Sanada de Cancer

SANADA DE CANCER (I PARTE) Estoy tan agradecida de estar con vida hoy y poder traerles un mensaje de esperanza. Eso es

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SANADA DE CANCER (I PARTE)

Estoy tan agradecida de estar con vida hoy y poder traerles un mensaje de esperanza. Eso es Jesús. Me siento como el salmista David, quien dijo: Oh Jehová, Dios mío, a ti clamé, y me sanaste. Oh Jehová, tú has hecho subir mi alma del Seol; me has dado vida para que no descienda a la sepultura. (Salmo 30:2-3). La Palabra de Dios es de suma importancia para las personas que están peleando una batalla por su salud, porque muchas veces es la única esperanza que tienen. Sé que yo habría muerto si no hubiera sido por la Palabra de Dios. Se me había enseñado la verdad de la Palabra de Dios. Yo había escuchado mensajes de fe que me edificaron. Por la Palabra, yo sabía que Jesús no quería que sus hijos estuviesen enfermos y que Él no sólo murió por nuestros pecados sino también por nuestras enfermedades. Si no hubiera sido por la Palabra de Dios, yo no estaría con vida y escribiendo este libro. Dios dijo: Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento (Oseas 4:6). Mucha gente no tiene el conocimiento de la Palabra de Dios ni sabe que es la voluntad de Dios que se sane. ¡Esta información es la diferencia entre la vida y la muerte! En otro salmo, David dijo: Gracias te damos, oh Dios, gracias te damos, pues cercano está tu nombre; los hombres cuentan tus maravillas (Salmo 75:1). Dios tiene cuidado de sus hijos. El hecho de que Él me sanó a mì demuestra que nos cuida y desea sanarle también. Hebreos 11:1 dice: Es, pues, la fe la certeza de lo que ESPERA. Si usted tiene cáncer, desorden en sus riñones, o alguna otra enfermedad mortal que le ha traído dolor y malestar a su cuerpo, quiero que usted sepa que hay esperanza en Jesús. Ël no quiere que usted muera prematuramente. El quiere que usted viva y declare las obras del Señor. (vea Salmo 118:17). Soy el tipo de persona que está ocupada todo el tiempo. Me gusta trabajar. Siempre he trabajado fuerte y lo he disfrutado. Siempre he sido saludable. Nunca he estado enferma en cama, excepto cuando me recuperaba por haber dado a luz a uno de mis hijos. Yo estaba acostumbrada a disfrutar de excelente salud. Estaba agradecida por mi buena salud, pero ahora comprendo que lo tomé como algo dado por sentado. Recuerdo que cuando alguien me preguntaba: “¿Cómo está usted?”, yo respondía: “Estoy terriblemente saludable”. Después que el cáncer vio sobre mi cuerpo, comprendí cuán necias eran esas palabras. Mis días ahora me son preciosos, pero antes yo pensaba que siempre estarían allí. Aprenda a no decir palabras ociosas. Dé gracias a Dios por su salud y sea agradecido pro cada día que Él le da. En un mes de octubre empezaron a aparecer síntomas en mi cuerpo. Fue un tiempo cuando para mi esposo y para mi todo marchaba muy bien. Nuestros hijos estaban haciéndose grandes. Yo tenía muchos planes para el futuro. Una noche empecé a experimentar síntomas en mi cuerpo. Sentía mi mente un poco borrosa, y tenía escalofríos y fiebre. Podía estar helándome y sin embargo estaba quemándome de la fiebre. Esos síntomas empeoraron progresivamente durante las tres semanas siguientes. Yo no podía dormir, y cuando usted pierde sueño por un largo período de tiempo, esto lo afectará. Me debilité en extremo. Después de pocas semanas estaba ictérica, y otros síntomas y dolores empezaron a aparecer. Nadie sabía entonces, ni siquiera yo, lo enferma que estaba realmente. John y yo creìmos y confesamos la Palabra de Dios. Buscamos a Dios y nos pusimos de acuerdo en oración. Fui ungida con aceite, de acuerdo a Santiago 5:14,15. Hice todo lo que sabìa hacer, pero me empeoré. Fui a ver un médico en nuestra ciudad, un cristiano maravilloso cuya especialidad es la medicina interna. Después de examinarme, dijo: Señora Osteen, creo que debería internarse en el hospital para algunas pruebas. Yo le dije: ¿puedo ir como paciente de consulta externa? El dijo: no, creo que usted va a necesitar pruebas más extensas que eso. Consentí entrar al hospital, pensando que estaría allí solo por dos o tres días. Resultó que fueron veinte días. Me hicieron toda clase de pruebas: varios monogramas, dos series de radiografías especiales, una biopsia de la médula ósea y una biopsia uterina. Tuve toda clase de exámenes. El primer diagnóstico de los médicos fue que yo tenía un absceso en el hígado, causado probablemente por algún germen que recogí en uno de nuestros viajes a la India. Me dieron un tratamiento con una medicina que tenía muchos efectos secundarios., pero ellos confiaban que

