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LA CIVLIZACION MINOICA Y EL PALACIO DE CNOSOS

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por Sonia di Neuhoff

EDICIONES APOLLO

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La Casa Editorial Apolo ha publicado y circulan en los correspondientes lugares arqueológicos las siguientes guías: E s critor

El Museo Bizantino de Atenas La Civilización Minoica y el Palacio

Knosos

Acrópolis y su

Obras de bronce del Museo Nacional Arqueológico de Atenas

Delfos

Antigua Olimpia Antigua Corinto Obras maestras de mármol del Museo

Atenas

En preparación: Vasos del Museo Nacional Arqueológico de

Atenas

Colección Micénica del Museo Nacional Arqueológico de Atenas Colección Cicládica del Museo Nacional Arqueológico de Atenas

Lindos

Ar

que ó I og o s

de

Museo

Nacional Arqueológico de

es -

Manolis Jatsidaki Sonia di Neuhof

M. Bruskari

Vasilios G. Kalipolitis Efis Talupa Sonia di Neuhof Dora Karaguiorga Sonia di Neuhof

Dimitrios Papastamu

Barbara Filipaki Ioannis Sakelarakis

Efis Sapuná-Sakelaraki Sonia di Neuhof

Kerameikós

Micenas-Arte micénico Corfu Epidauro

Ilustración de la cubierta: La Cabeza del Toro (fresco de las murallas occidentales, entrada Norte del Palacio de Cnosos). Texto: Arqueólogo Sonia di NeuhoffFotografias : «Hannibal».

Edita E. Tzaferis, S. A., 52, rue Fokionos Négri - Atenas. Printed by H. Fournier, S. A. - Vitoria-Spain.

«La isla de Creta es una de las islas más importantes del mundo y, sin ninguna duda, la mós importante de Leaante... Se encuentra en el Cento del Mediterróneo o más bien en ¿l Centro del Mundo, a parecida distancia de Asia, Africa y Europa. Esta situación la hace digna de contertirse en la ca-

pital del Mundo.»

Extracto del parte de un noble veneciano, Joanno Mocenigo, dirigido en 1589 a la Serenísima República de Venecia.

Suelo y Naturaleza Creta es una Isla particularmente atractiva tanto por su extraña diversidad como por la belleza de sus paisaies. Tres altas montañas (las montañas Blancas al (Jesre, el monte Ida en el Centro y el monte Dikte al Este) forman la osamenta del territorio, dominándolo de Este a Oeste con sus masas imponentes de laderas pobladas de tupidos bosques. IJnas veces, dejándose caer en dulces declives, forman una línea de suaves colinas y fértiles mesetas; otras, coronadas de cortes brutales, son únicamente abruptos precipicios y desfiladeros salvajes aguiereados ocasionalmente por grutas profundas. No son extensas sus llanuras, pero sí suficientes y excepcionalmente ricas. Las nieves, perpetuas en no pocas de sus cumbres, nutren riachuelos y fuentes, siendo la abundancia de estas aguas una verdadera bendición para el pais. Esta diversidad de la estructura geográfica de la Isla es la causa de su tan variado clima y de la abundancia de su producción agrícola, diferente de una región a otra. Creta produce actualmente vino, cereales, miel, aceite, uvas pasas, agrios, castañas, mar"Lzanas, cerezas así como higos, tomates y plátanos, siendo además la palmera uno de sus árboles característicos.

Las condiciones climatológicas favorecen asimismo la cría

de

ganado. Tablillas encontradas en Cnosos hacen mención a rebaños áe oveias, bueyes y cerdos, y aún se encuentra hoy el íbex, «este animal tan a menudo presente tanto en la Literatura como en ei

Arte antiguo de la

Isla».

Sus costas arenosas y pequeñas calas profundas y seguras en muchos lugares de la Isla ofrecían, en la antigüedad, todo tipo de facilidades para el desarrollo de una navegación floreciente. La abundancia de la producción agrícola, de la cría del ganado y de la pesca, que aseguraba a los habitantes condiciones de vida fá.il.., é1 .lima templado y la situación de la Isla cerca de.las costas de los tres Continentes (Asia Occidental, Norte de Africa y Sudeste de Europa) que en aquel entonces constituían la totalidad del mundo conocido, y sobre todo los tan fructiferos contactos con el Oriente, fueron los factores determinantes de unas condiciones que permitieron a los habitantes de espíritu vivo, inventivo y pacífico, it.u. ., Creta, esta Isla privilegiada por la naturaleza,

hace más de cuatro milenios, una civilización intrinsecamente única, la primera verdaderamente sorprendente en Europa, que podría poi ello ser considerada «como la cuna de la civilización europea».

Epoca Neolítica Se ha demostrado por las excavaciones hechas hasta el moCreta estaba habitada desde el 7.o milenio a' C' (Las mento que -capas neolíticas de Cnosos, examinadas al C 14, han dado espesas la-fecha aé O¡OO a. C.). Los hombres de esta época sabían no sóltr confeccionar sino también afilar sus útiles de predra y cultrvaban la tierra. Al principio vivían en cuevas. Más tarde comenzaron a

construir cu.ás -.ry simples con piedras no talladas, arcilla y ramas de árboles. Empleaban, además de la piedra, huesos de animales para la confección de las herramientas, hacían manualmente recipienies de barro que luego cocían en hogueras sobre la tierra, pues no conocían aún el horno. Inicialmente, estas vasiias eran de forma abierta, de gruesas paredes y sin decoración alguna. Luego, frotando la supeificié de las mismas, consiguieron darles un aspecto brillante y las adornaron con incisiones. Hacia finales de Ia época neolítica, ia forma de estos recipientes evoluciona, los alfareros dan a la superficie de éstos tinte roio y negro, pero sin ninguna decoración. Los cuchillos, utensiiios para rasurar, sierras y hoces estaban hechos con obsidiana traída de la Isla de Milos.

Parece que a partir de esta época, si nos atenemos al testimonio de las figuritas de mujeres obesas halladas en las excavaciones, se comenzó a rendir culto de adoración a una importante divinidad femenina, el cual se perpetuará a lo largo de toda la civilización micénica y aún más tarde, enriqueciéndose su significado. Los muertos eran enterrados en cuevas o en hoyos cavados en la tierra cerca de sus primitivas moradas. Aún se desconoce a qué raza pertenecían Ios habitantes de Ia Creta neolitica. De todos modos lo que sí conocemos es que vivían de la agricultura, de Ia cría de ganado, de la caza y de la pesca y que viajaban hasta las islas más próximas: Dia, Gaudos y las Cícladas.

Edad de Bronce.

