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STANDARDS NO STANDARDS A propósito de las entrevistas preliminares, del control y de la duración de las sesiones

Este texto, redactado por Colette Soler, ha sido preparado con la colaboración de: Jacqucs Adam, Joseph Attié, Guy Clastres, Hugo Frcda, Franz Kaltenbeck, JcanPierre Klotz, Guy Leres, Ronaldo Portillo, Antonio Quinet de Andrade, Charles Schrcíber, Fran9oise Schrciber, Esthella Solano Suarez, Annie Staricky, Herbert Wachsbcrger.

Standard y no standard es un título que adquiere su sentido a pruiir de la polémica introducida en el psicoanálisis por la enseñanza de J acq ues Lacan. La cuestión que plantea es la del Otro, la IPA, de la que extrae la oposición de sus términos. En efecto, es la IP A quien, por haber promovido una reglamentación standard susceptible a sus ojos de identificar al psicoanálisis, creyó poder arrojar fuera del campo del psicoanálisis, como disidente, no standard, la práctica misma de Jacques Lacan. Sin embargo, Lacan había partido de un retorno a Freud, o sea de una exigencia de ortodoxia. La cuestión, refonnulada en los términos del comienzo de su enseñanza, se vuelve: freudiano o no freudiano. ¿Qué es lo que está en juego? Algo esencial. Se trata nada menos que de defínir las condiciones requeridas para que un psicoanálisis sea un psicoanálisis. O dicho de otro modo, ¿en qué reside el carácter analítico de una práctica?. Primera respuesta, incuestionada: el eje de un psicoanálisis es el procedimiento freudiano. Ahora bien, ocurre que el procedimiento inventado por Freud hace surgir una disimetría: el analizante tiene su "regla fundam en100

tul", el analista no. El primero no deja d e saber lo que tiene que hacer, puesto que la asociación libre es la exigencia, podem os de-cir, standard, que define su tarea. Nada semejan te e xiste del lado del analista. Ciertamente, Freud d efine su función con un término, interpretación, por el que se prescribe una fina lidad, el d esciframien to, el cual se opone a las dos fina lidades mayores del dominio, gobernar y educar. Esto nada dice, sin embargo, sobre cómo efectuar t~sla función-interpretación. De hecho, la cuestión sobre lo que dl:be reglar la intervención del analista se plantea d e inmediato p aru los psicoanalistas, qu edando bien claro que si a la asociación se In llama libre, la interpre tación no lo es. Tiene en la transferencia Mus condicio nes, pese a dejar a discreción del analista los m omento s, el núrnero, Jos términos y el campo de su s intervenciones, on donde la asociación, en cambio, no deja al an alízante elección uinguna y lo determina. El ¿cómo hacer? queda a cargo del analista , pues no hay r egla fund amental qu e se lo d iga. Hay pues, incripto en el procedimiento freudiano, una h iancia cutre el saber y el analista en cuanto a las finalidades y efectivi7.ación de su intervención. Esta hiancia pr~para en el núcleo del dispositivo ·analítico el lugar d e la impostura virtual. La enseilanza tk Lacan no cesó de rodearla y de reformularla y, desde los comienzos, los analistas t estimoniaron qu e la sufrían. En este pun to, lu historia lo muestra, ubicaron primero el modelo - solución individual- y luego e~ standard - solución institucional-. Es decir, t¡ue a falta de un saber cuándo o cómo-hacer, se esforzaron por hat:er-como; como Freu d al principio, según lo t estimonian sus prirucros discípulos; después, como las reglas instituidas lo prescritwn para cada uno, luego de haberlo prescripto para su didacta. lacan barre ese como-los-otros, y su pretensión de suplir la garan1f¡t que falta, con un: simples hábitos. Se une en esto a Freud, quien no evocaba jamás su téc nica sin cuidarse de alertar contra la imiludón, precisando que no hacía de ella una regla. ¿Se trata de la l)llcrta abierta a una práctica sin r eglas? Pregunta mal planteada que la enseñanza de Lacan nos permite corregir, la verdadera es enher qué las justifica. La pregunta no es standard s o no standards, liino validados o no. Lacan responde a Jas preguntas planteadas por la práctica anatil ica a partir de los fundamentos mismos de la experiencia en rela¡.:jón a las Cüales los hábitos y presiones de grupo carecen de peso, au nque no d e efectos. Así en su práctica modifica, en efecto, el

