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DESPUÉS DE BABEL

GEORGE STEINER

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T r a d u c c ió n d e A d o l fo C a s t a ñ ó n

GEORGE STEINER

DESPUÉS DE BABEL Aspectos del lenguaje y la traducción

F O N D O D E C U L T U R A E C O N O M IC A MÉXICO

P rim era edición en inglés , 1975 Prim era edición en español, 1960

Título original :

After Babel. Aspects of Language and Translation

© 1975, George Steiner Publicado por Oxford University Press, Nueva York D. R. © 1980, F ondo de C ultura E conómica Av. de la Universidad, 975; M éxico 12, D. F. I S B N 968-16-0608-6 Im preso en México

A Z a ra

ein a’cheret

AGRADECIMIENTOS S i bien este libro tuvo que definir su propio campo, no por ello es m enos dependiente de un amplio conjunto de obras precursoras. A este respecto, la bibliografía y las notas al pie constituyen el m ás genuino acto de agradecim iento. E l origen del presente estu dio se encuentra en el Penguin Book of Mó­ d ern verse Translation que publiqué en 1966 (y que en fecha reciente ha salido de nuevo a la luz b ajo el títu lo Poem into P o e m ). T on y Richardson fue un colaborador cercano en ese proyecto. S u temprana y trágica m uerte deja un vacío. Hay deficiencias en el libro que él habría sid o el primero en se­ ñalar. E n el curso de este trabajo m e he beneficiado del in­ tercam bio de opiniones con diversos traductores y con un núm ero creciente de poetas y estu diosos interesados en la traducción. Só lo me perm itiré m encionar a R obert Fitzgerald, R og er Sh attu ck , D onald Carne R o ss, W illiam Arrow sm ith, N athaniel T a m , Jo h n Fred erick N im s, Cristopher Middleton y O ctavio Paz. A lgo del m aterial teórico y práctico presentado en e ste libro surgió en el curso de diversos sem inarios en H arvard , Y a le y la U niversidad de Zurich. E n cada caso, mis deudas con lo s estu dian tes son considerables. Tam bién, en di­ versos m om en tos, será obvio de cuánta utilidad m e fue el interés personal de Claude Lévi-Strauss y de I . A. Richards. Th om as S eb eo k — cuyo conocim iento de toda la gama de estu d ios sobre el len gu aje que se desarrollan en la actualidad quizá n o tenga paralelo— , ha sido un aten to lector. Noam C hom sky m ostró su generosidad al expresarm e sus desacuer­ dos en com unicaciones privadas (in clu yo un intercam bio de puntos de v ista en un libro an terior, E x tra te rrito ria l: Papers on L ite ra tu re an d the Language Revolu tion (1971). E l señor R o b ín A n d erson , del Churchil l College, leyó el borrador de lo s prim eros tre s capítu los y ofreció su asistencia crítica en algunos asu n tos de orden técnico. Durante las prim eras eta­ pas de la in vestigación , recibí el apoyo invaluable de la Fu n ­ dación Guggenheim . Com o ta n to s otros escritores y estudio­ so s, en con tré en su d irector, G ordon R a y , a un aliado vital. Mi deuda con la señora E . Sou th ern , m i a sisten te, es tal que sólo pu ede ser consignada. E n un sen tid o concreto, e ste volum en debe su existencia y su exten sión a las iniciativas de Jo n Stallw orth y y sus 9

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AGRADECIMIENTOS

colegas en la Oxford U niversity Press. Su yas han sido la critica y la indispensable paciencia. B em ard Dod y Nicolás B arker probaron cuán rigurosos y útiles revisores de manuscritos son. E n Jo n Stallw orth y conviven el poeta y el traductor. Y o he aprovechado esa ventaja. B a jo este rubro es habitual agradecer a la propia familia y al círculo inm ediato de am igos su tolerancia o entusiasm o durante la larga y a veces obsesiva elaboración de la obra. Pero es hipócrita hacerlo, ¿pues qué o tra elección tenían? La dedicatoria de este libro, por otra parte, dice sólo una frac­ ción de lo que significa. G. S. Cambridge, octubre de 1973

Der Mensch gebärdet sich, als sei er Bildner und Meister der Sprache, während doch sie die Herrin des Menschen bleibt. Wenn dieses Herrschaftsverhältnis sich umkehrt, dann verfällt der Mensch auf seltsame Machenschaften, Die Sprache wird zum Mittel des Ausdrucks. Als Ausdruck kann die Sprache zum blos­ sen Druckmittel herabsinken. Dass man auch bei solcher Benutz­ ung der Sprache noch auf die Sorgfalt des Sprechens hält, ist gut. Dies allein hilft uns jedoch nie aus der Verkehrung des wahren Herrschaftsverhältnisses zwischen der Sprache und dem Menschen. Denn eigentlich spricht die Sprache. Der Mensch spricht erst und nur, insofern er der Sprache entspricht, indem er auf ihren Zuspruch hört. Unter allen Zusprüchen, die wir Menschen von uns her nie zum Sprechen bringen dürfen, ist die Sprache der höchste und der überall erste.* M artin Heidegger, "...Dichterisch Wohnet der Mensch. . . " 1954 Ningún problema tan consustancial con las letras y con su mo­ desto misterio como el que propone una traducción. J.-L. Borges, "Las versiones homéricas", Discusión, 1957. La théorie de la traduction n'est done pas une linguistique áppliquée. Elle est un champ nouveau dans la théorie et la pratique de la littérature. Son importance épistémologique consiste dans sa contributiqn à une pratique théorique de l 'homogénéité entre signifiant et signifié propre à cette pratique sociale qu’est l'écriture.** H enri Meschonnic, Pour la poétique II, 1973. * E1 hombre actúa como si fuera el creador y el dueño del lenguaje, cuando es éste su señor. Cuando esta relación de dominio es invertida el hombre sucumbe a extrañas coacciones. El lenguaje entonces se vuelve un medio de expresión. Cuando es expresión, et lenguaje puede degenerar en mera impresión (mera impresión en el sentido tipográ­ fico). Aun cuando el uso del lenguaje no sea más que éste, es bueno que uno sea cuidadoso con la propia habla. Pero esto solo no puede sacarnos de la inversión, de la confusión sobre la verdadera relación de dominio entre el lenguaje y el hombre. Pues de hecho es el len­ guaje el que habla. El hombre empieza a hablar, y el hombre sólo habla en la medida en que responde a y se corresponde con el lenguaje, y sólo en cuanto oye al lenguaje dirigirse a él, concurrir a él. El len­ guaje es el más alto y en cualquier lugar el más importante de esos asentimientos que nosotros, seres humanos, nunca podremos articu­ lar únicamente a partir de nuestros propios medios. ** La teoría de la traducción no es pues una lingüística aplicada. Es un campo nuevo en la teoría y en la práctica de la literatura. Su importancia epistemológica reside en su contribución a una práctica teórica de la homogeneidad entre significante y significado, propia de esa práctica social a la que llamamos escritura. 11

I. ENTENDER ES TRADUCIR 1

E l. A cro I I de C im belino se c ie rra con u n m onòlogo de Pòs­ tu m o . C onvenecid o de q u e Iac h im o h a poseido realm ente a Im ogena, in ju ria a la m u je r con a m a rg u ra : I s there no w ay fo r m an to be, b u t w o m en M u st be half-w orkers? W e are alt bastards, A nd th a t m o st venerable m an, w h ic h I D id call m y fa th er, w as I k n o w n o t w here W hen I w as stam p'd. S o m e coiner w ith his tools M ade m e a co u n terfeit : y e t m y m o th e r seem ’d T h e Dian o f th a t tim e : so d o th m y w ife T h e nonpareil o f this. O vengeance, vengeance! M e o f m y la w fu l pleasure sh e restrain'd, A n d pray'd m e o ft forbearance: did it w ith A p u d e n cy so rosy, the sw e e t v iew o n 't M ig ht w ell have w a rm ’d old S a tu rn ; th a t I th o u g h t her A s c h a ste as u n su n n 'd snow . O, all th e devils! T h is y e llo w I achim o, in an hour, w a s't not? O r less; a t first? P erchance h e sp o k e no t, but L ik e a futl-acorn 'd boar, a G erm an one, C ried 'O l’ a n d m o u n te d ; fo u n d n o op p o sitio n B u t w h a t he lo o k 'd fo r sh o u ld op p o se and she S h o u ld fr o m e n c o u n te r g u ard. C ould I fin d o u t T h a t w o m a n 's p a rt in m e — fo r th e re 's no m o tio n T h a t te n d s to vice in m a n , b u t I a ffir m I t is th e w o m a n 's p a r t : be i t lying, n o te it, T h e w o m a n ’s : fla tte rin g , h ers; deceiving, h e rs: L u st, a n d r a n k th o u g h ts, h ers, h e r s : revenges, h e rs: A m b itio n s, co vetin g s, change o f p rid es, disdain, N ic e longing, sla n d ers, m u ta b ility ; A ll fa u lts th a t n a m e , nay, th a t h e ll k n o w s, w h y, hers I n p a rt, o r a ll: b u t r a th e r a ll. F or e ve n to vice T h e y are n o t c o n sta n t, b u t are changing still; O ne vice, b u t o f a m in u te old, fo r one N o t h a lf so o ld as th a t. I ’ll w r ite against tk e m , D e te s t th e m , c u rse th e m : y e t 'tis g rea ter skill I n a tr u e ha tè, to p ra y th e y h a ve th e ir w ill: T h e v e r y d e v ils c a n n o t p lague th e m b e tte r * * P ò stu m o . "¿N o h a y m e d io d e q u e lo s h o m b re s v e n g a n a l m u n d o sin q u e la s m u je r e s h a g a n la m ita d d e la ta r e a ? T o d o s so m o s bas13

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Por supuesto, ésta es sólo u na versión parcial de lo que Shakespeare escribió. Cimbelino fue impresa por vez primera en 1653, y la distancia entre el "m anuscrito" de Shakespeare y los más antiguos textos impresos sigue manteniendo ocupados a los especialistas. Pero, de hecho, no transcribo la versíón de 1623. Cito la edición Arden que de esta pieza ha hecho J. M. Nosworthy.* Su versión del parlamento de Póstumo se funda en una mezcla hecha de juicios personales, prohabilidad textual y precedentes eruditos y editoriales. Es una revisión llamada a responder uniformemente a las neccsidades y recursos del lector educado medio de la primera mitad del siglo xx. Difiere del Folio en la puntuación, la división por lineas, la ortografía y la distribución de las mayúsculas. El efecto visual que produce esta versión es notablemente tardos, y aquel hombre honorabilísimo a quien yo llamaba padre, es­ taba no sé dónde cuando fui forjado. Algún monedero falso, con sus herramientas, hizo conmigo una falsificación de monedas legal. Sin embargo, m i m adre parecía la Diana de su época, como mi mujer parece la maravilla de la suya. ¡Oh, venganza, venganza! A menudo me restringía en mis placeres legítimos, y m e rogaba que m e moderase. Lo hacia con un pudor tan enrojeciente, que aquel amable es­ pectáculo habría encendido al viejo Saturno. Tanto, que yo la creía cast a como la nieve que el sol no ha llegado a visitar. ¡Oh, voto a todos los diablos! Ese am arillento Iachimo, en una hora, ¿no?, o en menos acaso, ¿desde la prim era entrevista?, quizá no ha hablado, sino que, como un jabalí harto de bellotas, como un jabalí alemán, ha gritado; "¡O h!", y la ha cubierto, sin encontrar otra barrera que la que le ha opuesto el objeto que deseaba, ese objeto que ella debía guardar de todo ataque. ¡Oh, si pudiera descubrir en m í lo que pro­ cede de la m ujer! Porque no hay en ei hombre inclinación al vicio que, lo aseguro, no venga de la m ujer. ¿Es la m entira? Es de la mu­ jer; estad seguros de ello. ¿La adulación? E s cosa de ella. ¿La tra­ pacería? Siempre de ella. ¿La lascivia y los m alos pensamientos? De ella, de ella. Ambiciones, codicia, orgullo cambiante, desdén, antojos nimios, maledicencias, versatilidad, todos los defectos que puede el hombre nombrar, aún más, todos los que el infierno conoce, le pertenecen, ¡pardiez!, en todo o en parte; porque no son constantes ni siquiera en el vicio, sino que siempre están cambiando un vicio de antigüedad de un m inuto por otro vicio ni la m itad de viejo. Quiero escribir contra ellas, detestarlas, m aldecirlas... Y, sin embargo, el m ejor medio de aborrecerlas verdaderam ente es rogar porque se cumplan sus voluntades. Los mismos diablos no pueden castigarlas peor." Cimbelino en W. S., Obras completas. Estudio preliminar, traducción y notas por Luis Astrana Marín. Madrid, 1964. Editorial Aguilar. Duodécima edición, 1924 pp. * La versión española sigue el texto de la edición de W. J. Craig: The Complete Works of William Shakespear e ( The Oxford Shakespeare, Londres, 1913). [T .]

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distinto del que da la de 1623. En cierto punto, el editor sus­ tituye lo que él y otros especialistas creen una interpretación pervertida, e introduce lo que con toda probabilidad quiere ser una enmienda. La tarea del editor es interpretativa y crea­ tiva en el sentido cabal de la palabra. Son transparentes la inspiración y los principales gestos retóricos que animan el exabrupto de Pòstumo. Pero sólo una lectura acuciosa podrá exhibir los detalles y fuerzas múl­ tiples que allí se encuentran en juego. Un primer paso ten­ dría que dar cuenta del significado de las palabras más rele­ vantes —lo que ese significado pudo haber sido en 1611, fecha probable de la obra. Esto es ya algo difícil, porque el significado que en aquel entonces era común y corriente pudo no haber sido, o haberlo sido sólo en parte, el de Sha­ kespeare. En una palabra, ¿cuántos contemporáneos de Shakespeare entendieron a fondo su texto? Contexto indivi­ dual y contexto histórico están estrechamente entrelazados y son igualmente pertinentes. Podría empezarse con la elocuente asociación de stamp'd, coiner, tools y counterfeit. Se entretejen allí diversas corrien­ tes de significaciones y sobrentendidos. Invocan lo sexual y lo monetario, así como las diversas relaciones, a menudo subterráneas, que se tienden entre estos dos aspectos de la voluntad humana. El falsificador de monedas da a la estam­ pa moneda falsa. Uno de los significados de counterfeit es "pretender ser otro", cosa que no deja de resultar apropiado para Iachimo. El Oxford English Dictionary cita un uso de 1577 según el cual counterfeit significa "adulterar”. El entreveramiento de adulteración (adulteration) con adulterio ( adultery) sería un signo característico de la total y atenta sumisión de Shakespeare al campo de fuerzas y de sugeren­ cias en el que las palabras gastan su compleja vida. Herra­ mientas ( tools) tiene una burda resonancia sexual; ¿habría allí un eco, un matiz del verbo stam p, para el cual el Oxford English Dictionary encuentra un ejemplo de 1598: "a blow with the pestle in pounding" (movimiento con la mano del mortero al moler y, también, inflar con la mano al bombear)? Ciertamente, resultan pertinentes algunas acepciones, como la de "im prim ir papel" (proveniente del italiano: stampare), pues las misivas falsas y verdaderas tienen un papel de pri­ mera importancia en Cimbelino, o la de "estigm atizar". Este último es de especial interés: el Oxford English Dictionary y los glosarios shakesperianos nos conducen directamente a

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M ucho ruido y pocas nueces. P ronto se hace evidente que la condena que Claudio lanza a las m ujeres en el Acto IV, Escena I de esa obra, presagia la rabia de Póstum o. Pudency es una palabra tan rara que e l O xford E nglish Dictionary cita a Cimbelino como autoridad p ara sancionar su incuestionado significado general: "susceptibilidad a la vergüenza". Rosy pudency es un pudor que se s o n ro ja ; pero las asociaciones eróticas son insistentes, reiteradas, y forman parte de un cierto tono de esa obscenidad febril que recorre la obra. Pudenda, que ya aparece en 1398, pero que sólo se incorpora al uso corriente hasta 1630, no puede ser excluida. T anto "vergüenza" como "ocasión sexual p ara vergüenza" son perceptibles en pudic, que Caxton recoge del francés en 1490 con el significado de "casto ". Shakespeare usa la pala­ bra chaste tres líneas m ás adelante en la sorprendente ima­ gen "casta como la nieve que el sol no ha llegado a visitar". Esta imagen de frío despiadado puede h ab er sido sopesada en la m ente del poeta después de haber hecho la referencia al viejo Saturno, dios del invierno estéril. E l "amarillento Iachim o'' ( yellow I achim o) capta de inm ediato la atención. Es tangible la aureola de m aldad. ¿Pero qué es lo que se está dan do a entender? Si bien el verde es el m ás corriente atributo de los celos, en 1602 M iddleton em plea yellow para significar "alterado por los celos", Shakespeare hace lo mis­ mo en El cuento de invierno, obra contem poránea de Cimbetino, y en Las alegres com adres de W indsor ( I. III) lo amari­ llo [ yellow ness] va en representación de los celos [ jealousy] (¿podría h ab er en el transfondo u n a falsa etim ología?). Iachim o está celoso de la nobleza de Póstum o y de su bue­ na fortuna, pues goza de la fidelidad y el am o r de Imogena. Pero ¿en realidad Póstum o sabe esto o, precisam ente, la fuer­ za dram ática del epíteto reside en que excede su percepción consciente? Mucho m ás tard e y ya con los m atices norteamericanos, am arillo vendrá a expresar así cobardía com o men­ dacidad, " la prensa am arillista". Aunque estos dos matices sean bastante afines a Iachim o, Shakespeare n o los tenía a la m ano. ¿Qué m atices y sentidos latentes en la palabra y el color dieron origen al subsecuente uso peyorativo? A veces, Shakespeare parece "o ír" d entro de la palabra o la frase la historia de sus ecos futuros. Encounter entendido como "solicitud eró tica" ( c f Los dos hidalgos de Verona, II,V I I ) es m ucho m ás fácil de ubicar; en el contexto presente, el empleo que se hace del térm ino en

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Mucho ruido y pocas nueces (III, I I I ) resulta particularmen­ te relevante. La obscenidad isabelina sugiere que es posible un amargo juego de palabras. De otra parte, motion requerirá un extenso tratam iento. Aquí significa llanamente impulso. Pero la solución de la palabra que abarca desde aquí hasta la moderna emotion constituye por si misma una historia de los sucesivos modelos de conciencia y voluntad. Change of prides ha mantenido atareados a los editores. El significado superficial es vívido y compacto. ¿Debemos derivar su fuer­ za de sugerencia de una asociación de prides con "arreos ornamentales"? En Doctor Fausto se desarrolla ampliamente esta asociación. En la versión antigua Ambiciones, Codicia, Desdenes, Maledicencias, Versatilidad, Vicio y sus respectivas mayúsculas nos remiten al idioma emblemático, personifica­ do, de las piezas moralizantes y de las alegorías paganas de la época de los Tudor, idioma en el que Shakespeare y Marlowe se sentían a sus anchas y muchas de cuyas convenciones reaparecen, si bien intelectualizadas e interiorizadas, en las últimas tragicomedias del primero. Al poner estas letras en minúsculas, el texto moderno sacrifica un efecto pictórico y sensorial por demás específico. El Folio lee Nice-longing, Esto puede ser del propio cuño de Shakespeare o bien puede de­ berse a una lectura errónea del impresor. En el empleo que Póstum o hace de nice, Shakespeare aprovecha cierta inesta­ bilidad de la palabra, una duplicidad de ambientes y atmós­ feras. El término puede desplazarse hacia dos polos: hacia una noción de delicadeza, de fuerza educada, o hacia una suer­ te de indulgencia vagamente corrupta y hedonista. Tal vez gracias a una distribución finamente calculada de las vocales, nice tiene aquí un sentido desagradable. Wanton y lascivious son vecinos. Al igual que motion, mutability requiere un tra­ tam iento extenso. Desde Troilo y Cressida de Chaucer has­ ta el inconcluso Libro VII de Faerie Queen ( La Reina de las H adas) la historia del concepto es apasionante. Incorpora ideas filosóficas, quizá con algún m atiz astrológico, nociones sobre la inconstancia universal y sobre la caprichosa y anár­ quica fortuna que gobierna variable la totalidad de los des­ tinos humanos. Pero ya en Chaucer y en el Troy Book (14121420) de Lydgate la palabra se encuentra estrechamente li­ gada a la tan cacareada deslealtad de las m ujeres: " They say that chaunge and mutabylyte / Apropred ben to femynyte." * * "Dicen que el cambio y la inconstancia / se acuerdan bien con las mujeres."

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Con m utability culm ina la letanía de reproches lanzada por Pòstum o. Si lm ogena se ha entregado a Iachimo, ya no es posible confiar en nada, y el infierno está cerca. Aun si sus elem entos léxicos e históricos se quisieran to­ tales, tal glosario seria apenas un m ovim iento preliminar. Una lectura integral atendería luego los aspectos sintácticos del pasaje. El de la gram ática de Shakespeare es por sí mis­ m o vasto campo. En las últim as piezas parece desarrollar una taquigrafía sintáctica; la estru ctu ra norm al de la oración se ve som etida a un intenso esfuerzo dram ático. A menudo, tram a y sentim iento se adelantan en tropel a las conexiones o subordinaciones gram aticales ordinarias. Los efectos son teatrales en el sentido estricto — Coriolano es especialmente rico en ejem plos. Oímos resonar el discurso en m edio de una intensa acción. Las palabras "nos duelen" con una cer­ canía, con una congruencia intrínseca anteriores a las con­ venciones atenuadas y frecuentem ente superfluas del habla pública ponderada, y "propia". Pero esa congruencia no es la de la gram ática o rdinaria. D urante la diatriba de Póstumo, las sucesiones y relaciones ordinarias parecen rom perse en dos puntos (líneas 19-28). Algunos editores leerían : "All faulte that m ay be nam ed, that hell kn o w s." O tros se atienen al texto del Folio suponiendo que los deslizam ientos de Pòs­ tum o en la incoherencia son un recurso teatral deliberado. Tan nauseabunda es la im agen del fácil triunfo sexual de Iachim o, que Póstum o pierde el h ilo de su d iscu rso ; en su sintaxis y en su m ente inflam ada p o r la cólera, I achimo e Im ogena se han confundido m om entáneam ente. Además de ser necesario, el análisis gram atical sistemático incide profundam ente en las cosas. Pero el glosario y la sin­ taxis no dejan de ser instrum entos. La tarea principal del " lecto r in teg ral" consiste en definir, h asta donde se lo permi­ tan sus fuerzas, el conjunto de intenciones que anim an el m onólogo de Pó stu m o : prim ero d en tro de la obra, luego en relación con lo que se sabe de las convenciones teatrales shakesperianas e isabelinas, y, en tercer lugar, lo m ás difícil, su tarea consiste en ubicar ese m onólogo en el contexto de las norm as orales y escritas de la prim era m itad del siglo XVII. Lo que está en juego es el núcleo m ism o del m ecanism o de la interpretación. Al tra ta r de cap tar la intención de Pòs­ tum o y sus relaciones secretas con esa intención, tratamos de d eterm in a r cuáles son los " tonos valorativos" o las "eva­ luaciones" relevantes. Em pleo estos térm inos a falta de no-

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menclatura más rigurosa para designar un contexto diná­ mico de conjunto. Espero que su definición vaya surgiendo a lo largo de este libro. ¿En realidad "Pòstum o piensa lo que dice”? (y ese giro entrecomillado que denuncia la intención es ya en sí mismo un coloquialismo cargado de suposiciones lingüísticas y psico­ lógicas) ¿Cree en lo que está diciendo o sólo lo hace hasta cierto punto? Las respuestas se alojan en parte en nuestra "lectura" del personaje Pòstumo. Pero ese personaje es una construcción semántica, una amalgama de señales verbales y gestuales. Está dispuesto a padecer angustia y desespera­ ción. Y quizá deberíamos discernir en su retórica cierta ten­ dencia al exceso, hacia el discurso articulado que va más allá de los hechos. ¿Qué influencia tiene esta invectiva sobre la disposición escénica? Granville-Barker suponía que el per­ sonaje debe decir su parte desde el fondo del escenario para adelantarse una vez que ha terminado. Según esto, Iachimo y Filario permanecerían al alcance de la voz. Si tal es el caso, nos encontramos ante un soliloquio parcial, ante un enunciado que, al menos en parte, tiene por objeto la comu­ nicación hacia el exterior, en este caso a Iachimo. ¿Esto po­ dría d ar cuenta de la condensada gramática, de la evidente ambigüedad del discurso a la m itad del monólogo? ¿O en verdad Pòstumo está solo y únicamente se sirve de la con­ vención del pensamiento en voz alta para que todo el público escuche el suyo? Al exam inar el pasaje nos sorprenden ciertos elementos de estilo y cadencia subversivos de cualquier gravedad final. El retintín de furia cómica que deja entrever la miopía de Clau­ dio en Mucho ruido no está del todo ausente en Cimbelino. En la carga incrim inadora de Pòstumo hay innegable seriedad y enfado; pero la repetición de hers, la cándida acumulación de vehemencia produce una delicada retracción. "I ' l write against them " raya en la comedia. De hecho, es tal el efecto de ligereza y prosaísmo burlesco al final del pasaje, que no pocos editores han considerado añadido espurio a la última línea. Pero ¿también podría ser cierto que, en nivel de con­ ciencia ubicado en la frontera de las intenciones declaradas, Pòstumo no crea, no pueda creer por completo las mentiras de Iachim o? Pero si las creyera sin ninguna reserva, ¿merecería reunir­ se de nuevo con Imogena? (La esencia de la tragicomedia exi­ ge que la ceguera autodestructiva sea suavizada siempre que

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sea posible.) Más aún, como señalan los estudiosos, la filípica de Pòstum o es convencional prácticam ente en todos los niveles; su visión de la m ujer corrupta no es m ás que un locus comm unis. Se pueden en co n trar paralelos cercanos en la traducción que H arrington hizo del Orlando furioso ( X X V II ), en el Libro X del Parabo perdido, en el Falso parásito o El Fauno de M arston, así como en num erosos satíricos y moralistas del siglo XVII. Un tejido de relaciones tan estilizado nos llama la atención sobre una cierta distancia e n tre el verdadero yo de Pòstum o y la furia de sus declaraciones. La náusea de Otelo, am ante destruido que cae en u n a visión del caos universal, así como la historia enferm iza de Leontés en El cuento de invierno pulsan una nota muy d istin ta. La determinación de los valores tonales, de todo el acóntecimiento sem ántico actualizado por las palabras de Póstumo, el intento de llegar a com prender el alcance de esas palabras tanto hacia adentro como en relación a los o tro s personajes y a l público, se mueven en círculos concéntricos, cada vez más dilatados, cada vez m ás amplios. Del personaje Póstumo Leonatus del final del Acto II, pasam os a Cimbelino como un todo, luego al dram a shakespeariano en su conjunto y de allí al contexto de referencias culturales y literarias a que este últim o nos rem ite. Pero m ás allá de e s te amplio y complejo contexto de referencias se despliega la esfera en que se da form a a la sensibilidad de todo un siglo. Espacio pri­ mordial y sin em bargo defectuosam ente explorado. Poco sa­ bemos de la in trah isto ria, de los procesos siem pre cambiantes de la conciencia en una civilización. ¿Cóm o se h a n servido del lenguaje las diversas cu ltu ras y épocas h istó ricas, cómo convencionalizan o cómo actualizan las m últiples relaciones posibles entre la palabra y el objeto, en tre la significación convencional y la ejecución concreta? ¿Cuál era la semántica del discurso isabelino y qué pruebas podríam os c ita r en apoyo de una respuesta? La distancia e n tre las señales lingüísticas y la realidad en el hebreo bíblico o en la poesía c o rtesan a japo­ nesa, no es la m ism a que en el inglés jacobino. ¿P ero podría­ mos reg istrar con un m ínim o de seguridad estas diferencias vitales, o bien n u estra lectura de la invectiva de P òstum o está condenada a seguir siendo una co n jetu ra creativa, po r más escrupulosos que sean n u estros estudios léxicos y completas nu estras discrim inaciones ed itoriales? ¿Y dónde está n , cuáles son los confines de lo que es pertinente de lo que no lo es? A priori ningún texto a n te rio r o con-

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temporáneo a Shakespeare puede ser descartado por carecer de alguna relación imaginable. La cultura isabelina, la cultura europea no presentan ningún aspecto que escape al contexto total de un pasaje shakespeariano. Las exploraciones de la estructura sem ántica suscitan muy pronto el problema de las series infinitas. W ittgenstein preguntaba dónde, cuándo y por medio de qué criterios racionalm ente establecidos se podía suspender en el psicoanálisis el proceso de las libres asociaciones potencialm ente alusivas y significantes. Un ejer­ cicio de "lectu ra to tal" tam bién es potencialm ente interm i­ nable. Volveremos más adelante a esta vieja verdad de Pero Grullo. Verdad que toca la naturaleza m ism a del lenguaje y que se relaciona con la ausencia de cualquier respuesta sa­ tisfactoria o generalm ente acreditada a la pregunta "¿qué es el lenguaje?" Sense and Sensibility de Jane Austen apareció en 1813, dos­ cientos años después de Cimbelino. Detengámonos a exami­ nar las reflexiones de E linor Dashwood cuando se entera del compromiso de E dw ard F errars en el capítulo I del volu­ men I I : The youthful infatuation of nineteen would naturally blind him to everything but her beauty and good nature; b u t the four succeeding years —years, which if rationally spent, give such improvement to the understanding, m ust have opened his eyes to her defects of education, while the same period of time, spent on h er side in inferior society and m ore frivolous pursuits, had perhaps robbed her of that simplicity, which m ight once given an interesting character to her beauty. If in the supposition of his seeking to m arry herself, his difficulties from his m other had seemed great, how much greater were they now likely to be, when the object of his engagement was undoubtedly inferior in connections, and pro­ bably inferior in fortune to herself. These difficulties, indeed, with an h e a rt so alienated from Lucy, might not press very hard upon his patience; but melancholy was the state of the person, by whom the expectation of family opposition and unkindness, could be felt as relief! * * El enam oram iento de la juventud debía haberlo cegado naturalm ente a todo lo que no fuera la belleza y el buen carácter de su pro­ m etida; pero los cu atro años que siguieron —años que desarrollan tanto el juicio y el entendim iento cuando son razonablem ente aprove­ chados— deben h ab er abierto los ojos de Edw ard a las deficiencias de su educación; m ientras que d u ran te ese m ism o periodo, que Lucy ha­ bía pasado en com pañía de un m edio inferior y entregada a preocupa-

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Al parecer esto es algo m ucho m ás fácil de cap ta r con cierta dosis de confianza que un fragm ento de poesía dramática escrito en el estilo de las últim as piezas de Shakespeare. En la superficie, la prosa de Jane Austen no opone m ayores resistencias a una lectura in teg ra l; posee una "lum inosa transparencia". ¿No estarem os fabricando dificultades innecesarias? Creo que no, y la capacidad de hacer nacer nuevos obstáculos es una de las cosas que m antienen vivo a un "clásico". Más aún, parece discutible que estos renglones un poco refracta­ rios y casi escogidos al azar sean m ás difíciles de ubicar y de parafrasear a fondo que la retórica de Póstum o. Es engañoso el tono urbano y civil de Jan e Austen. Al igual que Henry James, Jane Austen se sirve del estilo para establecer y delim itar un terreno coherente, vigorosamente apto. El mundo de una novela de Jane Austen es radicalmen­ te lingüístico: toda la realidad está "codificada" en una len­ gua característica e inim itable. Todo lo que e stá fuera del código va más allá de lo que Jane Austen considera imagina­ ciones y fantasías adm isibles o, p ara se r m ás preciso, está fuera de los límites legítimos de lo que ella considera la “vida en la novela”. De ahí las funciones exclusivas de su vocabu­ lario y gramática. Están ausentes de aquí esferas completas —la política, la social, la erótica, la subconsciente— de la existencia humana. En el clímax de u n a revolución política e industrial, en una época de form idable activ id ad filosófica, Jane Austen compone novelas casi e x tra te rrito ria le s a la his­ toria. Con todo, las ilaciones lógicas del tiem po y el lu g ar han sido bellamente establecidas. El m undo de S ense a n d Sensibility y de Pride and Prejudice es u n a a s tu ta versió n del uni­ verso pastoral, una com pleja construcción de m ed iad o s y fi­ nes del siglo XVIII, ligeram ente desenfocada p o r la presencia de un punto de vista que no deja de pertenecer a la época de la Regencia. Ningún paisaje im aginario ha sido n u n ca más ciones más frívolas, quizás la había despojado de aquella sencillez que en su prim era juventud pudo im prim ir un sello in teresan te a su belleza. Si cuando se supuso que él in ten taría casarse con Elinor, la oposi­ ción de su m adre pareció considerable, ¡cu án to m á s g ran d e podía ser hoy!, cuando el objeto de su com prom iso era u n a persona cuya fortuna y cuyas relaciones hum anas eran m uy inferiores a las suyas. A decir verdad y teniendo en cuenta su falta de sim patía po r Lucy, esas dificultades no la aprem iaban dem asiado; pero la m elancolía era el sentim iento habitual de quien evocaba la oposición y aspereza fam iliares con el objeto de consolarse.

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estratégico, más expresivo, pero constantemente evocador de una situación moral. Y en virtud de esa misma omisión, lo que ha sido dejado fuera también es agudamente juzgado. Por eso, lo que ha sido callado lleva un peso tan específico en el lenguaje de Jane Austen. Al parecer, los agitados ensueños de Elinor Dashwood acer­ ca de Edward y de la "ignorante, egoísta y astuta" Lucy Steele no requieren glosario. De o tra parte, la estructura de la oración en el segundo párrafo llama de inmediato la aten­ ción. Hay allí dos oraciones, y ambas han sido abultadas has­ ta cierto punto. En comparación, el párrafo anterior, si bien está hecho de una sola y larga oración, avanza con una ca­ dencia deliberadam ente entrecortada, escurridiza. La cláusula inicial del segundo párrafo, "I f in the supposition of his seeking to m arry herself. . . " es torpe. La repetición de herself al final de la oración aum enta nuestra impresión de comple­ jidad e incomodidad. Las dos partes de la siguiente oración son demasiado pesadas y no resultan de fácil interpretación. Uno se pregunta si el signo de admiración ha sido puesto para hasta cierto punto simplificar y renovar el movimiento narrativo. La intención de esa opacidad gramatical es obvia. Estas oraciones torpes, gotosas, quisieran contener, desenre­ dar, la crudeza y el desorden de un sentimiento que Elinor misma encontraría inadmisible. E stá empeñada en dar una form a congruente a su perpleja y turbulenta respuesta. Al m ism o tiempo, se encuentra tan abiertam ente involucrada en la situación que no dejan de ser transparentes las pretensio­ nes de sus juicios m undanos. La remilgosa propiedad de este pasaje, la profusión de térm inos abstractos, el efecto de "ca­ jas chinas" de las frases subordinadas y condicionales sugie­ ren un sutil efecto cómico. La posición de la novelista ante esta trém ula agitación de sentim ientos heridos es inconfun­ diblemente traviesa. En el párrafo que sigue ("Cuando estas consideraciones pasaron por su mente en dolorosa sucesión, lloró m ás por él que por ella m is m a .. ."),el aire de extra­ vagancia y travesura se disuelve en una gentil ir o n ía ... Pero en este texto, como tan a menudo sucede con Jane Austen, ni siquiera un detallado esclarecimiento sintáctico re­ suelve la dificultad principal. El punto espinoso es ubicuo y reside en la tonalidad, en el efecto conjunto de las pala­ bras y giros claves que disimulan una compleja red de va­ lores sem ánticos y éticos. Una paráfrasis integral de los pen­ sam ientos de E linor Dashwood implicaría no solamente pro-

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blemas de dicción y estilística contem poráneas, sino también una conciencia más clara de los diversos m odos en que Jane Austen aprovecha dos conjuntos previos de convenciones lingüísticas: el de la comedia de la Restauración y el de la novela sentimental posterior a Richardson. La tarea es tanto más difícil cuanto que las palabras decisivas poseen un ribete "intem poral". En realidad, se encuentran firm em ente arraigadas en un código de la conciencia transitorio y parcialmente ficticio. ¿Qué entonaciones precisas, qué acentos debemos introducir en good nature, en un tiempo rationally spent? Nature, reasort, understanding son térm inos que pertenecen tanto a la lengua de todos los días como al vocabulario filosófico. Sus interrelaciones, sugeridas en filigrana a todo lo largo de la oración, proponen un m odelo p articular de personalidad y buena conducta. La concisión característica de Jane Austen, su hipótesis de que las señales del significado abstracto son comprendidas y com partidas por ella, p o r sus personajes y por sus lectores se apoyan en el considerable peso de la ter­ minología cristiana clásica y de la psicología lockeana. Hacia 1813, tal conjunción no salta a los ojos por sí mis­ m a ni es algo universalm ente sostenido y com partido. La negativa de Jane Austen a subrayar lo que debía ser lugar común y esta r en el aire del tiem po en una época en que ya había dejado de serlo y estarlo apunta hacia u n didactismo solapado pero vigoroso. Defects o f education, inferior society y frivolous pursuits abren tram pas de o tro orden. No hay nin­ gún equivalente m oderno a la m ano. La n o ta exacta de ese menosprecio depende de una escala social específica y de ma­ tices heurísticos precisos. Sólo em papándonos de las novelas de Jane Austen estarem os en condiciones de apreciar en su ju sta m edida las imperfecciones de Lucy Steele. En boca de una rival desengañada, estas frases pueden te n e r un filo exagerado y exclusivam ente circunstancial. E sto da como re­ sultado un texto objetivam ente difícil, ta n difícil como cual­ quier o tra cosa que hayam os encontrado en el fragm ento ex­ traíd o de Cimbelino. Al en frentarse al problem a de un con­ texto necesario y suficiente, a la cantidad de m aterial previo requerido para com prender cierta unidad de m ensaje, algu­ nos lingüistas h an propuesto un té rm in o : "pre-información". ¿C uánta pre-inform ación necesitam os para an alizar con exac­ titu d las nociones de sim plicity y de interesting character, así como para ten er una representación clara de la belleza de

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Lucy Steele? La cadencia clásica de la oración, su urbanidad algo exagerada nos llevan hacia la posibilidad de una suave sátira. Las conjeturas de Elinor se expresan en el lenguaje a la moda de la novela sentimental y reflejan las modalida­ des domésticas del discurso moral posterior a Addison y a Goldsmith. Ostentan una colaboración lánguidamente ana­ crónica y provinciana. Al mismo tiempo, la vejada aspereza de los sentimientos de Elinor tiene un carácter inconfundible. Si simplicity significa "libre de artificio" —según aparece en una hermosa cita de Wesley de 1771, proporcionada por el Oxford English Dictionary—, también trae consigo una carga de "rusticidad", de "rareza". La yuxtaposición de "iletrado" y "astuto" en la oración precedente sugiere una cierta dupli­ cidad en el comentario de Elinor. Luego, ¿cómo vamos a leer an interesting character to her beauty? En el uso exactamente inverso que hacen los vocabularios utilitarios y pragmáticos de Malthus y de Ricardo, "interés" ( interest) puede significar "lo que hace nacer al pathos", "lo que atrae benévolas sim­ patías am orosas". En el Sentimental Voyage de 1778, una obra cuyo estilo, aunque traspuesto, está en el origen de mu­ chos de los efectos de Jane Austen, se m uestra al narrador atraído hacia un semblante más interesante que hermoso, donde interest designa modestia de espíritu. La palabra corazón en elle avait d u coeur, giro corriente a finales del si­ glo X V III , sería una expresión afín. Sólo en tal ubicación se puede decir que la palabra sim plicity dé a la belleza an inter­ esting character; y sólo registrando el carácter desgastado y ampuloso del parlam ento de Elinor podemos m edir su disimu­ lación, el esfuerzo por controlarse a sí misma que no dejan de delatar sus sentim ientos más profundos. Pero algunos aspec­ tos del "sabor de la época" que anima a alienated y melan­ choly en el segundo párrafo, y del sistema subyacente de transcripción taquigráfica, siguen siendo elusivos. Los obstáculos que plantea a una lectura exenta de dudas el soneto de Dante Gabriel Rossetti sobre " Angelica Rescued by the Sea-Monster, by Ingres; in the Luxembourg” son de un orden m uy d istin to : A r e m o te s k y , prolonged to the sea's b rim : O ne rock-point sta n d in g b u ffe tte d alone, V e x ed a t its base w ith a fo u l beast unknow n, H ell-spurge o f g e o m a u n t a n d te ra p h im : A k n ig h t, a n d a w in g ed creature bearing him ,

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R eared a t th e r o c k : a w o m a n fe tte r e d th ere, Leaning in to th e h o llo w w ith lo o se h a ir A n d th ro a t let b a ck a n d h e a r ts ic k tra il o f lim b . T he s k y is harsh, and th e sea s h r e w d a n d salt. U nder h is lord, th e g r iffin-horse ra m p s b lin d W ith rigid w in g s a n d tail. T h e sp e a r's lith e ste m T h rills in th e roaring o f th o se ja w s : b e h in d , The evil len g th o f b o d y c h a fe s at fa u lt. S h e d o es n o t hear n o t see — sh e k n o w s o f th e m .*

Los "Sonnets fo r Pictures" de Rossetti aparecieron por vez primera en The Germ en 1850. El título es poco claro. ¿Estos sonetos son hom enajes a los m aestros flam encos, italianos y franceses o bien apuntes dictados por una respuesta asombrada o exultante? ¿Son transcripciones, representaciones ver­ bales de los lienzos que el poeta vio en B ru jas o en París? ¿Dan por supuesta una referencia visual a las pinturas? Lo más probable es que sean pertinentes todos estos posibles es­ quemas de relaciones. Los verbos están en un tiem po que podría llam arse "pre­ sente inm ediato", lo que sugiere que el expositor tiene la An­ gelica de Ingres ante sus propios ojos (según esta disposición reared apunta hacia u n m ovim iento am biguo, momentánea­ m ente torpe). El ojo lector —que "lee" el poem a y la pintura al mismo tiempo— está llam ado a desplazarse del horizonte a la salvaje agitación de las aguas, y de allí a la desnuda Angélica, figura influida p o r la Leda de Leonardo, sobre la que Ingres hace converger la luz de la to rm en ta. La pintura real es p recisa; articula u n m ovim iento confuso y turbulento por m edio de firm es contornos. Se apoya en la iconografía clásica y renacentista para aderezar u n a representación ele­ gante y algo previsible de sensualidad y esperanza caballeres­ ca. ¿Qué sucede en la reproducción de R ossetti? ¿Qué cosa da form a a "The evil length o f body chafes at fa u lt" salvo la

* Contra un cielo inverosím il, extendido h a sta el borde del m ar: / un escollo se recorta altivo y solitario, / hostigado en su base por una insólita bestia fétida, / diabólico retoño del ídolo y el mago: / Un caballero, y la alada creatu ra que lo soporta, / a la roca se incli­ nan: una m u jer cautiva allí, / ladeada en el vacío, la cabellera suelta, expone la garganta y deja caer sus m iem bros inconsolables. / E l cielo es om inoso, m aligno y salaz el m ar. / B ajo su am o, el híbrido corcel se encaram a a ciegas / con sus rígidas alas y tiesa cola. El ágil tallo de la lanza / se estrem ece am enazando el estrépito de esas fauces: / a trá s, la m aligna envergadura se irrita en vano. / Ella ni oye ni ve —sabe que están ahí.

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búsqueda de una rim a? ¿En qué sentido el desnudo de Ingres, tan firmemente redondeado por lo que hace al tratam iento pictórico, " a rra s tra " ( trail) sus miembros? "Ricino del infier­ no" (H ell-spurge) es extraño. Aplicada a todas las plantas, la palabra podría usarse en sentido figurado para cualquier "retoño" o "ram a tiern a". Es posible sospechar que en este caso la expresión se originó en un traslape con surge (olaje, oleada). En la edición 1870 de Poems, la frase se convierte en Hell-birth (linaje infernal). Geomaunt y teraphim hacen una pareja bastante rara. El O xford English Dictionary pro­ pone justam ente este soneto de Rossetti como referencia para geomaunt o geomant, que significa el versado en "geomancia" o arte de adivinar el futuro observando los perfiles terrestres o las cifras esbozadas cuando se esparcen algunos puñados de tierra (la geomancia aparece en el W ozzeck de Büchner cuando el atorm entado personaje que da nombre a la pieza ve un espantoso porvenir escrito en los contornos del musgo y de las propagaciones fungosas). La fuente de Rossetti para este térm ino oculto también puede haber hecho su aparición en Dante ( Purgatorio, XIX. 4 -6): quando i geomant i lor maggior fortuna veggiano in oriente, innanzi all'alba, surger per via che poco le sta bruna. . .*

La presencia de surger tan cerca de geom anti nos lleva a pre­ guntam os si esta parte del soneto de Rossetti no está fundada en una rem iniscencia de Dante y a sospechar que quizás éste se encuentre m ás cerca del soneto de R ossetti que la propia pintura de Ingres. Teraphim es, por supuesto, palabra hebrea y figura como tal en la A uthorized Versión. Significa "pe­ queños ídolos" y, tam bién, esos m ism os ídolos empleados con fines adivinatorios. Posee acusadas resonancias paganas y Milton la em pleó con solem ne reprobación en su Prelatical Episcopacy de 1641. ¿Qué tiene que ver cualquiera de estas dos palabras con un m onstruo m arino, en especial con esa bestia m arina h a rto patética que aparece en el ángulo inferior derecho de la composición de Ingres? Si a algo, estas grandi­ locuentes rarezas pertenecen a "la tierra terren al". Tampoco es fácil conciliar "th e spear lithe stem " ("la lanza ágil tallo") con la diagonal invencible y casi brutalm ente enfática de * ...c u a n d o el geomante su Mayor Fortuna, / antes del Alba mira en el Oriente / su rc a r su vía poco tiem po bruna. Comedia II. Purga­ torio. Trad. Angel Crespo. Barcelona, 1976.

Ingres. E s com o si u n a confusa rem iniscencia del tratam iento que Uccello hace de San Jorge se h u b iera in terp u esto entre Rossetti y el au tén tico R oger délivra n t A ngélique con el que en 1819 Ingres pensó ilu stra r un célebre e p iso d io del canto X del O rlando furioso. Pero con toda seguridad e sta s son e x actam en te las p reguntas que no hay que hacer. La com posición de Ingres es sólo un p re te x to p ara el ejercicio de R ossetti. La existencia de la p in tu ra es esencial, aunque lo sea de un m odo p arad ó jico . Alivia al so n e to de la carga que significaría una rep resentación c o n v in c e n te . De un m odo que define de paso a la poesía de los p re rra fa e lita s, aquí la proposición ling ü ística es san cio n a d a p o r o tro medio (la m úsica, la p in tu ra , las a rte s textiles, las a rte s decorativas). Liberado de la carga de una re p rese n ta c ió n a u tó n o m a la sugestiva "leyenda al pie" de R ossetti pu ed e s e g u ir con sus gestos. ¿Que tan to valen? N inguna d o c trin a co n o cid a so b re las co­ rrespondencias nos re su lta p e r tin e n te : el so n e to no intenta soslayar el estilo y los planos v isu ales de la p in tu ra . Encarna una caram bola m o m e n tá n e a : un g rifo , u n p a la d ín armado, el m ar en ebullición, u n a fig u ra d e sfallecien te so b re una roca fálica activan una a n d an a d a d e g esto s "p o é tic o s". La vida del soneto deriva del u so d e fó rm u la s y m e m b re te s previos ( h eartsick trail o f lim b, sea s h r e w d a n d s a lt, ra m p s b lin d ). Y cu an d o digo " fó rm u la s" q u ie ro d e c ir fra g m e n to s d e sublimi­ dad y so n o rid ad previos al p oem a y cu y o fo co d e interés no está d e n tro de él sin o que se e n c u e n tra p re-e sc rito por afec­ tadas convenciones e x terio res — en el c a so d e la poesía prerrafae lita, u n a iden tificació n de lo “ p o é tic o ” co n u n estilo seudom edieval, con un a ire k e a tsia n o . L a im p e rtin e n te gran­ deza de H ell-spurge o f g eo m a u n t a n d te ra p h im só lo ayuda a ag rav ar m ás la caren cia de fu erza. " V e x e d a t its b a se" , con su exacto control del verbo la tin o , es el ú n ic o e le m e n to que re­ dim e las cosas. De hecho, lo d a la te rc e ra lín e a y a anuncia la vena p rerra fa e lita en Y eats. No vale la pena e n sa ñ a rs e c o n e s te s o n e to p a ra turistas, Pero no d eja de s e r sig n ificativ o el d ile m a q u e p la n te a a quien inten te d arle u n a resp u e sta a p ro p ia d a . P a ra lo s c rite rio s con­ vencionales de lo q u e es u n a r e a lid a d p o é tic a v ig en tes en el siglo XX, "A ngélica R escu ed " es u n po em a q u e a p en as si exis­ te. Su relación o p o rtu n is ta con la p in tu r a d e In g re s es algo que d ifícilm en te e sta m o s p re p a ra d o s p a ra a c e p ta r com o motivo p ara la poesía. E n re a lid a d , n o se d ice n a d a e n estas

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catorce lin cas; no se cumple ninguna necesidad expresiva. En varios puntos, una portentosa musicalidad quisiera llenar el espacio hueco. Para nuestro modo actual de sentir las cosas, el poema de Rosse tti es una bagatela. En suma, en este m o mento de la historia de la sensibilidad y de la percepción verbal, es difícil "leer en absoluto" los "Sonnets for Pictures". Sus palabras están en la página; una crítica textual y erudi­ ta puede proporcionarnos toda la asistencia léxica o sintác­ tica necesaria. Sin em bargo la m ayoría de nosotros sólo po­ dría llegar a com prender ese soneto por medio de un ard id : una suspensión de los reflejos naturales en beneficio de algún objetivo didáctico, polémico o arqueológico. Y es que, estam os "ciegos", verbalm ente ciegos, ante la poesía decadente y prerrafaelita. La ceguera proviene de un cambio capital en los hábitos de nuestra sensibilidad. Nues­ tro sentido contem poráneo de lo poético, nuestros presupues­ tos, a m enudo incuestionados, sobre la utilización válida o espuria del lenguaje figurado, se han desarrollado justam en­ te a partir de una negación deliberada de los ideales de fin de siglo. Precisam ente con el rechazo de la estética victoriana y posvictoriana, que anim ó a los escritores m odernistas, empezó a cobrar fuerza una nueva severidad, una nueva insisten­ cia en estru ctu ras comprobables. D urante algún tiem po nos hemos declarado incom petentes para realizar una lectura "abarcadora y com prehensiva" ( palabra que en sí m isma lleva la raíz de "com prensión"), no sólo de u n a gran parte de Rossetti, sino tam bién de la poesía y de la prosa de Swinbum e, W illiam M orris, Aubrey Beardsley, Ernest Dowson, Lionel Johnson y Richard Le Gallienne. "C ynara" , el poema de Dowson o "Javanese D ancers" de A rthur Symons constituyen de algún m odo la prueba. Aun bajo la fría luz de los últim os años sesenta, resu lta innegable que esto es poesía, real, genuina. Algo vivo y dueño de au to rid ad propia tiene lugar allí, fuera de n u estro alcance. E stá en juego algo m ás que un cambio de m oda, algo m ás que la aceptación por el perio­ dism o y la academ ia de un canon de la poesía inglesa elegido por Pound y Eliot. E ste canon ya está siendo puesto en tela de juicio ; la suprem acía de Donne puede declinar, m ientras que B row ning y Tennyson están en visible ascenso. Un pano­ ram a literario que ve pocas cosas encom iables entre Dryden y Hopkins sólo evidencia su m iopía. Pero el problema de cómo leer a los poetas prerrafaelitas y en general a los poetas de fin de siglo afecta zonas m ucho m ás profundas. ¿Cómo

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im aginar una revolución del espíritu que nos devuelva a esa tierra de leyendas y colores cristalinos In a region o f sh a d o w les s h o u rs, W here ea rth has a g a r m e n t o f glories A nd a m u r m u r o f m u sic a l f l o w e r s .. . ? *

Es, literalm ente, como si se hubiese perdido una lengua o la clave de un m ensaje cifrado. Nada es tan difícil de precisar com o los valores y armonías de un texto en apariencia neutral y cuyo estilo no ofrece en principio ningún incentivo p ara el lexicógrafo o el gramático. Pero, ¿cómo fechar un célebre duelo verbal, incluido en Private Lives de Noël Coward? AMANDA. And India, the burning Ghars, or Ghats, or whatever they are, and the Taj Mahal. H ow w as th e T a j Mahal? ELYOT. U nbelievable,a sort o f dream. AMANDA. That was the m oonlight I expect, you m u st have seen it in the moonlight. ELYOT. Yes, m oonlight is cruelly deceptive. AMANDA. And it didn't look like a biscuit box d id it? I've always felt that it might. ELYOT. Darling, darling, I love you so. AMANDA. And I do hope you m eet a sacred Elephant. They’re lint w hite I believe, and very, very sweet. E LYOT. I've never loved anyone else fo r an instant. AMANDA. No, no, you m usn't —E lyot— stop. ELYOT. You love me, too, don't you? T here’s no do u b t about il anywhere, is there? AMANDA. No, no doubt anywhere. ELYOT. You're looking very lovely you know , in th is damned moonlight. Your skin is d e a r and coot, and yo u r eyes are shin­ ing, and you're growing lovelier and lovelier every second as I look at you. You don't hold any m ystery fo r m e, darling, do you mind? There isn't a particle o f you that I d o n 't know , remember, and w ant. AMANDA. I'm glad, m y sweet. E LYOT. More than any desire anywhere, deep dow n in m y deepest heart I want you back again — please— . AMANDA. Don’t say anymore, yo u ’re m aking m e cry so dread­ fully.** * En una región de diáfanas horas. / Donde la tie rra tiene atuendo de gloria / y un m urm ullo de flores m usicales. ** AMANDA. ¿Y la India, y las piras fu n e ra ria s o fúnebres, o como sea? Y el Taj M ahal. ¿Cómo es el T aj M ahal? ELYOT. Increíble, com o u n sueño.

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El diálogo es una frágil maravilla, tan perfecta dentro de sus límites triviales como escenas comparables en Congreve y Marivaux. Tan perfectas y tan irrecuperablemente inscritas en una época. No hay detalle que no sea heraldo de 1930. Pero dem ostrarlo es algo en extremo difícil. Por supuesto, hay accesorios fechables: la famosa biscuit box y lint w hite. De cualquier manera resultaría asombroso que hoy día recor­ dásemos espontáneamente el color de esa tela, incluso si du­ rante la lectura nos lo podemos representar con claridad. La expresión darnned m oonlight está pasada de moda aunque de nuevo sea difícil decir por qué. El término particle ha co­ brado una resonancia ominosa desde finales de los años cua­ renta. You're m aking m e cry so dreadfully tiene un remoto, lánguido sabor a lavanda y alcanfor; nosotros no emplearía­ mos el adverbio así ni lo subrayaríam os como Amanda. Hay otros índices más sutiles. La ubicación del sentim iento es distinta a la n u estra: anywhere contiene mucha de la pun­ zante burla con que la seriedad es rem edada en este pasaje. More than any desire anywhere es una expresión hermosa­ mente clara y, con todo, desafía la p aráfrasis; tanto su preci­ sión como su rítm ica y alegre generalidad se derivan de hábitos lingüísticos que ya no son por completo los nuestros. Cruelly deceptive es igualm ente una voz comprensible y llana. Pero esa combinación de palabras referida a la luz de la luna no deja de estar levemente desenfocada, como una vieja foto­ grafía desvanecida por el tiem po . Amanda. E ra la luna, creo que lo viste a la luz de la luna. E lyot. Sí, su luz es tan cruel. Amanda. ¿Y no se parecía a una caja de galletas? Siempre creí que así sería. E lyot. Cariño, cariño, te quiero tanto. Amanda. Espero que hayas ido a ver los elefantes sagrados. Dicen que son blancos com o la gasa, y m uy tiernos. E lyot. Ni por un instante quise a alguien m ás. Amanda. N o Elyot, por favor no. E lyot. ¿Tú tam bién m e quieres, no? ¿De veras? Sin lugar a dudas, ¿no es cierto? Amanda. Sin lugar a dudas. E lyot. Te ves herm osísim a con e sta m aldita luna. Tu piel es clara y fresca, y tus ojos brillan, y cuanto m ás te veo m ás herm osa eres. ¿No me escondes nada? ¿No tienes ningún m isterio para m í, verdad que­ rida? No hay un átom o tuyo que no conozca, recuerde y quiera. Amanda. Me alegro, m i cielo. E lyot. Te deseo m ás que cualquier o tra cosa en el mundo. Desde lo m ás hondo de m i corazón quiero que vuelvas, por favor. Amanda. Ya no digas nada, qué horrible, m e haces llorar.

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Pero el sabor de la época se aloja principalmente en el ritmo que Noël Coward imprime a la frase. Actor y compositor de canciones, Noël Coward trata a la lengua con explícito sentido musical; las diversas alturas y cadencias se indican en la transcripción del modo más minucioso. Las conjunciones copulativas como and van puntuando la escena de modo tan original como lo harían en la prosa de Hemingway, contemporáneo de Noël Coward. Algunas veces la palabra actúa como una barra diagonal; en la declaración de amor de Elyot ayuda a sugerir un impulso frágil y una respiración entrecortada. Las comas se han visto multiplicadas con el fin de lograr un efecto extraordinario; según las normas convencionales, el diálogo lleva una puntuación excesiva, pero cada silencio o ausencia de pausa (después de deepest heart) tiene una resonancia dramática. El presto y el andante en Prívate Lives dependen de un tiempo tan exacto como el del fox-trot. En el fraseo actual golpea un m etrónom o totalm ente distinto. El métier de Coward es tan reconocible y específico que se adivina tras las palabras un acento inimitable. Aun capturadas en el helado perfil de la tipografía, logran transm itir las inflexiones, convocan la agudeza de ciertas vocales y vuelven presente aquella entonación caída que estaba en boga a fines de la época del jazz. Hasta podríamos im aginar el juego de Gertrude Lawrence y de Noël Coward aun sin haberlos oído nunca en este pas de deux. Hoy los sentim ientos tocan otro diapasón. 2 Estos ejemplos vienen a respaldar un sencillo razonamiento. Cualquier lectura profunda de un texto salido del pasado de la propia lengua y literatura, constituye u n acto múltiple de interpretación. La gran m ayoría de las veces este acto es apenas esbozado, o bien ni siquiera es conscientem ente reco­ nocido. En el m ejor de los casos, el lector tiene que deposi­ ta r su confianza en la ayuda m om entánea que proporcionan los glosarios y las notas al pie. Al leer cualquier fragmento en prosa o casi cualquier texto en verso posterior a 1800, el lector general da por sentado que, con algunas excepciones, "difíciles" o caprichosas, las palabras en la página significan lo que significarían en su propia lengua. C uando se trata de "clásicos", como Defoe o Sw ift, tal presupuesto puede ex­ tenderse hasta principios del siglo XVIII. Casi alcanza a Dryden, pero es, p o r supuesto, una ficción.

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Las lenguas viven en movimiento perpetuo. Henry Sidgwick observó en 1869 a propósito de Clough: "Su punto de vista y sus hábitos espirituales son menos singulares en 1869 de lo que lo eran en 1859, y mucho menos de lo que lo fue­ ron en 1849. Año con año nos volvemos más introspectivos y conscientes de nosotros mismos: la filosofía actual nos lleva a observaciones y análisis más pacientes e imparciales de nuestros mecanismos intelectuales: cada vez decimos y escribim os más lo que pensamos y sentimos realmente, y no lo que nos gustaría pensar o lo que quisiéram os". Generali­ zados, los com entarios de Sidgwick son aplicables a todas las décadas de la histo ria de la lengua y de la conciencia inglesas de las que tengam os docum entos confiables. La curva gráfica de los cambios lingüísticos debería trazar puntos correspondientes a un periodo m enor de diez años. El len­ guaje — y ésta es una de las proposiciones axiales entre cier­ tas escuelas de la sem ántica m oderna— constituye el modelo m ás sobresaliente del principio de H eráclito. Se altera en todo m om ento del tiempo vivido. La totalidad de los aconte­ cim ientos lingüísticos no sólo aum enta, tam bién es califica­ da por cad a nuevo acontecim iento. Y en u n a sucesión tem­ poral, no hay dos afirm aciones que sean perfectam ente idén­ ticas. Aunque hom ólogas, actúan en tre sí. Cuando pensamos en el lenguaje, el objeto m ism o de n u estra reflexión inter­ viene en el proceso (así, los lenguajes especializados o metalenguajes pueden dejar sen tir un considerable influjo sobre la lengua vulgar). E n sum a: en la medida en que los vivimos y actualizam os en una progresión lineal, el tiempo y la len­ gua se encuentran íntim am ente relacionados: se mueven ha­ cia adelante y la flecha nunca está en el mismo lugar. Como verem os, hay casos de m ovim iento suspendido o se­ veram ente aten u ad o : algunas lenguas mágicas y sagradas pueden ser m antenidas en u n estado de em botam iento artifi­ cial. Pero la lengua de todos los días está literalm ente sujeta a una m utación perm anente. Y esto en las más diversas for­ mas. Nuevas palabras aparecen a m edida que las viejas son relegadas al olvido. Las convenciones gram aticales son cam­ biadas por la presión del uso idiom àtico o por las disposicio­ nes y reglam entos culturales. El espectro de lo que está per­ m itido y de lo que es tabú no deja de v ariar. En un nivel más profundo, las proporciones e intensidades relativas de lo dicho y de lo no dicho se alteran y m odifican. Se trata de un tem a absolutam ente central, aunque mal entendido.

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Las diferentes civilizaciones, las diferentes épocas no secretatan necesariamente el mismo "volumen de lengua" ; algunas culturas hablan menos que o tra s: algunos modos de sensibilidad privilegian la elisión y la economía de las palabras; otros recompensan la pretensión y ornam entación semánti­ cas. El monólogo in terio r tiene una historia compleja y probablem cnte irrecuperable: tanto por el volum en como por el contenido significante, las divisiones en tre lo que nos decimos a nosotros m ism os y lo que les com unicam os a los otros no han sido las m ism as en todas las culturas o etapas del desarrollo lingüístico. Con la em ergencia progresiva del subconsciente, característica del paisaje m oral y afectivo del Occidente posterior al Renacimiento, se ha realizado una drástica "redistribución" de los volúm enes lingüísticos (el habla pública sólo es la punta del iceberg de densidad y las líneas de fuerza verbales de los sueños constituyen una va­ riable histórica. En la m edida en que el lenguaje aparece como reflejo, una im agen inversa del m undo o, m ás plausiblemente, como una confluencia de lo reflejado y de lo crea­ do en un diedro o "interficie" (carecem os de u n modelo form al adecuado), podem os d ecir que evoluciona tan rápida­ m ente y de m aneras tan variables com o la experiencia hum ana misma. ¿Cuál es la velocidad del cam bio lingüístico? La " léxicoestadística” ha nacido en to m o de esta pregunta. Pero no se conoce ninguna respuesta genera], y no hay razón alguna para suponer que ex istan reglas universales. En Language, Bloomfield sostuvo que "el cam bio lingüístico es m ucho m ás rápido que el cam bio biológico, pero con toda probabilidad m ás lento que los cam bios en o tra s instituciones hu m an as". Me pregunto si es de veras posible disociar a la lengua de esas instituciones a las que ta n am pliam ente con­ form a y cuyo cam bio es re g istra d o con ta n ta frecuencia por m edio de la descripción lingüística. Las pruebas con que contam os son tan esporádicas y diversas que sólo permiten las co n jetu ras m enos am biciosas. Las transform aciones asu­ m en ritm o s com pletam ente d istin to s e n el c u rso de la historia de cu alq u ier lengua o grupo de lenguas.1 Un sencillo ejemplo; el paradigm a indoeuropeo de s in g u la r/d u a l/p lu r a l , que quizá puede rem ontarse a los com ienzos de la h isto ria lingüis­ tica europea, sobrevive hoy en el idiom a inglés en las ex1 La léxico-estadística y la "glotocronologfa" proponen la siguiente

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presiones better of fwo, pero best of three or more. Y sin embargo, el inglés de los días del Rey Alfredo, la mayoría de cuyos rasgos son cronológicamente mucho más recientes, resulta prácticamente ininteligible. En ciertos momentos, el cambio lingüístico se da a un ritmo extraordinariamente ace­ lerado; ávidas de innovaciones léxicas y gramaticales, las lenguas desechan al mismo tiempo unidades caducas con deliberada velocidad. En la medida en que la literatura resulta un testimonio confiable, se puede decir que esto sucedió al inglés entre los años sesenta del siglo XVI y los últimos años de ese mismo siglo. Si bien en un sentido normativo y res­ trictivo, una velocidad de cambio similar caracteriza la his­ toria del francés literario entre los años setenta del mismo siglo XVI y la aparición de Malherbe y Guez de Balzac, aunque en esta ocasión el cambio vaya orientado en una dirección normativa y restrictiva. Menos de una generación separa a Herder de Kleist, pero el alemán de los años veinte del si­ glo XIX es, en muchos aspectos y comparado con el de los años 1770-1780, una lengua distinta, un vehículo distinto de la conciencia vivida. H asta donde las películas, el humor, el es­ tilo periodístico, el cuento y la novela nos permiten externar un juicio, el inglés norteamericano se encuentra ahora en una etapa de brillante aptitud adquisitiva, pero también de inestabilidad, m ientras que el "inglés inglés" quizás esté per­ diendo elasticidad. Las palabras y los valores varían desen­ frenadamente. En otros momentos, las lenguas son enérgicamente conser­ vadoras. Era tal la carga prescriptiva de la sintaxis postcartesiana, que los románticos franceses, precursores y rebeldes según ellos, ponían sus obras en alejandrinos tradicionales y apenas modificaron el armazón de la prosa francesa. Alfórm ula para calcular el tiempo t transcurrido desde dos lenguas em­ parentadas del tronco ancestral común: lo g c t = ----------2 log r donde c representa el porcentaje de afinidades y r el porcentaje de afinidades retenidas luego de un milenio de separación ( t está calcu­ lado en m ilenios). Ampliamente relacionado con la obra última de M. Swadesh, este enfoque sigue siendo controvertible. Cf R. B. Lees, “The Basis o f Glottochronology" ( Language XXIX, 1953) y M. Lionel Bender: "L inguistic Indeterm inacy: Why you cannot rcconstru ct 'Proto-Hum an' " ( Language Sciences, 26, 1973).

rededor de 1760, la prosa inglesa p arece h a b e r llegado a un equilibrio sereno y urbano. R efractaria a las innovaciones, la prosa extendió su in flu jo sobre g ran p a rte de la poesía, y ésta, a fines del rein ad o de la rein a Ana, d e la ta u n a inconfundible com placencia lingüística. S e h a s e ñ a la d o con fre­ cuencia que el conservadurism o, o m ás bien u n a política de conservación deliberada de lo arcaico , h a m a rc a d o algunas épocas en la h isto ria del chino. La p o sg u e rra ita lia n a h a sido curiosam ente inerte a pesar del v erism o y el calcu lad o modernism o de o tro s m edios de com unicación com o el c in e ; en contraste, el om nívoro dem ótico de C ario E m ilio G adda intriga, y su populism o insaciable re sa lta com o u n c a so excepcional. Aquí no resu lta de u tilid ad n in g u n a conexión fácil en tre cambio lingüístico y tra n sfo rm ació n po lítica. T anto la Revolución francesa com o la R evolución bolchevique fueron lingüísticam ente conservadoras y p rá c tic a m e n te académicas en su retórica. De o tra parte, el S eg u n d o Im p e rio es testigo de un gran esfuerzo de experim entación y ex p lo ració n de la poética y de los m odos de la sen sib ilid ad del id io m a francés. No sólo eso. En la m ayoría de las e ta p a s de la h is to ria de una lengua coexisten tendencias in n o v a d o ra s y conservado­ ras, Milton, Andrew M arvell y D ryden e ra n contem poráneos. Y el "anticuado" R obert F ro st tra jo a la luz c o rrie n te s de la lengua tan profundas com o las re to m a d a s o v u e lta s a captar por Allen Ginsberg. Los fenóm enos del le n g u a je e s tá n tan anim ados por tan to s m ovim ientos e n c o n tra d o s co m o los aguafuertes de L eonardo con su s o n d a s y esp irales. Pero surgen cuestiones todavía m ás d ifíciles c u a n d o pre­ guntam os si la noción d e en tro p ía es aplicable al lenguaje. Las lenguas ¿son susceptibles de d ecrep itu d , se a tro fia n sus poderes de respuesta cread o ra? ¿E x isten re fle jo s lingüísticos susceptibles de dism in u ir y p e rd e r s u e x a c titu d v ita l? Resul­ ta evidente el peligro cuando se fo rm u lan a sí las p re g u n ta s: pensar la vida y la m uerte del lenguaje en té rm in o s orgáni­ cos y tem porales puede no se r m ás que u n a ficción animista. Las lenguas son co n ju n to s to talm en te a rb itra rio s d e señales e índices convencionales. C ontra lo que diga el g ra n m aestro T artakow er, p o r lo general n o a trib u im o s se n tim ien to s ni conciencia autónom a a las piezas del ajed rez. Y sin embargo el presentim iento de u n a fuerza viva y la id ea que de allí se desprende, u n a decadencia lingüística, so n difíciles de de­ sechar. Algunos de los hom bres que h a n p en sad o co n mayor intensidad sobre la n atu raleza del len g u a je y las interaccio­

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nes de la lengua y la sociedad —De M aistre, Karl Kraus, W alter Benjam ín, George Orwell— han discutido, conscien­ tem ente o no, respaldados por una m etáfora vitalista. Algu­ nas civilizaciones han vivido épocas en que la sintaxis se vuelve rígida, épocas en que se m architan los recursos dispo­ nibles de percepción viva y reform ulación. Las palabras pa­ recen tra n sc u rrir m uertas bajo el peso del uso consagrado; aum entan entonces la frecuencia y la esclerótica fuerza de los clisés, de los símiles no exam inados, de los tropos desla­ vados por el uso. En lugar de actu ar com o una m em brana viva, la gram ática y el vocabulario erigen barreras contra los nuevos sentim ientos. Así, incapaz de adaptarse y de bus­ carle equivalencias al caprichoso paisaje de los hechos, una civilización se encarcela en u na traza lingüística determ inada que solam ente enfrenta la realidad en puntos consagrados y arbitrarios. El griego de la liturgia bizantina m uestra signos de paráli­ sis; es una lengua que se usa para form alizar antes que para agilitar las respuestas hum anas. ¿H ay algún factor lingüís­ tico en el enigm ático derrum be de la cu ltu ra m aya? Esa len­ gua que nos es ilícito suponer sem brada de fraseología inm u­ table y hierática, ¿había dejado de ser un m odelo utilizable generador de realidad? " Las palabras, esos guardianes del sentido, no son inm ortales, no son invulnerables", escribió A rthur Adamov en su cuaderno de notas correspondiente a 1938; "algunas quizá sobrevivan, o tras son incurables”. Cuan­ do la guerra estalló, se lim itó a a ñ a d ir: "A gotadas, roídas, m anchadas, las palabras se h an vuelto esqueletos de palabras, palabras fa n ta sm a s; todos rum ian y sin convicción eructan sus sonidos en tre dientes." También lo co n trario puede ser cierto. El relativism o his­ tórico da p o r hecho que no hay comienzos, que cada acto hum ano tiene precedentes. ¿Y quién podría decir que no hay en esta afirm ación u n a clarividencia retrospectiva? Es innegable el genio específico de la concepción griega y hebrea del potencial hum ano, el hecho de que la tradición occiden­ tal no haya conocido después ninguna articulación de la vida en la organización de lo sensible tan com pleta y tan rica en recursos form ales. La u niversalidad de H om ero, la capacidad de la Ilíada, y la Odisea para serv ir como repertorios de las principales actitu d es de la conciencia occidental —somos tan petulantes com o Aquiles, tan viejos com o N éstor y nuestros regresos a casa son los de Odiseo— señalan un periodo único

de creación lingüística. (P ersonalm ente opino que la recopilación de la I liada y la com posición de la Odisea coinciden con la "nueva inm o rtalid ad " de la escritu ra, con la transición específica de la lite ratu ra oral a la lite ra tu ra escrita.) Esquilo bien puede haber sido no sólo el m ayor trágico sino también el creador del género, el prim ero en poner en forma de diálogo las intensidades m ás altas del conflicto humano. La gram ática de los profetas en Isaías da lu g ar a un verda­ dero escándalo m etafísico — la e n tra d a en vigor del tiempo fu tu ro que proyecta el lenguaje en el tiem po. Un descubrím iento inverso anim a a T u c íd id es; él fue el prim ero en ver con claridad que el pasado es una construcción del lenguaje, que el tiem po pasado de los verbos es la única garantía de la historia. La form idable alegría de los diálogos platónicos, el uso de la dialéctica com o in stru m en to de cacería intelectual, arranca del descubrim iento de que, rigurosam ente probadas, obligadas a chocar com o en el com bate o a maniobrar como en la danza, las palabras abren la p u erta a nuevas posi­ bilidades de com prensión y entendim iento. ¿Q uién fue el prim er hom bre en co n ta r un chiste, en h acer su rg ir la risa de la palabra? (la ausencia de brom as en las escritu ras del A ntiguo T estam ento sugiere que el ingenio p u ram en te verbal quizá es una invención reciente y subversiva). En todos estos casos, el len guaje era “nuev o ” o, m ás exac­ tam ente, el poeta, el cro n ista, el filósofo diero n a la conducta hum ana y a la experiencia m ental que se en co n trab a en cir­ culación una "segunda v id a" todavía desconocida —u n a vida que pronto descubrieron m ás p erd u rab le y d u ra d e ra , más llena de sentido que la existencia biológica o social. Este atisbo, que resu lta a la vez trág ico y ex u ltan te (el poeta sabe que el personaje ficticio que ha cread o lo sobrevivirá) se afirm a a sí m ism o un a y o tra vez en H om ero y en Píndaro. C uesta tra b ajo im ag in ar que la O restíada n o h a y a seguido de cerca la tom a de conciencia p o r el d ra m a tu rg o , de las p arad ó jicas relaciones en tre él m ism o, sus p erso n ajes y la m u e rte individual. El a u to r clásico es el único revoluciona­ rio de cuerpo e n te r o : él es el p rim ero en irru m p ir no en el océano m u d o del lenguaje que term in a con el ham bre, sino en la t erra incognita de la expresión sim bólica, de la analo­ gía, la alusión, el sím il y el c o n tra p u n to irónico. Tenemos m u ch as h isto ria s de la g u erra y de la decepción, pero n o con­ tam o s con n in g u n a de la m etáfo ra. ¿Cóm o im ag in ar hoy lo que debe h ab e r sen tid o el p rim er h o m bre que com paró el

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color del m ar con lo oscuro del vino o el otoño con la cara de un hombre? Tales figuras constituyen nuevos mapas del mundo, reorganizan nuestro hábitat. Cuando el cantante pop gime lamentando que no hay una manera nueva de decir "estoy enam orado", o bien que los ojos de la amada están llenos de estrellas, toca con el dedo uno de los puntos neurál­ gicos de la literatura occidental. Han sido tan grandes y tan profundos la ambición y el alcance de los modelos helé­ nico y hebraico que después de ellos no han sido particular­ mente num erosos los hallazgos nuevos y las aportaciones genuinas. Ninguna desolación ha sido tan profunda como la de Job, ningún rechazo de las leyes de la ciudad ha sido tan tajan te como el de Antígona. Horacio ya contemplaba el fuego del hogar al caer el d ía ; a Catulo poco le faltó para hacer un inventario del deseo sexual. Una parte muy amplia del arte y la literatura occidentales es un conjunto de varia­ ciones sobre temas definitivos. De allí la confusa am argura del comensal que llega cuando el banquete está por term inar­ se y la impecable lógica de Dadá cuando proclama que no surgirán nuevas intensidades em otivas e intelectuales mien­ tras el lenguaje no sea demolido. "Hagam os de nuevo todas las cosas", arenga el revolucionario en palabras tan viejas com o el Cántico de Débora o los fragm entos de Heráclito. ¿P or qué ciertas lenguas pudieron captar de modo más perdurable la realidad? El hebreo, el armenio, el griego y el chino ¿disponían de recursos especiales ligados de un modo u o tro a la historia de la escritura? ¿O en realidad sólo se tra ta de la h istoria de civilizaciones particulares, una histo­ ria reflejada en y anim ada por el lenguaje de modos tan di­ versos y tan interdependientes que nos resulta imposible d ar una respuesta plausible? Supongo que la facultad que tie­ ne una lengua para integrar la m etáfora es un factor deter­ m inante. Tal receptividad varía am pliam ente: por ejemplo, los etnolingüistas inform an que el tarasco, una lengua mexi­ cana, es idiom a inhóspito para las nuevas m etáforas, mien­ tras que el cuna, u n a lengua panam eña, se encuentra ávido de ellas. El ático se em briagaba de palabras y juegos retóricos, y el m undo m editerráneo lo sabía y no dejaba de hacer fre­ cuente burla de ello. Qiryat Sepher, la "Ciudad de la letra" en Palestina, y la Biblios siria, el "Pueblo del libro", son desig­ naciones que no se encuentran en ningún otro lugar del mun­ do antiguo. En contraste, o tras civilizaciones parecen "m u­ das" o al m enos, com o quizás fue el caso del antiguo Egipto,

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parecen civilizaciones que no estaban al corriente de las virtudes creadoras y transform adoras del lenguaje. Para muchas culturas la ceguera es la peor enferm edad: abdicación y retiro del m undo de los vivos; en cambio, en la mitología griega, el poeta y el visionario son ciegos, pues gracias a las antenas de la palabra pueden ver más lejos. Una cosa es clara : el lenguaje solo entra en acción asociado al factor tiempo. N inguna form a sem ántica es atemporal. Y cuando usam os una palabra despertam os la resonancia de toda su historia previa. Un texto está siem pre incrustado en un tiem po histórico específico; posee lo que los lingüistas llam an estructura diacrònica. Leer íntegra y cabalm ente equivale a re stau rar lo vivo de los valores y de las intenciones d entro de los que la lengua se da en la realidad. Hay herram ientas para la tarea. El verdadero lector es proclive al diccionario. Sabe que el idiom a inglés está parti­ cularm ente bien provisto, desde el Anglo Saxo n Dictionary de Bosworth y el M iddle E nglish D ictionary de K urath y K uhn, h asta llegar a los recursos casi incom parables del Ox­ fo rd English Dictionary (tan to el W ö rterbuch de G rim m como el L ittré son instrum entos invaluables, pero ni el idiom a fran­ cés ni el alem án han llegado a ver su h isto ria y genio espe­ cifico tan com pletam ente d iscutidos y cristalizados en un m ism o tesoro). El geomau n t de R ossetti llev ará al Dictio­ nary o f Early English y a la certidum bre de que "el tema está ligado a m orom ancy, adivinación fatu a, u n térm ino del siglo XVII que los abarca a todos". El E tym ological Dictio­ nary y los Principies o f E nglish E ty m o lo g y, am bos debidos a Skeat, constituyen un p rim er paso indispensable p ara cono­ cer y entender la vida de las palabras. Pero cada periodo se distingue por u n a topografía propia. Uno se v erá necesáriam en te acom pañado del G lossary o f T u d o r a n d Stuart W ords preparado por Skeat y M ayhew cuando se dedique a leer la lite ra tu ra inglesa que va de S kelton a M arvell. Sin la ayuda del Hobson-Jobson de S ir H. Yule y A. C. B urnell, nadie p o d rá ten er acceso al m undo de K ipling n i e sta rá en posición de resolver algunos de los enigm as de las operetas de G ilbert y Sullivan. Los diccionarios de proverbios y de nom bres de lugares tam bién son de im p o rtan cia esencial. T ras la fachada del d iscurso ad m itid o y público se extiende el m ovedizo e in trin cad o predio de las jerg as y las lenguas tab ú es. G ran p arte de las letra s de O ccidente, de Villon a G enet, sólo es legible con el auxilio de can teras verbales como

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L’argot ancien de Champion o el léxico de los usos corrientes en los bajos fondos, de Eric Partridge. Más allá de esas taxonomías mayores existen zonas de especialización que no dejan de ser importantes. Un lector exi­ gente de la poesía inglesa de mediados del siglo XVIII, se verá rem itido con alguna frecuencia al Dictionary of Gardening de la Real Sociedad de H orticultura. El viejo Droper's Dic­ tionary de S. William Beck esclarece más de un enigma ga­ lante en las comedias de la Restauración. Armorial Families de Fox Davies y otros libros de heráldica son tan útiles en la lectura del principio de Las alegres comadres de Windsor como en el esclarecim iento de ciertos pasajes oscuros de la poesía de W alter Scott. La biblioteca shakespeariana es prác­ ticam ente un inventario general de las actividades hum anas. Incluiría m anuales de cetrería y de navegación, de leyes y de medicina, de m ontería y de ocultism o. Una imagen cen­ tral en Ham let depende del vocabulario relativo al teñido de la la n a : la lana engrasada sobre "la odiosa porquería";* desde La fierecilla dom ada h asta La tem pestad apenas hay obra de Shakespeare donde no se emplee el prolijo vocabulario m usi­ cal isabelino para hacer im portantes form ulaciones del com­ portam iento y de los m otivos hum anos. Ciertos episodios de Jane Austen sólo se pueden entender bien si se conocen —y no es tan fácil— los escritorios estilo Regencia y cómo eran enviadas entonces las cartas. F undado como está en la acumu­ lación de detalles concretos y estru ctu rad o en escenas, el universo de Dickens impone el m anejo de un vasto saber téc­ nico. En Bleak H ouse y en Dombey and Son se incluye todo un glosario de las prácticas legales y financieras victorianas. Gracias al D ictionary o f Naval Equivalents y a un manual victoriano de construcción de turbinas de vapor se ha lle­ gado a esclarecer el significado de una de las más intensas pero tam bién m ás herm éticas com paraciones de "E l hundi­ m iento del D eutschland". Pero éstos no dejan de ser aspectos externos. La com­ prensión acuciosa y cabal de un texto, el descubrim iento in* H am let. Acto III, escena IV. Dice H am let: “Nay but to live / in the rank sweat o f an enseam ed bed, / S tew 'd in corruption, honeying and m aking 1ove / Over the nasty sty." En la traducción de Astrana Marín, el obsceno juego sobre la carda de la lana desaparece en be­ neficio de una explicitación m ucho menos am bigua: " ¡Y todo esto no m ás que para vivir entre el hediondo sudor de un lecho infecto, encenagado en la corrupción, prodigando halagos y am orosos mimos en una inm unda sentina !'' [T .]

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tegral y la aprehensión recreativa de sus form as vivas (la llam ada prise de conscienc e ) constituyen un acto cuya realización puede sentirse en carne propia, pero que resulta casi imposible p arafrasear o sistem atizar. Es un problema relacionado con los ''in stru m en to s especulativos", com o los llamaba Coleridge, cuya capacidad para la com prensión era sorprendente. Resulta indispensable una ávida y alerta intimidad con la h istoria de la lengua en cuestión, con los cambios de la afectividad que hacen de la sintaxis una im agen del ser social. Hay que dom inar el en to rn o tem poral y local del texto al que uno se enfrenta, así com o las a ta d u ra s que vincu­ lan las expresiones poéticas m ás subjetivas con el idioma circundante. La fam iliaridad con un a u to r, esa suerte de cohabitación inquieta que exige el conocim iento de toda su obra, de lo m ejor tan to com o de lo m ás flojo, de las obras ántum as y póstum as, allan arán la com prensión en cualquier punto. Leer a S hakespeare o a H ölderlin es, literalm ente, prepararse para leerlos. Pero ni la erudición, ni la obstina­ ción in d u strio sa podrán reem plazar el salto in tu itiv o hacia el centro. "Leer aten tam en te, p en sar co rrectam en te, no omi­ tir ninguna consideración relevante y re p rim ir el impulso propio, no son logros o rd in a rio s" , señaló A. E. H ousm an en su lección in augural, p ro n u n ciada en L ondres, y sin embar­ go se requiere algo m á s : " u n a ju s ta percepción lite ra ria , una intim idad que es afin id ad con el a u to r, la experiencia ga­ n ad a p o r el e stu d io y u n ingenio n a tu ra l v en id o del seno m a te rn o ". Al c o m e n tar su edición d e S h ak esp eare, Johnson fue todavía m ás le jo s: la crítica c o n je tu ra l, expresión con que alu d ía a esa interacción final con u n te x to que permite al lector la enm ienda del a u to r, " exige m ás de lo que la hu­ m anidad puede o fre c e r". C uando se p ro d u ce la in terp retació n m ás com pleta, cuan­ do n u e stra sensibilidad se ap o d era del o b jeto salvaguardando y acrecen tan d o la vida a u tó n o m a de éste, e sta m o s fren te a u n a "repetición o rig in al". D entro de los lím ites de u n a con­ ciencia ex tra ñ a, pero ed u cad a y m o m en tá n e a m e n te exaltada, volvem os a realizar paso a paso la o b ra del a r tis ta . Trazán­ d ola sobre el papel o sig u ien d o u n a v ered a in c ie rta , rastrea­ m os la elaboración del poem a. El g ran c o n o ced o r practica u n a su e rte d e m im esis f in i t a : a tra v é s d e ella, la p in tu ra o el tex to lite ra rio son ren o v ad o s y v u elto s a h a c e r — aunque evi­ d e n tem en te en ese sen tid o d ep en d ien te y re fle jo que Platón dio al concepto "im ita c ió n " . El g ra d o de cercan ía de la re-

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creación es variable. En el caso de la ejecución m usical, la recreación no puede se r m ás fecunda y radical. Cada ejecu­ ción m usical es u n a nueva poiesis. D ifiere de todas las o tras ejecuciones de la m ism a com posición. Es doble su relación ontològica con la p a rtitu ra original y con todas sus interpre­ taciones a n te rio re s : es sim u ltán eam en te reproductiva e in­ n ovadora. ¿E n qué sen tid o existe la m úsica no tocada? ¿H as­ ta d ónd e puede reconocerse la intención original del autor, después de d iversas interp retacio n es sucesivas? En el punto m ás b a jo de la escala se h allaría el re sta u ra d o r de pintura: por delicado que pueda llegar a ser su tacto, la tarea es esen­ cialm en te co n serv ad o ra. Se propone detener la vida n atu ­ ra lm e n te cam b ian te de la obra de a rte fijándola en una ilu­ sión de a u te n ticid a d inm utable. Como fuera que sea, en am ­ bos caso s e stá cerca la m etáfo ra am orosa. En los grandes in té rp re te s hay cierta tensión, cierto aire fem enino, un som e­ tim ien to a la presencia creativa que se ha vuelto gesto acti­ vo n acid o a la in ten sid ad m ism a de la respuesta. Al igual que el poeta, el gran e je cu tan te o el crítico pueden d ecir: Je est u n a u tre. Com o m ás ad elan te verem os, aquí se conju­ gan dos m ovim ientos fu n d am en tales del espíritu; el logro de la " e m p a tia " ( E in fü h lu n g ) es un acto lingüístico tan to como afectivo. C uando echan m ano de los "in stru m en to s especulativos", el crítico , el e d ito r, el a c to r y el lector pisan un terreno co­ m ún. El len g u aje e scrito ve ex ten d er su vida gracias a esas exigencias afines, aun q u e acen tu ad as de diverso modo. O p ara decirlo con la frase de Ezra Pound, les toca a ellos v elar p o rq u e la lite ra tu ra sea noticia y siga siendo noticia. La función del a c to r es p articu larm en te gráfica e ilustrativa. Cada vez que C im belino es representada, el monólogo de P ò stu m o se vuelve o b jeto de una "ed ició n" m últiple. El ac­ to r pued e o p ta r p o r u n a dicción fundada en lo que se cree pudo h a b e r sido la pronunciación del inglés isabelino; puede a d o p ta r u n re g istro solem ne y lleno de trém olos, en aparien­ cia n e u tra l pero fu n d am en talm en te decim onónico (el equi­ valente de u n a lu jo sa encuadem ación victoriana en piel). El acto r quizá será capaz de d a r una im presión de m odernidad por m edio del co n tro l de las cesuras y de la inflexión opor­ tuna de las vocales. La elección que hace el productor del v estu ario es un acto de crítica práctica. Un Pòstum o en atu en d o ro m an o prolonga la afición isabelina por el anacro­ nism o o la con tem poraneidad sim bólica —tendencias que,

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por sí m ism as ya representan una convención del sentimiento que acaso no seam os capaces de llegar a com prender por completo. Un vestuario del siglo XVII a rraig a a la pieza en un conjunto ú nico: el rasgo esencial de Cim belino es haber sido escrita por Shakespeare. Una producción con vestuario m oderno debate la "etern a im portancia"; y, cualesquiera que sean las singularidades de la lengua em pleada en el siglo XVII, el sentido del intem pestivo exabrupto de P óstum o debe imponerse de inm ediato. Pero tam bién pueden darse, y se han dado, representaciones con atuendos de la época de la reina Ana, de la de Byron o de la de E duardo V I I . Cada uno encarn a un com entario específico sobre el texto. Cada uno com prom ete un m odo singular de an im arlo y representarlo. Un poema tam bién puede ser susceptible d e u n nuevo reparto. Confecciónese un collage con m otivos de Hieronymus Bosch, im aginería erótica victoriana y g arab ato s de Dalí, luego, póngase en m edio el soneto de R ossetti. C obrará una vehemencia repentina y excéntrica. P ero esa llam arada de vida será espuria. Y es que sólo el gran a rte so licita y resiste una interpretación reiterad a o absoluta. Lo que me interesa es la "in terp retació n " , e n ten d id a como lo que da vida al lenguaje m ás allá del lu g a r y e l momento de su enunciación o transcripción in m ed iatas. La palabra francesa interprète condensa to d o s los valores pertinentes. Un actor es interprète de Racine; u n p ian ista h ace u n a inter­ prétation de una so n ata de B eethoven. E n v irtu d del movi­ m iento p o r el que ve com prom etida su p ro p ia identidad, el critico se convierte en un interprète — u n e je c u ta n te que da vida— de M ontaigne o de M allarm é. El té rm in o inglés interpreter posee m ucha m enos fuerza pues n o incluye el mundo del ac to r y si incluye el del m úsico sólo lo hace p o r analogía. Pero es congruente con el térm ino francés c u an d o se proyecta en un sen tid o tam bién esen cial: in terp rète/ interpreter se usan com únm ente p a ra referirse al tra d u c to r. É ste es, según creo, el v erd a d ero p u n to d e p a rtid a . Traducim os en cu a n to en tram o s en co n tacto o íd o o leído con el pasado, ya se tra te del Levítico o del libro que m ay o r venta tuvo el añ o pasado. El lector, el ac to r, el e d ito r son otros tan to s tra d u cto re s de u n a lengua que se h a lla tam bién fuera del tiem po. El m odelo esq u em ático de la tra d u cció n es el de un m ensaje proveniente de una lengua-fuente que pasa a través de una lengua-receptora, luego de h a b e r su frid o un proceso de tran sfo rm ació n . E l escollo re sid e e n el hecho

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evidente de que una lengua difiere de la otra, y para que el mensaje logre "pasar" es necesario que se dé esa transform a­ ción interpretativa que algunas veces es descrita, aunque no siempre con acierto, en térm inos de codificación y descodifi­ cación. Exactam ente el mismo modelo —y esto es algo que se sub­ raya muy raram ente— funciona en el interior de una lengua única. Pero aquí la distancia que separa la lengua-fuente de la lengua-receptora es la del tiempo. Como hemos visto, las herram ientas em pleadas en ambas operaciones son las mis­ m as: el tra d u c to r/in terprète, ya traduzca en dos lenguas o sólo en la suya, debe recu rrir a léxicos, gram áticas históricas, glosarios de periodos, profesiones o medios sociales particu­ lares, diccionarios de jergas y germ anías, así como a manua­ les de term inología técnica. En cualquier caso, los instru­ mentos de acercam iento y penetración están constituidos por una compleja combinación de conocim ientos, fam iliaridad e intuición recreativa. Y en todos los casos existen igual­ m ente penum bras características y m árgenes de e rro r y fra­ caso. Algunos elem entos eludirán una com prensión o revitalización integral. La b arrera del tiem po podrá revelarse mucho más refractaria que la de la diferencia lingüística. Cualquier tra d u cto r bilingüe está fam iliarizado con el fenómeno de los "falsos am igos” —hom ónim os com o habit, que existe en inglés y en francés, y que casi nunca tiene el m ism o sen­ tido en las dos lenguas; o bien, palabras con una raíz común pero recíprocam ente intraducibies com o la inglesa hom e y la alem ana H eim . El tra d u c to r "desde d en tro " tiene que en­ frentarse a equívocos y traiciones m ucho m ás sutiles. Sólo en muy raras ocasiones, las palabras m u estran signos exter­ nos de su evolución sem ántica; sólo llegan a m anifestar su historia cuando van insertas en un contexto am pliam ente delim itado. Cuando un pasaje resu lta históricam ente rem oto, pongamos p o r ejem plo en Chaucer, el proceso de la traduc­ ción intern a tiende a convertirse en un proceso bilingüe, la necesidad de descifrar m antiene alertas tanto el ojo como el oído, y cu an to m ás u n iform ada aparezca una lengua —la se­ rie de ex tran jero s que configura el reparto de las letras m odernas se increm enta con gran rapidez después de Dryden— , ta n to m ás encubiertos e sta rá n los indicios que permi­ ten establecer una periodización sem ántica. Leemos como si el tiem po se hubiese detenido. De ah í que buena parte de nuestro tea tro y to d a la c u ltu ra im presa actual descansan en

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traducciones flojas. El m ensaje se recibe diluido y distorsionado. Pero así también sucede, y con m ayor frecuencia de la previsible, cuando se pasa de una lengua a otra. E l proceso de traducción diacrònica en el seno de la propia lengua es tan constante y es llevado a cabo de modo tan inconsciente, que sólo en muy raras ocasiones hacemos una pausa para observar su complejidad o para rep arar en el papel decisivo que desempeña en la existencia m ism a de la civilización. El pasado tal y como lo conocemos es, en su mayor parte, una construcción verbal. La historia es un acto verbal, un uso selectivo de los tiempos pretéritos. Aun vestigios tan concretos como los edificios y m onum entos hístóricos deben ser "leídos", es decir reubicados en u n contexto de identificación verbal antes de que puedan co brar presencia real. ¿Qué realidad m aterial tiene la historia fu era del len­ guaje, fuera de nuestra fe razonada en registros esencialmente lingüísticos (el silencio no conoce h isto ria )? Cuando los gusanos, los incendios, o los regímenes totalitarios des­ truyen esos testim onios, nuestra conciencia del pasado se convierte en un espacio en blanco. Carecemos de u n a histo­ ria total, de una historia que pudiésem os definir como obje­ tivamente real porque fuese capaz de contener literalmente la suma total e indivisa de la vida pasada. R ecordarlo todo es condición de la locura. Recordam os en el plano cultural e individual, a través de m edios convencionales q u e estable­ cen el énfasis, los cortes y las om isiones. El p aisaje confi­ gurado por el tiempo pasado, la organización sem ántica del recuerdo y la memoria, está estilizada y h a sido codificada de distintos modos p o r las diversas cu ltu ras. U na pintura china donde se representan algunas siluetas en u n ja rd ín no es lo m ism o que un Poussin. Las sucesivas composiciones del pasado form an una hélice de aspa m últiple donde las cro­ nologías im aginarias van girando en espiral alred ed o r del eje neutro del tiempo biológico "re al''. La E d ad M edia vivida por W alter Scott no era la que intentaban cre a r los prerrafaelitas. Para la época de la reina Ana, al igual que para Ben Jonson y para los autores teatrales isabelinos que se inspiraban en Séneca, "R om a" fue una ficción activa, u n modo de hacer vida con las letras. Con todo, los dos m odelos eran m uy d istintos. De M arsilio Ficino a F reud, la im agen de Grecia, el icono verbal com puesto a p a rtir de las traduccio­ nes sucesivas de las letras, la h isto ria y la filo so fía griegas, ha o rie n ta d o algunas de las co rrientes fun d am en tales de la

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sensibilidad en Occidente. Pero no existen dos lecturas, dos traducciones idénticas, pues cada una se hace desde un án­ gulo único. El platonismo del Renacimiento no es el de Shelley, el Edipo de Hölderlin no es el Jederm ann de Freud ni el chamán cojo de Lévi-Strauss. Del mismo modo que cada generación retraduce a los clá­ sicos apremiada por una necesidad impostergable de resonan­ cias precisas e inmediatas, todas las generaciones usan el lenguaje para construirse su propio pasado resonante. En los momentos de tensión histórica, las m itologías del "ver­ dadero pasado" se suceden con tal velocidad que coexisten perspectivas absolutam ente distintas y term inan por confun­ dirse. Las personas de setenta años tienen, en nuestros días, una imagen o figura alegórica de los años 1914-1919; para un hombre de cuarenta, 1914 es una fecha vaga y precursora de realidades que sólo cobrarán pleno sentido con la crisis de los últimos años treinta. Para la “generación de la bom ba”, la historia es una experiencia que se rem onta a 1945: lo que está antes solamente es una galería de ilusiones anticuadas. En las revueltas recientes de los más jóvenes, está en juego una sintaxis surrealista anticipada por Jarry y A rta u d : el tiempo pasado debe ser excluido de la gram ática política y de la conciencia individual. Como es selectiva y se encuentra ineludiblemente "program ada" , la historia es un instrum en­ to de la casta dom inante. El tiempo presente tiene carta de naturaleza pues ya ha puesto un pie en el fu tu ro que lo con­ firma. R ecordar es exponerse a la desesperación: y el tiem ­ po pasado del verbo ser no da por sentada o tra cosa que la realidad de la m uerte. No deja de ser com prensible esta m etafísica del instante, este cerrar de golpe las puertas que dan a las extensas gale­ rías de la conciencia histórica. Pero m u estra u n a inocencia feroz. Es un ejem plo m ás de esos llam ados al Edén, a ese ámbito pastori l an terio r al tiem po (no pudo haber otoño an­ tes de que la m anzana fuese desprendida, ni estío antes de la caída), que el siglo XVIII buscó en las cu ltu ras supuesta­ mente estancadas del Pacífico Sur. Con todo, se tra ta de una inocencia tan enem iga de la civilización como funesta, según su misma lógica, para la cultura. Sin la fecunda ficción que es la historia, sin esa vivacidad sin fisuras que es la del pa­ sado elegido, nos convertim os en som bras planas. La litera­ tura, cuyo genio arran ca de lo que É lu ard llam ó le dur désir de durer, sólo puede vivir gracias al juego de una traduc-

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cion constante en el interior de la lengua propia. El arte muere cuando perdemos o ignoram os las convenciones en virtud de las cuales puede ser leído, gracias a las cuales sus enunciados semánticos pueden ser tran slad ad o s a nuestro propio idioma: quienes nos han enseñado a releer el barroco han aum entado el alcance de las antenas que proyectamos hacia el pasado. En ausencia de la interpretación, en el sentido múltiple y sin em bargo aceptado del térm ino, no habría cultura: sólo un silencio sin eco a n u estras espaldas. En una palabra, la existencia del arte y de la lite ra tu ra , la realidad de la historia sentida y vivida en el seno de u n a comunidad, dependen de un proceso continuo, aunque a m enudo incons­ ciente, de traducción interna. No es exagerado decir que poseemos civilización porque hem os aprendido a traducir más allá del tiempo.

3 Desde Saussure. los lingüistas distinguen en la lengua una estructura diacrònica (v ertical) y u n a sincrónica (horizon­ tal). Esta distinción tam bién se aplica a la traducción ínterna. Si la cultura depende de la difusión de los significados a través del tiempo —la palabra alem ana übertragen tiene la connotación precisa de traducción y de transm isión p o r me­ dio del relato— también depende de u n a tran sferen cia del sentido en el espacio. Un im pulso centrífugo anim a a todas las lenguas. Las len­ guas cuyo radio de acción es m uy vasto en g en d ran modos y dialectos regionales. Antes de que im pusiera su vigencia la erosiva estandarización de laradio y la TV, los especialistas en fonética se divertían adivinando, a m enudo d en tro de un radio de unos veinte kilóm etros, el lu g ar de origen de u n nor­ team ericano de la frontera o el de un inglés de las comarcas del norte. El francés hablado p or un n o rm a n d o n o es el de la Touraine ni el de la Cam argue. El alto-alem án y el Plattdeutsch tienen diferencias enorm es. A d ecir v erd ad , en va­ rias lenguas de im portancia las variaciones d ialectales se han polarizado tan to que casi nos en contram os tra ta n d o lenguas distintas. Es bien conocida la recíproca incom prensibilidad de diversas ram as del chino, com o el m a n d arín y el cantonés, Un m ilanés se verá en d ificultades p ara e n te n d e r el italiano hablado en Bérgam o, que sin em bargo es u n a com arca no m uy distante. En todos estos casos, la com prensión y la intelegibilidad exigen traducciones que en ú ltim a in stan cia se

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identifican con el paso de una lengua a otra. Existen gramá­ ticas y diccionarios del veneciano, el napolitano y el bergamasco. Las disparidades regionales y dialectales son las más fáci­ les de identificar. Pero en realidad cualquier lengua hablada en un m om ento dado por una com unidad social compleja está veteada de diferencias m ucho más sutiles. Estas dife­ rencias rem iten al estrato social, la ideología, la profesión, la edad y el sexo. Las diversas castas, los distintos estrato s de una sociedad se sirven de idiom as diferentes. La Mongolia del siglo xvm ofrece un caso célebre. La lengua religiosa era el tibetano; la lengua del gobierno era el m anchú; los com erciantes ha­ blaban chino; el m ongol clásico era la lengua literaria, y el habla corriente era el khalka, dialecto m ongol. No es raro que, como sucede con la lengua sagrada de los indios zuni, esas diferencias sean objeto de rigurosa form alización. Los sacerdotes y los iniciados em plean un vocabulario y un re­ pertorio de fórm ulas protocolarias que la lengua de todos los días ignora.2 Pero las lenguas especiales —el hierático, el masónico, el ubuesco, el m andarín, el habla sem i-oculta de los bajos fondos m ilitares o de las cofradías secretas— no plantean ningún problem a. Es obvio que la traducción se impone. Es m ucho m ás im p o rtan te y m ucho m ás difusa la elección que hacen ciertas capas sociales y grupos étnicos de inflexiones, e stru c tu ra s gram aticales y palabras con ob­ jeto de afirm ar su id en tid ad y h acerse fren te unas a otras. Bien puede suceder que las funciones d iferenciadoras y beli­ gerantes de la lengua d en tro de u n a com unidad económ ica y socialm ente dividida pesen m ás que las funciones de la co­ m unicación genuina. Como verem os a lo largo de este estu ­ dio, las lenguas o cultan e interio rizan m ás, quizá, de lo que transm iten. Antes que hab larse u n as a o tra s, las clases socia­ les y los g h etto s raciales hab lan u n o a n te el otro . 2 Para u n estudio clásico de las form as secretas del habla, c f Michel Leiris, La Langue secrète des Dogons de Sanga ( Soudan Français) (P arís, 1948). E n e ste caso, la lengua especial o culta surge ta n to por razones de iniciación m ítica com o p o r la necesidad de establecer di­ ferencias e n tre los hom bres y las m ujeres. C f tam bién: M. Delafosse, "Langage secret e t langage conventionnel dans l'A frique noire" ( L'Anthropologie, X X X II, 1922). Aunque obviam ente superado, el "E sasi d'une théorie des langues espéciales" de À. V an Gennep ( R evue des études ethnographiques et sociologiques, I, 1908) sigue siendo inte­ resante.

El inglés, tal y como lo habla la clase alta, con sus elisiones, sus vocales cortantes, sus farfúlleos, sus sílabas elegantem ente escam oteadas, es a la vez un código que permite el reconocimiento —el acento se lleva com o una arm adura— y un instrum ento de exclusión irónica. C om unica desde arriba em brollando la unidad real de inform ación, a m enudo impera tivam ente im partida o con u n a benevolencia superficial en un tejido lingüísticam ente supe rfluo. P ero esta redundancia no es g ra tu ita : nunca se habla tan bien a los inferiores, nunca expresan m ejor las palabras la clase social, el poder, la fuerza de insinuación, com o cu an d o alguien de la misma posición se encuentra al alcance de la voz. Las irrelevancias decorativas y las insinuaciones elípticas n o van dirigidas tanto al vendedor o al visitan te com o al co m p añ ero de armas, al m iem bro del club que sab rán reco n o cer en ellas otros tan­ tos signos de com plicidad. T hackeray y W odehouse revelan su m aestría cuando exponen esta doble consistencia de la sem ántica aristocrática. D esm enuzado p o r P ro u st, el discurso del barón C harlus es un rayo delgadísim o, p rim e ro apuntado con la m ayor precisión y luego a te n u a d o y disipado por un prism a, como si se tra ta se del despliegue cerem onioso de un abanico japonés an te el ro stro im p áv id o del interlocutor. P ara las clases tra b ajad o ras, la p alab ra tam b ién puede ser arm a e in stru m en to de venganza. Las p a la b ra s se pueden robar y corrom per, ya p o rq u e se les p reste u n a significación clandestina, ya porque se les so m e ta a la b u rla de u n a ento­ nación deform ada, com o sucede en las g u e rra s trib a le s cuan­ do un fetiche es cap tu rad o y em pleado c o n tra d e sus dueños originales. El petu lan te recato de la je rg a d o m éstica en Mo­ lière, en el Jeeves de P. G. W odehouse, d e la ta to d a u n a estra­ tegia de la parodia. D onde n o se da u n a a fin id a d genuina d e intereses, donde las relaciones d e p o d e r d eterm in a n las condiciones del diálogo, el in tercam b io lin g ü ístico llega a ser u n duelo. Con m u ch a frecuencia, la a p a re n te incapacidad d e articu la ció n verbal del cam pesino, el esp eso crepúsculo de la je rg a cockney, la m o ro sa obediencia del n e g ro son fintas p re m e d ita d a s. La in c u ltu ra de la tro p a o de los braceros no e s a m en u d o o tra cosa que un m a n to de p ú as que protege la c o h e ren c ia de la vida in te rio r al m ism o tiem p o que permite h e r ir al m u n d o ex tern o . Los co n d e n a d o s y lo s oprimidos h a n so b rev iv id o am p a ra d o s en su s silencios, aisla d o s parcial-

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mente del universo por sus obscenidades y sus monosílabos viscosos.3 Aquí reside, a mi parecer, una de las diferencias funda­ mentales en tre los usos lingüísticos de la clase alta y los de las clases bajas. Al igual que lo hacen consigo mismos, los privilegiados hablan al m undo con toda libertad, haciendo ostentación de un elocuente consumo de sílabas, cláusulas, preposiciones, que va de acuerdo con sus rccursos económi­ cos y con sus espaciosas m oradas. Los hombres y las muje­ res de las clases b ajas no hablan a sus superiores o a sus enem igos como lo hacen entre sí, pues acumulan toda la ri­ queza expresiva de que son dueños para su exclusivo uso interno. Para un receptor perteneciente a la clase alta o a la clase m edia, los juegos de palabras que se dan en los bajos fondos o en la casa del proletario son más exclusivos que cualquier club. Los blancos y los negros se arrojan las pala­ bras com o los soldados en la línea de fuego que se devuel­ ven las granadas sin detonar. Veamos ese baile de benevo­ lencias fingidas, amenazas ocultas e información vacía que es el diálogo de un casero con su inquilino o la cháchara m atinal en tre el inspector y el chofer del camión. Observe­ mos los tenues m atices asesinos que recorren el diálogo, en apariencia civilizada, que se da en tre el ama de casa y las criadas en Les B onnes de Genet. Se dice tan poco, y eso quie­ re decir ta n to , que el tra d u c to r se enfrenta a problemas casi insalvables. La polisem ia, la a p titu d de u n a palabra para significar dis­ tin tas cosas, esa diferencia que cubre desde el matiz hasta la antítesis, caracteriza al lenguaje de la ideología. Maquiavelo observaba que los significados pueden ser dislocados en el habla p o p u lar con el fin de producir confusión polí­ tica. Como K enneth B urke y George Orwell han mostrado 3 C f los siguientes títulos incluyen ejemplos de estratificación so­ cial y de los usos estratégico-sociales del habla: Félix M. y Marie M. Keesing, E lite Commtmication in Samoa (Stanford University P ress); J. J. Gumperz y Charles A. Ferguson (compiladores), Linguistic Diversity in Sou th Asia (University of Indiana Press, 1960); Clifford Geertz, The Religion o f Java (Illinois, 1960); Basil Bernstein, "Social Class, Linguistic Codes and Grammatical Elements" (Language and Speech, V, 1962); William Labor, Paul Cohén y Clarence Robbins, A Preliminary Stu d y of English Used by Negro and Puerto Rican Speakers in N ew Y ork City (Nueva York, 1965); Robbin Burling, Man’s Many V oices: Language and its Cultural Context (Nueva York, 1970); Peter Trudgill, The Social Differentiation of Engtish in Norwich (Cambridge University Press, 1974).

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en relación con el v o c ab u lario del n a z is m o y del estalinism o, ésto s saquean y d esco m p o n en la le n g u a c o m ú n . En el idiom a fascista o c o m u n ista , " p a z " " lib e rta d " , "progreso" "v o lu n tad p o p u lar" so n p a la b ra s ta n im p o rta n te s como en el de la dem ocracia re p re s e n ta tiv a . P e ro e s c ru e l la diferencía del sen tid o . Las p alab ra s del a d v e r s a r io s o n expropiadas y azuzadas e n su c o n tra . C u an d o a u n a m is m a palabra le son im puestos p o r la fu erza sig n ific a d o s a n tité tic o s (la neoh abla, N ew speak, de O rw e ll), c u a n d o el a lc a n c e conceptúal y el p o d er de evaluación de u n a p a la b ra p u e d e n s e r alterados p o r d ecreto p olítico, la len g u a p ie rd e c ré d ito . S e vuelve im posible la tra d u c ció n en el s e n tid o o r d in a r io . T ra d u c ir un tex to e sta lin ista acerca d e la p az o la lib e rta d b a jo la dictad u ra del p ro le ta ria d o a u n id io m a n o -e s ta lin is ta , empleando esas m ism as ex p resio n es v e n e ra d a s e in m e m o ria le s equivale a in c u rrir en la glosa p o lém ica, la in te r p r e ta c ió n especiosa o la inversión d e v alo res. H oy e n d ía la p o lític a , la disidencia social y el p erio d ism o e s tá n lle n o s d e c la m o ro s a s palabra fantasm as, q u e so n g rita d a s e n u n s e n tid o y o t r o y que significa n su s c o n tra rio s o n a d a . S o la m e n te e n la s g a le ría s subte rrá n e a s d e la s á tir a p o lític a re c u p e ra n u n s e n tid o e s ta s contra s e ñ a s .* C uando la e n tr a d a d e ta n q u e s e x tr a n je r o s e n una ciu d ad lib re e s c o m e n ta d a c o m o " u n a d e f e n s a espontánea y a rd ie n te m e n te b ien v en id a d e la lib e rta d p o p u la r " ( I zvestia, 27 d e ag o sto d e 1968), la p a la b ra " lib e r ta d " s ó lo conservará s u significado co m ú n e n e l d ic c io n a rio c la n d e s tin o d e la risa. S e supone q u e e se d ic c io n a rio d e s e m p e ñ a u n papel privilegiado en e l len g u a je d e lo s n iñ o s , d o n d e s e tra s la p a n las e stru c tu ra s d iacró n ic a s y sin c ró n ic a s. E n c u a lq u ie r momento de la h is to ria d e u n a le n g u a y d e u n a c o m u n id a d la lengua v aría ad a p tá n d o se al tra v é s d e la s g e n e ra c io n e s. O, p a ra de­ cirlo co n los psicolin g ü ista s, e x iste n " fe n ó m e n o s d e variación según la c u rv a d e la s e d a d e s " e n to d a s la s len g u as co­ nocidas. E l p roblem a d el le n g u a je in fa n til e s p ro fu n d o y fa sc in an te . E x isten n u m e ro sa s le n g u a s d o n d e o c u p a formalm en te u n lu g a r a p a rte . L o s n iñ o s ja p o n e s e s e m p le a n hasta * E n e l o rig in al a p a re c e shibbole th s , q u e e n h e b re o significa cor rie n te o to rre n te . L a p a la b ra s e d e riv a d e shabal , f lu ir. A parece en la B iblia (Ju e c e s, 12-6 , " G u e rra civil e n tr e e f r a im ita s y galaditas"). L a em pleaban e sto s ú ltim o s p a ra d is tin g u ir a lo s p r im e ro s : " 'Dejadme p a s a r', le p re g u n ta b a n : '¿ E re s e fra im ita ? ’ R e s p o n d ía : 'N o '. E ntonces ellos le d e c ía n : 'A ver, d i : shibbole t ',y é l d e c ía sib b o le t, p u e s n o pod ía p ro n u n c ia r a s í. E n to n c es lo s d e G a la ad le a p re s a b a n y le degollab an ju n to a l Jo rd á n ." [T .]

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icerta ed ad u n v o c a b u la rio d is tin to p a ra to d o lo q u e les perte nece y u s a n . C aso m á s c o m ú n , y en re a lid a d u niversal, es que los n iñ o s la b re n su p ro p io m u n d o lin g ü ístico p a rtie n d o de la to ta lid a d d e lo s re c u rs o s léxicos y sin táctico s de la so­ cie d a d a d u lta . E n la m e d id a en q u e los n iñ o s co n stitu y en un a m in o ría e x p lo ta d a y d isp u e s ta a la reb elió n , es inevitable qu e, al igu al q u e el p ro le ta ria d o o las m in o rías étn icas, ri­ diculicen y p a s e n a sa c o la re tó ric a , las p ala b ra s tab ú es, las supresiones in so p o rta b le m e n te n o rm a tiv a s de su s opre­ sores. L as co p las e s c a to ló g ic a s q u e c irc u la n en los in te rn a d o s y ca­ lle ju e la s d o n d e ju e g a n los n iñ o s p u e d e n re s p o n d e r a m otivos sociológico s a n te s q ue p sic o a n a lític o s. E n el nivel de la sexua­ lid a d , la je r g a in fa n til, f u n d a d a e n in te rp re ta c io n e s m íticas d e la r e a lid a d , a n te s q u e en u n a c o m p re n sió n psicológica, re p re s e n ta u n a in c u rs ió n , u n a c o rre ría n o c tu r n a p o r el te r r i­ to rio d e los a d u lto s . L a f r a c tu r a d e las p a la b ra s, el m a ltra to d e la s n o rm a s g ra m a tic a le s so b re las q u e d e sc a n sa — según h a n s a b id o m o s t r a r P e te r y I o n a O pie— u n a p a rte esen cial d e la m ito lo g ía , d e la s a s tu c ia s m n e m o té c n ic a s y d e la je rg a s e c re ta d e lo s n iñ o s , c o n s titu y e n u n a se ñ al d e r e b e lió n : ne­ g á n d o s e d u r a n t e a lg ú n tie m p o a a c a ta r la s reg la s del h a b la a d u lta , el n iñ o h a c e lo p o sib le p o r m a n te n e r el m u n d o ab ier­ t o a s u s p ro p ia s n e c e s id a d e s q u e , p a r a él, care c e n de prece­ d e n te s. E n el c a s o d el a u tis m o , la c o n tie n d a h a b la d a e n tre el n iñ o y s u p r o f e s o r p u e d e te n e r u n d e se n la c e feroz. E n ­ v u e lto p o r u n a r e a lid a d h o s til o in c o m p re n sib le , el n iñ o autis ta ro m p e e l c o n ta c to v e rb a l. Al p a re c e r, o p ta p o r el silen ­ cio c o n o b je to d e r e s g u a r d a r s u id e n tid a d p ero , s o b re to d o , q u iz á , c o n la in te n c ió n d e d e s tr u i r a su a d v e rs a rio im ag in a­ rio . Al ig u a l q u e C o rd e lia [ la h i j a a s e s in a d el R ey L e a r], lo s n iñ o s s a b e n q u e e l s ile n c io e s c a p a z d e d e s tr u ir a o tr o se r h u m a n o . O b ie n , c o m o K a fk a , tie n e n p r e s e n te q u e a lg u n o s h a n s o b re v iv id o a l c a n to d e la s s ire n a s p e ro n a d ie a su silen cio . T o d a v ía s e e n c u e n tr a e n u n a e ta p a r u d im e n ta r ia la a n ­ tro p o lo g ía o , c o m o a h o r a s e r ía lla m a d a , la e tn o lín g ü ís tic a d el le n g u a je i n f a n til. S a b e m o s m u c h o m á s d e la s le n g u a s del A m azo n as. L o s a d u lto s tie n d e n a c o n s id e r a r la le n g u a de lo s n iñ o s c o m o u n a v e r s ió n e m b r io n a r ia e in fe rio r a la suya. A su vez, lo s n iñ o s m a n tie n e n la re s e rv a . E n tr e los p rim e ro s e x p lo ra d o re s d e e s te te r r e n o , s e c u e n ta n lo s n o v e lista s d e la s e g u n d a m i t a d d e l s ig lo XIX . T e n ía n e n el tra s f o n d o c ie rta s

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nociones dieciochescas que adm iten el calificativo de tenaces. Diderot había hablado de " l'enfant, ce petit sauvage” poniendo en el mismo saco a los párvulos y a los aborígenes de los mares del Sur. La idea de un incierto Edén —paraíso terrestre donde reinaba una inocencia lingüística perdida y donde las palabras captaban directam ente la realidad— colorea toda nuestra imagen del niñ o : todavía hablam os del jardín d'enfants o del kindergarten. Con Lewis Carroll se pasa de un modelo de transición a un m odelo exploratorio. Alicia en el país de las maravillas es al descubrim iento del universo lingüístico y de la lógica infantiles lo que G ulliver es a 1a literatura de viajes escrita por los peregrinos ilu strad o s del siglo XVIII. Ambas obras constituyen reflexiones críticas sobre la suerte de los hombres en general y al m ism o tiempo, son exploraciones de sus lím ites: advierten al v iajero que, inevitablemente, encontrará lo que ha tra íd o con él y que en los mapas existen zonas vírgenes que escaparán a su deslinde. Henry James fue uno de los verdaderos precursores. Hizo un examen acucioso de las zonas fro n terizas don d e el habla de los niños se encuentra con el de los ad u lto s. T he Pupil m uestra hasta qué punto son divergentes las funciones de la verdad en la lengua de los adultos y en la sin tax is infantil. También los niños tienen sus convenciones sobre lo que es m entira, pero este código difiere del n u estro . E n O tra vuelta de tuerca, cuyo clima y ubicación ya evocan u n ed én subver­ tido, varios sistem as sintácticos irreconciliables destruyen el contacto hum ano y vuelven inasible la realid ad . E s ta fábula cruel se mueve por lo m enos en c u a tro niveles distintos de la lengua: está en prim er lugar, el reg istro provisional del narrador, que abre todas las posibilidades sin a d o p ta r nin­ g u n a; aparece luego la voz poderosa y desenvuelta de la in stitutriz, con sus extrañas brav atas te a tra le s, y el habla de las sirvientas, tan opaca y refractaria. E sto s tre s registros envuelven, califican y distorsionan al de los n iñ o s. Pronto las oraciones incom pletas, las cartas su b rep ticiam en te desapa­ recidas, los retazos de conversaciones que alcanzan a ser oídas pero que n o llegan a s e r in te rp re ta d a s van haciendo aparecer la densa pesadilla de lo in trad u cib ie. "D ije cosas", confiesa Miles cuando se le aprem ia al lím ite de la resisten­ cia. E sa avara tautología es todo lo que p u ed e ced er su lu­ m inosa e incom prensible m an era de h ab lar. La in stitu triz se a fe rra al "p atetism o inefable de la co n trad icció n ". La muerte

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es el único enunciado pendiente. The Awkward Age y What Maisie Knew se ocupan de los niños que se encuentran en el umbral de la vida adulta, tratan de las revelaciones bruta­ les y de las ráfagas de interferencia que distorsionan la co­ municación entre los adolescentes y los adultos a cuyo terri­ torio lingüístico están a punto de franquear. El habla de los niños y adolescentes fascinaba a Dostoyevski. Su cruda inocencia, las equivocaciones estratégicas del niño precoz, son reproducidas en Los hermanos Karamazov. El don de San Francisco de Asís para conversar con las aves se vuelve a en co n trar en Aliosha, quien se entiende de maravilla con Kolya y los niños. A pesar de toda su verdad, los niños en las novelas de James y Dostovevski siguen siendo, en gran m edida, adultos en m iniatura. Manifiestan la misma inquietante receptividad de ese viejo que es el Niño Dios de los m aestros flamencos. Las transcripciones hechas por Mark Twain del habla pública y secreta de los niños van mucho más lejos. Los retrato s de Huck Finn y de Tom Sawyer están anim ados por un espíritu de aguda percepción. El aspecto a stu to y calculador de su lenguaje, sus ceremo­ niales del insulto o de la fraternidad, sus tram pas para enun­ ciar tácitam ente, su m anejo de la lítote son tan complejos como los de cualquier retórica adulta. Pero recrean airosa, inconfundiblem ente, u n m odo de ser y de hablar propio del niño. E sta discrim inación es precisada todavía más por la “puerilidad”, colindante y sin em bargo muy distinta, del ha­ bla de los negros. P o r vez prim era en la literatura occiden­ tal, el te rrito rio lingüístico de la niñez era objeto de una topografía que sabía explorarlo en su totalidad. Después de Mark Twain, quedó allanado el cam ino para Piaget y la psico­ logía infantil. Al hablar a un niñ o o una niña empleamos palabras y construcciones verbales sencillas; solem os contestar copian­ do el vocabulario del n iñ o ; condescendem os. Por su parte, al dirigirse a u n ad u lto , los niños echarán m ano de construc­ ciones, entonaciones y gestos distintos de los que emplean cuando se h ablan a sí m ism os (la p arte oculta del iceberg que es el lenguaje in fa n til) o a otros niños. Son procedimien­ tos de la traducción. J. D. S alinger nos sorprende in frag an ti: Sybil soltó su pie: —¿Has leído "El negrito sambo"? —dijo. —Es gracioso que me preguntes eso —dijo él—. Da la casua­ lidad que acabé de leerlo anoche —se inclinó y volvió a tomar la mano de Sybil—. ¿Qué te pareció? —le preguntó.

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—¿Los tigres corrían todos alrededor de ese árbol? —Creí que nunca iban a parar. Jamás vi tantos tigres. —No eran más que seis —dijo Sybil. —¡Nada más que seis! —dijo el joven—. ¿Y dices "nada más"? —¿Te gusta la cera? —preguntó Sybil. —¿Si me gusta qué? —dijo el joven. —La cera. —Mucho. ¿A ti no? Sybil asintió con la cabeza: —¿Te gustan las aceitunas? —preguntó. —¿Las aceitunas?... Sí. Las aceitunas y la cera. Nunca voy a ningún lado sin ellas. Sybil no dijo nada. —Me gusta masticar velas —dijo ella por último. —Ah, ¿y a quién no? —dijo el joven mojándose los pies.» Este es el "día perfecto para el pez banana", el suave ímperceptible paso de Pentecostés al silencio. Como está tan cerca de la muerte, Seymour, el héroe del cuento, traduce sin tacha. Por lo común, la tarea es más ardua. Hay tantas cosas que ignoramos. Mucho más aún que los analfabetos o los oprimidos, los niños han sido mantenidos en las márgenes de la historia. Su multitudinaria existencia ha dejado pocos archivos. ¿Cómo corta la curva estadística que indica la clase social los gradientes de la edad? ¿Es verdad que la actual revolución del lenguaje sexual es un fenómeno exclusivo de la clase media, que la charla sexual más anatómica y desen­ cantada nunca ha dejado de ser usada entre los niños de la clase obrera? Una cosa es clara: la entrada del niño en el campo de visión de los adultos, una conciencia mucho más intensa de su condición vulnerable y única, se cuenta entre las principales adquisiciones de los últimos años. Las sofo­ cadas voces infantiles que pueblan la poesía de William Blake ya no son un hecho común en nuestros dias. Ninguna so­ ciedad del pasado se ha preocupado tanto como la nuestra por oír el lenguaje real del niño, por captar e interpretar sus señales sin distorsionarlas. En la mayor parte de las sociedades y en el curso de la his­ toria, la condición de las mujeres ha sido semejante a la * J. D. SaJingcr. "Un día perfecto para el pez banana" en Nueve cuentos. Traducción de Marcelo Berri, revisada por Alberto Vanasen ( Buenos Aires, Í971) pp. 24-25.

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de los niños. Ambos grupos son mantenidos en una situa­ ción de privilegiada inferioridad. Ambos están sometidos a formas innegables de explotación —legal, sexual, económi­ ca—, pero al mismo tiempo viven rodeados de una mitología que los trata con especial consideración. La sentimentalización victoriana de la superioridad moral de las mujeres y de los niños pequeños coincidía con formas brutales de sujeción sexual y económica. Bajo una presión psicológica y socio­ lógica, ambas minorías han llegado a desarrollar toda una mecánica interna de comunicación y de defensa (las muje­ res y los niños constituyen una minoría simbólica bien cir­ cunscrita y definida aun cuando, en virtud de una guerra o de circunstancias especiales, excedan en número a los adul­ tos masculinos de la comunidad). Las mujeres, al igual que los niños, poseen un universo lingüístico propio. Tocamos aquí una de las regiones más importantes y sin embargo menos comprendidas de la existencia social y bio­ lógica. Eros y lenguaje forman un engrane continuo. La cópula y la copulación, el libre curso y el discurso son cate­ gorías de la comunicación. Surgen de la necesidad que tiene el ser de salir de sí mismo y de comprender, intelectual y espacialmente, a otro ser humano. El sexual es un acto pro­ fundamente semántico. Al igual que el lenguaje, está sujeto a la fuerza configuradora de las convenciones sociales, las reglas de los procedimientos y la influencia de los preceden­ tes acumulados en el pasado. Hablar y hacer el amor equi­ vale a poner en juego una doble facultad universal: ambas formas de la comunicación son inseparables de la fisiología humana y de la evolución social. Es muy probable que la sexualidad y la lengua se hayan desarrollado en una estrecha reciprocidad. Juntas, han engendrado y condicionado la his­ toria de la conciencia, el proceso, seguramente milenario y entrecortado por innumerables regresiones, gracias al cual hemos podido forjar, luego de incontables esfuerzos, la no­ ción de yo y la de otro. De ahí que la hipótesis de la antro­ pología moderna según la cual el tabú del incesto es un fac­ tor fundamental para la organización comunitaria resulte indisociable de la evolución lingüística. Sólo prohibimos lo que podemos nombrar. Los sistemas de parentesco, que re­ presentan una codificación y una sistematización de orden sexual y que garantizan la sobrevivencia de la sociedad, tie­ nen un modelo análogo al de la sintaxis. Las funciones se­ minales y las funciones semánticas (¿podría hablarse en

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última instancia de una relación etimológica?) determinan la organización genética y la estructura social de la experiencía humana. Juntas configuran la gramática del ser. Las interacciones de lo sexual y de lo lingüístico nos acompañan a lo largo de toda lo vida. Pero de nuevo, una gran parte de esta región central sigue siendo tierra virgen. Si el coito admite el esquema del diálogo, la masturbación se vincula con el ritmo del monólogo, interior o de viva voz. Ya se ha prohado que la descarga sexual en el onanismo masculino es mayor que durante la cópula. Sospecho que el factor determinante es el vigor intelectual, la aptitud articulatoria, el poder para conceptualizar con especial brío. En los individuos altamente articulados, la energía verbal psíquica fluye piel adentro. El sistema de correspondencias que existe entre los defectos del habla y las afecciones de los mecanismos nerviosos y glandulares que controlan las funciones se­ xuales y de excreción es conocido desde hace mucho, aunque sólo fuese al nivel del ingenio popular y el saber escatológico. La eyaculadón es un concepto simultáneamente fisiológico y lingüístico. La impotencia y la inhibición verbal, la emisión prematura y la tartamudez, la polución nocturna y el torrente verbal de los sueños son fenómenos cuyas rami­ ficaciones y correspondencias parecen rem itir al nudo cen­ tral de la condición humana. El semen, las excreciones y las palabras son productos comunicativos. Son los mensajes que envía hacia la realidad exterior el ser cautivo en la cárcel del cuerpo. Cuando vamos al fondo y nos remitimos a su más distante y prístina raíz, vemos cómo el sentido simbó­ lico de esos mensajes, los ritos, tabúes y fantasías a que dan pie, asi como la manera en que la sociedad los disciplina, se encuentran inextricablemente entretejidos. Nada de esto es nuevo, pero apenas podemos captar sus consecuencias. ¿En qué medida las perversiones sexuales tienen correspondencias con los defectos del habla? ¿Existe alguna afinidad entre ciertas depravaciones y la búsqueda, obsesiva en algunos poe­ tas y lógicos, de un "lenguaje privado", de un sistema lingüístico que responda punto por punto a la sensibilidad y las necesidades del usuario? ¿Podrían encontrarse elementos homosexuales en las modernas teorías del lenguaje (en espe­ cial en el primer Wittgenstein) que ven en la comunicación el arbitrario espejeo de una imagen? ¿Y si la importancia de Sade residiese en su terrible locuacidad, en esos millones de palabras que son obligadas a fluir? El sadismo podría te-

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ner en parte prosapia lingüística. El sádico hace abstracción de la persona que tortura, verbaliza la vida hasta el grado de dar cuerpo a sus fantasías lógicas con el cuerpo de los seres humanos que abstrae. La incontrolable soltura de Sade, ¿es, como la locuacidad asiduamente imputada a los ancia­ nos, el sustituto psicofisiológico de una sexualidad menguada (la pornografía que intenta reemplazar al sexo con el len­ guaje)? Las preguntas nos asaltan. Ninguna esfera de las ciencias humanas está tan cerca del núcleo, ninguna es tan apremian­ te. ¿Pero con cuántas verdades irrefutables hemos enrique­ cido al conocimiento desde el mito platónico de una unidad andrógina perdida? La diferencia entre el habla de los hombres y la de las mu­ jeres es un aspecto crucial de las relaciones entre sexo y logos. Los etnolingüistas informan de cierto número de len­ guas en que los hombres y las mujeres usan diferentes for­ mas gramaticales y vocabularios parcialmente distintos. Se ha hecho un estudio de las variantes lingüisticas masculinas y femeninas en koasati, lengua de la rama muskogeana que se practica en el sudoeste de Louisiana.4 Las oposiciones ob­ servadas son principalmente de orden gramatical. Como son responsables de criar a los niños de sexo masculino, las mu­ jeres también saben la lengua de los hambres. A su vez, los hombres han sido oídos empleando las formas de las muje­ res al citar a un hablante femenino. En algunos aspectos —y esto es algo que da qué pensar— el habla de las mujeres es más arcaica que la de los hombres. Lo mismo se observa en el hitchiti, lengua hablada entre los indios creek. Volve­ mos a encontrar la misma oposición formal en los dialectos esquimales, en karib, lengua indígena de América del Sur, y en thais. Tengo la sospecha de que tal división es un rasgo de todas las lenguas en alguna etapa de su evolución y de que numerosos casos de diferencias léxicas y sintácticas fun­ dadas en el sexo han pasado inadvertidas hasta el día de hoy. Las discriminaciones formales, como las observadas en la "lengua infantil" de los japoneses y de los cheroki son fáci­ les de describir. Pero hay algo mucho más importante y que es en realidad un fenómeno universal: el empleo caracterís­ ticamente selectivo que hacen hombres y mujeres de pala­ bras y construcciones gramaticales idénticas. 4 Mary R. Haas, "Men’s and Women's Speech in Koasati" (Language, XX. 1944).

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Casi ningún hombre ha dejado de sentir a lo largo de su vida las sólidas y sutiles barreras que la identidad sexual interpone a la comunicación. En el seno mismo de la intímídad —y allí tal vez más que en ningún otro lado— se hace sentir la oposición de los reflejos lingüísticos. El paisaje semántico y la totalidad de los recursos expresivos empleados por los hombres y las mujeres varían ampliamente de un lado y del otro. La visión que tienen de cómo se emiten y consumen las palabras no es la misma. Al ser obligado a pasar por el cedazo de los verbos, el tiempo se curva y adoptafo rmas diversas. Según una tosca conjetura, la lengua de las mujeres es mucho más rica que la de los hombres en todo lo que se refiere a esos matices del deseo y la futuridad que el griego y el sánscrito convienen en llamar modo optativo; el espectro verbal femenino es mucho más rico en promesas disimuladas y decisiones prudentes. La manera en que se usan los femeninos del subjuntivo en varias lenguas europeas imprime a los hechos y relaciones concretos una vibración característica. No digo que las mujeres disfracen la ur­ dimbre obtusa y resistente del mundo, sino que multiplican las facetas de la realidad, dan nueva fuerza al adjetivo y, para permitirle una función gramatical alternativa, lo hacen entrar en el reino del hombre, cosa que suele disgustar a los varones. En la entonación masculina del pronombre en pri­ mera persona del singular hay un tono de ultimátum, una posición separatista; el "yo" de las mujeres sugiere más paciencia, o lo hizo hasta el movimiento de liberación femenina. Los dos modelos lingüísticos confirman al menos aquella sentencia de Robert Graves, según la cual los hombres hacen mientras que las mujeres son. Son inmemoriales las andanadas de reproches que hombres y mujeres han intercambiado a propósito de sus respectivos hábitos verbales. En todas las latitudes, los hombres han acusado a las mujeres de ser habladoras, de desperdiciar las palabras con lunática prodigalidad. La parlera chismosa, víctima de desvarios y amante de la cháchara, la habladora, la maledicente, la regañona, la desdentada vieja de cuyos labios brotan sinnúmero de palabras huecas son muchom ás viejas que los cuentos de hadas. Juvenal, en su Sexta Sátira, hace de la verbosidad femenina una pesadilla: cedunt grammat ici, vincuntur rhetores, om n is turba tacet, nec causidicus neo praeco loquetur.

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altera nec m ulier; verborum tanta cadit vis, tot pariter pelves ac tintinnabula dicas pulsari, iam nemo tubas, nemo aera fatiget : una laboranti poterit succurrere Lunae.*

¿En realidad las mujeres propenden a derrochar el lenguaje? La convicción masculina no se detiene en las pruebas esta­ dísticas. Al parecer eso tiene que ver con ideas muy antiguas sobre la diferencia sexual. Bien puede ser que el cargo de locuacidad oculte cierto resentimiento contra la mujer que "gasta" la comida y los productos traídos por el hombre. Pero la alusión de Juvenal a la luna apunta más bien hacia el interior, habla del malestar que abre un abismo entre el hombre y algunos aspectos fundamentales de la feminidad sexual. El flujo desbordado del habla femenina, su denso cau­ dal de palabras, pueden ser una traducción simbólica de la aprehensión, y de la ignorancia que los hombres tienen del ciclo menstrual. Las corrientes y secreciones oscuras de la fisiología femenina son un tema obsesivo en las sátiras mas­ culinas. Ben Jonson reúne en un solo motivo los dos temas de la incontinencia lingüística y sexual en The Silent Woman: "Ella es como un tubo de albañal —dice Morose de su falsa novia— que chorreará con mayor fuerza cuando se abra de nuevo." "Tubo de albañal", con sus connotaciones de basura y evacuación es de una brutalidad asombrosa. Y así es toda la pieza. En el clímax de la obra se comparan de nuevo la las­ civia y la verbosidad femenina. "¡Oh, mi corazón! ¿Te rom­ perás? ¿Te romperás? ¡Este es el mayor, el peor de todos los males que el Infierno pudo haber maquinado! Desposar a una puta, y tanto ruido! " El caso contrario es el de los hombres que se deshacen contando las delicias de la voz femenina cuando su tono es dulce y suave. Un "habla gentil" es, como afirma el Cantar de los Cantares, un adorno para la mujer. Pero de mayor y más congruente belleza es el silencio. El motivo de la mujer o de la dama que dice muy poco y en quien el silencio y la * Los gramáticos se retiran, los retores son vencidos, todoelmundo calla y no hablará un abogado ni un pregonero, ni siquiera otra mu­ jer; con tanta fuerza caen sus palabras, que se diría son golpeados a un tiempo gran número de bandejas y campanas. Nadie toque más las trompetas, nadie fatigue los bronces: una sola mujer podría so­ correr a la luna en apuros. (Décimo Junio Juvenal: Sátíras. Versión de Roberto Heredia: Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana, UNAM, 1974.)

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gracia expiatoria son traducción simbólica de la castidad, presta todo su poder patético a la Antígona de Edipo en Colona o al Alcestes de Eurípides. Un dios masculino ha poseido sin piedad a Casandra, y las palabras que vierte su boca son las de él; deshecha, ella parece encontrarse muy lejos de lo que dice. Si bien está dirigida a una forma inanimada, la "intacta esposa del silencio" de Keats transmite con toda precisión la antigua asociación de atributos femeninos y palabra frugal. Este valor cristaliza en el saludo de Coriolano, a Virgilia : My gracious silen ce, hail.* La linea es mágica por su música y por su poder de sugestión, pero también por su inteligente dominio dramático. Shakespeare reproduce con precisión la palabra de un hombre, la voz de un personaje henchido de arrogante masculinidad. Ninguna mujer se arriesgaría a recibir de este modo a su amante. Y no es que las mujeres hayan sido lentas para responder. La respuesta de Elvira Non lo lascíar più dir; il labbro é m en tito r... **

resuena a través de la historia. El hombre es un eterno impostor. Los hombres se sirven de las palabras para encubrir la agresividad sexual contenida por sus labios y lengua. Las mujeres saben bien qué significan esos cambios de voz, la aceleración del ritmo, las cadencias que se agolpan, 1a fluidez disparada por la excitación sexual. También han oído desde la noche más remota, cómo se relaja la palabra del hombre, cómo se opacan sus entonaciones después del orgasmo. En la mitología verbal de las mujeres, el hombre no sólo miente cuando habla de amor, es un fanfarrón incorregible. La tradición y las secretas burlas de las mujeres nos lo presentan como un sempiterno miles gloriosus, vanidoso soldado que canta su propia gloria con la esperanza de que ese pregón disimule sus fiascos sexuales o profesionales, sus necesidades infantiles, su falta de resistencia al sufrimiento físico. Tal vez, antes de la Caída, el hombre y la mujer hablaron la misma lengua, y comprendieron a la perfección lo queel otro quería decir. Inmediatamente después, la palabra 1os dividió. Milton ha sabido captar ese momento que inaugura una historia que todavía es la nuestra: * Salve, mi graciosa silente. ** No lo dejes decir m ás; / los labios mienten.

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Thus they in mutual accusation spent The fruitless hours, but neither self-condem ning : And of their vain contest apper'd no end.*

Por supuesto, las razones que fundan esa diferencia son en amplia medida de orden económico y social. El discurso varia según los sexos porque la división del trabajo, la re­ partición de las obligaciones y de los ocios dentro de una misma comunidad no son uniformes para los hombres y los mujeres. A menudo, como entre los indígenas mazatecos de Oaxaca, donde los hombres silban en código, los varones afirman su "superioridad" sociológica y física al reservar para su uso exclusivo ciertas formas de comunicación. Taceat mulìer in ecclesia es consigna imperativa así en la cultura judía como en la cristiana. Sin embargo, existen ciertas dife­ rencias lingüísticas con un fundamento fisiológico o, para ser más exactos, localizadas a medio camino entre lo bioló­ gico y lo social. Es aquí donde las relaciones entre las con­ venciones lingüísticas y el proceso cognoscitivo resultan un problema mucho más arduo. ¿Existen percepciones biológicamente determinadas de los datos de los sentidos, percepcio­ nes que precedan y engendren conceptualizaciones lingüísti­ camente programadas? Es una cuestión a la que más adelan­ te volveremos. E. H. Lenneberg afirma : "Por los datos que tengo sobre las variaciones según el sexo, todos las niñas llaman a ciertos colores de un modo y todos los niños de otro." Respaldado por documentos antropológicos, F. G. Lounsbury comenta: "Estoy seguro de que el vocabulario cromático de las mujeres es mucho más amplio que el de los hombres." Ambas observaciones deben tener fundamentos de orden socia] y psicofisiològico. La suma de diferencias en los hábitos lingüísticos de los hombres y de las mujeres pro­ picia dos maneras de ajustar el lenguaje al mundo. "Cuando todo esté hecho —dice Lady Macbeth para negar la feroz realidad del Banquo que ve Macbeth— no mires más que el retrete." Cualesquiera que sean las causas subyacentes, la tarea de la traducción es siempre aproximada, constante. Hombres y mujeres se comunican gracias a una adaptación continua. Es como la respiración, un fenómeno inconsciente pero, como * [Adán y Eva] consumían de este modo infructuosamente las horas en sus mutuas querellas; pero no reconociéndose culpables ni uno ni otro parecían dispuestos a no poner término a su vana disputa.

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ella, está sujeto a la interrupción hom icida voluntaria. Bajo la tensión del odio, del fastid io o del p án ico repentino se abren grandes abism os. Parece entonces com o si el hombre y la m ujer se oyeran po r vez prim era y tu v iera n la nauseabunda convicción de que no han com p artid o ningún lenguaje común, como si su entendim iento previo se hubiese fundado en una jerga irriso ria que ha d ejad o in ta c to el verdadero sentido. A bruptam ente los hilos co n d u cto res se han roto y el pulso nervioso que late bajo la piel es p u e sto al dcsnudo por la m utua incom prensión. S trindberg describe como nadie esas desintegraciones. Las obras de H aro ld P inter, delinea las lagunas de silencio que siguen. La gran m ayoría de obras a rtísticas e h istó ricas nos han sido dejadas por los hom bres. El proceso de la " traducción sexual”, el del colapso del intercam bio lin g ü ístico es visto casi invariablem ente, desde u n ángulo m asculino. La antropología correspondiente — térm ino que ya en sí mismo va cargado de presupuestos m asculinos— d isto rsio n a los testimonios com o lo hace el v ia je ro blanco co n el hablante aborigen a quien interroga con su pod er. Pocos artistas, aunque en tre los m ás grandes, han sabido c a p ta r el genio del habla fem enina, aproxim arse a los equívocos y fracasos de la traducción de u n a p a rte y de la o tra . B uena parte de la concentrada riqueza del a rte de R acine re sid e justamente en su "oído" p ara los im pulsos e n c o n trad o s que cada sexo im prim e al discurso. En cada u n a de su s o b ra s principales hay una crisis de tra d u cció n : b a jo u n a ten sió n extrema, hom bres y m ujeres se declaran s u a b so lu ta y recíproca per­ tenencia, sólo p ara d escubrir que sus experiencias de la lengua y de E ros los separan irrem isiblem ente. M ejo r que nin­ gún o tro dram aturgo, R acine com unica n o só lo la cadencia esencial de la expresión fem enina, sino q u e llega a hacernos se n tir qué am enaza, qué secreta falsed ad sospechan Andróm aca, Fedra o Ifigenia e n las p alab ras d e los hombres. De ah í ese juego cen tral en su obra, sobre el doble sentido de e n te n d r e : estos virtuosos del en u n ciad o se oyen u n a al otro perfectam ente, pero lo que n o hacen, lo q u e n o pueden hacer es entenderse. N o creo que haya u n d ra m a m ás completo en lite ra tu ra , u n a obra que agote de ta l m o d o las posibilidades de la d esg arrad u ra h u m an a com o la B erenice de Racine. E s u n a obra sobre la coexistencia fu n e sta de hom bres y m u jeres y e stá necesariam ente d o m in ad a p o r térm inos verbales ( parole, dire, m o t, en te n d re ). M ozart poseía algo de

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este punto de vista doble que es tan opuesto al impulso shakespeariano hacia la polarización y la caracterización. Elvira, Donna Anna, Zerlina participan intensamente de la misma feminidad, pero la música circunscribe con toda exactitud su registro individual, o su tono, la altura de su ser. Las mismas variaciones tonales se establecen entre la Condesa y Susana en Las bodas de Fígaro. En este caso, la discrimi­ nación se afina aún más, se opone con mayor fuerza dram á­ tica a la que existe entre las voces de los hombres gracias al papel "bisexual" de Cherubino. El paje del Conde consti­ tuye un ejem plo vivo de la afirmación de Lévi-Strauss se­ gún la cual las m ujeres y las palabras son medios de inter­ cambio sim ilares en la gram ática de la vida social. Stendhal era un escrupuloso estudiante de las óperas de Mozart. Ese estudio lo confirm a la profundidad y fineza con que trató el universo lingüístico de los hombres y las mujeres en Fabrice y la Sanseverina, en La cartuja de Parma. Hoy, cuan­ do priva una franqueza sexual nunca vista, tal equidad es, paradójicam ente, mucho más rara. Las mujeres poetas y novelistas no destacan como " traductoras" sino como decla­ m adoras de una lengua —la suya— que durante mucho tiem­ po estuvo aterida. He venido exponiendo una verdad de Pero Grullo, pero una verdad cuya im portancia y consecuencias suelen pasarse por alto. Cualquier modelo de comunicación es al mismo tiempo un modelo de trans-lado, de transferencia vertical u horizontal de significado. No existen dos épocas históricas, dos clases sociales, dos localidades que empleen las palabras y la sin­ taxis para expresar exactam ente lo mismo, para enviar seña­ les idénticas de juicio e hipótesis. Tampoco dos seres huma­ nos. Cada persona viva dispone, deliberadamente o por la fuerza de la costum bre, de dos fuentes lingüísticas: la vulgata corriente que corresponde a su nivel de cultura personal y un diccionario privado. Este último se relaciona de manera inextricable con su subconsciente y con sus recuerdos, en la m edida en que son susceptibles de verbalización con el con­ ju n to singular e irreductible y que compone la personalidad psicológica y semántica. La respuesta al conocido acertijo lógico de si puede o no haber un "lenguaje privado" reside, hasta cierto punto, en el hecho de que todo acto lingüístico posee aspectos únicos e individuales, que establecen lo que los lingüistas llam an un "idiolecto". Todo gesto comunican-

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te posee un residuo privado. El "lexicón personal" que hay en cada uno de nosotros codifica inevitablem ente las definiciones, connotaciones y movimientos sem ánticos de que está hecho el discurso público. El concepto de un idioma normal o estándar no es más que una ficción fundada en la estadística (aunque, como veremos, pueda ten er existencia real, en las traducciones hechas por m áquinas). P or uniforme que sea su contorno social, la lengua de una comunidad es un acervo inagotable y múltiple de partículas lingüísticas de significaciones únicas y, en últim a instancia, irreductibles. El componente privado del lenguaje vuelve posible una función lingüística que, si bien es crucial, ha sido m al enten­ dida. Su im portancia es tal que llega a relacionar un estudio de la traducción con un estudio del lenguaje com o tal. Es obvio que hablamos para com unicar. Pero también para ocultar, para d ejar sin decir. La capacidad de los seres hu­ manos para m entir o desinform ar varía y cubre todos los matices, desde la m entira abierta y franca h a sta el silencio. Tal actitud se debe a la doble estru ctu ra del d iscu rso : nuestra habla exterior tiene "d etrá s" un flu jo convergente de conciencia articulada. "Al conversar vivim os en sociedad", es­ cribió Ortega y Gasset, "al pensar nos quedam os solos". En la gran m ayoría de los intercam bios sociales convencionales estas dos corrientes sólo coinciden parcialm ente. H ay dupli­ cidad. El "ap arte" ta l y como es em pleado en el teatro es una representación cándida de tal escisió n : el hablante se com unica a sí m ism o (y así a su público) to d o lo que deja de decir su discurso m anifiesto al o tro personaje. A medida que intim am os con otros hom bres y m u jeres, " oím os", cap­ tam os en la cadencia, en la velocidad o en la entonación lige­ ram ente alteradas lo que las palabras de los o tro s contienen de intención precisa, pero silenciosa. La conciencia que tiene Shakespeare de este doble m ovim iento es infalible. En el m om ento m ás incipiente y apenas percibido de una confianza que ya vacila, Desdémona p reg u n ta a O telo: " Why is y o u r speech so faint?" * Así pues, el ser hum ano se entrega a u n acto de traduc­ ción, en el sentido cabal de la palabra, cada vez que recibe de o tro un m ensaje hablado. El tiem po, la distancia, la varie­ d ad de las referencias o los puntos de v ista vuelven este acto m ás o m enos difícil. Cuando la dificultad pasa de cier* ¿P or qué habláis con una voz tan débil?

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to grado, el reflejo se convierte en una conciencia técnica. De otra parte, la intim idad, sea la del odio o la del amor, puede ser definida como una traducción confiada, casi in­ mediata. A fuerza de hacer saltar entre ellos de año en año y de horizonte en horizonte las mismas señales orales, como el prestidigitador sus platos, los vagabundos y las parejas inseparables de Beckett se entienden casi por ósmosis. Con la intimidad, la lengua de la comunidad y la del uso privado tienden a equilibrarse. La dimensión privada no tarda en penetrar y reemplazar las form as habituales del intercambio público. El habla pueril, la imitación de ruidos animales en­ tre los amantes adultos reflejan esa sustitución. En la edad avanzada, el impulso hacia la traducción se desvanece y las manecillas de la referencia giran hacia el interior. Los viejos escuchan menos, o se escuchan sobre todo a sí mismos. Cada día que pasa, su diccionario se va transform ando en un dic­ cionario de recuerdos y m emorias privadas. He estado tratan d o de form ular una idea rudimentaria pero decisiva: la traducción de una lengua a otra constituye el interés central de este libro pero también es un camino, una vía de acceso al lenguaje mismo. La "traducción", en­ tendida en el sentido apropiado, es un segmento especial del arco de la comunicación que todo acto verbal efectivo des­ cribe en el interior de una lengua determinada. Cuando es­ tán en juego varias lenguas, la traducción planteará proble­ mas innum erables y cuyo tratam iento resulta manifiestamen­ te arduo; pero esos m ism os problemas proliferan, aunque disimulados o relegados por la tradición, en el interior de una sola lengua. El modelo "em isor a receptor", que actua­ liza todo proceso semiológico y semántico, es ontológicam en­ te equivalente al modelo "lengua-fuente, lengua-receptora", empleado en la teoría de la traducción. En ambos esquemas existe "en m edio" una operación de desciframiento e interpre­ tación, una sinapsis o una codificación y descodificación. Cuando dos o m ás lenguas se articulan entre sí los obstácu­ los serán más considerables y la búsqueda de la inteligibilidad será mucho m ás calculada. Pero los "caminos del espíritu", para em plear la frase de Dante, son rigurosamente semejan­ tes. Como lo son, según veremos, las causas más frecuentes de un mal entendido o, lo que es lo mismo, de fracaso de la traducción. En sum a: dentro o entre las lenguas, la comuni­ cación hum ana es una traducción. Un estudio de la traduc­ ción es un estudio del lenguaje.

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Que decenas de m iles de lenguas diferen tes y mutuamente incom prensibles hayan sido o sean hab lad as en nuestro pequeño planeta es una ilustración gráfica del enigma más profundo de la individualidad h um ana, prueba de que, al nivel biogenètico y biosocial, no hay dos seres humanos totalm ente idénticos. Babel confirm ó y ensan ch ó la tarea interm inable del tra d u cto r —no la inició. Desde el punto de vista lógico, no había garan tía alguna de que los seres huma­ nos se entendieran e n tre sí, de que los idiolectos llegaran a fusionarse en la unidad parcial de e s tru c tu ra s lingüísticas com unes. En térm inos de sobrevivencia y de coherencia social, esa fusión pudo haberse revelado com o u n a ventaja temprana y dram ática en la adaptación. Pero, com o William Jam es señaló, "la selección n a tu ra l en v istas de una comunicación eficaz" puede h ab er sido lo g rad a a u n precio considerable. É ste incluiría el ideal, perseguido p o r los poetas, de una voz totalm ente personal, de u n a " adecuación" perfecta en tre los recursos expresivos in d iv id u ales y su imagen del m undo. El precio incluía tam b ién la p é rd id a del "zumbido ru tila n te " de los sistem as no verbales, los m odos sensori ales del olfato, el gesto, el to n o p u ro , d esarro llad o s por los anim ales y, quizá tam bién, las fo rm as ex trasen so riales de la com unicación (específicam ente a d u cid as p o r J a m e s ); pero to d as éstas no son m ás que fo rm as ya desvanecidas del re­ p erto rio hum ano. El lenguaje a rtic u la d o se ría u n a selección inm ensam ente aprovechable y v en tajo sa, p e ro tam bién una selección red u cto ra y em pobrecedora de u n esp ectro mucho m ás am plio de posibilidades sem ióticas. U na vez hecha la elección la traducción se volvió inevitable. De ese m odo to d a la lu z que yo sea capaz de proyectar sobre la naturaleza y la poética de la tra d u c c ió n en tre las lenguas afectará al e stu d io del len g u a je com o u n todo. El tem a es difícil y e s tá m al definido. T en ien d o en mente la posible traducción al inglés de los conceptos filosóficos chi­ n os, I. A. R ichards o b serv a: " E s ta m o s en presencia de lo que es, sin d u d a, el m ás com plejo tip o d e acontecimientos p ro d u cid o h a sta a h o ra en el cosm os".5 P u ed e que tenga ra­ zón. P ero la co m plejidad y la m ism a gam a de implicaciones ya p resid ían los p rim ero s m o m en to s del len g u aje humano. 5 I. A. R ich ard s, "T ow ards a T heo ry o f T ra n sla tin g ", en Arthur F. W right (co m p ila d o r), S tu d ie s in C hin e s e T h o u g h t. C hicago Unirvers ity P re ss, 1953, p. 250.

II. LENGUAJE Y G N O SIS

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La tra d u c ció n existe porque los hombres hablan distintas lenguas. Esta verdad de Pero Grullo se funda en una situa­ ción que puede ser considerada no sólo enigmática, sino causante de problemas de una extrem a dificultad psicológica y sociohisiórica. ¿P or qué los seres hum anos hablan miles de lenguas distintas y recíprocamente incomprensibles? Vivi­ mos en este m arco plural, lo hemos hecho desde los albores de la histo ria y nos parecen naturales el caos y el fárrago subsiguientes. Sólo cuando nos detenemos a reflexionar, cuando nos apartam os del engañoso contexto de lo obvio, nos sorprende la posible ex trañeza, la posible " innaturalidad" del orden lingüístico hum ano. Se puede ver en ésta una de las cuestiones centrales para el estudio de la evolución inte­ lectual y social del hombre. Y sin embargo, sólo esporádica­ m ente nos sorprendem os y form ulam os las preguntas que sabrían d a r el relieve apropiado a los hechos. Además, la antinom ia en tre u n a lingüística form al rigurosa, y los estu­ dios antropológicos com parativos del lenguaje real, han con­ tribuido a relegar la cuestión todavía más al limbo de una vana especulación metafísica. Quizá no deberíam os considerar como formal o sustancialm ente coherentes, susceptibles de comprobación y enmienda, los m odelos de com portam iento verbal, las teorías sobre el origen y la adquisición del lenguaje aprendido que no reconocieran com o un tema p rioritario el de la confusa multipli­ cidad y variedad de las lenguas habladas en este sobrepoblado planeta. En las palabras introductorias al libro pòstu­ mo de M aurice Swadesh, The Origin and Diversification of Languages, Dell Hymes afirm a : " La diversidad de las len­ guas tal y com o se m anifiesta en su desarrollo y adaptación es un hecho irrecusable que exige la atención de los teóricos del lenguaje. Cada día se vuelve m ás problemática para ellos la insistencia en confundir equivalencia potencial y di­ versidad actual." Esta existencia debió haber sido un lugar común, respetable entre los lingüistas mucho antes de 1972. Las teorías sem ánticas, las gram áticas universales y trans form acionales que no tienen m ucho que decir a propósito 69

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de la prolija profusión del a tla s lin g ü ístico —m ás de mil lenguas diferentes se hablan en N ueva G uinea— , podrían ser engañosas. Aquí, y no en el problem a de la invención y la com prensión de la m elodía (a u n q u e los d o s tem as son cong ru en tes) es donde yo ub icaría lo que L évi-S trauss llama el m ystère suprêm e de la an tro p o lo g ía. ¿P o r qué el h o m o sapiens, cuyo a p a ra to d ig estiv o ha evolucionado y funciona con u n ifo rm e co m p le jid a d en todo el m undo, cuya organización bioquím ica y p o ten cial genético son, com o aseg u ra la ciencia m ás o rto d o x a , esencialmente idénticos; cuya corteza cerebral tiene los m ism o s surcos independientem ente de las la titu d e s y los n iv eles de la evolución social —p o r qué esto s m am ífero s q u e pertenecen a una especie uniform e pero de in d iv id u o s d ife ren ciad o s no emplea u n a lengua com ún? R espira u n elem en to q u ím ico para manten er su proceso vital, y m u e re si es p riv a d o de él. Se las arregla con u n m ism o n ú m ero d e d ie n te s y v érteb ras. Para hacer una evaluación ju s ta de la situ ació n , es preciso dar un m odesto sa lto im aginativo y p re g u n ta r, p o r así decir, desde el exterior. A la luz de los u n iv ersales an ató m ic o s y neurofisiológicos, u n a solución lin g ü ística ú n ic a s e explicaría sin dificultad. De hecho, si viviéram os d e n tr o d e u n a epidermis lingüística com ún, cu alq u ier o tr a s itu a c ió n p are c e ría extra­ ña. La veríam os com o u n a fa n ta s ía d escab ellad a, parecida a las c ria tu ra s aeróbicas o a n tig ra v ita c io n a le s de la ciencia ficción. Sin em bargo tam bién h a y o tro m o d elo "natural". Un o b serv ad o r so rd o y an a lfa b e to que se a c e rc a ra al planeta desde el ex te rio r e in fo rm a ra s o b re la a p a rie n c ia y la con­ d u cta psicológica h u m an as, co n clu iría, sin te m o r a equivocar­ se, que los hom bres hablan u n pequeño n ú m e ro de lenguas d istin tas aunque probablem ente e m p a re n ta d a s e n tre sí. Aventu ra ría u n a cifra del o rd en d e la m ed ia docena, a la que sí a ñ a d iría u n racim o de d ialecto s a filia d o s p ero distinguibles e n tre sí. T al estim ación sería co n v in cen te, p u es coincide conlos p a rá m e tro s esenciales de las v a ria c io n e s de la especie. S egún la clasificación a d o p tad a, los e tn ó g ra fo s la dividen en c u a tro o en siete razas (con to d o lo q u e u n térm ino tan su cin to tien e de in sa tisfa c to rio ). La a n a to m ía com parada de los ta m a ñ o s y e stru c tu ra s óseas im pone tre s tipos principales. E l an á lisis de los g rupos san g u ín eo s, tem a com plejo y c a rg a d o de consecuencias h istó ric a s, su g ie re que existen una m ed ia docena de v aried ad es. E s to s p a re c e ría n s e r los número s c a rd in a le s de diferenciación im p o rta n te , a u n q u e el indivi-

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duo sea único desde un punto de vista genético. El desarro­ llo sobre la tierra de cinco o seis lenguas principales, junto con un abanico de dialectos y jergas derivados e interm edios, sem ejante al de las escalas y combinaciones en el color de la piel, se im pondría a n u estro observador imaginario como algo profundam ente n a tu ra l y, de hecho, inevitable. Si vivié­ ram os som etidos d en tro de una organización semejante, nos parecería esencialm ente lógica y nos apresuraríam os a dar por ciertas las palabras o, por lo menos las conjeturas de la fisiología y la anatom ía com paradas y de la clasificación de las razas. B ajo la acción del tiempo y de la historia, esa me­ dia docena de lenguas principales quizás habría extrem ado sus divergencias. En cualquier caso, los hablantes tendrían conciencia de las uniform idades subyacentes y esperarían en co n trar ese grado de com prensión m utua que comparten, por ejem plo, las lenguas rom ances. La realid ad es, p o r supuesto, enteram ente distinta. No hablam os u n a lengua, ni una m edia docena ni veinte o tr e in ta ; se piensa que en la actualidad se practican de cua­ tro a cinco m il lenguas. Y se puede decir que la cifra peca de conservadora. H asta la fecha carecem os de un atlas lin­ güístico que pueda ja c ta rse de ser total. Además, las cuatro o cinco mil lenguas habladas en este m om ento son sobrevi­ vencia de o tras, m ucho m ás num erosas todavía, que fueron habladas en el pasado. Cada año se extinguen algunas len­ guas que convenim os en lla m ar raras, y que son las que ha­ blan las co m unidades étnicas aisladas o moribundas. Hoy, existen fam ilias lingüísticas en teras que apenas sobreviven en el recu erd o v acilan te de algunos ancianos inform antes (quienes en v irtu d de su sin gularidad escapan al control de cualquier exam en rig u ro so ) o en el limbo de las grabadoras. A cada m om ento, o casi, sobre todo en la esfera de las len­ guas ind íg en as de América, alguna expresión rica y vulnera­ ble del s e r a rtic u la d o cae en el silencio absoluto. La cantidad de lenguas p erd id as es algo que sólo podemos tra ta r de adi­ vinar. Parece razonable afirm a r que las especies humanas desarro llaro n e hiciero n uso de u n núm ero dos veces mayor de lenguas del que ah o ra podem os registrar. Una auténtica filosofía del lenguaje y una sociopsicología de los actos ver­ bales deben en fren tarse a la causa fundam ental y a las mo­ dalidades de la "in v en ció n " y la conservación por e l hombre de en tre cinco y diez mil lenguas distintas. Por difícil y generalizador que p u d iera re su lta r un rodeo semejante, un estudio

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de la traducción no puede p rescin d ir de u n a hipólesis sobre las necesidades y o p ortunidades psíquicas que han vuelto necesaria la traducción. Antes de h a b la r en serio de la traducción es preciso co n sid erar los posibles significados de Babel en relación con el lenguaje y la m ente. Una sola ojeada al com pendio de M eille t 1 o a los catágo gos m ás recientes que se elaboran b ajo la dirección del profesor Thom as Sebeok en la U niversidad de In d ia n a, mostrará la extrem a com plejidad y la p arce lización del problema. En m uchos lugares de la esfera, el m apa lin g ü ístico es un mosaico, cada uno de cuyos cu ad ro s, a lg u n o s m inúsculos, es entera o parcialm ente d istin to por el co lo r o la textura de todos los que lo rodean. A pesar de que se h a trab ajad o duran te décadas en la clasificación y la filología comparada, ningún lingüista puede hacerse responsable del a tla s linguístico del Cáucaso, en tre Bzedux al n o ro e ste y R u 'tu l y Küri en las regiones tá rta ra s de A zerbaiján. E l dido, el xwarsi y el qapuci, tres lenguas habladas e n tre los valles de Andy y de Koissous, han sido iden tificad as y d is tin g u id a s tentativa­ m ente, pero son lenguas escasam ente co n o cid as p ara cualquiera que no sea hab lante nativ o . E l a r ts i, d e estructura fonética y m orfológica original, ap en as se h a b la en un pue­ blo de unos 850 hab itantes. E l oubykh, q u e a lg u n a vez flo­ reció en las orillas del M ar N egro, sobrevive h o y en tre un puñado de com unidades tu rc a s próxim as a Ada Pazar. Una diversidad y m ultiplicidad com parables d istin g u e n a las lla­ m adas fam ilias lingüísticas p aleo sib erían as. E ro sio n a d o por el ruso en el siglo XIX, el k am tch ad al, le n g u a d e indudables recursos y antigüedad, sobrevive ú n ic a m e n te e n o cho caseríos de la provincia m a rítim a de K o riak . E n 1909, la m em oria de u n anciano conservaba a ú n u n a ra m a o rie n ta l del kamtchadal. En 1845, un v iajero se topó con cin co h a b la n te s de kot ( o k o t u ) : hoy no e s posible e n c o n tra r n i u n ra s tro . La his­ to ria de las cu ltu ra s paleosiberíanas y d e las m igraciones an­ te rio res a la conquista ru sa sigue en la o sc u rid a d . Pero es innegable la existencia de un am plio y co m p lejo espectro lin­ güístico . P o r lo que toca a los m atices d e la acción —posi­ bilid ad , probabilidad, confirm ación, n e c e sid a d — las lenguas p aleo sib erían as poseen u n a g ram átic a de o bvia precisión. Pero ca si n ad a sabem os de la génesis de e s ta s len g u as y de sus afin id a d es, si la s bay, con o tro s g ru p o s lin g ü ístic o s m ás imp o rta n te s. 1 A. M eillet y M. C ohen , L es Langues d u M o n d e (P a rís , 1952).

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La región del Mar Negro y aun la Siberia rusa son bien conocidas; am bas han escrito su historia y participado en la expansión de la tecnología. En cambio, el mapa lingüístico que se extiende del sudoeste de los Estados Unidos a la Tierr a del Fuego está lleno de regiones incógnitas y de lagunas que la adivinación h a llenado. Las divisiones fundamentales están mal d e fin id a s; ¿cuáles son por ejemplo, las relaciones entre el árbol lingüístico uto-azteca y el gran racim o maya? Las listas m ás actuales recogen 190 lenguas distintas sólo en México y C entroam érica. Pero el registro resulta incom­ pleto y grupos en tero s de lenguas son señalados como no clasificados, quizás extintos o sólo identificados gracias a referencias o in trusiones en otros idiomas, disfrazadas en form a de citas y préstam os. H ace falta m ucha buena volun­ tad para no q u ed ar radicalm ente perplejo ante una situación como ésta. Casi mil indígenas de la punta su r de la Sierra Nevada hablaban el tabutulabal en los no tan rem otos años de 1770. Todo lo que h oy sabem os es que esta lengua era sorprendente­ m ente d istin ta de todas sus vecinas. El kupeño sobrevivió hasta los últim os años del siglo XVIII, pero ya entonces decaía y era relegado a u n a estrecha zona en los m anantiales del río San Luis Rey. ¿Qué dim ensiones tenía en el pasado? ¿Dónde e n co n tra r en la histo ria hum ana m odelos de perse­ verancia cu ltu ra l que expliquen que el yecarome, todavía ha­ blado en el R ío F u erte en el siglo XVI, haya podido dis­ tinguirse ta n to del cahita, ram a de la fam ilia hopi que lite­ ralm en te lo ro d eab a? A m ediados del siglo XVI, los viajeros inform an del uso co rrien te del m atagalpa en el noroeste de N icaragua y en algunos lugares de lo que hoy es Honduras. Se cree que sólo un pu ñ ad o de fam ilias que habitan cerca de las m odernas ciudades de M atagalpa y Estelí conocen la lengua au tó cto n a. E n el n o rte de México y a todo lo largo de la costa del Pacífico, el n áhuatl prim ero y luego el español cubrieron u n a veintena de lenguas preexistentes. Ahora el tom ateka, el kakom a, el kucarete son nom bres fantasmas. Una vez m ás, uno supone la existencia de una estrecha red de indicios, de necesidades inexplicadas y de fuerzas enig­ m áticas. Los espacios en blanco y las tierras incógnitas representan vastas extensiones de la geografía lingüística de la cuenca del Amazonas y de la Sabana. Según los últimos censos, los etnolin g ü istas distinguen en tre 109 fam ilias, muchas de las

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cuales se ramificaron en subgrupos. Pero docenas de lenguas indígenas nunca han sido identificadas o se resisten a ser incluidas en cualquiera de las categorías aceptadas. Asi, por ejemplo, una lengua descubierta en fecha reciente y que es hablada por indios brasileños en el valle de Itapucuru parece no estar emparentada con ningún grupo previamente definido. El puelce, el guenoa. el atakama y una docena de nom­ bres parecidos designan lenguas y dialectos que sólo hablan, sobre millones de kilómetros cuadrados, algunos pueblos nómadas y en vía de desaparición. Su historia y estructura morfológica sólo han dado lugar a un precario esbozo clasificatorio. Muchas de ellas se hundirán en el olvido antes de que sea posible levantar gramáticas y léxicos rudimentarios. Cada una se lleva un tesoro de conciencia. El catálogo de las lenguas se abre con el aba, idioma altai­ co hablado por los tártaros, y se cierra con el zyriene, lengua finougarítica usada entre los Montes Urales y las orillas árticas. La imagen que da del hombre trae a la mente la de un animal lingüístico que se complace en la variedad y el desperdicio. En comparación, los tipos de estrellas, planetas y asteroides son unos cuantos. ¿Cómo explicar esta cuadrícula demente hecha de retazos? ¿Cómo justificar que seres humanos de un mismo origen étnico, que viven en el mismo terreno, sometidos a circunstancias ecológicas y climáticas equiparables; que suelen or­ ganizarse según los mismos tipos de estructura y que com­ parten sistemas similares de creencias y parentesco, hablen lenguas enteramente distintas? ¿Qué sentido es posible leer en una situación donde pueblos apenas separados por algunos kilómetros, por algunos valles, divididos apenas por desgas­ tadas colinas, empleen lenguas reciprocamente incomprensibles y morfológicamente no relacionadas? Reitero la pre­ gunta porque durante mucho tiempo la obviedad ha disfra­ zado su extrema importancia y su dificultad. Un esquema darwiniano de evolución y diferenciación pro­ gresiva de adaptación y de selección puede parecer plausible. Conscientemente o no, algunos lingüistas dan la impr esión de haber trabajado sobre una analogía semejante. Pero en realidad, este paralelo sólo disfraza el problema. Si bien muchos detalles del proceso evolutivo real siguen siendo oscuros, la teoría de Darwin saca su fuerza de la economía indis­ cutible y de la especificidad de los mecanismos de adaptación; las formas vivas sufren transformaciones en aparíen-

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cía prolijas y desordenadas, pero sólo sobreviven plegándose a los imperativos del medio. Se puede demostrar, sobre una amplía gama de especies, que la extinción está en proporción directa con las fallas o inexactitudes de la respuesta vital. La profusión lingüistica no ofrece nada que se asemeje a estos criterios visibles y comprobables. Carecemos de pautas (o sólo contamos con hipótesis y conjeturas) que permitan determinar la superioridad intrínseca de una lengua sobre otra, y demostrar si tal lengua sobrevive porque satisface más eficientemente que otras las exigencias de la sensibilidad y de la existencia física. No tenemos bases firmes para sos­ tener que las lenguas muertas fallaron a sus hablantes, que las que resistieron disponían de un registro más amplio o de un caudal mayor do recursos gramaticales. Por el contrario: algunas lenguas muertas se cuentan entre las maravillas de la inteligencia humana. Más de un mastodonte lingüístico fue un organismo dueño de una articulación más delicada y avanzada que la de sus descendientes. Además, no parece haber mayor correlación entre la riqueza lingüística y los demás recursos de una comunidad. Los idiomas más refi­ nados y elaborados coexisten con modos de subsistencia ex­ tremadamente primitivos y fundados en una economía rudi­ mentaria. Muchas culturas despliegan en su vocabulario y en su sintaxis refinamientos y energías adquisitivas de las que su vida cotidiana carece por completo. Las riquezas lingüísti­ cas funcionan como mecanismos compensatorios. Algunas hordas hambrientas del Amazonas dilapidan en el comenta­ rio de su condición más tiempos verbales de los que hubiera podido emplear Platón. El paralelo darwiniano también sucumbe en el punto fun­ damental de los grandes números. La multiplicidad de la fauna y la flora no representa desperdicio o ausencia de pro­ pósito. Es un factor intrínseco del proceso de adaptación de la especie, del crecimiento y la selección, que propone Darwin. Dada la amplia gama de posibilidades ecológicas, es probable que la multiplicación de las especies sea una cuestión de orden económico. Pero nadie ha probado que una lengua pueda adaptarse así. Ninguna se modela sobre un medio geofísico dado. Basta añadirle neologismos y palabras prestadas, para que cualquier lengua pueda ser usada satisfactoriamente en cualquier lugar: en el Sahara se puede emplear la sintaxis esquimal. Lejos de ser económico y redituable, el infinito número y vari e-

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dad de las lenguas humanas, reforzado por la ausencia de comprensión mutua, constituye un enorme obstáculo para el progreso material y social de la especie. Más adelante volveremos a esa pregunta esencial sobre si las diferencias lingüísticas pueden o no ser agentes de enriquecimiento, psíquico y poético. Pero es fácil apreciar hasta qué punto han puesto un freno al progreso humano. Sobrepobladas y asoladas por los problemas económicos, las islas Filipinas no ganan nada con la compartimentación que les imponen el bicol, el chabokano, el ermitaño, el tagalo y el wraywaray (para hablar únicamente de las lenguas más importantes entre unas treinta); ni con el hecho, vinculado con el anterior, de que para cuatro de estos cinco idiomas el servicio nor­ teamericano de empleos sólo pueda ofrecer un traductor calificado. Numerosas culturas y comunidades han sido marginadas de la historia por causa de esta parcelación. No es que se pueda reprochar nada a su lengua, sólo que ésta estorbaba la comunicación con las corrientes intelectuales y políticas dominantes. Innumerables sociedades tribales se han ido marchitando hacia adentro, aisladas hasta de sus vecinos más próximos por las barreras lingüísticas. Una y otra vez, las diferencias lingüísticas y la exasperante incapa­ cidad de los seres humanos para comprenderse han alimen­ tado el odio y el desprecio recíprocos. La oscura charla del pueblo vecino resulta habladuría incoherente o insulto sos­ pechoso para el oído desconcertado. Los habitantes de vas­ tas regiones del África, la India y América del Sur, atomi­ zadas por sus respectivas lenguas, no han sabido unir sus fuerzas contra el forastero depredador o el estancamiento económico. Si algunas veces comparten una lingua franca, como el swahili, su conciencia de un parentesco y de necesi­ dades comunes sigue siendo artificial. Las fuentes más pro­ fundas de la acción se asientan en el particularismo lingüís­ tico. Despojadas de su propia lengua por los conquistadores y la civilización moderna, muchas culturas rudimentarias nunca han logrado recobrar su identidad vital. En suma: en el curso de la historia humana, las lenguas han sido zo­ nas de silencio, afilada división para el extraño. ¿Por qué esta destructiva profusión? Pocos lingüistas modernos, a excepción de Swadesh y Pei, han dado muestras de la curiosidad que esta situación de­ bía haber provocado. Cuando se llega a dar una respuesta, ésta se formula en términos casualmente evolutivos: hay

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muchas lenguas distintas porque a lo largo de los siglos, las sociedades y las culturas se dispersaron y, a través de la acumulación de una experiencia particular, adquirieron cos­ tumbres lingüísticas peculiares. Una explicación tan fácil sólo puede resultar inquietante: deja de lado los dilemas filo­ sóficos y lógicos centrales que surgen de la unidad recono­ cida de las estructuras mentales humanas, asi como del pa­ pel económica e históricamente negativo, a veces francamente destructor, del aislamiento lingüístico. Invirtamos pues el razonamiento: que se enumeren razones por las cuales la adopción por la especie humana de una sola lengua o de un número reducido de lenguas emparentadas entre sí habría si­ do natural y benéfica. Resulta claro de inmediato que las jus­ tificaciones a posteriori de los hechos no son para nada con­ vincentes. El problema se aloja en una zona más profunda. Y pocos lingüistas, desde Wilhelm von Humboldt, en las pri­ meras décadas del siglo XIX, han dado pruebas de suficiente sentido histórico y rigor psicológico. Fue antes de Humboldt, cuando el misterio de la multiplicidad de las lenguas, que con­ diciona a toda teoría de la traducción, cautivó a la imagina­ ción filosófica y religiosa. Casi todas las civilizaciones cuen­ tan con su versión de Babel, con su mitología de la dispersión original de las lenguas.2 Existen dos hipótesis principales, dos grandes intentos de dar solución al enigma por medio de la metáfora. Se cometió un error atroz, se produjo una li­ beración accidental del caos, semejante a la que desencadenó la caja de Pandora. Más comúnmente, se cree que la situación lingüística del hombre, las barreras absurdas que le impiden comunicarse, son un castigo. Una torre fue lanzada a las estrellas; los titanes se atacaron entre sí, y sus esquirlas y huesos rotos se transformaron en las lenguas aisladas; de­ seoso de escuchar, como Tántalo, la charla de los dioses, el hombre mortal se vio convertido en un bruto y perdió todo recuerdo de su palabra nativa y universal. Este conjunto de mitos, nacido de una confusión antigua y tenaz, se identifica paulatinamente con la especulación filosófica y hermenéutica. La historia de esta especulación, de las hipótesis arriesga­ das por los filósofos, lógicos e illuminati para explicar la confusión de las lenguas humanas constituye en sí misma 2 La gran obra sobre este tema y una de las historias intelectuales más fascinantes es Der Turmbau von Babel: Geschichte der Meinungen über Ursprung und Vielfalt der Sprache und Völker (Sttutgart. 1959-1963), de Arno Borst.

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un capítulo ineludible en los anales de la imaginación. Gran parte es material inflado. En la discusión proliferan las invenciones fantásticas y los retorcimientos barrocos. Nacido, como es inevitable, de una meditación sobre la envoltura de su propio ser —las palabras escrutan la superficie especular de las palabras—, la tradición esotérica y metafòrica suele perder contacto con el sentido común. Pero a través de imágenes arcanas, construcciones cabalísticas y emblemáticas, de mitologías ocultas y extraños desciframientos, la discusión sobre Babel busca su camino —igual que las hipótesis pitagóricas sobre el movimiento celestial en Copérnico y Kepler que eran astrológicas sólo en porte— hacia revelaciones esenciales. Mucho más impresionada que la lingüistica moderna por el abismo que separa al hombre de la palabra de su hermano, la tradición del misticismo lingüístico y de la gramática filosófica alcanza una intuición, una pers­ picacia inquisitiva que suelen estar ausentes de las discusio-. nes de hoy día. En la actualidad nos movemos sobre un terreno más firme pero menos profundo. Ciertas imágenes clave y cadenas de hipótesis aparecen una y otra vez en la filosofía del lenguaje, desde los pitagóricos hasta Leibniz y J. G. Hamman. Se nos recuerda que la sus­ tancia del hombre es indisociable del lenguaje; que su misterío define al ser humano, su posición intermedia en la cadena que va desde lo inanimado hasta el orden trascendental de la creación. No cabe duda de que el lenguaje es material en la medida en que requiere del juego de los músculos y cuerdas vocales; pero también es intangible y, en virtud de las inscripciones y recuerdos, no está sujeto al tiempo aunque se mueva dentro del flujo temporal. Estas antinomias y relaciones dialécticas, que me propongo analizar de modo sistemático en el siguiente capítulo, pronuncian la dualidad de la existencia humana acentuando de paso el contrapunto permanente de los recursos físicos y espirituales. La tradición oculta sostiene que una lengua original, única o Ur-Sprache corre disimulada bajo nuestras discordias actuales y que tal vez se encuentra en estado latente bajo el áspero tumulto de lenguas rivales que siguió al derrumbe del zigurat de N'emrod. Este vernáculo adánico no sólo allanaba la comprensión recíproca de los hombres y su expedita comunicación. En mayor o menor grado representaba, encarnándolo, el Logos original y primitivo, el acto de creación instantánea por el cual Dios había, literalmente, "hablado el mundo"

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Aunque tal vez en clave menor, la vulgata del Edén contenía una sintaxis divina, la capacidad de afirmar y designar que anima a la voz de Dios y gracias a la cual nombrar una cosa era causa necesaria y suficiente para que se materializara súbi­ tamente en la realidad. Cada vez que el hombre hablaba vol­ vía a representar, remedaba por su cuenta el mecanismo no­ minalista de la creación. De ahí el significado alegórico del acto con el cual Adán nombró a todas las creaturas vivien­ tes: " ...y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ése es su nombre"* (Génesis, 2. 19). De ahí también la fa­ cultad que tienen todos los hombres para entender las pala­ bras de Dios y darles una respuesta inteligible. A su etimología directa, divina, la Ur-Sprache añadía una congruencia con la realidad de la que carecería cualquier otra lengua después de Babel o del desmembramiento de la sinuosa culebra del mundo mencionada en la mitología de los indios del Caribe. Las palabras y los objetos engranaban perfectamente. Cada nombre y cada frase constituían una ecuación estrictamente definida entre los hechos y la percep­ ción humana. Nuestro discurso se interpone entre la per­ cepción y la verdad como un vidrio polvoriento o un espejo deformante. La lengua del Edén era como un cristal trans­ lúcido; la atravesaba una luz de comprensión absoluta. Ba­ bel fue como una segunda caída, en algunos aspectos tan desoladora como la original. Primero, Adán fue arrojado del jardín; y luego los hombres, como si fuesen perros de aullido ronco y plañidero, se vieron acosados y expulsados de la gran familia humana. Y así también fueron despojados de la certidumbre de poder aprehender y comunicar la realidad. Los teólogos y metafísicos del lenguaje se empeñaron en atenuar este segundo exilio. ¿No asistimos a una redención parcial en Pentecostés, cuando el don de las lenguas fue con­ cedido a los apóstoles? Toda la historia del lenguaje, ¿no era tal vez, como algunos seguidores de la Cábala llegaron a supo­ ner, un diligente oscilar del péndulo entre Babel y un retorno a la armonía del unísono en ciertos instantes mesiánicos y privilegiados donde reinaba la inteligibilidad? Pero ante todo, ¿qué se podía decir de la Ur-S prache misma? ¿Había sido definitiva, irreparablemente perdida? Aquí las hipótesis gira­ ban en torno de la verdadera naturaleza de la lengua de Adán. ¿Se trataba del hebreo o de alguna versión todavía más * Nácar Colunga.

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antigua de ese caldco cuyos remotos vestigios podían ser discernidos en los nombres de las estrellas y los ríos legendarios? Los gnósticos judíos sostenían que el hebreo de la Tora era sin duda el idioma de Dios, aunque el hombre hubiese dejado de tener acceso a las profundidades de su sentido esotérico cabal. Otros inquisidores de lo absoluto, de Paracelso a los pietistas del siglo XVII, estaban dispuestos a ver en el hebreo un modo de expresión privilegiado pero corrompido por la Caída y que sólo era capaz de manifestar imperfectamente la presencia Divina. De la sabiduría brahmánica a las tradiciones populares celtas y norafricanas, todas las mitologías lingüisticas, o prácticamente todas, coinciden en creer que la lengua original se dividió en setenta y dos fragmentos o en cualquier múltiplo simple de este número.3 ¿Cómo identificar los primeros frag­ mentos? Es evidente que si llegaran a ser reconocidos, una investigación acuciosa sabría descubrir en ellos vestigios léxicos y sintácticos de la lengua perdida del Paraíso, restos equitativamente esparcidos por un dios furioso y cuya reconstrucción, como la de un mosaico roto, devolvería a 1os hombres la gramática universal de Adán. De existir en ver­ dad, estas claves estarían ocultas muy profundamente. Ten­ drían que ser rastreadas, como los miembros de la Cábala y los discípulos de Hermes Trimegisto trataban de hacerlo, interrogando las configuraciones ocultas de las letras y de las sílabas, invirtiendo palabras y aplicando a los nombres anti­ guos —en especial a los diversos nombres del Creador— un cálculo tan intrincado como el de los quirománticos y astró­ logos. Los riesgos eran muy altos. Si el hombre podía rom­ per la cárcel de un discurso disperso y corrompido (el cas­ cajo de la Torre demolida), penetraría de nuevo en los plie gues más íntimos de la realidad. Conocería la verdad al hablarla y, al decir, diría verdad. Sería ése el fin de su alienación respecto de otros pueblos; habría terminado su ostra­ cismo en las jerigonzas y la ambigüedad. La raíz de una an­ tigua e imperiosa esperanza se afirma en la palabra esperanto. Del capítulo segundo del Génesis a las Investigacionesde Wittgenstein o al primer artículo inédito de Chomsky sobre los morfofonemas en hebreo, el pensamiento judío ha desem­ peñado un papel de primera importancia en la mística, la en* A pesar de las investigaciones de Amo Borst, los orígenes de cste número particular siguen siendo oscuros. Ei factor 6 X 12 sugiere que existe una relación astronómica con las estaciones del año.

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dición y la filosofía lingüísticas. Para los judíos como para los gentiles, las Tablas de Moisés poseían un carácter de reve­ lación extraña a cualquier otro cuerpo verbal posterior. El hebreo pone a prueba a las lenguas, ha sido el filo de diaman­ te en la herramienta del tallador. En la hermenéutica judía encontramos todos los temas que orientarán la reflexión oc­ cidental sobre la esencia del lenguaje y el enigma de su desmembramiento. Cada elemento del texto recibido ha engen­ drado sus propias tradiciones de estudio en el misticismo judaico y la erudición rabínica.4 Existe una filología y una gnosis de cada una de las letras hebreas, como las hay de cada una de las palabras y unidades gramaticales. Para el misticismo merkabah, todo carácter escrito encarna un deta­ lle del panorama esencial de la creación; la experiencia hu­ mana en su totalidad, los discursos venidos y por venir, ya están latentes en las letras del alfabeto. Esas letras inson­ dables cuyas combinaciones configuran los setenta y dos nom­ bres de Dios pueden revelar, cuando se escruta en ellas, el pliegue más escondido de la significación, la cifra, la geogra­ fía del cosmos. Por eso la càbala profètica se preocupa por desarrollar la "ciencia de las combinaciones de las letras". Gracias a una meditación llevada hasta la hipnosis sobre los agrupamientos inciertos de los caracteres individuales, que por otra parte, no tienen necesariamente un significado en sí mismos, el iniciado puede llegar a vislumbrar el venerable Nombre de Dios, que, si bien está manifiesto en la fisonomía de la naturaleza, está envuelto por así decirlo, en los amorti­ guados espesores de la lengua vulgar. Aunque el hebreo pueda darse el privilegio de un contacto directo, la càbala reconoce que todas las lenguas son un misterio y que se re­ lacionan todas en última instancia con la palabra divina. Para el hasidismo medieval es absolutamente necesario conservar intacta la palabra y no el signo alfabético. Mutilar una sola palabra de la Tora, cambiar su sitio, podría poner en peligro los tenues vínculos que subsisten entre el hombre caído y la presencia divina. Ya el Talmud decía: "omitir o añadir una sola letra puede llevar a la destrucción del mundo entero." Algunos illuminati llegaron a suponer que la oscu­ ridad y la turbulencia del mundo se debían a algún error —no importaba cuán menudo fuese— cometido por el ama* En esta parte debo mucho al conocido libro de Gershom Sholem : Major Trends in Jewish Mysticism (Jerusalén, 1941 y Nueva York. 1946) [traducción española en preparación por el F.C.E.]

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nuense a quien Dios dictó el texto sagrado. La teosofía expuesta en el Zohar y en los comentarios que le siguieron empleaba retruécanos místicos y juegos de palabras paraprobar la veracidad de algunos puntos esenciales de su doctrina. Elohim, el nombre de Dios, une Mi, el sujeto oculto, aE loh el objeto oculto. La disociación de sujeto y objeto es 1a debilidad que aqueja al mundo temporal. Sólo el nombre de Dios contiene la promesa de la unidad final, la seguridad de que el hombre se liberará de la dialéctica de la historia. En suma: el verdadero lenguaje de Dios, el idioma de la intimidad perfecta que le era familiar a Adán y a la especie humana hasta Babel todavía puede ser descrifrado, al menos parcialmente, en las ramificaciones y capas interiores del hebreo y. tal vez, en las otras lenguas nacidas de la dispersión original. Los hábitos sensibles y afectivos patentes en esta semántica oculta nos son remotos y a menudo bastante extraños. Pero, en varias ocasiones, la gnosis lingüistica toca temas decisivos para una teoría racional del lenguaje y de la traducción. En la distinción entre estructuras profundas de la sig­ nificación, estructuras disimuladas por el tiempo o enmasca­ radas por los coloquialismos, y estructuras superficiales dela lengua de todos los días brilla una aureola engañosamente moderna. Sin embargo, en el ocultismo hay una aguda comprensión,esencial para el tratamiento de la comunicación dentro y entre las lenguas, del hecho de que un texto puede ocultar más de lo que revela. Y por encima de todo se impone la idea, asidua en Spinoza y en Wittgenstein, del carác ter problemático, numinoso e inquietante, de la vida del hombre en el lenguaje. Numerosos rastros de la especulación gnóstica, a menudo aplicada al hebreo, están presentes en la gran tradición europea de la filosofía lingüística. Esta serie de creencias, conjeturas y teorías visionarias se extiende ininterrumpidamete desde Meister Eckhart, a principios del siglo XVI, hasta lasenseñanzas de Angelus Silesius, entre 1660 y 1670. Volvemos a encontrar un asombro nunca desmentido ante la multiplicidad y la atomización de las lenguas. Hacia 1530 Paracelso no duda un momento de que la Divina Providencia restaurará un día la unidad original de las lenguas humanas. Su contemporáneo, el cabalista Agrippa de Nettesheim, tejió una red de volutas arcanas alrededor del número setenta y dos: en el hebreo, y en particular en el Éxodo con sus setenta y

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dos designaciones del nombre Divino, se condensaban las fuerzas mágicas. Algún día, los otras lenguas volverían a este manantial del ser. Ent re tanto, la necesidad misma de la traducción era como la marca de Cain, la prueba de que el hombre había sido exiliado de la harmonia mundi. Como Coleridge lo sabía, no hubo nunca un soñador tan profundo del lenguaje, una sensibilidad tan obsesionada por la alquimia verbal como J akob Böhme (1575-1624).3 Al igual que Nicolás de Cusa mucho tiempo antes que él, Bohme suponía que la lengua original no había sido el hebreo, sino un idioma borrado de los labios del hombre en el momento de la catás­ trofe de Babel y que ahora está fatalmente disperso en todas tas lenguas vivas (en algún momento, Nettesheim sostuvo que la verdadera lengua de Adán fue el arameo). Como no son más que pedacería extraviada y errática, todas las len­ guas comparten una miopía común: ninguna es capaz de ar­ ticular la suma verdad divina o dar a sus hablantes la clave del sentido de la existencia. Los traductores son hombres que se buscan a tientas, inmersos en una niebla común. Las guerras religiosas y la persecución de presuntas herejías sur­ gen inevitablemente de la "babel" de las lenguas: el hombre deforma el pensamiento y lo desnaturaliza. Pero hay un modo de salir de la oscuridad: lo que Böhme llama la "fabla sensual'' —el discurso de la intimidad instintiva y espontá­ nea, la lengua de la naturaleza y del hombre en estado de naturaleza, que descendió sobre los Apóstoles, esa gente hu­ milde, en Pentecostés. La gramática de Dios resuena en la naturaleza, basta con que tengamos oídos para ella. Kepler admitía que la lengua original había volado hecha pedazos. Pero no era en la rugosa algarabía de los primitivos y analfabetos donde había que ir a buscar las chispas de la intención divina. Éstas podían ser encontradas en la impe­ cable lógica de las matemáticas y en la armonía, ella también esencialmente matemática, de la música instrumental y celes­ tial. La música de las esferas celestes, al igual que los acor­ des pitagóricos, proclamaba, como lo haría más tarde e1 Pró­ logo del Fausto de Goethe, la arquitectura oculta de la pala­ bra divina. En las inspiradas ensoñaciones y reflexiones visionarias de Angelus Silesius (Johann Scheffler), las intui­ ciones de Böhme son desarrolladas a fondo. Retomando el misticismo de Eckh art, Angelus Silesius sostiene que desde 3 Cf Alexandre Koyré: La Philosophie de Jacob Boehme (2 ed. Pa­ rís, 1971) pp. 456-462.

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el principio de los tiempos Dios sólo h a pronunciado una sola palabra. En esa única em isión, está co n ten id a toda la reali­ dad. El Verbo cósmico no se esconde en ninguna de las len­ guas conocidas; después de Babel, el lenguaje es incapaz de conducirnos de vuelta a esa palabra. E l clam o r de las voces humanas, el m isterio de su diversidad, el enigm a que es cada una para la otra, clausura el so n id o del Logos. La úni­ ca salida es el silencio. Para Silesius, el m u d o y el sordo son las creaturas que m ás cerca está n de la v u lg ata perdida del Edén. El siglo XVIII disiparía estas ensoñaciones gnósticas. Pero las encontram os de nuevo, convertidas en m odelo y metáfora, en las obras de tres escritores m odernos. Son ellos quienes parecen hablar m ejor de los reso rtes in te rn o s del lenguaje y la traducción. Die Aufgabe des Uebersetzers, de W a lte r Benjamin, data de 1923.6 Aunque influido por los co m en tario s que hacia Goethe sobre la traducción en sus célebres n o tas prelimina­ res al Diván y por la traducción que H ö ld erlin hiciera de Sófocles, el ensayo de Benjam in se in scrib e de lleno en la tra­ dición gnóstica. Benjam in propone aquí, com o en todos los puntos de su exégesis ex trao rd in ariam en te refinada y vivi­ ficante, y en calidad de "cómplice secreto " de las intenciones del poeta, que quienes han "en ten d id o " u n tex to han dejado de lado su sentido esencial. Las m alas traducciones comu­ nican demasiado. Su aparente fidelidad se lim ita a lo que solamente es secundario en la tra m a original. Benjamin aborda el problema de la traducibilidad — ¿puede traducirse la obra?, y, en caso afirm ativo, ¿p o r quién?— con métodos que recuerdan los de la Cáb a la : Así podría hablarse de una vida o de un instante inolvidables aun cuando toda 1a humanidad los hubiese olvidado. Si, por ejemplo, su carácter exigiera que no pasase al olvido, dicho predicado no representaría un error, sino sólo una exigencia a la que los hombres no responden, y quizás también la indicación de una esfera capaz de responder a dicha exigencia: la del pensamiento divino. Del mismo modo podría considerarse la traducibilidad de ciertas formas idiomáticas, aunquefue6 La traducción inglesa de este ensayo fue llevada a cabo porJam es Hynd y E. M. Valk y puede ser encontrada en Delos, A Journal ofand on Translation. Núm, 2, 1968. [La versión española puede ser consultada en W alter Benjam in, Ensayos escogidos, T ra d . H. A.M urena Buenos Aires, 1967.]

