"Consejos para Escribir Mejor" Pablo Rolando Arango

DIEZ CONSEJOS Pablo Rolando Arango Lo que sigue son unas orientaciones que buscan ayudarle en el proceso de escribir un

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DIEZ CONSEJOS Pablo Rolando Arango Lo que sigue son unas orientaciones que buscan ayudarle en el proceso de escribir un artículo filosófico. Están basadas en mi experiencia como profesor y lector y, por tanto, en los defectos y dificultades más comunes que he podido advertir en estudiantes y escritores. No son mandamientos, sino sugerencias. Quizá algunas puedan servirle para mejorar algún aspecto de su escritura. 1. Prefiera las oraciones cortas a las largas. Escribir frases cortas le permitirá tener un mayor control sobre la expresión de sus pensamientos. Utilice el punto seguido con frecuencia. Entre más largas sean sus frases, entre más cláusulas ponga, más probable es que se pierda o se exprese de manera oscura o, incluso, termine sin saber qué dijo finalmente. 2. Antes de comenzar a escribir su artículo, elabore un plan. Trabajar en el plan puede requerir tiempo, pero cuando lo tenga, la escritura será más productiva. Primero que todo, defina el objetivo del artículo. Si no lo tiene claro, comience por identificar el tema sobre el que le interesa escribir. Luego identifique discusiones específicas sobre el tema. Por ejemplo, si está interesado en escribir algo sobre la existencia de Dios, debe encontrar un aspecto específico sobre el que le gustaría escribir. Siguiendo con el ejemplo, después de realizar algunas lecturas puede decidirse a escribir algo sobre el problema de si la existencia del mal o el sufrimiento prueba que no puede existir un Dios todo bondadoso y omnipotente. El objetivo de este trabajo hipotético podría ser entonces “argumentar que la existencia del mal o el sufrimiento prueba la inexistencia de un Dios todo bondadoso y omnipotente”. Pero podría ser más útil especificar aún más su objetivo. Por ejemplo, luego de más lecturas podría definir su objetivo del siguiente modo: “amostrar que la respuesta de Linda Zagzebski al argumento atado basado en la existencia del mal o el sufrimiento no funciona”. Si está en la etapa de definir el objetivo de su trabajo, probablemente las lecturas más útiles sean las antologías de varios artículos sobre el tema general de su interés. Una vez establecido el objetivo de su trabajo, defina las secciones mediante las cuales lo va a realizar. Siguiendo con el ejemplo anterior, puede idear un plan en tres secciones así: i) en esta sección explicaré el argumento ateo basado en la existencia del mal o el sufrimiento tal como lo presenta Garret Thomson; ii) en esta sección explicaré la respuesta de Linda Zagzebski al argumento de Thomson; iii) en esta sección evaluaré críticamente la respuesta de Zagzebski. Para elaborar el plan, usted puede apelar a sus intuiciones. Puede basarse, por ejemplo, en su inconformidad con algún argumento o punto de vista, aunque todavía no tenga muy claro por qué le parece incorrecto. Durante la escritura tendrá la ocasión de desarrollar su intuición de una manera articulada y racional. Si se siente bloqueado, perdido, sin inspiración o cualquier cosa por el estilo, intente lo siguiente: identifique un debate, una oposición entre dos puntos de vista acerca de un tema de su interés. Intente entonces tomar partido por la posición que llama su atención. Luego intente escribir una defensa de dicha posición o un ataque de la tesis contraria. 3. Enfoque la escritura de su trabajo como un momento en su proceso de formación. No piense que su artículo tiene que ser algo definitivo. Ni siquiera las obras maestras son definitivas. Recuerde que Kant, por ejemplo, reescribió muchos pasajes de su obra capital y que todos los grandes filósofos volvieron una y otra vez sobre los problemas que les preocupaban: corrigieron sus posiciones anteriores o se retractaron. Escribir su trabajo concienzudamente le permitirá aprender de usted mismo y, aun si al final está insatisfecho, estará mejor preparado para la escritura de trabajos posteriores. Esto no significa que sea indulgente consigo mismo. Como lo dijo Kant, las buenas intenciones no son “un mero deseo, sino como el acopio de todos los medios que están en nuestro poder (para cumplir el deber)”. 4. Identifique con honestidad sus principales limitaciones, desde las más elementales. Si tiene problemas con la ortografía, no se mienta: admítalo y trabaje para remediarlo. Lo mismo con la sintaxis, la lógica y todos los

