputación XIII.— Sección X I

487

Sabiduría, 11: Tu mano omnipotente creó el orbe de la tierra de la materia in­ visible; por consiguiente, esta materia quedó significada con el nombre de tierra, y de ella como de materia consta todo el orbe de la tierra. 5. Pero otros, como también esta interpretación del nombre de tierra es muy metafórica y ajena a la narración histórica, propiamente entienden que con dicha voz se significa el elemento de la tierra que Dios creó el primer día jun­ tamente con el cielo empíreo. Con todo, añaden que juntamente con ella se creó el agua que llenaba todo aquel espacio que se interpuso entre la tierra y el cielo empíreo, de la cual después creó Dios todos los cielos y el elemento del fuego y el aire; y así concluyen que todos estos cuerpos constan de la misma materia. Y la suposición la prueban con aquellas palabras que siguen inmediatamente: Y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo; pues el abismo es una cantidad de agua tan abundante que no se puede penetrar fácilmente en su fondo, como Ba­ silio declara a propósito del Génesis, y San Agustín en el Salmo 14. Por lo cual, inmediatamente se añade: Y el Espíritu del Señor era llevado sobre las aguas. Por consiguiente, las aguas fueron creadas al mismo tiempo que la tierra y el cielo, y entre el cielo y la tierra; y como no es verosímil que permaneciese vacío algún espacio interpuesto entre el cielo y la tierra, consta que todo quedó repleto de agua, porque la Escritura no menciona otro cuerpo creado entonces con el que pudiera llenarse. Y de aquí se concluye que el cielo fue producido de agua. Y a esta sentencia favorecen aquellas palabras de San Pedro en la II Epís­ tola, cap. ú lt.: A los que quieren, permanece oculto esto: que los cielos existían antes, y la tierra salida del agua y cobrando consistencia en el agua, por la. pala­ bra de Dios. Y que dijo lo mismo el propio San Pedro disputando con Simón Mago se refiere en el lib. I Recognit. de Clemente, hacia el principio. Finalmente, también la palabra hebrea con que se llama a los cielos Samain favorece esta opinión, pues (como dice S. Jerónimo en la Epíst. 83, ad Occeanum) aquel nom­ bre se tomó de las aguas. Pero algunos añaden que aquel cuerpo con el que se llenaba el espacio entre la tierra y el cielo no fue el propio elemento de agua, sino una materia acuosa, a modo de un cierto vapor o nieblas, según aquello' del pieni., 11 : Ommpoiens manus tua creavit orbem terrarum ex materia invisa; haec ergo materia nomine terrae significata est et ex illa tamquam ex materia constai totus terrarum orbis. 5. Alii vero, quoniam haec etiam interpretatio nominis terrae valde metaphorica est et aliena ab historica narratione, pro­ prie intelligunt ea voce significati elementum terrae quod Deus primo die simul cum caelo empyreo creavit. Addunt tarnen simul cum eis creatam fuisse aquam quae totum illud Spatium replebat quod inter terram et caelum empyreum interiectum est, ex qua postea Deus omnes caelos et elementum ignis et aeris creavit; atque ita concludimi, haec omnia corpora ex eadem materia con­ stare. Assumptum vero probant ex iUis verbis proxime sequentibus: Et tenebrae erant super fadem abyssi; abyssus enim est copio­ sa aqua ad cuius fundum non facile pene­ trali potest, ut Basilius declarat super Genesim, et Augustinus in Ps. 14. Unde sta­ tini subditur: Et Spiritus Domini ferebatur

super aquas. Fuenrnt ergo aquae simul cum terra et caelo, et inter terram et caelum procreatae; et cum verisimile non sit aliquod spatium interpositum inter caelum et terram manstsse vacuum, constat totum repletum fuisse aquis, quia Scriptura non facit mentionem alterius corporis tunc procreati quo repleri posset. Atque ita concluditur cae­ lum productum esse ex aqua. Cui sententia favent verba ilia Petri, II epistol., c. ult., Latet hoc volentes, quod caeli erant prius, et terra de aqua et per aquam consistent verbo Dei. Idemque dixisse eumdem Petrum cum Simone Mago disputantem refertur in lib. I Recognit. dem entis, circa principium. Denique vox etiam hebraea qua caeli Samain appellantur, huic sententiae favet, nam (ut ait Hieron., epist. 83, ad Oc­ ceanum) iUud nomen ex aquis sumptum est. Aliqui vero addunt corpus illud quo spa­ tium inter terram et caelum replebatur, non fuisse proprium elementum aquae, sed aqueam materiam quasi vaporem quemdam aut nebulam, iuxta illud Ecclesiast., 24. Sic-

Disputaciones metafísicas

488

E c le sia st., 2 4 : C o m o c o n n ie b la te jí to d a la tierra; y aquello de Job. 38: ¿Q u ién e n c erró e l m a r c o n p u e r ta s c u a n d o s e d e sb o rd a b a c o m o sa lie n d o d e u n v ie n tre , c u a n d o le p u s e la n u b e c o m o v e s tid o su y o , y le e n v o lv í c o n la o sc u r id a d c o m o c o n pa ñ a les d e la in fan cia? Y de esta materia nebulosa dicen que han sido crea*

dos todos los cielos menos el empíreo, y por esto sucede que constan de la mis­ ma materia. 6. Y se confirma esta opinión con otra doble sentencia de la Escritura. Una es que hay verdaderas aguas sobre el firmamento, es decir, sobre la esfera octava y estrellada, como consta por el mismo G é n e sis, 1: H á g a se e l firm a m e n to en m e d io d e las ag u a s, y d iv id a u n as aguas d e o tra s, y D io s h iz o e l firm a m e n to y d iv id ió las agu a s q u e e sta b a n b a jo e l firm a m e n to d e las q u e e sta b a n s o b r e e l fir­ m a m e n to ; y en otros lugares de la Escritura se hace mención con frecuencia de las aguas que existen sobre los cielos, como en los S a lm o s 103 y 148 y en Daniel, en el C á n tico d e lo s tre s n iñ o s. Por consiguiente, de esta sentencia de la Escri­

tura se infiere que el cielo no es de otra materia que el elemento del agua y que fué formado de agua y que parte de las aguas fué dejada sobre el mismo. La otra sentencia de la Escritura es que los cielos se habrán de destruir alguna vez y habrán de ser quemados con el fuego y transformados en una sustancia mejor, como parece expresamente decir Isaías, c. 51 y 65, y más claramente S. Pedro en la II C a n ó n ica , c. últ., y se indica en muchos otros lugares. De aquí, pues, se infiere rectamente que el cielo consta de materia capaz de mutación sustancial, y que, consiguientemente, tiene.una materia de la misma clase que la materia de estos seres inferiores. L a ú ltim a s e n te n c ia es c o n tra ria a la p r im e r a

7. L a segunda sentencia enseña que la materia del cielo es de diversa clase que la materia de estos seres inferiores o, para hablar de modo más universal y metafísico, que la máteria de los cuerpos incorruptibles es necesariamente de diversa clase que la materia de los cuerpos' corruptibles. Así lo enseña Santo Tomás en I, q. 66, a. 2, y en I-H, q. 49, a. 4, y en II c o n t. G e n t., c. 16, y la siguen los autores citados en la sección anterior. Más todavía, incluso el CoUl nebula texi omnem terram; e t i l l u d l o b , 3 8 : Quis conclusit ostiis mare, quando erumpebat quasi de vulva procedens, cum ponerem nubetn vestimentum eius, et caligine illud, quasi pannis injantiae, obvolverem?

t u m , p a r t e m q u e a q u a r u m s u p e r ip s u m f u is ­ s e r e lic ta m . A lte r a s e n te n tia S c r ip t u r a e e s t c a e lo s a liq u a n d o f o r e c o r r u m p e n d o s e t ig n e c o m b u r e n d o s e t i n m e lio r e m s u b s t a n t i a m t r a n s f o r m a n d o s , u t v id e tu r e x p r e s s e p r a e d i E t e x h a c m a te r ia n e b u lo s a a i u n t c r e a t o s e s s e c e r e I s a ia s , c . 5 1 e t 6 5 , e t c l a n u s D . P e t r u s , c a e lo s o m n e s p r a e t e r e m p y r e u m , a tq u e ita I I C a n o n ic ., c . u l u , e t i n d i c a t u r m u ltis a liis f i t u t e a d e m m a t e r i a c o n s te n t. lo c is . H i n c e r g o r e c t e c o llig itu r c o n s ta r e c a e ­ 6. E t c o n f ir m a tu r h a e c o p in io a lia d u ­ l u m m a te r ia c a p a c i s u b s ta n tia lis m u ta tio n is , p lic i s e n te n tia S c r ip t u r a e . U n a e s t q u o d e t c o n s e q u e n t e r h a b e r e m a te r ia m e iu s d e m s u n t v e ra e a q u a e s u p e r f i i m a m e n t u m , i d e s t r a tio n is c u m m a t e r i a h o r u m in f e r io r u m . s u p e r o c ta v a m e t s te lla ta m s p h a e r a m , u t Posterior sententia priori contraria c o n s ta t e x e o d e m G e n e s ., 1 : F i a t firmamen7. S e c u n d a s e n te n tia d o c e t m a te r ia m c a e tum in medio aquarum et dividat aquas ab aquis, et fecit Deus firmamentum, divisitque li e ss e d iv e rs a e r a tio n is a m a te r ia h o r u m in ­ f e r io r u m v e l, u t u n iv e r s a l iu s m a ,r s P " e n t aquas quae erant sub firmamento ab iis quae ta p h y s ic e l o q u a m u r , m a te r ia m c o r p o r u m i n erant super firmamentum; e t i n a liis S c r ip ­ c o rr u p ti b iliu m n e c e s s a r io e ss e d iv e rs a e r a tio ­ t u r a e lo c is s a e p e f it m e n n o a q u a r u m s u p r a c a e lo s e x is te n tiu m , u t P s . 1 0 3 e t 1 4 8 , n is a m a te r ia c o r r u p ti b iliu m c o r p o r u m . I t a d o cet D . T h o m a s , I , q . 6 6 , a. 2, e t I - I I , e t a p u d D a n ie l e m , i n c a n t ic o t r i u m p u c r o r u m . E x h a c e rg o S c r ip t u r a e s e n te n tia c o lliq . 4 9 , a . 4 , e t I I c o n t. G e n t ., c . 1 6 ; e t e a r n g i t u r c a e lu m n o n e s s e a lte r iu s m a t e r i a e q u a m s e q u u n t u r a u c t o r e s c ita ti i n s u p e r io r i s e c tio e l e m e n t u m a q u a e , fu is s e q u e e x a q u a f o r m a n e . I m m o e tia m C o m m e n t., V I I I M e t a p h . ,

Disputación X III.— Sección X I

489

mentador, en el VIII Metaph., comm. 12, aunque niegue en absoluto que el cielo tenga materia, con todo, afirma condicionalmente que si la tiene es de clase dis­ tinta. Y ésta es, sin duda, la sentencia de Aristóteles en los lugares citados en favor de la opinión del Comentador en el punto anterior; pues en ellos niega abiertamente que el cielo tenga una materia tal como la tienen estos seres inferiores; por lo cual, habiendo dicho en otros lugares que tiene mate­ ria, es preciso que diga que ella es de diversa clase. Y esto es lo que afirma con palabras elocuentes en el X II M etaph., text. 12; y en este sentido se expone comúnmente lo que dice en el lib. X de la Metafísica, c. 5, de que lo corrupti­ ble y lo incorruptible difieren en género; pero esto no es verdad acerca del gé­ nero lógico, ya que los cuerpos corruptibles e incorruptibles convienen en el género de sustancia y de cuerpo, por consiguiente es preciso que se entienda acerca del género físico, el cual entienden todos que es la materia, la cual se llama así porque guarda la misma proporción con la forma que el género con la diferencia. Por ello, en I De Generatione, c. 6, dice más abiertamente que las cosas que no pueden tener mutuamente acción y pasión no tienen la misma materia. Por consiguiente, esta opinión es más conforme con la doctrina filosófica; pero para mostrar absolutamente que es más verdadera, hay que proceder poco a poco de acuerdo con ios tres fundamentos de la sentencia anterior. La diversidad específica de las materias no repugna 8. Digo en primer lugar que en nada repugna a las naturalezas de las cosas que en las potencias sustanciales y en las materias se dé una específica y esencial diversidad. Se prueba primero, de modo ostensivo, partiendo de lo que se ha dicho en lo que precede acerca de la naturaleza de la materia prima. Pues hemos mostrado que tiene una esencia verdadera, real y sustancial, y que en el género de ente tiene su actualidad entitativa, aunque incompleta y con relación a la forma; por consiguiente, en aquel grado y modo de esencia parcial puede haber diversidad*^ una mayor o menor perfección esencial. La consecuencia es clara, porque ni hay impotencia de parte de Dios ni hay repugnancia de parte de Ja. cosa. Pues como la potencia pasiva accidental puede ser diversa en especie porcom. 12, licet absolute neget caelum habe­ re materiam, sub conditione tarnen ait, si illam habet, earn esse diversae rationis. Atque haee est sine dubio sententia Aristotelis Iocis citatis pro opinione Commentatoris in superiori puncto; nam in eis plane negat caelum habere talem materiam qualem habent haec inferiora; unde, cum aliis locis dixerit habere materiam, necesse est ut illam asserat esse diversae rationis. Id quod disertis fere verbis affirmat, XII Metaph., text. 12, et in hoc sensu communiter exponitur, quod lib. X Metaph., c. 5, ait corruptibile et incorruptibile differre genere; non est enim hoc verum de genere Iogico, cum corpora corruptibilia et incorruptibilia in ge­ nere substantiae et corporis conveniant, opor­ tet ergo intelligi de genere physico, quod omnes materiam esse intelligunt, quae ita appellatur quia earn proportionem servat ad formam quam genus ad differentiam. Unde I de Generat., c. 6, apertius dicit ea quae non possunt mutuo agere et pati non habere

eamdem materiam. Est ergo haec sententia magis consentanea philosophicae doctrinae; ut vero simpliciter veriorem esse ostendamus paulatina procedendum est, iuxta tria fun­ damenta prions sententiae. Materiarum specifica diversitas non répugnât 8. Dico primo nihil repugnare naturis re­ rum quod in substantialibus potentiis et materiis detur specifica et essentialis diversitas. Probatur primo ostensive ex iis quae in superioribus dicta sunt de natura materiae pri­ mae. Ostendjmus enim habere veram essentiam, realem et substantialem, et in genere entis habere suam actualitatem entitativam, quamvis incompletam et cum habitudine ad formam; ergo in ilio gradu et modo essentiae partialis potest esse diversitas et maior et minor essentialis perfectio. Patet consequentia, quia nec ex parte Dei est impotentia, nec ex parte rei est repugnantia. Sicut enim potentia passiva accidentalis potest esse diversa specie, quia ad actum specie et ge-

490

Disputaciones metafísicas

que se ordena a un acto diverso en especie y género, del mismo modo pueden distinguirse las potencias sustanciales. Esto se explica más aún; pues'de las for­ mas sustanciales, hay unas que se unen a la materia por la generación del todo, las cuales de modo vago pueden llamarse formas generables; pero hay- otras for­ mas que no pueden hacerse o unirse mediante la generación, sino sólo mediante la creación o concreación; por consiguiente, si se establece una materia apta para recibir sólo las formas de la primera clase é incapaz de las otras, será entera­ mente de distinta naturaleza que la materia capaz de las formas ingenerables; y no repugna que tal materia se establezca con tal naturaleza y capacidad; por consiguiente, no repugna que se hagan materias de diversas naturalezas y esencias. 9. Cómo hay que entender que el acto distingue.— En segundo lugar, pue­ de esto probarse solucionando el fundamento de la primera opinión y todas las razones con que intentan probar sus defensores que esto es imposible. Pues cuan­ do se aduce aquel principio de Aristóteles: El acto es el que distingue, si usa­ mos el nombre del acto en toda su extensión, fácilmente responderemos que una materia se distingue específicamente de otra por la intrínseca diferencia esencial, que se comporta respecto al género de la materia como acto metafísico; pues ya hemos mostrado antes que no repugna a la pura potencialidad de la materia en el género físico estar constituida por potencia y acto metafísicos. ,Y no es. pre­ ciso recurír a la analogía de la materia en común respecto de las materias d e . diversas clases, que establece Cayetano en I, q. 66, a. 2. Pues tal analogía no se funda en ninguna razón probable, ya que la razón esencial de potencia sus­ tancial conviene propisimamente a cualquier materia, y sin ninguna relación de una a otra. Así, pues, si hablamos del acto metafísico, cualquier materia en sí tiene un acto intrínseco con el que se distingue de otra, lo cual se prueba ma­ nifiestamente por la esencial distinción de la materia y la forma, pues si el acto es el que distingue, es preciso que la materia en sí tenga un acto por el que se distinga de la forma. Tanto más cuanto que es muy probable, que se dé un con­ cepto común unívoco y genérico para la materia y la forma, evidentemente en el modo en que puede hallarse el género en las partes, según lo que antes se dijo nere diversum ordinato, eodem modo possunt distingui potentiae or provenir enteramente de la nada. Y así sucede que \¡l materia de estos cuer­ pos de ningún modo concurre materialmente a su producción. Pero en esta opi­ nión es también difícil de creer que la acción que tiene como término una cosa compuesta sea en sí indivisible. Pues la razón antes aducida parece probar lo contrario, porque la acción se identifica con el término producido; por consi­ guiente, como el término está integrado por partes, así es menester que la acción íntegra productiva del mismo término surja de las acciones parciales productivas o co-productivas de las partes del mismo término. '5 . D e cu á n to s m o d o s p u e d e la acció n se r in d iv is ib le .— Hay que advertir, por tanto, que una acdón puede decirse indivisible de dos maneras: una, porque no está'compuesta de partes, como es indivisible la creadón de ún -ángel; y de

(u ar)umhenabtaeatenpim ropriapm m ateririalo lecm qteuom odocom dupaoeneilla em piartia lem s.actionesuntan­ cfaacuttassaicm ;ridloeqnaurg o s te rio o a d n d o u n a tuporsaseffirm aianteexm pita arte m cuotnvcoinr­­ 4. Quapropter did aliter potest actio­ cpeurse.inU n d e t q u c a g r e s ic moilla m erssseepuro nadm etutrintodtu ivrn isibcile m ,sqin uaorru p,tib ileeffe escttio conm poseitu mesesexcdoum a-- nperim e t p e u d o rp u bpuossitapm acrtib u s ita e m iu s ucucnatuursaptoetem s,ateqria uaeelib xudsu,abquiia siupm artibalte usraseuaddm epaetendriaenta­ caocrru tio,petib noonile pedottescsitotm hpm aro bnedinre ts p a rtia le m q u o o o e x n ih ilo . A tq qllo e am basnote lum te,m aattetera v e ro a d fo rm a m , u t in fo rita fit u t m a te ria h o ru m c o rp o ru m B u nrm 'am ,eatutqr.ueAcatio deoenadimcopm ppoosr-i­ modoconcerat matsrkliter adproducilo» tu m u t s ic , te in ro em eorudm .S edqinuohdacascetio ntentetia eintiaata measdt no,atasiceusttte term rmin inuos, ccuom qousitu osideenstific atur;,et nere d itu iffic ile rm etio racgtio m p t, ita m cosin pra ositafam sitvid inetu serinpdro ivbisaib iliso.ppN asm seejuuSdpeaprtis endeqnutia . aIlia earte gorkm actiote,rm rai­- re ra tio u p c ta te o tio n e a e d m turom ,ucqt© uia; eaig ctio id eunttific atu ruscucm tesrm inei-ox n a te , n o n h a b e t c a u s ä m m a te ria le m , u t d ic ­ p d o , s ic te rm in o a ie d t tu mheasbt;erequilla oadm,alte raum vaetis roppro arte m rid eu­- partibus, itanecesseest integramactionem te id q e s b a ri a rg dulib ctiv asm ipsniuibsusteprm in ictiv coenssusrg ereeom exm etrratisdefaxcptisiic.anSdeudm inanhailk cseensteinnttiadudaifeficaile ppparo rtia u a c rio ro d u e u e s c necs,reavtio el um naate ;ria naem sirasunvteroduagee,nearalterlo ra, io5d,uctivispartiumipsiustermini. etio rit , a lte E sm tigaitu ruaadnvtedrte nidin um disuib plid te:rpuonso­ vveelroedeustctio fo rm aevdelu etipom teix ntia m acteoria eo;sitasi sea— c tio n e liq ic d iv ile m u n a , e rit ta e t m p excreationeet eductione, et nonapparet modo, quknonest compositaexpartibus,. Quoi, passif modis actio indivisibilis

esse.

522

Disputaciones metafísicas

este modo no puede decirse indivisible la producción del cielo, como prueba rec­ tamente la razón aducida. En otro sentido puede llamarse la acción indivisible por su naturaleza, porque, aunque conste de partes, con todo no puede ser hecha más que de modo indivisible o inseparable, ni puede hacerse o permanecer una parte sin la otra, ni sola por sí misma, sino juntamente con toda la acción. Y de este modo pienso que es una e indivisible la acción con que se crea el cielo y se concrean su materia y su forma. Pues sea lo que fuere de la potencia absoluta, de lo cual trataremos después, con todo en la realidad depende de tal modo la creación de la materia del délo de la información actual o de la unidón de la forma, que no puede existir naturalmente aquella efecdón de la materia sin el consorcio de la otra acdón pardal con que se introduce en ella la forma; ni por el contrario, aquella introducdón de la forma puede hacerse por sí por modo de acdón total, sino sólo por modo de una parte componente de la' acdón total jun­ tamente con la producdón de la materia. En lo cual difiere la efecdón del cuerpo incorruptible de la producdón del cuerpo corruptible, pues en el cuerpo corrup­ tible la acdón con que se crea la materia puede permanecer la misma, variada la acdón con que se induce la forma, sea numéricamente, sea también específica­ m ente; aun cuando sea preciso que alguna permanezca o suceda; y por el con­ trario, la acdón inductiva de la forma puede ser hecha por sí por modo de acrián total, como se hace la. generadcn, tal como después trataremos con más am­ plitud al ocupamos de la educdón de la forma. 6. S o lu c ió n d e la d ific u lta d p r o p u e s ta .— Por consiguiente, supuesto esto hay que responder a la dificultad propuesta didendo que la acdón aquella íntegra e indivisible absoluta y simplemente no depende de la materia en el género de causa material, porque para aquella acdón como tal no se presupone ningún sujeto; sin embargo, hay que confesar que aquella acdón en cuanto a aquella parte por la que es co-productiva de la forma, depende de la materia como de sujeto y causa material; pues esto prueba acertadamente el discurso hecho antes. Pero de ello no se sigue que- aquella acdón en. cuanto a alguna parte -sea generadón o propia educdón de la forma de la potencia del sujeto, pues esta razón

sicoudtoesntonindpivoisteib iÜ siec;rein andoivisanibgilis eli;perotdhuocc­ ctio nepctib orp oris corru patib ilisatu , rcam m inriacoprp ore o rru ili a c tio q u c re a te o te srt m s t d ilo c a e li, u t re c te p ro b a t ra tio fa c ta . A lio e a d e m m a n e re v a ria ta a c tio n e q u a in d u c itu rm ad,uvm elsspeecudnedràu;mqnuuam evru mo,pvoerte l aettiam m od,oqduie ;,plicoetetsctoancstio nxatupra suuas,in dnivistai-­ fo s e c u n m is ut, b ilìs ia ta t e a rtib n o rn e n p o te s t n is i m d iv is ib iiite r s e u in s e p a ra a liq u a m a n e a t v e l s u c c e d a t; e t e c o n tra rio iineilre iterpofie ri,st snin eqeuealiau,nanepcarsDerfiesriesaoulat,m ctio in duto ctiv afoarm aneisp,ote stutpefitrsegefie rirapdeor, tem sdeado­ am o d u m ta lis c tio s ic n e seia m i c u to ta a c tio n e . A tq u e h o c m o fra usaed.edarabimus trattando de is seatisuniacm etminedtivcisoib ile m acm tioa­­ uedt6u.cintio nelafodrm ntexeria mtim qeutoafoecsrm re a e lu n c re a tu r .— Honc! a e iu s . Q u id q u id e n im s it d e e rg o s u p p o s ito , a d d ìffic u lta te m p ro p o s ita prnoetenntia anbastu olu ta,reqiuoitadin fra viidcerebim us,m taa­- ddic eisnib dile um esatbsaoclu tioteneem illa m inte grrannotnetpeinn­­ e x ra p e n d e a n o iv m t s im n lid te te ria ecfoarm eliaaebuatctunaolinin fosrm atio nsraslite eururti­ dqeure aillimaatectio rianiinugtensic erencuallu usm aem abteieria lism , n o n e p o s it n a tu e s ­ ia s u c tu seriufila ffe clis tioam atenria coilla nsm ortio al-- silla upm ponaitu r;nnem ih,iloqm in utu sm tam ednfa ternndupm em st srpeafo rtia cetio is,eeqcusoin anvein intro tro c tio u a n a e a a rte dte u c itu rm a ; n q u e e rs o illa in qm uaateria estutcoam ducctotiveatcfo e,ateperia ndli;erehoac dutaclis tioafocrm aeis,possesditspoelurm sepfie rim poedrum odpuam spro uro bbie aurm ssaam to tio n e r m r­ e n im re tte p a t d is c u rs u s u p ra fadctu s. tis c o m p o n e n ti u n a m to ta le m a c tio n e m s i­ N e c v e ro in d e fit illa m a c tio n e m q u o a a li­ afem um tiapntib eilis matecria odduif­ anm t peadrte ssefogrm enaeeratío ut psurob-rìiecffe ctiopro indcuocrru orpeo.risInaqpuro c- qpuria uem doneem denepm otenatia Solvitw proposita cUjfiadtas

Disputación XIII.—Sección XIV

523

sólo conviene a aquella acción que puede ser hecha por sí y separadamente y por modo de acción1 total; pero aquella acción parcial ha de ser llamada concreación, porque por su naturaleza es parte de una acción total, que es la verdadera crea­ ción. N i repugna a la concreación como tal depender de un sujeto y causa mate­ rial en cuanto a aquella razón o parte según la cual se dice concreación; como también, en cuanto que es concreación parcial de la materia, depende a su modo de la forma y de su unión. Esto no es decir otra cosa sino que se da una cierta creación total que consta de partes material y formal, proporcionadas a las partes de que consta su término, lo cual es muy verdadero. Y así se ha satisfecho a todas las razones de duda, y se entenderán mejor todas estas cosas con lo que se dirá después acerca de la creación y de la educción de la forma sustancial, donde diré más cosas acerca de esta diñcultad.

S E C C I O N

XIV

Si puededarseenlascosasincorpóreasunacausamaterialsustancial. Sentidodelacomparaciónentrelacantidadyestacausamaterial. 1. Supone esta cuestión que existen entre las sustancias creadas algunas in­ corpóreas, es decir, carentes de esta cantidad de masa que tienen los "cuerpos, cosa que tenemos que probar abajo al tratar de las sustancias separadas. Por consi­ guiente, supuesto esto, para explicar en general la causalidad material sobre la sustancia o para asignarle los términos en que se encierra o designar la propie­ dad determinada por la que puede reconocerse, ha parecido necesaria esta cues­ tión. Diversas o p in io n e s 2. En esto han- errado algunos al decir que. la causalidad material ,n o se . limita a las cosas corpóreas sino que se encuentra también en las incorpóreas. Esta opinión puede entenderse de dos maneras. La primera es que se entienda

sEcno XIV ie ti,ninaqm hpaeercsra tio soplu m coentvpeneritm illi adcuctio u a e e a c s e a ra tim o UTRUM IN REBUS INCORPOREIS DARI POSSIT mlis totaalisctioactio nniscrefie ripdoicteesnt;dailia auqteum CAUSA MATERIALIS SUBSTANTIALIS, ET QUOpnaartia c o a tio e s t, ia MODO QUANTITAS AD HANC MATERIALEM CAU­ SAM COMPARETUR tu ra s u a e s t p a rs u n iu s to ta lis a c tio n is q u a e e s t v e ra c re a tio . N e c re p u g n a t c o n c rc a 1 . S u p p o n itqhuaaescdqam uaein sdcoorp esósre eains,teid rseusbt,tio n i u t s ic p e n d e re a s u b ie c to e t m a te ria li s ta n tía s c re a ta s cam usasecquunacr.'iuuinmquadam edaic rniturartio nnem stio eu;psaicr­- ccaore note s, hqaucodquin anfra titatenobm olisproqbuaanm hm abeenstt rp ra is d u te c o c re a tra daedseuxbpslic taanntiis sein para tisiv.ersHuom cecrg oum tateeria dam ,peqnudaetetnsuusoem sotdpoartia lisrmcaoentcreunatio ssualita pcptaotensdm i»o,m d a m u n a u e a fo io ­ aete ria lem csirc aibsuusbsdtaaundtiaitu mr,, vveell ndeadeiu sa.m Q uaom dcnreihadilonaeliu dtoetastledm iceqre qcuoanm a s s ig n a n d o s i té rm in o q u q u d m u a e ­ n:anpdoassm cneerta m provpisrie taestetm qcuaquadei­­ sdta taetis xpaprtib ususmaqteuria lisetcofonrm atli,teprm ropinour-s dgensóig s e it, c e s s a ria a h a e o n a rtib ib u s ta eiuctio s;nquesotdom vennib ssuim uram ensib t.uA tq ubeitaitandsi,atis ­ sdo. fa s d o s d u in 2.teIn qm uaatenria onlenm ullinoenrralim runitatridicaednte ssccaour­te efra nturq uecrem eoliu sehtaedceoedm ncia eexfo dic eane- salita m re dsisullig in d e a d n e u tio n r m pQ óureaaes,sesnetedndinadinucoobrp oré isodisedainm repiepriri. b s ta n tia l, u b i p lu ra d e h a c d iffic u lta te u s m te llig est.Priorestutintelligaturdemateriaeiuost-dicam. Variae sententiae

524

Disputaciones metafísicas

acerca de una materia de la misma clase que la materia de las cosas corruptibles. En este sentido mantuvo dicha opinión Avicebrón en el libro Fons V itae, como refiere y explica Santo Tomás en I, q. 50, a. 2. Pero este sentido puede fácil­ mente rechazarse por lo dicho, además de por otros motivos que añadiremos en seguida. Porque hemos mostrado que los cuerpos celestes, a causa de su inco­ rruptibilidad, no pueden constar de esta materia; pero las sustancias incorpóreas son incorruptibles y están más ajenas a estas alteraciones extrañas que los cuer­ pos celestes; por consiguiente. 3. Por tanto, puede también entenderse esta opinión en otro sentido acerca de una materia de diversa ciase específica que esta materia nuestra, pero de la misma dase genérica que la materia de las cosas corporales; de tal modo que de suyo aquella materia que de hecho se dice que está en las cosas incorpóreas sea capaz de mole corpórea y de cantidad, si la forma la admite. Y en este sentido se dice que aquella materia es de la misma razón común que la materia de las cosas corpóreas, aun cuando difiera en estado y actualmente carezca de mole corpórea por razón de la forma. Esto lo afirmó también Avicebrón en el lugar dtado. Pero también este sentido es improbable porque a la materia corporal le es connatural estar bajo la cantidad, y bajo ella o por ella dividirse en partes; por consiguiente, es imposible que alguna sustancia por su naturaleza conste de semejante materia carente de mole corpórea. La consecuencia es dara, ya que dicha materia no puede estar sin cantidad, al menos de modo connatural; y no puede una sustancia naturalmente constar de materia y no tenerla en estado con­ natural, sino prodigioso1y milagroso; ya también porque tal sustanda incorpórea constaría de una porción o parte de materia distinta, bien sea de toda la materia de las sustancias corporales, como argumenta Santo Tomás en el lugar citado, bien sea también de las materias de las otras sustancias incorpóreas, como allí mismo agrega Cayetano. Y le repugna a esta materia según su razón común di­ vidirse en partes si no es por medio de la cantidad. 4. Pero puede, decir alguno que no pertenece a la razón de esta materia to­ mada en común tener cantidad, ni exigir positivamente (por decirlo así) aquélla dem rationis cum materia rerum corrupti- bron, cit. loco. Est autem etiam hic sensus bilium. Quo sensu tenuit earn opinionem improbabili, quia materiae corporali conna­ Avicebron, in lib. Fontis vitae, ut refert et turale est esse sub quantitate et sub illa vcl declarat D. Thom., I, q. SO, a. 2. Sed hie per illam dividi in panes; ergo impossibile sensus facile reiidtur ex dictis, praeter ali- est ut alìqua substantia natura sua constct qua quae mox subiiclemus. Quia ostendi- huiusmodì materia carente mole corporea. mus corpora caelestia propter suam ineor- Fatet consequentia, tum quia non potest ta­ ruptibilitatem non posse constare hac ma­ ils materia esse sine quantitate, saltern con­ naturali modo; non potest autem aliqua teria; sed substantiae incorporeae sunt incorruptibiles magisque abstractae ab huius- substantia naturaliter constare ex materia et modi peregrinis alterationibus quam caeles­ non habere illam in statu connaturali, sed prodigioso et miraculoso; tum etiam quia tia corpora; ergo. 3. Alio ergo sensu potest ilia sententia talis substantia incorporea constarsi ex porfatelligi de materia alterius rationis speei- tione seu parte materiae distintela, ve] a tota materia substanaarum eorporalium, ut arficaè ab hac nostra materia; eiusdem tarnen rationis genericae cum materia rerum cor- gumematur D. Thom., loco cit., vel etiam a poralium; ita ut de se illa materia quae de matcriis aliarum substantiarum incorporeafacto esse dicitur in rebus ineorporeis, capa* rum, ut ibidem Caietanus addlt. Kepugnat autem huic materiae secundum communem sit corporcse molis et quantitatis, si forma illam adroittat. Et hoc sensu dicitur ilia ma­ rationem suam dividi in partes nisi media teria esse eiusdem rationis communis cum quantitate. 4. Sed dicere potest aliquis non esse de materia rerum corporearum, quamvis in sta­ tu diffem et an.ru careat mole corporea ra­ ratione huius materiae in communi .aumptae tions forraae, Quod etiam asseruit Avice- habere quantitatem, neque positive (ut ita

Disputación X III.— Sección X IV

5Z3

como una propiedad necesaria para sí, sino sólo comportarse indiferentemen­ te para tenerla o no tenerla, según la exigencia de la forma. Pero esto, en primer lugar, es ajeno a toda razón filosófica, porque nosotros nunca hemos ex­ perimentado tal materia más que bajo la cantidad; por tanto, no sólo esta ma­ teria es capaz de cantidad por su naturaleza, o puede admitirla si la forma no se opone, sino que también pide por su naturaleza estar bajo la cantidad; más aún, apenas puede entenderse sin ella. Y se confirma esto, pues si en la materia hay capacidad para la cantidad, no puede, naturalmente, carecer de ella por causa de la forma; pues esto sucedería sobre todo cuando la forma es espiritual, pero vemos que en el hombre la forma es espiritual y no por ello queda la ma­ teria privada de su cantidad. Pero además, argumento a priori de este modo, pues o bien aquella materia de las sustancias incorpóreas sería indivisible en su entidad y carente de partes entitativas integrantes de la misma, o bien tendría partes entitativas, pero penetrándose mutuamente por la carencia de cantidad. Si se dice lo primero se sigue enteramente que tal materia no sólo no tiene ac­ tualmente cantidad, sino que también es enteramente incapaz de ella, porque re­ pugna a una cosa indivisible extenderse por medio de la cantidad, como es cono­ cido por sí en los mismos términos; por tanto, tal materia no convendrá con la materia de las sustancias corporales, incluso en este género común de materia corpórea o capaz de cantidad. Pero si se dice lo segundo, repugna, al menos na­ turalmente-, que aquella materia esté separada de la cantidad, ya porque la ma­ teria de los., seres corpóreos no pide la cantidad pof otro motivo sino porque es divisible.en partes; ya también porque ni hay en la naturaleza indicio alguno o vestigio de tal materia, ni fácilmente, como decía, puede concebirse existente de aquel modo, sobre todo por su naturaleza. 5. Podría, por tanto, pensarse de otro modo (y sería la tercera formulación) la composición en la cosa incorpórea de materia totalmente espiritual e indivi­ sible, de tal manera que igual que se da la sustancia confpuesta de materia y forma corpórea y la sustancia compuesta de materia corpórea y forma incorpó­ rea, ásí también podría darse una sustancia compuesta de materia y forma indicam) postulare illam ut proprietatem sibi necessariam, sed solum indifferent«; se ha­ bere ut illam habeat vel non habeat, iuxta exigeatiàm formae. Sed hoc imprimis est alienum ab omni ratione philosophica, quh nos nunquam experti sumus huiusmodi materiam nisi sub quantitate; ergo non solum haec materia est capax quantitatis natura sua, vel potest admittere illam si forma non repugnet, sed etiam natura sua postulat esse sub quantitate, immo vix potest intelligi sine ilia. Et confirmatur hoc, nam si in materia est capacitas ad quantitatem, non potest na­ turaliser ilia carere propter formam; nam maxime id accideret quando forma esset spi­ ritualist at videmus in homine formam esse spiritualem et non propterea privari materiam sua quantitate. Sed praeterea argumen­ ter a priori in hunc modum, nam vel ilia materia substantiarum incorporearum esset in sua entitate indivisibilis et catena partibus entitativis integrantibus ipsam, vel haberet partes entitativas sese tamen pénétran­ tes propter carentiam quantitatis. Si primtun dicatur, plane sequitur talem materiara

non solum non habere actu quantitatem sed etiam esse omnino incapacela illius, quia rei indivisibili repugnat per quantitatem exten­ di, ut per se notum est ex ipsis terminis; tails ergo materia non conveniet cum mate­ ria substantiarum corporalium, etiam in hoc communi genere materiae corporeae seu capacis quantitatis. Si vero dicatur secundum, repugnat (saltern naturaliter) illam matcriam esse a quantitate separatum, turn quia ma­ teria corporalium non alia ratione postulat quantitatem, nisi quia divisjbilis est in par­ tes; turn etiam quia ncque est in natura in­ dicium aliquod aut vestigium talis materiae; ncque facile, ut dicebam, concipi potest ilia modo existens, prsesertim natura sua. S. Posset ergo aliter excogitari (et sit tertius dicendi modus) in re incorporea compositio ex materia prorsus spirituali et indivisibili, ita ut, sicut datur suhstantia compo­ sita ex materia et forma corporeis et substantia composita ex materia corporea et for­ ma incorporea, ita etiam dari possit substantia composita ex materia et forma incorporerà

526

Disputaciones metafísicas

corpóreas. ¿Pues qué dificultad hay en que se dé tal composición en la sustan­ cia espiritual? Y esta opinión la juzga probable Alejandro de Hales en II, q. 20, memb. 2, in fine, y en la q. 44, memb. 2, donde distingue tres clases de materia, a saber: elemental, celeste y espiritual; y S. Buenaventura, In 11, dist. 3, a. 1, q. 1 y ss.; y en realidad habla de la propia materia, en cuanto que es parte esencial realmente distinta de la forma; y lo mismo mantiene Ricardo en la mis­ ma distinción, a. 1, q. 2; y a la misma opinión se refiere Auréolo allí; y lo mismo enseñó Plotino, lib. IV Ennead., 2, c. 5, donde dice que lo profundo de cada cosa es la materia, incluso en el mundo inteligible. Y lo mismo mantiene Proclo en Elementarlo, proposición 210. Se cita en favor de esta sentencia entre los filósofos a Aristóteles, II Metafísica, text. 12, donde dice que todo cuanto se mueve tiene materia; y el Comentador, XII Meiaph., text. 20, que dice que la materia es causa de la potencia en las cosas en las que hay potencia, es decir, potencia pasiva, indicando que todas las cosas que están de algún modo en po­ tencia tienen materia; lo cual también lo tiene en el VIII de la Física, text. 15. Y lo mismo mantiene Avicena, II Metaph., c. 2. Por lo cual, en el lib. IV, c. 2, dice que todo lo que tiene el ser tras el no ser, tiene materia. Y de los Padres, San Agustín, lib. I De mirab. sacrae Scripturae, c. 1, dice que Dios, de la ma­ teria informe que había creado primeramente de la nada, dividió las multiformes especies de todas las cosas visibles e invisibles, esto es, sensibles e insensibles, intelectuales y carentes de entendimiento; y en el lib. X II de las Confesiones, capítulos 20 y ‘21, entre otras explicaciones de aquellas palabras: A l principio creó Dios el cielo y la tierra, pone ésta, es decir, hizo Dios la materia informe de la criatura espiritual y corporal. También Damasceno, en el lib. II De Fide, c. 3, dice que aunque algunas criaturas con respecto a nosotros se dice que carecen de materia, con todo cuanto es distinto de Dios es grosero y consta de materia. Y Boecio, en el lib. De Unitate et Uno, dice que el ángel es uno por la unión de la materia con la forma; y en el lib. I De Trinit., c. 3, que la forma que exista sin materia no puede ser sujeto de accidentes. 6. De todas las cuales cosas infiere esta opinión que no puede darse una Q u i d e n im r e p u g n a t q u i n d e t u r h u iu s m o d i c o m p o s itio in s u b s ta n tia s p iritu a li? A tq u e h à b c X è ftte fltia m p r o b a b ile m r e p u t a r A le x a n ­ d e r A le c s ., I I , q . 2 0 , m e m b . 2 , in fin e , e t q . 4 4 , m e m . 2 , u b i d is tin g u it tr ip lic e m m a te r ia m , s c ilic e t e le m e n ta re m , c a e le s te m e t s p ir i t u a l e m ; e t B c n a v e n t., I n I I , d is t. 3 , a. 1. q . 1 e t s e q .; e t r e v e r a l o q u itu r d e p r o p r ia m a te r ia , u t e st essen tiali's p a r s d is tin c ta r e a l i t e r a f o r m a ; e t id e m te n e t R ic h a r d ., e a d e m d is t., a . 1, q. 2 ; e t in e a m d e m s e n te n tia m r e f e r t u r A u re o lu s i b i ; e t id e m d o c u it P lo t i n . , lib . I V E n n e a d ., 2 , c. 5 , u b i a it pro-

jundum unìuscuiusque rei esse materiam, etiam in mundo intelligibili. I d e m t e n u it P r o c lu s , in E le m e n ta r io , p ro p o s it. 2 1 0 . C i­ t a m i p ro h a c s e n te n tia e x p h ilo s o p h is A ris to te le s , I I M e t a p h ., te x t. 1 2 , u b i a it o m n e q u o d m o v e tu r , h a b e r e m a te ria m ; e t C o m ­ m e n t a t o r , X I I M e ta p h ., te x t. 2 0 , d ic e n s m a ­ t e r i a m e s s e c a u s a m p o te n tia e i n r e b u s , in q u i b u s e s t p o te n tia , s c ilic e t p a s s iv a , s ig n ific a n s o m n ia q u a e s tm t a liq u o m o d o in p o ­ t e n t i a , h a b e r e m a t e r i a m ; q u o d e tia m h a b e t V I I I P h y s ., te x t. 15. I d e m q u e h a b e t

A v ic er.., I I M e t a p h . , c. 2 . U n d e , lib . Ì V , c . 2 , a it o m n e q u o d h a b e t e ss e p o s t n o n esse , h a b e r e m a te r ia m . E x P a tr i b u s v e to A u g u s tin ., lib . I d e M ir a b . s a c ra e S c r ip t u ­ ra e , c. 1, a it D e u m ex .in fo rm i m a te r ia , q u a m p r iu s e x n ih ilo c o n d id it, c u n c t a r u m v is ib iliu m e t in v is ib iliu m r e r u m , h o c e s t s e n s ib iliu m e t in s e n s ib iliu m , in te lle c tu a liu m e t in te lle c tu c a r e n tiu m , sp ec ie s m u ltif o r m e s d iv is is s e ; et X I I C o n fe ss ., c. 2 0 e t 2 1 , i n t e r alias e x p o s itio n e s illo r u m v e r b o r u m : In principio crcavit Deus caelum et terram, h a n c p o n it, i d e st, fecit Deus informem materiam creamrae spiritualis et corporalis. D a m a s c e n u s e tia m , lib . I I d e F i d e , c. 3 , a it licet quae-

dam creaturae respectu nostri materia vacare■ dicanlur, tamen quidquid est aliud a Deo, crassum esse et materia constare. E t B o e tiu s , lib . d e U n i t a t e e t U n o , a i t a n g e l u m e ss e u n u m c o n iu n c tio n e m a te r ia e e t f o r m a e ; e t lib . I d e T r i n i t . , c . 3 , a it f o r m a m q u a e e s t s in e m a te r ia n o n p o s s e e sse s u b ie c tu m a c c id e n tiu m . 6. E x q u ib u s o m n ib u s c o llig it h a e c o p i­ n io n o n p o s se d a r i s u b s ta n tia m c r e a ta m q u a e

D isputación X l l l . — Sección X I V

52 7

sustancia creada que sea pura forma subsistente, porque no hay ninguna sus­ tancia creada que aunque esté en acto por razón de la forma, no esté en potencia para poder ser y no ser, lo cual le conviene por razón de la materia. Asimismo, no hay ninguna sustancia creada que no sea capaz de acción, pasión o movimien­ to; ahora bien, lo primero le conviene por razón de la forma; por consiguiente, lo segundo le conviene por razón de la materia, porque no puede la misma po­ tencia, según la misma razón simple, ser activa y pasiva, puesto que no puede, según lo mismo, estar en acto y en potencia. Finalmente, ninguna sustancia crea­ da puede ser acto puro; por consiguiente, tampoco pura forma; por tanto, debe ser algo que conste de materia y forma. Y no es contradictoria esta composición de una cosa espiritual, puesto que no es contradictorio concebir una entidad sus­ tancial indivisible e incoipórea que sea pura potencia en su género y dependa de algún acto sustancial informativo. Pues del mismo modo que la sustancia es­ piritual íntegra está en potencia para las formas accidentales proporcionadas, así también puede darse una sustancia espiritual parcial que esté en potencia para una forma sustancial proporcionada. Finalmente, del mismo modo que hay gra­ dos en las formas, ¿por qué no puede haberlos también en las materias hasta el grado espiritual? 7. Esta opinión es, sin duda alguna, falsa; con todo, tiene dos partes. Una es que la causalidad de la materia es necesaria en toda sustancia creada, por más que sea incorpórea. Otra es que esta causalidad al menos no le repugna. Por con­ siguiente, ya que la primera parte es más fácil de impugnar que la última, hay que tratar por separado de ella. R esolución d e la cuestión

8. Por consiguiente, digo en primer lugar que no pertenece a la razón de sustancia creada y completa tener causa material intrínseca de que se componga. Esta conclusión la suponen todos los autores que enseñan que se dan de hecho sustancias creadas no compuestas de materia; concretamente, los ángeles. Así piensan casi todos los escolásticos, In II, dist. 3; Santo Tomás,. J, q. ¿50, a. 2, sit pura forma subsistens, quia nulla est sub­ stantia creata quae, licet actu sit ratione formae, non sit in potentia ut possit esse et non esse, quod convenit illi ratione materiae. Item, nulla est substantia creata quae noti possit agere et pati aut moveri; sed primum convenit ratione formae; ergo secun­ dum convenit ratione materiae, quia non pot­ est eadem potentia secundum eamdem rationem simplicem esse activa et passiva, quia non potest secundum idem esse in actu et in potentia. Denique nulla substantia crea­ ta potest esse parus actus; ergo nec pura forma; ergo esse debet constans ex mate­ ria et forma. Nec vero répugnât haec com­ positi« rei spiritualis, quia non répugnât intelligere entitatem substantialem indivisibilem ac incorpoream quae in suo genere sit pura potentia et pendeat ab altquo actu sub­ stantial! informante. Nam, sicut substantia spiritualis integra est in potentia ad formas accideDtales proportionates, ita dari potest substantia spiritualis partialis quan sit in po-

tentia ad substantialem formam proportionatam. Denique, sicut in fotmis sunt gradus, cur non etiam possum esse in materias us­ que ad gradum spiritualem? 7. Haec sententia est sine dubio falsa; tarnen duas habet partes. Una est, causalitatem materiae esse necessariam in omni sub­ stantia creata, quantumvis incorpórea. Alia est, hanc causalitatcm saltern non repugna­ re illi. Quia ergo prior pars facilius impug­ natur quam posterior, de ipsa est sigiila-> tim dicendum. Quaestionis resolutio

8. Dico ergo primo: non est de ratione substantiae creatae et eompletae ut habeat causam materialem intrinsecam ex qua componatur. Hanc condusionem supponunt omnes auctores qui docent dari de facto substantias creatas non compositas ex materia, nimirum angelos. Ita sentiunt fere omnes scholastic!, In II, dist. 3; et D. Thomas, I,.

528

Disputaciones metafísicas

y I I cont. Geni., c . 5 0 y 5 1 , y q . De Spiritualibus Creaturis, a. 2 ; M a r s ilio , h i II, q . 2 ; E n r iq u e , Ouodl. V , q . 1 6 ; H e r v e o , Quodl. XI, q . 3 ; y e s la o p in ió n e x p r e s a d e D i o n i s i o , c . 4 De Caelesti Hierarch., y De Divinis Nominibus; y sin d u d a p ie n s a lo m is m o D a m a s c e n o , U f a . II, c . 3 ; A r is tó t e le s t a m b ié n , e n e l lib . XII ele la Metafísica, c . 6 , e n s e ñ a c la r a m e n te q u e la s in te lig e n c ia s e s tá n se p a r a d a s d e ia m a te r ia , a u n q u e p a r e c e q u e s e e x c e d e e n e s t o h a c ié n d o la s a c t o s p u r o s , a su n to d e q u e tr a ta r e m o s d e s p u é s e n su p r o p io lu g a r . A h o r a s e p r u e b a c o n la r a z ó n la a s e r c ió n p r o p u e s t a , y a q u e n i d e la r a z ó n d e s u s ta n c ia c r e a d a c o m o ta l, n i d e íe s p r o p ie d a d e s

o

a f e c c io n e s d e

ta l s u s ta n c ia p u e d e c o le g ir s e

la

n e c e s id a d

de

e s ta c o m p o s ic ió n o c a u s a lid a d m a te r ia l; p o r c o n s ig u ie n t e , n o e x is t e ta l n e c e s id a d . E l a n te c e d e n te e s c la r o e n s u p r im e r a p a r te , p o r q u e a la r a z ó n d e s u s ta n c ia c o m o ta l s ó lo le p e r t e n e c e e l se r e n t e p o r s í s u b s is t e n te o a p to p o r s u n a tu r a le z a para s u b s is tir . E n c a m b io , e l q u e ta l s u s ta n c ia se a c r e a d a a ñ a d e s ó lo la d e p e n d e n c ia d e o tr o y , p o r c o n s ig u ie n t e , q u e ta l s u s ta n c ia se a f in ita y n o s e a d e p o r s í e n te n e c e s a r io n i e n t e r a m e n te s im p le ;

s in o q u e t o d a e s ta r a z ó n d e s u s ta n c ia cr e a d a

q u e d a p e r f e c t a m e n t e s a lv a d a y s e e n t ie n d e s in la c o m p o s ic ió n d e m a te r ia y fo r m a o d e a c to y p o t e n c ia

s u s ta n c ia le s y

r e a lm e n te

d is t in t o s ;

por

c o n s ig u ie n t e .

Se

p r u e b a la a fir m a c ió n p o r q u e p a r a q u e la s u s ta n c ia n o s e a e n t e r a m e n te s im p le b a sta la c o m p o s ic ió n m e ta f ís ic a , se a d e n a tu r a le z a y s u p u e s t o , s e a d e e s e n c ia y e x is te n c ia , a c e r c a d e la s c u a le s tr a ta r e m o s d e s p u é s ; a d e m á s d e é s t a s , e x is te ta m ­ b ié n la c o m p o s ic ió n d e g é n e r o y d ife r e n c ia , la c u a l b a sta t a m b ié n p a ra q u e tal s u s ta n c ia s e e n t ie n d a q u e e s f in it a ;

n i d ic h a c o m p o s ic ió n in d ic a u n a v e r d a d e r a

c o m p o s ic ió n d e m a te r ia y f o r m a , p o r q u e n o e s p r e c is o q u e e l g é n e r o y la d ife ­ r e n c ia s e t o m e n d e p a r te s d e la s u s ta n c ia r e a lm e n te d is t in t a s , c o m o s e d ijo e n lo q u e p r e c e d e . F in a lm e n te , p a r a q u e ta l s u s ta n c ia d e p e n d a , e s s u f ic ie n t e c o n q u e d e s u y o y p o r s u in tr ín s e c a e s e n c ia n o se a e n te e n a c to s in o m e d ia n t e la e fic ie n c ia d e o t r o ; * y e s to p u e d e c o n v e n ir le a la s u s ta n c ia p o r e l m is m o h e c h o d e te n e r a lg u n a c o m p o s ic ió n d e e x is te n c ia y d e e s e n c ia , o d e l m o d o d e d e p e n d e n c ia y d e la c o s a q u e d e p e n d e ;

p o r c o n s ig u ie n t e , p a ra la r a z ó n d e s u s ta n c ia c r e a d a n o e s

n e c e s a r ia la p r o p ia c o m p o s ic ió n d e m a te r ia y fo r m a .

q. 50, a. 2, et II com. Gent., c. 50 et 51, et q. de Spiritualibus creatur., a. 2; Marsil., In II, q. 2; Henr., Quodl. V, q. 16; Hervaeus, Quodl., XI, q. 3; et est expressa sententia Dionysü, c. 4 de Caelesti Hierarch., et de Divin. nominibus; et sine dubio idem sentit Damascen., lib. II, c. 3; Aristotel. ctiam, X II Metaph., c. 6, dare docet inteliigentias esse abstractas a materia, quamvis in hoc excedere videatur faciens illas puros actus, de qua re dicemus infra suo loco. Nunc probatur ratione assertio posita, quia urque ex ratione substantiae creatae ut sic, rieque ex proprietati'ous vel effectionibus talis substantiae potest colligi necessitas huius compositionis seu causalitatis materialis; ergo nulla est talis necessitas. Antece­ dens quoad priorem partem patet, quia de ratione substantiae ut sic, solum est quod sit ens per se subsistens seu natura sua aptum ad subsistendum. Quod vero talis substantia crcata sit, addit solum dependentiam ab alio, et consequenter quod ta­ lis substantia sit finita et non sit ex se ens necessarium ñeque omnino sim-

piex; sed tota haec ratio substantiae creatae optime salvatur et imeUigitur . abs­ que compositions ex materia et forma seu ex actu et potentia substantialibus ac realiter distinctis; ergo. Probatur assumptum quia, ut substantia non sit omnino simplex, suffi­ cit compositio metaphysica, vel ex natura et supposi«, vel ex esse et essentia, de quibus infra dicemus, praeter quas etiam est com­ positio ex genere et differentia; quae suffi­ cit etiam ut talis substantia finita esse intelligatur; ncque taiis compositio indicai veram compositionem ex materia et forma, quia non oportet genus et differentiam sunti ex partibus substantiae realiter di­ stinctis, ut in superioribus dictum est. Denique, ut talis substantia dependeat, sa­ tis est quod ex se et ex sua intrinseca es­ sentia non sit ens actu, sed per efficientiam alterius; hoc autem convenire potest sub­ stantiae, hoc ipso quod aliquam compositio­ nem habet ex esse et essentia, vel ex modo dependentiae et re quae dependet; ergo ad rationem substantiae creatae non est neces­ saria propria compositio ex materia et forma.

Disputación X III.— Sección X IV

529

9. E n cambio, la segunda parte del antecedente se prueba porque no re­ pugna que la misma cosa esté en acto en el género de sustancia y que esté en potencia para los accidentes, como hemos de decir más ampliamente en la dispu­ tación siguiente. Y en pocas palabras, es evidente porque respecto de diversas cosas no repugnan el acto y la potencia. M ás aún, por lo mismo que la sustancia creada no tiene por sí misma toda la perfección, se sigue que tras la perfección sustancial sea perfectible por los accidentes; y esto es estar en potencia para ellos. Además, si tal sustancia es viviente e intelectual en grado máximo, por la misma facultad real puede tener la virtud de la acción y de la recepción, como por la misma voluntad es capaz de producir y de recibir u n acto de qu erer; y del mismo modo puede moverse no por razón de la materia, sino por razón de su propia sustancia; por consiguiente, éstos no son indicios suficientes de una composición propia de materia y forma, ya que no la requieren necesariam ente; pero fuera de éstos no existen ningunos otros indicios de tal composición que se encuentren necesariamente en toda sustancia creada; por consiguiente, no hay ninguna necesidad de atribuir esta composición a toda sustancia creada. 10. E l alma racional no incluye ninguna materia.— Y se confirma y explica este razonam iento p o r el alma racional separada de la m ateria; pues ella es una sustancia creada dependiente y no enteram ente simple, y capaz de entender, que­ rer y moverse; y de todas estas cosas es capaz sin la composición d e materia y forma. Por ¡o cual los autores de la opinión contraria, aprem iados p or este ejem­ plo, indican que en el alma se encuentra tam bién esta com posición; sin embargo, esto es algo muy ajeno no sólo a los principios naturales sino tam bién a los de la fe. Porque o bien entienden que el alma, incluso m ientras está en el cuerpo, está compuesta de materia y forma espirituales; pero entonces resulta que el alma no es verdadera forma del cuerpo, ya porque el alma será por sí sustancia completa e íntegra puesto que está com puesta de su propia m ateria sustancial y su propia form a, ya tam bién porque no podrá informar al cuerpo por su m a­ teria, porque la materia no es acto actuante, sino prim er sujeto de la form a; ni tampoco por su forma, porque no puede la mism a forma inform ar al mismo 9. Altera vero pars antecedents probatur quia non repugnat eamdem rem esse in actu in genere substantiae e t' esse in potentia ad 1 accidentia, ut sequent disputatione latius dicturi sumus. E t patet breviter quia respectu diversorum non repugnat actus et po­ tentia. Immo, hoc ipso quod substanta creata non habet per seipsam omnem perfectionem, sequitur ut post perfectionem substantialem sit perfectibilis per accidentia; et hoc est esse in potentia ad ilia. Deinde, si tabs substanta sit vivens et maxime intellectualis, per eamdem realem facultatem habere pot­ est vim agendi et recipiendi, ut per eamdem voluntarem potest elicere et recipere actum volendi; et eodeni modo potest se movere, non ratione materiae sed ratione suae propriae substantiae; ergo haec non sunt suffidentia indicia compositionis pro­ priae ex materia et forma, quia non necessario illam requirunt; sed praetor haec nulla alia stmt indicia tabs compositionis quae in omni substantia creata necessario inveniantur;

ergo nulla est necessitas attribuendi hanc compositionem omni substantiae creatae. 10. Anùria rationalis nullam materiam in ­ cluda.— Et confirmatur ac dedaratur hie discursus ex anima rationali separata a ma­ teria; ilia enim est substantia creata dependens et non omnino simplex et potens ad intelligendum, volendum et se movendum; et horum omnium capax est sine compositione ex materia et forma. Unde auctores contrariae sententiae, coacti hoc exemplo, in­ dicant etiam in anima reperiri hanc composi­ tionem ; verumtamen id est valde abenum non solum a principiis naturabbus, sed etiam fidei. Nam vel intelligunt animam, etiam dum est in corpore, esse compositam ex ma­ teria et forma sprituabbus; at inde sequitur animam non esse veram formam corporis, turn quia anima per se erit substantia comple­ ta et integra, utpote ex propria materia sub­ stantial; et propria forma composita; turn etiam quia non poterit informare corpus per suam materiam quia materia non est actus actuans, sed primum subiectum formae; neque etiam per suam formam, quia non pot34

530

Disputaciones metafísicas

tiempo a dos materias, ni tener una connatural e intrínseca relación trascenden­ tal a las mismas. O bien entienden que el alma racional inmediatamente que se separa del cuerpo recibe alguna materia espiritual a la que se une y en la que se conserva; y esto es igualmente falso y erróneo. Pues de allí resulta en primer lugar que el alma racional verdaderamente no se conserva separada. En segundo lugar se sigue que es necesaria la creación de una nueva materia para que el alma pueda permanecer fuera del cuerpo, porque aquella materia no podía pre­ existir antes, pues de lo contrario habría sido preciso que o bien existiese sin for­ ma, o que se corrompiese alguna otra cosa para que el alma racional pudiese per­ manecer fuera del cuerpo. Todas las cuales cosas son absurdas. Más aún, se sigue además que no es preciso que tal alma vuelva alguna vez al cuerpo; pues si tiene ya una materia propia y más perfecta a la que informar, ¿por qué debe privarse de ella para volver al cuerpo? Principalmente porque aquel compuesto de tal materia y alma es por su naturaleza incorruptible. Por consiguiente, de ningún modo podría decirse que el alma racional consta de materia y forma. 11. S e sale al paso d e una objeción .— Pero dirá alguno que no existe la misma razón acerca del alma racional y de las sustancias completas de que ahora tratamos; pues aquélla, al ser incompleta e instituida por naturaleza para infor­ mar la materia, no es de maravillar que sea toda ella forma y no conste de ma­ teria; y lo contrario puede suceder en las sustancias completas que de tal modo subsisten por sí que no pueden informar la materia. Pero esta diferencia no repre­ senta ningún obstáculo; ’más todavía,..del hecho de que el alma racional, aunque sea sustancia incompleta, por ser incorpórea, puede ser subsistente por sí sin ma­ teria, y en sí misma operar y moverse, de esto —digo— inferimos que no re­ pugna que se den sustancias completas incorpóreas que no consten de materia y puedan operar en sí y moverse. Y la razón de esta consecuencia es que como en el alma la misma cosa puede ser principio de producción y de recepción del movimiento y del acto accidental, así también en aquellas sustancias completas. Y como el alma separada no necesita materia para sus actos y movimientos, así tampoco la sustancia completa e incorpórea necesitará de aquélla. Y por lo deest eadem forma simul informare duas ma' terias, neque habere connaturalem et intrin- , secam habjtudinem transcendentalem ad illas. Vel intelligunt animam rationalem, statim ac separatur a corpore, recipere aliquam spi­ ritualem materiam cui uniatur et in qua conservetur; et hocaeque falsum est et erroneum. Nam inde fit primo, animam ratio­ nalem vere non conservari separatam. Secundo, sequitur necessarians esse creationem novae materiae ut anima possit extra corpus manere, quia ilia materia non poterat antea praeesse; alias oportuisset vel esse sine for­ ma, vel aliquid aliud corrumpi ut anima rationalis extra corpus manere posset. Quae omnia sunt absurda. Immo, praeterea sequi­ tur non oportere ut talis anima aliquando redeat ad corpus; nam si iam habet propriam et perfectiorem materiam quam informet, cur debet ilia privari ut ad corpus re­ deat? Maxime quia compositum illud ex tali materia et anima, natura sua incorruptibile esset. Igitur nullo modo did potest ra­ tionalem animam constare materia et forma.

11. Occurritur obiectioni.— Sed dicet aliquis non esse eamdem rationem de ani­ ma rationali et de substantiis completis de quibus nunc agimus; nam ilia cum sit in­ completa et natura sua instituta ad informandam materiam, non est mirum quod tota sit forma et non constet ex materia; secus vero esse potest in substantiis comple­ tis, quae ita per se subsistunt ut materiam informare non possint. Sed haec differentia nil obstat; quin potius, ex co quod anima rationalis quamvis sit incompleta substantia, quia incorporea est, potest esse per se subsistens sine materia et in sese operari ac se movere, ex hoc (inquam) inferimus non re­ pugnare quod demur completae substantiae incorporeae quae materia non constent et in se operari possint ac se movere. Et ratio huius consequentiae est quia, sicut in ani­ ma eadem res potest esse principium efficiendi et recipiendi motum et actum accidentalem, ita in illis substantiis completis. Et sicut anima separata non indiget materia ad suos actus et motus, ita nec substantia com­ pleta et incorporea indigebit ¡Ila. Et aliunde

Disputación X III.— Sección X IV

531

más, la materia no es necesaria para la razón de sustancia completa como tal, pues Dios'es sustancia completa sin materia; ni precisamente poique la sustan­ cia sea creada pide que su complemento venga de la composición de materia, como se ha demostrado; por consiguiente. 12. Y de aquí nacen otras dos razones que confirman magníficamente i.a conclusión. Una razón es de Santo Tomás en el lugar citado, porque no repugna que se dé una sustancia creada completa que tenga operación simple indepen­ diente de la materia; luego no repugna que se dé una sustancia que posea ser completo sin materia. Se prueba la consecuencia porque el ser es por causa del operar, por lo cual es proporcionado a la operación y la operación al mismo ser; por consiguiente, si la sustancia no necesita de ningún modo la materia para la operación, tampoco la necesitará para su ser completo; tanto más cuanto que tal materia en nada podría contribuir al ser o a la subsistencia de la forma, porque la forma, como se supone, sería incorpórea; por consiguiente, independiente en el ser de cualquier sujeto, y subsistente por sí, como es nuestra alma; por tanto, tal forma, ni en cuanto al ser, ni en cuanto al obrar, necesitará la materia; por consiguiente, no puede ser por su naturaleza acto de la materia, sino acto por sí subsistente como sustancia completa. Y se prueba el antecedente porque no repugna que se dé una sustancia creada puramente intelectual; y la operación in­ telectual por sí y por su naturaleza es independiente de toda materia, como se prueba extensamente en el III D e A nim a; y resulta manifiesto, en pocas palabras, bien sea por su objeto, pues comprende en sí á todo ente, por muy separado, que esté de la materia; o bien sea por su modo, porque de suyo prescinde del tiempo y del lugar y de toda composición; bien sea, finalmente, por la sustan­ cia inteletual primaria, que es Dios, en quien no hay ningún género de materia, y de la ínfima que es el hombre, o el alma racional. Pues aunque esta alma sea acto del cuerpo, de cuya ayuda puede valerse de algún modo para sus opera­ ciones mentales, con todo, esencial y formalmente no necesita el alma racional alguna materia para las operaciones intelectuales; por lo cual, separada las ejerce sin materia alguna; por consiguiente, si no repugna que se dé una sustancia non est materia necessaria ad rationem sub­ nostra anima; igitur talis forma, neque quoad stantiae completae ut sic, nam Deus est com'-' ♦esse;'neque quoad operari, indigebit materia; pietà substantia sine materia; neque ex eo ergo non potest natura sua esse actus ma­ praecise quod substantia sit creata postulai teriae, sed actus per se subsistens, tamquam ut complementum eius sit ex compositione substantia completa. Antecedens vero pro­ batur quia non repugnat dari substantiam materiae, ut demonstratum est; ergo. intellectualem; operatio aut cm 12. Et hinc insurgunt duae aliae rationes creatam pure per se et natura sua indepen­ egregie confirmantes conclusionem. Una ra­ inteilectualis dens est ab omni materia, ut late probatur tio est D. Thomae, loco citato, quia non re- in III de Anima; et patet breviter, tum ex pugnat dari substantiam creatam completam, obiecto eius, nam sub se complectitur omne habentem operationem simplicem indepen- ens quantumvis abstractum a materia; tum dentem a materia; ergo non repugnat dari ex modo eius, quia ex se abstrahit a tempo­ substantiam habentem esse completum abs­ re ct loco, et ab omni compositione; tum que materia. Consequentia probatur quia esse denique ex primaria substantia intellectuali est propter operari, unde est proportionatum quae est Deus, in quo nullum est genus ma­ operationi et operatioipsi esse: si ergo sub­ teriae, et ex infima quae est homo, vel anistantia nullo modo indiget materia ad ope­ ma rationalis. Nam, licet haec anima sit ac­ rationem, neque ad suum esse completum tus corporis, cuius ministerio uti aliquo modo illa indigebit; eo ve! maxime quod talis ma­ potest ad suas mentis operationes, tarnen per teria nihil conferre posset ad esse vel subsisse ac formaliter non indiget anima rationalis tere formae ; quia forma, ut supponitur, esset aliqua materia ad intellectuales operationes; incorporea, ergo independens in esse a quo- unde separata illas exercet sine ulla materia; libet subiecto et per se subsistens, sicut est si ergo non repugnat dari substantiam crea-

532

Disputaciones metafísicas

creada totalmente intelectual no repugnará que se dé una sustancia creada ca­ rente de composición de materia. 13. La otra razón se toma de la semejanza del efecto con la causa, al me­ nos según una razón común y análoga; por consiguiente, como Dios es una sustancia completa simple no repugnará que se dé una sustancia semejante a Dios en esta perfección, al menos en cuanto a la carencia de composición de partes realmente distintas; pues toda semejanza con Dios que no está en pugna con la razón de efecto equívoco y dependiente, o que por otra parte no está en pugna con la razón de ente como tal, puede comunicarla Dios a alguna cria­ tura; sobre este razonamiento diremos más cosas después al tratar de las inte ligendas creadas. 14. L a ca u sa m a te ria l re p u g n a a la su sta n cia in c o rp ó re a . — Digo en segundo lugar que repugna absolutamente que sea hecha una criatura incorpórea que tenga verdadera causa material sustancial. Esta conclusión no la encuentro así expresada en los autores; pues sólo dicen que los ángeles carecen de toda ma­ teria; con todo, en cuanto que infieren esto de que son incorpóreos, suponen enteramente que repugna a la sustancia incorpórea en cuanto tal la composición de materia, de cualquier clase que se imagine que es. Y puede probarse la aser­ ción primeramente por el efecto, o mejor por el fin, porque la composición de materia no puede convenirle a una sustancia más que en cuanto que le es con­ natural; y la naturaleza no pide la composición de materia sino por causa de algún uso o fin conforme con el compuesto y la forma, pues la materia es por causa de la forma; pero la materia incorpórea de ninguna utilidad puede ser para la forma incorpórea; por consiguiente. La menor está ya suficientemente probada en la precedente aserción; pues la forma incorpórea no necesita la ma­ teria absolutamente para ser, ni tampoco para operar intelectualmente como allí se probó; ni para moverse localmente, como prueba también el ejemplo de nuestra alma separada. Y la razón está en que el movimiento local puede reci­ birse en cualquier cosa subsistente que tenga lugar finito y limitado, ya sea aque.Da cosa compuesta o simple. Ni puede imaginarse otro género de operación al que Sirva’ tal materia; porque en la materia incorpórea no puede haber sentidog, tam totaliter intellectualem, non repugnabit dan substantiam creatam carentem compositione ex materia. 13. Altera ratio sumitur ex similitudine effectus ad causant, saltern secundum communem et analogam rationem; cum ergo Deus sit substantia completa simplex, non repugnabit dari substantiam similem Deo in hac perfectione, saltern quantum ad carentiam compositionis ex partibus realiter distinctis; omnis enim similitudo ad Deum quae non pugnat cum ratione effectus aequivoci et dependends, vel quae aliunde non pugnat cum ratione entis ut sic, communicari potest a Deo alicui creaturae; de quo discursu dicemus plura infra, tractando de intelligentiis creatis. 14. Jncorporeae substantiae répugnât materialis causa.— Dico secundo: omnino ré­ pugnât fieri incorporcam creaturam habentem veram materialem causant substantialem. Hanc conclusionem non invento ita c-xpressam in aucroribus; solum enim dieran angelos carere omni materia ; tamen quatenus hoc colligunt ex eo quod incorporel sunt, plane

supponunt repugnare substantiae incorpórese ut sic compositionem ex materia, qualiscumque illa esse fingatur. Potes! àutem probari assertio primo ab effectu, vel potius ex fine, quia compositio ex materia non potest conve­ nire alicui substantiae itisi quatenus ei est connaturalis ; natura autem non postulai compositionem ex materia, nisi ob aliquem usum vel finem consentaneum et composito et formae, nam materia est propter formam ; sed materia incorporea nulli usui esse pot­ est formae incorpórese; ergo. Minar probata satis est in praecedenti assertione; nam forma incorporea non indiget materia absolute ut sir, ñeque etiam ut operetur intellectualiter, ut ibi probatum est; ñe­ que ut moveatur localiter, ut probat etiam cxc-mplum nostrae animae separarne. Et ratio est quia motus localis recipi pot­ est in quacumque re subsistente, habente fir.’tum et limitatum locum, sive illa res sit composita, sive simplex. Nec fingi potest aliud genus opcrationis ad quam ra­ lis materia deserviat, quia in materia incor­ porea non possimi esse sensus, ncque aliquis

Disputación X III.— Sección X IV

533

ni modo alguno de conocimiento que no sea ejercido mejor por la forma sola; ni tampoco puede haber actos de la vida vegetativa, siendo como es la sustancia incorpórea incorruptible; por consiguiente, tal modo de materia es ineptísimo para cualquier uso de la naturaleza; luego no puede ser connatural a alguna sustancia; por tanto, es absolutamente imposible, porque la materia, o bien es una parte de la naturaleza, o no es materia. Igualmente, si es posible una ma­ teria, es posible también una forma que sea su acto natural; por consiguien­ te, para el compuesto de una y otro será connatural tal causa material; por tanto, si para ninguna forma o compuesto puede ser connatural semejante ma­ teria, tampoco puede existir en absoluto. La razón a priori parece que se ha de tomar de la nobleza del grado y orden de la sustancia incorpórea, pues aquel orden de realidades es más actual de lo que lo es toda sustancia corpórea y extensa; y por ello repugna que se dé en aquel orden una entidad sustancial por modo de pura potencia que necesite de la forma sustancial, y realmente dis­ tinta, para que pueda existir. La materia y la cantidad se injieren mutuamente •15. De esto infiero que la materia y la cantidad están en relación insepara­ ble y recíproca, de tal modo que todo compuesto de materia sea necesariamente cuanto; y también todo cuerpo cuanto necesariamente sea compuesto de mate­ ria, pues esta última parte ha sido ya probada en la sección anterior; y la pri­ mera consta por lo que se acaba de decir. De lo cual resulta consecuente­ mente que la cantidad se compara a la materia como una propiedad suya, por­ que como van acompañándose inseparablemente es menester que entre sí tengan alguna natural conexión; y como la materia es una sustancia y la cantidad un accidente, no pueden enlazarse de otro modo sino como la propiedad y la esen­ cia, raíz o fundamento. Más aún, si hablamos de una propiedad real y física, no encontraremos ninguna otra en la materia; pues si suele señalarse alguna otra cosa, o no es propiedad sino esencia, como ser potencia para la forma; o no es propiedad positiva, sino que por medio de una negación declara la misma esenm o d u s c o g n itio n is q u i p e r s o la m f o r m a m n o n m e liu s e x e r c e a t u r ; n e q u e e tia m e s s e p o s s e t a c tu s v ita e v e g e ta tiv a e , c u m s u b s ta n ­ tia in c o rp o re a s it in c o r r u p t ib ilis ; e s t e rg o t a ­ b s m a te r ia e m o d u s in e p tis s im u s a d o m n e m u s u m n a t u r a e ; e rg o n o n p o te s t e sse c o n n a tu r a lis a lic u i s u b s ta n tia e ; e rg o s im p lic ite r im p o s s ib ilis e s t ; n a m m a te r ia ve] e s t p a r s n a tu r a e , v e l n o n e s t m a te ria . I t e m , s i p o s s ib iiis e s t a liq u a m a te r ia , p o s s ib ilis e tia m e s t fo r m a q u a e s it n a tu r a lis a c tu s e iu s ; e rg o c o m p o s ito e x u t r a q u e c o m ta tu ra lis e r it ta b s c a u s a m a te r ia lis t si e rg o n u ili fo rm a e vei c o m p o s ito esse p o te s t c o n n a t u r a l i h u iu s m o cii m a te r ia , n e q u e a b s o lu t e e ss e p o te s t. R a ­ tio a u te m a p r io r i s u m e n d a v id e tu r ex n o b i­ lita te g ra d u s e t o rd iriis s u b s ta n tia e in c o r p o r e a e , n a m ille o rd o r e r u m e s t a c tu a lio r q u a m s it o m n is s u b s ta n tia c o r p o r e a e t e x te n s a ; e t id e o r e p u g n a t d a r i i n ilio o r d in e e n tita te m s u b s ta n tia le m p e r m o d u m p u r a e p o te n tia e in d ig e n tis fo rm a s u b s ta n tia l! ac re a lite r d is tin c ta , u t esse p o s sit.

