Santillana Senda 5

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Quedan rigurosamente pfohtbidas, sin la autorización escrita de los titulares del «Copyright». bajo las sanciones estableci­ das en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendl? os la repro­ grafía y el tratamiento informático, y la distribu �16n de ejem-· plares de ella mediante alquiler o préstamo púbhcos.

©

1982 by SANTILLANA, S. A. Elfo, 32 - 28027 Madrid PRINTED IN SPAIN Impreso en España en los Talleres Gráficos Mateu Cromo, S. A. Ctra. de Pinto a Fuenlabrada, s/n. Pinto (Madrid) ISBN: 84-294-1976-4 Depósito Legal: M. 20.787-1991

Texto aprobado por el Ministerio de Educación y Ciencia en O. M. de 30-7-1982.

SENDA 5

El material de la serie SENDA ha sido creado en el Departamento de Investigaciones Educativas de Santillana, S. A. de Ediciones, bajo la dirección de Antonio Ramos.

En el libro SENDA para el quinto curso, Ciclo Medio de E.G.B., han intervenido: Rosario Fernández-Cancela (Ori ginal li terario y selección antológica) Carlos E. González (Actividades) Manuel Arjona Sánchez (Ilustraciones) M.' Luisa Est eban Hernández (Ilustraciones) Gloria Roldán (Dirección Editorial)

Escaneado por Arensoft el día 20 de noviembre de 2018

Los ejercicios y actividades de este libro deben ser realizados por el alumno en un cuaderno.

SENDA 5

Libro básico de lectura

EGB CICLO MEDIO

santillana

INDICE

UNIDAD 7

UNIDAD 1

La frontera, el mar y las estrellas . . ...

Las casi increíbles aventuras de Magda­ lena, su amigo Curro y el caballo Clavileño ........................

6

Torno .. ... .. . .. .. ... .. .. . .. .... ...

12

Canción china. . .. .. .......... ... ... .

12

Nacimiento de Pinocho.. ... . . ...... ...

13

Actividades ........................ .

16

UNIDAD 2 Viaje de la higuera a los molinos...

18

Las estaciones. . ... ...... .. ... . ......

20

La higuera..... ........ . ... ... . . ....

21

¿Gigantes o molinos? ... ..... .........

22

Actividades . . ............... ...... ..

24

UNIDAD 3

Costa del Norte..... .......... . .... ..

60

El surtidor .... ..... .. .. .... .. . ......

61

Todo es ronda ..... ....... ... .... .. .

61

La princesita del prendedor. ...... ......

62

Actividades ........ . . ... ............

64

UNIDAD 8 Clavileño, caballo de feria . . . . .. ... . .

66

San Juan de la Peña . ...... .. .... .. . .

68

No lloréis, mis ojos. ... .............. .

69

. Pues andáis en las palmas . .. ... .. . ... .

69

El televisor ... . .... ..... .. ... . ..... .

70

Actividades. ....... .... .... .........

74

UNIDAD 9

Historia con bruja ........... . .. . .. .

26

El «ovni» ......... . .. . .. .. . . ...... .

76

Montañas de Galicia .... .. ....... ... ..

28

Oviedo ........ ... .. .. . . : . .. .... . ..

78

El infante Arnaldos .. ..... ............

29

Villancico ........... ... .. ... .. . ... .

79

Historias de miedo . . ........ ....... ..

30

El hijo del rey Alcaroz....... ... ... ....

80

Actividades .... .....................

32

Actividades ............... . ... ... . ..

82

UNIDAD 10

UNIDAD 4 Un nombre para un personaje ....... .

34

Soria ... ..... ..................... .

36

Daniel el Mochuelo. ....... .. ...... ...

37

Actividades. ............... .... .... .

40

UNIDAD 5

Avería en la nieve .. .. . .... . .. ......

84

La nieve . ...... ......... . ..........

86

La estrella del Polo Norte .. . .... . ... .. .

86

Greguerías.. .. . . ....... ...... ..... ..

87

Entre rejas. ... ....... .. ....... ... ...

88

Actividades . ........ ... .............

90

Una caída afortunada . .. ... . ..... ...

42

Andalucía . . ........... . ...... ..... .

44

Caballo de noria... ... .. .... .. . ... ..

92

Romance .... ... ..... .. ...... .... ..

44

Preparando una aventura ..... .. .... ...

45

La barraca murciana .... ... ... ... .... .

94

El zorro domesticado ....... .. ........

95

Actividades ........... ... ... . .......

48

Actividades ... .. ... .. . . ... ... .......

98

UNIDAD 6

4

58

UNIDAD 11

UNIDAD 12

Aceite para Clavileño ..........

50

Salamanca ................. ... .... .

52

Oriental .. .. . . .... .. ... .. .. . ........ 102

El niño, la golondrina y el gato..... .....

53

Hermana postal.......... ..... . .. .... 104

Actividades . ....................·. .'..

56

Actividades ........ ... ... ... .. ...... 108

Aventura en la Alhambra . .. . .. . .. . . . 100

UNIDAD 13

UNIDAD 19

Una sorpresa en las montañas. ..... .. 11 O

Se vende a Clavileño. .......... ..... 160

Montserrat ...... ........... ........ 112 El campanario ... ....... .. ........... 113

El cigarral toledano ... ................ 162 Rimas ............................. 163

La infanta jorobadita ...... _............ 116

Ana descubre un volcán ............... 164

Actívídades. ...................... .. 118

Actívídades......................... 168

UNIDAD 14

UNIDAD 20 Asesinato en el parque .... ... ....... 170

La yegua Lucera .................... 120

«El pinar de las de Gómez».. ...... ... .. 172

Sangüesa ............... ........ ... 122 Definiciones para un diccionario......... 123

Actívídades..................... : ... 176

Nana .............................. 124 El loto ............................. 125 Actívídades. ........ ............... . 126

Los ladrones somos gente honrada....... 173

UNIDAD 21 Luces para Clavileño ... ............. 178

La fraga de Cecebre ............ ...... 180 UNIDAD 15

La del alba ... ... ......... ...... .... 181

Donde las dan. las toman........ • . .. 128

La venganza de don Mendo .. ......... . 182 «Prantocox» ..... ................ ... 185

Tierras valencianas .. ...... ...... ..... 130 Sombra ............................ 131

Actívídades............ . .. ......... . 186

Dos amigos y un oso ......... ........ 132 El aldeano y los pasteles ........ • ..... 133 Actívídades ...... .. .... . . . . . ........ 134

UNIDAD 22

El rayo verde . ... ... ............... 188 El libro talonario ..................... 190 Actívídades .... ............. . ...... . 196

UNIDAD 16 Doña Florita ... .......... . ........ . 136

La isla perdida ...................... 138 Tarde de toros en Ronda ... ........... 139 El torerillo ......... ................. 140 Actívídades. .......... .............. 142 UNIDAD 17 Objeto volador muy identificado. . ... . 144

Santillana del Mar....... ............. 146 Con dos años, dos flores ....... ...... . 148 A la niña Rosa María ................. 148 El cochino y su familia ......._......... 149 Actívídades ........ ....... .......... 150

UNIDAD 23 Los Reyes Magos llegan tarde. ....... 198

Mallorca .... .... ............ ....... 200 Las tres negaciones. .................. 201 Pelea en la calle ..................... 202 Actívídades ......................... 206 UNIDAD 24 De cómo Clavileño encontró a don Quijote. ........ .. ............... 208

Boda maragata ..... . ............. ... 21O Don Quijote de la Mancha ............. 212 Vencidos ....... ................... . 213 Actívídades.. ... ................. .. . 214 UNIDAD 25

UNIDAD 18

Adiós a Clavilefto. ... ...... ...... ... 216

Carabelas y calaveras . .... .......... 152

La Rioja ... ........................ 218

Una fantasía heroica .... ...... ........ 154

Las ferias ..... . . . ... ......... ... ... 219

Pirineos...... ..................... . 155

Un nuevo súbdito .. ............ ...... 220

Cuarenta y ocho horas de calabozo ...... 156

Actívídades ....... ............... .. . 222

Actívídades. .... ...... ............. . 158

Acuérdate de Clavileño. ..... ...... .. 224

5

UBIDAD

Las casi increíbles aventuras de Magdalena, su amigo Curro y el caballo Clavileño

---.



-¡Arre, caballo! ¡Vamos, aprisa! Montada a horcajadas en una silla y agarrada al respaldo, Magdalena sacudía con fuerza su improvisada montura en un galope vertiginoso. Ella era en aquel momento una reina de cosacos que cabalgaba para llevar ayuda y aliento a sus hombres. -¡Arre, arre, caballo!. .. ¡Patéitrás! Las sacudidas habían desencolado los palos de la silla y allá fue Magdalena, en mitad de su galopada, rodando por el suelo y arrastrando en su estrepitosa caída el tapete de la mesa, los libros de estudio y una lámpara. En el pasillo se oyeron carreras precipitadas. La puerta se abrió violentamente y apareció tía Aurelia. Tras ella la prima Sara, el primo Manolo y doña Felisa, la vecina del segundo izquierda, que estaba de visita. -¿Qué te ha pasado? ¿Qué ha sido? -preguntó la tía asustada. Magdalena se incorporó trabajosamente. -Pero ¿qué estabas haciendo para armar este estropicio? -Estaba ... -Sí, me lo figuro; columpiándote en la silla, como de costumbre. ¡Mira que te lo tengo dicho! ¡Y es que no pareces una niña!... Pues muy bien; te quedarás sin ir al parque. Te quedarás estudiando, que buena falta te hace. Y cuando tus padres vuelvan de su viaje, ya les diré yo ... La culpa es mía por encargarme de hijos ajenos. ¡Qué cruz, Señor, qué cruz! 6

Cuando se quedó sola, Magdalena se echó a reír. ¡Pues sí que le importaba mucho quedarse en casa y no salir con sus insoportables primos! Lo malo era que se había quedado sin caballo. La butaquita no servía para ello y la cama sólo tenía un cabecero atornillado a la pared donde no se podía cabalgar. ¿Y qué hace una reina de cosacos sin cabslio? Todos los héroes tenían uno: Alejandro Magno tenía a Bucéfalo, el qüe se asustaba de su sombra; Orlando, a Brilladoro; el Cid, a Babieca; don Quijote, a Rocinante; Belerofonte el corintio tenía a Pegaso ... ¡Eso sí que era estupendo: un caballo con alas para volar y remontarse por las noches sobre las montañas...! Como si fuera un avión, pero mucho mejor que un avión porque el caballo podría descender donde ella quisiera y volver a elevarse. Y ella podría tocar con las manos lós pájaros, y subir hasta las estrellas... ¿Por qué no podría tener ella a Pegaso? Y entonces vio encima de la mesa, en el mismo sitio donde se encontraba la lámpara antes de la caída, algo que nunca había estado allí: un caballo de madera, toscamente tallado, que apenas tendría un palmo de alzada. -¡Caramba! ¿De dónde ha salido esto? -dijo extrañada. -¿No pedías un caballo? Pues aquí me tienes -respondió el caballo.

De pronto le vino la sospecha como un relámpago: -¿No serás Pegaso, por casualidad? -No, mujer. ¿Cómo voy a ser Pegaso? ¿No ves que no tengo alas y que soy de madera? ¿Es que no me reconoces? Magdalena empezó a repasar en su memoria todos los caballos de madera conocidos. De pronto, su rostro se iluminó: -Ya lo sé. ¡Eres el caballo de Troya! -Pues no, aunque él también era de madera, no soy el caballo de Troya. Soy de mucho más cerca y estoy hecho con honrada encina manchega. ¿Te dice algo esto? La niña movió la cabeza negando. El caballo prosiguió: -Mujer, ¡de La Mancha! ¿No has leído el «Quijote»? -¡Claro que sí! Mis padres me han regalado una edición para niños con muchas estampas... Pero tú no eres Rocinante. -No, claro. Pero llevé sobre mí a don Quijote y a Sancho. -Ya lo sé -interrumpió Magdalena muy alegre-. ¡Eres Clavileño! 7

-¡Ya te ha costado adivinarlo! Pues sí, soy Clavileño el Alígero. ¿Sabes por qué me llaman así? Porque estoy construido con un leño, por esta clavija que llevo en la cabeza y por la ligereza de mi vuelo. Ahora Magdalena recordaba perfectamente la historia del caballo: -Pero, ¡si tú no vuelas! -¿Quién te lo ha dicho? -Yo lo he leído. Y no querrás saber tú más que el libro. Los duques le hicieron creer a don Quijote que iba volando. Pero no llegaste a despegar del suelo. -Si vas a creerte todo lo que dicen los libros ... Y entonces, si no vuelo, ¿para qué sirve la clavija que llevo? -Una broma ... -¿Una broma? Lo que pasa es que los duques, ocupados sólo en burlarse, no supieron ver más allá de sus narices. Mientras ellos se reían como idiotas, don-Quijote y Sancho volaban de verdad.

'] tu.

-¿Podrías hacerme volar a mí también? -Claro. En cuanto quieras. Ella lo miró pensativa, comparando su talla con la del caballo. -¿Cómo voy a montarme sobre ti si soy mucho más grande que

-¿Estás segura? No tuvo tiempo de contestarle porque Clavileño, de pronto, creció; en un abrir y cerrar de ojos, se convirtió en un caballo de tamaño natural que ya no estaba sobre la mesa, sino en mitad de la habitación. -¿Cómo lo has hecho? -·dijo asombrada. -¡Bah! Pequeños trucos que tiene uno ... -se pavoneó Clavileño muy satisfecho-. Y ahora dime si quieres que te lleve a algún sitio. En unos minutos podemos estar a miles de kilómetros de aquí. Hasta puedes cabalgar por las estepas rusas como hacías antes de caerte de la silla. ¿Quieres venir o no? Tal vez otra niña lo hubiera pensado más despacio antes de lanzarse a lo desconocido. Pero Magdalena estaba siempre dispuesta a la aventura. -Vamos, caballito -dijo mientras se subía. 8

Clavileño avanzó hacia la ventana, y entonces vio el parque que se extendía al otro lado de la calle. Y allí, junto a un estanque: un niño, solo, se distraía lanzando piedrecitas al agua. -Mira, Clavileño -exclamó Magdalena-. Ahí está Curro. -¿Quién es Curro? -preguntó el caballo sin demasiado interés. -Un amigo mío. Tiene diez años como yo. Se le ocurrió de pronto que le encantaría que Curro la viera montada en el caballo de madera. -Anda, Clavileño, llévame donde está Curro. Verás qué sorpresa se lleva. -Muy bien, pero tienes que girar la clavija hacia la derecha. Cuando me pose en el suelo, la girarás hacia la izquierda. ¿ Comprendes? -Bueno, pues ya está puesto el contacto -dijo la niña girando la clavija. Muy suavemente, sin una sacudida ni un ruido, caballo y amazona salieron volando por la ventana. El caballo se elevó y dio una vuelta sobre las casas. Magdalena pudo ver los tejados, las antenas de televisión, las chimeneas, las flores de las terrazas ... ¡Qué maravilloso era volar! Luego Clavileño planeó sobre el parque. El niño que tiraba piedras al estanque levantó la cabeza, los miró y gritó sorprendido: -¡Magdalena, Magdalena! ¿Qué haces volando? ¿De dónde has sacado ese caballo? -Hola, Curro. Ven; acércate. ¿Qué te parece esto? -contestó _ Magdalena alborozada, mientras Clavileño se posaba lentamente en tierra.

