Spinning Out - Lexi Ryan PDF

1 2 Kath Clau Rosaluce Mimi Nelly Vanessa Lingos05 Karens Yiany Chivisil Jandranda Olivera cjuli2516zc K

Views 57 Downloads 0 File size 3MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

1

2

Kath

Clau

Rosaluce

Mimi

Nelly Vanessa

Lingos05

Karens

Yiany

Chivisil

Jandranda

Olivera

cjuli2516zc

Kath

delilah

Mona

Clau

Srta. Ocst

ivettelaflaca

Dabria Rose

Dabria Rose

Dabria Rose

3

Una vez, lo único que me importaba era el fútbol, entrenar, jugar y ganarme un lugar en el mejor equipo en cada aspecto. Lo tenía todo, y lo destruí con un semestre de drogas, alcohol y jodiendo a cualquiera que intentara detenerme. Ahora estoy suspendido del equipo, en arresto domiciliario, y obligado a pasar un semestre en casa para recuperar el control. ¿La cereza de mi jodido helado? Durmiendo en el cuarto de al lado está la chica de mi mejor amigo, Mia Mendez, la única mujer que he amado y un recordatorio de todos mis arrepentimientos. No estoy seguro si tener a Mia será el cielo o el infierno. Está fuera de los límites, y no solo porque trabaja para mi papá. Su corazón pertenece a alguien más. Pero desde el accidente que mató a su hermano y cambió todo, camina alrededor como un zombie, alejándose de sus amigos e ignorando sus sueños. Ambos estamos rotos, entumecidos y atrapados en un limbo. Hasta que rompo mis propias reglas y la toco. Hasta que me salva de mis pesadillas metiéndose a mi cama. Hasta que la única cosa que quiero más que tener a Mia para mí es protegerla de la verdad. No puedo reescribir el pasado, pero me niego a dejar su corazón en manos del destino. Por esta chica, subiría al cielo y reacomodaría las estrellas.

LOS CHICOS BLACKHAWK. Fútbol. Secretos. Mentiras. Pasión. Estos chicos no juegan limpio. ¿Cuál chico Blackhawk robará tu corazón?

4

Antes de medianoche. Noche vieja. Cielo oscuro. Nubes negras. Faros. Luna nueva. Mi madre siempre nos decía que los cambios ocurrían en luna nueva. Están discutiendo. Brogan está borracho, no es propio de él. Nic está molesto, demasiado propio de él. —Nadie le levanta la mano a mi hermana. —Escupe Nic en la cara de Brogan, y Brogan balancea. Luego el repugnante sonido de puños conectando con la piel. Los puños de mi hermano. Y de mi novio. Se matarán el uno al otro. —¡Deténganse! —suplico, mi voz es como un cristal roto—. Nic, solo llévame a casa. —Aguanieve salpica mi rostro, viniendo hacia mí de la misma forma en que los chicos se atacan el uno al otro. Camino, mis brazos envueltos a mi alrededor, mis dedos entumecidos. Está tan oscuro aquí afuera, y la única luz viene de los faros de los autos de los chicos, uno frente al otro al lado de la carretera. —Sube al auto —me gruñe Nic sin apartar los ojos de Brogan. Es la tercera vez que me da esa orden y me niego, como si mi presencia pudiera evitar que se lastimen. Esta vez obedezco, me meto y cierro la puerta detrás de mí. Hace más calor aquí sin el aguanieve y el viento incesante, pero no puedo dejar de temblar. Fría. Asustada. Maldita noche del infierno. Espero a mi hermano, pero él no me sigue. Empuja a Brogan hacia la calle, y Brogan cae, luego se apresura. Nic lo patea antes que pueda levantarse. —¡Solo llévame a casa! —grito. Mi estómago se acalambra, se dobla, se convulsiona alrededor de sí mismo. No se suponía que fuera así. Giro la llave en el encendido y miro el reloj como si estuviera en cuenta regresiva hasta el final de sus desagradables gritos y furiosos golpes. 11:59. ¿Cómo es que todavía son 11:59? ¿Esta noche no terminará nunca? Como respondiendo a mi súplica mental, el reloj gira y escucho chirridos de neumáticos.

5

Cielo negro. Nubes negras. Faros. Luna nueva. Mi madre siempre nos decía que los cambios ocurren en la luna nueva. Tenía razón.

6

Parte I. Antes

Abril, tres meses y medio después del accidente 7

—¿Qué hace ella aquí? —Las palabras de Arrow son pronunciadas en un fuerte susurro que se arrastra por las paredes y por debajo de la puerta de madera de la guardería. Se arrastran hacia mi santuario y se agarran a mi corazón. Los murmullos de la respuesta de su madrastra flotan más allá del odio, pero no puedo distinguirlos—. ¿No podías encontrar cualquier otra maldita persona para hacerle de mamá a tu bebé? —No más susurros. Las palabras dirigidas como cuchillos tenían la intención de hacernos daño a ambos: A ella por ser una madre inadaptada al contratar a una niñera, y a mí, porque quiere que sepa lo desagradable que soy. El ruido sordo de muebles derribados, tal vez una silla de comedor, tal vez una mesa auxiliar. Pasos pesados. El eco del retumbe de una puerta que se cierra de golpe. Sostengo a la bebé Katie en mis brazos y camino hacia la ventana. Entre las tablillas de las persianas de madera, miro a Arrow. Verlo subir a su Mustang GT azul eléctrico me roba el aliento. El motor ronronea, y enseguida se aleja de la calzada. Respira, me recuerdo. Cierro los ojos y me concentro en el aire fresco que llena mis pulmones, la calidez de la recién nacida acurrucada en mi cuerpo, el zumbido del ventilador de techo casi susurrando el recordatorio: Inhala. Exhala. Inhala. Exhala. Los tacones de Gwen hacen clic en los tablones de madera del pasillo, y sé que se dirige hacia mí antes que toque. —Adelante. Abre la puerta lentamente y entra en la habitación, trayendo consigo una nube de perfume caro y un recordatorio de mis ansiedades. Luce exactamente como la estereotípica esposa trofeo, desde su cabello rubio y cuerpo perfecto hasta las tachuelas de un solitario diamante de un quilate en cada oreja. A los veintiséis años, Gwen es solo seis años mayor que yo, cinco años mayor que su hijastro. Se casó con el padre de Arrow ocho meses antes de dar a luz a Katie, convirtiendo a su marido en padre de su segundo hijo a la edad de sesenta y cinco.

8

No la juzgo por casarse con el Sr. Woodison, un hombre casi cuarenta años mayor que ella. Todos tenemos nuestras razones para tomar caminos por los cuales el mundo nos juzgará. —Supongo que escuchaste eso—dice. Asiento y le digo a mi corazón acelerado que se estabilice. Si me pide que me vaya, no sé qué haré. ¿Conseguir un trabajo en Walmart, tal vez? El recorte salarial sería una perra, pero sería algo. Por supuesto, en ese caso no iría a la escuela el próximo otoño, y el hecho que el Sr. Woodison me pague lo suficiente como para poder pagar mi matrícula en Blackhawk Hills U es definitivamente la parte más dulce de este arreglo. —Te odia mucho—dice. Las palabras me golpean con la fuerza sorda de un golpe en el corazón—. ¿Por qué? Porque destruí todo. —No lo sé. Extiende sus brazos hacia Katie, y dudo. Ver a Arrow otra vez, incluso por apenas los diez segundos que tardó en subirse a su auto, me ha dejado sintiéndome horrible y culpable. El calor del bebé es un bálsamo calmante para mi maltratada conciencia, pero la entrego. —No sé qué vamos a hacer con él —dice Gwen—. Pero si eso es una muestra de lo que está por venir, serán unos largos seis meses. —Niega y se asoma entre los listones de las persianas—. No puedo decir que estoy feliz con él cumpliendo su sentencia aquí, pero no fue mi elección. —Él no es tan malo. —Cuando dirige su mirada hacia mí, desearía haber mantenido mi boca cerrada. Si voy a mantener mi trabajo con los Woodison mientras Arrow está en casa, necesito a Gwen como mi aliada. Con un suspiro, ella suelta las persianas y se vuelve hacia mí. —No voy a vivir en una casa con ustedes dos lanzándose a la garganta del otro. Así que mientras estoy atrapada con él aquí, vas a tener que arreglarlo. —¿Disculpa? —Lo que sea que esté mal entre tú y Arrow. Arréglalo. O tendré que buscar a alguien más para que me ayude con Katie y la casa. Mi corazón cae en picado, y extiendo la mano y agarro el borde de la cuna. —Hablaré con él. —No es que hablar ayude. Lo mejor que puedo hacer por Arrow es evitarlo. No estará tan enojado conmigo por estar aquí si no tiene que mirarme la cara.

9

—Entre tú y yo —dice Gwen, sus labios se curvan en un gruñido perfectamente pintado—, espero que se resbale y comience a consumir de nuevo. Prefiero ver su culo estropeado pasar los próximos seis meses en la cárcel que tenerlo bajo mi techo. Comience a consumir de nuevo. Nunca pensé que esas palabras estarían conectadas a Arrow, y escucharlas es una bofetada. Porque Gwen podría estar desorientada, pero todos los demás en esta ciudad saben por qué la vida de Arrow se salió de control este semestre, y cualquiera que sea honesto sabe que tengo la culpa. No estaba conduciendo el auto. No estaba lanzando los golpes. Pero fui el catalizador. Si me hubiera quedado en casa esa noche… Mantengo la boca cerrada y me recompensa con una sonrisa cuando Gwen me entrega a Katie. Arréglalo. Una orden simple entregada por una mujer que se ha acostumbrado a que sus demandas sean satisfechas. Solo que no sabe que está pidiendo lo imposible. Nadie puede arreglar esto.

10

La casa está oscura y silenciosa cuando llego. Quizás todos estén durmiendo, pero eso es poco probable. A las once, papá probablemente esté tomando su primer whisky. Tal vez follándose a su atractiva joven esposa. ¿Y Mia? ¿Está durmiendo? ¿Estudiando? Tal vez está meciendo a la bebé para que se duerma mientras tararea una canción de cuna. Subo las escaleras y me dirijo directamente a mi habitación, sintiendo cada paso como otro clic de los grilletes invisibles de mi sentencia de arresto domiciliario. Esta noche fue mi última noche de libertad, y la pasé sentado solo en mi auto junto al lago. Porque aparentemente soy un maldito masoquista que quería revolcarse en sus recuerdos por un rato. Como si tenerla en la habitación contigua a la mía durante los próximos seis meses no fuera recordatorio suficiente. No puedo decidir si su cercanía es un regalo o una maldición, si verla en el pasillo y captar su olor será el cielo o el infierno. Deteniéndome en la puerta de la habitación de Mia, presiono mi palma contra la madera. Juro que mi pulso se triplica al pensar en ella al otro lado. —Puerta equivocada. Me giro al oír su voz y me encuentro cara a cara con Mia Mendez, la niñera de mi madrastra, la chica de mi mejor amigo, y un recordatorio de todo lo que lamento. Su cabello oscuro está apilado en un descuidado nudo en la parte superior de su cabeza, y suaves rizos se curvan en la base de su cuello. Lleva una especie de camiseta extra grande de cuello ancho que se desliza por un hombro, dejando al descubierto una capa de pecas que sé demasiado bien que continúan hasta la línea del sostén. Sus pies están desnudos, sus uñas pintadas de rosa, y sus piernas… Cristo. Ella traga y mira mi pecho, como si ya no pudiera mirarme a los ojos. Bienvenida al maldito club. —Esa es la mía —dice en voz baja. —¿Tuya?

11

Su cabeza se balancea mientras asiente, y la ira se enciende en mi estómago, un fogonazo sobre la lujuria que me golpeó en el momento en que apareció. Está avergonzada de mí. O disgustada. Sería peor si tuviera alguna idea de lo que significa para mí estar tan cerca de ella. —Esta no es tu habitación—le digo—. Es solo donde te estás quedando mientras trabajas. Ella deja escapar un suspiro y dirige su mirada hacia la puerta. —Lo que sea. Le doy otra mirada, mientras me digo las mentiras más horribles que puedo sobre ella. La ira es mucho más fácil de tratar que este deseo que te roba el alma. No. El deseo sería fácil. Es básico. Prácticamente juvenil en comparación con lo que siento por Mia. Esto es otra cosa. Algo más. —¿Tienes la costumbre de caminar por la casa de mi padre así? Arquea una ceja. —¿Así cómo? Bajo mi mirada por su torso y la dejo caer sobre sus muslos justo debajo del dobladillo de su pantalón corto de dormir de algodón. —¿Medio desnuda? Negando, me empuja y entra a su habitación. Su pantalón corto se sube con cada paso, y simultáneamente quisiera que fuera más largo y rogaría para que se hiciera más corto. Por esto ―la vista de la piel color caramelo en la parte posterior de sus muslos y el recuerdo de cómo gimió cuando la giré sobre su estómago y puse mi boca allí― esto, sin la gratificación de ver la curva del final de su trasero. Esta pesadilla se ha convertido en mi vida, tenerla tan cerca y saber que nunca podrá ser mía. Esto no es el cielo ni el infierno. Es el maldito purgatorio. Ella empuja la puerta para cerrarla, pero la atrapo antes que se enganche y empujo hacia la habitación. Entrar es impulsivo y tonto, pero el instinto de acercarme a Mia ha estado allí desde el día que vi por primera vez sus grandes ojos marrones. Algunas cosas nunca cambian, aunque deseemos que lo hagan. Levanta sus manos. —Por supuesto. Adelante. Siéntete como en casa. —Me da la espalda y se dirige a la canasta de ropa limpia sin doblar que está sobre la cama. La habitación está ordenada, y a excepción de la pila de libros en la cómoda y la ropa en la cama, no se ve muy diferente de cuando era la habitación de invitados. Pensarías que decoraría, pondría un póster en las paredes o fotos de ella y Brogan en la mesita de noche, algo—. ¿Necesitabas algo? —pregunta, mientras cierro la distancia entre nosotros.

12

—No me gusta que estés aquí. —Parte de mí espera que entienda por qué tengo que decirlo. Quiero que me conozca lo suficiente como para ver a través de mi mierda. Solo estoy tratando de convencerme que es verdad. Pero se estremece ante las palabras, y me siento como el imbécil que soy. —Estoy aquí para cuidar a Katie. No para que te guste o no te guste. Es mi trabajo. —Sin molestarse en mirarme mientras habla, saca una nueva prenda de la cesta de la ropa. Lo arrebato de sus manos. Lencería de encaje rojo y tirantes espagueti: No hay mucho en eso. —¿Cuidar a Katie? —Sostengo la prenda por las correas para su inspección—. Tal vez eres más que la madre suplente. Tal vez también eres la follada de repuesto. Se lanza, su palma abierta se acerca a mi rostro, y no me molesto en retirarme. Dejo que aterrice y saboreo la picadura de sus dedos conectando con mi piel. He estado aturdido durante meses, pero no es sorprendente que Mia sea la primera en hacerme sentir algo. Cuando abro los ojos, sus fosas nasales están dilatadas. Su pecho sube y baja con su respiración pesada. —Ya ni siquiera sé quién eres —dice en un susurro afilado—. Mantente lejos de mí. —Soy el tipo al que follaste a espaldas de tu novio. —Arrastro mi mirada por su cuerpo y retrocedo antes de arrojar el camisón de encaje rojo sobre la cama—. Y probablemente en el que piensas cuando te pones esa basura. Su aliento la deja apresuradamente y se dobla por la cintura como si le hubiera dado un puñetazo en el estómago. Las palabras lo siento se alojan pesadamente en la parte posterior de mi garganta, asfixiándome. Quiero enterrar mi rostro en su pecho y gimotear mis disculpas como una niña de cuatro años, pero ella no entendería por qué me estaba disculpando, y no merezco su perdón. Diré cualquier cosa horrible que deba decir para asegurarme que nunca intente dármelo. La dejo antes que pueda responder y antes de decirle algo peor. Las disculpas no cambiarán lo que sucedió en la víspera de Año Nuevo. No arreglarán a Brogan ni traerán a su hermano de entre los muertos.

13

Gwen me dijo que arreglara lo que fuera que estuviese mal entre Arrow y yo, y le di una bofetada. Buen trabajo, Mia. Recojo la lencería de Gwen, la doblo cuidadosamente y la agrego a la pila con manos temblorosas. Mi trabajo con los Woodison va más allá de cuidar a la hija pequeña de la pareja. Esa tarea no es suficiente para garantizar mi generoso sueldo. También lavo la ropa, preparo las comidas y mantengo la casa limpia. Durante dos meses, me ha estado yendo bien. Atiendo a Katie. Limpio los baños. Preparo la cena y me aseguro que haya flores frescas en el comedor. Debería haberle aclarado a Arrow la extensión de mis deberes, pero por alguna razón no podía soportar que pensara en mí como la criada. La última criada de Uriah Woodison fue mi madre, y no quiero que Arrow me equipare. No esta noche, cuando su regreso todavía arde como un vendaje pegajoso que arranco repetidamente de una herida. ¿Realmente piensa que estoy follando a su padre, o solo está tratando de abrir una brecha más grande entre nosotros? Quiero estar enojada con él. Odiarlo por las cosas que dijo esta noche, y lo que es peor, por lo que no dijo, la comodidad que no ofreció. Nadie más que Arrow puede entender lo vacía que me he sentido desde el accidente. Nadie más que Arrow puede entender el peso en mi pecho que es a partes iguales dolor e ira. Pero no puedo culparlo cuando estoy casi aliviada de tener animosidad como un amortiguador entre nosotros. Siempre he tenido una debilidad por Arrow Woodison. Tal vez eso explica por qué traicioné a Brogan por una noche en sus brazos. Deja de actuar como si lo hubieras engañado cuando habían terminado. Prácticamente puedo escuchar la voz de mi mejor amiga Bailey en mi cabeza. Es un discurso que recitó las veces suficientes. Estoy segura que ambas lo sabemos de memoria. Pero no cambia lo que siento por las cosas que hice y las decisiones que tomé.

14

Mi teléfono vibra en la mesita de noche, y el nombre de Bailey se desplaza por la pantalla como si supiera que estaba pensando en ella. Lo agarro. —Eh, tú. —¿Cómo te va, cariño? —pregunta Bailey—. Escuché que el hijo pródigo regresó a casa hoy. —Sí. —Arriesgué una mirada hacia la puerta, pero todavía estaba sola. Me acerco y la cierro en silencio. —¿Entonces? —pregunta—. ¿Recibiste la primicia? ¿Qué pasa con él? El único de nosotros que tenía un boleto seguro fuera de esta maldita ciudad, y lo arruinó. Simplemente no entiendo. —No sé—murmuro. Pero es una mentira. Entiendo por qué Arrow se salió de control como lo hizo. Él no era del tipo de beber en exceso y nunca consumía drogas. Luego, en la víspera de Año Nuevo, nuestros mundos se fueron a la mierda y él atacó. —Te envidio—dice Bailey—. Ojalá tuviera que pasar el verano viendo a Arrow sin camisa en la piscina. Bailey está convencida que trabajar para los Woodison significa una vida de ocio, como si me contrataran para poder sentarme en su piscina bebiendo mai tais todo el día. Muy lejos de la verdad, pero estaría mintiendo si actuara como si fuera un trabajo difícil. El día más difícil en casa de los Woodison es más fácil que el mejor en casa. Por supuesto, si mi padre supiera que estaba trabajando aquí, perdería su mierda, pero me aseguré que no lo descubriera. —Pensé que estabas trabajando esta noche—digo, cambiando de tema. —Estoy en un descanso. Vendrás a mi fiesta mañana, ¿no? —pregunta—. Ya nunca sales. Quiero emborracharme con mi chica. —Lo pensaré. —Otra mentira. No he estado en una fiesta desde la víspera de Año Nuevo. Solo el olor a alcohol me revuelve el estómago. Lo último que necesito es estar rodeada de gente borracha. —Oh mierda. Mia, espera un momento, ¿Bien? —Oigo el sonido sordo de ella hablando con alguien con su mano sobre el receptor, y luego—. Tu papá está aquí. Me estremezco. Bailey trabaja en un club de striptease, y papá cree que los clubes de striptease son una abominación. Ha sido conocido por haber tropezado borracho por todo el kilómetro que hay entre el parque de casas rodantes y Pretty Kitty para decirles a las bailarinas que están "tentando a los hombres buenos". Estoy segura que sus ojos nunca se desvían hacia las chicas en el escenario. Sí, claro.

15

—Estaré allí en diez minutos. Coloco un sujetador debajo de mi camiseta y cambio mi pantalón corto de dormir por un par de pescadores antes de dirigirme hacia abajo para encontrar a Gwen. Está tendida en un diván junto a la piscina, sorbiendo una copa de vino y mirando a lo lejos. —¿Gwen? Se sobresalta ante el sonido de mi voz, luego se limpia subrepticiamente las mejillas. —Mia, ¿qué puedo hacer por ti? Mi corazón duele un poco por ella. No es que hablemos, no tenemos ese tipo de relación, pero sé que ha sido infeliz desde que nació Katie. Ella gasta tanta energía tratando de no mostrarlo, que pretendo no darme cuenta. He considerado hablar con ella un par de veces, me preocupa que sufra de depresión posparto, pero al final mantengo la boca cerrada. Gwen no es del tipo que aprecia los consejos de vida de nadie a quien ella considere "el servicio". —¿Está bien si me voy por un par de horas? Mi papá… —No quiero terminar, incluso si merece una explicación. —Por supuesto. No hay problema. ¿Katie está durmiendo? Asiento. —Acaba de terminar una botella y se durmió inmediatamente. Debería estar tranquila por unas horas, pero volveré tan rápido como pueda. Ella agita una mano. —Tómate tu tiempo. A pesar de lo que mi esposo te haya hecho creer, soy perfectamente capaz de salir de la cama para atender a mi hija. —Sé que lo eres. Asiente hacia el frente de la casa. —Vete, entonces. —Gracias. —Doy unos pasos hacia la puerta y me detengo para volver hacia ella. Sé lo que es estar aislado, de repente encontrarse en un mundo al que no perteneces, y siento que debería decir algo, como para hacerle saber que no está sola. Ella habla primero. —Por favor no le digas al Sr. Woodison que estaba llorando. Solo estaba teniendo un momento. Hormonas. Ya sabes.

16

—Por supuesto. —De nuevo, quiero hablar, decirle que no hay vergüenza en buscar ayuda. Se pone de pie, sus ojos brillan bajo la luz tenue de las lámparas que cubren la cubierta de la piscina. —¿Un consejo, Mia? —dice—. Por muy tentador que sea, haz tu mejor esfuerzo por mantener tus piernas cerradas. Abro la boca, pero no tengo idea de qué decir. No estoy segura si estoy más sorprendida que ella me esté ofreciendo esta sabiduría, o insultada porque cree que ese es el tipo de consejo que necesitaría. ¿Con respecto a quién cree que necesito esa advertencia? ¿Arrow, o su esposo? No confiando en mí misma para responder, aprieto mis labios y corro hacia mi auto. No me dejo pensar en lo que Gwen debe pensar de mí o por qué, y definitivamente no me dejo pensar en lo mucho que odio conducir las curvas por Blackhawk Valley de noche. Voy a hacer lo mismo que hice durante los últimos cuatro meses: Lo que sea necesario. El hecho que Arrow esté en casa no significa que nada haya cambiado. Cuando abro la puerta del club de striptease, el humo y la música me golpean en el rostro. Nadie me detiene o se preocupa porque soy menor de edad. En este tipo de lugar, las tetas son más propensas a atravesar la puerta que una identificación válida. El lugar está lleno de chicos de la universidad esta noche. Todos me parecen iguales: Muchachos blancos con jeans y camisetas ajustadas que intentan representar a hombres adultos embobados mirando tetas desnudas y bebiendo cerveza demasiado costosa. Una vez, le dije a mi hermano, Nic, que simplemente no entendía los clubes de striptease. Aquí están todos estos tipos guapos, muchos de los cuales ya tienen una chica en casa, pagando para ver lo que podrían tener de forma gratuita. Nic solo se rió y me dijo que entrar en la cama de una chica podría ser fácil, pero salir es otro asunto. Los clubes de striptease significan tetas sin expectativas. Mi hermano era un cretino sexista. Daría cualquier cosa por recuperarlo. Escaneo los rostros en las mesas y por el escenario, pero no veo a mi padre. —Joder —murmuro, caminando entre la multitud. Un tipo en el bar extiende su mano y agarra mi brazo. —Hola, hermosa. ¿Trabajas aquí? —Su pulgar acaricia la piel desnuda sobre mi codo, y el contacto hace que mi piel pique.

17

—No. —Deberías —dice, sus palabras arrastrándose juntas—. Eres más bonita que el resto. —Manos fuera, sucio. —Bailey aparece a mi lado y saca la mano del chico de mi brazo—. Tocas a otra chica esta noche, stripper o no, y haré que saquen tu trasero a patadas. Me aleja de él, y murmuro un débil: —Gracias. —Lo juro, Mia, atraes a los espeluznantes desde un kilómetro de distancia. Es un don especial. —Me aseguraré de agregarlo a mi currículum —le digo—. ¿Dónde está papá? —Lo metí en la oficina del gerente general. Lo encontré en el baño de damas pidiéndole a las chicas que se fueran a casa con él. —¿En serio? Pone los ojos en blanco. —Dice que quiere salvarlas. Llevarlas a la iglesia. Demostrarles que hay una mejor manera de vivir. Mi padre. El hipócrita más grande del mundo. Ella me da un comprensivo apretón en el hombro, y la sigo a través de un conjunto de puertas y por el pasillo trasero que corre detrás del escenario. Las puertas se cierran detrás de nosotras, y la música desciende a un rugido sordo. Abre una puerta de la oficina y dice: —Todo tuyo. Papá está desplomado en la silla al lado del escritorio, con los ojos cerrados, la saliva colgando de su labio inferior. Qué manera de ser un cliché, papá. —Convencí a mi gerente de no llamar a la policía, pero tienes que sacarlo de aquí. Suspiro, asintiendo. —Por supuesto. Gracias. —Me giro hacia ella y obligo una sonrisa en mi rostro—. Por todo. Me abraza fuerte. —Cualquier cosa por ti, chica. —Cuando se retira, me regala una media sonrisa—. ¿Estás bien? ¿Todo bien en el Palacio Woodison?

18

Me encojo de hombros. —Está un poco tenso desde que Arrow llegó a casa. —Tenso. Considerando que lo abofeteé hace menos de una hora, eso probablemente sea una subestimación. Necesito hablar con él y pronto. Pero, ¿qué hay para decir? —Sabes lo que arregla la tensión, ¿verdad? —Ladea la cabeza, esperando mi suposición, luego sonríe cuando me quedo en silencio—. Follar, Mia. Un hombre bien follado rara vez es una molestia. Pongo los ojos en blanco. —¡Bailey! —Pruébalo y dime si me equivoco. —Su sonrisa se dispara—. Tacha eso. Tuviste tu oportunidad con Arrow y decidiste que no valía la pena, así que me ocuparé de eso por ti. Soy así de santa, haciendo sacrificios por mis amigas. Sé que está bromeando. Nunca estuvo interesada en Arrow. Inclina su rostro hacia el techo y suspira. —Y con el cuerpo de Arrow, podría sacrificarme una y otra vez. Y otra vez. No puedo evitarlo. Estallo en risas, y mi padre se agita en sueños, gruñendo algo. De vuelta a la realidad. —Vamos, papá. —Deslizo mis manos bajo sus brazos y lo ayudo a levantarse. Él se levanta inestable y parpadea hacia mí. —¿Estás trabajando aquí ahora también? ¡No voy a tener una hija mía trabajando en un club de striptease! —No trabajo aquí, papá. Vine para llevarte a casa. —Me agacho bajo uno de sus brazos. El peso sobre mis hombros se siente como de quinientos kilos, pero respiro profundamente y lo llevo hacia adelante. —¿Lo tienes? —pregunta Bailey, siguiéndonos fuera de la oficina. —Sí. Él está bien. Mientras atravesamos de nuevo el club hacia las puertas delanteras, de inmediato siento ojos en mí, gente mirándome mientras conduzco a mi padre borracho hacia la puerta. Ya no estoy avergonzada. Alguien tiene que cuidar a papá, y desde que Nic se ha ido, me corresponde. —Que tengas una buena noche —le digo a Bailey. —Oh, lo haré —dice—. Hay una mesa de muchachos de BHU que pagarán mi matrícula de otoño si siguen con esas propinas. —Me guiña un ojo y se aleja. Papá levanta la cabeza y deja de caminar.

19

—¿Dónde está Nic? Necesito que Nic me lleve a casa. Necesito a mi hijo. Estoy esperando el día en que duela menos, pero las palabras me acuchillan todo el tiempo. —Nicholas se ha ido, papá. ¿Recuerdas? Lo perdimos. —Buen viaje —dice un hombre a unas pocas mesas de distancia. Sus ojos están sobre las tetas de la chica sin camisa que se muele en su regazo, pero sé que está hablando de mi hermano. —Lástima que tuvo que llevarse uno de los buenos con él —dice otro hombre en voz baja. La noche en que mi hermano murió, había estado limpio durante meses. Sin consumir. Sin vender. Pero a nadie le importa. Si tu apellido es Mendez, no tienes una segunda oportunidad. No en esta ciudad. Haciendo caso omiso de ellos, y el dolor en el pecho que sus palabras amenazan con despertar, rezo rápidamente porque mi papá esté demasiado borracho para procesar esas palabras. —Vamos, papá. —Lo insto a seguir, sabiendo que tenemos una audiencia y decidida a mantener mi barbilla en alto. —¿Por qué Dios se tuvo que llevar a mi único hijo? —susurra mi padre. Escucho las lágrimas en su voz y muevo mis pies más rápido. Necesito llevarlo a casa antes que se derrumbe. Nadie aquí sentirá simpatía por él si comienza a lamentarse por la pérdida de Nicholas. Todo lo que ven es cómo el accidente dañó a uno de los suyos, Brogan Barrett. Y en la muerte de mi hermano, todo lo que ven es un chivo expiatorio, una manera fácil de responder al misterio no resuelto del golpe y fuga. Incluso el periódico local se alegró de informar el accidente como "probable violencia de pandillas" sin ninguna evidencia real que respaldara dicha afirmación. En el momento en que coloco a papá en el asiento del pasajero, él cierra los ojos y su cabeza se inclina hacia un lado. Lo abrocho y hago el corto viaje en silencio. Un SUV oscuro me pasa y me hace mirar dos veces. Fue un todoterreno oscuro el que voló sobre la curva de Deadman, golpeó a mi hermano y Brogan en la víspera de Año Nuevo, y cada vez que veo uno, mi estómago se retuerce con demasiadas emociones. No me molesto con la radio. De cualquier modo, no podría escucharla por el clamor de mi dolor en el corazón.

20

Cerré la puerta de un tercer armario y abrí otra, buscando las putas sartenes. Mia se fue. ¿La molesté tanto o alguien más la llamó? Me quedé en mi habitación y vi su auto salir por el camino y cautelosamente vi a través de la puerta. Voy a tener que hacer las paces con ella trabajando aquí. Y puedo hacerlo. Quiero hacerlo. Joder. Simplemente me tomó por sorpresa. Llegué a casa de rehabilitación mentalmente preparado para cumplir mi sentencia de arresto domiciliario. El juez actuó como si me estuviera haciendo un favor al dejarme cumplir mi tiempo aquí. Obviamente, no sabe lo que es ser el jodido hijo de Uriah Woodison. Pensé que me estaba preparando para la desaprobación de papá, para su enojo y desilusión, y luego Gwen me lanzó la bola curva. Mia Mendez viviendo aquí mientras ayuda con el bebé. Mia Mendez comiendo en mi cocina, compartiendo mi ducha. Mia Mendez durmiendo al otro lado de la pared de mi dormitorio con una camisa de algodón tan delgada que hace que mis manos se resbalen debajo de ella. Abro otro armario y finalmente encuentro las sartenes. Cristo, solo quiero algo de comida, pero maldita sea si voy a probar cualquiera de las comidas en la nevera. El nudo en mi estómago cuando los vi, comidas preparadas, perfectamente equilibradas, etiquetadas en la letra clara de Mia: Quinoa y pollo, salpicado con rebanadas de bistek y judías verdes, frittata de fajitas. Ella no solo estaba ayudando con el bebé. Papá la ha puesto a preparar su comida. Como si fuera la Alicia de su Brady Bunch o alguna mierda. Muy jodido. No cuenten conmigo. Puse una sartén en la estufa, vertí un poco de aceite de oliva y miré alrededor mientras se calentaba. Gwen remodeló este espacio mientras estaba embarazada. Vinieron contratistas y arrancaron los gabinetes de madera de cerezo que mi madre había

21

elegido y los reemplazaron con una variedad blanca fuerte que se sentía tan estéril que casi esperaba que el lugar oliera a blanqueador y a desinfectante comercial. Es todo lo que la cocina de mi madre no era: Fría para lo cálido, blanco para la oscuridad, una joya para lo funcional. Es como si hubiera arrancado el corazón directamente de mi casa. —Eso es jodidamente dramático —me digo. Tomo los huevos de la nevera y los golpeo contra el borde de un cuenco, arrojando las claras de huevo y tirando las yemas a la basura. Corto albahaca fresca y la bato con las claras de huevo antes de verter la mezcla en la sartén. Mi teléfono zumba, repiqueteando contra la encimera de mármol blanco. Keegan: Alguien me dijo que vieron a Mia Mendez entrar a la oficina del gerente en Pretty Kitty. Me dirijo hacia allí. Si hay un Dios, estará en el escenario esta noche. Mi puño se aprieta alrededor del teléfono, pero antes que pueda hacer algo tan estúpido como tirarlo contra la pared o, peor, decirle a Keegan exactamente lo que pienso sobre sus esperanzas para la noche, vuelve a sonar. Y otra vez. Dos, tres, cuatro mensajes todo llegando a la vez, haciendo que me diera cuenta que esto no era un texto que me envió sólo para mí, sino que era uno de esos textos en grupos en masa que garantiza mantener mi traqueteo telefónico en la siguiente media hora. Leí la conversación mientras removía mis huevos. Mason: Tu maldito deseo, perdedor. Mia no se desnudó. Trent: Si me quieres, me dirás si eso sucede. Pero oí que estaba trabajando para los Woodison ¿eso es verdad, Arrow? Mason: No es que me oponga a la idea en teoría. Porque maldita sea… Keegan: ¿Por qué trabajar para los Woodison? Traseros así y podría hacer que BANK se desnudara. Chris: Caíste muy bajo. Es de la chica de Brogan de la que estás hablando. Muestra un poco de respeto. La chica de Brogan. Miré esas dos palabras durante tanto tiempo que todo lo demás se alejó. La chica de Brogan. Inhalo y mi garganta se quema con humo. Mierda. Prendo el extractor a toda potencia para que mis huevos quemados no activen la alarma de humo y despierten a todos en la casa. Los pongo en el bote de basura y dejo la sartén en remojo. Como no quería embarcarme en otro intento fallido de galletas, tomé un batido de proteína de la nevera.

22

La mención de Chris de Brogan silenció la conversación, pero apago mi teléfono de todos modos, antes que pueda decir algo que después sienta, o algo peor, descubra que realmente se está desnudando. Retiro la tapa de mi bebida, me hundo en uno de los sofás de la sala y pongo ESPN por puro hábito. —Hablemos de las decepciones más grandes del anteproyecto —le dice el locutor a su co-anfitrión―. Dame tus cinco mejores. El hombre negro de anchos hombros golpea sus papeles sobre el escritorio frente a él y se lleva las gafas a la nariz. Su nombre es Craig Jennings, corredor retirado de los Indianapolis Colts. Cuando estaba en séptimo grado, era mi héroe. Fue la razón por la que le dije al entrenador que no quería jugar de mariscal de campo, aunque la mitad de mis amigos estaban muriendo por el puesto. No. Quería ser Craig. Quería correr por el campo, zigzagueando como Craig. Encontrar los agujeros y hacer jugadas sin igual. Él era la razón por la que me encantaba el fútbol, y esa obstinada declaración fue solo el comienzo de una larga lista de decisiones cuidadosas que me llevaron a la cima de mi deporte en cada nivel. Craig mira a la cámara, con los labios fruncidos, con ojos serios y dice: —Mi lista comienza con Arrow Woodison. Y le puse el número cinco en lugar del número uno solo porque aún no había decidido si ingresaría al draft a fines de este año o jugaría su último año en la BHU. Pero incluso como una posibilidad remota, mi chico Arrow no es menos que una profunda decepción para cualquier equipo que creía que podrían escogerlo este año o el próximo. —Jódete, Craig —le susurro. Tomé mis decisiones. Sabía lo que estaba haciendo a cada paso del camino. Nadie me obligó a seguir el camino que condujo a mi arresto domiciliario. Pero cuando idolatras a alguien, ya sea un padre o una estrella de fútbol, quieres que te atrape. Debes entender que la elección terrible que tomaste fue lo mejor que pudiste hacer. No creía que ni siquiera me importara el fútbol, pero las palabras de Craig me hicieron sentir claustrofóbico. Atascado. Profunda decepción. Pateando mi sueño matándolo y recordándome que me enterré en los últimos meses, no solo a mis esperanzas futbolísticas. Pero, ¿no era ese el punto? Agarro el control remoto, pero aunque sé que debo apagar la televisión, solo elevo el volumen, me recuesto en el sofá y escucho qué más tiene que decir el hombre sobre mí.

23

Cuando llego al parque de casas rodantes, mis neumáticos crujen en el camino de grava. Me estacioné frente al hogar de mi infancia y apagué el motor. Las ventanas están cubiertas con sábanas oscuras y parte del techo ha sido cubierto con una pieza podrida de un tablero. La unidad de aire acondicionado cuelga de la ventana del dormitorio, pero no ha funcionado durante años. Cuando salgo del auto y camino para ir por mi padre, me siento culpable, como siempre que lo visito. Esta noche y todas las noches de este verano, si Arrow no me despide, duermo en la comodidad con aire acondicionado de la Mansión Woodison, una almohada de plumas debajo de mi cabeza, sábanas frescas y sedosas alrededor de mis piernas y papá duerme en este remolque caliente, sudando en sus sábanas. —Vamos, papá —le dije, deslizando mi brazo detrás de su espalda—. Es hora que entres. —Tiene frío y no se mueve cuando estoy con él—. Papá. Despierta. — Nada. Ni siquiera un gruñido—. Mierda. —Aquí. —Alguien grita detrás de mí. Baja los escalones del remolque al lado de mi padre y de Saunettes antes que pueda responder. No lo conozco, pero sus gruesos brazos y hombros anchos indican que es un candidato mucho mejor para el trabajo de administrar a mi padre de cincuenta años que yo. Salgo y lo dejo ayudar, sosteniendo la puerta mientras conduce a mi padre semiinconsciente a la casa. —¿A la cama?—dice. —Por favor. —Señalo la parte posterior del remolque y lo sigo, mirando cuando instala a papá en la cama sin tender. Quito las desgastadas botas de trabajo de papá y lo cubro con una manta mientras el extraño llena una taza de agua del grifo y la pone en la mesa junto a él. —Gracias —le digo mientras salimos. El hombre tiene la puerta abierta para mí esta vez, pero no habla hasta que la puerta de pantalla se cierra ruidosamente detrás de nosotros. La luz del porche ilumina los ángulos agudos de sus pómulos y una barba prolijamente recortada. Es

24

alto y ancho de hombros con aura de chico malo. Los tatuajes se ven por las mangas de su camiseta. Hago una nota mental para contarle a Bailey sobre él. Es absolutamente su tipo. Mientras cierro la puerta de papá detrás de mí, el extraño rechaza mi gratitud encogiéndose de hombros. —Si no hubiera estado aquí, alguien más habría ayudado. Probablemente tenga razón. El parque de casas rodantes nunca duerme realmente. No hay muchas personas que vivan aquí en horas de banqueros, por lo que siempre hay alguien sentado afuera, fumando o disfrutando el aire de la noche. La noche promete luces del porche encendidas y el estruendo de los infelices motores de los automóviles. Es un contraste dramático con los acres oscuros y silenciosos de Woodison Estate. —¿Has vivido aquí mucho tiempo? —Desearía que pudiera ayudarme a vigilar a papá y su bebida, pero estoy demasiado avergonzada para pedírselo. —Crecí en Blackhawk Valley y regresé este otoño. Miro hacia abajo, observando mis pies. —¿Ves mucho a mi padre? —Algo. ¿Me dijo que trabajó para Woodison? —No puede ser demasiado mayor que yo, y me pregunto si tiene trabajo y dónde. Me pregunto si entiende que mi padre no es racional cuando se trata de Uriah. Cómo me fastidió Uriah Woodison es uno de los temas favoritos de papá. —Se fue hace unos años. No he podido encontrar nada más. —No lo he intentado. —Woodison. —Girando la cabeza, mira a través del camino de grava—. Ahí hay un maldito pendejo. Ese pendejo está haciendo las compras de papá y manteniendo las luces encendidas, no es que le diga eso a papá. —Bueno, necesito irme. Gracias por tu ayuda esta noche. —Soy Sebastian Crowe. —No me ofrece su mano, pero me estudia—. Debes ser Mia. —Sí, lo siento. Mia Mendez. Encantada de conocerte. —Eres incluso mejor de lo que dicen. —¿Quién? Niega, descartando mi pregunta.

25

—¿Cómo está tu novio? —¿Brogan? —¿Tienes otro novio? —Él está... sin cambios. —Forcé una sonrisa, negándome a ver lo innecesario que es que ese chico sepa tanto de mí cuando no creo que lo haya visto nunca—. Gracias por preguntar. ―Deambulo a mi auto, deseando no haber mencionado a Brogan, deseando que no me hubiera mirado, ya que conocía mis secretos—. Sabes mucho sobre noticias locales para alguien que acaba de mudarse a la ciudad. —En este vecindario, es de todo lo que hablan. Otra razón por la que me alegra quedarme en otro lugar. —Bueno, gracias de nuevo. Por esta noche. —No seas tan extraña. —Mete las manos en los bolsillos, y noto su mirada fija en mí, aunque no puedo distinguirlo en la oscuridad—. Me gustaría verte más seguido. Oh, mierda. No tengo la energía para esto esta noche. —Escucha, espero no haberte dado ninguna idea al aceptar tu ayuda. No estoy buscando… —Siempre me he apenado con estas conversaciones. Ya sea que intente coquetear o decepcionar a un hombre, nunca es tan natural para mí como lo es para Bailey—. Mi vida es un poco complicada en este momento. Él arquea una ceja y se balancea sobre sus talones. —Acabo de preguntar por tu novio, ¿y crees que voy a llegarte? —Yo... bien. —Ruedo un trozo de grava bajo la punta de mi sandalia—. Lo siento. Mucha gente piensa que desde el accidente de Brogan, debería…—Odio esto, pero me obligo a levantar la barbilla y a mirarlo a través de la oscuridad. Lejos de la luz del porche, no puedo distinguir sus facciones, pero ahora me estoy cuestionando. Quizás se vea familiar. Tal vez lo he visto antes. No aquí, pero ¿dónde?—. Simplemente no quería confundirte. —Tu papá te necesita. Deberías venir más por él. Asintiendo ausente, me meto en mi auto para esquivar el viaje culpable que no necesito. Estoy haciendo todo lo que puedo por mi padre. En el funeral de Nic, mamá trató de hablar conmigo para que regresara a Arizona con ella. En los años transcurridos desde su partida, se graduó y ahora tiene un buen trabajo enseñando español en una secundaria. Me dijo que podría vivir con ella e ir a la universidad allí. Prácticamente me lo suplicó, y decliné, no solo porque mi relación con ella había sido un desastre, o porque no quería estar tan lejos de Brogan. Una parte de mí

26

disfrutaba la idea de huir después de esa terrible noche, pero nunca podría dejar solo a mi padre. No, no necesito un viaje de culpa. La culpa es una constante para mí. Me alejo del parque de casas rodantes tan pronto como puedo. He tenido que tomar horas no programadas de los Woodison cuatro o cinco veces en los dos meses que he trabajado allí. Hasta ahora, Gwen ha sido complaciente en lo que respecta a mi ausencia, pero no me gusta presionarla. Además, hay demasiados recuerdos aquí. Demasiado dolor. Cuando llego al camino de los Woodison, los reflectores hacen clic, cortando la oscuridad de la noche del campo. Tomo el lugar al lado del Mustang de Arrow, pongo el auto en el estacionamiento y salgo. Cierro los ojos y respiro profundamente el aire limpio del campo. El viejo barrio me sofoca. O tal vez sea por estar cerca de mi papá. Mi culpa y mi frustración con él se enredan tanto que ni siquiera sé con quién estoy enojada, si conmigo misma por dejarlo vivir en ese lugar hueco, o por no hacer nada para sacarlo. Papá y yo no somos tan diferentes. Los dos queremos escapar de nuestras vidas. La diferencia es el camino que tomamos. Yo estoy buscando la libertad a través de la escuela y el trabajo, y papá encuentra su escape en el alcohol. —Es una forma de sentirse santurrona, Mia —murmuro. Pero es por eso que tomé el trabajo con los Woodison, ¿no? Papá prefiere verme lidiando con drogas como Nic que tener a su hija trabajando para Uriah Woodison. Lo sabía, y le dije a papá que estaría viviendo con Bailey y tomé el trabajo de todos modos, diciéndome que Uriah me debía esto, que estaba haciendo lo que tenía que hacer para ayudar a papá y terminar la universidad, prometiéndome que lo que mi padre no sabe no lo lastimará. ¿Pero eran esos mis únicos motivos? ¿O es parte de mi esperanza que esto me acerque más a Arrow? Antes de esta noche, no me hablaba desde nuestra pelea en la víspera de Año Nuevo. Llegó al hospital la noche después del accidente, pero la única indicación que sabía que estaba allí fue cuando sus ojos fueron a las manchas de sangre en mi vestido blanco. Se sentó en la sala de espera con su compañero de equipo y no me dijo una palabra. Lo siento por tu hermano o, lo que realmente necesitaba escuchar, no es tu culpa. Miré fijamente el Mustang de Arrow y luché por contener la respiración mientras el dolor amenazaba con desgarrarme. Arrow podría estar enojado conmigo, pero estoy decepcionada de él. Lo necesitaba después del accidente, y pensé que era mejor que esto. No esperaba el felices para siempre. La Cenicienta es

27

un cuento de hadas, y esta es la vida real. Pero a pesar que no esperaba que fuera el príncipe azul de mi Cenicienta, esperaba que fuera el amigo en el que quería que se convirtiera. El amigo que necesitaba cuando mi mundo estaba en su punto más oscuro. Pensé que era un hombre lo suficientemente grande como para perdonarme por la víspera de Año Nuevo. Pensé que era un hombre lo suficientemente bueno para consolarme cuando perdí a mi hermano y estuviera a mi lado mientras veía a Brogan luchar por su vida en el hospital. En cambio, el Arrow firme que había conocido desapareció. Antes de darme cuenta de lo que estoy haciendo, extiendo la mano, pasando los dedos por la ventana del Mustang. Entrecerré los ojos, tratando de ver algo en el asiento trasero que no está allí. Casi puedo vernos al otro lado del cristal: Manos desesperadas y codiciosas jugueteando con mi ropa, tratando de trabajar más rápido que mi conciencia. Pero cuando parpadeo, la aparición se va, desaparece a la luz de la realidad. Entro en la casa, cierro la puerta y dejo que la alarma se apague. Le avisaré a Gwen que estoy de regreso y luego me iré a la cama. Podría dormir un par de horas antes que Katie se despierte para buscar otra botella. Si tengo mucha suerte, podría saltarse esa comida como hace a veces. Las voces de la televisión murmuran en la gran sala y me dirijo en esa dirección, con la esperanza de atrapar a Gwen antes de irme a la cama. No es Gwen, sino Arrow quien está en el sofá de cuero. Me detengo antes que me vea. Está sentado con las piernas abiertas, con los codos sobre las rodillas, con el control remoto en la mano. ESPN está en la televisión, pero no está mirando la pantalla. Tiene inclinada la cabeza. Cuando capto el nombre “Brogan” saliendo de los altavoces, miro hacia arriba y mi corazón se rompe de nuevo. Por mí. Por todo lo que perdí esa noche. Pero también para este poderoso y talentoso hombre sentado indefenso frente a mí mientras escucha al locutor. —Hablé con el entrenador de Woodison —dice el locutor—. Conoce a Arrow desde los días de la primaria del joven jugador. Este chico era del tipo de los que nunca tendrías que preocuparte. No era alguien para festejar, beber ni hablar en el campo. Era uno de esos hallazgos raros: Humilde, trabajador, con una actitud fácil de entrenar y el impulso de ser lo mejor dentro y fuera del campo. Sabía lo que quería, y lo hacía de todas las maneras correctas. Pero luego su mejor amigo, también jugador de la BHU, resultó lesionado, y Woodison hizo un ochenta. —Es desgarrador —dice el co-anfitrión—. Y me pregunto si no habla de algunas debilidades en nuestro deporte a nivel universitario. ¿Hablamos de depresión? ¿Qué estamos haciendo por los jugadores que tienen problemas de salud

28

mental? Woodison fue el último jugador que esperarías ver atorado con drogas duras. —Estoy de acuerdo, pero ya sea que lo esperáramos o no, sucedió. Y ahora, en lugar de prepararse para un campamento de entrenamiento con un equipo de la NFL o para su último año con la BHU, acaba de salir de rehabilitación y pasará los próximos seis meses bajo arresto domiciliario. —¿Algún comentario de Woodison sobre sus elecciones este semestre pasado? Él sacude la cabeza. —No está hablando con la prensa. Los representantes de la escuela dicen que necesita espacio para pensar sobre sus acciones y obtener algunos consejos. —¿Podemos hablar sobre cómo podría haber sido la temporada de fútbol de Woodison si no hubiera caído en ese agujero de conejo? ¿Si se hubiera quedado bien y hubiera entrado en el calado? No entiendo por qué Arrow se tortura al escucharlos, pero no puedo soportar otro minuto de su pseudo empatía y especulación explotadora. Camino hacia el frente del sofá, tomo el control remoto de las manos de Arrow y apago el televisor. Su cabeza se levanta y sus ojos se estrechan. —¿Qué crees que estás haciendo? Trago y me encojo de hombros. —No necesitas escuchar eso. La esquina de su boca se levanta en una sonrisa. —Entonces, ¿no solo estás jugando a ser niñera de mi hermanita, también estás jugando a ser mi niñera? ¿Planeando decirme qué puedo ver en la televisión y cuándo ir a la cama? —Agarra el control remoto de mi mano—. Gracias, pero paso. —Arrow... —Busco las palabras cuando su agarre se aprieta en el control remoto, sus nudillos se vuelven blancos, pero la televisión permanece silenciosa y oscura. —Escuché que estuviste en el Pretty Kitty esta noche. —No me mira. Mantiene esos ojos oscuros concentrados en sus manos—. ¿Mi papá no te paga suficiente? ¿Necesitas otra fuente de ingresos? Levanto la barbilla, mi dolorido corazón palpita, pero me niego a responder. No es mi trabajo hacer que Arrow sea como yo otra vez. Es mi trabajo cuidar de su casa y de su hermanita. —¿Puedo traerte algo antes de ir a la cama?

29

Su cabeza se vuelve, y me mira. —No eres mi maldita sirvienta, Mia. Si no quieres molestarme mientras trabajas aquí, no intentes complacerme. Asintiendo, giro la cabeza y me dirijo hacia las escaleras. No conozco a este hombre, esta versión enojada y odiosa del chico que una vez me abrazó mientras estábamos viendo el amanecer. Siento su mirada en mí y desesperadamente quiero saber si hay algo de arrepentimiento, pero no me doy vuelta.

30

No debería lastimarme físicamente verla alejarse de mí, Dios sabe que ya lo ha hecho suficiente, pero es un golpe en el plexo solar todo el tiempo. Agarro mi teléfono de la mesa auxiliar y lo vuelvo a encender. Hay un texto de Chris, pero este es solo para mí, no para el grupo. Chris: Keegan es un jodido idiota. ¿Estás bien? Miré la pantalla, tratando de pensar en una respuesta casual y salí con nada. No estoy bien. Estoy tan cansado, solo quiero cerrar los ojos y terminar con esta mierda. Pero no tengo el coraje de dormir. Hay demasiados demonios ahí. Demasiadas preguntas sin respuestas. —A la mierda —murmuro, tirando el teléfono. Chris vivirá sin una respuesta. Voy a la cocina a buscar las pastillas para dormir recetadas por mi médico. Se llevaron la mierda ilegal que le compré al hípster de mi dormitorio, pero estuvieron felices de ayudarme con todo tipo de mierda que recetaron ellos mismos: Pastillas para dormir, medicamentos para la ansiedad y antidepresivos. Abro la botella, pongo una pastilla para dormir en mi mano y la miro. En las buenas noches, la tomo y todo se vuelve negro hasta la mañana. Me arrastro a la cama y salgo como un muerto, y si tengo sueños, no los recuerdo. En las malas noches, me meto en las mismas pesadillas familiares, y el sueño me inmoviliza, manteniéndome en mi propio infierno personal hasta que los medicamentos desaparecen. Los sueños son variaciones sobre un tema. Estoy gritándole a Brogan, empujándolo contra la pared, diciéndole que está jodido, amenazando con decirle la verdad a Mia. Luego estoy en la casa del entrenador Wright, y está sentado frente al televisor con sangre en las manos y lágrimas en los ojos. A veces, trato de hablar con él, pero no puedo abrir la boca. Es como si mis labios estuvieran superpuestos. Otras veces, abro la boca para gritar, y el desierto del Sahara se derrama en el suelo de la sala de estar y el entrenador se está ahogando

31

en él, luchando para llegar a la cima en busca de aire. Lo alcanzo, tiro la arena, pero todo lo que hago para ayudarlo es empujarlo más. A veces, es el venado el que me atormenta. Sus grandes ojos vidriosos miran mientras froto el suelo del garaje con trapos con lejía. Luego estoy frotando las lágrimas de Mia: Un torrente de agua manchada de sangre subiendo para ahogarme cuando escucho el mensaje que dejó en mi buzón de voz. Brogan. Mi Her-her-herEstamos en el hospital. Lo siento. Lo siento tanto. Miro hacia las escaleras y vuelvo a poner la pastilla en la botella. No tomar medicamentos significa que tengo garantizadas pesadillas, pero al menos si no estoy medicado, podré escapar de ellas.

32

Me levanto de un golpe y me siento en la cama. Son las tres de la mañana y mi habitación está oscura, pero hay más golpes. Alguien está pateando la pared entre mi habitación y la de Arrow. Mi corazón se aprieta cuando lo imagino al otro lado teniendo sexo salvaje con una chica. Tal vez alguna vieja amiga vino después que me acosté. Diablos, por lo que sé, es Gwen visitando la cama de su hijastro. Descarto la idea tan pronto como llega. Arrow no puede tolerar a Gwen, y es posible que haya cambiado, pero nunca ha podido tener sexo con chicas que no puede tolerar. Hay otro golpe, luego escucho la voz de Arrow. —No. No lo hagas. —Palabras ásperas y ahogadas. Y más golpes—. ¿Por qué? Tomo las mantas y corro a su habitación, abriendo la puerta sin pensarlo. No sé lo que esperaba encontrar. Arrow está durmiendo solo, enredado en sus mantas. Congelada, lo miro fijamente. La luz de la luna se filtra a través de las cortinas abiertas y proyecta sombras sobre su rostro. El sudor brilla en su frente, y su rostro está torcido en una mueca. Me acerco. Podría tocarlo, pero no debería. —¿Arrow? Él patea. Su brazo sale volando y golpea la pared. —Arrow —repito, más fuerte esta vez. Él agarra mi mano por la muñeca y me hace volar directo a la cama mientras sus ojos se abren. Está respirando con dificultad y la angustia está en su rostro. Por un minuto, siento que puedo ver dentro de él, todas las partes aterrorizadas y vulnerables que esconde del mundo. Puedo ver dentro de él y sé exactamente lo que estoy mirando, porque mis sueños me hacen sentir de la misma manera.

33

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta en un susurro bajo. La ira de antes se fue de su voz. —Estabas teniendo una pesadilla. Sus ojos me recorren: Codiciosos, hambrientos, desesperados. —¿Qué? ¿Sin camisón de encaje rojo? ¿O lo guardas para mi papá? ¿De tal madre, tal hija? Jadeo antes de poder detenerme. ¿Por qué no solo me golpea? Su puño en mi rostro dolería menos que esas palabras. Retiro mi mano, giro la cabeza, y camino hacia el pasillo. Cuando alcanzo la perilla, está detrás de mí. Golpea su palma contra la puerta, y se cierra con un trueno violento. —Lo siento —susurra detrás, su aliento en mi cuello—. Siento haber dicho eso. Mantengo mis ojos en su mano. Arrow tiene las mejores manos. Grandes, fuertes, hermosas. Y la primera vez que me tocaron... Aprieto los ojos al recuerdo no deseado, y me encojo de hombros. —Necesito este trabajo —digo lentamente—. Tu madrastra dejó claro que me despedirá si no nos llevamos bien, y ambos sabemos que tu padre me despedirá si se lo pides. Pero por favor no lo hagas. Por favor, no lo arruines para mí. —Mia —dice en voz baja, y lo siento acercarse, el calor de su cuerpo contra mi espalda. Sus dedos ásperos quitan el cabello de mi cuello, luego su aliento, cálido y dulce, me hace cosquillas en la tierna piel. Estoy congelada, dividida entre el deseo de su beso y el miedo a él. —Lo siento —le susurro. Las lágrimas calientes ruedan por mis mejillas, y no sé por qué me disculpo. ¿Por tomar este trabajo? ¿Por ir con Brogan esa noche cuando Arrow me pidió que no lo hiciera? ¿Por comenzar su vida para comenzar? Sí. Por todo eso y más. —Lo siento. Él deja caer una mano de la puerta y la otra de mi cuello. Mi cuerpo se enfría cuando se aleja. —Deja de disculparte —dice. Giro la perilla y me dirijo a mi habitación. No miro hacia atrás.

34

Bajé a la cocina para tomar el desayuno. Papá y Gwen están sentados a la mesa del desayuno tomando un café. Gwen está vestida con tacones y un vestido rosa sin tirantes, más como una niña lista para pasar la noche en la ciudad que una madre joven que se prepara para un día con su familia. Peina su elegante cabello rubio sobre un hombro mientras mira a través de los catálogos de diseño de interiores. En el lado opuesto de la mesa, mi padre está vestido con vaqueros y un polo, lo que he llegado a conocer como su atuendo de golf de fin de semana; y está leyendo el Blackhawk Valley Times. Ahora más blanco que negro, su espeso cabello siempre lo ha hecho lucir más joven de lo que es, sin importar cuánto gris tenga. Aun así, un extraño entrando en la habitación podría suponer que son padre e hija. —El entrenador te enviará un horario de entrenamiento —dice papá, sin molestarse en dejar el periódico y mirarme—. Espero que entrenes tan duro como lo harías si estuvieras en la sala de pesas con tus compañeros de equipo. ¿Entrenar para qué exactamente? Quiero preguntar, pero no lo hago. Entrenaría de todos modos; me siento como una mierda cuando no lo hago, así que bien podría usar el programa del entrenador. —Sí, señor —dije, sirviéndome una taza de café. Mia baja con el bebé, y detengo la taza a medio camino de mis labios. Lleva un vestido amarillo con el cabello recogido en la base del cuello. Su mochila está colgada de un hombro, y la bebé está acunada en sus brazos. Se ve tan natural con mi hermana pequeña. Es extraño verla más como parte de mi familia de esa manera que incluso yo. Se ve tan malditamente hermosa que espero que ese viejo brillo vuelva a aparecer en sus ojos, pero cuando se encuentra con mi mirada, me doy cuenta que solo estoy anticipando lo que espero ver. Su mirada está vacía y fría. La vieja Mia todavía duerme en algún lado, sin enfrentar un mundo sin su hermano, sin aceptar un mundo que le haría esto a Brogan. —Aquí está tu mamá —dice, entregándole a Katie a Gwen.

35

—¡Buenos días, bebé! —dice Gwen a Katie. La acomoda en sus brazos y mira a Mia—. ¿Cuándo crees que volverás? —Como siempre —dice Mia. Le da un beso a Katie en la frente—. Solo llama si me necesitas antes. No es gran cosa. —Por supuesto —dice Gwen. —Buenos días, señor Woodison —dice Mia, asintiendo a mi padre. —Buenos días, Mia. —Papá dobla su periódico, lo coloca en el centro de la mesa del desayuno y empuja su silla hacia atrás—. Estaré en mi oficina si alguien me necesita. —Se va antes que pueda comenzar una verdadera conversación, lo cual es típico de mi padre. Se siente más cómodo trabajando que hablando con su propia familia. Mia me mira y luego mueve sus ojos. —Que tengas un buen día, Arrow —dice. Mantengo mi boca cerrada e inclino mi barbilla en señal de agradecimiento. No puedo evitar mirarla ir, mis ojos se mueven hacia el balanceo de sus caderas mientras se dirige a la puerta principal. Escucho su auto y me bebo la mitad de la taza de café cuando la escucho salir del camino de entrada. —¿A dónde va? —Lo pregunto en voz alta sin querer. Es más una curiosidad que un intento de hacer una conversación con Gwen, pero mi madrastra me sonríe. —Al mismo lugar donde va todos los lunes, miércoles, viernes y sábados, a Indianápolis para visitar a su novio. —Se aparta de la mesa y pone al bebé en sus brazos—. Me imagino que sabrías algo tan importante, pero supongo que estabas demasiado ocupado consumiendo drogas para saber qué hacen tus amigos con sus vidas. Maldición, odio a esta mujer. ¿Pero cuatro días a la semana? No debería sorprenderme, pero duele un poco imaginar que haya sacrificado tanto tiempo; sacrificando tanto de su pago en gasolina, por Brogan. Me pregunto si cree que él la quiere allí. Que verla hace que sus días sean mejores. Demonios, quizás sí. No le he dicho nada educado desde que llegué a casa, y verla seguro como el infierno hace que mis días sean mejores.

—Maldición —dice Keegan—. Eres un hijo de puta con suerte, Woodison. ¿Qué tipo de castigo es esto? No tienes que ir a clases, no tienes al entrenador

36

molestándote todos los días, no hay simulacros de suicidio ni duchas de dormitorio desagradables. Sonrío y agrego: —Sin vida social, sin títulos. —Entonces la sonrisa se me cae del rostro cuando pienso: No fútbol. Una media docena de chicos del equipo vinieron esta noche y algunos trajeron chicas con ellos. Como tener a Mia tan cerca me hace perder la cabeza, estaba agradecido por la distracción. Keegan abre una cerveza. —¿Realmente esperas que sienta lástima por ti? Sigo su mirada hacia la ventana de la segunda planta donde Mia dobla las sábanas, de espaldas a la ventana, su culo llenando su pantalón de mezclilla. Mi mandíbula se tensa mientras me vuelvo hacia Keegan. Se ríe. —¿Intentarás decirme que no estás cogiéndote eso? A mi lado, Chris gime. —Es de Brogan —gruño. Keegan sonríe. —Como si alguna vez eso te detuvo antes. En un segundo, estoy allí de pie, con las manos apretadas a un lado, y al siguiente, Keegan está volando a la piscina, completamente vestido, cerveza en mano. Chris me agarra de los brazos y me empuja hacia atrás antes que pueda saltar detrás de Keegan, y estoy agradecido, porque con la ira latiendo en mis venas no estoy seguro si lo golpearía o lo ahogaría. Keegan sale farfullando. —¿Qué diablos? —No seas un asno —le dice Chris. Keegan sonríe. —Solo lo digo como es. El hijo de puta debe tener un deseo de muerte. Me lanzo, pero Chris me agarra fuerte. —No vale la pena —murmura.

37

—Sal de mi maldita casa —digo mientras Keegan sale de la piscina. Está empapado, su camiseta pegada al torso, sus vaqueros empapados colgando precariamente en sus caderas, su lata de cerveza flotando en el agua. Me fulmina con la mirada y luego se da vuelta para irse, levantando una mano y extendiendo su dedo medio mientras empuja a través de la puerta. Solo después que desapareció de la vista, Chris me dejó ir. —¿Desde cuándo dejas que la mierda de Keegan te afecte? Aprieto los ojos y me concentro en la respiración. El aire húmedo llena mis pulmones, y lo sostengo durante un rato antes de exhalar. La adrenalina zumba por mis venas, suplicando liberación. He estado en casa una semana y no sé cómo hablar con Mia. No sé cómo vivir con ella tan cerca de mí. Los últimos cuatro meses han sido una neblina de apatía y entumecimiento, y no sé qué hacer con todo lo que he sentido desde que llegué a casa. Levanto mis ojos hacia la ventana y veo a Mia mirándome, sus labios separados, conmoción en su rostro. Por un momento, nuestras miradas se fijan, y hay pulsos casi tangibles entre nosotros. Arrepentimiento. Frustración. Deseo. Se da vuelta, y se siente como si alguien hubiera rebanado un pedazo de mi corazón. —Cristo —murmura Chris—. No puedes mirarla así y esperar que idiotas como Keegan mantengan la boca cerrada.

38

Hay tantas cosas que los ricos tienen y dan por sentado. No son solo las grandes casas y los llamativos autos. No son las vacaciones decadentes o la seguridad de saber que tienen una red de seguridad si el trabajo de hoy desaparece mañana. También son las pequeñas cosas. Como ropa de cama fina. Toallas gruesas y afelpadas que abrazan tu piel y huelen a flores. Sábanas tan suaves que acarician tu piel mientras te deslizas entre ellas. Una nevera surtida. Fruta fresca durante todo el año, y nunca la basura de latas. Aire acondicionado. Doblo las últimas toallas, saboreando el olor y la sensación de ellas, y luego comienzo mi viaje por la casa de los Woodison para guardarlas. Aprendí rápidamente que las personas ricas no solo tienen buenas toallas. Tienen diferentes tamaños de toallas; toallas de mano, toallas de baño, toallas de baño y toallas de piscina. Y los Woodison tienen diferentes colores designados para cada baño. De hecho, Gwen tiene un pequeño TOC sobre sus toallas. Creo que se cree decoradora de interiores o algo así. Como Arrow tiene amigos en casa, primero me dirijo al baño justo al lado de la piscina. La puerta del patio trasero está abierta, y la música y la risa flotan en la casa. Doblo las toallas y las coloco en las cestas como a Gwen le gustan. Mi mirada se fija en el grupo reunido al otro lado de la ventana del ojo de buey. Media docena de chicos del equipo de fútbol de la Universidad Blackhawk Hills se reúnen alrededor de la piscina, chicas colgando de los brazos de un par de ellos. A mediados del semestre, escuché que los entrenadores les dijeron a los muchachos que se mantuvieran alejados de Arrow, pero aquí están. Bailey dijo que corría el rumor que el juez cree que su equipo es la influencia positiva que necesita para cambiar su vida. Cuando empiezo a alejarme, veo a un rubio de hombros anchos riéndose en el bar de la piscina. Mi corazón se aprieta con fuerza, rehusándose a latir por un doloroso respiro, luego por un segundo. Uno pensaría que me acostumbraría a estos momentos cuando el mundo se detiene y tengo que luchar para recordar dónde estoy en el tiempo y el espacio. Mi aferro por mi equilibrio en el presente, como

39

obligándome a despertar de un buen sueño y encontrarme en una pesadilla. El tipo se da vuelta, y puedo ver mejor su rostro, y solo así, vuelvo al presente, la pesadilla. No. No es Brogan. Por supuesto que no. No vendría con sus amigos esta noche. —¡Oh, hola, Mia! Salgo de mi ensoñación y me giro para ver a Christopher Montgomery de pie en la entrada. El mariscal de campo de BHU, Chris tiene suaves ojos azules y una de esas sonrisas con hoyuelos que hace que una chica se sienta como una princesa. Su pecho está desnudo, y su mata de cabello castaño está mojado por la piscina y se desliza hacia atrás de su rostro. No es un bocazas como algunos de los otros chicos, y tiene este acento sureño que va con su sorprendente belleza. Imagino que ha derretido innumerables bragas desde que llegó a la pubertad. —Hola, Chris. Saldré de tu camino. —Empujo el resto de las toallas en sus lugares y tomo mi cesto de la ropa. —¿Qué estás haciendo con todo eso? —Frunce el ceño a las toallas—. ¿Por qué no estás afuera con todos los demás? Niego e intento fingir que no importa. —Tengo que trabajar. Se mueve a un lado, bloqueando mi escape, y ladea la cabeza hacia mí. —Creo que el rumor era cierto. Estás trabajando para los Woodison. —¿Hay un rumor al respecto? —Me digo que no me importa, pero los súbitos saltos en el estómago de mi estómago dicen lo contrario—. No tenía idea que mi estado laboral era material para los chismes. —No es así. Solo que con Brogan, todos… —Se encoge de hombros—. Todos nos preocupamos por ti. Claro que lo hacen. Se preocuparon lo suficiente como para presentarse al funeral de mi hermano: Una hilera interminable de hombros anchos y vestidos de negro esperando agitar mi mano y evitar mis ojos. ¿Y después de eso? Nada. —Podrías visitarlo, ¿sabes? Chris se sobresalta y desvía la mirada. —Es solo… difícil. —Deberías visitarlo. —Lo miro fijamente hasta que se encuentra con mis ojos otra vez. Asiente. —Sí. Tienes razón. Bueno. Iremos esta semana.

40

Satisfecha, asiento y me vuelvo para irme. —Disculpa. —Ve a poner esa canasta en la lavandería y ponte tu traje de baño. Únete a la fiesta. —No puedo. Arrow no… —El resto de las palabras se desvanecen cuando Arrow se acerca a Chris, con las manos en los bolsillos y los ojos puestos en mí. —¿Arrow no qué? —pregunta, haciendo que Chris se gire. —Nada. —Aprovecho el momento para salir del baño y pasar a ambos hombres. Chris le dice algo a Arrow, pero no puedo entenderlo. Sigo caminando. Estoy colgando toallas limpias en el baño principal cuando siento que alguien está detrás de mí. —Ven a la fiesta —dice Arrow, en voz baja. —Estoy trabajando. —Mantengo mi cabeza baja. No puedo mirarlo. Por primera vez desde que tomé este trabajo, siento vergüenza por ser la criada contratada. Lo cual es una mierda. Trabajo duro y pago por mis cosas. Siempre lo he hecho. Siempre lo haré. Eso no es nada de lo que avergonzarse. —Tú eres la niñera, no la criada. Abro el gabinete con más fuerza de la necesaria y el mango se golpea contra la pared. —¿Qué? ¿Estás a cargo de la descripción de mi trabajo ahora? —Desde el monitor para bebés sujeto a mi cadera, oigo el alboroto de Katie—. Necesito ir con la bebé. Vuelve con tus amigos, Arrow. No me doy vuelta hasta que lo oigo irse, y luego me detengo en la puerta y apoyo mi cabeza contra la pared, respirando profundamente. Aunque le di a Chris un momento difícil por no haber visitado nunca a Brogan, me he sentido aliviada de no tener que enfrentar al equipo. Tener tantos de ellos aquí es un gran recordatorio de cómo solían ser las cosas. Antes de. Y es muy fácil ceder al juego de los "y si". ¿Y si no le hubiera pedido a Nic que fuera a buscarme? ¿Y si le hubiera contado la verdad a Brogan? ¿Y si no me hubiera ido con él esa noche? ¿Y si no hubiera dejado que Arrow me consolara cuando estaba sufriendo? Odio ese juego Es doloroso e inútil.

