Resumen Del Libro Primero de Emilio o La

RESUMEN DEL LIBRO PRIMERO DE EMILIO O LA EDUCACION Publicado en febrero 8, 2012 de Edusique Por: José Manuel Navas Valen

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RESUMEN DEL LIBRO PRIMERO DE EMILIO O LA EDUCACION Publicado en febrero 8, 2012 de Edusique Por: José Manuel Navas Valenzuela RESUMEN DEL LIBRO PRIMERO DE EMILIO O LA EDUCACION “Aquel de nosotros que mejor sabe sobrellevar los bienes y los males de esta vida, es a mi parecer, el más educado” Rousseau, J.J. Emilio o de la Educación 1762, Libro Primero pág. 15 El creador de la naturaleza hace las cosas a la perfección; pero el hombre las degenera: “obliga a la tierra a que dé lo que debe producir otra, a que un árbol dé un fruto distinto[1]. De acuerdo a esta afirmación, se debe entender que el autor se refiere a que DIOS el creador, a través de la naturaleza genera la vida y naturaleza hace las cosas a la perfección, sin embargo es el mismo hombre que se encarga de desnaturalizar inclusive al hombre, obligándolo a perder algunas de esas características naturales. Aquí Rousseau busca resolver esta supuesta contradicción y trata de demostrar cómo es que “el hombre natural” puede vivir en sociedad, la misma que requiere que ese hombre natural pierda o controle algunas de esas características naturales, específicamente, el egoísmo que lo impulsa a sacrificar todo interés ajeno en beneficio del propio[2]. Esto quiere decir que toda sociedad tiene que elegir entre crear un buen ciudadano o un hombre. A partir de esto desarrolla su propio punto de vista y su planteamiento en el que propone y reflexiona que el problema central de la educación es la contradicción entre el hombre natural y la necesidad social por el altruismo o, por lo menos, el reconocimiento y aceptación de los derechos de otros y que la “instituciones sociales son aquellas que mejor pueden desnaturalizar el hombre, quitarle su existencia absoluta para reemplazarla por otra relativa y transportar en el yo dentro de la unidad común[3]”. En un lenguaje más moderno, la contradicción entre una existencia que está centrada en forma absoluta en el interés individual y una en la cual ese interés tiene un valor relativo a otros. Considera también como otros filósofos (Platón entre ellos), que el ser humano al nacer es débil y torpe no cuenta con nada, por lo que va a necesitar fuerza e inteligencia para compensarse y esto lo encontrará únicamente en la educación que le ayudará a salir del estado sensible desde su nacimiento[4].De acuerdo al análisis de la lectura, es importante hacer mención que para el autor, existen tres tipos de educación[5]: La primera llamada educación de la naturaleza, referida al desarrollo de nuestros órganos y las facultades innatas; la segunda llamada educación de los hombres que comprende el uso que aprendemos a hacer de las facultades o desarrollo por medio de sus enseñanzas y la tercera llamada educación de las cosas, la cual consiste en la experiencia que se tienen de los objetos que nos afectan[6].

A través de estas tres clases de educación[7], se puede mencionar que la primera no depende de nosotros ya que la misma está determinada desde el nacimiento; así mismo la tercera está sujeta en mayor o menor grado al azar, mientras que la segunda en cambio, es el campo propio de la labor del maestro y depende plenamente de la relación que se establezca entre el preceptor y discípulo. Son estos aportes que han hecho a esta Obra como una especie de guía detallada, que no lo es en su esencia, aunque sí incluye algunos consejos sobre cómo educar a los niños. Hoy se considera el primer tratado sobre filosofía de la educación en el mundo occidental.Con el Emilio o la Educación, Rousseau quiere contraponer al hombre de la sociedad de su tiempo contra el hombre natural, el verdadero hombre. LOS PRIMEROS CUIDADOS Con el nacimiento comienza la educación que se realiza mediante la experiencia del mundo ligada al uso de la funciones y de los sentidos. Al niño se le debe dar toda la libertad de movimiento posible sin fajas, ataduras o vestimenta que impidan cualquier movimiento natural, ya que no le causara ningún daño y además es antinatural. Para Rousseau también es antinatural la conducta de las madres que no quieren ocuparse de sus hijos, en el cuidado y control de crecimiento, lo considera una mala costumbre. En la educación de los niños hay que seguir en todo a la naturaleza. En la educación del recién nacido es importante evitar dos extremos: imponerles nuestra voluntad y que ellos nos impongan la suya , además: los niños no tienen suficiente fuerza para todo lo que requiere su naturaleza; se les debe ayudar y suplir en los que les falta; al ayudarles, hay que tener en cuenta su utilidad real, sin conceder nada a la imaginación ni al deseo injustificado, porque a esa edad no es natural, conviene seguir atentamente sus manifestaciones ya que a esta edad disimular no es posible. Por último se ocupa del aprendizaje de la lengua, basta con hablar claro y articulando bien, nunca se debe pronunciar de manera defectuosa. El niño nace ignorante, privado hasta del sentido de su existencia, pero capaz de aprender. Con el nacimiento comienza la educación. Esta se realiza mediante la experiencia del mundo ligada al uso de las funciones y de los sentidos. La actividad es la primera escuela del niño, la ley natural que se debe respetar. Cuanto mayor sea la actividad, mayor será la experiencia formativa. Al niño se le debe conceder toda la libertad de movimientos de que es capaz. Fuera las fajas, las ataduras y vestidos que le oprimen. El niño no se hará daño con sus propios movimientos naturales, “la inacción y la constricción de los miembros impiden la circulación de la sangre, de los menores humores, no le permiten adquirir fuerza, crecer, ir cambiando su constitución”[8]

