Ser Padres Gestalticos

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El objetivo económico de este libro es que los niños necesitados reciban un apoyo a través de UNICEF. Agradecemos tu colaboración al comprar este libro, te rogamos que no envíes el archivo vía email de forma indiscriminada, puesto que esto significaría que los niños dejarían de recibir la aportación económica que genera cada venta del libro, ya sea en formato papel o e-book. Si alguna persona estuviera interesada en poseer una copia para su lectura, por favor facilita estos datos donde podrán adquirir el libro colaborando con la compra de un ejemplar y apoyando a los niños necesitados. Gracias!

Donde adquirir ejemplares del libro SER PADRES GESTALTICOS: www.lulu.com (Efectúe la búsqueda con el nombre SER PADRES GESTALTICOS)

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SER PADRES GESTÁLTICOS Recopilación de vivencias de Terapeutas Gestalt de diferentes países (Los autores esta colocados por orden alfabético del Nombre)

Evelyn Lowenstern H- México (Prólogo) Ana Cecilia Sáenz- Perú Antonio Sellés- España Amparo Estevan- España Carmen Vázquez- España Gemma García- España/ Australia Guillermo Feo- Venezuela Harumi Duhanet Odo- Perú Loretta Zaira Cornejo- España/ Perú Manuel Ramos- España Milagros Sanz- España Pilar Ocampo- México/ USA Toña Sala- España Yaro Starak- Australia

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Primera publicación 2012 Idioma: Español. Editor: Gemma Garcia Email contacto Editora: [email protected] Colabora: Gestalt Art Therapy Centre- Australia®. www.gestaltarttherapy.com El orden de los capítulos, esta creado en el orden alfabético de los nombres de los autores. Todos los autores de los capítulos aquí incluidos, han cedido los derechos de autor a Gemma Garcia y Yaro Starak, asi mismo, todos los autores de este libro, han cedido los beneficios económicos derivados de la venta del presente libro (en formato papel o e-book), para ser destinados a Unicef en España. Copyright Gemma García® en representación de todos los autores participantes de esta obra. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida en ninguna técnica (incluida fotocopia, escaneado, fotografiado u otros medios electrónicos para diferentes usos de esta publicación) sin permiso por escrito del dueño del copyright, de acuerdo a las normas vigentes del Copyright. El editor no se hace responsable de las opiniones y contenidos expresados por los autores. Si usted desea más información sobre alguno de los artículos, puede contactar directamente con el autor (Ver: Información sobre los autores)

ISBN: 978-1-291-22963-9 Impreso en España y Australia.

Los beneficios económicos de la venta de este libro, son íntegramente para el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia

UNICEF en España. UNICEF trabaja para construir un mundo más justo mediante la defensa, la protección y el desarrollo de los derechos de la infancia, contemplados en la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN). www.unicef.es

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Agradecimiento a colaboradores Este libro que tienes en tus manos, nació de un sueño, convirtiéndose en realidad, gracias a las aportaciones de cada uno de los colaboradores, desde diferentes partes del mundo, que accedieron a participar en este proyecto de forma altruista. Sin todos ellos, este libro no hubiera sido posible. Nuestro más profundo y emotivo agradecimiento. Gemma García Yaro Starak

Directores de Gestalt Art Therapy Centre Australia, Diciembre 2012

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Dedicado a todos aquellos niños que no han podido recibir, el amor de unos padres

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ÍNDICE PRÓLOGO

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Evelyn Lowenstern H. APRENDIENDO EN EL CAMINO

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Ana Cecilia Sáenz- Perú PADRES E HIJOS:

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APUNTES SOBRE UN PROCESO VITAL Antonio Sellés- España Amparo Estevan- España ¡QUE LA FUERZA TE ACOMPAÑE!

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MI HOMENAJE A LOS PADRES GESTÁLTICOS Carmen Vázquez- España TU ARTE DE MODELARME

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Gemma García- España/ Australia “BUENOS” PADRES VS PADRES EFECTIVOS

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(Una historia personal) Guillermo Feo- Venezuela HOMBRE COMO EL DRAGÓN

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Harumi Duhanet Odo- Perú

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UNA MAMÁ TANTAS GESTALES

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Loretta Zaira Cornejo- España/ Perú CUAL ES LA DIFERENCIA ENTRE SER «PADRE»,

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Y SER «PADRE GESTALTICO» Manuel Ramos- España ENFOQUE GESTÁLTICO

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SOBRE FAMILIAS EDUCADORAS y ADOPTIVAS: FAMILIAS QUE SE DEJAN EDUCAR Milagros Sanz- España PADRES GESTÁLTICOS

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Pilar Ocampo- México/ USA SOL DE OTOÑO

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Toña Sala- España PADRES GESTÁLTICOS Y EL NIÑO INTERIOR

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Yaro Starak- Australia

SOBRE EL COLABORADOR DEL PRÓLOGO

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SOBRE LOS AUTORES DEL LIBRO

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PRÓLOGO Evelyn Lowenstern H. Antes de decir nada, quiero agradecer la invitación de mis amigos Gemma y Yaro por pensar en mí para este hermoso encargo. Ser un padre responsable, empieza por ser una excelente idea, la cual ninguna persona pondría en duda, ya que el evento en sí mismo genera preocupación y a veces, hasta observamos síntomas de angustia. Claro que al embarazar, la pareja Responsable desea lo mejor para el nuevo integrante, sin embargo, no alcanza con el solo propósito. He visto a lo largo de mi experiencia como psicoterapeuta que no llegaremos a la meta deseada si antes no tomamos en cuenta qué de nuestra educación queremos transmitir a nuestros hijos. El primer paso entonces es conocernos a nosotros mismos, conocer cuáles son las normas que queremos para nuestra familia y revisar si coinciden con nuestra pareja; aquí es donde comienza el Camino Responsable, en la Comunicación. Llevamos mi esposo y yo 32 años de casados con 2 maravillosos hijos que a su vez son ya padres, uno de una preciosa niña y el otro de una futura vida que pronto arribará a nuestra familia. Muchas veces nos preguntan cuál ha sido la fórmula del éxito y yo contestaría, “Comunicar lo que deseo como normas a seguir, buscar la coincidencia con mi esposo en cuanto a sus propias normas y ceder cada quien hasta llegar a un acuerdo, esto se llama Negociación”. Nacidos nuestros hijos, vivir el día a día adaptándonos a las necesidades de ellos y no esperando seguir con nuestras rutinas como pareja, sino, aceptando el compromiso de sacarlos adelante como personas de bien. A partir de ese momento, el formar una familia implica nuevos horarios, desvelos, estructura y, sobre todo, buena voluntad y amor desinteresado. Al ir por ese camino tu hijo te va llevando de la mano con él a crecer y conocerás los cambios que cada mes va teniendo, aprender a escucharlo y a comprender sus necesidades.

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Puede parecer que durante este primer año de vida de nuestro hijo, olvidemos que primero fuimos pareja y resulta que sí, dividir tiempos entre la paternidad o maternidad y la vida de pareja en este período puede resultar y es definitivamente complicado. Por lo mismo, mantenerse en contacto con el esposo/a, es definitivamente necesario para no provocar alguna crisis, por cierto, muy comunes en esta época. Al paso del tiempo, la cotidianidad se vuelve más fácil de sobrellevar porque ya se relajan los horarios y por lo mismo, comienza una etapa como he dicho yo, siempre Divertida, donde tu niño/a descubrirá el mundo con tu ayuda. Aquí es cuando pasas de ser absolutamente indispensable a ser un compañero de aventuras y descubrimientos. Esta etapa continúa hasta la entrada a la escuelita, momento crucial, más para los padres que para el hijo. El niño ha de sentirse angustiado en la medida que percibe la angustia en sus padres. Ya es momento por lo tanto, de platicar con tu hijo, hazle comprender en su nivel de lenguaje, nuevamente, adapta tu léxico a su edad y explícame que mamá y papá regresarán por él y no prometas aquello que no le puedas cumplir como a ti tampoco te gustaría que te lo hicieran. Llega por él a la escuelita antes de que salga para que, con ello, aprenda que sus papás cumplen con lo prometido. Si no puedes ir tú por él, nuevamente habla con la verdad y explícale claramente la situación. Así irás generando honestidad y tu hijo reforzará su «Yo» en crecimiento. Pasando a otro tema, algo que no quiero olvidar y que ha sido un pilar en nuestra familia es el ir generando en nuestros hijos su autoestima, día con día ir aprobando sus éxitos desde los más pequeños hasta aquellos que merezcan el mayor elogio, con afecto sincero y aprobación, nunca escatimes en las caricias positivas de expresión de orgullo por sus logros así como de desaprobación a sus actos de desacato con paciencia y dando ejemplos claros y asertivos de una mejor conducta. Yo pienso que la base de una educación de éxito está basada en la Comunicación Parental y en la congruencia. «Ser papás implica actuar y educar a través del ejemplo con Paciencia y, sobre todo, con Amor»

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Para concluir les contaré una anécdota: ante una solicitud de permiso que le negué a mis hijos me dijeron "no me digas porque soy tu madre", a lo que les contesté: como soy su madre les voy a explicar cómo veo yo la situación y cuando finalice, entonces Uds. podrán decirme si estoy o no en lo correcto. Ya expuesta mi razón, escuché la de ellos y así llegamos al mejor resultado para todos, mis hijos tenían 6 y 8 años en ese entonces. Pues muy bien mi querido lector, tienes en tus manos un excelente libro que no sólo te ayudará a entender mejor este camino sin fin que es el de la paternidad, sino que además podrás darte cuenta que ser padres conlleva un sin fin de dudas, errores y experiencias que llegan a ser las mismas en diferentes latitudes y tal vez hasta generacionales. Cada autor que irás conociendo, te ha escrito a ti como dirigiéndose a sí mismo, en un lenguaje coloquial ameno y llevadero. Por lo mismo te verás muchas veces reflejado y hallarás diferentes formas de haber abordado una situación semejante a la propia. Esto hace del libro un objeto de consulta, tal vez lo necesites leer más de una vez para saber que podrías hacer o liberar alguna culpilla de las que los papás vivimos más a menudo de lo que pensamos posible. Por lo mismo te invito a deleitarte y pasear por este mundo de los Padres Gestálticos Responsables.

Evelyn Lowenstern H. México

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APRENDIENDO EN EL CAMINO Ana Cecilia Sáenz Avalos

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APRENDIENDO EN EL CAMINO Ana Cecilia Sáenz Avalos Ser padre o madre, es como la Gestalt: totalmente vivencial. Todo lo que yo haya leído o me hayan contado alguna vez sobre la maternidad, no alcanza para hacerme una idea real de cómo es ser madre. Yo lo viví como una gran crisis que cambió toda mi vida, (para mejor). De hecho, ser madre de mi único hijo, Enzo, (4 años de edad), activó “algo” en mí, una nueva visión del mundo, que tiene que ver con la trascendencia, con ser una mejor persona y un buen referente para mi hijo. Maduré de pronto, me pregunté qué quería en la vida, me di cuenta de todo el tiempo que había perdido viviendo por vivir. De repente supe que el camino que había elegido era el que yo quería seguir, y sentí mucha fuerza para caminarlo firmemente. Desperté. Mi hijo me dio esa fuerza y esa seguridad para avanzar con paso firme. Le dio sentido a mi vida. Se me activó la parte profesional, me volví muy productiva y trabajadora. Y es que yo quería ser “alguien” para mi hijo. La tarea de ser mamá, no ha sido nada fácil. Ha sido la tarea más difícil que me ha tocado desempeñar y hay escritos míos que evidencian ésta angustia y desesperación. Sobre todo, en la etapa de los 2 años de edad, que me fue muy difícil de manejar, porque no entendía a mi hijo. Sentí la necesidad de escribirle muchas veces para que él pudiera leer esos escritos cuando sea grande, y supiera las cosas que hacía, como una ayuda memoria de su vida. Aquí algunos ejemplos: “Querido Enzo: tienes 2 años y medio y pareces un adolescente rebelde que quiere lograr su autonomía. A veces eres dócil y obediente, otras, desafiante, autosuficiente, crees que puedes hacer las cosas solo, y no me dejas ayudarte. No sé cómo tratarte”… 19

“Ya te saqué los pañales, aprendiste en una semana, pero a veces creo que controlas con el tema de la orina. Te veo retorciéndote y aguantándote y te pregunto si quieres ir al baño y me dices que «No». Para mí, es evidente que «Si»! Te digo que vayamos, que yo también quiero orinar. Te digo que tú primero y me dices que «No». Me siento yo, y comienzas a gritar como un loco «sal que yo quiero hacer…», te digo que ya no puedo pararme, que estoy a mitad de proceso, y te haces pipi frente a mí en los pantalones. ¿Dime si no es para desquiciar a cualquiera?.” “A veces las cosas son muy difíciles contigo. Esa ambivalencia que tienes de primero decir no, después sí, después otra vez no, ¡me desespera! Es como leí en un libro que me prestó tu profesora del nido, como un “síndrome pre-menstrual permanente”… ¡eso si lo entiendo bien!, y viendo las cosas de esa manera, ahora te tengo un poco mas de paciencia…” Debo confesar que hasta que llegué a ésta etapa, había sido tolerante con el mundo, tenía mucha paciencia, pero mi hijo me sobrepasó. Rompía mi armonía a cada momento, y yo tuve que trabajar conmigo misma para que la situación pudiera ser llevadera…y felizmente, lo logramos. La etapa pasó y vinieron otras, donde la comunicación con mi hijo es mucho mejor y más divertida. Y así como vivo dificultades, también vivo cosas lindas y graciosas como: “Querido Enzo: el otro día me hiciste reír mucho. Te terminaste de lavar los dientes y refregaste el cepillo en el jabón diciendo: “para no hablar palabras feas”…y lo más gracioso de todo, es que después te lo metiste a la boca! “ “Regresé de la peluquería, y nadie había notado ningún cambio en mí, excepto yo. Me miraste deslumbrado y me dijiste: «Mamita, ¿Donde te has ido? ¿Por qué estás tan bonita?» Fue un momento sublime para mí. ¡Te diste cuenta, te abracé y te llené de besos!. El otro día me dijiste: “Mamá: soy el niño más afortunado del mundo, porque cuántos niños quisieran que tú seas su mamita, y yo tuve la suerte de que tú fueras mi mamá”…

«Mamá, yo te amo y te adoro del tamaño del lago Titicaca.» 20

Bueno, y luego de transcribir una pequeña muestra de mis escritos, quisiera compartir algunas reflexiones sobre lo que significa para mí ser gestáltica y madre al mismo tiempo. 1.- Ser terapeuta gestáltica no me inmuniza de cometer errores. He aprendido en la práctica que soy un ser humano, que aprendo día a día a ser mamá, y que los conocimientos de terapia que puedo tener, a veces me sirven y a veces no me dan resultado, sobre todo en los momentos de crisis o estrés, que me olvido de todo lo que aprendí y actúo tal cual lo hicieron conmigo. Es algo que he observado repetidamente: en tiempos de tranquilidad y armonía, la Gestalt y todo lo aprendido, puede aplicarse perfectamente, pero cuando hay crisis, emergencias, caos, estrés, mi árbol (genealógico) se impone, y cometo errores. Soy consciente también que por más bien que crea que le estoy haciendo a mi hijo, lo voy a herir en algo, ya sea voluntaria o involuntariamente. Que la madre perfecta no existe, y si existe, tal vez esa “perfección” sea la principal causante de las heridas del hijo. 2.- Los límites: un acto de malabarismo. Ser una madre gestáltica hace que constantemente esté buscando el equilibrio entre ponerle límites a mi hijo y dejarlo ser. Entre estimularle la imaginación, el teatro, el juego, la creatividad y el restringirle los excesos de energía que rebasan los límites de lo permitido. Es darle permiso para que exprese su rabia, pero hasta cierto punto… sin pasarse de la raya. Siempre tuve la loca idea de que cuando sea madre, iba a ser muy amorosa y que le pondría los límites a mi hijo con mucho amor y armonía, pero en la práctica, me di cuenta de que eso no me funcionaba con mi hijo, porque no me obedecía. Le daba muchas explicaciones de por qué tenía que hacer esto o aquello, y nada, no me obedecía, y muy por el contrario, sí hacía caso a las personas que lo hacían más firmemente, y a veces con brusquedad. Y es que jamás me imaginé que tendría un hijo tan independiente, rebelde y combativo…

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Algo que me ha funcionado muy bien, para que obedezca, es el juego. Hacer las cosas jugando o bien hacer un espacio de juego con él, donde yo no proponga nada, sino que me abandono a sus reglas, donde él disfruta, se ríe a carcajadas, lo pasa bien, está satisfecho con ese tiempo de juego que necesita con su mamá y en el momento en que vienen las obligaciones, la cosa es más llevadera, no tiene tanto problema en obedecer, lavarse los dientes, o cambiarse. 3.- Mi hijo, mi maestro. Mi hijo para mí, es un pequeño maestrito que me recuerda diariamente qué es lo sano, y cuan neurótica puedo ser como adulta por darle mayor importancia, a veces, a los parámetros que exige la sociedad para la crianza de los niños. Ejemplo de ello, es la alimentación. Cuando el chico está lleno, dice “ya no quiero”, me llené. Pero los introyectos sociales tipo “una buena madre tiene que alimentar bien a su hijo”, hace que no respete su proceso y le lance un “tienes que comer”… o tenga que negociarle “esto comes, y esto dejas” o “cómete la carne…”, etc. ¿Por qué simplemente si ya no quiere comer, no come? Me doy cuenta en mi hijo, de lo que es un ser espontáneo, puro. Lo observo maravillada cómo se asombra, cómo disfruta de la música, cómo baila sin la menor vergüenza, como se ríe a carcajadas, con todas sus ganas, cómo llora desconsoladamente, y como se recupera con un abrazo y un beso de su papá o mamá… pienso que los adultos tenemos mucho que aprender de los niños! Ahí es cuando veo en vivo “El ciclo de la experiencia” de forma sana, sin interrupciones de ningún tipo. Él está en contacto con su organismo, sabe lo que necesita, lo pide, si no lo consigue se enoja, expresa abiertamente su rabia, si quiere ir al baño, tiene que ir en ese momento y no puede esperar…. ¡Es tan sencillo y difícil al mismo tiempo! 4.- La importancia de la “congruencia”. He observado en la práctica, cómo le enseño a mi hijo con el ejemplo. Si yo grito como histérica, él también grita. Si yo le doy un manotazo, él me contesta el golpe con otro. 22

El hará lo que yo haga, le diga lo que le diga. Si no quiero que grite, yo no puedo gritar. Si no quiero que coma en la habitación, nadie en la casa lo puede hacer tampoco. Esa congruencia entre lo que se dice y lo que se hace es importantísima, y me recuerda a la importancia que se le da al lenguaje no verbal en Gestalt. Lo que le queda a él como aprendizaje es lo que vivencia y percibe a través de sus sentidos. 5.- La bendita culpa. Algo que me imagino le habrá pasado a los padres y terapeutas gestálticos, es tener que dejar los hijos a cargo de otros, como familiares, mientras nosotros hacemos maratones de fines de semana. Es a veces pasar varios fines de semana sin estar con mi hijo, y a veces dudo si estoy haciendo lo correcto, pues mi hijo no volverá a ser pequeño, y pienso que él debería ser la prioridad en mi vida. Pero también me gusta hacer terapia y disfruto mucho de mi trabajo. La culpa por dejarlo ha sido un tema que algunas veces me sigue persiguiendo, así sepa que él está perfectamente bien cuidado en casa de familiares. Coincide que a veces se enferma cuando lo dejo encargado, y esas “coincidencias”, para mí no son casualidades sino mensajes. He aprendido a equilibrar todo y a no cometer excesos. Si tengo un taller de fin de semana, el lunes, compenso y la paso con mi hijo como sea. Si puedo faltar al taller, encontrando un reemplazo, lo hago para pasar el fin de semana con mi hijo. Si el taller es de sumo interés para mí, me organizo y lo dejo al cargo de familiares. Voy compensando mis ausencias con calidad de tiempo, haciendo cosas que no se le olviden, como llevarlo al teatro, ir a un bonito parque, ir a darle de comer a las palomas, que monte caballo, etc. Y así, aprendiendo de mis errores y aciertos, se me han ido pasando los años muy rápidamente, y mirando hacia atrás, veo que no lo he hecho tan mal, que tengo un hijo precioso y vivaz, que es una bendición de Dios.

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6.- El cambio generacional. De hecho, estamos en otra época, antes los hijos obedecíamos y punto. Ahora, los niños, son diferentes, son más estimulados, más informados, más rebeldes, y nosotros, como padres, con nuestra propia experiencia de crianza, hemos quedado totalmente obsoletos en la forma de educar. El paradigma cambió y estamos en un limbo de no saber qué hacer. Lo veo en mis colegas, en mis pacientes, en mis amigas, ¡que no saben qué hacer sobre todo con sus hijos adolescentes! No saben qué hacer con la temprana curiosidad e iniciación sexual. He oído repetir una y otra vez: “a su edad yo jugaba con muñecas…”, no saben qué hacer con los problemas generados por el uso y abuso de internet…etc. Como padres, nos queda ajustarnos creativamente a la nueva realidad social de nuestros hijos, a tener la plena conciencia de que el mundo que les ha tocado vivir, es diferente al nuestro, el de ellos cambia vertiginosamente año a año con una rapidez que nosotros hemos vivido recién en décadas. Tenemos que aprender juntos, padres e hijos a sobrevivir en estos tiempos e ir forjando un nuevo tipo de educación, más humanista, donde exista mucho mas comunicación y aceptación de ambas partes. He aquí nuestra responsabilidad como gestálticos, de hacer un trabajo de hormiga, primero con nosotros mismos, para trasmitirlo luego a nuestros hijos, a otros padres, a otros profesionales y al resto del mundo. Agradezco a Gemma García, por la oportunidad que me ofreció de colaborar con éste hermoso libro, que estoy segura será muy enriquecedor para todos.

Ana Cecilia Sáenz Perú

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PADRES E HIJOS: APUNTES SOBRE UN PROCESO VITAL Antonio Sellés Martínez & Amparo Estevan Muñoz

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PADRES E HIJOS: APUNTES SOBRE UN PROCESO VITAL Antonio Sellés Martínez &

Amparo Estevan Muñoz 1.- Prepararse. Tener un hijo es una aventura, hay una ilusión o una fantasía, pero no se sabe por donde ir. Cada vez es un nuevo camino inexplorado, un descubrimiento. Uno de los planteamientos más recurrentes ante esta situación vital es la de "estar preparado", pero, ¿cómo prepararse para algo que no se conoce? Mi actitud ante esto puede ser una muestra de lo que en Terapia Gestalt se conoce como "neurótica": tratar de controlar el futuro. Es un triste consuelo saber que no soy el único, que incluso está "de moda". Mi ilusión es tratar de saber con qué voy a encontrarme, qué recursos necesitaré, cómo afrontar las posibles dificultades..., ¡parece razonable! Pero pronto uno empieza a hacerse preguntas de difícil respuesta, ¿sabré que quiere o necesita un bebé? ¿Podré llevar adelante a una criatura indefensa que depende de mí? ¿Sabré educarle? ¿Le transmitiré mis manías o incluso mis patologías? ¿Meteré la pata y estropearé al niño? ¿Sabré hacer frente a la renuncia de mis espacios? ¿Podré seguir manteniendo mi relación de pareja? ¿Seguiré teniendo sexo? ¿Dormiré?... Naturalmente estas preguntas no tienen respuesta fácil o incluso no tienen ninguna, sólo puedo especular, imaginar posibilidades y, como buen neurótico, no imagino más que las que son malas o catastróficas, la espiral de preguntas continúa y empiezan las reacciones: inquietud, desconfianza, angustia... Cuanto mayor sea mi imagen de perfeccionismo, mi necesidad neurótica de no fallar, mi miedo a equivocarme, etc.; mayor será este conjunto de señales de bloqueo, esta búsqueda rígida de seguridades. 27

Creo que la mayoría de los padres han tenido que enfrentarse a estas emociones cuando intentan plantearse el futuro que representa tener un hijo. Vivir estas emociones puede volverse difícil, generar problemas personales, conflictos en la pareja o incluso salidas de evitación del problema, el famoso "no estoy preparado/a". Mi experiencia, como decía al principio, es que nadie puede estar preparado, nadie tiene las respuestas antes de que aparezcan las preguntas, la soluciones antes de los problemas. Esta pretensión es una exigencia que no podemos cumplir, que descalificaría incluso el propio sentido de nuestra existencia, un camino sin recorrer, una página en blanco para que podamos escribir lo que queramos o podamos. La Terapia Gestalt acentúa la búsqueda de la espontaneidad, de la capacidad creadora, nos habla de un "yo" (el self de la teoría gestáltica), que crece y se desarrolla con el contacto, en las situaciones con las que se encuentra. En estas situaciones la seguridad no existe, no pueden prepararse, lo que es necesario es encontrar una cierta confianza en el proceso de vivir, no una fe ciega (igualmente neurótica), sino, en palabras de Paul Goodman y Fritz Perls (fundadores de la Terapia Gestalt) "la fe es saber, más allá de la simple conciencia, que si se da un paso más, seguirá habiendo un suelo bajo nuestros pies". 2.- Novedad. “Ninguna cosa despierta tanto el bullicio del pueblo como la novedad” Francisco de Quevedo La novedad de ser padres nos puede provocar una excitación sana que nos motive y nos satisfaga, pero también puede llegar a agobiarnos tanto que vivamos la situación como un obstáculo insalvable. Todo va a depender de la exigencia. Si nos vamos a exigir ser un padre o una madre perfectos, tener recursos para cada situación y tener respuesta para todo, la experiencia no va a ser muy satisfactoria. Podemos vivir el momento de ser padres pensando en que lo vivido hasta ese momento es suficiente y nos va a servir para saber cómo actuar, confiando en todo lo aprendido en nuestro pasado o pensando que no seremos capaces, que nuestra experiencia no es suficiente y que no vamos a ser unos buenos padres. 28

O podemos vivir ese momento centrados en el presente, estando abiertos a lo que va apareciendo, sin querer tenerlo todo controlado o previsto, y confiar en que sabremos qué hacer cuando estemos delante de una situación nueva. Esta postura, que en Terapia Gestalt, se expresa como vivir el “aquí y ahora”, consiste en aceptar que sólo existe el presente, que el pasado forma parte de la realidad que vivo y si anticipamos o recordamos cosas del pasado o del futuro, lo estamos haciendo en este momento presente. En el día a día, en nuestro entorno, vamos asimilando experiencias, incorporando la novedad, y rechazando lo viejo que ya no nos sirve. Nos deslizamos en la experiencia de vivir lo nuevo, y esto nos hace crecer, conocer una parte de nosotros que no conocíamos y así ampliar nuestra capacidad. Vivir en el presente, nos libera de la tensión o preocupación de saber cómo vamos a vivir en el futuro, o del lastre que supone vivir atrapado en las experiencias del pasado. Vivir la experiencia de ser padres, desde esta postura de “aquí y ahora”, en el presente supone aceptar que no existe “el patrón” de ser buenos padres. Es comprender que existe la postura de “experimentar” en cada momento y sobre lo que va sucediendo, poder cambiar el rumbo o seguir por ese camino. Además, supone reconocer que incluso el rumbo de ser padres no depende sólo de los padres, sino que también existe “el otro”, el hijo/hija, que va co-creando la situación y que forma parte de la relación, entendiendo que estamos hablando de una relación de ayuda y de maduración de los hijos y de crecimiento por ambas partes. Ser Padres es el aprendizaje de recorrer el camino de la innovación, con aroma a nuevo, hacerlo propio, común, familiar, frecuente, habitual y conocido. Permitirnos penetrar en ese lugar donde la conexión con el otro es directa, donde no hay ni tú ni yo, donde no hay ni dentro ni fuera, donde no hay tiempo ni espacio, donde no importa la capacidad ni la discapacidad, donde no hay carreras ni primeros premios, donde no se tiene sino se es, donde no se necesita decir, ni se necesita hacer, sólo estar. Ahí donde es posible y fácil comprender al otro. Ahí donde la mente pone obstáculos, y el corazón los vence. Ahí donde es suficiente con mirar a los ojos del otro para entenderse y para comunicarse con el corazón. 29

Ahí donde todos hemos estado alguna vez y que tan difícil nos resulta permanecer y acordarnos en algunos momentos del desacostumbrado camino. 3.- Dependencia, Adaptación, Renuncias. Tengo ante mí a un niño. Desde que nace hasta que el adulto emerge, la forma de un niño es una invitación, genera reacciones de protección, cuidado, ternura, vigilancia... La respuesta, desde una visión de campo como la que propone la Terapia Gestalt, no es un acto aislado, unilateral, sino la respuesta a una demanda más o menos implícita de algún elemento del campo. En nuestro caso es claro que esta demanda forma parte del equipamiento biológico con el que cuenta la cría humana, un animalito frágil, con grandes carencias para sobrevivir, con un largo aprendizaje para adquirir las habilidades básicas y más largo aún para desarrollar las capacidades de la cultura en la que vivimos. Esta respuesta provoca en los adultos una necesidad de adaptación y, probablemente, una serie de renuncias personales. La presencia de un hijo implica la aparición de demandas de una fuerte dependencia, más fuertes en los primeros años de la crianza y decreciendo con el tiempo pero persistentes muchos años. Es fácil escuchar recomendaciones "sensatas", "adecuadas", "políticamente correctas", o sea, conceptualizaciones, teorías o normas heredadas de tradiciones familiares, sociales o de estamentos socialmente bien considerados, como la medicina o la propia psicología. Estas propuestas constituyen formulaciones morales que afectan a los individuos, limitando su capacidad de elección o su espontaneidad, podrían ser únicamente referentes, puntos a considerar, pero, en la mayoría de los casos se toman como órdenes o mandatos que se viven como limitaciones a la libertad. Pero, ¿no será que todo esto es más sencillo? ¿Por qué pasamos con tanta facilidad de la constatación de un hecho biológico que produce respuestas adaptadas, a la desconfianza de la constitución de normas o pautas morales?

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La respuesta a la necesidad de dependencia de un niño es la adaptación, y ésta lleva consigo movimientos continuados en el tiempo, vacilaciones, dificultades, éxitos y fracasos: • Puede que la adaptación nos resulte difícil y que intentemos evitarla, que añoremos las libertades de otras épocas, incluso que transgredamos alguna norma con el fin de disminuir la presión. La experiencia de estas posibilidades y retos tendremos que afrontarla, vivirla con plenitud, no podemos experimentar en la cabeza de otro. • Puede que, por contra, la adaptación sea completa, incluso excesiva; en este caso el resultado contrae las posibilidades de funcionamiento de la persona y puede llevarla a la apatía, el desinterés, incluso la depresión. Aunque con otro aspecto, también aquí la vida nos lleva a vivir la experiencia, a extraer de ella nuestras propias conclusiones. En cualquier caso, la adaptación es una circunstancia, no un acto moral. Podemos hacer una lectura ética acerca de diferentes modos de adaptarnos, pero finalmente estos modos van a ser una elección de nuestra libertad. Podemos sentirnos coartados por las normas de otros o de otros tiempos, o podemos apelar a nuestros derechos de libertad o incluso intentar culpar al destino o a los propios hijos de nuestras dificultades con la adaptación... Pero, en nuestro fuero interno, en la lucidez que todos conservamos para hablarnos con claridad alguna vez en la vida, sabemos que somos libres para experimentar, para vivir cualquier modalidad de nuestra capacidad de adaptación y responsables de estas decisiones y de nuestro modo de vivirlas. 4.- Educar. “Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”. Benjamin Franklin La educación es la actividad fundamental que enseña a crecer y a vivir en sociedad. Los padres son el modelo de referencia para los hijos, también existen el entorno cercano familiar y el escolar. En todos intervienen personas y las relaciones entre ellas.

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Los padres han estado generalmente educados en el sistema escolar tradicional. En éste, el objetivo es adquirir conocimientos, si se trabaja con el cuerpo es también para llegar a un objetivo. El trabajo con las emociones y con la forma de expresarlas, queda en el aire, y en manos de la aportación de cada persona que forme parte de cada modelo de referencia. Y éstas, a su vez, suelen tener sus carencias por haber estado entrenadas con el mismo sistema. Lo que yo quiero como madre o padre es educar bien a mis hijos. Y como no hay un aprendizaje para este papel, que la mayoría de las personas interpretan, puedo sentir exigencia y responsabilidad, a la vez que mucha soledad. Educar no es adoctrinar ni dirigir los pasos de los hijos, educar consiste en tener en cuenta la relación que existe entre padres-hijos, y a partir de ahí, confiar. A veces esta confianza no aparece y del mismo modo que observamos cómo existen hijos que son limitados, reprimidos, frustrados, maltratados o descuidados por los padres, en este modo relacional, también podemos aceptar que hay padres que son manipulados, limitados, dominados o amenazados por los hijos. Aprender a relacionarnos, a expresar las emociones, de una forma sana, sin reprimirlas ni pasarlas por alto, es el trabajo fundamental en esa relación padres-hijos. Deseos para la base de una relación sana: •

Estar atento a lo que sucede en la relación.



En la educación siempre se gana, no es una lucha de poder, donde uno gana y el otro pierde.



Poner límites a los hijos, sin reprimir, no significa satisfacer todas sus voluntades o caprichos.



No agredir al otro ni física ni emocionalmente.



Es esencial dar y recibir caricias.



Respetar al otro, su ritmo y sus diferencias.



No utilizar a los hijos para que realicen los sueños frustrados de los padres.



Estimular y apoyar sus iniciativas.



Recordar que nosotros hemos sido niños y que seguimos llevando con nosotros, aunque a veces se nos olvide, la huella de esa etapa. Seguimos siendo el niño que éramos, junto con el adulto que somos, preparados para jugar y experimentar espontáneamente cada momento.

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5.- Separación, Autonomía e Independencia. El cuidado de los hijos es una actividad llena de paradojas: la dependencia de los hijos está, casi inmediatamente ligada a la necesidad de separación. Llevar al extremo la dependencia causa trastornos graves al individuo en crecimiento, porque crecer implica el cuidado, la atención a las dependencias debidas a la biología, pero también implica, paradójicamente, el estímulo para que el propio niño las resuelva; el intento y la frustración generan el aprendizaje necesario para que el niño ensaye y desarrolle sus capacidades, para que su cerebro establezca conexiones, integre datos y produzca nuevas habilidades. Cuando me sitúo frente al niño que busca nuevas experiencias, siento la ilusión compartida, pero siento también mi miedo, el que se ha instalado en mi personalidad fruto de mis experiencias, de mis fracasos, de mis carencias. Pero el niño sólo necesita una mirada..., es todo el apoyo que me pide, la presencia, para lanzarse a explorar. A no ser que, al igual que él me inspira la excitación de un momento nuevo, yo le contagie de mis temores y mis parálisis. Entonces el niño pierde el apoyo, está solo frente al mundo desconocido y renuncia a él: al mundo y a su propio lugar en el mismo, para ser alguien en función del adulto y conocer lo que ahí esté permitido, controlado. Idealmente el niño necesita Amor, una atención a sus necesidades elementales y el apoyo derivado de una presencia incondicional, pero lo suficientemente alejada para que pueda explorar y tener sus propias experiencias, y poder compartirlas e integrarlas con el adulto. Pero el adulto necesita certezas, asegurarse de que el niño no reciba ningún daño, cumplir con su papel cabalmente... La Autonomía que el niño va construyendo con ese apoyo que marca límites pero no impide la exploración, aleja poco a poco al niño del adulto, pero deja marcado el camino de vuelta: el contacto se desea porque es nutritivo y respetuoso. Cuando se intenta sujetar demasiado el límite, cuando se evita la autonomía del niño para ganar en certezas neuróticas, los padres estamos invitando al niño a la independencia, se están generando las condiciones para que crezca el deseo de romper los vínculos y explorar libremente, por fin, el mundo que ha estado restringido.

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¿Cómo permitir que el Amor dirija el progreso de una relación compleja? el Amor es un sentimiento que a menudo se mezcla con nuestros sentimientos de duda, con nuestros miedos paternales. Amar generosamente, procurar el espacio necesario para el crecimiento, ese es el reto para el padre, la madre, que acompañan en su crecimiento al hijo. Es una posición muy similar a la del terapeuta, a la del educador, al maestro, que, por amor, permite que el otro vaya siendo quien es, explorando sus posibilidades, fascinándose con sus descubrimientos, doliéndose de sus errores..., y nunca le deja solo. Apenas esa mirada compartida, la confianza en que habrá un “después” (el next que enuncia la teoría de la Terapia Gestalt), la complicidad de saberse importante para alguien y de sentir que hay alguien que le importa a uno.

6.- Cuidado. “El niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, necesita amor y comprensión. Siempre que sea posible, deberá crecer al amparo y bajo la responsabilidad de sus padres y, en todo caso en un ambiente de afecto y de seguridad moral y material...” Declaración Universal de los Derechos del Niño. (Naciones Unidas, 1959)

El cuidado del niño es un derecho que lo acompaña desde que nace. Es un pilar fundamental para que se desarrolle sano física y emocionalmente. El cuidado va desde aspectos como la alimentación o la salud hasta el amor o la educación. El bebé no puede vivir sin el cuidado que le facilita su entorno, no puede vivir sin afecto y sin atención. Si situamos al amor como primera necesidad, el resto de cuidados podemos suponer que se dan automáticamente. Su existencia no quiere decir que se exprese abiertamente, ya que a veces puedo reprimirlo por sentir que no está bien exteriorizarlo.

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Según sea la costumbre familiar, puede haber un rango muy amplio sobre el afecto, desde estar bien visto expresarlo, o por el contrario, ese mismo acto de manifestación, nos puede provocar vergüenza o rechazo. Aquí podría hablar de una lista muy larga de todas las preocupaciones y miedos que tienen los padres a la hora cuidar a un hijo, y aparece el miedo de que algún aspecto importante quede fuera de la lista. Creo que de nuevo emerge la exigencia de hacerlo perfecto, de no dejar nada fuera de control. Veo más interesante poner la atención en esa preocupación excesiva de tener el control sobre la cantidad adecuada de afecto que le voy a dar a mi hijo que la de estar presente y darme cuenta de qué necesita. En las farmacias no venden un medidor que señale un máximo de afecto recibido por el niño, a partir del cual me tengo que preocupar, como un termómetro habitual. Sólo lo puedo saber cuando estoy en contacto con el efecto que produce en la relación, el afecto que yo estoy dando. Si hay un efecto nocivo o beneficioso en el hijo, sólo lo sabré después de haberlo dado, no antes. Los padres sobreprotectores están intentando expresar el cariño y afecto que sienten hacia el hijo, controlando su futuro, queriendo evitar que los hijos sufran, que pasen por situaciones complicadas que puedan entorpecer el desarrollo sano de los hijos provocándoles sensaciones de dependencia y de miedo frente a situaciones que no son peligrosas. A nivel emocional, podemos criar niños caprichosos, que no valoren lo que reciben y que tengan dificultades para crecer al sentirse tratados siempre como niños pequeños. Poner límites no significa que no podamos expresar el afecto, ni lo contrario, expresar el afecto no significa que no podamos poner límites. La Terapia Gestalt considera que los padres y los hijos forman un todo y que necesitamos poner la atención en la forma en la que nos relacionamos. Desde ahí, ambas partes entender que el niño tiene que vivir sus propias experiencias y que es fundamental para el crecimiento y la maduración de un individuo. Podemos entender, desde esta perspectiva, que cuidar a un hijo consiste en confiar en el proceso de la relación padres-hijos. Dice María Montessori que “La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla libre para que se desarrolle”. 35

Creo que si un hijo se siente acariciado, escuchado, valorado, libre para expresar sus sentimientos y opiniones, libre para experimentar (conociendo los límites para saber qué acciones puede o no puede realizar) se va a sentir apoyado. Este apoyo le va a dar confianza para explorar y poder dirigir su potencial hacia lo que quiere ser. Según dicen Perls, Hefferline y Goodman, en su libro Terapia Gestalt: excitación y desarrollo de la personalidad humana “La espontaneidad es la capacidad de captar, de entusiasmarse y de crecer con lo que es interesante y nutritivo en el entorno”. Ser padres no es una profesión que se estudia o que se aprende, es una relación con vocación, cuyo ingrediente principal es el amor, de donde surge el cuidado y el apoyo saludable. 7.- Crecer. “Era amarillo, rechonchito y suave. Su superficie se había roto; sus movimientos eran torpes, llenos de incertidumbre, de ambición y deseos. Su mayor anhelo era adquirir un estado en el cual pudiera no querer nada ni necesitar hacer ningún movimiento; presentarse al mundo con una superficie lisa, uniforme y delicada. Él no se dio cuenta de que era un pollo tratando de ser huevo”. Idries Shah Nunca me había planteado que crecer tuviera que ver con acompañar a otro, con servir de apoyo y contraste a mis hijos. Ahora pienso que me faltó información en este sentido o que contaba con un conjunto de datos que siempre apuntaron a una idea del crecimiento individualista, en la que era mi responsabilidad adquirir habilidades, descubrir cuestiones defectuosas ubicadas en mi interior o ganar en “iluminaciones” que me permitirían ser más. Luego, mi encuentro con la Gestalt supuso un trabajo de aceptación, un tránsito por la idea paradójica del cambio: algo así como “ya estás bien como estás, el verdadero cambio es dejarte en paz” y, más adelante, la idea de que la persona crece con el contacto, es la asimilación de ese contacto con alguna novedad la que impulsa un enriquecimiento, el crecimiento.

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Ahora me interesa asomarme a las experiencias con una mirada relacional, así, no entiendo el crecer como una actividad solitaria, sino como algo que vamos compartiendo con los demás, con muchos “otros” que nos empujan, sujetan, contienen, retan, agreden, enseñan... Ser padres es también una experiencia relacional: me encuentro con el niño y le ayudo a crecer y en ese acto dejo de ser quien era para incorporar algo más. Me bajo de mi pedestal de “padre acabado”, para ponerme a trabajar, soy un “padre en construcción”. He vivido la construcción de ese “ser padre” acompasada a la construcción del “ser hijo”, la demanda del hijo crea al padre y la demanda del padre crea al hijo. El proceso de crecer del niño está a la vista, todos hablamos de ello y no es necesario insistir, pero la de los padres es otra cosa. Sin embargo, no podría ser de otro modo, lo que llamamos “yo” es en realidad un cuento, una historia que nos contamos a partir de las experiencias vividas, de lo que sabemos de nosotros y de los demás, de lo que hemos aprendido, es decir, es nuestra personalidad, estamos identificados, anclados a ella. En Terapia Gestalt hablamos de que idealmente la personalidad debiera ser pequeña, lo justo para orientarnos un poco en el mundo, pero no debiera contener tantas imágenes falsas de uno mismo, prejuicios sobre los demás o sobre las cosas, moralidades desconectadas de nuestra realidad, etc. Aferrarse a estas imágenes o ideas que forman parte de la personalidad, dificulta pensarse a uno mismo como un “yo cambiante” y, en nuestro caso, como un “padre cambiante”, quisiéramos encontrar un ideal y convertirnos en él. Por el contrario, esta ilusión no ayuda y el padre crece solamente cuando acepta que la realidad es que está aprendiendo a hacer de padre, y, su “ser padre” está en continua evolución.

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Descubro que, junto a mis miedos desconocidos anida también una ternura que ignoraba. Que junto a mi autoritarismo existe una paciencia enorme, que me siento orgulloso, que disfruto, que vuelvo a jugar, que desafío a mis vergüenzas, que me emociono, que adivino… Que hay en mí un dragón que defiende a sus crías, que la vida no es lo que creía y sin embargo me gusta lo que es. Que “voy siendo” y ya no “soy”, y lo que voy siendo aparece en el contacto. Y que el contacto con mis hijos sólo depende de que estemos presentes, salta en cualquier momento, no requiere cita previa, ni requisitos formales y nos cambia, nos hace crecer.

