Scripta Ethnologica 1669-0990: Issn

Scripta Ethnologica ISSN: 1669-0990 [email protected] Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas Arge

Views 57 Downloads 53 File size 251KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Scripta Ethnologica ISSN: 1669-0990 [email protected] Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas Argentina

Disderi, Ivania Corporizando el daño. Las experiencias de brujería en la pampa santafesina (Argentina) Scripta Ethnologica, núm. 26, 2004, pp. 99-116 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas Buenos Aires, Argentina

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=14802606

Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org

Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

SCRIPTA ETHNOLOGICA, Vol. XXVI, Bs. As., pp. 99-116 99

CORPORIZANDO EL DAÑO. LAS EXPERIENCIAS DE BRUJERÍA EN LA PAMPA SANTAFESINA (ARGENTINA) Ivana Disderi* Summary: The author analyses the folk tradition on witchcraft practices as an illness taxon among the rural population from the Santa Fe Province. First, she focuses on etiological theories and the ailment manifestations. Secondly, se notes the important roll played by the curandero -the traditional healer- in attending the sick people. Finally, she studies the diagnosis methods and the therapeutic practices, which involve ritual procedures and remedies consumption. Due to the holistic healer, treatment makes possible the recuperation of patient health equilibrium. Key words: illness, harm, witchraff, Santa Fe, Argentina.

Introducción La población rural del área que nos interesa reconoce numerosas enfermedades tradicionales, tales como el ojeo, el susto, la pata de cabra, la culebrilla, entre otras.1 En esta oportunidad recabamos información acerca de la brujería, daño o mal hecho, uno de los taxa reconocidos dentro de la región. Cabe acotar que a pesar de ser reconocido, dicho taxón aparece más oculto que otros taxa tradicionales, ya que sus nociones y prácticas reflejan situaciones un tanto más comprometidas por involucrar prácticas que tienen una solución moral. Es decir, las consecuencias que originan las estrategias y los elementos utilizados para realizar diferentes tipos de daño, a través de la manipulación de poder que emplean aquellas personas especialistas en el tema, son muy severas por el sólo hecho de que pueden causar diferentes dolencias en las personas afectadas. Esto equivale a decir que la mayoría de las veces, los casos de brujería necesitan ser tratados por los especialistas tradicionales, tales como los cu-

randeros, llamados también en el habla coloquial del NOA brujos y médicos.2 El conocimiento de los curanderos sintetiza nociones de la antigua medicina occidental -especialmente la humoral- y la terapéutica ritual en la que se manipulan símbolos de raigambre católica. No obstante, debido a los trabajos que el curandero puede llegar a realizar, las consecuencias de su accionar son un tema fundamental que atañe a las representaciones morales de dichos terapeutas (Viotti, 2002). El curanderismo es una de las opciones terapéuticas que se ofrece a la población, que también acude al autotratamiento o medicina casera, la biomedicina, las medicinas religiosas y las llamadas de alternativa3 (sobre medicinas en la Argentina véase Idoyaga Molina, 1997, 1999 a y b). Estas terapias permiten la selección y combinación de alternativas múltiples e implican el funcionamiento de un sistema etnomédico (Good, 1987).4 En cuanto a la noción de enfermedad, seguimos la propuesta de Idoyaga Molina (1999

100

a, 2002), quien tratando de no violentar las representaciones y vivencias de los actores sociales, habla de cinco tipos de desequilibrios, en virtud de las teorías etiológicas que los sustentan. Desde esta perspectiva existen: 1) desequilibrios orgánicos ocasionados por causas llamadas usualmente naturales, vale decir que no involucran manifestaciones de poder ni intencionalidades humanas o de seres míticos. 2) Desequilibrios entre las entidades que integran la persona, cuerpo y alma por ejemplo. 3) Desequilibrios sociales, se trata de aquellos males que se originan en la interacción social, tanto como resultado de la acción maligna e intencional de otra persona -la brujería y en algunos casos el mal de ojo-, como de encuentros fortuitos en los que no hubo voluntad de dañar a la víctima –algunos casos de mal de ojo-. 4) Desequilibrios espacio-ambientales, las dolencias que resultan de la contaminación de espacios. 5) Desequilibrios religioso-rituales, categoría que incluye las enfermedades que se originan en la acción de las deidades y la violación de tabúes, algunas veces se trata de castigos por incumplimiento ritual. De acuerdo con la clasificación propuesta, que recupera las perspectivas de los nativos, en nuestra área de estudio hemos relevado desequilibrios orgánicos, sociales y religioso-rituales. Ubicamos la brujería entre los desequilibrios sociales, se trata de males que implican la utilización de poder o, lo que es lo mismo, la manipulación de lo sagrado. Algunos autores ubican al daño entre los males de origen místico o sobrenatural (Bianchetti, 1994; Palma, 1978; Pérez de Nucci, 1988). Las acusaciones de brujería y la asociación de estas prácticas con las teorías etiológicas de enfermedad es un hecho común en sociedades muy diversas (Austen, 1993; Douglas,

1970; Evans Pritchard, 1976; Macfarlane, 1970; entre otros). En este trabajo nos proponemos analizar la noción de daño, también llamado mal o brujería, su etiología, sus manifestaciones sintomáticas, los mecanismos diagnósticos y terapéuticos, tal como son vividos y actuados por la población rural de cultura tradicional y de raigambre europea del centro oeste de la provincia de Santa Fe. Vale la pena destacar que la población rural en estudio se conformó con migrantes de origen especialmente italiano, en segundo término español y luego alemán. La mayor parte de los inmigrantes se instalaron como colonos en el centro de la provincia de Santa Fe, entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. En lo que hace a la enfermedad y sus técnicas terapéuticas, sostenemos que las nociones y prácticas son el resultado de un largo proceso histórico que produjo la síntesis cultural (Taussig, 1987) de diversos conceptos y técnicas aportados desde la época de la conquista y colonización hasta las olas inmigratorias más recientes, principalmente las de los siglos XIX y XX. Para llevar a cabo este estudio, nuestro marco de referencia son las representaciones culturales y las vivencias acerca de la enfermedad, la terapia, el diagnóstico, la persona y la corporalidad, lo cual nos permitirá integrar las nociones y prácticas relativas a la brujería en un sistema significante de atención a la salud. Los resultados parciales presentados hasta aquí son parte de una investigación que enfoca el concepto de enfermedad, que llevamos a cabo en virtud de una beca interna otorgada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), ins-

