Schmieder Oscar Geografia de America Amc3a9rica Del Norte

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I EL CONTINENTE CAPITULO

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LAS BASES NAT URA LES

Descubrimiento y Exploraci6n. En d noroeste, Norteamerica se acerca al continente asiatico, en el estrecho

de Bering, hasta una distancia de unos 100 kilometros aproximadamente. Ademas, el arco de las islas Aleu tianas forma un puente entre los dos cont inentes sobre el que, en la era post glacial, pescadores y cazadores podian pasa r desde Asia, de suerte que, desd e tiem­ pos inmemoriales, entre los habitante s de ambos continentes existieron rela­ don es que se establecian por medio de canoas. Sin embargo, al principio de los tiempos historicos, los antiguos pueblos civilizados del este de Asia no tenian conocimiento de la existenci a del continente americano. Norteamerica era mucho mas dific il de alcanzar desde el este que desd e el oeste. Solo navios de gran calado podian cruzar el Oceano Atlantico , moti­ vo por el cual lIego a est~blecerse la cornunicacion con Europa muc ho mas tard e que con Asia. Sin embargo, esta comunicacion tardia con Euro pa resul­ to decisiva para el desarrollo cultu ral de Norteamerica, porque el desc ubri­ miento fue seguido por la colonizac ion europea que tuvo por consecue ncia la europeizacion del continente. Segun leyendas antiguas de Islandi~ y con forme a los informes que Ada n de Bremen obtuvo en Copenhague, en eI ano de 1070, los normandos que se habian establecido en Groenlandia, alrededor del ano de 982, fueron los pri­ meros europeos que llegaron a Norteamerica, probablemente en el ano de 1001. Se ha creido poder iden tificar su Hell uland, Markland y Win land con Labrador, Terranova y Nueva Escocia. Acerca de los intentos para colo­ nizar estas tierras recien descubiertas tambien nos hablan estas leyendas, se­ gUn las cuales eI ultimo barco parti 6 en el ano de 1347 para Vinoland ia. Sin embargo, estos descubrimientos geogr:'tficos de los normandC'S volv ieron a olvidarse en los anos sigu;pr"es, y en epoca de Colon habian quedado total­ men te en olvido. 5610 despues de que Colon habia lIegado a las Anti llas en 1492 se emprendieron de nuev o viajes en latitudes mas altas, de los que tesulto el redescubrimiento de Nort eamerica. En la epoca en que los espanoles hacian esfuerzos por avanzar desd e las Antillas hacia el sur y el oeste , ningun capitan ingles se habia atrev ido a cruzar el Atlantico, de suerte que el veneciano Giovanni Caboto y su hijo Sebastum tuvieron el privilegio de ser los primeros en cruzar el Oceano, en el l'

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ano de 1497, al servicio de Inglaterra, y en descubrir tierras nuevas en el nor' te, hecho con el cual aseguraron los derechos de Gran Bretana a esta porcion del Nuevo Mundo. No se sabe d6nde los Cabots, como se les llamaba en In­ glaterra, divisaron por primera vez el continente, pero es probable qUe haya sido en Labrador. A los Cabot siguieron, en 1500, los hermanos portugueses Gaspar y Miguel Cortereal, que durante varios viajes visitaron las Costas de Norteamerica desde la bahfa de Baffin hasta la Nueva Inglaterra y que dieron el nombre de Tierra de Bacalhaos a las costas de Terranova, que abundaban en pesca. Era tan grande la importancia economica que la Europa catolica atribuia a estas pesquerias recien descubiertas, que desde 1504 pescadores bretones visitaron con toda regularidad los bajos de Terranova. En los mapas de la epoca la costa oriental de Norteamerica apareda representada en frag, mentos discontinuos que solo poco a poco llegaron a unirse. En el ano de 1519, el espanol Alonso Alvarez Pineda trato de encontrar, pasando por entre las "islas" de Yucatan y Florida, la via maritima a las islas Molucas, descubriendo durante su viaje la costa septentrional del Golfo de Mexico. T odavia en el ano de 1520, Cortes creia en la existencia de un pasaje occi­ dental entre Florida y Terranova, y en 1525, Quexos navego, al tratar de descubrir este paso hacia el occidente, a 10 largo de la costa del continente hasta los 40° de latitud norte aproximadamente. Solo hasta el ano 1529 aparecio en los mapas como una linea ininterrumpida la Costa desde T erra­ nova hasta Centroamerica. Solo en el extremo norte del continente quedaba la posibilidad de un pasaje. El descubrimiento de la costa del Pacifico de Norteamerica no comenzo sino hasta despues de que Cortes hubiera conquistado Mexico y establecido en Zacatula una base para la exploraci6n de la costa occidental del continen­ teo Partiendo de este punto de apoyo, la primera expedicion espanola del ano de 1532 penetro en el Golfo de California. De mayor importancia resul­ to el viaje de Juan Rodriguez Cabrillo, que tuvo el encargo de buscar el pasa­ je desde el occidente. En 1542 lagro !legar hacia el norte hasta los 38°31' d~ latitud norte. Su piloto Fen-do logro llegar el afio siguiente hasta los 41 liz grados. Es curiosa que ninguno c1e los dos c1escubrio la bahia de San Francis­ co, cuya entrada estaba probablemente sustraida a la vista por nieblas cos­ taneras. La exploradon de la costa noroccidental no se llevo a cabo sino hasta dos siglos mas tarde, y no se realizo desde Mexico. En la primera mitad del siglo XVII los rusos habian alcanzaclo, avanzanclo a traves de Siberia, la costa del Oceano Pacifico. A pesar del vivo interes que el esclarecimiento de las relaciones entre Asia y America despertaba en Rusia, transcurrio casi otro siglo hasta que clio principio la exploraci6n rusa del noroeste de America. En los anos de 1725 a 1728 y de 1733 a 1741, el danes Bering emprendio aI servicio de Rusia y acompafiado del ruso Chirikof y del naturalista aleman