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sen intraducibles para los hom bres. Y basándose en un con­ cepto riguroso de la traducción, ¿no podrían en cierto modo serlo realm ente? Teniendo en cuenta esta diferencia, cabría preguntar si es conveniente favorecer la traducción de ciertas formas idiomáticas. Y así es com o ad q u iriría significación la frase: sí la traducción es u n a form a, la traducibilidad de cier­ tas obras debería ser esencial.*

Como Mallarmé, pero en térm inos obviamente derivados de las tradiciones cabalística y gnóstica, Benjamin funda su metafísica de la traducción en el concepto de una "lengua universal". La traducción es a un tiem po posible e imposi­ ble, según una oposición dialéctica característica de la argu­ mentación esotérica. Tal antinom ia surge del hecho de que todas las lenguas son fragm entos cuyas raíces, en un sentido tan algebraico como etimológico, existen y se justifican sólo gracias a die reine Sprache. Este " lenguaje puro" —en otros puntos de su obra, Benjam in se referiría a él como al Logos que da sentido al discurso pero que no se m uestra en nin­ guna lengua viva particular— es como una corriente oculta empeñada en explayarse en los canales obstruidos de nues­ tras diversas lenguas. En el “m esiánico fin de la historia” (de nuevo una formulación cabalística o hasídica), todas las lenguas divididas volverán a su común fuente de vida. En­ tre tanto, la traducción es depositaría de enormes responsa­ bilidades filosóficas, éticas y mágicas. La traducción de una lengua A a una lengua B volverá tan­ gible la implicación de una tercera presencia activa. Revela la fisonomía del "lenguaje puro" que precede y subyace a las dos lenguas. Una traducción genuina evoca los contornos vagos pero inconfundibles de ese modelo congruente del que, después de Babel, se desprendieron los mellados fragmentos del habla humana. Algunos de los salmos traducidos por Lutero, la Tercera Oda Pítica de Píndaro recreada por Höl­ derlin imponen, gracias al carácter extraño de su evocación, la realidad de la Ur-Sprache en la que se funden de alguna manera el alemán y el hebreo o el alemán y el griego anti­ guo. Que tal fusión puede y debe existir lo confirma el he­ cho de que los seres humanos quieren decir las mismas cosas y la voz manifiesta los mismos miedos y las mismas espe­ ranzas, aunque las palabras pronunciadas sean diferentes. Opara decirlo de otro m odo: a una mala traducción no le * Trad. H. A. Murena.

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faltan dichos y frases en apariencia sim ilares, pero se le escapan las ataduras de la significación. La filología es amor al Logos antes que ciencia de las ra ices. Lutero y Hölderlin lograron llevar el alem án un poco hacia " a trá s " , acercándolo a su punto de partida. Para c u a ja r esa alquim ia, una traduc­ ción debe conservar una extrañeza y una "otredad" vitales ante su propia lengua. En la Antígona de Hölderlin casi nada "se parece" al alemán o rd in a rio ; una alambrada de púas separa las conferencias de M arianne Moore sobre La Fontaine del inglés coloquial norteam ericano. El traductor en­ riquece su lengua perm itiendo que la lengua de la que tra­ duce la penetre y m odifique. Pero hace aún m á s : expande su idioma nativo hacia el absoluto secreto de la significación. "En cambio, si existe una lengua de la verdad, en la cual los misterios definitivos que todo pensam iento se esfuerza por descifrar se hallaban recogidos tácitam ente y sin violencias, entonces el lenguaje de la verdad es el auténtico lenguaje. Y justam ente este lenguaje, en cuya intención y en cuya des­ cripción se encuentra la única perfección a que puede aspirar el filósofo, permanece latente en el fondo de la traducción."* Del mismo modo en que el cabalista escruta los grupos de letras y palabras en busca del m isterio de la tram a divina, así el filósofo del lenguaje interroga las traducciones —en 1o que omiten tanto como en lo que contienen— en busca de la lejana luz del sentido original. La síntesis de W alter Benja­ min viene directamente de la tradición m ística: "Pues todas las obras literarias conservan su traducción virtual entre las líneas, cualquiera que sea su categoría. Pero las Sagradas Escrituras lo hacen en medida muy superior. La versión interlineal de los textos sagrados es la imagen primigenia o ideal de toda traducción." ** Dividiendo sus lealtades entre el checo y el alemán, lleva­ do por momentos hacia el hebreo o el yiddish, Franz Kafka tuvo una conciencia obsesiva del carácter opaco y refractario del enguaje. Su obra se puede interpretar como unaparábola continua sobre la imposibilidad de la comunicación humana auténtica o, como escribiera a Max Brod en192 "sobre la imposibilidad de no escribir, la imposibilidadde escribir en alemán, la impasibilidad de escribir de un modo diferente. Tal vez se podría añadir una cuarta imposibilidad: la imposibilidad de escribir". Para Kafka esta última com* Walter Benjamin, Ibid., tra d .: H. A. Murena. ** T rad. : H. A. Murena.

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prendía a m enudo los m ilagros de la palabra. "¿Es su canto lo que nos m aravilla —p reg u n ta el n a rra d o r en "Josefina la cantante"— , "o es m ás bien la solem ne quietud que rodea su frágil vocecita?" Y en "L a colonia penitenciaria", quizá la más desesperada de sus reflexiones m etafóricas sobre el carácter inhum ano de la p alab ra escrita, K afka hace de la imprenta un in stru m en to de to rtu ra . El tem a de Babel era una de sus preocupaciones m ás a s id u a s: se refiere a él en casi todos sus relato s im p o rtan tes. Y, en dos ocasiones, ofre­ ció un com entario específico en un estilo m oldeado sobre el de la exégesis hasídíca y talm údica. El prim ero se halla en su a leg o ría de la construcción de la Gran M uralla china, escrita en el v eran o d e 1917. El relato asocia dos e s tru c tu ra s, au n q u e "en el recu erd o de los hom ­ bres", los propósitos a que respondía la M uralla eran exacta­ mente opuestos a los de la in so len te T orre. Un e ru d ito ha escrito un e x tra ñ o lib ro seg ú n el cual la destrucción de Babel no se debe a las cau sas g en eralm en te m encionadas. El edi­ ficio de N em rod se desplom ó, sim ple y sencillam ente porque sus cim ientos era n defectuosos. El sabio sostiene que la Gran M uralla se rá el zócalo de u n a nueva to rre . E l n arra d o r confiesa su te r r o r : ¿có m o p o d rá co n v e rtirse la M uralla, ape­ nas un sem icírculo, en el zócalo de u n a nueva T orre? Y sin embargo debe h ab e r un g ra n o d e v erd a d en tan extraña su­ gerencia; si bien poco claro s, los planos d e la T o rre figuran junto con los d e la M uralla. Y h ay u n a lista de sugerencias detalladas re la tiv a s a la m a n o de o b ra requerida y también a los m edios de re u n ir a las naciones con este objeto. Esa reunión de las naciones fig u ra en " Das S tadtw appen" ("E l escudo de la c iu d a d " ), breve p aráb o la que Kafka llevó al papel en el o to ñ o de 1920. Se tr a ta de u n o de sus textos m ás enigmáticos. La p rim era fra se señ ala la presencia de intér­ pretes ( Dolm et s c h e r ) en el sitio de la construcción. Como una sola g eneración de h o m b res no puede arro g arse la pre­ tensión de d a r té rm in o al edificio, com o los conocim ientos de la ingeniería se e n c u e n tra n en c o n tin u o cam bio y creci­ miento, hay tiem p o d e so b ra. C ada día se consagran m ás es­ fuerzos a la c o n stru c ció n y rem o zam ien to d e la ciudad obrera. Feroces com bates y m o tin es esta lla n e n tre las naciones allí reunidas. "A ello vino a su m a rse el que la segunda o la ter­ cera generación reco n o cieran la in sen satez ( d ie Sinnlosigkeit ) dela construcción de la T o rre, p ero los vínculos m u tuos eran ya dem asiado fu e rte s p ara que se pudiese d e ja r la ciu d ad ".

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Todos los cantos y leyendas que han llegado hasta nosotros están impregnados de la nostalgia de un día profètico en el que un gigantesco puño aplastará la ciudad de los construc­ tores con cinco golpes: "P o r eso tiene la ciudad un puño en el escudo." Sería arrogancia reducir a una sola interpretación o equi­ valencia los diversos sentidos que K afka m aneja en Babel. No es así como funciona su técnica de la anécdota alegórica y anagògica. El Talmud, uno de sus arquetipos favoritos, habla de los cuarenta y nueve niveles de significación que es preciso descubrir en un texto revelado. Pero es evidente que Kafka vio en la Torre y en su ruina una dramática sín­ tesis con ayuda de la cual podía tra n sm itir ciertas intuiciones precisas, aunque difíciles de expresar, sobre la condición lingüística del hombre y la influencia de Dios sobre ella. La Torre es un momento necesario: em ana de un impulso irrefutable de la voluntad y la inteligencia hum anas. La palabra Himrnelsturmbau vuelve tangible una dualidad inquietante: la Torre es, como el Génesis proclam a, u n asalto al cíelo ( S turm ), pero es también la pétrea escala de Job ( Turm), gracias a la cual el hombre puede reunirse con su Creador. Rebelión y veneración se confunden igual que los avances y repliegues del lenguaje ante la verdad. Los cimientos de la Torre preocupaban a Kafka más que el edificio mismo. "La construcción", su últim o relato, es sin lugar a dudas un comentario sobre la posición del escritor ante el lenguaje y la realidad, y m uestra cómo la Torre debe ser vista desde el interior, desde sus interminables galerias en espiral. De ahí la imprevista observación de uno de los Diarios: "Estamos cavando la fosa de Babel." Pero ¿cuáles son pues los rasgos que tienen en común la Torre y la Gran Muralla, frecuente símbolo en Kafka de la Ley de Moisés? ¿Y cómo debemos leer el preciso cambio de tiempos verbales que se efectúa en las últimas líneas de " El escudo dela ciudad": las sagas "surgieron de la ciudad", probablemente hace mucho tiempo, pero "tiene la ciudad un puño en el escudo"? Aunque el escudo de Praga no tenga un puño sino dos torres. Todas estas alusiones están animadas por la amenaza del lenguaje y el misterio de su condición dividida. O tra observación de los cuadernos en octavo recapitula m ejor toda la carga de paradoja y de dialéctica trágica que Kafka concentraba en el emblema de la T orre: "Si hubierasido posible construir la Torre de Babel sin ascenderla, su cons-

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trucción hubiese sido perm itida." Si el hombre pudiese em­ plear el lenguaje sin perseguir el significado hasta las fronte­ ras prohibidas de lo absoluto, probablemente aún hablaría una lengua verdadera y sin fracturas. No obstante, servirse del lenguaje prescindiendo de las traducciones y sin escrutar las fuentes secretas de la ley, también es algo imposible, y acaso nos está vedado. El discurso de Kafka encierra la naturaleza paradójica de la ceguera y la incomprensión hu­ manas. Se mueve en él como en un laberinto interior. Laberintos, ruinas circulares, galerías, Babel (o Babilonia) son constantes en el arte de nuestro tercer cabalista moderno. Podemos observar en la poesía y en las narraciones de Jorge Luis Borges todos los motivos presentes en el lenguaje de los gnósticos y seguidores de la Cabala: la imagen del mundo como un encadenamiento de sílabas oscuras, la idea de una palabra absoluta o de una letra cósmica —alfa o álef— que se disimula en los desgarrados jirones de las lenguas huma­ nas, la conjetura de que la suma del conocimiento y la expe­ riencia está prefigurada en una obra última que contiene todas las permutaciones concebibles del alfabeto. Una de las creencias ocultas de Borges es que las razonables estructuras del tiempo y el espacio ordinarios se imbrican, en otras cos­ mologías, con realidades consistentes y prolijas nacidas del discurso y de la actividad insondable del pensamiento. La lógica de sus Fábulas descansa en un rechazo de la causalidad normal. De la especulación (palabra que ya lleva en sí el espejeo)7 gnóstica y maniquea toma Borges el tropo esencial de un "anti-mundo" o mundo simétrico. A contracorriente, el tiempo y los modos de relación barren como poderosos y callados vientos nuestro inestable y quizá también imaginario universo. Ningún poeta ha fabulado con más intensidad la hipótesis de que nuestra existencia "es soñada en otra parte", de que apenas somos la sombra de las palabras de otro, que se precipitan hacia el término de ese proferimiento único inconcebiblemente vasto en el que Jakob Böhme distinguía el sonido del Logos. Como Borges escribe en "Una brújula": Todas las cosas son palabras del Idiom a en que Alguien o Algo, noche y día Escribe esa infinita algarabía Que es la h istoria del mundo. En su tropel 7 "El espejo de los enigmas" (Otras inquisiciones), de Borges, dis­ cute la interacción de la filosofía gnóstica y el speculum in aenigmate.

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LENGUAJE Y GNOSIS Pasan C artago y Rom a, yo, tú , él, Mi vida que no entiendo, e sta agonía De ser enigma, azar, crip to g rafía Y toda la discordia de Babel.

A veces Kafka sentía que la multiplicidad de las lenguas se le hacía nudo en la garganta. Borges se pasea con la vigorosa y caprichosa desenvoltura de un gato por entre el español, el portugués de sus antepasados, el inglés, el francés y el alemán. Se apoya con garra de poeta en el nervio de cada una de esas lenguas. Ha recreado el adiós al anglosajón "lengua del alba", con que se despide un bardo de Northumbria. Las "ásperas y laboriosas palabras" de Beowulf fueron suyas "antes de ser Harslam o Borges", "Deutsches Requiem" no sólo es una admirable expresión metafórica de la necesidad homicida que encadena al judío con el nazi; el tono yla sustancia narrativa de la historia son tan alemanes como la Selva Negra. Si bien el español de Borges suele tener un estilo muy personal, también es dueño del oído y el genio de la lengua y de las constantes que relacionan su propia poesía con el "latín negro de Séneca". Pero por sutil que sea el sentido que tiene Borges de la tonalidad irreductible de cada lengua, su experiencia lingüística es esencialmente simultánea y, para emplear la expresión de Coleridge, reticulada. Media docena de lenguas y literaturas se entretejen en ella. Borges emplea citas y referencias históricas y literarias, a menudo puras fantasías, para definir el registro y el espacio inimitable de sus versos y fábulas. Entreverados estrechamente estas diversas lenguas y legados —la Cabala, la epopeya anglosajona, Cervantes, los simbolistas franceses, los sueños de Blake y de De Quincey— constituyen un mapa y una cartografía, un paisaje de lo ya visto que, si bien es único de Borges, de algún modo nos es tan familiar como el sueño. Listas a sucederse y a metamorfosearse, las lenguas que utiliza Borges se tienden hacia una verdad oculta y única (el Aleph vislumbrado en eldecimonoveno escalón del sótano de la casa de Carlos Argentino Daneri), como lo hacen las letras del alfabeto en la "biblioteca cósmica" de una de sus ficciones más secretas. "La biblioteca de Babel" dala de 1941. Cada elemento dentro de esta fantasía tiene sus fuentes en el “literalismo"de la Cábala y en las imágenes, bien conocidas por Mallarmè, los gnósticos y rosacruces, que describen el mundo comoun

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volumen único e inconm ensurable. "E l universo (que otros llaman la Biblioteca) se com pone de un núm ero indefinido, y tal vez infinito, de galerías exagonales." Es una colm ena sacada de Piranesi pero tam bién, com o el títu lo acusa, una visión del interior de la T orre. "D e esas prem isas incontro­ vertibles dedujo que la Biblioteca es total y que sus anaque­ les registran todas las posibles com binaciones de los veintitan­ tos símbolos ortográficos (núm ero, aunque vastísim o, finito) o sea todo lo que es dable expresar, en todas las lenguas. Todo: la historia porm enorizada del porvenir, las autobio­ grafías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la dem ostración de la falacia de esos catálogos, la dem ostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basílides, el co­ mentario de ese evangelio, el com entario del com entario de este evangelio, la relación verídica de tu m uerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los lib r o s .. . " Toda concebible com binación de las letras ha sido ya prevista en la B iblioteca y no es im pro­ bable que esas com binaciones "en cierren u n terrible senti­ do'' en alguna de sus lenguas secretas. No existe ningún enunciado sin sen tid o : "N adie puede a rtic u la r u n a sílaba que no esté llena de tern u ra s y te m o re s ; que n o sea en algu­ no de esos lenguajes el nom bre p o d ero so de un dios." E n el interior de esa m adriguera o de esas ru in a s circulares, los hombres farfullan y parlotean su m u tu a c o n fu sió n ; con todo, sus m iríadas de palabras form an tau to lo g ías em peñadas en inventar, sin que los h ab lan tes e n tien d an p o r qué, la sílaba cósmica perdida, el N om bre de Dios. Tal es la u n id ad for­ malmente ilim itada que se esconde b ajo la fragm entación de las lenguas. "Pierre M enard, a u to r del Q uijo te" (1939) es probablem en­ te el más agudo y denso com entario que se haya dedicado al tema de la traducción. P odría decirse, en el estilo de B or­ ges, que los estudios sobre la trad u cció n de que disponem os, no son más que com entarios de com entarios. E sta ficción desnuda y com pacta h a sido salu d ad a com o u n a m u estra in­ dudable de genio. Pero —de nuevo esto suena a un pastiche de la m elindrosa pedantería borgiana— ciertos detalles han sido omitidos. La bibliografía de M enard capta de inm ediato la atención. Las m onografías sobre un "vocabulario poético de conceptos" y sobre las "conexiones o afin id ad es" en tre el pensamiento de Descartes, Leibniz y Jo h n W ilkins evocan los

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esfuerzos del siglo XVII p o r a r tic u la r u n ars signorum , un sis­ tem a universal de id io g ram as. La C haracteristica universalis de Leibni z a la q u e M enard d ed ica u n a m onografía, es un ejem plo de ese p ro y e c to ; el E ssa y to w a rd s a real character and a philosophical language, d e 1668, del obispo Wilkins es otro. Las dos o b ras in te n ta n in v e r tir el d e sa stre de Babel. "Los b o rra d o re s" que d e jó M en ard “ d e u n a monografía so­ bre la lógica sim bólica d e G eorge B o o le”, d em u estran que era consciente (y B orges con é l) del p a re n te s c o que hay entre la preocupación del siglo XVII p o r e n c o n tr a r u n a inter-lingua o lengua com ún p a ra el d isc u rso filo só fico y el "universalism o " de las lógicas m o d ern as, sim b ó lica y m atem ática. La trasposición en a le ja n d rin o s q u e M e n a rd h a c e de Le Cimentiere m arin de P aul V aléry es u n a a m p liació n vigorosa, aunque excéntrica, del co n cepto d e tra d u c c ió n . Y c o n tra la afable au to rid a d del m e m o ria lista , m e in c lin o a p en sar que una "versión litera l de la v e rsió n lite ra l q u e h iz o Quevedo de la In tro d u ctio n a la vie d é v o te d e S a n F ra n c is c o d e Sales" figuraba e n tre los papeles d e M en ard . P o r su p u esto su o b ra m a e s tr a d e b ía n s e r " los capítulos noveno y trig ésim o o ctav o de la p r im e r a p a r te d e Don Quijote y de un frag m en to del c a p ítu lo v e in tid ó s " . (¿C uántos lectores de B orges h a n o b serv ad o q u e el C a p ítu lo IX alude a una traducción del árab e a l c a ste lla n o , q u e a b rig a u n laberinto en el C apítulo XXXVIII, y q u e e l C a p ítu lo XXII ju eg a sus equívocos líte ra lista s, en el m á s p u r o e s tilo d e la Cabala,sobre el hecho de que la p a la b ra n o tie n e e l m ism o núm ero de letra s que la p ala b ra s í? ). M en ard " n o q u e ría componer otro Q uijote — lo cual es fácil— sin o el Q u ijo te . In ú til agregar que nunca en caró u n a tra n sc rip c ió n m ec á n ic a del original, no se proponía copiarlo. S u a d m ira b le am b ició n era producir unas cu an tas p áginas que c o in c id ie ra n — p a la b ra por palabra y línea p o r línea— con las d e M iguel d e C ervantes.8 E l p rim er paso q ue d a M enard h a c ia la ta r e a de la traducción to tal o, m ás e x actam en te, d e la tran su stan ciació n es el de u n a m im esis a u l t r a j a . P ero " s e r M iguel de Cervantes", " g u e rre a r c o n tra los m o ro s o c o n tra el tu rc o " , "recuperarla fe ca tó lic a" , " o lv id a r la h is to ria d e E u ro p a e n tre los años 1602-1918 era u n p ro c e d im ie n to q u e M en ard descartó porfác il”. E ra m u ch o m ás in te re sa n te " s e g u ir sien d o PierreM en a rd y lleg ar a l Q u ijo te a tra v é s d e las ex p erien cias de Pierre 8 " P ie rre M enard, a u to r del Q u ijo te " e n F iccio n es. Buenos Aires, 1944.

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Menard", ponerse tan in ten sam en te al u n íso n o con el e s p íritu de Cervantes, con su fo rm a o n to lò g ica, que lle g a rá in e v ita ­ blemente a recrear al d e talle to d o s su s a c to s y p ro ferim ien tos. Lo ard u o del ju eg o re su lta v e rtig in o so . M en ard a su m e el "m isterioso deber" de re c re a r d e lib era d a y ex p líc ita m e n te lo que en C ervantes fue u n p ro ceso esp o n tá n eo . P e ro si bien Cervantes com puso lib rem en te, la fo rm a y la s u s ta n c ia del Quijote poseían u n a n a tu ra lid a d a u tó c to n a y, a d e c ir ver­ dad, una necesidad a h o ra desv an ecid a. De a h í u n a se g u n d a e imperiosa dificu ltad p a ra M e n a rd : " C o m p o n er el Q u ijo te a principios del siglo XVII e ra u n a e m p resa razo n ab le, nece­ saria, acaso fa ta l; a prin cip io s del v ein te, es casi im p o si­ ble. No en vano h a n tra n s c u rrid o tre sc ie n to s añ o s, carg a­ dos de com plejísim os h ech o s. E n tre ellos, p a ra m e n c io n a r uno solo: el m ism o Q u ijo te ." E n o tra s p a la b ra s, cad a a c to genuino de trad u cció n es, al m enos en c o rto se n tid o , u n ab­ surdo, un in ten to d e re m o n ta r la esc ala del tiem po y de recopiar v o lu n tariam en te lo que fu e u n m o v im ien to e sp o n tá ­ neo del espíritu. Con to d o , "el fra g m e n ta rio Q u ijo te d e Me­ nard es más su til que el d e C e rv an te s" . C óm o n o a s o m b ra rse de la habilidad de M enard p a ra d a r voz a se n tim ie n to s, pen­ samientos y consejas ta n e x tra ñ o s a su época, p a ra e n c o n tra r fórmulas perfectam en te ex actas p a ra tr a n s m itir afecto s n o ­ toriam ente d istin to s d e lo q u e él e s tá o c o stu m b ra d o a te n e r : El texto de C ervan tes y el d e M e n a rd s o n v e rb a lm e n te id é n ti­ cos, pero el seg u n d o es c a si in fin ita m e n te m á s r ic o (m á s a m ­ biguo, d irá n su s d e tra c to re s ; p e r o la a m b ig ü e d a d e s u n a r i ­ queza). Es u n a rev elació n c o te ja r el d o n Q u ijo te d e M e n a rd co n el de C ervantes. É ste , p o r e je m p lo , e s c rib ió ( D on Q u ijo te, p r i­ m era p a rte , noven o c a p ítu lo ): . . . l a v erd ad , cuya m a d re es la h is to ria , é m u la del tie m p o , depósito d e las acciones, te stig o d e lo p a s a d o , e je m p lo y aviso de lo p resen te , a d v e rte n c ia d e lo p o rv e n ir. R edactada en el siglo XVII, r e d a c ta d a p o r el " in g e n io leg o " Cervantes, esa e n u m e ra c ió n e s u n m e ro elo g io r e tó r ic o d e la historia. M enard, en cam b io , e scrib e : . . . La v erd ad , cuya m a d re es la h is to ria , é m u la d e l tiem p o , depósito de la s accio n es, te stig o d e lo p a sa d o , e je m p lo y aviso de lo p re se n te , a d v e rte n c ia de lo p o rv e n ir. La h isto ria , m a d re de la v e rd a d : la id ea es a s o m b ro s a . M e­ nard, co n tem p o rán eo d e W illiam Ja m e s, no d e fin e la h is to ria como u na in d ag ació n d e la re a lid a d sin o co m o s u o rig en . La verdadera h is to ria , p a ra él, n o es lo q u e su ced ió ; es lo q u e

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juzgamos que sucedió. Las cláusulas finales — ejem plo y aviso de l o presente, advertencia de lo porvenir— son descaradamente pragmáticas. También es vívido el contrasto de los estilos. El estilo ar­ caizante de Menard —extranjero al fin— adolece de alguna afectación. No así el del precursor, que m aneja con desenfado el español corriente de su época.

Los trabajos de Menard eran hercúleos. "Dedicó sus es­ crúpulos y vigilias a repetir en un idioma ajeno un libro preexistente. Multiplicó los borradores; corrigió tenazmente y desgarró miles de páginas m anuscritas." R epetir un libro ya existente en una lengua extranjera es el " m isterioso deber" del traductor y en eso emplea todo su trabajo. No pue­ de, pero debe ser hecho. La "repetición" es, como Kierkegaard sostenía, una noción tan inquietante que pone en duda la causalidad y la corriente del tiempo. Producir un texto verbalmente idéntico al original (hacer de una traducción una perfecta transcripción) es algo que excede los lím ites de la imaginación humana. Cuando el traductor, refu tad o r del tiempo y reconstructor de Babel, se acerca al éxito, penetra en ese universo espejeante descrito en "Borges y yo". El tra­ ductor también ha "de quedar en Borges" —o en cualquier autor que elija— " no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra". El verdadero tra­ ductor sabe que el fruto de su industria "es del olvido" íinevitablemente, cada generación retraduce), "o del otro", aquel a quien desde la existencia, su procreador, la gran som­ bra que lo ha precedido. No se sabe "cuál de los dos escribe está página". En esa "ignorancia transustancial" —no en­ cuentro una expresión más simple o menos ap aratosa— re­ side la miseria de todo este asunto de la traducción, pero también lo poco que podemos salvar de aquella to rre de­ molida. Más adelante volveré a los motivos cabalísticos y a los di­ versos modelos de traducción presentes en la rem em branza que sobre Pierre Menard de Nimes escribió su eru d ito amigo. James Irby, uno de los traductores ingleses de esta ficción, adjetiva la fogata donde Menard quemaba sus papeles con el alegre m erry; Anthony Bonner, o tro de sus traductores, se sirve de gay. Se exponen en estas versiones dos psicolo­ gías distintas, dos concepciones divergentes de la N atividad, don versiones de la herejía y del fénix.

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2 A través de Le ibniz y de J. G. Hamann el misticismo lingüís­ tico entronca con el pensamiento lingüístico racional moder­ no. Ambos están en contacto activo con la corriente cabalis­ ta y pietista. La teoría lingüística se esfuerza por determinar si la tra­ ducción, en p articu lar de una lengua a otra, es verdadera­ mente posible. La filosofía del lenguaje admite dos puntos de vista radicalm ente opuestos. Según el primero, la estruc­ tura subyacente del lenguaje es universal y común a todos los hombres. Las diferencias entre las lenguas humanas sólo son superficiales. La traducción resulta plausible pre­ cisamente porque es posible identificar y ver funcionar en todos los idiom as, por singulares o extravagantes que sean sus formas superficiales, los universales genéticos, históricos, sociales que tienen el m ayor arraigo y de los que se derivan todas las gram áticas. T raducir es superar las disparidades superficiales de las lenguas con objeto de traer a la luz sus principios ontológicos fundam entales y, en última instancia, comunes y com partidos. La tesis universalista no se encuen­ tra lejos en este p u n to de la intuición mística de un vasto paradigma verbal o de u n a lengua original desaparecida. La tesis co n tra ria adm ite el calificativo de "monadista". Sostiene que la reflexión lógica y psicológica no llega a ago­ tar las estru ctu ra s profundas universales, o que éstas son de un orden tan ab stracto que se vuelven prescindibles. Que desde que la especie tiene m em oria todos los hombres han practicado una su e rte de lenguaje, que toda lengua conocida es apta p ara n o m b ra r los objetos percibidos o para significar la acción, son verdades irrefutables. Pero como son del mis­ mo jaez que aquella de " todos los miembros de la especie humana requieren de oxígeno para vivir" no iluminan, salvo en el sentido m ás form al y abstracto, los mecanismos reales del lenguaje artic u la d o . Y estos mecanismos son tan diver­ sos, prueban u n proceso de desarrollo centrífugo tan com­ plejo, som eten la función económica y social a un cuestionamiento tan tenaz que los esquemas universalistas resultan, en el m ejor de los casos, carentes de relevancia y, en el peor, distorsionadores. La posición " m onadista" más intransigente —adoptada por g randes poetas— lleva a pensar, en buena lógica, que la trad u cció n es imposible. Lo que consideramos traducción no pasa de se r un conjunto convencional de ana-

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logias aproximadas, un esbozo de reproducción apenas tolerable cuando las dos lenguas o culturas tienen algún parentesco, pero francamente espurio cuando están en juego dos idiomas remotos y dos sensibilidades tan distintas como distantes. Entre estos dos polos puede desplegarse toda una gama de actitudes intermedias. Es raro que alguna de las posiciones sea mantenida con absoluto rigor. Las gram áticas uníversalistas de Roger Bacon, de los gram áticos de Port-Royal e incluso la gramática generativa y transform acional de Noam Chomsky pueden cobrar un tinte relativista. Nabokov, para quien todo lo que exceda la traducción interlineal más rudi­ mentaria no es más que superchería, fraude o pirueta para evidar las imposibilidades radicales, se pasea como un maes­ tro entre las lenguas. A pesar de sus oropeles modernos es posible remontar esos dos razonamientos a una fuente común. En 1697, en su opúsculo sobre el m ejoram iento y la depu­ ración del alemán, Leibniz adelantó una idea de la mayor importancia: el lenguaje no es el vehículo del pensamiento sino el medio que lo determina y condiciona. El pensamiento es lenguaje interiorizado, y pensamos y sentimos como im­ pone y permite la lengua propia. Ello no impide que las len­ guas difieran tan profundamente como las naciones. Pues ellas también son mónadas "perpetuos espejos vivos del uni­ verso"; cada una de ellas refleja o, como se dice en nues­ tros días, estructura la experiencia según sus peculiares mo­ dos de percepción y hábitos cognoscitivos. Al mismo tiempo, Leibniz era dueño de ideales y esperanzas universalistas. Al igual que George Dalgarno, cuyo Ars signorum apareció en 1661, y que el obispo Wilkins, quien en 1668 publicara un no­ table Essay towards a real character and a philosophical language, Leibniz tenía un profundo interés en las posibili­ dades de un sistema semántico universal, directam ente acce­ sible a todos los hombres. Un sistema como ese sería seme­ jante al simbolismo matemático, cuya eficiencia reside en que las convenciones de la operación m atem ática parecen hormadas sobre la arquitectura misma de la razón humana y escapan a toda variación geográfica. También recordaría a los ideogramas chinos. Una vez establecido un diccionario de ideogramas, todos los mensajes podrían ser leídos instantáneamente, cualquiera que fuese la lengua del lector, y el desastre de Babel sería reparado al menos en un nivel gráfico. Como veremos, el simbolismo matemático y la escritura

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china aun sirven como modelos cada vez que se hace referen­ cia la gram ática universal y la traducción. En la "filología" de Vico, como en la de Leibniz coexisten las aspiraciones universalistas y ''monadistas". La filología es la ciencia histórica por excelencia, la clave de la Scienza nuova, pues el estudio de la evolución de las lenguas es el de la evolución de la m ente humana misma. Vico comprendió, y ésta es una de sus intuiciones geniales, que el hombre sólo entra en posesión activa de su conciencia, sólo llega a un conocimiento dinámico de la realidad a través de la horma del lenguaje. Todos los hombres comparten esa condición, y en ese sentido el lenguaje y la metáfora en especial, repre­ sentan un hecho y un principio de existencia universal. En la génesis del espíritu humano, todas las naciones pasan por las mismas fases de explotación lingüística, desde lo inme­ diato y sensorial h asta lo abstracto. Sin embargo, al opo­ nerse a Descartes y a las prolongaciones de la lógica aristo­ télica en el racionalismo cartesiano, Vico se revela como el primer partidario del "historicismo lingüístico". Era tan sen­ sible al genio autónom o de cada lengua como a su colora­ ción histórica. En todas las latitudes, los hombres primitivos buscaron expresarse a través de los "universales de lo ima­ ginario" ( generi fantastici), pero éstos adquirieron rápida­ mente diferentes configuraciones y fisonomías en las distin­ tas lenguas. Al igual que el corpus léxico, el corpus sintáctico de las diferentes lenguas está hecho de "rasgos particu­ lares casi infinitos" que engendran y reflejan a un tiempo las múltiples concepciones del mundo que tienen las razas y las culturas particulares. El grado de "particularidad in­ finita" llega a tales extremos que una lógica universal del lenguaje, ordenada según el modelo aristotélico o cartesianomatemático, peca de reduccionista. Mediante la traducción, la recreación escrupulosa, esencialmente poética, de un uni­ verso lingüístico dado, como dan fe el griego homérico y el hebreo de la Biblia, la "nueva ciencia" del mito y de la his­ toria puede aspirar a redescubrir el crecimiento de la con­ ciencia (y crecimientos sería todavía más exacto).9 Nadie ignora que Goethe, en una observación hecha en mar­ zo de 1787, comparó a Hamann con Vico y que Hamann ob­ tuvo diez años antes un ejemplar de la Scienza n u ova. Sin 9 Cf Stuart Hampshirc, "Vico and the contemporary philosophy of language" en G. Tagliacozzo (comp.), Giambattísta Vico, AltInteraional Symposiu m , Baltimore, 1969.

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embargo, parece improbable que haya existido una influencia directa. Las teorías de Hamann sobre el lenguaje y la cultura se remontan a los años inmediatamente posteriores a 1760. Son fruto de la fecunda ebriedad de su poderoso intelecto y de su íntimo conocimiento de las especulaciones de la teosofía y de la Cábala. Las ideas de Hamann suelen ser fragmentari a s ; han sido veladas por un estilo tan "radiantemente oscuro" como el de Blake. Pero la originalidad y penetración de sus hipótesis sohre el lenguaje resultan inquietantes, sobre todo en nuestros días. A partir de 1750, el problema de " l'influence réciproque du langage sur les opinions et des opinions sur le langage" esta­ ban muy en boga. Hamann abordó el tema en su Versuch über eine akademische Frage (1760). Afirma que hay una concordancia esencial entre las orientaciones del pensamiento y de la afectividad en el interior de una comunidad y "la fi­ bra de la lengua". La naturaleza ha dotado a las distintas razas de colores de piel y formas de ojos diferentes. Paralela­ mente, ha producido en los hombres variaciones impercepti­ bles pero decisivas en la formación del labio, la lengua y el paladar. Esas variaciones son la fuente de la proliferación y diversidad de lenguas. (La hipótesis fisiológica no era nue­ va y Hamann se apoya en el anatom ista inglés Thomas Willis.) Las lenguas son tan representativas y específicas de una civilización como los atuendos y los ritos sociales. Cada len­ gua es una "epifanía" o articulación revelada de un paisaje histórico-cultural determinado. Las formas verbales del he­ breo son indisociables del apego a las minucias y de la estricta regularidad del rito judío. Pero lo que la lengua revela como genio específico de una comunidad, la lengua m ism a lo ha moldeado y determinado. Es un proceso dialéctico, en el que las fuerzas creadoras del lenguaje convergen y se distancian al mismo tiempo en el seno de una m ism a civilización. En 1761, Hamann aplicó estas opiniones al examen compa­ rativo de los recursos léxicos y gram aticales del francés y del alemán. Túrgidas y erráticas, las Verm ischte Anm erkungen contienen a pesar de todo premoniciones geniales. Aunque se refería a Leibniz, la afirmación inicial de H am ann sobre el estrecho parentesco de los intercam bios económicos y lingüísticos, su seguridad de que las teorías del lenguaje y de la economía llegarán a ilum inarse m utuam ente no sólo asombran por su originalidad, sino que son como la alm endra inicial de buena parte de la antropología estructural de Claude-Lévi

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Strauss. Hamann es capaz de sostener esas posiciones porque ya trabaja en una teoría general de los signos, una semiología en el sentido m oderno. La exégesis mística respalda aquella convicción de H am ann y Leibniz según la cual un tejido ner­ vioso de revelaciones y significaciones secretas corre por de­ bajo de la estru ctu ra superficial y aparente de todas las lenguas. L eer es descifrar. Hablar "es traducir ( metapherein )". Ambas actividades consisten en descifrar los signos o jeroglifos esenciales a través de los que la vida afecta la concien­ cia. Anticipando de ese modo toda la "gramática de las inten­ ciones" de Kenneth Burke, Hamann identifica la "acción" (Handlung) con "po s tu r a o estructura lingüística activa" ( Sprachgestaltung). Hamann se opone a las categorías kantianas del a priori m ental universal en nombre d e esas fuerzas restrictivas, decisivas, ingénitas en una lengua determinada. A partir de lenguas misceláneas, los hombres sólo pueden elaborar estructuras mentales, incluso sensoriales, diferentes. El lenguaje genera su modo específico de conocimiento. A pesar de su presentación lírica, cabalística, los Philologische Einfälle und Zw eifel de 1772 ameritan examen detenido, Hamann adelanta sugestiones que ya anuncian el relativismo lingüístico de Sapir y Whorf. Parece afirmar que es la diver­ sidad de las lenguas lo que determ ina las múltiples elecciones que hacen los hom bres en ese "océano de sensaciones" que sumerge su sensibilidad. Hamann afirma que ni las coorde­ nadas cartesianas del razonamiento discursivo universal ni el mentalismo kantiano dan cuenta de la profusión de meca­ nismos fecundos, irracionales, mediante los cuales el lengua­ je, único para todas las especies pero tan múltiple como las naciones, da form a a la realidad y se halla, a su vez, sometido al influjo de la experiencia particular de los hombre?. Una de las cosas que puede vindicar el romanticismo es haber agudizado nuestro sentido del lugar, haber dado nueva fuerza a nuestra comprensión de los particularismos geográ­ ficos e históricos. H erder estaba poseído por un instinto del lugar. Su Sprachphilosophie marca el paso de las inspiradas lucubraciones de H am ann al desarrollo de la verdadera lin­ güística com parada de principios del siglo XIX. Es fácil exa­ gerar los m éritos de Herder. Nunca llegó a verse líbre del problema del origen natural o divino del lenguaje, que él mismo había form ulado en un célebre ensayo de 1772. Todos los testimonios parecen ir en el sentido de una elaboración instintiva y por etapas del lenguaje humano, tal y como Lu-

crecio y Vico suponían. Sin embargo, parecía excesivo el hiato entre los elementos fonéticos espontáneos y mim éticos y la maravilla de una lengua m adura y plena. P o r eso la idea del lenguaje como un don particular de Dios no estuvo nunca lejos del espíritu de H erder. Al igual que Leibniz, Herder tenía una conciencia muy aguda de la atom ización de la experienda humana, pues cada cultura y cada lengua eran un cristal separado donde se reflejaba el m undo bajo una luz igualmente única y singular. El despertar del nacionalismo y el nuevo léxico con que se definirían las razas ofrecieron a Herder un terreno ya preparado. Pregonó una "fisiognomía de las naciones establecida a p artir de sus lenguas". Estaba convencido de la individualidad espiritual irreductible de cada lengua y en particular del alemán, cuyos ancestrales recursos expresivos permanecieron en estado latente, h asta que se en­ contraron arm ados para ilum inar una nueva edad y para crear una literatura de talla m undial. El carácter nacional va "impreso en lenguaje" y, recíprocam ente, lleva la impronta del lenguaje. De ahí la enorm e im portancia que tiene una lengua sana para la salud del pueblo; cuando la lengua ha sido corrompida, el cuerpo político resiente la decadencia en sus rasgos característicos tanto como en sus logros. Herder no vacilaba en llevar esta creencia a extrem os imprevistos. En los Fragmente afirm a que una lengua se beneficiaría enor­ memente protegiéndose "de todas las traducciones". La idea no sería extraña a los gram áticos místicos que se empeñaban en proteger de la traducción los textos sagrados. Una len­ gua no traducida conservará su inocencia esencial, no pade­ cerá el aporte m enguante de una sangre extraña. E sa es la gran tarea del p o eta: m antener la Original-und-Nationalsprache pura y viva. Los breves años que separan los escritos de H erder de los de Wilhem von Humboldt se cuentan en tre los m ás fecundos de la historia del pensamiento lingüístico. El aplaudido Third Anniversary Discourse on the H indus (1786) de Sir William Jones había "aclarado por vez prim era el conocimien­ to del lenguaje gracias al parentesco y la derivación que es­ tableció entre el sánscrito por una parte y el latín, el griego, el persa y el alemán por la otra, ilum inando de ese modo la his­ toria antigua de los pueblos que hasta ese m om ento estaba oculta por las tinieblas y la confusión", com o expresó Fríedrich von Schlegel. Uebcr die Sprache und W eisheit der Indier (1808), donde Schlegel incluye este hom enaje a Jones, con-

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tribuyó am pliam ente a sentar las bases de la lingüistica mo­ derna. Ahora más o menos relegada al olvido, De L'Allemagne (1813) de Madame de Staël ejerció una influencia que sólo podemos evocar con estupor. Impresionista pero a menudo inteligente, su retrato ensayaba distinguir un juego capital de correspondencias entre el idioma alemán y el carácter y la historia del pueblo germano. Aprovechando hipótesis sugeri­ das por H am ann, intentaba vincular las inclinaciones meta­ físicas, las divisiones internas y la pendiente lírica del espíritu alemán con la textura atormentada y nudosa y las "suspen­ siones de la acción" características de la sintaxis alemana. A su juicio, el francés de la época napoleónica era opuesto al alemán, y pensaba que la retórica sistemática de esta lengua que va siem pre en línea recta expresaba a las claras los vicios y virtudes de la nación francesa. La orientación de estas hipótesis y discusiones prepara la obra de H um boldt. Pero introducirse en ella equivale a en­ trar en contacto con un intelecto de otro orden. El juego de la inteligencia, la delicadeza de las observaciones y apuntes aislados, la am plitud de la argumentación confieren a sus escritos sobre el lenguaje, por incompletos que sean, una posición única. Quizá Humboldt es, junto con Platón, Vico, Coleridge, Saussure y Roman Jakobson uno de los raros es­ critores y teóricos del lenguaje que hayan dicho algo verda­ deramente nuevo. Afortunado H um boldt. A su alrededor tenía lugar un extra­ ordinario proceso lingüístico y psicológico: en ese momento veía la luz u n a gran literatura. La lengua y la sensibilidad nacionales se veían sometidas al influjo de una pléyade de genios individuales dueños de una visión común. Goethe, Schiller, W ieland, Voss, Hölderlin y una docena más no se con­ tentaban componiendo, editando y traduciendo obras maes­ tras. En v irtu d de u n a política sagazmente definida y de propósitos afirm ados con gran altura, estaban convirtiendo el alemán en un modelo, en inventario sistemático y ejem­ plar de nuevas posibilidades para la vida personal y social. Werther, Don Carlos, Fausto, son obras excelsas de la imagi­ nación individual, pero también son formas vigorosamente pragmáticas. En ellas, a través de ellas, las provincias y principados de lengua alemana, hasta entonces privados de uni­ dad, podían poner a prueba la nueva identidad compartida. El teatro de Goethe y de Schiller en Weimar, la recopilación hecha por W ieland de las baladas y la poesía popular alema-

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na, los relatos históricos y las piezas de Kleist teníanpor objeto crea r en la mente y la lengua alemanas un eco unánimemente compartido. Como Vico lo ha bía imaginado, Humboldt descubrió cómo una literatura, que en gran pane era obra de hombres que él conocía en lo personal, daba a Alemania un pasado vivo y proyectaba sobre el fondo del porve­ nir las siluetas del idealismo y la ambición. Durante esos fecundos años la lingüistica indoeuropea y el estudio comparado de la antigüedad clásica, hebrea y celta según los recientes criterios de rigor textual y filológico, ponian los cimientos de una auténtica ciencia del lenguaje. Para Humholdt e n perfectamente claro que esa ciencia debía ser asistida por la historia, la psicología, la poética, la etnología y aun ciertas ramas de la biología. Al igual que Goethe, Humboldt creía que el hecho aislado era atravesado por la co­ rriente incesante de la unidad orgánica universal. La trama y la palpitación de la vida dan a cada fenóm eno aislado —o que aparece como tal en la medida en que no hemos sabido percibir el campo de fuerza que lo rodea— toda su significa­ ción. Para Humboldt y su hermano, esta intuición de la uni­ versalidad no era una metáfora hueca. Los Humholdt se cuentan entre los últimos europeos de quienes se pueda decir con razón que tenían nociones directas, profesionales o intui­ tivas, del conjunto de los conocimientos de su época. Etnógra­ fos, antropólogos, lingüistas, adm inistradores, educadores, los dos hermanos eran el centro m otor de las investigaciones hu­ manistas y científicas. Como las de Leibniz, sus preocupaciones activas abarcaban con la misma seguridad y curiosidad apasionadas la mineralogía y la metafísica, el estudio de las civilizaciones amerindias y la tecnología moderna. Cuando proponía al lenguaje como eje del hombre, W ilhem von Humboldt sabía mejor que nadie lo que tal pivote debía organizar y poner en contacto. Pero como su contacto con los últimos años del siglo XVIII era natural. Humboldt aún estaba abierto a esas tradiciones de la especulación lingüística oculta que según hemos visto, se remontan sin interrupción hasta Paracelso y Nicolás de Cusa. Lo más nuevo y lo más antiguo participaban de concierto en la gran empresa de Humboldt. Tal empresa ha llegado hasta nosotros incompleta y en forma de compilación.10 Incluye el com unicado que lleva por título "Ueber das Enstehen der grammatischen Formen und 10

Compilado por H. Steinhal (Berlín, 1938).

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ihren Einfluss auf die Ideenentwicklung" (el título ya es un manifiesto) de enero de 1822 y el magnum opus en el que Humboldt estuvo empleado desde 1820 hasta su muerte en 1835, y cuyos fragm entos fueron reunidos y publicados a tí­ tulo póstumo con el d e : Ueber die Verschiedenheit des men­ schlichen Sprachbaues und ihren Einfluss auf die geistige. En­ twicklung des Menschengeschlechts. Incluso traducido el título conserva algo de su altiva envergadura: Sobre la es­ tructura diferenciada del lenguaje humano y su influencia sobre la evolución espiritual de la humanidad. Humboldt ambiciona nada menos que establecer una correlación analí­ tica de la experiencia y el lenguaje humanos. Lisa y llana­ mente, expondría las concordancias entre la ideología o visión del mundo de una lengua determ inada y la cultura de quie­ nes la practican. Este análisis descansa en la idea de que la lengua es a priori la única estructura cognoscitiva verda­ dera, o al menos la única que se presta a la verificación. La percepción se organiza imponiendo esa estructura al flujo de las sensaciones. " Die Sprache ist das bildende Organ des Gedankens", dice H um boldt empleando la palabra bildende en su poderosa y doble connotación de "imagen" (Bild) y "cultura" ( B ildung). Cada una de las diferentes estructuras lingüisticas dividirán y canalizarán el flujo sensorial de una manera d iv ersa: "Jede sprache ist eine Form und trägt ein Form-Princip in sich. Jede hat eine Einheit als Folge eines in ihr waltenden Princips." E ste evolucionismo orgánico va más allá de Kant y, a decir verdad, se opone a él. Humboldt llega de ese modo a una noción clave: el lenguaje es un "tercer mundo" que se sitúa a medio camino entre la realidad feno­ ménica del "m undo empírico" y las estructuras de conciencia interiorizadas. Este valor medio, esta simultaneidad material y espiritual, es lo que hace del lenguaje el eje que define al hombre, y que delim ita su lugar en la realidad. Visto así, el lenguaje form a parte de los universales. Pero en la medida en que cada lengua se aparte de las otras, la forma, la fiso­ nomía que da al m undo se ve sutil o radicalmente alterada. Desde esa perspectiva, Humboldt relaciona el ambientalismo de Montesquieu y el nacionalismo de Herder con un modelo esencialmente poskantiano de la conciencia humana como troquel activo, molde dinámico y múltiple del universo per­ cibido. Las instancias del intelecto que modelan el mundo y que Coleridge llamó "poderes esemplásticos" (esemplastic po-

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we rs) no se ejercen como se creía a través del lenguaje. Le son inherentes. La palabra es poiesis, creativ id ad , y la articulación lingüística es esencialmente creativa. P uede que Humboldt deba a Schiller su concepción del lenguaje com o ejemplo de la obra de arte total. Pero a él se debe el h ab e r insistido en form a muy m oderna en la lengua com o u n proceso generativo absoluto. La lengua no trasm ite u n co n ten id o prexistente o aislado, como un cable conduce los m en saje telegráficos. El contenido se elabora en la dinám ica del enunciado. La entelequia, el flujo intencional de las palabras — pues en Humboldt hallamos una suerte de rom ántico aristo telism o — comunica una experiencia percibida y o rd en ad a. P ero la expe­ riencia sólo asume un orden, sólo se p re sta al conocimiento en la matriz del lenguaje. Definitiva, pero inexplicablemente, la lengua, die Sprache, se identifica con la " to ta lid a d ideal del espíritu" o Geist. El hecho de que e s ta id e n tid a d radical no se haya dem ostrado redundará, como verem os, en u n debi­ litamiento de los análisis lingüísticos de H um boldt. Bajo el influjo de su visión privilegiada y em o tiv a de las fuerzas fecundas y rectoras del lenguaje, H u m b o ld t llega a pensar que el lenguaje puede ser adverso al hom bre. Hasta donde yo tengo noticia, nadie antes había p lan tead o este problema y aun en nuestros dias apenas se cap ta n sus con­ secuencias. La afirm ación de H um boldt llam a de inmediato nuestra atención: " Denn son innerlich au ch die Sprache durchaus ist, so hat sie dennoch zugleich ein unabhaängiges äusseres, gegen den M enschen selbst G ew alt ausü bendes Daseis" [Aunque toda lengua esté to ta lm e n te interiorizada, posee sin embargo sim ultáneam ente u n a id e n tid a d exterior autónom a que hace violencia al hom bre m ism o ]. E l lenguaje abre al hombre los puntos del m undo, " p ero tam b ién tiene el poder de alienar". Form ada po r fuerzas que le son propias, más abarcadora e integral que cualquiera de los que la em­ plean, la lengua puede levantar b arreras e n tre el hom bre y la naturaleza. Puede combar los espejos de la conciencia y de los sueños. Es éste un fenómeno de alienación lingüística (E n tfren d u n g) inseparable del genio c re a d o r de la palabra. El térm ino es de Hum boldt, y la intuición que expresa atañe a toda teoría de la traducción. E n Ueber die Verschiedenheit des m enschlichen Sprachbaues (en p a rtic u la r las secciones 19 y 20) proliferan las hipótesis y co n jetu ras lin g ü ísticas de una inteligencia profètica. El hom bre se yergue v ertical n o porque sus antecesores hayanin ten tado alcanzar el f ru to e n las ramas,

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sino porque el discurso, die Rede, "en ningún caso se dejaría sofocar o am o rtig u ar por la tierra". Más de un siglo antes que los m odernos estructuralistas, Humboldt observa la distribución binaria característica del proceso lingüístico y anticipa antinom ias fundam entales como lo interno y lo externo, lo subjetivo y lo objetivo, lo pasado y lo futuro, lo privado y lo público. El lenguaje es algo más que un medio de comu­ nicación en tre interlocutores. Es una mediación dinámica entre los dos polos del conocimiento que imprimen a la ex­ periencia hum ana u n a estructura subyacente, doble y dialéc­ tica. Este H um boldt se anuncia precursor de la teoría de la oposición de C. K. Ogden y del estructuralismo binario de Lévi-Strauss. De este am plio espectro de ideas, deseo retener ciertos pun­ tos que tocan de cerca n u estro tem a: la multiplicidad de las lenguas hu m an as y las relaciones entre Wettansicht y Wort. "La elaboración del lenguaje es una necesidad visceral para la hum anidad." Además en la naturaleza del "espíritu" está percibir, potenciar, llevar a la existencia consciente todos los modos posibles de experiencia. Es ésta la verdadera causa de la inm ensa variedad de las formas lingüisticas. Cada una de e n tre ellas es una incursión en la potencialidad total del universo. " Jede Sprache", escribe Humboldt, "ist ein Versuch" . Es u n ensayo, una puesta a prueba. También es el ori­ gen de u n te jid o com plejo de comprensión y de reacción y pone a prueba la vitalidad, la capacidad discriminatoria, los recursos creadores de esa estructura frente al potencial ili­ m itado del ser. La lengua más noble nunca es más que Versuch y perm anece ontológicamcnte incompleta. De otra parte, ninguna lengua, por primitiva que sea, dejará de ac­ tualizar, h a sta cierto punto, las necesidades profundas de una colectividad. H um boldt está convencido de que el abanico de las lenguas propicia reacciones ante el mundo cuya intensidad v a ria ; sabe que las lenguas no tienen el mismo poder de pe­ netración. Adopta la clasificación de Schlegel de gramáticas "superiores" e " inferiores". La inflexión es superior a la aglu­ tinación. E sta ú ltim a es más rudimentaria, es simple Naturlaut . La inflexión adm ite e impone un tratamiento mucho más sutil y dinám ico de la acción. Agudiza las percepciones cualitativas y conduce necesariamente a una articulación más desarrollada, es decir, a una tom a de conciencia más refinada de las relaciones abstractas. Pasar de una lengua aglutinante

a u na lengua de inflexiones equivale a tra d u c ir la experiencia a un plano superior. Humholdt acom ete esa experiencia cru cial. Aplica a casos específicos su teoria del co n d icio n am ien to recíp ro co del lengu a je y la visión del m undo. Tiene el d eseo de m o s tr a r cómo el griego y el latín d eterm in an resp ectiv am en te p aisa je s afectivos, étnicos y nacionales. Le g u staría p ro b a r cóm o estos dos grandes idiom as e stru ctu ran la civilización y el comportam iento social de m aneras d istin tas. La a rg u m e n ta c ió n se encadena con inteligencia y d a prueba de que H u m b o ld t poseía un sólido conocim iento de la filología y la lite ra tu r a clásicas, Pero no está a la a ltu ra de sus am biciones y p ro m e sas teóricas. El tono griego es ligero, delicado, nu a n cé. E n la civiliza­ ción ática proliferan com o en ninguna o tra las invenciones en el plano de las form as plásticas e in telectu ales. S u s virtu­ des y cualidades nacen y se reflejan en el c a u d a l de minucias, matices y precisiones que caracterizan a la g ra m á tic a griega. Pocas lenguas han sabido a r ro ja r a l río d e la v id a u n a red tan fina y estrecha. Al m ism o tiem po, la sin ta x is g rie g a comparte elem entos que nos ayudan a ex p licar la c o m p a rti menta­ ción de la política griega, la excesiva co n fian za aco rd a d a a la retórica, la destreza falaz que en red a y carcom e los asun­ tos de la polis. El latín co n trasta p o r su solem ne g rav ed ad . El tenor severo, m asculino, lacónico, de la c u ltu ra ro m a n a es el reflejo puntual del latín y de su sob ried ad , h a s ta d e su po­ breza en el nivel de la invención sin tá c tic a y L a u tfo rm u nd. La forma de las letr as en u n a inscripción la tin a corresponde a la perfección con el peso lineal, m o n u m e n ta l de la lengua. Lengua y escritu ra son el troquel in fatig ab le d e la v id a en la ciudad rom ana. El razonam iento de H um boldt es c irc u la r. U na civilización se organiza de m odo sin g ular gracias a su len g u a específica; la lengua es m atriz única y exclusiva de la civilización correspondiente. Una proposición sirve p ara d e m o s tra r la otra, y viceversa. Como sabem os que los griegos e ra n a s í y los romanos asá, lo explicam os to d o por las d ife ren cias lingüísticas. ¿Cómo el ao risto y el optativo sancionan o d e ja n d e sancionar la llaneza indiscrim inada de la vida e s p a rta n a ? ¿A caso vemos cóm o el ablativo absoluto se ad ap ta y cam b ia a m ed id a que Roma pasa del la tín de la república al d e la é p o ca d e Augusto? Post hoc y propter hoc se confunden, pues n o p odem os mantener separados el o rd en causal y el o rd e n te m p o ra l. La suma-

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ria conclusión de H u m b o ld t no carece de elocuencia, aunque su altivez un poco b ru m o sa sea igualmente significativa. Cada lengua e n g e n d ra u n a organización y una interpretación espiritual de la r e a lid a d : " d e r dadurch hervorgebrochte verschiedene Gei s t sc h w eb t, wie ein leiser Hauch, über dem Ganzen" (Así el E sp íritu d ife ren cian te planea como una respiración inaudible p o r encim a del to d o ]. Como asimila Sprache y Geist (el v o cab u lario de Hegel es exactamente contemporá­ neo del su y o ), H u m b o ld t se ve obligado a concluir de este m odo. P ero co m o a firm ó al principio que esa identificación era inexplicable en ú ltim o análisis, no puede emplearla en el curso de su d e m o stra ció n . Su convicción no deja de ser fun­ d am en talm en te in tu itiv a. A pesar de toda su fuerza filosófica y de su sen sib ilid ad a los valores lingüísticos, la posición de H um boldt n o e stá com pletam ente desarrollada. El razonam iento esencial es " m o n a d ista " o relativista, pero también se colige u n a ten d en cia u n iversalist a. Ello explica porqué los térm inos claves d e H um b o ld t, tales como "estructura del lenguaje", " e s tru c tu ra s determ in ad as por una lengua dada" son tan poco incisivos. No cabe duda de que esas expresiones recubren to d o u n c atá lo g o de ejem plos y de testimonios his­ tóricos. P ero o bligadas a dem ostrarse a sí mismas, se con­ vierten en m etá fo ra s, en su m arias formulaciones del criterio rom ántico de vida o rg á n ic a an tes que en conceptos suscep­ tibles de verificación. A som braría que hubiese sido de otro m odo c u a n d o se tiene p resen te el m isterio que gobierna las relaciones e n tre " L en g u aje" y "E sp íritu ". Se afirm a q u e u n a línea ininterrum pida corre de Herder y H um boldt a B enjam ín Lee W horf.11 Ello es verdad cuando se habla d esd e un p u n to estrictam en te intelectual. La historia del relativism o lin g ü ístico lleva, a través de la obra de S teinthal (co m p ilad o r de los textos fragmentarios de Hum­ b oldt), a la an tro p o lo g ía de Franz Boas. De ahí alcanza la etnoling ü ística de S apir y W horf. Es posible resumir esta historia com o u n a ten tativ a de asen tar las intuiciones de Humboldt sobre bases só lid as, sem ánticas y antropológicas. No sorprende q u e u n a buena p a rte de esa discusión se haya desa­ rrollado en A lem ania. La au tén tica Alemania de los orige nes es la del id io m a de Lutero. P aulatin am en te el alem án fue creando esos modos de sen1 1 Cf . R. L. B row n, W ilhelm von Humboldt's Conception of Linguistic Relativity ( La H aya, 1967) y R oben L Milter, The Linguistic Relat ivity Principle a n d H u m boldtian Ethno-linguistics (LaH ay,1968).

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sibili dad común y compartida a partir de los cuales la nación alemana pudo desenvolverse. Cuando hizo su irrupción en la historia moderna, llegada tardía, preñada de m itos, en el seno de una Europa extraña y parcialmente hostil, había adquirido la aguda y sombría convicción de gozar de una perspectiva única. El carácter alemán juzgaba su propia W eltansicht como una visión privilegiada cuyas raíces y genio expresivo estaban profundamente arraigados en la lengua. Cara a los tortuosos autores de su historia, a las tentativas aparentem ente fatales de su nación por romper, hacia Occidente, el círculo de culturas más civilizadas y, hacia el levante, m ás primitivas y amenazadoras, los filósofos alemanes de la historia creyeron que su lenguaje era una causa de aislamiento particularmente maléfica. Las otras naciones no podrían p en etrar esas pro­ fundidades arcanas. Pero los grandes m anantiales de la reno­ vación y los descubrimientos metafísicos iban a surgir pronto de lo que Schiller llamaba die verborgenen Tiefen. La filosofía de las formas s i m b ó l i c a s 12de , E rn st Cassirer dio nueva fuerza a las ideas de Humboldt. Cassirer compartía la opinión de que las diversas categorías conceptuales en las que las lenguas hacen entrar las mismas manifestaciones sen­ soriales deben ser reflejo de las diferencias de percepción determinadas por cada una de ellas. Los estím ulos son mani­ fiestamente idénticos; las reacciones suelen ser asombrosa­ mente dispares. Entre los "universales fisiológicos" de la conciencia y el proceso específico de identificaciones y de reacción, fruto de la cultura y de la convención se interpone la membrana de una lengua o, como dice Cassirer, la "forma interna" única que la distingue de todas las demás. En una serie de libros que van desde Muttersprache und Geistesbildung (1929) hasta Vom Wettbild der Deutschen Sprache, pu­ blicado en 1950, Leo Weisgerber intentó aplicar el principio "monàdico" o relativista a todos los aspectos reales y concre­ tos de la sintaxis alemana y, en consecuencia, a la historia del temperamento alemán. Parte de una afirm ación central: "nuestra inteligencia está bajo el influjo de la lengua que emplea". La fórmula del lingüista Jost T rier es muy parecida. Cada lengua estructura y organiza la realidad a su modo Y de ahí que deslinde los componentes de la realidad que le son propios. Esta operación constituye lo que a principios de los años treinta Trier llamó das sprachliche Feld. Así, siguiendo 12 Ernst Cassirer, La filosofia de las form as simbólicas, t. I. El lenguaje. Traductor, Armando Morones, FCE, México, 1971.

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muy de cerca la concepción de Leibniz, cada lengua o mónada lingüística circunscribe un campo conceptual homogéneo en el que ella funciona (la coincidencia con la imagen de la física quàntica apenas necesita ser subrayada). Ese campo puede ser entendido como Gestalt. La diversidad lingüística hace que las diferentes culturas impongan Gestalt múltiples a la misma m ateria prima, a los mismos sedimentos de la expe­ riencia. En cada caso, la retroalimentación (feedback) que cada lengua realiza a partir de la experiencia es particular y única. Los hablantes de las diversas lenguas habitan distintos "mun­ dos interm edios" ( Zwischenwelten). La visión del mundo que a través de su lengua tiene una comunidad determinada, mo­ dela y da vida a todo un paisaje de comportamiento psico­ lógico y comunitario. Es el lenguaje lo que decide cómo las diversas constelaciones conceptuales son "leídas" y se distri­ buyen en el seno del conjunto. No es raro que una lengua saque del campo de identificaciones potenciales mucha más información de la que ese campo incluye: los gauchos de la Argentina conocen unas 200 expresiones para calificar el matiz del pelaje de los caballos, y esa exactitud resulta evidente­ mente vital para su economía. Pero en su lengua corriente apenas hay lugar para cuatro nombres de plantas. En la lingüística norteamericana el relativismo se apoya tanto en el legado de Humboldt como en el trabajo de campo efectuado por los antropólogos. Aunque fue tratado con re­ servas el concepto de un espíritu primitivo, propuesto por Lévy-Bruhl, en el que el etnógrafo podría observar procesos lógicos y lingüísticos prerracionales o no-cartesianos, ejerció cierta influencia entre los lingüistas norteamericanos. El es­ tudio antropológico de las culturas indígenas americanas pa­ recía confirm ar las hipótesis de Humboldt sobre el determinismo lingüístico y la concepción del "campo semántico", de Trier. Edw ard Sapir resume esta actitud en un articulo fecha­ do en 1929:13 El punto en cuestión es que el "mundo real'' está en gran par­ te inconscientem ente fundado sobre los hábitos lingüísticos del grupo. N o existen lenguas lo suficientemente parecidas como p a ra hacerlas rep re sen ta r la misma realidad social. Los m undos en que están insertas las diversas sociedades son mun­ dos d istin to s, y no sim plem ente el mismo universo provisto de diferentes etiquetas. 13 En D. Mandelbaum (ed.), Selected Writings in Language, Culture and Personality by Edward Sapir. Berkeley y Los Angeles, 1949.

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Vale la pena observar cómo se subraya aquí "grupo". El "campo semántico" de una cultura determ inada es una estructura dinámica socialmente motivada. El "juego e n tre lenguaje y realidad" al cual se entrega una com unidad depende, según modalidades que no están muy lejanas del análisis hecho por Wittgenstein, en las investigaciones filosóficas, de los actos o de las costumbres, convenidas y secretadas por la historia de la sociedad en cuestión. Estam os en presencia de un "mentalismo dinámico": la lengua organiza la experiencia, pero esa organización está sometida al influjo incesante de la con­ ducta colectiva de sus usuarios. Así, se in stau ra una dialéctica progresiva de la diferenciación: las lenguas engendran formas sociales múltiples que, a su vez, consolidan las divisiones lingüísticas. El “monadismo” tiene un noble origen filosófico en las obras de Leibniz y de Humboldt. Sus conclusiones también ejercen una gran fascinación intelectual. Desde hace algún tiempo la "melalingüística" de W horf h a sido objeto de seve­ ros ataques, tanto por parte de los lingüistas como de los etnógrafos. Al parecer, una buena p arte de su obra escapa a la verificación. Pero los textos reunidos en Language, Thought and Reality* (1956) establecen un m odelo de u n a extraordi­ naria elegancia intelectual y de una notable sensibilidad filo­ sófica. Afirmación de las posibilidades vitales, exploración de la conciencia, los textos de W horf interesan al lingüista, conciernen al poeta y sobre todo al trad u cto r. W horf n o era del gremio. Enriqueció la etnolingüística con u n a gran amplitud de miras, un sentido de los grandes tem as, de las consecuen­ cias poéticas y metafísicas del estu d io del lenguaje que no es fácil de encontrar entre los profesionales. H abía en él al­ go de la curiosidad filosófica de Vico, pero, ingeniero químico de formación, también tenía esa sensibilidad del hom bre mo­ derno ante el detalle científico. Los años de actividad simul­ tánea de Román Jakobson, I. A. R ichards y B enjam ín Lee Whorf marcan un momento digno de contarse en tre las eta­ pas decisivas en la exploración de la m ente hum ana. Las tesis de Whorf son bien conocidas. Las estructuras lingüísticas determ inan lo que el individuo percibe de su uni­ verso y cómo lo piensa. Y como dichas e s tru c tu ra s, visibles en la sintaxis y en los recursos léxicos de u n a lengua, varían * Benjamín Lee W horf: Lenguaje, pensam iento y realidad. Selección de escritos. Prólogo de S tuart Chase. Introducción de Jo h n B. Carroll. Traducción de José M. Pomares. B arral E ditores. B arcelona, 1971.

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ampliamente, tam bién los modos de percepción, de pensamien­ to, las reacciones de los grupos humanos que practican di­ versos sistemas lingüísticos serán muy diferentes entre sí. Nacen de allí imágenes del mundo fundamentalmente dispa­ res. W horf las bautiza con la expresión "mundos del pensa­ miento". Componen "el microcosmo que todo hombre lleva en sí, a través del cual evalúa y comprende lo que puede del macrocosmo''. Para la conciencia humana no existe la reali­ dad física objetiva universal. "Disecamos la naturaleza según las orientaciones que impone nuestra lengua nativa." O, para ser más ex acto s: en el ejercicio de la percepción humana hay una dualidad fundam ental. (W horf se inspira en la psicología de la Gestalt.) Encontram os en escala universal una aprehen­ sión neurofisiológica del espacio que quizá precedió al lengua­ je en la evolución de las especies y que aparece antes de la palabra en el curso del crecim iento del niño. Pero una vez instaurada una lengua determ inada, resulta ineludible una conceptualización específica del espacio. Whorf no precisa si la lengua crea e sta conceptualización o se limita a mode­ larla. La organización del espacio, el crisol espacio-temporal donde va inscrita n u estra vida se manifiesta a través de los elementos gram aticales y gracias a ellos. Existe una percep­ ción del tiem po propia del indoeuropeo y un sistema corres­ pondiente de tiem pos verbales. De un "campo semántico" a otro varían las técnicas de enumeración y las nociones de cantidad física son abordadas de distintos modos. El espectro de conjunto de los colores, los sonidos y los olores es distri­ buido de m últiples m aneras. Una vez más, la topografía de W ittgenstein ofrece un paralelo aleccionador: las diversas comunidades lingüísticas habitan y atraviesan distintos pai­ sajes de la conciencia. En uno de sus últimos artículos, Whorf resum e así su concepción global: 18 E n re a lid a d , el p e n s a r e s algo extrem adam ente misterioso y la m ay o r lu z q u e h e m o s p o d id o a rro ja r sobre esta actividad pro ced e d e l e s tu d io d e l len g u aje. E ste estudio m uestra que las fo rm a s d e lo s p e n s a m ie n to s de u n a persona son controla­ das p o r in e x o ra b le s leyes de m odelos, de las que ella es in­ consciente. E s to s m odelos s o n las percepciones imperceptible­ m en te in trin c a d a s d e su p ro p io lenguaje, suficientemente d e m o stra d o p o r u n a in g en u a com paración y contraste con o tra s len g u a s, e sp e c ia lm e n te con aquellas que pertenecen a una fam ilia lin g ü ís tic a m e n te d ife ren te . S u pensam iento se lleva a 13 Lenguaje, pensam iento y realidad, p. 283.

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cabo en u n a lengua, ya sea é s ta inglés, s á n s c rito o chino. Y cada lengua es un v asto siste m a de m o d elo s, u n o s d iferentes de o tro s, en los que se hallan c u ltu ra lm e n te o rd e n a d a s las formas y categorías m ediante las que n o só lo se c o m u n ic a la personalidad, sino tam b ién se analiza la n a tu ra le z a , se n o ta n o se rechazan tipos de relación y fenóm enos, se c a n a liz a n los razonam ientos y se construye la casa de la co n c ie n c ia .

Para m ostrar que su doctrina "se funda en pruebas incontrovertibles", Whorf no duda en aplicar a todo género de lenguas un método de análisis sem ántico c o m p arad o : el latín, el griego, el hebreo (existen im portantes relaciones entre la obra de Whorf y la Cabala excéntrica de Fabre d'Olivet), el kota, el azteca, el shawni, el ruso, el chino y el japonés. A diferencia de muchos universalistas, W horf tiene sensible oído para las lenguas. Pero sus investigaciones sobre las lenguas de los hopis de Arizona son las que contienen las demostra­ ciones más concluyentes. Es ahí donde el concepto de "sistemas de estructuras" distintas de la vida y la conciencia se desprende de ejemplos específicos. Los escritos clave sobre "un modelo indio norteam ericano del U niverso" fueron es­ critos entre 1936 y 1939, cuando W horf extendió sus análisis al shawni. Después de examinar el aspecto p untual y lo segmentativo de los verbos hopi, W horf concluye que e sta lengua deslinda el campo " de lo que podría llam arse física prim itiva". Como era de esperarse, el hopi está m ejo r equipado que el inglés moderno para tra ta r procesos fluidos y fenóm enos vibra­ torios. De acuerdo con las concepciones d e la fís ic a m o d e rn a , el con­ tra ste de la p a rtíc u la y el ca m p o d e v ib ra c io n e s e s m ás funda­ m ental en el m undo de la n a tu ra le z a q u e o tro s com o espacio y tiem po, o pasado, p re se n te y f u tu ro , q u e s o n la clase de con­ tra s te q u e nos im pone n u e s tra p ro p ia le n g u a . E l aspecto de c o n tra ste de la lengua h o p i ... ob lig a p r á c tic a m e n te al pueblo h opi, al se r obligatorio p o r la fo rm a d e s u s v e rb o s , a percibir y o b se rv a r los fenóm enos v ib ra to rio s, a n im á n d o lo s además a e n c o n tra r nom bres y clasificar e s ta c la se d e fen ó m e n o s.*

Whorf se da cuenta de que la lengua hopi no com porta pala­ bras, form as gramaticales ni giros idiom áticos que se refiran directam ente a lo que nosotros llam am os "tiem po", o a los vectores de tiempo y m ovim iento que nosotros emplea* Ibid., p. 72.

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mos. La "m etafísica sobre la que descansan nuestra lengua, nuestro pensam iento, nuestra cultura moderna" nos confína a un espacio infinito y estático de tres dimensiones, y a una progresión tem poral ininterrumpida. Estas dos "coordenadas cósmicas" se unen armoniosamente en la física de Newton y en la física y la psicología de Kant. Nos hacen encarar profundas contradicciones internas en el universo de la mecá­ nica quántica y de la relatividad de cuatro dimensiones. Según Whorf el arm azón m etafísico que informa la sintaxis hopi es mucho m ás apropiado para captar la imagen del mundo, que el que propone la ciencia moderna. Las expresiones y tiempos verbales hopis captan la existencia de los acontecimientos "en un estado dinám ico aunque no es un estado de movimiento". La organización sem ántica de los fenómenos "que están en cur­ so de m anifestación y realización" allana y, en realidad, refuer­ za ese ascenso al plano objetivo de las percepciones subjetivas o "m apas ideales" de aquellos acontecimientos que la gramá­ tica indoeuropea ubica con tal dificultad que se ve obligada a expresarlo en térm inos estrictamente matemáticos. Al tra d u c ir al inglés, el hopi diría que estas entidades en pro­ ceso de causalidad "vendrán" o que ellos —los hopis— "irán hacia ellas", pero en su propio lenguaje no existen verbos que correspondan a n u estro "venir" e "ir", que significan movi­ m iento sim ple y ab stracto , de acuerdo con nuestro concepto cinem atográfico puro. Las palabras que en este caso se tra­ ducen p o r "v en ir" se refieren al proceso de acontecer sin lla­ m arle m ovim iento: son "aconteceres hacia aquí" (pew'i) o "aconteceres d e ello" (angqö) o "llegados" (pitu, en plural öki), refiriéndose p o r lo tan to a la manifestación terminal, a la lle­ gada real a u n pu n to dado y no a cualquier clase de movi­ m iento que haya precedido la llegada.14

Vemos cóm o el m odo en queloshopi abordan los aconteci­ mientos, los razonam ientos por hipótesis y los acontecimientos por venir están llenos de minucia y son susceptibles de esas posturas provisionales que tan bien suelen convenir a la astrofísica y a las teorías ondulatoria y corpuscular con­ temporáneas. La im pronta del observador sobre el proceso observado, la evaluación del margen del error son inheren­ tes al hopi, pero no al inglés salvo en virtud de una metáfora explicativa. La noción de criptotipo está en el centro de la semántica 14 Ibid., p. 76.

deWhorf. Se define "como un significado sum ergido, sutil, elusivo, que no corresponde a ninguna palabra específica, pero cuya importancia funcional en una gram ática es mostrada por el análisis lingüístico. Son estos "crip to tip o s" o "categorías de organización semántica" — dispersión sin límites, oscilación sin desplazamiento, im pacto sin duración, movimiento dirigido— los que traducen la m etafísica implícita de una lengua a su gramática manifiesta o de superficie. Gracias al estudio de estos "criptotipos" en las diversas lenguas, insiste Whorf, la antropología y la psicología llegarán a comprender los juegos profundos del sentido, la dinám ica de las formas relevantes y significativas, que conform an una cultura. Sin duda alguna, es en extremo difícil p ara u n observador extraño, confinado a la visión que le im pone el m arco de su propia lengua, penetrar hasta las profundidades simbólicas de la actividad de una lengua extranjera. Esforzándonos por alcanzar el fondo, sólo removemos el limo. Adem ás los "criptotipos están tan cerca o tan por debajo del um bral del pensamiento consciente" que incluso un h ab lan te nativo es incapaz de expresarlos con las palabras adecuadas. Por su­ puesto, escapan a la traducción. Y, sin em bargo, una escrupu­ losa observación, guiada por la filosofía y la poesía, permite al lingüista y al antropólogo llegar, al m enos h asta cierto punto, al "sistema de estructuras" de u n a lengua extranjera. Sobre todo si adopta los principios de desprendim iento iróni­ co que informan a toda concepción relativ ista digna de su nombre. Whorf denunció infatigablemente los consabidos prejuicios, la ostentosa arrogancia de la filología trad icio n al y universa­ lista que apenas vacilaba en afirm ar que el sán scrito y el latín constituyen el modelo natural de toda lengua articu lad a o, al menos, un modelo preferible a cualquier otro. La revaluación whorfiana de los "mecanismos del pensam iento en las comunidades primitivas" coincide en el tiem po y en el espíritu que lo anima con los primeros estudios que Lévi-Strauss de­ dicó al genio de El pensamiento s a lv a je .* Lévi-Strauss apro­ baría totalmente la afirmación de W horf según la cual"en muchas lenguas amerindias y africanas abundan las discrimi­ naciones finamente elaboradas y lógicas, los m atices para ex­ presar causa, acción, resultado, cualidad diám ica o energética, inmediatez de la experiencia, etc., facetas todas de la función * Claude Levi-Strauss, El pensamiento salvaje. T raducción de Francísco González Aramburo. fce, México, 1964.

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conceptual y que constituyen en realidad la quintaesencia de lo racional. Desde este punto de vista, aventajan con mucho a las lenguas europeas." Whorf presenta casos elocuentes: las cuatro personas del pronombre en las lenguas algonkinas, que perm iten describir sucintam ente complejas situaciones socia­ les: la oposición en chechewa, "lengua relacionada con el zulú y h ablada por una tribu del Africa oriental que desco­ noce la e sc ritu ra" de dos tipos de pasado, el que prolonga sus consecuencias en el presente y el que no; las tres formas causales del verbo en la lengua de Coeur d'Aléne, una pequeña tribu india en Idaho. Aquí, W horf vuelve a observar la para­ doja de que el "cam po semántico" de numerosas comunida­ des que convenim os en llam ar primitivas distribuye la ex­ periencia según fenomenologías que están mucho más cerca de la física del siglo XX y de la Gestalt que el "campo semán­ tico" de la fam ilia lingüística indoeuropea. Las perspectivas no son m enos interesantes cuando Whorf insinúa que las diversas lenguas m anifiestan un grado variable de acuerdo entre la fonética (que debe ser, en cierta medida, universal) y la "m úsica in tern a del significado" El alemán zart, que sig­ nifica "tiern o ", suscita asociaciones tonales claras y duras. El inglés deep debería asociarse con sonidos de rápida y cor­ tante ligereza com o los de peep. No es raro que en determi­ nada lengua el significado vaya contra la vena de asociaciones auditivas aparentem ente universales. Esta fricción entre los códigos de identificación "m ental" y "psíquica", puede ser fundam ental p ara la evolución de una lengua particular y adopta m odalidades diversas según el caso. Una im agen del lenguaje, la mente y la realidad fundada casi exclusivam ente en la lógica cartesiana-kantiana y en el "campo sem ántico" del SAE [Standard Average European] es una sim plificación arrogante. La conclusión de "Science and Linguistics", un artículo publicado en 1940, merece ser citada en to d a su extensión, sobre todo en una época en que el estudio del lenguaje se encuentra tan ampliamente domi­ nado por u n a teoría que alterna la generalidad dogmática con los aspectos m atem áticos. El darse cuenta del increíble grado de diversidad que existe entre los sistem as lingüísticos que se extienden por todo el mundo le deja a uno la inevitable sensación de que el espíritu humano es inconcebiblemente antiguo; de que los pocos miles de años abarcados por nuestros registros escritos no represen-

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tan más que el grosor de un punto en la escala de medidas de nuestra experiencia pasada sobre este planeta; de que los acontecimientos de estos milenios recientes no tienen ningún significado desde un punto de vista evolutivo; de que la raza no ha brotado repentinamente, ni ha logrado síntesis de mando durante los recientes milenios, sino que solamente ha jugado un poco con unas cuantas formulaciones lingüísticas y acti­ tudes de la naturaleza, legados por un pasado lejano e inexpresable. Sin embargo, la ciencia no debe sentirse descorazonada por estas sanciones ni por el sentido de precaria dependencia que, según sabemos todos, tenemos con respecto a las herra­ mientas lingüisticas, herramientas que todava son bastante desconocidas. Al contrario, la ciencia debe sentirse impulsada por esa humildad que acompaña todo verdadero espíritu cientí­ fico, evitando esa arrogancia de la mente que impide la verda­ dera curiosidad e investigación científicas.

Suceda lo que sucediere en el futuro con las teorías de Whorf sobre el lenguaje y la mente, este texto permanecerá vigente.

3 Los méritos de la metalingüística de Whorf, las consecuen­ cias que trae consigo son tales, que aun las críticas formu­ ladas contra este estudioso constituyen una exposición acep­ table de la tesis universalista. Esas críticas afirm an que las demostraciones de Whorf son circulares. Al ver manar un manantial, el apache lo describirá como "blancura que se mueve hacia abajo". La formulación verbal no tiene mucho en común con la del inglés corriente. Pero ¿cómo esa formu­ lación nos permite tener acceso directo al pensamiento apa­ che? Resulta tautológico afirmar que un individuo que habla otra lengua percibe la experiencia de modo diverso porque la expresa en forma diferente, y luego deducir modos distintos de conocimiento a partir de las diferencias del lenguaje. Esa hipótesis se apoya en un esquema rudim entario, y acrítico de la actividad mental. En "A Note on Cassirer's Philosophy of Language", E. H. Lenneberg condensa una amplia gama de dudas filosóficas: "No existe ninguna razón convincente para dar por supuesto que la forma en que el gramático articula el discurso se corresponde con la organización del saber o de las facultades mentales". Las palabras no son encarnacio­ nes de operaciones mentales inmutables y significados fijos. La idea de que las estructuras sintácticas convencionales

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incorporan fenómenos perceptivos determinados o determi­ nantes de manera única es en sí misma el reflejo de un dua­ lismo primitivo. Esa idea corresponde a la imagen cuerpoespíritu de los primeros tiempos de la psicología. Cualquier modelo dinámico del proceso lingüístico, por ejemplo la proposición de Wittgenstein de que "el significado de una pala­ bra es su uso en el lenguaje", refutará el paralelismo deter­ minista que hace Whorf entre palabra y pensamiento. Además, si la hipótesis compartida por Humboldt, Sapir y Whorf fuera correcta, si las lenguas fueran mónadas que estableciesen mapas esencialmente discordantes de la reali­ dad, ¿cómo entonces podríamos comunicamos de una lengua a otra?, ¿cómo podríamos adquirir una segunda lengua o adentramos hacia otro u niverso lingüístico por medio de la traducción? No obstante, esas transposiciones se verifican sin cesar. La convicción empírica de que la mente humana se comu­ nica salvando barreras lingüísticas es el eje del universalismo. Al relativismo de Pierre Hélie en el siglo XII, para quien el desastre de Babel había engendrado tantas gramáticas irreconciliables como lenguas, Roger Bacon opone su célebre axio­ ma de u n idad: "Grammatica una et eadem est secundum substantiam in o mnibus linguis, licet accidentalit e r variatur." Sin una grammatica universalis, no habría esperanza de un discurso auténtico entre los hombres, ni ciencia racional del lenguaje. Las variaciones fortuitas entre las lenguas, dictadas por la historia, son sin duda formidables. Pero tras éstas se disimulan los principios de unidad, de concordia, de organi­ zación formal que determinan el genio específico del lenguaje humano. A pesar de la profusión de diferencias externas, to­ das las lenguas han sido "cortadas sobre el mismo patrón". Esta certidumbre intuitiva ya anima a Leibniz y se encuen­ tra también en el relativismo de Humboldt. El éxito de la filo­ logía indoeuropea del siglo XIX al formalizar y hacer entrar en un sistema de normas y predicciones la imponente masa de hechos fonológicos y gramaticales aislados, dio nueva fuer­ za a la orientación universalista. En nuestros días, la hipótesis de trabajo de una gramática universal es compartida por casi todos los lingüistas. Y si la teoría lingüistica contemporánea puede reclamar una autoridad psicológica y lingüística, es porque se ocupa de fenómenos de carácter profundo y uni­ versal, de las leyes fundamentales del proceso de conocimien­ to y simbolización. Por consiguiente, "la tarea principal de la

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teoría lingüística será establecer una hipótesis de universales lingüísticos que, por una parte, la diversidad real de las lenguas no se demuestre falsa y, por otra, sea suficientemente rica y explícita para dar razón de la característica rapidez y uniformidad del aprendizaje lingüístico y de la asombrosa complejidad y alcance de las gram áticas generativas que re­ sultan del aprendizaje del lenguaje".15 El axioma de universalidad y la am bición de una descripción total son evidentes. Pero la cuestión de los niveles está lejos de haber sido resuelta (el universalista Jam es Beattie se enfrentó a ella en el siglo XVIII). ¿A qué nivel de la estructura de las lenguas pueden ser ubicados y descritos con exactitud los ''universales"? ¿Qué tan profundam ente debem os aventu­ rarnos bajo las capas vivas y obstinadam ente diversas del uso lingüístico? Durante los últimos cuarenta años, las tesis uni­ versalistas se han orientado hacia una form ulación y abstrac­ ción cada vez más pronunciadas. En cam bio, cad a nivel pro­ puesto de universalidad se ha revelado com o contingente o subvertido por las anomalías. Los rasgos singulares han aflo­ rado en lo que parecían los postulados m ás generales. Lejos de ser rigurosa y completa, la nom enclatura d e "los rasgos lingüísticos universales" se ha lim itado a s e r u n catálogo abierto. Es indiscutible que existen tres planos donde se pueden tratar los universales: fonológico, gram atical y semántico. Todos los seres humanos están equipados con el mismo sistema neurofisiológico para em itir y cap tar los sonidos. Hay notas que por su altura escapan al oído h u m a n o : hay tonos que nuestras cuerdas vocales no pueden p roducir. E n conse­ cuencia todas las lenguas se inscriben d en tro de ciertos lími­ tes materiales bien definidos. Todas son com binaciones de una gama finita de fenómenos físicos. P or eso se impone intentar la identificación y la enum eración de los universales fisiológicos o fonológicos de los que cada lengua hablada es un conjunto selectivo. Grandzüge der Phonologie [Principios de fonología] de N. S. Trubetskoy, publicados e n Praga en 1939, es uno de los más influyentes catálogos de este tipo. A partir de la comparación de más de 200 sistem as fonoló­ gicos, Trubetskoy aísla aquellas estructuras acústicas sin las que no puede haber lenguaje y que poseen todas las lenguas. 15 Noatn Cbomsky, Aspectos de la teoría de la sintaxis. Introducción, versión, notas y apéndices de Carlos Peregrín Otero. Aguílar, Madrid, 1970, pp. 27-28.

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La teoría de Jakobson de los "rasgos distintivos" lleva más lejos, refinándolos, los universales de Trubetskoy. Jakobson establece una veintena de universales fonéticos, cada uno de los cuales puede ser rigurosamente definido según criterios articulatorios y acústicos (por ejemplo, cada lengua tiene por los menos dos vocales). A través de combinaciones, esos ras­ gos conforman la fonología, esto es, la manifestación física y la transmisión de las lenguas. A partir de esos atributos esen­ ciales, un escritor de ciencia ficción o una computadora po­ drían inventar una nueva lengua, y se podría afirmar por adelantado que ésta se inscribiría dentro de los límites pres­ critos a la potencialidad expresiva humana. Todo sistema de señales ayuno de estos "universales distintivos" cae literal­ mente fuera de la octava humana. En la práctica, el análisis de los universales fonológicos se convierte en una faena pesada y simplona. De nuevo un buen número de conclusiones permanecen en el limbo de la genera­ lidad, son verdades tan poco sorprendentes como aquella de que todos los seres humanos requieren oxígeno. Cuando se pasa a las condiciones necesarias y suficientes afloran los problemas que plantea una descripción rigurosa. La afirma­ ción de que todas las lenguas del planeta son dueñas de un sistema vocal parece exenta de riesgos. En realidad, la pro­ posición sólo es cierta si incluimos los fonemas segmentados que ocupan la cima de la sílaba —y aun en ese caso, por lo menos una lengua conocida, el wiram, plantea problemas. Por otra parte, hay un dialecto de la rama bosquimana llama­ do kung, que apenas es hablado por algunos cientos de indí­ genas de Kalahari. Pertenece a la familia de lenguas khoisan, pero está hecho de series de sonidos exhalados y chasquea­ dos que, hasta donde se sabe, no se encuentran en otra parte y que han condenado al fracaso toda descripción. Es obvio que estos sonidos no rebasen las capacidades fisiológicas hu­ manas. Pero ¿por qué se llegó a desarrollar esta anomalía, o por qué si es eficiente no es explotada por ningún otro sis­ tema fonológico? La consonante nasal primaria "es un fone­ ma cuyo alófono más característico es una pausa o alto nasal vocal, esto es, un sonido producido por una clausura de la cavidad bucal ( v. g., apical, labial), con apertura velar y vi­ bración de las cuerdas vocales".16 16 Charles A. Ferguson, ''A ssum ptions about N asals: A Saraple Study in Phonological U niversals", en J. H. Greenberg (comp.), Universals of Language. Cam bridge, Mass., 1963, p. 56.

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Una vez definida la consonante nasal primaria, los fonó-logos pueden en umerar las condiciones bajo las cuales se manifiesta en todas las lenguas y las modalidades según las cualesafecta la posición de acentuación de otros fonemas. Pero la afirmació n de que toda lengua humana cuenta al menos con una consonante nasal primari a requiere matices. El Manual of Phonology de Hockett (1955) registra una total ausencia de consonantes nasales en el quileote y en dos lenguas sa lishan vecinas. No se sabe a ciencia cierta si tales nasales existieron alguna vez, si se transformaron en el curso de la historia en pausas vocales o si, en virtud de una excentric idad sorprendente, el salishan nunca ha incluido fonemas nasales. No es difícil multiplicar ejemplos semejantes. En consecuencia, la teoría universalista pasa luego del pla­ no relativamente elemental y abordable de la fonología al de la gramática. Si todas las lenguas han sido en verdad corta­ das del mismo patrón, un análisis comparati-vo de los sistemas sintácticos hará aflorar los elementos que realmente consti­ tuyen una grammatica universalis. La búsqueda de esa "gramática fundamental" represen-ta un capitulo apasionante en la historia del pensamiento ana­ lítico. Se han realizado progresos considerables desde la época en que Humboldt esperaba establecer un cuadro general de todas las formas sintácticas, "desde las más crudas" hasta las complejas. La convicción de que ciertas categorías sintác ticas —sustantivo, verbo, género— aparecen en toda lengua y de que éstas tienen en común ciertas normas primarias de relación, se impuso a la filología del siglo XIX. El "mismo molde fundamental" en que todas las lenguas han sido fun­ didas llegó a ser entendido con bastante precisión como un juego de unidades gramaticales, de reglas combinatorias y de indicadores que, en sí mismos, nada quieren decir, pero que sirven para diferenciar las formas complejas. Algunas de esas reglas son muy generales. No se ha encontrado ninguna lengua carente del pronombre singular de primera y segunda personas. Las oposiciones entre "yo", "tú" y "é1", y el tejido subsiguiente de rela-ciones, que es esencial para los términos del parentesco, existen en todos los idio mas. La categoría para los nombres propios se encuentra en todas las lenguas. No existe ninguna lengua cuyo vocabulario sea enteramente homogéneo en el plano de la gramática. Cierto tipo de proposición donde se habla sobre o se modifica el sujeto de alguna manera se observa en la totalidad de los

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sistemas lingüísticos. Toda lengua funciona según las com­ binaciones sujeto-verbo-objeto. Y entre éstas, las secuencias "verbo-objeto-sujeto", "objeto-sujelo-verbo" y "objeto-verbosujeto" son infinitamente raras. Tan raras, que sugieren una infracción casi deliberada a un orden de percepción instin­ tivo. Otros "universales gramaticales" plantean cuestiones de detalle: por ejemplo, "cuando el adjetivo sigue al sustantivo, el adjetivo adopta lodas las inflexiones del sustantivo". En ta­ les casos, el sustantivo puede no comportar la marca de una o de varias de esas categorías de flexión". El más ambicioso inventarlo de universales sintácticos que haya sido estable­ cido "sobre la base de testimonios lingüísticos empíricos" es el de J . H. Greenberg.17 Comprende cuarenta y cinco relacio­ nes gramaticales fundamentales, y llega a la conclusión de que "el orden de los elementos del lenguaje se calca sobre el que gobierna la experiencia física o las leyes del conocimien to". La gramática subyacente en todas las formas lingüís­ ticas es un mapa del mundo. Subraya los rasgos del paisaje y de la vida sociobiológica que son comunes a todos los hom­ bres. Diferencias de acento, encadenamiento de ordenadas, re­ laciones jerárquicas de lo general a lo particular o del todo a la parte, son los componentes de la razón a partir de los cuales se desarrollan todas las lenguas. Una vez que una len­ gua "posee la categoría de género, tiene también la de núme­ ro". De otro modo, veríamos a las construcciones humanas prisioneras del caos. Es éste, de nuevo, un ejemplo de sistema que parece más impresionante de lo que en realidad es. Comparado con la totalidad de las lenguas actualmente en práctica, el número de idiomas cuya gramática ha sido sistematizada y estudiada a fondo, es absurdamente pequeño (los testimonios empíri­ cos de Greenberg se apoyan, casi exclusivamente, en treinta lenguas). En la sintaxis, como en la fonología, se dan tenaces singularidades. Uno esperaría que todas las lenguas que explo­ tan la distinción de género en la segunda persona del singular, también lo hagan en la tercera. Así es en la mayoría de los casos. Pero no en el racimo de lenguas habladas en el centro de Nigeria. El nutka presenta un sistema gramatical, frecuen­ temente citado, en el cual resulta muy difícil distinguir entre sustantivo y verbo. Un encadenamiento de los genitivos se 17 Joscph H. Greenberg, "Some universals of Grammar with particular Reference to the order of Meaningful elements", in op. cit., pp. 73-113.

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parece al esquema tipológico prim ario en el que podemos clasificar todas las lenguas en un pequeño núm ero de familias importantes. El araucano, lengua indígena de Chile, y algunos dialectos daghestan en el Cáucaso, no se aju stan al esquema. Anomalías como éstas no pueden ser descartadas como meras curiosidades. Una simple excepción, en cualquier lengua, viva o muerta, basta para echar por tierra el concepto de una gramática universal. En parte porque en el caso de los universales el método estadístico y etnolingüístico se reveló poco satisfactorio o meramente descriptivo, las gram áticas generativas y transformacionales se propusieron llevar la discusión a un nivel fenomenológico mucho más profundo. Al hacerlo, inten­ taban interiorizar la noción misma de g ram ática hasta con­ vertirla en una facultad lingüística específica ingénita en la conciencia humana. La gramática de Chomsky se proclam a universalista (pero ¿qué otra teoría de la gramática —estructural, analítica, com­ parativa— no lo ha sido?). Ninguna teoría de la vida men­ tal, desde Descartes y los gram áticos de Port-Royal se ha inspirado tan claramente en un cuadro general y unificado de las facultades innatas del hombre, aunque Chomsky y Des­ cartes entiendan "innato" de muy distintas m aneras. Chomsky parte del rechazo al conductismo. N ingún fenóm eno simple de estímulo y respuesta puede d ar cuenta de la rapidez y complejidad con que los seres hum anos adquieren el lengua­ je. Todos los seres humanos. Cualquier lengua. E l niño es capaz de construir y comprender en su lengua enunciados simultáneamente nuevos y aceptables. A cada m om ento cada uno de nosotros formulamos y com prendem os instantánea­ mente nuevas formas que son diferentes de cualquiera que hayamos oído antes. Esa aptitud presupone que deben estar en juego procesos fundamentales independientem ente de "la retroalimentación ( feedback) del m edio" .18 Tales procesos son innatos en el hombre: " Los seres hum anos están de al­ gún modo especialmente equipados para ello con instrumen­ tos para manejar datos y 'form ular hipótesis' cuya naturaleza y complejidad nos es desconocida." Todo individuo vivo ha interiorizado de un modo u otro una gram ática a partir de 18 Estas citas y las que siguen provienen de la reseña de Noam Chomsky al libro de B. F. Skinner "V ertal Behavior". Originalmente publicado en Language 35 (1959), este artículo fue reim preso en el volumen editado por John P. de Cecco, The Psychologye of Language, Thought and Instruction. Nueva York y Londres, 1967.

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la cual se engendra su propia lengua o cualquier otra. ("En­ gendrar" traduce el erzeugen de Humboldt. Aquí, como en aquel otro axioma com partido por ambos según el cual el lenguaje "hace uso infinito de medios finitos", el universa­ lismo chom skiano coincide con el relativismo de Humboldt.) Las divergencias entre las lenguas sólo afectan las "estruc­ turas de superficie". Son accidentes del terreno que llaman la atención, pero que apenas dicen algo de las "estructuras profundas" que recubren. Con el auxilio de un conjunto de reglas, entre las que destacan las reglas de rescritura, los "estructuras profundas" generan, esto es, hacen llenar a la superficie fonética las frases que realmente empleamos y escu­ chamos. Entonces podemos remontarlas, a partir de la frase concreta, gracias al árbol de derivación o "indicador sintag­ mático" que les corresponde, hasta una aproximación de la "estructura profunda" subyacente. Las frases más complejas son generadas, a su vez, por una segunda categoría de reglas "de transform ación". Estas reglas —cuya analogía más ade­ cuada se encuentra en la teoría de las funciones periódicas— deben ser aplicadas en un orden determinado. Algunas de ellas dependen del contexto; su aplicación correcta depende del entorno lingüístico. Puede suponerse que es en este punto donde un sistem a universal se vierte a una lengua particular o a una familia de lenguas. Pero "el verdadero progreso en la lingüística consiste en el descubrimiento de que ciertos rasgos de lenguas dadas pueden ser reducidos a propiedades universales del lenguaje, y explicados en términos de estos aspectos más profundos de la forma lingüística".19 Chomsky sostiene que la búsqueda de universales al nivel fonológico o sintáctico ordinario es totalmente insuficicnte. Los centros donde se forja la lengua tienen mayor hondura. De hecho, las analogías de superficie del tipo citado por Greenberg son tal vez enteram ente desorientadoras: es pro­ bable que las estructuras profundas que desearíamos univer­ sales sean muy distintas de la estructura de superficie de las frases según ésta se nos manifiesta. Los estratos geológicos no se reflejan en el paisaje. Pero ¿cómo son estas "estructuras profundas universales"? Resulta que es en extrem o difícil decir algo sobre ellas. En la terminología de Wittgenstein, la transición de la "gramática de superficie" a la "gram ática de profundidad" es un paso 19 N. Chomsky, Aspects of the Theory of Synta x, p. 35.

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hacia la claridad, hacia la resolución de esas brum as filosó­ ficas nacidas de la confusión de los planos lingüísticos. De otra parte, las "estructuras profundas" de Chomsky se ubican "mucho más allá del nivel de conciencia real o aun potencial . Podemos imaginarlas como modelos o cadenas de rela­ ción de un grado de abstracción muy superior al de las reglas gramaticales. Y ésta ya es una representación dem asiado con­ creta. Las ''estructuras profundas" son las funciones innatas de la mente humana que le permiten realizar "ciertas secuen­ cias de operaciones formales". Esas operaciones carecen de una justificación a priori. Dan m uestra de esa arbitrariedad fundamental que va implícita en el hecho de que el mundo exista. Por eso "no hay razón alguna para esp erar que algún día se pueda disponer de criterios operacionales confiables para esclarecer las nociones teóricas m ás profundas y más importantes de la lingüística". Que alguien in ten te sacar a la superficie a las criaturas de las profundidades del m ar, y en seguida se desintegrarán o se transform arán grotescamente, Sin embargo, "sólo las descripciones relativas a la estruc­ tura profunda tienen importancia en lo que concierne a las proposiciones relativas a los universales lingüísticos". Como las descripciones de este tipo son tan raras com o las muestras extraídas de los grandes fosos m arinos, "cualesquiera esque­ mas de este tipo son arriesgados, aunque el hecho de ser arriesgados no los vuelva menos interesantes e importantes". En seguida, Chomsky ofrece un ejemplo de auténtico univer­ sal de la forma. Se refiere a las reglas que gobiernan y justi­ fican la eliminación en la estructura subyacente de frases del tip o 'I know several more successful lawyers than B ill’, Estas reglas o "transformaciones elim inativas" pueden ser consi­ deradas “como un universal lingüístico aunque, lo admito, sobre la base de pruebas poco num erosas" .30 Algunos gramá­ ticos van más lejos que Chomsky, en la búsqueda de bases universales del lenguaje. Podría ser que la secuencia de las reglas transformacionales esté cerca de la superficie y sea específica de cada lengua. Pero la idea de secuencia tendría que ser modificada cuando se aplica a "reglas de base uni­ versal". Para Emmon Bach "las estructuras profundas son infinitamente más abstractas de lo que se había creído".21 20 Ibid., pp. 180 ss. 21 E. Bach y R. T, Harm s (compiladores), Universals in Lingüistic Theory. Nueva York, 1968, p. 121.

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Sin d u d a es u n e rro r pensarlas, aun por analogía, como unídades lin g ü ísticas o "hechos discretos" de relación gramatícal. En e ste p lano ú ltim o de la organización mental, puede que estem os en fren tán d o n o s a "especies abstractas de proto verbos que reciben sólo indirectamente una representación fonológica" (im ag in o que "proto-verbos" designa una signifi­ cación potencial a n te rio r a las unidades verbales más rudi­ m en ta ria s). A c ie rto nivel, esta teoría de las "reglas de una base u n iv e rsa l" se asem eja a los sistemas lógicos de Carnap y R eichenbach. En o tro nivel, probablemente metafórico, evo­ ca la co n fig u ració n real d e la corteza cerebral, su trama in­ m ensam ente ram ificad a, y no obstante limitada o progra­ m ada, de c ircu ito s electroquím icos y neurofisiológicos. Un sistem a de variables, la lista completa de nombres y "predi­ cados g en erales" , y ciertas reglas de coacción y relación entre éstos e sta ría n , p o r así decirlo, grabados en la trama de la conciencia h u m an a . Acaso e sta h u ella nunca pueda ser observada directamente. Pero las "restriccio n es selecciónales y las posibilidades transform acio n ales" visibles en la superficie de la lengua son la prueba de su existencia, eficiencia y universalidad. "Ese sis­ tem a ex p resa d irectam en te la idea de que es posible transmi­ tir cu alq u ier concepto en una lengua dada incluso si las uni­ dades léxicas disponibles varían ampliamente de una lengua a o tra , lo cual co n trad ice por completo la hipótesis de Humboldt-Sapir-W horf en su form a más vigorosa."22 Si es "p o sib le tra n sm itir cualquier concepto en una lengua d ad a", eso es exactam ente lo que deseo investigar. C onvencidos de la gran dificultad de definir los universales gram aticales, m uchos lingüistas sienten que es demasiado p ronto p ara d efin ir los "universales semánticos". No obstan­ te, algunos se h an arriesgado desde que Vico sugirió que to­ das las lenguas encierran m etáforas antropomórficas claves. Una de ellas, la com paración de la pupila del ojo con una niña ( pu p illa) h a sido rastread a no sólo en todas las lenguas indoeuropeas, sin o tam bién en swahili, en apon, en chino y en 23 A spects o f th e T keory o f Sintax, pp. 121-122. En Problems of Know ledge a n d F reedom [Conocimiento y libertad. Traducción de C. P. O tero y J. Sem pre. Prólogo y notas de C. P. Otero. Barcelona, Ariel, 1972] Chom sky propone una visión más cautelosa: "es razonable form ular la hipótesis de que tales principios sean universales del len­ guaje. Muy probablem ente la hipótesis deba ser calificada como una inquisición en la variedad de las lenguas".

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samoano.23 En todas las lenguas figuran palabras "opacas" y "transparentes", es decir palabras en las que la relación sonido-sentido es puramente arbitraria (el alemán Enkel) y en las que es visiblemente figurativa (el francés petit-fils).L a existencia y la distribución estadística de estos dos tipos de palabras "es con toda probabilidad un universal semántico".24 La presencia en todas las lenguas conocidas de ciertas palabras taboo, de expresiones rodeadas de una aureola de prohi­ bición o de poder sagrado es quizás un rasgo semántico uni­ versal, aunque el contexto también imponga sus restricciones. No es nuevo el pensamiento de que la onomatopéya, las consonantes sibilantes, las consonantes laterales son indisociables de ciertas modos de percepción, como tampoco es nue­ vo el pensamiento de que hay maneras universales de transmitir los sonidos del mundo. Ya se encuentra en germen en cier­ tas etimologías arriesgadas por Platón. Y es verdad que a la i se asocia la noción de pequenez en casi todas las lenguas indoeuropeas y fino-ugrianas. Pero el inglés big y el ruso velikij bastan para mostrar que no se tra ta de un reflejo semántico universal. Lévi-Strauss y algunos psicolingüistas coinciden al identificar "binomios universales" o pares con­ trastados que dividen nuestra realidad y cuya disposición bipolar se refleja, en cualquier lengua, en las metáforas y pautas de acentuación (blanco/negro, recto/curvo, naciente/ poniente, dulce/amargo). La oposición blanco/negro resulta de particular interés, pues a lo que parece implica un juicio de valor positivo/negativo en todas las culturas, independiente­ mente del color de la piel. Es como si todos los hombres, desde que el lenguaje es lenguaje, hubiesen preferido la luz a las tinieblas. Chomsky enumera cierto número de universales semánti­ cos que, si bien son de tipo muy general, no dejan de ser significativos: "Los nombres propios en cualquier lengua de­ ben designar objetos que satisfagan una condición de conti­ güidad espacio-temporal; y lo mismo cabe decir de otros términos que indiquen objetos; o la condición de que las pa­ labras que designan los colores tengan que subdividir el es­ pectro cromático en segmentos continuos; o la condición de que los artefactos sean definidos en términos de ciertos 23 Cf. C. Tagliavini, "Di alcume denominazione della pupilla", Annalidell Istituto Universitario di Ñapoli, 1949. 24 Stephen Ullman, "Semantic Universals”, J. H. Greenberg (compilador), Universals of Language, p. 221.

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objetivos, necesidades y funciones humanas en vez de serlo sólo en términos de cualidades físicas."25 Una vez más, el problema que se plantea es el grado de precisión que puede ser acordado a tales generalizaciones. Todas las lenguas subdividen el espectro cromático en segmentos continuos (aun­ que la palabra continuo suscite dificultades en el terreno de la neurofisiologia y de la psicologia de la percepción) ; sin em­ bargo, según han mostrado R. W. Brown y E. H. Lenneberg, las lenguas proceden a esa subdivisión según modalidades asombrosamente diversas. En realidad y contra lo que sugiere Chomsky, la cuestión de las relaciones entre la percepción física y la codificación lingüística está muy lejos de haber sido zanjada. Las pruebas de la universalidad de las estructuras lingüís­ ticas patentes en el plano fenomenològico no son aún ni absolutas ni definitivas. Oscilan entre el nivel hipotético de la abstracción más formal donde el modelo lingüístico se vuelve meta-matemático y tiene muy poco que ver con las manifestaciones del hecho fonético, y el nivel de la estadística (tengo en mente las hipótesis de Charles Osgood quien propone que la relación del número de fonemas y de rasgos distinti­ vos en todas las lenguas tiene un coeficiente de eficiencia de cerca de cincuenta por ciento). La cautelosa conclusión de un lingüista enemigo de las universalizaciones demasiado fáciles puede parecer justificada : "Las estructuras lingüisti­ cas presentan una gran variedad en todas las lenguas conocidas al igual que las relaciones semánticas que les están asociadas. La búsqueda de universales lingüísticos ha sido traída a colación nuevamente en fechas recientes, aunque to­ davía es demasiado pronto para esperar una reunión de obser­ vaciones relativas a los universales lingüísticos que no sean del tipo más elemental, y sería por demás prematuro atre­ verse a atribuirles un valor permanente. Nuestro conocimien­ to de por lo menos dos terceras partes de las lenguas del mundo es todavía precario, si no inexistente." 26 Es posible 25 N. Chomsky, Aspectos, p. 29. 26 Se trata de An Essay of Language, de Robert Hall (Filadelfia, 1968), pp. 53-54. Para una discusión imparcial de las pretensiones y méritos respectivos y en última instancia correlacionados de la lin­ güistica whorfiana y de la universalista, cf. Helmut Gipper, "Der Beitrag der inhaltlich orienti erten Sprachwissenschaft zur Kritik der historischen Vemunft", Das Problem der Sprache, compilado por Hans-Georg Gadamer (Munich, 1967), pp. 420-425, También ahi se halla el artículo de Wilhelm Luther, "Sprachphilosophie und geistige Grund-

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que gran cantidad de lingüistas hayan sostenido que las "estructuras profundas" de todas las lenguas son idénticas porque han elevado al rango de criterios universales de restricción y posibilidad lo que apenas son aspectos de la gramática de su propia lengua o de un grupo de lenguas. No obstante, la creencia de que " todas las lenguas han sido cortadas del mismo patrón" se encuentra, por lo común, am­ pliamente extendida. Pocos son los gram áticos serios capaces de sostener con Charles Osgood que toda lengua se compone de once duodécimos de universales y de sólo un duodécimo de convenciones específicas arb itrarias; pero casi todos convendrían en que la mayor parte del iceberg y los principios que lo organizan pertenecen a la categoría sum ergida de los universales. Para la mayoría de los lingüistas profesionales contemporáneos, la cuestión reside m enos en saber si existen "universales de forma y de sustancia" que en identificarlos y establecer hasta dónde la filosofía y la neurofisiología sa­ brán calar esas profundidades. El postulado de los universales lingüísticos o, m ás exacta­ mente, de los universales de sustancia, debería conducir por inducción a una hipótesis de trabajo sobre la traducción de una lengua a otra. La prueba de que es posible la transferen­ cia en los dos sentidos debería desprenderse del principio de la universalidad de la sustancia. La traducción debería sumi­ nistrar a ese principio su aplicación m ás concreta. La posi­ bilidad misma de un ir y venir del significado en tre las len­ guas parecía firmamente anclada en la plantilla subyacente o en la horma común a todas las lenguas. Pero, ¿cóm o distin­ guir los universales de sustancia de los universales de forma? ¿Cómo, salvo por un decreto teórico en uno de los extremos lagenbildung”, pp. 528-531. E l lib ro d e J o h a n n e s L o h m a n n 's , Philo­ sophie und Sprachw issenschaf t (B e rlín , 1965) e x p o n e u n a teo ría por d em ás interesante, aunque tam bién e x c e siv a m e n te p e rs o n a l, sobre la división d e las lenguas del m u n d o en seis tip o s e s tr u c tu r a le s fundam en tales de los cuales cad a u n o c o rre sp o n d e ría , p o r u n a p a rte , a una m a n e ra de ap reh en d er el m u n d o y, p o r la o tr a , a ra s g o s fonéticos y alfabéticos d eterm in ad o s. E n B a u ste in e z u r S p ra c h in h a ltsfo rsc h u n g (D üsseld o rf, 1963), pp. 215 s s . H elm u t G ipper h a c e u n e s tu d io serio del e sta d o a c tu a l d e la cuestión y p ro p o rc io n a u n a ú til bibliografía. T am bién se p u ed e v e r el im p o rta n te d e b a te e n tr e É m ile Benveniste ( P roblèm es d e lin g u istiq u e générale, pp. 63 55.) y P. A u b eriq u e, "Aristo te et le langage, n o te annexe s u r les c a té g o rie s d 'A ris to te . A propos d 'u n a rtic le d e M. B en v en iste ( A nnales d e la F a c u lté d e L e ttr e s d'A ix, 43 (1965). E s ta d iscu sió n y sus c o n secu en c ias so n a n a liz a d o s por Jacques D errid a e n M arges d e la P hilosophie ( P a r is , 1972), pp. 214-246.

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o por intuición esporádica en el otro, determinar si la traducción perfecta es posible porque los universales de forma subyacen en toda lengua, o si los ejemplos concretos de traducibilidad subsisten por el hecho de que los universales son raros o de poca im portancia? Una distinción como ésta resul­ ta convincente en teoría, pero no ha demostrado serlo en la práctica. Tiene la m ism a ambigüedad que la distinción que priva entre estru ctu ras "profundas" y de "superficie". Siem­ pre podrán postularse universales de forma cuya remota pro­ fundidad los pone a salvo de la paráfrasis o de la investiga­ ción concreta. Es inevitable que los universales de sustancias oculten, en parte, las realidades pragmáticas, tenazmente in­ dividuales, del lenguaje n atural. La traducción es, a todas luces, la prueba clave. Pero el flujo que regula las relaciones entre universales de forma y de su stan cia enturbia las relaciones entre traduc­ ción y universalidad en cuanto tal. Sólo si tenemos esto en mente podrem os com prender un hiato decisivo, un desplaza­ miento en los térm inos de referencia en Aspectos de la teoría de la sintaxis de Chom sky : La e x isten cia d e u n iv e rsa le s form ales subyacentes... implica que to d a s la s len g u a s so n c o rta d a s p o r el mismo patrón, pero no im p lica q u e h a y u n a c o rre sp o n d en c ia punto por punto en­ tre lenguas p a rtic u la re s . N o im plica, p o r ejem plo, que debe ha­ b e r algún p ro c e d im ie n to raz o n a b le p a ra traducir entre lenguas.

Una nota al pie aum enta la sensación de una incertidumbre fundamental o de u n sofism a: La p o sib ilid a d d e u n p ro c e d im ie n to p a ra traducir entre lenguas a rb itra ria s d e p e n d e d e la su ficien cia de los universales sustan­ tivos. De h ech o , a u n q u e h ay m u ch as razones para creer que las lenguas h a n sid o v e rtid a s en u n a escala en el mismo molde, hay poca raz ó n p a ra s u p o n e r q u e procedim ientos razonables de tra d u c c ió n se a n p o sib le s en general.27

¿Cómo pueden separarse estas dos suposiciones? “Punto por punto” sólo en tu rb ia la lógica y el fondo de la cuestión. El “deslinde topològico“ según el cual los universales lin­ güísticos pasan de una lengua a otra —nótese de paso la curiosa evasiva de la expresión “entre lenguas arbitrarias”— puede estar m uy oculto, pero debe ser posible establecer una 27 N. Chomsky, Aspectos, p. 29.

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"correspondencia punto por punto". Si la traducción puede ser consumada, ¿no es precisamente por causa de la "existencia en número suficiente de universales de sustancia"? Si por el contrari o, no tenemos muchas razones para suponer que procedimientos razonables de traducción sean posibles en general (y ¿qué significa realmente "en general" ?), ¿qué prueba auténtica subsiste de una estructura universal? ¿No hemos vuelto a caer en una hipótesis de corte whorfiano con mónadas lingüísticas autónomas? ¿E stará en lo cierto Hall cuando se levanta contra la idea m ism a de “estructuras profundas", llamándolas "nada más que una paráfrasis de una construcción previa, ad hoc para perm itir al gram ático derivar una estructura de la otra por medio de una especie u otra de manipulación''?28 ¿Podría ser que el m étodo generativo transformacional esté imponiendo a todas las lenguas la hor­ ma inglesa, de la misma manera que la gram ática del si­ glo XVII se empeñaba en hacer en trar el lenguaje en la horma del latín clásico? Una vez más, el problema de la naturaleza de la traducción se instala en el centro mismo del problema del lenguaje. La ruptura entre un sistema de "estructuras profundas univer­ sales" y un modelo satisfactorio de la traducción sugiere que la antigua controversia entre filosofías relativistas y univer­ salistas del lenguaje está lejos de haber concluido. También sugiere que la teoría según la cual ciertas reglas de transfor­ mación proyectan "estructuras profundas" concebidas al nivel semántico, sobre "estructuras de superficie", conceptuadas al nivel fonético puede ser un ideal m eta-m atem ático de infinita elegancia intelectual, pero ciertam ente no u n a imagen fide­ digna del lenguage humano. "Ningún conjunto de reglas, por completo que sea, basta para d escrib ir.. . todos los enuncia­ dos posibles de una lengua viva." 29 Al ubicar las sinapsis ac­ tivas de la vida lingüística tan "profundam ente" que se hur­ tan a la observación sensible y a la descripción pragmática, 1a gram ática generativa y la transform acional corren el riesgo de poner para siempre el espíritu fuera del alcance de la máquina. Sostengo que hay lugar para un enfoque centrado en los lenguajes antes que en el Lenguaje: un enfoque cuya demos­ tración estará fundada en la semántica (con la implícita preeminencia atribuida al significado) antes que en la "sintaxis 28 Robert A. Hall, Jr„ An Essay, p. 53. 29 Ibid., p. 77.

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pura" y que puede arrancar de las palabras, por difícil que sea definirlas, antes que de secuencias imaginarias o de "pro­ verbos" que no pueden presentarse sin intermediarios. Dudo mucho que un sistema libre de contexto, por profunda que sea su ubicación, por formal que sea su funcionamiento, con­ tribuya en algo a nuestra comprensión del hablar y el escu­ char humanos. Las investigaciones han mostrado que hasta las reglas más formales de la gram ática deben tener en cuenta los factores semánticos y de actuación que Chomsky excluirla. Hasta los sonidos individuales caen en las redes del concepto y actúan en un campo sem ántico particular. Además, parece difícil admitir que una gram ática auténtica parta de frases agramaticales o antigram aticales y las tolere, como se ven obligadas a hacerlo la gram ática generativa y la transformacional. El carácter gram atical no es, en cualquier caso, un fenómeno que se pueda m edir en términos de simple oposición binaria, declarando de en trad a que un fenómeno lingüístico es o no gram atical. H ay u n a gradación infinita entre lo que cada miem­ bro de una com unidad lingüistica emplea y admite sin titu­ beos como com pletam ente normal, y el extremo opuesto, lo que el hablante pensaría no haber usado nunca... nuevos conceptos creados p o r analogía o combinación se realizan sin cesar y son reconocidos y entendidos sin dificultad.30

O para decirlo sum ariam ente: una visión meta-matemática del lenguaje, preponderante apoyada en el examen de unida­ des atómicas pre o seudolingüísticas, no sabría dar cuenta de las condiciones de posibilidad y la naturaleza de las rela­ ciones entre las lenguas tal y como en realidad existen y se diferencian.31 De ahí la necesidad de orientarse en direcciones donde domina, lo adm ito, el impresionismo y que son mucho menos susceptibles de formalización. Pero el lenguaje es, en sí mis­ mo, una realidad abierta y está cargado de fuerzas y ener­ gías tan diversas como complejas. " Los resultados realmente profundos de la gram ática transformacional —escribe George 30 Ibid., p. 72. 31 El problema es expuesto sucintamente por I. A, Richards en "Why Generative G ram m ar does not Help" (English Language Teaching, 22, I y II, 1967, 1968). Una versión ampliada de esta crítica forma el capítulo IV del libro de Richards: So Much Nearer; Essays Towards a World English, Nueva York, 1970.

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Lakoff— son, en mi opinión, los negativos, la multitud de casos donde se ve fuera de lugar por una buena razón: intenta estudiar la estructura del lenguaje sin tener en cuenta que el lenguaje es empleado por seres humanos para comunicarse en un contexto social."32El tiempo impregna cada rasgo del lenguaje y lo modela. La comprensión no es posible a partir de un sistema sincrónico de abstracciones. Mucho más que los lingüistas y aun antes que ellos, los poetas y traductores han explorado la epidermis de la lengua modelada por el tiem­ po, yendo en busca de sus fuentes más profundas, de los hon­ tanares que la hacen vivir. Los hombres y m ujeres que han crecido en el seno de una condición multilingüe tendrán algo que decir sobre el problema de una base universal y de una imagen específica del mundo. Los traductores no sólo han legado un enorme caudal de observaciones empíricas sino también gran cantidad de reflexiones filosóficas y psicológicas sobre las posibilidades e imposibilidades de una verdadera, auténtica transferencia entre las lenguas. A la lingüística contemporánea le gustaría ver las cosas con mayor nitidez. Antes que admitir que los procedimientos más profundos e importantes del lenguaje se ubican fuera del al­ cance de la conciencia real o potencial, como Chomsky pos­ tula, debemos volver los ojos a los hervideros de la literatura donde tal conciencia se afirma de modo más incisivo y enér­ gico. Para saber más del lenguaje y la traducción, es preciso abandonar las "estructuras profundas" de la gram ática transformacional por las todavía más hondas de la poesía. Man weiss nicht, von watmen er kommt und b ra u st,* escribió Schiller aludiendo al ascenso del lenguaje hacia la luz. Nadie sabe de dónde viene; Wie der Quell aus verborgenen T iefen , So des S ängers Lied aus dem In n e rn sch a llt Und wecket der dunkeln Gef ü h le G ew alt, Die im Herzen wunderbar schliefen **

32 New York Review of Books (8 de febrero de 1973), p. 34. * El hombre ignora de dónde viene y cuál es el origen de su lamento. ** Como el manantial mana de secretos abismos, / así el canto del trovador brota y resuena desde el fondo de él mismo / y despierta el velado poder de los sentimientos / que en el corazón dormían plácida, maravillosamente.

III. LA PALABRA CONTRA EL OBJETO

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Lo que sigue es una argumentación personal y en parte im­ presionista. Acaso no sea un defecto. Todavía hay mucho por decir sobre la cuestión de si existe o no una "ciencia del lenguaje". El concepto mismo de una lingüística científica des­ cansa en una analogía bastante extendida y que rara vez es puesta en cuestión. Tomamos prestadas la terminología y la actitud propias de las ciencias exactas —en el caso, las mate­ máticas, la psicología clínica, la lógica matemática— y las aplicamos a un m undo sensible, a una fenomenología que se ubica fuera del terreno habitual de las hipótesis y pruebas científicas. Los argumentos en favor de una lingüística cien­ tífica se fundan en un paralelo implícito con la lógica formal, las investigaciones de la psicología experimental y de la esta­ dística que son susceptibles de un tratamiento preciso y cuantificable. Bien puede ser que el lenguaje no pertenezca a este orden. Los problemas planteados por los indisolubles vínculos de las modalidades analíticas con su objeto de análisis, la dinámica de las aproximaciones nacida de la obligación de emplear el lenguaje para estudiarlo impiden sin duda alguna toda sistematización rigurosa y exhaustiva. El dilema se abre en la raíz misma de la epistemología. Y poco tiene que ver con la técnica o con la convención. Cada vez que se da una reflexión consciente sobre el lenguaje (y del lenguaje) nos enfrentamos a un ineludible autismo ontològico, a un dar vueltas en redondo dentro de un círculo de espejos. Todo pensamiento refractado sobre el lenguaje constituye un intento por parte del hombre de desprenderse de la epi­ dermis de su conciencia, ese abrigo más íntimamente ligado, más ceñidamente tram ado con la identidad de cada cual que la piel del propio cuerpo. Declarar que la lingüística moderna se expresa en un "metalenguaje" no es decir mucho. De nue­ vo, nos apoyamos en una imagen prestada: la de la lógica matemática en relación con las matemáticas. Aunque ataviado de símbolos lógicos y elementos provenientes de la teoría de las funciones circulares, el metalenguaje de la lingüística cien­ tífica no puede prescindir de la sintaxis común ni de las pa­ labras de todo mundo. No goza de ninguna inmunidad extra­ 133

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territorial. No d esarrolla sus investigaciones desde una zona n eutral y exterior. Es p arte inalienable de la lengua o de la fam ilia lingüística que se propone analizar. " W as sich in der Sprache spiegelt —escribía W ittgenstein en su diario en 1915— kan n ich nicht m it ihr au sdrücken" ["N o puedo expresar con el lenguaje lo que se refleja en el lenguaje"] . La influencia reciproca del observador y de lo observado es una fuente considerable de oscuridad m etodológica y psicológica. Éste es un aspecto esencial pero está rodeado de confusión. Las es­ tru c tu ras elem entales o en árbol a las que se llega, por la aplicación de las reglas transform acionales, a una frase no son de ningún modo placas radiográficas. N o se pasa de la su­ perficie a la profundidad por m edio de una exploración empí­ ricam ente verificable. Los rayos X surgen de u n a fuente visi­ ble y dem ostrablem ente objetiva, revelan lo que no puede ser visto sin ellos y pueden co n tradecir por com pleto los postu­ lados teóricos o las expectativas. Un an álisis transformacional, por abstracto que sea, por m ucho que recu erd e los mo­ vimientos form ales de la lógica p u ra es u n a manifestación lingüística, un proceso que se ve im bricado a cada momento en el objeto m ism o de su análisis. El lin g ü ista no se sustrae a la tram a de la lengua concreta, de su lengua, de las pocas lenguas que conoce, del m ism o m odo que un h o m b re no puede saltar fuera del alcance de su propia som bra. O como dice M erleau-Ponty: "I l nous faut penser la conscience dans les hasards d u langage et im possible sans son contraire. " 1 Esos " azares" constituyen la sustancia cognoscitiva d e nu estro ser. Sólo se adquiere b astan te distancia para observarlos desde el exterior por medio de ese salto irrem ediable fuera del len­ guaje que es la m uerte. Los esquemas form ales y los m etalenguajes son de induda­ ble utilidad. Perm iten aislar de m an era ficticia y estudiar ciertos factores fonológicos, gram aticales o sem ánticos. Em­ pleados con el rigor que se encuentra, por ejem plo, en el ar­ tículo clásico de Chomsky sobre "T he S tru c tu re of Language an d its M athem atical Aspects” (1961), favorecen la creación de m odelos vigorosos. Pero es necesario p recisar su natura­ leza. Cada m odelo com prende un espectro m ás o menos ex­ tenso y significativo de fenóm enos lingüísticos. P or razones m ás filosóficas que estadísticas, no puede incluirlos a todos. Si pudiera, el m odelo sería el m undo. Los m odelos que existen 1 M. M erleau-Ponty, Prose du m onde. P arís, 1959, p. 26.

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ordenan sus com ponentes según un juego de relaciones más o menos coherentes, económ ica e intelectualmente satisfacto­ rios. Pero de allí a afirm ar que un esquema dado concuerda íntegramente con " la realid ad subyacente", justificando así normas y predicciones equivalentes, hay un abismo lleno de dudas. Es exactam ente aquí donde la comparación implícita con las m atem áticas resu lta espuria. El aspecto de revelación, la "progresión seg u ra" del razonamiento y de la prueba mate­ mática es un tem a ard u o y expuesto a controversia (¿qué es "progreso"?, ¿qué es "descubrir"?). Pero la dificultad, así como las explicaciones ofrecidas, nace del carácter arbitra­ rio, no co n trad icto rio y tal vez tautológico del hecho matemá­ tico. É sta es la cualidad que hace verificable el modelo mate­ mático. Los hechos de la lengua funcionan de modo muy distinto. N ingún corte instantáneo, ninguna muestra extraída de la totalidad del proceso lingüístico puede aspirar a repre­ sentar o a in v en taria r todas las formas por venir, el potencial global. Un m odelo lingüístico no deja de ser un modelo. Es un mapa ideal, no un todo vivo. M erleau-Ponty identifica correctam ente la causa psicológica de la actual tendencia a confundir los modelos lingüísticos formales con la to talid ad fenoménica del lenguaje concreto: “L'algorithme, le p ro jet d'une langue universelle, c’est la revolution contre le langage donné" ["El algoritmo, el proyecto de una lengua universal, es la revolución contra el lenguaje dado." ].* Tal revolución, lo repito, tiene grandes méritos ana­ líticos y heurísticos. E vita que la lingüística se ahogue en detalles. P resta relieve, vuelve visibles, por así decirlo, ciertas 3 Ibid., p, 10. Son abundantes los textos que se ocupan de la teoría de los modelos lingüísticos y de las distinciones pertinentes entre len­ guajes form ales y lenguajes naturales. Cf. I. I. Revzin, Model s of language, Londres, 1966, pp. 4-14; Y. Bar-Hillel, “Communication and Argumentation in P ragm atic Languages", Linguaggi nella societá e nella tecnica, Milán, 1970; y S. K. Saumjan sobre "Linguistic Models as Artificial Languages sim ulating Natural Languages" en el mismo volumen. Como a firm a Saum jan (p. 285): "Un modelo lingüístico sólo es un sistem a artificial de símbolos, un lenguaje artificial que imita un lenguaje n atu ral." Concluye: "Un lenguaje natural es un sistema inmensamente com plejo donde se mezclan lo racional y lo irracional, y este sistem a desafía la descripción matemática directa. Ahora bien, si un lenguaje n atu ral no puede ser considerado un objeto bien defi­ nido en un sentido m a te m á tic o ... No podemos establecer la fórmula que engendrara los enunciados de una lengua natural" (pp. 287-288). Para una ejem plificación práctica de este hecho (con sus consecuen­ cias drásticas para el enfoque chomskiano), véase Richard B. Noss, "The U ndergrounded Transform er", Language Sciences, XXIII, 1972.

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anomalías de las lenguas, así como sus grandes recursos y profunda economía. M uestra "como Funcionan probablemente las cosas" o cómo funcionarían en esas condiciones ideales de realidad homogénea, no fracturada, perfectam ente mensu­ rable, en que se dice funcionan las leyes de la física de los textos escolares. Pero se trata del langage donné que vivimos como seres humanos o como lingüistas. No contam os con otro. Y el peligro reside en que los m odelos lingüísticos for­ males, con su no muy rigurosa analogía con la estructura axiomática de las matemáticas, pueden paralizar la intuición. Los fenómenos marginales, las singularidades anárquicas que las gramáticas generativas y transform acionales dejan de lado o que intentan integrar con el auxilio de reglas ad hoc, son tal vez el nervio m otor de la evolución lingüística, del mismo modo que los "hoyos negros" de n u estra galaxia son, como se sabe ahora, el confuso domicilio donde se form an las es­ trellas. Es plausible que, en el terren o del lenguaje, esté justificada la inducción sistem ática de form as complejas cer­ canas a la realidad a partir de unidades sim ples y elementales. La extensión y las fluctuaciones form ales del contexto —pues después de todo, por arriba del fonem a cada elem ento lingüís­ tico ha sido determinado por el contexto— puede volver im­ posible, salvo en el más abstracto sentido metalingüístico, el paso de los "proto-verbos", "nudos" o "estru c tu ra s profun­ das" a la lengua hablada. La afirm ación de que los rasgos superficiales no precisan de ningún m odo " s e r com o" sus es­ tructuras profundas subyacentes no salva la principal dificul­ tad filosófica. Una vez más, no deben invocarse acríticamente los seductores precedentes de la geografía euclidiana o de la demostración algebraica clásica. Los "elem entos" del lengua­ je no son elementales en el sentido m atem ático del término. No llegamos frescos a ellos, no los abordam os desde el exte­ rior, ayunos de ideas preconcebidas o desde un postulado. Tras el concepto mismo de lo elemental en el lenguaje, se disimula una estrategia pragmática discutible y revocable. Volveré a este punto. Puede ser que la lingüística formal contem poránea y la elaboración de modelos transfonnacionales preparen una au­ téntica ciencia del lenguaje y que desbrocen el terreno simpli­ ficándolo y reduciéndolo de una m anera inevitable. Se puede llegar hasta precisar el punto de partida concreto de esa cien­ cia futura. Se ocuparía de ubicar en el nivel neuroquímico o neurofisiológico las estructuras m entales a través de las que

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los seres hum anos interiorizan una gramática y sus reglas de transformación. Se dice que un conocimiento más profundo de la neuroquím ica y de la electrofisiología del cerebro arro­ jará una luz inequívoca sobre los mecanismos innatos de la competencia lingüística. Chomsky, nada cartesiano en este punto, da un m entís a tales esperanzas: "la biología molecu­ lar, la e tología, la teo ría de la volución y disciplinas similares no tienen nada que decir a este respecto que vaya más allá de las observaciones m ás triviales. Y sobre este lem a.., tampoco la lingüística tiene nada que decir".3 No son pocos los lingüistas y psicólogos del lenguaje que discreparían tajantemente. Algunos so stendrían que las particularidades dinámicas de la actividad cerebral, una vez convenientemente aclaradas, se revelarán como las contrapartes fisiológicas precisamente de esas estru ctu ras lingüísticas privilegiadas o persistentes que la g ram ática transformacional considera co­ mo innatas y universales. Las investigaciones debidas a Lorenz y Piaget sugieren que las estructuras lógico-matemáticas y el tipo de secuencias relacionales que subyacen en la for­ mación de las frases tienen sus raíces biológicas en la estruc­ tura y las funciones del sistem a nervioso. De ser así, la neurofisiología y la biología m olecular tendrán algo que decir sobre el análisis del com portam iento humano al nivel consciente de sus aspectos sim bólicos y lingüísticos.4 Además el estudio ahora reconocido de la afasia y de las llamadas inhibiciones verbales, proporciona num erosas pruebas de las relaciones directas y a m enudo altam ente específicas que existen entre la fisiología y el lenguaje. No obstante, todavía no se cuenta con una teoría física de la evolución y la generación del len­ guaje. P o r el m om ento y por lo que puede preverse en el fu­ turo, la lingüística debe apoyarse en metalenguajes en parte arbitrarios y aten erse a hipótesis formales y modelos analíti­ cos que no es posible llam ar científicos más que en el sentido amplio o m etafórico del término. La aplicación del concepto de ciencia exacta al estudio del lenguaje no es más que un símil idealizado. El an terio r no es un juicio negativo. Sólo un intento de establecer los criterios de exactitud, de previsión y demostra­ ción de que la lingüística y el estudio de la traducción pueden funcionar razonablem ente. Los siglos XVI y XVIII tenían su 3 Comunicación privada (18 de noviembre de 1969). 4 Cf. A rthur K oestler y J. R. Smythies (comp.), Beyond Reductionis m. New Perspectives in the Life Sciences. Nueva York, 1970, p. 302.

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"ciencia de la retórica". La "ciencia de la estética" desempeña un papel de primera importancia en el pensamiento analítico del siglo XIX. En estos dos casos, la elección de la palabra "ciencia" es ambigua, pues señala en parte una analogía, y en parte una expectación. Muchas disciplinas hum anistas se han considerado a si mismas "ciencias" durante una etapa particularmente fecunda de su crecimiento o de controversia interna. En la actualidad, la lingüística se halla en esa fase de actividad intensa y de osadía. Esto oscurece el hecho de que la mayoría de sus aspectos filosóficos y fenomenológicos esenciales sean menos afines a las ciencias exactas o matemáticas que el estudio de la literatura, de la historia y de las artes. Los atributos de la lingüistica, cuando m ás notoria­ mente se afirma como una "metaciencia", son por demás generales y abstractos. Sostengo que esa generalidad y abstracción va en contra de otros elementos, tal vez igualmente importantes, de la estructura del lenguaje. Para demostrarlo en forma más concreta debo discutirlo desde el interior. Mi padre nació en el norte de Praga e hizo sus estudios en Viena. El apellido de soltera de mi madre, Franzos, sugiere un origen alsaciano pero las generaciones m ás cercanas pro­ vienen de la comarca de Galitzia. Karl Emil Franzos, el novelista y primer editor del Wozzeck de Büchner era mi tíoabuelo. Nací en París, crecí allí y en Nueva York. No guardo recuerdo alguno de una prim era lengua. En la medida en que soy consciente, poseo igual facilidad en in­ glés, francés y alemán. Lo que hablo, escribo o leo en otras lenguas ha llegado más tarde y está marcado por ese apren­ dizaje consciente. Pero siento mis tres primeras lenguas como centros perfectamente equivalentes de m í mismo. Las hablo y escribo con la misma facilidad. Al evaluar mi habilidad para realizar mentalmente cálculos rutinarios en cada una de ellas, no se observan variaciones significativas en cuanto a la rapi­ dez o la exactitud. Sueño con igual densidad verbal y excitación lingüística simbólica en las tres. La única diferencia reside en que el sueño adopta con mayor frecuencia la lengua que he estado practicando durante el día (pero en muchas ocasiones he soñado en inglés o en francés a pesar de encon­ trarme en un medio alemán y a la inversa). El empleo de la hipnosis para ensayar la ubicación de la "prim era lengua" no ha tenido ningún éxito. El resultado fue triv ial: se descubrió que yo respondía en el idioma del hipnotizador. Durante un accidente automovilístico, mi automóvil fue arrojado en me-

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dio del carril que venía en sentido contrario y al parecer grité una frase bastante larga. Mi esposa no recuerda en qué idio­ ma. De otra parte, no es seguro que una impresión como ésta constituya una prueba relevante en cuanto a la prioridad lin­ güística. La hipótesis según la cual un impacto brutal des­ encadena el habla fundam ental y más profundamente arrai­ gada parte del principio de que existe un habla tal en las situaciones multilingües. Pude haber gritado en la lengua que acababa de emplear, un instante antes, o en inglés, pues ésa es la lengua que hablo con mi mujer. Mi condición natural fue la de un polígloto, como la de los niños del val d'Aost, en el País Vasco, de algunas partes de Flandes o como la de los hablantes del guaraní y el español en el Paraguay. Como era una práctica habitual, a nadie sor­ prendería que m i m adre empezara una oración en una lengua y la term inara en otra. En casa, las conversaciones se des­ arrollaban en varias lenguas no sólo dentro de las mismas frases o expresiones, sino también entre los hablantes. Sólo una interrupción o un sobresalto de la conciencia me hubie­ se llevado a caer en la cuenta de que estaba respondiendo en francés a una pregunta hecha en alemán o en inglés, o a la inversa. Pero incluso estas tres "lenguas" maternas sólo re­ cabaron una parte del espectro lingüístico de mis primeros años. Grandes fragmentos de checo y de yiddish austríaco continuaban flotando en el idioma de mi padre. Y, más allá, como el eco fam iliar de una voz distante, estaba el hebreo. Esta m atriz políglota fue para mí mucho más que un azar de la situación privada y familiar. Organizaba, orientaba mi sentimiento de la identidad personal, imprimiendo en ella el paisaje afectivo, formidablemente complejo y lleno de recur­ sos, del humanismo judío de Europa Central. La lengua era, tangiblemente, opción, poder de selección entre coordenadas y exigencias de la conciencia tan diversificadas como esen­ ciales. Al mismo tiempo, la falta de una lengua materna úni­ ca me ponía en cierto modo aparte de los otros niños france­ ses, confiriéndome cierta inmunidad extraterritorial ante la comunidad histórica y social que me rodeaba. Para quienes se han desarrollado entre varios centros, la idea misma de un milieu, de una raigambre singular o privilegiada, resulta sos­ pechosa. Nadie viene de un "reino intermedio", cada uno de nosotros es el invitado de los demás. La sensación de que el castaño que estaba en el muelle fuera de mi casa era igual un marrannier que un Kastanienbaum (sucede que en inglés

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este árbol lleva un flambeau francés) y que estos tres esque­ mas coexistían, aunque en diversos grados de equivalencia y presencia concreta cuando yo pronunciaba la palabra, fue esen­ cial para mi sentido de un mundo reticulado y compuesto de elementos solidarios. Por lejos que rem onte mi memoria, he pasado por la vida sabiendo instintivam ente que ein Pferd, a horse y un cheval eran idénticos y diferentes o que estaban situados en puntos diversos de una gama que iba desde la equivalencia más perfecta hasta la disparidad absoluta. La idea de que una de estas realizaciones fonéticas pudiese preceder a las otras o arrogarse el título de la más profunda era algo que no me venía a la cabeza. Más tarde llegué a adquirir las mismas reacciones ante un cavallo y un albero castagno. Cuando empecé a reflexionar sobre el lenguaje, a saltar fuera de mi propia sombra, con la idea de escru tar la epider­ mis del adentro y del afuera, acto al que muy pocas culturas han estado dispuestas, empezaron a surgir preguntas elemen­ tales. Preguntas ineludibles si se tiene en cuenta mi propia circunstancia, pero que no carecen de un interés teórico mu­ cho más amplio. ¿Disponía yo, a pesar de mi ineptitud para "sentirla física­ mente", de una lengua madre, una Muttersprache vertical­ mente más profunda que las otras dos? O bien, ¿era exac­ to mi sentido de una paridad y sim ultaneidad completas? Las dos respuestas llevaban a modelos poco convincentes. Una disposición vertical sugiere una sucesión continua de estratos. En tal caso, ¿cuál lengua está en segundo lugar, cuál en ter­ cero? Si, de otra parte, mis tres lenguas son igualmente maternas y originales, ¿en qué espacio m últiple coexisten? ¿Podemos imaginarlas como un continuo sobre una suerte de cinta de Moebius que se corta a sí misma sin romper la unidad y la topografía específica de su superficie? ¿O es más exacto buscar despliegues e interpenetraciones dinámicas de estratos geológicos en un terreno modelado por múltiples sis­ mos? Las lenguas que hablo, luego de haberse ramificado en entidades distintas a partir de un solo centro que las empuja hacia lo alto, se combinan en diversos espesores, de modo que cada lengua se encuentra en contacto horizontal con las otras y al mismo tiempo se mantiene continua y sin fractu­ ras. Ese mecanismo de envolvimiento sería constante. Y al hablar, pensar, soñar en francés yo buscaría, para condensarlo y animarlo con la energía de reserva y los aportes del momen­ to, el estrato o hendidura más "cercano" del componente fran-

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cés en mi consciente e inconsciente. Bajo la presión de la ge­ neración y el estím ulo recíproco, pues el francés también viene del exterior, ese estrato se “ desdoblaría hacia arriba”, convirtiéndose en la superficie monetaria, en el perfil visible del terreno mental. Un fenómeno semejante tendría lugar al volverme hacia el alemán o el inglés. Pero cada desplazamien­ to lingüístico o cada "nuevo pliegue" altera en parte la estra­ tificación subyacente. Cada vez que una corriente de carga alcanza la superficie inteligible, el plano del lenguaje más recientemente empleado debe ser atravesado o envuelto, y el más reciente roto. Y si existe un centro común, ¿qué imagen geológica o topo­ lògica puede servirle de modelo? Cuando yo tenía entre dieci­ ocho y veintiséis meses de vida, ¿el francés, el inglés o el alemán constituían un magma semántico, una masa indiferenciada de competencia lingüística? ¿Siempre sucede así en un nivel profundo de conciencia o, más bien, de preconciecia activa? ¿El plasma lingüístico, para continuar con la imagen, permanece "tendido", y las tres corrientes de lengua se pier­ den por completo una en otra antes de cristalizar en formaciones distintas más cerca de la superficie? En mi caso, el magma se compondría de tres elementos. Sucede así con todos los individuos trilingües (alem án, friuliano o italiano) de la cele­ bre Sauris, enclave lingüístico alemán de los Alpes venecianos del noreste de Italia. ¿Puede haber más componentes? ¿Exis­ ten seres hum anos entera e instintivamente cuatrilingües? ¿Existe un solo hombre cuyos reflejos lingüísticos elementa­ les se extiendan a cinco lenguas? Por supuesto, en el nivel del dominio consciente y adquirido se ha probado muchas veces que los individuos dotados pueden poseer a fondo hasta doce lenguas. O bien, ¿resulta sospechosa toda organización origi­ nal superior al bilingüismo, de modo que, según creen algunos psicolingüistas, aun mi propia experiencia de un trío indiviso se habría derivado sin que pueda explicar cómo de un estado anterior de bicentrismo lingüístico? ¿Y qué pensar del agre­ gado inicial? ¿Es específico del individuo o, para volver a mi uso personal, el mismo núcleo dinámico de material semán­ tico condensado se encuentra presente en cualquiera que em­ pieza a hablar estas tres lenguas? Todos los niños que crecen se vuelven totalm ente bilingües en, digamos, malayo e inglés, ¿son portadores del mismo centro generativo (por así decirlo, la matriz de una competencia lingüística incipiente), o bien

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las proporciones de los elementos de esta m ixtura varían según los individuos, como lingotes de acero que a pesar de haber sido vertidos en el mismo crisol y de haber sido expuestos al mismo homo con algunos momentos de diferencia, no son idénticos al nivel molecular? El espíritu políglota ¿funciona de otro modo que el que sólo tiene una lengua a su disposición o del que ha adquirido más tarde otras lenguas? Cuando habla una persona multilingüe de nacimiento, las lenguas que mom entáneam ente están en reposo ¿ejercen una presión sobre el conjunto lingüístico que en este instante está en juego? ¿Podría analizarse, o incluso medirse cómo la elección que opero cuando em ito o practico palabras y frases en inglés se ve sim ultáneam ente ampliada y complicada por la "presencia ambiente o la acción" del francés o el alemán? De ser efectivo, su efecto debería subvertir el inglés volviéndolo en cierto modo inestable y fugaz, ligera­ mente excéntrico. Tal vez una eventualidad como ésta se halla en el origen de aquel adagio seudocientífico según el cual los individuos multilingües o los niños educados simultáneamen­ te en "demasiadas lenguas" (¿cuál sería el lím ite?) tienen tendencia a la esquizofrenia y a los desórdenes de la persona­ lidad. O, por el contrario, esa intrusión de otras lenguas ¿en­ riquecía mi uso de cada una de ellas volviéndome más cons­ ciente de sus recursos y especialidades? Cuando otros instrumentos se encuentran a la mano, las formas usuales empleadas son movidas sin duda por una exi­ gencia y un control más precisos. En sum a: ¿Ese intertraffique of the minde que Samuel Daniel alababa en John Florio, el gran traductor, paraliza o bien exacerba la facultad para la ex­ presión pintoresca? No hay duda de que debe ejercer un influ­ jo sobre ella. ¿Cómo una sensibilidad multilingüe vive la traducción, el paso concreto de una de sus lenguas originales a otra? Algu­ nos peritos de la traducción simultánea afirm an que un indi­ viduo originalmente bilingüe no es un intérprete sobresalien­ te. El mejor traductor es el que aprendió conscientemente a hablar con soltura en su segunda lengua.5 La persona bilin­ güe no "ve las dificultades", la frontera entre las dos lenguas no es lo bastante nítida en su mente. O, como dice Quine, no 5 Este punto es discutido en las Memorias del Simposio del Congreso Internacional de Traductores celebrado en Hamburgo en 1965 y publicado en R. Italiander (editor), Uebersetzen, Frankfurt, 1965.

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escepticismo en World and Object,* puede ser "que el bilingüe tenga su propia correlación semántica privada —de hecho un sistema privado implícito de hipótesis analíticas—, localizada de algún modo en los nervios". De ser verdad, esto sugiere que un individuo bilingüe o trilingüe no procede lateralmente al traducir. El espíritu políglota atraviesa las líneas divisorias entre las lenguas por un atajo alcanzando directamente el nudo simbiótico. En una matriz auténticamente multilingüe, el movimiento intelectual que guía la elección bipolar—o tra­ ducción— se esquematiza por una parábola antes que por una línea horizontal. La traducción es un discurso dirigido hacia adentro, un descenso, al menos parcial, por la "escalera de caracol del yo", que decía Montaigne. ¿Qué luz arroja este proceso sobre la cuestión primordial de la orientación original del lenguaje de su blanco o dirección primaria? Los mecanismos del "hablar consigo mismo", del diálogo interior entre la sintaxis y la identidad, ¿son distintos en el políglota y en el usuario de una sola lengua? Es posible —y es una de las tesis que sostendré— que la comunicación con el exterior no sea más que una etapa secundaria, estimulada por la sociedad, de la adquisición del lenguaje. Hablarse a sí mismo sería la función básica. (Ponderada por L. S. Vygotsky a principios de los años treinta, esta hipótesis profundamente sugestiva no ha recibido el examen que merece.) Para un ser humano equipado con varias lenguas maternas y dueño de un sentido de la identidad personal fraguado a partir de un monólogo interior multilingüe, el movimiento hacia el exte­ rior, el lenguaje del encuentro con los otros y con el mundo exterior, tiene que adoptar modalidades muy diferentes, me­ tafísica, psicológicamente diferentes, de las que conoce el indi­ viduo que posee una lengua madre única. Pero, ¿es posible form ular y m edir esta diferencia? ¿Existen grados de monis­ mo lingüístico, de multiplicidad lingüística, que admitan una descripción exacta? ¿En qué lenguaje soy yo, suis-je, bin-ich cuando estoy en mi más íntima profundidad? ¿Cuál es la tonalidad del yo? Encuentra uno pocas respuestas a estas preguntas en la literatura.6 En realidad, esos problemas casi nunca se llegan * Van Orman Quine, Palabra y objeto, Biblioteca Universitaria, La­ bor, 1968. 6 La bibliografía técnica es, por supuesto, considerable y se ha multi­ plicado rápidamente desde 1960 gracias a la etnolingüística y la psico lingüística. Multilingualism (Leiden, 1963) de V. Vildomec, sigue sien-

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a plantear. Las investigaciones teóricas y psicolingü ísticas sobre las situaciones m ultilingües naturales son todavía raras. La m ayor parte de las investigaciones disponibles tratan de las características históricas y antropológicas de las comarcas bilingües. Aun en este terreno, la atención tien d e a centrarse en las relaciones entre los dialectos locales y las lenguas na­ cionales. Son pocos los relatos detallados del paso a la edad adulta o al despertar de la conciencia en un m edio natural­ mente políglota. Lo que se sabe de la gente que evoluciona con la misma facilidad fundam ental en la m ism a en dos o más lenguas se encuentra diseminado en las m em orias de poetas, novelistas y refugiados. Son textos que nunca h an sido se­ riamente analizados. (Speak M emory de N abokov y el mate­ rial ironizado y entretejido en Ada son de la m ay o r impor­ tancia.) Esta laguna no es gratuita. Si exceptuam os los círculos lin­ güísticos de Praga y Moscú, con su asociación explícita a los poetas, numerosos representantes del análisis lingüístico sólo tienen una simpatía menguada po r el lenguaje. Se cuentan con los dedos de la mano, y esto se aplica a la escuela nortedo una investigación clásica y contiene una am plia bibliografía. El articulo de Charles Ferguson, "Diglossia" (Word, xv, 1959) introduce el vocabulario de los estudios posteriores. E ste ú ltim o puede se r dividido en dos categorías principales: el examen teórico del m ulti y el plurilin g ü is m o en relación con un estudio general del lenguaje, y el estudio de los casos reales de m ultilingüism o en com unidades políglo­ tas. Cf, Uricl Weinreich, Languages in Contact (L a H aya, 1962); JeanPaul Vinay, "Enseignement et apprentissage d'une Iangue seconde", Le langage, compilado por A. M artinet (París, 1968); R. B. Le Page, "Problems of Descriptíon in Multilingual Com m unities" (Transactions o f the Philological Society, 1968); John B. Gumperz, "Com m unication in Multilingual Communities", en S. Tyler (com p.), Cognitive Antropology (Nueva York, 1969); Neils Anderson (com p.), S tu d ie s in Multitingualism (Leiden, 1969); J. R. Rayfield (com p.), The Languages of a Bilingual Community (La Haya, 1970); Dell Hymes, Pidgim zation and Creolization o f Languages (Cambridge University Press, 1971); Paul Pimsleur y Terence Quinn (comps.), The Psichology o f Second L anguage Learn in g (Cambridge University Press, 1971); J. J. Gumperz y D. Hymes (comp.), The Ethnography of C o m m unication (Wisconsin, 1964) contiene interesante m aterial sobre sociedades plurilingü e s . Cf. también Einar Hager, Language Conflict and Language Planming; The Case of M odem Norwegian (H arvard. 1966) y P. David Seaman, Modem Greek and American English in Contact (L a Haya. 1972). El artículo de J. A. Fishman "Who Speaks What Language To Who and When" (Linguistique, II, 1965) aborda el m ultilingüism o a través de niveles "plurales" que son la costumbre socia l y el idiom a condicio­ nado por el contexto, y que existen de modo determ inante cuando una

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americana de "lingüística matemática", los que dominan más de una lengua. En cualquier nivel, salvo en el de la más abso­ luta universalidad e stru ctu ra l, las referencias lingüísticas cru­ zadas les evocan las desacreditadas costumbres de la vergleichende Philologie del siglo XIX. Y así como sentimos en algunas ram as de la crítica literaria moderna una antipatía encubierta hacia la literatura, una busca de criterios "objeti­ vos" o verificables de exégesis poética, aunque esos criterios sean tenazm ente ajenos a la dinámica literaria, también se da en la lingüística científica una invitación sutil pero incon­ fundible an te la profusión variable y acaso anárquica de las formas naturales. También existe una razón más convincente. El multilingüísmo es un caso particular y que, además, ofrece complicaciones evidentes. En una época en que las investigaciones fonológicas rigurosas y las gram áticas transformacionales están logrando establecer una ciencia del lenguaje verdaderamente autónoma y profesional sería absurdo, se nos dice, ir más allá del aná­ lisis de las estru ctu ras profundas de una sola lengua o, lo que es igual, del Lenguaje mismo. Sólo cuando tales análisis ha­ sola lengua está en juego. E ste enfoque es retomado e ilustrado en N. Denison, "A Trilingu a l Community in Diatypic Perspective" (Man, III , 1968) y "Sociolingu i s t i c s a nd Plurilingua lis" (Acts of the Xth international Congress o f Linguistics, 1969). Cf. también W. H. Whiteltry (comp.), Language use and Social Change (Oxford, 1971), y los artículos por Edwin Ardener Social Anthropology and Language (Lan­ dres, 1971), notablem ente: N. Denison, "Some Observations on Language, Variety and Plurilingualism "; Elizabeth Tonkin, ''Some Coastal Pidgins of W est Africa" : W. H. Whiteley, "A Note on Multi1ingualism ". También ha habido intentos de crear modelos estadisticos y modelos exactos de ''efectos de interferencia" en los individuos y comunidades bilingües. Cf. A. R. Diebold, "Incipient Bilingualism" ( Language, XXXVII, 1961), W. F. Mackey, "The Measurement of Bilingual Behavior" (Canadian Psychologist V II , 1966); J. J . Gumperz , "On the Linguistic Markers of Bilingual C o m m unication". (The Journal of Social Issues, XXIII, 1967; Susan Kaldor y Ruth Snell. "Decodíng In a Second Language'' (Linguistics, XXXVIII, 1972). Hasta ahora, los resultados son tentativos. The Poet's Tangues; Mut i lingualism in Literature de Leonard Foster (Cambridge University Press, 1970) cubre un vasto campo todavía inexplorado. Pero a pesar de los textos técnicos se sabe muy poco de la experiencia psicológica del políglota, y no se ha propuesto ningún caso realmente significativo que ilustre el tipo de celosía mental y de trasposiciones m ultidimensionales que pueden estar involucradas en este proceso. Para una visión preliminar de las dificultades del tema, cf. W. E. Lambert, "P sychological Studies of the Interdependencies of the Bilinguals Two l anguages'', en J. Puhvel (comp.), Substance and S tructure o f Language (University of California Pre s s , 1969).

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yan sido suficientemente adelantados, cuando sea posible dar cuenta (y este recuento deberá ser total a fin de satisfacer los propósitos de la gramática transform acional) de las cadenas, de las reglas transformacionales de prim ero y segundo orden, y de la topografía superficial que describe correctamente la competencia del " hablante nativo idealizado"; sólo entonces la lingüística podrá empezar a ocuparse de los que poseen "más de una lengua m adre". Un hom bre cuerdo em­ pezaría por las ecuaciones simples y no por la topología de los espacios de Banach. Dejando de lado la cuestión de si es o no adecuado el modelo generativo y transformacional, de si puede o no darse una descripción completa y/o verificable de la interiorización de las gramáticas en la mente hum ana, es necesario tener presente que quizás nos equivoquemos al afirm ar que algunas lenguas no representan más que una variante compleja de " una lengua". Quién sabe si pensar de ese m odo equivale a dar por resuelto todo el problema. A un nivel superior al de la idealización más abstracta y m atem ática, el multilingüismo puede revelarse como algo irreductible a cualquier otra situa­ ción, un estado integral gobernado por sus propias leyes. Si algunas especies de matriz bilingüe o políglota subyacen en los más tempranos pasos que van desde la com petencia lingüís­ tica innata en el niño o en la comunidad m ultilingüe, enton­ ces estos pasos diferirán de los dados por el " hablante nativo idealizado" de una sola lengua. En la m edida en que las fra­ ses son actos, enunciados englobados en una situación lin­ güística dada, la naturaleza de tal situación no puede dejar de afectar los primeros momentos de la adquisición temprana del lenguaje. Es por lo menos plausible que el multilingüismo, en los casos en que el hablante no recuerda una situación in­ dividual distinta, constituye una situación determinante. De nuevo tocamos una tesis central del reduccionismo, la creencia, elevada al grado de axioma por la lingüística cien­ tífica moderna, desde Bloomfield y H arris, de que el análisis formal de las secuencias tenidas por elem entales llevará, en virtud de un encadenamiento progresivo, a una comprensión más profunda de las estructuras complejas del lenguaje na­ tural. Como hemos observado, esta creencia tiene por paralelo riguroso el mecanismo inductivo que rige las ciencias lógicas, matemáticas y físicas. Es verdad que en estos terrenos se pasa de modo característico de los hechos puntuales o de las definiciones elementales a formas cada vez más complejas y más

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"reales". Pero ¿se puede aplicar esta progresión analítica al lenguaje hum ano?

2 La naturaleza mediadora del lenguaje es un lugar común epis­ temológico. También lo es el hecho de que cada observación válida de carácter general sobre el lenguaje convoca una ob­ servación contraria o antítesis. En virtud de su estructura for­ mal, y de su doble objeto, interno y externo, el razonamiento sobre el lenguaje es vacilante y dialéctico. Lo que decimos es verdad en ese momento. En un cuadro ideal, donde la energía estructurante no sufriera disminución alguna, como en la fá­ bula de Rabelais donde todas las frases se conservan intactas, "en algún lugar", la suma total de los enunciados se alteraría, así fuese en grado mínimo, cada vez que se añadiera algo nuevo. A su vez, tal alteración afectaría toda la gama de posibilidades lingüísticas futuras. Las palabras proferidas, lo que se dice, las convenciones que son respetadas por nuestros usos m ás recientes de la significación y de las reacciones, modifican las formas por venir. El sujeto hablante semeja al viajero lunar de Cyrano, quien continuamente arroja hacia adelante el im án que lo mueve. Por eso sostengo que las pro­ posiciones generales sobre el lenguaje nunca pueden ser en­ teramente válidas. Su verdad es afín a la de una acción pasa­ jera, a la hipótesis de un equilibrio. Toda afirmación, digna del m enor interés, es otro modo de preguntar. La m anera en que se habla de la muerte ofrece un paralelo ontológico y gramatical. El lenguaje y la muerte pueden ser concebidos como los dos sectores de la significación, las dos constantes del conocimiento, en los que la gramática y la ontología se determ inan mutuamente. Cuando intentamos ha­ blar de ellos o, más exactamente, hablarlos, no hacemos afir­ maciones satisfactorias sobre su sustancia; nos limitamos únicamente a ensayar la manera de investigar, esto es, de ex­ perimentar su realidad. Según la Cábala medieval, cuando Dios creó a Adán, ins­ cribió en su frente la palabra emeth, "verdad". En esa iden­ tificación descansaba la originalidad de la especie humana, su capacidad para hablar con el Creador y consigo misma. Bó­ rrese la aleph inicial que, según ciertos cabalistas, contiene el misterio del nombre secreto de Dios y de la palabra con que

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creó el universo, y sólo queda me th , " él está m uerto".7 En cierto sentido, lo que mejor podemos decir del lenguaje como de la muerte es una verdad que está fuera de alcance. Desde tiempos anteriores a Platón se sabía que en el len­ guaje coexisten aspectos materiales e inm ateriales, que el sistema lingüístico sólo es físico en parte. Los estudios recientes subrayan el grado de fineza y flexibilidad de adaptación con que cuenta el aparato articulatorio hum ano. Esas mismas investigaciones ponen en relieve la diferencia con los órganos de los primates mejor dotados.8 El lenguaje tal y como lo conocemos no existiría sin el complejo progreso, indisociable de la evolución de la laringe humana y del control de los órganos vocales por el sistema nervioso central. El estudio anatómico y neurofisiológico de la ingeniería de las articula­ ciones vocálicas, del sistema m uscular que pone el aire en un movimiento ondulatorio cargado de sentido, deja ver que existe una coordinación extrem adamente precisa en tre la larin­ ge, el paladar, la lengua y los fenómenos del lenguaje. Este depende de la muy larga cavidad faríngea que es distintiva de los seres humanos. Se recordará esa ingeniosa explica­ ción de Román Jakobson al hecho de que tan tas lenguas conozcan las palabras "papá" y "m am á". En lo que concierne a la posición de la boca del niño y la proyección del sonido, "p" y "m" son las consonantes y "a" la vocal privilegiadas. Para cualquier organismo humano en busca de los pares de oposiciones más simples, estos sonidos son el punto de par­ tida natural.9 El aparato auditivo del hom bre no es menos elaborado. Pero aquí la espetialización no es tan pronunciada. La audición y la transmisión de las vibraciones de los sonidos hablados que fluyen hacia el interior representan sólo una entre las muchas funciones del oído. E ste realiza otras tan 7 Cf. Gershom Sholem, On the Kabbalah and its Sym bolism . Nueva York, 1965, p. 179. [La Cábala y su sim bolism o. Traducción de José Antonio Pardo. Siglo XXI. Madrid, 1978, p. 174.] 8 Cf. J. Bronowski y Ursula Bellugi, "Language Nam e and Concept". en T. G. Bever y W. Weskel ( comps.), The S tr uct ure and Psychology of Language, II, Nueva York, 1967, y el decisivo texto debido a Phillip Lieberman, Edmund S. Crelin y Denis H. KLatt, "Phonetic Ability and Related Anatomy of the New Born and Adult H um an, Neanderthal Man, and the Chimpanzee " (American Antropologís t, LXXIV, 1972). 9 Cf. Román Jakobson, “Why 'm am a' and ‘papa’?", en B. Kaplan y S. Wagner (comps.), Perspectives in Psychological Theory, Nueva York , 1960. Véase también el tratamiento completo de los determinados fonológicos en Child Language, Aphasia and Pho n ological Universals, La Haya, 1968.

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bien o m ejor. En realidad, se sospecha que la recepción del sentido es tanto u n a cuestión de audición directa como un proceso de m im esis interiorizada, de desciframiento recons­ tructivo. De lo que están convencidos así los biólogos como los lingüistas es de que ningún otro modo conocido de transmisión y recepción sensorial del sonido hubiera sido capaz de crear o de propiciar la impresionante diversidad, exactitud diacrítica y flexibilidad del lenguaje humano. Asi pues, la naturaleza lingüística del hombre, con todo lo que implica en relación con el m undo orgánico, es un asunto de anatomía comparada y de neurofisiología. Sin embargo, en o tro sentido casi no hemos dicho nada cuando analizam os las operaciones de la laringe o transcri­ bimos en papel m ilim étrico los movimientos cxtraordinariamente intrincados, veloces y precisos que la lengua y el paladar efectúan de concierto para producir los sonidos de una lengua que, a pesar de no ser muy distintos entre si, responden a intenciones y propósitos radicalmente distinto s. Cuando hablamos, sentim os que entran en juego instancias de otro orden, instancias m ucho más "profundas". Una lesión de los órganos vocales puede volver inaudible la palabra, pero también acrecentar la corriente verbal que desde siempre parece verterse hacia n u estro interior (los mudos dice» que sus sueños están llenos de voces). De nuevo y sin duda alguna, este orden más profundo tiene aspectos materiales. Desde Paul Broca, se sabe que cier tas regiones cervicales funcionan como centros del lenguaje y que existen correla­ ciones específicas en tre algunas perturbaciones del lenguaje y las lesiones cerebrales localizadas. Buen número de psicólogos y psicolingüistas están dispuestos a ir todavía más le­ jos. Sostienen que es posible aislar e identificar los rasgos anatómicos del cerebro donde se elaboran los procesos lingüisticos prim arios tales como el uso de símbolos y la nominalización. Postulan que el hombre, y sólo él, está provisto de circuitos especiales que facilitan la formaciónde una red de relaciones en tre las impresiones sensoriales extralimbicas. Son estos vínculos los que relacionan los mecanismos de la vista, el tac to, el gusto o sus combinaci ones, con el sonido que designa el objeto implicado. Los traba jos hechos con pacientes que han recuperado la vista después de un largo periodo de cegue ra o que han adquirido por vez primera una visión norm al en la madurez, sugieren que sólo vemos completa o exactam ente lo que hemos palpado. Estas comple-

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jas redes sensomotoras preceden o por lo menos suhyacen en la adquisición y desarrollo del lenguaje.10 O para expresar­ se en términos más generales, se recoge un número creciente de pruebas de que nuestra capacidad para condensar el conocimiento múltiple que tenemos de un objeto bajo un símbolo o un nombre, nuestro dominio de ciertas operaciones lógicas y gramaticales fundadas en la relación bien podrían depender de los rasgos físicos, de la topografía o de los circuitos de la corteza. La concepción platónica de la m etáfora como un poner en relación áreas de la percepción hasta entonces ais­ ladas podría tener su correspondencia concreta en la geogra­ fía misma del cerebro. Debemos destacar ese “podría”. Por supuesto es razonable suponer que el progreso en la comprensión de la anatomía y la neurofisiología del cerebro humano aclare la elabora­ ción y organización del lenguaje. A nadie escapa que algunas de las analogías e hipótesis de trabajo más cautivadoras que han surgido con el progreso de la genética y de la biología molecular poseen inconfundibles resonancias "lingüísticas". Las nociones de codificación, acumulación de la información, retroalimentación, puntuación y réplica encuentran ecos elo­ cuentes en la descripción del lenguaje. En la medida en que se encara la vida como una transferencia dinámica de in­ formación en la cual signos codificados implícitos disparan y mantienen mecanismos ya montados, el estudio a escala molecular de los procesos neurofisiológicos y el de los funda­ mentos del lenguaje tienen que acercarse. Desde un punto de vista cuantitativo, nuestro alfabeto de veintiséis letras es más rico que el código genético y sus "palabras de tres le­ tras". Pero esta comparación puede ser, para decirlo con las palabras de un biólogo, "enigmáticamente pertinente".11 So­ bre todo cuando se piensa que tanto el modelo genético como 10 Cf. Jean Piaget y Bärbel Inhelder, "The Gaps in Empiricism", Beyond Reduclionism, pp. 123-156. También resulta de gran interés 1a discusión de las relaciones entre desarrollo lingüístico y formación de los conceptos matemáticos en A . I . Wittenberg, Vom Denken in Begriffen, Mathemat ik als Experiment des reinen Denkens, Basilea y Stuttgart, 1957. La cuestión de la adquisición en el niño de conceptos lingüísticos y extralingüísticos, sobre todo en el terreno de las rela­ ciones espaciales, está un tanto relacionada con el mentalismo kan­ tiano y con la tradición experimental en la psicología moderna. 11 Paul A. Weiss, "The Living System: Determinism Stratified", Beyond reductionism, p. 40.

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el lingüístico precisan un oyente o receptor para que el men­ saje "pase". Sin el campo estructural ambiente apropiado, la cadena genética no puede "comunicarse". Pero otros lingüistas y hombres de ciencia juzgan ilusorias esas esperanzas de una penetración empírica directa. Pues ¿qué es en realidad lo que se busca? ¿Qué es lo que podría dar pruebas de que la elaboración de las funciones simbóli­ cas tiene un origen molecular? En el plano de la lógica ele­ mental, se plantea el acertijo clásico sobre la inteligencia de las máquinas: “Dada una secuencia de símbolos sometida a un autómata finito y dado el educto (out put) correspon­ diente, ¿es posible determinar la estructura interna de la má­ quina y, si lo es, cómo hacerlo?" Pero nuestras averiguacio­ nes no se refieren, por supuesto, a un autómata finito. La creencia de que los principios que organizan el cerebro hu­ mano son de una complejidad y especificidad que todavía se nos escapa, gana cada vez más adeptos. Podemos sumar y sumar los elementos aislados de la información, pero siem­ pre quedará un "resto" inexplicado. Y no en un sentido hermético, sino en el plano de la acción reciproca y sistemá­ tica de los factores genéticos, químicos, neurofisiolóuicos, electromagnéticos, de los factores relacionados con el medio, de cuyas profusas relaciones y contigüidades no tenemos aun ninguna analogía concreta, ningún modelo inductivo. La apa­ rición de tal modelo puede no ser inminente. La sentencia del Vedanta según la cual el saber no conocerá a quien lo sabe así la deja suponer; la conciencia y la dilucidación de la conciencia en cuanto objeto acaso se revelen indisociables. Falta la distancia indispensable para un conocimiento reflexi­ vo. Quizás, hasta en el plano fisiológico. De ahí las especu­ laciones de Jacques Monod sobre el surgimiento de "un nuevo reino" dentro la biosfera. El lenguaje, propone Monod, puede haber aparecido en los pre-humanos con la ayuda de "nuevas relaciones, en sí mismas relativamente simples". Pero una vez esbozado, incluso de manera rudimentaria, el len­ guaje estaba llamado a enriquecer las facultades de recuerdo y de combinación simbólica con un poder de discriminación y selección infinitamente mayor. "Según esta hipótesis es po­ sible que el lenguaje haya precedido, aun por tiempo consi­ derable, la aparición de un sistema nervioso central peculiar del hombre y que haya contribuido decisivamente a la selección de aquellas variantes más aptas para utilizar todos s u s

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recursos. En otras palabras, quizá fue el lenguaje quien creó al hombre y no el hombre al lenguaje." 12 Esta sensación de "otro reino", sim ultáneam ente periférica y central, como las impresiones que suscitan los mecanismos de la vida, se vincula con la conciencia que tenemos del lenguaje. Al menos cuando nos detenemos a aislarla y exter­ narla. Al parecer, el meridiano del lenguaje atraviesa los polos concreto y abstracto de la realidad. Los atravesamos cada vez que hablamos o recordamos un enunciado. Nadie ha dado aún un cuadro satisfactorio de esta dualidad, si bien C. D. Broad en su Scientific Thought de 1923, adelanta la imagen intuitiva y elocuente a propósito de la intersección del espa­ cio-tiempo concreto con toda una gam a de espacio-tiempos mentales. El concepto de un fenómeno que abarca simultá­ neamente el “espacio-cerebro” y el "espacio-mente" daría cuenta satisfactoria de algunos hechos de la práctica lingüís­ tica. No estamos seguros. De lo que estamos incuestionable­ mente conscientes es de un movimiento constante hacia la inmaterialidad, de una metam orfosis que va de lo fonético a lo espiritual. Jean Paulhan, cuya poética suele explotar Merleau-Ponty, describe esta transm utación: "Metamorfosis en virtud de la cual las palabras dejan de ser accesibles a nuestros sentidos y pierden su peso, su ruido y sus líneas, su espacio (para convertirse en pensamientos). Pero a su vez el pensamiento renuncia (para convertirse en palabras) a su ra­ pidez o a su lentitud, a su sorpresa, a su invisibilidad, a su tiempo, a la conciencia interior que de él teníam os."12 Esta transformación simultánea en dirección opuesta es, añade Merleau-Ponty, "el misterio del lenguaje" . Paulhan plantea una realidad del pensam iento previa o ex­ terior a las palabras. Todos hacemos esta inferencia en los contextos más variados, pero ¿qué significa este concepto de pensamiento pre o extra lingüístico? ¿Tiene razón William James cuando sostiene que, salvo en los casos del recién na­ cido, del comatoso o del drogado, no hay un eso que no sea antes un qué definido, esto es, susceptible de ser nombrado? En Ordinary Language, Gilbert Ryle considera el pensamiento conceptual como un "operar con palabras". La afirmación fue hecha en 1953. Hoy el cuadro es menos claro. Las investiga­ ciones de Piaget y J. S. Bruner sugieren que en el niño de 12 Jacques Monod, From Biology to Ethics, San Diego, California1969, pp. 15-16. 13 Citado en M. M erleau-Ponty, La prose du Monde, pp. 162-163.

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poca edad una organización inteligente, selectiva y genérica de la conducta precede, por un margen considerable, el des­ arrollo de cualquier cosa que razonablemente pueda llamarse lenguaje. En el curso de este temprano periodo senso-motor, el cerebro parece adaptarse a las relaciones y operaciones ló­ gicas y m atem áticas de primera importancia. Estos esquemas preverbales ¿se conservan activos e independientes cuando el lenguaje despliega todos sus recursos? ¿Hay, como se dice por lo común, realidades sensibles "demasiado profundas para las palabras" ? La comparación con la invención de la melodía —sobre la cual sabemos tan poco— justifica la noción de formas de " pensamiento" o de significación dinámica que son, de modo altam ente abstracto pero no menos material, jue­ gos de relaciones entre niveles o centros de tensión internos. Se pueden im aginar consonancias o disonancias psicofisicas interiores capaces de crear condiciones de desequilibrio de "sobrecarga" o "corto circuito" que sólo pueden ser resuellas por medio de un acto de expresión, o de interpretación reali­ zada. ¿Existe, como en el sueño y en la penumbra de un des­ pertar incierto, una sintaxis de la forma, del dolor, del movi­ miento, de las relaciones espaciales, alojada de algún modo en el cerebro, pero " más allá de las palabras"? ¿La experi­ mentamos cuando buscamos "a tientas" una palabra? Distorsionamos la pregunta inclusive cuando nos limitamos a plantearla. Le damos, inevitablemente, la uniformidad y la coherencia del discurso normal. ¿Qué está por descubrirse en los mecanismos del pensamiento de los niños o de los sordomudos o, más bien, cómo reunir pruebas sin acudir a las formas previamente marcadas por el sello de la convención verbal? Sólo de esto nos cabe duda: la naturaleza híbrida del lenguaje tal y como lo vivimos, su doble filiación, su dualismo material-inmaterial, abstracto-concreto, físico-men­ tal, es un principio ( donnée) fundamental de la conciencia. No podemos esquivar la coincidentia oppositorum. Toda observación fundada en el modelo neurofisiológico o trascendental de los enunciados lingüísticos es deficiente en la misma medida en que no incluye su contrario. Somos capaces de hablar porque, salvo en el subterfugio pasajero de la duda filosófica, no hablamos del lenguaje. ("El lenguaje sólo sigue siendo enigmático para quien continúa interrogán­ dolo, es decir, hablando de él".) 14 41Ibid., p. 165.

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Una dualidad del mismo orden marca la coexistencia del lenguaje y del tiempo. La intuición impone el hecho de que el lenguaje se inscribe en el tiempo. Toda manifestación lin­ güística, ya se trate de una emisión audible o de un discurso interior, “toma tiempo”, y la frase m isma es elocuente. Se puede medir su duración. Comparte con el tiempo su carácter irreversible y, como él, huye de nosotros, corre "hacia atrás" desde el momento mismo en que caemos en su cuenta. Cuan­ do pienso, el tiempo pasa, pasa y vuelve a pasar mientras expreso mi pensamiento. Una vez dichas, las palabras no pueden ser revocadas. Porque el lenguaje es acción expresiva capturada en el tiempo, no se puede borrar nada, sólo es posible negar o contradecir, lo cual sigue siendo un m odo de ir ha­ cia adelante. De ahí ese deseo, literal cuando se refiere a la amenaza, a la maldición, a la frase tabú, "si sólo pudiera revocar mis palabras", pero como Artemisa recuerda a Teseo *en el Hipólito:

Pero este despliegue del lenguaje en el tiem po sólo repre­ senta un aspecto de las relaciones que unen al tim po y al len­ guaje y, además, la más fácil de aprehender. El tiempo, según se postula y vive, puede ser considerado como una función

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través del tiempo. Con toda probabilidad, los segmentos lin­ güísticos desem peñan el decisivo papel de cronometrar los fenómenos psicológicos inconscientes o subconscientes. Es verosímil que la co rrien te de lenguaje que atraviesa a la men­ te, ya sea que hable uno consigo mismo deliberadamente o que se encuentre absorto en el soliloquio, tal vez azaroso pero ciertam ente ininterrum pido, de la actividad mental, con­ tribuya am pliam ente a la circunscripción del “tiempo inte­ rior”. La sucesión de las señales lingüísticas, de las sensacio­ nes identificadas bien puede ser el reloj principal. Pero éstas sólo son form as “ débiles” de la coordinación del lenguaje y el tiempo. O tras entidades intervienen tanto o más en la es­ tructuración y alteración de nuestra conciencia del tiempo. Los estupefacientes, las perturbaciones esquizofrénicas, el ago­ tamiento, el ham bre, la tensión y otros muchos factores pue­ den curvar, acelerar, inhibir o simplemente empañar nuestro sentimiento y nu estra imagen del tiempo. La mente posee tantos cronóm etros com o miedos y esperanzas. En el curso de esos estados de distorsión temporal, las operaciones lin­ güísticas pueden o no conservar un ritmo normal.15 El sentido “fu erte” de la relación lenguaje-tiempo es gra­ matical. A firm ar que nuestros usos del tiempo siguen los li­ neamientos que im pone la gram ática del verbo no es ceder a una fantasía w horfiana. Si son de fiar los testimonios del ri­ tual, del m ito, de los análisis lingüísticos y antropológicos, las diversas culturas practican y funcionan dentro de conceptualizaciones o al m enos imágenes múltiples del tiempo. Conoce­ mos arquitecturas tem porales cíclicas, en espiral, recurrentes y, en ciertos casos de representación hierátíca, prácticamente estáticas. No es fácil decir si la lengua “condiciona” esas construcciones diversas, o si una gramática dada se limita simplemente a reflejar o m odificar un esquema temporal ela­ borado “fuera del lenguaje”. Tenemos razones para pensar que los factores lingüísticos y no lingüísticos se traslapan en etapas tan incipientes de la evolución cultural que carecemos de un conocim iento preciso de ellos. Y sin embargo es fútil insistir en que el m odo específicamente occidental de apre­ hensión del tiempo como progresión lineal y movimiento vec­ torial se desprende del sistem a verbal indoeuropeo, y se orga15 En Quatrième dimension de l'esprit (París, 1966), R. Wallis emprende una discusión interesante aunque a veces oscura de estos puntos.

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niza a partir de él.16 Como subraya Émile Benveniste, ese sistema define la escena, el espacio-tiempo de nuestra identi­ dad cultural, gr acias a que remite al sujeto y no al objeto, y gracias también a su muy flexible clasificación de los matices de estado. Toda una antropología de la igualdad sexual, an­ tes de tiempo y en el tiempo, va implícita en el hecho de que nuestros verbos, a diferencia de las lenguas semíticas, no indi­ can el género del agente. El eje pasado-presente-futuro es un rasgo de la gramática que sostiene nuestro sentido del yo y del ser como una espina dorsal. Las modulaciones de la infe­ rencia, del carácter provisional, de la conjetura, de la espe­ ranza a través de las cuales la conciencia traza "m apas ade­ lantados" de sí misma, son hechos gram aticales. El pasado ¿tiene alguna existencia fuera de la gramática? El acertijo lógico "¿Es posible m ostrar que el m undo no fue creado hace sólo un instante con un program a de memoria completo?" no tiene solución. Ningún dato en bruto prove­ niente del pasado posee absoluto valor intrínseco. La memo­ ria se organiza como una función del tiempo pasado del verbo. Funciona movilizando —según m odalidades instintivas, guia­ das por la intuición, pero también por una am plia dosis de convención— los tiempos verbales y haciendo un escrutinio del "material almacenado", m aterial cuyo orden de almacena­ miento, de existir, puede no tener nada que ver con el tiempo. La violación al orden natural en la proposición de "q ué suce­ dió mañana” es inmediatamente sensible, aunque refractaria al análisis. En un universo gobernado por la relatividad o en medio de un mundo compuesto de espacios-tiempos de n di­ mensiones sólo parcialmente congruentes se podría construir la imagen adecuada. Si una frase suscita incom odidad (puede darse una singular "náusea de lo ilógico" que no tiene nada en común con la motivada por una imposibilidad sintáctica del tipo de "un hombres"), si una m etam orfosis instantánea del presente en pasado se adhiere a cada una de nuestras palabras y a cada uno de nuestros actos, la razón está en que la inflexión de los verbos tal como la practicam os se ha con­ vertido en nuestra epidermis y en nuestra geografía natural. Desde ella y a partir de ella construim os nuestro pasado personal y cultural, el paisaje infinitam ente detallado pero 16En este punto crucial la exposición que hace Lévi-Strauss de la lógica del tiempo "primitivo" y del no-historicismo "primitivo" se encuentra en mayor conflicto con el "universalismo lineal" del marxismo-hegeliano y de la Raison dialectique de Sartre.

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enteramente impalpable que se extiende "atrás de nosotros". Muestro cuadro de las conjugaciones de los tiempos verbales está dotado de una fuerza física y literal, su manecilla se ade­ lanta o se atrasa a lo largo de un plano que el hablante corta como lo haría una vertical momentáneamente en reposo pero que sin em bargo se concibe según una progresión. Cuando Petrarca, en su Africa de 1338, enreversa deliberadamente el eje del tiempo y m anda a los jóvenes que se "remonten al ra­ diante resplandor del pasado", porque ese pasado clásico es el futuro verdadero, el contundente impacto de la imagen no puede ser menos tangible: P o teru n t discussis forte tenebris A d p u r u m priscum que iubar remeare nepotes.

El historicism o occidental, y esa insistencia en el carácter único del recuerdo individual que subyace en nuestra con­ cepción de la integridad y del carácter privado de la persona humana, son inseparables de la pródiga profusión de "pasa­ dos" de nuestras lenguas. El francés conoce un passé definí, un passé indéfini, un passé antérieur, un parfait (más propíamente, préteri parfait) y un imparfait, para sólo hablar de los principales.17 Ninguna gramática filosófica ha propuesto un análisis de las diversas lógicas, de las tonalidades, de las propiedades semánticas de los tiempos pasados y de sus mo­ dulaciones relativas, una gramática capaz de rivalizar con los despliegues analíticos de A la recherche du temps perdu, titulo que encierra en si mismo un juego de palabras sobre la gramática. La exactitud pormenorizada de los pasados de Proust hace justicia a las "distancias lingüísticas'' que postu­ lamos y atravesamos cada vez que contamos un recuerdo. Proust gobierna tan íntima y profundamente la gramática, corteja el lenguaje y los estímulos psicológicos de modo tan l 7 Cf. la obra precursora sobre la "semántica y la gramática del tiempo", de Gustave Guillaume, Temps et verbe (París, 1929) y L'Architectonique du temps dans tes langues classiques (Copenhague, 1946). Discusiones más amplias serán encontradas en Jean Pouillon, Temps et roma n (París, 1946); Alessandro Ronconi, Interpretazioni gramaticali (Padua, 1958): William E. Bull, Tíme, Tense and the Verb (Ber­ keley. California, 1960). Para un estudio esclareccdor de los tiempos narrativos en la novela francesa, véase Harald Weinrich, Tempus: Besprochene und E rzählte Welt (Stuttgart, 1964), El estudio más com­ pleto sobre el tem a del tiempo en el lenguaje es el de André Jacob, Tem ps el langage (París, 1967). La obra en cuestión incluye una exten­ sa bibliografía.

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necesario y completo que hace del tiempo verbal no sólo un punto situado en el espacio —en todo m om ento del enunciado sabemos dónde estamos—, sino una profundización de la naturaleza esencialmente lingüística y form alm ente sintáctica del pasado. Si el abate Siéyes pudo convertir el lacónico j'ai vécu en una respuesta circunstanciada a quienes le pedían un relato de su vida durante la Revolución Francesa, es porque el empleo del verbo en pretérito perfecto y sin una preposición, circunscribe con nitidez un pasado único, una región de la memoria en apariencia vaga pero precisam ente definida gracias a la presencia del juicio irónico. Hacia el final del prefacio a La Vie de Rancé, la obra m aestra de Chateaubriand, se presenta una serie de enunciados sim ples:

II tombait dans un silence consterné qui épouvantait ses amis. Il fut délivré de ses tourments par suite du changement des choses humaines. On passa du crime á la gloire . . . * En este breve pasaje se entrecruzan no menos de tres sistemas de relaciones. Un imperfecto narrativo que está m uy cerca del presente cae abruptamente en un estado definido cuyo carácter irreversible se ve acentuado por la voz pasiva (ya preparada por las ramificaciones positivas y negativas de déli­ vré). En seguida un "pasado simple", dinám ico pero imper­ sonalmente esterilizado envuelve el acontecim iento comuni­ cándole una coloración sutil pero inconfundible, como de perdón irónico. ¿Qué es el psicoanálisis sino la ambición de desprender una construcción verbal del pasado y de asentar en ella la autori­ dad? El discurso presente debe convocar al pasado, es Orfeo que se encamina hacia la luz con los ojos resueltam ente apar­ tados de ella. La libre asociación y el eco estim ulante del ana­ lista tienen por objeto volver al recuerdo espontáneo y signi­ ficativo. Pero cualquiera que sea la técnica, la resurrección es verbal. Se crea un nuevo pasado, m ientras otro es abolido, cuando los revolucionarios vuelven a iniciar el tiempo desde el Año I ( l’An I ). En la medida en que se em peña en identi­ ficar un “pasado verdadero“, con lo que en realidad son ca­ denas de palabras en tiempo pasado, en la m edida en que * ...se le veía caer en un constem ador silencio que aterraba a sus amigos. La inestabilidad de las cosas humanas le libertó de sus tor­ mentos. Francia pasó del crimen a la g lo ria ..." [F. A. de Chateau­ briand, Vida de Rancé. Reformador de la Trapa. Traducción de Francisco Medina Vey tia. Madrid, 1858, p. 3.]

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trata de exhum ar la realidad a través de la gramática, el psicoanálisis es un proceso circular. Cada instante engendra al que lo precedió. Cualquiera que sea el tiempo empleado, todo enunciado es un acto en presente. Invariablemente el re­ cuerdo es ahora.18 La sentencia crociana de que "toda historia es historia con­ temporánea" apunta directamente a la paradoja ontológica de los tiempos pasados. Los historiadores son cada día más conscientes de que las convenciones implícitas de relato y realidad con las que trabajan no son invulnerables en el plano filosófico. El dilema se da por lo menos en dos planos. El primero es semántico. El grueso del material del historiador está constituido por afirmaciones hechas en y sobre el pasado. Y dado que hay un proceso perpetuo de cambio lingüístico, no sólo en el vocabulario y la sintaxis sino también en lo que toca a la significación, ¿cómo tendrá que interpretar o traducir sus fuentes? Acudiendo a una expresión esencialmen­ te platónica, Frege postulaba la existencia de un "tercer reino" situado fuera del campo del lenguaje y en el cual la significa­ ción escapa al tiempo. Más prudentemente, Carnap intentaba probar en Philosophy and Logical Syntax la permanencia de “orientaciones mayores de la afectividad y la voluntad”. Pero aun si esas " unidades permanentes de significación" existie­ ran en verdad, ¿cómo las sacará a la luz el historiador? Le­ yendo un docum ento histórico, cotejando las técnicas narra­ tivas de la historia ya escrita e interpretando los discursos enunciados en un pasado más o menos distante o cercano, "siente cómo se convierte cada vez más en un traductor en el sentido técnico del térm ino".19 He intentado m ostrar, al principio de este libro, lo que esa 18 Cf. Ja c q u e s L acan , É c rits, P arís, 1969 [E scritos, Siglo XXI, Méxi­ co, T ra d u c c ió n d e T o m ás S e g o v ia ]; en particular su "Fonction et ch am p d e la p a ro le e t d u langage en psychoanalyse". Hay aquí una in flu y en te te n ta tiv a , a u n q u e a veces difícil de seguir, de establecer la validez d e u n "p a sa d o " que es en realid ad "discurso presente". En mi opinión, D e L 'in te rp re ta tio n de Paul Ricoeur (París, 1965) sigue siendo el te x to fu n d a m e n ta l so b re las "ficciones” ontológicas en las propo­ siciones so b re el p a sa d o y sobre su papel en el psicoanálisis". Los p roblem as lógicos aquí im plicados se exam inan en "The reality of the P a st" d e G. E. M. A nscom be en Philosophical Analysis, compilado por Max B lack, C ornell U niversity Press, 1950, y en "The Past: Its Nature and R eality" d e P au l Weis, R eview o f Metaphysics, v, 1952. 19 J. H. H ex ter, "T h e Loom o f Language and the Fabric of Impera­ tives: T h e C ase o f I l P rincipe an d Utopia”, American Historical Re­ view , lxix , 1964, p. 946.

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"traducción" comporta de hábitos, m aniobras e hipótesis no verificadas. Podría alegarse que el problema es mucho más decisivo en historia que en literatura, aunque yo no suscribo esa posición. En cierto sentido, una sucesión de lecturas dis­ torsionadas de un texto literario, de versiones-simulacros, establecen una significación nueva aunque posiblemente váli­ da. En la medida en que los valores dom inantes de la litera­ tura son metafóricos y no discursivos, puede decirse que las lecturas posteriores configuran una gama natural y garan­ tizan una vida prolongada. No existe una verdad capturable de una vez por todas. De ahí la reveladora frase de J. L. Aust in : "bromear o escribir poesía son utilizaciones poco serias del lenguaje, poco conformes con el uso norm al habitual".20 El historiador debe "entender bien de qué se trata". Debe determinar no sólo lo que fue dicho —cosa que puede revelar­ se excesivamente difícil cuando se piensa en el estado de los documentos y en los testimonios contradictorios—, sino lo que se quería decir y a qué niveles de comprensión se dirigía el enunciado. El esquema de Austin identifica "una fuerza no-locutiva de expresión", una fuerza de algún modo "adicio­ nal" pero esencial para la comprensión. No es seguro que esta idea de una "fuerza no-locutiva" sea sólida (Austin mismo manifestó serias dudas),21 o que añada algo a la distinción de Ogden y Richards entre funciones "simbólicas" y funciones "emocionales" del significado. El problema con el que se tro­ pieza el historiador es establecer de qué está hablando. Está obligado no sólo a "explicar" su documento oral, esto es a parafrasearlo, transcribirlo, glosarlo en el plano léxico y gra­ matical, sino a "entenderlo" o sea a m o strar " qué modo debería ser entendido lo que fue dicho y así qué relaciones pudieran haber ligado a distintos discursos en el seno de un mismo contexto general”.22 Y la significación así alcanzada deberá ser "la buena". ¿A qué transformaciones mágicas debe entregarse el historiador? "Debe analizar todas las situaciones distintas, sujetas a mo­ dificaciones complejas en las que la forma dada de las pala­ bras puede servir lógicamente —Todas las funciones abiertas a las palabras, todo lo que se puede hacer con ellas." 23 Ante 20 J. L. Austin, How to do Things With Words. Oxford, 1962, p. l04. 21 Ibid., p. 148. 22 Quentin Skinner, "Meaning and Understanding the History of Ideas", History and Theory, VII, 1969, p. 147. 23 Ibid., p. 37.

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una arenga de Pericles o un edicto de Robespierre, es necesa­ rio determ inar toda "la gama de procesos de comunicación reconocidos por todos, a que puedan haber dado lugar, en el instante considerado, las palabras así pronunciadas''.24 Es éste un bello ideal que no carece de grandeza y que ilumina con toda nitidez la naturaleza del dilema del historiador. Sin embargo, la solución es ingenua tanto en el plano lingüístico como en el filosófico. No es posible enumerar todas "las fun­ ciones abiertas a las palabras" en un momento: "toda la gama de procesos de comunicación de todos reconocida, no puede ser agotada ni analizada. La delimitación del contexto perti­ nente (¿cuáles son los factores que pueden influir sobre este enunciado?) es tan subjetiva y está sembrada de tantas deci­ siones imposibles, lo mismo en el caso de los documentos históricos como en el de los pasajes poéticos y dramáticos. La significación de una palabra o una frase pronunciada en el pasado no es un acontecimiento singular ni un haz claramen­ te definido de hechos y acontecimientos. Es una selección recreativa, guiada por corazonadas o principios más o menos amplios y penetrantes. La fuerza de cualquier proferimiento pretérito se encuentra difusa en el complejo campo pragmáti­ co que envuelve al nudo léxico. Además, como he venido su­ giriendo, ¿qué prueba que la función misma del lenguaje, su lugar en el seno del contexto semiológico, ha permanecido idéntica y no ha evolucionado? Las diversas épocas y civiliza­ ciones trabajan de manera diferente con las palabras, los tabúes verbales y los distintos niveles del léxico. No confían la misma verdad y el mismo grado de realidad a la designación de los objetos. La evaluación que hace Tucídides de la ver­ dad de los discursos que "reporta", y reportar implica aquí una mezcla indisociable de categorías y de máximas dramá­ ticas, pone en juego la concepción griega de la autoridad del lenguaje sobre la realidad y "cara a" ella. ¿Quién nos da el derecho de pronunciarnos sobre esta concepción cuando los equivalentes léxicos de ciertos términos ahí utilizados sólo nacen de la conjetura?25 Por eso no se puede aspirar a un 24 Ibid., p. 44. 25 Éste es el problema central de la hermenéutica. En Wahrheit und Methode, Tubinga, 1960, pp. 370-383, H. G. Gadamer discute la condición problemática de toda documentación histórica a un nivel que es filo­ sóficamente harto más profundo que el de Skinner. Su conclusión es lapidaria, “Der Begriff des ursprünglichen Lesers steckt voller undurschauten Idealisüerung” ["La noción de lector primigenio se halla cu­ bierta completamente por una impenetrable idealización"] (p. 373).