101

titución a la que expresamos nuestro agradecimiento. La labor de campo la iniciamos en el 2000 y la continuamos en la actualidad, en la provincia de Santa Fe, más específicamente en diferentes localidades del departamento San Martín. Los materiales obtenidos fueron recabados por medio de técnicas cualitativas. Realizamos entrevistas abiertas, recurrentes y extensas, con informantes calificados; observación y observación participante. En algunas de nuestras entrevistas trabajamos con grupos naturales (Coreil, 1995). Las entrevistas en profundidad fueron recabadas con magnetófono y posteriormente transcriptas literalmente. Toda la información que presentamos en este trabajo es parte de ese material. Cada uno de los relatos tiene indicado al pie el nombre de nuestro informante. Brujería: manifestaciones sintomáticas, diagnósticas y terapéuticas La brujería, daño o mal se origina en la intención negativa de las personas, es decir en aquellos individuos de sentimientos negativos, encarguen éstos o no un “trabajo de daño” a un especialista. Por este motivo, como dijimos con anterioridad, la ubicamos dentro de los desequilibrios sociales. Estos se manifiestan en el plano físico y social, ejemplos de este tipo de desequilibrio son también el mal de ojo y la envidia, en algunas regiones del país. Los sentimientos egoístas y envidiosos causan por sí mismos la enfermedad y pueden originar conductas concretas en perjuicio de la víctima, o yendo más lejos, recurrir a procedimientos de daño. Por ello, en muchos casos el daño, mal o

brujería requiere de la intervención de un especialista, quién a través de fotos, muñecos, sapos, víboras, sal y tierra de cementerio, recurre a procedimientos rituales, tales como fórmulas de magia dañina, para concretar el daño. Se trata de nociones y prácticas muy similares a las descriptas en relación con otras áreas del país como el Noroeste y Cuyo (Idoyaga Molina, 1999 b, 2000 y 2002). Habitualmente el especialista, para llevar a cabo sus trabajos convoca a entidades negativas como el diablo u otras figuras. Dichos especialistas son denominados generalmente brujos, de quienes se dice que aprenden las técnicas del daño a través de libros y reciben poder de seres diabólicos. En el siguiente relato, uno de nuestros informantes nos comenta acerca de una curandera que realiza pactos con el diablo y acciones de connotación moral negativa. “Yo la he visto a esta curandera pidiéndole poder a alguien. Te cuento, yo un día estaba de guardia y digo «me voy a dar una vuelta por allá», porque ella antes vivía en el campo. Bueno, llego al lugar y me sale un manto negro, el perro de ella, pero como a mí me conoce, yo lo llamé, lo hablé, lo acaricié y él se quedó manso al lado mío. Voy hacia adentro del lugar y la veo que algo estaba haciendo, me acerco un poco más, me quedo atrás de una planta y ahí vi. Había todo un círculo de velas, ella estaba en el medio del círculo, primero me parece que arrodillada y después parada y en un momento escucho que le decía a alguien, no sé si será el diablo o qué: ‘vení, vení, acercate un poco más, dame poder por favor’. No sé, eso es todo lo que yo viví, ¿ver?, yo no veía a nadie, miraba para arriba, pero no veía a

102

nadie, pero bueno eso es todo” (Hugo, Cañada Rosquín). Las experiencias de daño pueden originarlas los curanderos,5 quienes son considerados personajes ambivalentes, ya que pueden ejercer tanto la terapia como hacer daño. Algunos informantes comentaron: “El curandero que fuimos nosotros, nos dijo que ella (la mujer que encargó el daño) nos había hecho curar, allá en una curandera que había en “Bandurrias”(una localidad cercana), que esa mujer era... el mismo curandero nos dijo que esa mujer no era curandera, era curandera para hacer daño a otra persona. Por eso la chica que le hizo el daño a la nena, le llevó la víbora para que ella le hiciera daño mi nena” (Héctor, Cañada Rosquín) “La persona que le hizo daño a la nena es la prima nuestra y la otra mujer que me dijo el curandero que le hizo daño a mi señora, era novia mía. Las dos mismas personas que le hicieron daño tanto a la nena como a mi señora fueron las dos al mismo lado, a la curandera de Bandurrias” (Héctor, Cañada Rosquín) “El curandero, el mal curandero, lo que hace te trabaja continuamente la mente, me entendés y te trabaja la mente de tal manera de que vos sos mono dependiente de esa persona, porque te llama y te dice: ‘cómo estás’, ‘y …ando jodido’. ‘Bueno, venite’; o sea es como que continuamente tenés que estar, me entendes” (Ángel, El Trébol) Los relatos revelan que las acusaciones de daño involucran habitualmente a familiares, y miembros de la propia comunidad. Hecho que han notado otros autores en sociedades tan diversas como grupos aborígenes del África (Douglas,

1970) y población de raigambre europea y mestiza de la Argentina (Idoyaga Molina, 2002 y Viotti 2002). La envidia es una de las mayores causas de daño, puesto que puede originar el mal, sin que medie la intervención de un especialista. Son motivos de envidia la riqueza y la posesión de bienes, las buenas parejas, las familias bien constituidas, el reconocimiento social, el trabajo bien remunerado, la belleza física, entre otros, tal como lo han notado en relación con otras áreas (Idoyaga Molina, 2002; Krause, 1999). “La prima nuestra nos tiene envidia porque nosotros, nosotros ahí en mi casa somos los dos iguales, uno para el otro y el otro para el otro somos, nosotros somos así. No es como en la casa de ellos, que ellos viven peleándose, nosotros no, nosotros con mi señora gracias a Dios, nunca tuvimos ni un sí ni un no; y bueno, hasta ahora estamos bien, gracias a Dios” (Héctor, Cañada Rosquín) “En Gálvez tengo unas personas que le habían dañado el camión, pero gracias a Dios ahora no tienen palabras porque están... Para dañarles el camión le habían tirado tierra de cementerio con una sal especial- porque era un polvo blancoy sal, entonces viste, no ahora gracias a Dios caminan como..., tal es así que se están por comprar otro camión, me hablaron que les diera una mano que ya están para el otro camión. Así que ahora alquilaron un depósito en Buenos Aires, ya tienen todo de ellos, así que gracias a Dios...” (Beba, Cañada Rosquín) “Como eso tengo una señora de San Genaro que bailaba como una vaca,