Civilización Minoica El período neolítico termina hacia la mitad del tercer milenio a. C. Una nueva población procedente de Oriente emigra en esta época hacia Creta, las Cicladas y la Grecia Continental, trayendo consigo el bronce. Estos habitantes, a los que se ha dado en denominar prehelénicos o egeos, no eran propiamente helénicos, sino que pertenecían, según se cree, a la familia indoeuropea. De acuerdo con la teoría de Evans, un grupo de colonos procedentes de Egipto y Libia se instalaron en la Isla en la misma época. La

mezcla de estos recién venidos con los habitantes del país dio origen al pueblo que de 2600 a 1450 a. C. hizo de Creta «un verdadero paraíso». La civilización cretense de Ia Edad de Bronce ha sido bautizada por Sir Arthur Evans, descubridor de Cnosos, como civilización minoica, del nombre del legendario rey Minos. Los distintos períodos de esta civilización han podido ser determinados con precisión gracias a obras de arte cretense encontradas en excaváciones llevadas a cabo a Egipto y a obfetos egipcios hallados en capas geológicas durante las excavaciones de Creta. La historia de la civilización minóica está dividida en períodos según un sistema cronológico, adoptado recientemente a propuesta del profesor Nicolás Platón. Este sistema se basa en acontecimien-

tos que fueron de una especial importancia en el desarrollo de esta

civilización: la construcción inicial de los palacios de la Isla, su primera destrucción, su reconstrucción y su destrucción definitiva. Tenemos pues los cuatro períodos siguientes:

1.o Prepalacial de 2600 a 2000 antes de nuestra era. 2.o Palacial Antiguo de 2000 a 1700 » » » » 3.o Palacial Reciente de 1700 a 1400 » » » » )) » 4.o Postpalacial de 1400 a 1100 » » La civilización minoica, tal como se desarrolló d,e 2600 a 1450 a. C., alcanzó un nivel literalmente sorprendente. Si se compara eI mundo que ella creó con el de las grandes civilizaciones contemporáneas o un poco más antiguas, puede uno darse cuenta de hasta qué punto esta civilización es única, lo mismo por sus aportaciones como por su originalidad. Fue el triunfo de un pueblo, los minoicos prehelenos, que, dinámicos, activos, inteligentes, navegantes de excepción, artistas admirables, excelentes ingenieros y geniales arquitectos alcanzaron un nivel de vida asombroso y vivieron dentro de un clima de comodidad, de alegría y de paz perpetua que, desde entonces, no volverá a repetirse en eI mundo. Eran amantes del color, del movimiento y del mundo natural que les rodeaba, en todas las facetas: animal, vegetal y marino, y su actividad en todos los sectores de Ia vida es emocionante. Con su profunda alegría y expresividad, no parece que se toparan con grandes problemas ni sufrimientos, de no ser las catástrofes provocadas en 1450 por crueles terremotos. Pero este pueblo estaba lleno de recursos para hacer frente a todas estas calamidades, y su civilización, lejos de sufrir por ellas, volvía a florecer más brillante aún y sin interrupción. No es probable que tuvieran que enfrentarse a disensiones intestinas dentro de la IsIa, siendo sin embargo evidente que llegó un tiempo en que, dueños del mar, fundaron colonias en Oriente y Occidente, haciendo reinar Io que ha dado en llamarse «La Pax Minoica». Los términos en que su vida se desarrolla con relación a sus jefes inicialmente, al numeroso orden sacerdotal después, a los poderosos jefes locales y a los reyes, no parecen haber creado problemas especiales ni haber constituido un freno para sus actividades tan variadas. El único hecho verdaderamente extraño para una civilización prehistórica es que los hombres que la crearon no sentían ningún temor, ni incluso respecto a la divinidad. La vida de la sociedad minoica, a pesar de las incesantes ceremonias religiosas y aunque la existencia cotidiana estuviera impregnada por la divinidad omnipresente cuya aparición suplicaban los creyentes, defaba sin embargo campo bastante al individuo para que sus relaciones con ella pudieran establecerse sin temor, sin supersticiones ni tabúes comunes a las civilizaciones contemporáneas o anteriores.

Tampoco parece que los minoicos sintieran un temor especial hacia la muerte o hacia los hombres. Libres baio todos los aspectos, llevando una existencia agradable y pacífica en ciudades desprovistas de murallas, pudieron, sin ningún obstáculo, desarrollar su admirable actividad. A pesar de que utilizaron hasta 1450 a. C. dos tipos de escritura, la jeroglífica y la lineal A, su lengua nos es aún desconocida. Gracias sin embargo a su extraño poder cle expresión, eI erudito de hoy posee Ia sensación de hallarse muy cerca de su civilización y se siente como impregnado de esta atmósfera de alegría que se desprende de sus obras y admirado de Ia calidad de las mismas. Este pueblo desconocido, que habita la noble Isla, conquista al primer contacto al hombre más sencillo. El pueblo minoico fue y es aún un fenómeno único por sus cualidades esenciales.

Epoca Prepalacial Con la introducción del cobre, la vida de la Isla cambió por completo. Al principio, los habitantes lo empleaban puro; después aprendieron a mezclarlo con estaño importado, según se cree hoy, de Asia Menor. Quizás había minas de cobre en Creta (Aste-

rusia, Crisocamino), pero los minoicos importaban también este metal de Asia Menor y de Chipre. El arte de trabafar el metal se desarrolla y progresa. Habida cuenta de que las joyas adornaban por igual a hombres y muieres, se importa a Ia IsIa metales preciosos, eI oro principalmente, de las minas del Sinaí, de Nubia y de Asia Menor, y Ia plata de Sifnos o de Cilicia. El oro sirve para confeccionar gran cantidad de pequeños adornos elegantes: horquillas para el pelo, cadenitas muy finas, diademas, collares y también figuritas representando animales. Con la plata se confeccionan ioyas y puñales. Su afición por los adornos lleva muy pronto a los cretenses a emplear piedras semipreciosas para las perlas de sus collares. El cristal de roca, la amatista malva y el sardo rojizo eran las más cotizadas. La grarr mayoría se servía sin embargo de pasta de vidrio que resultaba mucho más barata y cuya técnica la habian aprendido en Egipto. A partir de esta época se extiende el uso de sellos grabados en piedra que se llevan en el cuello o en la muñeca como amuletos, pero que se emplean además para marcar la arcilla aún húmeda que cubre los nudos de la fina cuerda con la que se asegura eI cierre

de una caia o de una puerta. Estos sellos, hechos al principio de piedra blanda y más tarde de esteatita, de hueso o de marfil, aparecen habitualmente baio la forma de conos o cilindros, pero se encuentran también otros que representan animales o páiaros. La cara del sello está grabada al principio con motivos lineales, más tarde con representaciones de animales o de personas. Antes del final dei periodo prepalacial aparecen sobre los sellos signos jeroglíficos lo que induce a creer que en esta época existía en la Isla una especie de escritura. El arte de la cerámica se desarrolla constantemente durante todo el período prepalacial y aparece una gran diversidad de estilos locales. Las formas que más a menudo se encuentran son las grandes copas en forma de cálices, las jarras de boca terminada en pico y base redonda, las teteras, etc. La desigual cocción provoca a veces diferencias de color en la superficie de los recipientes. Hacia esta época comienza Ia decoración de los vasos por aplicación de pintura blanca y roia a la superficie más oscura de la arcilla. Los motivos decorativos que caracterizan a la cerámica minóica son líneas y, más tarde, a finales de la época prepalacial, espirales. Es el momento en que comienza el uso del torno de alfarero y del hor-

no de cerámica. Los viajes que en esta época realizan a lo largo y ancho del

mundo conocido de entonces enriquecen a los cretenses minoicos con nuevas ideas y conocimientos. En Egipto aprenden a hacer recipientes de piedra para los que emplean la esteatita, la serpentina, la estalactita, la pizatra, y eI esquisto. Mostraron un arte admirable llegando a combinar la vena natural de la piedra con la forma de los jarrones. Los muertos eran enterrados en tumbas construidas en forma de tambor que pertenecían a toda Ia aldea-clan y en las que se realizaba el culto a los muertos. En otras regiones de Ia Creta Oriental (Mochlo, Palecastro) y Central (Gurnia, Arcanes) se han descubierto tumbas en forma de pequeñas habitaciones rectangulares contiguas. Habitaciones parecidas habían sido también añadidas desde el exterior a las tumbas de Mesara para colocar en ellas las ofrendas de los muertos (recipientes conteniendo alimentos, figuritas de animales). En esta época Creta da la impresión de vivir una era de comodidad y de progreso. Su población inteligente e inventiva atraviesa sin cesar los mares intercambiando productos de la Isla por materias primas indispensables para el ejercicio de las diferentes profesiones. Agrupada en clanes, vive, lo mismo en el interior que en las costas, en grandes poblaciones cerca de las tumbas de sus mayores.