detendría el absceso. Algunos de los efectos secundarios eran las náuseas y la depresión. Me puse terriblemente cansada y débil. Casi no podía salir de la cama. Lo exámenes posteriores revelaron que no había ninguna bacteria, y ordenaron exámenes más especializados. Finalmente un día el médico vino a mi cuarto y me dijo que había enviado una muestra de la sangre a otro hospital. Le pregunté por que? Y el me respondió: esto es sólo para mi propia satisfacción. Mas estoy seguro de que no hay nada maligno en su cuerpo”. Malignidad. Yo estaba asombrada por esa palabra. Hasta ese momento, la posibilidad de que fuera cáncer no había nunca entrado a mi mente. Le avisaron a mi esposo que yo tenía cáncer metastático del hígado. Con o sin quimioterapia, sólo tiene unas pocas semanas de vida. Podemos darle tratamiento, pero sólo prolongará un poco más su vida. Sin embargo, no podemos encontrar el tumor primario. No sabemos donde está. Querían hacer una cirugía exploratoria para tratar de localizar el tumor. Mi esposo dijo: doctor, voy a llevar a mi esposa a casa. Vamos a orar y buscar a Dios y luego decidiremos que hacer. Creemos en milagros y creemos en el Obrador de milagros. El médico dijo: Bueno, Pastor, va a necesitar un milagro esta vez. Cuando mi esposo me dijo el diagnóstico yo estaba aturdida y asustada pero no histérica. Toda mi familia me dio su apoyo y optimismo. Soy hija única y mis padres aunque son ancianos, nunca tuvieron pánico. Se mantuvieron fuertes, como los pilares que siempre han sido. Regresé a casa el 10 de diciembre de 1981 y nunca volví al hospital. No obstante, mi consejo es que si usted tiene cáncer y puede ser ayudado con quimioterapia, por supuesto, acepte el tratamiento, si siente que debe hacerlo. Haga todo aquello sobre lo cual siente paz en su corazón. Los médicos me dieron solamente unas pocas semanas de vida, con o sin quicio y yo decidí no tenerla. Después que regresé a casa, pronto comprendí que la fe en cuanto a mi sanidad era un asunto personal entre Jesús y yo. Una noche, en las horas tempranas de la madrugada, Dios habló a mi corazón: no es la fe de tu esposo, ni de otros, es TU fe la que debe sostenerte ahora. Supe entonces que era entre Jesús y yo desde ese momento. Una vez que llegué a casa, nunca me quedé en la cama para ser cuidada por otros. Sentí que si hiciera eso, demostraría falta de fe y se debilitaría mi fe. Me acostaba solamente durante las noches para dormir. Ni siquiera tomaba una siesta, porque sabía que si lo hacía me quedaría allí, tan enferma me sentía. John y yo creemos en el poder de la oración en acuerdo. Jesús dijo: Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. (Mateo 