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método único y estrictamente verificable, para descubrir lo que fue querido, sobrentendido, ocultado, omitido tácitamente o tergiversado "en estas circunstancias, a nte este público, con este propósito y con estas intenciones", según la fórmula con la cual Austin define la verdad o falsedad de un enunciado. Debemos atenemos a un andar a tientas, altamente intuitivo y , en sus mejores momentos, dueño de una conciencia de sus límites, de sus artificios. Ese andar a tientas descansa, para decirlo con palabras de Schleiermacher, en "el arte de saber oír". Pero el dilema no es sólo de orden semántico. Como Rudolf Bültmann lo ha mostrado en su estudio de los Evangelios, no existen lecturas del pasado "carentes de presupuestos". El observador llega ante todo acontecimiento pasado, ante toda experiencia presente, equipado con una organización mental determinada, una organización programada en vista del pre­ sente. "A decir verdad —escribe Marc Bloch—, consciente­ mente o no, siempre tomamos de nuestras experiencias coti­ dianas, para matizarlos, allí donde cobran nuevas coloracio­ nes, los elementos que nos sirven para reconstruir el pasado: las palabras que empleamos para caracterizar estados afecti­ vos desaparecidos, las formas sociales desvanecidas, ¿qué sen­ tido tendrían para nosotros si no hubiésemos visto primero vivir a los hombres?"26 La inteligencia que tiene el historia­ dor de los tiempos verbales pasados, el uso personal que de ellos hace son generados por un sistema lingüístico arraigado y fundado en el presente. Salvo en las m átem áticas, y acaso en la lógica formal, no hay verdades intemporales. Articu­ lar en el instante actual un hecho presuntam ente pasado pone en juego una estrecha red, alojada en alguna parte del sub­ consciente, de convenciones relativas al "contenido de reali­ dad'' del lenguaje, a la "presencia real" del pasado en las prácticas simbólicas y a la penetración del código gramatical Extrañamente Gadamer no señala hasta qué punto Heidegger, quien es tan claramente la fuente del actual movimiento hermenéutico, co­ mete errores de recreación arbitraria en sus definiciones de los significados supuestamente "verdaderos y auténticos" de térm inos clave en la antigua filosofía griega. Cf. en particular el texto de Heidegger, Einführung in die Metaphysik de 1935 y 1953. Hermeneutics, de Richard E. Palmer (Evanston, Illinois, 1969) es una admirable intro ducción a la bibliografía sobre este problema. 26Marc Bloch, Apologie pour 1‘histoire ou m étier d'historien. París, 1961, p. 14. [ Ed. en español. Introducción a la historia, FCE. México, 9ª reimpresión, 1979.]

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en la memoria. Ninguna de estas convenciones se deja agotar por el análisis lógico. Cuando usamos los pretéritos, cuando recordamos, cuando el historiador "hace historia" ( pues de eso se trata) confia­ mos en lo que llamaré desde ahora, y a todo lo largo de esta discusión sobre la traducción, artificios axiomáticos. No digo que no sean indispensables para el ejercido del pensamiento racional, de la lengua, de la memoria comparti­ da, sin los cuates no habría cultura. Pero su justificación es del mismo orden que la de los fundamentos de la geometría euclidiana que nos permiten funcionar cómodamente en un espacio de tres dimensiones ligeramente idealizado. Axiomá­ ticos quizás, pero no absolutos ni inevitables. Podemos ima­ ginar otros espacios. Podemos concebir sistemas de coorde­ nadas distintos del eje pasado-presente-futuro, Y aun cuando nos limitemos a los recursos de esos artificios axiomáticos, descubriremos zonas fronterizas de paradoja y de singulari­ dad significante. Esta eventualidad es crucial para el estudio del lenguaje y de la mente. Algunas gramáticas no "ajustan" por completo, nos tropezamos brutalmente con hipótesis ar­ bitrarias o esporádicas, en medio de lo que hasta entonces pareció movimiento "natural". El filo paradójico que tan bien expresa la frase de San Agustín praesens de praeteritis (el pasado siempre está presente) nunca podrá ser totalmente limado. A cierto nivel, el razonamiento de David Hume según el cual "nuestras experiencias pasadas no presentan objeto determ inado" ( Tratado de la naturaleza, humana, II, XII) sigue siendo válida y constituye un constante desafio. Nos ubi­ ca ante ese doble juego de relaciones en virtud del cual el lenguaje se manifiesta en el tiempo, pero también crea en amplísima medida el tiempo en que se manifestó. Puede que las dudas sobre el tiempo pasado sean "diverti­ mentos de esteta", para emplear la expresión de Kierkegaard. El status del futuro del verbo se halla en el corazón mismo de la existencia. Modela la imagen que nos hacemos del sen­ tido de la vida, y de nuestra relación personal con ese sen­ tido. Ningún individuo, ninguna cultura es capaz de levantar un cuadro general de las nociones de futuridad. Cada una de las categorías concernidas —ontología del futuro, metafísica poética y gramática de los tiempos futuros, retórica de los futuros político, sociológico y utópico, lógica de los modos de la consecuencia futura— es una disciplina mayor en sí

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misma. Algunas se encuentran en estado incipiente. Por eso sólo me lim itaré a apuntar ciertas orientaciones. Una vez más, como sucedió con la prolija diversidad de las lenguas, hay que empezar maravillándose, regocijándose con vehemencia ante el hecho escueto de que existan formas fu­ turas del verbo, de que los seres humanos hayan desarrollado reglas gramaticales que permiten expresarse de manera cohe­ rente sobre el mañana, sobre la últim a medianoche del siglo, sobre la posición y luminosidad de la estrella Vega situada a medio billón de años luz de aquí. Este aspecto infinitamente elástico de la proyección lingüística, las distinciones que per­ mite hacer entre los diversos matices de la espera, la duda, la provisionalidad, la probabilidad, el miedo, la condición o la es­ peranza pueden muy bien representar el m ayor adelanto de la neo-corteza, esa parte del cerebro que distingue a los hombres de los mamíferos más primitivos. Recuerdo la gran impresión que tuve cuando, muy niño, me di cuenta de que se podían hacer afirmaciones sobre el futuro remoto, y eso sin romper los límites de la legalidad. Me vuelvo a ver cerca de una ventana abierta, invadido por un pavor físico ante el pensa­ miento de que, "ahora" y de pie como lo estaba en un lugar muy ordinario, me estaba permitido pronunciar frases a pro­ pósito de los árboles que tenía enfrente y sobre el clima que habría allí en cincuenta años. Los tiempos futuros, los sub­ juntivos futuros en particular, me parecían poseídos de un verdadero poder mágico. Un poder que puede provocar el vértigo, como lo pueden hacer los números infinitamente grandes (los especialistas del sánscrito sugieren que el des­ arrollo de una gramática del futuro tal vez coincidió con un interés por las series recurrentes de núm eros muy grandes). Me parecía incongruente que el code civil no impusiera algu­ nas restricciones al uso del futuro, que potencias tan ocultas como el futur actif, el futur composé, el fu tu r antérieur estén a la mano de cualquiera. El futur prochain, ese presente que se inclina levemente hacia adelante, era el único que tenía un semblante familiar. Yo alimentaba la creencia de que debían existir repúblicas más prudentes que las nuestras, más atentas a la red que traman lenguaje y vida, y en las que estu­ viese prohibido el consumo desenfrenado de predicciones, hi­ pótesis y falacias. En una cultura como ésa que yo imaginaba, el uso de los predicativos futuros, los optativos, los futuros indefinidos, estaría reservado para las ceremonias y las gran­ des ocasiones. Tendrían el carácter inquietante de palabras

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tabú que, como no pueden figurar en la lengua común, apa­ recen en ciertos ritos religiosos. La manipulación de lo des­ conocido y del tiempo futuro por medio del lenguaje sería asunto de una casta de iniciados o, al menos, el número de manipulaciones permitidas al vulgo estaría cuidadosamente reglamentado (nadie en esa ciudad circunspecta estaría auto­ rizado a preferir más de una docena de enunciados sobre el futuro al mes). Semejante razonamiento no tiene nada de extraño; piénsese en las restricciones que la sociedad impone a la alquimia o a la destilación de venenos. El estalinismo ha m ostrado cómo un sistema político puede poner fuera de la ley al pasado, adscribir cierta cuota de memoria a los vivos y cierta dosis de pasado a los muertos. No es difícil imaginar una prohibición comparable del futuro —el problema está en que los tiempos que se ubican más allá del futur prochain implican necesariamente la posibilidad del cambio social. ¿Cómo sería la existencia en un presente total (totalitario) en el seno de un idioma que restringiera el impulso de las fra­ ses al horizonte del próximo lunes? Un escritor ensayó la presentación del cuerpo político atra­ pado en un callejón sin salida. En Die Befristeten (1956) Elias Canetti inventó una ciudad, muy posterior a los enigmas y terrores atómicos y donde cada ciudadano es designado por un número. Número que manifiesta cuántos años vivirá. Na­ die regañará a un niño llamado "Diez", ¡tiene tan poco tiem­ po! Un hombre que se identifica como "Ochenta" es tratado como un príncipe a lo largo de su vida por fatuo o incompe­ tente que sea. Nadie vive más allá de su "Momento'' (Augenblick) ; nadie muere antes de su hora. Una perfecta certidum­ bre ha remplazado los antiguos tormentos, ahora apenas imaginables, de la ignorancia. Pero esa certidumbre es objeto de una discreta moderación. Ningún ciudadano se atrevería a revelar la fecha exacta de su propio nacimiento, ni consen­ tiría en traer a colación la de cualquier otro. La fecha real se aloja en un relicario sellado que todos están obligados a llevar colgado alrededor del cuello. El Guardián de los Reli­ carios rompe el sello en el momento de la muerte: él es el único autorizado a confirmar que la duración de la vida y el número bautismal concuerden. La obra de Canetti habla de un rebelde, un hombre obsesionado por la libertad del futuro indefinido. La revuelta triunfa, se descubre que los medallo­ nes están vacíos, pero es una victoria de dos filos. En las

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puertas abiertas del tiem po futuro, aguardan el caos y los pavores antiguos. El interés de la fábula reside en el allanam iento de la sintaxis. Cuando los am antes se encuentran, cu an d o los colegas discuten su trabajo, se comunican d entro de u n vasto pero enrarecido presente. Los puntos de fricción m ás importantes de la duda, han sido expulsados del pensam iento y de la len­ gua. La esperanza anda con la rienda co rta. Com o en la "Le­ yenda del Gran Inquisidor" de Dostoyevsky, la fábula de Canetti ilustra el ineluctable parentesco de la libertad y la incertidumbre. La moraleja es sencilla. Pero nuestro uso y abuso de los "futuros" en la vida y la lengua de todos los días no deja de ser alucinante. De niño m e preguntaba si la plétora de expresiones arrojadas hacia ad elan te sobre el ma­ ñana y el pasado no amenazaba, com o el sortilegio de un mago, con hipotecar un fu tu ro hasta ese m om ento abierto. Esta m ultitud de verbos arrogantes, sus hipótesis y conjetu­ ras, sus intenciones y prom esas ¿no dilapidaban las reservas del tiempo? ¿Siempre habían sido ta n pródigos los hombres o bien las protogramáticas eran m ás parcas y se adelantaban con parsimonia hacia el tiem po futuro, igual que se entra con lentitud al agua cuando hace frío y apenas despunta el día? Nadie lo sabe. La prehistoria de las lenguas —hablo de una construcción teórica de protolenguas a p a rtir del análisis com­ parado de las formas fonéticas y gram aticales ya existentes— no se remonta más allá de 4000 a. C.27 Que los niños empiecen usando verhos desprovistos de indicadores de tiem po no cons­ tituye necesariamente un índice sobre la génesis del lenguaje. A todas luces carecemos de una historia del tiem po futuro. Parte de esa historia sería filosófica. C om prendería las opi­ niones sostenidas por los m etafísicos, teólogos y lógicos sobre la validez gramatical y form al de las form as fu tu ra s. Sería, en muchos aspectos, una historia de la in-ducción. Limitándonos estrictam ente al pensamiento occidental y a los nom bres más grandes, esa historia incluiría a Aristóteles, los estoicos, Agus­ tín, Aquino, Occam y Malebranche. A nalizaría la concep­ ción del tiempo en Leibniz, Hume, K ant y Bergson. Pasaría revista a las tesis sobre la realidad y la e stru c tu ra lógica de las proposiciones de tiempo de C. S. Pierce, A. S. Eddington, J. E. McTaggart, G. Frege y C. D. Broad. C ada u n o de estos sistemas filosóficos y las relaciones lógica e histórica que 27 Cf. Mary R. Haas, The Prehistory of Languages, La Haya, 1969, pp. 13-34.

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existen en tre ellos ha dado lugar a un vasto acervo de textos que suelen ser de carácter técnico.28 Hay pocas preguntas sobre la condición lógica y la sustan­ cia de los tiem pos futuros que no hayan sido ya suscitadas en la Física de Aristóteles, en la Metafísica y en el célebre capí­ tulo noveno De la Interpretación. Cuando Aristóteles se inte­ rroga sobre la causa, el movimiento y la entelequia o la inten­ ción teleológica de las formas vivas, no puede dejar de lado el problem a de las proposiciones en futuro. La riqueza del razonam iento aristotélico y la gama múltiple de contextos en que el problem a se manifiesta y enfoca, crean obstáculos cuando se pretende discernir una doctrina única. El griego permite a A ristóteles hablar de "los ahoras" (τά νϋν) de un modo que ya es anuncio de los complejos plurales del rela­ tivismo m oderno. En o tra parte, sin embargo, no vacila en afirm ar que los verbos en tiempos distintos del presente no son verdaderos verbos, sino "casos" similares a los casos obli­ cuos del nom bre. Tal vez nos acerquemos más a los hechos diciendo que su concepción de un tiempo cíclico, sin ser precisam ente repetitiva, propicia una lógica general de los tiempos futu ro s antes que una lógica particularizada. La entelequia de las form as a p a rtir de una "predisposición" de potenciales, por decirlo de algún modo, requiere de una lógica de los enunciados f u tu ro s ; lógica que, sin embargo, puesta a forma­ lizar conceptos como movimiento y duración, tropezará con algunas anom alías.29 Al parecer los lógicos estoicos, en espe­ cial Diodoro Chronos, fijaron su atención en algunas de estas anomalías. En los albores de la historia de las iglesias cristianas y de sus principales herejías, los problemas de la predestinación, de la presciencia así como de la naturaleza de la omnisciencia divina desem peñaron un papel muy importante. Estos temas, ju n to con las disputas ontológicas y gramaticales que desen28 Una útil selección de artículos y bibliografías pueden ser encon­ tradas en J . T. Fraser (ed,), The Voices of Time, Nueva York, 1966, y en Richard M. Cale (ed.), The Philosophy of Time, Londres, 1968. 29 Se ha escrito m ucho sobre el tiempo en Aristóteles. He encontrado que los textos siguientes son de particular valor: J. L. Stocks, Time, Cause and E ternity, Londres, 1938; Hugh R. King, "Aristotle and the Paradoxes of Zeno", Journal of Philosophy, XLVII, 1949; Ernst Vollrath, "Der Bezung von Logos and Zeit bei Aristotles", en Das Problem der Sprache (ed .); H. G. Gadam er (Munich, 1967). Cf. también Jean Guitton, Le Temps e t l'éternité chez Plotin et Sain Augustin, París, 1969.

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cadenaron, han continuado marcando el curso de la lógica occidental. Por eso, el tratamiento del flujo del tiempo en el plano conceptual que da el libro IX de las Confesiones de San Agustín no ha perdido nada de su acuidad.30 "Quid est ergo tempus? si nemo ex me quaerat, scio; si quaerenti explicare velim, nescio". [¿Qué es pues el tiempo? Si nadie me pregun­ ta, sé. Si quiero explicarlo a alguien que pregunta, no sé.] Esta experiencia de la temporalidad como dato obvio y sin embargo inexplicable de la conciencia subyace en el razona­ miento de Agustín. Antes de la Creación el tiempo no existía, no había "enton­ ces", non enim erat tunc. El tiempo de Dios es un presente perpetuo, eterno, ubicado fuera de la peregrinación pasadopresente-futuro. Y, sin embargo, sólo "en el interior del tiem­ po" percibimos la experiencia humana. Y sólo en virtud de la secuencia temporal, cobran sentido movimientos esenciales del espíritu como el remordimiento, la responsabilidad por los actos cometidos con pleno conocimiento de causa, la plegaria y la decisión. ¿Qué relaciones pueden darse entre la intempo­ ralidad de Dios y la organización temporal propia del hom­ bre? San Agustín responde interiorizando el tiempo humano. Ve "un tiempo presente de las cosas pasadas", "un tiempo presente de las cosas presentes" y "un tiempo presente de las cosas futuras" como realidades del espíritu que son a la na­ turaleza eternamente perdurable de Dios lo que el saber humano a la omnisciencia. Este último concepto —¿en qué sentido el conocimiento que tiene Dios abarca, esto es, pre­ determina, todos los acontecimientos futuros, y podría Dios proponerse a si mismo un problema insoluble?— dio origen al análisis del tiempo gramatical en Aquino, en Occam y en las discusiones del siglo xv sobre los futuros contingentes.31 Aun en nuestros días la delicadeza sin concesiones, el gusto por las argucias trascendentales, que animan a estos textos analíticos no pueden dejar de conmovernos. La lógica modal alcanza allí la esencia de las relaciones del hombre y Dios y de esas contingencias primordiales fuera de las cuales tales vínculos se reducirían al vacío del terror. 30 Para un interesante análisis de la argumentación agustiniana a la luz de la filosofía moderna, cf. R. Suter, "Agustine on Time With some Cristicism from Wittgenstein", Revue Internationale de philosophie, XVI, 1962. 31 La exposición de) pensamiento de Aquino y de Occam en Etienne Gilson, La Philosophie au Moyen Age, 3ª ed., París, 1947, continúa sien­ do indispensable.

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No cabe duda de que el progreso científico del siglo xvii y el escepticismo de la Ilustración supieron extraer al debate su aguijón teológico. La frialdad y el carácter francamente psicológico de la solución preconizada por David Hume son de sobra conocidos. Los enunciados y juicios sobre el futuro no son ni registro de los hechos de la experiencia ni conse­ cuencia lógica de ella. Simplemente dependen de la hipótesis de una uniformidad natural y del carácter ineluctable de los surcos trazados por los hábitos mentales y lingüísticos. Así, la noción, fundamental para la inducción, de que el futuro se parecerá al pasado "no está fundada en argumentos de nin­ guna clase, sino que se deriva únicamente de la costumbre" (Enquiry, I, II) [Encuesta sobre los principios de la Moral, I, II]. Los problemas suscitados por la contingencia, la posi­ bilidad y la duda acaso sean mejor abordados si se remiten a la distinción entre predicciones válidas y predicciones fal­ sas. La inducción está gobernada por una lógica cuyas reglas se alojan en el mismo tejido de asociaciones y de contigüi­ dades que constituye la vida mental. La vigorosu sobriedad del modelo de Hume dejó su impronta en las corrientes fun­ damentales del pensamiento occidental. Aun cuando reaccionen en su contra, las categorías cspacio-temporales kantianas, la creencia de que el tiempo y la experiencia necesaria que de él tenemos como una secuencia orientada, "están inmersos en las profundidades de la mente humana", pueden ser con­ sideradas como una profundización y centralización de la psicología de Hume. Con todo, el moralismo kantiano va to­ davía más lejos. Su breve opúsculo de 1794, Das Ende aller Dinge,32 expresa la obsesión insólita, pero ingénita en el hombre, de reflexionar sobre las "cosas últimas". Es éste un con­ cepto elevado y algo amenazador, pero inextricablemente entreverado con la inteligencia humana: " Der Gedanke... ist furchtbar erhaben; zum Theil wegen seiner Dunkelhelt, in der die Einbildungskraft m ächtiger, als beim hellen Lichte zu wirken pflegt. Endlich muss er doch mil dar allgemeinen Menschenvernunft auf wundersame Weise verweht sein..."* La idea de un "fin del tiempo" tal y como se auguraba en el 32 Expreso aquí mi deuda con el profesor Donald McKinnon de Cambridge, quien ha llamado mi atención sobre este texto y sobre otros más a los que aludiré en el curso de este capituto. * "La id e a ... es pavorosamente elevada; en parte por su oscuridad, donde la imaginación suele actuar con mayor fuerza, así como a plena luz. Al final habrá de estar entretejido, de manera maravillosa, simplemente con el sentido com ún..."

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Apocalipsis (10) posee "verdad mística", pero no es inteligi­ ble. A pesar de todo, la pasión que impulsa al espíritu a me­ ditar sobre el futuro y la lógica del encadenamiento necesario que da a los predicados una forma futura, tienen gran signi­ ficación moral. La extensión de la causalidad a la consecuencia futura, junto con la vanidad racional —puede que sea sólo eso— que atribuye una finalidad a los asuntos humanos es, como dice Kant, indispensable para una conducta correcta. El futuro es una condición sine qua non del ser moral. Es inútil especular más allá, pues, para retomar la obsesionante expre­ sión de Kant, "denn die Vernunft hat auch ihre Geheimnisse".* No es improbable pero tampoco seguro que estos "secretos de la razón" comprendan el élan vital de Bergson. De lo que no cabe duda es del vigor con que los lógicos modernos han reaccionado contra el confuso lirismo de su teoría intuitiva y vitalista de la duración interior. Aplicados al futuro, los principios de identidad, tercero excluido y de no contradic­ ción parecen tener consecuencias deterministas. Por otra par­ te, el subjetivismo evolucionista de Bergson había concen­ trado su atención en el papel organizador que desempeña el tiempo en las operaciones mentales. Pero ofrecía pocas razo­ nes válidas para elegir entre los diversos esquemas, algunos de los cuales eran solipsistas por completo, del flujo tempo­ ral. El desarrollo de lógicas multivalentes, que no sólo admi­ ten lo "verdadero" y lo "falso", sino toda una gama de aspec­ tos indeterminados, neutros y potenciales, tiene por objeto aclarar esos problemas. En 1908 N. E. McTaggart demostró por vez primera que el tiempo es irreal. L'evolution creatrice de Bergson apareció un año más tarde. Las refutaciones de McTaggart y las críticas de Bergson se encuentran en el ori­ gen de la moderna "lógica de los tiempos verbales". Las pre­ guntas planteadas están lejos de ser nuevas. ¿Cómo puede ser legítima la lógica de los enunciados de contingencia fu­ tura? ¿Qué posición podemos acordar a "siempre"? ¿Es posi­ ble planear un sistema lógico consistente que concrete la afirmación de que el tiempo tendrá un fin?33 La novedad reside en el rigor y el poder formal del cálculo infinitesimal 33 Para un examen de la "prueba" de McTaggart cf. G. Schlesinger, "The Structure of McTaggart’s Argument" (Review of Methaphysics, XXIV, 1971). La mejor historia de la "lógica de los tiempos verbales" y la más completa investigación sobre los temas involucrados se pue­ den encontrar en los dos libros de A. N. Prior, Past, Present and bésc.]*[ Future, Oxford, 1967, y Papers on Time and Tense, Oxford 1968. orquelazóntim P

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a que son sometidos los tiempos. Por primera vez, ese factor inestable que es el futuro, es formalizado en una lógica modal estricta. No me siento capaz de emitir juicio alguno sobre los resultados, pero algunos exhiben evidente ingenio y poder de sugestión poética. Sin embargo, me interesa subrayar hasta qué punto la "lógica de los tiempos verbales" es sensible a la naturaleza intensamente problemática del lenguaje en cuanto habla de mañana. Aun cuando se vuelva meta-matemática, la "lógica de los tiempos" nunca pierde de vista cómo la capa­ cidad del hombre para hablar de "los combates navales de mañana" posee el extraño poder de dar forma al mundo. Mucho más difícil de establecer que la historia de los aná­ lisis formales del futuro en sí son los avatares de los "futu­ ros" humanos concretos y del optativo. Como hice ver antes, carecemos de una crónica semejante y apenas contamos con una idea muy vaga de cómo serían sus materiales y sus testi­ monios documentales. No obstante, es muy probable que la naturaleza misma de las convenciones sociales y psicológicas que gobiernan el futuro haya cambiado, que las diversas cul­ turas no se hayan servido siempre de las mismas herramien­ tas lingüísticas para transmitir la inducción y la premoni­ ción. Así es patente en la literatura, el rito y el estudio comparativo de los giros idiomáticos. Hemos dejado de sentir y de expresar las modalidades de lo aleatorio, de lo fortuito y de la previsión como lo hacían los jonios del siglo VI antes de Cristo. ¿Pero de qué modo, aun volviéndose esclavo de la filo­ logía, se puede recobrar el "futuro del pasado" si se tiene en cuenta que los conceptos del futuro son a la vez la causa y el efecto de un conjunto de variables sociales, históricas y religiosas de la comunidad lingüística correspondiente? De nuevo, corremos el peligro de girar en redondo sirviéndonos del lenguaje para explicitar o traducir reflejos lingüísticos anteriores o caídos en el olvido. Me limitaré a indicar algunas de las sinapsis y de los pivotes que debería buscar un histo­ riador eventual de las formas del futuro en algunas gramá­ ticas occidentales (obsérvese cómo es restringido este campo de acción).34 34 Idealmente, una historia de los "futuros pasados" debería empezar en la prehistoria. Las prácticas funerarias del hombre de Neander­ thal y la evolución del tabú del incesto sugieren desde los orígenes un interés evidente por la proyección real y simbólica hacía el futuro. La cuestión de la precisión y del grado de refinamiento del sentido del tiempo en las culturas prehistóricas es objeto de discusiones en la actualidad. Algunos testimonios dejan suponer un nivel impresio-

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Los futuros desempeñan un papel m a y o r en la sintaxis “sin tiempos verbales” del hebreo del A ntiguo T estam ento. Intem­ porales pero pronunciadas en el tiem po, las p alab ras de Dios se entretejen estrecha pero extrañ am en te con la inteligencia de un pueblo sometido a una escala de tiem po particular, de inspiración escatológica. Al parecer, en tiem pos m uy antiguos se hacía una distinción crítica en tre dos tipos de presciencia. Según prescribe el Deuteronomio (1 8 :1 0 ), n ad ie debe practicar la adivinación ni ser "agorero ni a d iv in o " (cf. Levítico, 19:26). Como proclama la parábola de B alaam , precisamente porque la ley prohíbe la adivinación "n o hay encantam iento contra Jacob ni tampoco hay adivinación c o n tra Isra e l". La nigromante, la pitonisa de Endor, so sten ía q u e descifraba las intenciones ocultas de Dios en lugar de le e r su v o lu n ta d mani­ fiesta. El vínculo del verdadero p ro feta ( n a b i) con el futuro es, en el periodo clásico de la sensibilidad hebrea, inimitable y complejo. Es una certidum bre "evitable". E n la m edida en que se limita a transm itir la palabra de D ios, el profeta no sabría equivocarse. Sus futuros son tau to ló g ico s. El futuro se encuentra íntegramente presente en la p resen cia literal de su discurso. Pero al mismo tiempo, y esto es decisivo, el hecho de enunciar el futuro lo vuelve susceptible de m odificación. Si el hombre se arrepiente y cam bia su c o n d u cta, Dios pue­ de imprimir una curva im prevista al arco del tiem po. Sólo el ser divino es inmutable. La fuerza, la certid u m b re axio­ mática de la predicción del profeta se debe precisam ente a que puede no realizarse. De Amós a Isaías, el p ro fe ta verda­ dero "no anuncia un decreto ineluctable. In su fla el mensaje de un desastre en el poder de decisión que co m p o rta el ins­ tante de manera que ese poder apenas sea afectado".35 El abrupto razonamiento que da al tra ste con el tiem po en el ca­ pítulo 5 del lib ro de Amós es característico a este respecto. Israel ya no podrá levantarse, "no hay quien lo levante". Pero simultáneamente, en el plano de la p o ten cialid ad absoluta nante de pronóstico simbólico y m atem ático. Cf. A. T hom , Megalithic Lunar Observatories, Oxford, 1971. Las consecuencias lingüísticas po­ drían ser muy amplias. Pero igual que en el caso de c ie rta s hipótesis suscitadas por los jeroglifos mayas, las pruebas siguen siendo conje­ turales y probablemente escapan a toda evaluación rigurosa. 35 Martin Buber, The Prophetic Faith, Nueva York, 1949, p. 103. A todo lo largo de esta sección me he apoyado tam b ién en E rn s t Sellin, Der altestamentliche Prophetismus, Leipzig, 1912, C. A. Skinner, Prophecy and Rel igion, Londres, 1922, y Shalon Spiegel, The Last Trial, Nueva York, 1969.

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cuya secante corta el tiempo humano, el profeta recuerda la promesa del S eñor: "Buscadme y viviréis," Así, "tras cada pronóstico del desastre se disimula una alternativa oculta".36 Es precisamente este doble espesor de la tarca profètica lo que hace de la historia de Jonás una comedia intelectual Una profunda alteración se inaugura con Isaías y con la aparición de la palabra Teudah, "testimonio". En Isaías 11, la profecía mesiánica "que hasta ese momento se había man­ tenido en la densa realidad de la hora presente y su cortejo de potencialidades, se transforma en 'escatologia' ”.37 De ahí en adelante la promesa mesiánica verá enriquecerse sus ma­ tices optativos y de futuro indefinido. El redentor está laten­ te en las decisiones históricas de los hombres, es la consecuencia fluctuante y el agente de la vuelta del hombre a Dios. Después del desastre que tuvo lugar en Megiddo en 609 a. C., la voluntad de Dios se volverá un enigma, afirma Buber. Jere­ mías es un bachun ("atalaya") que se empeña en resolver tal enigma a través de una toma de conciencia moral. En este punto, la gram ática humana interviene directa y creativamen­ te en el m isterio de la palabra divina, La llamada del "vigía" tiene una función vital de exteriorización: Jeremías "debe decir lo que Dios hace".38 No augura: glosa y comenta. De ahi un diálogo paralelo, desconocido hasta entonces, un diálogo de "igual a igual" entre Jeremías y Dios. Con Ezequiel finaliza la tradición profètica original, El se yergue en las fronte­ ras de la profecía y el apocalipsis, entre el mensaje claro y el código hermético. Las imágenes y elementos que animan su pronóstico son de inspiración casi helénica o persa, Pero en sus form as iniciales los textos profèticos del Anti­ guo Testam ento manifiestan una comprensión única de las relaciones de la palabra y el tiempo. Un respeto absoluto de la alianza, una rigurosa observancia de la ley, pone a la casa de Jacob en arm onía con todo lo que lo desconocido tiene de "natural". O, para decirlo de otro modo, lo "desconocido" del futuro pierde toda importancia, se vuelve ontològica y éticamente trivial. Sólo cobra una coloración verdadera y tangible, ya sea de amenaza, ya sea de ilusión, en virtud del fracaso humano, de sus errancias y apartamientos de la ley. No hay ninguna amenaza, ninguna lamentación del profeta que no esté contenida de antemano y por completo en el acto de la 36 Buber, op. cit., p. 134. 37 Ibid., p. 150. 38 Ibid., p. 166.

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transgresión. Como también lo está la prom esa divina de un futuro susceptible de ser revocado, o retenido. "Yo sanaré su rebelión —proclama Dios por boca de Oseas— porque mi ira se apartó de ellos." La sintaxis dom inante, que nunca podrá ser comparada con ninguna otra, es la de un " futuro presente", la de una anticipación que es tam bién, desde que el hombre es hombre, recuerdo y tautología. Para el judaismo antiguo, la libertad del hombre se inscribe en la comple­ ja categoría lógico-gramatical de la reversibilidad. La pro­ fecía es auténtica: lo que ha sido anunciado debe ser. Pero no necesariamente, pues Dios es libre de no corroborar sus ver­ dades declaradas. El presente que rige sus relaciones eternas con Israel confirma pero también socava el tiem po verbal. (Aunque podía afirm ar que sentim u s nos aeternos esse, Spinoza, al igual que Jonás, juzgaba que la p aradoja de una necesidad no cumplida era un insulto p ara la filosofía.)* Los futuros condicionales de la profecía hebrea contrastan tajantemente con lo que bien podría llam arse la ambigua fa­ talidad del oráculo griego. El oráculo, por lo menos durante las primeras etapas de la historia griega, nunca se equivoca (en el curso de las guerras pérsicas, Delfos se revelaría fali­ ble y poco digno de confianza). Los futuros del oráculo ma­ nifiestan un rígido deterninism o. Aquí, com o en la gramática de la maldición, las palabras no pueden revocarse, ni alterarse los desenlaces de la fatalidad. Pero suele o cu rrir que la jerga de los dictámenes oraculares se preste a interpretaciones en­ contradas. Las palabras de la pitonisa tienen tantos entron­ ques como los caminos que salen de Daulis. No es raro que quien consulta al oráculo lea tergiversadam ente las respues­ tas gnómicas. En realidad, quienes consultan al oráculo se limitan a desentrañar su sentido. Tal confrontación entre el mensaje engañoso y el individuo llam ado a rom per el código es rasgo característico de la vida intelectual griega. El augur "descifra un criptograma con ayuda de una clave".39 Aquí nacen las relaciones ambivalentes que, m ás tarde, se trans­ formarán en conflicto, entre la adivinación del oráculo y el pronóstico científico.40 A medida que se desarrollan la filoso­ fía y la ciencia, van a tratar de diferenciar sus propios meca­ nismos de hipótesis silogismo de los del a rte adivinatorio. Este último es de origen arcaico y patológico. En Fed ro, 39 F. M. Coraford, Principium Sapientae: A Stu d y o f the Origins of Greek Phitosophical Thought, Cambridge, 1952, p. 73. osqutn.] rem *[C 04Cf. Cornford, pp. 133-137.

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Platón identifica cuatro formas de locura de inspiración divina. La urbanidad civil de la adivinación disimula modos de éxtasis profètico. Los griegos no ignoraban que las profecías de los cham anes remiten a una región híbrida, crepúscu­ lo donde se confunden los hombres y los dioses, era meta­ mòrfica de agitación e inestabilidad donde las instancias adivinatorias flotaban libremente en la conciencia abierta, y todavía deficientem ente circunscrita, de los mortales. Como Dodd advierte, las form as lingüísticas indoeuropeas asocian profecía y locura.41 De estas tradiciones de posesión visionaria y de adivina­ ción inductiva nace un tipo particular de libre fatalismo. Buena parte del teatro y de la teoría de la historia griega se apoya en las tensiones que tienen lugar entre la necesidad realizada y la acción significante.42 Con mayor intensidad que cualquiera otra form a de la cultura, la tragedia griega y la historia de Tucídides vuelven manifiesta la coexistencia, el juego dialéctico y recíproco de lo que a pesar de encon­ trarse absolutam ente previsto, anonada y astilla el pensamiento. Sabemos lo que le espera a Agamenón cuando entre a su casa, cada avatar del agon ha sido anunciado y preparado. Sabemos con exactitud lo que Edipo descubrirá y, si vamos a la raíz de las cosas, él también lo ha sabido desde siempre. Pero, contados, cada relato y cada representación de la leyen­ da renuevan nuestra conmoción. La visión trágica de la literatura griega descansa en esta paradoja insondable: el acontecimiento más previsible, más obediente a la lógica in­ terna de la acción, es también el que más sorprende. Tratemos de im aginar la extraña, sutil náusea que nos invadiría si Agamenón saltara fuera de la red, si Edipo oyera a Yocasta y dejara de preguntar. La libertad —la voluntad de hacer zarpar la expedición de Sicilia aun cuando todos los presa­ gios y el pulso mismo de una clarividencia instintiva dele­ trean el desastre— es la contraparte de la necesidad. Las últimas palabras que intercambian Etéocles y el Coro en Los siete contra Tebas son el mejor ejemplo de libre fatalismo. El conocimiento que tiene Etéocles de que la muerte lo aguar41 Cf. E. R. Dodd, The Greeks and the Irrational, University of California Press, 1951, cap. III. (Hay edición cspañola.) 42 Cf. William Chase Green, Moira: Fate, Good and Evil in the Greek Thought, Harvard, 1944. El cap. IX contiene una exposición bien docu­ mentada de la fuerza del fatalismo en las diferentes form as y períodos del pensamiento griego.

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da en la séptima puerta no vuelve fútil su acción; muy por el contrario, la eleva, confiriéndole la dignidad del significado. Los hombres se mueven, por así decirlo, en los intersticios, en las fracturas de los malentendidos abiertos por el oráculo o bien en un espacio de necesidad vuelta coherente por la adivinación. Se trata de un cuadro psicológico y sintáctico extraordinariamente complejo. Pero quizás es el que mejor de todos se adapta a la textura real de las cosas. De ahí se deriva el estoicismo con su vigorosa voluntad de regocijo ante el rostro de lo desconocido y lo inhumano. Quien haya intentado la traducción de ciertos pasajes claves de Esquilo o de Heráclíto sabe bien que el idioma donde la libertad se mueve en el seno de lo inevitable, donde elección y necesidad se traslapan, sólo puede transm itirse aproximadamente a otra lengua. La versión que da Cicerón, en De Divinat ione y De Fato, ya ha perdido el temple paradójico del original griego. Probablemente Yeats se acerca más en "Lapis Lázuli": They Know that Hamlet and Lear are gay; Gaiety transfiguring alt that dread. [Saben que Hamlet y Lear están alegres; la alegria transfigura todo lo terrible.] A todas luces, el cristianismo primitivo debe mucho al he­ cho de haberse bañado en un clima de expectación dominado por la escalología y el miedo del apocalipsis. Los fantasmas del año Mil estuvieron presentes en todos los momentos y lugares de la sociedad mediterránea y del Cercano Oriente. Virgilio, en la célebre enunciación de la Cuarta Egloga, parece haber expresado una verdad afectiva unánimemente compartida: ultima Cumaei venit iam carminis actas; magnus ab integro saeclorum nascitur ordo. iam redit et Virgo, redunt Saturnia regna; iam nova progenies caelo dimititur alto. [Ya llega la última edad anunciada en los versos de la Sibila Cuma; ya empieza de nuevo una serie de grandes siglos. Ya vuel­ ven la Virgen Astrea y los tiempos en que reinó Saturno; y una nueva raza desciende del alto cielo.] “La gran edad del mundo comienza de nuevo" gracias a

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la resurrección del dios; gracias al fuego purificador y en vir­ tud de la iniciación personal del individuo en los misterios de la vida eterna. ¿En qué medida eran literales estas expec­ tativas? ¿Qué peso tenían sobre la conducta social concreta? Tenemos algunos indicios sobre las visiones de ciertas sectas extremistas, sobre las retiradas de un mundo cuyo fin no estaba lejos, sobre los preparativos para la hora fatídica llevados a cabo por las comunidades fanáticas y por los adeptos al culto de Mitra. Para no pocos judíos y judios conversos al cristianismo, la destrucción del templo de Jerusalén marcó un hito en el tiempo. Pero casi desde el comienzo, y sobre todo en el Cuarto Evangelio y en el Apocalipsis, una escatologia simbólica recubre las motivaciones psicológicas e his­ tóricas. No es posible imaginarse cómo el sentido del tiempo, las gramáticas de la expresión temporal sufrieron mutaciones instantáneas o radicales entre los primeros cristianos y los ini­ ciados a las religiones del misterio. Ciertos testimonios suj ie­ ren que, por un momento al menos, se consideró el adveni­ miento de Cristo como algo inminente, un acontecimiento que, si bien ocurriría en el tiempo, lo daría por terminado. Pero como el Sol contumaz se obstinaba en salir normalmente, la anticipación se transformó en calendario milenario, rastreo numerológico y criptográfico de la fecha verdadera de su retorno. Paulatinamente, este sentimiento de un futuro especular pero exacto fue transformándose, al menos para la tradición ortodoxa, en un tiempo pretérito. El Redentor ya había vuelto; y cada sacramento actualizaba y convertía en presente ese "pasado". Aun los más lúcidos cristólogos modernos se ven obligados a enunciar esa paradoja: "Según parece, debemos decir que para la Iglesia primitiva 1a venida de Cristo se ubicaba simultáneamente en el presente y en el futuro."43 Esa realidad simultánea no podía ajustarse a ninguna sintaxis conocida. El acontecimiento, tan concreto y aterrador como se haya pensado, "no tiene nada que ver con nuestro sistema de cómputo temporal". El misterio de la transubstanciación, reactualizado y vuelto a vivir en cada misa, obedece a una lógica del tiempo que le es propia. En­ carna literalmente, según Dodd, una "venida de Cristo que es todo en uno, pasada, presente y futura'' 44 43 C. H. Dodd, The Coming of Christ, Cambridge, 1951, p., 8. 44 Ibid, Cf. también Ern st von Dobschütz, "Zeit und Raum im Denken des Urchristentums", Journal of Biblical Literature, XLI, 1922, y dos importantes artículos debidos a Henri-Charl es Puech, "La Gnose

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Estas antinomias y suspensiones soberanas de la gramática habitual de los tiempos verbales se repiten en el curso de la historia de Occidente en los movimientos m ilenarios y funda, m entalistas. Una y otra vez, las asam bleas secretas, los illu. minati, las comunidades mesiánicas han proclam ado la inm ínente clausura del tiempo, em peñándose en actuar en consecuencia. Los paniques de l'an mille, analizados por Hen­ ri Focillon, los visionarios adam itas de la baja Edad Media, los miembros de la Quinta M onarquía en la Inglaterra del siglo xvn, las "iglesias condenadas" que ah o ra proliferan en el sur de California» reproducen una m ism a lengua. Mañana n o habrá mañana. La promesa del Apocalipsis está al alcance de la mano : "Ya no habrá más tiem po." Para la sociolingüística, resultaría apasionante establecer en qué medida esas convicciones imprimen nuevas form as a los hábitos lingüís­ ticos. Pero los documentos son casi inexistentes. La historia de las sectas visionarias ha sido reconstruida en su mayor parte a partir de los distorsionados testim onios de los ven­ cedores que las aniquilaron. Sólo subsistena algunos jirones que exasperan a fuerza de dejar en ascuas. Se recuerda que, en Rusia, los antiguos creyentes, atraídos p o r el m artirio y el ascenso inmediato al reino de Dios, em pleaban con avaricia, si llegaban a hacerlo, el tiempo fu tu ro de los verbos.45 Son abundantes las publicaciones sobre el aspecto lineal y la duración-infinita-del-tiempo percibido introducida por las físicas de Galileo y Newton.4* Los escrúpulos religiosos de Newton lo inhibían impidiéndole ex traer las consecuencias temporales tan claramente implícitas en su teoría de la mecá­ nica celeste. Pero sus sucesores, en p a rtic u la r Buffon, no se arredraron ante las inmensas proporciones de tiempo que autorizaba, y en realidad exigía, un m odelo evolucionista meet le temps", Eranos-Jahrbuch, xx, 1951, y "Temps, histoire et mythe dans le christianisme des premieres siècles", Proceedings of the VI I th Congress for the History o f Religion, A m sterdam , 1951. Un aná­ lisis estimulante pero muy sintetizado de las doctrinas cristianas pri­ mitivas del tiempo y del futuro, con particular referencia a San Irineo y su ascendiente sobre San Agustín, puede ser encontrado en Mircea Eliade, Le Mythe de l'éternel retour: archétypes et répétition, París, 1949. 45 Debo este impresionante detalle a una com unicación personal del profesor James Billington, de la Universidad de Princeton. 46 En particular A. Koyré, La Révolution A stronom ique, París, 1961, y Études newtoniennes, París, 1968. Para el trasfondo general,cf.Stephen Toulmin y June Goodfield, The Discovery o f T im e, Nueva York, 1951.

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canicista de la tierra y del sistema solar. Un sentimiento del espacio abierto e ilim itado anima las ciencias y la reflexión sobre la naturaleza de finales del siglo XVII y de todo el XVIII; es la confianza de que se dispone de tiempo y mundo suficien­ tes para que incluso las imaginaciones más ambiciosas puedan respirar librem ente. No se es ya prisionero de los mundos cristalinos y concéntricos, como en Kepler, ni del vértigo ante el vacío como en P ascal; la nueva cosmografía se define por una lógica de los encadenamientos infinitos. Ya distinguimos su tonificante nota desde 1686, en las poesías de los espacios ilimitados y de una eternidad ordenada, en el discurso de Fontenelle, S u r la pluralité des mondes. Las especulaciones astronómicas de Kant, consignadas en Allgemeine Naturgeschichte und Theorie des Himmels en el decenio de 1750, conjugaban un determinismo de origen di­ vino con la prom esa de un futuro sin límites: "El infinito del tiempo, su encadenam iento en el futuro, que no agotan la Eternidad, anim an en su totalidad el espacio donde Dios está presente, e introducen allí gradualmente el orden conforme a la excelencia de su plan." En un sistema de coordenadas newtonianas y kantianas, el tiempo y el número infinitos son derivación necesaria de la presencia del Creador: en la pala­ bra "presencia" —todavía más en Gegenwart— se funden la eternidad tem poral y espacial. En cuanto se restrinja el tiempo, observaba Newton lacónicamente, deberá limitarse la fuer­ za de las leyes de la naturaleza y la omnipotencia inicial de Dios. Y sin embargo, tom ada al pie de la letra, la creencia en "una sucesión infinita y futura de tiempo que no agota la eternidad", no duró mucho. Por lo menos para algunos espíri­ tus inquisitivos, no podía mantenerse intacta después de la publicación, en 1824, de Réflexions sur la puissance motrice du feu et les m oyens propres à la développer de Sadi Carnot. Allí se encontraban formulados de manera preliminar, los principios de la entropía a los que la Mémoire de Clapeyron daría en 1834 m ayor rigor matemático. Se exponía por vez primera, y no en términos de especulación apocalíptica o de conjetura m etafórica sino con una soltura casi instintiva en la deducción algebraica y mecánica, la primera de una serie de teorías relativas al carácter del flujo de energía. La flecha del tiempo está orientada en una dirección. El universo está gobernado en realidad por procesos termodinámicos que tienden paulatinam ente al equilibrio y, por ende, a la inercia. Más allá

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del punto cero y del cese de toda producción de energía de­ rivada del movimiento de las partículas, no puede haber nin­ gún "tiempo". A partir de un cuadro estadístico de suficiente amplitud, puede mostrarse que la gramática del tiempo futuro es finita, que la entropía alcanza un máximo donde el futuro se detiene. Aun si nos limitamos a considerarlo como un paradigma estadístico ideal que se aplica sólo cuando se trae a colación la naturaleza discontinua de la materia a escala microscópica, el principio de Clausius-Carnot es el resullado de un extraordinario salto de la mente humana. Para concebir y calcular un término a los intercambios de energía en su propio cosmos, el cerebro debe accionar sus centros más sutiles y más altivamente abstractos. Pocos textos como el tratado de Carnot llegan a ilustrar de modo tan exacto la dignidad única del pensamiento humano y los riesgos que corre. ¿Cuál ha sido la influencia de la Segunda Ley de la Termo­ dinámica en la sensibilidad y el lenguaje? Es difícil reconstruir la "historia interior" del concepto de entropía y de sus relaciones con la conciencia filosófica y lingüística contemporánea,47 Account of Carnot's Theory, pu47No existe una historia adecuada de las implicaciones filosóficas y psicológicas de la formulación del principio de entropía. Die Königin der Welt un d ihre Schatten, Jena, 1909, de F. Auerbach y La Dégradation de l'energie, París, 1909, de B. Brunhes son dos obras importantes de difusión del concepto da degradación universal del calor. El libro de divulgación de Hans Reichenbach, The Direc tion of Time, University of California Press, 1956, contiene agudas observaciones referidas a la lógica de la entropía. El vol. II de A History of European Thtought in Nineteenth Century, Edimburgo y Londres, 1927, debida a J. T. Merz, sigue siendo útil en cuanto al contexto histórico general de la teoría termodinámica. Una perspectiva de conjunto y una síntesis de los más recientes aspectos cosmológicos de la Segunda Ley de la Termo­ dinámica pueden ser encontrados en la obra de Wilson L. Scott, The Conflic t Between tomism and Conservation Theory 1644-I860, Londres y Nueva York, 1970. y en el articulo de F. C. Koening, ''The History of Science and the Secónd Law of Therm odynamics", en H. M. Evans (comp.). Men and Moments in the History of Sciences, Seattle,195. La formulación más completa y rigurosa die la ley de Claussius-Carnot y de sus implicaciones mecánicas puede ser encontrada en la obra de G. N. Hatsopoulos y de J. H. Keenan, Principles o f General Thermodynamics, Nuevo York, 1965. No se puede decidir si todas las transformaciones de energía llegarán "finalmente a un fin" o, si como Boltzmann argumentaba, vivimos en un universo de "tiempos diferentes" separados por espacios inmensos. Ciertas consideraciones astrofísicas recientes y el principio de Plank según el cual la evolución de cualquier sistema puede ser vista como un incremento de energía

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blicado en 1849 por W. Thomson (Lord Kevin) ha contribuido ampliamente a extender el análisis de lo Irrever sibilidad. Sin embargo, la palabra "entropía" y la aplicación de la idea de degradación del calor al conjunto del universo se dehe a un artículo de Clausius publicado en los Annalen der Physik und Chem ie correspondientes a 1865. Este texto contiene la cele­ bre sentencia " die Entropie der Welt strebt einen Maximun zu."["La entropía del mundo tiende a su máximo"]. No está probado que la generalización cósmica de la Segunda Ley de la Termodinámica sea matemática o empíricamente válida. El mentís que Boltzmann da a Clausius en su obra sobre la teoría de los gases ha sido a su vez refutada. Pero basta recordar el estridente rechazo de la entropía hecho por Engels y cómo los manuales soviéticos sobre termodinámica niegan el concepto de la "degradación universal del calor" para darse cuenta de que se encuentran en juego cuestiones de la más alta importancia filosófica y política. Mi pregunta es más precisa. L a noción de una muerte tér­ mica del universo, del nuestro al menos, ¿afcctó la coloración psicológica del tiempo futuro y las convenciones lingüísticas que rigen su empleo? ¿Se podría afirmar que los futuros del habla occidental posterior a Carnot y Clausius han alcanzado en algún grado un punto terminal o de "alto empleo"? El buen sentido sólo es convincente a medias cuando replica que las remotas inmensidades del tiempo consideradas en las especulaciones teóricas sobre la entropía no pueden conmover a una imaginación sana, que los magnitudes y las generalidades estadísticas de este orden no son vividas de un modo concreto. Imágenes y representaciones escatológicas de una dis­ tancia y grado de abstracción comparables si han tenido un ascendiente en etapas posteriores de la historia sobre ciertos esquemas afectivos y lingüísticos. Hay estados de ánimo en los que la inmensidad indistinta apremia concretamente. Recuerdo el desconcertante impacto interior que me provocó de niño, la revelación de que, de acuerdo con las leyes de la si el sistema es incorporado a un sistema más ampilo y comprensivo, sugiere vigorosamente que el todo se precipitara hacia su agotamiento aun si ciertas partes muestran un grado bajo de emtro pia. Este prin­ cipio, aunque conduzca a la desagradable co nsecuencia de que un dia nuestro universo estará completamente agotado y consumido y dejará de ofrecer posibilidades de existencia a sistemas tan inigualables como los organismos vivos, por lo menos nos proporciona una dirección del tiempo; el tiempo positivo es la dirección hacia un mayor grado de entropía". (Reinchenbach, op. cit., p. 54.)

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term odinám ica, el sol aniquilaría in ev itab lem en te los planetas vecinos y, ju n to con ellos, las obras de S h a k esp eare, Newton y Beethoven. Como en la parábola d e C an e tti, to d o problema reside en la nitidez de la percepción. A contecim ientos sitúados a mil millones de años se d ejan c o n c e p tu a liz a r perfectamente por el cálculo m atem ático y el len g u aje, p ero escapan a la captación por imágenes, a las an alo g ías fu n d a d a s en los sentidos. ¿Y cuando se tra ta de m illones de añ o s o de medio millón, o de cinco generaciones? La c alid ad y n a tu ra le z a de la impresión recibida varía según las d iv ersas c u ltu r a s y niveles profesionales. Las duraciones form idables tie n e n distintas re­ sonancias en la conciencia de un astro físic o , d e u n geólogo o de un vendedor de seguros. Los h o riz o n te s tem p o rales de la civilización maya parecen h ab er excedido p o r m ucho y en virtud de una expansión deliberada a los d e o tra s culturas de América Central. El indoeuropeo y la a n tig u a aritmética india acusan una singular fascinación p o r la s se rie s numéricas y las proyecciones del tiem po e x te n d id a s a l in fin ito .48 Pero cualquiera que sea el grado de d iv e rsid a d in d iv id u a l y cultu­ ral, existe un punto en el tiem po, ex iste n c o o rd e n a d a s de la muerte térmica donde la am enaza de e n tro p ía m áx im a podría cargarse de realidad para la conciencia co lectiv a. E n este caso, sería necesario que los fu tu ro s v erb a le s evolucionaran o adoptaran una m áscara estilizada y p ro p ic ia to ria de artificio como quizá debieran haberlo h ech o d esd e C a rn o t. Cuando se saben condenados, los hum anos e n c u e n tra n eufemismos idiomáticos complejos para a te n u a r c u a lq u ie r d isc u rso sobre "pasado mañana". Desde u n p u n to d e v is ta p síq u ic o y sociolingüístico, al igual que desde la p ersp ectiv a d e la historia de la cultura, sería in teresan te sab er m á s so b re el punto donde se eclipsa la im aginación fu tu ra de la s d iv ersas épocas y civilizaciones. Hay algo m ás que u n in g e n io so ju eg o de pa­ labras cuando Lévi-Strauss dice que la cien cia del hombre es la entropología.49 48 C f. K art M enninger, N um b e r W o rd s a n d N u m b e r S y m b o ls, Cambridge, M ass., y Londres, 1969, pp. 102-103 y 135-138. 49 R ecientem ente se h an d a d o c o n ju n c io n e s f a s c in a n te s e n tre entro­ pía y lenguaje o, p ara se r m á s ex a cto s, e n t r e te r m o d in á m ic a y teoría de la inform ación. La noción d e que l a in fo rm a c ió n p u e d e s e r tratada com o "en tro p ía negativa" se o rig in a e n la s o b ra s d e L e o Szilard y N orbert W iener. H a sido d e s a rro lla d a d e s d e e n to n c e s , notablem ente por León B rillouin en Science a n d In fo r m a tio n T h e o r y , N u e v a York, 1962, y S cien tific Un ce rta in ty a n d I n fo r m a tio n , N u e v a Y o rk , 1964. El in ten to de re fu ta r la conocida p a r a d o ja d e M ax w ell — u n decredm ien-

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Aun estos ejem plos superficiales deberían sugerir que las formas que adopta el tiempo se encuentran arraigadas en la gram ática. El empleo de modos gramaticales que condicionan la inducción "se efectúan gracias al lenguaje y no es, en cam­ bio, atribuible a nada inevitable o inmutable en la naturaleza del intelecto hum ano".50 El tenso resorte de causa y de efecto, de hipótesis y justificación, de validación por medio de la repetición, indispensable para un desempeño normal de la afectividad, es tam bién inseparable de la estructura del len­ guaje, de una sintaxis del mundo tal y como éste "ha sido descrito y anticipado por las palabras".51 Por una vez, están de acuerdo los poetas, los lógicos formales y el sentido común. La dificultad surge cuando ensayamos saber si la práctica del lenguaje real determ ina los esquemas temporales subya­ centes o si los refleja y, en todo caso, en qué medida. ¿Están en lo cierto los lógicos, com o Nelson Goodman, cuando pre­ tenden d a r p o r supuesto que todos los lenguajes materializan el tiem po del m ism o m odo o, más exactamente, cuando suponen que toda lengua natural puede prestarse a cualquier tem poralidad concebible? ¿O más bien las pruebas van en el sentido de la imagen, elaborada después de 1880 por el orien­ talista y etnolingüista Friedrich Max Mueller, "de filosofías fósiles y de psicologías del tiempo enterradas junto con las gram áticas respectivas?" ¿La historia tiene una escala crono­ lógica suficientem ente vasta para registrar, en estratos más profundos que los de la moda idiomàtica, las modificaciones reales y significativas del sentido del tiempo en el hombre? Los estudios empíricos, escasos a decir verdad, se han con­ centrado en el hebreo bíblico y el griego clásico. Die hebräischen S yn o n yma der Zeit und Ewigkeit genetisch und sprachvergleichend dargestellt publicado por C. Von Orelli en 1871, to en la entropía efectuado sin ningún gasto evidente de trabajotratando a la inform ación y el conocimiento como especies de energía es muy sugestivo. Pero sigue siendo excesivamente difícil de registrar, ya no digam os de cuantificar. El concepto einsteniano de la transfor­ mación de m asa en energía es una cosa; la transformación análoga del saber o elem entos de información, en energía, es algo muy distinto. 50 Nelson Goodman, Fact, Fiction and Forecast, Londres, 1954, p. 96. Cf. la crítica de Goodman emprendida por S. F. Barker y P. Achinstein, "On thè New Riddle of In d u ctio n , Philosophical Review L X I X , 1960, y la réplica de Goodman en "Positi onality and Pictures", The Philosophy of Science. P. H. Nidditch (comp.), Oxford, 1968. 51 Goodman, op. cit., p. 117. Cf. la discusión de G. H. von Wright sobre las "gram áticas de tiempo" alternativas en Time, Change and Contradiction, Cambridge, 1969.

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es el primer intento metódico de vincular las posibilidades y restricciones gramaticales con el d esarrollo de conceptos ontológicos primarios como el tiempo y la etern id ad . Se sabe des­ de hace mucho que el marco indogerm ánico de una tempora­ lidad de triple espesor —pasado, presente, fu tu ro — no tiene una contrapartida en las convenciones de los tiem pos propias de las lenguas semíticas. El verbo hebreo contem pla la acción como algo incompleto o consumado. Aun el griego arcaico cuenta con formas verbales precisas, ricas en m atices, para explorar el paso lineal del tiempo en tre el pasado y el futuro. Esas modalidades no se desarrollaron en hebreo. E n las len­ guas indoeuropeas, "el futuro es pensado la m ayoría de las veces como si estuviese ante nosotros, m ien tras que enel hebreo los acontecimientos futuros siempre son expresados como si vinieran después de nosotros''.53 Pero entonces, ¿en qué rela­ ción están estas oposiciones con la m orfología y evolución contrastadas del pensamiento griego y hebreo, con el código histórico de la Biblia y el de H erodoto? La convención de que los hechos hablados sean estrictam ente contem poráneos de la presencia del locutor, convención —K irk eg aard lo vio bien— que es esencial para las doctrinas heb rea y cristian a de la revelación, ¿es el punto de partida o la consecuencia de las formas gramaticales? Lo ignoramos porque, una vez m ás, dam os vuelta en re­ dondo. La estructura lingüística verteb ra y parece organizar tanto la concepción dominante com o la posición filosófica; pero es a través de un texto filosófico o r itu a l com o definimos la base gramatical. Si en las lenguas sem íticas, " la noción de recurrencia coincide con la duración" ,53 ¿qué apareció pri­ mero: la regla léxica y gram atical o la im agen m ental, cuya fuente más verosímil sería la especulación sobre la órbita de las estrellas? Es trivial, pero necesario, in sistir en la reciprocidad entre 52 Thorlief Boman, Hebrew Thought C om pared w ith Greek, Lon­ dres, 1960, p. 51. El tratam iento que da B om an a lo s tex to s individuales y a las etimologías es fascinante, pero sus tesis su fre n de una consi­ derable ingenuidad antropológica y herm enéutica. L a presuposición de que se pueden "traducir" la sem ántica del an tig u o hebrea y los modos lingüísticos griegos a los nuestros, la proposición de que la "idiosincrasia de una nación, de una fam ilia de naciones, o de una raza encuentra expresión en el lenguaje peculiar de ellos" no puede ser dada por verdadera. Son justam ente estos puntos los que requieren demos­ tración. Cf. también el análisis de las "tem poralidades" hebreas en el libro de John Marsh The Fulness o f Tim e, L ondres, 1952. 53 Boman, op. cit., p. 136.

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gramática y concepto, entre formas lingüísticas y peso cul­ tural. Los intrincados surcos donde se entrecruzan la posi­ bilidad y la limitación, los potenciales neurofisiológicos rami­ ficados pero no infinitos de actualización, nos preparan, según modos que apenas podemos conjeturar esquemáticamente, ese todo complejo que son la gramática y el sistema simbólico de referencia. Es probable que el juego dialéctico sea cons­ tante entre los "espacios" lingüísticos y las curvas del pensa­ miento y la afectividad que se inscriben en ellos, y entre tales curvas y el descubrimiento o deslinde de nuevos espacios. La sintaxis del hebreo modela —y es modelada por— las tauto­ logías supremas contenidas en el axioma de un Dios incon­ mensurable, inconcebible y, no obstante, omnipresente. El abanico de los tiempos verbales del griego ocasiona el genio del deterninism o histórico de Tucídides al mismo tiempo que se despliega en él. El mecanismo de una actualización y un " desencadenamiento" recíprocos. Si la biología actual está en lo cierto, el mismo tipo de reciprocidad presidió los orígenes del lenguaje mismo y el crecimiento de la corteza cerebral, que es al mismo tiempo reflejo y extensión de las capacidades de acción. La condición previa y la consecuencia son aspectos de un mismo espectro contiguo. "Il est impos­ sible de ne pas supposer —escribe Monod— qu'entre l’évolu­ tion privilégiée du système nerveux central de l'Homme et celle de la performance unique qui le caractérise, il n'y ait pas eu un couplage très étroit, qui aurait fait du langage non seulement le produit, mais l’une des conditions initiales de cette évolution” 54 ["Es posible suponer que entre la evolución privilegiada del sistema nervioso central del Hombre y la del funcionamiento único que lo caracteriza se haya dado un ayuntamiento muy estrecho, que habría convertido al lenguaje ya no digamos en el producto sino en una de las condicio­ nes iniciales de esa evolución."] Me gustaría subrayar cómo esa evolución y el hecho de dis­ poner del futuro se condicionan mutuamente. Cualesquiera que sean los códigos metalingüísticos o protolingüísticos de otras especies, estoy dispuesto a sostener que el hombre ha desarrollado una gramática del futuro. Los pri­ mates se sirven de útiles rudimentarios pero nunca se les ha 54 Jacques Monod, Le hasard et la nécessité: essai sur la philosophie naturelle de la biologie moderne, Paris, 1970, p. 145. Toda la sección, pp. 144-151. es altamente pertinente para la comprensión del modelo de "reciprocidad informante".

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visto almacenar las h erram ientas e n v ista d e u n a utilización futura. En un nivel m uy profundo, esa g ra m á tic a ha presidido el desarrollo del hom bre, quien pu ed e s e r definido como un mamífero que emplea el fu tu ro del verbo " ser". Sólo él, como escribe Paul Celan en A ttem w en de, p u ed e a rro ja r sus redes "a los ríos que corren al n o rte del f u tu r o " . La evolución de la sintaxis se encuentra in ex trica b le m e n te ligada a la conciencia histórica. Los "artificios a x io m á tic o s" , las hipóte­ sis orientadas hacia el fu tu ro y la an tic ip a c ió n son mucho más que un enriquecimiento re strin g id o y especializado de la conciencia. Por mi parte, veo en ellos u n a condición esencial de la sobrevivencia. D isponer d e co n cep to s y palabras que materialicen el futuro es ta n in d isp en sab le p a ra la con­ servación y evolución de nu estra condición h u m a n a como los sueños para la economía del cerebro. A islada del futuro, la razón se marchitaría. Tal es la a c titu d d e lo s condenados en el Infierno (x ): Pero comprender puoi che tu tta m o r ta fia nostra conoscenza da q u el p u n to , che del futuro fia chiussa la po rta .

[Por lo cual puedes com prender que m o riría n u estro conoci­ miento en cuanto se cierre la pu erta del p o rv en ir.] No habría historia individual o social, ta l y com o la cono­ cemos, sin las siempre renovadas fu en tes d e v id a que b ro tan de las proposiciones en futuro. Com ponen lo q u e Ib sen llamaba "mentira de la vida" , la dinám ica com pleja de anticipación, de voluntad, de ilusión consoladora de la q u e d epende nues­ tra sobrevivencia psíquica y, po r q u é no, biológica. El indivi­ duo y el grupo pueden sufrir espasm os de d esesperación, ceder al llamado del " jam ás" y del gran reposo ú ltim o que obsesio­ naba a Freud en Más allá del principio d e l placer. E l suicidio es una elección siempre posible al igual q u e lo s proyectos de muerte colectiva por la violencia ex p iato ria o p o r e l rechazo a engendrar hijos. Pero estas ten tacio n es n ih ilis ta s se mani­ fiestan intermitentemente y, exam inadas a la lu z d e la esta­ dística, son raras. El tejido lingüístico que h a b ita m o s, las condiciones de progresión tan p ro fu n d am en te a rra ig a d a s en nuestra sintaxis garantizan una resisten cia te n a z y, a veces, involuntaria. Ahogados como podem os e sta rlo ; el d iscu rso de la esperanza, tan cercano al esp íritu , n o s e m p u ja de vuelta hacia la superficie. Si éste no fuera el caso, s i n u e stro sis­

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tema de tiempo verbales fuera más frágil, más impenetrable y filosóficamente menos sólido en su final siempre abierto, tal vez no seriamos capaces de durar. Gracias a los hábitos compartidos de futuro estructurado, el individuo olvida, li­ teralmente pasa por alto la certidumbre y el absoluto de su propia m uerte. Como echa mano constantemente de una lógi­ ca de los tiempos y de una escala del tiempo que van más allá del individuo, cada uno de nosotros identifica su propia muerte con la de la especie. Los psicosociólogos como Robert Lifton en Revolutionary Immortality (1968), y los filósofos como Adorno y Ernst Bloch han estudiado las consecuencias colectivas e históricas de la idea del futuro. El poder de la raza para superar un desastre local o abiertam ente generalizado, la resolución de "continuar la historia" cuando tanto en ella ha sido terror y decepción parecen originarse en aquellos centros de la conciencia donde se imagina el porvenir, donde la extrapolación es al mismo tiempo renovación del modelo. Es probable que los animales se reproduzcan en el seno de un presente perpetuo. Como la multiplicación de los organismos celulares, la concepción y crianza de una prole no presuponen por si mismos un con­ cepto de futuro. El impulso de las aspiraciones humanas o, como Bloch lo llama, "das Prinzip Hoffnung" remite a los reflejos teñidos de probabilidad y utopía de que todo ser humano da pruebas cada vez que expresa una esperanza, un deseo, incluso una angustia. Avanzamos por los surcos aéreos que deja el discurso sobre mañana en la mañana, sobre el próximo milenio. Sólo porque la gramática apropiada está a nuestro alcance —una gramática que estructura la percepción de la evolución y que la evolución misma sin duda ha produ­ cido— podemos captar aquella definición que dio Nictesche, el hombre como como "un animal no determinado, aún no enteramente ubicado" (“ein noch nicht festgestelltes Tier"). Espero señalar m ás adelante como la facultad que tiene el lenguaje de adelantar proposiciones sobre el futuro y de definir en vista de ellas "espacios" lógicamente gramaticales, se inscribe en una categoría más amplia. Los tiempos futuros del verbo son un ejemplo, uno de los más importantes, de una estructura más generad de no-objetividad o de anti-objetividad. Manifiestan la facultad lingüística del artificio y lo ficticio, e ilustran el poder absolutamente central de la palabra humana para ir más allá y en contra de "los hechos del caso". Nuestras lenguas informan el tiempo, la sintaxis del pa-

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sado, el presente y el futuro, y a su vez son informadas por ellos. En el infierno, es decir en una gramática privada de futuro, "literalmente escuchamos cómo los verbos matan el tiempo" (en el agudo comentario de M andelstam sobre Dante y sobre la forma lingüística resuena su propia asfixia bajo un rígimen de terror político de donde está ausente el mañana). Pero "en otros tiempos", una locución extraordinaria en sí misma, es sólo a través del lenguaje y, tal vez a través de la música, como el hombre se libera del tiem po, como puede sobreponerse por un momento a la presencia y al presente de su propia y exacta muerte.

3 El lenguaje está compuesto en parte de elem entos físicos y en parte de elementos mentales. Su gram ática e stá fundada en el tiempo y, al parecer, también crea y organiza nuestra expe­ riencia del tiempo. Existe un tercer juego de oposiciones, el de lo privado y lo público. Vale la pena exam inarlo de cerca porque allí se plantea la cuestión de la traducción en su for­ ma más pura. ¿Cómo puede ser considerado el lenguaje algo privado cuando sus funciones lo definen com o un código de intercambios comunes? ¿En qué m edida la expresión verbal, el campo semiótico donde se mueve el individuo constituyen un idioma único, un dialecto? ¿Cuál es la situación de este "uso privado" individual en relación con el "u so privado en el contexto", que es infinitamente m ás am plio, de la lengua de una colectividad o de una nación? La paradoja que es el lenguaje privado ha inquietado una y otra vez a la lógica moderna y a la filosofía lingüística. Puede que una confusión entre "idolecto" y "u so privado", haya falseado todo el debate. También es posible que sola­ mente una lectura acuciosa de casos concretos e individuales de traducción, sobre todo poética, perm ita id en tificar y volver tangibles los elementos privados del enunciado público. Pero será necesario empezar recapitulando el estado en que se en­ cuentra el debate filosófico. Comúnmente, cuando se habla de “ lenguaje privado" se hace referencia inevitable al análisis que da W ittgenstein de esta cuestión en las Investigaciones filosóficas. Los textos clave se encuentran en las secciones 203-315 y se debe acudir con redoblado interés a las secciones: 206-207, 243-244, 256 y 258-259. Estos textos, a los que debe sum arse la reseña de

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N. Malcolm a las Investigaciones en la Philosophical Review ( LXIII, 1954) han dado lugar a una gran cantidad de articulos, a menudo abstrusos.55 Es obvio que muchos aspectos de la discusión están fuera del alcance de quien no está familiarizado con la vertiente técnica de la filosofía moderna. No obs­ tante, todos esos textos lo dejan a uno con la impresión de conducir a un callejón sin salida, con la sospecha de que una cuestión esencial pura la filosofía en general y para la teoría del lenguaje en particular ha sido injustamente reducida y, quizás, em brollada. Esto se debe en parte al peculiar idioma de los m andarines, al hecho de que los lógicos están más dispuestos a discutir sus propios artículos previos y a ventilar sus anim adversiones antes que a enfrentar problemas pre­ cisos. Sin em bargo, es posible que el problema resida en la manera en que el propio Wittgenstein aborda la discusión del lenguaje privado. "Parece imposible decir con absoluta seguridad qué es lo que representaba para Wittgenstein la discusión sobre el lenguaje privado o lo que ese debate pro­ baba", hace n o ta r un lógico.56 "No es muy claro adónde se supone que debe desembocar la discusión sobre el lenguaje privado, ni cuáles son sus premisas y razonamientos", con­ cluye o tro .57 La oscuridad de W ittgenstein cuando se ocupa de ciertas articulaciones esenciales bien podría ser deliberada. Como es a menudo el caso en las Investigaciones filosóficas, su pro­ pósito es la expresión sin concesiones de las dificultades, el desencadenar de un m alestar heurístico, antes que la aportación de respuestas sistem áticas. Además, según suele hacer, W ittgenstein parece atraer la atención hacia un problema es5 5 Una bibliografía extensa puede ser encontrada en Wit tgenstein's Conception o f Philosophy, Oxford, 1969, de K. T. Fann. Buena parte de esa literatura surgió directam ente del texto de A. J. Ayer, "Can There Be a Prívate Language?" y de la réplica de R. Rhees bajo el mismo título (am bos en Proceedings of the Aristotelian Society, supl. vol. XXVIII, 1954). Muchos de los artículos más importantes sobre la discusión en torno del lenguaje privado fueron reimpresos en Wittgenstein and the Problem o f Other Minds, Nueva York, 1967, de H. Morick (comp.) y en The Private Language Argument, Nueva York, 1969, de O. K. Jones (com p.). La controversia aparece resumida en Can There Be a Prívate Language, La Haya, 1970, de Warren B. Smerud. 56Michael A. G. Stocker. "Memory and the Pri vate Language Argu­ ment", Philosophical Quarterly, XVI, 1966, p. 47. 57 J . F. Thom son, "Symposium of the Private Language Argument", en Knowledge and Experience, C. D. Rolláis (comp.), Univentity of Pittsburgh Press, 1964, p. 119.

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pecifico cuando, en realidad, está esbozando los contornos de una zona mucho m ás vasta, aunque no tan nítidamente circunscrita, de investigaciones filosóficas. S us consideraciones sobre el lenguaje privado son m anecillas que apuntan hacia un cuestionamiento más am plio d e las sensaciones y de las palabras que las designan (" d o lo r" , en particular).58 Esas consideraciones tam bién están relacionadas con la am­ bición permanente de W ittgenstein de d istin g u ir las distintas form as de los enunciados em píricos, analíticos, y gramatica­ les, y con todo un conjunto de controversias en tre las concep­ ciones fenomenalistas y conductistas del discurso y de la acción. Decir que W ittgenstein no "in ten tab a p ro b a r algo sobre el lenguaje, sino que más bien se interesaba en las sensaciones y fenómenos mentales" 59 es ir dem asiado lejos. P ara él, esos temas eran uno. Pero se puede so sten er del m odo más impar­ cial que el centro de interés no siem pre e s tá enunciado, y que las relaciones entre el problema privado del lenguaje, en sen­ tido escrito, y los aspectos epistem ológicos y psicológicos que de allí se infieren son a veces am biguos. E n u n ciad o s llanamen­ te, los criterios con que W ittgenstein define u n lenguaje pri­ vado son los siguientes: debe ser em pleado p o r una sola persona, sólo debe ser inteligible p ara ella y s e r capaz de des­ cribir sus experiencias interiores. E n seg u id a m u estra o, más bien, sugiere cómo podría dem ostrarse que ta l "lenguaje" no es una posibilidad lógica ni práctica. E l análisis es un tiempo fragmentario y, como suele o c u rrir con el ú ltim o Wittgen­ stein, de una delicadeza infinita. D escansa en la convicción de que el lenguaje es una función social que depende de la posibilidad de corrección por u n tercero y de que no puede haber un control objetivo de los erro re s de la m em oria en un lenguaje estrictam ente fenom énico (independientem ente de lo que signifique esta extravagancia). E l u so del lenguaje es el de un sistema de reglas. El uso de e s te sistem a debe ser congruente con el fin de que las proposiciones que organiza no estén vacías de sentido. Si verificam os u n a regla en pri­ vado no podemos saber si en verdad observam os bien o si sólo pensamos aberlo hecho así. T eniendo en cu en ta el carác­ 58 Cf. P. von Morstein, "W ittgensteins U ntersuchungen des Wortes, ’Schme rz ' ", Archiv fü r Philosophie , X III , 1964, y L. C. H alborow , "Witt­ genstein's Kind of Behaviourism?", Philosophical Q uarterly, XVII, 1967. 5 9 V, C. Chappell, “Symposium on the P rivate L anguage Argument", op. cit., p. 118.

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ter necesariam ente imperfecto de la memoria, un ermitaño no sabría decir si las reglas vigentes hoy son las mismas que privaban ayer. Se requiere una comunidad de hablantes para definir norm as de uso correcto. Significado y verificación pública son aspectos recíprocos de una palabra auténtica. La descripción de las experiencias interiores —éste es el núcleo de todo el análisis de Wittgenstein— es en realidad un fenóm eno social. Su sentido está condicionado por una red de identificaciones y de reacciones de parte de aquellos a quienes es presentada. Wittgenstein insiste en que no cual­ quier signo que tiene una función puede ser asociado simple­ m ente a u n a sensación personal. En el lenguaje, la utilidad e inteligibilidad com partida son cosas inseparables. "Alguien que describe-con-una-p alabra en lo privado no es en lo absolu­ to alguien-que-describe-con-una-palabra. Alguien que describe con una palabra en lo privado no es una posibilidad lógica."60 A pesar de las apariencias, argumenta Wittgenstein, una pa­ labra com o "d o lo r" n o se refiere y no puede referirse a "una representación íntim a". Representaciones como esta última cuyo estatus debe e sta r sujeto a caución, no puede ser trans­ m itida en u n lenguajepúblico. Pero una proposición lingüistica sólo tiene significación en la medida en que pueda ser veri­ ficada, y la verificación es necesariamente social. De ahí que el lenguaje deba ser público.61 La significación es de hecho, un proceso, u n a consecuencia del intercambio, la corrección y la reciprocidad. P ara que el lenguaje funcione "debe haber algo com o u n a organización en la que distintas personas se encuentran, desem peñando, para decirlo de ese modo, papeles diferentes. . . El lenguaje es algo que se habla".62 Es algo que puede ser traducido. La dem ostración de W ittgenstein, a la que Malcolm ha dado m ás filo y secuencia lógica que los que se proponía el origi­ nal, ha sido e stu d ia d a y verificada con minucia hasta en sus 60 M oreland Perkins, "Two Arguments Against a Pri vate Language", en H. M orick (com p.), W ittgenstein and the Problem of Other Minds, p. 109. Cf. tam bién N. Garver, "Wit t genstein on Pri vate Language", Philosophy and Phenom enological Research, xx, 1960, para una con­ clusión sim ilar. 61 Cf. M alcolm, Knowledge and Certainty, Nueva York, 1964, y D. Locke, M ysetf and O thers: A Study in Our Knowledge of Minds, Ox­ ford, 1968, capítulo v, para una amplia discusión del tema de criterios de verificación. 62 R. Rhees, "Can T here Be a Pri vate Language?, Proceedings of the Aristotelian Society, p. 76.

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más delgados filamentos. Las tesis de W ittgenstein no han salido intactas. Siguiendo las sugestiones hechas por Ayer, numerosos lógicos han estimado que es necesario establecer una distinción entre el lenguage practicado y comprendido por una sola persona (el último sobreviviente de una comunidad o de una cultura lingüística a punto de extinguirse) y el lenguaje que una sola persona puede hablar y comprender. Robinson Crusoe no sólo podía desarrollar un lenguaje propio, sino que, dado "cierto tipo de lenguaje", también podía darle un uso solitario.63 E strictam ente hablando, Witt­ genstein sólo ha demostrado que "si un lenguaje debe per­ m itir la comunicación, al menos algunas de las entidades a las que se refiere deben ser del dom inio público".64 Lo que dice Wittgenstein sobre la memoria ha sido objeto de las crí­ ticas más agudas. Hasta se ha llegado a sostener que la refu­ tación del lenguaje privado en las Investigaciones filosóficas está fundada en "una distinción epistemológicamente sospe­ chosa entre el valor respectivo de la m em oria privada y la pública".65En última instancia, los criterios de verificación aplicables al discurso público no son m ás infalibles que los que Wittgenstein niega al enunciado privado. Un análisis ri­ guroso prueba, además, que "existen al m enos algunos casos donde se dan criterios independientes que perm iten descubrir si las reglas de un lenguaje privado han sido observadas".66 El razonamiento de Wittgenstein disim ula una reducción al absurdo, pues es posible llevarlo a decir que ningún lenguaje es posible. La cuestión de los "nombres de las sensaciones" también ha dado lugar a un intenso debate. Sirviéndose de la imagen de Moritz Schlick de un mundo percibido en diferentes co­ lores según nuestros cambiantes e impredecibles estados de ánimo, C. L. Hardin llega a la conclusión de que hay pala­ bras que pueden realmente ser "conocidas sólo por un indi­ viduo único, si hay situaciones en las que sólo él pueda decidir si la palabra se aplica o no con propiedad".67 Según esto, Wittgenstein habría fracasado en su intento de demos­ tra r la imposibilidad lógica de un lenguaje puram ente feno-

63 N. P. Tanburn, "Pri vate Languages Again", Mind, lxxii, 1963 64 I b i d .,p. 98. 65 Michael A. G. Stocker, op. cit., p. 47. 66 W. Todd, "Pri vate Languages", Philosophical Quarterly, XII, 1962, p. 216. 67 C.L .H ard in , "Wittgenstein on Pri vate Languages", Journal of Philosophy, LVI, 1959, pp. 519-520.

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ménico. Otros críticos van mucho más lejos. Convencidos de que un lenguaje natural describe realmente hechos y datos privados, y de que tal descripción es un elemento a un tiempo válido e inevitable de la comunicación, coligen en Wittgen­ stein un conductismo por completo ingenuo.68 De otra parte, el hecho de que otro individuo no pueda comprender com­ pletamente "la expresión personal de una sensación", no prue­ ba que tal expresión sea lógica y casualmente imposible. En lo que es hasta ahora la más puntillosa y completa refutación de todo el sistema de Wittgenstein, C. W. K. Mundle, en A Cr itique o f Linguistic Philosophy (1970), descubre en las In­ vestigaciones filosóficas una serie de confusiones fundamen­ tales. Las reglas que gobiernan el uso de una palabra son con­ fundidas con el m odo en que ésta fue aprendida, y el carácter íntimo de la referencia es confundido con la incomunicabili­ dad. Algunas veces, observa Mundle, Wittgenstein califica como "privado" un lenguaje que describe experiencias priva­ das. En otras ocasiones, "privado" se refiere a un lenguaje cuya significación sólo puede ser conocida por quien lo in­ ventó. "W ittgenstein usa la expresión 'lenguaje privado' en distintos sentidos, según su conveniencia." Perturbado por el carácter oscuro y difuso de este razonamiento, J. F. Thomson concluye: " 1) Se conviene en que Wittgenstein mostraba algo importante sobre la noción de lenguaje privado. 2) Examinan­ do las cosas de cerca no es claro que haya hecho nada en tal sentido."69 No hace falta que uno esté de acuerdo con tal hallazgo. Las Investigaciones filosóficas y la gran cantidad de publicacio­ nes que les han seguido son del más vivo interés para la poética y la filosofía del lenguaje. Y sin embargo lo que lla­ ma la atención del no especialista es la manera decepcionante en que el modelo está uniformado e idealizado. Si en verdad hubiese algo como un lenguaje privado, ¿cómo podría uno decir que en realidad lo estaba oyendo o leyendo? ¿Qué lo distinguiría, más allá de cualquier duda concebible, de un lenguaje "perdido", del lenguaje que se habla a sí mismo o bajo el imperio de la fiebre el último hablante de una comu­ nidad extinta? Algunas observaciones de Wittgenstein dan a entender que la adquisición potencial por un segundo indivi­ duo es un criterio suficiente para definir un lenguaje público. 68 C .W .K . Mundle, " 'Private Language' and Wittgenstein's Kind of Behaviourism", Philosophical Quarterly, XVI, 1966. 69 J. F. Thomson, op. cit., p. 124.

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¿Es verdadera la afirmación inversa? El problem a de la memori a no es menos inquietante. Después de una crisis de amnesia o al volver a su soledad tra s una ausencia prolon­ gada, el erm itaño bien puede no ver o tra cosa que garabatos en las anotaciones de su antiguo diario. En realidad, simplemente puede haber sucedido que ya no sepa descifrarlas. ¿Esto probaría algo, en cualquier sentido, sobre la condición del sistema inicial de signos? Es obvio que no. Suponiendo q ue llega a descifrar sus anotaciones cotidianas, ¿habría alguna prueba lógica de que su descodificación era la correeta? Inversamente, ¿la ausencia de esa prueba bastaría para m ostrar que nunca se trató de una lengua auténtica? Cuando uno se empeña en evaluar la solidez de la crítica que hace Wittgenstein de "representaciones íntim as", se ve obligado a caer en la cuenta de que las oscuridades, las indeterminaciones en la lógica de la discusión, arrancan de un rechazo a distinguir entre "referencia" y "significación''. "E l hecho de que una palabra tenga una referencia privada no quiere de­ cir que deba tener una significación p riv a d a ; no existe nin­ guna razón para que una palabra n o describa una repre­ sentación íntima y al mismo tiempo posea una significación susceptible de ser establecida y verificada públicamente."70 La decisión de rechazar esta distinción se rem onta a los comienzos mismos de la filosofía de W ittgenstein y a su disputa con el sistema de Frege. Esa decisión quizás dé cuenta de algunos de los enigmas y de las ingenuidades conductistas de la discusión sobre el lenguaje privado.71 A lo largo del argumento está presente la hipótesis de que todo lenguaje "secreto" o personal inventado p o r un indivi­ duo es parásito de lenguas anteriores. P or ingenioso que sea, nunca dejará de ser traducción interiorizada de gramáticas y de convenciones lingüísticas públicas. ''E m p lear el lenguaje 'en el aislamiento' es como ju g ar u n solitario. Los nombres de las cartas y las reglas de m anipulación h an sido dadas pú­ blicamente y estas últimas vuelven al ju g ad o r capaz de jugar sin la participación de otros jugadores. Por eso, en un sentido m uy profundo, hasta en el juego del solitario otros toman parte, a saber: quienes inventaron las reglas del juego."72 70 D. Locke, op. cit., p. 99. 71 Para la importancia de la distinción de Frege, cf. J. R. Searle (comp.), The Philosophy of Language (Oxford, 1971), pp. 2-3. 72 Gershon Weiler, Mauthner's Critique o f la nguage (Cambridge Press, 1970), p. 107.

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¿Sucede fatalm ente de este modo o es necesario examinar de más cerca la hipótesis de una "transposición necesaria" a par­ tir de una lengua existente? Un problema se plantea ya al nivel de la más elemental plausibilidad. Un juego descono­ cido al que se entrega un individuo en absoluta soledad es, por definición, un juego del que todo lo ignoramos. Sin em­ bargo, aunque psicológicamente poco plausible, la invención de un juego semejante, y su observación por un espectador oculto que bien podría no percibir reglas ni regularidad (sólo asiste a una partida) es perfecta y lógicamente concebible. Veremos que se tra ta de un problema de grado, de la distancia que separa u n fenómeno singular de una norma precedente de verificación. La criptografía proporciona un tosco modelo. La costum bre de disponer en códigos elementos de informa­ ción con ayuda de caracteres secretos transmisibles oralmen­ te y por escrito, es con toda probabilidad tan antigua como la comunicación misma, y de seguro más antigua que los jero­ glíficos cifrados inscritos hacia 1900 a. c. en la tumba de un noble en Menet Khufu. Al parecer se ha deducido del debate sobre el lenguaje privado que todos los códigos están funda­ das en un sistem a lingüístico público y que, en consecuencia, pueden ser descifrados (esto es, comprendidos y asimilados por una persona distinta de la que originalmente puso el men­ saje en clave). No estoy seguro de que se haya dado una prue­ ba lógica de este razonamiento, o de que pueda darse. Pero si nos atenem os a los hechos, así parece ser. Si ciertos textos, como los m anuscritos del Valle del río Indo, las pictografías encontradas en la Isla de Pascua, los jeroglifos mayas, no han sido descifrados hasta ahora, ello sólo se debe a motivos circunstanciales. E ntre éstos se encuentran los errores huma­ nos en la interpretación y un acervo deficiente de documen­ tación. Pero aun allí, tropezamos con casos límites que no dejan de despertar la imaginación, acertijos que hacen de la contingencia una cuestión que no por ser de grado deja de ser ardua. El m anuscrito de Voynich fue hallado en Praga en 1666 (u n a fecha cargada de resonancias apocalípticas). Sus 204 páginas contienen un presunto código de 29 símbolos distribuidos en lo que parecen ser unidades "silábicas''. El texto ofrece todas las apariencias de un sistema de sustitu­ ción no alfabética. Ha desafiado hasta nuestros dias todos los intentos de análisis criptográfico, incluido el procesamien­ to cibernético. Ni siquiera sabemos si se trata de un acertijo del siglo XIII , como se sostuvo en un principio, de finales del

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siglo XVI o del XVII.73 Por mi parte, me he llegado a preguntar si no se trata en realidad de un refinado sistem a de caracte­ res metódicamente repetido, caracteres sistem áticos, recurrentes, gobernados por reglas pero que no significan, en rigor nada. Aunque infinitamente laborioso y absurdo, tal ejercicio es, desde el punto de vista de la lógica, cabalm ente posible. Pero ¿cómo podría llegar a probarse ese ausentism o de la significación ahora que el autor se encuentra m uerto desde hace mucho? Y esa ausencia ¿constituye a su vez una prueba, por tenue que fuese, " de que ese lenguaje" es privado? ¿Y qué se podría decir de los códigos efím eros instituidos por el servicio diplomático alemán a principios de los años veintes? Fundado en claves elegidas al azar y que nunca se repiten, este sistema hace de cada m ensaje u n acontecim iento único e irrepetible. Esta singularidad indescifrable ¿esclarece el paradigma lógico de un lenguaje hablado una sola vez, de un diario íntimo, según el m odelo de W ittgenstein, cuyas reglas de escritura se aplicaran sólo en y para el momento en que fuesen llevadas al papel? El carácter extrem o de estos razonamientos podría ayudarnos a discernir y poner de relieve las hipótesis no verificadas del debate sobre el len­ guaje privado. La más audaz de estas hipótesis es antropológica o filosó­ fica, o ambas cosas a la vez. El postulado de que todo lenguaje elaborado por el nombre es reductible, en últim a instancia, a precedentes públicos y conocidos, de que el concepto de "intimidad lingüística" es una aberración form al o que se refiere en el mejor de los casos a variantes individuales o traducciones de lenguas ya existentes, puede tener consecuen­ cias decisivas en el plano de la evolución. E sto apuntaría ha­ cia un origen común de todas las lenguas. Las desgastadas metáforas de " raíz" y de " tronco" aplicadas a la etimología, evocan la imagen inmutable de un árbol único (la superposi­ ción de imágenes es asombrosa, por ejem plo, en la discusión que hace Leibniz de la universalidad).74 La hipótesis más concluyente aduce un potencial lingüístico universal y un programa gram atical innatos en el espíritu humano. Esta es la conclusión propuesta por las lingüísticas 73 Para una discusión detallada del m anuscrito Voynich, cf. David Kahn, The Codebreakers, Londres, 1966. 74 Cf. Hans Aarsleff, "The Study and Use of Etymology in Leibniz", E rken ntnislehre. Logik, Sprachphilosophie Editionsberichte. Weisbaden, 1969, III.

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generativa y transform acional. " Hasta donde disponemos de pruebas —escribe Chomsky—, parece que la gramática está universalmente sometida a poderosos imperativos. Las estruc­ turas profundas parecen muy similares de una lengua a otra, y las reglas que sirven para manejarlas e interpretarlas provienen de una clase restringida de operaciones formales po­ sibles."75 A. pesar de su patente diversidad y de su mutua carencia de inteligibilidad, todas las lenguas practicadas o muertas o imaginables obedecen a un mismo sistema inalterable de principios ocultos, invariables y altamente limitan­ tes. El " niño-lobo" imaginado por la filosofía natural y el ermitaño a quien la amnesia ha separado de su lengua mater­ na, van a desarrollar un idioma vinculado con todas las demás lenguas gracias a un juego identificable de restricciones y de reglas de transform ación. El cerebro humano está construido así y no lo puede evitar. Todas las gramáticas pertenecen a una subclase definible de la clase de las gramáticas transformacionales, pues son productos de elementos específicos y estructurados innatos en el hombre. Una criatura que se ex­ presara en una " lengua" no inscrita dentro de esta sub­ clase, no sería hum ana, por definición, y seríamos incapaces de aprender su " m arciano". Es posible pensar que estas dos hipótesis se acuerden respaldándose una a o tra aunque, en buena lógica, esto no sea para nada obligatorio. Ambas dicen que no existe palabra pri­ vada. Cada vez que se pronuncia una palabra sobre la super­ ficie terrestre, se hace siguiendo los surcos universales de la posibilidad gram atical. Por secretas o excéntricas que sean, las nuevas lenguas viven a expensas de un modelo público anterior. La antropología no posee aún pruebas contundentes para dem ostrar ya sea un origen único y difuso o bien un origen m últiple del lenguaje. El postulado generativo-transformacional de lo innato de la gramática no deja de estar expuesto a controversia, y muchos ven ahí el punto débil de la lingüística contemporánea.78 No obstante, las consecuen­ 75 N. Chomsky, "Recent Contributions to the Theory of Innate Ideas", J. R. Searle (comp.), The Philosophy of language, p. 125. 76 Cf. las vehementes críticas al argumento de Chomsky formuladas por Hilary Putnam y Nelson Goodman, reproducidas en The Philosophy of Language, pp. 130-144. El debate fue resumido en el Noveno Encuentro Anual del Instituto de Filosofía de la Universidad de Nueva York, en 1968. Las discusiones generaron una considerable cantidad de animadversión, pero poca luz. En la medida en que Chomsky no especifique qué clase de mecanismo innato aduce, es difícil imaginar

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cias filosóficas de la refutación del "lenguaje privado" y el alcance la discusión sobre ese m ism o lenguaje privado debe­ ría saltar a la vista en relación con u n a teoría de la tra­ ducción. Ya sea en Wittgenstein o en las controversias sobre la uníversalidad y el carácter innato de las restricciones grama­ ticales, es indiscutible que "privado" tiene una acepción formal y extremadamente lim itada. Hay o tra s modalidades, más directamente inteligibles, gracias a las cuales el gusto por la intención y la referencia privadas se m anifiesta como una de las realidades esenciales y problem áticas de la comunicación. No hay dos seres hum anos que co m p artan un contexto idéntico de asociaciones. D iferirá de persona a persona por­ que reúne la totalidad de un a existencia individual, porque engloba no sólo la suma de los recuerdos y la experiencia personales sino también el fondo en que se baña el subcons­ ciente particular. No existen facsím iles d e la sensibilidad, no hay psiques mellizas. E n consecuencia, to d a manifestación lingüística transm ite un elem ento la te n te o manifiesto de especificidad individual. Cada u n a es p a rte de un idiolecto. Cada ficha en el tablero de la com unicación lleva consigo una porción de contenido personal potencial o materializado. La especificación privada puede ab arcar h a s ta las unidades fonéticas simples. Como atestiguan n iños y poetas, las letras individuales y las unidades de sonido pueden cobrar valores y asociaciones simbólicas particulares. Cuando se es un ciu­ dadano de la república cultural en el O ccidente de mediados del siglo xx, la mayúscula K es casi un ideogram a, que invoca la presencia de Kafka o la de sus dobles. "M e parece que la letra K es ofensiva, casi nauseabunda —anotó Kafka mordaz­ mente en su diario— y sin em bargo la pongo por escrito, debe caracterizarme a mi." Esa vivacidad, ese sesgo personal de la red de asociaciones puede colorear au n los términos más abstractos y formalm ente neutrales. Al contrario de lo que dicen los lógicos, las redes de asociaciones que envuelven a los guarismos no son necesariam ente idénticas, y las impli­ caciones eróticas del " sesenta y nueve" pertenecen a un medio cultural y lingüístico bien determ inado. E n francés, quatrevingt-treize y soixante-quinze h an llevado una aureola de connotaciones, históricas y políticas en el p rim er caso (una qué podría constituir una prueba en pro o en contra de la naturaleza innata de las estructuras profundas y de los procedimientos transformacionales.

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época de te rro r revolucionario) y militares en el otro (el cé­ lebre cañón de cam paña). De otra parte no es indispensable que un núm ero sugiera una imagen o que esté ligado a un contexto verbal preexistente. Algunos matemáticos confieren a ciertos núm eros un valor personal; algunos números primos o cardinales pueden cargarse de un vivido contexto de aso­ ciaciones de una tonalidad totalmente independiente de cual­ quier referencia no-matemática. "Cada número entero positivo era para él un amigo personal", dice J. E. Littlewood de su colega Ram anujan. Los mecanismos de la asociación tienen consecuencias pro­ fundas sobre la teoría del lenguaje y de la traducción. La distinción entre los componentes semánticos y fonéticos de un enunciado suele ser aproximada. Todo elemento fonético de un nivel superior al morfema (y quizá también inferior) puede volverse vehículo de un valor semántico. Porque toda forma lingüística y todos los códigos simbólicos están abier­ tos a las contingencias de la memoria y las experiencias; los valores sem ánticos se ven necesariamente afectados por va­ lores culturales individuales y /o históricos. Como ya hem os observado, las redes de asociación que las contingencias introducen en las letras, números, silabas y palabras pueden ser privadas, sociales o bien ambas cosas. La zona regida por la asociación cubre toda una gama que va des­ de el solipsismo del maniaco hasta la generalidad donde se mueve la especie hum ana (esta generalidad no tiene nada que ver con la "universalidad innata" postulada por la lin­ güística generativa y transformacional). En uno de los polos encontramos el "síndrom e de Babel", las estrategias autistas que confieren una significación hermética a ciertos sonidos o que invierten deliberadam ente las acepciones corrientes y comunes del léxico. En el otro extremo, tenemos la trivialidad de la lengua diaria, la taquigrafía coloquial de la cháchara cotidiana a la que el comercio constante ha vaciado de toda sustancia. Todos los matices son posibles entre estos dos extremos. H asta el m ás cuerdo y equilibrado de nosotros recu­ rrirá, como el solipsista perturbado, a palabras, números, fra­ ses, grupos de sílabas que son otras tantas invocaciones y talismanes personales. El niño castigado en un rincón descar­ ga de ese modo andanadas de señales sobre un mundo que se ha vuelto sordo. Las familias tienen su propio tesoro de la lengua, antología léxica cuyas resistencias exasperan al extraño o al recién llegado. No sucede otra cosa con el clero, los

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gremios y las corporaciones. Hay tan to s léxicos y glosarios de asociación com partida como sistem as de parentesco, jerarquias generacionales, relaciones en tre profesionales o modos de transm isión de la herencia en un a sociedad. A m edida que las esferas concéntricas de la asociación se dilatan, abarcan la colectividad, la provincia, la nación. Hay innum erables identidades fam iliares o, m ás estrictam ente ha­ blando, traslapam ientos de contenido aso ciativ o que los ingleses comparten en virtud de una experiencia h istó rica o climá­ tica, sin que un norteam ericano, capaz de e m itir las mismas sílabas, pueda llegar a tener la m ás vaga idea de ellos. La lengua francesa, consciente de sí m ism a com o ninguna, es un palimpsesto de sobreentendidos y arm ó n ico s históricos y políticos. Es asombroso cómo éstos e n cajan la locución más ordinaria en un "acorde" de asociaciones que nadie podrá dominar por completo si no ha crecido d e n tro de esa lengua. No existe un diccionario, p o r am plio que sea, de los niveles de significación histórica figurada, dialéctica, argótica y téc­ nica que concurren en palabras ta n sencillas c o m o : chaussée o faubourg ; tampoco lo habrá nunca, pues esos planos no de­ jan de fluctuar ni de m odificarse. De o tro lado, cuando la experiencia se vuelve más uniform e, el co n ten id o , las redes de asociación adquieren cada vez m ás firm eza y transparen­ cia. En nuestros días un esperanto estilístico y a afectivo pue­ bla las salas de espera de los a e ro p u e rto s ; es la m ism a lengua franca, la misma habla inexpresiva desde A rcángel a Tierra del Fuego. En breve, conscientemente o no, to d o a c to de la comunica­ ción humana se inspira en una e s tru c tu ra com pleja, dual, que puede ser comparada con u n a p lan ta cuyas raíces penetran a gran profundidad o con un iceberg cuya m a y o r p arte se en­ cuentra sumergida. Bajo la superficie del vocabulario y de las convenciones gram aticales públicas e stá n en constante actividad movimientos de asociación v ital, de contenido la­ tente o manifiesto. Buena parte de este c o n te n id o es irreduc­ tiblemente individual y, en el sen tid o com ún del término, privada. Cuando hablamos a los o tro s, hablam os "en la superficie" de nosotros mismos. N orm alm ente em pleam os una taquigrafía que disimula un caudal de asociaciones delibera­ dam ente ocultas o m anifiestas, tan ex ten so e intrincado que engloba el todo y las partes de ese individuo único que somos todos. Desde esa verificación esencial de la fenomenología doble o subyacente del lenguaje, H um boldt derivó su célebre

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"Todo en ten d im ien to es al mismo tiempo malentendido, toda conjugación in telectu al y afectiva es también una disyunción." O, com o dice F ritz M authner, gracias al lenguaje, cuya super­ ficie es com ún y cuyos fundam entos son privados, los hom­ bres logran "v o lv er im posible su m utuo conocimiento".77 Sin em bargo e sta opacidad, esta dosis de ilusión que com­ porta todo d isc u rso público, es probablemente indispensable para el equilibrio de la psique. Articulado o interiorizado, el lenguaje es el com ponente esencial, la justificación de la con­ ciencia. E s el caparazón constantem ente sometido a prueba de la id e n tid ad . Y sin em bargo, en los planos fonológico, gram atical y, h a s ta cierto punto, léxico y semántico, esa opa­ cidad se cu e n ta e n tre las prerrogativas humanas más comu­ nes y ubicuas. E n cie rto sentido, nuestra piel es la de todos y cada uno de los hom bres. Una contradicción aparente que se resuelve p o r la diferenciación individualizada de las redes de asociación. S in e sta individuación, en ausencia de un com­ ponente d ecid id am en te privado en casi todos los discursos que no sean p o r com pleto superficiales e impensados, el len­ guaje se re d u c iría a u n a superficie. Carente de raíces en la singularidad irre d u ctib le de la memoria personal, en la in­ im itable tra m a aso ciativ a del consciente y el subsconsciente personales, u n a len g u a puram ente pública y común, deteriora­ ría sev eram en te n u e s tra conciencia. Harold Pinter y Peter H andke h a n e n s a rta d o clisés inertes, jirones de la lengua periodística y com ercial con objeto de fabricar un discurso desprovisto de indeterm in ació n y juego, totalmente desemba­ razado de las referen cias personales. Estos ejercicios satíricos atañen d irectam en te a la teoría del lenguaje. El ego, con sus aprem iantes p ero vulnerables deseos de definición, se marchi­ ta en tre frases h u ecas e impasibles palabras en blanco. Una lengua m u e rta cre a u n vacío en el alma. Los tabúes lingü ístico s ilu stran el papel de las redes de asociación " n o públicas" en la economía afectiva individual y social. C elosam ente guard ad as " fuera de vista", ciertas pa­ labras, fó rm u las y com binaciones de letras, conservan una energía in q u ietan te y fecunda. Como sólo las pueden usar en raras ocasiones, si en algunas, como tal uso tendrá lu gar en situaciones a b stra íd a s de la azarosa trivialidad de lo cotidia­ no, el sacerdote, el iniciado, el individuo aislarán las pala­ bras ro d eán d o las de u n cam po magnético especial. No es raro 77 F ritz M authner, Beiträge zu einer Kritik der Sprache, Leipzig, 1923, I, p. 56.

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que la significación no esté nítidam ente definida y aun es frecuente que sea la tensa imaginación del hab lan te la que des­ linde la gama asociativa del poder o de la san tid ad . La semántica del am or proporciona un incisivo ejem plo. En uno de los extrem os de su espectro asociativo está n las palabras tabú que designan la actividad sexual, las p artes y funciones del cuerpo que han recibido un deliberado relieve. Su constitución a la vez cómica y amenazante, fue "secu larizad a" mediante el caló o se vio devaluada por medio de un uso intempestivo (piénsese en los interminables epítetos de la jerg a militar). Sin embargo, en el otro extrem o m uchas de estas palabras estaban reservadas para el comercio am oroso m ás intenso y privado. Pronunciadas por vez prim era al am an te, a quien se le enseñaban —una "enseñanza" sem ejan te se funda sin duda en el mito de una inocencia y u n a pureza anteriores—, las palabras "obscenas" cobraban una in tim id ad feroz, casi ri­ tual. Repetidas, eco en labios de la bienam ada, circunscribían el corazón íntimo de la intim idad y de esa soledad para la cual el otro resulta indispensable. Uso el verbo en imperfecto porque esa situación, su ma­ yor parte limitada a la clase m edia, se h a v isto alterada de un modo radical. En estos últim os veinte añ o s, el vocabu­ lario del sexo ha sido lanzado a los c u a tro vientos. Una con­ tinua explotación en el escenario, en la prensa y en las obser­ vaciones de los individuos liberados, p rácticam en te lo han neutralizado. En Occidente la sensibilidad del ciudadano ilus­ trado se ha visto rápidam ente inm unizada c o n tra los terrores y seducciones de las "partes ín tim as" del lenguaje. Los psi­ cólogos sociales han dado la bienvenida a e ste cambio. Ven disiparse sombras innecesarias. Al m enos, eso im agino. Aquel equilibrio entre la jerga de las p ro fundidades y la intimidad suprema, de amante a am ante, debía obedecer a mecanismos de una gran complejidad y de una lógica afectiva refinada. La capacidad que tienen las palabras de s e r degradadas y disminuidas, sin dejar por ello de ser m ágicas, apunta hacia un equilibrio dinámico entre los aspectos públicos y privados del lenguaje. Este delicado juego de tensiones e intensidades ha sido destruido. Además, son lim itados los recursos ima­ ginativos y expresivos de la m ayoría de los hom bres. La inti­ midad, la anticipación, la excitación evocativa se enriquecen verdaderam ente gracias a la práctica de las palabras tabú, al sentido de un acceso com partido a un lu g a r nuevo y secreto. Ruidosa, difundida doquier la lengua de eros es hoy una len­

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gua ran cia; y cada día se explora con menos frecuencia el o tro lado del silencio. El problem a es m ucho más amplio. Un racionalismo difu­ so, la erosión igualitaria producida por los medios masivos de com unicación, la m onotonía progresiva del ambiente tec­ nológico avasallan los componentes privados del lenguaje. Bajo la acción co njunta de la radio y la televisión, quizás hasta nuestros sueños lleguen a estar estandarizados y sin­ cronizados con los de nuestros vecinos. La religión, la magia, el regionalism o, el relativo aislamiento de los individuos y de las com unidades, los tabúes verbales, eran otras tantas custodias y o tra s tan tas fuentes naturales de los aspectos num inosos del lenguaje. Cada uno de estos factores está sometido a un proceso de deterioro. No sería sorprendente que los efectos sobre la estabilidad del edificio lingüístico, sobre las ligas verticales que vinculan de modo complejo al subcons­ ciente y a los reductos íntim os del lenguaje con la superficie pública puedan llegar a ser dramáticos. El lastre es lo que falta. No es difícil im aginar un ser humano que en algún mo­ m ento u o tro no se haya visto exasperado por el carácter “público” del lenguaje, que no haya experimentado un mal­ estar casi físico an te el abismo que separa la absoluta singu­ laridad y frescura de sus emociones de la usura de las pala­ bras. Es casi intolerable que las necesidades, los afectos, los odios e im pulsos introspectivos que sentimos como abruma­ doram ente n u estro s, que dan forma y perfil a la conciencia de nosotros m ism os y del mundo, tengan que ser pregonados —incluso, y de u n m odo singularmente absurdo, cuando nos hablam os a no so tro s mismos— a través de la lengua común. Única y nueva com o nuestra sed misma, la taza que nombra­ mos ha estad o en otros labios ha mucho tiempo. Sólo po­ demos h acer co n jetu ras sobre las consecuencias de este descubrim iento sobre la psique de un niño. ¿Qué abdicacio­ nes, qué renuncias a una visión original y autónoma tienen lugar cuando u n a sensibilidad que apenas madura descubre que los reso rtes m ás íntim os y hondos de la personalidad son, en realidad, un m odelo público? La jerga secreta de las ban­ das de adolescentes, la contraseña del conspirador, la lengua absurda de los am antes, la cháchara infantil son respuestas esporádicas y efím eras a la vulgaridad sofocante, y a la escle­ rosis de la lengua. En algunos individuos perdura aquella afrenta original, el traum atism o causado por palabras que es­

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tán rancias y que son prom iscuas (pertenecen a todo mundo) y que, sin embargo, tienen el derecho de h ab lar en nuestro nombre la inexpresable novedad del a m o r o los pliegues más recónditos del terror. El poeta y el filósofo son tal vez los seres en quienes esa ofensa es m ás grave y a b ie rta ; recuérdese el estudio que hace S artre de sí m ism o en Les Mots o su análisis del rechazo "infantil" de F lau b ert a aceptar el troquel de la lengua públicamente adm itida. “O W o rt, du Wort das mir fehlt!, grita Moisés en el enigm ático clímax del Moses und Aron de Arnold Schoenberg. No h ay palabras ade­ cuadas para transm itir la ausencia p resen te de Dios. Tampoco hay palabras capaces de articular el descubrim iento que hace el niño de su propio yo. ¡Y cómo convencer al am ado de que no ha existido en ningún tiempo ni lu g ar u n deseo y una fe como éstos, y de que la realidad a c a b a ! E sos océanos de la vida personal en los que somos " los prim ero s en haber irrum­ pido", no son de ningún m odo así los del sile n c io : en ellos resuena la algarabía de los lugares com unes. El concepto de la "palabra fa lta n te " m arca la literatura moderna. La gran brecha en la h isto ria de la literatura oc­ cidental ocurre entre los prim eros años de la década de 1870 y el fin de siglo. Separa la literatu ra que h ab ita la lengua como su propia casa de las letras cautivas en la cárcel del lenguaje. Enfrentados a esta dem arcación, todos los movi­ mientos y las categorías estilísticas e h istó ricas, com o el hele­ nismo, la Edad Media, el barroco, el neoclásico, el romanticis­ mo, son sólo subgrupos, variantes apenas. Desde los orígenes de la literatura occidental h asta R im baud y Mallarmé (aunque de gran peso, Hölderlin y N erval perm anecieron ais­ lados), la poesía y la prosa estaban en acu erd o orgánico con la lengua. El vocabulario y la gram ática podían ser estirados, distorsionados, llevados al lím ite de la com prensión. Podemos encontrar oscuridades deliberadas y ate n ta d o s a la lógica del habla común a todo lo largo de la poesía occidental, en Píndaro, en la poesía medieval, y en la poesía erótica y filo­ sófica de los siglos XVI y XVII. Pero aun donde es m ás explí­ cita, la invención, la apropiación en el stile n u o vo de Dante, o en la cosmografía semántica de Rabelais, siguen el hilo del lenguaje. El oficio de Shakespeare reside en que supo enu­ m erar y animar las promesas virtuales de la palabra y la sin­ taxis pública, con m ayor intensidad y rig o r en la exploración de las constelaciones verbales internas que cualquier otro escritor. La estancia de Shakespeare en el lenguaje es una

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sosegada residencia, un estar en casa en un universo de me­ dios expresivos, cuyas raíces, intensidades tradicionales, to­ nalidades y riquezas aún no explotadas, él reconoce como la mano de un hom bre reconocería las cornisas y las trabes, los lugares en ru in a y las m amposterías nuevas en la casa de su propio padre. Cuando dilata e injerta, y alcanza una amplitud y contrapuntos lingüísticos antes de él inigualados, Shakes­ peare trabaja desde dentro. Sigue un proceso de creación a partir de un centro a la vez convencional (popular, tradicio­ nal, contem poráneo) y favorable a la proliferación de la vida. De ahí ese equilibrio normativo, esa coherencia envolvente que distingue al texto shakesperiano aun en los límites mis­ mos de lo patético o de lo elíptico. Por violento y singular que sea, el discurso se elabora desde el interior del conjunto trascendente que es el habla común. La cultura clásica se define por esta fam iliaridad con el lenguaje, por la convic­ ción de que las palabras y la gramática disponibles, harán el trabajo a condición de que se les use con suficiente flexi­ bilidad y la requerida delicadeza. No hay nada en el Edén o, aun en él m ism o, que Adán no pueda nombrar. La armonía entre poesía y lengua común se remonta por lo menos a las fórmulas hom éricas. Milman Parry enseñaba que una sonrisa descrita por H om ero conserva toda su fuerza gracias a que la imagen tenía la m ás honda raigambre en la lengua de to­ dos los días. E n el caso de la tradición occidental, el clasicis­ mo subyacente, el pacto entre palabra y mundo tiene vigencia hasta la segunda m itad del siglo XIX. Pero se interrumpe abruptam ente. Goethe y Víctor Hugo fueron sin duda los últimos grandes poetas que juzgaron que el lenguaje satisfa­ cía sus necesidades.78 78 Las causas de la ruptura no entran en esta discusión. Evidentem ente son m últiples y complejas. Se incluiría en ellos la fenomenología de la alienación que surge en la revolución industrial. El "descubri­ m iento" de los estratos inconscientes y subconscientes de la perso­ nalidad individual, quizás atentó contra la omnipotencia de la sintaxis. Los conflictos en tre el artista y la burguesía vuelven al escritor un crítico sarcástico de la lengua predominante (éste será el tema del hom enaje de M allarm é a Poe). Los efectos de "entropía" podrían ser im portantes: las grandes lenguas europeas padecen cierta lasitud y son ellas m ism as derivados de un indoeuropeo y de un latín extintos. La lengua se dobla bajo el delicado peso de la literatura que ella misma ha producido. ¿A dónde puede ir el poeta italiano después de Dante, qué recursos no explotados quedan en el verso blanco inglés después de Shakespeare? En 1902, Edmund Gosse dirá de la tradición shakesperiana: “Nos obsesiona, nos oprime, nos destruye." Pero el problema

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Las lettres du voyant de Rim baud fueron escritas en 1871. Se limitan a establecer nada m enos que un nuevo programa para el lenguaje y para la lite ra tu ra : " T rouver une langue; —Du reste, toute parole étant idée, le tem ps d'une langage universel viendra!" [ E n co n trar una lengua— ; por lo demás, una vez ideada toda palabra, el tiem po de una lengua universal llegará.] La primera versión del “ Sonnet allégorique de lui-meme" de Mallarmé tiene la fecha de 1868; los poem as Éventails siguieron en 1880 y 1891, Con ellos se in au g u ra una nueva etapa en la literatura y en la conciencia lingüística occiden­ tales. El poeta ha dejado de tener, o p o r lo m enos ya no as­ pira a, una residencia inamovible en la casa de la palabra. Las lenguas que lo esperan en cuanto individuo arrojado en la historia, la sociedad, las convenciones expresivas de una cultura y un medio particulares, h an d ejad o de ser una epi­ dermis natural. La lengua establecida —h e ahí al enemigo. Para el poeta, la establecida es u n a lengua atesta d a de men­ tiras. El uso corriente y cotidiano la h a hecho rancia. Las antiguas metáforas consagradas están in erte s y agotadas las energías numinosas. La tarea im postergable del escritor es, como Mallarmé dijo de Poe, "d a r u n sen tid o m ás puro a la lengua de la tribu". Se em peñará en re sc a ta r la magia de las palabras dislocando los nexos tradicionales de la gramática y del espacio organizado (el “Un coup de dés jam ais n ’abolira le hasard” de M allarmé). Se com prom eterá a rescindir o por lo menos a debilitar las continuidades clásicas de la razón y de la sintaxis, de la vía trazada po r el cálculo y de la forma verbal consciente (las I lum inations de R im baud). Porque se ha calcificado y vuelto impermeable a la nueva vida, la costra pública del lenguaje pide ser resquebrajada. Sólo entonces se hará oír la voz anárquica del subsconsciente. Desde Homero, la literatura, el enunciado de la visión, h a seguido el hilo y el genio de la lengua. Después de M allarm é, casi todo lo que importa en poesía, y en una buena p arte de la prosa que de­ termina el modernismo, va a co n tracorriente del habla nor­ mal. El cambio es inmenso, y sólo ahora empezam os a captar su envergadura. del origen y la cronología de la crisis del lenguaje en la cultura occidental sigue siendo extremadamente com plejo y sólo ha sido enten­ dido en parte. He intentado tra ta r ciertos aspectos políticos y lingüísticos del problema en Language and Silence (1967) y en Extraterrito­ rial (1971).

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Tiene por consecuencia un tipo de dificultad antes desco­ nocido y de orden ontològico. No solemos darnos cuenta, ignoramos h asta qué punto el problema de la dificultad es desconcertante y cuán cerca está del núcleo de una teoría del lenguaje. ¿Qué significa que un acto verbal —en verso o en prosa, oral o escrito— , sea "difícil"? Si se conoce la lengua y se escucha o lee con claridad el mensaje en cuestión, ¿cómo podría hablarse de dificultad? ¿Dónde reside, pues, la dificul­ tad? Como la crítica de Mauthner muestra cabalmente, afir­ mar que es difícil el "pensamiento" o el "sentimiento" que re­ cubren las palabras, no pasa de ser una evasión. Las palabras mismas, el hecho lingüístico, son la única sede demostrable de la dificultad. * La lengua articula la significación; está allí para materiali­ zarla y transm itirla. ¿De qué modos puede fracasar en esta tarea, y cuáles de estos modos pueden ser interpretados como intencionales? 79 El tem a es vasto y su enfoque no muy lógico que digamos. Aquí me limito a su aspecto histórico-formal, centrándom e, claro, en el debate sobre el lenguaje privado. Se nos repite que hay pasajes "difíciles" en Shakespeare, Detengámonos en Coroliano (I, x), en el sobresalto de Aufidius, quien así da voz a su orgullo herido: M y valour's poisoned W ith o n ly s u ff’ring stain by him ; fo r him S h a ll fly o u t o f itself. N o r sleep nor sanctuary. B eing na ked , sick, nor fane nor Capitol, T h e p ra yers o f priests n or tim es of sacrifice, E m b a rq u e m e n ts all o f fury, shall lift up T h e ir ro tte n privilege and custom'against M y h a te to M arcius.

[ Mi v alo r e s tá em ponzoñado con sólo la mancha que le inflige, y c am b iaré s u n a tu ra le z a p a ra tom ar venganza de él. ¡Ni el sueño ni la p ro te c c ió n del san tu ario , ni la desnudez, ni la enferme­ dad, ni el tem p lo , n i e l Capitolio, ni los rezos de los sacerdotes, ni las h o ra s del sacrificio, obstáculos todos para saciar la cólera, o p o n d rán su s privilegios añejos y tradiciones a mi odio por Marcio!] T ra d . Luis A strana M arín . * El a u to r tra ta el tema al detalle en On difficulty and other essays, Oxford University Press, 1978. 76 Cf. “System atically Misleading Expressions" de G. Ryle, Proceed­ ings o f the Aristotelian Society, XXXII, 1932.

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O tómese el soliloquio de Timón ju n to a la playa en Tim ón de AtenasV ,I:()I O blessed breeding sun, d ra w fr o m th e ea rth R otten hum idity; below th y s is te r 's o rb In fe c t the air. T w inned b r o th e r s o f o n e w o m b , W hose procreation, residence, a n d b irth , Scarce is dividant, touch th e m w ith s e v e ra l fo rtu n e s , The greater scorns the lesser. N o t n a tu re , To whom all sores lay siege, can b e a r g re a t fo rtu n e B u t by contem pt o f nature. Raise me this beggar and d e je c t th a t lo rd , The senator shall bear c o n te m p t h e re d ita ry , The beggar native honour. I t is the pasture lards th e w e th e r ’s sid e s, The want that m akes him lean. [ ¡Oh bienhechor sol, la fecu n d id ad q u e e n g e n d rá is e x trae de la tierra una hum edad p ú trid a e in fe c ta el a ir e q u e se extiende de­ bajo de la órbita de tu h erm an a! Coged d o s h e rm a n o s gemelos, salidos de un m ism o vientre, a p e n a s s e p a ra d o s p o r la procrea­ ción, el nacim iento y la residencia, y e x p e rim e n ta d lo s p o r fortunas diversas; el m ayor d espreciará a l m e n o r. E l c o ra z ó n hum ano, al que asedian todas las plagas, n o p u e d e s o p o r ta r u n a gran for­ tuna sin m enospreciar la N atu raleza. E le v a d m e a ese mendigo y abatid a ese señor: el señor te n d r á q u e s o p o r ta r u n desprecio hereditario; el m endigo va a gozar d e lo s h o n o re s d e l nacimiento. El forraje es el que engorda al g a n a d o ; la c a re n c ia d e forraje la que lo adelgaza.] Trad. Luis A stra n a M a rín .

En ambos pasajes, la "dificultad" está en el ritm o, en la pre­ cipitación imperiosa del estilo de S hakespeare en sus últimas obras. Las transiciones y m odulaciones se desintegran bajo la presión de una progresión d ram ática p o r dem ás intensa y compacta. En la medida en que la podem os reconstruir, la puntuación es definitiva, como en el caso de u n intervalo mu­ sical, y a la vez provisional. Se lim ita a in d icar de modo imperfecto la secuencia subyacente, los m ean d ro s y los "sal­ tos de la inducción" en la m ente de quien tiene la palabra. Con un poco de atención es posible llen ar las lagunas y ofre­ cer una paráfrasis aceptable. Por com plejo y abreviado que sea aquí el recorrido de la significación es hermosamente paralelo al de la gramática. O tra fu en te de " dificultad" nace del vocabulario: "fane", "em barquem ents all o f fu ry " ,"" dividant ", "wether. " Aquí, una vez m ás, el obstáculo carece de

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genuina consistencia. La ignorancia de una palabra es fortui­ ta y allí están los glosarios para remediarla. Un tercer orden de "dificultad" surge del uso que da Timón a “nature”, "contempt" y "fo rtu n e". La esfera pertinente de significación salta a la vista de inm ediato. Es preciso sentir la vida de la obra y poseer algún conocim iento del idioma-ambiente filosófico y emblemático de aquel entonces, para calibrar el peso de los términos clave. En este nivel, las "dificultades" son un asunto de referencia. La lengua recurre a sectores del conocimiento, a contextos especiales y a reflejos de identificación que pue­ den o no sernos fam iliares. Pero, obvio es que todos esos conocimientos pueden ser adquiridos. La teoría de los con­ tagios o la del m ovim iento celeste que invoca Timón pueden ser aclaradas en una enciclopedia. Subsiste un problem a. N uestra sensibilidad, nuestra capa­ cidad para o ír todas las tonalidades de la lengua no están a la altura de las de Shakespeare. A medida que releemos, capta­ mos lo que en un principio fuimos demasiado obtusos para percibir. Pero tal insuficiencia es, una vez más, fortuita. La " dificultad" no es lógicam ente inherente al texto. Hasta la cri­ sis m odernista, la " dificultad" de la literatura occidental fue en su m ayor p arte un problem a de referencia que podía ser resuelto recurriendo al contexto léxico o cultural (un lector o un escucha "om niscientes" no tendrían sentido de la difi­ cultad; en la " biblioteca to tal" es posible hallar todas las respuestas). En cierto sentido, que no estoy convencido de poder determ inar, las dificultades nacidas del contexto son del mism o orden que las que enfrentamos en un tratado do química, por ejem plo. Es preciso dominar un vocabulario, un conjunto de reglas y de convenciones significantes, una zona de conocim iento y las correspondientes imágenes con­ ceptuales antes de que el m ensaje pueda ser enviado y cap­ tado de m anera satisfactoria. Los instrumentos indispensa­ bles para em prender ese desciframiento son enteramente del dom inio público. No hay una indeterminación deliberada ni deseos de extraviar. E sto es todavía verdad cuando se habla de Ulises, un clásico desde ese punto de vista esencial, tan dócil al cedazo crítico y a la tradición pública como las obras de M ilton y Goethe. La fisura se abre con Finnegans Wake. Ninguna "dificultad" en Shakespeare, o en el Sordello de Browning, que pasa por ser el más oscuro de los poemas románticos ingleses, no es de la misma naturaleza, ni de la

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misma intención semántica que las que encontram os en Mallarmé : Une dentelle s'ab o lit Dans le doute d u Jeu s u p r ê m e A n'entreouvrir co m m e u n e b la sp h è m e Qu'absence éternelle de lit. Cet unanim e blanc c o n flit D'une guirlande avec la m ê m e E nfui contre la vitre b lêm e Flotte plus qu'il n'ensevelit. Mais, chez gui du rêve se d o re T ristem ent dort une m a n d o re Au creux néant m usicien Telle que vers quelque fe n ê tr e Selon nul ventre que le sien, Filial on aurait pu naître. [Un encaje abolido / en la d u d a d el Ju e g o s u p re m o / al no entrea brir como una blasfem ia / m ás q u e u n a a u s e n c ia eterna de lecho / Este unánim e conflicto b lan c o / d e u n a guirnalda con la misma / huido contra el cristal d e sc o lo rid o / flo ta m ás que se sepulta. / Mas, en quien con el sueño se d o r a / tris te m e n te duer­ me una m andora / en la hueca n a d a del m ú sic o / ta l como hacia alguna ventana / según no m ás v ie n tre q u e e l suyo / filial se habría podido nacer.] Trad. Pablo M ané.

Resurgen aquí los más antiguos y clásicos artificios de la dificultad : retruécanos y acertijos, palabras exóticas, contrac­ ciones de la gramática. La explicación y la paráfrasis prometen captar el texto sólo en cierta m edida.80 Pero la dinámica de lo impenetrable es ahora enteram ente distinta. El poema apoya todo su peso en los confines del lenguaje. No se vierte en el molde del lenguaje público, sino que funciona contra él (la lógica de la significación descansa predominantemente en el juego de las vocales y los acentos, de ahí que no sea exagerado decir que éste es un poema sobre el acento circun­ flejo, que, según lo demuestra el soneto, encarn a una conjun­ ción, un tenso equilibrio entre lo grave y lo agudo. La agude­ za, la exactitud profética que animan a este ejercicio resultan de la idea, siempre presente en Mallarmé, de que otras len80 Cf. el agudo análisis que Octavio Paz hace del "Soneto en 'ix'" de Mallarmé, en Delos, IV, 1970.

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guas, más puras y rigurosas, florecen a distancias crecientes de la superficie del discurso cotidiano. Las significaciones del enunciado no se orientan hacia el exterior, hacia un contexto de alusiones o de equivalencias léxicas. Se desplazan sobre su eje, giran hacia el interior —y las seguimos lo mejor que podemos. Se tra ta de un proceso de fracaso calculado, según enseñaron Mallarmé, Khlebnikov y Stefan George: el poema moderno es por definición una contemplación activa de la imposibilidad total o casi total de un nacimiento "al ser". La poesía del m odernism o consiste en organizar los escom­ bros: nos lleva a contemplar, a escuchar el poema que pudo haber sido, el poema que será cuando el mundo sea hecho de nuevo, si es que llega a serlo. Fantasía de lo "no-consuma­ do", del esbozo casi arqueológico —las esporas, los rastros de sugestión dejados por el poema ausente— que es uno de los temas m ás caros a R ilk e: Gesang, w ie du inh lehrst, ist nicht Begehr, nich t W erb u n g u m ien endlich noch E rreich tes... [E l canto, com o tú lo enseñas, no es anhelo ni aspiración, de una conquista to d av ía lim ita d a ]

Ineluctablemente, la tensión nacida de la interiorización, del descenso " hacia adentro" que es alejamiento de las nor­ mas de la sintaxis, conduce a una dificultad cada vez más profunda. Alcanzamos así el "sombrío eco astillado" de Paul Celan, seguram ente el mayor poeta europeo del periodo pos­ terior a 1945: Das G edunkelte Splitterecho, h irns tr o m — hin, die B ü h n e über der Windung, a u f die es zu stehn kom m t, soviel U nverfenstertes dort, sieh nur, die S c h ü tte m üssiger Andacht, einen Kolbenschlag von den G ebetssilos weg, einen u n d keinen.

De ningún modo es éste el más sentencioso de los poemas de Celan, Pero el punto en cuestión es obvio. No se dieron " dificultades" de ese orden en las letras de Occidente antes

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de 1880. El secreto del texto no a rra n c a d e ningún conocimiento esotérico; tam poco se desprende de la com plejidad del argum ento filosófico subyacente. P o r sí m ism as, las palabras son sencillas y desnudas. Y sin em b arg o , re su lta imposible dilucidarlas m ediante las referencias públicas. El poema en cuanto un todo tampoco sabría a d m itir u n a p aráfrasis única. No está probado que Celan busque " s e r e n te n d id o " ; ni que n uestra comprensión tenga relación a lg u n a con la causa y la necesidad interna de su poema.81 E n el m e jo r de los casos, el poema se deja ceñir en una s u e rte de ó rb ita , que permite un racimo de respuestas posibles; le c tu ra s tangenciales y "ecos astillados", los significados del v e rso de Celan no son ambiguos o herméticos como lo p u ed en s e r un enigmático soneto al estilo de Petrarca debido a M au rice Scéve o un conoepto metafíisico en Donne. Si bien so n incisivos en los mo­ mentos de intensa reacción —c u a n d o to d o lo invade el eco—, los significados tam bién son ev an escen tes, provisionales y susceptibles de una constante organización c u an d o el cristal gira y vuelve sobre sí m ism o p a ra m o s tr a r cóm o la form a viva se redistribuye en una nueva disposición. E s ta s subversiones del encadenamiento lineal, de las lógicas del tiem po y de la causa tal y como se reflejan en la g ram átic a, en u n a significa­ ción que term ina por ser unánim e y a la cu al n o s asimos con firmeza, constituyen algo m ucho m ás am p lio que una estra­ tegia poética. Encarn an una rebelión de la lite ra tu ra contra la lengua, comparable a, pero quizás m á s rad ical que, cual­ quiera de las que han tenido lu g ar e n el a rte abstracto y la música aleatoria y atonal . C uando la lite ra tu ra se empeña en romper el molde lingüístico y público y se convierte en idiolecto, cuando busca la in trad u cib ilid ad , hem os ingresado en un nuevo universo sensible. En un poema breve y m inucioso de ta n denso, Paul Celan habla de una ''escritura de som bras sobre las pied ras". La li­ teratura moderna está guiada p o r u n a necesid ad de explorar esta "litografía", esta " ecriture d ’o m b res". É stas tienen poco que ver con la claridad y el desarrollo en secuencias del dis­ curso público. Para el escritor nacido después de Mallarmé, la lengua violenta la significación aplanándola, destruyéndola, 8 1 Las discusiones sobre la "dificultad" de Celan y sobre sus implicaciones hermenéuticas pueden seguirse en A lfred K elletat, "Accessus zu Celan's 'Sprachgit t e r ' ";H arald W einrich, ''K o n trak tio n en " ; HansGeorg Gadamer, "Wer bin Ich und w er bist Du?" en Dietlind MeinecKe (cam p.), Über Paul Celan, Francfort, 1970.

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como ocurre cu an d o una criatu ra de las profundidades mari­ nas es sacada a la luz del día y a las bajas presiones de la superficie. Sin em bargo el herm etism o que se desarrolla de Mallarmé a Celan no es la rebelión contra la lengua más total de que tengan noticia las letras m odernas. Surgen otras dos orientaciones. P aralizado p o r el vacío de las palabras, por el hiato que hay e n tre la percepción individual y las heladas genera­ lidades del habla, el escrito r cae en el silencio. Esta táctica del silencio se rem o n ta a Hölderlin o, más exactamente, al Hölderlin elevado a rango mítico, cuyo retrato ha transmi­ tido la lite ra tu ra m o d e rn a; los comentarios hechos por Hei­ degger en tre 1936 y 1944 constituyen una ilustración repre­ sentativa. El c a rá c te r fragm entario y a menudo laberíntico, de la poesía del ú ltim o Hölderlin, el colapso del poeta en la apatía m ental y en el m utism o admiten ser leídos como una dem ostración de los lím ites de la lengua, de la impotencia total del lenguaje an te el resplandor y el secreto de lo inefa­ ble. Es preferible caer en el silencio que traicionar lo vivido de la significación. O, como Wittgenstein le decía a propó­ sito de su T ractatus a Ludwig Ficker, en una carta fechada a finales de octubre o principios de noviembre de 1910: "mi obra tiene dos p a r te s : la que aquí h a sido presentada y todo lo que no h e escrito. Y es precisam ente esta segunda parte la que m ás im p o rta " . La form a clásica de la paradoja aparece en "La carta de Lord C handos" de H ofm annsthal, de 1902. El joven noble isabelino se h a v isto enardecido por visiones poéticas y filo­ sóficas, p o r la intención de descubrir el más oculto centro órfico del a rte y de la m itología. Toda la creación, la historia entera constituyen a sus ojos un Código. Pero ahora descu­ bre que apenas puede h ab lar y que la idea de la escritura es un absurdo. El vértigo lo asalta cuando piensa en el abismo que se abre e n tre los fenóm enos hum anos en toda su comple­ jidad y la abstracción trivial de las palabras. Torturado por una lucidez que alcanza la escala microscópica, Lord Chandos vive la realid ad com o un m osaico de estructuras integrales y descubre que la lengua es una taquigrafía miope. Al consi­ derar los objetos m ás ordinarios con obsesiva atención, Chan­ dos ingresa en el laberinto de una especificidad autónoma: se pliega a la v id a de la carretilla en el cobertizo, a la del escara­ bajo acuático que con sus patas de remo surca el océano de un balde de agua. El lenguaje, tal y como lo conocemos, no

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proporciona ningún acceso a esta a u té n tic a p u lsació n del ser, El relato que hace H ofm annsthal n a r r a co n sag az habilidad esta helada e m p a tia : E st ist m ir d a n n , als g e rie te ic h s e lb e r in G ä r u n g , w ü r f e Blasen a u f, w a llte u n d fu n k elte. U nd d a s G a n z e i s t e in e A rt fieberisches D enken, a b e r D enken in e in e m M a te r ia l, d a s u n m itte lb a re r, flü sig er, g lü h en d e r is t a ls W o rte . E s s in d g le ic h fa lls Wirbel, a b e r solche, die n ic h t w ie d ie W ir b e l d e r S p r a c h e in s Boden­ lose zu fü h re n sc h ein e n , s o n d e rn ir g e n d w ie in m ic h s e lb e r und in den tie fste n S choss d e s F rie d e n s . [ Parécem e entonces ser yo m is m o e l q u e e s t á e n ferm en tació n , el q u e despide b u rb u ja s , b u lle y f u lg u r a . Y t o d o se vuelve una su e rte d e p en sam ien to feb ril, p e r o c u y a e x p r e s ió n e s m ás in­ m ediata, m ás fluida, m á s a r d ie n te q u e la s p a la b r a s . Son re­ m olinos, p ero en lu g ar d e a r r a s t r a r l o a u n o , c o m o lo s remoli­ nos verbales, a q u ién sa b e q u é re g ió n a b is m a l, d e alguna m anera m e lleva a m i p ro p io s e r y a l s o s ie g o m á s p rofundo.] Trad. Jaim e G arcía T e rré s.

Más adelante volveremos a e sta d escrip ció n d e u n a matriz del pensamiento m ucho m ás in m ed iata, m á s f lu id a e intensa que la del lenguaje. Como surge de u n e s c rito r que estaba empapado en la música, la noción de la s e sp ira le s de la in­ trospección que desembocan en fu n d a m e n to s m u c h o m ás pro­ fundos y estables que los de la sin ta x is r e s u lta del mayor interés. Sin embargo, es obvio que n in g ú n le n g u a je humano puede aspirar a una in tensidad se m e ja n te de v isió n y sere­ nidad. Chandos está en busca de u n a le n g u a " cu y o vocabula­ rio ignoro, aquella lengua en que m e h a b la n la s cosas mudas y en la cual quizás deba yo u n día, d esd e la tu m b a, respon­ der por mis actos ante u n ju ez d esco n o cid o ".* P o r lo que hace al universo natural, se tr a ta de u n le n g u a je totalm ente privado, o bien es el lenguaje del silencio. Los desastres de la G uerra M undial, la s o b ria aceptación de que los extremos de locura y b arb arie q u e o c u rrie ro n en los años 1914-1918 y d u ran te el h o lo cau sto n azi n o se dejaban aprehender ni describir por las p alab ras — ¿ q u é p u e d e decirse sobre Belsen?— m ultiplicaron las te n ta c io n e s d el mutismo. De Kafka a Pinter, una buena p a rte de lo q u e es representa­ tivo en la literatura m oderna parece fu n c io n a r deliberadam en­ te al filo del silencio. Se proponen m o v im ie n to s discursivos * La Gaceta del Fondo de Cultura E conóm ica. T ra d u c c ió n de Jaime G arcía Terrés. N. 70, Oct. 76 .

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tentativos o fra ca sa d o s que dan a entender que las conside­ raciones de alcance m á s general y de mayor peso no pueden, ni deben, se r h e c h a s ; H ofm annsthal denuncia la "indecencia de la elocuencia", después de las m entiras y matanzas de la guerra. Una p ág in a del d iario de Eugene Ionesco resume la si­ tuación irónica y q u eb ran tad a del escritor cuando las pala­ bras le f a lla n : E s c o m o s i, al irm e in v o lu c ra n d o en la literatu ra, hubiese uti­ lizado to d o s lo s s ím b o lo s p o sib le s sin h a b e r penetrado real­ m e n te su s ig n ific a c ió n . H a n d e ja d o d e te n e r cualquier signifi­ cación v ita l p a r a m í. L a s p a la b ra s h a n m atad o a las imágenes o las e s tá n o c u lta n d o . U n a civilización de palab ras es una ci­ vilización p e r p le ja . L a s p a la b ra s c re a n confusión. Las palabras n o so n la p a la b r a . E l h e c h o e s q u e las p alab ras no dicen nada, si lo p u e d o e x p r e s a r d e e s e m o d o . . . No h ay palabras para la e x p e rien c ia m á s p r o fu n d a . C u a n to m ás tra to de explicarme a m í m ism o , m e n o s m e c o m p re n d o . P o r supuesto, no todo es in­ decible e n p a la b r a s , s o la m e n te la verdad viva.

Ningún esc rito r h a llegado a u n a conclusión más desolada. Las consecuencias filosóficas son enormes, sin olvidar la "creatividad n eg ativ a" que luego ha animado a la literatura contem poránea. E legido por Beckett, el título Acto sin pala­ bras rep resen ta el desenlace lógico del conflicto entre la sig­ nificación p riv a d a y el enunciado público. Pero una vez que se trata de establecer u n m odelo de lenguaje, el silencio es, a todas luces, u n callejón sin salida. Existe u n a solución alternativa. A fin de que las "palabras puedan volver a s e r la p alabra" y de que resuene la verdad viva, es necesario c re a r una nueva lengua. Para que la signi­ ficación en cu en tre u n a expresión original y no mancillada, la sensibilidad debe sacudirse la m ano m uerta de lo precedente que se en cu en tra atrin ch erad o en las palabras y moldes gra­ maticales ya existentes. Tal fue el programa pregonado por el " k u b o fu tu rista" ru so Alexei Krucenyx en su Declaración de la palabra com o tal (1913): "La muy usada y violada pa­ labra ' lirio ' e stá desprovista de toda expresión. Por eso llamo éuy al lirio —y así es restau rad a la pureza original." Según hemos visto, esta noción de un lenguaje al que se restituye la pureza y la verdad de la luz de la mañana tiene un origen. Pero tam bién su rg e de u n a hipótesis histórica precisa que estuvo en boga a finales del siglo XVIII y durante todo el XIX. Ante la cándida perfección de la poesía hebrea y de la litera­

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tura griega, la paradoja de la frescura aliad a a la plenitud formal, los pensadores com o W inckelm ann, He rder, Schiller y Marx sostuvieron que la A ntigüedad y, en especial el genio griego, habían sido afortunados com o nadie. El aedo homérico, Píndaro, los dram aturgos áticos fueron, literalmente, los primeros en dar voz y forma a im pulsos hum anos fundamentales como el amor, el odio, los sentim ientos cívicos y religiosos. En ellos, la m etáfora y la com paración fueron innovadoras y, quizás, perturbadoras. C om parar a un hom bre valiente con un león o decir que la aurora llevará u n m anto teñido de fuego no era recurrir a un adorno m arch ito de la lengua, sino una manera de organizar la realidad y de aventurar un mapa a la vez tentativo y personal. Después de los Salmos y de Homero ningún idioma occidental h a sabido ver al mundo con ojos tan nuevos. Es probable que esta teoría sea errónea. H asta los textos más antiguos de que tenemos noticia, tienen tra s de sí una larga historia lingüística.82 Lo que identificam os como unida­ des formales en pasajes bíblicos m ás arcaicos y lo que pode­ mos discernir de la composición a base de fórm ulas en la Iliada y la Odisea deja suponer u n establecim iento lento y paulatino de la selección y de las convenciones. Ninguna téc­ nica de reconstrucción antropológica o histó rica será capaz de hacernos vislumbrar de algún m o d o las situaciones favo­ rables, para la conciencia y el reflejo social, al nacimiento de la referencia simbólica. Es posible que u n o rad o r genial o un hombre poseído por apetitos deso rb itad o s haya sido el primero en comparar la extensión de su am o r con la del mar. Pero no nos h a sido dado asistir a esa m em orable ocasión. Sin embargo y por ficticio que sea el m odelo de una poiesis perdida, ha ejercido una considerable influencia negativa. Esa influencia aviva el sentim iento, m uy difundido a partir de 1860, de que no puede haber progreso en las letras ni en­ carnación de una visión aventurera y p riv ad a si el lenguaje mismo no es renovado. E sta renovación puede asum ir tres diversas fo rm a s : puede 82 Las m ás recientes hipótesis antropológicas y lingüísticas ubican el surgimiento de una "lengua característicam en te hum ana" hace alre­ dedor de 100.000 años. Esa irrupción coincidiría con la última Era Glacial y con la m anufactura de h erram ien tas m á s perfeccionadas en piedra o hueso. Cf . Claire Russell y W . M. S. R ussell. "Language and Animal Signs", N. Minnis (corap.), Linguistics at large, Londres, 1971. pp. 184-187. Nuestras m ás tem pranas lite ra tu ra s son formas m uy tardías.

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ser un proceso de dislocación, la amalgama de las lenguas ya existentes o una búsqueda de un sistema de neologismos. Por lo general, estos tres procedimientos no aparecen aisla­ dos. E ntre 1870 y 1930, encontramos numerosas variantes de cada uno de estos tres modos, que son al mismo tiempo asi­ duas deudoras de las otras. La prosa y la poesía del nonsense, las más diversas clases de taxonom ías y alfabetos del nonsense representan un géne­ ro muy antiguo y que a menudo aflora en esa delgada super­ ficie de las rim as y coplas infantiles, en los limericks* las innovaciones mágicas, las adivinanzas y los juegos mnemotécnicos.83 Con todo, el arte de Edward Lear y de Lewis Carrol1 tiene que ver indudablemente con el despertar de la conciencia lingüística y con la exploración lógica de las con­ venciones sem ánticas a que asistieron los últimos años del siglo XIX. T ras la perturbadora afirmación de Lewis Carroll cuando dice que por esotéricas que sean, "las lenguas del nonsense" resu ltarían comprensibles para "una mente perfec­ tam ente equilibrada" no sólo hace una afirmación inquietan­ te, adelanta u n a hipótesis de una fuerza y un refinamiento psicológico innegables. Como señala Elizabeth Sewell, la dis­ locación del vocabulario normal y de la gramática común y corriente en el nonsense se efectúa siguiendo un método por dem ás especifico. E 1 m undo de la poesía del nonsense está centrado "en la división del material que lo compone en partículas, en unid ad es a p artir de las cuales es posible construir u n universo. Sin em bargo, este universo nunca debe ser ma­ yor que la sum a de sus partes, y tampoco debe fundir y en­ globar sus elem entos en un todo omnicomprensivo que no pueda ser reducido a sus factores originales. Debe intentar crear con las palabras un universo de pedaceria".84 No se puede d e ja r que alguno de estos fragmentos de mosaico en­ gendre referencias externas o que se acumule con vistas a una pluralidad. E n otras palabras: el discurso del nonsense intenta in h ib ir la polisem ia y suprimir la contextualidad cons­ * Versos hum orísticos o sin sentido de cinco líneas rimadas según el esquem a aabba. 8 3 A todo lo largo de e sta sección m e apoyo en el gran estudio de­ bido a Alfred Liede, D ichtung al s Spiel : Studien zur Unsinnspoesie an den Grenzen der Sprache, Berlín, 1963. Los mejores análisis del len­ guaje del nonsense con referencia especial al inglés pueden ser encon­ trados en Em ile Cam m aerts, The Poetry of Nonsense, Londres, 1925, y Elizabeth Sewell, The Field o f Nonsense, Londres, 1925, 84 Elizabeth Sewell, The Fields o f Nonsense, pp. 53-54.

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tan te del lenguaje natural. La gram ática del nonsense es en prim er lugar un conjunto de series falsas, o u n alineamiento de unidades discretas que im itan las p ro g resio n es aritméticas o que se deslizan entre ellas. En Lewis C arro ll encontramos por lo general núm eros enteros y descom posiciones en fac­ tores. Según Sewell, el lenguaje Jabberw ocky tien e p o r objeto que " no se establezca en la m ente nin g u n a conexión directa con ningún hecho que sea posible h a lla r en la experiencia". Sin embargo, un examen m ás estricto revela que n o es así. El ingenioso comentario de Eric P atridge so b re los cu atro ver­ bos, los diez adjetivos y los ocho su sta n tiv o s que aparecen por vez primera, en Jabberwocky m u e stra h a s ta qué punto es­ tas creaciones contienen ecos de los in g re d ie n te s familiares del inglés, el francés, el latín.85 No b asta co n a le g a r una "captación semiconsciente de un parecido verbal".86 Con la mayor frecuencia, el fenómeno se im pone de in m e d ia to y sin que se pueda escapar de él. De ahí que las h azañ as del Dong y del Snark puedan ser y hayan sido b rilla n te m e n te traducidas a otras lenguas: Twas brillig and the slithy toves Did gyre and gimble in the w abe: All mimsy were the borogroves, And the mome raths outgrabe [Era la parrillhora y los flexiosos tovos en el cesplejos giroscopiaban, vibrhoradaban. Frivoserables estaban los borogovos y los verchinos telehogariados relinchiflaban. ["Jabberwocky", en Lewis Carroll, El riesgo del placer. La caza del Snark, antología de canciones y nonsense y el capítulo inédito de Alicia. Traducciones, presentaciones y notas de Ulalume Gonzá­ lez de León, México, 1978.] Nos obsesionan en v irtud de sus m últiples an alo g ías. Numerosas asociaciones fonéticas y secuencias e n te ra m e n te fami­ liares de las baladas inglesas se ponen in s ta n tá n e a y explícita­ m ente al alcance del oído anglófono. P a ra decirlo con la 85Cf . Eric Patridge, "The N onsense W ords o f E d w a rd Lear and Lewis Carroll", en Here, There and E veryw h ere: E ssa y s Upon Language, Londres, 1950. 86 Elizabeth Sewell, op. c it., p, 121.

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expresión de P aul Celan, los ecos no se encuentran ''astilla­ dos", están e n tre te jid o s de m odo delicado, imprevisto. Desde el p u n to de vista de la renovación del lenguaje, ése es precisam ente el p u n to débil de todo el proyecto. El mate­ rial es dem asiado flexible, la traducción por demás espontá­ nea, recu rre con excesiva soltura a unidades mínimas del sentim iento y de la im aginería que tienen fírme raigambre en las asociaciones sonoras del inglés o de cualquier otra lengua pública. Lo m ejo r de Edw ard Lear es una poesía victoriana, de in sp iració n posterior a Blake, una poesía ligera­ m ente desenfocada, sem ejan te a una de esas formas compac­ tas a las que el aire desdibuja tenuem ente cuando se agolpa a su alred ed o r en lo m ás intenso de la canícula. " E n hebreo lo d ije —lo dije en holandés— lo dije en alemán y h asta lo d ije e n griego", proclam a Lewis Carroll en La caza del Snark, "M e olvidé sin em bargo de que hablabais inglés, / lo cual m e m o le sta en extrem o".* Se ha escrito poesía toman­ do com o p u n to de p a rtid a esta distracción. La poesía bilingüe y m utilingüe, el poem a que alterna versos y estrofas en len­ guas d istin ta s, se re m o n ta por lo menos a la Edad Media y a la utilización e n c o n tra p u n to del latín y la lengua vulgar. El trovador o m in n esin g er Oswald von Wolkenstein es responsa­ ble de u n célebre tou r de force donde entran en juego seis lenguas, y en la p oesía de los trovadores se combinan el provenzal, el italian o , el francés, el catalán y el gallego-portugués. En m o n o g rafía q u e lleva p o r título The Poet's Tongues, Leonard F o rste r c ita u n delicioso poema del siglo xv donde alternan el inglés, el anglonorm ando y el latín. Existe un ejem plo m ás sencillo y seguram ente más conocido, un villan­ cico navideño alem án tam bién correspondiente al siglo XV: U bi s u n t gaudia? N ie n d e r t m e h r d enn da, Da d ie E n g el singen N o v a ca n tica U nd d ie S c h e llen klingen I n R e g is curia E ia w ärn w ir da!

El ejem plo m ás acabado de que tengo noticia, tanto desde un punto de v ista literario como lingüístico, es contemporá­ neo. R eunidos en P arís en abril de 1969, Octavio Paz, Jacques * Lewis Carroll, op. cit., p. 59.

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Roubaud, Edoardo Sanguineti y C harles Tomlinson produje ron un renga. El renga es un poem a colectivo o conjunto de poemas construido siguiendo la pauta de una form a japonesa, que probablemente se rem onta al siglo VII u VIII . Pero este renga es algo más que un ejercicio colectivo de composición: es un texto en cuatro lenguas. Cada poeta escribió en su propia lengua haciendo eco, contradiciendo, transm utando a tra­ vés de lo que los otros autores acababan de componer. Los textos hispano-anglo-franco-italianos resultantes son de una extrema densidad imaginativa y suscitan, en lo que se refiere al lenguaje y a la traducción, tem as y m otivos de los que me ocuparé más adelante. Un solo ejem plo ( II, I) podrá dar al­ guna idea de cómo esas fuerzas se in terfieren y desencadenan: Aime criaient-íl s aime gravité de très hautes branches tout bas pesait la Terre aime criaient-ils dans le haut (Cosí, mia sfera, cosí in me, sospesa, sogni: soffiavi, tenera, un cielo: e in me cerco i tuoi poli, se la tua lingua e la mia ruota, Terra del Fuoco, Terra di Roubaud) Naranja, poma, seno esfera al fin resuelta en vacuidad de estupa. Tierra disuelta. Ceres, Persephone, Eve, sphere earth, bitter our apple, who at the last w ill hear that love~cry? Finnegans W ake contiene una b uena dosis de prosa poli­ glota. Recuérdense los m eandros de la célebre frase de la pri­ mera página: “Sir Tristram , violer d ’am ores, fr ’over the short sea, has passencore rearrived fro n t N o rth A rm o rica ... "No sólo llama la atención la tenaz introm isión del francés en tris­ te, violer, pas encore y Arm orie (A ntigua B retañ a); el italiano también está presente en viola d ,'a m ore y, si hemos de dar crédito a Joyce, en la fórm ula de Vico, ricorsi storici, que se aloja, mitad anagrama m itad traducción, en passencore re­ arrived. O tómese este otro ejem plo característico, proveniente del Libro II : " in deesperation o f deispiration at the diasporation of his diesparation". Es un repicar sucesivo donde la metamorfosis se escalona en cuatro y, quizás, hasta en cinco lenguas: el inglés despair, el francés déese, el latín dies (quizás la expresión Dies irae va en tretejid a en la trama), el griego diaspora, y el francés antiguo o el escocés antiguo dais o deis, que designa estancia m ajestuosa antes de adoptar el sentido moderno de plataform a endoselada p ara una función

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solemne. E n el "habla nocturna" de Joyce varias lenguas se entretejen en los monosílabos más insignificantes. Asi seim en the seim anew al final de “Anna Livia Plurabelle", funde hábilmente la palabra inglesa same y el río Seine (Sena) lo­ grando am algam a no sólo de dos lenguas sino en dos polos dialécticos de la entidad y el movimiento. Joyce representa un caso límite entre síntesis y neologismo. Pero aún en Finnegans Wake, las combinaciones multilingües están proyectadas con la intención de posibilitar un instru­ mento público m ás rico y más apto. No pretenden crear una nueva lengua. Tal invención quizá sea el salto más paradó­ jico y revolucionario a que puede arriesgarse la inteligencia humana. Pero carecem os de una historia real de esas construcciones enigm áticas. S urgen al azar en los textos apócrifos que van apareciendo en los juicios por herejía, alquimia y ocultismo. El inquisidor denuncia, y el herético profesa la política de una lengua m ágica, secreta e impenetrable para los no ini­ ciados. Los guardianes de la ortodoxia —Gottfried von Strassburg, po r ejem plo, quien denunció al gran poeta Wolfrara von Eschenbach p o r recu rrir al trobar clus, idioma secreto de las cortes de am or, o los fiscales de Paracelso— atribuyen un origen satánico a las palabras indescifrables. De otra parte, los iniciados, como los primeros profetas mormones, alegan una inspiración angelical o la visitación directa del Espíritu Santo bajo la form a de "palabras investidas con una túnica de fuego".87 Cualquiera que sea el caso, los testimonios son pueriles o inencontrables. Lo m ism o es verdad, en general, de las lenguas privadas inventadas p o r algunos individuos para su uso personal. Pero es probable que m uchos escritores, sobre todo después de Rimbaud y de M allarmé, hayan compartido hasta cierto pun­ to y, quizá, en el m ás intenso grado, el deseo de Stefan George de "expresarse en una lengua inaccesible a la multitud pro­ fana". En el caso del propio George, esa sed de hermetismo tenía una fuerza irresistible. En la medida en que las circuns­ tancias m odernas se lo permitían, él hizo de su vida personal y de su a rte un ejercicio órfico. Entre sus montajes lingüís­ ticos se cuentan p or lo menos dos poemas en una lingua 87 Para los problem as teológicos y sociales planteados por las di­ versas reivindicaciones de una revelación directa del lenguaje angélico o divino durante, por ejemplo, el siglo XVII, cf. L. Kolakowski, Chrétiens sans église, París, 1969.

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romana hecha a base de elem entos a todas luces proveniente del francés, el español y el italiano.88 En su búsqueda de una pureza y una originalidad absolutas de la expresión, Stefan George llegó a co n stru ir un habla en teram en te secreta. Es fama que trad u jo el Libro I de la Odisea a esta " neolengua". De creer a los discípulos de G eorge,89 el m aestro destruyó esta traducción antes de su m uerte tem eroso de que los eruditos y académicos de baja estofa saq u earan sus secretos. No son pocas las posibilidades de que esta anécdota sea una exageración, pero, en el plano de la teoría, el proyecto de una profundización y renovación de u n texto clásico por medio de una " traducción vuelta hacía a d elan te" a una lengua hasta entonces desconocida y cuya inocencia a ú n no ha sido manci­ llada por la literatura, es sagaz y rico en sugerencias. Dos versos de esta traducción han sobrevivido p a ra obsesionarnos. Se encuentran incrustados en " U rsprünge", un poema que trata, como era de esperarse, de la p ersisten cia de las corrien­ tes antiguas de la necrom ancia bajo la ascética superficie del cristianismo prim itiv o : Doch an dem flusse im schilfpalaste Trieb uns der wollust erhabenster schw all: I n einem sange den keiner erfasste Waren wir heischer und h errscher vom All. Süss und befeuernd wie A ttika s choros Ueber die hügel und insein k la n g : CO BESOSO PASOJE PTOROS CO ES ON HAMA PASOJE BOAÑ

"Un canto que nadie puede en ten d er cab alm en te pero gracias al cual somos dueños del enigm a y am os del todo." Sólo una vez he encontrado una constelación de sílabas que recuerde a éstas de algún modo, y fue en u n a inscripción en la isla de Malta. Valdría la pena im aginar ex actam en te cuáles versos de la Odisea I " trad u jo " George. P ero el esquem a formulario resulta inconfundible.

88 Un análisis de las opiniones de Stefan G eorge sobre la fusión de las lenguas romances y el alem án clásico con vistas a renovar la vitalidad de la poesía europea aparece en H. A rbogast, Die E rneverung der deutschen Dichtersprache in den F rühw erken S te fa n Georges. Eine stilgeschichtliche Untersuchung, Tubinga, 1961, y en G erd Michels, Die D ante-Übertragungen Stefan Georges, M unich, 1967. 98 E rnst Morwitz y Friedrich Gundolf cu en tan el episodio en s rem em branzas de Stefan George.

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Los más notables ejercicios con neologismos de la litera­ tura occidental son con mucho los ejecutados por los futu­ ristas rusos, Dadá y los surrealistas y lettristes que se deri­ varon de Dadá después de 1923. No es éste el lugar para rea­ lizar una incursión analítica por los extensos y complejos aspectos literarios de Dadá.90 Pero a estas alturas parece pro­ bable que toda la corriente moderna, hasta el día de hoy, desde el arte m inim alista y el happening hasta el freak-out y la música aleatoria, no sea m ás que una apostilla, a menudo mediocre y de segunda mano, a Dadá. Los experimentos verbales, teatrales y artísticos que tuvieron lugar por vez primera en Zurich en tre 1915 y 1917 y que luego se propaga­ ron a Colonia, Munich, París, Berlín, Hannover y Nueva York, constituyen una de las revoluciones verdaderas, una de las rupturas fundam entales en la historia de la imaginación. El genio de Dadá reside menos en sus realizaciones (la idea misma de u n objeto " acabado" estaba en cuestión) que en los absolutos de la exigencia y en el desinterés de la creación y la colaboración. Las conmociones e invenciones formales de Hugo Ball, H ans Arp, Tristan Tzara, Richard Huelsenbeck, Max Ern st, K u rt Schw itters, Francis Picabia y Marcel Duchamp están anim adas por una honestidad eufórica, y por una lógica ascética que suelen brillar por su ausencia en las redituables revueltas que les siguieron. Muchas causas —que en sí mismas son otros tantos temas de estudio apasionante— provocaron la erupción de las ruti­ nas lingüísticas de Dadá en el Cabaret Voltaire en 1915. Pa­ 90 Este campo h a alcanzado tal extensión y complejidad que casi es necesaria una "bibliografía de bibliografías". Los siguientes textos son de particular utilid ad : R. M other vell (comp.), The Dada Painters and Poets, Nueva York, 1951; Willy Verkauf (comp.), Dada. Monographie einer Bewegung, Teufen, Suiza, 1957; el catálogo sobre Cubismo, Futurisme, Dada, Surréalism e editado por la Librairie Nicaise en París en 1960; Hans Richter, Dada —K unst und Antikunst. Der Beitrag Dadas zur Kunst des 20. Jah runderts, Colonia, 1964; Herbert S. Gershman, A Bibliography o f the Surrealist Revolution in France, University of Michigan Press, 1969. Valioso m aterial sobre la poesía de Dadá puede encontrarse en G. E. Steinke, The Life and Work of H. Ball, founder of Dadaism, La Haya, 1967, y en la autorizada monografía de Reinhard Döhl, Das literarische W erk Hans Arps 1903-1930, Stuttgart, 1967. Pero siempre que sea posible es m ejor referirse a las cartas, documentos y memorias escritas por quienes realmente participaron en Dadá. Briefe 1911-1927 de Hugo Ball, Colonia, 1957; la novela autobiográfica de Ball, Flam etti oder von Dandysmus der Armen, publicada por primera vez en Berlín en 1918 y el román á clef de Otto Flak, Nein und Ja. Ro­ mán des Jahres 1917, Berlín, 1923, continúan siendo indispensables.

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rece claro que Hugo Bali eligió el nom bre del Cabaret con la intención de asociar a Dadá con el Café de Voltaire de París donde M allarmé y los sim bolistas se reu n ían hacia 1890. Pues lo que pretendían poner en práctica Ball y sus socios no era o tra cosa que el program a m allarm ean o d e purificación lin-. güística y expresión privada.91 La idea de e sc ritu ra automática de grupos de palabras liberadas de las restricciones de la vo1untad y de la significación pública, se rem o n ta por lo menos al año de 1896 y a los experim entos d e G ertrude Stein en H arvard. A su vez, estos ensayos e n c o n tra rá n eco en el futurism o italiano, en la invitación de M arin etti a poner las parole in libertà. El fundam ental concepto de "capricho del azar" (Zufall) aplicado al lenguaje no sólo re m ite al Igitur de Mallarmé, sino a la "poesía en tra n c e " en say ad a por el movimiento decadentista hacia 1890. E n las a rte s plásticas las técnicas del collage prosiguen un d esarro llo paralelo al de la poesía de Dadá y tienen influencia d ire cta sobre las relaciones de Arp con la lengua. La poésie co n crète estaba realmente "en el aire" del siglo: recuérdese el K länge de Kandinsky, publicado en Munich en 1913. La fa u n a a rtís tic a e intelectual del Zürich de aquella época era d escastad a y poliglota. El ale­ mán, el francés, el italiano, el español, el ru m an o y el ruso eran idiomas corrientes en y a lre d e d o r d e Dadá. La idea de sincretismo y de un patois personal n o e s tá n m uy lejanas. Y, sin embargo, todas estas c o rrie n te s y tensiones se ha­ brían quedado confinadas en el lim bo d e la m oda de no ser por el impacto de la G uerra M undial. D adá debe su moral a ese impacto y a las consecuencias que tu v o sobre el porvenir de la cordura y la razón hum anas. Los silencios e invenciones neológicos de Ball, Tzara, Arp, son afines p o r su desesperación y lógica nihilista a las críticas al len g u aje exactam ente con­ temporáneas de Karl K rauss y del p rim e r W ittgenstein. "Iba­ mos en pos de un a rte elem ental —re c u e rd a H ans Arp— que pudiera curar al hom bre de la lo cu ra d e la época." Cuando apareció Dadá "la locura rivalizaba con la m u e r te ... Quienes no se encontraban directam ente in v o lu crad o s en la execrable demencia de la G uerra M undial, se co m p o rtab an como si no entendieran lo que sucedía a su d e r r e d o r .. . Dadá intentó despertarlos de su lastim oso e stu p o r".93 La voz humana fue 91 Cf. R. Döll, op. cit., p. 36. 92 H ans Arp, Un se m täglichen T raum . E rinnerungen, Dichtungen u n d Betrachtungen aus den Jahren 1914-1954, Z ürich, 1955, p. 51. 93Ibid., p. 20.

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uno de los instrum entos de ese despertar: Giacometti corría por la Lim at y hacía resonar sus gritos en las casas de los burgueses de Zurích. Pero los sonidos proferidos, repetía Hugo Ball, no podían ser tomados de las lenguas corrompídas hasta la m édula por las mentiras de la política y la retó­ rica de las m atanzas. De ahí el deseo de crear "poesía sin palabras". La crónica m ás lúcida de esta empresa se halla contenida en la autobiografía de Hugo Ball, Die Flucht aus der Zeit, editada en 1927. El "viaje fuera de los tiempos" sólo era via­ ble si la sintaxis, donde el tiempo cobra toda su fuerza, podía ser quebrantada. El relato de Ball es del mayor interés tanto para la literatu ra como para la lingüística: Ig n o ro c u á n d o m e vino la inspiración de la cadencia. Me puse a c o n ta r m is se rie s de vocales como si fuese un canto llano litú rg ic o e h ice to d o p o r m antener no sólo la seriedad, sino tam b ié n p o r c o n v en cerm e de la gravedad del asunto. Por un m o m e n to , m e p a re c ió com o si el rostro pálido y desconcertado de u n n iñ o se h u b ie se desprendido de mi máscara cubista, la c a ra a m e d ia s a te r ra d a y a m edias curiosa de un niño de diez años, s u s p e n d id a , tré m u la y ansiosa, de los labios del sacerdote d u ra n te la m is a d e réq u ie m y la m isa solemne en su parroquia. A ntes d e d e c ir los versos, había leído en voz alta u nas cuan­ ta s p a la b ra s p ro g ra m á tic a s. En esa especie de poesía-sonido (K la n g g e d ic h tu n g ) u n o ren u n cia —clausura, guarda y empaca— a la len g u a q u e el p e rio d ism o ha contam inado y vuelto impo­ sible. Se re p lie g a u n o a lo m ás profundo de la alquimia verbal. E n se g u id a es n e c esa rio sacrificar también la palabra con el o b je to d e c o n s e rv a r p a ra la poesía su territorio último y sag rad o . R e n u n c iem o s a la poesía de segunda mano: me refiero en e sp e c ia l a la a d o p c ió n de palabras, para no hablar de fra­ ses, q u e n o se a n in m aculadam ente nuevas y que no hayan sido in v e n ta d a s p a r a n u e s tro p ro p io uso.

Una cita de Elefantenkarawane, de Ball, da cierta idea del efecto que se tenía en m ente: jotifanto bambla ô falli bambla grossiga m 'pfa habla horem égiga goramen higo bloika russula huju hollaka hollala blago bung blago bung

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bosso fataka ü üü ü sclwmpa wutta wussa ólobo hej taita gôrem eschige zunbada w'ulubu ssubudu uluw ssu b u d u . . . Lo que es aquí no pasa de s e r u n a p iru e ta onomatopéyica ( blago) puede convertirse, en el célebre Totenklage, en algo enigm ático y extrañam ente sofocante. El program a de Ball, al igual que el in te n to de Khlebnikov de elaborar una "lengua de los a s tr o s " exige un a absoluta renovación lingüística. Ambos proyectos desem bocan en los principios enunciados en los m an ifiesto s le trista s de mediados de los años 1940: ''elevarse m ás allá del verbo", "el em­ pleo de letras que destruyen las p alab ras", "la demostración de que las letras tienen o tro d estin o que el de se r incorporadas en el discurso conocido". El su rrealism o , el letrismo y la "poesía concreta" h an h echo p ro g re sa r la disociación de las asociaciones no sólo en tre las p alab ras y el sentido, sino tam bién en tre los signos sem ánticos y lo que se puede decir. Se ha escrito poesía exclusivam ente p a ra el o jo lector. Por ejemplo, el texto de Isidone I s o u :

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El resultado es una perturbadora sensación de acontecimientos potenciales y densidades posibles (el Dichtung de Heideg­ ger) que apenas afloran a la superficie visual. A excepción del título, casi ninguna señal logra desprenderse de allí para evocar un contexto de tonalidades más familiares. Y sin em­ bargo no m e cabe la m enor duda de que nos encontramos ante un poem a y de que éste encierra de algún modo, un ex­ traño poder de conmoción. El poema es un muro a la vez liso y expresivo. No es seguro que estas invenciones puedan desencadenar "la alquim ia m ás íntim a de la palabra" o conservar los parajes sagrados de la poesía. Con la confección de Isidore Isou nos hallamos en las fro n teras del lenguaje y de los sistemas se­ mánticos sobre las que no es posible decir cosas útiles. Esta última restricción — la imposibilidad de una metrafrase o com entario consistente— puede no ser tan reprobable e irre­ vocable com o parece a prim era vista. Hay otros modos de expresión que tam bién son rebeldes al comentario y la paráfrasis susceptibles de aplicación práctica.94 Además, lo que sucede en esos lím ites, en aquellas regiones fronterizas donde las e stru c tu ra s lingüísticas se desvanecen en una "no signifi­ cación" a rb itra ria , está lejos de ser trivial. Basta con recitar la un niño el Klanggedichte de Ball para caer en la cuenta de que ahí se e stá transm itiendo una considerable cantidad de significación y de presencia, en parte musical, en parte enfática, y en p a rte b ajo la form a de imágenes subliminales incipientes. El problem a consiste en determinar el punto en que las señales fo rtu ita s progresivamente ligadas al Individuo 94Una de las m ás instructivas zonas límite entre las prácticas lin­ güísticas n o rm ales y ''privadas" es la de la esquizofrenia. Como L. Binswanger y o tro s psiq uiatras han señalado, la distinción entre los pa­ trones lingüísticos esquizofrénicos y ciertas formas de la literatura Dadá, s u rre a lista y le tr is ta , residen principalmente en el contexto his­ tórico y estilístico. Las invenciones del paciente carecen de un origen externo y él n o puede com entarlas históricamente. Cf. David V. Forre st, "The P a tie n t’s Sense of th e Poem : Affinities and Ambiguities", en Poetry Therapy, Piladelfia, 1968. Pero, como bien muestra Augusto Ponzio en su en say o "Ideologia della anorm alità linguistica", Ideologie, xv, 1971, las definiciones m ism as de percepción y habla patológica son ya o tra s ta n ta s convenciones históricas y sociales. Los diferentes periodos y las diversas sociedades trazan distintas lineas de demarca­ ción e n tre las fo rm as lingüísticas adm itidas y las "privadas". Cf. tam­ bién B. G rassi, “Un co n trib u to allo studio della poesia schizofrenica", Rassegna neuropsichiatrica, xv, 1961; David V. Forrest, "Poíesis and the Language o f Schizofrenia", Psichiatry, xxviii, 1965; y S. Piro, I l 1in­ guagio schizofrenico, M ilán, 1967.

dejan de em itir estím ulos co h eren tes o capaces de suscitar reacciones uniform es y convenidas, rep etib les. Evidentemente no existe ninguna regla. En "L arm es de je u n e filie", algunos signos evocarán en la m ente de un m atem ático intenciones específicas, posibles justificaciones de las sonoridades y del asunto del poema que otros lectores p asarán por alto. La paradoja fatal de la lengua privada, trá te s e del trobar clus del poeta provenzal o del letrism o de Isid o re Isou, reside en el hecho simple y llano de que el c a rá c te r privado disminuye con cada unidad de com unicación. U na vez que el enunciado pasa a ser discurso y, m ás aún, publicación, el carácter privado, en sentido estricto, se desvanece. Pero la "zona fronteriza" n o es n ecesariam en te el lugar donde se busca un estilo personal o la sede de la experimenta­ ción en el terreno de lo extraño. E s — p u n to clave— una cons­ tante del lenguaje natural. Las con n o tacio n es privadas, los modos de acentuación, elipsis o p e rífra sis privados represen­ tan uno de los ingredientes fu n d a m e n ta le s de la lengua. Su peso y su campo sem ántico son esen cialm en te individuales. La significación es en todo m om ento la su m a potencial de las adaptaciones individuales. No p o d ría e x istir u n léxico ni una gramática lógica de la lengua c o rrie n te , parciales o definiti­ vos, porque los diversos seres h u m an o s, a sí sea para nombrar o establecer las referencias m ás sim ples, atrib u y e n inevitable­ mente las asociaciones m ás diversas a la m ism a palabra. Estas diferencias son responsables de la vida de la lengua corriente. No son muchos quienes poseen el genio n ecesario para inven­ tar palabras nuevas o para im p rim ir a las ya existentes, como hacen los grandes poetas y pensadores, u n nuevo valor o un alcance más amplio y rico. Nos co n ten tam o s con fichas des­ gastadas que son los dividendos de u n an tig u o legado lin­ güístico y social. Pero solam ente h a sta cierto punto. A medida que la memoria personal se ram ifica y que las ram as afectivas envuelven el tronco irreductible y m óvil del yo, agrupamos palabras y frases cargándolas de u n sen tid o singular. La for­ ma fonética —y no siempre— es lo único que sigue siendo enteram ente público. Bajo la p u n ta léxica de ese iceberg —un diccionario es un inventario de consensos y acepciones reco­ nocidas y en consecuencia erosionados y a m enudo "subsignificantes"—, las palabras que decim os com o individuos adquieren una densidad específica. P ero específica sólo para el hablante, para esa combinación única de asociaciones y de precedentes generada por el co n ju n to de su experiencia física

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y m ental. C uando las circunstancias son propicias o la me­ moria eficaz, se pueden exteriorizar o explicitar ciertas redes privadas. E n L'Age d'H om m e, análisis de sí mismo, Michel Leiris observa que la s de " suicide" retiene para él el perfil preciso y sibilante de un kris, daga serpentina de los malayos. El sonido ui corresponde al siseo de la llama; cide es "acidez" y corrosión. La i magen de una inmolación oriental, mirada en una revista, entretegió estas asociaciones fijándolas en la mente del niño. N ingún diccionario podría ser lo suficiente­ mente am plio p ara incluirlas, ninguna gramática podría for­ malizar sus m ecanism os asociativos. Y sin embargo, es pre­ cisamente de esta m anera como cada uno de nosotros vierte significado en el significado para volver significativa la sig­ nificación. Con la salvedad de que las fuentes vivas de la connotación suelen desplegarse fuera del alcance de la memo­ ria o perm anecer con el subconsciente. De m odo que en u n sentido general, que no es por cierto el de la querella en tre Wittgenstein y Malcolm, existe un "lenguaje privado", y u n a parte esencial de todo lenguaje natural es privada. Es ésta la razón de que todo acto lingüís­ tico com porte u n elem ento de traducción más o menos pre­ ponderante. Todo acto de comunicación es interpretación de un dom inio p riv ad o p o r otro. Como vim os en el prim er capítulo, tal mediación es, en el m ejor de los casos, incierta. Aunque de la misma naturaleza, esa incertidum bre se realza y materializa cuando se verifica la interpretación de una lengua a otra. El dilema de los cam­ pos privados en el seno de una lengua y de una lengua a otra ha inspirado u n a reacción vigorosa, la búsqueda de códigos de comunicación universales desprovistos de ambigüedad. Como el lenguaje e stá tan im pregnado de ingredientes privados, se ha intentado consolidar el componente público. No pocas razones de peso explican que estas tentativas ha­ yan sido particularm ente numerosas y perseverantes durante el siglo XVII y los prim eros años del XVIII. La decadencia del latín en la circulación general había minado la comunicación m utua, com unicación que debía debilitarse aún más con el surgim iento de los nacionalismos lingüísticos. Al mismo tiem­ po, el desarrollo del comercio intelectual y económico reque­ ría una com unicación expedita y exacta. Además, la constante diversificación del saber en el siglo XVII condujo a una bús­ queda de taxonom ías universales, de una gramática y de un vocabulario de la ciencia completos y claramente articula­

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dos. Los progresos del análisis y la lógica m atem áticos, junto con una conciencia rudim entaria pero fascinada de los ideogramas chinos y del papel que desem peñaban en la inteligibilidad recíproca de las lenguas orientales, dieron aún mayor ímpetu a la búsqueda de una lingua universalis o de un "carácter universal".95 El concepto de semejante interlingua incluye de hecho tres intenciones principales. Se sentía la necesidad de una lengua universal auxiliar, como lo había sido el latín , capaz de agilizar y universalizar los intercambios políticos, científicos y comerciales. En segundo lugar, un "c a rá c te r universal" propiciarí a un enfoque lógico de la cie n c ia : en caso de un éxito perfecto, proporcionaría un conjunto de sím bolos simplifica­ dos y rigurosos capaces de expresar el sab er existente y potencial. Finalmente —y era este punto en el que m ás insistían los educadores y filósofos del XVII—, u n a sem ántica universal verdadera demostraría pronto su valor com o instrum ento de descubrimiento y verificación. Estos tres objetivos ya se hallan im plícitos en O f the Proficience of the Advancement o f Learning (1605), el alegato donde Bacon aboga por el establecim iento de una jerarquía de "caracteres reales". Unos veinte años m ás tarde Descartes, en su correspondencia con M ersenne, dio la bienvenida al proyecto, no sin dejar de poner en d u d a que pudiese ser llevado a la práctica sin la elaboración previa de una lógica analítica completa y de una verdadera filosofía. E n 1633, apa­ recieron Janua linguarum reserata, de C om enius, y su traduc­ ción al inglés, The Gate of Tongues U nlocked and Opened. Destinado en su mayor parte a facilitar y a c la ra r el aprendizaje del latín, el tratado de Comenius, siguiendo el ejem plo de los jesuítas de Salamanca, cuenta con la in stau ració n de una len­ gua universal para liberar y m ejorar a la especie humana. Ese ideal halló expresión en el célebre Orbis sen sualium pictus, de 1658. El título inglés, Com eniu s’s Visible World, or a Picture and Nomenclature of All the C hief T hings that A re in the World; and of Mens E m ploym ents T herein ilustra las bases enciclopédicas y taxonómicas de la gram ática de Co­ menius. Debe existir una concordancia universal e indiscuti95 El libro de L. Couturat y L. Leau, H istoire de la langue universelle, París, 1903, con su investigación de cincuenta y seis lenguajes artificiales sigue siendo la m ejor obra de referencia. Véase también el agudo si bien melindroso artículo de Jo n a th a n Cohen, "On the Project of a Universal Character", Mind, LXII , 1954.

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ble entre las palabras y las cosas. La Pansophia o sabiduría universal sólo es posible a través de la panglottia o lengua uni­ versal. Las im perfecciones y controversias que perturban al conocimiento y las emociones humanas son una conse­ cuencia directa del desorden que reina entre las lenguas. Más allá del latín, brilla la prom esa de una lengua filosófica per­ fecta, incapaz de m e n tir y cuya sintaxis misma engendraría necesariamente un nuevo conocimiento.96 Entre 1650 y 1660 esas esperanzas se encontraban someti­ das a un vivo debate. E l Ars Magna (1305-1308) de Raymundo Lulio, revisado y d esarrollado por Athanasius Kircher, ofre­ cía un m odelo an tig u o pero prestigioso del empleo de nota­ ciones sim bólicas y diagram as combinatorios para clasificar e interrelacionar to d a s las disciplinas intelectuales. Fueron éstos los prim eros pasos hacia un álgebra universal capaz de desencadenar y sistem atizar los procesos analíticos en la mente hum ana. El Logopandecteision de Sir Thomas Urquhart (1653) es la ilu stració n típica del proyecto universalista. A U rquhart le gu stab an las bromas y no está uno obligado a tomarlo m uy en serio cuando afirma que el glosario com­ pleto de su nueva lengua fue destruido en 1650 durante la batalla de W orcester. Los grandes lineamientos de la obra que presentó en u n prospecto antes de su aparición no dejan de ser enigm áticos. E l objeto es "adaptar las palabras de la lengua universal a los objetos del universo". Sólo un "arit­ mético gram ático" (p a ra nosotros la fórmula tiene resonan­ cias proféticas) sab rá d a r realidad a este acuerdo indispen­ sable. La interlingua de U rquhart contiene once géneros y diez casos adem ás del nom inativo. Sin embargo, la construc­ ción toda descansa "apenas sobre doscientas cincuenta radi­ cales principales, de las que se derivan todas las demás ra­ mas". Su alfabeto co n sta de diez vocales, que también sirven como dígitos, y de veinticinco consonantes; el conjunto ar­ ticula todos los sonidos que son capaces de emitir los órganos vocales del hom bre. E ste alfabeto representa un excelente instrum ento p ara la lógica aritm ética. ''Lo que los logaritmos racionales hacen p o r m edio de la escritura, este lenguaje lo hace por m edio de la m e m o ria ; y, sumando letras, multipli­ cará los n ú m ero s; lo cual representa un "secreto delicioso". 96 La m ejor exposición de la obra lingüística de Comenius se en­ cuentra en H. Geissler, Com enius und die Sprache, Heidelberg, 1959. También m e en cu en tro en deuda con una comunicación privada del profesor H. Aaersleff, de la Universidad de Princeton.

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Además, el n u m ero de sílabas de u n a p a la b ra es proporcional al de sus significados. U rquhart g u a rd ó s u "d elicio so secreto" pero resu lta asom broso ver h a s ta qué p u n to su sistema se anticipa a la lógica simbólica m o d ern a así com o a los lenguajes de las com putadoras. No re su lta n m en o s sorprendentes las v en tajas m nem otécnicas que, según U rq u h a rt, ofrecen las reglas fonéticas y sintácticas de su " c a r á c te r universal". Afir­ ma que el niño no necesitará m uchos e sfu erzo s p ara dominar la nueva lengua cuya estru c tu ra en re a lid a d reproduce y reactualiza los mecanismos esp o n táneos del pensam iento. La década de 1660 asistió a u n flo re c im ie n to de esbozos de construcciones lingüísticas. A lgunas, co m o e l Character, pro notitia linguarum universali d e J . J . B e c h e r (1661) y Poligraphia Nova et Universalis, debido al m ism o A thanasius Kircher (1663), no son o tra cosa, según se ñ a la C ohen, que "sis­ tem as destinados a codificar u n g ru p o lim ita d o de lenguas según un esquema u n itario ". P ero n o p a s a n d e s e r u n a especie de taquigrafía auxiliar p ara u so de las ciencias, una interglossa. Hay otros sistem as de m ay o r in te ré s. E l A rs Signorum, vulgo Character Un iversalis et Lingua P hilosophica (1661) de Dalgarno no cumplió las p rom esas co n te n id a s e n su título, pero fue un acicate p ara que Jo h n W ilk in s p ro d u je ra siete años más tarde su Essay tow ards a R eal C haracter and Philosophical Language. E l obispo W ilkins e r a u n h o m b re de genio que presintió num erosos aspectos de la te o ría lógica moderna, Aunque De Arte Com binatoria, de Leibniz, se rem onta por lo menos a 1666 y aunque el p en sam ien to lin g ü ístico del joven Leibniz deba m ás a los p ietistas alem an es y a J. H . Bisterfeld que a ninguna o tra fuente, es innegable la influencia de Wilkins sobre aquella investigación de to d a u n a vida, que fue para Leibniz la búsqueda de u n a g ram átic a com binatoria uni­ versal de los procesos de com unicación y de descubrim iento.97 Esa búsqueda, todavía perceptible en los Collectartea etytnológica de 1717, rindió sus fru to s con los tra b a jo s epistemoló­ gicos y m atem áticos de Leibniz, Y dio a E u ro p a una con­ ciencia m ás clara del chino. P ero no llegó a configurar esa 97 El análisis que hace L. C outurat de la lin g ü ística leibniziana en La Logique de Leibniz, París, 1901, sigue sie n d o el m á s autorizado. Cf. tam bién Hans Werner Arndt, "Die E n tw ick lu n g sstu fen von Leibniz's Begriff einer Lingua Universalis", e n H . G. G adam er (com p.). Das Problem der Sprache, Heidelberg, 1966. Un ú til exam en del tema tal y com o a Leibniz se le planteaba se e n c u e n tra en Clavis U niversalis. A rti m nem oniche e logica com binatoria da L u llo a Leibniz (Milán y Nápoles, 1960) de Paolo Rossi.

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m athesis p erfectam en te explícita de los mecanismos de deno­ tación y d escu b rim ien to que el siglo XVII y Leibniz mismo habían te n id o en m ente. "A todas luces, era un error pensar que la m ism a len g u a podía servir simultáneamente como auxiliar in tern acio n al p ara todas las disciplinas y como ter­ m inología cien tífica''.98 Los u n iv e rsalistas m odernos han procurado evitar este es­ collo. Las lenguas artificiales que siguieron al volapük (1879) de J.-M. S ch ley er (1879) y el esperanto de L. L. Zamenhof (1887) c o n stitu y en entrelenguas auxiliares llamadas a volver más expedito el com ercio económico y social y destinadas a c o n tra rre sta r las presiones del chauvinismo o del aislamiento en un m u n d o b alk an izad o p o r la exacerbación de los nacionalismos. Al ig u al que su antepasado común, la langue nouvelle, esbozada p o r lo s enciclopedistas hacia 1760, estas construcciones sin tétic as to m a n prestados sus elementos de las lenguas m ayores y a ex isten tes. N o es otro el caso del esperanto, del ido, del occidental, del novial, y de una docena más. El volapük y el L atine sine flexione, en el que trabajó de 1903 a 1930 el celebre m atem á tic o y lógico italiano Giuseppi Peano, son más am biciosos. Ambos hacen en trar en juego elementos de form alización lógica sem ejantes a los cultivados en el si­ glo XVII y P eano, e n su proyecto inicial, se refiere explícita­ m ente a W ilkins y a Leibniz. Sin embargo, Peano aclara en N otitias su p er lingua in ternacionale (1906), que su intención fu n d am en tal es m en o s de orden analítico que social y psico­ lógico. P a ra la sobrevivencia de la especie humana, es indis­ pensable u n a rá p id a com prensión entre los estados nacionales vecinos y las com unidades divididas por motivos ideológi­ cos.99 Pero pocas de estas construcciones han sobrevivido. Sólo queda el esp eran to , que conserva los vestigios de una existencia utópica. De o tra p arte, la co rrien te analítica se cuenta entre las orientaciones do m in an tes d e la filosofía moderna. Nacida en el siglo XVII, la idea de form alizar las operaciones mentales y de sistem atiz ar las reglas de la definición, la hipótesis y la prueba ha sido p u esta en práctica por la lógica simbólica mo­ derna, p o r el e stu d io de los principios de la matemática y por las teorías sem ánticas de la verdad de Tarski y Carnap. A m enudo se h a n observado las relaciones entre la characteris98 J. Cohén, op. c it. p. 61. 9 9 P a ra una discusión equilibrada de los lenguajes artificiales moder­ nos, cf. capítulo VI de J . R. Firth, The Tongues of Men, Londres, 1937.

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tica u n iversalis de Leibniz y las p rim eras investigaciones lógicas de Russell y W hitehead. El p royecto de desarrollar una " ciencia de las ciencias" dueña de u n rig u ro so formalismo según la concebía W ilkins, es de im p o rtan cia cen tral para las recientes investigaciones filosóficas de C ar n ap. En los len­ guajes cibernéticos de las co m putadoras, los conceptos tradicionales de m athesis, de representación sim bólica y de uníversalidad se encuentran im plícitos, au n q u e insertos en un sistem a diferente de referencias. Ni el enfoque "in ter lingual" ni el lógico-analítico han contribuido a profundizar nuestra com prensión del lenguaje na­ tural o al menos m odificar su p ráctica. E s to no quiere decir que la filosofía lingüística y la lógica fo rm a l que va de Frege y W ittgenstein a P rior y Quine n o h a y a d a d o resultados de una sutileza extraordinaria. P ero es n e c e sa rio d efin ir con la m ayor precisión el objetivo sobre el q u e se c e n tra n las vis­ lumbres en juego. Como antes hem o s v isto , se "purifica" se idealiza sin concesiones. Se ponen en c u estió n las relaciones efectivas entre el m odelo lingüístico que e s tu d ia el lógico analítico, y el lenguaje " en vivo”. P e ro a m e n u d o la prueba es tácita o, por así decirlo, " d e ja d a p a ra m á s ta r d e " . Es posi­ ble que a resultas de esto tengam os u n a s u e rte d e profundidad protegida de las contam inaciones del c o n tex to real. Por au­ téntica que sea, la profundizarión e m p re n d id a p o r el lógico engendra su " m eta-contexto" propio y sus p ro b lem as particu­ lares. Las dificultades en co n tradas son g en u i nas, pero tam­ bién de naturaleza peculiar, circu lar. E sc u rrid iz o s, ambiguos, distorsionadores, subconscientes o tra d ic io n a le s, los reflejos nacidos del contexto de la lengua h a b la d a , los nudos de la significación que Ogden y R ichards lla m a n "afectiv o s" y que Empson inscribe bajo el rubro de " v a lo r" ( v a lu e ) y "tacto" (jeel) caen fuera de la tensa pero ex ig u a m alla de la lógica. Pertenecen al terreno de lo pragm ático, Pero es precisam ente su gran d eso rd e n lo que permite al habla hum ana innovar y expresar las in te n c io n e s personales. 10 Es posible halla r num erosos e stu d io s so b re los aspectos lógicos y lingüísticos de los lenguajes cibernéticos. A lgunos tex to s importan­ tes se encuentran reunidos en T. B. Steel, F o rm a l Languages and Descript ion Languages for C om puter P ro g ra m m in g y e n M. Minsky ( comp.). Semantic Inform ation Processing ( MIT P re ss, 1968). Cf. también B. Higman, A Comparative S tu d y o f P ro g ra m m in g Languages, Londres y Nueva York, 1967. Una in tro d u c ció n m á s general a toda la lógica lingüística m oderna se en cuentra e n S e m a n tic a n d philosophy o f Language, L. Linsky (com p.) U niversity o f Illin o is P ress, 1952.

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El sistem a e x trae su coherencia de la anomalía, reinyectada en el pan o ram a general de los usos, y de lo ambiguo que enriquece y diversifica las definiciones por lo general acep­ tadas. Se tra ta de u n a coherencia que podría describirse en "constante m ovim iento". Por otra parte, la constancia vital de ese m o v im ien to da cuenta del fracaso epistemológico y psicológico del proyecto de un "carácter universal". E nunciado b u rd am en te, el obstáculo epistemológico es el sig u ien te: só lo p o d ría ex istir un "carácter universal" y "real" si hubiera adecuación y correspondencia perfectas, despro­ vistas de am bigüedad, e n tre las palabras y el mundo. Para establecer u n a sintaxis form al universal, requeriríamos de "un catálogo del u n iv erso " reconocido, de un inventario de todos los elem entos fu n d a m e n ta le s; además, sería necesario definir la relación esencial y exclusiva que priva entre símbolo y ob­ jeto sim bolizado. E n o tra s palabras, una characteristica universalis n o so lam en te exige una clasificación adecuada de "todos los com ponentes elementales del mundo", sino que requiere, ad em ás, las pruebas de que esas unidades han sido efectivam ente identificadas y catalogadas. Una vez más, se presenta la im agen de Adán dando nombre a todo lo que en­ cu en tra en el ja r d ín cerrad o de la sinonimia absoluta. Como entendiero n Leibniz y W ittgenstein (después del Tractatus), el proyecto es irrealizable, pues si se contara con ese catálogo y esa clasificación, el "carácter universal" ya existiría y no habría n in g u n a n ecesidad de fabricar esa nueva lengua dueña de u n a lógica concluyente e impecable. Sin em bargo, lo s problem as que más saltan a la vista brotan de la psicología de la significación. Una gramática lógica, según la im ag in an los universalistas, tiene que pasar por alto las diversas m a n e ra s en que las lenguas, las culturas y los individuos se sirv en d e las palabras. En realidad, el "sentido" no es casi n u n c a n e u tro o reductible a un dispositivo estático y desprovisto de am bigüedad. Dentro de los límites de una lengua o de u n m om ento de la historia, las reglas de gramáti­ ca n o son m ás que la abreviación aproximada y fluctuante de las reg u larid ad es dom inantes o de los hábitos mayoritarios derivados del d iscurso real. Esta verdad no pierde de nin­ gún m odo su validez si la zona donde se ejercen las varia­ ciones se define p o r restricciones profundamente arraigadas y, quizás, universales. El len g u aje n a tu ra l tiene un alcance restringido, local, y es dinám ico y m últiple h a sta en el nivel de las referencias más

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simples. Sin esta "m ultivalencia" n o h a b ría h isto ria de la afectividad ni individualización de las percepciones y las respuestas. Y precisam ente porque la co rresp o n d en cia entre las palabras y las ''cosas", para decirlo con los térm in o s del lógico, es "débil", las lenguas son fu ertes. In v ié rta n se estos con­ ceptos, com o lo hacen los lenguajes u n iv ersales artificiales, y pronto saltará a la vista que el re su lta d o sólo es un modo de comunicación desprovisto de la com plejidad de la fuerza natural y espontánea. El esperanto o el novial trad u cen "desde arriba". Sólo sobreviven los aspectos m ás generales y am orfos de la significación. El efecto re s u lta n te es el de una de esas fotos "fijas" tom adas por un tu r is ta e n el cu rso de su prim er viaje a un país cuya vida real, cuyo “ co n tex to de situa­ ción” no llega a captar (p ara a d o p ta r el té rm in o empleado por Firth cuando se refiere a " los procesos dinám icos y crea­ dores de situaciones donde el lenguaje es la co n d u cta domi­ nante"). Es verdad que en ciertas condiciones, la traducción al esperanto resulta de indiscutible e fic a c ia ; p e ro esas condicio­ nes no dejan de ser raras. E n esas co n d icio n es se hace abs­ tracción de las energías im precisas y re d u n d a n te s que vuelven posible la comunicación, siem pre ap ro x im ad a, de lo que quere­ mos decir como individuos inscritos en u n m edio y una fa­ milia cultural determ inados. No se trata de atenuar la im portancia d e los elem entos pú­ blicos de la lengua, de la necesidad de u n a c la rid a d y de un consenso. Estos factores tam bién son c o n sta n te s profundas de la evolución del lenguaje y, según m o s tra ré adelante, su papel tiende a am pliarse en el curso de la h isto ria . Todo lo que concierne a la traducción, la búsqueda de universales en las gramáticas generativas y tra n sfo rm acio n ales, expresa una reacción instintiva contra las exclusivas del u so individual y el desorden de Babel. Si los enunciados n o fu esen públicos en una extensa medida o, al menos, susceptibles de s e r tratados como tales, de inm ediato aparecería el caos y el autism o. De nuevo nos enfrentam os a una d u a lid a d ineluctable, a una dialéctica de “oposiciones com patibles”. Las tensiones entre la significación privada y la pública so n u n rasgo esencial de todo discurso. El poema herm ético es u n o de los casos límite, el sos y la señal en el camino son los o tro s. E n tre am bos extre­ mos se despliega el abanico de los usos h eteró clito s, a menudo contradictorios y h asta cierto punto vagos, del h a b la corrien­ te. La palabra se im pone cuando se em p eñ a e n v o lv er público un contenido fresco y "privado" sin d e b ilita r p o r ello la sin­

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gularidad, el filo vivido de la intención individual. Tarea paradójica y que se ju eg a en dos planos. Pero si escuchamos con atención, n o hallarem os ningún poema, ningún discurso vivo del que esté ausente esta "contradictoria coherencia". En último lugar, m e propongo som eter a examen un cuarto tipo de dualidad o " p a r m ínim o", el de lo verdadero y lo falso. Las relaciones del lenguaje natural con los posibles enunciados de v erd ad y /o falsedad parecen un factor fundamental en la evaluación del discurso hum ano tal y como lo conoce­ mos, y solam ente ellas pueden llevamos a comprender la multiplicidad de las lenguas. Analizar las relaciones de "len­ guaje y v erd ad " y de "lenguaje y falsedad" equivale, evidente­ mente, a ocuparse de las relaciones del lenguaje en el mundo. Equivale a p re g u n ta r p o r las condiciones de la significa­ ción y la referencia, a interrogarse sobre las condiciones que vuelven significante la referencia para el hablante y para su in terlo cu to r. De nuevo, la traducción o transferencia de un sistem a de designaciones coherente a otro, resulta el ejem­ plo privilegiado p o rq u e es el que más " a la mano tenemos". En o tro sen tid o , las relaciones entre lenguaje y verdad im­ plican to d a la epistem ología y, quizás, toda la filosofía. En num erosos sistem as filosóficos, como el platonismo, el carte­ sianism o o las críticas de Hum e y de Kant, el tema de la condición y la representación de la verdad ocupa un papel central. In clu so si es u n ejercicio empobrecedor, resultaría instructivo d iv id ir los sistem as filosóficos en dos categorías: los sistem as p a ra los que lo verdadero y lo falso son sustan­ cias o propiedades elem entales y los sistemas para los cuales lo falso, n o es com o sostenía G. E. Moore, más que privación o negación de lo verdadero. Aunque el problem a de la naturaleza de la verdad y la estra­ tegia m etafísica y lógica desplegada cuando se le aborda, sea tan antiguo com o la filosofía sistem ática, puede decirse que el tem a e n tra e n u n a nueva etapa, íntimamente relacionada con el e stu d io del lenguaje, al concluir el siglo XIX. La orientación y el estilo de la investigación moderna se deben a d iversas causas. E n parte, se trata de una reacción, ética en su a u ste rid a d , co n tra la metafísica despreocupada­ mente elocuente y p resuntam ente solipsista que, de Schelling a Hegel y N ietzsche, había dom inado a las discusiones filosófi­ cas en E uropa. La nueva tendencia se debe igualmente a una reconsideración de los fundam entos de las matemáticas. Si no

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tem iéram os fo rm u lar las cosas de un m odo b ru ta l, diríamos que el cam bio de siglo es testigo del p aso de una concepción "exterior" hipostatizada de la v erd ad , co m o absoluto accesible a la intuición, a la v oluntad, a la in sp iració n teleológica de la historia, a una idea de la v erd ad com o propiedad de la form a lógica y del lenguaje. E sta tra n sfo rm a c ió n traducía la esperanza de que una form alización rig u ro s a de las operaciones lógicas y m atem áticas a p arecería com o la transcripción, idealizada quizá pero no p o r ello m enos fiel, de los mecanismos de la m ente. De allí que un m e n ta lism o más bien ingenuo continúe m anifestándose en las investigaciones ló­ gicas y analíticas m odernas m ás n e u tra s y m ás hostiles a la m etafísica y la psicología. La historia de este "g iro lin g ü ístico " re p re s e n ta por si misma un amplio tema. Incluso si sólo nos lim ita m o s al debate sobre lo "verdadero'', podrem os d is tin g u ir p o r lo menos cua­ tro etapas principales. E stán las p rim e ra s o b ra s de Moore y Russell, luego las de Russell y W h iteh ead , con el trasfondo explícito en la logística de Boole, P eano y F rege. Siguen luego los ensayos de definiciones se m á n tic a s de "verdad", em­ prendidos por Tarsky, C arnap y los p o sitiv ista s lógicos du­ rante el decenio de 1930, y que W ittg en stein deb ía llevar más lejos de m anera por dem ás p erso n al. Un te rc e r m odo de en­ focar el problema aparece en la "filo so fía d e O x fo rd " y, sobre todo, en las discusiones que sobre lo " v e rd a d e ro " sostuvieron en los años de 1950 Austin y P. F. S tra w so n , a sí com o el cau­ dal de artículos que este in terc am b io su scitó . H oy día la in­ fluencia dom inante la rep resen ta la lin g ü ístic a estructural cuya exposición m ás re p resen tativ a es " T h e Philosophical Relevance of Linguistic T heory” (1965) de J e rro ld J. Katz.101 Pero aun estas divisiones tan generales o sc u re c e n los hechos. El ejemplo de Frege, de R ussell y de W ittg en stein pasa a través de diversos postulados y m eto d o lo g ías. Quine no se integra fácilmente a ninguna clasificació n cronológica, pero sus investigaciones sobre la referen cia y las im putaciones de 101 Los artículos clave se en cu en tran reim p re so s en algunas antolo­ gías. Los siguientes son de utilid ad p a rtic u la r: M ax B lack (comp.), Philosophical Analysis, Nueva Jersey, 1950; A. J. A yer e t al., The Revolut io n in Philosophy, Londres, 1956; R. R. A m m erm an (com p.), Classics o f Analytic Philosophy, Nueva York, 1965. En la discusión que sígue m e he apoyado fundam entalm ente en las d o s s e rie s d e Logic and L anguage editadas por A. N. Flew, Oxford, 1951 y 1953, y en la recopilación de Richard Rorty, The L in g u istic T u rn, Un iv ersity of Chicago Press, 1967.

