Resumen del Mio Cid

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Resumen del Mio Cid. Cantar primero DESTIERRO DEL CID El rey don Alfonso manda a Ruiy Díaz, Mio Cid, por las parias que debían pagarle cada año los reyes de Córdoba y Sevilla  Almutamiz: rey de Sevilla; Almudafar: rey de Granada. Ambos eran enemigos. Con Almudafar habían varios ricos-hombres: García Ordoñoez, Fortún Sánchez y Lope Sánchez… ayudaban con su poder a Almudafar y se fueron en contra del rey de Sevilla. Cuando Ruy Díaz Cid supo que atacaban a Almutamiz, mandó cartas pidiendo que por favor no se fueran en contra de él ni de sus tierras, lo defendió porque era tributario y vasallo de su rey. Pero no le hicieron caso. Cuando supo que estaban atacando al rey de Sevilla, reunió a moros y cristianos y se fueron en contra del rey de Granada. Ellos le mandaron a decir a Ruy Díaz Cid que no los sacarían de la tierra de Sevilla, Ruy decidió ir a atacar, el enfrentamiento duró desde las 6 de la mañana hasta el mediodía. Hubo muchos muertos, Ruy Díaz Cid venció y tomó preso por tres días a García Ordóñez (a quien le tiró un mechón de barba) y más gente. Cuando los cogió prisioneros mandó a sus hombres a buscar las riquezas que estaban en el campo de batalla, y las llevó donde el rey Almutamiz para que cogiera de ellas cuantas eran suyas y cuantas otras querían. Desde ese momento, cristianos y moros, llamaron a Ruy Díaz de Vivar: el Cid Campeador, que significa batallador. El rey Almutamiz le dio las parias y otros regalos. El Cid regresó a Castilla, donde el rey Alfonso, quien estaba muy feliz y lo felicitó mucho. Pero gente envidiosa quiso hacerle daño y lo acusaron con el rey. Así, el rey lo echó del reino, le dio 9 días para salir. (Aquí comienza el manuscrito de Per Abbat). El Cid convocó a sus parientes y vasallos y les contó que el rey lo había echado del reino, y que le daba 9 días, quería saber quiénes querían irse con él y quiénes no. Les dijo que quienes fueran con él que Dios se los pague y los que no lo acompañaran que se despide como amigo de ellos. Álvar Fáñez (don Álvaro) le dijo que iría con él. Mio Cid salió de Vivar camino a Burgos. A la salida de Vivar tuvieron a la corneja por la derecha, a la entrada de Burgos por la izquierda. Llegó a Burgos con 60 hombres. Nadie lo hospedó, pues había llegado carta del rey Alfonso, quien prohibía el hospedaje para el Mio Cid, y advertía que quien lo hiciese perdería todo: hacienda, ojos, cuerpo, alma. Nadie podía ni hablar con él. Todos sentían mucho dolor, porque era un buen vasallo. El Cid llega a su posada, la puerta estaba cerrada, nadie podía abrirla. Luego una niña de nueve años le cuenta de las advertencias que les hizo a todos el rey Alfonso. El Cid atraviesa Burgos, llega a Santa María y se pone a rezar. Acampa en el arenal. Ahí levanta su tienda junto a sus hombres. Además, nada puede comprar, pues nadie le vende. Martín Antolínez le lleva pan y vino al Cid y sus hombres. No lo ha comprado, era suyo. Y decide partir con ellos al otro día, pues el rey igual se enteraría de lo que ha hecho. Les provee de cuanto necesitan para el viaje.

