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Se encuentran a la venta en cualquier gran superficie. Son cómodas, permiten organizar todo el conjunto adecuadamente y

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Se encuentran a la venta en cualquier gran superficie. Son cómodas, permiten organizar todo el conjunto adecuadamente y colocarlo de manera organizada dentro del maletero del vehículo, protegiendo su interior de cualquier contacto con la suciedad y los olores que se generan.

chubasquero... Son ideales los “monos” integrales, propios de profesiones como jardineros y electricistas. Mejor aquellos de color marrón oscuro. Los veremos en cualquier establecimiento del ramo. ¡Seguro que algo se olvida! A pesar de comentar la naturalidad con que ya evoluciono, siempre hay posibilidad de perder cualquier pequeño detalle: como un trapo a efectos de limpiarse, o la indispensable cantimplora con el agua.

Falta entonces (¡esto es como la cuenta de la compra!) las cañas, el carrete y la ropa. ¿Ya está? Creo que sí. ¡Ah, y los aparejos!. Reviso la caja, donde aparecen varios corchos de neopreno, los anzuelos, los plomos y emerillones, y tres bobinas de monofilamento: el 0.18 milímetros, el 0.20 milímetros y el 0.24 milímetros de fluorocoated topescorer.

No siempre encontramos líquido apto para el consumo o en cantidad suficiente- en las fuentes que de manera natural brotan a los pies de los grandes acantilados por donde transitaremos.

Una pequeña mochila sirve para guardar la ropa: unos pantalones largos deportivos, la botas de montaña, el 1

Nunca porto comida a la pesca del sargo. El sentido itinerante de esta práctica, la necesidad de portar la caña continuadamente, son factores que me hacen preferible la inanición.

Viene nosotros.

Gonzalo

con

Pues ¡de miedo!, Uno más en la partida, un pescador habitual de grandes lubinas que en esta ocasión se ha decidido a probar suerte. Otro gran amigo es Lalo, con su cabeza rapada, y su carismática actitud. Ese “compadre” que nunca va a fallar, metódico, responsable y tenaz.

Un despertar a las seis de la madrugada. ¡Uff! Me incorporo decidido, soñoliento, buscando con ansias el umbral que deja la ventana de la habitación. La penumbra mantiene el secreto, pero es posible comprobar que sigue sin levantarse viento. Buenas noticias.

Comienza un tranquilo viaje sobre la ruta que une la localidad de Barcia, a través de la nacional 634 que se escinde en Barreiros, para continuar hasta llegar a El Barqueiro, antesala de la Estaca de Bares.

Frugal desayuno, tras el que aprovecho para vestirme, y esperar el momento. Ya marcan las siete en punto: Recogida de Jose.

Una amanecida fresca, avanzadas las nueve de la mañana. ¡Vaya por Dios! Aquí está soplando un viento sudoeste de gran fuerza.

¿Qué tal has dormido? Regular, desperté varias veces, ¿y tú?, balbucea el compañero.

A la altura del hermoso pueblo de Vila de Vares, contemplamos los pedreros situados a sus pies. Un enorme y continuado cúmulo de piedras donde se encuentran famosas querencias de lubina y sargo.

Como “un tronco” hasta las seis. ¿Tienes preparado todo? Sí, podemos marchar. Pero tengo una sorpresa. ¡A ver!

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Asomados a lo alto del acantilado, vemos a dos valerosos aficionados que lanzan sus artificiales en la procura de alguna “robaliza”. En la parte derecha, otra posición que ya conozco desde años y que siempre ha manifestado su generosidad. Presenta las características que sueña todo pescador de boya. Una longitud de unos 150 metros, dispuesta entre dos promontorios y con tres a cuatro posibilidades.

Y, ¿no va a ser posible en el día de hoy?. Reflexionamos al respecto. En pequeño cónclave, decidimos seguir hasta el cabo. A su derecha, otros pedregales se encuentran a cubierto de las inclemencias.

En el margen izquierdo se dispone un canal que aún está seco. Queda recogido gracias a un peñasco que puede constituir una valiosa plataforma para pescar.

¡Venga, tíos, vamos a mirar a la altura del centro ornitológico!

El mar llega en potentes andanadas. Es algo que se debería esperar, dado el cambio de tiempo. Algunas olas no carecen de peligro pero, en general y durante las “quedadas”, el color del agua es fabuloso, tapado de manera continua y uniforme.

Una coqueta instalación, elevada en piso de roca granítica, un porche desde el cual, aficionados de toda Europa contemplan la evolución de los araos, alcas, cormoranes y alcatraces, en su bello vuelo sobre un mar rizado, decorado por corolas blancas esculpidas gracias a un atravesado aire.

Además parece que el viento no va a presentar problema alguno. Carlos, ¿hay bajada?

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Sí, hombre, replico a Jose, que aún se recupera de una lesión insidiosa en su tendón de aquiles. ¿Crees que puedes bajar?

No se debería obviar la posibilidad de llevar entre los enseres una cuerda: facilitará cumplimentar algunos tramos con la debida seguridad.

Pienso que sí. Un descenso en vertical posibilitado por un vericueto colgado en las alturas. Con tiento y paso a paso, y la inconveniencia de una mochila pesada sobre el dorso, conseguimos poner pies sobre la base del acantilado.

Diez horas y cuarenta y cinco minutos. Efímeras cifras que aparecen en la esfera de un desgastado reloj digital. La marea comienza, según cálculo aproximado, a fluir. Aprovechamos para capturar unos bígaros. Son de talla excepcional en estas regiones, sabrosos incluso en paladares exigentes. Todavía es temprano para comenzar con la pesca, ya que la zona de mareas está seca. De pescador viejo es pensar con antelación. Y por eso dedico un tiempo a lanzar artificiales con una caña que he traído a ese propósito. No es de mi gusto mezclar técnicas diferentes, pero tampoco resulta molesto portar una pequeña vara y cuatro o cinco “chivos”. Efectúo variados lances sin resultado alguno. Mejor conviene dejarlo, a fin de no molestar con los plomos la tranquilidad de los peces. 4

comienzo, por el contrario, a grumear. Una pequeña cucharada cae en la misma pared, dentro de una pequeña grieta que va siendo lavada poco apoco por el ímpetu marino. Nada de lanzar lejos el macizo, nada de apurarnos a cebar de manera obsesiva la puesta... Tranquilidad. Treinta minutos cebando con cantidades moderadas. Faltan unas tres horas para la pleamar, o sea que es media - marea, como convenimos en denominar.

Se nota la entrada de agua. Las grandes piedras que se extienden a metros de las puestas comienzan a ser superadas por las ondas. En la base de la peña sobre la que me encuentro, entre resaca y resaca permanece una lámina de agua de unos cuarenta centímetros. Realmente es suficiente para que la boya y el macizo desarrollen su función.

Mis compañeros hacen lo mismo, ambos montados en equilibrio inestable sobre una gran roca, desde la que escondidos ya intentan conseguir alguna captura. ¿Qué Lalo, pican? Nada, vemos algún mújil grande en la superficie. Normal. Y es que, casi sin excepciones, la convocatoria realizada por el engodo involucra a variadas especies: bogas, mújoles, agujas y multitud de pequeños chucletos, son habituales. Y no siempre deseables.

Lo importante es que el área se estabilice. No prepararé los aparejos. Sí 5

Llega el precioso instante de comenzar. La puesta presenta una buena disposición. No sé si este periodo durará el resto de la marea. Siempre hay un momento ideal para pescar sargos en una posición en particular. Y lo importante es conocer el funcionamiento de cada rincón. Pero, aquí y ahora, el agua tomada indica que debo realizar el primer intento.

Si las aguas se estropean, siempre se puede cambiar de lugar. Y de ahí el concepto itinerante, aspecto realmente trascendental que marca el desarrollo de esta modalidad.

Aflojo el freno del carrete. Voy sacando hilo y pasándolo por las sucesivas anillas. Es una “Madre” constituida por monofilamento de nailon en una sección de 0,28 milímetros.

Puede aumentar el mar, de forma que no permita una buena y correcta evolución de los aparejos. O bien puede suceder lo contrario, esto es, que al incrementarse el gradiente de profundidad el líquido se torne transparente.

Palpo entre los artículos una boya de neopreno, de las pequeñas. Paso el sedal por ella y luego anudo un

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torniquete. En la actualidad hago uso de giratorios muy pequeños, de tipo “rolling” y gran calidad. Son, en la práctica, invisibles.

hilo de mayor resistencia, siempre que sea aceptado por los peces.

Al final realizo un nudo de empate sobre un anzuelo del número 1 y del tipo cristal. Por último, un pequeño perdigón que aprieto firmemente a unos 40 centímetros del arpón. ¡Ya está! ¡Jose, voy a ver qué pasa! Corto un terminal de unos 160 centímetros. Uso “mono” de fluorocarbono. De momento comenzaré con el 0,24 mm de sección. Podría montar un bajo más fino pero es preferible esperar a ver qué tipo de sargos - si los hay evolucionan por la zona. Y es que en principio puede ser más apropiado utilizar el

Una gamba ya descongelada y liberada de la cabeza y las placas externas. Enfilo el cebo comenzando por la cola y con la precaución de tapar totalmente el anzuelo. Y ahora extiendo la caña, una vara de siete metros que recién adquirí. De pulso

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extrafuerte, me viene dando grandes alegrías.

realización previa de pruebas mediante el lanzado de la boya y el terminal sin cebo. Así comprobaremos el estado de las corrientes, juicio que permitirá adivinar con diligencia la estructura actual de la puesta.

En posición de cuclillas, tratando de esconderme en lo posible, he terminado de extender la caña al lado derecho.

Veo el flotador. A veces se hunde al chocar el aparejo contra alguna piedra. ¡Vaya! ha enganchado. Suavemente muevo la caña y consigo librar. ¡Que todo evolucione de forma natural!. Cuanto más cerca se encuentre de grandes pedruscos mejor, ya que estos accidentes son aprovechados por los sargos en sus paradas, cuando penetran en la línea de rompiente. Es un comportamiento lógico si de ahorrar energías se trata.

Con suavidad la voy poniendo en posición horizontal. La levanto lentamente y realizo un lance con la sola ayuda de la propia inercia del aparejo. La boya se vislumbra sobre la superficie. A veces golpea contra algún escollo, en un ambiente de muy poco fondo. ¡Bien, “trabaja” bien! Permanece cerca, lo que indica que también el engodo se mantiene y, por tanto, los peces se encontrarán ahí. Conviene un paréntesis para recomendar la 8

Comienza a llover. Un grueso manto se desliza a lo largo del chubasquero. A punto de retirarme a un refugio, la boya comienza a temblar. Tres tímidos intentos de hundirse hacen que me ponga en tensión.

más de dos kilogramos en repetidas ocasiones. ¡Parece que va a romper!. Me fío de la experiencia. ¿Carlos, necesitas ayuda? ¡Exclama Lalo!.

La picada no es siempre evidente. En ocasiones se manifiesta en un brusco movimiento y otras no. Asiduamente, he comprobado que - al principio- los espáridos se muestran desconfiados. Y, aprendida la lección, deberemos actuar con la prudencia debida.

¡No, ya lo tengo cansado! Pesará en torno al kilogramo. Un bello ejemplar que ofrece su línea lateral, vencido, otorgando el privilegio, extraído mediante el uso de una técnica milenaria de su hábitat.

Espero, atiendo con paciencia. Sé que no debo intentar el clavado ya. Desesperante actitud a veces.