Materia et quantitas mutuo sese inferunt 15. E x h is in f e r o m a te r ia m e t q u a n t i t a t e t n se h a b e r e in s e p a r a b ilit e r a c re c ip r o c e , i t a u t o m n e c o m p o s i tu m e x m a t e r i a n e c e s ­ s a r io s it q u a n t u m ; e t o m n e e tia m c o r p u s q u a n t u m n e c e s s a rio s it c o m p o s itu m e x m a ­ t e r i a ; h a e c e n im p o s te r io r p a r s i n s u p e r io r i se c rio n e p r o b a ta e s t ; p r i o r v e ro e x p r o x im e d ic tis c o n s ta t. U n d e f it c o n s e q u e n s , q u a n tita te m c o m p a ra r i a d m a te r ia m u t p r o p r ie t a te m e iu s, n a m c u m in s e p a r a b ilite r s e s e c o m ite n r u r , n e c e s s e e s t u t in te r se h a b e a n t a li­ q u a n t n a tu r a le m c o n n e x i o n e m ; c u m a u t e m m a te r ia s it s u b s ta n tia e t q u a n tita s a c c id e n s , n o n p o s s u n t a lite r c o n n e c ti n is i u t p r o p r ie ta s e t e s s e n tia , r a d ix , s e u f u n d a m e n tu m . I m m ù , si d e p r o p r ie t a te re a li e t p h y s ic a lo q u a m u r , n u lla m a lia m in m a te r ia i n v e n ie m u s ; n a m si q u i d a l i u d a s s ig n a r i s o le t, v e l n o n e s t p r o p r ie t a s s e d e s s e n tia , u t e s s e potentiam ad formam; v el n o n e s t p r o p r ie t a s p o s itiv a , s e d q u a e p e r n e g a t io n e m d e c l a r a t e a m d e m e s -

534

Disputaciones metafísicas

cía, como ser ingenerable e incorruptible, ser de suyo informe y de algún modo in­ cognoscible, carecer de virtud activa y semejantes. O finalmente sólo por medio de una metáfora explica la misma capacidad esencial de la materia, como tener apetito hacia la forma. Pero en cambio la cantidad es una verdadera y real pro­ piedad que tiene entidad propia (de lo cual trataremos después en su lugar), unida necesaria y naturalmente con la entidad de la materia. Y es muy pro­ porcionada a ella, pues es aptísima para recibir y padecer, y de suyo no está orde­ nada a hacer algo. Pero inmediatamente se ofrecen en este lugar graves cuestio­ nes, a saber, si la cantidad es de tal modo una propiedad de la materia que es coeviterna con ella, y si dimana de ella, o mediante la forma, y si radica en ella inmediatamente como en su sujeto, o en todo el compuesto; pero estas cues­ tiones no son necesarias para la presente disputación, y tendrán un lugar más apropiado en la siguiente. 16. Una pequeña duda.— Su respuesta.— En esta aserción sólo puede ofre­ cerse la duda de, puesto que la cantidad y la materia se infieren mutuamente, cómo variada la razón de materia no se varía la razón de cantidad; pues dijimos que la materia de los cuerpos incorruptibles es distinta de la materia de los co­ rruptibles; y nadie dirá que las cantidades son de diversas clases. Y si se dice que la cantidad sigue a la. materia como tal, según su razón genérica, quedará por averiguar qué propiedad sigue a ésta y cuál a aquella materia en cuanto que es tal, o cómo a la razón genérica de materia le sigue una propiedad espe­ cífica, y sin embargo a las razones específicas de materia no les sigue ninguna propiedad. Pero a esto hay que decir brevemente que no hay ningún inconve­ niente en que dos naturalezas o materias específicamente distintas, en cuanto que entre sí son de alguna manera semejantes, tengan una propiedad común; pues ello es frecuente incluso en las formas y sustancias completas. Pues igual que dos causas' distintas en especie pueden tener un efecto de la misma clase porque pueden tener una virtud común sea formal o eminente, así dos materias pue den tenerauna propiedad común a causa de la conveniencia e n . alguna condi­ ción de la naturaleza, aunque no convengan absolutamente en toda la esencia. s e n ti a m , u t e ss e ingenerabilem libilem, e sse de se injormem et

et incorrupaliquo modo incognoscibilem, carere vi active, e t s im ile s.

t a t i s ; d ix jm u s e n im m a te r ia m in c o r r u p t ib iliu m c o r p o r u m e ss e d is tin c ta m a m a te r ia c o rr u p ti b iliu m ; n e m o a u te m d ic e t q u a n tita te s e sse d iv e r s a r u m r a tio n u m . Q u o d si d ic a tu r V e l d e n iq u e s o lu m p e r m e ta p h o r a m e x p liq u a n tita te m c o n s e q u i m a te r ia m u t sic, se ­ c a t e a m d e m e s s e n tia le m cap a c ita te m i m a te ria e c u n d u m g e n e r ic a m r a tio n e m s u a m , r e s ta b i t u t habere appetitum ad formarvi. A t v e ro i n q u i r e n d u m q u a e p r o p r ie t a s c o n s e q u a tu r q u a n tita s e s t v e ra e t re a lis p ro p r ie ta s p r o h a n c , q u a e v e ro iila m m a te r ia m q u a te n u s ta p r i a m h a b e n s e n tita te m (d e q u a in f r a su o lis e st, v e l q u o m o d o a d ra tio n e m g e n e r ic a m lo c o d ic e m u s ) , n a tu r a l l t e r a c n e c e s s a rio c o n m a te ria e s e q u a tu r sp e c ific a p r o p r ie ta s , e t t a ­ iu n c t a m a i m e n tita te m a te ria e . E s t q u e illi rn e n a d s p ec ifica s ra tio n e s m a te r ia e n u lla v a ld e p r o p o r tio n a ta , n a m e s t a p tis s im a a d p ro p r ie ta s c o n s e q u a tu r . A d h o c v e ro d ic e n r e c ip ie n d u m e t p a tie n d u m e t e x se n o n e s t d u m e s t b r e v ite r n u l l u m e sse in c o n v e n ie n s o r d in a ta a d a liq u id a g e n d u m . S ta tin i v e ro q u o d d u a e n a tu r a e s e u m a te r ia e sp e c ie d is e o f f e r tm t h o c lo c o q u a e s tio n e s g ra v e s , s c i­ lic e t, a n q u a n tita s ita s it p ro p r ie ta s m a te ria e s tin c ta e q u a te n u s i n t e r se s u n t a liq u o m o d o s im ile s, h a b e a n t p r o p r ie t a te m c o m m u n e m , u t s it illi c o a e v a , e t a n a b illa d im a n e t v e l id e n im f r e q u e n s e s t e tia m i n f o r m is e t s u b m e d ia n te f o r m a , e t a n in illa im m e d ia te s u b s ta n tiis co m p le tes. N a m s ic u t d u a e c a u s a e i e c t e t u r v e l i n to to c o m p o s i to ; s e d h a e q u a e s ­ s p e c ie d is tin c ta e p o s s u n t h a b e r e e ffe c tu m tio n e s n o n s u n t n e c e s sa ria e a d p ra e s e n te m e iu s d e m ra tio n is , q u ia p o s s u n t h a b e r e v ir d ìs p u ta tio n e m , e t in s e q u e n t! h a b e b u n t c o m tu te m c o m m u n e m , v e l f o r m a le m , v e l e m i­ t r o d i o r e m lo c u m . 16. Dubìolum Responsio.— S o lu m p o t ­ n e n te m , ita d u a e m a te r ia e p o s s u n t h a b e r e p r o p r ie ta te m c o m m u n e m p r o p te r c o n v e n ie n e s t in h a c a ss e rtio n e d u b ita ri, si q u a n tita s e t tia m in a liq u a c o n d itio n e n a tu r a e , q u a m v is m a te r ia sese c o n s e q u u n tu r , q u o m o d o v a ria ta n o n c o n v e n ia n t s im p lic ite r in to ta e s s e n tia . r a tio n e m a te r ia e n o n v a r ia tu r r a tio q u a n t i -

.—

Disputación X III.— Sección X IV

535

Pues todas las materias tienen la extensión y composición de las partes integra­ les, y en ella son enteramente semejantes, y según dicha razón les conviene a ellas la propiedad; pero tienen además el ser potencias para la forma, y de acuerdo con esta razón difieren por la diversa relación a la forma. Y de acuerdo con esta razón y distinción especifica, es verdad que una materia no tiene al­ guna propiedad accidental peculiar distinta de la cantidad o de las propiedades de otra materia. Ni esto representa un inconveniente, porque la materia, como es pura potencia, no necesita otras propiedades o facultades. S o lu c io n e s a lo s a rg u m e n to s

17. E x p o sic ió n d e u n pa sa je d e S a n A g u s tín .— S e e x p lic a e l D a m a sc e n o .— S e e x p o n e B o e cio . — A los argumentos de la segunda sentencia se responde que Aristóteles, cuando dice que todas las cosas que se mueven tienen materia, ha­ bla del movimiento físico en el cual una parte del móvil recorre primero el espacio que otra. Pero el Comentador y Avicena discurren en el error de que todas las inteligencias son entes necesarios y eternos. Por lo que se refiere a ■San Agustín, en primer lugar aquella obra D e M irá b ilib u s S a c ra s S c rip tu r a e es de autor incierto; además, Santo Tomás, en la q. única D e S p ir itu d ib u s c re a tu ris, a. 1, ad 4, explica que San Agustín no habla de la materia propia­ mente en cuanto que es parte de la esencia, ni de la informidad sustancial, sino de la materia en cuanto que dice cualquier sustancia o sujeto accidentalmente informe. Por lo cual, por materia informe en la naturaleza intelectual no en­ tiende otra cosa que la misma naturaleza intelectual que no ha sido iluminada todavía por el Verbo. O tal vez el autor de aquel libro pensó que los ángeles son corpóreos. Y de este modo responde Capréolo, I n I I , dist. 3, q. 1, a otro lugar de San Agustín del libro de las C o n fe sio n e s, que dicha exposición es de acuerdo con la opinión de. Platón, que pensaba qqg,los ágeles oran corpóreos; principalmente porque San Agustín no aprueba sino que refiere sólo dicha ex­ posición. En cambio, Damasceno piensa abiertamente que los ángeles son inOmnes enim materiae habent integralium partium extensionem et compositionem, et in ea sunt omnino similes, et secundum earn rationem convenit illis proprietas; habent veto ulterius quod sint potentiae ad formam, et secundum hanc rationem differunt per diversam habitudinem ad formam. Et secun­ dum hanc specificam rationem et distinctionem, verum est non habere unam materiam aliquam peculiarem proprietatem accidentalem distinctam a quantitate vel a proprietatibus alterius materiae. Neque hoc est inconveniens, quia materia, cum sit pura potentia, non indiget aliis proprietatibus vel facultatibus.

tium quam alia. Commentator autem et Avi­ cenna procedunt in eo errore quod intelligentiae omnes sunt entia necessaria et ae­ terna. Ad Augustinum, imprimis opus illud de Mirabilibus sacrae Scripturae incerti est auctorìs ; deinde D, Thomas, q. unica de Spiritualib. creat., a. 1, ad 4, explicat Au­ gustinum non loqui de materia proprie ut est pars essentiae, nec de informitate substantiali, sed materia ut dicit quameumque substantiam vel subiectum accidentaliter infor­ me. Unde per materiam informem in inte­ llettuali natura nihil aliud intelligit quam ipsam naturam intellectualem nondum illuminatam a Verbo. Vel fortasse auctor illius libri existimavit angelos esse corporeos. Atque hoc modo respondet Capreolus, In II, Argumentorum soluliones dist. 3, q. 1, ad alium locum Augustini ex 17. Locus Augustini exponitur.— Damas- libris Confessionum, eam expositionem esse cenus explicatur.— Boetius exponitur.— Ad iuxta opinionem Platonis, existimantis an­ argumenta alterius sententiae respondetur gelos esse corporeos ; praesertim quia Augus­ Aristotelem, cum ait omnia quae moventur tinus non approbat, sed refert tantum ifiam habere materiam, loqui de motu physico, in expositionem. Damascenus autem aperte quo uca pars mobilis prius pertransit spa- sentit angelos esse immateriales, quamvis

536

Disputaciones metafísicas

materiales, aun cuando en comparación de Dios los llame groseros y materiales no porque consten de materia, sino porque de algún modo son compuestos y potenciales. Y así aproximadamente Santo Tomás en la q. 50, a. 1, ad 1. Y Boecio en el primer pasaje, o bien pensó que los ángeles eran materiales, o es que habla en sentido amplio de la materia y de la forma en cuanto se dicen a ve­ ces de cualquier potencia y acto, ya sean género y diferencia, ya esencia y existencia. Y en el último lugar, o es que habla de la forma pura que sea acto puro, como expone Capréolo, o habla según una precisión formal, porque la forma como forma no recibe los accidentes sino en cuanto que participa algo de las condiciones de la materia o de la potencialidad. 18. Y con estas últimas palabras casi se ha respondido a la razón de dicha sentencia; pues se niega que sea imposible una sustancia creada no compuesta de verdadera materia. A la primera probación se responde que es falso que toda sustancia creada pueda no existir por intrínseca potencia pasiva, la cual conviene a las cosas por razón de la materia, sujeta a privación; pero si se habla de la potencia para el no ser mediante la sola denominación extrínseca tomada de la causa eficiente, aquélla no requiere materia. A la otra probación se responde que la misma cosa viviente puede moverse a sí misma accidental­ mente, o reducirse al acto, porque para esto puede estar por su sustancia, en acto eminente o virtual y en potencia formal, como antes se explicó, confirmando la verdad, y al tratar de la causa eficiente diremos con más amplitud. 19. Respecto de la última prueba ya se declaró de dónde nace la repug­ nada de que se dé una sustancia incorpórea y pura potencia en el género de la sustancia, a saber, de la eminencia de aquel grado y orden; y por ello no es igual el caso de la potencia para las formas accidentales, porque la sustancia que está absolutamente en acto puede estar en potencia para los accidentes; la cual no está en potencia para el ser absolutamente sino relativamente. Es final­ mente diversa la razón de la forma y la de la matgria, pues la forma por »Sgr acto, con razón puede hallarse en grado incorpóreo, y asimismo un grado corc o m p a ra tio n e D e i e o s a p p e lle t crasso s ac m a te ria le s , n o n q u ia m a te r ia c o n s te n t, s e d q u ia aliq u o m o d o s u n t com posite e t p o te n ­ tia le s. I t a fe re d iv u s T h o m a s , q . 5 0 , a . 1, ad 1. B o e tiu s a u te m , i n p rio ri lo co , v el e x is tim a v it a n g e lo s e sse m a te ria le s, v e l lo ­ q u itu r la te d e m a te ria e t fo rm a p r o u t in te r d u m d ic u n tu r d e q u a c u m q u e p o te n tia e t a c tu , sive s in t g e n u s e t d iffe re n tia , siv e es­ s e n tia e t e sse . I n p o s te rio r i a u te m lo c o , v e l lo q u itu r d e fo rm a p u r a q u a e sit p u r u s a c tu s , u t e x p o n it C a p re o lu s , v e l lo q u itu r se c u n ­ d u m p ra e c isio n e m fo rm a le m , q u o d fo rm a u t f o r m a n o n r e c ip it a c c id e n tia , s e d q u a te n u s a liq u id p a r tic ip a t d e c o n d itio n ib u s m a te ria e , s e u d e p o te n tia lita te . 18. E t e x h is u ltim is v e rb is f e re r e s p o n s u m e s t a d ra tio n e m illiu s s e n te n tia e ; n e g a tu r e n im esse im p o ssib ile m s u b s ta n tia m c re a ta m n o n c o m p o s ita m ex v e ra m a t e r a . A d p r im a m p ro b a tio n e m r e s p o n d e tu r fa ls u m esse o m n e m s u b s ta n tia m c re a ta m p o s­ se n o n e sse p e r in trin s e c a m p o te n tia m p a s siv a m , q u a e c o n v e n it r e b u s ra tio n e m a te ria e ,

s u b ie c ta e p r iv a tio n i; s i v e ro s it s e rm o d e p o te n tia a d n o n e sse p e r so la m d e n o m in a tio n e m e x trin se c a m a c a u s a efficienti, 31a n o n r e q u irit m a te ria m . A d alia m p ro b a tio ­ n e m r e s p o n d e tu r e a m d e m re m v iv e n te m p o sse se ip sa m m o v e re a c c id e n ta lite r, v e l in a c tu m re d u c e re , q u ia a d h o c esse p o te s t p e r su a m s u b s ta n tia m in a c tu e m in e n ti se u v ir­ tu a li e t in p o te n tia fo rm a li, u t s u p ra , confir­ m a n d o v e n ta te m i, d e c la r a tu m e s t, e t tr a c ta n d o d e c a u s a e ffic ie n ti la tiu s d ic e m u s. 19. A d u ltìm a m p ro b a tio n e m ia m decla­ r a tu m e s t u n d e r e p u g n e t d a r i s u b s ta n tia m in o o rp o re a m e t p u r a m p o te n tia m i n g e n e re su b sta n tia e , sc ilicet, ex e m in e n tia illiu s g ra d u s e t o r d in is ; e t id e o n o n e s t sim ile de p o te n tia a d fo rm a s a c c id en tale s, q u ia s u b ­ sta n tia q u a e s it sim p lic ite r in a c tu p o te s t esse i n p o te n tia a d a c c id e n tia ; q u a e n o n e s t p o te n tia a d esse sim p lic ite r s e d se c u n ­ d u m q u id . E s t d e n iq u e d iv e rsa ra tio fo rm a e e t m a te ria e , n a m f o rm a , c u m s it a c tu s , m e ­ rito re p e riri p o te s t in g r a d u in c o rp o re o , ite m q u e g ra d u s c o rp o re u s p o te s t p a rtic ip a re a c -

Disputación X III.— Sección X IV

537

póreo puede participar de la actualidad de la forma sustancial, porque aquel or­ den no es tan imperfecto que no se encuentre en él un ente constituido abso­ lutamente en acto por la forma; y por el contrario, la materia por causa de su imperfección no puede ser elevada al grado incorpóreo. tu a lita te m fo r m a e s u b s ta n tia lis , q u ia n o n e s t ille o rd o a d e o im p e r f e c tu s q u in in tr a illu m r e p e r ia tu r e n s s im p lic ite r in a c tu p e r f o r -

m a m c o n s ti tu tu m ; e c o n tr a r io v e ro m a te r ia p r o p te r s u a m im p e r f e c tio n e m n o n p o te s t e]ev a ri a d g r a d u m in c o r p o r e u m .

DISPUTACION XIV LA CAUSA MATERIAL DE LOS ACCIDENTES

R E S U M E N Dos partes: I. II. s

ec

Existencia y naturaleza de esta causa; accidentes que la exigen (Sec. 1), Realidades que pueden ejercer- esta causalidad (Sec. 2-4).

c i ó N

i

Determinado el problema de la existencia de la causa material de los acci­ dentes (1), se defiende su existencia y hasta su necesidad (2-3), refiriéndose, claro está, al accidente en concreto, en orden a su composición (4-7), mientras que el accidente en abstracto sólo exige causa d e sustentación (8-9), SECCIÓN

II-

¿Puede ejercer inmediatamente esa causalidad la sustancia en cuanto tal? El problema se concreta en saber mediante qué potencia recibe la sustancia a los accidentes (1): no mediante una potencia accidental* como quieren algunos (2-3), sino que los recibe la sustancia por si misma (4-5), puesto que lo contrario no puede admitirse, ni con las limitaciones que pone Cayetano (6-8). La refuta­ ción se funda en que no es preciso que a cualquier acto corresponda una po­ tencia de su mismo predicamento (9-11). Como en todo ello juega un impor­ tante papel el axioma de que “el acto y la potencia están en el mismo género”, concluye la sección explicando ampliamente su sentido (12-17). SECCI ÓN

III

Supuesto que es la sustancia la causa material de los accidentes, ¿qué sus­ tancia es? N o la increada (1). En primer lugar, pueden serlo para los acciden­ tes que les sean proporcionados las sustancias simples, las formas subsistentes y las partes integrales (2-4). Pero la cuestión batallona está en la causalidad de la materia prima, sobre todo respecto de la cantidad (5). Para algunos la ma­ teria no puede ejercer esa causalidad con prioridad a su unión a la forma (6-9). Para otros la materia es entitativamente suficiente pura dicha causalidad, posi­ ción por la que se decide Snárez (10-20), haciendo extensiva su doctrina a las cualidades y confirmándola con la solución de los argumentos en contra (21-34). A continuación, debidamente delimitado el problema. (35), desarrolla progresi-

540

Disputaciones metafísicas

vamente una solución sistemática: 1) La materia es a veces sujeto primero y único de la cantidad (36-37); 2) L a cantidad de lo que se corrompe y las dis­ posiciones congruentes con la forma de lo engendrado permanecen en éste (3840); 3) Esto no impide que en algún género de causa tengan prioridad sobre la cantidad el compuesto sustancial y la unión de la materia con la forma (41-43); 4) Aunque sea probable que en los compuestos sustanciales la cantidad pueda ser recibida parcialmente en la forma, lo más probable es que esa función la cumpla la materia sola (44-51). A continuación responde á los diversos testi­ monios de Aristóteles y a las objeciones que suelen aducirse contra la posición adoptada (52-61).

SECCIÓN IV ¿Puede un accidente ser causa material de otro? Un accidente puede ser fun­ damento y causa material de otro sobrenaturalmente, pero no naturalmente (1); puede también un accidente tener su inhesión en la sustancia mediante otro (2). E l problema sigue siendo si un accidente puede ser sujeto o causa material de otro (3). Expuestas las sentencias negativa (4) y afirmativa (5), se decide por la última, que prueba con argumentos y ejemplos (5-8), tratando luego algunas cuestiones conexas (9-13) y acabando con la solución a los argumentos contra­ rios (14).

DISPUTACION XIV LA CAUSA MATERIAL DE LOS ACCIDENTES

Una vez explicada la causalidad, material en la primera raíz y causa de di­ cho género, es fácil aplicarla a todos los sujetos que ejercen esta clase de cau­ salidad respecto de los accidentes; porque en relación con la sustancia sólo la materia prima ejerce una verdadera y propia causalidad material; puesto que, aunque las partes integrantes o las disposiciones suelan considerarse incluidas en este género de causa, esto se hace únicamente en virtud de cierta reducción y no con propiedad. Así, pues, por lo que se refiere a la causa material de los accidentes, veremos, e n ‘primer lugar, si existe y cuáles son sus características y respecto de qué accidentes se da; después, a qué cosas conviene. SECCION PRIMERA ¿S e

da

una

verdadera

c a u sa

m a t e r ia l

de

los

a c c id e n t e s ?

1. Sobre los accidentes hay dos maneras de expresarse: una, en abstracto, o sea considerando la sola forma accidental; otra, en concreto, o sea conside­ rando el compuesto de dicha forma y su sujeto. De acuerdo con esta doble consideración, caben dos maneras de preguntarse por la causa material de los accidentes, a saber, o por la que entra en la composición, o por la que le sirve de soporte a él o a su unión. Existe causa material de los accidentes 2. Así, pues, en primer lugar, de un modo general, es cierto que hay causa material de los accidentes. Esto aparece claro, en primer lugar, por Aristóteles, S E C T IO

D IS P U T A T IO X IV De

ca u sa

m a t e r ia l i

a c c id e n t iu m

U

trum

d etur

vera

P R IM A ca u sa

m a t e r ia l is

A C C ID E N T IU M

Explicata causalitate m ateriali in prim a radice e t causa illius generis, facile est eam applicare ad om nia subiecta quae huiusm odi genus cauralitatis exercent circa accidentia; n am circa substantiam sola m ateria prim a veram ac propriam causalitatem m aterialem h ab et; quia, licet partes integrantes vel dispositioncs solcant ad hoc genus causae revocari, id solum est p er quam dam reductionem , non per proprietatem . Ig itu r de m ate­ riali causa accidentium , prim um videbim us an sit et qualis et respectu quorum acciden­ tium . D einde quibus rebus conveniat.

1. D upliciter de accidentibus loqui possum us: u n o m odo in abstracto, seu de soia form a accidentali; alio m odo in concreto, seu de com posito ex tali form a e t subiecto. E t iuxta hanc duplicem considerationem d u ­ pliciter potest quaeri causa m aterialis accidentis, scilicet, vel com ponens ipsum , vel sustentans ipsum a u t unionem ipsius. M a te r ia lis a c c i d e n tiu m c a u s a d a tu r

P rim o ergo, in genere certum est dari causami m aterialem accidentium . H o c p atet prim o ex A ristotele, X I I M etaph., text. 13, 2.

542

Disputaciones metafísicas

libro XII de la Metafísica, texto 13, donde, al resolver la cuestión que había propuesto en el lib. DI, texto 15, afirma que los principios de todos los géne­ ros son los mismos según proporción; porque —como expone el Comentador— aunque sea una la potencia para el ser sustancial y otra para el ser accidental, sin embargo, convienen proporcionalmente en la razón de causa material. Por eso, esta causalidad se demuestra con el mismo procedimiento y proporción que la causalidad de la materia prima; más aún, como nos es más asequible, fue antes conocida, y por proporción con ella llegamos al conocimiento de la ma­ teria prima, según vimos más arriba. En efecto, descubrimos por experiencia que en un mismo sujeto se produce la mutación de un accidente en otro, por ejemplo, de caliente en frío; y de esto deducimos que existe un sujeto que es soporte de ambos accidentes, y le llamamos causa material del accidente. Porque en realidad es causa, puesto que de él depende el accidente; y, en cuanto es sujeto, no participa de otro género de causalidad, como es de por sí evidente y quedará aún más claro por lo que se va a dedr. Además,por no tener lugar esta trasmutadón en todos los accidentes, ha. de añadirse una razón universal, que se ha de tomar de la naturaleza de la entidad accidental; en efecto, la en­ tidad accidental no puede subsistir en sí misma, sino que requiere sujeto en que sustentarse; y por eso exige una causa material como necesaria por su na­ turaleza para que pueda existir. Y esta razón no sólo prueba que puede haber causa-material de los acddentes, sino también que todos los accidentes exigen esta causa por su naturaleza necesariamente; puesto que es propio del ser del accidénte la inhesión, según explicaremos luego en su debido lugar; ahora bien, en la razón misma de la inhesión queda incluido el sujeto y — consecuentemen­ te — la causa material. 3. Diferencia digna de tenerse en cuenta entre la sustancia y el accidente.— De lo cual se infiere una diferencia entre la sustancia j el accidente, por el he­ cho de que' la sustancia, incluso la creada, no exige siempre una caúsa material, según se demostró antes, y, en cambio, todo accidente la exige. El motivo está en que la razón de sustancia o de forma creada, en virtud de tal razón precisa , y cqpaún, no exige la materia, ya que en virtud- de dichas razones no hay conubi, resolvens quaestionem quam lib. I l l , text» 15, proposuerat, dicit' omnium generum eadem esse principia secundum proportionem; nam (ut Commentator exponit), licet alia sit potenda ad esse substantial« et alia ad esse accidentale, tarnen proportionaliter conveniunt in ratione causae materiaIis. Unde haec causalitas eadem via et proportione demonstratin' qua causalitas mate­ ria« primae; immo, tamquam nobis notior, prius cognita est, et per proportionem ad illam ventum est in cognitionem materiae primae, ut supra vidimus. Experimur enim in eodem subiecto mutationem fieri ab uno accidente in aliud, ut a calido in frigidum : ex quo intelligimus dari subicctum qued utrique accidenti subest et illud appellamus causam materialem accidentis. Nam revera est causa, quandoquidem ab ilio dependet accidens; et quatenus subiectum est non participât aliud causalitatis genus, ut per se constat, et magis patebit ex dicendis. Dein­ de, quia non in omnibus accidentibus fit haec transmutatio, addenda est ratio univer-

salis, quae ex .natura entitatis accidentali» sumcnda est; entitas enim accidentalis in se subsistere non potest, sed indiget subiecto in quo sustentetur; et ideo indiget causa materiali tamquam necessaria ex natura rei ut esse possit. Quae ratio probat non solum dari posse causam materialem accidentium, sed etiam omnia accidentia natura sua ne­ cessario postulare hanc causam; quia acci­ dentis esse est inesse, ut postea suo loco declarabimus ; in ipsa autem ratione inhaerendi includitur subiectum et consequenter materiali causa. 3. Notandum inter substantiam et acci­ dens discrimen.— Ex quo colligitur diffe­ rentia inter substantiam et accidens, quod substantia etiam creata non requirit in uni­ versum materialem causam, ut supra ostensum est, accidens vero omne illam requirit. Et ratio est quia ratio substantiae aut formae creata« ex hac praecisa et communi ratione non requirit materials, cum ex vi illarum rationum non repugnet esse rem

Disputación X IV .— Sección I

543

tradicción en que se dé una cosa subsistente y simple, sino que se exige por la razón peculiar de una sustancia determinada, es decir, de la corpórea, o de una forma determinada, o sea, de la material. El accidente, empero, por la ra­ zón precisa y común de accidente, exige una causa material, por expresar una entidad hasta tal punto débil, que no es apta por su naturaleza para subsistir, y necesita, por tanto, de un sujeto que la sustente. De aquí resulta que esta causalidad material se extiende también a las cosas incorpóreas, porque también los accidentes espirituales necesitan una causa material, ampliando la palabra material más allá de los límites de donde se tomó. Pues propiamente y en rigor se llamó materia a la materia corpórea y de ella se tomó la denominación de material; de aquí, sin embargo, se extiende a toda causa que tiene un modo de causación igual o proporcional, aunque sea espiritual e incorpórea según su entidad; y de esta suerte los accidentes espirituales, por más que en sí sean indi­ visibles e incapaces de extensión cuantitativa, tienen, no obstante, causa mate­ rial. Es m is : según los principios de la teología divina, también los accidentes sobrenaturales necesitan una causa material, pues aunque sean entes de un or­ den perfectísimo, sin embargo, por el hecho de ser accidentes, necesitan de su­ jeto en que se sustenten. Hay que advertir, finalmente, que en esta conclusión nos referimos a la propia entidad accidental, porque el modo accidental, que no tiene de suyo entidad propia, sino que se identifica intrínsecamente con alguna entidad accidental cuyo modo es, no tiene siempre una auténtica causa material, sino que le basta aquella misma entidad a la que- modifica inmedia­ tamente, ya se le una como a sujeto, ya de otro modo, lo cual no puede expli­ carse al detalle sin explicar los diversos géneros de estos modos accidentales, cosa que haremos al desarrollar esta materia. Por eso omito las principales di­ ficultades que sé presentaban aquí sobre la relación en cuanto relación y sobre la acción transeúnte en cuanto tal, y sobre el lugar y otras formas que son denominaciones extrínsecas, ya que se las tratará con más provecho en sus lu­ gares propios. subsistentem e t sim plicem , sed req u iritü r éx*» pecuüari ratione talis substantiae, nim irum corporeae, vel talis form ae, scilicet m aterialis. A t vero accidens. ex praecisa e t com ­ m uni ratione accidentis postulai m aterialem causam , qu ia dicit entitatem ita dim inutam , u t n atu ra sua sit inep ta ad subsistendum , ac proinde indigentem aliquo subiecto susten­ tante. Q uo fit u t haec causalitas m aterialis etiam ad incorporaba se extendat, nam etiam spiritualia accidentia indigent m ateriali cau­ sa, extenso nom ine m a te r ia lis ultra id a quo sum ptum est. M ateria enim proprie e t in rigore appellata est m ateria corporea et ab ea denom inano m a te r ia lis sum pta e s t; inde ta ­ rnen extendiuir ad om nem causam quae rationem causandi eam dem seu proportiona­ lem habet, etiam si secundum entitatem suam spiritualis sit e t incorporea ; atque hoc m odo accidentia spiritualia, licet in se sint indivisibilia et incapacia ex ten sio n s quantitativae, nihilom inus causam m aterialem habent. Q uin potius, iuxta p rin cipia divinae theolo-

siae,* edam -supernaturalla accidentia indigent m ateriali causa, nam quantum vis sint enfia perfettissim i ordinis, tam en, hoc ipso quqd accidentia sunt, indigent subiecto quo fulciantur. A dvertendum est tam en ultim o, in hac conclusione serm onem esse de propria entitate accidentali, nam m odus accidentalis q ui ex se non habet propriam entitatem , sed intrinsece identificatur alicui accidentali entitati cuius est m odus, no n sem per habet propriam m aterialem causam , sed illi sufficit ipsa entitas, quam proxim e modificat, sive illi coniungatur u t subiecto, sive alio modo, quod in parficulari declarari non potest, nisi explicando varia genera horum m odorum accidentalium , quod in discursu huius m ate­ r n e praestabim us. E t ideo om itto spéciales difficultates, quae hic occurrebant de rela­ tione u t relatio est, et de actione transeunte u t sic, e t de loco vel aliis form is extrinsece denom inantibus, nam in propriis locis com m odius tractabuntur.

544

Disputaciones metafísicas La composición de materia tiene lugar en el accidente en concreto y no en abstracto

4. Afirmo en segundo lugar: la entidad accidental considerada en abstracto no tiene causa material, de la que intrínsecamente se componga, sino que en este sentido se da causa material del accidente en concreto, es decir, del com­ puesto accidental. Esta conclusión, principalmente por lo que se refiere a la primera parte, la defienden Soncinas, XII Metaph., q. 26, y Iavello, q. 8, y dan a entender que algunos han sostenido lo contrario, a causa de que Aristóteles dice allí, en el texto 26, que en todo género se da potencia propia y acto. Sin embargo, la conclusión es certísima entendiendo la materia en un sentido pro­ pio y real, puesto que la entidad accidental en su totalidad es una forma; por tanto, no requiere composición intrínesca y real de materia propiamente tal y de forma. Se explica el antecedente, porque la entidad accidental completa está en el sujeto como forma; luego los que imaginan esa composición de ma­ teria en el accidente es forzoso que admitan que aquella parte a la que llaman materia de esa otra parte formal, es acto y forma al menos parcial respecto del sujeto. Por ello se prueba la primera consecuencia, puesto que la forma en cuan­ to forma no exige composición de potencia y acto realmente distintos, como es evidente en los entes sustanciales y se probó particularmente más arriba res­ pecto del alma racional. Ni cabe imaginar en la forma accidental una razón' propia en virtud de la cual exija semejante composición; porque, aunque' dicha forma conste de género y diferencia, los cuales se comparan entre sí como ma­ teria y forma metafísicas, sin embargo, ni se distinguen en la realidad, ni exigen esencialmente principios o fundamentos realmente distintos, según se demostró antes. N i exigen tampoco estas formas accidentales a causa de su imperfección la composición de potencia y acto realmente distintos, ya que una cosa imper­ fecta, sobre todo si es parcial e incompleta o forma de otra, puede ser realmente simple e incluso indivisible, por ejemplo, el punto, puesto que la simplicidad no siempre implica o exige una gran perfección, sino que esto es únicamente

#

■ -»• .* -«»

«

pellant alterius partís form alis, respecta subAccidens in concreto componitur ex materia, iecti esse actum et form ant saltem partialem . non in abstracto H inc ■■•vero" probatur prim a eonsequentia, 4. D ico secundo: entitas acd d en talis in quia form a u t form a no n postulat com po­ abstracto sum pta n o n h ab et causam m atesitionem ex potentia et actu realiter distincrialem ex q u a intrinsece com ponatur, sed tis, u t in substantialibus constat e t in spe­ hoc m odo d atu r causa m aterialis accidentis d a li de anim a rationali superius probatum in concreto, seu com positi acddentalis. H anc est. Ñ eque in accidentali form a exeogitari conclusionem , p raesertim quoad priorem potest propria ratio ob quam illam com po­ p artem , p o n u n t Soncinas, X I I M etaph., sitionem req u irat; nam , licet talis form a q. 26, e t lavell., q. 8, e t significant aliquos 1 constet genere et differentia, quae per m o­ sensisse oppositum p ro p ter A ristotelem ibi, d u la m ateriae e t form ae m etaphysicae com text. 26, dicentem in om ni genere d a ri p ro parantur, tam en ñeque in re distinguuntur, p riam potentiam e t actum . C onclusio tam en nec per se req u iru n t principia seu funda­ est certissim a, loquendo de p ropria e t reali m enta realiter distincta, u t in superioribus m ateria, qu ia to ta entitas acd d en talis est probatum est. N ec vero hae form ae acci­ quaedam fo rm a; n o n ergo indiget com posidentales propter suam im perfectionem pos­ tione intrinseca e t reali ex p ropria m ateria tulant illam com positionem ex potentia et e t form a. A ntecsdens d eclaratur q u ia tota actu realiter distinctis, quia res im perfecta, en titas acd d en talis est in subiecto tam quam si sit partialis et incom pleta aut form a alte­ fo rm a; u n d e qui in accidente fìngunt dicrius, potest esse realiter sim plex, im m o et tam com positionem ex m ateria, necesse est indivisibilis, u t punctus, nam simplicitas non fatean tu r illam partem , quam m ateriam apsem per im portât a u t req u irit m agnam per1

Ian d u n ., V i l i M etaph., q. 8.

Disputación X IV .— Sección I

545

señal de mayor perfección en el caso de que las otras circunstancias sean igua­ les. Luego no es concebible razón probable alguna para atribuir a los accidentes tal composición. 5. Todavía se puede añadir que no resulta inteligible qué clase de materia sea aquella de que intrínsecamente se compone la forma accidental; porque o es de tal naturaleza que permanezca siempre la misma en número sucesivamente bajo las diversas formas accidentales, o se transforma siempre o perece junta­ mente con la misma forma. Lo primero no puede afirmarse, porque de lo con­ trario no sólo lo caliente se convertiría en frío, sino el calor en frialdad, y el amor en odio, y así en otros casos, lo cual es falso a todas luces. Además, por­ que el calor es activo según toda su entidad; por lo tanto, introduce en el su­ jeto el calor según toda su entidad en cuanto al grado que introduce; luego elimina de igual modo en toda su entidad el grado de frialdad opuesto; no elimina, pues, solamente la parte formal de la material para introducir en ésta otra parte formal opuesta, sino que elimina én absoluto la forma completa, o el grado contrario completo para introducir el suyo. Al igual que en una mutación puramente privativa, por ejemplo, en la cesación de la luz, no perece la parte formal y permanece la potencial, sino toda la luz en absoluto. Si, pues, la trans­ formación del accidente se realiza siempre en la entidad completa de la forma, consecuentemente la materia de que se concibe que constan los accidentes no tiene utilidad alguna en orden a las transformaciones de los accidentes, n i ofrece tampoco utilidad en orden a que éstos informen la sustancia, pues la esencia de la materia de suyo más bien impide esta información, ya que la materia en cuanto tal no es acto actualizante, según dijimos antes. N o es útil, además, en orden a la acción; más aún, puede impedir que la forma sea activa según su entidad total, puesto que la materia de suyo no es activa; ahora bien, como muchas formas accidentales son activas según toda su entidad, no constan in­ trínsecamente de materia y forma. Finalmente, si el accidente consta de esta suerte de materia y forma, también la forma del mismo accidente constará de materia y forma. Y de esta manera se incurrirá en un proceso al infinito; si, p u es,1hay que detenerse en alguna, como en realidad hay que hacerlo, detenfcctionem, sed tunc solum est.signum maioris perfectionis, quando caetera sunt paria: ergo nulla probabilis ratio cxcogitari potest ad tribuendum accidentibus hanc compositionem. 5. Adde praeterea intelligi non posse quail's sit ilia materia ex qua intrinsece componatur forma accidentals ; nam vel est talis ut eadcm numero successive sit sub diversis formis accidentalibus, vel semper transmutatur seu perit aim ipsa forma. Primum dici non potest, alias non solum ex calido fieret fr g ’duts, sed etiam ex calore frigus, et ex amore odium, et sic de aliis, quod est aperte falsum. Item, quia calor activus est secundum totam entitatem suam; ergo intcoducit in subiecto calorem secundum to­ tam entitatem eius, quantum ad ilium gradum qu-m introdveit; c ito expellit oppositum gradum frigoris similiter quoad totam entitatem eius; non ergo expellit tantum part-m fo-tnalem a materiali ut in hanc in­ troduce aliam partem formalem oppositam, sed simpliciter expellit totam formam, vel

totum gradum contrarium, ut suum introducat. Sicut in mutatione pure privativa, ut, verbi gratia, in desinone luminis, non perit pars formalis luminis et manet potentialis, sed absolute totum lumen. Si autem trans­ mutado accidentis semper fit in tota entitate formae, ergo ilia materia ex qua finguntur accidentia constare nihil deservit ad transmutationes accidentium, ñeque etiam deservit ut informent substactiam; nam ratio materiae ex se potius impedii informationem, quia materia ut sic non est actus actuans, ut supra diximus. Item non deser­ vit ad actionem ; quin potius impedire potest ne forma secundum se totam sit activa, nam materia secundum se non est activa; cum ergo multae formae accidentales sint activae secundum totam suam entitatem, non con­ stant intrinsece materia et forma. Tandem si accidens ita constat materia et forma, etiam forma ipsius accidentis constabit ma­ teria et forma. Atque ita procedetur in in­ finitum; si ergo in aliqua sistendum est, ut revera est, sistamus in prima, quae sit ip35

546

Disputaciones metafísicas

gámonos en la primera y que ésta sea el propio accidente, que no es más que forma, y del que la materia es el sujeto a quien informa. La primera conse­ cuencia es evidente por no haber mayor motivo en pro de una forma que de otra, ya que ambas son entidades imperfectas e incompletas y formas de otra, siendo posible concebir en ambas razón genérica y específica; luego hay el mis­ mo motivo. 6. De aquí brota con claridad fácilmente la segunda parte de la conclu­ sión, porque el compuesto accidental consta intrínsecamente de sujeto y acci­ dente, y en esta composición el accidente tiene razón de forma; luego el su­ jeto tiene razón de causa material. De donde resulta que respecto del com­ puesto debe explicarse esta causalidad en los compuestos accidentales con la misma proporción con que la explicamos en los sustanciales. Efectivamente, el mis­ mo compuesto es efecto de dicha causa, porque consta de ella, y de ella de­ pende. Y la razón o principio del causar es la potencia primera, o sea la en­ tidad mediante la cual el sujeto recibe el accidente, potencia y entidad de las que nos ocuparemos e x p ro fe ss o en las secciones siguientes. E n cambio, su cau­ salidad en realidad no es otra cosa que la unión de una forma accidental al sujeto, pues mediante ella surge un único compuesto de sujeto y de accidente. Nos referimos, pues, al compuesto y a su causalidad como ser constituido, ya . que de la causalidad en su proceso de producción se hablará inmediatamente. N i es preciso imaginar en el sujeto del accidente un modo de unión distinto del accidenté mismo en cuanto unido al sujeto, puesto que, al producirse el accidente en el sujeto, no son dos los cambios que se producen en el mismo sujeto: el uno, mediante la información del accidente; el otro, mediante un modo especial de unión identificado con el mismo sujeto; y por otras razones antes expuestas, que tienen aquí una eficacia igual o mayor. De esta suerte que­ da patente dicha causalidad en su totalidad respecto del compuesto accidental. 7. S e p r e v ie n e un a o b je c ió n .— Se objetará: este compuesto accidental es un uno p e r a ccid en s; luego respecto de él no puede intervenir una verdadera causalidad material. De lo contrario, todo compuesto, p e r a c cid en s resultaría dé u n a ' causalidad semejante; lo cual se manifiesta que es falso, en un montón de sum acddens, quod est tantum forma cuius materia est subiectum quod informât. Pri­ ma sequela patet, quia non est maior ratio de una forma quant de alia, quia utraque est entitas imperfecta et incompleta et for­ ma alterius et in utraque concipi potest ratio generica et specifica; est ergo eadem ratio. 6. Et ex his facile patet altera pars conclusionis, quia compositum accidentale intrinsece constat ex subiecto et accidente et in ea compositione accidens habet rationem formae; ergo subiectum habet rationem materialis causae. Unde fit causalitatem hanc respectu compositi eadem proportione explicandam esse in his compositis accidentalibus qua in substantialibus illam declaravimus. Ipsum enim compositum est effectus talis causae, cum ex ilia constet et ab illa pendeat. Ratio vero seu principium causandi est prima potentia vel entitas per quam sub­ iectum recipit accidens, de qua potentia et entitate in sequentibus sectionibus ex pro­ fesso dicemus. Causalitas vero in rc non est aliud quam unio accidentalis formae ad sub-

iectum,' nam ea mediante fit ut ex subiecto et accidente unum compositum coalescat. Loquimur enim de composito et causalitate eius in facto esse; nam de causalitate in fieri statini dicetur. Ñeque oportet in subiecto accidentis fingere distinctum modum unionis praeter ipsum accidens ut unitum sub­ iecto, quia, cum accidens fit in subiecto, non fiunt in ipso subiecto duae mutationes, una per informationem accidentis, alia per peculiarem modum unionis identificatum ipsi subiecto; et propter alias rationes supra factas, quae hic eamdem vel maiorem vim habent. Atque ita patet tota haec causajitas respectu accidentalis compositi. 7. Occurritur obiectioni.— Dices : hoc compositum accidentale est unum per ac­ cidens; ergo respectu illius non potest in­ tercedere vera causalitas materialis. Alias omne compositum per accidens consurgeret ex huiusmodi causalitate; quod patet esse falsum in acervo lapidum, vel etiam in domó, quatenus constat fundamento, parietibus et tecto. Respondetur ex supra dictis

Disputación XIV.—Sección I

547.

piedras o incluso en una casa, por constar de cimientos, paredes y techo. L a respuesta se deriva de lo que, en los entes que son uno p e r accidens, se dijo antes sobre la unidad: que hay amplitud y que unos tienen mayor unidad que otros. Luego el compuesto de sujeto y accidente es uno p e r accidens porque consta de cosas pertenecientes a diversos predicamentos, y de acto y potencia no subordinados esencial, sino accidentalmente. No obstante, la unidad que tie­ ne no es solamente metafórica o de apariencia, sino verdadera y física, puesto que tiene lugar por la unión verdadera y real de una cosa con otra, y por ello dicho compuesto brota verdaderamente debido a la causalidad real de los com­ ponentes, ya entre sí, ya respecto del compuesto. En cambio, el montón de piedras de tal manera es uno p e r accidens , que no tiene unidad verdadera y fí­ sica, sino solamente metafórica o aparente —por así decirlo— y por eso, al igual que no resulta de una verdadera unión de partes componentes, tampoco es necesario que intervenga allí una verdadera causalidad material, sino sólo según proporción, por cuanto una parte se une a la otra en sitio y orden. Por lo que respecta a la composición artificial, suele darse una mayor unión y su­ bordinación de las partes, aunque no sea unión verdadera y física; y por lo mismo tampoco verdadera causalidad material; lo cual se comprende compa­ rando entre sí las partes que integran un objeto artificial, porque si el objeto artificial completo se compara con la propia forma artificial, que es la figura, respecto de ella se da una causalidad material más propia, puesto que la figura se compara con su sujeto como un accidente verdadero unido realmente a él. E l accidente en abstracto se educe d e la m ateria y es susten tado p o r ella

8. D iferencia entre los accidentes en cuanto a su producción. — Afirmo, en tercer lugar: el accidente, respecto de su entidad accidental considerada precisiva y abstractamente, tiene una causa material, no para formar composición con ella, sino para ser sustentado por ella en su ser: por lo tanto, no es sólo causa iriaterial del accidente en^cuantS a su'unión, sino también en cuanto a su entidad, a la cual produce en su género mediante la unión; n i es tampoco d e u n i t a t e , i n e n tib u s q u a e s u n t u n u m p e r a c c id e n s e s s e l a t i t u d i n e m e t q u a e d a m h a b e r e m a io r e m u n i t a t e m q u a m a lia . C o m p o s i tu m e r g o e x s u b ie c to e t a c c id e n te e s t u n u m p e r a c c id e n s , q u ia c o n s t a t e x r e b u s d iv e r s o r u m p r a e d ic a m e n to r u m e t e x a c t u e t p o t e n t i a n o n p e r s e o r d in a tis , s e d a c c id e n ta lite r . N i h ilo m in u s ta r n e n illa u n i t a s q u a m h a b e t n o n e s t t a n t u m m e ta p h o r ic a a u t a p p a r e n s , s e d v e r a e t p h y s ic a , q u i a e s t p e r v e r a m u n i o n e m e t r e a le m u n iu s a d a liu d , e t id e o t a l e c o m p o s i tu m v e r e c o n s u r g i t p e r r e a le m c a u s s lit a te m c o m p o n e n tiu m , t u m i n t e r s e , t u m r e s p e c tu 'c o m p o s iti. A c e r v u s a u te m l a p id u m i ta e s t u n u m p e r a c c id e n s , u t n o n h a b e a t v e r a m e t p h y s ic a m u n i t a t e m , s e d s o lu m m e t a p h o r ic a m v e l a p p a r e n t e m ( u t s ic d i c a m ) ; e t id e o , s i c u t n o n c o n s u r g i t e x v e r a u n io n e p a r t i u m c o m p o n e n tiu m , i t a n o n o p o r t e t u t v e r a c a u s a lita s m a te r ia lis i b i in te r c e d a t, s e d ta n tu m se c u n d u m p ro p o rtio n e m , q u a te n u s i n s itu e t o r d i n e u n a p a r s c o n i u n g i t u r a lte r i. I n c o m p o s itio n e a u t e m a r tif ic ia li s o le t i n t e r ­ c e d e r e q u a e d a m m a i o r c o n iu n c tio e t s u b o r -

d i n a tio p a r tiu m , n o n ta m e n v e r a e t p h y s ic a ■ im o ; a tq u e i t a n e q u e v e r a c a u s a lita s m a ­ t e r i a l i s ; q u o d in te llig it u r c o m p a r a n d o p a r t e s in te g r a n te s a r tif ic iu m i n t e r s e , n a m s i c o m p a r e t u r t o t u m a r tif ic iu m a d p r o p r i a m f o r m a m a rtif ic ia le m , q u a e e s t f ig u r a , r e s p e c t u illiu s e s t m a g is p r o p r i a c a u s a lita s m a te r ia lis , q u a te n u s f ig u r a c o m p a r a tu r a d s u u m s u b ie c t u r n t a m q u a m v e r u m a c c id e n s ill i r e a l i t e r u n itu m .

Accidens in abstracto ed u d tu r et sustentatur a materia 8.

ri.—-

D iscrim en inter accidentia quoad fie­

D i c o t e r t i o : a c c id e n s q u o a d s u a m e n t i t a t e m a c c id e n ta le m p r a e c i s e e t a b s t r a c t e s u m p t a m , h a b e t m a te r ia le m c a u s a r ti, n o n e x q u a e o m p o n a tu r , s e d a q u a s u s t e n t e t u r in s u o e s s e ; u n d e illa n o n t a n t u m e s t m a te r ia ­ lis c a u s a a c c id e n tis q u o a d u n io n e m , s e d e d a m q u o a d e n t i t a t e m e iu s , q u a m i n s u o g e n e r e c a u s a i m e d ia n te u n i o n e ; n e q u e e d a m e s t c a u s a s o lu m i n f a c to e s s e , s e d e d a m i n

548

Disputaciones metafísicas

causa solamente en su ser constituido, sino también en el producirse. Esta afir­ mación se deduce en su totalidad de lo que antecede, una vez hechas las debi­ das divisiones, pues del primer aserto se desprende que los accidentes requie­ ren una causa material debido a la diminuta entidad que poseen; y en el se­ gundo se demostró, a su vez, que la entidad accidental no necesita de esta causa para su composición intrínseca; luego es para ser sustentada por ella. Es más, incluso los que conciben la causa material como elemento intrínseco en la composición de los accidentes, no excluyen una causa material sustentadora del accidente total, compuesto de materia intrínseca y de forma; y esto es un nue­ vo argumento de que es falso el imaginar esa composición intrínseca de ma­ teria y forma en el accidente. Además, de la misma entidad diminuta e im­ perfecta del accidente se desprende la dependencia de su causa material no sólo en la unión, sino en la entidad, ya que no puede de modo alguno subsistir naturalmente en sí. Asimismo, porque el accidente no depende menos de su causa material que la forma sustancial material depende de la materia; pero ésta no depende sólo en la unión, sino también en la entidad; luego. De aquí, finalmente, se concluye también que no depende únicamente en su ser cons­ tituido, sino también en su producción, bien porque la producción es propor­ cionada al ser mismo, bien porque la acción en virtud de la cual se produce naturalmente el accidente es también un accidente que depende por necesidad del sujeto en el cual o del cual se produce. Esto, empero, debe entenderse con la debida proporción, ya que algunos accidentes son producidos mediante' úna acción propiamente tal; otros, en cambio, sólo como resultado o consecuencia de la efectuación de otras cosas; luego todo accidente, en el mismo grado en que es producido, depende de algún sujeto en su producción, y tiene de esta suerte causa material de su producción en el mismo grado en que puede ser naturalmente producido. Y no hay necesidad de explicar de nuevo en qué con­ siste esta causalidad; porque — con la debida proporción— es completamente igual a la que se da en la causalidad sustancial. 9. Q u é m o d a lid a d d e ca u sa m a te ria l s e a firm a e n lo su sta n c ia l y e n lo ac­ c id e n ta l .— Puede preguntar alguno si la causa material se afirma Unívocamente de la que es propia de la sustancia y de la causa material del accidente. El f ie r i. T o t a h a e c a s s e r tio s e q u i t u r e x p r a e c e d e n t i b u s a s u f f ic ie n ti d iv is io n e , n a m e x p r i ­ m a a s s e r tio n e c x m s ta t a c c id e n tia i n d ig e r e c a u s a m a te r ia li o b d i m i n u t a m e n tita te m q u a m h a b e n t ; e t in s e c u n d a p r o b a tu m e s t e n t i t a t e m a c c id e n ta ie m n o n in d i g e r e h a c c a u ­ s a u t e x e a in tr in s e c e c o m p o n a t u r ; e r g o u t a b e a s u s t e n t e t u r . I m m o e tia m q u i f ì n g u n t c a u s a m m a te r ia le m in tr in s e c e c o m p o n e n t e m a c c id c n tia , n o n e x c l u d u n t c a u s a m m a t e r i a le m s u s t e n t a n t e m t o t u m i p s u m a c c id e n s c o m p o s .t u m e x in tr in s e c a m a t e r i a e t f o r m a ; q u o d e s t n o v u m a r g u m c n t u m fa ls o c o n fin g i i!) a m i n t r i n s . c a m c o m p o s i tio n e m a c c id e n tis e x m a te ria e t fo rm a . E u r s u s e x e a d s m d i ­ m i n u t a e t i m p e r f e t t a e n t i t a t e a c c id e n tis c o n ­ s t a i p e n d e r e a s u a c a u s a m a te r i a l i n o n s o ­ l u t o in u n io n e , s e d i n e n t i t a t e s u a , q u i a i n s e s u b s is te r e n u i l o m o d o p o t a s i n a t u r a l i t e r . I t e m , q u i a n o n m in u s p a r .d a t a c c id e n s a s u a c a u s a m a te r ia li q u a m f o r m a s u b s ta n tia lis r a a te r ia lis a m a t e r i a ; s e d h a e c p e n d e i n o n • i c n t i m i n u n i o n e , s e d e tia m i n e n t i t a t e ;

e rg o . D e n i q u e h i n c e d a m c o n c l u d itu r p e n ­ d e r e n o n t a n t u m i n f a c to e s s e , s e d e d a m in f ie r i, t u m q u i a f ie r i e s t p r o p o r tio n a tu m i p s i e s s e ; t u m e tia m q u i a a e d o p e r q u a m a c c id e n s n a t u r a l i t e r f i t e s t e d a m q u o d d a m a c c id e n s p e n d e n s n e c e s s a r io a s u b ie c to i n q u o v e l e x q u o f it. E s t ta m e n . h o c c u m p r o p o r tio n e in te llig e n d u m , n a m q u a e d a m a c c id e n tia f i u n t p e r p r o p r i a m a c tio n e m , a lia v e ro s o lu m p e r r e s u l t a n t i a m v e l c o n s e c u tio n e m a d e f f e c tio n e m a l i a r u m r e r u m ; u n u m q u o d q u e e r g o a c c id e n s e o m o d o q u o fit, p e n d e i a b a liq u o s u b ie c to i n f ie r i a t q u e i t a h a b e t m a te r ia le m c a u s a m s u a e e ffe c d o n is e o m o d o q u o n a t u r a l i t e r f ie r i p o te s t. Q u id a u t e m s ì t h a e c c a u s a lita s n o n o p o r t e t ite r u m d e c l a r a r e ; n a m e a d e m o m n in o e s t q u a e in s u b s ta n tia l! c a u s a iita te , s e r v a ta p r o p o r d o n e . 9. Quàliter materìalis causa de substant:d i et accidentali dicatur.— Q u a e r e r e v e r o a liq u is p o te s t a n m a te r ia lis c a u s a u n iv o c e d i c a t u r d e illa q u a e e s t s u b s ta n tia e e t d e c a u s a m a te r ia li a c c id e n d s . E t r a t i o d u b ii

Disputación X IV .— Sección II

549

motivo de duda puede ser el que la causa material del accidente o es en sí más perfecta, o es de igual perfección que la causa material de la sustancia, puestoque o es una sustancia íntegra, o es una forma, o es al menos la materia misma; luego también en la razón de causa material es más perfecta o al menos de igual perfección, ya que en esta causalidad la causa se da a sí misma y a su propio ser; luego si es en sí de igual perfección, lo será también en la razón de causa. Mas en contra de esto está el que el ser que proviene de tal causa­ lidad no es ser absoluta, sino relativamente; a saber, un ser accidental. Además, la producción o generación de un accidente es sólo una producción y genera­ ción relativa. Igualmente la unión de la forma accidental con el sujeto es sólo relativa, como que es accidental; ahora bien, la causalidad material actual con­ siste en la unión actual misma o en el unirse en cuanto del sujeto depende; luego esta causalidad respecto del accidente es meramente relativa. De esta suerte hay que afirmar que la causa material formalmente en la razón de causa se predica analógicamente de estas causas y primariamente de la causa sustan­ cial, pero que la realidad que causa los accidentes puede ser de igual o mayor perfección materialmente. Mas esto no basta para que sea más perfecta en la razón de causa, aunque forme parte por sí misma del todo accidental com­ puesto, ya que la razón de causa no se ha de tomar de esto, sino de la cau­ salidad actual que manifiesta y del ser formal que de aquí resulta. SEC CIO N Si

la

s u s t a n c ia

en

cuanto

tal

pu ed e

II s e r ca u sa

m a t e r ia l

i n m e d ia t a

DE LOS ACCIDENTES

1. Sobre esta causalidad formalmente considerada no nos queda nada que decir; mas es necesario decir algo sobre el fundamento de tal causalidad y sobré la potencia de que se vale para causar. Consistiendo, pues, la causalidad ma­ terial en una recepción, se requieren dos cosas por parte de la causa; a saber, la cosa que r'ecibe y la potencia :e la que recibe, las cuales pueden disesse potest, quia causa materialis accidentis in se vel est perfectior, vel est aeque perfecta causa materiali substantiae, nam vel est integra substantia, vel forma, vel ad mi­ nimum ipsa materia; ergo etiam in ratione causae materialis est vel perfectior, vel sai tem aeque perfecta, quia in hac causalitate causa praebet seipsam et suum esse; ergo si in se est aeque perfecta, etiam erit in ratione causae. In contrarium vero est, quia esse quod résultat ex hac causalitate non est esse simpliciter, sed secundum quid, nimirum esse accidentale. Item productio vel generatio accidentis solum est productio et generano secundum quid. Unio item formae accidentalis cum subiecto est tantum secun­ dum quid, utpote accidentalis; sed actualis causalitas materialis consistit in ipsa actuali unione, vel unitione, quatenus a subiecto pendet; ergo causalitas haec respectu acci­ dentis est tantum secundum quid. Atque ita dicendum est causam materialem formaliter in ratione causae analogice de his causis did

et principalius de causa substantiae; mafp-rialiter vero rem quae causât acddentia posse esse vel aeque vel magis perfectam. Id vero non satis est ut in ratione causae sit perfectior, etiamsi per seipsam intret compositionem totius compositi accidentalis, quia non est inde ratio causae sumenda, sed ex actuali causalitate quam exhibet et ex formali esse quod inde consurgit. SECTIO II A n s u b st a n tia u t s ic e s s e p o s s it IMMEDIATA CAUSA MATERIALIS ACCIDENTIUM

1. De hac causalitate formaliter sumpta nihil aliud nobis dicendum superest; de fondamento vero talis causalitatis et de po~ tenda per quam causât, nonnulla dicere necesse est. Cum enim materialis causalitas consistât in receptione, duo ex parte causae requiruntur; scilicet res quae recipit et po­ tenti;! per quam recipit, quae possunt vel re

Disputaciones metafísicas

550

tinguirse realmente o por razón. Damos por supuesto, según es evidente por lo dicho, que la sustancia es como el primer fundamento o la realidad primera que causa materialmente los accidentes, por ser todo el orden de los accidentes im­ perfecto e insuficiente para subsistir en sí mismo; y por esto el primer fun­ damento en que se apoyan los accidentes no puede ser un accidente, sino que debe ser una sustancia. Investigamos, pues, mediante qué potencia la sustancia causa materialmente los accidentes, si mediante una potencia accidental distinta de ella realmente o por su naturaleza, o si los causa por sí misma, o sea me­ diante una potencia distinta sólo por razón. S e expone la prim era opinión

2. Algunos autores opinan que ningún accidente es recibido en la sustan­ cia, a no ser mediante una potencia accidental que pertenezca al mismo predi­ camento. Así opinan Soncinas, XII M etaph ., q. 26, y Iavello, q. 8, quienes «firman que hay en la sustancia una potencia receptiva de la cantidad, que se teduce al predicamento de la cantidad, y otra receptiva de la cualidad, que per­ tenece al predicamento de la cualidad, o mejor, Soncinas dice que hay en la superficie misma algo potencial del género del color para recibir el color, sea lo que sea —dice—, por ejemplo, la diafanidad o algo semejante. Toman como fundamento una afirmación de Aristóteles en el iib. X II de la M etafísica, tex­ to 26: • que los principios d e todos ’ los géneros son idén ticos. Esto lo aplica el Comentador a la identidad según analogía, puesto que cualquier realidad de algún predicamento tiene aquellos tres principios: materia, forma y privación, que no son, sin embargo, idénticos en todos los predicamentos, sino proporcio­ nales. De aquí, pues, deducen que, al igual que en cada predicamento hay for­ ma propia y privación propia, de la misma manera habrá una potencia propia, la cual constituye el principio material p&ximo de dicho género. Por eso se concluye legítimamente que la sustancia en cuanto tal no puede ser el principio material próximo de accidente alguno. • • 3. De aquí se tomó aquel axioma: la potencia y e l acto están en el m ism o género, el cual es aceptado por muchos como el primer principio en metafísica, v e l r a tio n e d is tin g u e S u p p o n im u s a u te m , u t p e r s e n o t u m e x d ic tis , s u b s t a n t i a m e s s e q u a si p rim u m fu n d a m e n tu m v e l p rim a m r e m q u a e c a u s a i m a te r ia lite r a c c id e n tia , q u i a t o tu s o r d o a c c id e n tiu m im p e r f e c tu s e s t e t in s u f f ic ie n s u t i n se s u b s i s t â t ; e t id e o p r i ­ m u l a f u n d a m e n tu m i n q u o a c c id e n tia n i t a n t u r n o n p o te s t e s s e a liq u o d a c c id e n s , s e d d e b e t e s s e s u b s ta n tia . I n q u i r i m u s e r g o p e r q u a m p o te n tia m s u b s ta n tia c a u s e t m a te r ia l i t e r a c c id e n tia , a n p e r p o t e n t i a m a c c id e n t a le m r e a lite r a u t e x n a t u r a r e i d i s t i n c t a m a b ip s a , a n v e r o p e r s e ip s a m s e u p e r p o ­ te n tia m r a tio n e t a n t u m d is tin c ta m .

ta tis , a d p r a e d i c a m e n t u m q u a lita tis p e r t i ­ n e n te m , v e l p o t i u s i n s u p e r f ìc ie ip s a a i t S o n c in a s e s s e a l iq u id p o t e n tia le d e g e n e r e c o lo ris a d r e c ip i e n d u m c o lo r e m , q u i d q u i d i llu d s i t ( in q u i t ) , p u t a d ia p h a n e ita s v e l a l i q u i d h u iu s m o d i. F u n d a m e n t u m e o r u m e s t d i c t u m q u o d d a m A r is to te lis , X I I M e t a p h . , te x t. 2 6 , eadem esse principia omnium generum. Q u o d C o m m e n t a t o r e x p o n it d e i d e n t i t a t e s e c u n d u m a n a l o g ia m , n a m q u a e l ib e t r e s a lic u iu s p r a e d i c a m e n t i h a b e t illa t r i a p r in c ip ia , m a t e r i a m , f o r m a m e t p r iv a r i o n e m ; n o n ta r n e n i n o m n ib u s p r a e d ic a m e n tis s u n t e a d e m , s e d p r o p o r tio n a lia . H i n c e r g o c o llig u n t q u o d s i c u t i n u n o q u o q u e p r a e d ic a Tractatur prior opinio m e n to e s t p r o p r i a f o r m a e t p r o p r i a p r iv a tio , 2. Q u id a m e n i m a u c to re s s e m i u n t n u l ­ s ic e d a m s i t p r o p r i a p o t e n t i a , c o n s ti tu e n s lu m a c c id e n s r e c ip i i n s u b s ta n tia , n i s i m e d ia p r o x im u m m a te r ia le p r i n c i p i u m illiu s g e n e ­ p o te n tia a c c id e n ta li p e r t i n e n t e a d id e m p r a e r is . U n d e r e c t e c o n c l u d i t u r s u b s ta n tia m u t c h c a m e n tu m . I t a s e n t i u n t S o n c in a s , X I I s ic n o n p o s s e e s s e p r i n c i p i u m p r o x im u m M e t a p h ., q . 2 6 , e t la v e l., q . 8 , q u i d i c u n t m a te r ia le a lic u iu s a c c id e n tis . e s s e i n s u b s ta n tia p o te n tia m r e c e p t iv a m 3. A tq u e h i n c s u m p t u m e s t i l l u d a x io q u a n tita tis , q u a e r e d u c i t u r a d p r a e d ic a m e n Potentia et actus sunt in eodem genere, t u m q u a n tita tis , e t a lia m r e c e p t iv a m q u a l i q u o d a m u ltis u t p r i m u m i n m e ta p h y s ic a

ma:

551

D ispu tación X IV .— Sección II

debido al citado testimonio de Aristóteles, al que suman otro del Comentador, libro V P h ys., com. 9 : la potencia en orden a cada predicam ento está en el gé­ nero d e l predicam en to en que está el acto. Y en el I D e A nim a, com. 6, qu e la potencia y el acto son diferencias qu e afectan a todos los predicam en tos.