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tiempo de las sesiones, pero en función de un punto de doctrina esencial. Tam bién mantiene, por ejemplo, la regla de acostar al paciente. ¿Por qué? Freud la justifica vagamente como favorable a la asociación. Lacan la funda, desde el principio de su enseñ.anza, en su distin ción del otro imaginario, el semejan te, del Otro de la palabra al que el rechazo del cara a cara deja c.l campo libre. Así como agrei:,ra a las reglas establecidas la de las entrevistas prelíminares, y modifica aquellas otras, previas, que organizan los controles. Aban tan aberrante como éste: el rechazo , a veces de hasta el 90% de ~ ·s candjdatos presentados con opinión favorable del analista. A \.'1 iterios perfeccionados, ¡el candidato fa Ita! A la luz de t:sto. no rece que los institutos hay an avan zado mucho desde en tonces.

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FALTA DE FUNDAMENTO

Ese rápido vistazo hist órico sugiere algu nas observacio nes. Vem os en prim er lugar que la preocupación por definir stanfl¡trds que permitan reglar la práctica a nalítica fue. muy pront o una preo cupación de la comunidad internac ional. Los problemas de la f., rmación de analistas y las cuestiones concern icn tes :.JI t ielll po en p·ücoanálisis estuvieron dl~ en tntda en el corazón de Jos d ebates. ~orprende notar que cuarenta afios más t ard e conti tu ycn los misllls o bstáculos puesto que es respecto de ellos que Lacan pudo ~t p arece r como un insumiso del psicoanálisis. En todo caso, es p ak nte q ue el esfu erz.o d e la Asociación Internacional para con trolar t11 práctica analítica tomó como palanca la standarización de los procedimientos de formación. El objetivo es claro y lógico: para rq~lar al psicoanálisis, reglar al analista. La instit ución se planteó ~csde el comienzo como el agente d e esta regulación y como el &ujeto supuesto saber las normas. ¿Cómo no observar, en la instaura ció n de esas normas, el peso ~·: razones externas y la falt a de fundamento intrínseco? Desde el vamos las razones provenien t es del campo del psiV'.análisis en extensión fuero n primordiales. Así estaban preparad• ,s, en 1920, para cambiar los hábit os d e tiempo y pard disponer in 1a form ación rápida para llegar a más gent e y más rápido. lguallu •:nte es el realismo, incluso el oportunismo, el que en el co nIr xto político d e la d écada de pre-guerra arregla las condiciofi•· s de emigración posible para los analistas y sostiene el proyecto ~¡- internacionalizar la formación. En cuan to al diálogo América/

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=

e bien claro que está ?,autaclo por la relación de fuerza clono!. De ahf la observacton de Lacan en 1953: "El mantettimJento de las normas cae más y más en el orbe de los intereses del grupo> como se manifiesta en los Estados Unidos do nde ese grupo representa m1 poder . Entonces se trata menos de un standard que de u n standing". (Variantes de la cura tipo, en Escritos. Siglo XXI>p. 95). Esos fenómenos surgen, sin duda, de la inevitable inserción del psicoaná]isis en el mundo. Sin embargo> su contingencia histórica, junto a la falta de criterios analíticos, acentúa por con traste la notable estabilidad del modelo propues to, así como la exigencia incondicional a él ligada. Como si el Jegalismo más contingente e inerte concentrase en sí la prenda misma d e la experiencia. Sorprende ver cómo las críticas hechas en nombre del psicoanálisis -y por las p ersonalidades más eminentes en el interior m ismo de la IPA (cf. Glover, citado al respecto por Lacan)- no afectó los procedimientos instituidos. Es de sospechar que una forma de entrada tan definitiva y tan rebeld e a la evolución debe depender de un modelo que ya estaba ahí y que está sostenid o por poderosas razones de estructura: precisamente el que Freud reconoció en la Iglesia y el ejército, y que hace lazo de otro modo que el psicoanálisis (cf. Situación del psicoanálisis y formación del psicoanalista en 1956, en Escritos JI, p. 198). Discurso del Amo, dirá Lacan. ENTREVISTAS PRELIMINARES EL ALGORITMO DE LA TRANSFERENCIA

