Socrates

2015 ULAM Universidad de las Américas Humanidades Unidad I: Filosofía Título: Sócrates Subtítulo: Método Socrático M

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2015 ULAM

Universidad de las Américas Humanidades

Unidad I: Filosofía

Título: Sócrates Subtítulo: Método Socrático Moral Socrática Apología Socrática Anexos: Platón Aristóteles

Nombre: Byron Eliceo Ruiz Rivera Carnet: 15-42572-5 Aula: A-19

Managua, 22 de Marzo de 2015

Sócrates Sócrates (Atenas, c.469 a. C. - 399 a. C.) filósofo considerado el fundador de la filosofía moral o Sócrates no dejó escritos, por lo que las siguientes fueron atribuidas por sus discípulos Antístenes y

griego, axiología. citas le Platón.

Biografía Sócrates fue hijo de una comadrona, Faenarete, y escultor, Sofronisco, emparentado con Arístides Justo. Pocas cosas se conocen con certeza de la biografía de Sócrates, aparte de que participó soldado de infantería en las batallas de Samos Potidea (432), Delio (424) y Anfípolis (422). amigo de Aritias y de Alcibíades, al que salvó la vida.

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como (440), Fue

La mayor parte de cuanto se sabe sobre él procede de tres contemporáneos suyos: el historiador Jenofonte, el comediógrafo Aristófanes y el filósofo Platón. El primero retrató a Sócrates como un sabio absorbido por la idea de identificar el conocimiento y la virtud, pero con una personalidad en la que no faltaban algunos rasgos un tanto vulgares. Aristófanes lo hizo objeto de sus sátiras en una comedia, Las nubes (423), donde se le identifica con los demás sofistas y es caricaturizado como engañoso artista del discurso. Estos dos testimonios matizan la imagen de Sócrates ofrecida por Platón en sus Diálogos, en los que aparece como figura principal, una imagen que no deja de ser en ocasiones excesivamente idealizada, aun cuando se considera que posiblemente sea la más justa. Se tiene por cierto que Sócrates se casó, a una edad algo avanzada, con Xantipa, quien le dio dos hijas y un hijo. Cierta tradición ha perpetuado el tópico de la esposa despectiva ante la actividad del marido y propensa a comportarse de una manera brutal y soez. En cuanto a su apariencia, siempre se describe a Sócrates como un hombre rechoncho, con un vientre prominente, ojos saltones y labios gruesos, del mismo modo que se le atribuye también un aspecto desaliñado.

Método socrático

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El método socrático o método de Elenchus o debate socrático es un método de dialéctica o demostración lógica para la indagación o búsqueda de nuevas ideas, conceptos o prismas subyacentes en la información. Este método fue aplicado ampliamente para el examen de los conceptos morales claves. Fue descrito por Platón en los diálogos Socráticos. Por esto, Sócrates es habitualmente reconocido como el padre de la ética occidental o filosofía moral.

Es una forma de búsqueda de verdad filosofal. Típicamente concierne a dos interlocutores en cada turno, con uno liderando la discusión y el otro asintiendo o concordando a ciertas conjeturas que se le muestran para su aceptación o rechazo. Este método se le acredita a Sócrates, quien empezó a enzarzarse en dichos debates con sus compañeros atenienses después de una visita al oráculo de Delfos.

Un diálogo socrático puede pasar en cualquier momento entre dos personas cuando éstas buscan la respuesta a una pregunta si ésta la admite mediante su propio esfuerzo de reflexión y razonamiento. Se empieza haciendo todo tipo de preguntas hasta que los detalles del ejemplo son evidenciados para ser luego usados como plataforma para alcanzar valoraciones más generales.

La práctica implica efectuar una serie de preguntas alrededor de un tema o idea central, y responder las otras preguntas que aparezcan. Normalmente, este método se usa para defender un punto de vista en contra de otra posición. La mejor forma de evidenciar el acierto de un "punto de vista" es hacer que el oponente se contradiga a sí mismo y de alguna forma apruebe el "punto de vista" en cuestión. Véase reducción al absurdo.

El término preguntas socráticas, juicio socrático o cuestionamiento socrático es usado para describir este tipo de interrogatorio, en el cual una pregunta se responde como si esta hubiera sido una pregunta retórica. Ej.: ¿Puedo comer champiñones?. A lo que se contesta con otra pregunta como si la primera no lo fuera o fuera retórica: ¿Acaso no son los champiñones comestibles? Así se fuerza a realizar al preguntador una nueva pregunta que aporte más luz a su discurso.

Método

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Elenchos (del griego: ἔλεγχος, un escrutinio cruzado con el propósito de la refutación, más conocida como 'elenchus', es la técnica central del método socrático).

En los primeros diálogos de Platón, la técnica de elenchos es la técnica que Sócrates usa para investigar, por ejemplo, la naturaleza o definición ética de los conceptos como justicia y virtud. De acuerdo con su formulación generalizada, ésta tiene los siguientes pasos:

Un primer interlocutor A establece una tesis o afirmación, por ejemplo: 'El coraje es la resistencia para el alma/de la voluntad', lo cual el interlocutor B considera incierto y por eso lo lanza para su refutación y examen. El interlocutor A recibe de su interlocutor B su opinión con sus premisas adicionales. Por ejemplo: 'El coraje es algo bueno y aceptable, sin embargo, la resistencia ignorante o inconsciente o sin un fin no es buena (empecinamiento).' Entonces el interlocutor A argumenta, y el interlocutor B lo reconoce, que esas premisas adicionales implican lo contrario de la tesis original, es decir, 'El coraje no es la resistencia para el alma ya que si el coraje es bueno y la resistencia no lo es en todos sus casos, entonces el coraje no puede ser resistencia.' El interlocutor B muestra que él ha demostrado como la tesis del interlocutor A es falsa y por tanto su negación es cierta.