Y habla de la potencia receptiva, pues trata del alma en cuanto acto y de la potencia que le es correlativa. Santo Tomás se vale con frecuencia del mismo principio; concretamente en I, q. 77, a. 1, donde afirma: P or d iv id ir potencia y acto al se r y a cualquier género d e ser , es necesario que la poten cia y el acto se refieran al m ism o género; y por eso, si el acto no está en el gén ero d e la sus­ tancia, la que se afirm a com o potencia en orden a dicho acto no p u ede estar en el género d e la sustancia. Y en estas palabras parecen estar incluidos el prin­

cipio, la conclusión que se pretende y la razón de la conclusión. La razón está en que las potencias se especifican mediante sus actos; luego la potencia para recibir la forma accidental toma su especie del acto al que se ordena; luego di­ cha potencia no puede ser sustancia. En efecto, con razonamiento semejante hemos probado antes que la potencia de la materia no es accidente, sino sus­ tancia, y con una argumentación semejante se puede concluir que la potencia para recibir la cualidad está en el género de la cualidad. En virtud de esta ra­ zón algunos extienden dicho principio a la potencia activa y receptiva; y de ello concluyen generalmente que la potencia para el acto accidental es un acci­ dente y se refiere al mismo género.L a sustancia es p o r sí m ism a causa m aterial inm ediata d e los accidentes

4. Mas esta sentencia, por lo que al caso presente se refiere, no puede de­ fenderse, si es que por ventura no hay equivoddad en el uso de las palabras. Afirmo, pues, que la sutancia por si misma sin la adición de cosa alguna real­ mente distinta, o de modo alguno distinto por su naturaleza, puede ser causa material que reciba inmediatamente en sí algún accidente. Se prueba la pri­ mera parte, porque si la sustancia recibe, por ejemplo, la cantidad, mediante una cosa distinta constituida en potencia para recibir la cantidad, pregunto si p r i n c i p i u m r e c i p i t u r o b d i c t u m te s t im o n iu m A r is to te lis , 'c u t a ä d u n t a liu d C o m m e f lta to r is , V P h y s ., c o m . 9 , potentiam ad unumquod-

que praedicamentum esse in illo genere praedicamenti in quo est actus; e t I d e A n im ., c o m . 6 , potentiam et actum esse differentias quae conlingunt omnibus praedicamentis, e t lo q u i t u r d e p o t e n t i a r e c e p t iv a , n a m t r a c t a t d e a n im a q u a t e n u s e s t a c t u s e t d e p o te n tia q u a e U li r e s p o n d e t. E o d e m p r in c ip io u t i t u r D . T h o m a s s a e p e , s i g n a t im I , q . 7 7 , a . 1, u b i i n q u i t : Cum potentia et actus dwidant

ens et quodlibet genus etuis, oportet quod ad idem genus referantur potentia et actus; ct ideo si actus non est in genere substan­ tiae, potentia, quae dicitur ad ilium actum, non potest esse in genere substantiae, l n q u ib u s v e r b is e t p r i n c i p i u m il l u d e t c o n c lu s io i n t e n t a e t r a t i o c o n c lu s io n ia c o n tin e r i v id e n tu r . E s t a u t e m r a tio , q u i a p o te n tia e s p e c if ic a n tu r p e r a c t u s ; e r g o p o te n t i a a d r e c ip ie n d a m f o r m a m a c d d e n t a l e m s u m it s p e d e m s u a m a b a c t u a d q u e m o r d i n a t u r ; e rg o illa p o te n tia n o n p o t e s t e s s e s u b s ta n tia . S i-

m U i e n im r a tio n e p r o b a v im u s s u p r a p o t e n ­ t i a m m a te r ia è n o n e s s e a c c id e n s , s e d s u b s t a n t i a m ; e t p r o p o r tio n a li d i s c u r s u c o n c l u d i p o te s t p o te n tia m a d re c ip ie n d a m q u a lita t e m e s s e i n g e n e r e q u a lita tis . E x q u a r a ­ ti o n e a liq u i e x te n d u n t iU u d p r i n c i p i u m a d p o te n tia m a c tiv a m e t r e c e p t i v a t n ; u n d e g e ­ n e ra tin g i n f e r u n t p o te n tia m a d a c t u m a c d d e n t a l e m e s s e a e d d e n s e t r e f e r r i a d id e m gen u s.

Substantia seipsa immediata causa materialis accidcntium 4. H a e c v e r o s e m e n tis i, q u a n t u m a d r e m p r a e s e n te m a t tin e t, d e f e n d i n o n p o te s t , n is i f o n a s s e i n s e n s u v e r b o r u m a e q u iv o c a tio s it. D i c o e r g o s u b s ta n tia m p e r s e ip s a m a b s q u e a d d itio n e a lic u iu s r e i r e a U te r d is t i n c t a e v e l a lic u iu s m o d i e x n a t u r a r e i d iv e r s i p o s s e e s s e c a u s a m m a te r ia le m i m m e d ia te i n s e r e c i p i e n t e m a liq u o d a c c id e n s . P r o b a t u r p r i o r p a r s , q u i a s i s u b s ta n tia r e c i p i t q u a n t i t a t e m , v e r b i g r a tia , m e d ia n te a l i q u a r e d i s t i n c t a , q u a e s i t p o te n tia a d r e c ip ie n d a m q u a n t i t à -

Disputaciones metafísicas

552

esa cosa es sustancia o accidente. No puede ser sustancia, no sólo porque de lo contrario no habría cosa alguna fuera de la sustancia total de la cosa, sino tam­ bién porque entonces se admitiría una sustancia receptiva por sí misma del accidente. Si es accidente, ha de estar —consecuentemente— en algún sujeto próximo; pregunto, pues, si éste es una potencia accidental realmente distinta 0 es la sustancia misma; si se afirma esto segundo, tenemos lo pretendido. Mas si se afirma lo primero, volverá a plantearse la pregunta sobre dicho accidente y así procederemos hasta el infinito, si no nos detenemos en la sustancia misma. Efectivamente, así tiene que ser, porque aunque la sustancia se pueda unir con un accidente mediante otro, según luego diremos, no obstante, comparando la sustancia con la totalidad de la colección de accidentes, no puede unirse con ella por medio de cosa alguna que no sea o sustancia o accidente; luego es ne­ cesario que alguna sustancia y algún accidente se unan inmediatamente, es de­ cir, sin que se interponga cosa alguna distinta de ambos extremos. Puede, por fin, tomarse un argumento a p r io r i del hecho de que el accidente se suma a la sustancia creada para perfeccionarla y para suplir lo que dicha sustancia no puede tener por sí misma; luego es necesario que en la entidad de tal sustancia esté íntimamente entrañada la capacidad de recibir accidentes; luego esta ca­ pacidad de la sustancia, receptiva de los accidentes, en cuanto tal, no puede ser una cosa distinta de la sustancia misma; por tanto, por lo que a esta parte se refiere, parece evidente la conclusión propuesta. •• • 5. En cuanto a la segunda parte, respecto del modo distinto por su natu­ raleza, no tratamos, en primer lugar, del modo actual de unión sobre el que se habló antes, sino de un modo —por así decirlo— potencial, o sea de una po1 encía distinta por su naturaleza de la sustancia como un modo y no como una cosa completamente diferente. E n este sentido resulta prácticamente aplicable el razonamiento expuesto; pues también esa potencia modalmente distinta será un verdadero accidente, porque si fuese una sustancia, sería falso afirmar que se distingue por su naturaleza de la sustancia total de la cosa; luego está a su modo por sí misma en la sus^ncia y depende de ésta>en el género de causa t e m , in t e r r o g o a n illa r e s s i t s u b s t a n t i a v e l a c c id e n s . S u b s t a n t i a e s s e n o n p o t e s t ,, t u r n , q u i a a lia s n o n e s s e t r e s u l t r a t o t a m s u b s t a n t i a m r e i ; t u r n e tia m q u ia ia m p o n e r e t u r s u b s t a n t i a p e r s e ip s a m r e c e p t iv a a c c i­ d e n t s . S i e s t a c c id e n s , e r g o e s t i n a li q u o s u b ie c to p r o x i m o ; q u a e r o e r g o a n i l l u d s i t p o te n tia a c c id e n ta ta re a lite r d is tin c ta , v e l ip s a m e t s u b s ta n tia ; si h o c p o s te riu s d ic a t u r , h a b e m u s i n t e n t u m . S i v e r o d ic a t u r p r i u s , d e ilio a c c id e n te i t e r u m r e d i b i t q u a e s ­ tio , e t i t a i n in f i n i t u m p r o c e d e m u s , n is i i n i o s a s u b s t a n t i a t a n d e m s is ta m u s . E t i ta e s t r e v e r a n e c e s s a r iu m , n a m , l i c e t s u b s t a n ­ t i a p o s s i t u n i r i a lie n i a c c id e n ti m e d io a lio , u t p o s te a d ic e m u s , ta m e n c o m p a r a n d o s u b s t a n t i a m a d t o t a m c o lle c tio n e m a c c id e n tiu m , n o n p o t e s t illi u n i r i m e d ia a liq u a r e q u a e n o n s it a u t s u b s ta n tia a u t a c c id e n s ; e rg o n e c e s s e e s t u t a li q u a s u b s t a n t i a e t a liq u o d a c c id e n s i m m e d ia te u n i a n t u r , i d e s t, n u l l a m e d i a n t e r e d i s t i n c t a a b e x tr e m is 1. R a t i o d e n iq u e a p rio r i e x e o su m i p o te s t, q u o d i E n o tr a s e d ic io n e s s e n ti d o . ( N . d e lo s E E .)

se a ñ ad e

a c c id e n s a d i i d t u r s u b s ta n tia e c r e a t a e a d p e r f ic ie n d a m i lla m e t s u p p l e n d u m i d q u o d ta ils s u b s t a n t i a p e r s e ip s a m h a b e r e n o n p o t e s t ; e r g o n e c e s s e e s t u t i n e n t i t a t e ta lis s u b s ta n ­ tia e i n t i m e in c l u d a t u r c a p a c ita s a d r e c ip ie n d a a e d d e n t i a ; e r g o h a e c c a p a c ita s s u b s ta n ­ tia e q u a e e s t r e c e p t iv a a c c id e n tiu m , u t s ic , n o n p o t e s t e s s e r e s d is t i n c t a a b ip s a s u b ­ s ta n tia ; u n d e q u o a d h a n c p a rte m c o n d u s io p o s i t a e v id e n s v id e tu r . S. I n a l te r a v e r o p a r t e , d e m o d o e x n a ­ t u r e r e i d is tin c to , i m p r im is n o n a g im u s d e m o d o u n io n is a c t u a li, d e q u o s u p r a d ic tu m e s t, s e d d e m o d o Cut i t a d ic a m ) p o te n tia l) , s e u d e p o te n tia a li q u a e x n a t u r e r e i d is tin c ta a s u b s ta n tia ta m q u a m m o d o e t n o n ta m q u a m r e o m n in o d iv e r s a . E t s ic a p p lic a r i f e r e p o t e s t d is c u r s u s f a c t u s ; n a m e tia m ilia p o t e n t i a m o d a lite r d i s tin c ta e r i t v e r u m a c ­ c id e n s , n a m s i e s s e t s u b s ta n tia , fa ls o d ic e r e t u r d i s tin c ta e x n a t u r e r e i a t o t a r e i s u b ­ s t a n t i a ; e r g o p e r s e ip s a m i n e s t s u o m o d o s u b s ta n tia e e t a b e a p e n d e t i n g e n e r e c a u -

« u n itis » , p a l a b r a q u e n o h a c e m á s q u e c o m p le ta r el

Disputación XIV.—Sección II

553

material; luego es recibida por ella inmediatamente por la propia entidad sus­ tancial. Además, en este caso, la distinción e x n a tu ra r e i, sin adm itir distinción real, es una ficción, puesto que esta capacidad de recibir —por así decirlo— el primer accidente de tal suerte es íntima a la sustancia creada, que es inse­ parable de ella incluso por la potencia absoluta de Dios; pues por el hecho mismo de que la sustancia, por ejemplo, del ángel es esencialmente tal, es por sí misma capaz de la potencia intelectiva; y aunque admitamos que Dios pue­ de separar el entendimiento del ángel de su sustancia, comprendemos necesa­ riamente que dicha sustancia permanece siempre capaz de entendimiento, y aun­ que Dios conserve' dicha sustancia desnuda, es imposible que no permanezca capaz de su natural potencia intelectiva; del mismo modo vemos que se com­ para la sustancia compuesta de materia y forma con la cantidad, por ser capaz de ella por sí misma y no poder ser privada de esta capacidad, por más que se separe de dicha sustancia toda realidad o modo que de ella sea separable; luego se inventa falsamente una distinción real entre tal capacidad y la sustancia. 6. C a y e ta n o h ace u n a lim ita c ió n e n la se n te n c ia o p u e sta a la n u e s tr a .— R e fu ta c ió n d e la lim ita c ió n d e C a y e ta n o .— Por eso Cayetano, I, q . 54, a. 3, adhiriéndose en parte a la sentencia citada más arriba, la limita a aquellos ac­ cidentes que se adquieren mediante alguna acción o pasión; porque los que son congènito^ a la sustancia no necesitan de potencia intermedia, sino que la sus­ tancia es capaz de ellos por sí misma; y de esta manera evita el proceso al infinito. La razón de esta distinción y limitación, tomada de él, en la misma I, q 77, a. 1, es porque la potencia congènita a la sustancia es esencialmente una potencia principalmente ordenada a recibir el acto; y el que sea acto de la sustancia lo debe únicamente a la razón común de accidente, y no necesita por tanto otra potenpia mediante la cual realice su inhesión en la sustancia; en cambio, los otros accidentes son primaria y esencialmente actos y exigen, por ello, sus propias potencias, mediante las cuales realizan su inhesión en la sus­ tancia. Dé esta doctrina deduzco, sin embargo, en primer lugar, que en virtud' d e la causalidad material del accidente en cuanto tal no se requiere de suyo s a e m a t e r i a l i s ; ergo, a b illa r e c i p i t u r im m e ­ d ia te D er p r o p r i a m e n t i t a t e m s u b s ta n tia le m . D e in d e f ic ta e s t i n p r a e s e n ti h a e c d i s t i n c t i o e x n a t u r a r e i , s e c lu s a d is tin c tio n e r e a li, n a m h a e c c a p a c ita s r e c ip ie n d i p r i m u m a c c id e n s ( u t s ic d ic a m ) i t a e s t in t i m a s u b s ta n tia e c r e a ta e , u t i n s e p a r a b ilis a b illa s it, e tia m p e r p o te n tia m a b s o lu t a m D e i ; n a m , h o c ip s o q u o d s u b s ta n tia a n g e l i, v e r b i g r a t i a , ta lis e s t e s s e n r ia lite r, p e r s e ip s a m c a p a x e s t in te lle c tiv a e p o t e n t i a e ; e t q u a m v is d e m u s p o s s e D e u m s e p a r a r e in te lle c tu m a n g e li a s u b s t a n ­ tia e iu s , n e c e s s a r io in te llig im u s s e m p e r m a ­ c e r e illa m s u b s t a n t i a m c a p a c e m in te lle c tu s , e t q u a n tu m v is n u d a m D e u s c o n s e r v e t illa m s u b s t a n t i a m , im p o s s i b ile e s t q u i n m a n e a t c a p a x s u a e n a t u r a l i s f a c u lta tis i n te lle c ti vae ; e t e o d e m m o d o in te llig im u s c o m p a r a n s u b s t a n t i a m c o m p o s i ta m e x m a ­ te r ia e t f o r m a a d q u a n t i t a t e m , n a m p e r s e ip s a m e s t c a p a x e iu s n e c p o t e s t h a c c a ­ p a c ita te p r iv a r i , e tia m s i a t a l i s u b s t a n t i a s e p a r e tu r o m n is r e s a u t m o d u s q u i a b illa s e p a r a b i l i e s t ; e r g o f a ls o c o n f i n g i t u r d i -

s t i n c tio e x n a t u r a r e i i n t e r t a l e m t e m e t s u b s ta n tia m .'

c a p a c ita ^

6. .—

Caictanus restringir nostrae opposition sententiam Im probatur Ccdetani limitatio.— U n d e C a i e ta n u s , I , q . 5 4 , a . 3 , c u m e x p a r t e a d h a e r e a t p r i o r i s e n t e n t i a e c ita ta e , e a r n l i m i t a t a d e a a c c id e n tia q u a e m e d ia a liq u a a c t io n e e t p a s s io a e a c q u i r u n t u r ; n a m e a q u a e s u n t c o n g e n i ta s u b s t a n t i a e n o n i n ­ d i g e n t p o t e n t i a m e d ia , s e d s u b s ta n tia i p s a p e r s e ip s a m e s t c a p a x i l l o r u m ; a t q u e h o c m o d o e v i t a t p r o c e s s u m i n i n f i n itu m . R a t i o a u t e m h u i u s d is tin c tio n is e t l im it a ti o n is , q u a e e x e o c o llig itu r i n e a d e m I , q . 7 7 , a . 1, e s t q u i a p o t e n t i a c o n g e n i ta s u b s t a n t i a e e s t e s s e n ti a f ite r p o t e n t i a a d h o c p r i n c i p a l i t e r o r d in a ta u t a c tu m r e c ip ia t; q u o d v e ro s it ac ­ t u s s u b s t a n t i a e , s o lu m h a b e t e x c o m m u n i r a t i o n e a c c i d e n t i s ; e t id e o n o n r e q u i r i t a lia m p o t e n t i a m q u a m e d i a n t e i n h a e r e a t s u b ­ s t a n t i a e ; a lia v e r o a c c id e n tia p r i m o a c p e r s e s u n t a c t u s e t id e o p r o p r i a s r e q u i r u n t p o t e n t i a s , q u i b u s m e d ia n tib u s i n h a c r e a n t s u b ­ s ta n t ia e . V e r u m t a m e n e x h a c d o c t r i n a im ­ p r im is c o llig o e x v i c a u s a lita tis m a te r ia lis .

554

Disputaciones metafísicas

una potencia intermedia, sino que basta la sustancia por sí misma para esta causalidad. Esto es evidente, porque para recibir los accidentes, que son esen­ cialmente potencias receptivas, no se requiere una potencia distinta, porque estas potencias no actualizan la sustancia según alguna razón especial de acto, sino según la razón común de accidente; luego por la causalidad del accidente en cuanto tal no se requiere dicha potencia, y si se requiere en algunos, será debido a algunas razones especiales. Además, hay falsedad en limitar esto a los accidentes que están constiuídos esencial y primariamente para ser potencias receptivas; porque la cantidad no exige en la sustancia una potencia interme­ dia mediante la cual sea recibida, según se probó, pues la sustancia es por sí misma capaz de la cantidad, y es superfluo y completamente absurdo inventar otra potencia intermedia, distinta e x n a tu ra r e i, y sin embargo la cantidad no se constituye esencial y primariamente para ser potencia receptiva, según con­ fiesan ellos mismos, porque, de lo contrario, la cantidad sería esencialmente una cualidad. Por eso la cantidad está determinada esencial y primariamente a dar 'extensión a las partes de la sustancia, de manera que naturalmente no puedan compenetrarse en un lugar. De aquí le viene, consecuentemente, ser el medio para recibir algunos otros accidentes; luego no sólo aquellos accidentes que están esencial y primariamente destinados para ser potencias receptivas, sino también otros que por cualquier razón tienen relación inmediata con la sustan­ cia, ño exigen potencia intermedia para ser recibidos por ella, es decir, causados materialmente. 7. Y aun añado que acaso no pueda encontrarse ninguna potencia acciden­ tal puramente receptiva que sea realmente distinta de la sustancia, según puede brevemente demostrarse por inducción. Porque en las sustancias corpóreas ina­ nimadas no existe potencia alguna receptiva de accidentes fuera de la cantidad, según en parte se demostró antes y en parte «e echará de ver por lo que sigue; ahora bien, la cantidad, como dije, no es esencial y primariamente una poten­ cia receptiva, sino que es una forma que confiere a la sustancia material esta masa y extensión corporal en virtud de la cual es apta para ocupar lugar. A su vez, ■en lás cosas viventes, en cuanto tales, no conocemos potencia ninguna puramente a c d d e n t i s u t s ic p e r s e n o n r e q u i r i p o t e n t i a m m e d ia n i, s e d s u b s t a n t i a m p e r s e ip s a m e s s e s u f f ic ic n te m a d h a n c c a u s a lita te m . H o c p a t e t , q u ia a d r e d p i e n d a ilia a c c id e n tia q u a e s u n t e s s e n tia lite r p o te n tia e r e c e p t i v a e n o n r e q u i r i t u r a lia p o t e n t i a ; q u ia h a e p o te n tia e n o n a c t u a n t s u b s ta n tia m s e c u n d u m a liq u a m s p e e is le m r a tio n e m a c tu s s e d o b c o m m u n e m r a tio n e m a c c id e n tis ; e r g o e x v i c a u s a lita tis a c d d e n t i s u t s ic n o n r e q u i r i t u r ta lis p o te n tia , s e d s i in a liq u ib u s r e q u i r i t u r , e r i t p r o p t e r a liq u a s s p é c ia le s ra tio n e s . D e i n d e f a ls o h o c l i m i t a t u r a d e a a c d d e n t i a q u a e p e r se p r im o i n s t i t u t a s u n t u t s i n t p o te n tia e r e c e p t i v a e ; n a m q u a n tita s n o n r e q u i r i t i n s u b s t a n t i a p o te n tia m m e d ia m p e r q u a m r e c i p i a t u r , u t p r o b a t u m e s t, q u ia s u b s ta n tia p e r s e ip s a m e s t c a p a x q u a n tita tis , e t s u p e r f lu u m e s t a c p la n e a b s u r d u m a lia m f in g e re p o t e n t i a m m e d ia m e x n a t u r a r e i d is tin c ta m , e t ta r n e n . q u a n t i t a s n o n e s t p e r se p r im o i n s t i t u t a u t s it p o te n tia r e c e p tiv a , u t ip s i e tia m f a t e n t u r , a lia s q u a n tita s e s s e n tia lite r e s s e t q u a lité s . U n d e q u a n tita s p e r s e p r i m o i n s t i t u t a e s t a d e x te n d e n d a s p a r te s s u b s ta n tia e , i t a u t

n a t u r a l i t e r n o n p o s s i n t s e s e lo c o p e n e t r a r e . I n d e v e ro c o n s e q u e n te r h a b e t u t s it m e d iu m a d r e d p i e n d a q u a e d a m a lia a c c i d e n t i a ; e r g o n o n s o lu m ilia a c c id e n tia q u a e s u n t p e r s e p r i m o i n s t i t u t a u t s i n t p o t e n t i a e r e c e p tiv a e , s e d e tia m a lia q u a e o b q u a m c u m q u e r a tio ­ n e m h a b e n t im m e d i a t a m h a b i t u d i n e m a d s u b s ta n tia m , n o n r e q u i r u n t p o t e n t i a m m e ­ d ia m u t a b e a r e d p i a n t u r s e u m a te r ia lite r c a u s e n tu r . 7. I m m o v e r o a d d o n u l l a m f o r ta s s e r e p e riri p o te n tia m a c d d e n ta le m p u re re c e p tiv a m r e i p s a d is t i n c t a m a s u b s t a n t i a , u t p o te s t b re v ite r in d u c tio n e o s te n d i. N a m in s u b s ta n tiis c o r p o r e is i n a n im a tis n u l l a e s t p o t e n t i a r e c e p t iv a a c d d e n t i u m p r a e t e r q u a n t i t a t e m , u t p a r t i m o s te n s u m e s t, p a r t i m e x s e q u e n t ib u s m a g is c o n s t a b i t ; q u a n t i t a s a u te m , u t d ix i, n o n e s t p e r s e p r i m o p o te n tia r e c e p ­ tiv a , s e d e s t f o r m a d a n s s u b s ta n tia e m a te ­ r i a l i h a n c c o r p o r e a m m o le m e t e x te n s io n e m , r a tio n e c u iu s a p ta e s t lo c u m o c c u p a r e . I n r e b u s a u t e m v iv e n tib u s u t s ic n o n a g n o s d m u s p o t e n t i a s a liq u a s p u r e p a s s iv a s , n a m

D ispu tación X IV .— Sección II

555

pasiva, ya que todas las que convienen a los vivientes en cuanto vivientes, son activas de algún modo; idéntica consideración puede hacerse en las sustancias angélicas; luego no es necesario imaginar en la sustancia potencias distintas, precisamente a causa de la recepción de accidentes, a no ser que haya necesi­ dad por otro concepto. 8. D e esto se concluye además que aquella limitación o distinción respecto de los accidentes congénitos o transformables no es formal, ni verdadera en todos los casos. Lo primero es evidente, porque si la sustancia es capaz por sí misma del accidente en cuanto tal, también podrá ser capaz de mutación en orden a tal accidente, si es que por ventura éste es separable. Y si es insepa­ rable, esto sería accidental y algo material respecto de la causalidad de la sus­ tancia. L o segundo es manifiesto, porque la cantidad, según la opinión común, es un accidente que se transforma y adquiere por movimiento propio y, sin embargo, no exige en la sustancia ima potencia distinta de ella. Además, la presencia local o el «donde» es un modo accidental que afecta a veces inmedia­ tamente a la sustancia misma, según se ve con más claridad en la sustancia es­ piritual, siendo —a su manera— verdad en la material, como diremos más aba­ jo en su lugar; y, no obstante, este accidente puede adquirirse o perderse por una mutación propia. Asimismo, si es verdad que la relación de semejanza o identidad específica.^ algo realmente distinto del sujeto y del fundamento, di­ cho accidente no requiere en la sustancia una potencia especial, y, sin embargo, no es congènito, sino que puede perderse o surgir de nuevo. Queda, pues, afir­ mar que, en absoluto, para la causalidad material de la sustancia respecto del accidente, bien esté en ella a modo de potencia pasiva o activa, bien a modo d e forma simple o de una disposición, o sea, de la cantidad, o de un accidente de otro tipo congènito o adventicio, no es en absoluto necesaria, esencialmente y en virtud de estas razones generales consideradas precisivamente, por parte de la sustancia una potencia especial realmente distinta de ella. o m n e s q u a e c o n v c n i u n t v iv e n tib u s u t v iv e n t í a s u n t , s u n t a liq u o m o d o a c t i v a e ; q u o d e tia m i n ■ s u b s l a n t í i s a n g e lic is c o n s id e r a r e l i c e t ; e r g o p r a e c i s e o b r é c ip ie n d a a c c id e n tia , n o n o p o r t e t f in g e r e i n s u b s ta n tia p o te n tia s d is tin c ta s , n i s i a l iu n d e n e c e s s ita s o r i a t u r . 8. E x q u o u l t e r i u s c o n c l u d i t u r illa m li m i ta tio n e m s e u d i s t i n c t i o n e m d e a c c id e n tib u s c o n g e n i tis s e u tr a n s m u ta b U ib u s n o n e s s e f o r m a l e m ñ e q u e i n u n iv e r s u m v e r a m . P r i m u m p a te t, q u i a s i s u b s t a n t i a p e r s e ip s a m p o te s t e s s e c a p a x a c c i d e n t i u t s ic , e t i a m p o t e r i t e s s e c a p a x m u ta tio n is a d ta le a c c i­ d e n s , s i f o r ta s s e il l u d s e p a r a b ile s it. Q u o d s i s i t i n s e p a r a b ile , illu d e s t p e r a c c id e n s e t m a te r ia le q u i d r e s p e c t u c a u s a lita tis s u b s t a n ­ tia e . S e c u n d u m p a t e t , q u i a q u a n t i t a s , iu x t a c o m m u n e m s e n te n tia m , e s t a c c id e n s q u o d tr a n s m u ta tu r e t p e r p ro p r iu m m o tu m a c ­ q u i r i n g ; e t n ih ilo m i n u s n o n r e q u i r i t i n s u b ­ s ta n t ia p o t e n t i a m a b illa d is tin c ta m . I t e m , p r a e s e n tia lo c a lis s e u U b i e s t m o d u s a c c i-

d e n ta lis q u i in t e r d i r a i a f f ic it im m e d i a t e i p s a m s u b s t a n t i a m , u t c la r iu s p a t e t i n s u b ­ s ta n t ia s p ir itu a li, e t e s t s u o m o d o v e r u m i n m a te r ia li, u t i n f r a s u o lo c o d i c e m u s ; e t ta m e n i l l u d a c c id e n s p o t e s t p e r p r o p r i a m m u ta tio n e m a c q u iri e t p e rd i. I te m , si v e ru m e s t r e la tio n e m s im ilitu d in i s v e l i d e n t i t a t i s s p e c ific a e e s s e a liq u id e x n a t u r a r e i d i s t i n c t u m a s u b ie c to e t f u n d a m e n to , t a l e a c c id e n s n o n r e q u i r i t i n s u b s t a n t i a s p e c ia le m p o te n ­ ti a m , e t t a m e n n o n e s t c o n g e n i tu m , s e d a m itti p o te s t v e l d e n o v o re s u lta re . R e s ta t e r g o u t a b s o lu t e d ic a m u s a d c a u s a l i t a t e m m a te r ia le m s u b s ta n tia e c ir c a a c c id e n s , s iv e i n e a s i t p e r m o d u m p o t e n t i a e p a s s iv a e a u t a c tiv a e , s iv e p e r m o d u m s im p lic is f o r m a e v e l d is p o s it io n is s e u q u a n tita tis a u t a l t e r á i s m o d i a c c id e n tis , s iv e c o n g e n i ti s iv e a d v e n t itii, p e r s e e t e x v i h a r u m g e n e r a l iu m r a t i o n u m p r a e c i s e s u m p t a r u m n o n e s s e n e c e s s a r ia m e x p a r t e s u b s ta n tia e s p e c ia le m p o t e n t i a m e x n a t u r a r e i a b illa d is tin c ta m .

Disputaciones metafísicas

556

R efu tació n d e la p rim era sentencia

9.

In d u c c ió n d em o stra tiv a d e q u e n o co rresponde a todo acto u n a potencia d e la m ism a categ o ría. — De aquí infiero que el accidente no exige siempre en

la sustancia una potencia receptiva que pertenezca propiamente a su predicainento; más aún, que esto sucede raras veces, a no ser en algunos accidentes por razones especiales. Esto se deduce con claridad de la afirmación precedente y se explica mejor por una inducción, porque en la sustancia espiritual sólo se dan los accidentes que pertenecen al entendimiento y a la voluntad y los que dicen relación al lugar. Hablo en un plano natural, por no referirme a los que pue­ den producirse mediante la gracia o virtud divina. Por más que si algún don de la gracia, que no esté en el entendimiento y en la voluntad, puede tener cabida en la sustancia espiritual, como efectivamente puede, éste no supone en la sustancia una potencia del mismo género, ya que este don es una cuali­ dad, y en cambio la capacidad obediencial no es una cualidad, sino la sustancia misma del alma, según consta por la teología. Luego los accidentes pertene­ cientes al movimiento o a la presencia local no suponen en la sustancia una potencia que pertenezca al predicamento «donde» o al de la acción o pasión; ¿cómo, en efecto, o con qué fundamento puede concebirse o imaginarse dicha potencia? Porque la razón de potencia, si es propia, pertenece, a la cualidad; y si se toma en sentido lato, viene a ser coma un trascendental y como una razón incluida íntimamente en las distintas cosas de los diversos predicamentos, que es lo que pasa en el caso propuesto, ya que la sustancia espiritual es capaz de tal presencia por sí misma. A su vez, el entendimiento y la voluntad no su­ ponen —sin duda alguna— en la sustancia, según se probó, una potencia dis­ tinta del género de la cualidad. E n cambio, los actos de estas potencias están en la sustancia mediante las potencias mismas, aunque por lo que respecta al modo existe una controversia que se tratará más abajo en la sección 4 ; esto, sin embargo, se debe a la razón propia que se descubre en tales accidentes, como diremos allí. Y todavía está en litigio si dichos actos son del mismo predica­ mento que las potencias misrifas, pues algunos ios ’'cólócan fínicamente en el ad"motum vel praesentiam Iocalem non supImprobatur prior sententia 9. Inducilo probans non corresponderé ponunt in substantia potentiam pertinentem ad praedicamentum Ubi vel actionis aut cuivis actui potentiam eiusdem categoriae.— Atque hiñe infero accidens non semper re- passionis; qualiter enim concipi aut quo quirere in substantia potentiam receptivam fundamento fingi potest talis potentia? cum ratio potentiae, si propria sit, pertineat ad proprie pertinentem ad suum praedicamentum, immo raro id accidere, nisi in aliqui- qualitatem; si vero sumatur late, sit quasi bus accidentibus propter peculiares rationes. transcender« et ratio quaedam intime inclu­ sa in variis rebus diversorum praedicamenHoc plane infertur ex praecedenti asser­ itone. Et declaratur amplius inductione, nam torum, et ita fit in proposito, nam substantia spiritual« per seipsam est capax talis praeir, substantia spirituali tantum sunt acciden­ tia pertinentia ad intellectual et voluntatem sentiae. Intellectus autem et voluntas absque ulla dubitatione non supponunt in substan­ et quae locum respiciunt. Loquor naturaliter, ut omittam ea quae per divinam gratiam tia potentiam aliam de genere qualitatis, ut seu virtutem fieri possum. Quamquam, si probatura est. Actus vero harum potentiaaliquod donum gratiae potest poni in sub­ rum insunt substantiae mediis ipsis potenstantia spirituali quod non sit in intellectu tiis, quamvis de modo sit controversia infra nec in volúntate, ut revera potest, illud non tractanda, sect. 4; tamen id provenir ex pro­ supponit in substantia potentiam eiusdem pria ratione inventa in talibus actibus, ut generis, nam illud donum est qualitas, ca­ ibidem dicemus. Et adhuc est sub iudice lis, pacitas autem obedientialis non est qualitas, an tales actus sint eiusdem praedicamenti sed ipsamet substantia animae, ut ex theo- cum ipsis potentiis; aliqui enim eos collologia constat. Accidentia ergo quae pertinent cant tantum in genere actionis. Et licet ve-

Disputación XIV.—Sección II

557

género de la acción y, aunque sea verdad que son cualidades y que suponen una potencia que es cualidad, esto no se debe, sin embargo, a la razón general dicha, sino a su peculiar causa y naturaleza. 10. Por lo que se refiere a los accidentes de la sustancia corpórea, todos admiten que entre los accidentes que tienen entidad propia distinta realmente de la sustancia, el primer accidente de dicha sustancia es la cantidad, la cual no supone en la sustancia potencia alguna que pertenezca al predicamento de la cantidad, como prueba a fortiori cuanto hemos dicho hasta ahora. Y la can­ tidad misma es el medio o potencia mediante la cual esta potencia recibe las cualidades corpóreas y otros accidentes semejantes; sin embargo, la cantidad no es una potencia que pertenezca al predicamento de la cualidad, como es de por sí evidente. N i puede tampoco concebirse que, por ejemplo, entre la superficie y la blancura medie o se interponga potencia alguna del género de la cualidad, mediante la cual la superficie reciba la blancura, cosa que prueban también los argumentos expuestos hasta ahora, porque esa potencia, si no es en la realidad distinta de la superficie, no puede ser verdadera cualidad; y el pensar que es distinta como una realidad o como un modo realmente distinto, por tina parte es superfiuo y carece de fundamento; por otra, o habrá que proceder hasta el infinito o, si hay que detenerse en la capacidad intrínseca de la superficie, en cuanto es por sí misma receptiva de dicha potencia, se afirmará con más ver­ dad qué hay que detenerse en la misma capacidad intrínseca de la superficie en cuanto es por si misma inmediatamente receptiva de la blancura, eliminando aquella potencia inútil e ininteligible. Consta, pues, de esta suerte que la po­ tencia mediante la cual la sustancia recibe el accidente no pertenece siempre al mismo predicamento que el accidente recibido. Y la razón a prio ri consiste en que del accidenté y del sujeto no tiene que resultar un uno p e r se, sino p e r accidens, y no Se requiere, por lo tanto, que dicha potencia y acto pertenezcan al mismo género; luego tampoco es necesario que tal potencia esté esencial­ mente determinada y ordenada a tal acto. 11. Cóm o [ esquivan algunos la fu erza de los argum entos preceden tes.— Acaso se objete qué con estos , argumentos queda perfectamente probadó que la r u m s it e s s e q u a lita te s e t s u p p o n e r e p o t e n ­ tia m q u a e s it q u a lita s , t a m e n i d n o n p r o v e n i t e x illa g e n e r a l i r a t i o n e , s e d e x p e c u ­ lia ri c au sa e t n a tu ra . 10. D e a c c id e n tib u s v e r o s u b s ta n tia e c o r p o r e a e o m n e s f a t e n t u r i n t e r a c c id e n tia h a b e n t i a p r o p r i a m e n t i t a t e m r e ip s a d i s t i n c t a m a s u b s ta n tia , p r i m u m a c c id e n s ta lis s u b s t a n ­ t i a e e ss e q u a n t i t a t e m , q u a e n o n s u p p o n i t i n s u b s ta n tia a liq u a m p o t e n t i a m q u a e a d p r e d i c a m e n tu m q u a n t i t a t i s p e r t i n e a t , u t a f o r t i o r i p r o b a n t o m n ia q u a e h a c t e n u s d ix im u s . I p s a v e r o q u a n tita s e s t m e d i u m s e u p o te n tia p e r q u a m h a e c p o te n tia r e c i p i t q u a lita te s c o r p o r e a s e t s im ilia a c c i d e n t i a ; a t q u a n t i t a s n o n e s t p o t e n t i a p e r t i n e n s a d p r a e d ic a m e n t u m q u a lita tis , u t p e r s e n o t u m e s t. N e c v e r o in t e r s u p e r fic ie m , v e r b i g r a tia , e t a l b e d i n e m fin g i p o t e s t m e d ia r e a u t in te r c e d e r e p o te n tia m a liq u a m d e g e n e r e q u a lita tis , p e r q u a m s u p e r fic ie s r e c i p i a t a lb e d i n e m ; q u o d e tia m p r o b a n t a r g u m e n t s h a c t e n u s ia c ta , q u ia ta lis p o te n tia , s i i n r e n o n e s t d i s t i n c t a a s u p e r fic ie , n o n p o t e s t e s s e v e r a q u a l i t a s ;

fin g e re a u t e m illa m e s s e d i s t i n c t a m , v e ! u t r e m v e l u t m o d u m e x n a t u r a r e i d iv e r s u m , e t s u p e r f l u u m e s t a c s in e f u n d a m e n t o ; e t v e l p r o c e d e n d u m e r i t i n in f i n i t u m , v e l s i si»— t e n d u m e s t i n in tr in s e c a c a p a c ita te s u p e r f i ­ c ie !, q u a p e r s e ip s a m e s t r e c e p t i v a illiu s po­ tentine, v e r iu s d i c e t u r s i s t e n d u m e s s e i n e a d e m in tr i n s e c a c a p a c ita te s u p e r f ic ie i, q u a p e r s e ip s a m e s t i m m e d ia te r e c e p t iv a a l b e d i n is , e t t o l l e t u r d e m e d io illa in in te llig i b ilis e t m in im e n e c e s s a r ia p o te n tia . S ic i g i t u r c o n s t a t p o te n tia m p e r q u a m s u b s t a n t i a r e c i ­ p i t a c c id e n s n o n s e m p e r p e r t i n e r e a d id e m p r a e d i c a m c n t u m c u m a c c id e n te r e c e p t o . E t r a t i o a p r i o r i e s t, q u ia e x a c c id e n te e t s u b ie c to n o n o p o r t e t f ie r i u n u m p e r s e , s e d p e r a c c id e n s , e t id e o n o n r e q u i r i t u r q u o d ta lis p o t e n t i a e t a c t u s p e r t i n e a n t a d id e m g e n u s ; u n d e n e c n e c e s s e e s t u t t a lis p o te n tia s i t p e r se i n s t i t u t a e t o r d i n a t a a d t a le m a c t u m . 11. Q unliter aliqut rifu ria n t mm praecedentium rationunt.— D ic e s h is a r g u m e n tis r e c t e p r o b a r i p o t e n t i a m r e c e p t i v s m a c c id e n t i s n o n e s s e s e m p e r p r o p r i e a c d ir e c te i n e o

Disputaciones metafísicas

558

potencia receptiva del accidente no está siempre directa y propiamente en el predicamento en que está el accidente recibido, pero que no se prueba que no se le coloque en él, al menos reductivamente, que es lo único que afirman los partidarios de la primera sentencia, ya que, por expresar el accidente intrínse­ ca ordenación al sujeto en cuanto es capaz del accidente mismo, es necesario que el sujeto, según dicha capacidad, se reduzca al predicamento del accidente. Por causa de esta evasiva insinué antes que en esta cuestión puede haber equivocidad en las palabras, porque si el sentido es únicamente que la sustancia o cantidad concebida por nosotros bajo la formalidad de capacidad de un deter­ minado accidente queda de algún modo reducida al predicamento de dicho ac­ cidente como algo añadido por cuyo medio se define tal accidente, entonces la controversia se limita a nuestro modo de hablar o concebir; puesto que según la realidad no se añade ninguna potencia verdadera como intermedia entre la sustancia y la cantidad, o entre la cantidad y la cualidad, sino que se añadesolamente una denominación o concepción relativa. Mas nosotros hablamos de una potencia real y verdadera, a la que se refiere Santo Tomás cuando afirma que la potencia y el acto pertenecen al mismo género; de lo contrario no con­ cluiría legítimamente de aquí que las potencias del alma son cosas distintas del alma, que es lo que pretende en aquellos pasajes; y en el mismo sentido se ex­ presa Cayetano, quien se valió, por lo mismo, de las limitaciones y distinciones antes citadas. Parece igualmente que el Comentador habla en este sentido al decir que la potencia y el acto son diferencias opuestas que dividen cada uno de los predicamentos. E x p lica ció n d e l a x io m a : ” e l a cto y la p o te n c ia están e n e l m is m o g é n e ro ”

1 2,

¿Cómo hay, pues, que entender el axioma: e l a cto y la p o te n c ia e stá n ¿Hay que rechazarlo en absoluto para que no parezca es­ tar en contradicción con la sentencia que hemos expuesto y con la solución que hemos dado? Se responde, en primer lugar, que no es legítima la fundamentación de dicho axioma en Aristóteles, en él lib'. X IT de la M e ta fís ic a ; porque allí sólo afirma que las realidades de todos los predicamentos tienen los misen e l m is m o gén ero?

praedicamento in quo est accidens receptum, non vero probari non collocarl in illo saltern reductive, quod solum asserunt auctores prioris sententiae; nam, cum accidens dicat intrinsecum ordinem ad subiectum quatenus est capax ipsius accidentis, necesse est ut subiectum secundum earn capacitatem reducatur ad praedicamentum accidentis. Prop­ ter hanc evasionem insinuavi superius posse in hac quaestione esse aequivocationem in verbis, nam si solum sit sensus substantiam vel quantitatem conceptam a nobis sub formalitate caoacitatis talis accidentis reduci quodammodo ad praedicamentum illius acci­ dentis tamquam auoddam additum per quod definitur tale accidens, sic controversia est de modo loquendi aut concipiendi nostro; nam secundum rem nulla vera potentia additur media inter substantiam et quantita­ tem, vel inter quantitatem et qualitatem, sed solum quaedam denominatio vel conceptio respectiva. Nos autem loquimur de reali et vera potentia, de qua loquitur D . Thomas

cum ait potentiam et actum revocari ad idem genus; alias non bene inde concluderet potentias animae esse res distinctas ab anima, quod illis locis intendit; et eodem sensu loquitur Caietanus, qui propterea adhibuit limitationes et distinctiones supra ci~ tatas. Commentator item in eodem sensu loqui videtur cum dicit potentiam et actum esse differentias oppositas dividentes singula praedicamenta. Declaratur axioma: «Actus et potentia sunt in eodem generen

12. Quomodo ergo intelligendum est illud axioma: Actus et potentia sunt in eo­ dem genere? Reiidendumne omnino est, sententiae a nobis positae et resolutioni datae obstare videatur? Respondetur imprimis axioma illud non recte fundari in Aristotele, X II Metaph.; nam ibi solum assent res omnium praedicamentorum habere eadera. prindpia secundum proportionem seu ana-

ne

Disputación XIV.—Sección II

559

mos principios proporcional o analógicamente, pero no afirma en parte alguna que todos esos principios se coloquen en el mismo predicamento; más aún, al poner ejemplos, dice que en los colores el blanco es principio como forma; el negro, como privación; la superficie, como materia, y que en la iluminación la luz es la forma; las tinieblas, la privación; el aire, el sujeto; y en la curación, que la salud es la form a; la enfermedad, la privación, y el cuerpo, la materia; en los cuales ejemplos jamás señala una potencia que deba ser del mismo pre­ dicamento que la form a; así, pues, no afirmó Aristóteles que la materia y la forma pertenezcan siempre al mismo género, por más que haya afirmado que las cosas de todos los.géneros pueden de algún modo tener principio formal y material. Por eso dice allí mismo que las cosas de todos los géneros tienen causa eficiente o motora, pero no dice u opina que dicha causa pertenezca al mismo género que la cosa efectuada. N i significa obstáculo la réplica de Sonciñas: que la causa eficiente es extrínseca y que por eso no es necesario que sea del mismo género; y que, en cambio, el principio material es intrínseco y éste debe ser del mismo género. En efecto, respondo que el principio ma­ terial del accidente, si se compara con todo el compuesto, le es intrínseco; pero que, sin embargo, dicho compuesto, en cuanto tal, no está propiamente en un solo género, puesto que es uno p e r a c cid en s y consta de elementos de diversos géneros; mas si se compara con la forma accidental, no es principio intrínseco de ella, es decir, elemento de su composición intrínseca, sino sólo a manera de algo añadido o de sujeto, al que se une la forma accidental, y este principio no es necesariamente del mismo género que la forma en la composi­ ción accidental. 13. C ó m o e x p lic a E sc o to d ic h o p rin c ip io .— Q u é e s la p o te n c ia o b je tiv a paraE s c o to .— Por eso Escoto, In II , dist. 16, q .,1 , responde que este axioma, re­ ferido a la potencia receptiva y a su acto, es falso, y aduce contra él las difi­ cultades que nosotros hemos insinuado a propósito de la sustancia y del acci­ dente, de la superficie y del color, etc. Y enseña igualmente que es falso refe­ rido a la potencia activa y a su «acto, pues tiene también dificultades palmarias* lo g ia m , n u n q u a n l * 'v e r o ' a it o m n ia illa p r i n ­ c ip ia i n e o d e m p r a e d ic a m e n to c o llo c a r i; m i ­ m o , p o n e n s e x e m p la , a i t i n c o lo r ib u s a lb u m e s s e p r in c i p i u m u t f o r m a r a , n ig r u m u t p r i v a tio n e m , s u p e r f ic ie m u t m a te r ia m , e t i n i l l u m i n a ti o n e l u m e n e s s e fo r m a m , t e r e b r a s p r iv a tio n e m , a e r e m s u b ie c tu m , e t i n s a n a tio n e s a n it a te m e s s e f o r m a m , m o r b u m p r i ­ v a tio n e m , c o r p u s m a te r ia m , i n q u ib u s e x e m p lis n u n q u a m a s s ig n a t p o t e n t i a m q u a e d e b e a t e s s e e iu s d e m p r a e d i c a m e n t i c u m f o r ­ m a ; n o n e r g o d i x i t A r is tó te le s m a te r ia m e t f o r m a m p e r t i n e r e s e m p e r a d id e m g e n u s , q u a m v is d i x e r i t r e s o m n i u m g e n e r u m p o s s e h a b e r e a liq u o m o d o p r i n c i p i u m f ó r m a l e e t m a te r ia le . U n d e i b id e m a i t r e s o m n iu m g e ­ n e r u m h a b e r e c a u s a m e f f ic ie n te m s e u m o v e n te m , n o n t a m e n d i c i t a u t s e n t i t i lla m c a u s a m p e r t i n e r e a d id e m g e n u s c u m r e e f f e c ta . Ñ e q u e o b s t a t S o n c in a tis r e p lic a , q u o d c a u s a e ffic ie n s e s t e x tr ín s e c a e t id e o n o n o p o r t e t e s s e e iu s d e m g e n e r i s ; m a te r ia le a u t e m p r in c i p i u m e s t i n tr in s e c u m , q u o d d e ­ b e t e s s e e iu s d e m g e n e r is . R e s p o n d e o e n i m

m a te r ia le p r i n c i p i u m a c c id e n tis , s i a d t o t u m c o m p o s i tu m c o m p a r e t u r , e s s e in t r i n s e c u m illi, n o n ta m e n e s s e il l u d c o m p o s i tu m u t s ic p ro p r ie i n u n o g e n e re , c u m s it u n u m p e r a c c id e n s e t c o n s t e t e x r e b u s d iv e r s o r u m g e ­ n e r u m ; si v e ro c o m p a re tu r a d fo rm a m a c c id e n ta le m , n o n e s s e p r i n c i p i u m i n t r i n s e ­ c u m e iu s , i d e s t, illa m i n tr in s e c e c o m p o n e n s , s e d s o lu m p e r m o d u m a d d i t i s e u s u b ¡ c e ti c u i f o r m a a c c id e n ta lis i m i t u r . H o c a u ­ t e m p r i n c i p i u m n o n e s t n e c e s s a r io e iu s d e m g e n e r is c u m f o r m a i n a c c id e n ta li c o m p o s i tio n e . 13. Qualiter Scotus explicet dictum pro-

.—

nunttatum Quid obtectiva potentia apud Scotum.— H i n c S c o tu s , I n I I , d i s t . 1 6 , q . 1, r e s p o n d e t a x io m a illu d , in te lle c tu m d e p o ­ t e n t i a r e c e p t iv a e t a c t u e iu s , e s s e f a ls u m , e t a f f e r t c o n t r a illu d i n s ta n tia s a n o b is i n s in u a t a s d e s u b s t a n t i a e t a c c id e n te , d e s u ­ p e rfic ie e t c o lo re , e tc . E t s im ilite r d o c e t e s s e f a ls u m in te lle c tu m d e p o te n tia a c t iv a e t a c t u e iu s , n a m e t i a m h a b e t c la r a s in s ta n tia s ,. p r a e s e r r i m i n p o te n tiis q u a e a g u n t a n i o n e

560

Disputaciones metafísicas

sobre todo en las potencias que obran con acción transeúnte, bien se las com­ pare con la acción en cuanto acción, por pertenecer claramente a diversos predicamentos; bien a la realidad o forma producida, puesto que la potencia motora según el lugar es una cualidad, y produce, en cambio, el «donde» o presencia local, y la potencia aumentativa es una cualidad, y, a su vez, produce cantidad o sustancia. Así, pues, afirma que el tal axioma hay que entenderlo de la potencia objetiva. Esta interpretación la rechazan muchos, ata­ cando despiadadamente esta potencia objetiva. Mas por lo que a esto se re­ fiere, es mi opinión que discuten con Escoto un problema de nombre y con sentido equívoco; porque él no entiende la potencia objetiva como una reali­ dad verdadera que exista actualmente en la naturaleza, sentido en el que sólo es potencia real la activa o la pasiva, como diré luego más ampliamente al tratr j de la esencia de la criatura y explicar la especie de cualidad que constituye la potencia; sino que Escoto entiende la potencia objetiva como una realidad en estado posible antes de existir en acto, a la manera que decimos que una cosa está en potencia antes de que exista; y por ser la realidad, en cuanto po­ sible, objeto de la potencia activa, por eso afirma Escoto que está en potencia objetiva. Y en tal sentido afirma que esta potencia y su acto Son del mismo género, porque la realidad posible y la realidad en acto son del mismo género; más aún, podría también decir que son la misma realidad negativamente —como dicen—, porque no son dos realidades, sino la misma, concebida en diversos estados. Por lo tanto, la realidad que intenta explicar Escoto con tal interpre­ tación es verdad, pero en dicha interpretación no se adapta como es debido a los autores que habían defendido el axioma antes de Escoto; en efecto, Aris­ tóteles, según se desprende de lo dicho, nunca se había expresado en tal sen­ tido, ni Averroes, quien dice en el lugar citado que la potencia y el acto son diferencias opuestas; y al enumerar, al principio del lib. IX de la M e ta físic a , las diversas acepciones de potencia, jamás hizo mención de tal potencia objetiva. 14. Se debe, pues, afirmar que aquel axioma se entiende comúnmente de la potencia receptiva o activa. Mas para que sea verdad debe entenderse, en primer, lugar, de la potencia destinada y ordenada, esencial» y primariamente, transeunte, sive comparentur ad actionem ut aedo est, quia manifeste pertinent ad di­ versa praedicamenta; sive ad rem seu formam factam, nam potentia secundum locum motiva est qualitas, efficit autem Ubi seu praesentiam localem, et potenda augmentativa est qualitas, agit autem quantitatem aut substantiam. Dicit ergo axioma illud esse intelligendum de potentia obiectiva. Quam interpretadonem muld reiiciunt, impugnan­ do acriter hanc potentiam obieedvam. Sed quoad hoc existìmo de nomine et aequivoce hos cum Scoto disputare; nam ille non intelligit per potentiam obiectivam aliquam veram rem quae sit actu in rerum natura, quo sensu sola potentia activa vel passiva est po­ tentia realis, ut infra dicam latius trattando de essentia creaturae et declarando speciem qualitatis quae est potentia; sed per potent'.am obiectivam inteiligit Scotus rem in sta­ to possibili antequam actu sit, quomodo dicimus rem esse in potentia antequam sit; et quia res, ut est possibilis, est obiectum

pòtentiae activae, ideo dicitnr ab Scoto esse in potentia obiectiva. Atque ita dicit hanc potentiam et actum esse eiusdem generis, quia res possibilis et res in actu eiusdem generis sunt; immo dicere etiam posset esse eamdcm rem negative (ut aiunt), quia non sunt duae res, sed eadem in diversis statibus concepta. Quocirca res quam Scotus in ea interpretatione intendit vera est, non tarnen recte accommodatur illa interpreta­ tione auctoribus qui ante Scotum illud axio­ ma docuerunt; Aristoteles enim, ut ex dictis patet, nunquam in eo sensu locutus est, nec Averroes, qui loco citato ait potentiam et actum esse differentias oppositas; et cum IX Metaphysicae, in principio, varias numeret pòtentiae acceptiones, nunquam fecit mentionem illius pòtentiae obiectivae. 14. Dicendum ergo est axioma illud communiter intelligi de propria potentia re­ co pii va vel activa. U t autem verum sit, intelligendum imprimis est de potentia per se primo instituta et ordinata ad talem actum,

Disputación X IV .— Sección II

561

a un acto "determinado, pero no de la potencia o capacidad incluida intrínse­ camente y cuasi concomitante de alguna entidad absoluta. Se explica esto, pues el que alguna capacidad, tanto activa como receptiva, se compare con su acto se puede entender de dos maneras. Una, por estar ordenada a dicho acto por su razón primaria y por su esencia; la materia es en este sentido potencia para la forma, según se explicó antes; de esta suerte la gravedad es una virtud ac­ tiva ordenada a producir el movimiento hacia abajo o la permanencia abajo en el mismo lugar; finalmente, de esta suerte el entendimiento es una virtud activa y receptiva de la intelección. Se afirma, pues, que esta potencia ha sido consti­ tuida esencial y primariamente por causa del acto, y que de él recibe conse­ cuentemente la especie; y en ella —a lo sumo— puede cumplirse el tal axioma -al modo que en seguida se explicará. Mas una entidad puede tener en otro sentido fuerza o capacidad para alguna acción o acto, no porque haya sido cons­ tituida esencialmente en orden a él, sino porque debido a la eminencia de su naturaleza o natural condición, o al modo de ser que tiene por una especie de «concomitancia», o mejor de «connaturalidad», posee por sí misma dicha fuerza o aptitud. Dios tiene de esta manera omnipotencia de acción; de esta manera tiene también la criatura intelectual capacidad y fuerza activa obediencial res­ pecto de los actos y dones sobrenaturales; de esta manera, finalmente, la sus­ tancia material es capaz de la cantidad, y la cantidad misma es capaz de cua­ lidades. Y en este segundo género de potencia o capacidad no es necesario que la potencia o capacidad y el acto estén en el mismo género; porque al no estar dicha potencia esencial y primariamente ordenada al acto, ni recibir de él su especie, ni componer actualmente con él un uno esencial, no hay razón de que dicha potencia y acto hayan de colocarse en el mismo género. N i Santo Tomás habló nunca de este segundo género de potencia, sino del prim ero; y en rela­ ción con el mismo ha de exponerse también a Averroes, si es que hay que de­ fender sus afirmaciones. Tampoco tiene más valor probativo el argumento en contra; por lo tanto,.con. esto se ha dado cumplida respuesta a los fundamentos de la sentencia opuesta: non vero dc potentia vel capacitate intrinsece indusa et quasi concomitante aliquam cntitatem absolutam. Declaratur hoc, nam duobus modis intelligi potest quod aliqua virtus, tam activa quam receptiva, comparetur ad actum. Uno modo, quia ex primaria ratione et essentia sua ordinata est ad lalem actum; sic materia est potentia ad formam, ut supra declaratum est; sic gravitai est virtus activa ad efficiendum motum deorsum vel permanentiam in ipsomet loco deorsum; sic denique intellectus est virtus activa et receptiva intellectionis. Huiusmodi ergo potentia dicitur per se primo instituta propter actum, et ideo ab illo sumit speciem; et de ilia ad summum potest axioma illud verificari modo statim declarando. Alio vero modo potest aliqua entitas habere vim vel capacitatem ad aliquam actionem vel actum, non quia propter ilium primario sit instituta, sed quia vel ob eminentiam naturae suae, vel ob naturalem conditionem aut modum esscndi quem habet quasi concomitanter, vel

potius connaturaliter, habet per seipsam 'ta­ lent vim vel aptitudinem. Sic Deus habet omnipotentiam agendi; sic etiam creatura intellectualis habet et capacitatem et vim activam obedientialem supernaturalium actuum vel donorum; sic denique substantia materialis est capax quantitatis et quantitas ipsa est capax qualitatum. Et in hoc poste­ riori genere potentiae vel capacitatis non est necesse poientiam seu capacitatem et actum esse in eodem genere; quia, cum talis po­ tentia non sit ordinata per se primo ad ac­ tum, nec sumat ab illo speciem suam, nec componat cum ipso actu unum per se, non est cur talis potentia et actus in eodem ge­ nere collocanda sint. Nec D. Thomas unquam de hoc posteriori genere potentiae, sed de priori locutus est; et de eodem exponendus est Averroes, si eius dicta defendere necesse sit. Nec ratio in contrarium facta plus probat; unde per haec sufficienter responsum est fundamentis contrariae sententiae. 36

562

Disputaciones metafísicas

15. Cómo' entienden é l axioma Santo T om ás y e l Com entador. — A fin de que dicho principio quede perfectamente explicado, es necesario añadir que puede entenderse de dos maneras el que la potencia de un orden superior y el acto sean del mismo género. En primer lugar, de suerte que el género se tome en sentido lato por las razones generales de sustancia y accidente, de ma­ nera que la potencia esencialmente ordenada al acto sustancial sea sustancial y accidental la ordenada a un acto accidental; pero no que sea en rigor necesario que la potencia y el acto pertenezcan al mismo predicamento del accidénte,' por más que esto sea verdad en la sustancia, ya que de la sustancia no hay más que un solo predicamento. Y esta explicación es del agrado de muchos, porque ob­ via las dificultades. En cambio, otros piensan que incluso en los accidentes tal potencia y su acto pertenecen en rigor al mismo predicamento; porque en otro caso no es verdad en sentido estricto que la potencia y el acto sean del mismo género. Mas el defender esto con validez universal resulta difícil, sobre todo en las potencias activas. Por ello puede afirmarse con probabilidad que la po­ tencia pasiva accidental —pues de la sustancial ya se habló bastante—, cuando por su constitución originaria está en virtud de' su esencia ordenada al acto, que­ da contenida con su acto en el mismo género y predicamento. Y esta parece ser la potencia de que habla Santo Tomás y el Comentador en los lugares ci­ tados. Mas en las potencias pasivas comprendemos también las potencias del alma, las cuales, aunque son activas, sin embargo son también pasivas al mismo tiempo, y consiguen su perfección consumada en' la pasión y recepción o in­ formación. Y esta afirmación así explicada puede probarse por inducción en todas las potencias dichas: puesto que sus hábitos y actos están en rigor en el mismo género; pues, aunque la acción como acción pertenezca al predicamento de la acción, sin embargo, como acto vital que tiene ser consumado y perfecto en su género, tiene su puesto en el predicamento de la cualidad; mas cuando la potencia se compara con el acto y se afirma que pertenece al mismo género, no se la ha de comparar con el acto en su realización, sino con el acto perfecto y consumado;'ya que .a él se ordena esencial y primariamente y de él recibe su especie. Y en t ¿ sentido no encuentro ejemplo alguno en el que falle esta IS . D . Thomas et Commentator qualiter intelligent axioma.— U t v e ro p r in c ip iu m i l l u d e x a c te m a n e a t d e c la r a tio n , a d d e r e o p o r ­ t e t d u o b u s m o d is in te llig i p o s s e p o te n tia l!) p r io r is o rd in is e t a c t u m e s s e e iu s d e m g e n e ­ r is . P r im o , u t g e n u s la te s u m a t u r p t o g e n e r a lib u s r a tio n ib u s s u b s ta n tia e e t a c c id e n ti!, i t a u t p o te n tia p e r s e o r d in a ta a d a c tu m s u b s ta n tia le m s it s u b s ta n tia lis , a d a c c id e n ta le m a c c id e n ta li! ; n o n v e to q u o d i n rig o r e n e c e s s e s i t n o te n tia m e t a c t u m e s s e e iu s d e m p r a c d ic a m e n ti a c d d e n tis , q u a m v is i n s u b ­ s ta n t ia i d v e r u m s it, e o q u o d s u b s ta n tia e t a n t u m e s t u n ic u m p ra e d ic a m e n tu m . E t h a e c e x p o s itio m u ltis p la c e t, q u ia e v ita t d iff ic u lta te s . A lii v e ro e d a m i n a c c id e n tìb u s v o lu n t p o te n tia m h u iu s m o d i e t a c t u m e iu s a d id e m p r a e d ic a m e n tu m i n r ig o r e p e r tin e r e , q u ia a lia s n o n e s t i n r ig o r e v e r u m p o te n tia m e t a c t u m e ss e e iu s d e m g e n e r is . S e d h o c i n u n i­ v e r s u m d e fe n d e r e d iffic ile e s t, p ra e s e rtim i n ' p o te n tiis a c tiv is. Q u a p r o p te r p r o b a b ilite r d i c i p o te s t p o te n tia m p a ss iv a n e a c c id e n ta le m ( n a m d e s u b s ta n tia l! ia m s a tis d ic tu m e s t) ,

q u a n d o e x p rim a r ia in s ti tu r io n e v i s u a e e s­ s e n tia e o rd in a ta e s t a d a c tu m , s u b e o d e m g e n e r e e t p ra e d ic a m e n to c u m s u o a c t u c o n ­ tin e ri. E t d e h a c p o te n tia v id e tu r lo q u i D . T h o m a s e t C o m m e n ta to r c ita tis l o d s . S u b p o te n tiis a u t e m p a ss iv is p o te n tia s a n im a e c o m p re h e n d im u s , q u a e lic e t a c tiv a e e d a m s in t, s im u l ta r n e n s u n t p a s s iv a e e t i n p a s ­ s io n e a c r e c e p tio n e s e u in f o r m a tio n e h a b e n t c o n s u m m a ta m p e r f e c tio n e m s u a m . H o c a u ­ te m m o d o e x p lic a ta h a e c a s s e r tio p r o b a r i p o t e s t in d u c tio n e i n o m n ib u s h is p o te n tiis ; n a m h a b itu s e t a c tu s e a r u m i n e o d e m g e ­ n e r e i n rig o r e c o llo c a n tu r ; lic e t e n im a c t io u t a c tio p e r tin e a t a d p r a e d ic a m e n tu m a c t io n is , ta rn e n u t a c tu s v ita lis h a b e n s e sse c o n s u m m a tu m e t p e r f e c tu m i n s u o g e n e r e , c o ll o c a tu r i n p ra e d ic a m e n to q u a lita tis ; q u a n d o a u te m p o te n tia c o m p a r a tu r a d a c t u m e t ad ' id e m g e n u s p e r tin e r e d ic itu r , n o n e s t c o m p a r a n d a a d a c tu m i n fie ri, s e d a d a c tu m p e r f e c tu m e t c o n s u m m a tu m ; a d iliu m e n im p e r s e p r im o o r d in a tu r e t a b ilio s n e c ie m re c ip it. E t i t a n u Q u m in v e rn o e x e m p lu m i n

Disputación XIV.—Sección II

563

tegla. Y cabe dar. una razón, porque, estando la potencia receptiva esencialmente ordenada al acto, no sólo se le compara como lo imperfecto a lo perfecto en su género, sino que también en cierto modo parece que forma con su acto un uno esencial en dicho orden; así se une esencialmente, por ejemplo, la potencia intelectiva con el acto de intelección, y lo mismo en otros casos, y por esto es necesario que dicha potencia y su acto estén en el mismo género, para que de esta suerte guarden entre sí mayor proporción. 16. Mas en las potencias activas, aunque estén esencial y primariamente Ordenadas a la acción, no parece necesario el que potencia y acto estén en rigor contenidos bajo el mismo género. En efecto, si entendemos como acto de tal potencia la acción en cuanto acción, es evidente que potencia y acción perte­ necen a diversos predicamentos. Carece en absoluto de importancia lo que al­ gunos dicen, que ciertamente la potencia y la acción directa y esencialmente per­ tenecen a diversos predicamentos, pero que reductivamente la potencia queda incluida en el género de la acción y la acción en el género de la potencia, por tener entre sí una relación trascendental mutua, y el término de una relación queda reducido al predicamento de lo relacionado. Esto —repito— carece de importancia, puesto que esta reducción se hace sólo según una denominación extrínseca, a la que incluye el término en cuanto término; nosotros, empero, hablamos de inclusión bajo el mismo género atendiendo a su naturaleza y esen­ cia propia. Pues en este sentido es preciso que se expresen dichos autores al decir que la potencia y el acto están bajo el mismo género; de lo contrario, no se concluirá legítimamente de aquí que la materia, por ejemplo, es intrín­ secamente sustancia por ser potencia para la sustancia y que el entendimiento es cualidad porque es potencia para un acto accidental y vital, etc. Luego la potencia activa comparada con su acción en cuanto es acción, no se incluye bajo el mismo género; mas si entendemos como acto de dicha potencia el término formal de su acción, no es necesario que se incluya en el mismo predicamento, según demuestra el ejemplo sobre la gravedad antes aducido, el cual cabe adu­ cirlo con sentido general respecto de la potencia motora local, sea progresiva, sea de atracción, sea de expulsión o impulsión, o incluso el impulso mismo, q u o h a e c re g u la d e fic ia t. R a d o a u te m re d d i p o te s t, q u ia , q u a n d o p o te n tia r e c e p tiv a p e r s e e s t o rd in a ta a d a c tu m , e t c o m p a r a tu r a d iliu m u t im p e r f e c tu m a d p e r f e c tu m i n s u o g e n e r e , e t q u o d a m m o d o p e r s e u n u m v id e tu r i n ilio o r d in e c o n s u m e r e c u m s u o a c t u ; u t p o te n tia in te lle c tiv a c u m a c t u in te llig e n d i p e r se c o n iu n g itu r , e t s ic d e a liis ; e t id e o o p o r te t u t ta lis p o te n tia e t a c tu s s u b e o d e m g e n e r e c o llo c e n tu r , u t i t a e d a m i n t e r se m a io r e m p ro p o r d o n e m s e rv e n t. 16. A t v e ro i n p o te n tiis a c tiv is , e d a m s i s in t p e r se p r im o o rd in a ta e a d a g e n d u m , n o n v i d e tu r n e c e s s a riu m q u o d p o te n tia e t a c tu s s u b e o d e m g e n e r e i n rig o r e c o n tin e a n tu r . N a m , s i p e r a c t u m h u iu s p o te n d a e in te llig a m u s a c tio n e m u t a e d o e s t, c o n s ta t p o te n d a m e t a e d o n e m a d d iv e rs a p ra e d ic a m e n ta p e r tín e r e . Ñ e q u e u lliu s m o m e n ti e s t q u o d q u id a m a iu n t, p o te n tia m e t a e d o n e m , d ire c te q u id e m e t p e r s e , a d d iv e rs a p ra e d ic a m e n ta p e r t i n e r e ; ta m e n p e r re d u e d o n e m , e t p o te n ­ tia m c o llo c a ri i n g e n e r e a c tio n is , e t a e d o ­ n e m i n g e n e r e p o t e n d a e ; q u ia b a b e n t in t e r

se m u tu a m h a b itu d in e m tr a n s c e n d e n ta le m ; te r m in u s a u te m h a b itu d in is r e d u c i t u r a d p ra e d ic a m e n tu m te la ti. H o c (in q u a m ) n il re fe rt, q u ia h a e c r e d u c tio s o lu m e s t s e c u n ­ d u m e x trin s e c a m d e n o m in a d o n e m q u a m i n c lu d it te r m in u s u t te r m in u s e s t ; n o s a u te m lo q u im u r d e c o llo c a to n e s u b u n o g e n e r e se ­ c u n d u m p r o p r ia m n a tu r a r ti e t e s s e n d a m e iu s . H o c e n im s e n s u n e c e s s e e s t l o q u a n tu r a u c to re s c u m d ic u n t p o te n tia m e t a c t u m e s s e s u b e o d e m g e n e r e ; a lia s n o n r e c te i n d e c o n c lu d e r e n t m a te ria m , verbi* g r a d a , e s s e i n trin s e c e s u b s ta n tia te , q u ia e s t p o te n tia a d s u b s ta n tia m , e t in te lle c tu m e ss e q u a lita te m q u ia e s t p o te n tia a d a c tu m a c c id e n ta le m e t v ita le m , e tc . P o te n tia e r g o a c riv a c o m p a r a ta a d a e d o n e m s u a m , u t a e d o e s t, n o n c o n s ti­ m i t u r s u b e o d e m g e n e r e ; s i a u te m p e r a c ­ t u m h u iu s p o te n d a e in te llig a m u s te r m in im i fo r m a le m a c tio n is e iu s , n o n e s t n e c e s s e c o l­ lo c a ri i n e o d e m p r a e d ic a m e n io , u t p r o b a t e x e m p h u n s u p r a a d d u c t u m d e g r a v ita te , q u o d i n u n iv e r s u m a d d u c i p o te s t d e p o t e n ­ tia s e c u n d u m lo c u m m o tiv a , s iv e s i t p r ò -

564

Disputaciones metafísicas

del que muchos juzgan que es una cualidad y, sin embargo, no se ordena a producir una cualidad, sino el movimiento o el «donde». Y se puede dar una razón, porque la potencia activa, en cuanto tal, no se ordena al acto como lo imperfecto a lo perfecto, ni para componer con él algo uno p e r se, sino como causa extrínseca a su efecto; mas puede suceder que la causa activa no sea de la misma razón o género que el efecto, sino de uno superior, no siendo por ello necesario que sea incluida con su acto en el mismo predicamento. Aunque parece necesario que, si el acto más propio de tal potencia es accidental, tam­ bién la potencia misma sea accidental, porque la sustancia en cuanto tal no se ordena esencial y primariamente a un acto accidental; luego dicha potencia será un accidente, aunque esté incluida bajo un género accidental más noble. 17. Solución d e una objeción .— P unto interesante. — Cabe objetar que a veces la potencia accidental se ordena esencial y primariamente a la producción de la sustancia; por ejemplo, la potencia nutritiva y la generativa. En primer lugar, respondo que aún no hemos abordado ni discutido cómo intervienen los accidentes en la producción de la sustancia, porque si intervienen únicamente disponiendo la materia, cesa la dificultad; pero si la producen también inme­ diatamente e introducen la forma sustancial, hay que afirmar que no intervienen en la sustancia, si no es instrumentalmente. Mas no ejercen la acción instrumen­ tal a no ser mediante otra previa acción connatural y especialmente propia, que es siempre accidental, y respecto de ella debe cumplirse el que semejante .po­ tencia y acto sean del mismo género, ya que la acción segunda instrumental,, aunque acaso sea el intento principal de la naturaleza, sin embargo, respecto de dicha potencia no le es propia ni acomodada hasta el punto de que la na­ turaleza de tal potencia o cualidad sea conmensurada por ella. Es más: de aquí cabe deducir incidentalmente que, fuera de las potencias locomotrices, toda otra potencia ordenada esencial y primariamente a la acción, se incluye en el mismo predicamento por su acto propio y el término de su acción: puesto que tal potencia es siempre una cualidad y no produce nada, si no es mediante al­ guna acción previa propia que se ordena a una cualidad, ya que, según dije, g r e s s i v s , s iv e a t t r a t t i v a , s iv e e s p u l s i v a , a u t im p u l s i v a v e l im p u ls u s - ip s e , q u e m m u l t i , e x is tim a n t e sse q u a lita te m e t ta m e n n o n o r d i n a t u r a d f a c ie n d a m q u a lita te m , s e d m o t u m v e l U b i . E t r a t i o r e d d i p o te s t , q u i a p o t e n t i a a t t i v a u t s ic n o n o r d i n a t u r a d a c t u m u t i m p e r f e c t u m a d p e r f e c t u m , n c q u e u t c u m ilio c o m p o n a t a liq u id p e r s e u n u m , s e d u t c a u s a e x t r i n s c c a a d e f f e c t u m ; fie r i a u t e m p o t e s t u t c a u s a a t t i v a n o n s i t e iu s d e m r a tio n is a u t g e n e r is c u m e f f e c tu , s e d e m in c n tio r is , e t id e o n o n e s t n e c e s s e u t i n e o d e m p r a e d i c a m . n t o c u m s u o a c t u c o llo c e tu r . Q u a m q u a m n e c e s s a r i u m v i d e a t u r , s i a c tu 3 m a x im e p i o p r i u s ta lis p o t e n t i a e s it a c c id e n ta iis , e tia m p o t e n t i a m i p s a m e s s e a c c id e n ta le m , q u i a s u b s ta n r ia u t s ic n o n o r d i n a m i p e r s e p r i m o a d a c c id e n ta le m a c tu m ; e r it e rg o ta lis p o te n tia a c e i d e n s , q u a m v is s u b n o b i l i a r i g e n e r e a c ­ c i d e n t « c o llo c e tu r . 17. O bicctio dissolvitur .— N otabile .— D i c e s i n t e r d i r a i p o t e n t i a m a c c id e n ta le m o r ­ d in a r i p e r se p rim o a d p ro d u c e n d a m s u b ­ s t a n t i a t e u t p o te n t i a n u t r i t i v a e t g e n e r a t iv a .