Epoca Palacial antigua En los alrededores del año 2000 a. C. se producen importantes transformaciones en la sociedad minóica. El poder se centraliza y se ven aparecer por primera vez en las tres llanuras de la Creta Central los grandes palacios que conocemos: FestosJ Cnosos y Mallia. La construcción de estas enormes edificaciones fue precedida de importantes trabajos técnicos (explanación de la cumbre de las colinas de Cnosos y de Festos, corte de la parte oriental de la colina de Cnosos), para los que fue preciso no sólo un gran contingente de obreros, sino también conocimientos técnicos muy avanzados. No queda gran cosa de estos antiguos palacios. Las construcciones que en estos tres lugares ve aún el visitante pertenecen al período siguiente, el Palacial reciente. Sin embargo en esros grandes edificios, hoy desaparecidos, habitaron reyes poderosos rodeados de una muchedumbre de servidores de Palacio en cuyos talleres crearon artesanos especialistas obras de un arte realmente admirable. La economía de la época, sin perder nunca su carácter agrícola,

como lo atestiguan los inmensos depósitos de los palacios, ve cómo el comercio con los países extranjeros adquiere un auge cada vez mayor. Como los reyes poseían el monopolio del comercio, pronto se estableció un embrión de administración para controlar el movimiento de las mercancías a la salida y entrada de los almacenes.

En esta época se desarrolla la escritura jeroglífica y aparece la primera escritura lineal, o lineal A. La muestra más importante de esta escritura jeroglífica es el famoso disco de Festos (Fig. 27). Está fabricado de barro cocido y en sus dos caras, han sido impresos en espiral partiendo de la periferia hacia el centro, por medio de sellos presionando la arcilla húmeda, diferentes signos que representan hombres, mujeres, niños, pájaros, peces e insectos, miembros de animales, ramas de árboles, navíos, arcos, etc. Aún no ha podido ser descifrada esta escritura. Se supone que cada grupo de símbolos que se encuentra entre dos verticales compone ulra palabra. Los jeroglíñcos de Festos ofrecen signos de una evolución bastante avanzada, por lo que se los sitúa entre los años 1700 y 1600 a. C., es decir, que pertenecerían al período siguiente. El texto del disco da a los especiaüstas la impresión de que podría tratarse de un himno reügioso. Han sido descubiertos canridad de edificios e incluso aglomeraciones enteras pertenecientes a esta época. Las tumbas construidas en forma de tambor son más raras cada vez, habiendo ahora lugares particulares para el culto de los muertos (Mallia). Toman auge los

enterramientos en tumbas individuales, ánforas o sarcófagos (Pakiamos, Profitis, Helias y Cnosos). La antigua costumbre de las

tumbas familiares desaparece suavemente. En los talleres reales de Cnosos y de Festos nace un estilo nuevo de cerámica, marcadamente real, conocido hoy baio la denominación de «Estilo de Kamares», por el nombre de la gruta de Kamares enfrente de Festos, donde han sido descubiertas las primeras piezas de esta cerámica. Los motivos en espiral o en líneas ondulantes se multiplican con una infinita diversidad, dibujados en blanco y rojo (a menudo con tonalidades diferentes) sobre la superficie negra de la arcilla. A veces se encuentran especímenes adornados con una decoración en relieve, flores y otros. Las representaciones de formas humanas son muy raras y muy

esquemáticas. Jarras grandes y pequeñas, teterasr fruteros, iarros, crateras de vino son las formas generalmente dadas a los recipientes de esta época. Se encuentran también las famosas iarras denominadas «Cáscara de huevo», por el pequeño espesor de sus paredes. Los rhytons pertenecen a otro género. Se trata de vasos rituales aguiereados en su base para que las libaciones discurran. A partir de este momento se ven aparecer, iunto a las figuritas de barro cocido, las primeras estatuillas de bronce que representaP adoradores. Aparte de otros elementos que aportan al investigador, estas obras de la miniatura minóica ofrecen asimismo una imagen viva de la forma en que los hombres de esta época se vestían y

peinaban. Muchas de estas estatuillas han sido encontradas en santuarios existentes en las cumbres de las colinas, característicos de los tiempos minoicos y que son conocidos por el nombre de «Santuarios de las Cumbres».

El arte de la grabación de sellos presenta una brillante evolución análoga a la de las otras ramas del arte. Los grabadores emplean ahora piedras duras semipreciosas como el ágata, el iaspe, la hematites. Las tallan en forma de disco, de prisma de tres o cuatro caras, etc. Los temas grabados en los sellos varían más y más. Son ieroglíficos, combinaciones de discos y de lineas, flores, insectos, y a veces personaies. El trabaio del metal y sobre todo la fabricación de ioyas alcanza un nivel sorprendente. Una de las piezas que más impresiona es una joya realmente admirable encontrada en Mallia (Fig. 23): Dos abeias colocadas simétricamente una a cada lado de un panal, defan cada una de ellas caer su gota de miel. Los productos de la industria minoica han sido encontrados, como las excavaciones Io demuestran, en Egipto, en Siria, en Chipre, en las Cícladas y en la Isla de Citera. Según el arqueólogo

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M. St. Alexiou, los reyes minoicos realizaban su comercio

la forma de regalos que intercambiaban con los otros

bajo

soberanos estrechas con

extranieros, por lo que existían unas relaciones muy las Cortes de estos países. Se sabe también que los minoicos habían establecido en puntos estratégicos, Filacopi en Milos y en otros lugares, bases que facilitaban su comercio y los movimientos de la flota cretense, La cultura minoica ha comenzado a extenderse poderosamente por el exterior. Toda esta brillante imagen de una civilización llena de vitalidad y de belleza se ensombrece de repente hacia 1700 a. C. por una catástrofe natural o por una invasión bárbara, casi al mismo tiempo los tres palacios minoicos y varias ciudades del Asia Occi-

dental son arrasados.

Epoca Palacial reciente En el lapso de algunas decenas de años, en el emplazamiento de los antiguos palacios, aparecen nuevos y más brillantes coñjuntos-arquitectónicos, aprovechando algunas partes que habían que-

dado en pie de los antiguos palacios. Estos enormes edificioi se distinguen por su lujo, por su gran extensión, sus numerosos pisos

y su gran número de almacenes (Fig. l3). Tenían todos ellos dos grandes patios, pórticos monumentales, grandes escalinatas y habitaciones especialmente concebidas con muchas puertas que aseguraban a los habitantes frescura en verano y que, cerradai en in-

vierno, mantenían el calor. La parte baia de los muros, el suelo, las gradas de las escaleras y los bancos de piedra colocados junto a las paredes, están todos recubiertos de «piedra de yeso», una especie de alabastro que se encuentra en Creta. Los techos son

horizontales; los muros, hechos de piedra porosa tallada, sostenidos y reforzados por vigas de madera para resistir los numerosos temblores de tierra (Fig. 4). Las columnas, lisas, se estrechan hacia la base (.Fig. l). El Palacio más lufoso es el de Cnosos (F'ig. l-12), eI más sencillo y provincial el de Mallia. . En esta misma época comienzan a construirse pequeños palaclos y numerosas casas de campo así como hermosas mansiones de dos o tres pisos con ventanas, puertas y lucernarios. Gran número de estas casas y palacios han sido recientemente descubiertos en diversos puntos de la Creta Central. Una de las principales construcciones de este género es el palacete llamado de «Hághia Triada» que no pocos sostienen haber sido la residencia de verano de los reyes de Festos. Esta mansión está rodeada de numerosas casas de campo y otras construcciones, formando, por así decirlo,

n

una verdadera ciudad. Jamás han sido encontrados restos de fortificaciones.

