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Servicio de Limpieza | Kim Fielding

Capítulo Uno

La vida de Nicky HAUSER se vino abajo en un martes. El lunes había sido un buen día. El restaurante estaba cerrado, así que él y Tom fueron a BART en San Francisco para celebrar el vigésimo noveno cumpleaños de Nicky, que había ocurrido unos días antes. Visitaron el museo de arte moderno para ver la exposición de Paul Klee, cenaron en un lugar - una muy buena cena que Tom no tuvo que cocinar y Nicky no tuvo que servir, y luego fueron a bailar hasta que los dos estaban sudorosos y agotados. Cuando regresaron a casa a Livermore, ya era muy tarde. Pero habían estado calentándose en el club y camino a casa, y apenas entraron en la casa se rasgaron la ropa. Tom dobló a Nicky sobre el respaldo del sofá y lo cogió lo suficientemente fuerte como para enviar la pieza pesada de mueble arrastrándose varios pies sobre la alfombra. Luego se derrumbó en la cama con el cuerpo más pequeño de Nicky en cuchara con el suyo. Fue un día maravilloso. Fue como en los viejos tiempos, cuando habían empezado a

verse, antes de que Tom

abriese el Phoenix Grille. Pero al día siguiente era martes. Tom se despertó primero, como siempre. Le dio un manotazo a Nicky en el culo. —Tengo que prepararnos para el trabajo. Nicky respondió con un gruñido sin palabras. No era una persona de mañanas, y se negó a abrir los ojos.

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding Tom le dio de nuevo. —Te ves como una víctima de trauma. —Gracias.

—Nicky se sentía como una también. Su culo

estaba dolorido por la noche anterior y alguien estaba tirando piedras dentro de su cráneo. —Te diré algo. Voy a llamar a Simón, a ver si se puede trabajar en el turno del almuerzo. Puedes conseguir tu sueño de belleza e ir para la cena. Nicky miró con ojos legañosos hacia él. —¿En serio? —Por supuesto. Considéralo un regalo de cumpleaños extra, nene.

—Tom le dio una palmada de nuevo, esta vez con más

suavidad y se dirigió al cuarto de baño. Había beneficios en dormir con su jefe, pensó Nicky. Más adelante en el día entendería que había desventajas también. Pero se dejó colgar en el olvido contento, escuchando el golpeteo del agua. Acarició su polla perezosamente mientras imaginaba el agua rodando por delgada figura de Tom. A su juicio, podía levantarse y unirse a él, quizás lamiendo algo del agua de su piel, pero el colchón era muy cómoda y las sábanas y las almohadas estaban dispuestas justo a su gusto, y terminó por quedarse donde estaba. Cuando Tom volvió a entrar en el dormitorio, con el pelo corto todavía húmedo, Nicky miró de reojo hacia él. —¿Estás seguro de que no quieres venir conmigo? —Acarició el espacio vacío en la cama. Tom no se volvió de la cómoda, desde donde estaba hurgando buscando ropa interior. —No puedo. Tengo que asegurarme de que las entregas lleguen bien esta mañana y luego preparar las cosas para el almuerzo. La semana pasada ese imbécil entregó alguna

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding mierda en lugar de un salmón decente, y Polly lo firmó de todos modos. Nicky recordaba ese incidente muy bien. Tom había tenido una rabieta, Polly gritó y amenazó con dejarlos, y el resto del personal observó como si todo el evento se estuviese organizado para su entretenimiento. Como solía ocurrir, Nicky había intervenido para calmar los ánimos. Polly, y Tom se habían pedido perdón,

y se habían ido a trabajar. Más tarde, durante la tregua

entre el almuerzo y la cena, Nicky había arrastrado a Tom a la oficina y le había dado

una mamada para

recompensarlo por

calmarse. Nicky bostezó. —Kay. —Observó cómo se Tom se vestía, y se sintió un poco decepcionado cuando no hubo beso de despedida. La mente de Tom estaba probablemente ya en el restaurante, como de costumbre. No mucho tiempo después de que la puerta se cerró, Nicky se volvió a dormir. Soñó con peces que se perdían en los cursos de agua y terminaban en su cubículo de la ducha, donde intentaban desovar. —Ew,

—dijo en voz alta cuando se despertó. Salmones

desovando en su ducha. Así que después de estirarse enojado, se puso un par de pantalones cortos, tomó una esponja y una botella de la solución de lavado casero y limpió todo los huevos imaginarios de peces. Luego lavó la puerta de cristal y asintió con satisfacción. Mucho mejor. Aún le quedaban un par de horas antes de encontrarse con Tom en el Phoenix. Nicky pasó el tiempo como hacía a menudo:

