Rosario Servita

En el nombre del Padre, de Hijo y del Espíritu Santo. Amén Dispongámonos nuestro corazón para meditar los Dolores de Nue

Views 76 Downloads 2 File size 94KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

En el nombre del Padre, de Hijo y del Espíritu Santo. Amén Dispongámonos nuestro corazón para meditar los Dolores de Nuestra Madre y consolar su Corazón proponiéndonos no ofenderle nunca más y seguir siempre sus inspiraciones. Primer Dolor: La profecía del anciano Simeón “Simeón después de bendecirlos, dijo a María la Madre:“Este niño(...) será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el alma...””. (Lc 2, 34-35) ¡Dulce madre mía! Cuando, joven y alegre, fuiste a presentar a Jesús en el templo, la profecía de Simeón te sumergió en un profundo dolor haciéndote comprender que la vida del Niño estaría llena de sufrimientos. Concédenos acompañarte en este dolor que ya nunca te abandonó, llevando con amor nuestros sufrimientos de cada día. Padrenuestro, siete avemarías y gloria Segundo Dolor: La huida a Egipto “Un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al Niño y a su madre, huye a Egipto y estate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar la Niño para matarlo”. (Mt 2, 13) ¡Oh, Madre amada!, que sufriste tantas fatigas y sobresaltos para poner a salvo a Jesús al huir con José a Egipto. Concédenos acompañarte en este dolor por medio del respeto a toda vida humana, la generosidad con los pobres y extranjeros, y la propia sobriedad y honradez de vida. Padrenuestro, siete avemarías y gloria Tercer Dolor: El Niño perdido y hallado en el Templo “Al tercer día, lo hallaron en el Templo (...) Al verlo (...) su madre le dijo: “Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te buscábamos angustiados””. (Lc 2, 46-49) ¡Madre de amor! El alejamiento de Jesús en aquellos tres largos días y su respuesta incomprensible te hicieron derramar muchas lágrimas. Concédenos acompañarte en este dolor acercándonos a

Jesús en la Confesión si le perdimos por culpa propia, y no dejando de buscarle si a nuestro camino de la fe le ha llegado la hora de la purificación. Padrenuestro, siete avemarías y gloria Cuarto Dolor: María en la calle de la amargura “...Oh vosotros los que pasáis por el camino de la vida, mirad y ved si hay un dolor comparable a mi dolor”. (Lam 1, 12) ¡Madre afligida por un amor sin igual! En las calles de Jerusalén encontraste a Jesús desgarrado y cargado con la cruz de los pecados de todos los tiempos. Concédenos acompañarte en este dolor procurando promover a nuestro alrededor la amistad entre los hombres, el amor de las familias y la paz de las naciones. Padrenuestro, siete avemarías y gloria Quinto Dolor: La Crucifixión de Jesús “Al ver a la Madre y cerca de ella al discípulo a quien Él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”; luego le dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre””. (Jn 19, 26-27) ¡Reina de los mártires, inmersa en un infinito Dolor de amor, espada aguda que te atravesó el alma!. Tú viste a Tu Hijo morir a causa de la crueldad de los clavos, de nuestros pecados. Concédenos acompañarte en este dolor consagrándonos entera y fielmente a Ti y ofreciéndote la compañía de una oración más constante. Padrenuestro, siete avemarías y gloria Sexto Dolor: El Descendimiento “José de Arimatea, discípulo de Jesús, aunque a escondidas por temor a los judíos, le rogó a Pilatos que le dejara retirar el cuerpo de Jesús. Pilatos se lo permitió y él fue y retiró su cuerpo”. (Jn 19,38) María Madre acogedora, que sostienes en tus brazos el cuerpo golpeado, coronado de espinas y sin vida de Jesús, concédenos acompañarte en este dolor recibiendo con frecuencia el cuerpo de Cristo en la Sagrada Comunión.

Padrenuestro, siete avemarías y gloria Séptimo Dolor: La sepultura de Jesús “José de Arimatea, después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro cavado en la roca, donde nadie había sido sepultado”. (Lc 23, 53-54) María, Madre de la Iglesia, mientras el cuerpo de Jesús estuvo en el sepulcro, el mundo quedó a oscuras y en tu Soledad fuiste la única luz encendida sobre la tierra. Concédenos acompañarte en tu dolor amando profundamente a la Iglesia, y procurando acercar a los hombres nuestros hermanos a la luz de Jesucristo. Padrenuestro, siete avemarías y gloria Letanía de los Dolores de María (Compuesta en latín por el Papa Pío VII, mientras Napoleón le tuvo prisionero)

Señor, ten piedad Señor, ten piedad Cristo, ten piedad Cristo, ten piedad Señor, ten piedad Señor, ten piedad Cristo, óyenos Cristo, óyenos Cristo, escúchanos Cristo, escúchanos Dios, Padre celestial Ten misericordia de nosotros Dios, Hijo, Redentor del mundo Ten misericordia de nosotros Dios, Espíritu Santo Ten misericordia de nosotros Trinidad Santa, un solo Dios Ten misericordia de nosotros Santa María Ruega por nosotros Santa Madre de Dios Ruega por nosotros Santa Virgen de las Vírgenes Ruega por nosotros Madre crucificada ... Madre dolorosa ... Madre lacrimosa Madre afligida Madre abandonada Madre desolada Madre privada del Hijo Madre traspasada por la espada

Madre abrumada de dolores Madre llena de angustias Madre clavada a la cruz en su corazón Madre tristísima Fuente de lágrimas Cúmulo de sufrimientos Espejo de paciencia Roca de constancia Áncora del que confía Refugio de los abandonados Escudo de los oprimidos Derrota de los incrédulos Consuelo de los míseros Medicina de los enfermos Fortaleza de los débiles Puerto de los náufragos Apaciguadora de las tormentas Auxiliadora de los necesitados Terror de los que incitan al mal Tesoro de los fieles Inspiración de los profetas Sostén de los apóstoles Corona de los mártires Luz de los confesores Flor de las vírgenes Consuelo de las viudas Alegría de todos los Santos Cordero de dios que quitas los pecados del mundo Perdónanos, Señor Cordero de dios que quitas los pecados del mundo Escúchanos, Señor Cordero de dios que quitas los pecados del mundo Ten misericordia de nosotros

Oración Oh Dios, en cuya Pasión fue traspasada de dolor el alma dulcísima de la gloriosa Virgen y Madre María, según la profecía de Simeón; concédenos propicio, que cuantos veneramos sus dolores y hacemos memoria de ellos, consigamos el feliz efecto de tu sagrada Pasión. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén