Si Me Amas No Me Ames Resumen

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qwertyuiopasdfghjklzxcvb nmqwertyuiopasdfghjklzxc vbnmqwertyuiopasdfghjkl SI ME AMAS NO ME AMES zxcvbnmqwertyuiopasdfgh HUGO ALFREDO JIMÉNEZ jklzxcvbnmqwertyuiopasdf ghjklzxcvbnmqwertyuiopa sdfghjklzxcvbnmqwertyuio pasdfghjklzxcvbnmqwerty uiopasdfghjklzxcvbnmqwe rtyuiopasdfghjklzxcvbnmq wertyuiopasdfghjklzxcvbn mqwertyuiopasdfghjklzxcv bnmqwertyuiopasdfghjklz xcvbnmqwertyuiopasdfghj klzxcvbnmqwertyuiopasdf ghjklzxcvbnmqwertyuiopa sdfghjklzxcvbnmqwertyuio NOVENO SEMESTRE

Resumen libro Psicoterapia Sistémica “Si me amas no me amas” La disfuncionalidad de un sistema se caracteriza por su tendencia a la equifinalidad, esto es a actuar para reducir al máximo la entropía, la idea de que el equilibrio, la estabilidad, el control son sinónimos de salud y felicidad generan tal resistencia al cambio al grado que se llega a creer en la certidumbre absoluta. Pero un sistema activo necesita expandirse, crecer y las interacciones entre sus elementos quiérase o no producirán tarde o temprano ciertos niveles entrópicos internos ocasionando una crisis dentro del sistema. Es en ese estado que nos buscan las familias, las parejas, los grupos y los individuos, con la esperanza del no cambio, con la expectativa de que la psicoterapia les ofrezca la paz, el equilibrio, la felicidad, la entropía. Es así que es posible encontrar terapeutas formados para mantener los estados estables en los pacientes, claro está que ante tal labor se anula la posibilidad de crecimiento del sistema definido como consultante. La visión del síntoma como emergencia del sistema familiar para modificar su estructura estable, fue propuesta por los pioneros del enfoque sistémico aplicado a la psicopatología, por ende el objetivo terapéutico cambió de considerar al síntoma como un enemigo al que se debe exterminar al de un amigo para modificar la disfuncionalidad del sistema, de tal manera que una vez cumplida su función el síntoma abandona la empresa. Una vez le comuniqué esta idea a una paciente anoréxica de la siguiente manera: “tu problema es el grito desesperado de tu alma para que escuches a tu corazón y abras los ojos...”, escuchó, miró, le dolió lo que vio, en vez de hablar a través de un síntoma que nadie en casa entendía, le puso palabras a su dolor. El síntoma es una forma de decir lo que la palabra no alcanza a decir, o lo que los oídos de los demás no quieren escuchar. El síntoma emerge como un refugio, protege, defiende ante el impacto insostenible de la negación del ser. El síntoma es producto de la “ilegitimación”, es consecuencia de un falso amor. Quien ama acepta, le alegra la felicidad del ser amado aunque ésta no coincida con las expectativas del amador, entonces la persona se entrega, se encuentra, hay intimidad; en cambio, el síntoma es la escafandra que nos protege del que dice amarnos cuando en realidad ama lo que espera de uno, no acepta, condiciona, plasma sus expectativas anulando la existencia auténtica. El dolor es insoportable, se busca refugio en alguien, al no encontrarlo el individuo construye un absurdo: el falso dolor, el síntoma. Puesto que la sintomatología es el medio por el que se mantiene la "homeostasis familiar", la familia presentará una actitud negativa frente al

cambio aunque verbalmente expresen lo contrario. Así, pues, la familia, en este primer encuentro dirige sus esfuerzos hacia la anulación de la actividad del terapeuta como promotor del cambio. KEMPLER afirma: "LA LABOR DE LA FAMILIA ES TRATAR DE DESTITUIRNOS; NUESTRA LABOR COMO TERAPEUTAS ES RECHAZAR EL SER DESTITUIDOS".