R e s p o n d e o p r i m o n o n d u m e s s e e x p lo r a t u m ^ e q u e . a n o b is t r a t t a t i m i q u o m o d o a c c id e n ­ tia á ttin g a n t p ro d u c tio n è n f s u b s ta n tia e ; n a m s i s o lu m a t t i n g u n t d is p o n e n d o m a te r ia m , c e s s a t d i f f i c u l t a s ; s i v e r o im m e d ia te e tia m e f f i c i u n t e t i n t r o d u c u n t f o r m a m s u b s ta n tia le m , d ic e n d u m e s t n o n a t t i n g e r e s u b s ta n t i a m n i s i in s tr u m e n t a l i t e r . N o n a t t i n g u n t a u t e m i n s tr u m e n ta le m a c t io n e m n is i p r a e v ia a lia a c t io n s c o n n a t u r a li e t m a x im e p r o p r ia , q u a e s e m p e r e s t a c c id e n ta iis ; e t r e s p e c tu illiu s v e r if ìc a n d u m e s t t a l e m p o te n tia m e t a c ­ t u m e s s e e iu s d e m g e n e r is , n a m a lte r a a c tio iu s t r u m e n t a l i s , lic e t f o n a s s e s i t a n a t u r a p r in c ip a liu s i n t e n t a , r e s p e c t u ta m e n ta lis p o ­ t e n tia e n o n e s t i t a p r o p r i a e t a c c o m m o d a ta u t e i c o m m e n s u r e tu r n a t u r a ta lis p o te n tia e s e u q u a lita tis . I m m o h i n c o b i t e r c o llig e re lic e t, e x t r a p o te n tia s lo c o m o tiv a s , o m n e r a a lia m p o te n tia m p e r s e p r i m o o r d in a ta lo a d a g e n d u m c o llo c a ti i n e o d e m p r a e d ic a m e n to c u m s u o a c t u p r o p r i o s e u te r m i n o a c tio n is s u a e ; n a m ta lis p o te n tia s e m p e r e s t q u a lita s n ih i l q u e c ffic it n is i p r a e v ia a liq u a p r o p r ia a c tio n e te n d e n te a d q u a l i t a t e m , n a m , u t d ix i,

Disputación XIV.—Sección III

565

aunque produzca instrumentalmente la sustancia, o la cantidad incluso, ‘siempre produce esto mediante una acción previa propia que se ordena a la cualidad; para los otros predicamentos, excepto el lugar, no hay de suyo una acción, sino que resultan siempre del término de otra acción. Y así sucede que toda po­ tencia accidental activa, excepto la locomotriz, se ordena a la producción de algu­ na cualidad mediante una acción especialmente propia, aunque quizás mediante ella pueda ordenarse a cosas de otro predicamento, al menos como instrumento. Y quede esto dicho para explicar aquel axioma: la p o te n c ia y e l a c to so n d e l m is m o g é n e ro .

SECCION Q



s u s t a n c ia

pued e

ser

ca u sa

III

m a t e r ia l

de

lo s

a c c id e n t e s

••rsj

1. U na vez dicho que la causa material primaria del accidente es la sus­ tancia, para una perfecta explicación de esta causa es necesario aclarar qué sustancia puede ejercer esta causalidad. Damos por supuesto que aquí no se plantea el problema acerca de la sustancia increada, de la que nos consta que no es capaz de accidente, debiendo recorrerse brevemente todas las creadas. Y entre éstas hay algunas simples; otras, compuestas, a propósito de las cuales y de sus partes componentes puede plantearse el problema. Así, pues, para dis­ cutir los puntos que ofrecen duda, expliquemos brevemente de antemano los ciertos. 2. L a s su sta n cia s sim p le s s u b s is te n te s so n cau sas m a te ria le s p o r s í m is ­ m a s .— En primer lugar, está fuera de duda que las sustancias simples subsis­ tentes por sí mismas son suficientes para recibir o causar materialmente los accidentes que les sean proporcionados. Esto es evidente en todas las sustancias espirituales creadas, ya que a ellas nos referimos. En efecto, toda sustancia creada, por ser potencial e imperfecta, es capaz de accidentes, bastándole para sustentarlos tener de suyo subsistencia, si hay por otra parte capacidad. Mas al decir que estas sustancias son de suyo suficientes para esto, no excluimos el que puedan causar materialmente un accidente mediante otro, según diremos l i c e t e ffic ia t i n s t r u m e n t a l i t e r s u b s ta n tia m v e l e tia m q u a n tita te m , s e m p e r i d e f f ic it p r a e v ia a liq u a a c tio n e p r o p r i a . te n d e n t e a d q u a l i t a t e m ; a d a lia a u t e m p r a e d i c a m e n t a p r a e t e r U b i n o n e s t p e r s e a c tio , s e d s e m p e r r e s u l ­ t a n t e x t e r m in o a l t e r iu s a c tio n is . A tq u e i t a f i t u t o m n is p o t e n t i a a c t iv a a c c id e n ta lis p r a e ­ t e r m o tiv a m o r d i n e t u r a d q u a l i t a t e m a liq u a m e f f ic ie n d a m p e r a c t io n e m m a x im e p r o p r ia m , l i c e t f o r ta s s e m e d ia n te il i a p o s s i t a d r e s a lio r u m p r a e d ic a m e n to r u m o r d i n a r i s a lte r n u t in s t r u m e n t u m . A t q u e h a e c d i c t a s i n t i n e x p lic a tio n e m illiu s a x i o m a t i s : Potentia et ac­

tus sunt sub eodem genere. S E C T IO

III

Q uaenam su b st a n t ia p o s s i t e s s e ca u sa MATERIALIS ACCIDENTIUM1 1. C u m d i c t u m s i t p r i m a r i a m c a u s a m m a te r ia le m a c c id e n tis e s s e s u b s ta n tia m , a d p e r f e c ta m h u iu s c a u s a e e x p o s it io n e m n e c e s s a r iu m e s t d e c l a r a r e q u a e n a m s u b s ta n tia p o s -

s i t h a n c c a u s a lita te m e x e r c e r e . S u p p o n e a u ­ t e m h i e n o n e s s e q u a e s tio n e m d e s u b s t a n t i a in c r e a t a , q u a m c o n s t a t n o n e s s e c a p a c e m a c c id e n tis , e t d i s c u r r e n d u m b r e v i t e r e r i t p e r . o m n e s c re a ta s. I n te r q u a s q u a e d a m s u n t s im p lic e s , a lia e c o m p o s i ta e ; d e q u i b u s e t d e p a r t i b u s c o m p o n e n tib u s i p s a s e s s e p o t e s t c o n tr o v e r s ia . Ú t e r g o q u a e d u b i t a t i o n e m h a b e n t tr a c t e m u s , e a q u a e c e r t a s u n t b r e v i t e r p ra e m itta m u s . 2 . Substantiae sim plices subsistentes seip sis materiales causae.— P r i m o e r g o c e r t u m e s t s u b s t a n t i a s s im p lic e s p e r s e s u b s i s t e n t e s e s s e s u f f ic ie n te s a d r e c i p i e n d a s e u m a t e r i a l i t e r c a u s a n d a a c c id e n tia s ib i p r o p o r t i o n a t a . H o c c o n s t a t i n o m n ib u s s u b s t a n t i i s s p i r i - , tu a l i b u s c r e a t is , d e h is e n i m e s t s e r m o . O m ­ n i s e n i m s u b s ta n tia c r e a t a , q u i a p o t e n t i a l s e s t e t i m p e r f e c ta , c a p a x e s t a c c id e n tiu m , e t a d e a s u s t e n t a n d a s u f f ic it e i h a b e r e p e r s e s u b s is te n tia m , s i a lio q u i s i t c a p a c ita s . C u m a u t e m d ic im u s h a s s u b s ta n tia s e s s e p e r s e s u f f ic ie n te s a d h o c , n o n e x c l u d im u s q u i n p o s s i n t c a u s a r e m a t e r i a l i t e r u n u m a c c id e n s

556

Disputaciones metafísicas

en la sección siguiente; pero respectó del conjunto de todos sus accidentes decimos que es de suyo suficiente y no necesita de ninguna otra ayuda fuera' de la sustancia y subsistencia propia. 3. La forma sustancial subsistente es suficiente materia de los accidentes.—~ De aquí se desprende, en segundo lugar, como cierto que la forma subsistente, por más que sea sustancia incompleta y acto del cuerpo, es causa material su­ ficiente de algunos accidentes que le son proporcionados. Esto es evidente en el rima racional, no sólo en cuanto separada del cuerpo, sino también en cuanto unida; y la razón viene a ser la misma que en las sustancias angélicas. Porque el que la sustancia del alma sea incompleta no impide que pueda sustentar algunos accidentes, puesto que puede existir por sí sin dependencia del sujeto mismo. De donde, tomando el argumento desde el lado opuesto, resulta claro, y además cierto, que las formas sustanciales que no pueden subsistir natural­ mente, no son aptas para causar los accidentes materialmente por sí sola?, puesto que lo que no subsiste en sí, mal puede sustentar a otro; y estas formas no son capaces de la propia subsistencia, incluso de la pardal, según luego dire­ mos. Si, juntamente con la materia, stibyacen a los accidentes, lo veremos poco después. Sólo cabría dudarlo de algunas relaciones, v. gr., la de unión o seme­ janza, etc., que parecen tener como sujeto estas formas. Sin embargo, lo más ' probable es. que estas relaciones no añaden una realidad distinta de la sustancia o de los modos sustanciales de la forma. Es igualmente probable que la enti"dad de dicha forma, en cuanto sustentada a su manera en ¡a materia, es capaz de alguna forma o modo accidental, de la misma suerte que lo vamos a explicar de los propios accidentes en la sección siguiente. 4. Las partes integrales, como suficientes para recibir los accidentes.— También se deduce de aquí incidentalmente lo que hay que afirmar de las partes integrales de la sustancia; pues no hay duda de que en el mismo grado que son y subsisten, puedan concurrir materialmente al ser de los accidentes; ya que pueden recibirlos en sí y sustentarlos, según consta por inducción. Y si efectivamente esas partes están actualmente separadas del todo y se Uaman mediante alio, ut sequenti sectione dicemus; sed respectu coliectionis omnium suorum ac­ cidentium dicimus per se sufficere et non indigere alio adminiculo praeter suam substantiam et subsistentiam propriam. 3. S u bstantial forma subsistens sufficierts materia accidentium.— Hinc secundo est etiam certum formam subsistentem, etiamsi sit incompleta substantia et actus cor­ poris, esse sufficientem causam materialem aliquorum accidentium quae illi proportiona­ te sunt. Hoc constat in anima rationali, non solum a corpore separata, sed etiam coniuncta; et ratio est eadem fere quae de substantiis angelicis. Nam quod substantia animae incompleta sit non impedit quominus sustentare possit aliqua accidentia, cum per se esse possit et a subiecto ipso non pendeat. Ex quo a contrario sumpto argumento constat, et est etiam certum, formas substantiales, quae naturaliter subsistere non pos­ sunt, ineptas esse ad causanda materiaiiter accidentia per se solas, quia quod in se non subsistit non potest aliud sustentare; formae

autem hae non sunt capaces propriae subsistentiaé, etiam partialis, ut postea dicemus. An vero simul cum materia substent accidentibus, paulo post videbimus. Solum pos­ set quis dubitare de nonnullis relationibus, verbi gratia, unionis aut similitudinis, etc., quae videntur subiectari in his formis. Verumtamen probabilius est has relationes non addere rem distinctam a substantia vel modis substantialibus formae. Item probabile est entitatem talis formae, ut sustentatam suo modo in materia, esse capacem alicuius formae aut modi accidentalis, eo modo quo de ipsis accidentibus in sequenti sectione explicabimus. 4. Partes integrales, accidentium sufficientia receptiva.— Hiñe etiam obiter constat quid dicendum sit de partibus integralibus substantiae; non est enim dubium quin eo modo quo sunt et subsistunt, possint materialiter concurrere ad esse acciden­ tium; nam possunt ilia in se recipere et sustentare, ut inductione constar. Et quidem ti partes istae sint actu divisae a toto, et

Disputación X IV .— Sección III

567

partes sólo por relación a él, es evidente que son en realidad verdaderas sus­ tancias subsistentes y que pueden por lo mismo sustentar accidentes, según casi todos juzgan de la sangre. Mas si constituyen un continuo con las otras partes, no se dice propiamente que subsisten en sí, sino en el todo; y por esta razón a veces suele denominarse el todo por los accidentes que hay en él, como del hombre se dice que es «hombre hirsuto»; sin embargo, la causalidad material íntegra que en tal caso interviene, se ejerce mediante la parte en que tiene la inhesión el accidente; y persistirá si dicha parte se conserva separada, según su sustancia total. Si la inhesión ds la cantidad se verifica en la materia 5. Sólo queda, pues, el problema de la materia prima y de la sustancia íntegra compuesta de materia y forma; porque el problema referente a la ma­ teria prima es si puede por sí misma causar material e inmediatamente alguna forma accidental; y casi coincide con el problema general de si puede y cómo puede la materia ser sujeto de accidentes. Para tratarlo con más brevedad y distinción, hemos de limitarlo en absoluto a la cantidad; porque ahora no tra­ tamos de las relaciones o modos accidentales, de los que hablaremos luego oca­ sionalmente, ya que apenas ofrecen duda alguna, sino que tratamos de las pro­ pias formas accidentales realmente distintas de la sustancia, entre las que la cantidad ocupa el primer puesto, teniendo las otras su inhesión mediante ella, según diremos en la sección siguiente. Por tanto, las demás cualidades cor­ póreas estarán en el sujeto en que esté la cantidad. Sentencia que niega la inhesión de la cantidad en la materia 6. Testimonios de Aristóteles en pro de dicha sentencia.— Hay, pues, en este problema dos opiniones opuestas muy comunes. La primera es la de los que dicen que la materia de suyo no tiene entidad suficiente para causar materiajpiente accidente a lg u o p ^ in o jjue necesita unirse previamente a la forma sustancial, de suerte que resulte de ambas un compuesto que pueda recibir solum dicántdí partes propter habitudinem ad illud, constat in re esse veras substantias subsistentes, ideoque posse accidentia sus­ tentare, ut de sanguine fere omnes censent. Si vero sint proprie continuatae aliis partibus, proprie non dicuntur subsistere in se, sed in toto; et hac ratione ab accidentibus quae in eis insunt solet interdum denomi­ nar! totum, ut homo dicitur crispus; nihilominus tamen tota causalitas materialis quae ibi intervenit exercetur per earn partem in qua accidens inhaeret; et eadem durabit, si talis pars secundum totam suam substantiam separata conservetur.

Quantitas an insù materiae

t e r i a e ss e s u b ié c tu m a c c id e n tiu m . Q u a e , ut b r e v iu s e t d is tin c tiu s t r a c t e t u r , t o t a e s t r e v o c a n d a a d q u a n t i t a t e m ; n a m n u n c n o n a g im u s d e re la tio n ib u s v e l m o d is a c c id e n ta lib u s , d e q u ib u s p o s te a o b i t e r d ic e m u s , q u ia n i h i l f e r e h a b e n t d u b ita tio n is , s e d a g im u s d e p r o p r ii s fo r m is a c c id e n ta lib u s r e a l i t e r d is tin c tis a s u b s ta n tia , i n t e r q u a s p r i m u m lo c u m o b t i n e t q u a n tita s , e t a lia e i n s u n t m e d ia n te illa , u t d ic e m u s s e c tio n e s e q u e n ti. U n d e i n q u o s u b ie c to f u e r i t q u a n tita s , e r u n t r e liq u a e c o r p o r e a e q u a lita te s .

Sententìa negans quantitatem messe materiae 6.

Testimonia Aristotelis pro relata sen­

5. Solum ergo superest quaestio de ma­ tenza.— S u n t e r g o in h a c r e d u a e o p p o s ita e s e n te n tia e v a ld e c o m m u n e s . P r i m a e s t d ic e n teria prima et de integra substantia compo­ t i u m m a te r ia m p e r se n o n h a b e r e e n t i t a t e m sita ex materia et forma; nam de materia s u f f ic ie n te m a d c a u s a n d u m m a te r ia lite r a l i quaestio est an per seipsam possit materiaq u o d a c c id e n s , s e d in d ig e r e p r iu s c o n iu n c liter et immediate causare aliquam formam accidentalem; quae fere coincidir cum com­ tìo n e a d f o r m a m s u b s ta n tia le m , u t e x u t r a muni quaestione, an et quomodo possit maq u e r e s u l t e t c o m p o s i tu m q u o d p o s s it a c c i -

Disputaciones metafísicas

568

los accidentes. Esta es la opinión de Santo Tomás, I, q. 76, a. 6, y en Ouaest, unic. de spiritualib. creat., a. 3, ad 18; y la de Alberto, en Sum m a de homine, II p., q. «An nutritio fíat ex simili», a. 1; de Durando, In I, dist. 8, II p., q. 4 ; de Capréolo, In II, dist. 13, q. 1, conclus. 2 y 3, y dist. 18, q. 1, conclus. 6 ; de Cayetano, In D e ente et essentia, c. 7, q. 16; de Soncinas, V III Metaph., q. 7 y 15, 17 y 18; del Ferrariense, IV cont. Gent., c. 81, q. 2 y 3 ; Soto, I Phys., q. 7 ; Astudillo, I D e generat. Se le atribuye a Aristóteles, porque en el Iib. I D e generat., texto 23, dijo que la generación se hace de la materia, sin que per­ manezca nada sensible; y de este lugar y de lo que Aristóteles añade en el tex­ to 24, deducen todos los partidarios de esta sentencia que en la transmutación sustancial no permanece accidente alguno en la materia prima. Y si esto es así, sucede precisamente por eso, porque la materia no es suficiente para sustentar los accidentes, sino sólo el compuesto; y por lo mismo perecen una vez co­ rrompido el compuesto, lo cual no podría suceder en manera alguna si su inhesión se verificase en la materia prima. Corrobora esto, en segundo lugar, el que Aristóteles, en el lib. I de la Física, textos 81 y 82, afirma que la materia prima dice relación esencial y primariamente a la forma sustancial. En tercer lugar, en el lib. V, texto 8, y en el lib. I D e generat., texto 24, establece entre la generación y la alteración o aumento la diferencia de que el sujeto de la ge­ neración es la materia sola, de la que afirma que es materia simplemente, y que, en cambio, el sujeto de la alteración y aumento es la sustancia íntegra, a la que llama materia relativamente. En cuarto lugar, en el lib. VII de la Metafísica, texto 8, afirma que la materia no es algo, ni cuanta, ni cual, n i nada semejante. Quinto, en el V II de la Metafísica, texto 4, y en el X II de la Metafísica, tex­ to 43, dice que la sustancia es anterior por naturaleza al accidente. Sexto, en Praedicam., cap. sobre la sustancia, afirma que, destruidas las sustancias pri­ meras, es imposible que permanezca nada, y las primeras sustancias son sus­ tancias íntegras, simples o compuestas. 7. Muchas son las razones que se aducen en pro de esta sentencia. La pri­ mera es por ser la materia pura potencia, hasta ¿1 punto^que m ser tiene, si d e n tia re c i p e re . H a e c e s t o p in io D . T h o m ., I , q . 7 6 , a. 6, e t . q . u n ic . d e S p iritu a lib .' c re a tu r., a. 3, a d . 1 8 ; e t A lb e rti, in S u m m a de h o m in e , I I p ., q . A n n u tr itio fia t e x si­ mili, a. 1 ; D u r a n d ., I n I , d is t. 8 , I I p ., q . 4 ; C a p re o l., I n I I , d is t. 13, q . 1, c o n c lu s. 2 e t 3 , e t d is t. 18, q . 1, co n clu s. 6 ; C a ie t., d e E n te e t e s s e n t, c. 7 , q . 1 6 ; S o n c in ., V I I I M e ta p h ., q . 7 , e t 15, 17 e t 1 8 ; F e r r ., IV c o n t. G e n t., c . 8 1 , q . 2 e t 3 ; S o to , I P h y s., q . 7 ; A s tu d ü L , I d e G e n e r a t 1. T r ib u itu r q u e A risto te li, q u ia I d e G e n e ra t., te x t. 2 3 , d ix it g e n e ra tio n e m fieri e x m a te ria , n u llo se n sib ili m a n e n te ; ex q u o lo c o e t ex h is q u a e A risto te le s s u b d it, te x t. 2 4 , s u m u n t o m n e s h u iu s s e n te n tia c a u c to re s i n tra n s m u ta tio n e s u b ­ s ta n tia l! n u llu m a c c id e n s m a n e re in m a te ria p rim a . Q u o d si ita fit, o b id u tiq u e e v en ìt, q u o d m a te ria n o n su ffic ia t s u s te n ta re acci­ d e n tia , se d so lu m c o m p o s itu m ; e t id e o p e r e u n t c o r ru p to c o m p o s ito , q u o d n u lla ra tio n e fie ri p o sse t, s i m a te ria e p rim a e in h a e re r e n t. S e c u n d o h o c c o n firm â t, q u o d A risto -

1 Hervaeus, Quodl. XXIV, 10; lave!.,

teles, I P h y s., te x t. 81 e t 82, a it m a te ria m p rim a fn re sp ic e re p e r se “p rim o s u b s ta n tia le m fo rm a m . T e rtio , lib . V , t e x t 8 , e t lib . I d e G e n ., te x t. 2 4 , d iffe re n tia m c o n s titu it in ­ t e r g e n e ra tio n e m e t a lte ra tio n e m vel a u g m e n ta tio n e m , q u o d s u b ie c tu m g e n e ra tio n ^ e s t so la m a te ria , q u a m d ic it esse m a te ria m sim p lic ite r, a lte ra tio n is v e ro e t au g m e n ta tio ­ n s s u b ie c tu m d ic it esse s u b s ta n tia m in te ­ g ra n t, q u a m v o c a t m a te ria m se c u n d u m q u id . Q u a rto , V I I M e ta p h ., te x t. 8 , a it m a te ria m n o n e sse q u id , n e q u e q u a n tu m , n e q u e q u a ­ le , n e q u e a liq u id h u iu sm o d i. Q u in to , V I I M e ta p h ., te x t. 4 , e t X I I M e ta p h ., te x t. 43, a it s u b s ta n tia m e sse p rio re m n a tu r a a cci­ d e n ts . S ex to , in P ra e d ic a m ., c. d e S u b sta n ­ tia , d ic it d e s tru c tis p rim is su b s ta n tiis, im ­ p o s s ib le e s e a liq u id rc m a n e r e ; p rim a e a u te m su b s ta n tia e s u n t s u b s ta n tia e in te g ra e sim p lices a u t com positae. 7. R a tio n e s p r o h a c s e n te n tia a d d u c u n tu r p lu re s. F rim a , q u ia m a te ria e s t p u ra p o te n tia , ita u t n e q u e e sse h a b e a t n isi illu d

VIII Metaph.

Disputación X IV .— Sección III

569

no es mendigándolo de la forma; luego es de suyo incapaz de sustentar acci­ dentes, si no se une a la forma, al menos con prioridad de naturaleza, y re­ cibe de ella el ser. L a consecuencia se prueba no sólo porque el ser relativo que confiere el accidente supone el ser simplemente, sino también porque nada pue­ de ser sustentáculo de otra cosa si primero no es subsistente en sí; y nada sub­ siste en sí a no ser lo que posee ser actual y en absoluto. La segunda razón, de la que hace uso Santo Tomás, es porque la materia es potencia para todos los actos según cierto orden; consecuentemente, tiende a la forma sustancial como a su acto primero, al que se ordena esencial y primariamente ; y a los accidentes, en cambio, como actos secundarios que se siguen de este primero. El antecedente se prueba porque la materia no puede ordenarse con igual de­ recho de primacía a actos tan diversos; pues, de lo contrario, recibiría tam­ bién de ellos diversas especificaciones, siendo al mismo tiempo potencia sus­ tancial y accidental. La consecuencia se prueba, a su vez, no sólo porque la potencia sustancial debe estar en relación primaria con el acto sustancial, ya que a él se ordena esencial y primariamente y de él recibe la especie, debiendo por lo mismo recibirlo antes, sino también porque la forma accidental se com­ para con la sustancial como el acto segundo con el primero, y el acto segundo supone siempre el primero. 8. La tercera razón es porque si algún accidente se diese en la materia prima, sería sobre todo la cantidad; pero ésta no se da; luego. L a mayor está admitida por todos y se desprende de lo dicho al principio. L a menor se prueba porque la cantidad es una propiedad de la sustancia corpórea que acompaña necesariamente a ésta; mas no puede ser propiedad que se siga de la materia en cuanto tal, sino de la forma; luego no puede recibirse en la materia en sí, sino en cuanto infprmada por la forma, o sea en el compuesto. Se prueba la me­ nor, porque la propiedad procede activamente de la esencia de que es propie­ dad; mas la cantidad no puede proceder de la esencia de la materia en cuanto tal, ya que este originarse es una causación eficiente y la materia de por sí no tiene causación eficiente alguna, según se desprende de Aristóteles, hb.» I D e generat., texto 55, y lib. n , texto 53; luego la cantidad no procede de la mam e n d ic e t a f o rm a ; e rg o ex se e s t im p o te n s a d su ste n ta n d o a c c id e n tia , n isi p riu s sa lte rn n a tu r a c o n iu n g a tu r fo rm a e e t a b illa esse r e c ip ia t P ro b a tu r c o n se q u e n tia , tu rn q u ia esse se c u n d u m q u id , q u o d d a t a ccid en s, s u p p o n it esse sim p lic ite r, tu m e tia m q u ia n ih il p o te s t aliu d su s te n ta re n is i p riu s in se su b ­ s is tâ t; n ih il a u te m su b s is tit in se, n is i q u o d h a b e t esse a c tú a le e t sim p lic ite r. S e c u n d a ra tio , q u a D . T h o m a s u titu r , q u ia m a te ria e s t p o te n tia ad o m n e s a c tu s o rd in e q u o d a m ; e rg o r e s p ic it s u b s ta n tia le m fo rm a n t u t p rim u m a c tu m su u m , a d q u e m p e r se p rim o o r d in a tu r; a c c id e n tia v e ro u t a ctu s se c u n ­ d a rio s c o n sé q u e n te s p rim u m . P ro b a tu r a n te ­ c ed en s, q u ia n o n p o te s t m a te ria a e q u e p rim o resp ic e re a c tu s a d e o d iv e rs o s ; alias d iv e rsa s etia m species a b eis s u m e re t e sse tq u e sim u l p o te n tia su b sta n tia lis e t a c c i d e n t a l . C o n se ­ q u e n tia a u te m p ro b a tu r, tu rn q u ia p o te n tia su b sta n tia lis p rim a rio d e b e t re sp ic e re s u b ­ sta n tia le m a c tu m , c u m a d iliu m p e r se p r i­ m o o rd in e tu r e t a b illo sp e c ie m s u m a t; erg o iliu m etia m d e b e t p riu s r e d p e r e ; tu rn etia m

q u ia fo rm a a c c id e n ta ls c o m p a ra tu r a d s u b ­ s ta n tia le m u t a c tu s se c u n d u s a d p r im u m ; a c tu s a u te m se c u n d u s s e m p e r s u p o n it p r i­ m um . 8. T e r tia r a tio e s t, n a m s i q u o d a c c id e n s e s se t i n m a te ria p rim a , m a x im e q u a n tita s ; se d h a e c n o n ; erg o . M a io r re c e p ta e s t ab o m n ib u s e t c o n s ta t e x d ic tis i n p rin c ip io . M in o r p r o b a tu r, q u ia q u a n tita s e s t p r o p r ie ta s su b s ta n tia e c o rp o re a e n e c e s sa rio c o n c o m ita n s illa m ; n o n p o te s t a u te m e sse p r o p rie ta s c o n se q u e n s m a te ria m u t sic, s e d f o rm a m ; e rg o n o n p o te s t re c ip i in m a te ria se­ c u n d u m se, se d u t in fo rm a ta fo rm a , s e u in co m p o sito . P ro b a tu r m in o r, q u ia p ro p rie ta s m a n a t a c tiv e a b e s se n tia c u iu s e s t p r o p rie ­ t a s ; n o n p o te s t a u te m q u a n tita s m a n a re ab e s se n tia m a te ria e u t sic , q u ia h a e c d im a n a tio e s t a liq u a ef f id e m ia ; m a te ria a u te m se c u n ­ d u m se n u lla m e ffic ie n tia m h a b e t, u t co n ­ s ta t e x A risto te le , I d e G e n e r., te x t. 55, e t lib . I I , te x t. 5 3 ; n o n e rg o m a n a t q u a n tita s a m a te ria , se d a s u b s ta n tia c o rp o re a ra tio n e -

570

Disputaciones metafísicas

tena, sino de la sustancia corpórea en virtud de la forma sustancial, en cuanto es forma de corporeidad. Y esto tiene un valioso apoyo no sólo en que la forma accidental, por ser acto informante, debe ser participación de la forma sustan­ cial más bien que de la materia, sino también en que la forma sustancial, en cuanto es forma de corporeidad, no tiene, fuera de la cantidad, ninguna otra propiedad que se derive de ella. Se confirma, porque si la cantidad existiese en la materia antes que la forma sustancial, la forma sustancial se recibiría en la materia mediante la cantidad; ya que las cualidades corpóreas están en la sustancia mediante la cantidad, porque la suponen en la sustancia. Ahora bien, el consecuente es falso, no sólo porque en otro caso la cantidad sería acto más propio e intrínseco de la materia que la forma sustancial, sino también porque de la materia y forma sustancial no podría resultar un uno per se, ya que se unirían mediante u n accidente; más bien debería, por tanto, resultar un uno per se de la materia y la cantidad; puesto que la potencia constituye más bien un uno per se con su acto primero e inmediato que con un acto secundario al que recibe mediatamente; y no resulta comprensible que la composición de un ente per se se funde en un ente per accidens. Finalmente, porque en otra hipótesis, no sólo la materia, sino también la cantidad, sería principio material de la generación sustancial. La misma razón se corrobora, en segundo lugar, porque si la cantidad se diese en la materia sola, sería ingenerable e incorrup­ tible, como lo. fis ésta, cosa que está en contradicción con Aristóteles, que asigna un movimiento esencial para la cantidad. La consecuencia es clara, ya que, al corromperse el sujeto, no podría corromperse la cantidad, puesto que la ma­ teria es incorruptible; ni podría tampoco corromperse a causa de un contrario, puesto que en realidad no lo tiene, según se deduce de Aristóteles en los Pre­ dicamentos; no podría tampoco depender de otra causa, debido a cuya ausencia podría^ naturalmente, deja: de existir; luego la cántidad no podría corromperse de modo alguno, ni — consecuentemente— generarse. 9. La cuarta razón puede ser porque no repugna que la cantidad y todos ( los accidentes corporales sean recibidos en el compuesto íntegro mediante la forma, y esto está mucho más de acuerdo con la naturaleza de las cosas; luego. fo rm a e s u b s t a n t i a l u t e s t fo rm a c o rp o re ita tis. Q u o d h a b e t e tia m o p tim a m p r o p o rtio n e m , tu m g u ia fo rm a accid en talis, c u m s it a c tu s in fo rm a n s , esse d e b e t p a rtic ip a d o fo r­ m a e su b s ta n tia lis p o tiu s q u a m m a t e r n e ; tu r n e tia m q u ia fo rm a su b s ta n tia lis, u t e s t fo rm a co rp o re ita tis, n u lla m aliam p ro p rie ta te m h a b e t q u a e a d illam c o n s e q u a tu r, p ra e ­ te r q u a n tita te m . E t c o n firm a tu r, q u ia s i q u a n tita s p riu s m a te r n e in e s se t q u a m s u b ­ stantiates fo rm a , re c ip e re tu r fo rm a s u b s ta n ­ tia lis in m a te ria m e d ia q u a n tita te ; p ro p te re a e n im q u a lita te s co rp o re a e in s u n t s u b s ta n tia e m e d ia q u a n tita te , q u ia su p p o n u n t illa m in s u b s ta n tia . C o n se q u e n s a u te m e s t fa lsu m , tu m q u ia alias in tim io r m a g isq u e p ro p riu s a c tu s m a te ria e esset q u a n tita s q u a m fo rm a su b s ta n tia lis. T u m e tia m q u ia n o n p o ss e t fie ri u n u m p e r se e x m a te ria e t fo rm a s u b ­ sta n tia l! ; u n ire n tu r e n im m e d io a c c id e n te ; u n d e p o tiu s ex m a te ria e t q u a n tita te d e b e re t fie ri p e r se u n u m ; n a m p o te n tia p o tiu s fa cit u n u m p e r se c u m s u o p rim o e t im m e d ia to a c tu q u a m c u m se c u n d a rio q u e m m e d ia te

r e r ì p i t ; h e c p o te s t in te llig i q u o d co m p o sitio e n tis p e r se f u n d e tu r i n e n te p e r accid en s. T u m d e n iq u e q u ia alias n o n so lu m m a te ria , se d e tia m q u a n tita s e s s e t p rin c ip iu m m a te ­ ria le g e n e ra tio n is s u b s ta n tia lis . S e c u n d o c o n firm a tu r e a d e m ra tio , q u ia s i q u a n tita s e s se t i n sola m a te ria , e s se t in g e n e ra b ilis e t in c o rr u p tib ilis , s ic u t ip s a e s t, q u o d re p u g n a t A ris­ to te li p o n e n ti m o tu m p e r se a d q u a n tita te m . S e q u e la v e ro p a te t, q u ia n o n p o s s e t q u a n ti­ ta s c o rru m p i a d c o rru p tio n e m su b ie c ti, q u ia m a te ria e s t in c o rru p tib ilis ; n c q u e e tia m p o s s e t c o rru m p i a c o n tra rio , q u ia illu d v ere n o n h a b e t, u t c o n s ta t e x A risto te le in P ra e d ic a m e n tis ; n e q u e e tia m p e n d e t a b alia ca u ­ sa , p e r c u iu s a b s e n tia m p o s s it n a tu ra lite r d e s in e re e s s e ; e rg o n u llo m o d o p o ss c t q u a n ­ tita s c o rru m p i, e t c o n s e q u e n te r n e q u e g e ­ n e ra ri. 9. Q u a r ta r a tio s it, q u ia n o n T e p u g n a t q u a n tita te m e t a c d d e n tia o m n ia co rp o ra lia re c ip i in to to co m p o sito m e d ia n te fo rm a ; e t h o c e s t m ag is c o n s e n ta n e u m n a tu ris r e r u m ; erg o . M a io r d e c la ra tu r, q u ia n o n re p u g n a t

Disputación X IV .— Sección III

5 71

Se explica la mayes:, porque no repugna que un accidente sea recibido en la sustancia mediante, otro, según es evidente en la cualidad corpórea y en la can­ tidad; e incluso entre las mismas cualidades se da a veces este orden, según se echará de ver en la sección siguiente; con mucha más razón, por tanto, podrá darse entre el acto sustancial y el accidental. Se prueba la menor, por­ que la potencia para recibir un accidente es siempre una potencia relativa; en cambio, la potencia de la materia para recibir la forma sustancial es potencia en absoluto; por consiguiente, resulta mucho más acorde con la naturaleza de las cosas el que esta potencia de la materia sea reducida previamente a un acto estrictamente tal que sólo conserve una potencia relativa, y que mediante él reciba los accidentes, con los que se actualice el compuesto en cuanto a la potencia relativa que se conserva en él. Parece, pues, quedar suficientemente probado de esta manera que la materia sola no puede ser causa material de ninguna entidad accidental. Sentencia que afirrna la inhesión de la cantidad en la materia 10. La segunda sentencia afirma que la materia prima en virtud de su en­ tidad es causa material suficiente de las formas accidentales que le son propor­ cionadas; primaria e inmediatamente de la cantidad, y, mediante ella, de las demás. Defendió esta sentencia Averroes en el libro De substantia orbis, y en I Phys., com. 63, y eif el epítome Metaph., tratado II, cap. último, quien afirma que hay en la materia dimensiones indeterminadas que le son coeviternas, ingenerables e incorruptibles en la realidad misma y sólo accidentalmente muta­ bles. Y por «dimensiones indeterminadas» no entiende más que la cantidad mis­ ma, la cual, en cuanto depende de la materia, no tiene determinada densidad, ni enrarecimento, ni un término fijo de magnitud o de pequenez, ni reclama una figura concreta; y por eso, al igual que a la materia de por sí se le llama informe, del mismo modo a la cantidad, en cuanto coeviterna con ella, se le llama ilimitada, por más que realmente siempre tenga algún límite de acuerdo con exigencia de la forma% 9 con* la acción, del agente; y cambia accidental-. onum accidens redpi in substantia mediante alio, ut Constai dèqualitate corporea et de quantitate, et inter qualitates ipsas reperitur interdum hic crdo, ut patebit sectione se­ quent:; ergo multo magis reperiri potest in­ ter substantialem actum et accidentalem. Minor vero probatur, quia potentia ad reci­ piendum accidens est tantum secundum quid; potentia autem materne ad recipiendam formam substantialem est potentia sim­ pliciter; ergo est maxime consentaneum naturis rerum, ut haec potentia matcriae prius reducatur in actum simpliciter, qui solum reliitquat potentiam secundum quid, et ilio mediante recipiat aeddentia quibu3 compo­ situm actuetur quoad potentiam secundum quid quae in ilio manet. Sic ergo videtur sufficienter probari solam materiam non pos­ se esse causam materialem alicuius entitatis acddentalis. Sententia affirmans quantitatem inesse materiae 10.

S e c u n d a s e n te n tia e s t m a te ria m pri-

m a m e x v i strae e n tita tis e sse s u f f id e n te m c a u sa m m a te ria le m f o rm a ru m a c c id e n ta liu m sib i p ro p o rtio n a ta ru m ; p rim o q u id e m e t im ­ m e d ia te q u a n tita tis e t, ea m e d ia n te , c a e te ra r u m ; H a n c s e n te n tia m d o c u it A v e rro e s, in lib ro d e S u b sta n tia o rb is, e t I P h y s ., c o m ­ m e n t. 63, e t i n e p ito m e M e ta p h ., t r a c t I I , c. u lt., q u i d i d t e sse i n m a te ria d i­ m e n sio n e s in te rm in a ta s ili: coaevas, e t i n r e ip sa in g é n e ra b ile s e t in c o rru p tib ile s so lu m q u e a c c id e n ta lite r m u ta b ile s. P e r d i­ m e n sio n e s a u te m in te rm in a ta s n il a liu d in teiU g it q u a m ip sa m q u a n tita te m , q u a e q u a n tu m e st ex p a rte m a te ria e , n e c c e rta m a liq u a m d e n sita te m , n e c ra rita te m , n e c d e ­ fin ito la te rm in u m m a g n itu d in is vel p a r v ita tis, n e c p e c u lia re m a liq u a m fig u ra m p o s tu ­ l a i ; e t id eo , sic u t m a te ria d e se in fo rm is d ic itu r, ita q u a n tita s, u t illi coaeva, d ic itu r in te rm in a ta , q u a m q u a m r e ip s a se m p e r h a b e a t a liq u e m te rm in u m , iu x ta e x ig e n tia m fo rm a e v e l actio n e m a g e n tis ; e t iu x ta h a n c v a rie ta te m te rm in o ru m , fig u ra ría n , vel d is -

5 72

Disputaciones metafísicas

mente según esta variedad de términos, figuras o disposiciones, aunque en su entidad siempre permanezca idéntica. Respecto de la inhesión de la cantidad en la materia, defendió esta „misma sentencia Simplicio, en I Phys., texto 69, atri­ buyéndola a Aristóteles y a Platón; la defiende también Filopón, lib. I D e generat., textos 33 y 40, en los que afirma que la materia modificada por di­ mensiones es sujeto de generación. Y Ammonio, en Praedicam., en el capítulo sobre la cantidad, dice que la materia recibe volumen primeramente mediante la cantidad; Santo Tomás, In IV , dist. 12, q. 1, a. 2, quaestiunc. 4 , cita y ad­ mite la opinión del Comentador, tal como ha sido expuesta por nosotros; y en el opúsculo 32, que trata D e natura materiae et dimensionibus interminatis, c. 4, aunque cita igualmente la opinión del Comentador, no obstante, la cen­ sura. Finalmente, todos los autores que sostienen que en lo que se genera y en lo que se corrompe se conservan accidentes corpóreos numéricamente idénticos, defienden también que la cantidad y las disposiciones materiales tienen por su­ jeto la materia prima, por ejemplo, Gregorio, In II., dist. 12, q. 2, a. 2, y Auréolo, citado por Capréolo, In II, dist. 13, q. 1, argum. contra 3 co n d .; M arsil., De generat.., q. 7 ; Paul. Venet., Summa de generat., c. 54; Egidio, VII Metaph., q. 4; Ñifo, VIII M etaph., disp. 4 ; Zimara, Theorem., 46. 11. Pasajes de Aristóteles en apoyo de la opinión inmediatamente anterior.— Apoyan esta opinión muchos lugares de Aristóteles, porque en el libro VH de la Metafísica, texto 8, afirma que la cantidad tiene su inhesión primeramente en la materia; y en el lib. III de la Física opina que la ‘"cantidad es una -pro­ piedad de la materia misma; y en él libro II D e generat., texto 6 , opina que las disposiciones para las formas sustanciales y la alteradón que surge por causa de ellas se realizan inmediatamente en la materia; y en lib. I D e generat., y en el lib. II, texto 27, afirma que los acddentes en que conviene la cosa engendrada con la corrompida permanecen idénticos. En favor de esta senten­ cia puede aducirse también a Platón, el cual, en el Timeo, llamó a la materia lo grande y lo pequeño, porque tiene de suyo cantidad, por-m ás que sea indi­ ferente para la magnitud o pequeñez. Las razones en pro de esta sentenda en parte son metafísicas y en parte físicas;( mas de ambas debe resaltar un argup o s itio n u m a c c id e n ta lite r m u ta tu r, q u a m vis i n e n tita te s u a e a d e m s e m p e r p e rs e v e re d H a n c e d a m se n te n tia m , q u a n tu m a d in h a e re n tia m q u a n d ta d s in m a te ria , te n u it S im ­ p lic iu s, in I P h y s ., te x t. 69, tr ib u itq u e A ris­ to te li e t P is to n i; te n e t e d a m P lr.lo p o n u s, I lib . d e G e n e ra t., te x t. 33 e t 4 0 , u b i a it m a te r ia to d im e n sio n ib u s a ffe c ta m e sse g e n e ra tio n is su b ie c tu m . E t A m m o n iu s, in P ra e ­ d ic a m ., c. d e Q u a n tita te , d ic it m a te ria m p riu s a c c ip e re m o le m p e r q u a n d ta te m ; D . T h o m a s , I n I V , d is t. 1 2 , q . 1, a . 2 , q u a e s tiu n c . 4 , r e f e r t e t s e q u itu r o p in io n e m C o m m e n ta to ris , p r o u t a n o b is re la ta e s t ; i n O p u s c u lo a u te m 3 2 , q u o d e s t d e N a tu r a m a te ria e e t d im e n sio n ib u s in te rm in a d s , c . 4, lic e t e o d e m m o d o r e f e r a t o p in io n e m C o rn m e n ta to ris , r e p re h e n d it ta m e n illa m . O m n e s d e n iq u e a u c to re s q u i te n e n t e a d e m n u m e ro a c c id e n tia c o rp o ra lia m a n e re in g e n ito e t c o rru p to , te n e n t e d a m q u a n d ta te m e t d is p o sitio n e s m a te ria le s s u b ie c ta ri i n m a te ria p r im a , u t G re g o r., I n I I , d is t. 12, q . 2 , a . 2 ; e t A u re o l., a p u d C a p re o l., I n I I , d ist. 13,

q . 1, a rg u m . c o n tra 3 c o n c l.; M a r si!., I d e G en erate, q . '7 ; P a u l. V e n e t., S u m m . d e g e n e r ., c . 5 4 ; A eg id ., V I I M e ta p h ., q . 4 ; N ip h u s , V I I I M e ta p h ., d is p . I V ; Z im a ra , T h e o re m . 46. 11. Loci AristoteUs pro proxime praecedenti opinione.— E t h id e s e n te n d a e fa v e t A ristoteles m u ltis in lo ris , n a m V I I M e ­ ta p h ., te x t. 8 , sig n ificat q u a n d ta te m p rim o in e sse m a te ria e ; e t i n I I I P h y s . s e n d t q u a n ­ d ta te m e sse p ro p rie ta te m ip siu s m a te ria e ; e t lib . I I d e G e n e ra t., te x t. 6 , s e n d t d isp o s id o n e s a d fo rm a s su b s ta n tia te s, e t a lte ra tio n e m q u a e a d e as f it p ro x im e v e rsa ri c irc a m a te r ia m ; e t lib . I d e G e n e ra t., e t lib . I I , te x t. 2 7 , a it a c c id e n tia i n q u ib u s re s g e n ita c o n v e n it c u m c o r ru p ts m a n e re ea d e m . P o t­ e s t e ria m in h a n c se n te n tia m P la to ad d u ci, q u i i n T im a e o m a te ria m magnum e t parvum ap p e lla v it, q u o d ex s e q u a n d ta te m h a b e a t, in d iffe re n te m ta m e n a d m a g o itu d in e m vel p a rv ita te m . R a d o n e s p r o h a c se n te n d a p a r d rn m e ta p h y sic a e s u n t, p a rtim p h y sic a e : e x u tr is q u e ta m e n in te g e r d isc u rsu s conflari

Disputación X IV .— Sección III

573

mentó completo, puesto que las razones metafísicas parecen probar la no re­ pugnancia por parte de la materia, o que hay en ella suficiente fundamento entitativo para soportar materialmente los accidentes; en cambio las razones físicas demuestran que está más acorde esto con el fin o función a que se or­ dena la materia que con los efectos sensibles que experimentamos. 12. Se prueba, pues, en primer lugar, que esta causalidad puede convenir a la materia por tener la materia su propia entidad actual con su existencia propia, según se dijo antes, y también su propia subsistencia parcial, como lue­ go se demostrará; por consiguiente, por este concepto, tiene entidad suficiente para sustentar un accidente. La consecuencia es clara, puesto que lo que sub­ siste en sí, aunque por otra parte sea una entidad parcial, puede ser soporte de los accidentes que le sean proporcionados, según poco ha decíamos a pro­ pósito del alma racional. Acaso se diga que la materia depende de la forma en su ser y por este concepto parece de una categoría inferior a la del alma racional comparada con la materia. Pero esto no es obstáculo, aun admitiendo tal dependencia, cosa que algunos niegan; porque la dependencia de la materia respecto de la forma no es como si se tratase de la causa propia y verdadera de la materia misma, sino de una condición necesaria naturalmente para que la materia se conserve en su ser; mas este tipo de dependencia que es extrín­ seco a la entidad de la materia, es decir, sobreañadido, sin entrar intrínseca­ mente en su composición, no puede ser obstáculo para que la entidad de la materia por sí misma sea suficiente para sustentar los accidentes en el plano de la causa material; ya que la dependencia de una causa respecto de otra que le es extrínseca en su ser no puede impedir en nada el que dicha causa sea suficiente en su género para producir un efecto proporcionado. Y hay un ejem­ plo ad hominem muy« bueno y adecuado; en efecto, el compuesto sustancial de­ pende de sus disposiciones naturales, puesto que, suprimidas éstas, se destruye; y esto, sin embargo, no es obstáculo para que el mismo compuesto de por sí sea causa material de otros accidentes. Y lo que es más aún, también .el com­ puesto mismo fes causa material de dichas disposiciones, por más que, por otra parte, dependa de ellas; ¿qué tiene, pues, de sorprendente el que la materia, a d e b e t; n a m ra tio n e s m e ta p h y sic a e p ro b a re v id e n tu r n o n re p u g n a re ex p a r te m a te ria e , se u e sse in e a su ffic ie n s f u n d a m e n tu m e n tita tis u t su s te n te t m a te ria lite r a c c id e n tia ; p h y sic ae a u te m ra tio n e s o s te n d u n t id esse m agis c o n s e n ta n e u m ta m fin i s e u m u n e r i a d q u o d m a te ria in s titu ta e s t q u a m se n sib ilib u s effc c tib u s q u o s e x p e rim u r. 12. P rim o ig itu r p ro b a tu r h a n c ca u sa lita te m p o sse c o n v e n ire m a te ria e , q u ia m a te ­ ria h a b e t p ro p ria m e n tita te m a c tu a le m c u m s u a p ro p ria e x iste n tia , u t su p ra d ic tu m est, e t p ro p ria m e tia m s u b s iste n tia m p a rtia le m , u t in fra o s te n d e tu r ; e rg o ex h a c p a rte h a b e t s u ffic ie n te m e n tita te m u t s u s te n te t aliq u o d accid en s. P a te t c o n se q u e n tia , q u ia q u o d in se subsistât, lic e t a lio q u i p a rtia lis e n tita s sit, p o te s t su s te n ta re a c c id e n tia sib i p ro p o rtio n a ta , u t p a u lo a n te a d e a n im a r a tio n a ü d ic e b a m u s . D ic e tu r fa rta s s e m a te ria m d e p e n d e re i n su o esse a fo rm a , e t ex h a c p a rte esse in ­ fé rio n s c o n d itio n is q u a m s it a n im a ra tio n a lis c o m p a ra ta a d m a te ria m . S ed h o c n o n o b sta t, e tia m si iilam d e p e n d e n tia m a d m itta m u s,

q u a m n o n n u lli n e g a n t; q u ia ilia d e p e n d e n tia m a te ria e a fo rm a n o n e s t u t a v e ra e t p ro ­ p r ia c a u s a ip siu s m a te ria e , se d u t a c o n d i­ tio n s q u a d a m n a tu r a lite r n e c e ssa ria u t m a ­ te r ia c o n se rv e t u r in e s s e ; h u iu s m o d i a u te m g e n u s d e p e n d e n tia e , q u o d e s t e x trin se c u m e n tita ti m a te ria e , id e s t, s u p e rv e n ie n s illi e t n o n in trin s e c e c o m p o n e n s iila m , n ih il o b s ta re p o te s t q u o m m u s e n tita s se ­ c u n d u m se s i t su ffic ie n s a d s u s te n ta n d a ac­ c id e n tia in g e n e re c a u s a e m a te r ia ta , d e p e n ­ d e n tia e n im u n iu s c a u s a e a b a t a e x trin se c a in su o e sse n ih il im p e d it q u o m in u s ip s a in su o g e n e re s it su ffic ie n s a d c a u s a n d u m e ffe c tu m p r o p o rtio n a tu m . E s tq u e a d h o m in e m o p tim u m e t v a ld e a c c o m m o d a tu m e x e m p lu m ; n a m s u b s ta n tia te c o m p o s itu m p e n d e t a su is n a tu ra lib u s d isp o s itio n ib u s , n a m , illis a b la tis, d is s o lv itu r; e t ta m e n h o c n o n o b s ta t q u in ip s u m c o m p o s itu m s e c u n d u m se s it m a te r ia ta c a u s a a lio ru m a c c id e n tiu m . I m m o , q u o d m a g is est, e tia m ip s a ru m d isp o s itio n u m e s t m a te r ia ta c a u s a ip s u m c o m p o s itu m , lic e t alias a b eis p e n d e a t; q u id e rg o m iru m

574

Disputaciones metafísicas

pesar de su dependencia de la forma, pueda ser causa material de los accidentes? Se añade aún el que, aunque la materia dependa de la forma, puede ser causa material de la forma misma; luego, por más que dependa de la forma, podrá ser causa material de la cantidad. La consecuencia es clara, porque parece ha­ ber una mayor repugnancia entre aquellas dos relaciones de dependencia y cau­ salidad respecto de la misma cosa que respecto de cosas distintas. 13. De esto, finalmente, se deduce una corroboración del argumento ex­ puesto; porque la materia prima tiene en sí suficiente entidad existente y sub­ sistente, mediante la cual soporta en sí las formas sustanciales materiales; lue­ go la tiene también para sustentar o causar materialmente la cantidad. L a con­ secuencia se prueba no sólo porque el sustentar la forma sustancial no parece ser menos, sino más, y para ello no es menos necesaria la subsistencia y la existencia o entidad actual; sino también porque de la misma manera que se dice que la materia depende de la forma, igualmente se puede decir que de­ pende de la cantidad; luego, al igual que esto no es óbice para que la materia sea soporte de la forma, tampoco habrá obstáculo en que sea soporte de la cantidad. L a consecuencia vale por la paridad de razón; y el antecedente se prueba porque, del mismo modo que la materia no puede conservarse sin la forma, tampoco igualmente sin la cantidad, hasta tal punto que incluso respecto de la potencia absoluta de Dios se puede comprender más fácilmente la materiá sin la forma que sin la cantidad, según luego demostraré. 14. Solución de una óbjecdón.— Se objetará que la materia no puede ser al mismo tiempo causa material de la forma sustancial y de la cantidad; más aún, por el hecho mismo de ser potencia sustancial para la forma, resulta desproporcionado que sea al mismo tiempo potencia o causa material de la cantidad. Mas esto no acarrea dificultad alguna, porque sucede muchas veces que una misma causa tiene diversos efectos, de los que el uno es más excelente que el otro; por ejemplo, la misma forma es principio de las disposiciones o propiedades que de ella dimanan, y al mismo tiempo es principio de la gene­ ración- de..otxq semejante, y en el género de la causa formal es-al mismo tiempo causa del compuesto a que pertenece. De igual modo, pues, no habrá repugq u o d m a te ria , q u a m v is p e n d e a t a fo rm a , p o s s it esse m a te r ia ls c a u s a ac c id e n tiu m ? A c c e d it q u o d , lic e t m a te ria p e n d e a t a fo rm a , p o te s t esse c a u s a m aterialis eiu sd e m fo rm a e ; e rg o , q u a m v is p e n d e a t a fo rm a , p o te r it e sse c a u s a m a te ria lis q u a n tita tis. P a te t co n se q u e n tia , q u ia m a io r v id e tu r e sse re p u g n a n tia in te r illas d u a s h a b iru d in e s d e p e n d e n tia e e t c a u sa lita tis re s p e c tu eiu sd e m q u a m re sp e c to d iv e rso ru m . 13. E x q u o ta n d e m r o b o ra tu r ra tio fa c ta ; n a m m a te ria p rim a h a b e t i n se su fficien tem e n tita te m e x iste n te m e t su b siste n te m , q u a in se s u s tin e a t fo rm as s u b s t a n t i a l m a te ria le s; e rg o e tia m u t s u s te n te t se u m a te ria lite r c a u s e t q u a n tita te m . P ro b a tu r c o n se q u e n tia , tu m q u ia n o n m in u s, im m o p lu s esse v id e tu r su s­ te n ta r e fo rm a m su b s ta n tia le m ; ñ e q u e a d id e s t m in u s n ecessa ria su b s iste n tia e t e x is te n t ia v e l actu alis en tita s ; tu m etia m q u ia s ic u t m a te ria d ic itu r p e n d e re a fo rm a , ita p o te s t d ic i p e n d e re a q u a n tita te ; erg o , s ic u t h o c n o n o b s ta t q u o m in u s m a te ria s u s te n te t fo r-

m a m , ita e tia m n o n o b s ta b it q u o m in u s su s­ te n te t q u a n tita te m . C o n s e q u e n tia te n e t a p a ­ n i a t e ra tio n is ; e t a n te c e d e n s p r o b a tu r q u ia , s ic u t n o n p o te s t m a te ria c o n s e rv a ti sin e fo r­ m a , ita n e c sin e q u a n tita te , a d e o u t e tia m in o rd in e a d p o te n tia m D e i a b s o lu ta m fa c ilito in te llig i v a le a t m a te ria sin e fo rm a q u a m sin e q u a n tita te , u t in fe rito o ste n d a m . 14. Diluitur obiectio.— D ic e s m a te ria to n o n p o sse sim u l esse m a te ria le m causarti fo r­ m a e su b sta n tia lis e t q u a n tita tis ; im m o , h o c ip s o q u o d e s t su b s ta n tia lis p o te n tia a d f o r­ m a m , esse im p ro p o rtio n a ta m u t sim u l s it p o te n tia se u m a te ria lis c a u s a q u a n tita tis . S e d h o c n u lla m in g e rii d iffic u lta te m , q u ia saepe ac c id it u t u n a c a u s a p lu re s h a b e a t e ffe ctu s, q u o ru m u n u s s it n o b ilio r a lio ; u t e a d e m fo rm a est p rin c ip iu m d isp o s itio n u m v e l p r o p rie ta tu m q u a e ab ea m a n a n t e t sim u l e s t p rin c ip iu m g e n e ra n d i sib i sim ile, e t i n g e­ n e re c au sae fo rm alis sim u l e s t c a u s a s u i co m p o siti. S ic ig itu r n o n r e p u g n a b it m a te -

Disputación XIV.— Sección III

575

nancia en que la materia sea al mismo tiempo causa de la cantidad como pro­ piedad que le es connatural, y de la forma como acto principal al que se or­ dena por naturaleza. Y esto tiene lugar más fácilmente en el caso de que tales efectos estén subordinados entre sí, como pasa en el caso presente con la can­ tidad y la forma, pues la cantidad es una especie de disposición de la materia en virtud de la cual se convierte en sujeto capaz de la alteración y de las dis­ posiciones por las que se hace apta para recibir la forma sustancial. Por eso todos los autores, incluso los que defienden la primera sentencia, admiten que la materia es causa material de la forma y de la cantidad, por más que algunos afirmen que respecto de la forma es causa total en su género, y sólo parcial respecto de la cantidad, porque la causa total es el compuesto integro. Otros, en cambio, de acuerdo también con la primera sentencia, conceden que la ma­ teria es causa total en su género tanto de la cantidad como de la forma, pero con este orden: que sea causa de la forma con anterioridad de' naturaleza a ser causa de la cantidad; no hay, pues, inconveniente en que la misma materia sea causa material de ambas. Y, por lo que al orden respecta, parece más apro­ piado que, aunque según el orden de perfección y de finalidad, la materia re­ ciba antes la forma que la cantidad, no obstante, en el orden de la ejecución y de la generación, reciba primero la cantidad que la forma. En efecto, el or­ den de ejecución suele ser inverso al orden de la intención. Y esto debe cum­ plirse también en el caso presente, puesto que la materia se prepara y adapta a la forma mediante la cantidad. Por eso tampoco hay inconveniente en que la materia sea potencia sustancial; porque igual que la sustancia puede ser ca­ paz de accidente, no por una potencia accidental, sino por sí misma, por tener concomitantemente dicha capacidad en virtud de su propia entidad, de la mis­ ma manera la potencia sustancial, que es tal por ordenarse esencial y primaria­ mente a la recepción del acto sustancial, puede tener concomitantemente por sí misma capacidad para recibir una propiedad o disposición accidental acorde con su naturaleza y acomodada al fin a que está ordenada. 15. Parece, pues, suficientemente demostrado con esto que por parte de la materia no hay repugnancia ni desproporción alguna en que pueda ser causa ria m sim u l e sse c a u s a m q u a n tita tis u t p ro p rie ta tis s ib i c o n n a tu ra lis e t fo rm a e u i p r in ­ c ip a lis a c tu s a d q u e m n a tu r a s u a o rd in a tu r. A tq u e h o c faciliu s c o n tin g it q u a n d o h u iu s m o d i e ffe c tu s s u n t in te r se o rd in a ti, u t i n p ra e s e n ti s u n t q u a n tita s e t f o rm a ; e s t e n im q u a n tita s v e lu ti d isp o s in o q u a e d a m m a te ria e , p e r q u a m f it a p tu m su b ie c tu m a lte ra tio n is e t d isp o s itto n u m q u ib u s a c c o m m o d a tu r ad re c ip ie n d a m fo rm a m su b s ta n tia le m . U n d e o m n es a u c to re s, e tia m q u i p r io re m s e n te n tia m d e fe n d u n t, fa te n tu r m a te ria m e sse c a u ­ sa m m ate ria le m fo rm a e e t q u a n tita tis , q u a m vis q u id a m d ic a n t re s p e c tu fo rm a e e sse c a u ­ sa m to ta le m in s u o g e n e re , r e s p e c tu Vero q u a n tita tis so lu m p a rtia le m , q u ia to tu m c o m ­ p o situ m e s t c a u s a to ta lis. A lii v e r o e tia m iu x ta p rio re m se n te n tia m c o n c e d u n t m a te ­ ria m esse c a u s a m to ta le m in su o g e n e re , ta m q u a n tita tis q u a m fo rm a e , h o c ta rn e n o rd in e , u t p riu s n a tu r a s it c a u s a fo rm a e q u a m q u a n ­ tita tis ; n o n e rg o e s t in c o n v e n ie n s u t ea d e m m a te ria s it c a u s a m a te ria lis u triu s q u e . E t, q u o d a d o rd in e m a ttin e t, m a g is c o n s e n ta n e u m v ìd e tu r u t licet s e c u n d u m o rd in e m

p e rfe c tio n is e t finis m a te ria p r iu s r e d p i a t fo rm a m q u a m q u a n tita te m , ta m e n o rd in e e x se c u tio n is e t g e n e ra tio n is, p r iu s r e d p i a t q u a n tita te m q u a m fo rm a n . S o le t e n im o rd o e x se c u tio n is e sse o p p o situ s o r d in i in te n tio n is. Q u o d e tia m in p ra e s e n ti n e c e s sa riu m e s t, c u m m a te ria p e r q u a n tita te m p ra e p a re t u r e t c o a p te tu r a d fo rm a m . E t id e o e tia m n o n im p e d ii q u o d m a te ria s it p o te n tia s u b ­ sta n tia te s ; n a m , s ic u t s u b s ta n tia p o te s t e sse c a p a x a c c id e n tis, n o n p e r p o te n tia m a c c id e n ta le m , s e d p e r se ip sa m , q u ia c o n c o m ita n te r h a b e t illa m c a p a d ta te m e x v i su a e e n tita tis , ita p o te n tia s u b s t a n t i a l , q u a e ta lis e s t q u ia p e r se p r im o e s t in s titu ta a d re c ip ie n d u m a c tu m s u b s ta n tia le m , p o te s t c o n c o m ita n te r p e r se ip sa m h a b e re c a p a d ta te m a d r e d p ie n d a m p ro p rie ta te m v e l d isp o s itio n e m a e d d e n ta le m n a tu ra e suae c o n s e n ta n e a m e t fin i a d q u e m in stitu ta e s t acco m m o d atam . 15. E x h is e rg o satis d e m o n s tra tu m esse v id e tu r ex p a rte m a teriae non esse r e p u g n a n tia m neque im p ro p o rtio n e m u lla m , q u in p o ss it esse s u ffid e n s c a u s a m a te ria lis q u a n -

576

Disputaciones metafísicas ■

material suficiente de la cantidad. Que esto sea así parece demostrarlo, en pri­ mer lugar, el ejemplo del cuerpo humano, en el que doy por supuesto que no hay otra forma sustancial más que el alma racional, cosa que demostraré, en general, en la disputación siguiente, y en parte quedó ya demostrado en la an­ terior. Doy por supuesto además que el alma del hombre es espiritual y com­ pletamente indivisible. De esto, pues, se desprende un argumento: la cantidad del cuerpo humano no puede estar en él por razón del compuesto íntegro de materia y forma, luego está únicamente en la materia, puesto que es evidente que no está únicamente en la forma. Se prueba el antecedente por el hecho de que el accidente que está en la totalidad del compuesto en virtud de su unión afecta al mismo tiempo a la forma y a la materia como una sola cosa; ahora bien, la cantidad no puede en modo alguno afectar al alma racional por ser ésta espiritual; luego no puede estar en el compuesto humano total, sino sólo en la materia. 16. L a cantidad no puede ser recibida en ningún espíritu.— Podría acaso decir alguien que no hay contradicción en que un accidente material afecte con su unión a una forma inmaterial en cuanto informa la materia, ya que la forma inmaterial afecta a la materia misma con su unión; ¿por qué, pues, no va a po­ der un accidente material afectar a una forma de esta clase? Vemos igualmente que en la unión del Verbo Encarnado un cuerpo bajo y material tiene como término de su unión al supremo supuesto inmaterial, cual es el Verbo de Dios; ¿qué tiene, pues, de extraño que la cantidad tenga como término de su unión al espíritu de grado más inferior en cuanto unido al cuerpo? Sin embargo, esto no puede sostenerse, porque la cantidad se une con su sujeto como forma y acto del mismo; luego puede unirse solamente con una cosa que sea capaz de su efecto formal; ahora bien, el alma racional no es en modo alguno capaz del efecto formal de la cantidad, ya que no es capaz de extensión cuantitativa, incluso mientras informa al cuerpo; luego no puede de manera alguna recibir en sí la cantidad, ni total, ni parcialmente; ni puede tampoco tenerla como término una'u n ió n cuantitativa, puesto que dicha unión no*es más que una «información», y la «información» no puede tener por término más que una titatis. Q uod vero ita sit, im prim is videtur convincere exem plum de hum ano corpore, in quo suppono n on esse aliam substantialem form am p raeter rationalem anim am , quod in sequenti disputatione generaliter osten d am , et in praecedenti ex parte probatum est. S uppono deinde anim am hom inis esse spiritualem et om nino indivlsibilem . H inc ergo concluditur ratio, nam quantitas Im ­ m ani corporis non p otest esse in eo ratione totius com positi ex m ateria et fo rm a; ergo est in sola m ateria, n am constat non esse in sola form a. A ntecedens p robatur, quia accidens q u o d est in loto com posito attin g it si­ m ili sua unione form am et m ateriam per m odum u n iu s; at vero quantitas non potest ullo m odo attingere rationalem anim am , cum h aec spiritualis sit; ergo non potest esse in toto com posito hum ano, sed in sola m ateria. 16. Q u a n tita s i n n u llo s p ir it a r c c ip i p c t e s t .—- D icetu r fortasse n o n repugnare u t accidens m ateriale attin g at sua unione im m aterialem form am u t inform antem m ate-

riam ; nam form a im m aterialis attingit sua unione ipsam m ateriam ; cur ergo non poterit m ateriale accidens attingere huiusm odi form am ? Item in unione Verbi incarnati videm us corpus crassum e t m ateriale habere unionem terminatami ad suprem um spirituale suppositum , quale est V erbum D ei; quid ergo m irum quod quantitas term inet unio­ nem suam ad infim um spiritum , u t corpori unitum ? Sed nihilom inus hoc dici non pot­ est, quia quantitas u n itu r subiecto suo u t form a et actus eius, et ideo illi tan tu m rei u n iri potest quae est capax effectus formalis eiu s; anim a autem rationalis nullo modo est capax effectus form alis quantitatis, quia non est capax extensionis quantitativae, etiam dum inform ât co rp u s; n o n ergo potest ullo m odo in se suscipere n ec totaliter neque partialiter q u an titatem ; neque etiam potest unio quantitatis ad illam term inari, quia illa unio non est nisi inform atio; inform atio au­ tem term inari non potest nisi ad rem capacem effectus formalis. U n d e nulla est prò-