Los vestidos y las ligaduras que a veces se les ponen influirán negativamente sobre su temperamento. “Su primer sentimiento es de dolor y de pena. No encuentran más que obstáculos para realizar los movimientos que les son necesarios y más desgraciados que un criminal entre sus cadenas, hacen esfuerzos inútiles, se irritan, gritan. ¿Sus primeras voces, decís, son llantos? Lo creo sin dificultad: los forzáis desde el nacimiento, les ofrecéis antes que nada las cadenas, como primer cuidado los atormentáis. Lo único que tienen libre es la voz, ¿Cómo no se van a servir de ella para llorar? Gritan por el daño que les hacen, gritaríamos nosotros del mismo modo si nos causaran daño”[9]. Rousseau se pregunta por la causa de costumbres tan antinaturales y poco razonables como las criticadas. Es un hecho no menos antinatural: las madres no quieren ocuparse de sus hijos, y los ponen bajo la vigilancia de personas a sueldo, de criadas mercenarias cuya única preocupación es fatigarse lo menos posible. Y así, para ahorrarse el constante cuidado de un niño libre, lo visten de manera que no pueda moverse. Las criadas quedan tranquilas, sabiendo que el niño no se romperá una pierna, y las madres pasan alegremente el tiempo en las fiestas de la ciudad, sin pensar que está en peligro el futuro desarrollo de sus hijos. Esta mala costumbre engendra otras todavía peores. “No contentas de haber dejado de criar a sus hijos, las mujeres dejan de querer tenerlos: es la consecuencia natural. Desde el momento en que la maternidad es onerosa, se encuentra bien pronto la manera de liberarse enteramente de ella. Esta usanza, sumada a otras causas de despoblación, nos anuncia la futura suerte de Europa. Las ciencias, las artes, la filosofía y las costumbres que se siguen de esa mentalidad, acabarán convirtiéndola en un desierto. Y cuando sólo esté poblada por bestias, no habrá cambiado en mucho la calidad de sus habitantes”[10]. Cuando las madres vuelvan a criar a sus hijos, las costumbres mejorarán, los sentimientos naturales se despertarán en los corazones, los Estados se volverán a poblar y todo irá mejor[11]. En la educación de los niños hay que seguir en todo a la naturaleza. Se evitarán por eso los cuidados demasiado solícitos y las comodidades excesivas: la naturaleza educa a través del dolor. El niño ha de superar determinadas fiebres y dolencias. Una precaución exagerada contrariaría el camino que la naturaleza sigue para fortalecerlos, de lo que se seguirá la debilidad permanente del niño. Rousseau explica que la primera educación del infante tiene lugar por las sensaciones. En el principio de la vida, cuando la memoria y la imaginación están todavía inactivas, el niño sólo atiende a lo que impresiona realmente sus sentidos: siendo las sensaciones el primer material de su conocimiento, ofrecérselas de modo conveniente es preparar su memoria para que un día ofrezca el mismo orden a la inteligencia, preparando su memoria. El niño quiere tocar todo, manejar todo: no os opongáis a esa inquietud, porque le proporciona un modo necesario de aprender. “El aprende a sentir el calor y el frío, la dureza, la suavidad, el peso y la ligereza de los cuerpos; y aprende también a juzgar de su tamaño, de su forma y de todas las cualidades sensibles, mirando, palpando”.[12] Es importante evitar dos extremos en el trato con los niños: imponerles nuestra voluntad y que ellos nos impongan la suya con sus lloros, para que no se formen ni la idea de

esclavitud, ni la de mando, sino la de libertad. Menos mandatos y más autonomía de movimientos, que obren por sí mismos, y se darán cuenta de lo que pueden y de lo que no pueden. Los niños no deben encontrar resistencia en la voluntad humana, sólo la que las cosas les ofrecen, así no se harán coléricos ni caprichosos. Cuando un niño tiende la mano hacia un objeto distante sin decir nada, él se engaña acerca de sus posibilidades; acerquémosle el objeto para que pueda tomarlo. Pero cuando extiende su mano gritando y llorando, como si mandase al objeto que se acerque, no hagamos caso ninguno de sus llantos, para que no se habitúe a mandar y a ser caprichoso. En todo caso, no le demos cosas porque las desea, sino porque le son convenientes. Y sobre todo nunca pretendamos dar al niño exhortaciones o mandatos morales: “sólo la razón distingue el bien y el mal. La conciencia, que nos hace amar lo primero y odiar lo segundo, aun siendo independiente de la razón, no puede desarrollarse sin ésta. Antes de llegar al uso de razón hacemos el bien y el mal sin saberlo y en nuestras acciones no hay moralidad alguna”[13] Rousseau resume buena parte de lo explicado hasta ahora en cuatro máximas:[14] 