Descubriendo, con el respeto de quien descubre un ser desconectado de nuestro mundo, un ser salvaje en un planeta atormentado.

En un segundo, la boya desaparece. A Duras penas, la observo debajo transitar unos metros. Clavo con un fuerte tirón. ¡Es un sargo! Seguro. Y bueno. Levanto la caña hacia la vertical con firmeza. Es una pieza de cierto porte. Busca la salida. Da quiebros intentando librarse del elemento extraño. Se acerca a las rocas. No le concedo ni un metro. Con el mono del 0,24 he luchado con sargos de

Y ahora viene lo más delicado. El proceso de remonte. Bajo la puntera en 9

lo posible, ya que me encuentro situado a unos 3 metros de altura. El pez se encuentra rondando la zona seca y dejo que una ola auxiliadora lo deposite en un hueco. Tenso con fuerza hasta dejarlo suspendido. Sin tirones, con un movimiento constante lo elevo hasta mi posición. Una verdadera obra de arte de la naturaleza que se agita, acariciada entre mis manos. Regularmente, los sargos vienen prendidos en el lateral de la mandíbula, por fuera de los incisivos y clavados directamente en la comisura labial. Raramente el sargo traga directamente el cebo. Lo normal es que invierta cierto tiempo en paladearlos, lo que se traduce en los tibios movimientos del flotador. Luego, lo introduce en la boca y finalmente lo traga.

No sé qué pasa estos años, pero cada jornada noto un grado superior de incertidumbre, ya que las picadas no se aprecian con seguridad. Los excesos han aparejado dos efectos paralelos: la disminución de los remanentes y las variaciones en los hábitos de comportamiento de la especie. Las olas llegan impulsándome a abandonar el sitio. Juntos, nos retiramos al amparo protector que 10

supone el saliente por el que hemos bajado. Desde ahí, con un mar ya embravecido, continuamos pescando hasta la pleamar.

Humedecido, con un agotamiento impreso en el rostro. Feliz, relajado. A la espera de, rodeado de bondad, reponer las fuerzas de una exhausto cuerpo.

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CONCLUSIONES -RECOMENDACIONES

Pueden, finalmente, caber algunas precisiones que es posible ayuden al aficionado, sobre todo cuando cuenta con reducida experiencia. Ahí van unos puntos elegidos de manera aleatoria: • Impedimenta ligera y liviana. Botas de montaña, pantalones cómodos. • Una mochila grande donde quepa el cubo de macizo, la caña, la caja de aparejos ( varias boyas de dos tamaños, perdigones de 4 y 8 gramos, anzuelos curvos del nº 1 y 4 y rectos del número 4, monofilamento del 0,18-0,20-0,24-0,26 milímetros de sección, emerillones del nº 18 o 24 tipo “rolling”) y el chubasquero, en su caso. En los bolsos laterales, una botella de agua. • Preferibles mareas (costas que se vean afectadas) de coeficiente medio: 7080. • En el noroeste de la península caben mayores capturas con mar de noroeste que no sea muy fuerte de fondo y con viento de sudoeste. • Mejor horas centrales del día, con pleamares dos o tres horas antes del ocaso. • Iniciar el macizado de forma gradual, cuando la marea montante ya deje lugar para calar y el agua se encuentre en condiciones. • Verter un par de paletadas. A los 2 minutos otras. A los 5 minutos otras. Esperar a continuación unos minutos. Siempre verter el engodo en la base de la roca o montículo donde nos albergamos. • Preparar la caña siempre a escondidas. • Lanzar con suavidad, sin cebo, viendo cómo evoluciona la boya: Es preferible que tienda a acercarse a la roca donde macizamos. • Cebar el anzuelo tapando bien la muerte. • Dejamos al menos un metro entre perdigón y boya.

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• Montar un nailon fuerte al principio (no sabemos la entidad de los sargos), al menos el 0,24mm y de calidad. • Varios golpes y luego la boya se hunde lateralmente. Podemos clavar o mejor esperar a que definitivamente se hunda. • Levantaremos la caña con el freno regulado en la zona media. • Es mejor apurar algo los peces, evitando que hagan excesivos recorridos. • Seguimos macizando. Una paletada al desanzuelar y otra antes de calar de nuevo. • Calamos otra vez. La picada no se debe hacer esperar. • En tal caso, no demoraremos la partida buscando otra puesta, cercana o mejor algo alejada. • Repetiremos la acciones. • La pesca del sargo es itinerante, máxime hoy en día, dada la escasez de ejemplares y la desconfianza con que actúan (Profesionales, pesca en apnea....)

Nota final: este sistema se puede entender como la forma ortodoxa de capturar sargos a boya en bajo los parámetros que caracterizan a la especie. No obstante, es factible optar por el empleo de otros equipos cuando las condiciones así lo permitan. Con una caña de pesca a “la inglesa” de unos 4 metros, ligera y sensible, y utilizando veletas de madera de balsa de variado diseño y carga, es más que posible tentar sargos desde espigones contando con el tiempo bonancible de verano. En definitiva, que el límite lo determinaremos con criterio y partiendo de la base de que cualquier innovación es positiva.

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Todos pueden pescar estas fabulosas criaturas.

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LA PESCA DEL SARGO CON BOYA DESLIZANTE

Bases de la pesca con deslizante. Materiales. Los cebos. Lugares óptimos. Factores ambientales, épocas y periodos. Descripción de la técnica. Conclusiones.

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BASES DE LA PESCA CON DESLIZANTE Tras evaluar las características primordiales de la pesca con boya en condiciones de escasa agua, conviene hacer referencia a otra serie de interesantes posibilidades. En esas localizaciones profundas, conformadas entre promontorios y salientes, o bien al pie de los acantilados, es posible tentar a los sargos que ahí evolucionan. Grandes ejemplares pueden encontrar un adecuado refugio en dichos fondos, cuyas batidas paredes albergan diversos organismos que constituyen una cercana fuente de alimentación. Percebes, mejillones, escondidos cangrejos atraen a los peces de manera inequívoca. Y esta opción nos permitirá acceder al fondo sin que la longitud de la caña suponga obstáculo alguno.

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Vendrá en consecuencia claramente influenciado por la profundidad constatada. He calculado que al menos resulta imprescindible montar una boya corrediza si el calado supera los dos tercios de la hechura de la vara.

De otra forma se me antoja difícil poder levantar un sargo, ya que el flotador toparía ineludiblemente con la puntera.

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MATERIALES

Como veremos en adelante, dado que deberemos enfrentarnos con asiduidad a variadas posiciones, recomiendo sin más dos tipos de equipos.

tener una longitud inferior a los cinco metros y medio. Esto nos recuerda a las cañas de surfcasting pesado, siempre con la adaptación específica

En lugares bajos, dispuestos en cercano contacto con el agua, podremos emplear las cañas y carretes que tras vasto repaso describía hace unas líneas. El resto de los utensilios menores también pueden -y deben- adaptarse a partir de la misma técnica.

La fijación del porta carretes devengará mas práctica si la situamos más cerca del talón que en los modelos comunes. No se preocupen, pues en cualquier establecimiento encontrarán aquello que se requiere. Quizá nos pueda ofrecer una superior versatilidad un carrete con mayor capacidad de línea y fuerza de tracción.

Desde la altura tal vez sea más adecuado portar una vara con mayor potencia, no tan larga y dotada de menos anillas. Sólo de esta forma podremos elevar con las suficientes garantías un gran sargo, por ejemplo desde un acantilado. Pero no debería

Aseguraremos la acción incrementando el calibre de los sedales. Por ejemplo podría ser válido un nailon principal en el 0.35 milímetros o 0.40 milímetros.

LOS CEBOS Acudiremos con preferencia a los organismos en el estado más fresco posible. Una quisquilla recién capturada en los

numerosas pozas que pueblan la zona intermareal.

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La cangreja mulata, acomodada a la pesca en condiciones de mar agitado.

impedimentos, esas carnadas vivas. Ante esta limitación nos permitiremos acudir a la siempre disponible gamba, que conservamos provisoriamente en el arcón congelador.

Estos dos reclamos son mis preferidos. El razonamiento es claro, y lo deduciremos con el esmero que conlleva la investigación metódica del ambiente preferido por el sargo.

Acorde con la norma general que trato de administrar con tenacidad, no descartaría la validez de cualquier otro organismo o producto.

Pero no obtendremos continuamente, por falta de tiempo, no coincidencia de mareas u otros

¿MACIZADO? La aptitud que demuestra un macizado estará relacionado con la amplitud y dinámica del área de pesca donde la boya se deja llevar. Estudiaremos detenidamente la situación e idiosincrasia local. Apostados encima de un saliente que limita un canal cerrado sí que valdrá grumear.

la materia prima compone el cebo.

que

Hablo, a la sazón, de lanzar unas quisquillas directamente a la poza, o unas cangrejas. Las propiedades de los camarones de ría se muestran incontestables, ya que actúan con una gran energía sobre el terreno.

Más que una forma ordinaria de grumeo, quizá debamos concebir este proceso como un leve cebado, invariablemente con

Se deduce de lo mismo que la opción usual será prescindir del acto previo de enguado.

LUGARES ÓPTIMOS

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Un poco ya hemos visto las zonas a las que se acomoda esta variedad técnica.

en los que los dos factores primordiales –hondura y / o necesidad de contar con capacidad de acción de la caña si es necesario dar polea a un pez- nos lo indican.

En aquellos canales encajados entre las rocas, desde cantiles cuya base se encuentra siempre cubierta por las mareas. En definitiva en todos los emplazamientos

FACTORES AMBIENTALES, ÉPOCAS Y PERIODOS Como precepto, podremos considerar el desarrollo y eficacia ligado a iguales parámetros que los expuestos en el capítulo anterior.

Pero como técnica, es factible practicarla durante todo el año y mejor en primavera y otoño, cuando los sargos se hallan en una situación más aproximada a la costa. 20

DESCRIPCIÓN DE LA TÉCNICA Nos enfrentaremos también a dificultades de tipo técnico si queremos disponer una aparejo que haga una prospección natural del espacio elegido. Y una de ellas es el control del cebo lo más aproximado al lecho marino, allá donde residen las garantías de acercar el anzuelo a la mandíbula de un especimen que seguramente se encuentra apostado debajo de cualquier gran piedra.

Es bien fácil, bajo estas condiciones, preparar un bajo deslizante que nos permitirá asignar la longitud que creamos conveniente en cada momento. Además, resulta la única forma de poder recuperar una pieza en muchos casos. Como vemos en el esquema siguiente, la regulación de la profundidad que alcanzará el terminal se efectúa mediante la implantación de un nudo corredizo que detiene una pequeña perla. La boya tendrá entonces un recorrido definido entre el quita vueltas y el propio nudo. El aparejo se hundirá dejando pasar el sedal a través del canal del flotador, al que hemos privado del palito fijador. De esa forma tendremos oportunidad de operar al nivel deseado.

Muy fácil de improvisar: un tope de línea (son de silicona y los encontramos en todas las tiendas); una perla (en mercerías son baratas); la boya; el emerillón; Bajo de línea con perdigón y anzuelo terminal. Deslizando el tope es posible alterar la profundidad de alcance.