9

La niña se bajó del caballo y corrió hacia su amigo. ¿Cómo se bajó? Muy sencillo: de pronto notó que sus pies estaban muy cerca ·del suelo y que podía saltar de su montura con toda facilidad. Es decir, que Clavileño había vuelto a disminuir de tamaño hasta no ser más alto que una bicicleta. -Otro de tus truquitos, ¿eh? -le dijo con sonrisa cómplice. El caballo lanzó una risita socarrona y no contestó. Luego, atropelladamente, Magdalena explicó a Curro quién era Clavileño y cómo lo había conocido. Curro lo examinó detenidamente y exclamó: -¡Pero si es todo de madera! -Claro que sí. De madera de encina manchega -concretó ella. -¡Ah! -dijo Curro con cierto respeto por el saber de su amiga-. Es como un muñeco, pero parece que está vivo. Clavileño se sintió un-poco molesto al oírse llamar muñeco. -¡Claro que estoy vivo! Lo mismo que otros seres de madera. ¿Es que no has oído hablar de Pinocho, por ejemplo? Curro admitió que el caballo tenía razón. Sí. Pinocho era de madera y sin embargo para él, como para los otros niños, estaba más vivo que cualquier persona real. -Y ahora -siguió diciendo Magdalena-, me va a llevar volando a ver el mundo. Curro se rascó furiosamente la cabeza como siempre que se le estaba ocurriendo algo, con lo cual dejó de ser un niño medianamente peinado para convertirse en un salvaje con los pelos de punta, y dijo: -Oye, ¿no podría ir yo también? Magdalena miró a Clavileño y le preguntó: -¿Podemos llevarlo, Clavi? El caballo dudó un momento. No le hacía gracia compartir la amistad de la niña con el intruso, pero se impuso su nobleza y su buen talante: -Está bien, que venga si quieres. -¿Has oído, Curro? Clavileño dice que puedes venir. -¿Y cabremos los dos? -preguntó Curro. -Naturalmente. Yo en la silla y tú a la grupa.

10

Curro protestó airadamente. Siempre se había visto que eran las mujeres las que iban a la grupa y no los hombres. ¡ Faltaría más! Pero Magdalena no estaba dispuesta a ceder: -Ni hablar. No hay nada que discutir. ¡Lo tomas o lo dejas! Curro sabía que Magdalena era muy capaz de dejarle en tierra si no cedía. Se avino, pues, a hacer lo que ella quisiera. -Ahora sólo falta decidir a dónde vamos -dijo la niña. -Podríamos ir a la China -propuso Curro muy inspirado. Magdalena lo miró muy seria: -¿Sabes tú hablar el chino? -Yo no. -¿Y has pensado qué íbamos a hacer allí sin poder hablar con nadie? No; no me gusta tu idea. Y además, ¿conoces España? -Muy poco... -¿Ves? Pues dice mi padre que lo primero que hay que conocer es el país de uno. ¡Mira qué gracia, ir a casa de los demás cuando no has visto la tuya! ¿No crees, Clavileño, que debemos visitar primero España? -Me parece una idea muy sensata -respondió el caballo-. ¿Por dónde empezamos? -Por donde tú quieras. -Entonces, sin dudarlo, vamos a ver mi tierra, que es la tierra de don Quijote. Cuando los niños montaron, el caballo recobró el tamaño natural de los caballos y, como antes, sin ruido, emprendió el vuelo. 11

Torno Torno los ojos a mi patria. Meseta de Castilla la Vieja, hermosa Málaga, Córdoba doblando la cintura, mi Vizcaya de robles y nogales, pinos y añosas hayas, clara Cataluña, puro León, lenta Granada, Segovia de oro viejo, Jaén ajazminada, Moncayo azul, altivos Gredos y Guadarrama, blanca Vinaroz, Extremadura grávida, patria de pueblo y pan partido injustamente.

Canción china La señorita del abanico va por el puente del fresco río. Los caballeros, con sus levitas, miran el puente sin barandillas.

BLAS DE OTERO

Las señoritas del abanico y los volantes buscan marido. Los caballeros están casados con altas rubias de idioma blanco. Los grillos cantan por el Oeste. (La señorita va por lo verde.)

... -· 12

-

Los grillos cantan bajo las flores. (Los caballeros van por el Norte.) F. GARCÍA L0RCA

Nacimiento de Pinocho

'

La casa de Geppetto era una planta baja qQ.e recibía luz de una claraboya. El mobiliario no podía ser más sencillo: una mala silla, una cama no muy buena y una mesita muy estropeada. En la pared del fondo se veía una chimenea con el fuego encendido; pero el fuego estaba pintado y junto al fuego había una olla también pintada, que hervía alegremente y exhalaba una nube de humo que parecía humo de verdad. Tan pronto como entró en su casa, Geppetto tomó las herramientas y se puso a tallar y fabricar su muñeco. -¿Qué nombre le· pondré? -decía para sí-. Le voy a llamar Pinocho. Yo conocí una familia entera de Pinochos: Pinocho el padre, Pinocha la madre y Pinochitos los hijos, y todos lo pasaban muy bien. El más rico de ellos pedía limosna. Cuando hubo encontrado el nombre de su muñeco, empezó a trabajar de firme y le hizo en seguida el pelo, después la frente, luego los ojos. Una vez terminados los ojos, podéis imaginaros su asombro cuando advirtió que se movían y lo miraban fijamente. Geppetto, sintiéndose observado por aquellos ojos de madera, se sintió molesto y dijo en tono quejoso: -Ojitos de madera, ¿por qué me miráis? Nadie contestó. Después de los ojos le hizo la nariz; pero tan pronto estuvo hecha, ésta empezó a crecer y a crecer de tal modo que a los pocos minutos era un narizón que no se acababa nunca. 13

El pobre Geppetto empezó a recortarla, pero cuanto más cortaba más larga se hacía aquella impertinente nariz. Después de la nariz hizo la boca. Aún no había acabado de hacerla cuando empezó a reírse y a burlarse de él. -¡Deja de reír! -dijo Geppetto molesto; pero fue lo mismo que hablar con la pared. -¡He dicho que dejes de reír! -gritó con voz amenazadora. Entonces la boca dejó de reír, pero le sacó la lengua. Geppetto, armándose de paciencia, fingió no advertirlo y continuó su trabajo. Después de la boca hizo la barbilla, luego el cuello, los hombros, el tronco, los brazos y las manos. Apenas acabó de hacer las manos cuando sintió que le quitaban la peluca. Se volvió y... ¿qué vieron sus ojos? Su peluca amarilla en manos del muñeco.

-Pinocho..., ¡devuélveme ahora mismo mi peluca! Pinocho, en vez de devolvérsela, se la puso en su propia cabeza, quedando medio ahogado. Ante tamaña insolencia, Geppetto se sintió tan triste y melancólico como nunca había estado. Volviéndose a Pinocho le dijo: -¡Bribón de hijo! ¡Estás todavía a medio hacer y ya empiezas a faltarle el respeto a tu padre! ¡Muy mal hecho, hijo mío, muy mal hecho! Sólo le faltaban por hacer las piernas y los pies. Cuando Geppetto hubo acabado de hacerle los pies, recibió un puntapié en la nariz. -Me lo merezco -dijo para sí-. Esto tuve que haberlo pensado antes. Ahora ya es tarde. 14

Tomó el muñeco en brazos y lo posó en el suelo para hacerle andar. Pinocho tenía las piernas agarrotadas y no sabía moverse, y Geppetto le llevaba de la mano para enseñarle a poner un pie detrás del otro. Cuando se desentumecieron sus piernas, Pinocho empezó a andar solo y a correr por la habitación; luego, cruzando la puerta de la casa, saltó a la calle y se dio a la fuga. El pobre Geppetto corría detrás de él sin lograr alcanzarlo, porque el granujilla de Pinocho andaba a saltos, como una liebre; sus pies de madera al golpear los adoquines de la calle hacían tanto estruendo como veinte pares de zuecos aldeanos. -¡Agárrenlo, agárrenlo! -gritaba Geppetto; pero la gente al ver aquel muñeco de madera que corría como un loco, se paraba embobada a mirarlo y reía a mandíbula batiente. Felizmente apareció un guardia, quien, al oír aquel alboroto, pensó que se trataba de un potrillo escapado de su dueño y se plantó valerosamente en mitad de la calle con las piernas abiertas y los brazos extendidos, con intención de pararlo. Al ver al guardia plantado en mitad de la calle, Pinocho intentó pasarle por sorpresa entre las piernas, pero le falló la treta: el guardia lo enganchó limpiamente por la nariz y lo puso en manos de Geppetto. Éste intentó darle un buen tirón de orejas como escarmiento, pero no logró encontrarlas. ¿Sabéis por qué? Pues porque con las prisas se había olvidado de hacérselas. -¡Vamos a casa! -dijo Geppetto amenazador-. ¡Ya te ajustaré yo las cuentas! CARLO COLLODI 15

1

Lee y contesta:

¿Quién era Magdalena? ¿Cuántos años tenía? ¿Con qué le gustaba jugar? ¿Qué le pasó con la silla? ¿Qué vio Magdalena encima de la mesa? ¿Cómo se llamaba el caballo de madera? 2

Piensa y elige la respuesta correcta en cada caso.

• ¿Quién era Clavileño?

• ¿Qué le propuso Magdalena a Clavileño?

- Un caballo de madera cualquiera. - El caballo de Troya. - El caballo de madera de don Quijote. • ¿Quería Magdalena que la • acompañara Curro?

- Sí, pero no todo el viaje. - No. Prefería ir ella sola. - Sí, estaba encantada. 3

- Hacer un viaje por España. - Hacer un viaje por las montañas. - H acer una excursión por la ciudad. ¿Qué tamaño tenía Clavileño cuando volaba? - El tamaño de una casa. - El tamaño de un caballo normal. - El tamaño de una silla.

Lee y contesta:

¿Le gustaban los caballos a Magdalena? ¿Se sorprendió mucho Magdalena cuando Clavileño empezó a hablar? ¿Le daba miedo subirse en el caballo? ¿Por qué quería ir a visitar a Curro? ¿Podría volar Clavileño sin hacerle girar la clavija? 4

Lee y 'elige la respuesta correcta.

• ¿Vivía Magdalena siempre con su tía? - Sí, vivía con su tía y sus primos. - No, sólo estaba unos días en casa de su tía. - No, sólo estaba pasando sus vacaciones.

• ¿Era Clavileño un caballo fantástico? - Sí, porque hablaba como las personas. - Sí, porque era de madera de encina. - Sí, porque Magdalena jugaba con él. 16

• ¿Sabía Magdalena quién era Clavileño? - Sí, se lo dijeron sus padres. - Sí, se enteró cuando leyó el libro de don Quijote. - Sí, se enteró en una clase de historia. • ¿Era Magdalena una chica triste? - No, pero se entristecía cuando estaba sola. - No, se divertía incluso jugando sola. - Sí, necesitaba muchas cosas para divertirse.

5

Piensa bien las respuestas.

¿Te parece bien que Magdalena se inventara sus juguetes? ¿Sabes tú inventar juguetes? Prueba ahora a inventar alguno. ¿Te parece bien que Magdalena subiera en la silla y Curro a la grupa del caballo? ¿Por qué? ¿Qué te parece la idea de Curro de recorrer España? ¿Dónde habrías ido tú? ¿Dónde no habrías ido? 6

Lee las siguientes oraciones de la lectura:

«Magdalena ha armado un estropicio. » «Clavileño creció en un abrir y cerrar de ojos. » • ¿Qué quiere decir «en un abrir y cerrar de ojos»? - Que Magdalena estropeó las cosas. - Que Clavileño creció poco a poco. - Que Magdalena formó mucho - Que Clavileño creció rápidamente. ruido. - Que Clavileño creció �briendo y - Que Magdalena hizo algo de cerrando los ojos. ruido.

• ¿Qué quiere decir la expresión «armar un estropicio»?

Escribe oraciones con estas expresiones: - «armar un estropicio» - «en un abrir y cerrar de ojos»

TORNO 7

Copia en tu cuaderno los nombres de regiones que aparecen en la poesía.

Escribe una oración con cada uno de ellos. Después, copia los nombres de ciudades. Escribe en cuál de esas ciudades te gustaría vivir y por qué.

NACIMIENTO DE PINOCHO 8

Lee y contesta:

¿Quién hizo a Pinocho? ¿De qué material lo hizo? ¿Cuándo empezó a andar Pinocho? ¿Qué hizo entonces? ¿Cómo consiguió Geppetto alcanzar a Pinocho? 9

Piensa bien las respuestas.

¿En qué se parecen Pinocho y Clavileño? ¿Era Pinocho un muñeco travieso? ¿Por qué lo sabes? ¿Le parecían bien a Geppetto las travesuras de Pinocho? ¿Por qué?

Viaje de la higuera a los molinos

-Hace mucho calor -dijo Curro mientras se secaba la frente y el cuello con el pañuelo. -Naturalmente -contestó Clavileño-. Estamos en verano y volamos por el interior del país. -A mí me gusta el verano -declaró Magdalena-. Me gusta el sol y que los días sean largos. Y si tengo calor, me pongo a la sombra o me quedo en casa. Además, en verano hay vacaciones; se puede ir a la piscina, o a veranear a la playa ... -Pues yo prefiero el otoño -replicó Curro bastante sofocado--. El calor me hace sudar. En otoño, como ni hace frío ni calor, se está mucho mejor. -¿Y tú qué prefieres, Clavileño? -¿Yo? -dijo el caballo--. A mí me da igual. Ni me estorba el calor, como a Curro, ni me molesta el frío. El ser de madera tiene sus ventajas. Sin embargo, les propuso descansar un poco a la sombra de unos árboles y los chicos aceptaron contentos. Así podrían correr un poco y estirar las piernas. Una vez en el suelo, se tendieron bajo un árbol. Curro miraba a las ramas. -¡Oye, si es una higuera! ¡Y tiene higos! -¡Es verdad! -dijo Magdalena-. Curro, vete a buscar unos cuantos. -Ni pensarlo -replicó Curro-. ¿Quién eres tú para mandarme a mí? -La verdad es que no te necesito para nada -respondió Magdalena muy suficiente-. Voy yo a coger higos. 18

Ni corta ni perezosa empezó a trepar por el retorcido tronco de la higuera hasta alcanzar una rama donde había higos. -¡Están riquísimos! -gritó poco después, con la boca llena. Curro se había levantado y la miraba desde abajo. -Anda, echa alguno para aquí. -Está bien, don Comodón; aunque no hayas querido molestarte en subir, allá va uno, para que veas. ¡Plaf! El higo fue a estamparse en mitad de la cara del niño. -¡Cuidado! -gritó Clavileño. ¡A buenas horas llegaba el aviso del caballo! Curro se llevó las manos a la cara embadurnándose aún más. En lo alto de la rama, Magdalena reía como una loca: -¡Ay, qué tonto! Mira que no -saber siquiera coger un higo al vuelo ... Curro, furioso, cogió con la mano un puñado de tierra y se lo arrojó a Magdalena. Pero, claro, la tierra volvió a caer sin alcanzar a la niña. Curro tuvo que agachar la cabeza y esconder el rostro entre los brazos para evitar que la arena le entrara en los ojos. -¡Vaya, se acabó! -decidió Clavileño--. Vámonos de una vez porque, si seguís, no vais a volver enteros a casa.