41

La peor parte de tener una fiesta en mi casa es que no puedo irme cuando haya terminado con esto. Terminé con esta fiesta unos veinte minutos después que todos llegaron. No es una fiesta, corrijo mentalmente. No me permiten tener fiestas. Pero el juez me animó a “estar en compañía” con personas a las que considera buenas influencias. A saber, los chicos del equipo. Los que defraudé. Ni siquiera sé cómo estar rodeado de gente sin ser destrozado. El arresto domiciliario viene con esas pequeñas y divertidas pruebas de orina, así que mis días de consumo han quedado atrás. Las drogas y el alcohol nunca ofrecieron el olvido que estaba buscando de todos modos. No se puede escapar de algunos demonios. Keegan regresó poco después que lo echara, y tomé su disculpa con un asentimiento silencioso. —Puedes hablar una mierda sobre cualquiera de nosotros —le dijo Chris—, pero Mia esta fuera de los límites. Y estaba agradecido que lo dijera, así no tenía que hacerlo. —Déjame quedarme —dice Trish, ahora arrastrando las palabras. Huele a whisky y está vestida con un diminuto top de bikini y un pantalón corto de jean que muestra más culo de lo que cubre. Siempre ha intentado demasiado duro alrededor de Brogan, pero ahora parece que soy su sustituto, y últimamente usa cualquier excusa para acercarse. Como esta noche cuando acompañó a Keegan, haciéndole pensar que era una cita hasta que llegaron y cambió su canción. —No es una buena idea —digo, retrocediendo medio paso. Mete su mano en mi camisa y curva sus labios en una sonrisa mientras sus dedos se deslizan por mis abdominales. —No lo lamentarás. —Se levanta de puntillas y presiona su boca contra mi cuello, y quiero sentir algo tan desesperadamente, cualquier cosa, que pongo la mano en su cabello y le echo la cabeza hacia atrás para poder presionar mi boca en la suya.

42

Gimiendo, desliza su lengua contra la mía y pone una pierna alrededor de mi cintura. Rueda sus caderas de una manera que promete exactamente lo que sucedería si la dejo quedarse. El beso es descuidado y me recuerda a la víspera de Año Nuevo en un destello que me provoca una oleada de náuseas que obligo a retroceder por pura determinación. —¡Woodison! —grita Chris. Arranco la boca de Trish justo a tiempo para ver a Mia al pie de las escaleras, dolor en todo su rostro. No está allí por mucho tiempo. Levanta la barbilla y se cubre con una máscara de desinterés. Pero lo vi, y soy el idiota más grande del mundo. Pensé que se había ido a la cama. Mierda. Porque no era solo una chica a la que besaba. Era Trish. La peor elección posible. Y no debería importar, pero lo hace. Lo que Mia piense de mí y cómo la haga sentir siempre importará. Ninguna resaca podría cambiar eso, ningún colocón. Chris me da una mirada dura. No sabe lo que pasó entre Mia y yo, nadie lo hace, a menos que nos cuentes a nosotros y a Brogan, supongo. Pero Chris es un buen tipo, astuto en un nivel que estos otros tipos no obtendrían. Ve cosas. Siempre sabe más de lo que tiene razones para hacer. —¿Necesitas un viaje de vuelta al campus, Trish? —pregunta Chris. Sus dedos se deslizan bajo la pretina de mi vaquero. —¿Lo necesito? —pregunta. Después de ver la expresión de Mia cuando me alejé, las náuseas han regresado, y solo quiero que Trish deje de tocarme. Ahora y siempre—. ¿O debería quedarme así podemos estar solos? —Necesitas un aventón —dije, forzando un rostro serio. Lo siento. El sexo está prohibido por mi libertad condicional, y me temo que sería una gran tentación. Mason se atraganta con su cerveza, y Chris se traga una sonrisa. Trish, sin embargo, lo compra, y sus ojos brumosos se agrandan. Dios, ¿por qué nadie se dio cuenta de lo mucho que estaba bebiendo? —Eso es inhumano. —Tendré sexo contigo, Trish —llama Keegan. Ella intenta sonreír. —Nah. Está bien. Keegan suspira pesadamente.

43

—Las mujeres nunca quieren chicos de la línea ofensiva. Todas quieren a los hombres con las posiciones de gloria. —Lo que sea —dice Mason—. Vi a esa chica haciendo el camino de la vergüenza desde tu puerta esta mañana. —Oh. Correcto —dice Keegan, asintiendo—. Buen punto. Maldita sea, estaba caliente. —Vamos, muchachos —dice Chris—. Amontonen sus culos borrachos en mi auto. Es hora de salir. Los sigo y ayudo a Trish a subir al asiento trasero. Es realmente la única que ha bebido demasiado, pero aún estoy feliz que hayan compartido el auto esta noche. —Estamos planeando ir a Indy para visitar a Brogan la próxima semana —dice Chris mientras cerraba la puerta de Trish—. ¿Quieres venir? El sonido del nombre de mi mejor amigo derriba mis paredes, y cualquier humor que sintiera antes se esfuma. —No puedo. Arresto domiciliario, ¿recuerdas? —Levanto mi pie y tiro de mis vaqueros para mostrar mi tobillo. Haciendo una mueca, Chris niega. —Correcto. Lo siento. Le diremos que dijiste hola. La náusea se cierne sobre mí, amenazando con romper mis paredes. Tengo que alejarme de esta conversación, y Chris claramente siente lo mismo. Sin duda, Mia fue quien lo convenció para visitar a Brogan. Se prepara y se queja antes de cada visita, como si se estuviera preparando para una cita. Mason sube al asiento del copiloto y miro mientras Chris sale de la rotonda. Cuando vuelvo a entrar, veo a Mia a través de las puertas francesas de la sala de estar. Esta apilando los platos sucios y arrojando las botellas de cerveza. Debo ir a mi habitación y alejarme de ella, pero odio la idea que limpie lo que dejamos los muchachos y yo, así que, en lugar de lo que debería hacer, vuelvo a salir. —No tienes que hacer eso. Duda un momento antes de continuar recolectando basura. —No es problema. —Por lo que puedo decir, este trabajo es todo lo que haces. ¿Sales? ¿Pasas tiempo con tus amigos? No me mira.

44

—No soy una ermitaña, si eso es lo que estás preguntando. Salgo mucho. —Se dirige al otro lado de la piscina, y la sigo. —Visitarlo no cuenta como salir. —Las palabras me raspan la garganta, y ni siquiera dije su nombre. No puedo decir su nombre. El hombre que visita no es el Brogan que conocí. No es mi mejor amigo. Ya no. Mia se quedó quieta. Está demasiado oscuro aquí, pero me gustaría poder ver su rostro. Quiero saber si hablar de él la lastima tanto como a mí, y luego quiero envolverla en mis brazos y hacer todo lo que pueda para aliviar ese dolor. —¿Qué quieres de mí, Arrow? Quiero la esperanza que siento cuando te miro a los ojos. La sensación de tenerte en mis brazos. El perdón que no merezco. Quiero volver al día en que nos encontramos y besarte, reclamarte antes que él pueda. Todo. Quiero todo. —Nada. Acuéstate. Limpiaré el resto. 45

Parte II Antes

Octubre, Quince Meses Antes del Accidente 46

Algo surgió y no puedo reunirme para estudiar contigo esta noche. Llámame y volveremos a programar. A toda prisa, firmo mi nombre y agrego mi número al pie de la nota. Bailey perdió su teléfono celular esta mañana y ha estado pidiendo prestado el de su compañera de cuarto. Dudo mucho que tenga mi número memorizado o escrito en algún libro. No es tan organizada. Pego la nota en el panel de corcho de la puerta de su dormitorio, cargo mi bolso sobre mi hombro y me dirijo a mi automóvil. Se suponía que debía ayudar a Bailey a estudiar para su prueba de cálculo esta noche, pero alguien llamó para pedir una niñera, y no me gusta dejar pasar el dinero en efectivo. Mi teléfono zumba mientras me meto en mi destartalada Escort del 97. La pantalla muestra un mensaje de texto. Es un número local, pero no uno que conozca.

Desconocido: ¿Es esta la chica que acaba de dejar una nota en la puerta de Bailey?

Frunzo el ceño a mi teléfono, pasando el número a través de mi memoria para ver si suena cualquier campana. No lo hace.

Yo: Sí. ¿Está todo bien?

Salgo de mi auto y estoy a medio camino de regreso al dormitorio de Bailey cuando llega el siguiente texto.

Desconocido: No exactamente.

Mi corazón sube a mi garganta.

47

Yo: ¿Qué pasó?

En los pocos segundos que tarda en llegar la respuesta, imagino innumerables escenarios horribles que involucran a Bailey. Un accidente en el cruce de peatones en el camino a la clase; asalto; envenenamiento por alcohol. Cuando llega el mensaje, tengo que leerlo varias veces.

Desconocido: Me enamoré

¿Se enamoró? Parpadeo a mi pantalla y dejo de caminar.

Yo: ¿Quién es? Desconocido: Soy un tipo en el piso de Bailey. Nunca te había visto antes. Creo que tenemos que remediar esto CUANTO ANTES. 48

Negando, me hundo en un banco y escribo una respuesta.

Yo: ¿Pensé que dijiste que te enamoraste? Él: De ti. Quiero decir, un poco. Te veo estudiando en la biblioteca. No como un tipo de acosador espeluznante, pero te he notado, lo suficiente como para enviarte un mensaje de texto y arriesgarme a que pienses que estoy desesperado.

Contengo una sonrisa. Tengo que darle crédito. Es el primer tipo en acercarse a mí a través de un mensaje anónimo. Antes que pueda decidir si contestar o no, mi teléfono vuelve a sonar.

Él: Te juro que nunca he hecho esto antes. Eres sólo… increíblemente bella. Por favor, no pienses que soy un pervertido.

El siguiente mensaje tiene mi teléfono zumbando en mi mano justo cuando termino de leer.

Él: Ese barco ya zarpó, ¿no es así?

De hecho, me carcajeó, y aunque la parte racional de mi cerebro me dice que debería ignorar estos mensajes, me encuentro escribiendo una respuesta.

Yo: Un poquito.

Mis preocupaciones sobre Bailey fueron descartadas, y volví al automóvil. Mi teléfono vuelve a sonar mientras camino.

Él: Mierda. No tengo encanto No, peor que eso. Tengo tan poco encanto que entro en una habitación, y cada amigo a mi alrededor tiene menos encanto solo por mi cercanía. Pero me dijeron que tengo una personalidad realmente agradable.

No puedo evitar reír. Estoy entretenida, tanto como se puede estar por mensajes espeluznantes de chicos al azar. Todavía estoy sonriendo cuando llega el siguiente mensaje de texto.

Él: ¿Puedes borrar toda esta conversación y venir a mi fiesta mañana por la noche? ¿Podemos fingir que nos estamos conociendo por primera vez? Bailey estará allí. Está saliendo con mi compañero de cuarto Mason.

Bailey ya me invitó a esa fiesta, y la rechacé. Este tipo puede pensar que me quiere, pero la verdad es que nadie quiere una pueblerina en su fiesta universitaria.

Yo: Gracias por la invitación. Él: ¿Esta eres tú rechazando al pervertido, no es así? Por favor, dime que eres horrible debajo de tu ropa. ¿Tal vez tengas unos pezones extra y no tengo que patearme por arruinar esto? Yo: Sin pezones adicionales, lo siento. Él: Está bien. Estoy bastante seguro que todavía pensaría que eres sexy, incluso con un par de pezones extra. ¿Qué hay de hongos en los pies?

49

Yo: No la última vez que lo verifiqué. Pero en serio, ¿un hongo de pie sería un factor decisivo para ti? Él: tienes razón. Solo te compraría ungüento. ¿Qué tal una ETS incurable? Yo: No que yo sepa. Él: Tírame un hueso. Tiene que haber algo desagradable en ti. Yo: Soy insomne. Él: NO. Ahora estoy pensando en ti acostada en la cama. Él: Y ahora estás pensando en mí pensando en ti acostada en la cama, y soy el doble de espeluznante ahora. Yo: Tengo miedo de los gansos. Como, irracionalmente. Me aterrorizan Él: Eso es un poco raro. Bueno. ¿Qué más tienes? Yo: Tengo que ir a trabajar. Lo pensaré y te llamaré. Él: Lo espero con ansias.

No puedo evitar sonreír en mi camino de regreso a mi auto. Quien sea este tipo, me hace reír. Dejando a un lado la introducción espeluznante, eso me atrae, y para el momento en que tengo a los niños en mi trabajo de niñera en la cama esa noche, todavía estoy pensando en él. Me acomodo en el sofá con un vaso de agua y agarro mi teléfono.

Yo: Solo soy una pueblerina. Pensé que deberías saberlo. Él: ¿Una nativa de Blackhawk Valley? Yo: Lamento decirlo. Él: Yo también. Nacido y criado.

Me muerdo el labio. No esperaba eso. Claro, un puñado de niños de Blackhawk Valley se quedan y van a BHU, pero es difícil ser admitido, y la mayoría de nosotros no puede pagarlo de todos modos. Los dormitorios están llenos de gente de la Costa Este, cuyos padres ricos piensan que la universidad rural evitará que sus hijos tengan problemas, y los chicos de la ciudad que están aquí por las becas deportivas.

Yo: Nunca me dijiste tu nombre.

50

Él: De ninguna manera. Cuando te vea y haga que te vuelvas loca por mí, me niego a que me conectes con el loco que robó tu número de teléfono y trató de conquistarte con un mensaje de texto. Yo: ¿Entonces me vas a conocer y nunca me darás tu número? Él: Te daré mi número, pero primero debes borrar estos mensajes. Aún no lo has hecho, ¿verdad? Yo: Eres bastante gracioso para ser un loco. Te concederé eso. Él: Este es el trato. Ven mañana, y prometo que te diré mi nombre. Te diré todo lo que quieras saber.

No puedo creer que realmente lo estoy considerando, pero no respondo. No es necesario que suba sus esperanzas solo para decepcionarlo cuando recupere la razón.

Cuatro días después…

Me encuentro al lado de Bailey cuando tocamos la puerta de la habitación que está al final del pasillo. Dijo que dejó sus libros aquí y los necesita para estudiar. Pero Mason abre la puerta y no se molesta con un "hola" antes de arrastrar a Bailey a la habitación y besarla. —Libros, Bailey —le recuerdo firmemente—. Estamos aquí por libros. No estoy segura si están saliendo o simplemente follando. Bailey no ha especificado. No estoy segura que le importe. No está buscando una relación significativa. Viviendo en el pasillo de ella con su cuerpo duro, su piel oscura y sus seductores ojos verdes, Mason es exactamente el tipo de persona que a Bailey le gusta, fácilmente disponible y sexy como el pecado. La primera vez que lo conocí, no pude apartar la mirada. —Volveremos enseguida. —Logra decir Bailey antes de arrastrar a Mason a su habitación y cerrar la puerta detrás de ellos. Gimo y frunzo el ceño ante la puerta cerrada por un minuto. Error de principiante. ¿Qué pensé que iba a pasar si la seguía aquí? Entro a la habitación, me dejo caer en el sofá de la sala de estar compartida y saco las tareas de inglés. Todos los dormitorios de BHU están configurados de esta manera: Dos dobles comparten un baño y una sala de estar común. Estoy verde de

51

envidia que Bailey viva en un lugar como este mientras estoy atrapada en la caravana con papá, pero no es como si ella no hiciera sacrificios para vivir esta vida. Tengo mis piernas dobladas debajo de mí y mi libreta en mi regazo cuando alguien suspira dramáticamente. Miro hacia arriba y veo a un hombre alto y de anchos hombros frunciendo el ceño a la corbata roja que cuelga alrededor del pomo de la puerta de Mason. —Jesús, Mason —murmura, y mi boca se seca. Mason es sexy, pero este hombre es jodidamente divino. No puedo evitar mirarlo, paralizada, mientras pasa una mano por su cabello oscuro y su bíceps se tensa contra su ajustada camiseta. El compañero de cuarto de Mason. Me muerdo el labio, recordando nuestros mensajes de texto intercambiados. No he pensado en mi misterioso mensajero en un par de días. Debería haberme preparado para esto. ¿Estará enojado porque lo rechacé? ¿Incluso me recordará? Se da la vuelta hacia la sala de estar. —Hola, no te vi allí. —Sonríe y desliza sus ojos miel sobre mí—. Soy Arrow. El compañero de cuarto de Mason. Claro. ¿No dijo que quería actuar como si no nos hubiéramos conocido? ¿Cómo puedo saber que es él? —¿Cuántos de ustedes viven ahí? Señala con el pulgar hacia la puerta. —Soy el único afortunado de ser expulsado de su habitación mientras Mason se complace en maratones de sexo, si eso es lo que quieres decir. Qué suerte la mía. —Soy… ¿Mia? —Sonrío torpemente. Arrow levanta una ceja. —¿Eso es una pregunta? Mi mirada recorre todo su cuerpo. No puedo controlarme. Arrow es hermoso en la forma física de un hombre que se esfuerza hasta el límite a diario. Cuando levanto mis ojos a su rostro, está frunciendo el ceño ante la puerta de Mason otra vez. Para alguien que estaba tan ansioso por conocerme hace unos días, ahora parece extrañamente desinteresado. Tal vez está insultado por la forma en que lo mandé a volar. O tal vez no soy tan bonita para él de cerca. Niego, tratando de dispersar mis inseguridades. No importa lo que piense el señor Mensajero Adorable. No me interesa. También soy una mentirosa.

52

—¿Alguna idea de cuánto tiempo más debería esperar estar fuera de mi habitación? —pregunta. —Ellos acaban… mmm… de empezar. —Muevo mi mochila a mi lado en el sofá y deslizo mis libros en ella—. Me iré. Se vuelve hacia mí. —No tienes que hacer eso. —El sonido de gemidos llega a través de las paredes, y Arrow arrastra su mano sobre su rostro—. De hecho, por favor no vayas a ningún lado. Paso más tiempo del que me gustaría admitir estando solo aquí mientras ellos… hacen lo que ellos hacen Está empezando a hacerme sentir como un pervertido. Me río suavemente. Sé lo que quiere decir. Bailey no es exactamente callada. —¿Quieres algo de beber? —Camina hacia el mini refrigerador debajo de la ventana y se pone en cuclillas. Niego. —No bebo. Saca algo de la nevera y se levanta. Girando, arquea una ceja y arroja una botella de agua en el sofá a mi lado. —Debes estar bastante deshidratada. —Oh. Gracias. Arrow se sienta en la silla justo cuando un rítmico thump-thump-thump de la cabecera que golpea la pared proviene de su dormitorio. Estoy hipnotizada por el movimiento de su garganta mientras bebe su agua. Hipnotizada. Por su garganta. Soy tan patética. Tal vez debería haber ido a esa fiesta. Se inclina hacia adelante, con los codos sobre las rodillas. —Puedo pensar en muchos escenarios incómodos para conocer a una chica hermosa, pero este se lleva el premio. Mis mejillas arden. Hermosa. Acaba de llamarme una chica hermosa. Mi estómago es un montón de mariposas volando al ritmo de mi corazón galopante. Busco una respuesta inteligente pero no se me ocurre nada. Dios, él incluso huele bien. Bailey grita, y Arrow se ríe. —¿Crees que si empezamos a ser tan ruidosos como ellos, se sentirían tan incómodos como nosotros? —Conociendo a Bailey, nos animaría.

53

Sus ojos se dirigen a la puerta y luego a mí, pero su molestia se ha desvanecido, y ahora se ve divertido. —¿En qué año estás, Mia? —No estoy. Quiero decir, no asisto aquí. —No debe haber entendido lo que quise decir cuando dije que solo era una pueblerina. Estaba tratando de explicar que no asistía a BHU. —Oh, ¿estás de visita? ¿A dónde vas a la escuela? —Terrace Community College —le dije a regañadientes. Blackhawk Hills University es una gran escuela, y me encantaría graduarme de aquí, pero no puedo pagarla. A diferencia de Bailey, no estoy dispuesta a desnudarme para que suceda. No la juzgo por sus decisiones, pero conozco mis límites. Así que tomaré una o dos clases por semestre en universidad comunitaria y trabajaré en un título asociado en justicia penal—. ¿Juegas fútbol también? —pregunto simplemente para alejar la conversación de mí. Tiene que jugar algún deporte. Ese cuerpo. Esas manos grandes. Dulce madre de Jesús, una chica podría entrar en shock por una sobredosis de estrógenos al mirar esas manos. Mi cuerpo bombea las hormonas como si la supervivencia de la especie humana dependiera de darle a este hombre mis bebés. —¿Estás bromeando? —pregunta. —Mmm no. Sé que Mason está en el equipo, y pensé que tal vez tú también lo estabas. Sonríe, obviamente divertido por mi pregunta. —No ves muchos deportes, ¿verdad? —No, en absoluto —lo admito. Asiente. —Sí, juego fútbol. —Señala la puerta opuesta a la suya—. Lo mismo hacen Brogan y Chris. —¿Son todos amigos, entonces? —Oh sí. —Sonríe—. De hecho, inicialmente Brogan y yo compartíamos habitación, pero Chris no podía soportar la ocupadísima vida… eh, social de Mason. —Deja caer la mirada—. Lo siento. —¿Por qué te estas disculpando? —Bailey es tu amiga. Probablemente no quieras saber sobre las actividades de dormitorio de su nuevo chico antes de ella. Me encojo de hombros. Si eso realmente molestaba a Bailey, no tendría motivo para quejarse.

54

—Eso es entre los dos. Bailey grita de nuevo, y el ruido de la cabecera se hace más fuerte. Los ojos de Arrow van hacia la puerta y luego hacia mí. Sus mejillas están un poco rosadas. —Entonces, si no vas a BHU, supongo que conoces a Bail de la escuela secundaria. —Mucho más antes de eso —digo—. Bailey ha sido mi mejor amiga desde que teníamos cuatro años, y la atrapé robando mi Barbie de la piscina para bebés en mi terraza. Se ríe. —Interesante comienzo de una amistad. —No tuve elección —le dije, sonriendo—. Dije que iba a delatarla, y ella me dijo que no podía y que tenía que ser su amiga. O así va la historia que mamá me contó. Honestamente, no recuerdo un momento en que Bailey no fuera mi mejor amiga. —Brogan y yo somos de la misma manera —dice—. Bueno, menos la Barbie. —Me sorprende que nunca nos hayamos visto antes —le digo, recordando en nuestros mensajes que él también es de Blackhawk Valley—. Supongo que no fuiste a la escuela secundaria en East. —Westside —dice. Nuestros ojos se encuentran. Hay algo en sus ojos. No son del todo marrones, pero tampoco avellana. Más como el color de la miel rica. Son ojos cálidos. Ojos amables. Pero tal vez un poco atormentados. Demasiado maduro para su edad. Trago saliva mientras su mirada se dirige a mis labios y permanece allí por un minuto. El momento se rompe cuando Bailey grita: —¡Dios! ¡Ahí! ¡Sí! Hace unos meses, la acusé de ser ruidosa solo porque le gustaba la idea de ser oída por la gente, y solo se rió, sin confirmar ni negar. En este momento, estoy segura de mi hipótesis. Arrow contiene una sonrisa. —¿Quieres salir de aquí? ¿Salir a caminar y dejar que las estrellas porno terminen su asunto? —Por favor. Me encantaría eso.

55

Abre la puerta y me hace pasar. —Después de ti. Lo sigo hasta el ascensor y salimos por la puerta lateral de los dormitorios. En materia de promoción, BHU cuenta con uno de los campus universitarios más bellos del país. Eso podría ser cierto. El campus peatonal está cubierto de senderos pavimentados que se entrecruzan sobre las verdes colinas arboladas y entre los edificios históricos de ladrillo. El otoño apenas comienza a hacer notar su presencia, y una ligera brisa cruza los árboles, mostrando destellos de las primeras hojas rojas, amarillas y anaranjadas. Arrow me mira a los ojos mientras caminamos. —Entonces, Mia, ese es un nombre bonito. Me río. —¿Un tipo llamado Arrow me pregunta por mi nombre? Él arquea una ceja. —Es español, ¿verdad? ¿Significa algo? Tomé latín en la escuela secundaria, así que soy bastante inútil en el departamento de lengua extranjera. —Mia significa mía1 en español. —¿Así que esencialmente caminas por ahí con personas que te llaman suya todo el tiempo? Riendo, niego. —Realmente nunca pienso en eso. Es solo un nombre. —¿Hablas español, entonces? A veces, cuando la gente me pregunta esto, se siente como una forma políticamente correcta para que me pregunten si soy mexicana, pero por alguna razón la pregunta no parece tan calculada proveniente de Arrow. —Mi madre nació en México y crecí hablando español en casa. —La admisión viene con un dolor que reside en el centro de mi corazón. Extraño eso, la dulce cadencia de la voz de mi madre mientras charlaba sobre su día en su lengua materna. —Siempre pensé que sería increíble hablar otro idioma —dice. —Entonces, lógicamente, tomaste el latín. Deja de caminar y se pone en cuclillas para recoger una suave hoja de color púrpura del suelo. Me sonríe mientras lo frota entre sus dedos. 1

En el original mine.

56

—Papá pensó que me ayudaría a entrar a la escuela de medicina si todo lo del fútbol no funciona. —Se pone de pie y me da la hoja—. Hace juego con tu suéter. Es una hoja cercis, púrpura y con forma de corazón, y probablemente la cosa más dulce que un chico me haya dado. —Me encanta el otoño. —Mantengo mis ojos enfocados en la hoja, demasiado avergonzada por mi propia reacción para arriesgarme a que vea lo que significa para mí. —Fútbol, hogueras, estacionar junto al lago y observar las hojas flotar en el agua a la luz de la luna. —Traga saliva, como si la descripción le trajera recuerdos dolorosos. Inmediatamente me imagino experimentar exactamente lo que describió, pero en sus brazos, envueltos en una manta, nuestros cuerpos se juntarían para mantenerse calientes. Su manzana de Adán oscila mientras traga. —Solía amar el otoño. —¿Solías? Se encoge de hombros y cambia su mirada de regreso al sendero mientras comienza a caminar de nuevo. Lo sigo y espero a que me lo explique. En cambio, dice: —¿Realmente no sigues al fútbol? —Lo siento. —Para mí, seguir deportes siempre pareció un lujo reservado para gente rica con demasiado tiempo en sus vidas. Intelectualmente, sé que eso no es verdad. Bailey creció en el mismo vecindario que yo, y está obsesionada con los deportes; bueno, su obsesión es realmente con los atletas y la forma en que se ven con sus pantalones ajustados, pero es más o menos lo mismo—. He intentado ver el Super Bowl un par de veces, pero no entiendo nada de lo que sucede en el campo. —¿Quieres aprender? —La melancolía que creí detectar en él cuando habló de la estación se fue, y ahora parece casi esperanzado. Es lindo. —Si tuviera el maestro adecuado, tal vez. Hemos dejado de caminar, y me apoyo contra el costado de la biblioteca. Después de sus mensajes de texto, esperaba que fuera más directo conmigo. Parecía el tipo de persona que bromeaba todo el tiempo, siempre trabajando para conseguir risas. En cambio, Arrow es reservado, y aunque es obvio que nos atraemos el uno al otro, es casi como si no estuviera seguro de lo que quiere hacer al respecto.

57

Su mirada se dirige a mi boca otra vez y sus labios se separan. Tiene una gran boca. Llena y firme. No estoy segura de haber notado los labios de un hombre antes. O preguntarme, solo minutos después de conocerlo, cómo se sentirían en mi piel. —Quiero llegar a conocerte —dice en voz baja. Esa simple línea me roba el aliento. No solo las palabras Cualquier hombre puede decir las palabras. Es la mirada en sus ojos, como si realmente lo dijera. Es el pliegue en su frente, como si estuviera sorprendido de sentirse de esta manera. Es que está mirando mi boca como si quisiera besarme, y podría, pero en cambio me está hablando. —¿Qué quieres saber? —pregunto. Sus ojos se levantan hacia los míos y queman en mí. —¿Qué es lo que quieres tan desesperadamente que la idea de tenerlo te pone tan enferma del estómago como la idea de nunca tenerlo? Pestañeo, porque así es exactamente como me siento sobre cantar. No se lo dije a nadie, ni siquiera a Bailey, pero sueño con cantar mis canciones en un gran escenario. Me encanta tanto que la idea que alguien me dé la oportunidad de hacerlo para un público hace que mi estómago se enrede en nudos apretados y dolorosos. Pero no voy a ser una cantante. No es práctico, y no puedo permitirme los necesarios años de "artista muerto de hambre". En cambio, la segunda mejor opción obtendrá toda mi energía. Voy a ser una abogada. Chicos como mi hermano necesitan a alguien que se preocupe lo suficiente como para defenderlos. Necesitan a alguien que entienda eso, mientras que la ley puede ser blanca y negra, correcta e incorrecta, el mundo real no lo es. La facultad de derecho es costosa, y tengo suerte si puedo pagar mi seguro, así que eso será una lucha suficiente. Aun así, es un sueño que está a mi alcance. Y tal vez uno que no me destruya si intento y fallo. Pero cuando pienso en nunca tener la oportunidad de cantar profesionalmente, me duele el estómago. Arrow sonríe. —¿Por qué sonríes? Encoge uno de sus hombros. —Porque tienes una cosa. Está por todo tu rostro. Tienes algo que quieres con todo tu corazón y alma. Algo que deseas tanto que tienes miedo de tenerlo. —¿No lo tienen todos? Niega.

58

—No. No todos, Mia. La mayoría de la gente está feliz de sobrevivir, de dejar pasar los días. Pero tú eres como yo Lo quieres y pelearías por eso. Ahora solo quiero saber de qué se trata. —Su mirada se dirige a mi boca otra vez y no se acerca, pero su cuerpo se balancea un poco en mi dirección, como si hubiera un imán que nos uniera. No puedo respirar Va a besarme. Me han besado muchas veces. Pero nunca quise que me besaran tanto como quiero que Arrow me bese. Mi teléfono zumba en mi bolsillo y rompe el frágil momento en pedazos. Estoy lista para ignorarlo cuando Arrow se aleja. —¿Vas a contestar eso? Busco a tientas mi celular para leer el mensaje.

Bailey: Lo siento por eso. Hemos terminado.

Cuando miro a Arrow, se da vuelta, sus manos metidas en sus bolsillos. —Es Bailey —le digo—. Podemos regresar. Asiente pero permanece retirado. Encantada de conocerte, Señor señales mixtas. Cuando volvemos al dormitorio, Bailey y Mason están en la sala de estar, acurrucados en el sofá en una especie de vínculo post-coital que me hace reevaluar su relación. Bailey me mira, luego a Arrow, luego vuelve a mirarme y frunce las cejas. —¿Y dónde han estado ustedes dos? Arrow se encoge de hombros. —Alguien nos contó acerca de un lugar donde podíamos escuchar a las personas que tenían sexo realmente fuerte y atlético. Tuvimos que echarle un vistazo, ya que esa es nuestra forma favorita de relajarnos. —¿No es la de todos? —agrego. Bailey ni siquiera se sonroja. Le hace un guiño a Arrow, y por un momento estoy tan celosa de su confianza en sí misma que me convertiría en una ladrona si eso significaba que podía robarla. La puerta de la otra habitación se abre, y el tipo que sale me mira incrédulo cuando me ve. —¿Mia?

59

Arrugo la frente. —¿Sí? Cabello rubio despeinado y hombros anchos. Es lindo. Guapo, incluso. Si no hubiera estado mirando a Arrow durante la última media hora, podría ir tan lejos como para llamar sexy a este tipo. Sonríe y se mete las manos en los bolsillos. —Dios, eres aún más bonita de cerca. Arrow se pone tenso, y su mirada rebota entre el rubio y yo. —¿Conoces a Brogan? —me pregunta. —Yo… —No estoy segura de lo que está pasando. —Hemos hablado por mensaje de texto un poco. —Brogan se estremece y se gira hacia mí, levantando sus manos dramáticamente—. No, no lo hicimos. Olvida que dije eso. Ese tonto sin encanto no vive aquí. Soy Brogan, y soy totalmente encantador, y en absoluto molesto. Tonto sin encanto. Oh mierda. Oh no. Abro la boca para hablar y tengo que forzar las palabras más allá de una maraña de emociones. —Yo… Pensé que habías dicho que eras el compañero de habitación de Mason —le digo a Brogan. Brogan hace un gesto hacia el espacio común. —Todos somos compañeros de cuarto. —Se acerca y sonríe. Encantador. Es muy encantador. Y no es Arrow—. Me alegra que hayas venido. Íbamos a cenar. ¿Quieres venir? La decepción se estrella a mi alrededor. Brogan es dulce. La bondad irradia de él. Me gustó por su primer mensaje, y ahora me gusta. Pero no lo quiero. ¿Cómo podría cuando cada gota de deseo en mi cuerpo ha sido recientemente dedicada al compañero de cuarto de Brogan, el sexy y misterioso Arrow, que tiene una cosa que quiere tanto que le duele el estómago? —Vamos —dice Bailey—. Por favor, Mia, será divertido. Brogan desliza su brazo a través del mío y mira a Arrow. —¿Quieres venir también? Llama a tu novia, tendremos una cita triple.

60

Joder. Joder. Joder. Los ojos de Mia se abren desmesuradamente y su rostro palidece. Se le ve como si se hubiera quedado ciega. Sé cómo se siente. ―Lo siento ―dice Mia―. No puedo ir a cenar. De verdad que tengo que hacer un trabajo. El rostro de Brogan se desencaja Ese chico no puede esconder sus sentimientos ante nada. ―¿En otra ocasión? ―Seguro ―dice Mia. La he conocido por menos de una hora, pero hasta yo puedo ver que su sonrisa es forzada. Y eso es culpa mía. Yo soy el que ha jodido todo esto. Ella coge su mochila del sofá―. De hecho, me voy a ir ahora. ―Eres demasiado buena ―se queja Bailey gimiendo―. Todos tenemos que portarnos mal de vez en cuando. Mia niega con la cabeza. ―Lo que necesito es un sobresaliente en este examen. ―¿Estás segura? ―pregunta Bailey. ―Positivo ―dice Mia. Asiente a Brogan―. Encantada de conocerte. ―No me mira mientras le dice adiós al grupo y se gira hacia la puerta. Cuando Mia se ha ido, la mirada de Bailey se pone sobre la mía. No puedo contestar ninguna de las preguntas que me hace solo mirándome. Brogan se pasa las manos por el cabello, con frustración rodeando su eterna sonrisa. Gira y se va a su habitación, cierra de la puerta de golpe. La sujeto antes que dé un portazo, y lo sigo adentro. Echa la cabeza hacia atrás y se queda mirando el techo. ―¿Por qué apesto con las chicas? ―Tú no apestas.

61

Abre la boca para contestar pero la cierra de golpe. Parece que mi mejor amigo se ha quedado sin palabras, lo cual creo que solo le he visto suceder una vez en toda mi vida. Brogan siempre tiene algo que decir. Siempre. ―¿Te ha dado fuerte, eh? ―pregunto. Quiero que él diga que no, que Mia solo es una chica más, pero sé que no es cierto. Se masajea la frente y deja salir un hondo suspiro. ―Sí. Mi estómago se contrae. Joder. Joder. Joder. ―¿Porque está buena? ―Le dan miedo los gansos, y cree que yo soy divertido ―contesta él, y entiendo el mensaje. Esto es más que solo golpear un cuerpo―. Ella estudia en la biblioteca ―explica finalmente―. La había visto unas cuantas veces cuando estaba yéndome de alguna mesa de estudio. Ella ayuda a estudiar a veces a chicos de instituto, y la he estado mirando. ―¿Un poco espeluznante, no? ―Calla la jodida boca. Quiero decir cuando estaba aburrido en la mesa de estudio y ella estaba a unos metros ayudando a algún niño idiota a aprobar español. Había algo en ella. Luego cuando me di cuenta que era amiga de Bailey… ¿Tú la conoces también? ―No mucho. Nos hemos conocido hoy. Ella es… ―tan jodidamente especial que la quiero para mí―… linda Después de unos cuantos minutos, todos se están preparando para ir a cenar, y pongo una excusa para saltármela y dirigirme a la biblioteca. La encuentro acurrucada en una esquina del sótano, las piernas están recogidas debajo de ella, el libro de texto sobre la mesa. Cuando la veo, tengo que parar un minuto y controlar mi respiración. Porque ella me la roba. Cuando la vi por primera vez en mi habitación hoy, me sentí como si me hubieran dado un puñetazo en el estómago. Ella tiene ese tipo de belleza. Su piel es color caramelo, grandes ojos marrones, labios llenos, pómulos altos salpicados con las pecas más adorables, y cabello largo, oscuro que cae en suaves ondas alrededor de sus hombros. ¿Y su cuerpo? Si ella trabaja en el club de striptease con Bailey, va a ser un éxito. Pero ya sé que no lo hace. Esta no es el tipo de chica que se siente cómoda quitándose la ropa por dinero. Hace calor en la librería, y el suéter que llevaba antes está sobre el respaldo de su silla, dejándola con un top gris que deja ver sus hombros llenos de pecas.

62

Levanta la vista del libro, como si hubiera sentido mi evaluación. Nuestras miradas se cruzan, y mi estómago da un salto. Trago. ―No sabía que tenías algo que ver con Brogan. ―Yo no sabía que tú tenías novia. ―Yo… ―Cierro la boca de golpe. No voy a insultarla pretendiendo que no ha pasado nada entre nosotros hoy. Puede que no nos hayamos tocado, pero hemos conectado, y si Bailey no nos hubiera enviado ese mensaje de texto, yo habría besado a Mia. Y todavía no he decidido si estoy agradecido o enfadado por el envío de ese mensaje―. No es tanto una novia sino una chica que he estado viendo. ―¿Y tiene ella algo? ―pregunta Mia. ―¿Qué? Ella ladea la cabeza. ―¿Algo que quiere tan desesperadamente tanto que la idea de tenerlo le retuerce el estómago como la idea de no tenerlo nunca? Y eso, señoras y señores, es mi corazón. Ahí mismo en la boca de una mujer por la que mi mejor amigo se ha colado. ―No ―admito―. Ella no tiene ese algo. La mayoría de la gente no lo tiene, Mia. ―Lo tiene Brogan? Cierro mis ojos. ―No podría ser el mejor amigo de alguien si no lo tuviera. ―Ustedes son mejores amigos. ―Ella sonríe suavemente y asiente―. Por supuesto que lo son. Tomo la silla que está frente a ella, la giro, y me siento. ―¿Mia? ―Me gusta decir su nombre. Me gusta como gira en mi lengua, lo bien que le sienta, y como sus labios se separan una fracción cuando yo lo digo. Mia. Mía. Pero ella no es mía, y cualquier conexión que sentí con ella hoy no significa nada si ella tiene sentimientos por mi mejor amigo―. ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a darle una oportunidad? Con los labios fruncidos, cierra su libro. Su boca es perfecta. Rosa y suave. Apuesto a que no usa ese pintalabios pegajoso que a las chicas parece gustarles tanto. ―Ni siquiera lo conozco ―dice.

63

―Él es un buen chico. ―Lo estoy menospreciando. Brogan no es solo un buen chico. Es el mejor. Él siempre ha estado ahí para mí como nadie más lo ha hecho―. Él es el tipo de chico que una chica como tú debería desear. Ella mira mis dedos, y me doy cuenta que he puesto mi mano sobre la mesa a menos de dos centímetros de la suya. ―¿Es por eso que estás aquí? ¿Para convencerme a salir con tu mejor amigo? ―No estoy seguro de por qué estoy aquí. ―Mi pulso golpea contra mi garganta. Podría moverme solo un poco adelante y la tocaría. ¿Son sus manos tan suaves como parecen? ¿Es su boca tan dulce?―. Excepto que sigo pensando que Brogan se merece a una chica como tú. ―¿Una chica como yo? Dulce. Vulnerable. Apasionada. Alguien que haga latir su corazón dentro de su pecho como lo haces tú con el mío. ―Sí. Ella se gira y suspira. ―Realmente yo no tengo nada con Brogan. Él encontró mi número de teléfono en una nota que le dejé a Bailey, y nos enviamos unos cuantos mensajes. Honestamente, estoy avergonzada porque cuando te conocí a ti, asumí que tú eras el chico con el que había intercambiado mensajes. Y para serte sincera, te hubiera visto de una manera un poco diferente si no hubiera estado pensando que sus palabras eran tuyas. ―¿Él te gusta? Ella alza un hombro pecoso, y la esquina de su boca sube un poco para hacer una sonrisa torcida. ―Él es dulce. Me hizo reír. Las palabras son como un puñetazo en el estómago y me llenan con una emoción que nunca había sentido hacia Brogan. Celos. Yo quiero ser el que la haga reír. Al que ella llame dulce. Y odio la idea que cualquier química que hubo entre nosotros hoy ―aunque en parte― sea por las cosas que él le dijo a ella. ―Llevaba con mi última novia más de cinco meses antes de enterarme que Brogan sentía algo por ella. Él le había pedido salir antes que nosotros empezáramos a salir, pero yo no tenía ni idea. Él nunca me dijo nada porque pensaba que ella era especial, y no quería entrometerse con alguien con quien yo estaba. Él es ese tipo de chico. ―Apesta como disculpa, pero cuando ella alza la mirada para encontrarse con la mía, sé que lo entiende―. Entonces ves, esta es la parte en la que se supone que

64

yo te pido que le des una oportunidad. Quiero ser el chico que es lo suficientemente bueno para darte esa charla. Ella tira de su labio inferior entre sus dientes. ―Pero esa no es la razón por la que estás aquí. Joder. Joder. Joder. Brogan es la cosa más cercana que he tenido a un hermano. Nunca escogería a una chica antes que a él, y definitivamente no a una que ni siquiera conozco. Y aun así y todo aquí estoy. Dejo caer la vista a mis manos. ―Si sientes algo por Brogan… ―¿Qué? ¿Los miraré mientras salen juntos? ¿Actuaré como que no me importa cuando se cojan de la mano? ¿Cuándo la bese? ―¿Qué pasó con ella? La chica que le gustaba a Brogan? Alzo la vista y me encuentro con sus suaves ojos marrones. ―Me di cuenta más tarde que ella solo me quería porque soy un Woodison. La familia de Brogan nunca tuvo suficiente dinero para que ella lo mirara dos veces. Algo cambia en su expresión. Sus ojos se ven más duros, y ella se echa hacia atrás en la silla mientras se queda erguida. ―¿Eres un Woodison? Como los Woodison Pork. ¿Las granjas Woodison? Números. Ella no me reconoce como la estrella del equipo de fútbol, pero conoce a mi padre. ―Culpable. ―Esa es la peor parte de ir a la universidad aquí. Todo el mundo conoce el negocio de mi padre, o por lo menos lo ha oído nombrar. No puedes ignorar un imperio tan poderoso en un lugar tan pequeño como Blackhawk Valley. Mete sus libros en la mochila y niega mientras se pone de pie. ―No te preocupes por esto, Arrow. No voy a arruinar tu amistad para poder ser la chica famosa por salir un par de veces con un jugador de futbol. Empieza a alejarse, y la detengo poniéndole una mano sobre el hombre. ―¿Qué acaba de suceder? Se encoge de hombros. ―No elegiré entre tú o Brogan. No quiero a ninguno de los dos. No tengo tiempo en mi vida para este tipo de cosas ahora mismo. Cuando ella da un paso para soltarse de mi agarre, la dejo ir. La veo alejarse, y aunque mi cerebro me diga que es lo mejor, que liarse con ella sería un error, mi estómago se hunde, y todo lo que puedo hacer es atrapar la palabra en mi boca: Quédate.

65

Me desplazo por el estacionamiento bajo la luz de las farolas, con una mano en el bolsillo donde mis nudillos rozan la hoja que Arrow me dio. Hace juego con tu suéter. ―¡Oye, sexy! Me giro al escuchar la voz de Bailey y fuerzo una sonrisa para mi amiga. ―Entonces Brogan, ¿hablaste con tu chico? ―Ladea la cabeza, y un mechón de su largo cabello rubio cruza su frente―. ¿O es Arrow? Suspirando, ruedo mis ojos. ―Ninguno de los dos. Desliza un brazo sobre mis hombros y choca nuestras caderas mientras caminamos por el pasillo de grava. ―¿Quieres hablar de eso?, ¿o prefieres pretender que tener dos chicos increíblemente sexy babeando tras de ti no es gran cosa? Le doy un codazo. ―Nadie estaba babeando. Todo fue una gran confusión. La grava cruje bajo nuestros pies mientras caminamos. ―Brogan me contó lo de tus mensajes mientras cenábamos. Se ve tan adorable cuando habla de ti. Si es que se puede llamar a un chico con esa amplitud de hombros adorable. Joder, chica, solo tíratelo, ¿y luego me lo cuenta todo? Mirándola seriamente a los ojos, niego. ―La última cosa que necesito ahora mismo es una relación con un deportista universitario. ―¿Quién dijo algo sobre una relación? Úsalo por su cuerpo. Eres joven. ―Estás enferma. Me mira boquiabierta.

66

―¡El uso y conocimiento del sexo es parte del rito de iniciación! Una tradición honorable en la que han participado los hombres a través de los tiempos desde que lo de ir a la universidad comenzó. Demonios, probablemente antes que eso. ―Su sonrisa cae y suspira―. Regresé a la habitación de Mason después de cenar esperando poder sacarle algo a Arrow, pero estaba estudiando y no dijo nada, y con más mal humor que mi madre cuando atravesó la menopausia. Quería preguntarle sobre tu pequeño paseo, pero Brogan estaba allí, así que decidí no hacerlo. ―Aprecio que te contuvieras. ―Venga, Mee. Suéltalo. Me está dando algo por solo saber la historia a medias. Me encojo de hombros y retuerzo la hoja entre mis dedos. ―Pensaba que Arrow era el chico que me había estado enviando los mensajes. Como dije, fue todo un gran malentendido, y ahora está todo claro. ―Había algo en tus ojos cuando volviste de ese paseo. ¿Podrías al menos admitir que te gusta? Cruzo mis brazos. ―Para empezar, casi no lo conozco, así que lo que haya podido sentir hoy por él es totalmente superficial. ―Lo que sea. Amor a primera vista. He visto todas las películas de Disney. ―Dos ―interrumpo, ignorando su objeción―. Es un Woodison. El hijo de Uriah Woodison. Literalmente es el hijo del peor enemigo de mi padre. ―¡Como Romeo y Julieta! ―exclama alzando sus brazos―. Tan súper romántico. ―¿Por qué todo el mundo piensa que esos dos idiotas eran románticos? Shakespeare no lo escribió como romance. Escribió una tragedia. Te acuerdas de cómo terminó. Inclina la cabeza pensativamente. ―Algo así como ¿et tu, Brute2? ―Idiota ―murmuro, intenta parecer que es tonta, pero la conozco bien. Y también sé lo mucho que odió el final de Romeo y Julieta cuando lo leímos en el instituto. Tuve que escuchar su molestia durante unos buenos veinte minutos sobre lo egoísta, inmadura e idiota que era Julieta. Eso no parece que fuera hace mucho

2

¿Et tu, Brute? es una frase latina (traducida al griego Καὶ σὺ τέκνον [Kai su, teknon], “¿Tú también, hijo?) que significa “¿Y tú, Bruto?”, supuestamente dicha por Julio César al momento de ser asesinado. La cita es usada para expresar la traición de un ser inesperado, como la de un amigo.

67

tiempo, pero probablemente fue uno de los pocos periodos continuos de tiempo en que la he visto enfocada en un tema que no involucrara a un hombre guapo. ―Esto no es Shakespeare ―señala, suavizando la voz―. Es tu vida. ―Exactamente. Y no soy una estúpida, egoísta, ni inmadura Julieta. ―Entonces eso deja fuera a Brogan. Que es un sexy, graciosillo y encantador Adonis. ―Y el mejor amigo de Arrow. ―Tienes razón. ―Suspira―. Entonces, ¿significa que tampoco el chico Blackhawk será el que te iniciará en los placeres de ser una mujer joven? ―Siento decírtelo, pero de verdad agradezco tu preocupación por mi salud sexual. Choca nuestras caderas de nuevo, y me rió ―Hablando de salud sexual y relaciones… ―Aclaro mi garganta―. ¿Quieres hablar sobre lo que está pasando entre tú y Mason? Arquea una ceja. ―Creo que ya sabes qué es lo que está pasando entre nosotros. No fuimos muy… mmm, silenciosos haciéndolo, como Arrow y tú recalcaron. ―¿Qué más hay aparte de follar como mandriles? ―Solo es para pasarlo bien. Él sabe eso. ―Bail… Le da una patada a la grava con su Chuck Taylor morada. ―¿Qué? ―No tiene nada que ver con Nic, ¿no? ―replico moviendo la cabeza―. No dejes escapar una oportunidad con un buen chico porque estés esperando a que el perdedor de mi hermano salga de prisión. ―No dije nada que estuviera esperando a Nic. ―No tuviste que decirlo ―susurro. Encuentro su mano y la aprieto―. Quiero a mi hermano, pero tomó sus decisiones, y no fueron buenas. ―Lo sé. ―Aprieta la mandíbula, como siempre que hablamos de Nic. ―No quiero ver que sus malas decisiones te arrastren a ti. Alza la barbilla y mira al cielo. Sus ojos brillan bajo la luz de la luna creciente. ―Lo sé, Mee. Y estoy intentando seguir adelante. Lo prometo.

68

Dos semanas más tarde…

Cuando estaciono el auto en la mina que hay al sur de la ciudad, puedo oír las risas del otro lado de las rocas. El sonido me tensa, pero le prometí a Bailey que vendría si sacaba un sobresaliente en su examen de cálculo. Y como es muchísimo más lista que lo que sus notas indican, sabía que podría hacerlo si se esforzaba. Así que aquí estoy. No es que sea una anti-social. Me encanta estar con Bailey. Pero desde que empezó la universidad BHU este otoño, me dan escalofríos solo al pensar en la gente que conforma su grupo. No pego con sus amigos de la universidad. Mientras parece no importarle cómo ven a una pueblerina del lote de caravanas, ni siquiera puedo pasar entre los diferentes mundos de los que venimos. Intenté sacar el tema una vez con Bail, y sugirió, muy educadamente, porque es mi mejor amiga, que lo superara. Con un hondo suspiro, guardo el móvil en mi bolsillo, salgo del auto, y empiezo a dirigirme hacia el rocoso montículo que separa el estacionamiento de grava de la vieja mina. El frío aire de otoño refresca el ambiente, y estoy contenta por haberme puesto los vaqueros y un suéter. Por el agua y la privacidad, este lugar es, desde siempre, el favorito para hacer fiestas a cualquier temperatura que esté sobre cero. Bailey dijo que esta noche ella y Mason iban a hacer una hoguera cerca del agua. Estará bien, de hecho. Asumiendo que pueda superarlo. ―Oh. Hola. Alzo la mirada hacia la profunda voz y veo a Brogan de pie sobre una roca que da hacia el lago. Lleva la sudadera del equipo de fútbol de la universidad BHU y vaqueros que abrazan sus estrechas caderas, su sonrisa vacila mientras me ayuda a subir. ―¿No sabías que estaría aquí, no? ―cuestiona metiendo las manos en los bolsillos―. Le dije a Bailey que lo dejara estar, pero es… determinada. No habría venido si lo hubiera sabido. No quiero hacerte sentir incomoda. ―No, no lo sabía, pero… ―Miro alrededor para ver quién hay y reconozco a Mason, Chris, y un par de chicas que he visto alguna vez con Bailey en su residencia. Pertenece aquí mucho más que yo―. No te estoy evitando. Perdona si te hice sentir así. Sonríe, mostrando sus blancos y rectos dientes. Realmente es muy guapo.

69

―¿Puedo traerte una bebida? Tenemos cerveza y vodka, y algunas frutas que han estado tanto rato sumergidas en alcohol que probablemente te tumben de culo. Niego con la cabeza. ―Hoy conduzco. Su sonrisa se convierte en una suave risa. ―Bailey señaló que eras muy responsable. Arqueo una ceja. ―¿Es eso algo malo? ―Vaya, diablos. Eso ha sonado muy defensivo. ―¿Tienes idea de cuántas chicas borrachas veo por el campus cada fin de semana? Y eso está bien. Somos jóvenes. Pero no sé ―exclama encogiéndose de hombros―. Es refrescante, honestamente, conocer a una chica que no piense que tiene que beberse media botella de vodka para hacer amigos. ―Gracias, creo. Abre la boca, pero su respuesta es interrumpida por el grito de Bailey desde el otro lado de la hoguera. ―¡Está aquí! ―Lo empuja a un lado y me abraza con fuerza―. Estoy tan contenta que estés aquí. Brogan también está aquí, pero eso ya lo viste. ―¿Intentas jugar a la Celestina, Bail? Sonríe y me gira hacia el fuego. ―No tengo ni idea de qué estás hablando. ―Mason la sujeta por detrás y la rodea con sus brazos. Dando un gritito, se da la vuelta y le da un largo beso con la boca abierta, de esos de los que solo desearías no ser testigo. Suspirando, miro a Brogan. ―¿Están así todo el tiempo? Hace una mueca. ―Casi siempre. Quiero decir, empezamos a caminar por la residencia con los ojos cerrados y tapones en los oídos, así que no te lo puedo asegurar del todo. Me rió ―Dios, nadie puede culparlos. ―Caminamos hacia el fuego, y me siento en el pasto lo suficientemente cerca para poder oír los chasquidos de la madera al arder y sentir el calor que emana, pero no lo suficiente para sentir como si me estuviera quemando. Doy una palmadita a mi lado y miro a Brogan―. ¿Quieres hacerme compañía? Parece ser que Bailey estará ocupada con otras cosas esta noche.

70

Sonríe y se acomoda a mi lado. ―Será un placer. Inclino la cabeza. ―Gracias por ser agradable conmigo. Se queda atascado. ―¿Por qué no lo sería? ―He sido un poco zorra contigo. La esquina de su boca sube y reprime una sonrisa. ―¿Qué? ―pregunto― ¿A qué viene esa mirada? ―Sin ofender, Mia, pero no creo que sepas cómo ser una zorra. Y además, no hay nada malo en rechazar a un chico si no te interesa. Me quedo helada. ―¿Quién dice que no me interesas? Se recuesta sobre la hierba y pasa los dedos entre su cabello mientras mira al cielo fijamente. ―Esta conversación es extraña. Lo sabes, ¿no? Suspirando, me acuesto a su lado, temblando un poco cuando mis hombros tocan el pasto frío. ―Totalmente rara. ―Dime algo sobre ti. ―Ladea su cabeza así que ahora me está mirando―. Lo que sea. ―¿Este eres tú preguntándome de nuevo por hongos en los pies? Ríe. ―No. No tiene que ser algo malo. Solo algo que no sepa. ―Canto. ―Las palabras me toman por sorpresa, y me muerdo el labio mientras intento adivinar cuánto quiero contarle―. No es que sea un secreto ni nada parecido. Voy las noches de micrófono abierto al Vortex, un par de veces al mes. Siempre me ha gustado. No recuerdo alguna vez que no tuviera ganas de ir. Se gira de lado y estudia mi rostro. ―Apuesto a que eres increíble. ¿Vas a alguna escuela de música? ―De hecho Terrace no tiene ningún departamento de música ―explico negando con la cabeza, avergonzándome de repente por compartir tanto―. Es solo una afición. No significa nada.

71

Gruñe. ―Se todo sobre esa mentira, Mia. Es como cuando le digo a la gente que el fútbol no es tan importante para mí, que tan solo es una forma de pagarme los estudios mientras me divierto. Pero nadie se esfuerza tanto por algo que no le importa. ―Es lo tuyo. Sonríe, y mi estómago da un pequeño salto por la bonita expresión y por cómo se siente cuando va dirigida a mí. ―Sí. Es totalmente mi cosa. Y cantar es la tuya, pero no voy a ser el tipo que te diga que vayas tras tu sueño. Sé que es más complicado que todo eso que ponen en los posters con frases de inspiración. Después de hablar con Arrow y ver la intensidad en sus ojos cuando hablaba sobre su cosa, es un descanso que Brogan lo entienda. Como un Woodison, estoy segura que Arrow nunca le dedicó un segundo pensamiento a si ir o no tras sus sueños. No todos tenemos la misma suerte. ―Mi instituto trajo a una de esas personas que dan charlas de inspiración en el último año ―explico―. Solo hablaba sobre caminar por la cuerda floja sin red de seguridad. Dijo que si tenías una red, la necesitarías. La utilizarías. Pero que si querías alcanzar tu sueño, tenías que quitar la red para no tener otra opción. ―No sé si esa es una metáfora para ser valiente o suicida ―concluye. ―¡Exactamente! Sigo pensando que solo alguien que siempre tuvo una red de seguridad hablaría de esa manera. Quizás no tenía una carrera, pero tenía una familia que le apoyaría. Un lugar en el que dormir cuando no tuviera dinero para el alquiler, comida cuando no hubiera dinero para ir al supermercado. Nadie dependiendo de él para pagar las facturas. ―Entonces cantas ―exclama. Alza una mano y juguetea con un rizo de mi cabello―. Pero te estás preparando para una especialidad más práctica. ―No sé a qué te refieres por práctica. Criminología. Quiero ir a la escuela de leyes. Creo que es bastante alejado de ser eso. ―Ah, camino al dinero. No es un mal plan. Entonces podrás ser la red de seguridad para tus hijos, y podrán crecer creyendo que persiguieron sus sueños sin ninguna ayuda. Las mariposas en mi estómago se agitan. ―Ese es el plan ―admito.

72

―Escuela de leyes ―indica asintiendo como si estuviera rumiando la idea―. Eres lo suficientemente lista. ―¿Cómo lo sabes? ―Soy el chico rarito que mira cómo das clases a los niños en la biblioteca, ¿recuerdas? ―Es verdad. Lo había olvidado. ―Sonreímos, y nos dejamos caer de espaldas sobre la hierba fresca con el sonido de la fiesta a nuestro alrededor―. Parece ser que a pesar de todo tienes algún plan, Brogan. ―¿Por qué lo dices? Me encojo de hombros y me acerco un poco. Hay una conexión entre nosotros que no puedo negar. Puede que no sea como la chispeante atracción que sentí con Arrow, pero a lo mejor es más segura. Calor sin quemarse con fuego. ―Porque estoy aquí acostada pensando en cuánto me gustas. ―Ya te dije que soy un chico que gusto mucho. Es una maldición. Estoy íntimamente familiarizado con la zona de amistad. ―Hmm, y aun así me pregunto cómo haré para conseguir que me beses. Se incorpora sobre un codo y mira mi rostro atentamente antes que su mirada se pose en mi boca. ―¿De verdad? Las mariposas se recuperan y vuelan ya libremente. ―Oh, sí. Lentamente, se acerca y sus labios rozan los míos. Una vez, dos veces. Me han besado antes, pero con Brogan es diferente. La mayoría de los chicos lo hace queriendo acelerar las cosas hacia el siguiente paso. El beso no es más que un irritante prerrequisito para las actividades en las que realmente están interesados. Los besos de Brogan son un intento por detener el tiempo, para memorizar la forma y el sabor de mis labios. Debajo de su boca, no soy una pueblerina metiéndome en una fiesta de universitarios. Soy algo querido. No se sube sobre mí o intenta meter la mano bajo mi camiseta. Y cuando separo mis labios, solo toca ligeramente con su lengua la mía antes de separarse y tomar una atragantada inspiración. ―Me encantaría oírte cantar alguna vez ―exclama, y parpadeo mirándolo durante un minuto antes que mis ojos puedan enfocar los suyos azules―. ¿Te importaría? ―Creo que me gustaría.

73

Sonriendo, busca mi mano y entrelaza nuestros dedos juntos. ―Es una cita.

74

Parte III. Después

Mayo, cuatro meses después del accidente

75

La señora Barrett se encuentra conmigo en la puerta y me abraza antes que tenga la oportunidad de decir hola. Es una mujer grande, tan alta y ancha como su hijo, y sus abrazos llevan mi rostro directamente a su pecho. —¿Has estado orando por un milagro, Mia? —Todos los días —susurro—. Todos los días. Cuando retrocede, sus ojos se llenan de lágrimas, pero una sonrisa esperanzada cubre su rostro. —Está teniendo un buen día hoy —indica, llevándome a la parte trasera de la casa—. Sabes cuánto ama los días soleados. —La primavera es su favorita. El repiqueteo de sus tacones contra los suelos de madera dura se refleja en el techo. La señora Barrett y yo no hablamos del pasado. No hablamos del hecho, que antes del accidente, no me reconocería como la novia de Brogan, que se oponía a que saliera con alguien que consideraba tan inferior a él, y regularmente frustraba sus intentos de estar conmigo. No hablamos de las cosas desagradables que una vez me dijo. Estamos unidas por esta tragedia y nuestro amor por Brogan. Si me culpa por estar allí esa noche, nunca lo dijo. Y si no me culpa… bueno, estoy segura que sería la única. Abre las puertas de la habitación de tres estaciones 3 y me dirige hacia el gran espacio soleado donde Brogan se sienta durante el día. Está amarrado a su silla de ruedas, con los ojos entrecerrados la boca abierta. —Estaré en la cocina si me necesitas —indica, antes de irse y cerrar las puertas detrás de ella. 3

Son adiciones o patios cubiertos que cuentan con ventanas de piso a techo con protección UV para proteger tanto al mobiliario como a los ocupantes del sol. Sin embargo, se pueden disfrutar la mayoría de los meses del año porque no están aislados, pero no se pueden enfriar eficientemente con aire acondicionado durante los calurosos meses de verano ni se pueden calentar cuando las temperaturas bajan en el invierno.

76

Me acerco y le toco el rostro. Está hinchado por el edema, distorsionando las características que una vez amé tanto. Su cuerpo está demacrado después de meses de atrofia muscular que han devorado la sólida masa del hombre que alguna vez fue. —Buenos días, guapo. —Presiono un beso en su mejilla antes de levantar su mano y sostenerla en las mías—. Vi a Arrow esta mañana. —Colgando mi cabeza, aprieto mis ojos, recordando mi discusión con Brogan en la víspera de Año Nuevo, la traición en sus ojos. ¿Crees que no veo la forma en que lo miras? Pero, incluso tan enojado como estaba con su mejor amigo, sé que Brogan no querría ver a Arrow destruir su vida. Querría algo mejor para él—. Está bien. Su arresto domiciliario lo mantendrá alejado de problemas. Lo ayudará a centrarse. Tragando fuerte, levanto mi mano a la mandíbula de Brogan. ―Creo que estamos todos jodidos. Y sé que todos te echamos de menos. —Mis ojos se llenan de lágrimas inesperadas. Ver a Brogan normalmente no me hace llorar, pero ahora que Arrow ha regresado, me siento como alguien que nunca supo que estaba ciega y de repente se le dio la vista. Ver a Arrow hace que el mundo sea demasiado brillante, ruidoso y doloroso. Todo lo que quiero es que regrese el oscuro entumecimiento. Es más fácil de esa manera. Me siento con Brogan durante casi una hora, tomándolo de la mano y pensando, evitando mi regreso a Blackhawk Valley. Cuando ya no puedo posponerlo, voy a la cocina a buscar a la señora Barrett. Está limpiando su, ya limpio, mostrador. La casa es modesta, pero siempre impecable. Después del accidente, los Barrett vendieron su casa y se mudaron a Indianápolis para estar más cerca de sus médicos. Cuidar a Brogan en casa ha agotado sus ahorros, y estoy segura que están acumulando más deudas cada día, pero los Barrett nunca se quejan de dinero. —¿Has recordado algo más sobre esa noche? —pregunta. Niego con la cabeza. —Lo siento. —La policía está cansada de escuchar mi voz. —Lanza una risa sin humor—. Sigo llamando para ver si tienen pistas nuevas, pero no creo que aun estén trabajando en el caso. —Pone su mano sobre la mía. Está fría y húmeda—. ¿No quieres saber quién mató a tu hermano? Lo hice, una vez. Ahora todo lo que quiero es que Brogan despierte. Los médicos nos dicen que no lo esperemos, pero ha pasado antes. He leído libros sobre hombres que han despertado de PVS, término médico para estado vegetativo

77

persistente, y podían recitar todo lo que se les dijo durante sus días atrapados dentro de sus propias mentes. Pasaría el resto de mi vida sin tener respuestas sobre esa noche si pudiera tener un milagro para Brogan. Pero no le digo eso. Abro la boca y fuerzo el aire a mis renuentes pulmones. Si he aprendido algo en los últimos tres meses y medio, es que a veces lo mejor y lo único que puedo hacer es dar el siguiente respiro. —Desearía que la policía hiciera más —señala. —Yo también. —La policía rápidamente atribuyó el accidente con fuga como “violencia de pandillas”. No tenían nada que seguir, y todos estaban satisfechos con la respuesta, excepto los Barrett y yo. Le dije a la policía todo lo que pude, pero no tenían mucho para formar ningún tipo de investigación si se hubieran preocupado, y no lo hicieron. Estaba oscuro. Un SUV grande, de color oscuro, subió rápidamente por la colina y mató a mi hermano y destruyó la mayor parte del cerebro de Brogan. La señora Barrett quiere respuestas. No querría escuchar las únicas que tengo. Sus súplicas de borracho. Su enojo. Su negativa a dejarme salir de su auto hasta que prometí no dejarlo. Los moretones que dejó en mi brazo porque intenté irme de todos modos. Luego los puños de Nicholas cuando vino a rescatarme. Una madre afligida no debería tener que saber nada de eso. —Lo siento —susurro. Su mano fría aprieta la mía. —No es tu culpa. Si solo eso fuera cierto.

78

—Vimos a Brogan ayer —comenta Chris, mirándome mientras pongo las hamburguesas en la parrilla. Papá invitó al equipo a celebrar la terminación de la semana de finales, así que ahora es mi trabajo entretenerlos y pretender que todo es normal. —¿Cómo está? —Tengo que forzar la pregunta y fingir que no duele como una perra. Chris se encoge de hombros. —No está bien. —Ya ni siquiera se parece a él —argumenta Keegan—. Está flaco y pálido y se queda allí sentado con la boca abierta… ¿qué? —pregunta cuando todos se vuelven para mirarlo. —¿Un pequeño bocadillo? —sugiere Mason. Keegan levanta sus palmas. —¿Qué? Es lo que es. Nadie aquí realmente piensa que regresará. ¿Me equivoco? Excepto tal vez Mia, pero ella está adentro. —Eres un idiota —murmura Mason. Chris suspira, e intercambiamos una mirada. Se acerca a mi al lado de la parrilla —Ignora a K —susurra, así solo yo puedo escuchar. Trago duro. —No dice nada que no sepa, ¿verdad? Asiente y mete las manos en sus bolsillos. —Todavía odio escucharlo. Brogan fue uno de los buenos. —El mejor —concuerdo, y mi voz se quiebra con la palabra mejor, como si estuviera pasando por la pubertad otra vez. A la mierda estos remordimientos. Si pudiera retirar las cosas que le dije esa noche, si pudiera cambiarlo todo…

79

—No hagas eso —exclama. —¿Qué? —No lo pintes como un santo por lo que sucedió. Todos lo amamos y lo que sucedió es una mierda, pero no te tortures por pelear con él esa noche. Engañó a Mia. No era un santo. —La mandíbula de Chris es dura, y me da la impresión que ha estado esperando un momento para tener la oportunidad de decir eso. —Mi psiquiatra quiere que lo visite —admito—. Estoy atrapado en esta maldita casa todo el tiempo, pero consiguió que mi oficial de libertad condicional accediera a dejarme ir a ver a Brogan. —Eso es genial —afirma. —No creo que vaya a hacerlo. Lo vi en el hospital y lo visité varias veces antes que los Barrett se mudaran a Indy. El doctor cree que es más probable que empiece a consumir de nuevo si no resuelvo la mierda entre Brogan y yo. —Gruñendo, niego con la cabeza—. Como si pudiéramos tener una conversación o algo así. —Mia piensa que sabe lo que sucede a su alrededor, y por lo que he leído sobre PVS, no estoy seguro, pero… —Toma la espátula de mi mano y voltea las hamburguesas antes que las queme por completo—. Es tanto por ti como por él. Tienes que decir tu parte. Levanto un hombro. —Ya veremos. —Su madre manda saludos —comenta e inclina su cabeza—. Me dijo que te diera las gracias, dijo que sabrías por qué. Keegan escuchó y bromeó todo el camino a casa que probablemente la tocaste. Pero supongo que hablaste con tu padre para ayudar con algunos de los gastos médicos de Brogan después de todo. Eso fue genial, hombre. —Es solo dinero. No es la gran cosa. Gruñe. —Sí, tal vez, pero todos sabemos cómo es tu padre. Estoy seguro que no fue fácil convencerlo de eso. ¿Qué está sacando? Encogiéndome de hombros, ajusto las llamas de la parrilla. Mi padre es un tacaño, no ayudaría a otra familia con sus facturas médicas, incluso si recibiera el Premio Nobel de la Paz por ello. Todo lo que hice fue convencerlo para que me dejara acceder a mi herencia. Los Barrett supusieron que el dinero era de papá, y los dejé. Mi padre cree que le vendí mi alma para obtener ese dinero anticipadamente, pero está engañado. No es mía para vender.

80

—Ahí está Mia —señala, y levanto la cabeza, pensando que se unió a nosotros en el patio. En cambio, mira hacia las ventanas de la cocina donde está parada con la cabeza inclinada, probablemente lavando platos—. Estoy preocupado por ella. —Yo también. —He estado en casa casi un mes y camina como un robot. Katie es la única que obtiene sus raras sonrisas, y hasta donde puedo decir, solo sale de la casa para ver a Brogan y comprobar a su padre. No está viviendo. Está sobreviviendo. —Bailey dijo que ya nunca sale, y que no es la misma. Estoy seguro que todo esto no ha sido fácil para ella, pero ya que ustedes dos viven aquí, pensó que podrías saber más. —Me estudia, y las preguntas en sus ojos son más complicadas que las que salen de su boca—. ¿Crees que está bien? —No sé —respondo, pero la verdad es que no creo que esté bien. Y me está carcomiendo todos los días. —Desearía que se una a nosotros. ¿Quieres que vaya a hablarle? Le entrego la fuente de las hamburguesas y niego. —No. Tengo esto. Alimenta a los salvajes; voy a hablar con Mia. —Bien. El interior de la casa es como un mundo diferente. Frío en contraste con el calor, silencio contra el ruido alto. Con los chicos, todo se vuelve caótico y desordenado, pero aquí todo es blanco y estéril. Como el interior de una tumba. Mia está sentada a la mesa de la cocina con un libro, las copas de vino que acaba de lavar se secan al aire en el desagüe. Lleva un vestido corto de color rosa que oculta sus curvas, pero muestra toda la piel color caramelo de sus largas piernas, y sus pies descalzos están apoyados en la silla a su lado. —Hola —exclamo en voz baja, pero todavía salta y me mira con los ojos muy abiertos. Deja su libro. —¿Necesitan algo? No quería estorbar. —Necesitamos que vengas afuera. —Para cocinar la comida o… —Estar con tus amigos. —No, gracias —responde, volviendo a levantar su libro. —Mia, Katie ni siquiera está aquí. Puedes tomarte una hora para hablar con otras personas de tu edad.

81

—No —indica sin levantar la vista. Arranco el libro de sus manos y quiero rasgarlo por la mitad cuando me doy cuenta de lo que es. Puedo oírte: Un hombre despierta de PVS y conmociona al mundo. —¿Qué es esta mierda? —Se llama libro. —Evita mi mirada y se estira para recuperarlo. Lo mantengo fuera de su alcance y miro la descripción en la contraportada antes de volverme hacia ella. —¿Es esto lo que estás esperando? ¿Vas a poner tu vida en pausa y esperar en caso que salga de esto algún día? ¿No te han dicho cómo funciona? —Sacudo el libro—. Esto no es lo que sucede. Esto fue un golpe de suerte. Brogan no regresará. Mantiene su mirada en el piso, y aunque sé que estoy en lo cierto, me gustaría que discutiera conmigo, que me gritara por renunciar a él, o gritarme por no creer en los milagros. Alguna cosa. Cualquier cosa que me demuestre que no está descuidando su vida. —¿Quieres recuperar este libro? —pregunto, metiéndolo en la parte trasera de mi pantalón. —Sí, por favor. —Es tuyo. Todo lo que tienes que hacer es dejar de ignorar al resto del mundo y salir. Se levanta de la silla, con los ojos muy abiertos, las manos en las caderas. —No me posees, Arrow Woodison. Casi sonrío. Se siente tan bien verla levantarse, ver la ira parpadear en sus ojos y teñir sus mejillas de rosa. —Nunca dije que lo hiciera. —Entonces déjame en paz. —Me encantaría, si alguna vez hicieras algo más que trabajar y estudiar. —No es asunto tuyo cómo vivo mi vida. Avanzo, acechándola, pero con cada paso que doy, retrocede otro a su vez. —No me importa cómo vives tu vida. Solo quiero que la vivas, que no te escondas de ella. Su espalda golpea la pared y levanta los ojos hacia los míos, su boca marcada en una línea obstinada. —No me estoy escondiendo de nada.