El nuevo sistema constituido por el "grupo familiar" + el "terapeuta familiar" presenta distintas propiedades: La familia es responsable de iniciar por sí misma el tratamiento y de esforzarse, con la ayuda del terapeuta, por dilucidar su propia visión de sus problemas y por definir lo que desea modificar, es decir, debe definir los objetivos del tratamiento. La tarea inicial del terapeuta es instituirse a sí mismo como terapeuta, es decir, tomar a su cargo el proceso terapéutico. La meta de la intervención del terapeuta es la familia. Aunque no debe ignorar a los individuos, el terapeuta se ocupa sobre todo de realzar el funcionamiento del sistema familiar. Para transformar el sistema familiar, el terapeuta debe intervenir de tal modo que desequilibre el sistema. No obstante, todo terapeuta que no tenga la capacidad de proporcionar a la familia un intenso sentido de respeto para cada uno de ellos como individuos y demostrarles su firme voluntad de cura, perderá a la familia en el proceso de transformación. Otro aspecto importante a tomarse en cuenta en el enfoque relacional de la psicoterapia, es el principio según el cual un sistema se define por sus relaciones, no es la suma de sus partes, por lo tanto la modificación de un elemento altera la actividad del resto de los miembros, por ende todo el sistema se modifica. A este principio básico, se suma la concepción pragmática de la comunicación, según la cual es imposible no comunicar, la comunicación afecta el comportamiento de los sujetos en comunicación tanto del que emite el mensaje como del que lo recibe, el efecto de lo comunicado no está en el mensaje sino en su interpretación. El autor denomina autorreferencia cuando habla de lo que ya hemos retomado antes en los talleres acerca de lo relacional y la importancia de lo que sentimos desde nuestro lugar como terapeutas para ponerlo al servicio de la sesión misma, hemos visto cómo brindarle atención a lo que vamos sintiendo con lo que se dice o al sentirnos más identificados con uno u otro miembro del sistema, para colocarlo en epoc’e, y comprender la intencionalidad de nuestras intervenciones. Mony recalca en dos ocasiones diferentes en el texto, la importancia de no dejarse llevar por lo primero que sentimos sin antes tomarlo en cuenta, pues podríamos dejarnos envolver junto con el sistema afectando directamente la función de la sesión terapéutica. El autor menciona que el enfoque científico tradicional insiste sobre el hecho de que las propiedades del observador no deben entrar en la descripción de sus observaciones, junto con él me refiero a lo que nos

observo compartiendo con Gergen (1996) cuando menciona que el observador apunta sólo a que sus observaciones sean coherentes respecto a un trasfondo de saber ya establecido, es decir así lo construimos deliberadamente, podría ser diferente y pienso entonces que sin aferrarme en alcanzar una supuesta objetividad puedo entonces explorar profundamente para aclarar y entender la experiencia del cliente, la manera en cómo yo también emerjo en el sistema como observador pero también como participante y en consecuencia, reducir el espacio para el abordaje de lo fundamental, sin dar por hecho y dejar que la sesión pierda riqueza por insistir en dirigirla. Me gusta, por cierto cuando el autor menciona su desconfianza en el cambio y la manera de no insistir en cambiar la arquitectura que construyen las familias y las parejas y otra vez retomo lo de la psicoterapia Gestalt de la importancia del darse cuenta y plantearme entonces lo que ya hace Elkaïm ¿y si más bien se coexistiera con esta situación?; Gergen ha mencionado que la duda es un medio de reconocer otras realidades, dando así entrada a nuevas relaciones (1996) sin olvidar como menciona Mony que construimos siempre (1989). Y bueno recordé también la propuesta que el libro de Willi, J. (1993)La pareja humana: relación y conflicto provee acerca de la colusión, me parece que Elkaïm retoma de manera similar esta idea con su propuesta del modelo de doble coerción, pienso que de alguna manera coexisten de manera fantástica convirtiéndose entonces en una nueva herramienta complementaria a las que ya hemos estudiado antes en el transcurso de este año, tanto como para explorar las experiencias, como para la intervención, tomando en cuenta lo que puede darnos a conocer acerca de quién o quienes están frente a nosotros. Conocer lo que ideas tan contradictorias, que de repente semejan ser tan obvias, afectan al sistema, me ha parecido muy interesante y enriquecedor para acercarme un poco más a una mejor comprensión de la pareja, algo que llamó mi atención es un abordaje en donde el grupo terapéutico le pide a la pareja hacer en un ejercicio fuera de la sesión terapéutica, lo que ya de hecho hacen; la manera en cómo se genera una mejor relación en el sistema me lleva a recordar que como terapeutas somos quienes, metafóricamente hablando, después de darnos cuenta de lo que sucede en el sistema, movemos la lámpara para iluminar el escenario para que sean ellos y ellas mismas quienes se den cuenta de cómo es que llevan las cosas acabo y decidan entonces qué hacer con esa información que van obteniendo a lo largo del proceso, porque cierto es que muchas veces nuestra forma de ser nos es tan útil que jamás nos cuestionamos por qué es que hacemos las cosas como las hacemos; cuando deja de ser útil es cuando se vuelve entonces necesario observar y recordar la manera, para tener entonces la elección de tomar o no otro camino o por lo menos tener a la vista muchas más opciones que antes.