18:19) Al día siguiente de haber vuelto a casa del hospital, le pedí a John que orara conmigo. Le dije: “Cariño, eres la cabeza de este hogar. Vas a tener que tomar autoridad sobre este cáncer en mi cuerpo. Debemos estar de acuerdo en que Dios me va a sanar y devolver mi salud completa. Así lo hicimos, él me ungió con aceite, ambos nos inclinamos con el rostro sobre el piso en nuestro dormitorio delante de Dios y él tomó autoridad sobre cualquier enfermedad y sobre cualquier célula cancerosa en mi cuerpo. Ese fue el día que comenzó mi sanidad. Yo tenía la confianza en la Palabra de Dios de que había sido sanada. Pero mi cuerpo no se alineó completamente con esa verdad. Todavía tenía muchos síntomas y aún me sentía enferma, ¡pero en mi corazón sabía que había sido sanada! Pasó mucho tiempo para que los síntomas desaparecieran. Muchas veces sentí deseos de decir: “Jesús, sería mucho más fácil abandonar la lucha e ir a estar contigo”. En vez de eso tenía que pelear. Leí Isaías 43:25,26 que dice: Yo soy él que borró tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. Hazme recordar, entremos en juicio juntamente; habla tú para justificarte. En medio de la noche, cuando todos dormían, yo suplicaba a Jesús. Le decía: “Jesús, yo no quiero morir. Estoy muy joven para morirme. Tú has dicho que podemos escoger la vida o la muerte y yo no escojo morir. No moriré, sino que viviré y contaré las obras de Jehová (ver salmo 118:17) Le recordé al Señor que mi esposo me necesitaba, que mis hijos me necesitaban, mi rebaño me necesitaba, mi madre y mi padre me necesitaban, y que El me necesitaba. Examiné mi corazón y Dios empezó a tratar conmigo sobre algunas cosas. Una noche escribí cartas a siete personas que sentí que había ofendido. Hice todo lo que sabía hacer, que pudiera ayudarme a tener una actitud positiva y de esperanza. Coloqué una fotografía mía cerca de mi cama. Oraba si tan solo pudiera sentirme como en la foto. Otra cosa que me hizo bien fue salir a orar por otros. Santiago 5:16 dice: orad unos por otros, para que seáis sanados. Cuando usted está peleando una batalla, si da a otros a pesar de su necesidad, Dios hará que su respuesta le llegue más rápida. Lucas 6:38 dice: Dad y se os dará… Cuando usted piensa demasiado en sí mismo y sus propias necesidades, empieza a debilitarse. A pesar de cada síntoma desanimador, mi corazón sabía que la Palabra de Dios no podía mentir. Yo tenía confianza en la Palabra de Dios. Si no la hubiera tenido, habría muerto. Hebreos 10:23 dice: Mantengamos firme, sin fluctuar, la confesión de nuestra esperanza, porque fiel es él que prometió.