103

los que estaban acá se agarraban la cabeza, balaba igual que una vaca y gracias a Dios salió adelante. Se ve que le habían hecho un daño porque querían el tambo” (Beba, Cañada Rosquín) Los relatos ponen en evidencia que los efectos de la brujería no se limitan al dominio de la enfermedad sino que incluyen otro tipo de perjuicios, como pérdida de pertenencias, rupturas afectivas, discordias, familiares, problemas laborales y un sin fin de padeceres, que reiteradamente se atribuyen a las acciones de daño o a los sentimientos de envidia de algún otro. Las personas envidiosas y egoístas se vuelven resentidas y llenas de deseos negativos hacia los individuos que, a su entender, poseen lo que a ellas les falta. Es notorio como a través de los daños sufridos es posible descubrir los motivos de la envidia y el consiguiente daño. Así, el interés por el tambo se hizo patente en el mal sufrido por la mujer que balaba como una vaca, la ruina del camión denunció la envidia que el mismo suscitaba, podríamos multiplicar los ejemplos y ver que siempre hay una relación entre el objeto de la envidia y el daño padecido. Los celos son otro de los motivos que llevan a solicitar un trabajo de maleficio, estos surgen a partir de los problemas afectivos, familiares y laborales. “El curandero le dijo a mi señora que la persona que le había hecho daño, era una mujer que era novia mía cuando yo era soltero. Entonces esa mujer se había ido a vivir a Casilda y estuvo cinco años, allá en Casilda. Después se vino a vivir acá a Cañada y el curandero dijo que esa misma

mujer le había hecho el daño a mi señora, porque ella estaba conmigo, por celos. Entonces yo con mi señora anduvimos mal una semana, que andábamos peleados y bueno yo le comenté, le digo: ‘mirá si vos pensás que yo sigo con ella, vos estás equivocada porque yo no, yo con ella lo que pasó, pasó. Yo ahora estoy con vos, estamos con los chicos’ y bueno, entonces mi señora me entendió” (Héctor, Cañada Rosquín). “La otra vez encontramos un sapo ahí atrás del baño, que tenía una cruz roja en el lomo. Entonces yo le digo: ‘mirá, - le digo a mi señora -, mirá este sapo, vos sabés que este sapo capaz que sea un daño’. Entonces agarramos y fuimos del curandero y le explicamos como fue y dice: ‘mirá “mi hijito”, ese sapo no lo dejés llegar cerca de tu casa porque ese es un daño tanto para vos como para tu señora, pero probablemente sea para tu señora’, porque el sapo ese que tiene la cruz roja en el coso, es un sapo que te curan6 para la envidia” (Héctor, Cañada Rosquín). La brujería se realiza generalmente por encargo, o sea que un individuo con malos deseos y sentimientos negativos, requiere de la intervención de un especialista o brujo, para llevar a cabo el daño, quien es muy bien remunerado en el momento de ejercer su trabajo. Los síntomas de la brujería pueden ser muy variados, incluye tanto trastornos físicos y mentales como sociales. Por ser un taxón polimorfo sus manifestaciones pueden confundirse con las de otros taxa tradicionales, pero sin dudas el especialista en el momento de diagnosticar, sabe diferenciar cuando se trata de un caso de brujería, no a través de los síntomas sino de otros aspectos más sutiles. “La comida que comiera no le asentaba y no la hacía desarrollar, entonces en ese caso

104

la nena comía muy poco y lo que comía devolvía, y en ese caso dijimos qué podíamos hacer con la nena. Entonces el curandero dijo que él..., él la iba a sacar adelante” (Héctor, Cañada Rosquín) En este caso la brujería se intuye en los problemas de alimentación que no tenían causa fundada y que, sin embargo, impedían el normal desarrollo de la niña. La zona afectada suele estar en relación con el mecanismo de daño. Como veremos en el próximo relato, el mal se refleja en la víctima en el lugar del cuerpo que directa o metafóricamente se asocia con la manipulación de los instrumentos de daño. En el caso que comentamos la brujería se hizo con una vela roja que tenía en la punta una aguja clavada; el mal apareció en los oídos. Se trata, por consiguiente, de una equivalencia metafórica entre la cabeza y la punta de la vela. Como sucede habitualmente cuando se trata de romper relaciones afectivas, los demandantes del trabajo de daño son personas interesadas en uno de los miembros de la pareja, o los familiares, generalmente, los padres de uno de los enamorados. Estos últimos suelen justificar su accionar explicando que tal o cual persona no conviene a su hijo o hija. “La profesora de mi nieto, no tenía dinero para venir y yo le dije que la iba a ayudar igual. Ella encontró por ejemplo una vela roja, en la punta el nombre de la chica y una aguja clavada y ella estaba loca de los oídos. Entonces yo, bueno, digo, si ella no tiene dinero, yo igual las atiendo viste, porque si no tendría un auto frente mi casa, y le dije que se bañe bien con agua de rosas para sacar esa maldad y que la vela la tire en un alfa (alfalfa) o en un pasto verde que no me toque la aguja, cosa que el sol derrita la vela y la aguja caiga viste, solita. Y

bueno esta mañana vino mi nieto y dice la chica que me agradecía mucho y cuando iba a tener un dinero me iba a alcanzar, porque se arregló con el novio otra vez, anda bien, no le pinchan más orejas, entonces para mí es una satisfacción viste. Es decir, le habían hecho un daño, le habían pinchado en las orejas, para cortar con el novio, no puedo acusar a nadie porque puede ser una chica, pueden ser los padres que no quieren al chico, vos no sabés nunca con quién tratás” (Beba, Cañada Rosquín). Las técnicas que operan sobre las víctimas implican variados procedimientos y elementos, entre los que figuran el contagio a través de entidades corrompidas equivalentes de lo yermo, tales como los paquetes de daño, la tierra de cementerios y la sal, pertenencias, partes y entidades del individuo, como la manipulación de los pelos pubianos, de las vestimentas y del nombre, entre otros. “Yo tengo como experiencia, mi ex-suegro se viene que tenía una pareja paralela, me entendés y le regala una camisa en el cual de un momento a otro, aparece todo ampollado, como si le tiraran agua caliente, yo ya estaba con los carismáticos en el cual bueno, yo no podía actuar directamente, consultaba siempre con el líder. Cuando yo voy con el nombre de mi ex-suegro, le digo mirá, le digo, necesito que... no me dijo, no te metas en ese caso porque es un caso diabólico, eh... trata de resguardar las nenas, yo te voy a ayudar, este hombre va a caer internado” (Gloria, El Trébol) Existen otras técnicas también, que se valen del uso de animales, específicamente a través del empleo de víboras, para provocar de este modo el daño en la persona deseada. En el siguiente relato, uno de nuestros informantes nos cuenta cómo realizar un