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Steller, desde Kamchatka, sus VlaJes al estrecho de Bering y la costa meri­ dional de Alaska. En 1778 aparecio en la costa noroccidental el ingles James Cook, acompafiado por el naturalista aleman J. R. Forster, para descubrir un pasaje en el noroeste, penetrando a traves del estrecho de Bering en el Ocea­ no Artico. G . Vancouver realizo triangulaciones muy minuciosas en la costa occidental en los afios de 1790 a 1795. El descubrimiento de un paso a traves del Nuevo Mundo era el objetivo principal de la mayoria de las expediciones a las costas occidental y oriental del continente. A medida que ~e conocian los contornos del continente se iba desvaneciendo la esperanza de encontrar dicho pasaje en latitudes media­ nas. 8610 en el norte del continente quedaba una- posibilidad para poder avanzar hacia el noroeste. Fueron principalmente ingleses los que tomaron parte en esta busqueda del pasaje septentrional. En los afios de 1576 a 1578 emprendio M. Frobisher sus viajes, durante los cuales descubrio la Tierra de Baffin, siguiendole John Davis, en los afios de 1585 a 1587, que avanzo hacia el norte hasta la bahia de Baffin. En 1610 Henry Hu-dson penetro en la gran bahia que hoy dia !leva su nombre. Es cierto que William Baffin pudo ave­ riguar en 1615 que esta bahia esta rodeada de tierra en el oeste y que de ninguna manera se comunica con el Oceano Pacifico, pero los resultados des­ alentadores de su viaje tuvieron como consecuencia que durante los siguien­ tes doscientos afios no volvieron a hacerse intentos para encontrar el pasaje interoceanicp noroccidental. Durante el siglo XIX los exploradores ingleses reanudaron la busqueda. En 1818 John Ross atraveso la bahia de Baffin hasta el estrecho de Smith, y al !legar al estrecho de Lancaster se en contra sobre la verdadera ruta. Pero Ross interrumpio su viaje prematuramente. Las si­ guientes expediciones de los capitanes David Buchan y Edward Parry tam­ poco tuvieron exito, a pesar de que Parry logro avanzar a traves del estrecho de Barrow hasta la isla Melville. Coincidiendo con estos viajes, John Franklin emprendio dos grandes expediciones por tierra (1819-1822 y 1825-1827) al litoral entre los rios Mackenzie y Coppermine. En mayo de 1845 Franklin emprendio su tercer viaje, del que no regreso; por ultima vez fue visto por al­ gunos pescadores de ballenas en la bahia de Melville. Aunque 1a expedicion de Franklin tuvo un resultado negativo, sirvio indirectamente para dar enorme impulso a las actividades de los investigadores. Se mandaron cerca de cuarenta expediciones en busca de Franklin y su gente y durante uno de estos viajes MacCLure (1850-1853) logro demostrar, por 10 menos, la posibilidad de un pa­ sajt' noroccidental que, sin embargo, no fue comprobado hasta los anos de 1903 a 1906 por RoaLd Amun-dsen. Los espafioles fueron los primeros en iniciar la exploracion del interior del continente desde el sur. En 1528, la expedicion de Panjilo de Narvaez naufrago en la costa de Texas. La mayorfa de los supervivientes peredo muy pronto; sOlo Alvar Nunez de Vaca con tres acompafiantes lograron, despues