La ciudad minoica de Gurnia, con sus calles estrechas pasando entre casas engarzadas en los flancos de la colina, dominadas por la residencia del jefe construida en la cima, ofrece una viva imagen de lo que eran las ciudades de esta época. IJna red de carreteras empedradas y de caminos de tierra unía las ciudades, los poblados y las residencias entre sí y con Cnosos, eI gran centro. Et Zacro, Creta Oriental, ha sido recientemente descubierto un importante palacio. Las excavaciones han sacado a la luz, entre otros, un gran número de objetos de un arte maravilloso. Se supone que los minoicos mantenían et Zacro una base naval de donde partían las embaiadas cretenses cargadas de regalos para los faraones de Egipto. Las embajadas de los keftiu, nombre que daban los egipcios a los minoicos, nos son conocidas a través de los frescos de las tumbas de Rahmara y de otros ministros egipcios que datan de 1500 a 1450 a. C. El radio de acción de la civilización minoica se extiende cada vez más y aumenta el poder de Creta, su flota domina los mares del mundo entonces conocido y se multiplican sus colonias. Durante el período palacial reciente, se entierra a los muertos en iarrones o sarcófagos que luego se colocan en habitaciones funerarias. También se construyen monumentos funerarios de entre los cuales el más importante es Ia tumba rectangular de Isópata (destruida durante Ia ocupación alemana de la segunda guerra

mundial). Las artes conocen un momento de esplendor sin precedentes. Nuevas investigaciones en el campo de la cerámica desembocan en nuevos estilos. Los alfareros, a Ia hora de adornar su obra, se inspiran en la flora de Creta y más tarde en su fauna submarina (estilo floral y marino). Los temas que más a menudo se encuentran son ramas finas y elegantes, flores de papiro, lirios, y más tarde, tomados del rico mundo del mar, pulpos tritones, estrellas de mar, rocas y algas. La forma de los jarrones es más alargada y elegante y se los adorna con relieves de líneas ondulantes imitando cuerdas y medallones redondos (Fig. l3). El trabaio del metal llega a su apogeo. Armas, utensilios, copas y herramientas de bronce, copas de plata y loyas de oro de todo tipo: animales, pájaros, animales marinos y también representaciones de ceremonias religiosas, templos, grifos, esfinges, etc., están realizados con un arte consumado por los brillantes grabadores minoicos, que usan para su obra admirables piedras semipreciosas,

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ágata, jaspe, hematites, cristal de rocar amatista, sardónico, etc., llegando a incluir en el restringido campo de un sello una compo-

sición entera.

Las artes plásticas se desarrollan paralelamente. Los escultores minoicos no se dedican a la gran escultura, sino que prefieren las estatuillas de personaies humanos o de animales hechas de oro, marfiI, bronce, fayenza o barro cocido. Entre las obras más características de esta época debemos mencionar las figuritas de fayenza llamadas «diosas de las serpientes» (Fig. 24). Se supone .que una de ellas (Fig. 24, foto de la izquierda), la de las manos tendidas sosteniendo una serpiente que le rodea el cuerpo y cuya cabeza domina la alta tiara con que se toca, representa a la diosa Madre. La otra diosa sostiene en sus manos elevadas dos pequeñas serpientes y, posada sobre su cabeza, una pantera pequeña: Sería la diosa que reina sobre los animales salvajes. Los vestidos que llevan y que deian el pecho enteramente descubierto ofrecen una fiel imagen de la moda de la época. Los escultores minoicos, que no gustan de la escultura monumental llegan sin embargo a dar a estas figuritas una vitalidad y un movimiento asombrosos. IJna obra maes-

tra de este género es el «Acróbata» enconrrado en Cnosos (Fig. 25). Hecho de marfil, representa el dramático momento en que el acróbata salta por encima del toro que ataca (la estatua del toro se ha perdido). La asombrosa maestría con que esta obra ha sido concebida parece fifar por un momento eI movimiento en el espacio. Otra obra digna de mención es un espiéndido rhyton en fbrma de cabeza de toro (Fig. 26) encontrado en el pequeño palacio de Cnosos. Está hecho de esteatita, los oios son de cristal de roca,

los párpados de jaspe, siendo de nácar el blanco morro de la bestia. Entre las obras características de esta época se encuentran tres jarras de piedra, dos rhytons y una copa, esculpidas con figuras en relieve que han sido encontradas en la casa de campo de Haghia Triada. El primero de estos rhytons (Fig. 28) tiene forma de cono. Está dividido en cuatro zonas. Tres de ellas tienen representaciones de boxeadores en diversas posiciones, la otra nos muestra a un acróbata en el momento en que, eiecutando su salto por encima de un toro a galope, roza con sus manos la cabeza y los cuernos de la bestia. Al segundo rhyton, en forma de huevo de avestruz, se ha dado en llamar «Jarrón de los segadores». Está decorado con motivos que representan una procesión de hombres que lievan sobre sus hombros herramientas agrícolas, dirigida por un sacerdote o un príncipe vestido de bordada túnica y con un largo báculo en Ia mano. [Jnos músicos cantan al son de un instrumento musical. Se trata de una celebración cuyo sentido no ha podido aún ser

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descifrado. La copa (Fig. 30) es conocida bajo el nombre de «Copa del Parte» o «Copa del Jefe». A la derecha, bajo la forma idealizada que le dan los escultores minoicos encontramos a un ioven de pie delante de un altar con un cetro en Ia mano. Tiene largo el cabello y un collar rodea su cuello. Enfrente de é1, un hombre, tocado con casco y con Ia espada sobre el hombro, tiene un largo bastón coronado de un penacho de yerbas para las aspersiones rituales; detrás de é1, otros tres hombres sostienen pieles de animales. Se suponen pieles de toros sacrificados y ofrecidos en homenaje a Ia divinidad o al sacerdote-rey. Siguiendo otra interpretación, se trataría de una representación

teatral con niños como actores. Según el profesor Marinatos, los niños se entretenían a veces representando en los Teatros Reales cuando éstos no se hallaban ocupados por algún grupo escénico.