105

“gualicho”, como se denomina en el habla vernácula a las técnicas para producir los efectos deseados en el sujeto codiciado. “El gualicho es una cosa que hay muchas personas que se ocupan de hacerlo, yo sé como se hace, sí. Bueno, el gualicho, bueno vos no lo vas a decir. El tipo va con una aguja chiquita y un pedacito de hilo y consigue una viborita, y pasa el hilo y la agujita en los ojos, la mata a la víbora. Es decir, la pasa por adentro de los dos ojos y esa agujita y todo, tiene que ver si él está medio allegado a ella, a ver si se la puede prender en la ropa y cuando se la prendió no se la saca más, nunca más, no se la saca más de encima, queda estúpido, queda engualichado. Tiene que ser víbora, vos viste que por el campo hay viborita de esa culebra, todas esas, cualquiera, que sea víbora, entonces vos la golpeas, la matas y después la tomas con los dedos con suavidad y tiene (la agujita) que ir derecho y pasar en el otro ojo, pero con un pedacito cortito de hilo, y entonces vos bailas con ella y se lo prendes a la aguja, y ella la va a encontrar, pero ella la va a tirar pensando que la dejó o vaya a saber, porque no va a saber por qué le vino de encima ,que no es natural,” (Angelito, Cañada Rosquín). La conexión entre el procedimiento y el resultado del “trabajo” evidencian un simbolismo bastante simple, en virtud de que se espera que las personas queden prendidas – unidas- como quedó la aguja a la vestimenta. Existen diferentes tipos de gualicho, en los cuales se utilizan diversos elementos, animales, bebidas, entre otras cosas, para realizar el armado de los mismos. Los gualichos en su mayoría tienen como objetivo primordial enamorar a la persona deseada. “Una persona a mí me ofreció cualquier

tipo de daño, desde agarrar digamos los pelos, no te voy a decir otra palabra, pero los pelos de la vagina de la mujer, mezclarlos con unas cosas que ella hacía, ponerlos en alguna bebida, para que esa persona esté continuamente con vos, para que se enloquezca con vos” (Ángel, El Trébol). Los animales como las víboras y los sapos se utilizan frecuentemente para dañar a las personas. Los ambientes que fueron elegidos para ocasionar algún tipo de daño con estos seres, son lugares contaminados, donde fluye continuamente energía negativa y en donde pueden absorberse diferentes males, por el continuo contacto de la o las personas que habitan en la vivienda con el objeto de daño que ha sido introducido para causar la enfermedad. “A mi señora le hicieron un daño con un sapo, un sapo para que ella muriera en la cama seca. Se lo hicieron con un sapo que se lo habían atado en un rincón de la casa, habían plantado un palito y lo habían atado con un hilo, entonces cuando ella se iba a acostar, el sapo se acostaba en el rincón donde estaba. Entonces mi señora de un día para el otro comenzó a bajar de peso, más o menos bajo doce kilos y después le ocupó mucho para recuperarlo” (Héctor, Cañada Rosquín) “A la nena le hicieron daño con una víbora muerta, en un balde de agua, porque nosotros cuando salíamos que íbamos de mi mamá o de mi suegra, dejamos siempre todas las cosas afuera, entonces en ese día que no había nadie, le hicieron ese daño, cosa que cuando la bañaran a la nena con esa agua, el daño se hacía con la víbora. Es de

106

cir, a la víbora muerta la tiraron en el agua adentro y cuando la víbora se fue para abajo, ellos mismos agarraron, la sacaron y la tiraron, entonces el agua quedó contaminada por la víbora” (Héctor, Cañada Rosquín) La persona se seca al igual que el animal que fuera muerto y utilizado en el procedimiento dañino. La idea es que el individuo va perdiendo progresivamente la energía vital hasta morir, como sucedió con la víbora o el batracio. Los efectos del malhecho dependen tanto de la habilidad y energía de quien lo ejecuta como de la fuerza de la persona a la que va dirigido. Las personas adultas son mucho más fuertes que los niños,7 es decir tienen la capacidad para poder resistir a ciertos tipos de daños, aunque igualmente a veces no se puede combatir el mal. Esta idea es común en nuestro país y en general en América Latina (Idoyaga Molina, 2000 y 2001a; Jiménez de Puparelli, 1984; Pérez de Nucci, 1988 y 89; Sturzenegger, 1994). Como ha notado Idoyaga Molina (2004) se trata de una antigua noción biomédica aportada por los españoles desde el tiempo de la conquista y mantenida en el saber, no sólo popular, sino de muchos sectores de las sociedades de América Latina. “A mi una vez una curandera, me dijo: ‘a vos nunca, nunca te van a ser daño, porque sos una persona tan pero tan fuerte, que sólo una persona con mucho poder, como ser una bruja y si lo logra, es la única que te va a poder hacer daño’. Y además me dijo: ‘quedate tranquilo y no te preocupes que nadie te puede hacer mal’ ” (Huguito, Cañada Rosquín). En cuanto al diagnóstico, el daño, mal o brujería es tarea exclusivamente de los curanderos, ya que estos especialistas a través de

sus técnicas son quienes pueden sacar el mal y de ese modo restablecer la salud de la persona enferma. “A mi nena le hicieron un daño con una víbora, para que ella no creciera, no comiera y no se pudiese desarrollar el cuerpito. Por todas esas cosas fuimos a un curandero a San Jorge y el curandero nos dijo que la chica tenía un daño con una víbora, que la víbora se le había enrollado en el cuerpito y por eso no podía comer” (Héctor, Cañada Rosquín) “Cuando mi señora comenzó a estar mal, fuimos del curandero y le dijo: ‘mirá querida vos sabes el daño que tenés, vos tenés un daño, te están haciendo un daño con un sapo para que vos te mueras seca a la par de la cama’ ” (Héctor, Cañada Rosquín). Las técnicas diagnósticas varían según cada curador, es decir, según los conocimientos adquiridos y las experiencias vividas. Una de las técnicas que figura es la visión en el agua, la cual le permite al terapeuta observar el maleficio qué se ha hecho, quién lo ha provocado y cuál es la terapia adecuada. El agua es un elemento purificador, simbólicamente en la mayoría de las sociedades es una entidad asociada a la vida, a los estados positivos, a la renovación y a la regeneración, por extensión es muchas veces terapéutica (Disderi, 2001; Turner, 1980). Además es uno de los medios que permite la adivinación. El agua transparenta lo oculto en combinación con el poder del curandero y, de este modo, permite la visión del daño e identificar a quien lo causara (Idoyaga Molina, 2002). El simbolismo del agua presente en la terapéutica ritual de los curanderos deviene del sistema de creencias del catolicismo, como sucede en otras áreas de nuestro país. El agua

