SE DESPIERTA LA LEONA

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“Se despierta la leona le hará ver la increíble fortaleza y belleza que Dios ha dado a toda mujer. Avivará el corazón de leona que hay en usted y le inspirará a elevarse por encima de la rutina diaria de la vida y servir a Dios con una pasión renovada.” —Joyce Meyer, autora de éxitos de ventas y maestra de la Biblia “Lisa Bevere no sólo nos inspira con verdades que rugen, sino que también vive la vida de una leona. Ella es una cristiana comprometida, esposa idónea, mamá sin temor, valiente oradora y extraordinaria escritora. Se despierta la leona le inspirará a llevar a cabo el papel que Dios tiene para usted en cuanto a establecer el reino de Dios en la tierra. Es uno de los libros más emocionantes que haya leído jamás.” —James y Betty Robison, programa de televisión Life Today “Se despierta la leona le ayudará a despertar las semillas de grandeza que Dios ha puesto en el interior de usted. La pasión de Lisa por capacitar a otros le ayudará a descubrir su valor, propósito y los increíbles dones que usted tiene que ofrecer al mundo que le rodea.” —Victoria Osteen, copastora, Lakewood Church, Houston, TX “En Se despierta la leona, Lisa Bevere pinta un apasionante cuadro del impacto que la mujer cristiana totalmente despierta puede tener en sus esferas de influencia, desde su vida individual hasta la iglesia y el mundo. Quienes lo lean serán avivados a vencer los límites en sus vidas y aferrarse a los propósitos de Dios para ellas.” —Stovall Weems, pastor principal, Celebration Church, Jacksonville, FL “Lisa Bevere envía un toque de trompeta a las mujeres en todo el mundo para que se levanten y se aferren al poder que Dios les ha dado. Sea cual sea la etapa de la vida en que

usted está, Se despierta la Leona le capacitará para entender la fuerza, la valentía y la dirección que Dios ha puesto delante de usted.” —Ed Young, pastor, Fellowship Church y autor de You! The Journey to the Center of Your Worth “El libro de Lisa es una palabra inspirada por Dios para las mujeres. Es momento de sacudirse la opresión, librarse de cualquier cosa que le haya mantenido esclava, recibir la gracia de Dios y hacer lo que Él le dice que haga.” —Sharon Daugherty, pastora principal, Victory Christian Center, Tulsa, OK “Como colaboradora para la causa de Cristo, Lisa Bevere nos recuerda que la forma femenina personifica amor, esperanza, gozo y ternura sin sacrificar la valentía, la fuerza y la confianza. Este libro le recordará que Dios ve nuestros sueños antes de que nosotras mismas los veamos. Le inspirará a levantarse en su llamado y hacer avanzar el reino de Cristo en toda la tierra.” —Brian y Bobbie Houston, pastores principales, Hillsong Church, Australia “En Se despierta la leona podemos oír el corazón de Dios por medio de Lisa, llamando a las mujeres a levantarse con fuerza y poder feroz, ¡y a ensuciarse las manos! Deje de mirar desde la seguridad y la pasividad de la tradición, y permita que Él le posicione en su reino ‘para un momento como éste’. No podemos permitirnos esperar más; hay demasiado en juego”. —Ron y Katie Luce, fundadores de Teen Mania Ministries “Toda mujer en el planeta debería leer este mensaje inspirado por Dios: ¡un aviso para que las mujeres se levanten y desafíen el statu quo! Lisa nos recuerda que nosotras como mujeres estamos en nuestro mejor momento cuando

dejamos a un lado nuestras diferencias y trabajamos juntas para aportar soluciones a los problemas del mundo.” —Nancy Alcorn, fundadora y presidenta de Mercy Ministries “Se despierta la leona es fascinante y hace reflexionar. Le desafiará a ser todo aquello para lo cual Dios le diseñó.” —Margaret Feinberg, autora de The Sacred Echo y Scouting the Divine “La oración de Lisa Bevere es que algo feroz, hermoso y libre se despierte en usted cuando lea este libro. Se despierta la leona estará a la altura de su título porque Lisa es alguien que hace que el mundo sea un lugar mejor.” —Dino Rizzo, pastor principal, Healing Place Church “Se despertará la esperanza en usted a medida que capte un destello de lo que podría suceder si cada mujer estuviera totalmente despierta en su momento en la historia. ¡Lea este libro y despierte a la leona que hay en usted!” —Charlotte Gambill, fundadora y directora de Cherish Women’s Ministries y pastora principal asociada, Abundant Life Church, UK “Se despierta la leona es un libro muy fuerte. Es un llamado a la acción para que las mujeres se remanguen la camisa, se ensucien las manos y hagan algo en cuanto al dolor de este mundo, llevando el toque sanador de Jesús a quienes están heridos y quebrantados. Si está cansada de querer lo que no tiene y está preparada para invertir su vida dando lo que sí tiene, este libro es para usted.” —Marilyn Skinner, cofundadora de Watoto Child Care Ministries “La revelación de Lisa de la leona es a la vez oportuna e importante. Por toda la tierra estamos siendo testigos de una generación emergente de valientes y hermosas mujeres

de Dios. No sólo de eso, sino de una manada de leonas cuya fuerza y confianza están siendo restauradas mediante el poder del Espíritu Santo y el santuario sanador de la iglesia. No una mujer con hambre de poder, sino una mujer amorosa que conoce su valía y camina de acuerdo a ella en la tierra actualmente. No una criatura tímida y cobarde, sino una mujer con un nuevo canto en su corazón, un canto de libertad radical en Cristo. Esta valiente vencedora es la leona que se despierta. Este fascinante libro es para toda mujer que anhela ser la respuesta en la tierra actualmente. Que usted encuentre su ‘rugido’ interior a medida que Lisa le guíe hacia el gran León de Judá, el Aslan original: Jesucristo.” —Chris Pringle, ministro principal, C3 Church “Se despierta la leona muestra la capacidad que Dios le ha dado a Lisa Bevere para arrojar luz a principios espirituales, a medida que moldea un mundo en el que las mujeres se levantan como las leonas feroces y hermosas que fueron creadas a ser.” —Christine Caine, directora de Equip & Empower Ministries y fundadora de The A21 Campaign “En Se despierta la leona, Lisa Bevere lleva nuestra atención hacia la ferocidad natural y los aspectos protectores de una mujer y demuestra el poder de las mujeres para batallar por su destino y por el destino de aquellos a quienes aman. Deje que Lisa le enseñe cómo operar en el poder de la gracia de Dios para perseguir la ‘presa’ del desengaño y los sueños rotos y ‘aceptar fortaleza, desarrollar valentía y efectuar un cambio en el mundo’.” —Obispo Courtney McBath, pastor principal, Calvary Revival Church, Norfolk, VA

Li o ne s sAr i s i ng ,Spani s h,byLi s aBe v e r e Co p y r i g h t©2 0 1 7Me s s e n g e rI n t e r n a t i o n a l www. Me s s e n g e r I n t e r n a t i o n a l . o r g Or i g i n a l l yp u b l i s h e di nEn g l i s ha sLi o n e s sAr i s i n gb yLi s aBe v e r e Co p y r i g h t©2 0 1 1Me s s e n g e rI n t e r n a t i o n a l Ad d i t i o n a lr e s o ur c e si nSp a ni s hb yJ o hn&Li s aBe v e r ea r ea v a i l a b l ef o r f r e ed o wnl o a da t :www. Cl o u dLi b r a r y . o r g Thi sr e s o ur c eh a sb e e nd i s t r i b u t e dt ol e a d e r sa n de me r g e n tl e a d e r sFREEOF CHARGEa n di sn o tt ob es o l d .I ti sag i f tf r o mMe s s e n g e rI n t e r n a t i o n a l , t h eMi ni s t r yo fJ o hna n dLi s aBe v e r e . Yo ua r ee n c o ur a g e dt od u p l i c a t e ,v i r a l l yd i s t r i b u t e ,u s ee x t r a c t so ro t h e r wi s e s h a r et hi st e a c hi n gwi t ho t h e r s . Toc o n t a c tt h ea u t h o r:Li s a Be v e r e @y ma i l . c o m s pi e r t al aLe o na ,EnEs paño l ,po rLi s aBe v e r e SeDe De r e c h o sRe s e r v a d o s©2 0 1 7Me s s e n g e rI n t e r n a t i o n a l Or i g i n a l me n t ep u b l i c a d oe nI n g l é sc o mo ,Li o n e s sAr i s i n gp o rLi s aBe v e r e De r e c h o sRe s e r v a d o s©2 0 1 1Me s s e n g e rI n t e r n a t i o n a l Re c ur s o sa d i c i o n a l e se nEs p a ñ o lp o rJ o hnyLi s aBe v e r ee s t á nd i s p o ni b l e s p a r ad e s c a r g a rgr a t u i t a me n t ee n :www. Cl o u dLi b r a r y . o r g Es t er e c ur s oh as i d od i s t r i b u i d oal í d e r e syl í d e r e se me r g e n t e sLI BREDE CARGOyn oe sp a r as e rv e n d i d o .Esu nr e g a l od eMe s s e n g e rI n t e r n a t i o n a l , e lMi ni s t e r i od eJ o hnyLi s aBe v e r e . Sel ea ni maad u p l i c a r l o ,d i s t r i b u i r l ov i r a l me n t e ,e x t r a e rp a r t e sd e lmi s moy a ú nc o mp a r t i re s t ae n s e ñ a nz ac o no t r o s . Pa r ac o n t a c t a ra la u t o re s c r i b aa :Li s a Be v e r e @y ma i l . c o m

A todas mis hermanas leonas que a veces sienten que se aviva en su interior pasión, ferocidad y belleza.