82

Doy el último paso y sus senos me rozan el pecho. Más cerca, y todo su cuerpo estaría presionado contra el mío. Mi boca se seca, y mis terminaciones nerviosas parecen estiradas hasta su límite, ya que duelen por un contacto que no está del todo allí. —Lo haces. Te estás escondiendo de todo. De todos. Brogan se ha ido, y tú quieres que regrese. Lo entiendo. Pero estás aquí. Vive tu vida, Mia. —Mi voz tiembla ligeramente en las palabras. ¿Se da cuenta? ¿Le importa? —¿Qué vida? —susurra. Quiero besarla, chupar su labio inferior en mi boca y morder hasta que sienta el dolor y el placer de ser carne y hueso. Quiero llevarla arriba y desnudarla, poner mi boca en sus partes más sensibles hasta que grite llena de vida. —No moriste esa noche. Traga. —No. La muerte hubiera sido más fácil.

83

Esta vez, cuando los golpes contra la pared me despiertan en medio de la noche, sé lo que es. Me siento en la oscuridad todo el tiempo que puedo soportarlo, pero no puedo simplemente escuchar su tormento y no hacer nada, así que me levanto de la cama, agarro el monitor de bebé y entro silenciosamente en su habitación. No sé lo que estoy haciendo. Lo más probable es que despertarlo no vaya a ir mejor que la última vez. Lentamente cierro la puerta y pongo el monitor en el tocador antes de caminar hacia su cama. Las cortinas están abiertas, y una franja de luz de luna ilumina su rostro. Su frente está húmeda, reluciente de sudor, y su mandíbula apretada. —Mia —masculla. O al menos creo que eso es lo que dice. Su cabeza se revuelve de lado a lado, y mi estómago se tensa. Me siento en el borde de la cama y deslizo mis dedos sobre su antebrazo. —Arrow, despierta. —Mi tono es demasiado bajo, lo sé, pero me temo que podría asustarlo y empeorar la pesadilla. Hablo un poco más fuerte esta vez―. Estoy aquí. Está bien. —Gime suavemente, y parte de la tensión abandona sus hombros cuando su cabeza deja de sacudirse y cae a un lado. Con cada inhalación su respiración se hace más estable, y su rostro se relaja hasta que siento que la pesadilla ha pasado y puedo irme. Quitando mi mano de su antebrazo, me levanto. —Mia —murmura. Esta vez sus ojos se agitan suavemente—. No te vayas — Extiende la mano y sus dedos rozan los míos antes de volver a la cama. No sé si está despierto o si recordará esto por la mañana, pero no puedo resistir las súplicas de un Arrow indefenso, así que vuelvo a sentarme en la cama. ―Gracias —susurra. Cuando envuelve su brazo alrededor de mi cintura y me guía junto a él, no me resisto. Mi corazón casi tiembla con cada latido, las lágrimas surgen en mi garganta al sentir su cálido pecho contra mi espalda y su brazo alrededor de mi cintura. Pero cuando me doy permiso para dejarlo abrazarme,

84

quedarme y cerrar los ojos, encuentro que el sueño está más cerca de lo que ha estado en meses.

85

¿Que se supone que haga? Mia está en mi cama y en mis brazos, y no tengo idea de qué diablos se supone que debo hacer al respecto. Vagos recuerdos de la noche anterior vuelven a mí. La pesadilla. La voz suave de Mia. Tomé una maldita píldora para dormir y pensé que la había soñado. ¿Por qué otra razón habría venido tan voluntariamente a mis brazos? Pero aquí está, y esto definitivamente no es un sueño. Este soy yo con una puta erección sujetando a la chica que nunca podré tener. Me apoyo sobre un codo y la miro. Su rostro está en penumbras, y desearía que hubiera más luz para poder ver sus rasgos, así podría memorizar la forma de sus labios y el rubor de sus mejillas mientras duerme. Es una noche oscura y despejada. El tipo de noche en que me gusta estar detrás del granero, alejarme de las luces de la casa principal y mirar las estrellas hasta que me olvido que tengo un cuerpo. Hasta que me disuelvo y no soy más que vacío flotando en el espacio infinito entre aquí y para siempre. Pero con Mia en mis brazos, no quiero convertirme en nada. Quiero estar aquí, saborear la sensación de piel contra piel, escuchar sus gemidos y ver el brillo en sus ojos antes de ceder al placer y nublarse. Al no confiar en mí mismo, retiro mi mano de su estómago y retrocedo tanto como puedo sin mover el colchón. Sería tan fácil tocarla ahora mismo. En mi cama. En la oscuridad. No necesito luz para memorizarla. Usaría mi lengua para trazar la forma de sus labios, mi boca para explorar la curva de su cadera. La oscuridad es el demonio sobre mi hombro, susurrando su permiso para hacer todo lo que no puedo. Para despertarla y besarla. Para sostener sus manos y mirarla a los ojos mientras me deslizo en su interior. Estoy obsesionado por su respiración, el arco de su cuello mientras gime, y lo quiero todo de nuevo. Tocarla me daría las alas que podrían sacarme de este infierno.

86

Pero el indulto sería temporal, y cuando me derrumbara de nuevo, la arrastraría conmigo. Trazo la longitud de su cuello y trago duro. —Mia. —Su nombre es un sonido estrangulado que se escapa de mi garganta— . Mia, despierta. Se incorpora de un tirón y las mantas caen hasta su cintura. No vayas allí. ―Tienes que irte. —Lo siento. Tú… —Niega y se levanta de la cama—. Me pediste que me quedara. Porque te necesito. —Estaba soñando. —Claro. —Se tambalea hacia la puerta, llevándose todo el calor de mi cama con ella, y me siento tan jodidamente débil porque me tragaría todo mi orgullo para llamarla de vuelta. Para suplicarle que me dé una noche. Una hora. Un minuto en mis brazos. Pero Brogan nunca podrá pedirle eso otra vez, entonces ¿por qué creo que tengo el derecho? —No es tu trabajo verificarme en el medio de la noche —argumento—. No me confundas con mi hermanita. —Cuando abre la puerta, es una silueta contra la luz del pasillo, y me doy la vuelta para no tener que verla irse. —No te culpo, sabes. Esa palabra. Culpa. Esa palabra me duele en el pecho. Se debilita las barreras que mantienen todos mis pensamientos atrapados dentro. Trago saliva y lentamente giro hacia atrás para enfrentarla. Está de espaldas al salón, y sus brazos están envueltos firmemente alrededor de sí. —¿Culparme por qué? —Por odiarme —susurra—. Sé que me odias y no te culpo, pero me gustaría…—Vuelve la cabeza. —¿Crees que te odio? Se encoge de hombros. —No tienes que fingir lo contrario. Solo necesitamos encontrar una forma en que podamos vivir juntos cuando…

87

Aparto las mantas y salto de la cama, dando un paso adelante, acercándome antes de poder detenerme. Luego, otro paso, porque me atrae su olor y su calor, lo anhelo como un hombre abandonado anhela el agua. —No te odio —gruño. Debería detenerme allí. El muro entre nosotros es para su beneficio más que para el mío. Pero no puedo dejar de pensar en su respuesta cuando le dije que no murió esa noche. La muerte sería más fácil. Las palabras me roban el aliento y atrapan mis pulmones en una prensa, una sensación que revivo una y otra vez cada vez que las recuerdo. —No tienes que mentir —increpa—. Lo veo en tus ojos, Arrow. —No te odio —repito, rechinando las palabras entre los dientes apretados—. Te quiero. Su mirada se dirige a la mía y se queda sin aliento, sus labios forman una pequeña O de sorpresa. —Tú… —Te quiero. —Mis ojos se han adaptado a la luz, y la recorro con la mirada, la oscura camiseta sin mangas con los delgados breteles que caen de sus hombros, ese pequeño pantalón corto de algodón que me vuelve loco, sus ojos marrón oscuro llenos de más bondad de lo que merezco. No puedo tener esa bondad. Ni siquiera debería tenerla así de cerca. Mia merece más que una cagada, más que esta fealdad de la que nunca escaparé, y sin embargo, la muerte sería más fácil. Acorto la distancia—. Me acuesto y pienso en ti al otro lado de la pared. ¿Tienes alguna idea de lo difícil que es para mí dejarte dormir sola en esa cama? Quiero subir a tu lado… En el fondo de mi mente, escucho a mi consejero de rehabilitación. No esperes más de tu fuerza de voluntad de la que puede manejar. Eres humano Tienes debilidades Aléjate de las cosas que anhelas, y nunca tendrás que ser más fuerte que esas debilidades. Las drogas nunca fueron mi debilidad. Pero Mia… Su lengua sale, dejando su labio inferior mojado. Doy otro paso adelante y rozo mis nudillos contra su cintura. ―Quiero deslizar mi mano en estos jodidos shorts de algodón en los que duermes y recordarte que todavía estás viva. —Arrow —pronuncia mi nombre como si fuera aire, y quiero estar más cerca para que pueda respirar en mí. Le daría mi último aliento si eso arreglara esto. —Quiero quitarte la ropa. —Agarro un lado de su camisa, luego la dejo. Ahora que he comenzado, es como si no pudiera parar—. Quiero extender tus piernas y ver si estar dentro de ti podría ser tan increíble como lo recuerdo.

88

Respira irregularmente y separa los brazos a los lados. —Entonces hazlo. Me estremezco. Ofrece su cuerpo mientras su mente está llena de tristeza. —No puedo —afirmo—. Porque más que nada… —Trago con fuerza—. Quiero ser digno de la mitad de la atención que le das a un hombre muerto. Pero no lo soy. Doy un paso atrás, y sujeta mi camisa antes que pueda retroceder un paso más. —No —demanda. —Mia… —No me digas cosas así y luego te vayas. —No debería decir cosas así en absoluto. Ambos lo sabemos. —Cierro los ojos y tomo una respiración profunda, aspirando su dulce aroma, inclinándome hacia su calor—. Y tengo que irme. Como debería haberlo hecho esa noche en el lago. Suelta mi camisa. —Tú eres digno —exclama, y sale corriendo de la habitación. Tú eres digno. Contengo la respiración porque al salir esas palabras de su boca, las hace ciertas, y quiero aferrarme a ese sentimiento tanto como pueda.

89

—¿Dónde están tus libros? Bailey se deja caer en el sofá a mi lado y apoya la cabeza en mi hombro. Solíamos sentarnos así todo el tiempo. Durante un semestre, me sentí como una estudiante universitaria normal, viviendo en este apartamento con Bailey, asistiendo a clases en Terrace, saliendo con Brogan. Pero la muerte es costosa, y cualquier fondo de emergencia que tuve fue agotado por el funeral de Nic, y luego estaba la cuestión de atender a papá. El día después que enterramos a mi hermano, las luces de papá se apagaron por falta de pago, y descubrí que no había cancelado el importe del alquiler en el estacionamiento del remolque en casi un año. Tuve que mudarme, y Bailey tuvo que buscar a otra compañera de habitación que no se asustara ante la perspectiva de la renta y los servicios públicos. Bailey suspira. —Mentí. —¿Qué? —No hay una prueba para la que necesite ayuda para estudiar. Los finales fueron la semana pasada. Mi estómago se hunde. El semestre ha terminado. Un semestre completo desde el accidente, y he estado escondida en casa de los Woodison, marcando el tiempo. Esperando a que Brogan se despierte. —Debería haberlo sabido, ¿eh? —Tienes algunas cosas en la cabeza. —Me da una sonrisa tentativa—. Solo quería verte, y la única forma que me hagas tiempo es si piensas que me estás ayudando. Me estremezco. —¿Soy tan mala? Toma mi mano y la aprieta. —Me preocupo por ti. Te ves más estresada de lo habitual. ¿Qué pasa?

90

Esa es una pregunta difícil. Lo que pasa es que dormí en los brazos de Arrow anoche. Lo que pasa es que no puedo dejar de pensar en él, ya que me dijo que me quiere. Lo que pasa es que me le ofrecí, y me envió a volar. —¿Alguna vez piensas en quién conducía el auto? —pregunto. No tengo que explicar qué auto ni cuándo. El accidente nunca se aleja de nuestras mentes. —No creo que Nic estuviera traficando nuevamente —señala—. Es una mierda. E incluso si algunos de los matones con los que solía traficar decidieran deshacerse de él, ¿cómo sabrían que debían ir a buscarlo en la curva de Deadman en el medio de la noche? —Niega—. No lo creo. —Yo tampoco. Baja la mirada y se muerde el labio inferior. —Solía pasar tanto tiempo pensando en quién lo hizo —comenta—. No podía dormir. Me sentaba en el estacionamiento del Pretty Kitty y catalogaba a cada hombre que subía a una camioneta oscura. Resulta que esa es una opción de automóvil muy popular por aquí —Quienquiera que haya sido, golpeó a dos hombres adultos —acoto. —Lo sé. Y el hijo de puta se fue. —Niega—. No está bien. —No, quiero decir, Brogan y Nic no eran chicos pequeños. Debieron haber dañado el auto, ¿verdad? Se encoge de hombros. —Sí. Estoy segura. —Luego se sienta—. La lista de personas que conducen camionetas oscuras podría ser increíblemente larga, pero las que conducen camionetas oscuras y destartaladas… Asiento. —O a los que mandaron a reparar sus camionetas oscuras… —Pero seguramente la policía ya revisó esto —indica. —Dicen que la investigación está en curso, y no me van a decir lo que han hecho. Pero ya sabes cómo funciona la policía en esta ciudad. —Me abrazo por mi cintura. No puedo dejar de pensar en lo que dijo Arrow sobre mí actuando como si hubiera muerto esa noche. Tal vez si tuviera algunas respuestas, vivir mi vida no sería una traición para Brogan—. ¿Qué pasa si están tratando de proteger a alguien? ¿Un oficial, o el hijo de un oficial o algo así? —Me he preguntado lo mismo.

91

—Hice algunas llamadas esta mañana —admito—. Llamé a diferentes talleres de mecánica en el área para ver si me daban información de si habían reparado automóviles que coincidían con la descripción. —¿Alguna suerte? —Conseguí un “Buen intento, señora”, “Dejé de perder el tiempo” y “¿Quién crees que eres?” Así que dejé de llamar. Me señala. —Ahí es donde te equivocaste. Tienes que hacer esta mierda en persona. Con escote. Arqueé una ceja. —¿De verdad crees que las tetas harán que las personas nos den respuestas? —No estamos hablando de personas. Estamos hablando de hombres. Comenzamos en el taller de mecánica más popular de la ciudad: Crowe's Automotive. Entramos y esperamos en la recepción. A la derecha de la sala de espera hay una pared de vidrio que da al taller. Recuerdo cuando este lugar fue construido. Todos pensaron que era lo mejor que habían visto en su vida. Bailey roba una menta del cuenco y se la mete en la boca antes de tocar la campana. —¿Sabes qué es sexy? —pregunta con su dulce en la boca. —¿Qué? —pregunto. No estoy realmente interesada en su respuesta, pero cuando señala, tengo que mirar. —Eso —indica con un suspiro—. Él. Allí, de pie al otro lado del cristal, en jeans bajos y una camiseta blanca manchada de aceite, está Sebastian Crowe. —Lo conozco —afirmo. Ladea la cabeza y cruza los brazos. —Lo juro, tienes algún tipo de imán de músculos incrustado en ti. Cuanto más músculo tienen, más rápido vienen. —Resopla—. Eso sonó más sucio de lo que quise decir, pero probablemente también sea cierto. —Dije que lo conozco. Como, lo vi una vez. Me ayudó a poner a papá adentro después que lo recogí del Pretty Kitty hace unas semanas. Creo que vive en el parque de casas rodantes. —¿En serio? Pensé que se suponía que la mecánica debía dar mucho dinero.

92

Me encojo de hombros, pero no tengo la oportunidad de responder porque Sebastian empuja la puerta de vidrio oscilante que separa el taller de servicio de la zona de espera. Su mirada se posa primero en mí. —Mia. ¿Estás bien? ¿Tu papá necesita algo? —Ya está agarrando un juego de llaves de un gancho en la pared detrás del mostrador. —Imán de músculos —murmura Bailey a mi lado. Le doy un codazo en el costado. —Papá está bien. En realidad, estamos buscando información sobre, mmm, los servicios que brindan. Bailey me mira exasperada. —Novata. —Tira del dobladillo de su camisa, y el escote ya bajo cae un centímetro más. Apoyando los codos en el mostrador de servicio, se inclina hacia delante y sonríe a Sebastian—. Estoy investigando para mi clase de mercadeo. Se supone que debemos analizar los mercados locales, y elegí el trabajo de carrocería. —Arrastra su mirada significativamente hacia su pecho—. Ya sabes, en los autos. Sebastian gruñe, y no puedo evitar que me caiga bien por no estar impresionado por el acto de Bailey. Un hombre mayor con el cabello y los ojos oscuros de Sebastian entra en la sala de espera, y los ojos de Sebastian se vuelven hacia mí, interrogantes. —Estamos buscando información sobre las personas que han solicitado trabajos de carrocería aquí desde el comienzo del año —explico—. Todo, desde una pequeña abolladura hasta daños graves. El hombre que supongo que debe ser el señor Crowe pone los ojos en blanco. —¿Quién te envió? ¿El local de Denny? Les dije que no estamos compartiendo nuestra información. Estos jóvenes empresarios hoy con toda esta mierda del comprador secreto. —No somos compradores secretos —aseguro—. Solo queremos los nombres de personas que… —¿Quieres los nombres de mis clientes? —espeta el hombre—. Dame un jodido descanso. Denny te envió. Tratando de cazar furtivamente a mis clientes. ¿Qué va a hacer? ¿Llamar y decirles que lo hice mal para que pueda rehacerlo? Dile que si hiciera un buen trabajo, no tendría que enviarte aquí en un lamentable intento de hacer negocios. —No realmente. Yo…

93

Sebastian levanta una mano y sostiene mi mirada. La advertencia está clara y fuerte: Detente mientras puedas. —No te preocupes por eso, papá. Veré si puedo ayudar a las chicas con su proyecto de mercadeo sin compartir ninguna información de nuestros clientes. —Sale del mostrador y se dirige a la puerta de entrada—. Vamos —ordena, mirándonos por encima del hombro—. Las acompañaré hasta su auto. —Gracias —digo a su padre. Bailey y yo corremos hacia la puerta, escapando de la creciente incomodidad que llena la sala de espera. —¿Qué crees que estás haciendo? —pregunta Sebastian cuando la puerta se cierra detrás de nosotros—. Y no me digan esa mierda sobre un proyecto de mercadeo. El semestre acaba de terminar, y ustedes dos ni siquiera van a la misma universidad. Bailey apoya sus manos en sus caderas. —Bueno, no estás familiarizado con nuestras vidas, Mr. Músculo. Poniendo los ojos en blanco, pasa una mano por su cabello. —Por favor díganme que esto no es sobre el accidente. Bailey mueve su mirada hacia mí y suelta sus manos de sus caderas. —Era una camioneta —explico, mirándolo a los ojos—. Grande y cuadrada, por lo que probablemente no sea un modelo reciente. Golpeó a dos hombres adultos. Tuvo que haber algún daño. —¿Qué te hace pensar que era alguien local? —pregunta—. ¿O que hicieron el trabajo aquí? Podría haber sido otro taller de mecánica, demonios, si estuviera tratando de ocultar algo, podría ir a un lugar en Indy o Louisville. No donde ocurrió el crimen. —Lo sé —afirmo—. Ya sé todo eso. Pero solo tengo que hacer algo, ¿está bien? Tengo que buscar. Sebastian se da vuelta y mira por encima del hombro hacia la tienda. —¿Quieres nombres? —Sí. No le diré a nadie de dónde obtuve la información. —No prometo nada, pero veré lo que puedo hacer.

94

Odio la cinta de correr. Me encanta trotar. Me encanta presionar mi cuerpo y agitar mis piernas tan rápido que mis pulmones se queman. Pero odio estar atrapado en esta cinta. Quiero cielo abierto, no techo. Quiero las subidas y declives de una colina real y el ascenso y caída de la tierra, no el zumbido de la inclinación mecánica. Después de ocho kilómetros, hago carreras cortas, forzando mi cuerpo y piernas hasta que mi corazón late con tanta fuerza y mi aliento llega tan rápido que no hay más espacio para ningún pensamiento. Son más de las diez cuando dejo el gimnasio del sótano y subo las escaleras. La casa está oscura, pero las luces del patio están encendidas. Tomo un batido de proteína de la nevera y salgo. A pesar de la humedad, el aire de la noche es refrescante. Avanzo otro paso para mirar las estrellas, pero mis ojos se posan en la figura que nada en la piscina y nunca encuentran el camino hacia el cielo. Lleva un modesto bañador negro de una pieza y da vueltas, braceando a través del agua y su cabello oscuro se extiende detrás de ella. Se ve como una diosa. No sé cuánto tiempo la miro. Diez vueltas. Veinte. Treinta. Su cuerpo y sus movimientos me hipnotizan. Cuando emerge, se agarra al borde de la piscina y toma desesperadas bocanadas de aire. No soy el único que huye de los pensamientos esta noche. —¿Cuánto tiempo has estado parado allí? —pregunta sin mirarme. —No mucho —miento. Sale del agua, y durante las dos respiraciones que le toma agarrar su toalla, tengo la posibilidad de ver sus curvas. Esas piernas tensas y tonificadas, sus caderas, la redondez modestamente cubierta de su trasero, la curva de sus pechos. Envuelve la toalla bajo sus brazos en su mejor intento por esconderse de mí, pero mi mente lo recuerda todo. También lo hacen mis manos. —Es toda tuya —señala con un gesto hacia la piscina—. Disfruta. —Mia, yo… —Pero mantiene su cabeza baja y desaparece en la casa, dejándome solo.

95

Apago las luces del patio y me paro en la oscuridad durante unos minutos. Cuando regreso a mi habitación, la ducha suena en el baño al otro lado del pasillo. Mi corazón tiembla y tropieza ante la idea de Mia desnuda bajo el rocío. No tiene que ocultar sus curvas de mí. Cada centímetro de su piel está marcado en mi cerebro como el mapa de la ruta hacia la salvación. Me apoyo contra la pared y espero mi turno. Hay otras duchas en la casa, pero quiero usar esta. Y quiero ver a Mia una vez más antes de meterme en la cama y rendirme a mis pesadillas. Cierro los ojos y escucho los sonidos dentro del baño, pero mis planes se rompen cuando suena mi celular y aparece el nombre entrenador Wright en la pantalla. Respondo a regañadientes. —¿Hola? —Estoy en tu puerta, pero no quiero despertar a la bebé con el timbre. Ven y déjame entrar. Aprieto mis ojos cerrados. No quiero hablar con nadie esta noche, pero especialmente no con mi entrenador de fútbol. Solíamos ser cercanos. Se dio cuenta de mi talento cuando era joven y se aseguró que todos los que necesitaba también lo notaran. Luego, cuando llegó el momento de ir a la universidad, se aseguró que, no solo tuviera un lugar en el equipo de BHU, sino que realmente tuviera la oportunidad de jugar. Siempre ha estado de mi parte y me ha empujado a ser lo mejor posible, pero no puedo mirarlo a los ojos en estos días. Lo defraudé, como a todos los demás. —Voy en camino. Bajo las escaleras y veo la silueta detrás de la puerta principal. La abro y el entrenador me abraza y no quiero. Miro fijamente su Cherokee negra estacionada en la entrada circular en lugar de pensar en lo que significa su abrazo, lo preocupado que está por mí. Cuando retrocedo, capto la decepción en sus ojos verdes antes de girar para llevarlo al sótano. —Hablé con los otros entrenadores hoy —explica mientras se hunde en uno de los sofás de cuero oscuro en la sala de estar. Se ajusta el cuello de su polo e inclina su cabeza canosa para alisar las arrugas invisibles en sus vaqueros—. Estamos de acuerdo en que no hay ninguna razón por la que no puedas entrenar nuevamente con el equipo después de tu arresto domiciliario, suponiendo que subas tus calificaciones durante los cursos en línea. Entrena con el equipo y luego ingresa al reclutamiento la próxima primavera. Solo una temporada por fuera antes que vuelvas al juego.

96

No me siento, camino hacia la pared opuesta y estudio el collage de fotos de bebé que Gwen tiene en exhibición. Su rostro se ve más viejo de repente, como si sus arrugas se hubieran profundizado en los últimos meses. Le hice eso. —¿Quieres jugar de nuevo, verdad? —El tono en su voz insinúa exasperación, como si fuera una pregunta tan simple. Dejo caer mi cabeza. El fútbol ha sido parte de mi vida desde el día en que nací. Los sueños de mi padre en la NFL fueron aplastados por una lesión temprana en la universidad, y no deseaba que su hijo tuviera la carrera que había perdido, lo daba por hecho. Nunca me importó, porque llevar un balón de fútbol era tan natural para mí como respirar. Es solo que desde el momento en que entré al hospital y vi a mi mejor amigo convertido en un vegetal, no tenía muchas ganas de respirar, y mucho menos de jugar a la pelota. Todos esperan que siga mis sueños mientras Brogan se marchita junto a su cuerpo. —Está bien —exclama el entrenador—. Te guiaremos a través de esto y nos reencaminaremos. En un par de años, jugarás profesionalmente, y todo este lío estará detrás de ti. —No puedo hacerlo —susurro. Es la primera vez que lo digo. En nuestras docenas de charlas desde la víspera de Año Nuevo, lo he pensado mil veces pero nunca lo he dicho en voz alta—. No puedo hacerlo más. Es demasiado. —Arrow, no lo hagas. Tenemos que poner el pasado en el pasado, enfocarnos en tu futuro. Giro para enfrentarlo. —¿Y qué hay de Brogan? ¿Puede enfocarse en su futuro? —¿Crees que esto es lo que él querría para ti? ¿Saliéndote de control, autodestruyéndote? —Se levanta del sofá y me mira por un largo minuto. Cuando no respondo, suspira y comienza a subir las escaleras. Lo observo irse, odiando esta nueva distancia entre nosotros, pero necesitándola para defenderme de la simpatía en sus ojos. Cuando llega a la cima, se detiene. —Eres como un hijo para mí, y haría cualquier cosa por protegerte. Puedes odiarme si quieres, pero solo quiero lo mejor. Mereces un buen futuro, lo creas o no. La puerta del sótano se cierra con un clic, y escucho sus pasos y el sonido de la puerta de entrada abriéndose y cerrándose nuevamente. Vibrando con la frustración convertida en furia, me muevo, apenas registrando el dolor que irradia por mi brazo cuando mi puño atraviesa el vidrio de un marco en la pared. Grito. Del dolor que

97

me quema la mano, de la frustración de vivir esta vida, de la agonía de soportar estos secretos. Me hundo en el suelo, mi puño atraído hacia mi pecho, y apenas registro el sonido de pies en las escaleras. —Oh Dios mío. ¿Qué has hecho? Parpadeo hacia Mia. La rabia impotente me nubla los ojos, y mis dedos están calientes y pegajosos de sangre. —No lo hagas. —Me alejo cuando me alcanza, pero es demasiado tarde. La sangre ya está en sus manos. —No puedes jugar si no puedes sostener una pelota. ¿Por qué estás tratando de arruinar tu vida? Niego y me levanto. El vidrio cruje bajo mis pies. El mundo gira con el tipo de dolor que no he sentido desde que me rompí la clavícula en la escuela secundaria. Me apoyo contra la pared en busca de apoyo, y el mundo se endereza solo. —No tengo una vida. Solo soy un desastre. Pregúntale a mi papá. Pregúntale al entrenador. Pregunta a cualquiera. Trata de tomar mi mano otra vez, y cuando la mantengo fuera de su alcance, se acerca más hasta que tiene que estirar el cuello para mirarme. Su boca está tan cerca, tan tentadora. —Déjame ayudarte, por favor. Parpadeo cuando sus palabras me devuelven en el tiempo. A mi auto. A sus dedos rozando debajo de mi cintura. “Déjame. Por favor”. Quiero volver a esa noche y quedarme allí. Nunca dejar el lago. Nunca dejarla salir de mis brazos. —¿Te acuerdas de esa noche, Mia? ¿Recuerdas haber dejado que te tocara? Algo brilla en sus ojos, pero los cierra, bloqueando la emoción antes que pueda leerla. —Tenemos que llevarte al hospital. —No puedo —susurro. El mundo se vuelve borroso, los bordes difuminados por el dolor—. Arresto domiciliario. —Creo que rompiste tu mano. Estoy bastante segura que tu agente de libertad condicional te perdonará un viaje a la sala de emergencias. —¿Te acuerdas? —pregunto de nuevo. Mi voz no suena como la mía—. Necesito saber.

98

Asiente, y hay tanta maldita tristeza en sus ojos que debería odiar esto, pero no puedo. Porque está cerca. Y cuando no lo está, el aire no es apto para respirar. —Por supuesto que recuerdo —exclama—. ¿Tú? —Sí. —Cada momento. Su mirada se dirige a mi boca y sus labios se separan. —Lo siento. —Lleva su mano a mi mandíbula y pasa los dedos por la barba. —¿Por qué dirías eso? —Porque te arrepientes —afirma—, y yo también debería. Cierro los ojos, diciéndome que solo es un momento. Estoy tan atrapado en el dolor y el recuerdo, puedo permitirme este acercamiento. El contacto de su piel con la mía me hace querer tanto lo que nunca podré tener. —No me arrepiento. —Mi voz se rompe con las palabras, y me alejo antes de poder decir más. Antes que pueda admitir que la reminiscencia es todo lo que tengo. Es lo único que me recuerda que estoy vivo. El recuerdo de la boca de Mia, su toque, la forma en que sabe, eso fue todo lo que me impidió seguir a su hermano hasta la tumba en la que lo puse.

99

Parte IV: Antes

Mayo, ocho meses antes del accidente

100

Normalmente evito las fiestas fuera del campus. Siempre son más problemas, alcohol y drama de lo que valen, pero mis compañeros de equipo se confabularon contra mí, y acepté venir a esta. Cuando llego, la calle está llena de autos y la música sale de la casa. El porche está atestado de gente que bebe de vasos rojos y fuman, y decido que voy a hacer una aparición y regresar al dormitorio. Ya puedo decir que esta fiesta, son problemas. Entro y veo a Mia en la cocina, y hago una pausa. Problema. Soy impactado con el doble efecto de deseo y culpa profundamente en mis entrañas. Ni siquiera debería pensar en ella como Mia. Debería pensar en ella como la chica de Brogan. Pero siempre será Mia para mí. Siempre será más para mí de lo que puedo admitir a nadie. Dios, es hermosa. Esta noche su cabello largo y oscuro está desatado, colgando en rizos sueltos alrededor de sus hombros desnudos. La blusa negra que usa se ajusta perfectamente a su cuerpo, mostrando sus curvas más descaradamente que con su elección de ropa habitual. Se ríe, y Bailey le da un vaso de chupito. Mia se lo traga como toda una profesional. Bailey levanta sus manos al aire. ―¡Sí! —Y rápidamente vierte otro. ¿Qué diablos? Me dirijo a la cocina y sujeto la muñeca de Mia antes que pueda llevar el segundo chupito a su boca. —Reduce la velocidad, campeona. Mi mirada se traba con la suya, y el tiempo se detiene. La habitación se silencia a nuestro alrededor, o lo parece, porque siguen allí. Al menos, así es, en mi caso. Ha

101

estado con Brogan por más de seis meses, y todavía me sacude una corriente eléctrica cada vez que nos tocamos. Soy horrible y despreciable. Estoy arruinado. No debería pensar en corrientes eléctricas en el caso de la chica de mi mejor amigo. —Pensaba que no bebías —increpo. —¿Quién eres, Arrow? ¿Su padre? Ignoro el débil puñetazo de Bailey en mi hombro y mantengo mis ojos en Mia. —¿Qué pasa? Mia evita mi mirada y traza el borde de su chupito. —Solo quiero soltarme un poco. Las palabras salen con un temblor. ¿Nervios? ¿Algo más? La sonora carcajada de Bailey desvía mi atención de Mia. Su sonrisa se extiende por su rostro. —Está tratando de relajarse para poder deshacerse de su tarjeta V. —Bailey —amonesta Mia, con los ojos como platos. Bailey se pone la mano en la boca, y Mia me mira—. Ignórala. Está borracha. ¿Su tarjeta V? —¿Eres virgen? —Oh, demonios. En algún lugar hay una lista de preguntas que no le haces a la chica de tu mejor amigo cuando la quieres secretamente para ti. Esa tiene que estar en algún lugar cerca de la cima. También hay una lista de preguntas a las que no debería importarte cómo responde la chica de tu mejor amigo, y probablemente también es la que está en número uno en esa lista. Mia mira a Bailey. —¿Por qué te conté esto? ¿Por qué? —Es virgen —exclama Bailey—. Por ahora. ¿Y planea ponerle fin a eso esta noche? ¿Con Brogan? Mi estómago se retuerce en nudos, pero logro mantener una expresión seria mientras le quito el vaso de la mano. —Si es el caso, probablemente no deberías emborracharte esta noche. —¿Dónde está Brogan, de todos modos? —cuestiona Bailey—. ¿No dijo que estaba aquí cuando te envió un mensaje de texto? —Tuvo que irse —comenta Keegan, tropezando con nosotros—. Su abuela está en el hospital.

102

Mia pone el vaso en el mostrador y desliza su mano en su bolso para recuperar su teléfono. Sus dedos tocan rápidamente la pantalla. —No tenía ni idea. Mierda. Bailey frunce el ceño. —Supongo que esto significa que no vas a entregarla esta noche. Mal momento, abuela. Mia le frunce el ceño. —Eres la peor de todos, ¿lo sabías? —Lo siento. Apesto con las cosas serias. Dile a Brogan que lo siento o lo que sea que se supone que tengo que decir. —Se muerde el labio y me mira discretamente—. Realmente no soy una perra, lo juro. Solo no soy muy experta con la vida. Suena el teléfono de Mia y desliza el dedo por la pantalla llevándolo a su oído. —¿Dónde estás? —Asiente, escuchando—. Lo siento mucho, cariño. Puedo conseguir un aventón y estar allí en… Oh. De acuerdo… Está bien. No por supuesto. Por favor, no te preocupes por eso. Entiendo… sí. De acuerdo. Bien, llama cuando tengas oportunidad, pero no te preocupes por mí… de acuerdo. Te amo. —Cuando cuelga el teléfono, toda la energía vertiginosa que zumbaba a su alrededor cuando entré aquí, se ha ido—. Su abuela tuvo un derrame cerebral. Está en el hospital. —¿Vas a ir? —pregunta Bailey—. Apuesto a que Chris no ha estado bebiendo. Probablemente podría llevarte. Niega con la cabeza. —No, es solo la familia en este momento. —Fuerza una sonrisa—. Te avisaré cuando sepa algo, pero creo que voy a salir, así estoy en un sitio con menos ruido cuando vuelva a llamar. —Está bien —concuerda Bailey. Mia se excusa, y la veo empujar a través de la multitud y salir al patio trasero. Cuando se ha ido, Bailey se vuelve hacia mí. —La madre de Brogan es una maldita puta. —¡Bailey! —¡No me llames Bailey! Te garantizo que es la razón por la que Mia no es bienvenida en el hospital. Solo la familia, Mia es familia, o debería serlo, pero esa mujer está decidida a mantenerla fuera. Miro las puertas de atrás.

103

—¿Vas a acompañarla? —Ni hablar. Porque acabaré llamando zorra a la hijaputa llena de prejuicios de la madre de su novio y eso solo la molestará. —Me palmea en la espalda—. Me temo que este es un trabajo para ti. Frunzo la frente. —¿Por qué yo? —Pero ya se ha ido, tragada por la multitud mientras se dirige hacia las personas que bailan en el otro lado de la habitación. —Oye, Arrow —llama Trish. Escanea la habitación—. ¿Has visto a Brogan? —No está aquí, Trish. —Y no querría estar contigo si así fuera. No es que no simpatice con ella. El amor no correspondido es una perra. Esquivándola, me dirijo hacia la parte de atrás, pero no encuentro a Mia en la terraza donde media docena de personas están fumando y otras docenas se están enrollando. Bajo los escalones hacia el patio y finalmente la veo sentada detrás del gran roble junto a la esquina trasera de la valla. Me agacho y me siento a su lado. —Hola. Se limpia las mejillas con el dorso de la mano. —Hola. ¿Qué pasa? —¿Quieres hablar de eso? —No. —¿Quieres hablar de otra cosa? —Eso sería genial. —Cruza sus piernas debajo y estudia la hierba, rastrillándola con los dedos. Me aclaro la garganta. —Las cosas deben ser muy serias entre tú y Brogan, ¿eh? —Es una pregunta estúpida y no el cambio completo de tema que prometí, pero no puedo dejar de pensar en los planes de entregarle su virginidad esta noche. —¿Crees que soy una hipócrita? —¿Por qué iba a pensar eso? —Porque estaba tomando chupitos y esperaba enrollarme después de una fiesta universitaria. El típico estereotipo de la perra, ¿no? —Respira largamente—. Pero no te preocupes. He aprendido mi lección.

104

—No creo que seas una hipócrita —susurro—. Y no podrías ser un estereotipo, aunque lo intentaras. —A lo mejor sí lo soy. Me digo que no soy como esas chicas que van a fiestas, se emborrachan y se enrollan. —Se ríe, si se le puede llamar así. No hay humor en el sonido—. Y mírame esta noche. Eso es exactamente lo que estaba tratando de hacer. Gran gordo fracaso. —Mia, no creo que acostarte con tu novio sea un rollo. Tira de una brizna de hierba, luego otra y otra, formando un pequeño montón delante de sus piernas cruzadas. —Iba a hacerlo por él. Él… es importante para él. —¿Para ti no? Se encoge de hombros. —Soy católica, Arrow. Me educaron para creer que una chica debería reservarse para el matrimonio, que el propósito del sexo es la procreación, así que, si no quieres un bebé, no debes hacerlo. —¿Y todavía crees eso? —No. No lo hago. Pero eso no significa que voy a irme a la cama con el primer tipo que muestre interés. —Obvio que no —murmuro. Recoge el pequeño montón de hierba y me lo tira. —¿Qué se supone que significa eso? —Vamos, Mia. Si quisieras perder tu virginidad, todo lo que necesitarías hacer sería entrar en esa fiesta y anunciarlo. Tendrías a docenas de voluntarios ansiosos antes que pudieras terminar la oración. Se echa a reír de nuevo, pero esta vez oigo una verdadera sonrisa. —Estoy delirando, si creo que esto con Brogan va a cualquier parte; su madre me odia tanto que ni siquiera me invita a la cena del domingo. Y ahora no me deja ir al hospital para consolarlo cuando su abuela podría morir. —Su madre es… —Trago, sintiéndome culpable por decir algo malo sobre la mujer que, a menudo actuó como una madre sustituta después que muriera mamá— . No te la ganas fácilmente, pero cuando te conozca, te amará. —Arrow, soy mexicana, vivo en un parque de remolques. Mi padre es un borracho y mi hermano un traficante de drogas convicto. —¿Es eso realmente la suma de cómo te ves a ti misma?

105

—¿No es eso lo que ves cuando me miras? —No. —Mi corazón martillea mientras la miro, deseando tener más luz para poder ver sus ojos—. Te veo, Mia. Solo a ti. —Quiero decir más, decirle lo radiante que es, explicarle que lo de su familia, es parte de lo que me asombra de ella. No soy ciego a mis privilegios. Entiendo lo afortunado que soy, cuánto se me ha entregado desde que nací. Pero Mia no tiene nada de eso. Todo lo que es y tiene, se lo ha ganado sin la ayuda de su familia. Y, sin embargo, está constantemente haciendo todo lo posible por su padre y escribiéndole cartas a su hermano en prisión. Nunca he conocido a una persona tan desinteresada. Niega con la cabeza y baja la voz. —Nunca me amará, pero antes de esta noche fui lo suficientemente optimista como para creer que podría aceptarme algún día. Me he estado engañando. Demonios, tal vez debería hacer uso de tu idea e ir allí y ver si algún alma caritativa quiere ayudarme a perder mi virginidad. —Te caería encima antes que llegaras a la puerta. Se ríe de nuevo. —¿Por qué te preocupas tanto? Porque he pensado en ti como mía desde el día en que nos conocimos. ―Cierto —susurra—. Brogan —gime—. Estoy tan disgustada conmigo misma en este momento. Su abuela acaba de tener un derrame cerebral, y estoy aquí pensando en mí. —Tienes todo el derecho a estar molesta. Se aleja del tronco, se inclina hacia atrás, recostándose sobre la hierba y observa las hojas en las ramas del árbol. —¿Qué harías si fueras yo? Terreno peligroso, advierte mi cerebro. Ve con cuidado. —Eso depende. ¿Te hace feliz? —Odio esa pregunta. En general, me opongo a la idea que alguien sea responsable de la felicidad de otra persona. —Estás evitando responder. ¿Cómo prefieres que haga la pregunta? Suspira. —Me encanta pasar tiempo con él. Es muy gracioso y me hace sentir...

106

Espero a que termine, aunque quiera tomar la salida más cercana de esta conversación, aunque quisiera mostrarle lo mucho que puedo llegar a hacerla sentir. No está en las cartas, idiota. ―Me encanta lo mucho que le gusta estar conmigo. ¿Eso suena egocéntrico? Me hace sentir tan valiosa y valorada. Nadie me hizo sentir así antes. Nunca nadie me había dicho esas cosas y le creí. Es como si me entregara una cuchilla y no puedo impedir cortarme, no puedo evitar hundirla en la herida solo para verla sangrar. —¿Como qué? —Te parecerá estúpido. —Todavía está mirando las hojas por encima de su cabeza. —Lo dudo. —Dijo que lo hacía querer caminar sin red. —¿Qué significa eso? Niega con la cabeza y suspira, una media sonrisa curva sus labios. —No importa. Bueno. No sé si quiero saber mucho más sobre el gran e incomparable Brogan y las dulces cosas que le susurra. —¿Qué estás mirando allá arriba? —Cuando era pequeña, mamá se tumbaba así conmigo si no podía dormir. El viento soplaría, y la luz de las estrellas se asomaría entre las hojas. Decía que las luces eran las hadas bailando. —Traga grueso—. Nos dijo a mi hermano y a mí que teníamos que estar callados o las ahuyentábamos. Así que mirábamos en completo silencio, mamá se acostaba entre nosotros, y nos quedábamos dormidos así. Me giro y me tumbo en la hierba a su lado para mirar la luz de las estrellas asomarse entre las hojas. Somos las únicas personas en el jardín trasero, y aunque puedo escuchar a todos los que pasan el rato en la casa, se siente como si estuviéramos solos. Solo Mia, yo y la luz de las hadas que bailan. —Tu madre suena increíble —susurro, como si hablar demasiado fuerte, realmente ahuyentara a las hadas. —Lo era. A veces la extraño tanto. Parece que se llevó un pedazo de mis entrañas cuando se fue, como si nunca hubiera funcionado bien desde entonces. Sé exactamente cómo se siente. —¿Qué pasó? ― pregunto

107

—Dejó a mi padre y se mudó. No nos visita. —¿Pero llama? —Un par de veces al año, pero siempre es tan incómodo que cuelgo deseando que no lo hubiera hecho. —Luego estalla en un ataque de risas. No risas sardónicas ni risitas, sino risas vertiginosas, casi maniáticas. Es un sonido que me trae una sonrisa a la cara. No puedo imaginar que alguien pueda oírla reír y no sonreír. —¿Qué? —pregunto. Rueda hacia un lado para mirarme, y ahora estamos lo suficientemente cerca como para que pueda ver sus ojos. Cuando se traban con los míos, tengo que tragar duro y me fuerzo a quedarme quieto, para resistir el instinto de cerrar la distancia que queda entre nosotros. No es mía. Pero el tirón que siento hacia ella es tan constante como la gravedad que nos mantiene en el suelo. —Oh, Dios mío, Arrow. Soy la mayor corta rollos del siglo. —No estaba enrollado, así que no puedes ser una corta rollos. —En serio, sin embargo, deberías volver a la verdadera fiesta. Mi fiesta de autocompasión no es una manera de pasar tu noche del viernes. —No voy a dejarte sin vigilancia hasta que esté seguro que no vas a ofrecer tu virginidad al primer tonto que quiera tomarla. —A menos que ese tonto sea yo. Joder, ni siquiera sé lo que estoy haciendo, pero no puedo parar. Ruedo, así estamos frente a frente. Un mechón de cabello oscuro ha caído sobre su mejilla y roza sus labios. Quiero alisarlo con los dedos, inclinarme y saborear sus labios—. Mia… —No es tuya, imbécil. Se aparta el cabello antes que el impulso de hacerlo yo pueda ganarme. —¿De verdad crees que haría eso? —No. —Sonrío—. Pero creo que Bailey podría hacerlo por ti si pensara que podría salirse con la suya. —¡Probablemente! Dios, por favor no se lo menciones. La forma en que habla sobre las habilidades de Mason, probablemente le pediría hacer los honores, somos cercanas, pero no sé si quiero compartir sus amantes. Respiro entrecortadamente y siento que estoy a punto de pisar hielo y sé que es demasiado delgado para soportar mi peso. —Sé que estamos bromeando aquí, pero ¿puedo decirte algo con toda seriedad? Su rostro se vuelve serio, y su mirada cae a mis labios. —¿Qué?

108

—No la desperdicies con algún imbécil que no sea digno al ciento diez por ciento. Y eso incluye a Brogan. Si no lo haces porque quieres, no lo hagas en absoluto. —¿No crees que me dejará si lo hago esperar? —Su voz es pequeña, como si tuviera miedo de hablar demasiado fuerte del temor secreto. —Cualquier chico que vea lo muy especial que eres, esperará hasta que estés lista.

109

Octubre, tres meses antes del accidente

—No puedo entrar a la Caverna —explico a Bailey mientras me arrastra fuera del auto—. No tengo veintiún años. Pone los ojos en blanco. —Mírate. Ningún gorila en su sano juicio te va a pedir identificación. — Deteniéndose, sonríe ampliamente, saca algo de su bolsillo trasero y me lo pone en las manos—. Y luego está esto. 110

—No lo hiciste. Estudio la identificación falsa con mi foto y mi nombre. —Considéralo tu regalo de cumpleaños. ¡Venga! Tienen karaoke. ¡Será divertido! La sigo hasta la Caverna, un lugar frecuentado por universitarios presumidos que se creen aficionados a la cerveza artesanal. Me lleva hasta un gran reservado en forma de U en el fondo que ya está lleno con los habituales: Chris, Mason, Trent, Keegan y Trish, una chica que siempre aparece en estas reuniones ya sea que esté invitada o no. Los únicos dos que faltan son Brogan y Arrow. Brogan está fuera de la ciudad con su familia por un par de noches, así que sé que no se unirá a nosotros. Se suponía que debía ir con él. Hasta que su madre se enteró de nuestros planes. Aparto el pensamiento de mi mente antes que pueda adherirse. Es mi cumpleaños. No voy a convertir esta noche en una fiesta de autocompasión. —Hola, Mia. Y ahí está Arrow. El sonido de su voz murmurando mi nombre me da escalofríos en la columna vertebral y hace que las mariposas en mi estómago hagan un bailecito. Casi, me odio a mí misma.

Me siento en el reservado, y Bailey se coloca en el lado opuesto. Cuando Arrow se desliza a mi lado, le sonrío, como si sentarme a su lado no fuera la gran cosa, como si no hubiera pasado el último año evitando estar tan cerca de él. —Podrías haberte sentado a mi lado, Arrow —exclama Trish desde el otro lado del semicírculo. Bufando, Bailey la mira con el ceño fruncido. —¿Y tenerte acosándolo debajo de la mesa? Chris apoya los codos sobre la mesa y se inclina hacia adelante. —¿Dónde está Brogan? —Su primo se casa mañana —señalo—. Pero no te preocupes. Volverá para el partido del sábado. —Claro, la boda —apunta Keegan—. ¿Pero pensé que ibas a ir con él? ¿Convertirlo en una escapada de fin de semana o algo así? —No se dio —indico rápidamente. —Apuesto a que dejó que su madre lo convenciera —adivina Keegan asintiendo—. Qué cabrón. Arrow mira hacia otro lado, fingiendo observar al tipo que está montando la máquina de karaoke en la parte delantera del bar, pero sé que está de acuerdo con Keegan. Brogan no señaló abiertamente que su madre le dijo que tenía que cambiar nuestros planes. Afirmó que estaba preocupado de estar demasiado enfrascado en las cosas de la boda y la familia. —Es un asunto de familiar —explico, descartando las preocupaciones de Keegan con un gesto de la mano—. Y, de todos modos, trabajo mañana. Chris me frunce el ceño. —Y después de esa nota —exclama Bailey—, vamos a beber.

111

Esta noche Mia se ve tan jodidamente hermosa que casi me tragó la lengua cuando la veo. Su cabello está liso, y usa una camisa negra que se adapta perfectamente a su silueta y se suelta alrededor de su escote. Cuando se inclina hacia adelante, la camisa se mueve con ella, exponiendo la suave curva de la parte superior de sus senos. La vista literalmente hace agua mi boca, y tengo que tragar pesadamente y recordarme que no es mía. Nunca ha sido mía. Estoy tan enojado con Brogan, que casi no asisto. Lo reprendí cuando me comentó que había cancelado sus planes con Mia porque a su madre no le agradaba la idea de ella asistiendo a una boda familiar. Dijo que estaba exagerando. Sacando conclusiones erradas de la situación. El idiota está en negación. A su madre no le agrada Mia, lo cual es absurdo, y Brogan quiere fingir que no se trata de Mia, que a su mamá no le agrada la idea de él compartiendo una habitación de hotel solo con su novia. —¿Karaoke? —gime Trent, viendo a los chicos colocar los altavoces en el escenario—. ¿En serio? —Sí —acota Trish—. ¿Un poco aburrido, no es así? Bailey pone los ojos en blanco. —No tan aburrido como tú. Las chicas se miran la una a la otra por un minuto, luego Trish resopla. —Lo que sea. Preferiría estar bailando. ¿No es así, chicos? —Echa un vistazo alrededor de la mesa y se encuentra con un coro de No realmente; No soy un bailarín y Nop. Mantengo mi boca cerrada, pero estoy con ellos. No soy bueno cantando en el karaoke, pero tampoco me importa. La música nunca es tan alta como en los bares con bandas en vivo, así que todavía podemos hablar, y no soy muy buen bailarín. —Me gusta el karaoke —afirma Keegan—. Chicas calientes beben demasiado y luego proceden a hacer algo que las hace sentir inseguras. Y ahí es cuando entró.

112

—Eres asqueroso —amonesta Bailey. —¿Vas a cantar? —pregunta Keegan. —Jodidamente sí —argumenta Bailey—. Y si todos ustedes son afortunados, también lo hará Mia. Se tensa a mi lado y luego le dirige a su amiga un severo ceño fruncido. —Probablemente no, Bail. Un camarero se acerca furtivamente con una bandeja llena de vasos llenos con un líquido ámbar. Le guiña un ojo a Bailey y desliza la bandeja en la mesa. —Tengo instrucciones específicas para mantener estos fluyendo. —Eso es correcto, la tienes —ronronea Bailey. Toma el primer trago incluso cuando desliza otro a Mia, quien le sonríe a su amiga de la forma que uno podría hacerlo a un niño bien educado. Su teléfono vibra en su bolso entre nosotros, y cuando lo saca para ver la pantalla, su expresión cambia. —¿Está todo bien? —pregunto. Hace una mueca mientras toca la pantalla para aceptar la llamada. —Necesito contestar. Salgo de la cabina para que pueda salir, y la observo caminar hacia la salida, con el teléfono presionado en su oreja. Bailey viene a pararse a mi lado. —Mierda. Probablemente sea su madre haciendo su obligatoria llamada de feliz cumpleaños. Si realmente le importara, la dejaría tranquila. —¿Deberíamos ir a hablarle? —pregunto—. ¿Asegurarnos que está bien? El ceño fruncido de Bailey abarca todo su rostro, y para alguien que nunca se toma a sí misma en serio, se ve formidable. —Primero Brogan, y ahora esto. El peor cumpleaños si me preguntas. —¿Entonces qué hacemos? —indago. Al otro lado de la puerta de vidrio, Mia tiene una mano entre su cabello, su rostro inclinado hacia el cielo, y sus ojos cerrados. Quiero darle el tipo de cumpleaños que la haga sentir especial y amada. Del tipo que la haga esperar el año próximo y hacerla sentir agradecida por los amigos que hicieron eso posible en el pasado. Ahora Bailey está frunciéndome su ceño.

113

—No puedes arreglarlo, Arrow. Chicas como Mia no necesitan arreglo. Necesitan a alguien que pueda aceptarlas a ellas y a sus jodidas vidas. Sólo sé su amigo. Eso es lo que necesita esta noche. —Apunta hacia la cabina—. Así que siéntate. No estoy seguro de lo que ese discurso se supone que significa, pero asiento y tomo mi asiento. Los chicos han empezado a discutir sobre el juego de la siguiente semana contra Allegiance, pero no puedo pensar en fútbol cuando mi cabeza está llena de Mia. Bailey dijo que fuera su amigo, y eso es lo que he hecho por casi un año. La amistad significa que puedo hacerla sonreír. Significa que puedo contar chistes malos que sé la harán reír, o enviarle mensajes de textos deseándole suerte en el examen por el que estudio todo el fin de semana. Significa que puedo sentarme a su lado en un bar y nunca inclinarme para susurrarle lo hermosa que se ve. También significa que debo ignorar la atracción que siento hacia ella, tan implacable que no sé cómo no la percibe. Significa que debo poner su felicidad, la felicidad de Brogan, por encima de mis necesidades egoístas. Miro fijamente a mi teléfono, pasando a través de Instagram y fingiendo estar ocupado para no tener que unirme a la conversación. Menos de dos minutos después, Mia se desliza en la cabina junto a mí, con una sonrisa en su rostro mientras alcanza no uno sino dos tragos de la bandeja. —Vaya. —Pongo mi mano encima del segundo mientras traga el primero—. Disminuye la velocidad, marinera. —Es mi cumpleaños —argumenta, arrancando el trago de debajo de mi mano—. No tengo que disminuir la velocidad. —De eso es lo que estoy hablando —Keegan golpea la palma de su mano contra la mesa—. ¿Qué tal otra ronda? Bailey coloca la palma de su mano en el rostro de Keegan, empujándolo hacia atrás en la cabina. —¿Qué dijo? —interroga a Mia. Esta pone sus ojos en blanco y mueve su cabeza de lado a lado como un boxeador preparándose para entrar al ring. —Mi madre me deseó feliz cumpleaños. Y, oye esto, le gustaría que fuera de visita para poder conocer a mi nuevo padrastro. —¿Tú, qué? —Los labios de Bailey se curvan con disgusto—. ¿Se casó y ni siquiera te lo dijo? Asiente, y la valentía cae de su rostro. —Al menos está feliz, ¿cierto?

114

—Joder, joder, joder —espeta Bailey—. Y pensar que pasé mi niñez idolatrando a esa perra. —Seríamos dos —murmura Mia. Agacha su cabeza y evita todas las miradas curiosas de la mesa. —¡Hablen! —demanda Bailey, frunciéndonos el ceño—. Sobre cualquier cosa menos madres negligentes y novios cobardes. —¡Bailey! —reprende Mia, viendo furiosamente a su mejor amiga. Bailey se encoge de hombros. —Llamándolo como lo veo. Lo siento, Mee. Mason interviene. —Está bien. ¿Quién puede decirme el chiste más sucio que conozca? —Eso hace el trabajo, y los chicos toman turnos para intercambiar chistes obscenos mientras Mia recupera su compostura. Sé que es eso lo que hace. Prácticamente puedo oírla contando bajo sus respiraciones mesuradas, y se relaja poco a poco. El tequila probablemente tampoco hizo daño. No sé qué decir. Cuando mi madre murió, me sentí como si estaba siendo rasgado en dos, pero ella no tuvo opción. La madre de Mia la tuvo, y se fue de todos modos. Quizás no doliera tanto si no hubiese sido una gran madre, pero sé por las pocas historias que Mia compartió que la mujer fue el tipo de madre que las hijas adoran. Del tipo a las que se aferran. Mia me mira a los ojos y susurra: —Estás viéndome fijamente. Por supuesto que lo estoy. Es jodidamente hermosa. No verla cuando está justo a mi lado es como no salir al sol después de un mes de lluvia. —¿Quieres salir de aquí? Mantiene mi mirada por tanto tiempo, que espero que diga que sí. En cambio, niega y se desliza fuera de la cabina. —Quiero cantar. Bailey deja de prestarle atención al chiste ridículamente obsceno de Keegan y se levanta para pararse junto a ella. —Joder sí, ¡lo harás! Mia entrelaza su brazo con el de Bailey y las dos se dirigen al pequeño escenario, un minuto después, los chicos en la estación de karaoke ponen una canción. Mia se ve felizmente ebria cuando toma el micrófono y empieza a llenar de

115

letras el ritmo de la canción. La pantalla muestra una fotografía de Adele y las letras pasan sobre ella, pero Mia no ve la pantalla. Simplemente sostiene el micrófono y usa su voz para mostrar el dolor de su corazón a cada persona en el bar. —Santa mierda —exclama Mason—. La chica tiene pulmones. Tiene más que pulmones. Es seriamente talentosa. Mientras canta “Rolling in the Deep” estoy cautivado. Canta como nadie más en la habitación, sin contener nada cuando logra cada nota, usando su cuerpo entero mientras interpreta el clímax de la canción y canta con entusiasmo el coro. No aparto la mirada ni una vez. No estoy seguro de estar respirando. Y cuando termina, todos aplauden. Le sonríe a Bailey y le entrega el micrófono como si estuviera jugando y no arrancado su propia corazón. Pero lo sé. Esto es. Su talento. Mia canta. Bailey escoge una canción pop ligera y Mia se queda por el escenario mientras canta. —No pensé que fuera posible —acota Keegan, sus ojos en el escenario—, pero Mia Mendez se volvió más sexy. —Amigo —amonesta Mason. —¿Qué? —No dices esa mierda de la novia de tu amigo. —Mason sacude su cabeza—. Hay un código. Chris hace que Mason salga de su camino para salir de la cabina, luego se sienta a mi lado tomando el lugar de Mia. Tengo que morder mi lengua para mantenerme callado y no decirle que se mueva. No hay razón alguna por la que debería insistir que Mia se siente a mi lado. Como dijo Mason. Hay un código. Soy capaz de exitosamente cambiar mi atención de vuelta a mis amigos mientras Bailey toma su turno, pero cuando Mia vuelve a tomar el micrófono, es como si todo desapareciera. —Hazte un favor —indica Chris suavemente—, y deja de verla fijamente. Solo estas torturándote y dándole ideas a estos idiotas. Aparto la mirada de Mia. —¿Qué? Eleva una ceja, pero no dice nada más. De hecho, no habla de eso otra vez, por el resto de la noche. Mia y Bailey regresan a la mesa entre canciones solo para volver al escenario. A veces cantan en solitario; a veces cantan a dueto. Otras chicas toman un turno cada par de canciones, pero mayormente, es el espectáculo de Mia y Bailey.

116

Cuando Mia está en el escenario. Chris me hace preguntas sobre el juego del próximo sábado o acerca de nuestro cercano examen de fisiología. No toca de nuevo el tema de Mia o me advierte sobre la forma en que la veo, pero sé que cada uno de sus esfuerzos por apartar mi atención del escenario es un favor. Solo no estoy seguro que sea un favor que quiera.

117

Arrow: No puedo dejar de pensar en tu actuación en Cavern esta noche. No tenía idea. Mi estómago da vueltas cuando recibo el mensaje de texto de Arrow. No es como si escondiera que canto a mis amigos. Es un pasatiempo. Algo que amo y me divierte. Pero nunca antes lo hice frente a Arrow, y debí saber que vería directamente a través de mí. Sabría que significaba más que solo alguna cosa tonta que hago con mis amigos.

Yo Estaba bebiendo. Fue un error. Arrow ¿Lo fue? No se sintió como un error. Yo No vamos a hablar sobre esto de nuevo. Arrow Está bien, pero estoy en tu puerta. Ven a abrir para que pueda darte algo.

Frunzo el ceño hacia el reloj. Es después de la once. Cuando el último zumbido producido por el tequila me abandonó, dije que estaba cansada, y Mason se ofreció a llevarme a casa. Bailey también vino, y luego se encerraron en su habitación minutos después que llegamos. Dejo mi teléfono y voy hacia la puerta para revisar la mirilla. Efectivamente, está al otro lado, a unos cuantos pasos de la puerta, con la cabeza inclinada, y las manos dentro de los bolsillos. Libero la cadena de la cerradura y abro. —¿Qué está pasando? Bailey y nos mudamos a este apartamento al comienzo del semestre, y hasta donde sé, Arrow nunca estuvo aquí. Es bastante extraño que me envíe mensajes de textos; tiene mi número desde que planeamos una sorpresa para el último cumpleaños de Brogan, pero raramente lo usa; llamar para avisar una visita en el medio de la noche… etiquetarlo como una sorpresa es quedarse corto. Traga duramente y se encoge de hombros.

118

—Olvidé darte tu regalo de cumpleaños. —Se inclina y recoge una bolsa de regalo que no había notado antes. —No tenías que hacerlo. —Tienes razón —concuerda—. No tenía que hacerlo. Pero quería hacerlo. — Me extiende la bolsa. —Gracias. —Exhalo lentamente. Esto es incómodo, y no debería. La única razón por la que se sentiría incómodo tener a un amigo visitándome en el medio de la noche es si fuera más que un amigo. Y no lo es. Es el mejor amigo de mi novio. Al menos, eso es todo lo que ha sido para mí durante meses. Entonces, hoy se inclinó y susurró en mi oído, preguntándome si quería irme, y todos esos viejos sentimientos volvieron con toda la fuerza, como un tren corriendo sin frenos dentro de la estación. —¿Quieres entrar? —pregunto, abriendo más la puerta. Me sostiene la mirada por un largo latido antes de sacudir su cabeza. —No creo que esa sea una buena idea, Mia. Mi estómago se aprieta y luego gira. ¿Qué se supone que significa eso? ¿Es una mala idea porque las personas tendrían una imagen equivocada sobre nosotros? ¿O es una mala idea porque también lo sintió, la conexión que tomó vida el primer día que nos conocimos y pareció sentarse allí, esperando como dos potentes químicos que son seguros solos, pero explosivos cuando se mezclan? Podría preguntar, pero no hay una respuesta acertada, así que tomo la bolsa y asiento. —¿Pero qué tal si damos un paseo? —indaga rápidamente—. Es una hermosa noche. —Um. —Me encojo de hombros y coloco la bolsa de regalo dentro, justo al lado de la puerta—. Seguro. ¿Por qué no? Déjame agarrar mi teléfono. Deslizo el teléfono en mi bolsillo en caso que Brogan llame y luego sigo a Arrow fuera. El aire me enfría las mejillas ardientes. Bailey y yo conseguimos un apartamento cerca del campus, así que es una buena área con aceras bien alumbradas, pero esta noche la luz de las farolas son apoyadas por la claridad de la luna y de las estrellas que brillan tan luminosas sobre nosotros que parecen más cerca de lo usual. —Tienes la voz más hermosa que jamás haya escuchado. —Las palabras son tan suaves, un sonido tan áspero y rasposo, que podría confundirlas con la brisa susurrando a través de las hojas secas del otoño. Pero me está observando y mirando mi reacción, así que no puedo pretender que no lo escuché. No puedo fingir que no importa que piense que soy buena.

119

—Gracias. —Lo amas. Pude verlo. Reviviste en ese escenario. Deja de decir cosas dulces. —Lo haces sonar como si normalmente caminara por los alrededores medio muerta. —O quizás caminas por allí pretendiendo que esa parte de ti no es tan importante cuando no solo es importante, lo es todo. —Es un pasatiempo. —Es un talento. No me ha visto con tanta intensidad desde el día que nos conocimos, y simultáneamente quiero absorber cada trocito de su atención y rogarle que se detenga. Pero esta noche estoy cansada y un poco débil, así que camino junto a él, disfrutando de su atención y dejando que el silencio se extienda entre nosotros. —Lamento que hayas tenido un mal cumpleaños —comenta, mientras damos vuelta en la esquina. —No fue tan malo. Estaba siendo un poco dramática. Estoy bien ahora. —Tu madre te dejó y se casó con un tipo y ni siquiera te dijo sobre ello. No creo que sea dramático estar enojada sobre eso. Y Brogan… —¿Qué hay sobre Brogan? —¿Te hace feliz? Me hace sentir segura. Me hace sonreír. —¿Otra vez esa pregunta? —Sí. Supongo que sí. —Baja la mirada hacia la calzada y observa nuestros pasos hasta que alcanzamos el final de la cuadra. Cuando llegamos al paso de peatones, ambos nos detenemos, como si necesitáramos un minuto para decidir si vamos a ir más lejos. Me observa, listo para seguir mi guía.

120

Nunca me he sentido tan expuesto como en este momento, esperando a que la chica que quiero me diga que está felizmente enamorada de mi mejor amigo. No es una pregunta que tengo derecho a hacer. Brogan podría ser un pelele cuando se trata de su madre, pero es un buen tipo, y todas las señales indican que la hace feliz. Pero necesito escucharlo de ella. Se baja de la acera, adentrándose en la hilera de árboles. Después de quitarse los zapatos de uno a la vez, hunde sus pies descalzos en la hierba que crece debajo del árbol de acacia. Cuando llegué a su departamento, iba a darle el regalo e irme. Cuando rechacé su invitación para entrar, parecía desconcertada, y tenía tanto miedo de haberla lastimado que dejé escapar que debíamos salir a caminar. Imagino lo que diría Chris si supiera que la invité y me atreví a preguntar sobre el estado de su relación con Brogan. Probablemente no diría nada. Solo me dirigiría esa mirada que trasmite más decepción que cualquier palabra. —No tienes que responder —recalco—. Sé que no te gusta esa pregunta, y de todos modos, no es de mi incumbencia. —Lo querías a él y no a mí. Lo elegiste, y no puedo hacerte feliz, incluso si él está fallando. Suspirando, se inclina contra la acacia y fija su mirada en sus pies, desnudos sobre la hierba. —Cuando era pequeña, mi mamá me contaba historias sobre la forma en que papá la enamoró perdidamente. Fue como si se conocieran y se enamoraran en un instante. Tenía dieciocho años y estaba en Chicago visitando a algunos primos, y una noche, papá apareció en una fiesta. Dijo que la forma en que la miraba encendió su alma en llamas. Se casaron menos de un mes después, a pesar de las objeciones de mi abuela. Ya estaba embarazada de Nicholas. Encendió su alma en llamas. Tomo una respiración profunda, luchando por recuperar el aire porque acaba de noquearme. Joder, eso duele. No quiero que él sea quien prende fuego a su alma.

121

—Así es como te sientes acerca de Brogan. Encuentra mis ojos durante un momento y luego mira hacia abajo antes de continuar con su historia. —A medida que crecimos, mamá lentamente agregó detalles a la historia. Había estado comprometida con un chico en su pueblo. Un chico que se estaba convirtiendo rápidamente en un hombre. Un buen hombre que la hacía sonreír y la mantuvo a salvo. Dijo que era el calor constante y confiable del sol, y mi padre era el destello, el ardor y la pasión del fuego. Mis entrañas se hacen un nudo porque creo que sé a dónde va con esto y no me gusta. Tira de su labio inferior entre sus dientes. Esta vez cuando levanta su mirada hacia la mía, la sostiene. —Mamá no dejó un buen matrimonio. Papá estaba malhumorado y celoso. Su vida nunca fue la mitad de lo que le prometió que sería. Sabía que cualquier fuego que habían tenido se había extinguido años atrás. El día que se fue, me dijo que fue codiciosa. Estuvo contenta con el chico del pueblo, su calidez constante, pero conoció a mi padre y se había sentido seducida por la emoción del fuego. Dijo que lo mejor que podía hacer por mi vida era elegir la calidez constante. El sol no va a ninguna parte, pero finalmente el fuego se queda sin combustible. No digo que Brogan sea perfecto, pero nadie lo es. —Esa es una buena metáfora —indico suavemente—. Pero no eres tu madre, y Brogan no es un niño dulce que dejaste atrás en México. ¿Te hace feliz, Mia? No es una pregunta difícil. —No es su trabajo hacerme feliz. Es mi trabajo. —¿Pero lo eres? —¿Por qué estás presionando? Porque estoy enamorado de ti, y necesito saber que no estoy cometiendo un error guardándolo para mí mismo. —Estoy enojado con él —exclamo. Soy un jodido cobarde—. Le dije lo mismo cuando descubrí que te canceló este fin de semana. Y no te quedes ahí y me digas que no importa cuando sabemos que sí. Estuve allí la primavera pasada cuando murió su abuela, ¿recuerdas? Sé cómo te hizo sentir que su madre no te quisiera en el hospital. Se aparta del árbol y envuelve sus brazos alrededor de su cintura. —Quiero ir a casa ahora.

122

Joder. La empujé demasiado. Muy lejos. Caminamos en silencio, y no me mira hasta que llegamos a la puerta de su apartamento. Se vuelve hacia mí y se apoya en ella. Su cabello cae sobre un hombro, y sus mejillas están rosadas por el viento. Quiero tanto acercarme y besarla que me duele el estómago. —Gracias por venir, Arrow. Aprecio tu preocupación. Eres un buen amigo. Un buen amigo. —Sólo… —Tengo que mirar hacia otro lado. ¿Cómo se supone que debo mirar esos profundos ojos marrones y no enamorarme más fuerte?—. Siempre estaré para ti. Si necesitas un amigo. La puerta hace clic cuando se suelta el cerrojo. Mia da un paso adelante y la puerta se abre. Bailey nos mira, su cabello alborotado y sus ojos entrecerrados contra la luz del pasillo. —¿Qué diablos están haciendo ustedes dos aquí? —Arrow se detuvo para darme un regalo de cumpleaños —aclara Mia. Bailey levanta una ceja y abre la puerta del todo. —¿Eso hizo? Mia entra y toma la bolsa de regalo, levantándola para beneficio de Bailey. Bailey me mira y luego a Mia. —¿Qué es? —No lo he abierto aún —aclara. Abre la bolsa y saca el pañuelo de papel. Me estremezco. Realmente no quería que lo hiciera con una audiencia. —No tienes que… Saca el pequeño lienzo de la bolsa, su mandíbula se afloja y sus ojos se ablandan. —Oh —exclama Bailey—. Es una pintura. Son… —Hadas bailarinas —indica Mia, pasando los dedos por las palabras en la esquina inferior del lienzo—. ¿Dónde lo encontraste? Uno de los mejores amigos de mi madre es un artista, y después de la noche de la primavera pasada, cuando me recosté bajo el árbol con Mia, tuve la idea de encargarle que pintara esto.

123

—Es como las historias que tu madre nos contaba cuando éramos niños — señala Bailey, estudiando la pintura con estrellas que asoman a través de las ramas de los árboles iluminadas por la luna—. Wow. —Este es el regalo más considerado que alguien… —Mia se muerde el labio, como si no se permitiera terminar ese pensamiento. Quiero deleitarme en el momento y disfrutar de la reacción de Mia, pero no puedo con Bailey parada allí, frunciéndome el ceño, viendo demasiado. No le gusta que le haya dado el regalo a Mia. No le gusta que apareciera aquí en medio de la noche cuando Mia estaba teniendo un día difícil. Tal vez piensa que estoy invadiendo el territorio de Brogan. Quizás tiene razón. —No sé qué decir, Arrow —exclama Mia—. Gracias. —De nada. —Me muevo incómodo bajo el escrutinio de Bailey—. Debería irme. Bailey asiente. —Buenas noches, Arrow. No puedo quitar mis ojos de Mia y de la forma en que sostiene mi regalo. Como si fuera la cosa más preciosa que alguna vez recibió. Bailey se aclara la garganta y me observa con dureza. —Maneja con seguridad. —Feliz cumpleaños, Mia. Cuando regreso al dormitorio, Chris está despierto y sentado en el área común entre nuestras habitaciones. —¿Estás bien? —pregunta. Su voz es baja, pero con Mason y Bailey y Brogan fuera de la ciudad, no hay nadie que escuche. Arrugo la frente. —¿Por qué no lo estaría? —Porque sí. —Lanza su revista sobre la mesita antes de volverse hacia mí—. Veo cómo la miras. Niego con la cabeza. —No. Es solo una amiga. Me dirige una sonrisa triste.