 



Los niños no tienen suficientes fuerzas para todo lo que requiere su naturaleza. Dejémosles usar todo lo que ésta les concede, sin temor ninguno a que abusen, no sabrían hacerlo. Se les debe ayudar y suplir en lo que les falta, sea en inteligencia sea en fuerza, siempre en algo que responda a una necesidad física. Al ayudarles, tener en cuenta la utilidad real, sin conceder nada a la fantasía ni al deseo injustificado. La imaginación no los atormentará si no se la hace nacer, porque en esta edad no es natural. Conviene seguir atentamente sus manifestaciones. Estando en una edad en la que el disimulo no es posible, se podrá distinguir fácilmente los deseos procedentes de la naturaleza y los que vienen de la opinión.

”El espíritu de estas reglas es dar a los niños más libertad verdadera y menos imperio, dejarles obrar más por sí mismos y hacer que exijan menos de los demás. Así, habituándose desde pequeños a subordinar sus deseos a sus fuerzas, les dolerá poco la privación de lo que no está en su poder” Por último, se ocupa Rousseau del aprendizaje de la lengua. Los niños al principio se limitan a llorar. Después oyen hablar a los mayores, y van aprendiendo. No hay que forzarlos ni marearlos con prematuras lecciones de fonética; basta con hablar en su presencia de modo claro e inteligible, articulando bien. No imitar ni repetir su pronunciación defectuosa, y utilizar un vocabulario restringido: es un mal tener más palabras que ideas. Como observa Agazzi,[15] no se da cuenta Rousseau de que la capacidad natural del niño opera por sí misma la selección de los vocablos asimilables. Es de particular importancia en este campo no provocar la precocidad, uno de los grandes males de la educación. “No apresurarse a hacerles hablar, como si se tuviese miedo de que no aprendan por sí mismos. Esta premura indiscreta produce un efecto directamente contrario al deseado. Tardan más en hablar y la gran atención prestada a todo lo que dicen les impide articular bien, y como apenas se atreven a abrir la boca, algunos contraen por

toda la vida el vicio de pronunciar y hablar de modo muy confuso que les hace casi ininteligibles”.[16]

CARACTERISTICAS DE EMILIO. Emilio es una figura imaginaria, u alumno imaginario[17] creada por el autor a quien el autor eligió a su gusto, con una intención polémica. 1. A Emilio lo eligió noble, porque para él, los nobles son los que peor educan a sus hijos. 2. Será rico para que la educación no tuvieran limitadas a problemas económicos y también porque en esa época los pobres no tenían necesidad de educación. 3. Será huérfano, esta características se presentaba de esa manera para que los padres no entorpecieran la labor del preceptor. 4. Será europeo, de un país que tenia clima templado. 5. Será sano y robusto, esta característica se la atribuye el autor ya que decía que no se preocuparía de un niño enfermo y endoble, puesto que no le gustaba la gente enfermiza y endeble, pues consideraba a estas personas inútiles para sí mismo y los demás. 6. Emilio vivirá y se educará en el campo ya que pensaba que los hombres no habían sido hechos para vivir en hormigueros, sino que debían dedicarse a cultivar la tierra. 7. Será de inteligencia media, ya que tenía que representar al tipo de hombre más común. CONCLUSIONES Después de finalizar la lectura y análisis se la obra, específicamente el libro primero de El Emilio o la educación, podemos hacer las siguientes conclusiones: 1. La principal temática del libro es la infancia de un niño que no articula aún y adecuadamente el lenguaje de sus mayores. 2. Nos hace un planteamiento de tres tipos de educación: La educación de la naturaleza, La educación de los hombres, La educación de las cosas. 3. Establece que los verdaderos padres serán el preceptor y la nodriza. 4. Dentro del desarrollo del libro primero, nos proporciona las características de Emilio, concretizándolas en que este debe ser noble, rico, huérfano, europeo, sano y robusto, debe vivir y ser educado en el campo, va a contar con una nodriza y con un preceptor joven para que pueda ser compañero del alumno y partícipe de sus juegos y de sus confidencias. 5. Durante el desarrollo inicial del niño, es la etapa en la que aprende a hablar, conocer y trasladarse, casi al mismo tiempo, convirtiéndose esto en la primera época de la vida ya que cuando esta dentro del vientre materno no tiene sentimientos, ni ideas, ni sensaciones, por lo que ni siquiera siente que existe.