Son ustedes asombrosas. Nacieron para este momento. No tengan temor de su fortaleza, sus preguntas o sus perspectivas. Despierten, levántense y atrévanse a entender todo aquello para lo cual fueron creadas.

Índice 1 Despertar a una leona. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 2 Una fuerza invisible.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 3 Peligrosamente despierta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 4 La suma de temor y maravilla.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 5 La fuerza es para el servicio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 6 Bajo la misma misión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 7 Saludar y acicalar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 8 Las leonas son estratégicas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135 9 Las leonas viven en la luz y cazan en la oscuridad. . . . . 157 10 Caminar con un León. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193 11 De susurro a rugido. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209 Lista de organizaciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227 Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 228

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Despertar a una leona La naturaleza está hecha para conspirar con el espíritu y emanciparnos. Ralph Waldo Emerson

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ra el año 1994, y la noche era como cualquier otra en ese período de mi vida. Yo me había ido a la cama más tarde de lo que debía después de un desesperado intento de poner en orden mi casa. Yo era mamá de tres hijos y estaba embarazada, así que dormía profundamente en aquellos tiempos. Cerraba mis ojos y me quedaba dormida enseguida, despertándome sólo por el sonido del despertador, los niños, o por la luz del sol en la mañana que entraba a mi cuarto. Pero esa noche me quedé dormida y me desperté al amanecer, agitada hasta lo más profundo de mi ser. En las horas antes del amanecer había experimentado un sueño muy vívido y poco usual. En realidad, llamarlo sueño lo hace parecer como si me hubiera llegado en forma del sueño o de sombra; esas imágenes no fueron así. Yo sueño regularmente, pero no con ese nivel de intensidad. En mi mundo de sueños, yo me encontraba animadamente despierta. Delante de mí había una escena en otro lugar y otro tiempo. Yo sentía que ya no caminaba

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por los senderos de la tierra. Estaba en alguna esfera celestial, un lugar de iluminación, sin deslumbramiento. Una luz radiante estaba por todas partes y parecía provenir de todas las cosas. No había neblina ni sombra, tan sólo un glorioso color. Esos saturados matices de vívido color estaban compuestos por sombras tan concentradas que no tengo ninguna referencia terrenal para denominarlas. Los pigmentos estaban en capas y eran multidimensionales. Por alguna razón, recuerdo mejor los tonos púrpura (pero no eran como nuestro color púrpura) y azul (distinto al nuestro). No había esquinas, lados ni un borde superior, sin embargo, el telón de fondo de color envolvía lo que mostraba: una elevada plataforma de perfecta piedra color crema y sobre esa plataforma se reclinaba una leona de oro. Era perfección felina: majestuosa, poderosa y rica textura. No se movía, pero no había duda alguna en mi mente de que estaba viva, mucho más viva que cualquier animal terrenal que yo haya visto en movimiento. Su cabeza estaba erecta, pero no tensa y sus patas delanteras estaban estiradas delante de ella. Su piel y sus ojos tenían un resplandor dorado. Por debajo de su perfecto y leonado pelaje yo podía ver cada curva de sus músculos perfectamente formados. Aquella leona sorprendente y quieta era mucho más sustancial, vívida y vibrante que ninguna de las leonas que ahora caminan sobre nuestra tierra. No pude evitar pensar que estaba contemplando un prototipo celestial. Grabado en la parte delantera de la perfecta plataforma había una palabra y un número romano: Números XXIII. En contraste con esa leona, mi forma se sentía transparente, insignificante y extrañamente fuera de lugar. Yo me sentía alejada de mi cuerpo y no era consciente de estar embarazada. Sabía que estaba allí para contemplar y ver, para observar fijamente, y al hacerlo, para aprender algo no logrado. Sentí una urgencia por entender el peso de la imagen. Aunque yo estaba sola con una 2

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leona, no me sentía alarmada ni amenazada. Tan sólo sentía una estupenda maravilla, como si al ver, mi espíritu estuviera siendo agrandado y conectado. Absorbí todo lo que pude de lo que me rodeaba; mi enfoque cambió y mire a los ojos de la leona. Cuando lo hice, oí una voz desde alguna parte detrás de mí anunciando: Con el nacimiento de este hijo, despertarás a una leona. Con una mezcla de luz dorada, majestad y maravilla, se terminó. Lo siguiente que supe era que había llegado la mañana, y yo estaba totalmente despierta. Todos mis sentidos estaban en un estado de elevada alerta, no por temor tanto como por asombro. ¿Que acababa de obtener? A medida que pasa el tiempo, he llegado a creer que nuestra tierra es la forma atada por el tiempo y oscurecida de revelación parcial de lo que es original, intemporal y completo en el cielo.

Levantarse como una leona Mientras yo seguía tumbada en el gris amanecer, medio despierta, con el corazón acelerado y mi cuerpo temblando, supe que Dios me había enviado esa visión de una leona para revelar algo que yo habría pasado fácilmente por alto en el día a día. Él tenía toda mi atención. Yo escuchaba con todos mis sentidos. Mi cuarto parecía desteñido y vacío, en agudo contraste con el mundo de color del que acababa de irme. Los sonidos matutinos de la tierra eran apagados comparados con la fuerte voz en ese lugar del otro mundo. Yo estaba quieta, por temor a moverme y perder los últimos vestigios de la visión. Cerré mis ojos. Sí, todo estaba allí: la leona, la plataforma, la inscripción, el telón de fondo y la voz. Pasó el tiempo, mi corazón se calmó y mi cuerpo también, y abrí mis ojos. Sintiendo curiosidad por la inscripción que había en la plataforma, agarré mi Biblia. Me preguntaba: ¿Había una conexión con un capítulo o versículo literal? Si era así, ¿qué decía Números 23? Mientras pasaba las páginas, mi corazón se 3

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desilusionó cuando observé el encabezamiento del traductor y descubrí que el pasaje era un oráculo de Balaam. Yo sabía que él era un profeta preciso, pero deshonroso. Seguí leyendo, sin sentir mucho hasta que llegué al versículo 19. Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice? Se me ha ordenado bendecir, y si eso es lo que Dios quiere, yo no puedo hacer otra cosa. Dios no se ha fijado en la maldad de Jacob ni ha reparado en la violencia de Israel. El Señor su Dios está con ellos; y entre ellos se le aclama como rey. Dios los sacó de Egipto con la fuerza de un toro salvaje. Contra Jacob no hay brujería que valga, ni valen las hechicerías contra Israel. De Jacob y de Israel se dirá: “¡Miren lo que Dios ha hecho!”. (Números 23:19-23, nvi)

Esas palabras contienen mucho sobre la fidelidad de Dios. Sus promesas son ciertas y seguras, y sus bendiciones son irreversibles. Debido a la fidelidad de Dios, Israel tenía un futuro seguro y libre de los efectos contaminados y retorcidos de la brujería o de las maldiciones. Todo esto fue fortalecedor, pero el versículo siguiente fue fascinante. Un pueblo se alza como leona; se levanta como león. No descansará hasta haber devorado su presa 4

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y bebido la sangre de sus víctimas. (Números 23:24, nvi).

Temblorosa, leí otra vez las feroces palabras impresas en el frágil papel: Un pueblo se alza como leona; se levanta como león. Las imágenes me sorprendieron. Podía verlo: un león y su leona levantándose de la hierba. A medida que se levantaban, las dinámicas del plano cambiaban de ser pacíficas a ser eléctricas. Cada criatura viva sentía el cambio de postura del león y observaba con atención. Las figuras doradas estaban despiertas, estirándose, probando el aire, supervisando su dominio, preparadas para hacer su movimiento. Quizá tuvieran hambre. Quizá fueran agitadas por la presencia de un enemigo que había violado los marcados límites de su territorio y era momento de hacer notar su presencia. Una vez levantados, la tensión sería elevada hasta que sus movimientos cesaran. Si los leones estaban inquietos, no habría descanso para las otras criaturas hasta que los leones hubieran peleado o dado un festín, y después se hubieran reasentado. Al levantarse ellos, yo sentí también que la fortaleza en mi espíritu se avivaba. ¿Quién no se siente asombrado y cautivado cuando un león una leona se levantan? Es una maravilla contemplarlo. ¿Pero qué significaba eso para mí? ¿Cómo era posible que yo pudiera estar relacionada con algo de esa fortaleza salvaje y dorada? A la vez que la imagen me emocionaba, también me repelía. Me gustaba la idea de las leonas durmiendo la siesta al sol mientras sus cachorros jugueteaban, pero las imágenes de la caza y la muerte me asustaban y hasta me repugnaban. Cuando veían los programas de National Geographic o Wild Kingdom, apartaba mis ojos de los grandes felinos cuando ellos cazaban impalas y cebras. Mientras esos pensamientos cruzaban por mi mente, recordé las palabras de la visión nocturna: “Con el nacimiento de este hijo, despertarás a una leona”. ¿Qué podría significar eso? Yo no 5