Antonio Sellés Martínez y Amparo Estevan Muñoz España Instituto de Terapia Gestalt Castellón www.terapiagestalt.es

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¡QUE LA FUERZA TE ACOMPAÑE! MI HOMENAJE A LOS PADRES GESTÁLTICOS Carmen Vázquez Bandín

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¡QUE LA FUERZA TE ACOMPAÑE! MI HOMENAJE A LOS PADRES GESTÁLTICOS Carmen Vázquez Bandín

Dedicado a Mª Cruz, Belén, Leticia, Mariangela y Lia que sin ser de mi sangre ni de mi carne son mis “hijas”. Y a todas mis hijas e hijos repartidos por el mundo entero. Y, ¡por supuesto! a mi nieto Hiraklis No soy madre biológica, ni tengo hijos adoptados por lo tanto, en cierto modo, me siento como una “intrusa” en este libro. Pero puedo resistir este sentimiento de “diferente” porque la amable invitación de Gemma Garcia «otra de mis hijas» ha sido de corazón a corazón, y mi corazón nunca puede hacer oídos sordos a este tipo de peticiones. Como no puedo compartir mis experiencias con respecto a la maternidad, desde hace unos cuantos meses que acepté este reto, he dejado vagar mi mente por todos los rincones de mi ser en busca de algo que transmitiros pero no de una manera teórica, sino como un resultado vivido en mi vida. Y aquí, estoy, por lo tanto, aceptada la propuesta, sentada delante del ordenador pensando qué puedo compartir con vosotros, lectores, que pueda ser útil en vuestra gratificante/difícil tarea de ser padres, en pleno siglo XXI.

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La respuesta viene a mi cabeza y a mi corazón en forma de reconocimiento: quiero aportar mi homenaje a quienes son padres. Surgido el tema, noto como cambia mi interés: ahora solo deseo que mis manos y dedos se carguen con la energía que ha surgido en mí con esta necesidad, y pueda poner en palabras, dificultad que siempre siento, mi aliento y mi admiración para quienes, entre vuestras actividades, tratáis de que vuestros hijos hagan un mundo mejor. “Por sus obras los conoceréis”. Desde hace más de treinta años soy psicoterapeuta gestáltica y me he estado dedicando no solo a la psicoterapia sino a la formación y explicación de en qué consiste ver y vivir el mundo desde la teoría y la filosofía de la Terapia Gestalt. Puedo afirmar con rotunda certeza que han pasado por mi vida y he pasado por la suya, cientos de personas. Podría decir que las he visto crecer no solamente en “sabiduría” sino en “edad y gobierno” que diría la Biblia. He asistido a muchos procesos de vida, y he compartido el paso de “novietes” a novios y novias formales, a maridos y mujeres, a las primeras crisis, y ¡como no! al nacimiento del primer hij@ (en muchos casos también al segundo, y al tercero). Lo que más me conmueve, mientras escribo estas palabras, es mi sentimiento de ternura y gratitud por la cercanía y amor con los que todas estas personas, sin ninguna excepción, me han hecho y me hacen sentir, compartiendo conmigo estas distintas etapas. Haciéndome sentir y verbalizándolo como “madre” y “abuela”. El amor crea complicidades que, en muchas ocasiones, no proporcionan ni los genes ni el parentesco real. Angélica y Sonia, estudiantes, en aquel momento, en la formación en Terapia Gestalt, se han quedado embarazadas, prácticamente al mismo tiempo. Cada mes, cuando acuden a su grupo de formación, después del beso ritual de llegada, me enseñan sus tripas respectivas y me hacen poner la mano para que sienta cómo van cambiando y empiezan a moverse sus respectivos hijos.

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Los ojos de ambas brillan de entusiasmo cuando me ofrecen sus barrigas hinchadas, restallonas de vida y de energía. Sus ojos se encuentran con los míos mientras mi mano, guiada por la calidez de las suyas me ayudan a explorar esa superficie redonda llena de promesas y amor. “¡Ya queda menos para que conozcas a tu ‘nieto’!, me dicen a dúo como si fuera un coro de ángeles. Noto cómo los ojos se me llenan de lágrimas, no de tristeza sino de ternura. ¡Voy a ser abuela otra vez! Otras veces, ha sido un sms con la noticia: “¡Acabas de ser abuela!”, o me encuentro con un e-mail, en el que el texto de las fotos dice: “Este es Alejandro, ¡tu nuevo nieto!”. Otros dos ejemplos. Lia, es una de mis “hijas” griegas. Se ha casado, he asistido a su boda, y nueve meses después, un sms me llega, en él dice: “Estoy en la clínica, posiblemente mañana, nacerá el niño”. Las dos ya sabemos que será un niño. Anulo las sesiones de psicoterapia para el día siguiente y para los próximos días. Busco un billete para Thessaloniki. En el aeropuerto Dimitris, el marido de Lia, me espera para llevarme a la clínica. Parece que tanto la madre como el hijo me han estado esperando. Unas horas después tengo en mis brazos a un ser lleno de vida, mientras, de nuevo, los ojos brillantes de una madre, dolorida aún pero feliz, se encuentran con los míos. Las familias de ambos padres están allí. Yo me siento una parte de la familia porque ellos, todos ellos, me hacen sentir así. En esta otra ocasión estoy en Roma, paseando con Mariangela después de todo un día de trabajo gestáltico. Paseamos sin rumbo, una al lado de la otra. Mariangela es una mujer silenciosa, muy silenciosa. No necesitamos hablar mucho porque nos basta con sabernos juntas. En un momento de nuestro paseo, oigo que me dice, entre el bullicio de los coches y el rumor de conversaciones de los transeúntes: “¿Me puedes hacer de mamá?”. “¡Por supuesto!”, le digo y entonces, empieza a hablarme de cómo se siente con su marido. Verdaderamente parecemos madre e hija hablando de cómo es la vida y de momentos “delicados” en las relaciones de pareja. No somos dos terapeutas haciendo terapia o supervisión. El cómo y el tono de nuestra conversación tienen otra cualidad. 43

¿Qué despierta la Terapia Gestalt que hace sentir profundos lazos a quienes se encuentran reunidos en su nombre? ¿Hablar de “comunidad gestáltica” es equivalente a “familia gestáltica? Yo, por lo menos, lo siento así. ¿Cuál es la clave? Creo que todos los “buenos” progenitores: padres y madres tienen, de forma natural, una “actitud gestáltica”. Y esta actitud gestáltica está muy bien aclarada en nuestro libro 1fundacional cuando dicen sus autores: “Creemos que el punto de vista gestáltico es el enfoque original, natural y sin distorsión de la vida; es decir, del pensamiento, de las acciones, de la sensibilidad del ser humano”. Si aplicamos y desmenuzamos este “punto de vista gestáltico” es fácil proponer cuáles son las características que tienen los progenitores. A continuación propongo alguna de ellas: •

Dejarse sentir amor “incondicional”



Saber apoyar y auto-apoyarse



Capacidad para poner límites



Estar presente y disponible



Saber esperar el momento oportuno (contar con el otro)



Tener fe y confianza en la fuerza de la Vida



Cuidar los detalles espontáneos

Todas estas características o cualidades, más algunas más, son las que nos propone la Terapia Gestalt como el “secreto” para hacer del mundo un sitio mejor, en donde sea posible crecer y enriquecernos mutuamente.

Perls, F.S., Hefferline, R. y Goodman, P. (1951): Terapia Gestalt: excitación y crecimiento de la personalidad humana, Ferrol/Madrid, Ed. Sociedad de Cultura ValleInclán, Colección Los Libros del CTP, 2002, pág. xl. (A partir de ahora PHG). 1

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Dejarse sentir el amor “incondicional”. Generalmente se dice que a los hijos se les quiere con un amor incondicional. “¡Haría cualquier cosa por ellos!”, suelen decir todos los progenitores. Pero luego, la mayoría de las veces, acaban saliendo nuestros propios intereses y sueños con respecto a los hijos y tratamos de que sean la realización de nuestros deseos o lo que nosotros no pudimos hacer en nuestra infancia o juventud. Los convertimos en los depositarios de nuestras expectativas y, a veces, tratamos de empujarlos con demasiado énfasis hacia el camino de lo que hemos imaginado para él o ella. Según este punto, una tarea personal de los progenitores es separar “el grano de la paja”, esto es, aprender a discernir cuáles son los valores y principios que necesitamos inculcar a nuestros hijos y donde empiezan nuestras expectativas. No podemos dejar a nuestros hijos a su libre albedrío para no “influirles” pero necesitamos ser conscientes de qué les estamos transmitiendo y cómo lo hacemos. Qué bellas y auténticas son las palabras del poeta libanés Kahlil Gibran2: “Tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida, deseosa de sí misma. No vienen de ti, sino a través de ti, y aunque estén contigo, no te pertenecen. Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos…”. Bellas, como acabo de decir, pero ¡qué difíciles de cumplir día tras día, mientras se va viendo cómo toman forma y personalidad propia los hijos! Saber apoyar y auto- apoyarse. Nadie está solo en el universo, por lo tanto ni vivir, ni educar son tareas que podamos hacer en solitario y sin necesitar la ayuda de nadie. Uno de los conceptos más interesante y útil que nos ha dejado Laura Perls y, por tanto la Terapia Gestalt, es que estamos hechos para compartir las tareas de la vida. No es dependencia, es co-dependencia. Los seres humanos somos animales sociales y, por lo tanto, nuestra vida está basada en la inter-relación.

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Gibran, K. (1923): El profeta, Buenos Aires, Ed. Librería argentina, 1969.

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Que la vida nos apoya es obvio: el suelo nos sostiene, el aire nos permite estar vivos, la naturaleza nos da el alimento... No sé si apoyamos muy bien a la vida cuidándola como una manera de agradecimiento y colaboración a lo que nos da pero así tendría que ser. Y los individuos, entre nosotros, nos necesitamos mutuamente. No es algo patológico, es una necesidad genuinamente humana. Debido a esto, los humanos creamos lazos de simpatía y amor y hacemos, de esta forma, que la vida nos resulte más fácil tanto desde un punto de vista material como emocional. Puede que haya personas que estén con nosotros durante toda nuestra vida. Otros, puede que apenas unos minutos. Pero nuestro intercambio de apoyo nos habrá afectado, energetizado y cambiado para siempre. Como, del mismo modo, la falta de apoyo de alguien nos habrá afectado también y dejará una “marca” en nuestro ser. Si de adultos necesitamos del apoyo, cabe deducir que nuestros hijos con mucho más motivo. El ser humano es el animal que nace más incompleto y que necesita de los adultos de su entorno no solamente para crecer sino para sobrevivir. Ellos aportan su cuerpo y sus emociones llenos de potencialidades transformadoras pero sin un entorno que le acoja y le apoye difícilmente podrían salir adelante. Tenemos una cualidad y es que todas nuestras potencialidades, tanto físicas como psicológicas, están en relación con un entorno. La motricidad es relacional, los sentidos (la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto) son relacionales, la curiosidad, la excitación, el interés por explorar están movidos por el interés que nos despierta el entorno. Es cierto que algunas de estas tareas podemos desplegarlas sin humanos, apoyándonos en el mundo de los objetos pero es más energetizante y amoroso aprender a caminar de la mano de alguien que nos quiere y nos protege, que tener que aprenderlo en solitario. En un grupo de crecimiento personal, Ana decide trabajar conmigo para ello queremos estar más cerca la una de la otra y ambas decidimos mover nuestros sillones hasta el lugar que nos hace sentirnos cómodas. Cuando Ana se va a sentar en nuestra nueva posición, me llama la atención cómo hace para sentarse: se gira hacia el sillón, lo mira muy atentamente, lo toca ligeramente con su pierna derecha por la parte del asiento y luego, se vuelve a girar hacia mí, se sienta y me sonríe con una expresión muy luminosa. 46

Le comento que me llama la atención su modo de sentarse. Su expresión cambia a sorpresa, no parece ser consciente de lo que le estoy diciendo. Le explico lo que he visto y acabo con una pregunta: “Ana, ¿sabes si has aprendido a sentarte o a caminar sola?”. Inmediatamente, los ojos se le humedecen mientras dice: “Me ha tocado aprender la mayor parte de las cosas sola. Mis padres trabajaban. ¡No puedes ni imaginarte cuánto he echado de menos, sobre todo, a mi madre!”. Reveladora su falta de apoyo. También es importante y fundamental, darse, aun siendo madre o padre, un tiempo para uno/a mismo/a y nuestras necesidades personales y de relación. Necesitamos energetizarnos para poder dar a los demás. Y una muy buena forma de auto-apoyo es cuidar también de nosotros mismos, y… dejarnos cuidar. Es el ritmo de la vida, el latido del amor que va de las personas y cosas del mundo, incluidos nuestros hijos a cada uno de nosotros. Y de cada uno de nosotros, a los demás, a nuestros hijos y al mundo. Hacia mí… hacia los demás, hacia mí… hacia los demás… Esto es lo que hace el corazón: contracción/expansión, y nuestra pupila cuando mira: contracción/expansión, y la naturaleza con sus ciclos: contraída del todo en el invierno y exuberante y expandida en primavera; y la luna… Capacidad para poner límites. Pero ni el amor incondicional ni el apoyo son dejar hacer indiscriminadamente y permitirlo todo. Unos padres, verdaderamente amorosos saben y deben poner límites. Estos límites son de dos tipos: físico y emocional. Los límites responden al concepto gestáltico que tenemos de “resistencia”. La resistencia no es algo malo ni negativo sino el fenómeno que nos permite diferenciarnos y saber quienes somos. Desde el momento de nuestro nacimiento los brazos amorosos de mamá y la cuna resisten nuestro peso, nuestros llantos encuentran los arrullos de mamá para contrarrestar nuestro disgusto, un beso marcan la “frontera” entre mi piel y tus labios…

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Esta resistencia pone el “contorno”, marca el límite entre “yo” y “tú” y permiten que vayamos notando, siempre por awareness, esto es, más allá de mi consciencia reflexiva y de mi pensamiento pero llenándome de sensaciones, dónde empiezo “yo” y donde “tú”, tanto física como psicológicamente. Un poco más mayores, pero aún niños, “peleamos” con nuestra madre para coger la cuchara con la que nos da de comer. No mucho más tarde empezamos a discutir la ropa que nos queremos poner, y esto va formado nuestra identidad, nuestra personalidad, nuestros gustos. Esta tarea de “encontrarnos” en la resistencia nos lleva, posteriormente, cuando ya caminamos a querer explorar y ampliar nuestro horizonte y nuestras experiencias. La tarea y la obligación de un niño es ser “irresponsable” y dejarse estimular por la curiosidad y la excitación para descubrir el mundo. Nuestra tarea de adultos es velar por ellos para que puedan sentirse seguros en esta exploración y no pierdan nunca, ni de adultos, la curiosidad y el interés. Poner límites no solo es fundamental para la construcción de la identidad y de la personalidad, nos aporta, también, las sensaciones de seguridad, confianza y auto-estima ya que al saber hasta dónde llega “mi” mundo, hasta dónde llego “yo”, tengo la sensación de que el mundo en el que me muevo está hecho “a mi medida” y puedo abarcarlo, experimentar, aprender y disfrutar. De este modo, los niños aprenden, por awareness y experiencialmente, que el espacio físico y psicológico que se encuentra entre “los límites” es “mi mundo” para explorar y que es seguro porque está garantizado por los límites amorosos de mis padres. Paul Goodman, otro de los fundadores de la Terapia Gestalt, escribía a propósito de los adolescentes: “Las oportunidades (la resistencia y los límites) no deben ser tales que satisfagan a un ser humano y le hagan feliz, pues ello sería el paraíso; las obligaciones (la resistencia y los límites) no han de ser tales que un ser humano no pueda cumplir con ellas, pues entonces sería el infierno.

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Basta que el individuo tenga los medios simplemente factibles para su actividad y la consecución de sus objetivos como para que pueda sentir que el mundo es un mundo para él, hecho a su medida”3 , en un entorno abarcable. Si le permitimos a un niño que explore “el mundo entero”, sin ningún límite, acabará teniendo que “dividirse”, psicológicamente, en dos: uno que quiere explorar, y otro que necesita ponerse a sí mismo “normas” y apoyo. Esto le desconectará de sus sensaciones y sentimientos, frenará su espontaneidad y su curiosidad y le volverá rígido y racional. ¿Os suena de una personalidad “narcisista”? O acobardado por la inmensidad del mundo, se volverá inhibido, parado y tímido.

Estar presente y disponible. Ser padres supone un equilibrio de “fuerzas” entre estar pendiente del hijo y dejarle vivir su vida en función de la edad que tenga. A esto le llamo estar presente y disponible. Demasiado pendiente de todo lo que hacen nuestros hijos, además de estar negando nuestra propia vida y crecimiento, estamos negando su crecimiento y autonomía. No ser capaz de ponerle límites, no atender sus necesidades o dejarle demasiada libertad les dificulta encontrar sus límites y poder vivir su espontaneidad. Nuestros hijos necesitan “saber” que estamos disponibles. Es este “saber” que estamos lo que le anima y sostiene para ir más allá de sus propios límites. En este apartado incluyo el diálogo, la capacidad de hablar con nuestros hijos de todo y de nada, esto es, de temas de la vida y de pequeñas anécdotas que al compartirlas crean la sensación de intimidad, complicidad y pertenencia.

Goodman, Paul (1970): Problemas de la juventud en la sociedad organizada, Barcelona, Ed. Península, 1971, pág. 155. 3

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Una niña sale del colegio, ha estado tres o cuatro horas dentro, ha vivido todo lo que ha ocurrido en la escuela pero todo va pasando al segundo plano de la experiencia. Cuando la recoge su madre, la agarra de la mano y le pregunta: -“¿Qué tal te ha ido en el cole hoy? La niña responde: “¡Baaa!” mientras se encoje de hombros. Entran en el coche mientras la madre le pregunta: - ¿Qué quiere decir ese ‘baaa’? ¿Qué ha pasado? - “La señorita se ha enfadado”, le contesta - ¿Se ha enfadado? ¿Qué le habéis hecho?... Este diálogo sigue y la niña, gracias a su madre, aprende a entresacar momentos de las cuatro horas transcurridas y a ponerlos en palabras. Debido a la disponibilidad de la madre y a su capacidad de estar presente para la niña, ésta aprenderá a dialogar. Pero a continuación pongo, con un mismo principio, otra posibilidad de cómo podría haber sido también: Una niña sale del colegio, ha estado tres o cuatro horas dentro, ha vivido todo lo que ha ocurrido en la escuela pero todo va pasando al segundo plano de la experiencia. Cuando la recoge su madre, la agarra de la mano y le pregunta: -“¿Qué tal te ha ido en el cole hoy? La niña responde: “¡Baaa!” mientras se encoje de hombros. Entran en el coche y la madre, desconectando de este principio de diálogo, dice: -“¡Qué horror de tráfico! A ver si llegamos pronto a casa para que comas”. Luego siguen en silencio mientras la madre va soltando improperios sobre el tráfico. La niña… mira por la ventanilla. Si esto se repite con asiduidad y se generaliza a otros ámbitos y personas de referencia emocional para la niña, ésta será una mujer silenciosa a la que le costará encontrar las palabras para expresarse con fluidez. 50

Saber esperar el momento oportuno (contar con el otro). A veces, sobre todo con los hijos y con las personas que queremos bien, solemos anticiparnos a sus necesidades. Es adecuado estar atento a las necesidades de los otros pero es fundamental darles la oportunidad de descubrir sus necesidades y que nos las hagan saber. Cuando los hijos son pequeños parece que se desarrolla un sexto sentido para atender a sus necesidades. A veces, la inexperiencia y el miedo a desatenderle nos hacen consultar manuales o pedir, constantemente, consejos al pediatra. Los padres, especialmente, las madres y los hijos están ligados por una resonancia especial que favorece el intercambio de comunicación no verbal. Esta habilidad, a la que siempre hemos llamado “intuición” ha pasado a ser algo neurológico muy bien explicado por los neuropsicólogos. Esta empatía que mantenemos los humanos entre nosotros y que funciona mejor cuanto más cercanía emocional tenemos está debida a las neuronas espejo. Emisor y receptor tienen, al mismo tiempo, constancia no consciente de la necesidad de dar/recibiendo-y-recibir/dando. Pero no siempre es fácil estar consciente de esta “sintonía” y, en muchas ocasiones, nos adelantamos a dar antes de que un hijo sepa lo que quiere y pueda verbalizarnos su necesidad. A esto me refiero con el “momento oportuno”. Esto lleva emparejado dos matices: saber decir “no”, si la ocasión lo requiere porque con ello estamos colaborando al aprendizaje de la frustración, necesaria también entre nuestros recursos y que nos va a ser muy útil a lo largo de toda nuestra vida. Y otro aspecto importante de este esperar el momento oportuno es el cumplimiento de nuestras promesas. Entre las muchas cosas buenas que aprendí de mi madre ha sido el mantenimiento de sus promesas. Si decía un lunes que el sábado íbamos a ir al cine, yo y mis hermanos estábamos seguros que iba a ser así. Del mismo modo si nos ponía una condición para algo y no cumplíamos nuestra parte del acuerdo no haciendo (o haciendo) ese algo, ella muy a su pesar, pues nos lo decía, cumplía su parte del acuerdo con un comentario que aún hoy me hace sonreír: “Lo siento pero me ha tocado ser el ‘brazo ejecutor’… ¡a mi pesar!”. 51

Yo he aprendido y me siento orgullosa de mantener este mismo principio no solamente con los demás sino también conmigo misma. Lo que digo o me digo… sé que lo cumplo.

Tener fe y confianza en la fuerza de la Vida. Nuestro libro básico y fundacional, con su original y novedosa forma de entender a los seres humano y la vida, nos dice que la fe “es saber que si se da un paso más allá, seguirá habiendo un suelo bajo nuestros pies”4. ¡Que fantástica forma de apoyo para vivir la vida! Cada experiencia es única e irrepetible y en cada acto, especialmente con nuestros hijos y pensando en su educación, solamente podemos tener fe y oírnos el corazón. Vivir la vida como nuestro corazón nos diga que la vida debe ser vivida es un hermoso programa de vida que nos ofrece la filosofía de la Terapia Gestalt. Fe y confianza. Fe y oírnos el corazón. El resultado de esto es, sin duda, el amor: a nosotros mismos y a los demás. La vida es un continuo arriesgarse a situaciones siempre nuevas. A veces, tienen algún parecido y nos recuerdan a otras experiencias pero, no debemos olvidar que son solo parecidas, no las mismas y a nosotros nos toca resolverlas en cada aquí-y-ahora llenos de fe y de confianza. Si el resultado es el que esperábamos, nuestra auto-estima nos hace sentir bien y satisfechos. Si, por el contrario, el resultado no nos gusta, tenemos un maravilloso recurso que es el de disculparnos y pedir perdón. Nuestros hijos no nos van a despreciar por eso, ni nos van a considerar débiles, ni nos van a faltar al respeto, ni nos van a dejar de querer. Para ellos es un aprendizaje fundamental el sabernos llenos de amor e ideas pero también de flaquezas, simplemente porque somos seres humanos, y así aprenderán a saberse ellos: seres humanos.

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PHG II, 8, 6, 2 (pág. 153).

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Un programa de acción… resumido. A Paul Goodman le preguntaron, en una de las numerosas conferencias que pronunció, cómo se debían educar a los niños y esto es lo que contestó: “Cuidar bien de un niño es dejarle ‘a su aire’ y estar cerca. En donde estar cerca significa: proporcionarle seguridad, audiencia para sus proezas, consuelo para sus heridas, sugerencias y equipamiento material para el paso siguiente y, respuestas para cuando pregunta”5. Una hermosa propuesta que no requiere de ningún comentario. Algo de mi “maternidad profesional” como cierre. Como he dicho al principio de este escrito, llevo más de tres décadas dedicada a la Terapia Gestalt. No solo hago psicoterapia sino, también, formación de nuevos profesionales y cursos de sensibilización en los que ofrezco las herramientas para vivir y contemplar la vida con una lente diferente a la que ofrece, actualmente, el mundo occidental. Estoy plenamente convencida de que nuestra filosofía gestáltica es demasiado buena para dejarla solamente para los “enfermos” y que la vida vivida desde este enfoque es mucho más plena, interesante, vital y apasionante. Las cualidades de las que he hablado en este breve recorrido, junto con alguna más, no creo que sean recursos exclusivos de los padres, sino de todos los seres humanos adultos que buscamos el modo de ser más nosotros mismos incluyendo en nuestro crecimiento personal a cuantos nos rodean. Por lo tanto trato de que sean parte de mi bagaje de vida y, por supuesto, parte de mis recursos profesionales. Esto quiere decir que, no solo las transmito de un modo “teóricoexperiencial” en mis actividades de formación, podríamos decir, sino que son las que yo misma trato de vivir en cada momento de mi vida, sea cual sea la relación que establezco con otro ser humano.

Goodman, P. (1977): “The Children and Psychology”, en Nature Heals: Psychological Essays”, Highland, Gestalt Journal Press, 1991, pág 94. (La traducción es mía). 5

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Hace algunos años, en 2004, escribí un artículo6 pensando en mis estudiantes y en el concepto de formación en Terapia Gestalt. En él, recalcaba la importancia de la relación, del contacto y del compromiso. Y decía y sigo manteniendo: “Ser terapeuta gestáltico no es solo, o no tendría que ser, el aprendizaje de unas técnicas, el aprendizaje de un oficio. Ser terapeuta gestáltico es una vocación.”7 “Aunque, en realidad podríamos decir que hay dos tipos de estudiantes: el que quiere aprender una técnica, y el que se siente comprometido con lo que está aprendiendo. Y en este compromiso está implicada toda su persona. Para estos dos tipos de estudiantes yo tengo dos nombres distintos: los primeros son alumnos, los segundos discípulos. Y mi relación con ellos, por puro efecto de la situación es la de simplemente formadora, o trato de ser un ‘maestro’8. Entendiendo que busco la forma de inculcar a los dos grupos la pasión y la fascinación por la Terapia Gestalt y por la vida bien vivida.” “Del mismo modo que un hijo/hija biológico aprende de sus padres a ser él mismo y a cómo manejarse en el mundo hasta que adquiere su propia experiencia, aceptando y rechazando lo que ha aprendido de sus padres, creo que dedicarse a la formación de estudiantes en Terapia Gestalt exige este mismo planteamiento, aunque con sus matices y sus diferencias.”

Vázquez Bandín, C. (2004): “Posiblemente amor”, en Buscando las palabras para decir, Ferrol/Madrid, Ed. Sociedad de Cultura Valle-Inclán, Colección Los Libros del CTP, 2008, pág. 123-135. 6

Vázquez Bandín, C.: “La Vocación de terapeuta gestáltico”, México, Revista FiguraFondo, Septiembre, 2003. 7

No en el sentido de “gurú” sino en el sentido del que habla Goodman, por ejemplo en “Los niños y la Psicología” (en Nature Heals, Psychological Essays; The Gestalt Journal Press, Highland, 1991), o a la que hace referencia PHG cuando dice: “En la etapa en la que se convierte él mismo en una autoridad, un profesor, un padre, el campo se modifica de nuevo: el individuo independiente lo es ahora menos ya que otras personas se encariñan espontáneamente con él o dependen de él simplemente por sus actitudes. Y estas personas a su vez, le ofrecen la ocasión de expresarse mediante otras acciones nuevas. Son raras las personas que se vuelven maduras hasta el punto de aconsejar, guiar y cuidar, sin avergonzar, sin dominar, etc., abandonando simplemente, noblesse oblige, sus intereses ‘independientes’ como si realmente fueran menos interesantes”. (PHG II, 5, 12, 3), pág. 101. 8

54

“No estoy diciendo que un formador de terapeutas gestálticos se convierta en el ‘nuevo’ padre de sus estudiantes, porque esto, además de ser una aberración rompería el modelo de igualdad en el poder cocompartido […], me estoy refiriendo a la satisfacción de necesidades legítimas que podrían estar representadas por la escala de necesidades básicas de Maslow trasladadas al mundo profesional, en donde el estudiante pasa de aprendiz a terapeuta inexperto hasta que va interiorizando el modelo y va construyendo su propio estilo, sintiéndose terapeuta de pleno derecho”. El secreto de ser padres, formadores o simples seres humanos se puede resumir, al final, con una sola palabra: compromiso con la vida. Entendiendo que el compromiso, junto con sus satisfacciones, que las tiene, requiere de vocación, perseverancia y renuncias. Laura Perls lo expresaba muy bien: “Cuando te comprometes de verdad, no hay salida. […] Comprometerse requiere cierta disciplina, y para que haya disciplina tiene que haber limitaciones. [… La persona] comprometida necesita reconocer su propia impaciencia, sus ambiciones y sus capacidades, su propia ansiedad y también debe controlarse a la hora de expresarlas. Comprometerse de verdad supone sacrificarse y renunciar a cosas que nos interesan, con las que nos sentimos implicados y que tienen un valor para nosotros para dedicarse a algo que es más importante. Este es el aspecto más difícil del compromiso”9. Homenaje final. Y en mis palabras finales, no solo va mi ánimo y admiración a cuantos son padres gestálticos porque conozco su compromiso y sus desvelos para con sus hijos, también va mi agradecimiento porque están contribuyendo a que el mundo pueda ser un mundo mejor ya que serán sus hijos los que manejarán este mundo convulso. Ellos son la esperanza de una vida más igualitaria, más humana, menos frenética y más llena de crecimiento y de amor. Pero he hablado para y a padres de mi generación o más jóvenes, y de los hijos de estos padres.

9

Perls, L. (1992): Viviendo en los límites, Valencia, Ed. Promolibro, 1994, pág. 195.

55

Para acabar quiero rendir homenaje, también, a los padres y madres de los padres actuales: a los abuelos y abuelas que nos han criado y educado. El cambio por un mundo mejor empezó con ellos. Por eso, también, quiero hacer una mención especial a mi madre. Es cierto que la Terapia Gestalt me ha dado mucho y que mis relaciones presentes y pasadas con magníficos profesionales, colegas y estudiantes me han brindado la oportunidad de sentir su calidad y calidez humana y de aprender mucho de ellos y con ellos. Pero fue mi madre la que plantó la semilla. De ella aprendí mucho y muy bueno pero especialmente quiero agradecerle el que lleve en cada célula de mi ser y haya hecho mías su capacidad para el apoyo, la confianza, la valoración y el compromiso. Sin lugar a ninguna duda ella construyó los cimientos de mi persona, y cuantas personas he conocido a lo largo de mi ya dilatada vida han contribuido a hacer crecer, fortalecer y florecer lo que hay en mí y que me hace ser la que soy. ¡Gracias infinitas por ello! Carmen Vázquez Bandín España CTP (Centro de Terapia y Psicología) www.centrodeterapiaypsicologia.es Referencias:

56

-

Gibran, K. (1923): El profeta, 1970, Ed. Librería argentina, Buenos Aires

-

Goodman, P. (1970): Problemas de la juventud en la sociedad organizada, Barcelona, Ed. Península, 1971.

-

Goodman, P. (1977): “The Children and Psychology”, en Nature Heals: Psychological Essays”, Highland, Gestalt Journal Press, 1991.

-

Perls, L. (1992): Viviendo en los límites, Valencia, Ed. Promolibro, 1994

-

Perls, F.S., Hefferline, R. y Goodman, P. (1951): Terapia Gestalt: excitación y crecimiento de la personalidad humana, Ferrol/Madrid, Ed. Sociedad de cultura ValleInclán, Colección Los Libros del CTP, 2002.

-

Vazquez Bandin, C.: “La vocación del terapeuta Gestalt”, México, Revista FiguraFondo, Septiembre, 2003

-

Vazquez Bandin, C. (2004): “Posiblemente amor” en Buscando las palabras para decir, Ferrol/Madrid, Ed. Sociedad de cultura Valle-Inclán, Colección Los Libros del CTP, 2008.

TU ARTE DE MODELARME Gemma García Román

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TU ARTE DE MODELARME Gemma García Román “La psicología de la Gestalt ve la necesidad de retornar a la percepción sencilla, a la experiencia inmediata” (A. Martin. Manual Practico de Psicoterapia Gestalt) El titulo de este escrito tiene su propio proceso… originalmente se denominaba: El Arte de Modelarte, en cuanto yo como madre me sentía con una responsabilidad y poder, al educar a mi hijo, al igual que hace un escultor con la materia… Al compartir este enunciado con mi esposo, Yaro Starak , el me hizo la siguiente pregunta: ¿Quien modela a quien? Y esta pregunta provoco un 10“insight”, impactando en mi visión de la maternidad y por esto, decidí cambiar el titulo y relato de mi experiencia como madre, con las enseñanzas que obtengo en la relación con mi hijo, pues efectivamente ambos nos vamos modelando…. A través de cotidianas vivencias que vivimos juntos, intentare compartir, como, estas experiencias, se entrelazan con al Terapia Gestalt y sus principios, formando para mi, parte de un aprendizaje, convirtiéndose así, mi hijo en mi maestro. Algunas máximas Gestálticas por un maestro… mi hijo Jorge. 1.- Sobre el Fondo y la figura. 11El

fondo y la figura con respecto al proceso, son polares. Solo se puede tener la experiencia de una figura en relación a su fondo y, sin su figura, el fondo simplemente forma parte de una figura más vaga y más amplia. La excitación en ascenso fluye desde el fondo hacia la figura que se vuelve cada vez más concreta y definida.

10

Palabra Inglesa que significa aproximadamente: “Darse cuenta”.

PHG (P.S Perls, R.F. Hefferline, P.Goodman.) Excitación y crecimiento de la personalidad Humana. 11

59

La salud se encuentra en experimentar el proceso de las figuras (o necesidades) atendiendo la energía emergente y atender la necesidad, pero ¿que ocurre cuando aparecen bloqueos inevitables a estas necesidades? Tenemos dos opciones, una es engancharnos con la experiencia de la frustración, de no haber logrado satisfacer la figura-necesidad, o la opción natural que poseen la mayoría de los niños, volver a intentarlo, un número de veces suficiente como para comprobar, que: •

Si se puede alcanzar el objetivo o satisfacer la necesidad, o …

• que no se puede y hay que estar dispuestos a entender que esto pueda volver a intentarse en otro momento tal vez con herramientas más adecuadas tales como experiencia, habilidades, apoyos externos, etc. A través del siguiente ejemplo podremos comprobar como los niños poseen una extraordinaria habilidad para el cierre de géstales de forma natural y nutritiva, aunque estas necesidades en mucho de los casos no hayan podido ser satisfechas. Cuando mi hijo comenzó a caminar a la edad de casi dos años, la cantidad de obstáculos que se encontró, fueron innumerables y desde el punto de vista lógico, matemático y adulto…. el porcentaje de lograr caminar en estas condiciones era muy bajo. Lo que la teoría, la lógica y nuestra mente adulta no tenían, ni tienen en cuenta, es la capacidad natural que tenemos y que podemos observar en los niños, de sobreponerse y no engancharse en la frustración (frustración relacionada muchas veces en el adulto con el “ego) del no logro del objetivo, intentándolo una y mas veces hasta alcanzar el deseo-objetivo, o en caso contrario, entender que esto no es posible y cambiar la energía a otra figura. El comenzó a “modelarme” cuando empecé a observarle y reflexionar sobre su proceso. Recuerdo un día, en el que mi hijo deseaba alcanzar gateando un muñeco que se encontraba arriba del sofá, intentando trepar hasta el mismo, no una o dos veces, si no multitud de intentos, sin lograr alcanzarlo. 60

Entonces con su propia autorregulación, el aceptó esta situación, cambiando la figura, pasándola al fondo, (12fluyendo con lo que ocurre, sin empujar o retener las experiencias), y prestando atención a otra nueva figura, buscando un nuevo muñeco mas accesible, encontrando su autorregulación u 13Homeostasis (Proceso durante el cual el organismo mantiene un equilibrio durante diferentes circunstancias). En otra ocasión, su deseo era alcanzar una galleta que se encontraba encima de una mesa. Tras variados intentos, mi hijo no logro su objetivo, el tenia bastante hambre, por lo que esta figura-necesidad poseía mas fuerza que la figura anterior de alcanzar el muñeco, observándolo reconocí como el activó otra herramienta, herramienta que si disponía en su etapa evolutiva, comenzando a llorar, para obtener con ayuda de otros (del ambiente) su necesidad (la galleta). Por supuesto que le alcance la galleta y él pudo cerrar su Gestalt. Mi hijo, como “maestro” me ayuda a reflexionar sobre como los adultos, y en esta caso yo, me desenvuelvo ante el cierre de una Gestalt. Me doy cuenta de que cuando deseo (figura) conseguir un objetivo, no lo intento todas las veces necesarias para comprobar si puedo o no puedo logarlo, como hace mi hijo, antes del tercer intento yo ya estoy permitiendo aparecer a mis 14introyectos (tragar entero lo que no pertenece al organismo), con frases del estilo: eres torpe, no estas preparada para esto, déjalo, etc., introyectos que no poseen aun los niños pequeños y que la sociedad, familia y los padres nos encargamos de ir enseñando, de forma inconsciente, en la mayoría de los casos, a nuestros hijos. Continuando con la comparación de mi experiencia, cuando yo no he alcanzado mi objetivo o satisfecho mi necesidad, tal vez por falta de herramientas en ese momento para este proyecto, me doy cuenta que se me olvida poner en practica, como hace mi hijo, el utilizar otras herramientas tales como es la de “pedir ayuda o apoyo al ambiente”.

12

B. Stevens. No empujes el río porque fluye por si solo.

13

G. Yontef. Proceso y Dialogo en Psicoterapia Gestáltica.

14

F. Perls. El enfoque Gestáltico, Testimonios de Terapia

61

En mi 15personalidad adulta, permito aparecer nuevamente a mis introyectos con frases: tu eres fuerte, eres una mujer independiente, pedir ayuda es de débiles e incompetentes, etc., olvidando pues la Homeostasis… mi auto regulación con el ambiente. 16Para

la Gestalt, el organismo es considerado como una unidad en una continua interrelación con el ambiente. Por tanto organismo y ambiente son dos campos que se consideran en total interrelación, condicionándose mutuamente, y toda conducta tanto normal como patológica se interpreta como la expresión, o más bien como una forma de expresión, de las diferentes maneras en que el organismo funciona y reacciona en totalidad. 2.- Sobre el Contacto y la retirada. Existen varios niveles de contacto, primeramente, el contacto que se produce con uno mismo, seguido del contacto que se produce con una necesidad (o figura) y el contacto que se produce con los otros en el ambiente. Para que una figura pueda emerger, es necesario estar en contacto con uno mismo, para poder reconocer esta necesidad. Así mismo, otra fase es el contacto que se produce con la necesidad, siendo el proceso de cada necesidad parte del 17Ciclo de la experiencia. 18Y

en el nivel del contacto con los otros, Buber lo define como el encuentro existencial compartido entre dos personas. Cuando observo a mi hijo, veo de forma clara como esta en contacto consigo mismo, expresando de forma abierta y clara si tiene hambre, sueño, o desea un abrazo mio. De esta forma es como reconozco a mi hijo “congruente”.

A. Martin. La personalidad influye en la forma de percibir la realidad. Manual Practico de Psicoterapia Gestalt 15

16

A Martin. Manual Practico de Psicoterapia Gestalt

17

J. Zinker. El Proceso Creativo en Terapia Gestalt.

18

C. Castanedo. Grupos de encuentro en Terapia Gestalt.

62

19Carl

Rogers construyó un modelo de conciencia del proceso, en el que uno de los conceptos centrales era la congruencia: congruencia entre lo que se expresa y la experiencia que se vive por dentro. Congruencia entre hacer y ser. Congruencia entre sentir y pensar. Así pues, descubro en muchas ocasiones mi “incongruencia”, provocada esta por la interrupción del contacto conmigo misma, con las consecuencias que esto conlleva, activándose en mi entre otras sensaciones- emociones, como la de la frustración. En el nivel de contacto con la propia necesidad, me fascina ver como mi hijo, desarrolla todos los pasos del ciclo de la experiencia de una forma natural, como en el ejemplo anterior, del deseo de alcanzar el muñeco o la galleta. En mi experiencia como ya compartí, debido mayoritariamente a mis introyectos, este contacto y retirada, lo vivo con muchísimas interrupciones. 20A

medida que la persona se vaya conociendo a si misma, adquirirá paulatinamente un mayor control yoico sobre su conducta hasta llegar a ser quien realmente es y renunciando a los “deberías”. Los introyectos son solubles en la conciencia, dado que esta destruye el automatismo propio de aquéllos. Mi hijo, como espejo, me ayuda a ir conociéndome a mi misma de forma más consciente reconociendo mis introyectos. No voy a contar el número de veces en las que me “descubro” diciéndole un introyecto (nada positivo) a mi hijo, con frases tales como: «Cómetelo todo o si no, no vas a crecer y los niños en el colegio se reirán de ti…» y cuando observo su reacción, comiendo sin deseo… entonces me estoy dando cuenta del mensaje que estoy dando a mi hijo… En el contacto con el exterior y los demás, disfruto al ver mi hijo, desenvolviéndose de forma fluida, respondiendo físicamente a los estímulos del ambiente, moviéndose en el espacio y en las emociones. Contactando y retirándose.

19

J. I .Kepner. Proceso Corporal.

20

H. Salama. Psicoterapia Gestalt

63

21El

niño que desarrolla adecuadamente todas las fases en su evolución, adquiere una personalidad sana que le conduce a establecer un contacto adecuado consigo mismo, con su medio y con la gente que le rodea. En mi contacto con el exterior, me doy cuenta como esta espontaneidad es controlada perdiendo la oportunidad de experimentar, enriquecerme y recibir apoyo nutritivo del entorno. Si recibo, mis introyectos me hablan de “devolver, incluso mas de lo recibido” y de forma aun mas profunda reconozco el “no merezco recibir…” 3.- Sobre el Aquí y ahora. Un nuevo ejemplo aparece en mi memoria para compartir el Aquí y ahora con mi hijo. Hace un tiempo decidimos ir al parque cercano a casa en bicicleta, mi hijo llevaba su bicicleta con ruedas de entrenamiento, con tan mala suerte que en un desnivel de la calzada, cayó al suelo hiriéndose en una rodilla. Lloró el tiempo necesario para expresar su dolor y solicitar el cariño de mama, tras unos minutos de la caída, se seco las lágrimas y dijo, vamos al parque. Para mi esta fue una gran enseñanza por varias razones, el vivió la experiencia Aquí y ahora, la vivió con dolor (la figura en ese momento) y cuando paso el dolor, regreso a su “centro” cerrando una experiencia, para continuar en el “aquí y ahora” de forma flexible. No se quedo enganchado en la emoción… como hago yo, si yo me lastimo, lo estoy recodando toda la vida! (viviendo en el pasado) y evito volver a hacer aquello que me causo dolor (condicionando mi experiencia en el futuro) siendo rígida en mis respuestas ante estas vivencias, creando de esta forma mi personalidad.

