Resumen Quique Hache Detective

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Resumen de Quique Hache Detective Lunes Quique era un joven de 15 años. Era verano y su familia había ido a la playa a Concón, pero él decidió quedarse en casa, ya que hacía poco con su nana Gertrudis habían hecho un curso de detective privado por correspondencia, del cual nadie sabía. Quique estaba ansioso por ejercer como investigador privado, pero su nana no quería seguirle el juego. Finalmente, decidieron poner un anuncio en el diario El Mercurio que decía “Quique Hache, detective privado. Se buscan personas. Se resuelven enigmas”. Su primera clienta fue la Señora Gallardo, una empresaria con la que se encontró en el café Paula. Era gorda y al verlo no estaba muy convencida de que fuera detective privado, ya que era muy joven. Ella empezó a relatar el caso, dijo que su papa, Don Chemo, había muertos 3 años atrás y le había dejado su empresa de buses Intermar, que le iba muy bien. Antes de morir Don Chemo compró un modesto equipo de futbol que estaba en tercera división, Ferro Quilín Fútbol Club. Su idea era invertir en él y hacerlo subir a primera, pero murió antes de ver el progreso del equipo. Sin embargo, Don Chemo no quería que su proyecto desapareciera después de su muerte, a si que dejó una cláusula en su testamento que decía que la herencia pasaba a manos de su hija, la señora Gallardo, sólo si el club salía campeón. De lo contrario todo pasaba a obras de caridad. El asunto era que, justo ahora que el equipo tenía un partido clave con el Deportivo Malloco, el arquero titular y gran cábala, el Cacho Ramírez, había desaparecido. Quique llegó a su casa, donde lo esperaba su nana Gertru con panqueques. Ahora tenía un cheque, una historia que contar a la Gertru y un caso urgente que resolver. Era imperioso encontrar al Cacho Ramírez antes del partido del sábado, porque cada vez que el arquero faltaba, el equipo perdía. Martes Quique Hache se dirige en micro a la sede del club Ferro Quilín, ubicada en la localidad Santa Familia. Vio la foto de su fundador don Anselmo Ramírez, (Don Chemo) y conversó con el entrenador del equipo, Homero Gavilán. Quique se hizo pasar por periodista y le preguntó por qué no podían reemplazar al arquero, el viejo le habló sobre las supersticiones y cómo afectaban el ánimo de los jugadores. Era algo que no tenía explicación. Lo cierto es que sin el Arquero Volador no ganarían. Quique pasó a tomarse una Fanta y luego, siguiendo la única pista que consiguió, se fue en busca de la pensión en donde había vivido el Cacho. La pensión era una casa vieja y las habitaciones eran pobres y deprimentes. La señora que atendía no hacía caso a los reclamos de los pensionistas, y cuando se enteró, engañada, que Quique era periodista, habló largo rato de programas de televisión. Luego lo dejó entrar a la habitación que había ocupado el Cacho Ramírez. Quique vio una foto en el velador, en la imagen había jóvenes, maletas y un bus al fondo, y la tomó. Luego, cuando estaba en la plaza Alférez Mayor, apareció Charo, una linda joven de la que Quique Hache se enamoró de inmediato. Charo le habló y lo citó para ir al descampado de la industria Bayer, un lugar solitario y abandonado. Cuando Quique llegó ahí apareció un grupo de jóvenes y uno gordo lo amenazó. También estaba Charo, y le dijo que, por el bien de todos, abandonara la búsqueda del arquero. Quique se fue a su casa agotado.