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veía relación entre la poderosa y valiente leona y la mujer embarazada que estaba tumbada en mi cama. Decir que yo era una leona causaba risa. Yo comía tofú y era vegetariana estricta, no una depredadora sedienta de sangre. Yo me sentía aterrada por casi todo lo que estaba fuera de mi control e intimidada por la mayoría de las personas con las que me encontraba. Me resultaban especialmente aterradoras las mujeres fuertes y dominantes. Mi embarazo había sido de algún modo un alivio temporal. En un apasionado momento de oración dos meses antes de la concepción de mi hijo, yo había dejado de lado todas mis protestas y le había dicho a Dios: “¡Muy bien, muy bien! Soy tuya. ¡Haz lo que quieras en mi vida! Haré todo lo que tú quieras. Incluso hablaré con mujeres si tú quieres que lo haga”. Aunque en ese momento yo no tenía idea de lo que podría estar diciendo. Cuando quedé embarazada, supuse que todo era impredecible. Me imaginaba que la comisión y mi sumisión habían sido la mayor de las pruebas, como la disposición de Abraham a sacrificar a su hijo Isaac. Quizá yo obtuviera puntos extra por estar dispuesta y nunca tendría que respaldar mi promesa. Pero con esa visión, parecía que el trato anterior a mi embarazo seguía estando vivo. ¿Y qué era aquello sobre mi hijo? A lo largo de mi embarazo yo había supuesto que tendría una hija. Todas las personas con quienes me relacionaba me decían que tendría una niña. Nadie había mencionado la posibilidad de un niño. Yo era la única que había albergado la secreta esperanza de tener otro hijo. Moví mi cabeza con incredulidad. Si cualquiera de esas cosas era verdadera y yo estaba a punto de convertirme, si podía decirse, en una leona, entonces seguramente alguien más vería también esa inminente transformación. Esa visión iba a requerir alguna seria confirmación secundaria.

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En busca de afirmación Pasaron algunas semanas y una mujer evangelista por la que yo sentía un inmenso respeto vino a la ciudad. ¡Ahí estaba mi oportunidad! Ella nos había invitado a otra amiga embarazada y a mí a comer con ella. Mi amiga era una mujer de negocios excepcional que había experimentado una conversión radical y estaba sacudiendo su región de Asia con el evangelio. Quizá la visión de la leona fuese para ella . . . Yo decidí plantear la idea de modo informal en la comida y observar su reacción. Incluso la fecha para comer cayó en un hermoso y soleado día en Winter Park, Florida. Después de que las tres hubiéramos recorrido las calles durante un rato, yo finalmente dejé caer sentado mi embarazado cuerpo para comer y me pregunté cómo podría introducir la idea de la leona en nuestra conversación de amigas sobre compras. Más adelante mientras comíamos, se presentó mi oportunidad. Mi amiga nos dijo que ella esperaba una niña y la evangelista dijo que estaba emocionada por la posibilidad de que yo también tuviera una niña. “¿Pero y si es otro niño?”, pregunté yo. Ella se quedó pasmada de que yo planteara esa posibilidad. Después de todo, razonaba ella, yo ya tenía tres hijos, y John necesitaba una niña a la que adorar. En aquel momento fue cuando decidí relatar la historia de la leona y la proclamación de un hijo. No estoy segura de si lo que yo dije tenía sentido. En realidad, sé que no lo tenía. Después de todo, yo estaba lejos de convencerme a mí misma. Sabía que la visión era real, pero en mi nerviosismo seguía descartando mi relación con la imagen de la leona. Yo seguía hablando intentando procesar mi encuentro, ¿pero cómo podía esperar que ellas lo entendieran mientras yo estaba confundida? Mis divagaciones se reflejaban en sus caras de

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preocupación. Entendiendo que había llegado a un punto muerto, me detuve abruptamente. Hubo una larga pausa en la incómoda secuela mientras la ministro me miraba dudosamente y después preguntaba: —¿Para cuándo esperas tu bebé? —Para el diez de octubre —respondí yo tímidamente, aliviada por decir algo que tenía sentido. Ella se reclinó, meneó su cabeza y dijo con confianza: —No, no, no es posible que pudieras ser una leona para entonces. Yo quería gritar: “¡Estoy de acuerdo!”. Pero sintiéndome un poco ridícula, me limité a asentir. En cierto sentido me sentí aliviada, y en otro ligeramente molesta, sin duda avergonzada, y posiblemente insultada. ¿Qué quiso decir ella con que yo no podía ser una leona para entonces? Tan sólo era primavera, ¡y quedaban más de cinco meses para octubre! Después de todo, ¿cuánto tiempo podría ocupar esa transformación para ser leona? ¿Por qué había compartido yo mi visión? Debería haber esperado hasta saber si iba a tener un niño. Ella sintió mi confusión y explicó: “Todavia hay demasiadas cosas en ti que Dios necesita trabajar . . . no estarás libre para octubre”. Bueno, ahí estaba. Aunque a mí no me gustó la franqueza de la mujer, estuve de acuerdo con su evaluación. Lentamente, la conversación regresó a su ritmo normal anterior cuando yo cerré mi boca y permití que mis pensamientos se quedasen en mi interior. Ella tan sólo había expresado lo que obviamente veía reflejado en mí. Yo estaba plagada de dudas e inseguridad en muchos niveles. Incluso mi esposo, John, me decía constantemente: “Debe de ser muy difícil vivir en tu mente, Lisa, con tantas preocupaciones y temores agrupándose en tu interior”. Él tenía razón. Y se estaba

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volviendo cada vez más difícil todo el tiempo. Yo estaba cansada de ser un proyecto de restauración a largo plazo.

No más excusas Durante años yo había estado ofreciendo excusas para mí misma. Era una superviviente de cáncer y una mamá ama de casa con un pasado disfuncional, que sólo quería sobrevivir a sus hijos en edad preescolar. ¿Era posible que Dios pensara que yo estaba destinada para algo más? ¿Había algo poderoso y ligeramente fiero esperando despertar dentro de mí? Quizá me sentaría bien la valentía. Después de todo, ¿no había sido yo aventurera cuando era joven? Hubo un tiempo en que mis ideas sobre el trabajo ideal variaban entre ser asesina y astronauta. Sí, yo quería recobrar parte de la fortaleza que había perdido mientras intentaba encajar como esposa de pastor y ser una agradable mujer cristiana. Estaba lista para estirarme un poco y elevarme en fuerza y en belleza. Estaba cansada de que pensasen de mí que era débil y me quejaba. Estaba cansada de volver una y otra vez al dolor de mi pasado. Estaba preparada para un desafío. Me encantaba que mi esposo fuese apasionado y fuerte, pero estaba cansada de ocultarme detrás de él. Cansada de agotar mi mente con muchas cosas que no tenían importancia; cansada de fingir. ¡Quizá la visión de una leona fuese precisamente lo que yo necesitaba! En lugar de agradable y segura, yo estaba lista para que me viesen como un poco feroz y firmemente enfocada. Conduje de regreso a casa después del almuerzo aquel día, agarrando el volante con más fuerza de la necesaria. Estaba dispuesta a probar ese ambiente de leona en la relativa seguridad de mi Honda Civic. Bajé las ventanillas y puse lo último en música cristiana contemporánea, y dejé que el viento en lugar del aire acondicionado moviese mi “melena”. Ahora todo eso parece un poco tonto (especialmente porque las leonas no tienen melena). 9

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A través de mis gafas de sol Ray-Ban veía mi cabello encrespado moverse por el espejo retrovisor . . . Un momento, ¿veo una fiera leona dorada en esa cabellera? ¿No estaré lista en octubre? ¡Ya! ¡Te lo demostraré! ¡Soy una leona! En cierto modo, mediante la combinación de mi metida de pata en el almuerzo, la clara evaluación de mi amiga y una serie de otros eventos no relacionados, comenzó a tomar forma una interesante transformación. Era como si se hubiese arrojado un guante y se hubiera lanzado un desafío. Con el nacimiento de mi hijo Arden Christopher (su nombre significa “feroz, decidido, ungido”), algo cambió dentro de mí. Aunque otro hijo significaba más carga maternal, me convertí en una hija enfocada. Mire, como muchas otras madres, mi yo conectado con Dios había sido tensado. Yo estaba casi en el punto de ahogarme en mi vida cotidiana. Estaba tan enredada con mi lista de quehaceres, siempre creciente y cada vez más demandante, que había olvidado quién era yo. Estaba llena de dudas de mí misma. Mi vida era pequeña, egoísta, aislada, segura e ineficaz. Recordaba mi nombre, con quién estaba casada y quiénes eran mis hijos, pero lo que yo hacía y de quién era responsable eclipsaba mi sentimiento de ser hija de Dios. Cuando hice una pausa, Dios comenzó a susurrarme fortaleza y a llamarme por otro nombre. Para todos los demás yo tenía un nombre que estaba unido a una descripción de empleo. Era madre para mis hijos, esposa para mi esposo, esposa del pastor para la congregación, pero para Dios Altísimo yo era simplemente hija. A medida que me enfoqué sólo el ser suya y lo que eso significaba, vida y fortaleza llegaron a mis días y el descanso entró en mi alma. Mi corazón se expandió. Después del nacimiento de Arden, comencé a salir de la sombra de mis inseguridades, mis temores, mi zona de comodidad y mis fracasos, y comencé a acercarme a otros. Escribí mi primer libro, 10

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¡Fuera de control y disfrutándolo! mientras criaba a Arden. Escribir ese libro abrió otro mundo para mí. De repente, estaba hablando a mujeres por todo nuestro país que tenían hambre de autenticidad. En respuesta a su dolor, su hambre y la clara necesidad de relaciones femeninas saludables, escribí más libros. Pasó el tiempo, nos mudamos de nuestra casa en la soleada, cálida y húmeda Florida a otra casa en el soleado, frío y seco Colorado. El traslado a Colorado llevó a nuestra familia a quedarnos más tiempo dentro y alrededor de la mesa. También nos puso en posición de sobrellevar muchas transiciones. Varias veces durante la década siguiente (casi demasiado pocas para notarlas) me catalogaron o me llamaron leona. Yo sólo sonreía, contenta porque ya no era una gatita asustada, tímida y doméstica. Me imaginaba que la historia de la leona había terminado y que mi transformación personal estaba casi completa. Pero estaba equivocada.