Como no tiene dinero, el Cid quiere hacer dos arcas, llenarlas de arena para que pesen harto y cubrirlas de cuero y clavetearlas. Martín Antolínez, el prudente. Luego de que las arcas de arena están listas, Antolínez va a Burgos en busca de los judíos Raquel y Vidas para que le den dinero al Cid por las arcas. Antolínez les contó que el Cid había ido a cobrar las parias y se había quedado con grandes riquezas, que por edo había sido desterrado, pero que tenían dos grandes arcas llenas de oro puro, y no puede llevarlas consigo porque llo descubrirían, por lo que desea dejarlas con ellos a cambio de una suma de dinero. Se las pasó y debieron hacer juramento de que no las tocarían en todo ese año. Antolínez les dijo que el Cid les pediría poco, lo justo, por dejar a salvo su riqueza, serían unos 600 marcos. Raquel y Vidas van a la tienda del Cid en compañía de Antolínez, allí el Cid les pasa las arcas, y quedó en el trato de que si las abrían antes del año, él nos les daría intereses (algo así). Antolínez los acompaña de vuelta para guardarlas y para llevar los 600 marcos de vuelta al Cid. Raquel y Vidas se sientes gozosos con tanto dinero, pues serían ricos para toda la vida. Los judíos le pasaron el dinero en plata y oro, y además le dieron 30 marcos más a Antolínez por el negocio que gracias a él se concretó. Mi Cid, que en buena hora nació. Su mujer, prudente hidalga. Recogen la tienda, van camino a san Pedro de Cardeña, para ver a la mujer del Cid. El Cid de despide de la catedral de Burgos, pide socorro a la Virgen María, si así es promete ofrendas y mil misas. Martín Antolínez vuelve a Burgos para despedirse de su mujer y advertirles a todos que, si el rey quisiera quitarle su hacienda, no le importa, pues estará de vuelta al amanecer. El Cid, por su parte, llega a San Pedro, estaba el abad don Sancho, doña Jimena rezaba por el Cid. El Cid le pide al abad que cuide de Jimena y sus dos hijas, le pasa 50 marcos, otros 100 para el cuidado de su señora e hijas. Le dice que si les falta algo que los abastezca en seguida, que por cada un marco que gaste él dará 4 al monasterio. Cid, el de la barba perfecta. Bajó las manos el de la barba hermosa. El Cid se encomienda a Dios y a María, para que ojalá él case a sus hijas honradamente. Doña Jimena, mujer honrada. Por Castilla se extiende la noticia de que el Cid se va desterrado. En el puente de Arlanzón se reúnen 115 caballeros y con ellos se reúne Antolínez, todos parten a Cardeña. Todo juntos le seguirán.

Cid se alegra de que muchos caballeros se dispongan a ser vasallos de él. Le pide a Dios poder retribuirles por el gesto. Su gente aumenta a la hora del yantar (a la hora de la comida de mediodía). Les dice que al otro día bien temprano después de la misa se irán. Bien temprano comienza el rezo en la iglesia, doña Jimena se arrodilla y suplica a Dios que proteja al Cid. Luego se le dan las últimas instrucciones al abad, que cuide de Jimena y sus hijas; que si hombres se les desean unir que sigan el rastro porque los alcanzarán. Luego parten. Llegaron a Espinazo de Can. Descansaron. En la noche se le unieron más hombres. Caminan a la izquierda de San Esteban, a derecha torres de Ayllón donde están los moros; pasando por Alcubilla que es confín de Castilla. Siguen el camino y se les sigue uniendo gente. En la última noche del Cid en Castilla tuvo un sueño: era el ángel Gabriel que lo animaba a seguir, y le decía que todo saldría bien mientras viviera. Se despierta, se persigna, se encomienda a Dios, está muy feliz por el sueño. A la mañana siguiente cabalgan de nuevo, es el último día de plazo. Desean ir a pasar la noche a la sierra de Miedes  límite del reino de Castilla. Recuento: 300 hombres acompañan al Cid. El Cid entra en el reino moro de Toledo  Castejón (¿? En Castejón, el Mio Cid tendió una emboscada, tal como lo aconsejó Álvar Fáñez Minaya. El Cid mandó a la vanguardia a 200 homrbes que acompañasen a Minaya, entre ellos a Alvar Alvarez, Alvar Salvadores, Galindo García, una valiente lanza. Los mandó a que llegaran hasta Alcalá, que no perdieran ganancias por miedo a los moros. Él se quedaría en la retaguardia oculto en Castejón con otros 100 hombres. Ya cuando amanece el Cid entra en Castejón matando a 15 moros que estaban en la entrada, ganando todo el oro y plata de Castejón. Juntan el botín que trae Minaya desde Alcalá con el que ganó el Cid, y le ofrece, si quiere, la quinta parte de todo. Mianaya no acepta la quinta parte, dice que hasta no se sienta satisfecho con su vasallaje no aceptará ganancia alguna. Y que si algo hace que el Cid gane algo que valga realmente, él aceptará su parte. El Cid mandó a repartir el botín, todos los caballeros reciben cien marcos de plata y la mitad de lo mismo toda la peonada. El quinto completo queda para el Cid, pero no lo puede vender ni darlo como regalo. Habló con los de Castejón, Hita y Guadalajara se lo compraron en tres mil marcos de plata. El castillo no era suficientemente grande para todos, además no tenía agua. Para evitar una pelea con el rey Alfonso que anda cerca, prefiere dejar Castejón. El Cid marcha a tierras de Zaragoza, dependientes del rey moro de Valencia. Le dio libertad a moros y moras, a cambio de que no hablen mal de él, pues podría tener problemas con el rey Alfonso. Ya se van, y el Cid don Rodrigo piensa conquistar Alcocer. Cid don Rodrigo, Mio Cid, el Campeador, el buen Campeador, el Campeador leal, Campeador prudente, mio Cid Ruy Díaz, Ruy Dúaz Cid, el Campeador mio Cid.