Disputación XIV.-—Sección III

577

cosa capaz de su efecto formal. Luego, según se ve por lo dicho, no hay pro­ porción alguna en los ejemplos aducidos. 17. Cabe responder de otra manera: que ciertamente con este argumento se prueba que la cantidad se recibe inhesivamente sólo en la materia, pero que no se prueba el que en dicha materia no se dé por supuesta la «información» de la forma humana que confiere el ser a la materia y constituye el compuesto del cual se dice que recibe y causa la cantidad, aunque no la reciba esencial y primariamente y según la totalidad del ser, sino por razón de una de las par­ tes. Mas de esta respuesta deduzco, en primer lugar, que la sola materia es el sujeto en el que se da la inhesión de la cantidad del hombre, y consecuente­ mente que es ella sola la causa material de la cantidad; ella es, en efecto, la causa material a la que tiene por término la unión o inhesión de la forma que es causada materialmente; mas la unión e inhesión de la cantidad del cuerpo humano tiene por término la sola materia, según demuestra el argumento ex­ puesto y se concede en la respuesta; luego la materia por su entidad es sufi­ ciente para causar materialmente la cantidad, pues resulta, consecuentemente, que en cuanto de ella depende, tiene en todas las cosas la misma suficiencia y capacidad. Y puede corroborarse y explicarse más esto, porque existiendo en el hombre materia y alma, hay entre materia y alma una unión sustancial in­ mediata; y entre la cantidad y la materia hay también unión inmediata, bien .que acidental; mas entre la cantidad y el alma no hay unión inmediata alguna en virtud de la cual se unan entre sí, sino que se unen sólo accidentalmente en un tercero, a saber, en la materia; luego es la materia sola la que ejerce la fundón de causa material respecto de la cantidad, ya que dicha causalidad se ejerce por la unión inmediata de ambas, según se explicó antes. 18. Aunque pudiera parecer que con esto basta para lo que ahora preten­ demos, puede, sin embargo, concluirse de aquí ulteriormente que se afirma sin motivo o fundamento que la unión de la materia al alma tiene prioridad de naturaleza sobre la unión de la misma materia con la cantidad, prioridad — digo— en el orden de generación, ya que en el- orden de la perfección y fin es certí­ simo; pero, sin embargo, esto nada tiene que ver con la cuestión presente. p o rtio in exempjis adductis, u t ex dictis con­ stat. 17. A liter responderi potest hoc quidem argum ento convinci quantitatem hom inis recio i inhaesive in sola m ateria, non tam en probari quod in tali m ateria non supponatur inform ano hum anae form ae dantis esse m a­ teriae et constituentis com positum quod d ica tu r recipere et causare quantitatem , quam ­ vis non per se prim o et secundum se totum illam recipiat, sed ratione alterius partis. Sed im prim is ex hac responsione sum o solam m ateriam esse subiectum cui quantitas hom inis inhaeret, et consequenter illam solam esse causam m aterialem q u an titatis; illa enim est causa m aterialls ad quam term in atu r unio seu inhaesio form ae quae m aterialìter causatur, sed unio et inhaesio quan­ titatis corporis fium ani ad solam m ateriam term inatur, u t argum entum factum probat e t in responsione conceditur; ergo m ateria per suam entitatem est sufficiens ad causandam m aterialiter q u an titatem ; unde conse­ q u en ter fit in qualibet re habere eam dem

sufficientiam et vim, q u an tu m est ex se. E t confirm an hoc ac declarari potest am plius, nam , eran in hom ine sin t m ateria e t anim a, Ín ter m ateriam et anim am est im m ediata unió substantialis, e t ín ter q uantitatem e t m ateriam est etiam im m ediata unió, licet accidentalis; Ínter quantitatem vero e t ani­ m am nulla est im m ediata unió qu a Ínter se uniantur, sed solum p er accidens u n iu n tu r in u n o tertio, scilicet m ateria; ergo sola m a­ teria est quae exercet m unus causae m aterialis respectu quantitatis, quia haec exercetu r per im m ediatam unionem ipsarum , u t su p ra declaratum est. 18. Quam vis autem h o c satis esse videatu r a d id quod nunc intendim us, hiñe ta m en ulterius co n d u d i potest sine causa vel fundam ento dici unionem m ateriae ad ani­ m am esse priorem n atu ra unione eiusdem m ateriae ad quantitatem , priorem (inquam ) ordine generationis; nam de ordine p erfectionis e t finís verissim um id est, nil tam en ad rem praesentem refert. Q uod autem al­ tera prioritas nulla sit, p robatur, q u ia im pri37

578

Disputaciones metafísicas

El que no se dé ninguna otra prioridad se prueba porque, en primer lugar, el alma no confiere a la materia el ser propio e intrínseco de la misma, sino que lo supone para poder unirse a la materia, según se dijo reiteradas veces; luego, por esta parte, en orden de naturaleza no se presupone necesariamente la unión de la materia al alma. Además, la unión con el alma tampoco es causa de la unión con la cantidad bajo otra razón alguna; luego no tiene de ningún modo prio­ ridad de naturaleza. El antecedente es claro, porque no es causa en el género de causa material, pues se demostró que la materia por su sola entidad causa materialmente o recibe la cantidad. N i es causa tampoco en el género de causa eficiente, porque ni una unión es causada por la otra, como parece evidente de por sí, ni es tampoco el alma misma la que se une al principio eficiente de la cantidad de su cuerpo; porque no hay ningún indicio ni razón suficiente de esta eficiencia, según demostraré luego con sentido más amplio; además, una forma incorpórea parece en especial muy desproporcionada para ser por sí mis­ ma principio eficiente de la masa y cantidad corpórea. Por consiguiente, la unión de la materia con el alma no antecede en modo alguno a la unión de la materia con la cantidad. Más aún, parece ser ésta la que en orden de natura­ leza se presupone en el género de la causa material, al menos como condición necesaria por parte de la materia para poder ser sujeto apto, no sólo para la acción con que el alma se une a- la materia, sino también para que el alma misma pueda informar y desempeñar la función de la forma de corporeidad, informando la materia de un modo" extenso, pdr más que ella permanezcá en sí inextensa. 19. De esto se desprende, además, que la unión de la materia con la can­ tidad tiene •— como se dice— prioridad de naturaleza en el orden de subsis­ tencia; porque, en primer lugar, está fuera de discusión que la unión de la materia con el alma no puede existir o conservarse naturalmente sin la unión con la cantidad, no sólo porque no puede existir naturalmente el alma en una materia que carezca de toda cantidad, cosa absolutamente evidente; sino tamlyén porque, continuando esta unión de esta materia a esta alma, no puede variarse esta cantidad en esta m ateria;'pues una cantidad no puede ser expul­ sada directamente por otra cantidad por ser todas semejantes, y una cantidad mis anima non dat materiae intrirfsecum et proprium esse illius, sed supponit iilud ut materiae uniri possit, ut saepe dictum est; ergo ex hac parte non supponitur necessario ordine naturae unió materiae ad animam. Rursus ñeque sub aliqua alia ratione unió ad animam est causa unionis ad quantitatem; ergo nullo modo est prior natura. Antecedens patet, quia non est causa in genere causae materialis; ostensum est enim materiam per solam entitatem suam causare materialiter seu recipere quantitatem. Ñeque etiam est causa in genere causae efficientis, quia ñeque altera unió fit ab altera, ut per se notum videtur, ñeque etiam ipsa anima quae unitur est orino'pium efficiens quan­ titatem sui corporis, quia nullum est indicium nec sufficiens ratio huius eficientiae, ut infra generalius ostendam; et specialiter forma incorpórea videtur valde improportionata ut per se sit principium effectivum corporeae molis et quantitatis. Nullo ergo modo antecedit unió materiae ad animam unionem materiae ad quantitatem. Immo haec videtur

ordine naturae supponi in genere causae materialis, saltern tamquam conditio ex parte materiae necessaria ut possit materia esse subiectum aptum, turn ad actionem qua ani­ ma unitur materiae, turn etiam ut ipsa ani­ ma possit informare et subire vicem formae corporeitatis, extenso quodam modo informans materiato, cum ipsa in se maneat inextensa. 19. Atque hinc ulterius fit unionem ma­ teriae ad quantitatem etiam esse priorem natura, prout dicitur, in subsistendi conse­ quent!'?.; nam imprimis extra controversiam est unionem materiae ad ammani non posse naturaliter esse aut conservati sine unione ad quantitatem, non solum quia non potest naturaliter esse anima in materia carente omni quantitate, quod est evidentissimum ; sed etiam quia, perseverante hac unione huius materiae ad hanc animam, non potest variari haec quantitas in hac materia; nam quantitas non potest expelli directe ab alia quantitate, quia omnes sunt similes, neque

Disputación X IV .— Sección III

579

no tiene otra hasta tal punto contraria o contradictoria que la expulse del mis­ mo sujeto; luego, permaneciendo la misma materia y el mismo compuesto to­ tal o parcial en virtud de la unión con la misma alma, no puede variarse la cantidad. Y al contrario: aunque se separe el alma y sobrevenga otra forma, puede conservarse la misma cantidad en la materia; luego la unión con la can­ tidad disfruta en absoluto de prioridad en el orden de subsistencia, y de esta suerte la sola materia será la causa material propia de la cantidad. La conse­ cuencia está clara por lo que se dijo, ni hay controversia alguna a propósito de ella. El antecedente puede probarse a pñori por lo dicho, puesto que la unión con la cantidad no depende del alma o de su «información» en ningún género de causa; y, por otra parte, el alma puede ser expulsada directamente de la materia por la introducción de otra forma opuesta y por el cambio de otras disposiciones que necesariamente exige dicha forma en la materia que informa; luego no puede aducirse razón alguna para que al separarse el alma de la materia se separe la cantidad, o se rompa su unión con la materia; pues una cosa sólo se corrompe ante la cesación de otra cuando depende de ella. Y aunque pudiera afirmarse que la cantidad depende mediatamente del alma por cuanto la materia depende de ella, no obstante esta dependencia queda suficientemente mantenida por la forma siguiente, la cual, al informar y al ac­ tuar con su propio ser una materia idéntica numéricamente, constituye término suficiente para su dependencia de la forma; luego no existe causa alguna por., la que, al separarse el alma, se haya de separar la cantidad del cuerpo humano. Y este argumento tiene el mismo valor probativo para todos los accidentes que están inherentes en el cuerpo mediante la cantidad y no dependen del alma eficientemente. 20.. Esto mismo puede probarse a posteriori; porque experimentamos que en el cadáver del hombre inmediatamente después de su muerte permanecen los mismos accidentes corporales que había en el hombre vivo, excepción he­ cha de aquellas facultades que son propias de los seres vivos, y dependen por lo mismo eficientemente del alma. Ante esta experiencia suele, responderse co­ múnmente que esos accidentes parecen los mismos, pero no lo son, sino que una quantitas habet aliam contrariant vel ita repugnantcm, ut expellat eam ab eodem subiecto; ergo, manente eadem materia et eodem composito totali vel partiali per unionem ad eamdem animam, non potest quan­ titas variati. E converso autem, etiamsi ani­ ma recedat et alia forma adveniat, potest eadem quantitas in materia perseverare; ergo unio ad quantitatem est simpliciter prior in subsistendi consequentia, atque ita sola materia erit propria causa materialis quantitatis. Consequentia est clara ex dictis, nec de illa est ulla controversia. Antecedens vero a priori probari potest ex dictis, quia unio ad quantitatem in nullo genere causae pendet ab anima vel ab informatione eius et aiiunde potest anima directe expelli a materia per introductionem alterius formae repugnantis et per mutationem aliarum dispositionum quas necessario postulat talis for­ ma in materia quam informât;, ergo nulla ratio reddi potest cur, recedente anima a materia, recedat quantitas aut dissolvatur unio eius cum materia; sclum enim corrum-

pitur una res ad desitionem alterius, quan­ do ab illa pendet. Et quamvis dici possit quantitas mediate pendere ab anima quatctenus materia pendet ab illa, haec tamen dcpendentia sufficienter suppletur per subsequentem formam, quae informando et suo proprio esse actuando eamdem numero materiam, sufficienter terminai dependentiam eius a forma; ergo nulla causa est ob quam, recedente anima, recedat quantitas humani corporis. Quae ratio eodem modo probat de omnibus accidentibus quae insunt corpori media quantitate et ab anima effective non pendent 20. A posteriori vero idem probari pot­ est; nani experimtir in cadavere hominis statina post mortem eius manere eadem ac­ cidentia corporalia quae erant in homine vivo, exceptis illis facultatibus quae sunt propriae viventium ac propterea effective ab anima pendent.1Ad quam experientiam communiter responderi solet illa accidentia videri eadem, non tamen esse, sed similia in specie, gradu et modo; numero tamen diver*

580

D i s p u t a c io n e s m e ta fís ic a s

son semejantes en especie, grado y modo, pero num éricam ente diversos. Esta respuesta podría ciertam ente adm itirse si, por una parte, hubiese una razón que nos obligase eficazmente a corregir el sentido, y, por otra, pudiese asig­ narse una causa suficiente de dichos accidentes; mas aquí no sucede ninguna de ambas cosas. L o prim ero quedó suficientemente demostrado con el argum ento metafísico, con el que im plícitam ente rebatim os los fundam entes de la senten­ cia opuesta, a los que más abajo daremos satisfacción más cum plida. Y se prueba lo segundo, porque si los accidentes que están en el cadáver en el instante de la m uerte son num éricam ente distintos de los que había en el hom bre, será necesaria alguna causa eficiente que los produzca de nuevo en aquel instante, ía cual frecuentem ente no existe; luego. Comienzan algunos p o r probar la m enor respecto de la cantidad, ya que no puede ser producida p o r Otra can­ tidad por no ser activa ¡a cantidad; n i tampoco por la cualidad, puesto que la cantidad es anterior a la cualidad corpórea; no puede, por tanto, ser hecha por ella; ni tam poco por la form a sustancia!, no sólo porque ésta no es inme­ diatam ente activa, sino tam bién porque no hay form a sustancial alguna común a todas las cosas corpóreas, m ientras ce- c oarp öisri,setestmhoartu ereuffl, sis, aslia ssceonrp ust.illu dvheoro n rent, sancia et universalis Synodus anathe- m n s e d tire S i ntia demintralib . rdeutËdcocglem s.adcoegrtu mm at.;, intelligat mansisseseparatem,dicit miracuctnatizat. .quia 15,vhero ocU e d itu m quaotedriafo.rm amm ateauria lism coens-t Ocahbanuttsdraictio itnibailibeussse, suetrm onnsetem dide lu sinem rvE acin tacalesusitdiaitu sin e m Ite in d itu desusaebufa slsaunm im c o t dou.asQaunäim atesm C hrarisriutim esessesest,epnae, referamverba: Neque statt duos ra ia s in trid u re e animas esse dicimus in uno ic2a4rn erro nueoucm ,aid am sserere. et animaho­ Pacobus et alii Syrontm scribunt, ani­ d . Q irc , c u malem, qua animetur corpus el immixta sit inis nominantur insedScm riputu rare, sanguini, et alteram spiritualem, rar m n e tionem ministret sed dicimus unam esse t officio,ut Hieronymus supraindicat, et eamdemque ammam in homine, quae et cor- e Apparsi venisse,

bo

cium omnesque

homine, im am

S p ir itu s

quae

>

non

d is ti n c te d is tin g u u n tu r

s u b s t a n ti a ,

D is p u ta c ió n X V .— S e c c ió n X

743

pliamente en el I tomo de la III parte, q. 6, en el com. del a. 2 y en la disp. XVII, sec. 4. Al alma en cuanto vivifica simplemente el cuerpo se le llama muchas veces con el nombre de espíritu, como en el E c le sia st ., 12: y e l e s p ír itu v u e lv e a l S e ñ o r , etc., espíritu que es llamado alma inmortal en otro pasaje, concreta­ mente en San Mateo, 12: N o te m á is a lo s q u e m a ta n e l c u e r p o , p e r o n o p u e ­ d e n m a ta r e l alm a, Y de Nuestro Señor Jesucristo se dice en el c. 27 de San Mateo que exhaló el espíritu, o sea el alma. Por eso en Ciernen., XJnic. d e S u m . T r in it., se dice que Cristo asumió las dos partes unidas de nuestra naturaleza, a saber: el cuerpo y el alma racional. 25. A u n q u e se a in e x te n sa , e l a lm a racio n a l e s la fo rm a d e la m a te ria . — Los argumentos propuestos en contra tienen fácil solución. En efecto, al primero se le niega la menor, porque, aunque el alma sea indivisible y espiritual, puede unirse inmediatamente a la materia por ser esencialmente acto de ella. Efecti­ vamente, no tiene importancia el que la materia y el alma racional tengan entre sí una gran distancia en la perfección de la entidad, pues para la unión no se h a de atender a la distancia o proximidad en la perfección de la entidad, sino a la proporción y a la conveniencia que tienen en la relación m utua de acto y potencia, proporción que se descubre como suficiente entre la materia y el alma; más aún, acaso es mayor y más perfecta que entre la materia y cualquier otra forma. En otro caso, por más que se piense la materia como ya informada por cualquier forma o alma pctensa y material, todavía el alma será despropor­ cionada para unirse con ella; porque, por lo que atañe a la extensión, esa for­ ma es igualmente extensa que la materia; por consiguiente, si la desproporción se origina de esto, no se la evita, sino que se la aumenta por un nuevo con­ cepto. En primer lugar, porque al ser dicha alma sensitiva un acto sustancial y específico, tal como se probó, está más distante del alma racional por lo que se refiere a la proporción requerida para la unión, que lo está el alma de la materia, y de esta, suerte más. bien impide la unión que contribuye a ella. En segundo lugar, porque si se diese un alma sensitiva, la intelectiva sería un puro principio de intejecdón; y un principio puro de intelección no es apto,para Informar un cuerpo, según demostraremos más ampliamente luego al tratar de

la teCdoem d.ara v2im utsdinispI.to m .II,Illsecpt.artis ,Sqa.ep6e, ppin quoita sein poenrfe cntio ndeacnintitam dus,tusoedreinsppecrotuin a . , e X V 4 . o rd n e t c v e ie n rousip snaom aninim as,piritu proustapabpseollalutu ter,vuivtific a-t re acptuesritu etrpin ote nrtiam ea,teqria uam epero panoim rdoam su;ffic iem nos cvcoelerp , e E c te t im s.;iasqt,ui12s:piritu Et spiritus redit ad Dominum fo rtam sseetmqauioarmectum peqrfe catio rm qufaom in te rA m a­evtc s im m o rta lis a lib i a n im a te ria u e lia r m a r c i. lio ocatur,nempeMatthaei, 10: Nolite timere quaitaeqtiaum suimqfin gafo turm r amavte riaanim iaamexintefo r­a eos qui occidu.nl corpus animam autem non m a c u c e l n s possunt occidere. E t d e C h ris to D o m in o tatamautetriauli,niaatudrhuilli; ceritquaianim padropeoxrtio desict,ituarnim M am tth..,U 2n7d,equinodC ele m iseitnt.,spiritu m ,dide ensio quaeosim dt illa te na-a m u n ic . n e m a ttin e t, ta rn e x te n s a fo rm S m.sTnrin it,raednicoitu reChuris tuss, caassrp um psisscsi­e spic uptord moa,tenria ; to erg or,siim inm deoaourie btuatu rliu im -plicaurte a tu s tra n ita u s ro o n llitu g e r a n e5t.et aRationalis nimamratio nalem. de. P rim os,ubqsutaiantiaculismetillaspeacnific imuas,suentsitiv a2 anima, licet inextensa, ma- sit a c tu s p ro teriae forma est.— N echraatio nnetssoinlutio connetra -. qbuatu m ero st,pom agnisem disretaqtuisabitam aniim aurantio neam l! riu m fa c ta e d iffid le m b e m o a d p rtio a d io n A parim aminednivim nilis egatu rsm in or,alis na,mp,olic estt qpueadm anuim aiu etvam ate ria,uneiotnita poStiu sunim ­, aim ndim s it is ib e t p iritu te ii q a m t a d e m . e c d o maecdtu iasteeuiu nsiri. N m anteria eim , qureiafertessqenutia liteinr qriv uia seissinettercpuedruem reipanrin im atpiu sem nsitiv ate,llig inteelle ci;epsetrfe o e n o d a c in n d ctioneet aennim dsam utio ltunm inntearmseaddisunteion-t pesutruam auteam info term lligaenndduimprin cipuiu m nla on­ m a te ria ra a lis , p tu m d in c o rp s , u t nemnonest attendendadistandavel pro- draostendemusinfra, trattandodeintelli,

,

744

Disputaciones metafísicas

las inteligencias separadas. Así, pues, para que el alma racional sea verdadera forma del cuerpo, es menester que ella misma no sea solamente el principio de las intelecciones, sino que lo sea también de las operaciones que se ejercen mediante el cuerpo; por consiguiente, lo ha de ser preferentemente de las ope­ raciones sensitivas, que son las que están más cerca de las acciones propias del entender. Hasta tal punto es esto necesario, que han llegado algunos a dudar si el alma racional en cuanto intelectiva era forma del cuerpo. Empero no exis­ te razón de su duda, ya que el alma racional es por esencia forma del cuerpo, según su totalidad y según todos sus grados, los cuales, aunque sean objeto de nuestra precisión mental, sin embargo se identifican en el alma. Por eso, aun­ que no dimanen de la esencia de esta alma potencias intelectivas que puedan ser recibidas en el cuerpo, con todo las mismas potencias sensitivas, e incluso las vegetativas, se originan con una perfección peculiar exclusiva deí alma racional y proporcionada para estar al servicio de las acciones de la mente. Esto cons­ tituye también un argumento de que el alma sensitiva es la misma que la ra­ cional en el hombre. 26. E n q u é sen tid o el alm a racional es form a d e corporeidad. — Con esto se llega a comprender también en qué sentido el alma racional, a pesar de ser incorpórea, puede ser forma de corporeidad; en efecto, el que sea acto o for­ ma de corporeidad no es lo mismo que el que sea corpórea o extensa, sino que es una forma que juntamente con la materia constituye una sola' sustancia com­ puesta capaz de cantidad. Por eso, tal como dije en la disp. XIII, el ser forma de corporeidad es absolutamente lo mismo que ser forma sustancial de la ma­ teria, pues precisamente porque es acto sustancial de la materia resulta cons­ tituida de ambas una sustancia íntegra material y corpórea. Por tanto, puesto que el alma racional, a pesar de ser indivisible, es verdadera forma sustancial del cuerpo, posee cuanto es necesario para ser forma de corporeidad. Esto nos lleva asimismo a la conclusión de que puede contener suficientemente también los grados intermedios, concretamente el vegetativo y el sensitivo, ’ de suerte que pueda comunicarlos ■formalmente al compuesto, ya que no puede contener los

gsitentiis sefoprm araatisc.orp Uotriserg oporarte tiotnualis asnanim at v e ra , o t ip je E e,tialic me.itjte roqre uoa-, sseitdperin cipoiupm nonnum tanqtuum inxte lleecnStuornupm , m osdsoitaensim afo 'raxrm tioqanuaoclis t stisitllig innitu caom rp tia m e ra tio a e e e rc e r p o s e o rp o re ita ; e sesset cvoaru rpm us,; qeurgaoem a x im e o p e ra tio n u m s e n s itia c tu m a u t fo rm a m c o rp o re ita tis , n o n sQ uunotdaacdtio nib ucsessin tellig eensdt,i esessefoip saam mccoonrpsotitu reaem sm eucuem xtenm saate mria , seudnaem s­ puro p in q u io re s . e o n e a riu m rm n te rinlletcntiv onanuinlliform anetipscaom euts.anN im a stisub.sta nntia m ctom pporasita m c.apX acIII, emqduicaenbtita -, qveutro adteunebusita st vqineute rp o n U d e , u s u , d is p a m odlite durbeita vfo erin t,acnoarp moris ratio ncaulis id eom oem neinfo orm esatm essseubfosta rm am corpm oareteita tis adnuim a e s s e n tia s t rm s e n ­ q u d s s n tia le m ria e-, m s e to ta m e t s e c u n d u m o m n e s g ra d u s , q u ia e x h o c p ra e c is e q u o d s it a c tu s s u b qui, lic etenaidneom bisinra naesupnrat.eU scninddea,nlic tuer,t stantialis materiae, constituitur exutraque in antio im uubm staenrg tiaora intio tegnra ,m aim teria lisetiam etsicsoitrpoinredai-. etexnre etiasseta enrn tia h u iu s a n im a e n o n d im a n e n t pcoi-- sC a lis a n a , in te lle c tiv a e q u a e in c o rp o re re ilis ,bveteraqufo rm asnitecseusbsasriu tanm tialis cuotrpsoit­ ptiviaanetu r, m taorneetnveeagcedtaetiv mm e,tm paonteannttiaceum sesnin si-- vrisisib i, h a id q u id e s t , im a e rm at ccoorp oreeita tise.tiaEm xqsuuofficeie tianm cognraclu dsi glisulaarinim qaueadeatm ppeorfe ctio ntaeapdrom pin riaistra rantio nm a- fo p o te s n tin re te r d u p ro rtio n a d u teurm edita iosu,tveegosetafo tivrm um , srcilic et,ferre et speonsssi-it acetio nib useam ednetis .E tsehoacnim etia mseesntsitiv argaum ­ in tiv m , a lite c o n m n tu m m m e s a m cumrationaliinhomine. composito,quianonpotest continereextre1,C t., uA npicoas,todlic eiTrin caitu thd.;o.Cone. Lat., subLeo­ neX seosnse..8V ,ie dencnreento.,qin uodCleinm ceipnit: regit.imineist fid so.llic

26. Anima rationalis qualiter forma cor..poreitatis,-r-

Disputación X V .— Sección X

745

grados extremos sin contener estos intermedios. Sin embargo, es frecuente de­ cir que el alma racional contiene estos grados virtual y eminentemente. Esto, empero, no les parece suficiente a otros para la causalidad formal, aunque sea bastante para la eficiente. Y así, sin duda, lo que hay que afirmar es que, igual que el concepto de forma de corporeidad no exige formalmente que sea corpó­ rea, del mismo modo al concepto de alma vegetativa y sensitiva no pertenece el que sean materiales y extensas, sino el que sean principio formal del vegetar y del sentir y el que constituyan formalmente un viviente según estos grados determinados de vida, cosa que verdadera y formalmente posee el alma racio­ nal; mas se dice que los contiene eminentemente por comparación con las for­ mas de dichos grados que no trascienden la perfección propia de ellos, ya que ella contiene sus perfecciones de un modo más elevado. En consecuencia, ha­ blando en general, hay que negar que pertenezca al concepto de forma vegeta­ tiva o sensitiva el ser corruptible o educida de la potencia de la materia, sino que lo que habría que añadir sería que esto pertenece al concepto de alma ex­ clusivamente vegetativa o exclusivamente sensitiva; y en el hombre no existe forma alguna que sea únicamente vegetativa o sensitiva; por tanto, en el hom­ bre no hay forma ninguna educida de la potencia de la materia. N i esto cons­ tituye obstáculo, como objetan algunos, para la generación natural del hombre, ya que para ella no es menester que la forma se produzca por educción; de lo -contrario, aunque en el hombre hubiese un alma sensitiva educida de la po­ tencia de la materia, no sería un hombre el que se engendraba, sino que sería el animal irracional constituido por tal alma. Así, pues, para la generación na­ tural basta con que la unión del alma con el cuerpo se realice de un modo na­ tural mediante la disposición y acción natural. 27. Las operaciones contrarias en el hombre.— Al último argumento de Ockam se - responde, en primer lugar, que la diversidad u oposición de opera­ ciones denuncia diversidad de facultades próximas, pero no de formas, tal como antes se dijo. Se afirma, además, que la existencia de operaciones contrarias en el hombre puede entenderse de dos maneras, a saber: o en simultaneidad o en diversos' tiempos. Esto segundo no sólocpucde acaecer en la misma alma, sino también en la misma potencia, como es de por sí evidente; en cambio, lo pri-

raqduuesntesin eratio hisnam ediisan.im D ic i vairtu utem fo rm am.quQ aeuasreit nauutllaveegsettain tivahoam utinseenfo sitiv aa ta n tu rm sem otoleestmgin fre r le m a m te ctat, udtealiipootebniic tiaiunm ate ria era.liN eeqnueeratio honci entevridceotu ntin enre hossuffic graedreus.adQufo odrm taa-- oebdsuta t, n a tu g m e n a iiis r o n min , tqupia dduhctio ancnem no;naeliastsneetia cem ssseiuint le mcauita sam ,inlic dedffic ie messat,tissicsit.ut hfoorm aeisfia eranaeim A sfo eaedetubacio ic eita ndntisutem h o m in e s s e t a s e n s itiv a e d u c ta d e, pseod­ dsitetqucraoetio n e rm o rp o re n o n e s t u t te n tia m a te ria e , n o n g e n e ra re tu r h o m o rp ó re a fo rm a lite r, ita d e ra tio n e a n idaannim im am i.irra tiongaele cotio nsntitu tuem penratu ta-m aet vm eagte etariativ aseeett seexntesitiv aee, nseodnqesusoedqusin odt illu spin le n s a le m a A d n e ra e m rg o sara tisliem stodqouofia dtupneio aantuim aleem addiscpoor­cuip ium fó rmaanletfo verm geatalite ndriveivtensesnstie nudni,- praulesm n a tu r n ra edtrin q o d c o n s titu e c n.emet actionem. um haobsetgraandim usavita etio , qnualis od;vedre acrfo rm an­ sitio 2 7 .tu — lite r h ra ic itu ta m e A d u ltim a m i ra tio n e m O c h a m i re s p o n d e efom in e n te r c o n tin e re , c o m p a ra tio n e fa c ta a d asnillo rutra mnsgcraednuduum qquuaia epaeltio rferictio noedm im prim isdin ivdeic rsaita tem veerslita opte pom sitiofanceum otupm e-r ecoorm ru m o n n t, m o ra tio n u m re d iv lta rotu xim aru m ,Dneoinndevedroicitu form aru m ,ite utrsinute pra ntin eqtuepnedrfe cntio naensduem aruem .teU neded,egraentio era - dpic m e s t. r d u p lic l-tim lo o , e g s s s n e fo rm a e v e g e ta tiv a e a u t s e n s itiv a e q u o d s it lig i p o s s e e s s e in h o m in e o p e ra tio n e s c o n cria orru pstib ilis ,deanudtum eduecstasetdillu epdoteensstia m ara te-­ tra riaus,s.sH cilic et,posvte elriusim uolnvesolludm ivein rsiseatedem ­ e , e d a d e d e p o rib o c s n m tio e;vein getahtiv ain eetanaututem det;millu podtenatia accpidriu eres tivnaeeatannim tuam om manuutllasenesi­st panoim tesat,, suetdpeetia rsm ein conesata utem ..M

,

In homine contrariae operationes

746

Disputaciones metafísicas

mero no es verdad, si se lo entiende referido a la contrariedad propia; pues cuando la voluntad y el apetito se ven movidos simultáneamente por afectos con­ trarios, tienden a objetos (aprehendidos) bajo diversas razones y también de di­ verso modo; puesto que si el afecto del uno es eficaz, es ineficaz el del otro, llevándonos este indicio más bien a la conclusión de que estos apetitos están radicados en la misma alma por el hecho de que el movimiento del une retarda el movimento del otro con tal que se encuentren en cierto grado de oposición; mientras que si se da conveniencia entre ambos, la realización es más fácil y más pronta. Y baste esto acerca del primer capítulo y modo de imaginar plu­ ralidad de formas sustanciales en la misma materia. Las partes heterogéneas y sus formas 28. El segundo modo de opinar sobre la pluralidad de formas puede ser que acontece que dos formas sustanciales permanecen en la misma materia o en una parte idéntica de la misma, cuando la una es imperfecta y, en comparación con la otra, se la considera como disposición preparativa de la materia y no como forma genérica y específica. Existe en esto una gran diferencia entre este modo y el precedente, ya que en el anterior ambas formas son esenciales al compuesto, y los predicados derivados de cada una de las formas se predican entre sí quiditstiva y esencialmente, por ejemplo, el hombre es animal, etc., cosa que sería completamente contradictoria, si las formas fuesen distintas. Empero, de acuerdo con este segundo procedimiento, la forma que constituye una disposición para la otra no pertenece a la esencia de la sustancia compuesta de materia y de la otra forma, al igual que esa clase de disposiciones accidentales tampoco perte­ necen a la esencia, sino que son causas en cierto modo extrínsecas. 294 Me encuentro con dos opiniones que pueden formar parte de este se­ gundo capítulo. La una es la que pone únicamente én los vivientes en cada una de sus, partes heterogéneas formas parciales específicamente distintas, las cuales disponen para la forma íntegra,'qué es una sola, distinta realmente de todas esas formas parciales. Así lo defiende Antonio Andrés, lib. VII Metaph., q. 17; y Pau­ lo Véneto en Sum. D e A nim ., c.< 5 ; Nifo, lib. I De Generat., text. 78; y suele atribuírsele al Comentador, porque dice en el lib. VI Phys.j com. 59, que el

tem ,cqoum opdosin ilio uratraedqic ueatafoarm aingeus­t nonrieetasttev:enruam ,qin tenlle ctu m dta esperotparia ctitu ons- ceessdeenntia tra m u a d o v o lu n p p e lis ito , e t p s sdim utlinmoovbeienctutarsauffe cdtib uesrsiscora ntra riis ,ustene-t lis forrm istedressuemppra taedqicuaidndtuitar,tivuet ehtom esinseenm tia lite in u n b iv tio n ib ssrm eaaenim tc qucotade.pA iatnevereropuiugxnta areht,ansci desivterseffic oedxa,malte moriu dos; ensatm,inseiffic affe essael,vniatem d,is.,tin axeca,tu esm xunaqiu ui­os efo s e c u n d a m fo rm a q u a e e s t d is ptaonstia itioe pm oatiurasdciceaallig itu r h o s a p p e titu s in d e n a d a lia m n o n e s t d e e s s e n tia s u b s ri, n a m m o tu s u n iu s re ta rd a t m o tu m riuin s,tesri sseit acliq useontia mondtoure prquugen,anfas;- ctaolem podsisita esitio exnm ateacria enttaaleliasnfoorm au,nsticduet sciiliu asuateeltem o n te s p o e s c id e n s tetpro m potiufin sgfit.endA tq uerehsaefocrm deasprim o- ess2e9n.tia,sD eduacsauasuaetem aliqoupoinm ondeoscinxvtrin sioecaqeu.ae csta apnite m o d i p lu s u b io e n tialesineademmateria. adnahoecstseqcuuaneduin mscoalis putvpiveertin euresvpid eitntuin r. U n tib o n De panibus heterogeneis et earum formis s inagsulis pale rtib usspedcisiesim ilatin ribcta uss,sin gupla senfoter­s m p a rtia s d is d is o n 2 8 . S e c u n d u s m o d u s o p in a n d i d e p lu ra inctetagraanbt fo rm aibm ,sqillis uaeepsatrtia unlib aures.alite r iitarm teasfosrm asru m elesssem paonteesret, in conetin gem erem dauteas­ dadistin o m n u Ita fo u b ta n tia a d te n e t A n to n iu s A n d r., V II M e ta p h ., q . 1 7 vim elpeinrfeceatadem pccam rtepailliu sr, aqduanalia domunuat etPaulusVenetus, inSum.deAnim.,c. 5;; eria s t e t ra tu N'puhiusC ,oImm deenG etonri,erai.,eoteqxut.od78V ;IetPhsyole t dfoisrm poasingoenepric raaepeatrasnpsecific maate;nin am eotesntom naug­t trib ta s . , q u nadifferentiainter huhcmodumet prae- com.59,dicitcor,caput, ethuiusmodi par-

Disputación XV.—Sección X

747

corazón, la cabeza y otras partes semejantes se diferencian específicamente; y en e! lib. II M etaph., text. 17, dice que el animal y sus partes convienen en la forma del todo y se diferencian por sus formas propias. De estas partes entienden al­ gunos lo que dice Aristóteles en el lib. II D e Generat. animal., c. 3, que el hom­ bre vive primero con vida de planta, después, de animal, por fin con vida de hombre. Los argumentos consisten principalmente en que en estas partes existen disposiciones no sólo diversas, sino también contrarias, y en que de ellas se de­ rivan operaciones de diversa naturaleza; por consiguiente también deben tener formas parciales de diversa naturaleza. Asimismo, porque una parte heterogénea amputada retiene la misma naturaleza de carne o de hueso, sin que, no obstante, permanezca en ella la forma del todo; luego permanece la forma parcial. En tercer lugar, porque estas partes difieren específicamente, pues por esto mismo se les llama partes heterogéneas o desemejantes; mas no se diferencian por la forma del todo; luego se diferencian por las formas parciales. 30. Mas esta sentencia es rechazada con razón por todos los que niegan la pluralidad de las formas, a los que citaré luego, y especialmente la ataca Iavello, VII Metaph., q. 16. Además de los argumentos generales que prueban la unici­ dad de la forma sustancial, se refuta de la siguiente manera. O bien nos referimos a vivientes que poseen un ahna indivisible, o divisible y coextensa con la ma­ teria. Si se .trata de los segundos, puede concederse fácilmente que en las di­ versas partes heterogéneas existen diversas* partes heterogéneas de la forma; ya que, efectivamente, en el árbol no es de la misma naturaleza la parte de la for­ ma que está en el ramaje que la que está en el fruto, etc.; con todo, se trata de formas parciales aptas para unirse entre sí formando un continuo, compo­ niendo por ello una sola forma íntegra del todo. Por tanto, es falso imaginar alguna otra forma total sobreañadida a estas formas parciales, la. cual informe de nuevo todas esas partes; pues ¿cuál es el objeto de esa nueva forma o qué indicio probable* ííós sirve pará demostrarla? Efectivamente, cuanto existe en el todo y en cada una de sus partes, por lo que atañe a los accidentes y operapiones, queda suficientemente salvado sólo con solad las formas parciales unidas entre sí o —lo que es lo mismo— solamente con forma íntegra compuesta de dichas >.Vpartes, . Pregunto, además si aquella forma total es indivisible o es ex• • .■». . . . . . M

sispdeiccitie'daniffe rre :etetpIIarteM eetaiupsh.,cte xvten1ire 7, uinnita tencmmofodrm a.eAsu blosta nim tiaurl,deim pivuegnntib atu r ute b im a i s o n h u u m u t q u v u s ip> fo.rm adtoetiuhsiseptartib diffe rreinin fourm isaliq prou-i hsaibbile enm tibuetscin dxivteisnib ile m ate nim aem ,Siaudtedpiv i-riis E t u s te llig n t o e s a m m a ria . o s qc.uo3,dhA risin toetem lespriu ait,svIIivedre eG enepralat.ntaaen,im ai.st, in terio ribeurassspitartib serm oh,ete faro cile ceoisnceesdsiedpiv oteer-st o m v ita p o d iv u s g e n apnraim aip Uus,etasunndtem vitainhhoisminpisartib .R atiosunenst sinasaprbaorte snfo rm asetheeiutesdroegm enra eatio s;nnisam repvaers ra e c q u ia u s re o n e ilia ositio oabnseoisludm divsuers dtio etianem rm ae, eqtcu.;aeseusnttin fro ndpeartia etleqsuailla eeestfoin cddoisivnpetra ria i,nese,ra tntio em nhtaaeb,oepsneetra s fo fru c tu ta m e n r­rs a ru ro n u m . E rg o e tia m m a e e t a p ta e u t in te r s e u n ia n tu r e t c o n fo r m a s p a rtitle s d iv e rs a ru m ra tio n u m . Ite m , unetnfo turm r, aem t td idetiu os.coQ m paopnroupnte trufa nalsm inetes­t qdeum ianpaatu rsra¿rtietero grneisneaauatbsocsississa, erettin em teenam - tin g ra u u m c a ta in geforerm aisliam form aum to taolem m ssupilla erasdpdaita m caanpoanrtia malisn.etTfocrm a,to tiu s;haeergopam asnedtiffe for­- fin hiteisru p a rtia lib s e t n e rte sm rtio q u ia rte m in fo rm a n te m ; a d q u id e n im e s t h u ru n t s p e c ie ; id e o e n im p a rte s h e te ro g e n e a e stem odditu i r? form au,idaquutidqeunoim indeic ioinpto roto babiliet scuntdinissfo im ilaareto stiu dics;unetu r;odsiffe edrunnotnindiffe - iu o s n Q s t ru rm rg fo r­ in lisnpeas,rtib uivsa,tuqruasnutu mieandteracccuid enstia mis30p.artiaH libauesc.verosentcntiameritoreiiciturin elist osm pisegraufo tio s a ffic m ourm is p a rtia lib u s in te r s e u n itis , s e arubm o,m n ib u s q u i n e g a n t p lu ra lita te m fo rm a um opdosid em esillis t) cupm soulas. fo rm atereinateginraquilla osm infra re fesra m ,IIetM septaecpia liteqr.a1g6it. (q c o ita e x a rtib P ra e cEetntra Ia v e llu , V h ., praeterrationes generalesquaeprobant quiroaniliaformatotalisindivisibilissitvel

Disputaciones metafísicas-

748

tensa. Lo primero no es afirmable respecto de estas formas materiales; y, si se afirma de algunas, esto corresponde ya al segundo miembro propuesto antes. Luego esa forma será extensa y estará compuesta de partes; de nuevo pregunto sobre ella si las partes que corresponden a las diversas partes heterogéneas del cuerpo son absolutamente semejantes y de idéntica naturaleza entre sí o si son de algún modo diferentes o desemejantes. No cabe afirmar lo primero, sobre todo expresándose consecuentemente con dicha opinión, ya que en contra de ello están los argumentos mismos en que ella se apoya, concretamente cómo la forma que es en sí misma de idéntica naturaleza requiere en las diversas partes disposi­ ciones diversas y contrarias, sobre todo por no estar toda en cada una de las par­ tes, sino por estar según sus diversas partes, las cuales son completamente dife­ rentes entre sí. Igualmente, al explicar cómo dicha forma posee diversas acciones en las diversas partes; puesto que si esto se atribuye a disposiciones diversas, bastarán en consecuencia disposiciones accidentales diversas para esa diversidad de acciones, ya que las mismas acciones son también accidentales; por consi­ guiente, es superfluo imaginar en cada una de las partes una doble forma sus­ tancial, a saber, la parcial y la total, de las que una es disposición para la otra. Además, contra este modo de multiplicación de formas tienen valor a fortiori todos los argumentos que propondremos en el miembro siguiente. 31. L a s fo rm a s d e todos los brutos son divisibles. — Parece, pues, que pue­ de existir algún motivo mayor de duda en estos vivientes que tienen formas in­ divisibles, aunque a mí en verdad me parece que sólo tiene lugar en -la composi­ ción del hombre; pues aunque haya sus discusiones a propósito de las almas de los animales más perfectos, con todo yo doy por supuesto que es más probable que ninguna forma material sea verdadera y propiamente indivisible. En efecto, dos son los modos en que se puede decir de una forma que esindivisible uno, en el sentido de que, aunque conste de partes, sin embargo o no pueden separarse naturalmente, tal como pasa en las formas celestes, ó no pueden se­ pararse de tal manera que se conserven‘ separadas, sino que se corrompen tan pronto como están divididas. De este modo acaso sean indivisibles las almas de los animales más perfectos; sin embargó,"isla iñdivisibilidad nada tiene que

em xistenm saa.tePria rim um did nsoindpeóte si'duS rii? fd r-- fin gm eresuinbs"tasin gulelism,paprtib uslem d,uplic em foer-t lib u s ; e t, a liq ib u s d ic a m a n tia a rtia s c ilic e t, tu poesrtin et.aE dritseecrg unodufo m m em bruexm susa­ to tale m ,teqre uaarucm utranahsuitncdism poodsitio am dualtip liam . petrar,cpid ro p itu m rm a ilia te n E t p ra e o n u m li­ sbpro recdeicdeem ntusa. fortiori quaein om us,s;qudaeeqcuoarreru uns­ cseanqdu!enfo in givpoeorssaita nppeaaxrtib rtepsuasrtib eiu sporsoris tirm meam 3 1 . dsin etenttrro d is h e te ro g e n e is c o rp , — Inilehsisfoerm rgaos,viv enetib upsoteqsutaenohnanbuella nt om nein oaliqsim ilem soedtoediuivsedrsem raettiodnisissim ini-­ ind.iv te r s e v l u o a e is ib v id ri m abio r dloucbuita ndiinratio ,mpqouasitio erenvera soinluism lare se.ndPorim unm duicenitenroin npilia otesset,ntepnratiaes,enrtim lo q u c o s e q a m h a e t m c o h o m ; ciposnatranititu illur,dqpuro c e d u n t a rg u m e n ta q u ib u s q u a m v is e n im d e a n im a b u s p e rfe c to ru m oem modraotio , sncisilic eret,qfo rm a,inqudai­e panoim ata liurnm seitssenopnronbualla cosnntro vem rsiafo,rm suapm in s e e s t e iu s d , u ira t n o e n b iliu u lla vsitio ersisns,partib uim sedivceursm asneotncositntratoria sindisspino­­ m ate.ria le m esesenim vere adcispproopterie iniddivfoisrm ibi-a le m D u o b u s m o s t d m a x ta in d iv is ib ilis : u n o m o d o , q u ia , lic e t c o n s tert gteuslis paaertib usr,sseedsunsetcoum ndnuinm dim iveile rssa.sIte pam r­, expartibus, tarnenvel separari naturalite , q u in te o s utsin fo rm isutcsaeepleasratib ues,covne-l quoum oddivoers haabseaatctio ilianefo rm am insidiv ecrsistribpuaar­- nnoonnppoossssuunnt,t ita e p a ra ri ta tib s s ; n a h o enr.tur,Etsehdocstafo tim ascedm ivoidduontu r,ntcoinrru m tu rersdiv ersdisispdoisspitio ositio naibcucid s,eneta rgleossuaffic ieanrnt speurv n tu rta s s u d iv i­ ddiv a e n s d e erfescto ruilmreanfeim hadeec ctio m nesum ipseaset staibrnileensainndim ivaiseibpilita nih rtaliu adm re;m aiv cceidrseita ntatelem seatia mnsuin t;, ceurgm osaucptio erflu Brutorum omnium formae divisibi-

les

Disputación X V .— Sección X

749

ver con el problema de que tratamos, ya que para ello basta con que el alma misma conste de partes heterogéneas y que resulte, en cuanto es un todo, de la unión inseparable de ellas mismas, de suerte que sea superfluo el inventar otras formas parciales distintas en cada una de las partes, según lo prueba el argu­ mento expuesto más arriba; ya que su valor es igual, bien se trate de una forma divisible, bien de una indivisible en el sentido dicho, como es de por sí evi­ dente. En otro sentido, pues, se dice con propiedad y rigor de una forma que es indivisible porque no consta de partes ningunas, y esta forma es menester que esté toda en el todo y toda en cada una de sus partes, y en este sentido opinamos que sólo es indivisible el alma racional, aunque los argumentos que se propondrán a propósito de ella son aplicables a cualquier otra forma, si es que alguno juzga que es indivisible. 32. E n las partes heterogéneas d e l cuerpo hum ano e x iste una sola fo rm a .— Y el que dicha forma no exija en las partes heterogéneas de su cuerpo orgánico diversas formas parciales, se prueba, en primer lugar, por la eminencia y per­ fección de tal forma, la cual, siendo en sí un acto indivisible, mira esencial y primariamente como a su receptáculo adecuado al todo que consta de dichas par­ tes parcialmente dispuestas de diverso modo, a fin de que de ellas resulte una disposición íntegra acorde con la perfección de dicha forma; por consiguiente también en dicho compuesto son superfiuas esas formas parciales. La consecuen­ cia es evidente, ya porque esa misma forma indivisible es suficiente para actúa-lizar con plenitud y perfección cualquier parte de la materia, por diversa que sea su disposición; ya también porque las formas parciales no evitan el que esa misma forma indivisible mire todas esas partes diversamente dispuestas como componentes de su receptáculo adecuado; ni evitan que esa misma forma sea el principio radical y principal de todas las acciones ejercidas mediante los diversos miembros, puesto que en este género ella es también principio suficiente de las mismas; luego son superfiuas las formas parciales. 33. En segundo lugar, porque es contradictorio que una forma sustancial sea disposición próxima y permanente para otra forma sustancial. Ciertamente que una form a'puede ser disposición jpmota y transeúnte, por así decirlo; efec­ tivamente, la forma de la sangre en este sentido es disposición y como camino

qanuim aaagim usste , tqueia saartib tisuessthqete uorodgeip sisameett illis ceptivpuam ,utostudm illu docdoensdtaisnpsoseitis xom nartia ibusc o n x p n e rtib iv e rs im p puam rabsiliituanliaiosnepatortia talecsonfo surm rgaat,s lite tneexaepiserfe cocntio sunrg tlis Intefo grarmdaise;poesrg itioo cetia onrm senuin ta iasta uienxt. ssein uapru eum rv ain cpasnaeertib g lis u s c o n fin g e re , u t ra tio s u ta li c o m p o s ito u n t s u p e rflu a e ta lerns fo rm a e p a rtia le s . P a te t c o n s e q u e n tia , tu p e riu s fa c ta p ro b a t; n a m a e q u e p ro c e d it, saandin divpisleibnilis foprm acetestqsuuaffic ienest siv eiiìa fo rm asedniv is,ibuilis sritsesivneotu inm diveissi-t. qaduiaacip bA ilis in d ic to s u t p e tu a m e e t e rfe m lib lioprie ergoetm odorigdoic itu rufo rm allisindiv isrtib ibilis psita artesm illiu sm atem riaeq,uiaetiailla msei fo varm rieaedisppaor­p ro in re , q ia n u p a u s it; tu rn e tia cfooto nsta t,toqtauam minneqcueasslib eeetsptaerte t,toetatm esm seodino tia lesare nosnpicto lluonm tneqsuilla insippsaartesindviv isibdilis fo rm ia t a rie e t h o c sinodlaivm anile im am rauatio nqauleam mra extio istim am uusaeesdsee spuosscita stivuutmc;om pqouneento tellu snsutuqm adilia aeqeuaadtueism e p n e u in m is ib m ; q m n e s q illa fie nstipqousissintexaispptim licaavrieritadeqsuseam cudm qisui­e ofom rm am sitacptio rinncuip iuqm rapdic ale etvapria rinm cipem ale­ n iu m u a e e r ilia ablia m , in iv ile32m bsurafficeie xenrc epnrin tucr;ipin queoaru gem ne;reergilia etia m easet .. s iu m o s u p e rflu .— Q uodusergsuoitaclis fo r­ su3n3t.illaeS foerm adeop,artia les.repugnat unamform a n o n re q u ira t in p a rtib o rp o ris c u n q u ia oprg anoiceixdiv ersinaesntia partia lepserfefocrm anse, ta pro bafo tur-r xm am suebtstapnetia leanm etessm edaisdpaolia sitio nesm ptaro rim e m e t tio lis im a m rm e n m u b s n ­ am.rePm ootetasteqtuid m , coum acstu peare,sequpaerim resin picsit,esuittinaddiv aeisqib uailis tum uss-, etia ssle em disfo porm sitio traenm sieunnsa(ufotrm sica

In partibus humani corporis hetero­ geneis unica forma

750

Disputaciones metafisica!

para la forma de carne; pero es una disposición remota y transeúnte, puesto que no permanecen simultáneamente, sino que de la sangre, como de la materia transeúnte, se hace la carne. De igual modo la forma de embrión es una dispo­ sición para la forma de hombre, y este mismo es el sentido en que hay que tomar la cita que antes poníamos de Aristóteles, a saber, que el hombre vive primero con vida de planta, después con vida de animal, etc.; pues con esto quiso significar el proceso de la generación que va de lo imperfecto a lo per­ fecto a través de las diversas disposiciones, hasta que se llega a la introducción de la última forma; sin embargo, la forma más imperfecta desaparece siempre al llegar la forma más perfecta. E n cambio no puede suceder en modo alguno que una forma sustancial sea disposición última para otra y permanezca junta­ mente con ella; puesto que cada forma sustancial confiere absolutamente el ser y constituye una esencia completa en el género de la sustancia; por consiguiente una forma no puede ser tal clase de disposición en orden a otra. Ni tiene im­ portancia lo que dicen algunos, que esto es verdad respecto de las formas tota­ les, pero que no lo es respecto de las parciales, puesto que si en todas las parres del cuerpo humano existiesen, además del alma, semejantes formas, de todas esas formas parciales resultaría una forma íntegra distinta del alma racional; porque, al igual que todas las partes de la materia están unidas entre sí y componen un solo cuerpo íntegro, de igual modo todas esas formas parciales estarán unidas entre sí como lo están las partes de la materia a las que informan; por consi­ guiente, compondrán uná sola forma íntegra constituida dentro de su propio género y especie; por consiguiente, no puede ser disposición para otra forma total de la misma materia. 34. Con esto llego al tercer argumento, porque o dicha forma compuesta de las formas parciales es un alma vegetativa, o sensitiva, o es una forma de inanimado. Esto último no puede afirmarse consecuentemente, porque, en otro caso, estas formas parciales no servirían para las funciones vitales propias de cada uno de los miembros, siendo así que este es el motivo principalísimo de que sean establecidas. Además, contra este tipo de forma valen todos los argumentos que se expusieron antes a propósito de. la forma de mezcla o de corporeidad. Igual­ mente, 6Í‘de dicha forma se afirma que es u n ‘ alma, contra esta actitud tienen dicamj ; sic . enim forma sanguinis es't* dispositio et quasi via ad formam carnis, re­ mota tarnen et transiens, quia non manent simul, sed ex sanguine fit caro ut ex tran­ seunte materia. Similiter forma embrionis est disposino ad formam hominis, et eodem sensu accipiendum est quod ex Aristotele supra 'referebamus, nempe hominem prius vivere vita plantae, post vita animalis, etc.; in hoc enim significavit processimi generationis ab imperfecto ad perfectum per varias dispositiones, donee ad introductionem uitimae formae perveniatur; semper tarnen imperfectior forma recedit adveniente per­ fection. Quod vero una forma substantialis sit dispositio ultima ad aliam, simul perma­ nens cum illa, fieri nullo modo potest; quia unaquaeque forma substantialis dat esse simpliciter et constituit essentiam comple­ tan! in genere substantiae; ergo non potcst una forma esse talis dispositio ad aliam. Nec refert si quis dicat hoc esse verum de formis totaiibus, non autem de partialibus, nam si in omnibus partibus corporis immani

praeter animant sunt huiusmodi formae, ex omnibus illis formis partialibus consurget una integra forma distincta ab anima ra­ tional!; nam, sicut omnes partes materiae sunt inter se unitae et componunt unum integrum corpus, ita omnes iliae formae par­ tiales erunt inter se unitae, sicut partes ma­ teriae quas informant; component ergo unam integrara formam in suo proprio ge­ nere et specie constituían! ; ergo non potest esse disposino ad aliam formam totalem eir.sdem materiae. 34. Ex quo argumentor tertio, nam vel illa forma composita ex partialibus est ani­ ma vegetativa, aut sensitiva, vel est forma inanimati. Hoc posterius dici non potest consequenter, alias non deservirent hae for­ mae partiales ad propria muñera vitaba singulorum membrorum, cum tarnen propter hanc potissimum causam poni dicantur. Et praeterea contra huiusmodi formam proce­ dura omnia quae supra dicta sunt de forma mixtionis aut corporeitatis. Et simili modo, si talis forma dicatur esse anima, contra

Disputación X V .— Sección X

751

eficacia todos los argumentos aducidos antes en contra de los que afirman dos o tres almas en el hombre. Y poco tiene que ver que alguno se esfuerce en decir que de estas formas parciales no se llega a la composición de una sola, puesto que entonces el argumento valdrá igual aplicado a cada una de las formas par­ dales considerada en sí misma, por ejemplo la de carne o la de hueso; puesto que en realidad en esta consideradón cada una de esas formas sólo es pardal por el nombre, ya que no es parte verdadera de forma alguna total; por consiguiente será en sí una especie de forma íntegra, pudiendo plantearse respecto de ella la pregunta de si es un alma o no, teniendo aplicadón entonces el argumento propuesto. 35. Puede cuestionarse de igual manera si estas formas parciales., o la forma íntegra compuesta de ellas permanecen en el cuerpo o perecen al separarse el alma racional. Si se afirma lo primero, comienza por seguirse con bastante lógica que dicho cuerpo permanece vivo cuando se separa el alma radonal, puesto que, como dije, esas formas, o la que de ellas resulta, deben constituir un alma, pues en otro caso de nada servirían para las operaciones vitales. Se sigue asimismo que la materia amputada y la unida con el cuerpo humano son unívocamente carne, o hueso, etc., lo cual está en contra de lo que dice Aristóteles en el líb. VII de la Metafísica, text. 56, y con más daridad en el líb. I D e generat. animal., c. 19, y en el lib. I D e Anima, c. 1. Pero si tales formas parciales se separan en su totalidad cuando se ’separa el alma radonal, en primer lugar no hay indido o necesidad alguna de- andar imaginándolas, y además se siguen de aquí todos los inconvenientes teológicos que citábamos antes, a saber, que en la muerte de Cristo el Verbo pierde alguna forma sustancial, o que ésta permanece separada juntamente con el alma racional. 36. En qué sentido afirmó Platón la pluralidad de formas en el hmnbre; su refutación.— Se puede añadir que Aristóteles en el lib. I D e Anima, text. 91 y siguientes, ataca ex professo la opinión de Platón, quien ponía varias almas en las diversas parte -del cuerpo. El caso -viene a ser el mismo que el de ía multitud de formas parciales. Es verdad que Platón afirmó únicamente diversas almas como parciales en jas*diversas pactes, sin afirmar luego una. íntegra en el todo; mas este modo de establecer pluralidad 'de almas no tiene que ver con la pre­ sente disputación, ya que en- realidad, según él, no se trata de afirmar diversas positionem ptocedunt omnia supra adducta in eos qui ponunt in homine duas vel tres animas. Ncque refert si quis contendat ex illis partialibus non componi unam, nam tunc de unaquaque forma partiali per se sumpta, ut carnis aut ossis, eadem ratio procedei; quia-revera in hac consideratione unaquaeque forma illarum solo nomine dicitur partialis, cum non sit vera pars alicuius totalis formae; in se ergo erit quaedam for­ ma integra, de qua interrogari poterit an sit anima necne, et procedet ratio facta. 35. Et similiter poterit inquiri an hae formae partiales seu integra ex illis compo­ sita maneat in corpore, recedente anima rationali, vel pereat. Si primum dicatur, sequitur primo satis consequenter manere cor­ pus illud vivum, recedente rationali anima; nam (ut dixi) formae iilae, aut quae ex illis consurgit, anima esse debet, alias nihil deserviret ad operationes vitae. Item, seauitur partem abscissam et coniunctam corpori humano esse univoce carnem aut os, etc., quod e a rn

est centra Arist., VII Metaph., text. 56, et clarius I de Generat. animai., c. 19, et I de Anim., c. I. Si vero tales formae partiales omnes recedunt, recedente anima, primum absque ullo indicio vel necessitate finguntur. Et deinde sequuntur inconvenientia theologica quae supra inferebamus, scilicet in Christi morte aliquam substantialem for­ mami dimissam esse a Verbo vel manere separatam simul curri anima rationali. 36. Plato quomedo plurcs formas in ho­ mine posuerit, refutaturqne.— Adde Aristotelem, I de Anima, text. 91 et sequentibus, ex professo impugnare opinionem Platonis, ponentis plures animas in diversis partibus corporis. Est autem eadem ratio de multis formis partialibus. Veruna est solum posuissc Platonem diversas animas quasi partiales in diversis partibus, non vero deinde unara integrata in toto; sed hic modus ponendi plures non pertinet ad praescntem disputationem, quia revera iuxta illum non ponun-

752

Disputaciones metafísicas

formas en una misma parte de la materia. Sin embargo se ve con evidencia que es absolutamente falso, ya que de él se sigue que el alma racional' no infor­ ma el cuerpo humano, sino alguna parte de él, y se sigue, consecuentemente, que no es el principio de todos los actos vitales del hombre, cosa que está en con­ tradicción con la sana doctrina que define que el alma racional es verdadera forma del cuerpo. También se demostró antes que por la conexión de estas ope­ raciones se llega a inferir la radicación de las mismas en un solo principio. F i­ nalmente, está el argumento de Aristóteles, que es el que va más derechamente al asunto, pues llega a esta conclusión: o esas almas que informan las diversas partes se unen en una sola alma, o no. Si no se unen, no componen consecuen­ temente un uno p e r se. Mas si se unen en una sola alma o mediante una sola que venga a ser común a todas están contenidas en un solo compuesto, nos basta con esta única alma, siendo falso y careciendo de fundamento el que se multi­ pliquen otras muchas. Este argumento vale por igual para cualesquiera formas parciales. 37. Con lo dicho queda clara la solución de los argumentos de la sentencia contraria. Al primero se responde que esas diversas disposiciones de las partes orgánicas completan una sola disposición íntegra propia de una sola forma total, ya sea divisible, ya indivisible, tal como se explicó. Y por lo que atañe a las operaciones de estas partes, si se trata de operaciones meramente naturales y tran­ seúntes, por ejemplo, dar calor, enfriar, etc., éstas provienen inmediatamente de las cualidades primeras, de las que estas partes reciben diversas disposiciones y modificaciones. Mas si se trata de operaciones vitales, como! "son atraer, recha­ zar, tocar, ver, etc., éstas provienen inmediatamente de las diversas facultades vitales, que existen a veces en una misma parte del cuerpo y a veces en partes diversas; mas el principio radical de todas es una única e idéntica forma, por ser el principio universal que contiene virtualmente todas estas cosas. Por eso no es necesario que se multipliquen las formas parciales a causa de estas disposi­ ciones u operaciones, sobre todo porque, aun admitidas ellas, es necesario con­ ceder que una forma superior y total Informa dichas partes, y exige en’ ellas esas diversas disposiciones, y tiene capacidad de ejercer mediante ellas esas diversas operaciones.. ‘

tuornpsta luirevseroform aeeom innin eaodefam pai,-q rteum aetexrnilio e. ntio icnaerum mu.nciu om pie rermim mtalis inte gvraelmdiv disispiboilis siC e s s le rn ia silis fo ai’eaxto ;m scoeqrpuuitu r a n im a m ra tio n a le m n o n in fo rm a re v e l in d iv is ib , u t p lic a tu e s t. Q u o d s h u m a n u m , s e d a liq u a m p a rte m e iu s , v e ro a d o p e ra tio n e s h a ru m p a rtiu m a ttin e t, sitstra itnsseerm otibdues,acutio ncibaulesfam erere, nfrig atuera lib us, eotm cnoiu nsm eqaucetu nteum rsevqita uitu rm nohnom esin seisp,rin coipdiurem e u n t c e fa c e re liu q u tc.,tib.huase,pqro xim ehaperopvaerte niusndtivaersprim isdeqduisa-pm uagm nara t tio sannaale em doecstrin avee,ram quafo erm deaiìn itcorp anoi­- elita u ib u s im o s e to rtioentibauffic iu nlib tur.us,Suitvseurontsaitttrasehrm o, ris Enteshuapru rametia m etio stnousm tencsoullig miexradcicona-- dpeonoupnetu ra s v ita e re ntio ex.nio o p e ra rero,xta negeare,divveidrseisre,faectc ., tib hauespvro vli­ e­ em illarutem inestunqouaeprin .D eanxiqim uee enxiupnelle ra tio aadcuip reio m m t p im u lta ita sinpfo ecrm taA t;anristesto icsdelis n im c o llig it: t illa e a n im a e use,rsqisuapeartib inteurdsucm in eaedxem , in terd um in iv ersSaisnpoanrteusniu unniu ntuerrgin uonna dbviv o rp o ris is tu n t; o m n iu m aconm im a , v e l n o n . tu r, o n roara dqic aleesptrinuncip iu m esptrin uncaipiu etm eahdaeem pnoanuannim tpae,rvseelupneurm .naSm iaqute m ucnoiu nm tuur- foerm , u ia iv e rs a le cs in u u u a s i m odm n ia v irtu te c o n rin e n s . E t id e o p ro p te r h a nilla emuonm n ib u s c o n tin e n tu r in u n o c o m p o s ito , isupltip ositio nriesvpealrtia opleera tiofo nerm sanso,nepsra tneseecrtim esse aesm uffic it,liceatntualia ehpalu resvero falsoratio et m lic a s saeucpm erflu u ltip r ; e c m,eillis polesm itis,fonrm eceasm sepsaitrtefasteilla ri ssupinefo rior­e.proceditdequibuscumquepartialibus creum t to ta form is areneest, eretqpuoire re in illis illa sercveare riasilladsispvoa­­ 37s.oluA dra tiodnicetis sc.oA ntra ria esaem nterenstia enpdea-- m s itio s s e p e r illa s e x te t tio e x d p rim p o tur illasvariasdispositionespartiumorga- riasoperationes.