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de seis anos de correrias a traves de Texas, Coahuila, Chihuah ua y Sonora, a1canzar en Culiacan las avanzadas septentrionales de los espanoles en Me­ xico. En 1539, Hernando de Soto emprendio un viaje, como Nar­ vaez de la bahia de Tampa, que duro casi Cuatro anos. De Soto principio por dirigirse al norte, penetrando en el Piedemonte, de Carolina; luego atra­

veso los Apalaches y la planicie oriental de la Costa del Golfo, para cruzar el Misisipi en las cercanias de la actual ciudad de Memphis; a traves de Arkan­ sas llego a Oklahoma y de alIi siguio el CUrso del rio Arkansas hasta su des­ embocadura en el rio Misisipi, donde De Soto mismo perecio. Los supervi­ vientes, bajo el mando de Luis de Moscoso, atravesaron tambien la planicie occidental de la Costa del Golfo. Finalmente regresaron al Misisipi, bajaron este rio en canoas, y siguiendo la Costa del Golfo, en el ano de 1543 llegaron a Panuco. Fueron en primer lugar los informes de Cabeza de Vaca, que ha­ bia oido hablar de ciudades al norte de su ruta, los que en Mexico y Espana despertaron nuevo in teres por las tierras desconocidas del norte. Varias expediciones se pusieron en marcha, pero no como hasta entonces par­ tiendo del lado a tiil.l1 tico, sino desde Culiacan, en la Costa del Pacifico. El franciscano Marcos fue el primero, en 1539, en llegar a la frontera de los pueblos zunis. Despues de su regreso proporciono un informe fantasticamente exagerado del pais de Cibol a recien descubierto, de cuyas ciudades decia que eran mayores que las de Mexico. A base de estos relatos emprendio Francisc o Vazquez Coronado, en el ano de 1540, Un viaje hacia e1 norte, salIendo de Culiacan con una expedicion magnificamente organizada. Muy pronto llego a los "pueblos" zunis. pero la pobreza de estos indigenas causo una cruel des­ ilusion en el animo de Io.)s (spanoles. De mayor importancia que las conquistas resultaron los descubrimientos de la exoedicion, que cruzo el rio Colorad o en las cercanias de su desembocadura; algunos miembros de ella fueron los primeros europeos que vieron el Grand Canyon. En el Rio Grande del Nor­ te se descubrio el pais de los Indios Pueblos. En 1542 Coronado penetro desde los Llanos de Cibo1a al este, es decir, a los llanos y praderas , donde vivian indios nomadas y bisontes, para regresar en seguida a Mexico. _ Los primeros franceses que lIegaron a Norteamerica fueron navegan tes bretones y normandos, que probab1emente pescaban cerea de Terrano va al­ rededor del ano de 1500. Despues de que el florentino Giovanni Verazzan o hubo llevadn a cabo, por orde'" ie la Corona de Francia, 1a primera expedi_ ci6n al Nuevo Mundo, slguieron, de a 1542, varios viajes del frances Jacques Cartier, quien exploro en primer lugar la depresion del San Lorenzo.

Hasta princ;piclS del s;glo XI'1l no llego a ser el golfo de' San Lorenzo el punto de partida de los -.-iajes dO' exploraci6n de los franceses que se ex­ tenciieron sobre grandes :(lnas del interior del continente. Los exponen tes de estas actividades [uemn principalmente compr,.dores de pides y caza­ dores, que se valian de los metodos peculiares de los indigenas para recorrer

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el pais, siguiendo las vias fluviales en ligeras canoas de corteza. Entre eI gran numero de exploradores franceses de· los primeros tiempos Samuel Cham­ plain ocupa eI primer Iugar; en 1613 exploro eI rio Ottawa y, en 1615, acom­ pano a un grupo de indios hurones por el mismo camino hasta la bahia