Poco después volaban sobre campos amarillos de trigo ya segado y tierra parda. -¿Q ué son aquellas casitas blancas, Clavi? -preguntó Magdalena señalando unas pequeñas torretas que aparecían a lo lejos. -No son casitas, sino molinos de viento. Mirad cómo giran las aspas. -Parecen brazos que nos saludan -dijo Curro. -También a don Quijote le parecieron brazos. Porque fue aquí precisamente, en tierras de Campo de Criptana, donde el caballero tuvo su famosa aventura con los gigantes. -Yo la conozco -dijo Magdalena-. Don Quijote creyó que eran gigantes y se puso a luchar con los molinos. -¡Pues vaya mérito! -dijo Curro--. ¡Así también lucho yo contra el gigante de las siete cabezas! Claro que don Quijote estaba loco. -Y ahora, ¿qué os parecería acercarnos a la costa, donde haga menos calor? -preguntó Clavileño. -¡Sí, sí! ¡Vamos al mar! -dijo Magdalena muy contenta. Clavileño giró hacia la derecha y tomó el rumbo noroeste. 19

....

Las estaciones Primavera. - Un almendro en flor, solo, en un barranco rojizo. Arriba, cielo azul. Tintineo de un rebaño lejano. Son de una fuente. Olor a romero y espliego. Sombras azules. Voz de una canción que se apaga con la tarde. Allá en lo alto de la montaña, de noche, la lucecita de una hoguera.

Verano. - Desde una altura, una inmensa extensión de mar azul y una costa lejana. Haz luminoso de faro que pasa y torna esplendente en la noche. Trajes femeninos ligeros y olorosos. Ventanilla abierta en el tren. Paseo lento durante el ocaso.

Otoño. - Cimas de cipreses que dobla el viento. Rosas pálidas. Campanas que plañen. Una alameda alfombrada de hojas amarillas. Olor de frutas navideñas en una cámara campesina. Una tos, unos ojos ardorosos y unas manos pálidas y finas. Pétalos de rosa que caen. El tic-tac de un reloj en el crepúsculo. Un mueble ha crujido...

Invierno. - A primera noche, a través de los vidrios del escaparate, allá dentro en la trastienda, se ve la cabeza inclinada de un viejo. Se desgrana,-n las sonoras campanadas de la catedral. En la callejuela suenan pasos. Campanitas en la madrugada. Silencio de la nieve que va cayendo. AzORÍN

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La higuera Porque es áspera y fea. Porque todas sus ramas son grises, Yo le tengo piedad a la higuera. En mi quinta hay cien árboles bellos: Ciruelos redondos, Limoneros rectos Y naranjos de brotes lustrosos. En las primaveras Todos ellos se cubren de flores En torno a la higuera. Y la pobre parece tan triste Con sus gajos torcidos que nunca De apretados capullos se visten... Por eso, Cada vez que yo paso a su lado Digo procurando Hacer dulce y alegre mi acento: -Es la higuera el más bello De los árboles todos del huerto. Si ella escucha, Si compr�nde el idioma en que hablo, ¡Qué dulzura tan honda hará nido En su alma sensible de árbol! Y- tal vez, a la noche, Cuando el viento abanique su copa, Embriagada de gozo le cuente: -Hoy a mí me dijeron hermosa. JUANA DE lBARBOUROU

¿Gigantes

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molin�s?

En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero: -La aventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra. -¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza. -Aquellos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas. -Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino. -Bien parece -respondió don Quijote- que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí y ponte en oración, que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla. Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que; sin duda alguna, eran molinos de viento y no gigantes aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes bien iba diciendo en voces altas: -No huyáis, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete. 22

Levantóse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo: -Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar. Y diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primer molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe �e dio con él Rocinante.

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1'7¡l1álame Dios! -dijo Sancho-. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza? -Calla, amigo Sancho -respondió don . Quijote-, que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y así es verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto a estos gigantes en molinos, por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo, han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada. · , -Dios lo haga como puede -respondió Sancho Panza. Y ayudándole a levantar, tornó a subir sobre Rocinante, que medio despaldado estaba. Y, hablando en la pasada aventura, siguieron el camino del Puerto Lápice, porque allí decía don Quijote que no era posible dejar de hallarse muchas y diversas aventuras, por ser lugar muy pasajero. MIGUEL DE CERVANTES 23

VIAJE DE LA HIGUERA A LOS MOLINOS Lee y contesta: «Antes de descansar debajo de una higuera, nuestros amigos, Magdalena Y Curro iban hablando del calor que hacía. »

• ¿Por qué hacía tanto calor? • ¿Cómo se seca Curro el calor? • ¿Qué hace Magdalena cuando tiene calor? 2

Piensa y contesta: ¿Qué estación del año prefiere Magdalena? ¿Por qué? ¿Qué estación del año prefiere Curro? ¿Por qué? ¿Qué estación del año prefiere Clavileño? ¿Por qué?

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Piensa y elige en cada caso la respuesta adecuada.

Clavileño propuso descansar un poco a la sombra de unos árboles. • ¿Por qué era buena esta idea? • ¿Qué descubrió Curro a la sombra del árbol? Porque así podrían hablar Que estaban debajo de una del viaje. higuera. Porque así podrían correr Que estaban muy sofocados. Que estaban hambrientos. y estirar las piernas. Porque así podrían dormir un rato. 4

Lee y responde en cada caso con la respuesta adecuada: «Ni corta ni perezosa Magdalena trepó por la higuera. » «Magdalena se reía como una loca.»

• ¿Qué quiere decir «ni corta ni perezosa»? Que Magdalena trepó inmediatamente y con decisión. Que Magdalena trepó con agilidad y soltura. Que Magdalena trepó con interés y alegría.

• ¿Qué quiere decir «se reía como una loca »? Que Magdalena se reía con ánimo de hacer daño. Que Magdalena se reía de forma rara. Que Magdalena se reía sin poder controlarse.

Escribe oraciones en las que aparezcan estas expresiones: «ni corta ni perezosa» «reía como una loca» 5

Piensa y contesta:

¿Crees que Magd alena se portó mal con Curro en algún momento d e la aventura? ¿Cuánd o? ¿Por qué? ¿Reaccionó bien Curro? ¿Tú hubieras hecho lo mismo que él? ¿Por qué los niños obed ecen siempre a Clavileño? 24

LAS ESTACIONES 6

7

Lee y contesta:

¿Dónde se veía la lucecita de una hoguera? ¿Desde dónde se veía el inmenso mar azul? ¿Qué aparece alfombrado de hojas amarillas? Lee y responde en cada caso con la respuesta adecuada: «Haz luminoso de faro que pasa y torna en la noche.» «Se desgranan las sonoras campanadas de la catedral.»

• ¿Qué quiere decir «que pasa y torna»?

• ¿Qué quiere decir «se desgranan»?

Que la luz del faro no es fija, sino que gira constantemente. Que la luz del faro es fija. Que la luz del faro se va de día y vuelve de noche.

Que las campanas tocan con mucha fuerza. Que las campanas tocan muy débilmente. Que las campanas tocan acompasadamente.

LA HIGUERA 8

Lee y contesta:

9

Consulta el diccionario.

¿Dónde estaba la higuera? ¿Por qué tiene la poetisa piedad por la higuera? ¿Qué dice la poetisa a la higuera cuando pasa junto a ella? Busca en el diccionario el significado de las siguientes palabras: 1 quinta - brotes - gajos

¿GIGANTES O MOLINOS? 11-0

Lee y contesta: ¿Qué hace andar a la piedra de los molinos? ¿Qué ocurrió cuando se levantó un poco de viento? ¿Con qué confundió don Quijote las aspas de los molinos?

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Piensa y contesta en cada caso con la respuesta adecuada. • ¿Por qué crees que don Quijote • ¿Por qué creía don Quijote que Sancho no quería pelear? confundía los molinos con gigantes? Porque estaba soñando. Porque esperaba a los gigantes. Porque estaba un poco loco.

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Historia con bruja� ..

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U na de las veces que Magdalena volvió la cabeza para mirar a Curro le vio con los ojos cerrados, dormitando. Le llamó, alarmada: -Oye, tú; mira que si te duermes, te puedes caer. Curro abrió los ojos y la miró como si no la conociera. -No estoy durmiendo. -¿Que no? Pues ¡menuda cara de sonámbulo tienes! ... ¿Sabes dónde estás? ¿Y sabes quién soy yo? -¡Tonterías! -exclamó Curro que ya se había despertado completamente---. Lo que pasa es que ir en las ancas del caballo es incomodísimo. No me puedo sostener bien ... -Ya te he dicho que te cojas a mí. Yo voy mucho más segura, aunque no creas que la silla es cómoda. Como también es de madera ... Curro rezongó un poco. No acababa de digerir eso de que Magdalena fuera en la silla y él a la grupa. Ocupados en estas cosas no habían advertido que el paisaje había cambiado. Los amarillos y los ocres de La Mancha habían sido sustituidos por los más variados tonos de verde. Clavileño les dijo que aquello era Galicia y voló algo más bajo para que pudieran apreciarlo mejor. -¡Mira, mira! -gritó Magdalena-. ¿Qué son esas cosas como gasas enganchadas en los arbustos? -Son retazos de bruma -dijo Clavileño-. Al retirarse las· nubes, se quedan algunos jirones enganchados en las matas y en las ramas de los árboles. -Baja, por favor -rogó Magdalena-. Quiero tocarlos. 26

Desde el suelo, más que gasas parecía humo que saliera de la tierra. , -Mira, Clavi; parece como en las películas de miedo. ¿Te gustan los cuentos de miedo, Curro? A mí me encantan. -¡Pues si ahora apareciera una bruja!... Buen susto te ibas a llevar. Oyeron en esto un rumor que venía de la parte alta del camino. -Tal vez sea una bruja, chicos -dijo Clavileño sonriendo. Por el camino bajaba una mujer, una anciana vestida de negro, encorvada. Llevaba un haz de leña a la espalda y sostenía en la mano una vara. -No tengáis miedo. Yo os defiendo -dijo Curro. Sin perder de vista a la vieja, se agachó y cogió una piedra. Con las piernas separadas, firmemente plantado, esperó el ataque de la bruja. Magdalena lo miró con admiración. ¡Vaya si era valiente! Lo malo es que no sabía si una piedra resultaría eficaz para defenderse de una bruja, porque ésta podía lanzar un encantamiento ...

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Pero la vieja pasó junto a ellos sin mirarlos y siguio su camino. Magdalena, muy sorprendida, la vio marchar. Luego se volvió hacia Clavileño: -¿Es que no me ha visto? Pues si yo estaba delante de ella ... -No, claro -explicó el caballo-. Mientras estéis muy cerca de mí, nadie podrá veros. -Entonces, ¿somos inyisibles? -preguntó Curro sin atreverse a creer tanta maravilla. -Más o menos ... No pudo decir más porque los niños, súbitamente entusiasmados, empezaron a saltar y brincar sobre la hierba gritando: -¡Viva! ¡Viva! ¡Somos invisibles!... Curro se detuvo de pronto y dijo: -¿Sabéis a qué olía la bruja? ¡A leña quemada! -¡Lagarto, lagarto! -protestó Clavileño aprensivo-. No digas esas cosas delante de mí. Continuemos el viaje. Volaron a lo largo de la costa. Algunas barcas navegaban acompañadas por los gritos de las gaviotas que planeaban, altas, sobre ellas. 27

Montañas de Galicia

Para quien ve esta montaña desde las ventanillas del tren, es una pendiente escueta y salvaje, en cuya cima, como nido de águila, con más trazas de castillo roquero que de santo cenobio, se yergue el monasterio. Para quien se interna en ella, es un jardín, un oasis, haciendo de arbustos floridos los magníficos castaños cuyo olor embalsama la atmósfera, mezclado con el de las frondosas retamas. El castaño no nace aquí recto y grave, como en los sotos, sino que brota por donde puede y se agarra a lo primero que encuentra y adopta la posición que le permite lo quebrado del terreno; alguno he visto salir de una roca colosal, sin que me fuese posible adivinar por dónde se buscaba la vida su raigambre. Raro es el castaño que conserva entero su tronco; casi todos están huecos; más que huecos, raídos, excavados, tostados y hechos carbón, ya por la codicia del leñador, ya por el capricho del pastorcillo, que allí se refugia a asar su magosto de castaña, y la ancha copa, cargada de fruto, se sostiene únicamente en un pedazo de corteza. En muchos, para evitar que continúe el desastre, el cultivador amontona dentro de la cavidad del tronco piedras y tierra resultando cada castaño con un murallón interior -peregrina mezcla de vegetal y edificio. 28

EMILIA PARDO BAZÁN

El infante Arnaldos

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¡Quién hubiera tal ventura sobre las aguas del mar como hubo el infante Arnaldos la mañana de San Juan! Andando a buscar la caza para su falcón cebar, vio venir una galera que a tierra quiere llegar; las velas trae de sedas, la jarcia de oro torzal, áncoras tiene de plata, tablas de fino coral. Marinero que la guía, diciendo viene un cantar, que la mar. ponía en calma, los vientos hace amainar; los peces que andan al hondo, arriba los hace andar; las aves que van volando, al mástil vienen posar. Allí habló el infante Arnaldos, bien oiréis lo que dirá: -Por tu vida, el marinero, dígasme ora ese cantar. Respondióle el marinero, tal respuesta le fue a dar: -Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va. ANÓNIMO

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Historias de miedo

Después de merendar se quedaron en la cocina con Basílides contando cuentos de miedo. -Pero si ya no sé más -decía al acabar cada relato. -Sí, sí que sabes... -lloriqueaba Cuchifritín-. ¿Y aquello que le ocurrió a tu tío? -Ya no me acuerdo como empezaba... -Sí te acuerdas... Es que no quieres... Que tu tío era sacristán y que subió a tocar las campanas, y al llegar al coro se encontró con un gato negro y lo tiró... -No, no lo tiró -dijo José Ramón-; al que tiró fue al que se encontró en el otro piso, y luego se volvió a encontrar al mismo gato más arriba y lo cogió por las patas y lo echó por la ventana...; y al llegar al campanario se encontró con que el gato lo estaba esperando allí arriba y lo volvió a tirar... -Eso -siguió Cuchifritín-; y cuando fue a mover las campanas vio que una no sonaba porque el gato estaba agarrado al badajo... -No fue así... Fue que oyó maullar dentro de la campana. -No, no. ¿Verdad, Basílides, que no maullaba? Y el gato era el demonio y olía a azufre. Pero ya Basílides estaba urdiendo otra historia y no quería nada con el gato. -Si luego a la noche no tuvierais miedo os contaría un sucedido que le sucedió a· un hermano mío ... -¡Cuéntalo, anda, que a mí no me da miedo!... -Pues veréis... Mi hermano era cabrero, de los que guardan cabras, y una tarde que llovía mucho y hacía mucho viento se refugió en una casita del monte... -¡Y era la casa del ogro! -dijo Cuchifritín. -¿De quién dices? -preguntó Basílides, que nunca había oído hablar de semejante señor-. Era una casa que había hecho el tío José para resguardo de los pastores. 30

-jAh! Yo creí... - Si no dejas contarlo me voy -gruñó José Ramón. -Bueno, no regañéis... Mi hermano, que estaba muy cansado, se echó a dormir, y cuando despertó ya era de noche y no se atrevió a bajar al pueblo por si había crecido el río y no podía vadearlo. Por eso se arrebujó en la manta y volvió a dormir ... A medianoche le despertó una mano fría que le pasaba por la cara... -¡Huy!... -Y luego le pasaba otra vez, y después otra vez... -¿Quién era? -Mi hermano no lo sabía y se tapó la cara con la manta; pero la mano le seguía pasando por la cabeza como si le alisara el pelo... Y así rato y rato...