Día a día, obtenía esperanza y ánimo en las promesas preciosas que Dios me revelaba a través de su Palabra. Me adherí a mi Biblia y a sus promesas de sanidad. La Palabra se convirtió en mi vida. Leía y confesaba las Escrituras diariamente. La gente a menudo me pregunta si luché con el temor. ¡Oh, como batallé con el temor! Cuando yo estaba fuerte físicamente, nunca sentí temor, mas cuando estaba débil y enferma, el temor me agobiaba. Satanás me atormentaba con las palabras del médico: “Sólo tienes unas pocas semanas de vida…unas pocas semanas de vida…unas pocas semanas de vida.” Usaba el dolor y luego decía: “Vas a morir. Pide a tu familia que te entierren con ese vestido bonito. Te ves bien con él”. Mas yo reemplazaba esos pensamientos con la Palabra de Dios y decía: “Me saciará con larga vida y me mostrará Su salvación”. (Vea Salmo 91:16) Luchaba tan duro en medio de la noche. Era entonces cuando los pensamientos del diablo jugaban en mi mente. Muchas noches las pasé despierta orando continuamente y reprendiendo al espíritu del temor. Sentía la fatiga de la batalla, pero seguía insistiendo y peleando. Para evitar que mi mente se inclinara a lo negativo, daba vueltas caminando, diciendo a cada paso: “Por las heridas de Jesús yo he sido sanada, soy sanada… por las heridas de Jesús, soy sanada” (Vea I Pedro 2:24). Meditaba en versículos, como: Pues es Dios él que obra en (mí) el querer y el obrar conforme a su beneplácito (Filipenses 2:13) La Palabra de Dios siempre me animaba y me hacía sentirme mejor, pero el diablo retaba cada paso de fe que yo tomaba. Fue Dios quien envió esta enfermedad sobre mí? Por supuesto que no. Tanto mi corazón como mi mente sabían que no es la voluntad de Dios que yo o cualquiera de sus hijos estemos enfermos. Dios no puso el cáncer sobre mí. Jesús dijo que fue “el ladrón”, Satanás, quien vino a robar mi salud, a matarme y a destruirme. Jesús dijo: Yo he venido para que (ustedes) tengan vida, y para que (ustedes) la tengan en abundancia (Juan 10:10). Note que ese versículo dice: para que tengan vida. Usted puede escoger. Usted no tiene que tener vida abundante , mas PUEDE si así lo desea. Yo lo deseaba, así que lo supliqué a Dios. Un día tuvimos una visitación especial del Señor en nuestro dormitorio. Creo ciertamente que un ángel vino a fortalecernos. Habíamos regresado a casa de un culto en la iglesia y John entró al dormitorio para colgar su abrigo. Al entrar, notó que su Biblia estaba abierta sobre la cama, donde él la había dejado más temprano ese día. Al darse vuelta, oyó que alguien daba vuelta a las páginas de su Biblia. No entraba brisa ni viento alguno al cuarto de ninguna dirección. Cuando se acercó, una página estaba sobrenaturalmente doblada en la orilla y en ella le impresionó el Salmo 135:37, que dice:Los sacó con plata y oro; y no hubo en sus tribus enfermo. Un consejo, no se siente a compadecerse de sí mismo cuando está peleando la batalla por su sanidad. ¡La lástima nunca gana! Yo vencí la lástima de mí misma hablándole a mi cuerpo y ordenándole que se sometiera a la Palabra de Dios. ¡Y lo hizo!. La Palabra de Dios salvó mi vida. Cada día yo leía muchos versículos: Proverbios 4:20-22 dice:Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón: porque son vida a los que las hallan y medicina a todo su cuerpo. Uno de los versículos que yo leía cada día, era Jeremías 30:17: Mas Yo restaurará salud para ti y sanaré tus heridas. Si usted está creyendo en Dios por algo, cuide las palabras que salen de su boca. Manténgase confesando la Palabra de Dios, y Dios honrará su Palabra. Usted debe combatir su enfermedad con la Palabra de Dios y con su fe. Decida en su mente que usted no quiere morir. Presente su caso a Dios. Si en su corazón no ha perdonado a alguien, si hay algo en su vida que no es agradable a Dios, apártese de ello. Entréguelo a Jesús. Presente su caso a Dios, echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros (I Pedro 5:7). En primer lugar, si usted nunca le ha entregado su vida a Jesucristo, necesita ser salvo. Romanos 10:9-10 dice: Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor y creyeres en tu corazón que Dios le resucitó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Entregue a Jesús el señorío sobre su vida. Arrepiéntase de sus pecados y confiéselo a Ël como su Señor, su Salvador y su Sanador. Entonces usted podrá tener confianza para creer que Dios le dará la sanidad completa.