21

C. Castanedo. Grupos de encuentro en Terapia Gestalt.

64

22“Desde

un punto de vista utópico, cuanta menos personalidad tengamos, mas flexibles vamos a ser en la resolución creativa del Aquí y ahora”. 23”En circunstancias ideales, el 24self no tiene mucha personalidad. Cuando el self tiene mucha personalidad, es o bien o porque lleva muchas situaciones inacabadas (asuntos inconclusos), actitudes inflexibles recurrentes, lealtades desastrosas o bien porque ha abdicado totalmente y solo se siente en las actitudes hacia si mismo que ha introyectado.” Efectivamente las experiencias nos dan un aprendizaje, y gracias a ellas podemos sobrevivir, por lo que el dolor experimentado en una experiencia que debe servir para estar “alerta y flexible” y no para bloquear completamente la experiencia en una respuesta rígida. ¿Cuantos de nosotros tras habernos caído, por ejemplo en bicicleta, patines, etc. y experimentado dolor, frustración, no hemos vuelto a intentarlo, cerrando completamente la experiencia?. Y no solo cerrando las experiencias, si no las emociones derivadas de estas experiencias, desde este punto parten muchas de las patologías psicológicas. Curiosidad, creatividad al tener experiencias, tocar, conocer, interesarse en nuevas cosas y personas, hacer preguntas, investigar posibilidades, experimentar la excitación sobre algo nuevo y con sorpresa, seguir sus sensaciones y percepciones para explorar el entorno, esta es la forma en la que mi hijo vive cada día, sin caer en el 25“egotismo” una especia de confluencia con la conciencia (awareness) deliberada, y un esfuerzo por controlar lo incontrolable y lo sorprendente, como me ocurre en muchas ocasiones en mi “aquí y ahora”.

22

G. Delisle. Las perturbaciones de la personalidad.

23

PHG. Excitación y crecimiento de la personalidad Humana.

24Self:

El yo, el ello y la personalidad. PHG. Excitación y crecimiento de la personalidad Humana. 25

PHG. Excitación y crecimiento de la personalidad Humana.

65

4.- Sobre la responsabilidad y los límites. 26La

irresponsabilidad del niño se deriva de su dependencia. Efectivamente me he dado cuenta de la cantidad de ocasiones en las que no he dejado a mi hijo ser responsable, o mejor dicho he apoyado su dependencia, favoreciendo de esta forma su irresponsabilidad en numerosas experiencias. Al depender de mi, él no ha tenido que responderse así mismo de su propio comportamiento. Con límites flexibles, el niño puede entrar y salir del conflicto. La idea que integré de mi familia, de la sociedad, es la que dice que los niños no pueden ser responsables pues son sólo niños, chocó cuando leí en el PHG, Excitación y crecimiento de la personalidad Humana, P.S Perls, R.F. Hefferline, P.Goodman sobre la responsabilidad. Puse en practica experimentos con mi hijo sobre como él puede aprender a cerca de los limites y responsabilidad, y descubrí de forma grata que a pesar de tener solo cuatro años, él puede entender estos conceptos y ponerlos en practica en situaciones muy sencillas y seguras. 27Si

bien es cierto que necesitamos poner límites para mantener al niño a salvo, los limites deben estar adaptados a la evolución del niño. Me doy cuenta de mi parte de madre “rescatadora” e intento estar alerta con utilizar esta parte cuando es estrictamente necesario, y dejar explorar a mi hijo en limites seguros. Hace unos días, yo estaba recortando unos papeles, mi hijo quiso agarrar las tijeras también, de forma espontanea en mi, salió la madre “rescatadora” diciéndole: «oh no! Hijo, esto es peligroso, te puedes cortar.»

26

PHG. Excitación y crecimiento de la personalidad Humana

27

Violet Oaklander. El Tesoro Escondido.

66

Acto seguido, identifiqué mi parte de “madre rescatadora” y dije a mi hijo: «vamos a cortar juntos, explora con las tijeras el papel, bajo mi supervisión.» 28”El

Riesgo de Vivir”, significa para mi, la aventura de la vida, sabiendo que pueden existir experiencias difíciles, y que estas pueden ser vividas con responsabilidad y limites que nos ayuden a protegernos, sin por ello perder la oportunidad de vivenciarlas por el miedo. De igual forma, entender que el niño tiene el derecho de experimentar dentro de unos riesgos adaptados a su nivel, que le permitan explorar y aprender. 5.- Sobre el recuperar… 29Los

sentimientos de la infancia son importantes, no porque constituyan un pasado que sea necesario deshacer, sino porque constituyen algunos de los más maravillosos poderes de la vida adulta que deberíamos recuperar: la espontaneidad, la imaginación, el carácter directo de la consciencia y de la manipulación. Como dijo Schachetel, lo que es necesario es recuperar la manera que tiene el niño de experimentar el mundo, para esbozar respuestas mas conscientes. Si sabemos recuperar estos poderes, podremos comprender mejor a nuestros hijos, y ser verdaderamente un padre/madre Gestáltico. Gemma García Román España- Australia Arteterapia Gestalt www.arteterapiagestalt.es Gestalt Art Therapy Centre – Australia www.gestaltarttherapy.com

28

Y.Starak, J.Oldham, T.Key. El Riesgo de vivir.

29

PHG. Excitación y crecimiento de la personalidad Humana.

67

Referencias: -

A.Martin. Manual Práctico de Psicoterapia Gestalt. Ed Desclee de Brouwer. 2006.

-

B. Stevens. No empujes el rio porque fluye solo. Ed Cuatro Vientos.1979.

-

J.Zinker. El proceso Creativo en Terapia Gestalt. Ed Paidós. 1996.

-

F.Perls. Dentro y fuera del taro de la basura. Ed. Cuatro Vientos. 1975.

-

J.I.Kepner. Proceso Corporal. Ed Manual Moderno. 1992.

-

G. Delisle. Las perturbaciones de la personalidad. Ed Libros del CTP-2. 2005.

-

P.S Perls, R.F. Hefferline, P.Goodman. PHG. Excitación y crecimiento de la personalidad Humana. Ed Libros del CTP 4. 1951-2001.

-

F. Perls. El enfoque Gestáltico, Testimonios de Terapia. Ed Cuatro Vientos. 1999.

-

C. Castanedo- Grupos de encuentro en Terapia Gestalt. Ed Herder- 1990.

-

G. Yontef. Proceso y Dialogo en Psicoterapia Gestáltica. Ed Cuatro Vientos. 1997.

-

H. Salama. Psicoterapia Gestalt. Ed Amat. 2010.

-

V.Oaklander. El Tesoro Escondido. Ed Cuatro Vientos. 2006.

-

Y.Starak, J.Oldham, T.Key. El riesgo de Vivir. Ed Manual Moderno México. 1992

68

“BUENOS” PADRES VS PADRES EFECTIVOS (Una historia personal)

Guillermo Feo García

69

70

“BUENOS” PADRES VS PADRES EFECTIVOS (Una historia personal)

Guillermo Feo García Con frecuencia la filosofía de los existencialistas se funde con su biografía y su pensamiento, se impregna con el calor de las emociones del momento. P. J. Fubero.

1. El niño perdido. Memi es un joven particular. Solitario, callado, prevenido y precavido. Su vida transcurre entre las memorizaciones de los estudios de medicina, la atracción compulsiva hacia las mujeres y la militancia política en la Juventud Comunista, espacio en donde se inicia en la pretensión de romper con lo normativo, el «deber ser», lo instituido… En algún instante de esos en los que la intencionalidad no consciente nos coloca, inquisitivo y curioso, Memi rastrea el enorme escritorio de su padre, hombre adusto, recto, honorable y honesto hasta lo obsesivo. Unas hojas añejas, perdidas en el fondo de la gran gaveta superior, atraen su atención. Con morbosa curiosidad absorbe lo escrito. Es una dolorosa imploración por ser perdonada, porque todo quede atrás, por un ya basta, por clemencia… En Memi hay un vacío biográfico que nunca ha sido llenado ni pareciera existir la necesidad de llenarlo: una radical y misteriosa ausencia del vértice triangular familiar encarnado por la abuela paterna… Sin darse cuenta está dando los primeros pasos hacia una profunda transformación en su relación neurótica con el mundo.

71

Aproximadamente 18 años después, el Dr. Guillermo Feo García, de guardia en la clínica psiquiátrica en donde trascurren sus primera experiencias como residente de la especialidad escogida, elabora la historia de una paciente. Al oír su apellido ella le requiere extrañada: “¿Guillermo Feo? ¿Usted es familiar de la señora C.R.?” Como un relámpago Memi perturba la memoria apaciguada del Dr. Feo, removiendo ansiedades históricas. Se iniciaban los segundos pasos… «Los triángulos familiares» La inaprehensible y milenaria pregunta “de dónde venimos”, que ha ocupado históricamente con profunda devoción a legos y expertos, tiene una respuesta elemental y que no por ello deja de ser contundentemente veraz: venimos de nuestros padres. Cada uno de nosotros y sin excepción. Esta conclusión que se dibuja en su expresión como absurdamente simplista, tiene profundísimas connotaciones que es necesario conocerlas para poder comprender las razones por las cuales el ser humano puede transitar tanto el camino de la armonía y la sanidad como el de la ansiedad y la patología, cuando pretende construir una pareja y, en consecuencia, una familia. Cuando un hombre y una mujer deciden converger para constituirse en una díada llamada «pareja», se configura un primer eslabón de lo que en el futuro podría llegar a estructurarse como una «familia». De ser así, por definición ya la interrelación, en singular, pasará a ser interrelaciones, en plural. 30Manuel

Barroso define la familia como “padres e hijos, todos interactuando y en contacto, orientados hacia objetivos compartidos…” El desarrollo de una familia implica la formación de los llamados triángulos, que no son más que “vínculos genéticos, físicos, biológicos, químicos y psicológicos, que se inician cuando un óvulo y un espermatozoide entran en contacto, y permiten una organización en triángulos”.

30

Barroso, 2006, ,pág. 74

72

31Es decir, cada triángulo es una unidad biológica que tiene peso específico para cada hijo con relación a sus padres. Las relaciones que se establecen entre cada uno de los vértices humanos de un triángulo es conocido como un vínculo. En consecuencia seis son los que observamos en los procesos triangulares: padre-hijo, hijo-padre, madre-hijo, hijo-madre, padre-madre, madre-padre. Como puede comprenderse cada uno de dichos vínculos posee una dinámica propia que mantiene a cada individuo en un delicadísimo movimiento polar que transcurre entre la unión y la separación, el alejamiento y el acercamiento, la fusión y la individuación. No en balde se dice entonces que no hay matrimonios de personas sino de familias…

En la conciencia que le otorga el triángulo a un hijo, Barroso describe cuatro procesos medulares para el desarrollo de 32aquella: • Ubicación. El arraigo, la fijación histórica en el aquí y en el ahora con la conciencia de haber existido y de dirigirse hacia el futuro. • Identificación. El conocimiento individualidad única y subjetiva.

de



mismo

como

• Vinculación. La relación a través de la conciencia del otro. La “otredad”. • Desempeño. La efectividad en el contacto con el otro. La capacidad de liderar productivamente.

2.- La pareja soñada. Una pequeña caja de cartón permanece cerrada en el tiempo. Allí reposan objetos varios que, seguramente, han sido depositados por la única razón que lleva a Guillermo a guardar cualquier cosa: el afecto. Hay uno en particular que resalta, no por su tamaño pues minúsculo es, sino por el significado. Es su anillo de matrimonio. -o-o-o

31

Id, pág 80

32

Id, pág 38

73

Guillermo estudia tercer año de Medicina. Difícil le ha sido combinar lo pragmático del aprendizaje con la aventura inmedible de la militancia comunista y la recurrente búsqueda del placer que obtiene en la conquista de una mujer. Una en particular llama su atención distrayéndolo de la responsabilidad académica y de las luchas sociales. Meses pasan desbordado en el idilio. No tarda en llegar el asunto que exige la formalidad social: contraer matrimonio. Guillermo debe notificarlo a sus padres, por supuesto. Solo queda en el recuerdo la reacción de la figura masculina. Desde su seriedad casi pétrea que lo caracteriza, clava su mirada, en el fondo plena de ternura, y dice con extraña suavidad: “¿Estás seguro…? Mira que casarse es algo muy serio”. Pero Guillermo está convencido de que en su futuro se encuentra un hogar, un sitio apacible, de salidas en la mañana y regresos en la tarde para el reencuentro cordial con la esposa atenta, disponible. Quizás las características que no conoció en su primer hogar. «La Familia» ¿Pero qué es la “familia”? La lectura enciclopédica nos dice: “Del latín fámulus”, sirviente, esclavo. Conjunto de ascendientes y descendientes colaterales y afines de un linaje. Gente que vive en una casa bajo la autoridad del dueño de ella. Número de criados de una casa… En la antigua Roma, grupo de criados domésticos”. Curioso comienzo. Sirviente, autoridad, criados… En la propia definición ya apreciamos una concepción des-igual en las interrelaciones familiares. Alguien poderoso, otro poseído. Uno superior, otro inferior. Uno amo, otro esclavo… Tiende a aceptarse el postulado sociológico y antropológico que describe la transformación de la dinámica familiar como una evolución de un estado de promiscuidad prehistórica, evolucionando luego hacia el matriarcado para concluir en la figura denominada 33patriarcado, hasta finalmente constituirse en una entidad denominada «pareja», dentro de la cual suponemos una búsqueda de la “igualdad” entre el hombre y la mujer. 33

Garay, 1972, pág 45

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Significa relación de pares, horizontal, de alianzas enriquecedoras. Recorriendo el camino a la inversa, entonces afirmamos que toda familia se inicia con la constitución de una pareja. Pero nada que se refiera al comportamiento humano es azaroso: toda acción es producto de una elección intencional, consciente o no. En consecuencia, qué es lo que motiva a una persona a escoger a otro para establecer eso que llamamos pareja. ¿Qué responde usted amigo lector, hombre o mujer, a dicha pregunta? ¿Es lo “normal” en el desarrollo de la vida? ¿Para tener alguien que me sirva de apoyo? ¿Para llenar mi soledad? ¿Para tener estabilidad sexual? ¿Porque existe amor? ¿Para tener hijos? ¿Todo ello? ¿Nada de ello?. Una visión sin duda humanista nos dice que la elección de una pareja necesita formar parte de un PROYECTO general de vida que implica: objetivos comunes, compromisos mutuos, negociación de las diferencias y maduración simultánea y progresiva de cada uno de sus miembros. Es un sistema abierto a reaccionar fluidamente ante los contrastes intrínsecos a la propia configuración interna, y ante las exigencias, limitaciones y particularidades del mundo externo. Esta construcción no se da espontáneamente. Exige de sus miembros algunas condiciones para ir consolidando cada vez más su estabilidad: • Afecto. El “quererse”. La ternura, la simpatía, aquello difícil de expresar en palabras, aunque se imponga su manifestación de alguna manera, y que sólo se vivencia en lo más profundo del alma humana. • Respeto. A la libertad del otro para ser diferente. A sus decisiones, gustos, límites, necesidades y motivaciones. Es lo único que permite poder negociar con efectividad las contradicciones. • Admiración. Es la consideración e importancia que el otro adquiere para mí. Es la atención honesta que le doy a sus opiniones y caminos escogidos, aún siendo diferentes a los míos. • Pasión. Posee un sello particular que lo distingue, aunque pueda estar integrado, a lo afectivo. Representa la pulsión instintiva que nos empuja hacia el encuentro primitivo y explosivo, perfectamente delimitado de la unión consagrada en el contacto, quizás sublimado, que diferencia a la interrelación sexual del ser humano del resto de los animales. 75

3. –Miedo en el espejo. Cuatro, cinco o siete años de edad, qué importa. Es el tiempo en que se forjan las bases de la personalidad. Memi es un niño sobreprotegido. Primogénito de un hombre de 23 años y una mujer de 22. Es transformado en la razón de ser del padre y, a su vez, ella se fija en el fondo de su psique como el ideal del sexo femenino. Sin embargo no puede consumarlo pues ella combina dos circunstancias que lo confunden: profundamente amorosa y marcadamente distante en el contacto físico. Una dupla que marcará paradojas angustiantes en las futuras interrelaciones con la hembra. Memi es atravesado por gritos masculinos y femeninos. Reclamos y defensas reactivas. La abuela materna, ella sí se entrega en el amor de piel, desde su inefectiva humildad procura calmar la tormenta. Miedo que cala cada espacio de su psique y que luego se transformará en somático es lo que asola a Memi. Miedo que detiene el movimiento, que paraliza la pulsión hacia un “¡Basta!”. Luego, silencio interno, falso silencio, silencio compensador, silencio que autoriza el depósito de la anécdota y la vivencia enclaustradas en el fondo de su memoria. Reprimidos quedarán hasta una nueva oportunidad en que embestirán de manera salvaje e incontrolable. -o-o-o Guillermo, ya divorciado, (el “nuevo” hogar constituido no respondió a lo esperado) va deteniendo su volátil atención hacia la figura femenina en una u otra en particular. Nuevos hechizos, nuevas pasiones, nuevos propósitos de estabilidad, fallidos de antemano por no corresponder a una necesidad auténticamente actualizada, sino a la irrefrenable búsqueda de construir lo que en el pasado no conoció. Pero nada cambia. Los conflictos y la insaciable necesidad se suceden compulsivamente, reproduciendo la cotidianidad y lo inaprehensible de lo no consciente infantil, de manera cada vez más dramática.

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Imágenes de ello pueden apreciarse al releer fragmentos de cartas desesperadas dirigidas a quien, para tal o cual momento, buscará encarnar a la inalcanzable, por edípica, mujer. “Estás introducida dentro de mí… no tengo dominio sobre mí, yo soy tú, respiro por tu nariz, hablo con tu boca y utilizo tus palabras, oigo lo que tú oyes…”. “¿Cómo creer que pudiera necesitar de esta manera tan brutal, tan infantil? ¿Es el niño el que está presente en mí ahora? ¿Es el niño que avasalla con su presencia mis sentimientos?”. “Estoy cansado de ser dolor. Desde niño. De nuevo estoy solo, me hace falta alguien que me acaricie, que me ame…”. Y en un relámpago de claridad, la verdad original: “¿Qué soy yo? ¿Qué he tenido? Vengo de un hogar descompuesto, veo a mi padre ceñudo, agresivo y a la vez tan amoroso… Tenía miedo, temblaba cuando lo oía gritar… necesito llorar…”. Ninguna carta fue enviada a su destino. Monólogos onanistas que pretenden subsanar la herida primaria.

«Internalización del vínculo Padre- Madre» Detallemos esta afirmación de 34Erich Fromm: “A causa de la incapacidad material, por parte del niño, de cuidarse por sí mismo en lo concerniente a las funciones de fundamental importancia, la comunicación con los «otros» es para él una cuestión de vida o muerte.”

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Fromm, pág 46

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Ahora detengámonos en estas puntualizaciones teóricas de Virginia Satir: - “La familia se comporta como si fuera una unidad”, y nomina esta conducta como “homeostasis familiar”. - “La relación conyugal influye en el carácter de la homeostasis familiar”. - “La relación conyugal es el eje en torno al cual se forman todas las otras relaciones familiares. Los esposos son los arquitectos de la familia”. - 35“El paciente identificado es el miembro de la familia a quien más obviamente afecta la relación conyugal penosa y quien está más sujeto a las acciones parentales disfuncionales”. - “Los síntomas son un mensaje que revela que el paciente identificado está distorsionando su propio crecimiento como resultado de sus intentos de aliviar y absorber el dolor de sus padres”36. - “En el triángulo familiar funcional, los cónyuges confían en su propia relación marital y por lo tanto son capaces de manejar, sin amenazas, los temores del niño de ser excluido.”37

En resumen, la tradicional creencia de que el niño incorpora a su mundo interno las figuras del padre-y-de-la-madre como entes separados de supervivencia, queda ahora transformada en una visión claramente sistémica, en donde lo que realmente se instala es la interrelación, como una unidad funcional entre el padre y la madre.

Lo que tengo dentro de mi, no es lo que aprendí de ti papa y de ti mama. Lo que me impulsó a formarme, de manera sana o neurótica, fue lo que aprendí cuando les vi interactuar, hablándose, peleándose, gritándose, jugándose, mirándose, oyéndose, evitándose, alejándose, insultándose.

Se refiere a aquel miembro de la familia, por lo general alguno de los hijos, que “sufre de síntomas” los cuales lo que traducen realmente es una disfunción familiar. 35

36

Satir, 1980, pág. 1, 2.

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Satir, 1980, pág. 66

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4.- La abuela perdida. Guillermo ha investigado. Motivado por aquella escondida carta ha sentido curiosidad por saber acerca de la existencia de su abuela paterna. Y recurre a su propia madre. Averigua entonces que a aquella, acusada de “ramera”, le fue prohibido volver a ver a sus hijos nunca más. Apenas 8 años tenía el padre de Guillermo cuando se le arrebató la fuente nutricia más importante para cualquier ser humano. Edad perfecta para incubar los futuros comportamientos que repetirán al carbón los trastornos neuróticos en las relaciones no sólo padre-hijo sino hombre-mujer. -o-o-o El Dr. Guillermo Feo García, se siente devastado luego de una sesión psicoterapéutica dirigida a revisar sus interrelaciones familiares. Su terapeuta ha sido claro y preciso: “es necesario que encuentres a tu abuela (paterna) y obtengas información directa de ella”. Nada puede hacerle tanto a un niño como la incertidumbre, lo escondido, el engaño. En labor detectivesca el doctor averigua e investiga hasta descubrir el sitio donde supuestamente ella vive sola, desde hace muchos años. Frente al portón de un pequeño edificio en el sur de la ciudad, el doctor, trastocado ahora en un Memi terriblemente angustiado y que nunca ha dejado de habitarlo, toca el timbre… De aquí en adelante la historia de este niño, vulnerable en el fondo y cubierto por tantas máscaras defensivas, empieza a escribir un nuevo capítulo de su vida, cuestionando creencias ancladas: la mujer no tiene que ser traidora ni abandonadora, ni prostituta… El hombre puede ser cruel, inclemente, castigador… El doctor Feo razona, Guillermo se pierde, Memi llora. Todos saben que cosas nuevas están por venir…

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«Madre- Hija- Hembra» En aquel primer –y único- matrimonio, no puede faltar el cumplimiento del objetivo indispensable para que la institucionalidad marital se consagre: la concepción de los hijos. Dos concretaron el resultado. Dos hijas. Así, en femenino, como para decirle a Guillermo que en su ruta existencial no pueden excluirse las mujeres. Quizás, para insistirle que lo femenino está incrustado en su historia original y presente, y que en el futuro tendrá un peso específico tan arrollador que lo llevará a deambular por un laberinto irresoluto, buscando en el exterior a alguien que jamás podrá encontrar porque la lleva dentro de sí, desde el mismo momento en que él surgió de su vientre. Dos mujeres-niñas que se transformarán en una obsesión, monumental obsesión porque pondrán en tensión polar roles masculinos que él mantiene desintegrados dentro de sí: el padre, el hijo, el varón. Y los opuestos también desintegrados: la madre, la hija, la hembra… Torpes esfuerzos hará por metabolizar de manera nutritiva su inmenso amor carencial hacia ellas. La norma rigidizada, la educación debeista y la violencia actitudinal se enfrentarán a la guía flexibilizada y a la tierna y respetuosa conducta. Se siente un “buen” padre. Pero sólo está repitiendo una historia escrita por otros…

«Para qué un hijo» Apreciado lector, si usted tuviera que enfrentar la pregunta “Para qué un hijo”, ¿cuál es la respuesta que le suena atinada? Seguramente cada uno de ustedes dará una diferente, y quizás hasta opuestas. ¿Y cuál o cuáles serán las veraces, las correctas, las sanas…? Aventurémonos primero a señalar para qué “no debe ser”. •

Para suplir deficiencias funcionales de la pareja.

Es el caso de aquellas relaciones disfuncionales que no logran encontrar una vía hacia la armonía, planteándose entonces la posibilidad de tener un hijo con el fin, patológico en su origen, de sembrar un elemento que los re-una.

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• Para proseguir una senda de vida que creen es digna de ser continuada. Los caminos existenciales que transite cada individuo en el transcurso de su historia necesitan ser construidos basándose en sus propias necesidades, motivaciones y elecciones particulares y subjetivas, así sean diferentes o contradigan las propias. • Para proyectar en él todo aquello que hubiéramos querido ser, pero, por la razón que fuere, no pudimos alcanzarlo. En los tres casos mencionados afirmamos que es inhumano colocar sobre los delicados hombros de un niño la pesadísima carga de empujar una vida no elegida y que, en consecuencia, tarde o temprano le traerá resultados, en el mejor de los casos vitalmente frustrantes, y en el peor, graves comportamientos neuróticos y hasta desarreglos profundos en su personalidad. Un hijo es parte del proyecto de vida que dos personas se plantean cuando eligen transformarse de pareja a familia. Citemos cuáles son los elementos que los padres necesitan tener presente al momento de tomar la decisión de concebir un hijo: a. Es una responsabilidad en su formación integral. Significa acompañarlos, cuidarlos, enseñarlos y respetarlos. Es decir, instituirse en su guía de tal manera que puedan ir descubriendo todas y cada una de sus potencialidades las cuales le permitirán edificar una personalidad apta para, a partir de la conciencia que tenga de sí mismo, relacionarse con el mundo de una manera nutritiva y efectiva. b. Es una ciencia. Porque muchas son las teorías y conocimientos que se han venido desarrollando desde hace muchos años sobre los procesos que orientan hacia la educación integral del niño. c. Es un arte. Porque exige una actitud creativa y una abierta intuición, que a veces incluso puede contradecir lo que la ciencia afirma. d. Es una vocación. Se opone a lo instintivo. Los animales poseen el instinto de procrear. El ser humano es el único ser vivo que elige ser padre y, en consecuencia, responsabilizarse por lo elegido…

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Finalizo dedicándole algunas líneas a lo que constituye quizás la condición central para la formación de un hijo sano-maduro-efectivo: el equilibrio entre las exigencias y la permisibilidad, entendido como la capacidad de los padres para movilizarse entre la estimulación oportuna, realista, precisa y abierta, navegando armónicamente al lado de la restricción conveniente, explicada, concreta, firme y respetuosa, todo ello enmarcado dentro de los límites del afecto y consideración a su condición personal, única e intransferible.

Un niño sano es el adulto sano Un adulto sano busca otro adulto sano Dos adultos sanos, constituyen una pareja sana Una pareja sana, formará un niño sano

5.- Y desde aquí empezará a escribir una nueva historia… Ya hemos conocido que el doctor Feo, consciente de la inconsciencia neurótica de Memi y de Guillermo, los ha obligado a iniciar un proceso psicoterapéutico. Ya tienen 33 años de vida. La primera fase de la subterránea introspección dura tres años de manera continua y sistemática. Uno tras otro van emergiendo del fondo los recuerdos de situaciones abiertas que congelan los afectos: miedos tragados; rabias no expresadas; dolores incrustados en lo más profundo de su ser; necesidades de arraigo, orientación, seguridad, pertenencia e identidad insatisfechas; angustias y culpas como ejes centrales de su sentir… Así, Guillermo fue encontrándose de manera paulatina y cierta con sus hijas. Seguramente tarde si lo referimos al ideal. Pero a tiempo para recuperarse como padre. Ojalá que sus hijas descubran, esta vez a tiempo, la lección: nuestros padres nos escribieron una historia, por supuesto, guiados por esa abstracción que llaman amor.

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Es nuestra tarea desmontarla de inicio a fin para poder descubrirnos como seres humanos únicos e irrepetibles, diferentes a papá y a mamá, aunque los amemos. Porque sólo desde allí podremos escribir nuestra propia historia como personas y, por supuesto, como padres… Bueno Mamá y Papá…¡¡Cómo terminar…!! Ya es hora de partir a encontrarme con mis hijas…

Guillermo Feo García Venezuela CENAIF Escuela de Gestalt en Venezuela www.cenaifgestalt.org

Referencias: -

Barroso, Manuel, 2006, Ser familia, Venezuela: Galac.

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Fromm, Erich, El miedo a la libertad, Argentina: Paidos.

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Garay, J.G., 1972, De dónde venimos, Venezuela: Basauro.

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Satir, Virginia, 1980, Psicoterapia familiar conjunta, México: La Prensa Médica Mexicana.

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Yaryura-Tobías, J.D., 1987, The Integral Being, USA: Henry Holt and Company.

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HOMBRE COMO EL DRAGÓN Harumi Duhanet Odo

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HOMBRE COMO EL DRAGÓN Harumi Duhanet Odo

“Tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida, deseosa de sí misma. No vienen de ti, sino a través de ti, y aunque estén contigo, no te pertenecen.” Khalil Gibran

Lo amo…no encuentro otra manera de empezar alguna experiencia relacionada con mi hijo y no encuentro mejor sentimiento auténtico hacia él…y aunque definitivamente las palabras quedan cortas para poder expresar mi amor por el…LO AMO…es lo que más puede detallar lo que siento. Mi nombre es Harumi Duhanet Odo Asencios, tengo 27 años, y un hijo Tatsuo de 3,7 años. Soy madre, Psicóloga y en plena formación como Psicoterapeuta Gestalt. La vida, Dios y yo misma, me he dado el privilegio de un hijo maravilloso, tal como deseaba tener, un varón, travieso, rebelde, inteligente, fuerte, vivaracho, alegre, cariñoso… precioso… Ser madre es difícil para mí, ser una mamá buena me cuesta un poco más, y ser una “Buena mamá”, está representando todo un reto. Lo hice mi hijo y me hizo mamá, en Febrero del 2006, todo es tan inesperado y hasta para mi casi “imposible” (con un diagnóstico de infertilidad) a mis 24 años, con la carrera de Psicología a punto de finalizar, y con muchos proyectos planificados, la noticia de mi embarazo es un baldazo de agua fría, helada diría yo, un estado de desequilibrio total… 87

Mi experiencia con la Gestalt, viene desde la Universidad, casi de “casualidad” (aunque esta no exista), logrando conectarme y rehacer mi vida en una Harumi totalmente real, después de casi 20 años, empecé a reconocerme y a ser Yo, con algunas decisiones tomadas, aún con algunas máscaras y con muchos asuntos pendientes. A mis 24 años mi preocupación (neura) de ser responsable de otra persona, toma el primer lugar. Siento una invasión a mi privacidad, a mi cuerpo, a mi tan ansiada libertad, a todo lo que conozco, lo que me rodea y a lo que hasta este momento tengo «Control…» Retomo la Gestalt, esta vez como una formación, quiero ser YO cuanto esté frente a él…al ser mamá entendí, y comprendí a la mía…Hasta el día de hoy, en este momento, en mi presente, me quedo con lo nutricio de mi madre, su amor, su fortaleza, su humildad, su inteligencia, su sacrificio, su sentido del humor, sus enseñanzas, su única y primera vez que me dejó vivenciar como es ella en realidad. Tener un hijo en realidad es «No tenerlo», es no tener control sobre él, sobre “como será”, sobre su futuro, sobre lo que pueda suceder o no…Toda mi vida, tal y como la conozco esta cambiando, mis hábitos, mi “prisa”, mis actividades, mi trabajo, lo siento moverse pero es algo tan extraño en mi cuerpo, le tomo cariño, tanto como se pueda tomar a “algo” desconocido, poco a poco lo voy sintiendo parte de mi, me doy cuenta de lo maravilloso que es el cuerpo humano y el instinto de madre, voy teniendo una conexión total con él, lo llamo Akachan (bebé en japonés), es increíble la respuesta por parte de él, con patadas, movimientos o esa sensación que me hace decir, “esta feliz”, está molesto”, “quiere aquello”, es una complicidad completa que me hace amarlo sin conocerlo. Viene a mi mundo…04 de Noviembre del 2006…los dolores son desgarradores…Dios, hasta donde puede llegar a soportar el cuerpo humano…realmente somos maravillosos…nace tras 30 minutos de dolor, se ha atrasado una semana, viene al mundo sin ayuda, en plena camilla en sala de espera…no llora y no quieren hacerlo llorar. En este momento no existe nadie más en este mundo que…

Él y Yo…

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Observo como aparece su cabeza, toda mojadita y pequeña, como gira, como cae lentamente, como lo cojo, como se desliza por mis manos, como se me es tan difícil cogerlo, se resbala…tengo miedo de arañarlo…toco el cordón umbilical, lentamente lo suelto para no hacerle daño, es algo totalmente maravilloso, estoy arrodillada observando como mi hijo está naciendo…de mí… Él quiere vivir, tiene fuerza propia, lucha propia…vida propia…trata de abrir los ojos… ¿sabrá que aún estamos unidos, que aún no ha dejado de ser parte de mi?... Todo desapareció, estoy en shock, estoy impresionada por la grandeza de la vida, por aquello que no conozco, que no comprendo, que está mas allá de la razón…estoy maravillada de mi hijo…”todo esta pasando”…estoy solo sintiendo… Escucho muchas voces, muchos gritos, muchos pasos, todo empieza a correr…están a punto de golpearlo para que llore y… llora…llora sólo…se lo llevan inmediatamente cuando lo que quiero hacer es abrazarlo y tomarlo entre mi pecho y mis brazos…si algún día pregunta como nació, le diré: “Viniste al mundo, cuando quisiste, como quisiste, donde quisiste y de la forma en que la quisiste”, realmente tienes tu propia historia. “Tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida…” A sus 3 años y 7 meses y a mis 27 años aprendo de Tatsuo, cada día, el Hoy, el Presente, nuestro Aquí y Ahora, estamos los dos presentes en nuestro mismo espacio, mirándonos y encontrándonos, siendo nosotros mismos, dejando de lado muchos deberías e introyectos; en muchas ocasiones me es fácil encontrar a mi niña y jugar con él vivenciando realmente nuestro juego, a veces se me es difícil, realmente la creatividad y fantasía hace que nuestras edades no importen. A veces me proyecto en él y lo trato de proteger tanto como necesitaba que me protegieran, eso me hace tratarlo a veces como a mi y no como a él, lo miro, y veo a Harumi de niña en algunos aspectos. Trato de no cometer los mismos errores que cometieron mis padres para conmigo, pero los asuntos aún no resueltos en mí hacen lo contrario, se manifiestan de diferentes formas pero con el mismo contenido.

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Me doy cuenta de mis errores de crianza, hay muchos “deberías” de mi madre que se los trato de transmitir, me doy cuenta de ellos y trato de no contaminarlo, se me hace difícil aceptar que no tengo el control sobre él, sobre lo que quisiera que haga o deje de hacer, sobre lo frustrada que me siento cuando no logra algo que yo creo que es importante, son mis “cochinadas” y me doy cuenta de ellas e intento, no ceder ante ellas. Fernando, mi pareja me ayuda mucho en ello, y aunque su formación es Conductual-Cognitiva, ha logrado enseñarme mucho en lo referente a la paternidad y humanidad. Y Ahora…? «Prefiero morir antes que estar muerta… prefiero las noches furiosas en busca de una respuesta, que no tenerte a mi lado como lo soñé. Prefiero perderme en tu mirada después de luchar para que te fijaras en mí, aunque a veces desvías tu atención hacia otras figuras de mas color. Prefiero la forma salvaje en la que te pierdes, cuando tu boca se enlaza en una de las partes mas íntimas de mi cuerpo cuando tu necesidad se convierte en mi necesidad, cuando tu tiempo es mi tiempo. Prefiero morir antes que estar muerta… y luchar hasta el ultimo minuto de mis miedos, continuar mi camino luego de tanto descanso, dejando atrás mi egoísmo y mi ego.» Prefiero morir antes que estar muerta… y entrar en mi abismo para salir de mi caverna, y dejar el espiral de oro para ver la salida sin retorno. Prefiero morir antes que estar muerta… llenarme de coraje para probar la libertad que da el surcar los cielos con alas nuevas.» 90

«Prefiero morir antes que estar muerta… y hacer todo lo posible por estar a mi lado Completa, limpia y sincera, Viviendo, dando descanso a mi pasado. Prefiero morir antes que estar muerta… y visionar mi futuro con aromas nuevos junto a una esperanza convertida en profecía, junto a la dulzura de mi nueva vida. Prefiero morir antes que estar muerta… atreverme a vivir mi sueño arrasando con todo a mi tiempo deteniéndome a descansar un poco, contemplando, tomando un refresco, la satisfacción de hacer lo que siento. Prefiero morir antes que estar muerta… pues está en mi ser la lucha y la fuerza, la belleza y vitalidad la llevo en mi nombre, y en mi apellido la fortaleza. Prefiero morir antes que estar muerta… tomar la oportunidad que otra vez me ofrezco … una vida nueva…» Y Ahora? … Prefiero morir antes que estar muerta… porque me mueve la vida en la vida misma, me mueven mis fuerzas, mi querer y …mi descendencia…» (Poesía de Harumi Duhanet Odo, 2007)

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Soy consciente de lo importante que es estar “limpia” de todo aquello que me envenena, sean mis deberías, introyectos, expectativas, mis asuntos pendientes, mis crisis, mis flojeras, mi ego, mis mecanismos de resistencia, etc. Es importante por que sé que es la única manera de contactarme auténticamente con Tatsuo, él está sin toda la “neura” que constantemente nos rodea, quiero un auténtico contacto, quiero que me conozca como realmente soy, lo amorosa, juguetona, alegre, chistosa, fuerte, caritativa, que soy, quiero que me vea, que realmente sepa con quien está, quiero saber con quien él está, no quiero máscaras con él, no quiero que crezca en un hogar de mentiras en donde crea que los papas no lloran, que no tienen problemas, que no tienen miedo, que no tiene derecho a voto, o de que debe obedecernos sólo por que somos sus padres, o lo peor por que somos mayores, como si los años nos dieran la seguridad total y veracidad de que lo que hacemos es correcto. Sé que está creciendo en un hogar en donde somos amigos, en donde hay normas de convivencia por su seguridad, según la edad que tiene, en donde él decide desde si hoy quiere almorzar hasta a que juego quiere subirse, le enseñamos el respeto basado en el amor y consideración hacia la otra persona, por el mismo hecho de ser seres humanos, por que cuando nos pregunta sobre algo repetidas veces no les decimos «Porque sí!!!…» Le enseñamos que para muchas de sus travesuras hay solución, le enseñamos a desahogarse de la forma en que quiere sin hacerse daño y sin hacernos daño a nosotros, le dejamos ser niño, creyendo en “Papa Noel”, “Gosth Rider”, “Hombre Lobo y el Hombre Araña” Lo alentamos, cuando nos dice que quiere ser un gran bombero, un gran piloto de avión o un perro, lo dejamos vivir, y sé que eso es difícil, y no es color rosa lidiar con muchos patrones de crianza de nuestras familias que están alrededor tratando de “ayudarnos” a criar a nuestro hijo como “creen” que debe de ser. Es muy difícil “dejar” que siga su vida a los 3 años de edad, es muy difícil saber que es un hijo de la vida, que no me pertenece, que no es de mi propiedad y que por lo tanto no tendría que exigirle seguir mis más “nobles” mandatos.

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Lo dejamos libre y muchas personas me dicen que se puede “descarriar”, como si fuera un animal, como si no creyera que siente seguridad en lo que hace, como si no confiáramos en él, sé que hacemos bien cuando lo veo caminar sólo sin miedo a perderse, cuando lo veo pedir a desconocidos que le vendan lo que quiere, cuando es cariñoso con todos, cuando se enfrenta poco a poco a sus miedos, cuando se acerca a besarme aunque sepa que estoy molesta, cuando se da cuenta que fue su responsabilidad que fallara o acertara en algo y aunque se crea que son conceptos que los niños no saben o no se dan cuenta, basta observarlos y pasar tiempo con ellos para saber la sabiduría que llevan dentro, que saben más por que sienten más, por que no se escudan, por que no evitan el contacto con los otros seres, por que son ellos, en cada cosa que imitan, en cada acto tan particular y a veces desapercibido, dan muestra de lo que sienten, piensan y quieren. Pese al amor que le tengo, he cometido muchos errores con él, mi desesperación por hacer que haga lo que yo quiera, que coma cuando yo quiera que coma, por que le puse un horario, o por que es tarde para…me ha hecho abusar de mi “poder” de madre autoritaria y forzarlo hacer lo que su cuerpo, lo que él no quería hacer y maltratarlo de tal forma, evidencia aparentemente el: “come que necesitas nutrirte” o “apresúrate que llegaré tarde” cuando es en realidad “los niños deberían obedecer a sus padres”, “come por que te digo que lo comas” “obedéceme por que me da la gana que lo hagas” dicha frases flotan en el recuerdo que tengo de mi madre, cuando me obligaba a hacerlo cuando era niña… mis asuntos pendientes los siento como un boomerag, si no los sigo trabajando, regresa a mi, y esta vez se lleva de encuentro a Tatsuo, alguien totalmente ajeno a esta lucha de poderes… de neuras. Poco a poco nos equilibramos, tomando decisiones como el vivir solos, es muy importante que los padres vivan solos con sus hijos, no con los abuelos, los tíos, etc. El vivir con otros familiares “contaminan” nuestras normas y crianza. Tatsuo recibía doble mensaje constantemente y eso empezó a desequilibrar nuestra familia. Por tal motivo, decidimos vivir absolutamente solos, en una casa aparte, nuestro hogar, decidimos jerarquizar nuestras prioridades para poder dar un equilibrio a nuestro tiempo y permanencia en casa.

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Fernando y yo queremos que el trabajo no interfiera en nuestro tiempo con él, es por eso que en todo este tiempo Tatsuo ha estado acompañado por uno de nosotros, en algunas ocasiones solo con nuestro familiares pero no por muchas horas, muchos creen que es sobreprotección, nosotros creemos que el tiempo que le demos es mas preciado por él que nuestro dinero, la seguridad que le hacemos sentir se refleja en la manera en la que se muestra día con día, y aunque los mismos familiares que han criticado nuestra forma de crianza, son las que también se admiran de cómo es él. ¿Cuál es la diferencia entre ser una madre y ser una madre gestáltica? La verdad es, que es una tan simple y a la vez tan difícil respuesta…

El Darse Cuenta… es el punto de partida. El darme cuenta de quien soy, de que es lo que quiero, de mi responsabilidad, darme cuenta de la vida de mi hijo, darme cuenta de su existencia, de su individualidad, del amor puro, sincero, del darme cuenta de mis máscaras, cuando las uso y cuando las dejo de usar, darme cuenta de cuando quiero hacer y quiero obligar a hacer algo a mi hijo, algo que no es mío, algo que es de los demás, darme cuenta si me hago daño, si le hago daño a él, darme cuenta cuando no estoy siendo yo, darme cuenta cuando estoy siendo autentica, darme cuenta el momento exacto en el cual me conecto con Tatsuo, cuando somos dos niños jugando a los perros, a las “chapadas” o a las escondidas…Darme cuenta de que lo amo, de que es mi vida, de que es mi aire, de que no es una extensión de mi, de que es Tatsuo César Rengifo Odo el cual significa en idioma japonés…Hombre como el Dragón. Cuando me comentaron y posteriormente me invitaron a escribir alguna de mis experiencias como mamá y Gestaltista, me dio mucha alegría y expectativas. Inicialmente escribí un capítulo de muchas páginas que en realidad parecía un libro, trataba de detallar con precisión como ha sido mi vida como mamá y paralelamente como Gestaltista, como intentaba ser Yo con mi hijo y como el “mundo” se enterca en que tienes que hacer lo que ellos quieren.