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la existencia se cu en tan en tre las más influyentes de todo el movimiento contem poráneo. Algunas figuras clave —Wittgenstein con stitu y e el ejem plo sobresaliente— fueron modifican­ do sus posiciones a lo largo de su obra. Biográfica y teórica­ mente, los in d iv id u o s y las escuelas (más adecuado sería decir, los "estilo s de colaboración" ) se sobreponen y trasla­ pan. Podría h ab larse, p o r ejemplo, de la presencia de un ma­ nierismo " a la A u stin " en una buena parte de la reciente filosofía an alítica y lingüística, incluso allí donde sus conclu­ siones son cu estio n a d as o no son directamente pertinentes. También es legítim o p en sar en el desarrollo de las teorías m odernas sobre lo verd ad ero a p artir de la oposición entre un m odelo fo rm al del lenguaje y el enfoque en el lenguaje natural. E n el fo ndo, no es o tra la distinción sobre la que he venido in sistien d o a lo largo de este estudio. En su muy útil panoram a h istó rico , R ichard Rorty considera que la línea divisoria es la que opone a los filósofos del lenguaje ideal y a los filósofos del len g u aje ordinario.102 Muy esquemática­ mente dicho, el filósofo del lenguaje ideal sostiene que los problemas filosóficos genuinos no pasan de ser pantanos causados p o r el h ech o de que la "sintaxis histórico-gramatical" (n u e stro s m o d o s reales de expresión) no engranancon la "sintaxis lógica" . E s e sta ú ltim a la que subyace al lenguaje n a tu ra l; es posible re co n stru irla y volverla visible por medio de un paradigm a, fo rm al. Es éste el punto de vista del primer Russell, de W ittg en stein en el Tractatus, de Carnap y de Ayer. La tarea del filósofo co n siste en considerar todos los proble­ mas filosóficos seg ú n la perspectiva de un metalenguaje ri­ guroso y en el cu al las proposiciones filosóficas tendrán algo que decir sobre la sin tax is y la interpretación. Los proble­ mas que no d em u estren ser de orden sintáctico y relacional, ateniéndose a e s ta acepción de la no ambigüedad, son falsos dilemas o e sp a n tajo s arcaicos. Nacen de un hecho deplora­ ble: la lengua co rrie n te y la ontología tradicional tienen la costum bre d e co n fu n d ir las palabras y de servirse de lo que Ryle llam a "ex p resio n es sistem áticam ente engañosas". (Es posible d e m o stra r que "D ios existe" sólo es uno de esos "enun­ ciados llam ad o s existénciales" donde "existente" es sólo un predicado fan ta sm a de lo que la gram ática estima como un su­ jeto igualm ente fa n tasm a .) La tesis del len g u aje o rd in ario se halla formulada en la 102 Cf . el P refacio de R orty, op. c it .

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crítica de Strawson a Carn ap y sus seg u id o res. Convengamos en que los dilemas filosóficos tienen su o rig en "en los elusivos y engañosos m odos de fu n cio n am ien to de las expresiones lingüísticas no form alizadas" . Pero en to n ces ¿cóm o podemos elaborar un lenguaje ideal sin u n a d escripción previa, com­ pleta y precisa de los m ecanism os y las co n fu sio n e s del discur­ so ordinario? Si tal descripción es posible, re so lv e rá por sí misma las oscuridades y vacilaciones del le n g u a je natural. Es posible que un m odelo m etalingüístico sea d e alg u n a ayuda en la medida en que exterioriza, "p e rfila " el á re a d o n d e reina la confusión, pero sería inútil exigir q u e e m p re n d ie ra una elucidación sujeta a norm as. De m odo s im ila r, A ustin soste­ nía que no tiene mucho objeto re fo rm a r y r e s tr in g ir el uso común, m ientras no se sepa con m ay o r e x a c titu d en qué con­ siste ese uso. Quizás el lenguaje o rd in a rio n o sea " la última palabra", pero en todo caso p roporciona u n in m e n so campo de estudio. Estos métodos opuestos y to d as las e s tra te g ia s "interm e­ dias" desplegadas por los filósofos de la lin g ü ístic a llevan a imágenes diferentes del perfil y del fu tu ro d e la filosofía. Bien puede ser que toda filosofía d ig n a d e ese n o m b re sea, para usar la expresión de W ittgenstein, u n a s u e rte d e "terapia del habla", un paliar las enferm edades del le n g u a je ordinario y un remediar los conflictos esp u rio s p ero v eh em en tes que éstas provocan. Sin embargo, la filo so fía lin g ü ístic a podría conducir a una revolución com o la de C opérnico, sustituyen­ do el modelo kantiano de los a priori del co n o cim ien to por una nueva concepción de las restriccio n es in te rio riz a d a s y de las disposiciones abstractas que vuelven p o sib le el lenguaje mismo. Así, cobraría realidad el viejo su e ñ o d e u n a gram ática filosófica universal. Es muy posible que la lin g ü ístic a empíri­ ca se desarrolle hasta un pun to en que p u e d a s e r capaz de enunciar formulaciones no triviales so b re la n a tu ra le z a de la verdad y de la significación (n o es o tra la am b ició n de Chomsky y de los adeptos de las " e stru c tu ra s p r o fu n d a s " ). Final­ mente, como dice Rorty, el análisis lin g ü ístico p u e d e cum plir tan bien su faena exorcista que alg ú n d ía p o d re m o s "llegar a ver a la filosofía como una en ferm ed ad c u ltu ra l que h a sido curada". Dos líneas de fuerza se desprenden. La filo so fía lingüística representa una porción im portante de la filo so fía del siglo XX, sobre todo en Inglaterra y en los E sta d o s U nidos. H a puesto el análisis de las gram áticas form ales o em p írica s en el centro

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de la lógica, d e la epistem ología y de la psicología, pero tam­ bién ha sabido a b o rd a r el problema del lenguaje desde un nuevo ángulo ( R o rty sugiere el término genérico de "nomina­ lismo m eto d o ló g ico "). Con esto ha excluido del terreno de las actividades filosóficas respetables a varias ramas de la filosofía trad icio n a l, com o la estética, la teología y gran parte de la filosofía p o lítica. Tam bién ha sabido distinguirse tajan­ temente de o tra s m a n e ra s de concebir y vivir el lenguaje. Esta distinción, con la convicción apenas oculta de que el otro ban­ do es el reino del vacío, se aplica a Husserl, Heidegger, Sartre y Ernst Bloch. P o r eso existen justificaciones de orden his­ tórico y psicológico q u e respaldan la separación de la "filoso­ fía lingüística" de la "filosofía del lenguaje" ( Sprachphilosophie). Pero e sta separació n es perniciosa. No es muy probable que el célebre p ro n ó stico de Austin llegue a realizarse mien­ tras exista ese h ia to : "¿N o es posible que el próximo siglo asista al nacim ien to , gracias a la labor conjunta de los filó­ sofos, los g ram átic o s y de tan to s otros especialistas del len­ guaje, de una ciencia del lenguaje auténtica y total?" Lo "v erd ad ero " rep re sen ta un tem a ubicuo y, sin embargo, nítidamente in d iv id u alizad o del análisis lingüístico contem­ poráneo.103 Se h a n p ro p u esto varios esquemas. Lo que halla­ mos en M oore, en el R ussell de las primeras lecciones sobre el atomism o y las proposiciones lógicas y en el Tractatus es una teoría de las correspondencias. La lengua es en cierta medida una im agen del m undo retomado objeto a objeto, mientras que to d as las proposiciones "son como" los objetos a que rem iten. Los E ssa ys on Truth and Reality (1914) de F. H. Bradley, ju n to con el análisis de las proposiciones ela­ borados p o r p o sitiv istas lógicos como Schlick y C. G. Hempel, conducen a lo que se h a convenido en llamar una "teoría de la coherencia" d e la v erd ad . É sta descansa en la coherencia interna y en u n a relación sistem áticam ente codificada entre la percepción y el o bjeto. (Los lógicos nos dicen que ninguna teoría de la co h eren cia es invulnerable a la célebre prueba de Gödel según la cual todo sistema, una vez que alcanza 103 He basado m i discusión en George Pichter (ed.), Truth, Nueva Jersey, 1964, y Alan R. W hite, Truth, Londres, 1970. También he empleado los siguientes te x to s: P. F. Strawson, "On Referring” (Mind, LIX , 1950); Paul Ziff, S em a n tic Analysis, Corn ell University Press, 1960; A. J. Ayer, Found a tions of Empirical Knowledge, Londres, 1963; R ita Nolan, "T ruth and Sentences" (Mind, Lxxxviii, 1969); Roland Jager, “Truth and A ssertion” (Mind, lxxxix, 1970); R. J . y Susan Haack, o" ken-Sentences, T ran slatio n and Truth-Value" (Mind, lxxxix, 1970). T

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cierta complejidad, debe, a fin de probar su propia coherencia, " im portar" inferencias exteriores nuevas, y re c u rrir a prin­ cipios suplementarios cuya propia coherencia es susceptible de cuestionam iento.) Como su nom bre connota, la "teo ría sem ántica" de la verdad se ocupa en prim er térm ino de la naturaleza de las rela­ ciones entre gram ática y realidad. E ste enfoque tiene sus principales fuentes en "D er W ahrheitsbegriff in den formalisierten Sprachen", de Tarski, publicado prim ero en polonés en 1933, y luego incluido en la Logische S y n ta x der Sprache de Carn ap, aparecida en Viena en 1934 y tra d u cid a al inglés tres años más tarde. La I ntroduction to S e m antics (1942) de Carnap dio una amplia circulación al punto de vista se­ mántico.104 Las definiciones sem ánticas de la verdad están formuladas en vista de lenguajes ideales artificiales que son, en realidad, generalizaciones de sistem as deductivos cuyo grado de complejidad form al varía. "V erdadero" es un predi­ cado que es previsible encontrar en ciertas categorías par­ ticulares de oraciones (las llam adas "oraciones-objeto" u "ora­ ciones-testigo" token-sentences). Éstas son generadas según las reglas rigurosas y form ales del m etalenguaje. Por lo co­ mún, el metalenguaje es transcrito según un cierto código de lógica simbólica, y aquí encontram os vínculos a menudo explícitos con los Principia M athem atica de Russell y Whitehead y, en última instancia, con Leibniz. T arski parece definir lo "verdadero" como la posibilidad, para un enunciado, de ser aceptado o adm itido en el interior de un lenguaje form al de­ finido al que gobierne una lógica bivalente (v erdadero/falso) y no multivalente. Este concepto y el análisis que de él se hace son técnicamente muy abstrusos, pero creo que no dejan de ser útiles para la comprensión de los problem as de poli­ semia y ambigüedad a los que nos enfrentam os en la traduc­ ción. La estrategia de Carnap es m enos clara, pero también más sugestiva, ya que su m étodo está enteram ente apoyado en la hipótesis de una posible extensión de los lenguajes artificiales al lenguaje natural y a la clasificación de las diver­ sas ciencias.

104 Una introducción exhaustiva a la obra de T arsky y de Carnap encuentra en W. Stegmüller, Das Wahrheitsproblem und die Idee der Semant i k : Eine Einführung in die Theorien von A Tarski und R., Carnap, Viena, 1957. Las siguientes críticas son de especial utilidad: Max Black, "The Semantic Definition of T ruth" (A nalysis, VIII, 1948) y A. Pap, "Propositions, Sentences, and the Sem antic Definition of T rulh" ( Theorie, xx, 1954).

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Se han hecho crítica s severas a cada una de estas teorías. A su vez, estas c rítica s han llevado a nuevos enfoques y tenta­ tivas. Apoyándose en F. P. Ramsey y en su "superfluo lógi­ co" ("dado que p " sólo es un o tro redundante de decir "es un hecho que p " ), S traw so n rechaza la idea de que las pro­ posiciones son "co m o " el m undo. Su análisis se ocupa de numerosas o raciones, inteligibles y provistas de sentido, pero que no expresan n a d a que sea verdadero o falso. Existen nu­ merosos p redicados gram aticales, subraya Strawson, que son satisfactorios en sí m ism os, pero que carecen de aplicación hic et nunc. La relació n aquí cuestionada es la que se da entre "todos los h ijo s de Ju a n están dorm idos" y la posibilidad, tal vez absolutam ente ig n o rad a por el hablante, de que Juan no tenga hijos. Otras concepciones de la " verdad" han aparecido luego. Existe una tra d ic ió n pragm ática, asociada a las doctrinas de Pierce, W illiam Jam es y F. C. S. Schiller. Ilustra su duda con el sentido com ún el títu lo del texto más conocido de Schil­ ler: "¿Deben e s ta r en desacuerdo los filósofos?" publicado en los Proceedings o f th e Aristotelian Society correspondientes a 1933. Ciertos elem entos tom ados de ese enfoque y un gran talento para e n c o n tra r ejem plos desconcertantes, caracterizan la lógica de Quine. Tam bién está el empirismo lingüístico o el materialismo de los m arx istas con su énfasis en "lo que está fuera".105 Pero aquí, al igual que en otras ramas de la inves­ tigación filosófica contem poránea, son las tesis analíticas las que mayor in flu en cia h an tenido y, también, las más activa­ mente tra b ajad as. El problem a de la verdad suele concernir a las relaciones de " las palabras con las palabras" antes que a las relaciones de las " palabras con las cosas". La discusión en esto s térm inos dura ya más de cincuenta años. En la m ed id a en que sea capaz de seguir siquiera los trazos más generales de u n debate donde múltiples bandos se enfrentan con ay u d a de una lengua meta-matemática, el lego se verá sorp ren d id o p o r algunos aspectos. En la literatura proliferan los análisis rigurosos de la gramática. Cualquiera que sea la condición fu tu ra de la filosofía lingüística angloameri­ cana en cuanto filosofía, las escrupulosas técnicas para "es­ cuchar al len g u aje" sobre las que está fundada y los modelos decom portam iento lingüístico que ha laborado habrán de 105 Cf. I. S. N arski, “On the Conception of Truth”, Mind, 1965, con sus referencias a Lenin y su conclusión vehementemente optimista de que " la verdad es un progreso".

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subsistir. Los ejem plos de significación im precisa, de oscuridad lógica y substantiva que Moore, W ittgenstein y Austin seleccionan o inventan a p a rtir del lenguaje n a tu ra l, componen una poesía extraña. Al igual que H ölderlin y Lichtenberg, Witt­ genstein pertenece a la vena herm ética y aforística de la literatura alemana. El oído de Austin, tan sensible a los ma­ tices del discurso, su habilidad para c ap tar los giros casi surrealistas y de excentricidad im prevista del habla corriente habrían hecho de él, por poco que se lo hubiese propuesto, un sagaz filólogo o crítico literario. Sus an ten as para detectar la máscara de las palabras eran tan finas com o las de Empson. Cuando Austin "pretende ser una hiena", incu rrien d o en una simulación, " una costum bre muy reciente, quizás no más an­ tigua que Lewis Carroll", se lim ita a hacer, com o indica llana­ mente la referencia, un poco de poética práctica. Una y otra vez, el estudio analítico de lo "v erd ad ero " h a proporcionado atisbos ancilares sobre el lenguaje in extrem is, sobre las mo­ dalidades de la expresión rigurosa en los lím ites de la sintaxis, Como resultado de toda esta actividad filosófica deberían haberse afinado y consolidado las distinciones reconocidas entre "oraciones", "enunciados", "proposiciones" , "referen­ cias”, "postulados", "predicados", " acuerdos", " afirmaciones" y muchos otros componentes esenciales de la descripción lin­ güística. Con todo, sim ultáneam ente la discusión sobre la " verdad" deja ver algunas de las lim itaciones radicales d e la disciplina "analítico-lingüística". Ha procedido sin to m a r en cuenta la psicología experimental y lo que podría llam arse, en un sen­ tido general, teoría de la inform ación. A unque se afirme explícitamente como un estudio de las convenciones o nece­ sidades que norm an las relaciones en tre el len g u aje y " lo que es", el análisis lingüístico casi no h a to m ad o en cuenta los progresos realizados en la com prensión de la percepción y del conocimiento. Al parecer nadie tiene conciencia de que el pro­ blema de la "verdad" y del predicado e stá condicionado en amplísima escala por los m ecanismos de la percepción hu­ mana. Por sí mismos, tales m ecanism os ya son intrincadas combinaciones de factores neurofisiológicos, ecológicos y sodoculturales.106 E sta indiferencia es ta n to m ás elocuente cuan­ 106 Cf. Jerome S. Bruner, T oward a Theory o f In stru ctio n , Harvard University Press, 1966, y la obra precursora de Jam es J. Gibson, The Senses Considered as Perceptual S ystem s, N ueva York, 1966, espe­ cialm ente pp. 91 y 96. La posibilidad de que las percepciones sensoriales

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to que son m uchos los p u n to s de interés común. Las pregun­ tas que se p lan tea W ittgenstein en torno de la condición del "dolor" y de o tra s sensaciones internalizadas remiten a los problemas del d o lo r y o tro s datos somáticos planteados por la psicología y la fisiología. Una teoría del lenguaje y de la verdad que p ierd a de v ista la distinción entre la relación de un estímulo con su causa y la de un símbolo con su referente —este últim o in sep arab le de una comunidad lingüística y de un código social— c o rre el peligro de ser una teoría artificial y tendenciosa. E x actam en te como en el caso de los modelos de estructura p ro fu n d a adelantados por las gramáticas gene­ rativa y tran sfo rm acio n al, el diagnóstico analítico de lo "verdadero" es capaz de c re a r confu sión, y de permitir que se sobrepongan a la re alid a d los esquemas puramente ideales. Las objeciones que hace Max Black a la teoría semántica de Tarski tienen p ertin e n c ia m ás allá de la semántica. El carácter "ab ierto " de un lenguaje natural, según se mani­ fiesta en la composición fluctuante de su vocabulario, prohíbe definir lo verdadero con ayuda de una enumeración de elemen­ tos simples. Es éste un intento tan desesperado como lo sería el de discernir la noción de "nombre propio" haciendo una lista de todos los nom bres que alguna vez hayan sido usados.107 Esta crítica p u ed e ir m ás lejos. No cabe duda de que la refuta­ ción analítica de to d a s las teorías ingenuas de la correspon­ dencia palabra-objeto h a sido ú til para la filosofía. Con todo, hay cierta im p o stu ra psicológica en la idea de que es posible llegar a un m o d elo o p erativ o m ás eficaz o, para decirlo de modo más convincente, es falsa la pretensión de que se puede actuar según u n m o d elo filosófico más satisfactorio. Michael Dummett fo rm u la la cu estió n con toda franqueza: Aunque ya no aceptam os la teoría de la correspondencia, se­ guimos siendo realistas en el fondo; conservamos en nuestro pensamiento una concepción de lo verdadero fundamentalmente realista. El realism o consiste en creer que para todo enun­ ciado existe una razón en virtud de la cual el enunciado mismo o su negación es verdadero; sólo sobre la base de esta creencia estén "culturalm ente d eterm in ad as" y requieran "traducción" es exa­ minada en W. H udson, "T he Study o f the Problem of Pictorial Perception am ong U n accu ltu rated Groups", International Journal of Psychology, II, 1967, y J a n B. Deregowslri, "Responses Mediating Pictorial Recopnition", Journal o f Social Psychotogy, LXXXIV, 1971. 107 Max Black, "T h e S em an tic Definítion of Truth", p, 58,

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podemos justificar la idea de que lo verdadero y lo falso desem peñaron un papel esencial en el concepto de significación de un enunciado, que la forma general de una explicación de significado es una declaración de las condiciones de lo verdadero.108

No es posible escapar de esta " duplicidad", m ien tras los aná­ lisis de las afirm aciones, enunciados, proposiciones o creen­ cias relativas a la verdad estén divorciados de la psicología y la sociología del conocim iento. Sólo cu an d o s u rja ese víncu­ lo, será posible d ar satisfacción a las legítim as exigencias de Strawson cuando p reg u n ta: “¿Cómo se usa la palabra ‘ver­ dadero’ "? Pero las limitaciones de la lingüística an alítica pueden ser de naturaleza más profunda. " C ualquier teo ría satisfactoria de la verdad —afirm aba Austin em pleando u n a expresión que trata con mayor cautela en otros contextos (¿q u é es una ‘teo­ ría de la verdad?')— debe ser capaz de e n fre n ta rse igualmente con lo falso."109 Me parece que ninguno de los sistem as de lo verdadero proporcionados por la filosofía lingüística contem­ poránea cumple con este requisito. Y, sin em bargo, estoy con­ vencido de que el problema de la n aturaleza y de la historia de lo falso es determ inante para la com prensión del lenguaje y de la cultura. Lo falso no es, salvo en el sen tid o m ás for­ mal o puram ente sistem ático, una falta de adecuación a los hechos. Es un agente dinám ico y creador. La facultad huma­ na para enunciar cosas falsas, para m entir, p ara negar lo que es, está en el núcleo m ism o del lenguaje y anim a la reciproci­ dad entre las palabras y el m undo. Es posible que lo "verda­ dero" sea la más lim itada y especial de esas dos condiciones. El hombre es un m am ífero capaz de lev an tar falsos. ¿Cómo surgió este don, a qué im perativo de la adaptación corres­ ponde? La gama de procesos lingüísticos y auditivos que separa los absolutos teóricos de lo " v erdadero" y de lo " falso" es tan variada y rica en m atices que n inguna lógica, ninguna psicología y ninguna sem ántica han podido describirla, así sea provisionalmente. Por m edio del análisis y de la observa­ ción de la conducta se han llegado a so n d ear ciertos sectores centrales, en zonas tan fundam entales desde un pu n to de vista

108 Michael Dummet, “T ruth", reim preso en G. P itch er (ed.), op. cit., pp. 106-107. 109J. L. Austin, “Truth", reim preso en Pitcher, pp. 27-28.

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formal y c u ltu ra l com o la inducción, el razonamiento por hipótesis y la d u d a filosófica. La gramática ha investigado los modos o p tativ o s y subjuntivos. El desarrollo de las lógicas rnodales y p lu riv a len te s ha llevado el trato de las proposiciones más allá de las categorías exclusivas de lo falso y lo verdadero. Los a rtíc u lo s técnicos que se ocupan de la condi­ ción son in n u m era b le s.110 El status lógico de los modos hipo­ téticos ha d ad o lu g a r a m ás de una controversia.111 Ciertos lógicos estim an qu e las afirm aciones contrarias a los hechos, como "N apoleón no m u rió en Santa Elena", no suscitan nin­ gún problem a en especial, pero hacen hincapié en que no deben ser c o n fu n d id a s con las condicionales. La única piedra de toque la re p re se n ta la verificación, uno a uno, de todos los enunciados co n d icio n ales.112 Otros más tienden a pensar que las o racio n es condicionales del género "si Napoleón hu­ biese ganado en W aterlo o , habría continuado siendo Empera­ dor" plantean u n p ro b lem a que sería tonto pasar por alto.113 ¿Cuál es la m e jo r m a n e ra de tra ta r un tipo de enunciados m anifiestam ente inteligibles pero de los que no se puede decir que sean ni verificab les ni susceptibles de ser falsificados? Sin em bargo, en c o n ju n to sería difícil encontrar otra rama de la investigación filosófica y lógica que sea a la vez tan prolija y ta n e sté ril. Q uizás el lógico sienta que pisa en falso desde un principio. Lo inhibe la advertencia que hace Hume en el p rim er libro del T ratado sobre la naturaleza humana: Todos los raz o n am ien to s p o r hipótesis o "fundados en una suposición" se e n c u e n tra n irrevocablemente minados por la carencia de u n a " ex isten cia real reconocida". Por eso son "quiméricos y sin fu n d am en to ". Todo este campo es un pan­ tano. "T an to los si com o los quizá —escribe Austin en su conocido a rtic u lo ‘Ifs an d C ans' (1956)— son palabras pro­ teicas y em b arazo sas p a ra la gram ática y la filosofía. Engen­ dran confusión." 110 Me h an p arecid o d e p a rtic u la r utilidad: Stuart Hampshire, “Subjunctive C o nditionals” (A n a lysis, IX , 1948 ); M. R. Ayers, "Counterfactuals and S u b ju n ctiv e C onditionals” (M ind, LXXIV), 1965; K. Lehrer, "Cans W ithout Ifs ” ( Analysis, XXIX, 1969); Bernard Mayo, "A New Approach to C o n d itio n als" (A nalysis, xxx, 1970). 111 Cf. D. P ears, “ H y p o th eticals” (Analysis, X, 1950); Charles Hartshorne, "The M eaning o f Is Going to Be" (Mind, lxxiv, 1965); A. N. Prior, "The Possibly-True a n d the Possible” (Mind, LXXVIII, 1969). 112 Es é sta la opinión sostenida por M. R. Avers en "Counterfactuals and Subjunctive C o n d itio n als”. 13 É sta es la posición adoptada por Stuart Hampshire en su artículo de 1948.

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Pero vistas bajo otra luz, puede pensarse que "engendran vida", que las fuerzas prim arías gracias a las cuales el lenguaje y las exigencias hum anas se adaptan en tre sí residen precisamente en esa región refractaría a la lógica. Es posible que los núcleos creadores del lenguaje sean precisam ente lo hipotético, lo "im aginario'', lo condicional, la sintaxis de la contingencia y de la antiobjetividad. Son los que impri­ men la huella de lo "orgánico" a la noción m ism a de "or­ ganización". Es inevitable que el concepto que rige estas relaciones sea oscuro: ¿cómo controlar una "estabilidad pro­ teica", una ilimitación sistem ática? Una vez m ás, es necesa­ rio asombrarse, volverse sensible —si el poeta lo es, ¿por qué no el lógico?— al pensamiento de que las cosas pudieron ha­ ber sido de otro modo, a la idea de que una claridad perfecta quizá hubiese restringido el campo. Es notable, dicho sea sin exageración, que seamos capaces de conceptualizar y traducir a la lengua la categoría insondable de lo imposible, que frases como colorless green ideas sleep f u riously ['la s ideas verdes incoloras duermen furiosam ente']* no planteen barreras se­ mánticas o conceptuales insuperables. Lo im posible se enca­ mina paulatinamente hacia una im precisa re g ió n : somos ca­ paces de decir, pero no de figurarnos razonablem ente la proposición "a no es a ".Sin embargo, desearíam os saber con mayor exactitud —precisamente aquí, en este p u n to aparente­ mente desprovisto de complicaciones, pero donde son violadas las leyes del sistema— cuál es el grado de artificio o de li­ gereza que separa a un concepto inexistente o desprovisto de sentido de una forma verbal perfectam ente congruente. La gramática común carece de un cinturón de seguridad que nos impida proferir tonterías con la m ayor corrección del mundo. ¿Por qué tiene que ser así? ¿Qué debilidad es ésta o, por el contrario, qué libertad para rem odelar, para ir m ás allá de las fronteras, determina esta ausencia de restricciones? Los condicionales contrarios a los hechos: "Si Napoleón estuviese ahora en el campo de batalla, el problem a de Vietnam cobraría un giro distinto" hacen algo m ás que sembrar la perplejidad entre los filósofos y gram áticos. Al igual que los futuros, con los que se encuentran seguram ente emparen­ tados y con los que deberían reunirse en la categoría más amplia de la "suposición" o de la "altern ativ a", estas propo­ siciones en "si" son uno de los recursos fundam entales de la * Ejemplo de Estructuras sintácticas de Noam Chom sky (p. 25).

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afectividad h u m an a. G racias a ellas el espíritu puede volverse sobre sí m ism o, ellas le proporcionan literalmente su espacio vital, su L ebensraum . La diferencia entre un lenguaje artificial como el FORTRAN, program ado por especialistas de la infor­ mática y teóricos de la inform ación, y el lenguaje humano reside en todo u n potencial quimérico, en una serie de ambi­ güedades vitales y de decisiones imposibles. A partir de un vocabulario dado y de u n co njunto de reglas de funcionamien­ to (ambos susceptibles de m odificación) y teniendo en cuenta las posibilidades de la com prensión y ciertos límites en el plano de la actu ació n (n a d a de oraciones infinitas), podemos decir todo. E sta u n iv ersalid ad latente no deja de ser aterra­ dora, y esto no d eberíam os olvidarlo. No está lejos de excluir a la lógica aplicada — los parám etros son demasiado numero­ sos, los órdenes aceptables son demasiado fluctuantes y espo­ rádicos ( " E s ist m en sc h en u n m öglich" , "es humanamente im­ posible —afirm a W ittg en stein en el Tractatus, 4.002— derivar un lenguaje lógico, Sprachlogik, de un lenguaje natural").* Pero quién sabe si tal inestabilidad no es el más revelador de los fenómenos de ad ap tació n de la evolución; quién sabe si no es la m ano te n d id a al e x terio r que nos vuelve humanos. Ernst Bloch es el m ás gran d e metafísico e historiador de este proceso. P a ra él, la esencia del hombre está en "soñar hacia ad elan te" , en esa facu ltad compulsiva de deducir "lo que todavía no es" a p a rtir de " lo que es ahora". La concien­ cia hum ana reconoce en todo lo existente un margen cons­ tante de inacab am ien to , de potencialidad suspendida que de­ safía la consum ación. A diferencia de las demás especies vivas, el h om bre posee el sentido del devenir "y el don de po­ der encarar la h isto ria del fu tu ro . Este instinto utópico es el muelle real de su política. Las grandes obras de arte contie­ nen las fibras de u n a realid ad latente. El arte, según la fórmu­ la de M alraux, u n " a n tid estin o ". Lanzamos hipótesis, proyec­ tamos la im aginación y el pensam iento hacia "el reino del sí", hacia las condiciones sin lím ite de lo desconocido. Tal proyección no es u n a desviación lógica, ni un abuso de la inducción. Es algo m u ch o m ás amplio, una convención de probabilidad. Es el n ervio m aestro de la acción humana. Los * Ludwig W ittgenstein, Tractatus logico-philosophicus. Trad. Enrique Tierno Galván, M adrid, 1973, Alianza Universidad. 4.002: E s ist m en sch en u n m ö glich, die Sprachlogik aus ihr urtmittelbar zu entnehrnen : "E s hum anam ente imposible captar la lógica del lenguaje."

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modos condicionales y los enunciados antiobjetivos, sostiene Bloch, establecen una gram ática de la renovación incesante. Nos obligan a emprender frescos la jo m a d a , a d ar la espalda a los fracasos de la historia. Sin ellos, no habría avance po­ sible, y los sueños frustrados se nos harían nudo en la gar­ ganta. Bloch es un m arxista m esiánico; descubre en el materialismo dialéctico y en la visión hegeliana y m arxista del progreso social, los elementos más adelantados del futuro. Pero su semántica de un apocalipsis racional tiene consecuen­ cias filosóficas y lingüísticas más generales. M ucho más que cualquier otro filósofo, Bloch ha insistido en que " los razona­ mientos a partir de una suposición" no son, com o decretaba Hume en su ejercicio de la duda sistem ática, " quiméricos y carentes de fundamento". Por el contrario, los razonamientos a partir de una suposición representan el in stru m en to mismo de nuestra sobrevivencia y el mecanismo específico de la evo­ lución personal y social. Es como si la selección natural hu­ biese favorecido al subjuntivo. En el seno de una gramática filosófica de una auténtica ciencia del lenguaje Geist der Utopie y Prinzip H offm m g de Bloch se relacionarían con los "Ifs and C ans" de Austin. Los enfoques ontológicos y lingüístico-analíticos podrían coexistir y ser considerados, en última instancia, com o auxiliares recí­ procos. Pero aún está lejano el día en que asistam os a esta fusión de dos tipos de intuición. Estoy persuadido de que nuestra comprensión de la evolución del lenguaje y de las re­ laciones entre la lengua y la actividad hum ana no progresaría mucho mientras continuemos considerando lo " falso" como algo primordialmente negativo, m ientras sigam os consideran­ do la antiobjetividad, la contradicción y todos los matices de la condición como modos especializados y a m enudo engen­ drados por una lógica bastarda. El lenguaje es el instrumento privilegiado gracias al cual el hombre se niega a aceptar el mundo tal y como es. Sin ese rechazo, si el espíritu abando­ nara esa creación incesante de anti-m undos, según modalida­ des indisociables de la gramática de las form as optativas y subjuntivas, nos veríamos condenados a g irar eternamente alrededor de la rueda de molino del tiem po presente. La rea­ lidad sería (para usar, tergiversándola, la frase de Wittgenstein) “todos los hechos tal y como son” y nada más. El hombre tiene la facultad, la necesidad de contradecir, de des­ decir el mundo, de imaginarlo y hablarlo de otro modo. Esa facultad y su evolución biológica y social contienen quizás

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algunos indicios sobre los orígenes del lenguaje y la multi­ plicidad de las lenguas. Acaso no sea "una teoría de la infor­ mación" sino una " teo ría de la des-información" la que pueda ayudarnos a esclarecer la naturaleza del lenguaje. Debemos ser cautelosos. Los términos cardinales no sólo eluden la d e fin ic ió n ; adem ás, se encuentran a todas luces afectados p or el peso de una doble inculpación moral y prag­ mática, ag u stin ian a y cartesiana. "Mendacium est enuntiatio cum volu ntate fa lsu m enuntiandi" ("Una mentira es la enun­ ciación p rem ed itad a de una falsedad inteligible"), dice San Agustín en su De M endacio. Obsérvese el énfasis conferido a la "enunciación", al m om ento en el que lo falso se inscribe en el lenguaje. Es casi imposible adoptar un tono neutro cuando se usan expresiones y palabras como "declarar en falso", "engaño", " falsedad", " encubrimiento" o "falta de cla­ ridad", siendo ésta el blanco especial de la crítica cartesiana. Lo oscuro, lo am biguo son atentados contra la conciencia y la razón. En la descripción que hace Swift de los Houyhnhnms se reúnen varias condenas, ética, pragmática y filosófica en una s o la : y recuerdo que en frecuentes conversaciones que tuve con mi amo respecto de la naturaleza humana en otras partes del mun­ do, cuando tuvimos oportunidad de charlar sobre la mentira y el falso testimonio, él apenas llegaba a comprender con gran dificultad lo que yo quería decirle, aunque por otra parte su juicio se contase entre los más agudos. Discutía en estos tér­ minos: si el uso de la palabra tenía por objeto que nos com­ prendiésemos unos a otros y que registrásemos la información proveniente de los hechos, ese objeto fracasaba desde el mo­ mento en que alguien decía lo que no era: porque entonces yo ya no podía decir con propiedad que lo entendía, y estaba más lejos de quedar informado cuanto que él me dejaba peor que en la ignorancia, ya que me llevaba a creer que una cosa era negra cuando era blanca, y corta cuando era larga. Esto era todo lo que mi am o entendía de la facultad de mentir, tan ca­ balmente com prendida y tan universalmente practicada entre los seres hum anos. Una vez m ás, ob serv am o s la estrecha articulación del lenguaje con la v erd ad , la visión de la verdad como una respon­ sabilidad lin g ü ística. Lo falso, la falta de correspondencia con la situación real, d eriv a de en u n ciar "lo que no era". Lo im­ propio —la term in o lo g ía de Sw ift no tiene profundidad pero es hábilm ente co m p reh en siv a— es a un tiempo moral y se­

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mántico. De una m entira "no se puede decir con propiedad que sea entendida". Por supuesto, puede haber " e rro r", efecto del daltonismo, de espejuelos quizás em pañados. Los matices deben ser tolerados según la intención, la favorable o adver­ so de las circunstancias. No obstante, si bien el error y la falsedad deliberada se encuentran bien diferenciados, ambos son vistos desde afuera como privaciones, como negativos ontológicos. Toda la gama, desde la negra m entira hasta el error inocente, puede encontrarse en el lado izquierdo y som­ brío del lenguaje. Pero ¡ cuán vasto es ese lado! y, con toda la deferencia que merece la ironía de Swift, ¡qué mal entendido ha sido! El rigor de la condenación moral y epistemológica de San Agus­ tín y de Swift —cuya argumentación sobre las ''quim eras" tiene ciertas afinidades con la de Hume— es de inspiración histórica. La visión griega es mucho más rica en matices que la de los Padres de la Iglesia. Basta evocar los encantados pro­ pósitos que intercambian Atenea y Ulises en la Odisea ( XIII) para darse cuenta de que el engaño recíproco, la suave expre­ sión de "lo que no era" no es necesariam ente fruto de la maldad o de la estrategia. Los dioses y los m ortales elegidos pueden ser virtuosos de la m entira, orfebres de la anti-verdad refinada por el puro gusto del arte verbal ( ¡qué elusivo es este término clave!) y de la requerida vivacidad intelectual. El mundo clásico siempre estaba dispuesto a d ar pruebas de que los griegos apreciaban el lado deportivo y estético de la mentira. Desde tiempos muy antiguos la vitalidad de los "mal enunciados" y de los "mal entendidos", las afinidades funda­ mentales entre lengua y sentido ambiguo parecen implícitas en el inimitable estilo de los oráculos griegos. E n el Hipias menor Sócrates hace valer una opinión que es exactamente inversa a la de Agustín. "Los m entirosos son los que son sa­ bios y hábiles en engañar y los que tienen el poder de hacer eso." El diálogo se ajusta con dificultades al conjunto de la doctrina, y es posible que solamente haya sido incluido por las necesidades de la demostración o de la irónica a contrarío. No por ello, la posición de Sócrates deja de ser defendible: el hombre que levanta un falso deliberado es preferible al que miente involuntariamente o por inadvertencia. En Hipias me­ nor, el motivo es referido a lo que era entonces un lugar común alegórico, la comparación entre Aquiles y Ulises. El efecto es, en el mejor de los casos, ambivalente. "Me es tan odioso como las puertas del Hades quien piensa una cosa y

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manifiesta o tra ", declara Aquiles en el libro IX de la Iliada. Frente a él se en cu en tra Odiseo, "señor de los ardides entre los m ortales". La balanza del mito se inclina hacia Ulises; ni la inteligencia ni la invención atenúan la ronca simplicidad de Aquiles. En suma, una intuición profunda, fecunda, del poder crea­ dor de la m en tira, la conciencia de los vínculos orgánicos entre el genio del lenguaje y el genio del artificio, del decir "lo que no es" puede ser rastreada en diversos aspectos de la mitología, la ética y la poética griegas. Cuando Gulliver iden­ tifica la función del lenguaje con la recepción de la "informa­ ción proveniente de los hechos" da pruebas de arbitrariedad e ingenuidad, según el criterio socrático. Esta conciencia "polisémica" sobrevive en la retórica bizantina y en las frecuentes alusiones en la teología bizantina a la duplicidad del lenguaje humano, ese "p rism a deform ante" que va en pos de la "luz verdadera" . Pero desde los estoicos y los cristianos primitivos en adelante, "fin g ir" cuya etimología se remonta al latín fingere, nunca h a sido una palabra con olor a santidad. Acaso éste sea el m otivo de la aplastante parcialidad de la lógica y de la lingüística de las oraciones. Para decirlo del modo m ás cru d o y obviam ente figurativo, el mayor porcen­ taje de los actos lingüísticos comunes, de palabras pronun­ ciadas y oídas, no se inscribe bajo las rúbricas de lo objetivo y lo verdadero. E l concepto mismo de verdad integral —"toda la verdad y n ad a m ás que la verdad"— es un ideal artificial cuyo reino se lim ita a los tribunales o a los seminarios de lógica. La estad ística nos dice que el número de "enunciados verdaderos" — definiciones, demostraciones tautológicas en un discurso determ inado— es sin duda poco elevado. La co­ rriente de la lengua va anim ada por las intenciones, es ins­ tinto orientado p o r el público y la circunstancia, con objeto de obtener el asentim iento por medio de una actitud. Salvo en los casos de fórm ulas lógicas, preceptos o enunciados solemnes, la lengua no com unica ni la "verdad" ni la "información proveniente de los hechos" . Comunicamos imágenes vividas, marcos afectivos particulares. Todas las descripciones son parciales. C uando hablam os decimos menos que la verdad, recortamos p ara reco n stru ir las alternativas más satisfacto­ rias, seleccionamos y omitimos. No decimos "las cosas" que son, sino las que podrían ser, las que podríamos provocar, las que recomponen el ojo y el recuerdo. El contenido directa­ mente inform ativo del lenguaje natural es pobre. La informa­

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ción no llega desnuda, salvo en los esquem as lingüísticos de la informática o en los diccionarios. Llega atenuada, sometida a inflexiones, coloreada, diluida por la intención y el medio en que la emisión tiene lugar (y al decir "m edio" me refiero al clima biológico, cultural, histórico y sem ántico que determina el momento de la articulación individual). No cabe duda de que existe una amplia gama de grados y acentos morales entre la taquigrafía nebulosa del habla cotidiana, las falsas apariencias de las convenciones sociales, las innumerables mentiras blancas de la coexistencia m undana de un lado y, del otro, ciertas anti-verdades absolutas de la filosofía y la politica. La cascada de transparente m endacidad que anima mi negativa a asistir a una cena aburrida no tiene nada que ver con la historia ni con las vidas silenciosas en una enciclo­ pedia estalinista. Las finalidades m isteriosas de la mentira no son del dominio común. Pero entre estos dos polos se inscribe lo que a todas luces constituye el porcentaje más amplio de la lengua privada y social. Con la excepción de Nietzsche, los lingüistas y los psicó­ logos no han hecho gran cosa por explorar ese género ubicuo y ramificado que es el de la m entira.114 Apenas contamos con unos cuantos censos del vocabulario de la im postura en algu­ nas lenguas y culturas.115 Previsible, ineludiblem ente obstacu­ lizado por la reprobación moral y el m alestar psicológico, este tipo de investigación sigue siendo raro. Comprendemos las 114 La obra de Otto Lipmann y de Paul Blaut Die Luge in psichologischer, philosophischer sprach-und litteraturwissenschaftlicher und entwicklungsgeschichtlicher Betrachtung, Leipzig, 1927, sigue en la vanguardia. Hay puntos de vista de gran interés psicológico y filo­ sófico en René Le Senne, Le Mensonge et le Caractère, París, 1930, y en Vladimir Jankélévitch, "Le Mensonge" (Revue de Métaphysique et de Morale, xlvi i , 1940 y Du Mensonge, Lyon, 1943. Jankélévitch volvió a tratar el tema, desde un punto de vista m ás epistemológico, en un artículo sobre "La Méconnaissance" (Révue de Métaphysique et de Moral, nueva serie, IV, 1963). El libro de H arald W einrich, Linguistik der Lüge, Heidelberg, 1966, constituye una introducción lúcida pero restringida a un campo todavía poco explorado. El análisis más reciente es el de Guy Durandin, Les Fondements du mensonge, París, 1972. 15Cf. Samuel Kroesch, Germanie Words fo r Deceiving, GotingaBaltimore, 1923, B. Brotheryon, The Vocabulary o f Intrigue in Roman Comedy, Chicago, 1926; W. Luther, Wahrheit und Lüge im ältesten Griechentum, Leipzig, 1935, es una obra precursora pero olvidada; Hjalmar Frisk, Wahreit und Lüge in den indogerm anischen Sprachen Götenberg, 1936; D. J. Schleyer, Der W ortschatz von List und Betrug im Altfranzösischen und Altoprovenzjalischen, Bonn, 1961.

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cosas con m ayor claridad solamente cuando dejemos de ver la anti-verdad com o una categoría puramente negativa, cuan­ do lleguemos a ad m itir que el impulso irresistible de decir "lo que no es" se encuentra en el núcleo mismo del lenguaje y del pensam iento. Es necesario llegar a comprender bien lo que Nietzsche quería decir cuando proclama que "la mentira —y no la v erd ad — es divina". Swift estaba más cerca de la antropología de lo que él mismo hubiese querido, cuando relacionaba la "m en tira" con la "naturaleza del hombre" y veía en la " m en tira " la diferencia crítica entre el hombre y el caballo. Nos es necesaria u n a palabra que designe la facultad del lenguaje, el in stin to irreprim ible que lo lleva a plantear la "otredad". O scar W ilde fue uno de los pocos en sentir ese poder como algo im plícito, inherente a cada acto donde entra en juego la form a, trá te se del arte, la música o de las defen­ sas que opone el cuerpo hum ano a la gravedad y al reposo. Pero es en el lenguaje donde predomina esa capacidad. El francés posee la palabra alterité, término derivado de la dis­ criminación escolástica entre la esencia y lo extraño, entre la tautológica in teg rid ad de Dios y los astillados fragmentos de la realidad sensible. La palabra nos servirá para definir "lo que no es el caso", las proposiciones, las imágenes, las figuraciones de la v o lu n tad y de la evasión con que cargamos nuestro ser m ental y p o r medio de las cuales edificamos el cuadro móvil y en buena parte ficticio de nuestra existencia orgánica y social. " Inventam os para nosotros mismos la ma­ yor parte de la experiencia", dice Nietzsche en Más allá del bien y del m al ( “w ir erd ich ten . . ",que quiere decir crear ficticiamente, " volver denso y coherente mediante la poiesis"). O, como dice en Aurora, el genio propio del hombre es el genio de la m entira. Podemos im ag in ar un sistem a de señales cuya eficiencia y alcance analítico sean considerables pero que al mismo tiempo carezca de m edios p ara la " alternidad". Numerosas especies animales poseen el ap arato orgánico de emisión y recepción necesario para la com unicación o intercambio de cierto tipo de información elab o rad a y específica. Ya acústicamente, ya por medio de un código del movimiento (la danza de las abejas) tales especies envían y reciben mensajes que compor­ tan saber e inform ación. También saben aprovechar el camu­ flaje, el engaño, y n o ignoran las maniobras hábiles para desorientar al ad v ersario . El ave que se finge herida aparta

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al depredador lejos de su nido. La línea de demarcación entre estas tácticas de anti-objetividad y las m entiras o la "alternidad" no parece muy rígida. Pero yo no veo allí una diferencia radical. Entre los animales, las no-verdades pertenecen a la esfera del instinto, son reflejos de la evasión o de la auto inmolación. Las no-verdades del hom bre son deliberadas y pueden ser enteramente gratuitas, creativas, desprovistas de utilidad práctica. A la pregunta "¿dónde está el ojo de agua"? "¿dónde se encuentra el néctar?", el anim al responderá con el sonido o el movimiento; se tra ta de una respuesta estrictamente automática, es la reacción a un "estím ulo de información". Aunque se sirvan de las palabras, los Houyhnhnms no hacen otra cosa: sólo pueden d ar o in terp retar "información proveniente de los hechos". El em blem a de Swift no vam ás allá de los centauros primitivos, de una ética que tiene vigencia más acá de las fronteras hum anas. Puede ser que la categoría del camuflage tam bién com prenda el silencio, la negativa a responder. En un nivel m ás adelantado de la evolución, entre los primates quizás, el anim al se hace el sordo después de todo (hay algo m enos que hum ano en el piadoso mutismo de Cordelia). Pero aun aquí sólo se tra ta de un refle­ jo completo. La humanidad ín teg ra y plena sólo principia cuando el interlocutor responde afirm an d o "lo que no es" diciendo "el ojo de agua está tre in ta m etro s a mi izquierda", cuando en realidad está quince a su derecha, o bien "no hay ningún ojo de agua por aquí", "el o jo de agua está seco", "hay un escorpión en él”. Las respuestas m endaces, las "alternidades" imaginadas o proferidas co n stitu y en una serie abier­ ta que no tiene término form al n i contingente, y ese carácter ilimitado de la impostura es d eterm in a n te para la libertad del hombre y el genio del lenguaje. ¿Cuándo nació lo falso, cuándo llegó el hom bre a ser consciente de ese poder del lenguaje p ara in tro d u c ir la alternativa en la realidad, para "decir de o tro m odo"? Por supuesto, carecemos de testimonios, de vestigios concretos del momento o lugar de la transición —quizás la m ás importante en toda la historia de las especies— que va desde el estrecho có­ digo estímulo-respuesta de la v erd ad h a s ta la libertad sobera­ na de la ficción. Se tienen pruebas, establecidas a partir de las dimensiones de los cráneos fósiles, de que el hombre de Neanderthal, como los niños recién nacidos, carecía de un aparato fonatorio capaz de em itir sonidos hablados comple-

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jos.116 A sí, no sería extraño que la evolución de la "alterníd a d " c o n c e p tu a l y v o c a liz a d a fu e ra re c ie n te . S in d u d a fu e sim ultáneam ente el efecto y la causa de una relación dinám i­ ca en tre las n u ev as fu n cio n es d e u n len g u aje n o restrin g id o y hecho para la ficción y el desarrollo de las zonas lingüisti­ cas de los lóbulos frontales y tem porales. Es posible que haya una correlación entre el volum en y la nerviosidad "excesiva" d e la co rteza cerebral hum ana y la facultad del hom bre para concebir y proponer realidades "que no son". El hom bre lleva dentro de sí m ism o, en los espacios e involuciones organiza­ dos del cerebro, m undos que no son este m undo, y cuya sus­ tancia es esencialm ente, si no exclusiva uniform em ente, ver­ b a l. E l p a so d e c isiv o q u e v a d e l sim p le h e c h o d e n o m b ra r — y la ta u to lo g ía e n la q u e in c u rro c u a n d o d ig o q u e e l o jo de agua está donde está— a la invención y la "alternidad" se relaciona sin duda con el descubrim iento de las herram ientas y con la form ación de las estructuras sociales que acarreó tal descub rim ien to . P ero cu alq u iera q u e sea el origen sociobiológico, el em pleo de la lengua para ''alternidad", para el equí­ voco, para la ilusión y el juego, es con m ucho el instrum ento m á s p e rfe c to d e q u e d isp o n e e l h o m b re . E s e l in stru m e n to con el q u e h a p o d id o atrav esar la jau la de los instintos y to­ car los confines del universo y del tiem po.117 1 1 6 c f . P h ilip H . L ie b e rm a n y E d m u n d S . C relin , "O n th e S p e e ch of Neanderthal M an” (Linguistic Inquiry, II, 2, 1971). 1 1 7 M ie n tra s m e e n c o n tra b a le y e n d o la s p ru e b a s d e e ste c a p itu lo , m e topé con el siguiente pasaje, tam bién en galeras, debido a S ir K arl P o p p e r ("K a rt P o p p e r, R e p lie s to m y C ritics") e n T h e P h ilo so p h y o f K a rl P o p p e r, c o m p ila d o p o r P a u l A rth u r S c h ilp p . L a S a lle . Ilin o is, 1974, pp. 1112-1113: “ E l d e sa rro llo d e l le n g u a je h u m a n o d e se m p e ñ a u n p a p e l c o m p le jo dentro de este proceso de adaptación. Al parecer. Se desarrolló a partir de lo s s is te m a s d e s e ñ a le s e m itid o s p o r lo s a n im a le s c o n o rg a n iz a c ió n s o c ia l; p e ro y o p r o p o n g o la te s is d e q u e lo m á s c a ra c te r ís tic o d e l leng u aje h u m an o es la p o sib ilid ad d e co n tar h isto rias. B ien p u ed e ser q u e e sta h a b ilid a d h a y a e x is tid o e n e l m u n d o a n im a l. P e ro s u g ie ro q u e el m o m en to en q u e el len g u aje se v o lv ió h u m an o se en cu en tra en la m ás estrecha relació n co n el m o m en to en q u e el h o m b re in v en tó u n cuento, un m ito, a fin de excusar un error com etido por é1, quizás al dar u n a se ñ a l d e p e lig ro c u a n d o n o h ab ía m o tiv o p a ra e llo : y su g ie ro q u e la e v o lu c ió n d e l le n g u a je e sp e c ífic a m e n te h u m a n o , c o n s u s m e d io s c a ra c te rís tic o s p a ra e x p re s a r n e g a c ió n — p a ra d e c ir q u e u n a s e ñ a l n o e s v e rd a d e ra — s u rg e m u y a m p lia m e n te d e l d e s c u b rim ie n to d e los m edios sistem áticos que perm iten negar una inform ación f a l s a , por ejem plo una falsa alarm a, y del descubrim iento estrecham ente relacio­ n a d o d e lo s c u e n to s fa ls o s — m e n tira s — e m p le a d o s c o m o e x c u s a o como diversión.

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En un principio, no era más que un medio trivial de sobrevivencia. Es plausible que todavía lo anim ara el instinto de la disimulación. La ficción era un disfraz hecho para evadir a quienes buscaban el mismo ojo de agua, la misma presa, la misma improbable pareja. Desinformar, propalar medias verdades equivalía a tener un margen vital de espacio o subsistencia. La selección natural iba a convertir al falsificador en su favorito. Las leyendas, la m itología conservan una ímprecis a memoria de las ventajas que para la evolución tuvieran los disfraces y las indicaciones erróneas. Loki, lllises son figuras literarias tardías que condensan el motivo omnipresente del mentiroso, del sim ulador, tan escurridizo como la llama y el agua, que siempre sale adelante. Sin embargo, no se puede dejar de sospechar que las funciones de adaptación de la "alternidad" llegaron más hondo que las modalidades del artificio, de la afirmación falsa, se confundieron con la lenta y azarosa definición del yo. En casi todas las lenguas y ciclos legendarios, encontramos un m ito del enfrentam iento de los rivales: duelo, lucha cuerpo a cuerpo, confrontación de enigmas, cuyo premio es la vida del perdedor. Dos hombres se encuentran en un pasaje estrecho, vado o puente precario al caer el so l; cada uno intenta abrirse paso o impedir el del otro. Luchan hasta que amanece, pero ninguno logra preva­ lecer. El desenlace aparece con el acto de nom brar. Ya sea que uno de los combatientes nom bre al otro, "Tú eres Israel" dice el Angel a Job, o bien que cada u n o descubra su nombre al otro —"Soy Rolando", "Soy Oliverio, herm ano de la bella Aude", "Soy Robin del bosque de Sherw ood". Y aquí va im­ plícito todo un haz de tem as originales y de ritos de inicia­ ción. Uno de ellos es el papel critico de la identidad, el peli­ groso regalo que hace un hom bre cuando confía su nombre a otro. Disfrazar o disim ular el propio nom bre, en el enigma propuesto a Turandot y a tantos o tro s personajes de las sagas "Si consideramos desde este punto de v ista la relación de la lengua con la experiencia subjetiva, difícilm ente podrem os negar que cada informe genuino comparta un elem ento de decisión, la decisión de decir verdad. Las experiencias con detectores de m entiras proporcio­ nan poderosas indicaciones de que, biológicam ente, hablar de loque subjetivamente se cree verdad difiere p ro fu n d am en te de mentir. Tomo esto como una indicación de que la m en tira es una invención comparativamente tardía y específicam ente h u m a n a ; de hecho, una inven­ ción que ha convertido al lenguaje h u m an o en lo que es; un instru­ mento que pueda ser em pleado para d e sin fo rm a r casi tanto como para informar."

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y de los cuentos de hadas, equivale a sustraer la vida, el karma o la esencia propios al pillaje y a las solicitaciones extrañas. Sim ular ser otro, ante si mismo o ante el mundo, es explotar la función "alternativa" del lenguaje del modo más pleno y ontològicamente liberador. Al igual que la Dei­ dad, los Houyhnhnms se mueven en una tautología del yo sin fisuras : sólo son lo que son. O, como supo formularlo e. e, cummings : one is the song wich fíends and angels sing: all m urdering lies by mortals told make two [Una es la canción que demonios y ángeles cantan; las m entiras asesinas contadas por los mortales son siempre dos.]

Gracias al "m aquillaje" del lenguaje, el hombre logra, al me­ nos en parte, salir de su propia piel y, cuando la compulsión hacia la "otredad" se vuelve patética, hacer estallar su iden­ tidad en voces independientes o antagonistas. El discurso de la esquizofrenia es el de la extrema "alternidad''. Todas estas funciones enmascaradoras son familiares a la retórica y al diálogo social convencional. La máxima de Talleyrand "La parole a éte donné a l'homme pour déguiser sa pensée" [La palabra fue dada al hombre para disfrazar su pensamiento] es un juicioso lugar común. Como también lo es la creencia filosófica, presentada concisamente en el ensa­ yo de Ortega y Gasset sobre la traducción, de que hay un hia­ to o desliz fundam ental entre el pensamiento y las palabras. Las mentiras, dice V ladim ir Jankélévitch en su estudio sobre "Le Mensonge", reflejan "la impotencia del lenguaje ante la riqueza suprem a del pensamiento". Aquí interviene un crudo dualismo, se im pone el concepto de un "pensamiento" dis­ tinto de la expresión verbal anterior a ella. El mismo argu­ mento, el de una lengua considerada como adorno de las formas verdaderas del "pensamiento", se plantea en el Tractatus de W ittgenstein (4.002) : "Die Sprache verkleidet den Ge­ danken. Und Z w ar so, dass man nach der äusseren Form des Kleides, nicht auf die Form des bekleideten Gedankens schliessen kann; weil die äussere Form des Kleides itach ganz an­ deren Zwecken gebildet ist als danach, die Form des Körpers erkennen zu lassen" ["E l lenguaje disfraza el pensamiento. Y de tal modo, que por la form a externa del vestido no es posi­ ble concluir acerca de la form a del pensamiento disfrazado,

porque la forma externa del vestido está construidla con un fin completamente distinto que el de p erm itir reconocer la forma del cuerpo". L.W ittgenstein, T ractatus logico-philosophicus. Trad. Enrique Tierno Galván, M adrid, 1957, p., 69 ] La comparación no solam ente es engañosa en el plano epistemológico y lingüístico. Traduce una negativa moral carácterística. La lengua es culpable de latrocinio al ocultar el pensamiento; el ideal aquí im plícito es el de una equivalencia absoluta y empíricamente verificable ( v. g., los Houyhnhnms) " Lo que se dice siempre es dem asiado o demasiado poco —observa Nietzsche en la V oluntad de poder—, la exigencia de que uno se desnude con cada u n a de las palabras que dice es un ejemplo de ingenuidad." E n co n tram o s también aquí, una vez más, la imagen peyorativa del disfraz, del atuendo falso sobre la piel verdadera. N o hay d u d a de que los recursos lingüísticos de la disim ulación son d e im portancia vital. Sin ellos, es difícil im aginar la "hu m an izació n " de la especie o la conservación de una vida social. Pero no son, en último aná­ lisis, más que mecanismos de defensa, cam uflage, la facultad que tienen ciertos insectos, com o el cam aleón, de confundir su color con el medio circundante.(?) La dialéctica de la "altern idad", el genio del lenguaje para invertir deliberadamente los hechos tienen un carácter abru madoramente positivo y fecundo. T ienen su origen en los me­ canismos de defensa. Pero la p alab ra "d e fe n sa " cobra enton­ ces otro sentido, otra densidad. E n el fondo, el enemigo no es el que quiere apagar su sed en el m ism o manantial que nosotros, el torturador que quiere h ac e rn o s confesar nuestro nombre, el negociante que e stá del o tro lad o de la mesa, o el pelmazo mundano. El lenguaje es ficción y artificio porque el enemigo es la "realidad", porque el h o m b re a diferencia de los Houyhnhnms, no está dispuesto a som eterse a "la cosa que es". ¿Es posible ilustrar la observación h ech a por T. S. Eliot de que el hombre sólo puede so p o rtar la realid a d en pequeñas dosis? La antropología, el m ito y el psicoanálisis apenas con­ servan vagos vestigios del im pacto in m em o rial que ha produ­ cido en los hombres el descubrim iento de la universalidad y la trivialidad de la m uerte. C o n jetu ram o s que, entre todas las especies animales, los hom bres son los únicos que cultivan, conceptualizan y se representan p o r a d e la n ta d o el terror enig­ m ático que engendra la propia extinción personal. Sólo de modo imperfecto y gracias a la fu erza d e u n a vigorosa y con-

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tinua inadvertencia, soportam os la idea del gran Final. Pági­ nas atrás he sugerido que las gramáticas del futuro, del con­ dicional, de un im aginario sin fín son indispensables para el funcionamiento norm al de la conciencia y para la intuición de una evolución progresiva de la historia. Se puede ir más lejos. Es poco probable que el hombre, tal y como lo conoce­ mos, hubiese podido sobrevivir privado de las técnicas del artificio, de lo anti-objetivo del antideterminismo del lenguaje y sin el poder sem ántico, generado y almacenado en las zonas "superfluas" de la corteza, de imaginar y organizar posibili­ dades que escapan al círculo de la descomposición orgánica y de la m uerte. Es en este sentido como las lenguas y su derroche de su bjuntivos, fu tu ro s y optativos, constituyen una ventaja capital p ara la evolución. Gracias a ellas, nos move­ mos en el seno de u n a sólida ilusión de libertad. La sensibilidad del hom bre so p o rta y trasciende la brevedad, los ca­ taclismos ciegos y los imperativos fisiológicos de la vida individual porque las reacciones mentales, en su código se­ mántico, son co n stan tem en te más amplias, más libres, más inventivas que las exigencias y los estímulos del hecho con­ creto. "Sólo hay un m undo", proclama Nietzsche en la Volun­ tad de poder, y ese m undo es falso, cruel, contradictorio, des­ concertante, sin s e n tid o ... Necesitamos de las mentiras para vencer esta realid ad , e sta "verdad", necesitamos mentiras para poder v i v i r . . . Q ue la m entira en cuanto necesidad de la vida misma es algo que p o r sí mismo forma parte del carácter aterrador y p ro b lem ático de la existencia. A través de la no verdad, a trav és del anti-hecho, el hombre viola (vergewaltigt) una rea lid a d ab su rd a que lo encadena, y su habilidad para lograrlo es en todo momento artística, creativa (ein Künstter-Vermög e n ). Cada uno elabora, en lo más profundo de sí mismo, la g ram ática, las mitologías de la esperanza de la fantasía del en g añ o d e sí mismo sin las cuales la especie humana no h ab ría su p erad o la conducta de los primates y se habría suprim ido d esd e hace mucho. Es la sintaxis, y no la fisiología del cuerpo o la term odinámica del sistema planeta­ rio, la que e stá carg a d a de m añanas. De hecho, ésta es quizá la única zona de " lib re arbitrio", de afirmación ajena a la casualidad y a los program as neuroquímicos. Nos libramos de la tram pa o rg án ica p o r m edio de la palabra. La expre­ sión de Ibsen pone en su lu g ar todas las piezas del rompe­ cabezas evo lu tiv o : el hom bre vive, progresa con ayuda de "la mentira vital".

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Las consecuencias lingüisticas son las siguientes: las lenguas no se contentan con innovar en el sentido que entienden las gramáticas generativa y transform acional, son literalmen­ te creadoras. Todo acto verbal tiene un potencial de inven­ ción, el poder de inaugurar, esbozar o construir "anti-materia" : la terminología de la física nuclear y la cosmografía con sus alusiones a o tro s m undos transm iten con la mayor precisión el concepto de "altyernidad" en su conjunto. En rea­ lidad, esta poiesis o dialéctica del anti-enun c iado es todavía más compleja, pues la "realidad" que opon emos o dejamos de lado es en gran parle producto de la 1e n gua. Se compone de las metonimias, m etáfo ras y clasificaciones con que el hombre hilvana desde un principio alrededor del caos elemental de las percepciones y fenómenos. Pero el punto esen­ cial es éste: la "confusión" del lenguaje, su oposición radical al sistema ordenado y cerrado de las m atem áticas o de la lógica formal, la polisemia de cada palabra no son ni un defecto ni un rasgo superficial susceptible de ser disipado por medio del análisis de las estructuras profundas. Este "relajamiento" fundamental del lenguaje co n d iciona las funciones creadoras del monólogo interior o de la lengua hablada. Una sintaxis "cerrada", una semántica form al susceptible de ser enteramente sistematizada co nstituiría un universo cerrado. "La metafísica, la religión, la ética, el conocim iento provienen todos del gusto del hombre por el arte, la m entira, de su fuga de la verdad, de su negación de la verdad", decía Nietzsche. Este repliegue ante los hechos dados, este m odo de negar y contradecir son inherentes a la e stru c tu ra combinatoria de la gramática, a la falta de precisión de las palabras, al carácter fluctuante del uso y de la corrección gram atical. Nacen mun­ dos nuevos entre lineas. Por supuesto, existe un elem ento de d erro ta en esta depen­ dencia del lenguaje y de lo im aginario. H ay verdades de la existencia, particularmente de la sustancia m aterial, que nos eluden, que nuestras palabras dism inuyen y para las que el concepto mental es sólo un sustituto. El juego de metrónomo que transcurre entre percepción y creación adversa, entre captación y "alternidad" es am bivalente. N adie como Mallarmé ha visto con tanta exactitud el m ovim iento alternativo de pérdida y creación que anim a a todo enunciado, a toda conciencia verbal. Recuérdese aquella frase de una rara den­ sidad que se halla en su prefacio al T raité du Verbe ( 1886) de René Ghil: Je dis: une fle u r! et, hors de l’oubli où ma

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voix relègue aucun contour, en tant que quelque chose d'autre que les calices sus, musicalement se lève, idée même et suave, l'absente de tous bouquets ["Digo: ¡Una flor! Y, fuera del olvido al que mi voz relega a ningún contorno, en tanto que algo distinto de los cálices sabidos, musicalmente se eleva, idea misma y suave, el ausente de todos los ramilletes."] Pero como M allarmé mismo observa, en una frase anterior, es esa ausencia la que proporciona a la voluntad humana su espacio vital, la que perm ite a la mente concebir la esencia y la generalidad — la notion pure— más allá de los horizontes estrechos de nuestra condición material. Anti-verdad y sem i-verdad son, según se ha visto, técnicas básicas en la función creadora del lenguaje. El sistema es enteramente extraño a toda referencia moral, se trata más bien de sobrevivencia. En cualquier nivel, desde el más gro­ sero camuflage h asta la m ás alta visión poética, la facultad lingüística de disim ular, des-informar, dejar en la ambigüedad, conjeturar, inventar, es indispensable para el equilibrio de la conciencia h um ana y para el pleno desarrollo del hom­ bre en sociedad. Apenas una porción muy pequeña del discur­ so humano puede reclam ar la veracidad escueta o el puro contenido inform ativo. El esquema de proposiciones no am­ biguas, de enunciados que rem iten directamente a los que los precedieron o que son su réplica puntual, que proponen las gramáticas form ales y la aplicación de la teoría de la infor­ mación al estudio de las lenguas no pasa de ser pura abstrac­ ción, abstracción que sólo tiene su contraparte en el lenguaje en muy raras ocasiones y en campos muy especializados. En la lengua cotidiana todas las oraciones, salvo las definiciones y las reacciones im pensadas a un estímulo, se encuentran rodeadas y opacadas p o r un campo denso, inconmensurable e individualizado de intenciones y omisiones. La palabra no es casi nunca lo que dice. P or eso en el plano de la teoría resulta inexacto e injustificable esquematizar el lenguaje en términos de "in fo rm ació n " o identificarlo, trátese de la va­ riedad inaudible o de la vocalizada, a la "comunicación". Este último término sólo es adm isible si incluye y desplaza el én­ fasis hacia lo que no e stá dicho en lo dicho, hacia lo que ha sido dicho sólo parcial, alusivam ente, o con la intención de proteger y servir de p antalla. La palabra oculta mucho más de lo que confiesa; opaca m ucho más de lo que define; apar­ ta mucho más de lo que vincula. El terreno que media entre el hablante y el oyente es inestable, sembrado de trampas y

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poblado de espejismos, aun cuando se trate del discurso interior, cuando "yo" me hablo a "mí mismo" , esta dualidad que es en si misma un producto de la "alternidad" —es inestable y esta sembrada de trampas y espejismos. "Los únicos pensamientos verdaderos —dijo Adorno en su Mínima Moralia— son aquellos que no llegan a captar su propio significado." Quizas abordamos mal el problema desde un principio atribuyendo al desarrollo del lenguaje fines esenciales de información y de comunicación directa. Este puede haber sido el primer impulso durante una fase prelim inar, mientras se elaboraba poco a poco y se localizaba gradualmente un sistema de señales calcado sobre el de los animales superiores Es fácil imaginar la fase transitoria, “protolingüística”, donde privaba un lenguaje totalmente sincero y condicionado por estímulos semejantes a los que los investigadores han enseñado a un chimpancé durante un experim ento reciente.118 Luego hacia el fin de la última glaciación, tuvo lugar un descubrimiento explosivo. Se descubrió que el lenguaje puede hacer y rehacer, que los enunciados saben em anciparse de lo factual y lo utilitario. En su Einführung in die Metaphysik (1953), Heidegger identifica este acontecim iento con el comienzo real de la existencia hum ana: Die Sprache kann nur aus dem Ueberwältingenden angefangen haben, im Aufbruch des Menschen in das Sein. In diesent Auf bruch w ar die Sprache als Wonwerden des Seins: Dichtung. Die Spraches ist die Urdichtungt in der ein Volk das Sein d ich tet " ["E l idioma sólo pudo surgir mediante la violencia, al b ro ta r el hombre al Ser. En este rompimiento fue el idioma com o el devenir vocal del Ser; la poesía. El idioma es la poesía prim igenia en que un pueblo poetiza el Ser."] Nada prueba que esta revelación, que se encuentra enel origen del lenguaje tal y como ahora lo conocemos, haya sido brutal. Pero la conjunción del aum ento del volumen de la cavidad craneana, los perfeccionamientos en la confección de 118 Cf. Philip H. Lieberman, "Prim ate Vocalizations and Human Lingustic Ability", Journal of the Acoustical Society o f America, xliv, 1968; J. B. Lancaster, "Primate C om m unication Systems and the Emergente of Human Languaje", en P. C. Jay (comp.), Primates, Nueva York, 1968; Allen R. y B eatrice T. G ardner, "Teaching Sign Language to a Chimpanzee", Science, clxv, 1969. Todas las pruebas, junto con un vigoroso debate sobre la evolución del lenguaje a partir de la utilización de la herram ienta, se encuentran sintetizadas en Gordon H. Hewes, "An Explicit F orm ulation of the Relationship Between Tool-Usings, Tool-Making, and the Em ergence of Language", Visible Language, VII, 1973

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herramientas y, h asta donde podemos suponer, en las ramifi­ caciones de la e stru c tu ra social dejan suponer que tuvo lugar un salto cuántico de am plitud inigualada. Las afinidades sim­ bólicas entre las palabras y el fuego, entre la elasticidad vi­ brante de la llam a y el filo de la lengua se remontan a las épo­ cas más arcaicas y se encuentran firmemente arraigadas en lo más profundo del subconsciente. De ahí que no sea descabe­ llado aventurar que hay un componente lingüístico en el mito de Prom eteo, cierta asociación entre el dominio del fue­ go y la nueva concepción del lenguaje. Por su silencio, por su negativa a revelar a su to rtu rad o r omnipotente las palabras que vibran y relam paguean en su espíritu visionario, Prome­ teo es el prim er vencedor de los castigos de la Némesis justi­ ciera. En Prom eteo desencadenado de Shelley, la Tierra cele­ bra la paradójica victoria que es la fusión, en el silencio, de los poderes de la palab ra y de la im agen: Through the coid mass Of marble and colour his dreams pass; Bright threads w hence m others wear the robes their children Language is a perpetual Orphic song, [wear; Which rules w ith Daedal harmony a throng Of Thoughts and form s w hich else senseless and shapeless were (w . .112-417) [A través de la fría m ateria / del mármol y del color, sus sueños se expresan; / hilos brillantes con que unas madres tejen los vestidos que sus hijos llevan; / el lenguaje es un incesante himno órfico / que rige con su sabia arm onía una multitud / de pensa­ mientos y de formas que sin él no tendrían ni forma ni sentido.]

Si damos por sentado, com o creo que es necesario, que el lenguaje m aduró y se perfeccionó sobre todo gracias a sus funciones herm éticas y creativas, que la evolución de su genio es inseparable del in stin to de disimulación, artificio y ficción, quizá nos encam inem os p o r un sendero adecuado al enigma de Babel. Toda lengua elaborada posee un núcleo privado, impenetrable. De acuerdo con Vladim ir Khlebnikov, futurista ruso que exploró com o ningún o tro gran poeta las fronteras del lenguaje, " las palabras son los vivos ojos del secreto". Ponen en clave, protegen y transm iten el saber, los recuerdos compartidos, las especulaciones metafóricas pragmáticas que de la vida tiene una pequeña co m u n id ad : familia, clan, tribu. La lengua se hace ad u lta en el secreto compartido, en el in­

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ventario o almacenamiento centrípeto, en el m utuo conocimiento de unos cuantos individuos. En el principio, la palabra era ante todo santo y seña que perm itía integrarse a u n núcleo de hablantes del m ism o tipo. La "exogam ia lingüística'' sobrevino más tarde, im puesta por los contactos, nacidos de la hostilidad o del deseo de colaborar con o tro s grupos igualmente pequeños. Primero, nos hablam os a nosotros mismos y , luego, a quienes están m ás cerca p o r la sangre o por la geografía. Sólo del modo m ás g ra d u a l, le dam os la cara al forastero, y lo hacemos con to d as las precauciones de la expresión oblicua, la reserva, la to n te ría convencional o el engaño franco y abierto. En su cen tro íntim o, en la zona de proximidad familiar o totém ica, la lengua es avara en explicaciones, está cargada de intenciones y de compactos sobreentendidos. Cuando fluye hacia el e x terio r, no lo hace sin mengua, se adelgaza, y, m ientras llega a l extraño que habla con nosotros, pierde su fuerza y energía. Los contactos con el ex terio r deben h ab e r dado lugar a una interlingua, lengua híbrida tan m aleable como fuese po­ sible ante las exigencias cotidianas y previsibles de los intercambios económicos, de las fluctuaciones territoriales, o de las realizaciones comunes. E n ciertas condiciones de fusión fér­ til y de homogeneización social, e sta "am algam a en las fron­ teras" se desarrolló hasta co b rar ran g o de lengua mayor. Pero no es raro que en muchos otros tiem pos y lugares, el contacto se baya atrofiado y que se h ay a p ro fu n d izad o aún más la separación lingüística entre co m unidades, incluso vecinas. De otro modo, resulta excesivamente difícil d a r cuenta de la pro­ liferación de lenguas m utuam ente incom prensibles en áreas geográficas por demás reducidas. E n s u m a : sugiero que la extraversión del lenguaje, guiada p o r el deseo de comunica­ ción, sólo es secundaria y que bien pu ed e no ser más que una manifestación tardía, una adquisición de orden social e his­ tórico. Pero en la raíz el im pulso es in terio r. Cada lengua atesora los m atices y recu rso s de la conciencia del clan y la imagen que éste tiene del m undo. O, para ser­ virnos de una comparación que aú n tiene profunda raigambre en el espíritu de la lengua china, to d a lengua levanta una muralla alrededor del "reino m ed io " de la identidad del gru­ po. Si es secreta para el extranjero, esa lengua también crea un universo propio. Cada lengua selecciona, combina y "repudia" ciertos elementos extraídos de la sum a potencial delos datos perceptuales. A su vez, esta selección perpetúa las diver-

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sas representaciones del mundo exploradas por Whorf. Si el lenguaje es "u n incesante himno òrfico" es porque en él pre­ dominan los aspectos herméticos y creadores. Han existido y existen aún tantos miles de lenguas debido a que hubo, so­ bre todo en las épocas arcaicas de la historia social, tantos grupúsculos diferenciados, preocupados por sustraer a los otros las fuerzas atávicas y secretas de la identidad, y empe­ ñados en la creación de sus propios paisajes semánticos, de sus propias " a lte rn idades". Nietzsche no está muy lejos de la solución del enigm a cuando hace una misteriosa observación en uno de sus prim eros y menos conocidos artículos: "Sobre verdad y m entira en sentido extramoral" : " Una comparación e n tre las diferentes lenguas demuestra que el problema planteado por las palabras no es ni el de su verdad ni el de su justeza, de o tro modo no habría tantas lenguas." 0, para decirlo m ás llanam ente: hay una relación directa y esencial entre el genio que tiene el lenguaje para el artificio y la ficción y la im ponente multiplicidad de las lenguas. Es probable que to d o s los enunciados descansen, a escala molecular, en u n a biología y una neurofisiologia comunes. Parece verosím il que todas las lenguas estén regidas por resrestricciones y sem ejanzas dictadas por la organización del cerebro, por el ap arato fonatorio de la especie y, también, por ciertas aptitudes y dispositivos de orden muy general y pura­ mente abstracto relacionados con la lógica, la relación y la eficiencia de la form a. P ero la humanidad del lenguaje que ha llegado a su etapa ad u lta, su fuerza en cuanto instrumento de conservación y de creación reside precisamente en la asom­ brosa diversidad de las lenguas, en la sobrecogedora profu­ sión y en la ex cen tricid ad (aunque no hay centro) de sus modalidades. La necesid ad psíquica de particularidad, de "in­ corporación" es ta n in te n sa que, desde los orígenes de la his­ toria hasta hace m uy poco, h a prevalecido sobre las ventajas materiales espectaculares de la comprensión mutua y de la unidad lingüística. E n ese sen tid o , el m ito de Babel es de nue­ vo un ejemplo de in v ersión simbólica; la humanidad no fue destruida cuando se d ispersó en tre las lenguas; por el con­ trario, fue esa d ispersión la que salvaguardó su vitalidad y su fuerza creadora. P o r eso m ism o, todo acto de traducción, en especial cu an d o lo c o ro n a el éxito, comporta una dosis de traición. Los sueños la rg am en te acariciados, las cédulas que definen la vida h an sido obligadas a pasar del otro lado de la frontera.

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De consiguiente el poema, en el sentido más amplio de la palabra, no es una manifestación contingente o marginal de la lengua. Despreocupándose de la rutina y la claridad comercíales, un poema reúne y despliega las fuerzas de ocultación o de invención que constituyen el núcleo del lenguaje. Un poema es habla elevada a su máxima potencia. "Au contraire d'une fonction de numéraire facile et représentatif, comme le traite dabord la foule —escribe M allarm é en su prefacio al Traité du verbe, de René Ghil—, le Dire, avant tout réve et chant, retrouve chez le poete, par nécessité constitutive d'un art consacr é aux fictions, sa v irtu alité” ["T odo lo contrario de una función de numerario fácil y representativo, como lo trata en primer lugar la plebe, el Decir, an te todo sueño y canto, reencuentra en el poeta, por necesidad constitutiva de un arte consagrado a las ficciones, su v irtu alid ad ." ] No puede hallarse una fórmula más concisa para expresar la dinámica de una lengua, un decir —un Dire—, que es, sobre todo, sueño y canción, creación y recuerdo. Es con esta concepción con la que debe reconciliarse una lingüística filosófica. Al considerar las dualidades fundam entales que definen al lenguaje natural —lo físico y lo m ental, lo arraigado en el tiempo y lo que crea al tiempo, lo privado y lo público, lo verdadero y lo falso— he intentado su g e rir que una lingüis­ tica genuina no sabría ser ni exhaustiva ni rigurosamente for­ mal. Puede ser que, siguiendo la com paración con un documentó ológrafo, los mecanismos del recuerdo, la identifica­ ción, la selección por medio del escru tin io sistemático que implica el acto más elemental de articulación verbal consti­ tuyan una "función" de las disposiciones generales del cere­ bro en un momento dado. De ser así, el grado de traslape, el número de "sinapsis" y "cam pos" de atracción mutua que sería necesario deslindar y evaluar estadísticam ente corre el riesgo de ser tan elevado que no es probable que se supere la aproximación metafórica, o al m enos el pronóstico y la aproximación terapéutica. En resu m id as cu en ta s: no se cuen­ ta hasta el día de hoy con una teoría general capaz de siste­ matizar, ya no digamos de ev alu ar num éricam ente, un siste­ ma abierto y dinámico de com plejidad com parable a la del lenguaje humano (y espero m o stra r en el capítulo siguiente que la idea misma de una teoría tan general es muy posible­ mente un espejismo). Los "profundidades" sondeadas p o r las gram áticas genera­ tiva y transformacional son ellas m ism as, en un grado nada

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despreciable, un símil disfrazado o una convención de la nota­ ción. Las m odalidades del diagnóstico tienden a reducir las cosas en exceso. Esto es lo que prueban los ejemplos propues­ tos : las oraciones que los gramáticos de las "estructuras pro­ fundas" utilizan como especímenes en sus exposiciones son por lo gene­ ral de tal naturaleza que resulta difícil interpretarlos mal. Y cuando se sitúan en las fronteras de la ambigüedad, los ejem­ plos dejan por lo general una impresión de una excentricidad y artificialidad que bien puede ser sintomática. Sospechosa­ mente, los azares e imprevistos reales del lenguaje no se en­ cuentran representados. Ejemplos tomados del discurso polí­ tico, moral, religioso, metodológico y lingüístico producirían una impresión muy distinta. Los estudios del lenguaje que elu­ dan el tratam iento de aquellos rasgos más rebeldes a nuestros esfuerzos por indagar nuestras necesidades más profundas pue­ den ser calificados, con toda razón, como superficiales y empobrecedores.119

"Los epígonos de C hom sky”, dice Román Jakobson, "a menu­ do solamente conocen una lengua, el inglés, y de allí extraen todos sus ejem plos. Dicen, por ejemplo que beautiful girl es una transform ación de girl who is beautiful (muchacha que es bella). Pero existen lenguas que carecen de entidades su­ bordinadas del tipo de " w h o is”.120 Al parecer, Jakobson se apoya en una deform ación de las reglas de transformación o re-escritura, pero el cargo que levanta no deja de tener fun­ damento. Una aguda propensión al "monolingüismo" impreg­ na las teorías generativas y transformacionales y a su postu­ lada universalidad. Pero por refinadas que sean las técnicas (no es difícil so b restim arlas), el enfoque en su conjunto si­ gue siendo a la vez ru d im en tario y a priori. Los desórdenes que excluye, los elem entos que decreta como "no aceptables" se cuentan entre las fuentes mismas de la "alternidad" y de la "no-comunicación" que confieren al lenguaje su papel de primer orden ta n to en n u estra vida personal como en la evolu­ ción de la especie. Este es mi principal argum ento. El hombre se ha "eman­ cipado m ediante la palab ra" de la coacción absoluta de lo or­ gánico. El lenguaje es creación incesante de mundos para­ lelos alternos. El p o d e r plástico de las palabras no conoce 119I.A.Richards, S o M uch Nearer, 120 Nueva York, 1968, p. 95. Citado en N ew Y orker, 8 de m ayo de 1971, pp. 79-80.

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limites, proclama el poeta. "Mirad, el sol obedece mi sintaxis." exclama Khlehnikov, ese virtuoso de lo extremo, en sus "Decretos al Planeta". Lo incierto de la significación espoesia en estado latente. Toda definición fija abriga obsolescencia, intuición fallida. La fértil profusión de las lenguas da cuerpo a las funciones psíquicas del lenguaje, su genio esencial para la creación y para lo que va en co n tra de los hechos. Encarna una negación del unísono y la aceptación, esas homofonías gregorianas, en beneficio de la polifonía y de la fascinación por la plural especificidad. C ada lengua ofrece su propia refutación del determinismo. C ada una afirma que el mundo puede ser otro. La am bigüedad, la polisemia, la oscuridad, los atentados contra la secuencia lógica, gramatical la incomprensión recíproca, la facultad de m entir no son enfermedades del lenguaje; son las raíces m ism as de su genio Sin ellas, el individuo y la especie e n tera hab rían degenerado. En la traducción, la dialéctica de lo uno y de lo múltiple se hace sentir de manera dram ática. E n cierto sentido toda traducción se empeña en abolir la m ultiplicidad y en reunir las distintas visiones del m undo bajo u n a congruencia única y perfecta. En otro, representa un in te n to de dotar a la signi­ ficación de una nueva form a, un ensayo concebido para en­ contrar y justificar otro enunciado posible. El arte del traductor es, como veremos, p ro fu n d am en te ambivalente: se inscribe en un juego encontrado de fuerzas, entre la necesi­ dad de producir facsímiles y la de h a c e r recreaciones. De modo sumamente específico, el tra d u c to r "revive" la evolu­ ción del lenguaje, vuelve a p asa r p o r to d as las etapas y vive en carne propia las ambiguas relaciones que privan entre el lenguaje y el mundo, entre las lenguas y los mundos. En cada traducción se pone a prueba la naturaleza creadora y quizá ficticia de estas relaciones, lo que quiere decir que la traducción no es una actividad secu n d aria estrictamente es­ pecializada, localizada en la "b isa g ra " de las lenguas. Es la demostración necesaria e infatigable de la naturaleza dialéc­ tica del habla que sim ultáneam ente u n ifo rm a y divide. Al abordar las transferencias e n tre lenguas propiamente dichas, la faena concreta que es el paso de u n a lengua a otra, no me alejo del centro de g rav ed ad del lenguaje. Sólo me aproximo a él desde un ángulo p artic u la rm en te rico y reve­ lador. Pero, aun así, no deja de s e r cierto que los problemas son demasiado complejos y h eterogéneos para permitir otra cosa que un método in tu itiv o y p ersonal. Nuestra época,

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nuestra sensibilidad personal, escribe Octavio Paz" están in­ mersas en el m undo de la traducción o, más precisamente, en un mundo que es en sí mismo una traducción de otros mun­ dos, de otros sistem as".121 ¿Cómo funciona este mundo de la traducción, qué palabras se han gritado o susurrado los hom­ bres entre sí por encima de la inquietante libertad que les dio el cascajo de Babel ?

121 Octavio Paz, Jacques Roubaud, Edoardo Sanguineti, Charles Tomlinson, Renga, París, 1971, p. 20.

IV. LAS AMBICIONES DE LA T EORÍA

I

Abundan las obras sobre la teoría, la práctica la historia de la traducción.1 Pueden dividirse en cuatro periodos, cuyas líneas divisorias no son absolutas en ningún sentido. El primer periodo abarcaría desde el célebre precepto de Cicerón de no traducir verbum pro verbo, contenido en su Libellus de optimo genere oratoru n, del año 46 a. c. y que Horacio reformula en su Ars poética, unos veinte años después, hasta el comentario sibilino con que H örlderlin acom­ paña sus traducciones de Sófocles (1804). A lo largo de este extenso periodo, los análisis y las conclusiones fundamenta­ les surgen directamente del trabajo del trad u cto r. Incluye las observaciones y las polémicas de San Jerónim o, la magistral Sendbrief vom Dolmetschen de Lutero (1530), los argumen­ tos de Du Bellay, Montaigne y Chapm an, los de Jacques Amyot a los lectores de su Plutarco, los apuntes de Ben Jonson sobre la imitación, las lucubraciones de Dryden sobre Horacio, Quintiliano y Jonson, los juicios de Pope sobre Homero y los de Rochefort sobre la Ilíada. La teoría de la traducción pro­ puesta por Florio es el fruto de sus esfuerzos por traducir a Montaigne; las ideas generales de Cowley están estrechamen­ te ligadas a la casi imposible tarea de tra d u c ir al inglés las Odas de Píndaro. En esta prim era fase, hay textos teóricos de primer plano, como por ejemplo De interpretatione recta de Leonardo Bruni (circa 1420), y De o p tim o genere interpretandi, de Pierre Daniel Huet, publicado en P arís en 1680, después de una versión anterior menos com pleta im presa en 1661. El tratado de Huet representa, una de las exposiciones más completas y centradas de que tengam os noticia sobre la nafuraleza y los problemas de la traducción. Sin embargo, este primer periodo se caracteriza por su pronunciada orientación empírica. Se puede decir que esta época, de form ulación básica y no­ tación técnica, concluye con la obra de Alexander Fraser Tytler (Lord Woodhouselsee), Essay on the Principles of Translation, impresa en Londres en 1792, y con el definitivo ensayo

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den des Uebersetzens de 1813. Esta segunda fase es de teoría einvestigación herm enéutica. La cuestión de la naturaleza de la traducción es planteada dentro del contexto más gene­ ral de las teorías sobre el espíritu y el lenguaje. Aquí el tema adquiere un vocabulario y una metodología específicas que lo liberan de las exigencias y particularidades de un texto de­ terminado. El enfoque herm enéutico —o sea, el análisis de lo que significa "com prender" un discurso oral o escrito, y el intento de elucidar este proceso de acuerdo con un modelo general de la significación— fue iniciado por Schleiermacher y luego adoptado p o r A. W. Schlegel y Humboldt. Confiere al problema de la traducción categoría francamente filosófica. Salta a la vista que subsiste la corriente de intercambios en­ tre teoría y necesidad práctica para continuar. A este enfo­ que le debemos m uchas de las m ás reveladoras descripciones de la actividad del tra d u c to r y de las relaciones entre las len­ guas. Recuérdense los textos de Goethe, Schopenhauer, Matthew Arnold, Paul Valéry, E zra Pound, I. A. Richards, Benedetto Croce, W alter B en jam ín y Ortega y Gasset. Esta época de definición y de teo ría fílosófico-poética que ya comporta una historiografía de la traducción se extiende hasta el ins­ pirado aunque poco sistem ático ensayo que Valéry Larbaud escribió Sous l'invocation de Saint Jérome (1946). Después entram os de lleno en la corriente moderna. Los primeros artículos sobre la traducción automática aparecen a finales del decenio de 1940. Los investigadores y críticos rusos y checos, h ered ero s del movim iento formalista, aplican la teoría lingüística y los m étodos estadísticos a la traducción. Se dan intentos, e n tre los que sobresale Word and Object de Quine (1960), en cam in ad o s a documentar gráficamente las relaciones en tre la lógica form al y los modelos de transfe­ rencia lingüística. La lin g ü ística estructural y la teoría de la información se in tro d u ce n en el análisis del trato interlin­ güístico. Los tra d u cto res profesionales fundan asociaciones internacionales y se m u ltip lica n las revistas especializadas. Es un momento de in te n sa investigación a menudo colectiva, que Introducción a la teoría de la traducción ( Vvednie v to­ riju perevoda, Moscú, 1953) de Andrei Fodorov ilustra bas­ tante bien. Las nuevas o rien tacio n es se exponen en dos sim­ posios fundam entales: On Translation, compilado por Reuben A. Brower, publicado en H a rv a rd en 1969, y The Graft and oCntext of T ranslation: A Critical S y m posium, que Willliam

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Arrowsm i t h y Roger Shattuck reunieron para su publicación por la University of Texas Press en 1961. En muchos sentidos, aún nos hallam os en esta tartera fase. Los enfoques ilustrados en estos dos libros —lógico, contrastante, literario, semántico, com parativo— aún se desarrollan en la actualidad. Pero desde principios de los años sesentas, el hincapié se ha ido desplazando. El "d escubrim iento" del texto de Walter Benjamin, "Die Aufgage des Uebersetzers", originalmente publicado en 1923, su m ad o al poderoso ascendente de Heidegger y a la influencia de Hans-G eorg Gadamer, ha dado nueva vida a las investigaciones hermenéuticas, casi metafísicas, sobre la traducción y la in terp retació n . H a decaído la confianza que inspiraba la trad u cció n mecánica entre 1950 y 1960. El desarrollo de la g ra m á tic a generativa y transformacional ha vuelto a p o n er en el p rim er plano del pensamiento lingüístico la querella e n tr e "universalistas" y "relativistas". Como bemos visto, la trad u cció n ofrece un terreno privilegiado donde ev alu ar los tem as e hipótesis. Aún más que en la década de 1950, el e s tu d io de la teoría y prác­ tica de la traducción se ha c o n v ertid o e n un punto de contacto entre las disciplinas ya estab lecid as y las m ás recientes. Establece una sinapsis para h acer inv estig acio n es en la psicología, la antropología, la sociología, y en cam pos interdisciplinarios como la etnolingüística y la sociolingüística. Una publicación como Anthropological L in g u istic s o una compilación de artículos como P sicho-Biology o f Language dan tes­ timonio. Aquel adagio, fam iliar a N o v alis y a Humboldt, según el cual toda com unicación es tra d u c c ió n , ha cobrado mayor fuerza técnica y fu n d am en to s m á s filosóficos. Los co­ municados sobre la teoría de la tra d u c c ió n presentados en 1969, en el Congreso de la A sociación B ritá n ic a para la lin­ güística Aplicada, o los que fu ero n p u b licad o s dos años des­ pués en Interlingüística, en h o m e n a je al p ro fe s o r Mario Waudruzka, quizás el representante m á s in flu y e n te de la lingüís­ tica de los contrastes, ilu stran a d e c u a d a m e n te la vasta gama de exigencias técnicas que im plica h o y d ía el estudio de la traducción. La filología clásica, la lite r a tu r a comparada, la es­ tadística léxica y la etnografía, la so c io lo g ía del habla de cla­ se, la retórica formal, la poética y el e s tu d io de la gramática confluyen en el propósito de e s c la re c e r el acto de la traduc­ ción y los mecanismos de la " v id a e n tr e las lenguas". Pero, a pesar de una h is to ria ta n ric a y a pesar de la talla de quienes han escrito sobre el a r te y la te o ría de la traduc-

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ción, el núm ero de las ideas originales y significativas sigue siendo muy lim itado. Ronald Knox reduce a dos preguntas todo el tem a; ¿qué debe predom inar, la versión literaria o la versión literal? ¿E stá el trad u cto r en libertad de expresar el sentido del original en cualquier estilo y giro que elija?2 Limitar la teo ría de la traducción a estas dos preguntas, que en el fondo hacen una, es una excesiva simplificación. Pero el argumento de K nox es válido. Después de dos mil años de discusiones y de preceptos, las ideas y los desacuerdos sobre la naturaleza de la traducción han sido, por así decirlo, los mismos. Casi sin excepción, desde Cicerón y Quintiliano has­ ta nuestros días, reaparecen en el debate las mismas tesis y refutaciones. La pregunta, ta n vieja com o el mundo, de sí la traducción es en verdad posible se rem o n ta a los escrúpulos de orden religioso y psicológico relativos a la legitimidad del paso de una lengua a o tra . E n la m edida en que el lenguaje es esen­ cia divina y n u m in o sa, en la m edida en que envuelve revela­ ción, su tran sm isió n activa ya sea a la lengua vulgar o a tra­ vés de las b a rre ra s e n tre las lenguas, resulta dudosa o francamente condenable. En San Pablo se percibe una gran repugnancia a d escifrar, an te la devaluación que implica toda transcripción in te rp re ta tiv a : en sustancia, todo acto de traducción lleva h ac ia ab ajo , n o s aleja un grado de la manifestación directa del logos. La prim era Epístola a los Corintios, 14, esa adm irable digresión sobre el pneuma y la multiplicidad de las lenguas, es am bigua. Si no está presente ningún intérprete, que g u a rd e silencio el forastero. Pero no porque no tenga nada que decir. Su discurso se dirige a sí mismo y a Dios: sibi a u te m lo q u a tu r e t Deo. Además, cuando la palabra es auténtica no debe h a b e r traducción. El que ha estado en Cristo y ha p o d id o o ír palabras indecibles, arcana verba, no deberá repetirlo en n in g u n a lengua mortal. La traducción sería una blasfem ia ( I I Epístola a los Corintios, 12: 4). El judaismo conoce u n tab ú a ú n m ás radical. El Megillath Taanith, que según se cree se rem onta al siglo I d. c. nos dice que el mundo se o scu reció d u ra n te tres días cuando la Ley fue traducida al griego. En la m ayoría de los casos, y ciertamente después del final del siglo xv, el p o stu la d o de la intraducibilidad tiene bases exclusivamente secu lares. Se funda en la convicción, a la vez formal y p rag m ática, de que dos sistemas semánticos no pue2 Ronald Knox, On E nglish Translation, Oxford, J957, p, 4,

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den devolverse mutuamente su imagen ni establecer una simetría real. Pero esta concepción com parte con la traducción religiosa y mística una impresión de pérdida. La fuerza viva, la luminosidad y la presión del texto original no sólo disminuyen con la traducción; se abaratan. De algún modo, la entropía es también adulteración. T raducidos al francés, decía Heine, sus poemas alemanes eran "luna rellena de paja". O como Nabokov escribió en su poem a "On Translating ‘Eugene Onegin' " : W'hat is translation? On a platter A poet’s pale and glaring head, A parrot's screech, a m o n k ey ’s chatter, And profmaíion of t he dead. [¿Qué es la traducción? En una bandeja / la pálida cabeza de un poeta. E1chillido de un loro, el gruñido de u n mono, / y la profanación de los muertos]. Como toda lengua humana está h echa de señales arbitrarias pero intensamente convencionalizadas, la significación no puede disociarse por completo de la fo rm a expresiva. Incluso los términos más puramente externos en ap arien cia neutros, es­ tán incrustados en la particularidad lingüística, injertos en un molde intrincado de hábitos h istó rico s y culturales. No hay superficies de transparencia ab so lu ta. No se sigue la mis­ ma vía semántica para llegar al francés soixante dix que para llegar al inglés seventy. El inglés puede rep ro d u cir la discri­ minación que establece el h ú n g aro e n tre b aty a y öccs, primo­ génito y Benjamín, pero le es im posible h a lla r u n equivalente para los reflejos de asociaciones lógicas y p a ra las valuacio­ nes internas que han generado y, a su vez, h an sido consoli­ dados por las dos palabras h ú n g a ra s. "Así, ni siquiera las 'nociones básicas' los ejes de la e sfe ra de la experiencia humana, escapan del terreno de la disposición y la segmentación arbitraria de las convenciones s u b s ig u ie n te s; y la medida en que las fronteras sem ánticas, tal co m o está n determina­ das por la forma y el uso lin g ü ístico co in cid en con las zonas de demarcación absolutas del m u n d o q u e nos rodea, resulta insignificante."3 De este modo se enuncia en n u e s tro s d ías el problema de la disonancia semántica. Pero los e lem en to s del debate ya 3 "Impossibilities of T ranslation" de W e m e r W inter, en The Craft and Context of Translation, de W illiam A rro w sm ith y Roger Shattuck. (eds.) Anchor Books, Nueva York, 1964, p. 97.

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eran antiguos cuando Du Bellay los discutió en su Défence et ilustration de la langue f rançaise de 1549. San Jerónimo ya había recurrido a ellos en sus epístolas y prefacios. Dante los reiteró donosam ente en el Convivio:" Nulla cosa per legame musaico arm onizzata si può de la sua loquela in alta transmutare, senza rompere tutta sua dolcezza e armonía.” [".. .ninguna cosa arm onizada por el enlace de las musas se puede llevar de su habla a otra sin romper toda su dulzura y armonía".] La fuerza, el ingegno de una lengua, no puede ser exportado. A Du Bellay debemos una imagen definitiva; "Toutes lesquelles choses se peuvent autant exprimer en traduisant com m e un peintre peut représenter l’âme avec le corps de celui que’il entreprend tirer après le naturel." [Co­ sas que se pueden expresar traduciendo del mismo modo que un pintor puede represen tar el alma con el cuerpo de quien pretende d ib u jar del n a tu ra l.] Volvemos siempre a lo mismo: las cenizas no trad u cen el fuego. Tradicionalm ente, la discusión se centra en la poesía. Aquí el fondo y la form a se ayuntan tan estrechamente que resulta inadmisible disociarlos. La conclusión de Diderot en La Lettre sur les sourds et m u e ts ( 1751 ) no tiene nada de original ; pero lo que asom bra es el m odo en que formula, anticipándose a ella, nu estra m oderna "sem iología": nada traducirá " L'emblème délie, l'h ieroglyphe subtile qui règne dans une descriptiôn entière, et qui dépend de la distribution des longues et des brèves. . . S u r cette analyse, j'ai cru pouvoir assurer qu’il était impossible d e rendre un poëte dans une autre langue; et qu'il était plus c o m m u n de bien entendre un géomètre qu'un pöete." [ E " l em blem a desplegado, el jeroglifo sutil que reina en una descrición en tera, y que depende de la distribución de las largas y d e las b r e v e s ... Sobre este análisis, he creído poder asegurar que e ra imposible trasladar un poeta a otra lengua : y que era m ás com ún comprender bien a un geómetra que a un p o eta ." ] Y Rilke en su c a rta a la condesa Sizzo de marzo de 1922, no descubre n ad a nuevo cuando afirma que cada palabra de un poema posee u n v alo r semántico único, que establece la plenitud de la gam a contextual y la tonalidad. Lo que resulta interesante es su in sisten cia en que esto se aplique a las partes del discurso m ás triv iales y gramaticalmente planas, y que es esto lo que sep ara al poem a de todo uso corriente de su propia lengua: " K ein W o rt im Gedicht (ich meine jedes "und" oder, "der", " d ie ", " d a s " ) ist identisch mit dem gleichlauten.

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den Gebrauchs-und Konversationsw o rt; die reinere Gesetzmässigkeit, das grosse Verhältnis, die Konstellation, die es im Vers oder in künstlerischer Prosa einnimmt, verändert es bis in den Kern seiner Natur, macht es nutzlos, unbrauchbar für den blossen Umgang, unberü hrbar und bleiben..." "Ni una palabra en poesía (quiero decir, aun cada "y" o "la", "el" , "lo") es idéntica a la palabra del mismo sonido que se emplea cotidianamente o en conversación; el ordenm ás estricto, la gran relación, la constelación que adquiere en el verso o en la prosa artística modifica hasta el meollo su naturaleza misma, la hace inútil, inutilizable para el mero trato, intocable y duradera. . . ”] Si la distancia es tan radical en el interior de una lengua, será m ucho mayor tratándose de la traducción. El argumento va implícito en el Prefacio del Dr. Johnson al Dictionary de 1755; y será traído a co­ lación precisamente dos siglos más tarde, cuando Nabokov declare, aludiendo a las versiones inglesas de Puschkin, que cuando se trata de traducir poesía solam ente el más desma­ ñado literalismo escapa del fraude. El poeta rumano moderno Marin Sorescu resume con ingenio el inventario de ese recha­ zo en un poema intitulado "traducción": Asistía a un examen En una lengua muerta. Tenía que traducirme De hombre a simio. Lo hice con calma Traduciendo primero Un texto de un bosque. La traducción se volvía difícil A medida que me acercaba a mí mismo. No sin dificultad hallé equivalentes satisfactorios para las uñas y los pelos en los pies. Al llegar a las rodillas empecé a tartamudear. Tembló mi mano al acercarse al corazón manchando el papel de luz. Aun así, procuré arreglar las cosas con el pelo del pecho.

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Pero consumé mi fracaso en el alma.

No es otra la imagen de Jochim Du Bellay.4 osataques lanzados en contra de la traducción de textos L poéticos son sencillamente la expresión más radical de la tesis común conforme a la cual no se traduce una lengua sin pérdida fundamental. Formal y sustancialmente es posible hacer valer los mismos argum entos en relación con la prosa, tanto por lo que hace a su fondo como a su forma. Los mis­ mos argumentos cobran especial intensidad cuando se trata de filosofía. Leer a Platón o a Kant, comprender a Descartes oa Schopenhauer significa empeñarse en una compleja em­ presa de reconstrucción sem ántica con la seguridad de que no se desembocará en ninguna certidumbre. Y es justamente la desembarazada pureza del pensamiento filosófico "lo que ha hecho de la filosofía una Babel de confusión. Muchos de sus conceptos abstractos eluden la ejemplificación. Otros son refractarios a la definición. Otros más, se dejan definir pero no concebir: el "se r" y la "nada", el ύπερούσιον de Plotíno, la Trascendenz de K ant, la deitas (opuestas a deus) de la tradición mística medieval de "conceptos” sólo tienen el nom­ bre... El vocabulario filosófico ha evolucionado de diversos modos basta en las lenguas m ás afines con la consecuencia de que una gran cantidad de distinciones presentes en griego, enlatín o en alemán son prácticam ente imposibles de hacer en inglés.5 En el caso de la poesía, tales obstáculos son a un tiempo desventajas contingentes y síntomas de integridad. Pero en cuanto pasam os a la filosofía, los problemas de intraducibilidad afectan el núcleo m ism o de la empresa filosófica. Ya en el Cratilo o en el Parménides, se nos hace sentir la tensión entre la ambición de universalidad, la búsqueda de un apoyo crítico independiente de las condiciones geográficas y temporales, y las particularidades relativistas de una lengua 4 O la de Leopardi, cuando escribe en ese vasto libro de lugares comunes, el Zibaldone, en el tex to correspondiente al 27 de julio de 182:"Las ideas se encuentran encerradas y casi enlazadas a las palabras como piedras en un anillo. E n verdad se incorporan a ellas como el alma en el cuerpo, a fin de co n stitu ir un todo. De ahí que las ideas seaninseparables de las palabras, y que cuando se encuentran separadas ya no sean las m ism as. Eluden nuestro intelecto y el poder de nuestro entendimiento: se vuelven írreconocibles, lo mismo que le sucedería a nuestra alm a si se separase de nuestro cuerpo," 5E. B. Ashton, "T ranslating Philosophie", Delos, VI, 1971, pp. 16-17.

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determ inada. ¿En que form a puede lo p a rtic u la r englobary expresar lo universal? El p aradigm a m atem ático de Descartes y la interiorización k an tian a de las categorías de l a percepción, —la anterioridad d el e s p írilu en relación con lalengua— se empeñan e n ro m p er el co n fin a m ie n to verbal. Pero ninguno de ellos puede se r d e m o stra d o d esd e el exterior.A l igual que todo discurso verbal, la filo so fía es indisociable de sus propios instrum entos ejecu tiv o s. P a ra retom ar la enígmática pero elocuente expresión de H egel, hay un "instinto de lógica" en cada lengua, lo cual n o g aran tiza de ningún modo que los enunciados so b re los u n iv ersales puedan tra­ ducirse. Com prender la filosofía, c o m p re n d e r la poesía, sig­ nifica poner a prueba la in terp retació n , e x ig ir y confiar al mismo tiempo en que se avanza p o r u n te rre n o lingüístico inestable.6 Entre el poema o texto m etafísico m ás oscu ro y la prosa más llana, el problem a de la tra d u c ib ilid a d sólo registra variaciones de grado. El lenguaje, d ice C roce, es intuición, en cualquier sentido riguroso y e x h a u stiv o to d o acto lingüístico carece de precedentes; es in sta n tá n e a m e n te cread o r en la me­ dida en que modela, m agnifica o m o d ific a , el potencial inte­ lectual y sensible. E strictam en te h a b la n d o , n in g ú n enunciado es íntegramente repetible (p o r breve que se a el tiempo trans­ currido). Traducir es elev ar la im p o sib ilid ad de la repetición a un segundo y un tercer grado.7 L 'in tra d u cibilitá es la vida del habla. La defensa de la tra d u cció n tien e su s antecedentes religio­ so y místico, del m ism o m o d o q u e los ten ía la acusación. Incluso si siguen siendo o sc u ra s las razo n es exactas del de­ sastre de Babel, sería un sacrilegio a tr ib u ir a este acto divino una finalidad irreparable y c o n fu n d ir el vaivén de las rela4 El problema de la traducibilidad de los tex to s filosóficos ha inte­ resado a I. A. Richards a lo larg o d e to d a su obra, sobre todo en Mencius on The M ind. H ay discu sio n es inapreciables de problemas particulares en Journal Let ters o f S t ephen M cK enna, edición al cui­ dado de E. R. Dodds, Londres, 1936. C f. tam b ié n en Johannes Lohmann, Philosophie und Spra ch w issen ch a ft , B erlín, 1965 y Hans-Georg Gadamer, Hegels Diale k tik , Tubinga, 1971. P a ra u n a discusión crítica de todo el enfoque herm enéutico, cf. Ka r l-Ot to Apel, Claus von Borm ann, et al,, Hermeneut ik und Id eo lo g iek ritik, F rancfort, 1971. Aunque no trata directam ente de la filosofía, el e n say o de P eter Szondi "Ueber philologische E rkenntnis" ( Die N eue R u n d sc h a u , L X X III, 1962) es una brillante introducción al problem a de u n a "ciencia de la compren­ sión". 7 E sta tesis fue d esarrollada p o r C roce en su E stética. Bari, 1926.

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ciones entre Dios y los hombres hasta en, y sobre todo en, la hora del castigo. Pues del mismo modo que en posible prever enla Caída, ya la venida del Redentor, podría pensarse que la diversidad de las lenguas en Babel conviene, bajo la forma de un apremiante potencial moral y práctico, el retomo a la unidad lingüística, el movimiento hacia, y más allá de Pen­ tecostés. Vista desde este ángulo, la traducción es un impe­ rativo teleológico, una búsqueda tenaz de todas las fisuras, y las compuertas a través de las que las corrientes divididas del habla hum ana buscan su salida hacia un océano único, como quiere la predestinación. Hemos visto la fuerza de esta tradición, sus consecuencias teóricas y prácticas para la Cába­ la y para los Ilum inados. Es ella la que corre bajo la sutil exaltación de W alter Benjam ín, para quien el traductor es el que hace surgir la chispa, el que crea, gracias a un eco espontáneo, una lengua m ás cercana a la unidad primigenia del lenguaje que el tex to original o la lengua a la que se traduce. No es otro " el reino final del lenguaje", el presagio palpitan­ te de ese discurso perdido pero más integral que se encuentra emboscado, p o r así decirlo, entre y tras las lincas del texto. Sólo la traducción tiene acceso a ese reino. Un acceso que tendrá que ser parcial m ientras no se logre gobernar a Babel . Por eso, sostiene W alter Benjam ín, "la cuestión de la traducibilidad de ciertas obras seguiría estando abierta aun si fueran intraducibies p a ra los hom bres". D e todas maneras es fuerza hacer el in te n to y perseverar en él. "Cada traducción es una tentativa m esiánica que acerca la redención", procla­ maba Franz Rosenzweig al anunciar su proyecto de traducir al alemán el A ntiguo Testam ento. El punto de v ista religioso no estaba desprovisto de consi­ deraciones prácticas. B uena parte de la teoría y la práctica de la traducción e n O ccidente es resultado directo de la ne­ cesidad de d ifu n d ir el Evangelio, de la necesidad de decir la palabra de Dios en o tra s lenguas —variis linguis, prout Spirítus sanctus dabat eloqui illis (Hechos de los Apóstoles 2: 4). La translatio del m en saje y de los hechos de Cristo a la lengua vulgar es u n tem a constante de la patrística y de la vida de la iglesia p rim itiv a. De San Jerónimo a Lutero, es lugar común, p reg o n ad o y obedecido sin cesar. Nadie debe verse excluido de la salvación por las barreras del lenguaje. Cada expedición rev ela la existencia inquietante de numero­ sos pueblos a quienes la distan cia y la lengua han privado de la promesa de C risto. ( La obra de Huet sobre la traducción

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refleja el enigm a que p lan tea a la teología el exilio aparentem en te accidental, el d e s tie rro del rein o de la verdad revelada en que vivían las naciones p rim itiv a s .8 T raducir la Escritu ra a estas lenguas lite ra lm e n te p riv a d a s de la luz es un deber que no adm ite ta rd a n z a s. E n el in te rio r de la Iglesia cada tentativa de reform a va a c o m p a ñ a d a de una invitación a realizar versiones m ás a u te n tic a s y m á s accesibles de la palabra sagrada. En cierto se n tid o , u n a re fo rm a puede ser definida como un llam ado a u n a tra d u c c ió n m á s com pleta y concreta de las enseñanzas de C risto así en la vida como en la lengua cotidianas. La evidencia e x ta s ia d a de esta convicción se deja se n tir con to d a su fu e rz a c u a n d o dos traductores de genio unen sus fuerzas, co m o p o r ejem p lo cuando Tyndale retom a las E xh o rta cio nes al e s tu d io diligente de la escritura (1529) de E rasm o de R o tte r d a m . I would desire that all w om en should read the Gospell and Paule’s epistles, and I w old to god they were translated into the tongues of all men. So thay th ey m ig h t not only be read and knowne of the scotes and yryshm en, B u t also of the Turkes and Saracenes. Truly it is one degree to good livinge, yee the first (I had almost sayde the cheffe) to have a little sight in the scripture, though it be but a grosse know ledge... I wold to god the plowman w old singe a texte o f th e scripture at his plowbeme, and that the w ever a t his low m e wi th this wold drive away the tediousness o f tym e. [D e se a ría q u e to d a s la s m u j e r e s l e y e r a n e l E vangelio y las E p ísto la s de S a n P a b lo , y r o g a r í a a D io s q u e s e tradujeran a to d as las len g u as. D e m o d o q u e n o s ó lo p u d ie s e n s e r leídas y c o n o c id a s p o r lo s e s c o c e s e s e i r l a n d e s e s . S in o tam bién por los tu rc o s y lo s s a r r a c e n o s . E n v e r d a d u n o d e lo s peldaños del b u e n v ivir, el p r im e r o ( e s t u v e a p u n t o d e d e c ir el principal) es te n e r u n a tis b o d e la e s c r i t u r a , a s í s e t r a t e solam ente de un c o n o c im ie n to b u r d o . . . R o g a r ía a D io s q u e e l labrador canta ra u n te x to d e la E s c r i t u r a j u n t o a s u a r a d o y que el teje­ d o r h ic ie ra lo m is m o j u n t o a s u t e l a r a p a r t a n d o d e ellos el te­ d io d e l tie m p o .]

La idea de que la tra d u c c ió n es e se n c ia l p a r a el progreso espi­ ritual del ho m b re p asó p o r sim p le a n a lo g ía del dominio reli­ gioso al secular. A m bos d e b ía n s u e x is te n c ia a la ciencia y al patrocinio de la Ig lesia. A u n q u e la d is c u s ió n sobre si debían 8 Cf. A D upront, Pierre-D aniel H u e t et l’e x ég è se com paratiste ou XVIIe siècle, P arís, 1930.

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o no ser leídos y traducidos los textos paganos sea casi tan vieja como la cristiandad misma y se encienda con frecuencia periódica, salta a la vista que la difusión de los clásicos se debe a la Iglesia de Occidente, El pontificado de Nicolás V fue breve (sólo ocupó la Santa Sede de 1447 a 1455), pero esos años fueron testigos de uno de los giros decisivos en la historia del acceso a la civilización. Lorenzo Valla tradujo a Tucídides, Guarino a Estrabón, Niccoló Perottl recibió 500 escudos en pago de su Polibio, Valla y Pierro Candido Decembrio emprendieron el traslado de la Iliada a la prosa latina. Siguieron versiones más o menos completas y más o menos exactas de Xenofonte y de Ptolomeo. El corpus aristotélico fue revisado y completado. Como lo expresa Symonds en su Historia del Renacimiento en Italia,* toda Roma se había con­ vertido en " una fábrica de traducciones del griego al latín". La justificación era orgullosam ente obvia. Sólo la traducción podía asegurar que el hom bre moderno no se viese despojado de la sabiduría y la herencia del pasado. La dignita s de la per­ sona humana, la trascendente realidad de su intelecto, se afirmaban en el hecho de que el mundo nuevo pudiese reco­ nocerse a sí m ism o en la excelencia del antiguo. Aunque sus interpretaciones fueran en gran parte erróneas, Marsilio Ficino encontró en P latón un espejo de aumento, una imagen más suntuosa, aunque perfectamente reconocible, así de sus propios rasgos com o de los de sus contemporáneos. Una humanidad com ún era lo que hacía posible la traducción. Durante los dos siglos que separan, pontificado del Papa Nicolás V del Rabelais de U rquhart (1653), la historia de la traducción coincide con la del pensamiento y la sensibilidad occidentales al m ism o tiem po que informa y organiza. Nin­ guna composición "orig in al" es tan rica en nuevas intuiciones intelectuales y sociales com o el Nuevo Testamento de Erasmo (1516) o la Biblia de Lutero (1522-1534). No podemos diso­ ciar el desarrollo de la sensibilidad inglesa en los periodos de los Tudor, de la rein a Isabel y de Jacobo I de las nuevas pers­ pectivas abiertas p o r la traducción que Arthur Golding hizo de La guerra de las Galias en 1565, por el Plutarco de North (1579), por el T ito Livio de Philemon Holland (1600) y por la Authorized V ersión de la Biblia. Los criterios adoptados, la distancia h erm enéu tica que se ensayó poner en práctica o que inconscientem ente fue instaurada por los traductores de * John Addington Sym onds. El Renacimiento en Italia. Traducción de Wenceslao Roces. México, 1957. Fondo de Cultura Económifl

los siglos xvi y xvii v a ría n y lleg an a s e r co n trad icto rio s. L a A ntigüedad es " in v e n ta d a " a n te s d e s e r d escu b ierta, pues su presencia, aunque a veces fu rtiv a , n o se h a b ía disipado del todo en la conciencia d e la E d a d M edia— y esta invcnción co n d u jo a su vez a a b o rd a r el p re s e n te y el fu tu ro desde nuevos ángulos. La tra d u c c ió n p ro p o rc io n ó a la s fuerxas creadoras de la E uropa B arro ca y R e n a c e n tis ta u n a certidunibre adicional que, no p o r in d isp e n sa b le , d e ja b a de ser engran p a rte ficticia. La e x u b e ra n c ia d e R ab e la is, d e Montaigne y en m enor grado, de S h a k e sp e a re , e n c o n tr ó e n el precedente clásico un benéfico c o n tra p e so , u n m e d io flexible pero firme para llegar a la m ed id a y el o r d e n . P e ro la d e " contrapeso" es una im agen d em asiad o e s tá tic a . L a p re se n c ia de Platón Séneca y Ovid io en la v id a in te le c tu a l d e la E u ro p a de los siglos xv y xvi g aran tizab a, p o r u n a p a r te , q u e la organización de la fantasía y la m e tá fo ra p o d ía s e r s o s te n id a con toda intensidad s in te m o r a c a e r e n la c o n fu s ió n , q u e la inteligencia hum ana podía volver de los lu g a r e s m á s re m o to s enriquecida por el testim onio de u n a f o rm a r a z o n a d a y , p o r otra, incitaba a rebelarse en c o n tra de lo s lo g ro s c lá s ic o s y a i r m ás allá de ellos. (Com o h a m o s tra d o K o y ré , la c ie n c ia d e Galileo depende de la m ism a relació n d ia lé c tic a c o n e l c o n te x to aristotélico en que se b a ñ a : se ap o y a e n la te o r ía c lá s ic a a l m ism o tiempo que reniega de e lla ). Así f u e r o n lo s tr a d u c to r e s del Rena­ cim iento y de la R efo rm a, d e M a rs ig lio F ic in o y s u República a Louis Le Roy, p a sa n d o p o r e l T u c íd id e s d e C laude de Seyssel quienes c o n trib u y e ro n d e m o d o s o b re s a lie n te a preparar la cronología, la to p o g ra fía d e r e f e r e n c ia s o b re las que se desarro llarían las le tra s o c c id e n ta le s y c u y a a u to rid a d manifiesta sólo ha sido p u e sta en d u d a e n fe c h a s m u y recientes. La confianza, la n ecesid ad de u n e c o id e a l, e r a n ta n grandes —"se co nquistaba c u an d o se tr a d u c ía " , d ic e N ietzsche— que esa anexión ten ía é x ito a u n c u a n d o f u e s e in d ire c ta . El Plutarco de N o rth n o e s u n a re c re a c ió n a p a r t i r d el original griego sino de la v ersió n fra n c e sa p u b lic a d a p o r Ja c q u e s Amyot vein­ te añ o s an tes. Los m o d e lo s f r a n c e s e s y la tin o s , ellos mismos d eriv ad o s d e u n a c o m p le ja tr a d ic ió n ic o n o g rá fic a y alegórica q u e se re m o n ta al O to ñ o d e la E d a d M ed ia , desempeñan un papel de p rim o rd ia l im p o rta n c ia e n la d is p a re ja comprensión q u e C hapm an tie n e d e H o m e r o ( lo s p r im e r o s siete cantos de la I lia da ap arecen e n 1598). E n u n a é p o c a de innovaciones d e s b o rd a n te s, y en m e d io d e u n p e lig ro re a l de saciedad y de d e so rd e n , la tra d u c c ió n a b s o rb ió , o r ie n tó , d io form a y figura

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a la indispensable m ateri a bruta. Fue, en el sentido más ple­ no del tèrm ino, la matière première de la imaginación. Además, estableció una lógica de relaciones entre el pasado y el presente y en tre las diversas lenguas y tradiciones desperdi­ gadas por la doble presión del nacionalismo y de los conflictos religiosos. Con sus poemas en inglés, latín e italiano y con su íntimo conocim iento del hebreo y del griego, el libro de poemas de Milton de 1645 representa la ilustración más per­ fecta de la prem editada contemporaneidad de lo antiguo y lo moderno y de aquella uniforme diversidad —tan coherente como las facetas de un cristal— que distingue por entonces a Europa y que se debe precisamente a doscientos años de traducción. En un periodo tan extraordinario y floreciente en realiza­ ciones, las apologías de la traducción tienden a adoptar un aire triunfante y a convertirse en elogios. A nadie le parecía necesario ab u n d ar en la afirmación de Giordano Bruno, retrasmitida p o r Florio, conform e la cual "de la traducción na­ cen las raíces de to d a ciencia". La recreación que hizo Florio de Montaigne, publicada en 1603, incluía un poema introductorio debido a Sam uel Daniel. La apología de Daniel es un ejemplo rep resen tativ o de las innumerables composiciones escritas en alabanza de la traducción. Vale la pena citarlo porque en él se recap itu la la situación toda del humanismo : It being th e p o r tio n o f a happie Pen, Not to b 'in v a ssa l ’d to o n e M onarchie, But d w e ll w i t h a ll th e b e tte r w orld o f men W hose s p ir its a re a ll o f o n e c o m m unitie. W hom n e ith e r O cea n , D esa rts, R ockes nor Sands, Can k e e p e f r o m t h ’ in te r tr a ffiq u e of the minde, But th a t it v e n ts h e r tre a s u r e in all lands, And d o th a m o s t s e c u r e c o m m ercem ent f inde. W rap E x c e lle n c ie u p n e v e r so m uch, In H ierogl ip h ic q u e s , C ip h e rs, Caracters, And le t h e r s p e a k e n e v e r s o strange a speach Her G en iu s y e t f i n d s a p t d e c ip h e r e r s . . . [Que la s u e r te d e u n a p lu m a a fo rtunada / está en no ser tributaria de n in g u n a m o n a r q u ía / sino en vivir en compañía de todos los m e jo r e s h o m b r e s d el m u n d o / cuyos espíritus forman todos u n a s o c ie d a d / a la q u e n i el océano, n i los desiertos, ni los e s c o llo s n i la s a r e n a s / p u e d e n apartar del tráfico de la m ente / p u e s d a s a lid a a s u s tesoros en todas las latitudes / en co n tra n d o a llí e l m á s s e g u ro de los com ercios. / Nunca la

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excelencia envuelvas demasiado / en jerogtifos, cifras, caracteres / que no hable nunca habla tan extraña. / Su genio, como sea, encuentra descifradores capaces,.. ] Cada vez que u n a lite ra tu ra y u n a c o m u n id ad lingüística buscan enriquecerse con elem en to s ven id o s de fuera, cada vez que intentan estab lecer su p erfil p o r m edio de la comparación y el co ntraste, e l poeta celeb rará la p a rte desempeñada por el trad u cto r en el " in te rtrá fic o d e la m e n te " . Como Goethe —quien consagró ta n ta e n erg ía a la asim ilació n alemana de las riquezas de la a n tig ü e d a d clásica, d e O riente y de la Europa que le era c o n tem p o rán ea— e scrib ía a Carlyle en julio de 1827: “Dígase lo que se q u iera d e las insuficiencias d e la traducción, ésta seg u irá sien d o u n a d e las em presas más importantes y dignas de in te ré s en to d o el m u n d o ." Y Pushkin, hablando desde el fo n d o de la s o le d a d ru s a , describe al tra­ ductor com o el c o rre o del e s p íritu h u m a n o . No obstante, u n a cosa es a f ir m a r la excelencia moral y las virtudes cu ltu rale s de la tra d u c c ió n y o tr a m u y distinta refuta r el cargo de im p o sib ilid ad te ó ric a y p rá c tic a . Una vez más, los m ovim ientos esenciales so n p o co n u m e ro s o s y se conocen desde hace m ucho. No todo puede s e r tra d u c id o . E l c a so e x tre m o es el postu­ lado p o r la teología y la gnosis. H a y m is te rio s que sólo ad­ m iten la tran scrip ció n , m is te rio s q u e s e ría sacrilego y completam ente ilu so rio tra n s p o n e r o p a r a fr a s e a r. Vale más salva­ g u a rd ar lo incom prensible. " A lio q u in e t m u lta alia quae ineffabilia su n t, e t hu m a n u s a n im u s capere n o n p o te st, hac licen­ cia deleb u n tu r" , dice S an J e ró n im o a l tr a d u c ir a Ezequiel. No todo puede s e r tra d u c id o a h o ra . C ie rto s c o n tex to s desapare­ cen y se disipan los h a ce s d e re fe r e n c ia s q u e en el pasado perm itían in te rp re ta r u n te x to a h o r a o p aco . H em os perdido la Rü c kein fü h lu n g re q u e rid a , c o m o N ic o la i H a rtm a n n llamaba a la facu ltad de e m p a tia re tro s p e c tiv a . Y e n un sentido, que es to d av ía m á s difícil de d e fin ir, e x is te n tex to s que aún no podem os tra d u c ir, p e ro que s in d u d a s e r á n traducidos en el p o rv en ir g racias a la s tra n s f o rm a c io n e s lin g ü ísticas, a los refin am ien to s de las té cn ic a s de in te r p r e ta c ió n y a las varia­ ciones de la se n sib ilid a d . La le n g u a f u e n te y la lengua del tra d u c to r viven u n d o b le m o v im ie n to , m o v im ie n to de cada u n a en relación co n sig o m is m a y e n r e la c ió n c o n el conjunto. No existe, en el tiem p o , u n e je in m u ta b le d esd e el cual la co m p ren sió n p u d ie ra s e r c o n s id e r a d a e s ta b le y definitiva. Al

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parecer, Dilthey fue el prim ero en subrayar que toda comprensiónde cada acto del entendim iento se encuentra inserta en la historia d en tro de una perspectiva relativa. Es ésta la ra­ zón que explica el lu g a r com ún conforme el cual cada época (re)hace sus traducciones y según el cual la interpretación, con excepción del p rim e r ejem plo fugitivo, es siempre reinterpretación , ta n to del original como de la suma de comenta­ rios que allí e n tra n e n juego. W alter Benjamín imprime un giro místico a la noción de u n a traducibilidad futura: se po­ dría hablar de u n a vida "inolvidable" incluso si todos los hombres la hubieran o lvidado y sólo subsistiera en "la me­ moria de D ios"; del m ism o m odo, existen obras que todavía no son traducibles p o r el hom bre, pero que lo son en potencia, en el reino de una com prensión perfecta y en un punto olvidado donde confluyen las lenguas. La "intraducibilidad" de Aristófanes en la segunda m itad del siglo xix no sólo era cuestión de m o jig atería. S us piezas parecían "ilegibles" en muchos niveles de la intención lingüística y del acontecimien­ to escénico. M enos d e u n siglo después, los diversos fac­ tores del gusto, el h u m o r, el tono social y la exigencia formal que componen su su p erficie espejeante se podían ya enfocar. Pídase a un poeta inglés contem poráneo o, mejor aún, a uno de sus colegas alem anes, q u e traduzca —quiero decir que lea con una intensidad d e reacción aceptable— el Messias de Klopstock, en su tiem po u n a de las grandes epopeyas euro­ peas. El ángulo de in cid en cia ya se ha abierto demasiado. Las requisitorias en c o n tra d e la traducibilidad suelen ser, por ende, litigios n acid o s de u n a miopía circunscrita y local. Es lógico que la q u erella en contra de la traducción sólo sea una form a débil c o n tra el lenguaje. La tradición imputa la siguiente “d em o strac ió n ” al retórico Georgias de Leontini: la lengua no es lo que ex iste, lo perceptible; las palabras sólo se comunican a sí m ism as y e stá n desprovistas de sustancia.9 Aparte de este n o m in alism o radical, y probablemente, irónico, encontramos o tro sistem a de refutación. No hay dos hablan­ tes que quieran d ecir lo m ism o cuando usan los mismos tér­ minos ; o, de hacerlo, no h a y ningún modo concebible de de­ mostrar la hom ología p erfecta. P o r eso no es posible una comunicación com pleta y verificable. Todo discurso es fun­ damentalmente m ó n ad a o idiolecto. Esta paradoja ya estaba 9 Cf. K. Freem an, A n cilla to th e Pre-Socratic Philosophers, Harvard University Press, 1957.

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g asta d a an tes de que S ch leierm a ch er a n a liza ra la significación de la significación en su H e rm en eu tik . N inguna de estas dos " p ru e b a s" ha s id o form alm ente refutada. Pero tam poco nin g u n a es de g ran peso. Y son los lógicos m ism os quienes así lo p ru eb an . S eria n incapaces de enunciar su s tesis si la lengua n o tu v iera u n a relación de contenido, p o r oblicua que fuese, con el m u n d o real. Y si la comunicación en algún nivel de la tra n sfo rm a c ió n ex p resiv a no fuese posible, entonces ¿p o r qué in te n ta ría n so rp re n d e m o s o persuad irn os con sus p a rad o ja s? Al ig u al que m uchas otras muestra s de literalism o lógico, las re fu ta c io n e s nominalista y m onadica del lenguaje siguen c o n fin a d a s a u n a región ajena a la de la actividad h u m an a co n c re ta . E s indiscutible que hablam os del m undo y e n tre n o s o tro s . T raducim os en el inte rio r de una lengua y de u n a le n g u a a o tra , y así lo hem os hecho desde los albores de la h is to r ia h um ana. La defensa de la traducción tiene la in m e n sa v e n ta ja del hecho abundante y vulgar. ¿Cóm o p o d ríam o s e s ta r em bebidos en el asunto si l a cosa no fuese factib le p o r d efin ició n , preguntan San Jerónim o y L utero con la im p acien cia d e lo s artesanos a quienes irrita el cascabeleo de la te o ría ? La traducción es "imposible", reconoce O rtega y G asset e n s u M iseria y esplendor de la traducció n . Pero tam bién lo e s to d a concordancia absoluta entre el habla y el p en sam ien to . S in q u e pueda explicare cómo lo "im posible" es su p e ra d o a c a d a m om ento de la ex­ periencia h um ana. Su lógica su b siste , en el lim bo de su propio rigor, pero n o h a y c o n secu en cias em p íricas ; "No es una objeción co n tra el posible e s p le n d o r d e la faena traductora". Si se niega la tra d u cció n , s o stie n e G en tile en su polémica co n tra Croce, es n ecesario s e r c o n g ru e n te y negar el lenguaje. La trad u cció n es, y s e rá siem p re, el m o d o de pensamiento y co m p ren sió n : "G iache tr a d u r r e , in v e rità , è la condizione d' ogni pensare e d 'o gni a p p re n d e re ." 10 [ P u es trad u cir es, a de­ cir v erd ad , la condición d e to d o p e n sa m ie n to y de todo apren­ d iz a je .] In clu so quienes n ieg an la tra d u c c ió n son intérpretes. El rep ro ch e de fa lta de p erfecc ió n q u e e n el fondo es ex­ presado p o r Du B ellay, el D r. J o h n s o n y Nabokov, y tantos otro s, es d em asiad o fácil. N in g ú n p ro d u c to humano es per­ fecto. N inguna copia, in c lu so d e o b je to s que por lo común decim os idénticos, es u n facsím il a b so lu to . Siempre persisten diferencias, ín tim a s, a s im e tría s m in ú scu las. Pero poner en 10 "Il d iritto e il to rto delle tra d u z io n i" d e Gentile, Revista di Cultura, 1, 1920, p. 10.

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duda la validez de la traducción porque no siempre es posible y nunca es perfecta resulta algo absurdo. Lo que es nece­ sario poner en claro, dicen los traductores, es el grado de fidelidad que debe fijarse en cada caso, la tolerancia permiti­ da según las diferentes obras y trabajos. Una demarcación ya establecida recorre la historia de la práctica de la traducción. Casi no hay tratado sobre el tema que no distinga entre la traducción de documentos corrien­ tes —personales, comerciales, eclesiásticos, efímeros por de­ finición— y la recreación que es el traslado de un texto literario, filosófico, religioso a otro texto. La distinción aparece ya en las Instit u tiones Oratoriae de Quintiltano, y Schleiermacher la sistem atiza cuando distingue Dolmetschen de Uebersetzen o Uebertragen (en Lutero, Dolmetschen abarca to­ dos los aspectos del oficio del traductor). El alemán ha conservado e institucionalizado esta diferencia. Dolmetscher es el "intérprete", es el interm ediario que traduce los docu­ mentos comerciales, las preguntas de los viajeros, los conci­ liábulos diplomáticos y turísticos. Él ha adquirido una for­ mación en Dolmetscherschulen, disciplina cuyas exigencias lingüísticas pueden s e r rigurosas, pero que no están directa­ mente interesadas en lo que se conviene en llamar "alta" traducción. En francés existen tres designaciones : las que corresponden a interprète, traducteur y truchement. Las dis­ criminaciones p ropuestas son relativamente claras, pero las fronteras entre tales categorías no coinciden de una lengua a otra. El interprète es el Dolmetscher o "intérprete" en su común sentido. P ero en un contexto diferente, la palabra se referirá a quien “ in te rp re ta ”, descifra y recrea un poema o un pasaje de un texto metafísico. La misma ambigüedad afecta a la palabra inglesa interpreter y a la italiana inter­ prete: se trata del p erso n aje que proporciona ayuda en el ban­ co, en las oficinas ad m in istrativ as o en las agencias de viajes, pero también se tra ta del exégeta y del ejecutante recreador. Truchement es u n a p alab ra complicada cuyas resonancias abarcan problemas y niveles distintos de traducción. Se deriva del árabe tardjem ā n (e n ca talá n torismani) y originalmente designaba a quienes tra d u c ía n en tre moros y cristianos. Su empleo en Les P rovinciales (xv) de Pascal tiene connotacio­ nes desfavorables; e l tru ch em en t es un intermediario, un co­ rreveidile, cuyos tra sla d o s n o siempre son desinteresados. Pero el térm ino tam b ién tiene una significación de sustitución, casi de m e tá fo ra : los ojo s pueden ser los truchements

cuando trad u cen , re m p la z á n d o lo s, a lo s m u d o s llamados del corazón. De o tra p a rte , tr a d u c te u r , a l ig u a l que translatoro traduttore evocan sin eq u ív o co s a A m yot tra sla d a n d o a Plutarco o a C risto p h er L ogue m e ta fr a s e a n d o la I liada. Es inevitable que las d o s e s fe ra s se su p e rp o n g a n y traslapen. E strictam ente h ab lan d o , el m á s triv ia l a c to d e acarreo entre una lengua y o tra llev ado a c ab o p o r u n D olm etscher implica toda la n atu raleza y te o ría d e la tra d u c c ió n . El misterio de una transferencia p re ñ a d a d e s ig n ific a d o y a se traduzca una orden de flete o el Paradiso d e D a n te e s e n esen cia la misma. Sin em bargo, e sta d istin ció n e s p o r d e m á s e v id e n te y fecunda en cuanto hipótesis de tra b a jo . E s e n la e s fe ra superior de las m anifestaciones se m á n tic a s d o n d e se m anifiestan más y m ejor los problem as te ó ric o s y p r á c tic o s d e la traducción donde se relacionan m ás e s tr e c h a m e n te con los fenómenos generales del lenguaje y la m e n te . S o n la s fo rm as literarias de expresión en un s e n tid o m á s a m p lio , las q u e más exigen y las que m ás p ro m eten . H e in te n ta d o m o s tr a r que no se trata de un accidente ni de u n a e le c c ió n estética. Poema y discurso filosóficos e n c a rn a n lo s a s p e c to s herm éticos y creadores que son el núcleo m ism o d el le n g u a je . Y siempre que encare un texto serio y s ig n ific a tiv o , la tra d u c c ió n tocará ese núcleo. En resum idas c u e n ta s: la tra d u c c ió n e s deseable y es posi­ ble. Sus m étodos y c rite rio s d e b e n in v e s tig a rs e a la luz de textos valiosos y, a m en u d o , " d ifíc ile s " . E s ta s son las verificaciones prelim inares. L as te o r ía s d e la traducción o bien las adoptan y dan p o r su p u e sto s o b ien la s ponen fuera de su camino con rudeza, sin p re o c u p a rs e m a y o rm e n te por los escollos lógicos. P ero ¿ c u áles s o n , e x a c ta m e n te , las técnicas apropiadas, qué ideales d e b e ría n f ija r s e ? Cuando se dispone a a n a liz a r e s tr u c tu r a s complejas, el pensam iento parece fa v o re c e r el ra z o n a m ie n to por tríadas. Ello es verdad de los m ito s de la e d a d d e o ro , de plata y de hierro, de la lógica h eg elian a, d e lo s esq u e m a s que Comte atribuyó a la h isto ria y de la físic a d e la s p a rtíc u la s elementa­ les. La teo ría de la tra d u c c ió n a l m e n o s d e sd e el siglo XVII, divide casi in v aria b le m en te el te m a e n tre s categorías. La prim era com prende la tra d u c c ió n e s tr ic ta m e n te literal, el aco­ plam iento p alabra p o r p a la b ra d e lo s d iccio n ario s bilingües, de la cartilla p a ra a p re n d e r el id io m a e x tr a n je ro o de la pará­ frasis entrelineada. La s e g u n d a r e p re s e n ta esa vasta zona interm edia de la ''tra n s la c ió n " c o n a y u d a d e u n enunciado

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fiel y sin embargo autónomo; Aquí el traductor reproduce de cerael original, pero también compone un texto que resulta natural en su propia lengua y que se puede valer por sí misatercera categoría L m es la de la o imitación, la . recreación, ción o la interpretación lavariaparalela. Cubre un terreno amplio y difuso, que abarca desde la transposición del original aun giro más accesible hasta el eco más libre de la alusión o el matiz paródico. De acuerdo con el punto de vista mod la categoría de la im itatio se aplica lícitamente erno, a los lazos que ligan a Pound con Propercio e incluso a Joyce con Homero. Fuerza es que las líneas divisorias entre estas tres clases sean flexibles. Se pasa insensiblemente de una traduc­ ción literal a la reproducción escrupulosa pero ya indepen­ diente; por su parte ésta, a medida que se emancipa, propen de a convertirse en un a más libre imitación. Por aproximado que sea, este triple modelo se ha comprobado ampliamente útil y, al parecer, coincide con las grandes líneas de la teoría y de la técnica. La terminología de Dryden ya estaba en el aire antes de que adoptara en su exposición. Era familiar a la retóricalay se remontan por lo menos a aquella distinción que hace Quint iliano entre "traducción" y " paráfrasis". Pero el análisis de Dryden continúa m arcando un hito. Hizo algo más que refu­ tar el literalismo ciego , o como consigna el Dr. Johnson en su Vida de Dryden, no se lim itó a " romper las cadenas de la interpretación literal". Propuso ideales y líneas de discusión que todavía son los nuestros.11 El prefacio de 1680 a O vid's Epistles, Translated by Seve­ ral Hands m uestra el genio de Dryden en su mejor forma, lo cual ya es un reto. T odo el pensamiento literario de Dryden aspira al reino m edio del buen sentido: a medio camino de la dramaturgia de A ristóteles y de la de Shakespeare, de los modelos franceses que le eran contemporáneos y de la tradi­ ción nativa. P o r lo que a la traducción toca, Dryden se em­ peñó en buscar un térm in o m edio entre el literalismo palabra por palabra que exigían los teólogos y gramáticos más puris­ tas y las excentricidades desbocadas de las Pindari que Odes publicadas por Cowley en 1656. La sensibilidad de Dryden, como teórico y com o tra d u c to r, lo persuadía de que ninguna de las dos altern ativ as podía desembocar en una solución correcta. Al igual que el poeta clásico, el traductor moder11 D ryden and the A rt of Translatian de W. Frost, Yale University Prcss, 1955, ofrece u n an álisis pormenorizado.

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no debe ubicarse en el cent r o, en u n fu g a r desp ejad o y urnano. Para Dryden la m etaphrase q u ie re d e c ir h a c e r pasar a un a u to r palabra p o r palabra, línea p o r lín e a , d e una lengua a o tra . El ejem plo c o n tra rio lo p ro p o rc io n a la traducción que hizo Ben Jonson del A rte poética d e H o r a cio , publicada en 1640. En realidad Ben Jo n so n , el h o m b re y el intérprete de Horacio, ocupa un lu g ar a p a rte en la c r ític a d e Dryden. Los resultados que alcanzó, así com o e l h u e n s e n tid o , muestran que el literalism o es una causa p e rd id a . N a d ie puede traducir bien y, al m ism o tiem po, tr a d u c ir p a la b ra p o r palabra. La comparación de Dry d e n a ú n n o h a p e r d id o su encanto: ‘Tis m uch like dancing o n ropes w ith fe tt e r e d le g s : a man may shun a fall by using caution; b u t t h e g r a c e fu ln ess o f motion is not to be expected: a n d w h e n w e h a v e s a id th e best of it, tis but a foolish ta s k ; fo r n o s o b e r m a n w o u ld p u t himself into danger fo r th e applau se o f e sc a p in g w ith o u t breaking his neck. [ Es com o si se b a ila ra s o b re c u e r d a s con los pies am arrados; un hom bre p u e d e e v ita r la c a íd a multiplicando las precauciones, p ero n ad ie e sp e re la g ra c ia d el movimiento, y cuando hemos dicho esto n o h e m o s d ic h o lo m e jo r: se trata de una to n ta faena; pues n in g ú n h o m b re cuerd o se pondría a sí m ism o en p eligro p o r la s o la g lo ria d e sa lir del paso sin romperse el cuello.] En el extrem o opuesto e n c o n tra m o s la im ita c ió n "donde el traductor (si to d av ía es d ig n o d e ese n o m b r e ) d a por sentada no sólo la lib ertad d e a p a r ta r s e d e la s p a la b ra s y el sen­ tido, sino tam bién la de r e n u n c ia r a a m b o s c u a n d o a su juicio la ocasión así lo pide". E l e je m p lo q u e e s ta vez debería in vitarnos a la p ru d en cia lo r e p r e s e n ta n la s extravagantes transform aciones que C ow ley h iz o s u f r i r a P ín d a ro y Hora­ cio. Cowley se ju stific a e n la p re s e n ta c ió n d e su Píndaro alegando que un h o m b re s e ría c o n s id e r a d o loco si tradujera literalm ente a este a u to r y q u e el a b is m o q u e separa al grie­ go del inglés volvería im p o sib le c u a lq u ie r in te n to de repre­ sentación fiel y al m ism o tie m p o a ir o s a . Sin duda alg u n a, lo s p e d a n te s n o d e ja r á n de protestar, "pero no m e preocupa en a b s o lu to q u e lo s g ram ático s no tole­ ren que se llam e tra d u c c ió n a e s te m o d o lib e rtin o de trasla­ d a r a los A utores e x tr a n je ro s , p u e s n o m e encuentro tan enam orado de la p a la b ra T r a d u c to r c o m o p a r a n o desear Ser Algo M ejor, au n q u e ese alg o a ú n c a re z c a d e Nom bre". La es­ peranza de Cowley es p ro fè tic a y r e p r e s e n ta u n anuncio de

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las ambiciones del siglo xx, aunque para Dryden eso no signifique nada. E l " im ita d o r" no vale más, y suele valer menos, que el com positor q u e se apropia del tema ajeno y elabora sus propias variacio n es. É sta s bien pueden ser deslumbrantes yrealzar el v irtu o sism o del traductor, pero éste es "el mayor mal que puede h a c e rse a la m em oria y la reputación de los muertos" . El empleo d ad o p o r D ryden a la imitación, y que Pound y Lowell a d o p ta rá n co n firién d o le un sesgo positivo, resulta asombroso. La h is to ria de e sta palabra es larga, compleja y, a menudo accid en tad a.12 S u s connotaciones negativas se remon­ tan a la teoría p la tó n ic a d e la m im esis que, en el caso de las artes figurativas, p re se n ta un distanciamiento elevado a la segunda potencia e n rela c ió n con la realidad y con la verdad de las Ideas. La p a la b ra co b ra un valor positivo cuando Aris­ tóteles se refiere a la u n iv ersalid ad y al valor didáctico de los instintos m im é tic o s ; tam bién tiene esa connotación favo­ rable en la poética la tin a , d o n d e ayuda a expresar las relacio­ nes de dependencia, p e ro tam bién de reinvención, que vincu­ lan las letras ro m a n a s co n su s antecedentes griegos. Parece que el uso d ad o p o r D ryden a la palabra tiene por blanco a Jonson y a lo q u e D ry d en consideraba su particular lectura de Horacio. Jo n so n d isc u te la im itatio en Timbers, miscelá­ nea de observaciones c rític a s publicada en 1641. La "imita­ ción" es una d e las c u a tr o v irtu d e s necesarias a un verdadero poeta. Es la fa c u lta d " d e a d a p ta r la sustancia o las riquezas de otro poeta al u s o p r o p io .. . N o im itar servilmente, como dijo Horacio, n o i r a b u sc a r virtudes donde solamente hay vicios, sino, com o la a b e ja , ex tra e r a las mejores y más se­ lectas flores su n é c ta r y co n v ertirlo todo en miel; refinándolo hasta darle sab o r y g u s to ú n ico s; hacer deleitable nuestra imitación". P ara B en Jo n so n , la absorción creadora es el ca­ mino de las le tra s p o r excelencia de Homero a Virgilio y Estacio, de A rquíloco a H o racio y a él mismo. Es Dryden, 12 W. J. Verdenius, M im e s is ; P lato's Doctrine o f Artistic Imitation and its Meaning to Us, Leyden, 1949; Amo Reif, Interpretatio, imitati o, aemulatio, Bonn, 1959; G oran Sö rbom, Mimesis and Art, Uppsala, 1966. Una discusión d e los u so s horacianos de la imitatio puede encon­ trarse al final del volum en II d e la edición de C. O. Brinks de Horace on Poetry; the A rts Poe tica, Cam bridge University Press, 1971. Las relaciones de Ben Jo n so n con la estética clásica se discuten en Felix E. Schelling, B en Jo n so n and the Classical School, Baltimore, 1898 y en Hugo R einsch, B en Jonsons Poetik und seine Beziehung zu Horaz, Erlangen, Leipzig, 1899.

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tan felizmente capturado como está en los engranajes dela apropiación, quien imprime a la palabra un giro negativo. El verdadero camino del trad u cto r no pasa ni por lam etafrasis ni por la imitación. La verdadera ruta es la de la paráfrasis o" traducción liberal, donde el traductor no pierde nunca de vista al autor, con objeto de no perderse ydone se atiene con menos rigor a las palabras que al sentido, que si bien puede ser desarrollado, no adm ite alteración". Este es el método, recuerda Dryden, que siguieron Edmund Walle r y Sidney Godolphin en su traducción del libro IV de la Eneida (1658), lo que es más im portante, se tra ta del procedimiento que Dryden mismo siguió en sus num erosas traducciones de Virgilio, Horacio, Ovidio, Juvenal, Chaucer, y que él mismo se encargó de exponer en su obra crítica, en especial en el Prefacio a Sylvae (1685). G racias a la paráfrasis, "el espíritu de un au to r puede ser trasv asad o sin perderse". La buena traducción es "una su erte de dibujo inspirado en la naturaleza". Ideal, perfecta, la traducción n o h a rá sombra a la autoridad del original, pero m o stra rá ese original tal y como hubiese sido de haberse escrito e n la lengua del traductor. En el prefacio a sus traducciones de Virgilio, publicado en 1697, Dryden recapitula la teoría de to d a u n a vida de pensamiento y p ráctica: Siempre creí apropiado m antenerm e a igual distancia de los dos extremos que son la paráfrasis y la traducción literal, procurando mantenerme tan cerca de mi autor como fuese posible, pero sin perder sus gracias, entre las que destaca la belleza de las palabras. Y esas palabras, debo añadir, son siempre imaginadas. He acometido la tarea de injertar en nuestra lengua las palabras capaces de conservar su elegancia. Pero la gran mayoría de ellas se perderá necesariam ente, ya que se niegan a brillar en otra lengua que no sea la suya. En ocasiones, Vir­ gilio tiene dos de ellas en una sola línea, pero la estrechez de nuestro verso heroico no tolera m ás de una. Tal es la diferencia entre las lenguas, o tal es m i falta de habilidad en la elección de las palabras. Con todo, m e correspondería decir.., que, al tom ar todos los m ateriales de este au to r divino, me he empe­ ñado en hacer hablar a Virgilio u n inglés que hubiera sido el suyo de haber vivido en esta época. Dryden d eja de lad o el in c ó m o d o y anfibio termino de imitación . P ero la in ten ció n sig u e sie n d o la misma. "En Ingla­ te rra y en esta época", é sto s son los lím ites y el ideal del

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arteyel oficio del tra d u c to r. Puede observarlos y cumplirlos, a condición d e m a n te n e rs e e n un cam ino intermedio. Goethe se in te re só to d a su vida en la traducción. Sus traducciones de la a u to b io g ra fía d e Cellini, de Calderón, del Neveau de R am eau d e D id ero t se cuentan entre las influyen­ tes en 1a h isto ria de la lite ra tu r a europea.13 Goethe tradujo del latin y del griego, del esp añ o l, del italiano, del inglés, del francés y del a lto a le m á n , del persa y de las lenguas eslavas meridionales. A lo larg o d e to d a s u obra, menudean las obser­ vaciones sobre la filo so fía y la técnica de la traducción, y muchos de su s p o em as n o so n o tra cosa que comentarios o metáforas c e n tra d o s e n el te m a de la traducción. Profunda­ mente convencido co m o e s ta b a d e la continuidad de la gama de formas de v id a, d e la p rese n cia de una trama compleja y ramificada, a rm ó n ic a a u n q u e a veces oculta en el seno de la realidad m orfológica, G o eth e v io en el traslado de la signi­ ficación y de la m ú sic a d e u n a lengua a otra una característica de la universalidad. S u exposición teórica más conocida se halla en el ex ten so ep ílo g o en prosa del Diván occidentaloriental (1819). H a sid o c ita d o y vuelto a citar, pero creo que se trata de u n tra ta m ie n to m u ch o m ás arduo y más personal de lo que por lo g e n e ra l se piensa. El esquema d e G o eth e posee, com o el de Dryden, tres eta­ pas: Pero aquí las d iv isio n es so n a la vez cronológicas y formales. G oethe s o stie n e q u e to d a literatura debe pasar por estas tres fases de la tra d u c c ió n . E n la medida en que estas fases se m anifiestan d e m a n e ra reiterada, se las puede en­ contrar sim u ltán eam en te e n u n a m ism a literatura aunque relacionadas con d iv e rsa s len g u as y géneros distintos. El primer o rd en d e tra d u c c ió n nos familiariza con las cul­ turas extranjeras, y lo h a c e en v irtu d de una transferencia "a nuestro propio s e n tid o " . S u vehículo más favorable es la traducción llana e n p ro sa . T ran sm itid o de este modo, el ma­ terial extranjero p e n e tra p o r a s í decir, imperceptiblemente en 13 Las traducciones y relacio n es individuales de Goethe con las di­ versas lenguas son o b jeto d e u n a considerable literatura monográfica, que ocupa las referencias s itu a d a s e n tre el número 10081 y e! 10110 en la Sección XIII, F ascículo 8 d e la Goethe-Bibliographie, editada por Hans Pyritz et a l ., H eidelberg, 1963, pp. 781-783. El bien conocido libro de Frite Strich, G oethe u n d d ie W eltliteratur, Berna, 1946, trata el tema general de las relaciones d e Goethe con otras lenguas. Pero, hasta donde yo sé, tod av ía no existe u n estudio exhaustivo de las tra­ ducciones de Goethe y de su influencia sobre sus propios escritos, asi como sobre su filosofía d e la fo rm a.

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la vida dom éstica nacional ( n a tio n e lle H ä u slich k eit).A penas serem os conscientes d e las c o rrie n te s a fe c tiv a s nuevas y exalta n te s que allí nos ro n d a n . E l s e g u n d o m o d o consiste en ap ro p iarse por m edio de un s u s titu to . E l tra d u c to r se impregna del sentido de la o bra e x tr a n je r a , p e ro lo haceconbje to de rem plazarlo p o r un a p a r a to n a c id o d e su propia lengua y cu ltu ra . Se le im pone u n a tu e n d o n a c io n a l a la forma extra n je ra. Pero el in stin to d e m e ta m o rfo s is y de entelequia que dom ina todas las fo rm as v iv as lleva inevitablem entea u n a tercera categoría de la tra d u c c ió n . E s te últim o modo, el m ás alto y acabado, se p ro p o n e la id e n tid a d perfecta entre el texto original y el de la tra d u c c ió n . E s ta ídentificación significa que el tex to nuevo n o e x is te " a cam bio d e l otro sino en su lu g ar" (so das e in s n ic h t a n s ta tt des andern, sonder an der S te lle des a n d e r n g e lte n so lle). El tercer modo exige que el tr a d u c to r a b a n d o n e el genio específ ico de su propia nación p a ra p r o d u c ir u n te r tiu m datum. Eloexplica que este género de tra d u c c ió n e n c u e n tr e las más v ivas resistencias p o r p a n e del p ú b lico . Y s in em bargo, es el más noble. Su penetración, s u in tu ic ió n d e la o b ra extranjera tienden en resu m id as c u e n ta s h a c ia u n a e sp ecie d e fidelidad o "in terlin ealid ad " a b so lu ta . B a jo e s ta luz, la categoría más elevada coincide con la m á s r u d im e n ta r ia . Así se cierra armoniosam ente el ciclo seg ú n el c u a l se o p e ra la transición "de lo ex tran jero a lo n ativ o , d e lo c o n o c id o a lo desconocido”. P o r breve que sea, o q u izá e n v ir tu d m ism a de su concisión, el m odelo de G oethe es c o m p le jo y n o re s u lta del todo claro. Si no se ex am in an las c o sa s c o n a te n c ió n , el prim er tipode traducción p arece m e d ia c ió n d ir e c ta . E s ésta , en términos generales, la am b ició n d el D o lm e ts c h e r o rd in a rio cuyo fin esencial es in fo rm a r. S in e m b a rg o , el e je m p lo que cita Goethe en su apoyo es el d e la B ib lia d e L u te ro . ¿Q uiere decir,en realid ad , que la le c tu ra in te n s a m e n te v ig ila n te de Lutero, y que su ele c a ra c te riz a rs e p o r u n a v io le n c ia perfectamente con­ tro lad a , es u n a m u e s tr a de e s e e s tilo m o d e s to y que inyecta im p ercep tib lem en te al a le m á n u n a c ie n c ia y u n espíritu extra n je ro ? La s e g u n d a m a n e r a , a f ir m a G oethe, es paródica, en el pleno se n tid o e tim o ló g ic o d el té r m in o . Los franceses son los m a e stro s de e s ta té c n ic a c o n f is c a to r ia , v istas las innume­ rables " tra d u c c io n e s " d e l a b a te D elille. G o eth e da a su obser­ vación u n sesgo a to d a s lu c e s p e y o ra tiv o , y las imitaciones de Delille son p o r lo g e n e ra l m e d io c re s . C on todo, el proceso d e sc rito p o r G o eth e — la tr a n s f o r m a c ió n del original que pasa

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ala lengua fam iliar y al sistem a de referencia del traductor— es sin lugar a d u d a s u n o de los fundam entos y, de hecho, uno delos ideales del a r te del traductor. Además de Delille, Goethe pone co m o e jem p lo a W ieland. Ahora sabemos por otros pasajes de lo s e s c rito s y de las conversaciones de Goethe, tales como Z u m brü d erlich em Andenken Wielands, cuánta importancia d ab a G o eth e a las realizaciones del autor de Oberon. Reconocía q u e su s im itaciones de Cervantes y de Richardson, sus tra d u c c io n e s d e Cicerón, Horacio y Shakespeare contribuyeron am p liam e n te a la emancipación de la literatura alemana. La c rític a d e G o eth e e s a la vez moral y estética, Sin lugar a dudas, el " p a ro d is ta " enriquece su propia cultura y modela m ás que n in g ú n o tro el esp íritu de la época. Pero sólo hace suyo lo que c o n c u e rd a con su propia intuición y con el medio de la época. N o im pone a la conciencia nuevas fuentes de experiencia, q u izá rebeldes. Como tampoco garantiza el genio autónom o del o rig in a l, su s poderes de “extrañeza". Eso está re se rv a d o a la te rc e ra clase de traductores. Goethe se apoya aquí en J o h a n n H e in rich Voss cuyas versiones de la Odisea (1781) y d e la llía d a (1793) estimaba como joyas de la traducción e u ro p e a y co m o instrum entos creadores del helenismo alem án. S h a k e sp e a re , Tasso, Calderón y Ariosto llegaron a la conciencia a le m a n a p o r este tercer camino que supo convertir a esto s " e x tra n je ro s germ anizados" ( eingedeutschte Fremde) en ag en tes esen ciales del despertar lingüístico y li­ terario de A lem ania. E s te e n fo q u e "metafórico" o tercero es el proseguido p o r G o eth e m ism o en el Diván occidental-oriental. Y los ejem plos q u e c ita o aduce —Voss, Schlegel, Tieck, él mismo— son b a s ta n te elocuentes. Sin embargo, resulta di­ fícil colegir con p re c isió n lo que está describiendo. Todo descansa en la d istin c ió n e n tr e " a cambio de" y "en lugar de". En el prim er caso, que es el d e la parodia, el original sale disminuido y la tra d u c c ió n se arro g a un ascendente ficticio. En el segundo caso , o c u rre u n a simbiosis, una fusión que de algún modo m a n tie n e el c a rá c te r lírico, la unicidad del ori­ ginal m ientras e n g e n d ra u n sistem a nuevo y más rico, Goethe y el cantante p ersa H afiz u n en sus respectivas voces en el curso de un e n c u e n tro m etam ò rfico . La cita, que es también una fusión, tiene lu g a r " fu e ra " del alemán y del persa o, al menos, "fu e ra" del alem á n tal y com o era hasta el momento de la traducción. N o o b sta n te , las dos lenguas se enriquecen con el nacim iento d e u n n u ev o híbrido o, más precisamente, de una nueva e n tid a d .

U na p a rá fra s is c o m o é s ta n o e s s a tis f a c to r ia y dejaunamp lio te rre n o a b ie rto a la c o n je tu r a . C ie rto s aspectos delcom e n ta rio de G o eth e r e c u e rd a n s u s a f o ris m o s . T odo lo que se p u ed e d e c ir es que e s te e s q u e m a tr ip le d e l avance de la tradu cció n , el del c irc u lo q u e e n ú ltim o in s ta n c ia gobierna el p ro ceso en su c o n ju n to ( e l s e n tid o d a d o p o r Benjam ín a "inte rlin e a l" se d eriv a c la r a m e n te d e G o e th e ) , se encuentra profu n d a m e n te a rra ig a d o e n la s c r e e n c ia s filo só fic a s fundamenta le s d e G o eth e. L a tr a d u c c ió n e s u n c a so ejemplar de m etam o rfo sis. E n e lla se o b s e rv a e s e d e s p lie g u e orgánicoque tien d e a la p erfecció n , la a r m o n ía d e la e s fe ra o el círculo q u e G oethe celeb ra, a s í e n el r e in o d e l e s p ír itu com o en el de la n atu raleza. E n el e je m p lo p e r f e c to d e tra d u c c ió n , al igual que en la gen ética d e la e v o lu c ió n , e n c o n tr a m o s aquellapara d o ja d e fu sió n y d e f o r m a n u e v a q u e n o im plica abolición de los elem en to s c o m p o n e n te s . C o m o B e n ja m in después de él, G oethe e n te n d ió q u e la v id a d e l o r ig in a l re s u lta inseparable de los riesg o s de la t r a d u c c i ó n ; e l s e r q u e n o está sometido a n in g u n a tra n s fo rm a c ió n s ó lo p u e d e m o r ir . La estancia final de E ins und A lles, U n o y T o d o e s c r i t a e n 1820, es una de la exposiciones fu n d a m e n ta le s d e p o r q u é necesitam os de la tra d u c c ió n : E s s o ll s ic h r e g e n , s c h a f f e n d h a n d e l n , E r s t s ic h g e s t a l t e n , d a n n v e r w a n d e l n ; N u r S c h e i n b a r s t e h t s M o m e n t e s till, D a s E w ig e r e g t s i c h f o r t i n a ll e n : D e n n a ll e s m u s s i n N i c h t s Z e r f a ll e n , W e n n e s im S e i n b e h a r r e n w ill. [ T o d o e n l a b o r e o c o n s t a n t e , e n i n c e s a n t e c r e a c i ó n / h a de estar, lo y a f o r m a d o c a m b i a d e a s p e c t o y c o l o r ; t a n s ó lo p o r u n momen­ t o / i n e r te n o s p a r e c ió , / lo e t e r n o e n t o d o s e m u e v e / laborando s in c e s a r , / q u e c a e r e n la n a d a d e b e / s i e m p r e e l to d o a su pes a r , / s i e s q u e e n s u p r o p i a e x i s t e n c i a / a s p i r a a perseverar.] J . W . G o e th e : O b r a s c o m p l e t a s . M a d r i d , T r a d . d e R a fa e l Cansinos A sse n s.

E n tre m u c h o s o tr o s s is te m a s t r i á d i c o s el d e Roman Jakob­ son m e rec e s e r c o m e n ta d o .14 S u m o d e lo e s m ás amplio que los e sq u em as d e D ry d e n y d e G o e th e p o r lo que se refiere a su s o b je tiv o s y p u n to s d e v is ta . P e r o el an tig u o armazón 14 "O n U n g u is tic A sp e c ts o f T r a n s l a ti o n ”, d e R om an Jakobson en O n T ra n sla tio n , R euben A. B r o w e r ( c o m p .) .

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teóricosub siste en p a r te b ajo la moderna universalidad "sem iótca". a p oyándose

en la te o ría d e los signos y de la significación propuesta p o r P ierce, Jak o b so n plantea que "para el lingüista como para el u s u a rio d e las palabras la significación de todo signolingüístico e s su trad u cció n a otro signo menos accesible y "en el c u a l s e d e sa rro lla más a fondo" (la expresión sigueap ro x im ad am en te a P ierce). La traducción, en consecuencia, es la co n d ició n e te rn a e ineludible de la significación. La traducción d e los sig n o s verbales se divide en tres catcgorias. Se re fo rm u la c u a n d o se trad u ce una palabra con ayuda de otros signos v e rb a le s provenientes de la misma lengua. Toda definición, to d a explicación es traducción, según muestra el m odelo d e P ierc e. La traducción propiamente dicha o traducción de u n a le n g u a a o tra es la interpretación de unos signos verbales p o r m e d io d e o tro s signos provenientes de al­ guna otra lengua. E n te r c e r lugar, añade Jakobson, tenemos la transm utación: e n el c u rso de este fenómeno verbal "intersemiótico” los sig n o s v e rb ales son interpretados por medio de sistemas d e sig n o s no-verbales (pictóricos, gestuales, ma­ temáticos, m u sic a le s ). L as dos prim eras categorías coinciden npuntos e esen ciales. E n el in te rio r de una misma lengua los sinónimos so n r a r a vez eq u iv alen tes perfectos. La reformula­ ción produce d e m o d o in ev ita b le "algo más o menos"; la definición p o r m e d io d e la reescritura, es aproximación y reflejo. P o r eso y a e l m á s sen cillo acto de paráfrasis es eva­ luación. "Del m ism o m o d o , en el nivel de la traducción de una lengua a o tra , e s r a r o que exista una equivalencia completa entre la s u n id a d e s del código." La diferencia reside en que m ientras la " re fo rm u la c ió n " procura sustituir una unidad del código p o r o tra , la " tra d u c c ió n propiamente dicha" susti­ tuye unidades m á s a m p lia s q u e Jakobson llama mensajes. La traducción e s " u n d is c u rs o in d ire c to ; el traductor recodifica y transmite u n m e n s a je p ro v e n ie n te de otra fuente. Dicho de otro modo, la tra d u c c ió n im plica dos mensajes equivalentes en dos códigos d ife re n te s ." Al em p lear el término neutral que es "implica", J a k o b so n d e ja d e lado el dilema hermenéutico fundamental, q u e c o n s is te e n preguntarse si es congruente hablar de m en sa je s e q u iv a le n te s cuando los códigos son dis­ tintos. De o tra p a rte , la ca teg o ría de transmutación aclara una cuestión qu e tr a je a cu e n ta desde el principio de esta obra. Por el h e c h o d e s e r in terp retació n , la traducción supera con mucho el te rre n o v erb al. E n cuanto modelo de la com-

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prensión y de todo el potencial expresivo, el análisis dela traducción deberá incluir formas in te rsem ióticas tales como el establecimiento de gráficas, los avances y discusiones a través de las figuras de la danza, la musicalizacióndeun texto o incluso la articulación de las pasiones y de las significaciones por medio de la m úsica sola. Examinaré algunos e jemplos de ese paso interm edio en m i ultim o capítulo. Jakobson concluye afirm ando que la poesía, dominio privilegiado de la paronomasia, e sa relación entre lo fenom énico y lo semántico que anima los juegos de palabras, es pordefinición intraducible. Sólo es posible la "transposición creadora" de una forma poética a o tra , d e n tro de una misma lengua, de una lengua a otra , o au n e n tre m edios de co m u n icación y códigos expresivos totalm ente d istin to s. Y si la poesía es, como siempre, el caso extrem o, to d a traducción de un signo lingüístico es, en un nivel u o tro , "transposición creadora". Las dos realidades fu ndam entales del lenguaje, según he tratado de definirlas, en tran en ju eg o en e sta fase; quiero decir la creación y la disim ulación. " T ra n sp o n e r creadoramente" quiere decir invertir el aspecto y las relaciones de las cosas. Se puede sostener que to d a s las teo ría s de la traducción, ya sean form ales, p ragm áticas o cronológicas, no son más que variantes de u n a cuestión ú n ic a e ineludible. ¿Cómo se puede o se debe llegar a la fid e lid a d ? ¿Cuál es la relación óptim a en tre el tex to A en la len g u a-fu en te y el texto B enla lengua-receptora? H ace dos m il añ os que esto se discute. Pero ¿es posible a ñ a d ir v alo r a la fra s e d e S a n Jerónim o: verbum e verbo en el caso de los m iste rio s, p e ro significado por signifícado, sed s ens u m exp rim er e d e s e n su , en todas las demás ocasiones? C ualquiera que sea el tr a ta d o s o b re el a r te de la traducción que consultem os, re ap are ce la m ism a d ic o to m ía : la que existe e n tre la " le tra " y el " e s p íritu " , e n tr e la "p alab ra" y el "signi­ fic ad o ". Si bien el tra s la d o d e lo s te x to s sagrados plantea un problem a que es a u n tie m p o esp ec ífic o y central para la teo­ ría d e la tra d u cc ió n , e n r e a lid a d h a h a b id o m uy pocos literalistas ab so lu to s. C u a n d o tr a d u c ía d el la tín a mediados del siglo xv, N icholas von W yle e x ig ía u n a concordancia total, una yuxtaposición d e la s p a la b ra s to m a d a s u n a a una: ain yedes w ort gegen a in an d e r n w o r t [ c a d a p a la b ra contra cada otra p ala b ra]. H a sta los e r ro r e s d e b e n s e r tra n sc rito s y traducidos, ya que fo rm a n p a r te in te g ra l d e l o rig in a l.15 De otra parte, 15Debo e s ta re fe re n c ia a R o lf K lo e p fe r, D ie T heorie der literarischen.

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pocos han llev a d o ta n le jo s la teoría de la irrestricta libertad mimética co m o E zr a P o u nd cuando define los poemas de P e r s o n a e com "unalrgserie de traducciones, que sólo eran máscaras m ás e la b o r a d a s " .16 La m ayoría d e las veces se nos presenta un razonamiento en pro del c o m p ro m iso y n a cid o de él. El ideal y la estrategia del térm ino m e d io e n tr e la le tra y el espíritu se elaboran en los siglos XVI y XVII ta n to e n la M anière de bien traduire d'unc la n g u e en a u tre (1 5 4 0 ) d e E tie n n e Dolet como en De interpretationede P ie rre -D an iel H u et en su versión corregida y aumentada d e 1680. N o p o r a z a r los franceses están a la ca­ beza en lo q u e c o n c ie rn e a la teo ría de la traducción durante esta época: e sa p re e m in e n c ia reflejaba el predominio político y lingüístico d e la c u ltu r a l fran cesa después del desmembramiento del m u n d o la tin o en E uropa, desmembramiento que, por supuesto, d a r ía lu g a r a la búsqueda de una disciplina común de la tra d u c c ió n . Los cinco mandamientos del traduc­ tor que en u n cia D o let b ie n p o d ría n remontarse a los gramá­ ticos y re tó ric o s ita lia n o s d e principios del siglo XVI y, con­ cretamente, h a s ta L e o n a rd o B runi. Tienen el mérito de la obviedad. E l p re s u n to in té rp re te debe poseer un perfecto do­ minio del ''s e n tid o y el e s p ír itu " de su autor. Debe ser dueño de un c o n o cim ien to p ro fu n d o ta n to de la lengua del original como de la su y a p ro p ia . D ebe s e r fiel, según manda Horacio, al sentido de la o ra c ió n , y n o al o rd en de las palabras. Es pura superstición, d ice D o let, “(d ira y ie besterie ou ignorance?) comenzar su tra d u c c ió n p o r el principio de la cláusula". En cuarto térm in o , n u e s tr o tr a d u c to r deberá procurar una ver­ sión en la len g u a m á s lla n a. E v itará importar neologismos, términos ra ro s y e sa s flo re s exóticas de la sintaxis tan popu­ lares entre los la tin is ta s y e ru d ito s del siglo XVI. La regla final vale para to d a e s c ritu r a de calid ad : el traductor debe lograr cadencias a rm o n io sa s (n o m b res oratoíres), debe escribir en un estilo suave y lla n o q u e cautive tanto el oído como el intelecto del le cto r.17 Dolet m u rió trá g ic a m e n te an tes de haber podido exponer estas evidencias c o n m a y o r detalle. Una obra mucho menos conocida, p ero n o m en o s in teresan te, impresa en Basilea en Uebersetzung. R o m a n isch -d eu tsch er Sprachbereich, Munich, 1967. A su vez, Kloepfe r se re fie re a la d isertación de Bruno Strauss sobre "Der Uebersetzer, N icholas von W yle”, Berlín, 1911. 16 Ezra Pound, Gau d ier-B rzesk a : A M emoir, Londres. 1916, p. 98. 1 7 f.arcCMh assaig n e, E tie n n e Dolet, París, 1930, pp. 230-233, 272.

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1559, n o s p ro p o rc io n a u n c u a d r o c o m p le to d el en fo queclásico m o d e r a d o , q u e p o r lo c o m ú n r e c o m e n d a b a n los humanistas e n re la c ió n c o n la tr a d u c c ió n . Se t r a ta d e Interpaiolgu a r u n : seu d e ra t io n e c o n v e r t e n d i & explicandi autores tam sa cro s q u a m p r a p h a n es , y s e d e b e a L a w ren ce Humphrey ( o H u m f r e y ) , te ó lo g o p u r i t a n o ta n ira s c ib le com o instrudo q u e a n d a n d o el tie m p o lle g a r ía a s e r d ir e c t o r del M agdlen C ollege e n O x fo rd . La I n te r p r e t a t i o tie n e m á s d e 600 páginas y es u n a d e la s p o c a s r e c a p itu la c io n e s e n la historia de la tra d u c c ió n . B u e n a p a r te d e l li b r o c a e e n lu g a re s rutinarios. P e ro ta m b ié n c o n tie n e to q u e s d e o r ig in a lid a d , y no deja de s e r n o ta b le el v ig o r c o n q u e r e c u r r e a lo s ejem p lo s prácticos. Al ig u a l q u e to d o s lo s q u e lo p r e c e d ie r o n , H u m p h rey disting u e tre s m o d o s d e la t r a d u c c i ó n : e l lite r a lis m o , que condena co m o pu e r ilis & s u p e r s titio s a , la a d a p t a c ió n lib re y licenciosa y la ju s ta via m e d ia . L a d e f in ic ió n q u e H u m p h re y dadesta via in te rm e d ia m e re c e s e r c i t a d a p u e s e le v a al rango de méto d o las triv ia lid a d e s d e la c o n c ilia c i ó n : via media dicam us . . . quae u tr iu s q u e p a r tic e p s e s t, s im p lic ita tis sed eruditae, eleg a n tia e s e d f i d e lis : q u a e n e c ita exaggerata estu m o d u n m tr ansm e a t n e c ita d e p r e s s a u t s i t s o rd id a , sed frugalis, a eq u abilis, te m p e ra ta , n e c s o r d e s a m a n s , n e c luxurim, sed m u n d u m a p p a ra tu n . ' H u m p h re y c o n d e n s a e n s u id e a d e " a p ro p ia d o " eseequilib rio e n t r e la se n c ille z y la c ie n c ia , e n t r e la elegancia y la fid e lid a d , e s a d o c ilid a d a b s o lu t a a l a e le v a c ió n urbana, tan re ñ id a c o n e l é n f a s is c o m o c o n la g r o s e r ía . El verdadero t r a d u c to r b u s c a rá " la p le n i tu d , l a p u r e z a y la precisión", pero p o r e n c im a d e to d o a t e n d e r á a lo q u e e s a p ro p ia d o . Este ideal de a p titu d d e te r m in a r á s u e le c c ió n d e u n te x to acorde con su s e n sib ilid a d . L le v a d o p o r e l m is m o id e a l, elegirá un estilo n o m e n o s a p ro p ia d o . Y e s e s t o lo q u e le h a r á presentir cuales le n g u a s p u e d e n e n t r a r o n o e n c o n t a c t o fecu n d o . Aquí Hump h r e y d a p r u e b a s d e o r ig i n a l i d a d . D iv id e los lenguajes en m a y o re s y " tr iv ia le s " , s e g ú n la h i s t o r i a , la filosofía y las letra s q u e m a te r ia liz a n y e x p r e s a n . L a tra d u c c ió n sólo tiene s e n tid o e n t r e id io m a s m a y o r e s . P o r e s o H um phrey recurre e n su a n á lis is a te x to s p a r a l e lo s t o m a d o s d el hebreo, el grie­ go y el la tín . P e r o p u e d e n d a r s e d e fic ie n c ia s en cuanto al g r a d o d e " a p t i t u d " h a s t a e n t r e l e n g u a s m a y o re s: así,sostien e , C ice ró n s u e le s e r im p r e c is o y o s c u r o c u a n d o traslada los té r m in o s filo s ó fic o s g r ie g o s . S in e m b a r g o , siem pre que dese m p e ñ a s u t a r e a c o m o d e b e , el t r a d u c t o r e s un hombre del

más alto v a lo r , e s e l q u e re c o n o c e en el m ás pleno sentido h e r m é tic o d e l a p a l a b r a : s i lin g u a ru m u tilis sit ocg n itio, interpre ta ri u t i lis s i m un [ si e l co n ocim iento de las lenguas es ú til, la t r a d u c c i ó n e s ú t i l í s i m a ]. Huet c o n o c ía lo I nte r p r e ta t io L in g u a r u n . Cita a Humphrey junto con M o ro , L i n a c r e y C h e k e , c o m o uno de los pocos ingle­ ses que h a n e n r i q u e c i d o la c u e s tió n d e la traducción. Su princi­ pio d e la c o n c o r d a n c i a e s ti l í s t i c a n o está lejos del ideal de H u m p h r e y : " T r a d u is e z A r is to te e n périodes cicéroniennes, vous fa ite s u n e c a r ic a tu r e ; s i v o u s im ite z l'o isea u íntrus qu i ne se bornan t p a s a d é p o s e r s e s o e u fs d a n s le nid d'autrui, renverse à te rre la c o u v é e lé g itim e , v o u s n e traduisez plus, vous interpole z " [ " T r a d u c i d a A r is tó te le s e n periodos ciceronianos y habréis h e c h o u n a c a r i c a t u r a ; p e ro si im itais al ave intrusa, que no l i m itá n d o s e a p o n e r s u s h u e v o s en el nido ajeno, arro­ ja po r t ie r r a la n i d a d a le g ítim a , h a b ré is dejado de traducir, estaréis i n t e r p o l a n d o " . ] Al ig u a l q u e Humphrey, Huet enfoca la teo ría d e la t r a d u c c i ó n d e s d e el p u n to de vista de la nece­ sidad p r á c t i c a : la t r a d u c c i ó n d e l g rie g o al latín de un com entatio in é d ito d e S a n M a te o d e b id o a Orígenes, que descubrió en la B ib lio te c a R e a l d e E s to c o l m o en el curso de un movido e in te rm in a b le v i a j e . S u d o c t r in a d e la vía media entre el literalism o y l a lic e n c ia n o a ñ a d e n a d a nuevo en lo fundamental a las d e s u s p r e d e c e s o r e s . E l tr a d u c to r im parrial "nativum postrem o A u c to r is c h a r a c te r u m , qu o a d eiu s fieri potest, adumbrat; id q u e u n u m s tu d e t, u t n u lla eu m detractione im minutum , n u llo a d d ita m e n to a u c t u m , s e d in teg rum , suique om n e ex pa rte s im illiu m p e r q u a m fid e lite r exh ib ea t" ["copia la esen­ cia in n a ta d e s u a u t o r e n l a m e d id a en que eso es posible. Su único o b je to d e e s t u d i o c o n s is te en exponer con fidelidad a todo su a u t o r , s in a ñ a d i r n i o m itir n a d a ” ]. Pero el tratado de H u et p r e s e n ta d o e n f o r m a d e conversación imaginaría con tres h u m a n is ta s e m in e n te s , e n t r e q u ienes se cuenta Isaac Casaubon, t r a d u c t o r d e P o lib io y g ra n e ru d ito de su tiempo, es mucho m á s r e f i n a d o q u e el d e H um phrey. Huet era, como consigna A. E . H o u s m a n e n s u p re fac io a Manilius, "un crítico de m inucia, s o b r ie d a d y m a lic ia po co habituales”, Huet tiene un o jo a g u d o p a r a d e t e c t a r c u á n d o la traducción ha sido he­ cha p a ra r e a lz a r a l t r a d u c t o r ; y n o encuentra palabras bas­ tante d u ra s p a r a r e f e r i r s e a a q u e llo s traductores que dan libre curso a s u p ro p io in g e n io a e x p e n sa s del texto original, intu­ ye adem ás, b ie n q u e d e m o d o ru d im entario, los problemas filosóficos q u e so n in s e p a ra b le s de la traducción: De Inter-

p r e ta tio n e to m a la p a la b ra en s u m á s p le n o s e n tid o cognosc itiv o . Y si b ie n s u s p r e t e n s io n e s d e q u e p o s e e un dominio s a tis f a c to r io d el h e b re o , el g r ie g o , el l a tí n , el c o p to, elarm en io , el s irio y to d a s la s p r in c ip a le s le n g u a s europeas son p ro b a b le m e n te e x a g e r a d a s , e s in n e g a b le q u e H uet era polig lo ta y q u e r e s p o n d ía c o n la m a y o r s e n s ib ilid a d a la específic a in d iv id u a lid a d d e la s d iv e r s a s le n g u a s . M ás aú n , a l m emos d e u n a s p e c to , el f u tu r o o b is p o d e A v r a n c h e s e s rcsponsable d e u n a o b ra in n o v a d o r a . C o n s a g r a u n a p a r t e d e su e s tu dio a la tra d u c c ió n c ie n tífic a . V e e n e lla u n a d e la s em presas m ás n o b le s e im p o r ta n te s d e la c iv iliz a c ió n , u n a ta r e a que ha sido re le g a d a al o lv id o , d e m a n e r a a b s u r d a . H a y excepciones, adm ite H u e t , e n tr e o t r a s , la o b r a d e J e a n P e n a , distinguido m a te m á tic o y t r a d u c t o r d e E u c lid e s y d e la s monografías de T e o d o sio d e T ríp o li s o b r e la s e s f e r a s . L o s te x to s científicos im p o n e n al t r a d u c t o r e x ig e n c ia s p e c u lia r e s . "C es choses s'ens e ig n e n t e t n e s'o r n e n t p o i n t " [ “ E s a s c o s a s s e enseñan y no se a d o rn a n en lo a b s o lu t o ." ] Q u iz á e l t r a d u c t o r llegue a top a rse co n lo c u c io n e s t é c n ic a s q u e d e s a f í a n cualquier interp re ta c ió n in d is c u tib le y ú n ic a . E n t a l e s c a s o s , aconseja Huet, es m e jo r c o n s e r v a r ta l c u a l e s la e x p r e s ió n o rig in a l y sugerir al m a rg e n v a r ia s le c tu r a s y e x p lic a c io n e s p o s ib le s . Enm ásde u n a o ca sió n , e l a n á lis is d e H u e t c o i n c i d e c o n la s orientaciones q u e J o s e p h N e d h a m p r o p o n d r í a t r e s s ig lo s después a la tra d u c c ió n d e la t e r m in o lo g ía c i e n t í f i c a y m a te m á tic a china.18 E l v o c a b u la rio , el m a r c o m e t o d o l ó g i c o g r a c ia s a los cuales H e rd e r, S c h le ie r m a c h e r y H u m b o l d t e s t u d i a n la teoría de la tra d u c c ió n s o n m a n i f i e s t a m e n t e n u e v o s . E l p ro b le m a de la trad u c ib ilid a d e s tá e n e s te p u n t o a b i e r t a y to ta lm e n te integrado a la e p is te m o lo g ía . L o s i n s t r u m e n t o s f ilo ló g ic o s que tienen a la m a n o lo s e s tu d i o s o s d e la l i n g ü í s t i c a c o m p a ra d a son muc h o m á s p e r f e c c io n a d o s q u e lo s q u e s e c o n o c ía n en el sig lo XVII. A h o ra , la a l e m a n a e s la c o r r i e n t e dom inante. Como ta n a m e n u d o r e p ite n lo s p o e t a s y e r u d i t o s alem anes, "la tra­ d u c c ió n e s e l d e s ti n o í n t i m o " ( i n n e r s t e s S h ic k s a l) de la pro­ p ia le n g u a a le m a n a .19 L a e v o l u c i ó n d e l a le m á n moderno es 18 Si bien p o c o p r o f e s io n a l y a lg o c o n f u s o , e l lib r o de Léon Tolmer, P ierre-D aniel H u e t (1630-1721): H u m a n i s t e - P h y s i cie n , Bayeux, 1949, es la ú n ic a o b r a c o m p le ta c o n q u e s e c u e n t a s o b r e e s ta cuestión. Cf. en p a r tic u la r el c a p ítu lo V. 19 P a r a u n a d is c u s ió n m á s e x t e n s a d e e s t e te m a , cf. las Actas del C o lo q u io s o b re la T r a d u c c i ó n d e l a A c a d e m i a B á v a r a de Bellas Artes, c e le b ra d o d u r a n t e e l v e r a n o d e 1962 y q u e f u e publicado como Die K u n s t d e r U e b e r s e tz u n g , M u n ic h , 1963.

inseparable de la B iblia d e L utero , del Homero de Voss, de las versiones sucesivas que d e Shakespeare hicieran Wieland, S chlegel y Tieck. E llo explica que la teoría de la traducción se invista de u n a a u to r id a d y una consistencia filosóficas desconocidas h a sta entonces. Pero bajo la fin u ra de una nueva terminología y de esa agudeza psicológica, se conservan las oposiciones clásicas. Lo único nuevo es que la dicotom ía entre "letra" y "espíritu'' ha sido traspuesta a la im agen de la distancia conveniente que una traducción debe establecer entre su propia lengua y la del original. ¿D ebe u n a buena traducción inclinar su propio lenguaje h acia el del original, creando así un aura deliberadamente in q u ietan te , un anillo de sombra? ¿O, más bien, debe asim ilar los rasgos específicos de la lengua importada hasta hacerla s e n tir n a tu ra l dentro del universo lingüístico del tra d u cto r y su s lectores? Herder deslinda las dos posibilidades m ed ian te un hábil juego de palabras, las traduc­ ciones tienden o bien a la "U ebersetzung", van encaminadas a una fusión con el origin al tan íntima como sea posible, o bien a la "U eberSetzung”, obras donde el énfasis cae en la recreación ( setze n ) en la lengua a la que se traduce. Schleiermacher adopta la m ism a dem arcación cuando distingue entre Dolmetschen y U ebersetzen. Su originalidad, como la de Höl­ derlin, reside en la distancia que estaba dispuesto a recorrer para re-captar los elem entos estructurales y tonales del texto extranjero. Según Schieierm acher, la traducción en profun­ didad requiere que la propia lengua sea modelada en función del paisaje léxico y sintáctico del original. De ahí el "alemán griego" de su versión de Platón y del Sófocles de Hölderlin. En la práctica, co n tra lo que diga la teoría, esas traducciones se orientan hacia u n a interlingua para uso de traductores, un idioma de paso o híbrido, como el que pidió J. J. Hottinger en su curioso tratad o de 1782, Einiges Ueber die neuen Uebersetzenfabriken. En cualquier caso, sigue vigente el viejo y obvio dualismo. Las comparaciones em pleadas por Florio, Dolet, Humphrey y Huet todavía tienen curso el día de hoy. La relación del traductor y del a u to r debería ser la del retratista con su modelo. Una buena traducción es un atuendo nuevo que nos devuelve la forma prim itiva familiar sin impedir para nada su natural movimiento expresivo. Sólo así, afirma Florio en su prefacio a Montaigne, "el sentido conservará la forma". Este salvaguardar una estructura interna por encima de las modí-

j"l-f icaonesxtr,dvm

te m p sico sis p ita g ó r i c a ". L a m i s m a f ó r m u l a , m á s secamente d e sg lo sad a , f ig u r a e n S c h o p e n h a u e r . D e s p u é s d e la m e n ta r en el c a p itu lo 35 d e P a r e r g a u n d P a r a lip o m e n a q u e n i el genio ni la in d u s tr ia p o d r á n t r a n s f o r m a r ê t r e d e b o u t en stehen, S c h o p e n h a u e r c o n c lu y e q u e s e n e c e s i t a p o r lo m enos una " tra n s fe re n c ia d e a l m a " . " E l a t u e n d o d e b e s e r nuevo pero ta m b ié n d eb e c o n s e r v a r la f o r m a í n t i m a " , e s c r i b i ó W ílamowitz e n s u s r e fle x io n e s p r e l i m i n a r e s a l H i p ó l i t o ( 1891 ) de Eurípid e s : “J e d e r e c h te U e b e r s e tz u n g i s t T r a v e s t i e , N o c h schärfer g esp ro ch en , e s b le ib t d i e S e e l e , a h e r s i e w e c h s e l t den Leib; d ie w a h re Ueb e r s e tz u n g i s t M e t e m p s y c h o s e '' [ " T o d a buena tra d u c c ió n e s p a r o d ia : d i c h o m á s e x a c t a m e n t e , debe perman e cer el a lm a , p e r o c a m b i a r e l c u e rp o ; la v e r d a d e r a traducción es u n a m e te m p s ic o s is " . ] L a l e t r a c a m b i a ; el espíritu p e rm a n e c e i n ta c to a l m i s m o t i e m p o q u e s e r e n u e v a . Exactam e n te c o m o lo p id ió S a n J e r ó n i m o e n s u c é le b r e imagen del se n tid o c a p tu r a d o , q u e a p a r e c e e n s u p r ó l o g o a s u versión del L ib ro d e E s t e r : “S e d q u a s i c a p t i v o s s e ns u s in s u a m linguam v ic to r is iu r e t r a n s p o s u i t ”. [ " C o m o a u n g r u p o d e prisionero s, llev ó a l s e n tid o j u s t o a s u p r o p i a l e n g u a , p o r derecho de c o n q u is ta ." ] T o d o e s tá e n s a b e r c ó m o ¿ C ó m o a l c a n z a r e s t e id eal de med iación y, d e s e r p o s ib le , c ó m o s i s t e m a t i z a r l o ? ¿D ó n d e hallar los p ro c e d im ie n to s d e u n a r t e q u e p e r m i t a a l tra d u c to r insta u r a r e s e d e lic a d o e q u i l i b r i o s u s p e n s o e n e l c u a l , p a ra decirlo con la fó rm u la d e W o lf g a n g S c h a d e w a l d t , " s u e x p re sió n todavía e s in c o n f u n d ib le m e n te g r i e g a s i n d e j a r d e s e r auténtica­ m e n te a le m a n a " ? V erem o s q u e e x is te n n u m e r o s a s p r u e b a s d e q u e eso se ha p o d id o h a c e r, p e r o t a m b i é n v e r e m o s q u e s o n r a r o s los aná­ lisis d isp o n ib le s. N in g ú n t r a d u c t o r h a s a b i d o d a r u n a r e l a c i ó n m ás pormen o riz a d a d e s u v id a e n l a c o n f l u e n c i a d e l a s le n g u a s , ninguno h a sa b id o a c l a r a r c o n m a y o r i n t e n s i d a d e in te lig e n c ia el con­ flic to e n t r e la " l e t r a " y e l " e s p í r i t u " q u e S t e p h e n MacKenna. M ac K en n a c o n s a g r ó s u p r e c a r i a s a l u d f í s i c a y m en tal a la tra d u c c ió n d e la s E n e a d a s d e P l o t i n o . L o s c i n c o grandes vo lú m en es a p a r e c ie r o n e n t r e 1 9 1 7 y 1 9 3 0 . P r o d i g i o s a empresa s o lita r ia y ta n p o b r e m e n t e r e m u n e r a d a , q u e re p re se n ta una d e la s o b r a s m a e s t r a s d e l a p r o s a i n g l e s a y d e la sensibilidad a r tís tic a d e la I n g l a t e r r a m o d e r n a . E s t a m b i é n u n a hazaña d e "p o é tic a e r u d i t a " , d e i n t e r p r e t a c i ó n a l a v e z exacta y re-

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creativa d o n d e s e p o n e n a p r u e b a c a si to d a s las facetas del oficio de l a t r a d u c c ió n . E l d ia rio y la co rresp o n d en cia de M a c K e n n a , q u e ta n b ie n h a p r e s e n ta d o E . R . D odds, nos perm iten re c o n s tru ir e n p a r t e el i t i n e r a r i o de su pen etració n . S ig u ie n d o a q u i e n e s h a n p e n s a d o d e m o d o exhausti v o el problema, M a c K e n n a e s p a r t i d a r i o d e u n te x to paralelo, pero uegoce q a l m i s m o t i e m p o d e c i e r t a lib e rta d . "P u ed o da r mi testim onio a b s o l u t o — e s c r i b e e n 1919— d e que nad a puede ersvir m e jo r a lo s c l á s i c o s q u e tr a d u c c io n e s orgullosam ente libres a u n q u e f u n d a d a s , e s e v i d e n te , e n el m ás am plio conocimiento y a c o m p a ñ a d a s d e l te x to e s tric to . El original proporciona la e n m i e n d a o l a g a r a n t í a : el le cto r, según estoy convencido, e l l e c t o r e x p l o r a m e j o r y m á s a fondo las pro­ fundidades d e s u g r i e g o o d e s u la tín g ra cías a la versión libre —y d e n u e v o , p i e n s o e n l a c a s t a lib e rta d , libertad rígida­ mente f u n d a d a e n u n a s e r v i d u m b r e p re v ia ."20 MacKenna se consideraba i n c a p a z d e e n t e n d e r la s traducciones " que pa­ r ecían s a t i s f a c e r l o s c á n o n e s d e lo 'l i t e r a l ': cuando se me da una tra d u c c ió n l i b r e h e c h a p o r u n h o m b r e q u e conoce a fondo su tem a, s u e lo d i v e r t i r m e d e s c u b r ie n d o q u e a p a rtir de toda esa lib e rta d p u e d o r e c o n s t r u i r e l o r ig in a l griego casi palabra por p a la b ra " . M á s a d e l a n t e , e n la m is m a c a r ta afirm a que la traducción l i t e r a l e s u n h í b r i d o s o sp e c h o s o de "I ) inglés de diccionario b i l i n g ü e , I I ) d e in g lé s b a s ta r d o , esp an to sa mezcla de isab elin o , j a c o b i a n o , i d i o m a d e c u e n to d e hadas, o de la Biblia y d e j e r g a m o d e r n a ( n o l a d e la s palabras sino, lo que es peor, la j e r g a d e e x p r e s i o n e s o d e s in ta x is ) " .21 En una carta im p resio n an te , f e c h a d a e l 15 d e o c tu b r e d e 1926, MacKena define c o n m a y o r p r e c i s i ó n q u e n u n c a en qué consiste la m odernidad d e u n a b u e n a tr a d u c c ió n d e los clásicos. Todo estilo d eb e s e r m o d e r n o : " P l a t ó n e r a m o d e rn o para Platón." Si el t r a d u c t o r s e i n t e r e s a p o r u n a u t o r a n tig u o cu ando pone manos a la o b r a , e s s o l a m e n t e p a r a q u e é s te su g iera "m étodos de c o n s tru c c ió n q u e , p o r a n a l o g í a , d e b e ría n fig u ra r en la len­ gua de n u e s t r o s d í a s . . . y a u n a q u í e s necesario irse con tien to : e s t a n m a l o a d o p t a r u n a c o n s tru c c ió n dem asiado anti­ gua c o m o u n a p a l a b r a v i e j a o n o s ó lo d em asiad o antigua, sino s is te m á tic a m e n te s u a v i z a d a y la b o rio s a m e n te trab ajad a". Para expresar s u i d e a l , M a c K e n n a a d o p ta u n a frase de H erbert Spencer: " C r e o q u e l a g r a n r e g la e s é s ta : 'con u n a d ig n id ad 20 Journal a n d L e t te r s o f S te p h e n M acKenna (comp.), E. R. Dodd s, Londres, 1936, pp. 154-155. 21 ibid., pp. 155-156.

