Principios de Sociolingüística. Completo.pdf

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Francisco Moreno Fernández

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ArielLingüística



Diseño cubierta: Nacho Soriano 1." edición: enero 1998 O 1998: Francisco Moreno Fernández Derechos exclusivos de edición en español reservados para todo el mundo: O 1998: Editorial Ariel, S. A. Córcega, 270 - 08008 Barcelona ISBN: 84-344-8224-X Depósito legal: B. 254 - 1998 Impreso en España 1998. - Talleres LIBERDÚPLEX, S. L. Constitución, 19 - 08014 Barcelona Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor.

Mi lengua muy tosca te pide perdón, cristiano lector amigo y hermano, si en lengua m aterna de mi castellano ofende tu oído mi rústico son. Recibe mi afecto, mi buena intención, pon tú la sal que falta en mi boca; emienda, trasmuda, deshaz, y revoca aquello que sale de regla y razón. B ernardo P ér ez

de

C h in c h ó n

INTRODUCCIÓN Principios de sociolingüística y sociología del lenguaje es una o bra destinada, p ri­ m ordialm ente, a todos los que se m ueven entre la enseñanza y el aprendizaje de las m aterias que se enuncian en el título, tanto si están vinculados al ám bito de la lin­ güística com o si habitan los pagos de la sociología o de otras disciplinas afines. O fre­ cem os una suerte de m anual introductorio que p retende ser am plio, claro y útil, y que, p o r ser general, exige la renuncia al tratam iento de ciertos asuntos con la p ro fu n d i­ dad y en el espacio que sin duda se m erecen. A la h o ra de elegir el título de este Principios se nos h a presen tad o una doble posibilidad: la de escribir sim plem ente «Principios de sociolingüística», confiriendo a «sociolingüística» un significado m uy am plio, en el que cupiera cualquier investiga­ ción que relacionara la lengua y la sociedad, o la de hacer explícitos los nom bres de dos m aterias, la sociolingüística y la sociología del lenguaje. O bviam ente, hem os to ­ m ad o p artid o y con ello descubrim os nu estra form a de pensar. E l estudio de la len ­ gua y la sociedad o del lenguaje en la sociedad, com o se quiera, no cuenta con un p lan team ien to epistem ológico unitario. Es verdad que se podría hacer un esfuerzo p a ra llegar a «una» teoría sociolingüística e incluso se podría pen sar que tal te o ría es deseab le p o r m uchas razones, p ero igualm ente verdad es que «la» teo ría no exis­ te. A l utilizar com o apelativo único el térm ino «sociolingüística» no haríam os m ás que encubrir un realidad h etero g én ea y, tal vez, alim entar la confusión de quienes m iran esta especialidad desde la distancia. P or eso la alusión a la sociolingüística y a la sociología del lenguaje avisa sobre la h eterogeneidad de este cam po y explicita la d iferencia que existe en tre lo em inentem ente lingüístico y lo p referen tem en te socio­ lógico. M as, si no trabajam os en esta obra con una sola teoría sociolingüística, tam poco lo hacem os desde unas posiciones lingüísticas o sociológicas exclusivas; en realidad, no existe un m odelo sociológico que satisfaga todas las necesidades teóricas y m e to ­ dológicas de los sociolingüistas porq u e ni son suficientes los m odelos funcionales de estratificación social ni las teorías del conflicto solucionan todos los problem as. E n todo caso, si se nos obligara a buscar una base conceptual, un hilo conductor de n a ­ turaleza teórica, con capacidad explicativa en terrenos «sociolingüísticos» m uy distin­ tos, com o la variación lingüística, la interacción com unicativa o el am plísim o ám bito del bilingüism o, probablem ente nos inclinaríam os p o r un planteam iento nacido, no en la sociología, sino en la psicología social de H ow ard Giles y que recibe el nom bre de «teoría de la acom odación del habla» o de la «adaptación». E sta teoría se preocupa

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PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

po r los procesos cognoscitivos que se producen entre la percepción del contexto so­ cial y la conducta com unicativa; preten d e explicar las m otivaciones subyacentes a ciertas conductas, d urante los encuentros com unicativos, y sus consecuencias sociales. Los principios básicos de la teoría son los de convergencia y divergencia: la conver­ gencia es una estrategia com unicativa que los hablantes siguen para adaptarse a una situación y al habla de sus interlocutores; la divergencia es un procedim iento p o r el que los hablantes acentúan sus diferencias lingüísticas y com unicativas respecto de otros individuos. A lo largo de este m anual tendrem os oportunidad de com probar que la acom odación o adaptación ofrece explicaciones convincentes para fenóm enos tan diversos com o el cam bio de estilo, los m ecanism os de la conversación o la elección de lengua. L a organización interna de este Principios ofrece cuatro partes. Las tres p rim e­ ras responden a un recorrido lineal que va de lo particular a lo m ás general: com en­ zarem os p o r la explicación de elem entos tan concretos com o los sociofonéticos, para concluir en el vasto ám bito de la convivencia de lenguas y sociedades diferentes, si­ guiendo un itinerario que nos llevará p o r la variación estilística, la variación en gru­ pos sociales y los procesos de interacción com unicativa entre individuos. C am inare­ m os del «hablante» a la «nación», del «sonido» a la «cultura», presentando, en la p ri­ m era p arte, los principios fundam entales de la sociolingüística propiam ente dicha (la variación en la lengua), en la segunda p arte los conceptos básicos de la etnografía de la com unicación (la lengua en su uso social) y, en la tercera, los tem as m ás destaca­ dos de la sociología del lenguaje y de los estudios de lenguas en contacto (la coexis­ tencia de lenguas y sociedades). Los títulos de los capítulos nos dan una idea m ás p re ­ cisa de su contenido: la variación en los niveles de la lengua, las variables sociales, p a ­ trones de variación sociolingüística, variedades lingüísticas, el cam bio lingüístico vis­ to desde la sociolingüística, el concepto de variación, principios de sociolingüística, en la prim era parte; interacción com unicativa y cortesía, discurso y conversación, actitu­ des lingüísticas, lengua, cultura y pensam iento, en la segunda parte; bilingüism o, diglosia, elección, m antenim iento y sustitución de lenguas, lenguas en contacto, lenguas pidgin y lenguas criollas, en la tercera parte. Los asuntos lingüísticos que en este volum en se van a tra ta r abarcan el espectro com pleto de los niveles de la lengua, desde el fonem a — casi desde el rasgo distinti­ vo— a la m acroestructura del texto^ pasando p or el m orfem a, la oración y las se­ cuencias textuales más simples. Y todos ellos son vistos en su relación y correlación con los m últiples factores sociales que concurren en las com unidades de habla, desde la división en clases o estratos a la interacción com unicativa, pasando por diversos ti­ pos de organizaciones sociales. P o r o tro lado, es conveniente anunciar que la lingüística será la ciencia que nos sirva de n o rte en la presentación y valoración de los fenóm enos de la lengua y de la sociedad. P ero debe saberse, igualm ente, que no dudarem os en conceder espacio a una sociolingüística que vaya algo m ás allá de la lingüística o que nos obligue a dis­ currir p o r otras disciplinas, com o la sociología, la antropología, la psicología social, la etnom etodología, la etnografía, la pragm ática, el análisis del discurso, el análisis de la conversación, la lingüística del texto. A todas y cada una de estas parcelas se les re ­ conoce una relación, más o m enos estrecha, con la sociolingüística; por eso serán ob­ je to de nuestro com entario, pese a que los lingüistas puedan reprocharnos el ab an ­ dono del te rre n o de la sociolingüística estricta.

