Sanidad Divina

1. 2. 1. 2. OBJETIVOS: Entender la naturaleza de las enfermedades y sus consecuencias en la vida del hombre. Reconoce

Views 106 Downloads 2 File size 248KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

1. 2.

1.

2.

OBJETIVOS: Entender la naturaleza de las enfermedades y sus consecuencias en la vida del hombre. Reconocer que Cristo mediante su obra en la cruz nos ha liberado de toda enfermedad para gozar de una vida plena. TEXTO: “Mas el herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. (Isaías 53:5) INTRODUCCION La sanidad divina es una parte esencial del Evangelio del Reino. La gran verdad de que Dios es sanador, aparece a través de toda Ia Biblia. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, testifican la provisión de Dios para la sanidad de la humanidad. Una extensa porción del ministerio terrenal de Jesucristo estuvo relacionada con proporcionar sanidad física a los enfermos y afligidos. La historia de la Iglesia primitiva está llena de relatos de grandes sanidades y milagros realizados en el Nombre de Jesús. Hoy una de las grandes verdades es que el Espíritu Santo restaur6 la sanidad divina en medio de un mundo escéptico. Los cristianos hoy en día están experimentando la realidad del poder sanador de Dios. I. ORIGEN Y CAUSA DE LAS ENFERMEDADES El origen y causa de las enfermedades se describe a través de las siguientes afirmaciones: A. Se originó por la desobediencia de Adán Las enfermedades son parte de la maldición que vino sobre Ia humanidad como resultado directo de la desobediencia del hombre. Por consiguiente, directa o indirectamente, el pecado es la raíz de toda enfermedad. Estas son parte de la "paga del pecado" (Ro. 6:23). El dolor sugiere falta de bienestar y falta de paz. Este fue el estado mental y emocional de Adán después de su trasgresión. El peso de la culpa, convicción, condenación y vergüenza lo dej6 accesible y vulnerable ante las enfermedades. Tenemos buenas razones para creer que hasta antes de la Caída, no existían organismos contagiosos, bacterias o gérmenes en el mundo. Las Escrituras afirman que al concluir Su obra creativa, Dios vio que "todo era bueno". No se habría expresado de tal manera si hubiera habido gérmenes de tuberculosis, de cáncer y bacterias que causaran enfermedades. Estos terribles destructores aparecieron con Ia maldición que vino sobre el hombre. Se originó a consecuencia de Ia separación del hombre con Dios Puesto que el pecado es basicamente_el rechazo de la ley de Dios, el cual nos separa de Ia vida que proviene de Él, comprendemos que la separación y rebeldía hacia Dios, sigue siendo todavía la causa principal de las enfermedades. Más adelante, cuando el reino de Dios se manifieste y toda rebelión sea suprimida, entonces, no habrá más enfermedades, penas, ni muertes (Ap 21 :4). Se origina a causa de los poderes demoniacos Los espíritus del mal pueden a veces ser Ia causa directa de Ia enfermedad y aflicción. Como ejemplo de ello, leemos en Mateo 9:32, 33 la historia de un "hombre mudo poseído de un demonio". Cuando Jesús lanzó fuera el demonio mudo, el hombre hablo inmediatamente. Sus cuerdas vocales estaban bajo la influencia del espíritu mudo. En Marcos 9:17-27 se relata la historia de un joven que fue Ilevado ante Jesús con un espíritu mudo (v 17). Este hacia que fuera sordomudo. Jesús echo fuera el espíritu sordomudo (v 25) y el joven fue liberado. En Lucas 13:11-16 tenemos otro ejemplo, el de una mujer que "tenía un espíritu de enfermedad por dieciocho años". Su espina dorsal estaba encorvada y su rostro inclinado hacia el suelo. La medicina moderna diría que padecía de una "curvatura crónica en la espina dorsal"; sin embargo, lo que relata la Escritura es que Jesús la liberó de su aflicción. Su espina dorsal se enderezó al momento y comenz6 a glorificar a Dios por su sanidad. II. CONSECUENCIAS DE LA ENFERMEDAD Dentro de las diversas consecuencias de la enfermedad podemos indicar las siguientes: A. Deterioro de la salud Tenemos que afrontar el hecho de que nuestra salud puede ser resquebrajada si nos descuidamos de ciertos factores básicos para mantenernos sanos. En este sentido las Escrituras afirman que debemos cuidar nuestro cuerpo por ser templo del Espíritu Santo (1 Co. 6:19). Por ejemplo, algunas deficiencias en el cuidado de nuestra alimentación son producto de enfermedades. Así Como también Ia falta de un adecuado descanso y