El cid acampa sobre Alcocer. Mandó a que sus hombres cavaran un foso para que nadie se atreviera a asaltarlo, que todos supieran que mio Cid tenía su morada allí. Se corrió el rumor de que el Cid estaba en esas tierras, que había venido a vivir entre moros, saliendo de entre cristianos. Los moros le temen, no salen ni a labrar. Esto alegra al Cid y a los suyos porque pronto en castillo de Alcocer les pagaría tributo. Los de Alcocer pagan parias a mio Cid, al igual que los de Ateca y Terrer, pero esto no agrada a los de Calatayud. Al ver el Cid que los de Alcocer no se rinden, luego de haber descansado quince semanas ahí, decide poner en práctica un ardid de guerra (artificio, habilidad, truco, engaño): levanta todas las tiendas (las saca) menos una, marcha hacia abajo, llevando su bandera alzada, con la armadura y espadas listas. Los de Alcocer pensaron que por fin se iban porque se les había acabo el pan y el trigo, y al ver que quedaba una tienda, pensaron al tiro en asaltarla para sacar ganancia antes que los de Terrer. Pensaron que las parias que les cobraron se les devolverán dobladas. Cuando todos se aproximaban a robar, el Cid y sus vasallos arremeten contra ellos, y los enfrentan y obtienen la victoria. Se toma Alcocer. Pedro Bermúdez clava la bandera en lo más alto del castillo. El Cid le da las gracias a Dios, y promete mejorar la posada para caballos y caballeros. El Cid desea no matar a los pocos moros que quedad, ya han recibido gran botín y prefiere recibirlos en el castillo para que los sirvan. Los de Ateca, Terrer y Calatayud envían un mensaje al rey de Valencia, el rey Tamín, para que los ayude, ya que el Cid se ha tomado Alcocer, y ellos solos no pueden defenderse, que si no los ayudan los perderán. El rey manda a dos hombres junto a 3000 moros más para que luchen, más la ayuda de los fronterizos; pide que se lo lleven con vida para que pague por haberse adentrado en sus tierras. Todos están bajo el mando de Fáriz y Galve. Le cortan el agua los del mio Cid, los caballeros quieren salir a pelear, pero el Cid lo prohíbe. Estuvieron cercados 3 semanas. El Cid reúne a los suyos y les habla: les han quitado el pan, el agua, los han cercado, los obligarán a luchar. Ellos son 600 hombres aprox. Minaya le dice que deben luchar. Se prepararon toda la noche. Les dijo salieron todos, menos dos que se quedarían protegiendo las puertas, si mueren en el campo de batalla, asaltarán el castillo, si ganan la ganancia será mayor. Le pasó a Pedro Bermúdez la enseña pero le dijo que no se adelantara sin su orden. Salieron, pero todos quietos, el Cid no ha dado orden. Bermúdez sin orden del Cid desea clavar la enseña, se lanza contra los moros, estos le esperan para quitarle la enseña y le dan golpes fuertes para romper su armadura. Todos luchan para socorrer al Pedro Bermúdez. Hay muchos moros muertos. Principales caballeros cristinanos: Minaya Álvar Fáñez, Martín Antolínez (burgalés) Muño Gustioz (su criado), Martín Muñoz, Alvar Alvarez y Alvar Salvadórez, Galindo García, Felez Muñoz (sobrino del campeador). A Minaya le mataron el caballo, se le rompió la lanza, combate de pie. El Cid al verle, derrotó a un moro para quitarle el caballo y dárselo a Minaya. Los moros se mantienen firmes. El Cid da tres golpes, dos fallidos, al rey Fáriz, con el tercero le acierta, la sangre

corre, y el rey se vuelve para irse del campo. Con aquel golpe queda derrotado el ejército. Martín Antolínez hiere en la cabeza a Galve. Los dos reyes heridos. Cid y los suyos han vencido. El rey Fárz escapa a Terrer y Galve a Calatayud. Recogen las riquezas del campo de batalla, obtuvieron muchos caballos y un gran botín. El Cid manda a Minaya a llevarle al rey Alfonso 30 caballos bien, cada uno con su silla, bien enfrenados, cada uno con su espada de los arzones colgando. Esto para que se enteren en Castilla de la batalla que han ganado. Devuelve el palacio a los moros. También manda con Minaya un gran tesoro para pagar las mil misas en la catedral de Burgos, y lo que quede de dinero para su esposa e hijas. Se despiden de Minaya, a la vuelta si se encuentran bien, si no, dice el Cid, que los busquen pues irán a otras tierras que esa es muy pequeña. Los de Ateca, Terrer y Calatayud hacen un pacto con el Cid, le compran Alcocer por tres mil marcos de plata. El Cid reparte dinero entre sus