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding limpiando. Empujó el sofá en su lugar con una sonrisa y recogió los restos de la ropa que él y Tom habían usado la noche anterior. Decidió que la camisa de Tom se podría salvar si podía encontrar botones de repuesto, y los suyos habían sido arrancados más allá de sus habilidades de reparación, terminó en la basura. Metió el resto de la ropa en el cesto. Sacudió el polvo de la sala de estar, con cuidado de no golpear cualquiera de los adornos de vidrio que Tom recogía a pesar de que romperlas era tentador porque eran todos bastante baratos y feos. A continuación usó la aspiradora. Había estado intentando durante casi dos años convencer a Tom de tirar la alfombra e instalar la madera en su lugar. La moqueta era una trampa para el polvo y la suciedad, y el suelo de bambú en un tono oscuro sería mucho más interesante y elegante. Sin embargo, la casa pertenecía a Tom, las decisiones de la casa eran suyas, y vetó la sugerencia de Nicky. Por fin, Nicky se hizo un sándwich, lavó los platos que había ensuciado, y

limpió los mostradores de granito.

importaría si salía dejando

la casa hecha

A Tom no le un desastre,

probablemente ni se daría cuenta. Cuando Nicky se había mudado, el lugar parecía un vertedero de residuos tóxicos. Tom siempre era exigente con sus áreas de trabajo, pero no tenía ningún interés en mantener su casa impecable. Eso estaba bien con Nicky, que gozaba con la

limpieza. Le relajaba,

le hacía

sentir como si hubiera

logrado algo. Nicky colgó la toalla de secar platos perfectamente en su gancho y miró el reloj. Todavía tenía tiempo. El personal del

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding restaurante se enderezaba y fichaba mientras que Tom se retiraba a su despacho para estudiar minuciosamente las facturas y otros documentos. Él no se esperaba a Nicky o al resto del personal de la cena en dos horas. Con una sonrisa malvada, Nicky decidió que Tom necesitaba una sorpresa. Se dio una ducha rápida, limpió las manchas de agua. Se puso su segundo par sexy de ropa interior, la pareja más sexy ya había

visto

acción el día anterior. Se deslizó en un par de

pantalones negros. Pantalones negros y camisa blanca eran las reglas de Tom para los camareros, pero Nicky siempre se las arreglaba para encontrar pantalones ajustados que dejaban ver sus fuertes piernas y culo muscular, y Tom no se había quejado ni una sola vez. El blanco crujiente con botones lucia con el bronceado dorado de Nicky muy bien. Se engominó cuidadosamente el pelo. Sí, era un poco vanidoso, pero le gustaba lucir bien el tipo. ¿Hacía daño a alguien con eso? Además, lucir bien era una de las pocas cosas en las que era realmente era bueno. Naturalmente, Tom Mustang de época,

tomaba

dejándole

el coche bueno, su amado

a Nicky el viejo Fiesta apenas

funcional que estaba horrible. El Mustang tenía que vivir en el lujo de la cochera, pero el Fiesta estaba consignado a la acera, donde acumulaba el polen, orina de gato, y mierda de pájaro. Por lo menos, arrancó después de sólo tres intentos. El cielo era de un gris paloma suave, un recordatorio de que el otoño había llegado finalmente. Pronto la temporada alta para el restaurante golpearía con toda su fuerza cuando la gente reservase para fiestas o llevase a sus parientes fuera de la ciudad para cenar.

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding Tom estaba especialmente agotado en noviembre y diciembre, y él y Nicky no podían encontrar tiempo para estar juntos. Ni que decir tiene que unas vacaciones para dos en algún lugar cálido y con mai tai - perfumado estaba fuera de cuestión. El Phoenix estaba en medio de un centro comercial de dos pisos con tiendas de muebles en la planta superior y restaurantes abajo. Cada uno de los restaurantes estaba especializado en comida de alguna parte diferente de Asia - China, Tailandia, Malasia, Afganistán, Japón, Corea. El lugar de Tom serbia comida fusión, recetas heredadas de su abuela vietnamita y padre francés, pero refrescadas con un toque californiano. Él tenía buenas críticas y por lo general tenían el restaurante estaba lleno, pero como le gustaba recordarle a Nicky, eso no quería decir que fuera rico. El negocio de los restaurantes era difícil. Nicky estacionó el Fiesta cerca del borde de la zona de aparcamiento, junto al grupo de contenedores de basura. Miró el banco cercano y consideró correr a conseguir algo de dinero, pero decidió que podía esperar. En su lugar, fue a la parte trasera del edificio, donde la puerta de servicio del Phoenix estaba abierta con un ladrillo. Eso fue imprudente de alguien pero

práctico, no

obstante. Ahora Nicky no tendría que llamar para entrar, podía sorprender a Tom, que estaría sin duda gimiendo sobre su papeleo. Sonriendo para sí, Nicky entró. Casi tropezó con un par de grandes cajas de cartón que ya deberían haber sido vaciadas, desglosadas, y llevadas fuera. Tal vez Simón no había sido capaz de cubrir su turno del almuerzo, después de todo. Bueno, Nicky podía limpiar más tarde, cuando terminase