Georgian, de manera que fue el primer hombre blanco que recorrio Ia via fluvial que debia ser despues la principal ruta de los compradores de pie­ les hacia el interior del continente. En 1673, el comprador de pieles Joliet, acompanado por el jesuita Marquette, lleg6, en la desembocadura del rio Wisconsin, al Misisipi, el que sigui6 do abajo hasta la desernbocadura del rio Arkansas. Por temor a los espanoles, ambos regresaron subiendo el rio Illi­ nois y llegando al lago Michigan. En 1680, el franciscano Louis Hennepi n visit6 el Misisipi superior, proporcionando el primer mapa y descripc ion del rio. En el ano siguiente, Robert de La Salle bajo el Misisipi hasta su des­ embocadura, dando a la gran cuenca del rio el nombre de Luisiana, por de­ berse su primera exploracion al espiritu emprendedor de los franceses . Tam­ bien hasta las praderas y llanos extendieron los coureurs des bois franceses sus expediciones. Ya antes de 1688 llegaron franceses del Canada al Rio Grande del Norte, y alrededor de 1694 vivian traficantes de pieles de esta nacionalidad entre los indios del Missouri. Pero tambien hacia el este penetra­ ron montaneses franceses, subieron los rios Ohio y Tennessee y lIegaron en el ano de 1699 por primera vel, bajando el rio Savannah, hasta Carolina del Sur. Vemos, pues, que la region de los grandes lagos y la cuenca del Misisipi fueron explorados por los franceses desde el valle del San Lorenzo. En consecuencia, solo algunas zonas de los paisajes de la costa del At­ lantico quedaron desconocidas y df' su exploracion se encargaron ingleses, holandeses, suecos y alemanes. COll Ia fundacion de Jamestown, en el ano de 1606, se di6 principio a la penetracion en estas regiones, acompan ada si­ multaneamente por una colonizacion reducida pero extensa. Solo en el nor­ te del Canada encontraron los ingleses, en el siglo XVIII, una oportunidad para explorar extensas zonas del continente. El punto de partida para estas acti­ vidades eran las factorias de la bahia de Hudson. Desde aqui lIego Samuel Hearne, en 1771, siguiendo el rio Coppermine, al Oceano Artico; Alexand er Macl(enzie, en 1789, descendio par e1 gran do que hoy lIeva su nombre has­ ta su desembocadura. T-hcia fines del siglo XVIII comenz6 tambien la explo­ racion de las cordilleras por los ingleses. Durante BU segundo gran viaje (1792-93), Mackenzie escogi6 el rio Peace como via de acceso, logrando atra­

vesar las montanas y Ilegar al Oceano Pacifico. De esta manera se habia cru­ zado par primera vez el continente en todo su ancho al norte de la zona de influencia espanola y se habia abierto a los traficantes canadienses de pieles el camino al Oceano Pacifico. La moderna exploracion cientifica no dio principio sino hasta el si­ glo XIX. En los anos de 1803 a 180', lJS .:.ficiales del ejercito Lewis y Clarke

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realizaron su viaje por el rio Missouri arriba y el rio Columbia abajo hasta el 'Oceano Pacifico. Despues Ie siguieron otras expediciones, como la de Zebulort M. Pike (1805-1807) a los Llanos y las Montafias Rocallosas meridionales, y 1a de Stephen W. Long (1819-1823) a la region de los lagos superiores y las Montafias Rocallosas centrales. En 1807 se fundo el Instituto TopogrMico de Costas (Coast Survey), para levantar pIanos de las costas de Estados Uni­ dos. Sin embargo, los trabajos no dieron principio sino hasta 1816, progre­ sando entonces sOlo muy lentamente. En 1871 se Ie agrego finalmente el Instituto Geodesico (Geodetic Survey), que llevo a cabo, como primer trabajo, la triangulacion desde la costa del Athlntico a la costa del Pacifico, siguiendo el grado 39 de latitud norte. Definitivamente se organizO la Oficina Costera y Geodesica (Coast and Geodetic SU'f'Vey). En el afio 1830 empezo la orga­ nizaciOn de la triangulacion dentro de cada uno de los estados de la Union. En 1843 llege a fundarse el Geological and Natural History Survey of Ca­ fUlda. En Estados Unidos los trabajos preliminares para la construccion de los ferrocarriles transcontinentales dieron motivo, en la sexta decada, a ex­ tensas empresas explotadoras de enorme importancia geografica. T ambien para la exploracion militar, geogr:i.fica y geologica el Congreso de Estados Unidos organizo varias expediciones. Las empresas mas importantes de esta dase, de las que finalmente (1879) nacio la Oficina de Exploracion Geolo­ gica de Estados Unidos (United States Geological Survey), fuero:l las si­ guientes: Exploraciones geologicas de los Territorios, por Hayden (Hayden's Geological Surveys of the Territories); Exploracion geologica del paralelo 40°, por King (King's Geological Survey of the Fortieth Parallel); Explora­ cion geologica y geografica de la region de las Montafias Rocallosas, por Powel (Powell's United States Geol.ogical and Geographical Survey of the Rocky Mowntain Region); y Exploraciones geograficas al oeste del 100° meri­ diano, por Wheeler (Wheeler's Geographical Surveys West of the One Hundredth Meridian). Hombres como C. E. Dutton, S. F. Emmons, G. K. Gilbert, F. V. Hayden, W. H. Holmes, Clarence King, J. W. Powell, t. C. Russel y otros, por sus trabajos dentro del margen de estas empresas rin­ di,eron grandes servicios no s610 a la exploracion del continente, sino en general al desarrollo de nuestros wnocimientos geogrMicos. Con ellos logro 1a ciencia geografica llegar a una altura que des de entonces no ha vuelto a alcanzar. La exploracion cientffica del continente y su cartografia no estan, sin duda, completas en la actualidad; pero de todos modos se hallan mucho mas avanzadas que en la America Latina. Con gran claridad se destacan los grandes rasgos de la naturaleza del continente, y es inmenso el numero de monografias que tratan, en parte con una escrupulosidad ejemplar, sobre los problemas parciales. En cambio, 10 que falta todavia son obras sinte­ ticas de geografia regional.