Disputación XV.—Sección X

753

38. S i una parte cortada se vu elve a unir d e n u evo, / tiene lugar una unión sustancial? — Al segundo se responde negando el antecedente, ya que en una parte heterogénea cortada no permanece la misma forma que antes había, y, por eso, una mano cortada es equívocamente una mano, como dijo Aristóteles. Mas suele urgirse contra esto, porque si esta parte cortada dentro de un breve espa­ cio de tiempo vuelve a ser unida de nuevo al todo acoplándola debidamente a la parte de donde fue cortada, se une verdadera y sustancialmente y vive igual que antes; por consiguiente conservó la misma forma; ya que, de lo contrario, no podría estar informada de nuevo por ella, puesto que no hay regreso de la privación al hábito. Empero esta réplica tiene la misma dificultad en cualquier sentencia, puesto que no puede negarse que esa parte perdió por la división Ja información de la forma total, por ejemplo del alma racional; p ar consiguiente sí se vuelve a unir luego de nuevo y a estar informada por ella, tiene lugar el regreso de la privación al hábito. Y si se niega que vuelva a ser informada de nuevo por el alma racional, nosotros negaremos con la misma razón que se una verdaderamente de nuevo; por eso Soncinas en el lib. VIH M e ta p h ., q. 10, ad 7, tiene por más probable el que jamás vuelva a darse una unión física perfecta de dicha parte. Y a la experiencia que se dice que existe de que esa parte recobra la vida y el uso del sentido, se responderá, según esta sentencia, negando que se dé la capacidad de sentir en esa misma parte, sino que se da en las inme­ diatas; es lo mismo que pasa en los huesos o dientes, donde parece que se da la sensación de dolor por la proximidad de otras partes. Y por lo que se refiere a la nutrición y a la conservación de la armonía temperamental, se dirá que tiene lugar por yuxtaposición. Mas como todo esto es difícil de creer, acaso lo má3 probable es que esa parte vuelve a estar informada de nuevo por el alma racional, y no hay inconveniente en que se vuelva al hábito desde esa privación parcial y cuasi momentánea, puesto que la forma permaneció íntegra en sí mis­ ma y 'las disposiciones que había en dicha parte en orden a aquella forma nu­ mérica se conservaron idénticas, sufriendo apenas disminución en tan pequeño espacio; por eso no hay inconveniente en que la misma forma vuelva en seguida a aquella parte de la materia. . 39. S i las partes heterogéneas ■•se diferencian en su especie sustancial. — Al tercero se puede responder negando lo que se da por supuesto, a saber, que las

38. ru m fie ridpeexrfe crie tara um niovneero m,pqhuyasekaeftisse'tadlisi. — A d s e c u n d u m re ­ p a rtis . A p e n tia shpeotenrodgeenntenaeagbasncdisosaannteocnedm enasn,entaem in.m paforte creitu ronqdueobditutarlisiuxptaarshaite rusm viv itm etnseegnatit,n­ a d e r­ s p n c e n te n tia aaqeuqaueivaoncte am earanut,s,etutidA eorism at.nudsixait.bscS isesda dporopein ssqeuisse;nssuic m ininipossasm eutspaaurte ,desnetib duins esm sotle e to u t ib t cinbsre tavri,eqteum iaphuusiuite sm om dicpoanrs- valia ideru tum repsasertiu dom lo.risQusoednsvuseroexattin propetinaqduita teaiubnscgtisactu soanr,tra stoitihinostra ru n u ecvuenreduam euabm denm plite arte m unr­ trim etunrtufie mrietpceornsiuexrvtaaptio nitio emnetem m pS era mqenuti,ia d e a b s c is s a e s t, c s s ta tia r u n itu d ic e o s . e d efotrm viv it,saiclio utquaintenao;neprgoosserettin uruitm eam deem hasesceesustntillacre dpitu dm iffid ila ,m pro bfoarm biliu safo ra m ite a b a ta m a rte ite ru in a ri n i­ in rm adphriv actiorenpelicadaheaam bitu m ndoif-n m atira tiopnriv ali,atio nenceeesttqin csoinvm eonm ieennstaenxeapre ar­­ efic sfo tulta re gteareri,m ssuqhsua.ia S e a e d e m tis illa u a dire adehtabditu m ,sitio quiansfoqrm ain staeliinpteagrte ra in omnpiarssenilia tentia ,rqduiv iaisnioe-- m gneam ri naom nisperit otebesinttfo qrm uin p e a n s it, is p o u a e in atio nneam fo rm arg eotoptaolis , em raanntsearu dnilla m nuinmeero fo rm aamm eoaeradem pem rt, e t a p a rv p a ru veaerbite !ru gram tiau,naitu nim a e ra tio lis ; s i e s tectia m dieim inquutaoedfu edru nt,foerm tidaeoadnilla onm estpainr­rtio etneinafodrm abnitu tm ab. ilia ,afit re g re s s u s a p riv a h a S i u o n v e n n s e a e m te m neaedgeem turra itetio runm in fo rm ariusrantio naite liru anm i- tem materiaestatini revertatur. m a , e n e g a b im o s 3 9 . ndbeabiliu Sonscin tapite h.,- potest negando.— dptutem rtiu eriqve.re10,uandiri.7,U pro pu.,tatVnIII unqM uaem assuA m , sm dlicre etsphoentedro ‘ Abscissa pars si iterum urdatur, an substantiditer id fiat

An partes heterogeneae différant substan lid i specie

754

Disputaciones metafísicas

_______

partes heterogéneas se diferencian en su especie sustancial, ya que basta que se diferencien en la accidental, razón por la que se les llama desemejantes a causa de la diversidad de disposiciones. Con todo, en los vivientes que poseen almas ex­ tensas creo que lo más probable es que entre las partes mismas del alma que informan las diversas partes orgánicas se da alguna diversidad mayor de la que hay entre las partes de una forma homogénea, y que, consecuentemente, en la misma sustancia existe cierta diversidad entre estas partes, a la que se llamará con razón parcialidad específica. En la forma humana existe una especial difi­ cultad en determinar cómo informa estas partes y cómo se une con ellas de di­ verso modo, de acuerdo con la naturaleza de las disposiciones. Esto, empero, pertenece a la ciencia del alma. S i las form as de los elem entos perm anecen en el mixto

40. La segunda sentencia, que pertenece también a este segundo capítulo, es la de Avícena, del Comentador y de otros, quienes afirman que en todo mixto permanecen las formas de los elementos; pues no parece creíble que se conser­ ven con otro destino más que para servir de disposiciones a la forma del mixto. Defiende esto Avicena en el lib. I Suffic., c. 10; y el Comentador, lib, I De generai,, capítulo sobre la mezcla, y en el lib. III De cáelo, texto 67. Se diferen­ cian éstos, porque aquél defiende las formas sustanciales de los elementos como indivisibles, afirmando, por lo mismo, que permanecen íntegras y sustancialmente perfectas en el mixto; éste, en cambio, piensa que esas formas son susceptibles de intensión y remisión, afirmando, en consecuencia, que en el mixto permane­ cen en estado de remisión según la proporción de sus cualidades. En efecto, piensa que las formas de los elementos son imperfectas hasta tal punto, que vienen a ser como algo intermedio entre las cualidades y las formas sustanciales perfectas; acaso por esto Platón en el Timeo las llama cualidades, y porque •imitan a las cualidades en su escala gradual, según la cual pueden intensificarse y remitirse, opinión que es seguida en este sentido por N ife, lib. I De generai., test, 118, y V ili Metaph., disp.. IV, y XI M staph., disp. última; por Zintara, theorem. 48. Muchos de los médicos han* seguido tambiím esta sentencia, según

peasrte sta peliciediffe surabsnta nutia l!e uadsufo mrm m anix tti.quH am sm inttedniseptoA sitio sdgeisednseim saastis tqsduicodudiffe atucrre cidpenro t,ita ndm aannntt.e,m oectuC autotem veicG ennee.s­, ila re s n r p te r d iv e rs te I S u ffic ie C . 1 0 ; m e n t. , I d osuitio naunm .aN iheilo m in us,sin vbivabeniliu tibsuscehna-- nteexrat.l.,67c..Qduei dM ixtio nt,e,naem t III dpeonitCafo elor­, bsdeeisonptib s im s x te n s a p ro iffe re n file in teorg raipnsicasaspin arte srm aannim aseseqauliq aeudaiv ers aas- m asidseuobsataffirm ntiate sm eleanm erentoinrum intodivin isté ibgilerass, p a rte s fo t e m m e t â t e m ix io re mhdoiv eors ita teaem queaom sitin inteiprsapm arte ssfo r-­ illa etspefo rferm cta sessusebsin tate ntia iite r;shetierevm ero pile utast, m a e m g e n e , id q u e e t u b a s n s ib ile is s ib sptaarte ntias, qesusaeeareliq itartesm ertio oanitem manseurearuinmmixqto rem ism sa.s,Piuuxtatat cateuaam auptepdm eiv llahebrsuitu pehcain ifbicte atrsphpaaer-s- eptroid p o u a lita tu tia lita s . In fo rm m a n a e enim hcata ssfourm ain stevleelu mtienm toeru meaindte eorqeusase­ epia lem deiffic ultara tetio mnequdoism oodsoitioinnfo rmedtivhear-s im p e rfe t s d ia a rte s , t p ro p u m titépte sreqtuosdubfosta nstia leasPfo rm aes,inpeT rfe cataeos;, saim enutianm iatudreillis . aS.edhaecrespertinet npro rta s e la to n im doscdie anim quatelita te sgvraodcuaanittula r,titu idedoinqeu,eseim ita nutu rqquuaam lita s in c u n d m psic osseuxm in tem ndisseqture m itti, qipuhaum oIpindio nG em p o s ita u n tu r N s , e e-, 4 0 . S e c u n d a s e n te n tia , p e rtin e n s e tia m neter.,XItexM t.eta11p8h,.,edtisV III M e ta p h ., d is p . IV aCdom hm oecntasto ecris undeutm c a p u t, e s t A v ic e n n a e , . uelt.; Z im ara,eaT hdeeom ­ are liorufom ,qasuiedleicm uenntto inruom m ­ rem.48. Multi etiapm x m e d ic is m nnib u s m ix tis m a n e rm ; onenimvideturcredipossequodinalium sententiamsecuti sunt, ut viderelicetapud D e form is

elem entorum , an m aneant in m ixto

Disputación X V .— Sección X

755

puede verse en Tomás de Garvo, en la S u m . M e d ic in ., lib. I, tratado I, q. 1; y sobre todo en Galeno, lib. II M e th o d ., c. 2, y en el lib. D e su bstantia m tu r a li, hacia el fin; y de entre los teólogos la adftptó también Auréolo, In II , dist. 15, tal como ío refieren en ese pasaje Capréolo y Gregorio. 41. S e explica esta sentencia de diversos m o dos. — Esta opinión puede en­ tenderse de diversas maneras. La primera, de suerte que las formas de los elemen­ tos permanezcan en las diversas v menudísimas partículas de materia. Y éste es el modo según el cual defendió Avicena que permanecían tales formas en el mixto, defendiendo acaso que la forma del mixto informaba todas esas partícu­ las y las unía entre sí, ya que, de lo contrario, no podría salvar la mezcla sus­ tancial a no ser por yuxtaposición, como aparece de por sí evidente. En efecto, cada una de dichas partículas, igual que se distinguen por la materia y la forma, se distinguirían también por la cantidad; consecuentemente, también por el lu­ gar, ya que no pueden estar locativamente compenetradas; luego sólo podría afirmarse que se mezclan por yuxtaposición, igual que pasa. con el agua y el vino, siendo así que permanecen íntegros en su sustancia; empero cada una de las partículas no poseería realmente la naturaleza del mixto y, en consecuencia, tampoco el todo sería sustancialmente mixto, ni sería un uno p e r se, puesto que las partes no estarían esencialmente unidas; por tanto se separarían fácilmente debida a su acción mutua o al movimiento local. Así, pues, se necesita una forma distinta Apropia del mixlb, diferente' de las formas de los elementos, como de­ mostraremos luego de nuevo contra Auréolo. Esto, empero, también es impo­ sible. En primer lugar, porque la forma del mixto y la forma del elemento exi­ gen disposiciones diversas e incompatibles, dejando ya a un lado los argumentos generales contra la pluralidad de formas. En segundo lugar, porque, teniendo todas las partes del mixto, sobre todo en las realidades homogéneas, la misma proporción armónica de cualidades primarias, no puede darse razón alguna por virtud de la cual en u n a'parte del mixto exista la forma de fuego, la de agua en otra, etc. Y este argumento vale también para las realidades heterogéneas; puesto .que nada parte heterogénea consta de p arte s. homogéneas y es mixta. En tercer lugar, porque si en partes dispuestas de igual modo permanecen las diversas formas de los elementos, es señal de aue esa forma no constituye en tal

T hcot.m.I,deq.G a;rvoet, in S uem . meG daicleinn.,.,lib .III, la emeesssesenttsm ixsta en,tiaelite t cronm seixqtu uera nteñreqnueceetos-tra 1 p ra e s rtim in tu u b ta udia rtesdisnsoip narc esnsetunrt Methaodd.,fince.m 2, et lib. deSubstaenm tianuatu ra tuns­t ppseeetrrpsm eeructuosaenm nuenxaaucem ;,nuqenm evfaeplcaile eCsali,tpre Aoul.reoel.t,G In;reegII,tor.exdistht.eo1lo5g,isutidib iresefecru tio lo c a le m m optio n e m . N e c e s s a ria e rg o e s t a lia fo rm a p ro ria mix ti,mdinivfra ersaconatraform isreoelulem meonsto ru m , uust. 4riis 1. autemmodisintelligipotesthaceopi­.—itc ru A u te n d e m V a oa.ntPrim od,ivqeursoisdfo rm aueliselcm m etenria toru m mua-- A trm haocmeixtia m efo strm im peole ssm ìbeile .P rim o,asqureia-' fo ti e t a n ti d iv e rs nm e in p a rtic a e m in sim is.m Eix tto hochum osdm oodpiosfo uitrm A v,iceetnnfo ara ms­a­ qom uiru nm t draistio ponsitio ngeesneeratleinsccoom ptra osspiblu ileras,ütau-t itta e s n nstiseere in iu a s rm aru .raSeesceurtim nda,inqure iabucusm m it ufolarm ixin titein nes- te peam rte,sfo m ix ti,ntm pid hopom ongaee-silla svnopoiu anrtíc setaem assaqlvum ere rbsfo serm uanre ire ,om alio n is h a b e a e m te m p e ra m e n tu m rim q u i p o s s a s u ta n tia le m m ix m quinalita tuam ,anrte ullamapteote set ra tio resditdifoor­b tio edmsaoplupm pt.erSiniugxutalapeoseitio neem ,iilis ut ru q u a m u n p ria m ix ti ppaertic rnesm eu,lis nos,tu a re n im x am ignpisro,cein ain liareabquusaeh,ete etcro.geQ ueisae; ra tio seictuqtum atita teriate;eterg foorm atdloisctin gnuoen- em tia d it n n a m re n tu r, ia a n e o , q u a e iib e t p a rs h e te ro g é n e a e x h o m o g e n e is eiunxim p o s s e n t lo c o p e n e tra n ; e rg o s o lu m p e r ta p o s itio n e m d ic e re n tu r m is c e ri, s ic u t c o n s ta t e t m ix ta e s t. T e rtio , q u ia s i in p a rodaeemem odeontodru ispm o,sitis neensttddiviaenr-a' aqguraaem tavnin saeusfoerm lem signm uam te enut;m,ndounm tain mesnuissinsguublasta enptiis articinu­- tib Varìis modis expticatur sementiti

756

Disputaciones metafísicas

parte una disposición para la forma del mixto, puesto que en una parte seme­ jante puede existir juntamente con la forma contraria del mixto sustancial; luego también podrá existir con la misma o con mayor facilidad, por más que en dicha parte de la materia no exista forma alguna de elemento, siempre que exista allí una mezcla armónica proporcionada de cualidades primarias, cosa que no puede depender tampoco de la forma de tal elemento concreto, ya que de ella se afirma que existe juntamente con otra forma contraria en una parte distinta y semejante. De aquí se llega también a la conclusión de que tal forma es inútil para cualquier acción y conservación de la parte del mixto en la que se dice que existe; por consiguiente no se puede llegar a deducir por ningún efecto o señal natural que las form |s de los elementos permanezcan de este modo en el mixto. 42. Hay otro modo de entender esta sentencia, a saber, que todas las formas de los elementos informan simultáneamente cualquier parte de la materia del mixto, y que luego sobreviene la forma del mixto, la cual informa también toda la materia. Mas este modo contiene tal cantidad de absurdos que parece que por eso mismo nadie lo afirmó; porque, en primer lugar, se sigue que las formas opuestas formalmente están al mismo tiempo con su ser íntegro y per­ fecto en la misma parte de la materia, ya que las formas de los elementos se oponen formalmente entre sí; puesto que, si las disposiciones de los mismos son formalmente contrarias, ¿cómo no lo van a ser las formas mismas? De lo con­ trario, ¿de qué modo se podrá ' engendrar un elemento de otro? o ¿por qué la generación de uno va a ser la corrupción de otro, si sus formas no son opuestas en la materia? En segundo lugar, si estas formas no tienen disposiciones propias en un grado que les sea propio y, consecuentemente, tampoco poseen acciones propias, en nada pueden contribuir a la forma del mixto; por consiguiente no son disposiciones para ella. Más aún, es imposible que mía misma forma exija en una misma parte de la materia disposiciones absolutamente repugnantes y en su ser perfecto, por ejemplo el calor- en. sumo grado y el frío en sumo grado; y las formas sustanciales de agua y de fuego no tienen entre sí un grado menor d e oposición," sobre todo cuando están« etv su ser perfecto. E n tercer lugar, .se enfrentan especialmente con esta sentencia los argumentos generales quei'suelen

npaum pnrim osim seuqlueitu refo rm adsem form alitem rare -fo artirmainmtam liixpti,artequnaonndoeqssueiddeism poin sitiosim nem g n a te s s s in e a p a rte te apdarm fo ili einelesum oenestoserum intefo gro elite tperrfe ctetor;sfo rm age­ rte eslsem pix ote stecrg um ceoqnutra ria fo rm atsm ube­­ ria e n im rm a in e p u sta n tia ti; o a e b e n e a u narm ntialitenarm ,pusginadnistepos,sitio nm esodeooru m sfo unr­t liuria seessneulla potefo rit,rmaetiaem siein taelixisptaat,rtedum a-- fo re q u o ip s a e te le m n ti m m a e n o n e ru n t? A lio q u i, q u a lite r u n u m e m om doprim ibiaru sitmteqm plità eratu mrn en,tuqm pro paom rtiopnena-­ mentumgenerabitur exalio? Aut cur glee­tu u a u o d e d nearaenoeoru unm iusnoerit cuonrru ptio anite riu s,insim foar­­ dinerealia nonpaprte otessim t ailifodrm atutarlisesseelecm em nti,focrm um m n s t re p u g a n te s ic a u a te ria ?ntSpero cupnria dos, dsisiphousitio iusm osdiinfogrm adeunsib oni cfoorm ntra ria.esE xim qupoertin etiaem conaddudoitu rem taleam h a b e n e ra a m s e n te m m n c ­ p,rio ,iletcocnofe nsrre equpenote runntecadpro prm riaasmam ctio ­­ tio nin em eat ecsosnesedrv aitu tior;nem illiu sdepoartis m ix ­ pnro e s n ih s s fo ix ti,effe q u ic a tq u e a e x n u llo eorg oim npoonssib suilentedsistpqousoitio neeasdeam dfo illarm m . ctueleam utensto igru nomnam tuaranelirecollig i pm ososdeofoin r­ ti; Im m , d a m a s h o c tnin ere adpeum paanrte m ateinriaeessdeisppeorfe sitio ­ mix to.. Aliomodopotest intelligi illasen-pneosstuolem in o g n te s e t c to 4 2 earuum , auttvseuro mm unmm cin alo rem egtnsaunm m utem tenrutia , qsuim odulscin ilic erm t oem neqsuafom rm aeefepleam enm ­ frig s ; n o u s re p u t in rto m fo n t lib rte s e s u b s ta n tia te s fo rm a e a q u a e e t ig n is , p ra e m a te rn e m ix ti, e t d e in d e s u p e rv e n ia t fo rm a seartim incosnutra oeshsaenpcerfe cteton.tiaTm ertio ,ufam ceiunntat m ix ti. in form anm soedtia mtoto tacom illa m m ard tea- m x im e s e n a rg ria m E t h ic u s t n tin e t a b s u ut eadecausaanemineassertusvideatur; generaliafierisolitacontrapluralitatemfor-

Disputación XV.—Sección X

757

hacerse contra la pluralidad de formas, por establecer en una misma parte de la materia diversas formas especificas suficientes de por sí para constituir u n su­ puesto que posea su propio ser absolutamente, y que requieren disposiciones muy contrarias; en efecto, la forma de tierra exige la máxima densidad; en cam­ bio la forma de fuego la máxima rarefacción; ésta reclama un calor intenso, mientras que la forma de agua, un intenso frío. ¿De qué modo, pues, se podrá conseguir que tales formas en su integridad y perfección informen simultánea­ mente lai misma parte de la materia? 43. L as form as d e los elem en tos son sustanciales en grado p erfectisim o .— Puede, en tercer lugar, entenderse esta sentencia tal como la explicó el Comen­ tador, a saber, que todas las formas de los elementos están en toda la materia del mixto y en todas sus partes, pero quebrantadas — como él dice— y en un grado remiso, y que luego la materia total, modificada y dispuesta así con estas formas, recibe la información de la forma del mixto. Lo primero que suele ata­ carse en esta sentencia es lo que el Comentador da por supuesto, a saber, que las formas de los elementos no son perfectamente sustanciales, sino que son algo intermedio entre las accidentales y las sustanciales. Contra esto argumenta Santo Tomás en el lib. I D e gen erat., test. 84, debido a que es imposible que se dé un medio entre la sustancia y el accidente, ya porque no se da medio entre con­ tradictorias, y la sustancia y el accidente se distinguen por contradicción inme­ diata; ya también porque el medio tiene que estar entre extremos de un mismo ' género, y la. sustancia y el accidente pertenecen a géneros diversos. Podemosañadir, además, que la forma sustancial del fuego y la de cualquier elemento es de por sí suficiente para actualizar la materia, de suerte que la constituya o conserve en el ser, y también para constituir con ella un solo supuesto, el cual sea sustancia en sentido propio y unívoco; por consiguiente, esa forma es sustan­ cial con tanta propiedad y univocidad como lo pueda ser cualquier otra. Esto mismo'es lo que quedó confirmado antes cuando demostramos que existían las formas sustanciales. s 44. L a intensificación en las form as sustanciales resulta contradictoria. — Y si por ventura el Comentador no niega esto, sino que las llama intermedias sólo por él hedió de que*poseen la míniftia perfección entre las formas sustanciales,

are rusm,'foqrm uiaaspospneitcific inaesadpeem pearte maietenria e a8rg uqm eiantaim n«poD .ibTile hom ats,daI-ridem -G aiu nem rifin tete xt;r pam lu r s s u fic te s 4 , u s s e s e d -pcoriu nsm ntueesnsedusm slic upite porsitio nreqhuaire bennstessuduism subdsictato ntia mneotnacdcid enrs,m tuern qm uia in te rtacnotia n­ ppdoro im p e t ­ tra ria a tu d iu , s u b s aduiatetam cctonatra ccid entio sndeism tin gurnunetu rm peqruia imm mec­siceiopnoesstuvlaald eare puagm nadnetenssita ; te fom rm aatefo nim te rra t m x im ; r­ m d ic , tu tia m ram rita tefom m axvim ama;quhaaee,cin te nn­­ dsuiubm etia st in tetermexetre m aideeniussdseum gdeivneersriso,ssio ioannigfrig cnaisloure , rm a e ro in te s ta n a u t a c c n t s;graqeuieetrgpoerfefiecta riepoete stdeum t ta m Dle ein deigandisdere ocsusiu um fo fo rmam eate inria te am paler­s ru m am ntegnestinueberu sstam n.ptia m enttepm scauucsm qausr­etem e s im ili in fo rm e n t? e le s e e r s e s u ffic ic a d tu 43. .—Tertiomodoinfelligi pot­ dtuaâm m ate ria m , eita uttadillacom in eesnsdeum concsuti­ t s e u c o n s e rv t, e n s titu m eesxtpohsaueit,csneenm tepnetia p ro u t C o m m e n ta to r e a rn fila u n u m s u p p o s itu m q u o d s it p ro p rie et u n iv o c e s u b s ta n tia ; e rg o ta lis fo rm a ta rn , q u o d o m n e s fo rm a e e le ­ euteuanlia ivo.ceEtsu bcstaipnstia l ceosntfirm sicao-t m ennib tourusm srtib intuin to ta mfra atecria m ixm tienet(uint qpuroapecrie u m q h o u m o m p a s e iu s , re ta e ta tu m eustbsstaunptia ra,tecsu.mostenderemusdati for­ in qate uit)riaesticinaffe gracdtaueretm isisspoo,sita et dfilis eindfo erm tota m a s s m d is form eim tuprugfonrm asm ixtti.quIn qC uoamsm eenntetanto tiar 44.—QuodsifonasseCommentatorhoc psinurim o a ri o le o d steapspefollerm tam ehdaiabscnstolu m popneit,rfecfo rm absstascnilic ets,ele m em nto ru m nte onr nqounianinegteert,ssuebdstaenatia s m eascscpeid te s u tia te s e d e d ia s in entales et substantiates. Contra quod nimamperfectionem,undefit ut inaliqui­iElementorum substantiates

formae

perfettissime

Formis substantialibus répugnât in­

tension

758

Disputaciones metafísicas

de lo que se deriva el que posean semejanza con las formas accidentales en al­ gunas propiedades, contra esto, dejando a un lado la discusión sobre el modo de expresarse, demuestro, en segundo lugar, que es falso atribuirles semejanza con las formas accidentales en esta característica de la intensidad y de la remi­ sión, por ser tal característica propia de los accidentes y cualidades en tanto grado, que repugna directamente a la forma sustancial en cuanto es tal; por consiguiente, si las formas de los elementos son verdadera y propiamente sus­ tanciales, tal como se demostró, no pueden asemejarse a los accidentes en esta condición. El antecedente se prueba, en primer lugar, por el Filósofo, en los P r e d ic a m e n to s , capítulo sobre la sustancia, quien dice que la sustancia no puede tener grados; pues si la forma sustancial del agua se intensificase y remitiese, al igual que el agua es realmente más o menos fría, sería también más o me­ nos agua. 45. En segundo lugar, argumenta Santo Tomás, I, q. 76, a. 4, ad 4, por el hecho de que el ser sustancial de cualquier realidad consiste en lo indivisible, y toda adición o sustracción hace variar de especie, igual que pasa en los nú­ meros, según se dice en el lib. V III M e ta p h ., text. 10. Mas este argumento pue­ de ser susceptible de malas interpretaciones, porque se podría probar con un argumento semejante que la cualidad no puede recibir intensión ni remisión, puesto que también en las formas accidentales es verdad que sus esencias con­ sisten en lo indivisible y que sus especies son igual que los números, y que, en consecuencia, cualquier sustracción» o adición varía la especie; mas hay que entenderlo de la adición esencial y formal, no de la intensiva; por consiguiente esto mismo podrá responderse a propósito de las formas sustanciales. Sin embar­ go, la respuesta es que la naturaleza de la forma sustancial y de la accidental son distintas; en efecto, aquélla es la que primariamente y en absoluto constituye la esencia de una cosa, siendo, por tanto, preciso que sea absolutamente indivisi­ ble e invariable mientras permanece en la misma materia. A p o s te r io r i se explica esto partiendo del efecto de que nos valimos antes para concluir que existen las formas sustanciales, a saber, de la reducción del agua a su frigidez primitiva; porque si la forma sustancial del agua fuese remisible, sin duda sufriría remi­ sión una vez disminuida la frigidez; ya que igual que la fonfla depende de la

bsin usipcro priefotarm tibisusacsim ilitu dlib ineum hcaobnetra rephaosc­, te xtet.st,10q.uH aescimvilieroradra tio cro alubm nia te puaadu m c id e n ta s , p o ia e r n e p a re tu r q otam isosaseccounntro vefa rslsiaodeeism ottrib douloere quesnim di,ilitu os-­ lita tem naom nin posascecid inete ndlib iuestfo rerm mitti, qruunoan d d o a n ia m e d n ta is v e dcoinnedm cnueminte fonrm isnisacecid erenm talib uiosnisin huaiac edsivtisqib uoilideetsseqnudoadesepaeru m ceoanrusm istasnin ttinsicinu­t itio s io t is s , q c ie s hseauecqucoanlita ditio ita edsire t ptteropreria ancectidefonrtiu m nsuubm eri,ttioetetacdodnitio sequveanria t»rsqpueocdiem q;uainete liblliet tu m u t p u g e n s e tra suabestaele ntia l!ento quruam tcnsuusnttavilsereest; sro i eprg osfo r-­ fo germ ndauli,mnvoenrodeestindte enasdivdain;onideem esseenrgdoaliree­t m m a c p rie u b ssta nstia teile s,suatcodsdteennstib um esin t, nhoancpcoosnsduitio ntense­. spondedpotent de substandalibus formis. e im u s porm ndaetusrubtasm ednaliesseetdaivcecrsidaem ra tionnaem d A ntePcraededenicsam pro bt.,atucr. pdrim oubesxtanPt.,hilodsic opehnote, dReesfo ta n n ta li; in e n e S elic stitequr,aeetprim ocoopnosrte titu itutessseitntia m reoi siubasutatenm tiam noansurebcsta ipenretiam aagqisuaeetinm innudse;- silla im p id e o t o m n in sre fo rm l te deivaisdeibm ilìsmaetetria in.vaQ ria bdilisd,ecqlaura am driuam asntee­t tu risetverelm itte restufrig r, reidvae,raita , siccustseatqum aageis st in in u o tu p o m a g m in u exrm daio euffe ctatuntia exteqs,unoim suiru pramceoxllig im ucs­ vel45m inusSeacquunad.oargumentatur D.Thomas, rio dtio atinrisfo s s b s re d u . aqauasu ebasta dpnris dlnaam frig idm itaistesib m ; naem I,cuiu q.sc7u6m ,qau.e4,reaidin4,inqduiv iaiseibsilisecsounbssistatit, ntiate s i fo rm tia q u a e re ilis s-, e t s e t, c e rte re m itte re tu r, re m is s a frig id ita te osic muntisinadnduitio v e l s u b tra c tio v a ria i s p e c ie m , meris, ut dicitur VIII Metaph., quiasicutformapendet exdisposinone,ita

Disputación X V .— Sección X

759

disposición, del mismo modo depende la intensidad de la forma de la intensidad de la disposición; luego sería imposible que el agua se redujese luego a su primitivo estado por su virtud intrínseca, puesto que una forma remisa no puede intensificarse a sí misma, ni tiene tampoco algún otro principio anterior del. que dimane dicha intensificación. Por consiguiente, a fin de que el agua, por más que haya sido calentada, pueda volver a su estado connatural en vir­ tud de un principio intrínseco, una vez removidos los agentes extrínsecos, es menester que permanezca íntegra y perfecta en su naturaleza de agua y que, consecuentemente, permanezca intacto —por así decirlo— el principio formal constituivo del agua mientras no se corrompa del todo. Este es el sentido en que afirmamos que pertenece al concepto de forma sustancial el ser invariable e inmutable en su entidad mientras permanece esencialmente idéntica y en la misma materia, puesto que es el principio radical de todas las propiedades y constituye la esencia primera de la realidad. 46. Y se confirma, porque este es el motivo, según testimonio del Filósofo en el lib. V de la Física y en el lib. I De generat., de que la corrupción sustan­ cial o la generación de los elementos no se realice de una manera sucesiva jun­ tamente con la alteración misma, sino en un instante al fin de la alteración, una vez que llega a su compleción la disposición suficiente, concretamente por­ que la forma sustancial ni se disminuye, ni se elimina por partes, sino toda de una vez; mientras que, si fuera capaz de intensificación y remisión,, no habría duda de que se introduciría* sucesivamente y sería expulsada de igual modo; más aún, siempre que el agua es calentada por el fuego, se introducirían en el agua tantos grados de la forma de fuego cuantos son los grados de calor, lo cual es increíble. Queda aún por añadir que, si las formas de los elementos pueden intensificarse y remitirse de este modo, ¿por qué no van a intensificarse y remitirse también las formas de los mixtos de acuerdo con la intensificación y remisión de las formas simples, sobre todo afirmándose de éstas que se re­ quieren como disposiciones necesarias en orden á aquéllas? Por ejemplo, si la forma de oro exige en su materia seis grados de la forma de fuego y dos de la de agua a fin de existir en- su estado-connatural, sf en-virtud de una acción-con­ traria disminuyesen más en el oro esos grados de la forma de fuego y se inten­ sificase la forma del agua, ¿por qué no iba a ceder también la forma de oro intensio form ae ex intensione dispositionis ; ergo im possibile esset aquam postea ex in­ trinseca virtu te se reducere ad pristinum statum , quia form a rem issa no n potest seipsam in ten d ere; n eque etiam h abet aliud principium prius a quo illa intensio dim anet. U t ergo aqua, quantum vis calefacta, possit, rem otis extrinsecis agentibus, ab in ­ trinseco se restituere in connaturalem sta­ tum , necesse est u t in ratione aquae inte­ gra et perfecta m aneat, e t consequenter ut ipsum form ale principium constitutivum aquae intactum m aneat (u t sic dicam ) quam diu non om nino corrum pitur. E t hoc sensu dicim us de ratione form ae substantialis es­ se u t sit invariabilis e t im m utabilis in sua entitate, quando essentialiter m anet eadem et in eadem m ateria, quia est radicale prin ­ cipium om nium p ro p rietatum , et prim am rei essentiam constituit. 46. E t confirm atur quia ob hanc cau­ santi, teste Philosopho, V Phys., e t I de G ener., substantialis co rruptio a u t genera-

tio eletio m een,tosru min nonmofitmesunctocesinsivfin eceum iprasaatio ltenra n e d a lte met,com prm letu rsudbissptaonstia itiolissunffic iere ns­, qm uittitu iais,,srccuilic fo a o n nseiceto llitu rtepnesribpilis arteest, sreem distosta si-, m u l; a t s s e t in ib ilis ceexrte inretro erem tuor, qsuucoctie esssivaeq,uaetcasle im pee,lleto tugrdra;udcim fiteilite anb-r ig n t u s fo rm a e ig n is in tro d u c re tu rilein. aA qdudaem,qquuoodtscialo ris ,aqeuoedlem esetnto inru crem ­ d ib fo rm ita pom six suto ntruin tennodniein tte renm itti, cruertere tiam m fonr­m a e m d e n tu itte tum r asdim in teniusio n?em eim t re m ism siohnaeemdic foarm arru p lic m m a x e c u n tu aderb illa retia qu,irisiufo trm disapoasuitio ecesin saria V isgra rienreeigsqnuisnirit suoeas. m a te ria s e x g ra d u s fo rm a e t d u aoqnuatra e,riaulo t saitctioinnem conillinatu radliussfo tatu ,aesiigpneisr cre g ra rm m itta naqtuurae,am puliu soninreacuero eettiainm tenfo darm tuar fo rm a c r n d e i auri asuanaturali perfectioneetinsuamet

760

Disputaciones metafísicas

en su perfección natural y sufrir disminución en su entidad propia? Cierta­ mente que no puede ofrecerse ningún argumento suficiente, ya que no basta el de su mayor perfección, pues de aquí se sigue únicamente que los grados de su escala serían más perfectos. Por consiguiente, hay que afirmar que pertenece al concepto de forma sustancial el poseer o constituir una esencia intensiva­ mente indivisible y que, por tanto, esto conviene a las formas de los elementos igual que a las otras.

47.

L a s fo rm a s cié to d o s lo s e le m e n to s n o p u e d e n e x is tir d e n in g ú n m o d o e n la m is m a m a te ria .— En tercer lugar, hay que atacar principalmente esta

sentencia atendiendo al problema que ahora tratamos, puesto que es imposible que existan simultáneamente en la misma materia tantas formas sustanciales. Efectivamente, aunque se afirme que está en un grado remiso, con todo cada una de ellas, si es sustancial, confiere simplemente el ser y constituye una sus­ tancia verdadera y un supuesto sustancial, resultando ininteligible que u n solo supuesto esté al mismo tiempo en cuatro o cinco especies distintas, y que exis­ tan muchos individuos de diversas especies sustanciales que consten de la misma materia. Este argumento lo explicaremos luego más ampliamente. Queda todavía contra Averroes que, si las formas de los elementos permanecen simultáneamente en la misma materia en sus grados remisos que saturan su capacidad, resul­ ta, en consecuencia, que la potencia de la materia está suficientemente actua­ lizada mediante ellas y que la tnezcla recibe también realización perfecta con ella sola; por consiguiente no sólo es superfiuo, sido también imposible que úna nueva forma mixta se añada a todas esas formas. 48. L a fo r m a d e l m ix to e s d is tin ta d e la fo rm a d e lo s e le m e n to s .— Por eso dijo Auréolo, según refiere Gregorio antes, que la forma del mixto no es una forma simple, sino que es únicamente la combinación o agregación de las for­ mas de los elementos en su ser remiso. Hasta qué punto resulta absurda esta opinión es de por sí evidente; en efecto, de ella se deduce que las sustancias mixtas no son verdaderas sustancias ~ebh unidad p e r se . • Se sigue además que los animales, e incluso el hombre mismo, no poseen una sola forma simple. Se sigue, finalmente, que todos los mixtos--no1, difieren sustancial y esencialmente,. sino sólo gradualmente, y que no poseen propiedades o acciones de naturaleza

ecnielánta teredm inpuoete tusr?t; nCaem rtequiíu liasitraptio scutio ffi-n ro bim usqlautiu dit~ peraleem tere onm trainAgvra er-s d i o d e rfe em odis',8s.sisiAcim focerm anetib elanatitu tocru nqouondsagtis e s t; s o lu m e n im in d e s e q u itu r d ib u s re m p le u s d in e m m a-­ ra d u s la titu d in is e iu s e ru n t p e rfe c ­ n e n t s im u l in e a d e m m a te ria , e rg o e t p o tio nes.suD ictaenntia dutemeesrg outeshtabdeeatravtio nceonfo r- te nte teem am teix riatio eeesdtapm erexillaillis ssusffid enete rsaucf-­ tu a t o lis s t m a b s s e e l s ti­ tu teasesqeunetiacm in drtit ivisfo ibile m in tem nseivneto,ru etm ideaoc efic ieim nte rsspibeile racta ;odergcoovaetfosrm upaerflu um eds-t hcaoâecte o n v e rç a is e le t p o q u m ix ta a da4tu8r. illisomnibusforate. 47.ris. .— T enr­­ fe.rti —U nditefoA uream olusmix (utit G rengoer,ssesuàpliq rauarem ­ tio , p rin c ip a lite r im p u g n a n d a e s t h a e c s e d ix rm n o te aile exre qto uatm nrm unacstra cbtasta m utia s,teqsuiasim im ­l fo rm am sim pulicaegm ,gsaetio dnseom lam illa m coem -pesonssezsib e s t fo s u n u m ix tio n e m s e g re e x fo ra te lc eaisdseam m ateilo riam .inN asmu,nlic eutaedqicuaen,tusri m esnuto ru m incessesnetere m,isspoe.rQ uanm vm eroesst:it esussbestain renm e , n ih u a q a b rd a h a e n te s e o tu tia tem est,sudbasttaenstia setesim pclicsite rsetatnctia onte­ nesasm eexraesassuebqsutaitu rssupbesta nstia sunm ix taD sein nodne ssutitu é v e ra a u b e v n tia r e a s . ; sunpopnositu pom testsim auultem inteqllig m aaliam , fo etia m hosm inpelic m ip.suD m , qtuuoporpdosauitu ntum m sittinin uae­ti nsneoiqqnuueitu harsbeeqareum u n rm a m im e m e u q u in q u é s p e c ie b u s d is c te , itu om niar, nsoenddtaiffe qcie uoru dm sinstubm utalta inüduiv iduexadeiv eersm arum matespria e- sseucbusntadnutia litem ragreistmeix stta sem ntia lite nbtuerre m s n tia m a d m e in u s , n e q u e h a constantium.Quamrationeminfradeclara- proprieties vel actiones perfections ra.tiore* Elementorum omnium formae nullo modo esse queunt in eadem materia ta

M isti forma ab elementorum distinc-

Disputación X V .— Sección X

761

más perfecta que las propiedades y acciones de los elementos. En cambio, las mismas propiedades y facultades de los mixtos denuncian con evidencia formas sustanciales propias de naturaleza más elevada que las formas de los elementos. 49. De aquí se sigue también, si se retuerce el argumento, la conclusión de que esas formas de los elementos unidas simultáneamente en la misma ma­ teria y como supeditadas a la forma del mixto, son superfluas, aun concediendo que por un imposible no hubiese contradicción por otro concepto, puesto que para el ser de la materia, y para el ser sustancial del compuesto, y para toda acción física que de dicho compuesto nos resulta cognoscible por experiencia, basta la forma de mixto juntamente con las facultades que de ella dimanan y con la debida proporción de las cualidades primarias, mediante la cual se ob­ tiene la disposición de la materia, y aunque esta proporción no sea una cuali­ dad simple que contenga virtualmente las cualidades primarias, según pensó Avicena, sino que resulte formalmente compuesta de las primarias en su ser remiso, según defiende la sentencia común y verdadera que se expone amplia­ mente en el lib. I D e g e n e r a t., con todo no exige que existan formalmente allí las formas sustanciales de los elementos, sino que basta la forma del mixto, la cual posee esta proporción armónica como connatural y tiene fuerza y eficacia para conservarla o recuperarla, siempre que se obvien los impedimentos extrín­ secos. 50. Por lo que a esto atañe, se dice con toda razón que los elementos permanecen virtualmente en la forma sustancial del mixto en cuanto a sus for­ mas sustanciales, y formalmente en cuanto a las accidentales, por más que éstas no permanezcan íntegras, sino atenuadas. Esto lo hizo notar bien Escoto, I n II , dist. 15, a quien siguen Gabriel y Gregorio en el mismo pasaje; Egidio, lib. II D e g e n e ra l., y otros, siendo atacados sin razón por Cayetano, I, q. 76, a. 4, al fin;, pues no está en contradicción con la doctrina de Santo Tomás; en efecto, no negó esto en parte alguna, sino que más bien lo da a entender en el mismo sentido que lo hemos «explicado nosotros, en el opúsculo 33. N i hay en esto dificultad alguna, puesto que no se afirma que la forma del mixto contenga las formas de los elementos en eljgénero de la causa formal, o según la totalidad de su perfección contenida eminentemente, que es lo que parece que pensó

ntoisrum qu.am sain teqrguoalita tepsrieettaatecstioentesfaecleilita metens- steurbsib tanitia fo enittoru ali­ Ip s e p ro exatetu isste nle term se,satssetadelelesum ffic fom rm anfoturm m ix ti,et m ix to ru m e v id e n te r in d ic a n t p ro p ria s s u b ­ c u i c o n n ra te m p e ra m e m term saeform am senntooru bilio ris rationis quam vcuim hanbdeitillu etedffic aiciaexm cosnecsearvim anpdeidaim utenretassta in4nt9tia fo e le m . p e ra , s trin inacsilla retosrqeuleem ndeontoru argm um enutulmtoÜ an.tur.Et quoadhoc recte dicuntur eieccoonniu c.luncdta itusErtinfohrm s im 5 0 eam dix em m apteerflu riaaesteqsusaes,ietia supm ­ m entaalite m aninerefo,rm quaosaudbsfotarm aslism uix bsti,tanqtia teasd, psiospoenrsim form a e ti, s u v irtu r n tia u o tale vee,rosefo lite tunoodnbm sessibseilem aaU quei neotnare peusgsenare t,- nacecaid qsta uia elet acpdoom tetoria dm snuenbm nteranvin tesgSra drm ream isisr,st.aelic .15e,Q esneae-n tia p o s iti, e a d o m n e a c tio d e c la it c o t. In II, d q u e m ntu rera Gi.,abr.etaaclii,Gre goim r.,mib i; A egpidu.g,nII pheynsto icam qousaciepdoetestat,lisucffic om pofo sito exm peixri­ti qdeuuG e n e t e rito im anm c o g n it rm a tu r a C a ie t., I, q . 7 6 , a . 4 , in fin e ; n o cteum m fa c u lta tib u s q u a e a b e a m a n a n t e t nim reim pugidnantegdaovcit,trinqaueinDp.oT hosm aein ; dnicual-r pria eram eisnptoonitu prim aru m qid uaelita tutem qera uo- elib i e n tiu id m a te d r. Q u o d q u m m p inseeonseustaonlla obisdiffic expouslta itos,,O puuiasc.no3n3.dN eitu quer m ntuvm , lic etconnotin nesnitsapliq uaasq,uaulita suta sim ­ in q ic pA levexic irlu te rim t p v it fo rm a m ix ti c o n tin e re fo rm a s e le m e n to ru eisnnin a, essesdere fom rm aslite rutcohm peotnavtu r eext ingenerecausaeformalisaut secundumtom ­t p rim is o , a b e ra ta n i p e rfe c tio n e m e m in e n te r c o n te n ta to , u cIom m u n is s e n te n tia , o u a e la te tra c ta tu r in de Generat., nihilominus non requirit videtur Caietanus existimasse, sed solum

Disputaciones metafísicas

762

Cayetano, sino sólo, según se explicó, de acuerdo con cierta participación y semejanza. 51. Por consiguiente de esto se concluye con razón que de la mezcla de los elementos no se deduce la existencia en el mixto de muchas formas sustanciales, ya que las formas de los elementos no permanecen formalmente en el mixto, sino sólo virtualmente, siendo ésta la opinión de Aristóteles, como demostraré luego, y la comúnmente aceptada, según puede verse por Alejandro, Filopón, Santo Tomás, 11b. I D e g én érât.; y por el mismo Santo Tomás, I, q. 76, a. 4, ad. 4, y q. 5 D e poten tia, a. 7, y otros escolásticos, In II, dist. 12, principal­ mente Capréolo y Gregorio en los lugares citados, y Escoto, q. 1; Herveo, en el tratado D e pluralit. form ar., q. 15; Egidio, Q uodl. IV, q. 11; Soncinas, lib. X M e ta p h ., q. 27, y lib. XII, q. 68. Mas se trata de las formas sustanciales de los elementos, puesto que las accidentales permanecen formalmente, aunque esto nada tenga que ver con el presente problema. Por eso, los filósofos que nega­ ron las formas sustanciales en los elementos eran consecuentes al afirmar que los elementos permanecían formalmente en el mixto, siendo éste el camino que siguió Galeno, ya que, según vimos en la sección primera de esta disputación, no admite en los elementos formas sustanciales sino sólo cualidades primarias. Por tanto, en lo que se refiere a la cuestión presente, no está en contradicción con nosotros, sino que más bien nos apoya; consúltese el lib. I M eth o d ., c. 2, y en el folleto D e substant. natural, facu lt., un poco después del principio, y en el lib. V il! D e placit. H ip p o cr. * 52. O bjeción. — Mas nos presentan como objeción a Aristóteles, que en el lib. I D e general., c. 10, define la mezcla diciendo que es la unión d e elem en­ to s m iscibles alterados ¡ por consiguiente, al mezclarse los elementos, no se co­ rrompen, sino que únicamente se alteran; y de este modo en todo ese capítulo repite constantemente Aristóteles que los elementos miscibles no se corrompen, ya que si alguno de ellos perece no puede mezclarse; puesto que los que no existen —dice— no pueden entrar en una mezcla. En segundo lugar, el mis­ mo Aristóteles en el lib. V de la M etafísica, c. 3, define el elemento diciendo que e$ aquello d e lo que se hace algo, d e suerte q u e perm anezca y sea aqu ello e n Ib q u e ú ltim am en te se resuelve ; por consiguienté,"si los elementos no per­ manecen en el mixto, ni son elementos ni podrá tampoco el mixto resolverse

nndtia um quuatmddeacm paturtic ipeastlo nemetcon- m phro cesssditispG aletio n.,nisn,aille m,nuotnavgidnim vseecn5uie m , la ra m t. sineocdetole1m uniu uata otascunits­ e tis fo rm s s u b s ta n tia te s , s e d 1 . E x h is e rg o s a tis c o n c lu d itu r n o n sequm iixeto xm ixretlosneform eleam ensutobru m qte uosd, qsuiniat tu m pnrim asaqttin ualita tesn.obU ndne,onquocodntra addre m p ra e s e te m e t, is ic it,i, in p lu e s ta n tia fo rm a e e le m e n to ru m n o n m a n e n t in m ix to s e d p o tiu s fa v e t. V id e iliu m lib . I M e th o d em lloadeprin Sucbipsio ta,ntetnalib tura l,Vfa cult., fo rm aliteA r,risstóedtelevsirtu tettain ntu m,oqsuteanedeasm t,senc-t ca.liq2u,aenttulib lu . III de te n tia , u fra P la c it. H ip p o c r. cPohm m u n ite r re c e p ta , u t p a te t e x A le x a n d ra , — Sneedraot,biid un1t0,nodbeisfinA riso,DD iv .hoT hao,mI,a,qin I,dae. 4G eander.;4, tote52l.,. qui,Obiectio. I d e G e c . it eettilo eqo.pdoe5nm . T m . 7 6 , m ixtionsum querg odositelemiscibilium alleratorum dedP ot.ten12t.,, pa.ra7e,seertim t aliisCapscréhoolo lastiunio; c m m e n ta m is c enm tu;r,atq noune cG isre,gIn II, is c t c o rru m p u n tu r, s e d a lte ra n tu r ta n tu o r., lo e . títj e t S c o t, q . 1 ; H e rv a e o , inibilia totonillo coarru pitemspai;epequre peiit A risrutom t trauocdtl.deIV,Pluqra lit.11;foS rm .,cinq.,. X 15;M A egpid ., ita m is c o n c o d s i a lte Q . o n e ta h ., tentrie(in rit,qunit)oninposasdem m istiocenri; nnaom qreudaepiu nonnqd.e27fo ,rm etislib.sX II,stanqtia . 6lib 8.usEstele aum teem sru erm o; in s u ix e m n u b n to m r.3,Sdeecfin unitdoeleidm eem A risestoset.,idVexM etaph., nnaihm arecfe cidrtenatadlepsraefoserm alite rqum asntio ennt,em s.edUnid­ tu c n tu m quo altil n te m a e quid fit, ita ut insit et in quod ultimo fit dm easphilo sbosptahnitia quteisn,egcaoru netqin ete lermednix tiseru fonr­t resolutio leem enm tixins u n s u e n m suontseileem netan,tanenqouneem tiaanm elementatnanereformaliterinmixto,ethoc ixto,nonerg ;

Disputación XV.—Sección X

763

en ellos, lo cual es falso y está en contra de la experiencia; pues cuando se quema un madero nos damos cuenta por experiencia que salen de él humo, va­ por de agua, cenizas y fuego. N i basta con decir que todas estas cosas están contenidas en el madero virtualmente o en potencia, ya que de lo contrario también se podría decir que el agua es mixta, compuesta al menos de aire y de agua, ya porque posee en sí cierta cualidad propia del aire, ya también por­ que, al calentarse el agua, se exhala de ella vapor aéreo. Se confirma, porque de la continencia virtual sólo se deduce que los elementos se pueden generar del mixto; mas esto no basta, pues también el mixto puede generarse de cual­ quier elemento, e igualmente un elemento de otro. Por eso ¿fice Aristóteles en el lib. V D e cáelo, c. 3, que en la madera y en la carne están contenidos los elementos, ya que son separados de ellas manifiestamente; mientras que, por el contrario, la carne y la madera no están contenidas en el fuego, puesto que no pueden ser separadas de él. Así, pues, una cosa es ser separado y otra ser engendrado; por tanto, la separación exige la continencia formal. En tercer lugar, Aristóteles en el lib. I D e cáelo, c. 7, afirma que el mixto se mueve con el movimiento del elemento predominante; luego permanece en él. En cuarto lugar, en el lib. III D e cáelo, text. 67, y en el lib. II D e p a rtib . anim ., c. 1, y en el IV M e te o r., c. 12, afirma que los elementos son la materia del mixto. 53. Según la opinión d e A ristó teles, los elem entos sólo perm anecen vir­ tualm ente en e l m ix to !— S e explica la clefinición d e m ezcla. — .Se responde que Aristóteles en el lib. III D e cáelo, c . 3 , afirma bajo disyunción que el elemento permanece en el mixto en potencia o en acto; pues dice que todavía está en litigio de cuál de los dos modos tiene lugar; mas el problema que deja sin resolver en ese pasaje lo resuelve en el lib. I D e generat., c. 10, al afirmar ex­ presamente que los elementos que son recibidos en una mezcla existen en cierto modo, y en cierto modo no existen; porque —dice— no existen actualmente, mas permanecen virtualmente o en potencia, haciendo consistir precisamente en esto la diferencia entre la mezcla y otras mutaciones; y en el lib. n D e partíb u s cn im alium , c. 1, dice que la primera composición de los cuerpos es aque­ lla q u e b ro ta -co m o resultado d e las sustancias originales, a las qu e algunos, lla­ m an elem entos; m e refiero a la tierra, a l agua, ál aire y al fu ego, aunque acaso

tu pnotra terliexinpeilla resm olv í,naqm u,odqueasntdfaolslig um tu m raointuilio ele.m enutiartop,raelib doraIIIinandtis ;Caeergloo, entam c o rie n tia ; m a n e t Q e com bm uritu r,m,exeptecrim urers,etetfuig m uem , eext te xt.M 6e7te,or.,et cII. 1d2e, aPitartib .eanntaime.,ssce.m 1,atee-t ailio quraepuro m h u o re iñ e n m IV d e m tnixti.Arìstotelis sentenzia, tantum virtute dlre .U Ngencosvairtu tiste estaduic epreoteilla o,m nia- ria5m cqounitin e ri in t n tia a lio 3 . eetia atum dicqere turinmsix tah,absaelte m eli-x finitio marient dementa in rnixto Eluàdatur de­ mixtionis,— R e s p o n d e tu raA ris toret.,eIli ataeterem tqum aaqm uaaqù,um u ia e t q u a a e ris , tu m e tia m q u ia q u a n ­ d e C a e lo , c . 3 , s u b d is iu n c tio n e s s e re le;­ m e n tu m in e s s e p o te n tia a u t a c tu in m ix to dpoor.aqE uat ccaolenàSt,xm eaxtu har;latunram exilla a e re u s v a ­ eexxcm oix ntin eenle tia­ irn hoceeanm im ,igin qr;uit,quutro mnoedm oseauhteam beat,quaadm ­ vm irtu a li s o lu m s e q u itu r p o s s e to b itu a e s tio enm tapgoete nestrari; atutm hocexnqounolib satis eeslet,mnenam ilio lo coc.in1d0e,ddsaum reexliq uitsseresaoitlviteaIqdueaeGéin­ egtia m ix e t to n é râ t., m p re eris neto rateri,l.,etIliunudm eleáem e,ntu m3,exaitalioin.U ngdneo m ixotio nem m reocnipoiu netusrseq;uondaam mm otu do(in essqeuit)et A e C lo c . U q u d a m o d n a c em tancife arnsetedseem engtaantucr;ontin ecri,ontra quiavearobciU is nm oannesnut,nt,etvin irtuete aountestitu mitseduiffe poretenstia tate re ­­ g re e a r­ o c m in tie gnguam in ,tqerg uiao dteerPm ixtiounsem etaliu alia scm uI,tatio neasm ; ectom IIasebgrare eogeatsneH g,re ndnnoognnenpceoorasnsri;tin unet.rierg A lìuig dsenegesre a rtib a n im m , . p rim a liu o g a d o positionemcorporumdicit eamessequae re quto irittel.,form ntin . oTveern , ix ait- dementa ex pnmordiis conficitur iis, quae nonnulli Aris I adleem Cáceolo , ce.ntia 7,mm riom appellant; terram dico, aqutsm, ae.—

764

Disputaciones metafísicas

sería m ejor d ecir q u e resultan d e las virtualidades d e estos elem entos; ya que la hu m edad, la sequ edad, e l calor y la frialdad son la m ateria de los cuerpos com ­ pu estos. Por tanto queda bastante claro lo que se refiere a la sentencia de Aris­

tóteles. Así, pues, cuando, dice Aristóteles que la mezcla es la unión de ele­ mentos miscibles alterados, les llama alterados más bien que corrom pidos pata dar a entender que no perecen en absoluto, sino que se conservan virtualmenie y en cuanto a las cualidades. Y Aristóteles no negó en aquel capítulo que los elementos que se mezclan en una verdadera mezcla lleguen a la corrupción: ni pudo negarlo tampoco, puesto que, al introducirse en virtud de la mezcla una nueva forma sustancial propia del mixto, es menester que se realice la co­ rrupción sustancial de los elementos miscibles, ya que la generación de una cosa es siempre la corrupción de otra. Afirmó, sin embargo, que no perecen en absoluto, debido a que se conservan virtualmente. 54. E xplicación d e la descripción d e l elem ento. — A lo segundo se puede responder, en primer lugar, que aquella definición de elemento no conviene a los cuerpos simples a los que comúnmente se da el nombre de elementos, sino a los primeros principios de que se compone una cosa natural. En favor de esta opinión está Averroes en el Iib. V M e ta p h ., com. 4, cuando afirma que la ma­ teria prima es elemento con propiedad, mientras que los cuerpos simples no lo son más que según la opinión de los hombres; pues los antiguos filósofos por no haber conocido ninguna otra materia más que • estos cuerpos simples, por eso les llamaron elementos. Y en este sentido Aristóteles, en el íib. II D e partibu s an im a liu m , c. 1, no les llama absolutamente elementos sino a los que algunos llam an elem en tos; y del mismo modo se expresa en el lib II D e generat., c. 1, y en otros pasajes. Esto puede confirmarse por aquella expresión de la definición de elemento, a saber, que son aquello d e lo q u e prim ariam ente se com pone algo. Mas estos cuerpos no son aquellos de los que primariamente resulta algo compuesto, puesto que ellos mismos están compuestos de otros an­ teriores. También dice Aristóteles e n -tl mismo pasaje que el elemento debe ser algo indivisible, y estos cuerpos no son indivisibles, como es evidente. En con­ sonancia to d esta sentencia, s e . responde, fácilmente al argumento qtfe no hay inconveniente ¿n que aquella expresión de la definición de* elemento, a saber,

qteunib uesfa revsetnaA tuvra iisesc,oV mpM oneim i.h.,Ccuoim s.en4-, tia e rro ta p diceenntusm m acte riaom pvrim asm elic sseiapnro pnrie ehiec-m , o rp ra e ro im p o n is i m in uim onpin iognneo:veru nanm qliauia anatiq uim p,hnilo -i Ig itu rA dris et.senateitntia A risnt.em satis com nsistact.ibiliu Cum s o p h n o c o t a m m te ria is earg o m ix tio e s s e m censim plic iauceorp oraA ,ris idto eotele illas,aIIppelib lla.rudnet ltesraqto ru m unionem,alteratorum dnix itoptn o-- hdaeem ta . A tq ita tiu u a m corruptorum u t d e n o ta re t o n am rtib .taa,nim al.,quaec. 1nonnulli , nonvoelemento cal absolu te ptain osm pearire ,.seN deqvuirtu terisetotteselecsunin duem qaupaite li- P d e e n s e d ap­ te n e re e A o c e.t1e,odeetmam odolodlosq.uE itutrpIIotedset G ec­ npei;gavnitecinidvenraegm ixtio ntu eit,misndabm iliacucm orrupm - pellant; n e ra ti, c liis h o a re p o e r oennfirm acriiliceext,illa pidarric idadefinirionisde­ m ixntio nlisem inti,trondeucceastu renstovfie ariform apstio ub-- cm ti, s e s s e ex quo primo aliquid snta tia m ix s e c o rru componitur. A t h a e c c o rppooranitucr,oncusm untipesxa enm suunbiu stasntia lem meissctibciliu mp,tio quiaaltegriu enes­. quibusprimoaliquidcom ra o ^ , s e m p e r o rru pm rio rib uselecm om ptu osm ita.dIte m A ris ­ D itmta m ennt. nonomninoperire, quiavir­ stointetleesx, aibliis id e , a it e n e b e re e s s e tuix te a n e inddiv ivisisib ibilia ile;, uhtaecconasutatet.mEtcoiu rpxotarahnaonn Elementi descriptio explicatur.— Adqsuunidt in stio ec5nu4en.m dum re s p o n d e d p o te s t, p rim o , d e fin intenntia m faecin ilecore sepnoienndsetuilla rm adpaarg um enm illa m eolerib meunstiqunaoencocm om nvuennite irerebieis- stuem o n e s s n v rtic u la sm im p lic ib u s c o rp entadicuntur, sed primis principiis ex definirionisdementi, scilicetquod insit, non rem et ignem, sed melius fonasse dici pot­ est ex virtutis confici elementorum; humiditas enim, et siccitas, caliditas, et frigiditas, materia sunt corporum compositomm.

c

Disputación X V .— :Sección X

765

que permanezca, no convenga con propiedad a estos cuerpos, puesto que no son propiamente elementos. En segundo lugar, para que no parezca que nos que­ damos apegados únicamente a las palabras, admitimos que el nombre y la de­ finición de elemento conviene con propiedad a estos cuerpos; es más, Santo Tomás, en el lib. V M etaph., lee. 4, quiere que éstos sean elementos con más propiedad que la materia y la forma, pues quiere que al concepto de elemento pertenezca el estar directa y propiamente en una especie determinada. Empero yo no veo la razón de que este pertenezca a la propiedad de dieba palabra y de que no baste que el elemento sea algo parcial o incompleto dentro de su especie. Por tanto, elemento, según el valor de la palabra latina, parece que es lo mismo que principio de alguna cosa, el cual es en su orden lo primero en la composición y lo último en la resolución, perteneciendo también por eso al concepto de elemento el ser indivisible, no en absoluto y de todos los modos, sino dentro de su orden y de su ámbito. Del mismo modo no pertenece al concepto de elemento el conservarse siempre formalmente, ni siquiera siempre sólo virtualmente, sino del modo que se acomode a su composición. En este sentido, pues, son cuatro los elementos que participan verdaderamente de la na­ turaleza del elemento, puesto que en el género de composición mediante el cual puede un cuerpo resultar compuesto de muchos cuerpos, ellos son los primeros, por no constar de otros cuerpos y por constar de ellos los demás. Son igual­ mente simples e indivisibles, por no ser resolubles en varios cuerpos. 'Final­ mente, se conservan también según el modo que es necesario para el género de composición que se realiza mediante una mezcla. Y así Aristóteles, en el lib. ID D e cáelo, c. 3, pone expresamente bajo disyunción en la descripción del elemento el que permanece en potencia o en acto. 55. El nombre de elemento conviene con propiedad a la materia prima.— A 'veces se atribuye también a la forma.— Por tanto, no hay obstáculo en que la materia prima sea,anterior a estos cuerpos y en que se halle o permanezca formalmente en su compuesto; efectivamente, de aquí sólo se sigue que tam­ bién a la materia se le pueda llamar verdadera y «propiamente elemento, aun­ que sea por una? razón distinta#y acaso anterior, en cuanto la materia es an­ terior en la composición y es más simple, como lo hizo notar Santo Tomás, lib.« III De cáelo, lee. 8, donde parece que se retracta de la opinión- que había

psuronptrie cporie nvedneire hnista.cS oerpcuonrib u,s,nequin iavnoocne p ro m e d o ta tuom hsaepreroreprievidceoanm adnm ittim cfionnrp rib um veum nr,ire o.m ehnoum est.,dheisV ­ itio n e e le m e n ti; im o D T M entataphq.,ule ct.m 4,ate vurla ltm illaveplrofo priu sam es.seNdaem ­ m e a m rm vetultpro deprie ratioin neaeliq lem enstipeecsiese. uQ tusoitddtaire ceten u a m npoertin nveid eoetcnuornadsuffic proia prie ta te m illiu sessveocin is III a t t e le m e n tu m suaqusepeerie penartia lelavtin eleinidceom mpvlcidtuem lecm tu m tuin rqeussid soe. 55. qoIta u o d p rin ìp iu m a lic u iu s re i, q u o d u rduin einestrepsorim um in ctoid mepoositio nm eedteulti— U ndre.—hisnocnorp obosrib tautsqeutodform maatelite riar m m lu tio n e , e e tia ra ­ p rim a s it p rio tio npeiicele m eenttiom esntiqm uooddos,itsein din ivissib ileo,rdnin one in indseitssoelu umm anem atateinriam suoetiacom mpvoere sitoa;cpnrò am seim ite r d u o fit ­ tti la titu d in e . E t s im ilite r d e ra tio n e e le m e n ­ p rie d ic i p o s s e e le m e n tu m , a lia ta m e n ra ­ epsterutvirtu inste it ntaonntusm em pseerdfom rm aolitear,cconm ec- tio nereint fo nm aspsoesitio prionri,eeqtuasim tenpulic sio mr,ateuria eos-t sm eom , o d p rio c o t n seunata ecvoem igitu itcD Cam do,quleacm t. 8in , ubV i tuodradtoem repopsaitio rticnipi.anSticratio nermqeulea-- ta revtra ta.reThvoidm eatus,rIIIsendteentia menti, quia in eo genere compositionis quo unum corpus potest ex multis corporibus conflari, illa sunt prima, quia non Constant ex aliis corporibus, et ex illis Constant reliqua. Et similiter sunt simplida et indivisibilia, quia non sunt in plura corpora resolubilia. Denique etiam insunt eo modo qui necessarius est ad illud genus compo­ sitionis quae fit per mixtionem. Et ita ArÌ3toteles, de Cado, c. 3, expresse ponit sub disiunctione in descriptione elementi, quod insù potentia aut actu.

E lem enti no m en proprie conventi materiae prim ae N o n n u n q u a m form ae trib utum .

Disputaciones metafísicas

766

defendido en el lib. V M e ta p h ., como señaló Soncinas, V M e ta p h ., después de la q. 9, a propósito del texto 4 de Aristóteles, añadiendo también, en el lib. XII, q. 27, ad. 1, que a la forma se le puede llamar elemento, y que así la llama Aristóteles en el lib. XII de la M etafísica, c. 4; y Santo Tomás en el pasaje citado. Pues, aunque el nombre de elemento parezca aplicarse preferentemente al principio material, según se ve por el uso común y por la propiedad de aquella expresión de la definición — d e lo que se hace algo — con todo, hablan­ do con sentido más amplio, se hace extensivo a cualquier parte, igual que se dice también que el todo está compuesto de sus partes, tanto de la formal como de la material. Más aún, este es el motivo de que de cualesquiera par­ tes, si se las considera en absoluto bajo la razón común de partes, se diga que tienen razón de materia respecto del todo. Por este motivo, pues, cualquier parte, si es primera e indivisible en su orden, puede ser llamada elemento. 56. Se sigue de esto, para responder a la otra parte del argumento, que no pertenece al concepto de elemento el que el compuesto o mixto pueda resol­ verse en él de tal manera que el elemento pueda conservarse realmente sepa­ rado de aquello que ha estado integrado por los elementos, pues de este modo no todo compuesto natural puede resolverse en la materia y en la forma. Y por igual motivo no es necesario que el mixto sea resoluble en los mismos elemen­ tos numéricos de los que acaso resultó compuesto el mixto, sino que basta con que se resuelva en otros semejantes, cosa que tendrá lugar a veces si existen causas eficientes acomodadas e inmediatas en orden a realizar dicha resolución; a veces, en cambio, no sucede así, sino que todo el mixto se convierte en un elemento determinado, sobre todo en tierra. Por tanto, aunque fuese verdad la experiencia que se aduce en el argumento, no implicaría conclusión alguna, puesto que no es menester que los elementos que parecen producirse de la ma­ dera cuando se quema hayan preexistido formalmente en ella, sino que basta con que hayan estado virtualmente y según algupa disposición no muy remota, en virtud de la cual todos ellos son generados de nuevo; con todo, en realidad, no .se trata de elementos, sino de. mixtos imperfectos, porque n i el humo es aire,'ni la ceniza es tierra. 57. E n los cuerpos m ix to s se hallan encerrados a veces otros corpúsculos m enores .— Queda todavía el 'que muchas veces en estos cuerpos mixtos se han

M ehta.,php.ote nuqe.ra9t,, cuirc tnaotatevxitt.S4onA cris in.to ,V M eu­i shitocceonnim servm aboile seopnara tutem aobmndeem em nptaoto ; ta p s t t., q d o n p o s t c o s i­ eptia 7,, aedt ita 1, aedadm itnfoorm m anaei tu lenree,sonlvoininesm te m aix m­. E tm pnasriaitture rarastio teanm ecria eusm seeeqrotufo odderm m oris ssm etot.,dlib ic.ilibX e.leII,m eIIqn.tu2M m in tu m o lu b ile in e a d n m e n­ A X e ta p h ., c . 4 ; e t D . T h o m ., c it. lo c o . N a m , lic e t n o m e n e le m e n ti ta e x q u ib u s fo n a s s e m ix tu m fu it, s e d s a tis quaocdcidinet,sim ilia reaesolv atuier;nteqsuodsinin teacr-prali,ecip uepavteidteeaxturcotrib uuinipurin cip ioexm aro te­- edsutm ria u t m m s u e t p s i c a u s e ffic t prietateilliutasmpenartic utiu laselodqefin itio n,isadquam- cluotio mm om datafaecieentdapm ro;pin qepueaevearo dneoanmitaresfit, o, la u e n d o n e s a um etupm artecm xnteinedxitusr,uissicpuatrtib etia i- seeledmm ix tu m toetusem coninvete rtitu rm.inQuaoliq uoad, ccfoitu rqaulito om paeote ura sm ,tio tadnm e n tu m , p ra rtim rra c irc rm q u a m m ria li. Im m o h a c e vertu rar,essneih teilxpceorie nlutiadeqreui,aeqin arg eens-t praatio rtenseqpuaartiu elibm et,cosinsaidbesre olunte sudbicucnotu mrmhuan­i nlic toeceeatsffe nnctu uoiafie nri,ounm tu r, s e e a q u a e v id e r e x lig n c u m berg ereora tio n e m m a te ria e re s p e c tu to tiu s . H a c c o m b u ritu r, in e o fo rm a lite r p ra e c e s s is s e-, ra tio n e , q u a e lib e t p a rs , s i in s u o o rd i­ s e d v irtu te s e c u n d u m a liq u a m m in u s re m o npeotessitt.primaetindivisibilis, elementumdici ta mnodvisopogseitio nenm ,r;rare tiontaemceuniuvsera illafilaom noian d e n e ra tu n 5u6m , entiEre xsqpuoondseeaqm uuitu r,nuotnaedssaeliadm ptio arte­mnsuenctfudm em eneta ,aseerdnem ixcin taisim prra erfecta, quia u s s t c te anrg s , e ra edeleita mere ntisoulvticpoom tuem illu sspitosuitutm reipsesuam eleixm ntuin m 57. —Addeetiaminbisex quo

fit aliquid,

I n m ixtis corporibus im bibita interd u m minora corpuscula.

Disputación X V .— Sección X

767

mezclado accidentalmente diversas sustancias a través de los poros o debido a la división e interposición de partes, sustancias que no tanto se engendran luego de nuevo por la acción de algún agente, cuanto se separan, como sucede en la fermentación del vino y en la corrupción de la sangre fuera de las venas, y acaso suceda también así en esa acción del fuego en la madera, por más que pueda acaecer también que no se separen las mismas sustancias que allí había, sino otras, las cuales se generan con toda facilidad según sus diversas dispo­ siciones. Mas esta mezcla de sustancias nada tiene que ver con el problema de que nos ocupamos, porque aunque en este caso existan varias formas, están en diversas materias y causan diversos compuestos, aunque estén localmente unidos. 58. D e qué modo es movido el mixto por el. elemento predominante.— Ni se sigue, finalmente, de aquí la conclusión a que se llegaba en dicho argumen­ to: que un elemento se resuelve en otro o que consta de otro; porque, aunque el agua convenga con el aire en la humedad, no la tiene, sin .embargo, parti­ cipada del aire, sino que la tiene por sí misma y en virtud de su simple na­ turaleza. Y, cuando a causa del calentamiento se exhala del agua vapor húme­ do, no hay resolucióni del agua en aire, puesto que ese vapor no es aire, sino que es un mixto imperfecto; y cuando acaece que el agua se transforma en aire, no se trata de una resolución en elementos miscibles, sino de una generación y de una corrrupción. -Por consiguiente, es muy distinto el modo de estar un elemento, en el mixto que el de estar un elemento en otro; porque esto sólo puede tener lugar en una potencia pasiva, mientras que aquello no sólo pue­ de realizarse de este modo, sino también virtualmente y por cierta partici­ pación de la potencia activa; en efecto, este es el modo como se ha de enten­ der a Aristóteles cuando dice que los elementos están en el mixto en acto o en potencia. De esto resulta también evidente la solución al tercer testimonio. Efectivamente, para que el mixto se mueva con el movimiento del elemento predominante, basta con que lo contenga virtualmente y tenga una mayor par­ ticipación de sus cualidades qu e'd e las de otro. De los elementos se dice, final­ mente, que son la materia del mixto, formalmente transeúnte y virtualmente inmanente.’ P or‘’eso el mismo Aristóteles, lib.> II De general., c.. 5, niega* que los elementos sean la materia de las cosas naturales: Porque — dice— si se corporibus mixtis saepe esse plures substantias accidentaliter permixtas per poros vel per divisionem et interpositionem par­ tium, quae substantiae postea per actionem alicuius agentis non tarn generantur de novo quam secernuntur, ut fit in concoctione vini et in corruptione sanguinis extra venas, et fortasse ita etiam accidit in illa actione ignis in lignum, quamvis accidere etiam possit ut non eaedem substantiae quae ibi erant, secernantur, sed aliae quae ex illis facile generantur iuxta diversas earum dispositiones. Haec autem substantiarum permixtio non refert ad rem de qua agimus, quia, licet ibi sint plures formae, sunt tarnen in diversis materiis et diversa composita conficiunt, quamvis Iocaliter coniuncta. 58. Qualiter mixtum moveatur ab elemento praedominante.— Nec denique hinc sequitur quod in eo argumento inferebatur, unum eiementum resolvi in aliud aut constare ex alio; nam, licet aqua conveniat cum aere in humiditate, non tarnen habet illam participatam ab aere, sed ex se et ex

sua simplici natura. Cum vero per calefactionem vapor humidus exhalatur ab aqua, non resolvitur aqua in aerem; nam ille va­ por non est aer, sed quoddam mixtum imperfectum ; quando vero contingit aquam transmutan in aerem, non est resolutio in miscibilia, sed quaedam generado et corruptio. Unde longe aliter sunt elementa in mixto quam unum eiementum in alio; nam hoc est verum solum in potentia passiva; iilud vero non tantum hoc modo, sed etiam virtute et participadone quadam potentiae actìvae; hoc enim modo intelligendus est Aristoteles cum ait dementa esse in mixto actu vel potentia. Et hinc etiam patet soludo ad tertium testimonium. Nam, ut mix­ tum moveatur motu dementi praedominantis, sans est quod in virtute iilud contineat plusque de qualitatibus eius participet quam alterius. Denique elementa dicuntur materia mixti transiens formaliter, virtute autem manens. Unde idem Aristoteles, II de Gene­ rat., c. 5, negat elementa esse materiam rerum naturalium: Nam si aer (inquit) re-

768

Disputaciones metafísicas

conservase el aire, no tendría lugar una generación, sino una alteración. Es evidente, pues, que, debido al hecho de que una forma actúa como disposición para otra, no sucede nunca el que se den unidas muchas formas sustanciales en la misma materia. Si dos formas no subordinadas pueden informar al mismo tiempo la misma materia 59. Es posible que por intervención divina una materia esté informada por dos formas.— Nos faltaba por hablar del tercer modo de imaginar dos formas sustanciales en la misma materia sin relación alguna entre sí o respecto de una tercera forma para la cual disponen, sino sólo en concomitancia accidental, tal como se encuentran la blancura y la dulzura en el mismo sujeto. Pero no es menester detenerse en refutar este modo; en primer lugar, porque no me en­ cuentro con opinión alguna en este problema, puesto que ningún filósofo —que yo sepa— defendió hasta ahora que dos formas sustanciales pudiesen informar simultánea y naturalmente la misma materia de este modo. Y digo naturalmente, porque creo que por potencia absoluta de Dios no hay en ello contradicción, ya se ponga dicha materia en diversos lugares con diversas formas, cosa que demostré en otra parte que era realizable; ya tenga ambas formas en el mismo lugar, pues la unidad de lugar no añade «ninguna especial contradicción. En segundo término, porque dehesas formas existentes simultáneamente en la mis­ ma materia no resultaría realmente compuesta una sola esencia, ni una sola sustancia, puesto que ni una forma pertenecería a la esencia del compuesto de materia y de la otra forma, ni viceversa. Por eso, si imaginamos que una es la forma de oro, y la otra forma de madera, ni la madera sería oro, ni el oro madera, puesto que formas esencialmente distintas no se predican mutua­ mente entre sí, ni incluso en concreto, si no es por razón del mismo supuesto en el que convienen; mas esast formas no convendrían en el mismo supuesto, sino solamente en la misma materia, con la que, al igual que forman diversas naturalezas, formarían también .diversos compuestos, prescindiendo de otros ca­ sos milagrosos. Por eso, aunque puecía decirse de la materia que está' informada autem naturalilgs, quia.de potentia absoluta non existimo implicare contradictionem, sive ilia materia in diversis locis cum diversis formis ponatur, quod fieri posse alibi ostend il; sive in eodem loco utramque formam habeat; unitas enim loci non addit spee cialem repugnantiam. Secundo, quia ex illis An duae formae non subordinatae possint formis simul existentibus in eadem mate­ simul eamdem materiam informare_ ria, revera non componeretur una essentia 59. Potest divinitus materia informari neque una substantia, quia neque una for­ duabus formis.— Supererat dicendum de ma esset de essentia compositi ex materia tertio modo fingendi duas formas substan­ et alia forma, neque e converso. Unde, si tiales in eadem materia sine ulla habitudine fingamus unam esse formam auri et aliam inter se aut respectu alicuius tertiae formae ligni, neque lignum esset aurum neque auad quam disponant, sed per solam concorum lignum, quia formae essentialiter dimitantiam accidentalem, ut se habent albedo versae non praedicantur de se invicem, etiam et dulcedo in eodem subiecto. Sed in hoc in concreto, nisi ratione eiusdem suppositi modo impugnando immorari non est nein quo conveniant; illae autem formae non cesse; primo, quia nullam invenio in hac convenirent in eodem supposito, sed tantum in eadem materia, cum qua sicut diversas re opinionem; nullus enim philosophus naturas, ita et diversa composita conficerent; (quod ego sciam) hactenus dixit posse hoc secludo alia miracula. Unde, licet materia modo et naturaliter duas formas substantia­ posset did informata forma ligni et auri, les simul informare eamdem materiam. Dico

maneret, non generally sedt akeratio foret..Constat igitur, propter dispositionem unius formae ad aliam, non contingere unquam plurcs substantiales formas in eadem materia coniungi.

i

III tom., I l l p., disp. XLVIII, sect. 3.