INTRODUCCIÓN

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Las tres prim eras p artes de este m anual darán prioridad a la presentación de los conceptos y principios básicos de la sociolingüística, procedan de la escuela que p ro ­ cedan, aunque el peso de la investigación norteam ericana se ha de hacer notar. P ro ­ curarem os no detenernos tanto en la sociolingüística com o en lo sociolingüístico, d a n ­ do protagonism o a la lengua y a la sociedad, esto es, a los hechos sociolingüísticos prop iam en te dichos. A dem ás, todos los capítulos van seguidos de unas propuestas de ejercicios y de reflexiones que los lectores p o drán utilizar según sus gustos o necesi­ dades: los profesores p ueden en contrar en ellas un apoyo m etodológico y unas pocas ideas, de valor desigual, p ara p ro p o n er actividades prácticas relacionadas con la so­ ciolingüística; los estudiantes ten d rán aquí una ayuda para afianzar los conocim ientos adquiridos y un acicate para investigar o para am pliar sus lecturas. E n total se p ro ­ p o n en unos 70 ejercicios y reflexiones, que se acom pañan de indicaciones y com en­ tarios bibliográficos a propósito de lo tratad o en cada capítulo. La cuarta p a rte de este libro (teorías, m étodos y aplicaciones) estará dedicada es­ pecíficam ente a la sociolingüística com o disciplina, podríam os decir a la m eta-sociolingüística, com o m etodología, com o corriente de estudio en desarrollo: dedicam os un capítulo a las relaciones en tre sociolingüística, sociología del lenguaje y etnografía de la com unicación, o tro a la teoría y a los m étodos de la sociolingüística variacionista, p o r ser especialm ente representativa de la investigación actual, otro a la aplicación de n u estra disciplina a la enseñanza de lenguas y un últim o capítulo a la planificación lin­ güística. Sabem os que son m uchas las ideas y los problem as que dejam os a un lado, p ero es el precio de la fidelidad a unos objetivos generales. D e este m odo nos hace­ m os cóm plices de otros m anuales de sociolingüística, com pañeros de viaje, cuya lec­ tu ra o consulta recom endam os encarecidam ente porque allí se explica m uy bien lo que aquí no hem os podido o no hem os sabido explicar. E n el capítulo de agradecim ientos — el m ás breve y el más sentido de todos los capítulos de esta obra que ahora em pieza— deseo recordar, en prim era y singular persona, a mis alum nos, a mis m aestros y a mi familia. Los alum nos de la U niversi­ dad de A lcalá y de los cursos y sem inarios que he dictado por m uchos lugares son en realidad los responsables de que esta obra se haya escrito de la form a en que ha sido escrita: sus preguntas y gestos son un libro más abierto que el que ahora, lector, tie­ nes en tus m anos. P o r otra parte, cada día que pasa siento un m ayor cariño y un m a­ yor resp eto p o r mis m aestros, y no quiero desaprovechar esta oportunidad p ara m a­ nifestárselo, especialm ente al m aestro A lvar, el más querido. E n cuanto a mi fam ilia — mi m ujer, mis hijos, mis padres, mis herm anos— sólo quiero constatar algo que sue­ le presum irse com o sentim iento universal: que están por encim a de todo y que son lo único que realm ente m erece la pena. Lo siento por la sociolingüística.

P rim e ra p a r te

LA VARIACIÓN EN LA LENGUA

C a p ít u l o 1

LA VARIACIÓN EN LOS NIVELES DE LA LENGUA Lengua y variabilidad Por la variedad que hay de usos y diferencias de hablar, no digo en todo un reino, no en toda una nación, pero aun en cualquier provincia y no sé si en cualquier ciudad. D a m a s io d e F r í a s , D iálogos de las lenguas, siglo x v i

La lengua es variable y se m anifiesta de m odo variable. Con esto se quiere decir que los hablantes recurren a elem entos lingüísticos distintos para expresar cosas dis­ tintas, naturalm en te, y que, a la vez, existe la posibilidad de usar elem entos lingüísti­ cos diferentes p ara decir unas mismas cosas. L a variabilidad lingüística, concebida en unos térm inos tan generales com o éstos, puede presentarse de m odo diverso: existen com unidades distintas que usan lenguas distintas, com unidades diferentes en las que se usa u na lengua o variantes de una m ism a lengua y com unidades en las que se usan dos lenguas distintas o dos variedades de una misma lengua, en tre otras posibilida­ des. D e todo ello se hablará en los capítulos correspondientes al bilingüism o, a la diglosia o a los dialectos. A h o ra bien, alejándonos del ám bito de la coexistencia y el uso de dos o m ás va­ riedades lingüísticas, com probam os que las posibilidades de la variabilidad (elem en­ tos distintos p ara expresar cosas distintas / elem entos distintos para decir las mismas cosas) tam bién se ofrecen den tro de una lengua natural cualquiera o de uno de sus dialectos. E n efecto, el uso de ciertas unidades lingüísticas — sean del nivel que sean— en lugar de otras puede d ar origen a significados diferentes o, de form a m ás am plia, a valores sem ánticos diferentes; piénsese, por ejem plo, en el uso de z y s (caza, casa), de -dor y -dero ( vestidor ‘que viste [a alguién]’, vestidero ‘que es vestido’), de ser y es­ tar (ser fuerte, estar fuerte), en la ausencia o presencia de determ inante en el sintag­ m a nom inal (he bebido cerveza, he bebido una cerveza), en el uso de la form a enclí­ tica de -se (tirar, tirarse) o de los tiem pos verbales en determ inados actos de habla (¿puede venir mañana?, ¿podría venir mañana?). P ero hay ocasiones en que el uso de un elem ento en lugar de o tro del m ism o nivel no supone ningún tipo de alteración semántica: tanto si se usa uno com o si se usa otro, se está diciendo lo m ism o. E sto es lo que los sociolingüistas denom inan variación lingüística. H e aquí algunas m uestras de variación en español: realizaciones [s, h, 0 ] del fonem a /s/ implosivo (casas, casah)\ realizaciones [r, 1] de los fonem as /r/