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con Tom. Alguien había

Servicio de Limpieza | Kim Fielding dejado la radio encendida, y estaba a todo volumen con esa música de los ochenta terrible que a Tom le encantaba escuchar. Tiffany, por el amor de Dios. Nicky se desabrochó la camisa hasta la mitad y se frotó la palma de su mano contra su ingle, sabiendo que Tom le echaría una mirada sobre sus papeles y vería el bulto. Sería una agradable sorpresa. Nicky nunca le había atacado en el trabajo antes. Sonriendo para sí, abrió la puerta de la pequeña oficina de Tom. Simon estaba

inclinado sobre el escritorio, Tom estaba

enterrado hasta las bolas en su culo flaco. Todo el mundo se quedó helado. La mano de Nicky aún sujetaba el pomo. Podía ver todos los detalles con mucha claridad: El brillo de sudor en el rostro de Tom, el pequeño salpicón de color gris en su cabello corto y oscuro. El pantalón negro de Simon y su tanga rojo alrededor de sus tobillos. La botella de lubricante había caído sobre un montón de papeles, goteando. La envoltura del condón vacío junto a él. Sin decir ni una palabra, Nicky cerró la puerta. Volvió a la cocina y salió por la puerta de atrás en el estacionamiento. Se sentía muy extraño, como si no estuviera conectado a su cuerpo. Sus piernas se movían por su propia voluntad, como si un titiritero en algún lugar estuviese tirando de las cuerdas. Un enjambre de avispas zumbaba dentro de su cerebro, bloqueando sus pensamientos. Entró al Fiesta, se sentó, cerró la puerta. Y él... no hizo nada. No tenía idea de cuánto tiempo estuvo allí ¿minutos? ¿Hora? cuando alguien se estacionó junto a él, sorprendiéndolo y sacándolo

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding de su adormecimiento. Era Becca, una de las camareras del turno de la cena, con el pelo recogido en una cola de caballo rubia apretada. Lo saludó con la mano. Aun sintiéndose como un sonámbulo, salió de su coche. — Momento Calzada, — preguntó Becca mientras caminaban hacia el edificio. —¿Eh? —Realmente no pareces estar escuchando. —Oh. Uh, yo estaba pensando. —Yo siempre recomiendo evitar eso. —Ella le guiñó un ojo. En realidad, era una de las personas más inteligentes que había conocido, así como una del más dirigido a un objetivo. Tenía un plan de vida, con mayúsculas y todo. Actualmente trabajaba en conseguir un título de maestría en algo que Nicky no entendía, su objetivo final era obtener un doctorado y dominar el mundo. La mayoría de los otros empleados ya habían llegado, y la cocina estaba animada con la actividad. Tom apartó la mirada del cocinero al que estaba regañando y le dio a Nicky una mirada de sorpresa, pero Nicky no le hizo caso, en vez de eso siguió a Becca al estante donde estaban los delantales negros limpios. Después de que cada uno ató el suyo alrededor de su cintura, Becca chasqueó la lengua y lo agarró del brazo antes de que entrase en la parte delantera del restaurante. —Te olvidaste de terminar de vestirte hoy, chico, — dijo. Él parpadeó con confusión, por lo que ella negó con la cabeza con cariño y le abotonó la camisa. —¿Estás bien, Nicky? Te ves un poco fuera de ti.

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding —Yo... estoy bien. —¿Te pasaste anoche? Intentó una pequeña sonrisa. —Sí. —Tengo ibuprofeno en el bolso si lo necesitas. —Gracias, Bec. Voy a estar bien. Los primeros clientes de la noche llegaron casi tan pronto como las puertas estuvieran abiertas. Nicky intentó ser su habitual amable, pero cada palabra se sentía tensa. En realidad no era un gran camarero, para empezar, no era especialmente agraciado o rápido con

los pies, y aunque le gustaba tener

conversación con las personas a las que serbia,

un poco de

nunca tendría el

toque profesional de Becca o Scott, o Vinh. Incluso esa pequeña mierda de Simon era mejor camarero, aunque, gracias a Dios, parecía tener la noche libre. Nicky trabajaba como repartidor de Pepsi cuando él y Tom se habían conocido, y sólo había conseguido ese trabajo por defecto. A las siete en punto, el restaurante estaba lleno. Nicky chocó con Scott, en la cocina, haciendo que a Scott se le cayese un plato de tilapia con

jengibre y cilantro.