*Dr. Reginald B. Cherry: "Después de estudiar cuidadosamente los reportes médicos de Dodie Osteen le dije a ella y al su esposo que, considerando el tipo de cancer que ella tenía ellos nunca podrán comprender completamente la magnitud de su sanidad". ** Dr. Richar Walker: "Como miembro de la Iglesia Lakewood, conocí a Dodie antes de su enfermedad, durante su enfermedad, y después de su sanidad. Personalmente he sido testigo del poder milgroso de Dios en su vida".

*** Dr. D. L. Moore: "yo revisé todos los reportes médicos de Dodie, y debo decirles que he conociendo a todos los médicos y habiendo visto todos los exámenes y radiografías, hizo un impacto trremendo en mí. Es una cosa leer acerca de los milagros, pero es otra cosa observar uno suceder".

40 VERSÍCULOS SOBRE SANIDAD QUE USÉ PARA GANAR LA BATALLA CONTRA EL CÁNCER

Una de las cosas más importantes que me ayudaron a ser sanada fue la confianza inconmovible que tuve en la Palabra de Dios. Hay muchos versículos sobre sanidad pero quiero darles cuarenta versículos que fueron los que más me ayudaron: 1. PROVERBIOS 4:20-23: La Palabra de Dios salvará su vida. Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo tu cuerpo. 2. JOSUÉ 21:45: La Palabra de Dios no faltará. No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho… Todo se cumplió. 3. FILIPENSES 2:13: La voluntad de Dios: la sanidad, está obrando en usted. Porque Dios es él que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Este versículo me ha sostenido en muchas horas tenebrosas. Es uno de los versículos que más repito. Cuando estoy manejando mi auto o salgo a caminar, una y otra vez sale de mi boca. Digo: “Dios mío, dices que estás obrando en mí. Estás obrando en mi cuerpo, produciendo el querer y el hacer por tu buena voluntad. Padres, estás obrando en mi mente, renovándola. Mi salud es tu buena voluntad. 4. ROMANOS 8:11: El Espíritu de Vida está vivificando su cuerpo. El que resucitó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. 5. II CORINTIOS 1:20: Dios está a favor de usted. Porque todas las promesas de Dios son en Él “sí” y en Él “amén”, por medio de nosotros, para la gloria de Dios. 6. MATEO 8:2,3: Es la voluntad de Dios que usted sea sanado. Este versículo dice que cuando el leproso vino a Jesús, le dijo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús le dijo estas palabras sencillas: Quiero, sé limpio. 7. EXODO 15:26: Obedezca la Palabra de Dios y sea sanado Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti (en el sentido permisivo); porque Yo soy Jehová tu sanador. ¿Está usted haciendo lo que es correcto ante los ojos de Dios? ¿Está usted dando atención a sus mandamientos y guardándolos? Las promesas de Dios son condicionales, y hay algunas cosas que debemos hacer. Hebreos 11:6 dice que Dios es galardonador de los que le buscan. Si usted no está buscando diligentemente al Señor, yo le animo que empiece hoy. Lea y escuche la Palabra de Dios, Búsquelo a Él con todo su corazón. Guarde sus mandamientos, y su vida será distinta. 8. EXODO 23:25: Sirva al Señor y la sanidad será suya.

Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y Él bendecirá tu pan y tus aguas; y Yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti. 9. DEUTERONOMIO 7:15: Dios quita toda enfermedad de usted. Y quitará Jehová de ti toda enfermedad (note que no dice: “quitaré de ti una parte o ciertas clases de enfermedades”, sino “quitaré de ti TODA enfermedad”); y todas las malas plagas de Egipto que tú conoces, no las pondrá sobre ti, antes las pondrá sobre todos os que te aborrecieren. 10. MALAQUÍAS 3:10: Obedezca todos los mandamientos de Dios y reciba todas sus bendiciones. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto –dice Jehová de los ejércitos- a ver si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. 11. SALMO 103:1-5: Uno de los beneficios de Dios es la sanidad. Bendice, alma mía a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios… ¿Cuáles son los beneficios de Dios? El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila. 12. SALMO 107:20: La Palabra de Dios es sanidad. Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina. 13. SALMO 118:17: Dios desea que usted viva. No moriré, sino que viviré, y contaré las obras de Jehová. Cuando el médico dijo que yo solamente tenía pocas semanas para vivir, decidí en mi mente que iba a vivir y no a morir. 14. DEUTERONOMIO 30:19: Escoja vivir. ¡Sea un luchador! A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia. Es tan importante que usted escoja vivir. Debe decidir que quiere vivir. Decídalo en su menta y diga: Diablo, quita tus manos de sobre mí. No permitiré que me destruyas. No permitiré que me mates. No moriré a una edad temprana, sino que viviré y declararé las obras del Señor. 15. SALMO 91:16: Usted vivirá una larga vida. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación. 16. ISAÍAS 53:5: Jesús cargó con sus pecados Y sus enfermedades. Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo por nuestra paz fue sobre Él, y por sus llagas fuimos nosotros curados ¿Sabía usted que Jesús tomó sobre la cruz no sólo sus pecados sino también sus enfermedades? El tomó sobre su cuerpo toda cosa que le cause a usted congoja, pobreza, opresión, depresión, dolor o sufrimiento. Jesús lo tomó todo.

