Protocolos Interculturales y Su Vinculación Del Modelo Social

PROTOCOLOS INTERCULTURALES Y SU VINCULACIÓN DEL MODELO SOCIAL. Introducción El mundo ha ido experimentando en las última

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PROTOCOLOS INTERCULTURALES Y SU VINCULACIÓN DEL MODELO SOCIAL. Introducción El mundo ha ido experimentando en las últimas décadas un fortalecimiento de intercambio cultural en virtud del incremento demográfico, expansión del acceso educativo a más estratos y grupos sociales, y del mejoramiento de las comunicaciones, basado en una expansión de intercambio comercial y la intensidad de los flujos migratorios. Es por ello, que los sistemas educativos actuales enfrentan un gran reto al procurar una uniformidad y masificación; que es difícilmente alcanzada por la enorme diversidad cultural dentro de todos los centros educativos, en mayor o menor medida. La diversidad cultural dentro del aula se define en la amplia gama de concepciones, valores, hábitos, costumbres y formas de responder a la enseñanza, que se concretizan en la cotidianeidad del aula. (Marín, 2009) Hay una gran responsabilidad por parte de la sociedad y la escuela como institución en cuanto a la creación de comunidades democráticas, donde cada niña o niño reciba todo aquello que necesita para crecer. Y en cuanto a la responsabilidad docente, es importante que los profesores logren encontrar estrategias y métodos que les permitan identificar y comprender la diversidad dentro de sus alumnos, y utilizarla como una manera de enriquecimiento y retroalimentación; a partir de didácticas de exploración, diversificación y flexibilización del currículo; de manera que se logre adecuar lo mejor posible la transmisión del conocimiento y valores al colectivo multicultural dentro del aula. La educación intercultural y la inclusión presentan múltiples conexiones que pueden y deben, guiar nuestra práctica educativa. (Arroyo González, 2013) Probablemente, México sea el país más diverso de América; y definirnos como país pluricultural significa, entre otros aspectos, hacernos cargo del fortalecimiento de

las lenguas y las culturas que nos hacen ser diversos también implica una educación que, frente a toda la población, trabaje el conocimiento, la valoración y el aprecio de la diversidad cultural. (Schmelkes, 2013)

Desarrollo La gestión y la forma de entender la diversidad suponen el punto de partida en la educación inclusiva. En muchas ocasiones, las diferencias en nuestras escuelas sirven para justificar la exclusión educativa y, por ende, social de muchos niños y niñas. (Arroyo González, 2013) Es necesario conocer y comprender el complejo término “interculturalidad” y todo lo que este término implica, para que nosotros como docentes podamos tomar las medidas y estrategias pertinentes y lograr un mayor aprendizaje considerando a todos y cada uno de los individuos, tomando en cuenta la diversidad cultural. Para (Alsina, 2003) “la interculturalidad describe una relación entre culturas. Aunque, de hecho, hablar de relación intercultural es una redundancia, quizás necesaria, porque la interculturalidad implica, por definición, interacción” (Tuts, 2007) señala que “la educación intercultural se confunde, demasiadas veces, con la atención al alumnado inmigrante y la lengua vehicular se impone como factor de integración, olvidando su necesaria transformación en lengua vincular de comunicación. El respeto a la diferencia raya a menudo en el fomento del relativismo cultural, mientras que la convivencia es vista como una situación utópica. En cuanto a la cohesión social, ésta se confunde a menudo con la homogeneidad, el monolingüismo o el monoculturalismo. Por tanto, parece que la diversidad cultural y lingüística tiende a desconcertar y provocar recelo”. No se puede dejar de lado que la interculturalidad en la sociedad va de la mano con el derecho a la diversidad y el reconocimiento e incorporación de todas las personas a la sociedad; y que en un contexto de actualidad, se van presentando sociedades cada vez más complejas y heterogéneas; por lo que muchos países del mundo han ido tomando cartas en el asunto.

