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PSICOLOGIA TRANSPERSONAL El movimiento Transpersonal nace a comienzos de los años 60, coincidiendo con la el incremento

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PSICOLOGIA TRANSPERSONAL El movimiento Transpersonal nace a comienzos de los años 60, coincidiendo con la el incremento de la comunicaciòn entre las culturas de Oriente y la de Occidente. El término Transpersonal alude a las experiencias e investigaciones que realizan quienes se dedican a la práctica de disciplinas que afectan a la conciencia y que hablan de experiencias de una extensión de la identidad que va más allá de la individualidad y de la personalidad. El prefijo "trans”, entonces, alude a lo que abarca "más allá" y “personal” a la personalidad, la estructura condicionada. (la raíz griega de “persona” significa "máscara"). Esto quiere decir que no se trata estrictamente de plantear un modelo de personalidad sino de considerar que es un aspecto únicamente de nuestra naturaleza psicológica, la personalidad es más bien dentro de este campo una indagación sobre la naturaleza esencial del Ser. Un factor común a todos los enfoques psicológicos es que se centran en la construcción de la personalidad y del "Yo". La Psicología Transpersonal, en cambio, propone modelo de ser humano que puede abrirse más allá de la historia personal, recorriendo el camino usualmente habitado por las antiguas tradiciones de la Sabiduría de la humanidad y la Meditación. Es decir que -mientras que las terapias clásicas se ocupan de construir una identidad personal estable- el camino contemplativo de la humanidad, nos muestra que el desarrollo psicológico es el logro de una integridad más amplia, de ahí que la práctica psicoterapéutica basada en lo transpersonal de lugar a la exploración de nuevos conceptos que completan los ya existentes en la Psicología. Este es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de bienestar y salud psicológica, dando importancia a las modificaciones de los estados de conciencia, más allá de los límites del ego y la personalidad. En resumen conecta lo psicológico con lo espiritual, en la búsqueda de la auto-realización y la auto-trascendencia del hombre. La autotrascendencia se puede definir como: “el estado de conciencia en donde el sentido de identidad se expande más allá de las definiciones ordinarias y autoimagen de la personalidad individual. Esto nos encamina hacia una óptima salud mental, ya que exploramos estados de desarrollo personal que se extienden más allá del ego individual, hasta incluir amplios aspectos del género humano, naturaleza o cosmos” La Psicología Transpersonal no excluye a las corrientes psicológicas conocidas hasta entonces como: el conductismo, el psicoanálisis y la psicología humanista. Estos modelos terapéuticos tenían como objetivo principal la adaptación del individuo a su medio ambiente. No admitían la posibilidad de un desarrollo psicológico más elevado (en especial las dos primeras que eran más reduccionistas) Por eso la psicología transpersonal en sus temas de trabajo 

Concibe al inconsciente no solo en su dimensión patológica, sino como fuente de creatividad. -Búsqueda de la auto trascendencia y la autorrealización como ya mencionamos.



No dualidad, en el reconocimiento de que cada parte (cada persona) es una parte fundamental de la totalidad (del cosmos). Desde la perspectiva no –dual, lo personal y lo suprapersonal, el cuerpo y la mente, lo individual y lo universal, la materia y el espíritu, son

meras expresiones diferentes de una realidad más primordial y fundamental que, estrictamente hablando, ni siquiera puede nombrarse. Esta realidad fundamental es nuestra auténtica naturaleza, de modo que no podemos ir más allá de ella y objetivarla. Nuestro yo relativo no es esencialmente diferente ni se halla, en modo alguno, separado del fundamento absoluto del ser, la verdadera naturaleza de todas las cosas. Las enseñanzas no-duales asumen la perspectiva absoluta que, si bien reconoce las diferencias individuales, no las considera fundamentales. 

Integración de lo personal con lo transpersonal : mientras que parte de la terapia se ocupa de construir una identidad personal estable, de trabajar sobre los efectos de la historia autobiográfica, el camino contemplativo es el que nos aproxima a nuestra verdadera esencia. -Integral: integrar otras psicologías, cuerpo-mente, los distintos niveles de conciencia lo condicionado culturalmente con lo incondicionado.