sueño son perjudicial para nuestra salud, esto suele darse frecuentemente en Ia vida ministerial, por ejemplo Epafrodito (Flp. 2:25-30) es un ejemplo de ello. 1. El envejecimiento natural y reducción de Ia fortaleza física Las Escrituras hacen referencia de la brevedad de nuestra vida, en Sal. 90:10 se nos dice: "...que pronto pasa y volamos...". Asimismo, el profeta Isaías hace notar que nuestras fuerzas disminuyen (Is. 40:31). Esta condición del hombre es resultado de su caída. Sin embargo, gracias a la obra perfecta de Cristo, Dios ha prometido darnos fortaleza aun en nuestra vejez (Dt 33:25). 2. Muerte física En ocasiones, la muerte es producto de alguna enfermedad incurable, un ejemplo: cáncer, sida y otros. Pero siempre queda la posibilidad de la intervención divina para revertir esta condición, mediante el poder sanador de Cristo (Is.38:1-5). III. JESUCRISTO, NUESTRO SANADOR Toda bendición que recibimos de Dios viene a través de la victoria de Cristo en el Calvario. Esto incluye la sanidad divina. A. Obró sanidad a través de su sacrificio La palabra sacrificio expiatorio significa restaurar la comuni6n del hombre con Dios. El propósito de la muerte sacrificial de Cristo fue restaurar todo lo que el hombre perdió como resultado de su Caída, esto incluye su salud física, ya que el pecado, trajo como consecuencia la enfermedad. Pero, Jesús proveyó la sanidad terminando con toda forma de maldición (Is 53:4). La conclusión es que si Cristo Llevó el castigo o condena por nuestros pecados, entonces, no tenemos porque llevarlo nosotros. Si El Llevó nuestras enfermedades, no tenemos porque Llevarlas sobre nuestro cuerpo. B. Obró sanidad en Ia cruz Somos justificados al creer que el sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz provee el remedio perfecto para el hombre en su totalidad, espíritu, alma y cuerpo. Cristo hizo posible Ia perfección de la humanidad a través de Su muerte. El Nuevo Testamento afirma que nuestra redención en Cristo incluye la sanidad física al igual que el perdón. Consideremos que la palabra traducida como 'salvo' en Romanos 10:9: "...serás salvo" es la misma palabra que es traducida 'nano' en Marcos 6:56. "...y todos [los enfermos] los que le tocaban [a Cristo] quedaban sanos". Ningún cristiano puede negar que los resultados de Ia obra expiatoria de Cristo siguen operando hoy. Entonces, no podemos dejar de creer que la sanidad divina es también para nuestra época. Dios sigue sanando, así como en el Antiguo Testamento, también lo sigue haciendo en nuestros días. Todavía es Jehová -Rafa el Dios que te sana, porque El no cambia. El es Dios consecuente, con su palabra .y su voluntad de sanar permanece inmutable. B. Obró, Sanidad en su ministerio Jesucristo es nuestro mejor ejemplo del ministerio de sanidad. La voluntad sanadora de Dios se ven claramente reflejadas a lo largo del ministerio de Jesús. El sanó cuando se necesitaba sanidad. Alimentó a la multitud cuando estaba necesitada de alimentos. Mostró el amor del Padre por el hombre al restaurarlo plenamente en espíritu, alma y también sanando su cuerpo. Por consiguiente, los creyentes también somos animados a creer en el poder sanador de Cristo en la vigencia del ministerio de la sanidad divina. Pues El dijo: "El que cree en mi, las obras que yo hago, él las hará también". IV. PROPOSITO DEL MINISTERIO SANADOR DE CRISTO El ministerio sanador de Cristo tuvo lo siguientes propósitos: Dar cumplimiento a las profecías. Cuando Ia multitud se congrego después de la sanidad de la suegra de Pedro, Mateo nos dice: "...y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y Llevó nuestras dolencias" (Is 53:4-6 y Mt 8:16, 17). Expresar su compasión. Numerosos pasajes mencionan la compasión de Cristo, la cual, le movía a satisfacer las necesidades de Ia gente. Jesús era "movido a compasión por ellos, y sanó a los que... estaban enfermos" (Mt. 14:14; 20:34). Comunicar Ia misericordia de Dios. Al hablar de Epafrodito, Pablo dijo: "...Dios tuvo misericordia de él, y no solamente de él, sino también de mi [Pablo)" (Flp. 2:27).