Miércoles Quique, con un plato de cereal con leche al frente, conversa con la Gertru, que ahora está interesada en el caso. Dice que habló con una comadre suya y supo algo de la vida del Cacho Ramírez: según ella, llevaba una vida rara y sospechosa. La Gertrudis creía que al arquero lo habían matado por cosas turbias y que su cuerpo estaba oculto en algún lugar. Quique le mostró la foto, y cuando él mismo la volvió a observar, descubrió que uno de los jóvenes era Charo. Quique fue a conversar nuevamente con Homero Gavilán, el viejo entrenador. Homero le contó que a Ramírez todos lo querían y que era algo tímido. Hablaba poco y no se sabía mucho de su vida. Gavilán cree que a Ramírez lo secuestraron los del Deportivo Malloco para ganar el campeonato. Le contó a Quique que una vez Ramírez le había dicho que tenía miedo, pero no le dijo de qué. En el último partido estaba nervioso, y cuando se escucharon un par de disparos, el arquero se hizo el lesionado y se fue. También le contó que el Cacho, antes de ser arquero, había sido chofer de buses y camiones. Quique se va en busca de Charo en las industrias Bayer, pero no la encuentra. Se decepciona. Va a almorzar, y aunque la camarera le ofrece una colación de arroz con carne, él pide papas fritas con kétchup. Luego telefonea a casa y le dice a la Gertru que si su madre pregunta por él le cubra las espaldas. La Gertru le dice que recibió un mensaje urgente de Charo, lo esperaba a las cinco en la estación de trenes. Mientras espera en la estación de trenes, que está abandonada y sólo hay vagones, rieles y oficinas arruinadas, Quique Hache se inventa esta historia: su inútil tío Jorge crea una máquina del tiempo y envía a su amigo Rolo al año 1986, en Cabo Cañaveral, Estados Unidos, justo tres días antes del accidente del transbordador espacial Challenger. Rolo sabe lo que va a ocurrir y quiere parar el despegue de la nave. Nadie le cree y lo meten en un manicomio. Se escapa y llega al lugar mismo del lanzamiento, entra en la nave y la arruina para que no pueda salir al espacio. Sin embargo, Rolo no logra su propósito y queda atrapado dentro del transbordador. Entonces comprende que él mismo es el culpable del accidente. Justo antes del despegue de la nave el tío Jorge lo trae de vuelta al presente. Quique se queda dormido, y cuando despierta ve a Charo. Se vuelve a enamorar de ella. Charo le pregunta por qué busca al Cacho Ramírez, y cuando Quique le dice que es porque lo contrataron para eso porque es detective privado ella se ríe a carcajadas. Quique le muestra la foto y Charo se pone triste, la foto era de su curso. De pronto aparecen dos hombres con cara de maleantes y siguen a Charo. Quique se sorprende y queda paralizado. Luego aparecen dos más y se llevan a Charo, ella grita que es un traidor, cree que Quique trajo a esos hombres. El joven detective, por su parte, no atina a moverse. Jueves Quique reflexiona sobre lo ocurrido con Charo y se preocupa. Al no reaccionar quedó como un cobarde frente a ella, y tal vez como un traidor. La Gertrudis quería saber lo que pasaba, pero Quique no quería contarle. Gertru le dijo que había hablado con su comadre que vivía en la Santa Familia y supo que para el partido del sábado entre Ferro Quilín y Malloco había muchas apuestas, lo que aumentaba la posibilidad del secuestro por dinero. Después van juntos a ver una telenovela que le gusta a la Gertru, con

protagonista peludo y mexicano que sufre por sus hijos. Cando están viendo la televisión Gertrudis grita que hay que buscar en el Liceo Makario Cotapos, segundo B. Quique va a ese colegio y, obligado por el inspector, entra en un curso de nivelación. En el recreo habla con un estudiante colorín, le pregunta sobre el segundo B de la foto y el joven le responde que ese curso sufrió un accidente, murieron tres estudiantes y otros quedaron heridos. Uno de los muertos es la hermana de Charo. Quique va en un colectivo y ve al gordo de pelo largo que había estado con Charo. El gordo corre y Quique lo sigue. Pasan por entre la gente, y el Gordo se esconde en una tienda de ropa interior femenina. Quique lo busca y se mete a los probadores. Cuando está a punto de agarrarlo el gordo lo empuja y sale huyendo. En la carrera Quique no se da cuenta que lleva colgando dos calzones y un sostén. Se lo llevan detenido y en la comisaría le Gertrudis se lamenta de haber hecho el curso de detective. Quique habla de su hermana mayor, Sofía, y su pololo actor, Petete. Sofía es un poco insensible y materialista, Petete es insoportable, un actor mediocre que se cree Robert de Niro. Cuando está recostado en su cama pensando en que las cosas se le habían complicado Quique escucha golpecitos en la ventana. Es el gordo, que viene disculparse. Lo hace pasar y le pregunta por Charo y cuál es la conexión con el arquero. El Gordo se llama León, le pide comida y le cuenta que Charo, él y otros son parte de un grupo que tuvo problemas conductuales y están en el hogar de menores Isabelita Astaburuaga. Ahí todos conocen al Cacho Ramírez, porque visitaba el lugar, les llevaba regalos y les enseñaba a atajar. La Charo conversaba mucho con él. Eran bien amigos. Viernes En la mañana, después de desayunar, el gordo León, la Gertru y Quique decidieron ir a hablar con la Señora Gallardo para explicarle la situación. En el viaje en micro León les contó parte de su vida: sus padres se separaron y él tuvo que repartirse, unos días con su papá y otros con su mamá. Era difícil para él. Se arrancaba de clases y conoció gente que vivía en la calle. Un día tuvo que dormir en la calle porque ninguno de sus papás lo fue a buscar. Lo encontró la policía y se lo llevaron detenido junto a otros niños vagos. Se fue al hogar de menores y ahí conoció a la Charo y al Cacho Ramírez. En el terminal de buses, donde la Señora Gallardo tenía su oficina, Quique descubrió, mientras esperaba que lo atendiera, que el mismo bus que estaba en la foto de los estudiantes estaba en otra de la oficina. Le preguntó a la secretaria de dónde eran esos buses y ella le respondió que antes así eran los de la empresa, pero la señora Gallardo cambió las máquinas y los colores hacía tres años. En eso Quique vio por la ventana a uno de los hombres que habían secuestrado a Charo y lo siguió. Descubrió que trabajaba en las encomiendas de la empresa Intermar, y que la bodega “la Granjita” estaba en la población Santa Familia, porque allí había vivido Don Chemo. Gertru lleva a Quique a ver a una extraña mujer. En el camino Quique recuerda el viaje que hizo a Padre Las Casas, el lugar donde vivía la Gertru. Ahí tenía dos novios más, un profesor de básica y un portero, aparte de los que tenía en Santiago, un sargento y un librero. Quique cuenta que le gustó la familia, y que Gertru era todavía joven y guapa y siempre la piropeaban en la calle, pero ella como si nada. Llegaron a un departamento oscuro y los atendió una mujer arrugada. Era una médium. Se sentaron y esperaron.

Cuando estaba en trance dijo que el Cacho estaba vivo y que veía mucho mar, nada más. Les cobró cinco mil pesos. Salieron defraudados y se fueron a tomar helados. A Quique le gustaba hablar con la Gertru, y ella le dijo que quería ser azafata pero no tenía dinero para estudiar. Luego Quique llamó a León y le preguntó si tenía noticias de la Charo. No había ninguna, pero le contó que el arquero, antes de jugar futbol, había sido chofer de buses. Quique fue en busca de la bodega de la empresa Intermar. En el camino se encontró con un paseador de perro que le indicó la dirección. Cuando llegó a la bodega vio a dos guardias, eran los hombres que habían secuestrado a la Charo. Iba a entrar pero tenía que esperar el momento justo. Apareció una vendedora de sopaipillas, los guardias salieron a comprar y Quique entró. Llegó a una habitación con un televisor encendido, ahí estaba Charo amarrada de un pie y una mano. Se sorprendió al verlo. Quique la desató y salieron, pero después de saltar el muro se encontraron con los dos guardias. Los atraparon a ambos y los ataron. Mientras estaban así Charo le explicó a Quique que la señora Gallardo en realidad quería que el Cacho Ramírez desapareciera. Lo contrató a él sólo como una artimaña para parecer interesada, pero la verdad era que poco le importaba lo del partido del sábado. Estaban en eso cuando se los llevaron a la parte de atrás de uno de los camiones. Al poco rato sintieron ruido y Quique recordó que había convenido con León para encontrarse allí. Efectivamente era León que estaba en la cabina del camión, echó a andar el motor y salieron rompiendo la reja de metal. Sintieron gritos y disparos mientras huían. Sábado Al rato de andar León se bajó del camión y desató a los dos jóvenes. Todos estaban muy alegres. De