vasallos, nadie es pobre. Todos los moros estaban felices, menos los de Alcocer, para quienes les era provechoso tener al Cid con ellos. Les dijeron que orarían por ellos. El Cid se asienta en el Poyo sobre Monreal. El rey Alfonso recibe los caballos, escucha la noticia de la victoria del Cid en Alcocer, pero no lo perdona. Perdona a Minaya, le devuelve sus tierras y honores. Cree que han pasado pocas semanas para perdonar al Cid. El rey deja que quienes quieran vayan con el Cid, sin quitarles tierras ni castigarlos. El Cid llega al pinar de Tévar. Después de tres semanas Minaya se reúne con el Cid más 200 castellanos. Le cuenta todo y el Cid se alegra. Le trae noticias de su mujer, hijas, pagó las 1000 misas, etc. El Cid más 200 caballeros escogidos hizo una correría nocturna en las tierras de Alcañiz, y todo lo que encuentra en su camino se lo apropia. Vuelven. Según el Cid a quien se queda mucho tiempo en un lugar queda expuesto a la pobreza. Decide dejar el poyo y corre tierras amparadas por el conde de Barcelona. Se mudó al puerto de Olocau, de ahí hace correrías que duran 10 días. El conde de Barcelona se entera de que el Cid anda por sus tierras, se enoja y lo toma como una afrenta. El conde don Ramón está muy enojado, se tomó muy mal que el Cid ande por sus tierras, recuerda cuando hirió a su sobrino. El Cid le manda a decir que no se tome a mal esta correría, que no lleva nada suyo, pero el conde porfiado le dice que se las pagará, las de ahora y las de antes. El Cid se da cuenta de que si no lucha, lo echarán de aquellas tierras. El Cid en vano trata de calmar al conde. El Cid anima a los suyos a prepararse para la lucha. (conde Ramón Berenguer). Se enfrentan en el pinar de Tévar. Según el Cid, le quiere quitar el botín.

El Cid gana la batalla y aprisiona al conde. Gana la Colada (espada) que vale más de 1000 marcos). El conde se rehúsa a comer, quiere dejarse morir de hambre. El Cid dijo que si comía y bebía lo dejaría en libertad. El conde se niega. Pasa tres días sin comer. Cuentan las ganancias. El Cid le reitera su promesa al conde, si come, lo deja en libertad a él y a dos más de los suyos. Pero le dice que lo que perdió en el campo no se lo devolverá. El conde come y luego lo dejan libre junto a dos hombres. El conde le dice al Cid que ya ha pagado tributo por el daño hecho, ya no irá más contra él, no se le pasará por la cabeza. El conde se va receloso, piensa que el Cid se puede arrepentir, pero él no es desleal. El Cid y los suyos están contentos con toda la ganancia que tienen. CANTAR SEGUNDO: BODAS DE LAS HIJAS DEL CID. El Cid se dirige contra tierras de Valencia. El Cid se toma varias ciudades. Ganó Olocau, Jérica, Onda, Almenar, todas las tierras que rodean a Burriana, Murviedro. Los valencianos cercan al Cid. Esto no tiene arreglo sin combatir. Manda a mensajeros a las tierras ganadas para comenzar luego la batalla. Al tercer día están todos reunidos. El Cid los alienta a luchar para permanecer en esas tierras. Minaya da el plan de batalla: 100 hombres con Minaya atacan por un lado y el Cid con los otros por otro lado. El Cid vence. Grandes ganancias. Vuelven a Murviedro. Conquistan el Puig con sus alrededores. La fama del Cid se expande. El Cid termina por conquistar toda la región de Valencia. El Cid manda a echar anuncios por todo Aragón y Navarra, llegando sus mensajes a tierras de Castilla: quien quiera dejar la pobreza que vaya con el Cid, que va a cercar Valencia para dársela a los cristianos. Leyeron los pregones en todas las tierras, llega mucha gente. Su fama se extiende. Se dirige a Valencia, la cerca. Queda prohibido entrar o salir de allí. Todos los que estuvieron ahí para la conquista se hicieron ricos. El rey de Sevilla quiso recobrar Valencia. Se dirige con 30 mil hombres a luchar, pero el Cid gana y se queda con más ganancias. Al Cid le crece mucho la barba pues un día dijo que por amor al rey Alfonso que lo ha desterrado no se cortaría la barba. El cid junto a Minaya descansa en Valencia. Todos los caballeros que salieron con él de su tierra están colmados en riquezas. El Cid ordenó que de los que se enriquecieron con él y no se despidieron de él o no le besaron la mano que lo apresaran en la huida, le quitaran el haber y lo ahorcaran. El Cid quiere hacer una lista con todos los hombres, para que si hay alguno oculto tenga que dar todo lo ganado a los vasallos. Eran en total 3600 hombres. Manda a Minaya a donde el rey Alfonso con un regalo: 100 caballos, que le bese la mano y que le conceda sacar a su mujer e hijas de Castilla. Que luego él mandará a