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apropiada al tem a y a su tono para evitar (o reducir) las fricciones . Pero si bien luchó con el problem a de la naturaleza de la traducción con toda la lucidez y to d o el respeto imaginables MacKenna sabía com o nadie h asta qué punto existe en este arte un amplio m argen de oscuridad, un anillo de sombra y de "m ilagro". La m etáfora de la m etem psicosis va implícita en la anotación de su d iario correspondiente al 5 de diciembre de 1907: "Cada vez que vuelvo a sum ergirm e en Plotino, siento el viejo y febril a n h e lo : m e parece que nací para él y que algún día lo habré trad u cid o con nobleza: mi corazón, sedentario, se vuelve todavía h acia P lotino y arrastra una cadena que se alarga con cada m ovim iento." En las últimas etapas de su obra, M acKenna podía a firm a r sin llamar a engaño: "Lo que he hecho con P lotino es u n milagro, el mi­ lagro de reequilibrar un esp íritu que se zambulle, salta y desaparece como un corcho en las olas de nuestra Bahía de las Islas."22 Pero el "m ilagro” nunca es com pleto. Toda traducción se queda corta. En el m ejo r de los casos, escribió Huet, la tra­ ducción puede, a fuerza de autocorrecciones, aproximarse cada vez más a las exigencias in fin itas del original, trazando tangentes cada vez m ás precisas. P ero no puede haber nunca circunscripción absoluta. U na pecu liar tristeza nace del descubrimiento de esta im potencia. Y esa tristeza recorre la historia y la teoría de la traducción. Com o decía el poeta y pietista alemán M atthias C la u d iu s: W er uebersetzt, der unter­ setzt. [El que traduce (q u e pone a rrib a ) reduce (pone aba­ jo ) .] Por rudim entario que sea, su juego de palabras es intra­ ducible. Pero la imagen es etern a. H ay u n a miseria específica de la traducción, una m elancolía p o ste rio r a Babel. Ortega y Gasset es quien m ejor la ha expresado. Sin embargo, el tema es tan viejo como el arte. Tómense los nombres de San Jeró n im o , Lutero, Dryden, Hölderlin, Novalis, Nietzsche, E zra P ound, Valéry, MacKenna, Franz Rosenzweig, W alter B enjam in, Quine, y se tendrá la lista prácticam ente com pleta de quienes h an dicho algo esencial o nuevo sobre la traducción. E l núm ero de ideas teóri­ cas, opuestas al caudal de anotaciones pragmáticas, sigue siendo reducido. ¿P or qué tiene que s e r así?

22 Ibid., p. 187.

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2 La traducción no h a sid o un tem a de primera importancia en la historia y la teo ría de la literatura. En el mejor de los casos, ha figurado en ella de un modo marginal. La única excepción la constituye el estu d io de la transmisión e inter­ pretación del canon bíblico. Pero se trata de un terreno especial, donde el problem a de la traducción no es más que un aspecto del sistem a m ás v asto de la exégesis. No hay ningún tratado sobre la tra d u cció n com parable, por su peso y exten­ sión, a la Poética de A ristóteles o al tratado de Longino sobre lo sublime. Sólo en fecha reciente (con la fundación de la Federación Internacional de Traductores, en París, en 1953) los traductores h an afirm ad o cabalmente su integridad pro­ fesional reivindicando u n a d ignidad corporativa. Hasta ese momento, la descripción que hace Valéry Larbaud del tra­ ductor como un m endigo a las puertas de la iglesia tenía mucho de verdad: " Le tra d u cteu r est méconnu; est assis a la dernière place; il ne v it p o u r ainsi dire que d'aumônes" [El traductor es desco n o cid o ; está sentado en el último lu­ jar: no vive por así decirlo m ás que de limosnas."] Aun el dia de hoy, las com pensaciones financieras con que se remu­ nera la traducción su elen s e r irrisorias si se tiene presente la dificultad y la im p o rtan c ia del trabajo implicado.23 Aun­ que el Index transla tio nu m , publicado anualmente bajo los auspicios de la Unesco , re fle ja un aumento notable en el numero y la calidad d e las obras traducidas, aunque la tra­ ducción sea muy p ro b ab lem en te el instrum ento más vigoroso y elocuente en la b a ta lla p o r la adquisición de la ciencia y el conocimiento y la concien cia en los países en vía de des­ arrollo, el trad u cto r su ele s e r u n a presencia fantasmal. Ape­ nas si lo notamos en e l rev erso de la portada. ¿Quién recuerda su nombre, quién sie n te g ra titu d por el trabajo que ha con­ sumado? Por lo común n u n ca fu e de o tro modo. De no haber sido porque Shakespeare se sirv ió de Montaigne y de Plutarco, es poco probable que F lo rio o N o rth hubiesen tenido el modesto lugar que les corresponde siquiera como eruditos y poetas enla historia de las le tra s inglesas. La versión que hizo Chop23Se puede en co n trar u n a ingeniosa descripción de la situación entrefines de los cincuentas y p rin cip io s de los sesentas en el texto de Richard Howard, "A P ro fc ssio n a l T ranslator 's Trade Alphabet", incluido en The Craft a n d C on text o f Transtation. También hay muchos documentos en Fug and U nfug d e s Uebersetz e n s , Colonia-Berlín. 1959.

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man de Hom ero sobrevive, au n q u e de m odo h arto distinto, en el soneto de K eats. ¿Q uién conoce los nombres de los principales trad u cto res de B acon, D escartes, Locke, Kant, Rousseau o M arx? ¿Q uién puso a M aquiavelo o a Nietzsche al alcance de los que no d o m in an ni el ita lia n o ni el alemán? En cada uno de estos casos, el im p u lso de la traducción es el del sentido decisivo y la significación, el salto que separa la fuerza local c irc u n scrita de la en erg ía generalizada. Hablamos de la "influencia e n o rm e " de W e r t h e r , de las maneras en que las novelas de W alter S c o tt rem odelaron la con­ ciencia que Europa tenía de su p asad o . ¿Q ué sabemos aún de quienes trad u jero n a G oethe y a S c o tt, quiénes fueron los verdaderos m ensajeros de tal in flu e n c ia ? La historia, cuando se ocupa de la novela y de la so cie d ad , h ab la del impacto que produjeron en E uropa Jam es F e n im o re Cooper y Charles Dickens. No m encionan en cam b io a A uguste-J ean Baptiste Defaucompret, cuyas tra d u ccio n es fu e ro n el instrumento de esa repercusión. Sólo los p e d a n te s sab en que el byronismo, tal y como se m anifestó en F ra n c ia , R u sia y el Mediterráneo, resulta en gran parte de las tra d u c c io n e s de Amedée Pichot. Son las traducciones de C erv an tes a l fra n c é s, al inglés y al alemán, respectivam ente e sta b le c id a s p o r M otteux, Smollet y Tieck, las que dieron a D on Q u ijo te u n a vida autónoma y una intensa presencia en la im a g in a c ió n ilu strad a. Y sin em­ bargo sólo en fechas recien tes el tr a d u c to r — como Constance Gar nett, C. K. Scott M oncrieff, A r th u r W aley— ha empezado a desprenderse de ese tra s fo n d o d e g ris servidum bre. Y aun aquí, suele ser visible com o lo es u n b la n c o : descubrimos quién ha vuelto accesibles a D o sto y ev sk i y a Proust cuando caemos en la cuenta de q ue el tr a b a jo exige ser rehecho. Salta a la vista, en c u a n to n o s d e te n e m o s a pensarlo, que la historia intelectual, la h is to r ia d e los géneros, los aspectos concretos de una tra d ic ió n lite r a r ia o filosófica son cuestio­ nes indisociables d e la tra d u c c ió n . P e ro sólo en el curso de las últim as décadas se h a p re s ta d o a te n c ió n a la historia y la epistemología de la tra n sm isió n d e l s e n tid o (lo que, técnica­ mente, podría llam arse " h e rm e n é u tic a d iacró n ica” ¿En que medida el desarrollo de los m á s d ecisiv o s términos filosófi­ cos, científicos o psicológicos e s tá co n d icio n ad o por las traducciones sucesivas de su d e fin ic ió n inicial o normativa? ¿Hasta qué punto la ev o lu ció n del p la to n ism o occidental, de la imagen del “c o n tra to s o c ia l”, d e la dialéctica hegeliana en los m ovim ientos c o m u n ista s, es el f ru to de traducciones

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elsectivamente o rie n ta d a s , variables o completamente erróeasn? Las in v estigaciones realizadas por Koyré sobre la historia de las tra d u c c io n e s d e Copérnico, Galileo y Pascal, las de H. G. G adam er s o b re la trad ucibilidad teórica y práctica de los términos clave en K a n t y Hegel, el estudio de J. G. A, Pocock sobre la tra n s m is ió n a Locke y Burke del vocabulario político del R en a c im ie n to flo re n tin o son otras tantas pioneras tentativas. A la fecha, n o poseem os más que una inteligencia rudimentaria de los a sp e c to s lingüísticos de la historia inte­ lectual y del a n á lisis c o m p arad o de las instituciones. Pero son esenciales. M ie n tra s n o se entienda la naturaleza de la traducción, no se p o d rá ex p lic ar qué tipo de corriente recorre al circuito. " El c a r á c te r p lu ra l del cuerpo político exige que sus redes de co m u n ic ac ió n n o puedan estar nunca enteramen­ te cerradas, que el le n g u a je adaptado a un cierto nivel de abstracción deba s e r sie m p re am pliado y comprendido a otro nivel, que los p a ra d ig m a s em igren de unos contextos en que desempeñaban ú n ic a m e n te ciertas funciones a otros donde se deben c o m p o rta r de m a n e ra distinta."24 Este "carácter plural" circunscribe la h is to ria del pensamiento. Abrir las redes, propiciar la m ig ra c ió n de los parámetros son funciones directas de la tra d u c c ió n . P rim ero, en el interior de una mis­ ma lengua y, luego, d e u n a lengua a otra. No deja de ser extraño que u n a fu n c ió n com o ésta aparezca tan asiduamente como algo a n ó n im o o accid en tal. Si convenim os e n to n c e s en que la traducción es una cuestión central p e ro d e sd e ñ a d a , si convenimos también, como dicen W illiam A rro w sm ith y R oger Shattuck en su prefacio a las actas del C o n g re so de la Universidad de Texas, en que los "com entarios in te lig e n te s sobre la traducción... son inaccesibles o e stá n desperdigados, ocultos en algún absurdo rincón, m ie n tra s su s argum entaciones tienden a set difu sas, entonces to d av ía e s tá p o r escribirse la obra realmente completa y de peso, la sín te sis docta y pionera". Pero, ¿la " tra d u c c ió n " es realm ente un tema? ¿Se trata de un m aterial cu y o g én ero y orden interno admiten el a nálisis teórico en c u a n to es opuesto de la erudición histórica y la reseña d e sc rip tiv a ? Después de todo, es posible que la traducción n o e x ista e n abstracto. Lo que hay es una gama de realizaciones c o n c re ta s ta n vastas y tan variadas que escapan de todo e sq u e m a único. Se pueden agrupar y examinar 2 4

Pocock, Politics, Language and Time, Nueva York, 1971,p.,21. A J.G

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ejemplos de la traducción literaria, desde la Odisea de Livio Andrónico h asta n u estro s días. Se puede investigar la histori a, tan llena de vicisitudes, de la tra d u cció n de los términos técnicos, científicos y filosóficos. S ería posible, y apasionante reunir los testim onios que hay sobre la h isto ria de la traducción comercial, legal y d ip lo m á tic a ; se g u ir al intérprete y sus funciones a través de la h isto ria económ ica y social. También valdría la pena estu d ia r y c o m p a ra r las escuelas para traductores, como las que se cree que flo reciero n en Alejandría en el siglo II d. c. o en B agdad b a jo la féru la de Hunain Ibn Ishaq, durante el siglo IX de n u e s tra era . E s urgente retomar los grandes textos literarios y filosóficos b ajo el ángulo de la " filiación" , es decir, establecer u n censo pormenorizado de las traducciones sucesivas y e m p a re n ta d a s de un original determ inado con objeto de p ro p o rc io n a r bases concretas e indiscutibles que den cu en ta de su difusión, influencia y (m ala) interpretación. P ero cad a u n o de esto s sectores —en los que casi todo está p o r h a c e r— ap en as proporciona una definición restringida y f o r t u i t a : d efin e y circunscribe un fenómeno o un haz de fen ó m en o s. P ero carecem os de categorías axiomáticas. Hemos visto que el a p a ra to te ó ric o del tra d u cto r es, por lo general, pobre y p rag m ático. Lo qu e a p o rta el historiador o el estudioso de la tra d u cció n n o e s o tr a cosa que un comen­ tario m ás o m enos elab o rad o y m á s o m enos agudo de un ejem plo particular. C o tejam os y p o n em o s en tela de juicio tal o cual versión árab e d e A ristó teles o de Galeno. Oponemos la m anera en que Roy C am pbell tra s la d a al inglés un soneto de B audelaire a las le c tu ra s p ro p u e s ta s p o r Robert Lowell y Richard W ilbur. P onem os a la m ism a a ltu ra el Shakes­ peare de Stefan George y el d e K arl K ra u s. Vemos cómo los alejandrinos de R acine se tra n s fo rm a n en hexámetros en la Phädra de Schiller. N os s o rp re n d e e n c o n tra r los textos de Lenin sobre el em p irio criticism o en u r d u y samoyedo. "De ah í que sea d esesp erad am en te n e c e s a ria — dicen Arrowsmith y S h attu ck — una d escrip ció n m in u c io sa y convincente de los principios ap ro p iad o s a los d iv e rso s géneros", tal y como éstos han ap arecid o e n la h is to ria , al m ism o tiem po que "una conciencia de sus pap eles d iv e rg e n te s y de sus respectivas v irtu d es y lim itacio n es". S e tr a ta , s in d u d a alguna, de un proyecto de im p o rtan cia, y q ue ex ig e ta n ta ciencia como sen­ sibilidad lingüística. P ero u n a e la b o ra c ió n sem ejante todavía e sta ría lejos de s e r un e s tu d io teó ric o y form al d e l "tema de

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la traducción". Y es q u e n o desem boca en un modelo, con valor de sistem a, d e la e s tr u c tu r a general y de la justificación epistemológica del p aso de la significación de una lengua a otra. Quién sabe si sea p o sib le un modelo así entendido. Los límites del e stu d io p u e d e n s e r los que imponen la acumula­ ción de categorías d e sc rip tiv a s, la adición de atisbos prácticos ordenados según el p e rio d o , el lu g ar y el género específico. O, para em plear u n a an a lo g ía b u rd a, la disciplina de la tra­ ducción puede p le g a rse a u n a sistem atización según los prin­ cipios de Linneo, p e ro n o seg ú n los de Mendel. Pero aun si m o d e ra m o s n u e s tra s ambiciones, si nos limi­ tamos a c o n sid e ra r el e s tu d io de la traducción como taxo­ nómico y d escrip tiv o m á s q u e verdaderam ente teórico (por "teórico" en tien d o su sc e p tib le d e ser generalizado por induc­ ción, previsible y s o m e tid o a la prueba por el absurdo) topa­ mos con una se v e ra d ific u lta d . E n la abrumadora mayoría de los casos, el m a te ria l d e e s tu d io es un producto terminado. Tenemos a la v ista u n te x to orig in al y una o más tentativas de traducción. N u e s tro a n á lisis y nuestros juicios vienen desde el ex terio r, lle g a n c u a n d o todas las piezas ya se en­ cuentran en su lu g a r. N o sabem os prácticamente nada del proceso genético q u e h a p re sid id o el trabajo del traductor, ignoramos los p rin c ip io s a p rio ri o puramente empíricos, las astucias y ru tin a s q u e h a n g u ia d o su elección de tal equiva­ lente y no de o tro , q u e lo h a n hecho preferir un cierto nivel estilístico, que h a n c e d id o el lu g a r a una palabra "x" antes que a una " y " . S ó lo e n o casio n es muy contadas, estamos en posición de d ise c a r e l tex to . S in duda porque la traducción sólo se estim aba co m o tr a b a jo de peones, no se han conser­ vado datos de la m a y o ría d e ellas. No se poseen borradores del Rabelais d e U rq u h a rt, n i bosquejos manuscritos del Plu­ tarco de Amyot.25 A p en as s u b siste un conjunto sumario de las notas provenientes d e lo s cien to s de esbozos, ensayos y co­ rrecciones p re lim in a re s q u e e n tra ro n en la preparación de la Authorized V ersió n d e la B iblia.26 El Homero de Pope se cuenta entre las p r im e r a s o b ra s m aestras de la traducción cuyo m anuscrito h a lle g a d o h a s ta nosotros.27 Pero hasta los 25 Cf. René S tu re l, J a c q u es A m y o t, París, 1908, pp. 357-424,440-594. 26 Cf.Ward Alle n (c o m p .),T ranslating for King James, Vanderbilt University Press, 1969. 27Los m an u scrito s del H o m e ro de Pope se encuentran en el Museo Británico (B rit. M us. A dd. M S S 4807). Se reproducen algunos breves

docume n tos posteriores al periodo del siglo XVIII son raros. ¿Cuántos com ienzos en falso, c u án tas curvas de asociación cuántas vacilaciones, cu án to s g arrap ateo s de la mano y del espíritu presidieron el eco in q u ietan te que es la versión hecha por C hesterton del "H eureux qu i com m e Ulysse" de Du Bellay o la recreación genial que hizo G oethe de "II Cinque maggio" de Muzzoni? Sólo en fecha m uy reciente, y ésta ya es una revolución, la "an ato m ía" y la m ateria prim a de la traducción están a disposición del analista m etódico. Tenem os las cartas donde Ezra Pound habla a W. H. D. Rouse de su traducción de H om ero; la posdata de R obert F itzgerald a su Odyssey, en la que se esfuerza por co n signar los itin erario s específicos de la elección y del rechazo; la irónica m em oria, sembrada de tram pas para el in cau to y, sin em bargo, profundamente aleccionadora, donde N abokov expone cóm o tradujo Eugenio Onegin al inglés; las observaciones su m arias pero incisivas con que Pierre Leyris acom pañó sus traducciones de Hopkins; el ensayo de C ristopher M iddleton, "O n Translating a text by Franz Mon", publicado en el p rim er núm ero de Delos en 1968; la recapitulación hecha p o r Jo h n Frederick Nimes del oficio y de los ideales del tra d u c to r en su colección Poems in Translatio n ; las notas re u n id a s p o r Octavio Paz mientras vertía al español el Son n et en “ix ” de M allarm é.* El archivo Valery Larbaud en Vichy co n tien e ab u n d an te material, aún no explotado, sobre el proceso de tra b a jo que desembocó en las notables versiones francesas de M oby Dick y de Ulysses. Aunque incom pletos, ex isten esbozos de la versión francesa de "Anna Livia Plurabelle" e m p re n d id a p o r Samuel Beckett y sus estudiantes, e n tre ellos Jean Paul S a rtre y Paul Nizan. A p artir de 1920, y de m odo m ás d eliberado y metódico des­ pués de la segunda G uerra M undial, los traductores han em pezado a conservar sus bosquejos, borradores y proyectos sucesivos. Es poco probable que Michel B utor destruya los borradores donde se plasm an sus in ten to s de encontrar una imagen sim étrica en francés de Finnegan's Wake o que los esfuerzos de A nthony B urgess p o r h a c e r lo mismo en italiano no pasen a la p o sterid ad — n o tas, b o rrad o res, pruebas corre­ gidas y todo lo dem ás— después de una temporada en los extractos en el Apéndice C., vol. X de la E dición Twickenham de sus obras, Londres y Yale U niversity P ress, 1967. * Octavio Paz, El signo y el garabato, Joaquín Mortiz, México.

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fondos reservados de alg u n a universidad norteamericana. Lo aún informe nos fascina. Pero si bien el tipo reciente de documentación favorece una observación m ás porm enorizada, un examen más nutrido, en los planos técnico y psicológico de la actividad del traductor y de las técnicas co n cretas con que ejecuta su arte, el análisis seguirá anclado en el nivel de lo descriptivo y lo aislado. No porque aumenten el n ú m ero y la transparencia de las muestras aisladas se volverá la disciplina más homogénea y más rigurosa desde el p u n to de vista formal. Sigue estando "sometida al gusto y al tem peram ento individuales antes que a la ciencia".28 A rrow sm ith y Shattuck se equivocan con toda seguridad cuando deducen, como su programa lo revela sin discusión posible, u n a sistem atización más progresiva, un avance desde el in v en tario y atisbo particular hasta la gene­ ralidad y estabilidad teórica. " Traducir de una lengua a otra dice Wittgenstein— es u n a tarea matemática, y la traducción de un poema lírico, p o r ejem plo, a una lengua extranjera, es bastante sim ilar a u n problem a matemático. Pues se podría abordar así el p ro b le m a : ‘¿Cómo traducir (esto es, rempla­ zar) esta broma, p o r ejem plo, por otra broma en otra lengua?' Yel problema puede se r re s u e lto ; pero no hay ningún método sistemático para h ac erlo . " 29 Es muy importante captar el distingo que propone W ittgenstein, y entender cómo la "solu­ ción" no es incom patible con la ausencia de una búsqueda sistemática de la s o lu c ió n : la delicadeza y complejidad de la idea es realzada p o r la analogía con las matemáticas, unas matemáticas que a d m ite n soluciones pero no métodos siste­ máticos de solución. E s ta distinción se aplica, según creo, no sólo a la traducción, sin o también a las descripciones y los juicios que de ella podam os hacer. El resto de esta obra va a empeñarse en d e m o stra rlo tan claramente como sea posible y en sugerir las razones p o r las que es así. Manifiesta y fun d am en talm en te, estas razones son de orden filosófico.30 H em os v isto h asta qué punto la teoría de la tra­ ducción —si es que en v erd ad hay una, a diferencia de un aco28E. S. Bates, In te rtra ffic , S tudies in Translation, Londres, 1943, P. 15. 9Ludwig 2 W ittgenstein, Zettel, 698, Oxford, 1967, p. 121. 30 Antes se hubiese dicho "teológica". Se trata de un cambio de "resectabilidad" term inológica. Pero justamente porque rechazamos este desplazamiento convencional y porque se niegan a establecer la diferenciación im plícita, Rosenzweig y Walter Benjamín escribieron textos tan hondos y tan im portantes sobre la traducción.

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pio de recetas ideales— gira m onótona, alrededor de polaridades no definidas: "letra" o "esp íritu ", " palabra" o "signi­ ficado". Se da por sentado que esa dicotom ía posee una significación susceptible de análisis. Se t r a ta de un acto de prestidigitación, al m ism o tiem po que de una flaqueza episte­ mológica. Hasta en aquellos m om entos de la historia del pensamiento en que la epistem ología era intensam ente crítica y autocrítica, cuando la n atu raleza de las relaciones entre ''palabra" y "sentido" era rig u ro sam en te puesta en tela de juicio, las discusiones sobre la trad u cció n se desarrollaban como si el problema fuese an o d in o , com o si estuviese resuelto o fuera extraño a la cuestión. C ualesquiera que sean las formulaciones, non verbu m e verbo, sed sen sum exprimere de sensu, siempre da por sen tad o p recisam en te aquello que requiere demostración. La fó rm u la p resupone que existe una significación literal ligada a las u n id ad es verbales, que por lo común se conciben com o p alab ras aisladas, extraídas de un contexto puram ente lexicológico — significación que difie­ re del "verdadero sentido del m e n sa je " y cuyo traslado di­ recto lo falsificará. Según la c alid ad de su razonamiento lógico, el interesado en la tra d u c c ió n considerará la "signi­ ficación" como algo m ás o m en o s inevitablem ente trascenden­ tal. La imagen subyacente es cru d a y perm anece con la mayor frecuencia en la penum bra de lo vago. La significación se encuentra "dentro de las p a la b ra s" del texto fuente, aunque para el au to r nativo éste sea "m u c h o m ás" que la suma de las definiciones del diccionario. E l tra d u c to r debe actualizar el "sentido" im plícito, el c o n ju n to de denotaciones, connota­ ciones, deducciones, in ten cio n es y asociaciones que se en­ cuentran contenidos en el o rig in al, pero que no están implí­ citas o que sólo lo e stá n en p a rte , sencillam ente porque el auditor o lector n ativ o tien en u n a com prensión inmediata de ellas. El sentido del te rru ñ o que escapa en una muy am­ plia m edida a la conciencia c lara, p u esto que es heredado y específico de una cu ltu ra , la in m ersió n prolongada en el con­ texto que conviene al e n u n c ia d o o ral o escrito, hacen posible la econom ía de m edios, lo im p lícito fu n d am en tal de la lengua y de la escritu ra co rrien tes. E n la trad u cció n , el movimiento de paso o "tran sfe re n cia " d e ja e s c a p a r en grado más o menos considerable el c a rá c te r in h e re n te de las significaciones, la condensación en el hueco de las palabras, bajo el efecto del contexto, de sen tid o s m ú ltip les y h a s ta contradictorios.De este m odo, la dinám ica de la tra d u c c ió n es primordialmente

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explicativa, explica o, p a ra decirlo mejor, "explícita" y hace tangible todo lo q u e p u e d e de las inherencias semánticas del original. El t r a d u c t o r in te n ta inhibir "lo que ya está ahí". Como toda ex p licació n es adición, como no se limita a reformular la u n id a d o rig in a l, pues debe crearle un contexto ilustrativo, un c a m p o d e ram ificaciones concretas y percep­ tibles, la tra d u c c ió n es sie m p re inflacionaria. No puede espe­ rarse razo n ab lem en te q u e el texto-fuente y la traducción tengan las m ism a s d im en sio n es. E n su forma natural, la traducción excede a l o rig in a l o , según expresa Quine: "Desde el punto de v is ta d e u n a te o ría de la significación translacional, lo m ás n o ta b le a p ro p ó sito de las hipótesis analíticas es que exceden to d o lo im p líc ito e n las disposiciones lingüísticas de la conducta d e l h a b l a ." 31 Esto re su lta in e v ita b le si se tiene en cuenta que las justi­ ficaciones e p iste m o ló g ic a s y argum entos formales que llevan a considerar la " s ig n ific a c ió n " como disociable de la "pala­ bra" y que al m is m o tie m p o se añade a ella son inciertas en el mejor de los c a so s. E l razonam iento base no es de orden analítico sino c ir c u la r o, en el sentido exacto de la explosión, gira en re d o n d o a lr e d e d o r del problema. Da por supuesta una comprensión a n a liz a b le d e los procesos según los cuales las "significaciones" s e d e riv a n d e las palabras, residen en ellas o las trascien d en . P e r o es ju sta m e n te esta comprensión la que la traducción p r e te n d e le g itim a r y poner en juego (es el mo­ vimiento c irc u la r el q u e vuelve las afirmaciones de Whorf a un tiem po im p re s c in d ib le s y vulnerables). Lo cual quiere decir, en o tra s p a la b r a s , q u e de Cicerón y San Jerónimo hasta nuestros días el p ro b le m a d e conocer el grado y cantidad de la fidelidad r e p r o d u c to r a q u e debe alcanzar el traductor no ha pasado de s e r u n a in g e n u id ad o una mentira filosófica. Postula u n a p o la r id a d se m á n tic a entre "palabra” y "senti­ do", para e n s e g u id a d is c u tir la mejor manera de explotar el "espacio q u e la s s e p a ra " . E ste esquema simplista refleja indudablemente n u e s tr o com portam iento ante la lengua na­ tural. C o rre sp o n d e a e s e d oble movimiento de la referencia ("buscar u n a p a la b r a " ) y d e la reformulación inflacionaria que gobierna u n a b u e n a p a rte del discurso humano. "Las intuiciones — a d m ite Q u in e— son inobjetables a su modo." La teoría de la tra d u c c ió n n o m erece ser responsabilizada por no haber re s u e lto lo s p ro b le m a s de la significación de las re­ laciones e n tre la s p a la b ra s y la composición del mundo a los 31

Word and O b je c t, d e W. van Orm an Quine, p. 70.

que la lógica y la m etafísica c o n tin ú a n d a n d o respuestas provisionales, sobre todo si se tien e e n c u e n ta h a s ta qué punto está embebida de l it e r a t u r a y c ó m o la g u ía n los expedientes y casos concretos y c o n tra d ic to rio s . El e r r o r en el plano de la teoría, consiste en h a b e r m a n io b ra d o c o m o si esos problemas de relación e s tuviesen re s u e lto s , o c o m o si su solución se dedujera claram ente de la tra d u c c ió n m ism a. La praxis va delante, debe conducirse c o m o s i ; la te o r ía n o puede permitirse esa licencia. Vale la pena observar que el d e s a rr o llo d e la fenomenología moderna ha consolidado las z o n a s d o n d e se cruzan la teoría de la traducción y las in v estig a c io n e s g e n e ra le s sobre el sen­ tido y la significación. El r ig o r d e lo s co n cep to s, el idioma de HusserI, M erleau-Ponty y E m m a n u e l L evinas imponen a quienquiera que se preo cupe p o r la n a tu r a le z a de la traducción una conciencia m ás c o m p le ta , u n a in q u ie tu d m ás fecunda ante las ideas de id en tid ad y d e a lte r n id a d , d e intencionalidad y la significación. C u an d o L ev in as e s c rib e q u e le langage est le dépassement incessant de la S in n g e b u n g p a r la signification [la significación tra sc ie n d e c o n s ta n te m e n te la designación] no está lejos de asim ilar to d o s los a c to s v erb ales a una tra­ ducción según las m o d a lid a d e s d e s c rita s en el punto de partida de este estu d io .32 E n fe n o m e n o lo g ía , las ontologías parecen m editaciones so b re la " tr a n s p o r ta b ilid a d de las sig­ nificaciones". Pero esta creciente re c ip ro c id a d e n tr e la epistemología y la lógica, por una p arte, y la te o r ía d e la traducción-inter­ pretación por la o tra , ¿ o fre c e a lg u n a p ro m e sa de entendi­ miento sistem ático? Pero, ¿ q u é q u ie re d e c ir aquí en realidad "entendim iento"? Supóngase que fo rm u la m o s la p r e g u n ta del m odo más ta­ jante. "¿Qué es en to n ces la tr a d u c c ió n ? " "¿C óm o pasa el in­ telecto hum ano de u n a le n g u a a o tr a ? " "¿ Q u é género de res­ puestas es de esp erar? ¿Q u é e s n e c e s a rio d e m o stra r para que esas respuestas sean v e ro sím ile s o sim p lem en te posibles? Hasta ahora, la teo ría y el a n á lis is d e la traducción se han com portado com o si lo s u p ié ra m o s , o c o m o si el saber que daría valor a e sta p re g u n ta y a e s tu v ie r a a la vista, supuesto un plazo razonable d e tie m p o d a d o s los progresos contem­ poráneos de la psicología, la lin g ü ís tic a y de algunas otras "ciencias" legitim adas. E s to y c o n v e n c id o , p o r el contrario , de 32 Em m anuel Levinas, T o ta lité Cf. tam bién pp. 35-53. 179-183, 270-274.

e i n fi n i , L a H aya, 1961.

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queno podemos afirm ar con precisión qué buscamos y en consecuencia, cuáles y cómo podrían ser las respuestas satisfactorias. Una indeterm inación radical caracteriza la pregun­ ta,lassoluciones im aginables y, es evidente, las relaciones que las crean. Probarlo equivale a resumir lo que he dicho hasta aq íu.

3 Una "teoría" de la traducción, una "teoría" de la transferencia semántica, debe significar necesariamente una de dos cosas.Obien es una m an era deliberadamente agudizada, y orientada por la herm enéutica de designar un modelo de tra­ bajopara todos los intercam bios significativos de la totalidad dela comunicación sem ántica (incluida la traducción intersemiótica o "transm utación" de Jakobson). O bien sólo es una sección de ese m odelo que se refiere de modo específico a los intercambios e n tre lenguas, a la emisión y la recepción de mensajes significantes a través de lenguas distintas. Los capítulos anteriores h an hecho claras mis preferencias. La designación "to talizante" es la m ás rica e instructiva, pues parte del principio de que to d a articulación expresiva, toda recepción acompañada de interpretación representa un fenó­ meno de traducción, ya sea en el interior de una misma len­ gua o de una lengua a otra. La segunda opción —"la tra­ ducción pone en juego dos o m ás lenguas"— tiene la ventaja de ser evidente y com únm ente admitida, pero es, según creo, peligrosamente restrictiva. Sin embargo, no es ésta la cues­ tión. Una o las dos concepciones de "teoría", la totalizante oespecífica por tradición, pueden adecuarse y tener perti­ nencia dentro de un sistem a en la medida en que estén liga­ das a "una teoría del lenguaje" . Esta liga puede ser de dos tipos. A veces se tra ta de u n a yuxtaposición integral, de una isometría absoluta, es decir, " u n a teoría de la traducción es de hecho una teoría del lenguaje" . O puede haber una estricta dependencia fo rm al: " la teoría del lenguaje es un todo, del cual la teoría de la traducción sólo es una subdivisión". La totalidad de las geom etrías engloba y recubre a la perfección el estudio de las propiedades y relaciones de todas las magnitudes en todos los espacios concebibles. Este es el primer tipo de relación. Una geom etría particular, la geometría plana por ejemplo, se deriva rigurosam ente de una ciencia más general y es una categoría de ella. Esto es el segundo tipo. Pero no es posible te n e r una "teoría de la geometría plana"

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o una "teoría del sentido geom étrico" sin una "teoría de las geom etrías" o Geometría previa. Es necesario hacer hincapié en esta afirmación trivial.N i siquiera Quine es bastante prudente cuando define lo que es una "teo ría" auténtica. La sola noción de una teoría madura de las condiciones de posibilidad y realización de la traducción, la idea de un m odelo capaz de d ar cuenta de las funciones y atributos m entales que allí intervienen, presupone una teoría sistem ática del lenguaje con la que traslapa, o de la que se deriva como caso particular según reglas demostradas de deducción y aplicación. No veo cómo evadir esta verdad de Perogrullo. No por ello es m enos cierto que carecemos de tal teoría del lenguaje (tam poco aquí hemos interrogado suficientemente a fondo lo que esa expresión implica). Los testimonios disponibles sobre los puntos clave que tal teoría debería definir y elevar al rango de axiom a están lejos de ser constantes, estadísticam ente com pletos o experimentalmente verifi cables. En lo fundam ental, se reducen a datos fragmen­ tarios, hipótesis antagónicas, co n jetu ras y conjuntos de imágenes. La lingüística se encuentra aún en la etapa de las hipótesis rudim entarias en lo que concierne a las cuestiones esenciales en relación con u n a com prensión razonada de la naturaleza de la traducción. Se h an reunido algunas dimen­ siones y medidas detalladas, algunos trucos deslumbrantes de virtuosos y profesionales y u n cierto núm ero de pronósticos a muy largo plazo. Pero fal ta n los E lem entos euclidianos. Toda comprensión es in terp retació n activa. El enunciado más literal (¿qué es, realm ente, u n enunciado "literal"?), todo enunciado literal posee una dim ensión hermenéutica. Pide ser ser descifrado. Significa m ás o m enos, o algo distinto, de lo que dice. Sólo las tautologías se superponen exactamente a su propio enunciado. Y las tau to lo g ías puras son, a lo que parece, extrem adam ente ra ra s en el lenguaje humano, Por el he­ cho de ubicarse en in stan tes sucesivos a lo largo del tiempo, la repetición no es g aran tía de equivalencia neutra en el plano lógico. Por ello, el lenguaje en g en d ra —si la gramática lo perm itiera, nos g u staría d ecir que el "lenguaje es" un exceso de significación (la significación es la plusvalía del trabajo efectuada por el len g u aje). Una asim etría fundamental rige el proceso y los m edios de la significación lingüística. Quizás haya allí un indicio, sólido p ero elusivo, útil para esclarecer la cuestión de los orígenes sobre la que, según hemos visto, no se ha dicho prácticam ente n ad a sensato. La asimetría en-

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relos medios puestos en obra y los resultados obtenidos dueser p un rasgo lógico pero tam bién evolutivo del lenguaje. n97E los adultos, el lenguaje se encuentra controde % ladoporel hemisferio izquierdo del cerebro. La diferencia se dejaver en la anatom ía de la capa superficial del lóbulo temporal: en 65 % de los casos estudiados, el planum temporale, ubicado en el lado izquierdo del cerebro, es un tercio más la org que el lado derecho.33 E sta asim etría, al parecer de origengenético, es tan to m ás sorprendente cuanto que la gran mayoría de los seres hum anos son diestros. Las más antiguas herramientas de piedra conocidas dan testim onio de ello. No seha observado ese desequilibrio ni en los primates ni en ninguna otra especie anim al. E. H. Lenneberg ha sugerido ensus Biological F oundations o f Language* que tal vez exis­ tennexos biogenéticos y espaciales entre la asimetría y los orígenes del lenguaje. ¿Q uién sabe si esa hipótesis no puede ser generalizada? Se ha supuesto que los hom ínidos abandonaron los árbo­ lesa fines del mioceno o a principios del plioceno. Este paso aun hábitat plano supone u n enriquecim iento y una aplica­ ción extraordinaria de los contactos sociales. El sistema arcaico de llamadas ha d ejado de se r funcional y el lenguaje nieve a remplazado. (O bservam os, de nuevo, un caso curioso deasimetría o "deslizam iento": el oído humano es muy sen­ tible a los sonidos correspondientes a frecuencias de cerca de 3000 ciclos por segundo, m ientras que cuando los hom­ bres, mujeres y niños se expresan normalmente, su voz se encuentr a por lo m enos dos octavas más abajo de la escala. Quizá los sistemas de llam adas y el lenguaje coexistieron, al menos durante largo tiem po, en frecuencias colindantes.) Algunos antropólogos so stienen que la aparición del “lenguaje verdadero” fue m ás sú b ita y que coincidió con los progresos instantáneos que coincidieron con el súbito "salto adelante" enla elaboración y diversificación de las herramientas ha cia el final del último periodo glacial. Ninguna de las dos hipó33Cf. Norman Geschwini y Walter Levitsky, "Human Brain:LeftRigthAsymmetries in Temporal Speech Regions" (Scienc, CLXI, 1968), yNorman Geschwind, "Language and the Brain", Scientific American, 3 4 Eric H. Lenneberg, Fundamentos biológicos del lenguaje, con dos apéndices por Noam Chomsky y Otto Marx. Versión espafiota de Natívidad Sánchez-Saínz Trápaga y Antonio Montesinos. Madrid, 1975; zalUniversidad. niA

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tesis puede ser verificada. Pero no es imposible que ambas pierdan de vista la im portancia de la asimetría. Vale lapena recordar la tesis de Pavlov, tan a m enudo reiterada: las modalidades del aprendizaje y del lenguaje no son las mismas en los hombres y en los anim ales. El aum ento de la complejidad es de tal modo pronunciado que basta para hablar de salto cuántico. Los hombres podemos expresar infinitamente más cosas de las que nos son indispensables para una estricta sobrevivencia. Queremos decir infinitam ente más de lo que decimos. Las fuentes de lo superfluo, que se vuelven a encontr a r en el plano anatóm ico en las asim etrías de la corteza, engendran nuevos excedentes, nuevas plusvalías. La asimetría en el sentido esencial que la topografía del cerebro materializa, fue el punto de partida. Puso en movimiento la disonancia, la dialéctica de la conciencia hum ana. A diferencia de las especies anim ales, los hom bres están en desequilibrio dentro del m undo y con él. El lenguaje es la consecuencia y el m antenedor de ese desequilibrio. La interpretación (la traducción) impide que los desbordam ientos del exceso inventivo abrumen al in stru m en to y lo desorganicen. Pone freno a la intención privada, a las significaciones múltiples, por lo menos en ese plano accesible que es el del consenso funcional. Inm ersos en u n a am bigüedad que es en cierto nivel ontològica y, en otro, irónica e id iom àtica, política o social, hablamos a la izquierda sin d ejar de a c tu a r a la derecha. La traducción interviene; restringe el perpetuo in stin to hacia la dispersión. Una vez m ás, todo esto n o pasa de s e r una hipótesis. Prácticam ente, casi to d o lo que sabem os sobre la organi­ zación de las funciones del len g u aje en el cerebro humano proviene del exam en de casos patológicos. Ha sido registrado en condiciones anorm ales en el cu rso de intervenciones qui­ rúrgicas del cerebro, e stim u lan d o p o r medio de corrientes eléctricas aquellas regiones expuestas a la observación y los efectos m ás o m enos controlables de algunas drogas sobre las funciones cerebrales. La im agen que nos hacemos de las regiones lingüísticas del cerebro es, p o r así decirlo, una extrapolación hecha a p a r tir de los desórdenes del lenguaje que ha sido posible seg u ir. E sto s elem entos, que se remontan a los célebres textos de P aul de B roca elaborados en el decenio de 1860, son b a s ta n te n u m ero so s. Sabemos no pocas cosas sobre la especialización de las regiones cerebrales, sobre el m odo en que ciertas regiones de la corteza controlan funcio­ nes lingüísticas bien d e term in a d as. Las lesiones en la región

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de Broca, tercera circunvolución frontal del lado izquierdo, determinan una afasia particular. La articulación de las frases sehace farfullante y e líp tic a ; las conjunciones y las terminaciones se desvanecen. Las lesiones en la región de Wernicke, que también pertenecen al hemisferio izquierdo aunque se halla fuera y detrás de la región de Broca, se traducen en una afasia completamente d istinta. La elocución sigue siendo rápida, la gramática es respetada, pero el discurso carece de contenido. E l paciente se sirve de palabras y frases despro­ vistas de sentido en sustitución de las que debería articular normalmente. Sonidos incorrectos se deslizan en lo que de otro modo serían palabras correctas. La afasia descrita por Carl Wernicke, unos diez años después de Broca, está muy cerca, corolario fascinante, de la creación y generación de neologismos y m etáforas. En ciertos casos, la paráfrasis fo­ nética o la sustitución im previsible dan resultados que rayan en la inspiración. E n cierto sentido, el poeta o el creador especializado en el equívoco y el juego de palabras es el hombre capaz de desencadenar y seleccionar entre una afasia de Wernicke; la secuencia “ Sim bad el marino" del Ulises deJoycerepresenta una buena ilustración. Pero existe una diferen­ ciaesencial: aunque los sonidos no verbales y la música sean normalmente percibidos p o r el oído, la lesión de la región de Wernicke m enguaría considerablemente la comprensión. Cuando ambas regiones e stá n intactas pero se encuentran incomunicadas, la com prensión subsiste en gran parte, la elo­ cución corriente se m antiene, pero el habla se vuelve anormal yel paciente es incapaz de rep etir un enunciado. El estudio de estas afasias y de otros aspectos de la neurofisiología del cerebro p e rm ite elaborar un modelo de la orga­ nización del lenguaje. Las regiones de Broca y de Wernicke tienen funciones especializadas según que el enunciado sea oral o escrito. Por ejem plo, al d a r lectura a una palabra, la circunvolución situ ad a en la p arte posterior del hemisferio izquierdo recibe un e stím u lo proveniente de las regiones de especialización visual de la corteza. Después de haber pasado por el “transform ador” , p o r decirlo así, el estímulo suscita a su vez la forma au d itiv a d e esa misma palabra en la región deWernicke. Si la p alab ra v a a ser pronunciada, la "corrien­ te" toma la dirección in v ersa yendo de la región de Wernicke a la de Broca.34 34Cf; O. L. Zangwill, Cerebral Dominance and Its Retalion to Psychological Function, L ondres, 1960; T. Alajouanine, L'aphasie et le

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Haber alcanzado ese nivel de conocim iento y haber reunido pruebas suficientes para respaldar ese m odelo representa una labor monumental. Sus consecuencias en el plano de la terapéutica y del conocimiento saltan a la vista, Pero aún no se ha probado que un esquema neurofisiológico, un análisis y un tratamiento más profundo de los estados patológicos lleven a comprender cómo se produce el lenguaje. Conocer el desarrollo de un proceso, poseer la gráfica de las operaciones sucesivas no es lo mismo que conocer la naturaleza de las fuerza s que allí entran en juego. La descripción topográfica establecida para un fenóm eno de éste puede bien ser superficial. Afirmar, como hacen los m anuales y libros de texto, que la tercera circunvolución frontal "transforma" un input [aducto ] audit ivo en u n o u tp u t [ed u cto ] o feedback visual y verbal, equivale a rem plazar un vocabulario de imágenes por otro. A diferencia de los "espíritus animales" de la fisiología cartesiana, la nueva term inología tom ada de la elec­ troquímica permite y racionaliza el tratam iento médico. Es un inmenso paso adelante. Pero al fin y al cabo, ese paso es empírico y no necesariam ente e stá fundado en el análisis. No se sabe de qué se esta hablando, incluso si nuestro discur­ so es capaz de producir técnicas terap éu ticas benéficas y com­ probables en el plano experim ental. ¿Cuál es la dinámica de la conceptualización? ¿Cómo se traducen los estímulos sensoriales en unidades verbales apro­ piadas y cómo se acoplan a ellas? ¿E n qué medida la matriz verbal —dispuesta de an tem ano o bien capaz de autocorrección— es gatillo y recipiente de las percepciones visuales, au­ ditivas, olfativas y táctiles? ¿Cóm o son "almacenadas" las palabras y las unidades de inform ación? ¿E n virtud de qué electroquímica los fenóm enos de escru tin io y memoria garan­ tizan la concatenación ad ecu ad a de captación de información, clasificación, rem em oración y em isión? ¿Se organiza el len­ guaje en un sistem a de reglas al nivel de la zona común a las regiones antiguas y m ás recien tes d e la corteza? ¿Se trata, en un sentido imposible de ex p re sa r con claridad, de una versión adaptada de los procesos an terio res y mucho más langage pathologique, P arís, 1968; A. R. L uria, Traum a t i c Aphasia: Its Syndromes, Psychology and T rea tm en t, La H aya, 1970. Para la intri­ gante sugestión de que las capacidades lim itadas para el habla del hemisferio derecho podrían re p re se n ta r el lenguaje a un nivel excesivamen te primitivo, cf. el inform e sobre la labor de M. S. Gazzaniga en New Scientist, L I I I, 1972, p. 365, S e inform ó prim ero d e los descu­ brim ientos en N europsychologia, ix, 1972.

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profundos de codificación, repetición y puntuación que adop­ tan la estructura genética y la transmisión de las formas orgánicas? ¿Hasta qué punto los centros lingüísticos de la corteza son susceptibles de una mayor y más propia evolu­ ción? (¿Podemos siquiera "imaginar" un tipo de lenguaje más elaborado?) En nuestros días se consagra a estos problemas considera­ ble reflexión e investigación experimental. Las matemáticas de espacios y tableros interactivos multidimensionales, la aplicación del "com portam iento de las computadoras" a posibles modelos de las funciones cerebrales, el estudio teórico y mecánico de la inteligencia artificial, están dando origen a una corriente de ideas complejas y que suelen ser ricas en sugerencias. Pero m e parece justo decir que nada de lo pro­ puesto hasta a h o ra p o r las concepciones teóricas y las repro­ ducciones m ecánicas llega a tener ni remotamente el alcance y la complejidad de las realidades lingüísticas más rudimen­ tarias. El hiato no sólo se debe a una gran diferencia en los órdenes de com plejidad. Parece más bien que el concepto de una "explicación" n euroquím ica del lenguaje y la conciencia hum anos —am bos son prácticamente indisociables— fuera ilusorio. La acum ulación de datos provenientes de la fisiolo­ gía y la práctica terapéutica podrían desembocar en un tipo distinto de conocim iento, aunque éste no fuera necesariamen­ te utilizable en este campo. Una divergencia como ésta no esconde ningún m isterio. He venido recalcando que las pre­ guntas que planteam os al lenguaje y las respuestas que reci­ bimos en y del lenguaje son irrevocablemente lingüísticas. No podemos fo rm u lar preguntas ni enunciar respuestas sin el auxilio de las e stru c tu ra s del lenguaje que son precisamen­ te el objeto de n u e stro análisis. Aún no está demostrado que las ciencias, por avanzadas que lleguen a estar, sean capaces de conducir a trav és de vías y procedimientos razonables a un punto de vista e xtern o. No podemos evadimos de la piel de nuestra piel. Por supuesto, estam os una vez más en el terreno de la conjetura. De lo que sí se puede estar seguros es de que ninguno de los m odelos disponibles hoy día ni concebibles en un futuro cercano ju stifican la invocación de una "teoría de la generación del lenguaje o de la transformación del ma­ terial del conocim iento e n unidades semánticas". Los zoólogos señ alan que los sistemas de llamadas de los monos gibones llegaron a diferenciarse en lo que se podría llamar "dialectos" locales. Al parecer, las señales que emiten

las ballenas y los d elfin es d e ja n v e r c ie rto s rasgos específicos de la m anada, que v a ría n d e un g ru p o a o tro . Pero no se puede establecer sí esas v a ria c io n e s fo n é tic a s, p o r m anifie stamente útiles que sean p a ra la id e n tific a c ió n m u tu a y el deslinde territo rial, p resen tan a n a lo g ía s c o n la e specialización de las form as del len g u a je o si so n a p e n a s u n esbozo rudimentario. La div ersid ad y la in c o m p re n sib ilid a d m u tu a s de las lenguas son, h asta d o n d e sab em o s, h e c h o e x c lu siv o del hombre y no pueden s e r d iso ciad as del le n g u a je t al y com o lo conocemos. N o tenem os n in g u n a id ea d e s u s o ríg e n e s ni de su etiología m ás p ro fu n d a. He expuesto m is co n v ic cio n es d e m a n e r a esquemática. En una m uy am p lia m ed id a, las le n g u a s s o n o tra s tantas refutaciones ten tativ a s e in trín s e c a m e n te c r e a d o r a s de las restriccio­ nes y lim itacio n es u n iv e rs a le s q u e im p o n e n la biología y la ecología. Son los in s tr u m e n to s d e a lm a c e n a m ie n to y trans­ misión de la ex p erien cia a c u m u la d a y del p a isa je imaginario p articulares de u n a c o m u n id a d d e te r m in a d a . N o sabemos todavía si las " e s tr u c tu r a s p r o f u n d a s " p o s tu la d a s por las gram áticas g en erativ as y tr a n s f o r m a c io n a le s so n de hecho univer­ sales de su stan cia. Pero si lo s o n , la s in cre íb les diversidades de las lenguas que los h o m b r e s h a n h a b la d o y hablan pueden aparecer en abierta reb elió n c o n tr a la s lim ita c io n e s ciegas de los universales biológicos. L a s " e s tr u c tu r a s d e superficie " y su abrum adora v a rie d a d s e r ía n u n m e d io d e escapar de las " estru ctu ra s p r o fu n d a s " , a n te s q u e s u vo ca liza c ió n accidental. Las lenguas h a b la n a la c o n c ie n c ia d e s u s u s u a rio s con una d ensidad y u n a fu e rz a d e s u g e s tió n c o m p a r tid a que sólo son aco rd ad as p a rc ia lm e n te y d e m a la g a n a a l m u n d o exterior. Un enorm e p o rc e n ta je d e la le n g u a e s e n c la u stra m ie n to y os­ c u rid a d d elib erad a. L a v o lu n ta d q u e g o b ie r n a to d o eso es tan a n tig u a, las m o d a lid a d e s d e s u e je c u c ió n e s tá n ta n alejadas de n u e stro s h u m o re s p ú b lic o s q u e n u e s t r a conciencia ha de­ ja d o de te n e rla s p re s e n te . P e r o s o b re v iv e e n la estructura m u ltie s tra tific a d a d e l le n g u a je , e n s u te n a z excentricidad y se rev ela p o r co m p le to e n e l p u n to d e c o n f lu e n c ia de las lenguas. N ad a q u e p u e d a s e r p r o b a d o . E s to y p ro fu n d a m e n te con­ vencido de q u e la h ip ó te s is d e la " a l t e r n id a d " , la meta-infor­ m ación o la n o -in fo rm a c ió n e s l a q u e m e jo r describe la d iv e rsid a d lin g ü ís tic a t a l y c o m o s e m a n i f i e s t a e n los hechos. Al p a re c e r en g lo b a u n a p o rc ió n d e r e a l i d a d sem ántica, histó­ ric a y psico ló g ica m á s i m p o r t a n te q u e o t r a s co n jetu ras. Vere­ m o s có m o e s ta h ip ó te s is se im p o n e c u a n d o n o s ocupemos de

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los problemas c o n c r e to s d e la trad ucción, cuando la naturaleza po lisé m ic a y h e rm é tic a d e lo s enunciados se nos imponga entoda su m a te r ia lid a d . E s co n ceb ible que hayamos interpretado erróneam ente el m ito d e Babel. La construcción de la torre no co in cid ió c o n la d e sa p a ric ió n de un monismo privile­ g i ado, de un estado de u n iv e rs a lid a d lingüístico. La desquiciante profusión d e la s le n g u a s e x istió desde siempre, compli­ cando m a te ria lm e n te la e je c u c ió n de las empresas humanas. Pero cuando in te n ta r o n le v a n ta r la torre, las naciones del mundo tro p ezaro n c o n el g r a n s e c re to : la comprensión verdadera solo se d a ba e n el s ilen cio. Se pusieron a construir sin decir p a la b ra : é s e e r a e l p e lig ro p a ra Dios. Cualesquiera q u e s e a n la s c a u s a s, la situación de pluralidad lingüistica obliga o a c ic a te a a c ie rta p arte de la humanidad a hablar m ás d e u n a le n g u a . D ete rm in a igualmente el carác­ ter a menudo in te r lin g ü ís tic o d e los intercam bios informativos de los m ensajes v e rb a le s q u e c o n d icio n an la vida en sociedad. La traducción e s u n im p e ra tiv o . La condición poliglota y las exigencias que d e e lla s e d e s p re n d e n tienen un vínculo absolu­ to con el hecho d e q u e la m e n te h u m a n a posea la facultad de aprender y a lm a c e n a r m á s d e u n a lengua. Semejante facultad no tiene nada d e e v id e n te n i e s tá d ictad a por leyes orgánicas: Es un atributo c o m p le jo y so rp re n d e n te . Sus orígenes históricos son to ta lm e n te o s c u ro s , p e ro es probable que coincidan con los orígenes d e la e sp ec ializa ció n de los organismos sociales en el te rre n o d e l t r a b a j o y d e la industria. No sabríamos decir si tiene lím ite s. E x is te n testim o n io s confiables de poli­ glotas que tien en u n d o m in io aceptable de un número de lenguas que p u e d e e le v a r s e h a s ta veinticinco. ¿Es el único límite la d u ra ció n d e la v id a m e d ia del individuo? El estudio del aprendizaje y d el d e s a rr o llo del lenguaje en niños de di­ versas edades c o n s titu y e u n am p lio campo de estudio.35 Aun­ que las teorías c h o m s k ia n a s su b e stim an bastante el papel de los factores a m b ie n ta le s e n re la c ió n con las disposiciones innatas —-pues re s u lta c la r o q u e am bos tipos de elementos entran en juego y se m o d e la n m u tu am en te— las gramáticas transformacionales h a n h e c h o p ro g re s a r enormemente el aná­ lisis de la a d q u isic ió n d e l le n g u a je . También se han hecho investigaciones so b re e l c re c im ie n to lingüístico de individuos 35 Para una lúcida inv e s tig a c ió n , cf. M. M. Lewis, Language, Thougth and Personality in I n fa n c y a n d C h ild h o o d , Londres, 1963, Cf, también D .O .H eb,W .E. L am b e rt, E . R. T ucker, "Language, Thought and Experience ( The M o d ern L an g u a g e Journal, LIV, 1971).

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bilingües.36 Con todo, h a s ta el d ía d e h o y los resultados no han superado el plano g en eral e in tu itiv o del tip o : la capacidad para ap ren d er fá c ilm e n te u n a s e g u n d a o una tercera lengua dism inuye con la e d a d ; o b ie n se h a n limitado a estadísticas carentes d e v e rd a d e ro in te r é s so b re el ritmo de adquisición de las vocales, c o n s o n a n te s y fonem as durante los prim eros años de v id a.37 N i el m o d e lo de competencia/ actuación propuesto p o r C h o m sk y n i la s investigaciones sociolingüísticas que tienen p o r o b je to el e s tu d io de niños o com unidades p lurilingües ex p lican v e r d a d e ra m e n te lo que quiere decir " aprender u n a le n g u a " o " a p r e n d e r d o s o m ás lenguas", en el nivel fu n d am en tal del s is te m a n e rv io s o central. En fechas recientes se h a p r o c la m a d o q u e es posible inter­ pretar el aprendizaje y la m e m o ria a la lu z de la bioquímica, Desde el p u n to de v ista del c e r e b ro h u m a n o , el proceso del aprendizaje rep resen ta la m o d ific a c ió n m á s d ire cta del medio ambiente. Las in v estig acio n es d e H o lg e r H ydén, de Steven Rose y de algunos o tro s n e u ro fis ió lo g o s y bioquímicos prue­ ban que el apren d izaje, q u e se p u e d e d e f in ir com o una repe­ tición prolongada de los e s tím u lo s d e in fo rm ació n , va acompañado por ciertos cam b io s e n la s ín te s is d e las proteínas en las regiones in v o lu crad as d e la c o rte z a . S e h a demostrado que un cam bio específico d el m e d io a m b ie n te pone en movi­ m iento a un grupo bien d e te r m in a d o d e n e u ro n a s. Cuando ese cambio es sostenido y o r ie n ta d o d e a lg ú n m o d o , como sucede en el curso de la recepción e in te rio r iz a c ió n de los fenómenos de experiencia y de in fo rm a c ió n , la s p ro p ie d a d e s de las neu­ ronas involucradas se tr a n s f o r m a n . E l e s tu d io experimental parecería d e m o stra r q u e s u fis o n o m ía y s u s p au tas de asocia36 El estudio m ás d e ta lla d o sig u e s ie n d o e l d e W. Leopold, Speech Development o f a B ilingual C h ild : a L in g u is t’s R ecord, N orthw estern University Press, 1939-1947. 37 Cf. Rom án Jakobson, "L es Jois p h o n iq u e s d u langage enfantin et leur place dans la phonologie g é n é ra le " , e n N . S. Troubetzkoy, Prínci­ pes de Phonologie, P arís, 1949 y H e le n C o u te ra s y Sol Saporta, “Phonological Developm ent in th e S p e e c h o f a B ilin g u a l Child”, Language Behavior, com pilado p o r J . Al k in , A. G o ld b e rg , G. M yers, J. Stewart. La Haya, 1970. T res asp ecto s e s p e c ia le s d el a p re n d iz a je bilingüe son res­ pectivam ente ex am in ad o s e n W. E . L a m b e rt, “M easurement of the Linguistic D om inance o f b ilin g u a ls", J o u r n a l o f A b n o rmal Social Psychology, L, 1955: M. S. P re s to n y W . E. L a m b e rt, "Interlingual Interference in a Bilingual V ersió n o f th e S tro o p Color-W ord Task", Journal o f Verbal Lear n ing a n d V erb a l B e h a v io r , vi i i, 1969; y J. C.Y uile, A. Paivio, W. E. L am bert, "N o u n a n d A d je c tiv e Im agery and Order in Paired-Associate Lear n ing by F re n c h a n d E n g lis h Subjects, Canadian Journal o f Psychology, xxi i i , 1969.

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ción están sujetas a variaciones. Esta "reconfiguración" sería la base material y el esquem a físico según el cual se organi­ za la memoria. Cuando el estím ulo se debilita, se hace raro o desaparece por com pleto, es decir, cuando el cerebro ya no es llamado a reg istrar o volver a desplegar el corpus de in­ formación, los cambios que afectan a las neuronas desapare­ cen, éstas recobran su disposición original, quizás indiferenciada o dictada por el azar. E n la medida en que la información es energía, el olvido es entropía. Se comienzan a establecer algunas correspondencias en tre las actividades eléctricas de la corteza som etida a estím ulo y las reacciones bioquímicas subsecuentes que, al parecer, controlan la recepción, la con­ servación y la recuperación del saber en el cerebro humano. No es imposible que los próxim os años asistan a un pro­ greso considerable en la inteligencia de la bioquímica del sistema nervioso central. Si bien en el plano práctico y con­ ceptual, resulta h a rto difícil aislar un solo tipo de estímulo entre los fenómenos de la excitación, pues el contexto del medio ambiente interviene en todos los puntos, los perfec­ cionamientos de la m icrobiología pueden llevar a establecer correspondencias en tre ciertas categorías de información y algunas modificaciones particulares de la síntesis de los prótidos y del ago lp am ien to de las neuronas. La idea de que lo que aprendemos nos m oldea y da forma podría alcanzar un corolario concreto en el nivel bioquímico. Pero las pruebas y testimonios reunidos h a s ta el m om ento no permiten superar el nivel de las abstracciones m ás rudimentarias. La neuroquímica de la adquisición y el aprendizaje de la comprensión de las variaciones del rna que quizás acompañan el "almace­ namiento" del idiom a en los centros de la memoria y las terminales sinópticas situ ad as al nivel de la corteza requieren modelos de m u ltidim ensionalidad de una complejidad que supera todo lo que podam os im aginar. Es posible concebir la información en térm in o s d e entorno y medio ambiente. El pro­ ceso de aprendizaje y el o rd en ad o "apilamiento" de la memo­ ria deben co n stitu ir tam b ién un fenómeno dinámico, orienta­ do en varias direcciones. E l cerebro no es nunca un tímpano pasivo. Aun cuando escape a la conciencia y tenga algo de reflejo, la interiorización pone en acción toda una red de iden­ tificaciones por asociación, de redistribuciones de impulsos distribuidos en serie. El razonam iento por analogía halla su contrapartida en ciertos m ecanism os que afectan a las neu­ ronas y en v irtu d de los cuales una nueva unidad de infor-

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m ación es e tiq u e ta d a a n te s d e s e r " i n s e r t a d a " en el sitio correcto. Debe c o n sid e ra rse a la c o r te z a c o m o u n espacio dinám ico en que estím u lo y r e s p u e s ta , c a m b io y continuidad herencia y m edio a m b ie n te so n to ta lm e n te recíprocos, yse definen m u tu am en te en to ta lid a d . Pero es necesario r e c o rd a r q u e e l m e d io am b ien te recubre aquí m ucho m ás que los fe n ó m e n o s n e u ro q u ím ic o s que dese ncadena la acción de un e s tím u lo s o b r e e s tr u c tu r a s biogenéticas innatas. El a p re n d iz a je y la m e m o r ia e s tá n condicionados en todo m om ento p o r f a c to r e s s o c ia le s e históricos. En sustancia y en concepto, la in f o r m a c ió n r e s u lta indisociable de los juicios de valor. L a id e o lo g ía , la s condiciones económicas y las co n sid eracio n es d e c la s e , e l m o m e n to histórico desempeñan un papel de p r im e r a im p o r ta n c ia cu an d o se trata de definir el contenido, la im p o r ta n c ia r e la tiv a , el reconocímiento m ism o del s a b e r e n c u a n to t a l, o d e seleccionar los elementos de in fo rm ació n o d e e x p e r ie n c ia d ig n o s de ser rete­ nidos. Todas estas c a te g o ría s n o tie n e n g r a n co sa de permanente. Las diversas ép o cas y s o c ie d a d e s im p o n e n al sistema nervioso central d ife re n te s c o n ju n to s d e e stím u lo s. Éste es, sin ninguna duda, el caso d e l le n g u a je . U n a te o ría de la ela­ boración del len g u aje, f u n d a d a e n u n h ip o té tic o postulado de la com petencia in n a ta y d e la a c tu a c ió n d eriv ad a de una "relación ideal e n tre el lo c u to r y e l i n te r lo c u to r " no es más que una hu era ab stracció n . L a a r i s t a d o n d e convergen la neuroquímica del ap ren d iz aje y d e la re m e m o ra c ió n de la lengua de un lado, y del o tro el m a r c o s o c io h is tó r ic o e n el seno del cual el ser h u m an o p ra c tic a u n a le n g u a n o es una frontera distante. La corteza y el '" m u n d o e x t e r i o r " e n el seno del cual el lenguaje puede s e r c o n s id e r a d o c o m o u n a form a de tra­ bajo, de producción so c ia l, d e in te r c a m b io económ ico e ideo­ lógico, n o se pueden s e p a ra r s in a t e n t a r c o n tr a la congruencia. Tejen entre am bos el m a r c o g e n e r a d o r d e la conciencia, un tejido de conciencia que es ta m b ié n e n to r n o .38 Pero el número 38 Es en e ste p u n to d o n d e la s c r ític a s m a r x is ta s que hacen de la lingüística chom skiana u n " m e n ta lis m o v a c ío " ta n ingenuam ente deter­ m inista com o la s te o ría s d e S k in n e r r e s u l ta n m á s reveladoras. Cf.F. Rossi-Landi, Il linguaggio, c o m e la v o ro e c o m e m e rcato, Milán, 1968: J. Kristeva, Σημειώτιϰή. R e c h e r c h e s fo u r u n e s em a n a lyse, Paris, 1969, particularm ente pp. 280-285; D enis S la k ta , " E s q u is s e d 'u n théorie léxicosém antique; p o u r u n e a n a ly se d 'u n tc x te p o litiq u e " , e n Langages, xxii, 1971; Augusto Ponzio, " G ra m m a tic a t r a n s f o rm a z io n a le e ideotogia política", Idéologie, xvi-xvi i , 1972. P a r a u n a exposición sumaria y una

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de las variantes y p arám etro s es tan elevado y las modalida­ des de interacción son ta n complejas que no es posible ni analizarlas ni representárselas con ayuda de los instrumentos de que se puede disponer en la actualidad o que estarán a la mano en un futuro previsible. Introspectivamente, extraem os y esbozamos imágenes. Por eso nos describimos "buscando" una palabra. Cada vez que fracasan o giran en el vacío, la búsqueda, el acto de escudri­ ñar, evocan circuitos eléctricos. La sensación correspondiente ó mejor dicho, las im ágenes convencionales que nos hacemos de los procesos sublim inales, dejan una impresión tenaz de tanteos nerviosos que "intentan conectar aquí o allá", de retiradas que se verifican cuando la corriente no pasa o cuando la línea está co rtad a, de ensayos de canales alterna­ tivos que term inan cu an d o se hace el contacto correcto. La sensación de un "casi-hallazgo" puede llegar a ser táctil. La palabra o la expresión buscada está a una micra del escrutador; se balancea tenaz en el b o rd e m ism o de la recuperación. El foco de la concentración se vuelve nervioso e insistente como si quisiera vencer la resisten cia de un obstáculo material. Duelen los "m úsculos" de la atención. Luego, se derrumba la barrera y la expresión o la palabra buscada iluminan con su destello la conciencia. Ignoram os las leyes quinéticas que allí entran en juego, pero la idea de localización correcta, de sensación de algo que "cae en la ranura adecuada" se impo­ nen aunque sólo sea p o r la silenciosa pero inequívoca impre­ sión de alivio, p o r el ch asquido liberador que acompaña al momento de la rem em oración. Cuando la palabra exacta es identificada, la tensión desaparece, se reanuda la corriente, y entiendo corriente en el doble sentido de "flujo" y de "rutina habitual". En recom pensa, espoleada por los estimulantes o por circunstancias d ram átic as o bien en medio de la extraña e ingrávida tensión que caracteriza a la fatiga intelectual, la resistencia dism inuye en los circuitos verbales, y los atajos se multiplican. Repican to d a s las campanas. Los homónimos, las palabras vecinas p o r su sonido o su sentido, las sinécdo­ ques, las analogías, se p ropagan a gran velocidad en la super­ ficie de la conciencia siguiendo una lógica que puede parecer incongruente pero que n u n c a es gratuita. Los acrósticos y crucigramas se resuelven con m ayor rapidez que la del lápiz. Tenemos la im presión d e sab er bilografí m ucho más de lo que habíacompleta, cf. F. Rossi-Landi, I deologies of Linguis-tic Relativity, La Haya, 1973.

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m os olvidado, com o si se h u b ie se n g a lv a n iz a d o los sedimentos repentinam ente u bicados en el c e n tr o d e la memoria, esas reservas que p o r lo g en eral n o se tie n e n en cuenta porque su huella no es m uy p ro fu n d a o p o rq u e n o h a n sido sistemáticam ente etiq u etad as. E n o tr o n iv e l d e la experiencia corriente, se producen c o rto c irc u ito s , y las lín eas conductoras saltan. Los m orfem as id é n tic o s, lo s m a tic e s asociados o las expresiones m u tilad as se im p o n e n c o n obstinación al oido interno, com o un foco que se p r e n d ie r a y ap ag ara sin razón alguna. La co rrien te de la m e m o ria e s tá bloqueada en parte. Puede pensarse que los s u e ñ o s s o n e n s a y o s de contexto por asociación, figuraciones q u e tie n e n p o r o b je to rodear de una suerte de racio n alid ad lo s h ilo s c o n d u c to r e s cruzados del discurso inconsciente q u e s e h a lla b lo q u e a d o . Aunque nebulosas y a ta d a s a u n h a z f o r tu it o de metáforas protectoras —circ u ito s e lé c tric o s , a lm a c e n a m ie n to en baterías o, en una trasp o sició n m á s a p r o p ia d a , d o c u m e n to s ológrafos y bancos de d ato s— , to d a s e s ta s s e n s a c io n e s m al definidas (búsqueda an sio sa, d is te n s ió n d e s p u é s d el descubrimiento, resistencia a te n u a d a b a jo c ie r ta s c o n d ic io n e s , líneas conduc­ toras cruzadas o en c o r to c ir c u ito ) s u g ie r e n u n a matriz espe­ cial, arreglos y o rd e n a m ie n to s q u e s e d a n en un univers o dim ensional. P a re ce ría q u e lo s id io m a s tie n e n un volumen o que se inscriben en él. E sta im presión es to d a v ía m á s n ítid a e n el poliglota. "Conecta" una lengua co n o t r a s e g ú n u n m ovim iento que es sentido com o la te ra l, v e rtic a l o a m b o s a la vez. Cuando pasa de su lengua m a te rn a a u n a a d q u ir id a m á s tarde, el senti­ m iento de p a s a r p o r u n a p e n d ie n te c a d a vez m ás escarpada, p o r ra n u ra s c ad a vez m á s r e d u c id a s p u e d e v er visceral. El desnivel se re d u ce c u a n d o se r e c u r r e c o n s ta n te m e n te a la otra lengua. É sta es u n a o b s e rv a c ió n t a n c o m ú n como aquella o tra de que n o c u ltiv a r u n a le n g u a tie n e co m o resultado una cierta p érd id a de lo s m a tic e s d e l v o c a b u la r io y de la gramátíca cuyo re c u e rd o h a d e ja d o d e s e r in m e d ia to , y esto sucede h a sta en el caso d e la le n g u a m a t e r n a , a u n q u e en un grado m enor. P o r o tra p a rte , la p r á c tic a s im u ltá n e a de dos lenguas, sin reg las de a lte r n a n c ia b ie n d e f in id a s su ele crear efectos de in te rfe re n c ia , c o m o p o r e je m p lo c u a n d o la expresión que se busca e n u n a d e las le n g u a s e s d e s p la z a d a o velada momentán eam en te p o r la f r a s e c o r r e s p o n d ie n te en la otra. Por triviales e im p re s io n is ta s q u e s e a n , e s to s h e c h o s de la experien­ cia con su a s id u o c o r te jo d e m a n ife s ta c io n e s quinésicaso

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almenos neurofisiológicas, evocan una vez más la idea de localizació rn. Las diversas lenguas que conoce y habla el poliglota tendrían de algún m odo una distribución "espacial" en la corteza. Las m uy recientes investigaciones que han sido levadas a cabo con esquizofrénicos bilingües (y "esquizofre­ nia" es una de esas palabras que lo quieren decir todo sin decir nada) pueden proporcionar una clave convergente del mismo orden. Los pacientes que oyen “voces” o que sufren alucinaciones sitúan estos fenóm enos solamente en una de sus dos lenguas. C uando se les interroga en la lengua "bue­ na" sus respuestas y an álisis introspectivos no dan muestra alguna de interferencia patológica. Ello tendería a probar que las lesiones cerebrales funcionales de ciertos tipos de es­ quizofrenia se lim itan a u n a sola zona de la expresión verbal, dejando intactas a las o tra s, y que es posible que cada zona englobe u organice u n a y sólo una de las diversas lenguas.39 Lo que es cierto y seg u ro es que la proximidad, la facilidad de recordar las d ife ren tes lenguas en los enunciados del poli­ glota es, en grado esencial, u n a función del entorno. El hu­ mor, el ambiente social, el c u ad ro en que se inscribe influyen sobre la prioridad lin g ü ística. Después de unos cuantos días pasados en un país d o n d e se habla una de mis "primeras" len­ guas, no me contento con rein teg rarm e a ella con un profundo sentimiento de so ltu ra y lógica esencial recuperadas; pronto me pongo a so ñ ar en esa lengua. E n muy poco tiempo, la len­ gua que hablaba en o tro país cobra una coraza de extrañeza. Se ha desplazado así h o rizo n talm en te como en relación con un centro: existe la p ro fu n d id a d de lo que está enterrado y una profundidad m uy d istin ta de la solicitación inevitable y es­ pontánea. E sta sen sib ilid ad de la " topografía" lingüística ante los factores sociales psicológicos y acústicos que privan en el ambiente basta p ara r e fu ta r las tesis m ás sectarias de las gra­ máticas generativas y transform acionales, por lo menos en lo que se refiere a la fu n ció n in n a ta en el lenguaje. El mundo que nos rodea se ab re p aso h acia el interior en todo momento y va a m anipular y re a g ru p a r las capas del habla. "Capas", es, p o r su p u esto , u n a tosca manera de decir las cosas. Acaso no signifique n ad a. La organización espacial, las relaciones de c o n tig ü id ad , de aislamientos, las ramificacio­ nes que traducen la disposición relativa de las lenguas en el 39 Este trabajo experim ental ha sido hecho por R. E. Hemphill del Hospital Groote S chuur, en C iudad del Cabo. La información aparece nel e Times de L andres, 10 de enero de 1972, p. 3.

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ce re b ro del poliglota, y en especial en el del bilingüe auténtico, deben ser sin duda de una com plejidad topográfica tan profunda que nos resulta difícil de representar. Albergo el sentim iento de que el m apa de contactos y transferencias interlingüisticas en mi m ente, com o en la de cualquier poliglota, se organiza según dos je ra rq u ía s dom inantes por lo menos. Una de ellas parece fundada en las analogías objetivas (ecos recíprocos) y en los co n trastes m nem ónicos entre las unidades fonéticas de las d iferentes lenguas. La otra jerarquía pareceria fundarse en una red p ersonal increíblemente compleja de asociaciones en tre m o rfem as o unidades semánticas por un lado, y acontecim ientos de mi vida privada por el otro. Esta segunda topografía fu n cio n a sin to m ar en cuenta lasbarreras lingüísticas form ales. E n o tra s palabras, por lo menos uno de los m odos de d istrib u ció n espacial en mi conciencia de los m ateriales fonéticos, g ram aticales y semánticos combina las lenguas que conozco in terc alán d o las según criterios de proxim idad de an títesis, de p aren tesco o de exclusión que traslapan varias lenguas y que m e son enteramente personales. Así, una de m is "len g u as", probablem ente la más rica es una trenza m últiple cuyas p a u ta s m e son propias a pesar de que su tram a sea m a n ifie sta m e n te el producto de los instru­ m entos colectivos y de los asp ecto s concretos, generados por las norm as del inglés, del fran cés, del alem án y del italiano. Además, navegando " e n tre " las lenguas, en medio de lo que percibo confusam ente co m o u n cam po com plejo y sumamente cargado donde rein an los m a tic e s y lo indeterminado, observo acercam ientos, co rresp o n d e n cias, a ta jo s que no sólo están fundados en los so n id o s, las v ariacio n es de una misma signi­ ficación, las asociaciones que c a ra c te riz a n m i vida, sino tam­ bién en los valores p lá stic o s y tá c tile s de las palabras. El fenóm eno subyacente es d e o rd e n poco conocido. Las palabras poseen sus " c o n to rn o s", su s á n g u lo s, sus huecos y toda una energía tectónica. E sto s ra sg o s fu n cio n an a un nivel muy profundo y que re s u lta m e n o s fácil de definir que los de la sem ántica o de la fo n étic a. E n u n a m a triz multilingüe, esos rasgos pueden c ru z a r las le n g u a s d e u n lado al otro ligándo­ las e n tre sí. C u an d o se a p re n d e un nuevo idioma, es posible que esas m o d a lid ad e s d e ev o cació n p o r superposición se reve­ len com o a u x ilia re s p recio so s. N o es raro, como veremos, que las g ran d es tra d u c c io n e s av an cen p o r tanteos encontran­ do el perfil que e n g ra n a co n las ru g o sid ad es correspondiente m ucho an tes de ir en bu sca d e u n a significación simétrica.

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Fue la meliflua convexidad de quamve (cf. el alemán Qualm) respaldada por el filo literal —acústico también, por supues­ to- de bibistis, y reforzada por aquam, que es una palabra menos "líquida" que quam ve, lo que inauguró la travesía de Erza Pound en el H om age to S extu s Propertius : “what water has mellowed y o u r w histles?" Los poetas llegan hasta oler las palabras. Sin embargo, todo esto no son más que representaciones simples, hechas de im presiones, de metáforas apenas esboza­ das y de com paraciones que giran alrededor de un campo tan obvio como el de la electrónica. Es muy probable que la in­ teriorización del idiom a y de otro s idiomas en la mente hu­ mana ponga en juego fenóm enos en los que el espacio sea simultáneamente objeto y agente del orden, es verosímil que estén allí im plicadas jera rq u ía s de distribución del tiempo y del espacio. Pero tod av ía no se cuenta con una topología de los espacios de n -dim ensiones que perm ita esbozar así sea del modo más elem ental, u n m odelo de los "espacios-idiomas", es­ tablecidos en el sistem a nervioso central. Estos últimos ampa­ ran la existencia au tó n o m a de las lenguas aisladas al mismo tiempo que hacen posible la adquisición de otras lenguas y las formas más p ro fu n d as de penetración recíproca. Permiten a las lenguas a p a rta rse de la "superficie" o del "centro" de movilización esp o n tán ea, p a ra luego dejarlas volver. Las membranas que aseg u ran la diferenciación y el contacto, el juego de la ósm osis in terlin g ü ística, las restricciones que con­ servan el equilibrio e n tre el lado benigno del uso público me­ ramente léxico, y la p ro fu sió n potencialmente caótica, de la invención y de los m ecanism os de la asociación privada, la ve­ locidad y la precisión de las operaciones de recuperación y descarte que está n activos en la paráfrasis o en la traducción más elementales, se c a rac teriza n p o r un grado de complejidad y de evolución acab ad a que no es posible representamos sa­ tisfactoriamente, y ya no digam os analizar sistemáticamente.40 En resumen, n o poseem os todavía un modelo de trabajo de la neuroquímica del len g u aje y su etiología histórica. La antropología no nos ofrece n in g ú n testimonio sobre las cau­ sas o el desarrollo en el tiem po de su múltiple diversificación. Los modelos disponibles de los procesos de aprendizaje y de rememorización son ingeniosos pero puramente hipotéticos 40 El intento m ás in teligente de establecer ese tipo de análisis es el emprendido por René T hom , en S ta b ilité structurelle et morphogenèse, Reading, Mass., 1972, pp. 124-125, 309-316.

y e lem e n tales. N o s a b e m o s c a s i n a d a d e la organizaciónyel a lm a c e n a m ie n to d e v a rio s id io m a s q u e c o e x iste n en la misma m en te. ¿C óm o p o d ría h a b e r e n to n c e s , en cualquier sentido e s tric to del té rm in o , u n a " te o r ía d e la tra d u cció n "? T en ie n d o en c u e n ta la s r e iv in d ic a c io n e s de la lingüística desd e finales d e los a ñ o s c in c u e n ta s , h e in te n ta d o mostraren los ca p ítu lo s p re c e d e n te s q u e e l e s tu d i o del lenguaje no es en la a c tu a lid a d u n a c ie n c ia . Al t e r m i n a r la parte abstracta d e e s ta obra, te n g o la te n ta c ió n d e i r m á s lejo s. E s m u y probable que n u n c a sea u n a c ie n c ia . E l id io m a es, en aspectos esenciales del u so y d e la c o m p r e n s ió n , idioléctica. Cuando u n in d iv id u o se ex p resa, e f e c tú a u n a d escrip ció n parcial del m undo. La co m u n ica ció n d e p e n d e d e u n a traducción más o m enos co m p leta, m á s o m e n o s c o n s c ie n te d e esa " percepción p arcial", y es, ta m b ié n , u n a s u p e rp o s ic ió n m á s o menos profunda de esa “ p a r c ia lid a d ” . U n a tr a d u c c ió n de las modalidades según las c u a le s u n s e r h u m a n o a s o c ia palabra y objeto exigiría que su in te r lo c u to r tu v ie r a u n acceso a b s o lu to a su conciencia, lo c u a l s ig n if ic a r ía q u e e s e in terlo cu to r tendría que s u frir u n " c a m b io m e n ta l a b s o lu to " . L a idea carece de sentido en s u sta n c ia o e n el p la n o ló g ic o . N unca podría dem o strarse que u n fe n ó m e n o s e m e ja n te h a tenido lugar. El discurso, la in te rp re ta c ió n d e l d is c u r s o , se ubica al nivel de la lectu ra p a la b ra p o r p a la b r a y f r a s e p o r frase. No existe un acceso p riv ileg iad o a u n a t o t a l i d a d su b y a c e n te . ¿E n presen cia d e q u é n o s e n c o n tr a m o s al ocupamos de los aspectos co n c re to s so c io ló g ic o s y c u ltu r a le s de la traducción? P ara decirlo con té r m in o s d e W ittg e n s te in , tenem os "solucion es", a m e n u d o s e n s a ta s e in s p ir a d a s y d e g ra n provecho para n u e stra c o m p ren sió n d e lo s id io m a s y p a ra la historia de la a fe c tiv id a d ; p e ro n o d e b e m o s i r e n p o s d e u n " método de so­ lu ció n " u n iv e rsa l, a x io m á tic o o v e rific a b le desde el exterior. E n to d o p aso d e u n a le n g u a a o tr a lo in d eterm in ad o reina en cu a n to p rin cip io , s o s tie n e Q u in e . “ N o p u e d e haber duda alguna de que sis te m a s o p u e s to s d e h ip ó te s is analíticas pueden ab a rc a r a la p e rfe c c ió n el c o n ju n to del comportamiento lin­ güístico, y de q u e ta m b ié n p u e d e n r e c u b r ir la totalidad de las disposiciones in n a ta s al le n g u a je , y n o obstante desprender trad u ccio n es in c o m p a tib le s d e u n a m u ltitu d de frases que es­ capan a to d a v e rific a c ió n in d e p e n d ie n te ." 41 Hemos visto que 41 W. van O rm an Q uine, W o rd a n d O b je c t, p. 72. Aunque lasexprsiones filosóficas s e a n m u y d ife r e n te s , los ju ic io s de Wittgensteinso-

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las razones de e s te e s ta d o de hecho residen en la naturaleza misma del len g u aje y d e la diversidad lingüística, que son inseparables de las fu n c io n e s d e no información, de poética y de campo p riv a d o q u e c o n stitu y en los atributos creadores del lenguaje h u m an o . Un error, u n a m a la le c tu ra e s tá en el origen de la historia moderna de la tra d u c c ió n . E n las lenguas romances la palahra "traducción" v ien e d e tra d ucere porque Leonardo Bruni interpretó mal u n a fra s e d e las N oches Áticas de Aulo Celio, donde el latín sig n ific a e n re a lid a d “introducir, hacer entrar". La anécdota es triv ia l y s in em bargo simbólica. En los anales de la trad u cció n n o es r a ro que un erro r de feliz lectura sea fuente de n u ev a v id a . Las precisiones q u e h a y que b u sca r en este terreno son exbre la traducción e n las In v e stig a c io n e s filosóficas (23,206,243,528) no están muy lejos d e las o p in io n e s d e Q uine sobre lo indeterminado, la tesis de Quine so b re la p lu ra lid a d indeterm inada al nivel formal de traducciones ig u a lm e n te v á lid a s de fra se s determinadas ha hecho correr mucha tin ta. H ay q u e re m itirs e a los intercambios de R. Kirk, "Translation and In te d e rm in a c y " , M ind, Lxxvi ii , 1969, con A. Hyslop, "Kirk on Quine B ilin g u a lism ", M in d , l x x i , 1972. La crítica m á s lúcida todavía es la de J o h n M. D olan e n "A N ote on Quine Theory of Radi­ cal Translation", M ech a n ica l T ra n sla tio n and Computer Lingustics, x, 1967. Dolan se p ro p o n e m o s tr a r a tra v é s de un riguroso análisis de las premisas de Q uine “ q u e la te o ría es, en el m ejor de los casos, una explicación incom pleta, y a sí, n o se sigue del análisis proyectado para apoyarla". La c rític a d e D olan y su sugerencia de que sus argumenta­ ciones socavan a lg u n a s d e la s retice n c ia s de Quine a propósito de la distinción en tre a n a lític o y sin té tic o , son impresionantes. Pero, según creo, sólo ayudan a c o n s o lid a r los elem entos "empírico-descriptívos" o “empírico-intuitivos” del m o d e lo d e Quine. Este último todavía pa­ rece explicar m u ch o m á s sa tisfa c to ria m e n te que cualquier otro mo­ delo propuesto la in d e te rm in a c ió n en la traducción de frases de "oca­ sión no observacional", a s í co m o las conform idades reales observadas en las hipótesis a n a lític a s , tá c ita s , d e hablantes bilingües. En una pala­ bra, las refutaciones d e D olan vuelven aú n m á s gráfica la situación antropológico-lingüística que Q uine plantea. El tratamiento crítico hecho por M ichael D u m m e tt d e la explicación de Quine sobre la inde­ terminación, que se h a lla e n F r e g e : Philosophy of Language, Londres, 1973, pp. 612423 a p a re c ió d e m a sia d o ta rd e para que yo pudiese sacar partido de ella. Sólo lla m a r é la aten ció n sobre la crucial observación de Dummett (p. 617) se g ú n la c u a l n o hay en el modelo de Quine de la multiplicidad d e tra d u c c io n e s diferentes posibles, nada que nos pueda impedir a d s c rib ir e s ta "ev id en te incompatibilidad a la equivoca­ ción". Es éste, e x a c ta m e n te , el p u n to que he intentado demostrar. Pero lo que so rp ren d e a D u m m e tt y a o tros críticos profesionales de Quine, sin duda a j u s to títu lo , com o u n a falla del sistema, me parece ser un aspecto del re a lis m o y d e la perspicacia psicológica de la expo­ sición de Quine.

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trem as pero escapan a to d o sistem a. Al igual que las mutaciones en el m ejoram iento d e la especie, las grandes traducciónes parecen ten er al azar p o r necesidad. La lógica es posteriora los hechos. No se tra ta de u n a ciencia sino d e un arte exacto. Aportaré algunos ejem plos.

V. EL DESPLAZAM IENTO HERMENÉUTICA

1 El desplazamiento herm enéutico, el acto de esclarecer, tras­ ladar y anexar la significación, consta de cuatro aspectos. Se parte de una confianza in ic ia l; de una convicción apoyada en la experiencia an terio r, pero epistemológicamente frágil y psi­ cológicamente rie sg o sa ; con un dar crédito a la significación total; a la "seried ad " del texto propuesto o, para hablar con rigor, adverso. A venturam os un salto al frente: concedemos, de entrada, que " hay algo allí" que debe comprenderse; que el traslado no será vacuo. Todo entender y, con mayor razón el aserto dem ostrativo de hab er entendido qué es la traduc­ ción, se inicia con u n acto de confianza. Confianza, por lo común, inm ediata y espontánea, pero no por ello menos compleja en su fu n d am en to . Constituye una convención ope­ rativa, derivada de u n a secuencia de hipótesis fenomenológicas sobre la coherencia del m u n d o ; sobre la presencia de la significación en sistem as sem ánticos muy diversos y, quizá, antitéticos en lo fo rm al, so b re la validez de la analogía y la semejanza. La g en ero sid ad radical del traductor (“Concedo de antemano que debe de h ab er algo allí"), su confianza en la "otra" m anera de decir, aú n no evaluada ni explorada, concentran en g rad o filosóficam ente abrumador la propen­ sión del hom bre a c o n sid e ra r el m undo como algo simbólico; como un todo co n stitu id o de relaciones en las que “esto” puede equivaler a "aq u ello ", y en el que debe de ser así, efec­ tivamente, tiene que h a b e r significaciones y estructuras. Pero la confianza n o se o to rg a nunca de una vez por todas. Se ve traicionada, triv ialm en te, por lo incoherente; por el descubrimiento de que " n o h ay nada allí" que pueda tradu­ cirse y esclarecerse. Las rim as sin sentido, la poésie concréte, la glosolalia, son in tra d u c ib les porque están vacías de men­ saje léxico, o delib erad am en te privadas de significación. Sin embargo, la confianza tam bién se pone a prueba, con mayor o menor rigor, en la ru tin a cotidiana del aprendizaje de una lengua y en la trad u cció n (d o s procesos, por otra parte, ínti­ mamente relacionados e n tre sí). " ¡Esto no quiere decir nada!", exclama el n iñ o exasperado ante su manual de latín, o el principalmente fre n te a su m étodo Berlitz. Se trata de 339

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una sensación que casi llega a s e r tá c til; la sensación de enf rentarse a un espacio e n b la n c o : a u n a superficie inclinada y resbaladiza que no ofrece n in g ú n asidero. La emulación, ese oficioso testim o n io de los precedentes ("Oíros han logrado tra d u c ir este p asaje an tes que tú " ) , nos incita a seguir en la tarea. Pero el o to rg a m ie n to d e la confianza sigue siendo ontológicam ente esp o n tán eo , y se an ticip a a la prueba de la posibilidad de tra d u c ir, p asan d o a m enudo por un largo y ard u o abism o (com o dice W a lte r B enjam ín, hay textosque serán trad u cid o s sólo "d esp u é s d e n o s o tro s " ) . Al poner manos a la obra, el tra d u c to r debe a p o s ta r a la coherencia; a la plenitud sim bólica del m u n d o . E n consecuencia, se vuelve vulnerable, aunque so lam en te en los casos extremos y en el confín teórico, a dos riesg o s m etafísico s interrelacionados dialécticam ente y que se d e te rm in a n u n o al otro. Acaso descubra que "cu alq u ier co sa" o " casi cualquier cosa" puede significar " todo". Es el v értig o del encadenam iento analógico o m etafórico a u to in d u c id o que ab ru m ab a a los exégetas m edievales. O bien, p u ed e a d v e r tir que "n o hay nada allí" que pueda divorciarse de s u fo rm a au tó n o m a ; que toda sig­ nificación digna de s e r ex p re sa d a es u n a m ónada, que no ca­ brá en ningún m olde. E n la C ábala (m á s adelante trataré el tem a) se especula que a lg ú n d ía la s palabras se sacudirán "el peso de te n e r que sig n ific a r a lg o ", p ara llegar a ser sólo ellas m ism as, lisas y llen as c o m o la pied ra. A la confianza, su ced e la ag re sió n . E n su segundo despla­ zam iento, el tra d u c to r e n tr a e n u n a etap a de incursión y ex­ tracción. E l an á lisis a q u í p e rtin e n te es el de Heidegger, cuan­ do enfoca n u e s tra a te n c ió n e n la com prensión como acto, en el acceso (q u e es p o r d efin ic ió n anexión, y por tanto violen­ c ia ), que v a d e E r k e n n tn is a D asein. Da -sein, la "cosa sitúad a a llí", " la cosa q u e e x iste p o rq u e e s tá allí", sólo alcanza su a u té n tic o s e r cu a n d o se c o m p r e n d e ; es decir, cuando se tra­ duce.1 E l p o stu la d o seg ú n el c u a l to d o conocimiento implica agresión, y to d a p ro p o sició n , u n a in c u rsió n en el mundo, es, p o r su p u esto , h eg elian o . P e ro d ebem os a Heidegger haber d e m o stra d o que c o m p re n sió n , id en tificac ió n e interpretación co n stitu y en u n m o d o d e a ta q u e u n ific a d o e insoslayable. La afirm ació n de H eid eg g er, d e q u e la com prensión no es mate­ ria d e m éto d o , sin o d e m o d a lid a d p rim aria del ser; de que " s e r equivale a c o m p re n d e r el s e r o tro " , puede matizarse con 1 "E x isten ce e t h e rm e n é u tiq u e " , d e P a u l Ricoeur, e n : Le Conflitdes in terprétations, P arís, 1969,

el más modesto y d irecto axiom a, según el cual todo acto de comprensión debe apropiarse o tra entidad (traducimos al [español... f r a n c é s ...] ) . La comprensión, como sugiere la etimología, "com prende", no sólo cognoscitivamente, sino también por circunscripción e ingestión. En el caso de la tra­ ducción de u n a lengua a o tra , esta maniobra de compren­ sión implica explícitam ente invasión y explotación exhausti­ vas. San Jerónim o d a u n a im agen célebre de la significación que logra hacer cau tiv a el trad u cto r. "Rompemos" un códi­ go: el descifram iento es disección; se ha roto la concha y los órganos vitales aparecen a la vista. Todo escolar, como el traductor em inente conoce las variaciones de presencia sustantiva que aco m p añ an a u n ejercicio de traducción arduo, o en exceso p ro lo n g a d o : el tex to en la otra lengua se vuelve, por decirlo así, m ás d e lg a d o ; la luz parece atravesar sin difi­ cultad sus ya a flo ja d a s fib ras. En un momento mágico se disipa la resistencia d e la "a lte rid a d " hostil o seductora. Or­ tega y Gasset se re fie re a la tristeza del traductor que ha fracasado. P ero ta m b ién se d a u n a tristeza que lo embarga después del é x ito ; la tristitia de San Agustín, posterior a esos actos gem elos que so n la posesión erótica y la posesión intelectual. El traductor in v ad e, e x tra e , y " tra e a casa". El símil per­ fecto es el de u n a m in a ab ierta que deja en el paisaje sus cicatrices desoladas. C om o verem os, este despojo es ilusorio, o sólo el signo de u n a tra d u c c ió n falsa. Pero digámoslo una vez más: com o en e l c a so d e la confianza del traductor, exis­ ten casos lim ítrofes au té n tic o s. Ciertos textos o géneros se han agotado p o r la tra d u c c ió n . Y, lo que resulta mucho más interesante, o tro s h a n sa lid o s in vida de una transfiguración, de una penetración y anexión, de un traslado y apropiación, que amplifican el o rig in a l y le im ponen m ás orden y encanto estético. Hay te x to s o rig in ales que ya nadie lee, porque la traducción es d e m a g n itu d superior a lo traducido; por ejemplo, los so n eto s de Louise Labé, después del Umdichtung, de Rilke. V olveré a tr a ta r esta paradoja de la traición por magnificación. La tercera fase o te rc e r desplazam iento, es incorporación, en el sentido fu e rte d e la p alab ra. La importación de la sig­ nificación y de la f o r m a ; el p aso a la corporeidad, no se ha­ cen en el vacío, n i al vacío. E l cam po semántico de la lengua del traductor tie n e u n a existencia previa y rotunda. La gama de m atices d e asim ilacio n es y localizaciones del mate-

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rial nuevamente adquirido es infinita, y va de la domesticación completa, del sen tid o íntim o del terruño que la tradición adscribe, por ejem plo, a la Biblia de L utero o al Plutarco de North, hasta la estrañ eza p erm anente y la marginalidad de un artefacto como el E ugene Onegin "en inglés" de Nabokov. Pero cualquiera que sea el g ra d o de "naturalización", el acto de importación es capaz de d islo car o de reacomodar toda la estru ctu ra del original. La fórm ula de Heidegger: “somos lo que entendem os s e r”, im plica que nuestro propio ser es modificado p o r cada su ceso de apropiación-comprensión. Ninguna lengua, ningún sistem a simbólico tradicional, ningún grupo cultural, im p o rta elem entos ajenas sin correr el riesgo de transform arse. Aquí se presentan dos familias de m etáforas, probablem ente e m p a re n ta d a s: la de la com u n i ó n sacram ental o en carn ació n , y la de la infección. Los valores increm entados d e la com unión giran en torno del estado m oral y esp iritu al del recep to r. Aunque haya agre­ sión y, en cie rto nivel, d estru cció n , cada vez que se descifra existen diferencias en el m o tiv o de la apropiación y en el contexto de " tra e r a casa". C u an d o la m atriz nativa está desorientada o es in m a d u ra , la im p o rtació n no es fuente de enriquecim iento, ni e n c u e n tra a lo ja m ie n to digno de ella. No genera una respuesta in te g ra l, s in o u n a m area mímica: pien­ so en el neoclasicism o fran cés, e n su s versiones noreuropeas, alem anas y ru sas. P ueden d a rs e co n tag io s de facilidad dis­ paradas por la im p o rtació n d e m a te ria le s antiguos o extran­ jero s. El organism o a m e n a z a d o reaccio n ará al poco tiempo esforzándose p o r n e u tra liz a r o e x p u lsa r el cuerpo extraño. E s posible c o n sid e ra r u n a g ra n p a rte del romanticismo euro­ peo com o una re sp u esta a e s ta clase de infección; como la ten tativ a de em b arg o a u n a p lé to ra de mercaderías extrasje ra s y, en p a rtic u la r, del sig lo x v ii i francés. Cada jerigonza, cada lingua franca ilu s tra la am b ició n de salvaguardar una porción de la lengua n a tiv a , y el fracaso ante una invasión lingüística refo rz ad a p o r la situ a c ió n política y económica. La dialéctica de la in clu sió n , de la incorporación, trae consi­ go la posib ilid ad d e q u e n o s expo n g am o s a ser devorados. Volvemos a e n c o n tra r e s ta d ialéctica en el plano de la sen­ sibilidad in d iv id u al. La s tra d u c c io n e s aum entan las disponi­ b ilid ad es; g racias a e lla s, lleg am o s a e n c a rn a r otras fuerzas, o tro s recursos afectiv o s. P e ro p odem os vernos superados y dism in u id o s p o r lo q u e h e m o s im p o rtad o . Hay traductores en quienes se a g o ta la v e n a de la creació n original personal,

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McKenna refiere que Plotino virtualmente le sumergía el ser,cuerpo y alm a. Algunos escritores han dejado de traducir, a veces dem asiado tard e, porque la voz inhalada del texto extranjero ha llegado a sofocarles la voz propia. Corroídas por el im pacto voraz de una asimilación prematura e indigerible, las sociedades cuyos rituales y símbolos tienen epistemologías ero sio n ad as p o r el tiempo, pueden perder el equilibrio y llegar a p erd er la fe en su propia identidad. El ejemplo de Nueva G uinea, donde los indígenas se entregan al culto de los aviones de carga y veneran todas las mercan­ cías llevadas por los aviones, proporciona una imagen rami­ ficada, inquietante p o r su exactitud, de los riesgos de la traducción. Todo ello es sólo o tra m anera de decir que el desplaza­ miento herm enéutico es peligrosam ente inacabado; que es peligroso en la m ed id a en que falte su cuarta etapa: la vuelta de pistón, por así decirlo, que com pleta el ciclo. El impulso apriorístico de la confianza nos desequilibra. Nos "inclina­ mos" hacia el tex to que tenem os enfrente. No hay traductor que no haya sentido e sta inclinación del cuerpo, esta tensión apuntada a su objetivo. Luego, rodeam os e invadimos cog­ noscitivamente. V olvem os a casa cargados, de nuevo en po­ sición inestable, después de h ab er ro to e l equilibrio del siste­ ma todo, sustrayendo de la " o tra " lengua y sumando, a veces con ambiguas consecuencias, a la propia. Vacilante, el siste­ ma apenas se so stien e después de eso. Es menester que el acto hermenéutico establezca alguna compensación. Si se desea auténtico, ta l a c to debe m ediar en el intercambio y en la paridad restau rad a. La actualización d e la reciprocidad que restaura el equili­ brio es el m eollo del oficio de la traducción y de su moral. Pero no es fácil h a b la r d e ello en abstracto. El "rapto" que efectúa el tra d u c to r a l ap o d erarse de un texto —la raíz y el sentido de la palabra, p o r supuesto, remiten a un transporte violento—, deja en el o rig in al residuos dialécticamente enig­ máticos. No cabe d u d a d e que hay todo un aspecto de pér­ dida, de ru p tu ra ; de ah í, ya lo hem os visto, el miedo a la traducción, los tab ú es im p u esto s a la exportación reveladora, de que se rodean las fó rm u la s, textos sagrados y los nombres rituales en m uchas c u ltu ra s. Pero el residuo tiene también un lado decisivam ente positivo. La obra traducida se ve real­ z a da,y ello en diversos niveles bastante obvios. Al ser metó­ dico y analítico, y p ro c ed e r p o r penetración y enumeración,

el proceso de la tra d u c c ió n , c o m o to d o s lo s modos de comprensión finam ente e n fo c a d o s a u n o b je to , d etalla, ilumina y en general, da m ás c u e rp o a s u o b je to . L a sobredeterminación que tra e consigo la in te r p r e ta c ió n es, p o r naturaleza, in flacionaria: p ro clam a q u e " a q u í h a y m á s d e lo que se descubre a prim era v i s t a " ; q u e " la c o n c o r d a n c ia entre el contenido y la form a e je c u ta n te e s m u c h o m á s ín tim a , mucho más sutil de lo que había tra s lu c id o la o b s e rv a c ió n , hasta ahora". Incluir un texto-fuente e n la c a te g o r ía d e la s obras que merecen traducirse, eq u iv ale a c o n f e r ir le u n a d ig n id a d inmediata, y a involucrarlo en u n a d in á m ic a d e m agnificación (sujeta por supuesto, a p o s te rio r re v is ió n , y , q u iz á , h a sta a destitución. El desplazam iento d e la tr a n s f e r e n c ia y de la paráfra­ sis acrece la e s ta tu ra del o r ig in a l. H is tó ric a m e n te , en términos de su co n tex to c u ltu ra l y d e s u p ú b lico potencial, el texto-fuente ha g an ad o p r e s tig io . P e r o e s te acrecentamiento acusa una perspectiva e x is te n c ia l m á s im p o rta n te . Las relaciones de un tex to con s u s tr a d u c c io n e s , im itaciones, vari antes tem áticas y a u n c o n s u s p a r o d ia s , s o n ta n ta s y tan distintas, que n o se p re s ta n a u n s o lo e s q u e m a teórico capaz de definirlas a to d as. E n g lo b a n to d o el p ro b le m a de la significación de la sig n ificació n a tr a v é s d e l tie m p o , que a su vez abarca el de la e x iste n c ia y d e la s c o n se c u e n c ia s del hecho lingüístico, fu e ra de su f o r m a in ic ia l, esp ecífica. Pero resulta indiscutible que el eco e n r iq u e c e ; q u e e s alg o m ás que som­ bra o sim ulacro in e rte . Y v o lv e m o s a s í a l tem a del espejo que no sólo refleja, sin o q u e ta m b ié n g e n e ra luz. El texto ori­ ginal saca buen p a rtid o d e la s r e la c io n e s d e orden y de las distancias d iv ersas q u e se e s ta b le c e n e n tr e él mismo y sus traducciones. La re c ip ro c id a d e s d i a l é c t i c a : la distancia y la contigüidad d e te rm in a n e i n a u g u r a n " f o r m a to s " de significación. Algunas tra d u c c io n e s n o s a le ja n d el cuadro; otras, m uestran al lienzo en p r im e r p la n o . Así ocurre, in c lu so , y q u iz á s o b r e to d o cuando la traduc­ ción es sólo en p a rte c o m p e te n te . L a s deficiencias del tra­ d u cto r (d a ré a lg u n o s e je m p lo s f r e c u e n te s ) a ísla n ; proyectan como sobre u n a p a n ta lla , lo s n u d o s d e vitalidad resisten­ tes; los c en tro s o p aco s d e l g e n io e s p e c ífic o manifiesto en el original. Hegel y H e id e g g e r p o s tu la n q u e el s e r sólo se define a sí m ism o c u a n d o in v o lu c ra a o t r o s e r. E n el caso del lenguaje, que puede f u n c io n a r e n e l p la n o d e la fonética y en el de la gram ática d e n tr o d e s u s p ro p io s lím ite s de diferencia­ ción diacrítica, e s to e s v e r d a d s ó lo e n p a rte . Pero se verifica

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pragmáticamente en todas las manifestaciones formales y ex­ presivas que no son rudim entarias. La existencia en el mar­ co de la historia, la aspiración a una identidad reconocible separada (estilo), se basan en las relaciones con otras estruc­ turas articuladas. La traducción es la más gráfica de tales relaciones. Como quiera que sea, hay desequilibrios. El traductor ha echado mano de dem asiadas cosas —ha abultado, bordado, forrado la lectura— ; o bien de demasiado pocas —ha rasa­ do, suprimido y redondeado las esquinas que le parecieron demasiado ásperas. Un flujo y reflujo de energía se ha pre­ cipitado de la fuente al receptor, y viceversa, alterando los armónicos, los sobretonos de todo el sistema. Charles Péguy formula de una vez p o r todas el problema del daño inevita­ ble, en su crítica a las traducciones que de Sófocles hizo Leconte de Lisle : “ce que la réalité nous enseigne impitoya­ blement et sans aucune exception, c'est que toute opération de cet ordre, to u te opération de déplacement, sans aucune exception, entraine im pitoyablem ent et irrévocablement une déperdition, une altération, et que cette déperdition, cette altération est to u jo u m s considerable".2 [“Lo que la realidad nos enseña, im placable e irrevocablemente, es que toda opera­ ción de este o rd e n ; to d a operación de desplazamiento, sin ninguna excepción, tra e consigo, despiadada e irrevocable­ mente una pérdida; u n a alteración, y que esa pérdida, esa al­ teración, es siem pre considerable." ] Por ello, la auténtica traducción ten d erá a igualar, aunque las etapas de la media­ ción sean largas y oblicuas. Cuando queda por debajo del original, la traducción digna de ese nombre subraya las vir­ tudes intrínsecas del original: así, las debilidades de Voss se distribuyen en su H om ero en centros de gravedad por demás característicos pero la tran sp aren te probidad de esas insufi­ ciencias fugaces realza las tensiones e intensidades del texto griego. Cuando sobrepasa al original, la verdadera traduc­ ción permite d ed u cir que el texto-fuente encierra un poten­ cial de reservas esenciales, de las que no es consciente ni él mismo. No es o tra la concepción que tiene Schleiermacher de una herm enéutica que " sabe más que el autor". (Recuér­ dese a Paul Celan trad u cien d o la Salomé de Apollinaire.) El 2 Charles Péguy, "Les S upliants parallèles" en Oeuvres en prose 1898-1908, París, 1959, i, p. 890. E ste análisis del arte de la traducción Poética apareció por prim era vez en diciembre de 1905. Cf. Simone Fraisse, Péguy et le m onde antique, Paris, 1973, pp. 146-159.

ideal, nunca alcanzado, es la sim e tría absoluta; la repetición, la pregunta p lan tead a u n a vez m ás y que, sin embargo, no es tautología. N o ex iste u n " d o b le " tan perfecto. Pero a través del ideal se rev ela la exigencia d e igualdad en el proceso herm e néutico. Me parece que sólo a s í s e puede asig n a r un sentido tangíble a la noción clave de " fid e lid a d " . La fidelidad no es literalism o, ni p ro ced im ien to técnico p ara transm itir el "espiritu ". Como hem os d e sc u b ie rto repetidam ente en nuestros análisis de la trad u cció n , to d a la form ulación es irremediablem ente vaga. El tra d u c to r, el exégeta, el lector, sólo es fiel a su te x to ; sólo tien e reacciones fidedignas y responsables, cuando se em peña en e sta b le c e r el equilibrio de las fuerzas; de la presencia in teg ral, q ue su com prensión apropiativa ha desquiciado. La fid e lid ad es ética, pero también, en la acep­ ción plena de la p alab ra, económ ica. A fuerza de tacto (y él tacto, m ultiplicado, se c o n v ie rte en visión moral), el traductor-intérprete crea u n a situ a c ió n de intercam bio significante. Las flechas de la sig n ificación, del enriquecimiento cultural y psicológico, a p u n ta n e n am b as direcciones. En la situación ideal, este in tercam b io o c u rre sin p érdida. A este respecto, la traducción puede c o n s id e ra rse u n a negación de la entropía; el orden se co n serv a e n am b o s extrem os del ciclo; en la fuente y en el receptor. A quí, el m od elo general es el que propone la anthropologie str u c tu ra le d e Lévi-Strauss, según el cual las e stru c tu ra s so ciales en say an un equilibrio dinámi­ co m ediante el in te rc a m b io d e p alab ras, mujeres y bienes. Toda cap tu ra de u n re h é n ex ig e u n a compensación futura; la palabra su scita u n a re s p u e s ta ; la exogam ia y la endoga­ m ia rep resen tan m ec an ism o s de transferencia equilibrante. E n tre las d iversas c a te g o ría s de intercam bio semántico, la trad u cció n se rev ela u n a vez m á s com o el ejemplo más grá­ fico y m ás ra d ic a lm e n te e q u ita tiv o . E l traductor debe dar cuenta, ta n to d e la m o v ilid a d com o de la estabilidad de las fuerzas significantes, e n el p la n o diacrònico y en el sincróni­ co. La trad u cció n , n o sólo e n se n tid o figurado, se lee, como los libros de c o n ta b ilid a d , d e doble p a rtid a : las columnas deben co rresp o n d erse e n el n iv el d e la form a, y en el de la m oral. E sta visión d e la tra d u c c ió n com o herm enéutica del impul­ so confiable ( élancem e n t ) d e la penetración, de la búsqueda de d a r fo rm a y de la re s titu c ió n , nos p erm ite superar el modelo estéril, la tría d a q u e h a d o m in a d o toda la historia y la

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teoría del tem a. L a eterna distinción entre literalismo, pará­ frasis e imitación libre, se revela mera contingencia. Carece del fu n damento filosófico y de precisión. Pasa por alto el hecho clave de que u n a h ermeneia de cuatro fases —empleo el término con que A ristóteles designa un discurso, que sólo tiene significación porque interpreta— , es indisociable, en la práctica y en el concepto, h asta en los rudimentos mismos de la traducción. Aunque la nieguen, los libros bilingües de conversación y los manuales para principiantes están llenos de profundidad inmediata. Traduzcam os literalm en te: J'aime la natation (del Collins French Phrase B o o k, 1962). Palabra por palabra: Yo amo la natación ( 'I love natation '), frase que es ligeramente excéntrica aunque previsiblem ente, S ir Thomas Browne em­ pleó esta palabra inglesa, natation, en 1646. "Me gusta ir a nadar" (para o m itir el m olesto problema de la diferencia en el énfasis que existe e n tre aim er y like)."Swim m ing" ya aparerece en el B e o w u lf; la raíz es la voz indoeuropea swem, que significa m ovim iento general, en galés y lituano. Nager es muy diferente: a trav és del francés antiguo y del provenzal, hay un vínculo evidente con navigare; con lo que es "náutico" en el avance y el gobierno de u n barco. El libro de conversa­ ción propone: je veu x aller á la písem e. "Swmming-pool" no es del todo piscine. E sta ú ltim a era un estanque romano para peces; como nager, codifica el artificio disciplinado, y es la interposición del o rd en clásico antes del movimiento espon­ táneo. "I want to g o . . . " / j e veux alle r . . . "Want" es, en última instancia, u n a voz del antig u o noruego que designa "falta" o "n ecesid ad "; se tra ta del repertorio vivido de las privaciones. E n w a n t, el se n tid o de " desear" ocupa el quinto lugar entre las acepciones que tiene la palabra en el Oxford English Dictionary. V o u lo ir es de esa gran familia de pala­ bras, derivada de la raíz sán sc rita var, que significa volición, propósito concentrado en u n solo objetivo; es una anticipa­ ción de will, su p arien te. E l m an u al de conversación tiene una conciencia incóm oda d e esta profunda diferencia. I want no debería traducirse je veu x . E n francés, esta es una forma muy fuerte; y cuando se u tiliza p ara expresar un deseo, crea la desafortunada im presión de que se da una orden brusca y perentoria; no de que se h ace u n a solicitud cortés. Pero no se trata en lo fu n d am en tal de u n a diferencia de grado en la exigencia. W ant, com o S hakespeare deja ver casi siempre, apresa hueco, ausencia, necesidad. E n francés, esta región

sem ántica e s ta ría c ir c u n s c r ita p o r b e s o in , manque, y carence. Pero j'ai besoin d ’a lle r n a g e r d e s e n to n a d e inm ediato oresulta vagam ente te ra p é u tic a . " I t lo o ks lik e rain ”/ le te m p s e s t à la p lu ie . Aquí no escuestión de c o n te n ta rse c o n t r a d u c i r lite ra lm e n te , o dehacer pasar las p a la b ra s u n a p o r u n a . R a in c a re c e de familia conocida fu e ra del te u tó n ic o . L a g r a m á tic a d e la frase inglesa resu lta elíp tica, y d a p o r s u p u e s to e l f u tu r o . I t vale por un conglom erado de c o n te x to s s e n s o r ia le s , q u e van, desde lo in d efiniblem ente a tm o s fé ric o , h a s t a e s o s in d ic io s más amplios que son las n u b es, lo s o lo r e s o e l a b r u p to silencio en el follaje. I t es tam b ién u n e le m e n to s in t á c ti c o ; u n miembro ambiguo, p ero in d isp e n sab le , d e la f r a s e . A u n q u e looks like sólo tiene algo d e v isu al p o r m e r a c a s u a lid a d ; u n conjunto de fenóm enos crea la e x p e c ta tiv a d e q u e h a b r á lluvia. La frase hecha pone en ju eg o to d a u n a m a q u in a r ia d e pronósticos inciertos, y de p ro b a b ilid a d e s f u n d a d a s e n la costumbre. La co n trap arte fra n c e sa — lo s m a n u a le s d e conversación tienden a ser m elin d ro so s y a r c a ic o s — e s d e u n a d en sid a d semántica com parable. D e jan d o a p a r te la c o s m o g o n ía — no es otra cosa­ que hace del tiem p o q u e t r a n s c u r r e , u n h o m ó lo g o del tiempo que hace, sigue en p ie e l e n ig m a g r a m a tic a l d e être à la pluie. Es un h erm o so e je m p lo d e c o n tr a c c ió n : l a expresión idiomà­ tica elim ina las e ta p a s i n t e r m e d i a s d e la h ip ó te sis : "el tiempo es tal, que lleva a p e n s a r q u e . . . " ; e s t à e n c ie rra un razonam iento p o r d em ás d e n s o s o b r e la p r o x im id a d del fenómeno; casi com o si d ijé ra m o s " la s m a n e c illa s d e l re lo j están en..." Pero el e x tra ñ o g iro q u e e v o c a la " p o s e s ió n " (el tiempo-dura­ ción/tiem po-clim a c o n v e r tid o e n p r o p ie d a d de la lluvia, como en ceci e st à m o i) so b re v iv e , a u n q u e s ó lo se a com o vestigio. A esa evocación la r e s p a ld a e l h e c h o d e q u e pluie no es sólo o p rin cip alm en te ra in , s in o p lu v ia . L a p a la b ra latina posee una carga fig u ra tiv a q u e s e a c o m o d a a la posesión. El comple jo en su to ta lid a d e s t á c a r g a d o d e a m e n a z a s. Faire la pluie e t le beau tem p s es, c o m o S a in t- S im o n o e l Cardenal deR etz bien sabían, d e te r m in a r la f o r t u n a e n lo s a su n to s de Estado. “R ain" n o s em p a p a ( s o a k s u s ) " to th è s k in " [ hasta la piel], m ien tras q u e la p lu ie c a la j u s q u 'a u x o s [ h a s ta los huesos]. La p erso n ificació n r o m a n a , c o n f a u c e s d e caverna, como en u n a fu e n te b a rro c a , e s tá l a t e n t e e n la palabra pluie. Los m itólogos lite ra lis ta s q u e c r e a r o n e l c a le n d a rio jacobino lo sabían m u y b ie n , c u a n d o n o m b r a r o n P lu v iose [Pluvioso] al m es que a b a rc a del 20 d e e n e r o a l 19 d e febrero. No sé pre-

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cisamente cómo, pero estas diferencias en el carácter de la presencia se relacionan con las asombrosas diferencias que hay en los tiempos verbales. P a ra saber si lloverá, los angloparlantes escuchamos el w eather forecast [pronóstico del tiempo] ; el francés escucha el Bulletin météorologique. Los Bulletins son retrospectivos en esencia; en ellos puede haber panegíricos y m entiras (N apoleón y los Boletines del Gran Ejército), pero no augurios. P o r ello, el grado de certidumbre que presenta un B u lletin n o tiene nada que ver con el del "forecast". Le tem ps est à la pluie rezum a una adhesión resig­ nada, y al mismo tiem po su tilm en te dócil, que se encuentra del todo ausente en la efím era clarividencia de it looks like rain. Las masas se reparten de m o d o distinto. Eso es lo que per­ mite a Verlaine ju g a r con, y co n tra la trivialidad, cuando pone al verso de R im baud II pleut doucement sur la ville como epígrafe a esto s versos, enigm áticam ente desolados : I l p le u r e d a n s m o n c œ u r C o m m e il p le u t s u r la ville. [llanto en m i c o ra z ó n / y llu v ia e n l a c iu d a d ] (T rad . E nrique Diez-Canedo.) "llueve s o b re la c iu d a d " , "llueve en la c iu d a d " , " c a e la llu v ia ’', to d as son falsas p e ro ¿ p o r q u é ?

Dos Kind ist u n ter die R ä der gekom m en. Aunque dé la idea de un percance violento, probablem ente repentino, y aunque apunte a la com unicación in m ed iata, esta frase alemana re­ presenta un giro de fa ta lid a d relativam ente complejo. The child has been ru n over, el equivalente que propone el manual "Enséñese a sí m ism o", d ista m ucho de transm itir el cauto desapasionamiento del o rig in al. E n esta expresión alemana, las ruedas tienen sin d u d a el derecho de paso; el niño se las ha arreglado para in te rru m p ir un curso perfectamente legal. La gramática p resen ta sus excusas a un lado, mientras acusa al otro: Das R ad es sin tácticam en te neutro, el verbo está en voz pasiva, y am bos deslizan el peso de la culpa hacia el niño. Las ruedas no son culpables de p a sa r por "encima de él" ; es el niño quien se h a " p u e sto b a jo ellas". La nota de censura implícita es todavía m ás c la ra en L ’enfant s'est fait écraser, es aún más fu erte la c en su ra im plícita. En cuanto uno pro-

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cu ra una sencilla eq u iv alen cia e n in g lés, se suscitan ideas de voluntad. En francés, la e x p resió n id io m à tic a no es tan burda. Pero el m atiz in c rim in a d o r su b siste , y a c a so sea algo másque un matiz. E sto se debe a q u e se fa ire, a ñ a d id o a un infinitivo, puede funcionar com o u n a esp ecie d e voz pasiva, sin perder del todo la noción su b y a c e n te d e acció n deliberada. Porrazones que podrían p e rd e rse e n la n o c h e d e los tiempos o enel Código Civil, las ex p resio n es a le m a n a y francesa evocan la posición del cochero o del c o n d u c to r. Aquí la frase inglesa resulta escrupulosam ente e q u ita tiv a . Lo cu a l quiere decir que no hay una ex acta c o n tra p a rte p o sib le. Es bien sabido que la a u s e n c ia del a rtíc u lo en ruso puede provocar am bigüedades o p lu ra lid a d e s q u e el inglés omite o desarrolla con ay u d a d e la p a r á fr a s is expansiva. Pero el problema se p lantea con la m is m a in te n s id a d cuando se trata del francés. Un buen e je m p lo e s el p a s a je d e Génesis I :3:F iat lux. E t facta e st lu x , e s u n a se c u e n c ia que se graba en la m emoria. La te x tu ra fo n é tic a y la a p a rie n c ia gramatical anuncian un fenóm eno a b ru m a d o r, p e ro perfectam ente evidente; la m anera en que H ay d n m u sic a liz a la fra s e en el oratorio La Creación com unica con e x a c titu d e se e fecto de suprema lla­ neza. La trad u cció n ita lia n a , S ia lu c e . E f u luce, se contenta con cinco palabras, en vez d e la s seis d el original, y es, en consecuencia, m u ch o m á s la p id a ria . P e ro la sibilante inicial, la suavidad de la c, la im p o rta n c ia a c o rd a d a al género en luce, donde lu x, en la tín , fu e n o m b re m asculino por lo menos durante buena p a rte d e s u h is to r ia , fem in iza y musicaliza el tono im perativo de la V u lg ata. E s w e r d e Licht. Und es ward Licht concuerda p e rfe c ta m e n te c o n el la tín , salvo en un punto. Es resulta in d isp en sab le, p o r in c ie r to q u e sea su lugar en la sem ántica. W erde L ich t d a r ía u n a id e a falsa del sentido y de la tonalidad de la fra s e d el C re a d o r. E s garantiza el misterio de una creación a p a r tir d e la n a d a . “L e t there be light:and there w as lig h t " en la A u th o r iz e d V e rsió n , o bien “‘Let there be light', an d th ere w a s lig h t" e n la N e w English Bible, son desarrollos a p a r tir del la tín . H a y o ch o palabras en vez de seis. Y la p u n tu ac ió n se a lig e ra . C on la previsible intención de sugerir u n a c o n sec u en cia in m e d ia ta . P ero la desaparición del punto, y la m in ú sc u la d e “a n d ”, d estru y en el eje sobre el que se apoya la fra s e e n la tín . E n el original, la connotación de un orden cósm ico re c o rre la fra s e , m ientras que la divi­ sión en dos o racio n es b re v e s d e te rm in a u n a crecida oscilación dinám ica. Es e x a c ta m e n te lo q u e se espera: un hálito mo­

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mentáneamente c o n te n id o sobre la m area de la certidumbre absoluta. La versión fran cesa tam bién se form a con ocho palabras y en lo que se re fie re a la puntuación, opta por el término medio entre las dos v a ria n te s inglesas. Que la lumière soit; etla lumière fu t. P ero h a n cam biado muchas cosas. El latín, el italiano, el alem án , el inglés, conservan la repetición carac­ terística de la len g u a h eb rea, de la palabra axial " luz" en la cima de las frases. E n los c u a tro casos, el orden de las palabras imita de cerca la acción expresada. La "luz" ocupa el primer plano en la creació n y el orden divinos. En el texto francés, la coloración d ra m á tic a de la realización, de la des­ concertante obviedad, se d esp ren d e del verbo: depende del movimiento que va, del su b ju n tiv o so it, al perfecto fut (y es de notar que, en el nivel p u ra m e n te acústico, el efecto es con­ trari o, ya que so it re su lta m ás sonoro, y evoca mejor la armo­ nía absoluta que el co n ciso so n id o vocal de fut. Pero la diferencia esencial se m a n ifie sta en el empleo del artículo definido. " Let th ere be lig h t, a n d th e light was." Es evidente que la fuerza de la fra s e d ism inuye. E s werde das Licht. Und es ward das L icht es posible, com o n o lo es en inglés. La ex­ presión se debilita, cobra u n g iro desconcertantemente espe­ cífico e implica c ie rta s d istin cio n es como las que hubiera podido hacer P lo tin o e n tre los diversos resplandores o reful­ gencias; pero eso p u ed e p a sa r. De hecho el artículo llega a su tercera repetición e n la Biblia Alem ana; Und Gott sah, dass das Licht g u t w ar. La A u th o rize d Versión introduce el artículo en el m ism o m o m e n to : A nd God saw the Light... Pero ni el latín, n i el italia n o , ni el alem án, ni el inglés, tole­ ran el artículo c u a n d o e x p resan el fia t de Dios y su primigenia hazaña. En la v ersió n fran cesa, se distingue nítidamente. La sintaxis de la D eidad y del acontecim iento producen de con­ cierto un efecto d e eq u ilib rio , de igualdad, antes que de gran­ deza tautológica. El a rtíc u lo d efinido postula que la esencia conceptual precede al fenóm eno. Que la lumière soit tiene una "intelectualidad"3 que e stá ta n ausente del obtuso impera­ tivo del Fiat lux com o d e la proxim idad natural que hallamos 8 Mario W andruzska, "D rü ck t sich dari n eine besondere Schweise aus, eine besondere geistige A uffasung d er Dinge, die gewissermassen den Begriff des L ichts schon v o r dem ersten Schöpfungstag voraus setz, eine besondere fran zös iche In tellektualitä t, die von Anfang (an jede Ersheinung schon a u f ib ren B egriff zurückbezicht?", Sprachen: Vergleichbar und U nvergteichbar, Munich, 1969, p. 187. Cf ., también Henri Meschonnic, Pour la P oétique II, París, 1973, pp. 436-453.

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en “Let th ere be lig h t" . (D e o t r a p a r te , Q u e lum ière soi sólo podría s e r u n a p a ro d ia in ic u a d e C la u d e l.) T odo esto no pasa de ser la cru d a a p ro x im a c ió n a u n a te o r ía de la diferencia esencial y m últiple. " T h e r e w a s lig h t th e r e " se opone a"ther was a lig h t th ere" p o r la d im e n s ió n y e l g ra d o de generalidad disponibles; es la a u r o ra , e n c o m p a ra c ió n con una lámpara. El francés exige u n a f o rm a ú n ic a : I l y a v a it de la lumière. En francés, el fenóm eno, la a p a rie n c ia , se v e n distribuidos en categorías, y an u n ciad o s p o r m e d io d e c o n cep to s, como no lo están n ecesariam en te en in g lé s. N o e s c u estió n de recursos m ás o m enos a b u n d a n te s, s in o d e é n fa s is m etafisico. Unavez m ás, vem os que el tra s la d o p a la b r a p o r p a la b ra deterioraría un testim onio cap ital. Éstos sólo son lu g a re s c o m u n e s d e la lingüística comparada o c o n tra sta n te ; d e la e n s e ñ a n z a d e lo s idiom as, y de los hum oristas que n o s re g a la n c o n e x p re s io n e s de francés fracturado, com o La Pl u m e d e m a ta n te . S e tr a t a de esclarecer esto : lejos de s e r el m o d o d e tr a d u c c ió n m á s rudimentario y m ás evidente, la tra d u c c ió n lite r a l, la m etafrase, como la llamaba D ryden, " e l lite r a lis m o " , e s e n re a lid a d el camino menos accesible. La v e rsió n v e r d a d e r a m e n te interlineal es el fin suprem o e irre a liz a b le d e l a c to h erm e n é u tic o . A lo largo de la h isto ria, y e n v i r t u d d e s u s re a liz a c io n e s prácticas, la traducción in te rlin e al, o p a la b r a p o r p a la b ra , sólo aparece como un b u rd o p ro c e d im ie n to . P e ro , rig u ro sam en te concebida, en carn a u n a c o m p re n s ió n y re p ro d u c c ió n totales; una transparencia a b s o lu ta e n t r e la s le n g u a s que no se podría alcanzar e m p írica m e n te , y q u e , d e h a c e rlo , marcaría el re­ torno a la a rm o n ía a d á n ic a , a l u n ís o n o d el lenguaje humano. Así la pensaba W a lte r B e n ja m in a l e s c r ib ir que, en un mundo ideal, " la lite ra lid a d y la l ib e r ta d d e b e n u n irse sin esfuerzo en la trad u cció n , e n f o r m a d e v e r s ió n in te rlin e a l... La versión in terlin eal d e la s E s c r i tu r a s e s el arquetipo o el ideal de to d a tra d u cc ió n . V e r b u m e v e r b o s e ría entonces el ins­ ta n te utópico e n q u e t o d o d is c u r s o s e a d h ie re inmediatamen­ te a la sig n ificació n ( in s t a n te ló g ic o ta m b ié n en la medida en que contiene y exp lic ita a l lo g o s ) . P or su p u esto , l a p rá c tic a r e a l lo e n tie n d e de otro modo, los m anuales d e id io m a s p a r a p r in c ip ia n te s , las ediciones escolares bilingües in te rlin e a le s d e C ic e ró n o d e Jenofonte no son traducciones, sin o léx ico s, d o m in a d o s p o r e l signo de la con­ tingencia. E n ca d a p a la b r a d e la le n g u a-fu en te o lengua-objetiv o se coloca u n e q u iv a le n te e n la le n g u a receptora, sacado

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del diccionario. En el sentido estricto del término, una ver­ sión interlineal, palabra por palabra, no es sino un glosario total dispuesto en form a horizontal, en unidades discretas y que pasa por alto las reglas de la sintaxis y del orden de las palabras. En realidad, com únm ente representa un compro­ miso entre el léxico m ás llano y una especie de trasposición o elaboración, para lograr una frase aceptable: Être, To be,

ou or

n e pas not

ê tr e , to be,

c 'e st th a t is

la question the question,

sería la estricta versión interlineal. Los manuales franceses añaden là: ( c'est là la question), modificando la secuencia exacta, con objeto de lograr la corrección. En este caso, el esquema de palabra por palabra transm ite algo del movimien­ to del original, y toda, o casi toda, su significación. Cuando crece el número de las unidades verbales; cuando la gramá­ tica se complica y aparecen ambigüedades y acepciones múl­ tiples, la congruencia e n tre literalid ad y comprensión se vuel­ ve cada menos probable, estadísticam ente. Las líneas que siguen, del soliloquio de H am let, pronto hacen fracasar el traslado palabra por palabra. Estos parám etros cruciales conform an el marco en que se desarrollan los prim eros tiem pos de la historia de la traduc­ ción automática. La m áquina trad u cto ra intenta multiplicar al máximo los puntos de coincidencia entre la versión inter­ lineal palabra por p alabra y la reconstitución de la significa­ ción real. Tiene la esperanza, por así decirlo, de establecer "hileras de palabras" que conservan su sentido cuando se les yuxtapone un equivalente léxico. La máquina de traducir sólo es un diccionario que se co n su lta a sí mismo, a gran veloci­ dad. En sus versiones m ás prim itivas, la traductora automá­ tica ofrece una c o n tra p a rte léxica para todas las palabras e idiotismos del original. Los m odelos más perfeccionados ofre­ cen varias definiciones posibles, e n tre las cuales el lector de la tarjeta perforada puede elegir la más apropiada. Según la acepción herm enéutica, e ste procedim iento no constituye una traducción v erd ad era. La m áquina evalúa el contexto desde un punto de vista e stric ta m e n te estadístico: ¿Cuántas veces ha aparecido an tes la p alab ra en cuestión, en este texto particular, o en un c o n ju n to de textos similares? Y las palabras que la preceden o la sig u en inm ediatam ente, ¿tienen su equi­ valente en una de las u n id ad es alim entadas en el programa?

Pero sería erró n eo s u b e s tim a r el in te ré s y la utilidad virtuales del literalism o m a q u in al d e la traducción automática. Las categorías e sta d ístic a s y la identificación por medio de una m em oria previa fo rm a p a rte , evidentem ente, de la interpretación que pone en o bra el c e re b ro hum ano en el plano de la com prensión n o rm a l. A dem ás, buen núm ero de publicaciones científicas se p re sta a u n a trasposición léxica más o menos autom ática. " El le c to r que só lo hable una lengua, pero que sea perito en la m a te ria que h ace el objeto de la traduc­ ción, verá que, en la m a y o ría d e lo s casos, es posible evaluar a p a rtir de esa trad u cció n en b r u to , el contenido esencial del original, con m ayor e x a c titu d q u e el lego bilingüe."4 Porque los símbolos lógicos y m a te m á tic o s son " monosémicos", en la m edida de lo posible. E s d e c i r : p o rq u e no poseen sino una significación reconocida, in d e p e n d ie n te de un contexto restringido; porque un g ra n p o rc e n ta je de la nomenclatura científica, taxonóm ica y tecn o ló g ica s e en cu e n tra rigurosamente uniform ado, la tra d u cció n a u to m á tic a puede ir lejos atenién­ dose a los m edios p u ra m e n te léxicos. “ El H2O contiene dos unidades de h id rógeno p o r u n a d e oxígeno”, es el tipo de frase tautológica que, sin e m b a rg o , proporciona cierta infor­ mación. E sta expresión se tra d u c e p alab ra por palabra en una legión de lenguas, in c lu so si el glosario automático es rudim entario ( " co n tie n e " f o rm a p a r te d e u n " cajón" general que incluye "está h ech a d e " , " s e co m p o n e de", "está formado d e" ). C uanto m ás se a c e rq u e e l tra s la d o al ideal de la tauto­ logía, m ejo r e n c a ja rá , e ta p a p o r e ta p a , en un conjunto de definiciones y d eriv acio n es cu y a concatenación está fuera de duda, y ta n to m ay o res s e rá n la s probabilidades de lograr una traducción a u to m á tic a e x a c ta . P ero si bien tal carácter lineal sólo es a b so lu to en las m a te m á tic a s o en la lógica sim­ bólica, un gran n ú m e ro d e te x to s científicos, técnicos, y aun quizás com erciales, n o e s tá ta n le jo s de tal modelo. Todas estas form as de cod ificación p ro p e n d e n hacia un sistema res­ tringido de definiciones, y lim ita n p o r convención sus posi­ bilidades sem án ticas ( en u n a rtíc u lo de química, no hay 4 A. G. O ettinger, A u to m atic ( T ra n s f e r ence, Translation, Remittan­ ce, S hunting), e n : R. B ro w er ( c o m p .), O n Translation, pp. 257-258. Para una visión actu alizad a d e la s lim ita c io n e s del diccionario automático, cf. Paul L. Garvin, On M achine T ra n sla t ion, La Haya, 1972, pp. 118-123. Al com parar el tra ta m ie n to de G arvin con el propuesto por Y. BarHillel en: Can tra n sla tio n Be Mec h an iz e d ? ( Journal of SymbolicL ogic, xx. 1955, se obtiene u n a persp ectiv a g e n e ra l del cambiante clima que priva e n este cam po.

EL DESPLAZAMIENTO HERMENEUTlCO

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muchas posibilidades de que la palabra valencia signifique una ciudad, ni esa especie de tela damasquina que se utiliza para enmarcar un dosel o una colcha). En el terreno de la teoría, así como en el de la práctica, la traducción automá­ tica ha intentado superar el modelo léxico del traslado pa­ labra por palabra. Pero ese esquema tiene una función utilita­ ria de primera im portancia, y representa la adaptación moder­ na de este venerable, aunque desdeñado ejercicio de trote. Pero no es esto lo que los traductores de poesía, textos filo­ sóficos o bíblicos han pensado cuando pretendían ajustarse al literalismo. Al c o n tra rio : seguían, o aseguraban seguir, una técnica de traducción literal en nombre de un ideal de la penetración, de la sum isión, tan humilde y clara, que harían aflorar, intacta, la significación original. Lleno de abnega­ ción, el traductor sum erge la sensibilidad y el genio de su lengua materna en los del original. Cuando esta fusión llega a darse —Roy Campbell la describe al hablar de sus traduc­ ciones de San Ju a n de la Cruz—, el primer tiempo de la hermenéutica, el del im pulso de confianza inaugural, llega a dominar el conjunto. Al tra d u c to r no lo mueve el deseo de anexión y apropiación. P ro cu ra permanecer "dentro" del tex­ to-fuente. Sólo se ve a sí m ism o como un transcriptor. Pero, ¿qué sucede en la p ráctica? Recordamos que D ryden llam ó metafrase a la tosca tras­ posición literal que B en Jo n so n infligió al Ars poetica. Póstumamente publicado en 1640, el Horacio de Ben Jonson se remonta seguram ente al p rim er decenio de ese siglo. A pesar de que Timber y las conversaciones con Drummond de Hawthornden prueban h a sta qué punto estaba Jonson empapado de la poética de H oracio, no se sabe gran cosa de los fines que tenía en la m ira esa traducción, ni de los detalles de la composición. D etengám onos en un célebre pasaje del original (350-360): neo s e m p e r fe r ie t q u o d c u n q u e m inabitur arcus. verum u b i p lu ra n ite n t in ca rm ine non ego paucis o ffe n d a r m a c u lis , q u a s a u t incuria f udit aut h u m a n a p a r u m c a v it natura, quid ergo est ? ut s c rip to r s i p e c c a t id e m librarius usque, q u a m vis e s t m o n itu s , ve n ia caret; ut citharoedus rid e tu r c h o r d a q u i s e m p e r o b erra t eadem : sic m ih i q u i m u l t u m c e ssa t f it Choerilus ille, quem b is te r v e b o n u m c u m risu m iror; at ídem indignor q u a n d o q u e b o n u s d o r m itat H om erus?

[No siempre da la flecha en el blanco. P ero si en un poemalas bellezas menudean, no m e ofenden algunas fallas: la inadvertencía, la debilidad hum ana las han d e ja d o escapar. ¿Qué decir? El copista que, contra todas las ad v erten cias, no deja de caerenel mismo error, no am erita la indulgencia; así, reímos de quien, tañendo la cítara, resbala p u n tu al en la m ism a cuerda. Quien siempre se descuida, resu lta p a ra m í com o ese Cirilo en quienm e asombra, haciéndome sonreír, e n c o n tra r dos tres buenos versos; pero también me enoja que el b u en H om ero ande soñoliento.] Ben Jonson lo tra d u c e a s í : N o t a lw a y e s d o th t h e l o o s e d b o w h i t th a t W h ic h it d o th t h r e a t e n : T h e r e f o r e , w h e r e I see M u ch in Poë m s h in e , I w i l l n o t b e O ffe n d e d w ith a f e w s p o t s , w h i c h n e g lig e n ce H a th sh e d , o r h u m a n e f r a i l t y n o t k e p t thence. H o w th e n ? w h y , a s a S c r i v e n e r , i f h ’o ffe n d S till in th e s a m e , a n d w a r n e d , w i l l n o t m en d , D e se rve s n o p a r d o n ; o r w h o 'd p la y a n d sin g I s la u g h t a t, th a t s ti l l j a r r e t h in o n e s tr in g : S o h e th a t f la g g e th m u c h , b e c o m e s to m e A C h o e rilu s, in w h o m i f I b u t s e e T w ice, o r th r ic e g o o d , I w o n d e r : b u t a m m ore A ngry, i f o n c e I h e a r e g o o d H o m e r s n o r e . [N o s ie m p re e l a r c o d i s p a r a d o a c i e r t a / e n lo q u e amenazaba: P o r ta n to , c u a n d o v e o / b r i l l a r t a n t o e n u n P o e m a , n o me sentiré/ o fen d id o p o r u n a s c u a n t a s m a n c h a s , q u e l a negligencia / ha es­ p a rc id o , o q u e la f r a g ilid a d h u m a n a n o a d v irtió . / ¿Cómo lo ju zg a ré, e n to n c e s ? P u e s , , . c o m o a u n E s c r i b a q u e , si ofendió/ sin a d v e rtirlo , y s e le i n d ic a s u y e r r o , y n o s e co rrig e, / no merece p e rd ó n . O c o m o a q u e l q u e h a a c t u a d o / y c a n ta d o , y se ríen de él, y n o o b s ta n te s ig u e / t o c a n d o l a c u e r d a e rró n e a : / Así, aquel q u e h a e r r a d o m u c h o , p e r o / q u e h a a c e r t a d o d o s o tres veces, m e m a ra v illa , y / e s p a r a m í c o m o u n C h o e r ilu s ; p ero me enoja m á s si a lg u n a vez o ig o r o n c a r a l b u e n / H o m e ro , el viejo vene­ ra b le .] [ S. R. M .]

La variante d e Pope e n s u E s s a y o n C ritic ism se convierte fin: W h o e v e r t h i n k s a f a u l t l e s s p i e c e t o se e, T h in k s w h a t n e 'e r w a s , n o r is, n o r e ’e r shall be. i n e v e r y w o r k r e g a r d t h e w r i t e r 's e n d , S in c e n o n e c a n c o m p a s s m o r e th a n th e y intend; A n d , i f th e m e a n s b e j u s t , t h e c o n d u c t tru e, A p p la u s e , in s p it e o f t r i v ia l f a u l t s is d ue.

EL DESPLAZAMIENTO HERMENU TICO

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[Quien piense v er im pecable alguna pieza, / piensa que no existió, ni existe, ni será. / E n c a d a o b ra ved la m eta del autor. / Ninguna abarcará m ás q u e su m ira; / y, siendo el medio justo, y la conduc­ ta verídica, p e rd o n e / la fa lta leve tu benigno aplauso,] [S.R.M.]

Byron escribe en H ints from Horace: W here fre q u e tit b eauties sírik e the reader's view, We m u s t n o t qu a rrel fo r a blot or two, B ut pardon equally to books or m en, The slip s o f h u m a n nature, and the pen. [Cuando ag ra d a n a l o jo la s frecu en tes bellezas, / que no surja querella p o r d o s o tr e s m a rc h ita s. / Debemos perdonar a los li­ bros, y a los h o m b re s , / los deslices de la pluma, la condición humana.] [ S .R.M .]

Salta a la vista que la de Ben Jonson es una traducción en un sentido m uy d istin to a los comentarios e imitaciones de pope y Byron. Además, no es posible engañarse sobre la lla­ neza y docilidad con que se sigue al original. Es de suponer que Dryden juzgó inaceptable la torpe trama latina de los versos séptimo y octavo, o el deseo de conservar el orden original de las palabras por medio de un desgarbado encabal­ gamiento. En cu alquier caso, el Horacio de Jonson no es de ninguna m anera u n a traducción entrelineada o interlineal, palabra por palabra. No en vano el Ars poética consta de sólo 476 versos, m ientras que la refundición de Jonson exige 679. Luego, como d iría N abokov, se “ensucia o enfanga por la rima”, y la e stru c tu ra de la frase latina suele ser sacrificada en aras de las exigencias de la lengua inglesa. Así, mientras quodcunque m in a b itu r arcus cierra con gran concisión el pri­ mer verso del pasaje, Ben Jonson no sólo añade el epíteto loose, sino que e stira ese m ovim iento hasta la mitad del se­ gundo verso. El célebre co n traste entre las virtudes ocasio­ nales de Choerilus y los ra ro s momentos en que Homero cabecea, sufren u n a ú ltim a, pero considerable alteración en la interpretación d e Jonson. H oracio termina con una pre­ gunta retórica: “ ¿Debo, pues, indignarme cada vez que el buen Homero d o rm ita ? ” La afirm ación de Ben Jonson es una modificación a rb itra ria , o bien un erro r de interpretación. El argum ento en pro del literalism o es todavía más radical en el Agamemnon de R obert Browning, quien incluye una traducción del H eracles fu rio so de Eurípides en su Aristophanes

A p o lo g y . N o e s u n a m u e s t r a m u y e m i n e n te que digamosdel lir is m o q u e p riv a b a e n la é p o c a d e la r e in a V ictoria, pero su in s p ir a d a le c tu ra d e l v e r s o 1 1 4 2 :

c o m o " D id I b r e a k u p m y h o u s e o r dance itd n?" ow [ D e m o le ré m i c a s a , o b a i l a r é d e g u s t o ? ] merece record a r s e . C u a t r o a ñ o s d e s p u é s , e n 1877, B r o w n in g publica su v e r s ió n d e E s q u ilo . É l l a l l a m a " t r a n s c r i p c i ó n " , y se lanza c o n la in te n c ió n d e s e r " l i t e r a l a c u a l q u i e r p recio , salvo el de la v io le n c ia a b s o l u t a a n u e s t r a l e n g u a " . B ro w n in g se propuso q u e " e l g ir o m is m o d e c a d a e x p r e s i ó n " s e a ta n griego, como el in g lé s lo to le r e . L a t r i s t e m e n t e n o t o r i a d ificu ltad textual d e l o r ig in a l, y la e x a l t a d a e l e v a c i ó n d e E s q u ilo , debían volver e s te e n s a y o t a n t o m á s a r d u o y r e v e l a d o r . P o r lo general, el r e s u lt a d o s e c o n s i d e r a il e g i b l e , y B r o w n i n g m ism o lo calificó d e " u n a a v e n t u r a e n c i e r t o m o d o t e d i o s a , y acaso estéril".5 V e a m o s la d e c l a r a c i ó n d e K a s s a n d r a ( B r o w n in g insistía en la K), e n lo s v e r s o s 1 1 7 8 -1 1 9 7 : W e ll th e n , th e o r a c le f o r m v e i l s n o lo n g e r S h a ll b e o u tlo o k in g , l i k e a b r i d e n e w - m a r r ie d : B u t b r ig h t it s e e m s , a g a i n s t t h e s u n 's u p r is in g s B r e a th in g , to p e n e t r a t e t h e e : s o a s , w a v e -lik e , T o w a s h a g a in s t t h e r a y s a w o e m u c h g r e a te r T h a n th is . I w i l l n o t l o n g e r te a c h b y rid d le s . A n d w itn e s s , r u n n in g w i t h m e , t h a t o f e v ils D o n e lo n g a g o , I n o s in g t r a c k t h e f o o t s t e p / F o r — t h e s a m e r o o f h e r e — n e v e r q u i t s a ch o ro s O n e -v o ic e d , n o t w e l l - t u n e d s i n c e n o “w e l l ” it u tte rs: A n d tr u ly h a v in g d r u n k , t o g e t m o r e c o u ra g e , M a n 's b lo o d — t h e K o m o s k e e p s w i t h i n th e house— hold — H a r d to b e s e n t o u t s i d e — o f s i s t e r F u r ie s : T h e y h y m n t h e i r h y m n — w i t h i n th e h o u s e close sittingT h e f i r s t b e g in n in g c u r s e : in t u r n s p it fo r th at T h e b r o th e r 's b e d , t o h i m w h o s p u m e d h o stile. 5 Una d e las p o c a s e v a lu a c io n e s s e n s a ta s d e la experiencia de Brow­ ing e s la que h a c e R eu b en B r o w e r e n s u a rtíc u lo "Seven Agamemnon" e n : O n T ra n sla tio n . P u e d e e n c o n tr a r s e u n análisis completo de 1os asp ecto s filo só fico s y e s tilís tic o s d e l E s q u ilo de Browning en Robert B ro w n in g u n d d ie A n tik e , d e R o b e rt S p in d le r, Leipzig, 1930, II,pp.278294. S p in d le r tie n e el m é r ito d e s e ñ a la r en detalle en qué medida, y d e n tro d e qué lím ite s d e d e s p la z a m ie n to gram atical, Browning honró su c o m p ro m iso de fid e lid a d a b s o lu ta .

E L D E S PL A Z A M IE N T O H ERM EN EU T IC O

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Have I m ised aught, or hit I like a bowman? False prophet a m I , — k n o c k at doors, a babbler? Henceforth w itn e ss, sw ea rin g now , I know not By other's w o rd th e old sin s o f this household!

Lo primero que procede reconocer es que este texto griego es incierto; algunos han propuesto que se enmiende en varios lugares; por ejem plo, en los versos 1181,1182,1187,1196. Ade­ más, la adivinadora se expresa por medio de enigmas y acer­ tijos (έξ αίνιγμάτων), por lo menos hasta la mitad del sexto verso. Herbert W eir Sm yth, en su versión para la Loeb Library, hecha en 1926, propone: Lo now, no more shall m y prophecy peer forth behind a veil like a new-wedded bride; but 'tis like a rush upon me, clear as a fresh wind blowing against the sun’s uprising so as to dash against its rays, tike a wave, a woe mightier far than mine. El texto de R ichard L attim ore, de 1953, dice así; No longer shall m y prophecies like some young girl new-mar• tied glance from under veils, but bright and strong as winds blow into morning and the suns's uprise shall wax along the swell tike some great wave, to burst at last upon the shining of this agony. [No más m is p ro fe c ía s , c o m o la jo v e n recién casada, atisban debajo de los v elo s; s in o b r illa n te y fu e rte s com o vientos, soplan en la m añana y e n e l so l n a c ie n te y a z o ta rá n en la borrasca como alguna ola e n o rm e , p a r a ir s e a e s tre lla r, al fin, en el resplandor de esta agonía.]

La comparación n o es del to d o desfavorable a Browning. Ni Smyth ni L attim ore lo g ra n d a r un sentido convincente, ni establecer una e s tru c tu ra sin táctica corriente en inglés. En la versión de L attim ore, to burst at tost upon the shining of this agony [estallar al fin sobre el resplandor de esta agonía] no sólo carece de significado, sino que elude el punto esencial. Como señala P aul M azon en su útil glosa, Casandra está abrumada por el p rese n tim ien to de una segunda catástrofe —la muerte de A gam enón— , a ú n m ás terrible que la primera: su propia condena. De ah í la com paración con las olas sucesi­ vas de la que M azon e n c u e n tra ejem plos paralelos en Prome­ teo (verso 1015) y en la R epública de Platón (472a). Browning también resulta im p en etra b le en esta escena. Pero a medida

que el p asaje va d e s p le g á n d o se en el seno de unarelativ clarid ad , las once s íla b a s d e s u p e c u lia r verso y su grum osa fraseología c o m u n ic a n u n a d e n s id a d acústica, tan inseparable del te a tro g rie g o co m o in d iso c ia b le de una b u e n a ^ de la poesía v ic to ria n a , p e ro q u e b rilla p o r su ausencia enlas versiones p o ste rio re s. T h e y h y mn th e ir h y m n —within the hou se close s ittin g tr a s m ite ύμνοϋ ϭιδʹϋμυον δώμαϭιν προϭήμέναί con u n a precisió n q u e el H a n g in g a b o v e th e hall theychant their son g o f ha te [ c o lg a n d o d e l v e s tíb u lo cantan su canción d e o d io ], a u n q u e e u fó n ic o , d e L a ttim o re , está muy lejos de igualar. Y el " b a b le r" [ p a r la n c h ín ] lla m a n d o a las puertases a ce rtad o (M azon tr a d u c e : u n e r a d o tte u s e ), mientras que som a sw in d lin g se er w h o h a w s k s h is lies [U na adivinaembaucadora q u e c a rra s p e a s u s m e n t ir a s ] es a la vez demasiado literal ( ψενδόμαντιζ) y d e m a s ia d o " p oético". En una o dos ocasiones, la b r u ta lid a d d e la tra d u c c ió n literal de Browning y su ab so lu ta su m isió n a la o s c u r id a d d e Esquilo dan resultados m ás co n v in cen tes q u e lo s d e las o tra s dos versiones S m y th : O h, b u t h e s tr u g g le d to w in m e , breathing ardent love f or m e [ ¡O h !, p ero lu c h ó p a r a g a n a rm e , respirando su ardien­ te am o r p o r m í ] y L a tt i m o r e : Y e s , th e n h e wrestled withme, and he breathed d e lig h t [ S í ; e n to n c e s forcejeó conmigo,y jad eó ], in ten ta n r e p ro d u c ir " la in te n s id a d física" ; la violencia jad ean te del v erso 1206: 'Aλλʹ ήνπαλαιϭτής ϰάρτʹ έμοί πνέων χάριν En am bos casos, se o b tie n e a lg o d e la im agen del luchador, inflam ado y triu n fa n te . P e ro la s e g u n d a m ita d de la transcrip­ ción de B ro w n in g e s s u p e rio r , y tra n s m ite m ejor el movi­ m iento y el m iste rio d e E s q u ilo : But he was a th lete to m e — huge, grace breathing. [Pero era un atleta p a ra m í, enorm e, respirando donaire]. Igual que la " tra d u c c ió n r e a l" q u e h izo Nabokov del Eugen O n e g in : “ E n re a lid a d h e s a c rif ic a d o to d o a mi ideal de la traducción literal ( la e le g a n c ia , la e u fo n ía , la claridad, el buen gusto, los g iro s m o d e rn o s , y a u n la g ra m á tic a ); todo lo que los m ím icos m e lin d ro so s v a lo ra n p o r encim a de la verdad la ten tativ a de B ro w n in g s ig u e s ie n d o o b jeto de curiosidad 6 Hago hincapié en " tra d u c c ió n r e a l ". J u n to con el comentario que

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P literalism o ta n lúcido, casi desesperado, contiene eroun por así decir toda u n a p atología creadora del lenguaje. Resuelto a sumergirse to ta lm e n te en el orig in al; dispuesto a no incorporar por com pleto sus apropiaciones a su lengua y cultura maternas, el tra d u c to r se rezaga en las fronteras. Con mayor o m enor d eliberación, c re a una interlingua: idioma centauro, donde la g ra m átic a , la cadencia, el fraseo, los ritmos familiares, los m o d elo s d e expresión, e incluso la estructura léxica de su p ro p ia len g u a, se subordinan al vocabulario, la sintaxis y las p a u ta s fo n éticas del texto que traduce o, para decirlo con m ayor e x a c titu d , que in ten ta habitar para luego limitarse a tran scrib ir. T ra b a ja " e n tre las líneas", y la traduc­ ción interlineal rig u ro sa, p alab ra p o r palabra, responde exacta­ mente a esta d e fin ic ió n : rep resen ta una "tierra de nadie" en el espacio psicológico y lin g ü ístico . T raducir palabra por palabra; intentar u n " in g lé s griego", según la expresión de Browning, equivale a lle v a r la interm ediación a un grado extremo de violencia te ó ric a y técnica, con la esperanza de lograr una fusión (la s p a rtíc u la s e n tra n en colisión unas con otras, cuando se u n en después de h ab er sido expulsadas de sus respectivas órb itas). Los riesg o s psicológicos y formales son enormes; suspendido e n tre su p ro p ia lengua y la del textofuente, el p artid ario del lite ra lism o se expone al vértigo. O, para decirlo con la in q u ie ta n te im agen de W alter Benjamín, puede llegar a e n c o n tra rse en u n a lengua tan desquiciada, tan forzada y traspasada, que su s p u e rta s se cierren con estrépito detrás de él, en cerrá n d o lo en el m ay o r silencio y en lo extra­ ño; en lo extranjero. la acompaña, la trad u cció n d e N abokov es una obra maestra de eru­ dición y de espíritu barroco. Según el m odelo hermenéutico que he propuesto, el Push kin d e N abokov representa un caso de "sobrecompensación", de "restitu ció n excesiva". Constituye una reanimación y exposición, a tal punto cau d alo sas e ingeniosas, que ha llegado a con­ vertirse, conscientem ente o no, en su rival. Probablemente, esa "su­ misa rivalidad" sea algo c e n tra l en la a c titu d de Nabokov hacia la len­ gua rusa, que él, en p a rte , h a (ab an d o n ad o ), y en su propia ubicación significativa, pero am bivalente, d e n tro de la tradición literaria rusa. Mas todo esto, aunque p u e d e s e r fascinante y revelador para cual­ quiera que se interese en la traducción, no invalida el dictamen de Ale xander G erschenkron: "L a traducción de Nabokov puede, y de hecho, debería ser e s tu d ia d a ; aunque, a pesar de toda su inteligencia y brillantez, no es legible" (A M agnificent Monument?" Modern Philology, LXIII, 1966, p. 340). Los "nabokovianos" tienden a olvidar este artículo, en el que G erschenkron, él m ism o un virtuoso del ruso, da la mano al m aestro en su propio terren o : el de la exactitud literal.

P or lo co m ú n , en el n iv e l tr iv ia l, e s t a c u a lid a d extrañay d esconocida se e n c u e n tra e n e l o r ig e n d e l "traducciones"; del d esaliñ ad o fá rra g o del fr a n g la is o d e te u to n is m o s de que está hecho el g ru eso d e las tr a d u c c io n e s c o m e rc ia le s o de baja estofa. Los tex to s f r a g u a d o s a b a s e d e trasp o sicio n es léxicas in ju stificad as, fo rm a d o s c o n h íb r id o s g ra m a tic a le s que no se inscriben ni en la le n g u a -fu e n te n i e n la len g u a receptora, c o n stitu y en e l in te rre g n o o , m á s b ie n , e l lim b o , donde sedesem peñan, de p risa o m a l p a g a d o s , lo s tra d u c to r e s del montón.7 E n u n p lan o lig e r a m e n te m á s e le v a d o , tenemos la ex tran jería p re v ia m e n te c o d if ic a d a d e la g r a n mayoría delas traducciones del p e rsa , d el c h i n o o d e l h a ik ú japonés. Este últim o es la fo rm a o fic ia l e m p le a d a p o r la e sc u e la de exotismo instantáneo, d el tip o " la lu n a e n e l e s ta n q u e co m o una lánguido capullo". E l c o n ta g io e s ta n f u e r t e , q u e puede llegara alcanzar in clu so a lo s g r a n d e s a r t íf ic e s c o m o Waley. La dislocación c re a d o ra c o n d u c e n te a u n a " le n g u a m e d ia " , a caballo entre dos len g u as, e in e s ta b le p o r d e f in ic ió n , constituye un ejem plo m ás r a r o y d ifíc il d e a lc a n z a r . Las R e m arques [O b s e rv a c io n e s , A d v e r te n c ia s ] que Chateau­ briand pone co m o P re fa c io a s u tr a d u c c ió n d e Paradise Lost (1836), son d el m a y o r in te r é s p r a g m á tic o y form al. Pushkin las analizó d e te n id a m e n te a l e x p l o r a r l a s condiciones de posibilidad de u n a ep o p ey a m o d e r n a . “ L o q u e h e emprendido es u na tra d u cció n lite ra l e n e l s e n ti d o m á s fu e rte del térmi­ n o ; una tra d u c c ió n q u e e l n i ñ o y e l p o e ta p o d rá n seguir linea a línea, p alab ra p o r p a la b r a , c o m o s i tu v ie s e n u n diccionario abierto a n te e llo s." C h a u te a u b r ia n d h iz o u n calco del original: "J'a i calqué le p o è m e d e M il to n à la v i t r e P ." ara ello, este gran m aestro d e las e x ig e n te s m u s ic a lid a d e s de la gramática francesa se v io o b lig a d o a c o n s e r v a r el n o m in a tiv o absoluto (" Tho u lo o k in g o n . . . "), h a te n i d o q u e u s a r los ablativos ab­ solutos, sin el v erb o a u x i l ia r q u e e x ig e n e n fra n c é s; ha recurrid o a los a rc a ísm o s , y f o r j a d o p a la b r a s , a m enudo negativas, com o inad o r é o inab s t in e n c e . Al l le g a r a “m any a row of starry la m p s . . . / Y i e l d e d li g h t / A s f r o m a s k y " [varias hileras de lam p aras e s tr e l l a d a s . . . d e s p e d ía n lu z co m o en un cielo] C h au tea u b rian d p ro p o n e " P lu s ie u r s r a n g s d e lampes étoilées. . . é m a n e n t la lu m iè r e c o m m e u n fir m a m e n t". 7 El Fug a n d U n fu g d e s U e b e r s e t z e n s , pp. 57-70, d e Walter W es idm contiene un n o ta b le s o t t i s s i e r [ " b e s ti a r i o " ] d e la s traducciones del francés al ale m án o v ic e v e rsa .

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Or je sais q u 'é m a n e r en français n'est pas un verbe actifè; un firmament n ’ém ane pas de la lumière, la lumière émane d’un firm am ent: m ais traduisez ainsi, que devient l'image? Du moins le lecteur pénètre ici dans le génie de la langue an­ glaise; il apprended la différence qui existe entre les régimes des verbes dans c e tte langue et dans la nôtre, [Ahora bien, yo sé q u e e m a n a r e n fra n c é s n o es un verbo activo; un firmamento n o e m a n a lu z ; la lu z e m a n a d e un firm am ento: pero traducid así, y , ¿ q u é q u e d a d e la im agen? P or lo menos, el lector se a d e n tra a q u í e n e l g e n io d e la lengua inglesa: aprende la diferencia q u e e x is te e n tr e lo s reg ím en e s de los verbos en esa lengua, y en la n u e s tr a .]

El Paraíso perdido e n la v ersió n de Dupré de Saint-Maur no atenta contra la g ra m á tic a francesa, pero es insípido, y está plagado de erro res. L a le c tu ra que h ace Lumeau de Boisjermain es una versión in te le c tu a l que pisotea la gramática, pero que, paradójicam ente, "sig u ie n d o la literalidad, hierve de contrasentidos". La tra d u c c ió n d e Chateaubriand hecha en prosa de elegantísim a cad en cia, e s el resultado de una con­ gruente estrategia. A d o p ta u n m ovim iento de inversión díacrónica: intenta re m o n ta rse a las fuentes filológicas y cultu­ rales que son com unes a la ép ica de M ilton y al francés clási­ co. Como Milton, C h a te a u b rian d se inspira, en la elección de las palabras y expresiones, en los precedentes de Virgilio, Sé­ neca, Lucrecio, la V u lg ata y los poetas italianos del Renaci­ miento y del B arro co . Va al en cu en tro del texto inglés, a medio camino en e l tiem p o y e n e l espacio lingüístico. Recor­ demos la célebre descrip ció n de S atanás, después del parla­ mento de Belcebú, e n el L ibro I : H e scarce had ceas'd, when the superior fiend. Belzebuth avait a peine cessé de parler, et déjà le grand Ennemi s'avançait vers le rivage : son pesant bouclier, de trempe éthérée, massif, large et rond, était rejeté; derrière lui; la large circonfé­ rence pendait a ses épaules, com m e la lune dont l’orbe, à travers un verre optique, e st observé le soir par l'Astronome toscan, du soumet de Fièsole oti dans le Valdarno, pour découvrir des nouvelles terres, des rivières e t des montagnes sur son globe tacheté. La lance de SATAN (près de laquelle le plus haut pin scié sur les collines de N orw ège pour être le mât de quelque grand vaisseau am iral, ne serait q u ’un roseau) le sert à soutenir ses pas mal assurés su r ta m arne brûlante...

[A penas cesó Be lc e b ú d e h a b l a r , c u a n d o y a el g ra n Enemigo se ad elan tab a h acia la o rilla ; lle v a b a e c h a d o h a c ia a trá s su pesado escudo, de e té re o te m p le , m a c iz o , a n c h o y re d o n d o , cuya amplia circunferencia co m o la L u n a , c u v a ó r b i t a o b s e rv a p or las noches a través de un v id rio ó p tic o , e l A s t r ó n o m o to s c a n o , desde la cima d e Fiésole o de V a ld a r n o , p a r a d e s c u b r i r n u e v a s tierras,riosy m ontañas so b re su m a n c h a d a e s f e r a . L a la n z a d e satán (junto a la que el m ás a lto p in o c o r ta d o e n la s m o n ta ñ a s d e Noruega para servir de m ástil de a lg ú n g r a n n a v io a lm ir a n te , apenas se r í a ra m a ) le sirve p a ra s o s te n e r s u s in s e g u r o s p a s o s en aquella arcilla a r d ie n te ... ]

C h a te a u b r ia n d n o e s tá p o r d e b a j o d e M ilto n en cuanto a resonancias la tin a s : c ir c ó n fé r e n c e , o r b e , v e r r e optique, yhasta lo alcanza, p o r a s í d e c ir lo , v a m á s a llá d e Milton en un p u n to de o rig e n c o m ú n : e n m a r le — f o r m a m o d ern a del francés a n tig u o o del b r e t ó n m a r le, d e la q u e proviene directa, m ente e l b u r n in g m a r l e d e M ilto n . T r e m p e éthérée efectúa una sutil d islo c a c ió n : e n f r a n c é s , n o e s fá c il conceptualizar esta expresión q u e s e e n c u e n t r a e n lo s lím ite s del oxymoron; adem ás h ay u n fe n ó m e n o a s o m b r o s o : tr e m p e es de origen va­ lón (el L ittré da tr e in p ) ; n o o b s t a n t e , la s p a la b ra s no sólo se acercan lite ra lm e n te a M ilto n , s in o q u e se encuentran en vueltas en u n a a u r a la tin a , a u n tie m p o eufónica y visual, com pletam ente ilu s o ria . E n la tr a d u c c ió n , co m o en los juegos de palabras, las fa ls a s e tim o lo g ía s s u e le n revestirse de una verosim ilitud e fím e ra . L u e g o , la f r a s e se despliega en uno de esos eufónicos y s e r p e n te a n te s le v ia ta n e s m iltonianos, cuyas cláusulas s u b o rd in a d a s , so n p r o p o s ic io n e s relativas y adver­ biales: N a th less he s o e n d u r 'd , t i l l o n th e beach / of that inflam ed sea, h e s to o d a n d c a ll'd . . . E n lo s versos d e Milton se explaya la c o m p le ja s u c e s ió n d e im á g e n e s que lleva, desde las hojas sa lp ic a n te s e n V a llo m b ro s a , h a s ta los juncos que flotan d isem in ad o s p o r e l m a r R o jo , y q u e culm ina, después de la d estru cció n d el e jé r c ito d e l f a r a ó n , con el triunfante " silogism o" d e : s o th ic k b e s t ro w n A b je c t a n d l o s t la y t h e s e , c o v e r i n g th e flood, U n d e r a m a z e m e n t o f t h e i r h i d e o u s ch a n g e. [ . . . a s í y a c ía n , a p r e t a d a s , a b y e c t a s y p e r d i d a s [ las legiones] cu­ b rie n d o el lag o , e n la e s t u p e f a c c i ó n d e s u c a m b io horrible]. * Oxym oron, o x ím o ro n : F ig u ra r e tó r íc a p o r la que una locuiónprduce un efecto de a p a re n te c o n tr a d ic c ió n . E je m p lo : "cruel dulzura". (N. del T.)

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Los rodeos ondulantes; la amenaza serpentina del original, respetan escrupulosamente la gramática: quedan establecidas por el encadenamiento de when/whose/while/who so. Llega a suceder que Chateaubriand lleve demasiado lejos la fideli­ dad literal: en Milton, las umbrías etruscas (High overarches imbower) no implican la noción de cuna (berceau), demasiado precisa y algo discordante. (Les ombrages étruriens décrivent l'arche élevée d'un berceau. . . Pero Chateau­ briand sacrifica la articulación normal de la frase francesa, y sigue a Milton paso a paso: ainsi/ quand/dont/tandis qu' ils/ainsi: gracias a ello, logra subordinar la sintaxis a la pul­ sación del verso, como sucede en el original. En Le Paradis perdu Chateaubriand em plea una lengua acicateada por el la­ tín, cosa que no es ra ra en francés, y menos todavía en el estilo de Chateaubriand. Pero también se trata de un francés que deja presentir tra s él u n equivalente de la Authorized Version y suele observarse que no hay tal equivalente. Pero no se puede escapar a esa gran sombra imaginaria cuando los mejores autores franceses traducen las obras inglesas, en prosa o en verso, a los que la Biblia proporciona un molde previo. Asu vez, el M ilton de Chateaubriand parece conducir a la traducción que hace P ro u st de la Bible of Amiens (1904), de Ruskin, en especial a la sección Interprétation,8 y al Typhoon [Tifón] de Joseph Conrad, en cuya versión trabajó André Gide entre 1916 y 1918. Ambas se bañan en una premeditada extrañeza. La extrañeza o ex tra n je ría intencional y curiosamente reve­ ladora sale a la luz cuando un escritor, sobre todo de inspi­ ración lírica, traduce su propia obra a una lengua extranjera o, al menos, participa e n esa traducción. En tales circuns­ tancias, el modelo herm enéutico es el de la donación esencial pero también el de u n im pulso narcista, o de autentificación. El escritor “regala” su obra a o tra lengua, sin dejar por ello de buscar en la reproducción los lineamientos fundamenta­ les de su inspiración y, posiblem ente, una definición más cla­ 8 Si bien el libro de Je a n A utret, L ’lnfluence de Ruskin sur la vie, les idées et l’œuvre de M arcel Proust, Ginebra, 1955, contiene informacíón muy valiosa en dos aspectos, éstos siguen reclamando mayor investigación: ¿H asta dónde las afinidades entre Proust y Chateau­ briand están fundadas en u n interés común por la lengua y la litera­ tura inglesa? Y ¿en qué m ed id a los desplazamientos estilísticos entre las diversas traducciones que P ro u st hizo de Ruskin anticipan su pro­ pio estilo de novelista?

EL D ESPLAZAM IEN TO H E R M E N EU T IC O

ra de éstos, a través de la re p ro d u c c ió n . Una vez más, el espejo funciona com o un testig o in d ep en d ien te. Es posible aproxim arse a Herm ann B roch c o n s id e ra n d o el conjunto de su filosofía y de sus novelas com o u n a m e tá fo ra ininterrumpida de la traducción: tra d u cció n del tiem po presente al tiempo de la m uerte ; de los valores c lá sic o s, al caos conteroporáneo; de la expresión verbal, a la m ú sica y a las matemáticas. Es probable que Broch haya llev ad o al papel las "Observaciones sobre la filosofía y la técn ica d e la trad u cció n " a fines de los años 40, ó de los 50 de e s te siglo. In te g ra n un ensayo de característica densidad b ro c h ia n a , q u e se inscribe por completo en los térm inos "L o g o s" y " A rq u e tip o " . Toda lengua afirma Broch, los contiene a a m b o s ; p e ro m ientras que el " Logos" es el principio u n iv ersal d e la significación en cuanto relación (lógica), los "A rq u etip o s" son las encarnaciones específicas, arraigadas en el c o n te x to d e u n a lengua; del mecanismo universal del sím bolo y de la sim bolización. Los "Arquetipos" no ad m iten tra d u c c ió n e x h a u s tiv a ; pero lo ''lógico" subyace en todas las lenguas h u m a n a s . E labora una "metasintaxis" que posibilita la tra d u c c ió n ( la "m etasintaxis", tal como la concibe B roch, es u n a p re c u rs o ra de las "estructuras profundas" de la lin g ü ística g e n e ra tiv a y transformacional). Por ello, toda traducción o p e ra e n u n a zo n a fronteriza; en el límite de la autonom ía a b s o lu ta d e lo s "arq u e tip o s" determinados p o r el contexto, y de los u n iv e rsa le s de la lógica. En última instancia, la v alid ez d e u n a tra d u c c ió n dependerá de una hipótesis in d e m o strab le d e u n iv e rs a lid a d o de analogía arm ónica del esp íritu h u m a n o . B ro c h lla m a Tertium comparationis a este te rc e r té rm in o q u e p o r d ecirlo así, autentifica los intercam bios e n tre d o s le n g u a s. El m ism o B roch fu e e x c e p c io n a lm e n te afortu n ad o con sus traductores. E n The S le e p w a lk e rs [ L o s so n á m b u lo s], Edwin y Willa M uir llegaron a s u p e ra r s u s h a b itu a le s excelencias de traductores. La co lab o ració n d e B ro c h co n Jean Starr Unterm eyer d u ra n te el lu s tr o q u e d u r ó la refu n d ic ió n al inglés de The Death o f V irg il fu e , d e h e c h o , sim b ió tica. De ella nació un texto que es, en m á s d e u n a sp e c to , indispensable para en­ tender el o rig in al. J u n ta s , la s v e rs io n e s alem ana e inglesa logran u n a co n g ru en cia de los c o n tra p u n to s que esclarece y confirm a a D er T o d d es V irg il [La m u e r te de Virgilio]. Dram atización lírica del te m a d e lo s lím ite s del lenguaje humano, la fábula de B roch es u n a " tra d u c c ió n e n peligro"; un intento de ubicar los confines de lo in a r tic u la d o , y de ponerlos a prue-

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BA.El traslado a otra lengua multiplica los riesgos, pero tam­ bién es prueba fehaciente de que el proyecto es realizable. La versión de Broch-Untermeyer va muy lejos en su deseo de producir la form a alem ana, con todas esas interminables oraciones en espiral, su m asa de palabras compuestas y de sustantivos enfáticos, que Broch emplea para expresar una simultaneidad de significaciones físicas y metafísicas. aen Y laobra original empleaba un alemán que no estaba nada cerca de las estructuras sintácticas corrientes en esa lengua, llevándola hacia zonas desconocidas de disyunción ( Lockerung) y musicalidad experim entales. De esta suerte, el inglés yel alemán se herm anan en u n a "metasintaxis", como esas olas "azules como el acero y ligeras, rizadas por un suave viento contrario, apenas perceptible" de la famosa frase o acorde inicial. Cuando y a casi term ina la sección "Fuego", el ensueño febril, pero acom pasado, de Virgilio, se vuelve ha­ cia el misterio del sentido y del símbolo. Pero éstos sólo se verán íntegramente fundidos en la voz de la muerte. Así da principio el pasaje al que me refiero: Denn sie, Stimme der Stinunen, ausserhalb jeglicher Sprache, gewaltiger als jede, gewaltiger sogar als die M u s ik . . . (pp. 236-237, en el vol. II de Gesmmelte W erke) : For this voice of all voices w as beyond any speech whatsoever, more compelling than any, even more compelling than music, than any poem; this w as the heart’s beat, and must be in its single beat, since only thus was it able to embrace the percei­ ved unity of existence in the instant of the heart's beat, the eye's glance; this, the very voice o f the incomprehensible which expresses the incom prehensible, was in itself incomprehensible, unattainable through hum an speech, unattainable through earthy symbols, the arch-image of all voices and all symbols, thanks to a m ost incredible immediacy, and it 'was only able to fulfil its inconceivably sublim e mission, only empowered to do so, when it passed beyond all things earthly, yet thb would become impossible fo r if, aye, inconceivably, did it not resem­ ble the earthly voice; and even should it cease to have anything in common w ith the earthly voice, the earthly word, the earth­ ly language, having alm ost ceased to symbolize them, it could serve to disclose the arch-image to whose unearthly immediacy it pointed, only w hen it reflected it in an earthly immediacy: image strung to image, every chain of images led into the terrestrial, to an earthly im m ediacy, to an early happening, yet despite this — in obedience to a supreme human compulsion— must be led further and fu rth er, m ust find a higher expression

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EL

d e s p l a z a m ie n t o

h e r m e n é u t ic o

o f ca r th ly im m e d ia c y in t h e b e y o n d , m u s t lif t the carthly hap p e n in g o v e r a n d b e y o n d i t s t h i s -s id ed n es s to a still higher s ym b o l; a n d e v e n t h o u g h t h e s y m b o lic c h a in th r e a tened to be se ve re d a t th e b o u n d a r y , t o a f a l l a p a r t o n t h e bo rd er of the celestia l, e v a p o ra tin g o n t h e r e s i s t a n c e o f f e r e d b y the unatinable fo r e v e r d i s c o n t in u e d , f o r e v e r s e v e r e d , th e danger is w a rd e d o f f w a r d e d o f f a g a in a n d a g a i n . . . [P o rq u e e n tr e to d a s la s v o c e s , é s t a c s t a b a m á s a l lá d e cualquier h a b la , y e r a m á s a p r e m i a n t e q u e c u a l q u i e r a ; m á s apremiante incluso, q u e la m ú s ic a ; q u e c u a l esqu i e r p o e m a , e r a el latidodel corazó n , y e n s u la t id o d e b e e s t a r , p u e s s ó lo a s i e ra capaz de a b a rc a r la u n id a d p e r c i b id a d e l a e x i s t e n c i a e n e l instante del la tid o del c o ra z ó n , d e la m i r a d a d e l o j o ; é s ta , la voz misma d e lo in c o m p re n s ib le q u e e x p r e s a l o in c o m p r e n s ib le , era en si m ism a in c o m p re n s ib le ; i n a l c a n z a b l e m e d i a n t e e l h a b la humana in alcan zab le c o n lo s s ím b o lo s t e r r e s t r e s ; l a im agen-arco detodas la s voces y d e t o d o s lo s s í m b o l o s , g r a c i a s a la m ás increíble inm ediatez, y s ó lo e r a c a p a z d e l o g r a r s u m is ió n ínconcebiblem en te s u b lim e ; s ó lo e s t a b a f a c u l t a d a p a r a h a c e r lo así, cuando iba m ás a llá d e t o d a s la s c o s a s t e r r e s t r e s ; s i n embargo, esto m ism o se lo h a c ía im p o s i b le , p u e s e ll a , ¡a y !, inconcebible, no d e ja b a d e a s e m e ja r s e a l a v o z t e r r e s t r e ; e in c lu s o si dejara de te n e r algo e n c o m ú n c o n la v o z t e r r e s t r e , l a p a la b ra terrestre, el le n g u a je t e r r e s t r e , a l h a b e r c a s i d e j a d o d e simbolizarlos, p o d ría s e rv ir p a r a d e s p le g a r e l a r c o - im a g e n , a c u y a inmediatez n o te rre n a a p u n ta b a s ó lo c u a n d o s e r e f l e j a b a e n una inmedia­ tez te rre n a l; la im a g e n h i l v a n a d a c o n l a im a g e n , cada cadena de im ágenes, lle v a b a h a c ia lo t e r r e s t r e ; h a c i a u n a inm ediatez terre­ nal; h a c ia u n a c o n te c im ie n t o p r i m o r d i a l , y s in embargo, - e n o b e d ie n c ia a u n a s u p r e m a c o a c c i ó n h u m a n a — d e b ía llevarse cada vez m á s le jo s ; d e b ía e n c o n t r a r u n a e x p r e s i ó n m á s amplia de inm ed ia te z te r r e n a l e n e l m á s a l l á ; d e b í a l e v a n t a r e l acontecimiento te rre n a l p o r e n c im a y m á s a l l á d e s u " s e r d e l m á s acá", hacia un sím b o lo to d a v ía m á s a lt o ; y a u n c u a n d o l a c a d e n a simbólica amena z ara c o n r o m p e r s e e n e l c o n f í n , c o n c a e r a p e d a z o s en las fron­ te r a s d e lo c e le s tia l, e v a p o r á n d o s e p o r l a r e s is te n c ia de lo inal­ c an zab le, p a r a s ie m p r e d i s c o n t i n u a , p a r a s ie m p r e ro ta, el peligro es c o n ju ra d o ; s e c o n j u r a u n a y o t r a v e z . . . ]

La traducción in g le sa h a c e p o c a s concesiones a las frases breves y a la tra n s p a re n c ia q u e s o n c o rrie n te s en el idioma inglés, aunque el p re s e n te " m ís tic o " in m e d ia to de Broch sea sustitu id o p o r el p r e té rito im p e rfe c to . Arch-im age, Threatend to be severed a t, e v a p o ra tin g o n th e resistance, y otras much as unidades, se d e s e n tie n d e n d e la s n o rm a s inglesasque rigen el uso y la g ra m á tic a . A sim p le vista, este pasaje

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en prosa sugiere a una Gertrude Stein empeñada en trans­ cribir, y tal vez en parodiar, a Kant. Pero el texto no aspira a sostenerse por sí mismo. Nos obliga a volvernos hacía el original, al cual, a su vez, bañó en una nueva luz; la propia oscuridad de la traducción permite al original mani­ festarse mejor. Como una exégesis crítica, plantea problemas que se hacen eco de los que suscita el original. En esta ver­ sión entrelineada —en tre las líneas del texto alemán, entre líneas semánticas del inglés y del alemán, entre ambas len­ guas y una lengua desconocida, pero claramente expuesta, y capaz de trascender las restricciones que impone la referencia objetiva imprecisa—, nos acercamos al sueño de todo poeta: un idiolecto absoluto. H ay aquí un tertium datum que rehúsa servir de ejemplo, o de molde canónico, y que es el único apropiado para el caso. A p a rtir de la trama bilingüe de The Death of Virgil (1945), no se ve la necesidad de regresar, ya sea al inglés o al alem án, salvo, quizá, al alemán de Hermann Broch. La oración final del libro intenta llevarnos "al mundo que está más allá del lenguaje". La referencia a la significación o al lenguaje que está "más allá del lenguaje hablado" puede ser un recurso heurístico, como el de la p arte final del Tractatus de Wittgenstein. En la epistemología o en el m isticism o, puede llegar a ser una impertinencia. Pero tam bién puede utilizarse como una metá­ fora, casi técnica, m ediante la cual se transmite una experien­ cia auténtica. E l escrito r siente que existe una brecha formal o sustantiva entre sus in ten cio n es; entre las presiones de la forma incipiente o de aprehensión que indudablemente regis­ tra, y los medios de expresión que le proporciona el lenguaje. Más generalmente, e independientem ente de la dudosa psico­ logía y de las incongruencias lógicas allí implícitas, el escritor siente que hay u n a au tén tica gam a de percatación; de percep­ ción inmediata, que e stá m ás allá de la expresión articulada, pero que es, no obstante, o quizá primordialmente, de índole sobrenatural, perteneciente al núm ero. Si hemos de dar cré­ dito a esta invocación de la trascendencia, como algo más que un mero giro retórico o u n a táctica de sublimidad, el escritor debe ofrecernos algunos rehenes. Su obra, una vez terminada, debe ser de tal jerarq u ía que justifique la hipótesis de que en verdad ha dom inado la lengua y la forma disponible, y que ha sabido llevar a am bas al p u n to m ás extremo de lo inteligible. Es necesario haber sondeado a fondo el terreno, antes de aseverar con alguna seguridad que m ás allá de esos límites exis­

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ten datos válidos, au n q u e inaccesibles. Toda la Divina Comed ia suscribe el escrú p u lo con que D ante enuncia, desde el Canto x h a sta el xxi i i d el Paradiso, que el lenguaje le está fa lla n d o ; que la luz d e la s significaciones últimas está más allá del lenguaje. H a b ie n d o lleg ad o a lo que él sí vive como los lím ites inexorables d e la p alab ra, el Poeta, en quien anida tal sen tim ien to com o u n a u té n tic o im perativo trágico, guard a rá silencio. O bien, p u e d e v erse im pelido hacia una radical e x tra lim ita c ió n ; h acia u n a tra sc e n d e n c ia del discurso cohe­ ren te que no es, com o e n m u c h o s su rrealistas, ni histriónica ni o p o rtu n ista, sino q u e a rrie s g a la razón, y la vida misma. Los silencios, las d em en cias, los su icid io s de un buen número de grandes e scrito res p ro c la m a n , e n rigor, una experiencia de los lím ites ú ltim o s del le n g u a je . E n el caso de Hölderlin, no puede d u d arse d e su p re c e d e n te m a e stría , ni del carácter absoluto de su riesgo tra s c e n d e n te . Y es precisamente a través de las trad u ccio n es d e H ö ld e rlin d o n d e el argumento en pro de una " p a la b ra m ás a llá del le n g u aje" brilla con mayor claridad. La poesía, la c o rre sp o n d e n c ia y las traducciones de Höl­ derlin ocupan u n lu g a r p riv ile g ia d o en la hermenéutica mo­ derna. La ontología del le n g u a je d e H eidegger se basa parcialm ente en su te o ría d el " lo g o s " y d e la traducción.9 Las publicaciones filosóficas y filo ló g icas que se han multiplicado en to rn o a las versiones, a m e n u d o fragm entarias y muy per­ sonales, que H ö ld erlin h izo d e H o m ero , Píndaro, Sófocles, Eurípides, V irgilio, H o ra c io , O v id io y Lucano, son vastísimas y de difícil lectu ra.10 E s to se debe, en parte, a la densidad 9 Los E rläterungen zu H ö d e rlin s D ic h tu n g fueron reunidos en 1951. El H ölderlin u n d H eidegger d e B e d a A llem ann, Zürich y Friburgo, 1954 . explora las relaciones e n tr e el o n tó lo g o y el poeta, pero tiende a inter­ p reta r a H ölderlin en té rm in o s h eid eggerianos. Zwei Gedichte von F riedrich H ölderlin, de W a lter B e n ja m in , se rem onta a los años 19141915 (pero fue publicado p o r p rim e ra vez en 1955). El ensayo de Ben­ jam ín sobre " La ta re a del tr a d u c to r " a lcan za su cúspide visionaria al referirse e sp ecíficam en te a la s v e rsio n e s que hizo Hölderlin de Pínd a ro y de Sófocles. 10 La obra pio n era se d eb e a N o rb e rt von Hellingrath, en suP indaruebertragungen vo n H ö ld e r lin , J e n a , 1911. Véase la disertación de G ünther Zuntz, Ueber H ö ld e rlin P in d a r U ebersetzung, Marburgo, 1928. Siguieron dos o b ra s f u n d a m e n ta le s : H ölderlin und die Mythologie, Zürich y Leipzig, 1929, d e L o th a r K e m p te r, y Hölderlin Uebersetzungen aus d e m G riechinschen, S tu ttg a r t, 1923, d e F riedrich Beissner. La obra de P ierre B ertaux, H ö ld erlin . E ssa i d e biographie intérieure, Paris, 1936, ubicó b rilla n te m e n te la s tra d u c c io n e s e n el contexto de la obra tota l del poeta. D esde e n to n c e s , h a n p ro life ra d o los tratamientos en

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intrínseca del m a te ria l m ism o. Hölderlin se cuenta entre los poetas más " d ifíciles" d e la h isto ria de la literatura, Su tono elevado, su o scu rid ad , so n to d av ía m ás flagrantes en algunas desus traducciones. P e ro tam bién contribuyen a ello diversas complicaciones de o rd e n h istó rico y psicológico, así como las reticencias de la se n sib ilid a d alem ana posterior a Goethe y a Schiller ante el ra d ic a lism o idiosincrático de Hölderlin, y al colapso de su razón. N ad ie n iega que las traducciones de Hölderlin sean de la m a y o r im p o rtan cia. Representan el ejemplo más violento y m á s d e lib e rad a m en te extremo de penetración y anexión h e rm en é u tica s de que tengamos noticia. Más par­ ticularmente, en su s le c tu ra s de Píndaro y Sófocles, Hölderlin nos obliga, com o só lo u n g ran poeta puede hacerlo, a tocar con el dedo las b a rre ra s q u e separan a las lenguas, y que obstaculizan la c o m p re n sió n h u m an a. Barreras que lo sofo­ caban de m odo in to le ra b le , y cuya implacable materialidad y compacta re siste n c ia h a ce n de las traducciones de Hölder­ lin algo tan en ig m á tico y asom broso. Aludiré sólo a su para­ dójica literalidad; al in te n to d e H ölderlin de alcanzar una versión in terlineal, a s í c u ltu ra l com o verbal; una zona inter­ media entre la a n tig ü e d a d clásica y los tiempos modernos; entre el griego y el alem án . Vem os cómo el literalismo no es, conforme los m o d elo s tra d ic io n a le s de traducción, el método más fácil y c an d o ro so , sin o , p o r el contrario, el procedimien­ to más refinado. Con una veh em en cia q u e lo llevó m ás allá de lo metafórico, Hölderlin llegó a v e r en to d a e scritu ra una traducción o tras­ cripción de sig n ificacio n es secretas. Ya desde sus poemas de juventud, que son h a r to accesibles en comparación, se advierdetalle. Me h e apoyado e n lo s sig u ie n te s: Meta Corsen, "Die Tragödie als Begegnung zw isch e n G o tt u n d M ensch, H ölderlin's Sophoklesdeutung" (Hölderlin, J a h rb u c h , 1948-1949); Hans Frey, "Dichtung, Denken und Sprache bei H ö ld erlin " (D isertación, Zurich, 1951); Wolfgang Schadewaldt, "H ö ld erlin U ebersetzung des Sophokles" (Hellas und Hesperien, Zurich y S tu ttg a rt, 1960); Karl Reinhardt, "Holderlin und Sophokles", e n : J. C. B. M o h r (com p.), Hölderlin Beiträge zu seinem Verständnis in U nserm J a h rh u n d e rt, Tubinga, 1961; M. M. Benn, Hölderlin and Pindar, La H aya, 1962; el admirable Prefacio de Jean Beaufret a H ölderlin, R e m a rq u e s s u r Œdipe/Remarques sur Antigone, París, 1965; Rolf Z u b erb ü h ler, H ölderlin Erneuerung der Sprache aus ihren etym ologischen U rsprüngen, Berlin, 1969. Las traducciones han sido reunidas en el volum en V de Grosse Stuttgarter Ausgabe, pero siguen existiendo p ro b lem as e n cu an to al texto. Más aún: son pocos los textos de e sta lite r a tu r a que analizan con cuidado las traduccio­ nes que hizo H ölderlin del latín .

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te el esfuerzo p o r re n o v a r el alem án a través de un retorno a las fuerzas o riginales p erd id as. H ölderlin recurre a lafigura etim ológica (la re in te rp re ta c ió n d e la significación de las palabras a través d e su etim o lo g ía su p u esta), según latécnia de H eidegger: quiere " fo rz a r" las palabras, para extraer de ellas la raíz sem ántica. Se in sp ira e n la lengua de Lutero en el vocabulario p ie tis ta ; recoge algunas formas del suabo, y va en busca del se n tid o y d e las connotaciones que tenían las palabras en el viejo A lto A lem án o en el Medio AltoAlem án. De o tra p a rte , H ö ld erlin n o e ra el único que procedía así. Su proyecto etim o ló g ico fo rm a p a rte de las tácticas del nacionalism o lingüístico, y del vago historicism o que en aquel entonces se alzaba c o n tra d el S iglo de las Luces. Herder y K lopstock acababan de d a r el ejem p lo . Pero Hölderlin vam ás le jo s : in ten ta re m o n ta r la c o rrie n te , no sólo yendo hacia las fuentes h istó ricas del a le m á n , sin o dirigiéndose hasta las fuentes originales del d isc u rs o h u m a n o . É l las ubicaba en la densidad elem en tal del té r m in o aislad o . C uando afirm a q u e " lo s n o m b re s son en número finito, m ien tras q u e los o b je to s s o n in fin ito s", su posición es en cierto sen tid o in v e rsa a la d e A ristóteles. Para Hölderlin, el nom bre, p o r poco q u e se a in te rr o g a d o , d eja adivinar una com­ pleta presencia sim é tric a , q u e ta l vez h ay a escapado hasta ese m o m en to a la p ercep ció n . P o r eso , c u a n to m ás difícil y opaca es u n a p alab ra, ta n to m á s e le v a d a re s u lta su carga potencial de rev e la c ió n : da s sc h w e re W o rt w ir d zu m m agischen Träger d es T ie fsin n s.11 S in o lv id a r, p o r su p u e sto , que ese potencial puede m u ltip lic a rse o re v e la rs e p o r m ed io de un proceso de fusión lin g ü ístic a y c o n el p a s o d ire c to de las unidades ver­ bales, d e u n a le n g u a a o tr a . E n H ö ld erlin , res vera se conv ierte en w a h re r S a c h e , m ie n tr a s q u e unstädtisch está fabricad o co n el in q u ie ta n te άπολις, y la p a rtíc u la enclítica γάρ, es tra d u c id a p o r e l e n ig m á tic o n e h m lic h en los últimos himnos. Las d iv ersa s le n g u a s e r a n b lo q u e s e rrá tic o s arrancados de la u n id a d del lo g o s. S o ld a r s u s e le m e n to s, así sea imperfecta­ m en te, y a u n a r rie s g á n d o s e a u n a p asa je ra incongruencia, co n d u ce a u n a re c u p e ra c ió n p a rc ia l d e la unidad perdida de la sig n ificació n . E s en P ín d a ro d o n d e se lle v a a c ab o con mayor claridad el p ro c e d im ie n to c o m p u lsiv o q u e c o n s is te en arrancar su sig­ nificació n al m is te r io p o r m e d io d e u n a expresión lírica vio1Rolf Z u b e rb ü h le r, op. c it., p. 22.

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lenta. La tra d u c c ió n q u e h iz o K lopstock de la Oda, II, IV de Horacio, y la im ita c ió n d e q u em tu, Melpomene ( IV, III), publicadas en 1747, n o s ó lo p refig u raro n los métodos de inducción de H ö l d e r l i n 12,s i no q u e la confirm an su paradig­ ma del poeta a b s o lu to : W en d e s G e n iu s B l ic k , a ls e r g e b o h re n ward, M it e in w e ih e n d e m Läc h le n sa h , W en, a ls K n a b e n , i h r e in s t S m in th e u s A nakreons F a b e lh a fte G e s p ie lin n e n , D ic h tr is c h e T a u b e n u m f l o g t . . .

Hölderlin tr a d u jo a l a le m á n , ín te g ra o parcialmente, seis Odas O lím picas y d iez P ític a s. E s m u y probable que estos 2000 versos d e tra d u c c ió n , s in d u d a redactados en los pri­ meros años del sig lo , s ó lo re p re s e n ta n u n a experiencia hecha a titulo personal. G u ia d o , a lo q u e parece, p or el deseo de con­ tradecir ex p resa m en te la cé le b re ad v erten cia de Cowley, para quien “si u n h o m b re in te n ta b a tra d u c ir a Píndaro palabra por palabra, se p e n s a ría q u e u n lo co h a traducido a otro", Hölderlin lu ch ó p o r o b te n e r la m á s ab so luta literalidad. Re­ currió a figuras d e d ic c ió n co m o el hipérbaton, la separación entre com plem ento y v erb o , el alejam ien to del epíteto pos­ puesto o an tep u esto a l s u s ta n tiv o que lo acompaña, a la asi­ metría de los p re d ic a d o s y d e los atrib u to s, con el objeto de producir u n " g rieg o -ale m á n " com prensible para los germanohablantes, pero ta m b ié n in te n sa m e n te representativo del "to12 El m odelo e sta b le c id o p o r K lopsto ck se rencuentra fácilmente en la estru ctu ra p ro só d ic a y e n la s im itacio n es fonéticas de la versión que da H ölderlin d e la O da II , VI d e H oracio. C f.: u nde s i P arcae p ro h ib e n t iniquae dulce p e llitis o v ib u s G alaesi flu m en e t regnata p e ta m Laconi rura P hala n to . con la versión de H ö ld e rlin : Lassen m ic h d a h in n ic h t die neidischen Parzen So w ill ich su c h e n den G alesusstrom Den lieblichen m i t d en w olligen Shafen, Und d ie Felder, v o m Spartaner P halantus beherrscht. En los versos alem anes, el juego de sibilantes, líquidas y fricativas, es una asom brosa im ita c ió n del te x to latino.