repente apareció la Gertru muy enojada con Quique. León les contó que desde fuera había visto todo lo de la captura, y que Gertrudis también estaba al tanto de la situación. Después se fueron los cuatro en el camión y pasaron a tomar algo en una estación de servicio. Ya estaba amaneciendo. Charo contó la historia del viaje del curso a la playa y de cómo conoció al Cacho Ramírez. La foto que tenía Quique fue tomada ese mismo día. Charo recordó que el chofer del bus era el Cacho, el viaje había sido tranquilo y que al rato se había quedado dormida. Pero luego dijo que un poco antes del accidente se había despertado y había visto a Ramírez sentado atrás durmiendo. El bus se desbarrancó y murieron tres estudiantes, entre ellos su hermana. La versión del Cacho era que se había encandilado con las luces del auto de enfrente. Después Charo comenzó a buscarlo para preguntarle la verdad, porque sabía que eso no había pasado. Lo encontró jugando de arquero en el Ferro Quilín, y después de un tiempo hablando se hicieron amigos. Finalmente el Cacho le confesó que no era él quien manejaba y que la señora Gallardo le había ofrecido un sueldo si mentía. Fueron a hablar con una tía del Cacho, la tía Solícita, el único familiar que la Charo conocía. La casa era vieja y oscura. La tía era vieja también y la encontraron sentada en el patio rodeada de gatos. Les contó algo sobre el Cacho, no tenía buena memoria. Les dijo que a veces la visitaba, y que últimamente estaba deprimido. Les dio la pista del pueblo natal de Ramírez, San José, en el Cajón del Maipo.

Fueron a San José y preguntaron por el Cacho Ramírez a un viejo que estaba tomando sol. Era medio sordo y usaba un aparato en el oído. A las preguntas que le hacía Charo respondía cualquier cosa, pero al final les dijo que había conocido a un niño que jugaba de arquero y que se hacía llamar Cacho Ramírez, pero en realidad se llamaba Carlos Ramírez. No sabía dónde estaba, se había ido del pueblo hacía tiempo, pero tenía unos familiares al otro lado del río. Cruzaron el río con mucho esfuerzo y encontraron la casa. Ahí estaba el arquero. Charo le gritó y se reconocieron y abrazaron. Luego Ramírez les contó que temía por su vida, por eso se había ocultado. También les contó la verdadera historia del accidente. Se fue a trabajar a la empresa Intermar por recomendación de su tía Solícita. Don Chemo, dueño de la empresa, lo quería mucho. Lo trataba como a un hijo. Le comentó lo de la compra del club y que quería verlo jugar ahí. El día del accidente iba con Don Chemo en el bus, y él estaba manejando cuando ocurrió. El problema es que la Señora Gallardo no quería involucrar a su padre en el accidente, por el tema de los seguros y los problemas judiciales que afectarían a la empresa, por eso le pidió a Ramírez que se inculpara. Y así fue como terminó en la cárcel. Al final de la conversación Ramírez decidió ir a jugar el partido y denunciar el engaño. Llegaron en el camión al Estadio Obras Santas, ubicado en Santa Familia, donde se iba a jugar el partido que definiría al equipo que pasaría a segunda división. El Cacho Ramírez se bajó del camión con el uniforme de arquero, pero como no querían que lo vieran entrar así lo disfrazaron de vendedor de café. Cuando sus compañeros y el entrenador lo vieron estaban sorprendidos y felices, y cuando lo anunciaron por el altavoz recibió una ovación. Entre el público y en un asiento especial estaba la señora Gallardo y sus guardaespaldas. El partido entre el Ferro Quilín y el Deportivo Malloco empezaba a las 5:30 hrs. El Cacho Ramírez estaba triste y alegre a la vez, iba a ser su último partido. Domingo Finalmente el Ferro Quilín ganó el partido por dos a cero. Dieron la vuelta olímpica y recibieron las medallas de manos de la señora Gallardo, que estaba incómoda. El Cacho Ramírez dio una entrevista donde explicó todo el asunto, que él era hijo de Don Chemo y que la señora Gallardo, su hermanastra, quería hacerlo desaparecer para recibir toda la herencia. En ese momento el sargento Suazo, la Gertrudis y varios carabineros rodearon a la señora Gallardo y se la llevaron detenida por secuestrar a dos jóvenes. Al otro día apareció en el diario toda la historia. Quique Hache se sigue viendo con Charo y hablan del futuro. Él sólo piensa en que lo llamen por teléfono para contestar “Quique Hache, detective, ¿en qué le puedo ayudar?”.