Esta sistemática resulta bastante aleatoria y dependerá de la propia querencia del lugar en cuestión. Dejaremos el aparejo evolucionar de acuerdo con la corriente 21

local y que, propiamente, sea el que “busque” los sargos.

tiende a salir de los límites, dudaremos entonces. Muchas veces veremos que la boya se aleja. Es la esencia de este procedimiento de pesca. Quizá sea la manera mejor de engañar a un gran ejemplar recogido en una grieta que no abandona al no acompañar las condiciones.

La acción misma se desarrolla con una pauta simple. Dejaremos que sea el flotador el que busque a los peces.

Sólo en contadas ocasiones será indicado el empleo de engodos bajo estos parámetros. No obstante, si los fondos que vamos a escrutar se encuentran lo suficientemente cerrados en torno a una pequeña ensenada, o bien se trata de una canalización bien definida, podremos grumear de la forma habitual. Seremos de todas formas muy previsores, y si se comprueba que el cebo

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En caso de clavado, el modo de actuación es el acostumbrado y alzaremos la captura descendiendo la puntera.

Pero resulta que hoy hemos olvidado el “trasto” en nuestro domicilio. Como va a resultar imposible varar el espárido, bajaremos la puntera de la caña y fijaremos el talón entre las piernas. Luego cogeremos el sedal e iremos recogiendo suavemente con ambas manos. Evidentemente, resulta más simple describir esta actividad que su realización física. Si hemos sido prudentemente acompañados por algún colega, contaremos con la oportunidad de aliviar las labores. Uno recoge con el carrete y el otro irá ascendiendo al pez.

Podremos emplear finales algo más gruesos. Un problema continuo cuando nos ejercitamos desde cierta altura, circunstancia bastante asidua e este caso, es el remonte de las piezas. A partir de unos 6 metros de altura resulta harto difícil ascender un sargo grande al peso, incluso con una caña larga como las que empleamos en la pesca desde rompientes.

Todo este procedimiento podrá sin duda contribuir a la longevidad de nuestro carrete, pero no pasa de ser una forma insidiosa de enfrentarnos a nuestra afición. Pero¡ y si no queda otro remedio!.

Comprobada la inviabilidad de dar la habitual polea al animal, quizá es cuando comencemos a echar en falta algún utensilio recuperador, como el que guardamos para la pesca desde acantilados.

Por ello estimo recomendable la utilización de cañas con mayor grado de potencia. Cuanto mayor sea la altura, más conveniente nos podrá parecer una vara de en torno a los 5,5 metros

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de longitud y una potencia

entre 100 Y 250 gramos.

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PESCA LIGERA EN LOS CANALES

Bases. Materiales Los cebos Lugares óptimos. Factores ambientales, épocas y periodos. Descripción de la técnica Conclusiones.

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BASES

La idea se corresponde con la de soltar un cebo natural en un medio líquido sin apenas impedimentos físicos que acoten su campo de acción. Una quisquilla, por ejemplo, que deambulará cercana al fondo marino libre, a merced de la corriente y fijada en el extremo de un aparejo liviano.

Y un sargo que se volverá activo en milésimas de segundo al aceptar -sin sospecha alguna-, un alimento en perfectas condiciones, irresistible. Un gran espécimen territorial que ocupa los escondites que le ofrece una gran roca sumergida. Más allá, a varios metros, otro viejo espárido, que dilata acompasadamente sus opérculos y es sensible a la aproximación de ese nutriente que busca el canto de la piedra, donde halla su morada. Una pesca que calificaremos de “fina”y sigilosa, con predilección por los lugares recónditos.

Pepe atento al aparejo.

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MATERIALES Necesitamos una caña larga, entre 5 y 7 metros, a fin de facilitar la separación de la puesta en la que nos situaremos, y evitar el roce con cualquier afilado saliente. O bien que el sedal pueda quedar atrapado por la concha de una lapa, accidente este último demasiado frecuente.

La potencia estará enclavada en un amplio margen, a partir de 10 gramos. El carrete que portamos en nuestras excursiones a la pesca con boya es adecuado. Lo rellenaremos con un buen 0.28 milímetros de sección. Es preciso calar con bajos finos (0.18 milímetros-0.24 milímetros). El final consiste en uno o dos plomos pequeños (5-8 gramos) y un terminal de 1 metro al cual se asegura un anzuelo con el cebo.

La vara que guardamos para octubre nos puede ser de utilidad, aunque quizá se algo pesada. Es una duda lógica tras la cual he optado por cañas de 6 metros y con pesos contenidos, inferiores a los 500 gramos una vez anilladas.

LOS CEBOS

Caro que es deseable contar con el cebo más fresco. Aquellas especies que capturemos con nuestras propias manos serán, sin lugar a dudas, las mejores.

características ideales. Bien presentadas en un anzuelo de porte moderado, resultan infalibles en un medio con predominio de aguas claras, a veces transparentes. Es viable mantenerlas temporalmente en un recipiente aireado, en un cesto de mimbre, y depositada entre virutas de

Por tanto, recurriremos a lo que sabemos. Las quisquillas son unos crustáceos de 27

madera –de roble o castaño con predilección- secas.

que, dispuesta en la forma con la que actuábamos en la técnica con boya, alentará a un sargo receloso.

La cangreja “mulata” es un plato apetecible. Muestran su mayor capacidad siempre que contemos con el cielo algo nublado, circunstancia que hará tapar algo las aguas, aunque no frecuente en la estación.

También contamos con el mejillón, cuyas cualidades – especialmente el de batealo hacen ser muy indicado. Son desde mi puno de vista los mejores cebos, recurrentes en la práctica de este divertido arte.

Y acudiremos a la práctica gamba congelada MACIZADO?

No recomiendo el grumeo, al menos como norma general. Esos emplazamientos suelen hallarse comunicados y los flujos de las corrientes

pueden desplazar el macizo con la consiguiente pérdida de eficacia. No tendremos la seguridad de que el engodo actúe en consonancia con el cebo del anzuelo.

LUGARES ÓPTIMOS Se circunscribe a zonas ricas en canales más o menos profundos, rodeados por arrecifes de peña.

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En ocasiones sólo podremos pescar en bajamar antes de que sean cubiertos por la marea.

típico: piedras y peñascos, rocas sumergidas, canales cercanos a la orilla alta y rocosa. Lanzaremos entre esos obstáculos dejando libre el aparejo. Consiste en ir pasando lentamente el cebo cerca de la base de la roca, escrutando el terreno.

Esquema que representa un panorama

FACTORES AMBIENTALES, ÉPOCAS Y PERIODOS Sobre todo durante la primavera y el verano podremos utilizar esta técnica.

mar de espuma y con fuertes corrientes. Estos fenómenos impedirían asistirnos con los requisitos que precisa este procedimiento

Asimilando que se trata de un sistema que busca el propio engaño, merced al empleo de monofilamentos de bajo diámetro, casi sin peso que retenga el cebo y en posiciones cercanas al agua e muchas ocasiones, es el tiempo bonancible es el recomendable. En otoño valoraremos con preferencia el crisol de opciones que nos ofrecerá la ayuda de engodos, en un

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DESCRIPCIÓN DE LA TÉCNICA Es una mañana plácida. Discurre en plenitud un mes de junio. La marea no ha comenzado su cotidiana toma de posesión. Desde el mirador conocido como “las arreas”, aprovecho siempre para observar el estado del mar, y reposo al tiempo un espléndido desayuno. Necesitaremos de todas las fuerzas ante la previsible calurosa jornada.

alto del “castaño” profunda reflexión.

en

Las agujas, unos escollos pronunciados que se perfilan como antesala a una consolidada sierra, se convierten en las estructuras que dan cierre a un profundo canal que alcanza en su parte más ancha unos 20 metros, respecto al acantilado.

Espera un peregrinaje de equilibrios sobre peligrosos peñascos. En una panorámica asomada unos 70 metros al vacío, acierto a adivinar que las condiciones se adecuan al tipo de pesca que tenía en mente desde ayer. El fin de semana precedente dediqué el sábado a la pesca del mújol con el empleo de pulga marina y flotador. Sueño ahora con grandes sargos y el placer de un largo y gratificante paseo matutino. Apuro el anudado de unas viejas botas de montaña antes de descender a la zona elegida. Con la gorra ya calada y la mochila en la espalda, me detengo en lo

Lo intentamos en vano (José Groeiro, un “maestro”, desliza el cebo con habilidad a pesar de que la resaca golpea con fuerza.

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arraciman en el litoral a fin de cumplimentar su propio ciclo vital. Sabremos aprovechar esta circunstancia. Grandes sargos se concentran y reposan prudentemente bajo la protección ofrecida por las rocas y grietas del fondo marino.

Pegados a la pared, aprecio cómo los percebes reposan con sus valvas herméticamente cerradas. Hoy no batirá mucho el mar y el sol, que ya ha salido de su letargo por el oeste, seguro que va a desprender todo su poder. El castaño, nombre local con que se califica un gran promontorio que cierra en su margen izquierdo la bahía formada por varias playas, conforma junto al tramo de costa próximo una de mis referencias desde siempre. Entrantes y salientes, rocas sumergidas, pozos profundos a los pies. Un paraíso ahora traicionado por la alienación del hombre.

Me escondo en lo posible, evitando todo contraste o resalte, en parte gracias a portar una vestimenta de tonalidades neutras (grises). Preparo un terminal simple con dos perdigones de 8 gramos y una brazolada con nailon de 0.20 milímetros de sección. Un anzuelo del número 4 final al cual fijo un fresco mejillón de batea, que aseguro con tres o cuatro vueltas de hilo elástico.

Me encuentro a unos tres metros de altura sobre el canal. El agua calmada sólo consiente que la leve brisa matinal enturbie una superficie plana. De lo que en otoño será un rompiente perenne.

A veces conviene prescindir de las plomadas dejando en total libertad el cebo. Dependerá del estado de la mar. Tramo a tramo y lentamente voy estirando la caña telescópica. Uno, dos, tres, hasta siete metros, sin acercarla al agua en ningún momento.

¿Será posible que allí abajo algún sargo se pueda engañar? Pues sí, o al menos eso dicta la experiencia. Claro está, siempre que haya sargos en la costa.

Bueno ¡A ver qué pasa!. Lanzo suavemente el aparejo que se sumerge por el canal

Como hemos visto, durante esta época los espáridos se 31

buscando una serie de piedras que conozco. De sus recovecos han salido ya sargos otros veces.

Clavo con ímpetu. Levanto la puntera de la caña que se arquea acometiendo una furiosa embestida. ¡Es un sargo grande, seguro! ¡Cómo lucha!. No sé si podré aguantar toda su bravura sin soltar. Giro el freno rasero del carrete varias posiciones. Sale hilo. Unos segundos preciosos en que todo puede acontecer, dado que el animal se dirige en viaje anárquico buscando el roce con las aristas.

Dejo que la tímida corriente determine la dirección del cebo. El aire ha cesado. Percibo en mi dedo índice, aplicado contra el sedal como agudo indicador, que el hilo se tensa. Intento tranquilizarme. Accedo a soltar el nailon. Un pez arrastra el mejillón. ¿Será un sargo? Me pregunto, sabiendo que es probable que alguna maragota o tordo se haya visto atraído.

Por fin parece estar cansado. Cierro el freno. Un gran sargo aparece en la superficie. Una librea inmaculada. Unos ojos sorprendidos que interrogan. Ahora, pienso... ¡tengo que levantarlo!. Busco detrás mediante un rápido giro de la cabeza una rendija apropiada. 32

cometidos! Con el ejemplar abajo desciendo la puntera de la caña, tenso y levanto con cuidado. ¡Dios, cómo pesa! Tal vez se desprenda o rompa el bajo de línea. ¡Un poco más!¡un poco más! Acierto a posarlo.