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rrente de oscuridad" de P índaro.13 Aunque sea posible encontra r tramos elocuentes, como el final de la Tercera Oda Pítica, Klein itn Kleinen, G ross im G rossen W ill ich sein; d en u m re d e n d e n aber im m e r mit Stimme Den Dämon wil ich ü b e n na ch m e in e m E hrend dem G eschick, Wenn aber m ir V ielh eit G o tt ed le darleiht, H offnung ha b ’ich R u h m zu Finden hohen in Z u k u n ft. N estor und den L ykischen Sarpedon, der M enge Sage, Aus W orten rauschenden B aum eister w ie w eise Zusam m engegüfugete, e r k e n n e n w ir. Die Tuggend aber d u rc h rü h m lic h e Gesänge. Ew ig Wird. M it wenigem aber zu h a n d e ln ist leic h t.

la traducción, en gran m edida, es (incluso este ejemplo) for­ zada y nada convincente. Pero este ensayo probó su fecundi­ dad. Los últimos himnos de H ölderiin son "pindáricos", no sólo a la luz de la retórica —los prim eros versos son como un reflejo de la Sexta N em ea, y los últim os recuerdan la ter­ cera Oda Pitica—, sino en un plano m ucho más profundo de mimesis espiritual. Al parecer, la estricta regularidad métrica de Píndaro, cuya im portancia apenas era barruntada por Höl­ derlin, liberó el impulso prosódico de éste. Hölderlin debe a Píndaro una concepción de la poesía lírica como fiesta y re­ velación con ribetes oraculares y, tam bién, una técnica poética increíblemente com pacta y rápida. Sin que les afecten en modo alguno los frecuentes erro re s de interpretación del tex­ to griego, estas tentativas de penetración y de reproducción absolutas desembocan al m ism o tiem po en los grandes poe­ mas de Hölderlin, y en sus apropiaciones de Sófocles. Es como sí Hölderlin hubiese obtenido de sus trabajos sobre Píndaro la tem eraria convicción de que podría penetrar hasta el meollo mismo en la significación del griego antiguo, de que sabría vencer las b arre ra s de la distancia lingüística y psicológica, hasta llegar a u n a "pre-lógica", a una inspira­ ción universal. La com prensión y la reformación pasan a coavertirse en una arqueología de la intuición. En su obsesiva búsqueda de las raíces universales d e la poesía y del lenguaje 13 Cf. M. B. Benn, op. d t., pp. 143-144.

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fue mucho más lejos que cualquier otro filólogo, gramático o traductor. Como en el caso de los místicos del siglo xvii y de los pietistas, la "raíz de las palabras" no es más que una imagen prestada, que se to rn a literal. Se han hecho concienzudos análisis del Umdichtung de Sófocles por Hölderlin, y de los aforismos que lo acompañan (la palabra alemana se presta a los sentidos, perfectamente adaptados, de "transform ación poética" y de "condensación en torno de un objeto".14 A los ojos de los contemporáneos de Hölderlin, Ödipus der Tyrann y Antigone eran farsas, o mo­ numentales errores. El reducido círculo de iniciados que apa­ rentemente les prestó atención no vacilaba en reconocer alli los síntomas de la enferm edad mental que pronto haría caer al poeta en el silencio. E n recompensa, los comentaristas mo­ dernos estiman que el texto de Hölderlin representa, tanto el mayor grado de com prensión re-creadora de Sófocles, como una intuición inigualada de la significación de la tragedia griega.15 Y es precisam ente el modo en que comprendió la naturaleza de la presencia divina y del acto Divino en el tea­ tro trágico, lo que llevó a H ölderlin "más cerca de Sófocles que cualquier o tro traductor".16 Tan encontrados puntos de vista sólo pueden re fle ja r la naturaleza enigmática de su em­ presa. Se diría que los textos, tal como los conocemos, incor­ poran varios niveles de intención. E n Ödipus der Tyrann, en especial, es posible colegir elem entos de traducción casi pe­ dantes, de tan d irecto s; aspectos de los que debería haberse convertido en una versión al alcance de todo el mundo de las tragedias completas de Sófocles. En ambas piezas irrumpe una violencia herm enéutica personal; en ambas hay el in­ tento de arrancar al significado de su coraza griega, a fuerza de trasponer palabra p o r palabra. Pero también encontramos, 14 Cf. W. Schadewaldt, op. cit., pp. 766-824. A pesar de las exhausti­ vas investigaciones con que se cuenta, subsisten grandes dudas. Es difícil determinar, por ejemplo, hasta qué punto sabía griego Hölderlin, y cuáles son las relaciones, sin duda de primera importancia, entre su propia manera de abordar a Sófocles y la de Hegel. Sería preciso exa­ minar de cerca el papel de Edipo y Antígona en las obras de Hegel. Kierkegaard y Schopenhauer. Quizá se llegará a demostrar que Höl­ derlin no se apoderó del original de un modo tan excéntrico: Hegel también tenía el proyecto de traducir a Sófocles, y la "reconstrucción" de Antígona que K ierkegaard intentó es más extravagante que cualquier texto de Hölderlin. 15 Esto es verdad, no sólo de Benjamín y de Heidegger, sino de clasicistas como Reinhardt y Schadewaldt. 16 W. Schadewaldt, op. cit., p. 822.

sobre todo en A n tig o n e , u n p r o g ra m a cu y o objetivo es trad u cir a m p lia n d o ; u n a re c o n s tru c c ió n e n m endadora derivada d e la exploración y e x p lo ta c ió n ín tim a d e la inspiración original del p o eta g rieg o ( le c tu r a q u e S ó fo cles mismo no hubiese sido capaz de c o n s u m a r) y d e la s perspectivas abiertas al griego por la h is to ria p o s te r io r . C o m o H ö ld erlin escribe en su c arta a W ilm ans del 28 d e s e p tie m b re d e 1803, tan asiduam ente citada, la tra d u c c ió n , ta l c o m o él la concibe, consiste en un re to c a r y e x p lic ita r; e n t r a e r a flo te el cuerpo ausente de las significaciones im p líc ita s ( e in Hearausheben),pero tam bién es co rrecció n : "ih r e n K u n s tfe h le r , w o er vorkomm t, v e r b e s s e r n ."E sta clase d e c o rre c c ió n , d e m ejo ra, es posible, y en realid ad oblig a to ria , p o r e l p u n to d e v ista diacrònico que tiene el tra d u c to r del o r ig in a l; el tie m p o y la evolución del paisaje afectivo h a ce n r e s o n a r s u e c o m á s plenamente. Las m odificaciones que a p o r ta e l t r a d u c t o r y a figuran en estado laten te en el o rig in al; p e ro só lo é l e s capaz de verlas. No podem os ex clu ir del to d o el p e n s a m ie n to d e que este privilegio visionario tien e u n to q u e d e lo c u ra . Y s in embargo, tal estra­ tegia de los excesos in te r p r e ta tiv o s y d e la dislocación lingüística rige los p o e m as y lo s c o m e n ta rio s m ás refinados y equilibrados de H ö ld e rlin . La " m u ta c ió n -re -e x p o sic ió n " q u e h a c e Hölderlin del ver­ so 10 de A ntig o n e (q u e la in te lig e n c ia d e Sch adewaldt bautiza acertad am en te N e u s p r e c h e n y N a c h s p r e c h e n ), dice así: W as is t’s, du sc h e in st ein ro te s W ort zu färben? E sto n o significa n a d a a la lu z d e u n a aproxim ación ingenua, y tal p en sa ría n lo s p r im e r o s le c to r e s d e Hölderlin. Ante el ab ru p to p re se n tim ie n to q u e tie n e A n tíg o n a de una calamidad inm inente, Ism e n a le p r e g u n t a : τί δʹέϭτι; δηλοϊς γάρ τι ϰαλχαίνουϭʹ έπος. ["¿ Q u é o c u r r e ? D e ja s v e r q u e hablas preocupada p o r algo.” ]* (M ozon t r a d u c e : Q u e lq u e propos.) Sin embargo, n o se p u ed e u n o lla m a r a e n g a ñ o s o b re las intenciones que guían la v ersió n d e H ö ld e rlin , in te n c io n e s que están justifica­ d as en g ran m e d id a . P a r a H ö ld e r lin , la s palabras en la anti­ güedad, y e n especial e n el t e a t r o trá g ic o , se rodean de un aura m aterial y de c o n se c u e n c ia s ta n g ib le s , que n o existe en la epis­ tem ología m o d e rn a . E n la tr a g e d ia g rie g a, la profecía; la senten cia del o rá c u lo , el a n a te m a , v a n e n la inevitable compañía de u n a fa ta lid a d lite ra l. E l d is c u r s o n o describe los hechos, ni * S ófocles, A n tíg o n a , tra d u c c ió n d e L u is Gil, M adrid, 1974, p. 21

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equivale a su representación: era el hecho mismo, Antígona no se limita a esbozar anticipaciones de sangre y muerte: os­ curece, volviéndolas m ás sanguinarias, palabras que ya de por sí son actos de suicidio y rebelión. ϰαλχαίνουϭ' quiere decir "vol­ ver al rojo". Al ser anunciada, teñida de rojo, la visión épica de Antígona, se ha convertido en gesto fatal e ineluctable. El literalismo de Hölderlin, su ambición de comprender el original, e incluso de m ejorarlo, al mismo tiempo que procura seguirlo palabra por palabra, presupone y exige toda una antropología y una lingüística com paradas del papel del discurso en las sociedades antigua y m oderna. Es verdad que la táctica es violenta, y a m enudo ab su rd a; pero las teorías contemporá­ neas de los hábitos lingüísticos en las culturas primitivas y el análisis de la coacción física ejercida por el hebreo antiguo, dan la razón a Hölderlin.17 Por encarna r actos lingüísticos aún más involuntarios y elementales que los de los protagonistas, las efusiones líricas de1coro son para H ölderlin la esencia del ser dramático. Na­ die ignora la hilarid ad que se apoderó de Schiller cuando escu­ chaba, en compañía de Goethe, los coros de Antigone, ni cómo aseguraba, sin p erd er la com postura, que su ex discípulo no se encontraba en sus cabales al escribirlos. La impresión de un caos prem editado debe de haber sido un escándalo, aun­ que la oscura violencia que impregnaba al todo debe de haber sido todavía m ás in to le ra b le : Vater der E rd e, d e in e M acht Von M ännern, w e r m a g d ie m it Uebertreiben erreichen? Die n im m t d e r S c h la f, d e m altes versinket, nicht Und die s tü r m is c h e n , die M onde der Geister In alterloser Z e it, e in R eicher, Behältst d e r O ly m p o s M arm ornen G lanz d u , Und das N ä c h ste u n d K ü n ftig e Und V ergangne b e so rg st du. Doch w o h l a u ch W a h n sin n k o ste t Bei sterb lich en im L eb en Solch ein g e s e tz te s D en ken . [Tu poderío, Z eus, ¿ q u é a rro g a n c ia / de los hombres podría do­ meñar, / si n i s iq u ie ra e l s u e ñ o cautivador / de toda cosa, ni los infatigables m ese s / d e lo s dioses se apoderan de él jamás? / Como m onarca a q u ie n n o a v e n ta ja el tiempo, / dominas el fúlgi17 Cf. Isaac Rabinowitz, " 'W ord' and Literature in Ancient Israel" (New Literary History, iv, 1972).

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d o re sp la n d o r del O lim p o . / M a s, ta n t o anteriorm ente como después, / y en el fu tu r o , e n v ig e n c ia h a d e e s ta r esta ley:/nad acontece ex en to d e d e s g ra c ia e n la v id a d e lo s mortales.]

Y precisamente p o r m edio de la Uebertreiben [exageración], entregándose a fondo a los riesg o s de la demencia, de la interpretación falsa (W a h n sin n ), el p o eta se empeña en capturar el poder y el sen tid o de los v erso s 604-614 de Antigona. Pero resulta im posible ju z g a r s u in terp retació n si no se llega a comprender qué lógica d e la tra n sfo rm a c ió n rigurosa, aunque paradójica, la anim a. S c h ille r n o com etió un errorreaccionando como lo h iz o ; v ista s las cosas en un nivel esencial esta cuestión le era c o m p letam en te ajen a. La teoría lingüistica de H ö ld e rlin se b asa en la búsquedadel quizá sagrado G rund d es W o rtes, perteneciente al numen. Es la palabra individual y a is la d a d o n d e se materializan las fuer­ zas elem entales de la sig n ificació n in m ed iata. La reapropiación herm enéutica d e la in te n c ió n o rig in al en el nivel de la frase es ilusoria, p o rq u e to d a fra s e e s tá anclada en un con­ texto, y su análisis nos in v o lu c ra e n u n a disyuntiva de regre­ sión infinita. Sólo la p a la b ra p u e d e circunscribirse y abrirse aisladamente para que n o s rev ele su singularidad orgánica. Como H ellingrath d e m o stró a n te s q u e nadie, este "monismo verbal" o m onadism o o rg a n iz a , n o sólo las traducciones de Sófocles que hizo H ö ld erlin , sin o ta m b ié n la textura marmó­ rea ( harte Fügung) d e su s m á s g ra n d io so s himnos, los últi­ mos que escribió. E l c r ite rio e s tilís tic o implicado es el que enuncia Dionisio de H a lic a rn a s o e n De compositione verborum ( XXII): " Las p a la b ra s d e b e ría n e s ta r tan firmemente afincadas com o co lu m n a s, y o c u p a r posiciones lo bastante fuertes para que se les p u e d a v e r d esd e todos los ángulos y se distingan sus p a rte s n ítid a m e n te a apreciables distancias, unas de o tras." * Así las e lisio n e s d e la sintaxis en la tragedia Antigone y en los A n m e r k u n g e n q u e la acom pañan; los silen­ cios entre las p alabras, n o s in v ita n a v e r el "relieve redondea­ do" de la palabra a is la d a ; in v ita n a palparlo desde todos los ángulos, y a ir "m ás a llá " . L as prep o sicio n es y conjunciones, la orientación causal de la s e s tr u c tu r a s idiom áticas, crean una fachada de lógica, lisa e ilu s o ria . L a esencia de la lengua de Sófocles, com o la de to d a a u té n tic a trag ed ia, reside indem faktischen W orte, das m e h r Z u sa m m e n h a n g , als augesprochen,, schicksalsw eise v o m A n fa n g b is zu Ende gehet..." * (Traducción de W . R hys R o b e rts ,)

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Articular esas re lac io n es ( zusam m enhang) e imponerles una tersura y una se cu e n cia lineal ilusoria, equivale a traicionar la virtud v irtu a lm e n te d em o n iaca de definición, de acción, y de linearidad c o n te n id a en la palabra humana. Hacia el final d e s u c re a tiv a carrera, Hölderlin elaboró lo que es fuerza lla m a r u n a d ialéctica mística. La función del poeta, como la de to d o s e r h u m an o preocupado por "esencializar" su condición, a p are c e a su s ojos como el choque brutal con un principio a n ta g ó n ic o . E sto s choques dialécticos ponen en juego binom ios de id e ale s y conceptos antitéticos, que él designa, ya sea co n p a la b ra s acu ñ ad as al efecto, o bien con títulos a los q u e a d s c rib e significaciones nuevas, y a menudo personales. A ntiguo y m o d e rn o , orgánico y Aorgisck, oriental y Hesperidis, luz y so m b ra , lo inteligible y lo ininteligible, lo comunicativo y lo in a rtic u la d o , chocarán en una dialéctica de conflicto y m ed iació n . L a m á s im portante de esas agonís­ ticas confrontaciones e s la q u e se da entre lo humano y lo divino. En H ö ld erlin , la te o ría m ad u ra de la poesía y del teatro trágico se to r n a u n m o d elo —con algunas ambiciones filosóficas, a p e sa r d e s u ín d o le terriblem ente privada— de la interacción e n tre D ios y el ho m b re. Sólo desafiando la auto­ nomía divina, in v ad ien d o el " espacio de los dioses", puede el hombre realizar s u p o ten cial de trascendencia, y obligar a los dioses a o b serv a r y c o n su m a r sus ambiguas semejanzas con el orden d e los m o rta le s. E l héroe trágico —y Hölderlin piensa sobre to d o e n E d ip o y e n Antígona, aunque también en el Áyax de Sófocles— se desliza por la trama de una inti­ midad deliberadam ente ag resiv a con los dioses. Se transfor­ ma, para decirlo co n la decisiva, pero oscura terminología de Hölderlin, en u n a n tith e o s cuyo reto a lo divino, cuya arriesgada vecin d ad co n los dioses, constituye una blasfemia y una m anifestación d e arro g an cia suicida; la afirmación última de la dialéctica de existencia recíproca que priva entre los hombres y los dioses ( w o einer, in Gottes Sinne, wie gegen Gott sich v e rh ä lt). La invocación de Antígona a "mi Zeus" en la célebre, p e ro d iscu tib le traducción del verso 450 es, todo en uno, ac to de apropiación arbitraria, incursión en el reino "ausente” de la ju stic ia divina y afirmación desespe­ rada de que, con ese rein o , es relevante la supervivencia de la especie h u m an a y de la sociedad. Resulta im posible p a ra fra s e a r satisfactoriamente el íntimo sentido de e sta dialéctica d e la inmolación, de Hölderlin, en la cual los en fren tam ien to s, y au n la destrucción mutua, con-

ducen a una diferenciación y a u n a distancia apropiadas.Se trata de una concepción dinám ica y, por ende es posible, hasta cierto punto, entenderla y verificarla en el movimiento delos últimos poemas; en la progresión —en cierto nivel, intencional o sabiamente calculada— de la razón, a la locura; del discurso, al silencio. Pero, com o dem uestran los comentarios que acompañan a Oedipus y a Antigone, a Hölderlin mismo le cuesta trabajo form ular, ya n o digamos explicar, su ontologia y mitología de los encuentros cósmicos. Sostengo que es en este punto donde el concepto y la actividad de la traducción llegaron a se r instancias fundamentales. El genio de Hölderlin alcanza su clímax en la traducción, porque el choque, la unión progresiva y la fusión dialéctica del griego y del alemán, son para él la representación más tangible de las colisiones a que está sujeto el ser. El poeta hace entrar la lengua propia y m aterna en el campo magnético de otra lengua. Invade, y aspira a romper, el núcleo mismo de la significación ex tranjera. Aniquila su propio ego cuando se empeña, con igual arrogancia y humildad, enfundirse con otra presencia. Una vez que lo ha hecho así no puede regresar incólume al te rru ñ o nativo. En el curso de cada uno de estos desplazam ientos hermenéuticos, el traduc­ tor se entrega a un acto profundam ente semejante al deAntígona cuando ella irrum pe en el universo de los dioses. El traductor es un a n tith e o s que viola la separación natural de las lenguas, designio de los dioses (¿con qué derecho tradu­ ce?), pero que tam bién afirm a, p o r medio de su rebelión,1a unidad suprema (y no m enos divina) del logos. Cuandose da el choque de implosión, que es llamarada, de la traducción auténtica, las dos lenguas son destruidas, y la significación entra, por un m om ento, en u n a "viva oscuridad" (la imagen es la de los funerales de A ntígona). Pero una nueva síntesis sale a la luz, unísono del ático del siglo v y del alemán de principios del xix. E s un idiom a "extranjero", porque nopertenece por completo a ninguna de las dos lenguas. Y, sin embargo, carga corrientes de significación más universales más próximas a las fuentes del lenguaje, que el griego y el alemán. Por eso, el últim o H ölderlin piensa que el poeta cuando traduce, se acerca com o nunca a su lengua verda­ dera. Más allá de las aleaciones y fusiones que suscita lagran traducción —pero ahora conform e una acepción por fin con­ creta y en la que el poeta se m ueve libremente—, se extiende el silencio. La coherencia perfecta es muda e inefable.

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Llegamos así a las fronteras de toda teoría o de toda prác­ tica del intercambio lingüístico. Hölderlin ocupa la posición más enigmática y exaltada de la historia de la traducción literaria. Se le deben una atención y un respeto perdurables por los riesgos psicológicos implícitos, y produjo pasajes cuya intensidad, perspicacia y vigorosa re-expresión vuelven imper­ tinente todo com entario. Como ejemplo de esto, veamos el coro en los versos 944 y siguientes, de Antigone: Der Leib auch Danaes m usste, S ta tt h im m lisc h e n L ichts, in Geduld Das eiserne G itte r haben. In D u n kel lag sie I n der T o te n k a m m e r, in Fesseln; O bgleich v o n G eschlechtadel, o Kind! Sie zä h lete d e m V a te r der Zeit Dir S tu n d en sch lä g e, d ie goldnen. ["También so p o rtó D án ae a b a n d o n a r / la luz celeste en camarín de bronce. / Y, o c u lta en se p u lc ra l recin to / fue uncida al yugo de la necesidad. / Y e so q u e , ¡ay, h ija! e ra honrada de linaje y guar­ daba en su seno / la se m illa d e Zeus vertida en gotas de oro.”]

En cierto nivel, H ölderlin no pudo haber ignorado que incu­ rría en una reinvención; que la Dánae de Sófocles "guarda­ ba en su seno la sem illa de Zeus vertida en gotas de oro".* Pero en otro nivel, enlazaba en una sola imagen misteriosa las nociones de oro y de visitación olímpica con su propia concepción de cómo el hom bre da la hora, suspendido como están en una agonía trágica (das Zählen der Zeit im Lei­ den).18 El resultado es sim ultáneam ente algo más, y algo menos, que una traducción. Cualquiera que sean el genio estilístico y la audacia inter­ pretativa, el arte de la traducción, en Hölderlin, se desprende de lo literal y, a decir verdad, casi tanto del traslado letra por letra, como del tra slad o palabra por palabra. Como él mismo afirma en su p rim era versión de Patmos, Dios ama más a quienes se hacen guardianes y ayos de la "letra firme" (der feste Buchstab). P o r tanto, de manera absolutamente paradójica, del proyecto de versión literal, de la ambición de una metafrase palabra p o r palabra, que la tradición con­ sidera totalmente pueriles, deriva la concepción más exaltada de la naturaleza de la traducción. * 18

Antigona. Trad. Luis Gil, p. 64. K. Reinhardt analiza el pasaje en op. cit, pp. 94-98.

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2 La traducción, a u n la lite r a r ia , n o s u e le lle g a r a tan elevado plano intencional. S e p ro p o n e im p o r ta r y dom esticar el contenido del texto-fuente, y s im u la r , h a s ta d o n d e le es posible, la form a de expresión o r ig in a l d e ta l co n te n id o . En el plano conceptual, e n co n tra m o s u n a ta jo q u e , p o r tradición, se enuncia como la d efin ició n , n o m u y o r ig in a l p o r cierto, que da Dryden de la p a r á f r a s is ; " p r o d u c ir e l te x to que el poeta extra n je ro habría e sc rito , d e h a b e r lo c o m p u e sto en nuestra propia lengua". P ero a u n si re c o n o c e m o s — com o nos vemos obligados a hacerlo, p a r a p r o s e g u ir el a n á lis is — el aislamiento y la identificación de u n c o n te n id o d a d o con fines de extracción y d e sp la z am ie n to ; e s d e c ir, d e u n con ju n to de signi­ ficaciones p o ten cialm en te e x te n s ib le y s e p a ra b le de la unidad original que c o n stitu y e e l c o n te x to fo n é tic o , sintáctico y semán tico, la m a n io b ra p r o p u e s ta e s p o r definición más deli­ cada, y m ás p ro b le m á tic a d e lo q u e a p rim e ra vista podría parecer. Lo q u e h e lla m a d o la te r c e r a e ta p a o fase de la her­ m enéutica de la a p r o p ia c ió n : e l m o m e n to e n que "se lleva a casa" la significación e x tr a n je r a y se in te g ra a una nueva m atriz cu ltu ral y lin g ü ís tic a , n o e s c a s i n u n c a un trayecto directo, ni u n tra s la d o lin e a l, d e u n p u n to a otro. E n diversos n iv eles d e a r tif ic io e s tr a té g ic o , ésta es la ilus­ tración m ás v ig o ro sa d e l p r o b le m a d e la "alteridad", de la exteríorización d ia c rític a o m is e e n r e lie f [p u e sta en relieve] de esas d iferencias e n tr e la s le n g u a s q u e p o n en a prueba y encadenan las d iv e rsa s p o s ib ilid a d e s y v e rsio n e s del ser. Decir que "el poeta e x tr a n je r o h a b r ía p ro d u c id o ta l o cual texto, de h ab er e sc rito e n m i le n g u a " , e s a v e n tu r a r una construc­ ción hipotética. Y e s m in im iz a r la a u to n o m ía ; o más exacta­ m ente, la " m e ta u to n o m ia d e la tra d u c c ió n " . Pero equivale m ucho m ás que e s o : e s in y e c ta r a la s u sta n c ia y al estado histórico de las p ro p ia s le n g u a , l i t e r a t u r a y sensibilidad heredadas, o tra e x is te n c ia ; u n " p u e d e h a b e r sido" o un "por venir". E ste m o d o d el a u m e n to , del d e sa fío , de la nostalgia (to d a s esta s v a rie d a d e s s e e n c u e n tr a n prolijam ente representadas e n los a n a le s d e la t r a d u c c i ó n ) s e vuelve más accesible a la luz de la c ro n o lo g ía . B ie n m ir a d a , to d a traducción, aparte de la sim u ltá n e a d e u n a u d íf o n o a o tro , efectúa un tras­ lado d el p asad o al p re s e n te . C o m o v im o s a l comienzo de esta obra, la h e rm e n é u tic a d e la im p o r ta c ió n n o sólo se ubicaen la fro n tera lin g ü ístic a y e s p a c i a l; ta m b ié n exige un desplaza­

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miento en el tiem po. L o q u e la traducción común procura hacer es "p ro d u c ir el te x to que el poeta extranjero habría escrito, de h ab er m a n e ja d o n u estra lengua de hoy día, o casi". La am plitud d e ese "casi", la elasticidad de esa presun­ ta contemporaneidad, es, com o verem os, uno de los aspectos permanentes y fu n cio n ales d el edificio de la comprensión y de la reform ulación. Es posible rec h a z a r ta l am plitud. El traductor puede afir­ mar que es factib le h a c e r p a sa r satisfactoriamente una sig­ nificación a trav és d e las fro n te ra s lingüisticas y temporales que allí se co n ju g an . P u ed e lim itarse a una pura horizonta­ lidad; puede lo g rarse e sto al no trad u cir más que textos contemporáneos, o p ro c u ra n d o que la fecha de la lengua re­ ceptora y la de la lengua-fuente coincidan. Aunque escríba hoy, el trad u cto r p ro p en d e a tra d u c ir a Spenser en castellano del siglo xvi; p resen ta u n a versión de Marivaux en ru so del xviii, y traslada los d iario s de Pepys al japonés del xvii. Esta sincronía presen ta el a tra c tiv o de una lógica perfecta. Es pro­ bablemente ab su rd a, y ello, p o r razones que no carecen de peso. Supongamos u n m o m en to que es realmente capaz de ofrecer un vo cab u lario y u n a gramática simétricas: a fuerza de erudición léxica y sintáctica, logra traducir el Werther al flam enco, y al bengalí de 1770. No emplea ningu­ na expresión reciente, n i re c u rre a una fraseología posterior. Pero ese artificial re to rn o , ¿puede colorear el sentido que tiene del texto, ya se a e n el original, o en su transcripción? Todo contexto es d iac rò n ico ; el campo de la significación, las diversas regiones de la tonalidad y de la asociación, se desplazan de co n tin u o . Que elija las voces y los giros grama­ ticales apropiados, el tra d u c to r conoce su historia subsiguien­ te, y es inevitable que la g am a d e connotaciones sea la de su siglo y lugar de o rig en . Y a u n cuando logre el equivalente justo en la escala del tiem po, y los objetos y manifestaciones afectivas a que se h ace referencia en el texto, se encuentran incrustados en la percepción m oderna que tiene de ellos. Por eso, funcionan com o an tiguallas que, obvio es, no lo eran en la época en que la referencia original fue hecha, o bien se han transform ado. E n u n a palabra, nos encontramos ante la disyuntiva que rep resen ta la parábola de Borges: hasta el facsímil es una ilusión, cu an d o el tiempo ha pasado. Esta­ bles, por ser a rb itrario s, la palabra y el signo fonético quizá se han consumado estables, pero no así el significado. Algunos problem as ard u o s de sincronía se cuentan, no

o b stan te, e n tre lo s e p is o d io s m á s re v e la d o re s de la historia y de la te o ría d e la tr a d u c c ió n . E s p o sib le enum erar algunos ensayos e m p re n d id o s h a c ia 1820 y , s in d u d a , acometidos bajo el im pulso del d e te r m in is m o h is tó r ic o d e los románticos,o m o tiv ad o s p o r el d e se o , e v id e n te e n la s o b ra s históricas que van d e H e rd e r a M ic h e le t, d e p e n e t r a r y reinventar la conciencia a u té n tic a , el p a is a je i n t e r i o r d e u n pasado grandioso. Leopardi su e ñ a c o n t r a d u c i r a H e r o d o to al italiano de la E d ad M edia. C u a n d o P a u l-L o u is C o u r ie r se empeña en reprod u cir a H e ro d o to y a L o n g o e n f r a n c é s del Renacimiento, log ra u n a “ c o n te m p o ra n e id a d a r b i t r a r i a ”, au n q u e en alto grado elocuente. É l h u b ie r a q u e r id o r e d e s c u b r ir el texto clásico tal com o los h u m a n is ta s d e l s ig lo x v i lo redescubrieron y europeizaron. E a rly I ta lia n P o e ts y D a n te a n d his Circle, de Dante-Gabriel R o s se tti, se p u b lic a n , respectivam ente, en 1861 y 1874. E sta vez la b u s c a d a s in c r o n ía e s, insistam os, de na­ turaleza h íb rid a . A R o s s e tti le h u b ie r a g u s ta d o vaciar su propio estilo p oético y f ig u r a tiv o e n e l m o ld e d e un italiano me­ dieval, pero sig u e p le g á n d o s e , a l m is m o tiem p o , a la práctica arcaizante, b a s ta n te c o n v e n c io n a l y d e c o r te spenseriano, que se deriva de las b a la d a s a n g lo s a jo n a s , d e las imitaciones de Faerie Q ueene [ La re in a d e la s h a d a s ] , d e la época de la rei­ na Ana, y de J o h n K e a ts . S a le d e a llí u n a lengua simultá­ neam ente a rq u eo ló g ic a y p r e s c r ip tiv a , e n la medida misma en que asp ira a e le v a r la a n t ig u a té c n ic a al rango de ideal m oderno. S e o b tie n e a s í u n a a n tig u a y v elad a coloración: D ante a C a v a lc a n ti: G u id o , I w i s h t h a t L a p o , t h o u , a n d I , C o u ld b e b y s p e l l s c o n v e y e d , a s i t w e r e now, U p o n a b a r q u e , w i t h a l l t h e w i n d s th a t blow A c r o s s a ll s e a s a t o u r g o o d w i l l to h ie . S o no m is c h a n c e n o r t e m p e r o f th e s k y S h o u ld m a r o u r c o u r s e w i t h s p i t e o r c ru e l slip; B u t w e, o b s e r v in g o ld c o m p a n io n s h ip , T o b e c o m p a n i o n s s t i l l s h o u l d l o n g th e r e b y . A n d L a d y Joan, a n d L a d y B e a tr ic e , A n d h e r t h e t h i r t i e t h o n m y r o ll, w i t h u s S h o u l d o u r g o o d w i z a r d s e t , o 'e r s e a s to move A n d n o t to t a l k o f a n y t h i n g b u t lo v e : A n d th e y t h r e e e v e r t o b e w e l l a t e a se, A s w e s h o u ld b e , I t h i n k , i f t h i s w e r e th u s. [G u id o , m e g u s ta r ía q u e L a p o , t ú y y o , / p u d ié se m o s mediante

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sortilegios s e r t r a n s p o r ta d o s p o r a sí decir / sobre una barca, navegando a n u e s tr o a n to j o / p o r todos los mares y con todos los vientos. / De m o d o q u e n i el in fo rtu n io ni el hum or del cie­ lo / pudiesen e s tr o p e a r n u e s tr a m a rc h a con crueles errores y mortificaciones; / y q u e n o s o tr o s , observando la antigua camara­ dería, / a n h e lá ra m o s s e g u ir s ie n d o p o r eso compañeros. / Y que Joana la d am a, d o ñ a B e a tr iz / e lla , la q u e tiene el núm. 13 de mi lista, se d isp u s ie ra n , c o n fo r m e el indulgente hechizo, a ir con nosotros p o r lo s m a r e s / y a n o h a b la r m ás que de amor: / y que ellas tres p o r s ie m p r e a g u s to e s tu v ie ra n / como nosotros esta­ ríamos, creo, si la s c o s a s fu e s e n d e e s te m odo.]

En realidad n i el e s tilo d e R ossetti ni su interiorización en el original b astan p a ra c re a r la ilusión de una concordancia.19 La comparación del C avalcanti de Rossetti con el de Ezra Pound cede la p alm a a e ste últim o.20 El modo en q u e É m ile L ittré aborda a Dante manifiesta un grado de rig o r y d e p o d e r intelectual muy distinto. Para el eminente lexicógrafo e h isto ria d o r del francés, los proble­ mas de la ling ü ística h istó ric a se relacionaban de modo evidente con los de la tra d u cció n . Así lo explica él mismo en un notable ensayo ap a rec id o e n el Journal des débats, de enero de 1857.21 Dos v ersio n es, en to n ces recientes, de la Commedia: la de A. M esnard y la d e Lam ennais, dieron pie a sus obser­ vaciones. L am ennais te rm in ó su traducción en 1853. Se había propuesto tra d u c ir el o rig in al al francés de Rabelais y de Amyot. Aunque el te m o r d e verse incomprendido lo haya llevado a d esistir, L am en n ais conserva en su traducción un carácter literal y arcaico . Q uiere ser précis, concis, primitif. 19 A propósito de la trívialización del vocabulario amoroso de Dante en que incurrió D ante G abriel R ossetti, puede consultarse: Rossetti, Dante Ourselves, L ondres, 1947, d e Nicolette Gray, pp. 34-38. Tam­ bién deben verse "R o ssetti a n d D ante", de R. J. Morse (Englische Studien, L X V III, 1933); "R o sse tti's Poem s in Italian", de R. C. Simonini (Italica, xxv, 1948), y T h e Last Romantics, Londres, 1961, pp. 71-82. 20 "Un exam en a te n to d e la s dos traducciones muestra, al parecer, que a pesar de los d e fe c to s observados, la traducción de Pound re­ crea mejor el h u m o r n o stá lg ic o del italiano que la versión de Ros­ setti." Cf.; A. Paolucci, "E z ra P ound and Rossetti as Translators of Guido Cavalcanti", en : R o m a n ic Ravew, LI, 1960, p. 263. 21 Este artículo, u n o de los clásicos olvidados de la teoría de la traducción en el siglo XIX , fu e reim preso con algunas modificaciones en el volumen X de la H isto ire de la langue française de Littré, Paris, 1863. Una presentación general d e las ideas de Littré sobre el lenguaje puede encontrarse e n L ittr é : L ’hum aniste et les mots, de Alain Rey, Pari s, 1970.

Casi n a d ie la h a le íd o , p e r o o f r e c e u n a g u d o interés psicológic o : sa c e rd o te s u s p e n d id o e n s u s f u n c io n e s , L am m ennais redacta u n a re v isió n g ib e lin a m u c h o m á s in d ig e s ta que la del o r ígin al.22 P a ra v o lv e r s e n s ib le a l o í d o f r a n c é s la nobleza de la lengua a n c e s tra l, L ittr é t r a d u j o u n L ib r o d e la Ili a d a al francés del sig lo X I I I . P e r o p r o n t o a d v i r t i ó q u e e l p ro y ecto c a r e c í ade lógica. P o r ta n to , s e v u e lv e h a c ia D a n te . Reproduciendo la D ivina C om m ed ia e n a q u e lla lâ n g u e d 'o ïl q u e Dante mismo conocía, L ittr é n o s o la m e n te i b a a i n c i t a r a l lecto r a estudiar y a p re c ia r n o tr e v ie il id io m e , s i n o a t r a t a r de salvar el ab ism o d e in c o m p re n s ió n f u n d a m e n t a l q u e se abre entre el m u n d o de D a n te y e l m u n d o m o d e r n o . L ittré abrigaba la esp eran za de q u e u n a v e r s ió n e n la n g u e d 'o ïl de los siglos XIII y XIV p o n d ría a s u i n t e r p r e t a c i ó n a la d ista n c ia exacta de V irgilio, en a r m o n ía c o n la c r i s t i a n d a d la tin a , según el espíritu m ism o d e la e p o p e y a d e D a n te . L ’E n fe r m is en vieux langage F ra n ço is a p a r e c ió e n 1879. S e t r a t a de u n texto que nació m u e rto , p o r a s í d e c ir lo , y lo s c o n ta d o s lectores que lo re c u erd a n lo c o n s id e r a n e l p a s a t i e m p o d e u n erudito excén­ trico.23 S ó lo lo s filó lo g o s y m e d i e v a l i s t a s p u e d e n juzgar hasta qué p u n to L ittr é lo g r ó e l a b o r a r u n a r é p lic a sincrónica. No son ra ro s a llí lo s e f e c to s a c e r t a d o s : P e u s o n t l i f o r q u e l i d e s t i n s v o u s file , L i j o r q u 'a v e z e n c o r d e r e m a n e n t ; N e le s n i e z à s u i v r e s a n s d o u t a n c e L e h a u t s o l e i l d a n s l e m o n d e s a n s g e n t. G ardez q u e u s v o s tr e g e s te e t sem a n ce; F a it v o u s n e f a s t e s p o r v i v r e c o m la beste, M a is b i e n p o r s u i v r e v e r t u e t c o n o is s a n c e . M i c o m p a g n o n , p a r m a c o r te r e q u e s te , D e v in r e n t s i a r d e n t à c e c h e m i n , Q u e p a r t i f u s s e n t m a u g r é m i e n c o m e n feste . O re , t o r n a n t n o s t r e a r r i é r é a u m a t i n , O r a in s h a s t a m e s l e v o l p l e i n d e fo lie , A ia n t le b o r t s e m p r e à s e n e s t r e e n c li n . Jà à m e s i e u s m o n s t r o i t la n u i t s e r ie L e p o le a u s t r a l ; e t l i n o s t r e e r t t a n t b a s, Q u e f o r s la m e r il n e s e l e v o i t m i e . 22 C f. F. D uine, L a M e n n a is : S a v ie , s e s id é e s, s e s ouvrages, 1922, pp. 300-306. 23 U na d e la s p o c a s r e s e ñ a s f a v o r a b le s e s la d e Francesco d'O vio, en N uo v i e stu d io d a n te s c h i, M ilá n , 1907. E n re la c ió n con el trasfo ndo del e x p e rim e n to d e L ittr é , c f . L u c i e n A u v ra y , " D a n te e t Littré", en M élanges d e p h ilo lo g ie , d ’h i s t o i r e e t d e litté r a tu r e offerts àH enri Ha u v e tte, P a ris, 1934.

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En más de un m om ento, esta réplica del relato de Ulises (xxvi, 114-129) se transform a en una verdadera calca (gent/ gente, "semance" / sem enza, vol plein de folie/folle volo / fors la mer / fuorde l m arin). Pero en otros puntos la distancia que separa el tono arcaico de Littré de la Divina Comedla es Biucho mayor, al m enos en el orden verbal, que la que podría haber entre D ante y el francés moderno. Doulance, corte requeste, arriere au m atin, rains, son expresiones de sabor antiguo específico, que sólo pertenecen a los albores del fran­ cés, y que contrastan con el "estilo nuevo" de Dante y su directa naturalidad. E n v irtu d de uno de esos efectos caros a Borges, se diría que fue D ante quien tradujo a Littré, cuyo Enfer, más cerca de la chanson de geste que de la épica vírgiliana, parece a n te rio r al Inferno. Esos "ayes del Infier­ no" llegaron a oídos de D ante a través de los maestros pro­ venzales. Rudolf B orchardt vivió obsesionado por la fábula de una "fuente original desaparecida" . ¿Por qué Dante no había es­ crito en alemán de la E d a d Media? O, para decirlo de un modo más aprem iante, ¿por qué la literatura y la civilización alemanas del siglo x i i i , suspendidas como lo están entre el Norte germánico y el m undo m editerráneo, en fértil contacto con las fronteras paganas del Este, y con el universo galoromano, no dieron u n a Comedia divina, para respetar la ortografía arcaica de B o rch ard t? Pregunta hipotética que mantuvo ocupado a este poeta-erudito, devoto de una místi­ ca paneuropea, e n tre los años 1904 y 1930. Llegó a la convicción de que el alem án padece realmente la falta de la Commedia. La ausencia de D ante en la historia de la lengua y de la sensibilidad alem anas, entre 1300 y 1500, destruyó las profundas afin id ad es lógicas y materiales que existían entre el sistem a feu d al alem án y la cristiandad "clásica" de Provenza y de Toscana. Lejos de ser un soberano baño de ju­ ventud para el alem án, la lengua de Lutero fue un paso atrás en muchos aspectos. A diferencia del alemán de la Edad Me­ dia, el Neuhochdeutsch de L utero pareció desamparado y sin recursos ante la te x tu ra concreta y el vigoroso apetito del original bíblico. L utero, sostiene Borchardt, fue seguido por Opitz y G ottsched con su co rtejo de neoclasicismo paralitico, y de academicismo b u ro crático , que son absolutamente aje­ nos a las corrientes fu n d a m e n ta le s del genio alemán. Tal fue el punto de vista que B o rch ard t defendió en una cronología de las traducciones al alem án de Dante, que se inicia con los

tra b a jo s p re c u rs o re s d e S c h le g e l, e n t r e 1794 y 1799 ("Dante u n d D e u tsc h e r D a n te " ). R e to m a y e x p la y a su teoría en dos "E p ilo g o m en a zu D a n te " , d a d o s a la e sta m p a , respectivamente, e n 1923 y e n 1930. P e r o la o b s e s ió n d e Borchardt supera la te o ría . S i la m e n te h u m a n a p u e d e s o ñ a r con un futuro tam b ién p u e d e im p r im ir n u e v a f o r m a a lo que ya ocurrió. H acién d o se eco d e a q u e lla c é le b r e d e fin ic ió n de Novalis, según la c u a l el t r a d u c t o r e s " e l p o e ta d e la poesía", Borchardt confiere a la tra d u c c ió n u n a r e s is te n c ia ú n ic a al tiempo y a las co n tin g en c ias triv ia le s d e l h e c h o h istó ric o . Gracias auna " refu n d ició n c r e a tiv a " ( R ü c k v e r w a n d lu n g ) , el traductor puede su g e rir y p o n e r e n m a r c h a u n d e s a rro llo alternativo de su len g u a y de su c u l t u r a . E l a r c a ís m o auténtico (explica B o rc h a rd t a J o s e f H o f m ille r e n u n a c a r ta , fechada en febrero de 1911) n o e s u n p a s tic h e [ r e m e d o ] a rcaizan te, sino una intru sió n a c tiv a ; u n a p e n e tr a c ió n d in á m ic a y h asta violenta, en la tra m a a p a r e n te m e n te i n a l te r a b le d e l pasad o . El "arcaicista" im pone s u v o lu n ta d a l p a s a d o ; a ñ a d e a la historia u o m ite d esd e e l á n g u lo d e u n a v is ió n retrospectiva. El pasaje es a so m b ro so : der genuine A rch a ism u s g r e ift in d ie Geschichte nachträglich ein, zwingt sie fü r die g a n ze D a u er d es K unstw erks nach seinem W illen um , w irft v o n V e rg a n g en en w eg was ihm nicht passt, und surrogiert ih r sc h ö p fe risc h a u s seinem Gegenwartsgefühl was es braucht; w ie s e in A u sg a n g n ic h t die Sehnsucht nach der Vergangenheit, s o n d e r das re so lu te B ew usstsein ihres unangefochtenen B esitzes ist, s o w ir d se in Z iel nicht ihre Illusion, sondern im G oeth isch en S in n e d e s W o rtes die Travestie. E ste e ra el m é to d o d e B o r c h a r d t p a r a "tra v e stir" a Dante, p a ra lle g a r a u n D a n te D e u ts c h c o m o an u n cia el título con to d o c a n d o r. B o r c h a r d t e x p lo ta u n a convención de tiempo su sp e n d id o y r e o r i e n t a d o ; u n F rü h n e u h o c h d e u ts c h personal, h e ch o co n e le m e n to s t o m a d o s d e l la p s o q u e va del siglo xiv a L u tero . C o n tie n e r e ta z o s d e l a l t o a le m á n , del bajo alemán y del m ed io -a lto a l e m á n ; d e l a le m á n ic o , d e los diversos dia­ lectos a lp in o s ; te c n ic is m o s d e l v o c a b u la r io de las minas y de las c a n te ra s ( te u fe , s to lle n , z e c h e , g u k r , s in te r n ) junto a pa­ lab ras y p ro c e d im ie n to s g r a m a tic a le s d el cuño del propio B o rc h a rd t.24 N o a b r ig a n in g u n a ilu s ió n e n cuanto al carácter ficticio d e su e m p r e s a : 24 C f. el a u to riz a d o e s tu d i o s o b r e e l le n g u a je de B o rc h a rd t en:

E L D E S P L A Z A M IE N T O HERMENEUTlCO

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Díe S p ra c h e i n d i e i c h ü b e r tr u g , k a n n te ich weder als soche noch k o n n te e s s i e a ls s o l c h e g eg e b en haben; das Original warf erst ih re n S c h a t t e n g e g e n m e in e in n ere W and: sie entstand, wie eine D i c h te r s p r a c h e e n ts t e h t, ip so actu des Weres. Die italian isc h e W e n d u n g e n , g e n a u b e fo lg t, ergaben ein Deutsch, das z w is c h e n 1250 u n d 1340 i m ganzen Oberdeutschland seh leidlich v e r s t a n d e n w o r d e n w ä r e .25

Pero convertir e s ta fic c ió n lin g ü ístic a en un "pudo haber sido" factible y v e ro sím il, e n u n a co rrien te alterna con consecuen­ cias potenciales p a r a e l p re se n te y el futuro del espíritu ale­ mán, era el o b je to m is m o d e este ejercicio. Lo que nunca fue todavía p u e d e lle g a r a s e r ( Ungesehenes immer noch geschehen), Si bien fu e o b je to d e c o m e n ta rio s de Hesse Curtius, Vossler y H o fm a n n sth a l, e l D a n te D eutsch pasó casi inadvertido. En algunos a s p e c to s, s u te x tu ra es tan difícil de esclarecer y tan secreta c o m o la v isió n de la historia potencial que encarna. A p e s a r d e to d o , se tr a ta de una producción dotada de un genio p a r tic u la r , a l m en o s p o r lo que se refiere al In­ ferno y al P u rg a to rio , B o rc h a rd t "revivió" a Dante con una intensidad casi p a to ló g ic a ; su lectura de un poema que es ein Hochgebirge E p o s , d e ab ism o s y escarpas alpinos, es a la vez singular y c o n v in c e n te . E s interesante cotejar la versión que da B o rc h a rd t d e l r e la to de Ulises con la de Littré: "B r ü d e r , d ie m i r d u r c h h u n d e r t ta u sen d w üste fü h r d e n b is h e r i n U n terg a n g gefro n et: d ie se r s c h o n a ls o w in z ig e n , d ie se r rüste, Die u n s e r s in n e n a n n o c h is t geschonet, w o lle t n i c h t w e ig e r e n d ie auferschliessung — d e r s o n n e n a c h — d e r w e it d a n ic h ts mehr wohnet! B e tr a c h te t i n e u c h s e lb e r e u re spriessung! ih r k a m t n i c h h e r z u le b e n gleich getier, ja z u b e fo lg e n m a n n h e i t u n d entschliessung.,‘ In d e n g e fü h r t e n w e t z e t e ich solchen gier m it d ie s e m k u r z e n S p r u c h n a c h t fahrt ins weite, dass ic h s ie d a n n n ic h t m ö g e n w enden schier. Und la ss e n d h i n t e r u n s d e s O stens breite, s c h u fe n u n s r ü d e r s c h w in g e n toll zu fliegen, a lls tu n d s z u b ü s s e n d b e i d e r lin k e n seite. Alls d a s g e s tir n d e s a n d e r n p o les siegen Hans-Georg D ew itz. D ante D eutsch: Studien zu Rudolf Borchardts Uebertragung d er "D ivina C om edia" (Göppingen, 1971), pp. 167-222. 25 Gesamm elte W erk e de R udolf Borchardt, Stuttgart, 1959, II,p. 522.

S a h s c h o n d ie n a c h t, u n d u n s e r abgesunken, als th ä t e r tie f in m e e r e s g r u n d e liegen.

H ay m atices a d m ira b le s: u n terg a n g por occidente (y sualusión a la prem onición del d e s a s tre ), auferschliessung quesugiere con delicadeza la im agen de m ovim iento hacia el exterior la te n te en e sp e rie n za ; m a n n h e it p o r virtute —equivalencia que da nueva fu erza a la etim o lo g ía— ; toll zu fliegen expresión con la cual B o rc h a rd t re c re a el juego fonético y semántico del o rig in al y tie f in m eeres grunde liegen, que refleja con la fid elid ad de u n e sp e jo la sigilosa amenaza del marin suolo. P o r m ed io d e e s to s p reciso s toques del traductor, transm ite la in ten ció n r e c to r a d e D a n te ; el presagio de la catástro fe que an im a a lo s fo g o so s llam ad o s de Ulises. A pesar de to d a su aspereza ( B o r c h a r d t te n ía e n alta estima Schroffheit) esta versión, posee u n a flu id e z d e las rim as y del movimiento m ucho m á s sen sib les q u e lo s d e cu alq u ier otra. Se conserva el ritm o , y el o c ta v o v e rs o p o d r ía v e n ir de un poema de François V illon re e x p re sa d o p o r B re c h t. "P u n za" del mismo modo. Y obsérvese có m o g ie r p ro v o c a , au n q u e, por así decir subte­ rrá n e a m e n te u n e fe c to , p a r a el o íd o y p ara el tacto idéntico al de a cu ti e n el m is m o lu g a r d el poem a de Dante. P ero el d e ta lle c u e n ta m e n o s q u e la lógica excéntrica que rig e a to d o el c o n ju n to . A quí la herm enéutica de la apropia­ ción va d e stin a d a , n o só lo a e n riq u e c e r el patrimonio here­ d ad o del tra d u c to r, s in o , m á s a ú n , a transformarlo por com­ pleto. La tra d u c c ió n se c o n v ie rte e n m etam orfosis del pasado n acio n al. T o d a s la s le n g u a s y to d a s las literaturas son tratad as co m o u n fo n d o c o m ú n , del q u e podem os sacar riquezas a v o lu n ta d , c o n o b je to d e c a n c e la r los errores y llenarlas la g u n a s d e la re a lid a d . U n F la u b e r t inglés, un Rabelais ita­ lian o , u n E d w a rd L e a r fra n c é s , so n sueños fantasmagóricos. P e ro B o rc h a rd t n o s r e c u e r d a q u e la traducción da voz y cuer­ po a ta le s s u e ñ o s y la e x p re s ió n " u n Flaubert inglés" para h a b la r d e u n lib ro tr a d u c id o , n o h a c e m ás que confirmar este cam b io d e p iel. P o r s u in tra n s ig e n c ia , el Dante Deutsch de­ m u e s tra q u e n in g u n a le n g u a , n in g ú n sentido de la identidad in d iv id u a l o so c ia l p o r e lla in fo rm a d o , permanece inmune a la c o n ta m in a c ió n d e s u s im p o rta c io n e s . P o r re g la g e n e ra l, e s in n e g a b le q u e el único que se apega a la s in c ro n ía e s el t r a d u c t o r d e u n te x to contemporáneo. ¿Qué o b je to tie n e t r a s l a d a r D a n te a fo rm a s del francés o del ale­ m á n , q u e r e s u lta n p r á c tic a m e n te inaccesibles para los lectores

EL D E SP L A Z A M IE N T O H E R M E N ÉUTICO

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q fin y al cab o lo q u e n e ce sitan es una traducción? Pero ue,al si bien no es fre c u e n te u n a reco n stru cció n arcaizante y sistemá tica como la d e L ittr é o la de B orchardt, la historia y la práctica de la tra d u c c ió n e s tá n im pregnadas de una coloración arcaica; d e c ie r to d e sp la z a m ie n to del estilo hacia el pasado. Qu ie n tr a d u d e a u n c lá s ic o ex tran jero, es decir, "lo s clásicos" p ro p ia m e n te d ic h o s : la s S agradas Escrituras y la liturgia, las o b ra s h is tó r ic a s o filosóficas de otras lenguas, evita la lengua c o rrie n te , ( o a l m en o s lo hacía, hasta el advenimiento de la e s c u e la m o d e r n is ta ) . M aquinalmente o de ma­ nera explícita, p ro c la m a n d o su s intenciones, o casi subcons­ cientemente, el t r a d u c to r e s c rib irá recurriendo a un léxico y a una gram ática a n te r io re s a las d e s u tiempo. Las coordena­ das y los p a rá m e tro s d el d ista n c ia m ie n to lingüístico y de la estilización h is tó ric a v a r ía n al in fin ito . Ciertos traductores se inclinan p o r fo rm a s d e ex p resió n que anteceden en siglos a las del habla d e to d o s lo s d ía s. O bien acaso elijan la lengua corriente de u n a g e n e ra c ió n a n te rio r. Con mayor frecuencia, el gusto p o r lo a rc a ic o c o n d u c e a lo híbrido; el traductor combina, con m a y o r o m e n o r ciencia, giros tomados del pa­ sado de la le n g u a ; d e l re p e rto rio d e los m aestros que la su­ pieron cultivar co n é x ito ; d e los tra d u c to re s anteriores, o de las convenciones a n tig u a s q u e el h ab la m oderna ha heredado y retenido en las e x p re sio n e s cerem oniales y protocolarias. Se ha dado c ie rta p á tin a a la tra d u cció n . En inglés, H o m e ro h a "e n v e je c id o " persistentemente. En Pope, el proceso es s u t i l ; y el efecto producido suele ser re­ sultado de las im ita c io n e s de lo s p a sa jes de la Ilíada traduci­ dos por D ryden.26 E n e l sig lo xix, la vena arcaizante se volvió vehemente, y a m e n u d o a b s u rd a . "N inguna combinación mé­ trica inglesa p u ed e s o s te n e r la com paración con la que maneja Spenser, cuando se t r a t a d e c o n se rv a r los atractivos de la rima, disim ulando su s im p u re z a s". P. H. Worsley creó de 1861 a 1862 una O disea co n ce b id a al estilo de la Faerie Queene [Reina de las H adas].Así, e n el L ibro o Canto xxi, cuando se afirma la v e n g a n z a : M e a n tim e th e k in g w a s h a n d lin g the great bow, T u rn in g it r o u n d , n o w th is w a y a n d now that, To p r o v e it, i f th e h o r n o r tim b e r show P rint o f th e w o r m . T h e y , m a rv e llin g m uch thereat, 26Cf. H. A. M ason, T o H o m e r Through Pope, Londres, 1972, pp. 171

S p a k e o n e to o th e r , le a n in g a s th e y s a t: " S u r e ty th e ro g u e s o m e p ilfe r in g e x p ert is I n b o w s a n d a r r o w s , w h ic h b y fr a u d he gat— O r w o u ld th e v a r le t m o u ld a b o w lik e th is ? S o fe a tly d o th h e f e e l it w ith h is hands, I wls." [ E n tr e ta n to , el re y p u ls a b a e l g r a n a r c o d án d o le vueltas, ahora de e s te m o d o y lu eg o d e l o tr o , p r o b a n d o si el cuerno o el maderam en m o s tra b a n h u e lla d e c a rc o m a . E llo s, tem iendo una gran am e n a z a, al s e n ta r s e u n o a o t r o a s í s e h a b la b a n : "El vago debe s e r e x p e rto e n a r c o y f le c h a s , q u e c o n tru c o s consiguió. Quizá el m uy b rib ó n p o d r ía c o n s tr u ir lo s . B ie n lo sé , tan habilidosamente lo p a lp a b a co n su m a n o " .]

Es dem asiado fácil h a c e r b u rla de u n a m ala interpretación como é s ta ; d em asia d o fácil la dem asiado literal "huella de los g u san o s". Sin e m b arg o , la convención del arcaísmo era la dom inante. Y las d ife re n c ia s esta b a n en la distancia poé­ tica a d o p ta d a : la O disea d e W illiam M orris (1887) tieneque ver con la sag a n ó rd ic a , la p o esía de Tennyson y la arqueo­ logía : " L o h e r e , a lo v e r o f b o w s , o n e c u n n in g in a rch ery! O r b e lik e in h is h o u s e a t h o m e e ’e n s u c h -lik e gear doth lie; O r e 'en s u c h a n d o n e is h e m i n d e d t o fa sh io n , since handling it s till, H e t u r n e d i t o ’er, t h i s g r a n g e l, t h i s c r a f t y o n e o f ill!” A n d th e n w o u ld a n o t h e r o n e b e s a y in g o f th o se younglings h a u g h ty a n d h i g h : " E 'e n s o s o o n a n d g r e a t a m e a s u r e o f g a in m a y he come by A s h e m a y n o w a c c o m p l is h t h e b e n d in g o f th e bow." S o th e W o o e r s s p a k e ; b u t O d y s s e u s , t h a t m a n y a rede did know W h e n th e g r e a t b o w h e h a d h a n d le d , a n d e y ed about and along, T h e n s tr a ig h t, a s a m a n w e l l le a r n e d in th e lyre and thesong O n a n e w p in l ig h t ly s t r e t c h e t h t h e c o r d , a n d m a k e th fast F r o m s id e t o s id e t h e s h e e p - g u t w e ll- tw in e d a n d overcast: S o t h e m i g t h y b o w h e b e n d e d w i t h n o w h it o f labouring... [¡ M ira d a q u í, u n a f i c i o n a d o a la a r q u e r ía , u n diestro del arco! O q u iz á h a y a e n s u c a s a o t r o s s e m e j a n t e s , o se ha propuesto mod e l a r u n o , p u e s a p e n a s t i e n e e l a r c o e n la m an o y ya lo hace gir a r e s t e g r a n u j a , e s t e v a g a b u n d o m a lh a d a d o . L u e g o , o t r o d e e s o s m o z a l b e t e s a ltiv o s y arro g an tes diría: "Qué a lc a n c e t á n t o p r o v e c h o y t a n p r o n t o c o m o rápidamente pueda lo g ra r el a r c o ." A sí h a b la r o n lo s p r e t e n d i e n t e s , p e r o O d iseo , que más deuna

EL DESPLAZAM IENTO HERM ENEUTICO

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treaconocía, p u ls ó e l g r a n a rc o , lo exam inó de arriba abajo, luego, d irecta y f á c ilm e n te , c o m o alg u ien instruido en las artes de la lira y el c a n to , e n u n a n u e v a clave ten só la cuerda y pronto hizo que la trip a d e b o r r e g o e s tu v ie se acoplada y reforzada: asi al poderoso a rc o a r m ó s in el m e n o r esfuerzo.]

T. E. Lawrence calificó a la O disea de " novela", a diferencia de los trad u cto res lib resco s y pedantes, él estaba capacitado como nadie p a ra lle v a r a la ta re a una experiencia directa del combate cuerpo a c u e rp o , h a b ía construido balsas y nave­ gado en ellas; h a b ía v ia ja d o d e incógnito por la retaguardia enemiga, elu d ien d o las h o g u e ra s de sus campamentos. Y sin embargo, ¿qué p u e d e s e r m á s retrógrado que la versión de Homero que h izo " T . E . S h aw " (seudónim o de Lawrence), fechada en 1932; ¿ q u é p o d ía s e r m ás "literario", en la acep­ ción mezquina d e la p a la b ra ? E n todo caso, Lawrence no nos hace entrar d ire c ta m e n te e n lo concreto, sino en un fárrago de orientalismo v ic to ria n o , m u y al estilo de Doughty,* mes­ tizo de rem edo b íblico y d e épica p ara niños exploradores: The b ro n ze-h e a d e d s h a f t th r e a d e d th e m clean, from the leading helve o n w a rd till i t i s s u e th r o u g h th e portal of the last ones. Then he c r ie d to T e le m a c h u s ," Telem achus, the guest sitting in your halt d o e s y o u n o d isg r a c e . M y aim was true and my drawing th e b o w w a s n o lo n g struggle. See, m y strenght stands u n im p a r e d t o d is p r o v e th e su ito rs' slandering. In this very h o u r, w h ile d a y lig h t la sts , is th e Achaeans supper to be contrived: a n d a f t e r i t w e m u s t m a k e th em a different play, with th e d a n c in g a n d m u s i c th a t g arnish any feast. H " e frow­ ned to h im in w a r n i n g : a n d T e le m a c h u s his loved son belted the sharp s w o r d to h im a n d tig h te n e d grip upon his spear before h e ro se , g le a m in g -c r e s te d , to s ta n d by Odysseus, beside the throne.

[El venablo c o n c a b e z a d e b r o n c e los atravesó limpiamente pa­ sando desde e l p r i m e r a g u je r o h a s ta s a lir a través del último. * Charles M ontagu D oughty (1843-1926). Viajero y escritor inglés. Se dedicó a v ia ja r p o r su s propios m edios, aventurándose libremente por los terrenos d e la geología, la arqueología y !a filología. Entre 1876 y 1878 viajó d e D am asco a la Meca y a Jiddia. La historia de su viajo arrojó nueva luz so b re la geografía, la hidrografía y la etnología árabes. Pero T ra vets in A rabian Deserts (1888) demuestra que a Doughty le interesaba m e n o s e sc rib ir u n a obra informativa que crear, a partir de sus experiencias, u n m onum ento único de lo que él con­ sideraba la prosa in g lesa p u r a : la llaneza isabelina, contra las propa­ gaciones sintácticas y léxicas subsiguientes. [T .]

G ritó e n to n c e s a T e lé m a c o : n o t e a f r e n ta el huésped que ha to m a d o a s ie n to e n tu p a la c io . A c e rté e n e l blanco y estirarel a rc o n o fu e p a r a m í m a y o r e s fu e r z o . M is fu erz a s siguen sin ten e r p a r p a r a d e s m e n tir la c a lu m n ia d e lo s a sp ira n te s. Peroahor, m ie n tra s d u r a la lu z d e l d ía , d e b e s e r p r e p a r a d a la comida de los a q u e o s: y lu e g o d e b e m o s h a c e r le s o t r o s ju e g o s con la danzay m ú sic a q u e e n g a la n a n t o d a f ie s ta . F ru n c ie n d o la s c e ja s h iz o u n a s e ñ a l d e advertencia. Y Telém ac o , s u a m a d o h ijo , a s e g u r ó l a f ilo s a e s p a d a , la asió confuerza c o n tr a s u la n z a e in c o r p o r á n d o s e a r m a d o d e reluciente bronce se p u s o e n p ie j u n t o a O d is e o a l la d o d e l tro n o .]

Y esto para tra d u c ir a u n p o e ta que, según recuerda con insistencia M atthew A rn o ld , n o es n i " e xcéntrico" ni "locuaz", sino siem pre “ rá p id o ” , “ lla n o ” y “ d ire c to ”, en palabra ypensam iento. Cuando se tra d u c e u n te x to filosófico, cada procedimiento literario es, o d e b ería s e r, e x p resam en te analítico. Llevada al ex trem o e sa p re m e d ita d a in te n c ió n llevó a Heidegger a tra d u c ir la sen te n c ia d e P a rm é n id e s : ' τό γάρ αύτό νοείν έϭτίν τε ϰαί είναίʹ con la céleb re Z u s a m m engehörig sind Vernehmung w echselw eise u n d se in , c u a n d o la interpretación más sencilla y d irecta sería : " q u e e s u n a m ism a cosa al pensar con el s e r”.* E n filosofía, la tra d u c c ió n d eb ería empeñarse en fijar la significación d e u n a vez p o r to d a s, y en volver evidente la secuencia lógica. P r e s e n ta r la v e rsió n “ fechada” de un texto filosófico o rig in al es alg o a b so lu ta m e n te gratuito a menos que se h ay a eleg id o u n a d is ta n c ia e n el tiempo que aclare y vuelva in d iscu tib les, ta n to la significación, como el nivel téc­ nico del tex to . L as le c tu r a s q u e h a c e n del Timeo un texto sim étrico del P e n ta teu c o , tr a n s m itid o gracias a una tradición m osaica y ò rfic a d e ín d o le h e rm é tic a , o bien una prefigura­ ción de los m o tiv o s d e la T r in id a d y de Cristo, se remontan p o r lo m enos, a la E d a d M edia.27. C u an d o en 1871 publica su tra d u cció n de los D iá lo g o s d e P la tó n , Jow ett afirma que busca lo g ra r la m a y o r c la r id a d posible, respetando simultáneam en te la sig n ificació n e x a c ta del te x to griego. Bien se perca­ tab a de q u e “ es d ifícil e x p lic a r u n proceso de pensamiento ta n a je n o y poco f a m ilia r p a r a n o s o tro s , y en que las diferen* P arm én id es. "'P oem a o n to lò g ic o " e n L o s Presocráticos. Traducción, prólogo y n o ta s d e J u a n D a v id G arcía Bacca, FCE, México, 1979 [N . del E .] t . 27 H en ri de D ubac, E x é g è s e m e d ié v a le : tes quatre sens de L'Ecritu re, P arís, 1959-1964, rv, pp. 189, 215.

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ciaciones m odernas se traslap an hasta perderse, Pero estaba seguro de haber tra sla d a d o con fidelidad el Timeo, pues aquí, más que en cu alq u ier o tro punto de su doctrina, Platón expo­ nía "la bondad de D ios". E n la versión de Jowett, estas ala­ banzas están vivam ente teñ id as de cristianismo victoriano. Los detalles estilístico s se acum ulan y producen un efecto único, sobre el cual n o h a y e rro r posible. Platón se refiere con frecuencia al " d io s " , o al "dem iurgo", que Jowett con­ vierte en "D ios"; J o w e tt em plea la fórmula "Thus he spake" [así habló él] ; y pone "L u c ifer" en lugar de "la estrella de la mañana". En las ú ltim a s secciones (36e) encontramos: "Aho­ ra que el C reador h ab ía form ado el alma según su deseo..., mientras la trad u cció n d e 1937 de M. F. Cornford en el mismo lugar dice: "C u an d o la urd im b re toda del alma había sido terminada a juicio de su h a c e d o r ..." Jowett traduce: "Tal fue el parecer y el p ensam iento de Dios en la creación del Tiempo... (38c), d o n d e F. M. Cornford expresa: "Así pues, en virtud, entonces, de e ste proyecto e intención del dios para el nacimiento del T i e m p o ..." En las secciones finales del Timeo, Platón em plea in d istin tam en te "el dios" y "los dioses", y hasta com bina am b as expresiones en una misma oración (71a). Pero Jo w e tt no sale de "Dios". Como Cornford sub­ raya,28 el tono del o rig i nal y su relieve lógico sufren distor­ siones que están lejo s de se r desdeñables. Platón no tiene nada de m o n o te ísta ; creía en la divinidad de todos los fenó­ menos naturales, y a trib u ía rango divino a los cuerpos celestes. La "cristianización" que impone Jowett al diálogo tam­ bién deja de lad o u n aspecto esencial de las enseñanzas de Platón sobre la creación. El "dem iurgus" (de la traducción de Thomas T aylor de 1 8 0 4 )29 ejerce su acción sobre materia28 Cf. F. M. C ornford, P lato’s Cosmology: The Timacus of Plato translated w ith a R u n n ing C om m entary, Londres, 1937, pp. 34-39 y 280 para una discusión c rític a de las diferencias entre el demiurgo de Platón y el C reador del G énesis, o del Dios del Nuevo Testamento. En una nota al pie, refe rid a al uso que hace Platón de έμενεν en 42c, Cornford observa h a s ta qué p u n to es Importante resistir las sugestiones bíblicas y d iferen ciar ''el confinam iento dentro de su propía natu­ raleza" del arquitecto cósm ico platónico, del "resto" de Díos (Géne­ sis 2:2). 29 Aunque fra n c a m e n te neoplatónica, la traducción de Taylor, con su intento de a d a p ta r los térm inos científicos y tecnológicos contem­ poráneos, se en cu en tra en cierto s puntos y aspectos, mucho más cer­ cana que la de Jo w e tt del sabor del griego. Los Diálogos Tímaeus and Critias or A tla n tics de T aylor han sido puestos de nuevo en circu­ lación, con un prólogo de R. Catesby Tagliaferro, Nueva York, 1944.

les p r e -e x istentes. El a r q u ite c to c ó sm ic o de Platón es la imagen misma del artesano h u m a n o , y n o la de una Deidad-to d opode rosa, según la in sp ira c ió n j udeo-c ristia n a . No so puede p o n er en d u d a el co m p ro m iso de Jowett con un ideal m o n o teísta de o rd e n y b o n d a d universales. Acariciaba desde hacía m u c h o el p r o ye c to d e tra d u c ir y comentar un a " Biblia para n iñ o s ", c o m o lo re c u e rd a Swinburne en su artícu lo Recollections o f P r o fe ss o r J o w e tt. Pero sospecho que la tergiversación de la te rm in o lo g ía del T i m aeus no deriva de una d o ctrin a co n sc ie n te . V iene cíe u n a práctica específica de lo arcaico. P ara a lc a n z a r u n to n o elevado y una cadencia a rm o n io s a , Jo w ett sig u e el m o d e lo de la Authorized Version. El aso m b ro c r ec e c u a n d o se co m p a ra su texto de Platón, fechado en 1871, co n las v e rsio n e s de la Epístola de San Pablo a los T esal oni c en se s, a los G á la ta s y a los Romanos, que Jow ett había p u b lic a d o e n 1855 y en 1859. Cuando abor­ da el griego de S an P ab lo , J o w e tt s ie n te m uy cerca la Authorized V ersion y se e m p e ñ a e n c r e a r u n estilo más moderno, y m ás e ru d ito . P e ro a n te P la tó n , y e n especial ante el Timeo, lo cautiva la irre s is tib le s o m b r a d e la B iblia. Lo que de ahí resulta no es un eco d ire c to del in g lés jacobiano. Es una tram a "se m ia rc a ic a " , e n la q u e la le n g u a de 1611 pasa porel cedazo de la de fin a le s d e l s ig lo x v ii, y p o r el de la de los poe­ tas victorianos. S e ría n n e c e s a ria s la rg a s citas para ilustrar con to d o d etalle e s ta " e s tr a tif ic a c ió n " ; p ero algunos tramos (40a-d) pued en d a r u n a id e a d el r itm o d o m in an te: T h u s f a r a n d u n t i l t h e b i r t h o f t i m e t h e c r e a te d universe was m a d e in t h e l i k e n e s s o f t h e o r i g i n a l , b u t in a sm u c h as all anim a t s w e r e n o t y e t c o m p r e h e n d e d t h e r e i n , it w a s still unlike. T h e r e fo r e , t h e c r e a t o r p r o c e e d t o f a s h i o n it afte r the nature o f t h e p a t t e r n i n t h i s r e m a i n i n g p o i n t . . . O f the heavenly and d iv in e , h e c r e a t e d t h e g r e a t e r p a r t o f o u r fire , that they might b e th e b r i g h t e s t o f a ll t h i n g s a n d f a i r e s t to behold... Vain w o u l d b e t h e a t t e m p t t o t e l l a l l t h e f i g u r e s o f them circling as in d a n c e , a n d t h e i r y u x t a p o s i t i o n s , a n d th e return of them as in r e v o l u t i o n s u p o n t h e m s e l v e s , a n d t h e i r approximations, a n d to s a y w h i c h o f t h e s e d e i t i e s in t h e i r c o n ju n c tio n s meel, and w h i c h o f t h e m a r c in o p p o s i t i o n , a n d in w h a t order they get b e h i n d a n d b e f o r e o n e a n o t h e r , a n d w h e n th e y are severally e c lip s e d to o u r s i g h t a n d a g a i n r e a p p e a r se n d in g terrors and i n t i m a t i o n s o f t h e f u t u r e t o t h o s e w h o c a n n o t calculate thein m o v e m e n t s - t o a t t e m p t t o t e l l o f a ll t h i s without avisble r e p r e s e n t a t i o n o f t h e h e a v e n l y s y s t e m w o u l d be labour in vain.

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[Hasta ent onces, y h a s t a el nacim iento del tiempo, el universo creado se hizo a se m e jan z a del original, pero, como todos los animales aun no se in clu ían en él, todavía no era del todo semejante aloriginal. P o r lo ta n to, el C reador procedió a formarlo segúnla na tu raleza d e la p a u ta en este punto que faltaba... De lo celestial y d iv in o , c re ó la gran parte de nuestro fuego, para que fueran las m as refu lg en te s d e todas las cosas y las más hermosas de v e r s e ... V ano se ría in te n ta r decir todas las figu­ ras de ellas q u e b o rd a b a n en circulo, como en una danza, y sus yuxtaposiciones, y los giro s q u e hacían como en revolu­ ciones sobre sí m ism o s, y su s aproxim aciones, y decir cuáles do estas d eidades en s u s c o n ju n c io n es se acercaban unas a otras, y en qué o rd e n se c o lo c a b a n d e trá s y delante unas de otras, y cuales estaba n en o p o sic ió n , y cu án d o estaban del todo eclipsadas de n u estra v ista y re a p a re c e n nuevam ente enviando terrores e intimaciones del fut u ro a a q u e llo s que no pueden calcular sus movimientos: in te n ta r d e c ir to d o e sto sin u na representación vi­ sible del sistem a c e le stia l s e ría la b o r vana.] [ S. R. M. ]

La tonalidad no es tan to la del griego de Platón, como la del "barroco bíblico" del siglo XIX, que extiende su imperio desde Coleridge y T he R im e o f the Ancient Mariner hasta la prosa de Thom as H ardy. Él reflejo arcaizante va m ucho más allá de la solemnidad y el aislamiento que se atrib u y e a los clásicos. El grueso de la traducción lite ra ria ; histórica, filosófica, y hasta la de la novela; los tex to s políticos y las piezas destinadas a ser presentadas en público, parece decidida a mantenerse apartada del habla de to d o s los días. Cuando calificamos una traducción de "sin vida", cu an d o decimos que fue vertida al "traducciones" o jerig o n za tra d u c to rial, lo que le reprochamos es, por lo general, la pátina. En términos del mo­ delo herm enéutico p ro p u esto , el arcaísmo se justifica de dos m aneras: la p rim e ra va im plícita en la dinámica y en las técnicas de la co m prensión. Cuando se propone captar el sentido y el o rd en a m ien to form al del original, el traductor adopta los m éto d o s d e la arqueología o de la etiología. Procura rem ontarse a las raíces y causas primeras de la invención del au to r. A nalizando su propia versión de las Eglogues de Virgilio, Paul V aléry nos confía: Le travait de traduire, mené avec te so u ci d 'u ne certaine approximation de la forme, nous fait en quelque m aniére chercher á mettre nos pas sur les vestiges de ceu x de l'a u te u r! en non point façonner un texte á partir d ’u n a u tr e : m ais de celui-ci, remonter á l'époque virtuette de sa fo rtma tio n . [ El trabajo de traducir, llevado

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con la p reocupación d e u n a c ie r ta ap ro x im ació n a la forma, nos lleva a in te n ta r d a r n u e s tr o s p a s o s so b re los vestigios de los del a u to r ; y n o a d a r f o r m a a u n t e x t o a p artir de otro, sino a re m o n ta m o s , a p a r t i r d e é s te , a la época virtual de su form ación.] De m o d o q u e e l s a b o r d e é p o ca de tantas traduc­ ciones, sea o n o im ita d o c o n e x a c titu d , e s quizá el fruto legitim o de u n a téc n ic a d e la r e c o n s tr u c c ió n . Después volveré a ocuparm e de e s te asp e c to . El segundo m o tiv o e s d e o r d e n tá c tic o . El traductor hace todo lo posible p o r a s e g u r a r u n h a b ita t n a tu ra l a la presencia ex tran jera que él h a in tr o d u c id o e n su p ro p ia lengua y ensu paisaje cu ltu ral. Si tiñ e s u e s tilo d e arcaísm o , crea una impresión de algo y a v is to ( d é jà -vu ) . E l tex to extranjero se siente, m enos com o u n o b je to im p o r ta d o (sospechoso, por definición), que co m o u n e le m e n to s u rg id o del pasado nativo de cada cual. H a e s ta d o a llí “d e s d e s ie m p re ”, y está en espera de re p ro d u c irse . E s, e n r e a lid a d , u n eslabón de la propia tradición, te m p o ra lm e n te e x tr a v ia d o . L as obras maestras de traducción d o m e stic a n e l o r ig in a l e x tra n je ro , sustituyendo la distancia g eo g ráfica y lin g ü ís tic a p o r u n a distancia distinta, más su til e in te rio riz a d a , y q u e s e u b ic a en el tiempo. El lecto r alem án del S h a k e s p e a re tr a d u c id o p o r Weiland-Schlegel y Tieck tien e la h a la g a d o r a im p re s ió n d e v olver los ojos hacia algo que es c o m p le ta m e n te s u y o . E l distanciam iento es el de su propio p asa d o h is tó r ic o . Al ju z g a r L a Chanson du vieux marin en su a p a rie n c ia d e 1911, u n fra n c é s podría suponer esp o n tán eam en te q u e V a lé ry L a rb a u d , ese notorio cazador de rarezas lite ra ria s , h a b ía r e s u c ita d o u n o d e esos poemas que popularizaron las O d es e t balla d es d e V ícto r Hugo. No es la distancia e n tre el fra n c é s y el in g lé s lo que vuelve extraño al texto, sin o las d ife re n te s o rie n ta c io n e s de la sensibilidad en la poesía fra n c e s a c o n te m p o r á n e a , y e n las convenciones del in cip ien te ro m a n tic is m o . E l a rc a ísm o interioriza. Crea un espejism o d e re m in is c e n c ia s , q u e a y u d a a encarnar la obra e x tra n je ra en el r e p e r to r io n a c io n a l. L a B iblia del Rey Jacobo [ Ki ng Jam es B ib le ] es, p ro b a b le m e n te , el ejemplo más aca­ bado d e d o m e stic ac ió n e n to d a la h is to r ia de la traducción. A pesar de q u e h o y e n te n d a m o s m u c h ísim o s aspectos de esta em presa co lectiv a, y a u n q u e p o s e a m o s u n a documentación b astan te co m p leta s o b re lo s p r o g ra m a s generales de los grupos de tra d u c c ió n , s u b s is te n v a r ia s incógnitas en cuanto al plan de com p o sició n del c o n ju n to a las enmiendas, modifica­ ciones y d iscu sio n es te ó ric a s , si e s q u e las hubo. Sólo se ha

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encontracto hasta ahora un conjunto de minutas y papeles de trabajo y, si bien es u n a de las fuentes originales m ás intere­ santes de toda la historia de la traducción, también hay que reconocer que su brevedad resulta desalentadora.30 En 1611 ya existían más de cincuenta biblias en versión inglesa. Las comisiones de eruditos, teólogos y clérigos que pusieran ma­ nos a la obra en 1604 habían recibido la consigna expresa de inspirarse en el texto de la Bishops'Bible de 1568, y de con­ sultar las versiones d e Tyndale, Matthew, Coverdale y Whitchurch. En realidad, se rem ontaron más lejos, hasta los Evangelios, el Libro de lo s Salmos en inglés medio, y a la Bi­ blia de Wycliffite. En la Authorized versión, es difícil deter­ minar si la "exactitud expresiva de otros tiempos" nace de una estrategia estilística deliberada, si es obra de Miles Smith, uno de los últim os revisores de la obra, o si es, sobre todo, el reflejo del genio de Tyndale, el mejor y más grande tra­ ductor inglés de la Biblia. Pero la pátina está en todas partes; por doquier se tiene la sensación de una lengua arraigada en el uso de las cadencias de la época de los Tudor, más que en la del Rey Jaime, aunque ambos sean igualmente determinan­ tes. Fueron precisam ente estos factores los que aseguraron la aceptación tan ráp id a de la versión de 1611, no sólo como la versión canónica, sino com o un texto de algún modo nacido directamente del esp íritu de la lengua; un documento único, embebido como ninguno en el pasado de la sensibilidad in­ glesa. Aunque Jo h n S elden haya acusado de anticuarios a los traductores, éstos era n en realidad (así lo ha mostrado David Daiches) dignos sucesores de Reuchlin y de Erasmo, tanto por su erudición, com o p o r sus modernos criterios académi­ cos.31 La impresión que h a n tenido los innumerables lectores de entonces y de a h o ra al volver los ojos a esta obra ha sido la de una inigualable sensación de "hallarse en casa". Han encontrado el sabor n ativ o en lo que es, en verdad, un uni­ verso de expresión y de referencias remoto y por completo 30 Cf. Translating fo r K ing Jam es: Notes Made by a translator of King Jame‘s Bible de W ard Allen (ed.). El descubrimiento que hizo John Allen, en 1964, d e las n o tas tom adas por John Bois durante la revisión final de la p a rte que v a desde la Epístola a los Romanos hasta La Revelación, efectuada en Stationers' Hall, en Londres, de 1610 a 1611, es del m ayor in terés, y parece anunciar la posibilidad de que más adelante se descubran o tro s documentos. 31 Cf. David Daiches, The K in g Jam es Versión of the English Bible of 1611 with Special R eference to the Hebrew Tradition, University of Chicago Press, 1941, en p a rticu la r, el capítulo iv.

e x tra ñ o . Al e le g ir, o al h a lla r d e m o d o casi fortuito unabicación lin g ü ístic a u n a s d o s o t r e s g e n e ra c io n e s anterior a la suya, los tra d u c to r e s d e la A u th o r iz ed V ersio n transforman un o rig in al e x tr a n je r o y h e c h o d e m ú ltip le s estratos, en una form a viva ta n p e r fe c ta m e n te a p r o p ia d a , ta n vividamente aclim atad a en el p a s a d o in g lé s , m á s q u e e n h e b r e o , helénico o ciceroniano, q u e la B ib lia s e c o n v ir tió e n u n nuevo eje de la conciencia in g lesa. La p ro p e n s ió n a r c a iz a n te " n o era u n fenóm eno lim ita d o a l v o c a b u la rio , s in o u n a re d de factores históricos im posibles d e a i s l a r " .32 É s to s in clu y e n , entre otras co­ sas, los p lu ra le s a rc a ic o s , la in fle x ió n d e la s segunda y tercera personas del s in g u la r d e l v e rb o , el e m p le o de los participios pasados, la c o n se rv a c ió n d e l v e rb o id io m à tic o wot, los pretérito s débiles co m o s h a k e d , la a s im ila c ió n com ún, en el inglés de la E d ad M edia, d e la s in fle x io n e s del p re té rito y del partici­ pio p asad o a la t fin a l d e la ra fe d e c ie rto s verbos débiles (The A rk w as lift u p a b o v e t h e e a r th " , G én esis 7 : 17), sin olvidar incontables p a la b ra s q u e h a b ía n d e sa p a re c id o de la lengua co rrien te, o q u e e s ta b a n c a y e n d o rá p id a m e n te en desuso al term in a r aquel sig lo .33 L e jo s d e s e r e s tá tic a o meramente ornam en ta l, e s ta e x p lo ta c ió n d e l a r c a ís m o e n c a rn a la vitalidad, la necesidad y lógica in t e r n a s d e u n a tra d ic ió n acumulativa pacientem ente e la b o ra d a . S i lo s e r u d ito s y compiladores que colaboraron e n tre 1604 y 1611 lo h u b ie se n hecho con la idea de s e r "m o d e rn o s" , n o h a b r ía s id o p o sib le esa inyección y tra n sm u ta ció n d e la s f u e n te s h e b r e a s , grieg as y latinas en el m olde d e la s e n s ib ilid a d in g le s a , d o n d e la s Escrituras des­ em peñan u n papel m á s f u n d a m e n ta l e n el plano lingüístico, y m ás p e n e tra n te e n e l p la n o te o ló g ic o , q u e el que tienen en cu alq u ier o tr a le n g u a . V o lv ie n d o lo s o jo s al pasado llegaro n a la a ltu ra d e la a r r o g a n te d e fin ic ió n co n sig n ad a en el Prefa cio : T ranslation it is th a t o p e n e th th e w in d o w , to let in the lig h t; th a t b re a ke th t h e s h ell, th a t w e m a y eat thè kernel: [e s la tra d u c c ió n lo q u e a b re la v e n ta n a p ara dejar entrar la lu z ; lo que ro m p e e l h u e s o p a r a q u e podam os comer la a lm e n d ra ]. E n o casio n es, e l t r a d u c t o r lle g a a j u g a r con el anacronismo, p ara o b te n er efe cto s e sp e c ia le s. E n s u s im itaciones de Fran­ çois Villon, B asil B u n tin g e n g a rz a a s u n to s legendarios, que

32 Cf. P a rtrid g e , E n g lis h B ib lic a l T ra n sla tio n , Londres, 1973, p. 13 3 3 Sigo en e s to el a n á lis is d e ta lla d o d e l P ro f. Partridge, en op. cit., pp. 115-138.

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ya eran arcaicos para Villon, con alusiones tomadas de los siglos xix y x x : A bélard a n d E lo ïse, H en ry th e Fow ler, Charlemagne G enée, Lopokova, alt these Die, d ie inpain. A n d G eneral G rant and Generat Lee, P a tti a n d Florence Nightingale, L ik e T y ro a n d A ntiope D rift a m o n g g h o sts in H e ll. .. [Abelardo y E loísa / E n riq u e el Cazador, Carlomagno / Genée y Lopokova, todos ellos / m u rie ro n , m urieron con dolor. Y el General G ra n t y el G eneral Lee, / como la Patti y Florencia Nightingale / C om o T y ro y A ntiope / vagan sin rumbo entre las sombras del I n f i e r n o .. . ]

Estos versos inspiran un sentim iento de universalidad maca­ bra; el desplazamiento hacia el presente es muy forzado, pero también está allí el sueño con toda su irrealidad. El recuerdo de la muerte, tal vez la m u erte misma, son nothing save a fume / Driving across a m in d [nada, quizás un vaho nave­ gando por la m en te]. En la edición inglesa de La Fontaine de Mañane Moore (1954), las distancias tem porales se controlan en forma com­ pleja y brillante. Aunque la traductora se proclame sin reser­ vas discípula de E zra Pound, —"el orden natural de las pala­ bras, sujeto, verbo, com plem ento; la voz activa siempre que sea posible, proscripción de ripios y palabras muertas"—, es dueña de un oficio p o r dem ás personal. Dentro de esta prác­ tica se inscriben u n a ex trem a pompa verbal, a menudo pun­ tualmente sintonizada con los hábitos lingüísticos de mujeres de Nueva In g laterra en el siglo x ix ; una traviesa afición por los términos y técnicas la tin o s ; ciertas astucias de la breve­ dad (que algo deben a la gram ática elíptica de Emily Dickinson), y una pauta de encabalgam ientos y de cesuras meticu­ losas que son el sello inconfundible de sus propias composi­ ciones. La graciosa sencillez de las Fables, la dosificación de modos familiares y de expresiones neoclásicas realizada por La Fontaine no podían arm onizar mejor con los dones de Marianne Moore. Tom em os com o ejemplo una de las fábulas más conocidas ( III, XI) :

Certain renard gascon, d ’autres d isen t normand, Mourant presque d e fa im , v it au haut d'une treille Des raising m u rs a pp a rem m en t, E t couverts d ’une peau verm eille. La galand en eû t fa it vo lo n tiers u n repas; Mais com m e il n'y p ouvait a tte in d r e : "Ils sont trop v e rts", dit-il, “e t bons p our des goujats". Fit-it pas m ieu x que d e se p la in d re? La F ontaine m a n e ja el a r c a ís m o c o n lig ereza e ironía; así gal a n d im plica c o n n o ta c io n e s d e a le g r ía (d e l francés antiguo gal ler), y de a s tu c ia . La o m is ió n d e la p a rtíc u la negativa ne en la in terro g a ció n d ir e c ta h a b ía s id o c o n d e n a d a por los gram áticos a u n a n te s d e n a c e r L a F o n ta in e ; p e ro aquí, como en o tra s fáb u las, el p o e ta lo g ra c o n e s te a rtific io un efecto de concisión b u rlo n a . G o u ja t e s u n a v o z a n tig u a , que designaba, en general a los h o m b re s d e a r m a s , y n o p u ed e caer mejor aquí, porque esa p a la b ra e s d e p r o b a b le o rig e n gascón, como le renard, la z o rra ; y La F o n ta i n e le g u s ta d e sliza r en susexquisitos c u a d ro s e s ta s e x p r e s io n e s d e co lo q u ialism o rústico. Escuchem os a h o ra a M a ria n n e M o o re : A fox of Gascon, thou g h som e sa y o f N o rm a n descent, When starved till fain t g a ze d u p t a t a tre llis to which grapes were tied— M atured till th e y g lo w ed w ith a p u r p lis h tin t As though th ere w ere g e m s in sid e. Now grapes w ere w h a t o u r a d v e n tu r e r o n strained haunches chanced to crave, B ut because he c o u ld n o t rea ch th e v in e He said, " These grapes a re so u r; I 'll le a v e th e fo r som e knave". Better, I th in k, th a n an e m b ite r e d w h in e . [ C ie rta z o r r a g a s c o n a ( d i c e n o t r o s : n o r m a n d a ) / desfalleciente d e h a m b r e , v io c o lg a r d e u n a r a m a / u n a s u v a s b e rm e ja s , / de s in p a r a p e te n c ia / a p e t e n c i a . / L o s h a b r í a c o m i d o c o n fruición, la r a p o s a / m a s c o m o e s t a b a n a l t a s , e x c l a m ó s i n d e m o r a / "Es­ tá n v e rd e s! ¡Q u e s e a n c o m i d a d e p a t a n e s ! ¿ A d v e r tí s e l despecho p o r b ie n in a lc a n z a b le ? ] ( T r a d . S. R. M .)

A p esar de que tie n e e l m is m o n ú m e r o d e v e rso s , y de que sigue m u y de c e rc a e l m o v i m i e n t o s i n t á c t i c o d e La Fontaine, la tra d u c to ra se p e r m ite c i e r t a s l i b e r t a d e s . L a s "g em as" son d e su in v en ció n , p e ro d a n a l a s i n t e n c i o n e s d e la zorra una ra p a c id a d d ic io n a l. D e o t r a p a r t e , e l a d v e r b io “ Apparem-

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m ent", que ha caído en desuso en el sentido enfático en que lm aeot,p(claram en te, de manera irrefutable), es transmitido por m edio d e m a tu re d ). Y cuando verts [ verdes] transforma en so u r [a g ria s ], M arianne Moore imprime a la fraseesperfil p ro verb ial que tan bien define al estilo de La Fontainne. La fáb ula o rig in al de Esopo tiene tanta presencia enla versión francesa, com o e n la inglesa. El efecto que produce el conjunto no sólo es incuestionablem ente moderno sino, mas específicam ente, n o rteam erican o. Obsérvese cómo now rige la estructura del q u in to verso. Pero Marianne Moore tambien sabe ser irón ica de u n m odo ceremonioso, en el sentido neoclásico. W hen sta rved till faint, chanced to crave, knave, son expresiones levem ente arcaicas, igual que ciertos giro s del original. Así, lo an tig u o apoya a lo moderno con delicada firmeza, entreverando dos siglos y dos estilos. El anacronism o no n ecesita ser retrospectivo. Puede suce der que el tra d u c to r telescopie brutalm ente el tiempo, para que estalle lo co ntem poráneo. E n sus atrevidas, pero asom­ brosamente poderosas variacion es sobre el Canto XIX de la Iliada (1967), C risth o p er L ogue describe la carrera desenfre­ nada de los caballos m ágicos de Aquiles recurriendo a una imagen actual, donde lo contem poráneo se siente con ímpetu inquietante: The chariot's basket dips. The whip fires in between íhe horses' ears, or as in dreams or at Cape Kennedy they rise, slowly it seems, their chests like royals, yet, behind them in a double plume the sand curls up. .. [Inclínase la góndola del carro . Cantellea el látigo / entre las ore jas del caballo, / y com o en sueños o como en Cabo Kennedy alz an / sin prisa según parece / un arca majestuosa / aunque tras ellos en doble laurel la arena arro lla n ... 1 la referencia no sólo alu d e a un impulso deslumbrante; ha­ bla también de un m ovim iento m ajestuoso y hace resonar la nota, perfectam ente ju s ta , que exige la muerte inminente del héroe. No con tento con establecer de ese modo un clima de cercanía y urgencia, el tra d u c to r moderniza, a veces con gran ventaja; im porta las convenciones, modelos afectivos y mo­ dalidades expresivas que su lengua y cultura todavía ignoran. Invirtiendo a B o rch ard t cuando pretende revivir un ‘’pasado perdido’', el tra d u c to r hace de la traducción un acicate para

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ap rem ia r el a d v e n im ie n to d e l f u t u r o . E l g e n io que anima al H om enaje a P ro p ercio y a lo s S o n e t o s y B a ladas de Guido Cavalcanti, d e E z ra P o u n d n o c o n s is te t a n t o en aprovechar m ateriales a n tig u o s im p r e g n á n d o lo s d e a r c a ís m o verbal, como en im p o n er a la s in ta x is y a l m o v im ie n to u n p ro g ra m a resueltam en te m o d e rn is ta , y v u e lto h a c i a e l f u t u r o . Las versiones del latín y del p ro v e n z a l f r a g u a d a s p o r P o u n d e s tá n llamadas a ilu s tra r n u e v a s d is tr ib u c io n e s d e l a c e n t o e n la fra s e ; fórmu­ las o rig in ales d e in v o c a c ió n , y u n a s e g m e n ta c ió n inédita del poem a inglés. E n el c o n te x to d e la p o e s ía a le m a n a , las tra­ ducciones de P au l C elan , H a n s C a ri A r tm a n y M ag n u s Enzensberger, de los p o e m a s " e tim o ló g ic o s " d e K h le b n ik o v , son en realid ad un m a n ifie s to f u t u r i s t a . L a a d a p ta c ió n del Edipo de Séneca, p u b licad a p o r T e d H u g h e s e n 1968, p re fig u ra , aveci­ nán d o la, lo que s e r á la le n g u a d e C r o w , q u e s e publica dos años m ás ta rd e . L as tr a d u c c io n e s d e e s t a c a lid a d trasplan­ ta n ; aclim atan , en la le n g u a y la l i t e r a t u r a d e l traductor, el pasado d e o tra s le n g u a s y d e o t r a s l e t r a s , co n v irtién d o lo en raíz nativa. C u a n d o C elia y L o u is Z u k o f s k y ree la b o ra n así el poem a de C atu lo , Caeli, L esbia n o s tr a , L e s b ia illa, illa L esbia, q u a m C a tu llu s u n a m , p lu sq u a m se a tq u e s u o s a m a v it o m n e s, n u n c in c u a d riv iis e t a n g ip o r tis g lu b it m a g n a n im i R e m i n e p o te s . p re s e n tá n d o lo c o m o : C a e liu s, L e s b ia n e w s t a r , L e s b i a a l i g h t , all lig h t, L e s b ia , w k o m C a t u l l u s ( o n a m e lo ss) w h o m h i s e y e s c a u g h t s o a s a v i d o f n o n e , n o n e e ls e — s l u n k i n t h e d r i v e w a y s , t h e d i n g y p a rts g lu t m a g n a n im o u s R e m u s , h i s k n e e - h i g h p o t s .

se e n c u en tra n d e v a n a n d o , e n u n p r i m e r n iv e l, acrósticos puerile s; ello n o im p id e q u e, al m is m o t i e m p o , h a g a n sufrir a su fu e n te v iolencias d ic ta d a s p o r u n p r o p ó s i to estratégico. Se em peñan en e x p o n e r p o s ib le s c a m i n o s p a r a la poesía norte­ am erican a de ho y y d e m a ñ a n a , y s u g ie r e n , a tra v é s de sus tanteos, u n a te o ría d e la c o m p r e n s ió n u n i v e r s a l inm ediata.34 E sas in v e rsio n e s, d is lo c a m ie n to s y m o n t a j e s arbitrarios de la c ro n o lo g ía h is tó r ic a , s o n o t r a s t a n t a s n eg acio n es, otros 34

C a tu llu s T r a n s la te d b y C e lia a n d L o u i s Z u k o f s k v . Londres,196.

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tantos reordenam ientos de la realidad. Inyectan un pasado paralelo al d esarro llo de una lengua y a un código de percep­ ción, o bien llegan a p ro y ectar futuros posibles. El trata­ miento del tiem po en la traducción, como una variable deter­ minante, refleja — al igual que la multiplicidad de las lenguas, y que el hecho de que éstas n o hayan evolucionado sincróni­ camente— aquella necesidad esencial de invención libre, de alteridad, que es el m o to r m ism o del lenguaje humano. El traductor abre las fro n te ra s a nuevas opciones del ser.

3 La primera fase hacia la traducción, que he llamado "impul­ so inicial de confianza", es el m ás arriesgado; el más pronun­ ciado tam bién, c u a n d o el tra d u c to r se propone transmitir una significación e n tre dos lenguas y dos culturas distantes. Quine define com o ‘‘ra d ic a l” la trad u cció n de la lengua de un pue­ blo que h a sta ese m om ento había permanecido aislado. El lingüista inicia su ta re a , declara que sensatamente espera com­ prender, fu n d án d o se e n " u n juicio intuitivo basado en los detalles del co m p o rta m ie n to del indígena: la manera en que explora su e n to rn o , su m anera de reconocer las cosas, y otras actitudes sim ilares".35 Pero h asta un caso tan "radical" como éste sigue siendo privilegiado. La interpretación no suele disponer m ás q u e de m ateriales escritos, y probablemente incompletos. Y a n o queda con vida ningún informante; el contexto social y d e gestos ha desaparecido. El paleógrafo, el especialista en antropología lingüística, descifran a partir del silencio. ¿ E n qué se apoya, entonces, la hipótesis de que existe un sen tid o p o r extraer y restituir, más o menos con­ cretamente, p o r el canal de la lengua del investigador, y para desembocar en ésta ? (Los dos eslabones o momentos de esta hipótesis se e n cu e n tra n íntim am ente relacionados entre sí, pero no son id é n tic o s : es posible concebir, en buena lógica, que un tra d u c to r, después de haber adquirido el dominio de una lengua-fuente, co n clu y a: "Comprendo este texto, pero no veo cóm o reelab o rarlo en mi lengua materna" ). El p o stu lad o subyacente es, a un tiempo, idealista y abier­ tamente prag m ático . Sus fundamentas empíricos, en gran parte convencionales y no sometidos a examen — ¿cómo po­ dría d em o stra rse en los hechos el ejemplo contrario?—- pro­ vienen de que n o se ha descubierto hasta ahora ninguna len­ 35 W. V. O. Quine, W ord and Object, p. 30.

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g u a ; n in g ú n c u e rp o d e sig n o s que sea enteram ente descifra­ ble o e n te ra m e n te tra d u c ib le ; de que se sabe que todos los c o n ta c to s in te rlin g ü ís tic o s, lite ra rio s, antropológicos, e incluso arq u eo ló g ico s, h a n p ro d u c id o o p ro d u c irá n , con toda segu­ rid a d ( d e c re e r a las e s ta d ís tic a s ), u n c o n ju n to de significa­ ciones que, si n o so n c o m p letas o n o e s tá n desprovistas de am b ig ü ed ad , al m en o s te n d r á n la v e n ta ja de ser comunica­ b les. E l id e a lism o p la n te a d e sd e su s p rem isas una homología y u n a ra c io n a lid a d u n iv e rsa le s. Y p u e d e a d o p ta r diversas for­ m a s ; ecu m én ica, c a rte sia n a , an tro p o ló g ica . Pero la conclu­ sió n e s siem p re la m is m a : la s sem e ja n zas e n tre los hombres so n m u ch o m ay o res q u e las d ife ren cias. T odos los integrantes de la especie h u m a n a c o m p a rte n a trib u to s prim arios de per­ cepción y d e re sp u e sta o reacció n , q u e se m anifiestan en los en u n c ia d o s v erb ales y que, p o r e n d e, p u ed en ser captados y tra d u c id o s. D arw in o p in a b a q u e las d iferen cias entre los in­ dios S e lk 'n a m y Y am an a d e la T ie rra del Fuego, y los hom­ b re s civilizados, e ra n " m a y o re s que la s ex isten tes entre el ani­ m al sa lv a je y el d o m é s tic o " ; p e ro e s ta s diferencias no bastan p a ra c a n c e la r la c o m u n ic ació n . Al contrari o : lo que de hecho e s tá m á s a le ja d o p o r la le n g u a y p o r la cu ltu ra, puede, por m o m en to s, a p a re c e r c o m o m á s in te n s o y em parentado con la p ro p ia co nciencia. Y si b ie n lo s m ecan ism o s del pensamiento e n la verbalización " p rim itiv a " s e d istin g u e n profundamente de los n u e s tro s (c o sa q u e to d a v ía e s o b jeto de debate), al m enos esta m o s e n p o sició n d e "c o m p re n d e rlo s fácilmente, en c u a n to te stim o n io d e la v id a d e l h o m b re ; sabemos reconocer sin m ay o re s p ro b lem as la fu e rz a d e s u im aginación y de su e m o c ió n ; y h a s ta p o d em o s lle g a r a conm overn os por su po­ d e r d e a tra c c ió n , e s tric ta m e n te p o ético ".36 Cuando el ator­ m en tad o v ia je ro d e W o rd s w o rth se s ie n te em bargado por un p re se n tim ie n to fa ta l e n el m o m e n to e n que la luna desaparece d e trá s de la c ab añ a d e su a m a d a , p a sa p o r una experiencia afín a la del c a z a d o r d e las isla s A n d am an , quien no está muy lejo s d e la E d a d d e la P ie d ra , c u a n d o c a n ta : F rom th e c o u n try o f th e Y erew a s th e m oon rose; I t cam e near; it w a s v e r y cold, 1 sa t d o w n , Oh, I s a t dow n, I sa t dow n, Oh, I s a t d o w n .37 36 C. M. B o w ra, P r im itiv e So n g , L o n d re s, 1963. 37 B o w ra c ita e s te te x to , to rn a d o d e C. B . K Ioss, I n the Andamans a n d N icobars, L o n d res, 1903, p. 189.

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alióla lu n a d e s d e la t i e r r a d e lo s Y e rew as;/ acércose; fría muy [S fría estab a, / M e s e n té . O h , m e s e n té , / M e senté, oh, me senté].

Las diversas le n g u a s y c u ltu ra s n o disponen del mismo apa­ rato de referen cia s, y sie m p re queda algo que extraer de las zonas que se tra s la p a n . P e ro doquiera que se encuentren, cualquiera q u e sea su n iv el económ ico y social, los hombres interpretan el frío d e la lu n a de la m ism a manera, o de mane­ ras lo b a sta n te c e rc a n a s p a r a fu n d irse en una identificación mutua. C u a n d o se e n c u e n tr a n involucradas culturas avanzadas y co m p lejas, g a n a te rre n o el postulado de la racionali­ dad co ngruente. S e in v o c a la objetividad del mundo exter­ no con el p ro p ó s ito d e ju s tific a r la comprensión recíproca. "Espero h a b e r d e m o s tra d o " , escribe Joseph Needham con una autoridad q u e h iz o é p o c a e n el te rre n o de las relaciones cultu­ rales, " q u e las m e n te s a d ie s tra d a s en la observación y en el estudio e x p e rim e n ta l d e la n a tu raleza, y en las técnicas que explotan su s b e n e fic io s, p u ed e n comunicarse, a pesar de la formidable b a r r e r a q u e se p a ra las lenguas ideográficas de las alfabéticas, y a tra v é s d e la tam bién considerable distancia en el tiem p o , d e d ie z o d e v e in te siglos".38 Como se ha visto, el axiom a d e la s e s tr u c tu r a s p rofundas y de las condiciones de posibilidad p r o p u e s to p o r la lingüística generativa y transforma cio n al a s p ir a a v o lv e r dem ostrable el a priori pragmá­ tico e id e a lis ta d e u n a com unicación universal. He s o s te n id o a lo la rg o de to d o este análisis que ni el postulado e m p íric o n i e l p o s tu la d o teórico se encuentran a salvo de las a rg u c ia s y o b serv a c io n e s capciosas. Se ve con suspica­ cia un a p o rc ió n c o n s id e ra b le d e los testimonios antropológi­ cos s o b re la c o m u n ic a c ió n lingüistica capaz de verificarse entre el in f o r m a n te in d íg e n a y el observador venido de fuera. Cada d ía se d e s c o n fía m á s del procedimiento hermenéutico que g ira e n r e d o n d o y q u e amenaza derribar el descifra­ m iento d e m e n s a je s pro ced en tes del pasado, o de contextos cu ltu ra le s y s o c ia le s rad icalm en te ajenos a los nuestros. Cada vez se a c e p ta c o n m a y o r renuencia que los hábitos lingüísticos y la s c o n v e n c io n e s d e concordancia entre palabra y objeto no h a y a n c a m b ia d o m á s que "a través de la también considerable d is ta n c ia del tiem po, de diez o de veinte siglos". Si 1a n ecesid ad d e sig n ific a c ió n suele tener un origen interno, al m enos e n p a r t e ; si e l se n tid o suele conservarse fuera del alcance del in te r lo c u to r , o si solamente es revelado de mane38 J o s e p h N e e d h a m , "T he Translation of Old Chinesse Scientific and Technical Texts" en: Aspects of T ranslation, p. 37.

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ra incom pleta, q u e d a fra n c a m e n te a b ie r to el problem a de la condición y de la d im e n sió n d e la s ig n ific a c ió n transmitida y tra d u c id a . N ad a e n el c é le b re m o d e lo d o n d e Q uine define la significación co m o e s tim u lo e x c lu y e , e n el plano lógico o co n creto , la p o sib ilid a d d e q u e e x is ta u n a tr ib u cuyos miem­ bros se h a y a n p u e s to d e a c u e r d o p a r a e n g a ñ a r al lingüista ex p lo rad o r. Las b a n d a s d e a d o le s c e n te s , la s logias, los gre­ m ios y h e rm a n d a d e s, n o h a c e n o tr a c o s a . E l gavagai que cita Q uine acaso n o se a el c o n e jo q u e se v e p o r a h í, sin o el doble sen tid o b u r ló n ; el té r m in o g r a c ia s a l c u a l e l hablante indí­ gena esp era o c u lta r al in v e s tig a d o r e l n o m b re verd ad ero del an im al, y su s e v e n tu a le s r e s o n a n c ia s m a lé fic a s. E l esquema de Q uine exige u n a x io m a a d i c i o n a l ; la p re m is a de la buena fe ; u n im p u lso in icial d e c o n fia n z a d e u n o y o tr o lado. El hecho de que no se p u e d a c o n t a r e n te r a m e n te con esa buena fe, no im plica d e n in g ú n m o d o q u e el léx ico recabado por el an tro p ó lo g o carezca d e v a lo r. M á s b ie n s e ría , e n ciertos pun­ tos, u n léxico o u n a g r a m á tic a d e s u p e rfic ie , q u e contendría, sin saberlo, los ra sg o s d e u n c ó d ig o e s p e c ífic o de la simula­ ción o la iro n ía . N o h a y n a d ie q u e n o se h a y a topado con "espacios en b lan c o " en el d is c u r s o f a m i l i a r y social, en el in­ te rio r de su p ro p ia c u ltu r a . C re im o s e n t e n d e r cuando, en rea­ lidad, sólo se n o s h a b ía n d a d o u n a in d ic a c ió n en g añ o sa; una m en tira conv en cio n al. C u á n to m á s p ro b a b le es que compila­ d o r y tra d u c to r de las f o rm a s lin g ü ís tic a s re m o ta s se vea engañado, o sea d e sp la z a d o d e ig u a l m o d o .39 ¿P uede en to n c es r e f u ta r s e d e m o d o c o n c lu y e n te la confian­ za in tu itiv a q u e e s tá e n e l o rig e n d e to d a tra d u cció n , y que nos lleva a c re e r q u e e s p o s ib le d e t e r m in a r y tra n sm itir las significaciones? ¿ E s p o sib le d e s p r e n d e r convicciones defini­ tivas del p ro g ra m a q u e se f ijó E z r a P o u n d e n s u artículo de 1913 in titu la d o "¿C ó m o e m p e c é ? " : “ S ie m p re s a b ría yo qué se consideraba poesía en c u a lq u ie r l u g a r ; q u é es " indestructi­ b le" en la poesía, q u é e s e n la p o e s ía lo q u e n o pu ed e perderse en la tra d u c c ió n y, co sa a p e n a s m e n o s im p o rta n te , qué efec­ tos no se o b tien en m ás q u e e n u n a le n g u a , y resu lta n total­ m e n te im posibles d e s e r t r a d u c id o s " ( e s t a u ltim a cuestión es p e rtin e n te , a u n q u e iló g ica, p u e s sí ta le s e f e c to s se lim itan a una sola lengua, n in g ú n o b s e rv a d o r p r o c e d e n te d el e x terio r podría ce rc io ra rse d e su e x is te n c ia ; y a n o d ig a m o s dem ostrarla). 39 U na a d v e rte n c ia m u y s im ila r p a r e c e h a b e r s id o h e c h a por Wittgen­ stein , C f. Allan J a n ík y S te p h e n T o u lm in , W ittg e n s te in 's Vienna, Nueva York, 1973, p. 228.

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Entre las traducciones occidentales m ás admiradas e influ­ yentes del m undo o rie n ta l, ex isten m uchas que están relacio­ nadas con lenguas rem o ta s y cu ltu ras radicalm ente ajenas a |a nuestra; los R ubáiyát d e E d w ard Fitzgerald, las versiones de Hafiz, de G oethe, las selecciones del chino, del japonés y del mongol hechas p o r W ailey, la Authorized Versión de la Biblia misma. A lgunos ejem plos m ás convincentes en la his­ toria de la trad u cció n son o b ra de escritores que no conocían la lengua de la que e sta b a n tra d u cien d o : es el caso de las len­ guas raras o "ex ó ticas" . El Plutarco de North no salió del griego, sino del fran cés de A m y o t; Pound no sabía chino cuando tra d u jo los poem as incluidos en Cathay a partir del manuscrito de F e n o llo sa; la adaptación que hace Donald Davie de Pan T adeusz, de Mickiewicz, se apoya completamen­ te en una versión inglesa, en prosa, de G. R. Noyes; Auden y Robert Lowell tra d u c e n a P aster n ak o Voznesensky separa­ dos del ruso p o r u n a o dos barreras. Y, sin embargo, en mu­ chos de estos casos no sólo es el lector común, ayuno de todo conocimiento p ersonal de la lengua traducida, quien se siente convencido; a él se su m a el puñado de anglosajones versados en chino, en polaco y, en ciertos casos asombrosos, el poeta mismo, o uno de su s com patriotas a quien se ha sometido la versión inglesa, p a ra conocer su opinión. Los mecanismos que rigen la p en etració n y el paso de una lengua a otra son, a todas luces, com plejos y específicos; pero sugieren una teoría más general. Las dificu ltad es p ara tra d u c ir el chino a una lengua occi­ dental n o son u n secreto para nadie. Esencialmente, el chino es una lengua de elem entos monosilábicos, que abarcan sig­ nificaciones m últiples. La gram ática de esta lengua no com­ porta distinciones n ítid as en tre los tiempos gramaticales. Los caracteres so n ideogram as, pero contienen rasgos o notacio­ nes de v alo r descriptivo. Las relaciones entre las proposicio­ nes están fu n d ad as en la parataxis, antes que en la sintaxis, y los signos de puntuación dan el ritmo de la respiración, antes que m a rcar cortes lógicos o gramaticales. En la antigua literatura china, resulta prácticamente imposible separar la prosa del v erso : "S i se han desarrollado en Occidente como entidades m ás o m enos separadas, en chino se amalgaman y fu n d en ; a decir verdad, no sería errado afirmar que el genio de la p rosa china es la poesía" .40 Ninguna gramática o dic40 Achilles Fang, “Som e Reflections on the Difficulty of Translation”, e n : O n Translation, pp. 120-121.

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cio n ario es de m u c h a u tilid a d p a r a el t r a d u c t o r : sólo el con­ texto, en el s e n tid o c u l t u r a l y lin g ü ís tic o m á s cabal, certifica la sig n ificació n . A p e s a r d e t o d a s e s ta s "im posibilidades", los tra d u c to re s o c c id e n ta le s s e s ie n te n a tr a íd o s p o r el chino y su lite ra tu ra . L a h i s t o r i a d e lo s e n s a y o s d e trasposición en inglés es l a r g a : se r e m o n ta p o r l o m e n o s a A Description of the E m p ire o f C h in a , d e D u H a ld e , o b r a p u b lic a d a entre 1738 y 1741, y llega h a s ta n u e s tr o s d ía s .41 L o m á s e x tra ñ o es que tan to s tra d u c to re s , e n t r e lo s m e j o r c o n o c id o s , n o sepan una p alab ra de c h in o . E l o b is p o P e r o y , c u y a s tra d u c c io n e s apa­ reciero n e n 1761, tr a b a ja s o b r e u n a n t i g u o m a n u s c rito inglés, y sobre te x to s e n p o r tu g u é s . P a r a lle g a r a s u s resultados, S tu a rt M errill, H e lle n W a d d e ll, A m y L o w e ll, W itte r Bynner y K enneth R e x ro th e c h a n m a n o d e tr a d u c c io n e s filológicas en p r o s a ; d e tra d u c c io n e s a n t e r i o r e s ; d e v e r s io n e s francesas, e invocan al sin ó lo g o c u a n d o t r a d u c e n p a la b r a p o r palabra. P arad ó jic as, e s c a n d a lo s a m e n te , q u iz á , e s t a s o b r a s configuran u n c o n ju n to d o ta d o d e s i n g u l a r c o h e r e n c ia y s o n , en uno o dos casos, s u p e rio re s, p o r s u p r o f u n d i d a d y p e n e tra c ió n , a las tra d u ccio n es q u e se a p o y a n e n e l c o n o c im ie n to r e a l de la len­ gua o rig in al. E l d e s a fío m á s n o t o r i o e s , p o r su p u e sto , el que lanza C athay (1 9 1 5 ). E sta colección n o só lo e s la o b r a m á s in s p ir a d a de la des­ igual p ro d u cció n d e E z ra P o u n d ; ta m b ié n e n e s ta compilación los ideales del " im a g in is m o " e n c u e n t r a n s u ju s tific a c ió n . Song o f th e b o w m en o f S h u [ " L a c a n c ió n d e lo s a r q u e r o s de S h u "], The B e a u tifu l T o ile t [ "E 1 r e t r e t e e x q u i s it o " ] , T he RiverM erchant W o m a n : A L e tte r [ " L a m u j e r d e l m a r in o m ercante: una c a rta " ] T h e J e w e l S ta ir s G r ie v a n c e l " E l la m e n to de las escalinatas p a la c ie g a s " ]. T a k i n g L e a v e o f a F r ie n d ["Despi­ diéndose de un a m ig o " ], s o n o b r a s m a e s tr a s . D espués de es­ tos poem as, la le n g u a n o e s la m is m a , y l a p o e s ía moderna se enriquece con u n n u e v o ju e g o d e c a d e n c ia s (la s traduc41 El novato, o sea, casi todo el m u n d o , e n c o n tra rá datos e indica­ ciones valiosísimos en "N otes o n C hinese P ro so d y ", de A rthur Waley, Journal o f the Royal A siatic S o c iety , 1918; I. A. R ich ard s, Mencius on the Mind, Experim ents in M ultiple D e fin itio n , L ondres, 1932; Arthur Waley, Introduction to C hinese P a in ting , L o n d res, 1933; A rthur Waley, The Way and its Pow er: A stu d y o r th e Tao T ê C hing and its Place in Chinese Thoughts, Londres, 1934, R o b ert P ayne, T he White Pony, An Anthology o f Chinese P o etry fr o m th e E a rlie st T im es to the pre­ sent Day, New ly Translated, N ueva Y ork, 1947; Roy E a rl Teele, Trough a glass D arkly: A S tu d y o f E n g lish T ra n sla tio n s o f Chinese Poetry, Ann Arbor, 1949; Jam es J. Y. Liu, T h e A rt o f C h in ese Poetry, Chicago,1962.

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ciones que hizo W aley e n vers libre se inspiraron directa­ mente en el e jem p lo d e E zra P ound). Más todavía: en mu­ chos puntos, el c h in o p asa en estas versiones con toda preci­ sión, son reco n stru ccio n es de u n a exactitud y delicadeza extremas. F enollosa in te rp re ta equivocadamente los dos pri­ meros caracteres del segundo verso de K u Feng Núm, 14 (al estilo de los poem as a n tig u o s) de Li-Po, distorsiona el signi­ ficado del verso 12, y se equivoca sobre la significación de los tambores de g u e r r a ; su s com entarios desconciertan, confun­ den y diluyen el fin a l del poem a. El Lament of the Frontier Guard [L am en to del cen tin ela fronterizo] de Pound respeta la superficie lite ra l, p ero tam bién penetra debajo de ella, res­ tituyendo lo que F enollosa había oscurecido y omitido. La versión que d a W aley de Song o f the ["La canción"] de Ch'ang-Kan debe m u ch o a Cathay, aunque se propone enmen­ dar los e rro re s de P o u n d . Pero en realidad, resulta que el While m y h a ir w as s tilt o u t straight across m y forehead [Cuando m i pelo to d av ía iba cortado horizontal sobre mi frente], p ro p u esto p o r este últim o, es mucho más exacto y rico desde el p u n to de v ista plástico que aquello d e : Soon after I were m y hair covering m y forehead [ Poco después de que llevara el cabello cu briendo m i fre n te ]; y el inolvidable sole­ cismo de P o u n d A t fo u rteen I married My Lord you [A los 14 años m e casé contigo, m i señ o r] transm ite el matiz preciso de inocencia cerem oniosa, la fórm ula de la niña que se dirige al adulto, que co n stitu y e el encanto del original, y que Waley no supo ver. Así que, desde el punto de vista de la lengua china, es posible d ecir que The River Merchant Wife: A Letter de Pound, e s tá m ás cerca de Li Po que el Ch'ang-kan de Ar­ thur Waley.42 ¿Cóm o un trad u cto r que ignora el chino, y que trabaja a p a r tir d e una transcripción a menudo errónea, y de un com entario del texto-original, puede llegar a esa limpi­ dez, que E lio t bautizó "translúcida"? Como T. S. E liot y Ford Madox Ford, lo supieron ver, en Ezra P o u n d la búsqueda de una intensidad imaginista, la teoría de u n a concentración de la emoción por medio del collage, del traslape, de diversos planos de alusión, engranaba 42 Todos esto s ejem plos se han tomado de Wai-lim Yip, Ezra Pound's "Cathay " Princeton University Press, 1969, pp, 84-94. Cf., también. Earl Miner "P ound, Haiku, and the Image", Hudson Review, IX, 1956; Achilles Fang "Fenollosa and Pound" Harvard Journal o f Asian Studies,XX 1957; Hugh Kenner, "Ezra Pound and Chinese". Agenda, IV,1965.

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p e rfe c ta m e n te co n lo q u e él c o n s id e ra b a lo s principios del id e o g ra m a y d e la p o e sía c h in o s. A e s to h a y q u e a ñ a d ir el lan­ ce in c a lc u la b le de lo q u e P o u n d m is m o lla m a " divino acci­ d e n te " , y e sa fa c u lta d , q u e d e te r m in ó s u c a r r e r a , p ara desli­ za rse e n la fa c h a del e x tr a n je r o , el d o n q u e le p e rm ite adoptar la m á s c a ra y r e m e d a r el p a so d e o tr a s c u ltu r a s . El genio de E z ra P o u n d es en g ra n p a r te e l d e la m ím ic a y la metamor­ fo sis d e lib era d as. "A un c u a n d o s o la m e n te se le den los más p a rco s d e talles, sabe lle g a r al fo n d o d e la co n cien cia del au­ to r o rig in al, g ra c ia s a lo q u e b ien p o d r ía lla m a r s e u n a especie de c lariv id e n cia ." 43 P o d e r in s in u a r s e a s í e n el in te rio r de los d em ás, ése es el s e c re to ú ltim o d e l a r t e d e l tra d u c to r. P ero en C athay, la p e rsp ic a c ia q u e v e n c e la s distancias y las in term ed ia c io n e s lin g ü ís tic a s s e in te g r a n e n u n fenómeno m ás am plio de im p u lso h e r m e n é u tic o . L a C h in a d e los poemas de P o u n d y d e W aley, es la d e la s c re e n c ia s y expectativas que tenem os so b re C h in a. R e to m a e in te n s if ic a lo que ya se an ticipa v ig o ro sa m e n te en el p la n o d e la s im ág en es y de las to n alid ad es. La c h in o ise rie [ lo c h in e s c o ] d e la s letras, las ar­ tes y el m o b iliario e u ro p e o s, y ta m b ié n d e la s alegorías filosófico-políticas, q u e v a n d e L e ib n iz a K a f k a y Brecht, son p ro d u cto de u n a a c u m u la c ió n d e im p re s io n e s estilizadas y selectas. E q u iv o c a d a m e n te o n o , e n v i r t u d d e u n azar inicial, o de u n esfu erzo m e tó d ic o , el o jo o c c id e n ta l se h a detenido en cie rta s c o n s ta n te s — o lo q u e s e h a to m a d o po r tales— del p aisaje, de la c o n d u c ta y d e l r e g is tr o a fe c tiv o chinos. A su vez, cad a tra d u c c ió n p a re c e c o r r o b o r a r lo que es, sobre to d o , u n a “in v e n c ió n ” d e C h in a p o r O c c id e n te .44 Pound puede im ita r y p e rs u a d ir con ta n t a e c o n o m ía d e re c u rso s, no por­ que él y su s le c to re s c o n o z c a n m u c h o , s in o porque ambos coinciden e n s a b e r ta n p o co . D e a h í e s e a ir e d e fam ilia que rein a e n tre la s tra d u c c io n e s d el c h in o e n le n g u a s europeas; u n p arecid o m u c h o m á s p r o n u n c ia d o q u e el q u e puede haber e n tre los te x to s o rig in a le s c h in o s y la s d ife re n te s escuelas p o éticas. L e D épart d 'u n a m i [ L a p a r t id a d e u n amigo], de J u d ith G a u tie r, in c lu id o e n L e liv r e d e J a d e (1867), difiere de T a k in g L ea ve o f a F r ie n d d e P o u n d en el d etalle de la ex­ p resió n v e rb a l, p e ro la m e la n c o lía y lo s esp acio s etéreos que im p o n e la co n v e n c ió n n o p u e d e n s e r m á s se m e ja n te s: 43 W ai-lim Y ip, op. c it., p . 88. 44 La fra s e e s de H u g h K e n n e r. V é a se s u " In v e n tio n of C hina", S p e c tr u m , IX, 1967.

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Par la v e r te m o n ta g n e , a u x r u d e s c h e m in s, je veu s reconduis ju sq u 'à l'e n c e in te d u N o r d . L'eau é c u m a n te r o u le a u to u r d e s m u r s , e t se perd vers l'o rien t. C'est à c e t e n d r o it q u e n o u s n o u s s é p a r o n s . . . D'un lo n g h é n is s e m e n t, m o n c h e v a l cherche à rappeler le v ô tr e . . . Mais c 'e s t u n c h a n t d ’o is e a u q u i lu i r é p o n d !...

(El toque final en el poem a de Ju d ith G autier no sólo es gra­ tuito —el ch in o só lo dice "R elincha que relinchando, va el caballo al p a r tir "— sino que rom pe el efecto de la estiliza­ ción, al in c lu ir un m o tiv o occidental de irónica dialéctica.) La versión que hizo H ans B ethge del poema de Wang-Wei Der Abschied des F reundes, incluido en Die chinesiche Flöte (1929), se o rg an iza en to rn o del mismo centro de gravedad: W ohin ich geh? Ich w and re in die Berge, ic h suche R uhe fü r mein einsam Herz, Ic h w erde nie m ehr in die Ferne schweifen, M ud ist m ein Fuss, und m üd ist meine Seele, Die E rde ist die gleiche überall, Und ewig, ewig sind die weissen Wolken ..

La m úsica que escribió M ahler para estos versos en Das Lied von der E rd e [ E l ca n to de la Tierra] es otro ejemplo de "in­ vención de C h in a" p o r Occidente en cuanto a la instrumenta­ ción y el estilo m usical. Pero todas estas traducciones son siluetas e m p are n ta d as con un original infinitamente complejo y v ariad o . La afirm ación inversa es cierta cuando los pintores y d ib u jan te s chinos esbozan ciudades y paisajes eu­ ropeos y n o rteam erican o s. Esbozos que son de una delicadeza y u n ifo rm id ad p o r dem ás característicos: Nueva York fosfo­ resce tré m u la sobre las aguas vigorosas, como una Venecía vertical. E n el m ejo r de los casos, podríamos identificar los criterios de supresión, formalización y relieve emblemático que co n stitu y en la estru ctu ra de estas imágenes. Todas las versiones inglesas de las Mil y una Noches in­ cluida la de E dw ard Powys Mathers (que proviene directa­ m ente del texto francés de J. C. M ardrus) se bañan en la m ism a agua de rosas. Las versiones francesas, alemanas, in­ glesas e italianas del haikú japonés tienen la misma fisonomía, y dejan o ír el mismo tono uniforme y sereno. En otras palab ras: c u an to más apartada está la fuente lingüística y

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c u ltu ra l, ta n to m á s fá c il e s l o g r a r u n a p e n e tr a c ió n sumaria, y e fe c tu a r u n a tra s p o s ic ió n d e r a s g o s e s tiliz a d o s y codifica­ dos. E l tr a d u c to r o c c id e n ta l q u e a b o r d a e l á r a b e , el u rd ú o el ain ú llega, p o r d e c irlo a s í, a " c i r c u n v a l a r " la le n g u a original; a d esliza rse tr a s s u s z o n a s d e e s p e s o r , s u s v a r ia b le s idiomáticas, su s re lie v e s h is tó r ic o s y e s ti l í s t i c o s . C o n s id e ra a su fu en te, a m e n u d o p o r i n t e r m e d io d e u n a p a r á f r a s is , como un rasgo, casi n o -lin g ü ís tic o , d e l p a is a je , d e la s c o s tu m b re s con­ ta d a s y de la h is to r ia s im p lif ic a d a . E n la s im ita c io n e s chinas de E zra P o u n d , e n el H o m e r o d e C r i s t o p h e r L o g u e , la igno­ ran cia de la le n g u a t r a d u c i d a r e p r e s e n t a , p arad ó jicam en te, u n a v e n ta ja . N in g u n a e s p e c if ic id a d s e m á n ti c a , n in g ú n acci­ d en te del c o n te x to se i n t e r p o n e e n t r e e l p o e ta -tra d u c to r y un a im agen g e n e ra l, d e ín d o l e c u l t u r a l-c o n v e n c io n a l, de "lo que e so es, o d e b e ría s e r " . A p e s a r d e c u a n t o d ig a n los arqueó­ logos, só lo p o d e m o s im a g in a r a l a s e s t a t u a s g rie g a s esculpi­ das en el m á rm o l m á s b l a n c o ; y la e r o s i ó n d e l tiem po, al h a b er d e sla v a d o lo s c o lo r e s l la m a t i v o s , a c e n t ú a n u e s tr a erró­ nea ap reciació n .

4 No es ta n fácil lo g ra r la " t r a s l u c i d e z " c u a n d o n o s quedamos cerca de c a s a ; o c e rc a d e n u e s t r a p r o p ia le n g u a . N o se puede disponer, en e s te c a so , d e la in o c e n c i a d e la s g r a n d e s distan­ d a s , ni de la p ro x im id a d d e l e x o t is m o c o n v e n c io n a l. El tra­ d u c to r tiene a n te sí u n te x to - f u e n te q u e h a s id o re d a c ta d o en una lengua y que p ro v ie n e d e u n m e d i o c u l t u r a l c e rc a n o a los suyos. Tal c o n tig ü id a d p u e d e s e r h i s t ó r i c a y g eo g ráfica; a m enudo es el r e s u lta d o d e o r íg e n e s e tim o ló g ic o s comunes, y del d e sa rro llo p a ra le lo d e d o s l e n g u a s : la m a te r n a del tra­ d u cto r, y la del te x to o r ig in a l. E n e s t e c a s o , d e s d e el punto de v ista e s ta d ís tic o e l c a s o p a r a d i g m a , la s re a c c io n e s y res­ p o n sab ilid ad es d e l t r a d u c t o r s u p e r a n c o n m u c h o las dimen­ siones del sim p le o b je to f o n é tic o y s i n t á c t i c o q u e tiene ante los ojos. La in c u rs ió n h e r m e n é u t i c a ; e s t o e s , e l im pulso de com prensión h a c ia la le n g u a y la c u l t u r a v e c in a s o herm anas, se com plica co n u n a h e r e n c ia d e c o n t a c t o s recíp ro co s. La com prensión se v e a s is tid a p o r u n c o n j u n t o d e hipótesis y de p re se n tim ie n to s c a s i i n s t in ti v o s . E l a r a b i s t a europeo, el tra d u c to r o c c id e n ta l d e u n a c a n c ió n p r im i t i v a , v ia ja con pie ligero. Y al c o n t r a r i o : e l t r a d u c t o r e u r o p e o d e o tra lengua eu ro p ea , el e sla v o q u e tr a d u c e o t r a le n g u a e s la v a , progresan en d irecció n d e s u f u e n te a t r a v é s d e c í r c u l o s c o n c é n tric o s de

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conciencia lin g ü ística y c u ltu ra l; de información probable y de identificación. C írculos concéntricos que, por cierto, en­ gendran criterio s d e com paración y analogía, gracias a los cuales es posible e v a lu a r el g rad o de comprensión y de posi­ ble transferencia, al m ism o tiem po que esclarecen y explicitan al texto-fuente. P e ro , ad em ás, esos círculos vuelven al texto por traducir m ás d e n so y m ás opaco ( verdichtel, en el sentido literal). P o r eso, las relaciones del traductor con lo que está cerca de él son, p o r definición, am biguas y dialécticas. Y están determinadas p o r la presencia sim ultánea de la afinidad elec­ tiva y de la d ife ren cia resisten te. Este problem a de la "d ifere n cia" es crucial, y permite cap­ tar m ejor y m ás razo n ab lem en te lo que es intraducible. Toda diferencia es recíproca, y funciona en ambos sentidos. O, como dice Jacques D errid a, sólo se puede encarar la diferencia desde un doble p u n to de v ista : "Q u'à partir de la présence qu’il diffère e t en v u e de la présence différée qu’on vise à se r é a p p r o p r i e r ."5[4"S ó lo a partir de la presencia que difiere, y envista de la p resen cia d iferida que uno pretende reapropiarse.”] El tra d u c to r fran cés siente el inglés como diferente del francés. El m o d o en que se vive esta "diferencia de" es en sí mismo u n co n ju n to psicológico polivalente, propio del indivi­ duo, que ab arca desde u n a indistinta base somática (la fonéti­ ca, la "sen sación ", el sab o r, el vuelo o la velocidad, el tono, el grado de acen tu ació n y el tim bre, la dicción de ambas lenguas), así como la conciencia m ás abstracta y más conceptualizada de los co n trastes sem ánticos. Pero la diferencia también es reac­ ción al in d iv id u o y al grupo; define por oposición. El inglés "d ifiere" del fran cés com o no lo hace del alemán o del por­ tugués. E l h ab lan te alem án o el portugués viven esta diferen­ cia en relación con su propia lengua y, según matices infinita­ mente variables, en relación con lenguas de las que tiene un dominio m enos profundo. Cada diferencia es diacrítica en un sentido form al generalizado; en el plano histórico, pero tam­ bién in fin itam en te específico. Las fronteras entre las lenguas están "vivas"; son una constante dinámica que define a cada uno de los lados, a cada vertiente en relación con la otra, aunque tam bién en relación consigo misma. Éste es el secreto de la m uy com pleja topología que subyace en aquella antigua verdad, según la cual conocer una segunda lengua ayuda a profundizar e ilum inar el dominio de la primera. Vivir la diferencia, palp ar la textura y la resistencia de lo que es otro, 45

Jacques Derrida, Marges de la Philosophie, p. 9.

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equivale a vivir u n a nueva experiencia de la identidad. El es­ pacio de cada u n o e stá d elim itad o , "rep resen tad o en mapas" por lo que e s tá a lre d e d o r; e x tra e su congruencia, su configuración física, de las presiones que ejerce el m undo exterior. La " o tr e d a d ”, en especial cu an d o tiene la riqueza y el poder incisivo del lenguaje, obliga a lo que e stá presente a descu­ brirse a plena luz. T rab ajan d o suspendido, expuesto e n el p u n to donde la di­ ferencia m aterial se to m a m ás im periosa, al traductor no le queda m ás que ac tu alizar y v olver visibles los perímetros vastos o estrech o s de su lengua, de su cu ltu ra, de su carga potencial de sensibilidad e in te le c tu a lid a d : E l traductor fran­ cés que tra d u ce u n tex to inglés se ve obligado a exteriorizar, a establecer y p o n er en acción, m ás allá de la claridad de la conciencia, cierta redefinición que, a d ec ir verdad, es una readquisición de la lengua fran cesa. E s ta redefinición produce un "fra n c é s"; esto es, un a n d a m ia je de analogías, metafra­ ses, convenciones, in e p titu d es m ás o m enos disimuladas y locuciones h íb rid as, que no es el m ism o francés que elaboraría trab ajan d o a p a rtir del alem án . E n e ste sentido, el "traduccionés", o jerigonza tra d u c to ril, es quizá u n a versión sesgada; descentrada ( desaxé) de u n a lengua, quizá desorientada, pero que en todo caso es posible p a s a r p o r alto. Toda diferencia im plica su propia dinám ica de la re d istrib u c ió n interna, asi como cada región fro n teriza a firm a su s caracteres específicos con una fuerza exagerada, am alg am an d o elementos venidos de allende la fro n te ra (d e ahí, p recisam en te, los problemas relacionados con la topología in te rn a de los individuos multilingües). La diferencia que ex iste p a ra el francófono entre el inglés y el francés, y la que h ay p a ra el anglófono entre el francés y el inglés — los té rm in o s d e la ecuación pueden trasto carse, puesto que se re p re se n ta n dos caras de un mismo p u n to de contacto d iacrítico— , esa diferencia es, por tanto, ta n densa y p ro lija a lo largo de to d o el espectro lingüístico, que rep resen ta un desafío a to d a descripción formal. Tal di­ ferencia es sentida p o r los in te rlo c u to re s situados en cada u n o y a am bos lados del co rte , com o algo compuesto de coincidencias, ru p tu ra s, yu x tap o sicio n es parciales, imitacio­ nes, rechazos; pasos g ra d u a le s que son históricos y simbó­ licos, h ered ad o s y p erso n ales, c alcu lad o s e inconscientes. El c h in o y el sw ahili d ifieren " in m e n sa m e n te " del francés. Sin em bargo, esa d isp arid a d es m ás ten u e, y e s tá más limitada p o r categorías, de lo que p o d ría p en sarse. Se tra ta , sobre todo,

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de una "no-diferencia" in e rte sobre espacios virtualmente vacíos. De o tra p a rte , "u n a distancia reducida" como la que media en tre el fran cés y el inglés, constituye un campo mag­ nético donde se e n fre n tan diferenciaciones recíprocas. Cuanto más intensa sea la carg a energética de proximidad, tanto más vigoroso será el reflejo hacia la autodefinición protectora; el impulso de conservación de la form a en su integridad. ¿Cómo el traductor que tra b a ja a p a rtir de y sobre el inglés va a arreglárselas p ara que su versión del texto-fuente sea traslú­ cida, sin caer p o r ello en u n a autonom ía imperiosa y dogmá­ tica? Sólo puede h acerlo recurriendo a un "cálculo metafóri­ co", capaz de in te g ra r y de diferenciar simultáneamente. En su Prefacio a la edición de la Pléiade de Shakespeare (1959), A ndré G ide o to rg a a la frontera clásica los honores que se le deben. E l "esp íritu latin o " tropieza sin el auxilio de la ló g ica: d e o tro lado, en Shakespeare el vuelo de las imágenes desafía la sencillez de las secuencias ordinarias. Para fran q u e a r este escollo, Gide se atrinchera en el precio­ sismo e ru d ito : “Un appesantissem ent de tardigrade couvre en claudicant l´espace que le vers shakespearien a franchi d'un bond” [U na pesadez de tardígrado cubre cojeando el espacio que el verso shakesperiano ha atravesado de un salto] (tardigradus, claudicare), El francés moderno ha perdido esa plaisante p lasticité [agradable plasticidad] que todavía era posible e n c o n tra r en la lengua de Ronsard y de Montaigne, que son las réplicas, las contrapartes complementarias de Shakespeare. E l su stan tiv o y el epíteto franceses no permiten la in flex ió n ; p o r esta razón, el orden de las palabras en francés parece rígido, com parado con la flexibilidad del inglés. La lengua isabelina se rodea de un aura de evocaciones, para las que Gide propone el térm ino de harmoniques, inasibles, no sólo en el plano del caso particular, sino por lo general reacios a esa tendencia a la precisión, a la designación estricta que define al francés. No es extraño que el sentido del original no sea del todo c la ro ; los anglófonos, los especialistas de Shakespeare y del inglés isabelino, ofrecen interpretaciones muy divergentes. ¿Cómo se supone que el traductor francés debería resolver esta frase proveniente del Acto v, Escena I, Verso 52, de A ntonio y Cleopatr a : "A poor Egiptian y e t . . . " donde yet podría trasponerse como pourtant, encore, jusqu'á présent, désorm a i s , de nouveau, en plus, etc., o, donde, luego de * L u is A strana M arín traduce: "No más que un pobre egipcio en este instante. La reina, mi señora..." W . Shakespeare, op. cit., p. 1830.

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u n a m o d ificació n e n la p u n tu a c ió n , p o d r ía re m itirs e a la siguíente frase : " y e t th e q u e e n m y m i s tr e s s . .. " ? S in d u d a se tra­ ta de un a sp e c to de la e s tr a te g ia d e S h a k e s p e a r e ; y tam bién es un asp ecto d el te a tr o h a b la d o p e r m it i r la in d e c isió n ; dejar que las d ife re n te s p o s ib ilid a d e s d e la s ig n if ic a c ió n planeen sus­ pen did as a lre d e d o r d el e je c e n tr a l. P e r o el tra d u c to r debe elegir o d ila ta r su te x to e n p a r á f r a s is e x p lic a tiv a s ; y si el tr a d u c to r e s fran c és, el g r a n o d el e s p ír itu m is m o d e la lengua, y su s h á b ito s m e n ta le s, lo lle v a r á n a u n a e le c c ió n de una exac­ titu d e m p o b re ce d o ra . S in e m b a r g o , G id e m a tiz a pronto su juicio . Las im á g en e s in c a n d e s c e n te s ; la re fu lg e n c ia de las m e tá fo ra s d is c o rd a n te s q u e a n im a n a l te x to shakesperiano ("c o m o c h isp as - d ic e G id e - q u e s a c a n lo s c a s c o s d e u n caballo a l g a lo p e ") n o n o s e n s e ñ a r á n " n i a r a z o n a r b ie n , n i a escribir co rre c ta m e n te ". L os a u to r e s c lá s ic o s f r a n c e s e s , p o r lo contra­ rio, p rescrib en " v ir tu d e s e x t r a o r d i n a r i a s " . E s n a tu r a l que el niño se d e le ite co n S h a k e s p e a r e . ( L 'e n f a n t p e u t s e passionner, se s e n tir le c œ u r to u t g o n flé d 'é m o t i o n s s u b li m e s ) [E l niño puede a p a sio n a rse , s e n ti r h i n c h a d o s u c o r a z ó n d e emociones sublim es]. P ero el c o r o la r io e s e v i d e n t e : e l a r t e clásico fran­ cés posee, en c o n tr a s te c o n e l in g lé s , u n c a r á c t e r d e adulto. Las d ife ren cia s q u e e s ta b le c e G id e s o n c a b a lm e n te , y al mis­ m o tiem p o , d e ín d o le in d iv id u a l y a u n q u e ta m b ié n ilustran una p ro lo n g a d a d ia lé c tic a h i s t ó r i c a . M a n if ie s ta n s u raciona­ lism o ascético , y lo s e x c e s iv o s r e m ilg o s d e l e s tilo de su ma­ durez. P ero ta m b ié n ilu s tr a n a f o n d o u n a q u e r e lla sobre los valores lin g ü ístico s y c u ltu r a le s q u e s e r e m o n t a a las prim eras trad u ccio n es c o n o c id a s d e S h a k e s p e a r e q u e f u e ro n llevadas a la im p re n ta : los c u a t r o v o lú m e n e s d e P ie rre -A n to in e de La Place, p u b licad as e n tr e 1745 y 1746. V o lt a ir e e m p e z ó a abogar por S h ak esp eare e n 1726, e n l a d e c im o c t a v a d e las Lettres P hilosophiques. H a b ía p o le m iz a d o v ig o r o s a m e n te e n pro del "genio fu e rte y f é r til" d e S h a k e s p e a r e . P e r o c u a r e n ta años después, e sc a n d a liz a d o p o r el é x i t o d e s u s p r o p io s argum en­ tos, V o ltaire e s c rib ía a l C o n d e d ’A r g e n ta l q u e , " p a r a colmo del h o r ro r y de la c a la m id a d , y o h e s id o e l p r im e r o en hablar de S h ak esp e are, y el p r im e r o e n s e ñ a l a r a lo s fran ceses las escasas perlas c o n te n id a s e n e s e e n o r m e e s te r c o le r o , sin darse c u e n ta de q u e só lo a y u d a b a a q u i t a r s u s c o r o n a s a R acine y a C orneille, p a ra t e j e r lo s la u r e le s d e e s t e b á r b a r o saltim­ b a n q u i." E s ta te n ta tiv a ib a a c u lm i n a r c o n l a " b a r d o l a t r í a " del Ra­ c in e et S h a k e sp e a re d e S t e n d h a l ; e n B e r lio z , a l proclam ar

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que "la centella relam p ag u ean te del genio de Shakespeare me reveló todo el firm a m en to del a rte " ; en la lista de cumbres de lo sublime que hizo V íctor H ugo, donde el autor de Hamlet está situado ju n to a O rfeo, el p ro feta Isaías, Esquilo y Jesús. Todas estas alabanzas d ejan ad iv in ar el porvenir. Como bien había visto V oltaire, el h o m en aje francés a Shakespeare tenia que definirse en oposición a Corneille, Racine y Molière, y en socavar su p restig io (a u n q u e los románticos hayan hecho todo lo posible p o r in te g ra r a este últim o en su panteón). El mecanismo d e diferenciación es, sin que sea necesario anali­ zarlo, un exam en polém ico de conciencia. Y debido a la mag­ nitud de la p rese n cia sh ak esp erian a — “Shakespeare c’est le drame” [S h a k esp ea re es el d ra m a ], escribió Victor Hugo ca­ tegóricamente— la polém ica, e l reflejo introspectivo, van más allá de las cu estio n es de gén ero y estilo literarios. La lengua francesa puede s e r v iv id a (a s í h a sucedido a algunos traduc­ tores y e sc rito re s) com o u n a "ausencia de Shakespeare". La evolución del fran cé s m oderno ordinario refleja una estética, casi p o d ría decirse u n a ética política y social, del repliegue. T odo u n p otencial de superabundancia verbal, de exuberancia g ram atical, de licencia metafórica que estaba presente en la len g u a de los siglos xvi y xvii, fue supri­ mido o relegado al te rre n o de la jerga o de lo excéntrico por el neoclasicism o ce n tralizad o r de la reforma que vivió el si­ glo xvi i . Aunque las f o rm as del habla regional siempre se han con­ servado, la im pugnación que hacen a la capital no ha logrado modificar las n o rm as im puestas por la academia y la burocra­ cia. El francés puede desplegar m ás pompa y ceremonia que el inglés; p ero g ra v ita en a ltu ra s de una abstracción carac­ terística, planea en lo grandioso disecado; en lo universal fundado en la elisión. Al seguir el vuelo del periodo en Bossuet, aparece con to d a claridad la contracción subyacente (l'ideal de la lito te ). El registro opuesto de la profusión con­ creta, de la lógica "g estu al" antes fue de lógica cartesiana y gram atical; la unión deliberada de la lengua correcta y de la lengua fa m ilia r h a existido en Francia desde siempre. Es palpable e n Rabelais, en Céline y, más tangencialmente, en Claudel. P ero desde M ontaigne, constituye una corriente ais­ lada y a m en u d o paródica, que extrae su fuerza de la mani­ fiesta om nipotencia de la vena clásica. Esta dominación, que resulta elocuente en el plano de la autoridad didáctica, reco­ nocida p o r todos, de la sintaxis francesa, modela hasta los

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im pulsos a p a re n te m e n te lib re s d e l m o d e rn is m o y del surrea­ lism o. L os c rite rio s d e c re e n c ia , c la r id a d , encadenamiento e stru c tu ra d o , que p e rm ite n a R a c in e e v o lu c io n a r con tanto laconism o, p resid en ta m b ién la s té c n ic a s d e ejecución de la gran poesía fra n ce sa que v a d e M a lla rm é a R en é Char. La pro­ vocación que la pone a p ru e b a v ie n e d e l e x te r io r ; de la "dis­ ta n te v ec in d a d " d e S h a k e sp e a re . E l ca m b io d e bando de Voltaire, el e x trem ism o d e lo s ro m á n tic o s , la s veleidades de Gide, e stá n m o v id as p o r u n a c o n c ie n c ia c o m p a rtid a del "Sha­ kespeare a u se n te " e n fra n c é s. L a li te r a t u r a fra n c e s a no ofrece n in g u n a fig u ra ta n u n iv e rsa l ( y e s e h e c h o s e ag rav a cuando se piensa que, salv o e n r a r a s o c a s io n e s, lo s anglosajones son im perm eables a R ac in e ). De m a n e r a m á s in q u ie ta n te aún, el oído francés percibe e n e l u so q u e h a c e S h a k e sp e a re de la lengua la to ta lid a d q u e a lg u n a vez e s tu v o v iv a e n la lengua, pero que desde h ace m u ch o se h a d e b ilita d o e n e l len g u aje francés educado. La c rítica s o m b ría y p o n tific a n te d e Gide-Shakespeare no puede e n s e ñ a r " n i la j u s t a ra z ó n " , n i el "estilo co­ rrecto " d e la ta u n a p ro v o ca ció n q u e n o d e ja d e ser inquietan­ te. ¿La lite ra tu ra , la se n sib ilid a d y a u n e l s is te m a social fran­ cés d esp erd iciaro n , a b ro g a ro n riq u e z a s, ex p erien cias y descu­ brim ientos efectivos p osibles q u e e s tá n re a liz a d o s en Shakes­ peare y en los elem en to s s h a k e s p e ria n o s q u e componen la vida y de la len g u a in g lesa s? Con to d o , " e l S h a k e sp e a re a u s e n te " n o e s u n a pérdida ab­ so lu ta. La in te g rid a d g e n é ric a d e la lit e r a tu r a francesa (gran­ des obras en to dos los g é n e r o s ) ; l a fu e rz a , p e ro también la orig in alid ad in in te rru m p id a s d e la s c o r r ie n te s y épocas lite­ rarias fran cesas, d esd e el sig lo xi i i h a s ta la actualidad, su­ gieren, p o r oposición, q u e la e x is te n c ia d e u n Shakespeare en la h isto ria de la len g u a p ro p ia y e n s u li te r a t u r a puede resul­ ta r u n a am bigua b en d ició n . E n v ir t u d d e s u plenitud misma, el genio de S h ak esp eare p a re c e a c a p a r a r c ie r ta s energías de la fo rm a, c ie rta d in ám ica de la p e rc e p c ió n e n su beneficio y pro­ vecho ex clusivo. A fu erza de e x p lo ta r ex h a u stiv a m e n te el gé­ n ero lite ra rio en q u e h a to m a d o f o r m a ( recu érd e se el derro­ te ro del te a tro inglés e n v e rso , d e s p u é s d e S h ak esp eare), puede acab ar p o r e x te n u a rlo . T a m b ié n e s p o s ib le q u e conduzca a una im itació n p e rp e tu a ; p ie n so e n e l p ro b le m a d e la renovación del yam bo p e n ta m é tric o , o e n lo s r e p u d io s minuciosos que en ú ltim a in sta n c ia r e s u lta n e s té r ile s : d e sd e cierto ángulo, los C an to s d e E z ra P o u n d e s tá n g u ia d o s p o r la ambición de esta b le cer u n re p e rto rio d e im á g e n e s y to n a lid a d e s retóricas

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emancipadas del im p erio de Shakespeare. En un sentido ima­ ginario (pues no e s posible aquí la verificación), aunque pre­ ñados de elocuentes sugerencias, la triunfante edificación por Balzac de una s u mm a so cia l; la escenificación por Baudelaire de la discordia fu n d am en tal en tre el arte y el mundo social, los apuntes que tom ó R im baud de un desarreglo de los sentidos com pletam ente d istin to de la representación shakesperiana de la locura, fu ero n propiciados y vueltos posibles por la ausencia de S h ak esp eare en el ám bito francés o, más precisa­ mente, por la presión que su " ausente presencia" imprime en la conciencia francesa. Recíprocam ente, si la novela inglesa no tiene un P ro u st (q u ie ro decir, si la novela inglesa carece de un novelista q u e haya sabido in teg rar a la prosa novelís­ tica las cimas de la inteligencia filosófica y al mismo tiempo una indagación social, am orosa y estética ilimitada), quizá se deba, en tre o tra s cosas, al arraigo de Shakespeare en la len­ gua y en el concepto m ism o de la literatura inglesa. Pues hay espacios y p ro fu n d id ad es que más vale no recrear. Es esta dialéctica de la diferenciación, multiplicada y compli­ cada por la situ ació n personal y cronológica, la que determina la posición del tra d u c to r francés ante un texto de Shakes­ peare. Va hacia e se tex to tropezándose con espacios lingüísticos y cultu rales, y superando gestos defensivos casi visce­ rales.46 El lam ento de Cleopatra sobre el cuerpo de Antonio (Ac­ to iv, Escena x ii i , 63) es uno de los ejemplos más depurados de esa econom ía carg ad a al máxim o que caracteriza a Shakes­ peare hacia el final de su época creadora : The crow n o 'th' earth doth melt, My lord! O, w ithered is the garland of the war, The soldier’s pole is fall'n: young boys atid girls Are level now w ith mert: the odds is gone, A nd there is nothing left remarkable Beneath the visiling moon. 4 6 La histo ria d e las traducciones francesas de Shakespeare se en­ cuentra catalo g ad a en M. Hornval, Les Traductions Françaises de Shakespeare P arís 1963. Cf., también, Albert Dubeux, Les Traductions Françaises de Shakespeare, Paris, 1928 ; Pierre Leyris, "Pourquoi retraduite Shakespeare?", en; Oeuvres Complètes de Shakespeare,P aris, 1954; C. Pons "L es T raductions de Hamlet par des écrivains français". E tudes anglaises, xi i i , 1960, y el número sobre "Shakespea r e in France" dc los Yale French Studies, xxxiii, 1964, También. Paul Brunel, Claudel y Shakespeare, Paris, 1971.

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["La diadem a del m u n d o se fu n d e. ¡Mi señ o r! / ¡Oh! ¡Marchíta está ah o ra la g u irn ald a d e la g u e rra ! / ¡C aída la estrella polar de los soldados! Los m o zalb etes y las m u c h a c h a s / están ahora al nivel de los h o m b re s: los se re s in c o m p a ra b le s n o existen ya, / y nada q u ed a d e n o ta b le / b a jo el im p u ls o d e la lu n a." ] W. Shakes­ peare, T rad. A strana M arín , op. c i t .,p . 1828.

E sta su cesió n d e p ro p o sic io n e s s e m o d e la so b re el resuelto v uelo del m o n ó lo g o d e C le o p a tra , y d e la ta s u exasperada protesta a n te el azar. P e ro u n lazo s u til u n e a c a d a movimiento. Si crow n n u tre el te m a im p e ria l y r e m ite evidentem ente a th e garland o f w ar, ta m b ié n a n u n c ia la im a g e n de espacio; de u n co sm o s q u e u n e a e a r th c o n p o le y lo s lig a con las dos ap aricio n es d e la lu n a . ( E s p o sib le q u e , c o m o en H am let y en O thello, p o le s u s titu y a a e s tr e lla p o la r .) E n u n plano más evidente, pole tra n s m ite la im a g e n d e la la n z a o del bastón de m an do d e A n to n io , a s í c o m o la d e l f lo r id o palo de mago, sím bolo d e re g o c ijo y e je tr a d ic io n a l d e l m u n d o . El tema de la fiesta a n im a c ro w n y g a r la n d , p e r o ta m b ié n e stá en la ex­ presión " y o u n g b o ys a n d g i r l s E ". l p a s a je e s ta n conciso, que esta re fe ren c ia a la f a lta d e m a d u r e z , y e n p a rtic u la r a boys, evoca d e in m e d ia to el d e s p re c io ir ó n ic o d e A n to n io y Cleopa­ tra por el " n iñ o " C ésar. O d d s tie n e lo s d o s se n tid o s de "ven­ ta ja so b re a lg u ie n " y " d is tin c ió n e s p e c ia l" . C on la desapari­ ción de A ntonio, e l u n iv e rs o v ir tu a lm e n t e c a e en una inercia an o d in a y en u n frío lu n a r . C u a lq u ie r a q u e sea su concisión, la réplica d e C a rm in a O q u ie tn e s s la d y ! tie n e u n doble espe­ sor: im p lo ra c a lm a a la r e in a a c o n g o ja d a , p e ro tam bién afir­ m a el m u n d o s in v id a . L a elección q u e h iz o A n d ré G id e e n f a v o r d e la prosa, al tra­ d u c ir la o b ra , d ep e n d e d e f a c to r e s d e ín d o le p erso n al, formal e h istó ric a . E s in d is c u tib le q u e e s a e le c c ió n la d ic tó u n sentido de las lim ita c io n e s p e rs o n a le s , p e r o ta m b ié n tra e a colación la e te rn a d isy u n tiv a d e la d is p a r id a d d e la s d ife ren tes proso­ d ias d isp o n ib les. E l a le ja n d r in o , n a tiv o d e la g ra n poesía fran­ cesa, a rra ig a d o en la c o n c e p c ió n d e lo s fra n c e s e s del teatro h ero ico y e le v a d a m e n te líric o , y c a s i in s e p a ra b le de ella, no tien e n a d a e n c o m ú n c o n e l v e r s o b la n c o in g lé s. La oposición del p e n tá m e tro y e l v e rs o d e c a s íla b o p a r e c e s u b ra y a r las dife­ ren cias e n tr e m é tric a s c u a n t ita t iv a s y m é tr ic a s cualitativas. P ero la tra d u c c ió n e n p r o s a d e u n a o b r a d e Shakespeare m a te ria liz a ta m b ié n to d o el p r o c e s o d e d ife re n c ia c ió n dialéc­ tica y d e fin ito ria . H a s ta m e d ia d o s d e l s ig lo xx o casi, el teatro

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francés de in sp iració n elev ad a se escribe en verso. Con una excepción im p o rtan te, a p esar de sus defectos: Lorenzaccio (1833), de Alfred de M usset que, por cierto, se inspira en el modelo de S h ak esp eare. P o r ende, no es de extrañar que nos encontremos a n te un fenóm eno de inversión psicológica y técnica. Si el te a tro trág ico francés no tiene un Shakespeare, ello se debe, d esd e c ie rto p u n to de vista, a que carece de prosa. El a le ja n d rin o p arecería querer excluir los instrumen­ tos de realización d ra m á tic a ; la sustancia áspera y ordinaria que constituye la localización tangible; el humorismo, los idiotismos explosivos ab ierto s a la poesía isabelina, que, quizá, también, son accesibles a la prosa francesa. En el Don Juan de Molière se c o lu m b ra un atisbo, pero nada más, de lo que pudo haber sid o . T ra n sv a sa r la poesía de Shakespeare a la prosa francesa m á s vigorosa equivale a abogar en pro de una variante fu n d a m e n ta l del te atro francés. En otras palabras: se trata de u n a e stra te g ia in tern a, y dirigida contra las inhibiciones in sta la d a s en el seno de la sensibilidad lingüística y de las tra d ic io n e s de la fo rm a literaria característica de la cultura fran c esa . Lo cual no im pide que también asistamos a una m an io b ra d e " crítica m ás allá de las fronteras". La prosa, y m ás p a rtic u la rm e n te la prosa francesa, es una piedra de toque, q u e pone a prueba la organización de todo un sis­ tema. H u sm ea las incon sisten cias; saca de su escondrijo a la lógica endeble, y obliga a la vaguedad a denunciarse a sí misma. Desde el p u n to de vista de la estructura sintáctica y de la c u ltu ra am b ien te, una versión francesa en prosa de An­ tonio y C leopatra rep resen ta un cuestionamiento, un escruti­ nio por d em ás intencionado. La couronne d e l'univers se dénoue. Seigneur! La guirlande du com bat se fa n e et l'étendard est abattu. A présent, les enfants et les h o m m es se valent. Tout s'égalise, et la lune en visitant la terre ne saura plus quoi regarder. [La corona del universo se desata. ¡Señor! La guirnalda del com­ bate se m arch ita, y el estandarte ha caído. Hoy, los niños y los hom bres se equiparan. Todo se iguala, y la Luna, al visitar la Tie­ rra, ya no sab rá qué m irar.]

Aun cu an d o es insignificante la diferencia en el número de palabras (c u a re n ta , contra cuarenta y cuatro), la versión de Gide, so b re todo en virtud de su tensa cadencia, está destinada a ilu s tr a r criterios de extremada concisión. Desconfía

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siste m á tic a m e n te d e la lib re d ila ta c ió n q u e es pan de todos los d ías en la tra d u c c ió n lite r a r ia . S e m a n tie n e a distancia de la p a rá fra s is e x p lic a tiv a . P o r e s o , G id e elig e u n a sola de las c o rrie n te s d e im á g e n e s e h ip ó te s is d el o r ig i n a l : la de la grandeza m a rc ial. La c o u r o n n e d e l'u n iv e r s e s e d é n o u e elimina la tra m a to p o g rá fic a ; la s s u g e s tio n e s a u n tiem p o materiales y e m b le m ática s c o n te n id a s e n " th e c ro w n o f th e carth meltin g ” [ l a c o ro n a d e la T ie r r a se d e r r it e ] . D énoue alude cla­ ra m e n te a u n a c o ro n a d e la u r e l. Y e s ta representación se d e sa rro lla s is te m á tic a m e n te e n g u ir la n d e d e com bat y en l'éten d a rd e st a b a ttu . C on to d o , G ide, q u ie n sacrifica dema­ siad o en a r a s d e l rig o r, ta m b ié n es e v a s iv o e n gu irlande du c o m b a t: e s ta e x p re sió n c a re c e d e u n a sig n ific a c ió n que se im­ ponga n a tu ra lm e n te e n f r a n c é s ; s e lim ita a tra d u c ir, y tradu­ ce p o r red u cció n , p u e s c o m b a t tie n e m e n o s a m p litu d que war. L es e n fa n ts c erc e n a s in p ie d a d ( ¿ y s in r a z ó n ? ) young boys a n d girls, p u es s u p rim e la s a r c á s tic a in d ir e c ta a César. Gide d isto rsio n a f ra n c a m e n te el fin a l d e l p a rla m e n to . Personifica a la L u n a : e s e lla q u ie n n o e n c o n tr a r á n a d a sobre lo cual p o n er los o jo s — y ese " e lla " e s tá c a r g a d o d e énfasis y de v alo r sim bólico. E n ca m b io , la f r a s e d e S h a k e sp e a re , gracias al o rd en de la s p a la b ra s y a s u c o n te n id a c a d e n c ia , tiene toda la in ercia de u n glo b o in d o le n te . G id e h a c e lle v a r a la Luna el peso de la a c tiv id a d . E s to a lte r a to d o e l p a isa je afectivo. P ro n u n cia d o p o r C a rm ia n a , D u c a lm e , M a d a m e, n o sólo es trivial, pasa p o r a lto a q u e lla c a íd a a m o r tig u a d a en la muerte que d ib u ja p a u la tin a m e n te la la m e n ta c ió n d e C leopatra antes de causarla. Sin em b arg o , e s ta s lic e n c ia s y a n u la c io n e s n o son más que d ificu ltad es su p e rfic ia le s. E l te n d ó n q u e a rtic u la la lógica de C leo p atra es d e ín d o le fís ic a . E lla n o d e ja de darle voz a su cuerpo. P riv a d o d e A n to n io , el m u n d o " n o vale más que u n estab lo ". La c o ro n a d e la T ie r r a s e d e r r i t e ; la guirnalda se m a rc h ita ; el e s ta n d a r te c a e ; m e n g u a la v irilid a d ; la Luna hace su v is ita ; lo c o n c re to e s tá a llí, ir r e f u ta b le . Sus implica­ ciones se n so riale s d a n c u e rp o lite r a l a la s im ágenes ásperas y elusivas d e C le o p a tra , y a s u s m a je s tu o s a s generalizaciones; Y au n si s u n o ta es p o r d e m á s d e lic a d a , la s reso n an cias de la se x u alid a d n o s o n m e n o s in s is te n te s . A d e m á s de un atentado c o n tra el re alism o , p a s a r p o r a lto la f u e r z a e ró tic a que acumu­ la n esos m a tic es su c e siv o s e q u iv a ld r ía a d ilu ir el vigor del m é to d o d e S h a k e sp e a re . L a a lu s ió n a l desfallecim ien to ; la sensación de u n c re c im ie n to , d e s d e la v ir ilid a d resplandecien-

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tehasta la im potencia, se im ponen gráficamente en melting y en withering. La retó rica sexual es, por así decir, abierta en The soldier's pole is fa ll'n . E n seguida, los hombres valen lo que los niños y n iñ as, y el m otivo de lo patético-erótico re­ sidía ineludible en u n m u n d o donde se busca en vano la difeitncia crítica e n tre h o m b res y adolescentes. También es posible p reg u n tarse, a u n q u e sin m ayor fundamento, si la se­ xualidad fem enina n o tiene u n a presencia transparente en las visitas de la Luna. Acaso las m iopías de G ide sean de índole personal. Pero remiten de m a n e ra p o r dem ás elocuente a las restricciones que im peran las p ro babilidades de la forma y de la matriz lingüística. E l o rd e n físico, d e lógica poética, fundado en las exigencias y en la organización del cuerpo humano, que es­ tructura las p alab ras de Cleopatra, está reñ ido con el teatro francés de asp iracio n es artísticas. La dramaturgia de Racine no se califica d em asiad o injustam ente como un discurso sin cuerpo. Va h a s ta los lím ites de la transubstanciación, y "en­ carna" el g rad o m ás alto de violencia del pensamiento y del sentimiento. P ero n o es nunca un discurso orgánico. Esta desubstanciación o transubstanciación es rasgo central y ca­ racterístico de la lengua francesa, cada vez que se quiere ele­ vada, pública y co rre cta . Decir que el buen francés lleva el sello de u n a d u a lid a d cartesian a del cuerpo y del espíritu, y quela vive a ca d a m om ento, sería caer en una tosca simpli­ ficación. S in em bargo, tal dualidad no es igualmente natural en ninguna o tra lengua europea. De ahí, sin duda, la facilidad con que la tra d u c c ió n de P ierre Leyris y Elizabeth Holland se superpone a las palabras origínales del monólogo de Prós­ pero (en opinión de los traductores franceses, este rasgo del espíritu se re m o n ta ría a Píndaro, y a los trágicos de la Grecia Atica) : Ces acteurs j e vous l'ai dit déjà, étaient tous des esprits; ils se sont fo u n d u s en air, en air impalpable. Pareillement à l’édifi­ ce sans base de cette vision, les tours coiffées de nuages, les pa­ lais fastueux, les tem ples solennels, le grand globe lui-même avec to u s ceux qui en ont la jouissance se dissoudront, comme ce cortège insubstantiel s'est évanoui, sans laisser derrière eux la m oindre vapeur. Nous sommes faits de la même étoffe que les songes et notre petite vie, un somme la parachève... [ Esos a cto res ya os lo he dicho, eran todos espíritus; se hicieron aire,aireim palpable. Al igual que el edificioo sin base de esta vi-

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sión, las to rres tocadas p o r las n u b e s, lo s p alacio s suntuosos, los tem plos solem nes, y h a s ta el g ra n g lo b o d e l m undo con todos los que de él tienen goce, se d iso lv e rán c o m o ese c o rte jo insubstancial se desvaneció sin d e ja r t r a s d e sí el m e n o r vapor. Estamos hechos d e la m ism a te la d e los s u e ñ o s y a n u e s tra corta vida un sueño la c i e r r a . . . ]

El tex to y la tra d u c c ió n tie n e n e n c o m ú n el cará c te r desen­ car n ado; lo in su s ta n c ia l. La e v o lu c ió n h is tó r ic a y social del francés com o len g u a civil — y d ig o " c iv il" e n el sentido polí­ tico, p ero tam b ién en el a c a d é m ic o — a d o p ta el cam ino de la m etafrase, del ta b ú , d e la c irc u n lo c u c ió n , c u y a función con­ siste en m a n te n e r a u n a b u e n a d is ta n c ia la s intrusiones del cuerpo y de su s fu n c io n e s. E n la v e r s ió n d e G ide, l'univers se dénoue (co n su a lu sió n in g e n io s a p u r a s u p e rflu a a un dén o u e m e n t fo rm al) l'é te n d a r d e s t a b a ttu , la red u cció n de young boys a n d g irts a u n té r m in o n e u t r o , la m e ta m o rfo sis de la Luna en u n o b s e rv a d o r c a p a z d e c o n c ie n c ia y reflexión, dela­ tan reacciones " m e n ta lis ta s " ; u n t r a b a j o d e desexualización inseparable de la re tó ric a d e l f ra n c é s ; d e las visiones "para­ lelas" del m u n d o q u e la le n g u a e x c r e ta . L a traducción de Gide procede, e n c o n se c u e n c ia , p o r r e d u c c ió n ; por déficit. Pero el g ran a u se n te p o se e ta m b ié n , d ia lé c tic a m e n te , un doble sim é trico ; u n a so m b ra p o s itiv a . N o h a y n a d a en el teatro inglés q u e p u e d a e q u ip a ra rs e c o n la p u re z a exhaustiva de Berenice (re c u é rd e s e el in te n to d e a d a p ta c ió n de Otway). La conm oción u n iv e rsa l, la e x te n s ió n d e la c risis espiritual que provoca R ac in e m e d ia n te la in tr o d u c c ió n de un solo objeto co n creto en el te m a — u n a s illa — e n e l cam po magné­ tico de u n a fu erza n o d ilu id a , e s tá n r e ñ id o s con la sensibi­ lidad inglesa, y el le n g u a je e n q u e é s ta se ex p re sa no sabría cóm o t r a ta r u n a situ a c ió n s e m e ja n te . R o b e rt Low ell hace de Phèdre u n m elo d ram a al g u s to d el s ig lo xvi i inglés. Y es que la h erm en éu tica del r e to rn o ( p a r c ia l) d e l tr a d u c to r hacia su lengua m a te rn a fu n c io n a b a jo e l s ig n o d e la vulnerabilidad. C iertam ente, n o es o tro el c a s o e n la s d o s v ertie n te s de la "tran s-acció n ”. E n el C a p ítu lo v d e la P a r te II de Madame, B ovary, F lau b ert d escrib e la a d o r a c ió n c o n q u e León idealiza a E m m a, y la se re n a la n g u id e z d e e s ta ú ltim a tra s el naci­ m ien to de su p rim e r h ijo . L eó n r e n u n c ia h a s ta a l a m ás vaga esperanza de relació n c a rn a l : Mais, par ce ren o n cem en t, il la p la ç a it e n d e s conditions extra­ ordinaires. E lle se dégagea, p o u r lui, d e s q u a lité s charnelles

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dont il n'avait rien à obtenir; et elle alla, dans son cœur, montant toujours et s'en détachant, à la manière magnifique d’une apothéose qui s'envole. C’était un de ces sentiments purs qui embarrasent pas l’exercice de la vie, que l'on cultive parce qu'ils son rares, et dont la perte affligerait plus que ta posses­ sion n ’est réjouissante. Emma maigrit, ses joues pâlirent, sa figure s’allengea. Avec ses bandeaux noirs, ses grands yeux, son nez droit, sa démar­ che d'oiseau et toujours silencieuse maintenant, ne semblait-elle pas traverser l'existence en y touchant à peine, et porter au front la vague em preinte de quelque prédestination sublime? Elle était si triste et si calme, si douce à fois et si réservée, que l'on se sentait près d'elle pris par un charme glacial, comme l'on frissonne dans les églises seus le parfum des fleurs mêlé au froid des marbres. Les autres mêmes n'échappaient point à cette séduction. [Pero, con e s te r e n u n c ia m ie n to , la c o lo c a b a en condiciones extra­ ordinarias. P a ra é l, E m m a s e d e s p re n d ió de las cualidades carna­ les de las q u e n a d a p o d ía o b te n e r , y , e n su corazón, fue subiendo más y m á s y d e s ta c á n d o s e a la m a n e ra m agnífica de una apoteo­ sis que alza e l v u e lo . E r a u n o d e eso s sentim ientos puros que no im piden e l e je r c ic io d e la v id a , q u e se cultivan porque son raros y cu y a p é r d id a s e ría m u c h o m á s tris te que gozosa fuera la posesión. Em m a e n fla q u e c ió , p a lid e c ie ro n s u s m ejillas, se le alargó la cara. C on s u s c re n c h a s n e g ra s , s u s g ran d e s ojos, su nariz recta, sus a n d a re s d e p á ja r o , y s ie m p re silenciosa ahora, ¿no parecía pasar p o r la e x is te n c ia sin a p e n a s to ca rla y llevar en la frente la vaga im p ro n ta d e u n a p r e d e s tin a c ió n sublim e? E staba tan triste y tan s e re n a , t a n d u lc e y a la vez ta n reservada, que ju n to a ella se se n tía u n e n c a n to g la c ia l, c o m o e se estrem ecim iento que se siente en la s ig le sia s b a jo e l p e rfu m e d e las flores unido al frío de los m á rm o le s . T a m p o c o lo s d e m á s eran ajenos a esta se­ ducción.] T ra d . d e C o n su e lo B ergés. M adrid, 1974, Alianza Edi­ torial . Una lectura ex h au stiv a de este pasaje (y ¿quién podría decir qué significa aq u í "ex h au stiv a" y cómo podría probarse que tal exigencia h a sid o satisfecha?) plantea dificultades hasta para el francófono. Las articulaciones gramaticales son tan num erosas com o tenues. Estructuran un constante vaivén en­ tre la am p litu d retórica y la elisión. En los dos párrafos se inscriben relaciones inestables; quizá ilusorias o colocadas en falso e n tre la im agen de Emma, que obsesiona a la con­ ciencia d e L eó n ; Em m a, la presencia física de Emma, y el

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pronom bre indefinido on que asum e la m irada del espectador. El paso de u n o d e e sto s ejes al o tro se da con indecible sutilleza. El deslizam iento g rad u al desde que l'on se sentait, a com m e l ’on friso n n e, e stá en los linderos, casi al margen de la g ram ática n o rm al. G racias al m an u sc rito original, sabemos que la versión que fue d a d a a la estam pa es el resultado de una sucesión de tan te o s y de elisiones, deliberadamente proyectad a p ara lo g ra r u n efecto específico de fluidez glacial. El juego del n ú m e ro g ram atical, al fin a l de esta misma frase, no es m enos e stu d iad o . P a rfu m d es fleu rs y froid des marbres son frases rig u ro sa m en te p aralelas en el plano de la sintaxis, y en el de la e s tru c tu ra —u n sin g u lar, seguido de un plural—, pero desde el p u n to de vista fo n étic o determ inan un quiasma: la secuencia d e las labiales y de las fricativas sonoras ha sido p arcialm en te in v e rtid a ( p a r /m a r /fle u r s /fr o id ) y se ancla en m êlé, p u n to de apoyo h ech o de vocales acentuadas. Cuando F lau b ert pone m arbre e n p lu ra l, lo g ra d a r la doble connota­ ción de p ied ra fría y d e s e p u ltu ra , o esta tu a . E stos p o rm en o res n o o frecen m a y o r problema. Pero ¿qué decir de la co n ju n ció n e n sa dém a rch e d'oiseau et toujours silencieuse m a in ten a n t? E s ev id en te que et funciona como nexo co pulativo e n tre los dos m iem b ro s de la frase. Pero en la m edida en que el c o n ju n to d e la o ració n se rige por la pre­ posición avec, u n a sim ple c o n ju n c ió n tiene que desempeñar u n a función difícil de d e fin ir y, en c ie rto sentido, contraria a la g ram átic a. E l an álisis lógico de la frase tendría que leer­ se: et to u jo u rs silen cieu se m a in te n a n t, en aposición a démar­ che, en " avec sa d ém a rch e d ’o ise a u ” y calificando la palabra dém arche. P ero el leve so b re sa lto del oído al escuchar la ora­ ción señala la p o sib ilid ad de que se haya dejado atrás la secuencia preposicional. Si leem os el p asaje de este modo, et d ispara un m ovim iento p re d ic a tiv o elidido, “et (étant) tou­ jo u rs silencieuse m a in te n a n t" , que re m ite directamente, no a dém arche, sin o a E m m a. La in d ecisió n form al entre las dos lectu ras, es a to d as luces, d e lib erad a. F laubert aprovecha la econom ía re su lta n te de un doble esp eso r sintáctico, para m u ltip lic a r h a s ta d o n d e sea posible las sugerencias y corre­ laciones. O bien, d e te n g ám o n o s u n m o m en to en el amortigua­ d o desequilibrio que se in s ta u ra e n tre el condicional y el in d icativ o , en u n g iro e le g a n te m e n te red o n d ead o y de factura casi neoclásica, com o d o n t la p erte affligerait plus que la p o ssessio n est réjo u issa n te . E s de su p o n e r que el adepto al ri­ g o r clásico co m p letaría la s im e tría escrib ien d o plus que la pos-

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session en est réjo u issa n te. Pero Flaubert no rompe el equi­ librio a ciegas. Aunque el texto se desplaza con increíble rapidez "d e un registro a o tro ", el vocabulario le confiere cohesión. Renoncement, qualités charnelles, m ontant, magnifique, apothéose, purs, exercice, bandeaux noirs, prédestination sublime, son vocablos que se inscriben en una serie "litúrgica", que procede por acum ulación. P rep aran la evocación de la iglesia; de su mármol helado, y del fúnebre arom a de sus flores. El dégage­ ment de Em m a pone en m archa el tropo de la ascensión que ya anima a m o n ta n t y a s'envole, m ientras que éste, a su vez, da pie al em pleo de dém arche d'oiseau. La organización fonética da consistencia a la m ism a sensación de que nos en­ contramos a n te u n a m ultiplicidad de corrientes que se es­ timulan m u tu am en te. El encadenam iento de las vocales y la secuencia a, é, i, o, en el clím ax de la segunda oración, reme­ dan el vuelo h acia la apoteosis. Los sonidos i de magrit y pâlirent (y a a te n u ad o en este últim o caso, por la longitud de l a a) se oponen in ciertam en te a la opaca densidad de joues y s'allongea. E ste co n traste constituye una metáfora de la de­ cadencia de E m m a, al m ism o tiem po que sugiere la nota histriónica d eliberada. La distribución de las vocales y el orden de los silencios, de los sonidos líquidos, sibilantes y fricativos en la penúltim a oración, es fru to de una tram a tan elaborada, que sería n ecesario consagrarle un estudio fonológico cabal. Por lo p ro n to , señalem os los grados de apertura y de oclusión de los sonidos a d e la serie crucial : calme, charme, glacial, marbre, sin o lv id ar el com ponente a en el diptongo froid. Por minucioso que sea, el análisis fonético sólo podría dar cuenta parcial d e las técnicas de ejecución de Flaubert. La cadencia de los dos p á rra fo s apuntados, hija indiscutible de la intencio­ nalidad del a u to r, es todo un éxito ( durchkomponiert). Por desgracia, en el caso de la prosa, la métrica y la transcripción de las p au tas de acentuación y dicción todavía se encuentran en estado ru d im en tario . Es posible observar que, en Flaubert, es sobre to d o e l oído el que rige el intervalo y la puntuación; que en su p ro sa suelen transparentarse los alejandrinos ''es­ pectrales" ; que es la peculiar sonoridad de la peroración la que aten ú a el ju eg o de las sibilantes y de las nasales de séduc­ tion. P ero esto s elem entos no dejan de ser trivialidades. La astucia acú stica de estos dos párrafos da cuerpo a un sistema organizado de la tonalidad, y se funde en él, y todavía carece­ mos d e in stru m en to s lo suficientemente precisos para pa­

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ra frase ar, ya no d ig am o s p a ra fo rm a liz a r, las modalidades según las cu ales el " to n o " es u n a fu n ció n del sonido; de la g ram ática del u so id io m á tico , p e ro tam b ién algo más. Un p rim e r exam en d e m u e s tra q u e e s to s p árrafo s subrayan en escala red u c id a , el c o n tr a p u n to e n tr e pom pa y deflación que rige a to d a la n o v ela. L as fa n ta s ía s con las que León envuelve a E m m a se e x p resa n e n je r g a de santificación romántica. E m m a m ism a re z u m a u n a u r a d e sublim idad etérea. Y, con to d o , la id ealizació n de L eón y la c o n d u c ta real de Madamé B o v ary e s tá n so ca v ad a s p o r la in s id ia e n cad a momento. León acaricia se n tim ie n to s d e p u r e z a ; d e a d o ra c ió n desinteresada, con la m ism a in d u lg e n cia v u lg a r q u e caracteriza rá su cond u c ta p o sterio r. E n u n b o r r a d o r p re lim in a r, Flaubert hace hincapié en e s te d e ta lle c u a n d o ca lific a lo s sentimientos de León com o presque d é sin té re ssé . De o tr a p a rte , la apariencia desencar n a d a de E m m a e s u n clisé d e lo s ap etito s insatisfe­ chos. C om o c ie rra el p á r ra f o , la a lu sió n a j ouissance toca una n o ta de venganza y p re g o n a la sex u alid a d . Con cette séd u ctio n se d a m a y o r fu e rz a a e s te ú ltim o aspecto, pues la frase p ro y ecta so b re los p á lid o s sile n c io s de E m m a una ambi­ gua luz táctica. E l a n o d in o h o m e n a je q u e le trib u ta Homais en la frase q u e sig u e in m e d ia ta m e n te d e s p u é s : C'est une femm e de grands m o y e n s q u i n e s e r a it p as déplacée dans une sou s-préfecture" [E s u n a m u je r d e g ra n d e s recursos, y no d esen to n a ría en u n a s u b p re f e c tu ra ] c o m p le ta el impresionan­ te efecto a cu m u la tiv o de c o rre c c ió n iró n ic a , al tiempo que hace de m o yen s el ín d ic e p re c is o d e la am bivalencia. Hasta cu an d o su fre m á s, los a c to s d e E m m a B o v ary son "medios"; recursos. Más allá de e sto s ra sg o s s u p e rfic ia le s , se d a el juego entre lo a b stra cto y lo físico. E n el r e t r a t o d e E m m a, los términos ab arcan to d a la gam a q u e v a d e s d e la s anotaciones físicas de an tem a n o " d e s e n c a rn a d a s " p o r el ju e g o de la fonética y de la cadencia, h a s ta la m á s h u e c a e s p iritu a lid a d . Lo insubstan­ cial y lo sen su al se e n c u e n tra n h á b ilm e n te com binados en la com p aració n f i n a l : el a ro m a d e la s flo re s y el mármol frío son, sim u ltá n e a m e n te , in ta n g ib le s y e x tra ñ a m e n te epiteliales; " tá c tile s " ; los se n tim o s d e b a jo d e n u e s tr a p ro p ia piel. En e ste nivel de p a rtic ip a c ió n , el le n g u a je parece transmitir sim u lta n e id a d e s d e s ig n ific a c ió n y d e h ip ó tesis, que obvia­ m e n te h a in iciad o el a u to r , y q u e , h a s ta c ie rto punto, ha aco­ p la d o c u id a d o s a m e n te ; p e ro q u e lu e g o se desencadenan y am p lifica n p o r sí m ism a s . C a d a vez q u e releem os un pasaje

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importante de M adam e Bovary, o de cualquier otra obra maestra, aprendemos a o ír m ás y m ejor; a reconocer nuevas po­ sibilidades; a c a p ta r m ás nítidam ente la pulsación que le confiere "in terio rid ad ". C uando la lengua es aprovechada en todas sus posibilidades, la significación es un contenido que supera la paráfrasis. Q uiero decir que, allí donde se detiene la paráfrasis m ás exhaustiva, allí, y sólo allí, se abre el campo exclusivo de la significación. E ste carácter de unicidad está determinado p o r la conjunción de los factores tipográficos, fonéticos y gram aticales e n u n todo semántico. Y en la medi­ da en que no es el pasaje mismo, toda paráfrasis, ya sea analítica, herm enéutica o im itativa, sólo puede ser fragmen­ tari a, por m ás ab u n d an tes que sean sus palabras, comparadas con las del original. La paráfrasis postula una ficción: pro­ cede como si la significación se pudiera disociar del más nimio detalle de la fo rm a oral y escrita ; como si un enunciado se pudiera su b ro g ar del to d o a o tro enunciado. Es evidente que este artifìcio re su lta indispensable para la comunicación, y que las convenciones de equivalencia aproximada que subyacen en el d iscu rso cotidiano no pueden prescindir de él. Pero la au tén tica poesía, la prosa de mayor calidad, nos re­ cuerdan que ese artificio, por esencial que sea para el hombre o para la sociedad, es lim itado. Cuando la lengua se ha "cargado" al m áxim o, la paráfrasis se parece cada vez menos a "la cosa m ism a", m ientras que la significación se parece cada vez más a " lo que viene después". De ahí que la comprensión no siga un cam ino lateral —un deslizamiento de a a b, del texto a la in terpretación, de la fuente a la traducción, siguien­ do siempre líneas horizontales— ; avanza por medio de incur­ siones interiores. Aprendemos a escuchar. Y para hacerlo con la mayor in ten sid ad , debemos disciplinar la atención. A fin de escuchar cabalm ente, descartamos los parásitos, o el ruido informe de la explicación previa, de las asociaciones dispersas y del com entario personal. La exigencia de una humildad es­ crupulosa que sabe poner al yo entre paréntesis, está gráfica­ mente d escrita en la palabra inglesa understand [compren­ der] . C uanto m ás sensible sea nuestro oído interior, tanto mayores serán las posibilidades de escuchar una fuerza y una lógica de expresión m ás fundamentales que la "significación" . En realidad a m enos que seamos muy cuidadosos en la ter­ minología, la "significación" corre el peligro de no poder disociarse de la idea de posible trasposición; de equivalencia cultural con o tra forma. Y es que sólo cuando captamos la

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"sign ificació n de la sig n ificació n " el co n ju n to del potencial expresivo q u e es in se p a ra b le d e u n ju eg o de unidades verba­ les, s in tá c tic a s, esp e cífica m en te lin g ü ísticas, llegamos a entend e r a fo n d o . E s en to n c e s, p a ra to m a r en préstam o los térmi­ n o s de H eid eg g er, c u a n d o o ím o s a " la lengua hablar" (die S p ra ch e s p r e c h e n ); c u a n d o se p a ra m o s su " decir" de la pro­ pia co n d ició n f o rtu ita , d e n u e s tro s e r contingente, como sabe h a ce rlo el p o eta. ¿C óm o p o d ría c o n v e n cer a s u s lecto res el traductor de Mad am e B o v ary de q u e h a e s c u c h a d o bien? La h ija de K arI M arx, E le a n o r M arx Aveling, publicó su tra d u c c ió n d e M a d a m e B o v a ry en 1886. D urante mucho tiem­ po, fu e la ú n ic a v ersió n in g le sa , y la E verym an’s Library la in clu y ó en s u c atálo g o . G eo rg e M oore inspiró tal empresa, p ero E le a n o r M arx e s ta b a in s p ira d a preponderantem ente por lo que ella c re ía u n a ra d ic a l p o sició n com prom etida de la obra d e F la u b e rt. E ra , se g ú n e s ta tra d u c to ra , u n a exposición de la co n d ició n d e la s m u je re s b a jo la fé ru la asfixiante de la hipo­ c resía b u rg u e sa , y de los id e a le s m ercan tiles. Aquí, como en Casa d e m u ñ ecas, d e Ib se n , el m a trim o n io Aveling dio a cono­ cer la o b ra a u n círc u lo d e le c to re s lo n d in en ses: la hipocresía del m a trim o n io y de las re la c io n e s fam iliares en un sistema c a p ita lista , fu n d a d o en la re p re sió n , es denunciada de manera rev o lu c io n a ria . Los trib u n a le s d e N apoleón I II persiguieron el libro, p o r o b scen id ad . E le a n o r M arx vio en este proceso el in te n to d e sc a ra d a m e n te p o lítico d e a c a lla r la voz de un artis­ ta que, g ra cia s a la h o n ra d e z d e su visión, exponía a plena luz la m o jig a te ría y la c o rru p c ió n d e la vida durante el Se­ g u ndo Im p e rio . P o r c o n sig u ie n te , la tra d u c to ra puso manos a la o b ra sig u ien d o u n p ro g ra m a previo. Se acerca al texto p o r el á n g u lo del c o n te x to , d e s d e lo que ella juzga una zona co m ú n de in te n c ió n p o lític a y m o ra l. Las diferencias lingüís­ tic as e ra n fo rm ales, p o r d e fin ic ió n , y en consecuencia, iban a s e r s u p e ra d a s p o r la sem e ja n z a d e am b as situaciones perso­ n a les. L eída en n u e s tro s d ía s e s ta v e rsió n , e s tá m arcada por el s a b o r d e la época. T o bear in h e r b ro w th e vague impress of s o m e d iv in e d e s tin y , n o e s d e l to d o ex acto , pero hace presen­ t i r cu ál es el e stilo c o n v e n ie n te . P o r o tra p arte, aquiline nose a p lic a d o a E m m a n o d e s e n to n a c o n soaring n i con su bird-like w a lk . Si el s in g u la r m a rb le d e ja e s c a p a r la estudiada riqueza d e la s c o n n o ta c io n e s de F la u b e rt, s e d u c tio n n o sólo se con­ se rv a , sin o que o cu p a u n lu g a r a p ro p ia d o . Pero falta la dia-

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léctica rectora q u e an im a al p asaje; el irónico relieve de lo patético. La tra d u c to ra se identifica con Emma (y una coinci­ dencia trágica le d a ría la razó n ). Todas las opciones semánticas se resuelven en fa v o r de la heroína. Es ella quien está toujours silencieuse m a iten a n t (alw ays silent now). Black hair no trad u ce el sig n ificad o real ni las implicaciones teatra­ les de bandeaux noirs [g u ed ejas, crenchas negras], y conju­ gando con aquiline nose, subraya la impresión que tiene Em­ ma de la nobleza. La adoración de León ubica a Madame Bovary on an extra o rd in a ry pinnacle, expresión mucho más pintoresca, y q u e carece de la am bigüedad del original: en des conditions extraordinaires. Y cuando, en el pasaje siguiente, el novelista revela que les lèvre si pudiques de Emma disimu­ lan la insatisfacción sexual. E leanor Marx pone, en vez de pu­ diques (p alab ra ex trem ad am en te compleja y ribeteada de malicia), la h o n e stid a d sin m atices de chaste. Fechada en 1948, la traducción de Gerard Hopkins se justi­ fica mucho m e jo r, d esd e el pu n to de vista lingüístico. Refleja una actitud con scien te hacia los problemas de la técnica y de la textura lin g ü ísticas. E ste tra d u cto r emprende un paso li­ gero, con o b jeto d e tra n sm itir la transparencia del movi­ miento y la im p resió n adecuada a un personaje desencarnado. León llega a im a g in a r a E m m a com o disincarnate. La vemos untrammelled b y th e flesh ever winging upwards like a radiant goddess. C uando H opkins recurre al arcaísmo o al repertorio retórico, lo h ace a sí p a ra im itar el original. Lo que inquieta a León es th e so rt o f em otion a man cultivates f or its very rarity, co nvinced th a t its loss w ould outweight in misery what possession m ig h t give o f jo y . E t toujours silencieuse maintetenant, v a a c u a ja r en her new m oods of silence. En esta tra­ ducción inglesa desaparece el pronombre indefinido on, y es el corazón de León el afectado por an icy charm; es él quien tiembla com o en la iglesia, y otros son (others besides himself) los cautivados p o r su mágico encanto (witchery). No son pocas las lib ertad es que se tom a Hopkins y, también aquí, so pierden los bandeaux noirs. Pero, en ocasiones, la innovación se ve co ro n ad a p o r el éxito: una emoción "detached from mundane a ffa irs” transm ite satisfactoriamente qui n'embar­ rassent pas l'evercice de la vie; some predestined blassedness es una expresión a la vez tnás exacta y elocuente que some divine d estin y. So sad she was, so cohn, so sweet... no solo evoca resonancias de texto clásico inglés, sino que aprovecha los recursos de la prosodia inglesa para copiar el sospechoso

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p a te tism o d el o rig in a l. Y, s in e m b a rg o , n u n c a llegamos a sa­ b e r con e x a c titu d a q u é d is ta n c ia e s ta m o s d e Flaubert. Ma­ da m e B o v a ry , e n la v e rsió n d e H o p k in s , tie n e el "espesor", la p resen cia d e u n c lá s ic o u n iv e r s a l, n a tu ra liz a d o , al menos en p a rte , g ra c ia s a la s tra d u c c io n e s a n te r io r e s y al papel que la o b ra h a d e se m p e ñ a d o e n la n o v e la in g le sa p o ste rio r a Henry Ja m e s. E s to ex p lica e s a a tm ó s f e r a c o n tr a d ic to ria que resulta d ifícil d e fin ir, p e ro q u e n o d e ja d e s e r característica de la e s tr u c tu r a h e rm e n é u tic a d e la a p ro p ia c ió n . La perspectiva de H o p k in s es, al m ism o tie m p o , d e m a s ia d o cerc a n a y demasiado le ja n a . E s co m o si d ie ra p o r s e n ta d o q u e el lecto r conoce el o rig in a l, c o n el fin d e a s e g u r a r s u p ro p ia lib e rta d . Por supues­ to , H o p k in s h a id o m u c h o m á s le jo s q u e E le a n o r Marx en su rech azo d e u n c o m p ro m is o s u p e rfic ia l c o n el contexto político y so cia l. E sc u c h a c o n a te n c ió n , p e ro lo q u e percibe suele ser u n eco e s tr a tif ic a d o — las re s o n a n c ia s d e la historia de la n o v ela m o d e rn a , d e la s m o d ific a c io n e s d e la sensibilidad, de­ te rm in a d a s , h a s ta c ie rto p u n to , p o r F la u b e r t mismo. Cosa q ue, e v e n tu a lm e n te , c o n d u c e a u n tr a s la d o excesivam ente fá­ cil. N o se n tim o s n i la s in g u la r id a d n i la resisten cia de "lo o tro " . Y la tra d u c c ió n , c u a n d o e s d e b u e n a calidad, debe a c o m p a ñ a rse d e la s e n s a c ió n , lo m á s p re c is a posible, de esas r e s is te n c ia s ; d e e so s o b s tá c u lo s q u e se y e rg u e n intactos en el sen o m ism o d e la c o m p re n sió n . D a s W o r t, e l p o em a de Stefan G eorge, c a p ta , c o n m a y o r e x a c titu d q u e c u a lq u ie r otro texto lite ra rio o lin g ü ístic o , la r e a lid a d d e la f r o n te r a ( b o m , landes, s a u m ) ; el rie sg o q u e c o r re n la s p a la b r a s d e ro m p erse durante el tr á n s ito : W u n d e r vo n fe r n e o d e r tr au m B ra c h t ich an m e in e s la n d e s sa u m U nd h a rrte b is d ie g ra u e n o r m D en n a m e n fa n d in ih r e m b o rn — D ra u f k o n n t ichs g r e ife n d ic h t u n d s ta r k N u n b lü h t u n d g lä n z t e s d u r c h d ie m a r k . . . E in s t langt ic h an n a c h g u te r fa h r t M it ein em k le in o d re ic h u n d z a rt S ie s u c h te lang u n d g a b m ir k u n d : " S o sc h lä ft h ie r n ic h ts a u f tie fe m g ru n d " W o ra u f es m e in e r h a n d e n tr a n n U nd nie m e in la n d d e n s c h a t z g e w a n n ... S o le rn t ich tra u rig d e n v e r z ie h t: K ein d in g s e i w o d a s w o r t g e b ric h t.