La más representativa y expresiva de las artes minoicas es sin género de duda la pintura, tal y como se ha desarrollado en Ia época palacial reciente. Se ha dicho con razón que incluso los grandes conjuntos arquitectónicos, como son los Palacios cretenses, tienen un carácter pictórico porque su masa, dividida en líneas horizontales por series sucesivas de techos planos, se pierde en un paisaie que varía en altura, creando con ello una distribución de masas más pictórica que plástica. Los muros polícromos y los pórticos de colores vivos subrayan aún más esta impresión. Los muros de las casas y de los palacios estaban recubie¡tos de frescos de alegre colorido. Los temas más frecuentes son escenas tomadas de la naturaleza o de las ceremonias religiosas. A la primera categoría pertenecen frescos excepcionales como «El Páiaro Azul» (Fig. l5) de la «Casa de los Frescos» de Cnosos: entre rocas aparentemente estratificadas y una vegetación exuberante aparece el Pájaro Azul; el famoso fresco de «Caravanserail» de Cnosos (Fig. 17) en el que sobre un fondo de rocas y plantas se pasean las perdices; los dos frescos de la casa de Amnisos: Iirios blancos en uno, y flores de lis roias en eI otro, crecen simétricamente entre otras plantas sobre un fondo de gradas. §¡ «los Apartamentos de la Reina» en Cnosos, delfines y otros peces nadan en una decoración de rocas, de algas y de erizos de mar. Estos frescos datan de 1600 a 1500 a. C. Otra serie de frescos algo más antiguos es única. Se los llama «miniaturas» dadas las pequeñas dimensiones de los temas tratados. Datan de un poco antes de 1600 a. C. y son escenas de numerosos personajes, danzas de sacerdotisas en el bosque sagrado de olivos de Cnosos, reunión de una muchedumbre de hombres y de muieres, adoradores que esperan la aparición de la divinidad. t4

Poco más tarde las representaciones de personajes adquieren dimensiones normales. Uno de los frescos Áás característicos de este género es el de la «tauromaquia» (Fig. 16), en el que hombres y mujeres, cuando el toro se encuentra en una suerté de «galope volador», lo agarran por los cuernos saltando sobre sus iámás. En este fresco están representadas simultáneamente varias fases de este juego que debía tener, según se supone, carácter religioso. composición de un frescó conocido po. el "rrom_ ,bre Otra_hermosa de «Las Damas f,2rrlgs» ha sido conservada, ar.rqrr. sólo frag_ mentariamente (Fig. I9). Se ha restaurado teniendo .o-o p"ui, otras composiciones análogas descubiertas en el palacio Micénico de

Tirinto. Todos estos frescos representan ceremonias religiosas. Tam_ bién pertenece a este género la famosa «parisina» de grandes ojos ne_ gros, que data de 1500 a. C. El «nudo sagrado» que lléva en la espalda significa que se trara de una sacerdotisá o de una diosa y ..,"po". que esta figura forma parte de una composición que representaba una escena de ofrendas a diosas o al ioven dios de la vegetación. Los especialistas estiman que el gran fresco de centenares de portadores de ofrendas (Fig. l-2) que decora el corredor sur dei Palacio de Cnosos, es algo más reciente. Jóvenes de cuerpo es_ belto y ágil, pertenecientes al personal del Templo, ,u".rrrl, ,o._

teniendo en sus manos recipientes y «rhytons»; otras figuras de hombres vestidos de largas túnicas i.menirras, quizás mísicos, y una sacerdotisa que representa a la diosa, forman parte de está procesión. De esta gran composición se cree que dibe provenir el- joven «Príncipe de los Lirios» (ver más adeünte). paiece que tales procesiones tenían lugar en fechas fijas, en los palacios mi_ noicos. Ellas permitían al pueblo admirar el contenido de los te_ soros sagrados de los palacios y terminaban en un lugar determi_ nado donde se ofrecían libaciones a la divinidad que era represen_

tada por sacerdotisas o por miembros de la familia real.

Fn las grandes composiciones se emplea un procedimiento original: Combinación de pintura y de esóultura, .i f..sco .n ,._ lieve. IJna vez modeladas con un mortero especial, las figuras se aplican a las paredes y son pintadas. El bello «Príncipe de los Lirios » perrenece

a esra escuela

(Fig. 20).

^ cuerpo arroganre esrá cefudo Su con el cinturón minoico f ff.í, sobre su cabeza una corona hecha con lirios y plumas de pavo. Se. supone que su mano izquierda llevaba, atadt á una cuerdá, un animal sagrado, grifo o esfinge, motivo conocido por el relievá de una caia encontrada en Micenas. La Cabeza de Toro (Figs. 10, 11 y 12 y cubiertas) de la entrada Norte del palacio ai Cnosos, así como las diosas o los mortales sentados, encontrados en psyra,

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Creta Oriental (Museo de Heraclion), han sido realizados según el mismo procedimiento. Hacia 1450 a. C., azota sin piedad a Creta una terrible catástrofe. Ciudades, palacios, casas, poblados, todo es reducido a un caos de piedras y barro; en muchos casos el fuego viene a completar la lúgubre obra. Según lo ha demostrado el profesor Marinatos, este cataclismo fue debido a una terrible erupción del volcán de Santorin, seguida de sucesivos terremotos' Toda una parte de Santorin quedó sumergida. Un oleaie de una fuerza y altura excepcionales arrasó literálmente toda Ia costa del norte de Creta, destruyendo su flota

y' sus puertos. A partir de esta época todos los grandes centros minóicos tueron abandonados, excepto Cnosos. El Palacio sigue siendo habitado, pero por otras gentes. ¿Quiénes eran los recién llegados?

Esta pregunta quedó sin respuesta durante mucho tiempo, pero .. rrpot. hoy que, algún tiempo después de la catástrofe, aqueos, p.o..d..rt.. áel Peloponeso, invaden Creta, se instalan en Cnosos y hrbitu, el Palacio, y así la ciudad comienza de nuevo a vivir' La de los otros centros se habria refugiado en las población ^montañas indígena p".u h,ri. de la matanza, la esclavitud, y el establecimiento forzoso en otros lugares, incluso fuera de Creta, como era costumbre en la época. Tres mil tablillas escritas en lineal B descubiertas en distintos lugares del Palacio dan fe del establecimiento de los aqueos en Cnosos. Esta nueva escritura es una modificación del lineal A, primera escritura minoica después de los jeroglíficos. La lengua á. ..trt tablillas es el micénico, forma primitiva del griego' La aparición de los micénicos provoca otros cambios. En Cnoaoa, pa.ó solamente en Cnosos, reaparece la cerámica de estilo r."i, io, nuevas formas, ánforas de tres asas de bordes anchos y aplastados, copas profundas, etc. Los motivos decorativos siguen lirios, peces, pulpos, rosetas, y también siendo flores áe papiro, -y yelmos (Fig. 32) iscudos octogonales. En la decoración de las los páiaros hacen su aparición por primera vez' larras ' También cambia el estilo, que ahora es menos realista, haciéndose cada vez más abstracto. Esto se debe no sólo al gusto de la nueva población, sino además a que la visión artística de la época parece estar saciada de tanto naturalismo. Se ve aparecer una tenáencia a la abstracción y, suavemente, las antiguas escenas llenas de vida y de movimiento deian su lugar a decoraciones más esquemáticas. En esta época fueron realizadas las grandes ánforas y iarras del palacio de Cnosos, decoradas muy a menudo con reliet6

ves de «Hachas Dobles, y de flores de papiro. Esta tendencia se aprecia en los frescos de la misma época. Pueden verse, a derecha e izquierda del Trono, en la Sala del mismo nombre del ala Sur del Palacio de Cnosos, grifos (Fig. 6) rodeados de diferentes motivos decorativos rosetas- y con flores de papiro sobre sus melenas.-espirales, IJna obra única por sus representaciones pictóricas, muy importante porque nos ilustra en 1o que al culto de los muertos se refiere, es el famoso sarcófago de Haghia Triada (Fig. 22) que se halla en el Museo de Heraclion. Es de piedra y esrá pintad; por sus cuatro lados. El iado reproducido en Ia lámina muestra dos nDobles Hachas,, sobre las que se encuentra una divinidad bajo la forma de un pájaro. El mango de cada hacha está ¡ecubierto de flores y se apoya en una base gradada. Más lejos enconrramos dos sacerdotisas; una con la cabeza coronada, transporta en cubos la sangre de un toro que acaba de ser sacrificado, la otra recoge los cubos y ios vacía en un recipiente mayor colocado entre lás dos dobles hachas. Esta escena, a la que acompañan las notas de una lira de siete cuerdas pulsada por un hombre, músico vesrido de ropajes femeninos, pinta, según se cree, el momento supremo