107

y el aceite se usaron y se usan en los diferentes rituales del bautismo. El poder purificatorio de ambos elementos no sólo permite la realización del diagnóstico, sino que además inicia el proceso terapéutico puesto que tiene la capacidad de eliminar las energías negativas del cuerpo del doliente, así como elimina el pecado en la ceremonia del bautismo (Idoyaga Molina, 2001 a). “Con la nena supimos quién era, bueno pero yo no te voy a dar nombres, pero ya nosotros sabemos bien, sabemos bien quién es, porque la misma curandera me hizo mirar en un platito playo de vidrio con agua, una gotita de vinagre y aceite, y se vio muy bien la cara de la persona. Yo le vi la cara y es una parienta nuestra, una prima” (Héctor, Cañada Rosquín) Las técnicas terapéuticas en su mayoría están dirigidas a deshacer el daño y restablecer la salud en forma holística. El manejo de poder durante la terapia, puede ocasionar que el curador contraiga el mal, el cual necesita la energía suficiente para que el daño no se instale en el cuerpo, sino que salga a través de diferentes manifestaciones. “Ema Navarro me dice: ‘usted está atado, le va a salir tanto y va a tener que tomar durante seis meses, Ginsana, que en ese momento valía cuarenta y cinco, cuarenta y seis o cincuenta pesos y no entraba por ninguna obra social, usted tómelo y hasta los seis meses no se acueste con nadie, usted después me va a decir’. Empezó, o sea me sacaba la camisa y me empezaba a frotar la espalda, pero vos vieras lo que era esa mujer, era como si se hubiese comido cincuenta kilos de ravioles, lo que eructaba, como quedaba, dice: ‘pero usted tiene algo hecho de muerte, lo suyo... agradezca que la persona que se lo hizo está viva, usted tie-

ne hecho macumba, usted en un momento le hicieron ofrecimiento a la Pomba Gira8 y tiraron tal, tal y tal cosa en el agua, sí, bueno agradezca que está viva la persona que se lo hizo, pero a usted lo querían ver en el fondo del mar. Le digo más si se hubiese muerto esa persona, usted cuídese porque lo suyo era de muerte’. Y la experiencia te dice que vos... vos decís: ‘esta vieja me esta haciendo el verso’, bueno perfecto me quedé, gracias a Dios, gracias a Dios y a ella porque tengo que agradecérselo, bueno salí, salí a lo seis meses es como que fue progresivo viste, pero tomé el ginsana como dos años y pico, me entendes” (Ángel, El Trébol) El texto denota el poder que se asigna a las prácticas de daño realizadas en el contexto de las ceremonias umbanda, referidos por el informante como “macumba”. Según el especialista el daño habría sido hecho en un ritual dedicado específicamente a la Pomba Gira, entidad a la que se le hacen habitualmente asociada a acciones esencialmente malignas por los no iniciados en cultos afro. Por otra parte, otro aspecto de interés mencionado en la narración es el relativo al peligro de los trabajos que apuntan a eliminar a la víctima, a diferencia de otros tipos de daño, que, si bien pueden manifestarse como enfermedad u otro perjuicio, son más fáciles de tratar. Asimismo devela la idea de que si ha muerto el especialista que realizó el daño el deceso de la víctima es prácticamente inevitable. Esta concepción es recurrente en el ámbito del curanderismo en la Argentina, aparece en el NOA y Cuyo (Krause, 1999; Idoyaga Molina, 2002; Viotti, 2002 y 2003). La terapia es la etapa definitiva para lograr deshacer todo tipo de daño que se haya podido realizar. Cabe acotar que cada curador

108

realiza los mecanismos necesarios para que el paciente recupere su estado normal. Sin embargo, muchas veces se requiere de la intervención de más de un curandero, ya que puede no ser suficiente la energía o el poder de un único terapeuta para solucionar los males ocasionados. Igualmente si el especialista fuese uno solo, en la mayoría de los casos suele ser necesario una terapia más prolongada, que exija la concurrencia hasta de varias veces seguidas, por ejemplo tres, siete o nueve9 para llevar a cabo la cura y conseguir su efectividad. “La curandera le dijo lo que teníamos que hacer cuando llegáramos en casa, que hirviéramos agua, le echáramos un poquito de lavandina, un poquito de vinagre, y que la bañáramos a la nena durante tres días seguidos, después cuando se terminaran esos tres días seguidos, la misma agua, esa que la bañamos a la nena, tirarla al baño. Después se fue curando poco a poco, hasta que se fue desarrollando, comía bien y bueno..., y hasta el día de hoy gracias a Dios salió como se dice a flote y bueno gracias a Dios ahora está bien, ya está en la alturita que le dijo el médico que tenía que tener a la edad de ella y bueno gracias a Dios ya salió de ese síntoma que tenía ella” (Héctor, Cañada Rosquín) Los elementos que son utilizados, por ejemplo, para prevenir la envidia, son los mismos que se emplean para protegerse del daño o mal y al mismo tiempo se utilizan con fines terapéuticos. El poder, en este caso del vinagre, permite atraer y eliminar las fuerzas negativas que pudieran introducirse en la persona o en el ambiente. “Cuando fuimos del curandero, él le dijo que hirviera agua, que se bañara, que le echara dos gotitas de vinagre, una de

alcohol y una de lavandina y que con esa misma agua se bañara una semana completa. Después una vez que ella se bañara con esa agua, se la tenía que llevar cuando pasaran los cinco días, al sexto día tenía que poner esa agua en una botella y llevársela a él. Entonces agarramos cuando se cumplieron los cinco días, la puse en una botella, se la llevó. El curandero la revisó y le dijo que el daño ya estaba casi salido, que ella cuando llegara a su casa, que agarrara la tirara al baño al agua y que después se siguiera bañando normalmente, pero que no dejara nada, nada afuera, ningún balde, ningún fuentón, nada, nada por el estilo que dejara porque en cualquier momento le podían hacer otro daño. Con el sapo, el curandero le dijo que cuando tirara el agua al baño, que agarrara un cuchillo que no se use en la casa, que le cortara el hilo y el cuchillo que lo tirara, que no se podía usar más el cuchillo y que al sapo tenía que correrlo con la escoba y tirarlo lejos, lejos. Entonces mi señora le corto el hilo con cuchillo y con una escoba vieja, lo saco al sapo como a dos cuadras, lo llevo y el curandero le dijo que el sapo no iba a volver más, si no lo traía otra persona, no volvía más al lugar. Entonces ahora siempre miramos cuando llegamos en casa, miramos el rincón no hay nada. Entonces el curandero dijo: ‘vos, cuando veas un sapo, ¿sabes que tenés que hacerle?. Tenés que hecharle un puñadito de sal y un poquito de lavandina, porque si el sapo tiene que la han curado a tu señora, no le va servir para nada, porque lo quema la sal y lo quema la lavandina’ ” (Héctor, Cañada Rosquín) “Con el sapo del patio que estaba marcado, el curandero le dijo que le hiciera lo mismo que le hizo al sapo del rincón, que