Al mismo tiempo el interlocutor B podría abogar por que la primera premisa es falsa y que en realidad la resistencia es mala y por tanto el coraje no es la resistencia. Ya que se ha partido de esa premisa supuesta. Sin embargo, cuando se sigue estando de acuerdo por ambos o si no se está pero no se dan argumentos para el cambio de opinión entonces son las otras hipótesis las que deben ser incorrectas. Lo que se ha hecho es descartar hipótesis en búsqueda de la verdad. Para evitar caer en la falacia del razonamiento circular se debe estar de acuerdo en la primera premisa y dispuesto a desecharla en caso de que se encuentren hipótesis ciertas que no sustenten a la premisa.

Un examen más profundo puede llevar a una nueva, más definida, descripción del concepto considerado, es este caso se invita al análisis de la afirmación El coraje es la intencionada, sabia o consciente resistencia para el alma. Es decir, invita a modificar la 3

primera premisa y considerarla incompleta añadiendo el término consciente o con conocimiento. La mayoría de las averiguaciones socráticas consisten en una serie de elenchai o elecciones que típicamente acaban en aporía o una dificultad lógica tipo paradoja. En estos casos los interlocutores no sabrían más que decir. La naturaleza exacta de las elecciones está sujeta a un gran debate, en particular concerniente a sí es un método positivo, que dirige hacia el conocimiento, o un método negativo usado solamente para refutar falsas afirmaciones autoproclamadas como conocimiento. es decir, se puede descubrir nuevas ideas a partir de la simple deducción lógica de las premisas o por el contrario solo se puede averiguar si la premisa es cierta o falsa. El método socrático, es un método negativo de eliminación de hipótesis, en el cual las mejores hipótesis son encontradas mediante la identificación y la eliminación de aquellas que conducen a contradicciones. Consiste en una búsqueda de las hipótesis subyacentes o axiomas que subconscientemente dan forma a nuestras opiniones y en hacerlas el centro de nuestro escrutinio para determinar su consistencia con otras creencias. Su forma básica es una serie de preguntas formuladas como test de lógica y hechos con la intención de ayudar a una persona o grupo a descubrir sus propias creencias sobre un tema, explorando las definiciones, buscando caracterizar y catalogar las propiedades compartidas por varias y diferentes premisas. Aristóteles atribuyó a Sócrates el descubrimiento del método de definición e inducción, el cual, él proclamó como la esencia del método científico. Aunque Aristóteles también alegó que este método no era apto para la ética.

Sócrates generalmente aplicó este método de análisis a conceptos que parecen no tener una definición concreta o definida. Por ejemplo, conceptos pertinentes a la moral como virtudes de piedad, sabiduría, templanza, coraje y justicia. Este análisis desafiaba las creencias morales implícitas de los interlocutores, trayendo a colación inconsistencias y casos inadecuados que no cuadraban con sus creencias y que normalmente resultaban en perplejidad o desconcierto conocido como aporía. A la vista de estas incompetencias, el mismo Sócrates declaró su ignorancia, donde otros todavía proclamaban tener acierto o conocimiento. Sócrates creía que su conocimiento o percepción de su ignorancia le hacía ser más sabio que aquellos que, aunque ignorantes, clamaban tener conocimiento. Aunque esta creencia parece ser para paradójica o contradictoria a primera vista, de hecho le permitió a Sócrates descubrir sus propios errores donde otros asumían que estaban acertados. Este hecho, es conocido por la anécdota del oráculo de Delphi que se pronunció diciendo que Sócrates era el hombre más sabio entre todos los hombres. Sócrates usó esta afirmación junto con la de que era consciente de sus límites en sus llamamientos. Consecuentemente, dijo que un buen y bondadoso mandatario consistía en que esté cuidara de su alma, moral verdadera y de su entendimiento ya que la riqueza no trae la bondad pero la bondad trae consigo la riqueza y cualquier otra bendición tanto individualmente como para el estado y la vida sin análisis, diálogo o discusión no vale la pena vivirla. Y con esto en mente el método socrático fue empleado. 3

Los motivos actuales o modernos para el uso de este método no son necesariamente equivalentes. Sócrates raramente usó el método para desarrollar teorías consistentes, en lugar de eso lo usó para explicar los mitos. Parménides de Elea se muestra usando el método socrático para desgranar y apuntar los flecos de la teoría platónica de la forma. En lugar de llegar a respuestas, el método fue usado para romper y hacer caer las teorías que se mantenían detrás de axiomas y postulados que se tomaban por garantizados pero que tras examinarlos dejaban de tener sentido o eran incongruentes con las deducciones.

Un ejemplo de ejercicio de método socrático, puede darse en un dilema moral: usted es el conductor de un tren en el que están fallando los frenos y debe elegir entre la opción de matar a cinco trabajadores en su paso por una ruta alternativa, o la de matar a todos los 300 pasajeros del tren. Para aplicar el método socrático se debería pedir al auditorio hacer argumentos sobre lo que debería hacerse. Luego, proceder a hacer sugerencias de manera provocadora, motivando a cada interventor a defender y articular las razones y valores que subyacen a su decisión (¿es mejor salvar a muchos a expensas de unos pocos?), y luego aplicar esos razonamientos a otros dilemas morales en los cuales la aplicación de la misma decisión podría no resultar tan defendible (que esos 5 trabajadores fuera muy importantes). En cada ronda de preguntas, se debe procurar concentrarse en derribar los supuestos de los interventores en un afán de “recomponer la verdad” – que es precisamente la tarea del profesor socrático en clase. Si alguna vez le preguntan si está exponiendo sus propias ideas, conteste que se suele esperar hasta el final de la discusión, e incluso entonces puede ser que se prefiera utilizar algo de “engaño pedagógico” (asumir una posición que no se comparte necesariamente) con el fin de motivar a sus alumnos a examinar sus propias premisas.