124

—Y sin embargo, de todas las chicas en el bar esta noche, ni siquiera preguntaste de cuál estaba hablando. Joder. Estudio mis zapatos y me encojo de hombros. —No importa. —Solo ten cuidado.

125

Parte V: Después

126

No estoy preparado para ver a Brogan, pero aquí estoy. No estoy seguro de qué me impulsó a venir. Tal vez fue jodidamente romper mi mano, quebrándome un par de huesos. Tal vez fue escuchar a Mia decirme que no se arrepiente de la noche que pasamos juntos en octubre, cuando pensaba que no era más que un remordimiento para ella. Tal vez fue el interminable sermón de mi papá camino a Emergencias de cuán tonto soy y cómo esto puede arruinar mi carrera futbolística. Quería decirle que hay cosas más importantes que el fútbol. Pensé en Brogan. Cual sea la razón, esta mañana, con un nuevo yeso y una botella de analgésicos que no tomaré, vine. Me dije que no esperara ningún cambio, me preparé para verlo tan mal como lo estaba meses atrás, poco tiempo después que sus padres lo llevaran a casa. Pero no estaba preparado para verlo lucir peor. Más pequeño. Una sombra del hombre que solía ser. —Gracias otra vez por venir —exclama la señora Barrett detrás de mí—. Los dejaré solos. No sé qué hacer conmigo mismo. Brogan está sentado en su silla de ruedas amarrado, así su cuerpo no cae hacia adelante. Sus ojos están abiertos, su mandíbula floja. De repente mi estómago se siente completamente vacío, y ácido me sube por la garganta. Y mis ojos… parpadeo, no voy a llorar justo ahora, carajo. Por un tiempo, estaba agradecido que Brogan no muriera esa noche, agradecido que tuviera una oportunidad de luchar. Pero verlo así, sé que tuvo el peor destino. Era un hombre orgulloso, y odio pensar cómo se sentiría sobre Mia viéndolo de esta manera cada vez que viene a visitarlo. Cuando la señora Barrett abrió la puerta, preguntó si había orado por un milagro hoy. Cada vez que lo veo, digo una pequeña oración para que Dios tenga

127

piedad en este orgulloso hombre. Después de cuatro meses como un vegetal, oro para que se le permita morir. Antes, la oración estaba cubierta por vergüenza, culpa por desear tal cosa. Pero no hoy. Mia cree que Brogan está consciente y alerta del mundo a su alrededor, pero yo no. Creo que se fue. Nada más que un tronco encefálico mantiene el cuerpo de Brogan vivo con la asistencia de un tubo de alimentación. Pero aquí estoy de todos modos. En caso que esté equivocado. —Se supone que debo hablarte —comento en voz baja—. Debería darme un cierre. No responde. Por supuesto. No puede. Dios, ¿no sería lindo que Mia tuviera razón? ¿Si Brogan pudiera tener el mismo destino como el tipo que despertó después de estar en un persistente estado vegetativo por doce años? ¿Si Brogan podría ser el milagro por el que la señora Barrett nos pide a todos que oremos? Podría decir “Oye, ¿recuerdas aquella pelea?” Y él contestaría “Sí, fui un jodido idiota. Y tú también”. Luego podríamos abrazarnos como un par de chicas adolescentes. ¿Cómo sería eso para él? ¿Despertarse y encontrarse con este cuerpo? ¿Volver a aprender a caminar? Tenía tantos huesos rotos y ligamentos y tendones destrozados que incluso antes que estuvieran seguros sobre el estado de su cerebro, dijeron que nunca jugaría al fútbol de nuevo. Dejo caer mi cabeza. —No estaré jugando el año que viene. Me salí de la única forma que sabía. No se sentiría correcto estar en el campo sin ti. —Suspiro—. Pero conoces a papá. Ya está usando sus influencias de izquierda y derecha para tratar de hacerme volver al juego lo más pronto posible. Un petirrojo aterriza en el comedero de pájaros afuera de la ventana, y lo veo picotear la comida. —Estoy preocupado por Mia. Todos perdimos mucho esa noche, pero es como si ella también fuera una víctima, y nadie lo nota. El pájaro se va volando, y pongo mi mano sana encima de la de Brogan, probando la sensación de su muy maleable carne debajo de mi palma. Esta es la parte donde debería decir que lo lamento. Se supone que debería disculparme por no ser un mejor amigo, por meterme en el medio, por cada tonta decisión que tomé esa noche. Pero no puedo. No parece ser correcto forzar una disculpa que no será capaz de rechazar. No merezco su perdón. La señora Barrett entra y me dirige una sonrisa triste.

128

—Pensé en revisarte y ver si te gustaría un poco de café. Me pregunto si sabe que está rescatándome de mí mismo en este momento. Libero la mano de Brogan y asiento mientras me pongo de pie y la sigo a la cocina. —Eso sería lindo. —Se ve bien hoy, ¿no es así? —pregunta sobre su hombro. No. Se ve roto y vacío. El cascaron de un hombre. Sonrío en vez de contestar, y niega. —Lo siento, estoy acostumbrada a las visitas de Mia. Diciendo lo que necesita oír. —Su mano tiembla mientras saca dos tazas del gabinete y levanta la jarra del café—. No estoy ciega. Sí sé cómo realmente se ve. Me pasa una taza humeante, y tomo un sorbo, dejando que el caliente y amargo líquido queme mi lengua. —Mia no está manejando esto muy bien, ¿verdad? —No. —La señora Barrett envuelve las manos alrededor de su taza y se queda mirándola—. No fui muy amable con ella cuando estaba saliendo con Brog, y ahora me siento un poco responsable. Debí ser una mejor madre. Aceptarla en vez de preocuparme que él podría estar con alguien mejor. —Niega, y sus ojos se llenan con lágrimas—. A veces el precio de la perspectiva es demasiado alto. No sé qué decir, así que robo las palabras de mi terapeuta, reescribiéndolas para que funcionen para la señora Barrett. —Amabas a Brogan. Fuiste la mejor mamá que supiste ser. —Estoy casi sorprendido cuando las palabras encajan entre nosotros, justo donde necesitan ir. Cuando el doctor me las dijo, se sintieron como otro cliché—. Deja que lo otro se vaya. —Sus riñones están fallando. —Lágrimas mojan sus pestañas embadurnadas con rímel y se derraman por sus mejillas, llevando manchas de maquillaje con ellas—. Sigo orando para que Dios me muestre el camino, pero no sé qué se supone que haga. Los doctores no creen realmente que deberíamos empezar con diálisis, pero si no lo hacemos… Déjalo ir. Las palabras quedan atascadas en mi garganta. Por favor, déjalo ir. —Creo que es tiempo que Brogan se reúna con Jesús. Déjalo. La miro, permitiéndole que sienta las palabras que no me atrevo a decir. ¿Mia me odiará si supiera que me siento así? ¿Si supiera que mi más grande deseo es la muerte de su novio?

129

Se aclara la garganta y se seca sus lágrimas. —Todavía no se lo hemos dicho a Mia. Sólo quiero estar segura antes de romper su corazón. ¿Puedes guardar el secreto? Asiento, pero no me atrevo a hablar. Mi garganta está tan atascada y mi corazón está demasiado lleno de secretos para cargar con otro.

130

—Esta cena es importante para Urih —dice Gwen, alisando una arruga invisible en su falda—. Asegúrate que el vino de todos esté lleno y sirvan sus comidas mientras estén calientes. —Respira hondo y casi siento pena por ella. Debe ser difícil tener que interpretar el papel de la esposa trofeo perfecta todo el tiempo. Pero luego lo arruina—. Y trata de no mirar a Arrow como si fuera tu amor platónico, ¿de acuerdo? Mi mandíbula se tensa. —No hay problema. ¿Cuándo regresará Katie? —Mamá la va a cuidar toda la noche. No sé cuánto tiempo se quedarán los invitados de Uriah, y esta noche no quería que te distrajeras de tus deberes con una bebé quisquillosa. —Bien. —Maldición, este trabajo era más fácil cuando Gwen me caía bien, pero ha estado cada vez más perra desde que Arrow está en casa. —¿Dijiste que tu amiga te iba a ayudar? —Bailey está en la cocina. Tiene mucha experiencia sirviendo, así que no te preocupes. —No menciono que la mayor parte de esa experiencia tuvo lugar detrás de las puertas del Pretty Kitty. El timbre suena al mismo tiempo que suena el timbre de la cocina. —Hagamos esto —dice Gwen. Sus manos tiemblan levemente y se alisa la falda, dejándome mirar las inseguridades debajo de su maldita fachada por una fracción de segundo. Cuando entro a la cocina, Bailey ya tiene el horno abierto. —Los entremeses están listos. —Saca la sartén y arruga su nariz—. ¿Qué es esta mierda? —¡Shh! —Miro por encima del hombro para asegurarme que no haya nadie más aquí, pero por supuesto, los invitados están llegando y ajenos a la mueca de Bailey. En voz alta, la risa forzada llega desde el vestíbulo y al otro lado del pasillo—

131

. Es escargot envuelto en tocino —le digo a Bailey, agarrando el plato de servir de vidrio en que los llevaré. —Escar… eso es caracol, ¿no? Esa es solo la manera de los ricos de decir caracol. —No se te escapa nada, Bail. —Solo mirarlo me da ganas de vomitar. De ninguna manera pondría algo tan repugnante en mi boca. —Eso nunca te detuvo antes —dice una voz profunda desde la puerta del pasillo. Bailey gira para enfrentar al imbécil, pero su mirada se suaviza cuando ve a Mason. Bailey puede aguantar bromas de Mason porque sabe que no lo dice en serio. Alguien más probablemente ya tendría una rodilla en las bolas. —Hice una excepción de una sola vez por ti —dice, batiendo sus pestañas. —No creas que no lo aprecio. —Mira por encima del hombro hacia el comedor, luego cierra la puerta detrás de él y baja la voz—. ¿Qué mierda le pasó a la mano de Arrow? La pregunta golpea mi corazón como un par de paletas eléctricas. ¿Te acuerdas? Necesito saber. No me arrepiento. Bailey y Mason me miran fijamente, y me doy cuenta que no he respondido. —El idiota golpeó un marco de fotos, pero estaba colgado en un perno, así que, en lugar de romper la pared, se rompió dos huesos en la mano. Su padre salió de su habitación mientras yo intentaba llevar a Arrow arriba, y se hizo cargo. Fue patético cuánto deseaba ser yo quien llevara a Arrow a la sala de emergencias. ¿Habría seguido hablando? —Auch —dice Mason, masajeándose los nudillos—. Esa es… —Sacude su mano—. Su mano. —¿Su mano es su mano? —pregunta Bailey—. ¿No eres un genio? —Sabes de lo que estoy hablando. ¿Cómo se supone que pueda jugar con la mano toda golpeada? Sé que saldrá esta temporada, pero podría haberlo jodido a largo plazo. —Como que ese es el punto —susurro. Odio la forma en que miró su mano rota, como si fuera inconsecuente.

132

—Si estás en la cocina, tienes que ayudar —le dice Bailey a Mason, y le agradezco el cambio de tema. Mason sonríe y desabrocha los puños de su Oxford gris, el que hace que sus ojos verdes sean aún más soñadores de lo normal y su piel oscura parezca chocolate derretido. Se arremanga. —Honestamente, me siento más cómodo sirviendo que siendo atendido. Ponme a trabajar. —Mason —digo—. No podemos dejarte ayudar. Gwen nos mataría. Bailey presiona la palma de su mano contra mi pecho, alejándome suavemente de Mason. —Mia, el hombre sexy está ofreciendo lavar los platos. Déjalo, ¿por favor? Pongo los ojos en blanco. —Sal de aquí, Mason. Gwen se horrorizaría al saber que el personal estaba confraternizando con uno de sus invitados. Arquea una ceja. —¿El personal? No es así como te ves a ti misma, ¿verdad? —Eso es literalmente lo que somos. —Lo empujo hacia el pasillo—. Así que vete de aquí. Mason vuelve sus ojos suplicantes hacia Bailey. —No me hagas salir, Bail. Están hablando del año del vino, y no puedo fingir que me importa. —¿Quién está ahí afuera de todos modos? —pregunta Bailey—. Nos dijeron que era una fiesta para algunos de los amigos de Uriah. Gruñe y luego deja caer su voz en un susurro. —El señor Woodison está besando culos. Esta cena se trata de endulzarle el oído al entrenador. Solo estoy aquí para que sea menos incómodo, pero el estado de ánimo de Arrow es tan horrible que podrías tener a todo el equipo en esa mesa y todavía sería jodidamente incómodo. Dirijo mi mirada hacia Mason. —¿Arrow está ahí? —El comentario de Gwen sobre no mirar a Arrow debería haberme alertado, pero pensé que estaría cerca, no en la mesa. No sé por qué supuse que se quedaría en su habitación. Está en arresto domiciliario, no en confinamiento solitario. Pero no quiero tener que mirarlo esta noche. No quiero que sus ojos enojados me miren mientras sirvo la cena y vuelvo a llenar sus bebidas.

133

—Será mejor que me vaya de aquí —dice Mason. Le da a Bailey un último vistazo que es tan sugerente que me hace sonrojar—. Mantente fuera de problemas, sexy. —Joder, es tan sexy —dice ella mientras se va. Debería aprovechar esta oportunidad para interrogarla sobre Mason. Por esta época el año pasado, todavía estaban follando como conejitos e insistiendo en que su relación era “platónica”. Todo cambió después que Nic fue liberado de prisión y la cabeza de Bailey se volvió toda jodida sobre él otra vez. Ahora que Nic se fue, Mason parece tan interesado como siempre, y soy la peor amiga del mundo porque, sinceramente, no sé dónde está ella con él. Reviso mi bandeja para asegurarme que los caracoles no se deslizaran demasiado cuando la lleve, y cuando tomo aliento para abordar el tema, Bailey me golpea entre los omóplatos. —No voy a preguntarte sobre Arrow si no me preguntas por Mason. Nuestros ojos se encuentran y ella me da su sonrisa especial de “yo te cubro”. No es como la sonrisa descarada que le da al mundo, y no llega a sus ojos como lo haría una sonrisa, sino que es la sonrisa de la chica que conozco desde que tenía ocho años. La que me enseñó a practicar cómo besar en el interior de mi mano. La que dejó la mitad de su cena en mi terraza cuando los tiempos eran difíciles. La que le daría un golpe a cualquiera que me mirara raro. Es la sonrisa de una amiga que quiere que sepas que todavía está allí, e incluso cuando todo lo demás cambia, su amistad no lo hará. —Gracias —le susurro. —Terminemos con esto.

134

—¿Dónde está Trish esta noche, entrenador? —pregunta mi padre. El entrenador cambia su mirada a la mía antes de encontrarse con los ojos de mi padre otra vez. —Tenía planes con algunos amigos, me temo. —Nos hubiera encantado verla, pero lo entiendo. Los chicos están ocupados estos días, ¿verdad? Supongo que debería contar mis bendiciones. Lo único que haría que esta noche fuera más incómodo para mí, sería intentar cenar mientras mi padre hacía de casamentero. Ya he recibido el sermón. Él vio las fotos de la víspera de Año Nuevo. Está en Facebook como todos los demás. —Si vas a follar con la hija del entrenador, será mejor que planees comprarle un anillo a la chica. Nunca fue sobre Trish. Papá no es ese tipo de hombre. Era sobre el fútbol y cómo mi relación con Trish podría ser una movida políticamente arriesgada para mi lugar en el equipo. Mi mejor amigo estaba peleando por su vida en el hospital, y mi padre pensó que necesitaba lecciones sobre cómo mantener mi polla en mis pantalones. Un chico alto y barbudo se une a nosotros en el comedor. Sebastian Crowe. Fue mi mariscal de campo el último año en West High School. Un año más joven que yo, siempre se mantenía peleando. Pasó su primer año jugando como corredor para la universidad de Purdue. El reconocimiento debe pasar por mi rostro, porque el entrenador me da una mueca de disculpa. —Uriah —dice el entrenador, su mano en la espalda de Sebastian—. Este es Sebastian Crowe. Es transferido de Purdue, y estamos emocionados de ver lo que puede hacer en ataque el próximo año. —Encantado de conocerlo, señor Woodison —dice Sebastian, tomando la mano de mi padre.

135

Mi padre está siendo anfitrión de una comida para los entrenadores de BHU y algunos de los nuevos para el próximo año. Estoy agradecido de tener a Mason aquí, pero ver a Sebastian Crowe es una patada en los huevos. Y eso es exactamente lo que mi padre quería que fuera. Sebastian se transfirió en este otoño. Algo acerca de estar cerca de su abuela, pero se rumora que no pudo llevarse bien con el entrenador en Purdue y lo insultó muchas veces en su primer año. Por supuesto, las reglas de la NCAA establecen que los jugadores no pueden jugar el primer año que se transfieren a un nuevo equipo, por lo que tuvo que sentarse este año. Brogan estaba preocupado por la decisión de Sebastian. No era probable que el entrenador le diera mi posición a Sebastian, pero la de Brogan siempre había estado en juego. Le dije que no se preocupara por eso. No habría conseguido ni la mitad de yardas del año pasado si Brog no me hubiera bloqueado, y cualquiera que sepa lo que está mirando puede ver eso en los videos. Pero ahora ninguno de los dos jugaremos el próximo año, allanando el camino para que Sebastian intervenga y sea el héroe. Lo que sea. El fútbol es la menor de mis preocupaciones. Ni siquiera parece importante a la luz de todo lo demás. Pero eso no significa que saber que alguien puede reemplazarme no remuerda algo en mis entrañas. Hay sonrisas incómodas por todos lados mientras encontramos nuestros asientos en la mesa del comedor. Sebastian toma asiento frente a mí e inclina su barbilla. —Hola. Asiento. —Hola. Su mirada se posa en mi mano cubierta de yeso que descansa sobre la mesa. —¿Qué pasó? —Me peleé con una pared. Perdí. Sebastian hace una mueca. —Es tu mano, hombre. Tenso mi mandíbula y respondo la mirada preocupada de Sebastian con una fría. Cambia su atención a Gwen. —Gracias por invitarnos a cenar, señora Woodison. Lo mira.

136

—Nos encanta tener compañía. Eres bienvenido en cualquier momento. Papá abre su servilleta y la coloca en su regazo. —Solo queremos dejar en claro que el programa de fútbol de BHU cuenta con todo nuestro apoyo. A pesar que Arrow no jugará este año, aún queremos ser parte de lograr que la temporada sea exitosa. Eso significa exactamente lo que se hizo el año pasado: Los chicos pueden ver los videos en la sala de cine cuando lo deseen y, por supuesto, el equipo obtendrá mi apoyo monetario habitual. Quiero besarte el culo y asegurarme que Arrow todavía tenga un lugar en el equipo cuando regrese, traduzco mentalmente. Veo la puerta de la cocina, deseando que Mason reaparezca. Es mi aliado esta noche. Chris está visitando a su madre en Texas y no pudo venir, aunque no creo que me importe ver a mi enlace QB con mi reemplazo. Gwen sigue mi mirada y se mueve incómodamente. —Los aperitivos deberían estar listos en cualquier momento —dice—. Me disculpo por el retraso. —¿Puedo servirle a alguien una bebida? —pregunta papá, mirando alrededor de la mesa. Sebastian toma un trago de su agua. —Estoy bien, señor. —Tengo un buen Syrah o un whisky de malta simple —dice papá—. Arrow no beberá esta noche, por supuesto. Perdió ese derecho. —Se ríe torpemente, y quiero golpearlo en el rostro para que no tenga que volver a oírlo—. ¿Qué dice, entrenador? Mason sale de la cocina y toma el lugar a mi lado, pero no tengo la oportunidad de sentirme aliviado antes que Mia y Bailey salgan detrás de él, con bandejas de aperitivos en las manos. —Ahí están —dice Gwen. Su tono alegre es contrario a la aguda desaprobación en sus ojos. Mia evita mi mirada mientras coloca la bandeja en el centro de la mesa. —Escargot envuelto en tocino —dice, señalando su bandeja. Bailey coloca su bandeja al lado, y Mia lo señala y dice—: Y dátiles envueltos en tocino. —Cerdo de Woodison por todas partes, por supuesto —dice Bailey con una sonrisa que es un toque demasiado forzado.

137

—¿Necesitan algo antes de servir las entradas? —pregunta Mia. Sus ojos escanean la mesa y se congelan cuando aterrizan sobre Sebastian. Juro que puedo verla tensa—. ¿Sebastian? Sonríe y descaradamente desliza su mirada sobre ella, desde su camisa blanca abotonada hasta su falda negra y sus piernas desnudas. —Hola, Mia. Mi estómago se anuda. Este hijo de puta no solo está asumiendo mi posición en el equipo; hay algo privado en la forma en que mira a Mia. Y ella lo está mirando como… como si tuviera un secreto y él lo está guardando para ella. —¿Se conocen? —pregunta mi padre, dirigiendo su pregunta a Sebastian. —En realidad no —dice Mia al mismo tiempo que Sebastian dice: —Claro que sí. —No le ha quitado los ojos de encima desde que entró en la habitación, y ahora entrecierra los ojos y frunce el ceño. —Mia es nuestra empleada interna —dice Gwen—. Se ha hecho muy útil desde que nació mi Katie. No confío en mí mismo para no mirar con el ceño fruncido a Gwen, así que dejo caer mi mirada a mis manos. La empleada. Odio oír a Mia describirse así, y odio verla actuar así. —¿Trabajas aquí? —dice Sebastian—. Eso es interesante. —Finalmente quita los ojos de ella y mira a mi padre—. Conozco al padre de Mia. Vive cerca de mi abuela. —¿Qué haces aquí, de todos modos? —le pregunta Mia. —¡Mia! —dice Gwen—. Perdona su rudeza, Sebastian. Por lo general se ocupa de la bebé. No entiende la forma apropiada de actuar en estas situaciones. —Me disculpo —dice rápidamente. Sebastian sonríe. —No hay nada inapropiado en su pregunta, señora. Mia probablemente no sabe que estoy en el equipo. —Mueve su mirada hacia mí—. No he estado moviéndome en los mismos círculos sociales que el resto de los muchachos, ya que no jugué la temporada pasada. —Bueno, eso está a punto de cambiar —dice papá—. En serio, los chicos son bienvenidos aquí en cualquier momento, y esa oferta también va para ti, hijo. Olvidé que fuiste criado en Blackhawk Valley. ¿Es bueno estar en casa? —Siempre es bueno estar cerca de la familia.

138

Bailey se ocupa de llenar vasos de agua, y Mia se muerde el labio y mira a Sebastian. Por primera vez, se me ocurre que quizás no le dijo a su padre que trabajara aquí. Su viejo probablemente montaría un escándalo si lo supiera. ¿Sebastian sabe eso? —Probablemente deberías ir a revisar la cena —le dice Gwen a Mia. Mia asiente y corre fuera de la habitación, Bailey no se queda atrás.

139

—¿Sabías que Sr. Músculos estaba en el equipo? —pregunta Bailey—. Porque maldición. ¿Sebastian Madre-Puedo? ¿Y la forma en que te estaba mirando? Creo que él hubiera tratado de devorarte por completo si no tuviera una audiencia. Saco la bandeja para asar del horno y espolvoreo el filete con queso azul desmenuzado antes de volver a deslizar la bandeja para que se derrita. —Tienes una imaginación hiperactiva. Me estaba mirando así porque sabe cómo se sentiría mi papá acerca que yo trabaje aquí. No todo es sexual. —No todo. —Corta una hendidura en cada una de las papas envueltas en papel de aluminio y luego las coloca en los platos que recubren el mostrador—. Pero la mayoría de las cosas, y definitivamente la forma en que te estaba follando con los ojos. Definitivamente, Sebastian no me estaba follando con los ojos —me miraba como un tipo que sabe cómo se sentiría mi padre por mi trabajo— pero no sirve de nada discutir eso con Bailey. Ella ve lo que quiere ver. Trabajamos en silencio por unos minutos, luego ella suspira pesadamente y se vuelve hacia mí. ―Pregúntame sobre Mason. —¿Qué? ¿Por qué? —He sido buena. No hago preguntas. No exijo que me digas cosas que las mejores amigas normales se cuentan entre sí. Así que pregúntame sobre Mason para que pueda hablar sobre el maldito elefante en la habitación. Doblo mis brazos. —Bien. ¿Qué está pasando contigo y Mason? —Nada. Rompí cuando Nic salió de la cárcel. —Lo recuerdo. —Ella me dio una excusa de mierda sobre las cosas poniéndose muy serias entre ellos dos, pero sabía la verdad. Nic estaba en casa, y ella necesitaba estar disponible.

140

—Mason no ha sido más que un amigo para mí desde entonces —dice—. Créeme, yo quería más después de la muerte de Nic, pero Mason dice que ya no podemos ser solo sexo. Dijo que estamos demasiado profundos para eso, así que se está resistiendo. No hay sexo a menos que yo sea su novia, y tú y yo sabemos que no estoy en un lugar para firmar para eso. Así que. Tu turno. —Espera. Ve más despacio. ¿Mason no va a acostarse contigo? —Egoísta hijo de puta, ¿no? Me muerdo el labio. —Como que respeto su contención. Él se preocupa por ti y quiere más. Es dulce. Ella entorna los ojos. —Es un chantaje sexual. —Agarrando la manopla, abre el horno, saca los filetes y comienza a agregarlos a los platos. Yo sigo detrás de ella con las judías verdes. —Vamos a poner estos en la mesa antes que se enfríen —digo, agarrando unos platos. Servimos la cena y rellenamos bebidas. Sebastian me mira con una curiosidad no disimulada todo el tiempo, pero somos capaces de escapar del comedor sin otra conversación incómoda. —¡El elefante! —dice Bailey cuando volvemos a la cocina. —¿Qué es el elefante? Ella toma mi mano y me lleva a la sala de estar y fuera de las puertas francesas. —Arrow. Voy a ser sincera, esperaba que su regreso a casa fuera bueno para ti. Bueno para los dos. —Sus ojos son suaves y amables, y sé que todo lo que tengo que hacer es decir que no quiero hablar de eso y ella lo dejará pasar. —Soy la razón por la cual Brogan estaba en el medio de la calle en medio de la noche. Arrow debería odiarme por eso. ¿Cómo podría estar cerca de él ser bueno para mí? Ella inclina la cabeza y me aprieta el hombro. —Pensé que tal vez te ayudaría a vivir tu vida en lugar de esconderte de ella. —No me estoy escondiendo. —Las palabras salen más agudas de lo que intento. —No te enojes. Estoy siendo egoísta. Nunca te veo. Te echo de menos.

141

—No eres egoísta. —Dejo caer mi mirada a mis manos. Esperaba que el aire fresco me haría bien, pero la noche es calurosa y no puedo respirar mucho mejor de lo que podría allí dentro—. Y no eres la primera persona en decir que realmente no estoy viviendo. Arrow ha dicho lo mismo. —Si he estado evitando mi vida, no es una elección consciente, pero entiendo por qué lo ven de esa manera. No pensé que importara. ¿A quién le importa si solo hago los movimientos? ¿A quién le importa si nunca me siento sinceramente feliz de nuevo? Sé que a Bailey le importa. Y supongo que a Arrow también. No estoy segura de qué hacer con eso. —¿Alguna vez deseaste haber elegido a Arrow? —pregunta en voz baja. Levantando la cabeza, estudio las tenues nubes que flotan en el cielo nocturno estrellado. —No lo sé. Todo lo que sé es que desearía no haber estado allí esa noche. Desearía que Brogan aún pudiera reírse y Nic aún pudiera ser mi hermano mayor sobreprotector. No pienso en lo que hubiera pasado si hubiese elegido a Arrow. — Trago saliva, reprimiendo las lágrimas antes que broten demasiado—. Pienso, ¿cómo serían las cosas si me hubiera mantenido alejada de ambos como dije que haría cuando los conocí? Brogan sería él mismo. No hubiéramos estado allí esa noche. Y Nicholas aún estaría vivo. —¿Estás bien, Mee? Quiero decir, ¿necesitas hablar con alguien? —Estoy hablando contigo. —Has pasado por mucho. Nadie espera que seas la Mujer Maravilla. Sólo digo... —Encuentra mi mano y aprieta—. Si alguna vez piensas que no vivir sería más fácil que vivir, llámame primero, ¿de acuerdo? —Está bien —digo. Trago duro. Recuerdo haberle hablado sobre Romeo y Julieta la noche que conocí a Arrow. Nos reímos, recordando lo idiota que era Julieta. Nunca la había entendido antes. Realmente no. Pero ahora puedo imaginarme cómo fue despertar en esa tumba y ver a Romeo muerto junto a ella. La culpa. El dolor. No estoy buscando una daga, y no quiero morir. Pero hay días, al vez más de los que quiero admitir, cuando tampoco quiero vivir—. No soy Julieta —susurro—. No te preocupes por eso. —Maldita sea, claro que no lo eres —dice—, porque me tienes a mí. Te despiertas del veneno y en lugar de agarrar la daga para clavártela en el corazón cuando ves que Romeo está muerto, yo saco tu trasero de allí y te señalo que el fraile también está muy jodidamente bueno. —¿El fraile? —Eso es tan Bailey que me hace reír, solo que no es la risa forzada que he estado empujando a través de mis labios durante meses. Es real, y algo se

142

ilumina dentro de la oscuridad en mi pecho—. Si solo Shakespeare le hubiera dado a Julieta alguien como tú. —Hubiera sido una mejor jugada. Nos sonreímos la una a la otra y nos quedamos en silencio. Es tan bonito aquí fuera con las estrellas y las luces reflejándose en la piscina. —La cena fue genial —dice alguien detrás de nosotras, y así el momento de tranquilidad se esfuma en el aire. Sebastian cierra las puertas detrás de él y baja los escalones hacia el patio—. Pero tengo que admitir que fuiste la última persona que esperaba ver aquí esta noche. Me encojo de hombros. —Ahora sabes cómo me siento. ¿Por qué me dejaste pensar que eras mecánico? Se desabrocha las mangas de su camisa y se las enrolla a los codos. —Porque soy mecánico, Mia. Papá ha sido dueño de la tienda toda mi vida, y prácticamente crecí allí. —Me hiciste creer… —Asumiste —dice, su voz más amable que la verdad—. No todos somos como Woodison y llegamos a jugar nuestro camino a la universidad para hacer que nos entreguen todo lo que necesitamos. Me tenso. —Él no es así. —¿Y cuánto sabes de lo que Woodison es o no es? —Gira la cabeza y examina la fachada de ladrillo de la parte trasera de la casa—. Ustedes dos deben ser muy acogedores viviendo juntos aquí. —Oh, no jodas —dice Bailey—. No actúes como si tuvieras que trabajar por tu boleto de comida y luego la juzgas por aceptar un jodido gran trabajo. Él gira. —No creo que estuviera hablando contigo. Bailey se apoya contra el costado de la casa y rueda la cabeza de un lado a otro. —¿Cuando estás aquí tratando de avergonzar a mi chica? También podrías estar hablando conmigo.

143

—Bailey, está bien. —Me vuelvo hacia Sebastian—. No sucede nada entre Arrow y yo, pero por favor no le digas a mi papá que estoy trabajando aquí. Él se volvería loco. —Y, sin embargo, aquí estás —dice Sebastian. —Alguien tiene que pagar las cuentas. Espero más argumentos: que hay otros trabajos en la ciudad, que esta no es la única opción que tengo, pero no recibo ninguno. Sebastian asiente lentamente. —Lo entiendo. —Mierda —dice Bailey. Se pasa el dorso de la mano por su frente sudorosa— . La señora Woodison está en la cocina. Apuesto a que nos está buscando. —Lo tengo. —Comienzo a caminar en esa dirección, pero Bailey me agarra del brazo y niega con la cabeza. —No. tú y señor Músculos aquí continúen y terminen lo que sea que necesiten hablar. Me ocuparé de Esposa Trofeo. —Bailey —digo, en mi tono de advertencia. Ella levanta ambas manos. —Gwen, lo sé. Gwen. Me comportaré. Lo prometo. Desaparece dentro de la casa, y devuelvo mi atención a Sebastian. Él me mira, su cabeza inclinada hacia un lado, sus ojos entrecerrados levemente. —¿Qué? —pregunto. —¿Es verdad que estás esperando a Brogan? —pregunta—. Ese es el rumor, ya sabes. Que ya estabas comprometida con él así que eres suya hasta que muera. Miro ansiosamente hacia la piscina. Hace mucho calor aquí. No puedo esperar a que todos se vayan, para poder bucear bajo el agua y nadar tan fuerte y largo que ya no haya lugar para pensamientos en mi cabeza. No haya lugar para preguntarme cómo se sentiría Arrow sobre mí. No haya lugar para la culpa y el arrepentimiento y las constantes dudas sobre cada decisión que tomé esa noche. Trago duro —¿Ese es el rumor? —Odio la idea que la gente hable de mí, pero supongo que lo que dicen podría ser peor. —Parece un poco dramático. Eres tan joven. Sé que lo amas, pero… Estaba tratando de romper con él esa noche. Es por eso que estábamos discutiendo. Es por eso que no me dejaba salir del auto. Es por eso que tuve que hacer que mi hermano viniera a salvarme. Es por eso que estaban en la calle...

144

Sebastian me estudia y desearía poder desviar mis pensamientos en lugar de arriesgarme a que los vea en mi rostro. —También hay un rumor que estabas embarazada de su bebé y que por eso no te has separado de él. —Su mirada se desvía a mi estómago y luego hacia atrás— . Pero me imagino que ya sería notable si fuera cierto. Libero una risa seca. —No hay verdad en eso, me temo. —Verás —dice—, te miro y veo a una hermosa joven que tiene toda su vida por delante. —Retrocede un paso y se mete las manos en los bolsillos—. Veo a alguien que me gustaría conocer, alguien a quien me gustaría hacer sonreír cuando esté lista para sonreír nuevamente. Pero no puedo decidir si tu pequeño proyecto de investigación te ayudará a seguir adelante o te atrapará en el pasado aún más tiempo. Miro el patio, no estoy segura de qué decir y estoy demasiado cansada para intentarlo. —Sí, entonces ahí es donde estoy —dice—. Si te estabas preguntando. Es por eso que todavía no tienes tu lista. Porque me gustas, y no quiero hacer nada que te haga sufrir más de lo que ya sufres. Cierro los ojos y lo escucho alejarse. Sus pasos por el patio, el clic de las puertas francesas abriéndose y luego cerrándose. Sola, miro hacia el cielo nocturno. Al advertirme de esta búsqueda, Sebastian intenta protegerme de algún demonio sin rostro. Él no entiende que el demonio ya me tiene en sus garras.

145

—¿Mia va a acompañarnos? —Sebastian mira sobre su hombro hacia la luz viniendo desde la ventana de la cocina. —Le dije que viniera aquí afuera —dice Bailey con un resoplo—. La Señorita Antisocial ni siquiera tiene a la bebé como excusa esta noche. Ya que Katie está con la mamá de Gwen, el entrenador Wright insistió en llevar a papá y a Gwen por unos tragos, y después que papá me diera una larga y dura mirada que decía que pensaba que podría destrozarme la otra mano mientras estuviera sin vigilancia, se fueron. Mason y, desafortunadamente, el maldito Sebastian se quedaron, y todos salieron al patio a jugar cartas. Todos excepto Mia. Corro mi silla hacia atrás y me pongo de pie. —La traeré. Bailey arquea una ceja. —Sí. Buena suerte con eso. Ignorando su escepticismo, me dirijo dentro y encuentro a Mia en la cocina esterilizando los biberones. Salta cuando me ve. —Arrow. —Cada vez desde la noche que me acusó de odiarla y le dije que la quería, ha estado así cada vez que estoy alrededor. Como si yo la aterrara. A excepción de la noche que me rompí la mano. No estaba asustada de mí esa noche. Porque te arrepientes y también debería. —¿Necesitas que haga algo por ti? —pregunta Mia. Mis muelas se chocan. Jodidamente odio cuando actúa como mi criada. —Sí. Realmente puedes. Sorpresa se registra en su rostro, pero trata de ocultarlo con una sonrisa plástica. Saca el último biberón de la humeante agua, apaga la estufa, y se gira para enfrentarme, su espalda contra el mostrador.

146

—Genial. ¿Qué cosa? —Tómate la noche libre. Katie no está. Gwen ni siquiera está aquí. Ven afuera y pasa el tiempo con nosotros, y cualquier cosa en tu lista que no consigas hacer, te ayudaré mañana. Abre su boca, probablemente para protestar, y luego la cierra de nuevo. —Por favor —susurro, dando un paso hacia adelante. Echa un vistazo por la ventana y tira su labio inferior con sus dientes. —Ya no sé cómo hacerlo. —¿Hacer qué? —Tomo un último paso y me detengo, porque si tomo otro paso estaremos tocándonos. Mantiene sus ojos en la ventana. —Ser como ellos. Un soplo de risa se escapa de mis labios, y mira hacia mí, frunciendo el ceño. —Nunca fuiste como ellos, Mia. Y no creo que eso sea lo que quieres decir. Sus ojos buscan en mi rostro. —¿Entonces qué quiero decir? —Ya no sabes cómo vivir. —¿Cuál es el punto, Arrow? —Sacude su cabeza—. Ni siquiera puedo sentir nada. Dios, esta chica va a romper mi corazón. —Cierra los ojos. —Al principio, no pienso que lo haga, no con lo tensas que han estado las cosas entre nosotros, pero lo hace. Doy la mitad de un paso más cerca, corro su cabello fuera de su cuello, y bajo mi boca a su oreja. Cuando su esencia llena mis sentidos, el tiempo salta como un disco viejo golpeando una raya y cayendo en una canción mejor. Estoy de vuelta en el auto con ella, mirando el sol de la mañana extendiéndose sobre el agua, su cuerpo arropado en el mío. —¿Qué estás haciendo? —Recordándotelo —digo contra su oído. Mis manos encuentran primero su cintura, quedándose arriba de sus caderas y esperando su permiso. Viene con el más leve cambio en su cuerpo contra el mío, la mínima curva de su cuello para darle a mi boca mejor acceso a su oreja

147

Es fácil meter mi mano bajo el ruedo de su falda. Tan natural poner mi mano entre sus piernas. Ella jadea, pero en vez de alejarse, deja caer su cabeza en mi hombro, envuelve un brazo detrás de mi cuello y usa el otro para sostenerse contra el mostrador. Sólo esto, ella dejándome tocarla, su respuesta a mi toque de esta forma, es suficiente para tenerme duro y dolorido contra el cierre de mis jeans. —Me pregunto si sabes cuán a menudo pienso en esto. —Rasguño su oreja con mis dientes y alejo la culpa diciéndome que esto es por ella. No puedo soportar verla moviéndose por la vida como un muerto viviente, y si todo lo que puedo darle es esto… Tiro hacia abajo sus bragas para que mis dedos pueden explorar la sensible carne entre sus piernas. Otra vez mi mente me invita a recuerdos de la noche en el lago y a la siguiente noche cuando la extendí sobre su cama y puse mi boca entre sus piernas. —¿Sientes eso? —pregunto mientras tomo su clítoris entre dos dedos. Y sé que lo hace, porque su mano se aprieta alrededor de mi nuca, sus uñas clavándose en mi piel. Pero quiero una respuesta, así que rozo mi pulgar a lo largo de ese hinchado pedazo de carne y pregunto de nuevo—. ¿Ese entumecimiento desaparece cuando te toco? —Sí. —Levanta sus caderas, presionando contra mi mano en una silenciosa súplica que soy incapaz de resistir. Deslizo un dedo dentro de ella y escucho mi propio gruñido cuando su apretado calor me envuelve. Hace un puño con mi camisa mientras trata de jalarme más cerca, y me concentro en el sonido de su respiración, el resbaladizo calor de su cuerpo mientras la acaricio. Quizás, sólo quizás, está entrando aire más profundo en mis pulmones de lo que he tenido en meses. Quizás mi sangre está bombeando más fuerte, enviando sensibilidad vibrando a través de terminaciones nerviosas que se han entumecido por indiferencia. Quizás ella no es la única despertando. —Eres hermosa —digo—. Ni siquiera sé si merezco mirarte, pero algunos días se siente como que eres la única pieza de belleza que queda en este mundo. Toma un aliento desigual, y hace círculos con sus caderas en un último esfuerzo por controlar su necesidad antes de follar mi mano completamente, moliéndose contra mí, empujando más profundamente mis dedos. Tiro el lóbulo de su oreja entre mis dientes, luego bajo más, abalanzando sobre su cuello y chupando hasta que gime. Con cada sonido, sus movimientos se vuelven más frenéticos, como si la hubiese despertado y descubierto que ha estado durmiendo bajo el agua y ahora está desesperada por nadar hacia la superficie.

148

—Eres hermosa —repito, mi rostro entre sus pechos ahora. Me enderezo para poder mirarla a los ojos. Quiero ver a Mia deshecha. Quiero saber que todavía puedo hacer eso por ella—. Y estás viva. —Sólo cuando me tocas. —Sus uñas se clavan en mi nuca, y su sexo se aprieta fuerte alrededor de mi dedo. Arquea su espalda y hunde sus dientes en su labio inferior, y sólo puedo mirar con admiración mientras se corre. Hermosa no es la palabra. Se ha vuelto demasiado débil con el uso excesivo. Mia es algo más grande que eso. Mucho más grande. Más brillante. Más importante. Remuevo mi mano de entre sus piernas y trago duro mientras retrocedo. Abre sus ojos y lleva la punta de sus dedos a su boca. ¿Porque no la besé allí? ¿Porque desea que lo hubiese hecho? ¿O porque dijo algo que desea no haber dicho? —Necesito este trabajo —susurra. Sus grandes ojos marrones brillan con lágrimas. —No, no lo haces. Renuncia, Mia. Tengo dinero. Pagaré lo que sea que mi padre te esté pagando. —¿Valdría la pena? ¿Sólo para alejarme de ti? —Valdría la pena para que dejes de esconderte de tu vida. No moriste con tu hermano. No tienes muerte cerebral como Brogan. Deja de actuar como si hubieses perdido tu vida esa noche. No tienes que vivir en este purgatorio que creaste para ti. —¿Para mí? —Sus ojos se agrandan. Mucho. Enojada. Indignada—. Mira quién habla, Arrow. Tú tienes todo, y tiraste lejos cada pedazo de ello para no tener que enfrentar el dolor de vivir tu vida sin Brogan a tu lado. Sé que te sientes responsable por lo que pasó entre nosotros, pero fui yo la que decidió decírselo. Fui yo la que rompió con él. Fui yo la que le mandó un mensaje a mi hermano cuando Brogan no me dejaba salir del auto. Cierro mis ojos. Es más fácil pensar en Brogan como un santo que fue agraviado en vez de un hombre celoso manteniendo a Mia secuestrada y demandando su corazón como rescate. Cuando abro mis ojos, las desbordantes lágrimas de Mia finalmente se derraman en riachuelos por sus mejillas. —Tal vez estoy viviendo en un purgatorio —dice—, pero eso es solamente porque me merezco algo peor. Mia culpándose a sí misma por mi crimen es un perdigón al alma.

149

—No digas eso. —Meto mis dedos en su cabello y ahueco su mandíbula. Tal vez si la sostengo junta, no se desmoronará. Y el hecho que ni siquiera me preocupe por mí mismo es una revelación—. No hiciste nada malo. —¿No lo hice? —Se extiende y envuelve sus dedos en mi muñeca—. Gracias por no culparme. Pero si quieres ayudarme a perdonarme a mí misma, tienes que dejar de ser una víctima de esa noche. Ver tu vida desmoronarse también no es nada más que otro castigo para mí. —No dejes que lo sea. Nunca fuiste a quien trataba de castigar. —Cierro mi boca y trago las palabras antes que salgan más. Ya he dicho mucho. Soltando mi muñeca, levanta su mano a mi rostro, tocando el borde de mi mandíbula, luego mis labios. Incluso después de lo que acabo de hacerle, especialmente después de eso, el toque se siente como el más íntimo que hemos intercambiado. Giro mi rostro hacia su mano y presiono un beso en el centro de su palma. —No entiendo lo que quieres —dice—. Me alejas y luego vienes aquí y me tocas. —No quiero ser tu error. —No sé si estoy hablando sobre esta noche o el octubre pasado, o tal vez no hay diferencia. Ella dijo que no se arrepiente de octubre, ¿pero esta noche…? Abre su boca como si quisiera responder, pero luego se detiene, saca su lengua para mojar sus labios. Necesito probarla ahí. Es tan opción como tomar el próximo respiro. Bajo mi cabeza para besarla, y suelta un suave respiro, se mece dentro de mí. Justo antes que nuestros labios se rocen, escucho pasos y me alejo. —Wow —dice Trent. Me giro, y es evidente en su rostro que nos vio. Aclara su garganta, y levanta sus manos—. Escucha, hombre. No estoy juzgando. Quiero decir, no es como si Brog estuviera muerto o algo, pero adelante, disfruta de su mujer. —Joder —murmuro. Esto fue imprudente. Tonto. Las palabras de Trent estaban destinadas a lastimar, pero cavan dentro de todas mis heridas abiertas mucho más de lo que él podría saber. Me dirijo hacia él, pero Mia me detiene con una mano en mi brazo. —No. —Sus ojos bien abiertos. ¿Le molesta que fuimos descubiertos, o que la toqué del todo?—. No hay nada que puedas decir.

150

No puedo ver hacia atrás cuando todos los chicos están allí. Duele verlos siguiendo con su vida. Sé que las tragedias pasan y el mundo sigue girando, o al menos lo sé intelectualmente, pero verlo de primera mano es un hierro caliente clavándose en mi dolor. Parece como si siempre hay alguien del equipo aquí ahora que la escuela ha terminado. Luego está Arrow, observándome cuando piensa que no me doy cuenta. Caminando en puntillas alrededor de mí desde esa noche, hace una semana cuando deslizo su mano bajo mi falda y me hizo sentir cosas que no creí que mi cuerpo pudiera volver a sentir. 151

No estoy segura si se supone que debo sentirme culpable o satisfecha o enojada con él por no explicar lo que significa. Ni siquiera te besó, Mia. Terminaré estos platos y pasaré el día arriba. Es mejor así. Les recuerdo a Brogan. Y a juzgar por las risas viniendo de la piscina, ellos no quieren pensar en él hoy. —Mia. —Le doy la espalda al fregadero ante el sonido de la voz de Sebastian. Cierra las puertas del patio detrás de él y entra a la cocina y alrededor de la isla—. ¿Cómo estás? —Estoy bien. Entierra sus manos en sus bolsillos. —He querido hablar contigo sobre algo. Tensándome, bajo el paño de cocina. —¿Mi papá está bien? —¿Crees que solo voy a hablar contigo si tu padre necesita algo? —Por supuesto que no. Yo… —Sacudo mi cabeza—. ¿Qué necesitas? Me doy la vuelta, pero con él en este lado de la isla, mi giro nos pone incómodamente cerca. Él se inclina contra la gruesa losa de granito, con sus piernas abiertas y dejándome casi de pie entre ellas.

—¿Siquiera te dan una noche libre? —Claro —digo—. No soy una esclava, y al contrario de lo que mi padre te haya dicho, Uriah es de hecho un muy buen empleador. Sus labios se mueven ligeramente. —Es bueno saberlo. ¿Entonces eso significa que estás libre de unirte a mí para cenar una noche? ¿Quizás ver una película? Debe de ser aburrido pasar el tiempo alrededor de este lugar todo el tiempo. —Um. —Secó mis manos en mi delantal. Estoy ganando tiempo. Sebastian es increíblemente apuesto, y esto es de lo que Bailey estaba hablando, ¿no es así? Dijo que he estado dejando que la vida pase sobre mí, y siento que, si ella estuviera aquí, estaría saltando de arriba a abajo, asintiendo. Probablemente también haría algunas insinuaciones sexuales inapropiadas sobre lo que podría pasar en el cine—. Es solo que… —Dejo caer mi mirada a mis manos, ahora retorciendo el delantal. —No es esto acogedor —murmura Arrow. Cuando giro al sonido de su voz, me tropiezo hacia delante. Sebastian me atrapa. Luego de enderezarme, no se molesta en alejar su brazo alrededor de mi cintura. —Hola, Woodison —dice Sebastian, imperturbable mientras salgo de su abrazo—. Gracias por invitarme. Estaba buscando una excusa para ver a Mia de nuevo. Le disparo a Sebastián una mirada de advertencia, y él la encuentra con una sonrisa. La mirada de Arrow se mueve entre Sebastian y yo. Emociones que no puedo identificar parpadean a través de sus ojos, y espero que diga algo desagradable, sobre mí o Sebastian, no estoy segura, pero en cambio da un brusco asentimiento, gira sobre sus talones y sale de nuevo. Él tuvo su mano en mi falda una semana atrás, y simplemente se alejó ante la vista de otro hombre sosteniéndome. —Entonces, ¿esa película? —Sebastian da un paso hacia los lados de la isla. Tengo que darle crédito por entender que dándome espacio aumenta sus posibilidades aquí. —No lo creo. —Muevo mi mirada para echarle un vistazo a su expresión, pero me encuentro atraída por sus ojos oscuros. No es tan fácil alejar la mirada como me gustaría—. Simplemente no estoy lista. —¿Y esto es a causa de Brogan? —Levanta su barbilla y apunta su mirada fuera de la ventana detrás de mí—. ¿O a causa de Arrow?

152

Me pongo rígida. —No actúes como si me conocieras. No lo haces. —No, Mia. Solo quiero hacerlo. Y cuando este mundo está lleno de personas que quieren aprovecharse de nosotros más de lo que quieren conocernos, me gusta pensar que eso es algo bueno. —Cuando no contesto, suspira, busca en el bolsillo de su pantalón bajo, y saca un papel doblado—. Aquí. Lo tomo de su mano y frunzo el ceño. —¿Qué es esto? —Es una lista de todos los que han tenido un trabajo hecho en una SUV este invierno. No somos el único lugar en la ciudad, así que solo es una pequeña pieza del rompecabezas, y no puedes decirle a nadie que te di eso, pero espero que ayude. Desdoblo el papel y escaneo la lista. —El entrenador Wright está aquí. Sebastián sacude su cabeza. —Sí. Trabajé en esa yo mismo. No es lo que estás buscando. Él golpeó una cierva saliendo de su camino de entrada. —Está bien. —Presiono el papel a mi pecho—. Gracias. Esto significa mucho. —Sé que crees que quieres respuestas —dice, su mirada firme en los hombres al otro lado de la ventana—, pero antes que caves demasiado profundo, asegúrate que realmente estás preparada para ellas. Las respuestas a ese tipo de preguntas raramente nos traen la paz que buscamos. —¿Y tú qué sabes sobre eso? Me da una triste sonrisa. —¿Cómo estás aguantando? Por casualidad escuché al entrenador hablar con la señora Barrett hoy. Ella le contó las noticias sobre Brogan. Solo me preguntaba cómo lo estabas tomando. —¿Noticias? —La única cosa que ha sido consistente en mi vida desde el accidente, ha sido Brogan. Cuando se trata de él, nada cambia. Sin importar cuánto ore—. ¿Sobre qué? —Sus riñones. Ya que decidieron no hacer la diálisis. No cree… —Él se estremece—. Mierda. No lo sabías. ¿Por qué no te han dicho? —¿Qué pasa con sus riñones? —pregunto, pero él solo sacude su cabeza y no dice nada más. De repente, estoy en la oscuridad de nuevo, la lluvia helada mordiendo mi piel mientras salgo del auto y me apresuro hacia los chicos. Estoy en

153

la oscuridad buscando un pulso. Estoy en la oscuridad golpeando números en mi teléfono, viendo con distanciada fascinación cómo la sangre se propaga por toda la pantalla. —¿Mia? ¿Mia? —Abro mis ojos, y estoy en el suelo, las frías baldosas presionándose en mi espalda. Sebastian se inclina sobre mí, su mano en mi rostro— . Mírame. Respira. ¿Está bien? —¿Qué pasó? —La voz de Arrow—. Jesús. ¿Ella está bien? Arrow se agacha a mi lado y aparta el cabello de mi rostro. Sebastian sacude su cabeza. —Lo siento. No sabía que no le habían dicho. —Mierda —susurra Arrow. —Estoy bien. —Abofeteo lejos las manos de Arrow y me siento. Y estoy. Estoy… solo bien.

154

Ocho horas después, todavía quiero golpear a Sebastian Crowe en su rostro engreído. Quiero patearlo en las bolas y decirle que nunca toque de nuevo a Mia. Pero no puedo. Ella merece ser feliz. Ya sea con Sebastian o con alguien más, no voy a interponerme en el camino. —¿Señora Barrett? Me siento en la cama cuando escucho su voz al otro lado de la pared. —Sí. Es Mia. Lamento llamar tan tarde. —Su voz está rota. Suena molesta—. Estaba llamando para ver cómo está Brogan… Sí. Mañana iré. Yo… Cierro mis ojos y mentalmente lleno los huecos de la conversación. ¿Está la señora Barrett hablando sobre la ardilla que vieron correr al otro lado del patio trasero hoy? ¿O acaso ella, en su dolor, había vuelto a su vieja y fría actitud hacia Mia? —¿Podría solo decirme? —pregunta Mia—. ¿Está muriendo? —Una pausa— . No hay nada que pueda… —Un sollozo roto—. ¿Pero ellos simplemente no pue…? Lo sé. No necesito el otro lado de la conversación para saber lo que se está diciendo, o para saber que la señora Barrett le está rompiendo el corazón una vez más. Ellos decidieron no hacer la diálisis. Esto es bueno para Brogan. Lo sé, pero… mierda. Pobre Mia. —¿Por qué no me lo dijo? Sí, lo entiendo. Es solo… está bien. Sí. Estaré allí mañana. —Aclara su nariz unas cuantas veces, y escucho sus suaves pasos mientras camina de un lado a otro por el suelo—. Usted también. Luego de eso, no hay nada más que silencio por un largo tiempo. No hay pisadas. Ningún libro milagroso siendo lanzado contra la pared por darle falsa esperanza. Solo su silencioso dolor en ese lado de la pared. El mío a este lado. Y cuando pienso que he escuchado lo último de esta noche, cuando pienso que se ha quedado dormida:

155

—Maldito seas, Brogan. —Luego empiezan los sollozos. Vienen de ella, pero bien podrían venir de mí también, podrían también estar siendo arrancados de mi pecho. Cada uno es una pieza de mi corazón cortado con la desafilada cuchilla del lamento. ¿Cuántas veces ha venido a mí y me ha salvado de mis pesadillas? No tengo que pensar al respecto. No llamo a su puerta. Voy a su habitación, y no me detengo, porque ella necesita a alguien ahora mismo. Quizás necesita a alguien mejor que yo, pero soy el único aquí. Está sentada en la cama, sus rodillas contra su pecho, su mirada centrada en el piso a mis pies. Cuando levanta su cabeza, las lágrimas que brotan de sus ojos caen para unirse a las que ya están mojando sus mejillas. —Él está muriendo. —Él ya está muerto, Mia. Su rostro se arruga ante esto, sus hombros se sacuden, y ya no escucho sus sollozos rompe corazones. Está doblada sobre sí misma, envuelta en el dolor, y su llanto es silencioso y tan poderoso que mueve su cuerpo entero. Subo a la cama detrás de ella, la rodeo con mis brazos, y la empujo contra mi pecho y la dejo llorar. —Lo necesitaba… —Está luchando para hablar sobre las lágrimas—. Necesitaba que despertara. —Todos queríamos eso. —No, pero yo lo necesitaba… —Inhala respiraciones trabajosas—. Arrow, necesitaba disculparme. Joder. —No necesitas que despierte para que pueda escuchar tu disculpa. Ni siquiera necesitas que esté en la misma habitación. —Ella no le debe una disculpa, pero no tiene sentido decirle eso. No hará que lo crea—. ¿Vas a ir mañana? — Asiente, y presiono un beso en su cabello—. Entonces discúlpate, quizás tu libro está en lo cierto. Tal vez pueda escucharte. Quizás solo está atrapado y puede escucharte, y tú vas a ir y vas a decirle lo que necesitas decirle. Luego vas a dejarlo ir. —Las palabras duelen. Son un suicidio emocional—. El Brogan que nosotros conocimos, el Brogan que amamos, no se merece estar atrapado en un cuerpo que no puede usar. —Soy egoísta. Queriendo que despierte, queriendo que aguante, queriendo que sus padres le den el tratamiento de la diálisis. Lo sé. Soy tan egoísta.

156

—No. —Acaricio su cabello con mi mano buena y uso el otro brazo para mantenerla cerca—. Solo estás lidiando. Todo lo hacemos lo mejor que podemos. Solo lidiamos de la manera que conocemos. La sostengo por un largo rato, hablando tonterías sobre decir adiós y dejar ir, y la siguiente cosa que sé, es que ya no estoy hablando de Brogan. —Lo siento por como actué en la víspera de Año Nuevo —digo. Debí haberlo dicho hace un largo tiempo. Debí haberlo dicho esa noche—. Lo que dijiste me tomó por sorpresa. Pero nunca cambió la forma en que me sentí sobre ti. Fui hacia ti esa noche porque supe que Brogan estaba engañándote, y pensé que merecías algo mejor. —Inhalo una profunda y trabajosa respiración—. Dios, estaba enojado con él. Fue mi mejor amigo toda mi vida, y nunca quise lastimarlo hasta esa noche. Pero él estaba en lo cierto. Dijo que mi ego no podía manejar ser la segunda opción. Él me conocía mejor de lo que yo me conocía a mí mismo. —No entiendo. ¿Cómo él engañándome tenía que ver contigo? Nos recuesto en la cama, girando para que estuviéramos de lado, nuestros cuerpos presionados juntos, nuestros rostros solo separados por centímetros. —Eso fue cuando fuiste mía. En la única noche entre su traición y su disculpa, fuiste mía, pero solo porque no pudiste ser suya. —La memoria entierra sus garras en mi doliente corazón y tira de él. —No fue así, en lo absoluto —dice ella. Trago pesadamente. —Nunca escondí mis sentimientos, Mia. Supiste ese primer día que no quería dejarle el camino libre a Brogan. Es cierto incluso ahora. —Mi voz cae a un susurro— . Estás en mis brazos, pero todavía eres suya. Y no puedo culparte por eso. No lo hago. Ella trata de sonreír, pero parece más una mueca. —Lo amo, Arrow. Ruedo sobre mi espalda y aprieto mis ojos cerrados contra el dolor que esas palabras traen. Incluso ahora estoy celoso de él, celoso de lo que tuvo de ella. Y me odio por eso. —Lo sé. —Él era fácil de amar. Tan gentil, divertido y generoso. —Lo sé —digo de nuevo, todavía sin mirarla. —He sido egoísta desde el comienzo, quería amar a Brogan. Él era mi lugar seguro, y quería enamorarme de alguien así.

157

—Él te amaba, Mia. Lo arruinó mucho, no estoy negando eso, pero él te amaba. Está más tranquila ahora. Su cuerpo se ha calmado, las lágrimas y sollozos parecen haberla roto, pero sé que hay más dolor por venir. Solo hemos alcanzado el centro calmado de la tormenta. No el final de ella. —Y pensé que, si me podía enfocar en eso, si pudiera cuidar y alimentar ese amor fácil, quizás podía ser capaz de ahogar el dolor. Lentamente, abro mis ojos y me giro hacia ella, parpadeando. —Para empezar, él no debió haberte lastimado. Él no debió tener… Ella sacude su cabeza y me estudia, sus ojos oscuros intensos. —Ese no es el dolor del que estoy hablando. Estoy hablando del dolor que ardía en mi pecho cada vez que te veía y sabía que no podíamos estar juntos. Estoy hablando sobre el terrible auto odio con el que lidiaba cuando me atrapaba comparándote a ti con Brogan. Él era bueno y gentil y más de lo que merecía, pero nunca fue tú. Nunca pudiste ser la segunda opción, Arrow. Porque nunca me permití considerarte una opción del todo. Presiono mi palma abierta en el dolor de mi pecho. No puedo seguir haciendo esto. —Mia, necesitas saber. Sobre esa noche… Presiona dos dedos en mis labios y sacude su cabeza, —No. ¿Por favor? No quiero hablar sobre la víspera de Año Nuevo. Si quieres recordarme que no morí esa noche, tienes que prometerte que no hablarás sobre eso otra vez. —No me hagas hacer esa promesa —digo. Porque no puedo. —Entonces, solo esta noche. No hablemos sobre eso esta noche. —Está bien. —Inhalo una respiración y me doy cuenta que estoy temblando. ¿Lo habría dicho si ella no me hubiera detenido? ¿Lo habría dicho todo? ¿Y luego, qué? Ella me odiaría y ¿qué le pasaría al entrenador? —Necesito disculparme con él —dice. Entierro mi nariz en su cabello e inhalo lentamente, mis temblores se calman y mis pies vuelven a la tierra. —Mañana. Puedes disculparte mañana. —Reticentemente la libero para salir de la cama—. Acuéstate. Te arroparé. Necesitas una buena noche de sueño.

158

—No. —Extiende su mano hacia mí y deja caer su mano justamente antes que sus dedos rocen mi estómago desnudo—. No te vayas. No sé si pueda hacerlo. Sostenerla sin tocarla. Pasar una noche calmando el dolor por el que soy responsable. —Mia, nosotros…. —No te vayas. —Muerde su labio inferior e inclina su cabeza hacia un lado— . ¿Por favor? Estoy asustada de dormir sola. No puedo hacerlo. No puedo alejarme de ella. —Está bien. —Subo de nuevo a la cama y tiro su espalda hacia mi frente—. ¿Quieres que le dé a Katie su biberón si se despierta? —No, yo puedo hacerlo. Puedo llevárselo. —Está bien, solo ve a dormir ahora, ¿de acuerdo? —Extiendo mi brazo sobre su cabeza y apago la luz, y yacemos en silencio por un largo tiempo. Cierro mis ojos, sabiendo que no dormiré, pero esperando que ella lo haga. Necesitará descansar para mañana. —¿Arrow? —pregunta, largo tiempo después del que creo que se ha quedado dormida. No respondo, mi corazón está demasiado lastimado para hablar más esta noche; mi necesidad de decirle todo es demasiado fuerte. Mantengo mis ojos cerrados y mi boca cerrada para no decirle lo que no puedo. —Amaba a Brogan —dice en la oscuridad—. Pero no pude enamorarme de él. Esa estúpida diferencia entre amar y estar enamorado. Nunca pensé que importara. Pero no pude enamorarme de Brogan. Únicamente podía amarlo. —Encuentra mi mano que está envuelta alrededor de su cintura y tira de ella para que descanse sobre su corazón—. Porque ya me había enamorado de ti. Me obligo a respirar. Si aguanto mi respiración, sabrá que escuché su confesión. Si la aprieto más fuerte, tendrá que lidiar con que su secreto esté allí afuera. Si la hago rodar debajo de mí y la beso como cada célula en mi cuerpo está rogándome que haga, ella lo sabrá. Pero no me di cuenta hasta este momento cuánto tiempo he estado esperando escucharlo. Cuánto de mí ha estado esperando desde la víspera de Año Nuevo para saber que la chica que amo, también me ama. Así que respiro y me prometo que pronto encontraré una manera de decirle a Mia la verdad sin arruinarle la vida al entrenador. Encontraré una manera.

159

Parte VI: Antes

Octubre, dos meses y medio antes del accidente. 160

Cuando aparezco en la fiesta, la mitad de la gente ya está borracha. Tuve que trabajar hasta tarde y me perdí el partido. Mala novia. Bailey me envió mensajes de texto con las actualizaciones en cada tiempo muerto y entre cada periodo. Los Blackhawks ganaron en la prórroga. No creí que pudiera siquiera llegar a la fiesta, pero quería sorprender a Brogan. Odia que tenga que trabajar tanto, y realmente odia cuando me pierdo sus partidos. Las cosas no han estado bien entre nosotros desde mi cumpleaños, y no puedo entender si eso es culpa mía o suya. ¿Mi corazón a corazón con Arrow me dejó buscando culpa en Brogan, o ha estado realmente más distante y meditabundo desde que llegó a casa de la boda el pasado fin de semana? Keegan está en la cocina, sirviéndole una copa a una chica bonita y de rasgos frágiles con cabello oscuro cortado al estilo duendecillo. Sus ojos se ensanchan cuando me ve. —Mia. Pensé que no podrías venir esta noche. —Me salí temprano. ¿Has visto a Brogan? —Um. —El fuerte trago que da, lo delata. Keegan miente muy mal—. ¿Creo que se fue? —Está arriba —dice la chica—. Lo vi dirigirse allí con... —Deja de hablar ante la dura mirada de Keegan. Siento náuseas extrañas llenar mi estómago de inmediato con lo que no dijo. Ya estoy empujando a través de ellos hacia la escalera en la parte posterior de la casa. Él no solo ha estado meditabundo. Ha estado ocultando cosas. —Mia —llama Keegan. Lo oigo en las escaleras detrás de mí, pero de todos modos me apresuro. No seas así, Brogan. No sea ese tipo de hombre. Abro de par en par una puerta de dormitorio tras otra, hasta que los encuentro. Brogan está sentado en el borde de la cama, con una mano enterrada en el cabello de la chica que le hace una mamada.

161

—Brogan. —No quiero hablar. Simplemente sale. Toda mi decepción y todo mi desamor en esa única palabra. Él tarda en reaccionar. Está borracho, me digo. No sabe lo que está haciendo. Pero Dios, duele. Está borracho. Está estresado. Está molesto que su novia no aparezca en la mitad de sus partidos en casa. Mi mente se apresura en acumular excusas —como ejerciendo presión en una herida para detener el sangrado—, pero su traición sangra a través. Cuando abre los ojos, la forma en que la sorpresa se extiende por su rostro es casi cómica. La forma en que Trish echa la cabeza hacia atrás, con la polla saliendo de su boca, es casi cómica. —Mia. —La mano de Keegan se cierra alrededor de mi hombro, y me la sacudo. Brogan empuja lejos a Trish, y en su prisa por calzarse el pantalón, se atrapa la polla con la cremallera. —Joder —gruñe. —El karma es rápido —digo en voz baja. Luego sacudo la cabeza, porque parte de lo que siempre me gustó de Brogan era que confiaba en él. Creí que nunca me lastimaría—. Se acabó. Esto ha terminado. No grito ni chillo ni derramo lágrimas. Es como si le diera al interruptor que encontré después que mamá se fue y lo apago todo. Me vuelvo y empujo a Keegan, que se ve tan culpable que pensarías que fue a él a quien atraparon con los pantalones abajo. —¿Por qué la dejaste subir? —le grita Brogan. —Eres un imbécil —responde Keegan. No escucho más porque me apresuro a la puerta. No me molesto con mi auto, sino que sigo caminando hasta que llego a los dormitorios. Ni siquiera estoy segura de lo que me hace ir al lugar de Arrow, pero ahí es donde estoy antes que pueda siquiera pensarlo. Abre la puerta de su quad, y tan pronto como ve mi rostro, lo sabe. —¿Qué es lo que hizo? —pregunta, su voz mortal y baja. Me muerdo el labio inferior. —La fiesta. Trish.

162

—Terminamos. Trago saliva y aprieto los ojos. Si pude pasar un año viéndola salir con mi mejor amigo, sin duda puedo tomar otros jodidos treinta segundos para tomar aliento antes de estrecharla en mis brazos. Cuando abro los ojos, se está destrozando ese labio inferior entre sus dientes y retorciéndose las manos. —Probablemente no debería estar aquí —dice, pero en lugar de dirigirse a la puerta, abre la puerta de la habitación de Mason y mía—. Simplemente no sabía a dónde más ir, pero fue estúpido venir aquí. Él es tu chico y yo… —¿Qué estás haciendo? Ella está sobre sus manos y rodillas, buscando algo debajo de la cama de Mason. Saca una botella de tequila y me da una sonrisa torcida mientras desenrosca la tapa. —Es el escondite de Bailey. —Toma un largo trago de la botella y aprieta los ojos mientras traga—. Mierda, eso arde. —Vaga por la habitación con la botella en la mano, tomando sorbo tras sorbo mientras camina—. Nunca me preocupé por Trish, ¿lo sabías? Sabía que él le gustaba, pero no se me ocurrió que a él también le gustaba ella. —¿Quieres decirme qué pasó? —preguntó con cautela. No me gusta lo rápido que está drenando esa botella. —No hay mucho en la historia, Arrow. —Se deja caer en mi cama y toma otro trago—. Aparecí para sorprenderlo, y Trish ya estaba chupando su polla. —Resopla, y un torrente de risas se deslizan más allá de sus labios—. Dios mío, es tan absurdo. —Mia… —Lo chupo genial—dice, acercándose la botella al pecho. Me froto las sienes. ¿De verdad quiero ser el amigo dulce que puede sentarse aquí y escuchar su charla sobre darle mamadas a Brogan? Diablos no.

163

—Quiero decir, hago todas las cosas que se supone que debes hacer, y a él parece gustarle, pero ¿qué sé yo? Tal vez sea una mierda. —Resopla de nuevo—. ¿Lo captas? ¿Apesto4? —Toma otro trago, y yo camino por la habitación y le saco la botella de la mano. —Sí, lo entiendo, Mia. —Pongo la botella encima del tocador. Se estira en mi cama, con los brazos sobre su cabeza. —¿Por qué los chicos son infieles, Arrow? ¿Están programados de esa manera, o soy yo? —Su camiseta de BHU se levanta para exponer su ombligo y la suave piel de su estómago—. Apuesto a que es la cosa de la mamada. Apuesto a que no soy buena. Mia. En mi cama. Hablando de mamadas. Me aclaro la garganta. —¿Quieres salir de aquí? ¿Podríamos dar un paseo en auto? Se sienta y asiente, pero de repente, las lágrimas se acumulan en sus ojos y corren por sus mejillas. Jodido Brogan. Tal vez debería querer esto. Una ruptura limpia para ellos, así Mia y yo podríamos finalmente… Joder, ni siquiera sé. Pero no estoy feliz. No me siento aliviado ni me siento lo más mínimo victorioso. En cambio, quiero darle un puñetazo por lastimarla. Y como moler a palos a mi mejor amigo por engañar a la chica que amo no tiene sentido, me conformaré con encontrar la manera de hacerla sonreír esta noche. Porque eso es lo que hago. Soy el amigo. Soy el hombro para llorar, la sonrisa prometida. Es por eso por lo que ella está aquí. Nada más. Ella me sigue hasta el auto, y abro la puerta de mi Mustang azul y la veo entrar. Su pantalón corto de mezclilla se amontona alrededor de sus caderas mientras se sienta. Aprieto mis manos a los lados. No seas un maldito imbécil. —¿A dónde vamos? —pregunta cuando trepo a mi lado y me abrocho el cinturón de seguridad. A cualquier lugar que no implique mirarte en mi cama. —Bueno, obviamente esto exige helado, antes que nada. Ahí está. La primera sonrisa de la noche. O una sonrisa parcial, porque no encuentra sus ojos. Pero lo tomaré. La haré sonreír francamente muy pronto.