No se trata de ti, Lisa En el otoño de 2007 la leona me visitó otra vez. Yo era una de muchas mujeres que ministraba en una conferencia para mujeres en el asombroso país de Nueva Zelanda. Hubo una asistencia tan buena a ese evento, que la iglesia anfitriona tuvo que realizar dos conferencias contiguas para acomodar a todas las mujeres. La primera conferencia se realizaba en la iglesia, y la segunda en un estadio en Auckland. Habíamos terminado la primera conferencia y estábamos en el estadio para la segunda. Las sesiones habían comenzado. Las ministras eran capaces, compasivas y fieles administradoras de la Palabra. Pero por algún motivo desconocido, yo me sentí inquieta durante el descanso de la tarde. No era que me sintiera presionada a prepararme, pues iba a repetir lo que había dicho en la primera conferencia, aun así, sentí una urgencia por orar antes de mi sesión. Era como si hubiera algún 11

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tipo de resistencia, yo sabía que no provenía de las asistentes, quienes habían escogido estar allí, ni tampoco de ninguna de las oradoras o de la iglesia anfitriona. Todas teníamos un mismo sentir y habíamos acudido listas para adorar, predicar y alentar a las mujeres, pero había algo más. Quizá Dios estaba intentando captar mi atención. Yo tenía que estar a solas y solucionarlo, así que me dirigí a mi habitación en el hotel, que tenía vista al puerto de Auckland. Caminaba por mi habitación estirando mis brazos hacia el puerto y orando por la dirección de Dios, su perspectiva y cantando junto con la música en mi iPod: “Grita a Dios con voz de triunfo”. Para posicionar mi corazón, comencé a dar gracias a Dios por varias cosas que Él estaba haciendo en mi vida. Acababa de completar la edición final de mi manuscrito, Nurture, y comencé a dar gracias a Dios porque el proceso de escritura y edición había terminado. Para mí, escribir un libro es como experimentar un parto, y por eso mi oración fue parecida a esto: Gracias, Dios. ¡Ha terminado! Dije: ¡No quiero volver a escribir nada por lo pronto! De repente, sentí que Dios hablaba mi espíritu. Lamento que te sientas de esa manera . . . porque necesito que escribas otra vez. ¿Qué? ¿Dios me necesitaba? Él prosiguió. Estoy soltando estrategias desde el cielo. Se encontrarán en mi Palabra. No tendrás todas esas estrategias por ningún medio, sino que tendrás cierta medida de ellas. Debes escribir y anotar lo que yo te hable, para que cuando mis hijas se reúnan haya un cuadro completo. Si tú no aportas tu pieza del puzle, el cuadro no estará completo. De repente, la leona estaba delante de mí otra vez. Mientras yo la contemplaba en toda su fuerza y su apasionante belleza, oí decir a la Voz: Dije que con el nacimiento de tu hijo tú despertarías a una leona. No dije que tú fueras la leona. Inmediatamente vi cuán ilimitada, tonta y humana había sido 12

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mi perspectiva. La Voz siguió diciendo: Jesús es el León de la tribu de Judá y ya es momento de que su novia despierte a una leona. Estudia las formas y los aspectos de la leona. Entonces vi la primera estrategia: Las leonas cazan juntas. Me quedé desconcertada. ¿Era conforme a la Escritura lo que yo estaba oyendo? ¿Qué podría significar todo eso? Las mujeres estaban comenzando a acostumbrarse a la idea de que hay poder en la feminidad y valor en su capacidad de alimentar y desarrollar. ¿Me estaba diciendo Dios ahora que las llamase leonas? ¿Cómo encajaba eso? Me pregunté: ¿Podría ser que Dios quiera despertar algo feroz y salvaje en el interior de sus mujeres? Recordé una vez más Números 23 y vi en ello un mandato para las mujeres cristianas a levantarse. Allí mismo me propuse en mi corazón estudiar a la leona y buscar los paralelismos para las hijas de Dios. He pasado los dos últimos años investigando, observando y escribiendo sobre leonas. Inicialmente pensé en establecer conexiones entre las mujeres y las leonas sólo a nivel literario, sin compartir la visión que Dios me dio, pero a medida que ha pasado el tiempo, he comprendido que esa visión no era para que sólo yo me la quedase. No se me mostró la leona porque yo sea favorecida o especial, tampoco experimenté esa imagen porque tenga grandes visiones. Se me mostró porque Dios sabía que un día yo sería alguien con una voz. Una y otra vez cuando he pronunciado la frase “despertarás a una leona”, literalmente la he visto impactar a mujeres. A veces ellas responden con calladas lágrimas mientras algo en su interior es regado. Otras veces dan un grito ahogado como si hubieran aspirado la revelación y entendido que está bien ser hermosa y feroz. Yo creo que la respuesta ha sido tan increíblemente positiva porque, al igual que se puede decir que hay un cordero escondido 13

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en el interior, también hay una leona dentro de cada una de las hijas de Dios. Y es momento de que esa leona se despierte. Cuando pienso en una leona, se dibuja una sonrisa en los labios. Echo mis hombros para atrás y me pongo un poco más derecha. Más que ninguna otra criatura, la leona me hace estar orgullosa de ser mujer. No hay duda en cuanto a su fuerza. También me imagino que no hay ninguna otra criatura que haga que un hombre esté más orgulloso de ser varón que el león. El león es el rey de la jungla y no hay duda acerca de quién es la reina.

Mirar . . . y aprender Esta no es la primera vez que Dios nos ha señalado hacia la simplicidad de la creación para restaurar nuestra perspectiva. Jesús nos insta a mirar las flores y aprender de ellas que Dios las vestirá y cuidará de nosotros (véase Mateo 6:28; Lucas 12:27). De igual manera, las esferas celestiales declaran la gloria de Dios y son una exposición abierta de su justicia (véase Salmo 19:1; Salmo 50:6). Los cielos anunciaron su justicia, Y todos los pueblos vieron su gloria. (Salmo 97:6)

La salvaje y feroz belleza de la creación es una ventana que ofrece un destello del Dios que nos creó. Necesitamos abrir de par en par esa ventana y permitir que la belleza indomada y sin límite de Dios despierte en nosotros una reverencia celestial. Cuando abrimos nuestros ojos a la maravilla de la creación, se despierta un anhelo por Dios. Nuestro espíritu responderá a lo que vea. La creación declara: “¡Hay más! Más de lo que ves. Más de lo que oyes. Más que la mera mortalidad humana. Está el Dios inmortal que está sentado en las alturas”. Jesús nuestro Cristo vino como el Cordero inmolado antes de la fundación de la tierra, pero el libro de Apocalipsis también le revela como un León: 14

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Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos. (Apocalipsis 5:5) Él es a la vez nuestro León y nuestro Cordero. Me pregunto: ¿Podría haber una combinación de dos imágenes más opuestas? Juan, el autor de Apocalipsis, lloró porque después de haber buscado por todo el cielo, la tierra e incluso debajo de la tierra, no se encontró a nadie digno de abrir los siete sellos y comenzar la revelación progresiva. Entonces el anciano que estaba más cerca de Juan le alentó a mirar, porque había una revelación de un León en nuestro Cordero. Solamente Él es digno e inicia esa obra de abrir los sellos. Desatar o romper es una apertura violenta. Inmediatamente me recuerda la gruesa cortina de separación que había en el templo cuando se rasgó o se partió en dos (véase Marcos 15:38). La brecha comenzó en el lugar más alto y terminó en el más bajo. Me encanta eso, porque nuestro Dios siempre hace pedazos aquello que nos ocultaría o separaría a cualquiera de nosotros de todo lo de Él. En el libro divinamente misSe hace a la naturaleza terioso de Apocalipsis, este conspirar con el espíritu acto de abrir los rollos del cielo para emanciparnos. pone en movimiento cosas en la —Ralph Waldo Emerson tierra. Incluso ahora, siento el anhelo de Dios de abrir y revelar una parte de sí mismo a cada una de nosotras y en cada una de nosotras. Si no fuese así, ¿por qué habría escrito Él ese dramático final de la historia de nuestra tierra si no contuviese una revelación para cada uno de nosotros? Yo creo que una vez más se nos invita a no desesperar ni llorar, sino a levantar nuestros ojos, mirar y ver verdaderamente.