6. El autor critica duramente a las madres que no se dedican a cuidar a su hijos ya que considera que es un costumbre inhumana, ya que las madres no han querido criar a sus hijos, prácticamente siendo su obligación la desprecian y el motivo para desligarse de su obligación es por que prefieren dedicarse a las alegrías y diversiones de los pueblos, También critica duramente a los médicos, afirmando que no discute que la medicina le sirva a algunos hombres pero dice que es perjudicial a la raza humana. esumen de Emilio o de la Educación UNIVERSIDAD DE ORIENTE Lenguas Extranjeras Pedagogía I Silvia de la Torre López Resumen de Emilio o de la Educación 25 de junio de 2009

EMILIO O DE LA EDUCACIÓN Pocos hombres han tenido tanta influencia sobre el pensamiento moderno como Juan Jacobo Rousseau y pocos han llevado una vida tan agitada y tan contraria en las ideas que se difundieron en sus obras como este pensador. Su carácter era contradictorio; exigía amistad y no conservaba a sus amigos; adoraba la independencia y vivía de regalos y favores; y lo más curioso, condenaba a la aristocracia y no podía pasar los días sin la compañía de los aristócratas. Aunque Rousseau se preocupó toda su vida por el problema de la educación, no podemos decir que fuera un educador, era más bien un filósofo, y aunque sería un error buscar en su obra técnicas pedagógicas, el Emilio es una novela educativa que sería imposible exponer en breve síntesis sin discutir detalladamente la filosofía de la educación que este pensador propone. Son tres los postulados esenciales del sistema, que por otra parte son los principios del autor que más se han difundido en el pensamiento moderno. El primero afirma que la naturaleza es buena y como la raza humana proviene de ella, también es bondadosa, porque es de origen divino. Pero en la realidad, esta naturaleza, a la que Rousseau no se cansa se exaltar, es rápidamente pervertida por el pecado social. “Los niños no tienen los mismos deseos que los hombres, pero expuestos como ellos, a la suciedad que repugna los sentidos, de esta sola sujeción pueden tomar las mismas lecciones de bien parecer” (Rousseau, J. 1970). Y esto nos lleva al segundo postulado dice que la sociedad actual es mala. Rousseau plantea un sistema educativo que permita al “hombre natural” convivir con esa sociedad corrupta. Así mismo, en la novela del joven Emilio y

su tutor, el autor ilustra cómo se debe educar al ciudadano ideal. La educación del niño se debe realizar al margen de la vida social. De los cinco libros en los que se divide la obra de Rousseau, el primero está dedicado a un modelo para la educación de Emilio hasta llegar a los 5 años. En el segundo libro se desarrolla el modelo hasta los 12 años del niño. En el tercero, una vez ya adquiridas las sensaciones, las habilidades y la inteligencia para los razonamientos, se emplea el modelo para los 15 años, donde se despiertan en Emilio conocimientos más difíciles, se formulan preguntas que derivan de experiencias. El cuarto libro formula el modelo para la adolescencia del humano, es concentrado en valores, vivencias y, también, se reflexiona sobre las relaciones sexuales y la necesidad de una pareja para el ahora joven. Por último, el quinto libro alude a la educación de Sofía la “mujer ideal” y futura esposa de Emilio, y a la vida doméstica y civil de éste. Para Rousseau, la libertad es la obediencia absoluta a las leyes de la ciudad y en consecuencia la educación se ha de proponer inculcar en el niño las convicciones de que tendrá necesidad en su vida ciudadana. La vigilancia y la introducción del educando en un grupo cerrado son las perspectivas en que debe inculcarse la educación.

CONCLUSIÓN Emilio o de la educación describe un análisis del proceso por el cual el niño pasa, desde aprender y socializar hasta perder su inocencia natural. El libro propone una educación que siga y promueva los procesos naturales humanos sin transformarlos y que se base en los sentimientos naturales del amor a sí mismo y a los demás. Emilio se educa a sí mismo para dar lugar a una nueva sociedad, más libre y cercana a su estado natural.

OBRAS DE JUAN JACOBO ROUSSEAU AÑO OBRA 1750 Discurso sobre las ciencias y las artes (filosofía) 1755 Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres (filosofía) 1758 Carta a D'Alembert sobre los espectáculos (ensayo) 1761 Julia o La nueva Eloísa (relato) 1762

El contrato social. Principios de derecho político (filosofía) 1762 Emilio o De la educación (relato) 1762 Profesión de fe del vicario saboyano (relato) 1782 (póstuma) Confesiones (primera parte, autobiografía) 1782 (póstuma) Las ensoñaciones del paseante solitario (autobiográfica) 1789 (póstuma) Confesiones (segunda parte, autobiografía) 1789 (póstuma) Diálogos (autobiográfica)