109

le echara sal, sal y un poquito de lavandina, que el sapo se iba a secar, se iba morir seco. Entonces cuando llegamos se lo echó y bueno, al otro día cuando ella fue al baño, estaba el sapo seco y ya no tenía más la cruz roja en el lomo” (Héctor, Cañada Rosquín) El poder del elemento utilizado para el daño, en este caso el sapo, se hace evidente en las técnicas recomendadas por la curandera, tendientes a evitar el contacto directo entre la entidad corrompida y contaminante (el sapo) con el individuo. En general, se recomienda evitar el contacto con los objetos contaminados por el daño, como es el caso del cuchillo, que debió ser arrojado por su peligrosidad, después de que fuera usado para cortar con uno de los hilos que ataban el trabajo de daño. Generalmente, en los episodios de enfermedad se concreta la complementariedad de diferentes medicinas, ya que el individuo al padecer los primeros síntomas, comienza a buscar explicaciones y soluciones por medio de diferentes opciones terapéuticas, tales como el autotratamiento o medicina casera, la medicina tradicional, las medicinas religiosas, las llamadas de alternativa y la biomedicina. En caso de sospecha de daño o brujería, ante el primer indicio, la primera opción es la visita a un especialista tradicional, es decir a un curandero, por el sólo hecho de ser la única persona que puede sacar el mal. En otras circunstancias, lo más usual es ir al biomédico además de visitar al curandero. Los profesionales biomédicos pueden dar un diagnóstico del cuadro que presenta el enfermo y un tratamiento, pero nunca serían efectivos en un caso de brujería, ya que para este tipo de padecimiento, no tienen ni técnicas ni conocimientos adecuados para

llevar a cabo la cura. Por este motivo, la mayoría de las veces las personas que visitan al biomédico y ya tienen conocimiento o intuyen que están siendo objeto de brujería, prefieren ocultar esta información en los ámbitos de la medicina oficial, para no generar un enfrentamiento y pasar un mal momento, ya que habitualmente dichos profesionales no aceptarían diagnóstico de daño o brujería. “Nosotros fuimos al médico y el médico no le daba ningún síntoma, le decía que podía ser que la comida le hiciera mal. El médico le dijo que le diéramos sopa, sopa de sémola, puré de papas con zapallitos, sin sal y sin aceite, y a ver qué se podía hacer. Entonces como nosotros vimos que no mejoraba la chica, bueno agarramos decidimos ir a ese curandero a San Jorge, pero al médico nunca le contamos” (Héctor, Cañada Rosquín) Finalmente, desde la perspectiva de los actores la terapia tradicional es exitosa porque pone en juego el poder del curandero y de los rituales ejecutados; una y otra vez los pobladores rurales señalan que la biomedicina es incapaz de entender y tratar los males provocados por los diversos episodios de brujería. Conclusiones La brujería es uno de los taxa tradicionales reconocido dentro de la provincia de Santa Fe, al igual que en el resto de nuestro país. Habitualmente la envidia y los celos se manifiestan como las principales causas del daño, los que se asocian a sentimientos tales como el odio, el resentimiento, el deseo de venganza, entre otros, los que generan en los individuos la decisión de consultar un espe

110

cialista para que realice un daño, a la vez, la vivencia de tales emociones suelen concretarse en una suerte de sentimiento - intención - eficaz que por sí sólo produce el daño. La ejecución y/o el encargo de un trabajo de daño exige cautela, entre otros motivos para impedir las represalias que el damnificado pudiera tomar, para evitar la censura social que suele envolver a estas prácticas y garantizar la efectividad del “trabajo”. Las manifestaciones sintomáticas de este taxon son muy variados y pueden confundirse con los de otras enfermedades. La persona afectada puede padecer desde un simple dolor de cabeza, hasta dolores musculares, sufrir de problemas cardíacos, entre otros malestares. Por este motivo, en algunos casos obtener el diagnóstico y tratamiento adecuados resulta más complicado. El efecto de la brujería o daño no sólo se manifiesta como enfermedad sino como otros tipos de perjuicios que incluyen problemas laborales y de sociabilidad, pérdidas económicas, problemas familiares, rupturas afectivas, entre otros trastornos que lesionan la calidad de vida. Los mecanismos que se emplean para llevar a cabo un diagnóstico, varían según los conocimientos de cada curador. Estos incluyen, entre otros, diversos procedimientos que facilitan la visión en el agua y el aceite, ambos elementos purificadores, que además contribuyen en el momento de la adivinación y que, por sobre todas las cosas, son también terapéuticamente efectivos para restablecer al enfermo. Por otra parte, las manifestaciones de la enfermedad o los perjuicios padecidos pueden denunciar que se trata de un daño y los motivos que desencadenaron el mismo, como se advierte, por ejemplo, en el caso de la

mujer que había enfermado y “balaba como una vaca” porque le envidiaban su tambo. En la cosmovisión de los actores sociales, el tratamiento de dicha enfermedad supone la intervención de una persona idónea, es decir, aquella que posea los conocimientos y las técnicas suficientes como para llevar a cabo la cura. Sin lugar a dudas, los individuos que se encuentran preparados para concretar la aniquilación de los diversos males causados por la brujería, son los especialistas tradicionales, más precisamente los curanderos, también llamados brujos y médicos. Las técnicas de sanación incluyen procedimientos rituales y el tratamiento del enfermo con remedios caseros, que suelen combinarse con fármacos de laboratorio. Es de carácter puramente ritual sólo el conjunto de acciones destinadas a deshacer los daños realizadas al cierre de un determinado episodio, donde se busca la efectividad de los procedimientos utilizados, para que de ese modo se produzca la cura definitiva de la enfermedad. En la mayoría de los casos en que se establece que la dolencia padecida es daño o brujería, se necesita que el especialista intervenga en más de una ocasión, por lo menos tres veces seguidas, en virtud de la gravedad que habitualmente se asigna a este padecimiento. Notas 1.