No hay en trada posible en el análisis sin entrevistas preliminares, decía Lacan en 1971, en . una serie de conferencias intituladas le Savoir du psychanalyste. Históricamen te, esta práctica es una innovación. Ciertamente, al comienzo de un análisis, a todo analista siempre se le ha planteado la cuestión de aceptar o no la demanda hecha> y esta aceptación siempre tuvo también sus implicaciones diagnósticas ; es lo que Lacan formulaba con un "¿a quién acostamos?". Pero · de las ent revistas preliminares se espera otra cosa. Las entrevistas preliminares constituyen la modalidad técnica que responde a: "en el comienzo del psicoanálísis está la transferencia" (Proposition du 9 octobre 1967 sur le psychanalyste de rt:cole, en Scilicet, No l , París, Seuil, 1968, p. 18). Es preciso par·

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tir d e ahí: un psicoanálisis es el trabajo d e la transfcn:mcift, y en la& entrevistas preliminares lo que está en juego es poner a trabajar la transferencia. En tre la queja, que pide alivio, y la entrada en análisis, que su. pone el trabajo analizante, no hay con tinuidad. A los analizantoa, decía La can, "se trata d e hacerlos entrar por la puerta, qu e el anáU· sis sea un umbral, que haya para e11os una verdadera demanda. Es· ta demanda: ¿qué es de lo qu e q uieren desembarazarse? Un sín· toma. [... ] Yo trato de que esta demanda los fuerce a hacer un es· fuerzo... Es preciso en efecto que algo empuje". (Con[érence Ya· le University, en Scilicet, No 6/7, 1975, p . 32). Ahora bien, sólo el sujeto supuesto al saber, como pivote de la transferencia, permite situar aquello que hace del síntomél una "demanda verdadera". En efecto , el síntoma se vuelve analizable solamente a condición de incluirse en la transferencia. Partamos del algoritmo de la transferencia:

a

_____s_-_-_- - --+ sq ( s sl , s2 , ........ s") donde el S, "significante de la transferencia" , escribe la manifestación sintomática del sujeto que el paeiente presenta al analista y cuya demanda sostiene. Notemos que le lleva esta man ife stación a un analista cualquiera (Sq ), es decir reducido a su dcrinh.:ión de intérprete, de descifrador. La direcció n misma hacía el descifrador, m arcada por la flecha, implica una doble postuladón: t.JUcda supuesto , por un lado, el carácter cifrado del síntoma (desciframiento supone ciframiento) y, por el otro, la represt!lllutividad del síntoma. Es un h echo de experiencia que el sfnloma no conduce al análisis sino cuando cuestiona> cuando el analizanto capta ese incomprensible cuerpo extra ño como propio y portador de un sentido obscuro qu e lo representa como sujeto desconocido para sí mismo. En este sentido, el síntom a es cucstionumícnto del sujeto, o más bien, representante del sujeto harrado y no "agotado por su cogito" (Subversión del sujeto y dialéctica del deseo, en Escritos ! , p. 331). De este modo, por la transferencia, el síntoma es puesto en forma de pregunta, pregunta del sujeto, en el doble sentido del partitivo. Sin embargo~ la transferencia así planteada es muy a menudo, a decir verdad, previa al análisis. Está ahí desde que el síntoma es

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.-

. .._,lftlldo como analizable. Casi podría hablarse de transferenl i;.Oón el psicoanálisis. Sería preciso evidentemente reservar aquí Un lugar a los casos particulares, y sobre todo a la excepción, Pi'cud, como inventor del psicoanálisis. El momento de la demanda de análisis es aquel donde un

particular, analista cualquiera, se substituye al psicoanálisis en general. A partir de ahí queda aún por producir la fijación de la transferencia y ponerla a trabajar. Es preciso, en efect o, que ese analista venga a. sostener para el analizante la función de sujeto supuesto al saber, ocurre, se sabe, que el analizante se haya equivocado de dirección y que la fu nción esté para él ya fijada en otra parte. A nivel fe noménico, a menudo es el amor de transferencia quien testimonia esa fijación, pero el fenóm eno de estructura es otro: es una transferencia del lado del ana~ lista - en el sentido de desplazamiento- del saber que se supone puede responder a la pregunta. Efecto de histerizacíón inducido, señala Lacan por el dispositivo analítico. La transferencia fijada al analista es una transferencia primariamente demandante: demanda al Otro que responda. El análisis supone aún que de esa transferencia demandante, se haga una transferencia productora por el sesgo de la llamada asociación libre. El analizante está en el análisis en el lugar de aquel que trabaja -esfuerzo, dice Lacan- para que se elabore el saber que responda a la pregunta del sujeto; mientras que la operación del analista consiste en causar ese trabajo. Lo q ue escribe el algoritmo del discurso del Analista: ..E...--+_!_ (Radiofo nía y