Muchos países del mundo, pertenecientes a los diversos continentes han ido acogiendo a personas de diferentes nacionalidades, producto en gran parte del fenómeno de las migraciones, por lo que en un mismo país suelen convergir una considerable diversidad de lenguas, nacionalidades y culturas; en este sentido, México no es la excepción. (Marín, 2009) (Aguado, y otros, 1999) afirma que la educación intercultural constituye un “enfoque educativo basado en el respeto y valoración de la diversidad cultural dirigido a todos y cada uno de los miembros de la sociedad en su conjunto, que propone un modelo de intervención formal e informal, holístico, integrado, configurado de todas las dimensiones del proceso educativo, en orden de lograr la igualdad de oportunidades/resultados,

la

superación

del

racismo

en

sus

diversas

manifestaciones, la comunicación y competencias interculturales”. La educación intercultural tiene una gran implicación de cambios cualitativos tales como el trascender de un enfoque tradicional adoptado por muchos años y fundamentado en una normalización y una estandarización en el aula, a un enfoque más dinámico y proactivo. Por lo tanto, la organización escolar y ciertos componentes deben modificarse en ciertos aspectos. (Arnáiz, 2002) dice que dichos componentes a modificarse son: -

Los estilos de enseñanza y aprendizaje

-

La imagen que el centro ha creado y que tiene en la comunidad educativa

-

El uso del lenguaje en el aula

-

Las relaciones interpersonales y las agrupaciones para el trabajo colaborativo

-

Las prácticas y metodologías diversificadas

Todos estos componentes a modificar, nos hablan del reconocimiento y consideración de todos los individuos dentro del aula. De acuerdo a Millán (citado en (Marín, Atención Educativa en Contextos Interculturales, 2009) una escuela que eduque para la interculturalidad deberá partir del análisis de:

• El contexto, • Conocer las culturas presentes, • El nivel económico, • Condiciones de vida, • Movilidad de la población y • Le corresponde también precisar un conocimiento de la realidad social, de tal forma que se puedan problematizar los contenidos y analizar desde diferentes perspectivas culturales los conceptos sociales, sin que prevalezca un punto de vista sobre otro, es decir, que permita llevar a los educandos a entender el mundo desde diversas “lecturas culturales” y conducirlos a la reflexión de su propia visión. Con lo antes mencionado, los docentes tendremos la responsabilidad de aportar un currículo que logre que los estudiantes conozcan y comprendan las diferencias entre todos, y estableces un ambiente de sensibilidad y respeto hacia las mismas. Actualmente el sistema escolar garantiza el acceso a la escuela de todos los niños y niñas en edad de escolarización básica y obligatoria; pero no se garantiza de la misma manera que todos y cada uno de los niños y niñas puedan disfrutar de la misma experiencia qué y cómo se aprende de ella. La educación intercultural y la inclusión presentan múltiples conexiones que pueden y deben guiar nuestra práctica educativa como docentes. El término inclusión inicialmente estuvo muy relacionado con las necesidades educativas especiales de algunos alumnos y alumnas, pero posteriormente pasó a abarcar a la educación en general, promoviendo la idea de que la escuela debe ser para todos y todas las niñas, con independencia de sus características y deficiencias. (Corbett & Slee, 2000) apuntan que “la educación inclusiva es una proclama desenfadada, una invitación pública y política a la celebración de la diferencia. Para ello se requiere un continuo interés proactivo que permita promover una cultura