Estados ampliados de conciencia: estos estados antes eran únicamente relacionados al contexto místico, mágico o religioso pero en la actualidad son investigados científicamente. Este efecto se puede obtener con drogas o sin ellas, sea espontáneamente o mediante la práctica de diversas disciplinas como la Meditación, el Yoga, la hiperventilación y otras. Dichas experiencias permiten una mayor integración de la persona con el consecuente efecto curativo.



Integración de la espiritualidad : entendiendo a ésta como una dimensión de la vida que no está relacionada al pensamiento mágico sino que está ligada a las grandes tradiciones de sabiduría de la humanidad.

Son los psicólogos humanistas quienes mejor abordaron las dimensiones de lo humano y lo relacionado a la salud a través de una mirada más entera del hombre entre ellos mencionare a: Abraham Maslow, uno de los principales precursores humanistas, se interesó en aquéllas posibilidades que iban más allá de la autorrealización, donde el individuo trasciende los límites de la identidad y la experiencia. Dijo Maslow: “....considero que la psicología humanista, la psicología de la tercera fuerza, es un movimiento de transición, una preparación para una cuarta psicología, superior a ella, transpersonal, transhumana, centrada en el cosmos, más que en las necesidades e intereses humanos. Una psicología que va más allá de la condición humana, de la identidad, de la auto-realización...” Existieron otros factores en la cultura de esa época que favorecieron el surgimiento de la Psicología Transpersonal: muchas personas insatisfechas con el mundo externo material, comenzaron una búsqueda interior a través de diversos caminos y prácticas espirituales como la lectura de textos orientales, el yoga, la meditación, etc., lo que contribuyó a experimentar estados de conciencia muy diferentes a los habituales. Luego vino un replanteo de los terapeutas más ortodoxos, y de todos aquellos que no pasaban por estas experiencias: comenzaron a entender que lo místico, lo raro, el éxtasis espiritual, lo que no existe porque no se puede demostrar, cobraba una importancia tal, que era el centro de la vida de una gran mayoría. Así, la vivencia de estados superiores de conciencia, dejó de ser exclusividad del guru o maestro

espiritual, aceptando que este “modo del ser” diferente, era una posibilidad que estaba al alcance de todo ser humano. Hoy se observa una creciente derivación de pacientes por parte de médicos, psiquiatras y psicólogos, a los centros de práctica del yoga, la meditación y otras disciplinas afines, como un modo de complementar y acompañar el tratamiento físico o psicológico. Dice Medard Boss: “...si nuestra ciencia de la salud mental ha de llegar a ser más efectiva, los psicoterapeutas tendrán que equilibrar su conocimiento de las técnicas y conceptos psicológicos con una disposición contemplativa.” Autores relevantes en la Psicología Transpersonal: William James: Se interesó por el estudio de la voluntad libre y reconoció la existencia de un self espiritual, más interno, subjetivo y dinámico de donde derivo la teoría espiritualista o del alma, la teoría asociacionista y la teoría transcendentalista sobre el self material o social. Tuvo sus propias experiencias místicas, y se interesó por los aspectos prácticos de la experiencia religiosa y la forma en que actuaba en la vida diaria. Carl Gustav Jung: Tuvo valiosas aportaciones: sus estudios sobre los mitos, los sueños, los sistemas simbólicos (alquimia, tarot, astrología, I Ching); la idea de Inconsciente Colectivo. Su idea de los Arquetipos, quizá sea la contribución más relevante y sólida de Jung en este campo, por ser uno de los principales conceptos de lo Transpersonal. Roberto Assagioli: Fue el primero en utilizar el término Transpersonal (1956) en el sentido que es actualmente aceptado: fue el creador de la Psicosíntesis, siguiendo la línea marcada por Jung, pero ampliando sus conceptos, ya que diferenció el Inconsciente Superior (o Self Transpersonal) del Inconsciente Colectivo. Abraham Maslow: Aunque no hizo ninguna aportación desde el punto de vista práctico a la Psicología Transpersonal, no puede pasarse por alto su insistencia, en el hecho de que las “experiencias cumbres” son la clave para adentrarse en lo transpersonal. Su concepto de autorrealización y plenitud se acerca mucho a un estado de unidad de características místicas. Fundó el Journal of Transpersonal Psychology en 1968, lanzando así la denominada “cuarta fuerza de la Psicología” Stanislav Grof: Uno de los autores más destacados en el terreno de la Psicoterapia Transpersonal. Empezó como psiquiatra y psicoanalista en 1956, investigando sobre alucinógenos con LSD para buscar una forma de acercamiento y comprensión de los mecanismos de la esquizofrenia. El resultado fue totalmente inesperado, ya que nada tuvieron que ver con la esquizofrenia (que implica aislamiento con respecto al mundo) sino que logró todo lo contrario: mayor apertura al mundo y mayor relación con los problemas internos. Esto lo llevó, en el campo de las experiencias transpersonales a uno de sus descubrimientos más importantes que fue el de las Matrices Perinatales, en las que