BIOGRAFÍA Rousseau, Juan Jacobo. Hombre de carácter sumamente extraño, cuyas obras sobre educación y problemas sociales tuvieron mucha influencia en Francia y Europa. Nació en Ginebra, Suiza, el 28 de Junio de 1712. Descendía de una familia protestante, y su padre se dedicaba a la fabricación de relojes, la principal industria suiza. Tuvo una juventud muy agitada, pues habiendo quedado huérfano, fue puesto bajo la dirección de un tutor al que abandonó cuando contaba con dieciséis años. Se dirigió a París y allí conoció a varias de las personalidades del mundo científico y literario, quienes le ayudaron en el camino de la fama. Contribuyó mucho al triunfo de las ideas liberales, y en su Contrato Social presenta una forma de gobierno basado en las opiniones de la mayoría. Visitó a Hume en Inglaterra, y luego recorrió diversas ciudades francesas, hasta que en julio de 1778 murió en París. Sus ideas fueron tan revolucionarias como tormentosa su vida, cuyos detalles expuso en Emilio y Las Confesiones, esta última de inusitada sinceridad. BIBLIOGRAFÍA El Nuevo Tesoro de la Juventud, Tomo II. Editorial Cumbre. Decimoctava edición, 1984. Rousseau, Juan Jacobo. Emilio o de la Educación. Editorial Porrúa. Primera edición en la colección “Sepan Cuantos”, 1970 SITIOGRAFÍA http://mx.encarta.msn.com/media_81571262/Principales_obras_de_Rousseau.html

Resumen: En este artículo nos centramos en el estudio de la propuesta educativa de J. J. Rousseau en el Emilio. En primer lugar mostraremos como la evolución histórica conduce

al ser humano a un proceso de degeneración, fruto del abandono de la naturaleza. Posteriormente nos detendremos en el análisis de sus ideas educativas en la infancia, la adolescencia y en la educación de la mujer. Palabras clave: Rousseau, Emilio, pedagogía, adolescencia, infancia, mujer, naturaleza.

1. Introducción

El pensamiento de Rousseau constituye, sin lugar a dudas, uno de los hitos más importantes de la Ilustración. No en vano El contrato social se convirtió en una de las obras más leídas después de la Revolución francesa. Sin embargo, este ensayo fue eclipsado por el Emilio (1762), que gozó de gran popularidad en su época. Este escrito sobre educación escapa a una fácil clasificación en un género concreto. Es un libro de filosofía, de pedagogía [1], una novela, un estudio de la bondad natural del ser humano; es, en definitiva, una narración que presenta un modelo educativo que intenta seguir los preceptos de la naturaleza [2].

2. Sobre la igualdad y la naturaleza La antítesis entre la naturaleza "original" del hombre y la corrupción que acarrea la vida en sociedad tiene un papel protagonista en la filosofía de Rousseau. Lo que explica su alabanza de la Antigüedad y la narración de la decadencia contemporánea. Para el ginebrino la idea de "naturaleza" es más importante que el "estado de naturaleza" y su ficción pseudo-histórica de una hipotética evolución del ser humano. Esto es debido a que la historia sólo puede representar un avance hacia la perversión. La naturaleza no puede ser percibida claramente debido a la degeneración fruto del proceso social, pero se encuentra dentro de cada uno de nosotros. Debido a esto, el intento de esclarecer el estado del hombre antes de su entrada en la vida social debe estar movido por una búsqueda de la comprensión de la naturaleza humana, más que por una indagación de carácter histórico. Para lograr sus propósitos el autor del Emilio se sirve de ese estado de naturaleza como de un simple punto de partida. Allí el hombre poseía las mínimas cualidades que le diferenciaban de los animales; estaba dominado por unos instintos primarios físicos y psicológicos, por la disposición necesaria para la supervivencia. Rousseau, al contrario que Hobbes, niega que el ser humano sea naturalmente débil o perverso; es pacífico en una existencia aislada e independiente sin conflictos peligrosos con otros sujetos. Los instintos que dominarían a este hombre primitivo serían el de la autopreservación y la compasión natural, que le impedirían ser agresivo con otros y le llevarían a rehuir la violencia: Su propia conservación constituye su único cuidado, por lo que sus facultades más ejercitadas deben ser aquellas que tienen por principal objeto el ataque y la defensa, sea para dominar su presa, sea para asegurarse de no ser víctima de otro animal [3].

Esto le permitiría gozar de una felicidad desconocida para nosotros. El instinto posibilita la satisfacción desinhibida y pacífica de sus deseos, y el disfrute de la existencia inmediata. El hombre moderno, en cambio, se rige por una serie de necesidades artificiales producto de su vida en grupo. Lo que muestra una diferencia clara con el hombre natural de Rousseau. Mientras éste era independiente y prácticamente podía vivir solo, el otro, en cambio, padece una dependencia de la sociedad que le provoca más sufrimiento que bien. Esta circunstancia afecta también a su constitución; porque el hombre primitivo, que era sano, bueno y feliz, se ve sustituido por un hombre social afeminado, débil y temeroso; su capacidad de reflexión e imaginación, lejos de servirle para solventar estas dificultades, sólo aumenta sus penas alejándole del estado natural: He ahí las causas funestas y probadoras de que la mayor parte de nuestros males son obra nuestra, y de que los habríamos evitado en su mayor parte de haber conservado la manera de vivir sencilla, uniforme y solitaria que nos estaba prescrita por la naturaleza. Si esta nos había destinado para estar sanos, casi me atrevo a asegurar que el estado de reflexión es un estado contra la naturaleza, y que el hombre que medita es un animal depravado [4]. En la sociedad sus miembros se ven obligados a combatir entre sí, imponiéndose los fuertes y creándose esa desigualdad convencional o artificial. Rousseau afirma que el hombre se diferencia de los animales por ser más adaptable y por tener conciencia de sí. El ser humano progresa hacia formas de vida más complejas, en gran parte gracias al dominio del lenguaje, alcanzándose una etapa decisiva con la instauración de las familias y de la propiedad, produciéndose una primera revolución social. Lo que llevó al surgimiento del orgullo y de la vanidad por la posesión de bienes superfluos. A pesar de esta circunstancia, para el ginebrino este era el período más feliz de la existencia de la historia humana, en el cual se debería haber logrado el justo equilibrio entre la indolencia del hombre primitivo y la actitud petulante de nuestro amor propio. Más adelante se produjo una segunda revolución social con el descubrimiento de la metalurgia y de la agricultura, dándose lugar a la división del trabajo y a la implantación de la propiedad: La metalurgia y la agricultura fueron las dos artes cuyo descubrimiento produjo revolución tan grande. Para el poeta son el oro y la plata los que han civilizado a los hombres; pero para el filósofo son el hierro y el trigo los que, al mismo tiempo que la civilización, trajeron la perdición del género humano [5]. Esto provoca que cada cual, para obtener lo mejor para sí en sociedad, se vea obligado a aparentar mostrándose diferente de lo que es en realidad. Nace así la astucia falaz y los vicios del cortejo vano. Esta desigualdad produjo ansiedad y miedo. Teniendo que esconderse los hombres detrás de sus máscaras para satisfacer su deseo oculto de lograr su beneficio a expensas de los demás. Se convirtieron en codiciosos y débiles; se instauró, de esta forma, el más horrible estado de guerra. Para acabar con esta terrible situación de inseguridad los ricos, que eran los que más tenían que perder, concibieron un plan para solucionarlo; éste consistía en una asociación regida por la ley, es decir, en la sociedad política. Así la propiedad y la desigualdad fueron legalmente respaldadas, con lo que la libertad natural quedó sometida al trabajo, a la servidumbre y al sufrimiento, para beneficio de unos pocos hombres ambiciosos [6]. La formación de la sociedad política constituyó para Rousseau una fase decisiva, aunque desastrosa, de la historia humana porque, según su

parecer, el poder político actúa siempre en beneficio de los fuertes y en detrimento de los débiles [7]. Este proceso culmina con la llegada del despotismo, cerrándose el círculo del proceso histórico al crearse un "estado de naturaleza" nuevo, pero corrupto, basado únicamente en la fuerza. Lo que comenzó con independencia del estado de naturaleza finaliza, por tanto, con la supresión de la libertad, la característica que convierte al ser humano en verdaderamente humano; los hombres, en lugar de ser libres, se han convertido en esclavos [8].

3. La educación en el Emilio de Rousseau 3. 1. Libro I y II: la etapa infantil En el Emilio se destaca la importancia que tiene atender la vida del niño en sus comienzos y su autor se pronuncia a favor de que su propia madre le dedique los cuidados que necesita en esta etapa, lo que contribuiría a su bienestar físico y a su equilibrio emocional. Se opone a la práctica de fajarlos, basándose en que la libertad, también en un sentido puramente físico, es indispensable para un sano desarrollo. Esta opinión la aplica de forma ligeramente distinta a cada etapa de la vida. En la infancia, la amplía para incluir la actividad y la experiencia, puesto que éstas resultan de la libertad de movimientos, que son tan indispensables para la educación mental y emocional, como para el crecimiento. Rousseau establece en estos capítulos cierto número de normas de conducta. Señala, por ejemplo, los peligros de ser excesivamente tolerantes con los niños, permitiéndoles adquirir una posición de dominio; afirma que hay que ayudarles y dejarles libertad en el uso de sus fuerzas: Lejos de tener fuerzas superfluas, los niños no las tienen suficientes para todo cuanto la naturaleza exige de ellos: hay que dejarles por tanto el uso de todas las que les da y de las que no podrían abusar. Primera máxima. Hay que ayudarles, y suplir lo que les falta bien en inteligencia, bien en fuerza, en todo lo que es necesidad física. Segunda máxima. En la ayuda que se les da hay que limitarse únicamente a lo útil real sin concederle nada a la fantasía o al deseo sin razón, porque la fantasía no los atormentará si no se la ha hecho nacer, dado que no deriva de la naturaleza. Tercera máxima. Hemos de estudiar con cuidado su lenguaje y sus signos, a fin de que, en una edad en que no saben disimular, distingamos en sus deseos lo que procede directamente de la naturaleza y lo que procede de la opinión. Cuarta máxima [9]. El autor del Emilio ataca la educación moral tal como se llevaba a cabo en su época. Opina que las nociones morales abstractas están fuera del alcance de la comprensión del niño normal antes de la edad de doce años. Por otra parte, hay aspectos morales que el maestro puede enseñar y el niño apreciar perfectamente si se utiliza un método más práctico:

No deis a vuestro alumno ninguna clase de lección verbal, sólo debe recibirlas de la experiencia; no le inflijáis ninguna especie de castigo, porque no sabe lo que es estar en falta; nunca le hagáis pedir perdón, porque no podría ofenderos. Desprovisto de toda moralidad en sus acciones, no puede hacer nada que sea moralmente malo, ni que se merezca castigo o reprimenda [10]. Rousseau cree que los conceptos de deber y obediencia deben evitarse por completo en la educación del niño, y que virtudes positivas, como la generosidad y la amabilidad, pueden estimularse mejor por medio del ejemplo que a través de palabras. Debido a que había tan pocos conocimientos convencionales que a este autor le parecieran apropiados para esta fase, cuya finalidad no está en ahorrar tiempo sino es perderlo, es decir, en esperar sencillamente una mayor madurez; el aprendizaje que considera importante ha de acumularse en los tres años siguientes, en el periodo de los doce a los quince años. 3. 2. Libro III: la adolescencia temprana La clave en esta etapa está en la utilización de la curiosidad natural del niño. Según Rousseau, un infante educado en la forma que él sugiere desarrollará ahora intereses de un alcance mucho mayor que los que había tenido en la etapa anterior. Ya no se contentará, por ejemplo, con conocer el Sol simplemente como un objeto, sino que estará impaciente por efectuar estudios cosmológicos de cierta profundidad. No obstante, el maestro ha de seguir partiendo en sus lecciones de la experiencia sensible. El usar una excursión, o alguna práctica concreta, como estímulo para los estudios teóricos se acepta ahora considerándolo un proceder eficaz; es una alternativa a algo a lo que se opone con vehemencia: la exposición verbalista, ya sea por medio de libros o a través de las explicaciones del maestro: No hagáis al niño discursos que no puede entender. Nada de descripciones, nada de elocuencia, nada de figuras, nada de poesía. No se trata ahora de sentimiento ni de gusto. Seguid siendo claro, sencillo y frío; demasiado pronto llegará el tiempo de adoptar otro lenguaje [11]. A Emilio se le permite que descubra él mismo las soluciones a sus propias preguntas y su maestro no tendrá prisa alguna en corregir sus errores. De hecho Rousseau llega incluso a sostener que los instrumentos de sus investigaciones debía inventarlos el niño. El objetivo que se perseguía no era el de enseñar determinadas cosas, sino más bien lograr que un determinado tipo de personas se interesaran por la adquisición de conocimientos, para lo cual este autor se inclina por la enseñanza de actividades prácticas, es decir, por los conocimientos de las ciencias aplicadas o del ingeniero, más que por los del teórico. Esta es la razón por la que considera importante el libro de Daniel Defoe, Robinson Crusoe, en la educación de Emilio. Este es el primer libro que leerá y por mucho tiempo será su única lectura: Dado que los libros nos son absolutamente necesarios existe uno que, para mi gusto, proporciona el tratado de educación natural más logrado. Este libro será el primero que ha de leer mi Emilio; sólo el formará durante mucho tiempo toda su biblioteca, y siempre tendrá en ella un lugar distinguido. Será el texto al que todas nuestras conversaciones