—¡Cuidado, imbécil!

—Escupió

Scott. Entonces Nicky mezcló los platos de cuatro mesas, se olvidó del arroz en una cena, y casi tuvo que ser abordado para servirle las bebidas a una pareja con dos niños pequeños. —Lo siento, lo siento, — continuó diciendo. Los clientes y el personal por igual lo miraban, y sus excusas eran lamentables. Una mesa de cinco señoras de pelo blanco finalmente remataron la noche. Llevaban trajes de pantalón color pastel y

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding pulseras tintineantes y parecían como si acabaran de llegar de una reunión de club de jardinería. Miraron a los menús de siempre, haciéndole

un trillón de preguntas que intentó responder con

paciencia. Necesitaban saber los ingredientes de todo, no querían nada demasiado picante, exigieron que sirvieran todas las salsas a un lado. Una de ellas envió su comida dos veces para que le hicieran cambios. No comieron casi nada en absoluto y querían todas sus sobras para llevar. Y luego pidieron cinco cuentas independientes y le dijeron que dividiera el costo de la botella de vino entre las tres damas que la habían compartido. —Disculpe, — dijo la diminuta mujer con las gafas de marco color naranja. Tenía una voz aguda, y agitó su cheque en el aire. — Esto está mal. Cargaste el vino en mi cuenta y yo no tomé nada. Se supone que debe ir en la de ella. —Señaló a la mujer regordeta a su lado. —Lo siento. Lo modificaré. —Estoy cansada de esperar. Hágalo ahora mismo. —Sólo necesito… —El servicio ha sido terrible durante toda la noche. —Ella y sus cuatro cohortes lo miraron. —Me gustaría hablar con el gerente. De inmediato. —Lo siento. Estamos muy ocupados. Déjeme. —¡Ahora! Lo dijo tan bruscamente que se movió hacia atrás golpeando directamente a Arturo el ayudante de camarero. Platos y vasos cayeron al suelo, y Arturo gritó algo blasfemo en español. Nicky casi resbaló en el derrame de alimentos y líquidos, intentó agarrarse al

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding respaldo de una silla para mantener el equilibrio, pero se agarró al hombro de un hombre grande en su lugar.

—¡Hey!

—Gritó el

hombre. Nicky huyó. Corrió alrededor de las mesas, fuera de un cuarto lleno de ojos muy abiertos y bocas. Hizo caso omiso de Becca, quien lo llamó desde cerca de la cocina, y se dirigió a la puerta de entrada a la noche fría. Casi chocó con dos parejas mientras corría por la acera y luego estuvo a un pelo de ser atropellado por una camioneta en el estacionamiento. El conductor hizo sonar el claxon alto y claro. El Fiesta se sentía más como una trampa que como un refugio seguro, pero Nicky se sentó en su interior oscuro de todos modos, a la espera de que su respiración se calmase. Sólo cuando estuvo seguro de poder llegar a casa con seguridad arrancó el motor. Profundamente en

su corazón, Nicky esperaba que

cerrara el Phoenix temprano o simplemente dejara

Tom

el lugar en

manos de otra persona y regresara a casa para hablar. Pero Tom no lo hizo. Nicky estuvo sentado solo en el sofá hasta bien pasada la medianoche. Todavía llevaba su uniforme de camarero y el delantal negro, y su estómago vacío retumbaba con tristeza. La habitación estaba a oscuras, sombras cubriendo las estanterías llenas de libros de cocina y adornos, y el frío del otoño que impregnaba la habitación le recordó

que probablemente era

tiempo de

encender la

calefacción. Finalmente la puerta del garaje se abrió y se volvió a cerrar. Nicky oyó llaves tintineando cuando Tom las tiró sobre la mesa de la cocina. El dispensador de agua en la nevera sonó por un momento. Nicky sabía exactamente cómo Tom se veía mientras se apoyaba en

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding el mostrador y bebió. Tendría círculos oscuros bajo los ojos y los hombros inclinados por el agotamiento. Su piel olería a sudor, aceite y especias. Por lo general, Nicky y Tom volvían a casa juntos. A veces Nicky caía de rodillas en la cocina y le daba a su amante una mamada. Más a menudo

entraban a la sala de estar juntos,

quitándose los zapatos, y colapsando en el sofá con las piernas entrelazadas. Se daban masajes en los pies hasta que ambos estaban gimiendo de placer. Esta noche, Nicky simplemente se quedó quieto. Él entrecerró los ojos cuando las luces del techo se encendieron. Tom entró en la sala en silencio y se dejó caer a su lado. Durante diez minutos, estuvieron en silencio. Finalmente, Tom suspiró ruidosamente.