describe la trascendencia del marco de la realidad, del espacio y del tiempo, que nos brinda una visión inestimable de los distintos estadios del proceso de nacimiento, y las huellas que imprime en el psiquismo de los seres humanos, así como de la psicopatología, destacando el potencial terapéutico de la dimensión religiosa y espiritual. Posteriormente desarrolló la técnica de la Respiración Holotrópica, que permite alcanzar esas mismas experiencias, prescindiendo de los inconvenientes del uso de los psicotrópicos. Ken Wilber: En 1977 en un afán de reconciliar lo psicológico con lo espiritual, surge este psicólogo, autor de una serie de libros sobre misticismo, psicología, desarrollo histórico del mundo, religión y física. Plantea de forma muy esclarecedora sus mapas de los distintos niveles de la conciencia y su evolución, desde una perspectiva transpersonal, así como las psicoterapias que resultan más convenientes para aplicar en cada nivel. Es considerado como uno de los escritores vivos del mundo en temas relativos a la Conciencia y la Psicología Transpersonal. Graduado en química y biología. Cuenta con extensos conocimientos en psicoterapia, filosofía y religión. Wilber considera que nuestra percepción es apenas una isla insignificante rodeada de un amplio e insospechado mar de la conciencia. Si razonamos psicológicamente al ser humano este en general mantiene su foco de atención en el afuera. Un afuera, (familia, profesión, amistades, status) que en principio nos da la única referencia de nosotros mismos y al que de algún modo retribuimos con aquello que creemos se espera de nosotros. Nuestros niveles de acción (cada una de nuestras acciones físicas) son generados por niveles de pensamientos, que están argumentados en esto de devolver al afuera aquello que se espera de nosotros. Nuestras acciones, entonces, responden al mundo aprendido y no a nosotros mismos. Cada uno de nuestros yoes utiliza una “máscara” individualizando a cada una de las personas que somos en cada circunstancia. El por qué las utilizamos, cómo se forman, son el objeto de la Psicología, por lo que en este momento introducimos el término ”Inconsciente”, que para Freud significaba algo así como la “piecita del fondo” en la que vamos guardando nuestras porquerías, cosas inútiles, (fuertes estímulos externos) que van generando complejos, traumas, fobias, miedos, que finalmente se convierten en nuestros maestros. Pero es aquí donde Jung se diferencia de Freud, aún siendo su discípulo favorito, para dejarnos ver que detrás de la oscuridad está la luz, la infinita potencialidad de la vida abriéndose paso a través de los oscuros velos por los cuales nos vamos reconociendo, son estos nuestros demonios, es este nuestro infierno. Llamamos “oscuridad” a la “ignorancia”, llamamos "Luz" a la “conciencia de Ser” , y llamamos Individuación al proceso por el cual vamos dejando de lado cada una de nuestras máscaras, para confundir nuestra conciencia en la preciosa unidad de nuestro ser, percibiendo de este modo una inmensidad que más nos recuerda al cosmos, que a la pequeñez de nuestra estrecha y miserable casa que confundimos con él. Es aquí donde nos encontramos con los tópicos de estudio de la Psicología Transpersonal. Definida concretamente como “el estudio psicológico de las experiencias transpersonales (a través