Algunas preguntas de estilo socrático son:

¿Qué quieres decir realmente con...? ¿Cómo llegas a esa conclusión? ¿Qué es lo que realmente se está diciendo? Supón que te equivocas. ¿Qué consecuencias tendría eso? ¿Cómo podría saber que lo que dices es verdad? ¿Por qué es esto importante? 3

Influenciado por el temperamento del docente. El método comienza eligiendo un estudiante aleatoriamente y preguntándole sobre un argumento central expuesto por uno del público o jurado que típicamente está en el lado de la mayoría para el caso asignado. El primer paso es pedir al estudiante si puede parafrasear el argumento, para asegurar que el estudiante ha leído y que tiene un entendimiento básico sobre el argumento o tema del caso. Asumiendo que el estudiante ha leído el caso, el profesor pregunta si el estudiante está de acuerdo con el argumento. El profesor luego lleva el típico juego de abogado del diablo intentando forzar al estudiante a defender su posición refutando argumentos en contra de él. Estas preguntas pueden tener unas pocas modalidades. Algunas veces éstas buscan atacar presunciones sobres las cuales el estudiante basó su respuesta anterior hasta romperlas. Algunas otras preguntas están diseñadas para movilizar al estudiante hacia un tema específico donde se usa una ley o entendimiento particular. Véase falacia del hombre de paja. El profesor puede proponer una hipotética situación donde la afirmación del estudiante parezca tener una excepción. Finalmente, el docente usa el método socrático para permitir a los estudiantes llegar a los principios legales por su propio camino efectuando preguntas que estimulan un particular modo de razonamiento. El principal acierto del método socrático en derecho reside no en responder irresolubles preguntas sino en explorar los aspectos, contornos (y, 'contronos') de temás legales difíciles y enseñar a los estudiantes el razonamiento crítico necesario que necesitarán los abogados.

Un profesor experimentado puede enseñar a los estudiantes a pensar por sí mismos usando este método. Este es el único método casuístico de enseñanza que fue diseñado para pensadores autónomos.

El profesor y el estudiante deben de estar de acuerdo con el tema de la instrucción. El estudiante debe de estar de acuerdo en responder las preguntas del profesor. El profesor y el estudiante deben estar de acuerdo en aceptar cualquier razonamiento correcto. Esto es, el proceso de razonamiento puede estar considerado como más importante que los hechos preconcebidos o creencias. Las preguntas del profesor deben exponer errores en el razonamiento o creencias del estudiante. Esto es, el profesor debe razonar más rápidamente y correctamente que el estudiante y descubrir errores en el razonamiento del estudiante y luego formular una pregunta que el estudiante no pueda responder excepto si redirige o llega a una verdadera o conclusión acertada o sigue un razonamiento correcto. Para realizar esto, 3

debe de ser muy rápido en los típicos errores de razonamiento (Véase Lista de prejuicios cognitivos). Si el profesor realiza un error de lógica o hecho es aceptable por parte del estudiante corregir al profesor.

Ya que la discusión no es un diálogo, no es el mejor método para aplicar el método socrático, que en tanto dialéctico, pese a las contradicciones, implica lo dialógico. Sin embargo, en este caso la discusión puede ser más pedagógica porque, se supone, hace que los estudiantes no citen o recurran a la autoridad sino que elaboren sus propios argumentos; extraigan sus propias conclusiones.

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Moral socrática

El intelectualismo socrático o intelectualismo moral socrático es aquel que identifica la virtud como el conocimiento. Según Sócrates, bastaba el conocimiento de lo justo (la autognosis) para obrar correctamente. Según esta doctrina, las malas acciones son producto del desconocimiento, esto es, no son voluntarias, ya que el conocimiento de lo justo sería suficiente para obrar virtuosamente. Es decir, el intelectualismo socrático es una teoría moral para la que la conducta moral sólo es posible si se basa en el conocimiento del bien y la justicia. Incluso decía que el conocimiento no es algo que se pueda aprender, sino que es algo que ya está adquirido

Sócrates (470 al 399 a.C.) desarrolló la teoría del intelectualismo moral partiendo de la base del dualismo antropológico, es decir, a partir de la afirmación que el hombre está 3

formado por una parte material (el cuerpo) y una parte no material (el alma), sin tener ésta última un significado religioso y la vez siendo la parte más importante del hombre (de ahí la frase “Conócete a ti mismo”). Por tanto, se da supremacía a los valores internos, y la salud del hombre residirá en su alma. Esta salud será únicamente alcanzable a través de la virtud (hacer lo correcto), la cual, a su vez, se alcanza mediante el conocimiento (conocimiento de la verdad, no el conocimiento erudito). Es decir, ser virtuoso conducirá a una conducta justa, la cuál llevará a la felicidad y la satisfacción.