- ¿Quién era? -Pues hijos, la cosa más tonta. Cuando vino el día, mi hermano vio que el techo de la casa estaba lleno de murciélagos dormidos... Habían estado volando y volando y pasándole a mi hermano las alas por la cara... -jVaya una cosa! - dijo José Ramón desilusionado-. Pues yo no hubiera tenido miedo. -Ni yo tampoco -dijo Cuchifritín con desprecio-. ¡Vaya una tontería! Yo no tengo miedo a los murciélagos... -¡Claro!. .. ¡Sabiendo lo que era!... Pues a mi hermano se le puso el pelo blanco aquella noche... -¿Como lo tienes tú? -Así, así mismo. - ¿Y qué te ha pasado a ti? -¡Ay, Dios mw!... ¡Me han pasado tantas cosas!... -Pero cosas de miedo ... Sí, ya lo creo que le habían pasado a Basílides cosas de miedo... ¡Como que una vez entró en su cuarto una bruja!... -¡Huy, qué bien! ¡Cuéntalo, cuéntalo! ELENA FORTÚN 31

Lee y contesta:

¿Qué colores destacan en el paisaje manchego? ¿Qué características reúne el paisaje de Galicia? ¿Qué era lo que parecían gasas enganchadas en los arbustos? 2

Elige en cada caso la respuesta adecuada. • ¿Qué aspecto tenía Curro cuando • ¿Protestó Curro por no ir sentado en la silla del caballo? abrió los ojos?

Tenía aspecto de cansado. Tenía aspecto de sonámbulo. Tenía aspecto de estar preocupado. 3

Sí. Dijo que no había derecho. No. Dijo que le gustaba ir así. No dijo nada.

Piensa y contesta:

¿Crees que Curro hizo bien cogiendo una piedra para enfrentarse con la vieja? ¿Sería la mujer una bruja de verdad? ¿Por qué crees que a Clavileño no le gustaba el fuego? 4

Consulta el diccionario.

Busca en el diccionario el significado de las siguientes palabras que aparecen en la lectura: ancas - grupa - ocres - retazos - jirones - rezongar - encarar

MONTAÑAS DE GALICIA 5

Lee y contesta:

¿Dónde está situado el monasterio? ¿A qué región pertenece? ¿Cómo es la montaña? ¿Qué plantas crecen en esa montaña? 6

Piensa y contesta:

¿Conoces o has oído hablar de alguna montaña? ¿Qué plantas y animales habitan las montañas? ¿Te gustaría ir de vacaciones a la montaña? ¿Por qué? 7

Lee:

Algo es escueto cuando es breve. Un árbol es frondoso cuando tiene abundancia de hojas y ramas. Un animal se yergue cuando se levanta. Una planta brota cuando nace. Escribe una oración con cada una de las palabras destacadas. 32

EL INFANTE ARNALDOS 8 Lee con atención: Los mástiles son los palos de la embarcación. Las velas de un barco son las lonas que reciben el viento que empuja a la nave. La jarcia es el conjunto de red�s y aparejos de pesca. Las áncoras son las anclas, que es un instrumento de hierro en forma de arpón que sirve para sujetar lá nave al fondo del mar.

Completa:

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1 2 3 4

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HISTORIAS DE MIEDO 9 Lee y contesta: ¿Dónde y cuándo empezaron a contar historias de miedo? ¿Que decía Basílides al acabar cada relato? ¿Qué contestó Basílides cuando le preguntaron «¿Y qué te ha pasado a ti?»?

10 Piensa y elige en cada caso la respuesta adecuada. • ¿Qué creía José Ramón que ocurrió • ¿Qué creía Cuchifritín que ocurrió en la historia del sacristán? en la historia del sacristán? Que el gato tocaba las Que el gato maullaba dentro de campanas. la campana. Que el gato maullaba. Que el gato no estaba en el Que el gato estaba agarrado al campanario. Que el gato tocaba las campanas. badajo. 11 Utiliza el diccionario. Para averiguar el significado de urdiendo hay que buscar en el diccionario el infinitivo de ese verbo. Busca el significado de los siguientes verbos:

urdiendo - vadeando - arrebujando - alisando

12 Primero completa:

El infinitivo de urdiendo es urdir. El infinitivo de vadeando es . .

Un nombre para un personaje I

Clavileño andaba pensando algo hacía rato: -Ese nombre tuyo, Curro, es nuevo para mí. Nunca lo había oído. A Curro le encantó enterarse de que Clavileño, el sabelotodo, ignoraba algo: -Es que yo no me llamo Curro de verdad. Mi nombre es Francisco. Francisco de Borja. Pero como resulta muy largo, me llaman Curró. -Cuando yo te conocí, pensé que tenías nombre de perro -dijo Magdalena. -Eso es una solemne tontería. ¡Nombre de perro! Lo que pasa es que Francisco es un nombre con muchos diminutivos, o como se llamen: Paco, Curro, Pancho ... y también Frasco. -¡Huy, Frasco! ¡Frasquito! ¡Menos mal que no les ha dado por llamarte así! ¡Menuda risa! Aunque, pensándolo bien, eso de Curro... -Pues si vamos a hablar... ¡Mira tú que Magdalena! ... Es nombre de bollo. Y hablando con el tono de quien anuncia un producto, declamó: -Las magdalenas Fulanitas son las mejores ... Hechas con huevos de pájara pinta, con leche de mosca y un trocito de limón ... -¿Qué sabes tú? Pues María Magdalena era una santa de lo más importante. Pero ¡mira tú que san Curro! ... Clavileño creyó llegado el momento de intervenir para poner paz. -Bueno, basta, no os peleéis. Los dos tenéis nombres muy bonitos: Francisco, Magdalena... Curro es el nombre cariñoso que te dan tus padres. Apuesto a que a ti tampoco te llaman Magdalena a secas. 34

La niña se quedó de pronto seria, y Clavileño insistió, cariñosamente guasón: -Vamos, cuéntanoslo, Magdalena. -Es una bobada -respondió ella-. Mi tía Aurelia me llama Mady. Ya veis; como si yo fuera una perra pequinesa. Yo siempre protesto y me enfado. -¿Y cómo te llaman tus padres? -Mi padre, a veces, me llama Malanena -concedió ella. -¿Malanena? -Sí. Es que yo, de pequeña, no sabía decir mi nombre. Cuando me preguntaban, decía que me llamaba Ma-la-ne-na. Cuando hago alguna trastada, mi padre dice siempre: «Tenía que ser esta Mala­ nena... Malísima-nena ...» -¡Mala! ¡Mala-nena! -gritó Curro, bailando alrededor de ella. -Pero ¡tú no me lo llames! Sólo se lo permito a mi padre. -Bueno, bueno -dijo Clavileño-. Como sigáis peleándoos, os llevo a vuestra casa y se acabó el viaje. Además, no hay razón para que os enfadéis. Ya os he dicho que a mí me llaman «el Alígero». Y don Quijote era «el Caballero de la Triste Figura» ...

-Es verdad -aseguró Curro-. A Juan le llaman «Pirulo»; a Enrique Moreno, «el Pecas»; a Fernando Álvarez, «el Pintor» ... Magdalena se acercó a Clavileño, zalamera: -Clavi, no te enfades. Ya no nos vamos a pelear Curro y yo. -Eso está bien. Y ya ves: tú me llamas Clavi, que es diminutivo de Clavileño, y yo, como sé que lo haces con cariño, pues tan contento. Cuando se disponían a reemprender el viaje, Curro preguntó: -¿Qué es aquello que se ve allí? ¿Un pueblo o una ciudad? -Es una ciudad: Soria. Clavileño les dijo que era una ciudad vieja y noble, como tantas de España, con hermosas iglesias y casas de piedra, y un castillo, y un parque ... -Y muy cerca está Numancia, la ciudad heroica que resistió a los romanos. Supongo que habréis oído hablar de ella. -Claro -contestó Curro-. Lo hemos estudiado. -Vamos, montad, que iremos a ..echar un vistazo a la ciudad -dijo Clavileño. 35

Soria ¡Soria fría, Soria pura, cabeza de Extremadura, con su castillo guerrero arruinado sobre el Duero; con sus murallas roídas y sus casas denegridas! ¡Muerta ciudad de señores soldados o cazadores; de portales con escudos de cien linajes hidalgos, y de famélicos galgos, de galgos flacos y agudos, que pululan por las sórdidas callejas, y a la medianoche ululan cuando graznan las cornejas! ¡Soria fría! La campana de la Audiencia da la una. Soria, ciudad castellana ¡tan bella! bajo la luna. ANTONIO MACHADO

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Daniel el Mochuelo

El quesero había querido un hijo antes que nada para llamarle Daniel. Y se lo decía a él, al Mochuelo, cuando apenas contaba tres años y manosear su cuerpecillo carnoso y rechoncho equivalía a prolongar la cotidiana faena en el entresijo. Pudo bautizarle con mil nombres diferentes, pero el quesero prefirió Daniel. -¿Sabes que Daniel era un profeta que fue encerrado en una ja_ula con diez leones y los leones no se atrevieron a hacerle daño? -le decía estrujándole amoroso. El poder de un hombre cuyos ojos bastaban para mantener a raya a una jauría de leones era un poder superior al poder de todos los hombres; era un acontecimiento insólito y portentoso que desde niño había fascinado al quesero. -Padre, ¿qué hacen los leones? -Morder y arañar. -,-¿Son peores que los lobos? -Más feroces. -¿Quéeee? El quesero facilitaba la comprensión del Mochuelo como una madre que mastica el alimento antes de darlo a sus hijos. -Hacen más daño que los lobos, ¿entiendes? -decía. Daniel el Mochuelo no se saciaba: -¿Verdad que los leones son más grandes que los perros? -Más grandes. -¿Y por qué a Daniel no le hacían nada? -Los vencía sólo con los ojos; sólo con mirarles; tenía en los ojos el poder de Dios. -¿Quéeee?

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Apretaba al hijo contra sí. -Daniel era un santo de Dios. La madre intervenía, precavida: -Deja al chico; ya le enseñas demasiadas cosas para la edad que tiene. Se lo quitaba al padre y lo acostaba. También su madre hedía a boruga y a cuajada. Todo en su casa olía a cuajada y a requesón. Su padre llevaba aquel tufo hasta en el negro de las uñas de las manos. A veces Daniel el Mochuelo no se explicaba por qué su padre tenía las uñas negras trabajando con leche o por qué los quesos salían tan blancos siendo elaborados con aquellas uñas tan negras. Pero luego su padre se distanció de él; ya no le hacía arrumacos ni carantoñas. Y eso fue desde que su padre se dio cuenta de que el chico ya podía aprender las cosas por sí. [ ...]

Su padre, por otra parte, no supo lo que hizo cuando le puso el nombre de Daniel. Casi todos los padres de todos los chicos ignoraban lo que hacían al bautizarles. Y también lo ignoró el padre del maestro y el padre de Quino el Manco, y el padre de Antonio el Buche, el del bazar. Ninguno sabía lo que hacía cuando don José el cura, que era un gran santo, volcaba la concha llena de agua bendita sobre la cabeza del recién nacido. O si sabían lo que hacían, ¿por qué lo hacían así, a conciencia de que era inútil? A Daniel el Mochuelo le duró el nombre lo que la primera infancia. Ya en la escuela dejó de llamarse Daniel, como don Moisés, el maestro, dejó de llamarse Moisés a poco de llegar al pueblo. Don Moisés, el maestro, era un hombre alto, desmedrado y nervioso. Algo así como un esqueleto recubierto de piel. Habitualmente torcía media boca como si intentase morderse el lóbulo de la oreja. [ ...] Era una cosa rara aquel hombre, y a Daniel el Mochuelo le asustó y le interesó desde el primer día de conocerle. Le llamaba Peón, como oía que le llamaban los demás chicos, sin saber por qué. El día que le explicaron que le bautizó así el juez en atención a que don Moisés «avanzaba de frente y comía de lado», Daniel el Mochuelo se dijo que «bueno», pero continuó sin entenderlo y llamándole Peón un poco a tontas y a locas. 38

Por lo que a Daniel el Mochuelo concernía, es verdad que era curioso y todo cuanto le rodeaba lo encontraba nuevo y digno de consideración. La escuela, como es natur·a1, le llamó la atención más que otras cosas y más que la escuela en sí, el Peón, el maestro, y su boca inquieta e incansable y sus negras y espesas patillas de bandolero. Germán, el hijo del zapatero, fue quien primero reparó en su modo de mirar las cosas. Un modo de mirar las cosas atento, concienzudo e insaciable. -Fijaos -dijo-; lo mira todo como si le asustase. Y todos le miraron con mortificante detenimiento. -Y tiene los ojos verdes y redondos como los gatos -añadió un sobrino lejano de don Antonio, el marqués. Otro precisó aún más y fue el que dio en el clavo: -Mira lo mismo que un mochuelo. Y con Mochuelo se quedó, pese a su padre y pese al profeta Daniel y pese a los diez leones encerrados con él en una jaula, y pese al poder hipnótico de los ojos del profeta. La mirada de Daniel el Mochuelo, por encima de los deseos de su padre, el quesero, no servía siquiera para apaciguar a una jauría de chiquillos. Daniel se quedó para usos domésticos. Fuera de casa sólo se llamaba Mochuelo. Su padre luchó un poco por conservar su antiguo nombre y hasta un día se peleó con la mujeruca que traía el fresco (cuajada) en el mixto (tren); pero fue en balde. Tratar de impedir aquello era lo mismo que tratar de contener la impetuosa corriente del río en primavera. Una cosa vana. Y él sería en lo sucesivo Mochuelo, como don Moisés era el Peón, Roque, el Moñigo; Antonio, el Buche; doña Lola, la tendera, la Guindilla mayor, y las de Teléfonos, las Cacas y las Lepóridas. Aquel pueblo administraba el sacramento del bautismo con una pródiga y mordaz desconsideración. MIGUEL DELIBES

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UN NOMBRE PARA UN PERSONAJE Lee y contesta: ¿Qué diminutivos de Francisco enumera Curro? ¿Cómo llamaban a Magdalena sus padres algunas veces? ¿Cuál era el apodo de Clavileño? ¿Cuál era el apodo de don Quijote? ¿Cómo dijo Clavileño que es Soria? ¿Qué ciudad soriana resistió el ataque de los romanos? Piensa y elige en cada caso la respuesta adecuada: • ¿Por qué no quería Magdalena que la llamaran «Mala-nena»?