de la persona), es decir, aquella en las que el Self, (si mismo) se extiende más allá del individuo o la persona y llega a abarcar aspectos de la humanidad, la vida, el psiquismo y el cosmos, que antes eran experimentados como ajenos, permitiendo determinar la naturaleza, variedades, causa y efecto de experiencias y desarrollos transpersonales”. Al mismo tiempo que nos permite comprender psicologías, filosofías, disciplinas, artes y religiones, como manifestaciones preciosas de una UNIDAD… ya no ajena. Es este tipo de experiencias, llamadas de LUZ, las que nos van permitiendo dejar a nuestros viejos maestros (odio, dolor, miedo) y encontrarnos con que nuestra realidad puede apreciarse y comprenderse mucho mejor desde la FELICIDAD, que en esta UNIDAD, en este reencuentro comienza a ser NUESTRA REALIDAD. Es así que la conciencia solo obtiene estímulos externos, es como si miráramos un abanico de espejos con independencia del observador Llegado el momento un estado de insatisfacción, un “algo me falta”, aún teniéndolo todo, comienza a manifestarse y es en este punto cuando comenzamos nuestro trabajo interno. Las distintas máscaras que nos hemos ido poniendo a través del tiempo ya no surten el mismo efecto y preguntas como: ¿de dónde vengo?, ¿cuál es mi sentido?, ¿adónde voy? , comienzan a hacerse conscientes. La primera noche del Alma se hace presente, todo aquello que hasta este momento nos había satisfecho ya no lo hace. Es la luz del atardecer que preludia la noche. Es aquí donde comenzamos a dar los primeros pasos en “nuestro trabajo interno”, son específicos, en primer lugar “dar vuelta la mirada”, “hacernos presentes”, sentir, habitar, ese insondable y profundo vacío del que comenzamos a ser conscientes. Luego, el no identificarnos con los niveles de pensamiento que hasta el momento son los que han ido generando nuestros niveles de acción, siendo en realidad, “la contraparte energética del nivel traumático que los genera”. Todos hemos oído hablar de un antiguo dicho popular “el mundo es de acuerdo al cristal con que se mira”, aquí es que hablamos de proyección, y al hacerlo vamos a definirlo como un mecanismo de defensa inconsciente mediante el cual les atribuimos características propias a otros. Al proyectar, depositamos un aspecto interno en alguna persona o situación externa, y luego reaccionamos frente a este de una manera positiva o negativa, con atracción o con rechazo. La proyección puede ser utilizada para culpar a otros por nuestras faltas, por ej. un estudiante ante un examen aduce el mal humor del profesor como causa del aplazo, o adjudicar actitudes y tendencias inconscientes a otros, por ej. el hombre que proyecta su vulnerabilidad y dependencia en una mujer. Esto ya fue dicho: “no veas la paja en el ojo ajeno sino la viga en el propio”. Nuestra personalidad, conjunto de máscaras, se origina a partir de los siete años de edad, es en este período donde a nivel cerebral comienzan a generarse las conexiones neuronales que nos permiten ingresar en uno de los niveles de conciencia que llamamos “lógico-formales”, primera elaboración de conceptos , comienza a estructurarse entonces sobre la memoria de un niño o niña generalmente herido, temeroso, inseguro, muchas veces impotente ante el accionar adulto, es este