Probar su procedencia divina. Los milagros y sanidades que acompañaron el ministerio de Jesús, eran las evidencias que probaban que el Padre obraba juntamente con El. Pedro lo Ilamó de la siguiente manera: "Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis" (Hch. 2:22). Destruir Las Obras Del Diablo. Las enfermedades son obra del diablo y Jesús vino para destruirlas. La evidencia de las Escrituras dicen: "Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo" (1 Jn 3:8). "Como Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y como este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con el" (Hch.10:38). "... para destruir por medio de Ia muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo" (He. 2:14). Para manifestar las obras de Dios. Jesús y sus discípulos se encontraron un día con un hombre que era ciego de nacimiento. Los discípulos sentían curiosidad por conocer la causa de la ceguera de este hombre. ¿Fue tal la ceguera del resultado de su pecado o del de sus padres? Sin embargo, Jesús se interesaba en otra cosa. El les dijo: "No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en el. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura" (Jn. 9:1-7). Luego, procedió a sanar al ciego, mostrando claramente que una de las razones por la que sanaba era para manifestar las obras de Dios. Manifestar la gloria de Dios. Los milagros y sanidades fueron ejecutadas por Jesús para que Su Padre fuera glorificado. Cuando Jesús estaba junto a la tumba de Lázaro, le dijo a Marta: "Jesús le dijo: No te he dicho que si crees, veras la gloria de Dios?" (Jn. 11:40). En Lucas 13:10-17, leemos la historia de una mujer que había estado sometida a un espíritu de enfermedad durante dieciocho años y como Jesús la libró del mismo. El versículo 13 en este pasaje nos dice: "Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezo luego, y glorificaba a Dios" Note que después de ser sanada glorificó a Dios. V. MINISTRACION DE SANIDAD SEGUN EL MODELO DE JESUS El modelo para ministrar sanidad que Jesús desarrollo fue diverso, es decir que no empleo un solo método para sanar a los enfermos. Consideremos algunos brevemente: A. Por medio de su Palabra. Jesús obró sanidades mediante su Palabra. Las Escrituras registran a un oficial romano que se acerco a Jesús (Mt. 8:5-13) en beneficio de su sirviente, reconociendo el poder y autoridad que tenia Jesús en sus palabras. Este oficial romano mas tarde descubrió que su siervo había sido sanado a la misma hora que Jesús habló la palabra, reafirmando su fe en el Sanador. Nosotros también, tenemos autoridad en el nombre de Jesús, pues El mismo declaró: "Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho" (Mr. 11:23). B. Por medio de la imposición de manos Jesús solía imponer las manos sobre los enfermos para administrarles sanidad. La gente tenía gran fe en la imposición de manos debido a su trasfondo cultural. Un ejemplo lo tenemos en Jairo quien suplico a Jesús que fuera y colocara Sus manos sobre su hija, quien yacía al borde de la muerte (Mr. 5:2123). En Marcos 6:5 se registra lo siguiente: "...salvo que sana unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos". Asimismo, en Lucas 4:40 leemos que muchos venían a Jesús padeciendo toda suerte de dolencias. Entonces "poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba". C. Por medio de Ia reprensión. Jesús se dirigía a veces verbalmente a las enfermedades para reprenderlas y ordenarles que salieran fuera. Lucas registra dos incidentes interesantes en el capítulo cuatro de su evangelio. El primero, se relaciona con un hombre en la sinagoga que tenía un espíritu inmundo. Jesús lo reprendió diciéndole: "Cállate y sal de el". El espíritu inmundo le obedeci6 inmediatamente, y salió del hombre (Lucas 4:35). En el segundo, Jesús y algunos de sus discípulos salieron de la sinagoga hacia la casa de Pedro, donde

