Resumen y Comentario A Evangelii Nuntiandi PDF

Evangelii Nuntiandi (Resumen) El 8 de diciembre de 1975, después de diez años de la conclusión del concilio Vaticano II,

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Evangelii Nuntiandi (Resumen) El 8 de diciembre de 1975, después de diez años de la conclusión del concilio Vaticano II, y como fruto de la III asamblea general del sínodo de los obispos (1974), Pablo VI publica esta exhortación apostólica, centrada en el tema de la evangelización en el mundo contemporáneo. La cual gira en torno a unas líneas concretas de acción pastoral y que además es ante todo un alimento fecundo para desarrollar la labor misionera desde la profunda conciencia que la iglesia tiene de sí misma. En la introducción de este documento (Nn 1-5) se recoge el tema del sínodo en la formulación de tres preguntas fundamentales: ¿Qué la eficacia tiene en nuestros días la energía escondida de la Buena Nueva, capaz de sacudir profundamente la conciencia del hombre? ¿Hasta dónde y cómo esta fuerza evangélica puede transformar verdaderamente al hombre de hoy? ¿Con que métodos hay que proclamar el Evangelio para que su poder sea eficaz? (n. 4). Las tres preguntas se resumen en esta: “La iglesia, ¿es más o menos apta para anunciar el evangelio y para inserirlo en el corazón del hombre con convicción, libertad de espíritu y eficacia?” (n. 4). Es decir, se trata de reconocer la eficacia salvífica del Evangelio, y analizar si realmente está llegando hoy día al mundo y al hombre que sigue necesitado de salvación. El capítulo primero explica como toda la evangelización parte de Cristo, que ha venido a anunciar la buena noticia, es decir, el Reino de Dios (n. 8) y la liberación del pecado (n. 9). La misión esencial de la Iglesia, que nace de la evangelización de Jesús, es llevar el evangelio a todos los hombres, lo cual es posible cuando Ella se evangeliza a sí misma como depositaria y contenido del Evangelio que quiere comunicar. Así, “enviada y evangelizada, la Iglesia misma envía a los evangelizadores” (n. 15). Este capítulo nos pone, pues, en un marco cristocéntrico y salvífico, lo cual permite comprender la misión de la Iglesia y su sentido. Apartarse de esta misión significa perder la propia esencia. La evangelización consiste en transformar a la humanidad, y esta transformación solo es posible mediante la transformación de cada hombre a través de la novedad del bautismo y de la vida según el Evangelio. Para ello es importante el testimonio: de las propias vivencias personales (los hombres de hoy escuchan más a los testigos que a los maestros y, si escuchan a los maestros, es en tanto en cuanto que son testigos, como se dirá en el

numeral 41: “el primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida auténticamente cristiana”. Pero no basta el testimonio: hay que anunciar el Evangelio, pues el anunciar es un aspecto del mismo mensaje evangélico, y quien lo acoge se convierte automáticamente en transmisor: “es imposible que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da testimonio y anuncia” (n. 24) Pablo VI inicia el capítulo tercero con una síntesis: la evangelización consiste en anunciar el Amor del Padre revelado por Cristo en el Espíritu. Una categoría moderna para comprender buena parte de este amor es la de la liberación, que expresa bastante bien el tema fundamental de la salvación en Cristo. Es un tema que el Papa afronta ampliamente, sobre todo para evitar algunas interpretaciones de la liberación que vician al Evangelio de su contenido profundamente religioso. Basados en el testimonio, que no puede faltar en la evangelización (n.41), hay que dar su lugar a la Palabra, de manera especial en el mundo de hoy, que da tanta importancia a la imagen (n.42) Pablo VI ofrece aquí un análisis de los “pulpitos del siglo XX”, los nuevos medios de comunicación social (n.46), sin que por ellos se deje de lado la evangelización realizada de “persona a persona”, en el contacto privado, que tanto ayuda a promover la convicción en los corazones (n.46) En cuanto a la función de los sacramentos podemos decir que: “La evangelización despliega de este modo toda su riqueza cuando realiza la unión más íntima, o mejor, una intercomunicación jamás interrumpida, entre la Palabra y los sacramentos”. “La finalidad de la evangelización es precisamente la de educar en la fe de tal manera que conduzca a cada cristiano a vivir -y no a recibir de modo pasiva o apático- los sacramentos ' como verdaderos sacramentos de la fe” (n. 47).