Disputación XV.—Sección X

769

por la forma de madera y de oro, sin embargo, la madera no sería oro, puesto que lá madera no es materia, ni el oro es materia. Y de esta suerte, aun admi­ tido este caso, no habría dos causas formales del mismo efecto, que es lo que nosotros ahora tratamos de investigar, sino que cada una constituiría su efecto, el cual tendría solamente una única causa formal. 60. P o r q u é n o p u e d e la m is m a m a te ria e sta r a ctu a d a n a tu ra lm e n te a l m is­ m o tie m p o p o r m u c h a s fo rm a s su sta n c ia le s .— No obstante, con esto llegamos a comprender la natural repugnancia por la que tales formas no pueden infor­ mar simultáneamente dicha materia; puesto que el que una misma e idéntica materia componga sucesivamente esencias distintas incluso específicamente con muchas formas no ofrece inconveniente, y hasta puede acaecer naturalmente, puesto que es indiferente para cualquier forma y por cualquiera puede ser ac­ tualizada. Mas el que una misma porción de materia componga simultánea­ mente diversas esencias con diversas formas está en contradicción con la natu­ raleza de las cosas por muchas causas. Primero, porque la potencia de la ma­ teria está suficientemente actualizada por una sola forma y su dependencia tie­ ne un término suficiente. Segundo, porque formas diversas exigen disposiciones naturalmente incompatibles, lo cual es un indicio de que también los efectos naturales de ellas son naturalmente incompatibles. Tercero, porque la materia está al servicio de la forma en orden a sus movimientos y acciones naturales; mas no puede una' misma materia prestar sus servicios a formas distintas, que tienen inclinaciones naturales diversas. Cuarto, porque, de lo contrario, si la ma­ teria pudiese de este modo estar bajo distintas formas, podría con el mismo motivo estar bajo cualquier multitud de ellas hasta el infinito, puesto que las cosas que son accidentales pueden multiplicarse hasta el infinito, y no es po­ sible señalar una mayor repugnancia en dos que en tres, y así en cualquier otro número. Mas esto no sólo es muy absurdo de por sí, sino que también , está en contradicción con el fin y ordenación de la materia, pues de esta suerte re­ sultaría inepta para la generación y corrupción de .las. cosas. Por tanto, el mismo hecho 'de que la generación d a.u n a cosa es la corrupción de otra declara sufi­ cientemente que la materia es incapaz de muchas formas por su naturaleza.

taum ennlig nuem nm onateeria ss,etnaeuqru m,auqru uia lig ­t te rrseasetreteqrm inantat.dis Sepcousnitio do,nqsuniaatuforarm aerdini-v e u iru lite n m o n s t u e m e 3 ileless, qeuaorudm esetssseignnautu m elite tiam ecffe c-antedriaare .A tqrueduita ,ceatia m adrm misate sosillo csaseuf-, ctuosmpnaatib tu ra ra r in o m nm o n tu a e u s a e fo u n iu paatib ile s.sT esrtio ,tuqra uia m ateotu riasdeetsearv itnfo r­; fe catueqs,uequocdonnsotitu snere untcsinuquum irim us,ctu sem d,unqua-i m q u e ffe e a d u o n a le s m c tio e s tan6tu preotefostrm aisutedm eacdtis em m aate ria sim ulsm i­is tin , q u e n a tu ra le h a 0.rnhaberet unamcausamformalem. nnbisoenntra t, in cm linaatetio nehsocdivm eorsdaos.poQ ueatrto ,seqsuuiab a lia s s i ria s s e s . — H in c ta m e n in te llig itu r n a tu rm eaudltitu emdra tio pm ossin etin esfi­ se ra naunltiainofobrm quaaremtatalelem sfom rm nm on; dsuisbtinqcutisacufo pqoulissosdure netpnuim sgim acteaceeria m qquuisea,em in eaencaecru n itu m , q u ia s tm t p e r id e n s in in ­­ u n a e t e a d e m m a te ria s u s s iv e fin itu m m u ltip lic a ri p o s s u n t; n e c p o te s t in a ccuom mpom nualtis t essfo enrm tiaiss,entia m s p e c ie d is tin c ta s rsigrenpari,ugneatnstia in trib uusmqquueam inero du.oH buosc oit,nqeusia t inipcsoanvecsntiein ns-, ia a s ic d e q u o c n u m im m o n a tu ra lite r a c c id ettfin peirestein essttitu vatio ldenam bsauterd um , seict dqiffe recnusmqaudeqaucatum crium qte uest.foQ rm admveero t peea­r areupteum g n a ria e , u a m a p o u o impetio ssneetsin eU pntadeadhorecruipm ge,neqra tio ngeesnee-t dsaesmespsoertio m autem riadeivseim ulfocorm m p,onm atultis divedr-e ceanrru . s u m u o d n tia s c rs is is tio udneciulasrantatu ra lite rtaesetscseorru ptutio alterriuins­, cpaoutesisntiarem puagtenria atenasutuffic risiere rurm .stParim oa,taqpueiar ra s a tis m a te ria n a ra lite n te e c tu unamformametdependendaeiussufficien- capacelaplurimaformarum. Cur naturaliter non possit eadem materia pluribus substantialibus formis actuari simul

49

770

Disputaciones metafísicas Sentencia verdadera y conclusión d e toda la cuestión

61. Queda, pues, que la sentencia más verdadera es la que afirma que de una sola sustancia compuesta no hay más que una causa formal sola, y que en un solo compuesto natural sólo se da una forma sustancial única. La defienden Santo Tomás, I, q. 76, a. 4, y Cayetano y todos los tomistas en ese pasaje; con toda amplitud Capréolo, In II, dist. 15; el Ferrariense, I I cont. G e n t., c. 58; Soncinas, VIII M eta p h ., q. 7. La mantiene igualmente Gregorio, In II, dist. 17, q. 2 ; Egidio, II D e anim a, q. 6, y en el tratado D e pluralitate form aru m ; la trata también ampliamente Herveo en el tratado D e pluralitate form aru m ; Marsilio, lib. I D e generat., q. 6. De Aristóteles, en cambio, no poseemos nada expreso respecto de este punto, aunque tal sentencia se deduce con claridad de sus principios; en efecto, nunca atribuye al compuesto natural más que una forma, y este es el sentido en el que señala como los tres principios de una cosa natural a la materia, a la privación y a la forma; por esta razón, pues, dice que siempre que se genera una cosa se corrompe otra, y viceversa. Afirma, además, que la forma sustancial es el acto propio, esencial e inmediato de la materia, siendo ésta la razón de que resulte de ellos u n ser con la máxima uni­ dad p e r se, según se ve por el lib. II D e anima, texto. 7, y por el lib. VII de la M etafísica, text. 49. 62. Los argumentos es fácil tomarlos de lo dicho en la refutación de las otras opiniones. El primero está tomado de la suficiente enumeración de las partes, puesto que en la materia no puede haber muchas formas esencialmente subordinadas como acto y potencia, ni ordenadas como disposición y forma, ni tampoco por simple concomitancia sin ningún orden entre si; ahora bien, no es excogitable ningún modo fuera de éstos; luego no pueden concurrir al mis­ mo efecto de modo alguno muchas causas formales. 63. El segundo argumento está tomado de la suficiencia de cualquier for­ ma sustancial; puesto que cualquier forma' sustancial tiene por necesidad tal naturaleza, que se basta por sí sola para constituir un solo supuesto sust^nqjal qúe sea completo dentro de alguna especie última de sustancia; por consiguien­ te, no sólo no requiere otra forma que actúe como concausa en dicho efecto,

sta ntutia leam em ssem paro priu m ,epoqerueseexacülisimm mae­d ia m c tu te ria e , id 6 1 . R e lin q u itu r e rg o v e ris s im a m e s s e im e.fie rixpt.er7,seetunV uIIm,M uteta supm ituterxet.xII49.de soenm tepnotia m anstu sem renetesm uic niu s casuusbasm tanfo tiar­e xA n6im , te h ., cm s ita e ta s e u n a m 2d.ictis Ratio neim spauugtenm fanecilealiasurum i poopsin suion-t ale m eetsin ufo norm caonm psousbito nnatia tuleram li.unQ icuaam enxum in a tio m ta n tu m s e t s ta m .eP rim ae,suqm iturinexmaste uffic iennotinppaortiu m te nieettanD .etThoom m aess,thI,om qis.ta7e6;, la a.tis4s;imeetC iba-i enum ra tio n u ia ria s s u n t C a . n eustseacptu lusresetform a e e s s e n tia lite r s u b o rd in a ta e p ré o l. , In II, d is t. 1 5 ; e t F e rra r., II c o n t. prm otean,tia eam ord innain taoepuert G em nt.,hca.be5t8;Gre Sognocr.,in.In , VII,ilidM etap17h,.,qq..27;. dcoisnpcoosm inita onedtafo ne,uqllo uneeqeoudrd om Ite ist m s in e in e in te rgita seri; A e g id . , II d e A n im ., q . 6 , e t tra c t, d e P lu ­ s e d p ra e te r h o s m o d o s n o n p o te s t e x c o ra te folitrmfo arurm ma;r.;HeM rva.rseil.,dam laeteG tra cetar.,t asaliu sfo;rm erg osnsuullo m otia dolespoasdsuenutm pdlu reseffe cauc­dqe.lita P lu ra I d e n e a le b s ta n e m toutesle; aauttem niheilxdeprin haccipiis re tum coS neccuorre rea.ratiosumitur exsufficieneexiups6re.sdsE eaxrehA acbris e m v e ro 6 3 . n d otrib iliguitu rnahtu aeraclisecnote nptia ;itonunisn-i tia ctufo ìusrm visafo rm aensutia bsltannedcaelis ;rio nam quaees-t quunaam e n im it m o s lib e su b sta s s a ta lis m fo rm aint,naetu traholisc, sem naste uria asm signsactilictria uuntupm erssuebsstaonlatiasteuffic iaptpoasditum conscdotu epnledtim um pprin c ip ia re e t, S u m i riv a tio n e m e t fo rm a n t ; h a c e n im ra tio n e in a liq u a u ltim a s p e c ie s u b s ta n tia e ; e rg o aeitt equcootie sgrio en;eraaitturpra uneutem m miliu nonmreeffe qucirit a,liavm ntra reacoforru rm apnitasliu ubd- ncaounsasnotelum tum erufo mrm edaam mcnone-Vera sententia et tolius quaestioms conclusio

Disputación A T .—Sección X

771

mas .ni siquiera puede admitirla. El antecedente es evidente por lo dicho; en efecto, quedó probado que toda forma sustancial debe necesariamente estar cons-, tituída en alguna especie última de forma sustancial, perteneciendo, en con­ secuencia, a su concepto el conferir el ser absoluto y completo hasta la razón última en el género de sustancia. La consecuencia se prueba, a su vez, porque o la segunda forma sobrevendría al compuesto en cuanto constituido por la forma anterior y realizando su actuación inmediata en él, o sobrevendría a la materia misma simultáneamente y por una especie de concomitancia. Lo primero está en contradicción con la naturaleza de la forma sustancial, la cual se ordena esencialmente a una potencia sustancial; y la sustancia completa ya no está en potencia sustancial, sino únicamente en la accidental; en efecto, en ella se cumple con máxima verdad lo que Aristóteles dijo antes, a saber, que lo que adviene a un ente en acto, no le adviene esencialmente, sino accidentalmente. Lo se­ gundo, a su vez, está en contradicción tanto con las mismas formas sustancia­ les como con la capacidad de la materia; en efecto, aquéllas son opuestas entre sí por razón de sus diferencias específicas; puesto que, por el hecho mismo de constituir cada forma sustancial una naturaleza sustancial completa, infunde tal determinación a la materia que informa y realiza sobre ella una especie de atrac­ ción tal hacia su ser, que no permite en ella otra forma sustancial, o sea del mismo orden. La materia tiene asimismo limitada la capacidad y la cuasi po­ tencia de causar, de suerte que no puede sostener más que una sola forma sustancial, ni puede 4concurrir más que a la composición de una sola esencia, cosa que puede verse también en la materia celeste, siendo no menos necesario en la materia inferior, la cual es principio de corrupción, por cuanto de tal manera se supedita a una forma que debe por necesidad desecharla, si recibe ofra. 64. El tercer y principal argumento puede elaborarse con lo que hemos dicho antes para probar- la existencia de las formas sustanciales en las cosas naturales;, en efecto,.Jas razones más eficaces con que se demuestra la forma sustancial se fundan en que para la constitución perfecta de un ente natural es necesapo^que .todas las facultades y operaciones de ese mismo ente estén radi­ cadas en un soío ’principio esencial, conexión y radicación que demuestran tam(jue illam admitted potest. Antecedens con­ stat ex dictis; nam probatu'm est omnem formam substantialem necessario debere es­ se constitutam in aliqua specie ultima sub­ stantial formae, et consequenter esse de ratione eius quod det esse simpliciter et completimi usque ad rationem ulnmam in genere substantiae. Consequentia vero probatur, quia vel secunda forma adveniret composito ut con3tituto priori forma et im­ mediate illud actuando, aut adveniret simul et quasi concomitanter ipsi materiae. Primum repugnat rationi formae substantialis, quae per se respicit potentiam substantialem; substantia autem completa non est iam in potentia substantial!, sed accidentali tantum; nam de illa maxime verum est quod Àristoteles supra dixit, scilicet id quod advenit enti in actu non advenire per se, sed per accidens. Secundum autem repugnat tarn ipsis formis substantialibus quam ca­ pacitati materiae; illae enim secundum suas differentia» specificai inter se repugnant; nam, hoc ipso quod unaquaeque substan-

tia lisplé fotarm acita onstidtuéitterm subinsâtatntia leimm naateturia ram ni cqoum n t, s ib fo titta quatsiintrailla hitilla maam dsauliaum esussbaesm unin ttia nle orm nmâ,atdsem foin rm m ta e u e iu s d e m o rd i;. M aqteuaria ite m h a b e t lim ita ta m c a p a c ita te lo e t si vsuim c a u s a n d i, u t s im u l n o n p o s s it im a m bstannistia ledm foarm aem snutia stm ere ,m npeocnceonndcaum r­, red i a u n m s s e m c o qesutq odueetia m in m autesrianecceasesleasriu tim vidin erehalic eint;­ id n o n m in c ferio rinism ate ria ,nuqsuaita e psrin ciaipceiutm esfo trm coar-e ru p tio , q u a te u b u n i ut6e4a.mneTceertia ssario despera t,cip sialis aliacm re ciippiaot.test ra tio rin o n fic edxarihisinqreubaeussunpara diib ixim ussubasdtanptia robteasndfo um tu ra u s r­m a s ; p o tis s im a « é n im ra tio n e s q u ib u s o s noddituardspuebrfe stacntatiam liscofonrm atio innhem ocnnaitu mlis ur qte u s titu tu ra eonptis nenceessseaiu riusdm esetntis facilita te sooem neenstiaelit e ra tio e m in u n s s prarin ionera onip nesxiionnaetum diccaiptio mdic osateri,nduqnutam etiacm raleest

772

Disputaciones metafísicas

bién, según dedujimos allí, los mismos efectos naturales; por consiguiente la pluralidad de formas está en completa oposición con la constitución de la na­ turaleza. Tampoco existe en toda la naturaleza indicio alguno pará afirmarla, ya que, como dijimos, la subordinación de los predicados esenciales no constituye indicio alguno; por eso dijo Aristóteles en el lib. II D e anim a , texto 31, que la forma posterior contiene a las anteriores, puesto que el conferir las diferencias superiores compete a quien confiere la última. A su vez, la multitud de accio­ nes, facultades u órganos no sólo no es un indicio, sino que más bien exige en sumo grado la unicidad de la forma. Finalmente, las vicisitudes o sucesio­ nes de generación y corrupción demuestran y exigen esa misma unidad; por consiguiente no hay razón alguna para dudar que basta una sola causa formal para cada uno de los efectos naturales. N i se presentan contra esta verdad nue­ vas objeciones a las que sea preciso responder. D e lo dich o se d ed u ce q u e no hay proceso al infinito en las causas formales

65. Con esto se llega obviamente a la solución del problema que suele plantearse a propósito de la causa formal, a saber, si en este género de causa puede darse proceso al infinito. Porque, si nos referimos a la causa formal física propia, es evidente por lo dicho que no hay lugar alguno para este problema; en efecto, esto sólo puede plantearse cuando son muchas las causas que pueden concurrir af mismo_ efecto; porque donde la causa es una sola, ¿qué dase de proceso puede haber? AÍas se demostró que la causa formal no puede ser más que una sola; por consiguiente en esta causa no tiene lugar el problema del proceso hasta el infinito. Además, este proceso suele darse o entre causas por sí y esencialmente subordinadas, o entre causas subordinadas acddentalmente, y se demostró que no hay formas sustanciales subordinadas de por sí. Por eso los que las distinguen siguiendo el orden de los predicados esenciales pueden tropezar en esto con alguna dificultad, pues acaso no repugne el que se dé el proceso al infinito en estos predicados? según trataremos en la sección siguien­ te; mas dentro de nuestra sentencia esto nada tiene que ver, puesto quernuestra .opinión es que estos predicados, sea cual sea. el número en que se multipliquen,'

effe catursu,m utesib im dnein duoxim usna; aergcoonpstitu luratio litàn?e S anit, sdcailic ept,roin hsuuiu sin modinifin geitu nere caN usaam e,polos-fo rm t o a lie ri c e s s m . ninadtuicraiuem .Ñ equeaem esatssin to taam n;atunaramasliq uoor­d qcounensta dot edxedpic rotis prianucllu aum sadfo rmalolicupm hyhsicuic a, a d e re n d u b a ri dein adinodicpra em d,icautotrudm esusscn;tiaidliu m nudllu m qquuaaensdtio npi;lureidsceanuim saodluem pdoem testeffe quctu aem ri s t iu ix im e o q u e ix it o s a e u m A ris to t., IIcondtin eeA nim ., te xst., 3q1u,iapoqsuteario redm csoa,ncquurre repro oocsessusunst;ensasempuobte iset?stuO nic ancsuaum ­ is s te fo rm a m re p rio re e a t dM iffe rendtiaom ultim aam , nduam t,etia m sutu pem riore st. anuisteim eicsatm ca;useargm fo rm aalecm nuosannpoonssehaebsseet u ltitu e tia m c tio fa c u lta a u u n o in h c a ovrg anm orupm , snore nqusoirit lum nxoim neesfo trm inadeiciu m , lo cin um quhaieestio deessupsroecsessesusoin in fin itu mr. e ru o tiu m a u n iD e d e , p ro c le t a u t in te m .nV isetsitu drru opdtio eniq udseum cceusnsita iotegm e- caauutsainsteprersubseordein taetasssenptia lite rcidseunbso;rdoinste atans­ nta ete raic tio isic cuoirit; noisuenih esaeilm e r a c in d a i e t re q e rg e s t q u o d d u esstubm illainsatasus.bsU tanndtiae,tesqufo rm ass bqite m uosneim am cam usanm fo rm alesm adereu.nuN m -­ sedusissm etinapgueute rum steiu oord im illa u e m e ffe c tu a tu ra le m u ffic c n x ta rd in e m p ra e d ic a to ru e stiqneuseoccocnutra h a n c v e rita te m n o v a e o b ie c tic i ­ s c n tia liu m , n o n n ih il d iffic u lta tis in h o c p a rrunt, quibussatisfacerenecessesit. re popsusgunnat;rcdaam fopnroacsesessin hisinprainefin dicitu atis nount ri u m m , Non diari processum in infinitum in causis a ttin gesm utesnstia ecm tionid esneih quilenre ti;feiu xtaquniaosetra m inrmalibus ex dictis conchiditur v e ro e n rt, x is ­ tim a m o s h a e c p ra e d ic a ta , in q u o c u m q u e n u ­ 6 5 . A tq u e e x h is o b ite r re s o lv itu r illa quaestioquaedecausaformalimoverisolet, meromultiplicentur, nonsolumnonrequi-

Disputación X V .— Sección X

773■

no sólo no exigen formas distintas subordinadas de por sí, sino que también es imposible que respecto del mismo compuesto dichos predicados estén tomados más que de una sola e idéntica forma, de suerte que no sólo en virtud de la naturaleza, sino también por potencia absoluta, es imposible que se den causas formales subordinadas de por sí de este modo, ya que no puede existir una forma sustancial que no esté constituida en alguna especie última de tal forma, y que no incluya, consecuentemente, de modo esencial todos los grados supe­ riores de tales formas. Ni tiene que ver que Aristóteles, lib. II de la Metafísica, c. 2, haya probado la no existencia del proceso al infinito en estas formas pre­ cisamente por no darse proceso al infinito en los predicados quiditativos, por­ que, aunque de tal negación se siga con todo derecho ésta, sin embargo, de lá afirmación opuesta no se sigue la opuesta afirmación, según se dijo antes. Ade­ más, en este género tampoco existen causas accidentales subordinadas, ya que se demostró también que muchas formas, incluso de un modo completamente accidental, no pueden concurrir simultáneamente a la información de la misma materia. Y si dice alguno que es posible el proceso al infinito en las formas contenidas en el mismo género o especie, y llama a éstas causas formales subor­ dinadas accidentalmente, es necesario que tenga en cuenta que no se trata de causas de un solo e idéntico efecto, sino que cada una tiene su efecto distinto;', y cuando se jJIántee el problema de la subordinación de . las causas, hay que en­ tenderla respecto: de un solo e idéntico efecto, de lo contrario no se trata de una subordinación, sino de una multiplicación de cosas o de efectos. Por eso, aunque por potencia absoluta de Dios se multiplicaran accidentalmente las formas en la misma materia, no se trataría en este caso de una subordinación de causas, puesto que, según- dije, no constituirían un sólo e idéntico éfecto, sino distin­ to ^ y no tendrían además entre sj subordinación alguna, sino que se m ultipli-, carian de un modo puramente accidental. Por consiguiente, en este género de causa no existe ningún proceso de- causas ni hasta el infinito, n i dentro de un número finito. ’ rere formas- distinctas pet4 le subordinates, verum etiam non posse talia praedicata respectu eiusdem composite sumi nisi ab una et eadem forma, ita ut non solum ex natura rei, sed etiam de potentia absoluta non possint dari causae formates hoc modo per se subordinatae, quia non potest dari substan­ tiate forma quae non sit in aliqua ultima specie talis formae constitute, et consequenter quae non essentialiter includat omnes superiores gradus talium formarum. Neque refert quod Aristoteles, II Metaph., c. 2, ex eo probet non dari processum in infi­ nitum in his formis, quod non detur pro­ cessus in infinitum in praedicatis quidditativis, quia, licet, ex ilia negatione optime inferatur haec negatio, non tamen ex op­ posite affirmatione opposite affirmatio, ut supra dictum est. Rursus, neque in hoc genere dantur causae per accidens subordina­ tae, quia etiam est ostensum non posse plures formas simul concurrere, etiam omnino

per accidens, ad informandam eamdem materiam. Quod si quis dicat posse dari pro­ cessum in infinitum in formis sub eodcm genere vel specie contente, et eas vocel cau­ sas formales per accidens subordinates, advertat necesse est illas non esse causas unius et eiusdem effectus, sed unamquamque suum habere distinctum effectum; cum autem investigatin' subordinate causarum, re­ spectai unius et eiusdem effectus intelligenda est, alioqui non est subordinate, sed multiplícate rerum seu effectuum. Unde etiamsi per potentiam Dei absolutam in ea­ dem materia multipiicarentur per accidens formae, non esset ibi subordinate causarum, quia, ut supra dixi, non constituèrent unum et eumdem effectum, sed diversos, et praeterea nullum haberent inter se ordinem, sed omnino per accidens multipiicarentur. In hoc ergo genere causae nullus est processus causarum, neque in infinitum neque in aliquo numero finito.

Disputaciones metafísicas

774

Se elimina de la causa material el proceso al infinito 66. Con esto se comprende, finalmente, que mucho menos puede darse el proceso al infinito en la materia, puesto que, si se diese, sólo podría resultar de la infinidad de formas; en efecto, según quedó demostrado antes, ha de haber por necesidad una materia prima que no esté en otro sujeto; ahora bien, en cada compuesto esta materia prima no puede ser más que una, por no po­ der ser recibida en ella otra materia, ya que esto está en contra de la naturaleza de la materia prima; ni pueden tampoco varias materias unirse en el mismo compuesto y estar informadas por la misma forma, a no ser que la una esté unida con la otra de suerte que de la unión de ambas resulte una sola potencia, y esto es de todo punto ininteligible; por consiguiente no sólo no puede dar­ se el proceso al infinito en las materias sustanciales, sino que no puede darse en absoluto proceso o pluralidad alguna. 67. Y si no se trata de la materia prima, sino de la próxima, o se entiende la materia próxima sustancialmente y como potencia que recibe la forma inme­ diatamente y por sí misma, o se entiende la materia próxima accidentalmente, esto es, modificada por las disposiciones acomodadas a la forma. Según el pri­ mer modo, en realidad sólo la materia prima por su entidad simple es también la materia próxima para, cualquier forma,..y ásí no se da proceso alguno; sólo cabría imaginarlo, si entre la materia prima y la última forma sustancial se in­ terpusiesen algunas formas sustanciales, de las que una se compararía con otra como la potencia próxima con su acto; mas estas formas no existen, según se demostró, y aunque existiesen no resultaría inteligible en ellas ningún proceso al infinito, ya porque la multitud infinita de formas no es menos contradictoria que una multitud infinita de cualesquiera entes en acto; ya también porque es necesario que exista algun^ forma primera, esto es, que informe primariamente la materia; pues, siendo* la materia de por Sí potencia inmediata, es menester que esté inmediatamente informada por alguna forma determinada, ya que, de lo contrario, no habría cbmiéSzó'dé dicha-inform ación.^ s^ vez; ppr parte del otro extremo, es necesario que se dé también una forma última; porque en otro Processus in infinitum a materiali causa excluditur 6 6 . E x q u o t a n d e m i n te llig it u r m u l t o m i­ n u s e sse p o sse p ro c e ssu m in in fin itu m in m a te r ia , q u ia s i e s s e t, s o lu m e x in f i n iia t e f o r m a r u m o r ir i p o s s e t ; n a m , u t s u p r a d e m o n s t r a m m e s t, n e c e s s a rio d a n d a e s t u n a p r i m a m a t e r i a q u a e n o n s i t i n a lio s u b i e c t o ; h a e c a u te m p r i m a m a te r ia i n u n o q u o q u e c o m p o s i to n o n p o t e s t e s s e n is i u n a , q u ia n o n p o t e s t u n a m a te r ia r e c ip i in ilia , c u m h o c s i t c o n t r a r a tio n e m m a te r ia e p r i m a e ; n e q u e e tia m p o s s u n t p lu re s m a te r ia e c o n i u n g i i n e o d e m c o m p o s ito e t in f o r m a r i e a d e m f o r m a , n is i u n a c a r u m a lte r i u n ia t u r , i t a u t e x u t r a q u e f ia t u n a p o t e n t i a , q u o d ih te llig i n u ilo m o d o p o t e s t ; e rg o i n s u b s t a n t ia li b u s m a te r iis n o n s o lu m n o n p o te s t e s s e p ro c e s s u s i n in f in itu m , s e d n e c o m n in o u llu s p r o c e s s u s a u t p lu r a lita s u lla e s s e p o t ­ e s t. 6 7 . Q u o d s i n o n s it s e r m o d e m a te r ia p r i m a , s e d d e p r o x im a , a u t in t e l l i g i t u r p r o x i m a s u b s ta n t i a l i t e r e t 't a m q u a m p o te n tia

immediate ac per se recîpiens formam, aut intelligitur proxima accidentaliter, id est, ut affecta dÌ3positionibus accommodatis ad for­ mam. Priori modo revera solum materia pri­ ma per suam simplicem entitatem est etiam materia proxima ad quameumque formam, et ita nullus est processus; solumque fingi posset, si inter primam materiam et ulti­ mami substantialem formam intervenirent aliquae formae substantiales, quarum una compararetur ad aliam ut potentia proxima ad suum actum; hae autem formae non dantur, ut ostensum est, et quamvis darentur, non esset iitelligibilis in eis infinitus progressus, tum quia infinita multitudo formarum non minus répugnât quam infinita multitudo in actu querumvis entium; tum etiam quia necesse est dari aliquam formam primam, id est, primo informantem materiam; nam, cum materia ex se sit immediata potentia, necesse est ut immediate informetur per ali­ quam determinatam formam, alias nunquam ■iriciperet inforrnatio. Rursus ex parte alterius extremi necessarium est etiam dari ul­ timala formam ; alias nunquam finiretur

Disputación X V .— Sección X

775

caso, no tendría límite final la información, ni la realidad quedaría constituida en una especie concreta y determinada; por consiguiente no puede haber entre ambos extremos una multitud infinita de formas, ya que respecto de cada una tiene que haber necesariamente alguna inmediata que se le compare como po­ tencia próxima y como acto. Dejo a un lado otros argumentos que propone Aris­ tóteles en el lugar citado, por tratarse de uña cosa tan clara que no necesita demostración. 68. Y si nos referimos a la materia próxima por razón de las disposiciones accidentales, estos mismos argumentos prueban que no puede procederse hasta el infinito en estas disposiciones, puesto que, si no están subordinadas entre sí sino que se encuentran en relación de concomitancia, como pasa con las cuatro cualidades primarias, no puede darse en ellas dicho proceso, por el mero hecho de que no puede haber cualidades simultáneamente infinitas en acto en una multi­ tud, y mucho menos puede exigirlas una forma finita; y si las disposiciones se encuentran subordinadas entre sí como acto y potencia próxima, según pasa con la cantidad y la cualidad, entonces vale el argumento expuesto a propósito de las formas sustanciales, de que en ellas es menester que exista una primera y una última, -ya que, en otro caso, no se daría principio ni fin en esas dispo­ siciones; ahora bien, entre extremos de este tipo no puede existir una multitud infinita. Ni hay semejanza en el ejemplo que suele aducirse de los puntos in­ finitos contenidos entre dos extremos, puesto que los puntos sólo son infinitos en potencia; es decir, constituyen con las partes una sola cantidad continua finita, mientras que la multitud de formas sería actualmente infinita. Asimismo, porque un punto no es inmediato al otro, no pudicndo de este modo numerarse todos los puntos medios entre los dos extremos,' mientras que una forma, ya sea sustancial, ya accidental, si se compara con otra como la potencia se com­ para con el acto, debe por necesidad estar en relación inmediata con ella; por consiguiente no hay modo alguno de que pueda haber un proceso al infinito entre la materia y la forma. 69. Pueden, a su vez, tener aplicación los argumentos expuestos acerca de la materia permanente, de la cual se hace una cosa de suerte eme se encuentre informado ñeque res esset constituía in certa sliqua et determinata specie ; ergo inter illa duo extrema non posset intercedere infinita multimdo formarum, quia unicuique neces­ sario debet esse aliqua immediata quae comparetur ut próxima potentia et actus. Omitto alias radones quas Aristoteles facit citato loco, quia res est clarior quam ut probatione indigeat. 68. Quod si loquamur de materia pró­ xima ratione dispositionum accidentalium, eaedem rationes probant in illis dispositionibus non posse procedi in infinitum, quia si inter se non sint subordinatae, sed concomitanter se habentes, ut quatuor primae qualitates, in eis non potest dari talis pro­ cessus, solum quia non possunt simul esse qualitates actu infinitae in multitudine, et multo minus potest finita forma illas postu­ lare; si vero dispositiones sunt inter se subordinatae ut actus et potentia próxima, sicut quantitas et qualitas, procedit ratioi i

Ia v e ll., I M e t a p h ., q . 6.

facta de formis substantialibus, quod in eis necesse est dare ^rimani et ultimam, alias neque inchoaretur neque consummaretur dispositio ; inter illa autem extrema non pot­ est esse multitudo infinita. Neque est si­ mile quod afferri potest de infinids punctis contends inter duo extrema, quia puncta solum sunt infinita in potentia, id est, constituentia cum pardbus unam finitam quandtatem continuant, formarum autem multi­ tudo esset actu infinita. Item, quia unum punctum non est immediatum alteri, et ita non possunt numerari omnia puncta media inter duo extrema1; una autem forma, sive substantialis sive accidentalis, si comparatur ad aliam ut potentia ad actum, necessario debet earn proxime respicere; nullo ergo modo esse potest processus in infinitum inter materiam et formam. 69. Procedunt autem rationes factae de materia permanente, ex qua fit res, ita ut

776

Disputaciones metafísicas

en ella; mas Aristóteles, en el lugar citado del lib. II de la Metafísica, habla también de la causa material transeúnte cuando niega que se dé el proceso al infinito en las causas materiales, porque si del agua se genera tierra, y de la tierra yerba, y de la yerba alguna otra cosa, no se da proceso al infinito, sino que se entra en un círculo. Sin embargo, ya se dé este proceso, ya no, nada tiene que ver con la causalidad, puesto que ese proceso es meramente acciden­ tal; por tanto, no constituye obstáculo alguno para la causalidad el que ten­ diese al infinito. Y si no tiende, es sólo porque no existen infinitas especies de cosas generables, ni proceso al infinito en las generaciones de dichas especies, sino que se produce siempre el círculo y la vuelta a la misma especie. Algunos piensan que esto se sigue necesariamente de que cada una de estas especies expresa una perfección limitada. Mas este argumento carece de valor, porque al menos por virtud divina no hay contradicción en que las especies de mixtos se multipliquen hasta el infinito, por más que cada una de las especies sea finita, y se dé siempre de hecho una especie suprema y otra especie ínfima contenida bajo dicho género, aunque pueda caber la posibilidad de que exista otra o más perfecta que todas las realizadas, o más imperfecta que todas. Afir­ man otros que la experiencia nos testimonia que no se procede hasta el infinito en la generación de una especie desde otra, sino que se produce siempre el re­ torno a la misma especie; mas a mí me entran muchas dudas acerca de que nos sea evidente esta experiencia; porque acaso hay muchas cosas que se gene­ ran de nuevo por la virtud de los cielos y por el concurso de los elementos, las cuales nos pasan inadvertidas. Queda también que Santo Tomás, ITI, q. 10, a. 3, afirma que en la potencia de la criatura están contenidas infinitas cosas. Y se refiere a cosas sustanciales; puesto que es de ellas de las que había dicho que el alma de Cristo no podía verlas infinitas en acto. Por eso, al explicar en ese lugar concreto dicho pasaje, hemos afirmado que se podría interpretar tan­ to respecto de la infinitud de especies, como de la infinitud de individuos. Por consiguiente, si en la potencia de la, criatura están contenidas infinitas especies de mixtos, no habrá repugnancia en que se proceda al infinito en las generaciones de las mismas. Y acaso no hay oposición en el lugar citado de Aristóteles, .pues prueba únicamente qué" este proceso no es necesario para la causalidad de las insit illi; Aristoteles autem, dicto loco II Metaph., etiam de causa materiali transeunte loquitur cum negat dari processum in infinitum in causis materialibus, quia si c-x aqua generatur terra et ex terra herba, et ex herba quippiam aliud, non proceditur in infinitum, sed fit circulus. Verumtamen, sive hie processus detur sive non, nihil refert ad causalitatem, quia ille processus est mere per accidens, et ideo causalitati nihil obstaret quod in infinitum tenderet. Quod si non tendit, solum est quia non dantur infinitae species rerum generabilium neque pro­ cessus in infinitum in generationibus talium specierum, sed semper fit circulus et reditus ad eamdem speciem. Quod aliqui putant necessario consequi ex eo quod quaelibet ex his speciebus dicit limitatam perfectionem. Sed hoc nullum argumentum est, quia sal­ tern divina virtute non repugnat species mixtorum in infinitum multiplicari, etiamsi quaelibet species finita sit et de facto sem­ per detur summa et infima species sub illo

genere contenta, licet de possibili fieri possit altera, vel perfectior omnibus factis vel imperfectior omnibus. Alii dicunt experientia constare non procedi in infinitum in generatione unius speciei ex alia, sed semper fieri reditum ad eamdem speciem: de qua experientia valde dubito an sit nobis evidens; nam multa virtute caelorum et concursu elementorum generantur fortasse de novo, quae nos latent. Adde D . Thomam, III, q. 10, a. 3, dicere in potentia creaturae contineri infinita. Et loquitur de rebus substantialibus; nam de his dixerat non videre animam Christi infinita in actu. Unde explicando ibi ilium locum, diximus posse inteliigi tam de infinitis speciebus quam de infinitis individuis. Si ergo in potentia crea­ turae continentur infinitae species mixtorum, non repugnabit in infinitum procedi in ge­ nerationibus earum. Et fortasse Aristoteles dicto loco non repugnat; solum enim pro­ bat hunc processum non esse necessarium

Disputación X V .— Sección X I

777

cosas, ya que la generación de una es la corrupción de otra, cabiendo fácilmente en esto la repetición en el plano específico, aunque no haya lugar en el plano individual. Con todo parece, sin embargo, más probable que, hablando natural­ mente, hay un tope en las generaciones de las cosas según su especie, porque las virtualidades de las causas naturales son finitas, y los modos o aspectos y el concurso mediante los que son aplicados son determinados y finitos; y por eso, aunque en la potencia absoluta de la criatura estén contenidas infinitas co­ sas, si en las realidades y en las causas creadas se realizan todas las condiciones y mezclas que son en absoluto realizables, sin embargo, de hecho, según el or­ den del universo, sólo pueden realizarse de modos finitos, siendo, por tanto, más verosímil que también en este proceso se da un tope y un límite. S E C C I O N N aturaleza

XI

d e l a f o r m a m e t a f í s i c a ; m a t e r ia q u e l e c o m p e t e y c a u s a l id a d

QUE EJERCE

1. E n cualquier com posición hay un elem ento qu e se com porta com o m ale­ tería y un elem ento qu e se com porta com o form a. — Puesto que la división de la forma en física y metafísica es muy corriente, y todo lo que hemos dicho hasta ahora conviene a la forma física, parece tarea propia del metafísico decir también algo sobre la'form a metafísica, problema que «podrá queda; fácilmente "resuelto, supuesto íó que ya* hemos tratado, ya que a ésta, se le llama forma sólo por analogía y en virtud de cierta metáfora. Así, pues, por lo dicho antes hay que advertir que, además- de la composición física de materia y forma, hay otra que la imita; mas como de suyo abstrae de la verdadera materia, se le llama composición metafísica. Por lo que atañe a la cuestión presente, esta composi­ ción es doble: una. de naturaleza y supuesto, otra de género -y diferencia, de­ jando a un lado la que resulta de existencia y esencia, por ser bastante oscura ypfcrque, en cuanto se refiere al problema que nos ocupa, no se da en ella ra ­ zón alguna especial de forma, según se echará de ver por lo que diremos. Ade­ más;-en-toda- composición,' a fin desque resulte un solo ente de-m uchos ele­ mentos, hay que considerar qué algo debe ser pensado siempre como materia -ad rerum causalitatem, quia«generatici unius est corruptio alterius, et in hoc facile fit reflexio secundum speciem, licet non fiat secundum individuimi. Nihilominus tamen probabilius videtur, naturaliter loquendo, esse statum in generationibus rerum secun­ dum speciem, quia virtutes causarum naturalium finirne sunt et modi seu aspectus et concursus quibus applicantur determinati sum et finiti; et ideo, licet in absoluta potentia creaturae contineantur infinita, si in rebus et causis creatis fiant omnes condi­ tio n s et mixtiones quae absolute fieri pos­ sum, tamen de facto secundum ordinerà universi tantum fieri possunt finitis modis, et ideo etiam verisimilius est in hoc processu dati statum ac terminimi.

tio formae in physicam et metaphysicam valde communis est, et quae hactenus diximus omnia in physicam formam conveniunt, vi­ detur metaphysici negotii esse nonnulla etiam de metaphysica forma dicere, quae, suppositis quae diximus, breviter poterunt expediri, quia haec solum per analogiam et quasi metaphoram quamdam forma nomi­ nator. Est igitur advertendum ex dictis in superioribus, praeter compositionem physi­ cam ex materia et forma, esse aliam quae illam imitator; ex se tamen abstrahit a vera materia, et ideo metaphysica nominator. Est autem haec duplex, quantum ad praesens spectat, altera ex natura et supposito, altera ex genere et differentia; omino eam quae est ex esse et essentia, quia obscuribr est SECTIO X I et, quantum ad praesens attinet, non intervenit in ea specialis aliqua ratio formae, ut Q u i d srr f o r m a m e t a p h y s ic a , e t q u a e m a ­ t e r ia u l i r e s p o n d e a t , q u a m q u e c a u s a l i ­ ex dicendis constabit. Deinde est considet a t e m HABEAT randum in omni compositions, ut ex multis 1. In quavis compositions aliquid ut ma­ unum consurgere intelligatur, ahquid sem­ teria, et àliquid ut forma.— Quoniam distinc- per considerari ut materiata et aliquid ut

778

Disputaciones metafísicas

y algo como forma, ya porque la composición de materia y forma es la primera composición real y la más propia y esencial, siendo cualquier otra composición declarada como tal por analogía con ella; ya también porque la materia es algo informe e imperfecto y una especie de incoación y como fundamento de la naturaleza, mientras que la forma viene a ser como la hermosura, perfección y consumación de la naturaleza; ahora bien, en toda composición hay algo que es como potencial, lo cual es el fundamento e incoación de tal realidad, y algo que es el término o consumación de la realidad, razón por la cual a un elemento se le considera siempre como materia y a otro como forma. Hasta tal punto es esto verdad, que incluso en la composición que resulta de las partes integrantes, que parece ser la más material, siempre hay una parte a la que se considera como materia y otra como forma, cosa que aparecerá más clara en las reali­ dades heterogéneas, como, por ejemplo, en el hombre, la cabeza es como la forma de las demás partes; y en las realidades artificiales, verbigracia, el techo viene a ser como la forma del edificio; y de acuerdo con esta analogía distin­ guen también los teólogos las materias y formas de los sacramentos. En las rea­ lidades homogéneas, en las que no puede darse entre las partes esa distinción de diversidad de relaciones a causa de su semejanza y uniformidad, se dice que todas las partes son la materia del todo, mientras que el compuesto se com­ para como forma en relación con cada una de las partes. Y en todos estos ejem­ plos no tiene lugar ninguiia causalidad especial, sino la. unión sola con analogía y proporción a la materia y forma. 2. Por lo dicho, pues, se comprende que se llama forma metafísica en ge­ neral a la que constituye esencialmente a la realidad misma en una composición metafísica, o bien completa o actualiza la esencia de esa realidad; ni hay otra manera de describir esta forma entendida de este modo general. Mas hay una diferencia entre las dos composiciones metafísicas arriba mencionadas, a sa­ ber, que la primera de naturaleza y supifesto es -una composición real (nos refe­ rimos a las criaturas), esto es, de elementos que se distinguen de algún modo en la realidad misma, como , son -la t,naturaleza y la subsistencia, de que nos ocuparemos luego extensamente; en cambio la segdhda es u n í' composición de razón, ya que sus extremos no se distinguen actualmente en la realidad, sino formam, turn quia compositio ex materia et forma est prima compositio realis et maxi­ me propria ac per se, et ideo per quamdam analogiam ad illam omnis alia compositio declaratur; turn etiam quia materia est quid informe et imperfectum et inchoatio quaedam et quasi fundamentum naturae; forma vero est quasi pulchritudo et perfectio ac consummatio naturae; in omni autem compositione est aliquid quasi potentiate, quod est fundamentum et inchoatio rei, et aliquid quod est terminus vel consummatio rei, et ideo semper aliquid consideratur ut materia et aliquid ut forma. Quod adeo verum est ut etiam in compositione ex partibus integrantibus, quae maxime materialis esse videtur, semper una pars consideretur ut ma­ teria et altera ut forma, quod clarius apparebit in rebus heterogeneis, ut in homine caput est veluti forma aliarum partium; et in artificialibus tectum, verbi gratia, est quasi forma aedificii; iuxta quam analogiam distinguunt etiam theologi materias et for­ mas sacramentorum. Et in rebus homoge-

neis, ubi inter partes non potest distingui illa diversa habitudo propter earum similitudinem et uniformitatem, omnes partes dicuntur esse materia totius, compositum au­ tem comparari ut forma ad singulas partes. In quibus omnibus non intercedit specialis causalitas, sed sola unio cum analogia et proportione ad materiam et formam. 2. Ex his ergo intelligitur formam metaphysicam in genere vocari quae in com­ positione metaphysica constituit essentialiter rem ipam, vel complet aut actuat cssentiam rei; nec potest aliter describi haec forma ita in communi sumpta. Est au­ tem discrimen inter duas compositiones metaphysicas supra dictas, quod prior, scilicet, ex natura et supposi» est compositio rei fin creaturis loquimur), id est, ex iis quae in re ipsa aliquo modo actu distinguuntur, ut sunt natura et subsistentia, de quibus dif­ fuse infra tractabimus; posterior vero est compositio rationis, quia eius extrema in re non distinguuntur actu, sed ratione tantum,

Disputación X V .— Sección X I

779

que se distinguen sólo por razón, según se hizo ver anteriormente. Existe to­ davía otra diferencia; que en la primera composición uno de los extremos es la esencia total de la realidad, mientras que el otro no dice relación intrínseca a la esencia, sino que es el término o modo de la esencia; en cambio en la otra composición ambos extremos son esenciales y ninguno de ellos expresa explícita o actualmente la esencia total de la realidad, por más que pueda in­ cluirla toda confusamente. Resulta de aquí que a la primera suele llamársele también forma total, real y metafísica con toda propiedad, mientras que la segunda es más bien una forma según la consideración de la mente, y por eso no sólo puede llamársele metafísica, sino también lógica. Se explica la esencia de la forma metafísica 3. La forma metafísica es la esencia total de una cosa.— Así, pues, hay que afirmar, en primer lugar, que la forma propiamente metafísica, que es la forma del todo, no es otra cosa más que la esencia total de una realidad sus­ tancial, a la que llamamos también naturaleza íntegra de una cosa, y de la cual no afirmamos que sea forma por el hecho de que ejerza de una manera especial una causalidad propia de la forma, sino porque Constituye por sí misma esen­ cialmente la realidad. Explico y pruebo cada una de las afirmaciones; ,en efecto, se dice, por ejemplo en el hombre, que esta forma del todo es la humanidad, la cual, por constar de la materia y forma de hombre, expresa la esencia total del hombre, pues lo que hombre añade a humanidad no pertenece a la esencia del hombre, según diremos luego al tratar de la subsistencia y se hace patente sin necesidad de explicaciones en el misterio de la Encarnación; en efecto, en Cristo está la esencia de hombre completa, aunque no esté la subsistencia humana creada. Además esta forma del todo no sólo se encuentra en las cosas materiales, sino también en las espirituales; y lo que es más, no sóló*en las cosas creadas, sino que también es considejad^ por nosotros en Dios mismo, ya que concebimos. Isa deidad. como forma esencialmente constitutiva* d é'© io s;1 y de cualquier supuesto divino, en cuanto es este Dios concreto, por más que sea característico de ella no distinguirse en la realidad misma ^de. aquello cuya esencia constituye, punto en que se diferencia de la razón*de forma que tiene' ut in superioribus visum est. Est etiam alia differentia, quod in priori compositione unum extremum est tota essentia rei, aliud vero non spectat intrinsece ad essentiam, sed. est terminus aut modus essentiae; in alia Vero compositione utrumque extremum est essentiale et neutrum dicit totam essentiam rei expliciter seu actualiter, licet confuse to­ tam ilìam includere possit. Unde fit ut prior dici etiam soleat forma totalis, realis ac pro­ prissime metaphysica; posterior vero magis est forma secundum rationem, et ideo non tantum metaphysica, sed etiam logica appellati potest.

causalitatem formae, sed quia rem essentialiter constituit per seipsam. Declaro et probo singula; nam in homine, verbi gra­ tia, haec forma totius dicitur esse humanitas, quae cum ex materia et forma ho­ minis constet, totam essentiam hominis di­ cit; id enim quod homo addit humanitati non est de essentia hominis, ut infra dicemus trattando de subsistcntia et in mysterio Incarnationis breviter patet; nam in Christo est tota essentia hominis, quamvis non sit humana subsistentia creata. Praeterea, haec forma totius non tantum in rebus materialibus, sed etiam in spiritualibus reperitur; immo non solum in rebus Formae metaphysicae essentia ostenditur 3. Forma metaphysica est tota rei essen­ creatis, sed etiam in Deo ipso a nobis contia.— Dicendum est ergo primo formarti sideratur; concipimus enim Deitatem ut proprie metaphysicam, quae est forma to- formam essentialiter constituentem Deum et quodlibet Suppositum divinum, quatenus hic ttus, nihil aliud esse quam totam rei sub­ stan tial essentiam, quam etiam integrami Deus est; quamquam illi sit proprium in naturam rei appellamus, quae non dicitur re ipsa non distingui ab eo de cuius essen­ forma eo quod specialiter exerceat propriam tia est; in quo deficit ab ea ratione formae

780

Disputaciones metafísicas

la esencia en las cosas creadas, ya que ésta no reclama absolutamente perfec­ ción, sino que incluye imperfección; luego esta forma en las cosas inmateriales no puede ser más que su esencia. En las cosas materiales, empero, esta forma del todo se distingue de la forma física y parcial, según se evidencia por el uso común de estas voces y por la distinción misma de la forma física respecto de la metafísica; mas no se diferencia a no ser porque la forma del todo expresa la naturaleza total compuesta de materia y forma, mientras que la forma física sólo expresa la parte formal; luego la forma metafísica incluso en estas cosas expresa la esencia total de las mismas; porque, según demostraremos luego en la disputación sobre la sustancia material, también la materia pertenece a la esencia de esta sustancia, y así la naturaleza compuesta de materia y forma es la esencia total de la misma. De esta manera queda clara la primera parte de la conclusión. 4. La forma metafísica es designada con el nombre de naturaleza.— En primer lugar, consta por el uso que a esta forma metafísica suele con toda pro­ piedad llamársela con el nombre de naturaleza; en efecto, en este sentido atri­ buimos también a Dios la naturaleza divina, la angélica a las inteligencias, a los hombres la humana, y así en las demás cosas. Además, éste es el modo de dis­ tinguir la naturaleza del supuesto, bien realmente, como pasa en las sustancias creadas, bien sólo por'razóh, como acaéce en la divina; y de este modo de­ cimos que en Dios no es la naturaleza la que genera sino el supuesto, y que el Verbo divino es el que asumió la naturaleza, y no la persona humana. Asi­ mismo, cada cosa debe a su naturaleza el ser tal y el distinguirse esencialmente de las otras; por consiguiente la naturaleza de una cosa sustancial es adecua­ damente —por así decirlo— la misma forma total, por la que es esencialmente tal. Finalmente, la naturaleza, según opinión común, dice relación a la opera­ ción y éste es el único punto en que áfe diferencia de la esencia, ya que el nombre de la esencia está tomado de la relación al ser, mientras que el, nombre dé naturaleza está tomado de la relación a . las, operaciones; en efecto, se le dio el nombre de naturaleza como si hiciera nacer alguna cosa; por eso se dice que la naturaleza* no está ociosa y que es artífice de realidades, y q u e . quam essentia habet in rebus creatis, quia illa non pertinet ad perfectionem simpliciter, sed imperfectionem indudit; ergo haec for­ ma in rebus immaterialibus nihil aliud esse potest quam earum essentia. In materialibus autem differt haec forma totius a forma physica et partiali, ut constat ex communi usu harum vocum, et ex ipsa distinctione formae physicae a metaphysica; non differt autem nisi quia forma totius dicit totam naturam compositam ex materia et forma, forma autem physica solum dicit partem formalem; ergo haec forma metaphysica etiam in his rebus dicit totam essentiam earum. Quia, ut infra ostendemus in disputatione de substantia materiali, etiam ma­ teria est de essentia huius substantiae, et ita natura composita ex materia et forma est tota essentia eius ; atque ita patet prima pars conclusionis. 4. Forma metaphysica naturae nomine insignitur.— Quod vero haec forma meta­ physica soleat naturae nomine propriissime

appellari, constat primo ex usu; sic enim tribuimus etiam Deo naturam divinam, intelligentiis angelicam, hominibus humanam, et sic de caeteris rebus. Deinde hoc modo distinguimus naturam a supposito, vel ex natura rei, ut in substantiis creatis, vel ra­ tions tantum, ut in divina; atque hoc modo dicimus naturam in Deo non generare, sed suppositum, et Verbum divinum assumpsisse naturam, non personam humanam. Item, unaquaeque res per suam naturam habet quod tabs sit et quod essentialiter distinguatur ab aliis; ergo natura rei substantial adaequate (ut ita dicam) est ipsa totalis forma qua talis est essentialiter. Denique natura, ut communiter censetur, didt ordinem ad operationem, in quo solum differt ab essentia quod essentiae nomen sumptum est ex ordine ad esse, nomen autem naturae sumptum est ex ordine ad operationem; natura enim dieta est quasi aliquid nasci faciat; unde dicitur natura non esse otiosa et esse rerum opifex, et nihi} facere frus-

Disputación X V .— Sección X I

781

no hace nada en vano, etc. Por eso dicen también los teólogos que las fa­ cultades y las operaciones se multiplican una vez multiplicadas las natura­ lezas. Y el principio adecuado y principal de las operaciones en cada cosa es su propia esencia, lo cual es manifiesto en las cosas inmateriales; mas en las cosas materiales parece que el principio del operar es la forma, ya que es el principio formal y activo; sin embargo, como también la materia concurre de algún modo en su género, sobre todo a los movimientos o actos naturales e intrínsecos, por ello mismo dije que el principio primero adecuado y radical es la esencia de cada cosa; por consiguiente, la esencia misma y la forma del todo es lo mismo que la naturaleza de cada cosa. 5. Etimología del nombre «naturaleza» y varios significados del mismo.— Ya sé que Aristóteles, en el lib. V de la Metafísica, c. 4, señala diversas signi­ ficaciones de este nombre naturaleza, poniendo en el último lugar de ellas aque­ lla por la que se indica la sustancia o esencia de la cosa, la cual dice que es consecuencia de la aplicación traslaticia de otra significación, por la que la naturaleza significa la forma, que es el término de la generación. En el lib. II de la Física, c. 1, reduce el concepto de naturaleza únicamente al primer prin­ cipio intrínseco del movimento, soliendo, por ello, darse el nombre de ente natural sólo a las sustancias materiales. Mas opino que esto debe entenderse de la palabra naturaleza en cuanto a su imposición, pero no en cuanto a la realidad significada, que estas dos cosas suelen ser muy distintas ten estos nombres análogos* según hizo notar con razón Santo Tomás, I, q. 13, a. 6. Así, pues, por lo que atañe a la imposición de la palabra, es verosímil que este vo­ cablo haya significado primitivamente otras cosas que allí enumera Aristóteles, como, por ejemplo, la generación natural y sobre todo el origen o nacimiento de los vivientes; pues se le llama naturaleza por algo así como si fuese a nacer, y de aquí pudo originarse la derivación de la palabra para significar los princi­ pios intrínsecos de la realidad engendrada, a saber, la materia y la forma. O, como'^lice SantcrTomás,' I, q. 29, a . 'l , ad 4, por derivarse el nacimiento de los vivientes de un principio intrínseco, por ello mismo se aplicó esta palabra p arí sigaificai'*el primer principio, intrínseco del movimiento, - constituido por. tra, etc. Unde etiam theologi¿ dicunt fa­ mam, quae est terminus generationis. Et in cilitates et operationes multiplican muítipli- II Phys., c. 1, rationem iiaturae ad solum catis naturis. Primum autem et adaequatum primum principium intrinsecum motus principium principale operationum in unacoarctat, et inde solet ens naturale de solis quaque re est essentia eius; quod in rebus substantiis materialibus dici. Existimo ta­ immaterialibus manifestum est; in rebus au­ men haec esse intelligenda de hac voce na­ tem materialibus videtur esse forma prin­ tura quantum ad eius impositionem, non cipium operandi, quod est principium fór­ vero quantum ad rem significatami haec male et activum; tamen, quia materia in enim vaide distincta esse solent in his nosuo genere aliquo etiam modo concurrir, minibus . analogis, ut recte notavi! D. Tho­ praesertim ad naturales et intrínsecos mo­ mas, I, q. 13, a. 6. Quantum ergo ad vocis nis vel actus, ideo dixi adaequatum princi­ impositionem, verisimile est Itane vocem pium primum et radicale esse uniuscuiusque prius significasse alia quae Aristoteles ibi rei essentiam; ergo ipsamet essentia et for­ numerai, ut, verbi grafia, generationem na­ ma totius idem est quod uniuscuiusque rei turalem et praesertim ortum seu nativitatem natura. viventium; dicitur enim natura quasi nasci­ 5. Etymologia nominis «natura» et varia tura, et inde derivari potuit vox ad signisignificata illius.— Scio Aristot., V Metaph., ficanda intrinseca principia rei genitae, scilicet, matcriam et formam. Vel, ut D. Tho­ c. 4, varias assignare significationes huius nominis natura et inter eas ultimo loco po­ mas ait, I, q. 29, a. 1, ad 4, quia nativitas neré earn qua significat rei substantiam vel viventium est a principio intrinseco, ideo essentiam, quam dicit esse translationem ab derivata est haec vox ad significandum pri­ alia significatione qua natura significat for- mum principium intrinsecum motus, quod i

Vide Damasc., lib. I l i de Fid., c. 13, 14 et 15.

782

Disputaciones metafísicas

la materia y la forma. Y por recibir la esencia de una cosa su complemento mediante la forma, se aplicó, finalmente, la palabra para significar la esencia de la cosa. Y por no conocer los antiguos filósofos que se dedicaban a estudiar la naturaleza más sustancias que las materiales, por eso atribuían a ellas solas la naturaleza, y éste fue el motivo de que se les aplicara a ellas particularmente el nombre de entes, naturales. 6. Mas si atendemos a la realidad significada, y nos referimos a esta pa­ labra más bien en el nivel metafísico que en el físico, significa absoluta y prin­ cipalmente la esencia simple íntegra de cada cosa, según está significada a modo de forma total. Y en las cosas inmateriales es simple; mas en las materiales está compuesta de materia y forma, puesto que ni la materia ni la forma son la naturaleza íntegra de la cosa, sino sólo parcial; en cambio la naturaleza de la cosa está compuesta de ambas, llamándosele, por lo mismo, con razón forma total en sentido metafísico. Mas por lo que se refiere a los accidentes, igual que en absoluto no poseen esencia, tampoco poseen naturaleza, si no es con cierto aditamento, es decir, naturaleza accidental, y de ellos se dice con más propiedad que existen según naturaleza, o contra, o al margen de la naturaleza. Por esto en los accidentes, como se verá luego, no tiene lugar, hablando con propiedad, esta razón de forma total de que ahora nos ocupamos (hablo ajus­ tándome a la realidad, prescindiendo de nuestros posibles modos de concebir); y la razón consiste en que-el accidente e^ una forma cuasi parcial y física, de donde resulta que en sí es una naturaleza incompleta y hasta tal punto im­ perfecta que no constituye con el sujeto un uno per se, sino per accidens; y la consecuencia es que no resulta de ambos una naturaleza íntegra que sea forma del todo, al igual que resulta de la materia y forma sustancial. 7. S i la forma metafísica ejerce alguna causalidad.— Finalmente, la última parte de la conclusión puede demostrarse con- facilidad por todo lo dicho, por­ que, en primer lugar, por ipc^uir esta forma del todo la misma materia prima en las cosas materiales, no puede ejercer una causalidad formal propia, ya que ésta »consiste en la actuación de^algún sujeto. Del mismo modo en las cosas inmateriales,* siendo simple la esencia total y abstrayendo de *tddo sujeto re­ ceptivo, no puede ser edificada de forma, si se atiende a* la causalidad formal est materia et forma. Et quia per formam completur essentia rei, tandem derivata est ilia vox ad significandam rei essentiam. Et quia antiqui philosophi qui disputabant de natura non cognoscebant alias substantias nisi materiales, ideo iilis solis tribuebant naturam et inde peculiariter obtinuerunt nomen entium naturalium. 6. At vero, si rem significatam spectemus et de hac voce metaphysice potius quam physice loquamur, haec vox absolute et principaliter significat essentiam simpli­ citer et integrant uniuscuiusque rei, prout per modum formae totalis significatur. Et in rebus immaterialibus simplex est; in materialibus autem est composita ex materia et forma, quia nec materia nec forma est integra rei natura, sed partialis; integra vero rei natura est composita ex utraque; et ideo merito forma totalis metaphysice dicitur. Ac­ cidentia vero, sicut non habent essentiam simpliciter, ita nec naturam nisi cum ad­ dito, scilicet naturam accidentalem, et proprius dicuntur esse secundum naturam, vel

contra aut praeter naturam. Quapropter in accidentibus, ut infra videbitur, non habet proprie locum haec ratio formae totalis de qua nunc agimus (loquor secundum rem, quidquid sit de possibili modo concipiendi nostro); et ratio est quia accidens est for­ ma quasi partialis et physica, unde in se est natura incompleta et adeo imperfecta ut non faciat unum per se, sed per accidens cum suo subiecto; et inde fit ut ex utroque non resultet una integra natura et forma totius, sicut ex materia et forma substantiali. 7. Art forma metaphysica aliquant causàlìtatem exerceat.— Ultima denique pars conclusionis facile potest ex omnibus dictis probari, nam imprimis, cum hacc forma totius in rebus materialibus includat ipsam materiam primam, non potest propriam causalitatem formalem exercere, quae consistit in actuando aliquo subiecto. Item in rebus immaterialibus, cum tota essentia sit sim­ plex et abstrahens ab omni receptivo, non potest dici forma propter propriam causa-

Disputación X V .— Sección X I

783

propia. Y, si es legítimo valerse de argumentos teológicos, la humanidad de Cristo es forma metafísica de este hombre concreto Cristo, y, sin embargo, no .es verdadera forma del Verbo divino, que ejerza sobre él una verdadera causalidad por razón de la cual se pueda decir que constituye formalmente este hombre concreto. El argumento puede aplicarse a cualquier naturaleza respecto del propio sujeto; en efecto, o la naturaleza se compara con la sub­ sistencia misma, o se compara con el compuesto de naturaleza y subsistencia. Respecto de la subsistencia, la naturaleza no tiene causalidad formal, sino más bien una causalidad cuasi material (prescindo de la activa, de que me ocuparé luego), puesto que la subsistencia propia no se compara con la naturaleza como su sujeto, sino como su término. De aquí resulta que la subsistencia es más bien en cierto modo acto de la naturaleza que lo contrario. También, por ser la subsistencia un modo de la naturaleza y por modificarla y actuarla, conse­ cuentemente, de alguna manera; por tanto, según esta relación, la naturaleza no ejerce causalidad de forma. Por eso los teólogos en el misterio citado de la Encamación dicen que no sólo la humanidad no se compara con el Verbo como forma, sino que es más bien el Verbo el que actúa como forma, en cuanto de algún modo perfecciona y actualiza la humanidad, por más que no tenga lugar allí ninguna propia y verdadera causalidad. 8. . De aquí resulta además que tampoco respecto del compuesto total o del supuesto sé llama a la naturaleza íntegra forma total por causa-de alguna verdadera y propia causalidad formal, ya que nunca tiene lugar esta causalidad respecto del compuesto, a no ser que primaria e inmediatamente se ejerza sobre algún sujeto, siendo el compuesto un resultado de él y de la forma. Por con­ siguiente, si la naturaleza total no ejerce causalidad - formal sobre uno de los extremos de esta composición, tampoco podrá ejercerla sobre todo el compuesto. Queda, pues, que a la naturaleza integra se le llame forma sólo por ser la qui­ didad total, la razón o esencia intrínsecamente constitutiva del supuesto ¿n un género o especie determinada. Esta constitución no se obtiene mediante una cau­ salidad distinta en algún modo de la naturaleza misma, sino que se obtiene me­ diante la actualidad'intrínseca y la entidad de la misma'naturaleza total. V ésta es también la razón de que se le llame forma metafísica y no física. litatem formalem. Et, si ex theologia argumentari licet, humanitas Christi est forma metaphysica huius hominis Christi et tarnen non est vera forma Verbi divini, habens veram causalitatem in ilium, ratione cuius dicatur formaliter constituere hunc hominem. Et extendi potest argumentum ad quamlibet naturam respectu propri: suppositi; nam vel comparatur natura ad subsistentiam ipsam vel ad compositum ex natura et subsistentia. Respectu subsistence natura non habet cau­ salitatem formalem, sed potius quasi mate­ rialem (omino activam, de qua postea), quia subsistentia propria non comparatur ad na­ turam ut subiectum eius, sed ut terminus ipsius. Unde potius subsistentia est aliquo modo actus naturae quam e converso. Item, quia subsistentia est modus naturae, unde affidi et aliqualiter actuat illam; secundum hanc ergo comparationem non exercet na­ tura causalitatem formae. Unde in dicto exemplo de mysterio Incamationis dicunt theologi humanitatem non solum non com­ parar! ad Verbum ut formam eius, sed po­

tius Verbum se habere ut formam quatenus aliquo modo perfidt et actuat humanitatem, quamvis nulla propria ac vera causalitas ibi intercedat. S. Atque hinc ulterius fit, etiam respectu totius compositi seu suppositi, naturam in­ tegrant non vocari formam totalem, propter veram ac propriam causalitatem formae; quia nunquam est haec causalitas respectu compositi, nisi primo et immediate exerceatur circa aliquod subiectum, ex quo et forma compositum resultai. Si ergo natura totalis non exercet causalitatem formalem circa aliud extremum huius compositionis, nec circa totum compositum potest illam exercere. Restat igitur ut natura integra di­ catur forma solum quia est tota quidditas, ratio seu essentia intrinsece constituens suppositum in tali genere vel spede. Quae constitutio non est per causalitatem ab ipsamet natura aliquo modo distinctam, sed est per intrinsecam actualitatem et entitatem ipsiusnaturae totalis. Et propter hoc etiam didtur haec forma metaphysica et non physica.

Disputaciones metafísicas

.784

9. Incidentalmente nos lleva también esto a comprender que a esta -forma no le corresponde ninguna materia propia, puesto que, según se dijo, no se le llama forma porque informe sujeto alguno; mas, hablando en términos gene­ rales, el supuesto es lo único que corresponde a esta naturaleza como esencial­ mente constituido por ella misma. Empero en las cosas materiales la naturaleza íntegra, en cuanto forma total, puede compararse con las naturalezas parciales de que está compuesta; porque, aunque una de ellas sea la forma, sin embargo, desde el momento que tanto la materia como la forma son parte incompleta y de por sí imperfecta, pueden compararse como materia respecto de la natu­ raleza total compuesta, comparándose ésta, en cuanto es algo total y completp, como forma respecto de las partes; pues, según testimonio de Aristóteles, lib. II de la F ísica, text. 31, el todo se comporta como forma respecto de las partes, por más que allí se refiera preferentemente al todo integral respecto de sus partes. 10. E n cada uno d e los com pu estos se da una sola form a m etafísica .— Se comprende, finalmente, por lo dicho que esta forma sólo puede ser una para una misma cosa; es evidente, ya que expresa la naturaleza total de una cosa, y ésta en cada cosa no puede ser más que una. N i tiene importancia el que según esta razón puedan distinguirse en la misma realidad la forma espe­ cifica del todo, y la forma genérica, por ejemplo la humanidad, la animali­ dad, etc.; pues, tomada's estas cosas respecto de la misma realidad, no son real­ mente muchas formas sino una sola e idéntica concebida de diversas maneras; y en cuanto se la concibe como muchas según nuestra razón, tampoco se la toma según la razón respecto de una sola realidad sino de muchas; en efecto, la animalidad no es la forma total del hombre, sino del animal en cuanto tal; de esta suerte, con la debida proporción, la forma del todo sólo puede ser una respecto de la misma realidad. • 11. S e sale al paso d e una duda. —» Sólo puede plantearse alguna duda respecto de la conclusión propuesta; en efecto, si la forma total es la fprma d e l supuesto, n o sólo-incluye' los principios esenciales, sino también , los princi­ pios individuantes, los cuales no pertenecen a la esencia de la cosa, puesto que la forma total y la natq^aleza íntegra de Pedro no es únicamente la humanidad,

9.aeUnnduellam edapm oria bite rmin teria llig iturersphounic­ uenxam dicdresspheacntucfo rm aem tanptu m eqsuseiapdoic ssite fo rm ro p m a te m e iu s d m ; a te t, derm re,aqeouiaq,uoudtindfo ictu m easliq t,unoodnsuabpie peclla tu;r to tanm reteistnaetu ram ;ihuaneac.aN ute mrein unqauored fo rm e t tu m n o p o s s e n is e c fe rt sseitu d,msicogrre enespraotim lohquuic amunr,atusraolu m suqpupaom - sdeecm undfourm marato tìodnuesmspdeisctin gauietpogsesninetricina,euotn d e t e ta m ific maanntu itars,resapneim alita s,sdeem tc,.;nonnam stiinhaerec ebsussenvria litem racteoria nstitu tu m pesrt nipastu am . in Integrera­ hsuum e ro lib u s p o te ra c tu e iu s u n re stedquuanteanuesteilla adem ivipeitu rsim ctuora mspaeraxri,quuibtufo ta lis ard leestnaal­­ pdlu ere cossnfo ceerm putsna;ed,uem cosnudcm rreuo­-t sform crm oam pto ota nim tue,r;na,dnqaupm ,nalic p lu s c ra d o n e m , n o n itu r te ra e a ru m s it a , a te u s ta m m tepria queatm fosrm aimepsetrfequcta ae,dapm psatrscoin ­­ ra spdeoctu un;iuasn,im seadlita plu riu m , endoanmessetcufo ndrm um cpoaam le ta e x e o te m n e m s e n im a to ta lis h o m in is , s e d a n im a lis u t s ic ; a tq u e ra ri u t m a te ria a d to ta m n a tu ra m c o m itan,tusm erveastat repsro pcotu rtioeniue,sdfo rm a todus una pcoom sita m , eitchoam ecpara tam quaadmpaqrte uidsto tuqm et ta p le tim tu r ta m u a m p e e m . fo a; ptoartiu tum e,nte im seA hris abto etteulet,fo rm ahyres.,- estII.dubitarealiquiscircaconclusioSnoelu m p-ot­ stepxrm et.ctu m s te II P m p o m ;nnoanmtafonrm ato taclu lisd,itsieesssetnfo rm apsrin up­­ uam mvpisartiu ibim depotúdto inutem graloliqurea-- psita o s a i, tu m in tia lia stupr.ectu31s,uaqru ssim cqip iae,nosendsuendtam psrin ctia ipiarei,indqiv idufo anrm tiaa, u a d e e s e n u ia 10. .—Tandeminteüigitur totaliset naturaintegraPetri nonest tanOcurritur dubitationi.—

Metaphysicae compositís singulae

formae

in

singulis

Disputación XV.—Sección XI

785

sino esta humanidad; luego es falso que esta forma sólo incluya la esencia total de la cosa. Se sigue, además, que en esta forma no queda incluida la existencia, puesto que tampoco ella pertenece a la esencia. Mas el consiguiente aparece como falso; porque, si no incluye la existencia, ¿cómo la constituye realmente? A esto hay que responder que esta forma ha de tomarse con proporción res­ pecto de aquello que resulta constituido por ella, y que en este sentido expresa siempre su naturaleza íntegra y sola y su esencia. Porque, si se la compara con la especie común considerada precisivamente, incluirá únicamente los principios específicos esenciales, y entonces la humanidad expresa la forma total de hom­ bre. Mas si se la compara con un individuo determinado, en este caso incluye los principios esenciales individuales y particulares, los cuales, aunque hablando en absoluto no pertenezcan a la esencia de la cosa, por estar implicada en esta palabra cierta precisión de la mente, no obstante pertenecen a la esencia del individuo en cuanto es individuo, según se explicó antes al tratar del principio de individuación. Algo parecido hay que decir de la existencia; en efecto, aun­ que ésta no pertenezca en absoluto a la esencia de una cosa creada o creable, pertenece, sin embargo, a su esencia en cuanto es existente, o en cuanto está constituida en la condición de entidad actual; y por eso, aunque esta forma no incluya más que la esencia de la cosa, no obstante, para constituirla actual­ mente incluye la existencia, no sólo en cuanto es una condición necesaria ex­ trínseca. o concomitante, -sino también en cuanto es intrínsecamente constitutiva dé* la entidad actúál de la naturaleza misma, mediante la cual constituye formal­ mente una sustancia determinada o un individuo sustancial. C oncepto d e form a lógica

12. Afirmo en segundo lugar: suele llamaise principalmente forma meta­ física según la ra z ó n '—y se le da también el nombre de lógida— a la dife­ rencial-esencial; aunque, .según cierta rela jó n , se le atribuye también al género, e incluso a la definición; por tanto, esta forma no tiene una causalidad real propia,.sjno„tipio de.razón, correspondiéndole una materia proporcional. Esta afirmación es clarísima en su to ta lid a d ^ resulta evidente por ¿1 uso- común de

tualsm Imm atnihlaasn,csefo d-h aaem c hsuom am nitainsc;luderg o fto u m e s rm lu e re m ntia .D erm sae,quqitu in ctaalu dinreeoxniiseetesssntetia mm in hnadecain.dfoC ueianrshnaaoeuncetedm m d e e s s e o n s e q u lsum m aupopm areodt;ore naam , rsiconnosntituinit? cluA ditd ehxaisectefa nvria , q lite eroessdeicecnudm um epstortio hanncefo rm acm silum e n d a m p ro re s p e tu liu uidotdinpte ergilla m ctosnoslatitu to r,tueratm sicetseem ­ pseenrstiadqm ra n t e m n a s ­ eiu su,neN am siedcsoemspuam reptutarma,d_inscplue­­ ddeitròtancotum m m p ra mdpidrin cfoiprm iaam essetontadalelia shpoem cifinicisa.,S eit hvuero manaita s t m dicdin eteclu rm in apturin mcip Iniadiveid ueunm com pdai-­ re tu r, s d it s s tia lia in vdid ueaslia edtapre ard caublasria ,tequlo aeq,uelic eot,nqouniasin t e s e n i, o lu n d in htisac, svuoncettainrndeundto reqsusaeenddaam pdra eidcisuiioU m eInn­­ d e in iv t div iduum st,cuiptiosuin pradidecula ratuisro. eSsim ttrac-r ta epeerin dicnednodudm stdeexistediv nda;atio nanm , licet,ilite haec

n o n s i t a b s o lu t e d e e s s e n tiS * r e i c r e a t a e s e u c re a b ilis , e s t ta m e n d e e s s e n d a e iu s u t e x is te n tis s e u u t c o n s t t o t a e i n r a t i o n e e n tita d s a c t u a l i s ; e t id e o , lic e t h a e c f o r m a n o n i n c l u d a t n i s i r e i e s s e n tia m , ta m e n , u t e a r n a c t u a lit e r c o n s t i t u â t , i n d u d i t e x is te n tia m , n o n t a n t u m u t n e c e s s a r ia m c o n d i t i o n e r s e x t r i n s e c a m a u t c o n c o m ita n t e m , s e d e d a m u t in tr in s e c e c o n s t i t u e n t e m a c t u a le m e n d t a t e m ip s iu s n a tu r a e , p e r q u a m f o r m a l i t e r e o n s t i t u i t t a le m s u b s ta n tia m v e l s u b s t a n t i a t e i n d iv id u u m .