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o 11/ im plosivos (multa, m urta); realizaciones más o m enos africadas o fricativas de ch, el uso del seseo, el ceceo y la distinción de 5 y z\ la realización de Inl, en posición fi­ nal, com o nasal alveolar o com o nasal velarizada; el uso de los m orfem as -ra o -se para el im perfecto de subjuntivo; el leísmo, el laísmo o el loísmo; la presencia o a u ­ sencia de sujeto pronom inal; la preferencia p o r ciertas construcciones activas o pasi­ vas. A l elem ento, rasgo o unidad lingüística que puede m anifestarse de m odos diver­ sos — esto es, de form a variable— se le da el nom bre de variable lingüística. Así, una variable lingüística es un conjunto de expresiones de un mismo elem ento y cada una de las m anifestaciones o expresiones de una variable recibe el nom bre de variante lin­ güística. A l identificar u n fenóm eno de variación, las preguntas que surgen de m odo in­ m ediato, en cualquier nivel lingüístico, son ¿por qué?, ¿cóm o se ha originado? Y las respuestas suelen requ erir el auxilio de disciplinas com o la dialectología o de la his­ toria de la lengua porque es habitual que haya factores extralingüísticos im plicados en la variación: factores com o la geografía (variación geolingüística), la historia (va­ riación histórica) o la situación com unicativa, en su sentido m ás am plio (variación estilística). T odos estos factores pueden ser responsables o explicar m uchos casos de variación. P ero los especialistas en sociolingüística tam bién en tran a responder esas preguntas y otras com plem entarias o de m ayor detalle: ¿cóm o se m anifiesta esa va­ riación? ¿Q ué factores la determ inan? ¿Q ué capacidad de determ inación tiene cada uno de los factores concurrentes? ¿Q ué variantes lingüísticas caracterizan a unos gru­ pos sociales y a otros? Y la sociolingüística se preocupa de estos asuntos po rq u e los factores sociales tam bién pu ed en determ inar y explicar la variación. H e n rie tta C ederg ren 1 y H u m b erto L ópez M orales2 han señalado, desde la sociolingüística y con toda claridad, que los factores que determ inan la aparición de unas variantes lingüísticas en ciertas circunstancias y de otras variantes en circunstancias diferentes, den tro de una com unidad de habla, responden a estas cuatro posibilidades: a)

que las variantes vengan determ inadas exclusivam ente por factores lingüís­ ticos; b) que las variantes vengan determ inadas exclusivam ente por factores sociales; c)j que las variantes vengan determ inadas conjuntam ente p o r factores lingüísti­ cos y sociales; d) que las variantes no vengan determ inadas por factores lingüísticos ni p o r fac­ tores sociales. D e las cuatro posibilidades com entadas por C edergren y L ópez M orales, la so­ ciolingüística está especialm ente interesada en a y en c, sobre todo en esta últim a. C uando se com prueba que la variación lingüística está correlacionada con factores de n aturaleza social, hablam os de variación sociolingüística. La posibilidad b incluye principalm ente fenóm enos relacionados con el contacto o la coexistencia de v arieda­ des diferentes. E n lo que se refiere a la posibilidad d, que recoge los casos tradicio­ nalm en te llam ados de variación libre o de polim orfism o, podría ser reform ulada de la

1. «Sociolingüística», en H. López Morales (coord.), Introducción a la lingüística actual, Madrid, Playor, 1983, p. 150. 2. Sociolingüística, 2.a ed., Madrid, Gredos, 1993, pp. 84-85.

