San Martin Libro Armas 16 Division Panzer

KmJ. Macksey, M. C, m* San Martin Historia iglo di n catálo Dos guc como j¿ mundial de una cia. En dial, q u ~ s

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San Martin Historia

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Director Editorial: Barrie Pitt. Editor Gráfico: Robert Hunt. Ayudantes de Dibujo: Gibson y Marsh. Portada: Denis P i ~ e r . Ayudante de ~nveitigación:Yvonne Marsh. Cartógrafo: Richard Natkiel. Dibujos Especiales: John Batchelor.

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6 Introducción 8 Nacimiento secreto 22 Polonia: La primera prueba Las fotograñas de este libro fueron especialmente seleccionadas de los siguientes archivos de izqwerda a derecha, páginas 2 y 3 Ullstein, 6 7 Bundesarchiv, 9 Bibliothek fur Zeitgeschichte, 11 Bibliothek fur ZeitgeschichteIBundesarchivIImpenal War Museum, 14 BundesarchivBibiiothek fur Zeitgeschichte, 17 Bibliothek fur Zeitgeschichte, 18 Sado Opera Mundi, 2021 Sado Opera Mundi, 25 Bibliothek fur Zeitgeschichte, 2627 Suddeutscher Verl~g,36 Bibliothek fur Zeitgeschichte, 37 Bibliothek fur Zeitgeschichte, 39 Sudd Verlag, 40-41 IWM, 42 Ullstein, 44 Ullstem, 48 Bundesarchiv, 49 UllsteinBibliothek fur Zeitgeschichte, 50-51 Sado Opera Mundi, 55 UllstemISado Opera Mundi, 5657 Ullstem, 56 Sado Opera Mundi, 57 Ullstein, 5859 Ullstem, 6061 Sado Opera Mundi, 60 Sado Opera Mundi, 62-63 Ullstem, 66 Sado Opera Mundi, 68-69 Sado Opera Mundi, 71 Sado Opera Mundi; 72-73 Sado Opera MundilBibliothek fur Zeitgeschichte, 76 Sado Opera Mundi, 77 Bibliothek fur Zeitgesckuchte, 78 Novosti, 79 Novosti, 80-81 Ullstem, 84-85 Ullstem, 87 Sado Opera Mundi, 89 Sado Opera Mundi/Sudd. Verlag, 90-91 Sado Opera Mundi, 92 UlistemlSudd Verlag, 94-95 Sado Opera Mundi; 98 VHü Praha, 100-101 Sado Opera Mundi, 100 Sado Opera Mundi, 101 Bibliothek fur ZeitgeschichteNovosti, 102-103 Sado Opera Mundi, 105 Sado Opera Mundi, 107 Sado Opera Mundi, 110 Sado Opera und di; 110-111 Uilstein, 114 Sudd. Verlag, 116117 Bibliothek fur Zeitgeschichte, 120-121 Sado Opera Mundi; 124 Sudd Verlag, 124-125 Sado Opera Mundi, 124 BundesarchiviBibliothek fur Zeitgeschichte, 125 Bibliothek fur ZeitgeschichtelSado Opera MundilSudd VerlagISado Opera und di, 127 Bibliothek fur Zeitgeschichte, 131 Bundesarchiv, 132 Bibliothek fur Zeitgeschichte, 134 Bibliothek fur Zeitgeschichte, 136-137 IWM, 137 Sado Opera Mundi; 138 Bundesarchiv, 138139 IWM, 138 Sado Opera MundiBundesarchiv, 140-141 Bundesarchiv, 142-143 Bundesarchiv, 145 Sado Opera Mundi, 146 Sado Opera Mundi, 147 Sado Opera Mundi, 150 Sudd VerlaglBundesarchivISadoOpera Mundi, 151 Bibliothek fur ZeitgeschichtelSado Opera MundilBundesarchiv, 152-153 Bibliothek fur Zeitgeschichte, 154155 Bibliothek furZeitgeschichte, 156 Bibliothek fur Zeitgeschichteiüllstein,158 Sado Opera Mundi.

32 Francia: LOSplanes están sellados 50 Diversiones: El impulso hacia el Sur 62 Rusia: El esfuerzo de la decepción 80 El desierto: La fuerza acorazada bajo control 90 Stalingrado: Muerte de una elite 104 La nueva elite 116 Sobreviene la descomposición 128 Apuntalando el mur0 occidental 142 La última reserva 154 La guerra de 10s Panzers 160 Bibliografía

Traductor: Diorki. Primera edición publicada en Estados Unidos por Ballantine. Copyright @ 1968 K. J. Macksey. Copyright en Lengua Española. LIBRERIA EDITORIAL SAN MARTIN. Piierta del Sol. 6. MADRID- 14.' Printed in Spain. Impreso en España por ALTAMIRA-ROTWRESS, S. A. Carretera Barcelona, Km. 11,200. Madrid - 22. DepGsito legal: M-19038/74. 1. S R. N, 84-7140-083-9.