s2 sl

Televisión, Anagrama, pág. 77). Son estas condiciones del análisis - transferencia analítica (o sea pregunta del sujeto), fija ción de la transferencia y trabajo de la transferencia- las que dan a las entrevistas preliminares sus obj etivos para cada caso. Nada que ver con la medición de una capacidad. Lo que es preciso subrayar, en efecto, es la incidencia del analista en aquello que se trata de obtener. El acto analítico está en juego desde esas entrevistas, se ubica ah f en el lugar de la causa y su efecto es el empuje-al-trabajo de la transferencia . .No podemos desconocer, desde el comienzo, la acción del analista en cuanto a este impulso q ue evocaba Lacan. La justa inserción del paciente en lu transferencia no es del orden de la aptitud. Depende, por cierto, sycho-Ana/ysis, 1928, 9, Jl. 1'/5· 141;- 1929, 10, 504-5 10 ; - 1933, 14, p. 155-159;- 1935, 16, 242-262;- 1937, 18, fl . 246-369. Ferenczi S. & Rand O. (1923), EntwecklunJ:oZiele der

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tnul.

123

INDICE

l.

PRESENT ACION

S

PROBLEMAS DE LA DJRECCJON DE LA CURA

7

l. Transferencia y contratransfere ncia M Silvestre, C. Dewambrechias, J.-1 Gorog, .T.-P. Klotz, F. Koehler, P. La Sagna, H. Menard, J. Rabanel, A . Staricky

9

2g

2. Cómo se psicoanaliza hoy: el acting-out

J. Chamorro 3. El acting-out en la cura psicoanalítica

34

Uert1rdo L. Maeso

39

4. Cómo se psicoanaliza hoy: sobre el acting-oul Osear Sawicke

44

S. Interpretación

B. Domb, M. S. Ferreyra, G. Lombardi, C. Marrone, l Vegh

53

6. "Ciertas concepciones de la cura"

Z. Lagrotta 11. ACTO Y DISCURSO

67

69

l . "Sctting", encuadre, discurso D. E. de Ab,arez

2. Psicoanálisis del encuadre psicoanalítico

81 J. C. Indart

3 . Standards no standards 100 C Soler, J. Adam, 1 Attié, G. Clastres, H. Freda, F Ka/tenbeck, J. -P. Klotz, G. Leres, R. Portillo, A. Quínet de Andrade, C. Schreiber, F Schreiber, E Solano, A. Staricky, H. Wachsberger

4. Poderoso caballero. . .

124

D. Bleger, G. Brodsky, J. L. Delmont, G. Réquiz Ill. FENOMENOS Y ESTRUCTURA EN LA CURA

129

J. La depresión

131

S. Cottet, R Cevasco, Jl.f. -R Krivine, R Leguil, D. Silvestre, M. Strauss 2. La cuestión del afecto

148

S. Basz, L. Erneta, R Nepomiachi 3. El analista restaurante (Acerca deself, yo y sujeto)

160

R Harari IV. MUJERES Y NIÑ OS EN PSlCOANAU SIS

171.

l . Acerca d e mujeres y niños en psicoanálisis

173

S. l Fendrick 2. Acerca de mujeres en el psicoanálisis post-freudiano M. Torres, N. Halfon

180

3. El psicoanálisis con los niños E. Laurent, R Lefort, E. Solano, M. Strauss

187

V. PSICOSIS

205

l. Acerca de la clínica de las psicosis

207

G. Miller, R Broca, C Duprat, M.-H. Krivine, D. Miller, A Quinet de Andrade, H Séré de R ivieres VI. SOBRE EL FANTASMA

223

l. La dirección de la cura, reflexiones sobre el fantasma

225

J. Aramburn, J. C Cosentino, A. Ariel, J. Kahanoff 2. El fantasma en análisis

240

E. Vida/, A. Godino, J. Forbes