del rito sangriento. La escena de la derecha es diferente. Se ve aparecer por un extremo, bajo un árbol sagrado, á1 muerto envuelto en pieles de

animales salvajes. Detrás de éI, un sarcófago o un pequeño templo, y delante de él un altar al que se llega por unas gradas. Tres sacerdotes avanzan hacia é1, también ellos vestidos de pieles; dos llevan en sus brazos un animal, posiblemente un ioven ternero, y el tercero un barquito. La interpretación de esta pintura, qre noi ofrece una idea del culto de los muertos en la época minoica, ha intrigado grandemente a los arqueóIogos. Como el muerto se encuentra en un nivel más bafo que el resto de los personajes y parece salir de la tierra, se ha supuesto que podría tratarse de una identificación del muerto en el joven dios de la vegetación, resucitado gracias a la sangre del sacrificio. Según los especialistas este sarcófago dataría de 1400 a. C. Los obietos encontrados en algunas tumbas (yeimos de bronce, colmillos de jabalí, un nuevo tipo de espadar etc.) constituyen un testimonio elocuente del espíritu guerrero que en estos momentos reina en Cnossos. Poco después, hacia 1400 a. C., repentinamente se abate sobre Cnossos otro nuevo desastre, terremoto o invasión de aqueos de Ia Grecia Continental. El Palacio es deñnitivamente destruido y ya no volverá a reconstruirse.

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Epoca Postpalacial Entramos en una era de decadencia. Ya no es precisamente Creta la que domina el Egeo y los otros mares' El centro de la actividad civilizadora se ha desplazado al Peloponeso, en Ia G¡ecia Micénica. El minoico no es ya más que la sombra de sí mismo. No se ve ya en Creta creación a¡tística alguna digna de ser mencionada. Como contrapartida, aparecen en Grecia, de la misma época, obras muy importantes inspiradas en la tradición minoica y quizás ejecutadas por artistas minoicos. Parece también que algunos artesanos minoicos se establecieron y trabajaron en Egipto. Las antiguas colonias minoicas caen en manos de los micénicos y el inmenso palacio de Cnosos, que otrora palpitara de vida, ahora está habitado por vulgares mortales que reparan algunas de las partes del mismo que aún permanecen en pie y que incluso llegan a instalar en é1 un horno destinado a los menesteres de la cerámica. Debieron existir otros reyes en Creta, por Io que tradiciones griegas más recientes nos manifiestan; pero los palacios que ha-

bitaron no han sido aún descubiertos. Las excavaciones han puesto a la luz del dia un gran edificio en Haghia Triada y una gran casa micénica en Tilisos. Los florecientes poblados antiguos son ahora habitados pobremente, mientras que las ciudades de Cnosos y de Festos conservan aún un cierto lustre y siguen teniendo relaciones con el extraniero. Todavía poseen alguna riqueza, según se puede ver por las ofrendas encontradas en las tumbas (cementerio de Zafer Papura

en Cnosos). Se entierra cada vez más a menudo a los muertos en sarcófagos en forma de bañera o rectangulares, con una tapa y que pueden contener dos cadáveres; éstos son colocados en cámaras funerarias talladas en la roca. Hacia el fin de la época micénica, se comienza a incinerar a los muertos. En alfarería, la ornamentación se va haciendo más esquemática. Los antiguos motivos llenos de savia, son desechados a partir dei s. l3 a. C. y más ta¡de se hacen incluso difícilmente reconocibles. Entre 1200 y 1100 a. C., domina el elemento puramente decorativo. La escultura está en plena decadencia. Las figuras de bronce y de barro cocido son obras secas y sin vida. Por vez primera, se fabrican para eI culto estatuas más grandes, pero menos que de tamaño real (Garzi, Gurnia y más tarde Karfi). Estas estatuas tienen los b¡azos elevados en una actitud orante. Sus cuerpos, envueltos en vestiduras, dan la impresión de cilindros a cuya base

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se hubieran agregado un par de pies. Sus rostros son feos e inex_ presivos. _ El grabado y el trabaio del metal presentan parecidos síntomas. Por ello, uno se sorprende de encontrar a ueóes en las capas de esta época objetos y joyas de una alta calidad artística. Cuando, hacia ll50 a. C., las tribus helénicas del noroesre,

dorios y otras, que no habían tenido contacto alguno con la civi_ lización micénico-cretense, descienden hacia el §ur, las primeras en caer son las ciudadelas micénicas. poco después, loi dorios pasan a Creta, dando el golpe de gracia a una civilización durante mucho tiempo agonizante y preparando, así, una era nueva que no tardaría en dar sus frutos. _ _La antigua población minoica no ha desaparecido. IJna parte de la misma, absorbida por los invasores, ha aáoptado la lengria de éstos. La otra, en la Creta Oriental sobre todo, conservó lá suya propia durante siglos (Praisos) y la escribían usando el alfabeio helénico incluso en el tercer siglo antes de nuestra era, como lo atestiguan las inscripciones descubiertas. _ El recuerdo de los grandes reyes minoicos, de su potente flota, de. su.s inmensos palacios y de todos los elementos dé h grandezá minoica han permanecido durante siglos en la memoriá de los helenos de la época histórica y ha daáo pie a leyendas trenzad.as en torno a Minos, al Laberinto y a Ariana, tales como nos han

sido legadas por los siglos.

Palacio de Cnosos El Palacio de Cnosos, tal como lo vemos hoy reconstruido, di_ fiere sensiblemente de lo que era en la época minoica. La colina de Céfala, sobre la que se incuentra, avanza suave_ mente dentro del valle del río Catsambas, el antiguo Kairatos, deiando al Este una colina mayor, profitis Helias. El costado Oesté de la colina ha cambiado de aspecto, a causa de la gran cantidad de

tierra originada por las excavaciones que ha sidó depositada en este lado.

La gran ciudad minoica rodeaba la colina de Céfala y alcanzó con el tiempo los collados vecinos de «Gypsades», donde i..rr.or_ traban las canteras de piedra caliza. Belloi chalets y casas burgue_ sas se apiñaban en torno al palacio y las necrópoiis se extenáían en todas direcciones. La situación de Cnosos explica su desarrollo. podía comuni_ carse con toda facilidad con el interior de la Isla y se encontraba

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a una distancia muy pequeña de la costa Norte, cerca de las arenosas playas que permitían arrastrar a las naves a tierra. Además, tr.r prr..io, (hoy Catsamba, Amnisos y Hagioi Teodoroi) ofrecían toda facilidad a su potente flota y a su importante comercio. No parece probable que su río fuera navegable, pero esto no constituía un impedimento mayor. No poseía murallas sino que estaba rodeada de iardines, viñedos y campos de olivos y dotada gracias a su río de una rica vegetación. Píndaro la llama «Cnosos, la de los muchos árboles» (,polidendros»). Desde lo alto de la colina el inmenso Palacio dominaba la ciudad. Lo que hoy vemos data de la época palacial reciente con algunas transformaciones ulteriores. Se calcula que eI Palacio con ius dos patios interiores, sin contar Ios anejos, tenía una superficie superior a los 20.000 metros cuadrados. Tenía, como todos los Palacios minoicos, dos patios: uno al Oeste y el otro el gran patio central a cuya izquierda y derecha se levantaban las dos alas principales del inmetto edificio. En Cnosos, el ala occidental tenía trés pisos y se cree que la oriental tendría cinco' El Palacio completo debía poseer más de tres mil habitaciones en las que vivian y- trabaiaban millares de hombres. Entrando por el patio del Oeste, encontramos una fachada construida con bellas piedras cuidadosamente talladas y pueden aún verse, en no pocos lugares, las huellas del incendio que destruyó esta espléndida construcción. Girando hacia el Sur, entramos poi Iu prre.t" Oeste en el cuerpo principal del Palacio (habia cuai.o prértas, una en cada uno de los cuatro puntos cardinales)' Esta puerta tenía una columna y daba acceso a una Sala de Guardía y un Recibidor con su Trono. En la última época, las. paredes artutu, cubiertas totalmente de frescos con representaciones de «Tauromaquiar. Llegamos después al corredor de la «Procesión», pintado en toda su largura con frescos representando aproximadamente 500 personaies de tamaño natural. Desde aqui, antes de girar al