Es comprensible que se trata de una pesca itinerante, ya que acertaremos en variar continuamente de lugar, escrutando en todos los agujeros allá donde podamos conjeturar que las condiciones se vuelven óptimas.

Un bello ejemplar que seguro va a adornar muchas tardes, interminables tertulias con los compañeros, impagables recuerdos cuando los sargos hayan desaparecido tristemente.

Podremos contar con la boya como aviso de la picada, montada de la forma habitual. Lamentablemente, encontrar sargos de acuerdo con esta experiencia, es cada día una empresa más complicada. La pesca en apnea, las artes de embayo y cerco, conocen a la perfección la querencia del sargo por estos espacios. Y frente a estos nuevos retos, nuestro amigo no tiene defensa.

Me conformo con esta hermosa pieza. Por qué exigir más a la naturaleza. Al fin y al cabo, la pesca nunca se asociará al mero hecho de sacar peces. Expresión del amor por el medio y sus criaturas. Difícil paso de funámbulo entre la pasión por enfrentarse a un “rival”, el espíritu deportivo y la misión ecológica que trato de asumir. ¡Pese a los errores

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LA PESCA DEL SARGO DESDE PLAYAS

Bases de la pesca desde playas. Materiales Los cebos Lugares óptimos. Factores ambientales, épocas y periodos. Descripción de la técnica Conclusiones.

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BASES DE LA PESCA DESDE PLAYAS Hablaremos especialmente de la pesca al lanzado de cebos naturales en playas de arena. No me olvidaré de aquellas riberas conformadas por cantos y guijarros.

arena y la pulga marina, bancos de peces, etc Pero que existan elementos nutrientes deseados por el sargo no resulta suficiente en modo alguno. Es fundamental que éstos se pongan en evidencia y a plena disposición.

Por eso, aunque el surfcasting suele circunscribirse -como término genérico- a las primeras, considero oportuno extender el ámbito de esta bonita técnica.

La fuerza del mar junto a las ondas que llegan a las playas, ambos fenómenos remueven el lecho marino. Una corriente de aporte que surca la superficie llega al límite, a la propia orilla. Esa agua desciende en sentido inverso con un efecto físico que mueve las capas de arena.

Los fundamentos en todas esas localizaciones son similares, con las salvedades que trataré de exponer. Todo se basa, como siempre, en los hábitos nutritivos de los peces. Y desde luego, de las posibilidades que se encuentran en dichos espacios. Por ejemplo, en las playas de arena, bajo la superficie se desarrollan multitud de organismos. Gusanos políquetos, moluscos como las navajas, crustáceos del tipo de los cangrejos de

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Es aquí donde los peces buscarán de manera eficiente su comida. Quizá parezca algo simple, y debemos tomar esta descripción como un hecho aproximativo.

Hablo entonces de una situación arquetípica -que sirve a modo de comentariocomo escenario ideal para la práctica efectiva del surfcasting.

Los arenales más comunes, merced al efecto de las olas y el ciclo de aporte y vaciado ejercido sobre la línea de costa, y en base a los materiales depositados por el común curso fluvial al que van asociadas todas las playas abiertas, acaban por generar una acumulación formada por detritus y denominado vulgarmente “la barra”. Entre la barra y la orilla se acomodará un canal, lugar predilecto por las especies para sus excursiones tróficas.

El término anglosajón, muy conocido en la actualidad por los aficionados, se corresponde con la acción misma de lanzar los aparejos entre las olas. Aprovecharemos, de esta manera, los parámetros expuestos anteriormente. Algo parece claro: los factores que hacen de excepción terminan por confirmar la regla.

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Entre ellos contaremos con una infinita variabilidad de tipologías que nos podremos encontrar.

un lecho habitualmente tranquilo, son favorecedoras de la actividad de gusanos y moluscos de muchas variedades. Circunstancia que favorece la abundancia de sargos ahí atraídos.

Playas en mar abierto de diferentes dimensiones, más o menos batidas, acción que influye en la consolidación y distancia de la barra. En general cuanto más salvaje sea -entendiendo por el término la fuerza con que rompe el mar tomando la misma como media anual-, la barra se dispondrá normalmente lejos. Esto determinará que nuestros lances deben ser más largos, salvo excepciones.

Tal vez demasiadas complicaciones y factores. Para complicarlo aún más, en partes del litoral abundan las playas de guijarros, incluso de cantos. Aquí podremos asumir el término de surfcasting de forma similar. Estimo que sí, que los fenómenos globales se pueden aplicar, pues el mero acto que guía el comportamiento de los peces responde a la génesis estudiada.: un aprovechamiento de la actuación modeladora del agua que con su ímpetu sacará a la luz de su cobijo a tantos elementos nutritivos.

Otras playas, cercanas a las bocanas de rías o estuarios, suelen expresarse mediante otro comportamiento. Pero siguen siendo materia viva. En estas áreas la acción de la resaca no resultará tan evidente. Sin embargo, y precisamente por presentar 37

MATERIALES Precisaremos cañas de entre 4 y 5 metros de longitud, aunque en ciertas ocasiones pueden valer medidas de 3,5 a 4,5 metros.

sensibles ante la picada recelosa de un sargo. Ante estos parámetros variables, no existen mejores implementos que las actuales cañas que ofrecen dos punteras adaptables: una sensible y otra de acción más dura.

En la actualidad los compuestos de grafito dominan el mercado. Tanto si la playa es arenosa como si nos enfrentamos a ensenadas pedregosas, o bien se trata de zonas mixtas donde se presentan de forma intermitente amplios arenales con sierras y escollos visibles durante el periodo de bajamar, podremos utilizar dos cañas.

Deberemos, como colofón, aplicar nuestro sentido común y vislumbrar en un instante el procesado de todas nuestras pretéritas experiencias. Y esto en cada momento. Un día el aparejo sólo se estabilizará gracias al uso de un gran plomo. Al día siguiente y en la misma playa, será suficiente un peso ligero.

De forma habitual yo dispongo de dos varas de carbono de 4,5 metros de longitud y una potencia conformada entre los 100 y los 250 gramos. Si las condiciones que imperan son lo suficientemente livianas (mar calmado o mar suavemente rizada) nos posibilitará utilizar plomos ligeros y cañas más finas y

Y por si fuera poco, la distancia de lanzado no es un objetivo prioritario, al menos como axioma.

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Dispondrán, eso sí, de un buen anillado (hoy por hoy las SIC, en carburo de silicio, son unas de las mejores). El número habitual varia desde las 4 a 6 cuando usamos carrete de bobina fija y hasta 8/9 en el caso de emplear el giratorio.

A continuación vemos unas fotos con algún carrete y caña que puede ser ejemplo. Como ya he descubierto, el grosor y resistencia del sedal a utilizar para rellenar la bobina dependerá de las condiciones de la playa, el fondo marino y la región costera a donde nos dirijamos.

En cuanto a la elección del carrete, aconsejo el de bobina fija, entre otras virtudes por la facilidad de uso, fiabilidad y practicidad. En playas muy abiertas y de grandes dimensiones, los modelos modernos (que disponen de bobina cónica invertida de gran lanzado) nos facilitarán -con una técnica bastante simplelograr lances por encima de los 120 metros. Es evidente que las condiciones de las playas situadas en parte de la costa Mediterránea, no se asemejan a las imperantes en la franja costera del noroeste. En este último caso quizá convenga no elucubrar con las dimensiones de la bobina y que ésta pueda contener al menos 250 metros de nailon del 0.35 milímetros al 0.45 milímetros de sección.

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No obstante, como norma de carácter general, la sección del nailon guarda una relación inversamente proporcional a la distancia de lanzado en las mismas condiciones. Por consiguiente, la práctica nos servirá como guía en este sentido.

Los terminales donde se concreta el aparejo final deben elaborarse en sedal de diámetro mayor al general. Podremos acudir, al objeto de facilitar la arquitectura del aparejo, a finales de aguante (denominados “shock leader” o “cola de rata”), que consisten en una línea fina que aumenta de tamaño (de 0,20- 0,35 mm hasta 0,60-0,70 mm al final).

Por ejemplo, si estamos en una playa que suponemos de composición mixta de arenal y piedras, conviene un elevado grosor si la distancia de lanzado no es larga. Por el contrario, en playas de costa baja con gran plataforma que pueden hacer precisos lanzamientos de más de 150 metros, acudiremos a líneas más finas (0,16 a 0,25).

Tampoco esta formalidad es necesaria siempre. En playas mixtas o aquellas con fondos de escollos, prefiero asegurar el llenado del carrete con nailon de alto grosor (al menos del 0.40 milímetros, o bien fibra tipo ”dyneema” de 0,25-0,30 mm) y el terminal lo derivo en la inmediata continuación del mismo. Las plomadas constituyen uno de los aditamentos de mayor importancia, ya que de su conformación dependerá la disposición del cebo en el lugar y la forma deseados. Esta circunstancia hace de ello un factor fundamental de elección y eterna duda, que debe dilucidarse tras la

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observación prolongada de las condiciones imperantes. Existe una gran variedad de formas, así que voy a intentar resumir mis elecciones en varios modelos que a continuación repaso con la correspondiente fotografía. Ustedes pueden probar cualesquiera otros que, en oleadas, invaden el mercado todos los años o que respondan mejor a lo que su criterio determine.

Plomo con forma de reloj. En zonas mixtas con predominio de sierras de piedra, evade eficazmente los enganches.

Plomo se bola con canal pasador. Adecuado para arenales y con marejadilla.

Fusiforme con forma de “torpedo” Lo elegiremos para lances lejanos en arenales puros no muy batidos.

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Con alas divergentes y canal pasador. En zonas donde se alternan lenguas de arena con escollos. Se fija bien en el fondo -donde muestra su estabilidad- y al levantarlo asciende con rapidez a la superficie.

Con alambres, una de las formas típicas con la que hacer frente a las corrientes fuertes que se crean durante los periodos de mareas vivas o en situación de marejadas.

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En calas estrechas compuestas de frecuentes escollos, ensartaremos los políquetos en un anzuelo de ojal niquelado largo y con barbas (para retener el cebo), en similares numeraciones. En el caso de cebos consistentes, como cangrejos y ciertos moluscos, será mejor acudir a las propiedades de los arpones curvos, muy resistentes. Elegiremos tallas desde el 1/0 al número 4 y 6 según la envergadura de los sargos que se presentan en la zona.

La típica plomada. Sencilla, barata y fácil de elaborar con un molde simple. Siempre en playas pedregosas. En cuanto a los anzuelos, también se puede hablar de una enrome variedad. Pero, afín a la ideal preliminar de buscar las opciones más razonables, considero que disponiendo de 4 modelos estaremos en perfectas condiciones de atender a todos los requisitos que impone la pesca en playas, tanto aquellas constituidas por arenales como las conformadas en base a pedreros, cantos y guijarros.

Esta clara regla que siempre trataremos de aplicar en forma cabal, consiste en asociar los anzuelos fuertes a los cebos duros y al contrario, los cebos frágiles asegurarlos mediante arpones finos y sensibles.

Para anzuelar eficientemente un gusano, usaremos en arenales amplios los modelos tipo “Aberdeen” del número 1 al 4.