• ¿Por qué llamaban a Curro así y no Francisco? Porque Curro es un nombre cariñoso. Porque Curro es un nombre éorto. Porque Francisco resulta muy largo.

Porque nadie la llamaba así. Porque no entendía su significado. Porque no le gustaba el nombre. • ¿A los Franciscos, solamente se les llama Curro?

• ¿Llamaban a Clavileño con algún diminutivo?

Sí. Es el único diminutivo. No. También se les llama Paco, Pancho ... No. También se les llama Pepe.

No, siempre le decían Clavileño. Sí, a veces le decían Clavi. Sí, a veces le decían Rocinante.

Piensa y contesta: ¿Conoces algunos nombres que tengan diminutivos o apelativos? ¿Te gusta llamar a las personas por nombres diminutivos? ¿Te gustaría tener otro nombre o que te llamaran �con un apelativo o diminutivo? ¿Qué diminutivo te gustaría?

SORIA 1

Lee y contesta: Soria tiene un castillo. ¿En qué lugar está situado? ¿Cuál es su estado de conservación? ¿Cómo están sus murallas?

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Piensa y contesta: ¿Cómo calificarías a la ciudad de Soria? ¿Qué clima debe ser característico de Soria? ¿Qué tienen los portales en Soria?

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Consulta el diccioP.ario. Busca el significado de _las siguientes palabras: linajes - hidalgos - famélicos - pululan - ululan - graznan En el diccionario se encuentra: el singular de los nombres, - el infinitivo de los verbos.

7

Piensa y contesta: ¿Te parece que Soria es una ciudad moderna? ¿Cómo es el clima de Soria, cálido o frío? ¿Te recuerda Soria a otra ciudad? ¿Cuál?

DANIEL EL MOCHUELO

!�

Lee y co:itesta: ¿Para qué quiso el quesero tener un hijo? ¿Qué nombres pudo poner el quesero a su hijo? ¿Qué le ocurrió al profeta Daniel?

H

Lee y elige las respuestas correctas.

• ¿Le gustaba al quesero enseñar cosas a su hijo? No, porque siempre tenía mucho trabajo. Sí, pero se cansaba mucho. _I Sí, le gustaba mucho. -+-A ¿Daniel preguntaba muchas cosas a su padre? No, casi no preguntaba nunca. _ ----- Sí, le preguntaba constantemente. A veces preguntaba alguna cosa.

10

• ¿Le gustaba al quesero que llamaran Mochuelo a su hijo?

--L-

Sí, pero no siempre. No, no le gustaba nada. Le daba igual.

• ¿Se enteraba Daniel de las respuestas que le daba su padre? _ Sí, porque se las explicaba con mucha claridad. Sí, porque era muy listo. Sí, porque ponía atención.

Piensa y contesta: ¿Es agradable que te llamen por un mote? ¿Te parece bien utilizar motes? ¿Conoces a al gunas personas que tengan motes? ¿Cuáles? ¿Qué mote te gustaría tener?

Una caída afortunada

Allá abajo se veía otra vez mar. Un mar azul, donde las crestas de las olas formaban blancos velloncillos. Curro preguntó si aquél era el mismo mar de Galicia. -· El mismo mar, sí -respondió Clavileño-, porque es el Atlántico. Pero ahora estamos en Huelva. De aquí salieron las naves de Colón cuando fue a descubrir América. -¿Las carabelas? -Eso es. Mira, allí delante está el punto exacto; el pequeño puerto de Palos. Y más allá está Sanlúcar de Barrameda, de donde partieron Magallanes y Juan Sebastián Elcano para dar la vuelta al mundo. -Me encanta ver esto -exclamó Magdalena-. Cuando se habla de estas cosas tan antiguas, parece que sólo están en los libros de Historia. Pero de pronto descubrimos que fueron verdad, porque podemos ver los sitios donde sucedieron. -¡Qué pueblos tan blancos! ¡Parece que brillan! -dijo Curro-. Pero hace mucho calor. Siguieron volando. La luz del sol les hacía entornar los ojos. El chico pensó que si lo hubiera sabido, habría cogido las gafas oscuras de su hermano. Los párpados empezaban a pesarle y, mientras Magdalena y Clavileño seguían charlando, él se fue quedando dormido. 42

De pronto, Magdalena advirtió un vacío detrás de ella. Interrumpió lo que estaba dicie.ndo y miró: -¡Clavileño, para, para! ¡Curro se ha caído! -¿Cómo que se ha caído? -preguntó Clavileño muy asustado. -No está aquí. Y hace un poquito sí que estaba. -Bueno, no te asustes. Vamos a buscarlo porque no puede andar lejos. Clavileño volvió, deshaciendo el camino. Volaban despacio, muy bajo, mirando atentamente para ver si descubrían a Curro. Magdalena le llamaba a gritos, pero las lágrimas le impedían ver. -Tiene que estar por aquí -decía Clavileño. -¡Se lo dije! -sollozaba la niña-. Se iba durmiendo y le dije que se iba a caer. ¡Si le hubiera dejado montar en la silla!. .. -añadió con remordimiento. De pronto, Clavileño dijo: -¡Ahí está! Curro estaba enganchado en un árbol, sujetándose con las dos manos a una rama alta y pataleando en un intento de apoyar los pies. Fue muy fácil rescatarlo. Magdalena había pasado del llanto a la risa; una risa nerviosa y un poco estridente. -¡Menudo susto nos ha dado Curro!

Cuando estuvieron en el suelo, le abrazó y le dio un par de besos. Luego lo pensó mejor y le dio un coscorrón. -¡Toma, por cabezota! Ya te dije que no te durmieras. Curro no protestó y sonrió un poco confuso. Se quedaron un rato allí para que se les pa$ara el susto. Magdalena consideró prudente cambiar de conversación: -Oye, Clavi, ¿cómo te fabricaron? Clavileño les explicó que su origen era muy remoto. Tenía noticias de que a él lo hizo el sabio Merlín, aquel mago que yivió en Camelot, en la corte del rey Arturo ... -Dijiste que estaba� hecho de encina manchega. ¿Es que la corte del rey Arturo estaba en La Mancha? -preguntó Magdalena irónica. -Pues no lo sé. Y, además, hace mucho tiempo de eso. Tal vez no sea verdad ... ¡Continuemos el viaje! -respondió Clavileño. Entonces Magdalena le dijo a Curro que subiera él en la silla y que ella iría detrás. 43

Andalucía Cádiz, salada claridad... Granada, agua oculta que llora. Romana y mora, Córdoba callada. Málaga, cantaora. Almería dorada ... Plateado Jaén... Huelva: la orilla de las tres Carabelas. ¡Y Sevilla! MANUEL MACHADO

Romance ¡Cantares de Andalucía! ... ¡Qué bien rima la guitarra las sonrisas de Sevilla, los suspiros de Granada con el silencio de Córdoba y la alegría de Málaga! Almería, sus amores sueña al pie de su alcazaba. Jaén se adprmece a la sombra de un olivo y de una parra ... Huelva, la heroica y altiva Adelantada de España, ¡sueña con un Nuevo Mundo en el seno de otras aguas! Y Cádiz, la danzarina, baila desnuda en la playa más blanca en sus desnudeces que las espumas más blancas.

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FRANCISCO VILLAESPESA

Preparando una aventura (Tras perder el conocimiento al haber recibido un golpe en la cabeza, un americano de Connecticut se despierta en otro lugar y otra época: en Inglaterra y en el siglo VI, ante la ciudad de Camelot. Así se encuentra metido en la corte del rey Arturo. Allí se convi.erte en un personaje muy importante y le suceden una serie de aventuras.)

Sucedió que un día llegó una vagabunda y contó su historia habitual. Su señora estaba prisionera en un castillo, en compañía de cuarenta y cuatro otras hermosas muchachas, la mayoría princesas, languideciendo en tan cruel cautiverio desde hacía veintiséis años. Los dueños del castillo eran tres extraordinarios hermanos, cada uno de ellos con cuatro brazos y un ojo... un ojo en el centro de la frente tan grande como una fruta. No dijo a qué clase de fruta se refería, con lo cual demostró un sospechoso desprecio en cuestión de estadísticas. ¿Querréis creerlo? El rey y la Tabla Redonda entera se entusiasmaron con aquella magnífica oportunidad de aventuras... Todos querían probar la suerte y pedían permiso al monarca; pero con gran humillación y pena de todos, el rey me concedió el honor a mí, que no lo había pedido ... Hay que saber apechugar con los malos tragos cuando se presentan y no perder tiempo con lamentaciones, sino, al contrario, ver lo que se puede hacer. En todas las mentiras hay algo de trigo entre la paja y en este caso tenía que llegar a descubrir el trigo... -Amiga mía -le dije-, estoy acostumbrado a llevar las cosas con orden. No lo tomes a mal, pero tienes que comprender que no te conocemos y que tenemos que ir con cuidado. Estoy seguro de que tienes razón; pero en estos asuntos no se debe dar nada por garantizado antes de demostrarlo: me veo obligado a hacer algunas preguntas que tienes que contestarme llanamente. ¿Dónde vives cuando estás en tu casa?

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-En la tierra de Moder, caballero. -¿Tierra de Moder? No recuerdo haber oído este nombre antes de ahora. ¿Viven tus padres? -No lo sé, porque hace muchos años que partí del castillo. -¿Cómo te llamas? -Soy la demoiselle Elisenda la Cartelesa. -¿Conoces a alguien aquí que pueda identificarte? -No es probable, noble caballero, porque he venido por primera vez. -¿Traes alguna carta de presentación? ¿Algún documento? ¿Alguna prueba de que dices la verdad y de que se puede confiar en ti? -¡Claro que no! ¿Para qué iba a traer nada de eso? ¿Es que no tengo lengua y no puedo explicar yo misma lo que me convenga?

-Pero entre lo que digas tú y lo que diga otra persona, hay una diferencia. -¿Una diferencia? ¿Qué diferencia puede haber? Me temo que no os entiendo. -¿Que no me entiendes? ¡Maldi...! Pero, ¿es que no puedes comprender una cosa tan sencilla como ésta? ¿No ves la diferencia que hay entre que tú...? ¿Por qué me miras con ese aire de idiota? -¿Yo? No lo sé; será por voluntad de Dios. -Sí, sí, comprendo. No te preocupes aunque me creas enfadado porque en realidad no lo estoy. Hablemos de esas cuarenta y cuatro princesas y de los tres ogros que las vigilan. Dime, ¿dónde está ese harén? -¿Harén? -El castillo, quiero decir. ¿Dónde está el castillo? -¡Ah! En cuanto a eso, sólo sé que es grande y fuerte y que se halla en tierras lejanas, a muchas leguas de aquí. -¿Cuántas?

-¡Oh, noble caballero! Hay tantas que es difícil decir cuántas son. Además son todas tan iguales, de la misma extensión y del mismo color, que es difícil distinguir una legua de la otra. Tampoco pueden contarse si no es tomándolas aparte una por una. Y hacer esto sería un trabajo de Dios, porque no está dentro del poder del hombre... Os he de decir que ... -Basta, basta. No importa la distancia... ¿Hacia qué parte se levanta el castillo? ¿En qué dirección desde aquí? -¡Oh, noble caballero! No está en ninguna dirección de aquí porque los caminos no van derechamente a él, sino que dan muchas vueltas. De todos modos, aunque no esté en ninguna dirección, puedo deciros que está bajo un solo cielo y no bajo otro. Yendo hacia el Este pude observar que el camino da una vuelta entera sobre sí mismo y parece regresar y que luego hace lo propio una y otra vez, y otra y otra; de manera que sería vanidad humana querer saber hacia dónde está orientado un castillo al cual el Señor no ha querido dar dirección ninguna. Y si al Señor no le place darle ninguna dirección y ve que nos entercamos en querer hallarle una, podría suceder que se desvaneciera el castillo y que no encontrásemos más que un terreno yermo y vacío ...

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-Bien, bien. Entendido. No importa la dirección... ¡Maldita sea la dirección! Mil perdones... Prosigamos el interrogatorio... ¿Tienes algún mapa, o algo así, de la región donde se halla el castillo? -¿Un mapa? ¡Ah, ya! Debe de ser eso que los herejes han traído del otro lado del mar, que una vez hervido en aceite y con un poco de cebolla y sal... -¡No disparates, mujer! ¿No sabes lo que es un mapa? No importa, no importa... No precisa que me lo expliques; odio las explicaciones ... Ya puedes irte, muchacha ... Buenos días... Enséñale el camino, Clarence. Ahora comprendía por qué aquellos bestias no preguntaban jamás detalles. MARK TWAIN

47

Lee y contesta:

·De dónde salieron las naves de Colón cuando fueron a descubrir América? 1Quiénes partieron d� Sanlúcar de Barram�da para dar la vuelta al mundo? . ¿Qué mar baña Gahcia y parte de Andaluc1a? 2

Piensa y elige las respuestas correctas.

• ¿Por qué se cayó Curro de Clavileño?

. ' • ¿Quién se dio cuenta de la caída de Curro? Clavileño, que lo vio caer. Magdalena, que lo vio caer. Magdalena, que lo echó de menos.

Porque se enganchó en una rama. Porque se durmió. Porque iba muy distraído. 3

Lee y contesta:

¿Se asustó Magdalena al ver que no estaba Curro? ¿Qué hizo? ¿Creía Magdalena que ella había tenido la culpa? ¿Por qué? ¿Se asustó Curro con la caída? 4

Piensa y contesta:

¿Te parece que tuvo suerte Curro? ¿Por qué? ¿Se portó Magdalena adecuadamente con Curro? ¿Fue inteligente la actitud de Clavileño? ¿Por qué? ")

Piensa y elige la respuesta correcta:

«Magdalena frunció el entrecejo.» «Clavileño volvió, deshaciendo el camino.»