niño lo que conocemos como “el niño interno”, aquel que todos llevamos dentro y que expresa sus atributos a través de nosotros, y es en este impulso de la vida cuando comenzamos a integrar su presencia. Esta es una de las puertas que no podemos desconocer en este trabajo interno que intentamos llevar adelante, pues la puerta que él nos abre nos lleva a otra inmensa puerta , la de nuestro nacimiento, la de nuestra gestación, y finalmente a la de nuestra concepción. Aquí nos detenemos, nos preguntamos por qué nacimos donde nacimos, por qué nuestros padres fueron estos y no otros, al igual que nuestros hermanos, primos, tíos, país, mundo? En el momento de nuestra concepción, “de concebirnos como seres conscientes en este plano”, dueños de una multi-dimensionalidad estructurada a través de los niveles genéticos que generan la traducción de una actitud del alma en el momento de encarnar. El alma no encarna pura y prístina como se nos ha hecho creer, lo hace cargada de recuerdos desde una actitud que podríamos parangonar con la de un niño de 3 a 5 años tomando decisiones, es a través de sucesivas encarnaciones, que deben leerse como experiencias que van generando las decisiones que luego se asumen en la “actitud que encarna”. Es esta y no otra la semilla de nuestra estructura psicológica. Sabemos por la Teoría de Sistemas que ningún sistema puede ser resuelto en el mismo nivel que es generado, por lo tanto, el poder ser felices significa encontrarnos en conciencia con lo que en otro momento no lo fue, es ese niño inconsciente tomando decisiones, el que hoy como adulto debe hacerse cargo de lo que ha generado, somos todos y cada uno de nosotros haciéndonos cargo de nuestro verdadero SER, una responsabilidad que desde lo individual nos lleva a lo cósmico. Es este sentido estaríamos en condiciones de afirmar que la Iluminación es la autoconciencia del Alma manifestándose a través de doce dimensiones físicas, cumpliendo conscientemente su sentido, que en esa plenitud, en ese gozo, se une a la Vida Cósmica, al no tiempo, a la eternidad. Ya no hay pasado, ya no hay futuro, solo hay un SER CONSCIENTE DE SER. Encontrar luego, un hilo conductor a través de nosotros mismos, permitiéndonos ser testigos mudos de nuestro pensar y actuar, pues del mismo modo en que un niño no se juzga nosotros no lo hacemos, debemos observamos sin miedo, sin culpa , incorporando en el tiempo un marco teórico referencial que nos permita comprender fácilmente nuestra identidad psicológica.

MEDITACION En principio vamos a descartar el concepto de meditar como el de detenerse a considerar ciertas ideas, o como seguir el curso de una actividad intelectual determinada. Particularmente adhiero a la idea tibetana de meditación, en el sentido que es “el espacio entre pensamiento y pensamiento”. Este es un paso necesario en el trabajo interno ya que este estado supone poder observar las oleadas de pensamientos, emociones, imágenes, conceptos, que habitualmente guían nuestro accionar.