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¿Que es lo mejor de todo esto?, saber que quiero y puedo, ser real con otro ser humano tan maravilloso como lo es mi hijo, conocerlo tan exquisitamente, ser libre en todas las definiciones posibles para poder estar no por él, si no con él , en este mismo Universo, conocerlo, verlo crecer, ver como cambia cada día, que frase graciosa dice, y tener tiempo y “visibilidad” para poder darme cuenta de ello. Escucho decir a muchos padres: “crecen tan rápido, ya no es mi bebé” en realidad van creciendo día a día y ellos no se dieron el tiempo, no aprovecharon su presente, no se detuvieron en su camino para estar con detenimiento con sus hijos. Para mi ser madre y tener mi estilo de vida como Gestaltista, es esfuerzo, lucha constante, es querer, es amar, es darme cuenta, es seguridad, es confianza…es tranquilidad…el mejor regalo que he podido tener es saber quien soy, y ahora quien es Tatsuo. Tatsuo esta sentado en la sala, viendo su programa favorito, de rato en rato me mira y me sonríe, un sonrisa y mirada, pícara, coqueta, cómplice, aquella mirada que me da cuando lava su ropa, con la apariencia de saber mi objetivo, y aceptándolo por que a la vez es un juego, o aquella mirada alegre cuando vende sus mangos en una tina en la vereda de la casa, o cuando pide propina para su alcancía con el pretexto de ahorro para comprar su bote, o cuando le da biberón a su hombre araña, lo arropa y lo hace dormir. Está ahí conmigo, esta siendo él y estoy siendo yo, muchas veces la señora que le vende menú, muchas veces la señora que le compra los papeles, muchas veces la damisela que necesita que “iraman” (por que no es iroman) la rescate, a veces soy la mamá elefante, o el perro en una pelea por la almohada, a veces soy la cuentacuentos, a veces la mala, a veces la mama leona y su leoncito, otras la profesora, a veces la que escucha cuando se inventa historias, y me cuenta con sus palabras y ademanes lo que ha vivido en el día, me alegra ser tantas cosas para él…se levanta se acerca y me dice: ”Mami cierra los ojos que te tengo una sorpresa”…cierro mi ojos, y siento como poco a poco se acerca a mi rostro y termina por darme un beso…me dice Sorpresa!!! Abro mis ojos y lo veo sonriente….la sorpresa mas hermosa que me puede dar…su amor…

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Este libro me hace recordar que despierto cada día con la sensación de aventura, de saber que no esta estructurado, rígido, inflexible, cada día. Cada tiempo es algo nuevo y diferente, no es la seguridad de que algo pasara, si no la seguridad de que si pasa lo disfrutaré con autenticidad. Este libro me hace dar cuenta de mi responsabilidad hacia la crianza de Tatsuo, una crianza de mí hacia él, no de todos mis antepasados y los que viven afuera, un auténtica crianza, un autentico encuentro, un autentico vivir. Este libro me hace recordar mi amor hacia él y los momentos maravillosos y terribles que hemos vivido. Este libro ha sido una experiencia vivencialmente enriquecedora, otro darme cuenta en mi día. Ser Padres y Gestaltistas es… Ser y Ser con autenticidad y Amor. Me llevo… Me llevo de mi embarazo…realidad. Me llevo de mi parto…ansiedad y sorpresa. Me llevo de mi maternidad…el presente aquí y ahora. Me llevo de mi hijo…amor y aprendizaje. Me llevo de mi madre…sacrificio, amor, fuerza e inteligencia. Me llevo de mi padre…amor, tenacidad, optimismo y amistad. Me llevo de Fernando…amor, comprensión, dedicación y sensibilidad. Me llevo de la Gestalt…darme cuenta, crecimiento, y … Me llevo de libro Ser Padres y Gestálticos, el continuo darme cuenta, la experiencia y una sonrisa. Harumi Duhanet Odo Perú Consultorio Psicológico PER SE www.facebook.com/psicoperse

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UNA MAMÁ TANTAS GESTALES Loretta Zaira Cornejo

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UNA MAMÁ TANTAS GESTALES Loretta Zaira Cornejo No sé en verdad si existen mamás y papás Gestálticos, para mí la mamá y el papá son más allá que una Gestalt y creo que cada uno en su propio mundo y experiencias ha podido crear esa única Gestalt que es el ser padre de sus hijos. Yo ahora tengo un chico de 17 años. Desde pequeña me encantaban los niños, siempre decía que quería 25 hijos y ser como Josephine la de Mujercitas con un Sr. Bauer que apoyara mi proyecto y muchos niños dentro de ella, niños que quisieran vivir con nosotros, todos juntos, que tuvieran momentos difíciles, o ningún sitio donde estar, les alojaríamos y les daríamos una casa, cariño, disciplina, límites, cuentos y sueños. También desde niña pensaba que adoptaría niños, que no los tendría desde mí, pensaba, si hay tantos niños sin padres ¿para qué hacer más? Y así fue, me casé con una persona que no quería niños pero de ningún tipo, (no fue el Sr. Bauer), luego me separé y luego esperé para poder adoptar uno, mientras tanto me hice terapeuta gestáltica infantil y de adolescentes. Bueno, para no hacer la explicación larga, soy mami, soy mono parental y adopté a un niño que primero lo tuve en acogida y luego en adopción. Uno de los mayores problemas que creo se me plantearon, porque lo tenía claro, era que no podría estar en la locura como la que estaba, con consulta hasta las diez de la noche y dando cursos de formación por media España los fines de semana. Lo primero que pensé fue que al niño, y en este caso mi hijo, debía protegerlo de mi propia profesión, no podía hacer que compartiera mi tiempo, mi alma, mi energía física y psíquica con tantos niños, jóvenes y padres que necesitaban de mí tanto fuera como dentro de las sesiones; llamadas por crisis, ir a colegios, no tener tiempo de cenar tranquila por llamadas de urgencias, venir a casa cansada de oír todo el día a todo el mundo, como para tener la paciencia y la tranquilidad de escuchar al mío con disfrute y con tiempo. 99

Sentí que él no era culpable de mi trabajo y que no tenía que cargar con mi vocación, que merecía una mamá dispuesta a oír cada detalle de todo su día. Su necesidad de tenerme en las noches para que le hiciera masajitos, aunque luego, cuando se dormía, tenía que levantarme a terminar de hacer los cursos que iba a dar o los informes de las exploraciones. También lo he protegido todo el tiempo de los problemas de mis pacientes, aunque los casos hayan sido graves de juicios, de enfermedades, de muertes. Mi decisión fue proteger su infancia y que no fuera contaminada con mi profesión, proteger los momentos a los que tenía derecho, como cualquier otro niño, y en su caso, sobre todo, que es ya bastante con su propia historia, para tener que estar entendiendo la de los demás, al menos a esas edades. Es imposible y me parece completamente irracional que tenga casi que convivir con los pacientes, me refiero a las llamadas, a las conversaciones desde el móvil, donde por supuesto escucha y escucha lo que puede, se angustia lo que sale y además, si pregunta, no puede saber, por lo tanto más angustia y si se le cuenta algo estamos cargando sobre él lo que no tiene que cargar. Creo que es importante en todo padre gestáltico que respete a su hijo, reconocer que no siempre lo que hemos aprendido nosotros desde la Gestalt le puede servir a ellos, tal vez la Gestalt debe ayudar a que cada uno es diferente y los momentos son diferentes y lo bueno es apreciarlos como son, con las pistas que nos dan cada día, en su aquí y ahora tan especial y rico. ¿De qué modo hemos hecho nuestra relación? Les puedo dar algunos ejercicios o cosas que nosotros hacíamos: Por ejemplo, en una libreta, yo le dibujaba como me sentía cuando él tenía una rabieta, o era impulsivo o se metía en problemas, dibujándole un corazón triste y a veces lleno de barreras para que sus ataques no me llegaran, y él por su cuenta dibujaba cómo se sentía en los momentos que actuaba así, y qué es lo que le calmaba de mí, cuando estaba así.

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Le llamábamos “el cuaderno de las conversaciones pintadas” y tenemos varios así que ahora al paso de los años, aunque no tengan nada escrito, sólo dibujos y figuras nos recuerdan perfectamente lo que sentíamos en aquel momento y lo que el otro nos quiso decir. Otra de las cosas que hacíamos y que aún hacemos de vez en cuando son las “reuniones de equipo”. Estas reuniones son las especiales, las que hacemos cuando vamos al salón de la casa, nos sentamos en el sofá y hablamos de las cosas especiales, de modo más serio, más adulto y que por algún modo queremos que se grabe y se “oficialice”. Para mí es un modo de cortar con los discursos y regañinas inútiles y que somos dados, sobre todo las madres, a recurrir tantas veces y que hacemos que el niño se vuelva sordo psicológico. Y por último, y los que me conocen ya saben que lo hago, es el “abrazo de los ochenta minutos” que lo creamos hace ya muchos años, más de diez, ya que él es un niño que siempre me pidió abrazos, muchos abrazos y de algún modo yo quería que sintiera un abrazo especial así que lo inventamos, y ¿qué es este abrazo de los ochenta minutos? Es un abrazo muy fuerte de parte de ambos, que dura más que un simple abrazo normal. Un abrazo donde el otro cuando se quiera ir, se queda un poquito más para seguir sintiendo. Es dar la sensación, que el abrazo no es uno cualquiera, sino, de transmitir la permanencia y lo eterno, la consistencia y el acogimiento. El abrazo de ochenta minutos, es el abrazo que se necesita en días duros, en despedidas, en reencuentros, en perdones, en tristezas, en felicitaciones. El abrazo que te hace sentir la piel con la piel y el círculo mágico de los brazos que estructuran y dan reposo. Tan así era el éxito, que sus amigos al saber de esto, también me pedían: Loretta, ¿me puedes dar a mí también el abrazo de los ochenta

minutos?

Loretta Zaira Cornejo Parolini Perú- España UMAYQUIPAE www.umayquipae.com 101

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CUAL ES LA DIFERENCIA ENTRE SER «PADRE», Y SER «PADRE GESTALTICO» Manuel Ramos Gascón

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CUAL ES LA DIFERENCIA ENTRE SER «PADRE», Y SER «PADRE GESTALTICO» Manuel Ramos Gascón

Cuando acepté la propuesta de escribir sobre lo que para mí ha supuesto la experiencia de ser padre pensé que era una buena oportunidad para reflexionar sobre un aspecto muy importante de mi vida. Posteriormente, ya más centrado en la petición de hacerlo desde una óptica gestáltica, traté de encontrar las diferencias, si es que las hay. En este momento después de haber estado frente al teclado de mi ordenador sigo pensando…… ¿Cuál es la diferencia entre, un modo de vivir gestáltico la experiencia de ser padre, y otro al que no se le pueda aplicar ese calificativo? Honestamente no me atrevo a realizar afirmaciones contundentes sobre ese tema. Creo que bastante complejo es vivir como para ir aplicándole etiquetas o referencias que supongan una única vía. En el caso de ser padre el reto lo considero todavía mayor. Así que lo que he hecho es buscar un modelo desde la perspectiva gestáltica y he ido encajando mis experiencias en ese marco de referencia. Un camino que me resulta sugerente seguir es el de las 8 fases del

Ciclo de la Experiencia (Salama, 2007), así como los mecanismos de bloqueo asociados a cada uno de las fases.

En cada fase podremos encontrar lo que desde la Terapia Gestalt se entendería como una vivencia gestáltica de la experiencia, en este caso la de ser padres, y cada uno de los bloqueos puede servirme como ejemplo de mis dificultades a lo largo del período de mi paternidad.

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1.- Fase del Reposo. La primera fase Reposo: el equilibrio y punto de inicio de una nueva experiencia. En mi caso tengo una hija adoptada, es la única hija que he tenido y la decisión que tomamos mi pareja y yo de realizar un proceso de adopción fue fruto de un deseo compartido de ser 38padres. La profunda convicción de tener capacidad para amar a nuestra hija fue la principal motivación para iniciar el proceso. Estaba plenamente convencido en dar ese paso. Mis circunstancias vitales, ya había cumplido los 40 y llevábamos más de 8 años viviendo juntos como pareja, me permitían observarlo con una serenidad aceptable y una motivación que me aportaba la energía para iniciar el camino con ganas. Sin ningún género de dudas puedo afirmar que era un momento donde se hacía realidad ese “vacío fértil” en el cual estaban presentes todas las potencialidades para que pudiera emerger una nueva “Gestalt” en forma de paternidad. Diría pues que desde una óptica gestáltica estaban en consonancia mi capacidad, mi voluntad y mi deseo, así como las circunstancias de mi entorno también resultaban favorables. En esta fase, el bloqueo es el de la Postergación, en el que la característica fundamental es la interrupción del cierre de “géstales” anteriores, dejando el cierre para otro momento. Mi vivencia de esta época, en la que comenzamos los pasos para la adopción, fue de una concentración total en aquel presente, en el que cada paso, cada documento se convertía en un fin en sí mismo y la preparación para la siguiente fase del proceso de adopción. Tampoco soy consciente, ni lo era entonces, que hubiera algún asunto inconcluso que distorsionara el inicio del proceso. Saber que estaba preparándome para asumir una nueva y desconocida etapa en mi vida me tenía plenamente involucrado.

Aunque en algunos fragmentos del texto pueda aparecer el plural he tratado que el escrito tenga un carácter personal. Creo que la experiencia de ser padre tiene una doble vertiente, de un lado algo que a nivel relacional se comparte, o se puede compartir con otra persona (la pareja), y por otra parte algo que yo vivo individualmente. Queda claro que en ambas vertientes hay un componente que es el hijo o la hija de la que cada quien es padre/madre. 38

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Puedo decir, que no había experiencias ni situaciones anteriores que me impidieran ir disponiéndome a recorrer un camino del que no tenía conocimientos previos. Hasta esa época los amigos y conocidos que habían sido padres no eran un referente importante para mí. Su experiencia la vivía como algo a lo que yo no tenía proyectado enfrentarme. Sí me daba cuenta, que podía jugar con sus hij@s y que era un rato agradable, pero no había mucho más. Incluso el hecho de ser padrino de algún hijo de amigos, me había aportado una posición de apoyo y de cierto parentesco que yo vivía con distancia. Me sentía con la responsabilidad de apoyarlos pero no con el compromiso emocional que posteriormente he experimentado en mi vida como padre. Los días previos a conocer a mi hija, fueron de una intensidad y una excitación para mí desconocidas. Inevitablemente aparecían expectativas, dudas, presuposiciones, muchas de las cuáles pude, afortunadamente, compartir con mi pareja, y tomar conciencia de que sólo podrían ir desvelándose conforme se desarrollaran los acontecimientos. En este sentido, tengo que reconocer que esta fase me resulta muy sugerente como caldo de cultivo, de lo que supone haberme ido preparando de forma muy general y abierta a la experiencia para lo que pudiera venir. Puedo entonces seguir adelante en el relato de mi vivencia de ser padre. 2.- Fase de la Sensación. La fase del ciclo a la que llego, es a la Sensación, que supone, siguiendo las referencias de Salama, “sentir físicamente algo que no se conoce”. Pues bien, reconozco que no hay palabras que describan mejor lo que experimenté desde antes del momento en que vi y, posteriormente, tuve en mis brazos a mi hija. Recuerdo el vacío en el estómago que experimentaba durante el trayecto en ascensor camino del hall del hotel donde nos esperaban las personas encargadas de entregarnos a mi hija.

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Era algo verdaderamente desconocido, algo nunca experimentado con anterioridad, y, curiosamente, puedo decir que ha sido una de las situaciones, donde he estado más en contacto con mis sensaciones y menos con el pensamiento. Mi respiración agitada, mi corazón latiendo con intensidad eran los protagonistas de esos segundos en el ascensor. En el momento del encuentro con mi hija, supuso el impacto, de verme ante un ser vivo, en este caso con una mirada y una actitud que permitían intuir un mundo, que pasaba a formar parte de mi vida y yo de la suya. Era un nuevo «nosotros» y, a la vez, un «Tú-Yo», un «Yo-Tú», que desde ese momento comenzaban, comenzábamos, a escribir una historia con nuestros gestos, nuestras palabras, nuestros cuerpos; un libro que, con las páginas en blanco, no tenía vuelta atrás. La Sensación, léase el cúmulo de sensaciones, era, todavía hoy, imposible de asimilar en su totalidad, siempre queda algún nuevo matiz que proporciona un descubrimiento en el sentir. Afortunadamente los seres humanos somos muy sabios, y si nos dejamos fluir a cada momento atendemos a lo más importante. Desde el preciso momento del encuentro con mi hija las sensaciones han ido apareciendo como un transcurrir por el espacio-tiempo que me iba planteando demandas a las que he ido respondiendo como mejor he sabido. El mecanismo de bloqueo en la fase de Sensación es el de

Desensibilización, y continuando con las aportaciones de Héctor

Salama, sabemos que por medio de este mecanismo se evitan las sensaciones. No se siente algo que estamos experimentando o se distorsiona lo que sentimos. La desensibilización permite no prestar atención a las sensaciones correspondientes a una necesidad sin resolver, la cual nos resulta inaceptable. Puedo asumir que en mi experiencia no percibí la presencia de este bloqueo. La complejidad, intensidad y variedad de las sensaciones fueron el núcleo de la experiencia durante los primeros días. Aquí que puedo afirmar que encuentro una diferencia interesante en cuanto a lo que supone haber integrado la filosofía Gestáltica. Las sensaciones las vivía como algo que valía la pena.

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No había interferencias de juicios o autoexigencias de tener que vivir cada sensación de una u otra manera. Tampoco había deseo de rehuir la excitación del momento. Los cambios en las actitudes, en la voz, como consecuencia de lo que estaba viviendo, me resultaban tan poderosos, que no dejaban lugar a nada más. 3.- Fase de la Formación de la Figura. Unas sensaciones tan fuertes contribuyeron a que se produjera muchas veces el proceso de Formación de figura. En esta fase se establece la figura clara de la necesidad y se concientiza la sensación. En esta etapa el organismo ha diferenciado lo que le pertenece y necesita satisfacer. Está en contacto con la zona intermedia. La formación de figura es un proceso de elección entre varias alternativas. Se trata de elegir lo que yo quiero y hacerme responsable de las consecuencias de esta elección. El tener entre mis brazos, o durmiendo en la cuna o en brazos de su madre a un ser humano con tantas interrogantes y tantas incógnitas me supuso un constante ir y venir en cuanto a lo que me correspondía a mí y lo que sería cuestión que mi hija fuera aprendiendo y descubriendo. Yo tenía una “Figura clara”, y tan clara como la tenía, como que estaba entre mis brazos. Mis necesidades y mis deseos estaban claros para mí, acompañar a esa personita en su vida, tratando de llevar a la práctica aquella idea que tan magistralmente planteó Goodman, que proponía “estar lo suficientemente cerca de nuestros hijos para que se sintieran acompañados pero no tanto como para agobiarlos.” En el proceso de establecer un vínculo con mi hija el aprendizaje ha sido constante. En todo momento he tenido que hacer frente a la disyuntiva de atenderme a mí, atender a mi hija o atender a nuestra relación. Ser capaz a cada instante de delimitar lo que me correspondía ha sido una continua fuente de aprendizaje. Sabía que la llegada de mi hija iba a condicionar mi vida, tanto en lo personal como en la convivencia con mi pareja, también eso suponía prepararme para no caer en el bloqueo que aparece en esta fase.

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La Proyección, que consiste en ver en los demás algo que nos pertenece, la tendencia a hacer a otros responsables de lo que tiene origen en la propia persona, implica una renuncia a los impulsos, deseos y conductas, colocando lo que pertenece al sí mismo en el exterior. Este peligro lo tenía un tanto conjurado dese mi infancia. Sentirme muchas veces responsabilizado de lo que experimentaban mis padres, fundamentalmente mi madre, ha supuesto para mí un entrenamiento a la hora de evitar cargar a mi hija con mis estados de ánimo y mis conflictos. Sabía perfectamente lo fácil que podía resultar cargar a mi hija con las dificultades que pudieran presentarse en mi vida. Era, y soy, muy consciente que el recurso fácil a poner en la presencia de mi hija algunas de mis carencias o limitaciones constituía un peligro al que había que estar muy atento para conjurarlo. También en este punto puedo agradecer a la Terapia Gestalt una parte de este aprendizaje que evita a los demás experimentar la carga o la responsabilidad de mis conflictos y experiencias. Con el tiempo transcurrido desde el inicio de mi condición de padre, puedo decir que aunque en alguna ocasión he tenido la tentación de responsabilizar a mi hija de alguna de las dificultades para llevar a cabo propósitos o proyectos, no he llegado a concretarla en ningún comentario y/o acción concretos. Quiero destacar aquí que contar con la presencia y el apoyo de mi pareja también me ha ayudado a no caer en la tentación, de cargar a mi hija con responsabilidades o circunstancias que no le correspondían. Por otro lado esperar que las acciones y actitudes de mi hija puedan suponer mi fuente de satisfacción vital sería, una carga con la que ella habría de cargar si yo no estuviera en constante vigilancia para que esto no sucediera. Haber visto tantas situaciones donde los hijos son convertidos en la base de la felicidad y la realización de los padres, me ha vacunado contra este riesgo. Lo que ella pueda llegar a ser o a vivir, es algo que me importa y mucho, pero no es la fuente de mi satisfacción vital.

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4.- Fase de la Movilización de Energía. Siguiendo con el recorrido a lo largo del Ciclo de la Experiencia la siguiente fase con la que nos encontramos es la Movilización de la energía, en la que se reúne la energía indispensable (energetización) para llevar a cabo lo que la necesidad demanda. Se potencializa la energía, planteando diferentes alternativas, hacia la acción, dentro de la zona intermedia. Es donde se realizan los planes para llegar a la acción. Qué decir de mi experiencia, enmarcada en esta fase que llegue a resultar representativo de lo vivido. La energetización es una manifestación psicofisiológica que moviliza la maquinaria vital del organismo y lo propulsa hacia el objeto de su necesidad del momento, como el motor de un coche que gira, parado, dispuesto a arrancar cuando le pongan en marcha. Mis proyectos en lo que a la condición de ser padre se refiere eran muy variados y en diferentes direcciones. Desde el desarrollar la capacidad de escucha y de observación para poder en todo momento estar a la altura de lo que mi hija pudiera necesitar, hasta el mantener una actitud en la que el Respeto, la Honestidad, la Responsabilidad y el Amor estuvieran presentes han sido y son la base del abanico de actitudes que he procurado mantener. En este momento, las ganas de poder ser un padre en el que mi hija pudiera encontrar apoyo y comprensión sin que le quitara protagonismo en su vida eran el leit motiv de mi comportamiento. He de reconocer que el peligro de poner en práctica comportamientos vistos en otros padres, o en los míos propios, siempre ha sido una cuestión que hubiera podido distorsionar las actitudes hacia mi hija. Es por esto por lo que el bloqueo característico de esta fase es uno de los que más difíciles de superar me ha resultado. La Introyección es “tragar todo” y es el mecanismo por el cual, se incorporan prototipos, actitudes, creencias, y formas de acción y de pensamiento que no nos pertenecen y que no se digieren o asimilan lo suficiente, como para hacerlos propios. Aquí es donde han ido apareciendo y aparecen las opiniones, planteamientos y actitudes que la sociedad en la que vivimos, los amigos, familiares y conocidos nos dan con el ánimo de que seamos unos buenos padres. 111

Cabe recordar aquí a 39Bruno Bettelheim cuando afirmaba, y era título de uno de sus libros que: “No hay padres perfectos.” Creo, que nunca he pretendido serlo y eso ha hecho que el impacto de los introyectos y otro tipo de verdades muy presentes en nuestra sociedad, no hayan tenido excesiva influencia en mi comportamiento como padre. Tantas veces he estado bajo afirmaciones que parecían indiscutibles acerca de cómo debían comportarse tanto los padres como los hijos, que he desarrollado una tendencia hacia la duda. El propio Bettelheim escribe: “Los padres que son sinceros consigo mismos, reconocen que por cada consejo que encuentran en una revista o libro y que aceptan y ponen en práctica, hay también bastantes ideas contrarias que rechazan.” Afortunadamente, también la capacidad de pedir disculpas y el no creer estar en posesión de la verdad, ha contribuido a mitigar el la influencia de las verdades planteadas como inamovibles por otros. Tal vez una de los grandes recursos, que como padre he encontrado en las enseñanzas de la Terapia Gestalt, es el de no hacer caso a ninguna verdad que me diga alguien sobre la solución ideal para cada comportamiento. Tal vez por eso el sentido del humor puede resultar de gran ayuda para relativizar la firmeza de los Introyectos. A continuación pongo dos ejemplos encontrados en 40Internet que nos pueden ilustrar: • Si paciente y si amorosamente trataste de dar la sabiduría a tus niños y ellos no la tomaron, no seas duro contigo mismo. Si Dios tuvo problemas criando a Sus hijos... ¿Qué te hace pensar que sería fácil para ti? • Con los niños: Pasas los dos primeros años de sus vidas enseñándoles a caminar y a hablar. Luego pasas los siguientes 16 años diciéndoles que se sienten y se callen.

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Bruno Bettelheim 1989. No hay padres perfectos. Grijalbo, Barcelona,

No pongo una página concreta porque lo he encontrado en varias y no sabría a quién corresponde. 40

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Creo que relativizar la rigidez con que en muchas ocasiones se hace patente en la crianza de los hijos, es una de las claves para que no caigamos en manos de la Introyección. Escuchar y conocer las opiniones de otros padres, es muy útil si las digerimos y luego hacemos nuestro propio “ajuste creativo” a la hora de actuar y relacionarnos con nuestr@s hij@s. Una de las maneras con las que puedo evitar el bloquear la creatividad en el vivir de mi hija es el permanecer abierto respecto de los comportamientos que lleva a cabo. En ese sentido estar conectado con el aquí y ahora, idea esencialmente gestáltica, de la relación y no acudir a algunas experiencias anteriores como única fuente referencia da lugar a que yo perciba los comportamientos de mi hija unidos al contexto en el que suceden. Como bien nos muestra Bettelheim citando a John Locke que decía: “debe permitirse a los niños no solo que se divierta, sino que lo hagan a su modo.” 5.- Fase de Acción. Pasaré a hora a la fase de Acción, en esta etapa ocurre el paso a la parte activa movilizando al organismo hacia el objeto relacional. Se actúa ya en contacto con la zona externa. Esta fase implica un movimiento de acercamiento hacia un objeto atractivo o un alejamiento de un objeto no atractivo. Es la primera fase observable para los que nos rodean. En este punto considero adecuado incluir un dibujo que a propuesta de mi hija realizamos cada uno de nosotros. Su petición fue la de que yo hiciera un dibujo igual al que iba haciendo ella con anterioridad. A cada trazo suyo en su hoja yo tenía que realizar uno similar en la mía. El resultado es el que a continuación podéis ver. El de arriba es el que realicé yo y el de abajo el de mi hija. En esta fase el ser padre pasa a ser observable y manifiesto para los hijos, de la misma manera que la manera de ser y estar mi hija ha sido observable para mí.

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En este ejemplo gráfico puedo asegurar que se recoge, para mí de forma clara, la capacidad que a la hora de actuar como padres conviene que pongamos en práctica. Yo era guiado por las instrucciones y trazos de mi hija, no tenía la necesidad de atender a nada más que a lo que ella me iba proponiendo. No tenía a mi alcance ninguna experiencia previa que me condicionara o distorsionara la vivencia de compartir algo con mi hija. Era la experiencia de estar haciendo algo que era tanto mío como suyo. No estaba ni bien ni mal, no había ningún impedimento a la expresión de un mundo interior que a propuesta de mi hija, tanto ella como yo podíamos plasmar en trazos. Era la puesta en práctica de dos acciones en la que el único fin era el dibujo. No había metas ni expectativas, al menos por mi parte, dado que no sabía qué era lo que iba a venir a continuación. La única diferencia que, “grosso modo”, se puede observar en el dibujo es un añadido en la parte superior izquierda del dibujo de mi hija que ella afirmó que introducía para que se supiera cuál era el suyo. Para mí indicaba que somos casi iguales pero sin confundirnos.

Mi dibujo

Dibujo de mi hija

También recibí, en lo que a la fase de Acción se refiere, una buena lección de mi hija en un momento en el que ella trataba de reparar un rollo de papel adhesivo y como yo tenía prisa le intenté resolver el problema haciéndolo yo. En ese momento ella respondió a mi sugerencia diciendo: “si me ayudas tú ni aprendo yo.”

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En ese momento me di cuenta aquello que proponemos tantas veces desde la Terapia Gestalt, se “aprende haciendo” y también que los padres podemos ser un impedimento para los aprendizajes de nuestr@s hij@s. No quiero dejar pasar la ocasión de citar aquí un párrafo de una novela que, en mi opinión contiene aspectos muy sugerentes para reflexionar sobre nuestra condición de padres. Es de Robert M. Pirsig y se titula “El zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta41”. En ese libro, podemos leer en relación con el modo que tenemos los padres de instruir a nuestr@s hij@s lo siguiente: “Lo que realmente enoja en las instrucciones de este tipo es que dan a entender que hay una sola manera de montar la parrilla: la suya. Este presupuesto aniquila toda creatividad. En realidad, hay cientos de maneras de montar la parrilla y cuando te hacen seguir una sola, sin mostrarte el problema en su conjunto, las instrucciones se vuelven difíciles de seguir de tal modo que no se cometan errores. Pierdes el aprecio por el trabajo. Y no solo eso, sino que es muy improbable que te hayan dicho la mejor manera.” En otras muchas situaciones, pasar a la acción ha supuesto para mí fuente de satisfacción y de aprendizaje. El atreverme a actuar no siempre ha sido fácil y he de reconocer que en bastantes ocasiones caer en los bloqueos de esta fase ha sido una experiencia conflictiva de la que no siempre he podido extraer enseñanzas. Hacer de padre, ser padre, consiste en un conjunto de acciones y actitudes que, según mi opinión, siempre teñidas de una amplia gama de matices en cuanto a lo que puedan condicionar el presente y el futuro de la relación entre padre e hija en este caso. Yo he experimentado la profunda convicción de estar viviendo momentos que tenían una inmensa significación, acciones que comportaban la plasmación de una relación profundamente significativa para mí e intuyo que para mi hija también. En esta fase encontramos dos bloqueos que son polares y a la vez complementarios puesto que en ambos casos se refieren a la evitación de llevar a cabo una acción congruente con nuestras necesidades. Robert M. Pirsig (1974) El Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta: Una investigación en valores es el primer libro de Roberto M. Pirsig. El libro 1974 describe, en primera persona, un viaje de la motocicleta de 17 días a través del Estados Unidos por el autor y su hijo. 41

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De un parte la Retroflexión el sujeto prefiere autoagredirse en vez de agredir a otra persona la cual es vivenciada, de un modo ambivalente, como amada u odiada. De otra parte la Proflexión que consiste en hacer al otro lo que a uno le gustaría que le hicieran; o dicho de otra forma, aquella persona que da para recibir. En numerosas ocasiones el temor a promover una experiencia traumática o a parecer demasiado exigente, me ha supuesto un conflicto a la hora de actuar. Otra vez aquí, la capacidad de relativizar y la de tener claro que cualquier acción comporta un riesgo han sido el referente que he procurado que rigiera mis acciones. Saber que como decía Oscar Wilde: “Experiencia es el nombre que damos a nuestras equivocaciones”, ayuda mucho a las personas para no quedar presas en una paralización que en el caso del funcionamiento como padres puede ser fatal. Como muy acertadamente nos propone Marilyn Moats Kennedy: “Es mejor ser osadamente decidido y correr el riesgo de equivocarse que sopesar mil veces las cosas y tomar la mejor decisión demasiado tarde.” En el campo de la Terapia Gestalt ha tenido resonancia el libro de Y. Starak y otros (1978) que con el título “El riesgo de vivir” nos señala el mismo camino. Creer que hemos de actuar solo de forma correcta como padres, es la garantía de hacerlo de forma cohibida y carente de energía y vitalidad. Atrevernos a ir por el camino que en cada momento consideramos adecuado, nos supone enfrentarnos a temores como a los que tan acertadamente se refiere Lowen42 en su obra “El miedo a la vida” cuando escribe: “El abrir el corazón a alguien hace al individuo vulnerable a las heridas; salir del ensimismamiento, ser rechazado; luchar, ser destruido. Vivir más y sentir más intensamente produce temor.” Pedir claramente aquello que solicitamos a nuestros hijos, en mi caso, decirle claramente a mi hija lo que quiero de ella y actuar de manera que ella se entere de cuáles son mis expectativas hace que me engañe y me decepcione menos. Aquello que planteaba Perls: «Yo soy yo y tú eres tú. No estoy en el mundo para colmar tus expectativas, ni tú estás en el mundo para colmar las mías» 42

Lowen, Alexander. (1980) El miedo a la vida. Ed. Lasser Press,

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Es para mí uno de las mejores orientaciones en el trato con mi hija. Aunque muchas veces no llegue a llevarla a cabo en su totalidad sigue siéndome muy útil. Creo de todas maneras, que en la acción o acciones, que como padre llevo a cabo en la relación con mi hija, está presente la incertidumbre. Mi dificultad para vivir los momentos de ambigüedad, la cantidad de veces en las que mi paciencia se ve puesta a prueba, ha supuesto y todavía suponen, oportunidades para aprender de mí mismo. 6.- Fase de Pre-contacto. En la fase de Pre-contacto se identifica el objeto relacional con el que se va a entrar en contacto. El organismo localiza la fuente de satisfacción y se dirige hacia ella. Cuántas veces he podido comprobar, con la presencia de mi hija, la cantidad de satisfacciones que me proporciona. He podido ser consciente de qué facetas se ven satisfechas y de hasta donde soy capaz de llegar a contactar y cuáles y de qué tipo son mis expectativas en ese inicio del contacto. Pedirle un beso a mi hija y que ella me diga que no y pedirle permiso para dárselo yo y hacerlo es un ejemplo de un modo de relación en el que respeto y afecto están presentes. En esta fase compruebo que puedo conectar con el proceso que nos va a llevar, tanto a mi hija como a mí a resolver la acción. Ha supuesto también un gran aprendizaje el comprobar que no siempre es posible contactar con nuestro entorno cuando en él hay personas, mi hija este caso, que tienen su propio proceso y que por tanto pueden tener otras necesidades o motivaciones distintas a las nuestras y a nuestro deseo de establecer contacto. Aceptar que puede haber desencuentros, que cuando acudo a su encuentro ella puede no estar disponible para mí, y de igual modo que ella no siempre me va a encontrar en el momento y en el lugar que ella espera. También es importante para mí descubrir que la calidad del contacto no siempre va a estar a la altura de mis expectativas o de mis necesidades, ni tampoco de las suyas. Reconocer el riesgo que implica ser/estar como yo me siento en ese momento y simultáneamente aceptar el ser/estar de mi hija es uno de los beneficios que puedo atribuir a mi condición de persona que está en el camino de integrar la perspectiva gestáltica en mi vivir. 117

Vuelvo a retomar las palabras de Lowen y asumir con él que: “Con amor y comprensión, es posible enseñarle a un niño los hábitos y el comportamiento de una cultura, sin quebrar su espíritu.” Es un esfuerzo enriquecedor el mantener la conciencia en la relación, y no dejarme arrastrar por mis hábitos automáticos, ahí las enseñanzas de la Terapia Gestalt me son útiles, aunque he de reconocer que no llego ponerlas en práctica en su totalidad. La Deflexión es una maniobra tendente a soslayar el contacto directo con otra persona, un medio de enfriar el contacto real. En relación con este bloqueo me doy cuenta que no es de los más frecuentes en mi condición de padre. No suelo forzar el contacto con mi hija cuando no tengo interés en hablar con ella. También me doy cuenta de que cuando aparecen conflictos la tendencia a evitarlos me puede llevar a una especie de “como si” en la que mi condición de “43apaciguador”. Dado que las deflexiones en general, tienden a desteñir la vida, la acción dirigida hacia algo no llega a su objetivo, pierde fuerza y efectividad, puedo afirmar que la intensidad de las relaciones tanto en lo amoroso como en lo que hace referencia a las confrontaciones con mi hija, incorporan el suficiente nivel de energía e intensidad como para que este bloqueo haya sido, en su impacto sobre la relación, prácticamente inapreciable. Creo ir descubriendo las diferencias, que son muchas, entre la evitación del contacto y el Respeto. Cuando lo que quiero resolver con mi hija puede desembocar en situaciones de conflicto o de fuerte contenido emocional, el ser capaz de darme cuenta y actuar en consecuencia me es muy útil. Evitar la confusión me da la oportunidad de establecer un contacto en el que la tomo en cuenta a ella sin olvidarme de mí.

En ocasiones compruebo una marcada tendencia a eludir los conflictos o fricciones que puedan aparecer en la relación con mi hija. Creo que no llego al nivel del estereotipo que propone Virginia Satir (1980) en su libro Psicoterapia familiar conjunta (Ed. La Prensa Mexicana, México) cuando habla del Apaciguador, al que describe como alguien “que se comunica tratando de no enojar a nadie y de que no se exacerben los ánimos”. 43

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7.- Fase Contacto. Seguiré mi recorrido a lo largo del Ciclo de la Experiencia abordando la fase del Contacto en la cual se establece el contacto pleno con el satisfactor y se experimenta la unión con el mismo. Es la propia experimentación. El organismo obtiene placer ante la necesidad que se está satisfaciendo. En las relaciones con mi hija, esta fase es una, en las que compruebo la influencia positiva del enfoque gestáltico. Me doy cuenta de hasta qué punto se ven colmadas muchas de mis aspiraciones como padre en cada una de las interacciones con ella. Sin perder la conciencia de que ella es ella y yo soy yo, me encuentro compartiendo experiencias que nunca habría imaginado, y al mismo tiempo teniendo que hacer uso de actitudes que tampoco hubiera tenido que abordar sin estar desempeñando y viviendo el papel de padre. Creo que la necesidad de dar amor, de acompañar en el crecimiento, de compartir una experiencia, de sentirme amado y tratado de esa forma tan especial que sólo pueden hacer los hijos dan su pleno sentido a la fase del contacto en la vertiente de la paternidad. Hay un mantenimiento de la identidad que hace posible el encuentro sin la confusión. Cuántas veces, un gesto, una mirada o un comentario me han proporcionado una oportunidad para experimentar emociones intensas que dan sentido a mi existencia como persona. Respetar la diferencia sin caer en el juicio o en la descalificación me han permitido darle todo el sentido a las palabras que de un poema anónimo que reproduce 44Leo Buscaglia: «Cuando te pido que me escuches y tú empiezas a dar consejos, no estás haciendo lo que te pido. Cuando te pido que me escuches y tú me dices, por qué no debo sentirme así, estás hiriendo mis sentimientos. Cuando te pido que me escuches y tú imaginas que has de hacer algo para resolver el problema, me has defraudado, por extraño que te parezca. Tal vez por eso, la oración es un consuelo para muchos. Porque, Dios es mudo y no da consejos, ni trata de arreglar las cosas. El sólo escucha y confía en que tú lo resuelvas solo. Conque haz el favor, sólo escucha, oye. Y si quieres hablar, espera turno unos minutos y yo te prometo que te escucharé.»

Leo Buscaglia (1984) Amándonos los unos a los otros. Loving each other. Trad. Ana Mª. De La Fuente. Plaza&Janés (1985). , pág 68. 44

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El mecanismo de bloqueo de la fase de Contacto es la Confluencia mediante la cual se prohíbe cualquier confrontación y cualquier contacto verdadero. Puedo afirmar que este bloqueo no está muy presente en mi experiencia como padre. La relación con mi hija recoge con gran cantidad de matices todos los planos de confrontación y también de acuerdo. No es extraño que nos enzarcemos en una discusión apasionada en la que las discrepancias quedan patentes. La capacidad de escuchar a la otra parte nos ha permitido, cada uno a su estilo, el poder extraer aprendizajes que posteriormente nos han sido útiles para superar otras situaciones de conflicto. También en los momentos de mayor cercanía, la capacidad de vivir la experiencia de modo particular, pone de manifiesto que aún en un contacto fructífero no hay una pérdida de identidad por ninguna de las partes. Creo que lo más destacable es la conciencia de que, aunque hayan conflictos, siempre podremos conservar la relación y no hay una amenaza de abandono ni de alejamiento que pueda enturbiar el futuro. También el saber, que mi amor como padre, habrá de contemplar el que haya un respeto a la identidad y autonomía de mi hija. 8.- Fase Post- contacto. Siguiendo con mi recorrido por el ciclo de mi experiencia como padre llego a la última fase el Post-contacto. En esta etapa se inicia la desenergetización, buscando el reposo junto con los procesos de asimilación y de alineación de la experiencia dentro del continuo de conciencia. He de reconocer que la asimilación de la experiencia de ser padre, o mejor dicho del cúmulo de experiencias de ser padre, es un constante aprendizaje y a la vez un cuestionamiento de muchos de mis planteamientos. El verme ante el reto de integrar experiencias que anteriormente no había vivido, ha puesto y pone a prueba mi sistema de creencias, mis actitudes frente a la vida y mi capacidad de incorporar nuevos modos de ser y estar. No me resulta fácil cuestionarme puntos de vista en los que me he estado apoyando y desde los que he ido construyendo mi modo de vida.

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Respetar que mi hija y yo podemos vivir de forma diferente una misma situación, que ella tiene una opinión o un criterio diferentes a los míos, es en muchas ocasiones, la oportunidad para descubrir hasta qué punto puedo realizar un ajuste creativo a las circunstancias siempre cambiantes de la convivencia. En lo que hace referencia al bloqueo de esta última fase del ciclo, la Fijación, la entendemos como toda experiencia que se queda rondando y molestando, es decir, la permanencia de situaciones inconclusas. En mi caso creo que lo que se recoge bajo esta etiqueta y que de una manera amplia podría reseñarse como los modos de vivir de aquellas personas que, permaneciendo ancladas en una situación sin resolver repiten una y otra vez el recorrido por el ciclo de la experiencia tratando de volver a experimentar una vivencia en la que quedaron atrapados, no me resulta frecuente en mi modo de vivir mi paternidad. Las diferentes situaciones vividas con mi hija, han ido apareciendo y resolviéndose de un modo más o menos fluido. Parándome a pensar y haciendo un repaso de lo hasta ahora vivido, no puedo encontrar asuntos pendientes de concluir. No veo ninguna situación que aparezca ni a la que yo tenga que regresar para finalizar algo que esté inconcluso. Llegado a este punto y a modo de conclusión de este escrito que tan amablemente Yaro y Gemma me han brindado la oportunidad de elaborar, me gustaría manifestar mi agradecimiento hacia ellos y lo afortunado que me siento por haber podido detenerme y reflexionar, en algunos momentos, revivir y recordar lo vivido en mi trayectoria desde que comencé a compartir mi vida con mi hija Syra. Decir que la Terapia Gestalt ha impregnado mi vida en sus diferentes facetas, me parece una obviedad que es necesario hacer patente. En muchas ocasiones lo que más frecuente aparece ante nosotros es aquello de lo que menos nos percatamos. El haber ido integrando modos de estar y de relacionarme con los que me rodean caracterizados por el Respeto, la Honestidad y la Responsabilidad, con un sustrato del Afecto y el Amor, que hacen que cada experiencia valga la pena de ser vivida, es uno de los frutos que a diario experimento gracias a mi encuentro con el Enfoque Gestáltico.

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No soy partidario de triunfalismos, ni de visiones maravillosas que oculten el esfuerzo y la constancia que un modo de vivir coherente con las propuestas de la Terapia Gestalt supone. Creo más bien que, si he de dejar constancia por escrito de mi experiencia, he de hacer manifiesto que han sido muchos los momentos en los que he dudado, me he planteado hasta qué punto sería capaz de estar al nivel que yo creía que debía de estar (ejemplo de introyecto) para poner en práctica mi asimilación de los planteamientos del Enfoque Gestáltico. Terminar sin agradecer su presencia a las personas que me rodean, en especial a mi pareja, que han tenido la capacidad de observar mi aprendizaje y mis titubeos en la búsqueda de modos de comportamiento y relación adecuados, sería una desconsideración para con ellos. Ahora, en este punto, puedo decir que la influencia del Enfoque Gestáltico en mi vivencia de la experiencia de ser padre creo que ha sido beneficiosa, sobre todo porque me hace ser consciente de que no es algo que esté finalizado. Me permite saber que cada día, cada momento es un aquí ahora que me brinda una oportunidad de aprendizaje y de vivir la vida. No quiero dejar pasar la oportunidad de señalar algo que también tiene, en mi opinión mucha importancia. Como bien sabemos quienes nos desenvolvemos en el marco de la Psicoterapia y del Crecimiento Personal, nuestra presencia sirve para los demás como un modelo o referente respecto del cual van desarrollando actitudes y modos de relación. En el caso de la paternidad hemos de tomar en cuenta que nuestros hijos aprenden mucho más de lo que hacemos, que de los que les aconsejamos. Tenemos pues la responsabilidad y la función de ser un referente, en mi caso, para mi hija. A menudo, compruebo actitudes y comportamientos que me resuenan como míos o de mi pareja. Este plano creo que es uno de los que más beneficiados se han visto de la presencia y la incorporación en mi modo de vivir de la filosofía gestáltica. Poder incorporar a mi vida actitudes y modos de relación caracterizados por La Responsabilidad, el Respeto, la Honestidad y el Amor ha tenido un efecto beneficioso.