• ¿Qué quiere decir «frunció el entrecejo»?

Que Magdalena entornó los ojos. Que Magdalena arrugó el entrecejo en señal de extrañeza. Que Magdalena se· tocó entre los ojos.

ANDALUCÍA 6 48

Piensa y contesta:

¿Cómo dice el poeta que es Córdoba? ¿Cómo dice que es Málaga? ¿Cómo dice que es Almería?

• ¿Qué quiere decir «deshaciendo el camino»? Que Clavileño regresó protestando. Que Clavileño regresó por donde había venido. Que Clavileño regresó estropeando el camino.

7

Lee con atención: Cada línea de una poesía es un verso. • Granada es la palabra final del primer verso. ¿Qué palabra termina como· Granada? ¿En qué verso está? Estas dos palabras riman. llora es la última palabra del segundo verso. ¿Qué palabra termina como llora? Estas dos palabras riman. Completa: Granada rima con . llora rima con . . .

PREPARANDO UNA AVENTURA 8

Lee y contesta: ¿Qué historia contó la vagabunda? ¿A quiénes contó la historia? ¿Qué les pidió que hiciesen? ¿Quiénes se entusiasmaron con aquella oportunidad de aventuras? ¿Qué hizo el rey?

!)

Piensa y contesta con la respuesta más adecuada: • ¿Dónde estaba el castillo? Exactamente a dos leguas de Camelot. Nadie lo sabía. En tierras lejanas, a muchas leguas de Camelot.

10

• ¿Conocía alguien en Camelot a Elisenda? Sí, la conocía el rey hacía tiempo. No, no la conocía nadie. Sí, la conocía Clarence.

Piensa y elige las respuestas correctas: • ¿Comprendía el caballero las respuestas de Elisenda? No, el caballero no comprendía nada. Sí, el caballero las comprendía muy bien. El caballero comprendía algo de lo que le decía.

• ¿Sabía Elisenda lo que son los mapas? No. Dijo que no había visto nmguno. Sí, pero no le gustaban. No, no tenía ni idea.

Aceite para Clavileño

Clavileño llevaba un buen rato de vuelo sin decir esta boca es mía. Eso era muy extraño y Magdalena se sintió preocupada. -¿Te pasa algo, Clavi? Vas muy callado. -No me encuentro bien -respondió el caballo con voz desmayada. Los niños se miraron alarmados. Entonces oyeron unos extraños chirridos. El vuelo de Clavileño se hacía más torpe por momentos. Empezó a dar tales sacudidas que tuvieron que agarrarse fuertemente para no caer. -Creo que deberías pararte un poco a descansar -dijo Curro. -Espera. Quiero llegar hasta el pueblo. Pero cuando aún faltaban dos kilómetros, el caballo descendió de golpe. Tomó tierra tan bruscamente que los niños salieron despedidos y cayeron rodando. Clavileño murmuró: -Perdonad ... Luego les explicó lo que sucedía. De tanto volar a pleno sol se le habían desengrasado los tornillos y casi no podía moverse. De haber conseguido llegar al pueblo no habrías tenido problemas, porque una botella de aceite hubiera bastado para dejarlo como nuevo. -Pues la cosa es fácil -dijo Curro-. Nosotros iremos al pueblo andando y traeremos el aceite. Pronto estarás bien. 50

-¿Tenéis dinero? -preguntó Clavileño ya casi sin voz. -¿Dinero? No... Pero no importa. Como somos invisibles, cogeremos ... es decir, tomaremos prestada una botella de aceite. -Ésa es la cuestión -dijo el caballo-. Sois invisibles mientras estéis conmigo, pero en cuanto os alejéis de mí la distancia de cinco veces mi cuerpo, dejaréis de serlo. Magdalena dijo que, de todos modos, Curro y ella irían a buscar el aceite. ¡ Faltaría más! Ahora les había llegado a ellos el turno de ayudar a su amigo. Cubrieron el caballo con unas ramas y se marcharon al pueblo. Al llegar a las primeras casas llamaron a una puerta y abrió una mujer a la que preguntaron: -Señora, ¿podría usted darnos una botella de aceite? -¿Cómo? ¿Quiénes sois? Y sin esperar la respuesta, les dio con la puerta en las narices. -Iba a ser mucha suerte conseguirlo a la primera -dijo Magdalena-. Tendremos que seguir buscando.

Y siguieron, tropezando con la misma negativa. No todo el mundo los echaba con cajas destempladas: una mujer les quiso dar unas monedas y otra «un vasito» de aceite; pero con un vasito no había suficiente para engrasar los tornillos de Clavileño. -A grandes males, grandes remedios -dijo Curro-. Y si no quieren por las buenas, nos lo darán por las malas. Trazaron un plan de acción y se fueron a la tienda. Magdalena le preguntó a la dueña cuántas manzanas podría darle por una peseta. -¿Por una peseta? Ninguna. -¿Ni siquiera esta pequeñita? Y tiró de una que estaba en la parte más baja del montón, procurando que todo se viniese abajo. Rodaron las manzanas por el suelo y mientras la mujer trataba de contenerlas, Curro se apoderó de una botella de aceite y escapó. Cuando lo vio salir, Magdalena se enfrentó con la mujer que la zarandeaba indignada: -No se enfade, señora. Tenga usted mi cadena y mi medalla en pago de las manzanas que se le hayan estropeado al caer. La mujer soltó a la niña y cogió la cadena. Cuando iban, muy contentos, en busca de Clavileño, Magdalena dijo un poco preocupada: -¿Crees que bastará la cadena y la medalla para pagar el aceite? ¡Mira que si ahora resulta que somos unos ladrones! ... Llegaron muy sofocados junto a Clavileño. -Aquí tienes tu medicina, Clavi. Ahora mismo te engrasaremos bien y te pondrás como nuevo. · 51

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Salamanca Salamanca, Salamanca, renaciente maravilla, académica palanca de mi visión de Castilla.

Oro en sillares de soto de las riberas del Tormes: de viejo saber remoto guardas recuerdos conformes. Hechizo salmanticense de pedantesca dulzura; gramática del Brocense, florón de literatura. ¡Ay mi Castilla latina con raíz gramatical, ay tierra que se declina por luz sobrenatural!

MIGUEL DE UNAMUNO

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El niño, la golondrina y el gato

�1 El niño, la golondrina y el gato fueron rodeados por seis cisnes. Los seis cisnes, con las alas extendidas, formaron un hexágono perfecto y se hundieron con los tres amigos en las aguas del lago azul, terso, brillante. El descenso era gozoso y se respiraba mejor que cuando se estaba rodeado de aire. Ni un pez, ni un alga, sólo agua cada vez más azul, más tersa, m:ás brillante. Arribaron al fondo del lago. Los cisnes ascendieron, y el niño, la golondrina y el gato se encontraron de cara a un barco de vela blanco, puro, con la quilla, los palos y las jarcias de oro. Un barco de vela que lo mismo podría caber en una botella que cruzar el océano con cien mil pasajeros a bordo. El niño, la golondrina y el gato, entonando una canción marinera, subieron al velero por la escalera del batel. El mar, el mar, el mar lo tengo metido en un puño.

En mi corazón un velero surca las aguas del mar entero. El mar, el mar, el mar lo tengo metido en un puño.

Cantando, brincando y saltando recorrieron la cubierta de proa a popa. Las blancas y vírgenes velas, redondas, cuadradas, trapezoidales, en abanico, en cuchillo, en aguja, se mecían al compás de los cantos y los volatines de los tres amigos.

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El niño subió a lo más alto del palo trinquete. La golondrina, a lo más alto del palo mayor. El gato, a lo más alto del palo mesana. Al descender, se detuvieron en todas las cofas. En la cofa del mastelerillo, en la cofa del mastelero, en la cofa del mástil. Y sujetaron bien las banderas -las constelaciones el Niño, la Golondrina y el Gato sobre fondo azul-, los velachos, las gavias y las sobremesanas. Pisaron cubierta y las velas quedaron grávidas por los vientos de las aguas; el ancla se elevó por sí sola. El niño se plantó majestuoso en el castillo. La golondrina, en lo alto del bajamar, hacía de mascarón de proa. El gato, no sin cierto cuidado, llegó hasta la punta del bauprés. Y el velero se hizo a las aguas en un suavísimo estremecimiento. Multitud de hipocampos escoltaban el velero. Eran caballitos rojos con cola y crin blancas rizadas por el viento. El velero navegaba a toda vela, a velas desplegadas, a velas tendidas, a velas llenas. El viento de las aguas peinaba la sedosa pelambre del gato, la rubia cabellera del niño, las blancas plumas de la pechera de la golondrina. Los tres amigos se encerraron en el camarote transparente del capitán, desde el cual se divisaba todo lo que ocurría en la proa, en la popa, en babor y estribor. El niño sacó de un armario la aguja de marear, el catalejo y el cuaderno de bitácora. El niño escribió en el cuaderno de bitácora: «Rumbo: centro del fondo del lago, donde se levanta el palacio arbóreo de cristal. Velocidad: mil nudos. Maniobra: línea recta. Los caballitos alazanes nos escoltaron hasta el límite de la selva de las algas.

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Al entrar en la selva, nos acompañaron los peces espadas, los cuales nos abrían paso cortando los bejucos y los tallos de las algas. Todo nos llama la atención: los peces pájaros, los peces insectos, los peces mamíferos. Las algas, gigantescas, eran gelatinosas, membranosas o coriáceas. Y las había blancas, azules, verdes, negro púrpura, pardas, rojas, malvas, anaranjadas, amarillas. Y de todas formas: coronas filamentosas en continua danza, como tiras de papel al viento, en copos de madréporas, como colas de caballo, en guirnaldas, como sauces llorones, en abanico plegándose y desplegándose continuamente, en esponjosos corales, como serpentinas, en plumíferas estrellas... Hasta hongos algas había. Al salir de la selva de las algas, el velero encalló en las aguas de los silbidos. Peces agujas nos sobrevolaban y herían gratamente con sus silbidos nuestros tímpanos. Un soplo fortísimo de viento hizo que el velero continuara su marcha. Los peces agujas, sin dejar de silbar, nos escoltaron hasta la región de los etéreos velos. Allí nos acompañaron los peces voladores, los cuales, con sus aletas cuchillos, rasgaban las sutiles gasas que nos envolvían. A medida que nos acercábamos al centro del fondo del lago, donde se levanta el palacio arbóreo de cristal, el cúmulo de etéreos velos se hacía más amplio, más denso, más profundo. Por fin, surgieron los peces gaviotas y arribamos felizmente, sin hacer ninguna ulterior maniobra, ante la escalinata de jaspe transparente del palacio arbóreo de cristal. » MIGUEL BUÑUEL

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¿Por qué iba callado Clavileño? ¿Por qué se movía Clavileño con dificultad? ¿Quiénes fueron a buscar el aceite? Piensa y contesta:

¿Por qué sugirió Curro a Clavileño que se parase a descansar? ¿Por qué aterrizaron de golpe? ¿Cómo fueron Curro y Magdalena al pueblo? ¿Por qué creían que no necesitaban dinero? Piensa y elige en cada caso la respuesta correcta.

• ¿Por qué no llegó Clavileño al pueblo?

Porque estaba muy cansado. Porque sus tornillos se atascaron. Porque la clavija se partió.

Piensa y contesta:

No, porque los chicos asustaron a la gente. No, nadie quería ayudarlos. Sí, pero sólo algunas personas.

¿Te parece bien el plan que hicieron Curro y Magdalena para conseguir el aceite? ¿Qué hubieses hecho tú? ¿Salió ganando la vendedora? ¿Por qué? ¿Te parece que la vendedora actuó correctamente? Lee y résponde en cada caso con la respuesta adecuada:

«A Curro y a Magdalena una señora les dio con la puerta en las narices.» «Algunos echaron a los chicos con cajas destempladas.»

• ¿Qué quiere decir «aar con la puerta en las narices»?

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• ¿Recibieron bien a los chicos en el pueblo?

Que a Curro y a Magdalena les dieron un golpe en la nariz. Que la señora cerró la puerta y no los dejó pasar. Que los chicos apoyaron la nariz en la puerta.

• ¿Qué quiere decir «echar con cajas destempiadas»? Que algunos despidieron a los chicos con malas maneras. Que algunos les dieron cajas para que se fueran. Que algunos les tiraron cajas muy frías a los chicos.

SALAMANCA 6

Piensa y contesta:

7

¿A qué región española pertenece Salamanca? ¿Qué río pasa por Salamanca? ¿Es bonita e interesante Salamanca?

Consulta el diccionario.

Busca el significado de las siguientes palabras:

sillares - hechizo - florón

EL NIÑO, LA GOLONDRINA Y EL GATO Lee y contesta:

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¿Quiénes se hundieron en el lago? ¿Cómo eran las aguas del lago? ¿Qué había en el fondo del lago?

Piensa y contesta:

¿Acompañó alguien al niño, al gato y a la golondrina al fondo del lago? ¿Fue difícil descender al fondo del lago? ¿Encontraron algo interesante en el fondo del lago? ¿Qué hicieron al llegar al fondo del lago?

Lee esta oración de la lectura:

«Los seis cisnes, con las alas extendidas, formaron un hexágono perfecto.»

Dibuja la figura que formaban los cisnes: sitúa un cisne en cada vértice del hexágono.

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Haz una relación de los animales que habitaban el lago. Elige uno de ellos y escribe en tu cuaderno una descripción de él.

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Haz una relación de las plantas que habitaban el lago. Elige una de ellas y descríbela.

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Piensa y contesta: ¿Pueden ocurrir los sucesos de esta historia? Piénsalo bien y- escribe varias razones. ¿Recuerdas alguna otra aventura que tenga por escenario el fondo del mar? ¿Sabes alguna canción marinera?

Escribe la letra de una canción marinera.