—Siento que nos

hayas encontrado así—, dijo en voz baja. Nicky se estremeció ante el nosotros y no dijo nada. —Fue sólo... me sentía estresado y Simon.... No significaba nada, Nicky. No era nada especial, no como lo que tenemos. Nicky se había sentido helado durante toda la noche, pero ahora la realidad lo golpeó con la fuerza de un golpe. Él gruñó cuando la realidad lo golpeó con toda claridad : esta no era la primera vez que Tom lo judía todo. —Como lo que hemos tenido, — dijo Nicky. —Oh, vamos. Lo siento, ¿de acuerdo? Estaba tonteando. — Nicky siempre había sabido que era el segundo tras el Phoenix para Tom, pero había estado dispuesto a aceptarlo . Y tal vez en algún nivel había sido consciente de que su amante lo engañaba,

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y no

Servicio de Limpieza | Kim Fielding sólo con Simon. Allí estaban las miradas clandestinas en el trabajo, los comentarios astutos. Incluso antes de que Tom hubiera abierto su propio restaurante, cuando había sido el chef de un lugar en Berkeley, llegaba de forma inesperada a altas horas de la noche a casa oliendo a la colonia de otra persona. Pero Nicky se había negado a ser desconfiado. Tom lo amaba. Se lo decía. Nicky negó con la cabeza. Su pecho se sentía hueco, como si Tom le hubiese arrancado el corazón, y la luz brillante hizo que sus ojos picasen. —Yo ni siquiera he besado a otro hombre, Tom. Desde que nos conocimos. —Pero esto no era jodidamente importante, Nick! —Lo fue para mí. Nicky se levantó. Sus piernas se habían encogido de estar sentado inmóvil durante tanto tiempo, pero no le prestó atención a la incomodidad. Entró cojeando en la habitación de invitados, abrió el armario y sacó la maleta grande. La había utilizado una sola vez, en unas vacaciones en las que él y Tom habían ido a Hawai antes de que Tom abriese Phoenix. Nicky arrastró la maleta al dormitorio principal y comenzó a llenarla con su ropa. Cuando estaba casi llena, arrojó dentro una bolsa de aseo, y luego cerró la cremallera de la maleta . Tuvo que rodarla a través de la sala de estar para llegar a la puerta principal. Tom seguía tirado en el sofá. —Nicky.... —Volveré más tarde a por el resto de mis cosas. —En realidad no le quedaba mucho, en realidad. La mayoría de las cosas en la casa eran de Tom. —¿A dónde vas, Nick? Esta es tu casa.

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding —Es tu casa. Mi nombre no está en la hipoteca. — —Pero vives aquí. —Nunca más. Tom no le siguió cuando Nicky salió a la noche, su maleta ruidosa en la acera. Y así fue como, en un mal martes, Nicky Hauser perdió su trabajo, su casa, su novio, y sus esperanzas.

Capítulo Dos

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding NICKY tomó un sorbo de su café helado y suspiró. —Tal vez estoy exagerando. Evan alzó una ceja escéptica y Balvir resopló. —Lo pillaste en medio de una relación sexual, Nicky. No estás exagerando, — dijo Balvir. Evan asintió. —Totalmente, cariño. —Pero... un montón de chicos Nicky. —Vosotros lleváis

no son monógamos, —dijo

chicos guapos

a casa a veces. Me

hablasteis de uno el mes pasado. —El jugador de béisbol de ligas menores, —dijo Evan. —Oh, él estaba delicioso. Tenía esos pequeños bollos lindos.... Balvir golpeó a su marido en el brazo. —No es el punto. Claro, Nicky, a veces jugamos con alguien. Pero jugamos con él juntos. Nosotros decidimos si estamos en el estado de ánimo, elegimos a alguien, podemos incluso hacer una seducción. No jodemos con camareros cachondos a espaldas del otro. Nicky sabía que sus amigos tenían razón. Lo que más le dolió de la indiscreción de Tom no fue el maldito sexo sino la traición de la confianza. Nicky había sido tentado por una cara bonita o un cuerpo bonito de vez en cuando en el último par de años, pero nunca había considerado el actuar sobre las tentaciones, porque no quería traicionar a Tom. Sin embargo, frunció el ceño. —Tom ha estado bajo mucho estrés —Mierda, —Balvir lo

interrumpió en voz alta. —Todo el

mundo se estresa. No engañé a Evan cuando estudiaba para el examen de hostelería ni él a mí cuando su madre se estaba