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Nuestra tierra se hace eco de las revelaciones y la sabiduría del cielo. Es increíble que nuestro Padre celestial designase su creación para abrir nuestros corazones. Cada planta, animal, elemento y paisaje dice: “Levántate y sé todo aquello para lo que fuiste creado”. Según Job, la naturaleza tiene el potencial de enseñarnos. Que nos enseña más que a las bestias de la tierra, Y nos hace sabios más que a las aves del cielo? (Job 35:11)

La maravilla del amor de Dios y el límite hasta el cual Él irá para impartir su sabiduría son casi demasiado inmensos para entenderlos. Pero eso no debería sorprendernos. Él es, después de todo, el Creador, que declara: Porque mía es toda bestia del bosque, Y los millares de animales en los collados. Conozco a todas las aves de los montes, Y todo lo que se mueve en los campos me pertenece. Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; Porque mío es el mundo y su plenitud. (Salmo 50:10-12)

Nosotros nos apartamos de las criaturas de la tierra, pero Dios las conoce por nombre. ¿Nos imaginamos que Él no se ocupa de su creación? Él hizo la creación para sí mismo. La naturaleza tiene mucho que revelar acerca de su Creador, si nos detenemos a escucharla. En Proverbios se nos dice: “Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio” (6:6). Yo creo que Dios nos está pidiendo ahora que hagamos algo parecido. Él nos pide que miremos a la leona y aprendamos. Él nos invita: Hijas, miren a la leona. Obsérvenla de cerca. Dejen que ella despierte la naturaleza indomable de ustedes, su feroz belleza 16

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y su desenfrenada fortaleza, para que puedan levantarse y ser las mujeres valientes que yo les he llamado a ser. ¿Cómo revela una leona fuerza y valentía en las mujeres? ¿Y cómo pueden levantarse las mujeres como la leona? Cada una de nosotras tendrá una única respuesta, pero este destello de las características de la leona puede darnos perspectiva. En los siguientes capítulos, veremos varias razones por las cuales una leona se levanta de su tranquilo reposo bajo el sol de África: Se levanta para reunir fuerza. Se levanta para acoger y cuidar a otros. Se levanta para cazar. Se levanta junto con otras leonas. Se levanta para llevar a los jóvenes a un lugar seguro. Se levanta para hacer frente a enemigos que amenazan a la manada. Se levanta para caminar con su rey.

Yo he llegado a ver a la leona como un cuadro del modo en que cada hija del Altísimo puede aceptar su fortaleza, desarrollar valentía y efectuar un cambio en su mundo ¿Hay una leona escondida en usted? Es mi oración que, cuando termine de leer este libro, tenga usted la respuesta, y que con esa respuesta se despierte en usted algo fiero, bello y apasionado.

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Una fuerza invisible Si llega alguna vez un momento en el que las mujeres del mundo se unan pura y simplemente para el beneficio de la humanidad, será una fuerza como el mundo no haya conocido jamás. Matthew Arnold, Poeta y Filósofo británico del siglo XIX

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odría ser que hemos despertado en este momento? Yo tuve el privilegio de ser testigo del presagio de esa fuerza reunida. En las lejanas tierras de Australia, Nueva Zelanda, en Europa, e incluso en mi país natal de los Estados Unidos, he visto los primeros frutos de lo que sin duda demostrará ser un movimiento plenamente desarrollado. Desde el despertar de una hija, la reunión se está convirtiendo rápidamente en una mujer. ¿Hablaron las palabras de ese poeta y filósofo a algo no entendido dentro de usted? Sin embargo, cuando yo leí por primera vez esta frase, quedé pasmada y literalmente sentí que contenía la respiración. Tan sólo puedo imaginar que mi respuesta física fue una reacción a la enormidad de nuestras posibilidades no entendidas. Usted ya sabe por el título de este libro que anhelo despertar algo salvaje, sabio y maravilloso en usted. Le desafío a pensar en esta 19

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idea de que las mujeres se unan para bien. Vuelva a leer la cita si es necesario, porque la esperanza que hay en ella realmente merece que se lea más de una vez, esa perspectiva merece toda su atención. Atrévase a preguntarse: ¿Podrían las palabras de Matthew Arnold ser algo más que teoría, retórica política o conjeturas esperanzadoras? ¿Podría su perspectiva ser providencial, permisiva o incluso profética? ¿Miró él al futuro y vio a las hijas de nuestra época, y nos alentó a reunirnos ahora desde su lejana perspectiva de entonces? ¿Sabía él que esa unión no se produciría, no podría producirse en su época, pero sin embargo, esperaba que se produjera en la muestra? ¿Entendió él lo grande que llegaría a ser la necesidad de nuestra época? ¿Nos observó a usted y a mí en este momento? Yo creo que las respuestas más veraces a esas preguntas yacen en lo profundo de cada mujer y se muestran no con palabras, sino en la manera en que ella escoge vivir. Nuestro potencial de desempeñar un papel en esta respuesta se conocerá por el modo en que respondamos a nuestro espacio en el tiempo. Nuestras elecciones se revelarán aún más en el modo en que escojamos posicionar a nuestros hijos e hijas para que ellos igualmente escojan bien. ¿Se elevarán las mujeres de La solución a los problemas nuestra época por encima de de adulto mañana dependen las muchas imágenes cultuen gran medida de cómo rales y religiosas del mundo que crezcan nuestros hijos hoy. son conflictivas y limitadoras, ‒Margaret Mead y por encima de los resultantes prejuicios contra las mujeres? ¿Avanzarán nuestras valientes hermanas en otros países incluso en ausencia de aliento por parte de muchos sectores? ¿Nos apartaremos nosotras en occidente de las frívolas distracciones y enfocaremos nuestra atención en causas dignas y nobles? ¿Desbancaremos los conflictivos ruidos y argumentos que dicen que nuestra contribución no es necesaria, que no es 20

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inspirada por Dios? ¿Comprenderemos la gravedad y la urgencia de nuestra época y dejaremos a un lado nuestras diferencias y opiniones doctrinales a fin de unir filas? ¿Se cerrará la brecha generacional cuando unamos nuestros corazones y nuestras manos? ¿Llegaremos a la unidad de la fe? ¿Se expresará esa fe unida meramente como un conjunto de creencias? ¿Será esa unidad forzada o vibrante? ¿Podría esa fe compartida ser avivada mediante palabras y revelarnos como administradoras de algo enseguida evidente, irresistible, feroz y sustancial? ¿Ilustrará abiertamente nuestra unidad todo aquello que nos atrevemos a esperar y será una declaración viva de todo lo que creemos verdaderamente? ¿Podría esa fe extenderse alcanzando sin egoísmo y dando en lugar de apartarse y tomar? Oro para que así sea, porque solamente entonces veremos que nuestro mundo se extiende y las vidas de otras personas son impactadas por nuestro alcance. Sí, entiendo que todo lo que yo espero y pido es un poco desafiante en este momento, pero no alcanzaremos más si no nos estiramos así. No es suficiente únicamente con mirar quiénes somos. Si queremos extendernos, debemos mirar atrás, a nuestro alrededor y adelante. Cuando miramos atrás al siglo XVIII vemos una época en la cual las mujeres no tenían apenas voz. Al mirar alrededor, entendemos la importancia de nuestra voz. Al mirar hacia adelante, sabemos que debemos construir nuestras palabras y nuestras vidas de tal manera que edifiquemos sabiamente en el futuro. Es momento de ampliar nuestra forma de ver y de relacionarnos con muchas áreas de la vida. Esta dinámica de estiramiento se produce cuando tensión, flexión o compresión se añaden a un grupo de músculos. La capacidad de estirarse puede producir mayor flexibilidad y evitar lesiones. Es mi esperanza añadir algunos estiramientos a su vida presentando a la leona. Quiero que ella amplíe el modo en que se ve a 21

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usted misma, su feminidad, su belleza, su fuerza, su propósito, su matrimonio, su mundo y a su Dios. Permita que la leona desafíe sus relaciones y desarrolle sus relaciones con hombres, amigos y familiares. Incluso la leona sabe que debe estirarse antes de intentar dar un salto. Delante de nosotras está la tensión tanto de nuestra vida personal como de las necesidades del mundo. Para cubrir este inmenso campo, necesitaremos una visión que englobe ambas cosas.