Mateo 8:17 se refiere a la profecía de Isaías sobre Jesús , diciendo: “Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestros dolores”. Si Jesús tomó sus enfermedades, entréguelas al Señor y diga: “Jesús, te entrego esta congoja a Ti. Es demasiado para mí. Te entrego esta enfermedad, Señor. ¡Y te agradezco que por tus llagas he sido sanado! 17. JEREMÍAS 30:17: Dios restaurará su salud. Mas Yo restauraré salud para ti y sanaré tus heridas. 18. MATEO 18:18: Usted puede tomar autoridad sobre la enfermedad en su cuerpo. De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. 19. MATEO 18:19: Póngase de acuerdo con alguien para pedir su sanidad. Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Si usted está casado, póngase de acuerdo con su esposa o con su esposo para pedir la sanidad de su cuerpo. No permita que entre ustedes se interpongan pensamientos negativos. Jesús dice que cuando se pongan de acuerdo en oración, les será hecho por su Padre que está en los cielos. 20. MARCOS 11:22,23: Lo que usted diga hará una diferencia. Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y èchate en el mar, y no dudare en su corazón sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Es importante hacer declaraciones positivias. La Biblia dice que somos enlazados con las palabras de nuestra boca (vea Proverbios 6:2). Así que, tenga cuidado con lo que dice. Confiese: “Creo que he sido sanado”, y será hecho. 21. MARCOS 11:24: Crea y recibirá. Por tanto, os digo que todo lo que pidieréis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. 22. ISAÍAS 43:25,26: Presente a su caso a Dios. Yo, Yo soy él que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. Hazme recordar, entremos en juicio juntamente; habla tú para justificarte. Yo presenté mi caso a Dios. Me reconocí culpable de muchas cosas y cambié algunas. Le recordé a Jesús la oración que hice con mi esposo. Me regocijo, Jesús porque estoy sanada, y que todo dolor y todo malestar saldrán de mi cuerpo. Salieron en el nombre de Jesús. ¿Se fueron? Preguntará usted. No, no se fue todo de una vez. Yo tuve que pelear una batalla espiritual. Era como si estuviera en un túnel oscuro. No pude ver la luz por meses y meses y meses. Aún así, nunca dejé de confesar la Palabra de Dios porque tenía una confianza inconmovible en ella. Yo sabía que Jesús no me mentiría, y que si continuaba creyendo, recibiría y recibí. 23. MARCOS 16:17, 18. Haga que alguien le imponga las manos para recibir su sanidad. Y estas señales seguirán a los que creen…sobre los enfermos pondrás sus manos y estos sanarán. 24. JUAN 9:31: Adore a Dios. Pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad a ése oye.

25. JUAN 10:10: El diablo quiere matarle; en cambio Dios desea sanarle. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; Yo he venido para que (usted) tenga vida, y para que (usted) la tenga en abundancia. 26. GÁLATAS 3:13,14: Usted ha sido redimido de la maldición. Cristo nos redimió de la maldición de la ley hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles. El tomó la maldición del pecado, la enfermedad y la pobreza sobre sí mismo para que usted no tuviera que llevarla. De esta manera, Él hizo posible que usted tenga las bendiciones de Abraham: perdón, salud divina, y provisión para sus necesidades materiales. ¡Gloria al Señor! 27. HEBREOS 10:23: Usted no fluctuará en su fe. Mantengamos firme, sin fluctuar, la confesión de nuestra esperanza (fe), porque fiel es Él que prometió. A veces fluctuamos en nuestra mente, en nuestros pensamientos pero no en nuestro corazón. No dejemos que el enemigo nos acuse (vea Apocalipsis 12:10) Si siente que usted está fluctuando, recuerde que usted puede tener duda en su mente y aún tener fe en su corazón. 28. HEBREOS 10:35: Usted puede tener confianza en Dios y en Su Palabra. No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón. 29. JOEL 3:10: Usted puede hallar fortaleza en Dios y en Su Palabra. Diga el débil: fuerte soy Isaías 27:5 dice: Que se acoja a mi fortaleza. Solo extienda sus manos para obtener la fortaleza del Señor. 30. HEBREOS 13:8: Jesucristo nunca ha cambiado. Lo que Él hizo en la Biblia, lo hará para usted hoy. Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. 31. 3 JUAN 2: El mayor deseo de Dios es que usted esté bien. Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. 32. SANTIAGO 5:14,15: Ser ungido con aceite por un cristiano que crea en la sanidad. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. 33. I PEDRO 2:24: Jesús ya pagó el precio por su sanidad. Quien llevó el mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuyas heridas fuisteis sanados. Isaías dice: “Por sus llagas somos curados”. Pedro, por revelación del Espíritu Santo, miró atrás hacia Isaías 53:5, y dijo: “Por cuyas heridas fuisteis sanados.” ¡Su sanidad ha sido ya comprada y pagada por el mismo Jesús!