educativa inclusiva”. Desde el enfoque social, es importante que la educación sea capaz de formar individuos que, de acuerdo a los conocimientos, actitudes, valores y habilidades desarrollados durante la etapa de la educación obligatoria, les permita generar un impacto positivo en la transformación de su entorno a favor de su comunidad, como para el país. (Arnáiz, 2002) En un contexto social, las escuelas inclusivas pueden cambiar la mentalidad de las personas con respecto a la diversidad, al educar a todos los niños juntos, y sentar así las bases de una sociedad justa y sin discriminación. En los últimos años, se ha dado un mayor reconocimiento de la diversidad y un mayor apoyo a la inclusión, como ejemplo, se puede mencionar el artículo 24 de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad, aprobada en 2006, y la legislación reciente para la protección de las lenguas indígenas, proporcionan un apoyo internacional adicional a la educación inclusiva. Es importante mencionar que el término inclusión no sólo hace alusión a la diversidad cultural, sino también a las dificultades que experimentan muchos alumnos en su proceso de aprendizaje e integración y participación en el ámbito escolar., conocido como “barreras para el aprendizaje y la participación” (BAP), concepto desarrollado por (Booth & Ainscow, 2000) con la finalidad de que los docentes logren enfocar su labor educativa con sus alumnos en función de las desventajas o vulnerabilidades que presentan los mismos en procesos de exclusión. En pocas palabras, enfatiza una perspectiva contextual o social sobre las dificultades de aprendizaje o la discapacidad. Según (Booth & Ainscow, 2000) las BAP aparecen en la interacción del alumno en los diferentes contextos: con las personas, las políticas, las instituciones, las culturas y las circunstancias sociales y económicas. De ahí la importancia del énfasis de una escuela para todos, promoviendo la participación también de los estudiantes vulnerables a la exclusión, ya sea por su condición social, económica, cultural, étnica, lingüística, por capacidades y además al alumnado que se encuentra BAP; orientada hacia comunidades escolares

seguras y de cooperación, en que todos en general son valorados por sí mismos; trascendiendo a cada uno de los elementos involucrados en el aprendizaje escolar, es decir, profesorado, alumnado y familias. La inclusión en nuestro país se encuentra todavía en un proceso de construcción que pasa por la elaboración de políticas educativas para la mejora del aprendizaje y la participación de todos los estudiantes; sin embargo aún enfrenta un gran reto por la gran diversidad cultural con la que México cuenta y por la gran desigualdad en materia de aprendizaje que se ha documentado. México es un proyecto de país e implica a todos los sectores y agencias e instituciones de la sociedad. La educación contribuye a ello, y hacerlo significa mejorar la cobertura y la calidad con pertinencia cultural y lingüística, velando por los derechos de todos los niños y niñas sin importar su condición social, económica, cultural, étnica, lingüística, por capacidades y además al alumnado que se encuentra.

Conclusiones Las exclusiones encubiertas de la escuela de la integración continúan en todos los países. Hay millones de niños y niñas que son excluidos de forma tan natural, que se vuelven invisibles a nuestros ojos (Gentile, 2001). La importancia de desarrollar políticas educativas que aseguren no sólo la escolarización de todos los grupos vulnerables en cuanto a su condición social, económica, cultural, étnica, lingüística, por capacidades y al alumnado que se encuentra como BAP, sino que les garanticen una educación de calidad, basada en la equidad. Esto no es siempre fácil y aparecen numerosos problemas para hacer realidad un sistema educativo en el que la consecución de aprender a vivir juntos forme parte de una enseñanza de calidad (Vila, 2003). Es importante que como docentes principalmente, a la hora de nuestra labor de docencia, logremos entender que: − La diversidad del alumnado es un valor y no un defecto. No implica superioridad ni inferioridad de unos u otros. − El aula se concibe como una comunidad de aprendizaje y convivencia, donde el alumnado comprende que todos pueden aprender, cada uno con su estilo. − Se deben buscar las metodologías que favorezcan el aprendizaje autónomo y el desarrollo de estrategias de “aprender a aprender”. − Todos los niños y niñas pertenecen a un grupo y por tanto, todos pueden aprender en la vida normal del mismo. − Debe favorecerse el respeto por los derechos de cada miembro del grupo. − Debemos ayudar a los alumnos y alumnas a conseguir los objetivos curriculares adecuados.