buscar por ellas. El Cid le dio 100 hombres para que lo acompañaran, 1000 marcos de plata a san pedro y otros 500 para el abad, don Sancho. Desde oriente, llega un clérigo a Valencia: el obispo don Jerónimo. Muy entendido en letras y muy prudente, muy esforzado tanto a pie como a caballo. Ansiaba ver al Cid luchar contra moros. El Cid quiere establecer obispado en Valencia y dárselo a don Jerónimo. Esa noticia también debía llevarla Minaya a Castilla. Se le nombró obispo. Alvar Fáñez Minaya preguntó dónde podía encontrar al rey Alfonso, al final se dirigió a Carrión con todos los presentes. Minaya Alvar Fáñez, apuesto y gentil. Minaya se encuentra con el rey cuando este salía de misa. Se le arrodilla, le besa las manos y habla: quien le besa las manos y los pies es el Cid, ruega su merced, que acepte los caballos, a pesar de que lo haya desterrado lo tiene por su señor. Le cuenta todas las tierras ganadas. El conde García Ordoñez siente envidia, dice que ya no deben quedar moros vivos. Minaya le dice que el Cid le pide por favor que deje salir a su esposa e hijas para que vayan a Valencia a encontrarse con él. Acepta, las protegerá hasta que salgan. Decide devolver todo a aquellos hombres que siguieron al Cid. Los infantes de Carrión piensan que sería bueno casarse con las hijas del Cid, pues hay mucha ganancia de por medio. Los infantes de Carrión mandaron a decirle al Cid con Minaya que están para servirle. Minaya se dirige a san Pedro de Cardeña, llega donde doña Jimena y le dice que el rey ha permitido que ella y sus hijas salgan de Castilla para ir a Valencia. Manda a tres hombres a avisarle al Cid que él se dirige a Valencia con su mujer e hijas y que como en 15 días están allá, y que el rey paga todo mientras viajen por sus tierras. Además, muchos hombres quieren seguir al Cid, se le unieron a Minaya 60 hombres más, aparte de los 100 con los que llegó. Minaya dio los 500 marcos al abad, con los otros 500 provee a Jimena y sus hijas de buena vestidura, de caballos de camino y mulas escogidas y de buena presencia. Se preparan ya para salir cuando aparecen Raquel y Vidas, dicen que le perdonan los intereses al Cid con tal que les devuelva el capital. Minaya les dice que hablará con el Cid y que por lo que han hecho buen pago tendrán. De san Pedro a Medinaceli tardaron 5 días. El Cid mandó a Muño Gustioz, Pedro Bermúdez, Martín Antolínez, obsipo don Jerónimo más 100 caballeros pasar por Santa María y luego Molina, allí manda Abengalbón, quien les conseguirpa 100 caballeros más, para que vayan todos a Medina y allí podrán hallar a Alvar Fáñez, Jimena y sus hijas. Pide que se los lleven con grandes honores. El Cid esperará en Valencia. Así fue, incluso Abengalbón los acompañó y puso 200 hombres de los suyos. Los viajeros descansan en Medina. En la mañana después de oír la misa montan los caballos. Luego se quedan en Molina, donde Abengalbón los atiende muy bien. Al otro

día parten a Valencia. El Cid se entera de que están cerca. Manda 200 hombres más a recibirlos. El obispo don Jerónimo se adelanta a la capilla para encontrarse con los clérigos para preparar una procesión de recibimiento. El Cid cabalga a Babieca (caballo ganado al rey de Sevilla), y en él sale al encuentro de su mujer e hijas. Cuando se encuentran lloran de gozo. Entran con honores a la ciudad. Rey Yusuf: rey de Marruecos. El rey se molesta porque el Cid se ha metido por sus tierras, y no le agradece a él lo que tiene sino a Dios. Prepara a 50 mil hombres para cercar Valencia. El Cid tranquiliza a Jimena y sus hijas, las deja en el alcázar desde donde pueden observar todo, les dice que ahora verán cómo se gana el dinero. Dice que con la ayuda de Dios vencerá en la lucha. Jimena tiene miedo pero se empieza a tranquilizar con las palabras del Cid. Comienza la lucha. Murieron muchos moros. Pero Álvar Salvadórez quedó cautivo. En la mañana siguiente la idea es arremeter contra ellos después de la misa. Plan de batalla: Minaya con 130 caballeros. Cuando el Cid entre en combate, él entrará por la parte contraria. Y Dios los ayudará por los frentes. En la