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fig. 1. La estruclura del con!inonte,

Estnu:tura y morfologia. En contraste con Suramerica, la Norteamerica anglosajona est a situada fuera de los tropicos y, ademas, su anchura aumenta considerablemente hacia el polo. En el norte, el escudo canadiense forma el subsuelo. En el sureste, el sistema montafioso de los Apalaches es su

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continuaclOn. EI sistema de montanas andinas ocupa eI oeste del continen te. Flanqueado por dicho sistema en el oeste, por el escudo canadien se en el norte y por el sistema de los Apalaches en el este, se extiende en el interior un vasto paisaje escalonado. Mientras que en Suramerica el macizo mas antiguo de montanas, 0 sea las Mesetas del Brasil y de la Guayana, esta situado en el este del conti­ nente, la masa laurentina, que se puede comparar con ellas, ocupa el norte del continente. Son rocas metamorficas cristalinas las que constituy en esta masa de montanas que, desde el periodo orogenico del algonqui ano, solo fue tocada parcialmente por movimientos tectonico~, mientras que en su conjulHo no estuvo sujeta mas que a movimientos epirogeneticos. En conse­ cUencia, este antiguo macizo de montanas quedo reducido, con el tiempo, a una penillanura de poca altura, levantandose a mayores altitudes unicame n­ te en el noreste de Labrador. En donde la penillanura no esta cubierta de an­ tiguos estratos sobrepuestos, sufrio durante el diJuvio una transform acion por el avance del hielo continental que produjo una superfice escabros a. En las costas de la bahia de Hudson, asi como en el oeste y el sur, r acen sobre el escudo canadiense, en posicion discordante, primero la forma­ cion algonquiana y despues varias series de estratos de formaciones paleozoi­ cas que, durante la historia geologica, solo en determinadas regiones fueron plegadas y levantadas entre el escudo laurentino, los Apalaches y las cor­ dilleras. De esta enorme y muy extensa masa de estratos Ilego a f0rmarse, con d tiempo, el gran paisaje de estratos escalonados del interior del conti­ neme. Hacia fines del perfodo permico. las zonas oriental y surorien tal de este cuerpo de sedimentos sufrieron la accion del plegamiento apalachi ano; sin embargo, en el curso de los tie'11ll10S, toda esta montana de plegamie ntos paleozoicos quedo totalmente aplanada. El sistema montanoso de los Apa­ laches, tal como se nos presenta hoy dia, solo debe su origen a levantam ien­

tos mas recientes, a fall as y, sobre todo, tambien a los distintos grados de resistencia de las mcas que la erosion dejo al descubierto. Mucho mas grandioso que el sistema montanoso de los Apalaches, que tiene mas bien el caracter de una serrania de segundo orden, es el sistema de cordilleras del oeste del continente. Esta gran montana esta compues­ ta de un gran nllmero de' elementos integrantes que geneticamente son muy diferentes. Coiinda ndo .vJ1 el paisaje de' estratos escalonados del interior del c011tineme, se Ievantan las Montanas Rocallosas que se nos presema n, aI sur de Ia depresic)n de \Vyoming, como una montana de plegamie nto~ frae­ turacios. Las cordilleras que corren de norte 8 sur, consisten principa lmen te de series de anticlinales sencillos y muy extensos, cuyo mkleo esta formado por rocas intrusi\'as. Por 10 regular, los nucleos cristalinos han perdido ya SllS estratus sobrepuestos por Ia acci6n de Ia denudacion, de suerte que ahora forman peniplanos. Las zonas mas altas de las Montafias Rocallos as meri-