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No es acertado dejar al azar el factor de calidad, sobretodo el afilado y sensibilidad, puesto que no siempre la mandíbula del sargo es fácil de traspasar.

para cebar con gusanos y quisquillas Tipo “aberdeen” (para gusanos) del nº 1, nº2 y nº 4. Tipo curvo o “pico de loro”, curvados de acero de los números 1 al número 4, para cebos como cangrejos, sardinas, calamar, navaja, ermitaño y galera.

La verdad es que este tema puede desenvolverse hasta el infinito y no desearía convertir esta obra en una narración densa sino participativa y entretenida.

- Un carrete de hilo elástico (se compra en mercerías), que permitirá asegurar cualquier tipo de carnada.

Daré a continuación una revisión somera acerca del contenido de mi propia caja de pesca para playas, que desearía fuese de utilidad:

- Un par de útiles acanalados (agujas), para cebar con gusanos.

- Bobinas de nailon (en milímetros de sección): 0,60mm leader”)

(para

- Cinta aislante

“shock

0, 35mm y 0,40mm (dispuesta en el sedal principal o “madre”, con una carga de al menos 250 metros)o (fibras ”fusión” 0,20mm-0,25-0,30 mm)

- Avisadores de picada (cascabeles y fluorescentes).

0,25mm al 0,40mm fluorocarbono (para brazoladas o bajos de línea).

Emerillones o quitavueltas (mejor del tipo “rolling”) del nº 10-14-18 y algunos con prendido (mosquetones).

- Tijeras

- Anzuelos: Caja tipo Kristal del nº1/0, nº1 y el nº 2., aptos 44

- Perlitas o cuentas pequeñas para montaje de aparejos (algunas fluorescentes.)

la ayuda de unas botas de caña larga (hasta las ingles). - Ropa de aguas.

- Plomos:

- Silla.

Un surtido amplio de los adecuados.

- Dos picas o soportes de clavado en arena para las cañas. Si es una región sin mareas evidentes, recomiendo un trípode. Y si la pesca es desde pedregales o desde guijarros, trípodes o bien picas finas que puedan ser clavadas.

- Linterna frontal. - Vadeador si pescamos en playas batidas. En playas de guijarros, con fuerte pendiente, puede bastar con

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LOS CEBOS

Desde un primer momento deberemos adaptar la elección tanto al lugar como a la climatología y estado de la mar actual.

precisemos efectuar bruscos y largos lanzamientos (caso arquetípico de la pesca en el Mediterráneo o en las playas de planicie francesas y de la Gran Bretaña), valoraremos positivamente el uso de los gusanos políquetos de mayor consistencia.

Y del estudio deductivo sacaremos a la luz unas conclusiones, de cuyo acierto dependerá en gran medida nuestro éxito.

Ciñéndonos a aquellas especies que podremos coger en el litoral ibérico con relativa costumbre, destacaría sin dudas la lombriz de mar. Este gusano errante es bien conocido. Su cuerpo resalta por lo delgado, con longitudes que pueden llegar a los 40 centímetros.

Tal y como hemos ido viendo, y en próximos capítulos quedará de manifiesto, el número de cebos que encajan dentro de la dieta del sargo es realmente interminable. Pero siempre se ha de contar con la posibilidad de acotar en gran medida este turbio tema. Me permitiré, por ende, dar unos consejos a los que sólo acompañará el humilde ánimo de ayudar y el respeto a las preferencia que cada aficionado abrigue.

Exhibe multitud de cortos anillos. Su pigmentación varía desde los tonos rosáceos más frecuentes a coloraciones violetas o azuladas, principalmente cerca de la cabeza o prosoma. Es mi preferido bajo estas condiciones, pues los peces los conocen ya que excavan galerías en la arena cerca de grandes pedernales

En los arenales muy batidos, ejemplo paradigmático del arte del surfcasting, o bien en esos frecuentes casos en que 46

y en pozas resguardadas.

algo

capturaremos debajo de grandes pedruscos durante la bajamar en lugares como los anteriores. De color verde oscuro con irisaciones, es realmente consistente y válida en playas mixtas donde predominen los estratos rocosos. Pero sin duda, son los emplazamientos que van precisar anélidos como el gusano de tubo (“Diopatra neapolitana”), un eunícido que reside en tubos construidos a base de secreciones propias y algas que recolecta del entorno.

En las riberas y conchas abrigadas, debajo de grandes piedras, entre la arena o limo, los hallaremos con cierta facilidad. Allí también encontraremos arenícola marina de pedrero a la que vulgarmente se llama en algunas regiones “xorrón”. En caso de turbulencias nos decantaremos por la fase de finales de octubre, mucho más resistente y de color oscuro.

Viven en la zona intermareal de las rías, sobre los bancos de arena amplios, rodeados de praderas de hierba marina (“Zostera marina”), material que también le sirve en la construcción de su cubículo.

Algunos representantes del grupo de los nereidos son interesantes y dan buen resultado. Entre ellos destacaría la nereida de roca, que

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Lo capturaremos durante el periodo de reflujo con la ayuda de un palote de jardinería que clavaremos alrededor del tubo. Previamente habremos introducido un poco de sal gruesa, con el ánimo de alentar la salida del ejemplar. Es un cebo de calidad contrastada que me ha reportado magníficas veladas. Tolera estupendamente las corrientes.

navaja o muergo (“Ensis ensis”) con valvas alargadas y que todos hemos visto. Vive enterrada en la arena fina, siempre cerca de la entrada de rías y en costas planas. El busano o corneta (“Trunculariopsis trunculus”), frecuente en el mar Mediterráneo, tiene una concha de unos 8 centímetros. En los puestos de marisco suelen encontrarse. Un gran cebo poco empleado en la franja atlántica. Para grandes sargos.

Será inevitable acudir a nuestro proveedor habitual par conseguir el gusano de sangre o americana (“Glicera convoluta””Glicera dibranchiata”) excelente durante todo el año. Es, sin lugar a dudas, el más tenaz de los que he probado a lo largo de años de surf.

Las almejas (“Tapes decussatus”) las emplearemos sin las conchas y también son aptas. Un crustáceo que no dudaremos en guardar dentro de nuestra caja es el cámbaro o cangrejo de arena (“Carcinides maenas”). Muy extendido por el litoral, se puede uno abastecer en puertos con sólo depositar un tarrafín cebado con una sardina o una cabeza de bonito. Lo fijaremos en trozos, ya que suele ser demasiado grande para los sargos, salvo aquellos especimenes de gran talla.

Otras variedades, como el caso de la llamada “cordelle”, que alcanza notorias dimensiones y muestra una estructura similar a la lombriz de mar, también se acomoda sin problemas a la pesca entre las olas. Luego tendremos distintas perspectivas de la mano de los moluscos. Por ejemplo, la 48

Y sin dudarlo el desconocido y pequeño cangrejillo de arena (“Portunus latipes”), que reside en las orillas de las playas abiertas, enterrándose con suma habilidad. No quisiera errar si digo que es el mejor cebo natural para pescar sargos.

que rebasar distancias.

grandes

En este caso nos serviremos de cebos ligeros y blandos. Es el terreno donde aprovecharemos las propiedades de la arenícola marina. Este gusano, como todos sabemos, no suele aguantar tiempo prolongado dentro del agua y la brusquedad de un fuerte impulso suele ir acompañada de una merma en las propiedades* *haremos un oportuna salvedad al reflejar que, con el uso de sistemas existentes en el mercado -topes con clip de impacto, los plomos del formato “bait safe” o salva cebos, plomos transportadores, o los contenedores de cebo, etcnos posibilita el uso racional de estos elementos.

Dos formas de fijar el pequeño “fantasma”: pasando por debajo un anzuelo curvo del nº 6 o bien fijando el arpón con hilo de media en la parte trasera. Un trozo de sardina resultará eficaz si lo preparamos a conciencia sobre un anzuelo del número 1.

Bajo estas condiciones quizá prefiramos presentar la carnada de una forma altamente natural, con largas gametas y aparejos simples, sin accesorios suplementarios.

Habrá ocasiones para pescar al lanzado en playas tranquilas, que -sobre todo en la noche- pueden albergar interesantes poblaciones de sargos, en que no tengamos

La neréis de vasa (“Nereis diversicolor”), que atinaremos a descubrir en 49

los márgenes adyacentes a las bocanas de las rías, rastrillando con una azada, puede entonces atraer a un reflexivo espárido que merodee, engañado por el movimiento vital del opistosoma o cola del nereido.

El propio mejillón también podrá servir. La carne del chipirones y del calamar se utiliza con éxito. Una cabeza del primero se convierte en irresistible alimento.

Y no acabaré sin mencionar aquellos organismos propios para la pesca al surfcasting en playas de cantos y escollos. Si bien nos servirán todos aquellos ya investigados, en este hábitat será provechoso el uso de una sapa o mulata bien viva, que aseguraremos con hilo elástico si pretendemos alcanzar la gran distancia deseada.

La galera (“Squilla mantis”) construye en fondos cenagosos profundas galerías y los expertos sacan mediante el uso de bombas de succión similares a las instrumentos con que se hinchan los neumáticos de las bicicletas.

Y cuantos otros se nos puedan ocurrir. Yo he probado multitud de organismos, pero es evidente que tal exposición no podría caber dentro del espíritu que lleva implícito esta obra.

O una neréis de los mejillones, políqueto alargado caracterizado por un metasoma -o cuerpo- de color verde mate. Lo recogeremos entre los moluscos salvajes que pueblan los roquedos.

LUGARES ÓPTIMOS Todos los arenales, especialmente aquellos de dimensiones contenidas y con el condicionante – si bien no indispensable- de

contar con grupos de sierras, escollos y bajíos alternantes con lenguas de arena.

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visitadas por estos peces en sus excursiones tróficas.

Esas playas, tan usuales, se independizan de otras zonas mediante separaciones, con una gradual alternancia que va desde la constitución pura de arenal a la ensenada pedregosa o a la típica de guijarros o cantos.

Espectaculares playas como la del “rostro” (hoy lamentablemente contaminada), de dimensiones grandes –para la topografía atlántica peninsular-.

Pero esto no excluye la posibilidad de capturar grandes sargos desde la orilla de playas kilométricas,

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FACTORES AMBIENTALES, ÉPOCAS Y PERIODOS Nos cuesta concebir el surfcasting alejado de una imagen ciertamente evocadora, incluso yo diría entrañable. Olas que rompen unas detrás de otras, un cielo infinito al que mirar con un rostro plácido.

ante el decaimiento de las horas de luz y el frío intenso, ¿qué hago yo aquí mirando la puntera de las cañas? Es complicado, lo sé. El viento es un fenómeno que suele acompañar al surfcaster. Sobre las playas grandes es corriente el soplo de brisas, incluso sin la aparición de temporales. Estos aires ligeros no molestan. Pero un vendaval fuerte de fuerza 6 resultará del todo irritante y perjudicará las expectativas.

Toparemos regularmente con estos parámetros deseados. Pero también es perentorio acostumbrarse a las predecibles variaciones estacionales, así como a las bruscas modificaciones tan imponderables como inesperadas.

Sabremos que el nordeste que sopla en insidioso proceder a lo largo del estío en la costa norte decae al bajar las temperaturas por la noche.

Los arenales salvajes, franjas abiertas al temporal, solemos reservarlas para la época estival y la primavera. Las condiciones se vuelven perfectas y cuando descendemos por las dunas, ya a la caída de la noche y en esos días duraderos, sabemos que tendremos perspectivas de pasar una velada agradable.