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En el caso de mi modo de ser padre también, concluyo que ha tenido un efecto que ha mejorado el marco y el modo de convivencia para mí y para mi entorno. Espero que esta mejoría irá viéndose incorporada en diferentes facetas a lo largo del resto de mi vida.

Manuel Ramos Gascón España ITG (Instituto de Terapia Gestalt- Valencia) www.itgestalt.com

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ENFOQUE GESTÁLTICO SOBRE FAMILIAS EDUCADORAS y ADOPTIVAS: FAMILIAS QUE SE DEJAN EDUCAR Milagros Sanz Iborra

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ENFOQUE GESTÁLTICO SOBRE FAMILIAS EDUCADORAS y ADOPTIVAS: FAMILIAS QUE SE DEJAN EDUCAR Milagros Sanz Iborra

Colaborar en el proyecto “Padres Gestálticos” despertó de inmediato mi entusiasmo. Sólo cuando me puse manos a la tecla me di cuenta de la envergadura del proyecto con el que me había comprometido. Más allá de las horas de dedicación, lo que me inquietaba era la labor arqueológica de re-buscar en las profundidades de mi ser y hurgar en los vestigios «a veces dolorosos» de mis recuerdos, para hallar los restos que conformaron, y aún hoy lo hacen, de mis experiencias como madre acogedora y adoptiva. Darme permiso para que resonaran sentimientos; re-sentir el ciclo de la experiencia completo, con sus dudas, retos y duelos; y también con la nostalgia de historias que bifurcaron sus destinos por siempre… Sin embargo aquí estoy, actualizando-me en el ejercicio de recordar un pasado reciente que sin duda ha contribuido a tejer el paisaje completo «y complejo» del Aquí y Ahora, que es mi PRESENTE. Con gratitud dedico estas hebras de vivencias a cuantos han contribuido a tejer el tapiz de mi SER, y a los buenos amigos que han creído que mi testimonio podría aportar algo de claridad al complejo mundo del acogimiento y la adopción bajo el punto de vista Gestáltico. Creo, que el mejor regalo que puedo recibir de alguien es que me vea, que me escuche, que me entienda y que me toque. El mejor regalo que puedo dar es ver, escuchar, entender y tocar a otra persona. Cuando se ha hecho esto, siento que se ha establecido contacto. (El contacto íntimo de Virginia Satir 1998) 127

Tanto la labor de Familia Educadora como Adoptiva, movilizan retos similares aunque con ciertas variantes debido su propia génesis. Esta distinción se ve clara a partir de la definición jurídica de ambos recursos:  La Ley 21/1987 del 11 de noviembre, por la que se modifican determinados artículos del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de adopción, introduce la configuración del acogimiento familiar como “una nueva institución de protección del menor y la generalización del interés superior del menor como principio inspirador de todas las actuaciones relacionadas con aquél, tanto administrativas como judiciales […]”. Se trata de una alternativa solidaria que nace como respuesta a la necesidad concreta de facilitar un entorno familiar, estable y estructurado, a menores en situación de riesgo o desamparo. De este modo, existen diversos tipos de acogimiento en función a las necesidades y/o situación tanto de la familia biológica como del propio menor. En la práctica, las diferencias esenciales estriban en si existe, o no, posibilidad de retorno; la duración prevista de la estancia en Familia Educadora; y si, entre tanto, habrá ó no régimen de visitas con la familia biológica.  El Código de los Niños y Adolescentes (art. 115) se refiere a la adopción como “una medida de protección al niño y adolescente por la cual, bajo la vigilancia del Estado, se establece de manera irrevocable la relación paterno-filial entre personas que no la tienen por naturaleza”. En síntesis el Acogimiento se circunscribe, al menos teóricamente, en un espacio temporal; mientras que la Adopción tiene carácter definitivo. Más allá del marco legal, tanto uno, como otro, propician la experimentación del Ciclo de la Experiencia Gestáltico –y sus bloqueos– en toda su gloria y crudeza. 128

Es, como solemos decir en este “mundillo”, la manifestación de la solidaridad en zapatillas: “No se me ocurre nada más humano que compartir con el otro mi propia humanidad”. M. Sanz

1.- Acogimiento y Adopción: La Luz de las Sombras. La Gestalt es un arte de vivir y de concebir las relaciones del ser humano con el mundo. La importancia de tomar plena consciencia de la experiencia actual –el Aquí y Ahora– es un alivio frente a la neurosis que podemos desarrollar en el ejercicio de estas funciones: la neurosis del control a la que sucumbimos alimentando la ilusión de que lo tenemos todo controlado… ¡En éstos recursos se hace notorio que no controlamos absolutamente nada! –ó apenas… En clave de humor, mi primera recomendación para cuantos pudieran entusiasmarse a priori con la labor de Acogimiento y/o adopción, sería: ¡Abstenerse neuróticos controladores! La misma incertidumbre que despierta la noticia de que vamos a ser padres, tienen lugar en el momento en que se nos notifica que ya tenemos nuestro niño esperándonos –sea en acogida ó de adopción–. En adopción, al igual que en caso de paternidad/maternidad biológica, sabemos sin embargo que nos espera una larga travesía por delante… En el acogimiento, por el contrario, sólo conocemos a ciencia cierta la fecha de inicio del mismo. El resto, es pura estimación basada en acontecimientos que irán fluyendo y modificándose a lo largo de la relación, en función a la evolución de la familia biológica del menor, la del propio niño y el de la familia educadora. Aquí va, pues, mi segunda recomendación: ¡Sólo apto para aventureros! Ninguno de mis niños ha llegado con Manual de Instrucciones. ¿Conocen ustedes alguno que lo lleve incorporado? Obviamente no. 129

Todos aprendemos el Arte y Oficio de Ser Padres sobre la marcha, haciendo en cada instante de la relación hijo/padres lo mejor que sabemos y podemos. Sin embargo, siento que el aprendizaje se hace especialmente apremiante con los niños de acogida. Se trata de una necesidad de aprender a marchas forzadas, basada más en la observación sobre el terreno –fenomenológica– y en la intuición, que en la información objetiva y práctica de que disponemos. Desconocemos las costumbres, re-acciones y pasado biográfico del pequeño. Nos encontramos con un ser, un extraño en pequeño formato, que pide y cuestiona en un idioma que tendremos que aprender a de-codificar cuanto antes, en pro de las buenas relaciones familiares... Así pues, ésta sería mi tercera recomendación: Para aprendices dispuestos a darse cuenta de que aquello que hubieran podido aprender con sus hijos, posiblemente no les sirva con otros niños… Es absolutamente imprescindible rendirse a la experiencia de SER… Ser aprendiz de los niños, imbuirse en su mundo y su experiencia. Es la única vía que conozco para iniciar un camino conjunto: «Junto-con-tigo», ni delante, ni detrás; sino dejando sentir nuestra mano asiendo, firme y amorosamente, la suya. El aprendizaje tiene lugar cuando soy capaz de convertirme en sujeto activo, creativo, co-partícipe, abierto a improvisar y, sobre todo, a sentir la relación viva con el niño tal y como se presenta en el Aquí y el Ahora. Esto es lo único real, lo único que “Es”. Martin Bubber escribía en estos términos sobre la educación: “El maestro se va a educar a través del alumno, tanto como el alumno a través del maestro”. 1.1-

¿Cómo empezamos?

Nos iniciamos como acogedores a finales de los 80. Nuestras hijas tenían 6 y 4 años. Tras formalizar la documentación y asistir a los cursos, comenzó la cuenta atrás. Una mañana sonó el teléfono. El departamento de Protección del Menor de la Conselleria de Asuntos Sociales de la Generalitat valenciana nos informaba que nos había sido adjudicada una niña de dos años en calidad de acogimiento temporal. 130

Como en el capítulo de La Rosa del Principito de Saint Exupery, ya no era un niño anónimo. Nuestra niña era real y tenía nombre: Sarai Me conmueve el modo en que del fondo «de la totalidad de los niños “elegibles”» emerge con fuerza la figura del niño “seleccionado” en el mismo instante en que es nombrado por su nombre. ¡La fuerza de la palabra, tanto para estructurar como para desestructurar! Se esfuman las fantasías al rescatarles del anonimato, convirtiéndolos en alguien singular y distinto a los demás niños de la residencia. Deja de ser “un” desconocido para ser el SER: con toda su fuerza vital, personificado en una PRESENCIA ACTIVA que modificará por siempre la estructura familiar tal como la conocíamos. Ya no hay cosificación. No hay ello. Hay un él, o una ella. Tras aquella lejana primera experiencia, se han sucedido más de una veintena de acogimientos hasta la actualidad. En 2002 adoptamos a nuestro hijo Manuel; en 2004, a la pequeña Faith; y en 2009 llegó Josep en calidad de acogimiento temporal, pasando a permanente en 2010. Desde entonces hasta la fecha, venimos participando en foros, debates, programas radiofónicos y televisivos, hemos escrito ensayos y columnas para la prensa, impartiendo cursos de formación… En cualquiera de esos entornos, se nos plantea la misma cuestión: ¿cuál es la esencia del acogimiento y la adopción?... Como en el Mito de la Esfinge, es importante formular adecuadamente la pregunta para propiciar que la respuesta fluya (casi) por sí misma. Esto es: la búsqueda, no tanto de los por qué, sino de los para qué… El porqué, resulta obvio: apartar al menor de situaciones de riesgo y/ó desamparo, proporcionando un entorno estable «sea temporal ó definitivo». Sin embargo, en el para qué subyace el alma misma que inspira «o debería inspirar» ésta labor. Borys Cyrulnik expresa bellamente éste espíritu en su libro Los patitos feos: “Hacer que nazca un niño no basta, también hay que traerlo al mundo” 131

1.2- Desmontado mitos. Traer al mundo a nuestros niños de acogida y adopción significa aterrizarlos en nuestro tejido familiar y social. La aventura «movilización de energía» comienza a partir del mismo instante en que se toma la decisión; pero no se encarnará –tomando forma y figura– hasta que sea una presencia activa en nuestra cotidianeidad. Con cada niño he abierto una Gestalt diferente, un proceso distinto, como singulares son las características propias de cada uno de ellos. Ahí justamente comienza la apasionante aventura de no sé qué pasará después… En ese punto de inflexión es donde se hace nítido que no controlo el proceso; que, a lo sumo y echándole coraje al tema, a lo que puedo aspirar es a ejercer un control razonable sobre mí misma. Como en la relación de pareja, pasada la fase de enamoramiento “donde todos nos afanamos por mostrar nuestro rostro más amable”, llega el día después… Ese día en que la tentación de proyectar, deflectar, «ó ambos a la vez», se torna irresistible: “qué podías esperar, viniendo de donde viene…”; “hay que ver cómo pesa la genética…”; “de tal palo, tal astilla…”; “quien me mandaría a mi meterme en estos jardines…”. Estos mecanismos de evitación –presentes tanto en el acogimiento como en la adopción– son una gran oportunidad para reflexionar sobre las sombras que proyectan los recursos: ¿herencia ó educación?, ¿se heredan las actitudes nocivas igual que heredamos el color de ojos?, ¿genética ó aprendizaje?. No puedo pronunciarme en uno u otro sentido más allá de mi propia experiencia, y es ahí desde donde constato que es posible salir bien parado de situaciones y vivencias límite. Hasta hace poco, la cuestión se regía por la siguiente lógica: cuando la existencia asesta un violento golpe, las consecuencias físicas, psicológicas, afectivas y sociales son inevitables. El problema de ésta reflexión es que recibe su inspiración del obsoleto modelo mecanicista; el modelo que se encuentra en la base de toda iniciativa científica. “Si la presión ejercida sobre un determinado objeto supera el umbral “x”, el objeto se rompe”.

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Fue Anna Freud la primera que, tras recoger niños cuyos padres habían muerto en los bombardeos de Londres en 1940, percibió serias alteraciones en el desarrollo de estos pequeños. Por la misma época, René Spitz señaló que los niños desprovistos de una estructura afectiva dejaban de desarrollarse. John Bowlby, en los años 40, consiguió despertar las más vehementes pasiones al proponer que el paradigma de la relación entre la madre e hijo viene definido en todos los seres vivos «humanos ó animales» por el concepto del vínculo afectivo, suscitando controversia frente a la creencia predominante de la época que podría plasmarse en: “las buenas simientes no necesitan familias ni sociedades para desarrollarse; y por lo que se refiere a las malas, es preciso arrancarlas para que la sociedad recupere su virtud…”. Sin demérito a tales criterios, me inspiro en la obra de Castaneda para tomar de la boca de su Chamán, Don Juan, la siguiente recomendación: “Ante cualquier duda, elegir siempre el camino con corazón”. Borys Cyrulnik, uno de los máximos exponentes del camino con corazón, le hace frente al determinismo genético al aportarnos un canto de esperanza llamado «RESILIENCIA» Mucho antes de oír hablar de éste concepto, todo mi ser y las experiencias vividas me llevaban a intuir que necesariamente tenía que haber una puerta abierta a la esperanza de un futuro mejor para éstos niños. La resiliencia se define como la capacidad de respuesta, reacción y superación que tienen las personas, en mayor o menor medida, para afrontar las situaciones más traumáticas y/o negativas. Niños y niñas que, frente a las adversidades vitales más extremas, consigan sobreponerse y, aún más, lograr una capitalización positiva de dichas experiencias. Toda experiencia adversa (enfermedad, pérdida, etc.) deja, en mayor ó menor medida, algún efecto en quien la vive. A veces los efectos no son evidentes a simple vista; otras, aparecerán tardíamente. Podría decirse que la resiliencia, es la capacidad de hacer las cosas bien, a pesar de las condiciones más adversas; es la capacidad de superarlas y, no sólo salir de ellas, sino hacerlo fortalecidos, incluso transformados.

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En otros términos, recuperarse y acceder a una vida con sentido y significado, productiva para sí y para la sociedad. Es una capacidad universal el hecho de resistir ante condiciones adversas y recuperarse, desarrollando paulatinamente respuestas orientadas hacia la construcción de ajustes creativos positivos hacia uno mismo y el entorno, esto sin negar «retroflectar» el dolor y el conflicto. Todos tenemos esta capacidad innata de desarrollar rasgos o cualidades que nos permitan ser resilientes. No obstante, se necesitan agentes facilitadores que promuevan esta cualidad natural en el ser humano. Los recursos que, como padres, podemos poner en marcha para propiciar el desarrollo de ésta capacidad en nuestros niños son los siguientes:  A nivel emocional. Actitud flexible y empática. Habilidad para comunicarnos –en cualquier idioma o dialecto– con nuestros pequeños. ¡Sin olvidar el sentido del humor! Facilitar fantasías prospectivas «ilusiones, propósitos y expectativas de un futuro viable».  A nivel intelectual. Fomentar habilidades para resolver problemas (estrategias y creatividad), sentido común y capacidad crítica. Autonomía.  A nivel social. Facilitar altos niveles de comunicación, no solo verbal, también a través de la creación artística, expresión corporal, etc. “Lo que tiene poder sobre mi, es aquello que no expreso”. Además, es importante animarles para que logren alguna forma de éxito social (deportiva, artística…) Fomentar su capacidad para distanciarse de los mensajes negativos sobre su historia personal: relativizar, racionalizar, etc. Apoyarles en la necesidad de comprender su pasado, su historia y su familia.

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La resiliencia involucra básicamente un conjunto de procesos intrapsíquicos y sociales que de desarrollarse posibilitarán al niño disfrutar de una vida sana, aún regresando a un medio insano o desfavorable. Ésta es una parte esencial de nuestra labor como familia, sea acogedora ó adoptiva: “Se dirigió entonces hacia ellos, con la cabeza baja, para hacerles ver que estaba dispuesto a morir. Y entonces vio su reflejo en el agua: el patito feo se había transformado en un soberbio cisne blanco” (El patito feo de Hans Christian Andersen) Pero hasta devenir en soberbios cisnes, nuestros patitos feos necesitan un buen soporte desde el cual ensayar sus procesos. Cuando aprendo algo nuevo para manejarme en mi entorno, estoy creando un ajuste creativo: una respuesta innovadora ante una situación determinada. Entonces sé que esto “funciona” y lo aplico a mi vida. Cuando me empeño en encajar esa respuesta siempre, sin obtener con ello los resultados deseados, estoy convirtiendo aquello que en su día fuera una acción creativa, en un ajuste conservador «algo repetitivo, obsoleto, que ha perdido su eficacia y ya no sirve». El único modo de superar el estancamiento que produce un bloqueo y avanzar en la vida salvando problemas es mediante ajustes creativos. Cada cual tiene que dar con los suyos propios, que no son otra cosa que la sana actualización personal frente a las cambiantes demandas del entorno que nos rodea. Podemos apreciar ajustes conservadores cuando observamos con atención ciertas reacciones en nuestros niños: fijación en determinados comportamientos adquiridos, comúnmente problemáticos que sin duda y en su día, les ayudaron a seguir adelante «a sobrevivir» en su entorno.

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Un ejemplo que vendría a ilustrar esto sería nuestra experiencia con Fé, una pequeña a la que acogimos con 17 meses de vida: “Marion «la madre de Fé» fue una de tantas mujeres que son triste noticia en los medios de comunicación: embarazada, sobrevivió a un largo e inhumano viaje en patera. Dio a luz a los pocos meses y, tan pronto dejaron el hospital, abandonó a su bebé en un piso a cargo de paisanos, marchando a buscarse la vida. Durante 16 meses, Fé permaneció confinada en un carrito de paseo, junto a otros quince menores, escasamente atendidos incluso en sus necesidades más básicas. La prensa se hizo eco del suceso: “La policía desmantela un piso clandestino que ejercía de “guardería” ilegal, donde se “cuidaba”, en condiciones de insalubridad, a una quincena de niños «todos ellos menores de edad, en su mayoría bebés», hijos de inmigrantes ilegales […]”. Contrariamente a lo que podamos imaginar visualizando tal cantidad de bebés juntos, el piso era un lugar anormalmente silencioso: hacía tiempo que los niños habían dejado de llorar o gemir. Habían aprendido que sus protestas no generaban respuestas positivas, más bien todo lo contrario. Finalmente, se habían rendido, adoptando el doloroso ajuste conservador de “convertirse en nadie”, ocupando el mínimo espacio vital posible. Son niños silenciados. Tras una breve estancia en una residencia infantil, y superado el periplo burocrático, Fé llegó a nuestro hogar a los 17 meses portando un pre-diagnóstico de “sordomuda”, “autista”… o ambas cosas a la vez. La pequeña no se sostenía en pie, apenas emitía sonidos, no respondía a estímulos sensoriales ni auditivos y se golpeaba compulsivamente la cabeza contra el suelo al menor indicio de alteración en su entorno. Sacarla de su sillita de paseo constituía un dramático episodio de terror para ella. No mostraba actos reflejos ni interés alguno en emular nuestros estímulos «imitar gestos ó articular palabras». Pero lo más conmovedor era su mirada perdida en la nada: inexpresiva, vacía; ajena a cualquier aliciente. Pasaron cuatro meses y llegó el verano. En ese tiempo permanecimos largas horas disfrutando del jardín y la compañía de nuestros perros. En una sobremesa familiar, Fé se encontraba «como era habitual» absorta en su mundo, agarrando con fuerza su chupete. Nuestro perro Boris estaba plantado frente a la niña, observándola, cuando de pronto Fé se sacó el chupete de la boca y se lo encajó a Boris entre las fauces… 136

Repitió ésta maniobra varias veces, ante nuestro más absoluto asombro y desconcierto. En ese momento tuve el presentimiento de que Fé estaba saliendo del oscuro túnel autista en el que se había refugiado para sobrevivir. Desde el reconocimiento de lo mucho que ignorábamos sobre el dolor impreso en el corto espacio de vida de la pequeña, dedicamos los meses de verano «incluso estableciendo turnos, ya que el reto era agotador», a estimular, apoyar, consolar… en definitiva, a hacerle saber que estábamos allí incondicionalmente. En otoño, se le practicaron a la niña todo tipo de exploraciones médicas. Los resultados descartaban taxativamente el pre-diagnóstico anterior, concluyendo el dictamen en tres elocuentes palabras: “falta de estimulación temprana”. Cuando nuestros niños no reciben del ambiente los estímulos biopositivos necesarios para desarrollarse, habrán de buscarlos adoptando necesariamente una serie de ajustes para sobrevivir, ya que no hacerlo significa su extinción. Son portadores de profecías que amenazan cumplirse tan inexorablemente como el terrible destino de Edipo. Los mitos son recordatorios para el re-aprendizaje. Las familias hemos de aprender un modo de congraciarnos con los dioses –de la genética y el destino– ejerciendo nuestra divina-humanidad en forma de creatividad, libre albedrío y amor. Metafóricamente hablando, las Familias Educadoras hemos de constituir el escenario donde nuestros niños puedan cuestionar sus mitos y profecías; re-escribiendo un nuevo guion –fresco y acorde a sus necesidades emergentes– y propiciando el ensayo de herramientas – afectivas y sociales– preparatorias para su gran debut en el teatro de la VIDA. Queda claro que el recurso va dirigido óptimamente a personas dispuestas al aprendizaje continuo; que hemos de aprender con y de nuestros niños. Ésta puede ser una labor ardua y en ocasiones frustrante ya que raramente los pequeños saben, quieren o pueden verbalizar qué les ocurre.

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Incluso en bebés que pudieran parecer tabula rasa, encontramos a menudo trastornos derivados de embarazos no deseados y/o conflictivos (toxicomanía, alcoholismo, enfermedad, malos tratos, etc.). Aunque nuestros niños no verbalicen sus emociones, lo que es seguro es que todo su SER está cooperando para ponerlas de manifiesto. Hemos de aprender a rastrear esas emociones, no tanto en busca de los por qué, sino de los PARA QUÉ. El para qué se manifiesta con determinados síntomas «sean físicos ó de comportamiento» y sustentan sus raíces sobre el sustrato emocional de sus vivencias pasadas: ¿qué estoy queriendo decir cuando hago esto? 1.3- Sanando cuerpo y emociones. El cuerpo entero es una manifestación del espacio que ocupamos en el mundo, y de cómo lo hacemos. Podemos pretender curar un síntoma, es decir, atajar su manifestación; ó bien apostar por la sanación del SER, que pasa necesariamente por el entendimiento mental y la comprensión afectiva del mensaje implícito en el síntoma. Lo vimos en la historia de Fé y en tantas otras biografías de niños acogidos y/o adoptados; y lo podemos observar en la motricidad de los niños internos en residencias. Por el modo en que se mueven y se posicionan espacialmente, podríamos concluir muchas cosas sobre su mundo emocional: “Un pequeño de unos 4 años se negaba obstinadamente a bajar de la torre de tubos metálicos del parque de la residencia. Era el columpio más alto del recinto. Desde su atalaya observaba el juego de sus compañeros sin involucrarse, como si aquello no fuera con él… Una niña de la misma edad permanecía ovillada al amparo de una casita de madera. Cuando se acercaban a ella, su cuerpo se retraía como si deseara convertirse en una pelotita y desaparecer... Para ambos era su primer día en la residencia”. Creo que ambos niños expresaban las mismas emociones en distintos dialectos. Ciertamente, mi percepción sobre la conducta y sintomatología de los niños cambió de modo radical en el momento en que comencé a preguntarme: “¿qué está queriendo comunicarme con este síntoma?”, en vez de “¿cómo se llama su enfermedad?”.

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El niño necesita de cariño y tranquilidad para su sano desarrollo. Sin estos requisitos, las actividades de su cuerpo e intelecto se paralizan. “El corazón nos conecta con una verdad indiscutible: no podemos dar más de lo que recibimos”, afirma la doctora Adriana Schnake. Aunque sabido, puedo constatar la diferencia de peso y talla de niños acogidos en el momento de su llegada a nuestro hogar y el incremento observado apenas unas semanas después. Sin duda no es un hecho casual que los trastornos más comunes sean de índole respiratorio (bronquitis, neumonía y asma); relacionados con deficiencias del sistema inmunológico (alergias e infecciones) y problemas cutáneos (no en vano, la piel es nuestro órgano de contacto con el mundo que nos rodea). ¿De qué males del alma nos hablan esos cuerpos? También me llama la atención que apenas sufrieran de trastornos estomacales. Bien al contrario, sus aparatos digestivos semejaban pequeñas trituradoras capaces devorar indiscriminadamente todo elemento «nutriente o tóxico» con tal de asegurar la supervivencia. En Gestalt quedaría expuesto del siguiente modo: “El niño ha sido obligado a tragar muchas cosas, sin que se le permita morder, masticar ni digerir”. Son niños Introyectados. Creo que estos datos son altamente significativos para comprender el poderoso legado de supervivencia y el lenguaje de la sintomatología. 1.4- Las voces silenciadas. “El “resucitador cardíaco” que acompañaba a nuestra pequeña Sofía cuando la acogimos era más voluminoso que ella misma. Menuda, «con bajo peso» y síndrome de abstinencia, tenía seis meses cuando llegó a casa. La madre huyó del hospital antes de ser dada de alta y nunca más regresó. La niña respiraba arrítmicamente y padecía de una grave insuficiencia coronaria que le había sido detectado al nacer. Era un bebé nervioso y susceptible, reacio al alimento, que vomitaba con facilidad. Sufría accesos de tos a resultas de los cuales se encanaba llegando a la cianosis.

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En uno de aquellos alarmantes episodios, desesperada, apoyé su cabecita en mi hombro izquierdo y comencé a susurrar palabras tranquilizadoras en su oído «seguramente para tranquilizarme a mí misma». Lo cierto es que su llanto y mi angustia fueron cesando hasta encontrarnos en un espacio de contacto sereno y pleno: “todo está bien”… Decidimos aplicar todo tipo de técnicas destinadas a tranquilizarla y comprobamos que lo más efectivo en momentos de pánico era la suave cadencia de nuestras voces. Entonábamos una especie de “mantras” que, de algún modo, ejercían un efecto sedante en ella. Algo que pude constatar con Sofía (y con todos nuestros niños), es la extrema sensibilidad frente a nuestros estados anímicos. En aquellas ocasiones en las que yo me sentía excitada, preocupada ó nerviosa, la niña expresaba los mismos síntomas de excitabilidad e irritabilidad que yo. Su fenomenología mostraba una gran tensión en toda su musculatura corporal, siendo incapaz de relajarse hasta que cambiaba a otros brazos más serenos por ese día. Como afortunadamente somos familia numerosa, siempre había algún miembro distendido y con buen ánimo para arroparla. Al sostenerla en brazos teníamos en cuenta que su cabecita reposara en el pecho para que pudiera escuchar los latidos del corazón. Casi doce meses después, en una de las últimas revisiones médicas del Hospital La Fe de Valencia, quedó reflejado en su historial que ¡las afecciones cardio-respiratorias habían remitido! Cuando Sofía se marchó rumbo a su nuevo hogar de adopción, era una niña totalmente sana. En el libro 45“La voz del síntoma”, la doctora Schnake escribe: “Pareciera que no se confía en que el ser humano puede salir de la alienación si se encuentra en un entorno apropiado y escuchando voces conocidas...”. Afortunadamente, nunca tuvimos que usar con Sofía el resucitador cardíaco: bastó con el resucitador afectivo. Entiendo por resucitador afectivo la cadencia de una voz tranquilizadora que escucha y reconforta al otro hasta la sanación de sus emociones.

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La voz del síntoma. A. Schnake. Ed Cuatro Vientos. 2001

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Estamos limitados por el discurso médico que pretende ser el único cualificado para el estudio y comprensión del ser humano. Sin embargo, quedan tantas dudas, tantas cuestiones, a las que el mero funcionamiento mecanicista-científico-biológico no puede responder… La aparición del SIDA trajo al mundo un increíble mensaje: nada puede atacarnos más severamente que nosotros mismos y nada es más eficiente para defendernos que nosotros mismos. He sido testigo de niños VIH positivo que al cabo de un periodo de convivencia familiar normalizada, no sólo ganan peso y talla, sino que revierten su situación de sero-positivos. ¿Qué explicación podemos dar a éste hecho? “De alguna manera –expresa la doctora Schnake– tendrá que ser posible escuchar a las personas desde lo que les duele…” En el caso de nuestros niños intuyo que este dolor tiene mucho que ver con el desamor con que han sido gestados y recibidos en el mundo. Estoy convencida de que tan profunda carencia puede provocar la muerte por inanición afectiva. En “46Lenguaje, enfermedad y pensamiento”, Francisco Huneeus define la enfermedad como un proceso: “… [la enfermedad] es algo que transcurre, que evoluciona, que ocurre 47por algo, e incluso me atrevería a decir que ocurre para algo. Lo que vemos desde afuera, son ciertas señales o distinciones que los médicos llamamos síntomas, y estas señales, como otras señales (la risa, la cara de preocupación, etc.) son para nosotros conductas, como lo es portarse de una u otra forma “. Cuando un bebé se desarrolla dentro de un entorno sano, su llanto es un reclamo, un modo de agresión hacia el ambiente «en lenguaje primario, puesto que todavía no aprendió a verbalizar» pidiendo aquello que necesita para sobrevivir, sea alimento, ropa seca, atención, etc. Sea lo que fuere, conforma un lenguaje íntimo que surge de lo más profundo de su ser hacia el exterior. En la medida en que sus necesidades son descuidadas, desatendidas, el bebé va formando una idea «más que una idea, un sentir» del mundo como un lugar hostil donde, haga lo que haga, nada ni nadie le satisfará. 46

Lenguaje, enfermedad y pensamiento. F. Huneeus. Ed Cuatro Vientos. 2004

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Los subrayados son míos.

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En una regulación de supervivencia, pronto aprenderá a economizar su energía de reclamo. El psicoanálisis, postula que la depresión es una vuelta de la agresión sobre sí mismo. Ante la actitud de oídos sordos por parte del entorno, la Gestalt afirma que el niño aprende a retroflectar, esto es, volver la energía hacia su interior, dando lugar a la aparición del síntoma. En el libro 48Encuentro con la sombra de John C. Pierrakos, discípulo de Wilhelm Reich (capítulo Anatomía del mal), se afirma que “la persona sana es capaz de gobernar positivamente su vida y se siente satisfecha consigo mismo. Sin embargo «prosigue», el principal rasgo distintivo de la enfermedad consiste en la distorsión de la realidad, «tanto de la realidad corporal, como de la realidad emocional y de la realidad de la verdadera naturaleza de los demás y de sus acciones»“. La persona enferma no percibe sus propias distorsiones sino que siente que la enfermedad procede del exterior. En éste mismo sentido, Ellerbroek sintetiza en una Carta a Bateson su concepción de ciertos procesos patológicos: “[…] sugiero que un rótulo mejor que “enfermedad” es llamarle algo que la persona hace”. Ambas visiones refutan la concepción de enfermedad como algo externo que nos sucede; algo ajeno a nosotros. Me conmueve pensar que aquello que llamamos enfermedad o malcomportamiento, en ocasiones no sea otra cosa que una voz que clama: ¡Necesito que alguien se haga cargo de mí!. Si bien esta petición se da de forma natural durante una etapa inicial, tristemente, tras cansarse de clamar en el desierto, algunos niños acaban rindiéndose al abandono: sus voces se silencian a veces para siempre…

La anatomía del mal. En Encuentro con la Sombra: el poder del lado oscuro de la naturaleza humana. J. Pierrakos. Ed Kairós. 1991 48

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2.- Bloqueos en el «Ciclo de la Experiencia» Las Sombras de la Luz. Ni en el acogimiento ni la adopción contamos con el periodo de embarazo «o pre-contacto» para hacernos a la idea de nuestra nueva situación. Esos meses de gestación son una etapa valiosa de rodaje y vinculación decisivos en la re-estructuración del nuevo engranaje familiar. Nosotros, nos convertimos en padres y madres abruptamente, en cuestión de minutos, generalmente tras recibir la llamada telefónica en la que se nos notifica que disponen de un menor susceptible de ser acogido ó adoptado «la figura que emerge del fondo». Nos lanzamos a la pista de atletismo con más entusiasmo que consciencia, sobre nuestra resistencia para afrontar el esfuerzo a todos los niveles: ¡físico, emocional y espiritual! Como madre, contacto con el desgaste que implica la crianza de un hijo. Como familia educadora y adoptiva, añado que sin el sostén de un firme tejido familiar «hijos y pareja», y sin una profunda creencia en VALORES tales como la solidaridad, el derecho a un hogar, igualdad de oportunidades y amor incondicional, hubiese desistido tras la primera experiencia. 2.1- Maestros de Luz entre las Sombras. Siento la tentación de proyectar y decir que mis niños son los que me han hecho lucir mis partes luminosas e hicieron aflorar mis más profundas sombras… Pero como buenos Maestros, ellos sólo apoyaron el darme cuenta de que yo «y sólo YO» soy la RESPONSABLE de ELEGIR en cada momento qué parte de mí mostrar: “No puedo cambiar lo que me sucede, pero puedo decidir cómo lo vivo” Ellos me tienden la mano pacientemente, para ayudarme a recorrer el camino de mi auto-re-conocimiento; del darme cuenta de quién SOY Aquí y Ahora; actualizarme y, sobre todo, de decidir quién quiero llegar a SER. “Yo soy quien soy”. 143

La Teoría paradójica del Cambio, implícita en la práctica de la Gestalt, lo expresa con estas palabras: “El cambio se produce cuando uno se convierte en lo que es, no cuando trata de convertirse en lo que no es” Es desde ese punto «lo que uno es», desde donde nos podemos encaminar hacia la creación de familia que crece, abierta y receptiva, que interactúa con el medio, que educa y, sobre todo, que se deja educar. Como mencioné al inicio de mi trabajo, pienso que el acogimiento y la adopción propician la experimentación y puesta en práctica de la totalidad de los BLOQUEOS del Ciclo de la Experiencia. Lo siento así, porque es en la interacción con el OTRO, donde el YO puede experimentarse a sí-mismo. Con nuestros hijos, crecemos en paralelo, sostenidos sobre la base del amor filial. Con estos niños, primero sucede la experiencia, siendo el tejido amoroso un afecto que se irá desarrollando a través de la convivencia… o no. Del mismo modo que no amamos de igual forma a nuestros hijos, tampoco todos los niños suscitan en nosotros las mismas emociones ni sentimientos. El darse cuenta de esta realidad puede desencadenar culpabilidad y frustración, «en el mejor de los casos, si somos capaces de apropiarnos de la experiencia», o generar proyecciones, si lo lanzamos contra el niño pensando que es algo suyo… Valga como ejemplo mi propia experiencia:  He proyectado cada vez que acusaba al niño de “sacarme de mis casillas, ponerme nerviosa, enfadarme, llevarme al límite”, etc.  He sentido la punzada de los introyectos cada vez que cuestionaba mi necesidad de “complicarme la vida con éstos niños:” con lo feliz que debería vivir sin buscarme problemas…”  Contracturas y jaquecas han sido el precio que he pagado por retroflectar.

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 Los chistes, las bromas y las sonrisas de compromiso han sido un bálsamo deflexivo para no enfrentar mis cargas emocionales.  He diluido mis límites confluyendo con el otro; no teniéndome en cuenta; responsabilizándome de forma narcisista de “salvar el mundo” bajo la vana pretensión de que “yo puedo con todo”.  He soñando con verdadera fijación con el rostro de niños que ya no estaban conmigo, cuyo expediente había cesado con un retorno, despertando en mitad de la noche al reclamo de su voz llamándome mamá.  He retenido su presencia, preguntándome por qué (¿por qué se ha tenido que marchar?, ¿por qué no hice nada?, ¿por qué son así las cosas?...) sin concederme reposo.  Y me doy cuenta de que, en más ocasiones de las que me gustaría admitir y para poder soportar la angustia de mi vulnerabilidad, lo hice mediante la desensibilización, repitiéndome “no debo sentir: tarde o temprano se irán”… Me forjé una aceptable armadura mental para sobrevivir. La misma que en ocasiones me ha impedido, la a veces dolorosa, LIBERTAD de AMAR cada Aquí y Ahora. Sin duda fue el trabajo con la Gestalt lo que me permitió ir desprendiendo corazas. Re-tomar del ambiente lo que es mío, y concederle al otro lo que le pertenece. Lo escribo en pasado aunque sigue siendo uno de mis RETOS del presente. Sigo conviviendo con fantasmas, que al menos ahora, puedo enfrentar: las insaciables sombras del apego, del vínculo afectivo que se crea con cada niño que ha de marchar… Sigo sufriendo el dolor de las despedidas y el vacío que queda en el SER cuando sé que no le volveré a acariciar ni le veré crecer, que en definitiva, ese pequeño ya no forma parte de mi cotidianeidad…

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“Cuando los acontecimientos nos imponen la separación de alguien que ha formado parte de nuestro mundo afectivo, se da una ruptura de nuestra armadura afectiva y nos encontramos con una serie de procesos que, si no son atendidos de forma adecuada, nos impiden la restauración del gran vacío afectivo con el que nos dejan las pérdida”. (Taller de Duelos de Maite Descalzo - ITG Valencia) El ser humano, como ser sociable, se relaciona y establece vínculos. Cada relación comporta diferentes tipos de afectos –o desafectos– en función al grado y valoración del vínculo establecido. Cuando experimentamos una pérdida, aparece inevitablemente la frustración, tanto si somos o no conscientes de ella. Y la frustración lleva implícita tristeza y enfado. En el acogimiento vamos a vivir el duelo inevitablemente. Pero también, tarde o temprano lo vamos a hacer en la adopción y la paternidad, ya que nuestros hijos marcharán de casa algún día. El místico y filósofo 49Khalil Gibram se expresa de este modo en su obra “El Profeta”: “Vuestros hijos no son vuestros hijos, son los hijos y las hijas de la Vida, deseosa de perpetuarse. Vienen a través vuestro, pero no vienen de vosotros. Y aunque estén a vuestro lado, no os pertenecen. Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son impulsados hacia lo lejos” Acompañamos a nuestros niños, apenas durante un tramo de sus vidas. Óptimamente, al concluir esa etapa de vida en común, tanto si se trata de un hijo que deja el hogar para iniciarse en la vida de adulto, como si es el cese de un acogimiento, deberíamos llegar a la fase de reposo enriquecidos. Enriquecidos, en el sentido de plenos, en disposición de reconocer y aceptar cuánto hemos aportado y cuánto nos llevamos de la relación, tanto individual como familiarmente hablando. 49

El Profeta. Khalil Gibram. Ed Edaf. 1985

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Es el momento de ir al fondo de nosotros mismos en busca de los recursos necesarios para recomponer un nuevo equilibrio. A éste proceso de ida y vuelta lo llamamos elaboración del duelo. Los duelos, como la vida misma, siguen una serie natural de etapas que habrá que ir salvando para poder cerrar, definitivamente y de forma saludable, la Gestalt. Según Stepanie Sabar, estas etapas serían: 

Aceptación de la pérdida

Aceptar que el niño ha regresado con su familia o que ha modificado su situación y ha pasado a otra familia en adopción o emancipándose. 

Vivir el dolor y la tristeza

Los sentimientos que produce el no tenerle entre nosotros, aceptarlos y hablar abiertamente sobre ello –no evitarlo–. 

Adaptarse al nuevo entorno, a la nueva realidad

Re-estructurar el tejido personal y familiar sin el niño. 

Retirar parte de la energía emocional invertida

Pensar en las posibilidades que se abren ante nosotros, redistribuir el tiempo que dedicábamos a su cuidado y atención. 

Encontrar un lugar para lo que hemos perdido

Sin duda alguna, ese lugar es nuestro corazón. Recordar siempre esta experiencia única que hemos vivido junto al niño acogido o al hijo que ha marchado. Tal vez sea el momento de permitirme cierta dosis de amnesia emocional: de suavizar aquello que dolió, disculpar nuestros errores y los suyos y, en definitiva, felicitarnos por cuanto hemos obtenido a lo largo de nuestra convivencia «haya durado ésta meses ó años» Carl Jung, creador de la psicología compleja, comparaba el encuentro YO-TU a la reacción química entre dos elementos distintos: “El encuentro entre dos personalidades es como mezclar dos sustancias químicas diferentes: se produce cualquier clase de combinación, y ambas quedan transformadas”

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Si algo puedo afirmar con absoluta certeza, es que no he vuelto a ser la misma después de cada una de mis experiencias de acogimiento… Ahora bien, únicamente podemos llegar a ese estado ideal de reposo si el Duelo ha seguido un proceso saludable: Tanto la flecha superior como la inferior del 50gráfico representan atajos que conducen irremisiblemente a la perpetuación del dolor a través de dos mecanismos defensivos: la negación y el sufrimiento. Negación…

La vía saludable de un Duelo…

Dolor + Tristeza + Superación

Sufrimiento…

La negación es una forma de escapismo, un intento vano de huir de aquello que me duele. Es vano, puesto que se vuelve al punto de partida una y otra vez. Para actuar de éste modo necesitamos “coartadas”. “El de Sara fue uno de mis duelos “negados”. Recuerdo la tarde que sonó el teléfono con la llamada de Consellería anunciándonos el inminente retorno de la pequeña con su madre. Es un instante “congelado” en el que el mundo pareció detenerse por esa llamada que hubiese deseado no recibir jamás. Cuando colgué el auricular, continué con mis tareas habituales… solo que “yo no estaba allí”. La sensación era de desdoblamiento: de arrastrar un cuerpo que seguía cumpliendo con sus tareas mecánicamente, y un corazón encogido, paralizado por la palabra “retorno”. 50

J. Bucay. El camino de las lágrimas. Ed Debolsillo. 2012

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Di la noticia en casa fríamente, como si mi auténtico “yo” estuviera suspendido a distancia, observando sin implicarse. Consolé a nuestras hijas con toda suerte de argumentos destinados a resaltar los aspectos positivos que el retorno de Sara comportaría para la vida familiar; explicaciones todas ellas mentales… Y comencé a alejarme de Sara estando todavía a su lado: “he de empezar a olvidarte ya…” Llegó el fatídico día. La “entrega” se llevó a cabo en el recinto de recepción de Consellería. Sara asía mi mano feliz, como cualquier tarde de salida al parque. Le habíamos explicado que regresaba con su mamá, pero con 5 años ese es un concepto difícil de racionalizar. Cuando la pequeña vio a su madre puso el cuerpo en tensión. Sentí la presión de sus deditos asiendo mi mano. Refugiándose detrás de mis piernas, comenzó a gemir. Su madre comenzó a tirar para atraerla hacia sí. Al sentirse tironeada, la pequeña empezó a gritar, agarrándose a mis piernas con mayor energía. En esos momentos mi dolor fue tan intenso, que volví sentir que me “desdoblaba”. Una parte de mi permanecía presente, rígida como una cáscara vacía incapaz de sentir. La otra… con espantosa frialdad, el “yo” allí presente comenzó a aflojar, dedito tras dedito, la mano con la que Sara se aferraba a mi mano, empujándola suavemente en brazos de su madre”. Incluso aquí y ahora, en el momento de escribir estas líneas, me doy cuenta de que necesito “salirme” de la vivencia y narrarla en tercera persona para no hacerme cargo de nuevo del asfixiante dolor que sentí. Al recordar –que no es otra cosa que volver a vivir– regresa invariablemente el dolor, aunque ya no el sufrimiento… “Le di la espalda sin mirar atrás; huyendo de los gritos de Sara llamándome desesperadamente. Llegué a la calle y caminé hasta un coche en el que me apoyé para poder tomar aire. Regresamos a casa en silencio. No lloré ese día, ni los siguientes… No fue hasta una de mis sesiones en la formación de Gestalt, años después, cuando, conectando con aquel duelo negado, pude llorar mis lágrimas de dolor e impotencia por la pérdida de Sara”. Mi “coartada” para negar el duelo era el sentimiento inabordable de: “te he traicionado…” 149

El sufrimiento es otro peligroso atajo donde podemos quedar encapsulados. Es la decisión de no avanzar. Como si, al hacerlo, al progresar en la vida, estuviéramos traicionando la memoria de quien nos dejó. Nos detenemos en lo que fue, instalándonos en el sufrimiento, ya que sufrir es sentir dolor de forma crónica. Es transformar un estado transitorio en una situación que podría no cerrarse nunca, como en este ejemplo: «Nuestros amigos B y J tuvieron a dos hermanos en acogida. A pesar de que el diagnóstico de retorno estuvo claro desde el principio, el momento en que éste hubo de hacerse realidad, fue vivido de modo extremadamente traumático. Aun hoy, habiendo transcurrido más de diez años, B no puede afrontar la experiencia sin hundirse en el sufrimiento. J se niega a mencionar el tema siquiera con su mujer. Sobra decir que nunca mas volvieron a acoger» A pesar del apoyo que podamos ofrecernos mutuamente «familiares y amigos», el proceso del duelo es una vivencia personal, tan intensa, que siempre nos deja solos, vulnerables, desconcertados, pero sobre todo tristes. Es difícil sustraerse a la fantasía de “¿hubiera podido quedarse…?” Sin embargo, ese pensamiento estéril sólo perpetúa el dolor. ¿Podríamos vacunarnos de ese dolor? Posiblemente si: viviendo el acogimiento desde la desensibilización. Pero, ¿es humanamente posible desconectar nuestros sentimientos? o ¿es tan sólo una fantasía que nos distrae de la plenitud de vivir conscientemente el Aquí y Ahora…? Podemos bloquear la implicación afectiva al máximo realizando una labor educativa impecable, desde la mente, lo racional, minimizando el afecto «no su manifestación, ya que podemos besar y abrazar sus cuerpos sin llegar a tocar sus almas». Pero ¿estoy dispuesta a ello con tal de no sufrir con su partida?