La frontera, el mar y las estreJJas

Clavileño llamó la atención de sus amigos: -¡Mirad, son los Pirineos! Ahí está la raya de Francia. Magdalena, por más que miraba, sólo veía peñas y árboles. -¿Dónde está la raya? No la veo. ¿Y tú, Curro? -Tampoco. ¿De qué color es, Clavileño? -No pensaréis que hay una raya pintada, ¿verdad? Es una forma de decir que ahí está la frontera con Francia. -La frontera es una caseta con un guardia dentro que te mira el pasaporte. Otros guardias te registran el equipaje y te hacen pagar multa por lo que llevas escondido -dijo Curro, dándoselas de muy enterado. Más tarde Clavileño les dijo que estaban atravesando el País Vasco y que aquélla era la costa guipuzcoana. El mar tenía tonos más grisáceos que el de Huelva y el oleaje era mucho más fuerte. -Éste es el Cantábrico. Fijaos en todos esos barcos de pesca. Los barcos iban alejándose del muelle. Se veía a los marineros afanarse en la maniobra, recogiendo cabos y transportando objetos de un lado para otro. -Parece que tienen mucha prisa -dijo Curro. -Lo que tienen es mucho trabajo -explicó Clavileño-. La vida en la mar es muy dura. 58

-¿Se dice «el marn o «la mar», Clavileño? -De las dos formas, creo. La gramática no es mi fuerte. Pero la gente marinera dice siempre «la mar». -¡Cuánta agua tiene el... la mar! -dijo Curro-. Cuando sea mayor, seré capitán de fragata. Y llevaré uniforme blanco con galones de oro. Y saludaré así ... Se llevó la mano a la frente simulando un saludo militar. Magdalena, que iba a la grupa y le rodeaba con el brazo, al verle en aquella posición, le hizo cosquillas en la cintura. -¡¡Ayyy!! -gritó Curro-. ¡Déjame!. .. Magdalena insistía en sus cosquillas y Curro se reía nerviosamente, mientras se revolvía en su asiento poniendo en peligro su equilibrio. Clavileño tuvo que intervenir, en tono malhumorado. -Vamos, quedaos quietos de una vez. ¿Cómo pensáis que puedo volar mientras dais sacudidas sobre mi lomo? Os aseguro que si os caéis, no seré yo quien vaya a buscaros. Yo no puedo nadar. Magdalena cesó en su juego y pudieron proseguir el viaje en paz.

Pasaron en vuelo lento sobre una ciudad que debía de ser pequeña, pero que tenía un bonito parque. Unas niñas jugaban al corro. Magdalena y Curro estuvieron por una vez de acuerdo, al considerar que éste era un juego tonto: girar y girar sin parar. Cuando Clavileño indicó que las vueltas podían no ser más que un pretexto para cantar, los niños protestaron: -¡Para cantar no se necesitan pretextos! -A lo mejor sí, si lo que se canta son bobadas -dijo Magdalena-. ¡Porque hay que ver lo tontas que suelen ser las canciones de corro! -Pues a mí me gustan -afirmó Clavileño. -Bueno, pero tú ... -empezó a decir Curro. Y se detuvo poniéndose colorado. -¿Ibas a decir que yo no soy más que un caballo? -dijo Clavileño. -No señor. Iba a decir que eres un carroza -contestó Curro. -¿Yo un carroza? En todo caso seré un clásico -replicó el caballo-. ¡Hala! Dejadme en paz, que voy a remontarme tan alto que sólo veréis nubes y estrellas y no tendréis motivos para decir tonterías. 59

Costa del Norte

Octubre, en nuestras costas, es el verdadero principio del otoño; cuando la tierra empieza a enfriarse el mar sigue templado. En estos días tranquilos, suaves, de temperatura benigna, se pueden pasar las horas dulcemente contemplando el mar. Las grandes olas verdosas se persiguen hasta morir en la playa, el sol cabrillea sobre las espumas y, al anochecer, algún delfín destaca su cuerpo y sus aletas negras en el agua. Ese espectáculo de las olas, tan pronto tranquilas en su marcha como lanzadas a la carrera en un furioso galope, tiene, a pesar de su monotonía, un inexplicable interés. Es un líquido cargado de sales, movido por el viento con un ritmo mecánico en su circulación y, sin embargo, da la impresión de una fuerza espiritual, de algo infinito. Los días de viento Sur, los promontorios lejanos se ven con una claridad diáfana y la costa de Francia y la de España se dibujan como en un plano en el mar. En estos días la arena no echa fuego, como en el verano; espejean los charcos dejados por la marea; el liquen de las rocas verdea más al sol; en los agujeros redondos formados por los mangos de cuchillo se escapan burbujas al pasar la ola; las aguas negruzcas forman madejas semejantes a correas, y los fucus y las laminarias y las gelatinosas medusas brillan en el arenal. Al anochecer, el crepúsculo hace ostentación de su magia; el sol tiene fantasías, aparece en un fondo de nubes rojo, da a la superficie de las olas reflejos rosados e inunda a veces el mar de luz dorada, dejándolo como un metal fundido.

Pío BAROJA 60

El surtidor ¡Qué bello es el surtidor que apedrea el cielo con estrellas fugaces que saltan como ágiles acróbatas! De él se deslizan a borbotones sierpes de agua, que corren hacia la taza como amedrentadas víboras. Y es que el agua, acostumbrada a correr furtivamente debajo de la tierra, al ver un espacio abierto aprieta a huir. Mas luego, al reposarse, satisfecha de su nueva morada, sonríe orgullosamente, mostrando sus dientes de burbujas. Y entonces, cuando la sonrisa ha descubierto su deliciosa dentadura, inclínanse)as ramas enamoradas a besarla. BEN RAIA

Todo es ronda Los astros son rondas de niños jugando la tierra a espiar... Los trigos son talles de niñas jugando a ondular... a ondular... Los ríos son rondas de niños jugando a encontrarse en el mar... Las olas son rondas de niñas jugando la Tierra a abrazar... GABRIELA MISTRAL

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La princesita

del prendedor Margarita, está linda la mar, y el viento lleva esencia sutil de azahar; yo siento en el alma una alondra cantar: · tu acento. Margarita, te voy a contar un cuento. Éste era un rey que tenía un palacio de diamantes, una tienda hecha del día y un rebaño de elefantes, un kiosco de malaquita, un gran manto de tisú, y una gentil princesita, tan bonita, Margarita, tan bonita como tú. Una tarde la princesa vio una estrella aparecer; la princesa era traviesa y la quiso ir a coger. La quería para hacerla decorar un prendedor con un verso y una perla, y una pluma y una flor. Las princesas primorosas se parecen mucho a ti: cortan lirios, cortan rosas, cortan astros. Son así. Pues se fue la niña bella bajo el cielo y sobre el mar a cortar la blanca estrella que la hacía suspirar. Y siguió camino arriba por la luna y más allá; mas lo malo es que ella iba sin permiso de papá. Cuando estuvo ya de vuelta de los parques del Señor, se miraba toda envuelta en un dulce resplandor. 62

Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho? Te he buscado y no te hallé; ¿y qué tienes en el pecho que encendido se te ve?» La princesa no mentía, y así dijo la verdad: «Fui a cortar la estrella mía a la azul inmensidad. » Y el rey clama: «¿No te he dicho que el azul no hay que tocar? ¡Qué locura! ¡Qué capricho! El Señor se va a enojar.» Y dice ella: «No hubo intento; yo me fui no sé por qué; por las olas y en el viento, fui a la estrella y ]a corté. » Y el papá dice enojado: «Un castigo has de tener; vuelve al cielo y lo robado vas ahora a devolver. » La princesa se entristece por su dulce flor de luz, cuando entonces aparece sonriendo el buen Jesús. Y así dice: «En mis campiñas esa rosa le ofrecí; · son mis flores de las niñas que al soñar piensan en Mí. » Viste el rey ropas brillantes y luego hace desfilar cuatrocientos elefantes a la o'rilla de la mar. La princesa está bella, pues ya tiene prendedor en que lucen con la estrella, verso, perla, pluma y flor. Margarita, está linda la mar; y el viento lleva esencia sutil de azahar: tu aliento. Ya que lejos de mí vas a estar guarda, niña, un gentil pensamiento al que un día te quiso contar un cuento.

RUBÉN DARÍO

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¿Qué ¿Qué ¿Qué ¿Qué 2

montañas sirven de frontera con Francia? mar baña la costa guipuzcoana? trabajos realizaban los marineros? otras cosas observaron Curro y Magdalena desde el aire?

Piensa y elige las respuestas correctas.

• ¿Sabía Magdalena lo que es la frontera?

Sí, pero no había visto ninguna. No, pero se lo explicó Curro. No, pero se lo explicó Clavileño.

• ¿Le gustaba a Clavileño que los niños discutieran? No, le molestaba mucho. No, pero le divertía. Sí, pero a veces les reñía.

• ¿Qué pasaba en el puerto? Que entraban algunos barcos. Que algunos marineros trabajaban. Que había mucha actividad de barcos y personas. • ¿Por qué crees que Clavileño no sabía nadar? Porque no le gustaba. Porque si se mojaba se estropeaba. Porque le daba miedo el mar.

COSTA DEL NORTE 3

Lee y contesta:

4

Lee y responde en cada caso con la respuesta adecuada:

¿En qué mes comienza verdaderamente el otoño en las costas del Norte? ¿Qué se puede hacer en los días tranquilos de temperatura benigna? ¿Qué país se ve desde nuestras costas vascas? ¿Cuál es? ¿Qué diferencia hay entre la arena de las playas en verano y en otoño?

«Espejean los charcos dejados por la marea.» «El crepúsculo hace ostentación de su magia. »

• ¿Qué quiere decir «espejean los charcos»?

Que los charcos tienen agua turbia. Que los charcos ofrecen una vista magnífica. Que los charcos relucen y resplandecen. 64

• Qué quiere decir «hacer ostentación de su magia»? Que muestra su poder. Que muestra una belleza casi irreal. Que tiene poco atractivo.

TODO ES RONDA 5

1,ee y contesta: ¿Con qué compara la poetisa a los astros? ¿Con qué compara a los trigos? ¿Y a los ríos? ¿Y a las olas?

LA PRINCESITA DEL PRENDEDOR 6

Lee y contesta· ¿Qué riquezas tenía el rey? ¿Qué vio una tarde la princesa? ¿Para qué quería lo que vio? ¿Adónde se fue la princesa? ¿Qué le dijo el rey a la princesa? ¿Qué hizo entonces la princesa?

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FHge en cada caso la respuesta adecuada. ¿Qué hizo la princesa? Cortar lirios. Cortar una estrella. Cortar rosas. • ¿Era bonita Margarita? No era muy bonita. Sí, igual que la princesita. Sí, pero la princesita era más bonita.

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• ¿Qué castigo impuso el rey a la princesa? Pagar lo robado. - Ir al cielo y devolver lo robado. - No le impuso ningún castigo. • ¿Era traviesa la princesa? Sí, por eso quería coger una estrella. Sí, pero siempre pedía cosas posibles. No era muy traviesa.

pionca V CO!'tecta: ¿Tú crees que la princesa era una niña valiente? ¿Por qué? ¿Era sincera? ¿Por qué lo sabes? ¿Se entristeció la princesa en algún momento? ¿Cuándo? ¿Por qué?

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P1i>nsa antes de contestar: ¿Te gusta esta poesía? ¿Qué te gusta más de esta poesía? ¿Crees que puede suceder en la realidad la historia que cuenta? ¿Te gusta inventarte historias fantásticas?

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mventate una historia fantástica y escríbela en tu cuaderno.

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Clavileño, caballo de feria

'Úna neblina gris flotaba sobre los campos. Se iba espesando hasta casi ocultar la ciudad sobre la que pasaban ahora. -¿Habrá fuego, Clavileño? . -No, hombre. Es el humo de las fábricas. Estamos sobre Bilbao -dijo Clavileño acelerando el vuelo para salir de la contaminación. -Mira, ya se ve el mar -dijo después_ Curro. -No es el mar, sino la ría. ¿No ves que tiene dos orillas? Un poco más lejos empieza el mar. A la derecha está Neguri y a la izquierda, Santurce. Curro empezó a cantar, muy desafinado: Desde Santurce a Bilbao vengo por toda la orilla...

Poco después pasaron sobre un pueblo donde se advertía un ambiente de fiesta. Todo estaba engalanado con farolillos y banderolas y se oía música. -Es una feria, Clavileño. ¿Por qué no bajamos? C.lavileño se posó en el suelo. La feria estaba situada en un prado a la salida del pueblo. La gente se agolpaba en torno a las casetas de atracciones, a los puestos de tiro al blanco y a los tenderetes de golosinas. Había también un tiovivo con muchos colorines y una pista de coches «de choque». 66.

-Me gustaría subir a los caballitos y a los coches -

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Magdalena dijo que un dolor de muelas no era tan grave como para hacer tales aspavientos y que los chicos eran muy quejicas. Pero Curro, con la cara entre las manos, daba muestras de gran sufrimiento. La cara se le había hinchado. -Hay que ir a un pueblo en busca de una farmacia -dijo Clavileño--. Eso es una infección. Al ir a montar, Curro vaciló, como si estuviera mareado. Magdalena lo cogió del brazo y le ayudó a subir en la silla. Ella montó a la grupa y partieron. Cuando estaban cerca de una ciudad, Clavileño, sin dejar de volar, volvió la cabeza y le dijo en voz baja a Curro: -Vamos, cuentista, ya puedes sacarte esa nuez que te has metido en la boca, porque ya has conseguido lo que querías, montar tú delante. 111

Montserrat

Asomad, asomad a la ventana, bellas niñas; y vosotras, engalanad vuestras puertas porque ya llegan los devotos romeros de la Virgen y sus banderas coronadas de flores ondean alegremente por encima de los matorrales. La brisa de la montaña trae el armonioso eco de sus plegarias, interrumpido de cuando en cuando por el de los instrumentos de los que, siguiendo la procesión, van a visitar a la Virgen. Bajos los ojos y con el rosario en la mano, avanzan devotamente los peregrinos; allí, ni esplendor ni riqueza; humilde, muy humilde, en su andar; fervientes los rezos que murmuran, y los hay que esmaltan, con la sangre de sus pies descalzos, las espinas y las piedras de los caminos. Las niñas, suelta la cabellera, que sujeta sólo una guirnalda de flores silvestres, responden con voz tímida a las letanías, y las rosas avergonzadas de sus mejillas y el rubor que baja de sus párpados es la mejor ofrenda que sus corazones inocentes llevan a la Virgen. Detrás de la clerecía y de los buenos magistrados de la comarca, la turba regocijada marcha al son de la gaita y al compás de los cantares con que sus madres les enseñaron a cantar a la Virgen.. Cerrad, cerrad vosotras las puertas de vuestras casas, porque' ya la procesión se hunde en los recodos de la falda del monte. ¿No veis cual asoma en aquel flanco saliente, al pie de la cruz que sombrean peñascos gigantescos? Allí repiten con más fervor la plegaria, cuyos últimos sonidos expiran en el aire al doblar aquella punta. PABLO PIFERRER

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El campanario

Al llegar al campanario quedé un poco deslumbrado por el éxito de mi arriesgada empresa. Había cuatro enormes ventanales o troneras con el infinito como fondo, y en cada uno una campana con los goznes del eje empotrados en los muros y grandes manchas, en ellos, de pez negra. Cada campana tenía su nombre grabado abajo, en el borde circular y en grandes letras. La más grande decía: «Bárbara me llamo y bautizada fui en 1791. Laus Deo». Otra declaraba: «Marta es mi nombre desde 1813». Y las otras, «Ana» y «Juan Bautista». Como se ve, la campana cuarta tenía nombre de varón. Era la más pequeña. En todas las torres de España la campana más grande se llama Bárbara, porque la santa de ese nombre es abogada contra las tormentas, y se supone que la torre está más expuesta a los rayos que las casas de los vecinos, por ser mucho más alta. Estaba cerca del nido de las cigüeñas, pero todavía no podía verlo desde allí. Debía subir por los relieves interiores del campanario hasta un friso más alto, donde se veía el gran cilindro de las matracas de Semana Santa. Esta última parte de mi empresa era más difícil aunque no imposible. El cilindro ocupaba todo el campanario, de lado a lado, encima de los nichos de las campanas, y yo trataba de subir apoyándome en los contrafuertes transversales de la campana mayor. A mis pies y a una profundidad enorme se veía la plaza del pueblo.