Éste, debemos echar un vistazo al soberbio paisaie: el torrente

y en un segundo plano las colinas «Gypsades» (Fig' 5) y el «Caravanserail». De este punto parÚa la carretera que condutia al interior de la Isla. El corredor de la «Procesión» continúa hacia el Este, llevándonos a los pórticos Sur (Fig. 1-4), entrade Vlikia

da monumental del primer piso (Fig. 5), donde se encontraban los grandes salones de recepción. Este corredor nos lleva igualmente al gran patio central. De aquí, girando hacia el Oeste, penetramos en ñ Saú ¿et Trono de Alabastro (Fig. 6) y podemos visitar los dos tesoros sagradós (Fig. 5) que se encuentran al lado, ver 20

las dos Columnas sagradas con la Doble Hacha y avanzar por el

largo pasillo al que dan las l8 salas-almacén (Fig. l3). El ala occidental tenía un carácter oficial y religioso pues en ella se depositaban los objetos sagrados. Todo respira Ia idea de la divinidad que los minoicos creían omnipresente y cuya protección anhelaban. El ala oriental del Palacio está dividida en dos por un corredor

central que va de Este a Oeste (esta disposición se repite en todos los pisos) que separa los talieres y los almacenes de gigantes vasos de la parte Sur donde se encontraban las habitaciones del rey, de la reina y la Gran Sala del Trono. Cuatro secciones de la hermosa y monumental escalinata y el comienzo de Ia quinta han sido salvadas, con lo que podemos hacernos una idea casi perfecta de la disposición de estos lugares que recibian la luz del día a través de «pozos de luz». Si descendemos la escalera, llegamos al Pórtico de las Columnas y a la Sala de las Dobles Hachas en Ia que, junto al muro Norte, puédense aún distinguir las huellas de un trono. Esta sala en su parte Este posee numerosas puertas y está rodeada de una terraza. Más hacia el Sur, Ilegamos, a través de un oscuro corredor, a las habitaciones de la reina adornadas con f¡escos de «Delfines», en las que no faltan ni la sala de baño, gl «pozo de luz» (Fig. 7) y la terraza. En los talleres podemos contemplar aún piedras preparadas para ser convertidas en recipientes por los artesanos de Palacio, En ellos fueron concebidas y eiecutadas obras de arte tan bellas y delicadas, buscadas con tanto afán por su extraordinaria calidad. En esta misma área debieron ser realizadas las famosas jarras de finas paredes, llamadas por ello «Cáscaras de huevo».

Si volvemos al patio central, podemos distinguir al Norte la parte izquierda de la entrada Norte (Fig. 12) con la hermosa representación del Toro en relieve (Cubierta, fig. ll). Por esta entrada pasaban en la época minoica los que venían de Amnisos o de otros puertos o los que a ellos iban. La Gran Saia de Columnas a la derecha y fondo del corredor ha sido bautizada como la «Aduana», pues, según se cree, en ella se efectuaba eI control de los que llegaban de los puertos antes de que pudieran entrar en Palacio.

El considerable número de bañeras de purificación, características de la arquitectura minoica, los símbolos grabados en las pilastras, los «cuernos de consagración» (Fig. 5) erigidos en algunos Iugares, todo lo que conocemos de la vida minóica, en fin, concurre a convencernos de que el Palacio, residencia del rey, era además considerado como lugar santo, donde se celebraban constantemente, 2t

unas veces en su interior y otras en el teatro del patio central, ceremonias religiosas. «Cuando, más tarde, el Palacio cayó en ruinas, no quedó de su antiguo esplendor sino el trazado de sus corredores y habitaciones y harapos de los frescos de la «Tauromaquia» sobre los muros de las entradas. Entre estos escombros, algunas aberturas permitían descender los numerosos peldaños de la escalera Este. Es en este momento cuando la página más prestigiosa de su historia

ha sido escrita. Ahí, en estos oscuros subterráneos en los que, al descender a ellos, una inmensa angustia invade el corazón, nació el mito del «Laberinto» que tanta impresión produio a la raza aún joven de los Helenos. Esta palabra se convirtió para ellos en el símbolo de lo complicado, de lo inextricable, de aquello de lo que nadie puede librarnos. De los toros que veian sobre los muros su imaginación creó el Minotauro y nadie osó famás habitar estos lugares sobre los que por la noche se cernían los fantasmas de Minos y de Pasifeo, de Dédalo y de Icaro, de Teseo y de Ariana. Sobre sus ruinas crecieron grandes cipreses y el lugar que el antiguo Palacio ocupara se convirtió en un bosque sagrado dedicado a la antigua divinidad del lugar, Ia diosa fts¿.» (Marinatos).

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BIBLIOGRAFIA Las excavaciones de Cnosos y la restauración del Palacio son la obra del sran arqueólogo inglés Sir Arthur Evans. En su obra monumental Palace of Minos, sire¡te dé enciclopedia minóica, puede el lecro¡ encontrar rodo ripo de detalles relativos a la civiliza-

ción minóica.

Un libro excelenre, con los úhimos descubrimientos de la ciencia hasta 1968, con una riquísima colección de fotograñas y de mapas, asi como una guia de los tres grandes palacios, es el del arqueólogo St. Alexiou, Director del Museo de Heraclión y Efeso, sobre la Creta Central y Oriental, bajo el título de La Cioilización Minoica, Aetaclio¡ 1968 (2." edición publicada en Griego). Sp. Marinatos - M. Hirme¡ hacen una presentación documentada del tema con fotos y planos excepcionales en su inreresanre obrt Creta y la Grecia Micénica (la edición giega está agotada, 1959, pero ha sido publicada en francés, inglés, alemán'y español). J. Boardman, Preclassical, from Crete to Archaic Greece, 1962. Chr. Lervos, El arte en la Creta Minoica y Micénica, 1956. R. Matton, Creta Antigua, 1955, Fr. Matz, Crcta, Micenas y Troya, 1956. Fr. Matz, Creta 9 Grecia Primitioas, 1962. S. Pendleburg, Vademécum del Palacio de Minos. R. Higgins, Arte Minoico I Micénico, 1967. N. Platón, C¡¿ra (Ediciones Nagel, Ginebra 1966). H. Alexiou, Guía del Museo Arqueológico de Heraclion.Atenas 1968 (en Griego, Inglés, Francés y Alemán). Creta, guía turística, histórica y arqueológica, Heraclion 1964 (en Griego, _ .St. Spanakis, Inglés y Alemán).