El ojeo es el desbalance energético que provoca en las personas más débiles la energía de la mirada o del pensamiento de las personas más fuertes. El susto se origina a través de un desequilibrio

111

emocional, es la vivencia registrada y corporizada del pánico la causa de dicho padecimiento. Las experiencias de miedo de la mujer embarazada pueden transmitir el susto al vástago. La pata de cabra se manifiesta de diferentes modos y se atribuye a distintos orígenes, tales como trastornos óseos en la zona lumbar, problemas motores, empacho mal curado y violación de un tabú por parte de la mujer embarazada. La culebrilla es un herpe que obviamente se presenta como problemas dérmicos. 2.

3.

La brujería en cuanto institución implica la figura del brujo, su relación con el diablo, un proceso de aprendizaje que dota al sujeto de capacidades excepcionales, tales como la metamorfosis, la de tornarse invisible, la de actuar sobre otras personas imponiendo su voluntad y la de realizar por pura malignidad diversos tipos de daños a los hombres y/o a sus pertenencias. Así lo han notado Idoyaga Molina (1999 b) en Cuyo, y Viotti (2003) en el Noroeste Argentino. Sobre Brujería en Argentina puede verse: Amaya, 1996; Barrios, 2000; Bianchetti, 1994; Idoyaga Molina, 2000 y 2002; Palma, 1978; Viotti, 2001 y 2002; Zieleger y Amaya, 1989. De acuerdo con Idoyaga Molina (1999 a, 2002), el autotratamiento incluye tanto las recetas de la medicina casera y la cura de palabra –por invocación a la deidad y el recitado de fórmulas con poder- como el consumo de fármacos de laboratorio. Los especialistas tradicionales sintetizan nociones de la

medicina humoral y la terapéutica ritual en la que se manipulan símbolos de raigambre católica. Las medicinas religiosas más aceptadas son las terapias practicadas por carismáticos y pentecostales, no sucede lo mismo con los cultos afroamericanos, como el Umbanda y el Candomblé. Entre las terapias alternativas encontramos la parapsicología, el reiki, la acupuntura, el yoga, la aromoterapia y la reflexología, entre otras. Sobre el yoga en Argentina, véase Saizar (2003). La biomedicina ofrece sus servicios a través de los hospitales y centros de salud, en los que se brinda atención alopática y psicoanalítica en forma gratuita. La atención homeopática es otra opción dentro de esta última, la cual aparece con mayor frecuencia entre los sectores de mayores ingresos. 4.

El funcionamiento de un sistema etnomédico implica la atención de la salud a través del traslapo de la biomedicina, las medicinas tradicionales y el autotratamiento (Good, 1987), a las que deben sumarse las medicinas religiosas y las llamadas terapias de alternativa (Idoyaga Molina, 1997).

5.

En la Argentina los curanderos adquieren sus facultades en una suerte de iniciación que los capacita para ejercer la terapia, practicar la adivinación y dañar, entre otras actividades que se asocian con su accionar. La iniciación puede desencadenarse por cesión de poder de

112

las deidades, por ser la persona tocada por un rayo, como resultado de superar una enfermedad o una experiencia trágica, también se puede nacer con poderes. Los individuos que son tocados por el rayo son iniciados por Santiago y cuentan con la piedra imán entre su parafernalia curativa. Sobre este tema puede verse Almeida, 1996; Bianchetti, 1996; Colatarci, 1999; Guerrero Jiménez, 1995; Hurrel, 1991; Idoyaga Molina, 2001 b; Palma, 1978; Pelegrín, 1998; Pérez de Nucci, 1989; Vivante y Palma, 1991. 6.

En el habla coloquial curar significa hacer daño, además de ser un sinónimo de sanar, el sentido se deduce del contexto.

7.

En algunos casos el mal, hecho a un adulto, puede caer en un niño u otra persona más débil. Esta posibilidad de desplazamiento se acentúa si el daño se colocó en la vivienda. La intromisión del maleficio en la casa es la técnica realmente efectiva para causar trastorno de salud, desavenencias familiares, ruina económica y problemas laborales. Las personas más fuertes suelen recuperarse más rápidamente o tienen la posibilidad de sanarse a diferencia de las más débiles. Más allá de estas variantes, existe la idea de que el daño hecho por un experto, alcanza a su destinatario con independencia de su caudal energético (Idoyaga Molina, 2002). Esta idea de que los seres más débiles son más propensos a contraer enfermedades se registra entre la población rural -criolla y/o mestiza- de las más variadas áreas del

país (Idoyaga Molina y Krause, 1999; Jiménez de Puparelli, 1984; Pérez de Nucci, 1989; Sturzenegger, 1994). 8.

Cultos afroamericanos difundidos en nuestro país, desde el Uruguay y el Brasil. Sobre este tema ver Carozzi (1993), Carozzi y Frigerio (1994), Frigerio (1991), entre otros.

9.

La técnica de contar se asocia a la sacralidad del número. Los números por su asociación a elementos o hechos suelen transformarse en entidades portadoras de poder por sí mismas (Cassirer, 1972). Así, por ejemplo, la potencia positiva del tres deviene de su relación con la Trinidad.

Bibliografía Almeida, H. 1996 Introducción al estudio de la medicina popular en Cuyo. Cuartas Jornadas Nacionales de Folklore. Buenos Aires: La Cultura Argentina. Alves, R. A. 1988 A empresa da Cura Divina: Um Fenômeno Religioso? En: A cultura do povo. Texeira y et. all. Sao Paulo: Cortéz. Amaya, L. 1996 El diablo Criollo. En: Cuartas Jornadas Nacionales de Folklore. Buenos Aires: Prensa del Ministerio de Educación.

113

Austen, R. A. 1993 The Moral Economy of Witchcraft: An Essay in Comparative History. En: Modernity and its malcontents: ritual and power in postcolonial Africa. Chicago: University of Chicago Press. Barrios, W. 2000 La enfermedad como daño intencional entre los campesinos de Catamarca. Mitologicas, Vol. XV. Bianchetti, M. C. 1994 Daño, ojeo y brujería en el Valle Calchaquí. Terceras Jornadas Nacionales de Folklore. Buenos Aires: Prensa del Ministerio de Educación. 1996 Cosmovisión sobrenatural de la locura. Pautas populares de la salud mental en la Puna Argentina. Salta: Ediciones Hanne. Carozzi, M. J. 1993 Consultando una Mae de Santo: un análisis de la construcción social del efecto mágico. Revista de Investigaciones Folklóricas 8. Carozzi, M. J. y A. Frigerio 1994 Los estudios de la conversión a nuevos movimientos religiosos: perspectivas, métodos y hallazgos. En: El estudio científico de la religión a fines del siglo XX. A. Frigerio (comp.) Buenos Aires: CEAL.