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51“[…] Así es como el Principito domesticó al zorro. Y cuando se acercó la hora de la partida:

-¡Ah! «dijo el zorro», voy a llorar. -Tuya es la culpa «dijo el Principito», no deseaba hacerte mal, pero quisiste que te domesticara… -Sí «dijo el zorro» -¡Pero vas a llorar! «dijo el Principito». -Sí «dijo el zorro». -Entonces no ganas nada… -¡Gano! «dijo el zorro» […] -Adiós «dijo el Principito». -Adiós «dijo el zorro»,he aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien, si no es con el corazón” (El Principito de A. Saint Exupéry) Posiblemente nuestros niños recuerden que alguien les amó y confió en ellos. Y probablemente sea ese el motor resiliente que les permita seguir adelante en los momentos difíciles de la vida. Somos más que unos meros cuidadores de niños… Somos educadores que se dejan educar en el sentido descrito por Bubber. Jugamos un papel activo y comprometido con su educación, pero sobre todo y por encima de cualquier otro, estamos comprometidos en los aspectos afectivos. Los conocimientos se podrán adquirir siempre; sin embargo, las lagunas afectivas son vacíos imposibles de rellenar más tarde. El momento de quererles y hacerles saber que son queridos es AHORA mismo: YA. Una de las máximas exponentes de la compasión del siglo XX, la Madre Teresa de Calcuta, recomendaba no buscar acciones espectaculares sino más bien “buscar algo de nosotros mismos que ofrecer a los demás.” 51

El Principito. A. Saint Exupéry. Ed Quinteto 2003.

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Esta solidaridad en zapatillas consiste en compartir nuestro SER en la cotidianeidad del día a día. Creo en la fuerza, belleza y bondad del Ser Humano; en su anhelo por sobrevivir y, aún más, en su capacidad para encontrar las herramientas para lograr una vida plena. En esta aventura de VIVIR, a veces necesitamos de un TU que nos ayude a reencontrar el verdadero sentido de un YO perdido… “El estadio último del desarrollo personal es aquel en que el ser humano “actualizado” puede empezar a volverse hacia los demás”. Abraham Maslow

Para mis compañeros en ésta aventura de aprendizaje: Virginia, Rocío Luna y Chema. Para Sarai, Robinson, Nabilah, Mar, Marcos, Ana, Johnny, Sofía, Azahar, Sara, Boris, Erika, Manuel, Faith, Josep, Virginia y Rocío-Luna: mis Maestros.

Milagros Sanz Iborra España Centro UNO –tu encUeNtrOwww.centrouno.blogspot.com

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PADRES GESTÁLTICOS Pilar Ocampo Pizano

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PADRES GESTÁLTICOS Pilar Ocampo Pizano Hoy mirando tus ojitos, me encontré a mi misma, tus manitas buscaban las mías y al sosteniéndote me levanté del suelo, tu cuerpo en mis brazos, llenó un hueco que no sabía que existía, y al abrazarte hijo mío, hice las paces para siempre con la vida. 52

P. Ocampo

Mientras el ser Gestaltista se me dio de manera natural, fluida y casi espontánea, la maternidad fue un reto en todos los sentidos. Busqué ser mamá convencida, comprometida y consciente de mi voluntad de serlo. Nunca fue mi prioridad ni la meta de mi vida, sin embargo se ha convertido en la aventura más maravillosa y en el proceso de auto crecimiento compartido más mágico que he podido experimentar, y hoy por hoy no sólo es mi prioridad sino el eje, la razón y el sentido de mi vida. El crecer día a día junto con mi hijo, descubrirme como madre, comprobar mi vulnerabilidad, falibilidad, mi fortaleza, mi sabiduría, descubrir la reactivación de mis asuntos inconclusos y contactar cotidianamente con mi capacidad de asombro, ha sido el proceso psicoterapéutico más profundo y completo que he podido experimentar. Me ha hecho no solamente mejor ser humano sino infinitamente mejor psicoterapeuta y es desde ahí, que quiero compartir los puntos que considero, han sido los más importantes en mi caminar como mama, Gestaltista y psicoterapeuta.

Este poema se lo escribí a mi Franco siendo un bebé y te lo comparto mientras atesoro aquél momento capturado en mi memoria por siempre. Esta es, entre muchas de las intimidades que comparto contigo, la que resume, en mucho, lo que intento plasmar en este escrito. 52

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La tentación de amaestrar y la compulsión a la repetición. No cabe duda que no hay manera de estar más cerca de nuestra historia que formar parte de la historia de otro ser humano. El ser parte activa del crecimiento y desarrollo de un niño nos lleva a vernos constante y cotidianamente en un espejo que no sólo nos refleja a nosotros mismos sino a nuestra historia entera y así entre la mezcla de buenas intenciones, de habilidades desarrolladas, de patrones aprendidos, de huellas de daño y de asuntos inconclusos se va entretejiendo la maternidad y la paternidad. “Cuando tenga a mis hijos JAMAS les haré eso” repetimos con mucha frecuencia cuando somos adolescentes o jóvenes si algo nos ha lastimado o frustrado de nuestros padres; juramos que seremos distintos y creemos firmemente en ello hasta que somos padres, y nuestros hijos nos llevan a tocar límites de impotencia y frustración y de repente, justo ahí, en medio de la sala, de la cocina, en el parque o en el automóvil, las palabras de nuestra madre o padre suenan como venidas de ultratumba en un automatismo más allá de la conciencia y nos descubrimos diciendo ¡justo aquello que tanto juramos jamás se repetiría! ¿Qué pasó? ¿En qué momento se reactivó el fantasma? ¿Es posible controlarlo, hacerlo desaparecer o al menos amaestrarlo? Mi respuesta es: ¡Sí, por supuesto!, siempre y cuando estés dispuesto o dispuesta a trabajar en tus asuntos inconclusos, a reconciliarte con tus padres y cuidadores, a rescatar la parte útil de aquellos mensajes que tanto te lastimaron y a comprometerte a desarrollar maneras nuevas de relacionarte con tus hijos. No será de la noche a la mañana, ni por arte de magia, pero indudablemente es posible. La maravilla de la Gestalt es que nos permite revivir y cerrar cualquier evento en tiempo y forma y sanear la relación con nuestros padres o cuidadores estén vivos o muertos, hayamos vivido con ellos o no. Ten presente que cualquier paso que des en la reconstrucción de ti mismo, será un paso que des en tu tarea de ser un padre o madre más completo. Ayudar a crecer hijos libres, independientes, seguros y con capacidad para elegir, es todo un reto como padres, es lo que idealmente todos quisiéramos poder lograr, sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas.

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Cuando nos comprometemos en el crecimiento de un hijo bajo estos parámetros, estamos renunciando a la manipulación y al chantaje como herramientas de control y de amaestramiento y estamos entrando en un terreno en donde el respeto a la individualidad, el razonamiento, más que la imposición, la responsabilidad más que la culpa y la guía más que la dirección son los lineamientos en la relación. Suena hermoso, inspirador y muy maduro, pero como padres ¿estamos realmente preparados para una relación así con un niño que por tendencia natural va a hacer rabietas, va a atravesar por etapas de egocentrismo como manera de reafirmar su personalidad, nos va a retar abiertamente y en público y va a cuestionar prácticamente todo lo que le digamos?. ¿Seremos capaces de resistir en esos momentos la tentación de amaestrar a ese pequeño monstruo con un “porque lo digo yo”, “porque soy tu madre-padre”, “si yo hubiera dicho eso a tu edad, me hubieran roto la boca” o con el tan conocido “los niños buenos no hacen eso”? Es justo en esos momentos de cansancio, impaciencia, impotencia y prisa, que tiende a surgir la compulsión a la repetición y es entonces cuando repetimos aquellas palabras, frases o gestos que recibimos en nuestro propio proceso de amaestramiento. Es un proceso muy fácil de entender y nada complicado; todos somos producto de nuestra historia de vida y la llevamos a donde vayamos; de la misma manera que aprendimos a hablar nuestra lengua materna aprendimos a relacionarnos con el mundo y de la misma manera que repetimos las palabras repetimos los actos; algunas personas fueron más amaestrados que otros, otros tuvimos la fortuna de crecer más libres. En mi caso en particular, mi infancia fue maravillosa, con unos padres sumamente respetuosos de mi individualidad y con un apoyo y soporte incondicional a mis actos; sin embargo, el reto para mis padres surgió en mi adolescencia en donde fue difícil manejar a la niña libre, segura y asertiva que habían crecido y empezó el choque frontal con mi madre ante sus intentos desesperados de controlar a una libre pensadora que la retaba constantemente en una sociedad tradicionalista y empezó a recurrir a las tan conocidas y socialmente heredadas herramientas de manipulación y chantaje, en las que, usualmente caemos cuando nos vence la impotencia para manejar determinadas situaciones. Si nos detenemos por un momento a revisar estas herramientas, nos damos cuenta de su poder y efectividad; la culpa es una herramienta poderosa de control como lo es el temor al perder el afecto. 157

Si queremos amaestrar a un niño no hay mejores herramientas para ello, el niño hará lo que queramos por el temor a perdernos y se sentirá tan culpable que anulará su personalidad con tal de sentirse aceptado y bueno; sólo recordemos cuántos casos se han dado de animales salvajes que cansados de tanto maltrato acaban atacando a los entrenadores que los criaron. No podemos ir contra la naturaleza, el ser humano nace y es libre y podrá ser controlado o amaestrado pero en el fondo el anhelo de libertad estará presente por siempre. El resentimiento, las relaciones familiares disfuncionales, el alejamiento y la ruptura con los padres son el resultado del uso de estas herramientas, así es que, te invito a reflexionar conscientemente si este es el resultado que quieres obtener a largo con tus hijos. Momentáneamente podrás obtener los resultados que anhelas, pero el precio a largo plazo puede ser infinitamente más poderoso que la gratificación inmediata. Aquí y ahora estás empezando a dibujar lo que será tu relación futura con tu hijo, estás criando un adulto, la infancia es sólo un etapa.

Respetando la individualidad, educando para la sociedad. La importancia de los límites. Amaestrar y educar son opuestos. Un adulto neurótico ha sido amaestrado mientras que un adulto feliz y pleno ha sido educado o bien se ha liberado del amaestramiento de origen para reeducarse a sí mismo. ¿Hasta a dónde?, ¿Cuándo?, ¿Cómo? Son las preguntas que normalmente nos planteamos los padres, cuando se trata de poner límites o implementar reglas. Los límites no sólo son necesarios, sino indispensables, «pues dan seguridad y contención a los niños». El saber que hay un adulto a cargo, que toma las decisiones y dirige el barco, le da al niño la misma sensación de confianza y seguridad que nos inspira, el saber que el piloto del avión en el que viajamos sabe lo que hace. El vivir en un mundo seguro, nos hace crecer seguros, la confianza básica es una parte invaluable de nuestro desarrollo y en la medida en que confiamos en nuestros padres, cuidadores o guías creeremos en el mundo. 158

No se necesita mucha ciencia para saber deducir, que adultos desconfiados, paranoides y hostiles provienen, de padres que traicionaron su confianza y no respetaron su individualidad. Con frecuencia hemos escuchado la frase, de que «cada niño es diferente» y aún en la misma familia, lo que le funciona a uno no le funciona a otro y esto es porque la manera de marcar los límites deberá diseñarse de acuerdo a la individualidad del niño; no hay manuales para ser padres por la sencilla razón que la paternidad-maternidad es una misión individualizada y no puede generalizarse, ni aún en la misma familia. La mayoría de las veces los límites se van estableciendo de acuerdo a como se van necesitando, “sobre la marcha” y resultan ser más improvisados que planeados, por lo que suelen ser inconsistentes y poco claros, inclusive pueden llegar a ser motivo de conflicto entre los padres debido a que uno piensa que deben ser de una manera y el otro piensa lo contrario, involucrando a los hijos en esta confusión, de la cual sacarán provecho de una manera o de otra. Los límites requieren ser claros, primero para los padres que necesitan plantearse preguntas como: ¿hasta dónde voy a permitir? ¿qué es aceptable, tolerable e inaceptable de acuerdo a la edad de mi hijo?, ¿soy capaz de sostener estos límites independientemente de mi estado de ánimo, del lugar en el que me encuentre y de las personas que estén presentes? La manera más fácil de establecer límites claros y concisos es relacionarlos con nuestra propia escala de valores familiares; si una familia es desordenada, sin duda los límites que intenten poner a sus hijos sobre el orden serán laxos y confusos y terminarán por ser inútiles; necesitamos mirarnos a nosotros mismos, saber quiénes somos como personas y como familia, reconocernos y en base a ello establecer aquellos límites que nos permitan fluir como familia. No todas las familias son iguales, por lo que no podemos pretender que todos los límites lo sean. Recuerdo en una ocasión en que Franco me dijo que estaba muy enojado conmigo, un amigo de la familia estaba en casa e inmediatamente le increpó: “No debes enojarte con tu mamá, ella siempre hace todo por ti”, me sorprendió la fuerza que llevaba esta frase y agradeciendo la intención de mi amigo le contesté: “Tiene derecho a enojarse conmigo y a expresarlo de una manera respetuosa como lo está haciendo” me volteé hacia Franco y le dije: “Dime qué es lo que te tiene tan enojado conmigo, mi amor, para encontrar una solución”. 159

En este pequeño y profundo ejemplo, podemos darnos cuenta de cómo vamos educando o amaestrando. Educar es guiar, enseñar a vivir y a convivir; en este ejemplo el validar los sentimientos de Franco, le está dando un mensaje, de que lo que siente es real, importante y tiene cabida en el mundo; el aprender a estar en desacuerdo sin llegar a ser irrespetuoso, le incrementará la capacidad de negociación en el futuro y el encontrar a una madre dispuesta a escuchar y a buscar soluciones a su inconformidad, le enseña a ser una persona abierta al diálogo y centrada en lo constructivo. Por otro lado, la frase de mi amigo, conlleva un sentido de censura, de nulidad y de culpabilidad que a largo plazo atan, inhiben la expresión y generan resentimiento contra la figura materna o paterna. «Así de poderosas son las frases que decimos.» No siempre tenemos ni el tiempo, ni el estado de ánimo para abrirnos al diálogo, responder calmadamente y recibir el enojo, ni los terapeutas somos infalibles; en esos momentos, antes de dar una respuesta visceral, es conveniente decirle al niño frases como “ahora no es un buen momento, mamá no se siente bien”, “por ahora haz lo que te pido y después hablamos de ello”; si el niño sabe que ese “después hablamos” es real, lo aceptará sin titubeos porque sabe que en un mejor momento será atendido; a mí me funciona muy bien con Franco que, a pesar de ser de una naturaleza impaciente y demandante como buen Aries, ha aprendido a posponerse aunque sea de manera breve, por ahora sólo tiene cinco años, así que indudablemente esa tolerancia se irá incrementando conforme crezca, lo que le ayudará enormemente a desarrollar la tolerancia a la frustración que necesitamos tanto cuando somos adultos. Me refiero constantemente a la edad adulta porque finalmente esa debe ser nuestra meta al educar a nuestros hijos; el tener presente en cada momento que estamos formando a un adulto, nos hace ver a nuestros hijos de una manera más responsable y con menos apego. La mayor parte de su vida la vivirán como adultos y es ahí en donde tenemos que encaminar nuestra formación. Para mí, existen tres herramientas valiosísimas en la vida adulta: la tolerancia a las diferencias, la paciencia y la expresión civilizada de los sentimientos.

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Considero, que si enseñamos a nuestros hijos a desarrollar estas habilidades le estamos asegurando una convivencia sana y más momentos de bienestar interno. Aclaro, que hay muchas más habilidades que necesitamos desarrollar, pero en lo personal estas tres me parecen pilares de un ser humano sano. Probablemente te estarás preguntando cómo hacer para desarrollar estas habilidades, no puedo decirte el cómo, ya hablábamos antes de que no existen los manuales para padres; pero sí puedo compartirte algunas de mis propias estrategias como mamá-gestaltista que me han servido mucho. 

La tolerancia a las diferencias es básica en los seres humanos, para asegurar una convivencia menos conflictiva y ayudar a nuestros hijos a no tomarse las cosas a nivel personal; cuando el niño entiende que el otro niño no tiene que hablar como él o jugar como él lo hace, o gustarle lo mismo que a él le gusta, está empezando a ampliar su horizonte y a salir del egocentrismo propio del desarrollo infantil y juvenil; desarrolla la habilidad de individualizar a cada persona y a cada espacio, poniendo un orden en su interior, que le acompañará el resto de su vida. Nosotros, a pesar de que vivimos, por ahora, en California, pasamos tiempos largos en México en casa de mi mamá en donde los límites son diametralmente opuesto o prácticamente inexistentes para Franco, la mejor solución que encontré para evitarle confusiones es decirle que esa es la casa de su “abu” y ahí las cosas son diferentes a su casa, pero que lo que él hace, es lo mismo en cualquier parte. Mi madre se quedó increíblemente sorprendida, cuando en una ocasión que yo estaba trabajando, llevó a mi hijo a una juguetería a comprarle juguetes y él sólo quiso uno a pesar de la insistencia de la abuela de comprarle más, porque “yo sólo compro uno a la vez, abu” ¡y tenía 4 años! Y no lo hizo por el miedo a que yo me fuera a enojar o porque fuera “malo” comprar más juguetes, simple y sencillamente porque él ha crecido con el límite de que se compra un juguete a la vez y punto.

«La mente del niño, es infinitamente más sencilla de lo que creemos, somos nosotros los que la confundimos, con nuestras confusiones.» 161



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La paciencia, además de virtud, es una habilidad, pues el saber esperar, es un punto clave para incrementar la tolerancia a la frustración. Antes de los 4 años la atención a las necesidades de los niños debe de ser inmediata y eficaz, pues eso les asegura la concepción, de que el mundo es un mundo seguro, de que sus cuidadores están presentes y de que pueden confiar en ellos; independientemente de todos los libros que dicen que se les debe dejar llorar a los bebés o a los niños pequeños, para evitarles caer en manipulación o para ayudarlos a desarrollar la capacidad de espera o la tolerancia a la frustración, yo creo firmemente que antes de los 4 años esta estrategia lastima más de lo que beneficia, pues dejar llorar a un bebé o a un niño pequeñito lo único que le genera es ansiedad, angustia y desconfianza; a partir de los 4 años el niño tiene mayor capacidad de entendimiento emocional y es capaz de aprender a manejar la frustración de diferente manera. Yo implementé un ejercicio con Franco mientras iba manejando, levantar mi mano y pedirle silencio cuando había mucho tráfico, diciéndole que de esa manera me ayudaba a manejar mejor y agradeciéndole su silencio cuando el exceso de tráfico pasaba, reiniciando la conversación; otro ejercicio que nos ha resultado muy útil es contar, empezamos con períodos del 1 al 10 y ahora ya puede esperar y posponerse mientras cuenta del 1 al 100 cuando está verdaderamente impaciente; hay otras ocasiones en que su impaciencia no es tanta y puede esperar sin mayor problema hasta que podemos atender lo que requiera atenderse. Por supuesto, que el otro lado de la moneda es que ahora él ya levanta su manita para pedirme silencio cuando está viendo algún programa en la televisión o inclusive me pide contar antes de responder a alguna petición mía ¿esto es válido? ¡Por supuesto! Tiene todo el derecho de hacerlo y es mi compromiso el respetarlo, de esa manera lo que se le pide tiene sentido y él desarrolla este sentimiento de valía que tiene como ser humano a pesar de estar aún pequeño. Cuando la situación amerita una mayor guía o un manejo diferente él está consciente de que mamá y papá son la autoridad y de que hay cuestiones no negociables en la relación.



La expresión civilizada de los sentimientos, no es otra cosa más, que el manejo sano de los mismos, dentro de los parámetros de la sociedad, en la que el niño esté creciendo; el sentir es inherente al ser humano, el estilo de expresión se aprende. Si le validamos al niño sus sentimientos básicos: miedo, afecto, tristeza, enojo y alegría le estamos enseñando a ubicarse emocionalmente en el mundo; desafortunadamente existen sentimientos tabúes en ciertas familias que se prohíben, anulan o castigan y el niño empieza a crecer con esa “deficiencia emocional”; sentir no es malo, es natural. La manera de expresar el sentimiento es el reto. Yo sigo un lineamiento muy sencillo: lo que sientes es válido y es tu derecho, la manera como lo dices es el derecho del otro. No podemos ser groseros o agresivos simplemente porque es nuestro derecho expresar nuestros sentimientos o en el caso de los niños justificarlos porque “son niños”, yo no creo en esto, los niños aprenden tanto el lenguaje que hablan como el lenguaje emocional con el que se relacionan en el mundo. Si el niño rechaza, no le gusta o no acepta a alguna persona de la familia es válido, siempre y cuando no sea grosero. A mi hijo le validamos el rechazo inexplicable por su abuela paterna, pero eso no fue excusa para enseñarle a ser cortés, a saludarla, a decir gracias y a ser respetuoso con ella, aún cuando expresaba algo que no le gustaba. Fue muy hermoso escucharlo en una ocasión en que mi suegra lo estaba abrazando decirle: “no me gusta que me abraces por favor. Gracias”. Afortunadamente tanto para mi esposo, como para mí, sus sentimientos hacia ella han cambiado de manera natural y espontánea y ahora es más cercano; jamás escuchó de nosotros ninguna orden de “quiere a tu abuela” o “no le digas eso a tu abuela”, más bien fue enseñarle a decir lo que sentía de una manera respetuosa para que nadie se sintiera ofendido. De la misma manera expresa sus sentimientos con nosotros como sus papás, «el límite no está en el sentimiento sino en el cómo lo expresa.» El reto aquí está, en que los papás aprendamos primero si no ¿cómo lo enseñamos?

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El reto de la congruencia. Esto se reduce a la pregunta: ¿quieres un hijo sano?, ¿qué tan sano eres tú?; ¿quieres un hijo feliz?, ¿qué tan feliz eres?; ¿quieres un hijo respetuoso y responsable? ¿Qué tan respetuoso y responsable eres tú? El ser, hacer y vivir lo que inculcamos es quizá el reto más grande, no sólo como padres, sino como seres humanos. La Gestalt nos ayuda a desenmascarar nuestros propios juegos de una manera tan maravillosa, que son ineludibles, no hay donde escondernos de nosotros mismos, porque a donde vayamos, nos llevamos.

« ¿Quieres saber quién eres?, mira a tus hijos, escúchalos, son tu mejor espejo.» Indudablemente, aprenden en la escuela, de la televisión, de sus interacciones con el mundo, pero su referencia eres tú y si eres incongruente con lo que tratas de inculcar, no sólo tus palabras perderán su efecto, sino que perderás gradualmente su respeto. De ahí que mi sugerencia sea, que guiemos en base a lo que somos realmente, no a lo que pretendemos ser, o nos gustaría que ellos fueran, ese no es el camino adecuado, porque no es el camino real. Puedes hacer cambios en tu vida y elegir ejercer una paternidad y maternidad honesta, responsable y comprometida, pero necesitas empezar por ti mismo o misma, no hay otro camino. La incongruencia lleva a la pérdida de respeto de los hijos y genera un estado de desconfianza que es difícil de superar; así que la próxima vez que vayas a corregir algo, detente a analizar si no es algo que tú mismo estás haciendo de una u otra manera. La capacidad de asombro. La capacidad de asombro es lo que nos permite enamorarnos una y otra vez de la vida, de manera cotidiana y permanente. Es ver lo mismo con ojos nuevos. Cada día que un niño despierta, empieza una aventura nueva, porque cada día trae algo diferente para él; es maravilloso ver crecer a un ser humano y verlo descubrir el mundo, pero aún más hermoso, es compartir esos descubrimientos con él.

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Hay ocasiones en que me encuentro profundamente concentrada en mi trabajo y ni hijo viene corriendo gritando con una carita de alegría diciendo: “¡mami, mami ven a ver lo que hice!” o “¡mami, mami, hay un dinosaurio en la tele, ven!”; mi respuesta consistente es: “¡enséñame, vamos a ver!” y corro con el mismo entusiasmo que él. No puedo mentir al decir que muchas veces preferiría quedarme escribiendo para no perder la idea o la secuencia de lo que estoy haciendo, pero la conciencia de la importancia de esos momentos, me hace levantarme y compartir su capacidad de asombro. Si nuestra respuesta es invalidar o restarle importancia a lo que nos está compartiendo el niño, vamos debilitando poco a poco su capacidad de asombro porque no se ve alimentada; si le decimos frases como “ya me lo enseñaste ayer, hijo”, “ya lo vi”, “ya me lo sé de memoria” o cualquier frase similar, le estamos enviando el mensaje de que las cosas pierden importancia una vez que las experimentamos y con ello corremos el riesgo de criar niños aburridos o que tienden a aburrirse muy pronto y un niño aburrido es realmente muy triste, porque nos indica que su nivel de creatividad necesita estimulación. En estos tiempos con los juegos electrónicos, los niños desarrollan una serie de habilidades, que otras generaciones no tuvieron; el reto es que los niños no se olviden de jugar, de crear, de fantasear, de recurrir a su imaginación, porque es en esa área, en donde nacen los sueños y ellos son los que nos mueven en la vida. Un niño sin imaginación será un adulto sin sueños y difícilmente triunfará en la vida o será feliz, porque llevará una existencia muy pobre y aburrida; así que, estimula a tu hijo, inventa con él, juega, crea, fantasea. ¿No sabes cómo? Deja que él te enseñe. No aprendemos a fantasear, nacemos con el don de la imaginación, pero lo vamos perdiendo en el proceso de amaestramiento. No tienes que enseñarle a jugar a tu hijo, es más probable que él te enseñe a ti, si le muestras que tienes disposición y te dejas llevar. El tiempo que invirtamos jugando con nuestros hijos, es un tiempo que invertimos en crear y fortalecer una relación basada en compartir que durará toda la vida. Hoy juegas con él o con ella a sus juegos favoritos, que en ocasiones pueden parecerte aburridos y también es válido, sólo ten presente que el día de mañana si no le enseñas a compartir compartiendo con él, es muy probable que lo que a ti te guste le parezca aburrido y no quiera hacerlo contigo. 165

Recupera tu capacidad de asombro, intenta mirar tu vecindario con ojos nuevos, trata de imaginar que estás de vacaciones en la ciudad en la que vives ¿cómo la verías?; intenta diferentes rutas, diferentes combinaciones de ropa, diferentes recetas de cocina, innova, rompe patrones rígidos y aburridos, sal de la cárcel gris de la monotonía en la que a veces nos dejamos atrapar por la vida y rescata tu capacidad de asombro, no hay mejor vía para conectarte con tus hijos que ver el mundo a través de sus ojos nuevos. Te sorprenderá. Abrazar, abrazar, abrazar. ¡A toda hora, en todo momento, por cualquier razón! El contacto físico es indispensable para los seres humanos, nos alimenta, nos recuerda que estamos vivos, nos hace sentirnos seguros, cobijados, acompañados, protegidos. Nos ayuda a relajarnos, a soltar, a confiar, a llorar y a consolarnos. Nos alimenta el alma a través de la piel y nos llena el corazón el latir junto a otro corazón. La fuerza sanadora del abrazo está científicamente demostrada así como la respuesta del sistema inmunológico, pero no es de la parte fisiológica que quiero hablarte, sino de la parte emocional y de la importancia que el abrazo y el contacto físico tiene para tus hijos. Una caricia es hermosa, nos nutre, pero el abrazo nos envuelve porque cuando abrazamos lo hacemos con todo nuestro ser; en un abrazo real todo nuestro cuerpo se abre para recibir a otro cuerpo y la superficie de contacto es la más grande que podemos ofrecer. Los campos energéticos que nos rodean se funden en uno y si permanecemos en él, la intimidad que se produce difícilmente es superada por otro tipo de contacto. Cuando abrazamos a nuestros hijos les estamos diciendo corporalmente: te acepto, te recibo, te amo y cuando permanecemos en ese abrazo nos nutrimos mutuamente. No hay nada más gratificante que llegar agotado de un día de trabajo y abrazar a tu hijo, abrazarlo con tu ser, sentir su cuerpo, su cariño, recordar el sentido que tiene el esforzarte tanto, llegar en ocasiones al límite de tus fuerzas y no rendirte.

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Un padre o madre amorosa, que es capaz de establecer un contacto físico de calidad, está enseñando a sus hijos a establecer y a mantener el contacto íntimo, ese tipo de contacto en donde somos nosotros mismos, en donde nos sentimos libres, recibidos y somos capaces de recibir de la misma manera. No podemos evitar lo que les corresponda vivir a nuestros hijos, no está en nuestras manos evitarles sufrimiento, pérdidas o situaciones complicadas y conflictivas, pero sí está en nuestras manos, otorgarles las herramientas para enfrentarse a la vida. Nadie dijo que la vida fuera fácil, no lo ha sido ni para ti ni para mí y no lo será para nuestros hijos, sin embargo, el tener las herramientas adecuadas para enfrentarla nos asegura éxito que no es otra cosa más que alcanzar el bienestar en cualquiera de sus áreas. Si se te concedió el don de la paternidad o maternidad es porque tienes con qué ejercerlo, confía en tu sabiduría, en tu intuición, en esa parte que siempre estará conectada a tus hijos porque finalmente son parte tuya. Tú tienes tus propias respuestas y nadie conoce mejor a tus hijos que tú mismo, confía en ti aún a pesar de que al leernos puedas sentir que has cometido errores; los errores son sólo otra manera de hacer las cosas; quizá sea el momento de hacer ajustes, de cambiar de rumbo, nunca es demasiado tarde y las respuestas siempre llegan en el momento preciso. Yo siempre digo que la vida tiene “vuelta en U” y que es válido usarla en cualquier momento. Regresa a ti y a ese ser maravilloso que la vida te otorgó como regalo; la maternidad y la paternidad son un regalo sean cuales sean sus circunstancias y como tal, es importante agradecerlo, atesorarlo y asumir la responsabilidad que nos corresponde. Agradezco al universo, por la oportunidad de poner en estas líneas, parte de mi caminar como madre Gestaltista y confío en que encuentres en estas líneas algo que pueda serte útil, para mí ha sido una experiencia maravillosa plasmar en papel mi ser y mi hacer cotidiano en esta aventura mágica de la maternidad. Sea cual sea tu momento de vida y tu circunstancia, gracias por coincidir aquí y ahora conmigo. Pilar Ocampo Pizano México- USA Centro de Desarrollo Humano y Psicoterapia Gestalt www.gestaltoaxaca.com 167

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SOL DE OTOÑO Toña Sala Almazán

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SOL DE OTOÑO Toña Sala Almazán Educar a un hijo consiste en “proporcionarle seguridad, audiencia para las proezas, consuelo para las heridas, sugerencias y equipamiento material para el paso siguiente, y respuestas cuando pregunta” 53Paul

Goodman

Me gusta el sol de otoño, especialmente a primeras horas de la tarde. En estas horas, el sol calienta pero no quema, desciende un poquito del cielo, acercándose más a la tierra. Abandona, en esta época, la alta posición que ocupaba en el cielo a lo largo de los meses de verano, donde reina soberano, exuberante, espléndido. Me gustan también las tardes-noches fresquitas de la primavera, esa época del año donde la luz aún no es demasiado estridente, es una luz clara, sosegada, envolvente, la temperatura es tibia. Así me siento yo en esta etapa de mi vida, como un sol de otoño y como una tarde-noche de primavera. Soy una mujer madre y una terapeuta Gestalt en el otoño de su vida. De la primavera de mi existencia, conservo la frescura con la vida, la capacidad de soñar, de ilusionarme, de fascinarme, de apasionarme. Del verano de mi existencia, conservo la capacidad de trasformar los sueños y las ilusiones en proyectos que realizo. El otoño de mi vida me posibilita hacerlo a otro ritmo, con otra cualidad de luz. Al invierno de mi existencia aún no he llegado, confío y espero ir llegando a él. Me gusta esta época de mi vida, la saboreo, me satisface. Nací hembra, soy mujer, esposa, madre, abuela, hermana, amiga, amante, soy terapeuta Gestalt; soy hija y nieta aunque ya nadie me responda cuando susurro, digo, grito, “mamá”, “papá”, “yaya”, “yayo”. Palabras de Paul Goodman, que en estos momentos creo recordar que leí en alguno de los libros de Carmen Vázquez y en un artículo de Ángeles Martí. 53

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En la primavera de mi vida experimentaba y empezaba a saber, en el verano de mi vida experimentaba algo menos y sabía un poquito más, ahora sé que sé, sé lo que siento y experimento lo que siento, lo que aúna las vivencias-experiencias de mi vida con el conocimiento. 54“El

self no conoce por anticipado lo que va a inventar, ya que el conocimiento es la forma de lo que ya se ha producido”

La asimilación de mis experiencias vividas y la asimilación de los conocimientos adquiridos, forman parte del fondo, de mi bagaje existencial; este fondo se moviliza, se “bate” como diría Carmen Vázquez, en los encuentros con l@s otr@s, especialmente me gusta ese movimiento cuando trabajo con familias. Aunque en este capítulo voy a escribir acerca de mi experiencia de ser madre y gestáltica, quiero manifestar que para mí, excepto gestar, parir y dar de mamar, un hombre puede realizar las mismas funciones de crianza y educación que una mujer. Que abogo por la crianza compartida y por el compromiso compartido. Dos de mis cinco hijos nacieron en pleno verano de mi vida, mi hija Uno me convirtió en madre por primera vez, mamá aún pre-gestáltica; mi hijo Dos me volvió a convertir en madre, entonces mamá en formación gestáltica; mi hija Tres nació en el verano ya avanzado de mi vida y partió pronto de este mundo, con mi hija Cuatro y mi hijo Cinco me encontré en ese verano ya avanzado, mamá ya gestáltica y mamá adoptante; mi nieto ha nacido en el otoño de mi vida, abuela gestáltica. Todos mis hijos son fruto del amor, del amor que sus padres y yo nos profesamos allí y entonces. Mis dos hijos mayores, son fruto de un amor de mi vida, cuando ésta transcurría allá por el final de la primavera de mi existencia y el inicio del verano de la misma. Mi hija Tres fue fruto del amor con el hombre con quien actualmente comparto mi vida, desde hace ya casi veinte años, aunque ambos nos sentimos sorprendidos cuando hacemos recuento de los años de convivencia. Ambos sentimos que volveríamos a elegirnos.

Perls.F.S, Hefferline. R.F y Goodman P (1951). Excitación y crecimiento de la personalidad humana. Sociedad de Cultura Valle-Inclán 2002. PHG II, 9, 9 54

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A los padres/madres, de mi hija Cuatro y de mi hijo Cinco, no los conozco, ese desconocimiento lo devuelvo al misterio de la vida. También tengo otros hijos e hijas de la vida, mis alumnos y mis alumnas en formación, ellos y ellas me convierten en mamá formadora gestáltica, me doy cuenta que esta experiencia pertenece a otra historia. En este artículo voy a hablar de mi experiencia como “madre gestáltica”. Toda relación madre-hij@, se produce sobre un fondo de relaciones que es más amplio. Sobre un fondo de relación de pareja, de relaciones familiares, de relaciones de amistad, de relaciones laborales y profesionales, de relaciones con la comunidad: servicios médicos, escolares, etc. Cuando un hijo nos convierte en madre, a una mujer, añade un rol a nuestra identidad, ahora soy “X”, la madre de .. Cuando un hijo convierte en madre a una mujer-hija ésta comparte con la madre el maravilloso misterio de la vida, de ser dadora de vida. Cada mujer/madre lo somos en un tiempo-espacio concreto, en una cultura y en una sociedad determinadas: esta sociedad cultural tiene unos estilos de vida, unas estructuras familiares, unos valores en alza y otros a la baja, unos criterios acerca de la crianza, la educación, las relaciones familiares, la salud, etc. En otras palabras: toda mujer-madre tenemos unos introyectos culturales resultantes del proceso de socialización acerca de como “debe de ser una madre”, otros introyectos provenientes de la propia familia, transmitidos transgeneracionalmente y también poseemos unos introyectos acerca de nosotras mismas en relación a esta función. Hay introyectos que son fácilmente accesibles al darse cuenta, se constituyen en figura en la experiencia en curso, estos introyectos generalmente han sido, en principio, mensajes explícitos del ambiente, otros introyectos no son tan accesibles al darse cuenta. Al ser madre por primera vez, en mi bagaje experiencial, poseía mi experiencia como hija, sobrina, nieta, un modelo de madre que no trabajaba fuera del hogar, mis dos hermanas, más de una década mayores que yo, dejaron sus respectivos trabajos cuando se casaron para “hacerse cargo del hogar y la crianza de los hijos”. Pertenezco a una familia donde se recibe a l@s niñ@s con alegría y con mucha ilusión. Mi madre poseía muchas capacidades para educar, le encantaban los bebés, los niños y también los jóvenes.

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De ella aprendí que tod@s l@s nñ@s posen características que los hacen hermos@s y singulares, que hay que ser pacientes, comprensivos, cariñosos con ellos, que hay que dedicar tiempo para estar y jugar con ell@s. Yo no sólo era una mujer trabajadora, era también una mujer estudiante, en formación, sentía pasión por la Psicología y, más adelante, sentí pasión por la Terapia Gestalt. En esa época tenía poco tiempo de mi vida para estar y jugar. Durante muchos años, he experimentado el aguijón de la culpa con ello, danzaba con algunos introyectos familiares del tipo: “primero los hijos y luego lo demás”, “los hijos han de ser criados por sus padres”, con otros introyectos sociales del momento que, junto con los anteriores, empezaban a crearse: “la mujer tiene derecho a una profesión y a ejercerla”, “la crianza de los hijos es una tarea-responsabilidad compartida por ambos padres”. La participación del padre en la crianza y educación de los hijos, y la creciente autonomía de la mujer, comenzaba a cambiar las estructuras familiares, las relaciones entre el hombre y la mujer y entre los padres y los hijos. Pertenezco a una generación donde las mujeres estábamos incorporándonos cada vez más al mundo de los estudios y al mercado laboral, donde las guarderías empezaban a aparecer, como las setas aparecen en otoño en los bosques frondosos. En aquella época, principios de la década de los 80, cada vez que dejaba a mi hija Uno, de dieciocho meses de edad, en la guardería , me sentía pésima, “no soy una buena madre”, me repetía a menudo. Aún estaba lejos de encontrarme con la Terapia Gestalt, con la posibilidad de la terapia, de elaborar todas estas vivencias y sentimientos en el contexto del proceso terapéutico junto a un otro, de darme cuenta cuáles de esos introyectos eran ego-sintónicos y cómo los hacia míos, y cuáles de ellos no lo eran. Creo que pertenezco a esa generación de mujeres que yo denomino “bisagra” entre la generación de mujeres que trabajaban solo en el hogar y las que lo hacemos fuera. Me agrada pensar que esta generación de mujeres a las que pertenezco, hemos puesto un granito de arena que contribuya a que otras tantas mujeres transiten muchos caminos diferentes que les permita vivir con satisfacción esas diferentes dimensiones de su identidad y de su ser. 174

Si echamos un vistazo a la historia de la humanidad en general y, a la de nuestro país, España, en particular, muchas mujeres siempre han trabajado no solo en las tareas propias del hogar, sino que muchas de ellas trabajaban también en tareas de los campos, con el ganado, vendiendo en mercados, etc., muchas de ellas realizaban estas tareas haciéndose cargo al mismo tiempo de sus hij@s. Lo que cambió en nuestra estructura social es que las mujeres-madre empezaron a trabajar en empleos remunerados y delegando el cuidado de sus hijos en terceras personas. En estos momentos de mi vida he encontrado el equilibrio y la armonía entre mis distintas funciones y las necesidades que experimento con cada una de ellas. «Ser madre es para mí una función y, ante todo, aceptar un compromiso, una función con la que me comprometo con la totalidad de mi ser» El compromiso de realizar la función de acompañar a otro ser humano, en su desarrollo y en su devenir persona, ESTANDO/SIENDO presente, disponible y diferenciada en mi función y en mi rol. Laura Perls nos dice: 55“cuando te comprometes de verdad «quiere decirse en la fortuna como en la adversidad, ocurra lo que ocurra dentro de los límites de esa situación; no sólo en el matrimonio o dentro de la familia, sino en cualquier relación en la que hayas aceptado alguna responsabilidad, en una profesión, un arte, una vocación» no hay salida.” Más adelante dice: 56“comprometerse voluntariamente supone sacrificarse, renunciar a cosas que nos interesan, con las que nos sentimos comprometidos y que tienen un valor para dedicarse a algo que es más importante. Este es el aspecto más difícil del compromiso.” El hecho de concebir ser madre como una función con la que me comprometo, me posibilita que esta función y este compromiso pueda realizarlo y cumplirlo con un hijo que sea biológico o que no sea biológico. 55

Perls. L. Viviendo en los límites. Promolibro Valencia, 1994. Pág. 192

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Perls. L. Viviendo en los límites. Promolibro Valencia, 1994. Pág. 195

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Soy madre adoptante de una niña, ahora ya adolescente, y de un niño, ahora entrando en la adolescencia, que tiene síndrome de Down. Una vez comprometida con esta función “ya no puedo escapar”. Ese ESTANDO/SIENDO con un@ otr@-hijo@, requiere la capacidad de diluir la frontera para brindarte a la confluencia y la capacidad de restaurar la frontera para permanecer diferenciada en ella, desarrollar la habilidad para ofrecer a ese otr@-hij@ un APOYO adecuado y suficiente en cada momento de su devenir persona que le posibilite un desarrollo holístico. Para mí el concepto de APOYO, autoapoyo y heteroapoyo-ambiente y los conceptos de INTERACCIÓN y de CO-CONSTRUCCIÓN de la experiencia, son cruciales para entender y observar el desarrollo de l@s niñ@s y su devenir personas. Cuando trabajo con familias, dedicamos un tiempo a tomar conciencia de cómo los padres están apoyando el desarrollo de su hij@s, y la capacidad de l@s hij@s para autoapoyarse, y si ambos tipos de apoyo son adecuados y suficientes para ese momento. A veces descubrimos que ese apoyo es insuficiente, los padres perciben a sus hij@s más mayores de lo que son y les piden de forma directa o indirecta ajustes que son posibles para niñ@s más mayores, en estos casos observamos un exceso de autoapoyo en l@s niñ@s, que suele ser el camino de la autosuficiencia con la consecuente pérdida de fe y confianza en el entorno. En otras ocasiones, descubrimos que hay un exceso de apoyo en detrimento de un autoapoyo adecuado, los padres siguen tratando a sus hij@s como si fuesen más pequeños de lo que lo son en realidad, impidiendo de esta manera que l@s niñ@s realicen sus propios procesos de ajustes creadores, un camino que suele conducir a una falta de awareness personal, a una dificultad para experimentarse diferencad@s del entorno, y aumenta la dependencia hacia éste. L@s niñ@s, no son meros receptores pasivos del entorno-padres, afectan y responden de una u otra forma a éste. Parte de nuestro trabajo es observar CÓMO realizan junt@s esta danza.