encontraron a su suegra enferma con fiebre. Lucas relata que El "reprendió" Ia fiebre, la cual, le dejó al momento, se levantó del lecho y les servía (Lc 4:38-39). Resulta interesante que, en ambos casos la palabra "reprendió" es la misma. Jesús trato a la fiebre como había tratado al espíritu. Reprendió a ambos verbalmente, ordenándoles que salieran, y así lo hicieron, quedando sanos. D. Tocando a las personas. Jesús obro sanidad tocando a las personas enfermas o con limitaciones físicas. Las Escrituras registran lo siguiente: 1. La sanidad del leproso (Mt. 8:3). 2. La sanidad del ciego (Mt 9:29). 3. La sanidad del sirviente Marco (Lc. 22:51). Asimismo las Escrituras registran sanidades que tuvieron lugar cuando las personas que padecían enfermedades tocaban a Cristo (Mt 14:35, 36; Mr. 5:25-29). Y mientras Jesús estuvo con sus discípulos, él los comisionó a que fueran y sanaran a los enfermos. Primero designó a doce (Lucas 9:1-2 } Luego a setenta (Lucas 10:1-9 ). En forma Jesús extendió su ministerio a los discípulos que caminaron con el. Pero este ministerio no termino allí, sino que Jesús lo ha dado a todos los creyentes, porque el en su ultima comisión dijo: “Estas señales seguirán a los que creyeren.... sobre los enfermos pondrán las manos y sanarán” (Marcos 16:17-18 ). La sanidad divina viene de Dios. El nos ha dicho: “Yo soy Jehová tu sanador (Éxodo 15:26). El ha prometido perdonar los pecados y sanar nuestras enfermedades. Sus promesas son verdaderas porque el no puede mentir. “Dios no es hombre para que mienta; ni hijo de hombre para que se arrepienta: El dijo, ¿Y no hará? habló ¿Y no lo ejecutará? (Numero 23:19). Nuestro Dios es inmutable, el no puede romper lo que ha pactado, o alterar lo que ha ofrecido hacer. “No olvidaré mi pacto, ni mudará lo que ha salido de mis labios” (Salmos 89:34 ). La Base De Nuestra Sanidad. El profeta Isaías, 700 años antes de Cristo, movido por el Espíritu Santo pudo vislumbrar la obra expiatoria de Cristo en el calvario y por eso pudo clamar en sentido profético: “Ciertamente llevó el nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores... Más el herido fue por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre el; y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:4-5). Por medio de este pasaje entendemos que la obra expiatoria de Cristo fue completa. En el calvario hallamos expiación para el alma y para el cuerpo. El llevó nuestras enfermedades. Jesús fue a la cruz en espíritu, alma y cuerpo, para redimirnos en espíritu, alma y cuerpo. ¿Que dice Gálatas 3:13? Cristo nos redimió de todas las enfermedades especificadas en Deuteronomio 28:22 . 27 y 28: “tisis, fiebre, ardor, almorranas, sarna, comezón, locura, ceguedad, plagas y males de Egipto” Asimismo toda enfermedad y toda plaga que no están escritas en el libro de esta ley. Esto incluye: sarampión, lechina, parálisis, diabetes, cáncer y cualquier otra enfermedad moderna como el Sida, el Stress, entre otras. Cuando Jesús instituyó la santa cena, estableció una diferencia muy palpable entre el cuerpo y la sangre, representados por el pan y el vino. El tomó el pan, lo partió, lo dio a sus discípulos dijo: “Tomad, comed, esto es mi cuerpo” (Mateo 26:26-27 ). Luego tomó la copa y dando gracias, les dio diciendo: “Bebed de ella todos, porque esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados” Cristo hizo distinción entre cuerpo y sangre, y por esta razón la ordenanza de la santa cena se efectúa con el pan y el vino, el cual simboliza la sangre derramada por nosotros para remisión de pecados; el pan simboliza el cuerpo herido de Cristo por nuestras enfermedades para ser sanados. Muchos han ignorado los beneficios del calvario y otros han olvidado parte de esos beneficios: La sanidad de nuestras enfermedades. Por eso Pablo cuando escribió a los Corintios decía: “Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen” (1Corintios 11:30). Algunos de ellos habían olvidado la razón por la cual fue herido y partido el cuerpo del Señor es decir, no discernían el cuerpo del Señor, olvidándose así de obra redentora del calvario. Por esta misma razón hay muchos cristianos enfermos hoy.