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No debemos c o n f i a r e n l a t r a d u c c i ó n c u y a s p a la b ra s se e n ­ cuentran d e l t o d o " i n t a c t a s " . S u c e d e c o m o c o n un c a r a c o l: el traductor p u e d e e s c u c h a r c o n t o d a s s u s fu e rz a s y c o n fu n d ir el rum or d e s u p r o p io p u l s o c o n l a r e s a c a d e u n m a r d ista n te y extraño. S in e m b a r g o , e s in d is p e n s a b le e s te " to m a r u n a cosa po r o tr a (m is - t a k i n g ) ; e s t e a s i r u n o b je to e n vez de o tr o ; este tra n s c rib ir lo c a p t a d o p o r m e d i o d e u n su stitu to . H em os visto que la c o m p r e n s i ó n a u t é n t i c a e s in d iso ciab le de la cap­ tación lin g ü ís tic a y c u l t u r a l d e u n a d ife re n c ia re fra c ta ria . Pero no e s p o s ib le s u p e r a r t a l d if e r e n c ia , in te rio riz a r lo s ries­ gos de la c o m u n ic a c ió n , d o m i n a r l a a n g u s tia de sa b e r si la tarea es e n v e r d a d p o s ib le , s i n l a a f in id a d efectiv a (W ahlverw andschaft) C u a n d o l a d i s t a n c i a lin g ü ís tic a y c u ltu ra l es mínima, e l t r a d u c t o r s e h a l l a a m e n u d o en u n país y a conocido. L a h e r m e n é u t i c a y l a p r a x i s d e s u descifram ien to y dell a refo r-m u la c ió n s u b s e c u e n t e s o n la s d e l e sp e jo ; la del déjá-vu: h a e s t a d o a n t e s e n e s e l u g a r . L a e l e c c i ó n de su texto-fuente n o h a s is o d ic ta d a p o r la a rb itra rie d a d , s in o p o r la a fin id a d . E l m a g n e tis m o p u e d e serldgénero,dlton,delafntsía b io g r á f i c a , d e l m a r c o conceptual. Cualquiera que sea la n a t u r a l e z a d e l v ín c u lo , el te x to le da la im presión d e u n v o lv e r a c a s a ; o p a ra e x p re s a rlo conunlugar comúnsentimental, ledalaim p r e s ió n d e e n c o n tra r un hogar lejos delosuy. L a s m a la s tr a d u c c io n e s r e s u lta n d e u n “ mal entendido" ( m i s t a k i n g ) : u n a e l e c c i ó n e q u iv o c a d a o m ecánica, una situación f o r t u i t a o a r t if i c i a l , h a n lle v a d o al tra d u c to r h acia un texto o r ig in a l e n e l q u e n o se e n c u e n tr a a gusto y com o en su casa. E l c a r á c t e r e x t r a ñ o n o e s y a u n a diferencia padecida, li m ita d a a u n a e ta p a e n l a d ialé ctic a del traducir, sino un co n tu so d e s a c u e r d o o c io s o ; u n a im provisación que acaso n ad a tie n e q u e v e r c o n l a d ife re n c ia lingüística. P or lo mis­ mo, e n lo s lím ite s d e l a p ro p ia len g u a y cu ltu ra existen innu­ m erab les o b r a s c o n la s q u e n o ten em o s nada en común, y que nos d e ja n f r ío s . P o r lo c o n tra rio , el "m al entendido" ( mista kin g ) p o s itiv o e s l a f u e n te y el f ru to de un "sentirse en casa" en la o tr a l e n g u a ; e n la o t r a co n cien cia colectiva. E ste punto es de la m a y o r im p o rta n c ia . La trad u cció n se mueve en un cam­ po m a g n é tic o d o b le , d ia lé c tic o o de dos polos (la preferencia que a c o r d e m o s a c a d a u n o de esto s térm inos no es m ás que u n a c u e s tió n d e m e -ta le n g u a je ). E l nudo de diferencia; la im p e rm e a b ilid a d a b s o lu ta e h istó ric a ; la separación de dos le n g u a s d o s civ ilizacio n es, dos com puestos semánticos, atajan

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la a fin id a d e le c tiv a , e se p re -c o n o c im ie n to y re-conocimiento p o r el tr a d u c to r d el o r ig i n a l ; e s a in tu ic ió n de una penetra­ ció n leg ítim a, d e u n te r r u ñ o p o r u n m o m e n to dislocado; es d ecir, tra s p la n ta d o d el o tr o la d o d e la fro n te ra . A una distancia re d u c id a , e n tr e d o s le n g u a s e u ro p e a s , p o r ejemplo, ambos polos e s tá n c a rg a d o s al m á x im o . L a d ife re n c ia ejerce entonces u n a p re sió n ta n in te n s a c o m o la d e la familiaridad. El tr a d u c to r es re c h a z a d o , c o n ta n t a fu e rz a com o es atraído. La tra slu c id e z n a c e d e la a n tin o m ia n o re s u e lta de dos corrien­ te s; d e la d e sv ia c ió n v ita l q u e ta n p r o n to n o s lleva al núcleo del o rig in a l, c o m o n o s d e s v ía d e él. Al p a re c e r, u n a ley similar p riv a en lo s e sp a cio s in fin ite s im a le s q u e se p a ra n a las partícu­ la s a tr a íd a s p o r la g ra v e d a d , p e r o re c h a z a d a s p o r una fuerza d e sig n o c o n tr a rio . In d iq u e m o s, d e p a so , h a s t a q u é p u n to e l " m al entendido" p o sitiv o , la le g itim a ta c ió n p o r el t r a d u c to r , s u narcisismo, de los que d e p e n d e la ju s tif ic a c ió n d e la m ita d de la empresa, tie n d e n e x tra ñ a s tr a m p a s p s ic o ló g ic a s . U n a vez que el traduc­ to r se h a a d e n tr a d o e n el o rig in a l, u n a vez atrav esad a la fron­ te ra d e la le n g u a , g a r a n tiz a n d o s u d o m in io , ¿ p o r qué habría de p ro se g u ir s u ta r e a el t r a d u c to r ? A p aren tem en te, él es el ú n ic o q u e n o n e c e s ita u n a tr a d u c c ió n . N o solam ente puede o ír y le e r el o rig in a l p o r sí m is m o , s in o qu e, cuanto más es­ p o n tá n e a m e n te se s u m e rg e e n el o rig in a l, m ás aguda es su con cien cia d e u n a sig n ific a c ió n q u e n o es posible desarraigar de u n a a u to n o m ía o rg á n ic a d e lo q u e se dice y de lo que d ijo (e l a u to r o r ig in a l) . E n to n c e s , ¿ p a r a q u é trad u cir; para qué ese d a r el ro d e o q u e e s e n r e a lid a d u n i r de vuelta a casa (el te rc e r d e sp la z a m ie n to e n la h e r m e n é u tic a ) ? Nadie puede n e g ar q u e la tra d u c c ió n c o n tie n e u n a p a r a d o ja de altruismo: p a lab ra que s im u ltá n e a m e n te re c ib e te n sio n e s de la "alterid a d " y de la " a lte ra c ió n " . Al p re c io d e c ie rta dispersión y de u n a d ev alu ació n re la tiv a , el t r a d u c t o r e je c u ta p ara otros una ta re a q u e y a n o tie n e in flu e n c ia d ir e c ta e n él, y que desde h a c e m u ch o h a d e ja d o d e s e rle n e c e s a ria . P ero tampoco es p o sib le o lv id a r el in s tin to d e la p ro p ie d a d . P o rq u e solamente c u a n d o “ tra e a c a s a " el s im u la c r o d el o r ig in a l ; cuando vuelve a a tr a v e s a r las lín e a s d iv is o ria s d e la s le n g u a s de las comu­ n id a d e s , llega a s e n tir s e e n p le n a p o s e sió n de su fuente. Una vez q u e e s tá d e v u e lta y al a m p a r o d e s u fro n tera, le está p e rm itid o , en c u a n to in d iv id u o , d e s c a r ta r su propia traduc­ ció n . E l o rig in a l le p e rte n e c e a h o r a , d e m a n e r a especial. Apro­ p ia rs e p o r m e d io d e la c o m p re n s ió n y d e los matices de

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reexpresión m etam òrfica, redunda pronto, en el plano psico­ lógico y m oral, en expropiar. Tal es la disyuntiva donde yo veo la causa de la c u arta y últim a fase de la hermenéutica de la traducción. C uando h a dado punto final a su trabajo, el verdadero tra d u c to r se encuentra en fau sse situation [en situación fa ls a ] . El tra d u c to r es, en parte, extraño a su mon­ taje (que ya se ha vuelto superfluo) y, también en parte, extraño al original, que su traducción ha adulterado, disminuido, explotado o traicionado en diversos grados, a través del m ejoram iento. Más adelante, volveré a ocuparme de esta exigencia de com pensación ; a la necesidad de restablecer una paridad que de ello se desprende. Se trata de una necesidad que se to rn a obsesión, cuando las distancias son resistentes y magnéticas a la vez, com o las que existen entre Hobbes y Tucídides, H ölderlin y Sófocles, McKenna y Plotino, Celan y Shakespeare, Nabokov y Pushkin. A veces, las afinidades electivas pueden ser nacionales. El mejor ejem plo de e s ta es la identificación de Alemania con Shakespeare. Desde que su nombre apareció por primera vez en un texto alem án, en 1682, hasta nuestros días, ha sido con­ tinuo el proceso de su incorporación.47 Ha influido en la lite­ ratura alem ana, en el desarrollo del teatro alemán; en las tradiciones retó ric a s; en todas las referencias que modelan el estilo y la sensibilidad de una nación. Die Shakespearomannie, com o la calificó Grabbe en 1827, llega en ocasiones a extrem os gro tesco s: ya mencioné antes cómo en 1880 se pretendió a trib u ir a Shakespeare origen germano-teutónico. No es ex trañ o que el entusiasm o fuera de l a mano con lectu­ ras erróneas. E l público alemán y el mundo académico del siglo xix ven en Shakespeare al trágico de una moral burguesa, especie de Diderot o de Lessing, algo más inspirado. 47 Sólo u n exam en cuidadoso del Jahrbuch der Deutschen Shakes­ peare G essllschaft , cuyos índices correspondientes a los primeros noventa y nueve volúmenes aparecen en 1964, puede dar una idea adecuada de las publicaciones relevantes. Shakespeare in Germany in thè Sixteenth and Seventeenth Centuries, Londres y Bcrlín, 1865. de Albert Cohn, y G eschichte der Shakespearschen Dramen in Deutschland, Leipzig, 1871, de Rudolf Genée, siguen siendo útiles. Shakespeare in Ger­ man, Cam bridge University Press, 1937, de Roy Pascal, es una buena presentación de las principales tendencias durante el periodo1740-1815. El libro de Joseph Gregor, Sítakespeare Der Aufbau eines Zeitalters, Viena 1935, es interesante por su hipótesis de que bay una orientación única textual, teatral, psicológica, en la Interpre tació n genrano-austriaca de Shakespeare.

EL D E S P L A Z A M IE N T O H E R M E N É U TIC O

G oethe, en u n e n s a y o e lo c u e n te m e n te in titu la d o Shakespeare u n d k e in E n d e , lleg a a la c o n c lu s ió n d e q u e Shakespeare es por en cim a d e to d o , u n p o e ta p a r a s e r l e í d o : y d e que, puestas en escen a, su s p ie za s a d o le c e n d e m u c h ís im a s debilidades y torpezas. L as p ro d u c c io n e s s h a k e s p e r ia n a s d e G oethe en Wei­ m a r, en esp ecial la d e R o m e o y J u lie ta , e n 1811, rectifican sin pied ad u n o rig in a l " c o jo " . L a s le c tu r a s filo s ó fic a s de Shakesp eare en A lem an ia, la s e s c u e la s a le m a n a s d e te a tro , hicieron del íd o lo , o ra u n p la tó n ic o , o r a u n m a te r ia lis ta radical; un h u m a n ista u n iv e rsa l y u n b e lic o s o n a c io n a l is ta ; u n moralista b u rg u és, o el m e jo r a b o g a d o d e la s e n s u a lid a d pandém ica; un sim b o lista ta n o s c u ro q u e n o h a lle g a d o a s e r descifrado, o un n a tu r a lis ta a la m a n e r a d e G e r h a r d t H au p tm an n , o de F ran k W ed ek in d . A unque o p u e sto s y a n tité tic o s , to d o s e s to s p u n to s de vista se fu n d e n en la c o n vic c ió n , e n u n c i a d a p o r F rie d ric h Gundolf en su S h a k e sp e a re u n d d e r D e u t s c h e G e is t (1927), de que el d ra m a tu rg o isa b e lin o e s " w ie k e i n a n d e r e r d a s m e nschgewordene S c h ö p fe r tu m d e s L e b e n s s e l b s t " .48 M an ifiesta m e n te , esta frase e s p a ra le la d e la m e tá f o r a d e la e n c a r n ació n de Cristo; del d escen so del C r e a d o r S u p r e m o a la a p a rie n c ia humana. A p esa r d e su e x tra v a g a n c ia , la s e x p r e s io n e s d e G undolf tradu­ cen co n b a s ta n te p re c is ió n h a s t a q u é p u n to Shakespeare es vivido c o m o p a r te in te g r a n te d e l n ú c le o m á s h o n d o y de las in stan c ias c re a d o ra s d el id io m a a le m á n . F r ie d r ic h Schlegel ya lo h abía su b ra y a d o en s u G e s c h ic h te d e r a lte n u n d neuen Literat u r (1 812). C o m o lo in d ic a S c h le g e l, la s traducciones ale­ m anas de S h a k e s p e a re t r a n s f o r m a r o n la le n g u a y el campo de la co n cien cia n a c io n a l. A p a r t i r d e C ris to p h M artín Wei­ land, p ero m ás e s p e c ia lm e n te e n l a s v e r s io n e s d e A. W. Schleg e l/D o ro th e a T íe c k /B a u d is s in , p u b l ic a d a s e n tr e 1797 y 1833, la len g u a a le m a n a , e m p e ñ a d a e n p e n e t r a r y reproducir a S h ak esp e are, ev a lú a s u p o te n c ia l y s u s lím ite s com o lengua m o d e rn a . G rac ias a l g e n io d e A. W . S c h le g e l p a ra el Entsag u n g ( la re n u n c ia a s í m is m o e n e l d o m in io envolvente del o rig in a l), e s c rib e G u n d o lf, e l a l e m á n h a e n c a r n ad o de verdad en el á n im a ( S e e l e n s t o ff ) d e S h a k e s p e a r e ; s u sustancia espi­ r itu a l: " s o w a r d d ie M ö g lic h k e it e in e r d e u ts c h e n S h a kespeareü b ertra g u n g v e r w ir k lic h t w o r in d e r d e u ts c h e G eist und die. S ee1e S h a k e s p e a r e d u r c h e in g e m e in s a m e s M ed iu m , sich susd r ü c k te n , w o rin S h a k e s p e a r e w i r k l i c h d e u ts c h e Sprache ge47 F rie d rie ch G u n d o lf, S h a k e s p e a r e u n d d e r D e u ts c h e Geist, Berlin1927, p. vi.

EL DESPLAZAMIENTO HERMENÉUTICO

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worden w ar".49 Uebertragung, encaminarse, que es apropiarse, y al que sigue u n a to ta l simbiosis. El texto inglés, según Gundolf, no h a sido traducido a la lengua alemana; se ha convertido e n esa lengua. Así, el traductor, metamorfoseando el original; haciéndolo llegar a ser lo que de verdad es (Mallarmé y su " Tel qu'en Lui-méme l’eternité le change" está igualmente fu n d ad o en el topos de la traducción). Se trata de una idea ab su rd a, pero también del mayor interés filosófico y lingüístico. "S hakespeare", quién sabe cómo, había perma­ necido oculto en la cáscara accidental del inglés. La teleología de su significado to ta l, del "significado de su significado"; la captación de su cabal presencia histórica y espiritual, eran asunto del alem án. E l espacio que m ediaba entre el traductor alemán y el original shakesperiano está, por así decirlo, justamente en el in te rio r del espejo. ¿Cómo esperar una traslucidez cuando la distancia ha sido negada de este modo? El Son eto 87 tiene una tram a muy compacta. Se reconoce sin m ayor esfuerzo la costumbre que tenía el poeta de explo­ tar a fondo u n a zona determ inada de la lengua; en este caso, la legal y fiscal, al tiem po que elaboraba en lo profundo un discurso m ucho m ás íntim o y concreto; un giro crucial en las relaciones de fuerza que privan entre el autor, la am ante y el "poeta riv a l" de los sonetos anteriores. Este descenso más allá de la fachada técnica, en donde las heridas en carne viva y la iro n ía del enunciado superficial son refrenados por una exacerbación de las convenciones en el plano de la lengua y de la gram ática, tiende disimuladas trampas al lector y al tra­ ductor. La fu erza dram ática reside en la sintaxis; en la pre­ sión que ejercen en ella las exigencias y los sarcasmos del individuo, y que el vocabulario vela y revela al mismo tiempo. El efecto de retención de un impacto momentáneamente sus­ pendido proviene, hasta cierto punto, de un rallentando: el aspecto técnico de la lengua del soneto nos impide una fácil em patia. Lo m ism o hace el orden de las palabras, nervioso y contraíd o com o un tendón. Esto también es algo ante lo cual el tra d u c to r debe estar alerta. Farewell thou art too deare for my possessing, And like enough thou knowst thy estimate, The Charter of thy worth gives thee releasing: My honds in thee are all determinate. For how do I hold thee but by thy granting, 49 Ibid., p. 351.

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E L D E SPL A Z A M IE N T O H E R M E N É U T IC O

A nd fo r th a t ritc h e s w h e re is m y deserving? The cause o f th is fa ire g u ift in m e is wanting, A n d so m y p a tte n t b a c k again is sw erving. T h y se lfe th o u g a v ’st, th y o w n e w o r th then not knowing O r m ee to w h o m th o u g a v ’s t it, else m istaking, S o th y g reat g u ift u p o n m is p ris io n grow ing, Com es h o m e againe, o n b e tte r ju d g e m e n t making. T h u s have I h a d th e e as a d re a m e d o th flatter, I n s lecpe a K ing, b u t w a k in g n o su ch m atter. [¡Adiós! E res m uy c a ro p a ra p o s e e rte ; / tú tu s cotizaciones bien al ju s to cu id as, / y tu c a r te r a d e v a lo re s te h ace fuerte; / mis le tra s c o n tra ti e stá n v en cid as. / P u es ¿có m o fu iste mío sino por tu a se rto ? / Y p a ra e sa riq u e z a m is m é rito s ¿dónde? / A tu don d e h e rm o su ra n a d a e n m í re s p o n d e , / y a sí o tra vez mi cuenta q u e d a en d e sc u b ie rto . / T ú te m e d is te o sin sa b e r aún tu tasa / o de mi p recio , a q u ie n lo d a b a s , c o n fu n d id o ; / así aquel gran dispendio, p o r e r r o r salid o , / h e c h o m e jo r b alance, vuelve ya a la casa. / Te tu v e co m o su e ñ o q u e a m b ic ió n provoque; / dormi­ do, un rey; al d e s p e rta r, n i re y n i ro q u e .] T rad , de Agustín Jar­ cén Cano.

H ay e v id e n te s n ó d u lo s y e s tr a tif ic a c io n e s , deare significa " c a r o " , y " q u e r id o " ; c o n p o s s e s s in g se in a u g u ra la sostenida d u a lid a d d e re fe re n c ia s s e x u a le s y e co n ó m icas que expresa to d o el p o em a. E s tim a te e s iró n ic o , y s u s ra m ific a c io n e s son m uy comple­ ja s : " a v a lú o ” e s u n a a c ep c ió n t a n p e r tin e n te com o la de “esti­ m a de sí m ism o ”. C h a r te r , e m p le a d o d e m a n e ra idéntica en O thello (p ieza cu y o s v ín c u lo s c o n el S o n e to 87 son muy es­ tre c h o s) en g lo b a las n o c io n e s d e " c o n tr a to " , de "privilegio" y de " lib e rta d o to rg a d a " . B o n d s , c o m o s u e le s e r el caso, vincu­ la d iv ersas e s fe ra s d e l d is c u r s o d e la v i d a : el terreno econó­ m ico y legal de u n la d o , y d el o tr o , el e ró tic o y el íntimo. De vez en cu a n d o , es p e r tin e n te el e c o d e b o u n d s , fronteras del s e r y d e la acció n , p e ro n o e s to y s e g u ro d e que éste sea el caso . D ete rm in a te n o s llev a d e n u e v o a la term inología legal y, en p a rtic u la r, al v o c a b u la rio d el tra s p a s o d e bienes. En The N e w S h a k esp ea re J . D o v er W ilso n c ita a T u ck er Brooke y a firm a qu e lo s v e rso s 5 a 8 e s tá n fu n d a d o s en el principio legal de qu e " u n c o n tr a to n o e s v á lid o m á s que cuando com­ p o r ta c lá u su la s p e c u n ia ria s " . S w e r v in g es absolutam ente im­ p re v isto y, p o r ello , e s tá c a r g a d o d e v ig o r : vienen a la memor ía se rie s c o m p le tas d e im á g e n e s sh a k e sp e ria n a s relaciona­ d a s con " se s g o " y co n u n s u a v e m o v im ie n to h acia el desequi-

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librio. M istaking es u n juego de palabras, perfectamente evi­ dente, aunque n o p o r ello menos importante, sobre taken amiss, que es "to m ad o a m al" y "aceptado por error". Misprision es o tra m u e stra de la terminología legal, pero al mismo tiempo es u n a palab ra con inconfundibles matices psicológicos y corporales. Jud g em en t lleva con suavidad el tema judicial a su conclusión. N o such m a tter es quizá más rico y denso de lo que a prim era vista parece, pues se desliza insensiblemente desde "n ad a sem ejan te", h asta "nada importante". Pero una vez disipados esto s escollos obvios, podemos descubrir pro­ fundidades características de Shakespeare. En sus dos apari­ ciones, g u ift posee u n am biguo lustre metálico, subrayado con delicadeza p o r la repetición de thou gav’st. Aquí, como sucede tan a m enudo e n Shakespeare (recuerdo aquí todo el espectro de matices de la palabra kin d en El Rey Lear), uno llega a preguntarse si no e s tá en acción una conciencia etimológica precisa, aunque absolutam ente natural y espontánea. En no­ ruego e inglés antiguos, G ift significa "la suma dada en pago de una esp o sa". El hom ónim o alemán significa "veneno". Como ya vim os, " fa lta " y "necesidad" conviven en wanting. En sum a, prácticam ene en todos los momentos del soneto la lengua de S hakespeare agota toda una gama de campos se­ mánticos: an tip etrarq u istas, eróticos, monetarios, judiciales, al mismo tiem po que los tesoros acumulados de su propia his­ toria. No son siem pre fáciles de entender las opiniones que tenía Stefan George de Shakespeare.49 Pero está claro que veía en el m aestro isabelino la encarnación de la magnificencia eso­ térica y del platonism o fundamental que definen su propia concepción del a rte filosófico. Por esta razón, se proyecta con maestría en el U m dichtung de los Sonetos, publicado en 1909. George proclam a que su versión es "anti-romántica"; por vez primera, el lecto r alem án iba a tener franco acceso al más ocul­ to significado del texto. Iba a ser iniciado en la alegoría pla­ tónica que se encuentra en estado latente en el original, pero que disfrazan las convenciones del discurso isabelino, y los errores de generaciones enteras de intérpretes y traductores. Traduciendo, o m ás exactamente, desprendiendo la realidad gracias a u n nuevo enunciado, se demostraría cómo la pasión de S hakespeare por su joven amigo, y el don que él le hace de 49 Cf. O. Marx, Stefan George in seiner Uebertragung englischer Dichtung, Am sterdam, 1967.

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s u p e rso n a , c o n s titu y e n la g r a n v e r d a d d e e s ta secuencia d e s o n e to s : L e h w o h l! z u t e u e r i s t d e i n b e s i t z f ü r m i c h U n d d u w e is s t w o h l w ie s c h w e r d u b is t z u k a u fe n .. D e r f r e i b r i e f d e i n e s w e r t s e n t b i n d e t d i c h . .. M e in r e c h t a u f d i c h i s t v ö ll ig a b g e la u f e n . W i e h a b ic h d ic h , w e n n n i c h t d u r c h d e i n g e w ä h r e n ? V e r d ie n i c h w a s v o n d e i n e n s c h ä t z e n a l le n ? A u s m i r i s t n i c h t d e in s c h e n k e n z u e r k l ä r e n . . S o is t m e in g n a d e n le h n a n h e im g e fa lle n . D u g a b st d ic h d a m a ls , d e in e n w e r t n ic h t s e h e n d — V ie lle ic h t a u c h d e m d u g a b s t , m i c h , a n d e r s n e h m e n d .. D e in g r o s s g e s c h e n k , a u s i r r t u m n u r e n t s t e h e n d , K e h r t h e im w ä r ts b e s s r e m u r te il s ic h b e q u e m e n d . S o h a t t i c h d i c h w i e t r ä u m e d i e b e s c h l e ic h e n — I m s c h l a f e in f i i r s t , d o c h w a c h e n d n i c h t s d e rg le ich e n .

E s ta tra d u c c ió n a le m a n a d e l p r im e r c u a r te to aspira a una e x tre m a fid e lid a d . T e u e r e s u n a p a la b r a d e la m ism a familia q u e d ea re, y tie n e el m is m o d o b le s e n tid o . Si d u w eisst wohl sc h w er d u b ist z u k a u fe n s e a p a r ta d e la e x a c titu d literal, tra n s m ite , e n c a m b io , l a lú g u b r e ir o n í a d e S hakespeare y la firm e a lu sió n a la m e n d a c id a d , o a la v e n a lid a d del ser amado. F rieb rief n o p o d ía s e r m á s a d e c u a d a , p u e s contiene los m atices re q u e rid o s d e c o n t r a to y d e lib e r ta d . A trav és de car­ ta , cu y o s sig n ific a d o s ita lia n o s S te f a n G e o rg e n o podía igno­ r a r , b rie f r e m ite d e m il m a n e r a s a l C h a r te r d e Shakespeare. La p rim e ra o fu sc a c ió n a p a r e c e c o n M e in r e c h t a u f dich que e s casi u n a n e g a c ió n d e la d e n s id a d a m b iv a le n te fundada en la s n o cio n es d e s e rv id u m b r e y d e in v e r s ió n d e M y bonds in thee. Y a a q u í S te fa n G e o rg e e m p ie z a a d a r lib re curso a su im a g e n r e c to ra d e " lo s d e r e c h o s " d e l m a e s tr o platónico sobre el jo v en a m a d o . E l s e g u n d o c u a r t e t o e s d ifíc il, en todos los se n tid o s. L a a m a r g u r a y l a f r a n q u e z a d e l a p re g u n ta del poe­ t a e s tá n s im u ltá n e a m e n te d is ip a d a s , y s u b ra y a d a s , por el len­ g u a je técn ico . S e t r a t a d e q u e r e t a r d e m o s e l p aso , p ara obser­ v a r có m o la in te n s id a d d e la s h e r i d a s y d e lo s agravios perso­ n a le s se c a s tig a p e g a n d o c o n t r a l a c o r a z a d e l petrarquism o y d e la fu e rz a ju d ic ia l. S te f a n G e o rg e s ig u e e l o rd e n original de las p a la b ra s y g e w ä h r e n c o n s e r v a to d a s l a s resonancias lega­ lis ta s y c o n d e s c e n d ie n te s q u e p id e el t ex t o . a, p esar de todo,

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el aura de sugerencias que rodea a Verdienen es demasiado difuso: aunque se conserve el m atiz de sujeción implícito en "de/serving" ( V e r / d ien en ), la palabra alemana también quie­ re decir "g an ar", m otivo que está ausente en Shakespeare, tanto en la expresión com o en la intención. El verso 7 se pasa por alto. En el personal lenguaje de Stefan George, Erklären habla de cierta cu alid ad de revelación; es el despliegue espi­ ritual del elegido en el curso de la iniciación amorosa. Tam­ bién se pierde to d a la fuerza de w anting; su coherencia afec­ tiva hecha de significaciones contrapuestas. Por otra parte, el final da pruebas de u n gran ingenio. Swerving brilla por su ausencia, pero gnadenleh n , am algam a digna de Stefan George, prolonga el tem a del co n trato . E sta excéntrica fusión de "gra­ cia" y "p réstam o ", de "p ied ad " y de "don", perfila con exacti­ tud la situ ació n am bigua del poeta. Anheimgefallen no es menos com plejo, ni m enos pertinente: Allí se inscriben la carrera del d esa stre de la desgracia, y también se anuncia la inversión iró n ica de Comes hom e again en el verso 12. Al principio del te rc e r cuarteto, la inclinación platónica de Stefan G eorge tra ic io n a la intensidad concreta del soneto ori­ ginal, que los a ta jo s de la sintaxis shakesperiana hacen pal­ pable e in q u ietan te. Sehend, cuyo acento neoplatónico y petrarquista se co n cen tra en la vista, el más noble y desencar­ nado de los sentidos, pierde la fusión axial del "conocimiento intelectual y sex u al". Anders nehm end es también una tra­ ducción que peca de a b s tra c ta : esquiva la asociación de "mal juicio" (m isju d g e m e n t) y de "posesión amorosa simulada", que está en ju eg o en m is/taking. Stefan George ha caído en las tram pas d e su propia estrategia de conjunto; "Shakes­ peare, rep resen tan te del platonism o y escritor hermético", se ve traicio n ad o p o r las necesidades que impone la rima. Sich bequemend, con sus resonancias domésticas y vagamente hi­ pócritas, es to rp e en sí y hace perder la extrema sutileza de la sugerencia shakesperiana, las múltiples visiones posibles que encierra on b etter j udgetnent making. Aunque fue equivoca­ da la evaluación que hizo el amado del amante, ese error ha redundado en u n recrudecim iento de la vanidad. Si el "gran regalo" ( great g u ift) ha juzgado a su destinatario y lo ha encontrado "sin razón ni lugar" (Shakespeare da pruebas de una g ran inteligencia en el plano de la psicología), el tam­ bién ha sido juzgado, y la inversión está cargada de ambi­ valencia. Como ha rechazado los elementos más indecorosos y oscuros del soneto, Stefan George también se ha vuelto in-

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capaz de c a p ta r e n s u j u s t o v a lo r lo s m á s te n u e s y secretos. Y acaso p o rq u e e s ta p a r a d o ja s e im p o n e a s u conciencia con fu erza c re c ie n te , s u d ís tic o f in a l c a e e n la cacofonía. Pero d a la c a s u a lid a d d e q u e e s te f in a l n o e s ta n m ecán ico como en o tro s m u c h o s d e lo s s o n e to s . L o s m o n a r c a s a quienes sus sue­ ñ o s d is tra e n p o r u n m o m e n to d e s u v e r d a d e r a condición re­ ap arecen e n S h a k e s p e a re e n d iv e r s o s p u n to s clave. E l motivo de la p o se sió n se x u a l d u r a n t e e l s u e ñ o d e l s e r am ado (Thus h a v e I h a d t h e e ) r e m ite a la f a r s a y e l n e o p la to n ism o , o bien a la tra d ic ió n g n ó s tic a . S i d e a lg ú n m o d o fig u r a en el Soneto 87, su p re se n c ia n o e s m e n o s te n u e q u e l a d e u n a sombra. B e sch le ich e n e s tá ta n f u e r a d e l u g a r c o m o lo e s ta ría el per­ so n a je d e Ia c h im o e n E l s u e ñ o d e u n a n o c h e d e verano. Como si e stu v ie se in q u ie to p o r s u p a r á f r a s is á v id a de alegorías, G eorge se v u elv e h a c ia e l m u n d o fís ic o , y triv ia liz a la amargu­ ra q u e a b ru m a a S h a k e s p e a re . E l ú ltim o v e r s o carece de con­ s is te n c ia : n ic h ts d e r g le ic h e n s ó lo se e x p lic a p o r la búsqueda de la rim a. K arl K ra u s c o m p o n e e n t r e o c tu b r e d e 1932 y m ediados de en ero de 1933 s u N a c h d ic h tu n g d e lo s S o n e to s . E l m atiz que d istin g u e a e s te títu lo d e l U m d ic h tu n g d e S te f a n G eorge afirma u n a d ife re n c ia p o lé m ic a , e n c u a n to a la h e rm e n é u tic a y a la tra d u c c ió n . E l lac ó n ic o e p ílo g o d e K a r l K r a u s d e ja bien claro que e s ta v e rsió n fu e c o n c e b id a c o m o u n a c rític a de la de George. A fu e rz a d e " v io la r " t a n t o a l s e n tid o d e l texto inglés, así com o lo s u s o s o ra le s y g r a m a tic a le s d e l id io m a alemán, G eorge h a b ía d a d o a la lu z " u n a b o r to c o m o n o se había v isto " . K ra u s a s p ira a e n c a r n a r e n l a le n g u a y en la poesía alem anas (y n o e s u n a c a s u a lid a d q u e " l a le n g u a preceda a la p o e sía ") u n a re g ió n " h a s t a a h o r a in a c c e s ib le " , pero central, del genio de S h a k e s p e a re . A d if e r e n c ia d e S te fa n George, K rau ss c o n sid e ra q u e e s te g e n io e s r e s u l ta d o d e las circuns­ tancias y del o fic io q ue, a d e m á s , s u e le s e r desigual. En los S o n e to s e n c o n tra m o s a s o m b ro s o s lo g r o s y d e b ilid a d e s; cimas del e s p íritu y p la n ic ie s m e c á n ic a s . C o m o K r a u s m ism o, Shakes­ p eare ten ía q u e c o n te n ta r s e c o n lo q u e te n ía a la m ano : Leb w ohl! Z u h o c k s te h s t d u im P re is f ü r m ich, u n d w eisst, d a ss d u v o r a lle n a u s e r k o r e n . N ach deines W e rte s R e c h te fr e i, z e r b r ic h den B u n d ; m e in R e c h t a u f d ic h h a b ic h verloren. W en n n ic h t g e sc h e n k t, w ie w ä r s t d u m e in e Habe? W ar d u rc h V e rd ie n st so lch R e ic h tu m m ir beschert?

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Pa ich in nichts bin w ürdig deiner Gabe, gehört sich's, dass sie w ieder dir gehört. Du gabst dich, w eil du deinen Wert nicht kanntest, vielleicht auch w eil den m einen du verkannt; drum w ieder w ird, da deinen Sinn du wandtest, was m ein durch Irrtu m war, dir zugewamlt. So w arst du m ein durch eines Traumes Macht: ich schtief ais Fürst, zum Nichts bim ich erwacht.

Kraus em pieza vacilando. Tom a estimate al pie de la letra y, en consecuencia, pierd e el m atiz de venalidad legal de los versos 34. Abgelaufen, de G eorge, con sus connotaciones mercantiles, es un binom io característicam en te romántico, suserkoren/ verloren. De o tra p a rte , B u n d recupera el doble sentido de "unísono" y vín cu lo indisoluble del original inglés. El quinto verso de K ra u s tie n e peso y concentración. La nota discordan­ te que se establece e n tre geschenkt y Habe pone de relieve el equilibrio fu n d am en tal de la intriga. Con Habe hace vibrar la indispensable n o ta d e posesión violenta. In nichts subra­ ya la objeción del am ante, pero anuncia la desintegración literal que queda sobreentendida al final. Aunque algo lejanos del original, g eh ö rt que aparece dos veces en el verso 8. con su juego de palab ras sobre la "propiedad" y lo "apropiado", es auténticam ente shakesperiano. Nada hay que decir sobre el coloquialismo, el a ire vienés del movimiento del verso de gehört sich. E l te rc e r cu arteto confirm a que Kraus captó bien el soneto. E l pod ero so ju eg o de palabras sobre Kennen y ver­ kennen, q u e m u ltip lica n por cuatro esas muy compactas rimas y asonancias, m u e stra n h asta qué punto el traductor ha pe­ netrado en los pliegues más íntimos del soneto. Kraus ilustra sin concesiones una situación donde se enfrentan el rigor del mundo legal y reciprocidad form al; el vínculo del amor aparente se revela com o un simple contrato; los errores del corazón se reducen a agravios legales. En la oración de Kraus resuena el eco de la construcción morosa y zigzagueante de Shakespeare. La sinuosa tonalidad de zugewand t, anunciada de los versos anteriores, transm ite con exactitud la idea que tiene el am a n te de una ambigua inversión. El dístico final es m anejado con cierta desenvoltura. Aunque elocuente, se omite el toque de "adulación", y erwatch, por el lugar en que se encuentra tiene dem asiado peso. Sin embargo, zum Nichts es digno de adm iración, y trae a la mente aquella observación

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de H eid eg g er c o n fo rm e a la c u a l el a le m á n N ic h t posee un co n ten id o , y n o es u n v ac ío liso . S ó lo al fin a l K rauss toma un a se n d a e x tra v ia d a . Al e m p le a r la p r im e r a p erso n a del sing u ia r — ich s c h l i e f . . . b in ic h e r w a c h t— , esboza u n escenario com o el del d esp er t a r d e C r is to p h e r S ly , e n La dom a de la bravía. P ero las iro n ía s d el S o n e to 87 so n d e u n orden com­ p le ta m e n te d is tin to : el p o e ta re c o n o c e la indiferencia del am a d o , p e ro in s in ú a q u e, a l e q u iv o c a rs e so b re el verdadero am or, el a ltiv o y d e s d e ñ o so a m a d o m a ta s u alm a junto con la del n a rra d o r. La g ra m á tic a se " in m o v iliz a " e n tr e dos líneas d e refere n cia, o r ie n ta d a s e n s e n tid o c o n tr a rio , de un modo p ro fu n d a m e n te d ra m á tic o , y q u e e s e s e n c ia l al poem a. El S o n e to 87 n o fig u ra e n tr e lo s E in u n d z w a n z ig Sonette de S h a k esp ea re tra d u c id o s p o r P a u l C elan , y p u blicados en 1967. A dem ás, su filo so fía y s u té c n ic a d e la tra d u c c ió n son tan co m p lejas, q u e se r e s is te n a c u a lq u ie r e s tu d io que no aspire a lo e x h a u stiv o .50E n u n p r im e r n iv e l, C elan se em peña en de­ v o lv er su c o n s is te n c ia o r ig in a l a l s ig n ific a d o querido por S h ak esp eare, o, p a r a s e r m á s p re c is o s , los " s ig n o s " retóricos, pro só d ico s, tó p ico s, d e s u " s ig n if ic a c ió n " y s u s a menudo la­ p id a ria s co n v iccio n es lo c o n d u c e n d ir e c to a s u m eta. Pero la a fin id a d e le c tiv a q u e m u e v e a P a u l C e la n h a c ia Shakespeare es m ás a p re m ia n te y m á s p r o b le m á tic a . Al p a re c e r, Celan mide con la reg la del e je m p lo d e S h a k e s p e a r e s u p ro p ia capacidad de sig n ific a c ió n ; s u n e c e s id a d im p e r a tiv a p e ro , también, su d esco n fian za, de e n u n c ia d o s p o é tic o s te rm in a d o s . Es en este p u n to d o n d e c o n v ie n e e x a m in a r la s itu a c ió n paradójica de P au l C elan e n re la c ió n c o n la le n g u a a le m a n a , que la coexis­ ten cia n u n c a re su e lv e y q u e , e n ú l t i m a in s ta n c ia , desemboca en s u p ro p ia d e s tru c c ió n . E n v i r t u d a s u s traducciones del ru so , del fra n c é s y d el in g lé s, C e la n te n ía la posibilidad de d islo c a r el id io m a a le m á n , u b ic á n d o lo e n u n a posición de salu d a b le e x tra n je ría . C o n la f r i a l d a d d e s a p a s io n a d a de un mé­ d ico , p o d ía a b o r d a r el a le m á n c o m o si se t r a ta s e de una mate­ r ia b r u ta f a ta lm e n te s u y a , y s in q u e d e ja s e p o r ello de ser alg o a c c id e n ta l, c o n tin g e n te , y p o te n c ia lm e n te hostil. Toda la p o esía d e C elan e s tr a d u c c ió n a l a le m á n . E n el curso de esta tra d u c c ió n , la le n g u a - re c e p to r a e s e x p u e s ta a la intemperie, d e s m a n te la d a , p a r tic u la r iz a d a y p e r s o n a liz a d a ; a tal punto, 50 A un q u e h ila d e m a s ia d o f in o , v é a s e e l ilu s tr a tiv o ensayo debido a P e te r S zondi, P o e try o f C o n s ta n c y — P o e tik d e r B estän d ig k eit: Celans U e b e rtra g u n g v o n S h a k e s p e a r e s S o n e t t 105, e n C elan-Studien, Franc­ fo rt, 19572.

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que raya en los lím ites de la no-comunicación. Se convierte entonces en un "m eta-alem án", libre de las impurezas históricas y políticas y, p o r ello m ism o, susceptible de ser empleado después del h o lo cau sto p o r una voz profundamente judía. De ahí que sea casi im posible exam inar las traducciones que hizo Celan de S h ak esp eare separándolas del resto de su obra. Sola­ mente m e g u sta ría detenerm e en un ejemplo, donde, de modo muy característico , Celan recompone la significación de Shakespeare, a l m ism o tiem po que d a una imagen dinámica de proceso de la trad u cció n y, m ás precisamente, de la dialéc­ tica de la apropiación y de la compensación, que constituye el último y m ás delicad o m om ento del modelo hermenéutico: En el v e rso 5 d el S o n eto 7 9 : I grant, sweet love, thy lovely argument, P au l C elan olvida nom brar al ser amado, y no se dirige d ire ctam en te a él, transform ando de ese modo el poema en una m ed itació n sobre la poesía y el sometimiento del poeta al objeto, y a las circunstancias que lo inspiran. La aparición de repeticiones que n o se encuentran en el original, B u t now m y gracious numbers are decay'd, And m y sick Muse doth give another place. Dock jetzt, da wilt mein Vers kein Vers mehr sein, die Muse, siech, ist fort-, ist fortgezogen.— [Pero ya mi graciosa escala se demuda; / Mi Musa enferma a otra le cede la acera.] es tem ática. L a repetición constituye la quintaesencia de la traducción. L a repetición idéntica equivale a una traducción a lo larg o del e je del tiempo, pues la repetición implica suce­ sión, p o r breve que sea el periodo intermedio. Repetir "libre­ mente", com o lo hace Paul Celan, es ilustrar toda la dialécti­ ca de la su b o rd in ació n y de la inversión potencial que une al traducto r con su fuente, y que, al mismo tiempo, lo separa de ella. L eídos a esa luz, los versos 7 a 14 se transforman en una exégesis del intercam bio de las significaciones; en una ver­ sión de la insondable equivalencia de poeta y objeto, de poe­ ma y trad u cció n : Y e t w hat o f thee thy poet doth invent H e robs thee of, and pays it thee again: H e lends thee virtue, and he stole that word From thy behaviour; beauty doth he give,

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A nd fo u n d it in th y c h e e k : h e can af f o r d N o praise to th ee b u t w h a t in t h ee d o th live. Th en th a n k h im n o t fo r th a t w h ic h h e doth say, S ince w h a t h e o w e s th e e th o u th y s el f d o st pay. [m á s lo q u e tu p o e ta d e tí s a q u e a c u e n to / d e ti lo resta, y luego d e n u e v o te lo su m a : / v ir tu d te p re s ta , y e sa p alab ra su arte / la h u rtó d e tu s a cc io n e s; b e lle z a te a d s c rib e , / y en tu mejilla la en co n tró : n o p u e d e d a r te / m á s a la b a n z a q u e la que en tu vida vive. / No le d e s g ra c ia s, p u e s , p o r c u a n to s v erso s haga: / pues de lo q u e él te d e b e , tú te d a s la p a g a . ]

C elan se c o n c e n tra e n la " a le g o r ía d e la lengua". El poeta e x tra e d e su fu e n te su h á lito v ita l, — d e r G eist— , palabra que, si bien h a b ita u n m u n d o d e s ig n ific a c io n e s to talm en te distin­ to del de S h a k e s p e a re , p o s ib le m e n te r e s u lta inevitable después d e él, e n la le n g u a d e K a n t y d e H e g e l. S i e l poeta/traductor exp ro p ia, a n e x a c o n o b je to d e r e s t i t u i r : D er D ichter nahms, es w ie d e r zu e rs ta tte n , e r s ta tte n tie n e e l s e n tid o de "compen­ sació n ", p o r m e d io de la r e f o r m u la c ió n o reelaboración (como en ein B e ric h t e r s ta tte n ) . C u a n d o S h a k e s p e a re habla de "vir­ tu d " h u r ta d a a B e h a v io u r [ c o n d u c ta ] , C elan m anifiesta sin concesio n es u n a o n to lo g ía : E r leih t d ir T u g e n d . D ie se s W o r t, e r stahls dir, d e in e m S e i n . . .

D esarticu la el v e rso 12, a f in d e lo g r a r e l m ism o efecto de to ta lid a d filo só fica . H a c ie n d o c a s o o m is o d el tropo y de la sim e tría p e tr a rq u is ta d el o r ig in a l, C e la n tra n s fo rm a " but what in th ee d o th liv e ", y lo c o n c r e ta e n la v id a m ism a : E r leiht d ir T ugend. D ie se s W o r t, e r sta h ls dir, d e in e m S e in . E r k a n n d ir S c h ö n h e it geben: sie s ta m m t vo n d ir — e r r a u b te t a b erm a ls. E r r ü h m t u n d p r e i s t : e r ta u c h te in dein Leben.

E se trá fic o e n tr e lo s s ig n ific a d o s y e n t r e lo s poetas, que es la tra d u c c ió n , se e sta b le c e a r a íz d e u n a in c u rs ió n violenta y total. E r ta u c h te in d e in L e b e n : n o s z a m b u llim o s en la vida; en la in te g rid a d d e la f u e n te , in te n ta n d o , quizá en vano,ir m ás a llá d e la im a g e n n a r c is is ta q u e n o s sa le al paso en la su p erfic ie, y q u e a m e n a z a c o n in te rp o n é rs e n o s hasta en las m á s re m o ta s p r o fu n d id a d e s .

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Celan aprem ia la re stitu ció n de este "significado del sig­ nificado de S h ak esp eare" , y sus relaciones con ese significado en un dístico final, cuyas rim as son un tenaz eco de esa fórmu­ la decisiva que es d ein em S e i n : So dank ih m nicht fü r seiner Worte Reihn: was er d ir schuldet, es ist dein und dein.

Como en u n a sucesión in fin ita de espejos, la repetición final inmoviliza, y ab re al m ism o tiempo, un verso de misteriosa perfección. De u n m odo refractario a toda paráfrasis, esa repetición expresa la herm enéutica de la compensación, los caminos que sigue la verd ad era traducción para restaurar al original, después de la ra p iñ a : — er stahls, er raubte— lo que le pertenecía, pero tam bién lo que, por encontrarse en estado latente, era m ás que suyo (la simple repetición dein und dein es u n a p o d ero sa am plificación). No podía darse una declaración de reciprocidad tan compacta en esta proximidad de lenguas. En el caso de Paul Celan, así como en el de Stefan George y en el de K arI K raus, los resultados de la traducción son algo m ás, y algo m enos que la "translucidez". El traductor va procediendo p o r presuposiciones, tanto teóricas como cul­ turales y lingüísticas. E l contexto en que se da su interpreta­ ción y su refundición está tan "sobredeterminado", que hace borrosas la perspectiva y las finezas de la distancia que se­ para a dos lenguas afines. E ste contexto no es otra cosa que la sum a to ta l de las traducciones shakesperianas en ale­ mán: el tra d u c to r trad u ce después, y en contra de sus precursores, ta n to com o a p a rtir de su texto-fuente. Además, este contexto es tam bién el espacio interior —auténtico en el plano psicológico, y aun si es arbitrario, e incluso si tiene una falsa avidez de las obras de Shakespeare—, dentro del sentido mismo que to d o germ anófono tiene de la lengua y de los mo­ dos literario s que la ilustran. Son, en última instancia, todos esos los rechazos y las aberturas específicas del yo los que llevan al trad u cto r, sobre todo cuando es un escritor de algu­ na talla, h a sta el original. Resulta de allí una representación excesivam ente inform ada y locuaz, y que tiene, para decirlo con la expresión de Keats, una "intención palpable" sobre su objeto. Ya ha encontrado, aun antes de emprender la busqueda. Po r consiguiente, el traductor que trabaja para traducir

u n a le n g u a a fín a la su y a s ie m p re e s tá so m etid o a la tensión de fu e rz a s c o n tr a d ic to ria s . Se d a c u e n ta de que siempre sa­ b rá d e m a s ia d o p o co s o b re s u te x to -fu e n te , pues, desde cierto p u n to d e v ista , " s a b e lo q u e n o s a b e " . E s to significa que su ex p e rie n c ia d e la " o tr a le n g u a y d e la o tra cultura" es tan c a u d a lo s a , q u e h a v iv id o e n ta l c o n v iv e n c ia con ellas, que se s ie n te im p re g n a d o del c o n te x to to ta l. R econoce que existe la " re g re s ió n al in fin ito " , u n a z o n a q u e e scap a a toda evalua­ ció n fo rm a l, d e in fo rm a c ió n h is tó ric a , sensibilidad lingüistic a y a tm ó s f e r a lo ca l, q u e b ie n p o d r ía m o d ificar el signific a d o d e la o b ra tr a d u c id a . P e ro , p o r o t r a p a rte , " sabe dema­ s ia d o " . L leg a a la tra d u c c ió n c o n u n a ilu so ria tendencia a la tra n slu c id e z . E l a p a r a to d e c o m p a ra c ió n c rític a ; los meca­ n ism o s d e la f a m ilia r id a d c u ltu r a l y de la identificación por in m e rs ió n q u e u tiliz a e n s u t r a b a jo , p ro life ra n y se multipli­ can s in q u e él se d é c u e n ta n e c e s a ria m e n te . El traductor sab e m á s ; c u a n d o , n o m e jo r , q u e s u a u to r . E zra Pound pue­ d e r e d u c ir C a th a y a u n a c re a c ió n e s c u e ta y translúcida, pues él, co m o s u s le c to re s o c c id e n ta le s , ta m p o c o sabe gran cosa del o rig in a l. E l t r a d u c t o r in g lé s d e F la u b e rt o el traductor ale m á n d e S h a k e s p e a re se a v e n tu r a n p o r u n com plejo espa­ cio d e id e n tific a c io n e s . S u p r o p ia se n sib ilid a d se organiza so b re u n a to p o g ra fía q u e , e n p a r te , s e d esp ren d e de la obra q u e va a tra d u c ir . D e a h í la p a r a d o ja d e la restauración y de la v u e lta a la le n g u a d o m é s tic a , q u e C elan hace surgir del S o n e to 79. C u a n d o la tr a d u c c ió n tie n e lu g a r e n una contigüi­ d a d c u ltu ra l y lin g ü ís tic a , p o d e m o s d is tin g u ir dos corrientes d o m in a n te s d e in te n c ió n y d e c o n c e n tr a c ió n semántica. La c a p ta c ió n del " e s c o llo r e s is te n te " , e l e s fu e rz o p o r situar con p rec isió n y t r a n s m itir i n t a c t a la " o tr e d a d " del original sale a l p aso d e la " a f in id a d e le c tiv a " , d e la co m prensión y de la a c lim a ta c ió n in m e d ia ta s . C u a n d o la tra d u c c ió n es mecánica o r u tin a r ia , e s ta s d o s te n d e n c ia s s o n d iv erg en tes. No reina e n tre e lla s u n a te n s ió n c o n f ig u r a d o r a : la p a rá fra sis procura e n m a s c a ra r el h ia to . P o r e l c o n tr a r io , la b u en a traducción p u e d e d e fin irs e c o m o a q u e lla d o n d e la d ialéctica de lo im­ p e n e tra b le y lo p e n e tra b le , e l s e n tim ie n to de u n a extrañeza h u r a ñ a y d e u n " s e n tir s e e n c a s a " , s e d esp lieg a sin resolver­ se, p e ro ta m b ié n s in d e j a r d e s e r e x p re siv a . La luminosa e x tra ñ e z a d e la s tr a d u c c io n e s d e g r a n v a lo r se nutre de la te n sió n n a c id a e n tr e la r e s is te n c ia y la a fin id a d , que varía e n fu n c ió n d ire c ta d e la p r o x im id a d d e la s d o s lenguas, y de la s d o s c o m u n id a d e s h is tó r ic a s . E s t a e x tra ñ e z a es fuente

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de luz, porque llegam os a reco n o cerla; a "conocerla de nuevo" como n u e stra . Por ende, e n el p la n o teórico, la traducción hecha a gran distancia, se p re se n ta com o u n caso trivial. Pero nos m ara­ villa que p u ed a e x istir u n a alterid ad de la significación y de la expresión en el seno de una m ism a familia lingüística, dentro de la m ism a re d cu ltu ral. En circunstancias relevan­ tes, el tra d u c to r excepcionalm ente bueno puede confirmar y desmentir a q u e lla e x tra ñ a afirm ación de Wallace Stevens, para quien "e l fra n cé s y el inglés constituyen una misma lengua". C om o en la "d esc o n certan te" física de las muy altas energías, c u a n to m a y o r es la cercanía, m ayor fuerza alcanzan la atracción y la rep u lsió n . Las M etamorfosis de Ovidio re­ presentan p o r sí m ism as u n a fábula de la traducción ince­ sante; de los cam bios trágicos o irónicos de la identidad que se vierte en u n a fo rm a nueva. De Bocaccio a Tasso, su in­ fluencia e n la p oesía épica y lírica italianas ha sido conside­ rable.51 A dem ás, to d a s las fibras del italiano son entrañable­ mente la tin a s ; so n la tin o s la fonética, los orígenes, la estruc­ tura sin tác tic a y el m odelo m ism o de referencias históricas y culturales. Al tra d u c ir a Ovidio, Salvatore Quasimodo saca partido, ta n to d e su om nipresencia en los textos y en el arte italiano (d e sd e finales de la Edad Media, hasta el Barroco), como del p a re n te sc o sanguíneo que existe entre las dos len­ guas (h e se ñ alad o en redondas algunas de las homologías más e v id e n te s ) : 52 e t: "F er opem , Galatea, precor, mihi; ferte, parentes" dixerat " et v estris periturum admittite regnis". In se q u itu r Cyclops partem que e monte revulsam m ittit e t extrem us quamvis pervenit ad illum an gulu s e saxo, to tu m tamen obruit Acin, A t nos, quod fieri solum per Fata licebat, fecim us ut vires assumeret Acis avitas, P uniceus de m ole cruor manabat et intra tem p o ris exiguum rubor evanescere coepit f i t que color prim o turbati flum inis im bre purgaturque m o ra . .. (Metamorfosis, xiii, 880-890) 51 Cf. A F Ugolini, 1 cantari italiani d'argomento clástico (Ginebra, 1933), y E. P a ra tto re (comp.), Á tti del Convegno internazionale ovidiano, S u lm o n a , maggio 1958, R om a,l959 52 S a lv ato re Q uasim odo, Dalle Metamorfosi di Ovidio, Milán, 1966,

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[ " ¡Oh, G alatea!, ayúdam e; te ru e g o q u e m e auxilies. ¡Padres míos!, ayudadm e. Y llevadm e, a m í q u e esto y condenado a perecer, a vuestro rein o ." El cíclope lo p e rsig u ió y le arro jó una enor­ m e roca, a rra n c a d a de la fald a d e la m o n ta ñ a . Sólo la esquina de esta enorm e ro ca tocó a Acis, p e ro fue suficiente para ente­ rrarlo , m uerto. P ero yo hice lo ú n ic o q u e m e perm itió el Hado: hice q u e Acis re c u p e ra ra su s a n c e s tra le s p o d e re s. La sangre roja salía a b o rb o to n es de a q u e lla ro ca. Al cab o de un rato, su vivo color em pezó a d ilu irse ; se volvió d e l c o lo r d e un torrente pro­ ducido p o r lluvias te m p ra n a s ; y lu eg o , p o c o después, se volvió agua clara]. "Aiuto, Galateo, ti p reg o , a iu to , o p a d re, o m adre, nel vostro regno accogliete il fig lio p ro ssim o a la morte " E l il Ciclope l 'insegue, e sta c c a to turi p ezzo d i m onte lo lancia sul fuggiasco. S o lo u n e s tre m o della rupe lo colse, m a fu p e r lu i la m o r te . E perché Aci rip retid esse la fo r za d ell' avo feci quello ch e p o te v o o tte n e r e del fa to . Dalla rupe scorreva sa n g u e v iv o , m a ecco, quel rosso com incia a sv an ire c o m e c o lo re d i fiu m e che torbido d i pioggia sch ia risce p o c o a poco.

Y sin em bargo, ¡c u á n d ife re n te e s e l e fe c to ! E l texto de Qua­ sim odo sólo es m ed io v e rs o m á s la r g o q u e el d e Ovidio, pero a lo largo d e la le c tu ra se tie n e la im p re s ió n de un relaja­ m iento. E n m u ch o s p u n to s , e s u n p ro b le m a d e valores foné­ tico s: m ittit, en c o m p a ra c ió n c o n lo la n cia su l fuggiasco; perché A ci rip ren d esse la fo r z a d e l'a v o , e n lu g a r del lacònico u t uires a ssu m e re i A cis a u ita s ; e l o n o m a to p é y ic o che torbido d i pioggia schiarisce a p o co a p o c o , q u e se desarrolla sobre im bre purg a tu rq u e m o r a . P e ro la d is ta n c ia tam bién nace de m otivos m ás calc u la d o s: Q u a s im o d o s u e le e n c o n tra r una pa­ labra italian a que re p re s e n ta u n a o p c ió n a u n latinism o dema­ siad o evidente. P ezzo d i m o n te p e r m ite e v ita r sasso ( saxo, en O v id io ); so lo u n e s tr e m o se d e s v ía d e a n g o lo (el angulus la­ tin o ) ; sangue v iv o esq u iv a la s u g e re n c ia crudam ente latina de ru b ro ; o b ru it e v o c a ría r o v in a r e , si Q u asim o d o no hubiese p referid o m a f u p e r lu i la m o r te , q u e tie n e u n a apariencia an tig u a y m o n u m e n ta l, p e ro q u e e n r e a lid a d sólo es una esp resión v a g am en te te a tr a l. Y a u n d o n d e re su lta ineludible u n a c o rre sp o n d e n cia e x a c ta — e u a n e s c e re e n g ra n a consvanire— , el cam b io d e la v o c a l b a s ta p a r a a lt e r a r el sabor y, casi, p ara d e fin ir e s a b ú s q u e d a d e u n a d is ta n c ia ; ese empeño por lo g ra r u n esp acio a u tó n o m o q u e v u e lv e ta n vivo al italiano

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moderno en relación con su estru ctu ra ósea y nervadura latinas. En re su m e n : las palab ras de este pasaje, en todo momento, delatan esa d ialéctica d e la resistencia en el seno mismo de una intensa a fin id a d , que vuelve tan estimulante el trabajo de comprensión y de reexpresión, por encima de las estrechas barreras lin g ü ísticas y c u ltu ra le s ; tal como puede ser la tarea de com prensión o d e com unicación entre dos seres humanos comprometidos, d em asiad o im bricado el uno en las voces se­ cretas del o tro .

5 La últim a fase, o el m om ento final del proceso de la traduc­ ción, es lo que h e llam ado "compensación" o "restitución". La traducción re s ta u ra el equilibrio entre la lengua-fuente y la lengua-recipiente, equilibrio que habían roto las embes­ tidas in te rp re ta tiv a s y anexionantes o apropiantes del traduc­ tor. El p arad ig m a de la traducción seguirá incompleto mien­ tras no se establezca la reciprocidad; mientras el original no haya reco b rad o ta n to com o ha perdido. "Pour comprendre l 'autre", escribió M assignon en su célebre estudio de "la es­ tructura p rim itiv a " de la lengua semítica, " il ne f aut pas se l’annexer, m ais d even ir son h ô te”.53 [ Para comprender al otro, no hay que anexárselo, sino convertirse en su huésped.] Esta dialéctica del im pulso de confianza y de la responsabilidad recíproca es, p o r esencia, de orden moral y lingüístico. Hace del lenguaje de la trad u cció n un habla marcada por la vulne­ rabilidad; u n h ab la desprovista de lugar, pero dueña de su propia in tem p erie y de una extrañeza luminosa; y, todo ello, porque es u n in stru m e n to de relación entre la lengua extran­ jera y la len g u a propia. El mecanismo interno de compensa­ ción; la o fren d a que hace el traductor cuando se vuelve hacia el original que h a interiorizado, anexado y abandonado son, sin dud a, m u y difíciles de sistematizar. Pero tiene muchas m anifestaciones concretas e históricas. La traducción es obra de re-compensación, en la medida en que da al original una esperanza de vida y una zona de supervivencia geográfica y cultural, de las que de otro modo carecería. Si atendem os a lo que la cultura moderna es, re­ sulta necesario reconocer que los clásicos griegos y latinos deben al tra d u c to r el haber escapado, al menos en parte, al 53 C itado en Henri Meschonnic, en Pour la poétique, II, p. 411.

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silen cio to tal. T ra d u c id o s a u n a le n g u a de influencia mun­ dial, cierto s te x to s re d a c ta d o s en le n g u a s d e zona geográfica red u cid a p u ed en e le v a rse a la c a te g o ría de fuerza universal. K ierkegaard, Ib sen , S trin d b e rg , K a za n tz a k ís , deben su poder a h ab erse tra d u c id o . La tra d u c c ió n p u e d e ilu m in ar a l original y, si se q u iere, o b lig a rlo a a d q u ir ir u n a clarid ad a la que el texto o rig in al es re n u e n te , ( re c u é r d e s e la Phenomemlogie de H egel, tra d u c id a p o r J e a n H y p o lite ). Paradójicam ente, la trad u cció n p u ed e re v e la r la ta lla d e u n a o b ra que se había su b estim ad o o p a sa d o p o r a lto en s u p re se n ta c ió n original: F a u lk n er sólo e n tró en la c o n c ie n c ia n o rte a m e ric a n a después d e tra d u c irs e su s o b ra s, y r e c ib ir e l a p la u s o de la crítica fran­ cesa. E n cad a u n o de e s to s c a s o s h a h a b id o compensación, y el eco h a re d u n d a d o e n b e n e fic io d e la o b ra. Pero cuando hablo de la " e q u id a d r a d ic a l'', del tr a s la d o com pensador que cierra el ciclo h e n n e n é u tic o , m e r e f ie r o a algo simultáneam ente m ás u n iv e rsa l y m á s esp e c ífic o . A p e s a r de que sus raí­ ces sean m o ra le s, y a p e s a r d e q u e s u c u m p lim ien to implique todos los asp ecto s filo só fic o s d e la c o m p re n sió n y de la cul­ tu ra , la " fid e lid a d " — ley y e x p re s ió n d e la reciprocidad— es, en ú ltim a in sta n c ia , de n a tu r a le z a té c n ic a . S i tom am os "ade­ cu ació n " e n su acep ció n m á s r ig u r o s a , la tra d u cció n es una relación de su fic ie n c ia ; u n a a d e c u a c ió n e n tr e tex to y texto. La m ala tra d u c c ió n es a q u e lla q u e n o h a c e justicia a su texto-fuente, p o r m u y d iv e rso s m o tiv o s obvios. La ignorancia, la precipitación, o s u s lim ita c io n e s p e rso n a le s , hacen que el m al tra d u c to r in te rp re te e r r ó n e a m e n te e l o rig in al. Carece de ese dom inio de su p ro p ia le n g u a , r e q u is ito indispensable para lo g rar u n a re p re se n ta c ió n a p r o p ia d a . Al e le g ir u n texto, ha in­ c u rrid o en u n d is p a ra te e s tilís tic o o p sic o ló g ic o ; su sensibili­ dad, y la del a u to r al q u e tr a d u c e , s o n d isc o rd a n te s. El mal tra d u c to r elid e o p a r a fr a s e a e n c u a n to se to p a con alguna dificu ltad . H in ch a, d o n d e h a y e le v a c ió n d e estilo . Si el autor u ltra ja , el m al tr a d u c to r le b a ja el to n o . Sin duda alguna, no v en ta p o r cie n to de la s tr a d u c c io n e s q u e se han hecho d esd e Babel h a s ta la fe c h a so n im p ro p ia s , deficientes, y se­ g u irá n sién d o lo . S u s in s u fic ie n c ia s y d eb ilid ad es entran en uno, cu an d o n o en v a rio s, d e lo s r u b r o s que he señalado. Pero to d a esa g a m a d e in s u fic ie n c ia s p u e d e unificarse y pre­ c isa rs e : la tra d u c c ió n fa lla d o n d e n o c o m p e n sa ; donde no lo g ra r e s ta u r a r la e q u id a d r a d ic a l. E l tr a d u c to r ha captado y /o a sim ila d o m e n o s d e lo q u e el te x to contenía. Traduce re d u c ie n d o ; d ism in u y e n d o . O b ie n h a d e c id id o encarnar y re-

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expresar plenam ente sólo uno, entre los diversos aspectos del original, y así v a fragm entando, alterando, la congruencia interna, según se lo d ictan sus propias exigencias, o su propia miopía. En o tro s casos, traiciona exaltando; transfigurando al texto-fuente en algo m ás grande de lo que en realidad es. En uno y o tro caso, no se ha corregido el desequilibrio nacido de los iniciales im pulsos de desciframiento y apropiación. La traducción pesa m ás que el original, a no ser que éste pese más que e lla ; o bien h ay una desviación; una semejanza más o menos superficial, e n vez de la tensa mezcla de resistencia y afinidad. El desequilibrio m ás com ún es, sin lugar a dudas, el que origina la reducción, la dism inución. La traducción es "irres­ ponsable" hacia el original en cuanto restituye menos de lo que éste contiene y, a m enudo, menos de lo que el traductor ha llegado a entender. Cuando, en lo más negro de la noche, Príamo e n tra e n la tien d a de Aquiles, a reclamar el cadáver de Héctor ( Ilía d a , xxiv, 477, ss.), Homero combina y expresa toda una serie de m otivos que, en muy amplia medida han configurado la h isto ria de la afectividad en Occidente. Sobre los dos hom bres se cierne una fatalidad diferente, aunque íntimamente en tretejid a. Con la muerte de Héctor, Troya queda destin ad a a la extinción, y la vida de Príamo también se encam ina a un final por demás cruel. Sin embargo, Aquiles, a su vez, h a sid o señalado por el dedo de la fatalidad. El golpe con que se h a segado la vida de Héctor es igualmente la culm inación de su breve carrera. El profundo vínculo de una m uerte inm inente tiende así su yugo entre el suplicante y el conquistador. M ientras se miden con la mirada, el homi­ cida y el anciano vencido por los años tienen el sentimiento de un intercam bio de im ágenes; bajo la mirada inquisitiva de Príamo, Aquiles se convierte en el difunto Héctor, y en todos los hijos desaparecidos en combate; por otro lado, a los ojos de Aquiles, Príam o le recuerda a Peleo, el anciano padre al que ha abandonado, y que pronto perderá también a su hijo y protector. La escena ilustra un dolor inefable, y la fatalidad, trágica y universal, autoritaria, de la contingencia del hombre. Sin embargo, en medio de esta desolación, se dejan sentir el hambre y el sueño. El cuerpo se rebela contra la retórica so­ berana de la desesperación. Aquiles convida a Príamo a un banquete refinadam ente preparado. La carne crepita en el asador, y es tiempo de que cesen las lágrimas. Solo Rabelais ha llegado a igualar la amplitud, la implacable cordura de la

visión tra g ic ó m ic a q u e d e la v id a tie n e H o m e ro . H asta Níobe su c u m b e al h a m b r e y al s u e ñ o , p o c o d e s p u é s d e que sus hijos h a n s id o e je c u ta d o s . S i e l t r a d u c t o r n o r e fle ja , o si atenúa e s te m is te rio del s e n tid o c o m ú n , h a b r á tra ic io n a d o a Homero. F e c h a d a e n 1611, la v e r s ió n d e C h a p m a n tie n e ciertos mo­ m e n to s d e e s p le n d o r : P r ía m o a p a r e c e S o u n exp ected , so in n ig h t ( la c o m p a c ta in s p ir a c ió n g e n ia l d e e s t a fra se se resiste al a n á lis is g r a m a tic a l) , " an d s o in c r ed ib lie " . E n e l aplomo con q u e A quiles a s e g u ra a P r ía m o q u e T r o y a " s a b rá encontrar un lu g a r p a ra s u s lá g r im a s " ( " S h a ll f in d e th e e w eeping roomes en o w ”), r e c u e r d a el e s tilo d e l t e a t r o tr á g ic o inglés del si­ glo x v ii, d e la é p o c a ja c o b e a n a . C h a p m a n e s convincente c u a n d o c e n tr a to d a la e s c e n a a l r e d e d o r d e " l a m a n o carnicera d e A q u iles" ( la rg e -m a n s la u g h tr in g h a n d ) , q u e Príam o besa a u n q u e e s té m a n c h a d a c o n la s a n g r e d e H é c to r, y que, entra­ d a la n o c h e , c o r ta a l c o r d e r o d e p l a te a d o v e llo c in o ( the "silver-f le e c 't s h e e p e " ) p a r a a lc a n z a r u n d e lic a d o tro z o al huésped re a l. P e ro el e s tilo d e C h a p m a n e s , a to d a s lu ces, desigual y reb u sc a d o . H a y o c u r r e n c ia s b a r r o c a s q u e e s tá n fu era de lu­ g a r ( " H e s h a ll b e te a r fu l, t h o u b e in g f u ll ” ). C u an d o Homero a v an z a c o n lev e p a s o , C h a p m a n s e p i e r d e e n d o ctas espira­ les. C on s u to n o fie l a la o r a t o r i a , s o s la y a la desolada inti­ m id a d del e n c u e n t r o ; la a n g u s t i a c o m ú n q u e envuelve a los a g o n ista s e n u n a m is m a o s c u r i d a d . L a Il i a d a d e T h o m a s H o b b e s ( 1 6 7 6 ) e s la d ise rta c ió n de un v iejo a m a rg a d o , p o r lo q u e é l e s t i m ó u n a re c e p c ió n poco en­ tu s ia s ta d e la o b r a f ilo s ó fic o - p o lític a d e to d a u n a vida. Lo q u e fa sc in a a H o b b e s, c o m o c u a n d o t r a d u c í a a Tucídides, es la s e re n id a d in a lte r a b le c o n la q u e e l g r ie g o c lá sic o encara el co n flic to h u m a n o . S ó lo H o m e r o h a lle g a d o a d a r cuerpo al id eal d e ju s tic ia y d e i m p a r c ia li d a d q u e d e b e ría regir a la p o esía h e ro ic a . E n s u c o m e n t a r i o a l p o e m a , H obbes añade s o b e rb ia m e n te : " P u e s n i el P o e ta n i e l H is to r ia d o r deberían e rig irs e en d u e ñ o s a b s o lu to s d e la r e p u ta c ió n de un hom­ b re ." N o s ó lo e s o : m u c h o a n t e s q u e M a tth e w Ar n old, y en c o n tra d ic c ió n e x p líc ita c o n C h a p m a n , H o b b e s in tu y ó que la ra p id e z c o n s titu y e la e s e n c ia d e l v e r s o h o m é r ic o . De ahí su elecció n , p a r a tr a d u c ir lo , d e u n d e c a s íla b o , a m en u d o algo a c c id e n ta d o . P e r o H o b b e s n o e r a p o e ta , y e l re s u lta d o es casi rid ic u la m e n te d é b i l : C om e th e n o ld m a n a n d la y y o u r g r ie f aw ay, A n d f o r th e p r e s e n t t h i n k u p o n y o u r m e a t,

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And w eep fo r Hector w hen you come to Troy, For true it is your loss of him is great. [Ven pues viejo y disipa tu pesar. / Piensa en tu comida por el momento / y llo ra a tu hijo cuando estés de vuelta en Troya, / pues en verdad tu pérdida es grande].

La súplica d e P ría m o que elaboró Alexander Pope en 1720 no deja n a d a al azar. El em pleo deliberado del termino "su­ plicante" n o s dice cu án consciente estaba del aspecto ritual de la acción. Se con cen tra ta n to como Chapman en el mo­ tivo de las m an o s de A quiles: " Este detalle de Príamo que besa las m an o s de Aquiles es de una belleza inim itable: besa, dice H om ero, las m anos de Aquiles; esas terribles manos asesinas, que le h a n arre b ata d o tan to s h ijo s" : con estas dos pala­ bras, el p oeta evoca to d as las nobles acciones de Aquiles y, al mismo tiem po, n o s com unica la m ayor compasión por este desgraciado rey que se h a visto rebajado a besar las manos que asesin aro n a su s súbditos, y trajeron la ruina a su fami­ lia". Pues en Pope "inim itable" tiene toda la fuerza de una inhibición caracterizad a. E n sus mejores y más altos m o­ mentos, H o m ero e stá fuera del alcance de la traducción más inspirada. De u n m odo que no deja de ser característico, Pope puso en su m ira tales m om entos de gloria, creando un "clasicismo de segundo grado"; una invocación lírica de adornos y alusiones tradicionales, cuya fuente primigenia es la epopeya h o m é ric a : W ar, and the Blood of Men, surround thy Walls! W hat m u st be, m ust be. Bear thy Lot, nor shed These unavailing sorrows o’er the Dead; Thou can’st not call him from the Stygian Shore, B u l thou alas! m ay'st live, to suffer more! [Guerra, y la Sangre de los Hombres, rodean tus Muros! / Lo que debe ser, debe ser. Carga con tu parte, no viertas / Esta vana pesadum bre sobre los Muertos; / De la Rivera Estigia no lo puedes llam ar para que vuelva, / Pero tu, ¡ay!, quizá vivas para s u frir m ás!]

Como tra d u cto r, Pope hace una mezcla de Virgilio y Milton. Su clasicism o orgánico da fuerza a su lectura aunque también sea el origen de su pomposidad ornam ental: W here round the Bed whence Achelous springs The wat'ry Fairies dance in Mazy Rings,

T here high on S ip y lu s his shaggy Brow, S h e s ta n d s h e r owm sa d M o n u m en t o f Woe; T h e R o c k fo r ever lasts, th e Tears fo r ever flow! [D onde, e n to rn o del lecho de d o n d e saltó Aquiles, las llorosas h a d a s b a ila n en co n fu so s c írc u lo s, llena de sollozos el semblante h irs u to , e lla se alza, es su p ro p io m o n u m en to a la aflicción; la ro ca p e re n n e d u ra , la s lá g rim a s p o r siem p re corren].

S i se tie n e n e n c u e n ta s u s ex ig en cias d e elegancia, y la calcu­ lad a d e n s id a d d e las re m in isc e n c ia s y ecos literarios (en este ca so , m ilto n ia n o s y, m á s te n u e m e n te , shakesperianos), es c o m p re n sib le q u e P o p e d é n o ta s fa lsa s c au n d o llega al motivo c e n tra l del a lim e n to y d el su e ñ o , desp u és de la aflicción: B u t n o w th e p ea ce fu l H o u rs o f sacred N ight D e m a n d R e fe c tio n , a n d to R e s t in v ite . .. [P e ro ya las s e re n a s H o ra s d e la s a n ta N oche / Piden Refrigerio, y al D escanso in v ita n .. . ]

N o es fácil im a g in a r u n a s e n sib ilid a d o u n estilo más desubi­ c a d o s q u e las to n a lid a d e s la tin a s y p ro to c o la ría s de Demand R e fe c tio n . L a c la r id a d y el c a n d o r m o ra le s de Homero, quien n o v acila e n ilu s tr a r lo s v a lo re s m o ra le s a través de la afir­ m ació n c o n c re ta d e la s n e c e s id a d e s y de la presencia del cuer­ p o , se h a n triv ia liz a d o a m á s n o p o d e r. Intim idado por una fu e rz a a la q u e n o p re o c u p a e l b u e n g u sto , Pope deja escapar el sig n ific a d o irre m e d ia b le m e n te . N o e s tá m u y c la ro q u é p e r s u a d ió a W illiam Cowper a con­ s a g ra r su g en io a la I lia d (1 7 9 1 ), m á s q u e a o tro texto clásico; p e ro es p a te n te q u e a s p ira a s e r m á s rig u ro so , m ás verdadero co n la n e rv io s a sen cillez d el o rig in a l, de lo que lo fue el buen P ope. E l d e W illia m C o w p er es u n H o m e ro del todo miltonian o . A n u n cia en s u p re fa c io q u e " c u a lq u ie ra que conozca a los d o s n o p u e d e d e j a r d e le e r a u n o , sin que le venga a la memo­ ria el o t r o " . L o cu al s u e le lle v a r a u n desgarbado remedo, en el q u e se v an a lte r n a n d o P a ra d ise L o st y Sam son Agonistes:

B u t since the pow ers o f heaven brought on thy land This fatal war, battle and deeds of death Always surround the city where thou reign'st. Cease, therefore, fro m unprofitable tears W hich, ere they raise thy son to life again, Shall, doubtless, fin d fresh cause for which to flow.

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[Pero d esd e q u e los p o d e re s celestiales tra je ro n esta g u erra fa­ tal / sobre tu tie r r a , la p e le a y los hechos a m uerte sitian la ciu­ dad de tu re in a d o . D etén , p u e s, e sa s lágrim as inútiles que, antes de que d ev u elv an la v id a a tu h ijo , en co n trarán , no hay duda, nuevos m o tiv o s p a r a d e rr a m a r s e ] .

Publicada en 1951, La Ilíada en inglés de Richmond Lattimore ha dado lu g ar a tantos elogios como críticas; ha ejercido considerable influencia, ta n to en las escuelas como entre el gran público. Aspira a hacer sentir ciertos efectos de las técnicas ritu a les descubiertas en el original por Milman Parry. En esta versión se integran todas las investigaciones textua­ les e h istó ricas m odernas. Su "verso libre de seis tiempos" aspira a re p ro d u c ir la so ltu ra y la textura oral del relato ho­ mérico. No se a rre d ra an te lo obvio: Now you and I m ust rem em ber our supper. For even Niobe, she o f the lovely tresses, remembered to eat, w hose tw elve children were destroyed in her palace, .. But she rem em bered to eat when she was worn out with weeping. .. Come, then, w e also, aged magnificent sir, must remember to e a t. ., [Ahora tú y yo debem os recordar tu cena. / Pues aun Níobe, la de adorables trenzas, se acordó de cenar; / ella, cuyos doce hijos fueron d estruidos en su palacio.] P [ ero ella se acordó de comer cuando estaba rendida por el llan­ to. / Ven pues, venerable y magnífico señor; nosotros también debemos acordarnos de c o m e r...]

E sto es m ás o m enos lo que llanamente dice el texto griego. Entonces, ¿ d e dón d e provienen las incongruencias, la persis­ ten te im presión de insipidez? Al procurar una lengua "intem ­ p o ral" c lara y sin ostentaciones, Lattim ore se convierte en ju g u ete de u n a cadencia especial, m itad Longfellow y mitad E isenhow er. " Tall Priam " yerra por un pelo; Πρίαμος μέγας pero ése es e! problem a. H e had just got through w ith his dinner [ap en as había term inado su cena] es igualmente justo en c u a n to al d etalle; pero no por ello deja de sonar m al. Aged m agnificen t sir [venerable y magnífico señor] es corrosiva­ m ente inadecuado, y hay en él una alusión ridicula: el estu­ d ian te n o rteam ericano que se acerca por vez prim era a su

p re c e p to r e n O x b rid g e . L a ttim o r e d a la n o ta ju s ta al final del p asaje. A quiles b u tc h e r s a la o v e ja f a i r l y ; el v erb o butchers y el a d v e rb io fa ir ly d e te r m in a n u n a a m b ig ü e d a d q u e apunta acer­ ta d a , c o n c e r ta d a m e n te , a la s n o c io n e s d e ju s tic ia y de gesto e le g a n te y v a le r o s o ; a p e s a r d e to d o , s u v e rsió n , en conjunto, es ya u n a o b r a fe c h a d a . E l p r o y e c to d e u n a len g u a sin edad se h a c o n v e r tid o e n el d e u n a i n t e m p o ra lid a d parroquiana. Y e s o e s, p r e c is a m e n te , lo q u e H o rn e ro n o es, de ninguna m a n e ra . N in g u n a d e la s tr a d u c c io n e s q u e a c a b o d e c ita r (y sin en­ t r a r e n d e ta lle s , d e 1581 a la f e c h a h a n a p a re c id o en inglés m á s d e 200 v e rs io n e s a b r e v ia d a s o c o m p le ta s d e la Ilíada y d e la O d is e a ) h a c e ju s t i c ia a l o r ig in a l. N in g u n a restablece la e q u id a d , a u n si la v e rs ió n d e P o p e e s in d u d ab lem en te una epopeya a títu lo p ro p io . E n s u im ita c ió n del Canto xix, C h rís to p h e r L o g u e d e s c rib e a s í e l y e lm o d e A q u ile s: though it is noon th e h e h n e t sc re a m s against the light, scratches the eye, so vio len t i t can be seen across th ree th o u sa n d yea rs.54 [Aunque es m ediodía, el yelm o re fu lg e c o n tra la luz, y lastima la vista; con ta n ta violencia p u e d e v erse a través de tres mil años]. E ste a rd id , g ra c ia s a l c u a l u n a v is ió n p u e d e d eslu m b rar a tra­ vés del tie m p o d e fin e t a n t o a l a u t o r c lá s ic o , co m o a la tarea del tra d u c to r. V o lv e r v isib le s la s c o s a s b a ñ á n d o la s en su pro­ pia luz, y n o a v a s a lla rla s p r o y e c ta n d o la n u e s tra . De las d o s fo rm a s d e tr a ic ió n , la d e l engrandecim iento es la m á s s u til. P u e d e p r o c e d e r d e u n a v a r ie d a d de motivos. P u ed e s e r q u e , e n g a ñ a d o p o r c a r e c e r d e b u e n criterio, o bien a p rem ia d o p o r s u s o b lig a c io n e s p ro fe s io n a le s , el traductor tra b a je s o b re u n o rig in a l in f e r io r a s u s p ro p ia s aptitudes na­ tu ra le s. B a u d e la ire , p o r e je m p lo , t r a d u j o a s í "T h e Bridge of S ig h s" [ E l p u e n te d e lo s s u s p ir o s ] d e T h o m a s H ood. O bien, la fu e n te p u e d e h a b e r c o b ra d o u n v a lo r m a lé fic o o canónico, de m o d o q u e la s v e rs io n e s p o s te r io r e s la e x a lten , llevándola a u n a a ltu r a q u e le e s a je n a . N o c a b e d u d a d e que éste es el caso , e n m u c h o s m o m e n to s , d e la A u th o r iz e d Versión. En los S alm o s, p o r e je m p lo , la t r a m a r i t u a l y lite r a l del hebreo se d is to rs io n a , p r o d u c ie n d o e flo re s c e n c ia s b a rro c a s . Compárese, 54 C h rísto p h e r L ogue, P a x, p. 19.

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si no, el Libro de Job de la Authorized Versión con el de M. H. Pope, tal com o aparece en la Anchor Bible de 1965. Tam­ bién puede suceder que el tra d u cto r opere en un contexto que exige m ás corrección y decoro que el del autor traducido: de 1770 a finales del siglo xix, las obras de Shakespeare se traducen con m uchas desviaciones, por la presión de la prosa heroica, y p o r las contenciones del exceso de refinamiento. Con dem asiada frecuencia, el traductor se engrandece a ex­ pensas del original. D otado de talento lingüístico y prosó­ dico, pero incapaz d e engendrar una forma viva independien­ te, el tra d u c to r (llám ese Ezra Pound, Robert Lowell, Christopher Logue o B oris P astern ak ) realza, sobrecarga o dramatiza en exceso el te x to que traduce, para convertirlo, casi, en su trofeo personal. Sin em bargo, desde el punto de vista técnico y cultural, los más in teresan tes ejem plos de "transfiguración" son aquellos donde ha tenido lugar, por así decir, inadvertidamente, una "traición p o r ex altació n " . El traductor produce una compo­ sición que su p era al original, por la calidad del estilo, o por el poder de la em oción. Aunque relativamente raros, tales ejemplos son de la m ayor importancia. Por extraño que pueda parecer en u n co n tex to anglosajón, creo que es posible soste­ ner con cierto derecho que Schlegel y Tieck han mejorado muchos p asajes bufos, obscenos o centrados sobre la farsa verbal de las com edias de Shakespeare: recuérdense sus ver­ siones de L os dos hidalgos de Verona, de Como gustéis y de Las alegres com adres de Windsor. Gracias a la intervención de C hristopher M arlowe, Amores I I .10, de Ovidio, se trans­ figura en un g ran poema. La traducción que hace Santayana del poema L'A rt, de Théophile Gautier, tiene una grandeza de la que carece el original. Y, sin embargo, por brillante que sea el resu ltad o , se tra ta de un proceso de "sobrecompensación", y se h a ro to el equilibrio fundamental. " Un traductor debe ser com o su au to r", escribió el Dr. Johnson, pensando en D ryden; " av en tajarlo no es asunto suyo". Cada vez que esto se produce, el original es víctima de un sutil agravio. Y el lector se ve privado de una visión justa de la obra original. Louise Labé fue poeta de cándida intensidad. Adopta las más gastadas fibras petrarquistas, pero las carga de un calor abiertam ente corporal. Proveniente de una mujer, este valor literal im pregna a su lengua y a sus giros retóricos, dotándo­ los de u n vigor virtualm ente infantil, por la exigencia de su petició n :

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Baise m 'en cor, rebaise m o y e t baise. D onne m ’en u n de te s p lu s sauoureus, D onne m ’en u n de te s p lu s am our eus : I e t ’en rendray q u a tre p lu s chatis que braise. Las, te plein s tu? ça que ce m al i’apaise, E n t ’en d o n n a n t d ix a u tres doucereus. A insi m eslans nos baisers tant hereus Iouissons nous l'un d e l'a u tre à notre a is e ... [ Bésam e m ás; vuelve a b esarm e y b ésam e. / Dame un beso de tus m ás sabrosos, / dam e u n beso de tu s m ás am orosos; / te daré yo, e n cam bio, c u atro m ás ard o ro so s q u e las brasas. / ¡Ay!, ¿te quejas? Lo q u e te hace daño alivio / d án d o te o tro s diez dulcísi­ m os. / M ezclando así n u e stro s beso s gozosos, / gocemos uno dd o tro, a n u e stra g u is a .. . ]

E n el siglo xvi, baiser n o te n ía e l s e n tid o d e comercio sexual que tien e e n n u e s tro s d ías; p e ro la vivacidad carnal, el calor de la am ante-poeta, n o p u e d en lla m a r a engaño. El "olor del h o rn o " e s tá p re sen te e n to d o el po em a ( p lu s chaus que braise; d ix a u tre d o u cereu s); y los im p e ra tiv o s son los del niño que exige u n pastel, to d av ía caliente. E s u n po em a que se deshace en la boca. R ilke lo tra d u c e así : Küss mich noch einmal, küss m ich wieder, küsse m ich ohne Ende. Diesen w ill ich schmecken, im dem will ich and deiner Glut erschrecken, und vier fü r einen will ich, Ueberflüsse will ich dir wiedergeben. Warte, zehn noch glühendere, bist du nun zufrieden? O dass w ir also, kaum m ehr unterschieden, glückström end in einander überg eh n ... A unque el ju eg o de las rim as sea m ás lib re que en el original, la versión de R ilke es, e n el p lan o de la form a, por demás ingeniosa. E l paso g rad u a l de la q u e ja (T e pleins tu?) a la sa­ tisfacción ( b ist d u n u n zu frie d e n ? ) sigue siendo fiel a la ima­ gen de u n su av e in te rc am b io ín tim o e n tre am antes. Pero, casi in m ed ia tam en te después, R ilke e s tira el soneto y lo eleva has­ ta un re g istro m ás solem ne. La perspectiva infinita de Ohne E n d e es e stim u la n te y b arro c a , p e ro ech a a perder la atmós­ fe ra c o tid ia n a ; el c alo r de la alcoba del cuadro de Louise Labé. A n d ein er G lut ersch recken es o tro ejem plo de aumento

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brusco. En el te x to fra n cé s n o hay juegos amenazantes : pode­ mos quem arnos lo s labios con algo que acaba de salir del horno; pero, en to d o caso, el te rro r no forma parte de esa experiencia. E l seg u n d o cu a rte to se apoya intensamente en las amortiguadas sib ilan tes de la rim a: apaise/doucereus/ heureus/ aise. La sen su alid ad se desplaza hacia el reposo. El diapasón de Rilke es m u c h o m ás elevado ; exactamente como en el Éxtasis de J o h n D onne, los am antes renuncian a sus identi­ dades separadas, y se fu n d en en un platónico unísono. La modesta m ag ia del o rig in al vuela hecha añicos. Ya no esta­ mos a g u sto ( à n o tre aise ); la n o ta central se ha perdido; se ha ido el cán d id o , au n q u e dom éstico, erotism o de iouissons. El vuelo; la fu e rza filosófica de los versos de Rilke, dejan atrás los recu rso s d e Louise Labé; preparan el elocuente mo­ vimiento de disipación sensual y espiritual con que Rilke termina: W en n ich, aus m ir ausbrechend, mich vergeude, mientras q u e el o rig in al se contenta con un travieso Si hors de moy ne fa it quelque saillie. Pero, a pesar de que sea un poema m ás im p o rtan te, o m ás bien porque lo es, la traduc­ ción de R ilke dism inuye el poem a de Louise Labé. Jules Supervielle es u n a voz m enor, pero que no tiene parecido en n in g u n a o tra . Su Chanson está bien proporcionada, aunque n o exenta d e trivialidades, y de lo que, después de Verlaine, n o so n sin o lugares com unes: Jésus, tu sais chaque feuille Q ui verdira la forêt, L es racines qui recueillent E t dévorent leur secret, La terreur de l’éphémère A l’approche de la nuit. E t le soupir de la Terre Dans le silence infini. T u peux suivre les poissons Tourm entant les profondeurs, Quand ils tournent et retournent E t si s'arrête leur c o u r ... [Jesús: t ú conoces cada ho ja / que verdecerá el bosque / las raí­ ces q u e reco g en / y devoran su secreto / el terror de lo efímero / cuando se av ecin a la noche / y el suspiro de la tierra / en el silencio in fin ito . / Puedes seguir a los peces / que atorm entan las p ro fu n d id a d e s / cuando van y vienen / y si se detiene su corazón.. . ]

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Paul Celan, fiel a la tra y e c to ria ú n ica de su genio, conden­ sa y am plía al m ism o tiem po : Jesus, d u k e n n st sie a lle: das B la tt, das W aldgrün bringt, die W urzel, die ih r T ie fste s a u f sa m m e lt u n d v e r tr i n k t ...

Celan logra d a r a la invo cación u n a v e rtig in o sa cercanía, cuan­ do pone en sin g u lar la h o ja y la raíz. I h r T iefstes representa u n a doble c o rrie n te d e a b stra c c ió n y de im agen, que no se halla en secret; la ex p resió n g a n a fu erza con la nota exacta que es ve rtrin k e n , m ie n tra s q u e d é v o re r llam a la atención com o un accidente, o com o u n e le m e n to p u ram en te eufónico. L'éphém ère e s tá p re ñ ad o de v ag as am enazas, y los versos que siguen son triv iales; n o así los d e C elan: die A ngst d es Taggeschöpfes, w en n es sich n a c h th in neigt, das S e u fze n d ieser E rd e im R aum , d e r sie u m sc h w e ig t.

Taggeschöpfes, n a ch th in , u m s c h w e ig e n , so n los elementos com pactos que Celan h a h ech o e x tra ñ a m e n te suyos. Más allá de Supervielle, la tra d u c c ió n m a te ria liz a la intención de grave­ dad, de oscuridad en v o lv en te, q u e la triv ia lid a d de infini de­ bilita en el original. La e x p resió n d e C elan W ühlen abgrundw ärts es u n m o v im ien to g ra m a tic a l y to n a l mucho más agudo, m ucho m ás sin ie stro , q u e el que lo g ra la expresión francesa. Y el tra d u c to r s u p e ra h a s ta el tra z o refinado de Supervielle : E t s i s 'a rrête le u r c œ u r . E l te x to alem án realiza el suave descenso de Je sú s a las p ro fu n d id a d e s, y encierra m isteriosam ente, en el tiem p o y e n la acción, el contraste im plícito e n tre la e te rn id a d d iv in a y la efím era primavera de las form as o rg á n ic a s: Du k a n n st den Fisch begleiten, dich w ühlen a b g ru n d w ä rts u nd m it ihm sch w im m e n , u nten, u n d länger als sein H e r z . . 5 55 Jules S upervielle: G e d ic h te : D e u tsc h v o n P aul Celan, fue publica­ do en F ra n cfo rt, e n 1968. E s n e c e s a ria u n a edición completa de las traducciones que hizo C elan del fra n c é s (S im e n o n incluido), del inglés y del ruso. Sólo c u a n d o se pu ed a d isp o n e r de ta l edición, será posible analizar las relaciones e n tre el "p o e ta o r ig in a r " y el "reformulador" de genio.

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Cuando se ha leído esto, ya no es posible volver a Super­ vielle; una tra d u cció n de esta categoría es, en cierto sentido, el más cruel de los hom enajes. Examinemos, p o r últim o, la manera en que son exaltados el Búho y la G atita en la versión de Francis Steegmuller,56 y que se debe to talm en te a los contrastes de los sistemas fonéticos y sem ánticos del inglés y del francés. Miel roux posee una distinción que som e honey no tiene; en une lettre de crédit hay to d o u n potencial de lógica y de elegancia, que le está com pletam ente negado a Wraped up in a five —pound n o te . P ero la brecha se abre realmente con el verso que viene d e sp u é s: The Owl looked up to the stars above [El búho m iró h acia las estrellas]. En el texto francés el verbo y su o b jeto levantan el vuelo: Le hibou contemplait les astres du ciel. S ta rs above evoca el techo de la casa; les astres du ciel, sólo pueden ser planetas cargados de presa­ gios. En E d w ard Lear, el Búho canta acompañado de una small guitar [ g u ita r r ita ]; Steegmuller deja caer el epíteto. Luego, sube el to n o : “Ó M inou chérie, ó Minou ma belle, O Poussiquette, comme tu es rare, E s rare, E s rare!’ ó Poussiquette, comme tu es rare!" T h e owl and the pussy-cat

I The Owl and the Pussy-cat went to sea In a beatiful pea-green boat, They took som e honey and plenty of money W rapped up in a five — pound note, The Owl look up to the stars above, And sang to a small guitar, " O lovely Pussy! O Pussy my love, W hat a beautiful Pussy you are, You are, You are! W hat a beatiful Pussy you are!" 56 Le Hibou et la Pousiquette: Edward Lear's. " The Owl and the Pussy-cat” freely translated into French, por Francis Steegmuller, Lon­ dres, 1961.

E L D E S P LAZAM IENTO H E R M E N E UTICO II

P u ssy said to th e O w l, " Y o u e leg a n t fo w l! H o w c h a rm in g ly s w e e t y o u sin g ! O let u s be m a rr ie d ! T o o lo n g w e have tarried: B u t w h a t sh a ll w e d o fo r a rin g ? " T h e y sail a w a y fo r a y e a r a n d a d a y , T o th e la n d w h e re th e B o n g -tre e g ro w s, A n d th e re in a w o o d , a p ig g y-w ig s to o d W ith a ring a t th e e n d o f h is n o se, H is n o se, H is n o se W ith e a rong a t th e e n d o f h is nose. I II

"" "D ear Pig, are y o u w illin g to s e ll fo r o n e shilling Y o u r ring?" s a id th e Piggy, " I w ill”. S o th e y to o k it a w a y a n d w e r e m a rr ie d th e n ext day B y th e tu r k e y w h o liv e s o n th e h ill T h ey d in e d o n m in c e , a n d s lic e s o f q u in ce, W h ich th e y a te w ith a r u n c ib le s p o o n ; A n d h a n d in h a n d , o n th e ed g e o f th e sand, T h e y d a n ced b y th e lig h t o f th e m o o n , The m oon, The m oon, T h ey danced b y th e lig h t o f th e m o o n . [E l B úho y M iau la g a ta se f u e ro n a l m a r / e n u n lindo bote / verde claro. / L levaron c a ra m e lo y m u c h o d in e ro / en un billete envuelto. / El B ú h o m ir ó a la s e s tr e lla s del cielo / y así cantó con una m a n d o lin a : / O h, lin d a M ia u , M iau m i am or. / ¡Cómo te p o d ré a m a r / a m a r / a m a r . / Y al B ú h o a s í le d ijo Miau: “Tú, loco elegante / ¡cuán su a v e e n c a n to e l d e tu can to ! / Casémonos ya, d em asiad o h em os e s p e ra d o : / ¿ P e ro c ó m o u n anillo tendrem os? / Así se fu e ro n u n a ñ o y u n d ía / a d o n d e crece de las cam p an as el á rb o l. / Allí e n u n b o s q u e u n lech ó n estaba, / con un anillo en la n a riz / n a riz / n a riz / c o n u n anillo en la na­ riz. / M a rra n ito q u e rid o , ¿ q u ie r e s v e n d e r tu anillo por un cen­ tavo? / Y d ijo él: "S í, lo h a r é : " Así, se lo llevaron y al día siguiente se c asa ro n / a n te el P a v o q u e vive en la colina. / Co­ m ieron p icad illo y re b a n a d a s d e m e m b rillo / cortadas con un cuchillo: / y a g a rra d o s d e la m a n o / e n la o rilla de las dunas / d an zaro n a lu m b ra d o s p o r la lu n a / lu n a / luna. / Danzaron a lu m b ra d o s p o r la lu n a .] V e rsió n d e F ra n c is Stcegmuller.

El facsím il fo n é tic o e s m u y in g e n io s o : Y o u are / Es rare; p e ro e s e v id e n te q u e el t r a d u c t o r e n n o b le c e , a todo lo largo

E L DESPLAZAMIENTO HERMENÉUTICO

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del poema. A unque rem ede el sonido del original, la ter­ minación q u e tte en Poussiquette recuerda coquetterie. Su menuda elegancia d eja m uy atrás los éxtasis de traspatio del poema de E d w ard Lear. Y rare es, por definición, palabra más a risto c rá tic a que beautiful. En la siguiente estrofa, la transfiguración es ex p lícita: Y ou elegant fowl [Tú gallina elegante] se co n v ierte en Noble sieur [Noble caballero] y How charm ingly sw eet [Q ué dulce encanto el de tu canto] se eleva h a s ta V o tre voix est d'une telle élégance [Vuestra voz es de tal eleg an cia]. Aun donde la traducción se limita a un intercam b io léxico (u n e alliance por a ring), el francés ennoblece al co n ju n to . Piggy-wig pasa al lenguaje adulto, convirtiéndose en Cochon de lait [lechón], y no se contenta con sta n d in a w o o d [se halla en un bosque], pues ahora: Un cochon de lait surgit d ,une forêt [Un lechón surgió de un bosque], S teegm uller, con destreza, conserva la rima interna de "Dear Pig, are yo u willing to sell for one sh illin g ...” cuando lo tra s la d a com o Cochon veux-tu bien nous vendre pour un r ie n . . . sólo que un rien tiene un matiz de altivez felina —el te m a de la lettre de crédit— que se encuentra muypor encim a del texto-fuente. El matrimonio on the hill econviserte en el m ás am plio y retórico sur le mont les unit. Solamenteal final, no se sabe por qué, Steegmuller vuelve laespalda a su estrateg ia de ennoblecimiento. Pero una vez áselbmrío de la m im esis fonética es asombroso: E t là su r la plage, le nouveau ménage Dansa aux clair de la lune, La lune, La lune, Dansa au clair de la lune. [Y en la p la y a , el nuevo m atrim o n io / danzó al claro de luna, / la lu n a, / la lu n a , / danzó al claro de luna.]

Pero m énage es una expresión irremediablemente doméstica ; la plage disipa la magia de la reminiscencia shakesperiana que anim a a " on the edge of the sand" ; y au clair de la lune, a causa de la canción infantil, es una frase extrañamente llana cuando se le compara con “The light of the moon". Steegmuller, de pronto, ha dejado de transfigurar, para po­ nerse a dism inuir. Pero vim os que el ideal de la traducción está en no ser disminución ni metamorfosis, aunque este ideal no se mate-

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rialice nunca del todo. N inguna form a contingente puede calificarse de p erfecta. Y decirlo, ya es un lugar común. Pero el a su n to no es tan tr iv ia l; el ejem plo de traducción "perfec­ ta", actualizaría u n a sin o n im ia absoluta. Daría por sentada una in terpretación tan m inuciosa y com pleta, que fuese capaz d e d a r cu en ta cabal h a s ta del m e n o r rasgo del texto-fuente —ya sea fonético, gram atical, sem ántico o contextúal—, y u n a in terp retació n tan e stric ta m e n te calibrada, que no aña­ diera al tex to nin guna p a rá fra sis, explicación, ni variante. P ero sabem os que en la p rá c tic a esta concordancia perfecta no es posible, ni en el nivel de la interpretación, ni en el de la traducción o de la reform ulación lingüística. Los factores que restringen la to ta lid a d h erm en éu tica n o se limitan a la traducción. Vimos al com ienzo d e e s te estudio que la com­ prensión no es nunca ab so lu ta, y que n o se establece de une vez p o r todas, cu ando el d iscu rso h a dejado de ser absolutam ente ru d im en tario , y q u e incluso e n estos casos puede des­ lizarse insensiblem ente h acia la am bigüedad. La compren­ sión es siem pre p a rc ia l; e s tá siem p re su jeta a modificación o enm ienda. E l len g u aje n o sólo es polisém ico, no sólo está su jeto a cierta evolución. E s im preciso, y tiene que serlo para poder satisfacer las exigencias d e la elocución. Y aunque sea teóricam ente im aginable u n a " traducción perfecta" o un "intercam bio perfecto d e la to ta lid a d de las significaciones deseadas" en tre dos in terlo cu to res, n o habría ningún modo de verificar la ejecución real. P ues, ¿cóm o podríamos saberlo? ¿Qué técnicas em plear, a p a rte d e la formulación para­ lela y d e la p a ráfrasis explicativa, p a ra dem ostrar que, en verdad, nos e n co n tram o s a n te u n a realización "perfecta"? Y, sin em bargo, ese género d e dem ostración llevaría necesa­ riam en te a re an u d a r el d eb ate a p a r tir d e cero. En otras pala­ b ras: d e m o strar la excelencia, el c a rá c te r integral y completo d e u n acto d e in terp retació n o d e traducción, equivale a ofrece r u n a opción o u n apéndice. El len g u aje no funciona en un c ircu ito cerrad o , y n o com porta sistem as autosuficientes de axiom as. P ero si la trad u cció n " p e rfe c ta " n o es más que un ideal form al, y si la trad ucción d e g ran calid ad es excepcional, existen , con todo, ejem plos que parecen alcanzar el límite de lo em píricam ente posible. Son lo s tex to s donde el compromiso inicial de e n c a ra r los riesgos afectivos e intelectuales que ofrece u n a alte rn a n cia, com pacta y to d av ía no explorada, se respeta escru p u lo sam ente, h a s ta que se tiene el producto ter­

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minado. Hay traducciones que son obras maestras de exégesis crítica, donde la comprensión analítica, la imaginación histórica y el dominio total de la lengua informan una eva­ luación critica que resulta al mismo tiempo una exposición totalmente lúcida y responsable. Hay traducciones que no sólo ilustran la vida en su totalidad, sino que, al hacerlo, enriquecen y amplían los instrumentos de trabajo de su pro­ pia lengua. Por últim o (y éste es el caso más excepcional), hay traducciones que restituyen, que establecen un equili­ brio, un momento de equidad perfecta entre dos obras, dos lenguas, dos mundos de experiencia histórica y sensibilidad contemporáneas. Cuando una traducción realiza estos cuatro aspectos por igual, y con toda plenitud, nos encontramos ante "un milagro de rara invención". Ningún estudioso de la traducción tendrá un conocimiento directo de algo más que una pequeña fracción de ese inmen­ so, y de algún modo caótico espectro, que es su tema. Sería absurdo d ar una "pequeña lista" de obras maestras de la tra­ ducción. Existen demasiadas variables en las circunstancias históricas, en los propósitos locales y en las diversas inten­ ciones. Cada uno de nosotros sólo es competente, acaso, en un puñado de lenguas, literaturas y disciplinas. Pero no me gustaría concluir la parte práctica, el "taller" de mi exposi­ ción, sin citar por lo menos uno o dos ejemplos que rayan en el ideal. El modelo de cuatro fases que he propuesto se des­ prende de casos concretos, semejantes a los que explicaré. Aunque haya un tropiezo, cierto matiz sentimental en los versos siete y ocho, la versión que hizo Gilbert Keith Chester­ ton del soneto de Joachim Du Bellay Heureux qui, comme Ulysse. .. no necesita comentarios. Lejos de ser una licencia, los dieciséis versos de la traducción inglesa establecen una auténtica paridad en relación con el soneto original : Heureux qui, comme Ulysse, a fait un beau voyage Ou comm e cestuy-là qui conquit la toison, Et puis est retourné, plein d'usage & raison, Vivre entre ses parents le reste de son aage! Quand revoiray-je, hélas!, de mon petit village Fumer la cheminée, & en quelle saison Revoiray-je le clos de ma pauvre maison, Qui m'est une province, & beaucoup d'avantage? Plus me plaist le séjour qu'on basty mes ayeux. Que des palais Romans te front audacieux: Plus que le marbre dur me plaist l'ardoise fine.

Plus m on Loyre Gaulois que le T ybre Latin, Plus m on p etit Lyré que le m o n t Palatin Et p lus que l'air m arin la doulceu r Angevine. [¡F e liz q u ie n , c o m o U tises, r e c o r r ió b e lla s vías / o, como aquel o sa d o q u e g a n a ra el to is ó n , / p a r a lu e g o to rn a r , m adurez y ra­ zón, / a v iv ir con los s u y o s el r e s to d e s u s días! / ¡Ay!, ¿cuándo volveré a v e r las tie r r a s m ía s , / la h u m e a n te chim enea, y en qué g ra ta sazó n / m i p o b re c a s a , p a tio d e p a rc a floración, / para mi rico re in o d e m a n s a s a le g ría s ? / M ás m e p la c e n los lares que hi­ c ie ro n m is m a y o re s / q u e r o m a n o s p a la c io s y altivos esplendo­ re s: / m á s q u e el m á rm o l p e re n n e , m i p iz a r r a , ta n fina; / más mi L o ira, q u e e l T ib e r d e r ib e r a la tin a ; / m á s m i c e rro Lyré, que el m o n te P a la tin o ; / m á s q u e e l m a r , la c a ric ia del céfiro angevino. T ra d u c c ió n d e S. R. Madero]

Happy, w ho like Ulysses o r th a t lord W ho raped the fleece, returning fu ll and sage, W ith usage and the w orld's w id e reason stored, W ith his own kin can w ait th e end o f age. W hen shall I see, w hen shall I see, God knows! My little village sm o ke; o r pass the door, The old dear door o f that unhappy house That is t o m e a kingdom and m u ch m ore? M ightier to m e the house m y fa th e rs made Than your audacious heads, O H alls o f Rome! More than im m ortal m arbles undecayed, The thin sad slates that cover u p m y home; More than your T iber is m y Loire to me, Than Palatine m i little L yré there; And m ore than all th e w in d s o f all the sea The quiet kindness o f the Angevin air.

Mi segundo ejem plo, o g ru p o de ejem plos, debería entrar en la rúbrica de la im posibilidad, y e llo a cau sa de los repliegues del texto original y de los p lan team ien to s opuestos en cuanto a las audacias sintácticas tolerables y lo s experimentos prosó­ dicos perm isibles en francés y en inglés. Y, sin embargo, las traducciones que de G erard M anley H o p k in s 57 hace Pierre Leyris se cuen tan e n tre los tra n sv asam ien to s más finos y refinados de las letra s m o d e rn a s ; son, adem ás, un tifón di­ dáctico, ta n to p o r lo que h ace al d etalle, com o por lo que se refiere a la captación de co n ju n to . 57 G erard M anley H opkins, R eliquiae: V ers, Proses, Dessins reunis et traduits par Pierre Leyris, P aris, 1957; G erard Manley Hopkins, Le N auffrage du D eutschland. P oem e t radu i t par Pierre Leyris, Paris, 1964.

e l d e s p l a z a m ie n t o h e r m e n é u t ic o

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La Estrofa IV de The Wreck of the 'Deutschland* [ El naufragio del " D eutschland" ] se distingue por su docta comple­ jidad, y por la precisión de sus notaciones sensoriales: I am soft sift In an hourglass — at the wall Fast, but mined with a motion, a drift, And it crowds and it combs to the fall; I steady as a eater in a well, to a poise, to a pane, But roped with, always, all the way down from the tall Fells or flanks of the voel, a vein Of the gospel proffer, a pressure, a principle, Christ’s gift. Soy suave arena adherida al vaso del reloj fija pero m inada de un movimiento, un flujo que la invade en su centro y la ahueca en su caída como el agua en el pozo quieta en su equilibrio y su lisura suspendida siempre de la cima a la sima de los altos abismos y cañadas que una veta del Evangelio profiere, una opresión, un principio, el don de Cristo.

Pierre Leyris d eja m adurar en lo más profundo de su oído sift, y capta las resonancias vecinas de sieve y, tal vez, las de la palabra escocesa siver, orificio por el cual escurre un liqui­ do. Se en cu en tran en juego allí muchos puntos de referencia: el m ovim iento d e la aren a o del agua a través de un canal es­ trecho; el refin am ien to de la m ateria a través de un cedazo sim ultáneam ente m aterial y espiritual; el reloj de arena, que indica el m om ento de las oraciones; el "Deutschland" enca­ llado en los b ajo s arenosos y estrechos. Cada uno de estos motivos germ ina e n je passe au sas d ’un sablier, traducción que reproduce sin esfuerzo aparente la asonancia de Hopkins. Ún sas es u n tam iz que suele estar hecho de lino de calidad, motivo que será retom ado más adelante en el poema. Es tam­ bién la sección del canal donde es alojado un navio mientras funcionan las esclusas. Además es verosímil que Pierre Leyris haya pensado en el inquietante verso de Charles d'Orléans: Passant m es enn u iz au gros sas [ pasando mis penas por el grueso tam iz] , que se encuentra en el artículo que Littré con­ sagra a e s ta palabra. Un poco m ás adelante, traduce fast por ferm e: * Gerard Manley Hopkins, E l naufragio del “D e u tsc h la n d ".T raduc­ ción de Salvador Elizondo.

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D ’un sa b lie r— contre la paroi, ferm e, Mais m iné par un m o u vem en t, une coulée, E t q u i s'am eute et qui se carde vers la chute. . . [D e u n a re n a l — c o n tr a la p a r e d , f ir m e , / p e r o m in a d o po r un m o v im ie n to , u n a in m e r s ió n , / y q u e s e a m o tin a , y q u e se comba h a c ia la c a í d a . . . ]

P o r su p u esto , e n fa s t se c o n c e n tra n dos tipos opuestos de energía: la v elo cid ad y la m a sa . P ero en e sta parte del poe­ m a es la seg u n d a la que se in scrib e m e jo r en la intención m an ifiesta de H opkins, y L eyris o p ta p o r ella, con toda razón. A m eu ter [ a m o tin a r ] es un verbo au d az y com plejo. En él se trenzan algunas fib ras v itales p a ra el p o em a; el tem a de la in su rrecció n o " a m o tin a m ie n to " [ m u tin e r ie ] contra las in­ tenciones en ig m áticas y a p a re n te m e n te nefastas de Dios: el del tu m u ltu o so tro p el d e los p asajero s, evocado en la Estro­ fa x v ii (a h ea rtb ro ke rabble); la m a n e ra en que las inocentes religiosas fran ciscan as so n a c o rra la d a s p o r las leyes Malvi­ nas [ Falk L a w s] (y es e s ta ú ltim a connotación la que pre­ dom ina en m e u te ). Carde to m a del original, si es posible decirlo, p o r el "re v é s" ; e n H o p k in s c o m b s [com ba] nace muy probablem ente de u n a ro ta c ió n a p a r tir de to card, que es u n a p alab ra m u ch o m en o s p o te n te . L a p alab ra francesa con­ tiene tam bién u n a rem in iscencia d e la acepción textil de sas y anu n cia encordé. Al ig u al q u e e n inglés, la chute es rica en resonancias teológicas c o n c retas. Como señala Leyris, quien sig u e la edición y las notas de W. H. G ardner, los v erso s sig u ie n te s so n de u n a densidad ex trao rd in aria. Allí se e n tre v e ra n p o r lo m enos dos series de im ágenes: la del pozo, cu y o b ald e sube y baja pendiente de u n a cu erd a, y la d e los to rr e n te s q u e se precipitan y en­ ro scan p o r el flanco de u n a escarp a : M oi calm e com m e l'eau d ’un p u its q u sq u ’au suspens, qusqu'au m iroir, M ais encordé — to u jo u rs e t to u t d u long des hauts A-pics ou flancs de la m ontagne, d ’u n e veine De l'vangile proposé, pression, p rin cip e, d o n du Christ.

Leyris in fu n d e ta l in te n sid a d a su interp retació n , que casi se llega a o lv id a r la rep ro d u cció n de las rim as internas, de las que se v an ag lo riaría u n a tra d u c c ió n d e m en o r talla ( eau/hauts, su sp en s/fla n cs, lo n g /d o n ). S u sp e n s tra n sm ite magníficamente

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poise, y an u n cia, co n m a y o r su tileza que en H opkins, el ele­ mento de " s e re n id a d " y firm eza que se encuentra en proposé. Pero el toque m ila g ro so es encordé. E sta palabra sintetiza toda la gam a de im ág en es q u e evoca la espiral de la arena que se cierne y la p a rte q u e rem ite a la noción de hilo en combs y en carde. C ordée es u n térm in o que viene de las m i­ nas (but m in e d w ith a m o tio n ), y designa el tiem po que es necesario p ara le v a n ta r el m alacate que hace subir los baldes de tierra y cascajo . E n c o rd é (¿invención de Leyris?) lleva incrustado un re tru é c a n o fu n d a m e n ta l: en el lenguaje del alpi­ nismo, avan zar encordé es i r a ta d o a u n a soga m ientras se realiza un escalam ien to . G irando sobre el eje de esta pala­ bra, la e stro fa p a sa del tem a del reloj de arena y de las briz­ nas cardadas al de la s escarp as m ontañosas. Principe tiene más fuerza de la q u e aparece a prim era vista. Como suele ser el caso de D escartes y en P ascal, principe es, aquí, al mismo tiempo, u m b ral y rad icalism o . El Evangelio es el comienzo, la raíz de lo que el h o m b re significa. No es menos reveladora la manera en que P ie rre Leyris m aneja el final de la E stro­ fa X I : Flesh falls w ithin sight o f us, we, though our flower the same, Wave w ith the meadow, forget that there must The sour scythe cringe, and the blear skare come. [La c a rn e s e d e s h a c e a n te n u e s tro s o jo s y nos m e c e m o s c o n la s o tr a s flo re s del p ra d o y olvidarnos que ha La a m a rg a g u a d a ñ a a h a c e r s u siega a tro z .] [ de llegar ( T ra d . S a lv a d o r E lizo n d o . El n au frag io del Deustch lan d )

Nuevamente el tra d u c to r se deja guiar por las aliteraciones y asonancias d e H opkins, para recrear la pulsación del argu­ mento : La chair choit sous nos yeux et nous, bien que notre fleur ne soit autre, Qu'avec le p ré nous ondulions, nous oublions Que la doit sévir l'aigre faux, survenir le soc anuiteur.

Chair/fleur es sin duda una reacción disparada por flower/ blear/share. El últim o verso de Leyris rechina con tanta es­ tridencia com o las fricativas del original, Pero la comprensión es de tal orden, que lanza a la traducción más allá de

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H o p k in s o, p a ra d e c irlo c o n m a y o r e x a c titu d , es Lal, que tras­ ciende el te x to in m e d ia to p a ra in v o c a r la p o e s ía to d a de Hopkin s. S u r v e n ir le so c r e c u e rd a c ’e s t l'a h a n q u i fa it le soc dans le s illó n /L u ir e , co n q u e L e y ris h a b ía tr a d u c id o sheer plod m a ke s p lo u g h d o w n s illo n / S h in e , d el p o e m a T h e W indhover* [ E l cern íca lo ]. S u t a ja n te p re c is ió n d is ip a el d ifu m in a d o efec­ to de blear sh a re , q u e a to d a s lu c e s c o n tie n e a Plougshare [ la v e rte d e ra del a r a d o ] , p e r o ta m b ié n la m á s v ag a acepción de " p a r te " o " p o rc ió n d e s tin a d a " a a lg u ie n . A n u iteur, palabra r a r a y h e rm o sa , q u e se p u e d e h a l l a r e n F r o is s a rt y en Du B ellay, d a p ru e b a del in s p ir a d o s in c r e tis m o q u e an im a al tra­ d u c to r. Ig u a l q u e la s " tije r a s " d e la s P a rc a s , la cuchilla del a r a d o e n g e n d ra u n a n o c h e f a ta l. E n c ie r to se n tid o , Leyris se lim ita a e x te rio riz a r lo s e le m e n to s d e p e rso n ific a c ió n emble­ m átic a p re se n te s en s o u r s c y th e [ a m a r g a h o z ] de la muerte, pero, d e o tra p a rte , v a m á s le jo s q u e H o p k in s , y produce un v erso cu y as ra m ific a c io n e s y p o d e r d e s u g e re n c ia superan a los del te x to o rig in a l. S ería d e seab le a p o y a rs e a u n m á s e n la s c ita s, y proseguir el in te n to d e a n á lisis . N o c o n o z c o o t r a tra d u c c ió n como la del H o p k in s d e L eyris, q u e lle v e a l le c to r a los bordes seduc­ to re s d o n d e se re v e la n lo s p ro c e s o s a c ú s tic o s , táctiles y herm enéu tico s, g ra c ia s a los c u a le s la m e n te p u e d e d ejar una lengua p o r o tr a y , lu eg o , v o lv e r a e lla . E n e s te caso, el grado n ecesario de p o ro sid a d es e x c e p c io n a l; p e ro lo s mecanismos seguidos so n d e o rd e n g e n e ra l. M e g u s ta r ía c o n c lu ir citando sim p lem en te los v e rso s c o n q u e L e y ris tr a d u c e P ied Beauty, u n a " im p o sib ilid a d ", si la hay.** Glory be to God fo r d a p p le d th in g s — Gloire á Dieu p o u r les c h o se s b a rio lées, Gloria a Dios p o r las cosas m a n c h a d a s. For sk ie s o f couple-colour a s a b r in d e d co w ; P our les cieux de to n s ju m e lé s c o m m e les va ch es tavelées, P or los cielos, lo m ism o q u e u n a vaca, b e rre n d o s , For rose-m oles all in s tip p le u p o n tr o u t th a t sw im ; Pour les roses grains d e b e a u té m o u c h e ta n t la tru ite qui nage; * En “ El c e rn íc a lo ” : en el s u rc o r e lu m b r a r h a c e al ara d o el afán . ** La versión c a ste lla n a e n tr e lin e a d a se d eb e a D á m a ro Alonso. Fue publicada en T r iv iu m 1, M o n te rre y , 1949, j u n t o co n o tro s "Seis poemas de Hopk in s". Las v e rsio n e s d e A lo n so s e c o m e n ta n e n la Hopkinsiana de Jo sé M anuel G u tié rre z M o ra . M éx ico . 1952.

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y el punteado ro sa d e la tru c h a en el rio; Fresh-firecoal ch estn u t falls; f inches’ wings les aíles des pinsons; las frais charbons ardents de marrorn chus; les paysages; y por esas frescas b ra sa s que caen de los castaños, y por las alas del pinzón. Landscapes p lotted and pieced —fold, fallow, and plough; Morcelés, m a rquetés —friches, labours, pacages; y por esos p aisajes donde la tie rra en tanto manchón, en ta n to pegujal se rompe —el redil, el barbecho, la besana—; And all trades, their gear, and tackle and trim. Et tes m étiers: leur attirail, leur appareil, leur fourniment. y todos los oficios con su tráfago de equipos, aparejos y poleas. All things counter, original, spare, strange; Toute chose insolite, hybride, rare, étrange, Aht sí: en todas las cosas opuestas y primarias, extrañas y frugales, Whatever is fickle, freckles (who knows how?) Ou moirée, m adrurée (mais qui dirá com ment?) en todo lo q u e tiem bla, m oteado, abigarrado, oscila (oh, quién saW ith sw ift, slow ; sw eet, sour; adazzle, dim; [bría cómo) De lent-rapide, d'ombreux-claire, de doux-amer, con rápidos y lentos, con agrios y dulcísimos, con nítidos y oscuros, He fathers-forth, w hose beauty is past change: Praise him. Tout jaillit de Celui dont la beauté na change: Louange au pére! Él, siem pre, originando, procreando continuo, Él, belleza sin cam bio, Alabadle.

Aunque sea posible analizar pormenorizadamente los mecanismos fonéticos, gram aticales y semánticos, y reconstruir a menudo con c ie rta seguridad el itinerario de tanteos, recha­ zos y enm ien d as que sin duda siguió el traductor (el paso de rose-moles a m o u chetant guiado por un término de maqui­ llaje que h a caído en desuso, sólo es un pequeño ejemplo), no es menos c ie rto que los procesos subyacentes de la transfe­ rencia del lenguaje, de la "neurofisiología" del bilingüismo, y del "p en sam ien to entre-lenguas" no se dejan apresar ( mais qui dirá co m m en t? ).57 Cuando alcanza esta altura, la traduc­ ción no sólo rom pe los obstáculos que separan las lenguas. Da la im presión de ab rirse paso a través de las barreras de incer57 Cf. Language A cquisition and Comntunicative Choice, de Susan M. Ervin-Tripp, S tan fo rd University Press, 1973, pp. 1-92; contiene un análisis d e los intercam bios bilingües.

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tid u m b re de que se ro d e a to d o d iscu rso elaborado y complejo. Llega al n ú cleo m ism o , según lo define M atthew Arnold en esto s v erso s de S a n Pablo y e l P ro te sta n tism o : B elo w th e surface-stream , shallow and light, O f w h a t w e say w e fe e l — b elo w th e stream A s light, o f w h a t w e th in k w e fe e l — there flows W ith noiseless cu rre n t stro n g , obscure and deep, T h e central strea m o f w h a t w e feel indeed. . . [ B a j o la s u p e r f ic ie - c o r r ie n te , lig e r a , y s in p ro fu n d id a d , / de lo q u e d e c im o s s e n t i r — b a jo la c o r r i e n t e , / c o m o luz, de lo que pens a m o s s e n ti r , flu y e , / c o n c a lla d o y p o d e ro s o cu rso , lóbrego y p r o f u n d o , / la c o r r i e n t e c e n tr a l d e lo q u e e n v e rd a d sen tim o s...]

VI. TOPOLOGÍAS DE LA CULTURA Este estudio se inició con el intento de demostrar que la traducción pro p iam en te dicha, es decir, la interpretación de los signos verbales de u n a lengua por medio de los signos verbales de o tra , es u n caso p articu lar y privilegiado del pro­ ceso de com unicación y recepción en cualquier acto del habla humana. Los problem as epistem ológicos y lingüísticos funda­ mentales que im plica la trad u cció n interlingual, de una lengua a otra, son fu n d am en tales, precisam ente porque ya se en­ cuentran conten id o s e n to d o discurso intralingual, confinado a una sola lengua. Lo que Jakobson llama “reformulación” —la interpretación de los signos verbales por medio de otros signos procedentes de la m ism a lengua— plantea, en realidad, problemas del m ism o o rd e n que la traducción propiamente dicha. Por ende, e n el d esarro llo de este libro se ha sostenido que una " te o ría de la tra d u cció n " (en el sentido “inexacto”, y no form alizado que h e procurado d ar a este concepto) no puede ser m ás que u n a teo ría o, m ás exactamente, un modelo histórico-psicológico, en p arte deductivo, y en parte intuitivo, de las operaciones de la lengua misma. Una “comprensión de la com prensión”, u n a herm enéutica, incluirá siempre la de­ ducción y la in tu ició n . N o es, por tanto, mero accidente que el estudio m etó d ico de la naturaleza de los procesos semánti­ cos empiece con la investigación que hizo Kant de una herme­ néutica racio n al, y co n el análisis de Schleiermacher de las estructuras lin g ü ísticas y de la traducibilidad de las escrituras hebreas, ara m e a y griega. Interrogarse sobre las condiciones y la validez d e la significación, equivale a estudiar la sustan­ cia y los lím ites d e la traducción. Sin em bargo, to d o s esto s problemas, así como los plantea­ mientos filosóficos q u e suscitan, no están circunscritos a la palabra h ab lad a o escrita. En la actualidad, esa disciplina (llamémosla a s í), la sem iología, se ocupa de todos los medios de com unicación y de todos los sistemas de signos imagina­ bles. Según ella, el lenguaje no es más que un mecanismo de comunicación e n tre u n a m ultitud de mecanismos semejantes, sean gráficos, acústicos, olfatorios, táctiles o simbólicos. En realidad, asev eran el semiólogo y el especialista en "zoosemiótica", o com unicación anim al, en muchos aspectos, el len­ guaje re su lta u n a especialización restrictiva y una astucia de 477

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la evolu ció n que, si bien h a a s e g u ra d o al h o m b re la suprema­ cía en el m u n d o n a tu r a l, ta m b ié n lo h a aislad o , privándolo de un esp ectro m u ch o m á s am p lio de conciencia semiótica y sem án tica. D esde e ste p u n to d e v ista , la traducción, según hem os visto , es u n a c o n s ta n te d e la supervivencia orgánica. La v id a del in d iv id u o y de la especie e s tá n condicionadas por u n a p re cisa o in s ta n tá n e a le c tu ra ( o p o r am b as clases de lec­ tu r a ) , y p o r la in te rp re ta c ió n d e u n a re d de informaciones vitales. E x isten u n v o c a b u la rio , u n a g ra m á tic a y, posiblemente, u n a sem á n tic a d e los c o lo re s, s o n id o s , o lo re s, tex tu ras y ges­ to s, ta n ric o s co m o lo s d e la s le n g u a s, y n o es imposible e n c o n tra r e n ellos p ro b le m a s y re sis te n c ia s ta n vigorosos al d escifra m ie n to y a la tra d u c c ió n , c o m o lo s que encontramos en c u a lq u ie r o tro lad o . P o r p o lisé m ic o q u e sea el discurso, re su lta in cap az p a ra d is tin g u ir, y a n o d ig am o s parafrasear, h a s ta u n a fracció n ín fim a d e lo s d a to s sen so riales a los que el h o m b re sig u e sien d o sen sib le, a p e s a r d el em botam iento de algunos de sus se n tid o s, y d e la c o n d u c ta lim ita d a que le im­ pone el len g u a je . T al es e l p ro b le m a q u e Jak o b so n denomina " tra n s m u ta c ió n " : la in te rp r e ta c ió n d e los signos verbales por m edio d e los sig n o s d isp o n ib les e n o tro s sistem as de signos no-verbales ( la fle ch a c u rv a e n la s e ñ a l de cam inos, el "manto azu l" al fin al d e L ycid a s, c u y o c o lo r es s e ñ a l de "pureza" y " esperanza re n o v a d a " ). Sin em bargo, n o es n e c e s a rio a b a n d o n a r el lenguaje tan inm ed iata y co m p letam en te. E n tr e la " tra d u c c ió n propiamen­ te d ich a" y la " tra n s m u ta c ió n " se e x tie n d e u n vasto terreno de tra n sfo rm a c ió n p a rc ia l. L os sig n o s v erb ales del mensaje o del e n u n ciad o se m o d ific a n m e d ia n te la influencia de uno e n tre m u ch ísim o s m e d io s, o b ie n p o r u n a combinación de m edios. E n tre é sto s se c u e n t a n : la p a rá fra s is , la ilustración gráfica, el p a stich e [ re m e d o ] , la im ita c ió n , la variación temá­ tica, la p a ro d ia ; la c ita en u n c o n te x to que lo realza o que, al c o n tra rio , lo r e b a ja ; la a trib u c ió n fa lsa (accid en tal o delibe­ r a d a ) ; el plagio, el collage, y o tro s m u ch o s procedimientos. E sta zona d e tra n s fo rm a c ió n p a rc ia l, d e derivación, de re­ expresión p aralela, d e te rm in a u n a p a r te considerable de nues­ tra sen sib ilid ad y de n u e s tr a c u ltu r a lite ra ria . Es, para decirlo llan am en te, la m a triz d e la c u ltu ra . E n e ste capítulo final me pro p o n g o a p lic a r la n o c ió n d e " a lte r n a b ilid a d ”, y el modelo d e la tra d u c c ió n p ro p u e s to e n m i p re c e d e n te análisis, al gran p ro b lem a del leg ad o d e la c u ltu r a y la significación heredadas. ¿ H a sta qué p u n to la c u ltu r a es la tra d u c c ió n y reformulación

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de una significación an terio r? P or interm edia y ubicua, esa gran gama d e "tra n sfo rm a cio n e s" y repeticiones metamórficas es una reg ió n don d e los signos verbales no son necesaria­ mente " tra n sm u ta d o s" en sistem as de signos no verbales. Por lo contrario, tales transform aciones acaso se combinen varia­ damente con esto s sistem as. El ejem plo m ás elocuente es el de lenguaje y m úsica, o el del lenguaje en música. El com positor que pone m úsica a un texto está inscrito en la misma secuencia de m ovim ientos intuitivos y técnicos que se plantean en la trad u cció n propiam ente dicha. Su confianza inicial en la significación del sistem a de signos verbales va seguida de u n a apropiación in terp retativ a; de una " transfe­ rencia" a la m a triz m usical y, por últim o, de la elaboración de un nuevo to d o , que ni devalúa ni eclipsa a la fuente lin­ güística. La p ru eb a de inteligencia crítica, de sensibilidad psicológica, a la que se som ete el com positor cuando elige un poema, lo d isp o n e y le pone música, concuerda en todo con la del tra d u c to r. E n am bos casos, preguntam os; “¿Ha enten­ dido el arg u m e n to , el tono emocional, las particularidades formales, las convenciones históricas, las am bigüedades po­ tenciales del o rig in al? ¿H a sabido encontrar el medio idóneo para re p re se n ta r cabal y explícitamente esos elem entos?” Los recursos q u e e s tá n a la m ano del compositor —tonalidad, timbre, tem po, ritm o , instrum entación, modo— corresponden a las opciones estilísticas abiertas para el traductor. Las ten­ siones b ásicas so n análogas, en lo esencial. El debate sobre si el literalism o o la re-creación debiera ser la m eta dominan­ te de la tra d u c ció n tiene su exacto paralelo en la controver­ sia, prom in en te en to d o el siglo xix, sobre si la palabra o la idea m usical debiera s e r lo m ás importante en el lied o en la ópera. Hemos v isto q u e el m ism o texto original suelen traducirlo varios tra d u c to re s contem poráneos o posteriores, y que esa secuencia de versiones opcionales es un acto de critica y corrección recíp ro ca y acum ulativa. El caso de la música le es exactam ente com parable. Cuando Zelter, Schubert, Schumann y Hugo W olf ponen m úsica al mismo poema de Goethe; cuan­ do Debussy, F au ré y Reynaldo Hahn escriben una partitura para la m ism a le tra de V erlaine; cuando Berlioz y Duparc componen m úsica para " Au cimetiérc'' [En el cementerio] de Théophile G autier, los contrastes, los problemas de conoci­ miento m u tu o y de crítica son exactamente los mismos que plantea la traducción múltiple. ¿Ha leído el compositor ese

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poem a a d e c u a d a m e n te ? ¿Q u é síla b a s o p alab ras, qué frases o u n id ad e s p ro só d ic a s e lig e p a r a el é n fa sis instrum ental o vocal? Y e sta selección o el fe n ó m e n o in v e rso , de eclipsamiento de c ie rta s u n id a d e s , ¿ re fle ja n fie lm e n te las intenciones del p o eta? (¿ E s tá en lo c o r re c to S c h u b e rt c u a n d o , al adaptar " Der W a n d erer" [E l v a g a b u n d o ] d e S c h m id t von Lü beck, con­ c e n tra to d o el s e n tid o del c a n to en el nic h t del últim o verso, h acien d o c a e r la p a la b ra e n p u n z a n te a p o y a tu ra , sobre un e x tra ñ o aco rd e d e s e x ta ? ) ¿D e q u é m a n e ra s las musicalizaciones que h iciero n S c h u m a n n , L iszt y R u b in ste in del poema de H eine " D u bist w ie ein e B lu m e ” [ E r e s c o m o una flo r] son co m en tario s su cesiv o s, p e ro ta m b ié n d iv e rg e n te s, de un texto sólo en ap a rien c ia in g en u o ? ¿ H a s ta q u é p u n to los Lieder de W olf con le tra de Mö rik e c o n s titu y e n u n acto explícito y o rig in al de re v a lu a c ió n lite ra r ia , m u c h o a n te s del reconoci­ m ien to que del g enio esp ecial del p o e ta h ic ie ra n los críticos lite ra rio s? ¿Q ué v a rie d a d d e p la to n is m o se ex p resa en las adap­ taciones m u sicales q u e h izo S a tie d e c ie rto s pasajes del Ban­ qu ete y del F e d ó n ( la a n a lo g ía co n a lg u n a s edulcoraciones de Jo w ett no d e ja d e s e r im p re s io n a n te )? L as respuestas a tales p reg u n tas se relac io n a n e s tr e c h a m e n te c o n las que surgen en el an álisis de la tra d u c c ió n lite ra r ia . P o r ello, h a y m u ch ísim o s caso s en q u e el com positor sólo in cu rre en u n a le c tu ra e r ró n e a del te x to . E n su s seis partitu­ ras para poem as de H ein e, S c h u b e rt in te rp r e ta m al la ironía oculta, pero m o rd az, del p o e ta . E l m ú s ic o su ele m anipular las palabras a ltera n d o , o m itie n d o o " m e jo ra n d o " el poema, para favorecer su in te rp re ta c ió n p e rs o n a l o s u s am biciones forma­ les ( tam bién el tr a d u c to r a ñ a d e u o m ite , c u a n d o le conviene). M ozart ag reg a un v erso a "V e ilc h e n " [ V io le ta ] de Goethe; con el propósito de su b ir u n a o c ta v a c o m p le ta la p alab ra, Schubert suprim e la e de V ogelein [ C a zador d e a v e s ] en “Ueber allen G ipfeln" [ Sobre las c im a s ] del m ism o G o e th e ; en el opus 90 de S chum ann, el co m p o sito r m o d ific a el te x to de Lenau cam­ biando ciertas p alab ras, d e ja n d o fu e ra a lg u n a s o tra s, e inser­ tan d o o tra s de su p ro p ia c o sech a (H u g o W olf, el m ás sensible cread o r de canciones a las to n a lid a d e s v erb ales, casi nunca m odifica el tex to del p o em a.1 E n la tra d u c c ió n m usical, igual 1 Debo estos tre s ejem plos a P o e m a n d m u s ic in th e Gertman L ied front G luck to H ugo Wolf, de M. S te in , H a rv a rd U niversity Press, 1971. La obra del p ro feso r S te in es tin a d e la s pocas que estu d ian a fondo el problem a de las relacio n es m u tu a s e n tr e poesía y m úsica que la acom paña. The Un tm in g o f the S k y : Id e a s o f M u sic in Engtish Poetry.

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que en la trad u cció n literaria, tropezam os con el problema del engrandecim iento y con el de la compensación excesiva, o superación del texto. Así, en Die Schöne M üllerin [ La bella molinera], y en Die W interreise [ E l viaje de invierno], Schubert transfig u ra de pies a cabeza los endebles poemas de Wilhelm Müller, llevándolos h asta el sondeo de las penas y dudas inherentes a la existencia hum ana. Los versos de Chamisso nos preparan m uy poco p ara la com plejidad emotiva de la música del opus 42 de Schum ann. ¿Se atrevería uno a decir que, a sem ejanza de algunos aspectos de "transfiguración" en la Autorized V ersión, existen paráfrasis m usicales en La Pa­ sión según San M ateo (com o el relato del Calvario hecho por el E vangelista, o las últim as palabras de Jesús en la cruz) que llegan a su p e ra r aun a las Sagradas Escrituras, o que Berlioz tra n sfig u ra y, p o r ende, traiciona en parte, el parla­ mento de la R eina Mab, tom ado de Rom eo y Julieta)? Dotado de genio para los elem entos musicales de la palabra hablada y escrita, sensible a las sugerencias de su melodía, comprometido, en un nivel soberano y filosófico con el pro­ blema de la m etam orfosis de las form as orgánicas y artísticas, Goethe veía a sus traductores musicales con encontrados sentimientos. Lo cual no fue un obstáculo para que cayeran 1500-1700, de Jo h n H ollander, sigue siendo una obra inestimable, pero solamente tra ta de paso la m usicalización de los textos literarios. Las investigaciones exhaustivas como la que hace Vincent Duckles en su artículo sobre "John Jenkins's Setting of Lyrics by Gcorge Herbert", The M usical Quarterly, XLVIII, 1962, siguen siendo excepcionales. Las investigaciones m ás interesantes son las consagradas a los compositores m odernos que tienen ideas propias sobre las relaciones entre letra y música. Cf. “ S travinsky's Oedipus as 20th Century Hero", de Wilfred Mellers (T he M usical Quarterly, XLVIII, 1962); “Some notes on Stravinsky's Requiem Setting", de Claudio Spies (Perspectives ofN ew Music, v, 1967); y "Schoenberg’s Use of Text: the Text as a Musical Control in the 14th "Georgeliked, opus 15", el importante artículo de Wolfgang M artin S tron ( Perspectives of New Music. VI, 1968); SongTranslation, de A. H. Fox Strangways (Music and Letters, II, 1921), sigue siendo la defensa m ás razonable en favor de la traducción al inglés de libretos extranjeros. En cambio "S ome Observations on Translation", de H erbert Peyser,puede s e r leído como una discusión en favor del punto de vista opuesto. Según el estricto razonamiento de Peyser, "el tim bre y la tonalidad específica" de cada lengua, en particular enparticular,cuandose le pone música, vuelve f ú til to d o lo n o s e a v ir tu is is m o de la traducción. También se impone la consulta de los dos artículos queN orthrop Fry h a dedicado a la palabra y la m úsica:"Introduction: L exis and Melos", English Institute Essays, Nueva York, 1957), y Music in Poetry", University o f Toronto Quarterly,XI,1941-1942.

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en e n ja m b re so b re s u s e s c rito s .2 L as c irc u n sta n c ia s en que M a rg a rita c a n ta la b a la d a “E s w a r ein K ö n ig in T ule [Érase en T h u le u n m o n a rc a ] (F a u s to , I ,2759-2782) so n profundamen­ te am b ig u a s. M e fistó feles h a p u e s to el c o fre con joyas en el g u a rd a rro p a d e la m u c h a c h a ; él y F a u s to la acechan en el jard ín . M a rg a rita p e rc ib e en la a tm ó s f e r a u n a e x tra ñ a opresión. El p o em a e s tá c a rg a d o d e iro n ía s y a m e n a z a s que, si bien c o n c u e rd a n co n la s itu a c ió n d e M a rg a rita , s o n ajen as a su con­ cien cia. Las c u a r te ta s d e G o e th e e je rc e n u n sortilegio contra­ d ic to rio : los v e rso s b re v e s y " e s tr a n g u la d o s '' caen torpes, a te rid o s, y, n o o b s ta n te , la a tm ó s f e r a es la d e u n a vaga inmensid a d p o b la d a d e s o m b r a s : E s w a r ein K ö n ig in T u le G ar treu b is an d a s G rab, D em ste r b e n d sein e B u le E in e n g o ld n en B e c h e r g a b. E s ging ih m n ic h ts d a rü b er, E r le e r t' ih n je d e n S c h m a u s; Die A ugen g in g en ih m ü b e r , S o o ft er tr a n k daraus. Und als e r k a m z u sterb e n , Zählt er sein e S t äd t im R e ic h , G ö n n t’alles se in e m E r b e n , Den B e c h er n ic h t z u g le ic h . . . É rase en T h u le u n m o n a rc a m odelo de leal a m o r, y al que su a m a d a u n a co p a de oro, al m o rir, le legó. N ada e stim ab a el rey ta n to ; tan sólo en ella b eb ía, y siem pre q u e la a p u ra b a , la m irad a se le iba. Y al llegar su ú ltim a h o ra el reino legó a su h ijo , 2 La lite ra tu ra m o n o g ráfica, al re sp e c to , es m u y copiosa. Los tres volúm enes de la c o rresp o n d en cia G oethe-Z elter siguen siendo nuestra fuente principal. V éanse tam b ién las d o s e d ic io n es preparadas por Max F riedländer, de G edichte von G oethe in C o m positionen seiner Zeitge­ nossen (S c h rifte n d er G oeth& G essellschaft, x i, 1896), y Gedichte von G oethe in K om positionen (S c h r ifte n d er G oethe-G essellschaft, xxxi, 1916). P a ra u n an álisis general, v éase el n ú m e ro especial de La Revue M usicale, cxxv, 1932, sobre G oethe y la m ú sic a .

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pero a la copa preciada le reservó o tro destino. A su m esa están sentados, de su corte, los señores del castillo en el salón q u e dan al m a r sus balcones. Allí e stá la b eb e el rey y a rro ja al solem ne el

vieja copa; su útim o trago, m a r con un gesto cáliz sagrado.

C aer en las aguas lo m ira y ve cóm o se hunde en ellas, y a él los ojos se le h u n d e n ... Ni u n a gota m ás b e b ie ra ... T. de Rafael Cansinos Asséns

Entre las in c o n ta b le s te n ta tiv a s de traducción de estos versos, la única que e s tá a la a ltu ra es la de N erval, y aun aquí, el rompim iento d el e sq u e m a de las rim as m ina la fuerza de l poema o rig in a l : A u tre fo is un roi de Thulé, Q ui ju sq u 'a u tom beau fu t fidèle R e ç u t à la m ort de sa belle, U ne coupe d'or ciselé. C o m m e elle ne le quittait guère, D ans les fe stin s les plus joyeux, T o u jo u rs u ne larm e légère, A sa v u e h u m ecta it ses yeux. Ce p rince, à la fin de sa vie, L ègue to u t, sa ville, son or, E x c e p té la coupe chérie, Q u'à la m a in il conserve enco r. ..

El tex to o rig in a l fu e m u sic aliz ad o p o r Z elter, Schum ann y Liszt. G o u n o d y B e rlio z a d a p ta ro n la versión francesa. Cada nadu e e s ta s c o m p o sic io n e s co n stitu y e un nuevo enunciado, donde el s is te m a d e sig n o s verb ales es críticam ente esclareci­ do o, c o m o p u e d e lle g a r a s e r el caso, m alin terp retad o por un sistem a d e s ig n o s n o v erb ales, co n su sin taxis propia y m uy

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fo rm a l. E n o tra s p a la b ra s , la m u sic a liz a c ió n de un poema g en era u n e s tr u c tu r a o c o n s tru c c ió n , e n la q u e el original y su “ tra d u c c ió n ” (q u e p u e d e c o n f ig u r a r u n a tra d u c c ió n doble) coexisten en d in á m ic a s im u lta n e id a d .3 La m u sicalizac ió n d e Z e lte r s ig u e e s tr ic ta m e n te las estrofas. E s tá en la m e n o r, y co n u n s e n c illo a c o m p a ñ a m ie n to de acordes. La m ú sic a se s o m e te a la a u to r id a d d el poem a precisa­ m en te c o m o q u e ría G o e th e . S c h u m a n n es m u c h o m ás ambicio­ so. C om puso la c a n c ió n e n 1849, y la p u b lic ó e n el volumen I de sus R o m an ces u n d B a lla d e n ( o p u s 6 7 ). E l inquieto solilo­ q u io d e M a rg a rita se tr a n s f o r m a en u n a c a n c ió n con la parte p a ra so lista , m a s c u lin o o fe m e n in o , y c o ro d e cinco voces m ix tas. E l te x to se tra n s c rib e al p ie d e la le tra . Todas las e stro fa s e s tá n m u s ic a liz a d a s s in re p e tic io n e s , y su ritmo es sencillo. H ay a lg u n a m o d u la c ió n a u n q u e m u y prudente, la a rm o n ía e s m ás a m e n u d o " v e r tic a l" ( d e a c o rd e s ), más que “ h o riz o n ta l” (p o lifó n ic a ). S c h u m a n n p o n e deliberadam ente la o bra al alcance d e u n a s o c ie d a d c o ra l d e aficionados, y pa­ rece re calcar los e le m e n to s fo lc ló ric o s d el poem a. Pero no llega a c a p ta r lo que la le y e n d a y la s itu a c ió n de la cantante tienen de m isterio so . L a v e rs ió n d e L iszt es m u ch o más pe­ n e tra n te (p rim e ro le p o n e m ú s ic a e n 1843, p ero revisa la p a rtitu ra en 1856). E s u n a v e rs ió n b a s a d a e n la ambigüedad del re la to ; en las te n sio n e s e n tr e la s e n s u a lid a d y la muerte; e n tre la fid e lid a d y la d isip a c ió n q u e o rig in a ro n el tratamien­ to que les d io G oethe, y q u e d r a m a tiz a n el e s ta d o inconscien­ te d e M arg arita. La c a n c ió n e s tá d e s tin a d a a la mezzosoprano, y se h a m u sic a liz a d o d e p rin c ip io a fin. Su estructura es com pleja, d e s tin a d a a r e p r o d u c ir la tr a m a de la balada. C iertos v erso s se r e p ite n : h a y u n a in tro d u c c ió n para piano y breves in te rlu d io s p a r a el m is m o in s tr u m e n to después de la c u a rta y q u in ta e s tr o f a s ; la ú ltim a e s tá dividida en dos secciones, con u n a d ra m á tic a re p e tic ió n del verso final. La concepción d e L iszt es in te n s a m e n te p ic tó ric a y romántica. El co m p o sito r to m a el m o tiv o d e u n a e scen a posterior, e im ag in a q u e la h e ro ín a h ila e n la ru e c a m ie n tra s canta. Por eso, el p ia n o in ic ia el tro z o re m e d a n d o el ch irrid o de la rueca. La fra s e m u sic a l im ita co n e fic a c ia el movimiento d esigual (rá p id o -le n to -rá p id o ). E s ta fra s e se convierte en el 3 E l sig u ien te a n á lis is debe m u c h o a u n c o m u n ic a d o personal de Patric k J. S m ith , cu y o e n sa y o T h e T e n t h M u s e : A H is torica! S tudy of the Opera L ib retto , N u e v a Y o rk , 1970, e s u n a o b ra pionera en estecam po.

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lema o h ilo c o n d u c to r de to d a la balada, técnica m uy carac­ terística de Liszt. E l com pás del frag m ento es de 3/4, salvo en unos c u a n to s com pases de 4/4 . La to nalidad básica es en fa menor, p ero h ay u n a m odulación hacia su relativa m ayor (la bem ol) e n los v erso s 3º y 4º de la tercera estrofa. Liszt trata la p ro so d ia d e G oethe con despreocupada libertad. La métrica se a lte ra seg ú n las exigencias de la form a m usical. Ciertas realzad as p alab ras se d ram atizan y adquieren u n relieve p ic tó ric o ; p o r eje m p lo : sin k e n [h u n d irs e ] se ilustra mediante o ctav as cro m áticas descendentes. La atm ósfera y las peripecias del re la to son exploradas y reforzadas retórica­ mente p o r la tra d u c c ió n in stru m e n ta l y vocal. Las dos p a r titu r a s de Berlioz, y la de Gounod p ara E s war ein König in T h u le se inscriben en la vena rom ántica y dra­ mática de Liszt, m ás que en la de Z elter o Schum ann. La traducción se h a c e a h o ra en dos e ta p a s : del alem án al fran ­ cés, y del fran cés a la m úsica. P o r lo dem ás, estas tres com­ posiciones d eriv an d e u n contexto m ás am p lio ; form an p arte del p an o ram a del tra ta m ie n to m usical de Fausto, I. Esto significa q u e M a rg a rita aparece an te nosotros como un "per­ sonaje d ra m á tic o " ; la com posición se apoya tan to en la balada com o en las relaciones e n tre los tonos m usicales y entre los m otivos clave del diseño global. Berlioz m usicalizó el poem a en H u it Scénes de Faust [Ocho escenas de F a u sto ] en 1829, y en la D amnation de Faust [ La condenación de F a u sto ] , en 1846. La prim era versión es estró­ fica; la segunda, no. La prim era adaptación está en sol, míentras que la segunda, cuya orquestación es m ás elaborada, está en tono de fa. E n la D am nation de Faust, la adaptación no es estrictam en te m o d a l; m ás bien se tra ta de crear con la tonalidad u n a atm ó sfera antigua y rem ota; para Berlioz, la pieza es u n a "chanson g o t h i q u e ".La rueca se omite, acer­ tadam ente. E n la prim era versión, M argarita canta m ientras se desviste, com o en la obra de Goethe. En la segunda, canta mientras se tren za la cabellera. Berlioz percibe con mayor sutileza los problem as que plantea la traducción francesa al pasar de la p rim era a la segunda versión. Ambas tienen un compás de 6/8. La versión de 1829 empieza, de manera más bien cán d id a, con el vigoroso ritm o "Au-trefois un roi/de Thu-lé/". E n la Damnation de Faust, la voz entra en el se­ gundo tiem po débil, después de un silencio inicial: Au-trefois/u n ro í de Thu-/ lé, Qui jus-q u 'a u/ tom beau... La línea ascendente, que es el tiem po no acentuado de Autrefois, pro-

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fu n d iza de m an e ra m a ra v illo s a el e fe c to d e a rc a ic a lejanía. En am bas com posiciones ap a re c e u n o b lig a d o de viola. Éste es, por supuesto, u n o d e los ra s g o s d is tin tiv o s d e B erlio z; pero, en ú ltim a in sta n cia, d e riv a d e la ó p e ra d el sig lo xvi i i , lo cual añ ad e un to q u e de b el c a n to c lá s ic o a u n a m b ie n te resuelta­ m ente ro m án tico . La s e g u n d a v e rs ió n te rm in a m ucho más d ra m á tic a m e n te ; M a rg a rita c a n ta la b a la d a p o r segunda vez, haciendo pausas e n tr e fra s e y fra s e ; la o b se sio n a n tem as muy d istintos. C oncluye d a n d o p r o f u n d o s u s p ir o y co n el monosí­ labo ¡a h !, seg u id o de u n c o m p á s d e s ile n c io y d e un fa en pizzicato en los vio lo n celo s y en lo s c o n tr a b a jo s . E sta coda aparece ya e n la v ersió n de 1829; lo n u e v o es la repetición, con su v igorosa s u g e re n c ia d e e n s im is m a m ie n to . É ste es un problem a fu n d a m e n ta l d e in te rp r e ta c ió n . E n el dram a de Goethe, la elección de " E s w a r e in K ö n ig in T h u le " es, en cier­ to m odo, accid en tal ( u n a a n tig u a b a la d a , tra n s c r ita de una antología p o p u lar, o de u n á lb u m d e c a n c io n e s in fa n tile s ); en o tro sen tid o , es iró n ic a m e n te a d e c u a d a a la s itu a c ió n dramá­ tica y a la salu d m e n ta l a m e n a z a d a d e M a rg a rita . Todo el im pacto nace del ju e g o e n tr e la a p a r e n te a b s u rd id a d y la iro­ nía d ram ática, en c o n tra s te . B e rlio z p s ic o lo g iz a y simplifica rad icalm en te: Dans l'exécution de c e tte B a lla d e, la c h a n te u s e n e doit pas chercher à varier l’e xp ressio n d e so n c h a n t s u iv a n t les différenttes nuances de la poésie; elle d o it tâ c h er, au contraire, de le rendre le plus u n ifo rm e p o ssib le : il e s t é v id e n t que rien au monde n'occupe m o in s M a rg u e rite d a n s ce m o m e n t que les m alheurs du R oi de T h u lé ; c ’e s t u n e v ie ille h isto ire q u ’elle a apprise dans son enfance, e t q u 'e lle fr é d o n n e avec distraction. [E n la ejecución de esta B alada, la c a n ta n te n o d e b e procurar va­ riar la expresión de su c an to seg ú n lo s d iv e rs o s m atices del poe­ ma; al contrario: debe tr a ta r de v o lv e rlo lo m á s u n ifo rm e posible; es evidente que nada p reo cu p a m e n o s a M a rg a rita en este mo­ m ento que las desgracias del R ey d e T h u lé ; es u n viejo cuento que aprendió en su infancia, y q u e t a r a r e a d istra íd a m en te .]

Este m otivo de la " d is tr a c c ió n " , m e n c io n a d o e n las indica­ ciones o aco tacio n es esc é n ic a s d e la v e rs ió n d e 1829, se enfatíza m ás en la D a m n a tio n d e F a u s t. A u n q u e re s u lta justifica­ do desde el p u n to de v is ta d r a m á tic o , y e fic a z en lo musical, em pobrece la co m p le jid a d del p o e m a o rig in a l. En el F aust (1859) de C h a rle s F r a n ç o is G ounod, el tema

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del Rey de T h u le se vu elv e del to d o accidental. La introduc­ ción orquestal, co n su ritm o m uy m arcado, im ita la rueca. La halada está e s c rita e n la m e n o r, y el fragm ento está destinado a crear la im presión de e x tre m a d o candor. El músico le h a dado resonancias de canción infantil. Además, M argarita no presta nin g u n a a ten ció n a las p alab ras; su recitativo evoca al apuesto cab allero que ha v isto en la feria. Y cada vez que piensa en él, su canción se interrum pe. Después de cada ex­ clamación, vuelve al p rim e r verso, p ara recordar la canción y recobrar su a n te rio r e s ta d o de ánim o. Pero n o lo consigue. El empleo del to n o m e n o r y el ch irrid o de la rueca en el trasfondo o rq u estal a c e n tú a n d ram áticam en te su distracción. Esta idea es d e B erlio z ; p ero la sencillez de la melodía de Gounod, y la técn ica de in te rru m p ir y repetir, le imprimen un singular p a tetism o . S in em bargo, el poem a de Goethe se ha minimizado casi al nivel de u n a coplilla pueril. Hasta d o n d e m e e s dable juzgar, ninguna de estas seis transform aciones es realm en te satisfactoria. Liszt es quien más se acerca a l m o d elo de equilibrio. Se tom a algunas liber­ tades, s í; exagera e l aspecto dram ático, pero respeta la dis­ ciplina y la in tención de m isterio de Goethe. La versión de Zelter es apenas u n epígrafe m usical. Berlioz y Gounod ex­ plotan el orig in al p a ra sus fines, inspirados, pero también dogmáticos y selectivos. La vocalización de Schumann pa­ rece ex trañ am en te a je n a ; com o si fuese un vago bosquejo al m argen del texto. "G oethe es una tram pa para los músi­ cos; y l a m úsica es una trampa para Goethe", escribió André Suarés.4 Pero se tra ta de un problema general. Las tonalidades contrastantes, los háb ito s idiom áticos divergentes, los diver­ sos contextos de asociación que están en el origen de las resistencias y las afinidades entre dos lenguas distintas, se ven intensificados y complicados en la interpretación del len­ guaje con m úsica. T anto el sistem a de signos verbales, como el sistem a de notación m usical, son códigos. Ambos poseen una gram ática, u n a sintaxis y una amplia gama de estilos nacionales y personales. Cada sistem a tiene su propia historia. El análisis m usical es un "metalenguaje", como la lógica formal. Y a pesar de que los paralelos sean fundamentales, y en ciertos aspectos homólogos, pronto se ocultan en metá­ foras. La m úsica es un lenguaje, pero cuando nos expresamos de este modo, dam os a "lenguaje" un sentido particularmente 4 André Suarés, “Goethe et la musique" {La Revue Musicale, 1932), p. 262.

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inestable. Lo u tilizam o s, ya sea e n el n iv el m ás técnico, sem iòtico (a m b o s son " s is te m a s secu e n c ia le s de signos sucesi­ vos, gobernados p o r re g la s, y s o m e tid o s a c ie rta s restriccio­ n es" ), o bien d án d o le u n a acep ció n q u e, d e ta n amplia, casi desafia la d efinición p re c isa (a m b o s so n cap aces de "comuni­ ca r em ociones h u m a n a s y e n u n c ia r e s ta d o s d e la m ente"). Pero es m ás p ro b ab le que, c u a n d o n o s re fe rim o s al "lenguaje de la m ú sica", p en sem o s s im u ltá n e a m e n te , y en proporciones variables, ta n to e n el s e n tid o g e n e ra l, co m o e n el específico. P o r ello, no re su lta a so m b ro so q u e se ca re z c a de u n vocabu­ lario crítico a p ro p ia d o p a ra a n a liz a r, o s iq u ie ra p a ra parafra­ sea r con rig o r, la fen o m en o lo g ía d e la in te ra c c ió n entre el lenguaje verbal y el le n g u a je d e la m ú s ic a . P ero ex iste el efecto ex p o n en cial. E n M o ro , lasso, al mio d u o l o ..., de G e su a ld o ; e n la m u sic a liz a c ió n de Schumann de "W ald g esp rach " d e E ic h e n d o rff; e n la v e rsió n musical de H ugo W olf del " Der F e n e rre ìte r" , d e M o rik e, la palabra y la m úsica a c tú a n e sc la re c ié n d o se y e n riq u e c ié n d o se recíproca­ m ente en u n a e s tr u c tu r a c u y o c e n tro n o es, n i el del sistema de signos verbales, n i el de la n o ta c ió n m u sic a l. Como en la obra m a e stra de tra d u c c ió n , a sí, e n la g r a n m usicalización, se añ ad e algo al te x to o rig in al. P ero lo q u e se a ñ a d e "ya estaba ahí". F o rm u lad a v e rb a lm en te, e s ta a firm a c ió n parece precio­ sista y p arad ó jica. P ero , e n la e je c u c ió n , n o es n i lo uno ni lo otro. Al e sc u c h a r e l p o em a In v ita tio n a u voyage musicalizado p o r H en ri D uparc, se s ie n te e n v e r d a d cóm o el com­ p ositor d eja que las p a la b ra s d e B a u d e la ire sean m ás de lo que son y, en co n secu en cia, e x a c ta m e n te lo que son. Viene después u n a m e ta m o rfo sis h a c ia u n g é n e ro in te g ra l, pero in­ term edio, p ara el que no te n e m o s té r m in o d efin ito rio . Esta posición in term ed ia re p re se n ta , a la vez, u n f a c to r crucial y o tro restrictiv o . La d in á m ica d e la id e n tid a d salvaguardada, y la de la fusión te m p o ra l le x is y m e lo s (d o n d e , com o dice N o rth o rp Frye, sig u en sie n d o e llo s m ism o s a l m ism o tiempo que se com binan en u n a fo rm a n u e v a ) , s o n ta n com plejas que resu ltan m uy frág iles. De a h í q u e la c o e x iste n c ia en un nivel de au té n tica s p a rid a d e in te ra c c ió n tie n d a a s e r efímera. El m adrigal, el a ria , el L ied, la c an ció n v e rd a d e ra m e n te artística, parecen d e fin ir los lím ite s de la s ín te s is so sten id a. Y aun aquí, com o hem os v isto , la c o n s u m a c ió n to ta l es rara. Con d em asiada frecu en cia, lo s h ec h o s d a n la ra z ó n a N erval cuan­ do a firm a que sólo el p o e ta m ism o p u e d e m usicalizarse, o a V ictor H ugo, c u a n d o d e c re ta : " Déf en se de d ép o ser de la mu-

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sique au long de c e tte poésie" ["S e prohíbe depositar música a lo largo de e sta p o e s ía " ] .5 Sin embargo, se suele aplicar idénticos m o tiv o s p a ra rech azar gran parte de la traducción propiamente d ich a . Y c a d a vez que se com pleta la transm uta­ ción, se fu sio n a n las d o s gram áticas principales de la sensi­ bilidad h u m a n a .

2 Cuando se m u sic aliza u n texto, las palabras conservan su identidad, a u n q u e en el in te rio r de u n nuevo agregado for­ mal. Si el c o m p o sito r se apoya en u n a traducción, el cambio efectuado en lo s sig n o s verbales del original es el de la tra­ ducción p ro p ia m e n te dicha. Pero a m edida que nos alejamos de la tra n sp o sic ió n y de la traducción directas, encontramos una m u ltitu d d e posibilidades form ales y m atices de cambio. Éstos se e x tie n d e n , según hem os dicho, desde el eco más fiel, h a s ta la re fe re n c ia m ás rem ota y, a m enudo, inconscien­ te; h a s ta la re so n a n c ia o la alusión subterránea. E sta gama va, desde la tra d u c c ió n in terlin eal de Homero, hasta los con­ tornos h o m é ric o s e n Joyce. Pero, de m anera oscura y esencial, tal gam a a b a rc a espacios concéntricos de identificación o reconocim iento q u e su p eran , con mucho, la manifiesta sumi­ sión del U lysses a la O disea. E stos círculos concéntricos in­ cluyen, p o r eje m p lo , la condición literal y simbólica de los viajes, de lo s re to rn o s inciertos al terruño, de la fidelidad conyugal, d e la supervivencia m ediante la astucia, el disfraz y los v aiv en es d e la fo rtu n a . Las transform aciones progresan de código e n código, d e los lingüísticos6a los metalingüísticos, y a los n o ling ü ístico s. El texto homérico puede musicálizarse seg ú n el te x to orig in al, o en su traducción. Puede ser­ vir de in scrip ció n al pie de un cu ad ro o de una escultura que ilustre u n o u o tro episodio. Pero el pintor, el escultor o el coreógrafo n o tien e que c ita r su texto-fuente. Puede ilustrar­ lo, re fle ja rlo o rep resen tarlo , con m ayor o menor fidelidad. 5 C itad o e n R en é B e rth e lo t, "D éfense de la poésie chantée (La Re­ vue M usical e, clxxxvi, 1938), p. 90. 6 La se cu e n c ia de 33 so n eto s de Jean Casson, escrita en la prisión, fue ilu s tra d a con u n n ú m ero igual d e litografías, por Jean Piaubert. A su vez, se is d e e sto s so n eto s fu ero n m usicalizados por Darius Milhaud, c re a n d o a s í u n a doble transposición, y una triple reciprocidad en tre u n s iste m a de signos p ictó rico s y o tro , m usical. Debo este ejemPía a l im p o rta n te a rtíc u lo d e W alter M önch, "Von Sonettstrukturen und d e re n U eb errrag u n g en ", K arl-R ichard Bausch y Hans-M artin Gauger (e d it.), In te r lin g u is tic a : Sprachvergleich und Uebersetzung.

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Le está p erm itid o a b o rd a rlo d esd e u n a ilim itad a variedad de perspectivas: d esd e la m im esis "fo to g rá fic a " , h asta la paro­ dia, la d isto rsió n satírica , o la m ás te n u e y arcan a de las alu­ siones. Toca al público, a n o s o tro s , reco n o cer y reconstruir la fuerza p a rtic u la r de t a l relación. (¿ C u á n to tiem po tarda el lecto r a le rta , pero sólo a te n id o a su s propios m edios, en des­ cu b rir los ecos d e tallad o s de D avid C opperfield en Los pose­ sos de D ostoyevski, o el p a re n te sc o q u e existe en tre la fábula de L ear y La C enicienta, so b re to d o c u an d o ésta adopta la fo rm a d e ballet o d e p a n to m im a ? ) E stas tra n sfo rm a cio n es m ú ltip les, e s ta s reordenaciones de relaciones e n tre u n suceso v erb al in icial y sus reapariciones sucesivas, b ajo o tra s fo rm as, v erb ales o no, podrían llamarse topológicas. H ablo de alg o b a s ta n te sencillo: la topología es la ram a de las m ate m ática s que se ocupa de las relaciones e n tre los d iferen tes p u n to s de u n a fig u ra y las propiedades fu n d am en tales de ésta , que n o v a ría n cu an d o se le deforma o dobla, c u a n d o se im p rim e a la h o ja de caucho, sobre la que hem os tra zad o u n triá n g u lo , u n a fo rm a cónica o esférica. El estu d io de estas c o n sta n te s y fu n cio n es geométricas y al­ gebraicas que sobreviven a las tra n sfo rm a c io n e s se ha reve­ lad o decisivo p a ra las m a te m á tic a s m o d ern as. Ha revelado rasgos com unes y ag ru p am ien to s su byacentes en una multi­ tud de funciones y de o rg anizaciones del espacio aparente­ m ente diversas. E xisten, d e ig u al m a n e ra , ciertas constantes e invariantes que son la h o rm a su b y acen te de las múltiples form as de expresión en n u e s tra c u ltu ra . M ediante ellas es posible, y creo que fecundo, c o n s id e ra r la u rdim bre de la cul­ tu ra com o "topològica". A lgunas d e esta s constantes son específicam ente verbales; o tra s, te m á tic a s; y otras más, for­ m ales. Sus recurrencias y tra n sfo rm a c io n e s h a n sido estudia­ das p o r au to rid ad es lite ra rias com o A uerbach, Curtius, Leo Spitzer, M ario P raz y R. R. B olgar. L a h isto ria del topos, del arquetipo, del m otivo, del género, es lu g a r com ún de la lite­ ra tu ra com parada y de la estilística m o d ern a. La iconología, tanto en lo que concierne al co n ten id o verbal, como por lo que se refiere a la reprise [re p e tic ió n ] de ciertos temas, mo­ tivos, paisajes, artificio s alegóricos, p o r escuelas y creadores sucesivos, es hoy día u n a de las g ra n d e s preocupaciones de la h isto ria del arte. Las obras de E rw in Panofsky, F. Saxl, E d g ar W ind, E. H, G om brich, y de o tro s m uchos, nos han en­ señado h a sta qué p u n to lo que ve el o jo del p in to r es obra de p in tu ra a n te rio r a él. Sabem os a h o ra cu án profundo es el im-

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perio de la c o n v en ció n y d e lo s códigos tradicionales de iden­ tificación so b re los refle jo s q u e podíam os haber considerado espontáneos. Con e sto , p o r ta n to , no estoy diciendo nada nuevo, y los ejem p lo s q u e c ita ré a continuación, en varios ca­ sos, son de so b ra conocidos. Sin em bargo, su g ie ro que m e g u staría que se reconocieran como p a rte d e u n p ro ceso topologico. Las relaciones de "invariación e n la tra n sfo rm a c ió n " son, m ás o m enos directa­ mente, las d e la tra d u cc ió n . V istos desde este enfoque, los conceptos d e " e s tr u c tu r a su b y acen te" "riqueza de recursos", "restricción", " re g la s d e reelab o ració n " y " libertad", que pos­ tula la g ra m á tic a g e n e ra tiv a tra n sfo rm acional, adquirirán un significado m ás am plio; u n significado m enos difícil de con­ ciliar con las rea lid a d e s del lenguaje hum ano natural y las del desarrollo c u ltu ra l. S egún su definición "topològica", una cultura es u n a secu en cia d e traducciones y de transform acio­ nes de c o n sta n te s (re cu é rd e se que la "traducción" propende siempre a la " tra n s fo rm a c ió n " ). Cuando hayam os compro­ bado que así es, lo g ra rem o s u n a com prensión m ás clara del motor lin g ü ístico y sem á n tico d e la cultura, y de lo que con­ serva d ife ren te e n tre sí a la s lenguas y a sus "campos topológicos". La d istin ció n e n tre co n stan te s verbales, formales, temáticas o m odales se rá , seg u ram en te, artificial. Pero en cualquier ejemplo p e rtin e n te e s tá n en juego todas y cada una. Pero tal distinción p u ed e se rv ir p ara señalar diversas estrategias e ideales de " re e sc ritu ra " . Tw enty-ninth Ode o f the T kird Book of H orace; paraphrased in Pindarick Verse, and inscribed to the R ig k t H on. Laurence, E a rl o f Rochester [La Oda veinti­ nueve del L ibro T ercero de H oracio; parafraseada en verso pindàrico, y d ed icad a al m uy honorable Laurence, Conde de Rochester d e D ry d en ], ilu stra un mecanismo fundamental de la refo rm u lació n o reescritu ra form al y cultural.7 Las m odulaciones de tono, de técnica y de identificación prosódi­ ca que im plica la refundición de las estrofas alcaicas en estro­ fas pindáricas crean, por sí mismas, un complejo campo de innovación en lo inm utable o constante. También obra en el mismo sen tid o la supuesta comparación del conde de Roches­ ter con M ecenas, que es posible resolver, al gusto de un modo literal, n e u tro , o irónico. Mas la prim era de las "reglas de 7 C f La valiosa m onografía debida a Bernfried Nugel: A New English H orace: Die U ebersetzm g der horazischen ars poetica in der Restaurationszeit, Francfort, 1971.

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r esc ritu ra " p ro ced e p o r a g ra n d a m ie n to , la cual es sutilmente recalcad a, y quizá tam b ié n s u tilm e n te rid ic u liz a d a , por la no­ bleza e v id e n te del v e rso p in d à ric o . E n D ry d en , las estrofas o ch o y n u ev e a b a rc a n v e in titré s v e rso s ; se b a sa n en los ver­ sos 41-56 de la O da d e H o ra c io : H appy the M an, a n d h a p p y h e a lone, He, w ho can call to-day h is o w n : H e w ho, secu re w ith in , can say, T o-m orrow d o th y w o rst, fo r I h a ve liv e d to-day. B e fa ir, o r fo u l, o r rain, o r sh in e, The joys I have p o sse st, in s p ig h i o f fa te , are m ine. N o t H eav'n it s e lf u p o n th e p a st h a s p o w 'r; B u t w h a t has been, has b e en , a n d I h a v e h a d m y hour. F ortu n e, th a t w ith m a lic io u s jo y Does M an h e r sla ve o p p re ss, P roud o f h e r O ffic e to d e str o y , i s se ld o m e p le a s'd to b le s s : S till va rio u s a n d u n c o n s ta n t still, B u t w ith an in c lin a tio n to be ill, P rom otes, degrades, d e lig h ts in s tr ife , A n d m a k e a L o tte r y o f life . I can e n jo y h e r w h ile s h e 's k in d ; B u t w h e n sh e d a n c es in th e w in d A n d sh a k e s th e w in g s, a n d w ill n o t s ta y , I p u ff th e P r o s titu te a w a y : T he litle o r th e m u c h s h e g a v e , is q u ie tly resig n 'd : C o n ten t w ith p o v e r ty , m y S o u l I a r m ; A n d V e rtu e , th o 'in ra g s, w ill k e e p m e w a rm . [V iv a fe liz , y fe liz c o m o n a d i e / e l h o m b r e d u e ñ o d e s u s d ías: / E l q u e , a f ia n z a d o e n s í, p u e d e d e c i r / Q u e m a ñ a n a s u c e d a lo peor, p u e s el d ía d e h o y h e v iv id o . / S e a h e r m o s o o i n m u n d o , lluvioso o s o le a d o / L a s a le g r ía s q u e t e n g o s o n m í a s a p e s a r d e l hado. N i e l c ie lo m is m o t i e n e p o d e r s o b r e e l p a s a d o ; / P u e s lo q u e h a s id o , h a s id o , y y o h e t e n i d o m i h o r a . / L a F o r t u n a , q u e c o n asl u t o g o z o / H a c e d e l h o m b r e s u e s c l a v o , y lo o p r i m e , / O rg u llo sa d e s u o f ic io d e s t r u c t o r / N o s c o m p l a c e r a r a v e z c o n s u favor, s ie m p r e c a p r i c h o s a , s i e m p r e i n c o n s t a n t e , / a u n q u e c o n m alig n a p r o p e n s i ó n / p r o m u e v e , d e g r a d a , s e d e l e i t a c o n la s r iñ a s / y c o n v ie r te a la v id a e n L o t e r í a . / L a d i s f r u t o m i e n t r a s e s am a­ b le ; / P e r o c u a n d o b a i l a a l v i e n t o , / y b a t e s u s a l a s / m e a p a rto d e s u la d o . / U n a b o c a n a d a d e h u m o a r r o j o a l r o s t r o d e la p ro s­ t i t u t a : / A lo p o c o o m u c h o q u e m e d i o r e n u n c i o / s a tis f e c h o en la p o b r e z a , d o y a r m a s a l A lm a . / A u n q u e e n h a r a p o s , la v irtu d m e sa b rá a r r o p a r .]

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Nuestros rec u rso s an alítico s son precarios. Tenemos suficien­ te sensibilidad p a ra c a p ta r, aunque no podemos catalogar con exactitud los fa cto re s del co n tra ste y correspondencia visua­ les, de lo que razon ab lem en te podríam os llam ar "relaciones iconográficas" , com o los que existen entre el texto de Dryden y el texto latin o . Las e stro fa s originales son visiblemente compactas: Fortuna saevo laeta negotio et lu d u m insolentem ludere pertinax tra n sm u ta t incertos honores, n unc m ihi, nunc alii benigna. [La F o rtu n a , q u e g o z a c o n la s a c tiv id a d e s cru eles, o bstinada en jugar a s u s ju e g o s c a p ric h o s o s , c a m b ia su s in cierto s privilegios y favorece h o y a m í, y m a ñ a n a a ti].*

La sílaba su p lem e n taria , o anacrusis de los tres primeros ver­ sos de cad a e s tro fa parece acen tu ar la explosiva tensión del ritmo. E n cam bio, las e stro fas de Dryden poseen la ondula­ ción y ex u b eran cia de los árboles. La puntuación es musical en cuanto a las p au sas y los ascensos del ritmo, los adornos y al presto. P o r su p u esto , las letras mayúsculas no aparecen en H oracio. E s te hecho co n trasta con ese desfile de másca­ ras que com ponen M an, Heaven, Fortune, Office, Lottey, Prostitute, S o u l y V irtu e. La m odificación tipográfica impone al ojo y a la m en te u n a trayectoria diferente, que va, de lo me­ ramente d iacrítico (d o n d e las palabras esenciales adquieren relieve), h a s ta las m ás complejas convenciones de la perso­ nificación y d e la alegoría. La secuencia de las palabras Office, L o tte ry , P ro stitu te se destaca teatralmente contra el em parejam iento final del Alma (Soul) con Ja Virtud ( Vertue). Sin duda, p a ra que esta oposición no perdiera nada de esa vivacidad, D ryden (o el tipógrafo) no pusieron poverty con mayúscula. Sentim os la intención y la complejidad de estas transfor­ maciones, p ero sólo podemos atribuirles marcas intuitivas. Además —y en esto reside todo el problema—, el grado de libertad de la p aráfrasis de Dryden no importa tanto como el sentido de seguridad, de definición aceptada en la varia­ ción. H ay que reconocer que los añadidos de Dryden son ex­ cesivos; les falta aquello de pauperiem sine dota. Pero perci­ bimos la tra m a original, la lógica y la fragmentación afectiva * Horacio, O das. Traducción de Javier Roca. Lumen, Barcelona, 1975, p. 141.

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q u e an im a n al te x to d e H o racio . Se h a n conservado en la "hin­ c h a d a " v ersió n de D ry d en las c o n tin u id a d e s y orientaciones q u e h o rm a n el to d o . La a firm ació n y el dom inio del yo, la felicid ad , e s trib a n en te n e r los pies firm em en te plantados en el p resen te. La F o rtu n a es veleidosa, p e ro el genio de la me­ m o ria, y la a c ep tació n de n u e s tra condición hum ana nos de­ fie n d en del d e sa stre . E l to n o es el de u n estoicism o domés­ tic o ; el de la e c u a n im id a d a se g u ra d a p o r el recuerdo y el d ese n c a n to . É s ta e s u n a de las g ra n d e s opciones de la con­ d u c ta y de la im ag en d e u n o m ism o e n O ccidente. Horacio la e n u n cia d e m a n e ra can ó n ica e n las Odas, y n o cuesta tra­ b ajo re c o n o c e r su a sc e n d ie n te y s u econom ía, h asta cuando D ry d en se a rro g a la s m ay o res lib e rta d e s. P u ff the Prostitute a w a v [la n z ó b o c an a d as d e h u m o a la P ro s titu ta ] es, desde c ie rto p u n to d e v ista , D ry d en e n e s ta d o p u ro ; también cons­ titu y e u n a e x p re sió n q u e llev a e l sello característico de toda u n a época. E l m o v im ie n to es la tra y e c to ria del poema lírico de la R e s ta u ra c ió n que se d esliza insensiblem ente hacia la sá tira . Sin em b arg o , los e le m e n to s d e e s ta evolución ya están la te n te s en lu d iu n in s o le n ta n lu d ere . T h e jo ys I have possest p are ce n b o rd a r lib re m e n te s o b re q u o d fu g ien s sem el hora vexit. N u n ca se h a r á b a s ta n te h in c a p ié e n que debemos a la ex p resió n de H o ra c io e s a o tr a c o rre la c ió n canónica para la sen­ sib ilid ad o cc id en tal, e n tr e la " h o r a fu g itiv a " y la posesión m ism a de la d ich a . De e s ta m a n e ra , la s " re g la s de la reelabo­ ra c ió n " y los p ro c e d im ie n to s d e tra n sfo rm a c ió n dejan ver, al m ism o tiem p o , las lim itac io n es y la s innovaciones. Para de­ cirlo con la lu m in o sa fra s e d e J . B . L eish m an , D ryden encuen­ tr a e n H o ra cio " u n a fó rm u la d ila ta b le infinitam ente".8 De e s ta ex p an sió n al in fin ito d e u n n ú m e ro de fórm ulas bastan­ te lim ita d o , d ep en d en , al p a re c e r co m pletam ente, nuestra c u ltu ra , n u e s tra fa c u lta d d e re c u e rd o verificable y nuestra cap acid ad p a ra re ac cio n ar. La tra d u c c ió n , según la acepción am plia que a h o ra n o s in te re sa , es el in s tru m e n to fundamental de la expansión d e u n a fó rm u la . T ra n s fo rm a las "estructuras p ro fu n d a s" de n u e s tro leg ad o — v erb ales, tem áticas, inconográficas— en las " e s tr u c tu r a s su p e rfic ia le s" de lo cotidiano y de la referen cia social. 8 F.l largo ensayo con que L eishm an prologa Translating Horace, Oxford, 1956, es u n a in tro d u cció n m a g is tra l al problem a de la trans­ m isión de las fo rm a s clásicas e n la lite r a tu r a y en la sensibilidad occi­ d en tales. En m uchos m o m en to s, el sig u ie n te a n á lisis m e lo inspiró tal e n s a yo.

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El neoclasicism o se basa en la hipótesis de que es posible colocarse fu e ra del tiem po. P ostula la constancia de las ca­ racterísticas generales h um anas y, en consecuencia, de las formas expresivas, sean verbales o plásticas. Toda traducción a partir de u n c a n o n ; to d a im itación, toda reform ulación y cita es, p o r ende, sincrónica. Racine resum e esta estética y psicología de lo in m u tab le en u n a observación de su Prefacio a Ifigenia. H a a d v e rtid o , con satisfacción, a p a rtir del efecto producido en el te a tro , por to d o lo que h a traspuesto de Homero y E u ríp id es, que "el sentido com ún y la razón son idénticos, e n to d o s los siglos. El gusto de París se ha m ani­ festado en co n co rd an cia con el de A tenas". Ante esta cohesión normativa de los valores racionales y afectivos, en el trans­ curso de dos m il años, el escritor, el arquitecto, el pintor de escenas de la v id a pública, pueden im itar, dando al mismo tiempo p ru eb as de originalidad. Sus traducciones de los m o­ delos an tig u o s son, a la vez, fieles y nuevas. Son, en la cabal acepción de la p alabra, cuyas contradicciones y aspectos para­ dójicos n o s elu d en , a m enos que nos detengamos para exa­ minar la p alab ra con la m ayor atención, re-creaciones. El creador neoclásico d a por sentado que su público tiene pre­ sentes, ta n to el original som etido a transposición, como una traducción o reproducción directa, y quizá literal. Su dispo­ nibilidad im p lícita del m odelo define el alcance de la varia­ ción tem ática e n su propio producto. La variación formal engendrada p o r la contraposición con una constante implí­ cita rep re se n ta u no de los m étodos fundam entales del arte plástico y de las le tra s de Occidente. También a esta variación formal se debe la am bigüedad vital que existe entre lo clásico y lo n eo c lá sico ; en tre el m odelo original antiguo propiamen­ te dicho y su reform ulación o reprise, que puede llegar a ser, a su vez, un clásico, si es de gran talla, y si su fuente latina o griega ya n o es inm ediatam ente reconocible. El H ipólito de Eurípides fue representado por primera vez el año 428 a. de C. En los versos 1173 al 1255, el Mensajero relata el en cu en tro fatal de Hipólito con "el monstruoso toro salvaje" que surge del "oleaje hinchado, hirviente y fragoro­ so". E nv iad o p o r Poseidón, emblema de las proezas de Teseo en C reta, que son la raíz últim a de la tragedia, el monstruo enloquece a los am ados corceles de Hipólito (en el nombre lleva s u pasión). Veamos la traducción que hace David G reene:

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Then all w as in c o n fu sio n . Axles o f w heels, and lyn ch 'p in s fle w u p in to the air, and he the u n lu c k y driver, tangled in th e reins, was dragged along in an inextricable knot, and his dear head p o u n d e d on th e rocks, his body b ru ise d . H e cried alo u d a n d terrible his voice rang in o u r e a r s : S ta n d , h orses, stand! Y o u w ere fe d in m y stables. Do n o t kill m e! M y fa th e r ’s c u rse ! H is cu rse! W ill none o f you save m e? I am in n o c en t. Save m e! M any o f u s had w ill enough, b u t all w ere le ft b eh in d in th e race. G ettin g fre e o f th e reins, so m e h o w he fe ll. T h ere w as s till life in him . B u t th e h o rses v a n ish e d a n d th a t ill-om ened m onster, som ew here, 1 k n o w n o t w h ere, in th e rough cliffs. [ T o d o fu e e n to n c e s c o n f u s ió n ; lo s r a y o s d e la s r u e d a s y los cla­ v o s d e lo s e je s s a l t a r o n e n t o d a s d ir e c c io n e s . E l desventurado, s u je to p o r la s r ie n d a s , s e e s tr e ll ó la c a b e z a c o n tr a los peñascos y s e m a g u lló el c u e r p o , e x c la m a n d o c o n la m a y o r am argura: “ ¡D e te n e o s , c a b a llo s a li m e n t a d o s e n m is p e s e b r e s ! ¡No m e ma­ té is ! ¡O h, c r u e l m a ld ic ió n d e m i p a d r e ! ¿ Q u ié n d e lo s presentes q u ie r e s o c o r r e r m e y s a l v a r a u n h o m b r e b u e n o ? ” M uchos que lo d e s e á b a m o s , c o n t a r d o p a s o lo s e g u ía m o s d e le jo s . Al fin, des­ e n r e d á n d o s e d e la s r ie n d a s , c a y ó n o s é d e q u é m o d o ; le quedaban p o c o s in s ta n te s d e v id a . L o s c a b a llo s y e l m a lh a d a d o y m ilagroso t o r o se e s c o n d ie r o n e n n o s é q u é l u g a r m o n ta ñ o s o .] E urípides, H ip ó lito : T r a d . E d u a r d o M ie r y B a r b e r y , r e v is a d a p o r Carlos A. D is a n d ro , e d . A te n e o , p . 163.

Ig n o ram o s la fecha d e la c o m p o sició n d e la E le c tra, de Sófo­ cles. E n e sta tra g e d ia ta m b ié n se in c lu y e u n relato de la m u erte cru el de u n jo v e n h é ro e a tr a p a d o e n tr e ejes, riendas, co rreas d esp ed azad as y casco s ase sin o s. La extensión y los ex u b eran tes a d o rn o s del p a rla m e n to del Ayo o Pedagogo (ver­ sos 679 a 764) se a p a r ta n de la ra d ic a l e c o n o m ía que caracte­ riza al re sto de la pieza. E s to p u e d e in te rp r e ta r s e com o el efec­ to de u n a d e lib era d a su tile z a p sico ló g ica. E l re la to es pura in­ vención, pues O restes e s tá vivo, y a n d a cerca. P ero el odio, al p a re c e r in ju stific a d o , y la v en g an za d e E le c tra , v an a dominar los d em ás ep iso d io s del d ra m a . A tra v é s de los detalles gráfi­ cos de su ap ó crifa la m e n ta c ió n , el Ayo h a elim in a d o a Orestes, en c ie rto se n tid o . D espués d e e s to , n o v olvem os a imaginarlo d el to d o . N a d ie c re e rá y a en é l . N o p o d em o s e lu c id a r si aquí, com o en o tra s p a rte s, E u ríp id e s se in sp iró en Sófocles, o si lo precedió. Lo c ie rto es q ue su tra ta m ie n to de la escena se h a c o n v ertid o en u n a fu e n te d e im ita c ió n y d e ilustración, y

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eso, hasta n u e s tro s d ías ( u n a versión cinem atográfica recien­ te se lim ita a tra n s fo rm a r e l ca rro en auto deportivo). El movimiento an ím ico en la com posición de Eurípides, y la transición a p a r tir d e la calm a del principio, pasando por el terror nacido d e l aco n tecim ien to , h asta la quietud desesperanzada de los ú ltim o s versos o en la co d a ; la sucesión de pasajes p rev isib les: lo s jóvenes a la orilla del m ar, la plegaria de Hipólito, la irru p c ió n del m o n stru o , la persecución mortal, la desaparición del to ro y de los caballos que abandonan a una humanidad d e sa m p a ra d a ; h a sta los efectos de la onomatopeya, com o c u a n d o se oye el frag o r so b renatural:

[Se oyó u n f r a g o r d e la p ro fu n d id a d d e la tie rra , com o el de un trueno d e Z e u s , u n s o r d o ru g id o , a te rro riz a n te .] (1201-1202),

la concurrencia de to d o s estos elem entos establece el relato como u n te x to canónico. A p a rtir de éste, el dramaturgo, el moralista, el p in to r alegórico y e] retórico futuros, podrán derivar u n re p e rto rio ejem plar de incidentes salvajes y sobre naturales, m o d era d o s por el pathos y la ironía del tema. Las tra g e d ia s de Séneca, que los estudiosos sitúan alrede­ dor del a ñ o 50 d e n u e s tra E ra, son modulaciones sobre Eurí­ pides. Ya en to n ces el som etim iento al texto era muy cons­ ciente y lite ra rio . Séneca se apoya en el genio de Eurípides, como re tó ric o y arq u itecto de la oración literaria para armar sus dram as declam atorios de pequeño salón. Aprovechando ciertos aspectos técnicos latentes en Eurípides, Séneca inte­

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No o b sta n te , e s n e c e sa rio r e c o r d a r que, en to d o s sus rasgos esenciales, el te x to la tin o es u n a tra n s fo rm a c ió n parcial de un m odelo g rieg o p re c e d e n te , cu y a e s ta b ilid a d , en cuanto a fu n d a m e n to de u n a fo rm a y u n a lógica im ag in ativ a, se da p o r sen ta d a . S ólo e l a n á lisis p a la b ra p o r p a la b ra podría enu­ m e ra r y v a lo ra r en el n iv el d e la té c n ic a lo s instrum entos a que re c u rre S én eca p a ra h a c e r la d e p e n d ie n te innovación. M ientras E u ríp id e s h a b la d e u n a m a r e a so b re n a tu ra l, y des­ cribe los rasg o s d e l p a is a je v e la d o s p o r la e s p u m a de las olas, Séneca e la b o ra u n a h ip e rb ó lic a u n iv e r s a liz a c ió n : N on tant u s . . . nec ta m e n . " N u n c a " se h a a s is tid o a tu m u lto semejan­ te; " n u n c a a n te s p resen ció el m a r Jó n ic o o le a je s com o éstos". E u ríp id es lleva el m o n s tru o a la p la y a s o b re la cresta de una esp an to sa ola. S éneca in v e n ta u n a d e e sa s m á q u in a s que serán el ad o rn o y el o rg u llo del te a tr o a le g ó ric o d el siglo x v ii : in h o r r u i t c o n c u s s u s u n d a r u m g lo b u s , s o lv i t q u e s e s e , e t lito r e i n v e x i t m a l u m m a iu s tim o r e . [ E s t a g ra n e s f e r a liq u id a s e e s t r e m e c e c o n t e r r i b l e clam or, / e s ta lla y a r r o j a a la p la y a u n m o n s t r u o m a y o r a ú n q u e / nu estro te m o r .] (1031-1033)

E urípides no d escrib e al to r o m a rin o . E l r itm o dram ático y la flexibilidad de u n a r te d u e ñ o d e g ra n c o n fian za en sí mis­ m o le p erm iten a lu d ir a u n e s p e c tá c u lo " m á s repugnante de lo que los ojos p u ed en s o p o rta r " . S én e c a se com place en el h o rro r: lo n g u m r u b e n ti s p a r g itu r f u c o la tu s . T u m p o n e te r g u s u l ti m a in m o n s t r u m c o it fa c ie s, e t u rg erts b e llu a i m m en s a m tr a h it sq u a m o sa p a r te m ,..

[ S u s e n o rm e s fla n c o s e s tá n m a n c h a d o s p o r u n a la m a ro jiza. La e x tre m id a d d e s u d o r s o e s tá h e c h a d e u n a i n m e n s a c o la escam o­ sa, q u e el m o n s tr u o a r r a s t r a e n e s p ir a le s r e t o r c i d a s . . . ] (10451048) No lo hace sólo p o r g u sto in stin tiv o . C u a n d o y a está n dados la tram a, la re p a rtic ió n de las m a sa s e sen ciales y la ordena­ ción afectiva, sólo q u ed an p o r in v e n ta r los d etalles. Éste es un p u n to p rim o rd ial. E u ríp id e s re su e lv e la c a íd a del carro de H ipólito con u n a sola p a la b r a : πίπτει.

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La m étrica y la posición de este vocablo al principio del verso le co n fieren suficien te dram atism o. E n cambio, Séneca expande y com plica, recu rrien d o , en contrapunto, a o tro mito de m ortal co n d u cció n d e c a r ro s : talis per auras non suum agnoscens onus, solique falso creditum indignans diem, P haethonta currus devio excussit polo. [Fue a sí c o m o lo s c a b a llo s d e l S ol, n o reconociendo su carga a c o stu m b ra d a , o in d ig n a d o s d e q u e e l c a rr o del d ía fuese guiado por u n a m a n o f a ls a , s e d e s v ia ro n , p re c ip ita n d o d e las a ltu ras del cielo a F a e tó n .] (1090-1092)

Talis: fue de ese m o d o ... É ste es el movimiento clave; el deslizamiento h acia la trasposición lateral por medio de la cita, la alu sió n o el sím il. La fábula de Faetón que cae de su flameante c a rro es u n a referencia nueva en un texto que en si mismo es u n a serie de referencias. ¿Quién podría decir si tie­ ne el su til p ropósito de evocar la filiación solar y divina de Fedra? E n cu alq u ier caso, pertenece a ese acervo de ecos, de m ódulos-fórm ulas, que constituye el instrum ental del re­ creador. A unque se le haya reprochado, desde un principio, su excesiva lo n g itu d , el "re la to " de Teramena sólo consta de setenta y tre s versos. Después de la prim era réplica de Teseo, ya carg ad a d e l te r ro r del presentim iento, el relato prosigue con u n a descripción porm enorizada de la llegada de Aricia al lugar d e la terro rífica escena. Racine es, entonces, más parco que E urípides, y su economía está muy lejos de Séne­ ca. R acine in tro d u ce cambios importantes. Hipólito participa de la r e d de pecados y culpas que atrapa a los personajes, aunque se nos d eja v er con todo cuidado que el pecado en que incurre H ipólito al enam orarse de Aricia es de poca monta y, en sí m ism o, ennoblecedor. Racine pone el relato en boca, no de u n m ensajero, sino en la de Teramena, m ujer tan alle­ gada al p ad re com o al hijo. E sto confiere al parlamento una intensidad y u n interés psicológico suplementarios. Además, Poseídón m ism o que aparece en el feroz ataque a los caballos, deja en suspenso el problema, aunque Racine es siempre fiel a una estrateg ia de lo indeterminado, rasgo racionalista que res­ tringe el em pleo de lo sobrenatural a lo largo de toda la pieza: On d it qu'on a vu m ême, en ce désordre affreux, Un dieu qui d ’aiguillons pressait leur flanc poudreux.

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[Y h a s ta d ic e n q u e h a n v is to , d e s o r d e n e s p a n t o s o , / a l d io s que a g u ijo n e a b a s u f la n c o p o lv o r o s o .]

La energía e stilístic a , la v io le n c ia p lá s tic a , la ten sió n psicológica de e ste re la to , se h a n a n a liz a d o d e ta lla d a m e n te con c ie rta frecuencia.9 S in e m b a rg o , la a p re c ia c ió n ju s ta de la m ae stría de R acin e n o d e b e ría d is m in u ir e l s e n tid o de las relaciones del re la to c o n s u s f u e n te s . E s ta s relacio n es son, sen cillam en te, las d e c a u s a lid a d : la m u e r te d e H ipólito tra­ ta d a p o r E u ríp id e s y p o r S é n e c a e s la ra iso n d 'ê tre del tra ta m ie n to q u e le d a R acin e. R a c in e p u e d e lle g a r a ser so b eran am en te so b rio , y p u e d e e x p lo ta r a f o n d o c ie rta s reve­ laciones del se n tim ie n to , p r e c is a m e n te p o rq u e e s sucesor de los clásicos. D ebe a E u ríp id e s y a S é n e c a n o só lo el esquema general de la acción, s in o ta m b ié n c a s i to d o s lo s detalles. R acine co m b in a lo s e le m e n to s . T o m a d e E u ríp id e s la at­ m ósfera d e p ro c e sió n p a s to r il d e la p a r t id a d e H ipólito. Su descripción del m o n s tru o s o s u rg im ie n to d e la s a g u a s, y de la b estia m ism a, so n u n a re fo r m u la c ió n d e S é n e c a . Y, en reali­ dad, son los g iro s m á s e x tr a v a g a n te s d e S é n e c a lo s que hacen caer a R acine en las te n ta c io n e s d e la tra s p o s ic ió n . Undarum globus se tra n s fo rm a e n : C ependant su r le dos d e la p la in e liq u id e S ’élève à gros bou illo n s u n e m o n ta g n e h u m id e , [N o o b s ta n te , d e s d e e l lo m o d e l í q u i d a l l a n u r a , / s e e le v a a b o rb o to n e s m o n ta ñ a d e p a v u r a ] ,

m etáfo ra fa n tá stic a y c a p ric h o sa q u e lo s c rític o s contem po­ ráneos de R acine c o n s id e ra ro n , n o s in c ie r ta ra z ó n , u n tanto am pulosa. Los colores lív id o s d e l m o n s tr u o y la fo rm a sinuo­ sa de su cola p ro v ien en , p o r d e c irlo a sí, c a s i in tacto s, del texto la tin o : 9 E n tre los e stu d io s m e jo r c o n o c id o s se e n c u e n tr a e l en say o de Leo Spitzer sobre "T he 'R é c it d e T h é r a m è n e ' " ( L in g u is íic s a n d Literary His t ory, P rin c e to n U níversity P re ss, 1948). A u n q u e d a atisb o s sobre la técnica de R acine, el e n sa y o r e s u lta d e c e p c io n a n te . H ay impre­ cisiones (la pieza n o se titu ló o rig in a lm e n te P h è d r e ) . Y, m á s aún, la línea de la arg u m e n ta c ió n p rin cip al n o e s del to d o c la ra . Spitzer ve la clave del récit e n "la p a la b ra m á g ic a ’b a rr o c o ' ", e in c u rre en ello porque n o h a ten id o en c o n sid e rac ió n e l te x to d e S é n e c a y el funda­ m ental desem peño d e é s te e n la re fo rm u la c ió n d el d e R acine. Prác­ ticam en te todos lo s rasg o s q u e él r o tu la c o m o " b a rro c o s " pueden h allarse en el p rec e d e n te la tin o .