Evangelii Nuntiandi (Comentario) La Exhortación “Evangelii Nuntiandi” contiene, a pesar de haber sido escrita en la década de los 70, un mensaje elocuente para nuestro tiempo, para nuestra Iglesia, en cuanto al anuncio del Evangelio. Para el Papa y los obispos, bueno para toda la Iglesia en sí, las condiciones propias de la sociedad han llevado a “revisar los métodos y los medios para llevar al hombre moderno el mensaje cristiano” Esta exhortación es muy actual para nuestro siglo XXI. El aggiornamento propuesto por el Concilio Vaticano II trajo consigo cambios paradigmáticos, en el sentido de proponer un dialogo mas abierto con el mundo contemporáneo. Pero como bien se digo mas arriba, esto implico revisar las formas de trasmitir la Verdad Revelada a “hombres de nuestro tiempo” con los recursos adecuados a la época y a las circunstancias. Esta Verdad, expresada en el relato del evangelio de Lucas: “es preciso que anuncie el reino de Dios en otras ciudades (4,43)”, tiene gran relevancia, porque, engloba toda la misión de Jesús. Todo su ministerio esta orientado a la obra de salvación encomendada por el Padre. Siendo Jesús el primer y más grande evangelizador, su evangelización comportó algunos elementos esenciales: lo primero, fue desde luego, el anuncio del Reino de Dios. La preminencia del Reino comporta anteponer los proyectos de Dios a todos los demás. Únicamente el Reino puede tener un valor absoluto y todo lo demás es relativo a él. Todo esto Jesús lo manifestó de distintas maneras, y en muchos casos, en forma de parábolas, con las exigencias, vigilancia y fidelidad necesaria para acogerlo hasta su inminente llegada. También, comporta a su evangelización, el anuncio de la Salvación que es, sobre todo “liberación del pecado y del Maligno”, que se realizó por su muerte y su resurrección y, que espera su plena consumación en su Venida final. El Reino y el mensaje de salvación, son dones que pueden recibir todas las personas, mas para que se hagan fecundos en el ser humano es necesario conquistarlos con el esfuerzo y la renuncia al mundo. Este cambio se llama “metanoia”, transformación profunda de la mente y el corazón”. Por otra parte, la Iglesia ha asumido la realidad del Verbo Encarnado, porque la misión principal de ella es la “evangelización de todos los seres humanos”. Este cometido se hace cada vez más necesario porque, porque el hombre de

hoy esta sediento de una verdad que lo trascienda y lo lleve a una experiencia de cambio profundo de la Buena Noticia. Por eso, la evangelización se puede entender en sentido amplio porque comporta elementos variados, y uno de ellos, es justamente, proclamar la Buena nueva a todos los lugares de la humanidad, y con su ímpetu, “renovar desde dentro, renovar la misma humanidad” Mas aun, el anuncio de la Buena Nueva comporta el testimonio de vida de parte de quienes lo manifiestan. Esta proclamación a partir de la vivencia silenciosa de valores evangélicos es de por si una “proclamación silenciosa, pero, clara y eficaz, de la Buena Nueva”. Creo que el anuncio de la Buena Nueva debe empezar por aquí, Jesucristo nos lo ha revelado a partir de su vida y su mensaje. Nuestro testimonio como miembros de una Iglesia que anuncia un mensaje salvador y liberador, debe promover el cambio, partiendo desde el emisor para que tenga verdaderamente significado el anuncio en el receptor. Pero, todo ello implica una primacía de la gracia. Toda obra evangelizadora pertenece a la acción de Cristo en el Espíritu. La labor de la Iglesia sin la acción pneumatológica, se volvería una institución meramente sociológica o psicológica al servicio del ser humano.