La tesis esencial del intelectualismo moral es la siguiente: la experiencia moral se basa en el conocimiento del bien. Sólo si se conoce qué es el bien y la justicia se puede realizar el bien y la justicia. Sócrates hace las siguientes consideraciones a sus conciudadanos: cuando uno de vosotros está enfermo no propone una votación entre los miembros de la familia para establecer qué remedio es adecuado para curar la enfermedad: ocurre más bien que llama al médico y se somete a su juicio y recomendaciones; cuando un ejército quiere derrotar al enemigo no se realiza una consulta popular para establecer el modo de atacar, es el estratega quien decide el modo de dirigir a los soldados y plantear las batallas; cuando queremos levantar un edificio no hacemos una votación para decidir el modo de construirlo, dejamos que sea el arquitecto quien imponga su criterio. Y pregunta a continuación Sócrates: ¿Por qué cuando se trata de lo más importante de todo, que es el bien de la ciudad y las leyes que son adecuadas para la convivencia entre los ciudadanos, dejamos que todo el mundo opine y nos sometemos a la mayoría y no llamamos a aquél que sabe? Para el intelectualismo moral los asuntos morales y políticos tienen que ser cosa de expertos. Esta propuesta socrática puede dar lugar a interpretaciones políticas antidemocráticas y elitistas (como, por cierto, se ve claramente en la filosofía política de su discípulo Platón).

El punto de vista de Sócrates está aquejado de cierta ambigüedad: cuando Sócrates pide que en la base de la moral y la política se encuentre el conocimiento ¿a qué conocimiento se refiere? Podemos distinguir entre el saber hacer algo y el saber en qué consiste ese algo. Por ejemplo, el artista sabe hacer belleza, pero es muy posible que no sepa en qué consiste la belleza, ni qué pasos concretos hay que seguir para alcanzarla. El primer tipo de saber es un saber entendido como destreza (bien sea corporal o espiritual) para la realización de algo, y el segundo tipo es un saber entendido como conocimiento explícito y consciente de algo (como ocurre por ejemplo en la ciencia). Es fácil observar que estas dos formas de saber no tienen que ir necesariamente unidas, así el historiador y el crítico del arte pueden saber explícitamente muchas cosas relativas a la belleza, pero es muy posible que no sepan crear arte ni belleza. Parece ser que Sócrates pedía un conocimiento del segundo tipo como garantía de las acciones buenas y justas. De ahí la confusión que creaba en sus interlocutores cuando les preguntaba por una definición de aquello para lo cual se les suponía expertos.

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Nuestras convicciones vulgares parecen contrarias al intelectualismo moral pues creemos que alguien puede saber que algo está mal y sin embargo realizarlo. Para el intelectualismo moral la perfección moral es una consecuencia de la perfección del intelecto o razón; sin embargo otros autores como Aristóteles se acercarán más al punto de vista corriente al considerar que el conocimiento no es condición suficiente para la conducta justa y buena. Este autor pondrá como fundamento de la práctica moral la perfección de la voluntad más que la perfección del intelecto: la conducta buena no depende tanto del conocimiento como de la disciplina de la voluntad en la realización de las acciones justas. Así, desde el punto de vista de Aristóteles y en contra del intelectualismo moral, cabe concluir que seguramente para ser justo es necesario saber realizar la justicia, pero aquí esta palabra no designa un conocimiento explícito y teórico de la justicia sino la posesión de una habilidad o disposición para la realización de acciones justas.

Este intelectualismo socrático dominó el pensamiento griego hasta la aparición de Aristóteles, quien introdujo elementos voluntaristas a la conducta moral.

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Apología de Sócrates

Apología de Sócrates (Ἀπολογία Σωκράτους) es una obra de Platón que da una versión del discurso que Sócrates pronunció como defensa, ante los tribunales atenienses, en el juicio en el que se lo acusó de corromper a la juventud y no creer en los dioses de la polis. Aunque su datación exacta es incierta, el texto, por su temática, pertenece al ciclo platónico de las primeras obras llamadas «socráticas», que Platón escribió en su juventud, e incluso se piensa que es su primera obra.1

Introducción

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Sócrates comienza diciendo que no sabe si los atenienses (asamblea general) han sido ya persuadidos por los que lo acusan. Este comienzo es crucial para establecer el tema de todo el discurso, pues es frecuente que Platón comience sus diálogos socráticos exponiendo la idea general del texto. En este caso, el diálogo se abre con "¡Ciudadanos atenienses!, Ignoro qué impresión habrán despertado en vosotros las palabras de mis acusadores". Este ignoro, de hecho sugiere que la filosofía expuesta en la Apología va a consistir enteramente en una sincera admisión de ignorancia, pues todo su conocimiento procede de su no saber nada: "Sólo sé que no sé nada".

Sócrates pide al jurado que no le juzgue por sus habilidades oratorias, sino por la verdad que estas convocan. A su vez, asegura que no va a utilizar ornamentos retóricos ni frases cuidadosamente preparadas, sino que va a decir en voz alta lo que se le pase por la cabeza, las mismas palabras que utilizaría en el ágora y en las reuniones, pero a pesar de esto demuestra ser un maestro en retórica, y que no es solo elocuente y persuasivo, sino que sabe jugar con el jurado. El discurso, que ha puesto a los lectores de su lado durante más de dos milenios, no consigue ganarle el juicio. Sócrates fue condenado a muerte, y ha sido admirado por su calma aceptación de ello. La acusación

Los tres hombres en presentar cargos contra Sócrates son:

Anito, hijo de un ateniense prominente, Antemión. Anito aparece en Menón, donde aparece inesperadamente mientras Sócrates y Menón (que está visitando Atenas) discuten si la virtud puede ser enseñada. Sócrates argumenta que no, y ofrece como evidencia que muchos buenos atenienses han tenido hijos inferiores a sus padres, tras lo cual procede a dar nombres, entre ellos Pericles y Tucídides. Anito se ofende, y avisa a Sócrates que menospreciar ("kakòs légein") a esas personas le traerá problemas algún día. (Menón 94e-95a).