En calma con la fuerza, en descanso con el poder Antes de avanzar más, quiero hablar de una pregunta que surgió después de la visión. Yo me pregunté: ¿Por qué una leona calmada recostada sobre un versículo, lo que representa al pueblo de Dios, toma parte en una violencia tan arrolladora? A medida que ha pasado el tiempo, he pensado en la visión y en todos los pensamientos que ha despertado (y sigue despertando) la revelación dentro de mí. Las siguientes son algunas cosas que he deducido. Dios no me mostró una leona esperando que yo respondiera a ella con pasividad o temor. Esa imagen sacó a la luz y contradijo mi punto de vista limitado y temeroso. Esa leona fue un instrumento que abrió mis ojos a unas vistas más amplias y extendió mi rango de movimientos. A medida que he viajado, he visto algunas estatuas magníficas. Dinamarca, Roma, Londres y París tienen monumentos que le rinden homenaje a increíbles hazañas y celebran pasadas conquistas y momentos de liberación histórica. He fotografiado esas obras de arte y me he maravillado por el modo en que su elegancia e intemporalidad siguen hablando. Pero la leona de mi visión no era una estatua, era una revelación. Las revelaciones conllevan elementos de exposición y sorpresa. La leona ciertamente me sorprendió y me expuso mientras 22

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yo estaba delante de ella embarazada y temblando en pijama. Aunque ella nunca se movió, estaba más viva que yo. A la luz de su belleza y su fuerza, entendí lo que yo había perdido. Debido al temor, yo había perdido fuerza, vida y belleza. Había perdido un sentimiento de mi verdadero yo, y con esa pérdida gran parte de lo que Dios quería para mí no se había cumplido aún. Recuerdo que los israelitas se veían a sí mismos como langostas y a los habitantes de Canaán como gigantes, pero sabemos por Números 23 que los habitantes veían a los israelitas como un león y una leona que se levantan. Ese contraste entre perspectiva y realidad entra en juego cuando comparamos a nuestras hermanas leonas con nosotras mismas. ¿Podremos ser alguna vez como ella? ¿Seremos alguna vez mujeres que estén en calma con nuestra fuerza y en descanso con nuestro poder? ¿Llevaremos nuestra belleza con comodidad? La imagen de la leona de poder unido a descanso es una imagen que deberíamos aceptar. Cuando llegó el momento, la leona se levantó. Ya es momento de que usted sepa quién es. Es momento de que se avive, sea incitada y se despierte. He descubierto que esta dinámica de estar en calma con la fuerza y en descanso con el poder es una imagen muy reveladora y hermosa de una mujer piadosa. Queridas, les doy permiso para estar en calma con su fuerza y en descanso con su poder. Normalmente, esos dúos de estar en calma con fuerza y en descanso con poder vienen con el paso del tiempo. Se unen a medida que usted empieza a entender que hay un poder que está en el interior. Al igual que la justicia es un estado en el que descansamos, hay un ámbito en el que la fortaleza es también un refugio. Descubrimos el descanso cuando dejamos de luchar. En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. (Isaías 30:15) 23

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¡Ahí lo tenemos! No puedo imaginar una mejor manera de expresarlo. Descanse, dependa de Él, y su fuerza llegará. Cuando dejamos de luchar en nuestra propia capacidad, se revela nuestra verdadera fuerza. Dios no está retirando de usted fuerza, se la está dando. En contraste con nuestra amiga la leona, he visto muchas mujeres aterradas por su propia fuerza. Retroceden con temor si ideas, preguntas o pasiones surgen espontáneamente en su interior. No hay que tener miedo a la fuerza, hay que aceptarla. No cometa el error de imaginar que la mansedumbre es debilidad. Es fuerza controlada o poder bajo control. Se llamó a Moisés manso y humilde, pero a pesar de eso fue un poderoso líder y una fuerza a tener en cuenta. Tengo que preguntarme si eso fue debido a que tuvo un encuentro con Aquel que respaldaba cada una de sus palabras. Una conciencia aislada del bien y el mal abruma nuestra desnudez humana y suplica una respuesta divina. Caminar en la esfera del bien fuera de Dios nos limita. Los problemas de nuestro mundo actual son tan increíblemente bastos que necesitan respuestas sin límite. Al igual que Moisés, necesitamos una revelación de la bondad de Dios para calmar a nuestra temblorosa tierra. Por tanto, querida, ¿se atreverá a creer que podría ser parte de esta revelación del bien y así unirse con otras y crear estrategias para que la bondad de Dios se vea a través de nosotras?

Virtuosas y capaces Intencionadamente no he limitado este “bien” a la esfera de lo “agradable” o ni siquiera de lo “seguro”. Después de todo, es una fuerza. De igual manera he oído la palabra virtud descrita como una fuerza.

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Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado, Y no carecerá de ganancias. (Proverbios 31:10-11)

Mujeres solteras, antes de que imaginen que este versículo les deja fuera, recuerden que Jesús es su novio. No es cuestión de quién está incluida, pues todas lo estamos. La pregunta que surge es: ¿Se nos puede confiar eso? ¿Enriqueceremos las vidas de aquellos que nos rodean? ¿Seremos a la vez capaces y virtuosas? ¿O nos encontrará él divididas en segmentos: algunas que son virtuosas y otras que son capaces? La expresión de una cosa sin la otra no es suficiente. Necesitamos una honrosa unión de mujeres virtuosas que sean bien capaces. ¿De qué tendremos que ser capaces? Sencillamente, de cualquier cosa y de todo. Necesitaremos ser hijas capaces de todo lo que sea necesario. A lo largo de la última década he conocido a muchas mujeres increíbles que alientan a otras a entender aquello de lo que son capaces. Debido a la mayor conciencia de la necesidad, las mujeres intencionalmente están enfocando sus metas educativas y desarrollando áreas concretas de talentos para poder tener una respuesta capaz. Son lo bastante brillantes para plantear preguntas respectivamente desde un punto de vista aventajado de perspectiva y relevancia. Han aprendido a aportar cualidades necesarias No es suficiente con bosquejar a fin de poder convertirse en programas gigantescos todo lo que verdaderamente sobre el papel. Debo escribir son. Esas mujeres son talentosas mis ideas en la tierra. y dotadas, audaces y a la vez ‒Émile Péreire honrosas, conectadas y a la vez 25

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autosuficientes, presentes y a la vez de gran alcance, compasivas y a la vez feroces, puras pero no ingenuas, fuertes y amables, sencillas y a la vez muy estratégicas. Si nuestros planes y programas no se traducen y afectan a la tierra y a sus habitantes, entonces se quedan solamente en teoría. Los programas deben cobrar vida. Sólo funcionan si podemos ponerles voz, manos y pies. Nuestro mundo ha conocido el impacto de muchas fuerzas. A lo largo de los siglos, nuestra tierra ha sido golpeada por fuerzas de la naturaleza como huracanes, tsunamis y monzones. La corteza de la tierra se ha abierto y sus fundamentos han sido sacudidos por terremotos. Se han reunido fuerzas armadas por motivos y propósitos tanto nobles como malvados. Coaliciones de fuerzas armadas se han reunido en campos de batalla y han dejado destrucción tras su estela. ¿Pero qué de una fuerza que no se gozó en su capacidad de intimidar, amenazar o destruir? Los miembros de esa fuerza tendrían papeles estratégicos y únicos: algunos visibles otros invisibles, pero todos ellos valorados. ¿Y si esa fuerza fuese a la vez no egoísta en motivo y simplista en su objetivo? ¿Cómo podría verse y sonar? Alejandro Magno dijo: No tengo miedo de un ejército de leones dirigido por una oveja; tengo miedo de un ejército de ovejas dirigido por un león. Qué increíble imagen de nosotras. Un ejército de ovejas dirigidas por un León. Debido a que seguimos a un León, no deberíamos hacer la guerra como tímidas ovejas. Somos mansas en la manera en que seguimos y fieras en nuestra manera de luchar. Así, la mansedumbre y la ferocidad se unen y están cómodas. Si estudiamos el curso natural y la historia de las fuerzas humanas, somos

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testigos de un patrón: hay un ascenso al poder, una corrupción de la fuerza, una pérdida de poder y un colapso desde dentro. ¿Pero y si hubiera otro modelo? ¿Y si hubiera una fuerza aún inmadura y aún no expresada? Escribo este libro con un tamaño de letra mucho más grande de la que aparecerá impresa porque cada vez se me hace más difícil ver lo pequeño y cercano. Sin embargo, mi visión de lejos ha aumentado enormemente. En la distancia veo dos imágenes opuestas: grandes problemas y magníficas victorias. En playas cercanas y lejanas veo una honda y oscura opresión, pero también veo un glorioso levantamiento. Veo una flagrante maldad e injusticia global expuestas y conquistadas en muchos frentes por un encuentro con la inescapable luz de Dios y su irrebatible justicia. Veo a sus hijas estirarse como leonas que se preparan para saltar. Veo todo eso en nuestro futuro. Sin duda, no he dicho nada que le sorprenda. Al igual que usted, no veo esas cosas porque lea los periódicos. Las veo porque tengo ojos para ver en el Espíritu. Pero no sólo veo . . . oigo. He oído clamores en la distancia y clamores de cerca. He escuchando la crisis de los desesperanzados que están atrapados en cárceles de oscuridad. Cada día hay una lucha contra la sofocante opresión, la cual amenaza con silenciar sus voces y después se extiende para apagar los clamores de sus hijos. La única esperanza de esas madres desesperadas es algo más para sus hijos. Una madre joven nos suplicó que tomásemos a su hija de ocho años de edad porque la niña se escondía debajo de la cama mientras ella servía a los clientes. Afortunadamente, Life Outreach, un ministerio de James y Betty Robison, rescató a esa hija, pero la madre, que tenía miedo a irse, se quedó en el burdel, abrumada por la desesperación.

