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Revista ciencia hoy http://www.cienciahoy.org.ar/ch/indice.htm Vol. VIII – Nª 48 Las huellas del pasado http://www.cienciahoy.org.ar/ch/hoy48/index.htm http://www.cienciahoy.org.ar/ch/hoy48/huella01.htm

Volumen 8 - Nº48 - Septiembre/Octubre 1998

Revista de Divulgación Científica y Tecnológica de la Asociación Ciencia Hoy

ARTICULO Las Huellas del Pasado Pisadas Humanas Prehistóricas en la Costa Pampeana CRISTINA BAYON Universidad Nacional del Sur GUSTAVO POLITIS Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires

En monte Hermoso, a pocos pasos del mar, debajo del mar. Las huellas de niños que paseaban con sus madres al atardecer están intactas todavía, como azúcar amarrilla, como miel olvidada. Arturo Carrera: El vespertillo de las parcas; 1997 Desde el comienzo de las investigaciones arqueológicas, se ha procurado establecer la antigüedad y las características de las ocupaciones indígenas en la costa de la región pampeana. El tema ha

tenido un desarrollo complejo, con grandes controversias e intensos debates, sobre todo a principios del siglo, cuando Florentino Ameghino postuló una antigüedad geológica terciaria para los materiales encontrados en los sitios costeros. Las explicaciones han variado según las posturas teóricas de los diferentes investigadores; para algunos arqueólogos, como Osvaldo Menghin y Marcelo Bórmida, los yacimientos se formaron por la presencia de los indígenas que vivían y explotaban los recursos del litoral; por el contrario, William Holmes y Francisco de Aparicio creían que los sitios eran la evidencia de las periódicas visitas a la costa atlántica de los indígenas que habitaban la llanura pampeana. Sin embargo todos debieron hacer frente a una misma dificultad: en el litoral bonaerense los restos arqueológicos se encuentran sobre la superficie del terreno. Por lo general, los materiales aparecen apoyados en la arena de las hoyadas que forman los médanos o sobre los afloramientos de sedimentos más compactados. Hay dos casos excepcionales de depósitos arqueológicos estratificados: por un lado, están los controvertidos descubrimientos realizados en la década de los veinte por Lorenzo Parodi, que nunca han sido convalidados por los científicos, y por otro, las sepulturas del llamado "Túmulo de Malacara", que no han podido ser correlacionadas con los abundantes materiales de superficie. Estos son, en realidad, lo poco que ha llegado hasta nosotros de conjuntos mucho más ricos y variados que, de haber estado protegidos bajo la superficie del terreno, no hubieran sufrido el importante deterioro producido por la acción de los agentes naturales: viento, lluvia o sol. Por ejemplo, los materiales orgánicos no se conservan a la intemperie; la piedra y la cerámica, al quedar expuestas, se mezclan permanentemente con los restos de ocupaciones posteriores; en el caso de la alfarería, a pesar de ser un material relativamente resistente, la erosión termina por desintegrarla. Tampoco es posible obtener fechas absolutas mediante la aplicación del carbono catorce pues han desaparecido materias orgánicas com el hueso, carbón vegetal o restos de plantas.

Fig 1 Vista de la playa donde se pueden observar los afloramientos del sitio Monte Hermoso.

La situación cambió notablemente en 1984 cuando se descubrió el sitio arqueológico La Olla 1 y, posteriormente, otros cercanos y estrechamente relacionados: La Olla 2 y Monte Hermoso 1. El conjunto ha revelado datos sumamente novedosos para la región, pues se han podido documentar centenares de pisadas humanas, de aves y mamíferos, recuperar restos óseos de varias especies de animales, artefactos de piedra y, además, restos vegetales en un estado excepcional de

conservación. Los tres yacimientos mencionados están a seis kilómetros al Oeste de la localidad de Monte Hermoso (provincia de Buenos Aires), donde los depósitos del fondo de una laguna de la época holocénica (unos 7.000 años antes del presente) aflorán en la playa actual y dos veces al dia los cubre la marea. Se trata de sedimentos estratificados de láminas intercaladas de arcilla y arena, que se extienden unos 1.100m a lo largo de la playa (figura 1); en el pasado formaban parte del borde de una antigua laguna litoral, hoy desaparecida, y que durante su proceso de formación fue visitada en varias oportunidades por indígenas cazadores-recolectores pampeanos que acamparon cerca de sus márgenes. ¿Qué se ha conservado y cómo? Los restos materiales preservados en estos sitios son muy variados. En La Olla 1 y 2 se han recuperado cientos de huesos de lobo marino, guanaco y venado, valvas, caracoles marinos, fragmentos de huevos de ñandú, restos vegetales, artefactos de piedra y un objeto de madera decorado (figura 2). Vicente Di Martino, director del Museo Municipal de Monte Hermoso, descubrió en diciembre de 1983 el yacimiento denominado La Olla 1. Por lo general el sitio está tapado por la arena de la playa y excepcionalmente queda expuesto; en esas ocasiones los materiales arqueológicos se hacen visibles, pues afloran en los sedimentos lagunares más compactados. Cuando la arena lo vuelve a cubrir, es muy difícil excavarlo de manera sistemática: el oleaje continuo y la arena suelta imposibilitan mantener el área destapada. Di Martino y Luis Guzmán, entonces director del Museo "José A. Mulazzi" de Tres Arroyos, pudieron concretar a comienzos de 1984 una excavación rápida. Hubo que esperar hasta 1993 para que el sitio quedara expuesto y hacer una nueva recolección y un estudio más detallado de los perfiles geológicos. En el verano del 1995 los movimientos de arena del litoral dejaron al descubierto un yacimiento de características similares (La Olla 2), pero su exposición fue tan breve que impidió cualquier tipo de trabajo sistemático: sólo se recuperaron algunas piezas óseas de lobo marino y unos pocos artefactos. En ambos sitios de La Olla los huesos de lobo marino pertenecen a las especies de uno y de dos pelos, y hay una alta proporción de restos de los miembros anteriores de los animales, especialmente húmeros y radiocúbitos, mientras que son escasas las partes del esqueleto axial. Esto sugiere que los lobos marinos fueron despostados en el lugar donde los cazaron, probablemente a la orilla del mar, y sólo el cuero y algunos pedazos de carne fueron llevados para preparar y consumir a la orilla de la laguna.

Fig 2. En la fotografía se pueda apreciar la densa concentración de restos en el sitio La Olla 1