LA VARIACIÓN EN LA LENGUA

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siguiente form a: «que las variantes no vengan determ inadas por factores lingüísticos ni p o r factores extralingüísticos». E stos casos interesan a la sociolingüística en tanto en cuanto tam bién es necesario dem ostrar em píricam ente que un fenóm eno de v a­ riación no viene d eterm inado efectivam ente p o r tales o cuales factores. Term inam os este epígrafe insistiendo en el hecho de que la variación, definida com o el uso alterno de fo rm a s diferentes de decir lo m ism o, se puede encontrar prác­ ticam ente en todos los niveles de la lengua, desde el m ás concreto (fonético-fonológico) al m ás am plio (discurso, p o r ejem plo), pasando p o r la gram ática y el léxico. P ara explicar el funcionam iento de estos usos, vam os a prestar atención separadam ente a la form a en que ejercen su influencia los factores lingüísticos (variación interna) y a la form a en que lo hacen factores sociales com o la edad, el sexo o la profesión, entre otros. Pero, previam ente hem os de detenernos en un concepto fundam ental: «com u­ nidad de habla».

Comunidad de habla A l referirnos a los factores que d eterm inan la aparición de las variantes lingüís­ ticas, hem os hecho un com entario sobre los fenóm enos que aparecen den tro de una com unidad de habla. P ero ¿qué se entiende por com unidad de habla? Es evidente que al usar el térm ino com unidad se hace referencia al hecho de com partir algo. E se «algo» ha estado sujeto a las opiniones e intereses de num erosos especialistas que se han p reocupado p o r el uso de la lengua en su contexto social. C uando en sociolin­ güística se m aneja el concepto de «com unidad de habla», se está pensando en algo m ás concreto que el conjunto de hablantes de una lengua histórica — a lo que se ha llam ado com unidad idiomática— o de una lengua en un m om ento y en un territorio determ inados (com unidad lingüística). Los individuos que han utilizado, utilizan y uti­ lizarán una lengua, com o el español, en cualquiera de sus variedades geográficas, so­ ciales y estilísticas, form an una com unidad idiomática; los hablantes de lengua espa­ ñola form an en este m om ento una com unidad lingüística} U n a com unidad de habla está form ada por un conjunto de hablantes que com ­ p a rte n efectivam ente, al m enos, una lengua, p ero que, adem ás, com parten un con­ ju n to de norm as y valores de naturaleza sociolingüística: com parten unas mism as ac­ titudes lingüísticas, unas mism as reglas de uso, un mismo criterio a la h o ra de valorar socialm ente los hechos lingüísticos, unos mismos patrones sociolingüísticos. Los his­ p an ohablantes de M éxico y de E spaña p ertenecen a una m ism a com unidad idiom áti­ ca, p ero no a una m ism a com unidad de habla. Los m iem bros de una com unidad de habla son capaces de reconocerse cuando com parten opinión sobre lo que es vulgar, lo que es familiar, lo que es incorrecto, lo 3. Sobre el concepto de comunidad véase el epígrafe correspondiente en el libro de H. López Morales, Sociolingüística, ob. cit., pp. 47-52. Este concepto, que es el más generalmente aceptado, fue propuesto por \V. Labov (Sociolinguistic Patterns, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1972, p. 120. Trad. al esp. Modelos sociolingüísticos, Madrid, Cátedra, 1983). Véase también S. Romanie, «What is a speech community?», Belfast Working Papers in Language and Linguistics, 4 , 3 (1980), pp. 41-59. Para la distinción entre co­ munidades idiomáticas, comunidades lingüísticas y comunidades de habla, F. Gimeno, «A propósito de comunidad de habla: ‘The social dimensión of dialectology’ de J. P. Roña», en H. López Morales y M. Va­ quero (eds.), Actas del I Congreso Internacional sobre el español de América, San Juan, Academia Puertorri- , quena de la Lengua Española, 1987, pp. 689-698.