Pero también es importante comprender y valorar la diversidad cultural no sólo como docentes, sino también como individuos dentro de una sociedad multicultural, que la base de toda convivencia civilizada es el respeto. Definirnos como país pluricultural significa, entre otros aspectos, hacernos cargo del fortalecimiento de las lenguas y las culturas que nos hacen ser diversos, pero también implica una educación que, frente a toda la población, trabaje el conocimiento, la valoración y el aprecio de la diversidad cultural y social; que combata el racismo y la discriminación que está en la base de las enormes injusticias sociales, y que vaya permitiendo construir una sociedad en la que las asimetrías sociales y económicas entre comunidades de diferentes rasgos ya sea culturales, económicos, sociales, lingüísticos o de capacidades diferentes, se vayan desarmando y las relaciones entre los miembros de las diferentes culturas se puedan ir dando desde posiciones de igualdad; que logren fundamentarse en el respeto y resulten mutuamente enriquecedoras. Nosotros

como

docentes

tenemos

la

gran

responsabilidad

de

educar

equitativamente y enseñar valores de inclusión e interculturalidad, ya que somos el pilar, de manera muy directa, sobre el comportamiento de los alumnos a lo largo de su vida. Hacer sentir a todos los alumnos como parte importante de aula, los puede proyectar a sentir que su entorno social respeta y acepta la diferencia como parte de su realidad, se hace accesible en todos los sentidos y se moviliza para prestar los diferentes apoyos que cada uno precisa, la discapacidad o “diferencia” se «diluye» y tan sólo nos encontramos con personas, sin más, que pueden desempeñar una vida auto determinada y con calidad.

BIBLIOGRAFÍA Aguado, T., Gil, J. A., Jiménez-Frías, R., Sacristán, A., Ballesteros, B., Malik, B., & Sánchez, M. F. (1999). Diversidad cultural e igualdad escolar. Un modelo para el diagnóstico y desarrollo de actuaciones educativas en contextos escolares multiculiurales. Madrid: MEC. Servicio de Publicaciones. Alsina, R. (2003). La comunicación intercultural. Obtenido de Interculturalidad: http://www.aulaintercultural.org/article.php3?id_article=54 Arnáiz, P. (2002). La integración de las minorías étnicas: Hacia una educación intercultural.

Obtenido

de

Lecturas

Complementarias:

http://recreas.org/sansofe/cd/material/TEMA%204/LECTURAS%20COMPL EMENTARIAS/ Arroyo González, M. J. (2013). La Educación Intercultural: un camino hacia la inclusión educativa. . Revistta de Educación Inclusiva, 144-159. Booth, T., & Ainscow, M. (2000). Índice de inclusión. Desarrollando el aprendizaje y la participación en las escuelas. Bristol: CSIE. Corbett, J., & Slee, R. (2000). An International conversation on inclusive education. En D. Armstrong, & L. Barton, Inclusive education: policy, contexts and comparative perspectives. Londres: David Fulton. Gentile, P. (2001). Un zapato perdido. Cuadernos de Pedagogía, 40-43. Marín, A. (2009). Atención Educativa en Contextos Interculturales. En A. Marín, Aspectos claves de la educación inclusiva (págs. 59-68). Costa Rica: INICO. Marín, A. (2009). Atención Educativa en Contextos Interculturales. En Aspectos Claves de la Educación Inclusiva (págs. 59-68). Costa Rica: INICO. Schmelkes, S. (2013). Educación para un México Intercultural. Revista Electrónica Sinéctica, 1-12.

Tuts, M. (2007). Las lenguas como elementos de cohesión social. Del multilingüismo al desarrollo de habilidades para la comunicación intercultural. Revista de Educación, 35-54. Vila, I. (2003). L’escolarització de la infància estrangera. Barcelona: Institut Catalá de la Mediterània.