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Tout son corps est couvert d'écailles jaunissantes; Indom ptable taureau, dragon impétueux, Sa croupe se recourbe en replis tortueux. .. [Su c u e rp o to d o lle n o d e e sca m as am arillas; / in d om eñable toro, dragón ta n im p e tu o s o , / su g ru p a se re tu e rc e con repliegue to r­ tuoso . . . ]

Los sonidos ásperos, la tex tu ra extrañam ente aceitosa y ru­ gosa de squam osa hieren, a todas luces, el oído de Racine. Eurípides elu d e la m en o r descripción de la destrozada carne de Hipólito. E n cam bio, Racine escribe : De son généreux sang la trace nous conduit: Les rochers en sont teints : les ronces dégouttantes Portent de ses cheveux les dépouilles sanglantes [Y de s u s a n g re p ró d ig a las h u e lla s nos conducen: / ved las rocas teñidas; las z a rz a s d e s o la n te s / llevan d e su s cabellos los despo­ jos s a n g ra n te s ] (T ra d . S. R. M adero);

con su a tre v id o ju eg o sobre los valores literales y emotivos de dégouttantes, reproduce los versos 1093-1096 del relato de Séneca. P roporcionalm ente, la influencia de Séneca sobre Ra­ cine es m ay o r que la de Eurípides. Pero el con cep to de " influencia" no tiene ningún sentido en u n caso com o éste. Nos hallam os ante una estética y una práctica co nscientes de la transform ación. El ideal y la técni­ ca de R acine acom odan sin m ayor dificultad pasajes de tra­ ducción casi lite ra l ( Des coursiers attentifs le crin s'est hérissé" [D e a te n to s corceles la crin está erizada], apenas reelabora el tex to griego). El o tro parám etro es la variación temática. E n E urípides, los caballos enloquecidos desapare­ cen; en Séneca, parecería que su desbocada carrera los arran­ cara de n u e s tra vista : en Racine, se detienen: .. .n o n loin de ces tombeaux antiques Où des rois ses aïeux sont les froides reliques. [ (S e d e tie n e n ) n o le jo s de tu m b a s secu lares / donde yacen sus reyes y a b u e lo s tu te la r e s .] (T ra d . de S . R. M adero.)

lretoq u e es inspirado. Posee atributos psicológicos y escéE nic o s específicos del propósito de Racine. Con palabras ve­ ladas, T eram en a recu erd a a Teseo la extinción trágica y

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g ratu ita del lin aje real. T om beau x a n tiq u e s y fr o id s reliques son palabras m a rm ó re a s; e m b le m a s del re p o so ab so lu to que co n trasta d e lib era d a m en te c o n el c a lo r y el tu m u lto de la ac­ ción precedente. El e fe c to es e x a c ta m e n te e l d e u n paisaje de Poussin, c u a n d o a m a in a la to r m e n ta : p e ro e s te m otivo se­ ñ ala d e m an era a p ro x im a d a lo s lím ite s d e la innovación. Racine, p o r su p u esto , n o a n d a e n p o s d e innovaciones. Da por sen tad a la validez e te r n a del te x to d e E u ríp id e s ; su poder de h acer verosím il la lógica n a r r a tiv a y la e s ta tu r a racional de su asu n to . Se in sp ira d e s p re o c u p a d a m e n te e n S éneca, su cole­ ga artesan o , que, si bien es u n d u d o s o a lia d o e n m a te ria de gusto, co m p arte con él to d o u n p ro y e c to , y u n a téc n ic a de con­ tinuidad. El in te ré s p sico ló g ico q u e d esp lie g a R acine, las distancias m etafó ric as p ro v is io n a le s, q u e se e sta b le cen entre u n a sensibilidad c ris tia n o -ja n s e n is ta y lo s m ito s p ag an o s; los nuevos criterio s so b re lo q u e d eb e s e r u n e fe c to te a tra l, cavan un abism o e n tre la F ed ra r a c in ia n a y s u s p a r ie n te s griegos y latinos. R acine es d u e ñ o y s e ñ o r d e s u p ro p io gen io . Pero es un genio que se h a e je rc ita d o d e n tr o d e lo s co n fin e s delibera­ dos de u n legado c u ltu ra l y d e u n a c o n te m p o ra n e id a d ideal. E n su P refacio, R acin e c ita a la s a u to r id a d e s de la anti­ güedad p a ra re sp a ld a r h a s ta la m á s lig e ra in n o v a c ió n : "Je rapporte ces a u to rités, p arce q u e je m e s u is tr è s scrupuleuse­ m ent attaché à s u iv re la fa b le ” [ C ito e s ta s autoridades, porque me h e obligado, m u y e s c ru p u lo s a m e n te , a seguir la Fábula]. E ste escrú p u lo d is ta d e s e r u n g e s to p e d a n te o con­ vencional. E xpresa la co n v ic ció n f u n d a m e n ta l d e que el arte y la lite ra tu ra civilizados e s tá n r e g id o s p o r las reg la s y el mo­ vim iento de la tra d u c ció n . P a ra R a c in e , la c re a c ió n es, en sus aspectos cen trales, re -c re a c ió n ; la lib e r ta d d e riv a su signifi­ cado de la restricción. Supongam os p o r u n m o m e n to q u e p o d e m o s lle v a r a cabo un análisis léxico, g ra m a tic al, s e m á n tic o y c o n te x tu a l, com­ pleto, de estos tre s p a sa jes. Im a g in e m o s q u e p o d em o s colocar los relatos de E u ríp id es, S é n e c a y R a c in e u n o ju n to a otro, de m anera que los e le m en to s fo rm a le s y s e m á n tic o s se rela­ cionen p o r derivación, a n a lo g ía , s im ilitu d g e n e ra l, variación o contraste. He in te n ta d o d e m o s tr a r q u e n o es posible tal análisis cabal; que la id ea d e u n a fo rm a liz a c ió n de diagnós­ tico exhaustivo en el te r r e n o d e l le n g u a je , es m e ra ficción. Pero supongam os que e llo s e a fa c tib le . E n to n c e s, m e parece, dispondríam os de u n in s tr u m e n to c o n el c u al e x a m in a r y es­ clarecer problem as fu n d a m e n ta le s d el le n g u a je , de la cultura,

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de la co m p ren sió n y de la im aginación. Unicam ente con la ayuda de e sto s tre s p a sa je s de parlam entos podríam os de­ cir algo c o n c re to so b re las afinidades y las diferencias entre el griego y el la tín , a s í co m o sobre el m odo en que estas afi­ nidades y d ife re n c ia s fu e ro n sentidas por un m aestro de francés del sig lo xvi i e n su s relaciones m utuas con su propia lengua (in c lu so la r e d d e v arian tes es tan intrincada, que ape­ nas podem os m a n e ja r la ; y a no digam os formalizarla, con alguna s e g u rid a d ). P o d ríam o s anticipar hipótesis de verdade­ ra im portancia so b re el g ra d o en que los m éritos y defectos de una v ersió n p o s te rio r se reflejan a su vez sobre la fuente original. ¿ H a s ta q u é p u n to n u estra lectura de Eurípides se ve ilum inada u o scu recid a, ah o ra, p o r nuestro conocimiento de Séneca y, esp ecialm en te, de Racine? Podríam os, al m en o s en cierta m edida, aproximarnos a una escala v erificab le de técn icas y de aspiraciones, que va desde la traducción lite ra l, y a trav és de la paráfrasis, la imitación y el rem edo, h a s ta la variación tem ática. He sugerido que esta secuencia c o n stitu y e el e je principal de una cultura lite­ raria; que u n a c u ltu ra progresa en espiral a través de las traducciones d e su p ro p io pasado canónico. Una sola curva de significación v in cu la a Fedra (1677) con Hipólito (428 a. de C.). La se g u rid a d de Racine, el restringido número de sus m edios d e ejecució n , se deben a que él percibía ese tiem­ po-distancia com o algo sim ultáneam ente real e irreal. La rea­ lidad de ese tiem po-espacio garantizó la m ajestad; la verdad profunda d e su m ateria l. La irrealidad, en cambio, le permitió trabajar con el orig in al griego a su lado (habla de Sófocles y de E u ríp id es com o si fuesen su público y sus jueces). Re­ greso u n a vez m ás al sentido radical de "traducción"; transladar, m o v er lateralm en te , avanzar palmo a palmo en una superficie p lan a, en un nivel. La tra n sfe re n c ia n o tiene que se r absoluta. La sustitución Permite e q u ilib ra r u n a ecuación. Al igual que "transforma­ ción" o "tra n scrip ció n ", "sustitución" es uno, entre varios conceptos y térm in o s centrales en la clase de las metamorfo­ sis sistem áticas. Si tal es nuestro deseo, podemos describir toda trad u cció n com o un acto de sustitución. Se busca la equivalencia sustitu y en d o los signos verbales del original por signos verbales "iguales". Pero lo que me interesa en este momento e s u n recu rso m ás específico, aunque subyacente en una b u en a p a rte de nuestra tradición literaria. La Oda de H oracio en elogio de Lollius (Iib. iv, 9) es uno

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de los m odelos de la p oesía o ccid en tal y de n u estra imagen del poeta. H oracio a firm a que el h ero ísm o y el éxito sólo se p erpetúan g racias a la voz c o n m e m o ra tiv a del poeta. Eros y h a s ta las triv iales a le g ria s que c a n tó A nacreonte logran la in m o rta lid a d en versos. E s ta a firm a c ió n h a servido de ta­ lism án a to d o s los e s c rito re s . N in g u n a refo rm u lació n ha igua­ lad o a H o racio en c o m p rim id a g ra n d e z a , c u a n d o dice: vixere fo r te s a n te Agam em n o n a m u lti; sed o m n e s in la crim a biles. . . [ E x is tie r o n m u c h o s h é r o e s a n t e s d e A g a m e n ó n : m a s u n a larga n o c h e lo s o p r im e , y n a d ie lo s c o n o c e n i lo s l l o r a . . . ] (Trad. Ja­ v ie r R o c a ).

pero las im itacio n es, la s p a r á fr a s is y v a ria n te s h an sido le­ gión. La refu n d ició n q u e h izo A le x a n d e r Pope de las estro­ fas uno, dos, tre s y siete, ilu s tr a p e rfe c ta m e n te lo que en­ tien d o p o r " s u s titu c ió n " : Lest yo u sh o u ld th in k th a t verse shall die, W hich sounds th e S ilv e r T h a m e s along, Taught, on th e w in g s o f T r u th to fly Above th e reach o f vu lg a r so n g ; Tho' daring M ilton s its s u b lim e, In Sp en ser n a tive M u ses play; N or y et shall W aller y ie ld to tim e, N or pensive C ow ley's m o ra l lay. Sages and C hiefs long sin ce h a d b irth E re Caesar w as, o r N e w to n n a m ’d; These rais'd new E m p ir e s o 'e r th e E arth, And Those, new H e a vn 's a n d S y s te m s fram 'd. [A m e n o s q u e c r e a s e n l a m u e r t e d e l a p o e s ía / c u y o sonido pa­ ra le lo a c o m p a ñ a a l d e l a r g e n t in o T á m e s is , / a p r e n d e a volar en a la s d e la v e rd a d / d o n d e n o t e lle g u e la c a n c ió n p leb ey a. / Aun­ q u e el a tr e v id o M ilto n e s té s u b li m e e n e l t r o n o , / c a n ta en Spen­ s e r la M u sa n a tiv a . / N o s e r á W a ll e r v e n c id o p o r e l tiem po. / No c e d e r á b a jo s u p e s o d e l c a v ilo s o C o w le y la m o ra l. / Los sabios y c a u d illo s e x is tie ro n / a n te s q u e C é s a r lo f u e s e y q u e Newton e x is tie s e . / A q u éllo s s o b r e la t i e r r a l e v a n t a r o n n u e v o s imperios: / é s to s , o tr o s c ie lo s y s is te m a s c o n c ib ie r o n . / E n v a n o la arrogancia d e l c a u d illo , e n v a n o la d e l s a b io . / N o t u v ie r o n p o e ta y murie­ ro n . / E n v a n o lu c u b r a r o n , e n v a n o s u s a n g r e d e rr a m a r o n . / Poeta n o tu v ie ro n y m u e r to s e s tá n m u e r t o s .]

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Vain was th e Chief's, the Sage’s pride! They had no Poet, and they died. I n vain they schem 'd, in vain they bled! They had no Poet, and are dead. [V anas f u e r o n d e je f e s y sa b io s las p ro ezas, / si no tuvieron versos d e a lg ú n a lto P o e ta ! / (En vano, los a fanes de p e n sar y sangrar! / ¡S in e l P o e ta , m u e rto s , p a ra siem p re jam á s!] (Trad. S. R. M a d e ro ),

Silver Tham es va en lu g ar del Aufido, cuyas aguas "resuenan a lo lejo s"; M ilton es elevado al rango de Homero; Spenser se vuelve p a r d e P ín d aro ; el "grave Estesícoro" es identifi­ cado con W aller y , según parece, Cowley se equipara a Alceo, Pope desarro lla m ás a fondo la referencia de Horacio a Aga­ menón. Com o e ra de esperarse, cita como ejemplo de glori a suprema la activ id ad del hom bre de Estado y los logros intelectuales. Y, de m odo igualm ente característico, sugiere que hasta las ciencias de la naturaleza deben al poeta su re­ nombre p erd u rab le. Pero este "doblaje" es, al mismo tiempo, un atentado c o n tra la equivalencia: la grandeza lapidaria de ante Agam em nona m ulti es tal, que resulta preciso invocar a César y a N ew ton p ara restablecer el equilibrio. Vimos el mismo procedim iento sustitutivo en la imitación que hace Basil B au n tin g de François Villon. El poeta niega el tiempo, pero sim ultáneam ente lo proyecta, como a través de un teles­ copio. A p esar de se r m ás intelectual y premeditado que el gusto ático de Racine, el culto de Pope por el siglo de Augus­ to, su identificación del Londres dieciochesco con la Roma imperial, se sin tiero n con gran fuerza. Los versos de Pope derivan de H oracio, pero existen en la misma dimensión tem­ poral. H ay u n paralelism o sincrónico entre Maeonius Home­ a s y daring M ilton. Por otra parte, la sustitución procede por yuxtaposición, con el propósito de encomiar o ironizar, escandalizar o im poner una coherencia. Hace un collage del pasado y del presente, y les da un nuevo valor, siguiendo Modalidades com plejas e inusitadas. En la "versificación" que hace Pope de la segunda Sátira de John Donne, los procedimientos de sustitución son mucho más interesantes, pero, también, más difíciles de analizar. La palabra m ism a, "versificación", delata la intención de corre­ gir. Al parecer, el joven Pope compartía, en mayor o menor grado, la opinión de Warburton, conforme la cual los versos de Donne "sólo tenían en común con los números estar com-

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puestos de cie rta c a n tid a d de síla b a s" . Pope no disimula que se propone u n a m e jo ra rad ical. P e ro ni "ennoblecim iento" ni " re fin a m ien to " sirv en p a ra d a r cu e n ta a c e rta d a de los he­ chos. Las m o d alid ad es d iferen ciales e n tre am bos textos son m ucho m ás co m p lejas. G en eran relacio n es simultáneamente evidentes y elu siv as. Pope in te rp re ta a D onne con u n a mezcla d e co rtés d e se n v o ltu ra y su m isió n . D etengám onos a examinar los versos fin ales q u e su elen c ita r s e com o ejem plo del virtuo­ sism o ju v en il de Pope, y de u n a co n cien cia social que no siem­ pre e stá p re se n te e n su s o b ra s de m a d u re z : The lands are bought; b u t w h ere are to be fo u n d Those ancient w oods, th a t sh a d ed all th e ground? We see no new -built palaces aspire, N o kitc h en s e m u la te th e v esta l fire. W here are th o se tro o p s o f Poor, th a t throng'd o f yore The good old la n dlord ’s h o sp ita b le d o o r? W elt, I co u ld w ish , th a t stilt in lo rd ly d o m es S o m e b e a sts w ere k ill’d, th o ’ n o t w h o le hecatom bs; That b o th e x tre m e s w e re b a n is h ’d fr o m th e ir walls, C arthusian fa sts, and fu ls o m e B acchanals; And all m a n k in d m ig h t th a t fu s t M ean observe, In w h ich n o n e e ’e r c o u ld s u r fe it, n o n e co u ld starve. These as good w o rks, ’tis tru e, w e all allow ; B u t oh! th ese w o rk s are n o t in fa sh io n n o w : L ike rich old w a rd ro b es, th in g s e x tr e m e ly rare, E x tre m e ly fin e , b u t w h a t n o m a n w ill w ear. [L a s t ie r r a s h a n s id o a d q u i r i d a s ; ¿ p e r o d ó n d e e n c o n tr a r aque­ llo s a n tig u o s b o s q u e s q u e c o n s u s o m b r a c o b ija b a n la tierra to d a ? N o v e m o s q u e s e a lc e n in g ú n n u e v o p a la c io q u e ningún h o g a r e m u le e l f u e g o d e la s v e s ta l e s . ¿ D ó n d e e s t á n a q u e lla s hues­ te s p o b r e s , a q u e l tr o p e l d e a n t a ñ o e n la v ie ja p u e r t a hospital ar ia d e l s e ñ o r ? M e g u s t a r í a p u e s q u e a u n e n la s m a n s io n e s señor ia le s a lg u n o s a n im a le s f u e r a n s a c r i f i c a d o s a u n q u e n o gran­ d e s h e c a to m b e s . Q u e a m b o s e x t r e m o s f u e s e n p r o s c r it o s d e sus m u ro s : el a y u n o d e l c a r t u j o y l a p r ó d i g a b a c a n a l . Y q u e toda la h u m a n id a d e s e j u s t o m e d i o o b s e r v a r a . D o n d e n a d ie pudiese h a r t a r s e n i d e h a m b r e m o r i r . E s t o e s lo b u e n o , e s v e rd a d , con­ c e d e m o s to d o s . P e r o a h e s t a s c o s a s n o e s t á n e n b o g a a h o ra . Son c o m o lo s v ie jo s s u n t u o s o s g u a r d a r r o p a s , c o s a p o r d e m á s rara, fin a e n e x c e s o , p e r o q u e n i n g ú n h o m b r e s e a t r e v e r í a a llevar.]

E sto s v erso s se b a s a n en el m is m o n ú m e r o d e líneas que el te x to de D onne, a u n q u e te n e m o s q u e r e c o n o c e r que la expre­ sión "se b asan e n " re s u lta , d e c id id a m e n te , im p ro p ia :

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But when he sells or changes land, h'impaires His writings, and (unwatch'd) leaves out, ses heires, As slily as any C om m enter goes by Hard words, or sense; or in Divinity As controverters, in vouch'd Texts, leave out Shrewd words, w hich m ight against them cleare the doubt. Where are those spred woods which cloth’d heretofore Those bought lands? not built, nor burnt within dore. Where’s th ’ old landlords troops, and almes? In great hals Carthusian fasts, and fulsom e Bachanalls Equally I hate; meanes blesse; in rich mens homes I bid kill som e beasts, but no Hecatombs, None starve, none surfet so; But (Oh) w e allow, Good w orkes as good, but out o f fashion now, Like old rich wardrops; but m y words none drawes Within the vast reach o f th'huge statute lawes. [Pero c u a n d o v e n d e o tra s p a s a tie rra s , d e te rio ra su s escritos, altera y o m ite a s u s h e re d e ro s ta n su tilm e n te com o los com entaristas p a s a n p o r a lto u n a p a la b ra a rd u a o com o los am igos de la con tro v ersia e lim in a n s in vergüenza en u n tex to estab lecid o las palabras in c ó m o d a s q u e lo s a rru in a ría n . ¿D ónde e stá n lo s bos­ ques que r e c u b r ía n a n ta ñ o a q u e llas tie rra s q u e ad q u irió ? Ni que­ mados n i c o n s tru id o s . ¿D ónde e stá la gente, la carid ad de los viejos h id a lg o s? D e te sto la p ró d ig a b a c an a l ta n to com o el escue­ to ayuno d e l c a r tu jo , y e n la c a sa señorial bendigo la m edida. Que el h o m b re r ic o e n festin e s no gaste su rebaño, que se guarde de la fie s ta y d e l exceso. Lo b u en o sigue siendo bueno, aunque también e s tá f u e r a d e m o d a com o los viejos ro p ajes suntuosos y mi voz n o s a b r ía lle v a rlo h a s ta los brazos sin em bargo largos de la ley.]

¿Cómo se articu la, entonces, el cambio de uno a otro de estos pasajes? Pope hace sustituciones verbales, métricas y semán­ ticas. E n v arias ocasiones, se contenta con ampliar. La com­ pacta fórm ula de D onne: " not built, nor burnt within dore" Se ve ag ran d ad a h asta ocupar un dístico donde se explican con detalle las dos posibilidades. Meanes blesse, o Meane's blest, com o fig u ra en las ediciones aparecidas entre 1635 y 1669, representa al Donne más lapidario. El sentido del con­ junto es suficientem ente claro, pero esa claridad tiene su origen en el contexto y en la evolución del razonamiento, más que en la expresión misma. Los versos de Pope: That both extrem es w ere banish'd from their walls. . . And all mankind might th a t ju st Mean observe constituyen un pleonasmo ex­ plicativo. Y, con todo, son algo más. Pope ubica el motivo

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aristo télico y h o racian o del " ju s to m ed io ", cuya importancia en Donne e stá fu e ra de d u d a, e n u n plano absolutamente central. Pero, entonces, ¿ p a ra qué in v e rtir el orden de las proposiciones y d e las rim as de D onne? Me parece que Pope su stitu y e el im pulsivo m o v im ien to de D onne con una sime­ tría de c u a tro térm in o s — la contraposición recíproca y si­ m étrica de los d etalles m ateria le s y de la generalidad abstra cta, en dos d ísticos sucesivos— , e n él m uy característica. S o me bea sts se opone a w h o le h eca to m b s com o Carthusian f asts a f ulsom e B acchanals. E n los dos dísticos, del contraste se desprende u n precepto n o r m a tiv o : es necesario proscribir los e x tre m o s ; o b serv ar el ju s to m edio. Y esto equivale a uti­ lizar la an ato m ía del d ístic o heroico y d e sus disposiciones n atu rales p ara la a rm o n ía y la lógica co n trastad a, como pre­ cisam ente n o aparece e n las rim a s de Donne, con sus modi­ ficaciones en apariencia accid en tales del verso blanco dra­ m ático. La fuerza visceral del poem a se ve dism inuida ineludible­ m ente. Los bosques del p o em a de D onne vestían, literalmen­ te, la tierra , ah o ra v e n d id a y baldía. E l c arácter concreto de la referencia an u n cia o ld rich w ardrops y, al parecer de un m odo irónico, th e va st reach d e los v erso s finales es el reino de la ley co rru p ta, que d e stru y e e l refugio viviente que son los spread w oods. El m a n e jo que hace Pope de sus materias no es del todo c la ro . ¿ H a sta qué p u n to com prendió cuán certera es la m aligna y co m p leja s á tira de Donne, y cuál es la relación allí establecida e n tre la m o jig a te ría y la rapacidad del poder jud icial y p a p is ta ? 10 T hose ancient woods, that shaded all the ground, es u n v erso de g ran elegancia. Pero en él resuena u n a n o ta d e v id a p a sto ril perdida, que tiene poco que ver con la p u n zan te c rític a de Donne. Al final del pasaje, las reacciones v acilantes de Pope se denuncian a sí m ism as. No es fácil esclarecer si Pope entendió bien o dese­ chó, por inaceptable, la co m pacta sintaxis de Donne en una frase como we allow Good w o rkes as good. Y lo enturbia todo cuando sustituye esa frase p o r " T hese as good workes, 'tis true, we all allow ". ¿A q u é re m ite th e se ? El dístico siguiente es irrem ediablem ente cojo, y sólo es de relleno. Con el pro­ pósito de d esarro llar y ex p licitar la advertencia deliberada­ mente elíptica de Donne, Pope a ñ a d e c u a tro versos repletos de traición, parásitos y d elato res cortesanos. 10 Cf. “Pope and the W eighty Bullio n o f Dr. Donne's Satires, de I. Jack (PMLA, LXVI, 1951).

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Nos enco n tram o s an te evidencias contradictorias. Es por demás obvio que Pope reelabora a Donne con arrogancia. Para él, es in d u d ab le la superioridad de sus recursos métricos sobre los del m odelo. Im pone lo que el siglo XVIII, en ese momento, consideraba criterios de claridad patente, nacidos de un progreso consciente; criterios de claridad retórica, equilibrio y sobriedad. Y, sin embargo, se siente cierto mal­ estar; cierta coacción; com o si Pope advirtiera que en Donne aparece un a serie de referencias y de hechos de la sensibilidad que él no h a sabido captar. Cuando vemos con cuánta fre­ cuencia Pope co n serv a las rim as de Donne, y cómo son torpes las sustituciones donde Jo h n Donne es densidad pura, nos preguntamos si en v erd ad Pope com partía plenamente la peyorativa apreciación de W arburton sobre la técnica de Donne. P ero acaso exista una complicación suplementaria: Pope "versifica" a Donne a la luz de su conocimiento íntimo de Horacio, y de las im itaciones que ha hecho de la obra horaciana, en especial de la Epístola II del Libro II. El tema de ambos poem as es opuesto —la Epístola se burla de quie­ nes piensan que la posesión de tierras constituye un amparo contra el rase ro de la m uerte—, pero presenta aspectos si­ métricos, que desem boca en expresiones paralelas. No pode­ mos d ictam in ar h a s ta qué punto Pope consideraba a Donne un imitador de H oracio, pero sí nos consta que su interpretación de Donne e stá im pregnada de Horacio. Como suele suceder en los ejem plos de sustitución compleja, el resultado es "un problema de tres incógnitas". Un problema para el cual la poética no pu ed e ofrecer una solución más rigurosa que la aportada p o r la m ecánica clásica. Valdría la pena detenerse a estudiar otros casos y otros modos de su stitu ció n , p ara probar la ubicuidad y la omnipresencia de este procedim iento en nuestra literatura. En la época en que D ryden adapta la Décima Sátira de Juvenal, se considera texto canónico, expresión de la censura moral con­ tra la vacuidad m undana que caracteriza al hombre civil y político de la época en que Dryden escribe su adaptación. Vanity o f H u m a n W ishes, del Dr. Johnson, encarna una lectura octaviana y cristiana del texto latino arraigada en la época de la rein a Ana, pero las sustituciones que allí se en­ c uentran aprovechan el ejemplo de Dryden. La versión de Robert Lowell, que lleva el mismo título que la de Johnson, es sim ultáneam ente una “im itación” al estilo de nuestro si­ glo xx u n ejercicio a la m anera de Pound, y un reaprovecha­

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m ie n to de su s d o s a n te c e s o re s . La e v o lu c ió n de la prosodia inglesa en D ry d en y e n J o h n s o n , y la h is to r ia d e la lengua, h a s ta d o n d e eso s d o s e s c rito re s la h a n m a rc a d o , aparecen en la técnica d e Low ell, y e s ta b le c e re la c ió n c o n el original. De ah í que e n la R o m a d e L ow ell, las e q u iv a le n c ia s sugeridas, los térm in o s-e sp ejo q u e h a n s id o s u s titu id o s p o r otros, fun­ cionen p o r lo m e n o s en c u a tr o n iv eles. E n el p rim er nivel, ap arece la e sce n a d e la c iu d a d im p e ria l d e Ju v e n a l, tal como la h a re c o n s tru id o ( tr a d u c id o ) el a n á lis is h istó ric o moderno. E n el se g u n d o y e n el te rc e ro , e s tá el m u n d o rom ano que im ag in aro n D ry d en y J o h n s o n ; es d e c ir, el L ondres de la R e sta u ra c ió n y de la época de A u g u sto , v iv id o y sen tid o como an álo g o c o n c re to y e m b le m á tic o , s u c e d á n e o d e la Roma de Ju v en al. E n fin , e n el c u a r to n iv el, la m e tró p o li de Lowell y el im p erio p re d a to rio d e q u e é s ta se n u t r e re p re s e n ta a Nueva Y ork y a u n a N o rte a m é ric a q u e L ow ell c o n s id e ra una ciega en em ig a de lo s v e rd a d e ro s v a lo re s . L a ram ificació n de las su stitu c io n e s so b rev iv e g ra c ia s a la firm e z a y a la perenne c o n tin u id a d del m o d elo . C a d a v e rsió n su cesiv a constituye u n a re -e sc ritu ra d el te x to d e J u v e n a l. Ig n o ram o s si e x iste u n a v e r s ió n a n te r io r d el epigram a de A sclepíades q u e ap a re ce e n la A n to lo g ía G riega, donde invita a las m u je re s a n o s e r d e m a s ia d o e sq u iv a s, y a q u e . .. The joys o f th e Love-Goddess are to be fo u n d only among the living, girl, and we shall lie as no m o re tha n bone and dust in the place o f Death. [L a s a le g ría s d e la d io s a d e l a m o r / s ó lo s o n p a r a lo s vivos, niña / y n o s o tro s n o s e r e m o s m á s q u e h u e s o y p o lv o / e n e l rein o de l a M u e rte .]

Si en v erd ad A sclepíades fu e el " in v e n to r " de este convin­ cente razo n am ien to , es n a d a m e n o s q u e u n o d e los padres de la poesía o ccid en tal. El ra z o n a m ie n to y a es lu g a r com ún cuan­ do Tasso lo ex p resa en u n c éleb re c o ro d e Am inta. Cowley com pone M i D iet [ M i p ita n z a ] h a c ie n d o u n a trasposición de la fo rm a a n tig u a y de a lg u n a s d e s u s v a ria n te s e n el teatro inglés jaco b ian o d el sig lo x v i i: " W o r m s sh a ll feed on that p ro u d fle sh , la d y ” ["L o s g u s a n o s se a lim e n ta rá n de esa orgullosa carn e, s e ñ o ra " ]. S u v e rsió n de la in trig a lleva directom ente a la d e M arvell. F u e rz a e s a c e p ta r q u e la mordacidad y la com pacta e c o n o m ía d e T o h is c o y m is tr e s s [ A su esquiva

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amada] determ in an am pliam ente el genio del poema, y hacen que esta variante, e n especial, sea superior a cientos de otros poemas sim ilares. Pero no es posible estim ar en su justo valor esas causas, si se p asan p o r alto los múltiples apremios y limitaciones que pu ed e en g en d rar una larga tradición, si se desdeñan los rasgos específicos que adopta la sustitución en el texto de M arvell. Ya se encontraban cabalmente allí les données [lo s hechos, los d a to s ]; eran del dominio pú­ blico. Desplazándonos en círculos concéntricos de la reformula­ ción literaria a la p aráfrasis, y de ésta a la sustitución, nos iremos aproxim ando, según creo, a uno u otro género de "permutación" . E s posible discernir a lo largo de la historia de las form as en evolución la invariable tem ática que la in­ forma y organiza. U na vez m ás, señalemos que la distinción, quizá, parezca a rb itra ria . La sustitución puede limitarse sólo a esto, y n ad a m ás q u e esto, y conservar el objeto y la orga­ nización d e u n tem a, a la vez que altera la convención expre­ siva. Pero la " su stitu c ió n " puede considerarse algo más li­ teral y m ás cercano a la traducción pura y simple, que la "permutación" . D esde siem pre se h a pasado insensiblemente de la prim era a la segunda, pero un ejemplo nos ayudará a entender m e jo r la diferencia de grado entre ambas. Ya vim os que H oracio afirm aba que en el trabajo del poeta residía la ú n ica g aran tía de inm ortalidad para los hombres. Por eso es ta n p u n zan te el hecho de que el poeta mismo sea mortal, y q u e el m aestro cantor que asegura la eternidad de los demás ta m b ié n esté condenado a ser presa de la muerte. En L am ent fo r th e M akers [ Lam ento por las creadores], que los estudiosos ubican e n tre 1510 y 1520, es manifiesto el pavor que su sc ita e l tem a. Clérigo o teólogo, nadie está exento, y también lo s poetas están condenados a m orir: I se the m akaris amang the laif Playis heir ther pageant, sine gois to graif; S p arit is nocht ther faculte; T im or m ortis conturbat me.* H e has done petuously devour T h e noble Chaucer, o f makaris flowr, The M onk o f Bery, and Gower, att thre; Tim or m ortis conturbat me *

Siguen o tra s diez estrofas, donde el martillo de la enumera-

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ciòn rep asa los n o m b re s d e los d e m á s p o e ta s desaparecidos. El ú ltim o rem ac h e c o rre s p o n d e a D u n b a r m ism o : S e n he h a s all m y b re th e r tane. H e w ill n o ch t lat m e lif alane, On fo rse I m an h is n ix t p ra y b e; T im or m o rtis c o n tu rb a t m e.*

El R e n a c im ien to vuelve a a d o p ta r el te m a , p e ro introduce en él u n a d ialéctica d e la n e g a c ió n : e l p o e ta debe m orir, pero v o lv erá a n acer, y a sea e n s u p ro p ia p e rs o n a esp iritu al, o bien en el lin a je p o ético del q u e fo rm a p a rte , re n acerá. Esta ex­ plo tació n del te m a se co m p lica a to d a s lu ces a l adaptarse a la concepción c ristia n a del m u n d o . ¿C ó m o p o d ría conciliarse la in te rp re ta c ió n c r is tia n a d e la m u e r te c o n el reto rno de O rfeo d esd e el m á s a llá , e m b le m a o m n ip re s e n te en la tradi­ ción de la eleg ía? L as co n v e n c io n e s d e la tra d ic ió n pastoril in terv ien en com o in g e n io sa c o n c e sió n . Con la trasposición al p aisaje y a la le n g u a d e T e ó c rito y V irg ilio , el elegíaco cris­ tia n o lo g ra dos efecto s: c o n fie re u n a d is ta n c ia alegórica al artificio que es la in m o rta lid a d d e l p o e ta , y su g iere sutilmen­ te que ex iste u n a c o n c o rd a n c ia sim b ó lic a e n tr e la tradición apolínea y ò rfic a, y la tra d ic ió n del B u e n P a sto r.11 El Pastor y la P ascu a in te ra c tú a n e n tr e sí. E n c a d a v a ria n te aparece u n a b u en a c a n tid a d d e m o tiv o s s u b s id ia rio s . La m uerte del p o eta, la m u e r te d e c a d a p o e ta , a m e n a z a co n la extinción al a r te m ism o d e las M u sas. E l p o e ta la m e n to so , además, se sien te a m e n a z a d o . ¿ C u á n to tie m p o le q u e d a ? P or ello su lam e n to tie n e re s o n a n c ia p ú b lic a y p riv a d a . P ero la queja debe cesar. E l m a e s tro n o h a d e s a p a re c id o del to d o . El genio de su poesía, el re fle jo d e e se g e n io qu e, p o r te n u e que sea, vuel­ ve a a p a re c e r en la e le g ía q u e e s tá e s c rib ie n d o ahora, inician u n a c o n tra c o rrie n te d e e s p e ra n z a . E l p a is a je fúnebre va con­ v irtié n d o s e g ra d u a lm e n te , e n u n e s c e n a rio prim averal. Estos m o tiv o s, a sí co m o el m o v im ie n to g e n e ra l d el razonam iento, se c o n v ie rte n m u y p ro n to e n v e r d a d e ra s fó rm u la s . Nos permiten le e r cinco g ra n d e s p o e m a s d e la lite r a tu r a inglesa como ele­ * E l te m o r a la m u e r te m e c o n tu r b a . . 11 E n su n o ta b le e s tu d io O r p h e u s in t h e M iddle Ages, Harvard U niversity P re ss, 1970, J o h n B la c k F rie d m a n h a dem ostrado queel p e n s a m ie n to d e fin e s d e l a A n tig ü e d a d , el n e o p la to n ism o y la i conog ra fía c ris tia n a , lle v a n a la e v o lu c ió n p ro g re s iv a d e u n Cristo-Orfeo. A p a r tir del sig lo X I I , e s ta c o n v e n c ió n s in c ré tic a ejerce influencia en las a r te s p lá s tic a s y e n la lite r a tu r a .

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mentos de u n juego, organizado por permutaciones abiertas y explícitas (c u an d o llega su turno, cada poeta tiene en cuen­ ta la organización que sus precursores dieron a las cons­ tantes). La tensión que anim a a la Elegy on the Death of Dr. Donne [Elegía por la mu e rte del Dr. Donne] (1640), de Thomas Carew, nace d e la necesidad de conciliar los elementos paga­ nos y los cristian os. Necesidad que se acentúa cuando se tiene en cu e n ta la posición de Donne dentro de la Iglesia, y la gran d istan cia que existía entre su poesía profana y su poesía religiosa. La m uerte del deán de San Pablo ha dejado viuda a la poesía ( W id d o w ed ). Carew duda que haya queda­ do suficiente inspiración para escribir un lamento digno de Donne: Have we no voice, no tune? Did’st thou dispense Through all our language, both the words and sense? [¿No te n e m o s voz n i m elo d ía? ¿D ispusiste en toda nuestra len­ gua, d e la s p a la b r a s y del sentido?]

Donne h abía en co n trad o a la poesia en un estado lamentable: So the fire That fills w ith spirit and heat the Delphique quire, Which kindled first by the Promethean breath, Glow’d here a while, lies quench't now in thy death.. .* [Así la lla m a q u e lle n a c o n tu e sp íritu los délficos anales, nacídos d e t u a lie n to p ro m eteico , a rd ió sólo u n m om ento; se apagó con t u m u e r t e . . . ]

Los poem as de Donne han saneado el Jardín de las Musas, liberándolo de la mala hierba de la pedantería ( Pedantique weedes). D onne ha descubierto en los poetas ingleses el filón de una im aginería rica y fecunda ( Mine of rich and pregnant phansie). E sta im agen de una empresa subterránea sólo po­ día llevarnos a Orfeo. Pero Carew imprime nueva vida a la presencia retó rica de Orfeo. E ra tal la riqueza y la fuerza viril de la m an era de Donne de explotar esta veta, que aun el c a n to r d e Tracia habría visto en él un "caudal"; un tesoro de invención. Su m érito es todavía mayor cuando se piensa que ha sido capaz de consum ar estos hechos en una lengua rígida, refractaria ( our stubborn language), y en la época en que el influjo suprem o de los clásicos, y los esfuerzos ínter-

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m in ab les de los im ita d o re s , só lo h a b ía n d e ja d o tie rra s saquea­ d a s ( r ifle d f i e l d s ) . ( E l te m a d e P ro s e rp in a , con sus muchas afin id a d e s c o n el de O rfc o y cotí el d r a m a sim bólico de los cam b io s de las e sta c io n e s, n o e s tá , p o r s u p u e s to , m uy lejos). A unque la m u e rte d e l d o c to r D o n n e y la ilu stra c ió n que él m ism o a p o r ta a l te m a d e la r u in a u n iv e rs a l corroboren la m u e rte d e to d a s la s a r te s ( th e d e a th o f a ll th e A rts), aún p e rd u ra c ie rto im p u lso h a c ia la c re a c ió n . La m etáfora de C arew e s r e f i n a d a : la r u e d a la n z a d a a to d a velocidad conti­ n ú a e n m o v im ie n to u n in s ta n te d e s p u é s d e q u e se h a retirado la m a n o q u e la h ac ía g ira r. E n u n a m u e s tr a fin al de rigor, C arew enlaza firm e m e n te la s f ib r a s d e la fó rm u la mitológica clásic a co n la s de la v o c a c ió n c r is tia n a . D elp h iq u e [escrito d é lfic o ; a n a le s ] ya a n u n c ia la n e c e s a ria u n ifica ció n . Donne fu e A pollo's fir s t, a t la st, th e tr u e G o d ’s P riest. [ E l p r im e r o d e A p o lo ; a l f in , e l v e r d a d e r o s a c e r d o te del dios].

E sta d o b le c o n sa g ra c ió n , y la s a m b ig ü e d a d e s q u e de ella se d esp re n d e n , c o n stitu y e n , p o r s u p u e s to , la s u s ta n c ia d e Lycidas (1645). El D o cto r J o h n s o n n o fu e e l ú n ic o q u e se sintió incó­ m o d o p o r e sta in tra n s ig e n te e s tiliz a c ió n d el pesar, por el m odo en que la s c o n v en cio n es m ito ló g ic a s y p a sto rile s debían llev ar to d o el p eso m o ra l, y e l d e s a r r o llo lógico del signifi­ cad o que p ro p u so M ilto n . P e ro e s te e s, p re c isa m e n te , el pro­ blem a. N in g ú n o tro g ra n p o e m a d e la lite r a tu r a inglesa de­ pende tan v ig o ro sa m e n te d e la c ita im p líc ita ; n in g u n o postula de tal m an e ra to d o u n r e p e rto r io d e a lu sio n e s , ecos y contra­ p u n to s. La flo ra de q u e e s tá n s e m b ra d o s lo s p rim ero s versos nos rem ite a la Oda P rim era d el L ib ro I de H o racio y al Ca­ lendario d el P astor ( S h e p h e a r d ’s C a le n d a r) d e Spenser (sep­ tiem b re y e n e ro ). U na se v e ra c o a c c ió n ( H a rd co n s traint, que en M iltón se rá B itte r c o n s tr a in t) h a b ía in sp ira d o a Spenser su É gloga P astoral b a s a d a e n S id n e y . L y cid as es el nombre del p a s to r q u e ap are ce en el s é p tim o I d ilio d e T eócrito, y tam­ bién el de u n o de los p a s to re s q u e to m a la p a la b ra en la Égloba N ovena de V irgilio. E l A s tr o p h e l d e S p e n s e r y una técnica tra d ic io n a l p a ra lo g ra r lo p a té tic o m e d ia n te la exaltación resp ald an la trip le re ite ra c ió n q u e h a c e M ilto n del nombre de Lycidas. W h o w o u ld n o t s in g fo r L ycid a s? [¿Q uién no canta­ r á a L y cid as?] d a n u ev a fo rm a a C a rm in a s u n t dicenda; negel q u is carm ina Gallo?, q u e p ro v ie n e d e la É g lo g a Décima de Vir­

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gilio (Pope ap ro v ech ará la fórm ula en El Bosque de Windsor: What m u se f or G ranville can refuse to sing?). Casi no hay verso en L ycid a s que no solicite, o si atendemos al efecto di­ recto, que no suponga com o algo adquirido un conocimiento pleno p o r p a rte del lecto r de las constantes de la antigüedad clásica y d e la época isabelina. Todo el m é rito de M ilton consiste en saber explotar las fórmulas y convenciones con tal destreza, proyectándose con tal seg u rid ad , q u e parece rem ontarse hasta el reverso de esas mismas convenciones, com o si, más allá de las variantes de Horacio, V irgilio y Ovidio, desembocara en una experiencia original d ire c ta . Sugiere, por decirlo así, aplica e integra a su sensibilidad perso nal aquellas realidades de la muerte, del paisaje a lte rn a tiv a m e n te bañado en el Renacimiento y la de­ solación, e n la sensación de m isterio y duda que embarga al poeta c u a n d o pien sa en la verdadera naturaleza de su voca­ ción: las m ism as que horm an, y que engendraron en algún momento que se pierd e en la noche de los tiempos, la estruc­ tura de la p oesía pastoril. Milton puede entregarse a esta tarea, p re cisam en te porque su "sinceridad" cuando llora a Edw ard K in g es y h a sido dictada por las circunstancias. Pero la a n g u s tia que destila el poema ante las promesas olvi­ dadas e in cu m p lid as, y an te los peligros de la situación politica y relig io sa, reflejan a Milton. Como ya se ha observado, este egoísm o es p a rte de la convención, y constituye una de las c o n sta n te s e n el lam ento de un poeta por otro. La estili­ zación, el c a rá c te r com pletam ente previsible del material de Milton, m u ltip lica n p o r doquier las resonancias de su discur­ so. La in terv en ció n de Orfeo resulta inevitable, aunque no por ello d e ja de s e r m enos im ponente el efecto: W h a t could the Muse her self that Orpheus bore, T he M use her self, for her inchanting son W h om Universal nature did lament, W hen b y th e rout that made the hideous roar, H is goary visage down the st ream was sent, D own the sw ift Hebru s to the Lesbian shore. [¿Q ué m u c h o q u e la M usa l o lam ente, / la M usa m ism a que llevó en s u e n tr a ñ a / a O rfeo, que lam en ta / la universal N atura, / c u a n d o e l r u g id o d e te rrib le bestia / lanzó su ro stro bello a la c o rrie n te , / al E b r o ra u d o , y a la playa lésbica?]

El tem a d e la resurrección ya estaba presente en Carew, pero

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M ilton le co n fiere n u e v o e s p le n d o r. L y c id a s co m b in a la anunciaó n ó rfica y la c r is tia n a d e u n R e n a c im ie n to , y ese movi­ m iento p arabólico c u lm in a e n j ú b i l o : W eep no m ore, w o fu l S h e p h e r d s w e e p no m ore, For Lycidas y o u r s o r r o w is n o t d e a d . . . [ N o llo ré is m á s , p a s t o r e s , n o l l o r é i s ; v u e s t r o l u to , L y c id a s, no e s tá m u e r t o . . . ]

La p a ra d o ja es d e o rd e n te o ló g ic o p e r o ta m b ié n se apega es­ tric ta m e n te a la fó rm u la . P ín d a r o la e n u n c ió p o r vez primera, H o racio le dio n u ev a e x p re sió n y O v id io v o lv ió a reform ularla en las M e ta m o rfo sis. L a la m e n ta c ió n p o é tic a es la prueba certe ra de que la p o e sía p e r d u r a r á . H acia 1821, la tra m o y a p a s to r il n o p a s a b a d e s e r u n a ran­ cia im p o stu ra. Y s in e m b a rg o , A d o n a is le im p rim e u n a vitali­ dad que tra sc ie n d e la e x u b e ra n c ia r e tó r ic a y el ím p e tu prosó­ dico del poem a. E s to se d e b e a q u e el lite ra lis m o d e Shelley en su m a n ejo de las c o n v e n c io n e s m ito ló g ic a s de la Anti­ güedad (q u e se c o n se rv a al s e rv ic io d e s u s p e rs o n a je s dram á­ ticos perso n ales y a le g ó ric o s) es ta n in te n s o y ta n personal gom o el de M ilton, a p e s a r d e q u e s u p e n s a m ie n to sigue una orientación o p u esta . " A d o n a is" , e s c rib e H a r o ld B lo o m , "es, in­ con tro v ertib lem en te, e l p o e m a d e u n m a te r ia lis ta , poem a sur­ gido de la d esesperación d e s u s c o n v ic c io n e s m á s profundas y, en ú ltim a in sta n c ia , q u e s e e le v a p o r e n c im a de esas con­ vicciones, h a sta lle g a r a u n m is te r io q u e n o p o d ría perturbar el m aterialism o p ra g m á tic o ." 12 L a d e s e s p e ra n z a d e Shelley ante la m u e rte d e K e a ts, a n te e l a s p e c to irrevocablem ente orgánico de esa m u e rte , e s d e c a lc u la d a d e s m e s u ra , cuando se tiene e n c u e n ta q u e lo s d o s p o e ta s n u n c a lle g a ro n a rela­ cionarse en fo rm a ín tim a . P e r o e s ta d e s m e s u r a fo rm a parte integral d e la con cien cia de S h e lle y — u n a c o n c ie n c ia que es com ún en la fo rm u la c ió n tr a d ic io n a l d e e s ta c la s e de elegía— de su propia co n d ició n p re c a ria e in e s ta b le , y d e la naturaleza p ro fu n d am en te am b ig u a d e la e x is te n c ia d e l p o e ta en tre los hom bres de la T ie rra . E n u n m o v im ie n to fin a l que excede los lím ites del te s tim o n io filo s ó fic o o p ra g m á tic o , "A donais" logra lib ertarse d e la T ie r r a y c o n te m p la r u n re sp la n d o r pla­ tónico y ap o calíp tico , q u e n o p e r te n e c e a l á m b ito del hombre. 12 "T he U n p astu red S e a : a n I n tr o d u c tio n t o S h e lle y ", en Harold Bloom (co m p .): R o m an tic is m a n d C o n s c i u s n e s s , N u e v a Y ork, 1970, p. 397.

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percibimos sin cesar los ecos de “ Lycidas”, y el desarrollo paralelo de las e stru c tu ra s retóricas. Pero la clase de permu­ tación que se h a efectuado sobre las constantes tradicionales, y sobre el p ro to tip o m iltoniano, es de una crítica radical. El texto de Shelley constituye una refutación del de Milton; refutación ta n to m ás puntual y precisa, cuanto que procede mediante u n a creación deliberada de ecos. Tal com o en el poem a de Milton, el nombre del poeta muerto resuena u n a y o tra vez al principio de la elegía. Y, por su­ puesto, cu an d o Shelley alude a un ahogado, piensa en realidad en Lycidas, y no e n K e a ts: Oh, w eep fo r Adonais —he is dead! . . . For he is gone, w here all things wise and fair Descend; —Oh, dream not that the amorous Deep Will y et restore him to the vital air; Death feeds on his m ute voice, and laughs at our despair [Llora p o r A d o n a is p u e s to q u e h a m u e r to .. . / Él cayó ya en el hueco a d o n d e to d o c u a n to e ra h e rm o so y noble descendiera. / No sueñes, a y , q u e e l a m o ro s o a b ism o / te lo devuelva al aire de la vida. / S u m u d a voz la d ev o ró la m u erte, / que ahora se ríe al vern os s in c o n s u e lo ].

Desde el v erso 19 h asta el 190 se reitera una y otra vez la sombría re alid ad de la m uerte orgánica del individuo: "He will w ake no m ore, oh, never m ore." Cargado de resonancias m iltonianas m u y precisas, el impulso hacia la trascendencia se deja s e n tir en los prim eros versos de la Estrofa xxxix: Peace, peace! he is not dead, he doth not sleep H e hath aw akened from the dream of life. .. [¡Paz! ¡Paz! N o h a m u e rto ; n i tam poco duerm e: ya despertó del s u e ñ o d e la v i d a . . ]( Trad. S. R. M.)

A pesar de que no se le nombra, Orfeo no deja de estar pre­ sente : He is m ade one w ith N ature: there is heard H is voice in all her music, p o m the moan O f thunder, to the song o f night's sweet b ird ... [E s u n o y a co n la N a tu ra : oigo su voz en toda cosa; del gemido del T ru e n o , h a s ta e l c a n to del dulcísim o pájaro n o c tu rn o ... ] (Trad. S. R. M.)

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Pero el poeta la m e n to so a b a n d o n a la r e a lid a d terre n a l, a pe­ sa r de que a h o ra la a n im a e l g en io d e A d o n ais. La esfera del hom bre es u n re c e p tá c u lo d e m a s ia d o c o r ru p to com o para co n ten er las fu erzas m á s a lta s d e la v isió n p o ética y metafísi­ ca. En la ú ltim a e s tro fa se c o n c e n tra el le g a d o b ie n asim ilado, y el reco n o cim ien to del yo, ta n a m p lio s, q u e e s ta lla n —no hay o tra p alab ra p a ra d e sc rib irlo — e n u n a d e s lu m b ra n te clarivi­ dencia. P ro g resan d o d e sd e u n a a lu s ió n fin a l a "L y cid as” y al ahogado E d w ard K ing, h a s ta la m e tá f o r a p la tó n ic a y petrarqu ista de la b arca d el a lm a ( q u e le e r a ta n c a r a a Shelley) y llega a p red ecir su p ro p ia m u e r t e : The breath w hose m ig h t 1 have in v o k e d in song Descends o n m e; m y s p irit's b a r k is d rive n , Far fro m the shore, fa r fr o m th e tr e m b lin g throng Whose sails w ere n ever to th e te m p e s t g iv en . . . [ E l p o d e ro s o a lie n to q u e h e i n v o c a d o / e n e s t e c a n to s o b re mí d e sc ie n d e . / L a b a r c a d e m i e s p í r i t u , c u y a s v e la s / l a te m p e sta d n o c o n o c ie ro n n u n c a , / e s a r r o j a d a a h o r a a g r a n d is ta n c ia / de to d a o rilla , in m e n s a m e n te l e j o s / d e l a s e s t r e m e c i d a s m uche­ d u m b re s.]

El lam ento de Shelley d e n u n c ia e l p a c to q u e h a n firm a d o con la in m o rtalid ad la poesía p a s to ril y el c r is tia n is m o , al mismo tiempo que se in sp ira e n la f ó r m u la tra d ic io n a l que anim a a am b as: como el lam en to d e D u n b a r, e l d e S h e lle y se redon­ dea con la propia m u e rte del c r e a d o r. En Thyrsis (1866), la p e rm u ta c ió n d e lo s ra s g o s canónicos es deliberadam ente p a rá s ita . C u a n d o M a tth e w Ar n o ld invoca a Thyrsis, a C orydon, a B ion, y a s u s " c o m p a ñ e r o s " sicilianos, incurre en una invocación d e s e g u n d a y te r c e r a m ano. Es patente que el llam ado se d irig e a M ilto n y a S helley. Pero el resultante academ icism o y la n o ta d e b u r la d e sí m ism o son un gran acierto. T rasm iten la a tm ó s f e r a e s c o lá stic a y el ca­ rácter exaltado y libresco d e las re la c io n e s de M atthew Arnold con A rth u r H ugh C lough. A d e m á s , a p e s a r de ser tan frágiles, las fórm ulas p a s to rile s e x tr a e n u n a p a ra d ó jic a au­ tenticid ad del hecho q u e n o e s p o sib le p a s a r p o r alto , o de que el dolor d e Ar n old tie n e u n a in te n s id a d y u n a verdad personales, que en v an o b u s c a ría m o s e n L y c id a s o en Adonais. La elegía conserva u n d elic ad o e q u ilib rio e n tr e u n a expresión patética consciente y u n a s u a v e ir o n ía q u e d is ta m ucho de excluir la aflicción o el a g n o s tic is m o . L a a p a ric ió n de Orfeo

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ilustra el m étodo de M atthew Arnold. Un pastor siciliano habría seguido a Thyrsis al otro m u ndo: And m ake leap up w ith joy the beautious head Of Proserpine, among whose crowned hair Are ftow ers first open’d on Sicilian air, And flu te his friend, like Orpheus, from the dead. [Y h a c e r s a lt a r d e gozo la b ellísim a te sta / de Proserpina, en cuya coronada m e le n a / h a y flo re s q u e nacieron del aire siciliano, / y flautas, c o m o a O rfeo , lo h a b rá n resu citad o .] (Trajd. S. R. M.)

En nuestros días nadie puede escapar así de la regla. En la muerte p rem atu ra de Clough, Arnold, aquí del todo sometido a la fórm ula, ve la prefiguración de su propia m uerte: Y e s, th o u a r t gone! and rou n d m e too the night I n ever-n ea rin g circle weaves h er sh a d e . . . [Si; ¡y a t ú p a rtis te ! T a m b ié n en to rn o m ío la noche va cerrando la s o m b ra q u e m e in v a d e .. . ]

Luego, reto m a n d o sistem áticam ente a Milton y a Shelley, el poeta ren u n cia a la desolación: yet will I not despair. Despair I w ill not, white I yet descry ’N eath th e m ild canopy o f English air That lonely tree against the western sky. [M as y o n o d e se sp e ro . N o p ierd o la esperanza m ientras veo bajo la lim p ia b ó v e d a d e los a ire s ingleses u n árbol solitario, silueta en e l P o n i e n te .. . ]

Y la voz d e Thyrsis, quien aquí actúa como el genius loci de la égloga y del paisaje virgilianos, corrobora: W hy fa in test thou? I wander’d till I died. Roam on! The light we sought is shining still. [¿P o r q u é fa lla s te ? V agabundée h a sta la m uerte. Ronda, la luz que b u s c a m o s b rilla todavía].

Las palabras de Thyrsis encierran una alusión al célebre pa­ saje de u n poem a del propio Clough, y ello es un nuevo ejem­ plo del equilibrio que existe entre la convención formal y la

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in sp iració n ín tim a , e n la " m o n o d ia " d e M atth ew Arnold (" m o n o d ia " es e l té rm in o té c n ic o d e q u e e c h a m ano Milton p a ra d e sig n a r a " L y c id a s " ). E ste " ju e g o " d e ele g ía s, al q u e se p o d ría n a ñ a d ir, no sin alg u n as re se rv a s, el A ve a tq u e V a le d e S w in b u rn e, e In Mem o ria m , de T e n n y so n , e s tá s im u ltá n e a m e n te im plícito y critic ad o e n el p o em a de W . H . A u d en titu la d o In M em ory of W . B . Y ea ts, fa lle c id o el m es d e e n e r o de 1939. A uden apro­ vecha a fo n d o la fa la c ia p a té tic a , q u e, si b ien reconoce sos­ pechosa, sab e e sen c ia l p a r a el c o n tr a p u n to duelo-paisaje que an im a al g én ero p a s to r i l : He disappeared in the dead o f w in te r : The brooks w ere frozen, th e a irp o rts alm ost deserted, And snow disfigured the p u b lic statues; The m ercury sank in th e m o u th o f the dying day. O all the in stru m en ts agree The day o f his head w as a d a rk cold day. [D e s a p a re c ió e n la e n t r a d a d e l in v ie r n o : / h e la d o s lo s arroyos, lo s v u e lo s s u s p e n d id o s , / D e f o r m e s d e n ie v e la s e s ta tu a s públi­ c a s; / e l m e r c u r io b a j a b a a la b o c a d e l d í a f a lle c ie n te . / Conc u e r d a n lo s in s t r u m e n to s q u e t e n e m o s : / e l d í a d e s u m u e rte fue u n o s c u ro d ía f r ío .] ( T r a d . J u a n T o v a r )

Y e n tra en escen a O rfeo. N o s e t r a t a e n e s ta ocasión, como en el p rim e r ejem p lo , del O rfe o d e la resu rrec ció n , sino, com o en M ilton, del b a rd o d e s m e m b r a d o : "N o w he is scat­ tered am ong a h u n d r e d c itie s [ a h o ra , e s tá esparcido entre cien c iu d a d e s] . " E l tro p e l u lu la n te q u e h a c ía u n tum ulto espantoso" (T h e ro u t w h ic h m a d e th e h id e o u s roar) en "L ycidas" , la ch u sm a filis te a q u e p e rse g u ía a A donais hasta la m uerte, la tu rb a de p o s itiv is ta s v u lg a re s q u e am enazaba al Parnaso y al ám b ito a c a d é m ic o -g ita n o d e T h y rc is, son hábil­ m ente tra n sm u ta d o s en a g e n te s y c o rre d o re s d e Bolsa que "ru g ían com o b estias en el p a v im e n to d e la B o ls a " (Roaring like beasts on th e flo u r o f th e B o u r s e ). P e ro la poesía pre­ valece y es p e rd u ra b le : it flo w s so u th From ranches o f iso latio n a n d th e b u s y griefs, Raw tow ns th a t w e believe a n d d ie in; it survives, A w ay o f happening, a m o u th . [F lu y e h a c ia e l s u r / d e s d e f in c a s a i s l a d a s h a s t a e l trá fa g o urba­

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no, / c iu d a d e s ru d a s , lo c re im o s y m orim os; sobrevive, / cual suceso p e re n n e , c o m o b o c a .] (S. R. M.)

El poema de Auden establece una permutación, muy perso­ nal, y al m ism o tiempo, firm em ente tradicional, de motivos correspondientes tom ados de Ovidio y de Milton. Ya no se trata de la poesía como una abstracción; es la cabeza de Orfeo la que viaja hacia el sur, to the Lesbian shore. Es Orfeo asesinado quien, como nos lo recuerda Ovidio, no deja de can ta r ni u n m o m en to : m em bra iacent diuersa locis, caput, Hebre, lyramque excipis: et (m irum !) medio dum labitur amne, flebile nescio quid queritur lyra, flebile lingua m urm urat exanimis, respondent flebile ripae. [Los m ie m b ro s de la víctim a son d isp ersad o s p o r aq u í y p o r Tú, ¡oh r ío E b r o l re c ib e s la cabeza y la lira; y entonces (oh, digio), m ie n tr a s re s b a la p o r e l río la lira se q u e ja c o n no sé lam e n to y la le n g u a ex án im e m u rm u ra un o s lam entos y las llas le r e s p o n d e n co n lam e n to s.] (M etam orfosis, XI, 50-53)

allí. p ro ­ qué ori­

Por últim o, Auden se detiene a m editar en la circunstancia de que u n o s poetas hayan llorado la m uerte de otros. Ad­ vierte la am bigüedad m oral de tal situación. Muestra su in­ quietud p o r esa p aradoja decisiva que es la vida inmortal de las palabras. Y es que hay algo profundam ente perturbador y hasta rep u g n an te en el hecho de q ue. . . Tim e that is intolerant Of the brave and innocent. And indifferent in a week To a beautiful physique, Worships language and forgives Everyone by whom it lives; Pardons cowardice, conceit, Lays its honours at their feet. [ E l tie m p o , in to le ra n te / con los b rav o s e inocentes / indiferente en el la p s o d e u n a se m a n a / a u n c u e rp o herm oso / rev e re n d a al le n g u a je , / e s p ia d o so co n to d o s los q u e p o r é l viven; / p e rd o ­ n a la c o b a rd ía , e l engaño, / pon ien d o a su s p ies los honores.]

Y sin em bargo, es precisam ente el escándalo de ese perdón lo que p erm ite el verdadero compromiso, la gran promesa.

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Como Carew, M ilton, Shelley y Ar n o ld a n te s que él, Auden cierra su poem a con u n a n o ta r e c o n fo rta n te . La voz indul­ gente de O rfeo debe v ia ja r con el h o m b re " h a s ta el fondo de la n o c h e " : T o the b o tto m o f th e n ig h t. D ebe convencerlo de que se alegre h a s ta en el in v ie rn o m á s c ru d o de la Historia. Los ú ltim os versos de la co da s o n d e p u ra poesía pastoril: In the d e se rts o f th e h ea rt L et the healing fo u n ta in s sta rt, In th e prison o f th is d a ys Teach th e fre e m a n h o w to p ra ise [ E n lo s d e s ie r to s d e l c o ra z ó n / p r e c i p i t a la f u e n te d e salud; / en la c á rc e l d e s u s d ía s / e n s e ñ a a l h o m b r e l i b r e la alabanza.]

La “ p erm u tació n ” o rg an iza o tro s m u c h o s " c o n ju n to s " o "jue­ gos" de la poesía y el te a tro en v e rs o de O ccidente, y también es responsable de u n a b u e n a p a r te d e la m ú sic a y de la ico­ nografía. E n tra en ju e g o c a d a vez q u e lo s elem entos-fórm ulas convencionales son b a s ta n te a m p lio s p a r a co n fig u ra r una form a literaria, y lo b a s ta n te e sp ecífico s p a r a c re a r expre­ siones verbales p e rd u rab les q u e s e a n el sello d e esa forma. E s el caso de esa fam ilia d e e le g ía s q u e escrib ie ro n ciertos poetas en m em oria de o tro s , q u e la le n g u a in g lesa perpetúa sin interrupción, desde S id n e y y S p e n s e r h a s ta W . H. Auden. Los elem entos-fórm ulas del p a is a je p a s to ril, del reconoci­ m iento de sí m ism o, de la tra n s ic ió n d e la desesperación a la esperanza, se fu n d a n en el id ilio y la ég lo g a clásicas. Han dado lugar a estilizaciones lo b a s ta n te e lá s tic a s y eficientes para satisfacer d u ra n te c u a tro sig lo s la s exig en cias de poetas cuyos tem peram entos y o p in io n es n o p o d ía n s e r m ás opues­ tos. A su vez, cada u n o de e s to s h o m b re s e n d u e lo h a mode­ lado su obra en la e s tru c tu ra fo rm a l y en los d etalles verbales de sus precursores. Y es la c o n s ta n c ia , n o só lo de los giros verbales, sino del g én ero m ism o e n c u a n to u n id a d , lo que hace de la "p erm u tac ió n " u n p ro c e d im ie n to m u c h o m ás am­ plio y de m ay o r e n v e rg a d u ra q u e la " s u s titu c ió n " , to d a vez que am bos se e n c u e n tra n , se g ú n v im o s, e s tre c h a m e n te vincu­ lados. La lín ea genealógica q ue va d e sd e la v e rsió n de Cowley al m otivo de la "esq u iv a a m a d a " , h a s ta las v ersio n e s de Donne y H errick, es d ire c ta m e n te v e r b a l; m á s q u e o rg an izar un género, esa línea e s tr u c tu r a u n te m a . I n M em o ry o f W. B. Yeats señala el d e sa rro llo ú ltim o — y d ig o desarrollo en el sentido m ás in ten so de c o h e sió n o rg á n ic a — d e u n a de las

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formas literarias de m ayor importancia o, quizá, su punto culminante. Me g u staría proponer otra categoría en la clase general de las transform aciones parciales; esta clase va, como hemos visto, desde la traducción más literal, hasta la parodia, la alusión oblicua, el eco inconsciente. En The Extasie, Donne propone la tesis de que en la unión carn al y espiritual del amor verd ad ero y auténtico se da la compenetración y la fusión osm ótica de dos alm as: W hen lave with one another so Interinanim ates tw o soules The abler soute which thence doth flow D efects o f loneliness controules [C uando el b u e n a m o r a lie n ta / en dos alm as que comulgan, el a lm a f u e r te g o b ie rn a / los defectos que ten ía n .] (s. r. m .)

Existe algún m anuscrito donde aparece una variante más simple del térm in o clave: se puede leer in teraminantes en lugar de interinanim ates. Me serviré de esta variante en mi análisis. C onjunción de dos almas, la interanimation remite a un proceso de interpenetración absolutamente alerta y vi­ gilante. Es u n a dialéctica de la fusión, donde la identidad sobrevive, alterad a, pero dueña de nueva fuerza, y redefinida gracias a la reciprocidad. Se da allí un anonadamiento del yo en la o tra conciencia, así como un reconocimiento de la pro­ pia persona a través de un movimiento simétrico. De ahí nace u n a m ultiplicación del caudal, de la riqueza del ser, afir­ mado y com partido, "Interanim adas", las dos presencias, las dos e stru c tu ra s form ales, los dos discursos, adquieren una envergadura, u n a fuerza de significación, que se proyecta mucho m ás allá de la que podría generar cada una sola o en m era secuencia. Se tra ta de un proceso que, literalmente, eleva a u n a potencia superior. Si nos detenem os a exam inar estas propiedades, salta a la vista que los atributos en cuestión reproducen los términos propuestos a lo largo de este libro para definir y caracterizar la traducción. Una compenetración intensamente enfocada, el establecim iento de una identidad m utua por medio de la conju n ció n ; la intensificación de la vida de una obra cuando se ve co n fro n tad a y re-presentada por las versiones alterna­ tivas en que se desdobla su h o rm a; tales son los rasgos es­ tru ctu rales d e la traducción propiamente dicha. Pero aun

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donde reú n e o b ras m uy s e p a ra d a s p o r el le n g u a je , las conven­ ciones form ales o el c o n te x to c u ltu ra l, la "interanim ación'' h abrá d e rev elarse com o u n re to ñ o d e riv a tiv o m ás; como o tra analogía m e ta m ò rfic a d e la tra d u c c ió n . Q ue estas cosas nunca h a n sid o obvias, q uizá se deba a que la v asta zona de relaciones que a m p a ra e s ta rú b ric a es d e m a sia d o tangible, in m ed iata y o m n ip resen te e n n u e s tr a c u ltu ra . V aldría la pena s e ñ a la r o tr a o b se rv a c ió n prelim inar. La expresión de D onne so b re los d e fe c ts o f lo n e lin e ss [los defec­ tos de la soledad] su g iere con in c o m p a ra b le agudeza el esta­ do afectivo e in telectu al que es in d iso c ia b le de las tensio­ nes de la invención p erso n al. E l p o e ta q u e se en fren ta a la página en blanco, el p in to r a n te el lien zo v irg en , el escultor que se e n fre n ta a la p ie d ra b ru ta , e l p e n s a d o r que se mueve en la vecindad, p resen tid a, p e ro m u d a , d e lo im pensado, son otros ta n to s lu g ares c o m u n es d e la s o le d a d ; fo rm a n un clisé. Aun para el ag n ó stico , e l a c to d e c r e a r u n significado y una form a posee co n n o tacio n es a rc a ic a s d e hu b ris, desafío. El creador se sien te im ita d o r, p e ro , a la vez, riv a l e n una empre­ sa creativa m ucho m ás v a sta . E s tá so lo c o n s u necesidad, y esta necesidad, según te stim o n ia n e s c rito re s y a rtista s plás­ ticos, no co n stitu y e n in g ú n c o n su e lo ( T h e S e c re t Sharer de Joseph C onrad es u n a a le g o ría p e rfe c ta d e cóm o el artista se expone a los em b ates d e la a g o b ia n te s o le d a d ). La "interanim ación", dice Donne, re su elv e la s re stric c io n e s que impo­ ne la singularidad. E l alm a m e jo r (a b le r so u l ) se interioriza en la obra en cuestión. La n u e v a se m illa se n u tre de la tra­ dición y de los m odelos can ó n ico s, p a ra d ism in u ir el vacío que rodea a la novedad. Y e s ta c o n flu e n c ia o tra sp a so de las alm as (in teran im ació n ) es la q u e h a d e te rm in a d o , que ha dado u n a lógica d e la fo rm a y d e lo calism o a u n a buena parte de las letras, las a rte s p lá stic a s, e l d isc u rs o filosófico occi­ dentales. La h isto ria del te a tro o ccid en tal, ta l c o m o la conocemos, puede leerse a m e n u d o com o u n p ro lo n g a d o eco de las in­ form alidades fatales e n tre los h o m b re s y los dioses en un puñado de fam ilias g rieg as (fe n ó m e n o q u e en re a lid a d delata incapacidad p ara d e fin ir fo rm a s d is tin ta s ) . Los enredos de que fue víctim a el clan de A treo ya e ra n u n te m a bien esta­ blecido cu an d o E squilo, Sófocles y E u ríp id e s le dieron forma dram ática. E n lo sucesivo, el eco e s in cesan te. Tiestes y Agam enón, de Séneca, so n e l p u n to d e p a r tid a d e la tragedia en verso del R enacim iento, e n I ta lia , F ra n c ia e Inglaterra. La

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interanimación o confluencia de las almas traza una línea ininterrumpida hasta llegar a Alfieri. El teatro moderno está empapado en esa histo ria: Hofmannsthal, Claudel, O'Neill, Giraudoux, T. S. Eliot, Hauptman y Sartre crean algunas variantes de m ayor éxito. Si se incluyen las versiones y adap­ taciones m usicales y coreográficas (y pienso en la inspirada Clitemnestra de M artha Graham), el catálogo moderno se dobla o triplica. Las ramas del tronco principal no son menos ricas. El capítulo "Ifigenia" se ha dramatizado en una larga cadena de obras; desde la de Eurípides, hasta las de Racine y Goethe. Sabem os que Esquilo llevó a escena el desastre que cae sobre la fam ilia de Layo antes que el Edipo de Sófo­ cles; y que Las Fenicias de Eurípides, sólo es una de las versiones del Ciclo Tebano, que llega hasta Las Bacantes. A Séneca lo suceden Corneille y Alfieri. Yeats reescribe Edipo en Colona. La Yocasta de Cocteau, que se embadurna la cara de crem a ju n to a la cuna de su hijo, no es más que un esla­ bón, sim ultáneam ente solemne y paródico, de una serie in­ interrum pida. E n Sófocles, Eurípides, Racine, Alfieri, Hölder­ lin, Cocteau, Anouilh y Brecht encontramos dramatizaciones de la vida de Antígona y de la pugna fratricida entre Etéocles y Polinices. Y, com o señalamos más arriba, las "interanimaciones" de Antígona con el pensamiento y la obra de Hölder­ lin, Hegel y K ierkegaard producen uno de los intercambios afectivos m ás vividos y una de las discusiones filosóficas más intensas de la historia intelectual moderna. Cuando Jean Gi­ raudoux in titu ló su pieza Amphitryon 38, subestimó el núme­ ro de sus predecesores. Echando mano de las diversas varian­ tes de la leyenda que es posible encontrar en Homero, Hesíodo y Píndaro, Esquilo, Sófocles y Eurípides escribieron varias obras, ah o ra perdidas, acerca de la ambigua fortuna del ge­ neral tebano y su divino sosias. Plauto retomó el tema y, al parecer, acuñó el térm ino "tragicomedia" para caracterizar su interpretación de la leyenda. Entre las imitaciones de Plau­ to se cuentan un Amphitryon de Pérez de Oliva, una versión portuguesa de Camoëns y una italiana debida a Ludovico Dolce. Molière, Dryden y Kleist también se apoderan del tema, y lo modifican. Jean Giraudoux y Georg Kaiser le dan voz contem poránea, al captar la analogía simbólica y la ex­ travagante consistencia de los sueños.18 La Medea de Euripi8Ensayo 1 de Peter Szon di, "Fünfmal Amphitryon”, en Lektüren und Lektionen, Francfort, 1973, ofrece una versión particularmente

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des p resta un "a lm a s u p e rio r " (a b le r s o u l ) a las piezas que sobre M edea h ic ie ro n S én eca, C o rn eille, A n o u ilh , Robinson Jeffers y u n a v e in ten a m á s d e d r a m a tu rg o s , com positores y coreó g rafo s. L a v isió n que te n ía n S ó fo c le s y E u ríp id es de H ércules in c ita la in sp ira c ió n d e S é n e c a — e se p u en te cons­ ta n te de la a n tig ü e d a d clásica c o n la c u ltu ra m o d ern a—, y tam bién las de W ielan d , W e d e k in d , E z ra P o u n d y D ürrenm att. H em os v isto la " in te r a n im a c ió n ” o " c o n flu e n c ia aním ica" del H ipólito d e E u ríp id e s c o n los d e S é n e c a y R acine. Schiller tra d u ce P hèdre, y el sig lo xx p r o d u c ir á n u m e ro s a s trasposi­ ciones del m ito , q u e in clu y en la n o v e la y el cine. Prometeo, ladrón del fuego, in te lig e n c ia r e v o lu c io n a ria , m á r tir , es una person a, en el s e n tid o la tin o , q u e re a p a re c e rá u n a y o tra vez en la tra g ed ia, el a r te y la m ú sic a d e O c c id e n te , d esd e Esqui­ lo y M ilton h a s ta G o eth e, B ee th o v e n , S h e lle y , G ide y Robert Lowell. Es p ro b ab le que n o h a y a u n a li s t a c o m p leta de las di­ versas v ersiones d e F a u s to , d e s d e la s piezas m edievales para m ario n e ta s y M arlo w e, h a s ta G o e th e , T h o m a s M ann y Mon Faust, de P aul V aléry. L as c ifra s a p ro x im a d a s lleg an a cente­ nares. Don Ju a n , te m a h e r m a n o d e F a u s to , h a s id o llevado al te a tro p o r T irso de M olina, M o lière, D a P o n te , G rabbe, Pushkin, H o rv áth , G. B. S h a w , M ax F r is c h y J e a n A nouilh, para sólo m en cio n ar los ejem p lo s m á s fa m o so s . L a sem illa de Don Ju an se h a esp arcid o en la p o e s ía líric a , e n la épica burlesca y en la novela, lo cu al m u ltip lic a p o r c ie n to n u e s tr o inventa­ rio.14 E n E l R e y L ea r de S h a k e s p e a re e s p e rc e p tib le la "som ­ bra re ch a z a d a " d e u n L eir a n te r io r y d e c ie r ta s v arian tes de la in trig a que ya se e n c u e n tra n p re s e n te s e n la A rcadia de Sidney, las cró n icas de H o lin sh e d y L a R e in a d e las H adas de Spenser (d ig o " re c h a z a d a " , p o rq u e S h a k e s p e a re se aparta rad icalm en te d e la s lín e as g e n e ra le s c a n ó n ic a s e n diversos p u n to s clav es). E n cam b io , se p o d r á e n c o n tr a r "confluencia de las a lm a s" e n tre E l R e y L ea r y H o m e c o m in g de H arold P in te r. P ero el m e ca n ism o de e s a c o n flu e n c ia o interanim ación n o se lim ita de n in g ú n m o d o a los te m a s m íticos o arq u etípico s. H ay a lre d e d o r d e o c h e n ta p re se n ta c io n e s de la bio g rafía de J u a n a de A rc o ; n o v e lístic a s , líric a s , te a tra le s. Las versiones d e S h a k e sp e a re , S c h ille r, S h a w , B re c h t, Claudel, detallad a d e la " in te ra n im a c ió n " o " c o n flu e n c ia d e las alm as", de una versión a o tra . 14 Cf. el tra ta m ie n to e x h a u stiv o d e la tra d ic ió n e n G endarm e de B évotte , La L égende de Don Ju a n , P a rís , 1911. Se n e c e sita ría publi­ c a r un te rc e r volum en p a ra p o n e r al d ía su e s tu d io .

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Maxwell A nderson y Anouilh no son sino las más celebradas, pero un inventario de este género podría continuarse h asta el absurdo. El árbol genealógico estructural de las form as literarias y la contin u id ad "translacional" (traduccional) de la poesía épica y del te atro occidentales son lugares comunes de la crí­ tica literaria. Si, com o proclam aba W hitehead, la filosofía occidental es u n a apostilla a Platón, nuestra tradición épica, nuestro te a tro en verso, n u estra oda, nuestra elegía, nuestra poesía p astoril, son notas al pie de página de Homero, Píndaro y los trágicos griegos. Pero gracias a un hontanar co­ mún y a las propiedades m agnéticas de un ideal canónico, la “confluencia de las alm as” tam bién concierne a la novela. Tenemos propensión a desdeñar este punto, porque la textura de la novela en prosa engendra lo que Henry James llamaba "m onstruos laxos y deform es". A diferencia de la poesía y del teatro , la novela posee principios de coherencia tan difu­ sos y polifacéticos que no suele ser fácil clasificarlos ni contem plarlos d e n tro de una visión ordenada de conjunto. Mu­ cho m ás que cualquier o tro género, la novela es el reino de lo con tin g en te; propone una respuesta ad hoc para cada si­ tuación n a r r a tiv a ; un reflejo específico para cada una de las contingencias psicológicas, espaciales, sociales, en torno de las que se a rm a la narración. Se tra ta de una form a disponible al infinito. Se concede al novelista que " tra ta con la vida real" d e u n m odo m ucho m ás amplio, más empírico y libre en estilización que el poeta o el dram aturgo. Hay excepciones ev id en tes; la form a en que Henry James da cuerpo a la som­ bría unión m atrim o n ial de Isabel Archer en The Portrait o f a Lady [ R e tra to de una dam a] rem ite a las calamidades del m atrim onio en M iddlem arch, de George Eliot, lo cual da cier­ ta idea de la gran deuda y de la profunda revisión crítica de que fue o b jeto ésta, en beneficio de aquélla. Y aunque las muy diversas excelencias d e los dos libros dificultan el registro porm enorizado de sus afinidades, no puede haber duda de que A n na K arenina encarna el conocimiento preciso que tie­ ne Tolstoi de la descripción y del juicio moral del adulte­ rio en M adam e Bovary. Casos com o éste son menos raros de lo que p o d ría parecer. Es posible encontrar en todo el des­ arrollo de la novela m oderna cúmulos del conocimiento y la percepción; agolpam ientos interactivos en torno del común tronco de una presencia ejem plar o " superior" (''abter" ). La N ouvelle H élöise [ La nueva Eloísa] (1761) debe su fuer­

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za al raz o n am ie n to d e lib e ra d a m e n te d isc u rsiv o . D eudor de R ich ard so n , R o u sse au e m p lea la fo rm a e p is to la r para des­ a rro lla r en m asa las situ a c io n e s d r a m á tic a s y filosóficas más allá de los lím ites del re a lism o . L as te n sio n e s son extrem as, p ero se o c u lta n b ajo u n a té c n ic a d e la d ig re sió n , cuyas raíces se h u n d en , com o sucede s ie m p re c o n e s te a u to r, en una re­ flexión cau d alo sa y lib re, p re ñ a d a d e re m in isc e n c ia s. Hoy día, el libro carece v irtu a lm e n te d e le c to re s. E s ta la g u n a obliga a d a r u n a idea de la p ro fu n d id a d y e n v e r g a d u ra de su influ­ jo , p o r m ed io d e a firm a c io n e s lla n a s. La d im en sió n e inten­ sid ad de ta l in flu en c ia lle g aro n a l g r a d o d e a lte r a r el estilo de la sen sib ilid ad e d u c a d a a lo la rg o y a lo a n c h o del continen­ te europeo, y en círcu lo s d e le c to re s ta n re m o to s com o los del Cáucaso. E n la m ed id a e n q u e se e x te rio riz a b a en escenas cuyo desenlace e ra id ea l o e x tre m o , la c o n c ie n c ia d e sí mismo ta n to de h o m b res com o d e m u je re s , se m a n ife s tó en el relato de R ousseau. S ain t -P reux y J u lia se c o n v irtie ro n en arqueti­ pos de to d o u n p o ten cial de e m o c io n e s y a c titu d e s morales, que cada u no de lo s le c to re s c o n s id e ra b a ín tim a m e n te suyas (las ilu stracio n es d e la s p rim e ra s e d ic io n e s d e la novela, pre­ paradas b ajo la m ira d a v ig ila n te d e R o u s se a u , aceleraban e intensificaban ese re fle jo de id e n tific a c ió n ). L a geografía del libro, su escen ario co m p u esto d e lag o , h u e r to y a lta m ontaña, configuraron u n p aisa je n u ev o , y al p a re c e r, d efin itiv o para los efectos ín tim o s. Los d iv e rso s a sp e c to s d e e s te p aisa je ; su colorido, su m eteo ro lo g ía, los d iv e rso s a tr ib u to s d e cada esta­ ción del año, fu n c io n a ro n co m o o b je tiv a c io n e s gráficas de o tras tan tas a c titu d es sociales, filo só fic a s y e ró tic a s, y como incitaciones. Si la exp resió n " c lim a a fe c tiv o " su g ie re legítim a­ m ente una réplica m o ra l p a ra c a d a u b ic a c ió n física, y si la sensibilidad m o d ern a re g is tra co m o lu g a re s c o m u n es las reci­ procidades o los ch o q u es iró n ic o s e n tr e el e s ta d o de ánimo personal y el te rre n o n a tu ra l, el m é r ito es d e R ousseau. Para n o so tro s, el espacio es p in to re s c o ; re s u e n a , co m o n o lo hacía an tes de que él le im p u siera los d e s b o rd a m ie n to s de su sensi­ bilidad y de su p ró d ig a so led ad . Las trasposiciones de La N o u v e lle H é lo ïse a episodios de la vida privada y a e scrito s " n o lite ra r io s " , ta le s com o cartas, crónicas, crónicas de v iajes, d ia rio s ín tim o s, efu sio n es líricas en f am ille fu ero n u b icu as y o m n ip re s e n te s . A nte la índole del caso, co n tam o s con te stim o n io s a b u n d a n te s , pero impre­ cisos. El h isto ria d o r lite ra r io s o la m e n te p u e d e h ab lar de novelas , cu en to s c o n fesio n ales, re m in isc e n c ia s ficticias, pie­

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zas teatrales o entrem eses pastoriles, que fueron escritos como imitaciones directas del libro de Rousseau, o siguiéndolo en grado m ay o r o m enor. Estas variaciones se cuentan por cien­ tos. W erther (1774), posee su genio independiente, pero per­ tenece a la m ism a fam ilia. En lo que respecta al romanticismo inglés, francés o italiano, el idilio trágico de Goethe se limita a reforzar la superioridad de Rousseau en los ámbitos emo­ cional y técnico. Proporciona concisión y fatalidad suplementarias a los tem as m ás m orosos y filosóficamente circunspectos de La N ouvelle H éloïse. Pero es esta semilla la que reviste gran im portancia. Desde el p u n to de vista de la estructura, es posible ver en la novela de R ousseau la historia de la educación de un joven a través d e su am o r fru strad o a una m u jer casada. La amada es "m ás vieja" que el protagonista, tanto en edad como en experiencia física y m oral. Aunque el am or sea correspondido según la dialéctica de una necesidad recíproca y creciente, el adulterio es denegado. Las complejas relaciones, en parte fi­ liales, que el joven sostiene con el m arido, producen y también disparan esa negativa. En parte impulsado por la venganza, y en parte m ovido por los deseos de curar su pasión, el amante intenta en u n m om ento previsible de la acción encontrar en lu­ gares m ás accesibles la satisfacción erótica de que está ayuno; únicam ente logra el asco de sí mismo. Este sentimiento lo lleva a la plenitud que nace de la renunciación, y que desem­ boca en el éxtasis. El gesto de renunciación ha sido provocado por la intensa am bigüedad de un momento en que ambos com parten el peligro (u n a torm enta en el lago, una enferme­ dad peligrosa, las amenazas políticas procedentes del mundo exterior). Los am antes se separan, no sin antes hacer un pac­ to desesp erad o ; tienen el futuro de los muertos, porque están m uertos p ara su futuro. Estos motivos centrales se comple­ m entan con tem as subsidiarios, como el de los hijos de la muje r am ada, o el de los hermanos y hermanas menores. Las relaciones que el am ante sostiene con ellos —de maestro a discípulo, de herm ano a hermano, de cómplice a cómplice— están m arcadas por la ambigüedad y el patetismo. El paisaje, y la soledad en medio del paisaje, encuentran réplicas; con­ trapartes precisas en la acción narrativa y en los estados afec­ tivos, todavía inconscientes. Con La Nouvelle Héloïse, Rous­ seau se confirm a como el gran teórico y el gran artífice de esta concordancia. La novela también representa un paso tan im portante para el desarrollo de los instrumentos y técnicas

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de la lite ra tu ra , com o la ad ap tació n que hizo el teatro grie­ go de las in trig as épicas al d isc u rso d irecto en la escena. La N o u velle H éloïse an im a el d e sarro llo de la novela fran­ cesa d u ra n te los ú ltim o s a ñ o s del siglo xviii y en todo el si­ glo xix. P ero su p o d e r p a ra " in te ra n im a r" y hacer confluir las alm as se p o d rá a p re c ia r m e jo r d e n tro de un conjunto específico. Sainte-B euve n o nació n o v elista. E ste hecho volvió tanto m ás esp o n tá n ea su dependencia de los cánones precedentes. Con todo. V o lu p té [ V o lu p tu o sid a d ] (1834) es una obra que se d istin g u e p o r la excepcional vivacidad de su nerviosa inte­ ligencia. Surge de u n o s "d efecto s o deficiencias de la sole­ d a d " que rem iten a la vida p e rso n a l del a u to r —su adora­ ción p o r Adèle H ugo— y a su s e n tim ie n to de haber fracasado com o poeta y c re a d o r en la g ra n vena ro m án tica. Por ello, Sainte-B euve im prim e u n a a m a rg u ra p ecu liar al tema de la renunciación. E l p aisa je de la obsesión y el abandono están hechos de p a n tan o s y h o riz o n te s u n ifo rm es, que están en de­ liberada contraposición con p a ra je s de La N ouvelle Héloïse. La vena religiosa, tan im p o rta n te en R ousseau, quien se man­ tiene en un nivel lírico y re fra c ta rio al dogm a, es aprovechada a fondo p o r Sainte-B euve. C u an d o p ierd e p ara siempre a la señ o ra de Couaen, A m aury se c o n sa g ra a la Iglesia. La red de tem as subsidiarios, el m a rid o y los niños, las tentaciones sexuales, la renunciación com o cam in o h acia la transfigura­ ción espiritual, h an sido u b icad o s sig u ien d o fielmente las indicaciones de R ousseau. Con fech a 15 de noviem bre de 1834, Sainte-Beuve publicó un a rtíc u lo m á s bien desdeñoso acerca de La recherche de l'absolu [ La b ú sq u ed a d e lo absoluto]. Los reparos irrita ro n a Balzac y co m p licaro n su actitu d hacia Volupté. Debido a la fu erza in esp e rad a de la novela y a que él deseaba ocuparse del m ism o te m a , la veía en parte con m olestia y en p arte con in q u ietu d . Y decide h a c e r de lado a Sainte-Beuve. Le Lys dans la vallée [ E l lirio en el valle] apa­ reció en 1836. En re la to que h ace B alzac de la pasión fatal de Félix de V andeness y de la se ñ o ra M o rtsau f (su nombre, com o el de Saint-Preux, co n tien e to d a la novela) es uno de los m ás dram áticos y fecundos en observaciones psicológicas de la novela m oderna toda. El m odo en que se h a utilizado el p aisaje de Anjou ilu stra a la perfección aquella observación de H enry Jam es en su ensayo sobre Balzac, conform e a la cual no hay nada que el a u to r de la C om édie hum aine sienta con "las vibraciones y so b resalto s perceptibles, con la soste­

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nida, fu rio sa p ercep ció n .. . que la province [la provincia] despierta e n él". P ero el libro se encuentra herm anado a la ejecución rival de Sainte-Beuve.15 No sólo eso: las relaciones se ram ifican en tres sentidos. Balzac, por así decirlo, "vuelve a pensar" La N ouvelle Héloïse, novela que él conoce hasta el último detalle a través de la lectu ra que hizo Sainte-Beuve de Rousseau. F réd eric M oreau y la señora Araoux forman la cuarta p a re ja d e la serie (¿n o hay ya un eco sutil en la elec­ ción de los n o m b res?) En su versión definitiva, L'Éducation Sentim e n tale apareció en 1869. Ya el título da entender que Flaubert h a cap tad o el tem a central de Rousseau. Cada matiz remite a La N o u velle H éloïse . El reto a Balzac no pudo ser más o ste n to so . AI parecer, Flaubert, como otros muchos lecto­ res del siglo xix, sentía que, a pesar de todas sus magnificen­ cias, Le L ys dans la vallée había vulgarizado, adocenándola, la finura psicológica de su m aterial, y que Balzac, como era de esperarse, h abía inyectado cierta dosis de melodrama (Lady Dudley y su s fogosos corceles) a una tragedia de los senti­ mientos m ás ín tim o s que tom aba necesariamente su fuerza de la am b ig ü ed ad y de la suavidad de los contrastes. De ahí la aten ció n v igilante con que Flaubert lee Volupté. Los mati­ ces m elancólicos de su propia novela, el hábil contrapeso que equilibra las tensiones políticas y las presiones familiares, son m uestras elocu en tes de esa gran deuda. Sainte-Beuve murió el 13 de o c tu b re d e 1869. Al día siguiente, Flaubert confía a su so b rin a: " L 'E ducation sentim entale fue escrita, en parte, para Sainte-Beuve. ¡H a m u erto sin llegar a conocer una sola lí­ n ea!"16 Sólo u n a ex h au stiv a com paración de estos cuatro textos, paralelos, ju n to con u n exam en de los borradores, cartas y observaciones pertinentes, podrá exponer la extensión, la vita­ lidad del com ercio que establece la confluencia anímica, la ''in teran im ació n ''. (L a versión que da Proust de los dos te­ mas, la ed ucación afectiva de un joven a través del amor de una m u je r m ayor, y las com plejas relaciones que se establecen con la h ija de u n a m u jer en otro tiempo amada, se ins­ criben sin d u d a en esta tradición, aunque ya no se trate de 15 Cf. M aurice Allem. Sainte-Beuve et Volupté, París, 1935, pp. 265274, p a ra u n análisis general de su relación con Balzac. La edición del señor Le Yaounc de Le Lys dans la vallée, París, 1966, señala muchas im itaciones verbales y tem áticas de Sainte-Beuve en Balzac, 16 La edición preparada por R. Dumesnil de L’Education sentimentale, P arís, 1942, contiene los detalles de este episodio.

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u n a v arian te d ire cta . El v ín cu lo de P ro u st con Rousseau y con F lau b ert es " c o la te ra l" .) La N o u v elle Héloïse engendra un " espacio topològico" de le c tu ra s y provocaciones mutuas, que convergen en ella. Y es en el sen o de ese espacio donde podem os u b ic ar m ejo r, en relació n con un cen tro que les es com ún, la V o lu p té d e S ainte-B euve, la réplica inm ediata de Balzac, y la o b ra m a e s tra d e F la u b e rt. R. P. B lackmu r hubie­ ra h ab lad o aq u í d e " re tic u la c ió n " , d e u n a m alla cuyas fibras ad o p tan d istin to s m atices, d ife re n te s tra m a s y tensiones a m edida que se van in je rta n d o al tro n c o n u ev as obras. De otro lado, la expresión de D onne re c u e rd a la soledad que acosa aun al gran a rtis ta c u a n d o va a p o n e r m anos a la obra. El "alm a su p e rio r" del g ran p re c e d e n te , la cercan ía de las versio­ nes rivales, em an cip a al e s c rito r d e las tra m p a s del solipsis­ mo. Un p e n sa d o r o u n a r tis ta e n v e rd a d original es alguien q u e paga con creces sus d e u d a s. ''S u stitu c ió n " , " p e rm u ta c ió n " , o " c o n flu e n cia aním ica" no son m ás que ríg id o s d e n o m in a d o re s a b stra c to s, esquivos ín­ dices de una c ad en a de relacio n es m e ta m ó rfic a s y de relacio­ nes potenciales. E n la bóveda s u b te rrá n e a de C hartres, el guía nos cu en ta que la c o n stru c c ió n q u e se alza com o una torre po r encim a de n o so tro s e n c ie rra , y es literalm en te el resul­ tado, de seis c a te d ra les a n te rio re s , q u e e s tá n im bricadas una en otra. Al co n tem p lar ese S o u tin e e n e s ta d o b ru to que es La Raie [ E l su rco , la raya], te n e m o s q u e a d v e r tir que los deta­ lles de la disposición esp acial, del c o n tra s te de los tonos, son una réplica deliberada d e la n a tu ra le z a m u e rta de Chardin, que lleva el m ism o títu lo . V iene a la m e m o ria aquel capricho de Filles d u fe u [ Las h ija s d e l fu e g o ] de N erval, donde todos los libros se repiten u n o a o tro s e c re ta m e n te , en una cadena de m etem psicosis que se re m o n ta , com o en el Io n de Platón, hasta el m isterio inicial d e la v o lu n ta d divina, del llamado divino. Las "reg las de r e e s c r itu ra " v a ría n m ucho, según el género y la época. T ennyson n o im ita ni tra d u c e como Pope. Las variaciones que hace P icasso e n to rn o d e Velázquez po­ seen una estética d istin ta de la q u e a n im a a M anet cuando echa m ano de Goya. P ero el p ro b le m a cen tra] reside en que las m etam o rfo sis tien en co m o e s tr u c tu r a p ro fu n d a y articuladora un proceso de tra d u c c ió n . E s e ste proceso, y la corrien­ te in in terru m p id a de tra n sfo rm a c io n e s y descifram ientos re­ cíprocos que ella d esen cad en a, lo q u e a se g u ra y determina el código de la h eren cia en n u e s tr a civilización. Hay quien lo celebra co m o Le ish m an , c u a n d o habla de "la

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continuidad de la cultura y la civilización de Europa occiden­ tal, de las ilim itadas posibilidades de la diferencia individual en el seno de esa identidad mayor, y de !a libertad absoluta a que se sirve en una causa como ésta".17 Pero también hay quien ve en esta condición de "traducibilidad" universal algo por dem ás sofocante y opresivo; tal fue el caso del movi­ miento poético de Dadá y de D. H. Lawrence, quien advertía en su ensayo sobre "E l hombre de bien": "Ésta es nuestra verdadera servidum bre: sólo podemos sentir las cosas a tra­ vés de pautas afectivas convencionales. Porque cuando esas pautas afectivas se vuelven inadecuadas; cuando han dejado de ser capaces de d ar voz a los estremecimientos del alma sin sosiego, entonces conocemos la tortura." En cualquier caso, fuente de vida o de opresión, el hecho sigue siendo el mismo. N o hay ninguna afirmación que sea plenamente nue­ va, y del vacío no brota significación alguna: Aun el m ás grande de los artistas —y él, más que ninguno— necesita un idioma en el que trabajar. Sólo la tradición, tal como él la encuentra, puede proporcionar la materia prima de imaginería que hace falta para representar un acontecimiento o un "fragm ento de naturaleza". Podrá reconfigurar esa ima­ ginería; adaptarla a su tarea, asimilarla a sus necesidades y cam biarla hasta hacerla irreconocible; pero no puede repre­ sen tar lo que tiene delante de los ojos sin un repertorio pre­ existente de imágenes adquiridas, así como no puede pintarlo sin el surtido preexistente de colores que debe tener en su paleta.18

Con la m ayor frecuencia, el arte de Occidente está hormado sobre el a rte que lo precedió; las letras de hoy se funda­ mentan en las de ayer. “ Hormar", "fundamentar", son pala­ bras que apuntan a una dependencia ontològica fundamental; al hecho de que cierta obra o conjunto de obras anteriores es, en alguna medida, la raison d'être [la raíón de seri de la obra que nos ocupa. Vimos que el grado de dependencia pue­ de v a ria r; desde la réplica directa, hasta la alusión tangencial y el cam bio que virtualmente escapa a todo reconocimiento. Pero los vínculos de dependencia están allí, y su modo de articulación, de estructura, es el de la traducción. 17 Translating Horace, de J. B. Leishman, p. 105. 18 E. H. Gombrich, Méditations on a Hobby Horse and other Essays on th e Theo ry of Art, Londres, 1963, p, 129. Meditaciones sobre un caballo de juguete, traductor, J. M. Valverde, Barcelona, 1968, p. 162.

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3 S om os a ta l p u n to p ro d u c to de p a u ta s y esquem as afectivos; la c u ltu ra o c cid e n tal h a e stiliz a d o ta n a fo n d o nuestras per­ cepciones, que h em o s lleg ado a v iv ir la p ro p ia tradición como u n e s ta d o d e n a tu ra le z a . P ro p e n d e m o s a p a s a r por alto las cau sas h istó ric a s, las raíces d e te rm in is ta s que subyacen en la e s tr u c tu r a “ r e c u rr e n te ” de n u e s tr a sen sib ilid ad y de nues­ tro s códigos e x p resiv o s. E l p ro b le m a de los orígenes plantea d ific u lta d e s in su p e ra b le s, a u n q u e só lo sea porque el fardo d e las ten sio n e s a c u m u la d a s e n el p a sa d o , in c ru sta d a s en nues­ tra se m á n tic a y en n u e s tra s co n v e n c io n e s lógicas, da forma c irc u la r a n u e s tra s p re g u n ta s, o b lig á n d o la s a cerrarse sobre sí m ism as. Los te m a s d e los q u e u n a g ra n p a rte de nuestra filosofía, de n u e s tro a r te y d e n u e s tr a lite r a tu r a son una serie de v ariacio n es; las p o sicio n es y a c titu d e s a tra v é s de las que a rtic u la m o s v alo res y sig n ificacio n es fu n d a m e n ta le s, cuentan, si los ex am in a m o s de cerca, e n n ú m e ro m u y restringido. El " ju eg o " inicial h a e n g e n d ra d o u n a se rie inconm ensurable de variacio n es, fo rm a s y fig u ra s ( n u e s tr a s "to p o lo g ías"), pero en sí m ism o sólo p arece h a b e r c o n te n id o u n a cifra limitada de u n id ad es. ¿C óm o p e n s a rla s ? E l c o n c e p to d e los " arque­ tip o s" no carece d e a tra c tiv o . C u a n d o R o b e rt G raves dice a Ju a n ("T o Ju a n a t th e W in te r S o ls tic e " ) que "sólo hay un re lato y sólo u n o / q u e se re v e la rá d ig n o de q u e lo cuentes" ( " T herc is one s to r y atid o n e s to r y o n ly / T h a t will prove w o rth of y o u r te llin g " ) d e se n c a d e n a el eco p a ra siempre. El g ran a rte , la p o esía capaz d e a f e c ta r n o s, so n déjà vu [fenó­ m enos de lo "y a v isto "] , que ilu m in a n , co n o b je to de que los reconozcam os, los lu g ares in m e m o ria le s q u e n u e s tra memo­ ria racial e h istó ric a reconoce co m o in n a to s e íntim am ente fam iliares. H em os e s ta d o a llí e n o tr a o c a s ió n ; existe un có­ digo genético d e la co n cien cia tra n s m itid a . S in em bargo, aún no se sabe n ad a de los m ecan ism o s biológicos que vuelven verosím iles la p e rsiste n cia, la re p e tic ió n de los arquetipos, sobre to d o en el nivel de las im ág en es, los episodios y las escenas específicas. T am bién h a y u n a ob jeció n m ás simple: si se tien e en c u e n ta la e s tr u c tu r a n eu ro fisio ló g ica que nos es com ún, las im ágenes a rq u e típ ic a s y los sistem as de signos deberían d e m o s tra r su u n iv e rsa lid a d . P ero las estilizaciones, las co n tin u id a d e s, los có digos p e rd u ra b le s que nos es dado o b serv ar, son específicos de u n a c u ltu ra . Las p au tas del sen­ tim ien to , lo s esq u em as afectiv o s de O ccidente, tal como nos

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han llegado a través de sus desarrollos temáticos, son ''nues­ tros", si e ste posesivo designa la circunferencia hebreo-grecolatina. Esto nos perm ite descubrir una fuente alternativa de per­ manencia. ¿Q uién podría decir si la plenitud que caracteriza al m undo m editerráneo no era algo inevitable? Sesenta años después de E l rey Lear, Milton, en su advertencia preliminar a Sam son A gonistes, habla de la tragedia como de un modelo situado fu era del tiempo, y que no ha sido "igualado todavía por n a d ie " [ Unequalled yet by a n y]. Para el Renacimiento, para W inckelm ann, el punto parecía estar fuera de discusión. Si se reconoce que las grandes intuiciones intelectuales y las orientaciones psicológicas no son inagotables, pues sólo per­ miten u n nú m ero lim itado de estructuraciones, hay que acep­ tar que los griegos encontraron instrum entos de expresión verbal y plástica que agotan todas las posibilidades imagina­ bles. Después hubo que contentarse con variaciones y adap­ taciones a los contextos locales, y crítica (aunque ontológicamente inferior, la crítica del canon sería la forma moderna por excelencia). Llevado por una convicción intuitiva que lo sitúa en contradicción con su propia interpretación de la historia, K arl Marx declara que nunca podrían ser superados el a rte y la litera tu ra griegos. Surgieron de una coincidencia arm ónica, irrepetible por definición, de la infancia de la raza y de los grados m ás altos de destreza técnica. Para Nietzsche, después de la destrucción de la polis antigua, la historia de la especie hum ana es la de un debilitamiento progresivo. Todos los renacim ientos subsiguientes no son más que arranques ansiosos, sobresaltos parciales de la nostalgia de una expre­ sión intelectual y estética perfecta. Así como la historia de la religión en Occidente no es más que una historia de las va­ riantes y aum entos al canon judeo-helenístico, así también en tre nosotros la metafísica, las artes plásticas, las humani­ dades, los criterios científicos se han limitado a reproducir, con m ayor o m enor intencionalidad, los paradigmas platóni­ co, aristotélico, homérico o sofocleano. La novedad del con­ tenido y de las consecuencias empíricas de las ciencias natu­ rales y de las tecnologías ha disimulado la constancia deter­ m inista de la tradición. Pero en el discurso filosófico y en las artes, donde la novedad es en el m ejor de los casos un con­ cepto problem ático, impera el impulso hacia la repetición; hacia la organización por medio de las referencias al pasado. Esto lo ha patentizado exhaustivamente el testimonio que

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llega a n o so tro s d e sd e re g io n e s im p re v is ta s . La civilización, según la conocem os y v iv im o s, e sc rib e T h o re a u en Walden ( III, 6 ), es tra n sc rip c ió n : Q uienes no h a n a p re n d id o a le e r a lo s a u to re s de la antigüe­ dad clásica, en el len g u aje en q u e e sc rib ie ro n , deben de tener un d eficiente c o n o cim ien to de la h is to ria d e la raza humana; pues es n o tab le q u e no se h a y a h e c h o n in g u n a transcripción de ellos en lengua m o d e rn a , e x c e p to si c o n sid e ra m o s nuestra civilización com o esa tra n s c rip c ió n . H o m e ro todavía no ha sido im preso en inglés, ni E sq u ilo , ni a u n V irgilio; obras tan refin ad as, ta n só lid a m e n te h e c h a s y c a si ta n b ellas como la m añana m ism a; y p o r lo q u e h a c e a lo s e s c rito re s modernos, dígase lo q u e se q u ie ra de su g en io , r a r a vez, si alguna, han igualado la e lab o rad a belleza, la p e rfe c c ió n y la hero ica labor literaria, de to d a u n a v id a, d e lo s a n tig u o s .

E s probable qu e e s te p u n to de v is ta n o se a ju s te a los he­ chos. Acaso e n c a je sólo e n c ie r ta s c o r r ie n te s d e la a lta cultu­ ra y del c o n s e rv a d u rism o . O b ie n , q u iz á s u b e s tim e la parte de d esc u b rim ien to s o r e d e s c u b rim ie n to s a u té n tic o s e n lo que a p rim era v ista p arece h e re d a d o . P e ro el s e n tid o de la persis­ ten te su p re m ac ía de la tra d ic ió n c lá s ic a y h e b re a h a sido una de las fu erzas m á s im p o rta n te s , y p o s ib le m e n te la fundam en­ tal, que h an o rie n ta d o a d o s m il a ñ o s d e se n sib ilid a d occi­ den tal. Ese se n tid o h a d e te r m in a d o e n n o p o c a m ed id a las concepciones qu e tie n e O c c id e n te d e la ra z ó n y d e la form a. C uando son n u ev o s, la f o rm a y el d is c u r s o se m id e n y se va­ loran d e n tro del leg a d o e je m p la r y c o n tr a él. S e avanza a p a rtir de cita s, ex p líc ita s o n o , d e la s fó rm u la s c lásic as. E n la m etáfo ra que em p lea D. H . L a w re n c e p a r a d a r voz a su espí­ ritu ico n o clasta, " lo s e s tre m e c im ie n to s d el a lm a sin sosiego" [ th e w o rk in g s o f th e y e a s ty s o u l ] r e s u e n a u n a com paración òrfica y p latónica. No estam o s, sin e m b arg o , r e d u c id o s a la in m o v ilid a d . Vi­ m os cóm o la re a lid a d d ia c rò n ic a del le n g u a je e s u n a realidad en m ovim iento p e rp e tu o . Los g ra n d e s c a m b io s d e la sensibi­ lidad, de los m arco s c o g n o sc itiv o s y p e rc e p tiv o s, tien en lugar realm ente. La fu sió n de p a is a je y te m p e r a m e n to individual ilus t rad o por R o u sseau es u n a b u e n a p ru e b a d e ello. Y, no o b stan te, las len g u as so n c o n s e rv a d o r a s p o r n a tu ra le z a . El p re té rito se in c ru sta en la g r a m á tic a y e n el v o cab u lario . Resu lta ilu stra tiv a la c o m p a ra c ió n co n o tr o s m e d io s de expre­ sión. C uando el R e n a c im ie n to d e s c u b rió la p ersp ectiv a, se

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m odificaron las artes visuales y las relaciones de nuestra óptica y de n u estra sensibilidad táctil con el contexto m ate­ rial. La evolución de la arm onía en acordes llegó a transfor­ mar la te x tu ra y las convenciones de la música. En compara­ ción, la lengua, y en especial la lengua escrita, es estable (la persistencia de los principales modos literarios desde la más rem ota a n tig ü ed ad es, según hem os apuntado, una consecuen­ cia d ire c ta de ello ). R epitám oslo: el modelo generativo y transform acional pide ser rectificado. El énfasis que pone Chom sky en el c ará c te r innovador del habla humana, en la habilidad de los hablantes nativos para form ular e interpre­ tar co rrectam en te un núm ero ilim itado de oraciones que no han sid o previam ente habladas ni oídas, fue una espectacular refutación al conductism o ingenuo. Además, las observacio­ nes de C hom sky h an tenido consecuencias im portantes para la educación y para la terapia del habla. Pero, m irado desde el enfoque sem ántico, el postulado de la innovación ilimitada carece d e pro fu n did ad . La comparación con el ajedrez puede ay u d am o s a esclarecer este problema. Se estim a que el nú­ m ero de posiciones posibles en el tablero es del orden de 1043, y que existen, d en tro de las restricciones impuestas por las reglas convencionales, 10125 m aneras de llegar a esas posi­ ciones. H asta hoy, según se cree, el hom bre ha jugado menos de 1015 p artid as. E n consecuencia, no existe ningún límite práctico p ara los m ovim ientos o jugadas que aún están por hacerse, n i p ara el núm ero de jugadas que el oponente puede en ten d e r y contestar. Pero a pesar de ese potencial ilimitado de innovación, la aparición de innovaciones auténticas, de in­ venciones fehacientes que en verdad transform en o enriquez­ can n u e stro sentido del juego, nunca dejará de ser esporá­ dica. El núm ero de esas apariciones será proporcionalmente insignificante, com parado con la totalidad de los movimien­ tos ju g ad o s o p o r ju g ar. El hom bre que realmente tenga algo nuevo que decir, cuyas innovaciones lingüísticas no se limi­ ten al d ecir, sino que se orienten hacia lo que se quiere decir —tom o p restad a la distinción de H. P. Grice— es excepcional. La c u ltu ra y la sintaxis, la m atriz cultural que la sintaxis define y delim ita, tienen la suficiente fuerza para retenernos donde estam os. É sta es la razón fundam ental por la que re­ su lta im posible toda lengua privada eficaz. Todo código cuyo sistem a de referencias sea puram ente individual carece por definición de consistencia propia. Las palabras que hablamos en cierran m ucho m ás conocim iento; una carga afectiva mu­

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cho m ás rica que los que poseem os co n scien tem en te; en las palabras, los ecos se m u ltiplican. El significado es una función de los anteced en tes sociales e h istó rico s, y de los reflejos com­ partid o s. O, p a ra decirlo con la esp lé n d id a expresión de Sir Thom as B row ne, el habla de u n a co m u n id ad es para sus m iem bros "u n a exposición del m u n d o hecha de jeroglifos y de som bras". ¿Tiene fu tu ro e sta " tra d ic ió n d in á m ic a " que caracteriza tan certeram en te a la c u ltu ra en O ccidente? E x isten indicios de que tenem os u n a ag u d a conciencia del problem a. Ahora sabe­ mos que el m o vim iento m o d e rn is ta que e jerció su imperio sobre las artes, la m ú sica y las le tra s d u ra n te la prim era mi­ tad de este siglo fue, en p u n to s fu n d a m e n ta le s, u n a estrategia de la conservación y de la sa lv a g u a rd a . E l genio de Stravinsky se despliega re c a p itu la n d o en esp iral, en fases de recapi­ tulación. Tom a elem en to s de M ach au t, G esualdo y Monteverdi. Im ita a C haikovsky y a G o u n o d ; las so n a ta s para piano de B ee th o v e n ; las sin fo n ías de H ay d n y las óperas de Pergolesi y G linka. Asim ila a D ebussy y a W ebern a su propio len­ guaje m usical. En cad a caso, el público debía reconocer la fu e n te ; cap ta r el p ro p ó sito de u n a tra n sfo rm a c ió n que sabía co n serv ar in tacto s alg u n o s a sp ecto s so b resalien tes del mo­ delo. La h isto ria de P icasso lleva in d eleb le el sello de la retrospección. Las v ariacio nes e x p lícitas so b re m otivos clási­ cos de inspiración p a sto ril, las c ita s y los pastiches de Remb ran d t, Goya, Velázquez, M anet, son los re su lta d o s externos de un c o n sta n te pro ceso de re v is ió n ; de u n "v o lv er a ver" a la luz de las nuevas o rie n ta cio n es técn icas y cu ltu ra le s. Si no tuviésem os m ás que las e s c u ltu ra s , c u a d ro s y dibujos de Pi­ casso, podríam os lleg ar a r e c o n s tru ir u n a p a rte m uy conside­ rable del d esarro llo de las a rte s, d e M inos a Cézanne. En las letras del siglo xx, la re sta u ra c ió n h a sid o obsesiva, y ha orga­ nizado precisam ente los textos que, al prin cip io , parecieron revolucionarios. T he W aste L an d, U lysses, los Cantos de Ezra Pound, son m o n ta je s p re m e d ita d o s ; c o n ju n cio n es de un pasado cu ltu ra l cuya vida se ve am e n a z a d a p o r la disolución. La larga serie de im itacio n es, tra d u c c io n e s, c ita s disfrazadas y cu ad ro s h istó rico s d e H isto ry, de R o b ert Low ell, prolonga la m ism a técnica h a sta los a ñ o s 1970. Q uienes parecían icono­ clastas aparecen a h o ra de o tro m o d o : g u a rd ia n e s ansiosos que co rren p or el m u seo de la civilización en pos de un refu­ gio para sus teso ro s, an te s de que llegue la h o ra de cerrar los jardines de O ccidente. En el m o d e rn ism o , el collage ha sido

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la técnica representativa. Aun en sus momentos de mayor estridencia, lo nuevo se ha delineado contra el trasfondo y el m arco de la tradición. Stravinsky, Picasso, Braque, Eliot, Joyce, Pound —los "hacedores de lo nuevo"— han sido neo­ clásicos; a m enudo tan respetuosos del canon precedente como sus precursores del siglo XVII. Un segundo síntom a apunta hacia una conciencia cada vez más in ten sa de la tradición; de las coacciones simbólicas y expresivas que n u estra cultura lleva inscritas en su código. La atención con que los estudiosos modernos contemplan el m ito y el ritual, h a transform ado la antropología. Estamos aprendiendo a ver el "estancam iento", la estructura mítica de las sociedades prim itivas, con una nueva comprensión y una nueva intuición analógicas. De no haber vigilado las coac­ ciones y restricciones del conservadurismo natural en nues­ tros hábitos lingüísticos y en la pauta de nuestra conducta, Lévi-Strauss no habría podido explorar nunca el determinism o ; las reciprocidades normativas del habla y del mito, del m ito y de la práctica social en las civilizaciones indígenas de América. Si durante mucho tiempo estuvimos persuadidos del dinam ism o privilegiado de los modos de ser occidenta­ les, de la coincidencia problamente única de futurismo e ico­ noclasia que es pertinente en la ciencia y en la tecnología occidentales, ahora nos encontram os viviendo una contra­ corrien te s u til; un nuevo m odo de entender nuestra reclusión d en tro de las rutinas inmemoriales de la mente. Pues también som os criatu ras de leyenda; seres de sueños recurrentes. E ste em pleo reflexivo del pasado cultural, este reconoci­ m iento de cuanto es "traducción" en nuestro campo de refe­ rencias, ¿deja presentir una profunda crisis? Los dueños de las anten as más alertas, quienes, para decirlo con M. I. Tsvetaeva, la lírica rusa, "tienen un oído perfecto para el futuro", ¿prevén realm ente el fin del continuo lingüístico y cultural? Y, de ser así, ¿en qué fundam entan su terror, su fuga hacia el m usée imaginaire? He intentado analizar el tema en otra p arte.19 Es evidente que el florecimiento de una subcultura y de una sem icultura en la educación masiva, en los medios m asivos de comunicación, cuestiona el concepto de canon cu ltu ra l. La disciplina de la identificación por medio de refe­ rencias, de la cita, de una sintaxis y de un código compartido de signos, que caracterizaron a la cultura literaria tradicional, son, cada día más, la prerrogativa y el fardo de una minoría. 19

El castillo de Barba Azul. Madrid.

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Siem pre fu e m ás o m en o s a s í; p e ro la m in o ría selecta ha d ejad o d e e s ta r en u n a p osición p o lític a y económ ica desde la cual im p o n er su s id eales a la c o m u n id a d general (aun si tuviese la n ecesid ad psicológica d e h a c e rlo ). No hay duda de que las n o rm a s del h ab la a r tic u la d a , los h á b ito s de lectu­ ra, las h ere n c ias y tra d ic io n e s fu n d a m e n ta le s de la gramática se e n cu e n tra n so m e tid a s a p re sio n e s m ú ltip le s. Lo que es an tig u o o exige a ten c ió n es poco le íd o ; c a d a día que pasa, sabem os m en o s cosas d e m e m o ria . P e ro a p e s a r d e que hayan sido graves los a te n ta d o s del p o p u lism o y d e la tecnocracia a la co h eren cia c u ltu ra l, la e n v e rg a d u ra y la p ro fu n d id ad del fenóm eno son difíciles d e c a lib ra r. L os p ro g re so s innegables de la b arb a rie q u e am en aza co n tr iv ia liz a r n u e s tra s escuelas, que d eg rad a y v u lg ariz a el d is c u rs o e n n u e s tr a política, que ab arata la p alab ra del h o m b re , so n ta n e s trid e n te s , que vuel­ ven p rácticam en te in ta n g ib le s las c o r rie n te s m ás profundas. Es posible que la s tra d ic io n e s c u ltu ra le s e sté n m ás firme­ m ente an clad as e n n u e s tr a s in ta x is d e lo que pensam os, y que, q u erién d o lo o n o , c o n tin u e m o s tra d u c ie n d o desde el pa­ sado de n u e stro s e r in d iv id u a l y s o c ia l. La am enaza d e la d isp e rsió n , lo s rie s g o s d e u n a crisis de la coherencia o rg á n ic a d el le n g u a je y s u c o n te n id o cultural, podrían v en ir d e u n a d ire cció n im p re v is ta y p ara d ó jic a . Aquí, el peso del a rg u m e n to re c a e p rim e r a m e n te e n el id io m a inglés. "E l inglés s e rá la le n g u a m á s a c c e sib le e n p u n to s incon­ tables de la su p erficie t e r r e s tr e ; u n a v a r ie d a d del in g lés."20 La predicción q u e hizo I. A. R ic h a rd s e n 1943 h a resultado exacta. Com o n in g ú n o tro id io m a a n te s , e l in g lés se h a exten­ dido h asta c o n v e rtirse en el id io m a d el m u n d o : H a dejado muy a trá s a sus posibles c o m p e tid o re s . P a r te m u y am plia del im pulso que va tr a s e s ta p ro p a g a c ió n d e l in g lés a lo largo y a lo an ch o del p la n e ta tie n e e v id e n te s ra íc e s políticas y económ icas. E n los a ñ o s q u e s ig u ie ro n a la se g u n d a Guerra M undial, y ap ro v e ch a n d o la s b ases im p e ria le s y coloniales an terio res, el ing lés se e rig ió en la v u lg a ta del im p erio norte­ am ericano y de la tecn o logía y las fin a n z a s anglosajonas. Pero las razones de su u n iv e rs a lid a d ta m b ié n so n lingüísti­ cas. E xisten a b u n d a n te s p ru e b a s d e q u e el id io m a inglés es con sid erad o p o r lo s h a b la n te s n a tiv o s d e o tr a s lenguas, en Asia, Africa e Ib e ro a m é ric a , el m ás fácil d e a d q u irir como segunda lengua. S e tie n e la im p re sió n g e n e ra l de que, a dife­ rencia del c a n to n és, el ru s o , el e sp a ñ o l, el a le m á n o el fran20 I A. R ichards, B a sic E n g lish a n d its U ses, L o n d re s, 1943, p. 120.

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cés(en ese orden, los contrincantes naturales en la lucha por la suprem acía m undial), se puede llegar a tener cierto domi­ nio del inglés a través del manejo de unidades fonéticas, léxicas o gramaticales, menos numerosas o más sencillas que las de otras lenguas. Hoy día, el inglés se enseña como algo necesario para la existencia moderna, no tan sólo a lo largo de la Europa continental, sino también en la Unión Soviética y en China. Se estim a que 88 % de toda la literatura cien­ tífica y técnica se publica inicialmente en inglés, o bien es traducida a él poco después de haber aparecido en lenguas como el ruso, el alem án o el francés. Los novelistas y drama­ turgos, ya sea que su lengua nativa sea el sueco, el holandés, el hebreo, el húngaro o el italiano, cuentan con la traduc­ ción al inglés para asegurarse una ventana al mundo. Aunque las cifras no sean m uy fidedignas, se calcula que el número de angloparlantes asciende a 300 millones, y que esta cifra crece con gran rapidez. Pero por mucha que sea su fuerza, las estadísticas no dem uestran el punto principal. De modos de­ m asiado ram ificados y complejos, demasiado diversos para que la sociolingüística pueda llegar a darles una formulación adecuada, el idioma inglés parece encarnar para los hombres y las m ujeres de todo el m undo —y, en especial, para los jó­ venes— el "sentim iento" de la esperanza, de los adelantos m ateriales, de los m étodos y procedimientos científicos y empíricos. Toda la imagen que se tiene en el mundo del con­ sum o de masas, del comercio y la comunicación internacio­ nales, de las artes populares, del conflicto generacional, de la tecnocracia, se encuentra embebida de referencias y hábitos lingüísticos ingleses y anglonorteamericanos. No hay duda de que existen corrientes opuestas. Amenazadas en el punto m ás vulnerable de su identidad, otras co­ m unidades lingüísticas oponen resistencia a la marea anglo­ sajona. Recuérdense los esfuerzos políticamente organizados de Francia por perm anecer en el Oriente Medio y en el Africa francesa, y por poner un alto en casa a los embates del fran­ glais. También existen indicios de que las exigencias de uni­ form idad social y tecnológica producidas por el modelo anglo­ norteam ericano están suscitando reacciones. Los enconados com bates entre valones y flamencos, las grescas en torno de la lengua que azotan la India, el renacimiento de la autono­ mía lingüística en la B retaña francesa y en Gales son índices de un profundo instinto de conservación. Noruega posee ahora dos lenguas oficiales, aunque sólo tenía una cuando cam-

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bió el siglo. Los d ia le c to s y v a ria n te s de u n a m ism a lengua derivan h acia la a u to n o m ía . N o o b s ta n te , el inglés tiene im­ perio com o u n a len g u a m u n d ia l c u y o alc a n c e y extensión su­ pera con m u c h o al la tín d e é p o c a s p a s a d a s, y cu y a eficacia ha red u cid o casi a c e ro lo s p ro y e c to s c o m o e l e sp eran to . Las co n secu en cias s o b re p a s a n el c a m p o d e e s te libro. En m u ch o s asp ecto s, so n c o n tr a d ic to ria s . El angloam ericano, el inglés de las A ntillas in g lesas, los id io m a s d e A ustralia, de N ueva Z elan d a, d e C a n a d á ; las v a rie d a d e s del inglés habladas y e scritas en A frica O cc id en tal, h a n e n riq u e c id o el abanico de p o sib ilid ad es d e la le n g u a m a d re . P u e d e a firm a rs e sin fal­ t a r a la v e rd a d q u e la s e n e rg ía s d e la in n o v a c ió n , de la expe­ rim e n ta c ió n lin g ü ístic a , se h a n d e s p la z a d o del c e n tro . Después de D. H. L aw ren ce y d e J o h n C o w p e r P o w y s, ¿ha existido algún a u to r “ inglés in g lé s ” d e a b s o lu ta p rim e ra línea en las le tra s de e s te id io m a ? D esd e J a m e s , S h a w , E lio t, Joyce y P ound, los n o m b re s re p re s e n ta tiv o s d e la lite r a tu r a en lengua inglesa so n so b re to d o irla n d e s e s o n o rte a m e ric a n o s . E n la ac­ tu alid a d , el inglés a n tilla n o , el in g lé s d e lo s m ejo re s poetas y n o v elistas n o rte a m e ric a n o s , e l id io m a e m p le a d o p o r el tea­ tro en A frica O c cid en ta l, d e ja n v e r lo q u e p o d r ía llam arse u n a cap acid ad isab e lin a d e in g e s tió n y a b s o rc ió n sim ultánea, de m ovilización de las f o rm a s té c n ic a s , ta n to com o de las populares. E n T h o m as P y n c h o n , e n P a t ri c k W h ite, la lengua tiene u n a v id a o rg u llo sa. E n m u c h o s f re n te s , la s respuestas de la m etró p o li se h a n s e ñ a la d o p o r u n a d e sd e ñ o sa , cansada reticencia. G ran p a rte d e la p o e s ía , d el te a tr o y d e la novela co n tem p o rán eo s e s tá n e s c rito s e n u n in g lé s p a rc o , económ ico y m uy receloso de la e x u b e ra n c ia v e rb a l. L as té c n ic a s de Philip Larkín, G eoffrey H ill, H a ro ld P in te r y D av id S to re y consisten en am asar teso ro s a n tig u o s p o r m e d io d e la m á s incisiva aus­ terid ad . Aún es te m p ra n o p a ra p r o n u n c ia rs e al resp ecto . Pero la cu estió n de la in flu e n c ia f u tu r a d el in g lé s, e n general, so­ bre el inglés in s u la r b ritá n ic o , e s u n o d e lo s p ro b lem as más in te re sa n te s que se h a y a n p la n te a d o a l lin g ü is ta y al historiad o r de la c u ltu ra . Si hay e n riq u e c im ie n to , ta m b ié n h a y p é r d id a . "U n a varie­ d ad de inglés", d ijo R ic h a rd s , q u ie n p e n s a b a e n u n a versión fu n d a m e n ta l y ra c io n a liz a d a o r to g r a f ía . P e ro las implicacio­ nes pueden r e d u n d a r en un d e te r io r o to d a v ía m ay o r. La cos­ tra superficial del in g lés es a d q u ir id a p o r h a b la n te s entera­ m en te a jenos a la u rd im b re , a la tr a m a h is tó r ic a , a l inventario d e lo s d iv erso s a sp e c to s d e la m o ra l v iv id a y a la c u ltu ra in-

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cru stad a en el lenguaje. En la transferencia, se distorsionan o se pierden del to d o los paisajes de la experiencia, los cam­ pos de referencia idiom àtica, simbólica y comunal que con­ fieren al lenguaje su densidad específica. A medida que se propaga p o r la T ierra, el "inglés internacional" parece una delgada estela, m aravillosam ente fluida, pero desprovista de cim ientos adecuados. B asta charlar con algunos colegas y estudian tes japoneses, cuyo dom inio técnico del inglés nos vuelve m odestos, para calibrar cuán graves y profundos son los efectos de e sta dislocación. ¡Tanto de lo que se dice es correcto, y, sin tam bargo, tan poco está bien dicho! Sólo el tiem po y el so la r pueden d ar a una lengua aquella interdepen­ dencia de los ingredientes form ales y semánticos que "tra­ duce" la cu ltu ra a vida activa. Y precisam ente porque carecen de u n a sem án tica n atu ra l del recuerdo, los lenguajes artifi­ ciales se ven reducidos a cualquier uso trivial o ad hoc. La internacionalización del inglés ha empezado a provocar una doble m engua. E n m uchas sociedades, el inglés, con su cam po sem ántico necesariam ente sintético y "puesto en con­ serva", corroe la autonom ía de la lengua que es cultura au­ tóctona. P rem editadam ente o no, el anglonorteamericano y el inglés son, en v irtu d de su m ism a difusión planetaria, agentes de p rim er orden en la destrucción de la diversidad lingüística n atu ral. Acaso esta destrucción sea la más irrepa­ rable de las catástrofes ecológicas que caracterizan a nuestra época. De m odo m ucho m ás sutil, la reducción del idioma inglés a u n esperanto del comercio m undial, de la tecnología y del tu rism o , tiene efectos debilitadores sobre el inglés pro­ piam en te dicho. O, para decirlo con la jerga actual, la omnipresencia está generando una retroalim entación negativa. In­ sisto en que es dem asiado pronto para aventurar un juicio sobre el equilibrio dialéctico, sobre el porcentaje relativo de pérd id as y ganancias que el inglés obtiene a medida en que se co n v ierte en la lingua franca, en la taquigrafía de la Tierra. El precio sería trágico si la diseminación llegara a debilitar el genio aborigen de la lengua inglesa. La literatura inglesa, la h u ella pro fu n d a y penetrante, y sin embargo, frágil, de una experiencia histórica única, por su congruencia y su búsque­ da, sobre el vocabulario y la sintaxis del habla inglesa, la elástica v italid ad del inglés de cara a un pasado intacto y sin fis u ra s; to d o ello, es para nosotros prueba de excelencia. S ería irónico que la respuesta a Babel fuese un dialecto hí­ brido, y no Pentecostés.

EPÍLOGO E n el desarrollo de e ste lib ro h e a p lic a d o la poética, la críti­ ca lite ra ria y la h is to ria d e la s fo rm a s c u ltu ra le s p a ra explo­ r a r algunos aspectos del le n g u a je h u m a n o . L a tra d u cció n ha funcionado c o n tin u a m e n te co m o c e n tro d e g ra v e d a d . La tra­ ducción se e n c u e n tra del to d o im p líc ita e n el m á s ru d im en ta­ rio acto de la co m u n icació n . S e m a n ifie s ta e n la coexistencia y el co n tacto m u tu o d e la s m iles d e le n g u a s q u e se hablan en la T ierra. El re in o del le n g u a je c o n s id e ra d o co m o u n todo se extiende desde el e n u n c ia d o y la in te rp r e ta c ió n del significado a trav és de los siste m a s d e sig n o s v e rb a le s, p o r u n lado, y la radical, p ro lija m u ltip lic id a d y v a r ie d a d d e la s lenguas h um anas, p o r el o tro . H e in te n ta d o d e m o s tr a r que los dos extrem os del esp ectro — los a c to s e le m e n ta le s del h ab la y la p a ra d o ja de Babel— se e n c u e n tr a n ín tim a m e n te relacionados en tre sí y que c u a lq u ie r lin g ü ís tic a c o n g r u e n te d e b e rá to m ar­ los en cu en ta. S olam ente el lin g ü ista y el ló g ico p ro fe s io n a l e s tá n capaci­ tados p a ra e v a lu a r los r e s u lta d o s d e lo s a n á lis is fo rm a l y metam atem ático del len g u aje. E n tr e é s to s , lo s e n s a y a d o s por la lingüística g en e ra tiv a y tra n s f o rm a c io n a l s o n e n la actu alid ad los m ás p restigiosos, a u n q u e n o c o n s titu y a n d e n in g ú n m odo la única posibilidad. E l p re se n te e s tu d io h a d a d o am plio tes­ tim onio de la fascin ació n in te le c tu a l q u e e je r c e la lingüística científica co n tem p o rá n ea , a s í c o m o d e q u e e l p u n to d e vista form al ha c o n trib u id o a d e v o lv e r a la in v e s tig a c ió n del len­ guaje su posición de p rim e r p la n o d e n tr o d e la filo so fía, la psicología y la lógica. Al m ism o tie m p o , h e e x p re s a d o la con­ vicción de que los m o d elo s, c o m o lo s d e C h o m sk y , esquem a­ tizan su m ateria l al e x tre m o , y q u e s u b e s tim a n o p asan por alto, a veces ra y a n d o e n la c a r ic a tu r a , lo s f a c to re s sociales, culturales e h istó ric o s que c o n d ic io n a n el le n g u a je .1 Al inte­ 1 En sus a rtíc u lo s m ás re c ie n te s, C h o m sk y m is m o h a id o m odifican­ do su teoría inicial. A hora re c o n o c e q u e la s r e g la s d e la in te rp re ta c ió n sem ántica deben fu n c io n a r sobre la s e s tr u c tu r a s d e s u p e rfic ie y sobre las e stru c tu ra s p ro fu n d a s. T a m b ié n e s tá d is p u e s to a d e sp la z a r ciertos fenóm enos m orfológicos e sen c iale s d e l m o d e lo g r a m a tic a l, cuya im­ portancia quizá h a sid o e x a g era d a, a l léx ic o . D e s a rro lla d a s m ás a fondo, e sta s dos m o d ific a c io n e s a c e r c a r ía n a la s g r a m á tic a s generati­ vas y tra n sfo rm ac io n ale s d e la lin g ü ís tic a c o m p a r a d a y d e la sociolingüística. 544

EPÍLOGO

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rrum p ir aquella colaboración íntim a y estrecha que anima las obras de Rom án Jakobson, de los círculos lingüísticos de Praga y de Moscú, y de I. A. Richards, la lingüística formal se ha confinado a una concepción abstracta, y a menudo tr ivial, de las relaciones que existen entre el lenguaje y la men­ te, en tre el lenguaje y el proceso social, entre el verbo y la cultura. Este reduccionism o es m ás pronunciado cuando se aborda la cuestión de la diversidad lingüística y de la naturaleza de los universales. C uando empecé a redactar este libro, el pro­ blema de Babel, y la historia de ese problema en el pensa­ miento religioso, filosófico y antropológico apenas si eran te­ mas "respetables" entre los lingüistas científicos. Apenas cuatro años después, uno de los más destacados representantes de la lingüística contem poránea concluye que . . . el descubrim iento de universales probables de la estructura lingüística no borra las diferencias. En realidad, cuanto más se pone el acento sobre los universales y sus relaciones con u n a facultad del lenguaje vigorosa y autónoma en cada indivi­ duo, tanto m ás m isteriosas se vuelven las lenguas existentes. ¿P or qué existen más de una, de dos, de tres lenguas? Si la fa­ cultad del lenguaje impone tales coacciones, ¿las fuerzas socia­ les, históricas, los factores de adaptación no debieron ser más im periosos todavía para poder producir la plenitud especifica del lenguaje, como lo conocemos en la realidad? Pues el chínook no es el sahaptin, que no es el klamath, que no es el takelm a, que no es el coos; ni el siuslaw ni el tsimshian, ni el w in tu, ni el maidu, ni el yokut, ni el costano... No desaparece la m ultiplicidad de diferencias, y las semejanzas están muy le­ jos de ser universales como los que preconiza Chomsky, Casi to d o el lenguaje empieza donde los universales abstractos ter­ m inan.2

E sta ú ltim a observación es decisiva, y hago hincapié en ella a todo lo larg o de esta exposición. No es seguro que los esfuer­ zos p o r establecer una anatom ía completa y totalizante del len­ guaje p o r m edio de instrum entos form ales y lógicos sean algo m ás que u n ejercicio intelectual, y a menudo esclareccdor sólo en el plano ideal.3 En mi estudio he procurado demos2 Dell Hymes, Speech and Language: On rhe Origina and Foundations o f Ínequality Among Speakers (Daedalus, publicado como Proceedings o f th e American Academy of Arts and Sciences en, 1973), página 63. 3 E n Logics a n d Language, Londres, 1973, M. J. CresswelJ intenta

EPÍLOGO

tr a r que ex isten o tro s en fo q u e s cap aces de a p o r ta r m ucho al tem a. En p a rtic u la r, h e p ro p u e sto la h ip ó te s is d e que la prolifera­ ción de lenguas m u tu a m e n te in c o m p re n sib le s n a c e de un im­ pulso a b so lu ta m e n te fu n d a m e n ta l d el le n g u a je . Creo que la com unicación de la in fo rm a c ió n , de los h e c h o s m anifiestos y ve rificables c o n stitu y e sólo u n a p a rte , y q u izá u n a p arte se­ cu n d a ria, del d isc u rso h u m a n o . Los o ríg e n e s y la naturaleza del habla tien en co m o c a r a c te r ís tic a s p ro fu n d a s su potencial de a rtificio y de a n ti-o b je tiv id a d , " in d e te rm in a b le " fluctuante. Esos elem en to s h acen al h a b la h u m a n a o n to ló g ic a m e n te dife­ ren te de o tro s siste m a s d e se ñ a le s q u e e s tá n a disposición del m u n d o an im al. D ete rm in a n la to n a lid a d ú n ic a , y a m enudo am bigua, de la co n cien cia h u m a n a , y h a c e n q u e las relaciones de esa conciencia con la re a lid a d se a n " c r e a tiv a s " . P o r medio del len g u aje, g ra n p a rte del c u a l c o n v e rg e a m e n u d o sobre el yo p riv ad o , re fu ta m o s lo in e x o ra b le m e n te e m p íric o del mun­ d o . P o r m edio del le n g u a je , c o n s tr u im o s lo q u e he llam ado "m u n d o de la a lte r id a d " . E n la m e d id a e n q u e c a d a hablante individual em plea u n id io le c to , el p ro b le m a d e B abel desem­ boca sen cillam en te en el p ro b le m a d e la in d iv id u a liz a c ió n hu­ m ana. P ero las d is tin ta s le n g u a s im p rim e n al m ecanism o de la " a lte rid a d " u n ciclo d in á m ic o , tra n s f e rib le . M aterializan las necesidades de v id a p riv a d a y la s n e c e s id a d e s de te rrito ria li­ dad, indispensables p a ra la c o n s e rv a c ió n d e la p ro p ia iden­ tidad. E n m ay o r o m e n o r g ra d o , c a d a le n g u a o fre c e su propia lectura de la vid a. M overse e n tr e la s le n g u a s , tra d u c ir, aun cuando no sea posible p a s e a r sin r e s tric c io n e s p o r la totalidad, equivale a s e n tir la p ro p e n sió n casi d e s c o n c e rta n te del espí­ ritu h u m an o h acia la lib e rta d . Si n o s e n c o n trá s e m o s alojados d en tro de u n a sola “ e p id e rm is lin g ü ís tic a ” , o d e n tro de un puñado de len g u as, el c a rá c te r in e v ita b le d e n u e s tr a sujeción orgánica a la m u e rte , ac aso n o s p a r e c e r ía alg o m u ch o más sofocante. No ex iste n in g ú n v irtu o s o de la e s tra n g u la c ió n , com o Bec­ k ett, nin g ú n p rín cip e del le n g u a je q u e d u d e m á s del poder aplicar la lógica fo rm a l a la v a g u e d a d , la d e p e n d e n c ia co ntextual, la m etáfora y la polisem ia en el le n g u a je n a tu r a l. N o h ay nad a en este agudo análisis que parezca d e s m e n tir la a d v e rte n c ia de W ittgenstein contra la ten tació n de d e riv a r u n a lógica fo rm a l y s is te m á tic a a partir del lenguaje o rd in a rio , o el te o re m a d e T a rs k y se g ú n el cual “no puede haber un c rite rio general d e v e rd a d d e s d e el m o m e n to en que una lengua es su fic ie n tem e n te ric a — pues to d a s las le n g u a s h u m an a s son “sufí c ie n te m en te ric a s".

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libertador de la palabra. H a m m dice en Endgame [ Final de partida] : I once kn ew a m adm an who thought that the end of the world had com e. He was a painter —and engraver. I had a great fondness fo r him. I used to go and see him, in the asylum. I'd take him by the hand and drag him to the window. Look! All that rising corn! And there! Look! The sails of the herring fleet! All that loveliness! He'd snatch away his hand and go back into his corner. Appalled. All he had seen was ashes. He atone had been spared. Forgotten. It appears the case i s ... was not s o . . . so unusual. [Conocí a u n loco q u e c re ía q u e h a b ía llegado el fin del m undo. P intaba. Lo a p re c ia b a . Solía ir a v isita rlo al asilo. Lo tom aba de la m a n o y lo c o n d u c ía h a s ta la v entana. ¡Mira! ¡Allí! ¡Cómo crece el trig o ! ¡Y allí! ¡M ira! ¡Las velas de los pescadores! ¡Qué belle­ za! S e d e s a s ía d e m i m an o y reg re sab a a su rincón. Asustado. Sólo h a b ía v isto ceniza. Sólo él se h a b ía salvado. Olvidado. Pa­ rece q u e el c a so n o e s . . . n o e ra t a n . . . tan insólito.] (Trad. Ana M aría M o ir)

Beckett se traduce a sí mismo, o quizá entrevera las versio­ nes m ientras com pone: J‘ai connu un fou qui croyait que la fin du monde était arrivée. Il faisait de la peinture. Je l'aimais bien. J’allais le voir, à l'asile. Je le prenais par la main et le trainais devant la fenê­ tre. Mais regarde! Là! Tout ce blé qui lève! E t là! Regarde! Les voiles des sardiniers! Toute cette beauté! Il m'arrachait sa m ain et retournait dans son coin. Epouvanté. Il n'avait vu que des cendres. Lui seul avait été épargné. Oublié. Il paraît que le cas n 'e s t... n'était pas si . . . si rare.

El trasp aso es impecable (salvo por el enigmático añadido u omisión, depende de cuál texto venga primero, del grabador). Y con todo, las diferencias de tono, de ritm o y de asociación, son m uy m arcadas. El texto inglés se va atenuando por me­ dio de los sonidos o, hasta llegar a la caída final; el francés crece en espirales hasta al nervioso diapasón final. Puestos uno ju n to a otro, los dos pasajes destilan un efecto singular. Su a u ste ra desolación sigue siendo la misma, pero la distan­ cia que los separa basta para crear un sentido de liberación, de opción casi irresponsable. That rising corn y ce blé qui se lève hablan de m undos lo suficientemente diferentes para per­ m itir a la m ente percibir el espacio y el asombro.

La Cá b ala, q u e d isec a co n ta n ta ap licació n el problema de B abel y la n a tu ra le z a del le n g u a je , h a b la de un día de reden­ ción e n el que la tra d u c c ió n d e ja r á d e s e r necesaria. Todas las len g u as h u m a n a s h a b rá n re in te g ra d o la p ro x im id ad translúcid a de aq u ella len g u a p rim o rd ia l, p e rd id a , qu e hablaron en los o ríg e n es Dios y A dán. H em o s a s is tid o a la continuación de esa visión en las te o ría s d e u n a g én esis ú n ic a de las lenguas, y d e u n a g ra m á tic a u n iv e rsa l. P e ro la C ábala conjetura u n a p o sib ilid a d to d a v ía m á s s e c re ta . M enciona la hipótesis, sin d u d a h e ré tic a , de q u e lle g a rá u n d ía e n qu e la traducción n o só lo s e rá in n e c e s a ria , sin o inco n ceb ib le. Las palabras se re b e la rá n c o n tra el h o m b re . Se s a c u d irá n la servidum bre de la sig n ificació n . S e rá n " só lo e lla s m ism a s, y com o piedras m u e rta s en n u e s tra s b o c a s " . E n c u a lq u ie r caso, los hombres y las m u je re s se h a b rá n lib e ra d o p a ra sie m p re del fard o y del esp le n d o r d e la ru in a d e B abel. P e ro ¿ c u á l de los dos silen­ cios se rá m a y o r?

BIBLIOGRAFIA

He aquí una lista de obras fundamentales y que será de gran uti­ lidad para el estudiante de la traducción. Su orden es cronoló­ gico, y empieza con el ensayo de Schleiermacher, que data de 1813. Como se indica en el capítulo IV, este texto inaugura el en­ foque m oderno de la traducción como parte de una teoría más amplia del lenguaje y de la mente. Las obras marcadas con as­ terisco presentan bibliografías importantes. 1813 Friedrich Schleiermacher, "Ueber die verschiedenen Methoden des U ebersetzens" , reimpreso en: Hans Joachim Störig (comp.),

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fundada en París, en 1953. Sobresalen las com pilaciones de E. Cary y R. W. Jum plet, Quality in Translation, O xford, Londres, Nueva York, París, 1963, y la de I. J. C itroën, Ten years o f Translation, Oxford, Londres, Nueva York, París, 1967. Publicado p o r prim era vez en 1932 y adoptado p o r la Unesco en 1947, el anuario Index Translationum constituye una guía indispensable para conocer las tendencias y zonas de concentración de la traducción mundial. El Yearbook o f C om parative and General L iteratu re, 1952-, in­ cluye una reseña anual de las ob ras so b re la traducción. Se insis­ te especialm ente en las obras sobre teo ría de la traducción que no se encuentran enum eradas en la B ibliografía de General and Comparative Literature. El núm ero de publicaciones periódicas sobre el tem a aumenta día a día. Algunas se interesan exclusivam ente p o r los aspectos técnicos y profesionales de este a rte . E n tre ellos se cuentan: Traducteur (M ontréal, 1939-), Babel * (1955-), el Journal des Traducteurs, luego Meta (M ontréal, 1956-) y Der U ebersetzer (Neckarrem s, 1964-). Inform ación esta d ístic a de g ra n im portancia puede encontrarse en Translation M o n th ly , p u b licad a prim ero en 1955 por la U niversidad de Chicago, y luego v uelta a publicar por el D epartam ento de C om ercio de W ashington. Desde 1954, Mechanica! Translation, C am bridge, M ass., h a sido la publicación más antigua y prestigiosa en u n a d iscip lin a q u e se encuentra en rápido crecim iento. Véase tam bién: La T ra d u ctio n Autom atique (La Haya, I960-). Muchos artícu lo s de im p o rta n c ia so b re la teoría y la práctica de la traducción han ap arec id o en T h e B ible Translator (Londres, 1949-), aunque es ev id en te su o rientación. Las publicaciones periódicas especializadas en los cam pos más generales de la lingüística y de la filología co m p arad as incluyen a menudo artículos sobre la trad u cció n . E sto es cierto particu­ larm ente respecto a la Revue des langues viva n tes (Bruselas, 1932 ); Die Sprache (Viena, 1949-); S p ra c h fo ru m (M ünster, Co­ lonia, 1955-); Langues et styles (París, 1959-); ILanguage Research (Washington, D. C., 1965-); Languages S c ien c e s (Bloom ington, In­ diana, 1968*); Sprachkunst (Viena, 1970-). En 1967, la revista Sprache im Technischen Z eitalter, B erlín, dio a la luz dos núme­ ro* especiales (21, 24) dedicados a la trad u c ció n . Nine (Venecia, 1949-), S ta n d (L o n d res, 1952-), Agenda (Lon­ d re s 1959-) y L'É phém ère (París, 1967-1972) se cuentan en­ tre las revistas literarias y las “pequeñas'* rev istas m ás activas m el cam po de la traducción p o ética. P u b licad a desde 1965, M odem Poetry in T ranslation, L ondres, se h a dedicado casi por com pleto a la publicación de poesía e x tra n je ra en traducciones inglesas. Los seis núm eros de Delos (U niversidad de Texas, en Austin constituyen el esfuerzo m ás d istin g u id o y serio para crear una publicación periódica exclusivam ente d edicada a la teoría, 1a h is toria y el a rte de la traducción.

ÍN D IC E D E N O M B R ES A arsleff, H ans, 196 n, 231 n A cto sin palabras, 215 Ada (V. N abokov), 144 Adam ov, A rth u r, 37 Adán, 79, 80, 82, 83, 147, 205, 235, 548 A ddison, Joseph, 25 A dorno, T. W., 187, 264 Á frica (P e tra rc a ), 157 A gam enón, 357, 505, 524 A grippa von N ettesheim , H enry C ornelius, 82 A kin, J. et al., 328 A lajouanine, T., 323n Alceo, 505 A legres com adres de W indsor, Las, 16, 41 A lfieri, V itto rio , 525 Alicia en el país de las m aravi­ llas, 54, 218 Allen, M aurice, 531 A llem ann, B eda, 370 n Allen, W ard, 313 399 n A llgem eine N aturgeschichte und Theorie d e s H i m m e l s (I. K a n t), 179, 180 A lonso, D ám aso, 474 n A m m erm an, R. R., 238 n Am ós, 172 A m p h itry o n 38 (J. G iraudoux), 525 Am yot, Jacq u es, 272, 284, 290, 313, 385, 409 A nacreonte, 504 A nderson, M axwell, 527 A nderson, Neils, 144« A nderson, Robin, 9 A ndróm aca, 65 " A n g e l u s Silesius" (Johann S c h le ffle r), 82-84 A nglo-Saxon Dictionary, (J. Bosw o rth ), 40 A na K arenina, 527 561

Anouilh, Jean, 525-528 Anscombe, G. E. M., 159 k Antigona, 375, 381, 391 A n t i g u o Testam ento, 38, 172, 173, 281 Antonio y Cleopatra, 417, 423 Apel, Karl-Otto et a l, 280 n Apocalipsis, 170, 177, 178 Apollinaire, Guillaume, 345 Arbogast, H., 222« Arcadia (P. Sidney), 526 A rdener, Edw in, 144« Argentai, Conde de, 418 Ariosto, Ludovico, 297 A ristófanes, 286 A ristoteles, 166, 167, 291, 303, 309, 312, 347, 372 Ar m o rial Families, 41 A rndt, H ans W erner, 232 n Arnold, M atthew , 273, 394, 456, 476, 518-520 Arp, H ans, 223, 224 « Arquiloco, 293 A rrow sm ith, W illiam y Roger Shattuck, 9, 274, 276, 312, 313, 314 Ars Magna (R. Lulio), 230 A rs signorum , vulgo character universalis et lingua philosophica (G. D algam o), 96,232 Artaud, Antonin, 47 Arte com binatoria, de (G, W. Leibniz), 232 Arte poètica (Horacio), 292 A rtm ann, H ans Cari, 404 Asclepfades, 520 Ashton, E. B., 279 n Aspectos de la teoria de la sintaxis (N. Chomski), 15,118«, 123«, 125«, 129 A strana M arin, Luis, 41«, 207, 208, 417, 422 Astrophe (E. Spenser), 514

ÍNDICE DE NOMBRES A treo . 524 A u b e riq u e , P., 128 n A uden, W. H», 409, 520-522 A uerbach. F.. 180 n, 490 A ugusto, 106, 505, 510 A u slcn , J a n e , 21-25, 41 A ustin, J . L., 160. 162, 163, 238, 239, 241. 244, 246 n. 247. 250 A utre!, J e a n , 365 n A veling, E le a n o r M arx , 432-434 A w k w a r d Age. T h e (H . J a m e s ) , 55 A ver. A. J.. 189 m, 238 m, 239, '241 n A vers, M. R.. 247 w B a c a n te s, L as, 525 B ach, E m m o n v R. T. H a rm s , 124 B acon, F ra n c is, 230, 310 B acon, R oger, 96, 117 B all, H ugo, 223, 224-227 B alzac, G uez d e, 35 B alzac, H o n o ré de, 421, 530-532 B a n q u e te, E t, 480 B ar-H illel, Y e h o s h u a , 134 w, 354 n B a rk e r, S. F. v P. A ch in stein , 183« Basil ides, 91 M ates, E. S., 315 n B au d elaire, C h a rle s P ie rre , 312, 421, 460, 488 B audissin, W olff H e in ric h , 438 B ausch, K a rl'R ic h a rd y H a n s M artin G auger, 489 n B eardsley, A ubrey, 29 B eattie, Jam es, 118 B eaufrct, Jean , 371 n Bec h e r, J. J., 232 B eckett, S am uel, 67, 215, 314, 544, 545 B eethoven, Ludw ig van, 44, 182, 526, 538-540 B e îstn e r, F rie d ric h , 370 n B ender, M. Lionel, 35 n B en jam in , W alter, 37, 84*86, 273,

274. 281, 287, 298, 299, 308 315w, 340, 352, 361, 370w, 375« B e n n , M. B „ 371 n, 374 n B e n v e n iste , E m ile , 128 n, 156 B e o w u lf, 90, 347 B é r é n ic e (J. R a c in e ), 426 B e rg e s, C o n su c lo , 427 B e rg s o n , H e n ri, 166, 170 B e rlio z , H e c to r. 418, 479, 481483, 485-487 B e rn s te in , B a sil, 51 n B e rri, M a rc e lo . 56 n B e rta u x , P ie rr e , 370 n B e r th e lo t, R e n é , 489 n B e th g e , H a n s , 413 B é v o tte , G e n d a rm e de, 526 m B ib lia , 5 2 ,2 8 3 , 305, 307, 313,342, 3 5 0 ,3 5 1 .3 9 6 , 399,400,409,460, 461 B iiü n g to n , J a m e s , 178 n B in s w a n g e r, L., 227 n B io lo g ic a l F o u n d a tio n s o f Lan­ guage, T h e (E . H . L enneberg), 321 B is te rfe ld , J . H ., 232 B la c k , M .. 159 n B la c k , M ax, 238 n, 242 h, 245 B la c k in u r, R . P ., 352 B la k e , W illia m , 56, 90, 98, 219 B le a k e H o u s e (C. D ic k e n s), 41 B lo c h , E r n s t, 187, 241, 249, 250 B lo c h , M a rc , 162 B lo o m , H a r o ld , 516 B lo o m fie ld , L e o n a rd , 34, 146 B o a s, F ra n z , 107 B o d a s d e F ig a ro , L as, 65 B o c a c cio , G io v a n n i, 451 B ö h m e , J a k o b , 83, 89 B o is, J o h n , 399 n B o is je r m a in , L u n e a u de, 363 B o lg a r, R . R,, 490 B o ltz m a n n , L u d w ig , 181 B o m a n , T h o rlie f, 184 u B o n n e r, A n th o n y , 94 B oole, G eo rg e, 92, 238 B o r c h a rd t, R u d o lf, 387*390, 401

ÍNDICE DE NOMBRES

B orges, Jo rg e Luis, 89-94, 383, 387 B o rs t, A m o, 77 n, 80 n B osch, H ieronym us, 44 ß o s s u e t, Jacq u es Benigne, 419 B o sw o rth , F. H., 40 B ow ra, C. M., 406 n B rad ley , F. H., 241 B ra q u e , G eorges, 539 B re c h t, B erth o ld , 390, 412, 525527 B rillo u in , Léon, 182 n B rin k , C. 0 ., 293 n B ro ad , C. D., 151, 166 B ro c a , Paul, 149, 322, 323 B ro c h , H erm a n n , 366-369 B ro d , Max, 86 B ro n o w sk y , J. y U rsu la Bellugi, 148 n B rooke, T ucker, 440 B ro th ery o n , B., 254 « B ro w er, R e u b e n , 273, 298«, 354 n, 358 n B row n, R. L., 107 n B row n, R. W., 127 B row ne, S ir T hom as, 347, 538 B row ning, R o b ert, 29, 209, 357359 B ru n e i, P., 421 « B ru n e r, Jero m e, 152, 244 n B ru n h e s, B., 180 « B ru n i, L eonardo, 272, 301, 337 B ru n o , G iordano, 285 B u b e r, M artin, 172, 173 B ü c h n e r G eorg, 27, 138 B u ff on, George Louis Leclerc, 178 B ull, W illiam , 157 n B ü ltm a n n , R udolf, 162 B u n tin g , B asil, 400 B u rg e ss, A nthony, 314 B u rk e , E d m u n d , 311 B u rk e , K enneth, 51, 99 B u rlin g , R o b e rts, 51 « B ú sq u e d a del absoluto, La, 530 B u to r, M ichel, 314 B y n n er, W itter, 410

563

B yron, George G ordon, Lord, 44, 357 Càbala, La, 79, 80, 98, 281, 340, 547 Càbala excéntrica, 112 Càbala m edieval, 147 Càbala profètica, 81*86 Cúbala y su sim bolism o, La (G erson Sholem ), 148« Caín, 83 C alderón de la Barca, Pedro, 295, 296 Calendario del pastor, 514 C am m aerts, Em ile, 217 « Cam oens, Luis de, 525 Cam pbell, Roy, 312, 355 C annetti, Elias, 165, 166, 182 Cansinos, Rafael, 298,483 Cantar de los cantares, El, 61 Carew, Thom as, 513-515, 522 Carlyle, Thom as, 286 C arnap, R., 125, 159, 233, 234, 238-242 C arnot, Sadi, 179-182 Carnot's Theory, An Account of (W . T hom pson), 180 C artuja de Parma, La, 65 C arrol, John, 100 n “C arroll, Lewis" (Charles Lutwidge Dodgson), 54, 217, 218, 244 Casa de muñecas (H. Ibsen) 432 Casaubon, Isaac, 303 C assirer, E rnst, 108 Cassou, Jean, 489 n Castillo de Barba Azul, El, 450 Cathay (E. Pound), 409412, 450 Catulo, Cayo Valerio, 29-38, 404 Cavalcanti, Guido, 384, 385, 404 Celan, Paul, 186, 211, 212, 219, 345, 404, 434, 446449, 464466 “Celine, Louis-Ferdinand” (L.-FÍ D cstouches), 419 Cellini, Benvenuto, 295 Cenicienta, La, 490

564

IN D IC E DE N O M B R ES

C e rv a n te s S a a v e d ra , M iguel de, 92. 94-95, 297, 310 C é sa r, J u lio , 505 C iceró n . M a rc o T u lio , 176, 272, 275, 297, 302, 317, 352 C im b e lin o , 13-24, 43, 44 C im itiê r e m a rin . L e (P. V a lé ry ) 92 C la p e y ro n , B. P. E ., 179 C lau d el, P a u l, 352, 419, 525-527 C la u d iu s, M a tth ia s , 308 C la u siu s, R u d o lf, 180, 181 C lough, A r th u r H u g h , 33, 518, 519 C o cteau , J e a n , 525 C o h e n J o n a th a n , 230 », 232, 233 C ohn, A lb e rt, 437 n C oleridge, S a m u el T a y lo r, 42, 83, 90, 101, 103, 397 C ollectanea e ty m o lo g ic a , 232 C ollins F re n c h , P hrase B o o k , 347 C om edia, 27 n C o m ed ia d e la R e s ta u ra c ió n , 10, 24 C o m é d ie h u m a in e (H . d e B al­ z a c ), 530 C om enius, J o h a n n A m os, 230, 231» C om o g u sté is, 461 C o m te, A uguste, 290 C o n fesio n es d e S a n A g u s t í n , Las, 168 C ongreve, W illiam , 31 C o n o c im ie n to y l i b e r t a d (N . C h o m sk y ), 125 n C o n ra d , J o s e p h , 365, 524 C o o p er, J a m e s F e n im o re , 310 C o p é rn ic o , N ic o lá s, 78, 311 C oriolano, 18, 207 C orneille, P ie rr e , 418, 525 C o rn fo rd , F. M., 174 n, 395 C o rse n , M eta, 371 n C o u rie r, P aul-L ouis, 384 C o u tu ra t, L. y L. L e a u , 2 3 0 » , 232 C o v erd ale, M iles, 399

C o w a rd , N oël, 30-32 C ow ley, A b ra h a m , 272, 291, 292 373, 505, 510, 522 C o w p e r, W illiam , 400 C ra ft a n d C o n te x t o f Translat io n : A C ritic a i S y m p o siu m , T h e (W . A rro w s m ith y R. Shattu c k ) , 276 C ra tilo ( P la tó n ), 279 C re s p o , A ngel, 27 n C re ssw e ll, M . J ., 545 n C roce, B e n e d e tto , 157, 273, 280, 288 C u a rta égloga (V irg ilio ), 176 C u a r to E v a n g e lio , 177 C u e n to d e in v ie rn o , 16, 20 C u r tiu s , E r n s t R o b e r t, 389, 490 C u sa, N ic o lá s d e , 83, 102 C y ra n o d e B e rg e ra c , Savinien, 147 C h a ik o v sk y , P i o tr Illic h , 538 C h a m is s o , A d e lb e rt vo n , 481 C h a m p io n , P ., 41 C h a n so n d u v ie u x m a rin , La (V. L a r b a u d ) , 398 C h a p m a n G e o rg e , 272, 284, 455457 C h a p p e ll, V. 190 n C h a r, R e n é , 420 C h a r a c te r is tic a u n iv e rsa lis (G. W . L e ib n iz ), 92 C h a ra c te r p r o n o titia linguarum u n iv e r s a li (J. J . B e c h e r), 232 C h a rd in , J e a n S im o n , 532 C has s a igne, M a rc , 301 n C h a te a u b r ia n d , F ra n ç o is Renò, 158, 362-365 C h a u c e r, G e o ffre y , 17, 45, 294 C h e k e , S ir J o h m , 303 C h e s te rto n , G. K-, 314, 469 C h o m sk y , N o a m , 9, 80,9 6 ,1 1 8 n, 122-132, 134, 137, 197; 240, 2 4 8 » , 269, 321, 328-330, 537, 544, 545 D a d a , M o v im ien to , 39, 222-227, 533

ÍNDICE DE NOMBRES

Daiches, D avid, 399 Dalgam o, George, 96, 232 Dalf, S alv ad o r, 44 Daniel, S am uel, 142, 285 Dante, A lighieri, 27, 67, 188, 204, 205 h, 277, 290, 360, 386 390 Dante and h is Circle (D. G. Ros­ s e tti) , 384 pa P o n te , Lorenzo, 526 Darwin, C harles, 74-75, 406 Davie, D onald, 409 Death o f V irgil, T h e ("La muer* te de V irgilio" de H erm ann B ro c h ), 366*370 Debussy, C laude, 479, 538 De Cecco, Jo h n , 122 « D eccrabrio, P ie rro Candido, 283 Declaración d e la palabra com o tal (A. K m c e n y x ), 215 De co m p o sitio n e v c r b o r n m (D ionisio d e H alicarnaso), 378 De d iv in a tio n s (C icerón), 176 De fa to (C ice ró n ). 176 D efaucom pret, Auguste-J e a nB a p tiste, 310 D efence et illustration de la lan­ g ue française (J. Du Bellay) 277 Defoe, D aniel, 32 De In te r p r e ta tio n s (P.-D. H uet), 301 D elafosse, M., 49 n De la in terp reta ció n (A ristóte­ le s ), 167 De L 'A llem agne (Mme. de Staël), 101 Delillc, Ja c q u e s, 296, 297 Dalos, A Journa l on and of T ra n sla tio n , 84 n, 210 n De m e n d a c io (S an A gustín), 251 D enison, N., 144 n De o p tim o genere m terpretandi (P.-D. H u e t), 272 De Q uincey, T hom as, 90 D eregow ski, Ja n , 245 « D errid a, Ja cq u e s, 128«, 415

565

D escartes, René, 91, 97, 122, 230, 279, 280, 310, 473 D escription o f the E m pire of China, A (3. B, Du H alde), 410 D eutcronom io, 172 Devvitz, Hans-Gcorg, 389 M Diálogos (P lató n ). 394 Diarios (F, K afka), 88 D ichtang (M. H eidegger), 227 D ickens, C harles, 41, 310 Dickinson, Em ily, 401 Dictionary (S. Johnson), 278 Dictionary, A M iddle English (K u rath y K u h n ), 40 D ictionary o f Early English, A (Shipley), 40 Dictionary o f Gardening, A (Ro­ yal H o rticultural Society), 41 Dictionary o f N aval Equivalents (A lm irantazgo), 41 D iderot, Denis, 54, 277, 295, 437 Diebold, A. R., 144 n Dlez-Canedo. Enrique, 349 Dilthey, W ilhelm , 287 D iodoro Cronos, 167 D ionisio de H alicarnaso, 378 Di S andro, Carlos, 154 n, 496 Diván occidental-oriental, 295, 297 Divina Comedia, La, 370, 386, 387 DobschüU, E rn st von, 178« D octor Fausto, 17 Dodd, C. H., 175 Dodds, E. R., 178, 280 n, 307 Dohl, R einhard, 223 n, 224 n Dolan, John, 337 Dolce, Ludovico, 525 Dolet, E ttiene, 300,305 Dorna d e la bravia; La, 4SI D om bey and Son (C. Dickens), 41 Don Carlos (J. Schiller), 101 Donne, John, 29, 212, 463, 505509, 513*515, 522, 523, 524, 532534 Don Quijote, 93-95, 310

566

ÍNDICE DE NOMBRES

Dos hidalgos de V e rona, L o s, 16, 461 D ostoievsky, F., 55, 166, 310, 490 D ow son, E rn e s t, 29 D ra p ers' D ictio n a ry, T h e (W il­ liam B e c k ), 41 D ru m m o n d o f H a w th o m d e n , W illiam , 355 D ry d en J o h n , 29, 36, 45, 272, 291295, 298, 308, 352, 355, 357, 391, 461, 491494, 509, 510, 525 Du B cllay, Jo a c h im . 272, 277279, 288, 314, 469. 474 D ubeux, A lb e rt, 421 n D u ch am p , M arccI, 223 D ucklcs, V in c e n t, 481 n Du H ald e, J . B., 410 D uine, F., 386 « D um csnil R., 531 ti D u m m e tt, M ichael. 245, 246 n. 337 n D u n b a r, W illiam , 512, 518 D u p arc, H e n ri, 479, 488 D u p ro n t, A,, 282 n D u ra n d in , G uy, 254 n D ü rre n m a tt, F rie d ric h , 526 E a rly Ita lia n P oets, T h e (D. G. R o s s e tti), 384 E c k h a rt J o h a n e s s ("M e iste r E c k h a rt0), 82, 83 E d d in g to n , S ir A rth u r S ta n le y , 166 E d ip o , 62, 375, 525 E d u a rd o V II, 44 E d u c a c ió n s e n tim e n ta l, I m (G. F la u b e rt), 529, 531-533 E ic b e n d o rff, J o s e p h F. von, 488 E inführung, in die M e ta p h y s ik (M. H e id e g g e r), 162 n, 264 E in ig e s u e b e rd ie n e u e n D eb erse lz c r fa b r ik e ti ( J . J . H ottin* g c r) , 305 E in s u n d A ltes (W, G o e th e ), 298 F K cn h o w e r, D. D., 459 E le c tra , 496 E le m e n to s (E u c lid e s ), 321

E lia d e , M ircea, 178 n " E llio t, G e o r g e " (Mary Ann E v a n s ), 527 E lio t, T. S., 29, 260, 411, 525, 539, 542 E liz o n d o . S a lv ad o r, 471, 473 É lu a rd , P aul, 47 E m p s o n , W illiam , 234, 244 E n c u e s ta so b re los principios d e la m o ra l (D. H u m e), 169 E n e a d a s, 306 E n e id a , 294 E n g e ls, F rie d ric h , 181 E n z e n s b e rg e r, M agnus, 404 E p ís to la a los C orintios I y II, 275 E p ís to la s d e S a n Pablo, 282,396 E r a s m o d e R o te rd a m , Deside­ rio , 282, 283, 399 E m s t, M ax, 223 E rv in -T rip p , S u sa n , 475 n E s c h e n b a c h , W o lfram von, 221 E s c r ito s (J. L a c a n ), 159« E s o p o , 403 E s q u ilo , 176, 358, 360, 524-526, 536 E s s a y o n C ritic ism (A. Pope), 356 E s s a y o n th e P r i n c i p l e s of T r a n s la tio n (A. T y tle r), 272 E s s a y s o n T r u th a n d R eality (F. B r a d le y ) , 241 E s s a y T o w a rd s a Real Characte r a n d a P hilosophical Lan­ g u age (J. W ilk in s), 92, 96,232 E s ta c io , 293 E s te r , L ib ro de, 306 E s tr a b ó n , 283 E s t r u c t u r a s sin tá c tic a s, 248 E ty m o lo g ic a l D ictionary, An (W. W . S k c a t) , 40 E u c lid e s , 304 E u g e n e O negin (T raducción de V. N a b o k o v ), 314, 342, 360 E u ríp id e s , 63, 154«, 306, 357, 370, 495-503, 524-526 E va, 63

ÍNDICE DE NOMBRES Evans, H. M., 180 m Éxodo, 82 Zxstasie ( J . D onne), 523 E x tra te rrito ria l: Papers on Lite­ ra tu re and th e Language Re­ v o lu tio n (G. S te in e r), 9 Ezequicl, 193, 286

567

Focill o n , H enri, 178 Fontenelle, B ernard le Bovier de, 179 Ford, Ford Madox, 411 Forres, David, 227 Forster, Leonard, 145 n, 219 Fox Strangw ays, A. H., 481 Fragm ente (J. von H erder), 100 Fraisse, Simone, 345 n Franzos, K arl Em il, 138 F raser, J. T., 167 n Freem an, K., 287 n Frege, G ottlob, 159, 166, 194, 234, 238, 337 n F reu d , Sigm und, 46, 47, 186 Frey, H ans, 371 « F riedm an, Jo h n Block, 512 « Frisch, Max, 526 Frisk, H jalm ar, 254 n F roissart, Jean, 474 Frost, R obert, 36 F ro st, W., 291 n Frye, N orthrop, 481 n, 488 F undam entos biológicos del tenguaje, 321

Fábulas (La F o n ta in e ), 401 Faerie Q ueene, T he (E. S pen­ s e r) , 17, 384, 391, 526 Falso parásito , E l (E l fa u n o ), 20 Fang, Achilles, 409-410 Fann, K. T., 189 n F au lk n er, W illiam , 454 F au ré, G abriel, 479 Fausto, 83, 101, 482, 485, 486 Fedón, 486 Fedorov, A ndrei, 273 Fedra, 501-503 Fedro, 174 Fenicias, Las, 525 Fenollosa, E. F., 409, 412 n F erguson, Charles, 51 n, 119 n, 144« Gaceta del Fondo de Cultura Ficciones, 92 Económica, num . 70, 214 Ficino, M arsilio, 46, 283, 284 F ick er, Ludw ig, 213 G a d a m e r , Hans-Georg, 127n, Fitles d u fe u (G. de N erval), 161 n, 167 n, 212 n, 232 n, 274, 280, 311 532 F ilosofia de las fo rm a s sim b ó li­ Gadda, Carlo Emilio, 36 Gale, R ichard, 167 n cas, 108 Galeno» 312 Fin de partida, 547 F innegans W ake, 209, 220, 221, Galileo, Galilei, 178 García, Bacca, J. D., 394 314 G arcía Terrés, Jaim e, 214 F irth , J. R., 233 n, 236 G ardner, .Mien v Beatrice Allen, F ish m a n , J. A., 144 n 264 w Fisica (A ristó teles), 167 G ardner, W. H., 472 F itzG erald , E d w ard , 409 G arnett, Constance, 310 F itz g e rald , R o b e rt, 9, 314 Garvin Paul, 354» F lak, O tto , 223 n F la u b e rt, G ustave, 204, 390, 426- Gate o t Tongues Unlocked and Opened, The (Traducción de 435, 450, 530-532 Com enius), 230 Flew , A. N., 238 n F lo rió , Jo h n , 142, 272, 285, 305, G autier, Judith, 412 G autier, Théophile, 461, 479 309

ÍNDICE DE NOM BRES

G azzaniga. M. S., 324 « Geertz* C liffo rd , 51 n G e issle r, H., 231 n G e ist d e r V to p ic ( E. B lo c h ), 250 G elio, A ulio, 337 G cnée, R u d o lf, 437 « G é n e sis, 79, 80. 88, 350, 400 G e n e t. E d m o n d C h a rle s , 40, 51 G e n tile , G., 288 G eo rg e. S te fa n , 211, 221-223, 312. 434, 440*445 G e rm , T h e , 26 G e rs c h e n k ro n . A le x a n d er, 361 G e rs h m a n , H e r b e r t, 223 « G e sc h ic h te d e r a lte n u n d n e u e n L ite r a tu r (F . S c h le g e l), 438 G e sc h w in d , N o rm a n y W a lte r L ev itsk y , 321 n G e su a ld o , D on C a rlo s , 488, 532 G hil, R en é. 262, 268 G ia c o m e tti, A lb e rt, 225 G ib so n , J a m e s , 244 n G ide, A n d ré , 365, 417-425, 526 G ilb e rt, W . S. y A. S u lliv a n , 40 G ilson, É tie n n e , 1 6 8 « G in sb e rg , AJlen, 36 G ip p e r, H e lm u t, 127 n , 128 n G irau d o u x , H ip p o ly te J e a n , 525527 G lin k a, M ich ael, 538 G lo ssa ry o / T u d o r a n d S t u a r t W o rd s (S k e a t & M a y h e w ), 40 G lu ck , C. W., 480 n G ödel, K u r t, 241 G o d o lp h in , S id n e y , 293 G o e th e , J o h a n n W o lfg a n g von, 83, 84-97, 101, 102, 205, 209, 273, 286, 295, 298, 310, 314, 371, 377, 409, 438, 479-487, 525, 526, 529 G oldlng, A rth u r, 283 G o ldftm ith, O liv er, 25 C o m b ric h , E. H ., 490, 533 n González. A ra m b u ro , F ra n c is c o , 11 4 « O o n zäle r d e l ^ ó n , U la lu m c , 218

G o o d m a n , N elso n , 183«, 184 170 « G o sse, E d m u n d , 205 « G o tts c h e id , J . C., 387 G o u n o d , C h a rle s , 483, 485*487. 538 G o y a y L u c ie n te s, Francisco. 532, 538 G ra b b e , C h r is tia n , 437, 526 G ra h a m , M a rth a , 525 G ra n v ille -B a rk e r, H a rle y , 19 G ra s s i, B., 227 G ra v e s, R o b e r t, 60, 534 G ra y , N ic o le tte , 385 n G re e n , W illia m C h ase, 175« G re e n b e rg , J . H ., 119 n, 121, 123, 126« G re g o r, J o s e p h , 437 « G re n e , D av id , 495 G ric e , H . P., 537 G r u n d z ü g e d e r P h o n o lo g ie (N. S. T r o u b e ts k o y ) , 118 G u a r in o d a V e ro n a , 283 G u e r r a d e la s G alias, La, 283 G u illa u m e , G u s ta v e , 157« G u itto n , J e a n , 167 « G u m p e rz , J o h n y C h a rle s Fer­ g u s o n y D. H ym e s , 51 «, 144, 145 n G u n d o lf, F r ie d r ic h , 222 n, 439 G u tié r r e z M o ra , J . M., 4 7 4 « H a a c k , R . J . y S u s a n , 241 « H a a s , M a ry , 59 n, 166 « H a fiz ( r a p s o d a p e r s a ) , 297, 409 H a g e n , E in a r , 1 4 4 « H a h n , R e y n a ld o , 479 H a lb o ro w , L. C., 1 9 0 « H a ll, R o b e r t J r ., 127«, 130 H a m a n n , J . C., 78, 95, 97-98, 101 H a m le t, 41, 419, 422 H a m m , 547 H a m p s h ir e , S t u a r t , 97, 247 H a n d k e , P e te r , 201 H a r d in . C. L., 192 H a rd y , T h o m a s , 397 H a r r in g to n , J o h n , 20

ÍNDICE DE NOMBRES

569

H a rris , E . E ., 146 H obson-Jobson (H . Yule y A. C. H a r tm a n n , N icolai, 286 B u rn e ll), 40 H a r ts h o r n e , C h a rle s, 247 H o c k e tt, C. F.. 120 H a ts o p o u lo s , G. N. y J. H . K ee­ H o ffm a n n sth a l, H ugo von, 213nan, 180« 215, 389, 525 H a u p tm a n n , G e rh a rt, 438, 525 H o fm ilie r, Jo sef, 388 H a y d n , F ra n z J o s e p h , 538 H ö ld e rlin , J. C. F., 42, 47, 84, 85, H e c h o s d e los A p ó sto le s, 281 86, 101, 204, 213, 244, 272, 305, H eg el, G. W . F., 107, 237, 2á0. 308, 370, 381, 437, 525 311, 344, 448, 454, 525 H o lin sh e d , R a p h a e l, 526 H o lla n d , E liz a b e th , 425 H e id e g g e r, M a r t i n , 11, 162 n, 213, 227, 241, 264, 274, 340, H o lla n d , P h ile m o n , 283 H o lla n d e r, J o h n , 481 n 342, 344, 370, 372, 375 «, 394. 432 446 H o m e c o m in g (H . P in te r ) , 526 H o m e n a j e a P ro p ercio (E . H e in e , H e in ric h , 276, 480482 P o u n d ) , 335, 404 H é lie , P ie rr e , 117 H o m e ro , 206, 216, 272, 284, 291. H e llin g r a th , N o r b e r t v o n , 378 H e m in g w a y , E r n e s t , 32 293, 305, 310, 313, 314, 345, H e m p e l, C. G ., 241 356, 370, 391, 393, 414, 4 5 M 6 0 , H e m p h ü l, R . E ., 333 n 489, 495, 505, 527 , 536 H e r á c l it o , 33, 39, 176 H o o d , T h o m a s , 460 H e r b e r t , G e o rg e , 481 n H o p k in s , G e ra ld M an ley , 29,314, H e r d e r , J o h a n n G o ttf r ie d v o n , 433, 434, 470474 35, 99, 100, 103, 107, 216, 304, H o ra c io , 39, 272, 292, 293, 294. 3 05, 384 297, 301, 355, 357, 370, 373, H e r m a n o s K a r a m a z o v , L o s, 55 4 9 2 ,4 9 3 ,4 9 4 ,5 0 3 -5 0 5 ,5 0 9 , 5 U , 514, 515 H e rm e n e u tik (F . S c h le ie rm a c h e r ) , 288 H o m -M o n v a l, M ., 421 n H o r v â th , J a n o s , 526 H e r m e s T r im e g is to , 80 H o ttin g e r , J . J ., 305 H e r e d i a , R o b e r to , 61 n H o u s m a n , A. E ., 42, 303 H e r o d o t o , 184, 384 H o w a r d , R ic h a r d , 309 n H e r r i c k , R o b e r t , 522 H u d s o n , W ., 245 n H e s i o d o , 525 H u e ls e n b e c k , R ic h a r d , 223 H e s s e , H e r m a n n , 389 H u e t , P ie rre -D a n ie l, 272, 281, H e w e s , G o r d o n , 264 n 301, 303-305, 308 H e x t e r , J . H ., 159 n H i g m a n , B ., 234 m H u g h e s , T e d , 404 H i l l, G e o f f r e y , 542 H u g o , A d èle, 530 H i n t s f r o m H o r a c e ( L o r d ByH u g o , V ic to r , 2 0 5 ,3 9 8 , 419, 488 H u m b o l d t, A le x a n d e r v o n , 102 r o n ) , 357 H u m b o l d t, W i l h e l m v o n , 77, H i p i a s m e n o r , 252 1 0 0 -1 1 0 ,1 1 7 ,1 2 0 ,1 2 3 , 12 5 ,2 0 0 , H i p ó l i t o ( E u r í p i d e s ) , 1 5 4 » , 306, 273, 274, 304 4 9 5 , 526 H u m e , D a v id , 163, 166-169, 237, H is to r ia d e l R e n a c im ie n to en 274, 250, 252 I t a l i a , 283 H u m p h r e y ( H u m f r e y ) , L aw ren* H i s t o r y (R . L o w e l l ) , 538 c e , 302-305 H o b b e s , T h o m a s , 4 3 7 , 45b

571»

ÍNDICE DE NO M BRES

H u s s e rl, E d m u n d , 241, 318 H y d é n , H o lg e r, 328 H y m e s, Dell, 69, 144 «, 545 H y n d . J a m e s y E . M . V alk , 84 n H y p p o lite , J e a n , 454 H y slo p , A., 337 n Ib se n , H . J., 186, 261, 432, 454 Ifig e n ia , 495 Ilia d e , 37, 38, 216, 353, 272, 283, 284, 290, 297, 386, 403, 455-460 illu m in a tio n s (J. A. R im b a u d ) , 206 I n d e x T r a n s la tio n u m (u n e s c o ), 309 I n fie r n o (D a n te ), 186 In g re s , J . A. D., 25*28 In M e m o r ia m (L o rd T en n v so n V 520 I n s titu tio n e s o ra to ria e (M a rc o F a b io Q u in tilia n o ), 289 In te r p r e ta tio l i n g u a r u m ... (L. H u m p h r e y ) , 302-304 In tr o d u c c ió n a la h is to r ia (H . B lo c k s ), 162 n I n tr o d u c c ió n a la te o ria d e la tra d u c c ió n , 293 I n tr o d u c tio n to S e m a n tic s (R . C a rn a p ), 242 In v e stig a c io n e s filo s ó fic a s (L . W ittg e n s te in ), 110, 111, 188, 189, 192, 193, 337 Io n , 532 Io n esc o , E u g èn e, 215 Irb y , J a m e s , 94 Isa b e l I I , 283 Isa ía s, 38, 172, 173, 419 Is h a q , H u m a in ib n , 312 Iso u , I s id o re , 226-228 I ta lia n d e r, R., 1 42« l iv e s tu i , 52 Ja c k , I., 508 n J a c o b , 87, 173, 258 Ja c o b , A n d ré , 157 n Ja c o b o I, 283

J a g e r , R o n a ld , 241 n J a k o b s o n , R o m a n , 101, 119, 148 269, 298, 300, 319, 328 «, 477,' 478, 545 J a m e s , H e n ry , 22, 54, 55, 434, 5 2 7 ,5 3 0 , 542 J a m e s , W illia m , 68, 93, 152, 243 J a n ik , A llan y S te p h e n T o ulm in, 408 J a n k é lé v itc h , V la d im ir, 254 «, 259 « J a n u a lin g u a r u m re se ra ta (J. A. C o m e n iu s ), 230 J a r r y , A lfre d , 47 J e f f e r s , R o b in s o n , 526 J e n k in s , J o h n , 481 n J e n o fo n te , 283, 352 J e r e m ia s , 173 J o b , 39 J o h n s o n , L io n e l, 29 J o h n s o n , S a m u e l, 42, 278, 288, 291, 461, 509, 514 J o n à s , 174 J o n e s , O . K ., 189 n J o n e s , W illia m , 100 J o n s o n , B e n , 46, 61, 272, 292, 293, 355-357 J o u r n a l d e s d é b a ts , 385 J o w e tt, B e n ja m in , 394-396, 480 J o y c e , J a m e s , 220, 221, 291, 323, 481, 539, 542 J u a n a d e A rc o , 526 J u v e n a l, 60, 61, 294, 509, 510 K a fk a , F ra n z , 53, 86-90, 198, 21.4, 412 K a h n , D a v id , 1 9 6 « K a is e r, G e o rg , 525 K a ld o r, S u s a n y R u th E nell, 145« K a n d in s k y , W a ssily , 224 K a n t, I m m a n u e l, 103, 104, 113, 166, 170, 179, 2 3 7 ,2 7 9 ,3 1 0 ,3 1 1 , 396, 448, 477 K a p la n , B . y S. W a g n e r, 148« K a tz , J e r r o ld , 238 K a z a n tz a k is , N ik o s , 454

ÍNDICE DE NOMBRES K e a ts, J o h n , 28, 62, 310, 384, 449, 516, 517 K e e sin g , F elix y M arie M., 51 n K e llc ta t, A lfred , 212 n K e m p te r , L o th a r, 370 n K e n n e r, H u g h , 411 n, 412 n K e p le r, J o h a n n , 78, 83, 179 K h le b n ik o v , V elim ir, 211, 226, 265, 270, 404 K ie rk e g a a rd , S o re n , 94,163,184, 375 n , 454, 525 K in g , E d w a rd , 515, 518 K in g , H u g h , 167 n K ip lin g , R u d y a rd , 40 K irc h e r, A th a n a siu s, 231, 232 K irk , R., 337 n K le is t, B . H . W . von, 35, 102, 525 K lo e p fe r, R olf, 300 n, 301 n K lo p s to c k , F rie d ric h G., 287, 372, 373 K lo ss, C. B., 406 n K n o x , R o n a ld , 275 K o e n ig , F. O., 180 K o e s tle r, A rth u r y J. R. Smyth ie s , 137 n K o la k o w sk y , L., 221 n K o y r£ , A lexandre, 8 3 « , 178 n, 284, 311 K r a u s , K a rl, 37, 224, 312, 444446, 449 K riste v a , J., 330 n K ro e s c h , S am u el, 254 n K ru c e n y x , Alexei, 215

571

L arb au d , V alerv, 273, 309, 314, 398 L arkin, Philip, 542 L attim o re, R ichm ond, 359, 360, 459-461 L aw rence, D. H., 533, 536, 542 L aw rence, G ertrude, 32 L aw rence, T. E. ("T. E. Shaw ”), 393 L ear, E d w ard , 217-218, 219, 390, 465-467 L econte de Lisle, C. M. R., 345 Lees, R. B., 35 n Le G allienne, R ichard, 29 L eh rer, K., 247 Leibniz, G o ttfried W ilhelm, 78, 91-102, 109, 110, 117, 166, 196, 232, 233, 234, 235, 242, 412 L eiris, M ichel, 49 n, 198 L eishm an, J. B., 494, 532 L enneberg, E. H „ 63, 116, 127, 321 Lenin, Nicolai, 243«, 312 L eonardo (da V inci), 26, 36 Leopardi, Giacomo, 279« Leopold, W., 328 « Le Page, R. B., 144 n Le Roy, Louis, 284 Les B onnes (E. C. G enet), 51 Le Senne, René, 254 n Lessing, G. E., 437 L e ttre s philosophiques (P. A. de La Place), 418 L e ttre su r tes sourds et m uets (D. D iderot), 277 Lé vin as, Em m anuel, 318 L a b e , L ouis, 341, 461-463 L a b o r, W., P au l C ohen y C laren­ Lévi-Strauss, Claude, 9, 47, 65, 70, 99, 105, 114, 126, 156, 182, ce R o b b in s, 51 n 539 L a c a n , J a c q u e s , 159 n L a F o n ta in e , Je a n de, 86, 401- Levítico, 44, 172 Lévy-Brühl, Lucien, 109 403 Lewis, M. M., 327 L ak o ff, G eorge, 132 Le Yaounc, M., 531 n L a m b e rt, W. E., 145 n, 328 n Leyris, Pierre, 314, 421 n, 425 L a m en n a is, R o b e rt de, 385 470475 L a n c a s te r, J . B., 264 n Libeîlus de optim o genere oraL anguage (L. B lo o m field ), 34 to ru m (M. Cicerón), 272 L a Place, P ie rre A ntoine dc, 417

INDICI* DE NOMBRES L*b>* d e A m ó s. 175 L t t n i d f Jo b , 461 LieblcubcrgL. G. C\. 244 U efctennnn, P. 1?. v E d m u n d C rrlin v D e n n is K la tt, 148 n t 257 w, 264 n L * d e . AIÌTrd, 217 fi U fto n , R o b e r t, 187 L m a c n ;, T h o m a s, 3*»3 L inneo, C a ri v o n , 313 L insk>, L., 234 n U p n u n n , O tto v P au l B la u t, 254« U r to en el m ite , E l, 530, 531 Liszt« F ra n z , 480, 483-485 U ttle w o o d , J . E., 199 L ittré , E m ile, 40, 385-387, 471472 Liu. J a m e s J. Y., 4 1 0 n Livio A n d ró n ico , 312 L ocke, D., 191 rt, 194 n L ocke, J o h n . 310-311 t o p i c h e S y n ta x d e r S p r a c h c (R . C a rn a p ), 242 L o to p a n d e c te is io n (T. U rq u h a r t ) . 231 Logue, C h ris to p h e r, 290 ,4 0 2 ,4 1 4 L o h m an n , J o h a n n e s , 128 n , 280 n, 460 b m g fe llo w , H. W „ 459 Longino, C asio, 309 Lonjgo, 384 Ijorenzflccio (A. d e M u * se t), 423 L orenz, K o n ra d , 137 L o u n sb u ry , F. G., 63 I n v e l i , Amy, 410 U m e ll, R o b e rt, 293, 312, 409, 426, 461, 509, 526, 538 Lulx ck, S c h m id t von, 480 Lucano, M a rc o A nneo, 370 Iju c ttc ìo . T ito C aro, 100, 363 U f à o t RfiTn u n d o , 231 l.titìA , A R., 324 n ¡Mirro, M a rtin , 85, 107, 272, 281. 213, 2*8, 296, 308, 372, 387, 388 ÌAiiher, W illtelm , 127 n t 254 « l y d p t ì r, Jo h n , 17

M a c h a u t, G u illa u m e d e, 53g M a c K e n n a , S te p h e n , 280 n 308, 343, 437 ' * M ackey, W . F., 145 n M c K in n o n , D o n a ld , 16 9 « M c T a g g a rt, J . E., 166, 170 M a d a m e B o v a r y t 426-434, 527 M a d e ro , S. R., 470, 504, 505 M a h le r, G u s ta v , 413 M a is tr e , J o s e p h d e , 37 M a lc o lm , N ., 189, 191, 229 M a le b ra n c h e , N ic h o la s , 166 M a lh e rb e , F ra n ç o is d e, 35 M a lla rm é , S té p h a n e , 44, 85, 90 204-206,210, 2 1 1 ,2 1 2 ,2 1 3 , 224, 263, 268, 314, 420, 439 M a lra u x , A n d ré , 249 M a lth u s , T . R., 25 M a n d e lb a u m , D., 109 m M a n d e ls ta m , O. E ., 188 M an é, P a b lo , 210 M a n e t, E d o u a r d , 532, 538 M a n iè r e d e b ie n tr a d u ir e d'urie la n g u e e n a u lir e (E . D olet), 301 M a n ilio , 303 M a n n , T h o m a s , 526 M a n u a l o f P h o n o l o g y (C. F. H o c k e tt) , 120 M a q u ia v e lo , N ic o lá s , 51, 310 M a rd r u s , J . C., 413 M a rin e tti, F. T., 224 M a riv a u x , P. C., 31, 383 M a rlo w e , C h r is to p h e r, 17, 461, 526 M a rs h , J o h n , 184 n M a rs to n , J o h n , 20 M a rtin e t, A., 144 n M a rv e ll, A n d re w , 36, 40, 510*512 M arx , K a rl, 216, 310, 432, 535 M arx , O ., 321 n, 441 M á s allá d e l p r in c ip io ilei piti' c e r ( S . F r e u d ) , 186 M a so n , H . A., 391 n M a ssiim o n , L., 453 M a th e rs , E. P., 413 M a tth e w , T h o m a s, 399

ÍNDICE DE NOMBRES

M authner, F ritz, 194«, 201, 206 M axwell, J. C., 182 n M azon, P., 359, 360, 376 M edea (E u rip id e s ), 525 M edina, F ran cisco , 158 n M ed ita cio n es sobre un caballo d e ju g u ete , 533 M egillah T aanith, 275 M eillet, A. y M. Cohén, 72 M einecke, D ieílind, 212 n M eilers, W ilfred, 481 M ém o ire (B. P. E. C lap ey ro n ), 179 M encius, 280«, 4 1 0 « M endel, Jo h a n n G regor, 313 M enningcr, K a rl, 182 n M erlcau-Ponty, M., 134, 135, 152, 318 M errill, S tu a rt, 410 M ersenne, M arin, 230 M erz, J. T., 180 n M eschonnic, H e n ri, 351 «, 453 « M e sn a rd , A., 385 M essia s (F, K lo p sto c k ), 287 M eta físic a (A ristó te les), 167 M e ta m o rfo sis, Las (Ovidio), 516, 521 M ich elet, Ju le s, 384 M ichels, G erd, 222 n M ickiew icz, A dam , 409 M id d le m a rc h (G . E lio t), 527 M id d le to n , C h risto p h e r, 9, 314 M id d le to n , T h o m as, 16 M ie r y B a rb e ri, E d u a rd o , 154 «, 496 M il y u n a n o c h e s, L as, 413 M ilh a u d , D a riu s, 489 « M iller, R o b e rt, 107« M ilto n , J o h n , 27. 36, 62, 209, 285, 362-364, 457-459, 505, 514522, 526, 535 M iner, E a rl, 411 « M in im a m o ra lia (T. A d o rn o ), 264 M innis, N .t 216 n M insky, M., 234 n M iseria y e sp le n d o r d e la ira *

573

ducción (J. O rtega y G asset), 288 M isticism o m erkabah, 81 M itra, 177 M oby D ick (H. M elville), 314 M ohr, J. C., 371 n M oir, Ana, 547 M oisés, 204 M olière (Jcan-B aptiste P o q u e lin ), 50, 419, 423, 525-526 Molina, T irso de, 526 M önch, W alter 489 « M on Fausí (P. V aléry), 526 M onod, Jacq u es, 151-152, 185 M ontaigne, M ichel de, 44, 143, 272, 284, 285, 305, 309, 417,419 M ontesinos, A ntonio, 321 « M onteverdi, C laudio, 538 M ore, G. E., 237, 238, 241, 244 M oore, George, 432 M oore, M ariane, 86, 401403 M ore, T hom as (S an to Tom ás M oro), 303 M orick, H ., 189 «, 191 « M orones, A rm ando, 108 n M orris, W illiam , 24, 392« M orse, R. J., 385 n M orstein, P. von, 190 n M orw itz, E rn s t, 222 n M otherw ell, R., 223 n M ols, Les (J. P. S a rtre ), 204 M otteux, P. A., 310 M ozart, W olfgang Am adeus, 64, o5, 480 M ucho ruido y pocas nueces, 1619 M ueller, F. M., 183 M uir, E dw in y W ìlla. 366 M üller, W ilhelm , 451 M undle, C. W. K., 193 M urena, H. A., 84 «, 85 «, 86 n M üsset, Alfred de, 423 M uttersprache u n d G esitesbild• nng (L. W eisgerber), 108 N obokov, V ladim ir, 96, 144, 276, 288, 314, 342, 357,360, 361,43 7

574

ÍNDICE DE NOiMBRES

N a p o le ó n ( B u o n a p a rte ) . 247 N a rsk i, I. S., 243 n N e e d h a m , J o s e p h , 304, 307 N e m ro d , 78, 87 N erv al. G é ra rd d e , 204. 481, 483, 488, 532 N e sto r, 37 N e v e u d e R a m e a u (D . D id e ro t) , 295 N ew to n . Isa a c , 113, 178, 179, 182, 505 N ico lás V (P a p a ) , 283 N id d itc li, P. H .. 183 N ie tz sc h e , F rie d ric h W ilh e lm , 187, 237, 254-255, 260-262, 267, 284, 308, 309, 310, 535 N im s, J o h n F re d e ric k , 9, 313 N izam , P a u l, 314 N o d e s (A. G e lio ), 337 N olan, R ita , 241 n N o rth , T h o m a s, 283, 284, 309, 342, 409 N oss, R ic h a rd , 134 n N o sw o rth y , J . M., 14 N o titia s s u p e r lin g u a in te r n a tio ­ nale (G. P e a n o ), 233 "N o v a lis” (F rie d ric h L e o p o ld F re ih e rr v o n H a r d e n b e r g ) , 274, 308, 388 N oyes, G. R ., 409 N u e v a E lo ísa , La, 527-532 N ugel, B e m fr ie d , 491 n O c k h a m , W illiam of, 166, 168 O das ( H o r a c io ), 493, 503 O disea, 37, 38, 216, 222, 252, 293, 312, 391-393, 460, 489 O e ttin g e r, A. G., 354 n O gden, C. K „ 105, 160, 234 O livet, F a b re d \ J12 Ü 'N d ll, E u g e n e , 525 O n T r a n s la tio n (R . A. B ro w c r, e d ito r ) , 273, 358 Opu?, I