Recuerde las palabras del rey David: “Bendice alma mía a Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios, el es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias” (Salmos 103:2-3 ). Ya Cristo llevó nuestras enfermedades: “El mismo tomo nuestras dolencias” (Mateo 8:17 ). Setenta años después de la muerte de Cristo, el apóstol Pedro declaró: “El cual el mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero... por la herida del cual habéis sido sanados” (1Pedro 2:24). Así que la base de nuestra sanidad está en la expiación de nuestro Señor Jesucristo. Dios mostró su amor y misericordia para con nosotros enviando a su Hijo Jesucristo para que muriese por nuestros pecados y llevase todas nuestras enfermedades y dolencias. Su sacrificio perfecto y completo es para salud en cuerpo, alma y espíritu. “La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7 ) Por su llaga somos nosotros curados” (Isaías 53:5) Sanidad Divina En Las Figuras De La Expiación. En el Antiguo Testamento encontramos pasajes que figuran el sacrificio de Cristo, enseñándonos que en la expiación las enfermedades son sanadas. Todas las figuras de expiación que relatan las Escrituras en el Antiguo Testamento, tipifican y prefiguran el calvario. El poder de Dios para sanar fue bien conocido por su pueblo en los días del Antiguo Testamento cada vez que se hacía la figura del sacrificio por medio de: A) LOS TIPOS DE EXPIACIÓN: Cuando el pueblo de Israel celebraba el “holocausto continuo”, usaban el becerro (Éxodo 29:36) y el cordero (Éxodo 29:38-39), que eran tipos del cordero de Dios y que prefiguran el gran sacrificio, enseñándonos que el pecado y la enfermedad solo podían ser lavados o purificados por el sacrificio aceptable. Los tipos en Levítico 14 y 15 nos hacen conocer que la enfermedad fue curada por la expiación. Sí en los tipos de la expiación, el pueblo de Dios era sanado de sus enfermedades, también nosotros, en la expiación de Cristo tenemos sanidad para nuestras enfermedades por ser él, el gran antetipo. Así como en Levítico los tipos enseñan que la curación viene invariablemente por la expiación, en Mateo 8:17 definitivamente queda asentado que Cristo sanó todas nuestras enfermedades tomando como base su expiación. “El sanó a todos los enfermos”. B) EL SACERDOCIO LEVÍTICO: (Levítico 13y 14) El sacerdote, era un título que se le daba al que oficiaba los sacrificios para la expiación del pecado y la enfermedades. Los sacerdotes hacían su oficio de intercesión sirviendo personalmente en el altar, y para tal fin tenían que estar exentos de defectos corporales. El sacerdote era una figura de Cristo. El se interponía entre Dios y el hombre, Jesucristo es el gran sumo sacerdote o pontífice, que ejerce su Oficio intercediendo por nosotros ante el Padre. El sacerdocio Levítico no era más que una sombra y figura real del sacerdocio de Cristo. El primero era imperfecto y temporal, porque era realizado por hombres pecadores y mortales; el segundo perfecto y eterno porque es efectuado por Cristo, el eterno sacerdote según el orden de Melquisedec, como lo observa el escritor a los Hebreos 7:17: “Tu eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”. Sí el sacerdote hacía expiación por la limpieza del leproso y era sanado, también Cristo el sumo sacerdote, ha hecho expiación por nuestras enfermedades y ciertamente somos sanos. C) LA SERPIENTE DE METAL He aquí otra figura del sacrificio de Cristo, no solo para salvarnos, sino también para sanarnos. En Números 21:4-9 encontramos el relato de como el pueblo de Israel estaba sufriendo una gran mortandad a causa de haber pecado contra Dios y de éste haber enviado como castigo serpientes ardientes que mordían a pueblo (Vs 5 y 6). Esa maldición de las serpientes fue quitada cuando Moisés siguiendo las instrucciones de Dios, después de haber intercedido por el pueblo, levantó una serpiente de metal (V. 9) que solo con mirarla, los mordidos por las serpientes, eran curados y vivían. Con el levantamiento de la serpiente de metal, la maldición fue quitada. Así mismo, por el levantamiento de Cristo, nuestra maldición es quitada por eso, somos curados. Así nos dice Pablo: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición” “Porque esta escrito: maldito todo el que es colgado en madero” (Gálatas 3:13).