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding muriendo. Si te estresas te tomas unas vacaciones, te juntas con amigos, le pides al doc Xanax. No rompes el corazón de tu amante. Nicky sorbió de su paja. —Lo sé, —dijo miserablemente. Y luego Evan y Balvir comenzaron con un largo catálogo de faltas de Tom, empezando por su mal gusto por la música. Nicky agradeció el apoyo pero apenas les prestó atención. Su mirada estaba atrapada por el hombre guapo dos mesas más allá. Tenía rizos negros espolvoreados con un poco de gris y ojos de un color verde brillante. Tenía los pómulos anchos y generosos labios de modelo, por no mencionar un

cuerpo bien esculpido. Su traje

parecía caro, pero estaba un poco arrugado, con la corbata colgaba torcida, y sus zapatos necesitaban brillo. Había colgado su chaqueta sin orden ni concierto en la parte posterior del asiento. Tenía el ceño fruncido en concentración mientras se inclinaba sobre su portátil. Evan y Balvir finalmente terminaron su letanía anti-Tom, y Evan pidió una recarga de café. Cuando se sentó de nuevo, tomó la mano de Nicky en la mesa. —Sabes

que puedes

quedarte con

nosotros, ¿verdad? Durante el tiempo que quieras, cariño. —Gracias. Voy a tener que tomarte la palabra. —Nicky había pasado las últimas dos semanas de sofá en sofá. Había pasado la primera noche en el sofá de Becca porque vivía muy cerca de la casa de Tom. Pero ella todavía trabajaba en el Phoenix y Nicky no quería que se sintiera atrapada en

medio. Luego había pasado varias

noches en casa de su amiga Pauline, pero a su marido no le gustaba mucho Nicky y tenían un niño de nueve meses. Así que Nicky se había mudado con Max. Max era soltero, sin hijos, y no trabajaba para Tom, pero también tenía la vida sexual más activa que Nicky

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding había conocido. Nicky estaba cansado de despertarse y encontrarse con una chica medio desnuda diferente en la cocina cada mañana. Él podría estrellarse en el futón de Balvir y Evan. Pero el futón estaba en el dormitorio de repuesto de sus amigos, que Balvir utilizaba como su oficina en casa. —Soy demasiado viejo para esto, —dijo Nicky con desánimo. Evan le palmeó la mano. —Es sólo un pequeño contratiempo. Estarás de vuelta y sobre tus pies en cualquier momento. —Estoy sin hogar, Ev. Estoy muy cerca de irme a vivir con mi madre en Bakersfield. No tengo trabajo y nadie me va a contratar. Soy patético. —Sólo cuando estás revolcándote en la autocompasión. — Nicky le mostró el dedo medio, eso hizo que los tres se riesen. El chico lindo con el portátil miró hacia ellos y frunció el ceño, como si no estuviera contento con su intrusión en su trabajo. Bueno, que se joda. Estaban en una cafetería pública. Balvir masticó pensativo una enorme galleta de chocolate. — ¿Cómo va la búsqueda de empleo? —Miserablemente. Mi curriculum es una mierda. El otro día me ofrecí para un montón de aplicaciones en el centro comercial y no he tenido ni una sola llamada. Ni siquiera estoy calificado para trabajar en el stand de teléfono móvil y accesorios o vender Cinnabons. —Estaba tratando de no quejarse, era en realidad. —¿Qué pasa con la universidad? —Preguntó Balvir. —Tomaste algunas clases, ¿no? —Hice un semestre y medio en Cal State Bakersfield hace un millón de años. Probablemente tendría que empezar de cero. —Y, él

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding no añadió, que sus ahorros no le darían ni para la matricula, aunque viviese sin pagar alquiler. Tom no le había pagado realmente por su trabajo en el Phoenix. Nicky había sentido que su arreglo era bastante justo, teniendo en cuenta que Tom pagaba la hipoteca, los servicios públicos, y las facturas de los comestibles. Las propinas eran los únicos ingresos que Nicky había hecho en su cuenta. Balvir se frotó la barbilla, pensativo. —Uno de mis socios en el trabajo pasará diciembre en el Cabo. Él y su esposa tienen gatos. ¿Quieres cuidar de su hogar? Tienen un buen lugar. Te comprará algo de tiempo para conseguir algo más permanente. Nicky era alérgico a los gatos, pero sin hogar, necesitaba un empleo urgente. —Eso suena muy bien. —Perfecto. Le voy a dar tu información de contacto mañana. —Gracias. Gracias a los dos. Estáis siendo muy agradables. Evan le lanzó un beso, revoloteó sus pestañas, y luego robó un pedazo de galleta de Balvir. —Las calorías no cuentan si comes del plato de otra persona, —dijo. Decidiendo que un cambio de tema estaba en orden, Nicky se reclinó en su silla. —¿No fuiste a ver una obra de teatro este fin de semana? Eso estableció a sus amigos en una crítica larga y complicada de los actores, la trama, el diálogo y el vestuario. Nicky sonrió y escuchó, pero mantuvo su mirada fija en el chico guapo, que estaba escribiendo furiosamente. Evan estaba en medio de una diatriba apasionada contra todo árbol del escenógrafo cuando el chico golpeó su brazo en su taza, derramando el café a través de la manga. — ¡Mierda!—, Gritó, sobresaltando a la pandilla de adolescentes en una