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Tardé bastante en alcanzar el friso donde estaba la cla.raboya. Mis pies se apoyaban en el cilindro horizontal de las matracas y pude por fin asomarme. El nido estaba casi al alcance q.e mi mano y en él había un cigoñino sin plumas, grande, feo, con su enorme pico. Me miraba sin alarma alguna y me habría gustado tener algo que ofrecerla, porque sin du-da lo habría comido. Ahora bien, la comida de aquella joven ave era de veras extravagante. El cigoñino se alimentaba de sapos y culebras. Los campesinos respetaban a las cigüeñas porque limpiaban de esas alimañas las riberas del río. Y allí estaba yo mirando y sin saber qué hacer. Por fin saqué la mano por la claraboya y, cuando estaba a punto de tocar al ave, oí un gran fragor de alas y vi allí mismo dos largas y finas patas color de rosa que se posaban en un saliente, descendiendo lentamente. Era la cigüeña madre, o tal vez el padre. El cigoñino abrió el pico para recibir el sapo, que engulló vivo. Yo pude ver también la cabeza de la cigüeña grande



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Pero entonces sucedió algo con lo que no había contado. Debía de ser aquel día víspera de alguna celebración importante y cuatro o cinco campesinos de brazos fuertes aparecieron en el campanario riendo y bromeando. No me veían ni podían imaginar que estaba yo sobre sus cabezas, disimulado y quieto como los murciélagos que dormían más arriba, en la oquedad de la cúpula, colgados de las patas y envueltos en sus propias alas. Los campesinos comenzaron a bandear las campanas. Para la campana Bárbara hacían falta dos hombres, y para las otras uno sólo. La primera que comenzó a dar vueltas y a ensordecerme con su sonido fue la llamada Ana. Pero pronto volteaban las cuatro. Nadie que no haya pasado por esa experiencia puede imaginar cosa igual. El escándalo era tal que yo mé sentía sacudido en el aire por las vibraciones de abajo, que repercutiendo en la bóveda volvían sobre mí despiadadamente. Los murciélagos oscilaban sin desprenderse del techo. Debían de estar acostumbrados y seguían durmiendo. RAMÓN J. SENDER

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La infanta jorobadita Hila, hila que te hila hilaban las tres infantas. La mayor hilos de oro, la segunda, hilos de plata. La más niña de las tres se distraía y no hilaba.

Sobre el faldellín de raso, ociosa la mano blanca, los ojos claros perdidos más allá de la ventana, en la noche toda llena de estrellas y luna clara...

Con la sonrisa en los labios la miran las dos hermanas. Como era jorobadita todos la menospreciaban. [ ... ] Entrara, en esto, la dueña, la dueña temblona y cana: -¿Qué están hilando a estas horas, mis señoras las infantas?

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-Yo hilo un vestido de oro, yo hilo un vestido de gala para lucirlo en las bodas que mi padre me prepara. -Yo hilo un vestido de corte, yo hilo un vestido de plata, para esperar al buen príncipe, el de la pluma de grana.

-Y mi infantina la ociosa ¿qué tiene que no hila nada? -No espero bodas ni príncipes, no hilo con oro ni plata. Hilo rayos de luceros y rayos de luna clara... Un vestido voy tejiendo claro y sutil como el alma. Cuando lo tenga acabado vendrá por mí el que me ama. No sé si será esta noche, no sé si será mañana. Sólo sé que allá, muy lejos, alguien me quiere y me llama... Con la sonrisa en los labios la oían sus dos hermanas. Como era jorobadita todos la menospreciaban. [... ] Esto fue la prima noche; cuando sonreía el alba murió la jorob_adita como se muere una lámpara. Las hermanas, temerosas por sus trajes de oro y plata preguntaban a la dueña: -¿Qué dura el luto de infanta? A la noche la regaron de lirios y rosas blancas. La sacaron de puntillas por una puerta excusada. Como si fuera al encuentro del novio que ella soñaba, iba la risa en sus labios, la paz en su frente blanca. Las estrellas y la luna � la vestían de oro y plata. JOSÉ MARÍA PEMÁN

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Lee y con.testa:

¿Por qué es célebre Montserrat? ¿Cómo es el paisaje de Montserrat? ¿Cómo se divertía Magdalena? 2

Elige en cada caso la respuesta adecuada.

• ¿Qué hizo Magdalena al llegar a lo alto de la montaña? Llamó gritando a Curro. Llamó gritando a Curro y a Clavileño. Llamó a la gente que pasaba. 3

• ¿El eco fue protagonista de algún acontecimiento importante? Sí. Gracias a él se ganó una batalla a los franceses. Sí. Gracias a él se ganó una guerra. Sí. Gracias a él se divirtieron los niños.

Piensa y contesta:

¿Por qué discutieron Magdalena y Curro? ¿Cuándo hicieron las paces? ¿Qué jugarreta hizo Curro durante el viaje? 4

Piensa y contesta en cada caso con la respuesta adecuada.

• ¿Por qué se conformó Curro con la decisión de Magdalena? Porque no quería discutir. Porque se convenció de que él no tenía razón. Porque tenía preparada una estratagema. 5

• ¿Por qué Magdalena se sorprendió de que Curro se conformase con lo que ella dijo? Porque Curro nunca se daba por vencido. Porque anteriormente comentó que él tenía la razón. Porque Curro era un mal educado.

Piensa y contesta:

¿Has escalado alguna montaña? ¿Te gustaría escalar una montaña muy alta? ¿Cuál? ¿Has probado a producir el eco? ¿Cómo se hace? 6

Lee:

«Curro opinaba de los murciélagos que eran ratones de alas.» Inventa definiciones al estilo de Curro, para estos animales: tiburón - tortuga - oso panda 118

MONTSERRAT

7

Lee y contesta:

8

Piensa y contesta:

9

¿Cómo adornaban el recorrido de la procesión? ¿Qué sonidos se podían escuchar durante la procesión? ¿Cuál era el orden de la comitiva en la procesión? ¿Te parece que los peregrinos hacían sacrificios? ¿Cuáles? ¿A quién dirigían los cantos y oraciones? EL CAMPANARIO

Piensa y contesta:

¿Cómo había sido la subida al campanario? ¿Qué ocurrió de forma inesperada?

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Escribe en pocas líneas las ideas más importantes de esta historia:

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Fíjate en el dibujo.

a) Quién subió al campanario. b) Para qué subió. c) Qué le sucedió en el campanario.

Busca en el diccionario y completa: Una tronera es . . Un contrafuerte es Un friso es ...

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LA INFANTA JOROBADITA

Lee y contesta:

¿Qué hilaba la infanta mayor? ¿Qué hilaba la infanta mediana? ¿Qué hacía la más pequeña?

Piensa y contesta:

¿Eran felices todas las infantas? ¿Tenía al guna ilusión la pequeña? ¿Qué les preocupaba a las mayores?

La yegua Lucera

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Magdalena se indignó con Curro al descubrir la trampa. -¡Y pensar que te dejé montar en la silla! -Para eso lo hice -dijo Curro con picardía. -Vamos -replicó Clavileño-, ha sido una broma. Sigamos viendo lo variadas y hermosas que son las tierras de España. En aquel momento volaban entre un viñedo y un ol,ivar, por la. montaña navarra. Se pararon cerca de un camino y al po�o rato apareció un hombre montado en una yegua. Cuando llegó cerca de ellos, el hombre· desmontó y ató las riendas a un árbol. -Quédate aquí, Lucera. Voy a llevarle los quesos al pastor. El hombre sacó un par de quesos de las alforjas y echó a andar, barranco abajo. Clavileño miraba a la yegua y se esforzaba por imitar los movimientos de sus patas rascando en el suelo. Lucera levantó la cabeza y husmeó el aire. Era rojiza y tenía en la frente una mancha blanca. 120

• •

-Acércate a ella, Clavi -dijo Magdalena-. A lo mejor haces una conquista. -Pero si yo soy muy feo ... y de madera -se lamentó el caballo. -¡Qué vas a ser feo! Tú eres el caballo más bonito del mundo -le animó Magdalena-. Además, te voy a arreglar un poco. Ahora verás. Rápidamente cortó hierbas y florecillas y tejió con ellas una guirnalda. Luego se la colocó a Clavileño en la cabeza. - ¿Ves qué guapo? Ahora pareces un dios antiguo. ¡Hala! ¡Acércate a ella!. .. Clavileño se aproximó a Lucera. La yegua volvió la cabeza y se acercó hasta tocar la cabeza del caballo. Ambos se olfatearon descubriendo los dientes, como si rieran, y giraron uno junto al otro rozandos sus flancos. Los niños los miraban encantados. De pronto, la yegua se encabritó y lanzó un largo relincho. Clavileño dio un salto atrás, asustadísimo. -¡Caray, qué susto me ha dado! -gruñó.

Magdalena y Curro se rieron a carcajadas. Realmente Clavileño estaba muy cómico y gracioso con su corona de flores ladeada y su aire receloso. La yegua daba patadas en el suelo, nerviosa, tirando de las riendas. Magdalena se acercó al caballo y le dijo: -No te asustes, Clavi. -¡Qué movimientos más bruscos! Es una yegua horrible. Al oír el relincho de Lucera el amo llegó todo sofocado. Miró a todos lados escamado y no vio a nadie. Tanto Clavileño como los niños eran ya invisibles para él. -No sé qué te pasa, Lucera, pero estás muy inquieta. Después de mirar nuevamente a un lado y a otro, montó y se alejó. Sus pasos se perdieron a lo lejos. Curro y Magdalena rompieron a reír. -¡Vaya éxito, Clavi! ¡Y nosotros que pensábamos que te ibas a echar novia! Clavileño movió la cabeza desdeñoso y contestó: -¿Y para qué quiero yo una novia así? Yo soy Clavileño, «el Único». Y ahora, quitadme esta corona ridícula y vámonos para Valencia. Y se encontraron en el aire, cantando alegremente: Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor...

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Sangüesa

Hay un rincón en la geografía de Navarra -se ha escrito recientemente- que, tal vez como ninguno, representa lo más venerable de la historia y de la leyenda, de la religión, la cultura, la política y el arte del pueblo pirenaico: Sangüesa, Javier y, sobre todo, el viejo monasterio de San Salvador de Leyre, cuna del reino y panteón de los reyes de Navarra. Situada en la zona media de Navarra, en la margen izquierda del río Aragón, en su confluencia con el Irati, a 45 kilómetros de la capital del reino, la ciudad de Sangüesa -antigua cabeza de merindad- tiene una gran importancia histórica, y sus monumentos y atractiva fisonomía humana justifican el creciente interés que por ella muestra el turismo... El territorio en que se asienta es un circo de montañas [ ... ]. En el repliegue de un valle, la ciudad, con aire de fortaleza medieval. El pequeño cantón navarro es un verdadero vergel de fuertes y frondosos sarmientos, cepas esmeradamente cultivadas, olivares y frutos hortícolas, como engarce sorprendente entre la Montaña y la Ribera [ ... ]. En el viejo castillo de los reyes de Navarra, habitado mucho tiempo como casa consistorial, se conservaba, hasta que fue destruido por un incendio en 1936, un jirón del estandarte real de Aragón que ganaron los sangüesinos en la batalla de Sos en el año 1308. Reinaba en Navarra Luis Hutin, que otorgó a la villa la divisa «La que nunca faltó». TOMÁS MORAL

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Definiciones para un diccionario

Bastón. - Palo de diversas maderas, provisto de una contera y un puño que sirve para que, en las broncas, nos lo quiten y nos den con él en la cabeza. Termómetro. -Artilugio que se suele tener en las casas para que, gracias a él, no viva nadie nunca tranquilo. Reloj. -Aparato para comprobar que se llega tarde a las citas. Agricultor. - Hombre que, aunque no sea creyente, se pasa la vida mirando al cielo. Ventilador. - Caja de pulmonías. Tabaco. - Humo de diversos precios. Bote salvavidas. - Lancha que sirve para que se ahoguen juntos los que se iban a ahogar por separado. Ojales. - Rotos intencionados. Puños. - Trozos de tela destinados a limpiar las mesas. Gemelos-Guantes. - Objetos que se compran de dos en dos y se ponen de uno en uno. Impermeable. - Prenda que no nos libra del agua cuando llueve, pero que nos moja cuando ya ha cesado de llover. Paraguas. -Artilugio destinado a echarse el agua a la espalda. Cerillas-Alfileres. - Unas de las pocas cosas que todavía se hacen con cabeza en el mundo. Hache. - Letra con la que está reñida media Humanidad. Salida para caso de incendio. - Puerta por donde, en caso de __ incendio, se encuentran apilados los cadáveres. ___,,, Puerta giratoria. -Mecanismo que unas veces sirve para salir, otras para entrar y siempre para pillarse los dedos. Paso para peatones. - Sitio estratégico para los atropellos. Mecano. -Juego para niños con el que acaban jugando siempre los papás. ENRIQUE JARDIEL PONCELA

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Nana

Si las sombras se ala_rgan sobre los árboles, detrás de cada tronco combate un ángel. ,

Si las estrellas bajan para mirarte, detrás de cada estrella camina un ángel.

Si la nieve descansa sobre tu carne, detrás de cada copo solloza un ángel.

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Si viene el mar humilde para besarte, detrás de cada ola dormirá un ángel. ¿Tendrá el sueño en tus ojos sitio bastante?

Duerme, recién nacido, bien de mi carne, lucero custodiado, luz caminante; duerme, que calle el viento, dile que calle.

LUIS ROSALES

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Duérmete, niño mío, flor de mi sangre, lucero custodiado, luz caminante.

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El loto Sudas, el jardinero, cogió de su estanque el último loto que había quedado del desastre del invierno y se fue a la puerta del palacio real a ver si se lo quería comprar el rey. Al llegar se encontró con un caminante que le dijo: -¿Cuánto quieres por tu último loto, que se lo voy a ofrecer a Buda, nuestro Señor? Sudas le contestó: -Te lo dejo en un masha de oro. Y el viajero se lo dio. El rey salía en aquel instante del palacio para ir a ver a nuestro Señor Buda, y pensó: «¡Qué hermoso sería poner a sus pies este loto de invierno!». Y quiso comprar la flor. Cuando el jardinero le dijo que le gs. habían dado por ella un masha de oro, el rey le ofreció diez; pero el caminante dobló entonces el dinero.

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