aspectos de la escritura. Las habilidades y los conocimientos que se requieren para escribir bien no son un regalo del cielo: se pueden adquirir y perfeccionar mediante la práctica. La oportunidad que usted tiene en la universidad de trabajar en sí mismo puede ser única en su vida: probablemente no se repita. No la desperdicie. Recuerde las palabras de Michael Oakeshott: “el regalo característico de la universidad es que brida un intervalo… (Pero) no se trata del cese de una actividad, sino de la oportunidad de realizar un tipo de actividad único… Un hombre puede comenzar a explorar una nueva rama del conocimiento o dedicarse a una nueva actividad en cualquier momento de su vida, pero sólo en la universidad puede hacerlo sin tener que reacomodar sus escasas reservas de tiempo y energía; en etapas posteriores de la vida, tienen tantas responsabilidades que no le resulta fácil abandonarlo todo”. 5. Escriba borradores. Muchos estudiantes y escritores escriben una única versión. Eso se nota. Relea y corrija. Presénteles borradores de su trabajo (o partes de él) a los profesores o amigos. No tema a las críticas. Más bien búsquelas. Si su escrito tiene información verificable, verifíquela. Es enorme la cantidad de errores tontos que se imprimen en libros, revistas y periódicos y que hubieran podido corregirse con una simple inspección de los datos relevantes. A casi todo el mundo le pasan errores garrafales de ortografía, sintaxis y un largo etcétera. Hasta los grandes escritores necesitan editores. 6. Evite las citas textuales en la medida de lo posible (se habrá fijado en que yo mismo he violado esta regla). A menos que el propósito de su trabajo sea discutir la interpretación de una obra o fragmento, no cite textualmente. Eso es un síntoma de pereza. Cite, sí, pero poniendo en sus propias palabras los pensamientos de otros autores que usted quiera comentar o discutir. Eso le permitirá además saber qué tan bien está comprendiendo lo que lee. Ante todo, evite citar cuando el impulso para hacerlo sea exhibir su erudición. 7. Pensar por uno mismo no significa tener ideas absolutamente originales. Puede ser algo más simple pero no por eso fácil: tratar de entender las ideas ajenas y las propias. Suena raro. Después de todo, uno debería entender las ideas propias sólo porque son de uno, pero no es así. John Stuart Mill y Karl Popper, entre otros, señalaron insistentemente que uno de los beneficios de la discusión abierta de las ideas es que siempre modifica el punto de vista con el que uno empezó. No porque uno llegue a aceptar la posición contraria (cosa que ocurre raras veces), sino más bien porque uno llega a contemplar más matices importantes de lo que uno cree, implicaciones que no había visto, formulaciones desafortunadas, dificultades no superadas, etc. En pocas palabras, uno enriquece su punto de vista y por tanto su comprensión del asunto. 8. Fíjese en las palabras que usa con frecuencia. Si usa mucho una palabra, eso puede ser una señal de que hay algo que todavía no entiende del todo. Intente decir lo mismo pero usando palabras distintas. 9. Separe las afirmaciones que usted desea respaldar de las razones que tiene para aceptarlas. Trate de identificar con la mayor claridad posible los argumentos que está usando. Intente armar sus argumentos como una lista de premisas y conclusión. Pregúntese entonces por qué acepta cada premisa. Luego evalúe la validez de su argumento. 10. No intente escribir todo el artículo de una sola vez. Más bien, trabaje todos los días de manera ordenada: sección por sección. El plan de trabajo le ayudará a organizar la escritura y la lectura. Tampoco lea todo de una vez. Utilice el plan para organizar las lecturas. Cuando esté escribiendo, el propósito de la lectura debe ser ayudarle a escribir. Siguiendo el plan, usted podrá identificar los artículos, libros o capítulos que no son relevantes para su trabajo aunque traten sobre el mismo tema de su escrito.