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding mesa cercana. Entonces simplemente se quedó mirándose su brazo, mirándolo como si fuera a llorar. Nicky estaba fuera de su asiento antes de que pudiera detenerse. Cogió un fajo de servilletas de papel del dispensador en la mesa del chico y comenzó a secarle la manga. —No te quemaste, ¿verdad? —Preguntó Nicky. —Uh... no. Se enfrió ya. —Bueno, eso es bueno. —Nicky miró críticamente la mancha marrón que estropeaba la tela azul. —Podrías no perder la camisa, sin embargo. Ve a casa de inmediato y remójala en Shout. —¿Shout? —Es un quitamanchas. El hombre sacudió la cabeza con desconcierto. —No tengo ninguno. ¿Cómo odia no tener quitamanchas? Nicky suspiró. — Entonces, intenta esto. Remójala en agua tibia con un poco de jabón para lavar platos. Tienes jabón, ¿verdad? Y luego mójala con un poco de alcohol. Eso podría funcionar. —Creo... creo que voy a tirarla a la basura. Nicky se encogió de hombros. La camisa probablemente había costado cien dólares, pero ese no era su problema. —Está bien. — Todavía estaba agarrando el fajo de servilletas y sabía que debía marcharse, pero sus ojos verdes le tenían clavado en su lugar. Y esas pestañas no podían ser reales, ¿verdad? Nadie tenía las pestañas tan largas y gruesas. —Tengo una reunión dentro de cuarenta y cinco minutos—, dijo el hombre, viéndose como un niño perdido. —Una importante.

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding —Bueno, esa mancha va a verse, incluso si usas la chaqueta. ¿Ves? Es todo el camino hasta el borde de tu puño. —Nicky puso su dedo en el tejido en cuestión y fingió no darse cuenta de cuán grande y fuerte era la mano del tipo. Nicky definitivamente no estaba pensando en cómo

la mano se sentiría sobre

su piel

desnuda. —Oh... mierda. —La frase sonó tan perdida y abrumado que la lujuria de Nicky fue sustituida por la compasión. —Mira. Hay un Kohl a un par de cuadras de aquí. Justo a la izquierda del estacionamiento. No tendrán ninguna camiseta tan bonita como ésta, pero apuesto a que puedes conseguir algo, toma una blanca normal abotonada, y llegarás a tu reunión en mucho tiempo. El chico le sonrió. Uno de sus dientes delanteros estaba mínimamente torcido, pero de alguna manera le daba un mejor aspecto. —Gracias, amigo. ¿Eres una especie de ángel de la guarda? Nicky le devolvió la sonrisa. —Si lo fuera, habría evitado que te derramases el café. ¿Um, y cuando estés en la tienda? Es posible que desees tomar un par de calcetines también. No coinciden. — El hombre gruñó y miró hacia abajo a sus tobillos. —¿No lo hacen? —Uno es azul marino y el otro verde oscuro. ——Soy daltónico. —Encuentra a un empleado de la tienda. Pídele que elija un par de calcetines negros para ti. —Gracias. Yo... mejor me voy. Nicky dio un paso hacia atrás y vio que el hombre cerraba su laptop y doblaba su chaqueta sobre el brazo. El hombre extendió su

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding brazo manchado hacia Nicky para darle la mano. —Gracias de nuevo. En serio. — Él tenía un agarre firme. Nicky quiso enderezarle la

corbata, pero no parecía tener

mucho sentido ya que el chico se cambiaría de ropa de todos modos. —Buena suerte con la reunión. — Vio cómo el hombre se alejaba.

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding

Capítulo Tres Los Barnett eran dueños de una casa moderna compacta en las colinas de Oakland. Tenían dos gatos siameses que hacían que Nicky estuviese congestionado y estornudara, pero por lo demás era un buen trato. El espacio era tranquilo y cómodo, la ubicación no era mala, y los propietarios incluso animaron a Nicky a usar el Volvo de la señora Barnett y darle a su decrépito Ford un descanso. Lo mejor de la casa, sin embargo, era la cubierta posterior. Debido a la forma en que la propiedad estaba en ángulo, la cubierta le ofrecía

total privacidad de los vecinos y tenía unas vistas

impresionantes de lejanas luces parpadeantes. Algunos ruidos de la carretera se filtraban y a veces Nicky oía coyotes aullar. Añadido al equipamiento había una amplia bañera de hidromasaje y la terraza convirtió en su lugar para ir a descansar. Tres semanas después de su estancia, Nicky estaba haciendo lo que hacía todas las noches, cenó y fregó la cocina, luego se despojó de toda su ropa y la colocó cuidadosamente en la cama en la habitación de invitados, donde había estado durmiendo. Cogió una toalla mullida del baño y caminó a través de la casa, su desnudez no escandalizaría a los gatos. Después de cerrar las puertas francesas detrás de él, corrió por la cubierta en el aire frío de la noche y se hundió felizmente en la bañera de hidromasaje, posicionándose para tener la mejor vista. El agua burbujeante caliente inmediatamente comenzó a calmar los músculos doloridos, de las horas trabajando en la casa de Barnett.