Meleto, de los tres el único en hablar durante la defensa de Sócrates. También se lo menciona en otro diálogo,Eutifrón, aunque no aparece . En él Sócrates dice que Meleto es un joven desconocido de gran nariz aquilina. En la Apología, Meleto presenta sus acusaciones, lo que permite a Sócrates rebatirlas. Sin prestar mucha atención a los cargos que está afirmando, acusa a Sócrates de ateísmo, y de corromper a la juventud mediante sus enseñanzas.

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Licón, del cual poco se sabe; de acuerdo con Sócrates era representante de los oradores.

Los cargos contra Sócrates

Sócrates dice que tiene que rechazar dos tipos de acusaciones diferentes: los viejos cargos de que es un criminal y un curioso que pregunta hasta al cielo y la tierra, y los más recientes cargos legales de corromper a los jóvenes y de creer en cosas sobrenaturales de su propia invención, en vez de los dioses de la polis.

Sobre los viejos cargos dice que son el resultado de años de rumores y prejuicio, y por lo tanto no pueden ser respondidos. Sócrates desvirtúa estos "cargos informales" dándoles una apariencia legal diciendo: "Sócrates comete delito al investigar los fenómenos celestes y subterráneos, debido a que, según ellos, convierte el argumento más débil en el más fuerte, instruyendo esto a otros, y sin creer en los dioses, es decir, es ateo". También dice que estas alegaciones nacieron de la boca de cierto poeta cómico, es decir, Aristófanes.

La apasionada defensa de Sócrates al ser acusado de sofista, no es más que una distracción de las otras, más graves, acusaciones, pues los sofistas no eran condenados a muerte en Grecia; al contrario, eran frecuentemente buscados por los padres para ser tutores de sus hijos, por lo que Sócrates dice que no puede ser confundido con un sofista, ya que éstos son sabios (o creen que lo son), y están bien pagados, mientras que él es pobre (a pesar de ser frecuentemente visto en las mesas de juego), y dice no saber absolutamente nada. La obra

La Apología se divide en tres partes. La primera para propia defensa de Sócrates, y que contiene las partes más famosas del texto, como el recuerdo que realiza su amigo Querefonte al Oráculo de Delfos y su refutación a Meleto. Discurso principal (17a - 35d)

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Lo primero que hace Sócrates es acusar al que le acusa, Meleto, cuyo nombre significa "aquel al que le importa", de no importarle las cosas que dice le importan. Mientras interroga a Meleto, dice que nadie corrompería intencionadamente a otro, pues después correría el riesgo de que éste les dañara en el futuro. Este tema de la corrupción es importante por dos razones: primero pues parece ser la acusación más grave que se le imputa, el corromper a los jóvenes enseñándoles una versión de ateísmo, y la segunda, porque Sócrates clama que si Meleto está convencido, debe ser porque Aristófanes corrompió las mentes de su audiencia, cuando ésta era joven (con su obra Las nubes, escrita 24 años antes).

Así pues Sócrates partió en una "misión divina" para resolver la paradoja (que un hombre ignorante pudiera ser también la persona más sabia de la ciudad)e intentó demostrar que el dios se equivocaba. Tras esto, proclamándose la voz del oráculo (23e), procede a preguntar sistemáticamente a los políticos, poetas y artesanos, determinando al final que los primeros son impostores, los segundos no comprendían sus propias obras al igual que los visionarios y los profetas no comprenden sus visiones, y que los terceros tampoco se libran de ser pretenciosos. Por su parte, él se pregunta así mismo si preferiría ser un impostor, como la gente con la que habla, y de nuevo hablando como la voz del oráculo responde que no, pues prefiere ser él mismo.

Sócrates comienza diciendo al jurado que sus mentes han sido envenenadas por sus enemigos mientras eran jóvenes e impresionables y que su reputación de sofista ha sido impuesta por sus enemigos, los cuales son maliciosos y le tienen envidia. Dice, sin embargo, que éstos van a permanecer en el anonimato, salvo Aristófanes, el poeta cómico. Responde después a la acusación de corromper a los jóvenes argumentando que el corromperlos de forma deliberada es una idea incoherente. Después explica que todos sus problemas comenzaron con la visita al oráculo, tras lo cual, recuenta ésta. Querefonte acudió al Oráculo de Delfos para preguntar si había alguien más sabio que Sócrates, a lo que el dios respondió que no lo había. Cuando Querofonte se lo refirió a Sócrates éste se lo tomó como una adivinanza, pues clamaba no poseer sabiduría grande o pequeña, pero también que era contrario a la naturaleza de los dioses el mentir.

Sócrates dice que estas preguntas indiscriminadas le ganaron la reputación de cotilla o curioso, pero a partir de ahí él interpreta su misión en la vida como la prueba de que la verdadera sabiduría pertenece exclusivamente a los dioses, y que la sabiduría humana tiene poco o ningún valor. Habiendo refutado los prejuicios, Sócrates comienza a defenderse de los cargos formales de corrupción de los jóvenes y ateísmo.

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Procede después a defenderse de la acusación de ateísmo tendiendo una trampa a Meleto hasta que éste se contradice diciendo que Sócrates es un ateo y que cree en semidioses y espíritus. Sócrates humilla a Meleto preguntando a la corte si éste ha pasado algún test que muestre si sabe identificar contradicciones lógicas.

En una de las partes más controvertidas de la obra, Sócrates afirma que no ha habido mayor bien para Atenas que su preocupación por sus compañeros ciudadanos, que la riqueza es una consecuencia de la bondad, y que los dioses no permiten que un hombre bueno sea dañado por uno peor que él. Clama ser un tábano y el estado un gran caballo perezoso que necesita ser despertado.