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que es arcaizante o anticuado} Por eso el cum plim iento de las norm as sociolingüísticas al que obliga la p ertenencia a una com unidad puede servir de m arca diferenciadora, de m arca de grupo, y p o r eso los m iem bros de una com unidad suelen acom o­ d ar su discurso a las norm as y valores com partidos. Tales norm as y valores pueden no respetarse en la com unicación entre m iem bros de distintas com unidades de habla, p ero aún en estos casos es frecuente que se in tente seguir los criterios característicos de la com unidad del interlocutor respectivo: si un hispanohablante se desplaza a un país hispánico que no es el suyo, p robablem ente evite el uso de form as lingüísticas que son tabú en el país de destino, p o r ejemplo. E l concepto de comunidad, de habla, así planteado, ofrece dos inconvenientes: uno es el de los límites de la com unidad misma, el otro es el de su heterogeneidad. E n cuanto a los límites, resulta com plicado determ inar dónde dejan de ten er validez unas norm as y valores sociales en beneficio de otros; sin em bargo, sí parece claro que esos límites p u ed en ir m ás allá del núcleo urbano, convirtiéndose en una realidad, al m enos, regional. ¿Puede considerarse que Salam anca es una com unidad de habla in­ depen d ien te de la com unidad de Á vila o perten ecen am bas a una m ism a com unidad? A pesar de la cercanía en tre el habla de estas dos ciudades españolas y de que com ­ p arte n m ucho m ás que el uso de una lengua, sólo un estudio sociolingüístico com ple­ to y riguroso, incluidas pruebas de actitudes lingüísticas, nos proporcionaría elem en­ tos de juicio suficientes para dar una respuesta absolutam ente precisa. Y el mismo m ecanism o cabría aplicar p ara d ar cuenta de la h eterogeneidad interna de las com u­ nidades: si una com unidad pu ed e ir m ás allá de un núcleo urbano, tam bién puede co­ rresp o n d erse con una realidad inferior al núcleo urbano; todo depende del m odo y el grado en que unos barrios — o zonas— com partan unas norm as y unos valores so­ ciales. C abe aún añadir un com entario sobre el concepto de com unidad de habla: tal y com o se concibe en la sociolingüística actual, una com unidad de habla es básicam en­ te una com unidad de consenso, de sintonía entre grupos e individuos diferentes, d o n ­ de el conflicto está m inim izado.4 N o está claro, sin em bargo que este m odelo con­ ceptual sea realm ente explicativo o el m ás adecuado para llegar a un buen conoci- í m iento de los hechos sociolingüísticos.

Variación fonético-fonológica De suerte que es innegable la variación y diversidad en la pro­ nunciación. Real Academia Española, Diccionario de A utoridades, 1726

L a variación fonética y fonológica es, sin duda, la más estudiada, la m ejor cono­ cida y la que p resen ta m enos problem as teóricos a la hora de ser ejem plificada e in ­ terpretad a: las variantes de un fonem a — variantes facultativas, en la term inología estructuralista— no suponen, al alternar, ningún cam bio de significado. V olviendo a al­ gunos de los ejem plos citados m ás arriba, la aparición en ciertas circunstancias de las 4. Desde este punto de vista, el tratamiento que se le está dando es coherente con el que recibe el con­ cepto de estratificación social en la sociología británica y norteamericana.

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variantes [s] o [0 ] del fonem a /s/ implosivo del español no implica cam bio sem ántico alguno (los aviones, lo avione)\ lo m ism o ocurre con las variantes [r] y [1] del fonem a Ir/ im plosivo (comer, com el) o con las variantes [d] y [0] del fonem a /d/ cuando ap a­ rece en posición final de palabra ( verdad, verdaz). Pero, ¿qué es lo que hace que la variación fonético-fonológica sea relativam ente fácil de estudiar? A n te todo, la com odidad y seguridad con que se puede dem ostrar que la alternancia de elem entos, la variación misma, no implica cam bios de significa­ do. P ero eso no es todo. E xisten ciertas características que convierten a los elem en­ tos lingüísticos en susceptibles de ser analizados desde una teoría y un m étodo típi­ cam ente sociolingüísticos; en la m edida en que se ajustan a esas características, más adecuado resulta el análisis porq u e m ás rigurosam ente se puede determ inar qué fac­ tores son los que hacen que aparezca una u otra variante y qué peso cuantitativo tie­ ne cada uno de ellos.5 Las características a las que nos referim os son las siguientes: a) L a frecuencia: cuanto m ás frecuente es una variable en la lengua hablada, ex­ p resada en sus distintas variantes, m ás posibilidades hay de conseguir un buen análi­ sis, especialm ente cuantitativo. E sta característica se halla a m enudo en las variables fonético-fonológicas, dado que se cuentan p o r docenas los casos de fonem as com o /s/ o com o /d/, p o r ejem plo, en unos pocos m inutos de habla, si bien es cierto que la fre­ cuencia es m ucho m enor en elem entos com o /p / o /tf/. b) L a integración en sistemas cerrados: cuanto m ás integrada está una variable en un sistem a cerrado, cuanto más depende su valor del valor de otros elem entos de un m ism o sistem a, m ás idónea resulta para el análisis sociolingüístico. D esde este p u n to de vista, las unidades fonológicas son perfectam ente adecuadas para un análi­ sis de la variación puesto que perten ecen a inventarios cerrados, form ados general­ m ente p o r un n úm ero bastante reducido de elem entos. E l español, p o r ejem plo, cuen­ ta con un n úm ero de fonem as consonánticos que oscila entre las 17 y las 19 unidades, según la variedad de que se trate (piénsese en los dialectos que no tienen /0/ ni /A/); el sistem a vocálico del español dispone solam ente de cinco elem entos, si bien algunas lenguas p u ed en llegar a ten er 12, 15 o m ás vocales, y otras m enos (en árabe son tres los fonem as vocálicos).6 c) D istribución estratificada social y estilísticamente: esta propiedad se refiere a la correlación que pu ed e existir en tre ciertas variantes lingüísticas y ciertos factores sociales y situacionales: unas variantes se encuentran principalm ente en hablantes de d eterm inadas características sociales y en determ inadas situaciones, y otras variantes en otros. Sem ejante circunstancia se da en lo que, algunas líneas m ás arriba, hem os llam ado posibilidad c: que las variantes vengan determ inadas conjuntam ente p o r fac­ tores lingüísticos y sociales. C uando esto ocurre —y es relativam ente frecuente en el nivel fonético-fonológico— , la identificación de los factores que determ inan la varia­ ción resulta m ás simple. T enem os, p o r tanto, que las tres características presentadas (frecuencia, in teg ra­ ción en un sistem a, estratificación social y estilística) se encuentran m uy a m enudo en