D) EL DÍA DE LA EXPIACIÓN: Ese día había sido ordenado por Dios y significaba que su pueblo debía humillarse bajo un sentimiento profundo de pecado. Se celebraba una sola vez al año para expiación del pecado (Levítico 16:34). La ofrenda por el pecado del pueblo consistía en dos machos cabríos, de los cuales se sacrificaba uno, echando suerte sobre ellos, y se rociaba su sangre sobre el propiciatorio indicando con ello que se había hecho expiación perfecta a Dios por el pecado. Sobre la cabeza del otro. Aarón confesaba los pecados de todo el pueblo, enviándolo luego al desierto, vivo, indicando que se otorgaba un perdón perfecto al pueblo. Sin embargo, este sacrificio no correspondía completamente a la necesidad. Todo esto no era más que simbolismo transitorio del sacrificio de Cristo, “Porque la sangre los toros y de los machos cabríos puede quitar los pecados” (Hebreos 10:4 ) “...sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el lugar santísimo, habiendo obtenido eterna redención “. (Hebreos 9:12 ). Cuando el día de la expiación era celebrado en el año de Jubileo; después del sacrificio, era tocada la trompeta que pregonaba “libertad” a todo el pueblo. (Levítico 25:9-10) Cristo vino para “predicar el año agradable del Señor” (Año de Jubileo del evangelio), y con su sacrificio en el calvario, cumplió el día de la expiación y desde ese momento la trompeta del evangelio nos proclama libertad completa y perfecta. “El llevó nuestras enfermedades”. E) EL CORDERO PASCUAL: Esta es otra figura de la redención que es en Cristo Jesús. “Porque nuestra pascua, que es Cristo, fue sacrificada por nosotros” (1 Corintios 5:7 ) y La Pascua fue instituida por Dios cuando el pueblo de Israel estaba cautivo en Egipto, y consistió en la inmolación de un cordero por cada familia (Éxodo 12:3-4), para salvar a los primogénitos de Israel de la plaga de mortandad que heriría a todos los primogénitos de Egipto. El cordero tenía que ser sin defecto (Éxodo 12:5). Debía ser inmolado (v. 6). Su sangre había de ser derramada y aplicada en los postes y dinteles de las casas (v. 7). Ningún hueso había de ser quebrado (v. 46). El propósito de la inmolación del cordero pascual era salvar, Dios había decretado un juicio: “Morirá todo primogénito en tierra de Egipto”. Israel estaba bajo esta sentencia porque todavía se encontraba en Egipto. Pero el Señor mismo preservó a su pueblo esa noche de la mortandad por medio del sacrificio. De igual manera Dios ha dado sentencia para todo el mundo: “El alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:20 ). Pero también ha provisto un sacrificio, nuestra pascua, a Cristo Jesús, que como cordero fue sin defecto, inmolado, derramando su sangre sin que fuese quebrado hueso suyo, para salvarnos y sanarnos. LA VOLUNTAD DE DIOS ES SANAR Siendo que las enfermedades no son producidas por Dios sino por Satanás y a causa de nuestro pecado y desobediencia, es fácil entender y creer que no es la voluntad de Dios que enfermemos. La voluntad de Dios es sanar. La misma palabra de Dios lo enseña categóricamente. Vea lo que dice el Señor: “Amado, yo deseo que tu seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Juan 2 ). Cuando el leproso de Marcos 1:40 , le rogó diciendo: “Si quieres, puedes limpiarme” Jesús prontamente le respondió “Quiero, sé limpio”. Bartimeo, el ciego, clamó a Jesús por misericordia (Marcos 10:46-48 ) y la pregunta de Jesús fue “Qué quieres que te haga” demostrando así que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por él. Y le sanó después que supo lo que Bartimeo quería. De igual manera el Señor quiere saber cual es nuestra enfermedad para sanarnos. Un centurión rogó al Señor por su mozo que estaba enfermo. La respuesta a ese ruego fue: “Ya iré y sanaré” (Mateo 8:7 ) Jesús dijo: “Si algo pidiereis en mí nombre, yo haré” (Juan 14:14 ). La voluntad de Dios es sanarnos de toda enfermedad. LA SANIDAD DIVINA ES PARA TODOS En Mateo 8:16 , 12:5 y Lucas 19 , se nos declara que Jesús sanó todos los enfermos que vinieron a El buscando salud. “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos” (Hebreos 13:8 ), por lo tanto el quiere sanar a cada uno, a cualquiera. El quiere sanar a todos. “Porque no hay acepción de personas para con Dios” (Romanos 2:11 ). En Santiago 5:14 , la palabra dice: “¿Está alguno enfermo entre vosotros?”. Al decir alguno se refiere a cualquier creyente que esté enfermo. Y de inmediato da la instrucción para que ese enfermo reciba sanidad.