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Palabras del Espíritu Hay momentos en que me siento abrumada también por lo que oigo. ¿Por qué? Es más fácil no haber visto ni oído. Debido a que eso es cierto, la mayoría se aleja de esos molestos sonidos e imágenes y llena sus oídos y sus ojos de distracciones. Precisamente ese es el motivo de que el turismo florezca en torno al tráfico de sexo. Yo vi cómo visitantes extranjeros a Tailandia fingían que lo que estaban viendo quizá fuese una fiesta perpetua. Un hombre de negocios de los Estados Unidos con el que hablé se comportó como si su lascivia estuviese impulsando la economía tailandesa. El que tiene oídos para oír, oiga. (Mateo 11:15) Esa frase no cesó cuando Jesús, el Hijo del Hombre, ascendió y tomó su lugar legítimo como el Hijo de Dios. En el libro de Apocalipsis, Él de nuevo expone la urgencia y la desesperada necesidad de un pueblo que sea lo bastante valiente para escuchar. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias (Apocalipsis 2:7) Debemos responder esta pregunta: ¿Están abiertos nuestros oídos? Mejor aún, ¿queremos que nuestros oídos sean despertados? Queridas, todas estamos en el proceso no sólo de oír sino de escuchar verdaderamente. A medida que me despierto, le insto a preguntar: “¿Oíste ese sonido?”. Tristemente, me temo que somos como una novia somnolienta que da vueltas en su lujosa cama rodeada de almohadas en un intento por apagar precisamente el sonido que puede despertarla. ¿Con cuánta fuerza debe llegar a sonar la alarma de nuestra época antes de que seamos plenamente despertadas? 28

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Además del humilde chirrido de nuestro mundo herido, hay otro sonido que nos llama. Pero no grita. Entre todo el ruido está el sonido que debemos esforzarnos por escuchar. Es el susurro del Espíritu. Este sonido eleva su volumen a medida que cada una escoge responder. Me encanta la terminología “viento del Espíritu”. Dios ha situado su palabra sobre los vientos. El Espíritu Santo se compara con un viento, una corriente de aire que lleva palabras que susurran vida y poder. No podemos ver el viento, pero vemos sus efectos. El viento tiene la capacidad de soplar y llevar cosas a su mundo y de soplar y quitar cosas. Su energía impulsa a los barcos o silenciosamente los encalla. El poder del viento azota los mares y erosiona montañas. Hay vientos de proa que contienen el progreso y vientos de cola que nos apresuran en nuestro camino. El viento repetidamente rodea nuestro mundo, a veces viajando rápidamente y otras veces lentamente. El viento lleva el susurro de Dios de un lugar a otro. Con frecuencia, la interferencia del ruido artificial que nos rodea apaga nuestra capacidad de escuchar atentamente el viento del Espíritu. Hay otro obstáculo para nuestra capacidad de escuchar: la familiaridad de ya haber escuchado. Cuando hemos oído algo una y otra vez, puede que nos desconectemos y dejemos de escuchar realmente. Si creemos que sabemos lo que alguien va a decir, escuchamos de modo distinto. Hace unos años, yo me encontraba en un punto así cuando leía las Escrituras. Estaba tan familiarizada con ciertas versiones de la Biblia que, a medida que leía, sabía lo que venía a continuación. Quizá lo mismo le haya sucedido a usted. Eso me hizo perder parte de mi maravilla infantil con la Palabra de Dios. Para contrarrestar mi apatía, comencé a leer la paráfrasis The Message. 29

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¿Por qué? Quería ser sorprendida. No estoy sustituyendo la Biblia por una paráfrasis. Tan sólo estoy aportando un lenguaje relevante y más investigación. Pero siéntase libre para estudiar también su versión preferida de la Biblia. Yo he hecho eso porque, como usted, quiero oír verdaderamente. Una vez que nuestros oídos están abiertos, no podemos evitar prestar el sonido de nuestras voces. Abre tu boca por el mudo En el juicio de todos los desvalidos. Abre tu boca, juzga con justicia, Y defiende la causa del pobre y del menesteroso (Proverbios 31:8-9)

En este pasaje, la madre de Salomón, Betsabé, le dice a su hijo, el rey, que preste su majestuosa voz a quienes están aplastados por el peso de la injusticia. También es la preparación o contexto para los versículos sobre la mujer virtuosa (ver Proverbios 31:10-31). Al igual que la madre de Salomón, ¿alentaremos a los hombres en nuestro mundo a hablar a favor de aquellos a quienes han silenciado la voz? Hemos sido hechos reyes y sacerdotes delante de nuestro Dios; por tanto, aunque otros se queden en silencio, nosotras debemos hablar. Como madre, quiero saber que lo que los hijos e hijas heredarán será verdaderamente estupendo. Cada vez más, el consenso de los estudios globales señala a la igualdad entre géneros como el eslabón que falta para detener la pobreza del mundo e incluso el terrorismo. En el año 2001 el Banco Mundial produjo un influyente estudio, Engendering Development: Through Gender Equality in Rights, Resources, and Voice [Creando desarrollo: Mediante igualdad de géneros en derechos, recursos y voz], argumentando que promover la igualdad entre géneros es crucial para combatir la pobreza global. “La inversión en educación de las niñas bien puede ser la inversión de mayores beneficios disponible en el 30

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mundo en desarrollo”, escribió Lawrence Summers cuando era el principal economista del Banco Mundial. “La cuestión no es si los países pueden permitirse esta inversión, sino si los países pueden permitirse no educar a más niñas”.1 El Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas también realizó un estudio que concluyó: “La capacitación de las mujeres ayuda a elevar la productividad económica”.2 El terrorismo de nuestra época inspiró a expertos en seguridad a realizar un estudio de géneros por su propia cuenta, y lo siguiente es lo que descubrieron: La razón de que haya tantos terroristas musulmanes, argumentaban ellos, tiene poco que ver con el Corán y mucho que ver con la falta de una robusta participación femenina en la economía y la sociedad de muchos países islámicos . . . Capacitar a niñas, argumentaban algunos militares, restaría autoridad a los terroristas.3 Se emplearon muchos esfuerzos y gastos en estos estudios cruciales, penetrantes y extensos. Siempre me sorprende cuando nuestra sabiduría humana nos señala a lo que Dios ha dicho siempre. Mucho antes de que hubiese un problema mundial, había una respuesta mundial: la mujer. No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. (Génesis 2:18) No era bueno el hombre solo. Ahora, al igual que entonces, añadir mujeres a las ecuaciones de la vida multiplica y aporta bondad a los hombres, mujeres, niños y al mundo que todos compartimos. Una vida aislada invita a lo que “no es bueno”. Los seres humanos fuimos creados para relacionarnos unos con otros. Aun así, grandes alianzas solamente de varones parecen ser la receta para un potencial desastre. Podemos concluir por las perspectivas 31

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de Génesis y los estudios actuales que las culturas en las cuales los hombres dominan son poco sanas en múltiples niveles. Usted no fue creada para ser servil; usted es una coheredera. Las mujeres son las respuestas de Dios. La adición de voces de mujeres aumenta la oportunidad educativa para todos los niños, estimula la economía y aparentemente disminuye el riesgo al terrorismo. ¿Pero cómo es esta respuesta de la mujer? Cuando yo descubrí y celebré mi creación como mujer, entendí que yo no era una ocurrencia tardía. Como hija, esposa y madre, yo era una respuesta. Si yo era una respuesta, entonces era lógico que las hermanas que rodeaban mi vida también fuesen respuestas. No somos ciudadanas de segunda ante los ojos de Dios. Usted, querida, tiene el potencial de ser una solución viva a los problemas de los seres humanos. A medida que viajo y declaro esta sencilla verdad en las vidas de mujeres jóvenes y mayores, apenas puedo explicar la respuesta de ellas. Las mujeres no sólo oyen lo que yo digo con corazones temblorosos; lo dice en voz alta y lo creen. “Yo soy una respuesta.” En ese momento se produce un estiramiento, una revelación. Sus ojos son reorientados y abiertos para ver su yo femenino de la manera en que Dios siempre las ha visto . . . aquella que completa. Sin embargo, entender esto tan sólo es nuestro comienzo. Las mujeres son más que un estímulo económico colectivo. Y con nuestra capacidad de aportar soluciones, surgirán nuevas preguntas. Estamos escribiendo una nueva carta de derechos en la cual las mujeres son las amigas de la humanidad. Nos reunimos para elaborar un mundo en el que las mujeres y los niños sean bienvenidos, no explotados. Lo siguiente es parte de lo que conozco de la hija del cielo: Ella es adorable, inteligente y capaz. Su vida está relacionada en lugar de estar aislada. 32

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Ella es amada por Dios y odiada por Satanás. Ella está oprimida en todo el mundo por medios tanto sutiles como obvios.

La pregunta sigue estando ahí: ¿que podría ser ella colectivamente si recibiese apoyo y fuese estratégica?

