Quiero Comenzar La Carta de Despedida a Mi Abuelo

Quiero comenzar la carta de despedida a mi abuelo, esta estrofa refleja el sentimiento que nos embarga como familia el d

Views 205 Downloads 0 File size 27KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Quiero comenzar la carta de despedida a mi abuelo, esta estrofa refleja el sentimiento que nos embarga como familia el día de hoy, el día que intempestivamente te vas de nuestro lado y que por supuesto no son los deseos de nuestros corazones. Abuelo, creo que ha llegado el momento de despedirnos. Ya nos dimos la última mirada, la última sonrisa, el último abrazo y el último de los besos. No estarás físicamente con nosotros, y no podremos tocarte y sentirte cerca, como desearíamos, pero sabemos que tu viejita, mi abuela, te llamó para que la acompañes. La vida nos ha golpeado nuevamente como familia, y tenemos tristeza por tu partida, sin embargo quisiera en esta oportunidad agradecer muchas cosas, primero por ser tu nieto, y dejarme compartir contigo, cada vez que quise hacerlo, sin reproches, sin preguntas, sin rencores. Segundo por haber estado con nosotros más de 90 años. Por hacernos vivir momentos únicos y memorables, por tus chistes, tus canciones, tus palabras inventadas, por tu picardía, tu entusiasmo y alegría. Quisiera agradecer también tus enseñanzas, no expresadas en palabras, ni en la simple teoría, sino en hechos concretos, donde tu valentía, esfuerzo y lucha estuvieron siempre presentes, teniendo a tu familia como el principal pilar de tu existencia. Como no destacar tu atrevido acto de de criarnos a mis hermanos y a mía, por darnos parte del estudio, por enseñarnos a ganarnos la vida con dignidad, por tu constante lucha para sacar a tu familia adelante, y uno se complica con dos hijos, tu y mi abuela criaron a mis tíos y a tus nietos.. De ser un agricultor de oficio, te convertiste en un padre para mí y porque no decir en un héroe; sin tener estudios ni conocimientos previos, nos inculcaste a que estudiemos mucho para ser alguien en la vida, afrontaste un desafío importante, todo esto por los tuyos.

Siempre tuve miedo de perder a uno de mis seres queridos, en especial a mis abuelos, pues siempre han sido ese pilar de apoyo que me ha inspirado a ser una mejor persona siempre. Están llenos de sabiduría y de increíbles historias que siempre adoré escuchar. Debo decir que nunca estuve preparado, jamás vi venir que algo así podría pasar, y menos tan pronto. Perder a mi abuelo, a ese roble, a ese hombre fuerte e inteligente, y sobre todo, bueno, fue una de las peores cosas que me han pasado. Lo peor de todo es que no pude estar presente cuando dio su último respiro, pero siento que si así fue, fue precisamente porque la vida así lo quiso. Y quizá no pude despedirme directamente de él, ni decirle cuánto lo quería, pues quizá no recordaba quién era, porque su memoria había partido antes que él. Sin embargo, hoy tengo la valentía de dedicarle algunas líneas que sé que leerá donde quiera que esté.

“Papito: Hoy en día ya no puedo decirte estas palabras físicamente, porque ahora estás allá arriba, en el cielo, contándole tus historias a todos los amigos que hiciste en ese increíble lugar. Esas historias que marcaron tu vida, que te hicieron ser fuerte, y que te convirtieron en la maravillosa persona que siempre fuiste. Esas historias que solías contarme en cada tarde que compartíamos en familia y que, aunque me las contaste muchas veces, siempre era genial escucharlas, porque me hablaba de ti, de mi abuela y porque me hacía entender que el mejor abuelo del mundo sí existía, y ese eras tú. Aún recuerdo cada vez que me llamabas para que vaya a la Escuela, cuando me enseñabas a cocinar, a lavar, a cocer mi propia ropa y al salir siempre me entregabas tus palabras de bendición, junto con ese dinero que me obsequiabas para mis recreos, porque decías que tenías que cumplir con tus nietos todo lo que no pudiste cumplir con tus hijos, tal como ahora lo dice mi mamá. Recuerdo que la última vez que te vi sonreír fue en ese momento, cuando un abrazo tuyo me dijo que tu memoria aún estaba contigo, aunque con el paso de los días comenzaba a empacar para irse definitivamente. Hasta que un día llegó el final. No sé cómo pasó. No sé en qué momento comenzaste a enfermarte y perder fuerzas, aunque no querías demostrarlo. Siempre fuiste esa persona fuerte que no quería mostrar debilidad ante sus seres queridos para no preocuparlos, pero simplemente en tus últimos días ya no pudiste ocultarlo. Los días se hicieron eternos, pero tu memoria se iba. Debo admitir que fue duro saber que a veces no me reconocías, pero la alegría venía cuando podía notar que no habías dejado de ser tú mismo, que aún hacías bromas y te enojabas, luego Heras tan cordial como siempre. “Me iré volando”, me dijiste un día en el hospital, y así fue. Pero te fuiste volando al cielo, tal como un ángel lleno de sabiduría que llega a mejorar un lugar. No sé qué me motivó a darte un besito en la mejilla y en tu frente la última vez que te vi, pero sí sé que esa fue mi despedida, aunque haya sido pequeña.

Te quiero y te extrañare siempre Abuelito Domingo Dávila”.