4

En el original Suck, que se traduce tanto como apestar, como por chupar

164

—Quiero uno de esos helados enormes —dice, abrochándose el cinturón de seguridad—. Los que tienen tanta mierda, son tan malos para ti, y tienen como dos mil calorías cada uno. Siempre quise probar uno de esos, y creo que es hora. Giro la llave en el encendido y siento que el auto ronronea a la vida. —¿Me estás diciendo que nunca has comido un helado grande? Se encoge de hombros. —Un cono es suficientemente malo. Trabajo duro tratando de hacer que mi trasero se encoja. No necesito helado para que sea una batalla aún más imposible. Me muerdo la lengua en contra de decir algo inapropiado, pero luego decido; A la mierda. Brogan la engañó y se separaron. Ya no necesito censurarme por respeto hacia él. —Soy muy aficionado al tamaño de tu trasero, Mia. Sus ojos se agrandan y su mandíbula cae una fracción, y me mira como si realmente no pudiera creer lo que acabo de decir. Cuando le guiño un ojo, ella me golpea en el brazo con el dorso de la mano. —¿Qué? —pregunto. —No puedes decirme esas cosas. —¿Por qué no? —Porque… Arrow, somos amigos. Eso es importante para mí, por encima del resto de mierdas insignificantes. No le dices cosas así a tus amigos. —¿Estás segura? —Estoy segura. —Hmm. No lo sé. Creo que estás hablando de cosas malas. No le dices cosas malas a tus amigos. Lo que dije definitivamente no cumple con los requisitos. Si lo deseas, puedo darte más detalles, y sabrías cuán amables son realmente mis sentimientos acerca de tu trasero. —Helado. —Señala el camino y se traga una sonrisa, pero sus ojos ya están sonriendo—. Mantente enfocado. Estoy tan orgulloso de mí mismo por hacerla sonreír, es todo lo que puedo hacer para no levantar el puño en victoria. —Sí, señora.

165

Vamos a la ventanilla para llevar del Dairy Maid, y Mia pide un helado con cuatro bolas de chocolate y mantequilla de maní con todo. Pido un tortue sundae5 de un tamaño similar para que no se sienta cohibida, pero sé que no podré comérmelo, no cuando mi estómago está hecho un nudo por tenerla a mi lado. Soltera. Ya no es de Brogan. Y a la mierda. No es como si no supiera que existen reglas. No sales con la ex de tu mejor amigo. Tal vez sería aceptable después de un período de tiempo respetable, como, digamos, tres o cuatro años, pero definitivamente no la noche en que lo dejó. Yo no voy a hacer nada. Nada más que hacerla sonreír. Hacerla reír. —¿A dónde quieres ir? —pregunto mientras salgo del estacionamiento de Dairy Maid—. ¿Podríamos ver películas de terror de serie B en la residencia o tal vez jugar a láser tag? En una señal de alto, la luz de la farola ilumina su rostro. Sus mejillas todavía están rosadas por el tequila. Arquea una ceja. —¿Láser tag? —Después que terminemos nuestro helado. Por supuesto. Podrías fingir que los oponentes son todos Brogan y Trish y dispararles repetidamente. Se ríe. Realmente se ríe. Un sonido brillante y hermoso que parece llenar el auto. —No, gracias. No estoy segura de poder abotonar mis jeans después que termine de comer esto, y mucho menos correr en ellos. —Muy bien —le digo, pero tengo que agarrar el volante un poco más fuerte y tratar de no pensar en actividades que impliquen que Mia se desabroche el pantalón. Porque maldita sea—. Entonces, ¿qué tal las películas? Pincha su helado con la cuchara. —¿Podríamos simplemente… ir a un lugar privado y hablar? No a mi apartamento. Brogan probablemente me esté buscando, y no estoy preparada para enfrentarlo. —¿Los dormitorios? —Es más una pregunta horrorizada que una sugerencia. No sé cuánto más puedo soportar de Mia-en-mi-cama sin actuar con una seria falta de criterio. —No lo creo —dice—. Siempre hay personas entrando y saliendo de tu quad, y no tengo ganas de fingir estar bien esta noche. 5

Tortue Sundae: Especialidad de helado con nueces pecanas y caramelo.

166

Privado. Privado suena peligroso. —Lo que sea que necesites. Llego al semáforo y giro en U, saliendo de Blackhawk Valley y hacia la casa de mi padre, todo el tiempo tratando de decidir si esta es la peor idea que he tenido. Siempre he hecho todo lo posible por ser digno de la amistad de Brogan, y sé que no hay forma que le pueda decir a Mia cómo me siento esta noche sin ser un completo cabrón, por lo que estaba intentando sugerir actividades muy públicas. Pero no puedo decirle que no. En el camino a la propiedad de mi padre, ella pincha en su helado, solo toma un bocado o dos y lo abandona por completo cuando llego a las puertas y entro a la finca. Enderezándose, coloca el helado en el portavaso a su lado. —¿Vamos a ir a la casa de tu papá? —No exactamente. —Estoy tratando de ser misterioso, pero ella está demasiado distraída, sus ojos escanean el horizonte mientras seguimos las colinas hacia la parte posterior de la propiedad. —¿Ahí es donde creciste? —pregunta, mientras conduzco más allá de la casa. Me encojo de hombros. —Es solo una casa, Mia. Una grande, claro, pero tuvimos nuestros problemas como cualquier otra persona. —Cierto. Brogan me dijo que tu mamá murió cuando estabas en la secundaria. Lo siento. —Se gira y mira a medida que avanzamos, pero pronto me detengo en un camino de grava en la parte trasera de la propiedad y se pierde de vista. Cuando llego al lago, paro el auto cerca del banco y ella jadea. El lago tiene una forma irregular y tiene dedos que se extienden a lo largo de una gran cantidad de la propiedad, pero esta cala rodeada de árboles es, con mucho, mi favorita. El agua cae en cascada desde el riachuelo por la pared de piedra del otro lado, formando una pequeña cascada. Las nubes oscurecen la luna y las estrellas esta noche, y mis faros ofrecen la única iluminación de la cascada y la cala. —Conozco este lugar —susurra—. Bailey y yo vinimos aquí cuando éramos niñas. —Se tapa la boca con una mano y hace una mueca—. Nosotros… nos colamos. ¿Esto es tuyo?

167

—De mi padre, supongo. Este lugar es tranquilo. Me gusta venir aquí para pensar. —Y nadar, ¿verdad? —Sonríe—. Bail y yo nadamos aquí. Dios, lo que daría por volver a esos días. La vida era mucho más simple. —No tienes idea de lo duro que me estoy pateando a mí mismo por no pasar más tiempo aquí cuando estaba en la secundaria. Se muerde el labio inferior y, olvidando el helado, abre la puerta y sale del auto, dejándome temporalmente indefenso. Estoy congelado en el lugar. Porque Mia anda hacia el lago en el camino de mis faros y se quita la camisa por la cabeza. Su sujetador es oscuro. De encaje. Maldición. Arroja la camisa al suelo y luego se quita los zapatos y se baja el pantalón antes de correr hasta el final del muelle. Cuando estira los brazos por encima de su cabeza y se zambulle en el lago oscuro con nada más que su sostén y bragas, salgo de mi estupor y salgo del auto. —¡Mia! Ella sale de repente flotando a la superficie y tiembla. —Hace frío. —No me digas. Estamos en octubre. Sal de ahí antes que te dé hipotermia o algo peor. Se ríe. —Ha sido un verano indio. No hace tanto frío. —Vamos, Mia. Responde volviendo a zambullirse, y la luz de mis faros no es lo suficientemente fuerte como para permitirme ver bajo la superficie del agua. No me sentiría cómodo con ella nadando sola en las mejores condiciones, pero en la oscuridad, achispada o puede que borracha, me da mucho miedo. —Maldición —refunfuño. Me quito la camisa y los zapatos, dejo caer mi pantalón, y me zambullo tras ella, y joder, hace frío. Mis nueces se retiran inmediatamente, tratando de meterse en mi estómago, lo juro. Mia se ríe. —Eres tan duro en el campo, abriéndote paso entre todos esos tipos grandes, pero te ponen un poco de agua fría y pareces como si estuvieras siendo torturado. —Estás loca. El tequila que te tomaste en mi habitación es la única explicación de por qué nadar en esto podría parecer remotamente una buena idea.

168

—No tienes que entrar —dice a través de su risa. Su nado en la oscuridad me pone nervioso como el infierno y el agua está lo suficientemente fría como para hacer que mis dientes castañeen, pero vale la pena. Ella se está riendo. Sonriente. Su cabello oscuro está mojado y peinado hacia atrás, y la suave piel de sus brazos asoma dentro y fuera del agua mientras vadea. Dios, ella es tentadora, y esta noche amenaza con consumir lo último de mi contención. Ella necesita a un amigo. Síp, puedo anticipar recordarme eso noventa veces en los próximos cinco minutos. —¿Por qué me miras así? —pregunta. —¿Así cómo? —No lo sé. Como… —La sonrisa cae de su rostro y traga saliva. ¿Como si quisiera besarte? ¿Como si estuviera enamorado de ti? —¿Como si quisiera que sacaras el culo de este lago antes de enfermarte? —No —dice—. No es así como me estabas mirando. Contengo la respiración, esperando a que diga más, pero gira en el agua y comienza a nadar hacia la cascada y fuera de la luz de mis faros. —¡Me estás jodiendo! —Relájate, Arrow. No es tan malo. La sigo en el agua, y una vez que me relajo un poco, me doy cuenta que tiene razón. El agua todavía mantiene el calor del final del verano, y ahora que mi cuerpo está ajustado, se siente bien nadar con el aire fresco de la noche sobre nosotros. No puedo ver bien por aquí, pero puedo distinguir su silueta mientras se sube a una gran piedra plana junto a la cascada, acerca las rodillas a su barbilla, y envuelve los brazos alrededor de sus piernas. La parte racional de mí está agradecida por la oscuridad, contenta de no poder ver la suave piel de su espalda ni sus largas piernas. La parte codiciosa de mí quiere pleno sol para poder mirar cada centímetro y guardar el recuerdo para mis noches solitarias. —Estás temblando. —Trepo encima de la piedra y me siento a su lado—. ¿Estás bien? —No sé —susurra. Se estremece—. No sé si estoy bien. —Lo siento —le digo. Me alegro de no ver a Brogan esta noche. Probablemente haría algo de lo que me arrepentiría. Como patearlo en las bolas. —¿Por qué te estás disculpando? Brogan tomó sus propias decisiones. No eres responsable.

169

—Lamento que te duela. —¿Arrow? —La palabra flota en el aire de la noche, se mezcla con el susurro de las hojas y la música de la cascada goteando, pero la escucho tan claramente como si ella lo dijera directamente en mi oído. —¿Sí? —¿Cómo puede mi corazón estar tan roto y querer...? La parte tácita de su frase envía algo duro y agudo tirando de mi corazón y perforando mis pulmones. No puedo respirar Quiero mucho con Mia, y no confío en mis instintos. Quiero creer que soy lo que ella quiere, pero tal vez ella esté pensando en algo completamente diferente. Se pone de rodillas y presiona su palma contra mi pecho desnudo. —¿Alguna vez te preguntaste si las cosas hubieran sido diferentes, si me hubieras besado el día que nos conocimos? —Traga saliva—. ¿O si Brogan nunca hubiera visto mi número de teléfono en la puerta de Bailey? No hay forma de ocultar cómo me siento cuando su mano está presionada sobre mi corazón palpitante, pero me da vergüenza admitirlo. Todo lo que puedo hacer es cubrir su mano con la mía y cerrar los ojos. —Es un jodido idiota por arruinar esto. Eres lo mejor que ha tenido.

170

Soy una hipócrita. Brogan me engañó con Trish, y mentalmente lo llamé por los nombres más feos que pude imaginar. Y ahora, horas después, estoy deseando que Arrow me bese. Terminamos. Por supuesto. Pero, ¿estar con Arrow es realmente tan diferente de lo que Brogan hizo con Trish? Amo a Brogan, y seguramente mi corazón aún no se ha puesto al tanto con mi cerebro, pero tenía una ventaja. He estado cosechando sentimientos por Arrow por mucho tiempo, encerrándolos y esperando que desaparezcan. Cuando Brogan dejó que Trish lo tocara, no solo me rompió el corazón. Rompió ese bloqueo. La piel de Arrow está caliente, los músculos de su pecho tan sólidos que quiero trazarlos con mis dedos. Su mano descansa suavemente sobre la mía, pero la quiero en mi cabello, detrás de mi cuello. —Estoy cansada de sentirme culpable por sentirme atraída por ti. —Las palabras me sorprenden. No quise contar mi secreto, pero sin el bloqueo en mi corazón, no tengo la fuerza para contenerlo. —Mia. —Su voz es áspera, grave y lleva más que palabras. Si hubiera luna esta noche, podría ver sus ojos, leer lo que está sintiendo, pero tal vez no quiero saber. Hay tanto sin decir entre nosotros, que comencé mentalmente a componer sus pensamientos sin siquiera darme cuenta. ¿Qué pasa si me he equivocado acerca de cómo se siente? La respuesta se entrega en forma de su beso. Lo he deseado tanto tiempo sin admitirlo, y contengo la respiración mientras baja su boca. Inclina mi barbilla mientras sus labios se deslizan sobre los míos en ese primer toque prohibido. Roza por segunda vez, más un roce de piel que un beso, y cuando nuestras bocas finalmente se presionan juntas, soy una contradicción de emociones. Quiero derretirme con el anhelo y el deseo y el calor de una fantasía secreta que lleva mucho tiempo cumplida. Y al mismo tiempo quiero congelarme con el horror de lo que

171

estamos haciendo. Mi mente viaja demasiado rápido, adelantándose a las cosas y llegando a miles de conclusiones, ninguna buena. Pero cuando la lengua de Arrow traza el borde de mis labios y toca la mía, ya no me importan los resultados. La roca dura y fría debajo de mis rodillas me fija a este momento, y la oscuridad borra cada momento antes y más allá de esto. El beso de Arrow es suave y tentativo. Sus dedos trazan a lo largo de un lado de mi cuello. Sus callosas manos me producen escalofríos en los brazos y algo más se acumula en mi vientre. Cuando vuelven a deslizarse en mi cabello, toma mi mandíbula en su gran mano y suspira contra mis labios. Es el suspiro lo que me deshace. Como siempre ha sido el caso con nosotros, se dice tanto con lo que no se habla, y este momento no es diferente. El suspiro me dice que ha esperado esto tanto como yo y que tal vez, solo tal vez, el contacto de nuestros labios lo está retorciendo tanto como a mí. Dejo que mi mano se mueva desde su pecho hasta la cintura de sus calzoncillos. Rompe el beso y respira profundo mientras me detiene con una mano alrededor de mi muñeca. —Déjame —le susurro. Salgo de su agarre y paso las yemas de mis dedos contra la piel justo arriba de su cintura—. Por favor. —Mia. —Frota sus manos por mis brazos. Escalofríos cubren mi piel, y sus cálidas manos al mismo tiempo la calientan y me recuerdan lo fría que estoy—. Estás helada. Vamos al auto. No quiero irme. Quiero quedarme aquí. En esta roca En este momento en el que Arrow me besa y tengo el coraje de tocarlo. Pero ya se está deslizando nuevamente dentro del agua, quitándome el momento. Lo sigo, y nadamos en silencio hasta el muelle y recogemos nuestra ropa de la orilla antes de dirigirnos al automóvil. De repente, muy consciente de mi casi desnudez, me pongo el pantalón corto y agarro mi camisa contra el pecho. —No quiero irme a casa —digo a sus espaldas cuando llego al Mustang. Y él puede tomar eso como quiera, como si yo fuera una desvergonzada descarada o como si estuviera evitando a Brogan, quien sin duda me buscará en el departamento. Tal vez ambos sean verdad. Arrow asiente, abre la puerta del lado del conductor y abre el maletero. Agarra una manta y la envuelve alrededor de mis hombros. —Entonces nos quedaremos aquí y veremos salir el sol.

172

Tomando su mano, trepo por la puerta de entrada al diminuto asiento trasero del Mustang de Arrow mientras él enciende el calefactor, apaga las luces exteriores y enciende la luz del domo. No hay espacio suficiente aquí para que se siente cómodamente con sus largas piernas, pero me sigue de todos modos, cerrando la puerta detrás de él antes de rodearme los hombros con un brazo. Me acomodo en él, apoyando mi cabeza contra su pecho. —No te entiendo —le digo, mirándolo bajo mis pestañas. —¿Qué no entiendes? Respiro y lo dejo salir lentamente. —Un segundo creo que te gusto, creo que tal vez me quieras, y el siguiente… Aprieta sus ojos cerrados, y miro su garganta moverse mientras traga. —Has estado bebiendo. —No estoy borracha. Sé lo que estoy haciendo. —No estoy seguro que sea cierto. —Está bien —lo admito—. No tengo ni idea de lo que estoy haciendo. Solo lo que quiero. —Pero eso tampoco es del todo cierto. Sé lo que quiero en este momento. ¿Pero mañana? ¿La próxima semana? —Has estado bebiendo —repite, pero suaviza las palabras siguiéndolas con un beso en la parte superior de mi cabeza—. ¿Estás lo suficientemente cálida? Asiento contra su pecho, luego muevo la manta de un hombro para poder envolverla detrás de él. Ahora ambos estamos debajo de la manta juntos. —Dime algo —dice. —¿Como qué? Traga. —Algo sobre tu infancia. Un buen recuerdo. —Tengo muchos de esos. Tuve una buena infancia. Nic me fastidió sin piedad como lo hacen los hermanos mayores, pero nos divertimos. —Dejo que mis ojos se cierren, recordando los buenos días—. Mamá nos llevaba al parque y a estas largas caminatas por el bosque. Nos contaba historias sobre el príncipe Nicolás y la princesa Mia y las aventuras que tenían tratando de salvar su reino de varios villanos. Pensábamos que era la mujer más inteligente de todos los tiempos, y le suplicábamos que nos contara más historias, así que las usaba para que hiciéramos nuestras tareas. Nos contaba historias mientras doblábamos la ropa o la ayudábamos con la cena.

173

—Eso suena bueno. —Lo fue. —Sonrío recordándolo. No era solo una buena madre. Fue increíble—. No sabía que éramos pobres. Quiero decir, estaba claro que los otros niños en la escuela tenían más cosas y ropa más bonita, pero probablemente estaba en cuarto grado antes de darme cuenta que era algo que valía la pena envidiar. Cuando mi madre estaba cerca, la vida en casa era mejor que buena. Fue rico. Todo se sentía posible. —Y luego se fue y se llevó eso. Mi corazón se aprieta con el dolor de esa pérdida. —Mi madre también era así —dice Arrow—. Siempre he estado rodeado de gente que creía en mí, pero mamá creía en mí sin expectativas. Nunca hubo ningún tipo de compromiso con su afecto. Solo quería que fuera feliz. Casi nunca habla de ella, y quiero saber todo lo que está dispuesto a compartir. —¿Cuándo murió? —Harán cinco años este fin de semana. El final fue difícil. Me alegré cuando finalmente se dejó ir. ¿Cuándo se fue tu mamá? —pregunta, frotando mi brazo bajo la manta. Me pregunto si incluso se da cuenta de lo que está haciendo. Me desplazo contra él y le rodeo la cintura con un brazo, como si su cercanía pudiera protegerme del dolor de hablar de mi madre. —Se fue el verano antes de comenzar la escuela secundaria, así que hace poco más de cinco años. —Fruncí el ceño ante la coincidencia que ambos perdiéramos a nuestras madres al mismo tiempo. —¿Dijo por qué? —pregunta. —Creo que fue demasiado para ella. Papá estaba más sobrio en ese entonces, pero todavía era un misógino perezoso. Ella hacía de todo. Trabajaba por las noches en las tintorerías, nos llevaba a la escuela todos los días, limpiaba la casa, hacía las compras, cocinaba la comida, trabajaba como empleada doméstica cada vez que podía para obtener dinero extra. Estaba harta. Así que se fue. —¿Por qué no te llevó con ella? Pasé tantos años evitando hacer esa pregunta en voz alta. Hacer una pregunta significa que estás dispuesto a escuchar la respuesta, y no pensaba que podría manejar a alguien diciéndome lo que ya creía en mi mente. No nos quería. —Estoy seguro que te quería —dice Arrow, como si leyera mis pensamientos—. Tuvo que haber tomado la decisión por una razón. —No lo sé. Tal vez pensó que era el turno de mi padre de hacer todo el trabajo y la crianza de los hijos. Nunca lo dijo. Ni siquiera se despidió si no cuentas la nota.

174

No podría haber sabido que su partida llevaría a papá a beber. No podría haber sabido que perdería su trabajo, y Nic y yo nos quedaríamos defendiéndonos por nuestra cuenta. —Lo siento, Mia. —Desearía que dejaras de disculparte por mi vida. Es vergonzoso. —Mereces algo mejor que lo que te han dado. Mejor que una madre que se va sin explicación, mejor que un padre alcohólico, y mejor que un novio que te engaña. —¿Qué me hace tan merecedora? —Me alejo para mirarlo. Me está mirando con cautela—. ¿No todos se merecen todo eso? —No, Mia. Algunas personas no merecen una mierda. Pero tú… —Toca mi rostro, trazando mi mandíbula y deslizando su pulgar sobre mis labios. —¿Te merezco? Toma aliento. —¿Qué pasa mañana? ¿Después de llevarte a casa y que Brogan llame? ¿Qué sucede después que la ebriedad desaparezca y recuerdes que no quieres estar conmigo? —¿Por qué dices que no quiero estar contigo? —¿No fue esa la decisión que tomaste cuando decidiste salir con Brogan? No querías estar conmigo por quién es mi padre, así que lo elegiste —dice—. No te culpo, pero estoy preguntando qué pasará mañana cuando recuerdes todo eso. —No sé. —Quito mi mano de su cintura y descubro que el oscuro rastro de vello que conozco de memoria comienza justo por encima de su ombligo y viaja bajo su pantalón corto—. Estoy harta de tomar decisiones basadas en el mañana. Lo he estado haciendo desde que tenía catorce años. Quiero esta noche. Por una vez. Suelta un largo y lento siseo de aliento. —¿Estás segura? —pregunta, su voz baja y ronca. Asiento, me paso a su regazo y dejo que la manta caiga de mis hombros. Sus labios se separan y me mira de una manera que me hace sentir como una diosa cumpliendo su mayor deseo. Suelto el broche de mi sujetador, y él me observa mientras lo arrojo al suelo del auto. Ahuecando mi mandíbula suavemente, se inclina hacia adelante para dejar besos suaves por mi cuello. Su boca se abre, y sus manos se ponen a mi lado. Sus pulgares rozan la parte inferior de mis senos.

175

Me parece absolutamente vulnerable en este momento. Me toca con tanta ternura que me estoy derritiendo desde el centro de mi núcleo hasta las yemas de mis dedos. —Eres hermosa, Mia. —Baja su cabeza hacia mi pecho y lleva un pezón a su boca. Gimo involuntariamente y me arqueo hacia él: Su toque, el toque de su lengua, el calor húmedo de su boca abierta se aferra a mí. Sus manos se deslizan por mi cuerpo y encuentran el botón en mi pantalón corto. Los empujo hacia abajo, junto con mis bragas, y los pateo hacia un lado. Toma mis caderas, apretando con fuerza. Me permito disolverme en el momento. En la sensación de su lengua en mis pechos. En el calor de su boca sobre mi piel. Muevo mis caderas, deslizo mis dedos en su cabello. Por una vez en mi vida, dejo de preocuparme por lo que se supone que debo hacer y cómo se supone que debo estar actuando. Y solo siento. Arrow me hace sentir. Él responde a cada sonido que sale de mi boca. Cada movimiento que hago. Cada vez que gimo o muevo mis caderas para presionar nuestros cuerpos más cerca. Se queda sin aliento y sus manos me agarran con fuerza, mostrándome cuánto lo excita mi respuesta. Nada es simple entre nosotros. Incluso si nunca regreso a Brogan, él siempre estará entre Arrow y yo. Incluso si mi padre puede perdonarme por haberme enamorado de un Woodison, la familia de Arrow siempre será algo entre nosotros. No me estoy engañando al pensar que otra chica chupando la polla de Brogan de repente hizo mi afecto por Arrow menos complicado. Todo lo que hago es permitirme esta noche. Este momento. —Tengo condones en mi guantera —murmura en mi oído—. Si estás segura. No estoy segura. Estoy asustada. No con miedo que duela, aunque podría, o que no sea amable conmigo, sé que definirá lo que es ser gentil. Tengo miedo de lo que esto significa para mí. Tengo miedo de haber tenido meses y meses con Brogan y tantas oportunidades de hacer esto con el hombre que se supone que amo y he encontrado todas las excusas para evitarlo. Y aquí estoy en los brazos de Arrow en la primera oportunidad. Tengo miedo de lo mucho que significa para mí que estuviera allí esta noche, solo en su dormitorio después de una victoria, como si estuviera esperándome en lugar de ir a la fiesta. Tengo miedo de cómo me sentiré después. Cuando le haya dado otra parte de mí misma al tipo que me tuvo desde el principio. Pero, sobre todo, tengo miedo que esta noche pueda escapárseme antes de poder estirar las alas y volar.

176

—Estoy segura —le digo, y antes que pueda calmarme, me levanto sobre el asiento, levanto la guantera y saco la caja. Es nueva. Cerrada. Sellada por todos lados. Eso no debería importar. No significa necesariamente nada más que el hecho que su última caja ya se acabó. Pero no quiero ser solo otro condón en una caja medio vacía, así que me gusta que sea quien la abra. Arrow me ayuda a quitarle su pantalón y calzoncillos de sus caderas, y le entrego el condón en su envoltorio. Se lo pone, dividiendo su atención entre el látex que cubre su eje y yo. Estoy a horcajadas sobre él. Me ahueca la mandíbula y sus ojos se cierran con los míos mientras posiciono mi cuerpo sobre él y lentamente sigo bajando. Jadea, y entierro mi rostro en su cuello para que no pueda verme hacer una mueca. Duele más de lo que esperaba. —Querido Dios, Mia. Eres tan… —Una mano me aprieta la cadera y la otra se cae de mi cabello para encontrar mi mano. Entrelaza nuestros dedos y los sostiene sobre su pecho. Me quedo quieta por un minuto, dejando que mi cuerpo se adapte a su tamaño, a esta intrusión de alguien dentro de mí, hasta que el dolor cede, superado por el placer. Retrocedo lo suficiente para mirar nuestros dedos entrelazados, mi piel contra la suya, mis nudillos contra su corazón palpitante. —¿Estás bien? Tragando, asiento. —Estoy bien. —La emoción que obstruye mi pecho hace que la palabra salga demasiado espesa, y me temo que sabe lo que esto significa para mí. Temerosa que se retracte si comprende la magnitud de este momento. Acaricia mi mejilla y desliza su pulgar sobre mi labio inferior. —Hermosa. —Me sostiene la parte posterior del cuello y me lleva hacia adelante para besarme. Su beso es suave y sus labios son cálidos, y me siento segura y bien. Cualquier dolor del principio se va cuando lentamente me muevo contra él. Experimentalmente, levanto mis caderas y me deslizo a lo largo de su longitud. Tensa la mandíbula y cierra los ojos con fuerza, así que lo vuelvo a hacer, y su aliento sale de él. Estoy avergonzada de admitirme que he imaginado esto antes. Esta noche no es la primera vez que pienso en hacerle el amor a Arrow. Estoy segura que podría haber sido más romántico. Estoy segura que hubiera preferido estar conmigo por primera vez en una cama. Pero no hay nada en esto que cambiaría.

177

Cada movimiento que hacemos se siente dulce y conmovedor, como si hubiera encontrado mi corazón sin llave y lo estuviera sacando cuidadosamente. No sé cuánto tiempo me muevo sobre él antes que cambie la expresión de su rostro. Pasa de ser dulce y tierno a algo un poco más desesperado. De cuidadoso y controlado a algo salvaje. Verlo perder ese control cuidadoso es de alguna manera más dulce que cualquier caricia tierna de antes. —¿Lo habías…? —susurra, su voz se atora. Esta noche significa demasiado para mí para mancharla con una mentira, así que niego. —Está bien. —Mia —murmura. Entonces, como no puede soportarlo más, entierra su rostro en mi cuello, me aprieta las caderas y mueve sus caderas debajo de mí. Me penetra con más fuerza de la que usó para tocarme durante toda la noche, y me duele un poco, pero me encanta. Me ofrecí a él, y esto; su placer, el sonido áspero en la parte posterior de su garganta, sus movimientos bruscos; esto se siente como si me estuviera tomando. Haciéndome suya. Me abraza fuertemente mientras gime, y siento que se hincha dentro de mí, siento la larga corriente de su exhalación contra mi cuello cuando se corre. Entonces está quieto. Con los dedos en mi cabello. Labios que suben y bajan por mi cuello. —He esperado demasiado —dice, y no estoy segura de lo que eso significa, así que solo asiento. Encontramos algunos pañuelos para limpiarnos después, y antes que las cosas se pongan difíciles, me acerca contra él y nos cubre a ambos con la manta y me sostiene en un capullo de calor. Cierro los ojos por un momento, y lo siguiente que sé es que está susurrando mi nombre contra mi cabello… —El sol está saliendo. Me siento y, efectivamente, el naranja se extiende detrás de los árboles del otro lado del lago. El sol está saliendo, y yo estoy aquí en los brazos de Arrow.

Me levanto con alguien besando la parte posterior de mi muslo. Suaves besos con la boca abierta sobre esa tierna piel justo debajo de la curva de mi trasero. La boca de Arrow. Besos de Arrow. Diestros y hábiles y garantizados para hacer que los hombres se quedan cortos por el resto de mi vida. Gimiendo, empiezo a darme la vuelta, pero pone una mano en mi espalda para mantenerme quieta.

178

—Realmente apenas estoy empezando, si no te importa. —Su voz es baja, ronca por el sueño, el poco que conseguimos, y me remueve un poco el estómago. Después de ver salir el sol, volvimos a mi departamento esta mañana, cerré la puerta de mi habitación, nos metimos en la cama y dormimos la siesta. O al menos yo lo hice. Miro por encima de mi hombro hacia donde besa su camino por mi espalda. —¿Por qué no puedo darme la vuelta? Sonríe y me acuna entre mis piernas con una gran mano. El calor se acumula allí rápido y tenso. —Porque no. —Luego no necesita decir nada más. Me acaricia, y al mismo tiempo su boca está sobre mí otra vez, bajando por mi espalda y sobre la curva de mi trasero. Besa la parte posterior de mis muslos, luego sigue el camino con los dientes y la lengua, todo el tiempo trabajando sus dedos sobre mí. El ángulo de su toque es diferente a cualquier cosa que haya sentido antes, y la piel que provoca con su boca es mucho más sensible de lo que podría haber imaginado. De repente siento que Brogan dejó la mitad de mi cuerpo sin explorar. La idea de Brogan me pone tensa, y Arrow debe darse cuenta porque levanta la cabeza e inmoviliza sus movimientos. —¿Está bien? —Sí. Yo… —Trago—. Está bien. Acaricia mi muslo interior y gime. —Demonios sí que está bien. —Abre más mis muslos, desliza su mano fuera del camino, y la reemplaza con su boca. El placer me atraviesa; el calor repentino, el ángulo, el raspar de su barba incipiente; y sus labios se mueven sobre mi lugar más privado, y todo dentro de mí se tensa apretado, caliente y necesitado. Cuando se retira, es solo el tiempo suficiente para hacerme rodar sobre mi espalda y colocar su rostro entre mis piernas otra vez, pero solo mira en lugar de besarme. —Arrow —susurro. Quiero su boca otra vez. Su mano. Ambos. Más. Desliza su mirada hacia la mía y sonríe. —Me desperté contigo y por un segundo olvidé lo de anoche. Pensé que estaba soñando. —Se inclina hacia adelante, y jadeo cuando su lengua recorre todo mi clítoris—. Cuando lo recordé… —Me mira mientras se lame los labios—. Bueno, espero que no te importe si te beso aquí por un tiempo.

179

Sus palabras me roban el aliento y hacen que algo necesitado y dolorido se enrede entre mis piernas. No tengo la oportunidad de responder antes que su boca vuelva a mí, más tiempo esta vez. Más lento. Me extiende con sus manos y me explora con sus labios y lengua. Y se sentiría bien sin importar qué, porque parece saber cómo tocarme, cómo alternar entre suave y duro y dónde chupar, pero cuando me fuerzo a abrir los ojos y soy testigo de la fantasía de Arrow en mi cama, Arrow besándome así, solo aumenta el placer. Estoy a mitad de camino cuando desliza un dedo dentro de mí, e incluso sensible por la noche anterior, no puedo evitar levantar las caderas de la cama y acercar su boca a mi dolorido clítoris. Gime y me recompensa chupando. Siempre. Muy. Suavemente. Y luego me pierdo. Deslizándome. Cayendo. Derritiéndome. —¿Cuál es tu cosa, Arrow? —El reloj marca las diez de la mañana. Todavía estamos en la cama, y no tengo prisa por ir a ninguna parte. Mi teléfono titila desde la mesita de noche, pero no quiero ver un montón de llamadas perdidas de Brogan o enfrentar la realidad después de estas increíbles horas con Arrow. Lo haré. Solo que todavía no. —¿Mi cosa? Me siento estúpida por un minuto. Ese día que nos conocimos fue mucho para mí. Tal vez ni siquiera lo recuerda. Mi curiosidad gana sobre mi orgullo. —¿Lo que quieres con tanta desesperación que la idea de tenerlo te pone tan enfermo del estómago como la idea de no tenerlo nunca? Sus ojos se centran en los míos, y sé que recuerda. Su manzana de Adán oscila mientras traga. Apartando su mirada de la mía, se pone de espaldas y mira el techo. —Solía ser el fútbol. Siempre supuse que era el fútbol, pero nunca dijo una cosa u otra. —¿Ya no? —El fútbol ha estado en un segundo plano en mis deseos durante muchos meses. Mi vida era más fácil cuando el fútbol era mi todo. Siempre supuse que era fútbol, pero nunca me lo dijo. Era un poco misterioso al respecto. —¿Qué es ahora? Es entonces cuando me mira otra vez, sus ojos oscuros y atormentados, su cuerpo tenso junto al mío. El silencio se hace denso con todo lo que nunca decimos. —Tú.

180

Mi corazón se contrae y mi respiración se detiene. Hay mucho en esa palabra. Una promesa de lo que será para mí si lo permito. Una pregunta de lo que aguarda el mañana. Y tampoco estoy segura de lo que pienso al respecto, así que simplemente tomo la respuesta como un regalo y me recuerdo a mí misma de respirar. No quiero decir su nombre y romper este hechizo, pero alguien golpea la puerta, rompiéndolo de todos modos. Me aparto del contacto de Arrow y me siento en el borde de la cama. —Ignóralo —dice, envolviendo un brazo alrededor de mi cintura. —¡Mia María Consuela Mendez! —Ese es mi hermano. Mierda. —Nic solo ha salido de prisión un par de semanas, y ninguno de los dos estamos acostumbrados todavía. Olvidé que puede pasar cuando quiera y él olvida que ya no tengo cinco años. —Sé que estás en casa —dice Nic—. Tu vecino me dijo que te había visto entrar esta mañana. Arrow se incorpora y se lleva una mano al rostro. —Lo siento —susurro. —Está bien. —Escanea la habitación, probablemente sabiendo lo mal que se ve, teniendo en cuenta que ayer fui la novia de su mejor amigo—. Dime lo que quieres que haga. Trago. —¿Esconderte? —Mia… —Hablo en serio —siseo—. A Nic no le va a gustar verte aquí, y prefiero que te vayas con el rostro intacto. Busca tu ropa y escóndete en el armario. —No le tengo miedo. —Hazlo por mí —digo mientras Nic golpea la puerta de nuevo—. Por favor. —Está bien. Bueno. Bien. Mientras recoge su ropa, me apresuro y me visto. Agarro una camisa abotonada y un par de jeans. —¡Mia, te lo juro! —grita Nic. —Ya voy —digo—. Estaba durmiendo. —Es importante —dice Nic—. Papá se ha ido a emborracharse y se llevó el arma.

181

Mis dedos se detienen hasta la mitad de los botones. Esta es la realidad, Mia. Esta es tu vida real. No Arrow diciéndote cosas dulces bajo las estrellas o despertándote con besos. Esto. Tu padre y las borracheras que lo hacen soltar poesía sobre el suicidio. Me apresuro con los últimos botones mientras me apresuro a abrir la puerta. —¿Qué es lo que quiere? —Está enloqueciendo sobre hablar contigo —dice Nic. Como lo único que le ha importado durante los últimos dieciocho meses era cuándo Nic salía de prisión, esto me sorprende. —¿Por qué? Se encoge de hombros. —Solo ven a casa para que podamos convencerlo. Asentí y lancé una mirada de disculpa al armario donde estaba escondido Arrow. Odio dejarlo así, pero no tengo otra opción. Tal vez él también necesita contacto con la realidad. Cuando llegamos al auto de Nic, dudo con mi mano en la manija de la puerta. —¡Entra! —dice mi hermano. Doblo mis brazos sobre mi pecho. —Déjame ver tus ojos. —Estoy limpio. Por el amor de Cristo. Sabes que estoy limpio. Demonios, probablemente seas la única que lo sabe. Puedo ver en sus ojos que está diciendo la verdad, y confío en que sea honesto. Sabe cómo me siento acerca de subirme a un auto con él cuando está drogado, o con cualquiera, para el caso. No sucederá. Cuando llegamos a la caravana de papá, está sentado en el borde de la cama, lloriqueando, realmente llorando, con una pistola colgando de la punta de sus dedos. Nic y yo intercambiamos una mirada, y asiente. Espero en nuestra comunicación silenciosa que piense que conseguirá el arma mientras distraigo a papá. —¿Papi? —Me acerco lentamente. Lo último que quiero hacer es asustarlo. La cabeza de papá se levanta y su mandíbula se queda abierta un momento mientras me observa. —Hija mía —dice—. Mi hija. Dime que no es verdad.

182

—¿Qué no es verdad? —Otro paso más cerca. Una respiración superficial. Una oración silenciosa. —Frank me dijo que te vio con el chico de Woodison en el Dairy Maid anoche. Dime que no es verdad. Dime que no te van a alejar a ti también. —Nadie me va a alejar, papá. Estoy aquí. —Otro paso, y luego salto cuando el arma golpea el suelo con un golpe. —No pueden tenerte a ti también. No a mi hija. Ya es suficientemente malo que se llevaran a Isabella. Nic agarra la pistola del suelo. Intento atrapar su mirada y fallo. —¿Quién se llevó a mamá? —pregunto—. ¿De qué estás hablando, papá? —Dime que no es verdad —dice papá—. Dime que no estás dejando que Woodison te arruine. Arruinarme. Dios querido, odio esa expresión. —Nadie está arruinándome. —Envuelvo mis brazos alrededor de sus hombros y lo sostengo mientras llora. Nic y yo trabajamos juntos para calmarlo y llevarlo a la cama, y cuando el remolque está en silencio, sigo a mi hermano afuera. —¿Qué fue eso? —pregunto. —Odia a Woodison. El tipo lo despidió. Ya lo sabes. —Pero Nic aún no me mira a los ojos. —¿Qué no me estás diciendo? Cuando se encuentra con mis ojos, es con un suspiro de resignación. —Hay cosas que las niñas pequeñas no deberían tener que saber sobre sus madres, Mee. —Entonces es bueno que ya no sea una niña pequeña. Dime. Nic saca un paquete de cigarrillos de su bolsillo trasero, saca uno, lo enciende y miro cada uno de sus movimientos. Después de su primera y larga calada, dice: —Mamá tuvo una aventura amorosa con Woodison antes que se fuera de la ciudad. Lo había estado follando durante meses, y papá lo descubrió y lo amenazó con matarlo. Por un momento histérico y de pánico, creo que se refiere a Arrow, y luego mi cerebro comienza a funcionar. —¿Uriah Woodison?

183

—Sí. —Gruñe y niega—. Mamá sabía que no podría vivir con papá después de eso, que la haría pagar por ello todos los días, así que se fue. Un puño de hierro se cierra alrededor de mi garganta. —¿Mamá y Uriah Woodison? ¿Estás seguro? Nic asiente. —Tiene derecho a odiar al hijo de puta. Un automóvil ruge en el parque de casas rodantes. La grava se eleva cuando el Jetta rojo chilla hasta detenerse frente a mí y Nic. Cuando Brogan sale, sigo pensando en lo que acabo de descubrir, y por un minuto me olvido de lo que hizo anoche. En el mismo momento, me olvido de lo que yo hice anoche. —¡Mia! —Sus ojos están hinchados, inyectados en sangre, y su rostro está pálido—. Te he estado buscando en todas partes. ¿Dónde has estado? Parpadeo, pero no puedo registrar nada cuando mi cerebro sigue reproduciendo los sollozos de mi padre. "Dime que no te van a alejar de mí también". Mi madre estaba teniendo una aventura con el padre de Arrow. Sabía que mi padre odiaba a Uriah Woodison. Sabía que no le gustaría la idea que saliera con Arrow. Pero ahora que entiendo por qué, sé que nunca estará bien con eso. —No me estás hablando —dice Brogan, y me doy cuenta que no he respondido a su pregunta—. Está bien, me lo merezco, pero ¿me escucharás? ¿Por favor? Nic entrecierra su mirada en Brogan, luego me mira. —¿Qué hizo? —Avanza—. ¿Hiciste daño a mi hermana? Te dije que te arruinaría si la lastimabas. Brogan levanta sus manos en señal de rendición y niega. —Estaba borracho. Vi los mensajes en tu teléfono, pero está bien. Puedo perdonarte. Puedo hacerlo. Pero necesito que me perdones. Soy un idiota, estaba celoso y enojado, y pensé que te estaban alejando de mí. No sé de qué está hablando, no puedo pensar en nada más que en la bomba que acaba de lanzar Nic. —Por favor —dice Brogan—. Háblame. —¿Qué hizo, Mia? —pregunta Nic. Da un paso más hacia Brogan—. ¿Quieres que le patee el culo?

184

—Adelante —dice Brogan—. Estoy jodido, pero amo a tu hermana, y si quieres darme una paliza por eso… —Basta —mascullo—. No puedo tratar con ninguno de los dos en este momento. —Me vuelvo hacia Brogan. Mi dulce y tierno Brogan, y por primera vez, lo que hice con Arrow anoche se estrella contra mí como mil pedazos de vidrio. ¿Cómo puedo sentirme tan culpable ahora cuando esos momentos con Arrow se sintieron tan bien? ¿Tan destinados?—. Vete a casa, Brogan. No tienes sentido, y no importa. No tengo nada que decirte y no tengo ningún interés en escuchar tus excusas. —Deteniéndome, respiro y me doy cuenta que tengo algo que decir—. Espero que Trish lo valga. —Pero… —Comienza, pero se detiene cuando levanto mi mano. Me dirijo a Nic. —Llévame a casa. Por favor. La mandíbula de Nic es dura y un músculo en su cuello se contrae. Oh, sí, él daría cualquier cosa por golpear a Brogan en este momento. Nic es un luchador. Nunca supo cómo navegar por el mundo sin sus puños. Pero por mí, aplacará ese impulso y dejará que Brogan salga ileso. —Sal de aquí —dice Nic. Brogan niega e intenta nuevamente, más suavemente esta vez. —Déjame llevarte a casa, Mia. Por favor. —Mi hermana te dijo que te fueras —gruñe Nic. Con una última mirada desesperada hacia mí, Brogan asiente y se sube a su auto. —¿Quieres decirme a qué vino todo esto? —pregunta mi hermano, mientras me meto en su oxidada camioneta. Me pongo del lado del pasajero y me abrocho el cinturón de seguridad, y Nic entra y dice—: ¿Y? —No, Nicholas. No quiero hablar de eso. Solo llévame a casa. Ese músculo se contrae en su cuello, y sus nudillos oscuros se ponen blancos alrededor del volante, pero finalmente enciende el auto, y nos dirigimos hacia mi apartamento en silencio. —Lamento que tuvieras que descubrirlo de esa manera. Acerca de mamá. Ella debería haber sido quien te dijera. Me estremezco y bajo mi mirada a mis manos dobladas en mi regazo. Todavía estoy procesándolo. —¿Crees que ella lo amaba?

185

—¿A Woodison? —Nic suelta una risa sardónica—. Claro que lo hizo. La engañó. Pero puedes estar segura que él no la amaba. Ella era su criada en esa gran casa suya. Manteniendo el lugar limpio mientras su esposa se estaba muriendo. Nada más que un pedazo de culo fácil para él. Cuando papá se enteró y comenzó a lanzar amenazas, Woodison no hizo nada para arreglarlo. Fuera de mi ventana, los halcones pican el contenedor de basura detrás de mi apartamento, y los miro mientras mi mente da vueltas y deja caer estas piezas de rompecabezas que no coinciden y trata de encontrar una historia que tenga algún sentido para mí. —Era tan hermosa —susurro—. Cuando era pequeña, quería crecer y lucir como ella. Me hizo creer que… Cuando no termino mi pensamiento, Nic se acerca y me aprieta la mano. —Lo sé, hermanita. Yo también. —No lastimes a Brogan. Él solo… —Respiro hondo y exhalo lentamente—. Se está esforzando tanto para ser quien cree que se supone que es, que a veces comete errores estúpidos. —Me odio a mí misma por lo mucho que esa explicación socava la traición de Brogan. Por otra parte, no es el único culpable en ese aspecto. Mamá era una adúltera. Una infiel. Como yo. Claro, nos separamos, pero una ruptura horas antes de dormir con Arrow se siente más como un tecnicismo que como una salida. —¿Es verdad? —pregunta Nic. —¿Qué? Nic aprieta el volante y suspira. —¿Estuviste con Woodison anoche? ¿Es quien estaba en tu departamento esta mañana? —No había nadie en mi apartamento esta mañana. —Vamos, Mee. No soy idiota. Hubo dos juegos de pasos corriendo antes que contestaras la puerta. —Me estudia por un momento antes de negar—. Sabes lo que somos para la gente como ellos, ¿no? Abejas trabajadoras. Drones. Ya sea que los estemos follando o cortando su carne. Nunca nos verán como uno de ellos. Las palabras duelen en parte porque provienen de mi hermano, que se supone que cree que puedo ser más, y en parte porque se aprovechan del miedo que he tenido desde que Arrow me dijo su apellido. —Arrow no es así. —¿Y crees eso lo suficiente como para convencer a papá?

186

Mordí mi labio con fuerza y clavé mis uñas en mis palmas. —Papá no necesita saber. No tengo nada con Arrow. Es un amigo. Anoche fue solo… —Reclamó mi corazón. De una vez por todas. Nic resopla. —¿Estaba qué? ¿Consolándote? ¿Brogan no es su amigo? Jesús. Eso es un Woodison para ti. Toman lo que quieren. Que se jodan todos los demás. Estoy demasiado cansada para tener esta conversación, demasiado insegura para defender a Arrow con mi hermano, así que abro la puerta. —Gracias por venir a buscarme esta mañana. Avísame cuando papá se despierte más tarde. —Lo haré. Salgo del auto y estoy a punto de cerrar la puerta cuando Nic llama. —¿Mia? —Y me detengo—. No te menosprecies. Todas esas cosas que nos enseñó mamá merecían la pena. Incluso si ella no.

187

Brogan vino. Mi mejor amigo vino al departamento de su chica para hablar con ella. Llamó a la puerta. Rogó a través de esta. Le suplicó perdón cuando era yo quien estaba aquí para escuchar. Soy horrible. Maldita sea, soy horrible. Hay un código de amigos, y luego hay un sentido común. Anoche crucé las líneas, y tal vez cruzar esas líneas era inevitable, pero todo sucedió demasiado rápido. Demasiado pronto. Y ahora tengo que encontrar la forma de explicárselo a Brogan de una forma que no lo haga odiarme para siempre. Para cuando Mia regresa a su apartamento, he ensayado mentalmente diez maneras diferentes de decirle a Brogan lo que sucedió, me duché, me vestí, preparé una taza de café y, después de buscar en sus armarios comida de verdad y no encontrar nada, comí una Pop-Tart. Cuando cierra la puerta del departamento detrás de ella, está desinflada. Cada pieza de la alegría de esta mañana ha huido, y la energía en el apartamento cambia de nerviosa a ominosa. —¿Todo está bien? —pregunto. Estúpida pregunta, teniendo en cuenta lo que la había hecho correr por la puerta. —Sí. —Evita mi mirada y se dirige a la cafetera—. Papá está dormido ahora. Estará bien. Solo una noche difícil. —Brogan vino. No contesté la puerta, por supuesto, pero estuvo aquí. Tenemos que hablar sobre lo que vamos a decirle. Vierte un poco de esa basura en polvo en su café y la agita, mirando su cuchara como si eso necesitara enfoque cuidadoso. —Nada. No vamos a decirle nada. —Claro. ¿Entonces piensas que deberíamos esperar unas semanas y mantener esto en silencio por un tiempo? —Mi estómago se tuerce ante la idea. No guardo secretos de Brogan. Y sin embargo lo hice. He mantenido mis sentimientos

188

por Mia en secreto durante casi un año. Asiento―. Tienes razón. Le daremos algo de tiempo. Se vuelve lentamente, abandona su café en el mostrador y cruza los brazos mientras me mira. Su rostro está en blanco, nada como la mujer en mis brazos esta mañana. —No vamos a decírselo en absoluto, Arrow. No ahora y no en unas pocas semanas. Lo vi en casa de mi padre esta mañana, y ya está hecho un desastre. No hay razón para lastimarlo más. Mi aliento me deja. —Vas a volver con él. Pensé… —Miro hacia otro lado. Dios, esto duele como el infierno, y me lo merezco. Me acosté con ella la noche en que se separaron. Lo sabía y lo hice de todos modos. Y ahora no soy más que un error para ella. Un secreto sucio —No voy a volver con él. —Mi alivio es efímero. Sus palabras son frías, su rostro pétreo. Toda la pasión y la emoción de la noche anterior han sido ocultas, encerrado en algún lugar—. Y eso lo lastimará lo suficiente. Por favor, no lo lastimes más confesando nuestra traición. —Estabas lastimada —le susurro, aunque su descripción de lo que hicimos es un eco de mis propios pensamientos—. No puedes traicionar a alguien con quien no estás comprometido. —Tú y yo sabemos que eso no es verdad. —No podemos mantener este secreto para siempre. Quiero besarte en público y sostener tu mano, y estoy dispuesto a esperar un par de semanas, incluso un mes, pero finalmente tiene que salir, y es mejor si viene de nosotros. Su rostro pétreo vacila, pero luego cierra los ojos y sus paredes vuelven a subir. —No hay un nosotros, Arrow. No puede haberlo. Siento que me dio un puñetazo en el estómago con unos nudillos de bronce. Lo arruiné. —¿Qué pasó? ¿Te dijo algo Brogan? Algo sobre mí o… —¿O es la culpa carcomiéndote de la forma en que me ha carcomido toda la mañana? Deja caer su cabeza y estudia el piso. —Estabas en lo cierto anoche. Dijiste que cuando decidí salir con Brogan, lo estaba eligiendo. Lo hice sabiendo que no podría salir contigo. Era cierto entonces, y sigue siendo cierto ahora.

189

—Así que anoche fue… —Estuve bebiendo. Estaba emocionada. Fue un error. —Claro. —Joder. Mi primera conmoción cerebral fue más agradable que esto. Miro a mi alrededor en busca de mis llaves, las agarro del mostrador y me dirijo hacia la puerta, donde debo detenerme porque dejarla literalmente duele. Me despedaza por dentro. —Lo siento, Arrow. Eres un buen tipo. Yo solo… —Solo cometiste un error. —Intento sonreír, pero incluso puedo sentirlo retorcerse en mi rostro, una sonrisa plástica, una mueca a medias dolorosa—. En lo que a mí respecta, anoche no fue un error. Ni siquiera un poco.

190

Mi departamento está en llamas. Me apresuro a abrir la puerta cuando veo las llamas parpadear en el otro lado del vidrio. Mis manos tiemblan y buscan por las llaves, y antes que pueda encontrar la correcta, alguien abre la puerta. Brogan. Y el departamento no está en llamas. Las velas brillan desde todas las superficies, parpadeando bajo la brisa creada por el ventilador de techo. —Sorpresa —dice Brogan, sacando mi bolso de mi brazo. 191

—¿Qué? —Este es un cumpleaños rehecho —dice—. No debería habérmelo perdido. Esta noche voy a compensar eso. No me gusta celebrar mi cumpleaños. Encuentro rara la idea: Personas que se concentran en mí y hacen algo simplemente porque sucede que salí del útero de mi madre. Y francamente, odio ser el centro de atención. Brogan me dijo que cambiaría eso. Dijo que me enseñaría a disfrutar del centro de atención. Y luego canceló nuestros planes y me dejó en casa mientras salía de la ciudad. Ya ni siquiera es mi cumpleaños, pero aquí está y me temo que soy una causa perdida, porque después del día que he tenido, no tengo la energía para esquivar sus avances románticos bien intencionados. —Brogan. —Suspiro—. Te dije esta mañana que no quería hablar contigo. ¿Qué estás haciendo aquí? Levanta una mano. —Sé que soy probablemente la última persona que quieres ver, pero solo escúchame. —Bien. —Cruzo los brazos sobre el pecho mientras me conduce al apartamento y a la cocina. Huele muy bien aquí, como a chocolate y pan fresco, y

me doy cuenta que no he comido hoy. Normalmente no lo olvido, pero mi mente está tan atestada de todo lo que sucedió que, incluso recordar comer parece demasiado. Me siento a la mesa, donde ha preparado un banquete de chocolate: pastelillos de chocolate, fresas cubiertas de chocolate, galletas de trozos de chocolate y, por supuesto, en el centro de todo, un pastel de chocolate de tres niveles ya coronado con velas parpadeantes. —¿Por qué hiciste todo esto? —Niego. Brogan no es como Arrow. No tiene una cuenta bancaria interminable a su disposición. Claro, creció en una casa más bonita que la mía, pero, por lo que puedo ver, sus padres están hasta el cuello de deudas; optando por comprar su lugar en una clase social más alta, incluso si no pueden pagarla. —No tienes que hacerlo, Brogan. No lo necesito. —Te lo mereces. —Se sienta a mi lado, pero se sienta de lado en la silla para mirarme—. ¿Recuerdas haberme dicho que querías crecer y casarte con un hombre que te hiciera sentir especial todos los días? —Todo el mundo quiere eso —digo. Pero tal vez no tanto como yo. Otras chicas lo esperan. Yo, por otro lado, crecí viendo cómo mi padre trataba a mi madre, como si fuera la empleada o prescindible. Para mí, no es una expectativa; es algo que solo me atrevo a esperar que pueda ser. Algo que no estoy segura de creer que sea real. —Siempre creí que ese tipo sería yo, pero vi que te enviaba mensajes de texto y se asustó. —Ahora no puedo recibir mensajes de texto de hombres. Traga saliva y se muerde el labio. —Trish me dijo que tú y Arrow tenían algo. Dijo que era estúpido si no podía verlo y que me dejarías en un segundo por él. Esta es la parte en la que se supone que debo decir: “¿Y tú le creíste?” Pero no lo hago. La pregunta es tan buena como una mentira. Entonces elijo algo diferente. —¿Por qué no me hablaste sobre eso en lugar de desabrocharte el pantalón? —Porque a veces soy un cobarde. —Se muerde el labio y hace muecas antes de encontrarse con mi mirada—. Y fue más fácil mirar tu teléfono. Dijo algo acerca de los mensajes de texto esta mañana, pero estaba demasiado distraída por lo que Nic me contó sobre mi madre para registrar completamente cualquier cosa.

192

—Todavía no sé de qué mensaje estás hablando. —No importa. No debería haber buscado. —Respira profundamente—. Sabía que eran amigos, pero verlo así parecía confirmar todo lo que ella había dicho. Y ya sé cuánto te hace sonreír. —Brogan… —Caliento el banco mientras veo a mis amigos competir en un deporte al que he dedicado mi vida. Solo puedo entrar cuando necesitan a alguien que bloquee para Arrow o para hacer patadas. Jugar en segunda posición significa que hay alguien mejor. No quería ser un segundo para ti. Y entré en pánico porque pensé que lo era. Lo que no me di cuenta fue que ser tu segundo supera ser tu nada. Cada día de la semana. —Nunca pensé en ti como mi segundo —le digo, y de repente no me importa lo que haya hecho o quién haya traicionado a quién. Quiero envolverme en sus fuertes brazos y dejar que me abrace. Quiero escucharlo hablar conmigo sobre el futuro y dejar que sus sueños sean míos. Brogan no es Arrow, y eso es algo bueno. Arrow y yo no podemos ser. No después de lo que supe por mi hermano. Ni siquiera antes, ¿pero Brogan? Es un buen tipo. A veces, sus inseguridades lo motivan a tomar decisiones terribles, pero podría decir lo mismo de la mitad de las personas que conozco. —Lo siento mucho. Déjame probarlo, Mia. Sé que no me lo debes, pero lo estoy pidiendo de todos modos. —No puedo prometer que podamos regresar de esto, Brogan. —Pero quiero intentarlo, me doy cuenta. Tal vez tengo miedo de estar sola. Tal vez no puedo soportar verlo tan lastimando. O tal vez soy egoísta y necesito un margen entre Arrow y yo. —Lo tomaremos con calma. Esta noche, déjame alimentarte. Este fin de semana, tal vez me dejes invitarte a salir. Comenzaremos de nuevo y puedes decidir… —Toma un aliento desigual—. Puedes decidir si valgo la clase de perdón que nos llevará superar esto. —¿Y qué pasa la próxima vez que te sientas inseguro, Brogan? ¿Qué pasa cuando me ría de los chistes de otro y no de los tuyos? —Me recuerdo a mí mismo que preferiría jugar en el banquillo que no jugar en absoluto. Porque es verdad, Mia. —Eso rompe mi corazón —susurro. —¿Por qué?

193

—Porque no quiero que te veas jugando como un segundo con la chica con la que termines. Quiero que creas que eres la estrella. Tú vales la pena. Su boca se abre y luego se cierra, como si no supiera qué decir. Y luego se inclina hacia adelante y presiona sus labios contra los míos. Por un momento fugaz y ridículo, me pregunto si podrá saborear a Arrow allí. Si puede sentir el recuerdo de otro hombre en mis labios. Pero luego dejo ir ese pensamiento ridículo y levanto mis labios por su beso, dándole la bienvenida a su calidez. Esta noche estoy sola, perseguida en los rincones vacíos de mi mente por el fantasma de mi madre y sus decisiones. Brogan aleja al fantasma y la soledad se desvanece. Y por eso, por ahora, estoy agradecida. Rompe el beso, respira con dificultad y apoya su frente contra la mía. —Voy a tomar eso como un sí. —Tómalo como un tal vez. —Aprieto mis ojos. Tú amas a este hombre. Esto es bueno. Pero una parte de mí lanza una advertencia en mi mente que estoy siendo egoísta, que estoy usando a Brogan para poner distancia entre Arrow y yo de la única manera que sé cómo hacerlo. Niego, alejando el pensamiento. Esto no se trata de Arrow. —No sé a dónde va esto —le digo, y las palabras calman un poco mi conciencia—. No sé si lo que tenemos puede ser rescatado. Me toma el rostro con una mano grande y me da una sonrisa triste. —Sí, Mia. En esto, al menos, tengo suficiente confianza por nosotros dos. Estamos bien juntos. —¡Hola, noche romántica! Brogan y yo volteamos a ver a Bailey de pie en la puerta de la cocina, con las manos en las caderas. La vi esta mañana después que eché a Arrow y le conté todo. Estaba agradecida de tener a alguien con quien pudiera decir la verdad, y estoy agradecida de verla ahora. —Jodidamente genial, Brogan —dice—. ¿Planeas recuperarla solo con azúcar? Brogan se sonroja y se encoge de hombros. —Si eso es lo que se necesita. Bailey se acerca a la mesa, toma una galleta de un plato y toma un gran mordisco.

194

—Carbohidratos dulces, deliciosos y pecaminosos, Batman. Dios, ¿quieres salir conmigo? Porque sigue trayendo estas cosas y me abriré de piernas para ti. —¡Bailey! —Me río, y también lo hacen Brogan y Bailey, y luego todos nos reímos y se siente malditamente bien. Hasta que el humor abandona por completo el rostro de Brogan y su mandíbula se endurece. Sigo su mirada para ver a Arrow de pie en la entrada, con un ramo de rosas amarillas en la mano. Observo cómo Arrow asimila todo. Las velas, la comida, Brogan a mi lado, y finalmente la traición que estropea el hermoso rostro de Brogan. —¿Para quién son las flores? —pregunta Brogan. Su voz es dura, y toda la suavidad de su expresión anterior se ha ido. Bailey se queda boquiabierta, tardando dos segundos en mirarme y luego a Arrow. —Para mí —dice, caminando hacia él y arrebatándolas de su mano. Arrow finge una sonrisa cuando Bailey envuelve sus brazos detrás de su cuello. —Gracias, sexy —dice, poniéndose de puntillas. Y a pesar que sé que está tratando de ayudarme, aunque sé que no hay futuro para mí y para Arrow, algo dentro de mí se rompe al ver sus labios contra los de él. —¿Estás lista para irnos? —pregunta cuando se retira, y la sexy franqueza de su voz y la forma en que arde; sí, arde, es tan creíble que, en un segundo ridículo y aterrorizado, realmente no creo con certeza que no haya venido por Bailey. Brogan se aclara la garganta y se remueve. —¿Mason sabe sobre ustedes dos? —¿Por qué? —pregunta Bailey—. ¿Crees que Mason me posee o algo así? —Mmm… —Brogan me mira y me encojo de hombros. No pretendo mantenerme al día con la puerta giratoria de juguetes sexuales de Bailey, pero no creía que se hubiera acostado con nadie más desde que comenzó a jugar con Mason. —Mason y yo somos historia —dice. —¿Bailey? —digo, y me mira con dureza. Si ella y Mason rompieron, es por Nic, pero este no es el momento ni el lugar para hablar sobre eso. No es que ella quiera escuchar lo que tengo que decir sobre hacer a Mason a un lado por mi hermano.

195

—¿Ustedes dos vienen? —pregunta Bailey. Mira a Arrow—. Nos vas a invitar a sushi, en el centro de la ciudad, ¿verdad? Nos mira a mí, a Brogan y a nuestras manos unidas. Todo su ardor, pretendido o no, se desvanece, pero sigue el juego. —Pero estos dos probablemente quieran estar solos. —¿Qué dices? —pregunta Brogan—. ¿Sushi suena bien para ti? —Se inclina hacia adelante, sus labios rozando la curva de mi oreja—. ¿O preferirías quedarte? —pregunta, así que solo yo puedo oír. ¿Quedarme aquí con Brogan? ¿Tal vez pasar el rato en mi cama donde Arrow me tocó tan íntimamente hace solo unas horas? Incluso si quisiera, mi corazón no podría soportarlo.

196

Bueno, la cena fue divertida. Ver a Brogan lanzársele a Mia entre miradas sucias en mi dirección. Ver las defensas de Mia derritiéndose poco a poco hasta que la hizo reír al final de la comida. Sí. Montones de diversión. A un segundo de hacer que me patearan el trasero. Muy, muy cerca. Vuelvo al dormitorio antes que Brogan y me acomodo en el sofá del área común con mi libro de texto de fisiología y una cerveza. Tengo una prueba en A & P el martes, y si no me controlo y estudio, voy a reprobar. Veinte minutos después, Brogan irrumpe en la habitación y cierra la puerta detrás de él con un golpe. Todo lo que logré es abrir mi libro de texto a un capítulo que puede o no estar cubierto en el examen, y un detallado recuento mental de todo lo que sucedió entre cuando el hermano de Mia llamó a su puerta y cuando ella me echó del apartamento. No puedo entenderlo. Cuando levanto mi cabeza de mi libro para mirar a Brogan, me está mirando. Mierda. ¿Ella le dijo? —¿Qué pasa? Cruza sus brazos y sus fosas nasales se dilatan mientras se mofa. —Asumo la responsabilidad, ¿de acuerdo? Lo que hice anoche fue jodidamente estúpido, y puedes dejar de mirarme como si fuera un idiota que no la merece. De acuerdo, entonces vamos a hacer esto. Tomando un respiro, dejo mi libro sobre el cojín del sofá a mi lado y me levanto. —Te atrapó con tu polla en la boca de otra chica. ¿Vas a pararte allí y decirme que no se merece algo más que eso? —Lo jodí, pero ¿puedes culparme? —Sí. Sí puedo. Lo hago. —Doy un paso adelante y levanta ambas manos y me empuja hacia atrás. La parte de atrás de mis piernas golpea el sofá, y me dejo caer—. No estoy peleando solo para que puedas sentirte mejor contigo mismo. — Ella no querría que lo hiciera, y tengo que dejarla tomar sus propias decisiones.

197

—Vi su teléfono. Vi tus mensajes. —Se pasa una mano por el cabello y la boca se retuerce—. Se suponía que debías ser mi mejor amigo, pero no podías manejar que fuera la primera opción por una vez. —¿Qué mensajes? ¿De qué estás hablando? Saca su teléfono y toca la pantalla. Es una captura de pantalla de mi intercambio de mensajes con Mia el día de su cumpleaños.

Arrow: No puedo dejar de pensar en lo que hiciste en la Caverna esta noche. No tenía ni idea. Mia: Estaba bebiendo. Fue un error. Arrow: ¿Lo fue? No se sentía como un error. Mia: No hablaremos más de esto. Arrow: Bien, pero estoy en tu puerta. Ven a abrirla para que pueda darte algo.

—Lo vi en su teléfono y tomé una captura de pantalla. Lo guardé en mi teléfono para poder decidir qué hacer. —¿Por qué estás mirando los mensajes de Mia? Arrebata el teléfono de mi mano. —Ponte de pie, Arrow. Mírame a los ojos y dime que nada pasó entre ustedes dos. Pero no puedo. Por supuesto que no puedo. Solo ahora me doy cuenta de lo incriminatorios que parecen esos mensajes, pero no puedo decir que nada pasó, y le prometí a Mia que no le diría. Así que me pongo de pie, miro a mi mejor amigo a los ojos y digo: —Eres el mayor idiota. Tuviste algo bueno y lo jodiste por nada. —No soy tú, Arrow. No soy el tipo del que las chicas se enamoran. No soy el mejor jugador ni el chico más inteligente de la clase. No soy nada de eso, pero quiero todo eso. Y tal vez… tal vez estaba sintiendo que quería ser parte de esas cosas, incluso por unos minutos borracho en una habitación oscura. —Eso no tiene ningún maldito sentido. Puede que no tengas todo lo que quieres, pero la tenías a ella y eres un jodido idiota por no entender lo que vale. Arrebata el teléfono del sofá y lo levanta. —¿Se suponía que debía ignorar esto?

198

—Le estaba mandando mensajes de texto porque no tenía idea que ella pudiera cantar así. Lo hubieras sabido si hubieses preguntado, pero asumiste lo peor. O tal vez querías una excusa. Trish te ha estado siguiendo durante meses, esperando su oportunidad. Brogan da un paso atrás, un paso, dos, y luego se derrumba en una silla. —Ella no me engañó. —Tira de su cabello con ambas manos y mira al techo— . Veo la forma en que la miras, Arrow. Sé que ella también lo ve y he pasado todos estos meses esperando el momento en que lo descubra y me deje. —¿Descubrir qué? Deja caer sus manos a los brazos de la silla y baja su mirada para encontrarse con la mía. —Descubrir que eres el mejor tipo. ¿Por qué una chica me querría cuando podría estar contigo? La culpa roe mi estómago. Me hundo en el sofá y me inclino hacia adelante, mis codos sobre mis rodillas. No puedo mirarlo. Traga tan fuerte que lo escucho. —Estaba tan convencido que sucedería que no lo cuestioné. Solo asumí. No quiero ser ese tipo. No quiero ser el imbécil, pero siempre postergaba estar conmigo, y entiendo que es su religión o lo que sea, pero comenzó a carcomerme. Sabes, tal vez no sea el sexo el problema sino yo. Levanto mi cabeza. —¿Qué dijiste? —No quiero ser así —dice, haciendo una mueca—. Pero llevamos juntos un año, Arrow, y un chico comienza a preguntarse. —Ella no… ustedes dos no… —Síp, ahora estoy tartamudeando. —No me mires así. La amo, ¿está bien? Estoy tratando de ser paciente. —Echó la cabeza hacia atrás y gimió—. Estaba intentando. Lo jodí todo. ¿Cuánto tiempo puede un corazón latir sin oxígeno? Porque la sangre silba por mis oídos, pero no puedo respirar. No puedo jodidamente respirar. ¿Todavía era virgen? Supuse en todo el tiempo desde que hablamos sobre eso que ella y Brogan habrían… pero no lo hicieron. Mierda. ¿Y ella no creía que eso no era importante para decirme? Nunca tuvo sexo con Brogan, pero luego una noche conmigo y… —¿Arrow? —pregunta Brogan, y puedo decir por su tono que está esperando que responda una pregunta.

199

—Lo siento. ¿Qué? —No lo niegas, ¿verdad? Tienes sentimientos por ella. Dime que no estaba completamente loco. —La acusación se ha ido de su tono. Brogan está de vuelta. Mi amigo empático que entiende que esta vida simplemente no es justa a veces, quien lo entiende mejor que nadie, porque la vida nunca es jodidamente justa para él. Mia era virgen. No importa. No debería importar Mierda. Importa mucho. Eso significa algo, ¿no? Pero por mucho que quiera creer, significa que soy más para ella de lo que dice, me temo que solo refuerza lo que insinuó la noche de su cumpleaños. Piensa que lo que tenemos es como lo que tenían su mamá y su papá: la pasión ardiente y rápida. El error impulsivo. Brogan me mira. Esperando que responda su pregunta. No tiene sentido negarlo. Chris lo sabía; Brogan lo sabía. Claramente está en mi rostro cada vez que la miro. Trago duro. —¿Sabes de lo que hablamos en su cumpleaños? ¿Después que me detuve para darle mi regalo? Brogan hace una mueca. Siempre podría leerlo como un libro, y ahora está tratando de decidir si realmente quiere saber o si tal vez la verdad podría doler aún peor que sus sospechas. —Hablamos de ti —dije, sacándolo de su miseria—. Le pregunté si la hacías feliz. Cuando abre la boca para decir algo, levanto una mano—. Lo sé. Ese no es el tipo de cosas que le preguntas a la chica de tu mejor amigo, pero lo hice. Tal vez quería que me dijera que estaba sola contigo o que no eras bueno con ella. No sé lo que esperaba, pero no es lo que obtuve. Frota la costura al final del brazo de la silla. —¿Qué dijo? —Te comparó con el sol. La mantienes a salvo y cálida. —No quiero mentirle para nada, así que me alegro de no tener que mentirle sobre esto. Me alegro de no tener que fingir—. No importa lo que siento por ella, Brogan. Tú eres a quien quiere. —Soy el fuego. El peligro. Soy el error. —Lo arruiné. —Se vuelve hacia mí, mirándome a los ojos por primera vez en todo el día, y dice—: No creía que siquiera fuera capaz de lastimarla. Pero deberías haberla visto esta mañana. Dios, ni siquiera sabía que le importaba tanto, pero cuando llegué a casa de su padre, parecía como si la hubieran cortado en dos. — Traga saliva—. Sabía que me amaba, pero no creía que estuviera enamorada de mí.

200

Tal vez si lo hubiera creído, tal vez si tuviera algo de maldita autoestima, no hubiera asumido lo peor de esos mensajes, y no hubiera sido tan idiota anoche. Me levanto. No puedo sentarme aquí y escucharlo lamentarse de sus errores. Estoy sin simpatía. Cuando llego a la puerta de mi habitación, me detengo. Mantengo mi mirada fija en el pomo de la puerta mientras pregunto: —¿La has escuchado cantar? —Es increíble, ¿verdad? —Suspira pesadamente—. Esa es su cosa, ¿sabes? Está demasiado asustada para ir tras eso. Es demasiado práctica. —Te habló de su cosa. —No quise decirlo en voz alta. Pero ahí está. De pie en la habitación con nosotros como un invitado no deseado que comparte sus secretos. —Por supuesto que me dijo, Arrow. Es mi novia.