Este es un tema sumamente complejo, y es necesario para comprenderlo pasar por ciertas vivencias que irán dando pauta de la veracidad de esta práctica que no es solo o privativa de oriente, de manera que vamos a comenzar adhiriendo a los conceptos vertidos por Ken Wilber a este respecto: “Es común entre los eruditos dividir la meditación en dos amplias categorías llamadas meditación de concentración y de percepción (o de visión clara)” La meditación concentrativa lleva la atención hacia un objeto (una roca, la llama de una vela, la respiración, la oración del corazón, un mantra, etc), tratando de lograr una identificación con el objeto de nuestra meditación. Este tipo de meditación por sí misma no erradica nuestras tendencias a crear dualismo en primer lugar, solo las ignora, se centra en un punto e ignora el resto. Esta meditación puede mostrarnos algunos de los reinos más elevados, pero no puede asentarnos definitivamente en algunos de esos reinos. La meditación de percepción o abierta, es la que nos lleva a la visión de la totalidad, por ej: en la meditación por concentración (MC) observamos un punto en una pared, en la meditación perceptiva (MP) observamos todos los puntos. Los estados superiores que se logran en la M.C. se llaman “samadhi” o la concentración unidireccional, mientras que la M.P. nos conduce al “satori” o conciencia y sabiduría trascendental. Al iniciar este camino lo hacemos con “la mente de mono”, imaginen uds. un mono saltando de rama en rama, así nuestra mente va saltando de pensamiento en pensamiento, impidiendo de este modo que otras dimensiones mas sutiles y elevadas de la conciencia emerjan, las que serían según Wilber, los niveles Psíquico, Sutil , Causal y No Dual. El efecto de nuestro trabajo interno, este estado de silencio o meditación, lo vamos a ir percibiendo a medida de nuestro perfeccionamiento del estado de presencia. Esto nos va a ir permitiendo hacer conciencia de los distintos niveles que se van manifestando a medida que vamos llenando el espacio vacío que dejara abierto la ignorancia de nosotros mismos. Estos saltos cuánticos son los que finalmente van eliminando los niveles de tensión generados por la no integración de aspectos duales de los que solo percibimos su sombra, permitiendo de este modo iluminar la otra parte de nuestra realidad. Llegamos así a la conclusión de que nuestro pequeño yo es un cúmulo de tensiones que sostienen no- integraciones. La sombra no es más que la focalización de nuestra conciencia en niveles de identificación unidireccionados. Es como el sujeto que ve su sombra reflejada en una pared desconociendo la luz que detrás de él genera la sombra, esto tiene cierta similitud con el Mito de la Caverna de Platón. Dentro de las distintas técnicas de meditación algunas implican a los órganos del sentido, otras usan música, formas mentales, como los mandalas, mientras que otras proponen un alejamiento absoluto de los sentidos, algunas predican la inacción total y otras incluyen la acción , otras requieren estados emocionales específicos, mientras que otras alientan la indiferencia y el situarse al margen de toda identificación con una ilusión en particular

Todas estas formas son solo aspectos diferentes de un mismo ejercicio básico, más ninguna de las formas puede darnos lo que es realmente necesario en el camino evolutivo: ACTITUD. No es el método , sino el modo en que se emplea, la actitud es método y objetivo, cada acto debe ser de meditación, una suspensión de lo que percibimos de nosotros mismos. Pues ya no somos juguetes de nuestros pensamientos, comenzamos a generar un testigo que nos libera de las caprichosas formas mentales y nos permite el acceso a formas más sutiles o emociones más sublimes. Este estadio es lo que antiguamente se denominaba “testigo”, o siguiéndolo a Wilber estaríamos entre los niveles “psiquico y sutil”. Es lo que finalmente nos permite entrar en la visión de nuestro propio ser, como si pasando por una vidriera nos viéramos reflejados en el escaparate, del mismo modo vamos teniendo el vislumbre de nuestra divina realidad. Cuando hablamos de actitud nos estamos refiriendo a la motivación correcta para recorrer un determinado camino de re-unión con nosotros mismos. Cabe preguntarse por qué cada uno de nosotros somos lo que somos, por qué mujeres, por qué varones, por qué en esta familia, por qué con estos padres, por qué en este mundo, por qué….? La actitud correcta es preguntarse para qué? Pues es nuestra realidad física en sus 12 niveles (representados en nosotros por los doce chakras, y en otras culturas y tiempos este número ha ido variando, el 5 de los budistas, el 7 de los egipcios e hindúes, el 9 de los sufíes, el 12 de los primitivos cristianos) una resultante y no una causa en si misma. De manera entonces, que en este marco definimos el trabajo interno como la toma de conciencia de niveles mucho más profundos que nuestra estructura psicológica, y es en este punto donde vamos a entender conciencia como la “aprehención directa de conocimiento sin actividad mental”. Lo que nos va dando pauta de lo correcto de nuestro trabajo es que estímulos a los que reaccionábamos de una manera determinada ya no nos obligan a repetir conductas, esto nos lleva a un incremento de lo que conocemos como auto-estima que en este contexto los vamos a entender como la conciencia de aspectos de nosotros mismos que ya no son ajenos, nos vamos completando, habitando, haciéndonos presentes concientemente.