Para probar esto, Sócrates recuerda al jurado de su daimon, que él ve como una experiencia sobrenatural. Reconoce que esto hará sospechar a muchos de que realmente inventa deidades, pero no hace concesiones en este respecto, a pesar de estar al tanto de las sospechas que esto levantaría. Sócrates proclama no haber sido nunca un profesor, puesto que no ha impartido su conocimiento a otros. Por esta razón no se le puede hacer culpable de lo que hacen otros ciudadanos. Si ha corrompido a alguien, dice, ¿Por qué no acuden como testigos?, si han sido corrompidos, ¿Por qué no ha intercedido la familia en su beneficio? además muchos de estos familiares acudieron al juicio en defensa de Sócrates.

Para concluir esta parte, Sócrates recuerda a los jurados que no va a recurrir a los trucos comunes de llantos, ni traerá a sus tres hijos para provocar su compasión. Afirma no temer a la muerte y asegura que no actuará de manera contraria a su deber religioso, por lo que confiará plenamente en su sólida argumentación y en la verdad para ganarse el veredicto. El jurado, sin embargo, lo encuentra culpable por 281 votos a 220. Después del veredicto (35e - 38b)

Sócrates propone un castigo alternativo que no le generara popularidad. Como se considera benefactor de Atenas, dice que deberían participarlo en las comidas del Pritaneo, uno de los edificios que albergaba a miembros de la asamblea. Esto era un honor reservado a atletas y otros ciudadanos importantes.

Considera después como pena el pago de una multa de una mina de plata (100 dracmas), pues no tenía suficiente dinero para pagar una multa mayor. El jurado, considerándolo 3

una suma muy pequeña comparada con el castigo propuesto por la acusación, opta por la condena a muerte. Los amigos de Sócrates, Platón, Critón, Critóbulo y Apolodoro, se disponen a aumentar la suma inicial a 30 minas, pero la asamblea no ve esto como una alternativa, por lo que se deciden por la pena de muerte bebiendo cicuta. Luego de la sentencia (38c - 42aD)

La alternativa propuesta por Sócrates enfadó al jurado. 360 votaron por la sentencia a muerte, y solo 141 votaron en favor de la multa de 3.000 dracmas. Sócrates, entonces, responde al veredicto, refiriéndose primero a los que votan por su muerte. Afirma que no ha sido la falta de argumentos por su parte lo que ha dado resultado a su condena, sino su repulsión por rebajarse a las habituales prácticas sentimentalistas que podían esperarse de cualquiera que se encuentra ante una condena a muerte e insiste, de nuevo, que la cercanía de la muerte no exime a uno de seguir el camino de la bondad y la verdad. Profetiza que críticos más jóvenes y severos seguirán sus pasos, sometiéndoles a un examen más riguroso de sus propias vidas.

Para aquellos que votaron a su favor dice que su "daimon" no quiso detenerle en su discurso pues consideraba que era la forma correcta de actuar. Como consecuencia, la muerte debe ser una bendición pues, o constituirá la aniquilación (trayendo paz a todas sus preocupaciones) o una migración a otro lugar en el que conocer las almas de gente tan famosa como Hesíodo y Homero o héroes como Odiseo, con los que puede continuar su labor de preguntar todo.

Sócrates concluye la Apología diciendo que no guardará rencor contra los que le han acusado y condenado, y en un acto de total confianza les pide que cuiden de sus tres hijos mientras éstos crecen, asegurándose de que éstos pongan lo bueno por delante de su propio interés.

Al final de todo, Sócrates dice: "Es hora de irse, yo para morir, y vosotros para vivir. Quién de nosotros va a una mejor suerte, nadie lo sabe, solo los dioses lo saben".

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Platón Filósofo griego (Atenas, 427 - 347 a. C.). Nacido en el seno de una familia aristocrática, abandonó su vocación política por la Filosofía, atraído por Sócrates. Siguió a éste durante veinte años y se enfrentó abiertamente a los sofistas (Protágoras, Gorgias.). Tras la muerte de Sócrates (399 a. C.), se apartó completamente de la política; no obstante, los temas políticos ocuparon siempre un lugar central en su pensamiento, y llegó a concebir un modelo ideal de Estado. Viajó por Oriente y el sur de Italia, donde entró en contacto con los discípulos de Pitágoras; luego pasó algún tiempo prisionero de unos piratas, hasta que fue rescatado y pudo regresar a Atenas.

Platón Allí fundó una escuela de Filosofía en el 387, situada en las afueras de la ciudad, junto al jardín dedicado al héroe Academo, de donde procede el nombre de Academia. La Escuela, una especie de secta de sabios organizada con sus reglamentos, residencia de estudiantes, biblioteca, aulas y seminarios especializados, fue el precedente y modelo de las modernas instituciones universitarias. En ella se estudiaba y se investigaba sobre todo tipo de asuntos, dado que la Filosofía englobaba la totalidad del saber, hasta que paulatinamente fueron apareciendo -en la propia Academia- las disciplinas especializadas que darían lugar a ramas diferenciadas del saber, como la Lógica, la Ética o la Física. Pervivió más de novecientos años, hasta que Justiniano la mandó cerrar en el 529 d. C., y en ella se educaron personajes de importancia tan fundamental como Aristóteles. A diferencia de Sócrates, que no dejó obra escrita, los trabajos de Platón se han conservado casi completos y se le considera por ello el fundador de la Filosofía académica (a pesar de que su obra es fundamentalmente un desarrollo del pensamiento socrático). La mayor parte están escritos en forma de Diálogos, como los de La República, Las Leyes, El Banquete, Fedro o Fedón. El contenido de estos escritos es una especulación metafísica, pero con evidente orientación práctica. El mundo del verdadero ser es el de las ideas, mientras que el mundo de las apariencias que nos rodean está sometido a continuo cambio y degeneración. Igualmente, el hombre es un compuesto de dos realidades distintas unidas accidentalmente: el cuerpo mortal (relacionado con el mundo sensible) y el alma inmortal (perteneciente al mundo de las ideas, que contempló antes de unirse al cuerpo). 3