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El psicoanalista D. Winnicott, utiliza las palabras “ambiente facilitador”, “un ambiente suficientemente bueno”, para referirse a las condiciones necesarias al inicio de la existencia, que posibiliten el desarrollo del niño de una manera que en Terapia Gestalt denominamos holística. En Terapia Gestalt decimos, que existe un campo que se va organizando de tal manera que uno de los elementos que lo constituye, la madre, da un apoyo constante y se brinda a sostener un estado de confluencia necesario para que el bebé encuentre el apoyo que necesita para desplegar y, como expresa Carmen Vazquez, “desarrollar plenamente sus potencialidades organísmicas de un modo holístico”. Este campo cambia continuamente de configuración, en función de las necesidades dominantes del momento de la díada niño-cuidador. Por lo tanto, variará también el apoyo que demos al niño en función del momento de desarrollo en el que se encuentra y de la capacidad de autoapoyo que haya desarrollado. La progresión del crecimiento es un camino que va de la dependencia total del ambiente, a la dependencia relativa, a la independencia y, por último a la autonomía. “Ser-bebé, ser-niño chico, ser-niño, ser-jovencito, ser-joven.....” son momentos del desarrollo y cada uno de estos momentos requiere de un apoyo diferente. «Lo que se mantiene es el apoyo y lo que varía es el tipo de apoyo.» Este proceso requiere de ajustes creativos por parte de los niños y de sus padres, como he expresado unas líneas más arriba, algunas dificultades que experimentan las familias tienen que ver con que el heteroapoyo-ambiente ofrecido y el autoapoyo se convierten en unas formas fijas poco adaptadas a las necesidades siempre cambiantes de los integrantes de la relación. Nosotras las madres, también estamos hechas del material de la vida y de lo vivo: somos carne y huesos, por nuestras venas fluye la sangre, este cuerpo encarnado que somos, experimenta necesidades de comer, dormir, descansar, cansancio, vitalidad, fuerza, agotamiento…, este cuerpo encarnado que somos experimenta las sensaciones, las emociones y los sentimientos que conlleva estar viva, tristeza, alegría, desanimo, aliento… Toda esta parrafada es para expresar que las mujeres-madres necesitamos encontrar un equilibrio entre el autoapoyo y el heteroapoyo, al igual que los hombres-padres.

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Ser siendo «Madre de mis hijos», « Madre Gestáltica» Cuando mi hija Uno me convirtió en madre, ese compromiso me vino grande, muy grande. Andaba yo por aquel entonces acabando la carrera de Psicología (57Manuel Ramos y yo nos conocimos desde primero de carrera), yo trabajaba en un hospital como enfermera (ATS en aquella época, ahora se denomina DUE). Fue realizando prácticas en el paritorio de maternidad donde descubrí y aprendí que es el nacimiento de un hijo el que convierte en madre a una mujer y en padre a un hombre, en realidad cada parto es un parto doble/triple: nace un bebé, nace una madre y nace un padre, fui testigo de este hecho repetido de la vida, muchas veces, fui testigo de muchos nacimientos de bebés, de madres y de padres. Estar presente en estos hechos, fue para mi una experiencia sorprendente y conmovedora, la primera vez que vi nacer a un niño me quedé “pasmada”. Cuando el ginecólogo me dijo que lo cogiese, empecé a temblar “como una hoja de abedul azotada por el viento”, tenía miedo de que se me escurriese de los brazos y fuese a parar al suelo, estoy segura que al bebé y a mi nos asistió ese día un ángel de la guarda. Cuando les entregaba el bebé a sus padres, con un gran suspiro de alivio por mi parte, escuchaba sus suspiros mientras decían “ya soy madre”, “ahora ya soy padre” y estas frase y otras similares las oí pronunciada de muchas maneras diferentes: con júbilo, con miedo, con alegría, con tristeza... Algunos años más tarde, después de acabar la carrera en Psicología, de formarme en Terapia Gestalt y de trabajar con niños y sus padres, me encontré con el libro de D.Stern “El nacimiento de una madre”, y pude entender en profundidad ese parto doble/triple. Me embaracé en el último año de carrera, había tenido ya dos abortos, así es que estuve en reposo en cama durante todo el embarazo, no me levantaba ni siquiera para ir al baño, de hecho, cuando me levanté por primera vez, después de muchos meses, no sabía andar, me costó un tiempo coordinar mis movimientos.

57

Director del Instituto de Terapia Gestalt Valencia (España)

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Ahora que escribo estas líneas, me doy cuenta de que me comprometí con el embarazo, puse entre paréntesis mi trabajo, mis estudios, mi vida cotidiana, elegí hacerlo, elegí apoyar el proceso de la vida de mi hija, juntas lo conseguimos con el apoyo de su padre y de sus abuelas que nos cuidaban cada día. Ellas también se comprometieron con este proceso, también hicieron un paréntesis en sus propias vidas. Ahora me emociono, noto las lágrimas correr por mi rostro, las letras se me desdibujan…, he dejado de escribir un rato, ya no lloro, siento una cálida sensación en el pecho, es agradecimiento y nostalgia, de ellas, de ellas que ya murieron y que siguen vivas en mi afectividad y en mis recuerdos, también en los de mis hij@s. El embarazo lo viví con ilusión, esperanza y una dosis de angustia por si no continuaba, aunque estaba en reposo, tenía discretas perdidas de sangre. A menudo hablaba con ella gritando en mi interior con fuerza y con pasión “vive”, “aférrate a la vida, yo te espero, te esperamos muchas personas, te espera la vida y la existencia”. La imaginaba niña y con los ojos azules, menuda, con la piel suave y oliendo a bebé, la fantaseaba en mis brazos acunándola, dándole de mamar, sintiendo su cuerpecito. Mi hija Uno tiene unos preciosos ojos azules. Ahora sé que durante el embarazo los padres creamos ya una relación con nuestr@ futur@ hij@, es la prehistoria del vínculo con él, en palabras de Brazelton y Cramer: “[...] 58Las fuerzas, biológicas y ambientales, que llevan a hombres y mujeres a desear tener hijos, y las fantasías que estos deseos suscitan, pueden considerarse como la prehistoria del vínculo. Más tarde durante el embarazo y los nueve meses de adaptación, física y psicológica, al feto en crecimiento, hay una progresión de etapas que se podrían describir como los albores del vínculo” Mi hija Uno nació unas semanas antes de la fecha prevista, el parto iba viento en popa pero como el ginecólogo la consideraba “un feto valioso” decidió practicarme una cesárea, su padre y yo aceptamos. Nació sana, con mucho pelo negro. Entonces creí que nació antes por mi impaciencia, por mis ganas de encontrarme con ella, tal vez, también devuelvo esta duda al misterio de la vida.

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Brazelton: T. y Cramer. B. G. (1990). La relación más temprana, Paidós 1993, pág. 23

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La anestesia me produjo algunos efectos secundarios: no pude cerrar los ojos ni dormir en una semana y tenía alteraciones perceptivovisuales. Mi nivel de ansiedad era muy alto, estaba cansada, irritable y nerviosa. En esas condiciones no pudimos ella y yo construir el acople necesario para alimentarla con el pecho, me los vendaron y me administraron medicación para que se me fuese la leche. Estos primeros días de la vida de mi hija Uno fueron un choque frontal entre todas las fantasías que había alimentado durante el embarazo y la realidad de su existencia: era de carne y hueso, estaba viva y tenía necesidades y yo, sentía que no llegaba. Fue muchos años después, al trabajar con padres y construir con ellos la historia evolutiva de sus hijos, desde incluso antes de la concepción, que aprendí que tanto en la afectividad como en la mente de nosotros, padres y madres, coexisten tres bebés: 

El que imaginamos en nuestras fantasías, todas las representaciones que hacemos tanto de nuestro futuro hijo como de nosotros mismos como madres y padres;



El que imaginamos al ver las ecografías;



Y el bebé nacido, encarnado, el que podemos ver, tocar, oír…

En algunas ocasiones estos “tres bebés” se funden en el bebé nacido, en otras ocasiones no es así y la madres y los padres realizamos una duelo por ese bebé fantaseado y representado. Yo realicé el duelo de mis muñecas “Barriguita” para poder responder a las necesidades de un ser vivo. Mi hija nació en marzo, yo realicé los exámenes de 5º de Psicología presentándome a todas las repescas entre mayo y junio, solo me quedó un parcial para septiembre. Mis padres estaban estupefactos, el padre de mi hija perplejo y yo como una moto. Estudiaba entre cambio de pañales, biberones, baños, iba con ella cuando quedaba con mis compañer@s para estudiar, la metía en su capacito, cogía los cachivaches y allá que íbamos las dos. Ese fue mi ajuste creador para satisfacer mis distintas necesidades y las de mi hija. Cuando me reincorporé a mi puesto de trabajo la dejaba con las abuelas, empezamos a pasar menos tiempo juntas. 180

Durante la infancia de mi hija yo trabajaba en el hospital y me seguía formando como terapeuta. Ahora, al escribir estas líneas pienso que si me hubiesen visto por un agujerito Winnicott, Bolwby, Stern…, mejor ni imaginar lo que dirían, dejémoslo así. En el presente de nuestras vidas mi hija Uno y yo hemos tenido muchos encuentros desnudándonos el alma, hemos abierto heridas, las hemos limpiado, nos hemos hecho reproches, nos hemos agradecido, hemos llorado y reído juntas, pero sobre todo hemos podido experimentar el profundo afecto que nos profesamos. Vuelvo a emocionarme, siento un nudo en mi garganta y las lágrimas prontas, siento tristeza y pena. Ahora me siento relajada y conmovida, me he sentido tanto tiempo en deuda con ella por lo que allí y entonces no supe hacer de otra forma, que esta tristeza y esta pena me recuerdan lo mucho que me sigue gustando que hubiese sido de otra forma y, al mismo tiempo me siento en paz desde saber y sentir que entre ambas existe un vínculo de amor, de confianza y de compromiso para seguir co-construyendo nuestra relación. No podemos ir para atrás, podemos partir de donde estamos para ir llegando a donde nos conduzca el camino del afecto, la honestidad, la responsabilidad y el compromiso, caminando ese camino con confianza y con fe. Traigo a este momento estas palabras: “59El instante que sigue no es el borde de un precipicio. Gracias a la fe, no estoy encerrado en la jaula de lo acabado de mi experiencia; hay un horizonte, y no barrotes”

Madre en formación Gestáltica. A mi hijo Dos lo parí, co-construimos juntos el proceso del parto que transcurrió de una manera muy satisfactoria para los dos. Nos acoplamos de forma espontánea desde el primer momento.

Paul Goodman. Little Prayers and Finite Experiencie, Harper & Row, New York, 1972 (Citado por J.M. Robine en Manifestarse gracias al otro, Los libros del CTP-11. Pág. 29) 59

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Mi hijo Dos asistió a algún que otro taller de formación en Terapia Gestalt (me formé en el centro de Vicente Cuevas y un terapeuta que dejó poso en mí fue Eduardo de Grazia), mis padres me lo traían para que le diese de mamar, por cierto, fue un mamador increíble desde el primer día de su vida hasta que cumplió seis meses. Los recuerdos que traigo a mi aquí y ahora son muchas imágenes de los dos en una mecedora que nos regaló su abuela paterna. Ahora sé que el balanceo y el mecer a un niño produce una estimulación vestibular, lo importante que es la estimulación vestibular para que en el cerebro del bebé, el sistema de activación reticular (SAR) es esencial para el desarrollo normal del cerebro y para una repuesta adecuada al entorno, allí y entonces lo que sabía es cuanto me gustaba esos momentos en la mecedora. El SAR es la zona que activa el resto del cerebro (una especie de botón on-off). Esa función se llama «excitación», es decir, la movilización de la actividad cerebral, y comprende la atención, la concentración y las reacciones emocionales a la estimulación, lo que permite también mostrar una reacción adecuada ante el peligro. Las estimulaciones sensoriales activan el SAR, en particular el contacto táctil y el vestibular. El contacto y las estimulaciones vestibulares liberan las endorfinas cerebrales que hacen del contacto materno una experiencia agradable, de alguna manera esto determina que el bebé, en palabras de Niels Peter Rygaard (2005), “se haga dependiente del contacto materno y llore si la madre se va.” Este mecanismo puede desaparecer si los períodos de separación son demasiado prolongados. La estimulación vestibular la recibe ya el feto durante el embarazo, cuando la madre se mueve, camina, corre, nada, hace gimnasia, se agacha, etc., continúa después del nacimiento cuando el recién nacido, bebé después, es mecido y acunado. ¿Qué ha pasado con esas cunitas de antaño que movían en un suave balanceo el capazo donde estaba el bebé? Han sido sustituidas por las nuevas cunas de diseño transformables después en cama, a juego con el resto del mobiliario de la habitación del bebé y que cumplen todas las normas de seguridad de la CEE. ¿Qué ha pasado con las mecedoras que, entre otras cosas, servían para que madre y bebé experimentaran ambos momentos de intimidad y recogimiento (proyección adulta, lo sé), de estar juntos meciéndose suavemente, tocándose, mirándose, comunicándose sin palabras?

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Recuerdo muchos momentos así con mi segundo hijo, en esa mecedora que su abuela paterna nos regaló a ambos, con mi primera hija aún no había descubierto el “efecto mecedora”. Allí y entonces aún no sabía todo esto, sólo disfrutábamos mi hijo Dos y yo de los momentos de encuentro en la mecedora. Desde que dejé de usarla con mis hijos está en mi sala de terapia, si mi mecedora hablara, y lo hace a poco que le insistas, nos contaría que en ella yo he mecido ya a algunas personas, adultos y niños. También nos diría que ha sostenido a algunos padres acunando o sosteniendo a sus hijos, experimentando el recibir-coger-sostener (padres) y el sotar-abandonarse-ser sostenido (niño); otras veces ha sido testigo de la experiencia de algún pequeño obstinado empeñado en ser más fuerte y más poderoso que sus padre/madre, obstinados a su vez en mostrarle a su hijo que ellos ya están preparados para sostenerlo a él: el niño se sienta en la mecedora y el padre/madre encima de él, al poco el niño está casi aplastado y cambian las posiciones: el padre/madre sostiene al hijo, el hijo experimenta la fuerza muscular del cuerpo de su padre/madre, la adecuada para contenerlo sin aprisionarlo, la confianza mutua se restablece, cada uno está en el papel que le corresponde por edad y función de vida. Con mi hijo Dos empecé a aprender que madre-bebé formamos una díada en la que nos influenciamos mutuamente y vamos configurando entre los dos la experiencia, co-creando momento a momento la relación. La interacción entre ambos se da sobre todo a través de la comunicación no verbal, ambos conseguimos ser expertos en la sutileza de los pequeños movimientos faciales, de los tonos vocales, de la cualidad de las miradas, de los tonos musculares. “[...] La descripción de sus interacciones no verbales, momento a momento, revelan vívidamente cómo madre e hijo se influyen y configuran entre los la experiencia” Estaba asimilando un principio fundamental de la Terapia Gestalt: que hablar de un organismo separado de su entorno es una especie de ilusión, que lo que existe es un campo organismo-entorno y que ese campo es anterior a la experiencia. O como dice Jean Marie Robine, “primero es la situación y después la individuación.” A medida que mi formación avanzaba e iba asimilando la Terapia Gestalt, iba experimentando mi ser-estando madre de otra manera, poco a poco iba desarrollando un mayor awareness, poco a poco iba dejando de utilizar menos atributivos del tipo “eres”, “si tú...” y estando en la fronteracontacto presente con mis sentimientos y necesidades. 183

También empezaba a ser mas descriptiva que evaluativa e interpretativa, empezaba a dar pasos por el camino de las relaciones igualitarias, que como expresa Carmen Vázquez “De todas las teorías sobre psicoterapia, la Terapia Gestalt mantiene de un modo claro su criterio de relaciones igualitarias. Esto no quiere decir idénticas. La teoría de la Terapia Gestalt mantiene que es posible la igualdad, el respeto, el intercambio sin avergonzar, el sugerir sin dominar....”. Madre Gestáltica. Mi hija Tres llegó a mi vida en la sazón del verano de mi existencia, el embarazo lo viví con placer, con ilusión, con serenidad, su padre y sus hermanos mayores nos sentíamos muy contentos con la promesa de su existencia. Hacia el séptimo mes de embarazo la ginecóloga que me acompañaba en este proceso observó en una ecografía que mi niña no crecía, a partir de este momento todo fue un torbellino de pruebas médicas, vivencias, sentimientos… Aún recuerdo con dolor y con rabia una ecografía que me practicaron en el hospital en el que estaba ingresada. Acababan de recibir en el servicio de RX un ecógrafo “de última generación”. Estaba rodeada por seis médicos pero no pude encontrar a ningún ser humano entre ellos, me sentía inexistente para ell@s y profundamente sola. Hablaban de mi hija y de lo bien que el ecógrafo mostraba sus imágenes pero ningun@ vio las lágrimas que corrían por mi rostro, ni el temblor de mi cuerpo, ningun@ vio como retorcía las sábanas de la camilla con mis manos. Cuando acabaron la ecografía, contentos con los prodigios del nuevo aparato, me tapé con la bata mi vientre desnudo, me senté temblorosa en el borde de la camilla, me limpié con el dorso de mis manos las lágrimas y les dije con voz teñida de rabia y de dolor “esta es la experiencia más deshumanizante que he experimentado en mi vida, nunca antes me había sentido tan sola entre tanta gente”. Mis palabras les sorprendieron, me miraron por primera vez a la cara, me pidieron disculpas y yo no les contesté, solo quería salir de allí. Me practicaron una cesárea, me desperté de la anestesia en un pasillo de los quirófanos sola y oyendo mi voz gritando una pregunta “¿mi hija está viva?”. Sólo era capaz de pronunciar esa pregunta una y otra vez, finalmente se me acercó un miembro sanitario y me dijo que se la habían llevado a la UCI de neonatos. 184

Mi hija Tres vivió cinco días, y yo lloré su muerte intuida esos cinco días, lo poco que comía lo hacia llorando, lo poco que dormía lo hacia llorando, hablaba llorando, lágrimas mansas, suaves, rabiosas, impotentes... Sólo dejaba de llorar cuando iba a verla y podía tocarla a través de unas manoplas que había en la incubadora. Al quinto día de su nacimiento, muy temprano por la mañana, un médico de neonatos nos informó que había fallecido esa madrugada. Hubiese saltado sobre él, ¿era un ladrón?, ¿nos había robado a mi marido y a mí la posibilidad de estar con nuestra hija en esos momentos? Dejé de llorar de golpe y me rompí, mi organismo empezó a funcionar en modo automático. Pedimos verla y una enfermera nos la trajo, fui incapaz de tomarla en mis brazos, no sentía nada, excepto un profundo vacío en mi vientre y en mi alma, no pude articular ninguna palabra. Las únicas palabras que pronuncié unos minutos después fueron para pedir el alta voluntaria. Quince días después estuve a punto de morir de una necrosis intestinal a consecuencia de la cesárea que me habían practicado, me salvó la vida la intuición y la determinación de un cirujano de guardia que se plantó delante de mi marido, mi madre y mi hermana mayor, que dudaban en autorizarle a que me interviniese y les dijo “voy a meterla en quirófano con o sin su autorización”. Me salvó la vida, las cicatrices que tengo en mi vientre y en mi abdomen dan fe de ello. Fueron momentos muy duros y difíciles para todos. Me sentí muy apoyada y sostenida por mi marido, mi madre y mis hermanas. Recuerdo cuando mi hijo Dos llorando y abrazado a mis piernas me preguntó dónde estaba su hermana, le contesté que Dios (no soy religiosa) se la había llevado con él y que la iba a cuidar muy bien porque él amaba a los niños. Mi hijo me respondió: “¿y si él tiene tantos niños porque no nos la devuelve?, pídesela mamá, pídesela y que nos la devuelva”. No supe que contestarle, le abracé y lloramos juntos. Poco a poco fui volviendo a la vida, a sentir, a sonreír. Unos meses después cavé la tierra que hay en la casa donde vivimos y planté, junto con mi marido y mis hijos, todos los árboles que ahora ya están crecidos y frondosos. Fue mi ajuste para transcender el dolor que experimentaba, era mi forma de transformar el dolor en vida y, de esta manera, ir dotándolo de sentido y de significado. 185

Mi marido, mis hijos y yo estábamos preparados para recibir en nuestras vidas a un nuevo miembro de la familia, nos quedamos con capacitos llenos de ternura, ilusión y amor y dos años después pudimos compartir el contenido de esos capacitos con dos nuevos miembros en la familia: mi hijo Cinco, primero invitado en el hogar como familia acogedora y, un año después mi hija Cuatro a la que fuimos a buscar su padre y yo “más allá de los mares” Aún a día de hoy, si la vida me diese la posibilidad de volver a un sólo instante de mi vida, volvería al momento en que la enfermera nos trajo a nuestra hija Tres, (no puedo escribir, estoy sollozando… ahora ya me siento serena…) pediría una mecedora, la tomaría en mis brazos, la acunaría apoyándola sobre mi pecho, cerca de mi corazón y le diría lo mucho que la amamos su padre, sus hermanos y yo. Le pediría perdón porque el útero que soy, no fue capaz de sostener su vida aunque sé y siento que ese útero que soy, hizo lo que pudo y lo hizo con entrega. Confío y espero que la energía de su alma en algún punto y momento del espacio-tiempo se encuentre con la energía de nuestras almas y podamos danzar entrelazados, formando parte del Alma Universal. Gracias hija por tu breve existencia. “Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”, dice un refrán muy antiguo: unas palabras en favor del personal sanitario que trabaja en neonatos: yo creo que son personas cálidas y cariñosas, tocan a los recién nacidos, les hablan, les canturrean, les ponen motes cariñosos, los cuidan, los conocen pronto y los distinguen por el tipo de llanto que cada uno tiene. En esta experiencia vital hubo una persona, un medico amigo que yo visitaba con cierta regularidad, que me dijo estas palabras: “tu hija ha muerto sin la presencia de su madre ni de su madre, PERO no ha muerto sola, eso te lo aseguro. Tampoco ha vivido sola sus cinco días de vida, el personal de neonatos CUIDA a sus bebés. Es cierto que ha vivido poco, pero ha sido amada intensamente por sus padres incluso antes de nacer. Ella se fue habiendo sido amada”. Estas palabras y la emoción y convicción con que me fueron dichas fueron un bálsamo para mi alma torturada, experimenté alivio y paz al escucharlas.

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Este es un “dolor de vida” que me acompaña, con el que convivo día a día de forma amistosa y cordial, no me rompe, no me ancla, no me fija, permanece en el fondo y, en ocasiones, como es este momento en que escribo estas líneas y, en otros tantos que he escrito o hablado de ello (algunas de estas vivencias las compartí en la Tesina que elaboré para la AETG), ese dolor emerge como figura, recuerdos, imágenes, emociones… mi hija Tres, guardo ese amor en mi corazón y poco a poco ella vuelve al fondo. Desde este “dolor de vida” he podido acompañar a algunas personas que han sufrido perdidas afectivas, a algunos padres en procesos parecidos; he podido ofrecerles las palabras de mi amigo médico y las palabras sentidas-experimentadas en la situación presente en curso. La propia experiencia de vida, en el momento adecuado, al servicio del proceso terapéutico y no, el proceso terapéutico al servicio de la propia experiencia de vida. Las experiencias vividas y asimiladas son excelentes elementos-nutrientes para ese fondo que apoya figuras emergentes en cada aquí y ahora de nuestros encuentros con otro, con el que vamos co-construyendo la experiencia del proceso-de-contacto. El embarazo (proceso de adopción) de mi hija Cuatro duró dos años. El encuentro con ella fue muy hermoso y emocionante, cuando nos encontramos ella tenía casi cuatro años. Mi hija Uno me había preparado para ese encuentro un bolsito pequeño, redondo y transparente que se colgaba del cuello; dentro del bolsito había un pintalabios, gomas y hebillas del pelo entre otras cosas. Yo llevaba ese bolsito colgado de mi cuello, mi hija Cuatro se sintió atraída por él y se acercó a mi marido y a mí para mirarlo de cerca, ella llevaba en brazos un muñeco-bebé del que no se separaba nunca. Mi hija Cuatro nos conocía por fotos, sus hermanos, mi marido y yo le habíamos confeccionado un álbum de fotos que le enviamos por correo unos meses antes, en este álbum le habíamos escritos muchas cosas acerca de nuestras vidas, nuestras ganas de estar con ella; también le habíamos elaborado un cuento personalizado donde los protagonistas tenían los nombres de la familia. Durante un tiempo ella buscaba la compañía de su padre y conmigo apenas se relacionaba, yo estaba ahí presente para ella y simplemente la esperé. En esos momentos de mi vida elegía tener tiempo para estar y jugar como hacia mi madre con sus tres hijas y con sus nueve niet@s. 187

Creo que, en los compromisos que asumía, empezaba a cambiar las prioridades, como expresa Laura Perls, “comprometerse implica renuncias” y para hacer estas renuncias, tenemos que tener una escala de lo que es importante para nosotros. Un día, de forma espontánea, me dijo “mamá”, me emocioné profundamente y supe que ya me había adoptado como madre. Mi hija Cuatro me adoptó como madre y yo la adopté a ella como hija. Esa adopción mutua la fuimos coconstruyendo juntas día a día, momento a momento. Hace un año me dio un regalo maravilloso, ella me dijo “no sé que mujer me trajo al mundo, lo que sé es que tú eres mi madre, mi mutti”. Y hace unos meses escribió unas palabras para mí, dicen así “mi madre es una mujer de sabia mirada y gran inteligencia. Llena de energía y sensatez, es responsable y a veces despistada. Nos cuida y se ocupa de nosotros. Apasionada a la lectura y una brillante estudiante. La cocina es algo que le gusta y disgusta, algo que le gusta mucho es estar en casa con todos. Me gusta porque es comprensiva, porque me entiende, porque sabe darme aquello que necesito y no todos los caprichos que deseo… aunque a veces me permite algún capricho. La adoro, porque me está enseñando como a mí me gusta, porque me quiere y, sobre todo, porque sabe ser una buena MAMÁ” Así es como mi hija me percibe. Tenemos una relación en la que ambas nos sentimos muy satisfechas. Si hay algo de lo que me siento satisfecha es de que mis hijos hayan alcanzado en su desarrollo, la posibilidad de ser un poco neuróticos. Para mí la neurosis en un logro evolutivo: para los psicoanalistas evidencia una estructura tripartita de la personalidad (ello, yo y superyo), para Ken Wilber evidencia el paso de la fase pre-personal a la personal, para Mahler si se alcanza y se gestiona adecuadamente el estadio de separación-individuación, la estructura del self consigue la fortaleza y la individualidad necesarias para poder crear una neurosis. En tal caso, él puede afrontar e incluso superar adecuadamente la fase edípica (normalidad) o de modo inadecuado (psiconeurosis). Por el contrario si la fase de separación-individuación no se supera adecuadamente, el self individual permanece en un estado borderline “cuyo nivel de estructuración es menos que neurótica”. Para la Terapia Gestalt “Los comportamientos neuróticos son los ajustes creativos de un campo en el que hay represiones.”

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En la medida en que nuestros estilos de vida se han ido alejando de la “tribu”, del vivir comunitario y estamos más y más aislados en nuestras “cuevas doradas”, las madres/padres primerizas también se encuentran más solas para realizar su función cuando tienen un hijo. Muchas de ellas cuentan con el apoyo de su compañero/a, otras, además, con el apoyo de los abuelas/os, otras buscan el asesoramiento y el apoyo de profesionales: pediatras, psicólogos infantiles, revistas especializadas, foros en internet, libros. Cuentan con un permiso de baja laboral por maternidad de apenas casi cuatro meses, condiciones de horario laboral donde la mayor parte del día se encuentran en su puesto de trabajo. ¿Son éstas las mejores condiciones para la crianza?, no. Después del periodo de baja por maternidad, muchas madres experimentan sentimientos de culpa, niveles altos de ansiedad vinculados al hecho de separarse del bebé. Es curioso, sorprendente, ¿sobrecogedor?, como hemos avanzado/cambiado social y culturalmente, hay distintas modalidades para parir, distintas opciones de alimentación para el neonato, montones y montones de cachivaches para su cuidado, montones de servicios médicos para la madre que va a parir y para el recién nacido, cambios en las estructuras y las composiciones familiares, y así suma y sigue. ¡Vaya! PERO lo que no ha cambiado en todos los millones de años de evolución de nuestra especie, es la necesidad de una cría humana, del contacto afectivo y el diálogo tónico piel con piel, de la voz humana, de la mirada humana, de la relación con otras personas para devenir persona. Parece que, en los países llamados del primer mundo, estamos asistiendo al divorcio entre la biología y la sociología: cada vez nuestros estilos de vida se alejan más y más de las necesidades inherentes de una cría humana que pertenece a una determinada especie biológica. La evolución biológica de nuestra especie no alcanza a los cambios sociales donde se produce los procesos ontogénicos de cada individuo. Las necesidades de nuestras crías humanas en la actualidad son las mismas que tenían las crías humanas de hace miles de años y los recursos con los que nuestras crías nacen son los mismos que hace miles de años: agarrarse, succionar, llorar y gritar, recursos de una importancia vital para su sobrevivencia. 189

Solo que ahora las crías humanas no nacen en una gruta, ni en una choza en medio de la selva o de la sabana. En esa época el cochecito, la cuna y el biberón eran lo que en otra época, el cuerpo de la madre. Los pañales desechables, los cochecitos de bebé, los biberones y la leche adaptada, las cunitas, las bañeras para el bebé, la habitación para el bebé con sus interfonos, todos ellos bienvenidos, son un invento relativamente reciente, si lo comparamos con los miles de años de evolución de nuestra especie. En la actualidad los profesionales vinculados al mundo de la infancia, vemos más trastornos en los niños relativos al tipo de apego y relación vincular, trastornos del sueño y de la alimentación, trastorno de la atención, trastorno de hiperactividad, dificultades en las relaciones sociales y adaptación social. Es decir, trastornos que remiten cada vez más a edades más tempranas del desarrollo evolutivo del niño. Nuestros niños de ahora son inteligentes, muchos de ellos hiperestimulados desde bebés, mimados hasta la saciedad (con lo cual “el mimar”, esa sensación que el niño puede experimentar de recibir algo «extra» sin tener que hacer nada para conseguirlo, solo por el hecho de que existe, pierde su sentido), emocionalmente confundidos, generalmente, porque sus padres pueden ser ambiguos o ambivalentes en la expresión de sus emociones, con pocos modelos de identificación sólidos y coherentes que combinen de una forma equilibrada la firmeza (respeto hacia uno mismo) con la amabilidad (respeto al otro), la accesibilidad y la presencia; jóvenes tendentes a ir a su “bola” sin tener en cuenta a un otro e indiferentes a la autoridad. En los adolescentes aumentan las conductas delictivas y violentas, las conductas adictivas, el abandono de los estudios, los trastornos límite de personalidad, los trastornos de la alimentación... Atrás queda el pequeño Juanito de Freud. Si antes, los mecanismos de inhibición y represión subyacían a muchas de las dificultades y sufrimientos que las personas experimentaban, ahora observamos una dificultad para la inhibición y también para la sublimación. Como dice Niels Peter Rygaard (2005) “Nos ha llevado dos millones de años clarificar y refinar la relación temprana madre-niño pequeño...y apenas quince años destruirla.”

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¿Se trata entonces de que ambos o uno de los padres renuncien a sus proyectos formativos y/o profesionales para dedicarse en exclusividad a su hijo? NO. Se trata de que nos movamos socialmente para que los gobiernos promulguen leyes que faciliten la labor de crianza de los padres: excedencias, reducción de la jornada laboral, apoyos familiares, guarderías con óptimos equipamientos humanos y materiales. Todos los días nacen niños y esos niños serán los futuros adultos, creemos las condiciones “suficientemente buenas” para que estos niños sean lo que son: niños, sin secuestrarles la infancia ni el alma, para que devengan en personas que puedan desarrollarse de una manera holista, sintiéndose parte de algo más grande que ellos: una sociedad y una cultura. Este texto que va a continuación, es para las mamás y los papás que no están las 24 horas con sus retoños: “«Madre», en este texto, hace referencia a una función y no necesariamente a una característica biológica. Es «la persona principal responsable del cuidado del niño durante los dos primeros años de su vida, a la que puede vincularse afectivamente, a veces en combinación con los modelos secundarios». Generalmente se cree que un bebé puede vincularse satisfactoriamente a cuatro o cinco personas estables, por ejemplo la madre, el padre, un educador-a, una hermana o un hermano y toda una constelación de grupo, con tal de que atienda a un comportamiento «maternal». La función maternal es, así, «un pequeño sistema social, coherente y atento, que aprecia al niño»” Con mi hijo Cinco, me encontré-encontramos cuando tenía dos meses de edad. Llegó a nuestras vidas al ofrecernos como familia de acogida en tanto en cuanto Servicios Sociales le encontrase una familia adoptante, la posibilidad de ello era muy baja ya que tiene Síndrome de Down. Cuando tenía dos años, toda la familia nos habíamos comprometido y ya no “podíamos escapar”, iniciamos el proceso de adopción. Mi hijo Cinco llegó a nuestras vidas un año antes que nuestra hija Cuatro. Fue una reparación que la vida nos regaló, nos posibilitó ofrecerle los capacitos que con tanto ilusión se nos habían quedado llenos, hacía ya dos años, con la partida de mi hija Tres.

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Una vez escribí un cuento para niñ@s, donde les hablaba de un niño que era diferente. En un trocito de ese cuento escribía así: “Ese niño se llama «Un Minuto Después», ¿sabéis por qué se llama así? ahora os lo digo. Se llama así porque a él le cuesta unos minutos más que a vosotros entender las cosas y tarda también unos minutos más en hacerlas.” Antes os dije que él era igual que vosotros en muchas cosas, así, él tiene cuerpo, brazos, manos, pies, cabeza, ojos, nariz, orejas, boca y un CORAZÓN, y su corazón late como el vuestro, y en su corazón hay mucho amor como en el vuestro. Hay tanto amor que a veces le sale a borbotones y en lugar de dar un abrazo o un beso, aprieta y aprieta con mucha fuerza y hace un poquito de daño. Quizás os estéis preguntando en qué es diferente Un Minuto Después, enseguida os lo cuento. Si os fijáis bien, en él veréis que sus ojitos son achinaditos, su cabeza es plana por detrás, los dedos meñiques de sus manos están curvados hacia dentro de una forma muy graciosa, en la parte alta de sus orejas hay un piquito chiquitín. Ahora mismo os nombro más cosas que lo hacen diferente: su lengua es rosada y muy, muy larga; a menudo la saca fuera de la boca porque no le cabe dentro. Ya veis, su lengua es muy grande y su paladar muy pequeño. Su mamá le dice: "la lengüita dentro de la casita", y poco a poco, despacito, Un Minuto Después lo va aprendiendo. En eso de aprender cosas también va despacito, despacito muy despacito, pero aprende porque repite y repite una y otra vez, una y otra vez, como una y otra vez sale el sol por la mañana y como una y otra vez mamá y papá os dicen lo mucho que os quieren. A Un Minuto Después le gusta ir al colegio y tener amigos, subirse al tobogán, correr y correr, le encanta comer en el comedor del cole y el chocolate le vuelve loco. También le gusta que le cojan en brazos y le den montones de besos. A veces coge los mismos juguetes y hace las mismas cosas sin cansarse. Menos mal que ahí estáis vosotros para enseñarle y echarle una manita de vez en cuando.

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Hay otros niños como Un Minuto Después, ellos son así porque tienen un cromosoma más en sus células. A eso de tener tantos cromosomas de más en el cuerpo se llama Síndrome de Down. Otros niños son diferentes porque no pueden andar, u oír, o ver… No os pongáis tristes por ello, ¿sabéis por qué hay tantos niños diferentes? Pues por que “LA DIFERENCIA es el MILAGRO DE LA VIDA.” El milagro de la vida, o Dios, o como tú, o tú, o tú, lo llaméis, hace que hayan flores diferentes, árboles diferentes, animales diferentes y también personas diferentes, personas que padecen alguna enfermedad o que son diferentes por el color de su piel, por la lengua que hablan, por la religión que practican, por la manera que tienen de vivir o por cualquier otra cosa. Nadie es bueno ni menos bueno por ser diferente, solo si nos conocemos los unos a los otros podemos averiguarlo. A veces nos dan miedo las personas que son distintas de nosotros, pero tenemos que ser valientes y esforzamos por conocerlas y ser sus amigos. Todas las personas tienen cosas bonitas que ofrecer y están esperando que nosotros queramos ser sus amigos. Pero recordar, amigos, que todas, todas las personas aunque sean diferentes, nos pueden enseñar tantas cosas como nosotros a ellas. Bueno, niño, niña, me falta deciros que con los niños como Un Minuto Después hay que tener sacos y sacos de paciencia y que él y sus papás os agradecen mucho, desde lo más hondo del corazón, que le queráis y seáis sus amigos. Ahora me despido de vosotros, voy a mirar las estrellas como hacia mi abuelo, ese abuelo que me puso un nombre tan especial y tan diferente. Un beso muy fuerte para todos vosotros de Estrella del Sur.” Con mi hijo Cinco he aprendido a ser paciente, a confiar en los procesos de la vida, a no hacer expectativas, a saborear aquello con lo que me voy encontrando en su desarrollo.

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A veces me siento muy cansada, a veces me cuestionó la decisión que tomé-tomamos allí y entonces, otras me quedo mirándolo y me conmuevo con su mirada y su sonrisa y, es entonces, cuando experimento una corriente de afecto que me recorre todo el cuerpo y hace tintinear mi corazón y decido tener fe, confianza y esperanza en la vida. Abuela Gestáltica. ¡¡Una experiencia maravillosa!! Mi hija Uno tuvo a su hijo, mi nieto, a la misma edad que yo la tuve a ella, ¿sincronías de los procesos de la vida y del vivir? Cuando me encontré con él nada, más nacer, me quedé fascinada con su carita redonda y sus ojitos muy abiertos, a día de hoy él es un niño observador, activo, curioso, habilidoso, ES… Me reconozco en mi hija y aprendo de ella y de su manera de asumir su función y su compromiso. Mi nieto y yo estamos co-construyendo nuestra relación, cuando estoy con él no hay nada más que atraiga mi atención y mi interés, ventajas del otoño de la existencia. Me gusta ser testigo de su proceso de devenir persona, como me ha gustado ser testigo-compañera de las personas en las que mis hij@s se han ido convirtiendo. Asisto a este proceso con curiosidad, interés y estando presente. Mi nieto me posibilita reparar con mi hija aquello que allí y entonces me hubiese gustado hacer de otra manera, y poderlo hacer, me produce una intensa sensación de paz y de equilibrio interior. Doy gracias a la vida por esta posibilidad. Escribir este capítulo ha sido para mí, una actualización de mis recuerdos de vivencias pasadas y la experiencia ligada a ellos, en mi momento presente-aquí-y-ahora. Me he dado cuenta de que, de una forma u otra, he cumplido mi función materna y los compromisos que con ella asumí. Me he dado cuenta de que asumí renuncias, que prioricé esa función y ese compromiso por delante de la profesión que tanto amo y con la que también me siento comprometida. Nunca he dejado de formarme, de estudiar, de realizar talleres y cursos, lo he hecho siempre en un nivel “local”, me asumo como una terapeuta “local” y me siento satisfecha con ello.

“Volvería a elegir ser madre y ser terapeuta Gestalt.” 194

En mi vivir y en mis encuentros con la vida, he contemplado muchas escenas protagonizadas por seres humanos con las que me he sentido fascinada. De esas muchas escenas hay una con la que me sigo fascinando y conmoviendo: la SERIEDAD, la CONCENTRACIÓN y la FASCINACIÓN que hay en la mirada de un bebé y de un niño pequeño cuando observan el mundo que les rodea. Los bebés y los niños pequeños son verdaderos aventureros, intrépidos y osados exploradores, buscadores de un tesoro inagotable: lo nuevo. Son auténticos artistas creadores de la realidad que construyen, y todo esto lo hacen con unas pocas y exquisitas herramientas: la curiosidad, la pasión, la espontaneidad, la concentración, la fantasía y la fascinación, ah!... y UN OTRO. Y nosotros, los adultos, nos llamamos sus maestros… Toña Sala Almazán España Centro Gestalt Sagunto

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Referencias:

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Brazelton: T. y Cramer B. G. (1990). La relación más temprana, Paidós 1993

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Frank, R. (2001). La consciencia inmediata del cuerpo. Sociedad de Cultura Valle-Inclán. Los libros del CTP-8

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Goodman P. Little Prayers and Finite Experiencie, Harper & Row, New York, 1972 (Citado por J.M. Robine en Manifestarse gracias al otro, Los libros del CTP-11

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Nature Heals. The Gestalt Journal. Editado por Taylor Store. 1997.

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Perls.F.S, Hefferline. R.F y Goodman. P (1951). Excitación y crecimiento de la personalidad humana. Sociedad de Cultura ValleInclán 2002

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Perls. L. Viviendo en los límites. Promolibro Valencia, 1994.