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dionales muestran numerosas huellas de glaciaci6n diluvial. Al norte de Ia depresion de Wyoming, las Montanas Rocal1osas estan plegadas y fracturad as desde eI oeste. El rumbo de las cordilleras refleja Ia direccion de las lineas estructurales. Al oeste de las Montanas RocaHosas se encuentra la Hamada zona inter­ montana, que esta formada por la cuenca del Yukon, la meseta del Fraser, la del Colombia, la Gran Cuenca, la altiplanicie de Arizona, los desiertos de Mohave y Sonora y las mesetas del Colorado. Nuestros conocim ientos de las mesetas interiores de Alaska y Canada son todavla tan escasos que no se puede dar de ellas una descripcion general definitiva. En la cu~nca del Yu­ kon, los peniplanos tambien cubren sedimentos dislocados de agua dulce de la formacion Kenai que se considera como del eoceno. Por eso, Brooks supone que las penillanuras del Yukon pertenezcan al eoceno superior 0 al mioceno. Algunos geologos canadienses consideran los peniplanos de la me­ seta del Fraser como de la misma edad que los del Yukon. Esta hipotesis acerca de la existencia de un peniplano intermo ntano ininterrumpido del perlOOo eoceno, que se extiende desde Alaska a Colombia Britanica , sin em­ bargo, no encuentra hasta ahora ningun apoyo en las observaciones. En Ia meseta del Fraser ya se acentua 10 Hano de la zona intermontana debido a los mantos de lava del terciario medio que yacen en posicion casi horizontal. En la meseta del Colombia, tales rocas extrusivas recientes si­ guen formando la superficie terrestrc, de suerte que se conoce muy poco acerca de la estructura del subsuelo. En la parte septentrional de la zona intermontana, se han conservado todos los rasgos caracteristicos de la me­ seta hasta eI presente, de suertA que esta region debe haberse manteni do durante el" perfodo terciario cornu una masa inmovil. Muy distintas son las condiciones que encontramos en la Gran Cuenca y hacia eI sur en la alti­ planicie de Arizona y los Desiertos de Mohave y Sonora. En esta parte

meridional de Ia zona intermontana predomina Ia Hamada estructu ra de cuencas y cierras (Barin Range), (vease pp. 35955,). En direcci6n meridion al en la parte norte, y en direcci6n noroeste-sureste en 1a parte sur, corren innumerables cadenas cortas de lomas angostas, que aparecen en el mapa como un ejercito de orugas que caminan hacia Mexico (Dutton ). Entre estas sierras (ranges) se t"''''2nden cuenca, (basms), cuyo piso esta formado princi­ palment e por sedimentos recientes que a su vez yacen sobre peniplan os. En el sureste de la zona intermontana se presenta tociavia, como un elemento morfologico independiente, una region de estratos en posicion ho­ rizontal, 0 sea eJ alto macizo de las mesetas del Colorado. Es caracteri stico de ella el hecho de que Ie [alta por completo todo plegamiento genuino desde el cambrico hasta el terciario. De la manera mas impresio nante se rresenta al viajero esta sucesion imperturbada de estratos de Ia meseta en d Grand Canyon del Color u,,, ":v.;de estos estratos se levantan a Una

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LAS BASES NATURALES

altura de mas de 2500 metros y donde el profundo vaIle del rio los ha cor­ tado hasta el nucleo montanoso arcaico. En el oeste, la zona intermontana colinda con el sistema de montanas del Pacifico. En el noroeste, las Alaskidas (Suess) forman una montana de plegamientos, atravesada por numerosas faIlas, en cuyos sedimentos meso­ zoicos y paleozoicos penetraron grandes masas de granodioritas. El arco de las AIeutianas se compone principalmente de rocas volcanicas recientes que yacen sobre un zacaIo de sedimentos plegados del terciario y del mesozoico. La Sierra Costera (Coast Range) de la Colombia Britanica y una parte de las islas en frente de ella, consisten principalmente de un solo batolito enormemente grande de granodiorita. La intrusion del batolito se realizo probablemente en el periodo del jurasico y se prolongo hasta los comienzos del cretaceo. En la composicion de sus rocas y su estructura. Ia montana costera septentrional muestra semejanzas con la Sierra Nevada. T ambien en la region de Ia montana costera de Alaska y de la Colombia Britanica se presentan peniplanos de considerable altura. Spencer (vease bibliografia NQ 665) cree poder relacionar estos peniplanos con los de las mesetas inter­ montanas. Segun esta hipotesis, la montana costera septentrional hubiera sido levantada hasta su actual altura en epocas posteocenicas. La Sierra Cascada y la Sierra Nevada, que siguen hacia el sur, descien­ den hacia el este con mucho declive en direccion a la meseta del Colombia y la Gran Cuenca. En la Sierra Cascada es en primer lugar el gran numero de ma,as volcanicas de mucha altura 10 que llama la atencion. La Sierra Nevada forma parte, segun toda su estructura, de las sierras (ranges) de la Gran Cuenca, aunque se caracteriza por sus dimensiones especialmente gran­ diosas. En el oeste, se extienden delante de la Sierra Cascada y la Sierra Ne­ vada varias depresiones de las que el Gran Valle de Califllrnia es la de ma­ yores dimensiones. Hacia el Oceano Pacifico, el Gran Valle esta cerrado por la Sierra Costera (Coasr Ranges). Este sistema montanoso cQnsiste en un gran numero de cordilleras para leIas, cuyo rumbo forma un angulo agudo con el curso de la costa. Cada uno de estos n{lcleos montanosos tiene su propia historia geologica, y las tensiones entre eIlos han sido la causa, aun en los tiempos mas recientes, de violentos movimientos en direccion vertical, pero tambien especial mente en sentido horizontal. Es considerable el numero de lineas de afallamiento a 10 largo de las cuales han tenido lugar movimientos aun en epocas historicas. Entre ellas es la mas conocida la falla de San Andres, que todavia en el ano de 1906 entro en actividad en una extension de cerca de 850 kilometros. El elemento morfologico regional mas reciente del continente es la pia­ nicie costera que, desde el cabo Cod hacia el sur, constituye las costas del Atlantico y del Golfo. Por 10 general, la estructura de estas tierras bajas es