Este hombre dual sólo podría conseguir la felicidad mediante un ejercicio continuado de la virtud para perfeccionar el alma; y la virtud significaba, ante todo, la justicia, compendio armónico de las tres virtudes particulares, que correspondían a los tres componentes del alma: sabiduría de la razón, fortaleza del ánimo y templanza de los apetitos. El hombre auténtico será, para Platón, aquel que consiga vincularse a las ideas a través del conocimiento, acto intelectual -y no de los sentidos- consistente en que el alma recuerde el mundo de las ideas del cual procede. Sin embargo, la completa realización de este ideal humano sólo puede realizarse en la vida social de la comunidad política, donde el Estado da armonía y consistencia a las virtudes individuales. El Estado ideal de Platón sería una República formada por tres clases de ciudadanos -el pueblo, los guerreros y los filósofos-, cada una con su misión específica y sus virtudes características: los filósofos serían los llamados a gobernar la comunidad, por poseer la virtud de la sabiduría; mientras que los guerreros velarían por el orden y la defensa, apoyándose en su virtud de la fortaleza; y el pueblo trabajaría en actividades productivas, cultivando la templanza. Las dos clases superiores vivirían en un régimen comunitario donde todo (bienes, hijos y mujeres) pertenecería al Estado, dejando para el pueblo llano instituciones como la familia y la propiedad privada; y sería el Estado el que se encargaría de la educación y de la selección de los individuos en función de su capacidad y sus virtudes, para destinarlos a cada clase. La justicia se lograría colectivamente cuando cada individuo se integrase plenamente en su papel, subordinando sus intereses a los del Estado. Platón intentó plasmar en la práctica sus ideas filosóficas, aceptando acompañar a su discípulo Dión como preceptor y asesor del joven rey Dionisio II de Siracusa; el choque entre el pensamiento idealista del filósofo y la cruda realidad de la política hizo fracasar el experimento por dos veces (367 y 361 a. C.). Sin embargo, las ideas de Platón siguieron influyendo -por sí o a través de su discípulo Aristóteles- sobre toda la historia posterior del mundo occidental: su concepción dualista del ser humano o la división de la sociedad en tres órdenes funcionales serían ideas recurrentes del pensamiento europeo durante siglos. Al final de la Antigüedad, el platonismo se enriqueció con la obra de Plotino y la escuela neoplatónica (siglo iii d. C.).

Aristóteles •

Biografía

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Aristóteles nació en el año 384 a.C. en una pequeña localidad macedonia cercana al monte Athos llamada Estagira, de donde proviene su sobrenombre, el Estagirita. Su padre, Nicómaco, era médico de la corte de Amintas III, padre de Filipo y, por tanto, abuelo de Alejandro Magno. Nicómaco pertenecía a la familia de los Asclepíades, que se reclamaba descendiente del dios fundador de la medicina y cuyo saber se transmitía de generación en generación. Ello invita a pensar que Aristóteles fue iniciado de niño en los secretos de la medicina y de ahí le vino su afición a la investigación experimental y a la ciencia positiva. Huérfano de padre y madre en plena adolescencia, fue adoptado por Proxeno, al cual pudo mostrar años después su gratitud adoptando a un hijo suyo llamado Nicanor.

Aristóteles En el año 367, es decir, cuando contaba diecisiete años de edad, fue enviado a Atenas para estudiar en la Academia de Platón. No se sabe qué clase de relación personal se estableció entre ambos filósofos, pero, a juzgar por las escasas referencias que hacen el uno del otro en sus escritos, no cabe hablar de una amistad imperecedera. Lo cual, por otra parte, resulta lógico si se tiene en cuenta que Aristóteles iba a iniciar su propio sistema filosófico fundándolo en una profunda critica al platónico. Ambos partían de Sócrates y de su concepto de eidos, pero las dificultades de Platón para insertar su mundo eidético, el de las ideas, en el mundo real obligaron a Aristóteles a ir perfilando términos como «sustancia», «esencia» y «forma» que le alejarían definitivamente de la Academia. En cambio es absolutamente falsa la leyenda según la cual Aristóteles se marchó de Atenas despechado porque Platón, a su muerte, designase a su sobrino Espeusipo para hacerse cargo de la Academia. En su condición de macedonio Aristóteles no era legalmente elegible para ese puesto. Alejandro Magno en el horizonte A la muerte de Platón, ocurrida en el 348, Aristóteles contaba treinta y seis años de edad, habla pasado veinte de ellos simultaneando la enseñanza con el estudio y se encontraba en Atenas, como suele decirse, sin oficio ni beneficio. Así que no debió de pensárselo mucho cuando supo que Hermias de Atarneo, un soldado de fortuna griego (por más detalles, eunuco) que se habla apoderado del sector noroeste de Asia Menor, estaba reuniendo en la ciudad de Axos a cuantos discípulos de la Academia quisieran colaborar con él en la helenización de sus dominios. Aristóteles se instaló en Axos en 3