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Robine J.M (2004). Manifestarse gracias al otro. . Sociedad de Cultura Valle-Inclán. Los libros del CTP-11. Capítulo 4

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Rygaard, Niels Peter (2005). “El niño abandonado”. Guía para el tratamiento de los trastornos de apego. Editorial Gedisa, Barcelona 2008

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Sala Almazán Mª A. Tesina Devenir persona con otro(s). El desarrollo emocional temprano. AETG 2010

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Vázquez Bandín C. (2008). Buscando las palabras para decir. . Sociedad de Cultura Valle-Inclán. Los libros del CTP-14. Pág. 125

PADRES GESTÁLTICOS Y EL NIÑO INTERIOR Yaro Starak

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PADRES GESTÁLTICOS Y EL NIÑO INTERIOR Yaro Starak

Introducción. El sufrimiento es una forma de hacer frente al amor. Cada experiencia de sufrimiento, ya sea grande o pequeña, es una prueba de nuestro amor. Amor hacia nosotros mismos, hacia nuestras relaciones y el amor hacia la naturaleza y hacia todas las cosas que llamamos generalmente Dios. Mi propia "experiencia" en este sufrimiento ha sido principalmente fuera de mi consciente. Yo nací durante la Segunda Guerra Mundial, donde millones de personas murieron, algunos por el impacto directo de las bombas, otros de hambre y privaciones, y la mayoría por la tensión de la vida perpetrada por las terribles consecuencias de la guerra. Después de haber experimentado con la sensación de sufrimiento de forma muy temprana en mi vida, y de haber perdido a mi padre y otras personas importantes de mi vida, mi madre decidió abandonar Europa y partir hacia América del Sur (Venezuela) para tomar distancia de los horrores de la guerra. Todos mis parientes también emigraron, repartiéndose por todo el mundo. Todos teníamos que crecer y aprender del Caos que diezmó a muchas familias. Sin embargo, después del Caos vino un orden nuevo y así hemos sobrevivido, crecido y prosperado. Nuestro viaje finalizo en Canadá, después de que mi madre se uniera a su hermana gemela en Winnipeg, y allí fue donde terminé mi educación, trasladándome mas tarde a Vancouver para estudiar en la Universidad de Columbia Británica y terminar mi licenciatura en Psicología y Trabajo Social. En Vancouver, empecé a trabajar en un hospital psiquiátrico.

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Allí aprendí como puede ser de diferente la vida de otros como la de los residentes en el hospital, aprendí, sobre el sufrimiento y cómo la sabiduría del sufrimiento puede ser un "regalo" para entender el amor, la compasión y el respeto. En esta época, la búsqueda de una pareja sentimental, fue un viaje de amor y sufrimiento para mí. Mi primera relación fue con una mujer Ucraniana y descubrí, mientras nos prometíamos una vida eterna en común, que las mismas promesas nos pueden llevar al sufrimiento. Nos separamos después de 9 años juntos y no tuvimos hijos. En esa época de mi vida, terminé la formación de Terapia Gestalt en Toronto. Un día me encontré "enamorado" de nuevo, de una mujer "hippie". Decidimos vivir nuestro amor en Australia, lugar en el que nació nuestro hijo. Todo parecía muy fácil y perfecto en este “paraíso” tropical. Acepté un puesto permanente en la Universidad de Queensland (Brisbane) como profesor y comencé el «gran viaje» de mi trabajo. Mi carrera avanzó de formas muy interesantes, pero el amor por la familia se colocó en un segundo lugar en mi vida debido a mi gran ocupación profesional. Pasado un tiempo, llegó la división de la unidad familiar, pero esta vez, con más conciencia que en mi anterior matrimonio. Nos separamos como pareja, no como padres, y acordamos continuar con el rol de padre y madre para nuestro hijo. Debido a esto, él, hoy en día, nos ama a los dos. Tras la segunda experiencia, comencé de nuevo con la búsqueda del amor. Yo me encontraba solo y en ese momento tenía muchísimas oportunidades para viajar por el mundo. Conocí a una mujer en Alemania, en el momento en el que el muro, estaba cayendo y una nueva era estaba comenzando en Europa. Nos casamos en Berlín y después de algún tiempo, mi tercera pareja aceptó acompañarme para ir a vivir a Australia. Yo dirigía el «Instituto Gestalt» en Brisbane desde hace bastantes años y mi nueva pareja, Terapeuta Gestalt, se unió en la dirección del Centro conmigo.

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Esta unión fue un gran éxito, desagraciadamente al poco tiempo, ella desarrollo una enfermedad mortal «el cáncer». Este sufrimiento, nos afectó muchísimo a los dos, nuevamente el Amor y el sufrimiento iban de la mano. Después de bastantes años con crisis emocionales, ambos decidimos separarnos. Una vez más, después de algún tiempo solo, meditando sobre mi aprendizaje del Amor y del sufrimiento, encontré un nuevo amor en España. Tuvimos una experiencia apasionada en México y al tiempo, nació nuestro hijo. Nos mudamos nuevamente a vivir a Australia para empezar una nueva familia. Junto con mi esposa, también Terapeuta Gestalt, desarrollamos un nuevo Centro y creamos “Gestalt Art Therapy Centre.” En esta ocasión, algo cambio en mí, de ser mi prioridad mi trabajo a ser la prioridad mi familia y mis hijos. Este breve resumen de mi vida es un preludio sobre mi exploración de ser padre en mis diferentes etapas como hombre y como Terapeuta Gestalt en mi evolución profesional. El tema que elegí para contribuir en este capitulo, trata sobre el efecto que tienen los padres sobre el niño, en edad de crecimiento, especialmente desde el enfoque de la Terapia Gestalt, en el que se observa la forma, en el que las proyecciones se imprimen, para bien o para mal, en los comportamientos básicos de los niños. Los tres rasgos básicos que veo son: 1.- Creencia y experiencia: El primer rasgo, es la introyección que tienen los propios padres, denominado "los deberías.” 2.- Las resistencias como segundo rasgo: Debido a estos introyectos (de los padres) muchos adultos se quedan atrapados (como resistencia) en la personalidad de cuando eran niños, y la forma en la que se desarrolla de este adulto, es lo que llamamos “niño interior” o “Sub-personalidad”. 3.- El resultado de las “Introyecciones”: El tercer rasgo es el resultado de tales introyecciones (de los padres), en la vida de los niños (como los padres se proyectan en sus hijos). En las páginas siguientes voy a describir mis puntos de vista sobre este tema. 201

1.- Creencia y experiencia. La Terapia Gestalt es un enfoque holístico y el método que se utiliza es principalmente existencial, teniendo en su punto de vista la persona en su totalidad, física, mental, emocional, cultural y espiritual. Una persona sana, es aquella que está completamente equilibrada en su interior y es capaz (como adulto) de responder de manera clara y eficaz en el medio ambiente que esta en constante cambio. Al interactuar con el medio ambiente, la persona, empieza a tener acceso a la energía para poder ser responsable (o capaz de responder) y satisfacer todas sus necesidades en su vida. Sin embargo, hay dos grandes influencias que desafían esta operación aparentemente natural. o Una de ellas, es el sistema de creencias que hemos desarrollado a través de nuestros padres y otras personas significativas (llamados en Terapia Gestalt “Introyectos”) o y la otra influencia, es nuestro "niño interior" o subpersonalidad, que es la parte de nosotros que esta aún incompleta; sigue exigiendo atención con el fuerte anhelo de ser amado y sigue luchando con viejas heridas, con el sufrimiento de la niñez. Los "introyectos", son las ideas, creencias, que nos dijeron nuestros padres y que formaron parte de nuestro crecimiento. Estas “enseñanzas” fueron “tragadas enteras” (metafóricamente) y se integraron en nuestro consciente desde nuestra primera infancia. Durante la etapa adulta de la vida, estos introyectos, se viven como propios y se convierten en nuestras creencias inconscientes siendo muy fuertes. Así, cuando el adulto de repente, se encuentra incapaz de funcionar en su entorno (en la sociedad, con la pareja, etc.), comienzan los problemas y batallas con el uso de las viejas creencias que ya no sirven aquí y ahora. El sufrimiento aparece cuando el adulto descubre que algunas creencias que aprendió, no le sirve para su “Aquí y ahora” Estos dos aspectos de nuestra personalidad: los viejos introyectos que se convirtieron en actuales creencias y la sub-personalidad o “niño interior”, requirieren un trabajo profundo de psicoterapia, para que la persona pueda descubrir las raíces de estos fenómenos inconscientes y llevarlos a la conciencia. 202

Este trabajo terapéutico permite a la persona elegir con claridad y reconocer estos comportamientos que ya no le sirven y diseñar nuevos, que estén más en sintonía con el aquí y ahora, para que la persona sea capaz de restaurar el sentido de la vida y satisfacer sus necesidades de una forma nueva. Una creencia es mucho más fuerte y sólida que una opinión. Las opiniones pueden ser transformadas con nuevas experiencias que surgen en nuestras vidas. Sin embargo, fuertes creencias nos mantienen rígidamente congelados en: "Sé con certeza que esto o aquello es verdad". Por ejemplo, cuando sé con certeza que las personas tales y cuales son inferiores, ignorantes o primitivas, entonces yo no percibo a una persona como realmente es, si no como mi creencia cree que es. Estas creencias no son parte de nuestra percepción consciente, (la mayor parte están en el inconsciente), y permanecen en el sistema (self) de la personalidad sin muchos cambios. Otro ejemplo: si tenemos la creencia de que todos los conductores de coches son agresivos, entonces veremos a las personas que conducen y actúan de forma agresiva, aunque muchos de ellos realmente no muestren un comportamiento agresivo. De esta forma seleccionamos sólo los que parecen agresivos para demostrarnos a nosotros mismos que nuestra creencia es verdadera. Por lo tanto, podremos llegar a la siguiente conclusión: que no poseemos creencias de nuestras experiencias en la vida, sino que realmente creamos lo que creemos. Desde la Terapia Gestalt se trabaja con las creencias (introyectos), utilizando la herramienta de las polaridades (o contrastes). Para tomar conciencia de una "creencia", el terapeuta presenta al cliente, la cualidad opuesta de tal creencia. Para poder descubrir la realidad, se trata de examinar los polos opuestos de cualquier experiencia y/o creencia en la que creemos. Somos muy conscientes de que hoy la mayor parte de lo que conocemos en la vida no es la “realidad”. Se necesita mucho trabajo, esfuerzo, y en muchas ocasiones sufrimiento, para poder dejar lo que siempre sentíamos o sentimos que es real. 203

El trabajo con las polaridades y el uso de la técnica de la silla vacía son algunos ejemplos de las intervenciones en psicoterapia. En mi vivencia, mi propia creencia era: «yo soy un buen estudiante, un buen trabajador, un buen marido, un buen padre, un buen amigo, etc. Yo voy a ser amado y voy a ser capaz de hacer lo que yo quiera porque yo soy bueno.» Esa era la creencia proyectada de mi madre y esta era su propia visión del mundo. Con el paso del tiempo descubrí, en mi trabajo terapéutico, que esta creencia no funcionó conmigo! Mi propio trabajo personal en terapia Gestalt me llevó a la conciencia de que tengo que dejar las premisas aprendidas de forma muy temprana en mi vida como niño, y revisar mi realidad, revisar lo que es. Descubrí que mis creencias introyectadas en la infancia estaban diseñadas para apoyar la premisa de que "yo sé lo que es real" dándome una falsa seguridad. Mi maestro Jorge Rosner, me mostró, que con el trabajo en terapia Gestalt, se puede acceder a una nueva conciencia, estando atentos a lo actual (aquí y ahora) como prueba de lo que está "ahí fuera" (puesto que el entorno siempre cambia) y no solo poniendo la atención, a lo que uno cree "aquí dentro" (nuestras viejas creencias). Esto nos lleva a la importante noción de que un padre tiene que actuar con una conciencia sobre que es su "sistema de creencias", con el fin de que el niño no reciba (trague entero, de forma metafórica) viejas creencias rígidas (ya no solo del padre, si no también de los abuelos o antepasados) y esto pueda dañar la autoestima del niño. Para poder ayudar a construir la autoestima de nuestros hijos, tenemos que estar dispuestos reconocer varios tipos de sistemas de creencias que podemos estar proyectando sobre ellos. 

El primer sistema de creencia es la autoridad: "Yo estoy en lo cierto, y haz lo que te digo «por tu propio bien.» (Orden inflexible y sin argumentos).

Esta premisa, aunque creamos que es para el bien del propio niño, va a generar en el inconsciente del mismo un rol "víctima". 204

Un rol, donde el niño va a adoptar la autoridad del padre como una creencia y así seguir creciendo, pidiendo permiso a las personas de autoridad que le rodean, ya de adulto en su vida diaria, sin comprobar si esto es la verdad, manipulando el mundo desde el rol de “victima”. 

El segundo sistema de creencias es la culpa o la vergüenza: "no puedes herir los sentimientos de mamá, es tu culpa si ella sufre" o "nuestra familia siempre es justa, es una vergüenza si no lo somos, no seas sin-vergüenza”, o "tener fe y sufrir" o “comportarse bien”, entre otras.



El tercer sistema de creencias es la negación o la negatividad con introyectos como: "no confíes en nadie más que nosotros" o "no culpes a nadie por lo que sientes" o “eres tonto, mira lo que has hecho”, etc.

“Por lo tanto, debemos prestar atención a la manera como un padre cariñoso, puede estar proyectando (inconscientemente) su propia "realidad" que tiñe e influye las experiencias que el niño tenga en la vida.” 2.- Las “Resistencias” James Hillman y Michael Ventura, escribieron sobre el hecho de que hay un gran número de personas que sufren condiciones mentales extremas, estas personas buscan doctores y curanderos famosos que sean eficaces en el tratamiento de estas situaciones, invierten muchísimo dinero y tiempo para el tratamiento solicitado y luego se resisten energéticamente al cambio necesario para tratar el problema. Muchas de estas personas “desean” (en muchos de los casos de forma inconsciente) estar "enganchados" en sus síntomas y debido a esto sufren constantemente. De esta forma, podemos observar también, como, cuando hacemos consciente los introyectos que nos están provocando conflictos, tendemos a resistirnos en su aceptación y en su cambio. «Por lo tanto, el hecho de identificar de forma consciente una resistencia, no significa que esta resistencia se modifique de forma automática.»

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La resistencia, se convierte en una “Gestalt congelada” (ciclo de una experiencia congelado), no permitiéndonos ser flexibles, como ocurre en el proceso del “niño interior” que se queda enganchado en algunos introyectos. En la oportunidad que tuve de trabajar con Laura Perls en Toronto, con su apoyo, pude descubrir mi “Gestalt congelada” relacionada con mi niño interior. Ella, en un ejercicio me propuso que representara las etapas de evolución de mi vida, desde el nacimiento hasta mi entonces, “aquí y ahora”. Cuando representé con mi cuerpo las etapas, al finalizar, ella me dijo: «Joven, me da la sensación que usted creció muy deprisa, pues observé que usted no represento la etapa del gateo, usted directamente se levantó y comenzó a caminar…» Esto provocó en mi un “insight”, pues reconocí mi resistencia como adulto, a tener paciencia. En este punto, Laura Perls me dijo: “Joven, usted ya no necesita correr mas…la guerra termino hace tiempo…” Como terapeuta Gestalt, hace años, participé en talleres del "niño interior” de John Bradshaw, un importante líder de los años 80 y 90. El procedía de una familia de alcohólicos y escribió varios libros sobre el tema de su vivencia como “el niño herido.” En mi práctica personal, cuando el cliente bloqueaba su trabajo terapéutico, observo cómo cambiaba su tono de voz, postura corporal y su energía. Entonces le pregunto al cliente cual es la edad que esta experimentando en su aquí y ahora, y el me responde diciendo: “Tengo entre 6 y 8 años…” Por lo cual, comprobé cómo es de importante el trabajo con el niño interior de los adultos en sesión de terapia, como una forma del cierre de asuntos inconclusos. Utilizo el método de la silla vacía para involucrar al adulto con su niño interior y guiarlos para ayudarse mutuamente, para resolver las cuestiones pendientes.

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Aquí algunas pautas que utilizo en esta técnica: 1. Apoyar al cliente a reconocer la presencia del niño interior en el aquí y ahora 2. Explorar el dolor del Niño interior del adulto, material no trabajado durante la infancia. 3. En el Dialogo del cliente con su niño interior, en la técnica de la silla vacía, el terapeuta apoyará en la creación de una estrategia, donde el adulto en el presente se comprometerá a cuidar a su niño interior, y su niño interior se comprometerá, a su vez, en adoptar las soluciones acordadas. 4. Puesta en práctica de la estrategia acordada en la sesión terapéutica, como por ejemplo, escribir un poema estando en contacto con el niño interior, permitirse ser mas espontáneo, etc. Esta es una forma de que el cliente siga involucrado en su proceso, después de la sesión terapéutica.

3.- Resultado de las “Introyecciones” Durante todo este escrito ya he compartido la importancia que tiene en los adultos /padres, el no darse cuenta (o que estos sean inconscientes) de los introyectos. El resultado es, que estas introyecciones, van pasando a modo de herencia, de padres a hijos, formando una tóxica Constelación Familiar. En mi experiencia, me descubro muchas veces “metiendo prisa” a mis hijos, o sin paciencia en algunos de sus procesos. Cuando hago consciente esta vivencia, puedo tomar responsabilidad y cambiar mi actitud.

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Sugerencias para padres.  Es desconocido, el pleno potencial de un niño (como una semilla de un árbol), por lo que para permitir este crecimiento, la única cosa que puede hacer un padre es no interferir o bloquear este crecimiento, por sus miedos (del padre).  Ofrecer al niño un ambiente con amor, seguro y nutritivo.  Facilitar explicaciones detalladas, historias, ejemplos metafóricos y una actitud abierta (sin resistencia), para apoyar el desarrollo de un fuerte centro del niño “self.”  Estar alerta a los miedos (de los padres), que crean barreras y asfixian el potencial del niño.  Reconocer, como padres, la existencia de “Dogmas” (Sociales, culturales, religiosos) y valorar el impacto de los mismos en los hijos.  La vida es un Riesgo…

Conclusión. Retomando los rasgos básicos que describí al principio de este capitulo, y haciendo un link con mi vida, comparto con ustedes que:

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Mi Creencia y experiencia, “la de ser un buen profesional”, me llevo a un distanciamiento de mi primer hijo.

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Mi resistencia como adulto “a no tener paciencia”, me puso en contacto con mi niño interior. Al reconocerlo, me permití estar mas relajado en mis experiencias. Ya no necesitaba huir de la Guerra…

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Al prestar atención y hacer conscientes mis introyecciones, obtengo diferentes resultados. Como por ejemplo, pasé dos años en España con mi nueva familia y segundo hijo, practicando la paciencia, perseverancia y confianza en mi capacidad de cuidar un bebe mientras mi esposa trabajaba fuera de casa.

He tenido la fortuna de ser padre de dos hijos. Tienen aproximadamente veinte y nueve años de diferencia, ambos son una alegría para mi vida. Desde aquí, les agradezco todo lo que he aprendido como padre, gracias a ellos. NOTA: He dedicado este trabajo a los padres y de ninguna manera tenía la intención de excluir a las madres. Honro y respeto a las mujeres que compartieron sus vidas conmigo.

Referencias: -

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J. Bradshaw. Home Coming. Reclaiming and championing your inner child. Ed Bantanm Books. 1990.

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A.L. Woldt, S.M. Toman (Editors). Gestalt Therapy, History, Theory and Practice. Ed Sage publications. 2005.

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James Hillman y Michael Ventura. Tras 100 años de psicoterapia el mundo esta cada vez peor". Ed Harper San Francisco. 1993.

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B. Hellinger, G. weber, H. Beaumont. Love's hidden symmetry: What makes love work in relationships. Ed Tucker & Theisen. 1998.

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Y. Starak. Risking Being Alive. Ed Joshua Books. 2003.

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SOBRE EL AUTOR DEL PRÓLOGO

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EVELYN LOWENSTERN H MÉXICO

Médico de la Universidad de Buenos Aires (con estudios revalidados en México). Maestría en Psicoterapia Gestalt (Instituto de Psicoterapia Gestalt) hoy Universidad Gestalt en México. Vicerrectora Académica de la Universidad Gestalt. Autora del libro: Los Sueños en la terapia Gestalt. Ed. Alfa Omega Didáctica de las materias de Supervisión Clínica en la Maestría en Psicoterapia Gestalt. Directora del Centro de Orientación Psicológica de la Universidad Gestalt. Participación con Artículos en diferentes libros sobre Gestalt. Presidente del 5* Congreso Internacional de Gestalt en México. Creadora de las Jornadas de Talleres para Mujeres desde hace 28 años en la Ciudad de México. Participación en diferentes Congresos, Ponencias Universitarias, programas de TV y artículos para distintas Revistas de interés general.

Página web: www.gestalt.mx Email de contacto: [email protected]

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SOBRE LOS AUTORES DEL LIBRO

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ANA CECILIA SÁENZ AVALOS PERÚ

Licenciada en Psicología en la Universidad Femenina del Sagrado Corazón (UNIFE), en Lima Perú; diplomada en Psicoterapia Gestalt Integrativa por la Universidad de Concepción, Chile. Ha investigado el tema de los Sueños a través de talleres en Santiago de Chile, desde 1993 a 1996, trabajando primero sus sueños y luego el de otras personas. Ha realizado sus propios talleres de sueños en Lima, desde 1998 a la fecha, contando con maestras como Diana Rivera (Chile), Evelyn Lowestern (México), Ana Wainer (Argentina), Karina Malpica (México). Ha sido co-directora de Gestalt Grupo Perú, Centro Psicoterapéutico, Formativo y Difusor de la Psicoterapia Gestalt, desde el 2008 hasta el 2012, creando una escuela de formación en Terapia Gestalt junto a un equipo de psicoterapeutas, realizando también su práctica privada, talleres grupales y organizando actividades académicas donde profesionales de fuera vengan a Lima a compartir sus conocimientos de Gestalt. Ha completado el segundo nivel de la formación internacional de Psicodrama en el Perú (Ego-Auxiliar), dictado por los maestros Edwin Muñoz (Venezuela), Adriana Piterbarg (Argentina) y Santiago Jacome (Ecuador). Ha llevado Cursos de Protoanálisis y Profundización en el Eneagrama con discípulos de Claudio Naranjo entre los que figuran Alejandro Napolitano, Ana Wainer, (Argentina), Luis Fernando Cámara (España), Grazzia Checcini (Italia), Cherif Chalakani (Egipto), entre otros. 217

Ha participado de los programas SAT de Claudio Naranjo (I y II en Buenos Aires, Argentina y SAT III en Sevilla, España). Ha estudiado música, teatro, clown, y ha cantado en diversos coros de Lima (Perú). Email de contacto: [email protected]

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ANTONIO SELLÉS MARTÍNEZ ESPAÑA

Psicólogo especialista en Psicología Clínica. Experto en Psicopatología. Psicoterapeuta Gestalt. Master en Análisis Transaccional. Formación en Psicoterapia Corporal. Formador de Terapeutas en Castellón, Valencia, Las Palmas, San Sebastián y Madrid. Profesor de Yoga y Meditación. Conductor de grupos de hombres. Co-Fundador del Instituto de Terapia Gestalt de Castellón. Miembro Titular de la Asociación Española de Terapia Gestalt.

AMPARO ESTEVAN MUÑOZ ESPAÑA

Psicóloga. Psicoterapeuta Gestalt. Master en Análisis Transaccional. Formación en Baile como terapia. Formadora de Terapeutas. Co-Fundadora del Instituto de Terapia Gestalt de Castellón. Miembro Titular de la Asociación Española de Terapia Gestalt. 219

Dirección Postal Instituto de Terapia Gestalt en Castellón: Pza. Dr. Marañón, 10- 2º 3ª 12005 Castellón España Teléfono de contacto: 964 22 07 48 Página web: www.terapiagestalt.es Email de contacto: Antonio Sellés: [email protected] Amparo Estevan: [email protected]

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CARMEN VÁZQUEZ BANDÍN ESPAÑA

Psicóloga clínica, psicoterapeuta gestáltica. Master en Psicología Clínica. Fundadora y directora del Centro de Terapia y Psicología.-CTP de Madrid (España). Fundadora y directora de la Escuela de formación en Terapia Gestalt del CTP. Certificado Europeo de Psicoterapeuta (ECP). Miembro de la Asociación Española de Terapia Gestalt (AETG) y expresidente, Miembro de European Association for Gestalt Therapy (EAGT), New York Institute for Gestalt Therapy (NYIGT), European Association for Psychotherapy (EAP), World Council for Psychotherapy (WCP), IGTA, AAGT. Didacta y supervisora internacional. Experta en Comunicación. Especialista en procesos de duelo. Formada en Análisis Transaccional y PNL. Co-directora de la Editorial de libros sobre Terapia Gestalt, Asociación Cultural Los Libros del CTP. Autora de libros, capítulos de libros y artículos sobre Terapia Gestalt publicados en diversos idiomas. Traductora de libros y artículos sobre Terapia Gestalt. Creadora de la Conferencia Internacional de Escritores Gestálticos en Español (desde 2001). Miembro del Consejo Editorial de diversas publicaciones gestálticas como Gestalt Review, y Studies in Gestalt Therapy, Cuadernos de Terapia Gestalt, entre otras. Colaboradora de la revista Mente Sana. Centro de Terapia y Psicología.- CTP: Dirección Postal: C/ García Luna, 25, semisótano A. 28002 Madrid- España Psicoterapia adultos, infantil, adolescentes, parejas, grupo. Escuela de Formación en Terapia Gestalt. Supervisión. Talleres, grupos y seminarios sobre Terapia Gestalt y Crecimiento Personal. Página web: www.centrodeterapiaypsicologia.es Email de contacto: [email protected] 221

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GEMMA GARCÍA ROMÁN ESPAÑA/ AUSTRALIA

Gemma García se formó como Terapeuta Gestalt en el Instituto Terapia Gestalt de Valencia (España). Trabajó durante más de quince años como funcionaria, Operadora de Comunicaciones en el Centro Provincial de Coordinación de Emergencias, en el Consorcio de Bomberos de Castellón (España). Esta experiencia despertó en ella la necesidad de buscar alternativas y apoyo ante el Impacto Emocional que sufren todos los Profesionales que trabajan en el rescate y ayuda a otros (Las victimas ocultas de las Emergencias). De aquí surgió la idea del uso del Arte como Terapia en estos grupos, realizando una investigación de aplicación de Arteterapia Gestalt con Grupos de Emergencias, apareciendo un artículo reconociendo su labor en el periódico Español “El Mundo”: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2008/09/02/neurociencia/12 20379591.html. Se formó como Hipnóloga Ericksoniana en la Facultad de Valencia (España), utilizando metáforas Ericksonianas en sus investigaciones Terapéuticas. Se trasladó a vivir a Australia y fundó junto con su esposo Yaro Starak el Centro: Gestalt Art Therapy Centre, donde se imparten talleres relacionados con Arte y Terapia Gestalt. Pertenecen a las asociaciones: ANZATA (Asociación Arteterapia Australia y Nueva Zelanda), American Art Therapy Association (Asociación Americana de Arteterapia), MHA (Mentalt Healt Academy), AASW (Australian Association of Social Workers). Además es Co-Directora junto con Yaro, de la Formación on line CAT- Capability Art Therapy, donde se muestra a los profesionales de la psicología, como iincorporar nuevas técnicas y materiales Artísticos, siempre con un riguroso enfoque Gestáltico.

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Viviendo ya en Australia se formó como Terapeuta Aura Soma Level 1 y II. En el Centro en Australia, ofrece sesiones de Terapia Gestalt a personas de habla Hispana, trabajando mayoritariamente con el “duelo” de personas que viven fuera de su país. Gemma y Yaro desarrollan de forma anual Conferencias y Symposiums en diferentes partes del mundo, como los celebrados en Bali (Indonesia) donde han desarrollado en el año 2010 y 2011 Conferencias Internacionales de Arteterapia en las que han participado diferentes profesionales de Alemania, Estados Unidos y Australia entre otros. En el año 2013 serán los organizadores de Talleres de Arteterapia en Bali y el Primer Symposium de Arteterapia en Guadalajara (México). Página web: Formación en idioma Español Arteterapia Gestalt: www.arteterapiagestalt.es Gestalt Art Therapy Centre – Australia: www.gestaltarttherapy.com Email de contacto: [email protected] [email protected]

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GUILLERMO FEO GARCÍA VENEZUELA

El Dr. Guillermo Feo García es polifacético y tiene nombres para cada uno de sus rostros: El Dr. Feo es Médico graduado en la Universidad Central de Venezuela en 1968 y desde 1971 es Médico Psiquiatra. Es pionero de la Psicoterapia Gestalt en Venezuela desde hace más de 40 años y es Director Fundador del CENAIF, la Escuela de Gestalt en Venezuela, desde 1989. También es creador de la Formación en Teoría y Práctica Gestáltica, actividad dirigida a preparar Facilitadores en Terapia Gestáltica y es responsable de la Especialización en Docencia en Psicoterapia Gestalt y de la Formación Complementaria en Sexualidad en CENAIF. Es autor del texto académico “Caos y Congruencia. La Terapia Gestáltica: un estudio científico de la personalidad” y del ensayo “Crítica al Amor Puro”. Se formó como Facilitador en Terapia Gestáltica en el CEIPE (Centro de Entrenamiento e Investigación en Psicoterapia y Educación) en 1977. Maestro de maestros, el Dr. Feo ha dedicado su vida a la Investigación y a la Docencia de los Nuevos Paradigmas Científicos en Psicoterapia. Es Miembro Honorario de AVEPSI (Asociación Venezolana de Psicoterapia), PresidenteFundador de la SOVEG (Sociedad Venezolana de Gestalt) y está acreditado por la AVEPSI y la Federación Latinoamericana de Psicoterapia como Psicoterapeuta y Supervisor, organizaciones avaladas por la World Council for Psychotherapy. Actualmente, se desempeña como Psicoterapeuta, Docente y Supervisor en CENAIF, la Escuela de Gestalt en Venezuela. Guillermo se define como “un venezolano histórica y auténticamente revolucionario”; es un joven político y gusta de romper paradigmas… Suele decirle que no, a todo lo que se encuentra por puro gusto o porque no le gusta dejar cabos sueltos. Es disciplinado, muy prudente y obsesivo. Escribe a diario y a mano, y en cada palabra o en cada pausa, también está usted. 225

Es cuidadoso de lo bello por eso corrige, corrige, corrige y vuelve a corregir, porque Guillermo sabe que escribir no es un acto de pura inspiración. Guillermo escribe como facilita y como enseña y si usted llega a conocerlo, sepa que cambiará para siempre. Guillermo resulta un joven excesivamente cuidadoso, respetuoso y serio… aunque muy tierno… …y es ahí cuando aparece El Guille, optimista, apasionado e ingenuo. El inteligente y paciente Guille, el disperso y olvidadizo Guille, el sabio Guille, el humilde Guille… Pero el Maestro, el Terapeuta, está en su más puro rosto: el solitario Memi… Memi es un niño y cuando hace terapia, es un Mago… CENAIF (Centro de Aprendizaje e Investigación en Facilitación Gestáltica) Venezuela Página web: www.cenaifgestalt.org Email de contacto: [email protected]

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HARUMI DUHANET ODO ASENCIOS PERÚ

Mi nombre es Harumi Duhanet Odo Asencios, el cual significa “Flor de Primavera” ya que nací un 24 de setiembre de 1982, actualmente tengo 29 años. Soy licenciada en Psicología y Psicoterapeuta Gestalt. Mi primer contacto con la Gestalt fue en el 2004 aproximadamente y desde ese momento mi visión sobre mi misma y mi entorno han cambiado completamente, aún estoy en el camino del despertar y es maravilloso. Convivo con mi pareja Fernando Rengifo Cruz desde hace 7 años y tenemos un precioso hijo que muy pronto cumplirá 6 años. Actualmente trabajo en un Centro de Terapias Integradas, así como en la Dirección del Consultorio Psicológico PER SE, el cual hemos abierto en conjunto, a inicios del presente año 2012. Consultorio Psicológico PER SE Perú Página web: www.facebook.com/yawarrumi http://www.facebook.com/psicoperse Email de contacto: [email protected] [email protected] 227

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LORETTA ZAIRA CORNEJO PAROLINI ESPAÑA/ PERÚ

Nació en Iquitos provincia del Amazonas peruano, aunque vivió todo su tiempo en Lima- Perú. Se formó con Francisco Huneeus y Adriana Schnake en Gestalt y luego con Miriam y Erv Polster en California La Jolla, y con Kertrude Krause en Florida por los años 80. También hizo estudios de Rolfing, Biodanza, Análisis Transaccional y tiene formación en psicoanálisis por diferentes Escuelas tanto peruanas como españolas. Siempre le interesó el mundo de los niños y al no encontrar formación en esta área en el campo humanista desarrolló su propio método, en UmayQuipa Perú y luego creó UmayQuipa España, con el uso de Segismundo, el animal doméstico en la terapia (Quincy y Horatio) el cuaderno de terapia y muchas cosas más. Lleva más de 25 años viviendo y trabajando en Madrid, con su equipo que lo forman más de 18 personas entre terapeutas y profesores docentes. Autora de los libros por la Editorial Desclée de Brouwer: Manual para la terapia Gestáltica en Niños, Cartas a Pedro, Manual para un terapeuta que empieza; Manual de terapia Gestáltica para Adolescentes y su actual libro El espacio Común: Nuevas aportaciones a la terapia de niños y adolescentes. Directora así mismo de la Colección AMAE de la misma editorial. Tiene un hijo de 19 años su “principito” y su perro Horatio que es el co-terapeuta en las sesiones.

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UMAYQUIPA (Centro de Psicología infantil, de adolescentes y adultos) Dirección postal: C/ Alberto Aguilera número 58, 3 Izda C/ Donoso Cortés número 88, 1 D Madrid España Teléfono: 91 549 38 78 Página web: www.umayquipae.com Email de contacto: [email protected]

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MANUEL RAMOS GASCÓN ESPAÑA

Nacido en Valencia, el 13 de Mayo de 1953. Soy Doctor en Psicología, Psicólogo Clínico y Terapeuta Gestalt. Mi ámbito profesional abarca la Psicoterapia, la Formación Universitaria de Psicólogos y la Formación de Terapeutas Gestálticos en diversos Institutos, en España y otros países. En el personal, estoy casado, con más de 20 años de convivencia con mi pareja, soy padre de una hija, de raza china, que tiene 15 años. Desempeño mi labor en el Instituto de Terapia Gestalt de Valencia (España), que funde en 1990 y que continúo dirigiendo. Imparto clases en la Facultad de Psicología de Valencia. Me considero un afortunado al poder trabajar en lo que me gusta y que eso me permita vivir. Creo que la experiencia de ser padre me ha supuesto una fuente de crecimiento y de maduración como persona. Instituto de Terapia Gestalt en Valencia – ITG Dirección postal: C/ Xàbia, 9 Entlo A. 46010 Valencia España Página web: www.itgestalt.com Email de contacto: [email protected] 231

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MILAGROS SANZ IBORRA ESPAÑA

Milagros se forma como Terapeuta Gestalt en el Instituto de Terapia Gestalt (ITG) de Valencia y como Terapeuta Transpersonal en la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal de Madrid. Sus vivencias durante diez años en Johannesburgo «Suráfrica», marcarán por siempre su modo de experimentar el mundo y a la sociedad. Así, cuando regresa a España y con el apoyo de su esposo e hijas, ejercerá durante más de 25 años como Familia Educadora y de Acogida de menores en situación de desamparo., compaginando esa labor con la de terapeuta en consulta privada y conductora de Talleres de crecimiento personal. Como madre adoptiva y de acogida, acompaña en los procesos de contacto y, en ocasiones, de duelo, a familias educadoras. A lo largo de estos años, profundiza en la psicología de C. J. Jung, investigando y desarrollando trabajos de crecimiento personal a través de la identificación de los Arquetipos personales mediante la mitología clásica y la simbología. Centro UNO «Tu encUeNtrO» España Teléfono: 622 08 96 84 Blog: www.centrouno.blogspot.com Email de contacto: [email protected] 233

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PILAR OCAMPO PIZANO USA/ MÉXICO

Licenciada en Psicología Clínica por la Universidad Autónoma de Guadalajara, en México; Posgrado en Psicoterapia Gestalt por el Instituto Gestalt de Guadalajara; Posgrado en Terapia de Parejas y Manejo de Sueños; Hipnoterapeuta por the World Association of Ecletic Hypnotherapists; Terapeuta Floral por el Centro Bach, Inglaterra; envestida con el grado de Doctor Honoris Causa por el Consejo Iberoamericano en Honor a la Excelencia Educativa en Lima, Perú en el 2004; reconocida como Master of Business Management y Master en Business Leadership por The World Confederation of Business, en la ciudad de Houston, Texas en el 2005. Fundadora y directora general del Centro de Desarrollo Humano y Psicoterapia Gestalt en Oaxaca, México, Institución que durante sus 20 años de existencia ha recibido reconocimientos nacionales e internacionales por la calidad de su enseñanza y el nivel de sus servicios. Ponente internacional en diversos foros de diferentes países; participante en programas de radio y televisión, así como escritora activa en diversas publicaciones y conferencista de diferentes organizaciones promotoras de salud mental en Estados Unidos de Norteamérica.

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Autora de los libros: Regresando a Casa: Otra visión de las Flores de Bach, Reencuentro con la Esencia: El Camino Guerrero y Sentimientos. Psicoterapeuta individual, de pareja y de familia. Actualmente radica en Los Ángeles, California con su esposo Simone y su hijo Franco quien en sus propias palabras define como: “Mi pequeño Gran Maestro de vida”.

Centro de Desarrollo Humano y Psicoterapia Gestalt S.C. Dirección postal: Jazmines 104, Col. Reforma Oaxaca 68050 México Página web: www.gestaltoaxaca.com Email de contacto: [email protected]

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TOÑA SALA ALMAZÁN ESPAÑA

Nací en Valencia un sábado a las 10 de la mañana, el 14 de septiembre de 1957. Nací en una famil en una familia humilde donde l@s niñ@s son bien recibid@s, educad@s con mucha afecto y al alegría con un adecuado equilibrio entre tolerancia y firmeza, entre deseos y necesidad. Desciendo Desciendo de mujeres fuertes, luchadoras, sensibles y afectuosas; y de hombres amantes de sus familias, íntegros y responsables. Vivo en el monte, me gustan las montañas, los árboles y las plantas. En 1975 empecé los estudios de Enfermería y los concluí en 1978.Trabajé durante 15 años como enfermera, hasta 1993. Me gustaba mi trabajo en la planta de medicina interna, el trato directo con los enfermos; de ellos aprendí mucho acerca del valor, el coraje, la aceptación y el dolor que existe en todo ser humano. En 1978 comencé a estudiar la Licenciatura en Psicología en la Universidad de Valencia, finalicé esos estudios en 1983. En 1985 empecé la Formación en Terapia Gestalt, en el Centro de Psicología Humanista dirigido por Vicente Cuevas, esa formación la acabe en 1989. De 1985 a 1988 hice cursos y seminarios para formarme en Terapia Infantil. Hice dos masters, uno en Terapia Familiar Sistémica aplicada a contextos sociales, educativos y clínicos (editado por la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Complutense de Madrid) en el CAU de Castellón, 1990-1992. Otro de Psicología y Gestión Familiar en la Universidad de Valencia, 1999-2001. Desde el año 1989 a 2000 trabajé en el Instituto de Terapia Gestalt de Valencia siendo la Directora del área de Psicoterapia Infantil, Adolescentes y Familia. Realizaba también terapia con adultos. Miembro Didacta y Supervisora del ITG de Valencia en la Formación de Terapeutas y en la Formación de Terapeutas Infantojuveniles. En la actualidad también soy codirectora, junto con Mireia Simó, en la Formación de Técnicas Gestálticas aplicadas al trabajo con familias en el ITG de Valencia. 237

Docente de la Universidad Popular de Sagunto en cursos de Autoestima, Comunicación y Relaciones Interpersonales desde 1994. He sido docente para la UP en cursos de Depresión, Escuela de Padres de primaria y secundaria, Seminarios de Identidad Femenina, Seminarios de Identidad Femenina para Mujeres Inmigrantes. En 2007 comencé mi andadura con la Teoría del Self realizando a partir de ese año diversos talleres con J.M. Robine, María Mione, Betti Conte, Brigitte Lapeyronnie. En diciembre de 2008 empecé a colaborar con la revista Mente Sana, editada por Jorge Bucay, RBA, en la sección de Bienestar y en la sección Dossier como especialista en Terapia Familiar. Durante el año 2009 realizo Curso de Supervisión con Carmen Vázquez en el CPT de Madrid En el año 2010 me concedieron el título de Psicóloga especialista en Psicología Clínica, este año también me convertí en Miembro Titular de la AETG. . En 2012 realizo formación de Terapeuta de Pareja PACT ( Psychobiological Approach to Couple Therapy) con el Dr. Stan Tatkin. Me siento satisfecha con mi vida. Me gusta aprender, estudiar, reflexionar y asimilar. Mis aficiones son leer, escribir, el cine, las plantas y caminar por el monte. Me entusiasmo con la Terapia Gestalt y con mi trabajo, pongo el alma en lo que hago, me gustan las personas y el contacto con ellas tanto como tener espacios y tiempos en soledad. Tengo un temperamento alegre y activo. Valoro la responsabilidad, la honestidad, el respeto y la congruencia. Estos valores los viví y los interioricé con mis padres. Disfruto compartiendo la vida con mi marido, con mis hij@s y con mi nieto. Soy madre de cinco hijos, de los cuales viven cuatro, dos chicas y dos chicos. Mi hijo pequeño tiene Síndrome de Down y a él le debo el aprendizaje de la paciencia y la serenidad. Tengo buen@s amig@s y eso que sostener la amistad conmigo es una tarea de héroes y heroínas por mi escaso tiempo disponible. Centro Gestalt Sagunto Dirección postal: C/Petrés Nº 5, 1ª 46500 Sagunto (Valencia) España Email de contacto: [email protected] 238

YARO STARAK AUSTRALIA

Yaro Starak terminó sus estudios de licenciatura en psicología en la Universidad de Manitoba y más tarde sus estudios de postgrado en la Universidad de British Columbia, Canadá. Continuó sus estudios en la Universidad de Toronto en la que se especializó en la educación de adultos, dinámicas de grupo y la supervisión. Finalizó su formación como Terapeuta Gestalt en el Instituto Gestalt de Toronto (Canadá). Tras graduarse fue miembro y profesor de Formación del mencionado Instituto durante cuatro años. En 1978 Yaro emigró a Australia, para desarrollar su trabajo como Profesor en la Universidad de Queensland en Brisbane. A lo largo de veinte años, Yaro ha sido profesor en talleres grupos de Formación Gestalt, en numerosos Institutos Gestalt como en: Sydney (Australia), Tasmania, México, Nueva Zelanda, Dinamarca, Suecia, Estonia, Italia, Alemania, entre otros. Yaro ha publicado y co-editado cuatro libros sobre el Proceso de Grupos en Terapia Gestalt, además ha creado tres Manuales de Formación y un libro enfocado a las Parejas titulado “La Princesa y el Dragón.” Ha colaborado y sigue colaborando con diversos artículos en numerosas Revistas Internacionales de Terapia Gestalt, Terapia de Familia, Vida Alternativa, Trabajo con Hombres y Psicología profunda. Yaro está acreditado como Líder y entrenador, fue fundador Miembro de GANZ (Asociación Gestalt en Australia y Nueva Zelanda), siendo un presentador regular de Conferencias sobre Psicoterapia en Australia y otros países como México. Es Co-fundador del movimiento de hombres Australianos, junto con Rein Van De Ruit. Formó a la mayor parte de los facilitadores actuales de grupos de hombres en Queensland y NSW. 239

Es colaborador habitual en los festivales de hombres durante los últimos diez años. Su interés esta en la investigación del “Niño Interior” y cómo este afecta en la edad adulta. Yaro es Co-Director junto con su esposa Gemma García, de Gestalt Art Therapy Centre en Australia, donde imparte talleres de formación para profesionales de la psicología, utilizando diferentes técnicas de Arte con un enfoque Gestáltico, tales como: Drama-Teatro, Máscaras, Pintura, Caja de Arena, etc. Posee práctica privada de Psicoterapia Gestalt para adultos, parejas, familias. Además, es Director de la Formación en Español on line CAT (Capability Art Therapy). Organizador de Art Therapy Conference en Bali y México 2011/2012 y 2013. Página web: www.gestaltarttherapy.com www.arteterapiagestalt.es www.arttherapyconference.info

Email de contacto: [email protected] [email protected]

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