Quid sit forma logica 12 . D ic o s e c u n d o : f o r m a m e ta p h y s ic a s e c u n d u m r a t i o n e m ( q u a e lo g ic a e d a m a p ­ p e lla t u r ) p r a e d p u e d i d s o le t d e d if f e r e n t ia c s s e n tia li; ta m e n s e c u n d u m a liq u e m r e s p e c t u r n a t t r i b u i t u r e d a m g e n e r i,’ a t q u e e d a m , d e f in itio n i j u n d e h a e c f o r m a n o n h a b e t p r o p r i a m c a u s a lita te m r e a le m , s e d r a t i o n i s t a n t u m , e t p r o p o r tio n a iis m a t e r i a f ili c o r ­ r e s p o n d « . T o t a h a e c a s s e r tio e s t d a t i s s i m a e t c o n s ta t e x c o m m u n i u s u i o q u e n d i , s u p »

50

786

Disputaciones metafísicas

hablar, si damos por supuesto lo que sobre este tema se ha dicho antes al tra­ tar de los universales, donde hemos explicado cómo se comparan entre sí el género y la diferencia y de dónde están tomados. Entre otras cosas afirmamos allí con Aristóteles, lib. VII de la M e ta fís ic a , text. 42 y 43, que del género y de la diferencia resultaba un uno p e r s e por compararse inmediatamente entre sí como potencia y acto del mismo género en mutua subordinación esencial; y decía en ese pasaje Santo Tomás, lee. 12, partíc. 5, que el género y la diferen­ cia no se comparaban como potencia y acto realmente distintos, sino porque expresaban la misma esencia como determinable o por modo de determinación de la misma. Se comprende por esto que la diferencia imita a la forma en su condición de actuar, de ser término y de distinguir, siendo por lo mismo a ella a quien primariamente conviene este concepto de forma metafísica, mientras que el género tiene en relación con ella la razón de materia, por ser algo potencial actualizable e indiferente para muchas cosas, mientras no se lo piense como contraído y determinado por la diferencia; de donde resulta también que la diferencia es de suyo más perfecta que el género, porque dentro de un mismo género es más perfecto aquello que se comporta como acto que lo que se com­ porta como potencia. Por eso dijimos también en el pasaje citado que la dife­ rencia se toma de un principio más noble; por tanto, también en esto existe proporción entre la forma y la diferencia, consistente en que igual que la for­ ma es m%s perfecta que la materia, también la diferencia lo es más que el género. A su vez, igual*que la materia y la forma se distinguen en la realidad, de suerte que la una no sea la otra ni la incluya esencialmente, del mismomodo también el género y la diferencia se diversifican en sus conceptos, según los cuales se distinguen de tal manera, que ni la diferencia se incluye actualmente en el concepto del género, ni el género en el concepto de la diferencia, ya que, de lo contrario, ni tendría lugar una composición metafísica propia, n i estarían propiamente en relación de acto y potencia, ya que al concepto de éstos per­ tenece la no inclusión m utua; esto.es lo que enseñó Aristóteles en el lib. VII de la M e ta fís ic a , en el pasaje antes citado, y en el lib. III, texto. 10, y en el lib. VI de los T ó p ico s-, c. 3. „ • * 13. Acaece también por esto que, al'igual*'que"'a lá materia no le conviene esencialmente y po r necesidad el estar bajo ésta o aquella forma determinada,

poscitis qoudaeeudneiverersaip suas,duicbtai dseucnlatrasvuim pra , nquusam gehnaubse,tquutiaacid qupoerfe dcintiu traseidsetm gam e­ tra ta n d lib u s s e tu s q u om odroegtenuunsdeetsm diffe inbte steercoam dsceitahatobetdix uim t puostedntia .reU demetia pdqix aure nutu na,nreV tunIIr.tiaU itarin liat.- qsIio uuporira iffe nntia etia xm nolobeci-sot im s c u m A ris to te le M e p h ., te x p rin c ip io s u m i; in h o c e rg o e m etun4u3m , expegrenseere eutiadiffe re ntia cotenrsusr-e pquroopdortio in term rafo rm am etio t rdm iffe reria ntia m , g4coe2re , q p ro x im e in s ic u t fo e s t p e rfe c a te , ita aranetturpeurtspeote ntia etin actetursseesiue,sduebm dfoiffe re nre tiaipsgaenedreis.tinR uursuunstu,r,sicita ut m ateñria eet gD e.nm eTpris o rd in a ta i rm a g u t e q u haoram asg,ele cst. e1t2,dpiffe artic .ntia 5,m deculatraptote nonn- usic naestia itm aliageñneuqsueein trin secreenatia liam in cra lundtu at,r ctiacm p ri n u re t d iffe s e p a mdeem t acetu rem disutin cdtae,tesrm edinqaubia dicuvnelt ctuorncuetptib su,esin ecucnodnucm quogsenita disintin epaem ssm endtia tatio ileEm ñeuqre epetu eris dugdduiffe autun­­r r m o d u m e te rm in n is e iu s . x q u o a c tu d iffe n tia , ñ e q u in c o n c e p tu in tenllig itu radniffe retenrm tiainim ita riacform atin mguinenra - re nm tiapoes,itio genm uesta ;pahlio quai, ñneoqnueescsoem tpparo preria tio e a c tu d i, a n d i d is d o c o y s ic ra netu r u t p ro p riu s a c tu s e t p o te n tia , q u ia d erattio ideofoilla m e s s e c u i p rim o c o n v e n it h a e c rm aeeeiu msetahpahbyere sicaraetio ; ngeem num saateuria tem huoerum ratio nceuitesA tris uttónteonless,eV inIIcluM daentat;pha.,t q h o c d o cqoum p a ra tio n e , iansesatdpm ote ntia le qeueidpearctu abile etia tm indin if-- uc.bi3.supra, lib.Ill, text. 10,etVITopicor., fe re u lta , d o n d iffe re n etianm te atufitr uctondtra c edxetesrm ati;ctiourndsite se1a3c. necQ esusoario onfitcount,vesnicitutum tasteitriaseubper edllig am iffeltirenatia epinerfe

Disputación XV.—Sección XI

787

tampoco el género exige esencial y necesariamente una diferencia de modo de­ terminado, por más que de modo confuso reclame necesariamente alguna, de igual manera que la materia reclama la forma. Mas en esto hay que tener en cuenta una diferencia entre la materia y la forma por una parte, y el género y la diferencia por otra, porque, aunque la materia no puede existir naturalmente sin alguna forma, con todo no implica en absoluto contradicción el que se con­ serve de este modo, al igual que la forma puede también a veces no depender naturalmente de la materia, y la que así depende puede, sin embargo, conser­ varse sobrenaturalmente sin la materia; en cambio el género y la diferencia de tal manera se unen esencialmente, que repugna en absoluto o que el género subsista sin ninguna diferencia, o la diferencia fuera del género al que actua­ liza. Y la razón es clara, porque el género y la diferencia no se distinguen en la realidad, sino que expresan la misma esencia en cuanto determinable y de­ terminante y, por ello, nada tiene de sorprendente que no puedan separarse en la realidad del modo dicho. Además, porque en la realidad no puede existir nada que no tenga una esencia determinada, constituida consecuentemente en alguna especie propia y última, en la que es forzoso que se incluyan tanto los predicados comunes o genéricos como los propios; por consiguiente no pueden subsistir de este modo predsivo y abstracto con que se los concibe. 14. C óm o en ten dem os que se unen e l género y la diferencia, — D e aquí llegamos a com prender también otra nueva diferenciación, a saber, que en tre .e l género y la diferencia no tiene lugar una unión intermedia distinta de ellos mismos, incluso según la verdadera razón con que los concebimos, del mismo modo que decíamos antes que entre la materia y la forma mediaba un modo de unión realmente distinto de ellas, ya que la unión actual entre éstas no per­ tenece a su razón intrínseca; más aún, es separable de ellas, siendo, por tanto, preciso que les sirva de medio y se distinga de las mismas. Mas el género y ¿a diferencia. se unen esencialmente — o mejor, forman una sola cosa en la realidad, aunque se distingan por razón— de tal suerte que son absolutamente ^inseparables según, la realidad y hasta, en cierto modo según la .razón; porque, aunque pueda la diferencia comprenderse sin el género en su concepto precié

hpaecr vseelacillanecdeeste rm innaotanfo rm aira , titadetegerm nui­s esetnutia maetspeccoie nsecqounesntitu tertam in,in aliqquuaanperocepsria s a rio re q u ltim set nqaute a liq u a m e x d iffe re n ti, q u a m v is a li­ e s t e t c o m m u n ia s e u g e n e ric a p ra e d ic a ta e atentriainrecqounirit fusofonrm ecaem ss.ario uaira siceustt ppra roepdria ouhtaceocnita m Inmharete oqcria utet,em sr.einetclu abdsi;trancotenspuobsssisutem ree,rg sic ciam daavm erteexnduandaiffe re n tia in te r to t fo r­ p iu n tu p a rte , e t g e n u s e t d iffe re n tia m 1 4 . enxonapliao,ssqitusoin d,elic etuamfo aterm riaa,naabtu ralulite rm esesne aliuddiscrim .— E ximqiru uomuin lteteriu seninute llig itu r a liq s o te ta e n , n r g s e t d if­ netonsim im plicrafo i crm onatraindteicrd tiounm em ita connosnerv anri,­ fe retin ntia m naobnip insteisrv etia nire usneciounnedm mveedra iam ni ilite p o te s t p e d is c ta m , e m u m dpeenredear,m aoteteria entia m naintuura lite r,peerntaqtuura aelite itar ra tiofo nerm mam concsip ierandi,dicsic uatmin terinm arcteeria m p s t ih ilo m s s u e t u p e b u s te d e re sdin e m a te ria c o n s e rv a ri; a t v e ro g e n u s e t m o d u m u n io n is in re d is tin c tu m a b e is , q u iaa iffe re n tia ita p e r s e c o n iu n g u n tu t u t o m a c tu a lis u n io in te r e a s n o n e s t d e in trin s e c nfeinreontiis rep,uaguntetdiffe autregnetia num sseinxetraom nnibuussqduoif-d ra tio nteideaeru m ,ceim m oesetstutsein paterarbeilis abedip ­t g e s is , e o n e s s e a s m ie siste re . Eint re ratio esdtisctin lagrau,unqtu uia efetreanbtiaeisitadisptin guseatu r.iuA ttuvrero glepnoutiu sestsduif­ gaseecdntuuasdt,icetusundbtiffe re n tia n o n r, e r u n n (v e ntt e a m d e m e s s e n tia m u t d e te rm iu n u m in re , lic e t d is tin g u a n tu r ra tio n e ) u nnaobnileem enteorm in m elo iru sm sin insseepcaura seractio unnduem m;rem et, oedtpotu ncdisbuilia m nanm sr!.t qeIte utoddm nuia poasin sin t,inneotreniddpeicoote tosm m osdm oe pqlicurooerstdaucm o n c p ra e iv o p o s s it d iffe re tia saliq epaura , q re t e s idquodnonhabeat determinataci es- intelligisinegenere, tamennonpotestconQualiter genus et differentia uniti intelligantur

Disputaciones metafísicas

•788

sivo, con todo no puede ser concebida negativamente como existente sin el género, o sea sin actualizar al género. Y por eso, igual que de los modos rea­ les, que se distinguen sólo modalmente de las cosas a que modifican, afirmamos que no se unen a esas mismas cosas mediante una unión distinta, sino por sí mismos, de igual manera, con mucho mayor razón se ha de concebir a la diferencia como un modo esencial de la especie, que contrae y actualiza al gé­ nero por sí misma sin valerse de ninguna unión intermedia. 15. L a diferencia no ejerce causalidad real.— Por último, se desprende de ■esto que la diferencia en cuanto es calificada como forma no tiene una causa­ lidad real propia, puesto que no se da causalidad real a no ser entre aquellos elementos que se distinguen en la realidad misma, o al menos es menester que ■intervenga algún influjo real y una causalidad realmente distinta de la causa o del efecto; y aquí no tiene lugar ninguna de estas cosas, ya que ni la diferen­ cia se distingue de la especie en la realidad, ni del género en cuanto está con­ traído por ella. N i tiene lugar tampoco en este caso ninguna causalidad distinta de la diferencia. Por tanto, se trata únicamente de una constitución debida a nuestra razón y modo de concebir, a la que se llama forma o causalidad for­ mal sólo por analogía y proporción con la causa real. Lo mismo ha de pen­ sarse respecto del género en cuanto se le atribuye la condición o causalidad de la materia. Ni,„tiene que ver que la' realidad por ellos constituida sea mu­ chas veces una esencia verdadera y real, por ejemplo, un hombre o un caballo; porque, aunque dicha esencia sea real en sí, sin embargo, en cuanto compuesta ■de este modo determinado, no es un ente real, sino de razón, por ser única­ mente de razón la composición misma. 16. M odalidad d e predicación d e l género respecto d e la especie total.— Mas se pueden plantear objeciones, porque si la diferencia se compara con el género como forma, y el género como materia con la diferencia, resulta, en consecuencia, que ambas se comparan con la especie o to n lo definido como la parte se compara con el todo; por consiguiente ninguna de ellas podrá pre­ dicarse absoluta y directam ente' de la especie, ya. qu?,» aunque- la parte pueda' predicarse oblicua o denominativamente del todo, no obstante, no puede pre­ dicarse. nJ)soluta-:y directamente; en efecto,*oo decimos: el hom bre es materia ,

dnopni ancetu gaativ eougetnuexs.isE tatisidsein esic geuntere ,m seou- ncousntru dum m, qrautio nseom acpem oandaulo mgiacm onceip iepnrod-i n d o , in a e lu m r t dgisuunre arlibausre ,bquusi qsuoalusm m odaalite rdic disim tin - pm oartio nceam alita dre aaiepm cautusr.am fo rm aevdeelfo r­­ tu m o d ific n t, u s ts u s a s p e lla Id e m q u g e tesliigm enate duria meesat,ttrib quaute nr.usN eiera tio vertl ntaom n,usneiridsip sissisre bita usm peurlto unio naeiom draistio tinnce- ncaeuresain e ip , m ri lita itu c re fe deiffe retiantia condpiendaestip tasm quacm mohdeunss qacuoredalis resesesxentia his,uctohnostitu taaustaeenqeuussit; nvaem ra, aum m o etss1ae5en.tn alis nssgpeencuiesiaebtspqeuresaelia nionoentra me.— diaU . l­lic ntia estreenalis enutiotentsisic,taccilsuom mepscososem ita ,onsid oinnoseip stiorensi,isit,staetadnm ra tim o e x h is in te llig itu r d iffe re n tia m , q u a te p s a ra tu m ncauussalita form a d ic itu r, n o n h a b e re p ro p ria m s it. ale m ,qquuaia care usaip îita sdre alis- 16. .—Sedobiicietaliquis: namsi dif­ ngoununetustr,te nvism ielinre te r e a e in s a is tin saalis lterninilu nexceussseetesctauustaîita intesrcdéi-­ gfeere nstiaadcodm parerantu rm adutgm enautesriau,tefo rm a,trae-t n u iffe tia rg o u dstin âtcataliqeuxisnre pdaratotuturm a;desrg peocienm seupodte efin itu m aatu ramreniihailbip sru am causinatevrv eleneit,f- quutepacrsom fe c tu ; h ic u te h o a e u tra rit a b ­ s o lu te e t in re c to p ra e d ic a ri d e s p e c ie , q u ia qspueiacien,encecdiffe re n tia e s t in re d is tin c ta a rs,elicperatedpic osasriit dineto obtoliq unoonautatm deennom i­­ aaugeeneetia rem , pin rote utrvpeenritilla maliq couna- pnaativ , a b tra h itu r. N e ib i cigaitu usarîita acdoiffe rentia .E hasecabsoip lusm nstitu tiodqisuatin edcatam ses-t soluteetinrecsetod; nonenimdicimus:vel Differentia non causât realiter

Qualiter genus de tota specie prae-

dicetur

est materia,

habet materiam,

homo est

Disputación XV.—Sección XI

789

sino tiene m ateria o es m aterial ; por tanto, serán falsas expresiones como és­ tas: el h om bre es animal, y otras semejantes. Esta objeción se plantea única­ mente para declarar la segunda parte de la conclusión, en la que decíamos que se suele llamar forma metafísica tanto al género respecto de las especies como a la definición respecto de lo definido. Así, pues, la distinción que suele usarse es que el género (y lo mismo acontece proporcionalmente con la dife­ rencia) puede considerarse de un doble modo: o precisivamente en cuanto ex­ presa un grado determinado y está como limitado por sí mismo a él. y en este sentido es una parte y, en cuanto tal, tampoco se predica del todo, porque ten­ dría este sentido: que el hombre, por ejemplo, es animal considerado de una manera precisiva sin adiciones y abstractamente, o sea que no es más que ani­ ma!, sentido que es completamente falso. Bajo esta consideración el género se compara con la diferencia como materia, y, al contrario, la diferencia se com­ para con el género como forma. Este es el sentido en que nos hemos expresado hasta ahora; de acuerdo con ese mismo sentido se concede a la objeción todo lo que en ella se propone, a saber, que el género y la diferencia son partes y que, como tales, no son predicables; y Aristóteles no sólo los llama partes, sino también elementos, sobre todo a las diferencias y géneros supremos en atención a la simplicidad de los mismos y a que en ellos termina la ultima resolución en metafísica, como se ve por el lib. II de lo s .A nalíticos Segundosf c. 14. Mas de otro modo se considera al género como un todo, al que se* ca­ lifica de potencial o confuso por expresar confusamente la quididad total de la especie, y de este modo se predica con toda razón de la especie o de lo de­ finido, puesto que ya no se predica como una parte, sino como el todo, y éste suele ser el sentido ordinario de tal locución; en efecto, cuando se dice: e l hom bre es animal, no queda excluido nada de lo que pertenece al hombre, sina que se afirma que el mismo supuesto que constituye al hombre es también animal; o que el hombre es animal por la misma forma y'*esencia por' la que es hombre, cosas ambas que spn ..verdad. Así, pues, del género en cuanto puede predicarse* de la especi como algo suprior a la misma^y ’‘q’iíe '1a con-’ tiene en cierto modo se afirma que posee de alguna manera la razón de forma

renntia l!!soelussm eppaarte rtess,,seetduettiasm ic erunterg osfaim lsile aes.haH calo cuotio ncctio s: gneonnuspraeetddiciffe a ri; e c e t s c b ie dseertim mentadiffe abrenA risetoetetlegenaepra pella nm tum rat,, ppio rape-spoalu m pro pnocsluitasioensist,adqudaecdlaicra nadm am aeltetragm tia s u rte m c o e b u s e ­ te r s im p lic ita te m e o ru m , e t q u ia in e a nspuesctu resdpeefin ctuitispsoecleiererufo mrm etam defin itio nheym rem - ultimaresolutioinmetaphysica, ut patet efxxt m e ta p s ic a IltuProsgteenr.,usc.ut14to .tu Am lio, qvueorodm ote dontia colensid e-,aepnpueslla(e ti.t id Ceom mm usntisproita qrtio ucnadl;te istinrcdtio eif­st ra p o a p gfe e p o e d ntqusid eudita cotenm fussupm ,ieqi,ueiat hcoocnfu soedodoicpit­ recnctia ), duutpdliciclte rtapleom ssegra codnusm ideraetr!:inaeuot ptoetallam e c m pqra is e it rim enporanepdra iceadtuicradtuersuptecpiearsse,usèddefin ito ,tuqm uia; asim,sisetitt uetxsicse;etiaatq uenohnocpraseednic suariesdsee ia m u t to ptouato rte m mmudnicisitusrensushuius1locutioiatiare,ddesesreetahnuim ncaisepnrasucm ,ch,oem inseom , entis;hiccuerast ecnoim vtaerie rb,,iqegutra c is t li­ nih il asubpphoosm inm eeqxucolu deitu r,hosm eodeasffirm atu r abasntra catei, squum psetunm ,sscesu-pniaonnepfalul-s id e m itu d s t s e e tia rn esussse. E qutagm im i s u ai;qusaeuehstom in em , eeassdeem fom rmaaneim t easi;'-' etnum sasteuria bhaacdcodniffe sidre era tiom ne, ceotm - asennim tía h o m o , e tia p a ra tu r u n tia e truomqquuaeteanuute m heedru m vpeorutem edset. sG eencuies, csic onvpero rscoedduiffe re natia uatctcfonrm adin adagseunnut.s.A Et­t eurg s p ra ic a ri s t p n t q u e h u s u t q u id s u p c riu s a d ip s a m e t q u a s i c o qduitu erintoetuom dem biefecrtu tionr,em coiru ncm e- nensipsam,dicituraliquomodohaberenrati-qusoednsuinadeaoin nim 1III Metaph., c. 3,et lib.V,c. 5. maierialis; homo est animai,

homo est animai,

790

Disputaciones metafîsicai

respecto de ella; y, por el contrario, los inferiores, en cuanto están supeditados a los superiores y son en cierto modo soporte de ellos, tienén cierta razón de materia. Y con igual o mayor motivo se compara la especie como forma res­ pecto de los individuos, mientras que a éstos se les compara como materia. 17. Y éste es el sentido en que interpreto a Aristóteles, lib, V de la M e ­ tafisica, c. 2 , cuando reduce ambas partes de la definición a la causa formal; pues, por lo que se refiere al género, pienso que ha de interpretársele no for­ mai mente en cuanto es una parte, sino en cuanto es un todo, según expliqué. Y por lo que se refiere a toda la definición, dado que expresa la esencia total y es la razón propia de aquello mismo que se define, de lo cual se predica con toda propiedad, puede, por lo mismo, llamarse también forma metafísica, aun­ que no sea compuesta. De este modo es fácil explicar todas las expresiones parecidas que se fundan sólo en cierta analogía y sentido tropològico. 18. D iferen cia entre la form a m etafisica y la física.— Sólo queda por ex­ plicar una pequeña duda que se origina de la diferencia que ha de hacerse no­ tar entre la forma metafísica y la física por el hecho de que la forma física sustancial no se multiplica en el mismo compuesto, según dijimos antes, mien­ tras que la metafísica puede multiplicarse, puesto que los géneros de una misma cosa pueden ser múltiples, y de modo similar las diferencias; y lo que es más, también la definición, por más que parezca contener y explicar la esencia total de la cosa, sin embargo puede ser múltiple, según consta por el lib. I de los A nalíticos Segu n dos , c. 7, y por el lib. II, c. 8 y 12, y por el lib. I I D e anim a, c . 7. La razón de la diferencia es fácil, ya que las formas físicas distintas real­ mente están en tal relación, que cada una de ellas constituye una especie per­ fecta y consumada de sustancia debiendo ser real y física la composición a que pertenezca, y siendo contradictorio, por tanto, el que se multipliquen en una mis­ ma sustancia dotada de unidad propia, y p e r se. Mas esta forma metafísica, a saber, la diferencia, ni constituye composición real, ni se distingue de otra di­ ferencia, si no es por precisión' y abstracción de nuestra mente ; y nuestra mente puede prescindir y abstraer una misma realidad de diversqg. modos, pudiendo, p o r l o mismo,.concebir en ella*mucbps-predicados de género y de diferencia;

pahyssuicbasm etiatlisphynsoicnam ,uqltip uolic dafoturm ainphcjr-' tiofenrio em fo raum enreusspseucptuerio eiurib s;usetsuebciic oniuvners or ta s ic ta n m r oc­ in ra , q a te tu d e n t c o m p o s ito , u t s u p ra d ix im u s ; h a e eqtia t em adqam uodra am m o d o in s e s u s tin e n t, h a b e n t m fo tm aem mureltip lic asrisunptoetessset;pnluara m, eett tio noem mpam atu teria ep.ecE tssuim iliform veal aguete n e ra e iu s d i p o m a lo ri ra tio n e c ra r s ie t revnistiato etasm imilite r;esseim m o ceotntin deefin itio , ad17in.dividA uatq,uheaehcocvesroensuut m atetellig riao. Aristote-dquiffe a m re i n tia m re e t in r,stanih ilo m inPuossm ultipc.lex7,ees­t le m ,dV M etanpish.,recv.o2c,atcuam uatra m qufo erm paar­- esexpplicoaterest,vuidteactu o n t e x I te r., te m e fin itio d c u s a m lib .tioIl,aucte .m 8edtiffe 12re ,netia t eIIfadceilisAnim .t,, cq.u7ia. lete mllig ; neanm ,m quapnutu m andfogerm nuaslitesrpeucta t,paid P a e s in d u to n o t rs rm atv erphuytsicqaueaerelib alite rcodnisstin câtatepita ccotam estt,vseero dutottatodtuem quoo,dqduaia mto estat,m utesesxepnlic um i. fo p a ra n e t titu e rfe m A fin id tia concsoum m m aitio tamesspscecie m sreutbsre taanlis tiaee,tetpheya-deetcdlaerailio t eptropproriis pria ra tio eedsticaiptusiu siddeoefin itir­ erutm p o s d e b e s im e p ra r, fo et id eopere psuegunnana.tA intevaedro em seucbsfo tarm ntiaa tia m m eotaspitahy.sA ictq audeicIta i pofatecsile t, qeusatm vm is- spicroap,rie a c r h a nnm oeasnessim itile cosm p o m e ta p h y s ic a , n e m p e d iffe re n tia , n e c fa caitb loqcuuatio nm eseetxptra licnasre ,tioqunaeecsoonlu m re a le m c o m p o s itio n e m n e c d is tin g u itu r in a n a lo g ia d a la s is ­ aelia dsiffe retio ntia nis;ippoetersm eanutis pram eecnissionnoesm tim t a b tra c n e m t te m ­ Í8i.. tra e a m d e m re m v a riis m o d is p ra e s d n d e re . — S o lu m s u p e re s t b re v e eoeptotedsiffe t in adeem dubium expreednie ritu ram exme- erat apbrastra edhiceareta, geetnid eris renetia copnlu ci-­ diffe tianduinm te,rqhuaondcofo rm Discrimen inter metaphysicam form am et physicam notanda

Disputación XV.—Sección XI

791

por eso la multitud de diferencias esenciales no es obstáculo para la unidad y composición esencial de género y diferencia. ¿ S e d a p ro c e so al in jin ito en los p re d ic a d o s e sen cia les?

19. De esta diferencia surge inmediatamente una dificultad; efectivamente, de ella se sigue que se puede dar un proceso al infinito en estas causas meta­ físicas formales y materiales, esto es, en los predicados quiditativos. Mas el con­ siguiente se opone a Aristóteles en el lib. II de la M e ta fís ic a , c. 1, donde juzgó que el que no se diese un proceso al infinito era más claro en las partes de la definición, que son el género y la diferencia, que en las formas mismas; y, por eso, prueba la negación de infinitas formas por la negación de infinitos predi­ cados. Se prueba la consecuencia, porque no existe mayor repugnancia para que se den dos diferencias en una sola realidad que para que se den tres o cuatro, pudiendo decirse lo mismo de cualquier otro número; por consiguiente puede darse proceso al infinito en tal número, sobre todo teniendo en cuenta que este número de predicados no resulta de realidades o modos distintos que existan realmente en una sola e idéntica sustancia, sino de nuestros conceptos con cierto fundamento en la realidad; mas nosotros podemos prescindir y abstraer de in­ finitos modos, dándose en la realidad fundamento para que lo hagamos a causa de Jas diversas conveniencias o semejanzas que puede una cosa tener .con otras, por fundarse dichas abstracciones en estas conveniencias. La dificultad apremia, sobre todo si a una especie no se la compara solamente con las otras especies producidas, sino con todas las posibles, las cuales pueden multiplicarse hasta el infinito y de infinitos modos. 20. S e refu ta n p o r in eficaces algun as ra zo n es q u e su elen a d u c irse e n p ro d e la c o n c lu sió n .— Sin embargo, hay que afirmar absolutamente con Aristóteles que tampoco se da proceso al infinito en estas causas formales. Así lo defienden todos los intérpretes, los cuales aducen diversidad de argumentos El primero consiste en que, en otro caso, la realidad constituida sería infinitamente per­ fecta, puesto que todo* predicado le añade alguna perfección. Mas ac3scf se ne-, gará la consecuencia por el hecho de que una perfección finita puede ser el

pexarteconreceipin usnanoesttriseadceum sauliq bsta ntiafo,nsdead­ tib u m u o m osshuem u,setinin finitis m oesndto isestpin rafuere sncd;in dseeerendtuenm tosaubtsptra re re­t Detume processus in infinitum in praedi- b u a m id a n o b is fìa catis essentialibus p ro p te r v a ria s c o n v e n ie n tia s e t d is s im ilitu d in e s q u a s u n a re s h a b e t c u m a liis , in q u i1 9 . E x h o c v e ro d is c rim in e o ritu r s ta ­ cotnm veanxieim netiisurgheaetdaiffic bstraulta ctio nseisufu ndsapne-­ isudm iffic ulta s;itu nam min seqhuisitucraudsaisrifo porm ssealib pro - btuur.sE s , n a ctin e s in in fin u s ccie ss nfaocntasta,nstu madcom pnaerestuprosasdibile alias,sqsupaee­ cem ate rialib uidsdita metiv taisph.yC sicoisns,eqhuoecnsesat,utein ie e d o m paera d ic a tis q u m inufin itumet infinitis modismultiplicari sttiucsonetra Arisavtoitt.,nIIonM estasephd.,aric.p1ro,cuebs­i in p o s s n t. ro x is tim p o rationes quae pro conclusio­ sqim iesinuntingfin itu m in pre artib u,squdaem finitio nisr-, ne afferriAliquot sólent, inefficacia redarguuntur u a e n u s e t d iffe n tia in fo N ihilo m in,usetiaam bsolu tehisdicceanudsuismfoerm stalib cuum m isedipicsaisto;ruem t id eobaetxnengeagtio atio nm ein fin ito ru m A ris to te le in st p ra p ro n e in fin ita ru in n o n d a ri p ro c e s s im i in in fin itu m . Ita d o c e n fo rm a ru m . S e q u e la a u te m p ro b a tu r, q u ia om neess. P inrim terpareetest,s,qquuiai valia ariassreasffecru nsttiturata­ ninonunm are gisqureapm ugtre nast dvealriqudautu asor,diffe reitantiades tio n o n a e t finaite perfe cutaa,m qupiaerfe qucotio dlib et.pra edqm ueoro libin et ninufin mitu erom ; eprg ocedpi.otePsra tein hocqnuuia­ edsicseattuin m d d it a liq n e m S e ro s e rtim fo rte n e g a b itu r c o n s e q u e n tia , q u ia u n a fin hexicrenbuum raoeddisicato mctis nonqucionssinurg seruasutpm disrutin t ita taperfectiopotest essefundamentuminfi-i­ ptiaere ;m qunaorenm ubltitu duonditaiffe reetntia ru m eitio ssenn-! liu o s ta t ti c o m p o s perseexgenereet differentia.

20.

.—

792

Disputaciones metafísicas

fundamento de infinitos conceptos, los cuales, aunque expresen perfecciones racionalmente distintas, no aumentan en la realidad su perfección. El segundo argumento es porque si estas diferencias son Infinitas, también serán infinitas las propiedades que se siguen de ellas. Mas se puede responder que de la di­ ferencia genérica y especifica no se siguen siempre propiedades realmente dis­ tintas, como se puede ver en estos predicados, sustancia, espiritual, de Gabriel, etc.; sino que es suficiente con que las mismas propiedades correspondan tam­ bién de modo proporcionado según razones universales o particulares, tal como se dejó indicado en las páginas anteriores. 21. Verdadera razón de la conclusión.— El tercer argumento y el más pro­ bable es porque es menester que se dé un género supremo que sea como la materia primera de tal composición, y una diferencia específica ínfima que sea como la última forma; por consiguiente, también tienen que darse por necesi­ dad en número finito y determinado las formas intermedias. Prueba la mayor Aristóteles, porque en estos predicados quiditativos hay siempre uno que es anterior a otro, es decir, que es más universal y se extiende a más cosas; ahora bien, no es anterior más que por estar más cerca de aquel que es el primero; luego es necesario que exista también un género supremo. Esto, además, es evidente por experiencia llevando nuestra reflexión a todos los predicamentos y sobre todo a- la, sustancia, la cual, en cuanto significa inmediatamente la sustancia completa, es un género supremo, ya’ que no puede concebirse nin­ guno más universal respecto de las sustancias; y doy por supuesto que el ente no es un género, por más que, aunque fuese género, no constituiría obstáculo alguno, ya que sería el género supremo, teniendo de este modo lo que pretendemos. Y así tampoco se origina impedimento si alguno se empe­ ña en que esta resolución debe llevarse hasta los predicados trascendentales, porque, aunque esto jjiese verdacj, llegaríamos a alguno que fuese último. Y la razón es porque en todas las cosas o sustancias se da alguna conveniencia esen­ cial primera o mínima, según la cual puede abstraerse bien algún predicado trascendente, bien algún’género' supremo. ,S% prueba* la» iúenor por la constitu­ ción misma de la especie última, puesto que no puede existir cosa alguna que no esté, £ o q ^ tu íd a en alguna especie últiipa; de. lo contrario no tendría una

nfeito runm cra ontio cenpetuudm ,tinqcutai,s,licneotndic agnetnptein r- pesriu srim nisuimq;ueiargom aegcisessaecceesdti!daarideid qusoud­ c tio e s is a u t p n tia m re ctio ntia em . sSuenctunin dafinraitatio eestia t,m quiapros-i epxrepm um a,liqduisocdurregnenduos.peD ein deniaidprapaete t hparie eptaedrfe iffe re n e e , e rie n tia r o m d itees. qSueadere adspoilla sebcitu onrseqeuxundtu rre eru nt ucatm enm tae,dia ettepsraigencific ipuaei sinubssta ubnstia tanm tiac,om qupalee­, in fin ita n d iffe n tia im geronepric atieest srepecdific acntaosn, suetmppearletcoin nseqhuisi ta ctei,stesutnivsueprsrealiu musmregspeencutu s; snuubllu m eru nim istin p o s ta n tia ppra eedrie ic a tis : cnougs,itaqnu;am squupapm onolicaeutteem engsennuosn, neih ssileogm tc .; s e d s a tis e s s e u t ip s a e e tia m p ro s s e t be­plerie ta te s s e c u n d u m u n iv e rs a le s v e l s p e c ia s ta re t, n a m illu d e s s e t s u p re m u m ; e t ita nesribpurospeotia rtiom nata tectu com rreesspt.ondeant, ut hnailbeim mupsedqieut,odsiinqteunisdim unste .nA tq uehaita eretiasom ins2s1rau.tio perio c o d a t n c . — T e rtia ra ­ lu tio n e m d e b e re fie ri u s q u e a d p ra e d ic a ta tranni,scesnisdte enretiatu,rqin uiaa,liq quuaomvuisltim ido.eE sstetravtio e­ tio masxuim em puro babgilis esqtuoqduiasitneqcuesassei ru epsrim t edatarim p re m e n u s tecific riaahueiutsincfim ompaosqitio eitt dqiffe edsattuqruaialiqin nib uin sim veal csounbvsetannietiis ulis a,opm rim anudssuem urebm ntiaasfo paerm uaneaisesin uaes­i­ tia e s s e n tia s e c u q u a m asbsvtra hsiupporent­­ure ltim a ; e rg o e tia m fo rm te rm e s t v e l p ra e d ic a tu m tra n s c e n d e n e l d ia e n e c e s s a rio s u n t in n u m e ro fin ito e t unm getio nunse. M in oieriauultim tem p,roqbuaiaturnoenxpipost­a dquete rm inahtois. M aeiodricaptis robaqtu rdaita btiv Aisristo tem le­ m c o s titu s p e c a e ia in p ra u id s e pesr uetnuam strapriu lion,deid t eassespeuclla quaíae;naolia nssitnoninhaabliq uat iecreosnstitu ere liu dpelu sesexate nS;esst,edunniv onerseas-t uesltim substantia, spiritualis, Gabrie­

lis,

Vera ratio conclusionis

Disputación XV.—Sección XI

793

esencia determinada ni distinta de las otras especies concretas; y la última es­ pecie debe estar constituida por alguna diferencia última. N i trato ahora de discutir si esta diferencia última es simple, o si resulta de la reunión de mu­ chas, cada una de las cuales es común, según parece haberlo dado a entender Porfirio en el capítulo sobre la diferencia, y parece apoyarlo en gran manera Aristóteles en el lib. I de los T ó p ico s, c . 3, y en el lib. VI de los T ó p ic o s, c. 3 y 4, y en el lib. II de los A nalíticos S egu n dos, c. 14; en efecto, esto nada tiene que ver con el problema presente, ya que habría que detenerse necesariamente en diferencias que no estuvieran actualizadas por otras, aunque tuvieran acaso que juntarse dos o tres de ellas para constituir la última especie, puesto que ahora nuestro argumento se refiere únicamente a las diferencias subordinadas. Por su parte, la primera consecuencia parece de por sí evidente, ya que entre los extremos primero y último no pueden darse infinitos medios, según hemos dicho antes a propósito de las formas, puesto que la razón allí expuesta vale igualmente aquí. 22. O bjecion es contra e l argu m en to antes propu esto. — Empero este argu­ mento puede ser atacado de dos modos; primero, diciendo que, aunque los pre­ dicados esencialmente subordinados en una línea a modo de acto y potencia sean finitos, pueden, con todo, los no subordinados o los que están en diversas líneas multiplicarse hasta el infinito, igual que podría alguien decir que se dan muchos géneros supremos, o que para la constitución de’ la última especie se reúnen muchas diferencias no subordinadas entre sí, y que éstas pueden mul­ tiplicarse hasta el infinito; o que un solo e idéntico género, ya sea próximo, ya re­ moto, puede estar contraído al mismo tiempo por muchas diferencias que ni sean completamente opuestas entre sí, ni estén mutuamente subordinadas; r.sí, por ejemplo, animal, según los filósofos antiguos, está contraído por racional y por mortal, diferencias que convienen en el hombre y están separadas en otras cosas; y la sustancia podría estar inmediatamente dividida por Vivientey por corpóreo, que convienen en algunas sustancias y están separadas en otras. .D e aquí pareoj.inferirse también q u e ' se da,entre las diferencias»mismas algún círculo vicioso, y que se comparan alternativa y mutuamente como potencia y acto; porque, si la sustancia se divide inmediatamente en viviente y no vivien-

eterm intearm tam etisssensptiaecm ,bunse;eudltim iversaam am b dm icoadta pearctusesseutbpoordtein atae,infinuita naslin eanih pei-r adspliis d e in a ie a u te u m n tia in t, encsie sipdeerbeat.liqN uaem disiffe re ntia m uanltim aem lo m inpusosnsuonntsin uboin rdfin inaitu tam seumin div earsri,islicdoiffe tim c d p u to n u n c h a c n e is u ltip lic u;t re n tia u ltim a s it s im p le x a n c o a le s c e n s s i q u is d ic e re t d o ri p lu ra g e n e ra s u p re m a ext sm vnltis ,aqssuearu metiir singP uolarp ehcyoriu mm uninesc.sindt,e vveelnire adpclu onresstitu tionre em usltim aerssepencic i csuonb­uD ig ific v id s , d iffe n tia in te o n notiapic ;.,etc.n3o,neptalib rum faIvT etopA to rd atasv,eeltunhuasmpeotssid eein in fin itu m muplti­ le siffe ,4,IreeT .1V icnris .,im c.tea3d­ oxpim licin aum ri; m g e n u s , s iv e roitieptra t lib . II P o s te r., c . 4 ; h o c e s iv e re m o tu m , p o s s e s im u l c o n tra e s e n s n ih il re fe rt, q u ia s is te n d u m n e c e s ­ lu rib ure spduiffe rennttiisne,cqsuin aetin notenrosm nsin oord ini-­ str,inlicdeiffe rennatiis qduuaaeepevrelalia ssnoenx pte r s e g n e e u b ahsais crio tuaadnetu t fo s s e tre e;phuilo t,sovperb isgcraotia , haitu nim apleiu xratatioannati­le enednaim musltim amdsepedciffe iem cnotiis n- nquata e s h o n tra r r vsuebnoiardnin t;coantis nsutitu npcro o lu m re erm oprta len,tu qur;aeetinsuhbosm in ecpoonsvseentiuim nt,­ cevditideratutio fa ctase. P rim aqauuia­ eint paliis s e a ra ta n tia te m c o n s e q u e n tia r p e r n o ta , tedaiv iduiibpuesrsvuiv eta nsntiis etpceorncvoerp onret,um , in tentrdeaxntrein m aita prim uem e,tsuicltim uum nodnepfo osr-- m qaliis ueadeiasin liq b s n iu in sm uis fin m d ia u t s p ra nteturr.ipE xsqduiffe oeretianm cosnitseqquuid iavm i­ ixcim etuurlueusp,tara in s a tia s hie22p.dro eduit.s; ratioenimibi facta aeque dcirc etevticaiscstu im entam ustuiosucbosm ptia arenim tu­r um tedpia ote n tia s ; m ta n — S e d h a e c ra tio d u o b u s m o d is e n e r­ vatipotest; primodicendoquod,licetprae- tedividatur inviventemet nonviObiectiones contra praedictam ratio-

nentj

794

Disputaciones metafísicas

te, podrá, a su vez, la sustanda viviente dividirse en corpórea e incorpórea; y si, por el contrario, la sustancia se divide en corpórea e incorpórea, la corpórea se dividirá en viviente y no viviente. Y si no hay inconveniente en esto por tratarse de reflexiones del entendimiento, tampoco será absurda por el mismo motivo aquella multiplicación de los predicados hasta el infinito. Cabe posibi­ lidad de una segunda evasiva, porque, aunque se dé un género supremo y una Infima diferencia, no hay contradicdón en que mediante el entendimiento pue­ dan prescindirse o distinguirse entre ellos multitud de predicados intermedios hasta el infinito, igual que se dan infinitas partes o puntos entre los puntos extremos de una línea; en efecto, igual que éstos son infinitos en potencia, pue­ de también de aquellos predicados, tal como existen en la realidad, decirse que son muchos únicamente en potencia, ya que en la realidad no son muchos en acto, si no se los distingue por el entendimiento; y por eso, aunque el enten­ dimiento pueda distinguir más y más hasta el infinito, no se sigue que sean infinitos en la realidad, sino en potencia. Resulta también de aquí que los pre­ dicados que nosotros distinguimos actualmente son siempre finitos, ya porque nosotros no podemos formar de las cosas más que conceptos finitos; ya tam­ bién porque las semejanzas y diferencias de cualquier especie con las otras que han sido producidas existen en un número limitado y determinado, por más que acaso puedan multiplicarse hasta el infinito respecto de las cosas po­ sibles. Y ésta sería la manera como podría interpretarse a Aristóteles en la cues­ tión de las diferencias o predicados esenciales que se abstraen de hecho o pue­ den ser abstraídos mediante el discurso o el conocimiento humano. 23. S olución .— S e explica la afirm ación d e A ristóteles. — Sin embargo pien­ so que el argumento propuesto es eficaz y que no puede suceder bajo ningún concepto que se multipliquen los predicados hasta el infinito. Y en primer lu­ gar, comienzo por sentar que respecto de cada cosa se da un único género o predicado supremo y una sola diferencia última. L a primera parte ha quedado suficientemente probada bien por la razón, bien por el uso o experiencia; por lo que se refiere a la posterior, se han planteado duda^ ppr parte de algunos, aunque a mí me parece igualmente -cierta. En primer lugar, poique la diferencia

veeritntein m,in rucrsorp usore suabm staenttiacovrp ivoenresam div;idsiipaout-- pnis erisin tito finsitac,ontucrn qsuiadenosrenbounspfo osrm sum us, fin e p tu a re rn tiaemcquuiuiaslib om nesspeccoienivenaie ntia esetqduif­ te coenttrainrio suobresatam n,tiacodrp ivoidreaaturdiv inidceotur­r tu fe retaneetia eetrto drm ainlia anet pinom reviv aem c o rp fa c s u n t, in c a c d e te a to s u e n te m e t n o n v iv e n te m . Q u o d s i h o c einrot,fo etia m sei reinspein ctu re ru mm pousltip siblic iliu m ninote nlle esctts,incporo nvpetenie nesa,mqdueia sauunstanre fle xnioenrit es npuom s s n a s s fin itu m a ri. r m c o n o tq uedeitadiffe pore ssnetiis t qusiseuinpte rp re ta ri A ris totia te-ainbfin surd am.muA ltip licaedvoasilla pssraeedpic ato rum in, A Ie m ra e d ic a tis e s s e n itu lte ra io e o te s t, q u ia Iib uhs,i qpuoasesundtepfaerctodisacbusrstra hunvtu rcsoegunitio ab-lic etntia de,tunrosnuprerepm unm geinnte usreetainpfim adpif­ sntra u m e l fe re u g a t o s s e e r anam. in teelle ctu alinpterarm esecdiniadiinauintfinditu istin g,usiicuptluinra­ em 23.hu.m ptera d ic a ta m Seesdseneih iloam in usetesxim istim oitera tio !rteesxtre m apupnucnta cta; lin ea,esdicaunttuhraeincfinsita et nemfac— ta m ffic c e m p lic r f ie ­ p a v e l n a m u n noennptuor.sseEuttim praprim edicisatasuinmoinfin in fin itasunint,pdoicteinptia ,suitantilla ppraluedraicta atan,tupm rouinc ritip lic resitu peenm cutusmcvuuel-­l it: re o s e s s e iu s lib e t re i d a ri ta n tu m u n u m g ppoertenintia ,lleqcutu iaain reistin nognusaunntutr;actu m uelta ,lic niseit ptiaram edicultim atum s.upEre m urio m eqtuid im ampadrsiffesreatis nte l d e t id o , a n o t p r e m in tetin llegucetsre,ponsosnitspeluqra ertin plure rain infin ituita m tia pro;badtaepeoststeerio t raritio nro eeatbuasliq uuseibuusexdpuebrieitan­d is u itu e s s e in fin v e npis tiagm ioesqt,uid m i,taqm equreentia certasum vid raiedin icatapoqteunatia e.noE sxacqnuiodisetin uiefitrasusteneaa- tim Prim eih m uiaendaiffe ituertur.a plicatur

Solvuntur.— Aristotelis dictum ex-

Disputación XE .—Sección XI

795

se toma de la forma, y toda forma específicamente diversa de otra posee un determinado grado esencial que le es propio y no común a las demás; de él puede, por consiguiente, tomarse una diferencia completamente propia y que no sea común a ninguna otra. En segundo lugar, porque no puede constituirse una especie última por la mera unión de dos diferencias comunes, ya que cada una de esas diferencias constituye una especie subalterna y genérica; y la es­ pecie ultima no es un agregado de dos especies subalternas, ya que, de lo con­ trario, no sería tampoco una sola esencia propia y especial, n i sería un solo compuesto metafísico constituido de acto propio y de potencia propia. Verbi­ gracia, en aquel ejemplo del hombre, si racional y mortal se tomasen como di­ ferencias subalternas y comunes, nunca quedaría constituido el hombre por la agregación de ellas; sino que hay que tomar a racional tal como es propio del hombre, esto es, en cuanto incluye el raciocinio o la aptitud para él; y de este modo, racional será una diferencia simple propia del hombre, mientras que mor­ tal es de suyo una diferencia subalterna y común, no ciertamente a los otros seres que tienen uso de razón, ya que ninguno es racional o intelectual mortal fuera del hombre, sino a los otros seres sensitivos o vivientes. O tro tanto su­ cede, pues, en todas las especies de cosas. Y esto es lo que dijo Aristóteles, lib. VH de la M e ta fís ic a , texto 43, que había que proceder en la división de las diferencias comunes h a sta q u e s e lleg a se a re a lid a d e s in d ife r e n c ia d a s, esto es, a diferencias últimas y absolutamente propias, según, explican Santo Tomás y todos los expositores; y en to n c es —dice Aristóteles— h a b rá ta n tas e s p e c ie s , cu an ­ tas sea n las d iferen cia s. P u e s c u a lq u ie r d ife r e n c ia in d iv id u a l — añade Santo T o­ más—, c o n stitu ir á u n a e sp e c ie e sp e ciá lísim a . 24. L a s d iferen cia s in te r m e d ia s s e lim ita n a u n n ú m e r o fin ito .— Sentado, pues, el principio de que las diferencias intermedias sólo pueden existir en nú­ mero finito, se explica de esta manera. Primero, si los grados diferenciales .fuesen distintos en la realidad misma, es evidente que no podrían ser más que finitos por ser actualmente muchos; por consiguiente, sean finitos o infinitos, mas en una realidad finita no puede haber infinitos grados de perfecciones dis­ tintas; luego serán finitos. Sobre todo porque a esos-grados no. se les1 conceptúa

alia; ohrn áeist aaliq uteum fogrm auitispeecsiesendtia ivelersm a nm uollu m epsrateetenrim ra tio nm ale adutain telle ctu anleasfoib brm a a b e m ra d rta le h o m in e , s e liis s e n tie propsuriu mpeottensotndciffe onre unnutia nem anlìis ; eprg o­ tib udsebauust re viv em ntibcuosn.tinSgicit.eE rgtohoinceosm nqib uds s p e ru t u o apbriaiilio n ti o m in o ro eottensutllispaelte riscuoltim mm uncison.sS ecuinsdoola,cqounia- A ris to teulem sdeix it,ein VIIdiv M eio tapneh.,dte xt.re4n3tia ,prurom n o n p c ie a tim c e d e n d s s is iffe iu ncm tio tiadruiffe mrecnotia mru mum - niatur, communid ium donee ad indifferentia devenciu ,nqeituiadspuqeaucru aieem libedstuiffe eaare runm e,snt,tia as,duutltim asTheotmoam nein oom pnroesc n s tim m b lte rn a n ! e t g e n e rip ria s d iffe re D . s t xponuspecies nt; et fune (inquit Aristoteles) tot cgaam ; spdeucie sm autesm uieltim ansounbaeltestrnaagru gre -, eerunt tu m a ru p e c ru m m quot differentiae. Quaelibet aes'isoeqnutia i,ññeqequueeeesssesettim aum procporia estitu spm edm alis enim individualts differentia (a ddit D.Tho­ m a s ) constituet unam speciem specialissiu n m p o e ta pnhtiaysiccounm extupm ro.pU riot,avcetu etgra pro p,ria pilio ó- mam. 24. Intermediae differentiae finito nume­ te s titu rb i tia in ro clauduntur.— H o c ain utetem pdrin ciptaiontupom esusem m p io d e h o m in e , s i ra tio n a le e t m o rta le s ito , q u o d d iffe re n tia e rm e ia e e re n tu r u t d iffe re n tia e s u b a lte rn a e e t ssoin tm in. E nutmperim rofin ito , ddeiffe clare rantutiarleins craom mmcuonnesstim , neure nqtuuram exo;agsgeredgastio neendilla - ehsusnecpom d u o , s i h o m u m u m dnuosnepssoesnset in renisipisafindito isstin cqti,uiaeveid eennst eesst,t ìautio nacle uittdeisscturs pro priusem hpotitu mindisin,em id gera s t e s s e , s s t in lu d u m u a asim dpiliu m;horecntia autepm raintio leorta eritle aauctu pfin lureitas;noenrgoposfin itintevseslein iti, ro pm riasoudhbooam isa,naem tem suru innfin fin itirgogin ra diti. ures p e rfe c tio n u m d is tin c ta m ; e ru t e fin vm euronislee,sxtnddoiffe ensequdidiffe re n tia lte rn t c o m ­ emaliisrationeutentibus, Eovel maximequodilli gradusnonintei-

796

Disputaciones metafísicas

como si estuvieran comunicados entre sí igual que partes proporcionales, sino como absolutamente distintos e indivisibles; ni se comparan tampoco con la realidad como se comparan los puntos con la línea, los cuales de tal manera son indivisibles que no aumentan la cantidad de la línea; sino que cada dife­ rencia añade un cierto grado y una como determinada parte de perfección, re­ sultando de la unión de estas partes una perfección íntegra específica, la cual, al ser finita, no puede constar más que de sus cuasi partes finitas. Por eso, al igual que en la gradación intensiva de una cualidad finita no pueden distinguirse más que grados finitos que no se comunican entre sí, de cuya unión resulta la intensidad finita total de la cualidad, del mismo modo hay que razonar propor­ cionalmente en los grados diferenciales. Pues aunque estos grados, según la sen­ tencia más verdadera, no se distingan actualmente en la realidad, con todo el jaciocinio expuesto tiene la misma eficacia en orden a la distinción y concep­ ción de nuestra mente, ya que también, en cuanto racionalmente distintos, se les concibe como si no tuvieran comunicación entre sí, con tal que se les con­ sidere predsiva y formalmente, como deben considerarse dichos grados. En efecto, una diferencia subalterna no incluye a otra, porque ni la inferior per­ tenece al concepto de la superior ni viceversa; por consiguiente los grados di­ ferenciales intermedios son absolutamente distintos y no se comunican entre sí; luego, desde este punto de vista, su distinción, aunque sea según la razón, no puede prolongarse hasta elt infinito, ni puede compararse con la división de las partes del continuo. Por otra parte, cuálquiera de dichos grados es indivisible según el concepto; puesto que cualquier diferencia, bien sea genérica, bien es­ pecífica, es indivisible, y de tal suerte es indivisible que aumenta esencialmente la perfección de la realidad en orden al concepto de la m ente; luego tampoco en orden al concepto de nuestra mente puede una esencia finita dividirse o cons­ tituirse por semejantes diferencias a no ser en número finito, puesto que, al 6er indivisibles, tiques posible, llevar su división hasta el infinito. 25. Y de este modo conserva su eficacia la consecuencia propuesta en el tercer argumento, y desaparece la objeción que se insinuaba en la segunda eva­ sión, por no poder contenerse en úna realidad finita^ incluso potencialmenfe, infi»

lig H Csiuffperoisptfortio intenrateses,cosem muonm icnainnotes,cosniddB t p a rte d isptin cntituertin divreism ibilessic;utnepquunecetatiam italinceoam -, a ra a d a d m qquuaaentita itatem sunlin t in deiv issib iliaunuatqunaoeqnueaudgiffe ean­t e a ; e d re nintia additpacrte ertu mpegrfe radcutio m ac, qeuxasiqudaeru tem r­ m a ta ti! m n is pfeacrtiu m ccoieni,iunqcutio necucm onfin surg itsin tengoranppoer-t­ tio s p e a e , ita it, eU sntdneis,isic exutfininitislaqtitu uadsiinpeartib unssivcoansquurg ere-. in te a lîta tis etenrosnenpoonsscuonm tm disuntin ganute isn,isexi fin iti­ gruram dfin uscita in ic q u o oniu nita ctio sudrg atm tootadum quaelita inratednib sio fin ,rennaedtiaclib eounm epm spthtis in glo u s d iffe u s ro p o rtio n a te i-s s o p h a n d u m . Q u a m v is a u te m h i g ra d u iu vrerio retum sem netenntia m in re ncotu nsdiseatin -gdeuxm atantu a c , ta d is c u rs u s fa m hanbeem t in onrd inneosatra ded,isqtin ctio nem m euttcraotio nvcim enpetio m e tis u ia e tia dnisictin cteti,s,cosindgpraiudunsturipusitpinrateercissee naconfo corm mam u a n liter sumantur, ut sumidebent.

N à t n u n a d if f e r e n t ia s u b a l t e r n a n o n i n d u d i t a lia m , q u ia n e q u e i n f e r i o r e s t d e c o n c e p tu s u p e r io r is n e q u e e c o n v e r s o ; s u n t e r g o d i f ­ f e re n tia te s g r a d u s in t e r m e d i i o m n in o c o n d ì s tin c ti e t n o n c o m m u n ic a n t e s i n t e r s e ; e r g o e x h a c p a r t e d i s tin c tio ill o r u m , e tia m s i s i t s e c u n d u m r a tio n e m , n o n p o t e s t p r o c e d e r e i n in f i n itu m n e c c o m p a r a r ! p o t e s t c u m d i ­ v is io n e p a r t i u m c o n t i n u i . A liu n d e v e r o q u i l i b e t illo r u m g r a d u u m in d iv is ib ilis e s t s e ­ c u n d u m c o n c e p t u m ; n a m q u a e l i b e t d if f e ­ re n tia , s iv e g e n e r ic a s iv e s p e c ific a , in d iv is i­ b ilis e s t, e s tq u e t a l i t e r in d iv is ib ilis u t a u g e a t e s s e n tia lite r r e i p e r f e c tio n e m i n o r d i n e a d c o n c e p tu m m e n t i s ; e r g o e tia m i n o r d i n e a d m e n tis c o n c e p tu m n o n p o t e s t e s s e n tia f in ita d iv id i v e l c o n s ti m i p e r h u iu s m o d i d i f fe re n tia s n is i n u m e r o f in i ta s , q u a e c u m i n ­ d iv is ib ile s s in t, n o n p o t e r i t i n e a r u m d iv i­ s io n e p r o c e d i i n in f in itu m . 2 $ , E t i t a m a n e t e f f ic a x c o n s e q u e n t ^ f a c ta i n t e n i a r a t i o n e ; e t c e s s a t o b ie c tio i n ­ s in u a t a i n s e c u n d a e v a s io n e , q u ia in r e f in ita n o n p o s s u n t c o n tin e r i, e t i a m i n p o te n tia ,

Disputación XV.—Sección XI

797

nitos grados que no se comuniquen entre sí y aumenten la perfección o canti­ dad de esa realidad. Por eso, si se conciben y distinguen de una sola vez racio­ nalmente todas las diferencias que pueden fundarse en la esencia de una cosa, su número no podrá aumentarse ni respecto de las cosas existentes, ni respecto de las posibles, ya que por ellas se asemeja o se diferencia de todas, tanto de las que existen, como de las que pueden existir. 26. Con esto queda también fácilmente esquivada la primera objeción, pues­ to que, sea cual sea el concepto bajo el cual se multipliquen las diferencias, y ya estén subordinadas entre sí, ya no, no pueden darse más que en número finito por la causa dicha; concretamente, porque ni siquiera con la mente puede dividirse una perfección finita en muchas cuasi partes que no se comuniquen entre sí, a no ser únicamente en número finito. Empero es más probable que todas las diferencias que pertenecen a la constitución de una esencia estén subor­ dinadas entre sí de algún modo como potencia y acto; de lo contrario no po­ drían constituir un uno p e r se. N i es tampoco verosímil que se incurra con esto en círculo vicioso, dado el grado de oposición que mantienen entre sí las relaciones de acto y potencia. 27. Por eso, aunque un mismo género sea dividido por nosotros de diver­ sos modos, con todo no siempre se divide por diferencias propias e inme­ diatas por las que quede inmediatamente contraído y actualizado; y por eso ■puede suceder alguna vez que dos diferencias se comparen entre si como po­ tencia y acto. Verbigracia, en el ejemplo propuesto, aunque la sustartcia'pueda dividirse en c o rp ó re a e in c o rp ó re a , v iv ie n te y n o v ív e n te , la primera división es siempre la inmediata y próxima, de lo cual tenemos un indicio en que aquélla está tomada como de los principios intrínsecos y de la entidad absoluta de la realidad, mientras que a ésta se la considera en orden a la operación; por eso la diferencia «viviente», tal como está en las cosas corpóreas, se compara, siem• pre como acto y no como potencia con el grado «corpóreo». Y aunque tal di­ ferencia se encuentre también en las cosas incorpóreas, se encuentra, sin em­ bargo, . de un modo completamente^ distinto, ya que la sustancia incorpórea es —p o r'a sí decirlo—: totalmente viviente,' esto es, vivé por razón de su sustancia.

um arbitu acetu.s et potentiae in itapinete rctio senneom ncsoeumm antia et areui.- lu adm eo7,.scin tQ inuhte sead,oinqpuepsaom sita gQ eufin natia rfe qurunaeicnttita te m 2 o c irc vnisonidtaem gnensuesmvpaeriis re , s i s e m e l c o n c ip ia n tu ra tio n e d i­ m o d is a n o b is d iv id a n e * , m e r sstin g u a c i tu r o m n e s d iffe re n tia e q u a e in e s ­ d iv id itu r p e r p ro p ria s e t im m e d ia ta s d iffe ­ e n tia re i fu n d a ri p o s s im i, e a ru m n u m e ru s natia s qeutibuidseopro xriimealiq counatra hituproteesttauc-t ateungtiu erim nonsivpeotepnot,ssib siviliu ere s;pecptu reilla rusmeenxim is- re tu tu r; fie n d o m e r aesedtiffe re nntia e.U intteinresxeem cpolo mppaore ntu,rlicuett csuennvteqnuitam autqudaiffe rtsseabpoosm nnib us, tarnquae dacutu p o te tia s ito e e s u t. et 6c.tio, nEatm indqeuaectia m enxeclum ditu rpli-riorsubstantia dividi possitepter ocebn2ietu uetm qiv ufaeecsile rautio ueltip s e m p e r p rio r d iv is io e s t im m e d ia ta e t p ró ­ r d iffe re n tia e , s b o rd in a ta s in t x im a ; c u iu s s ig n u m e s t q u o d illa s u m itu r in te r s e s iv e n o n , n o n p o s s u n t e s s e n is i in asiteexrei,intrin scecviseropsrin cip iisrinetord abinsoeluatad nscuilic meero fin ito pproeprfe tecrtio dictanom capuosteascti;eqtia uiam , eqnutita h a e u m itu t, fin ita n tioesntem ;reebtusidceoorpdoiffe re nsetia vrivecnotis , m enntecodm ivm iduinic inanptelusre snisquiassoilupm arteinsin tem resroe opproera u t in re is , m p e m ­ n o , n u utore acutu s.eEttnqounam uvtispoilla tentia adregnratia­ fin ssauetessm stediffe re ntiatio snoem ­ pdaura aeinriaeco:turp m disiffe ncoensito qe.unPaiuro enbtaadebsiliu useniu em netia cin onte stitu m re p r e tia m in re b u s in c o rp o ré , tasm enn­ v a liq u o o d o r s e s u b re p e ritu r lo n g e d iv e rs o m o d o , q u ia s u b ta oprd in a ta s u t p o te n tia m e t a c tu m ; a lia s n o n rpoerest,aveiv stit(urattioitanedto ictiu am ossm entestunvuem pile er in sehcoocnsctitu em reitti .N quue- vtiaiveninsc,oid s)sto ubtaslite tan-r etia risim om ceirc incorpoream, viventem

corpoream non viventem,

798

D ispu tacion es m etafísicas

total, mientras que la corpórea por razón de una parte; y éste parece que es el modo especial en que se la toma cuando se establece como diferencia de cuerpo. Y aunque concedamos que puede haber una diferencia común de vi­ viente que abstraiga de los dos modos dichos, de aquí puede suceder a lo más que algunos géneros que no están en subaltemación tengan una diferencia co­ mún, cosa que acaso no constituye un inconveniente, pues asi lo juzgó Aristóte­ les en el lib. VI de los T ó p ic o s , de lo cual nos ocuparemos en otra parte. 28. O tr o a rg u m e n to cíe A r is tó te le s en fa v o r d e la co n c lu sió n .— Queda, pues, de esta forma suficientemente explicado y confirmado el tercer argumento, re­ cibiendo también del raciocinio anterior corroboración el primero. A su vez, el segundo, si no se lo aplica a las propiedades en rigor en cuanto expresan las facultades operativas o alguna otra realidad distinta de la sustancia, sino que se aplica a cualquier modo de ser o de operar, puede defenderse, puesto que nos­ otros distinguimos estos géneros y diferencias preferentemente en orden a al­ guna propiedad de este tipo. Añade, por fin, Aristóteles otro argumento, a sa­ ber, porque si se diese proceso al infinito en estas diferencias, jamás podríamos llegar a conocer o definir con bastante distinción una cosa, puesto que el co­ nocimiento o definición absolutamente distinta comienza por el género supremo y llega mediante la adición de todas las diferencias hasta la última, lo cual no podría realizarse si fuesen éstas infinitas. Esto acaece sobre todo en el conoci­ miento humano, que avanza paso a paso de una cosa a otra, del mismo modo que es imposible llegar hasta el infinito a través de una enumeración sucesiva," según consta por el lib. III de la F ísic a , c. 7, y es harto evidente de por sí.

nedraiin tedllig are tunr,tiadeefem nad­i tia suliae,mcoodrp ore ainviero ceatu tiornecupm artispo;nqitu uor pdooteesst,senqduiiavhelaeocpegra e n e t iffe sdpiffe eecia o s u v id euadm isdpnro gupurie ntutarteamnobhis psem roodrd inU em ado reconm tiamcuonrp orisd.iffe Etreqnutia am visvdivem utisspòabssse- xaim liq u iu i. ltim d a ri e m l!! e n rishtoistelediffe s areliantiis mra tio nepm ,censseum pin e, tra hem nutem mfitabaliq illisuadgueonbeuras nm ondiss,ubin dernaad- àqdudiaitsiA in e s s e t ro s stim um o a ltc fin itu m,congunncqsucaim podsesfin etiti, resqauniaobcisognsaitio tis sita hsaebere diffe re nin tiacm ceonm m u;nem , in d is tm e te a n t« qeruifoindpocfo n a s n o n e s t o n v ie n s ita um doefin itiò Q m ninpoerdisadtin ctio ta•nin cipoitm aniusum -' g e n e re , e t ie c e m qu2o8.aliaosn.sult«Aristoteles; VIlib.Topic»d*. spdsre iffe refie ntia mom poesrvseetnitsiilla usqeueessaedntuinltim am ; q u o d ri .n n p fin its e ;" . — S ic ’ i lìtu r s a tis d e d a ra ta e t c o n firm a ta um odanm aqxuim ephaaublaetim t locpurom initaebogunnitiò nade m netdteisncuiaisuratio ;uertapcrim a_eStiaecm edxapvra e-, Q fiu a , a e c e d a dsiicanto ro b c ip it. u n e ro m,nqsiri uom ocdcoesim peosnsuibm ile ensdtoir, uin fin itu m ontedseopptoeprarie taitib utsaliq inurig otrealia , um tdreicm unat aplia e rtra s u s iv e ra t c o n s ta fa c ilita n d a u a n substantiadistinctam,seddequolibet mo­ exIIIPhys.,c.7,etsatisestpersenotum.t Alia pro conclusione ratio Arìstoie-

lis

IN D IC E D E LAS D IS P U T A C IO N E S C O N T E N ID A S E N E S T E TOM O I I

Pass. D isputación

VII.—Diversos géneros de distinción ...................................................

7

»

VIII.—¿ a verdad o lo verdadero, pasión del ente ...........................

69

&

La falsedad o lo falso .................................. ......................... . ...

167

X.—El bien o la bondad trascendental ..........................................

209

»

X I .—El mal ..................................................................................................

275

»

X II.—Las causas del ente en general ...................................................

321

»

X III.—La cansa material de la sustancia .............................................

377

i

XIV.—La causa material de los accidentes ........................................

539

»

XV.—La causa formal sustancial ..........................................................

629