201

Parte VII: Después

202

—Mia, ¿podrías venir aquí, por favor? —Gwen llama desde el estudio mientras paso. Me detengo en medio del mensaje que le escribía a Bailey y me meto el teléfono en el bolsillo. Gwen está parada detrás del escritorio de Uriah, sosteniendo muestras de tela contra los muebles oscuros de nogal. —¿Puedo hacer algo por ti, Gwen? —pregunto. La imagen de irritación, ella hojea las muestras, pasa un montón de estampados oscuros de cachemira que serían más adecuados para la apariencia de club de caballeros que tiene Uriah aquí, y se detiene cuando aterriza en un muestrario blanco puro con la textura de terciopelo. —Vi a Arrow salir de tu habitación esta mañana —dice. Mierda. —Gwen, yo… Levanta una mano. —Escucha. Siento que en algún momento del camino, es posible que hayas tenido la idea que tú y yo somos amigas, y sé que soy joven, y sé que no vengo de dinero, así que tal vez creas que eso nos hace gemelas o alguna mierda. Pero no lo somos. Y tú no eres mi amiga. Eres mi empleada. No eres amiga de Arrow. Eres la empleada de Arrow. Así que, si quieres hacer que follarlo sea parte de la descripción de tu trabajo, ve por ello. Pero si crees que vas a acostarte para lograr una mejor posición en esta casa, puedes olvidarte de ello ahora mismo. No funcionó para tu madre, y no va a funcionar para ti. Me estremezco ante la mención de mi madre. ¿Cómo sabe de ellos? ¿Uriah? ¿Rumores? Tengo que apretar los dientes para evitar hablar. —Mi esposo tiene planes para su hijo, y no implican casarse con basura de remolque. ¿Entiendes?

203

Enderezando mi espina dorsal, levanto mi barbilla y empuño mis manos a los lados. —Sí, señora. Deja caer el anillo de muestras en el escritorio y pasa su fría mirada sobre mí. —Qué conveniente para ti que tu noviecito se convirtiera en un vegetal esa noche. Y ahora eres libre de follarte con un Woodison, que supongo es lo que querías desde el principio. —Suspira dramáticamente y me da una sonrisa fría—. Desafortunadamente para ti, los hombres Woodison han averiguado para qué son buenas las mujeres Mendez, y todo termina en el dormitorio. —Puedes decir todo lo que quieras sobre mí —digo. Mis mejillas están calientes. Mi piel quema como si mi sangre estuviera hirviendo en mis venas—. Pero dices una cosa más sobre mi madre, y no tendrás que despedirme, Gwen. Me iré, y me aseguraré que Uriah sepa por qué tiene que luchar para encontrar una nueva niñera. El color se drena de su rostro, confirmando mis sospechas que su esposo no aprobaría esta conversación. —¿Eso es lo que quieres? —Me doy vuelta y salgo de la habitación. No pensé que éramos amigas, pero sí pensé que éramos aliadas. Y sé que ella no viene de una familia de dinero como el que el Sr. Woodison tiene, pero no pensé que su vida fuera un modelo de cómo podría mejorar la mía. No la respetaba lo suficiente para eso. Arrow me detiene en el pasillo. —¿Está todo bien? —¿Por qué? —El monitor cruje, y luego los sonidos de Katie murmurando me llegan. Salvada por la bebé. Ladea la cabeza hacia un lado. —Mia, pareces enfadada. Me encojo de hombros. —Estoy bien. Debo ir a buscar a Katie. Es hora de su biberón. —Tomo un biberón de la cocina y me dirijo al cuarto de la niña. Siento a Arrow detrás de mí todo el tiempo, pero supongo que se irá cuando llegue a la puerta del cuarto de la niña, porque parece que no quiere saber nada de su hermanita. Pero me sorprende. Me sigue adentro, y cuando me detengo para colocar el biberón en el calentador eléctrico, nos mantenemos junto a la mesa para cambiar pañales, él me rodea y se para junto a la cuna antes que yo pueda.

204

—Es bonita, ¿verdad? —dice, mirándola. Ella está boca arriba, con los ojos abiertos, los puños de bebé extendidos hacia los animales de granja en su móvil. Me paro a su lado y siento que algo de la ira y el dolor de la charla de Gwen desaparecen. —Sí, lo es. —Siempre quise una hermanita —dice—. Hermana, hermano. No me importaba. Solo odiaba ser hijo único. Sin embargo, mamá tuvo que someterse a una histerectomía después de mí. —Levanta sus ojos hacia los míos—. Esa fue su primera pelea con el cáncer. —Lo siento. —Respiro irregularmente porque él me está hablando. Él me abrazó anoche. Me dejó llorar por Brogan y se quedó en mi cama cuando le dije que no quería estar sola. Pero no me ha dicho nada en toda la mañana, y supuse que volveríamos a nuestra vieja dinámica, donde no hablamos nada. Sacude la cabeza. —Está bien. Siempre imaginé una hermanita que se parecía a mi mamá. Katie es hermosa pero no lo hace. Obviamente, no se parecería a mi mamá. —Extiende la mano hacia la cuna y la levanta, sus grandes manos la sostienen por debajo de sus brazos. Sus ojos se agrandan y ella gorjea felices sonidos de bebé. —Le gustas. La abraza contra su pecho. —Hmm. —Realmente sabes cómo sostener un bebé —digo—. Eres natural con ella. —Ella no es la primera bebé que sostengo, Mia. —Niega con la cabeza, pero sigue sonriendo mientras mira a su hermanita—. Hombre, juegas fútbol, y muchos de esos idiotas están teniendo hijos demasiado temprano. Son un pez gordo en el campo por lo que piensan que son demasiado buenos para usar un condón o algo así. No sé. Pero he sostenido muchos bebés. —Levanta la cabeza y me mira con una sonrisa, y siento algo en mi pecho, como si su sonrisa derribara esta barrera que ha estado protegiendo mi corazón. Trago. —Gwen piensa que estamos durmiendo juntos. Su sonrisa se desvanece, pero mantiene sus ojos fijos en los míos durante un largo minuto. ¿Se supone que debo saber lo que está pensando? Porque no lo hago. No puedo decir si le importa una mierda o si esta información lo enoja. Todavía no me habla lo suficiente como para que adivinar sus pensamientos.

205

Él lleva a Katie a la mesa para cambiar pañales y comienza a cambiarle el pañal. —Hablaré con ella. —No, no lo hagas, Arrow. No tiene sentido. Asiente, y de nuevo desearía saber lo que estaba pensando. Él me permite en su cama, incluso viene a la mía, me toca. Me abraza. No he hecho nada malo, y no soy el tipo de chica que sueña con casarse con su camino hacia la seguridad financiera. Pero cuando me despierto en medio de la noche y los brazos de Arrow están envueltos alrededor de mí, me gustaría que estuviéramos durmiendo juntos. Cuando mi cerebro todavía está medio dormido, mi cuerpo se despierta. Quiero que me ruede y me haga sentir como lo hizo esa noche en la cocina. Quiero que su boca y sus manos ahuyenten mi entumecimiento. Quiero que me use para ahuyentar el suyo. Luego, cuando mi cerebro despierta, recuerdo a Brogan y mi culpa, y estoy tan contenta de no dejar que mi cuerpo decida. Estoy tan contenta de no haber cedido a esa necesidad de sentir algo, tan contenta de no rendirme. Aunque hay noches en las que el miedo a no volver a sentir nada es peor que la culpa y el dolor. Qué conveniente para ti que tu noviecito se convirtiera en un vegetal esa noche. Y ahora eres libre de follarte a un Woodison, que supongo que es lo que querías desde el principio. Sé que ella solo está dando voz a lo que otros pensarán. Probablemente no sea la primera en pensarlo, y odio eso. No es justo para Brogan o Arrow. —Va a estar bien —le aseguro a Arrow—. No te preocupes por eso. —¿Crees que va a decirle a mi papá? Respiro profundamente. Decirle a mi papá. Imagino que eso no terminaría bien para él. —No lo sé, Arrow. Si te preocupa, quizás deberías hablar con él. Hacerle saber lo que ella piensa y dejar las cosas claras si es necesario. Pero no lo hagas por mí. Él solo titubea un poco mientras cambia el pañal de Katie, pero sobre todo, estoy impresionada que sepa de qué manera ponérselo y cómo apretar el mameluco. Él es un natural. Toma el biberón del calentador, pone su dedo sobre la tetina y lo sacude mientras se sienta en el balancín. —No tienes que hacer eso —le digo. Arquea una ceja.

206

—Tal vez quiero. Quiero decir, a ella pareces gustarle, así que supongo que no puede ser tan mala. Ahí está. Eso tirón en mi pecho otra vez. Pero esta vez es peor. Después del accidente, sentí que mi corazón entraba en hibernación. Después de enterrar a mi hermano. Después que me dijeron que Brogan nunca volvería a ser él mismo. Pude sentir mi corazón envolverse en sí mismo y retirarse a la cueva donde podría esconderse de manera segura. Y me alegré cuando lo hizo, porque eso significaba que ya no tenía que respirar por el constante dolor. Me alegré, pero no tenía idea de cuánto me dolería sentirlo despertar. Cuando llego a la casa de los Barrett, tengo que sentarme en el auto durante veinte minutos tratando de recuperar el aliento. ¿Cuántas veces vine aquí y deseé no tener que entrar? ¿Cuántas oportunidades tuve de decirle todo lo que estaba pensando, y hablé con él sobre el clima como si fuera un extraño pasando el tiempo conmigo en la línea del DMV? Sé que con la salud actual de Brogan, debo tratar cada visita como si fuera la última. Porque podría serlo. De repente, no hay suficiente tiempo. Necesito más tiempo. Minutos más tranquilos para sostener su mano. Tardes más largas a su lado en el solario. Más oportunidades para reiterar la disculpa que nunca será suficiente. Cuando la señora Barrett asoma la cabeza por la puerta principal y me saluda con la mano, decido que mi fiesta de lástima ha terminado, me limpio las mejillas y entro. Ella me tira en un abrazo —un poco más largo y un poco más apretado que cualquier otro abrazo— y yo lo devuelvo con amabilidad. —Despídete —me susurra al oído—. Di tu despedida hoy. —Lo sé. —No quiero que ella tenga que consentirme. Va a enterrar a su hijo pronto, y no debería ser responsable de atender mi dolor—. Lo haré. Alejándose, niega con la cabeza. —Estamos, um, haciendo arreglos. Simplemente tratando de poner las cosas en orden para el funeral. Lo tendremos en Blackhawk Valley, por supuesto. —La esperanza ha desaparecido de sus ojos. Los iris azules que compartía con su hijo están vacíos—. Él siempre hablaba de lo hermosa que era tu voz, y creo que querría escucharla cuando se despida de nosotros. Esperábamos que cantaras. Tomo aliento. No es su trabajo consolarte. —No lo sé. —No tienes que responder ahora mismo. Piénsalo. —Está bien.

207

Ella inclina la cabeza hacia el pasillo trasero. —Él está en cama. El hospicio viene en camino. Solo estamos tratando de hacerlo sentir cómodo ahora. Hacerlo sentir cómodo. Esas palabras lo hacen real, y corro hacia la habitación como si él fuera a desaparecer antes que pueda atravesar la longitud del pasillo. Brogan está acostado en la cama, justo como ella dijo que estaría. Sus ojos están cerrados, y su cuerpo no se parece al suyo. Es pequeño y larguirucho. Todo huesos y debilidad. Este ya no es el hombre que me suplicó que me quedara con él. Ya no es el hombre que susurró mi nombre después del accidente. Ni siquiera el que tomó mi mano temblorosa mientras yo buscaba un pulso. —Lo siento. Lo siento mucho, mucho. Sus últimas palabras para mí fueron una disculpa. Y ahora es mi turno. —Brogan. —Le quito el cabello de la frente, y solo el toque de mis dedos contra su piel me da ganas de desmoronarme—. Yo quería estar enamorada de ti. Quería que fueras para mí. Todas las chicas se merecen un tipo que pueda hacerlas reír de la manera en que tú lo hiciste, y pensé que, si me aferraba a ello lo suficiente, podrías ser suficiente. Trago duro. Nunca he dejado de lamentar mi decisión de terminar con él esa noche. Nunca dejé de odiarme por decirle la verdad sobre lo que sucedió con Arrow. Él estaba siendo tan irracional, y pensé que si podía lastimarlo, me dejaría salir del automóvil. En cambio, mantuvo las puertas cerradas, y sus últimos momentos fueron de ira, frustración y tristeza. —Te amo. Y estoy tan agradecida que me hayas amado. —Pongo mis dedos sobre sus suaves labios. Esos labios que me besaron tantas veces. Los labios que pronunciaron palabras dulces que llegué a dar por sentado—. Nunca debería haberlo terminado como lo hice. O intentado terminarlo, o lo que sea. Si pudiera cambiar la forma en que todo se deshizo... Cierro los ojos y escucho. Como si, tal vez, si no miro el caparazón vacío de un cuerpo de Brogan, él podrá hablar conmigo, podrá decirme que lo entiende. Pero todo lo que obtengo es el ventilador de techo —Whoomph. Whoomph. Whoomph— y autos rociando agua en la acera mientras conducen por la calle frente a la casa. —Por supuesto que lo harías, cariño. —Esa no es la voz que he estado esperando, y me siento expuesta cuando me doy vuelta para ver a Trish entrar en la habitación. ¿Cuánto tiempo ha estado escuchando?— Todos lo haríamos — continúa. Ella ha estado llorando. Su rostro está rojo y manchado, sus ojos

208

hinchados. Viene a pararse a mi lado, y me alegra que esté allí. Algo sobre ella cayendo en pedazos me ayuda a mantener la compostura. No necesito sentirme más fuerte que ella. Esto no se trata de fuerza. La comodidad del dolor compartido es la antítesis de tratar de ser el más fuerte. Se trata de entender que nuestro dolor es lo que nos hace humanos y permitirnos sentirlo. Ya no puedo sentirme enojada con Trish y no puedo culparla por las decisiones de Brogan, no cuando la veo así, con el dolor establecido y expuesto. —Esto apesta —susurra—. Como si no fuera lo suficientemente difícil decirle adiós a alguien que amas, todo esto está enredado en la pelea que ustedes dos tuvieron. —Cierra los ojos con fuerza—. Está enredado en nuestros errores. Sé que te traicionó, pero si sientes que tienes que culpar a alguien, no lo culpes a él. —Toma mis manos entre las suyas y las aprieta. Sus manos están tan frías, como si hubiera estado abrazada a la muerte—. Lo amaba y decidí que haría lo que fuera necesario para conseguirlo. Cometí un error. Yo tengo la culpa. —Sus ojos suplican mientras los levanta a los míos—. Todos quieren culpar a alguien, y nadie me culpará. Yo sabía que estaba enamorado de ti y aun así… Me giro y la envuelvo en mis brazos, y ella se disuelve en silenciosos sollozos contra mi pecho. —Lo amaba mucho. —Lo sé. —Le acaricio el cabello y tomo una respiración larga y profunda. Maldito seas, Brogan. Él tenía que haber sabido cómo se sentía, y nunca debería haberse metido con ella si no iba a proseguir con ello. No debería haber hecho muchas cosas, y el recordatorio de sus defectos le da a mi dolor un borde irregular, hace que duela más con todo lo que no se dijo y se deshizo. No es de extrañar que pintamos nuestros seres queridos perdidos sin defectos. Esto es más difícil. Cuando Trish se aleja, pega una sonrisa que sé que es para mi beneficio. —Él te amaba, ¿sabes? Te amaba con el tipo de intensidad de las adolescentes obsesionadas con el romance. Él te amaba, y yo estaba tan celosa de eso. Quería robarlo. Hacerlo mío. Yo soy la única culpable aquí. Y cambiaría mi vida por la suya. —Me sostiene por los hombros durante un largo tiempo, mirándome a los ojos—. Quiero que sepas eso. Necesito que sepas que daría mi propia vida para hacer las cosas bien. Ella parece tan melodramática, y hago una mueca. Probablemente he dicho lo mismo a alguien en el camino. Tengo que creerle, porque si alguna vez lo dije, estoy segura que también lo dije en serio. —No funciona así —le digo suavemente.

209

—Cierto. —Me suelta y me rodea para estudiar a Brogan. Ella le toca el rostro y pasa los dedos por su mandíbula—. Pero si lo hiciera…

210

Hay demasiadas personas en mi casa. Un rápido vistazo a las ventanas de atrás y hacia el patio y puedo contar una docena de chicos del equipo y casi lo mismo de chicas. Mia salió a decirle adiós a Brogan hoy, y ha habido personas pululando desde que ella volvió a casa, así que no he podido atraparla sola y preguntarle cómo está. Trish viene desde el patio y apoya sus anteojos de sol arriba de su cabeza. Los ha tenido puestos toda la tarde, así que nunca noté cuán hinchados sus ojos están. Se ve como si hubiese estado llorando por días. —¿Estás bien? —pregunto. Pareciera que se presenta aquí tan a menudo como puede desde que regresé a casa, siempre tratando de atraparme solo. Mi irritación con ella me impidió registrar que tiene que estar tan molesta como el resto de nosotros sobre el final de la vida de Brogan. —No lo estoy. —Con un vistazo atrás a la gente, agarra mi muñeca y me arrastra por el pasillo y lejos de la cocina. —Trish —digo, la advertencia en mi voz—. Lo lamento si te di la impresión equivocada, pero realmente... —¡Cállate! —Me empuja al estudio y cierra la puerta detrás de ella—. Necesitamos hablar, y estoy harta de tratar de atraparte solo. —Lo siento por la víspera de Año Nuevo. —Es una disculpa que debería haberle dado hace mucho tiempo—. No quise darte falsas esperanzas. No quise... —Al carajo eso, Arrow. Estoy enamorada de Brogan, no de ti. Esa noche no fue por ti. Era por él. —Está bien —digo con cuidado. Pasea por el cuarto detrás del oscuro sillón de cuero. —¿Te acuerdas? Mi estómago se hunde. Realmente no quiero hacer esto. —¿Si recuerdo la víspera de Año Nuevo?

211

Se detiene y levanta su mirada a la mía. —Sí. Trago duro. —No mucho, Trish. Quiero decir, nos recuerdo a nosotros… tú sabes. Me da una mirada dura, y no sé qué más decir. ¿Cuánto sabe ella? ¿Su papá le ha dicho algo? Jesús, no quiero hablar sobre esto. —Arrow —dice, sosteniendo mi mirada—. Yo lo recuerdo. —Lo lamento. Creo que ambos estuvimos destrozados esa noche. Sacude su cabeza. —No. No la fiesta. Después de la fiesta. —¿Después que tu papá te fue a buscar? —pregunto. Porque tan fragmentada como mi memoria está, esa pieza está ahí: El entrenador apareciendo a la fiesta para buscar a Trish, porque su castigo por su más reciente metedura de pata era tener que celebrar Año Nuevo en casa. —Lo convencí que me dejara quedarme contigo, que me lleves a casa. Él no sabía que habías estado bebiendo, pero pensé que podría estar bien. Habías parado de beber y estuviste tratando de ponerte sobrio. Mi estómago se vuelve ácido. —¿Qué estás diciendo? —Yo estaba en el auto. —Dobla sus brazos y aprieta sus ojos cerrados—. Yo lo recuerdo todo. El enfermo sonido del metal. Los neumáticos chirriando. El silencio en esos sonidos después y antes que nosotros… Sé que mi papá lo cubrió. Quería hacerte saber que yo lo sé. Me quedo mirándola. No puedo hablar. No hay nada para decir. Ella sabe sobre esta prisión en la que estoy atrapado. Y ella ha estado atrapada aquí también. Todo este tiempo. —¿Cómo pudiste mantener este secreto? ¿Por qué no me detuviste, Trish? —Lo lamento. —No recuerdo nada después de irnos de la fiesta. —Ni siquiera recuerdo irnos de la fiesta. —Sé que no. Considérate afortunado. Sacudo mi cabeza. —Los atropellé y solo… ¿me fui? No puedo recordar, carajo.

212

—Detenerse no hubiera cambiado nada —susurra. Aprieto mis ojos cerrados, como si este nuevo pedazo de información puede que haga aparecer el recuerdo en mi cerebro, pero no hay nada ahí. —Soy una idiota —susurra—. Pensé que el mejor modo de conseguir la atención de Brogan era lastimándolo. Pensé que lo peor que podía hacerle era estando contigo. Pensé que él vería fotos de nosotros juntos y escucharía a la gente hablando sobre como nosotros estábamos uno sobre el otro. Quería lastimarlo así se despertaría y se daría cuenta que me quería más a mí que a ella. —¡Esto es más que unos estúpidos celos! —Mi voz explota, haciendo eco por las paredes de mi estudio, y tengo que tomar un respiro. Hay gente allí fuera que sería destruido por esta conversación si la escuchan. Mia está ahí fuera. —Ese es mi punto —dice Trish—. Pensé que lastimándolo como él me lastimó a mí era tan importante, y luego de repente nada de eso importaba. No importó cuántas fotos había de ti y de mí en Facebook. Brogan no podía ver fotos. No podía ponerse celoso. —¿Estabas en el auto? —No puedo hacerme la idea, y mi mente sigue volviendo a la mañana después del accidente. Tuve un viaje desde el hospital a la casa del entrenador, y ese maldito venado estaba colgado en el garaje, ensangrentando todo. Agarré un balde y algo de lejía y refregué el piso del garaje hasta que mis manos estaban en carne viva, como si yo pudiera limpiarlo, borrarlo, cambiar la cosa que no podía ni siquiera recordar. —Fue una terrible noche para todos —dice Trish. —Si tú tan solo me hubieses hecho detenerme y llamar a la policía, tu papá no habría tenido la oportunidad de cubrirlo. —Presiono la palma de mi mano en mi pecho y froto, como si pudiera quitar el dolor—. ¿Por qué no me dijiste antes? Tú sabes con lo que he vivido. —Papá no me dejaría hablar contigo sobre ello. Él no quería que supieras que yo... —Aleja la mirada y sacude su cabeza—. Estaba asustada. Fue horrible. Eres afortunado que no puedes recordar. —Lo lamento —susurro. Porque lo veo en su rostro ahora, la evidencia del tormento que tendría que haber visto meses atrás. El tormento de vivir con un horrible secreto que está comiéndote desde adentro. Lo recuerdo todo. El enfermo sonido del metal. Los neumáticos chirriando. El silencio en esos segundos después. —Lo lamento—digo, porque no puedo disculparme con los padres de Brogan. Con Mia. Con las personas que realmente se merecen escuchar mi

213

disculpa—. No puedo entender por qué habría pensado que estaba bien como para manejar. No soy ese chico. —No estoy buscando tu disculpa, Arrow. Para de disculparte. —Respira hondo y endereza sus hombros—. Solo quería hacerte saber que yo lo sé. —Está bien. Mia abre la puerta y entra en el cuarto con Katie en sus brazos. Ella me ve a mí y a Trish y hace una doble toma. —Oh, lo siento, solo estaba buscando un lugar tranquilo para… Saldré de aquí. —Se apresura a salir del cuarto, al pasillo. —Mierda —murmuro. Trish levanta una ceja. —¿Están ustedes dos…? —No. Nada como eso. —Quiero odiarla —dice, mirando hacia el pasillo por donde Mia desapareció—. El odio es mucho más cómodo que la culpa. Pero no puedo evitarlo. Trato de odiarla y solo puedo odiarme a mí misma por lo que hice. —¿Qué quieres decir? Se encoge de hombros. —No es como si hubiese pensado que él rompería con ella. Solo pensaba que era cuestión de tiempo. Pienso que siempre amé a Brogan, pero ella lo tenía bajo un hechizo y no podía competir, así que jugué sucio. —Perdónate a ti misma, Trish. Cargando este arrepentimiento no va a ayudar a nadie. Trata de perdonarte. Libera un soplo de aire que probablemente se suponía que era una risa, y sus labios se mueven en algo que probablemente se suponía que era una sonrisa. Es todo mucho más feo que la chica que ella era antes del accidente. La chica que perdió al chico que amaba. —¿Te has perdonado a ti mismo por esa noche? —me pregunta. —Por supuesto que no. —Entonces entiendes por qué no puedo perdonarme tampoco.

214

Él es libre de estar con quien quiera, me digo. Pero no se siente de esa manera. Encontrar a Trish en el estudio con Arrow, detrás de una puerta cerrada, fue tan traicionero como la noche en que encontré a Trish y a Brogan. No es justo. Él no es mío. Pero díselo a mi despierto corazón. Voy al cuarto de los niños para darle a Katie su botella y mecerla para que se duerma, después que se deja ir en mis brazos, la acomodo en la cuna. Cuando volví de Indianápolis esta tarde, todos estaban en casa. De nuevo. Parece que pasan más tiempo aquí que en sus propias casas. Y sé, de hecho, que Mason y Chris acaban de conseguir un apartamento nuevo fuera del campus, y pensé que querrían pasar un tiempo allí. Pero no. Arrow tiene la piscina. Arrow tiene la sala de teatro genial en el sótano con el sistema de sonido de última generación. Tiene la sala de recreo y la mesa de hockey aéreo y la nevera siempre surtida. Entonces están aquí. Y realmente me está empezando a gustar. Al principio fue una tortura, un recordatorio de la vida que solía tener. La vida que Brogan solía tener. Era un recordatorio de lo normal cuando sentirse normal era un insulto para el hombre que amaba. Pero ahora es la nueva normalidad, y estoy empezando a sentir que tal vez está bien. No sabemos cuánto tiempo más tiene Brogan, y estoy comenzando a sentir que está bien también. Digo una oración todas las noches para que se despierte y vuelva a ser él mismo para que puedan comenzar la diálisis antes que sea demasiado tarde. La primera vez que Sebastian viene de la piscina, lo saludo desde la cocina. Todavía no encaja con este grupo. Es más como yo que como ellos. Pero están tratando de incluirlo. Será una parte importante del equipo el próximo año, y para que BHU tenga otra oportunidad en un campeonato, lo necesitarán. Entra en la cocina. —¿Qué hay?

215

—Entonces, he estado mirando esa lista. —Estamos solos en la cocina, pero todavía reviso para asegurarme que no haya nadie cerca para escuchar nuestra conversación—. Y Bailey habló al Garaje de Denny para que nos dieran una lista también. Recopilé los nombres y los he estado revisando. —Bueno. ¿Alguna suerte? Niego con la cabeza. —Sigo pensando en esa noche y en lo que vi. ¿Alguna vez tomaste una clase de criminología? Asiente. —Un par. —¿Sabes cómo te enseñan que la memoria no es estática? ¿Es dinámica? Así que alguien puede sugerir una idea, y podrías poner esa idea en tu memoria sin darte cuenta. —Correcto —dice con cautela. —No sé si eso es lo que está sucediendo, pero desde que vi el nombre del entrenador en esa lista, he estado pensando en lo que vi esa noche. Ahora, cuando cierro los ojos y recuerdo que el auto se aleja, veo una pegatina blanca en el portón trasero del auto. Cruza sus brazos. —Está bien. —Sigo pensando que tal vez tenía una franja roja a través. Como una pegatina para parachoques del equipo de fútbol Blackhawk. Como la que el entrenador tiene en el portón trasero de su automóvil. Sacude su cabeza. —Te lo digo, Mia. Hice ese trabajo. Lo recuerdo. Golpeó a un ciervo. —Sé que es ridículo. Lo sé, ¿está bien? Pero tengo esta idea en mi cabeza, y algunas veces cuando tengo una idea en mi cabeza, simplemente no puedo hacer que desaparezca. —Estás hablando de mi entrenador —dice. —Lo sé. Suspira profundamente y se vuelve para mirar por la ventana trasera, donde Keegan arroja a una rubia de piernas largas a la piscina. —Te diré algo —dice—. Realmente sé cómo puedo tranquilizar tu mente. —¿Cómo?

216

—Si puedo demostrarte que el entrenador no estuvo involucrado, ¿lo dejarás? —¿Cómo vas a probar eso? —Ya lo verás. —Sonríe—. ¿Qué dices? Te recogeré mañana por la tarde. Te mostraré lo que necesitas ver, y luego tendrás una cita conmigo como pago. Abro la boca para decir que no y luego recuerdo a Trish de pie en el estudio con Arrow. Sebastian es adorable. Bueno, está bien, Bailey diría que está sexy y definitivamente tiene algo de cuerpo sexy, pero es adorable del tipo cachorro de orejas caídas. Su cabello siempre le cae en el rostro, y sigue mostrando esa sonrisa torcida, como si no pudiera molestarse en poner el otro lado de la boca para encontrarse con el primero. Es adorable y le gusto y no me confunde. —Es un trato.

—No era necesario que volvieras hoy —dice la señora Barrett detrás de mí— . Me estremezco al pensar en lo que has estado gastando en gasolina. —Vale la pena —le digo. La verdad es que me temo que va a morir antes que haya dicho todo lo que tengo que decir, pero cada vez que estoy a su lado, las palabras se secan en mi lengua—. ¿Cómo está? Se adelanta y aprieta mi muñeca. Sebastian me estará recogiendo en casa de los Woodison en dos horas, pero quería hacer un viaje con los Barrett primero. En lugar de responder mi pregunta, dice: —¿Has pensado algo más acerca de cantar en el funeral? Por otra parte, tal vez esa es su respuesta. No sé si estoy lista. He malgastado tanto tiempo con él. Perdimos nuestras últimas buenas noches juntos y hemos estado conteniendo la respiración esperando una segunda oportunidad. Tal vez la mitad de la pena es solo aceptar que no tendremos una. Respiré. —No he decidido. Le da a mi muñeca un apretón final. —Te dejaré en paz, entonces. La veo salir, agradecida que cierre la puerta detrás de ella para darme algo de privacidad. De repente, sé lo que tengo que decir.

217

Tomo su mano en la mía y la aprieto. Cuando cierro los ojos, está ensangrentado en mis brazos otra vez, disculpándose con sus últimas palabras. —Te perdono. Por Trish. Por negarte a llevarme a casa. Por todo. —Trago saliva. He estado tan ocupada en culparme que nunca me he tomado el tiempo para decirle que está perdonado. Tal vez eso es lo que todos necesitamos escuchar, creer, si vamos a encontrar algo de paz—. Ninguno de nosotros es perfecto, y tampoco quería que lo fueras. Gracias por amarme. Cuando abro los ojos, veo un cuerpo en la cama que una vez perteneció a Brogan, pero ya no está allí. Tal vez no ha estado en meses. Me preparo para otro golpe en el pecho, el tipo de dolor que me roba el aliento, pero en cambio me encuentro exhalando y luego llenando mis pulmones. Esto es lo que se siente dejarlo ir. Le quito el cabello del rostro, cierro los ojos y pronuncio una oración. Cuando regreso con los Woodison, me siento más liviana que en meses. No es la feliz ligereza de presentar tu último examen final o la ligereza vertiginosa de tener un enamoramiento. Es el peso de una carga levantada de tus hombros. Llego tarde, así que corro a mi habitación para encontrar qué ponerme. Mi vestido de lunares negros y rosas solía ser mi favorito, me lo pongo, me pongo un par de sandalias y bajo las escaleras para esperar a Sebastian. Arrow está en la sala de estar y se levanta cuando me ve. —Te ves bien —dice, arrastrando esa mirada lenta y hambrienta por mis piernas desnudas—. ¿A dónde vas? Suena el timbre, y me doy vuelta para abrir sin responder a la pregunta de Arrow. Sebastian se encuentra allí con unos jeans bajos y una camiseta negra ajustada. Me sonríe y me ofrece el trío de brillantes margaritas amarillas en su mano derecha. —Para la linda chica —dice. Prácticamente puedo sentir el momento en que Arrow se da cuenta de quién está en la puerta. Viene a pararse detrás de mí, y es como si la temperatura en la casa bajara diez grados. —Hola, Arrow —dice Sebastian, inclinando la barbilla. Me siento un poco culpable. Es el tipo que lo está reemplazando, pero al mismo tiempo, es el tipo que me sonríe. Quien me dará la hora del día sin mirarme como si le molestara mi necesidad de escuchar su voz. No sé si quiero estar con Sebastian, pero necesito un amigo.

218

—Sebastian —responde Arrow finalmente—. ¿Cómo estás? —Bien. —Sostiene las flores un poco torpemente—. ¿Tú? —A pedir de boca —dice Arrow secamente—. Viviendo el sueño. Sebastian se ríe. —Déjame saber si puedo conseguirte algo, ¿de acuerdo, hombre? Arrow suelta una larga y lenta exhalación y sacude la cabeza. —No seas ese tipo. —¿Qué? —Simplemente no seas un buen tipo. Si quieres hacerme un favor, finge ser el imbécil que necesito que seas. —Da la vuelta y se va a las escaleras, dejándonos. —Bueno, eso fue incómodo —dice Sebastian, haciendo una mueca tonta. Quiero reírme de lo ridículo que fue ese intercambio, pero estoy demasiado confundida por el tipo que se aleja. —Sí, estoy de acuerdo. —No quiero pensar en Arrow ahora mismo y no sabría qué pensar si quisiera. Agarro las flores y las llevo a la cocina, dejándolas en un jarrón pequeño con un poco de agua antes de regresar a la puerta principal donde Sebastian está esperando—. Todavía no me has dicho a dónde vamos. —Vamos a la tienda de papá —dice—. Vamos. Lo sigo hasta su auto y me abre la puerta. Me doy la vuelta cuando empiezo a subir y veo a Arrow observándome desde la ventana de su habitación, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Sebastian sigue mi mirada. —¿Debería asumir que me va a golpear en la cara en el momento en que ya no esté en libertad condicional? —No te preocupes por Arrow —le digo, subiendo al auto—. Él no me quiere. —Nuestra historia es demasiado complicada, creo, pero no se lo explico a Sebastian. No tengo la energía para responder las preguntas que la explicación invita. Sebastian gruñe. —Es lindo que creas eso. Jugueteo con la radio mientras conduce y cuando se detiene frente al taller de su padre, cruzo los brazos y lo miro. —Me tienes curiosa —admito—. ¿Qué estamos haciendo aquí?

219

—Ya lo verás. —Se quita el cinturón y agarra una mochila del asiento trasero—. Vamos. En la parte de atrás. Salgo del auto y lo sigo hasta la puerta de atrás de la tienda. La desbloquea, la abre y me ayuda a pasar. Un parachoques cromado yace en la hierba. —Eso es del entrenador —dice, asintiendo—. Lo saqué del montón de chatarra esta mañana. Doy un paso adelante, mis entrañas tiemblan cuando me acerco al cromo destrozado. —¿Eso es? —Sí —dice—. Y Mia, le pegó a un ciervo. Lo sé sin hacer nada más, pero sé que necesitas algún tipo de cierre sobre esto. Tomé una clase de química en BHU el semestre pasado. Se llamó Química de CSI, y nos enseñaron sobre los productos químicos y las pruebas utilizadas en algunas investigaciones básicas de la escena del crimen. —Se desliza la mochila de su hombro y hacia el suelo y saca un par de tubos de ella—. Tienes suerte que el profesor Drew me quiera. Nos dio los productos químicos que necesitamos para realizar la prueba. Uno de los tubos tiene un hisopo de algodón largo, él lo saca y me lo da. Se agacha al lado del paragolpes y apunta al borde. —Todavía está manchado con sangre. No hay razón para restregarlo cuando tiene que reemplazar la pieza completa de todos modos. Utilizaremos esto llamado suero antihumano. Tomas la muestra y la pones en esta solución. Nos dirá si se trata de sangre animal o humana. —¿Eso es algo real? Se ríe. —Genial, ¿eh? Adelántate y limpia con un hisopo. Mi estómago se aprieta. No estoy segura de querer saber más. ¿Qué sucede si resulta que es sangre humana en el parachoques? ¿Vamos a la policía desde aquí? ¿Y qué hay de Sebastian? ¿Podría vivir entregando a su entrenador? —Cálmate, Mia —dice—. Prometo que es sangre de venado. Con una mano temblorosa, deslizo el hisopo húmedo sobre la sangre seca y luego se lo paso. Lo toma y lo sumerge en el otro vial. —Lo que sucederá es que, si es sangre humana, la solución reaccionará, y si no lo es, no lo hará.

220

—¿Así de simple? —La mejor química lo es, ¿no? —Miramos el líquido en silencio, y no reacciona—. ¿Ves? Te lo dije. ¿Te sientes mejor ahora? Miro el vial, medio esperando que cambie. No es así. —Gracias, Sebastian. —¿Por qué estaba tan segura que era humana?—. Te aseguro que no tengo una venganza personal contra el entrenador. Solo vi su nombre y no pude sacarme la idea que era su auto, que vi esa pegatina para el parachoques. —Golpeó a un ciervo, Mia. Asiento. ¿Sebastian lo comprobó antes que me trajera aquí? ¿Importa si lo hizo? Los resultados son lo que son. —Bueno. Lo tengo. Gracias de nuevo por hacer esto. —Y ahora me debes la cena —dice. —Sangre de venado para cenar. —Me río de su mueca—. Está bien. Ese fue nuestro trato, y en realidad estoy muy hambrienta. Unos minutos más tarde, nos detenemos en un despreocupado cuchitril que sirve la mejor comida libanesa. —¿Estás bien? —pregunta cuando detiene el automóvil. —Es perfecto —digo. Nos sentamos y pedimos té helado y platos de degustación, y nos traen nuestra comida rápidamente. No puedo hacer que mi estómago se calme por los temblores nerviosos que comenzaron en la tienda y aunque este es probablemente mi lugar favorito para comer, simplemente hurgo en mi comida. —¿Bailey me mintió? —pregunta. —Lo siento. ¿Qué? Asiente hacia mi comida intacta. —Le pregunté qué tipo de comida te gustaba, y sugirió este lugar. No pareces muy interesada en tu comida. —¿Le preguntaste a Bailey a dónde me llevarías a almorzar? —Sebastian no ha estado ocultando su interés en mí, pero pensé que era más casual que eso. Era conveniente. Pero tal vez Bailey tenía razón y ha estado interesado por un tiempo. Sonríe. —Quería impresionarte con más que mis habilidades de química hoy. —Su sonrisa se desvanece entonces—. Pero en serio, ¿estás bien?

221

—Solo estoy pensando. —Me muevo y respiro profundamente. Va a pensar que estoy loca. Debería poder dejar esto, pero no puedo—. Tengo esta gran lista de personas que hacen trabajo corporal, pero a excepción de mi reacción instintiva sobre el entrenador, nada me está llegando. Y sé que tienes razón y probablemente debería dejarlo ir, pero tengo esta lista y siento que debería hacer algo. ¿Qué pasa si una de esas personas es responsable de lo que sucedió? Baja su tenedor y se traga su bocado. —¿Por qué es tan importante que lo descubras? No pareces del tipo ojo por ojo. ¿Es solo por venganza? ¿Justicia? —¿Honestamente? —Sí. La verdad. —No puedo soportar que todos piensen que mi hermano fue responsable. Él la fastidió. Era un adolescente y pensó que sería más fácil cuidarnos a mí y a papá si él traficaba. Y no estoy diciendo que fuera lo correcto, y no estoy diciendo que no haya otras formas de salir adelante, pero no era el horrible y duro pandillero como la gente de esta ciudad lo pinta. Después que mi madre se fue, vio una forma fácil de ganar dinero, y la tomó. —Tomo un trago de mi té, esperando borrar el recuerdo de la decepción que sentí cuando la policía encontró la metanfetamina en el baúl de Nic. Estaba en la escuela secundaria, siempre lo idolatré, y me decepcionó. Pero sí, creo que aprendió su lección, y cuando salió de prisión, no tocó las drogas. No uso. No traficó—. Mientras nadie sea arrestado por este crimen, la gente seguirá pensando que Nic estaba traficando nuevamente. Pensarán que esta horrible tragedia ocurrió porque no pudo mantenerse al margen. —Creo que lo entiendo —dice—. ¿Los informes de accidentes no fueron de ayuda? —¿Informes de accidentes? —pregunto. Sonríe. —Sí. Puedes obtenerlos en línea, suponiendo que se haya presentado un informe. —No lo sabía. —Te diré algo. Lo haré por ti. Debería tener algo de tiempo libre en los próximos días más o menos. Estás pasando muchas cosas con los Woodison, Brogan y todo. —Gracias. Eso significa mucho para mí. —Quiero ayudarte —dice—. Me gustas, Mia.

222

Lo miro por mucho tiempo. —Me gustas también, Sebastian. Pero… Gime. —Lo sabía, un pero estaba por venir. Esto debería ser fácil, pero no lo es. Después de meses de sentir tan poco, me siento abrumada por emociones que parecen contradecirse. En un momento, estoy frustrada con Arrow y confundida acerca de dónde estoy con él y al siguiente estoy tan abrumada por el dolor que apenas puedo respirar. Brogan está muriendo y no hay nada que pueda hacer para detenerlo. Incluso si le diera a Sebastian una oportunidad real, no tengo la energía emocional. —No, es solo que me gustas también, pero no estoy lista. Levanta su tenedor y asiente. —Está bien, pero por ahora… ¿amigos? Sonrío, aliviada. —Sí. Amigos sería genial. Gracias. 223

Me acuesto en mi habitación en la oscuridad y escucho el ruido de los pasos de Arrow por el pasillo. Cuando volví a casa después de mi cita con Sebastian, Arrow estaba en la piscina con Mason, Chris y algunos otros que no conozco muy bien. Escuché que todos se fueron hace media hora, y he estado tendida aquí tratando de convencerme de no ir con Arrow. No me importa lo que piense Gwen. Mi reticencia a ir con él no es por ella. Pero cada vez que pienso en la muerte de Brogan, en ponerlo en el suelo en el mismo cementerio donde está enterrado mi hermano, me siento entumecida. Estoy asustada. Soy el equilibrista parado en su plataforma y sabiendo que su red se ha ido, sabiendo que la única forma de avanzar es dar un paso. Arrow sigue diciéndome que no morí esa noche, y quiero que eso sea cierto, pero no estoy segura que sea así. No estoy segura de ser lo suficientemente valiente como para seguir. Con una respiración profunda y estrechándome la mano, voy a su habitación y abro la puerta sin llamar. Está de pie junto a la ventana, iluminado por la lámpara de noche. Lleva un pantalón corto de gimnasio, su pecho desnudo. —¿Te desperté? —pregunta. Cerrando la puerta detrás de mí, sacudo la cabeza.

—No estaba durmiendo. —¿Cómo lo llevas? Camino hacia él. No quiero hablar Y sé que no debería, pero tomo su mano y la deslizo por mi camisa, presionándola entre mis pechos y contra mi corazón palpitante. Respira hondo y aprieta los ojos. —Mia. Guio su mano hacia abajo otra vez, llevo las puntas de sus dedos para barrer mi vientre y debajo de la pretina de mi pantalón corto. Guío su mano a través de cada centímetro, sus ojos se cierran en los míos, oscuros, intensos, como si estuviera buscando la verdad. —Tócame otra vez —le susurro. Estoy acercándome, tratando de dar el primer paso. Cada milímetro de mí tiembla. Me agarra la cadera con fuerza y sus ojos escanean mi rostro, estudian mis labios, luego me suelta y retrocede. —No puedo, Mia. —Se vuelve hacia la ventana y entierra sus manos en su cabello—. Mierda. Lo siento. Simplemente no puedo.

224

Esto es mi culpa. La toqué. Me mentí y la toqué cuando no tenía derecho. Quiero tocarla, prácticamente puedo sentir el calor resbaladizo entre sus piernas, pero no puedo. No esta noche. El último semestre, intenté todo para borrar de mi mente su recuerdo. Marihuana, metanfetamina, atracones de alcohol, líneas de coca, nada funcionó, y tuve suerte, porque, aunque el juez me obligó a ir a rehabilitación, no era un adicto. Incluso cuando estaba persiguiendo mi próximo colocón, no había nada que quisiera tanto como quería a Mia Mendez. —Tú… —susurra—. Pensé… Sigue siendo cierto. No puedo pensar en nada que quiera más que ella. Especialmente en este momento cuando estos secretos son demasiado y mi culpa es demasiado pesada. Podría perderme en ella. Tocarla alejaría las partes más feas de este mundo, esconderme de las partes más feas de mí mismo. Y es exactamente por eso que no puedo hacerlo. —La señora Barrett llamó antes que subiera. —Trago saliva mientras veo cómo se desvanece su momento de mortificación—. Lo siento, Mia. —Se ha ido. —Envuelve sus brazos alrededor de su cintura y aprieta sus ojos cerrados—. Mierda. Lo siento, vine aquí. Lo siento… —Niega y sale corriendo de la habitación. —Mia. —La persigo, pero cierra su puerta antes que pueda llegar allí. Apoyo mi cabeza contra ella y extiendo mis dedos sobre la madera—. No me excluyas. — No estoy siendo justo. La aparté, y ahora le estoy pidiendo que me deje entrar. —Vete, Arrow. Necesito estar sola. Dando la espalda a la puerta, me apoyo contra ella y veo a Gwen justo afuera de la puerta del bebé. Estudia la puerta cerrada de Mia y luego me mira.

225

—¿Le dirías a Mia que Uriah y yo tomaremos un viaje improvisado a Louisville? Mamá está cuidando al bebé, pero nos iremos dentro de unos días. Hago una mueca. —Brogan acaba de morir. El funeral será este fin de semana. Suspira pesadamente. —Siento tu pérdida. —Papá debería estar allí. No es una avería. Él podría volver y... —No siempre se trata de ti, Arrow. Aprieto los puños y me muerdo la lengua. —Bien. Que se diviertan. Asiente y se dirige hacia las escaleras, luego se detiene y se vuelve hacia mí. —¿Un consejo, Arrow? —inclina su cabeza para estudiar mi rostro—. ¿Acerca de Mia? No quiero ningún consejo de ella, especialmente ahora y especialmente no sobre Mia y solo puedo apretar la mandíbula y mirarla con la esperanza que se vaya. Su fachada parece derrumbarse con cada segundo que le devuelvo la mirada. No más esposa trofeo perfecta, solo una joven vulnerable. —No intentes competir con un hombre muerto —dice—. Los muertos siempre ganan. Tómalo de alguien que sabe.

226

La línea en la visita se extiende por la puerta de la Iglesia Católica Blackhawk Valley y alrededor de la cuadra. Está lleno de estudiantes universitarios, jugadores de fútbol, entrenadores, profesores y del área de administración de Blackhawk Hills University y residentes de Blackhawk Valley que probablemente hayan conocido a Brogan desde el día en que nació. Parte de la multitud con la que creció se reúnen aquí y allá. Algunos hacen bromas, cuentan historias y ríen juntos mientras esperan. Otros esperan en completo silencio, dando un paso adelante cuando pueden, haciendo una pausa cuando deben. Una línea receptora de dolor. Sigo pensando en lo que Brogan pensaría de esta línea. Creo que se sorprendería al ver que todas estas personas salieron a buscarlo. Creo que diría: ¿No tienen todos ustedes algo más interesante que hacer que mirarme fijamente? Quiero decir, soy guapo, pero sigo siendo un tipo muerto. Pero en un mundo lleno de fealdad, solo tienes que tomarte el tiempo para despedirte cuando pierdes a uno de los buenos. Y a pesar de lo que pensó Brogan en esos últimos momentos de lucidez en Deadman's Curve, a pesar de sus errores y terrible juicio esa noche, fue uno de los mejores. La madre y el hermano menor de Brogan se paran al pie del ataúd, dan la mano y abrazan a la gente cuando pasan. El señor Barrett se encuentra en el otro extremo, con la mandíbula apretada como si tuviera que tragarse las lágrimas que está decidido a no derramar frente a esta multitud. En medio del ataúd se encuentra Brogan, la mitad del hombre que solía ser, con las mejillas ahuecadas, los hombros angostos y el cuerpo una débil imitación de la poderosa fuerza que alguna vez fue. El funeral es esta noche, y todavía no puedo prometer que voy a cantar. La señora Barrett es increíblemente paciente conmigo y me dijo que el organista tocará de cualquier manera, pero espera que yo haga las voces. Arrow está allí, y estoy tan aliviada de ver su rostro y tener su fuerza tan cerca. Él no es la competencia de Brogan. No es su reemplazo. Aquí y ahora, él es un recordatorio de lo que fue Brogan una vez.

227

Sin decir palabra, toma mi mano y cruza los dedos. Solo un apretón, y luego se aleja. El gesto parece tranquilizarme, está bien, y al mismo tiempo me recuerda que debo dejar ir a Brogan. Esto es lo que él querría. —Ella me pidió que hablara esta noche —dice, su mirada fija en el frente de la habitación y la línea demasiado grande que se arrastra lentamente pasando a Brogan—. Y sigo pensando que la última vez que hablé con Brogan, quería golpearlo. Él quería golpearme. Sigo pensando, ¿realmente debería ser yo quien hable en el funeral de este tipo? Odio que no pueda tocarlo aquí. Quiero enroscarme con él. Deberíamos abrazarnos mientras hablamos de esto. —Si Brogan pudiera elegir, creo que diría que sí. Hace una mueca y traga saliva, como si la idea que Brogan hiciera la petición lo hiriera en algún lugar profundo. —No entiendes la ironía, Mia. —Conozco a Brogan —le digo—. Te diría que un momento de ira no cambia el hecho que pasaron la mayor parte de su vida más cerca que los hermanos. Porque tanto como su pelea fue una mierda y tan enojado como estaban el uno con el otro, fue un momento entre miles y miles de momentos. Cualquier remordimiento que tengas de esa noche no es nada en el alcance de tu vínculo. Arrow mira en algún punto más allá de mi hombro y levanta la barbilla. Sus ojos brillan con lágrimas, y miro con cierta fascinación enfermiza al verlas caer. Necesita llorar, si no fuera por Brogan, por sí mismo y por lo que perdió anoche. Tal vez en privado ha derramado tantas lágrimas como yo, pero lo dudo. Llorar es un lujo que Arrow se negaría a sí mismo. —Está bien tener miedo —le digo—. Nadie quiere pronunciar el panegírico por alguien con quien estuvieron cerca, porque es una invitación para que todos puedan ver todas sus vulnerabilidades. —Brogan me llamaría un coño. —Lanza una bocanada de aire y sus labios se curvan en una sonrisa. —¿Vas a hacerlo? —Sí. Sí, tengo que hacerlo. —Ella quiere que yo cante —le digo. Él me mira sin ningún juicio ni expectativa. —¿Podrías? —No sé si todavía puedo. No recuerdo la última vez que canté. Era...

228

—¿Antes de? Sostengo su mirada y asentí. —Antes de. —Creo que es hora, entonces, Mia. Tal vez te ayude a dejarlo ir. —Me cepilla el cabello detrás de la oreja, y el toque suave me hace vacilar hacia él—. Tienes que perdonarte a ti misma. No estabas manejando el coche. Tirando hacia atrás, me levanto derecho. —Estoy buscando a la persona que fue. Su rostro se endurece. —¿Qué? —A la policía no le importa. Ni siquiera han mirado. Lo hago yo misma. Necesito averiguar quién conducía el automóvil. Sebastian me está ayudando. —¡Arrow! —Llama la señora Barrett, agitando su mano en el aire—. ¿Puedes venir aquí un minuto? Quiero que conozcas al primo de Brogan, Eddy. Él asiente y me mira mientras se aleja. —Mia, tenemos que hablar. Pronto. No necesito que otro chico me diga que las respuestas no le devolverán a mi hermano, pero no voy a pelear con Arrow. Aquí no.

229

Este día ha sido surrealista. Claro, están los imbéciles que cuentan chistes sobre qué tan —afortunado— soy por este día de libertad de mi arresto domiciliario, y están los muchachos de mi equipo que parecen estar dispuestos a hacer cualquier cosa para reírse. Pero luego está Mia diciéndome que está buscando a la persona que golpeó a Brogan y a su hermano. Y ahora están todas estas personas llenando los bancos de la iglesia frente a mí, esperando a que hable. —Brogan fue... —Mi voz se quiebra y el micrófono reverbera a través de los altavoces de la iglesia. Aprieto el puño e ignoro el hecho que hay más de cien personas mirándome y esperando que diga algo que ayude a que este horrible momento sea más llevadero. Nunca me interesó hablar en público. Cuando eres un gran jugador de fútbol, viene con el territorio. Hablas con tu equipo a la prensa. Das un discurso en la graduación de la escuela secundaria cuando te reconocen como el atleta senior del año. En el draft, te paras detrás del podio y dices tu agradecimiento al equipo que se arriesgó contigo. En diciembre, pensé que un posible discurso de aceptación del borrador era la cosa más aterradora que tendría que hacer el próximo año. Hasta esto. Esto es el infierno. Se supone que debo hablar con todas estas personas acerca de un hombre que amo como si fuera mi propio hermano. Un hombre que estaba más cerca de la familia que ninguna otra persona en mi vida. Se supone que debo hablar sobre el hombre cuya chica le robé y cuya vida tomé. Mierda. Es mi peor crimen, el más feo de todos, y ni siquiera puedo recordarlo. Sigo esperando los recuerdos de estar en el auto, los neumáticos chirriantes. Pero no consigo nada. Toda la congregación me mira, esperando a que hable. Los dejo esperar. Necesito un maldito minuto. —¿Arrow? —pregunta Chris desde la primera fila—. ¿Estás bien, hombre? Asiento. Necesito decirle a Mia.

230

¿Cómo puedo hablar sobre Brogan cuando eso es todo lo que puedo pensar? Necesito decirle a Mia. Mia necesita escucharlo de mí. Tengo que descubrir cómo puedo hacerlo sin arruinar la vida del entrenador, cómo puedo decirle la verdad sin que vaya a las autoridades. Si fuera solo yo, ya estaría hecho. Estaría cumpliendo mi tiempo y Mia me odiaría como debería. Pero el entrenador no merece ser castigado cuando todo lo que estaba haciendo era tratar de protegerme. Tengo que decirle. Las mujeres cambian de asiento y los hombres se aclaran la garganta, llenando el silencio mientras esperan. —Todos estamos aquí para decir adiós a Brogan —digo—, pero la mayoría de nosotros no tenemos ni idea de cómo hacerlo. Poner a un hombre como Brogan en la tierra antes que su vida realmente hubiera comenzado se siente como enterrar un sueño. Se siente como elegir la pesadilla en su lugar. Se siente como estar en la cueva, frío y temblando, y saber que todo lo que tienes que hacer para sentir el sol es caminar afuera. Muchos de nosotros hemos pasado las semanas previas a este momento hablando con Brogan, tomándolo de la mano y mintiéndonos que el sol nos estaba esperando. Que podríamos despertar de la pesadilla en cualquier momento. Al levantar los ojos, me recibe un mar de mis compañeros de equipo con trajes negros. Estos son los hombres que no muestran temor en el campo, pero ahora sus rostros muestran todo el miedo que siento. Me aclaro la garganta y me vuelvo para mirar a Brogan, tal vez el único tipo que no se ve medio aterrorizado. Mirarlo me ayuda a seguir. —Parte de decir adiós, estoy aprendiendo, es aceptar que no hay otra opción. No podemos elegir la luz del sol sobre el frío dentro de la cueva. No podemos elegir el sueño sobre la pesadilla. Parte de decir adiós es aceptar que hay cosas en este mundo que están fuera de nuestro control. Un sollozo se levanta de la multitud. Trish está acurrucada al lado del entrenador, y él le está acariciando el cabello. Mia está sentada entre Chris y Mason, su rostro pálido, sus mejillas secas. Ella ni siquiera está sosteniendo un pañuelo. —Alguien me dijo que la fe no se trata de tratar de entender por qué Dios hizo lo que hizo. No se trata de tratar de dar sentido a su plan para nosotros. Es simplemente la aceptación que algunas cosas están fuera de nuestro control y está bien. Tal vez es por eso que Brogan nos dio tiempo. Tomó la salida lenta de este mundo, y tuvimos meses para despedirnos. O tal vez simplemente no quería dejarlo ir. Este es un tipo que estaba tan lleno de vida y tan lleno de amor. Él y yo éramos como hermanos antes incluso de entender lo que eso significaba. Nos gustaron todas

231

las mismas cosas. Los mismos equipos, la misma posición en el fútbol... las mismas chicas. Se ríen un poco, y sonrío. —Soy hijo único, o lo fui hasta hace un par de meses. Brogan me enseñó qué es la familia. La familia está dejando que alguien se equivoque, dejando que te lastimen sin que cambie la forma en que te sientes con respecto a ellos. Delante de mí, Chris se encuentra con mi mirada y asiente. Dos filas atrás, Trish se separa de los brazos de su padre y se limpia los ojos. —Él no era perfecto. Él tenía un temperamento. Tomaba decisiones precipitadas. Tenía una racha egoísta. Más o menos, él era el tipo promedio de la universidad en lo que respecta a sus notas. Pero él no esperaba la perfección de nadie más. Lo hizo tan fácil de amar. Había muy pocas cosas que no estaba dispuesto a dar. Era fácil ser egoísta y amoroso, Brogan. Él quería que la gente que amaba tuviera todo. En séptimo grado, le di un puñetazo porque descubrí que besó a Emily Sauer y yo estaba enamorado de ella. Él solo me sonrió, con los labios ensangrentados, y dijo, "Lo siento, amigo. No lo sabía. Ve por ella". Hubo muy pocas cosas que Brogan persiguió en este mundo que no estaba dispuesto a darle a alguien más. Mis ojos van a Mia, y ella tiene su mano presionada fuertemente entre sus pechos, como si la necesitase allí para mantener su corazón unido. —Muy pocas cosas —repito. Me dirijo hacia el ataúd—. Amigo, lo siento, no me quité del camino. Lamento no haber recibido el golpe de vez en cuando y decirte que lo persigas. —Solté una ráfaga de aire que se suponía que era una carcajada y miré al techo mientras reprimía una maldición—. Puedo escucharlo. Como si estuviera aquí mismo. Puedo escucharlo diciéndome que está bien. Ese fue Brogan. Él me perdonaría. Aunque no merezca ser perdonado. Mi mirada se posa en Mia. —Sé que él me perdonaría. Él siempre fue más rápido que yo para perdonarme a mí mismo, pero voy a intentarlo. Para él. Y ustedes también deberían. Olviden cualquiera de los remordimientos que tenían con respecto a Brogan, porque él te diría que está bien. Ese es el tipo de hombre que era. La señora Barrett se acerca al podio y me pone la mano en el brazo antes de abrazarme. —Gracias —susurra—. Necesitaba escuchar eso. La abrazo y mis ojos se cierran, al tiempo con los de Mia. Espero que mi mensaje llegue a ella. Ella no fue la que hizo mal, pero sé que lleva el peso de esa noche sobre sus hombros. Sé que Brogan no querría eso.

232

Mia se para y sube al escenario mientras la señora Barrett me suelta. Las mujeres se miran, y la señora Barrett le da una sonrisa triste y asiente antes de volverse hacia el micrófono. —Ahora, Mia Mendez va a cantar para nosotros. A Brogan siempre le gustó escucharla cantar. Mia evita mi mirada y se sienta rígida detrás del micrófono. Voy a mi lugar junto a Chris mientras los órganos tocan los acordes iniciales de, Amazing Grace, y Mia abre la boca y canta por primera vez desde la víspera de Año Nuevo.

La casa está repleta de tipos del equipo que querían pasar el rato en vez de irse a casa después del funeral, pero el único con el que quiero hablar ahora es el entrenador. Centro mis ojos en él y asiento hacia el estudio de mi padre. No espero su respuesta antes de dirigirme al pasillo y esperar allí. Menos de un minuto después, se une a mí, cerrando la puerta detrás de él. —Tienes una casa llena de gente, y no voy a hablar de esto ahora. —Vamos a hablar sobre eso. No puedo mantener este secreto nunca más. Lo intenté. Por ti. Pero me arrinconaste. Me pones en una posición horrible e impensable encubriéndolo. ―Dios, ojalá lo entendiera—. Es demasiado —le digo— . No puedo aguantar más. —¿Esto es por Mia? —No. —Hago una mueca y luego me encojo de hombros—. Sí. Más o menos. Se trata de todos. Se trata de hacer lo correcto. —Arrow, sé que piensas que seguir adelante es lo correcto. —Lo es. Podemos hacerlo juntos. Yo les diré. Explicaremos que estabas tratando de protegerme. —Mi voz chirría. Soy un niño pequeño pidiendo algo de atención de su padre. —¿No entiendes? La única razón por la que no he avanzado es para protegerte. No te pedí que hicieras lo que hiciste, y si no lo hicieras, no estaría soportando esto... Por favor. La verdad es la única forma en que puedo salir de esto. Mira por encima del hombro a la puerta cerrada del estudio, como si alguien estuviera allí escuchando nuestra conversación. —Sé que piensas que es lo correcto —dice cuando me mira—. Pero no lo es. Tienes que pensar en el panorama general aquí. Sientes un poco de culpabilidad en tu pecho, ¿y luego qué? Todo el mundo que amas sabrá de lo que eres responsable.

233

—¿Dejarías de actuar como si estuvieras haciendo esto por mí? —Bien entonces. Esto no se trata de ti, Arrow. —Por primera vez en nuestra larga relación, hay burla en su voz cuando dice mi nombre—. Pero si te preocupas por mí, mantendrás la boca cerrada. Soy un padre, Trish no tiene a nadie más. Tal vez soy egoísta por hacer lo que debo por ella, pero que así sea. Hazlo por mí, Arrow. Cállate sobre esto por mí.

234

La casa está silenciosa. Muy silenciosa. De repente, deseo el clamor de la línea ofensiva de la BHU reunidos alrededor del patio, incluso los chillidos de alegría de Trish cuando uno de los muchachos la arroja a la piscina. Me quedo en mi habitación durante mucho tiempo, perdida sin las tareas nocturnas de cuidar al bebé, lavar la ropa y preparar las comidas de Uriah. Hay un escalofrío en mi piel que se siente como la víspera de Año Nuevo, y sé que, si lo dejo, tomará el control, y me quedaré aquí, temblando hasta el entumecimiento. Está oscuro afuera. Está oscuro adentro. Quiero abrir las cortinas, abrir las ventanas y dejar que la humedad del verano de Indiana se filtre en la habitación. Quiero que me envuelva. Quiero que el aire pegajoso se adhiera a mí. Para que me mantenga aquí, para que no me deje arrastrar allí. Necesito el calor para recordarme que el frío solo está en mi cabeza. Para demostrarme que esa noche ha pasado. Voy a la ventana y la abro, apoyando mi cabeza contra la pantalla. Inhala. Exhala. Inhala. Exhala. La noche terminó, pero me atrapé dentro de ella y fingí que no había escapatoria. La noche del accidente fue un precipicio, y me permití creer que no había nada más allá. Porque tenía demasiado miedo para saltar. Cierro los ojos y lo escucho preparándose para la cama. Una apertura de un cajón, el crujido de la ropa cuando se cambia, el clic de una lámpara. Una ráfaga de calor sube por mi cuello, calentando mis mejillas. El pensamiento de Arrow trepando a la cama usando calzoncillos de algodón. Sus fuertes piernas entre las sábanas. Su pecho desnudo. Sus grandes manos. Estoy viva. Presioné una mano contra la pared. El calor se hincha en mi vientre y se arremolina en un nudo apretado entre mis piernas. Aprieto mis ojos, pero la parte de atrás de mis párpados está pintada con su imagen, con su mano entre mis piernas,

235

y mi mente está llena del sonido de su aliento contra mi cuello mientras desliza su dedo dentro de mí y diciéndome que soy hermosa. Sus dedos deslizándose sobre mí. El calor se acumula en mi vientre y esa espiral se tensa entre mis piernas. Quiero ir con él, decirle que él es lo único que quiero, decirle que hoy, cuando canté, lo dejé ir. Tocan la puerta, pero no doy vuelta mientras se abre. La única otra persona en la casa es Arrow, pero esta casa podría estar llena de gente y sabría que era él quien estaba detrás de mí. Cuando está cerca, lo siento como el latido de mi corazón. —¿Estás bien? —pregunta. Su voz es baja, ronca. Lentamente, asentí. —¿Estás bien? —pregunta de nuevo. —Estoy viva —digo en voz baja. Quizás es la primera vez que lo creo. El aire pegajoso en mi piel, el calor del verano rizando los mechones de cabello en la nuca— . Estoy viva. —Joder, Mia. —No se acerca. Espero, mirando a la noche oscura, viendo el reflejo de la luz de la luna rebotar en el coche de Arrow y recordando la noche en el lago, saltando en el agua usando nada más que luz de las estrellas. No se acerca. —¿Mia? —Me giro al escuchar mi nombre. No tiene más que un par de boxers, y mi mirada se detiene en su pecho fuerte y desnudo—. No tuvimos la oportunidad de hablar después del funeral. Quería revisarte ¿Estás bien? En mi estómago, las mariposas revolotean de lado a lado. —No. Su rostro cae y da un paso adelante. —¿Qué puedo hacer? ¿Cualquier cosa? Dando dos pasos hacia él, respiro larga y lentamente. —¿Qué me estás ofreciendo, Arrow? Se queda sin aliento, y sus ojos recorren mi cuerpo y retroceden. —Todo lo que tengo. —No quiero estar sola. —Es una oración simple, y me doy cuenta que es lo que no me permití admitir durante estos meses de duelo. —Entonces puedes dormir conmigo. —Es tan práctico. Tan seguro que puede abrazarme y nunca cruzar la línea que necesito tanto que cruce.

236

—No quiero dormir con un hombre que no quiere tocarme, Arrow. —Lanzo una risa seca—. Pero solo quiero acostarme contigo. Y ahí está el problema. —Mia… —Da un paso adelante antes de detenerse—. Si crees que no quiero tocarte, lo tienes todo mal. Incluso te lo dije… a veces tocarte es todo en lo que puedo pensar. Contengo el aliento ante ese pensamiento: Arrow imaginando cómo me tocaría. —¿Has pensado en eso? Su mirada cae a mi boca antes de volver a encontrarse con la mía. —Creo que podría molestarte si supieras cuánto. O si supieras que tocarte ha sido mi principal fantasía desde el día en que nos conocimos. Incluso cuando eras de él, mi imaginación siempre te hizo mía. Mi cuerpo parece tararear ante su confesión, una cuerda tensa de un violonchelo frotado largo y bajo con el arco. Avanzando de nuevo, llevo mis manos a mi camisa. Suelto un botón, luego el siguiente y el siguiente y sus ojos siguen mis dedos. Mis manos caen debajo de mi ombligo mientras libero lo último entre sus ojos y mi carne desnuda. Dejo que la camisa caiga de mis hombros y deslizo mis manos debajo de la pretina de mi falda para empujarla desde mis caderas. La expresión encendida adquiere un nuevo significado. Estuve caminando alrededor, apagándome, hasta que él llegó a casa y me encendió de nuevo. En este momento no hay nada que pueda hacerme sentir tan viva como sus ojos en mí, y los tengo. Me está mirando. Sus ojos hacen mil preguntas. El pulso vibrante en su cuello y el aumento y caída acelerados de su pecho me dan todas las respuestas que necesito. Me acerco y mis nervios no están luchando contra mi necesidad. Otro paso. Sus ojos se deslizan sobre mis senos y sobre mi simple sostén de satén negro. Otro paso. Ahora podría extender la mano y tocarlo. Tomo su mano buena y la presiono contra mi pecho. —Estoy viva. Arrastra su labio inferior entre sus dientes y asiente. —Lo estás. Y tan hermosa. Paso las yemas de sus dedos sobre mi sostén y sobre mi estómago, levanto su mano y lo guío para acunarme el pecho. No se resiste, pero no inicia un solo toque.

237

Dirijo su mano para explorar mi torso, cayendo sobre mi cadera, la curva de la parte inferior de mi vientre, el endurecimiento de mis pezones. Me mira con los labios entreabiertos y las pupilas tan dilatadas que no hay nada más que una delgada línea de marrón miel a la izquierda de cada iris. Aprieta sus ojos, y presiono su mano plana entre mis pechos para que pueda sentir mi corazón latiendo. —No morí esa noche, pero hasta que volviste a mi vida, no estaba viviendo. Cada aliento dolía hasta que ya no dolió en absoluto. Hasta que no sentí nada. Me haces querer respirar cuando antes solo quería una excusa para parar. Desliza su mano desde debajo de la mía y la levanta para ahuecar mi mandíbula. Me apoyo en el calor de su toque, y baja sus labios entreabiertos para rozar los míos en un movimiento que es menos beso que compartir aire. Inclinando su cabeza, sigue un camino sobre mis pómulos y baja por mi mandíbula, luego mueve su mano a un lado para darle a mi cuello el mismo tratamiento. Tomo una respiración entrecortada y luego otra. —Arrow. —Sus labios separados se deslizan sobre mi clavícula, y me estremezco—. Tócame. Por favor. Lo dejé ir hoy, estoy viva y libre, y no puedo pensar en nada que quiera más que el que me muestres en qué piensas cuando imaginas tocarme. Levanta la cabeza y me mira a los ojos, y no sé qué ve allí, pero debe ser la respuesta que necesita. Su mano se desliza fuera de mi mandíbula y detrás de mi espalda para liberar mi sujetador. Lo ve caer al suelo y luego baja su cabeza otra vez, apenas rozando cada pecho con su boca antes de hundirse de rodillas ante mí y enganche su pulgar debajo de la banda de mis bragas. Su toque es vida. Calor. Y cada célula de mi cuerpo se siente como una flor floreciente que estira su tallo para estar más cerca del sol. Deslizo mi mano debajo del encaje. —No. —Me detengo ante sus palabras, y asiente—. Déjame tomarme mi tiempo. —Mirándome desde sus rodillas a través de esas espesas y oscuras pestañas, se ve menos como un amante y más como un hombre en adoración—. Déjame amarte, Mia. Al sonido de mi nombre en sus labios, me estremezco. Los músculos entre mis piernas se tensan en un placer y un dolor tan intenso, me inclino hacia él sin pretenderlo. Le da a cada pierna el mismo tratamiento tortuoso que le dio a mis pechos: un roce de sus labios. Una burla. Me está probando como vino, y quiero que me trague entera.

238

Con nada más que la ligera presión de la punta de sus dedos, me hace a girar, así que le doy la espalda. Lo siento en la parte posterior de mis muslos, el calor húmedo de su aliento seguido de labios tan suaves que se me doblan las rodillas y tiene que apretar su agarre en mi cadera para ayudarme a estabilizarme. Luego, lentamente, tan lentamente que quiero suplicar, sus labios siguen el camino hasta la mitad de la parte posterior de un muslo y luego el otro. No me está besando, pero sus labios se mueven contra mi piel, y suaves bocanadas de aire llevan su boca un doloroso centímetro a la vez, como si estuviera susurrando en su camino hasta la parte superior de mis muslos. Solo cuando alcanza el encaje de mi ropa interior finalmente usa esa mano en mi cadera para bajar mis bragas. Caen al suelo, y salgo de ellas, pero antes que pueda girar, su mano regresa a mi cadera, su agarre más agresivo que antes. Esta vez su boca está abierta, húmeda y firme en la parte superior de mi muslo. Él succiona, y gimo. En placer. En dolor. En desesperación. Me suelta, luego vuelve a chupar, marcándome con más fuerza y me arruina de formas que son mucho más profundas que esta piel. Cuando retrocede, mi piel se siente fría donde estaba su boca. Me gira lentamente y se levanta para pararse frente a mí, soltando mi cadera y sosteniendo su mano buena para mi inspección. Sus dedos tiemblan como cada pulgada de mí, por dentro y por fuera. —¿Ves lo que me haces, Mia? —pregunta, y una oleada de poder me atraviesa—. ¿Comprendes por qué no puedo alejarme de ti, incluso cuando debería? —Sus ojos están llenos de lujuria, sus palabras mezcladas con algo completamente distinto: esa desesperación que me he acostumbrado a ver. Ese miedo a la esperanza. En lugar de dejar que mi corazón se desmorone por él, me concentro en su mano temblorosa y me la llevo a la boca. Presiono un beso contra su palma abierta. —No quiero que lo hagas Su mano encuentra mi mandíbula otra vez, luego sus dedos se enredan en mi cabello. Inclina mi cabeza hacia un lado, estudiando mi rostro. Me chupo el labio inferior y empujo sus bóxers sobre sus muslos. Sus caderas se estrellan contra mí, y me lleno de una avalancha de poder, prácticamente mareándome. Lo encuentro entre nuestros cuerpos y envuelvo mi mano alrededor de su longitud. Jadea contra mi boca. Me deja sin aliento estar tan cerca. Tocarlo así. Me coge los pechos, me aprieta, se burla de un pezón y luego del otro, hasta que estoy haciendo sonidos que no reconozco: gemidos, gimoteos, súplicas por más. Baja la cabeza y me atrae a su boca dulcemente, chupando suavemente. Pasé los dedos por su cabello y dejé que mi cabeza cayera hacia atrás mientras el calor se

239

apoderaba de mi cuerpo como un líquido que comienza en los dedos de mis manos y pies y se llena pulgada por pulgada hacia adentro. No soy más que calor, y la necesidad de ser más, de sentir más, se hunde en mi vientre y presiona los músculos entre mis piernas. Me guía a recostarme en la cama y me sigue, apoyándose en los codos y enmarcando mi rostro con sus manos. Cuando se acomoda entre mis piernas, jadeo y trago duro. Hemos estado aquí antes. Hecho esto antes. Y, sin embargo, todo esto es nuevo. Ambos estamos desnudos esta noche, nuestras excusas quedaron atrás en el asiento trasero de su Mustang. Nuestras defensas se han quedado en la tumba donde vimos a Brogan hundirse en la tierra. Mueve sus caderas, acariciando mi entrada. Su cuello se esfuerza y su mandíbula se tensa. —¿Estás segura? —Levanto mis caderas en respuesta y se aleja—. Vuelvo enseguida. Sale de la habitación y regresa con un condón. Se para junto a la cama y lo rueda antes de volver a bajar sobre mí. Cuando se desliza dentro de mí, me estremezco y permanece inmóvil antes de retirarse. —Eras virgen esa noche. —Roza sus nudillos sobre mi mejilla y traga—. Desearía haberlo sabido. —Temía que no me tocaras. Temía que nunca volvería a tener valor. —Alzo las caderas. Jadea mientras se hunde profundamente. —Cristo, Mia. Es… —Lo sé. Le acaricio un lado de la mandíbula, paso los dedos por sus hombros y su pecho, deteniéndome para presionar mi palma abierta contra su hermoso corazón palpitante. Algo cambia en su rostro. Se deja caer sobre los codos, atrapando mi mano entre nuestros cuerpos y enterrando su rostro contra mi cuello. Arrastra besos a un lado de mi cuello y sobre mi hombro mientras se mueve dentro de mí, y parece tan triste. Así no es el comienzo de algo nuevo, sino el final de algo atesorado. —Rueda —susurro. Rueda sobre su espalda y me mira con ojos llenos de asombro mientras trepo a horcajadas sobre él. —Mírame.