Cassirer, E. 1972 Filosofía de las formas simbólicas. Tomo 2. México: FCE. Colatarci, A. 1999 Reflexiones sobre la iniciación de los curanderos en el NOA. Scripta Ethnologica, Vol. XXI. Coreil, J. 1995 Group interview methods in comunity health research. Medical Anthropology, 16 (3). Disderi, I. 2001 La cura del ojeo: Ritual y terapia en las representaciones de los campesinos del centro-oeste de Santa Fe. Mitologicas, XVI. Douglas, M. 1970 Witchcraft Conffesions and Accusations. London: Tavistock. Evans-Pritchard, E. 1976 Brujería, magia y oráculos entre los Azande. Barcelona: Anagrama. Frigerio, A. 1991 Nuevos movimientos religiosos y medios de comunicación: La imagen de la Umbanda en Argentina. Sociedad y Religión, 8. Good, C. M. 1987 Ethnomedical systems in Africa. Patterns of Traditional Medicine

114

in Rural and Urban Kenya. London: The Guilford Press. Guerrero Jiménez, B. 1995 Medicina andina y medicina pentecostal en los Aymaras del Norte Grande de Chile: Del yatiri al pastor. Chungara, 27 (2). Hurrel, J. A. 1991 Etnomedicina, Enfermedad y Adaptación en Iruya y Santa Victoria (Salta, Argentina). Revista del Museo de La Plata, Nueva Serie, 4. Idoyaga Molina, A. 1997 Ethnomedicine and world-view. A comparative anlyzis of the rejection and incorporation of the contraceptive methods among Argentine women. Anthropology and Medicine, 4 (2). 1999a La selección y combinación de medicinas entre la población campesina de San Juan (Argentina). Scripta Ethnologica, XXI. 1999b Brujos, daños y enfermedad: Aproximación a las representaciones de los criollos sanjuaninos. Folklore Latinoamericano, tomo II. Colatarci (comp). Buenos Aires: IUNAÁrea Transdepartamental de Folklore. 2000 Shamanismo, brujería y poder en América Latina. Buenos Aires: CAEA-CONICET. 2001a Lo sagrado en las terapias de las medicinas tradicionales en el NOA y Cuyo. Scripta Ethnologica,

XXIII. 2001b Etiologías, síntomas y eficacia terapéutica. El proceso diagnóstico de la enfermedad en el Noroeste Argentino y Cuyo. Mitologicas, XVI. 2002 Culturas, enfermedades y medicinas. Reflexiones sobre la atención de la salud en contextos interculturales de Argentina. Buenos Aires: CAEA-CONICET. 2004 Errores heurísticos con implicancias teóricas. Reflexiones sobre la categoría de cosmovisión paranoica y su relación con el mal de ojo en México. Presentado al X Congreso Latinoamericano de Religión y Etnicidad. San Cristóbal (México): 5- 9 de Julio.. Idoyaga Molina, A. y C. Krause 1999 Entre el diagnóstico, la esperanza y la muerte. Los rumbos en búsqueda de salud de una adolescente criolla de San Juan. Folklore Latinoamericano, Vol. I. A. Colatarci (comp). Buenos Aires: Prensa del INSPF-IUNA. Jiménez de Puparelli, D. 1984 Función de la Medicina Popular Entrerriana y su relación con la Medicina Oficial. Cultura Tradicional del Área del Paraná Medio. Instituto Nacional de Antropología. Buenos Aires: Bracht Editores. Krause, C. 1999 Enfermedad

y

Palabra.

115

Reflexiones sobre terapias tradicionales de San Juan. Folklore Latinoamericano, T. 2. A. Colatarci comp. Buenos Aires: IUNA-INSPF. Macfarlane, A. 1970 Witchcraft in Tudor and Stuart England. Londres: Routledge and Kegan Paul. Palma, N. 1978 La medicina popular en el noroeste argentino. Buenos Aires: Edicions Huemul. Pelegrín, J. 1998 Don Rafael: Brujo por decisión sobrenatural y enfermero por circunstancia. Kallawaya, Nueva Serie, 5. Pérez de Nucci, A. 1988 La medicina tradicional del noroeste argentino: Historia y presente. Buenos Aires: Ediciones del Sol. 1989 Magia y Chamanismo en la Medicina Popular del Noroeste Argentino. San Miguel de Tucumán: Editorial Universitaria de Tucumán Saizar, M. 2003 El yoga y los discursos sobre la salud. Mitologicas, XVII. Sturzenegger, O. 1994 El camino a tientas. Reflexiones en torno a un itinerario terapéutico. Suplemento

Antropológico, XXIX (1-2). Taussig, M. 1987 Shamanism, Colonialism and the Wild Man. A study in terror and healing. Chicago: University of Chicago Press. Turner, V. 1980 La selva de los símbolos. Madrid: Siglo XXI. Viotti, N. 2002 La moral y sus contextos. Reflexiones sobre los límites de la acción dañina entre curanderos del Noroeste Argentino (NOA). En: A. Colatarci (comp), Folklore Latinoamericano, Vol VI. Buenos Aires: Confolk. 2003 Deshaciendo daños. Representaciones y prácticas de la brujería en el Noroeste de Argentina. Scripta Ethnologica, Vol. XXV. Vivante A. y N. Palma 1991 Magia, Daño y Muerte por Imágenes. Buenos Aires: Sobral de Elía. Ziegeler W. y L. Amaya 1989 Análisis comparativo de motivos relacionados con la brujería en la llanura de la baja Sajonia (Alemania) y la llanura cordobesa (Argentina). Iberoamerikanischte Archiv, 15 (2).

116

Resumen La autora analiza la brujería o daño, uno de los taxa vernáculos muy extendidos en la región de la pampa santafecina. En un primer momento, enfoca la etiología del mal y sus manifestaciones físicas, emocionales y sociales. En segundo término, pone en evidencia que dicho taxon sólo puede ser tratado y a su vez sanado por los especialistas tradicionales, es decir los curanderos. Finalmente, analiza los métodos diagnósticos y los mecanismos terapéuticos tradicionales, que involucran el consumo de remedios y procedimientos rituales. Dado que el tratamiento del curandero es holístico, este permite la recuperación del equilibrio que implica la salud.