naturales no servirán sino de comentario. Servirá de prueba, durante nuestros progresos, al estado de nuestro juicio, y, mientras nuestro gusto no se eche a perder, su lectura siempre nos agradará. ¿Cuál es ese maravilloso libro? ¿Es Aristóteles? ¿Es Plinio? ¿Es Buffon? No: es Robinsón Crusoe [12]. Rousseau se propone formar una persona dotada de una capacidad de comprensión considerable para la adquisición de conocimientos, además de otras muchas cualidades personales valiosas, como la independencia y la rectitud de juicio. En relación con este objetivo se recomienda evitar que entre los niños haya competición y rivalidad, reemplazándose éstas por el deseo de mejorar sus propias obras. Algunas materias que no figuran todavía en el plan de estudios de Emilio son la historia, la metafísica y la moral y, sorprendentemente, todo lo que tenga que ver con la estética, como, por ejemplo, la poesía o la pintura. El aprendizaje de un oficio, un elemento formativo de vital importancia, se hará en la fase siguiente. 3. 3. Libro IV: la adolescencia avanzada El oficio se aprende en este periodo. Se produce aquí una ruptura radical respecto a la educación impartida hasta ahora. Hasta los quince años se han realizado todos los esfuerzos para restringir la visión de Emilio respecto al mundo de las cosas; de esa edad en adelante, en cambio, se destaca la importancia del mundo de los individuos y de sus relaciones recíprocas. La historia tiene cabida finalmente en el programa educativo de Rousseau; este pensador manifiesta su preferencia por los historiadores y las literaturas clásicas, que considera que han de leerse por su valor intrínseco, y estima que ya es tiempo de que el alumno entre en contacto con los mundos de la poesía y del teatro: He aquí el momento de la historia: por ella leerá en los corazones sin las lecciones de la filosofía; por ella los verá, simple espectador, sin interés ni pasión, como su juez, no como su cómplice ni como su acusador. Para conocer a los hombres hay que verlos actuar. En sociedad se les oye hablar; muestran sus palabras y ocultan sus acciones; pero en la historia éstas quedan al descubierto, y se les juzga por los hechos. Sus palabras mismas ayudan a valorarlas. Porque, comparando lo que hacen con lo que dicen se ve a un tiempo lo que son y lo que quieren parecer; cuanto más se disfrazan, mejor se los conoce [13]. Su educación moral toma un nuevo rumbo cuando hay que hacer frente a la necesidad de explicar lo relativo al sexo, que anteriormente había sido mantenido deliberadamente fuera de su plan de estudios, y orientar en el campo de las emociones. Una vez más destaca aquí el ginebrino la superioridad de los ejemplos concretos comparados con el puro verbalismo; recomienda claridad de lenguaje en la materia y evitar todo sermoneo [14]. Este es también el momento para discutir sobre religión [15], tema que constituye otro de los campos en los que, según Rousseau, ha de protegerse al niño de un conocimiento prematuro. Esto no señala el fin del programa educativo de Emilio, ya que se recomienda un viaje de dos o tres años antes del matrimonio para que, de esta forma, el joven obtenga los conocimientos de política y de gobierno que le han de permitir regresar a su propio país con la comprensión de lo que consiste ser un ciudadano.

3. 4. Libro V: la educación de la mujer La posibilidad de que Emilio tenga una esposa lleva a Rousseau a formular algunas observaciones sobre la educación de la mujer y, en particular, de Sofía, la compañera que destina a Emilio [16]. Sus opiniones reflejan por completo las actitudes del siglo XVIII sobre la educación femenina, donde se parte de la premisa de que la mujer ha sido creada para disfrute del hombre: Establecido este principio, de él se sigue que la mujer está hecha especialmente para agradar al hombre; si el hombre debe agradarle a su vez, es una necesidad menos directa, su mérito está en su potencia, agrada por el solo hecho de ser fuerte. Convengo en que no es ésta la ley del amor, pero es la de la naturaleza, anterior al amor mismo [17]. Por consiguiente, recomienda una educación que combine la filosofía del convento y la de la escuela. Rousseau sostiene que la búsqueda de verdades abstractas y especulativas, de principios y axiomas en la ciencia, está más allá del alcance de la mujer y, por consiguiente, los estudios para la futura esposa deberían ser absolutamente prácticos. Su misión está en aplicar lo descubierto por los hombres respetando su autoridad y criterio; esto se puede ver, por ejemplo, en el tema de la religión, donde las mujeres deben seguir siempre la doctrina del hombre [18]. Al autor del Emilio no le gusta la idea de que los libros desempeñen un papel protagonista en el proceso educativo. Y cuando se trata de la educación de las mujeres, esta aversión es todavía más pronunciada.

Notas: [1] Cfr. MÚGICA MARTINENA, Luis Fernando: “Presupuestos para el análisis filosófico de la teoría educativa de Rousseau”, Anuario Filosófico, 1985, vol. 18, n.º 2, pp. 147-168. [2] «La ambigüedad del término “naturaleza” viene así a revelarse especialmente importante. Designa, por un lado, el carácter ontológico, la esencia ética primordial del ser humano, que es independiente y -en ese sentido no temporal- previa al hecho y modos de organización de la convivencia, y sirve de hipótesis teórica y de ideal ético aplicables en la crítica de la concepción ilustrada de la sociedad y de la razón, permitiendo la lectura del progreso meramente civilizacional como una ruptura de la armonía entre los ideales teóricos y prácticos de la razón. Pero, a la vez y por otra parte, presenta connotaciones “naturalistas”, indicando rasgos concretos aunque hipotéticos de la evolución etológica del hombre primitivo, en una perspectiva que preludia las doctrinas evolucionistas, al admitir la maleabilidad como característica fundamental y primera de la constitución natural humana y al atribuir a aquella la posibilidad del desarrollo real de ciertas potencialidades que, una vez actualizadas, pasan a integrar una “segunda naturaleza”, que no es connatural sino adquirida» (BORGES DUARTE, Irene: “Naturaleza y voluntad en la Filosofía ÉticoPolítica de J. J. Rousseau”, Anales del seminario de historia de la filosofía, 1989, n.º 7, p. 176).