madrugada el obispo da la misa y luego la absolución. Le pide que le otorgue el don de dar los primeros golpes. El Cid se lo concede. La batalla comienza, los vasallos y el Cid están bien preparados. Derrota de Yusuf. Ganan un gran botín. El Cid entra en Valencia y le dice a Jimena que tal como ella quería, las damas que las han acompañado serán casadas con algunos vasallos del Cid y él dará 200 marcos de dote. La ganancia es incontable, muchos caballos, oro, vestiduras, etc. La tienda más rica, que era la del rey de Marruecos, el Cid mandó a que no la desarmaran, que quedara intacta porque quiere enviarla a Alfonso el Castellano. Jerónimo, prudente sacerdote.} El sacerdote le cuesta llevar la cuenta de los moros muertos. El Cid le dio el diezmo de su quinta. Minaya en compañía de Bermúdez y 200 hombres más van a Castilla a dejarle presente al rey Alfonso: 200 caballos. Le mandan a decir que el Cid promete servirle siempre, mientras tenga alma. Y también en nombre de él le besarán los pies y manos. García Ordóñez sigue envidioso. El rey recibe el presente. Lo encuentran en Valladolid. Los infantes de Carrión quieren casarse con las hijas del Cid pues esto los hará más honrados y prosperarán. Van a hablar con el rey Alfonso: le piden al rey que él les pida a las hijas del Cid para que se casen con ellos para honra de ellas y provecho de ellos. El rey lo medita 1 hora. El rey le dice a Minaya y Bermúdez que otorgará su perdón al Cid, que lo vaya a ver, que hay novedades para él: Diego y Fernando, los infantes de Carrión, están deseosos de casarse con sus hijas. Tendrá con ello mucha honra, se acrecentarán sus honores por emparentar con los infantes de Carrión. Luego de enterarse de todo el Cid, meditó: agradece la amistad del rey y que le pida sus hijos para el casamiento con los infantes. Al rey no le tincaba mucho el casamiento con

ellos. Luego le pareció buena idea juntarse a hablar con el rey, tal como este había propuesto, así que le mandó a decir el lugar: sobre el Tajo, río caudal, el día que el rey prefiera. El rey fija el plazo: en tres semanas más será la entrevista. Manda a hacer los preparativos. Los infantes andan feliz, incluso de endeudan pensando en que serán ricos. Se encuentran, están muy conmocionados, el Cid le esa las manos y la boca. Se presentan los infantes de Carrión. Al otro día, después de comer y de la misa, el rey Alfonso pide a las hijas del Cid: doña Elvira y doña Sol para que sean esposas de los infantes de Carrión. El Cid recuerda que el rey las ha criado, y que ellas y él están a su servicio y órdenes. Acepta. Les entrega a los infantes y 30 marcos de plata para las bodas o lo que quieran. Al entregarle a los infantes les dice que lo respeten como padre y le sirvan como señor. El Cid reparte caballos y vestiduras entre los que asistieron a las vistas. El rey nombra como representante suyo a Alvar Fáñez Minaya, para que sea el padrino y entregue a las hijas del Cid a los infantes de Carrión. El Cid le da más regalos al rey Alfonso. Algunos de los que iban con el rey deciden quedarse en Valencia para las bodas. A Fernando y Diego los acompañan Pedro Bermúdez y Muño Gústioz. Iba Asur González, que era muy bullanguero y suelto de lengua. Pedro y Muño, a orden del Cid, le dieron albergue a los infantes. En la mañana verían a sus esposas. El Cid le anuncia a Jimena y sus hijas sobre el casamiento. Le dan las gracias como siempre. El Cid recela del casamiento, les dice que él no es quien las casa, sino el rey. Que él se lo ha pedido y no ha podido decirle que no. Comienzan los preparativos de las bodas. No retrasan el asunto. Minaya entrega a las esposas a los infantes, luego salen a la iglesia, donde Jerónimo los bendice y luego hace la misa. Luego salen de la iglesia y cabalgan en seguida para dirigirse al arenal de Valencia. Los festejos duraron 15 días. El Cid le entrega regalos a los invitados. Diego y Fernando fueron hijos del conde Gonzalo. El juglar se despide de sus oyentes. “Las coplas de este cantar aquí se van acabando que Dios os ayude junto con todos sus santos”. CANTAR TERCERO: LA AFRENTA DE CORPES. El Cid doma al león que se ha escapado. Los infantes de Carrión pasaron vergüenza porque se asustaron tanto que uno se escondió y el otro salió corriendo. El rey Búcar de Marruecos ataca a Valencia. Se aproximan para cercarla.