Las características que presenta el mar Mediterráneo son algo más benévolas. He pescado al surf en las playas desde Tarragona hasta Blanes, al inicio de la costa brava. La frecuencia de salidas se incrementa en consonancia.

Pero el invierno llega sin remedio. Y nos preguntamos, 52

que desglosan los pormenores acerca de la técnica-, sobre los tres frentes de olas y el lance preferente encima de la última, se cumple a menudo. Ese mar oceánico es tal vez el que más se ajusta a la práctica de este exigente arte.

He comprobado, tras incontables horas sin sueño, que en la pesca del sargo acertaremos al elegir la playa en que el mar se muestra equilibrado, es decir, ni una gran marejada ni en calma. La teoría que leemos impávidos en los manuales LA TÉCNICA

Jadeo agotado, tras ascender el vericueto que parte del pedrero. Luna nueva de septiembre, bajamar sobre las nueve de la mañana.

dedos y uñas –parte del pago por obtener un excepcional cebo- se consiguen. Y también Xorrón ”arenícola marina” de buen tamaño, que ha dejado una impregnación amarillenta tatuada en mi piel.

Un cubo en el que guardo lombriz de mar, apelotonada formando una tupida bola.

Es hora de reposar, antes de concentrarse en la preparación del material. Una noche largamente esperada al surfcasting.

Estos gusanos políquetos, alargados y provistos de tonos que van desde el tenue rosáceo hasta los brillantes azulados, los he conseguido extraer con titánico esfuerzo.

Un aire fino, procedente del noroeste, eleva un mar contenido que rompe contra las rocas en continua procesión. Pienso que las condiciones no pueden ser mejores y hay que aprovecharlo.

Debajo de voluminosas piedras, allí donde el limo y la arena fina se depositan, se pierden en profundas galerías. Excavando con las manos, a costa de envejecer

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Sentado en la silla de plástico. En el garaje, escrutando el cielo a través de la entrada abierta de par en par, manejo concienzudamente los útiles con que confeccionar los terminales necesarios. Me inclino por la preparación de dos modelos:

sección, de color fluorescente amarillo. A muchos pescadores no les satisfacen estos monofilamentos, pero yo les saco partido, el que se le supone a poder controlar la evolución durante una noche oscura. ¡Ah! el vadeador, imprescindible complemento que asegurará la comodidad en un entorno húmedo. Unos metros ganados al agua no vienen nunca mal.

El primero, con plomo de bola deslizante y una brazolada larga, en torno a los 1,80 metros, que emplearé hipotéticamente en los momentos en que la corriente permanezca neutra.

La cena prematura finaliza con la habitual despedida familiar. El arenal de Barayo me espera, y pretendo llegar el primero.

Un montaje con un anzuelo por arriba, un brazo largo con plomo provisto de alambres, para garantizar la estabilidad cuando así lo exija el estado del mar.

Modelado hace unos años, el corto descenso se ve facilitado por el apilado de tablones gruesos, traviesas procedentes de las vías del tren. Me reconforto viendo la playa, un arenal de 800 metros recogido entre dos penínsulas.

Todo ello fruto de la previsión que me indican los actuales indicadores. Aunque todo puede variar. En la mochila cargo la caja con el material. No me olvidaré esta vez de las picas de clavado, como sucedió el fin de semana anterior ¡Vaya viaje de vuelta! Dos cañas, de carbono de alto módulo, con carretes de bobina fija en los que se enrollan 250 metros de sedal de 0.40 milímetros de 54

Mitad derecha del espléndido arenal de Barayo, en Valdés, Asturias.

anzuelo tipo cristal del número 1 que enfilo con una americana de buen tamaño.

¡Creo que he acertado! Y no se vislumbran algas. De un pequeño salto salvo el río que en sus meandros cobija a una interesante fauna y flora. Un paraje natural protegido, real y maravilloso, donde cernícalos y patos conviven. Aún se mantiene la luz diurna de un astro que poco a poco va recogiéndose. Camino por la orilla con la dificultad que impone la blanda arena a mis pies.

En el otro dispondré varias lombrices. Sólo atravieso las cabezas y luego fijo el conjunto con hilo elástico, conformando una atractiva bola de gusanos.

Vertiente derecha de la playa, el lugar elegido, esquina donde el predominio de arena no impide la existencia de algunas sierras de piedra, todavía perceptibles antes de que comience el flujo de una marea viva. Voy a lanzar antes de la penumbra. Esta caña es mi preferida. Cuatro metros y medio y una potencia entre 70 y 170 gramos. De rabiza fina, la prefiero por su acción de punta y exquisita sensibilidad.

Toca un primer lanzamiento, desde el suelo, con el que alcanzo la zona más cercana a los escollos.

El terminal, con plomo de bola de 150 gramos. Un 55

Unos 110 metros y una vuelta atrás a tensar el sedal y posar la caña.

inmóvil, frustrado por la incógnita que le ha acercado sin explicación a la zona seca. Un sargo que ha encontrado el xorrón irresistible. Bella pieza que alegra un buen inicio de velada.

Y lo mismo con la otra, con la que alcanzo más o menos 60 metros, justo encima de donde rompe la primera ola.

He pescado sargos habitualmente en las playas, mejor cerca de formaciones rocosas, al abrigo de las cuales suelen moverse los espáridos.

Y a esperar, apurando los definitivos instantes de luz, cuando en el horizonte se percibe la radiante actividad reflectora del planeta Venus.

Como es natural, este sistema no resulta enteramente específico. Por suerte, optaremos a la tienta de lubinas, aligotes, alguna dorada y otras especies de interés.

Pero intuyo que esta vez no será necesario. Unos leves toques en la puntera, que a duras penas percibo, antes de instalar los portaluminosos. Cojo la caña, aquella más ligera. Un tirón, otro... otro más. Tenso con dos golpes de manivela y clavo.

Resulta simple evocar los momentos agradables. La mirada al infinito, la placidez de una noche sin frío, la abundancia en las picadas.

Y recojo con suavidad, cansando lentamente la pieza. ¡Se manifiesta como un sargo grande!. Lo veo en la punta de la ola, extendido,

Pero también he sufrido, como seguro ustedes, el frío 56

intenso, la desolación de noches de interminable vigilia, clarificadoras del hecho impredecible de la pesca. Esta es la esencia el surfcaster: La paciencia y observancia plenas; La humildad, la perseverancia. En la mayoría de los casos nos decantaremos por el uso del clásico “paternoster” de dos anzuelos (dos brazos por encima del plomo, con esquema de montaje: nudo – perla - emerillón – perla nudo), o bien el clásico “long-arm” (ideal para la lubina) con una brazolada larga por encima del plomo. “Paternóster” típico. Doble derivación por encima del plomo. En otras ocasiones nos decidiremos por presentar el cebo por debajo del plomo empleando plomos con canal pasador, según el esquema siguiente: plomo – perla – emerillón – brazolada anzuelo.

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Un solo brazo con escudo de impacto inferior.

En el norte yo empleo el “paternoster” la mayoría de las veces. Corto un final en el 0,60 mm de 1,50 metros de longitud y preparo dos brazoladas de 35 cm (nailon 0,35 mm) a 40 centímetros de distancia de plomo y emerillón ligado al sedal “madre”. Los finales van provistos del correspondiente torniquete. El extremo terminal del montaje dispondrá de un mosquetón para contener el plomo.

Como variante, podremos emplear un plomo deslizante asociado a otra brazolada más arriba.

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DESDE PLAYAS DE GUIJARROS, GRAVA, CANTOS

En estas situaciones aplicaremos similares conceptos. Pero también es necesario conocer sus particularidades.

Típico aspeto de playa de cantos. “Choureu”, en Querúas, Valdés. Por ello resulta especialmente importante revisar la estructura del fondo. Habitualmente, estas ensenadas, más o menos abiertas, están conformadas por bajíos rocosos, sierras y peñascos en mayor o menor proporción.

En las horas cercanas a la pleamar puede no ser determinante la realización de alejados lanzamientos para buscar peces que, probablemente, se hallarán cerca de la rompiente a la espera de que la resaca les acerque los elementos nutrientes que precisan, tales como pulgas marinas.

Así que nos veremos empujados a actuar con precaución a la hora de confeccionar los aparejos.

Bajo estas condiciones optimizaremos el diseño de

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terminales con brazos largos y con plomo final perdido. Por ejemplo, un sedal madre en 0,45 milímetros de sección y un terminal en el 0.55 milímetros, con una gameta dispuesta en monofilamento del 35/100. La conexión de la plomada aguantará con un nailon similar a este último.

Tal vez tengamos que frecuentar arriesgados descensos por los acantilados que preceden a estos recónditos pedregales.

Una arquitectura como la que a continuación vemos en el esquema.

Cuidado con estos ascensos: escaleras, cuerdas, en el funámbulo precipicio de “Choureu”. Mas llegaremos a disfrutar de la pesca en su estado puro.

Todo depende de la configuración inherente al formato geológico costero.

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DESDE PEDREROS ALEDAÑOS A PLAYAS Los amontonamientos de piedras y grandes bloques son un manifestación común. Estas franjas suelen coexistir con guijarrales próximos, incluso con arenales. Pero, en sí mismos, gozan de unas especiales connotaciones.

Pedrero del Carretón.

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El carrete, relleno con un buen monofilamento del 0,40 o mejor del 0,45 milímetros de sección, si bien podemos incorporar alguna fibra moderna con lo que reduciremos el grosor a 0,30 milímetros de sección, por ejemplo.

En sus entrañas se albergan crustáceos como la sapa, típica habitante que busca refugio bajo estas formaciones. Un cebo específico y sin igual. También acudiremos con seguridad a las nereidas, a la ”americana”, y a las coreanas, (“Perinereis acrata”), si son de gran tamaño.

Una caña de las empleadas al surfcasting con potencia entre 100-300 gramos, junto con un carrete fuerte y con gran capacidad de recuperación, aspecto este último de trascendental importancia. En un medio donde la probabilidad de enroque no es desdeñable (casi una seguridad), la recogida veloz es un factor positivo.

La técnica de pesca al lanzado desde dichos lugares es básicamente la misma que la relatada en el capítulo precedente. Dada la irregular conformación que se puede esperar de esos fondos (sierras, piedras con anfractuosidades, recovecos de todo tipo) optaremos por dimensionar convenientemente nuestros aparejos.

Aplicaremos montajes de bajos deslizantes con plomos provistos de alas laterales, que puedan ascender librándose de trabar en el fondo. O bien con el procedimiento de plomo 62

perdido, apto cuando no precisemos lances largos. Y es que es habitual localizar el sargo a pocos metros.

En estos parajes, aprovecharemos los momentos del amanecer y el ocaso. Durante el día, los tordos y las julias devorarán los cebos (pero grandes maragotas nos esperan).

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LA PESCA DESDE PROMONTORIOS Y ACANTILADOS

Bases de la pesca desde promontorios y acantilados. Materiales Los cebos Lugares óptimos. Factores ambientales, épocas y periodos. Descripción de la técnica Conclusiones

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BASES DE LA PESCA DESDE PROMONTORIOS Y ACANTILADOS

Intentaré hablar de la pesca al lanzado pesado, mediante el uso de cebos naturales. La costa presenta formaciones típicas, sobre todo en aquellos litorales recortados, realmente frecuentes en la Europa septentrional.

otras especies de interés deportivo.

sumo

Las conchas, que dan cobertura a las playas frecuentadas por los aficionados en variadas ocasiones, suelen encontrarse delimitadas por salientes de mayor o menor porte y con sendas de variable complicación en cuanto al acceso.