Despertar algo incontenible He tenido el privilegio de viajar al sudeste de Asia e India como colaboradora de Life Outreach con la esperanza de captar historias lo suficientemente convincentes para provocar respuestas de otros. He sido testigo del azote de la pobreza y del horror del tráfico de sexo cuando viajé a Camboya, Tailandia y Mumbai. También he visto esperanza y la promesa de restauración cuando las personas responden con generosidad y cuando las organizaciones comienzan a trabajar juntas. Hay una desesperada necesidad en todas partes de cooperación y respuesta. Estaba en Ucrania desayunando con una amiga cuando entró una joven sorprendente. Eso no es algo poco común en un país conocido por sus hermosas mujeres, pero aquella iba acompañada por un hombre que parecía tener unos sesenta años. Vestida con altos tacones y ajustados pantalones, ella no podría haber tenido más de dieciocho años. Los dos se sentaron en una mesa al lado de nosotras. Yo observaba mientras el hombre mayor devoraba su comida mientras ella sólo bebía café y miraba por la ventana con la mirada perdida. Los jóvenes que estaban tras la mesa del bufet susurraban, se reían y señalaban en dirección a ella. No pasó mucho tiempo hasta que otro hombre que le doblaba la edad se unió a ellos. Yo quería llorar. La muchacha parecía tan solitaria, tan perdida; era obvio que ella era una prostituta muy cara, pero lo único que nosotras vimos fue a una hija hambrienta

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de amor que jugaba a vestirse de mayor, sentada entre dos lascivos hombres de negocios que estaban devorando su vida. Yo he hablado directamente con algunas de nuestras hermanas que sufrieron por la trata. Sí, eso es lo que ellas son: nuestras hermanas. No son prostitutas por elección, son víctimas y valientes supervivientes. Un largo y húmedo día en India, escuché historia tras historia de dolor de un grupo de jóvenes y mujeres mayores a quienes Life Outreach había reunido en un pequeño apartamento. Cada una relataba su historia de modo un poco distinto, algunas con muchas lágrimas y otras sin ninguna emoción aparente. Estoy segura de que se preguntaban por qué quería yo oír sus historias. ¿Era yo compasiva? ¿Las juzgaba? ¿Podría yo entender? ¿Tendría yo alguna respuesta? Una de aquellas mujeres valientes, a la que llamaré Sama, pensaba en la época en que ella era una muchacha de una remota aldea en Nepal llena de sueños y frustrada por su mamá. Un día, un tío las oyó discutir y llevó a un lado a Sama. Le ofreció irse con él a Mumbai, donde ella encontraría oportunidad, educación y la opción de cumplir sus sueños. La promesa era irresistible. Antes del amanecer, Sama y su tío huyeron de su pequeña aldea. Ella hizo un largo y peligroso viaje para salir de Nepal e ir a India. Al llegar a Mumbai, su tío la dejó para que descansara en una fea habitación de un motel; mientras ella dormía, su tío la vendió. Sama se despertó confundida y rodeada por extraños. Era momento de que ella trabajase para devolver el dinero que a su tío le habían pagado por ella. Llevaron a Sama a un burdel local y la encerraron en un cuarto oscuro. Ella no tenía ni idea de lo que estaba a punto de suceder, ni siquiera hablaba el idioma. La puerta se abrió y entró un cliente, 34

Una

fuerza invisible

esperando recibir servicios. Cuando ella se resistió, cuatro mujeres la sostuvieron mientras era violada. Sama tenía trece años de edad. Pasó el tiempo. Sama aprendió el lenguaje y trabajó para devolver su deuda, y en el proceso se convirtió en una astuta mujer de negocios. Sin ninguna otra perspectiva y sin ningún lugar donde ir, ascendió dentro del sistema del burdel hasta llegar a convertirse en una madama. Ella era quien compraba y vendía a las jóvenes. Cuando ella lo decía, las jóvenes eran retenidas. Sama supervisaba la iniciación de la violación y ordenaba que las golpeasen para que fuesen sumisas. Cuando conocí a Sama, era difícil creer que algo de eso fuese verdad. Ella ya no era una madama; era una serena mujer de mediana edad. Alguien había compartido el amor de Dios con ella y se había convertido en cristiana. También le habían dado la oportunidad de salir. Sama encontró la valentía para alejarse de los burdeles y ahora trabaja incansablemente para rescatar precisamente a las muchachas a las que ella antes oprimía. Mientras hablábamos, yo intentaba darle sentido al modo en que Sama había llegado a ser madama. ¿Había olvidado ella lo que era ser aquella niña aterrorizada de trece años? Se lo pregunté. —Sama, ¿cómo podía usted mirar mientras las muchachas eran secuestradas, violadas y golpeadas? Ella inspiró mientras meneaba la cabeza. —Hacíamos lo que tuviéramos que hacer . . . para sobrevivir. Para muchas, la supervivencia es todo lo que tienen. Yo he escalado una montaña de rechazo; he recorrido sucias calles de casas tan frágiles e improvisadas que no es sorprendente que quienes se refugian en ellas se sientan desesperados. He entrado en burdeles, disfrazada. He visto el depresivo letargo de mujeres sin propósito en occidente. He mirado mientras se desperdiciaban recursos porque nosotras olvidamos quiénes éramos. He visto el 35

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problema de primera mano, y es mi desesperada esperanza que también pueda ver las respuestas. El siguiente es un desafío del final del inspirador y retador libro Half the Sky (La mitad del cielo): El curso de la historia está transformando a las mujeres de ser animales de carga y objetos sexuales a ser seres humanos plenamente desarrollados. Las ventajas económicas de capacitar a las mujeres son tan inmensas como para persuadir a países a moverse en esa dirección. Dentro de poco, consideraremos la esclavitud sexual, los asesinatos por venganza y los ataques con ácido tan incomprensibles como los pies vendados (pies de Loto Dorado). La pregunta es cuánto tiempo tomará esa transformación y cuántas niñas serán secuestradas y llevadas a burdeles antes de que se lleve a cabo. Cada uno de nosotros será parte de ese movimiento histórico o será un espectador.4 Esa es la pregunta que está delante de cada una de nosotras. Escribo ahora para que usted tenga en cuenta esta revelación. Es mi más sincera oración que mis palabras despierten algo incontenible que está oculto en el interior de usted. Espero que usted se levante con la fuerza de una leona y lleve la maravilla de Dios dondequiera que vaya. Entonces, juntas, seremos esa fuerza que este mundo no ha visto nunca. Sigan leyendo, mis hermanas leonas y despierten.

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GUIADOS por la ETERNIDAD Entienda que su vida cuenta desde hoy y para siempre

El exitoso autor John Bevere nos habla de los principios sobre cómo vivir una vida con la esperanza y certeza de que nos llevará a la eternidad. A menudo, los creyentes descuidan ese vital componente de la vida cristiana. No solemos pensar mucho en lo que pasará más allá del final del día. Basado en 2 de Corintios 5:9-11, Bevere nos recuerda que todo cristiano irá delante de Cristo y recibirá lo que haya cosechado en vida. Muchos se sorprenderán saber que gran parte del tiempo en la tierra, lo pasamos ocupados en cosas que no aportan a las recompensas eternales. Aprender a mantener la vista fija en la meta nos ayudará a trabajar para adquirir recompensas perdurables para la eternidad.

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LA HISTORIA DEL MATRIMONIO

Había una vez… El matrimonio era eterno. Era un pacto que entretejía a un hombre y a una mujer. Este tejido los hacía a ambos más fuertes, más nobles y más vibrantes al expresar individualmente el propósito por el cual fueron creados. Eran mejores juntos, que solos en sus respectivos lugares. La ceremonia de boda no era solo un comienzo. Era la puerta para edificar su felicidad de toda la vida. Cada decisión y acción fue designada para construir la vida y la unión que representaban. Esposo y esposa caminaron a lo desconocido con corazones, manos y voces entrelazadas para expresar el amor de su Creador. ¿Cómo fue que perdimos el enfoque de esta profunda historia de amor? En La Historia del Matrimonio, John y Lisa Bevere le invitan a redescubrir el plan original de Dios. Ya sea que usted esté casado, soltero o comprometido, su historia es parte de la Suya.

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¿BUENO O ETERNO? ¿POR QUÉ LO BUENO SIN DIOS NO ES SUFICIENTE?

En estos días, los términos “bueno” y “Dios” parecen sinónimos. Pensamos que los valores que generalmente se aceptan como buenos, deben estar en sintonía con la voluntad de Dios. Generosidad, humildad, justicia – bueno. Egoísmo, arrogancia, crueldad – malo. La diferencia parece bastante clara. ¿Pero eso es todo? Si lo bueno es tan obvio, ¿por qué dice la Biblia que necesitamos discernimiento para reconocerlo? ¿Bueno o Eterno?, no es otro mensaje de auto ayuda. Este libro hará más que pedirte que cambies tu comportamiento. Te empoderará para que te involucres con Dios a un nivel que cambiará cada aspecto de tu vida.

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EL ESPÍRITU SANTO: UNA INTRODUCCIÓN

Tristemente, con mucha frecuencia el Espíritu es mal interpretado, dejando a muchos sin una idea de quien Él es y como se presenta a nosotros. A menudo el Espíritu Santo es presentado como algo “raro.” Pero la Biblia hace claro que el Espíritu nos es algo. Él es alguien – una Persona que ha prometido nunca irse de nuestro lado. En este libro de interacción, John Bevere le invita a un descubrimiento personal de una de las personas más ignoradas y mal interpretadas en la iglesia: el Espíritu Santo.

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OBRA EN FORMATO DE AUDIO

AFFABEL

¿Usted ha pensado mucho en la eternidad? Usted puede saber donde la va a pasar, pero ¿sabe como la va a pasar? Es de vital importancia para los creyentes a vivir con una perspectiva eterna, pero la eternidad puede ser difícil de entender. Este drama audio épico del libro Guiados por la Eternidad por John Bevere ofrece una ventana a lo que está más allá de nuestra realidad terrena. Ven con el majestuoso Rey Jalyn, el oscuro señor Dagon, Caridad, Independiente y otros mientras usted explora las maravillosas tierras de Affabel y los terribles limites externos de Soledad. Su vida será transformada cuando estos personajes revelan mucho de tu mismo corazón.

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