bastante sencilla. Arenas y arcillas del cretaceo y terCiariO, las mas de las veces poco endurecidas, van bajando con muy poco declive hacia la costa, de suerte que resulta un paisaje escalonado debilmente articulado. El an­ cho de Ia Coastal Plain fluctua entre unos cuantos cientos de metros y 800 kilometros. La mayor parte del continente norteamericano ha estado sujeta, en cuanto al caracter de sus suelos y su morfologia, a la accion de la glaciacion diluvial 0 del pleistoceno (fig. 2). El hielo continental norteamericano tuvo su origen en tres grandes fuentes. 'Desde Labrador se movian masas de hielo en direccion al sur y suroeste, Ilegando en la costa Atlantica hacia el sur hasta Nueva York y al oeste de los Apalaches hasta el Ohio. La fuente central 0 de Keewatin estaba situada dentro y aI oeste de la bahia de Hud­ son. El casquete de Keewatin avanzo hacia el sur y el suroeste hasta mas alla del Missouri, y hacia el oeste hasta las Montanas Rocallosas. En las mon­ tanas del noroeste se forma el centro de las cordilleras. En medio de las enormes masas ininterrumpidas de hielo, que procedian de las tres fuentes, quedaba al oeste del lago de Michigan la extrana area Bndorreica (driftless area). en la que no se encuentran huellas de una antigua glaciacion. Generalmente, se subdivide el diluvio en una glaciacion mas redente 0 wisconsiniana y otras mas antiguas de Iowa, Illinois, Kansas y Nebraska. Al area del alto fenoscandinavo del Viejo Mundo corresponde en Norteame­ rica el area laurentina, en la qUe se encuentran las formas tipicas de la ero­ sion glacial. Los sedimentos glaClales yacen en su mayoria en el sur del es­ cudo canadiense. Sus rasgos caracteristicos son enteramente identicos a los del norte de Europ'a. Sin embargo, Norteamerica se distingue por la exten­ sion especiaimente vasta del paisa)e de morrenas recientes, que en partes alcanza el limite de la glaciacion maxima. Por consiguiente, el paisaje de morrenas antiguas presenta una extension mucho menos vasta. En las re­ giones marginales se present an tambien formaciones fluvio-glaciales y exten­ sos sedimentos de loess. En la region de las Praderas Canadienses se represo, durante la regre­ sian de los hielos, el lago que W. Upham ha bautizado con el nombre de Lake Agassiz, y cuyos restos constituyen hoy dia los lagos de Winnipeg y de los Bosques (fig. 35). De conformidad con las extensas cuencas de la re­ gion de los actuales Grandes Lagos, se origino en la epoca wisconsiniana una articulacion de la orilla del hielo en lenguas individuaIes. Durante la regre­ sian de los hielos Ilegaron a formarse, en las grandes cuencas, lagos represa­ dos por los hielos, que varias veces cambiaron su extension. su forma y la direcci6n de su desague. En las fases mas antiguas, estos lagos desaguaban delante de las lenguas del Michigan y del Ontario por el Illinois hacia e1 Misisipi y por el Wabash hacia el Ohio. En las fases uiteriores, deja de exis­ tir el desagiie hacia el Wabash, pasando las aguas por el Illinois y el Sus­

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AMERICA DEL NORTE: EL CONTINE NTE

LAS BASES NATURALES

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~ ZonA libre de hielos

Fig. 2.