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canizados que nos resulta difícil creer que poco antes de aquellas fechas ciertos comentaristas de probada capacidad profetizaran que en ella desempeñaría el caballo un papel vital y posiblemente hasta decisivo. Una mirada retrospectiva nos hace ver asimismo lo absurdo de que los pocos estrategas cuya imaginación y previsión los haría despues protagonistas de la guerra acorazada fueran tan injustamente tratados; relegados unas veces con ascensos, o bien dados de lado, retirados, o simplemente ignorados. Una multitud de nombre? ahora famosos fueron víctimas de tal ii,ptitud; de manera notable el asesor de esta serie, capitán sir Basil Liddell Hart, así como los generales Fuller, Martel, Hobart, Broad, y Pile. También Charles de Gaulle, en Francia, planeó una guerra de carros, y fue rechazado.

Mundial llevó a extraer diferentes conclusiones. El carro de combate, recordaban los. alemanes, había contribuido de forma vital a su rendición en 1918; por eso, veinte años más tarde disponían de una fuerza acorazada no igualada por ninguna; numericamente inferior a la de los Aliados, pero superior en gcnica, en doctrina, y mucho mejor dotada de moral. Las divisiones Panzer estaban servidas, en efecto, por hombres escogidos por sus excepcionales cualidades físicas y temperamentales, instruidos hasta un extremo de perfección e imbuidos de la firme determinación de vengar la vergüenza de Versalles y restaurar el orgu110 de la Patria. Constituían una elite de luchadores de una excelencia sólo igualada por sus camaradas de la Luftwaffe. En este libro, escrito con la velocidad y decisión de los mismos Panzer, el co-

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aiiá de sus posibilidades. Agotadas sus

líneas de combustible y aprovisionamiento, y en constante peligro de quedar aislados de las armas de apoyo, el mismo Hitler, asustado de su velocidad de penetración en territorio enemigo, llegó a un punto en que les ordenó detenerse. Tenía el convencimiento de que estaban metiendose en una trampa. El relato de cómo e ~ ~ l ~ ~ i10s ~ nPana r zers, cómo ocuparon su lugar en el gran proyecto de Hitler y cómo fueron finalmente reaccionando sus enemigos para el contraataque es uno de 10s más fascinantes de la Segunda Guerra Mundial. Sobre todo, es el relato de una de las

guerra acorazada, entre ellas una acerca de la historia de su regimiento. En sus manos, las grandes batallas de Europa, Norte de Africa y Rusia cobran vida de nuevo, y los nombres de algunos de los más grandes soldados de la guerra llenan su páginas; hombres como Guderian, Manstein, Rundstedt y sobre todos el mismo «zorro del desierto,,, ~Rommel. n Esos nombres ahora son parte de la Historia. Todos los lectores de este libro sabrán por qué.

muchas ocasiones la subsiguiente desorganización de los ejercitas aliados confirmaba su buen juicio. Ahora, sin embargo, el Ejercito alemán retrocedió y, por el amotinado comportamiento de sus soldados, quedó demostrado que no se podía depender de el para continuar la guerra. Refiriendose al 8 de agosto como «el día nema del Ejercito alemán*, Ludendorff pr&edió impetuosamente a convencer al Kaiser de que las hostilidades debían terminar; tres meses más tarde, el derrotado Ejercito volvía a una patria devastada por la revolución. Despues, el otrora gigante militar de Europa fue reducido por el Tratado de Versalles a una fuerza máxima de 100.000 hombres con la prohibición específica de poseer armas tales como bombarderos y carros de combate. De esta forma, dos armas cuya primera actuación en el campo de batalla databa de cinco años escasos aparecían mencionadas en claúsulas importantes del Tratado de Paz y, a su debido tiempo, se convirtieron en una provocación dolorosa para la resentida nación ale1111111.1':i~~1i11i; y rn mana. El Tratado de Versalles constitu-

Cuando 420 carros británicos surgieron de la temprana niebla que cubría la 1ínea del frente cerca de Amiens el 8 de agosto de 1918 y atravesaron las defens:is enemigas, las repercusiones de la sorpresa que recibió el Ejercito alemán Ii~cbronmucho más profundas de lo que 1)odriadeducirse de una simple penetra(-1011 tlc las posiciones atrincheradas. i ~ ' r i c . , t l t * hecho, un golpe paralizador, de í.oil.ii prro significativa duración, sobre 1.1 Alto M ~ n d oalemán. No era, desde 11 II.~~I Iri ~>rirnera vez que un ataque con 1.111 I O ~iii;.