34. 1 JUAN 5:14,15: Tenga confianza en sus oraciones. Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho. 35. 1 JUAN 3:21,22: Dios contesta las oraciones de los que guardan sus mandamientos. Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza, tenemos en Dios y cualquiera cosa que pidiéramos la recibiremos de Él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de Él. Si usted no está recibiendo lo que necesita de Dios, examínese a sí mismo. Mire si está guardando sus mandamientos y haciendo aquellas cosas que son agradables antes sus ojos. 36. 2 TIMOTEO 1:7: El temor no es de Dios, ¡Repréndelo! Porque no nos ha dado Dios espíritu de temor, sino de poder, de amor y de dominio propio. Si ese temor viene contra usted, repréndalo. Diga: “En este día, el día que estoy leyendo estas palabras, yo me deshago del temor. Temor, suéltame en el nombre de Jesús. No tienes derecho de atormentar a un hijo de Dios. Estoy lleno de Su paz y amor. Ahora te dejo a Ti todas mis cargas, Padre, porque sé que cuidas de mí. Te doy gracias porque estoy libre del temor. 37. II CORINTIOS 10:4,5: Derribe esos pensamientos e imaginaciones que no están de acuerdo con la Palabra de Dios. Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo. Diga: “pensamientos pónganse de acuerdo con la Palabra de Dios que dice, que por las llagas de Jesús yo soy sanada. Pensamientos, pónganse de acuerdo con la Palabra de Dios que dice, que todo lo que pidiere lo recibiré de Él porque guardo sus mandamientos y hago aquellas cosas que son agradables a sus ojos. Pensamientos, pónganse de cuerdo con la Palabra de Dios, en el nombre de Jesús.” 38. EFESIOS 6:10,13: Sea fuerte en el poder del Señor. Vístase con Su armadura y luche por su sanidad. Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de Su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por lo tanto, tomar toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Los versículos 14-17 continúan diciendo: Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomar el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. 39. APOCALIPSIS 12:11: Dé testimonio de su sanidad. Y ellos te han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos. 40. NAHUM 1:9: Su enfermedad irá y no regresará No surgirá dos veces la tribulación.

El diablo es un atormentador, y él continuará viniendo contra usted. En el caso del cáncer, los médicos dicen que quien vive cinco años más, está sano. Pero el diablo tratará de atormentarle con dudas y temor. Si usted tiene un dolor, le dirá: “Allí está. El cáncer te está volviendo”. Tiene que combatir estas imaginaciones mentirosas. Derríbelas y haga que todo pensamiento esté de acuerdo con la Palabra de Dios. Entonces es cuando usted puede recordarle al diablo el texto de Nahum 1:9. Dígale: no vendrá con esta aflicción a mí por segunda vez. ¡Nunca más volverá de nuevo a mi cuerpo!”. ¡Y no volverá!. Estoy feliz que después de más de diecisiete años, estoy todavía fuerte y saludable. Hay muchas maneras diferentes de recibir curación, pero solo hay un Sanador, y su nombre es Jesús. Él quiere que sus hijos estén sanos. Confío que estas líneas sea una manera de traerte esperanza a tu corazón y para que sepas que Él nunca cambiará.