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PLANOS

]. Cnosos. Plano del Palacio antes del desast¡e de 1400 a. C. l. Pario Oeste, 2. Pó¡tico Oeste, 3. Cor¡edor de las P¡ocesiones,

4. Escalera del hipostilo (s. Pl. 2),5. Entrada Sur, ó. Pórtico Sur,7. Escalera al primer piso,8. Patio Cen¡ral,9. Ha-

bitación del Trono de Alabastro, 10. Santuario Tripartito, 11. Tesoro del Santuario,

12. Co¡redor de los departamentos del Almacén Oeste, 13. Gran e_scalinata, 14. Columnata, 15. Habitaciones de la reina, 16. Hacia el Pórtico Norte, 17. Area dedicada al Teatro, 18. Casas, 19. Casa de Aduanas. 2. Cnosos. Reconstrucción de la escale¡a del hipostilo del lado extedot y Sur del Palacio. 3. Cnosos. Reconstrucción de parte de la fachada (mirando desde el Patio Cenrral) del ala Oeste del Palacio. A la izquierda: fachada del Santuario Tripartito. Centro: escalera. A la derecha: entrada a la Sala del T¡ono.

I,AMINAS l.

3. 4.

Palacio de Cnosos. Pórtico Sur, entrada monumental, que conducía al visitante a ¡ravés del Cor¡edo¡ del fresco del Apararo al primer piso del ala occidental (Piano Noble). Palacio de Cnosos. Parte del mu¡o del ala occidental de la sección sur del Pórtico Sur. Una vez reconstruido, ha sido decorado con representaciones del «Porteado¡ de rhytons» y otras ñguras fantásticas análogas, sob¡e el modelo del fresco del Aparato. Los originales están expuestos en el Museo de He¡aclion. Palacio de Cnosos. Pó¡tico Sur vis¡o del N. E. (vista parcial). Palacio de Cnosos. Fachada del Pórtico Sur, visto desde el N. A la izquierda los cuernos de consagración que estabm sobre una venrana entre el Corredor del Aparato y la prolongación de «los pozos de luz» del Pórtico. En un segundo plano de Ia colina de Gypsades y al fondo la cumb¡e del monte Yukta. Palacio de Cnosos. Vista de una grm sección del ala occidental del Palacio. A la izquierda una parte del patio central y departamentos de Ia planta baia del ala occidental (sección del Santua¡io Tripartito, antecámara de las Criptas y Tesoreria del SaDtuario). Palacio de Cnosos. Sección de Ia Sala del Trono en la planta baja del Palacio. Sobre la pared del muro Norte ha sido encont¡ado intacto el «T¡ono de Minos». A una y otra pa¡te del Trono encontramos las representaciones pictóricas de dos grifos sin alas, símbolo de autoridad real y divina. Los bancos de piedra estaban destinados a unas dieciséis personas que se reunim allí para sus consejos con el rey, jefe supremo. Palacio de Cnosos, Ala o¡iental. El «megaron» de la reina (lado N.O.). Ventana de triple batiente (solamente es visible una pafie). IJna puerta se abre sobre Ia pared del muro oriental que conducia a un Pórtico con dos pilares y «un pozo de luz». En el lado O. del umegaron de la reina» encontramos una alcoba, que servía de sala de baño, con una bañera a la entrada de la pieza. Los muros que enmarcan la entrada del lugar han sido decorados con el uFresco de los Delfines, reconstruido, cuvos fragmentos han sido hallados gracias a las excavaciones. Palacio de Cnosos. Detalle del «F¡esco de los Delfines, del nmegaron de la ¡eina,. Los fragmentos auténticos de es¡e fresco esrán expuestos en la Sala XIV del Museo de Heraclion. Palacio de Cnosos. Pa¡te de la Sala dc Palacio del ala occidenral encima de Ia Sala dcl T¡ono. El pequeño patio ioterior (pozo de luz) restaurado, nos da una idea de este elemento caracte¡istico del Palacio minóico. Los originales de los f¡escos ¡econstruidos provienen de dive¡sos lugares del Palacio y están expuestos en el Museo

de Hc¡aclion. Palacio de Cnosos. , Mur¡lla,, del ala occidcntai de la cntrada N. con su columnata reconst¡uida. El muro está decorado con una reproducción del exceleote f¡cscc¡ con la representación en relieve del Toro ent¡e los olivos (\'er fig. ll y cubierta).

ll. 12. 13. 14.

Palacio de Cnosos. La cabeza del Toro del fresco de la «muralla» occidental de la entrada N. del Palacio de Cnosos. Está expuesta en el Museo de Heraclión. Palacio de Cnosos. Ent¡ada N. En primer plano una parte de la sala de pilares llamada la uAduana,, (v. texto). Uno de los almacenes (bodegas) de la planra baja del ala occidental. Palacio de Cnosos. «Pithos» decorados con cue¡das onduladas en relieve y medallones,

15. Museo de He¡aclion. (El cos, de Cnosos.

Pájaro Azul», fresco proviniente de «la Casa de los Fres-

16. Museo de He¡aclion. Fresco de la

uTau¡omaquia» (corrida de roros) provinienre del ala oriental del Palacio. 17. Museo de Heraclion. Fragmento del fresco del «Hotel», proviniente de Cnosos. 18. Museo de Heraclion. Dos frescos provinientes de la famosa casa de Amnisos. En el primero están represenaados lirios blancos, en el segundo flores de lis rojas. 19. Museo de Heraclion. Fresco de «las Damas Azuleso del ala oriental del palacio de Cnosos.

20. Museo 21. 22.

de He¡aclion. Famoso f¡esco en relieve (completado) Ilamado generalmente «el Principe de los Li¡ios». Representa a.l rey-sacerdote, identificado por la conciencia minoica como el joven dios. Museo de Heraclion. Sarcó1ago de piedra, único por sus representaciones pictóricas, de Haghia Triada. Sus cuatro costados están decorados con excelentes refroducciones relativas al cul¡o de los mue¡tos deificados. Museo de Heraclion. Magnífico fresco del Palacio de Cnosos llamado «la pa¡isina, El nudo sagrado sobre sus espaldas indica que se t¡ata de una sacerdotisa o de una diosa.

23. Museo de He¡aclion. Joya de oro de un arte consumado proviniente de Mallia. 24. Museo de Heraclion. Dos estatuitas caracteristicas de las diosas de las selpientes, 25. 26.

,a

29. 30. 31.

,2.

provinientes de las criptas del Sanrua¡io Central del palacio de Cnosos. Museo de He¡aclion. El ac¡óbata. Excelente figurita de marfil proviniente de Cnosos. Museo de Heraclion. Copa de libaciones en forma de cabeza de toro. IJna de las obras maestras de Ia plásrica minóica. Museo de Heraclión. El «Disco de Festos». Museo de Heraclion. Rhyton cónico de esteatita, decorado con representaciones de concursos atléticos en cuatro bandas, proviniente de la casa de campo de Haghia Triada. Musj'o de Heraclion. Copa de libaciones de esteatita negra, llamada el «rhyton de los Segadores,, proviniente de la casa de campo de Hághia Triada. a\I¡:s9o'd9 Heraclión. Recipiente de esteatita negra, llamado «Jarro del Jefe, o (Jarro del Oficial,. Museo de Heraclion. «Pithos» con la decoración característica de las Dobles Hachas en medio de plantas y rosetones, proviniente de Cnosos. Museo de Heraclion. Jarra de libaciones. Recipiente de barro cocido de una extraña belleza proviniente de la Necrópolis del pue¡io de Cnosos, la actual Cats¿mba. El pequeño escudo en forma de ocho que decora eo relieve el cuello de la ¡arra indica su carácter religioso. Su decoración pictórica consiste en flo¡es de lito, pulpos, etc.

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