compañía de Xenócrates de Calcedonia, un colega académico, y de Teofrasto, discípulo y futuro heredero del legado aristotélico. El Estagirita pasaría allí tres años apacibles y fructíferos, dedicándose a la enseñanza, a la escritura (gran parte de su Política la redactó allí) y a la reproducción, ya que primero se casó con una sobrina de Hermias llamada Pitias, con la que tuvo una hija. Pitias debió de morir muy poco después y Aristóteles se unió a otra estagirita, de nombre Erpilis, que le dio un hijo, Nicómaco, al que dedicaría su Ética. Dado que el propio Aristóteles dejó escrito que el varón debe casarse a los treinta y siete años y la mujer a los dieciocho, resulta fácil deducir qué edades debían tener una y otra cuando se unió a ellas. Tras el asesinato de Hermias, en el 345, Aristóteles se instaló en Mitilene (isla de Lesbos), dedicándose, en compañía de Teofrasto, al estudio de la biología. Dos años más tarde, en el 343, fue contratado por Filipo de Macedonia para que se hiciese cargo de la educación de su hijo Alejandro, a la sazón de trece años de edad. Tampoco se sabe mucho de la relación entre ambos, ya que las leyendas y las falsificaciones han borrado todo rastro de verdad. Pero de ser cierto el carácter que sus contemporáneos atribuyen a Alejandro (al que tachan unánimemente de arrogante, bebedor, cruel, vengativo e ignorante), no se advierte rasgo alguno de la influencia que Aristóteles pudo ejercer sobre él. Como tampoco se advierte la influencia de Alejandro sobre su maestro en el terreno político, pues Aristóteles seguía predicando la superioridad de las ciudades estado cuando su presunto discípulo estaba poniendo ya las bases de un imperio universal sin el que, al decir de los historiadores, la civilización helénica hubiera sucumbido mucho antes. La vuelta a casa Poco después de la muerte de Filipo, Alejandro hizo ejecutar a un sobrino de Aristóteles, Calístenes de Olinto, a quien acusaba de traidor. Conociendo el carácter vengativo de su discípulo, Aristóteles se refugió un año en sus propiedades de Estagira, trasladándose en el 334 a Atenas para fundar, siempre en compañía de Teofrasto, el Liceo, una institución pedagógica que durante años habría de competir con la Academia platónica, dirigida en ese momento por su viejo camarada Xenócrates de Calcedonia. Los once años que median entre su regreso a Atenas y la muerte de Alejandro, en el 323, fueron aprovechados por Aristóteles para llevar a cabo una profunda revisión de una obra que, al decir de Hegel, constituye el fundamento de todas las ciencias. Para decirlo de la forma más sucinta posible, Aristóteles fue un prodigioso sintetizador del saber, tan atento a las generalizaciones que constituyen la ciencia como a las diferencias que no sólo distinguen a los individuos entre sí, sino que impiden la reducción de los grandes géneros de fenómenos y las ciencias que los estudian. Como él mismo dice, los seres pueden ser móviles e inmóviles, y al mismo tiempo separados (de la materia) o no separados. La ciencia que estudia los seres móviles y no separados es la física; la de los

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seres inmóviles y no separados es la matemática, y la de los seres inmóviles y separados, la teología.

Platón y Aristóteles en La Escuela de Atenas, de Rafael La amplitud y la profundidad de su pensamiento son tales que fue preciso esperar dos mil años para que surgiese alguien de talla parecida. Y durante ese período su autoridad llegó a quedar tan establecida e incuestionada como la que ejercía la Iglesia, y tanto en la ciencia como en la filosofía todo intento de avance intelectual ha tenido que empezar con un ataque a cualquiera de los principios filosóficos aristotélicos. Sin embargo, el camino seguido por el pensamiento de Aristóteles hasta alcanzar su actual preeminencia es tan asombroso que, aun descontando lo que la leyenda haya podido añadir, parece un argumento de novela de aventuras. La aventura de los manuscritos Con la muerte de Alejandro, en el 323, se extendió en Atenas una oleada de nacionalismo (antimacedonio) desencadenado por Demóstenes, hecho que le supuso a Aristóteles enfrentarse a una acusación de impiedad. No estando en su ánimo repetir la aventura de Sócrates, Aristóteles se exilió a la isla de Chalcis, donde murió en el 322. Según la tradición, Aristóteles le cedió sus obras a Teofrasto, el cual se las cedió a su vez a Neleo, quien las envió a casa de sus padres en Esquepsis sólidamente embaladas en cajas y con la orden de que las escondiesen en una cueva para evitar que fuesen requisadas con destino a la biblioteca de Pérgamo. Muchos años después, los herederos de Neleo se las vendieron a Apelicón de Teos, un filósofo que se las llevó consigo a Atenas. En el 86 a.C., en plena ocupación romana, Sila se enteró de la existencia de esas cajas y las requisó para enviarlas a Roma, donde fueron compradas por Tiranión el Gramático. De mano en mano, esas obras fueron sufriendo sucesivos deterioros hasta que, en el año 60 a.C., fueron adquiridas por Andrónico de Rodas, el último responsable del Liceo, quien procedió a su edición definitiva. A él se debe, por ejemplo, la invención del término «metafísica», título bajo el que se agrupan los libros VII, VIII y IX y que significa, sencillamente, que salen a continuación de la física. Con la caída del Imperio romano, las obras de Aristóteles, como las del resto de la cultura grecorromana, desaparecieron hasta que, bien entrado el siglo XIII, fueron recuperadas por el árabe Averroes, quien las conoció a través de las versiones sirias, árabes y judías. Del total de 170 obras que los catálogos antiguos recogían, sólo se han salvado 30, que vienen a ocupar unas 2.000 páginas impresas. La mayoría de ellas proceden de los llamados escritos «acroamáticos», concebidos para ser utilizados como tratados en el Liceo y no para ser publicados. En cambio, todas las obras publicadas en

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vida del propio Aristóteles, escritas para el público general en forma de diálogos, se han perdido.

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