El Cid y sus vasallos están contentos, pues piensan en las ganancias. En cambio, los infantes no quieren luchar, de hecho piensan en volverse a Carrión, piensan que van a morir. El Cid les dice que se queden en Valencia, que él gustoso con sus hombres va a la pelea. En el enfrentamiento, Fernando González, uno de los infantes, cuando se aproxima a atacar a un moro, se arrepiente y sale arrancando. Pedro Bermúdez lo mata y le pasa el caballo del moro a Fernando para que diga que él lo mató. Se lo agradece. El cid está contento de lo que atestigua su sobrino Bermúdez. El Cid espera que sus yernos sean buenos en el campo de batalla. El primero en atacar es el abad Jerónimo, es muy bueno en las armas. El Cid y los suyos echan a los moros de Búcar. El Cid mata a Búcar y gana a Tizón, espada que vale más de mil marcos de oro. El Cid se siente muy bien por sus yernos, los considera valientes, pero los yernos se avergüenzan porque saben que no es así. Hay muchas ganancias. El Cid piensa en ganar Marruecos. Los infantes se han ricos. Los infantes vanidosos hablan al Cid del triunfo en el campo de batalla, de cómo mataron a los moros. Son objeto de burlas de los vasallos que nunca los vieron combatir. Los infantes conversan sobre irse a Carrión, ya son bastante ricos. Los infantes le piden sus esposas al Cid para llevarlas a Carrión, para que vean y disfruten de las riquezas. El Cid acepta y los llena de regalos: marcos, caballos, etc. Además les da las dos espadas: Colada y Tizón. Las chicas se despiden del Cid. El Cid y Jimena despiden a sus hijas, pero ven un mal agüero, ya estaban casadas no había nada que hacer. El Cid manda a Félez Muñoz (sobrino) con sus hijas hasta Carrión, para que vea las heredades y luego vuelva con noticias para él. Los mandó a ir por Molina, ahí descansar una noche y saludar a Abengalbón, que le diga (Félez) que reciba a sus yernos y asus hijas, y que los atiendan, que van a camino a Carrión, y también que las acompañe hasta Medina por la amistad que tienen, que se lo va a recompensar. Abengalbón les da regalos, y al ver los infantes las riquezas que él tenía, planean matarlo y quedarse con todo, pues ya tenían pensado dejar a las hijas del Cid. Un moro escucha es plan y le cuenta a Abengalbón. Abengalbón se despide de los infantes, y les dice que si no fuera por el Cid, él devolvería a las hijas a Valencia y ellos jamás llegarían a Carrión. Llegan al robledo de Corpes, ahí entremedio de bosques pasan la noche. Al recoger la tienda al otro día, los infantes mandan a que todos se adelanten. Quedan los dos matrimonios. Los infantes les dicen que las abandonarán ahí en venganza de lo que pasó con el león y que no conocerán Carrión. Las golpearon, hasta que corriera sangre, las dejan sin hablar, las dieron por muertas y se fueron.

En el camino Félez Muñoz sintió una corazonada, se devolvió en busca de sus primas. Las recató. Las llevó hasta la torre de doña Urraca. Felez va a San Esteban de Gormaz, ahí se encuentra con Diego Téllez, uno de los hombres de Minaya, quien va en busca de las dos hijas del Cid para llevarlas a San Esteban. La noticia corre por todos los lugares. El rey Alfonso se entera y se lamenta. El Cid se lamenta por la deshonra, de todos modos se alegra porque podrá casarlas con otros hombres que no sean los de Carrión. El Cid manda a Minaya, Pedro Bermúdez y Martín Antolínez,más 200 caballeros en busca de sus hijas para que las lleven a Valencia. DE vuelta a Valencia hicieron algunas paradas, como Medina y Molina. El Cid se alegra de verlas llegar a Valencia, y les dice que espera Dios verlas mejores casadas. El Cid envía un mensaje al rey Alfonso de Castilla. EL Cid manda a Muño Gustioz a donde el rey Alfonso pidiendo justicia por el deshonor que los infantes han hecho a sus hijas, recordándole que él fue quien las casó y que además se llevaron muchas riquezas del Cid. Muño junto a otros hombres lo encuentran en Sahagún. El rey Alfonso acompaña al Cid en su pena y decide ayudarlo a hacer justicia por la deshonra. El rey convoca a corte para siete semanas más. Comienza a llamarlos a todos, incluyendo el Cid, y quien no asistiera no se debe considerar vasallo del rey. Los infantes de Carrión suplican al rey Alfonso los exima de la obligación de ir a la corte, pero el rey se niega. Los infantes son aconsejados por el conde García, quien odia al Cid. El Cid llega y pide justicia en nombre de él, su señora e hijas. El Cid se queda en San Servando, no entra en Toledo. El rey que había salido a su encuentro regresa a Toledo. Se queda haciendo