“Llame a los ancianos de la iglesia y oren por él... y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará”. (Vs 14-15) Así como la salvación es para todos, la sanidad, es para todos; ambos beneficios de Dios son para todos. LA SANIDAD DIVINA SE RECIBE POR FE. La sanidad divina como cualquier otra bendición, se recibe por fe. La fe es la condición expresa para alcanzar cualquier promesa de Dios. La fe es absolutamente necesaria e indispensable para poder recibir algo de Dios. “Porque sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6 ) En Jesús estaba el poder de Dios y el ejercitó todos los dones del Espíritu Santo, pero esto no fue suficiente para que él obrara los milagros y las sanidades en los enfermos, ellos también tenían que ejercitar la fe para recibir del Señor. La Biblia declara que “no hizo allí (en Nazaret, muchas maravillas a causa de la incredulidad de ellos” (Marcos 6:5 ); de igual manera hoy, hay poder de Dios en sus ministros y el Espíritu Santo tiene los dones en operación, pero el enfermo no recibirá sanidad si no usa de su fe para confiar en Jesús y recibir salud. Santiago expresa sencillamente esto: “Pero tiene que pedir con fe, sin dudar nada, porque el que duda es como las olas del mar, que el viento lleva de un lado a otro. Quien es así no crea que va a recibir nada del Señor. (Santiago: 6-7). Pablo vio en Listra, a un hombre impotente de los pies, quien “tenía fe para ser sano” (Hechos 14:9 ) y por eso le dijo “Levántate derecho sobre tus pies y el hombre fue sano inmediatamente y saltó y anduvo” Cuando Jesús sanó a la mujer del flujo de sangre, le dijo “Hija, tu fe te ha hecho salva, ve en paz, y queda sana de tu azote “. (Marcos 5:34 ). Al centurión romano, Jesús le dijo: “Ve, y como creíste te será hecho”. (Mateo 8:13 ). “Conforme a vuestra fe os sea hecho” (Mateo 9:29 ), fueron las palabras de Jesús para los dos ciegos que le siguieron, buscando ser sanados. Así que el requisito indispensable para recibir sanidad divina, es la fe. “Tened fe en Dios”. “Porque cualquiera que dijere a este monte: quítate y échate en la mar y no dudare en su corazón, más creyere que será hecho lo que dice, lo que dice le será hecho” (Marcos 11:22-23 ). LA SANIDAD DIVINA DEBE SER MANIFESTADA Por ser la sanidad divina una bendición que se recibe de Dios por la fe, estamos llamados a manifestarla: Confesando que somos sanos, así como somos salvos, aplicando las palabras del salmista: “Creí, por tanto hablé”. (Salmos 116:10 ). Actuando constantemente como personas sanas, ignorando los sentidos, “porque la fe sin obras es muerta” (Santiago 2:26). Alabando a Dios por haber recibido ese beneficio. (Salmos 103:1-3 ). CONCLUSIÓN La sanidad divina es para todos como lo es la salvación. Cristo salva y sana hoy. La salud es el pan de los hijos. Por lo tanto cada cristiano está llamado a vivir una vida saludable, siempre sano; así como su deber es vivir en santidad. ¿Cómo vivir una vida sana? Manteniéndonos llenos del Espíritu Santo, resistiendo al diablo, alimentándonos de la palabra de Dios, creyendo a sus promesas, viviendo en un ambiente de fe; conservando un buen testimonio, limpio y recto, podemos vivir una vida sana por el poder de Dios. Además, estamos autorizados por la palabra de Dios a orar por los enfermos para que sean sanados por el Señor, en cumplimiento de la gran comisión (Marcos 16:18 ) y ciertamente las señales nos seguirán demostrando en esa forma las credenciales del verdadero cristiano.