240

—No podría quitar mis ojos de ti si quisiera. —Desliza su mano por mi pecho y sobre mi estómago y baja para encontrar mi parte sensible donde se encuentran nuestros cuerpos. Mi espalda se arquea y muevo mis caderas más rápido. Estoy tan llena. Tan consciente de cada toque. Viva. Me levanto sobre él, dejándolo llenarme y acariciarme, y cuando mis músculos se enroscan y aprietan, sostengo su mirada todo lo que puedo, sintiendo la presión crecer hasta licuarme y explotar, y se corre conmigo. Dejándome descansar contra su pecho, me pone una mano en el cabello y cuento sus respiraciones lentas e irregulares. Estoy viva, pero hoy maté a Arrow un poco. Tal vez no soy la única que necesita respuestas sobre esa noche. Quizás las respuestas traerán paz a Arrow también. Aprieto mis ojos. Mañana Sebastian me va a dar los informes policiales. Seguiré cada pista que pueda hasta encontrar la verdad.

241

Parte VIII: Antes

Víspera de Año Nuevo, la noche del accidente 242

Es la víspera de Año Nuevo, y me alegraré de decir adiós al año del infierno. No debería sentirme así. No todo lo de este año apestaba. El fútbol fue bueno, tan bueno, de hecho, que el entrenador quiere que participe en el reclutamiento de esta primavera; tomo una oferta mientras estoy caliente, porque el año que viene nunca es seguro. Pero todo con Mia dejó todo eso en una sombra de soledad y frustración que me hace sentir como un tonto. ¿Sabes cómo quiero pasar mi Nochevieja? Quiero dedicársela a Mia. Solo los dos en mi auto junto al lago. Detenerlo durante horas para poder sentarnos juntos en la parte posterior, mirando las estrellas brillar sobre el hielo. En cambio, me ofrecí a ayudar a preparar la fiesta en West High School. Hay una gran iniciativa para mantener a los estudiantes fuera de las carreteras en la víspera de Año Nuevo, y la escuela secundaria organiza una fiesta nocturna como parte del esfuerzo. No tengo que estar allí toda la noche, pero prometí ayudar a configurar las estaciones de comida. Estoy pidiendo prestado el SUV del entrenador para poder recoger el hielo y el barril de cerveza de raíz, y debería terminar a más tardar a las nueve, diez. Me pongo una sudadera BHU con capucha y me meto las llaves en el bolsillo para salir por la puerta, pero cuando entro en el espacio común, escucho un sonido extraño en la habitación de Brogan y me detengo. Parece que alguien llora. Una mujer. —Esta es la última vez —dice Brogan—. Lo digo en serio. Este es un error que ya no estoy cometiendo. —¿Qué la hace ser mucho mejor que yo, eh? —pregunta la chica. La voz es familiar, pero no puedo ubicarla. Brogan murmura algo que no puedo entender. —Nunca te quejaste cuando mi boca estaba en tu polla —dice, y sé que debería irme, pero estoy congelado en el lugar, la ira goteando en mi sangre como un veneno tan potente.

243

Hay un fuerte crujido, como una palma abierta contra una mejilla. —Joder, Trish. —Brogan gime—. Eso duele. —Bien. ¿Entiendes que, si salgo por esa puerta, no volveré? Cuando te rompa el corazón, estás solo. —La amo. La puerta del dormitorio se abre de golpe y Trish atraviesa corriendo. Me ve y hace una breve pausa solo antes de salir por la puerta principal y golpearla tras de ella. Cuando Brogan ingresa al área común, tiene una maldita aspecto de recién levantado y se está abrochando el pantalón. Al principio no se fija en mí, sus ojos en sus dedos, pero solo lo miro con todo lo que siento: Ira, frustración. Odio. Trago duro. Nunca pensé que vería el día en que sintiera algo así hacia Brogan. Ni por un segundo. Pero no conozco otra palabra para esta negrura arañándome las tripas. Como si de repente sintiera mi presencia, sus dedos se congelan en el último botón y lentamente levanta la cabeza para mirarme a los ojos. Su mandíbula se afloja mientras la mía se tensa. —¿Cuánto de eso oíste? —pregunta. —Suficiente. Hace una mueca. —Escucha, no es lo que parece. —¿Mia sabe que estás follando con Trish? —Probablemente no le importaría. No es como si ella lo estuviera haciendo. Doy un paso adelante y apoyo ambas manos contra su pecho, empujándolo con fuerza. Tropieza, solo se detiene cuando su hombro golpea la jamba de la puerta. —¿Qué demonios te pasa? Tienes todo, todo, y lo estás tirando a la basura con facilidad. Me empuja y tropiezo. —¿Tengo todo? ¡Mira quién habla! No tienes idea de lo que es para nosotros simples mortales. Tienes dinero para todo lo que necesites. Tienes a los exploradores de la NFL salivando por la oportunidad de incorporarte a su equipo. —No estoy hablando de dinero o fútbol. Da un paso más cerca y se burla de mí.

244

—Oh, ¿quieres hablar chicas? Te sientas allí, juzgándome por no ser el novio perfecto cuando puedes tener a la chica que quieras. —Eso no es verdad. —Ni siquiera estoy seguro de por qué lo dije en voz alta. Tal vez porque estoy cansado de fingir. Tal vez porque después de años de sentirme culpable por tener mucho más que mi mejor amigo en todos los sentidos, quiero que entienda que tiene más en lo único que importa. Él tiene a Mia. Sus labios se curvan en una sonrisa. —Bien —dice lentamente—. No lo es. Porque ella me eligió. Incluso cuando follaste a mi novia en la primera oportunidad que tenías, no te quería. Me eligió a mí. Trago duro —¿Te lo dijo? Sus fosas nasales se dilatan y su rostro se contorsiona en una mueca. —No. Acabas de hacerlo. —Señala su pecho—. Pero lo sabía. Ustedes dos piensan que soy estúpido o algo así, pero lo supe en el momento en que te vi en su puerta con esas flores. Lo vi por todo tu rostro y por todo el suyo. Niego con la cabeza. —No la toqué hasta después que rompió contigo. —Pero seguro que no perdiste el ritmo cuando se presentó la oportunidad, ¿verdad? —Pone ambas palmas contra mi pecho y me empuja. —No la mereces. —Me sostengo cuando tropiezo y cargo contra él, empujándolo contra la pared—. No se merece a alguien que vaya a follar a su alrededor. —Soy su maldito novio, Arrow. Me eligió, y ella decide lo que merece y que no. —Bien. Le diré lo que escuché entre tú y Trish hoy, y luego puedes ver lo que ella piensa que merece. —Me eligió. Y no se lo dirás, porque tu jodido ego no podría soportar saber que eres su segunda opción. La quieres tanto, pero no quieres ser el tipo que eras esa noche. No quieres ser el que recoge las piezas. Y si le dices, eso es todo lo que siempre serás. Aprieto mi puño y retrocedo un paso y luego otro antes de agarrar mis llaves del final de la mesa. —Jódete, Brogan.

245

Salgo de los dormitorios y opero en piloto automático. Antes de tener la oportunidad de despejar la cabeza lo suficiente como para pensar en lo que estoy haciendo, me encuentro en el departamento de Mia y Bailey, mi mano preparada y lista para tocar la puerta. Dejo caer mi mano y me alejo antes que pueda tocar. La puerta se abre, y Bailey se para allí, con el abrigo pegado a la barbilla y el bolso colgado del hombro. Se sobresalta cuando me ve, luego ladea la cabeza y frunce el ceño. —¿Puedo ayudarte? —Yo… uhm… Bailey pone los ojos en blanco antes de entrar al departamento. —¡Mia! Alguien está aquí para ti. —Cuando se vuelve hacia mí, estudia mi rostro—. Decide qué quieres —dice en voz baja—, y luego lucha por ello. Me pregunto cuánto sabe ella sobre lo que sucedió en octubre, pero antes que pueda preguntar o responder de ninguna manera, me empuja por el pasillo hacia la escalera. Mia aparece en la puerta frente a mí. —¿Arrow? ¿Estás bien? Abro la boca y luego la cierro nuevamente. Tu jodido ego no podría soportar saber que eres su segunda opción. Él tiene razón. Que se joda. Pero tiene razón. No quiero ser el chico con el que está porque el que quería lo arruinó demasiadas veces. Trago duro —Tengo que ayudar en la escuela secundaria durante unas horas, pero después… Su frente se arruga mientras me estudia, esperando a que lo escupa. —¿Tienes planes para esta noche? —Soy tan patético. Tan malditamente patético que quiero apuñalarme en el ojo con el objeto punzante más cercano. Y puedo decir simplemente al mirarla que tiene planes. Se ve hermosa. Siempre se ve hermosa, pero esta noche parece un ángel. Está vestida de blanco, un pequeño vestido que muestra más piernas de las que cubre, con un pequeño jersey en la parte superior que le cubre los hombros y las pecas. Está usando maquillaje y su cabello está sobre sus hombros. Mi estómago se retuerce. Definitivamente va a salir esta noche, y por supuesto que tiene planes. Brogan se aseguraría que tuvieran planes para la víspera de Año Nuevo.

246

—Está bien, obviamente ya tienes planes. —Me lamo los labios, no estoy seguro de seguir con esto. —Los tengo. Desde el día que conocí a Mia, tiene mi corazón en sus manos, y cada día que lo niego, me duele más. —Cancélalos. Lo que sea que ibas a hacer con Brogan esta noche, no lo hagas. Quédate conmigo en su lugar. Su frente se frunce con preocupación. —¿Qué sucede, Arrow? Te ves molesto. Arrastro mis dedos por mi cabello y lo tiro. Te mereces mucho más que esto. —Mia, estoy enamorado de ti.

247

Mi corazón. Oh Dios, mi corazón. —No digas eso. —¿Qué quieres, Mia? —Él levanta los brazos, con las palmas hacia arriba. La angustia tira de su boca, torciendo su intento de sonrisa en una mueca—. ¿No lo ves? ¿Has estado ajena todo este tiempo de lo que significas para mí? ¿Qué tan especial eres para mí? —Tú también eres importante para mí. —La subestimación es una traición a cómo me siento realmente. Me enamoré de Arrow ese primer día. Él alisó la brillante hoja de color púrpura en sus dedos y me la ofreció como un regalo, y no volví a ser la misma—. Arrow, quiero que seamos amigos. Se pasa la mano por el cabello y se aleja, como si ya no pudiera manejar más la vista de mi rostro. —Yo no. La noche se calma. Tal vez las ranas y los búhos están tan conmocionados por sus palabras como yo. —¿Qué? Cuando se vuelve hacia mí, el dolor tuerce sus facciones. —Lo he intentado, Mia. Durante más de un año, intenté ser tu amigo y nada más. Pero no quiero ser tu amigo. Eso no es lo que eres para mí. No es suficiente. —No hagas esto —le susurro—. No me mires como si fuera algo para ti. —Estoy cansado de ignorar este dolor en mi pecho cuando lo veo contigo. Estoy harto de fingir que no necesito ser más que ese tipo con el que jodiste una vez. Tú no eres algo para mí. Eres todo. —No. —Mi voz se quiebra a la par que mi corazón—. No entiendes. No podemos estar juntos. —¿Por qué no?

248

—Porque nuestros padres… —No me importa si tu papá me odia. Lo solucionaremos Lo ganaré. ¿No podemos simplemente…? —No podemos. —Entonces mírame a los ojos y dime que no tienes sentimientos por mí. Dime que nuestra noche juntos no significó algo para ti. Sostengo su mirada y abro mi boca, pero no puedo forzar la mentira. —¿Por qué? —susurra—. ¿Qué es lo que te mantiene alejada de mí? Te dejaré sola. No lo mencionaré de nuevo. Solo quiero saber por qué. Quiero mentirle, pero la única forma de superar esto es con la verdad. —Porque mi madre tuvo una aventura con tu padre. Ella se fue cuando mi padre se enteró y comenzó a amenazar. Su rostro se vuelve blanco, blanquecino. Yo lo hice, tiré el desagüe sobre toda su esperanza. —¿Qué? ¿Cuando? Trago fuerte. —Nic dice que duró al menos un año antes que ella se fuera de la ciudad. — Sus labios se mueven lentamente mientras coloca mentalmente la línea de tiempo, y no puedo pararme aquí en el borde de este acantilado y esperar el final de cualquier cosa que él y yo podamos ser, así que ayudo. Yo presiono—. Esto habría sido su primer año en la escuela secundaria y el verano antes de su segundo año. Su rostro se contorsiona mientras se aferra a la confusión para esquivar el dolor. —Pero mi mamá… Su madre estaba en casa muriendo ese año. El cáncer estaba consumiendo su cuerpo y su padre estaba jodiendo a mi madre. Sus fosas nasales se dilatan y sus ojos se estrechan sobre mí. —¿Cuánto tiempo has sabido esto? —Lo siento —le susurro. —Joder, Mia, ¿lo sabías? Tropiezo hacia atrás. He visto a Arrow enojado, pero nunca me ha mirado con cualquier cosa excepto amabilidad y afecto. Hasta este momento. —Sé lo que tu madre significa para ti. No quería hacerte daño.

249

Él suelta una ráfaga de aire que podría haber sido una risa si no estuviera llena de tanto asco. —Ya es muy tarde, Mia. Todo lo que has hecho me duele. —Él sacude la cabeza y retrocede—. Desde el primer día.

250

Conduzco demasiado rápido a la casa del entrenador. Dejé que mi auto volara sobre las colinas en las carreteras secundarias, mi estómago se lanza a mi pecho cuando voy en el aire en la cima de cada colina. Arriba y alrededor de la curva de Deadman, corro hacia el sol poniente, deseando poder desaparecer en él. Doy la vuelta en la carretera del entrenador, mis ruedas traseras giran en la grava mientras corrijo y vuelo a través del polvo por la carretera del condado a su casa. Me precipito en el camino de entrada, patino hasta detenerme, y presiono mi frente contra el volante. Abro mi boca y me obligo a respirar mientras cuento los latigazos en mi corazón. Le dije que la amaba, y ella dijo que quería ser mi amiga. Mi padre estaba follando con su madre mientras mi madre se estaba muriendo, y ella lo sabía. Ella sabía. Echando la cabeza hacia atrás contra el asiento, golpeo el volante y el claxon suena en el silencio del campo. El entrenador sale de su garaje, con una mano en la cadera y la otra con su rifle de caza. Salgo del auto y arquea una ceja. Conozco esa mirada. Es la mirada que le da a los jugadores que aparecen en la práctica tarde. Es la mirada que le dio al QB cuando buscó el balón en la yarda cinco. Es la mirada que dice: "Cálmate, descubre lo que está mal, y arréglalo". —Él estaba teniendo una aventura —susurré—. Mientras mamá se estaba muriendo, papá estaba teniendo una aventura. —Mierda —murmura. Apoya el arma contra el costado del garaje y me abraza. Es un tipo grande, más alto que yo y más ancho, meto mi cabeza en su pecho y me permito esconderme del mundo por la cuenta de tres irregulares respiraciones antes de retirarme de sus brazos.

251

—Mi mundo está jodido. —Presiono mis palmas contra mis ojos y limpio la humedad. No voy a llorar como un maldito niño por mi padre. Él no se lo merece. Pero Mia… —No es así —dice el entrenador—. Sé que se siente así, pero no es así. ¿Quién te dijo eso? —Mia Mendez. —Inhalo una larga y lenta respiración, estabilizándome contra el dolor que decir su nombre trae. Solo quiero estar entumecido—. Papá estaba follando a su madre. Y Mia lo sabía. Ella lo sabía, y no me lo dijo. El entrenador pone su mano en mi hombro. —¿Esto es realmente sobre tu padre, o se trata de Mia? Levanto mis ojos para encontrar los suyos. —Ambos. —Froto mi palma contra mi pecho—. Duele mucho. —Toma un respiro. ¿Todavía necesitas el auto? —Él sostiene mi mirada, sus ojos severos—. Toma un respiro y cumple tus compromisos. Puedes revolcarte más tarde. Trago con fuerza. —Correcto. Por supuesto. Él pone las llaves de su SUV en mi mano y asiente. —Compromisos primero. —Bien —le susurro—. Volveré dentro de una hora más o menos. —Toma tu tiempo. Y reduce la velocidad en ese camino. Matarte no va a resolver nada.

252

—Dios, eres hermosa. —Brogan sonríe, mientras recorre con la mirada mi cuerpo. —Gracias. —Todavía estoy conmocionada por la visita de Arrow y de repente mi elección de atuendo me parece provocativa e inapropiada. No quiero mostrarme para Brogan. Ya no soy de él. No he estado desde esa noche en el lago. Brogan ha estado esforzándose tanto que sentí que era mi turno de intentarlo. Pero no puedo quitarme la mirada de Arrow cuando se fue. Todo lo que has hecho me duele. —¿Estás lista, entonces? —pregunta Brogan. Me coloco mi abrigo y agarro mi bolso del gancho junto a la puerta. —¿A dónde vamos? —pregunto, mientras paso al corredor y cierro la puerta. Sus labios se curvan en una sonrisa. —Ya verás—. Él extiende su mano, y cuando la tomo, me aprieta y me acerca. Baja su boca para cernirse sobre la mía y susurra—: A menos que no quieras ir a ninguna parte. Tendríamos tu departamento para nosotros. Podría persuadirte para pasar la noche allí. No puedo dejar que mi conversación con Arrow arruine esta noche, así que fuerzo una sonrisa. —Quiero saber lo que has estado planeando. —¿Tienes ganas de cantar esta noche? Tomo un respiro. —Sí. Eso suena genial. Cierro los ojos mientras Brogan me guía por la pista de baile. Quiero estar presente en este momento, y estoy fallando. Él puso tanto empeño en esta noche. Nos llevó a Indianápolis y cenamos en el centro de la ciudad, y luego me llevó a un bar por la calle con un micrófono abierto

253

y una pista de baile ocupada. Comimos, bailamos y canté, vertiendo todo mi dolor de cabeza de mi conversación anterior con Arrow en mis baladas favoritas. Cada detalle fue planeado para mi beneficio, y no puedo dejar de pensar en Arrow. ¿Debería llamarlo? ¿Enviarle un mensaje? ¿Pedir disculpas? ¿Por qué exactamente me estaría disculpando? ¿Las decisiones de mi madre? ¿Mi decisión de no contarle cuándo me enteré? ¿O me disculparé por dejar que se enamore de mí? ¿Por quererlo, a mi pesar? Brogan se detiene y frunce el ceño. —¿Qué pasa? Estás enojada por algo. Trago con fuerza. —Arrow llegó a mi apartamento más temprano. Lo siento. No voy… —¿Arrow? —Su ceño fruncido se convierte en un gruñido—. ¿Estás jodidamente bromeando? Doy un paso atrás. Hay tanta ira en su voz y rostro. No creo haberle visto así antes. Me asusta un poco. —Jesús, Mia. Nada pasó. Arrow reaccionó de forma exagerada. —¿De qué estás hablando? —Ya sabes, Trish. A ella le gusta hacer una escena. Arrow tuvo una idea equivocada. Salgo de sus brazos. —¿Trish? —No tengo que agregar, la que atrapé chupando tu pene, porque eso está bien en la forma en que digo su nombre. —¿Qué te dijo él? Jesús, lo juro, estaba terminando con ella. Cortándola. Te amo y no puedo... —Pensé que dijiste que no pasó nada. —Nada que signifique algo. —Hace una mueca—. Estoy haciendo un lío con esto. Lo miro fijamente, pero todo lo que puedo pensar es que esto debería doler más de lo que lo hace. Descubrir que mi novio me engañó hoy debería doler más que la ira de Arrow sobre nuestros padres. Pero el dolor de esta revelación se siente mucho más como un ego herido que un corazón roto. —Di algo —susurra. —Quiero ir a casa.

254

—No, vamos. Vamos a quedarnos y pasar un buen rato. Quiero oírte cantar de nuevo. Sacudo mi cabeza, tomo mi bolso de la mesa y me dirijo al auto. Se toma tanto tiempo para unirse a mí que me dirijo de regreso hacia el edificio cuando finalmente sale del restaurante y presiona el botón de las cerraduras automáticas. Subo al auto en el momento en que los seguros hacen clic. —Si no estás bien para conducir, lo haré yo —digo cuando se sienta en el asiento del conductor. —Estoy bien. —Mete la llave en el contacto y el silencio entre nosotros es enojado y tenso mientras conduce de regreso a Blackhawk Valley. Al principio, creo que va a estar bien. Él está herido, y yo estoy enojada, pero me llevará a casa y esta horrible noche habrá terminado. Pero luego su manejo se vuelve más errático, y cuando alcanzamos las colinas en el borde de la ciudad, él vira todas las veces que un automóvil viene hacia nosotros en el otro carril. El cielo gris se abre y el aguanieve cubre el parabrisas, y la próxima vez que se desvía, una llanta se desliza por el costado de la carretera, haciéndonos perder el control. —Brogan, detente —digo, agarrando el tablero—. Jesús, ¿estás borracho? — Miro hacia arriba y sé que es verdad. Sus mejillas están sonrojadas, y sus ojos están vidriosos. Solo tomó un par de copas de vino en el restaurante—. ¿Eso es lo que estabas haciendo mientras esperaba que vinieras al auto? —pregunto—. ¿Estabas bebiendo? ¿Quieres matarme? Él da un tirón a la rueda y quita el hombro antes de estacionar el auto en el estacionamiento. —No, no quiero matarte, Mia. Estaba tomando un par de copas y tratando de calmarme para no tener que volver a casa y darle una paliza a mi mejor amigo. Quiero golpearlo por incluir en esto a Arrow. —No es culpa de Arrow que no puedas mantenerlo en tu pantalón. Él aprieta los ojos cerrados y golpea el volante. —¿Podemos ir más despacio y resolver esto? —No hay nada que resolver. Estoy rompiendo contigo. Se acabó. —Te amo —dice—. ¿Cómo puedes sentarte allí y actuar como si esto no significara nada? He sido muy paciente por ti. Esperando cuando no estabas lista. —¿Vas a hacer esto sobre sexo? ¿De ese modo te excusas? —No es solo sexo. Arrow.

255

—No. —Niego con la cabeza—. No te atrevas a meterlo en esto. —¿Pero no es así? ¿No ha sido siempre así? ¿Crees que no veo la forma en que lo miras? Extiendo mi mano y estoy sorprendida de verla tan estable cuando mi intestino se revuelve. —Solo dame las llaves para que pueda llevarnos a casa. —Estamos fuera del camino en la parte superior de Deadman's Curve. El sol se ha ido y nuestros faros se lanzan a la oscuridad que parece durar para siempre. Busco la manija de la puerta, y él golpea los seguros. Solíamos bromear acerca de los seguros para niños que se activan en este automóvil, pero en este momento no es divertido. —No iré a ningún lado hasta que me hables. —Él alcanza detrás de mi asiento y saca una botella. —¿Qué estás haciendo? Él desenrosca la tapa y bebe. Huele a alcohol rancio y es tan fuerte. —Simplemente divirtiéndome un poco en la víspera de Año Nuevo. —Déjame conducir, Brogan. Por favor. No quiero pelear contigo mientras estés borracho. Él sacude su cabeza. —Tienes que hacerme creer que no deberíamos estar juntos. Si te dejo ir otra vez, no creo que alguna vez te recupere. ¡Hazme creerlo, Mia! Fijo mi mandíbula. Si él quiere un golpe en el estómago, se lo daré. —Me acosté con Arrow. La noche en que tú y yo nos separamos. Sus labios se curvan en un gruñido, y él toma otro trago. —No estoy tratando de lastimarte, Brogan. —Que mentira. Quiero lastimarlo. No me gusta quedar atrapada en este auto. Odio que me hagan sentir como una rehén. Esto no es saludable, y él se está emborrachando por minuto. Este no es el hombre que conozco. Él toma otro trago. —Pensé que te estabas guardando para el matrimonio, pero solo te estabas guardando para él. —Me ofrece la botella, y yo niego con la cabeza—. Pero no importa. Nos amamos. Podemos superar esto.

256

—No. No quiero fingir que somos una pareja feliz más. Si eso fuera cierto, no te estarías acostando con ella. —Me muevo tan rápido como puedo, alcanzo a través de él para presionar el botón de las cerraduras automáticas y luego alcanzo la puerta. Antes que pueda abrirla, él envuelve una mano alrededor de mi brazo y aprieta demasiado fuerte, haciendo que la piel palpite bajo sus dedos. —Estás lastimándome. —No te vayas. —Afloja su agarre de mi brazo pero no me suelta—. Prométeme que te quedarás aquí hasta que resolvamos esto. Tomo un respiro. No está actuando como él. No puedo razonar con él. —Está bien —le digo—, pero tenemos que quedarnos aquí. Estás demasiado borracho para conducir. Él mira por la ventana y toma la botella. Saqué subrepticiamente mi teléfono de mi bolso y escribo un mensaje rápido a mi hermano. La curva de Deadman’s. El Jetta rojo de Brogan. Ven a buscarme. SOS. Brogan se da vuelta para mirarme justo cuando guardo mi teléfono. Doblo los brazos y me prometo que Nic está en camino. Me sentaré aquí y hablaré con Brogan, y pronto Nic estará aquí y todo estará bien. Tal vez si puedo calmarlo, Nic podría llevar a Brogan a casa también. No está en condiciones de manejar y no puedo dejarlo aquí. Todo estará bien. Susurro la oración a mí misma en repetición, pero no la creo. Se siente como si todo estuviera girando fuera de control. Como si esta noche es el comienzo del fin.

257

—Despierta. Mis ojos están arenosos y me duele la cabeza como si cada miembro de la batería de tambores BHU estuviera allí golpeándome. Aprieto mis ojos de nuevo, tratando de bloquear el dolor. —Arrow. Despierta. El entrenador. ¿Dónde diablos estoy? Abro los ojos de nuevo y el entrenador se detuvo frente a mí, inclinándose hacia el auto y sacudiendo mi hombro. 258

Escaneo mi entorno, y todo se inclina de lado. Todo está borroso, y peleo a través de las telarañas en mi cerebro, tratando de recordar lo que sucedió anoche. La pelea con Brogan. Luego Mia. Había una fiesta en una casa fuera del campus, y le dije a Mason que pasaría antes de devolver el auto del entrenador. Entonces Trish me agarró. Ella prometió que podría hacerme olvidar a Mia, y eso sonaba malditamente bien. Después de eso… tragos. Demasiados tragos. ¿Y luego…? —Sal del auto y entra. Parpadeo al volante bajo mis manos, y mi estómago se agita. ¿Por qué estoy en el auto? —¿Cómo llegué aquí? —Tú manejaste. —Él murmura una cadena de maldiciones después de eso, maldiciones que se sienten dirigidas hacia mí y que probablemente merezco, y lo sigo dentro de la casa, miedo golpeando mi conciencia y haciendo su parte para ponerme sobrio paulatinamente. Me hundo en el sofá, mi cabeza gira mientras espero un sermón. Escucho el agua corriendo en la cocina. El chirrido de las cañerías cuando cierra el grifo, y luego me pone un vaso de agua en la mano. —Bebe.

Sentado, llevo el vaso a mis labios y tomo un trago. Mi estómago se revuelve cuando el agua golpea, bajo el vaso y cierro los ojos. Solo quiero dormir. El entrenador niega y vuelve a presionar el vaso en mi mano. —Bebe la maldita agua primero. Vacío el vaso contra las protestas de mi estómago, y juro que estoy en ese horrible limbo de borrachera donde aún no estoy sobrio, pero la resaca ya ha comenzado, esa tierra medio consciente de náuseas y sueño mientras el entrenador me guía a las escaleras, por un pasillo, y a una cama. El mundo se vuelve negro. 5 a.m. Me despierto sobresaltado. Voy a vomitar. Me doy la vuelta, tratando de enterrar el dolor de cabeza en la almohada, y me doy cuenta que estoy compartiendo una cama con la hija del entrenador. Trish. Ella debe haber entrado aquí y haber subido a mi lado después que me desmayé. Está dormida y acurrucada bajo las sábanas. Ella levanta una rodilla, y sus dedos de los pies rozan mi pantorrilla. Más recuerdos de la última noche pasan por mi mente... Trish se ríe conmigo. Bailando. Lamiendo tequila de su escote. Las imágenes son brillantes y fuertes contra mi dolor de cabeza, y solo quiero que se vayan. —Papá está aquí. —Su susurro, caliente y sugerente contra mi oído—. Le prometí que estaría en casa para la ball drop, pero después de eso me quedaré en mi cama. Prefiero no estar sola. Escuché algo y me di cuenta que era mi teléfono el que me despertó. Lo saco de mis vaqueros y parpadeo a la pantalla. Mia Mendez. A mi lado, Trish murmura algo mientras duerme. Mia me está llamando, y Trish está acurrucada contra mi costado. Rechazo la llamada deslizando un dedo y silencio el teléfono antes de cerrar los ojos y dejar que el sueño me vuelva a hundir. 6 a.m. Trish se aferra a mí en su sueño, su mano se envolvió alrededor de mi brazo. Escucho a la gente hablando en la planta baja, luego el sonido de pasos por las escaleras y el pasillo.

259

La puerta del dormitorio se abre lentamente, y Chris entra, haciendo una mueca cuando sus ojos se posan en mí. —Pensé que podrías estar aquí. —Sus ojos se dirigen a Trish y vuelven a mí, y él sacude la cabeza. —¿Cómo lo supiste? —Imágenes en Facebook de ustedes dos uno sobre el otro. Facebook. Lo que significa que todos sabrán que pasé la noche con Trish. Mia lo sabrá. Espero un sermón, o al menos esa mirada de decepción que Chris ha dominado tan bien. Él encuentra mis zapatos en el suelo y los arroja sobre mi pecho. —Vamos. Tenemos que irnos. Me incorporo e hice una mueca de dolor cuando el movimiento me envió un dolor martillando a través de mi cabeza. —¿A dónde? —Al hospital. —Sus ojos escanean mi rostro, e incluso con resaca y miserable, reconozco el dolor en sus ojos—. Hubo un accidente. Una fuerte sensación de miedo me invade. —¿Mia? —Brogan. —Traga y mueve sus ojos a la pared—. No está bien. Salto de la cama y me pongo mis zapatos. Esto no se siente real y no estoy seguro que sea así, pero sigo a Chris sin decir palabras hacia la puerta. Trish se da vuelta en la cama. —¿Arrow? ¿A dónde vas? —Te llamará —dice Chris—. Vamos. Mis pies no son estables debajo de mí. Mi cerebro es un montón de piezas flotando en mi cráneo. Con cada paso hacia abajo en las escaleras, casi espero que el piso se caiga debajo de mí. Me caeré y luego me despertaré. Brogan. No está bien. Llegamos a la base de las escaleras, y me giro instintivamente hacia la TV. El entrenador está en el sofá, mirando a la pantalla, paralizado. —Un hombre muerto y otro gravemente herido esta mañana después de un accidente en Deadman's Curve. Me dirijo a Chris y él asiente.

260

—¿Muerto? —pregunto. —El hermano de Mia no lo logró —susurra—. Brogan… aún no sabemos de Brogan. El entrenador se aleja del televisor y sus ojos se clavan en los míos como si estuviera tratando de decirme algo. —Siento haber aparecido en su puerta a esta hora, señor —dice Chris, su acento de Texas más grueso esta mañana. Lo hace cuando está cansado. El entrenador inclina su barbilla. —Arrow te encontrará afuera, hijo. Necesito hablar con él por un minuto. Chris lanza su mirada hacia mí. —Solo será un segundo —lo prometo. Él asiente y cierra la puerta detrás de él cuando se va. —La policía está investigando, tratando de encontrar al dueño del SUV oscuro responsable del accidente —dice la mujer en el televisor—. Si conoce a alguien, llame a la línea de información anónima que se encuentra en la parte inferior de la pantalla. El entrenador se para frente a mí, y tengo esa sensación extracorpórea de nuevo. Como si nada estuviera sucediendo como debería y todo está fragmentado. —Llegaste aquí antes de la medianoche, y te metiste en la habitación de Trish. Parpadeo hacia él. —¿Qué? —Si alguien pregunta. Llegaste aquí antes de la medianoche y te escabulliste a la habitación de Trish para estar con ella. ¿Cómo llegué aquí? Tú condujiste. —La policía llegará en cualquier momento. Atropellé a un ciervo al final del camino esta mañana. —Él sacude su cabeza—. Estúpido, de verdad, pero estaba distraído porque vi tu Mustang en la entrada y supe que estabas con mi hija. Solo salí a dar un paseo para aclarar mi mente, y el estúpido ciervo corrió frente a mí. Has bebido demasiado. Tengo que encontrar a alguien que pueda llevar la Cherokee a casa de tu padre. Trish sonriendo contra mi boca. —Y luego sabes dónde encontrarme.

261

Trish presionando sus labios en mi mejilla, levantando su teléfono y tomando otra foto. El suelo cambia debajo de mí. —¿Entrenador? —Dime que entiendes. Niego con la cabeza. —¿Qué pasó? —Eres un buen chico. —Sus ojos se llenan de lágrimas, y nunca lo había visto así. No cuando llevé a nuestro equipo al campeonato estatal. No cuando su esposa murió. Nunca. Este es un hombre que no llora—. Todos cometemos errores, y no dejaré que este destruya tu vida. Déjame arreglarlo. Delante de la casa, escucho el estallido de grava escupir debajo de los neumáticos. —Si yo… —Trato de tragar, pero no puedo. Hay demasiado miedo en mi garganta. Demasiada confusión y horror. —No, Arrow. Está hecho. Ya me hice cargo. Las pisadas suenan en el porche delantero, y luego tres golpes agudos en la puerta. El entrenador se limpia los ojos. —Está hecho. Ve al hospital. Brogan te necesita. —Cruza hacia la puerta y la abre—. Gracias por venir —le dice al oficial—. Acabo de ver en las noticias lo que sucedió anoche. El oficial saluda con la mano. —No hay mucho que podamos hacer al respecto. —Sabes cómo era Mendez —dice el entrenado—. Hace que te preguntes si no era solo cuestión de tiempo antes que uno de sus rivales lo sacara. —Lástima que Barrett tuvo que ser un daño colateral. —El oficial niega sombríamente—. ¿Dónde está el ciervo? —La puse en el garaje. Espero que no te importe. Ella es una belleza. Odio que se echara a perder. —Con una última mirada por encima de su hombro, el entrenador se va, llevando al oficial al garaje. Cuando llego al auto de Chris, estoy temblando por dentro y no puedo detenerlo. Tengo tanto miedo que la verdad esté escrita en mi rostro y Chris lo sepa, pero él está en su propio mundo.

262

Saco mi teléfono del bolsillo y veo una docena de llamadas y textos perdidos. Presiono el número de mi correo de voz y sostengo el teléfono en mi oreja. Ella está llorando. —Arrow, soy Mia. Algo terrible sucedió. Brogan. Mi her… her… herm… estamos en el hospital. Lo siento mucho. Lo siento muchísimo. —Oh, mierda. Se volcó. Chris saca su auto al arcén, y apenas abro la puerta antes de arrojar el contenido de mi estómago sobre la hierba cubierta de hielo. Cuando llegamos al hospital, la mitad del equipo y docenas de nuestros amigos llenan la sala de espera, pero mis ojos instantáneamente distinguen a Mia de la multitud de caras. Su vestido blanco está manchado de sangre y su rostro está pálido. ¿Cómo llegué aquí? Tú condujiste. Sus ojos se clavan en los míos, y quiero cortarme allí mismo. Derramar mis entrañas en el suelo para que no tenga que vivir con este dolor, horror y dolor dentro de mí. Su hermano está muerto. Brogan podría morir. Todos cometemos errores, y no dejaré que este destruya tu vida. Miro hacia otro lado, encuentro un asiento, agacho la cabeza y trato de rezar para que esta pesadilla termine.

263

Parte IX: Después

Mayo, cuatro meses después del accidente, el día después del funeral de Brogan. 264

Mi primer pensamiento cuando me despierto con un arma en el rostro es que la policía ha venido y están aquí para finalmente arrestarme por lo que hice. Mi segundo pensamiento es que nunca cerré la puerta ni activé la alarma anoche. Estaba en mi camino hacia abajo para hacerlo cuando entré en la habitación de Mia. —Aléjate de mi hija. La pistola tiembla. No está a más de un centímetro, tal vez dos, de mi rostro, pero no me atrevo a confirmar si es el padre de Mia en el otro extremo. No puedo apartar los ojos del cañón del arma que está demasiado cerca de la cabeza de Mia. Lentamente, la libero, me siento en la cama y alzo las manos, sin apartar la vista del cañón de la pistola. —¿Papá? —Mia se sienta a mi lado—. ¡Papi, deja eso! —Me dijeron, en el bar, me dijeron que mi hija vivía con los Woodison. Me lo dijeron, y les dije que eran unos malditos mentirosos. —Papá, baja el arma. —Se llevó a mi hija. Se llevó a mi hija lejos de mí y la convirtió en una mentirosa. Dijiste que estabas viviendo con Bailey. Me paro, manteniendo mis manos levantadas sobre mi cabeza, con las palmas hacia afuera. Tengo la lejana idea que me alegro de habernos puesto ropa antes de dormirnos, por mínimas que sean. Mia tiene una camiseta y yo estoy en mis calzoncillos. —Señor Mendez, esto es entre usted y yo. Bajemos. Vamos a hacer un poco de café. Su mano tiembla más fuerte, y el aroma del whisky es tan potente que emana de él. —No quiero tu jodido café. No puedes salvarte de esto hablando. —¡Papá! —dice Mia.

265

Aspira y se aclara la garganta. —Me dijeron que mi hija vivía con los Woodison, y les dije que eran mentirosos. —Se balancea hacia ella, llevando el arma. Ella jadea y lo encuentra apuntando a su cabeza. —Adelante —dice, con voz dura ahora—. Sé que de todos modos no te sirvo. Pero matarme no te devolverá a Nic. —No te atrevas a decir el nombre de mi hijo. Estás aquí, prostituyéndote como tu madre. —Papi… —Creen que pueden tomar lo que quieran solo porque tienen todo el dinero, pero tú los dejaste. Pasos suenan en el pasillo. Bum. Bum. Bum. —¿Qué diablos estás haciendo en mi casa, Mendez? La casa de mi padre. —¿Crees que puedes entrar a mi casa empuñando una pistola como una especie de maníaco? Contengo la respiración. Papá se adelanta y saca el arma de la mano del hombre como si no fuera nada más que un juguete. —Sal de aquí —dice papá—. Antes que llame a la policía. —Te odio. —El padre de Mia tiembla y escupe las palabras. Su rostro se enrojece—. Te odio tanto. —Sé que lo haces —dice papá—. Pero eso no te da el derecho a traer un arma a mi casa. Si lo deseas, podemos hacer que las autoridades intervengan en esto. Pero creo que preferirías que no supieran que estuviste aquí esta mañana. Creo que, dada tu trayectoria de ebriedad y desordenes, preferirías que no supieran que entraste en mi casa y le apuntaste con una pistola a mi hijo. —Sedujiste a mi esposa y te robaste a mi hija. Uriah pone el seguro del arma y cruza los brazos. —Te dices lo que necesitas, viejo. Pero tal vez tu hija solo está tratando de mantener la luz en tu casa, de mantenerte alimentado. Tal vez está aquí porque alguien tiene que ganar dinero para que tú, pedazo de mierda, no te marchites y mueras. Tal vez solo está tratando de pagar sus estudios, así tiene una mejor oportunidad de luchar por una vida mejor de la que puedes darle.

266

No le di suficiente crédito a papá. Supuse que no tenía idea de cuál era su realidad, pero la ha conocido desde el principio. Nunca es tan despistado como pretende. —Y no te hablo de Isabella —dice papá, refiriéndose a la madre de Mia—. Sal de aquí, Mendez. —Dame mi arma. Mi padre se ríe. —¿Crees que soy idiota? Ahora vete. Con una última mirada a Mia, y la traición en toda su rostro, su padre se da vuelta y sale por la puerta, y todos aguantamos la respiración. Escuchamos su lento y pesado paso mientras baja por las escaleras. Mia mira a mi padre. —Lo siento. Lo siento mucho. —Toma unos jeans del piso—. Lo llevaré a casa. Lo siento mucho —dice mientras sale corriendo por la puerta. Comienzo a seguirla, y papá me agarra del brazo. —Arresto domiciliario, ¿recuerdas, hijo? —¡Mia! —La llamo, y odio lo atrapado que me siento. Debería estar con ella mientras habla con su padre. Debería hablar con él yo mismo. Pero, ¿qué diría? Estoy enamorado de su hija, y por cierto, maté a tu hijo. Se detiene en la entrada. —Está bien. Estaré bien. Todo lo que puedo hacer es verla irse. Escucho sus pasos por las escaleras y luego el clic de la puerta de entrada. —Pensé que estabas en Louisville —digo, sin volverme hacia mi padre. —Llegué a casa para una reunión esta mañana —dice—. ¿Por qué no estaba encendido el sistema de alarma? ¿Cerraste la jodida puerta? ¿Cómo entró ese hombre aquí? Me enderezo. Papá y yo no hablamos. No el uno al otro. Hablamos alrededor del otro, el uno del otro, pero siento que no me ha mirado desde que se unió a nosotros en el hospital el día de Año Nuevo. Pero me está mirando ahora, y hay disgusto en su rostro. Estoy en nada más que mis calzoncillos bóxer, y me siento expuesto. —Es mi culpa —le digo.

267

—¿Y estando en la cama de Mia esta mañana? ¿Es tu culpa también? —Cuando abro la boca para responder, levanta una mano—. ¿Y ella durmiendo en tu cama antes? ¿También es culpa tuya? —Desliza una mano por su pelo y exhala pesadamente—. Jesús, es bueno que Gwen no esté aquí. Perdería la cabeza. —Lo siento, no cerré la puerta. Por favor, no culpes a Mia por esto. —No la despidas. No la alejes de mí. Dios, quiero suplicarlo. Pero es egoísta, y cuando le diga a Mia la verdad, no va a querer estar aquí de todos modos. Suspira. —Hace su trabajo y es buena en eso, así que no he dicho nada, pero él era tu mejor amigo. ¿Lo olvidaste? Retrocedo un paso. —No pretendas que sabes por lo que estamos pasando. Entorna los ojos y me señala con el dedo. —¿Crees que eres el único que ha perdido a alguien a quien amaba? —Creo que mamá se estaba muriendo en tu cama y estabas jodiendo con la mamá de Mia. —Es la primera vez que he admitido que lo sé, pero no parece sorprendido, solo resignado. —No es lo mismo —dice, su mandíbula está tensa. —¿Cómo? Mamá ni siquiera estaba muerta, y estabas follando a otra persona. Ahora él es quien da un paso atrás, y su rostro se suaviza. —Es solitario ver morir a la mujer que amas. Te hace sentir impotente. Incapacitado. Pero Isabella Mendez me hizo sentir como un hombre otra vez cuando eso era lo que más necesitaba. Me consoló. Pero supongo que sabes todo sobre una bella mujer Mendez que te da justo lo que necesitas. —No es así con Mia. —Has estado durmiendo con ella. —Pero no es solo sexo. —Trago saliva—. La amo. La he amado… —Dejo caer mi cabeza y miro mis pies descalzos—. Siempre. —¿Y crees que no me importó Isabella? ¿Que solo soy un viejo imbécil que engaña a su esposa moribunda? A veces amamos a las personas que no deberíamos exactamente cuando no deberíamos. —Inclina su rostro hacia el techo y respira profundamente. Nunca lo había visto así. Vulnerable. Humano. —Entonces, ¿cómo es que tu historia es mucho más perdonable que la mía? — pregunto, y cuando la pregunta se me escapa de los labios, me doy cuenta de lo

268

mucho que me dolió su reacción a los últimos meses, cuánto necesitaba que se precipitara como un padre preocupado y no juzgando como un empleador decepcionado. Se adelanta y coloca una gran mano sobre mi hombro. —Porque eres mejor que yo. ¿No entiendes eso? Estaba solo y afligido por una mujer que aún respiraba. No estoy orgulloso de lo que hice, pero eres mejor que yo. Tú no eres el que consume drogas o se mete en problemas y necesita que su padre pida favores para mantenerse fuera de la prisión. Siempre te has ganado lo que tenías. Te has probado a ti mismo. No sabía qué hacer con un hijo que no podía soportar el dolor cuando tampoco podía manejarlo. Cierro los ojos y me concentro en el peso de la mano de mi padre sobre mi hombro. El día del funeral de mi madre, me puse de pie a su lado mientras la gente pasaba para presentar sus respetos, y mantuvo su mano en mi hombro. Me asentó. Me recordó que no había perdido a toda mi familia. Su tranquilo signo de fortaleza me ayudó a encontrar el mío, y ahora hace lo mismo. Cuando abro los ojos y me encuentro con su mirada fija, digo: —Estaba conduciendo el automóvil que golpeó a Brogan y a Nicholas Mendez. La sangre se drena del rostro de mi padre. —No digas eso. —Estaba manejando el auto. No lo recuerdo. Nada. Pero el entrenador me encontró en el asiento delantero de su camioneta después de la medianoche. Había daños en el frente. Había visto las noticias, así que sumó dos y dos. —Papá se tropieza hacia atrás y respiro—. Lo encubrió. Intentaba protegerme, pero no podía vivir conmigo mismo. Papá niega. —No digas eso en voz alta de nuevo. ¿Lo entiendes? Nunca lo vuelvas a decir. No hables de eso. No puedo hacer esa promesa ahora. Nunca debería haberlo hecho la primera vez. —Lo siento mucho. —¿Quién sabe? —pregunta, y siento que lo estoy viendo envejecer ante mis ojos. Parece encogerse dentro de sí mismo, las arrugas alrededor de su boca y los ojos repentinamente más prominentes.

269

—Trish estaba en el auto. Ella lo recuerda. Y el entrenador sabe. Estaba tratando de protegerme, pero odio que lo haya hecho. —Tomé aliento. Se siente malditamente bien haberlo dicho en voz alta—. Desearía que no lo hubiera hecho. —¿Mia? —pregunta. Niego y la culpa me atraviesa el estómago. Le hice el amor antes que supiera la verdad. Necesito decirle. Tengo que encontrar una manera. El teléfono de papá zumba, y maldice cuando lo mira. —Llego tarde a mi reunión, y luego Gwen me cortará las pelotas si no regreso a nuestra suite. —Se desliza el teléfono de nuevo en su bolsillo y sus hombros se hunden—. Pero puedo quedarme si quieres que lo haga. Cancelaré la reunión, inventaré una excusa para Gwen. —No. Ve. Debo pensar de todos modos. —Prométeme que no harás nada precipitado —dice, y cuando solo lo miro, agrega—: Al menos no hasta después que tengamos la oportunidad de hablar de esto juntos. Perdí a tu madre. —Su voz se vuelve gruesa y se debilita hasta que tiene que tragar para terminar—. No puedo perderte a ti también. Asiento. —Entonces tenemos que encontrar la forma de hacer esto bien.

270

Papá no dice nada en el camino de vuelta a su remolque. Tomó un taxi hasta la casa de los Woodison, gracias a Dios por ese momento de buen juicio. Desde que conocí a Arrow, temía el día que mi padre se enterara de lo que sentía por él. Dejé que ese miedo dictara mis elecciones, y ahora que sucedió en uno de los escenarios más mortificantes que pueda imaginar, me avergüenza haber dejado que me dominara por tanto tiempo. Pero más que eso, estoy avergonzado de haber aceptado pasivamente la adicción de mi padre. Estando el auto en la grava frente a su remolque, apago el motor y respiro larga y lentamente. —No soy mi madre —digo. Levanta la barbilla. Hay lágrimas en sus mejillas. —Eres como ella. Los niños juegan en el lote vacío al otro lado de la calle, riéndose y persiguiéndose unos a otros con pistolas de agua. Podría ser una imagen de mi infancia. —Trabajo para los Woodison, cierto, y me he enamorado de Arrow, pero no soy ella. No engañé a mi esposo ni dejé a mi familia atrás. Tomé un buen trabajo con una familia adinerada para poder pagar mi escuela y cuidar de ti. —Dejas que te arruine. Todavía no me mira, y me trago el dolor. —Si crees que mi único valor estaba en mi virginidad, entonces creo que tienes razón. —Respiro hondo otra vez y veo a los niños jugar, sus pies descalzos volando a través de la espesa hierba verde—. Soy muy inteligente, papá. Sé que lo sabes, pero nunca admitirás que es importante. Y canto. Soy buena en eso, y me hace sentir viva. Soy mucho más que una chica soltera que renunció a su virginidad con un chico dulce que la hizo sentir especial. —Lo sé. —Su voz es baja―. ¿Por qué crees que quería más para ti que ser su sirvienta?

271

Presiono mi palma contra mi pecho y aprieto mis ojos. —No hay vergüenza en trabajar hacia una vida mejor. Estoy orgullosa del trabajo que hago. No quiero hacerlo para siempre, pero es exactamente por eso que estoy trabajando tan duro. Así que puede irme mejor en el futuro. Cuando finalmente se da vuelta para mirarme, otra lágrima se desliza por su mejilla y atraviesa mi corazón. —Lo siento mucho. —Arruga la nariz y aspira entre sus dientes—. Entré en pánico. Nunca debería haber ido con mi arma. No me odies. Eres mi Mia. No puedo perderte a ti también. Mis ojos arden y el mundo se vuelve borroso para un segundo antes que las lágrimas empiecen a rodar. Mi papá es un borracho perezoso y misógino, pero eso no cambia el hecho que lo amo y necesito saber que también me ama. —Esto no puede continuar. —Alcanzo la consola, tomo su mano y la aprieto. Las lágrimas me espesan la garganta. ¿Cómo es que podemos saber algo durante años, pero parece real cuando finalmente lo decimos en voz alta?—. Tienes un problema con el alcohol, y necesitas conseguir ayuda. —Estoy bien —dice. Su labio inferior tiembla, y se ve mucho más viejo que sus cincuenta años. —No, no lo estás, papá. No has estado bien desde que mamá se fue. Y es hora de hacer algo al respecto. Es hora de ponerte sobrio. Sostiene mi mirada y niega con la cabeza. —Ya probé AA. Nic me hizo ir antes que… —Aprieta sus ojos cerrados y exhala lentamente—. No funcionó. —Vamos a llevarte a la cama —digo, porque no quiero discutir. Hoy no. Me prometo que volveré a intentarlo mañana, pero esta mañana me duele demasiado el corazón como para seguir así. Lo meto en la casa y lo llevo a la cama, luego busco botellas de licor debajo de la cama, detrás del inodoro, debajo del fregadero y vuelco todo lo que encuentro. Limpio la cocina, arreglo la sala de estar y beso a mi padre dormido en la frente antes de irme. Cuando salgo al frente, veo el auto de Sebastian en la caravana de su abuela y decido decirle que papá ha prometido dejar de beber. La pantalla cruje y traquetea cuando toco. —Entra —dice Sebastian.

272

Entro en el remolque y sonrío ante el aroma de las galletas con chispas de chocolate. El remolque es casi idéntico al de papá, aunque este se ha mantenido mejor, y donde el de papá se siente pequeño y apretado, este se siente cálido y acogedor. Éste me recuerda cómo era el de papá antes que mamá se fuera, siempre una manta en el respaldo del sofá y el olor a galletas en el aire. Sebastian se sienta a la mesa de la cocina con una carpeta de manila frente a él. La carpeta está abierta con una gruesa pila de papeles, pero sostiene una sola página y la mira como si tratara de interpretar jeroglíficos. —¿Qué es eso? Sebastian levanta la cabeza. —Mia. No sabía que eras tú. Avanzo, y él deja caer el papel sobre la pila y cierra la carpeta. —Nada. —Mantiene su mirada en la pared detrás de mí. —¿Es del accidente? ¿Son esos los informes policiales que dijiste que me conseguirías? —No sabía que estarías aquí. Quería revisarlos primero. —Hizo una mueca. —Déjame verlo. Déjame ver el que estabas viendo cuando entré. —Mia. —Has encontrado algo, ¿verdad? Lo resolviste. Levantándose, abre su mochila y desliza la carpeta dentro. —Deja ir esto, ¿de acuerdo? Nada bueno va a venir de cavar más allá de lo que tienes. —Empuja la puerta mosquitera y lo sigo hasta el porche delantero. —Es el entrenador. Emmitt Wright golpeó a Brogan y Nic. —Shh. —Hace una rápida mirada a nuestro alrededor para asegurarse que nadie me oye, pero estamos solos—. Deja de hablar. Ahora mismo. Solo detén esto mientras puedas. —Lo hizo. —Sé que es verdad, porque puedo verlo en los ojos de Sebastian: Ese horror, esa necesidad de proteger a alguien que lo protegió. Me imagino que vería lo mismo en los ojos de Arrow en esta situación. Se sentiría atrapado por la verdad. Estaría dividido entre su sentido de la justicia innato y el hombre que ha sido casi un padre sustituto para él. Sería un desastre, y…—. Oh Dios mío. Fue el entrenador, y Arrow lo sabe.

273

—El entrenador golpeó a un ciervo. —Sebastian se levanta y se echa la mochila al hombro—. Su automóvil sufrió daños porque un ciervo saltó frente a su automóvil el día de Año Nuevo. Incluso presentó un informe. Déjalo así. —Ya has examinado la sangre, ¿verdad? —Estaba demasiado seguro, demasiado confiado cuando me llevó a la tienda—. Sabías que algo estaba mal por el accidente mucho antes que comenzara a plantear preguntas, y ya habías examinado la sangre. Niega y se aleja de mí, dirigiéndose hacia su automóvil. —Déjalo ir. —No voy a parar, Sebastian —digo, mis pies crujiendo en la grava mientras lo sigo—. No voy a dejar esto. No puedo hacer que el mundo entero crea que mi hermano fue responsable de lo que sucedió esa noche. Si es necesario, guárdalo para ti mismo, pero de todos modos lo descubriré. —Bien. —Abre su mochila y saca la carpeta de ella—. Tómalo, Mia, pero no quiero tener nada que ver con esto. ¿Lo entiendes? —Se sube a su auto y se aleja. Llevo el archivo a mi automóvil y me siento en el asiento del conductor antes de abrirlo. El informe del accidente de Emmitt Smith está arriba. Cuando lo escaneo por primera vez, no veo nada que moleste a Sebastian, pero luego las palabras saltan hacia mí. El oficial notó que el venado había sido disparado antes de la colisión. ¿Por qué Sebastian estaría tan molesto al ver que el ciervo fue disparado antes que el entrenador lo golpeara? Quizás fue herido y fue por eso que corrió a la carretera. O tal vez el venado era un encubrimiento. Conduzco hasta la instalación de fútbol de BHU y me estaciono en el estacionamiento lateral junto a la Cherokee del entrenador. La miro por un largo tiempo. Si el venado era un encubrimiento, no habría fregado la parte inferior del automóvil ni habría puesto sangre de venado allí. Incluso si lo llevó a lavar, hay buenas posibilidades que queden rastros de evidencia. Sé lo que tengo que hacer.

274

Estoy totalmente desnudo cuando Mia entra en mi habitación. Acabo de salir de la ducha y mi piel está todavía húmeda, mi cabello aún mojado. Cierra la puerta y me rodea el cuello con sus brazos, presionando su cuerpo contra el mío. Se pone de puntillas para besarme y entrelaza sus dedos en mi cabello. —Mia —digo contra su boca—. ¿Qué estás haciendo? Mete una mano entre nuestros cuerpos, desabotona su jean y los baja por sus caderas junto con sus bragas. —Arrow. —Mi mano está empuñada a mi costado y la toma, abre mi palma y la guía por su cuerpo, sobre su estómago y entre sus piernas. No sé qué se le ha metido. Esto no es nada como anoche. Esto es frenético. Este es el codicioso tipo de lujuria que no es sobre sexo en absoluto. Está buscando un escape, y se lo doy. Pongo mi mano entre sus piernas y muevo mi boca abierta por el lado de su cuello. Se arquea contra mí, el algodón de su camiseta sin mangas frotando contra mi pecho. —Arrow, por favor. —Levanta una pierna y la envuelve en mis caderas, intentando acercarme más. Todavía está medio vestida y se frota contra mi polla. —Mia, más despacio. —Se ha terminado —dice, alzando sus ojos para encontrar los míos—. Sé quién lo hizo. Ante esas palabras, toda la sangre en mi cuerpo se enfría y, al mismo tiempo, quiero acercarla más. Quiero poner mi boca sobre la suya para que no pueda decirlo en voz alta, para silenciarla y proteger nuestros últimos segundos juntos. Me alejo un paso. —Arrow. —Hay tanta tristeza en sus ojos—. Tengo que decir adiós. —¿Qué quieres decir?

275

—Hazme el amor una vez más. Tengo que hacer algo y… Por favor. Solo tomemos el ahora. Este momento. Porque cuando… tengo que hacer lo correcto, y podrías nunca perdonarme. Esas palabras son un puño en mi corazón. —Podría perdonarte cualquier cosa, Mia. —Una vez más. Por favor. —No. —Doy otro paso atrás—. Habla conmigo primero. Cierra sus ojos con fuerza. —Tengo que entregarlo. Estoy segura que fue él y tengo que hacerlo… ¿De qué está hablando? ¿Qué cree que sabe? —¿Quién? —El entrenador. Una palabra que dice que sabe más de lo que debería. —Mia… —El entrenador estaba en Deadman’s Curve en víspera de Año Nuevo. El entrenador golpeó a Nic y a Brogan. Debería haberle dicho la verdad antes. Nunca debería haber esperado. Pero ninguna opción parece correcta cuando significa que alguien sale herido. O peor. —Mia… —Tengo que entregarlo. Todavía hay sangre bajo el auto. No sangre de ciervo. Sangre humana, Arrow. Me metí debajo y llevé una muestra al laboratorio de BHU. Recibí la llamada esta mañana. El entrenador le dijo a la policía que atropelló a un ciervo, pero no es sangre de ciervo. Lo hizo, y tengo que entregarlo. Niego, mi mente corriendo demasiado rápido y en demasiadas direcciones. —No lo hagas. —Todos han estado hablando. Los has oído. Han estado hablando sobre mi hermano durante meses. Creen que esto es culpa de Nic. ¿Por dónde empiezo? —Ve más despacio. —Sabía cómo te sentirías. —Se cruza de brazos e inhala entrecortadamente—. Por eso quería decir adiós. Se lo debo a mi hermano. Se había limpiado y todos hablaban como si no lo hubiera hecho. Se lo debo a él y a todo lo que hizo por mi

276

familia. Necesito decirle a la policía quién fue el responsable de lo que sucedió esa noche. Quiero atraerla a mis brazos y sostenerla una última vez. Porque tenía razón cuando entró aquí. Todo cambia después de esto. Podría besarla, sostenerla cerca y saborear sus labios una última vez antes que me odie. No me lo permito. —No fue el entrenador. —Lo siento, Arrow. Sé cuán importante es para ti. Pero estamos hablando de mi hermano y solo… —Empieza a pasearse, sus brazos envueltos con fuerza a su alrededor. Tengo que agarrarme a la cama para evitar rodearla con mis brazos, para evitar rogarle que olvide lo que sea que sabe. Tenía que salir, me doy cuenta de eso ahora, pero ojalá no tuviera que suceder así. —No fue el entrenador —repito. —Desearía que no lo hubiera encubierto. Estaba oscuro y ellos estaban peleando en la carretera como jodidos idiotas. Tengo que hacer esto por mi hermano. Todos piensan que estaba metido en drogas de nuevo, pero no lo estaba. Estaba limpio. Tengo que entregarlo. —Mia… Deja de pasearse y me mira como si no la estuviera oyendo. —Te estoy diciendo que había sangre bajo ese auto que no pertenecía a un ciervo. Es sangre humana. Hice que el laboratorio de BHU hiciera una prueba. — Pone sus manos en las mías, y tengo que retirarlas, de lo contrario podría llevarlas a mi boca, besar sus dedos uno por uno, trazar besos por sus brazos y a lo largo de su mandíbula. —No quiero dejarte ir —susurro—. Cada vez que eres casi mía, tengo que dejarte ir. Me frunce el ceño y sé que no tengo sentido. —No te pido permiso, pero espero que puedas entender por qué tengo que hacer esto. Su camiseta está húmeda de cuando se presionó contra mí y toma mis manos de nuevo, aprieta mis dedos en sus palmas, tan desesperada por el permiso que dice no necesitar. —El entrenador no conducía el auto —digo—. Sé que no era el que conducía ese auto.

277

—¿Cómo sabrías eso? Estabas borracho con Trish. Las fotos estaban por todo Facebook. Cómo incluso sabrías… —Sus sonrojadas mejillas palidecen, y cada onza de sangre que se drena de su rostro me hace sentir más pequeño, más impotente—. ¿Arrow? —Quería decírtelo. —Todo se siente como una excusa ahora, y no sé cuánto puedo explicar del claustrofóbico infierno que es ser detenido de hacer lo correcto. El remordimiento no me ha llevado a ninguna parte, pero si pudiera eliminar mi existencia de la vida de Mia para salvarla del dolor que veo en su rostro ahora mismo, no dudaría. Deja caer sus manos y retrocede. Un paso. Dos. Inclina su cabeza primero a un lado y luego al otro, y entrecierra sus ojos. Es como si de repente se ha dado cuenta que no soy el hombre que creía que era. En su lugar he estado ante ella todo este tiempo y está intentando comprender cómo nunca notó que soy un monstruo. —Quería contártelo, pero sabía que querrías ir a la policía. —Más excusas. No hay una buena manera de decir esto. No hay manera de suavizar el horror—. Sabía cómo te sentirías sobre la reputación de tu hermano. El entrenador solo estaba intentando ayudarme. No quería que un terrible error arruinara mi vida, y no podía arruinar la suya confesando. —Cómo… Era el auto del entrenador. Estabas… Me hundo en el lado de mi cama y bajo mi cabeza. Peor que el remordimiento es mirar atrás y todavía no ver el camino correcto. Todo después de despertar estacionado en el césped del entrenador se sentía tan fuera de control, y todo lo que importaba antes no puedo recordarlo. —Lo siento tanto. Puedes odiarme. Por favor, ódiame. Yo me odio. Niega y da otro paso lejos de mí. —Me dijiste que lo dejara ir. Tú me lo dijiste. ¿Cómo pudiste? Por eso podría odiarte, Arrow. Es un cuchillo retorcido en mi estómago y todo lo que puedo hacer es entregarle otro. —Ya no era Brogan. Estaba atrapado en ese cuerpo, y sabes que no habría querido eso. —Yo no… —Encuentra mis ojos y niega como si todavía no pudiera enfocarse en mí—. ¿Arrow? —Quería entregarme. —No debería explicar. No debería intentar excusarlo. Pero esta es Mia, y nadie más importa. Esta es Mia y necesito que entienda—. Quiero

278

hacerlo. Cada. Jodido. Día. Pero no podía. No sin herir al entrenador. Lo encubrió tratando de protegerme, y entregarme lo habría arruinado. —Están muertos, Arrow. —Su voz es aguda, uñas en la pizarra de mi corazón— . Esto no es la carrera futbolística de alguien o la oportunidad de alguien para una beca. Dos hombres están muertos por… —Alza sus ojos a los míos. Tomo el cuchillo que ha apuntado y lo meto el resto del camino. —Por mí. Están muertos por mí. Se derrumba en el suelo. —No. Te equivocas. Lo estás protegiendo. Esto no puede ser verdad. Náusea me envuelve en sus sudorosos puños. Quiero ir a ella, pero no puedo. Soy el que le está haciendo daño ahora mismo. —Mia, cada día he despertado sabiendo que terminé con la vida de mi mejor amigo, que maté al hermano de la mujer que amo, y ni siquiera podía confesar. Ese es mi infierno. Ese es mi castigo por tomar esas llaves y conducir cuando no estaba en el estado para ponerme detrás del volante. —Seguiste conduciendo. —Limpia sus mejillas húmedas como si estuviera enojada con sus lágrimas—. Vi ese auto. Los atropelló y se detuvo, y luego simplemente siguió conduciendo. ¿Cómo pudiste hacer eso? Nunca supe que podría. —No lo sé. —Dios, duele. Mostrarle lo peor de mí. Mirarla temblar en el suelo de mi dormitorio y saber que tengo la culpa. Pasé todo el semestre de primavera saboteando mi propio futuro, intentando de cualquier manera que podía hacer que alguien me castigara por algo, cualquier cosa. Ver a Mia así es el recordatorio innecesario que merezco mucho peor que lo que tengo. —No recuerdo nada. La peor jodida cosa que jamás he hecho y no tengo ningún recuerdo. Estuve bebiendo. Estuve con Trish. Estaba molesto con Brogan y contigo. —Niego. Meses después, los fragmentos de esa noche todavía no forman nada salvo los bordes fracturados de un rompecabezas de mil piezas—. Todo sucedió tan rápido y ni siquiera recuerdo… Niega y sé que estoy hablando demasiado rápido, dándole demasiado para procesar. Me mira. —Me hiciste el amor, Arrow. Trago. —Lo sé.

279

—Estuviste dentro de mí con este asqueroso secreto. —Sí. Soy un pedazo de mierda, Mia. —Bajo la cabeza. No soy lo bastante fuerte para seguir enfrentando el miedo en sus ojos—. Soy un pedazo de mierda. Agarra sus pantalones del suelo, se levanta y se los pone. Con manos temblorosas sobre los botones, se vuelve hacia la puerta. —Tengo que irme. —Si pudiera descubrir una manera para entregarme sin meter al entrenador en problemas, lo habría hecho. Tienes que creerme. Se detiene y se vuelve hacia mí. —¿No lo entiendes? Él debería estar en problemas. Hizo algo terrible también. Encubrió el asesinato… la muerte… el… —Chilla y se muerde el labio inferior. Pero nunca quise arruinar su vida. Ya había destruido mucho y no podía ser responsable de más. Incluso ahora, incluso con la ira de Mia llenando la habitación, no puedo pensar en cómo podría haber hecho otra elección sin destruir a alguien más. Tal vez debería haber dicho que obligué al entrenador a encubrirlo. ¿Me habrían creído? —No podría vivir conmigo mismo. No podría entregarme y no podría mirar mi propio reflejo, así que tuve que encontrar una manera de meterme en problemas, de recibir algún tipo de castigo, sin herir a alguien más y sin decir la verdad. Se llevaron el fútbol y me dieron jodido arresto domiciliario. —¿Eso hace que esté bien? —Aún no me mira. Sus manos están apretadas a sus costados y su voz tiembla con fuerza—. Recibiste tu castigo y ahora simplemente puedes, ¿qué? ¿Dejarlo ir? —Me tumbo en la cama en la noche y no puedo respirar porque sé lo que he hecho. Brogan lo perdió todo. Quería sufrir lo mismo y si pensara que suicidarme lo traería de vuelta, lo habría hecho hace meses. Se encoge como si la hubiera sorprendido. —No estoy diciendo que crea que deberías hacerlo. Me levanto de la cama y me paro frente a ella. Su rostro está vacío y sin esperanza, como si algún imbécil hubiera estado golpeándola y se hubiera rendido. Eso es mi culpa. Necesito que lo entienda. Puedo recibir cualquier castigo. Puedo renunciar a mi libertad y mi vida, pero necesito que lo entienda. —Entonces estabas aquí, Mia. Y de repente necesitaba vivir. —La bilis se eleva en mi estómago ante el recuerdo de su expresión vacía mientras esperaba a mi

280

familia—. Necesitaba dejar de castigarme por la misma razón por la que no podía presentarme ante la policía después que el entrenador lo encubriera. —Presiono mi palma contra el dolor en mi pecho—. Ya había terminado con dos vidas. Eras una muerta viviente. Tenía que despertar y despertarte, porque no podía manejar la idea de una tercera vida terminando por lo que hice esa noche. No podía cambiar las cosas para Brogan. Era demasiado tarde para él, pero si podía salvarte, si podía despertarte, habría sido… Ladea su cabeza. —¿Así que me follaste para aliviar tu conciencia? Casi me doblo por el dolor de esa acusación. —Lo sé. Soy un pedazo de mierda. Pero soy un pedazo de mierda que estaba atrapado en una esquina, solo haciendo lo que pensaba que tenía que hacer. —Tengo que hacer esto. —Se apresura a salir de la habitación, y me muevo para ir tras ella y detenerla. Estoy tan preparado para terminar con estas mentiras. Estoy tan preparado para ser liberado de este purgatorio. Todo lo que puedo hacer es vestirme mientras escucho el sonido de su viejo auto saliendo de la entrada. Jean, una camiseta, tal vez mi último atuendo fuera de la cárcel. Extraño el vacío que sentía antes de regresar, el entumecimiento que me sostuvo durante meses después del accidente. Porque ahora mismo lo siento todo. Horror. Dolor. Enojo. Pero mayormente solo siento el despertar de su odio, tan intenso que amenaza barrerme largos minutos después que se ha ido. Todo lo que puedo hacer es sentarme y esperar a lo que pase después.