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding —Yo podría vivir así, —dijo en voz alta. —Sólo tengo que entrar en la escuela de leyes, sacar

las mejores calificaciones, y luego

trabajar hasta que encuentre una

pareja. No hay problema. —

Cierto. Durante las siguientes tres semanas, pasó sus días entre hacer ejercicio, limpiar, y estornudar, y pasar las tardes sentado en el spa y teniendo en cuenta su futuro, por lo general con una cerveza en la mano. Pero él no estaba más cerca de una epifanía sobre su vida. Esta noche se había olvidado de tomar una cerveza, pero tal vez eso era algo bueno. Tal vez una cabeza más clara contribuiría a pensar. Cuando Nicky era un niño pequeño y la gente le preguntaba qué quería ser cuando fuera grande,

siempre se

encogía

de

hombros y cambiaba de tema. Crecer le había parecido algo muy lejano. Pero, inevitablemente, los años se habían deslizado en él y él había ido a la universidad, más por posponer una decisión que para conseguir un título. A mitad de su segundo semestre,

había

cambiado sus principales tres veces y lo había reprobado todo de todos modos. Era mucho más divertido explorar su sexualidad que estudiar álgebra e historia. Cuando un conocido se ofreció a compartir un apartamento con él en Berkeley, Nicky había saltado a la oportunidad de huir de Bakersfield.

Había

encontrado

una

serie

de

remunerados y en gran medida poco exigentes: ventas minoristas,

trabajos

mal

comida rápida,

trabajo de oficina. En ninguno de ellos le

pagaban muy bien, pero no le importaba. Entonces, un amigo de un amigo le encontró ese trabajo de repartidor de

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Pepsi, que fue

Servicio de Limpieza | Kim Fielding fantástico. Tenía tardes y fines de semana libres, y ganaba

lo

suficiente como para compartir un apartamento cutre y pagar por la comida y la bebida. Él había conocido a Tom en uno de los restaurantes de la ruta de entrega. Nicky se había enamorado. Continuó conduciendo su camioneta hasta que Tom compró el Phoenix, y luego Nicky lo había dejado ansiosamente todo para mudarse a la casa de Tom y servir mesas en su negocio. Había sido feliz. Una mierda. Nicky

tenía

intereses,

pero

ninguno

de

ellos

era

comercializable. Le gustaba hacer ejercicio y jugar béisbol, pero no tenía

la paciencia ni

la visión de convertirse en un coach o

entrenador personal. Le gustaba tomar fotos, pero sólo tenía el ojo de un aficionado. Podía cantar lo suficientemente bien como para sobrevivir en un karaoke, pero dudaba de que alguien pagara por escuchar su voz. Apestaba en todo lo que requiriese habilidades mecánicas o una excelente destreza manual. A diferencia de su padre, que había sido contable, Nicky era muy malo con los números. Su madre era maestra, pero los niños eran una especie que lo aterrorizaba. Una vez había conseguido trabajo como jardinero, pero sólo le duró el tiempo suficiente para descubrir que su alergia a la hierba era aún más cruel que su alergia a los gatos. Tal vez hubo un tiempo que podría haber cobrado por su aspecto, pero ahora estaba poniéndose un poco viejo para eso. Él se distraía muy fácilmente para estar seguro en una cadena de montaje. Había pensado en especializarse en la justicia penal durante unos diez minutos, pero era demasiado

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Servicio de Limpieza | Kim Fielding buen corazón. Y tenía un estómago ligeramente débil, lo que descartaba cualquier cosa en el campo de la medicina. Así que le quedaba ... ¿qué? Los tipos de trabajo que había tenido cuando tenía diecinueve años. Pero aparte de la afrenta potencial a su dignidad, en todos pagaban una mierda. Tendría que vivir en algún apartamento de mierda con un grupo de compañeros de cuarto. No le había importado eso hacia una década, pero ahora sus sentimientos eran diferentes. Sus amigos estaban establecidos con carreras reales, con socios monógamos a largo plazo. Algunos incluso tenían hijos. Nicky gimió y cerró los ojos.