Posicionados sobre los acantilados verticales, es factible regalarse la oportunidad de pescar allá donde espacios protegidos reservan un ecosistema libre de operaciones marineras. Los peces acostumbran a recorrer estos parajes atraídos por los elementos nutritivos.

Y atrincherados con prudencia nos consentirán alcanzar con el aparejo terrenos recónditos, canales de paso, a través de los cuales cabe pensar que discurrirán los sargos, entre 65

El factor limitante en este ulterior caso, como veremos, atañe a la altura.

MATERIALES Un equipo de los adaptados para surf: Un carrete de rápida recuperación, , preferentemente de bobina fija, muy consistente y con potencial al menos para acoger 250 metros de monofilamento de 0.45 milímetros de sección.

La caña, de unos 5 a 5.5 metros de longitud, más bien larga, dimensión extra que permitirá salvar las aristas de las paredes cuando tratemos de izar una posible captura.

LOS CEBOS Todos los cebos que ya conocemos servirán bajo estos escenarios, pero recomiendo varios que siempre han evidenciado su virtud. Gusanos políquetos como la lombriz de mar o la arenícola, mejor cando el mar se imagina tranquilo. De entre los crustáceos sobresaldría el cangrejo de arena o cámaro, el cangrejo pequeño de arena que recogeremos de noche ocultándose en los arenales de playas abiertas. Y la eterna mulata o sapa, quizás

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el mejor de todos, más si cabe cuando hay oleajes.

Y moluscos de entre los cuales subrayaría la navaja y el mejillón.

Del mismo modo, goza de especial idoneidad la nombrada galera (“Squilla mantis”) y el cangrejo ermitaño.

Comprobamos dilatado espectro haremos bien aprovechar.

un que en

MACIZADO

Exclusivamente bajo ciertas premisas se tornará eficaz el vertido de engodos. No interesará si nuestro objetivo al lanzar es un calado alejado, al que llegaremos dando impulso a una carnada desde la punta o cabo que hemos elegido.

En este entorno, puede que el macizo muestre sus atributos. Pero ya digo que no acontece de manera habitual que los parámetros precisos acompañen. No obstante, sí podemos asegurar la permanencia, nos permitimos lanzar algún tipo de materia, como chipirón o pulpo picado, sardinas frescas troceadas o macizo de anchoas, entre otros.

Mas si al contrario buscamos un horizonte algo más acotado, por ejemplo desde un acantilado que alberga a una pequeña playa de cantos.

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LUGARES ÓPTIMOS

Ya hemos visto la referencia a que deberemos tender. Puntas o cabos a los que descenderemos –suele haber pequeños vericuetos que han sido pisados por los lugareños a lo largo de los tiempos.

Consideraremos a priori que un acantilado puede comenzar a entenderse como tal a partir de los 15 metros de altura. Sirva esta especificación en todo caso como un acto aproximativo, fruto de la experiencia personal. Además, sólo estarán habilitadas aquellas estructuras que presenten un desarrollo en vertical. De lo contrario, será realmente complicado ascender una pieza.

O bien precipicios de todo tipo. Yo he levantado especimenes desde cumbres de 80 metros, empresa ciertamente difícil aún cuando en el proceso nos podamos asistir de alguna herramienta.

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Mostraremos referencia por aquellos que tengan un componente de granito, más seguros y estables. Asomados a un precipicio de estas características nunca estaremos seguros.

FACTORES AMBIENTALES, ÉPOCAS Y PERIODOS Es indispensable conocer con antelación todas las características: la altura, la disposición de las estructuras al pie del acantilado, la amplitud de las mareas.

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DESCRIPCIÓN DE LA TÉCNICA Un terminal de unos 1.5 metros en el 0.50 mm. Una sola brazolada, implementada a partir de un monofilamenteo del 0.400.45 milímetros de sección, partiendo de un montaje común perla – emerillón perla. La longitud será variable en función de las condiciones del mar y el diámetro siempre inferior al resto del conjunto.

piedras y bajíos. Por eso conviene un plomo que se pueda desprender ante la desilusión de un enganche, contratiempo harto frecuente. Un sistema eficaz es adaptar un par de cintas de velcro que nos permitirán sujetar el lastre (en este caso puede servir un pequeño guijarro). En caso de enrocar, la cinta se desligará dejando libre la plomada. Montado el aparejo, lanzaremos con precaución en la dirección precisa a la zona elegida, siendo este un punto también cardinal en esta técnica que se despliega casi siempre sobre fondos irregulares. Luego dejaremos la caña en un soporte adecuado, como aquellos que presentan diseño de trípode, los mejores según mi experiencia. Conviene asegurar la caña a alguna fijación mediante una pinza que engarzaremos al pie del carrete.

No arriesgaremos si esperamos un sustrato de

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El punto crítico, si atendemos la picada desde la cima del acantilado, siempre es el mismo: la recuperación de la pieza.

que de ejecutar en la práctica.

Sin un mecanismo que garantice la recuperación, reconozco que es mejor no acercarse a estos lugares. Yo mismo he perdido sargos muy voluminosos. Hemos visto cuando comentaba la técnica de pesca con boya deslizante cómo seremos capaces de remontar un sargo recogiendo con esfuerzo sedal. Pero si nos encontramos en soledad, es inevitable que el hilo se nos acabe enredando, formando bucles o prendido entre la maleza que suele abundar. Se destapan dos opciones razonables, dos tipos de útiles convencionales.

Entre los diversos modelos expuestos en la literatura, adquirí en su momento uno, estupendamente terminado en acero inoxidable.

Uno es fácil de adivinar. Se trata del tarrafín popular. El dispositivo debe ser de amplias dimensiones, complementado con una cuerda de longitud proporcionada a la distancia que debe cubrir. Lo bajaremos hasta posarlo en la base y dirigiremos el sargo hasta enmallarlo. Realmente, les digo que es mucho más fácil de explicar

Dispone una boca cuya función es deslizarse por detrás de la cabeza del animal y presenta unos ganchos que atrapan la parte delantera una vez que se tensa la cuerda que lo sujeta. Se precisa una cuerda para poder deslizar el utensilio desde la posición, bastando con unos cien metros. La más recomendable es aquella

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que se usa en montañismo. Yo tengo disponible un carrete con 100 metros de un diámetro de 4 milímetros.

Aquí seguro que, tras clavar a un buen ejemplar y aún con las dificultades inherentes a este tipo de pesca, contaremos con la oportunidad de arrimarnos a la superficie del agua y poder vararlo en un canal o bien levantarla pieza con la caña, a modo de polea.

Toda esta batería de inconvenientes no se nos presentará cuando nos apoyamos en el borde de un cabo.

He mezclado estos dos sistemas, actitud que ahora me doy cuenta ha sido algo apresurada, dadas las especiales singularidades que cada uno reúne. Sin embargo, al volver a concentrarme en un análisis ulterior me di cuenta que muchos aspectos acaban por confirmarse análogos.

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Recomiendo si paliativos, estas localizaciones: Incómodas, peligrosas, aisladas, pero

generosamente pagadoras. Eso sí, con infinita sensatez y buen juicio.

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PESCA DESDE PUERTOS Y ESPIGONES

Bases. Materiales Los cebos Lugares óptimos. Factores ambientales, épocas y periodos. Descripción de la técnica Conclusiones.

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BASES

Los puertos, como instalaciones que recogen la fuerza del embate del mar a lo largo de la costa, se tornan en lugares donde podremos pescar.

paciencia, dicha obstinación nos aguardará la visión de especimenes grandes que, en bandadas menos nutridas, evolucionan sobre el fondo, entre los bloques artificiales, discurriendo entre las plantaciones de algas.

Bandos de juveniles se desarrollan durante sus primeros meses de vida cerca de los muros de contención, en proximidad de las lanchas y barcos de pesca.

Se convierten -los puertosen valiosos ecosistemas que prosperan, a pesar del cierto grado de contaminación que se puede aguardar a tenor de la dinámica actividad pesquera.

Todo ello radica en la protección que estos recintos procuran a los peces y en la gran cantidad de alimentos que se encuentran a su entera disposición: quisquillas, cangrejos, gusanos, restos que los profesionales no dudan en arrojar al agua.

Desde los espigones exteriores se nos ofrecen dos sistemas claramente diferenciados.

Dichas circunstancias hacen que sea frecuente encontrar sargos durante todo el año. A partir de la primavera veremos, a poco que seamos observadores, cardúmenes que deambulan en todas direcciones, en un baile coordinado. Su traje rallado los delata. Por un lado tenemos la zona batida, externa, que se abre directamente, sin

Y como nos hemos acostumbrado a mirar con 75

tapujos, al poder de las olas y que se encuentra normalmente reforzada por bloques poligonales de hormigón. Aquí, en este mundo lleno de recovecos, grietas y huecos apropiados, intuiremos la presencia de sargos.

Y una parte interior, que goza de tranquilidad, salvo a lo largo del periodo invernal en que puede sufrir las incidencias provocadas por las grandes marejadas. Pero precisamente, y en este periodo, constituirán probablemente nuestra única posibilidad de diversión. La “cara” de un sistema vivo. Grupos de espáridos nadan en este hábitat que también goza de un alto índice de riqueza.

MATERIALES Cañas y equipo de lance pesado como el que habíamos determinado en la técnica empleada desde los promontorios naturales. También precisaremos en ocasiones nuestra vara de boya, pues la técnica con grumeo igualmente resulta atractiva desde estas posiciones.

una o dos cañas de unos 4 metros y potencia no muy alta. No precisaremos lanzar pesos superiores a los 60 gramos en la mayor parte de las ocasiones. Realmente, muchos de los sargos se verán engañados a pocos metros, en la inmediata pared a la que nos asomaremos con prudencia.

Pero si nos ceñimos al área recogida, estimo ideal

Una vara fina y un aparejo final con algún plomo 76

adecuado. Aquellos con forma de oliva ahusada y perforados son ideales.

viene mal disponer de un salabre que permita enmallar una pieza grande que habremos aproximado a cualquier escalera de acceso. O bien un tarrafín ancho, al que adosaremos una cuerda de unos metros.

Un carrete de porte moderado nos bastará. Aupados a cierta altura, no LOS CEBOS

En cuestión de cebos, hemos ido viendo una multitud de posibilidades. Todas ellas porfiarán, junto a la individual pericia, en la obtención de resultados. Pero haremos bien en seguir con la pauta racional: acopiar los organismos que el sargo está acostumbrado a ingerir. También los gusanos recogidos al remover las piedras que se amontonan en los márgenes de los cauces que suelen acompañar a las construcciones portuarias.

En este sentido, es válido el pragmatismo aprendido en pequeñas dosis tras el paso de los años. Las quisquillas aparecen otra vez como elemento fundamental. Y las podremos obtener en las mismas posiciones donde hemos ideado para nuestra velada. Con el correspondiente esquilero tentaremos los resquicios que se habilitan entre los grandes bloques. Siempre en las horas nocturnas.

Sin olvidar gusanos de importación como la coreana.

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El consabido chipirón nunca lo olvidaremos, como ahora voy a recordar..

¿MACIZADO? No existe inconveniente alguno que penalice el uso de un buen engodo. Diría incluso que puede resultar recomendable.

allá donde apenas se mueve el agua. En los espigones que guardan de los embates del mar, es posible sacar partida de las lecciones aprendidas sobre la pesca con boya.