281

Conduzco en piloto automático y detengo el auto en el estacionamiento. Este tiempo me recuerda demasiado a la noche del accidente. La lluvia cae en gruesas franjas que apenas puedo ver a través de la carretera aquí. Dejo que los limpiaparabrisas funcionen incluso después de estacionar el auto, encontrando algún extraño consuelo en el rítmico sonido de su danza. Sigo esperando despertar. Me siento como si hubiera estado viviendo los últimos cuatro meses de mi vida solo esperando despertar. Eso no es del todo cierto, sin embargo. Hubo momentos cuando estaba viva Despierta. Momentos cuando él me tocaba. Haciéndome sonreír. ¿Cómo pudo guardar este secreto? Arrancando las llaves de la ignición, salgo del auto y me dirijo al único lugar al que podía venir después de lo que supe esta mañana. Tanto como me dije que la estación de policía era el lugar correcto para ir, estoy aquí en cambio. Todo el camino seguí pensando: Debería ir a la policía, debería hacer lo correcto. Pero no pude obligarme a hacerlo. Camino a través de la lluvia más allá de las altas estatuas y hacia el modesto terreno en la parte de atrás donde mi hermano está enterrado. Caigo de rodillas delante de su tumba y paso mis dedos por su nombre grabado en el granito. He estado deseando una manera de limpiar su nombre y ahora tengo la oportunidad. Brogan no murió porque mi hermano estuviera metido en drogas de nuevo. Murió porque algún universitario irresponsable bebió demasiado y se puso tras el volante. Qué cliché. Qué vieja historia. La lluvia y las lágrimas se mezclan para emborronar mi visión, pero no me siento como si fuera capaz de ver claramente desde el día que conocí a Arrow. Tanto como extraño a mi hermano y lo quiero de vuelta, tanto como quería alguien a quien culpar por la horrible cosa que le sucedió, y tanto como la historia de Arrow me deja un poco dudosa sobre quién es el responsable por todo lo que perdimos esa noche,

282

Nic fue el puto idiota dando puñetazos en medio de una carretera en una noche oscura. —Puedo aclarar las cosas —le digo a la tumba de mi hermano, pero no puedo oírme sobre el golpeteo de la lluvia sobre las lápidas a mi alrededor—. Trabajaste tanto para permanecer limpio y deberían saberlo. Pero si hago eso, estoy eligiendo tu reputación sobre la vida de Arrow. ¿Es de extrañar que Arrow se descontrolara de la manera en que lo hizo? Este es un hombre que siempre hace lo correcto, y el entrenador lo acorraló para mantener un secreto que no quería guardar sobre una cosa horrible que ni siquiera puede recordar haber hecho. A Nic nunca le importó su reputación. Esa era yo. Mi orgullo. Mi insistencia en que el mundo sepa que mi hermano no era la basura que creen que es. Sé sin ninguna duda que Nic podría perdonarme por quedarme callada. Entendía de secretos mejor que la mayoría. ¿Pero por qué eso tiene que ser una opción? Estoy empapada y me pongo de pie con intención de ir a mi auto y conducir al apartamento de Bailey a darme una ducha caliente. En su lugar, me encuentro ante la tumba de Brogan. Barreras amarillas rodean el montón fresco de tierra, y estar bloqueada de su tumba rompe algo dentro de mí. Es simplemente demasiado. Brogan sabría qué hacer. Era mi voz de la razón. Solo desearía que estuviera aquí para decirme qué se supone que haga después.

283

—Creo que Crowe va a estar bien —dice Chris entre mordidas de pizza. Él y Mason se aparecieron hace unas pocas horas y han estado aquí desde entonces, sintiéndose como en casa y, sin saber, distrayéndome de obsesionarme con Mia. No que esté funcionando, pero es mejor que estar solo. —Podrías pintar una tormenta con rayos de sol y arcoíris —dice Mason. Solo he estado poniendo atención a medias, y levanto la mirada. No los quiero escuchar peleando sobre si mi reemplazo es lo suficientemente bueno o no. La lluvia continúa cayendo, y el trueno retumba sobre la casa. Fuera de la ventana, un zigzag de grietas naranjas se abre por el centro de un cielo gris oscuro. —Chicos, ¿irán? Ambos dejan de hablar y me miran. —¿Qué? —pregunta Mason. —Dejaremos de meternos contigo —dice Chris. Niego. —No es eso. Quiero que encuentren a Mia. —Miro afuera hacia la lluvia otra vez, el cansancio en mis entrañas creciendo—. Solo necesito saber que está bien. No le digan que los envié. —Sí —dice Mason. —Por supuesto —concuerda Chris poniendo su plato a un lado y levantándose. —¿Algún lugar en el que debamos mirar? —pregunta Mason. —Comenzaremos por el tráiler de su papá —dice Chris—, apuesto a que está allí. —Después iremos con Bailey—dice Mason. —Por supuesto que quieres ir allí —responde Chris. —Jódete, estoy tratando de ayudar.

284

Levanto una mano. —Alto. Comiencen con el cementerio. —Otro estallido de trueno explota sobre la casa, y repentinamente sé sin lugar a dudas que allí es donde se encuentra. Bailey decía la verdad sobre que ella no estaba allí. Mia no habría querido enfrenar a su papá mientras estaba tan molesta. Y la policía ya estaría aquí si hubiera ido a la estación. ¿Debería estar agradecido que no lo hubiera hecho? Pero si no lo hace, ambos estamos atrapados en el infierno de saber este horrible secreto—. Comiencen por allí —digo—. Si está fuera, intenten convencerla de resguardarse de la lluvia. Pero si no está allí y la encuentran a salvo dentro de algún lugar, déjenla en paz. Todo lo que quiero es saber que está bien. —Sí —dice Mason—. Te haremos saber lo que encontremos. —Gracias. Merodeo por la larga pared de ventanas en la habitación familiar mientras espero a que regresen. Sé que la encontraran en el cementerio. Sólo lo sé. Como la noche que atrapó a Brogan engañándola, permanecí en mi habitación porque sabía que vendría. Siempre sentí esa conexión con ella, como si nuestras almas estuvieran conectadas directamente, sin importar lo mucho que intenté dejarla ir o traté que no me importara que estuviera con Brogan. Nuestra conexión es alguna cruel broma cósmica. No sé cuánto tiempo toma. Los minutos pasan. El cielo se vuelve más oscuro, la tormenta más escandalosa. Estoy en el porche frontal cuando el auto de Chris se tambalea por el camino y se estaciona detrás de mi Mustang. Mason sale de la parte trasera y saca a Mia en sus brazos. Ella presiona su rostro contra su pecho para alejarse de la lluvia mientras la trae hacia mí. Está empapada hasta los huesos, y su ropa está manchada con tierra mojada. Su cabello está apelmazado y lleno de lodo. —La encontramos en el cementerio —dice Mason, transfiriéndola a mis brazos—. Estaba acostada en la tumba de Brogan. Tienen barreras en las tumbas recientes por una razón, pero aparentemente a ella no le importó. Estaba recostada en el barro de su tumba. Esto es mi culpa. Yo le hice esto. Me llevé a su hermano. Me llevé a Brogan. Y ahora he roto a Mia. La realización me hace sostenerla más apretado. Chris se encuentra con mi mirada. —Nos dijo que la trajéramos contigo.

285

Está temblando ahora, y me pregunto si es la primera vez en todo el día que se da cuanta cuán fría está. —Te tengo, Mia. Envuelve los brazos alrededor de mi cuello y se aferra a mí. —¿Necesitas ayuda? —pregunta Chris. —No, lo tengo. Asiente. —Está bien. —Llámanos —dice Mason—. Déjanos saber que está… —Se detiene antes de decir bien. Mia no está bien, y todos los saben. —Los llamaré más tarde —digo. No me molesto en esperar a que se vayan. Me giro y entro a la casa, cierro la puerta detrás de mí y la llevo a través de la sala hasta la habitación de mi padre y hasta el baño principal. La siento en la orilla de la tina de baño y dejo correr el agua para que se caliente. Está temblando fuertemente ahora. Cada parte de ella se sacude, desde los hombros, sus manos y hasta los pies. —Necesito calentarte, Mia. Asiente y lleva sus manos a los botones de su blusa, pero están temblando demasiado. Lo hago por ella, ignorando el dolor en mi pecho que demanda que la sostenga cerca y fuerte. Retiro la blusa de sus hombros y saco sus zapatos de deporte cenagosos. Levanta las caderas para que pueda bajar sus jeans y sacarlos. Reviso el agua para asegurarme que está lo suficiente cálida, y se mete en la tina. En nada más que sostén y bragas manchadas por el agua lodosa; levanta las rodillas hacia su pecho y envuelve alrededor de ellas. Me siento en la orilla de la tina detrás de ella y la empujo entre mis piernas. Poniendo la llave en el nivel más suave, empiezo el proceso de enjuagar el lodo de su cabello. —Lo siento —susurra. Las palabras son un golpe seco hacia mi corazón. —No tienes nada de qué disculparte. Cierra los ojos apretadamente. —¿Entonces arrepentimiento?

por

qué

siento

como

si

me

estuviera

ahogando

en

286

Trago duro y me enfoco en la tarea a mano. Hay demasiado lodo pegado en su cabello, y sigo enjuagando, mirando el agua café circulando el desagüe. Enjuago hasta que se empieza a aclarar, entonces, lentamente trabajo el champú a través de los largos bucles. Levanta la barbilla y se reclina hacia mí mientras masajeo la espuma en su cuero cabelludo. Cuando sus temblores se han detenido y el agua sale limpia de suciedad y champú, cierro el agua. Mis jeans están empapados y mi camiseta está escurriendo por el frente. Me quito la camiseta para sacarla del camino y me estiro por una toalla para envolverla alrededor de los hombros de Mia. —Limpiaré la tina después —susurra. —Mia. —Limpiaré la tina después —dice, su voz más fuerte ahora—, porque es mi trabajo. Niego. No voy a argumentar con ella sobre esto ahora. Solo quiero meterla en la cama, mantenerla cálida y saber que está a salvo. La dirijo hacia su habitación, dejando un rastro de pisadas detrás de mí. Encuentro una camiseta para dormir y ropa interior y se los tiendo. Me da la espalda mientras se quita el sostén y pantis mojados y se pone la ropa seca. Retiro las cubiertas y la llevo hasta la cama, pero mientras las subo sobre ella, sacude la cabeza. —¿Arrow? —¿Sí? —Por favor no me dejes. Estoy tan cansada de sufrir sola. Inhalo irregularmente antes de asentir. Me saco los jeans mojados y los tiro sobre la parte trasera de la silla de su escritorio antes de subir a la cama a su lado. Rueda hacia su costado y jalo su espalda contra mi frente y la sostengo tan apretado como puedo sin herirla. —Brogan habría hecho lo mismo —dice. Encuentra mi mano en su cintura y aprieto la punta de mis dedos en su palma—. Lo que el entrenador hizo para protegerte… se han invertido las posiciones, Brogan habría hecho lo que fuera para protegerte. Aun así, estaría mal, pero te amaba. Él no habría querido que tu vida se arruinara por un error. No sé lo que eso significa. No sé si significa que entiende, pero aun así tiene que ir a la policía, o si quiere decir que planea cargar con este secreto también. Todo lo que sé es que ahora mismo está entre mis brazos y que pensé que nunca volvería a tenerla aquí otra vez. Sé que está a salvo, seca y cálida, y la tierra de la tumba de

287

mi mejor amigo no está enredada en su cabello. Todo lo que sé es que, sea lo que decida, la única cosa segura que tengo es este momento. Así que tomo aliento y lo tomo por el regalo que es.

288

—Tú elegiste todo, Uriah. Elegiste que permaneciéramos en esta casa. Elegiste que tu hijo delincuente pague su arresto domiciliario con nosotros cuando no quiero tener nada que ver con él. Incluso jodidamente elegiste que nos casáramos en Las Vegas en lugar de darme una boda real. No vas a elegir esto. Su padre trajo un arma dentro de mi casa y ella está follando con tu hijo. ¿No crees que eres el siguiente? ¿No crees que abrirá las piernas más rápido por quien tiene más dinero? Mi puerta se abre de golpe y Arrow entra, sus jeans sin abotonar y colgando bajo en las caderas, una toalla en su mano, el cabello aún goteando de la ducha. Aparentemente, también ha estado escuchando gritar a Gwen. No que pudiéramos evitarlo con el volumen que lo hace. Me desperté en una cama vacía y Gwen gritando. Creo que llegaron a casa antes de lo esperado. Me mira fijamente y niega. —No la escuches. La cosa es, ni siquiera me importa si ella piensa que soy una puta. No tiene idea por lo que he pasado y por qué tomé las decisiones que hice. —¿Crees que no sé sobre su mamá? —espeta Gwen—. ¿Que no sé que me negaste y usaste como excusa a tu esposa moribunda cuando comenzaste a follar a la basura? La voz de Uriah es una serie de murmullos bajos, y aunque puedo decir que le pesa esta conversación, no tengo idea de lo que le dijo a su esposa. Arrow cierra los ojos apretadamente. —Jesús, Mia. Lo siento. —Ya sea que se vaya ella, o me voy yo —dice Gwen—. Y ese acuerdo prenupcial te salvará de hacer lo correcto para mí, pero mi abogado se encargará que hagas lo correcto para tu hija.

289

Agarro la maleta del armario y la pongo en la cama. No puedo hacer esto. No puedo destrozar otra familia. Quizá Arrow estaba manejando el auto, pero yo soy la razón que Brogan estuviera en el camino. Soy la razón por la que mi hermano se apareciera y que estuvieran peleando en lugar de ir a casa. —¿Qué estás haciendo? —pregunta Arrow, mientras abro un cajón y saco un puñado de ropa. Lo ignoro y las llevo a mi maleta—. Lo superará, Mia. —Es tiempo que me vaya. No he sido profesional. —Jesús, Mia. Yo… —Se gira hacia el sonido de los tacones de Gwen mientras se acercan por la escalera de madera. Abre la puerta de un empujón y le frunce el ceño a Arrow antes de poner su mirada enojada en mí. —Terminé —dice—. Piensas que no soy una buena madre. Crees que no puedo hacer esto por mi cuenta. ¿De verdad he sido tan perra? ¿He venido como si supiera cómo es mejor criar a su hija que ella? —Nunca dije eso. —Hay muchas personas que estarían emocionadas de tener tu trabajo. A quienes podría pagar muchísimo menos porque Uriah no tiene algún tipo irracional de culpa hacia ellos. Eso es un golpe a mi rostro. Me enorgullezco de hacer mi propio camino, pero no me pagan como lo hacen porque trabajo duro. Mi cheque de pago se debía a la culpa de Uriah. No debería dolor, no debería importar, pero lo hace. —No voy a pelar contigo, Gwen. —¿Qué puedo decir de todos modos? ¿Que me merecía ese cheque? No estoy segura que sea cierto. ¿Que no he estado durmiendo con Arrow? En este punto, todos parecen saber que lo he hecho. —Yo sí —dice Arrow—. Ella es la mejor jodida niñera que vas a encontrar alrededor de aquí. Hace todo por ti y ama a Katie. ¿Qué estás…? Gwen levanta una mano. —Sal de mi vista. Esto es sobre mi bebé. Esto es sobre la vida de mi bebé. —¿Estás segura? —pregunta Arrow—. Porque suena como que son tus celos insignificantes sobre una mujer que no ha vivido en esta ciudad por al menos seis años. Me detengo con las palabras de Arrow. Me está defendiendo. No quiero compararlo con un hombre muerto, no es correcto o justo, pero Brogan siempre encontró una manera de bordear el defenderme de su madre.

290

—He tenido suficiente —dice Gwen—. Mia, te vas de aquí. —Se gira en sus tacones de ocho centímetros y sale de la habitación. Arrow abre la boca y se dirige a seguirla, pero me estiro y agarro su muñeca antes que pueda decir algo. —Déjalo. Aprieta la mandíbula, pero sé que no dirá nada más porque le he pedido no hacerlo. No tengo mucho aquí. No tengo mucho en general. Nunca he sido el tipo de persona que necesitara tantas cosas, con algunas excepciones. Recojo mis pertenencias, doblo la ropa, empaco mi maleta y deslizo los libros de texto en mi mochila. Lo último que tomo es mi pintura de hadas bailarinas del fondo del cajón del escritorio. Aún recuerdo la noche en que me la dio. Estaba tan conmovida por su consideración, y algo más, también. Mi piel cosquilleó y sentí como si todas esas pequeñas hadas estuvieran bailando por mis brazos, conectándome a Arrow con miles de corrientes invisibles. No era solo que haya recordado mi historia; era que entendió cuán importante era para mí. —¿Aún tienes eso? —preguntó Arrow. Sobrepaso los dedos por la textura superficial de la pintura, todos esos mismos escalofríos vuelven. ¿Algún día conoceré a alguien con quien me sienta tan profundamente conectada como con él? —Por supuesto. Me hace pensar en mi mamá. Sobre los buenos tiempos. — Levanto la mirada hacia la suya y veo todas las preguntas allí. No sé en dónde nos encontramos. No sé cómo se supone que siga adelante, cómo se supone que viva o respire sabiendo que el hombre que amo mató a mi hermano y al hombre que… amé—. Me recuerda a ti, Arrow. Fue el regalo más dulce que he recibido. —No quiero que te vayas —dice suavemente. Sus ojos están tan tristes e inhalo un aliento irregular porque, de alguna manera lo había olvidado. Vivir aquí, trabajar aquí, veía a Arrow todo el tiempo. Era tan fácil olvidar que estaba bajo arresto domiciliario. Pero si no tengo una excusa para estar aquí, ¿cuándo lo veré? Las noches durmiendo en sus brazos serán una cosa del pasado. Hablar con él en la oscuridad, un viejo lujo. Fuerzo una sonrisa. —Es lo mejor. Estaré bien. —Mia… —Estaré bien. Bailey me tomará de regreso, al menos temporalmente, y encontraré otro trabajo. No es como si fuera a vivir en la calle. —Evitando su mirada,

291

cierro la maleta y miro por última vez alrededor de la habitación para asegurarme que no he olvidado nada. Siento la mirada de Arrow en mí con cada movimiento que hago—. Creo que eso es todo. —Te ayudaré a llegar al auto.

292

Levanto la maleta hacia la camioneta y la cierro. Las manos de Mia están dentro de los bolsillos de sus shorts y sus ojos están fijos al suelo. Ayer la lluvia se fue, y el sol saca a relucir el castaño claro en su cabello. —Puedes hacer algo mejor que este trabajo, Mia. —Puedo decir por la mirada en su rostro que su estatus de empleada está en problemas. Que hoy, cualquier preocupación de si va a ser capaz de ser transferida a BHU están enterradas debajo de mayores preocupaciones. Entiendo lo que se siente. Cuando algo que una vez importaba se vuelve una pesadilla en la que has despertado. —Voy a asegurarme que papá te dé buenas referencias —digo. Es tan patético. Si pudiera, le envolvería un brillante futuro y se lo daría con un moño. Ella ha estado atrapada en mis errores por tanto tiempo—. Existen algunos miembros en el comité que quizás estén interesados en una buena niñera. —Arrow —dice suavemente, y quiero llevarla a mis brazos que duele—. No le voy a decir a nadie tu secreto —dice. Respiro profundamente y lo sostengo para ocultar mi ira. No es su trabajo el liberarme de esta carga, pero esperaba que lo hiciera. Pero mayormente quiero enojarme porque sé que ella también lo está cargando ahora, y no quiero eso para ella. —No hagas eso por mí. No lo guardes por mí. Ella levanta la cabeza hacia el sol. —No lo estoy haciendo por ti. Muevo la cabeza. —Te perdonaré lo que sea. Voy a entender si sientes que tienes que… —Arrow, está hecho. Sé que hubieras seguido adelante y hecho lo correcto si el entrenador no te hubiera orillado a mantener el secreto. Y lamento las horribles

293

cosas que dije ayer. No te lo merecías. Ya has sufrido suficiente. Te perdono ―susurra, y esas palabras duelen más de lo que estaba preparado. Aparto la mirada, sorprendido por el entumecimiento. —No hagas eso. Yo no merezco eso. Ella coloca su mano en mi rostro, sus palmas en mi barbilla, sus dedos en mi cabello, y mi gira para que la mire. —Te perdono, y espero que hagas lo que sea que tengas que hacer para perdonarte. Hazlo por Brogan. —Joder, Mia… El sol brilla en sus ojos. En una diferente vida, quizás estamos disfrutando este hermoso día juntos, tomados de la mano y sentados en el porche y mirando la luz siendo reflejada en el agua. Luego la jalaría hacia mí y la besaría, olería el rayo de sol en su cabello mientras susurra mi nombre contra mi cuello. Ese no fue el destino que se nos fue dado, y mientras me mira, me doy cuenta que nos he imaginado juntos desde el día en que nos conocimos. Nunca había querido dejarla ir. No cuando ser un Woodison se interpuso entre nosotros; no cuando Brogan se interpuso entre nosotros. Ni siquiera cuando me senté en el hospital, esperando que mis recuerdos de Año Nuevo regresaran, o cuando Brogan estaba en cirugía luchando por su vida. ¿Qué tan diferentes hubieran sido las cosas si hubiera sido capaz de dejarla ir? ¿Si no hubiera tocado a su puerta y le hubiera dicho que estaba enamorada de ella? ¿Brogan seguiría vivo? Parte de mi mente siempre creyó que Mia era mía y estaba aferrado a creer que podíamos hacerlo funcionar. Algún día. De algún modo. Todo esto se hubiera evitado si no hubiera sido tan obstinado al aferrarme a esa creencia. —Ese día que nos conocimos —digo—. Pienso demasiado en ello. En cómo parecíamos haber encajado, pero luego tú no querías nada conmigo. —Parecía demasiado entonces. —Me regala una sonrisa triste—. Pensé que fue un día terrible para conocer a este dulce, e increíble chico y descubrir que era un Woodison. —Exhala lentamente y se abraza la cintura—. Lo que daría para poder regresar y que ese fuera el problema más grande de mi vida. Doy la vuelta porque no puedo mirarla y decir lo que tengo que decir. —Si pudiera regresar, nunca hubiera tomado esa primera caminata contigo. Ella se ríe incómodamente. —¿Qué paso con el hubieras deseado besarme?

294

Miro al suelo y niego con la cabeza. —Si te hubiera dejado ir, te hubiera dejado estar con él sin preguntarte si te hacía feliz o no, sin ser el que te recogió cuando te lastimó, sin llegar a tu puerta y decirte que estaba enamorado de… todo hubiera sido tan diferente. Todo. —Levanto la cabeza y me obligo a encontrarme con sus ojos—. Intentaste decirme que no podíamos estar juntos, y no quería verlo. —¿Qué estás haciendo? —Su voz tiembla como una equilibrista novata en la cuerda floja. —Nunca pudiste estar con él por completo, porque me mantuve en tu camino. Y nunca podrás seguir adelante por mi culpa. —Guardo las manos en los bolsillos para no tomarla y abrazarla fuertemente—. Te estoy dejando ir. Te estoy diciendo que no quiero que cargues mis arrepentimientos y errores en tu corazón. Necesito que descubras cómo puedes vivir tu vida sin mí en ella. —No hagas esto, Arrow. —Pensé que era mi trabajo ayudarte a guiar tu vida, ayudar a despertar. Pero era otra excusa para ser egoísta. Otra manera de evitar el dejarte ir. —Eres mi amigo —dice, un poco desesperada—. No existe razón por lo que no podamos ser amigos por siempre. —Excepto que existe. Tú siempre me miraras y recordaras lo que he hecho. Nunca estaremos juntos sin recordar el pasado entre nosotros. Tú mereces algo mucho mejor. —Doy un paso hacia adelante, hacia su rostro, más cerca de sus labios abiertos. No sé cómo apagar el imán mágico entre nosotros, pero me obligo a detenerme y doy dos pasos hacia atrás, dos pasos lejos de la tentación—. Tienes demasiada belleza que ocultar del mundo. No puedo estar aquí y decirte que espero que te enamores de Sebastian, y que espero que él sea quien te haga feliz. No soy tan buen chico para decir esas cosas. Pero si no pienso en los detalles y me alejo un poco, todo lo que quiero para ti es que seas feliz. Todo lo que quiero es que alguien llene los lugares vacíos en tu corazón, de la manera en que tú llenaste los míos al inicio. —¿Arrow? —dice en un susurro, y miro hacia arriba para ver las lágrimas cayendo de sus ojos—. Estás terminando conmigo cuando todo lo que quiero es que seas mi amigo. —Si no lo hago, quizás te hubiera matado también esa noche. Lo único que te he dado es dolor. —Arrow… —Abre la boca y la vuelve a cerrar, y me doy cuenta que estoy conteniendo la respiración, deseando que diga que me ama demasiado como para dejarme ir.

295

No es por eso por lo que estoy aquí. No es por eso por lo que lo estoy haciendo. Pero espero, medio corazón rezando que me deje libre y la otra mitad esperando por el milagro. —¿Es este el adiós? —pregunta. —Quiero que vivas, Mia. Quiero que cantes. No vengas más aquí. Solo te mantendré en el pasado. Solo te haré caer. Ella traga fuertemente y se seca las lágrimas de sus mejillas con la palma de su mano. Luego, sin discutir o aceptar, se sube a su auto, y camino al porche para verla alejarse manejando.

296

Conduzco directamente al departamento de Bailey. Ella abre la puerta en el segundo en que toco y me jala hacia sus brazos. —¿Tienes un momento difícil, cariño? —pregunta. Mason está sentado en el sillón, sus piernas estiradas y cruzando un tobillo. Su pecho está desnudo, y está hojeando una revista. Cuando mira hacia arriba y me ve, baja la revista. Toma su camisa detrás del sillón y se la coloca. —Les voy a dar algo de privacidad. —Se pone sus zapatos e inclina la cabeza hacia Bailey—. ¿Me llamas? Ella le regala una sonrisa que no deja ver nada y abre más la puerta. —Correcto. —Él sonríe y sale sin decir otra palabra. —¿Qué fue eso? —pregunto—. Pensé que no estaban durmiendo más. —No lo estábamos —dice, haciéndome entrar al departamento y cerrando la puerta. Se encoje de hombros—. Los funerales me ponen triste. Necesitaba algo en mi vida que no fuera tristeza, y Mason en mi cama es realmente nada de tristeza Me gustaría tener una charla de corazón a corazón sobre su vida amorosa. Regañarla un poco acerca que Mason es realmente un buen chico que merece más de ella. La observo, y ella pone los ojos en blanco. —Es solo sexo, Mia. Soy egoísta hoy, no empujo el tema. Ella toma dos copas del gabinete y los coloca frente a mí. Abre una botella de vino tinto y los llena casi al borde. —¿Quieres hablar de ello? —pregunta, levantando su copa— ¿O quieres que pasemos el tiempo y me tengas pretendiendo que no muero por saber qué está sucediendo entre tú y Arrow? —¿Qué quieres decir?

297

—Mia, Mason me dijo lo de anoche. Sobre encontrarte en el cementerio y tú diciéndoles que te llevaran con Arrow. Lo que es algo jodidamente triste, por cierto, y si Mase no se hubiera robado mis llaves, hubiera ido contigo. —Ella suspira—. Y aunque no me hubiera dicho, está en tu rostro cada que ves a Arrow. Él regresó a casa, y tú comenzaste a… no sé, a que te importara de nuevo. Antes, tú estabas mirando al mundo a través de lentes opacos, y Arrow sacó eso de ti. —Estoy enamorada de él. Ella me toma entre sus brazos y asiente sobre mi hombro. —Ya lo sé, cariño. —Pensé que sería capaz de seguir adelante si sabía quién era el responsable del accidente. Pensé que me ayudaría. Ella vuelve a asentir. —También sé eso. Abro y cierro la boca. Si tengo miedo de decirle a mi mejor amiga, a una chica en la que confió más que a nadie, la verdad de lo que sucedió esa noche. ¿Cómo puedo creer que voy a poder ir a la policía? —La verdad se supone que nos libera, y en mi cabeza eso significa que Arrow y yo tendríamos una oportunidad. Estaba equivocada. Ella se hace hacia atrás, y mueve la copa hacia mí. —Bebe. Con mis ojos sobre ella, la obedezco. Es vino en la manera en que a Bailey le gusta mejor: Dulce y barato. —Dime qué sucede con Arrow. ¿Está follando con Trish? Mason me dijo que ha pasado mucho tiempo. Ella es un desastre. Creo que ella se corta. ¿Viste esas marcas en sus brazos cuando estaba en la alberca? Muevo la cabeza. No quiero hablar de Trish. —¿Recuerdas cuando te dije que pensé que existía la posibilidad que el entrenador fuera el que conducía el auto, pero Sebastian demostró que no fue así? —¿Sí? —El reporte policiaco del accidente dice que le dispararon al ciervo, y pensé que quizás era un encubrimiento. Así que decidí que alguien necesitaba revisar bajo el auto. —Oh, no —dice. —Sí. Había sangre bajo el auto. Sangre de verdad.

298

—Entrenador —dice, como si estuviera tratando de comprenderlo. —No el entrenador —respondo—. La camioneta tipo Cherokee del entrenador. Ella se abraza y retrocede, como si no estuviera segura de querer escuchar más. —Le dije a Arrow que pensaba que había sido el entrenador, y él me dijo… la noche del accidente… Ella se tensa de los hombros, preparándose para la explosión. —Él pidió prestada la SUV. Nunca pensé al respecto, pero recuerdo haberlo visto. Él estaba ayudando a preparar lo la fiesta en la secundaria. —Se encuentra con mis ojos y mueve la cabeza. Todo lo que puedo hacer es asentir. El color se drena de su rostro de inmediato, y gira hacia el lavabo y vomita. Había sido tan egoísta, tan atrapada en mi propio dolor que nunca me detuve a pensar en tan difícil habían sido los últimos meses para Bailey. No era la única que había perdido a alguien que amaba esa noche. Bailey perdió a Nic. Quizás no aprobaba la manera en que lo amaba o el hecho que ella quería estar con él, pero ella lo hacía. Ella había sido tan silenciosa con su dolor, tan desinteresada en apoyarme con mi dolor porque sabía que estaba manejando la perdida de mi hermano y Brogan al mismo tiempo. Ella abre la llave y se enjuaga la boca, luego coloca la cabeza sobre el lavabo. Le doy un abrazo por la espalda y coloco mi frente sobre su espalda, dejándola que solloce, y cuando se calma, la dejo descansar. —Él dijo que quería entregarse, pero no podía porque el entrenador lo había cubierto todo, y no quería meterlo en problemas también. Bailey se deja caer en el banco junto a mí y estudia su vino. —Dios, es tan obvio ahora, ¿no es así? —¿Qué quieres decir? Ella mueve la cabeza. —Las drogas. Las peleas. No estaba siendo él mismo después del accidente, y todos pensamos que era por la perdida, pero estaba arruinando su vida a propósito. —Le dije que iba a ir a la policía. Le dije que iba a entregarlos a él y al entrenador. Ahí pensé que iría cuando me subí al auto. —No puedes entregarlo, Mia —dice—. Su vida estará arruinada. —No voy a hacerlo. Ella cierra los ojos, exhala lentamente, luego los abre.

299

—Mia, ¿él está seguro que estaba conduciendo esa noche? —Si. Él no lo recuerda, pero el entrenador lo encontró en el auto y lo despertó. Ella toma las llaves. —Vamos. Bajo mi copa con vino y la sigo a la puerta. —¿A dónde vamos? —A obtener respuestas —dice—. No tenemos la historia completa. Cinco minutos más tarde, Bailey toca a la puerta del departamento de Mason y Chris, y muevo la cabeza. —No sé si deberíamos de estar haciendo esto. —Sí, deberíamos —dice—. Necesitamos encontrar las respuestas, y es por eso por lo que estamos aquí. —Pero quizás Sebastian tenga razón. Quizás nada bueno va a salir si comenzamos a cavar por esa información. Si no queremos que las personas miren a Arrow y descubran lo que sucedió, no deberíamos de hacer muchas preguntas. —Nosotros no sabemos qué sucedió —dice—. Nadie lo sabe. Solo mantén la calma. Está bien. Chris abre la puerta y ve a Bailey. Sus ojos se vuelven locos. —¡Oye! Mason está en la sala. —Él parece sorprendido de verme ahí. Él parece tener algunas opiniones sobre la relación de Bailey y Mason, y no está solo. —Gracias —dice—. Pero no estoy aquí solo por él, tú sabes. Tú eres mi amigo también. —Mmm —dice Chris, sin estar convencido—. Está bien. Vamos a la sala y encontramos a Mason sentado frente a la TV con un control de PlayStation en la mano, algún juego militar con muchos disparos en la pantalla. Él mira hacia arriba y ve a Bailey, mueve algo, y apaga la televisión. —Hola. —Coloca el control en la mesa llena—. ¿Qué sucede? —¿No puedo venir y pasar el rato con mis amigos? —pregunta—. Ustedes van a mi casa todo el tiempo. ¿Cuál es la diferencia? Chris se aclara la garganta. —No, nosotros no. —Cállate —le dice Mason a Chris. Luego a Bailey—, está bien. Puedes venir las veces que quieras.

300

—Despidieron a Mia esta mañana —dice Bailey. —¡Bailey! —¿Qué? No es que fuera un secreto. Suspiro. —Mi orgullo o algo así, ¿está bien? —Ouch —dice Mason —. ¿Por qué te despidió el viejo? Bailey abre la boca, pero le lanzo una mirada y la vuelve a cerrar. Realmente no quiero que ella les hable de mi papá a estos chicos. —Es complicado —respondo. —¿Complicado? —pregunta Chris —. ¿O a Gwen no le gustó que durmieras con Arrow? —Bailey y yo giramos hacia él, y levanta las manos—. ¡No estoy juzgando! Solo sé que no le gusta tu relación. Está claramente en su rostro cuando los ve juntos. —No estoy durmiendo con Arrow —le digo. Luego sonrió—. Quiero decir, ya no. Exactamente. Bailey se dirige a la cocina. —No importa. Pero hablando de personas durmiendo con Arrow… —O que no duermen con él —agrego. —Sí, como sea. —Ella pone los ojos en blanco—. ¿Qué saben de él y Trish? —Oh, viejo —dice Chris, dándonos la espalda y ocupándose con los trastes que tienen que secarse en la cocina. Mason mueve la cabeza. —No quiero hablar de eso. Ella es un desastre. Una granada viviente lista para explotar. —¿Una granada viviente? Juegas demasiados videojuegos —dice Bailey. Mason baja la voz y señala su pulgar hacia el pasillo. —Y ella está durmiendo en la habitación de Chris. Bailey y yo dirigimos la mirada a Chris. —No de ese modo —dice Chris—. Él tiene razón. Ella llegó aquí anoche. Apareció en la puerta ebria, quizás drogada. No sé lo que está haciendo. Comenzó a decir cosas de su papá, y luego tomamos sus llaves para que no pudiera conducir a casa. Le presté mi cama y yo dormí en el sillón. Bailey me mira, y luego regresa a Chris.

301

—¿Qué dijo sobre su padre? Él comienza a guardar algunos platos y cierra la puerta. —Problemas con papi normales. Que es un idiota egoísta. Que está haciendo su vida un infierno. —Mueve la cabeza—. No lo sé. Pero sí sé que la última cosa que necesito es que el entrenador encuentra a su hija en mi casa, drogada en Dios sabe qué. La hubiera llevado a casa si no lo hubiera estado. —¿Recuerdan que ella y Arrow estuvieron juntos en Año Nuevo? —Bailey pregunta. —¿Quién puede olvidarlo? —murmura Mason. Tengo escalofrió y esa sensación de nauseas en mi pecho y estómago. Siempre me siento así cuando hablamos de esa noche. Es como si volviera a estar en el camino, la nieve rasgando mi mejilla. —¿Recuerdan cuando se fueron juntos? —pregunta Bailey—. ¿Quién estaba conduciendo? —¿Se fueron juntos? —Mason pregunta—. No los vi irse. Chris frunce el ceño. —Él apenas podía sostenerse. Trish tuvo a Keegan para que le ayudara a subirlo al auto. Fue loco. Arrow nunca bebía así. O al menos no antes del accidente. Me quedo sin aliento. Ella tuvo la ayuda de Keegan para subirlo al auto. Alguien llama a la puerta, y Bailey y yo nos miramos mutuamente. —Yo abro —digo. Abro la puerta, y Sebastian me empuja para entrar al departamento. —Te he estado buscando por todas partes. ¿Qué le dijiste? —pregunta. Se ve como mierda. Él siempre tan calmado, y hoy sus ojos están con líneas de sangre y su piel se ve verde, como si no hubiera dormido en una semana—. ¿Qué le dijiste al entrenador? Bailey y yo intercambiamos una mirada. Ambas todavía procesando lo que Chris dijo, y yo solo quiero que Sebastian se vaya para que pueda pensar más. Arrow no estaba conduciendo. No fue su culpa. Pero tengo que estar segura de ello antes de regresar con él, antes que le diga que tiene que dejar de odiarse por una noche que no puede recordar. —¡Mia! —Sebastian gruñe—. ¿Qué fue lo que dijiste? Aparto la mirada de Bailey y regreso a Sebastian. —¿De qué está hablando?

302

—Sobre su auto. Sobre el accidente. Mason salta del sofá. —¿El entrenador estuvo en un accidente? ¿Se encuentra bien? —En Año Nuevo —dice Sebastian, sin dirigirle la mirada a Mason todavía clavándome la mirada—. Le dijiste algo. Te dije que lo olvidaras. Muevo la cabeza. —No, no lo hice. Chris camina hacia nosotros. —¿Año Nuevo? —Él me mira y luego a Sebastian y de nuevo a mi—. ¿La SUV oscura? —¿Estás segura, Mia? Porque… —Sebastian se pasa la mano sobre su cabello— . Mierda. Tú no entiendes el buen hombre que es. Él es familia para sus jugadores. Familia. Y él significa eso y más para muchos de nosotros. —El entrenador no tenía la SUV esa noche —dice Chris, y ahora está buscando mi rostro también. Todas estas personas mirándome cuando yo no tengo las malditas respuestas. —¡Habla, Mia! —dice Sebastian. Bailey da un paso hacia adelante, retrocediendo a Sebastian con sus brazos cruzado sobre su pecho. —Deja de gritarle. —Él es fácilmente el doble de su tamaño, pero ella se dirige a él como si estuviera lista para pelear. —¿Qué está sucediendo? —pregunta Mason. Sebastian frunce la mandíbula y mueve la mirada al suelo. —Tengo un amigo en la estación. El entrenador se fue a entregar por el choque y huida en la curva Deadman. Bailey y yo nos quedamos sin aliento al mismo tiempo. Sebastian colapsa en el sillón, sus codos en sus rodillas. —Tenías razón —murmura—. Sabía que el daño no parecía venir de un ciervo, pero no quería creerlo. Mierda, tenías razón. Doy la vuelta cuando escucha la puerta abrirse en el pasillo, y a Trish salir, su camiseta está cayendo de su hombro, sus ojos están brillosos. —¿Mi papá se entregó? Sebastian pasa su mano por su cabello.

303

—Lo lamento, Trish. —Ese maldito idiota —murmura. —El entrenador no estaba conduciendo su SUV esa noche —repite Chris. —Arrow piensa que él estaba conduciendo—dice Bailey. —¡Bailey! —Muevo la cabeza frenéticamente, como si pudiera sacar esas palabras. —Es por eso por lo que está hecho un desastre —continúa apresuradamente— . Arrow no puede recordar esa noche, pero alguien le hizo creer que él estaba conduciendo. —Ella gira hacia Trish, y ella tiene la mirada en el suelo. —Keegan tuvo que ayudarla a meterlo en el auto —dice Chris, y ahora todos giramos hacia Trish—. Yo vi que subía a Arrow al asiento del pasajero. Tú estabas conduciendo. —Su voz es mortalmente suave, y ni siquiera estoy segura que ella lo escuchara. Como si todos sus huesos se hubieran disuelto, Trish se derrumba al suelo. —Estaba tan asustada. No sabía qué hacer, y papi me dijo que me fuera a mi cuarto. No debí de haber conducido. Retrocedo. Ella lo hizo. No existen más especulaciones o adivinanzas. Ella lo hizo. Arrow se ha estado torturando por meses porque ella y su padre le hicieron creer que él era culpable. —Papá me preguntó si Arrow había está dormido todo el tiempo —dice, frotándose los brazos—. Cuando dije que sí, que Arrow había está dormido desde que salimos de la fiesta. Papá me dijo que él se encargaría de eso. No me di cuenta del daño hasta que subí la colina. Estaba oscuro, y el aguanieve no me dejaba ver bien, no debí de haber conducido. —Tú mataste a Brogan —dice Mason. Da un paso hacia ella, la toma de los costados y Chris lo detiene antes que siga adelante—. Sal de mi jodido departamento. Trish se abraza de las rodillas y comienza a mecerse. —Lo lamento. Lo lamento tanto. Estaba asustada, y no sabía qué hacer, y papá dijo que se haría cargo. Él me dijo que me fuera a la cama, y cuando desperté a la mañana siguiente, los policías ya habían pasado a llenar el reporte del ciervo, y él ya le había hecho creer a Arrow que él era el que había conducido. —Se ve tan patética, completamente destrozada que no puedo odiarla, aunque quiera hacerlo. Odio sería más fácil que este desastre. Levanto rápidamente la cabeza.

304

—Sebastian, ¿le dijiste a Arrow que el entrenador estaba en la estación? —Fui a su casa primero —dice—. Te estaba buscando. Bailey deja de caminar y me mira. —Oh no. —Arrow sabe que el entrenador se entregó. —Ya estoy tomando mi teléfono y seleccionando el número de Arrow—. Buzón de voz —le digo a Bailey cuando el mensaje de Arrow suena. —¿Qué dijo Arrow cuando le dijiste? —Bailey le pregunta a Sebastian. Él mueve la cabeza. —Él dijo que tenía algo que hacer y… —Frunce el ceño aún más—. Él tomó sus llaves y se fue a su auto y se fue, pero él está en arresto domiciliario. Bailey corre hacia mí y me abraza. —¿A dónde habrá ido? —pregunta. Cierro los ojos y los vuelvo a abrir, como un niño tratando de despertar de una pesadilla. —A la estación de policía.

305

Cuando llego a la estación de policía, estoy temblando. Quiero ser este chico valiente que no tiene miedo de hacer lo que es necesario. Pero a pesar de eso, estoy ansioso de descargar esta carga de mis hombros, estoy aterrado. El entrenador tiene razón. Ellos van a tomarme como ejemplo. Ellos van a compararme con el chico de la affluenza, y mi vida estará terminada. Mis sueños rotos en la curva Deadman. Pero estoy listo para liberarme de este terrible secreto, y en el segundo en que Sebastian me dijo que se había entregado el entrenador, sabía que era hora. No sé lo que el entrenador les esté diciendo. No sé si me está lanzando bajo el autobús o si se está culpando a él mismo, mentir y decir que él estaba manejando el auto. Pero no importa. Si se está culpando, significa que finalmente voy a poder decir la verdad sin su destino sobre mi conciencia. Apago el motor del auto y cierro los ojos. Debí de haber hecho esto antes. Debí de haber insistido. Trago fuertemente, guardo las llaves, y salgo. Cuando entro a la estación, el oficial que me arrestó por posesión mira hacia arriba. —Se supone que estás en arresto domiciliario —dice. No muy lejos, el entrenador está con otro oficial, que está señalando hacia la parte trasera del pasillo. —Vengo aquí a entregarme —digo. —No, no lo vas a hacer —dice el entrenador —. No puedes confesar un crimen que no recuerdas haber cometido. —Solo porque no lo recuerdo… Las puertas de la estación se abren de repente, Mia y Bailey entran corriendo. —¡Tú no estabas conduciendo! —Mia grita.

306

Bailey asiente frenéticamente, y Trish entra por la puerta y se coloca a mi lado. Ella está hecha un desastre, sus ojos rojos, su rostro húmedo por las lágrimas, sus manos llenas de pañuelos. —Ellos están diciendo la verdad —dice Trish. Su voz tiembla, pero se mantiene firme. —No intenten protegerme —digo. Trish aprieta mi brazo. —Tú nunca condujiste esa noche, Arrow. No estuviste detrás del volante después que comenzaste a beber. Estabas dormido en el asiento del pasajero. —Ella da un paso hacia adelante y abraza su cintura. Ella fija la mirada con el oficial a mi lado—. Yo era quien estaba conduciendo. —Ella gira a verme, su rostro desmoronándose—. Lamento que te dejara creer que era tú culpa. —Trish. —Muevo la cabeza—. Tú no…—Miro al entrenador, que está evitando mi mirada—. Yo estaba en el asiento del conductor. Cuando me despertaste. Cuando me encontraste en tu jardín… Él levanta la mirada hacia mí, y veo la verdad en ellos. —Te moví al asiento del piloto —dice. Eso no tiene sentido. Si estaba intentando protegerme ¿por qué me podría ahí? Nada de esto tiene sentido. —Tú estabas intentando protegerme. ¿Verdad? Trish vuelve a apretar mi brazo, fuerte. —Él estaba intentando protegerme a mí, Arrow. Yo estaba conduciendo, y él estaba tratando de protegerme. Estoy congelado, pero siento como si estuviera cayendo. Incluso cuando las cosas estuvieron en su peor momento, cuando se sentía como si el maldito mundo estaba construido para arruinarme, mi única constante era el entrenador, alguien que, para bien o para mal, me amaba lo suficiente para tomar acciones drásticas para protegerme. Trish mira al oficial, respira profundamente, y dice: —Estoy aquí para entregarme por el choque y huida que mató a Nicholas Mendez y Brogan Barrett. Mi padre cubrió todo y le hizo creer a Arrow que él lo había hecho, pero yo era quien conducía.

307

—No puedo imaginarme lo que estás sintiendo en este momento—dice Bailey, mientras llegamos a nuestro viejo parque de casas rodantes—. Porque personalmente, me siento como si me hubieran secado por completo. Qué jodido loco día. —No bromeas. —Bajo en los cientos de mensajes en el grupo entre Bailey, yo, y los chicos del equipo. Las respuestas van de completa ira, a molestia con Arrow por meses de silencio, a lastima hacia mí, a algunas desagradables sugerencias sobre el que debería de ser el castigo del entrenador. Después que los oficiales se llevaron a Arrow, Trish, y el entrenador para interrogarlos, Mason y Chris llegaron a la estación para dar su testimonio sobre haber visto a Trish conducir la camioneta, y se nos pidió a Bailey y a mí que nos fuéramos. No quería hacerlo, pero Bailey me recordó que mi papá quizás querría saber la verdad de lo que sucedió esa noche. —Oh, por el amor de Dios —dice mientras estaciona el auto—. Y este día acaba de ponerse más interesante. Aparto la mirada de mi celular y sigo su mirada hacia la entrada del camión de mi papá. Cuando la veo ahí parada, mi corazón se aprieta tanto que mi pecho lleva lágrimas a mis ojos. —¿Quieres irte? —Bailey pregunta—. Porque tuviste un día de mierda, y no necesitas lidiar con esto ahora. Puedo sacarnos de aquí y esconderte en mi departamento hasta que se vaya. —Ella coloca la mano en el cambio de velocidades, lista para poner el auto en reversa. Los ojos de mamá se encuentran con los míos, y me regala una suave sonrisa. Su cabello esta apartado de sus hombros y recogido detrás de su cuello. De pie en su camiseta amarilla y pantalón rasgado, como si nunca se hubiera ido. Hasta este día, ella sigue siendo la mujer más hermosa que he visto, y a pesar de toda la ira y resentimiento que he dirigido hacia ella en los últimos seis años, no existe nadie más que quisiera ver ahora.

308

—Está bien —le digo a Bailey—. Hablaré con ella. Bailey frunce el ceño, gruñe algo entre dientes sobre ser masoquista, y mueve el brazo para abrirme la puerta. —Voy a estar en el tráiler de mamá, por si me necesitas, ¿está bien? Asiento. —Te amo, Bail. —Te amo, Mee —susurra. Cierro la puerta del auto y me dirijo hacia mi madre. Mamá introduce sus manos en sus bolsillos conforme me acerco. —Hola, princesa Mia —dice. Baja los escalones y comienza a morder su labio, justo como sé que hago cuando estoy nerviosa. No respondo de ninguna manera y la tomo entre mis brazos y la abrazo fuertemente. Porque a veces una chica necesita a su mamá. —Te extrañé. Sé que es una cosa tonta que decir cuando estuvo en enero para el funeral de Nic. Es probablemente un poco extraño que en todas las veces que la he visto o hablado con ella desde que se fue cuando tenía quince, esta es la primera vez que lo he dicho. Quizás no es justo decirlo cuando intentó convencerme que regresara a Arizona con ella y me rehusara, pero después de lo que ha estado pasando en los meses desde el accidente, solo quiero que lo sepa. —Te extraño todos los días —dice, acariciando mi cabello—. Tú padre me dijo que vas a ir a BHU el próximo semestre. Él dijo que eres la chica más inteligente en el pueblo. Me rió contra su hombro. Ese es mi padre. Todo hacia arriba. Me alejo para que pueda mirarla. —¿Por qué estás aquí? —Tú padre me llamó. —Su sonrisa se desvanece—. Me dijo que tiene un problema con el alcohol, y que quería un préstamo para entrar a un programa de rehabilitación. Dijo que quería hacerlo por ti. —Yo pude darle el dinero —digo, mirando sobre su hombro al oscuro y silencioso camión. ¿Ya se fue? —Era lo único que podía hacer Mia. —Traga fuertemente—. ¿Cuándo tiempo ha sido así? Lo sospeché cuando lo vi en el funeral de Nick, pero todos estábamos

309

hechos un desastre y… —Mueve la cabeza—. ¿Por qué no me dijiste que estaba tomando? Hubiera venido a casa. —Nic y yo pensamos que podíamos manejarlo. —No parecía un secreto en ese entonces, solo algo que ella no necesitaba saber. O quizás parte de mí sentía que la estaba castigando por no darse cuenta de los detalles en nuestra vida y mantenerla a oscuras en las partes más duras de nuestras vidas. No quería necesitarla después que nos abandonó tan fácilmente, y tampoco Nic—. No querías estar aquí, así que no te dijimos lo que te haría sentir la necesidad de regresar. Su rostro se arruga como un pañuelo. —Bebé… —Ella cierra los ojos y se calma. Espero hasta que abre de nuevo sus ojos antes de volver a hablar. —Sé sobre tu aventura con Uriah Woodison. Ella cruza los brazos, y reconozco el movimiento a la defensiva. Soy como ella. —No quería que supieras. —Baja la mirada al suelo, y comienza a mover la tierra con su zapato. —Te necesito. —Me sorprende escucharme admitir eso y me sorprende más escuchar mi voz romperse al admitirlo. Han pasado años, y lo logré. Sobreviví mi adolescencia sin mi mamá para llorar y que me tomara de la mano. No debería de importar más. Pero lo hace—. ¿Por qué te fuiste? Ella levanta la cabeza y me estudia. —Quería que fueras mejor de lo que fui. Uriah, él quería que me quedara en el pueblo. Él dijo que nos cuidaría si dejaba a tu padre, pero todavía era un hombre casado, y tú sabes lo que las personas dirían. —Deja caer sus brazos a su cintura y mueve los hombros—. Estaba avergonzada y pensé que la mejor penitencia era irme. Tú no tendrías que ser la hija de una zorra. Tú siempre fuiste tan inteligente. No quería que mis errores te siguieran. Lo hicieron. Aunque ella se fue, ellos estaban aquí, persiguiéndome. Ellos fueron la razón por lo que no le di una oportunidad a Arrow el primer día que nos conocimos. Esas fueron las razones por las que regresé con Brogan cuando debí de haberlo terminado. La razón por la que no me podía admitir que amaba a Arrow. Pero no le digo nada de eso, porque sé que la lastimaría, y a veces amar significa guardar secretos. Supongo que soy demasiado como ella después de todo. —¿Papá? —pregunto, señalando el tráiler.

310

—Lo llevé a la clínica esta mañana. Él dijo que quería estar sobrio y con un empleo la siguiente vez que te viera. Le dije que estarías orgulloso de él. La mira, a los ojos que son como los que veo cada vez que me observo en el espejo, a las pecas que me dice son de mi abuela alemana, y siento otro pedazo de mi red de seguridad uniéndose debajo de mí. Después de meses de caminar en la cuerda floja de mi vida vulnerable y con los ojos vendados, es un alivio. —Hice unas galletas. ¿Te gustaría pasar y tomar algunas? Me gustaría hablar más. —Se mueve y retuerce sus manos frente a ella—. De verdad, de verdad me gustaría saber más sobre tu vida. Más de lo que me dices en una llamada de diez minutos. Mi corazón se aprieta y doy un paso hacia adelante, sabiendo que está bien si caigo. —Galletas, suena genial.

311

Han pasado horas desde que me dejaron ir de ese pequeño cuarto en la parte de atrás de la estación. Hubo preguntas y más preguntas. Me regañaron y viajes de culpa. La policía me preguntó qué recordaba de esa noche tantas veces que probablemente lo recitaría en sueños. Ellos mandaron a Mia y a Bailey a casa. Me dijeron que en algún momento, Chris y Mason aparecieron para dar sus declaraciones de esa noche, pero ellos se fueron antes que yo terminara. Papá llegó con su abogado, y se enteraron de todo. La mirada en su rostro cuando se dio cuenta que yo no había conducido, que yo no enfrentaría años en la cárcel… fue bueno que la viera. Él tenía problemas hablando de sus sentimientos, pero su expresión en ese momento me dijo todo lo que tenía que saber. —¿Ya puedo irme a casa? —pregunto de camino al frente. El oficial que ha pasado casi todo el día conmigo asiente. —Si tú quieres. Pero si estás dispuesto, el señor Wright quiere hablar contigo. Me detengo a medio pasillo. —Él está ahí —dice el oficial, señalando otra habitación. Todo este tiempo, había apreciado al entrenador más que a mi propio padre. Pero hoy, aprendí a quién pone realmente primero. —No, gracias —digo—. Si está bien, preferiría no hablar con él en este momento. —No existe problema alguno —dice el oficial —. Se entiende. —Gracias. Es irreal, conducir a casa cuando tú pensabas que pasarías una noche en la cárcel, y traicionado por lo que el entrenador me hizo, no es nada comparado con el peso que fue levantado de mis hombros. Mi peso lanzado al mar. Cuando me estaciono, el auto de Chris está estacionado junto al de Mason. Por casi cinco meses, me había preparado para perder a mis amigos si la verdad salía a

312

la luz. Hoy, incluso cuando Trish confesó y explico que no tenía la culpa, todavía no estaba seguro de cómo sentirme. Pero aquí están, haciéndome saber antes que pueda preocuparme que ellos tienen mi espalda. Los encuentro en la sala juntos frente a la televisión. Mason toma el control y sube el volumen. —El entrenador está a punto de dar una conferencia de prensa. Papá entra al cuarto desde la cocina. Él mira a la pantalla y luego a mí antes que se coloque a mi lado. Es en vivo desde los juzgados, y el entrenador Wright da un paso al micrófono. —Hoy —dice el entrenador al micrófono—, estoy renunciando oficialmente a mi cargo como entrenador principal del equipo de americano de la universidad Blackhawk Hills. Es una posición de la que he estado orgulloso de tener, y de un grupo de jóvenes que he sido bendecido de guiar, pero ya no estoy en posición de ser ese guía. —Desdobla un pedazo de papel y lo aplana en el podio—. En la víspera de Año Nuevo, obtuve la llamada que todo padre teme. Mi hija había estado en un terrible accidente. —Traga fuertemente—. Pero la diferencia entre mi llamada y la que el señor Mendez y el señor Barret tuvieron alrededor de la misma hora, fue que mi hija estaba bien. Ella estaba físicamente ilesa. Y ella estaba en casa, llamándome desde el jardín donde había estacionado mi camioneta. Papá coloca su mano sobre mi hombro y aprieta, y estoy tan agradecido de tenerlo junto a mí. Respiro profundamente y escucho lo que el entrenador tiene que decir. —Ella estaba en pánico porque había golpeado a dos chicos en la curva Deadman. Todo padre quiere creer que va a hacer lo correcto cuando se encuentre en una situación así. Y me dije, mientras salía y la sacaba del auto, que iba a hacer lo correcto. —Como demonios lo hiciste —murmura Chris en el sillón. —Ella había estado bebiendo ―continua—. Ella no debió de conducir. Pero sabía a qué se enfrentaría si se entregaba. Su amigo Arrow Woodison estaba dormido en el asiento del copiloto. En un equivocado sentido de deber paternal, decidí que cubriría lo que mi hija había hecho, pero tenía que tomar una decisión sobre Arrow. Para remover a mi hija del crimen, lo coloqué en el asiento del conductor y lo dejé ahí por casi dos horas antes de despertarlo y decirle que había llegado conduciendo hasta mi casa. Precedí a hacer una serie de pasos para cubrir el crimen de mi hija. Le disparé a un ciervo y unté la sangre por el frente de mi camioneta dañada, luego llamé a la policía y llené un reporte que había golpeado al animal para explicar el daño en mi camioneta. —Respira profunda y lentamente, y

313

luego levanta sus atormentados ojos a la cámara—. Y luego cuando Arrow despertó, le dije que él había conducido el auto que golpeó a esos chicos. Una ola de preguntas surge de la audiencia y su pausa es llenada del sonido de las cámaras siendo disparadas. Mason mira sobre su hombro, hacia mí y papá. —No puedo creer que esté diciendo todo esto en una conferencia de prensa. —Estoy seguro que su abogado se está muriendo —dice papá. —¿Por qué no dice que renuncia y termina? —Mason pregunta. Respirando profundamente, Chris mira a Mason, luego su mirada se queda fija en mí. —Quizás él necesita ser escuchado. Creo que eso es valiente. El entrenador comienza a hablar nuevamente, y regresamos nuestra atención a la televisión. —Cometí un terrible crimen cuando cubrí lo que hizo mi hija. Sí sabía que tendría que vivir con eso. Para lo que no estaba preparado era para vivir con la culpa de dos personas que hubieran hecho lo correcto si yo no los hubiera llevado en la dirección contraria. Observé cómo mi hija se volvió una alcohólica, y cómo se cortaba, una jovencita que decidió experimentar con las drogas a vivir con el infierno moral en la que la había atrapado. —Jesús —susurra Mason—. No sabía que estaba tan mal. —No queríamos ver lo que no podíamos entender —dice Chris. Él cambia la mirada hacia mí y hace una mueca—. Y eso va más allá de Trish. El entrenador vuelve a tomar otra larga y lenta bocanada de aire. Parece que está a punto de romper en llanto. —Observé a Arrow Woodison, un hombre que era un hijo para mí, comenzar a beber y drogarse, cómo tiraba a la basura su carrera en el fútbol americano mientras se castigaba por un crimen que no cometió. —Se limpia una lágrima de la mejilla—. Cuando tomas una decisión como padre ― dice el entrenador—, te dices que estás actuando por amor. La verdad era, estaba actuando con temor. Tenía miedo por mi hija, y temía por mí y lo solitario que sería si la perdía. Realmente hubiera actuado por amor, cuando me llamó y dijo, “Papi, he estado en un accidente. Creo que tengo que llamarle a la policía”, hubiera escuchado lo que sucedió y hubiera estado de acuerdo. Luego hubiera estado a su lado cuando dijera la verdad e hiciera lo correcto. Pero permití que el miedo guiara toda mi vida por los últimos cuatro meses. No puedo disculparme lo suficiente por lo que eso le hizo a mi hija y a Arrow, que fue inocente en todo esto.

314

El apretón en mi hombro se vuelve más fuerte, y me doy cuenta que él también tiene lágrimas resbalando por su mejilla. Me pregunto si se siente tan abrumado como lo estoy. Estoy hundido en alivio, la cadena final de este infierno siendo abierta. —Sé que mi disculpa nunca será suficiente —dice el entrenador—. Pero quiero hacerlo de todos modos. Para que cuando esta comunidad vea a mi hija en la corte o vea a Arrow en las calles, ellos puedan entender la parte que yo tuve en todo esto. —Aclarándose la garganta, doble su papel y lo guarda en su bolsillo trasero—. Eso es todo. Gracias. Papá aprieta mi hombro una vez más antes de disculparse y salir, Chris y Mason giran hacia mí. —Debimos de saber que algo más estaba sucediendo contigo —dice Mason, su voz pesada. —¿Qué podemos hacer? Muevo la cabeza, y señalo a donde están en el sillón. —Ya lo están haciendo. —La puerta delantera se abre y miro sobre mi hombro para ver a papá salir—. Debería hablar con él. —Estaremos aquí —dice Chris. Mason ofrece su puño y lo choco contra el mío. —Gracias, a los dos. No tienen idea de lo que esto significa para mí. Encuentro a papá sentado en el porche delantero fumando un cigarrillo. Cierro la puerta detrás de mí y asiente a la silla junto a él. Me siento, pero muevo la cabeza cuando me ofrece un cigarro. —Tuviste un día difícil —murmura. —Lamento todo, papá. —Me inclino hacia adelante, llevando mis codos a las rodillas—. Nunca se me cruzó por la cabeza que el entrenador me estuviera mintiendo así. —Me alegra que la verdad saliera a la luz. —Deja escapar una bocanada de humo—. Tiene una forma de hacerlo. —Supongo que así es. Eventualmente. —Gwen se fue hoy. —Lo dice como si me estuviera diciendo que tenemos sobras de espagueti en el refrigerador—. No me mires así. Ella no estaba feliz, y todos lo sabían. Ella pensó que quería al viejo gruñón por su dinero, pero resulta que no lo valía. Ella intentó prohibirme que fuera a la estación para ayudarte, y ya

315

podrás imaginar lo bien que lo maneje. —Suspira pesadamente—. De todos modos, ella se llevó a Katie y se fue a casa de su mamá. —Lo lamento, papá. Se encoje de hombros. —Yo también, pero no lamento que se fuera. Solo lamento que no estuviéramos bien juntos. —Toma otra bocanada y se inclina en su silla—. Extraño a tu madre. Trago fuertemente. Además de nuestra anormal conversación de la mañana de ayer, papá y yo no tenemos conversaciones así, y definitivamente no hablamos sobre mamá. —¿Lo haces? —Ella era mi corazón. —Traga fuertemente—. Amor así es raro, pero idiotas como yo lo joden todo, de todos modos. —No quiero joderlo con Mia —digo, estudiando mis manos—. La amo. —Entonces, debes estar con ella. —Existe algo reconfortante en lo simple que lo hace sonar. —La sigo empujando. No sé si tenga otra oportunidad en este momento. Papá apaga su cigarro, se levanta, y me da una palmada en la espalda. —Entonces deberías de ir con ella y suplicar otra. Eso es lo que tu mamá te diría. La vida es demasiado corta. Levanto mi pantalón para mostrarle mi monitor de tobillo. —Arresto domiciliario. —Creo que tú puedes pensar esto, hijo. Trago fuertemente, lleno de esperanza y asustado a la idea de Mia entre mis brazos el día de hoy. Él abre la puerta y luego se detiene. —Pregúntale si estaría interesada en regresar. Katie estará conmigo la mitad de la semana, y necesitaré ayuda por aquí. Y yo la necesito. —Tienes que darle un aumento. —Hecho. —Y tienes que sentarla con nosotros en las comidas familiares, y contratar a alguien para tus fiestas. No tratarla como si fuera de la servidumbre. —Entendido.

316

Asiento. —Entonces, le preguntaré. Papá entra a la casa, saco mi celular y le marco a mi oficial de libertad condicional.

317

Me vacío y me vuelvo a llenar. Estoy segura y estoy aterrorizada. Estoy perdida, pero sé exactamente dónde estoy. Bailey yace a mi lado en la hierba frente a la caravana de papá. Desde debajo del gran arce, miramos hacia el cielo, viendo las estrellas brillar a través de las hojas. —¿Tienes espacio para uno más? —pregunta una voz profunda a nuestros pies. Mi corazón se detiene y luego acelera de nuevo antes que pueda respirar. Arrow. —Mierda —murmura Bailey. Se apoya en los codos—. ¿No estás en arresto domiciliario? —Le conté a mi agente de libertad condicional lo que sucedió hoy y que debía algunas disculpas. —Mira su reloj—. Tengo una hora. Bailey salta y se limpia las manos en la parte posterior de sus jeans. —Voy a salir de tu camino, entonces. —Mientras me siento, me guiña un ojo y luego se aleja. Arrow da un paso hacia mí, pero antes que esté lo suficientemente cerca como para tocarme, se detiene y se mete las manos en los bolsillos. —Gwen dejó a papá. —Lo siento —digo. Mira por encima del hombro hacia la casa. —Sabes, creo que está bien. Creo que estaba harto de no lograr hacerla feliz. Niego. —Ahí estuvieron mal. No es su trabajo hacerla feliz. Es de ella. Enseña una sonrisa triste.

318

—Sí, alguien me dijo algo así una vez. Me apoyo en mis codos y estudio la luz de las estrellas a través de las amplias ramas del viejo árbol de arce. —Ella fue sabia. —Trago saliva. —¿Recuerdas cuando me contaste sobre tu madre? ¿Acerca del fuego y el sol? Mi estómago se tuerce. Intenté justificar tanto ignorando mis sentimientos por Arrow. —Fue solo una metáfora. —Era una falsa idea que no funcionaba en un mundo en el que dos tipos que eran mejores amigos eran tan importantes para mí. —Me gustan las metáforas —dice, hundiéndose para sentarse en la hierba a mi lado—. Pero esa nunca funcionó para la forma en que siento por ti. No quiero ser tu fuego o tu luz del sol. No puedo fingir mirar las estrellas más tiempo. Me vuelvo para mirarle a la cara y veo que me está mirando. —¿Viniste aquí para decirme otra vez que no me quieres en tu vida? —No dije eso. Simplemente no es la metáfora que me gusta. Es muy simple para describir lo que siento por ti. —Estirándose, me pone el pelo detrás de la oreja— . No eres el fuego ardiente y caliente porque estás allí incluso después de una lluvia larga y fuerte. —Traga saliva y respira—. No eres el sol, porque estás allí en la noche más oscura. —Traza mis labios con su pulgar. —Arrow… —No puedes ser el viento; bajo mis alas o de otra forma… —se ríe y su sonrisa se desvanece mientras pasa su pulgar por la columna de mi cuello—… porque me mantienes caliente durante el invierno más profundo. —Cierra sus ojos, levanta su mano de mi cuello, y aprieta su puño. —¿Estás bien? Abre los ojos otra vez y me da una sonrisa torcida. —No he terminado, pero realmente quiero besarte ahora mismo. Las mariposas en mi estómago estallaron en estridentes aplausos. —Eso estaría bien por mí. Acaricia mi mejilla, y traza mis labios otra vez. —Necesito terminar primero. Contengo una sonrisa.

319

—Entonces date prisa, porque ahora que sé cómo termina esta conversación, estoy ansiosa por acabarla. Su mirada aterriza en mis labios por lo que se siente como mil latidos desesperados de mi corazón antes que vuelva a encontrarse con mis ojos. —Durante mucho tiempo pensé que eras la gravedad. Siempre allí. Siempre tirando de mí hacia ti. Pero tampoco puede ser eso, porque no me derribas. Me levantas cuando no hay razón por la que debería poder pararme. Mi estómago se revuelve en nudos de esperanza y preocupación. De amor e inseguridad He pasado gran parte de mi vida sin decir lo que necesita decirse. Cuando mamá se fue, no le dije cuánto me dolió eso. Cuando papá reaccionó a la muerte de Nic como si hubiera perdido a su único hijo, no le quité su bebida y le dije que todavía tenía una hija que lo necesitaba. No puedo ser así nunca más. —Arrow, me alejaste cuando quería estar a tu lado. Desliza una mano en mi cabello y se desliza más cerca. Su boca está a un aliento de la mía; cada palabra podría ser casi un beso. —Pero es exactamente eso. Eres demasiado importante para ser derribada por mí. Para mí, eres todo. Y esta mañana, cuando te dije que quería que fueras libre de mí, sé que quería decir exactamente eso. Nunca quise ser libre de ti, solo al revés. Me muevo y nuestros labios se rozan. El contacto es eléctrico, y quiero hacerlo una y otra vez, pero me hago retroceder un centímetro. Voy a tratar de decir esto sin esconderme detrás de las analogías, una amante de las metáforas desnuda. —Siempre has sido tú. Y sé qué crees que necesitas liberarme porque nuestro pasado es complicado, pero estoy aquí para decirte que si soy libre, si puedo elegir, estaré a tu lado. Porque te amo. Exhala lentamente, luego desliza su mano detrás de mi cuello. —También te amo. Eres la parte más importante de mi corazón. Cuando finalmente me besa, me derrito en él.

320

Una semana después…

El sol brilla y mis amigos están sentados alrededor de la piscina, perezosos gracias a los vientres llenos y al cálido sol, Mia está en mis brazos. Mason nos preparó hamburguesas en la parrilla, y Chris limpió después, insistiendo en que Mia tiene su parte de las tareas domésticas durante la semana. Solía acostarme en la cama tratando de reescribir el pasado de una manera que significara que Brogan aún estaría con nosotros. Pero después de todo lo que sucedió durante la semana pasada, he comenzado a aceptar que no puedo rehacer las cosas. Lo que obtengo es hoy. Lo que sé es que en un mundo que ha demostrado ser demasiado cruel para soportarlo en algunos momentos, otras veces resultan ser increíblemente perfectas. Es un buen día para estar atrapado en casa. Chris limpia la mesa por última vez antes de hundirse en la silla junto a la mía y la de Mia. —Escuché que levantaron tu suspensión en el campus. ¿Eso significa que vas a jugar el próximo año? Mia inclina su rostro hacia el mío, y presiono un beso en sus labios sonrientes antes de responder. —Estoy terminando mi sentencia de arresto domiciliario. Mi abogado pensó que podría reducirlo, dadas las circunstancias, pero infringí la ley y voy a terminarla. Pero BHU ha dicho que puedo regresar a clases en el otoño, y podré hacerlo dentro de los términos de mi arresto domiciliario. Y cuando mi sentencia haya terminado, volveré al campo. En el otro lado de nosotros, Mason se quita las gafas de sol y sonríe. —Demonios. Me encojo de hombros.

321

—No estoy diciendo que vaya a estar en la titular. Habrá una dura competencia este año. —Estarás en la titular —dice Mia, poniendo los ojos en blanco—. Definitivamente. Es muy bueno estar aquí, con Mia y mis mejores amigos y despertar a días en los que el fútbol importa nuevamente. Aprieto mis brazos alrededor de ella y entierro mi nariz en su cabello. —¿Ustedes dos pueden irse a una habitación? —gruñe Keegan. —Cállate —dice Bailey—. Son jodidamente adorables. Y al menos alguien está obteniendo algo. —Lanza una mirada pseudo-irritada en dirección a Mason. Mason levanta sus palmas. —Conoces mis términos. Keegan palidece y se pasa una mano por el rostro. —No te entiendo, Mase. Ella es sexy. Como S-E-X-Y sexy. —Le sonríe a Bailey— . Si necesitas a alguien para mantener tu cama caliente, no tengo términos ni condiciones. —Ni posibilidades —dice Bailey, y todos nos reímos. Chris mira su reloj y gime. —Tengo que irme, muchachos. Debo alcanzar mi avión. —Dile a tu madre que le deseamos una feliz boda —dice Mia. Mason sonríe. —¿Vas a enredarte con una dama de honor? —¿En la boda de mi madre? —Tiene un escalofrío exagerado—. Las damas de honor son mi tía Cindy y mi próxima hermanastra, así que gracias, pero pasaré. —¿La hermanastra es la que va a volver contigo? —le pregunto a Chris—. Se va a quedar contigo y Mason durante el verano, ¿verdad? —Espero que sea sexy —dice Keegan, y Bailey le da un codazo en el costado. —Es un desastre es todo lo que sé —dice Chris. Señala a Keegan—. Y todo el motivo por el que mamá me pidió que la dejara quedarse conmigo es para que no se meta en problemas, ¿entendido? —Ustedes no son divertidos —murmura Keegan. —Que tengas un buen viaje, Chris. —Mia se separa de mis brazos para abrazarlo—. Nos vemos la próxima semana.

322

Todos se despiden, y después de lanzar algunas miradas hacia Bailey, Mason y Keegan, captan la pista y se van también. —Finalmente solos —le susurro a Mia cuando se van—. ¿Quieres subir y desnudarte? Se lleva un dedo a los labios y finge pensar en ello. —Mmm. Estaba pensando en lavarme el cabello esta noche. Le hago cosquillas, salta lejos de mí y corre hacia adentro y hacia las escaleras. —Será mejor que corras —digo detrás de ella. La persigo y la atrapo en la parte superior, colapsando sobre ella, donde la luz de la ventana del vestíbulo del segundo piso arroja un cálido resplandor. Rueda debajo de mí y sonríe. —Supongo que me atrapaste. Soy toda tuya. —Finalmente —le susurro. Bajo mi boca a la de ella y deslizo una mano por su camisa. Gime debajo de mí, cierro los ojos y siento el calor del sol en mi espalda, la suavidad de Mia debajo de mí, y tomo el momento y todo lo que vendrá como el regalo que son.

323

Novelista bestseller del New York Times y USA Today, Lexi Ryan es una ex profesora de Inglés de Universidad, convertida en escritora de tiempo completo. Autora de más de una docena de novelas, sus libros han sido traducidos al alemán, francés e italiano y audio libros. Vive en la zona rural de Indiana con su marido y sus dos hijos. Cuando no escribe, ella puede ser encontrada leyendo copiosamente, saliendo con su familia, y agradeciendo a sus estrellas de la suerte.

324

325