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La zona glacial en la America septentrion al.

queh anna . En la fase mas recie nte (de Cha mpl ain) , los lagos repre sados !legaron a tener su extension max ima. Los lagos Huron, Michigan y Supe­ rior formaban un '0' 10 cuerpo inme nso de aguas ininterrumpidas, el !lam ado lago Algonquiano (Lake Algonqui n). A traves de la depresion del San Lo­ renzo y la depresion Hudson-Cha mplain penetraba el mar hasta eI lago Onta rio. actual S610 despues que se verifico la regre sion de los hielos, !legaron a for­ marse, en el Jugar donde las agua s del lago Erie pasaban al lago Onta rio, las cataratas del Niagara y el desf iladero 0 abra del Niagara que tiene una extension de 11 kilometros. Las form as de este desfi1adero reflejan sus dis-

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tintas fases Je retrogresion. El hech o de que el desfiladero no se haya for­ mado en toda su extension sino hast a despues de la regresion de los hielo s por el retroceso todavia hoy dia activ o de los saltos, diJ6 motivo a obse rva­ ciones crono16gicas. Segtm F. B. Taylor, el tiempo transcurrido desd e la ablacion de los hielos abarca un perio do de 20,000 a 35,000 ailos. De la situacion de los sedimentos marinos del mar Cha mpl ain y el ni­ vel ascendente hacia eI norte de las terrazas de playa de los lagos repre sados, se puede deducir, en la region de los Grandes Lagos, una elevaci6n post­ glacial general y progresiva hacia eI norte. Tambien los contomos de playa en el lago que investigo Warren Uph am, denotan deformaciones parecida s. Debido a estas observaciones se ha !legado a pensar en una relacion causal de las alteraciones del nivel con la antigua sobrecarga y descarga glacial, respectivamente. EI clima. Para poder interpretar debi damente el clima del continente, hay que tomar en cuenta eI cara cter de los mares colindantes, adem as de su situacion, sus dimensiones, su artic u1acion y su relieve, cuyos pormenor es pueden observarse en los mapas. Debido a su situacion, la Norteam erica anglosajona no tiene c1ima tropical. La escasa formacion de ensenada s en la gran masa terrestre, pero en prim er lugar el rumbo del elevado siste ma de las Montafias Rocallosas que corr en paralelas y a poca distancia de la costa del Pacifico, tienen como cons ecuencia que las influencias ocea nicas no pueden penetrar l11ucho en eI inter ior. Por consir:uiente, los dim as cont i, nentales prevaJecen en 10 general. -Los Apalaches '10 son 10 suficiente mente altos para poder tener influencia como linea divisoria entre los dim as y, ademas, estan situados a satavent o del continente y corren paralelos a la direccion nredominante d los vien tos, de Sllerte que no bastan para pro­ teger las regiones costeras al este de elIos contra las irrupciones de tempe­ raturas bajas del interior. No se nota tampoco en los Apalaches el contraste del lado humedo occidental con Jos dec1ives secos orientales, que es tan fuertemente marcado en muchas cordilleras. En eI clima de los paisajes al nort e y este de las Montafias Rocallosa s,

las aguas articas influyen de una manera decisiva, penetrando en la bahia

de Hudson hasta los 51 0 de 1atitud norte, es decir, hasta la latitud de Lon­

dres mas 0 mf'r ", y formando un centro de temperaturas bajas en el interior del continente, que hace retrocede r las isotermas muy lcjos hacia el ,ur. La primavera tarda en lIegar debido a la influencia de las masas de hielo s y de las aguas frias del norte sabre la atmosfera. T ambien el mar de Bering es una fuente de frio, y en eJ este, la corriente fria de Labrador avan za hacia el sur hasta mas alia de Terr anova, introduciendose a 10 largo de la costa entre el continente y la corriente del Golfo aun hasta el cabo Hatteras . Debido a SllS hielos flotante's, esta corriente maritima resulta peligrosa para la navegaci6n. La linea div;''''ria entr e la corriente de! Golfo y las aguas arti­

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AMERICA DEL NORTE: EL CONTINENTE

LAS BASES NATIJRALES

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LEVERET

La Florida Desde que Ponce de LeOn descubrio, en el Domingo de Pascua del ano de 1513, la tierra firme situ ada al norte de Cuba, lIamandola Pascua Florida, el concepto del paisaje de La Florida ha venido concretandose muy paulati­ namente a la peninsula suroriental de Norteamerica. Los espanoles solian extenderlo desde la peninsula hasta el interior del continente, de confor­ midad con el alcance de su influencia 0, por 10 menos, hasta donde pre ten­ dian tener derecho a la tierra firme. Incluso la mision qu