Preferiblemente en las horas nocturnas del verano, en que los sargos pueden abundar y se comportan con menos disimulo. En estas condiciones nos serviremos de las particularidades del chipirón, fácil de conseguir y conservar. Lo picaremos directamente y lanzaremos pequeños trozos en la base del muro sobre el que nos situamos.

La aplicación de los mismos razonamientos que ya fueron expuestos porfiarán en la consecución de unos deseados frutos, si los sargos se refugian entre los bloques que soportan a dichos diques artificiales.

Esto afecta a los espacios interiores de los puertos, 78

LUGARES ÓPTIMOS

Pues realmente, cabría esperar que cualquier construcción artificial que se erija sobre el mar puede acondicionarse a la pesca. Estos espigones, escolleras y malecones, añaden la comodidad de la que no disponemos en otras ocasiones. Dentro del propio muelle, sobre todo cerca del o de los canales de acceso, donde el agua suele presentarse en estado más puro, y siempre que la aparición de rocas y bloques sea común.

FACTORES AMBIENTALES, ÉPOCAS Y PERIODOS

Salvo esporádicas desapariciones, los sargos se pueden pescar todo el año dentro de los recintos portuarios, aunque algunas localidades las autoridades ponen reparos a la pesca deportiva incluso si la normativa general no ha dictaminado prohibición alguna al respecto.

Aprovecharemos las noches. La oscuridad se alía con el aficionado paciente En la fase diurna, los peces se muestran recelosos. Múltiples actividades marineras, la siempre frecuente estancia de paseantes, los ruidos y conglomeración humana, son factores que pueden retraer.

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Además, la claridad de las aguas dificultará la presentación de cualquier buen cebo . El verano es la estación del aprendizaje. Muchos de nosotros, pescadores experimentados, iniciamos allí unos tímidos primeros pasos. Y claro, vemos a niños, infantes ilusionados, diría entusiasmados con la idea de pescar acompañados de sus progenitores. Son el verdadero futuro, una sólida base humana que se impregnará de los primordiales conocimientos.

ecológica al mismo tiempo. En este sentido cabría evitar la pesca de los estadios iniciales, que no dudan en picar sobre un pequeños anzuelo cebado con un trocito de sardina o de gamba. Procuraremos, a la sazón, conducir a nuestros vástagos, alentarles a que surquen a través de la senda correcta, comportamiento que se volcará en virtud y les acompañará. Una vida repleta de alegrías, de grandes piezas, de viajes maravillosos y de una comprensión global del mundo marino.

Pero debemos también velar por la educación

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DESCRIPCIÓN DE LA TÉCNICA

Temporal de noviembre. Tras un recorrido por los cantiles próximos, he sacado la siguiente conclusión: demasiado mar batido y, además, las algas siguen cubriendo partes importantes del rompiente. Un año desconcertante, ya que se está prorrogando la permanencia de los restos vegetales, tan adecuados a la perpetuación de la vida como inconvenientes a los efectos de facilitar la pesca deportiva.

acomodo las embarcaciones, y una salida, también malecones de diferente entidad que en uno u otro momento han sido diseñados para hacer frente al embate de las tempestades invernales. Esta noche la acción la desarrollaré en el canal de salida, lanzando desde el paseo marítimo. Y no se precisarán grandes esfuerzos. Una caña de 3.9 metros y potencia entre 30 y 100 gramos y un carrete cargado con sedal de 0.35 milímetros de sección. ¡Ya está!

Pero me queda el puerto y sus inmediaciones. Una noche que comienza con una temperatura agradable. Tal vez prevalezca la comodidad, alejado de las precarias situaciones a las que obliga la pesca desde las rocas. Los puertos de concepción tradicional, obras de ingeniería concebidas en la noche de los tiempos, al abrigo de cabos protegidos, dentro de rías o estuarios, han ido evolucionando a la par que la capacidad técnica y el incremento en el potencial de la industria pesquera. Siempre encontramos un recinto donde tienen su 81

Un lance cercano, muy próximo, de 10 metros o menos y en dirección a la bocana, pero cercano al margen del canal por donde transita una lancha que sale en su faena cotidiana. Esta temporada están probando con el piedra-bola, palangre que calan en muy poca profundidad a la búsqueda de lubinas y sargos.

Velada regida por la luna nueva, con la soledad de un viernes en que el fresco no estimula al paseo de las gentes. Pero varios apasionados nos recreamos en una conversación agradable, cuando comienza el flujo de la marea. Son las diez y media y sólo la difusa luz de las farolas alumbra nuestra presencia.

Varios trozos que he picado con el cuchillo. Los lanzo en las inmediaciones. Un humilde precebado que podrá retener algún activo y curioso “rallado” que por ahí merodee.

Un montaje simple con un plomo ahusado y con canal pasador, como el que refleja el esquema siguiente. Y un brazo largo con una anzuelo del número 4 cebado con un trozo de chipirón. Guardo quisquilla y lombriz de mar como alternativa.

La técnica, como se puede comprobar, no requiere más que buenas dosis de paciencia. La caña la situaremos apoyada en un trípode o bien en una pica fina que habremos fijado en cualquier grieta que - como defecto- podamos encontrar en el pavimento. Queda esperar, con un buen abrigo, la picada. Es frecuente que la carnada sea atacada por individuos jóvenes, incluso con una talla inferior a los 22 centímetros que se considera como mínima (en la costa Atlántica y del mar Cantábrico). Haremos bien 82

en devolverlos inmediatamente. Seguro que esta actitud nos otorgará réditos plenamente merecidos en el futuro.

lluvia, sin ninguna pieza en la mochila, pero con los pulmones limpios, repletos de mar. Frente a los espigones que dan cobertura a los puertos encontraremos toda una serie de posibilidades. Arenales profundos, sierras y escollos abundantes se corresponden con lo que podemos esperar de estos enclaves.

Junto a sargos, es cierto que intentamos pescar lubinas, las dos especies que protagonizarán horas y horas de incertidumbre y espera. Hoy me retiro soñoliento y humedecido tras una reciente

Con el equipo de surfcasting pesado, dispondremos de los utensilios óptimos para poner un buen cebo a la distancia adecuada. Los sargos habitúan a nadar arrimados a las paredes rocosas en su camino diario, apoyados por la corriente de

una marea montante, hacia las zonas de alimentación. Prepararemos terminales con gameta única y un anzuelo del número 1. Los plomos serán similares a los que guardamos para la pesa desde promontorios.

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OTRAS FORMAS

Hasta el momento hemos necesitado el concurso del carrete, pero trataré de demostrar que existen otras formas muy atractivas.

PESCA DE SARGOS CON CAÑA DESNUDA Habituamos hoy en día a especular con la calidad de los materiales. Que si esta caña tiene tal acción. ¡Un “blank” de carbono de alto módulo, anillas de carburo de silicio, y titanio! ¡Oh! ¡Vaya carrete que te has comprado, con 12 rodamientos!

correspondiente agudeza y sentido común, lograremos clavar grandes sargos. Y hablo de pescar con caña fija, sin ayudas. Desde las posiciones donde solemos acudir a la pesca de maragotas, aquellas sierras que definen canalizaciones bordeadas de algas pardas. O en los momentos de pleamar en puestas que aparecen reflejadas en la memoria, cuando se trata de pescar a boya con macizo.

Comportamiento válido y aceptable en el entorno de un aficionado que busca lo mejor, aquello que puede depararle las mayores satisfacciones. Es perfectamente lícito…sobre todo para incrementar la cuenta de resultados de la industria de componentes.

En este contexto, simplificaremos los aparejos. Una caña, eso sí, lo suficientemente larga (a partir de 6 metros), con un adecuado conector en la puntera y una construcción que nosotros imaginaremos.

Pero sé que con una simple caña desnuda, poco onerosa, y ayudados de la 84

Vamos a depender de la capacidad elástica del sedal y de su resistencia, así como de la acción de la vara. Pero tengan en cuenta que con una caña de 6 metros, y un nailon de 0,26 milímetros de calidad, conseguiremos resistir las sacudidas de grandes especimenes sin problemas de rotura. Con la boya o a fondo – incrementaremos en este caso el diámetro de los hilosacudiremos confiados. En todo caso y en la actualidad, ya casi nadie pesca de esta forma los sargos. La disminución drástica de las poblaciones hace que el pescador deportivo tienda a llevar al límite las prestaciones y categoría en cuestión de componentes de alta tecnológica.

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CON FLOTADOR LIBRE ENTRE LA ESPUMA Allá donde llega dispersa la espuma que generan las masas de agua al chocar contra la costa, lanzaremos una boya pesada. Un formato plástico de color rojo vistoso y relleno de agua –en tanto y cuanto se mantenga en flotación- continuado por un bajo largo, de 1,5 o 2 metros a cuyo extremo fijaremos un anzuelo

las corrientes hasta que algún despabilado sargo perciba la presencia de la quisquilla o el mejillón, con que habremos – inteligentemente- cebado el arpón. Y cualesquier otras fórmulas que sean compatibles con los modos de comportamiento de este pez, protagonista indiscutible de tantas aventuras.

Es otra alternativa plausible al uso del consabido flotador. Este elemento viajará al son de

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DESPEDIDA “Diciembre, año 2031. Con el tiempo me he hecho un viejo. A punto de jubilarme, en una tarde fría escribo. Y escucho la radio. Regresa, tras dos años de ausencia, la segunda expedición al planeta Marte.

Creo que sí, pero ya sabes que no estoy para muchos trotes. ¡y es que la espalda...! Venga “chaval”, yo bajaré la mochila. Me acuerdo de José María, mi gran amigo y mentor; rememoro esa costa, que – afortunadamente- desde los años 20 se ha ido recuperando tras las sucesivas catástrofes ecológicas.

El júbilo inunda al mundo. Suena mi móvil. En la pantalla aparece mi hijo, estudiante en la Universidad. Sé que está inmerso en un trabajo sobre la primera revisión de la constitución Europea. Papa, ¿por qué no vamos mañana?. ¿Tienes preparado el material?

Atiendo una vez más el transcurrir de las horas. Disfruto y me regocijo con un litoral que por fin, desde la creación del fondo para la gestión y conservación de especies marinas, se recupera y nos permite disfrutar de sus secretos.

Sí, hijo. ¿Dónde te parece que vayamos? Vamos a la zona protegida de punta robaliceira. He cogido el coto de teixidelo junto a dos compañero que conoces, Lalo y Jose, para este Sábado.

Hasta la mañana, hijo mío.”

¿Hay sargos, padre?

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Se me antoja que ya concluye esta obra. Tal vez restan cosas por decir. O quizá me he excedido en algunos comentarios. Pido disculpas ante posibles deficiencias u omisiones, nunca intencionadas. Manifiesto sinceramente que todo el conjunto ha sido fruto de una idea previa. Creo, en definitiva, que he relatado todas aquellas vivencias, conocimientos y anécdotas experimentadas en la pesca de este, nuestro “querido” sargo. Sirva, así mismo, como colofón a una vida dedicada a la interpretación del fenómeno que acompaña a la pesca deportiva... absorto ante un nuevo y delicioso ocaso, en Barcia.

Carlos Enrique Redruello González Año 2003

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Se autoriza a Todopesca.com a la distribución de la obra, la finalidad es divulgativa y sin coste alguno para el aficionado. La obra está sujeta a los principios emanados de la propiedad intelectual, registro efectuado de la misma. Autor: Carlos Redruello González, A Coruña, a 24 de julio de 2003.

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