vigilia ahí. El Cid parte a Toledo en compañía de Minaya, Jerónimo, Pedro Bermúdez, Muño Gustioz, Martín Antolínez, Alvar Alvarez, Alvar Salvadorez, Martín Muñoz, Félez Muñoz, Mal Anda (letrado en derecho), Galindo García. Se preparan y van con espadas y todos por si los infantes pretenden hacer una afrenta. Crespo de Grañón  García Ordoñez. Se reúnen en la corte, el Cid se niega a sentarse con el rey, se sienta con su séquito. El rey comienza a hablar, que ahí se va a hacer justicia por el ultraje, que quien decidirá son los condes, algo así. Que solo ha hecho tres cortes incluyendo esa: en Brugos, Carrión, y ahora Toledo. Comienza la corte y primero el Cid pide las espadas: Colada y Tizón. Se las devuelven. Tizón se la da a Pedro Bermúdez, y Colada a Martín Antolínez. Luego el Cid les reclama los 3 mil marcos en oro y plata que les dio al salir de Valencia. Los de Carrión se niegan, dicen que le han dado las espadas para que no pidiera más. Los infantes se ven complicados, pues ya se han gastado todo el dinero, el rey manda a pagar en especies, en heredades, así que los infantes mandan buscar: caballos, mulas, espadas, etc. Todo lo recibió el Cid después de que lo valorara la corte. Los marcos que los

infantes le habían dado al rey, el rey se los devolvió para que se los pagaran al Cid. Salieron muy parados de ahí. El Cid propone el reto, inculpa a los infantes, que para qué las sacaron de Valencia si no las querían, que él no les hizo daño como para que las dejaran abandonas para que las aves rapaces se las devoraran. El conde Garci Ordóñez sale en defensa de los infantes. Dice que los infantes son de alta alcurnia, que no podían recibir por esposas a las hijas del Cid, no están a su altura. Garci habla de la barba del Cid, él le responde que la tiene larga e intacta porque nadie la ha tirado, como sí lo hizo él con la de Garci. Dice tener aún el mechón de barba. Los infantes le dicen al Cid que ellos están a la altura de casarse con hijas de reyes o emperadores, así que no han hecho mal en abandonarlas. Que no haya más pleito, dicen. Pedro Bermúdez le saca en cara a Fernando González que él no mató al moro, pues salió arrancando y fue él, Pedro, quien lo mató y luego le entregó el caballo. Le dijo que se anduvo luciendo frente a los otros, sin haber peleado en el campo de batalla. Que es un cobarde, le dice. Además mencionó el asunto del león, que Fernando fue un cobarde que se escondió en el escaño en que descasaba el Cid. Luego Martín Antolínez, le responde a Diego González, que insiste en que no hicieron mal en abandonar a las hijas del Cid. Le dice que cuando ocurrió el incidente del león, él salió corriendo por el corral, que no se le olvide. Le dice que fue un traidor, y que esto lo confesará en el combate. Asur González entra en la corte e insulta al Cid. Asur discute con Muño. Luego entran Ojarra y Yñigo Jiménez, ambos mensajeros, uno del infante de Navarra, el otro de Aragón. Vienen a pedir al Cid que sus hijas sean reinas de Navarra y Aragón. El Cid le pide al rey que decida, él las casó antes, no hará nada sin su consentimiento. El Cid acepta y el rey otorga. Entregan a las hijas del Cid como esposas para los infantes. Luego, Minaya habla, y reta por traidores y malos a los infantes de Carrión. El rey da plazo hasta tres semanas para que la pelea se realice en Carrión. El Cid ofrece regalos para todos. El rey a la salida de Toledo le pide que corra arriba de Babieca. El Cid le ofrece su caballo al rey, pero este no acepta, el caballo lo honra, y lo necesita para pelear contra moros. El Cid aconseja a sus lidiadores: Martín Antolínez (contra Diego), Pedro Bermúdez (contra Fernando) y Muño Gustioz (contra Asur). Llega el día del combate, el rey está presente el Carrión, los lidiadores también. Los infantes aconsejados por Garci. Los infantes piden que Colada y Tizón sean excluidas del combate, el rey no acepta. Luego los del Cid piden que al rey velar por la justicia, pues todos los parientes de los infantes están ahí y no se sabe lo que podrían maquinar. El rey les asegura justicia. Antes de que empiece la batalla, el rey habla: dice a los infantes que no pretendan injusticias, porque él no lo permitirá, que el enfrentamiento debió realizarse en Toledo y que sin embargo han ido a Carrión. Comienza la pelea. Pedro Bermúdez vence a Fernando González. Martín vence a Diego. Muño Gustioz vence a Asur. Los vencedores

vuelven a Valencia. El Cid está muy alegre porque sus hijas han sido vengadas. Las hijas del Cid se casan aún mejor que antes. El poema terminó.