5. Véase W. Labov, The Social Srratification o f English in New York City, Washington, D.C., Center for Applied Linguistics, 1966, p. 32 6. Véase E. Martínez Celdrán, Fonología general y española, Barcelona, Teide, 1988.

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las variables fonético-fonológicas, convirtiéndolas en objeto de estudio predilecto p ara la sociolingüística. A h o ra bien, eso no quiere decir que este cam po de la sociolingüística esté exento de problem as; ni m ucho m enos. U na de las dificultades prácticas más com plicadas de salvar en todo estudio de la variación fonética es el establecim iento de las clases o tipos de sonidos que van a ser considerados com o variantes, porque es bien sabido que las posibilidades de realiza­ ción fonética de un fonem a cualquiera son prácticam ente infinitas y que dep en d en de factores m ás o m enos regulares (contextos, variantes dialectales, etc.), pero tam bién de factores absolutam ente aleatorios, com o las condiciones concretas de cada articu­ lación o la constitución del aparato fonador de cada hablante en particular. P ara el estudio de la variación es im prescindible m anejar una serie lim itada de variantes que van ser consideradas com o auténticas clases o tipos, puesto que han de incluir todos los sonidos que cum plan unos requisitos determ inados. A sí, cuando O rlando A lb a estudia, en el español de la R epública D om inicana, el com portam ien­ to variable del fonem a /l/ en posición implosiva, distingue las variantes lateral [1], vi­ b ran te [r], vocalizada [i] y elidida [0 ], y puntualiza:7 Como es lógico, la selección de estas variantes lleva consigo algunas simplificacio­ nes en el sentido de que cada una de ellas representa más bien un tipo de realiza­ ción. La lateral, por ejemplo, agrupa varias realizaciones alofónicas que se dife­ rencian no sólo en cuanto al lugar de articulación sino también en lo relativo al grado de contacto de la lengua con la zona donde se produce la articulación: los alvéolos, los dientes, el paladar, etc. De forma similar sucede con la variante vo­ calizada que, como han indicado algunos investigadores, presenta diversos grados de abertura y de localización. Se ha creído prudente trabajar con una variante tipo y no intentar discriminar diferencias fonéticas sutiles que a simple oído resultan muy difíciles de transcribir de manera consistente. Sólo un análisis instrumental po­ dría recoger determinadas variaciones alofónicas de forma precisa, constante, fi­ dedigna. Com o h an señalado num erosos especialistas, entre ellos L ópez M orales,8 los fac­ tores lingüísticos que p u ed en determ inar la variación fonético-fonológica p u ed en di­ vidirse en tres grupos: distribucionales, contextuales y funcionales. Los factores distribucionales tienen que ver con el lugar en que aparece el fonem a: posición inicial de sílaba, final de sñaba interior de palabra, final de sílaba y final de palabra, etc. Los factores contextuales están conform ados p o r los elem entos que anteceden y siguen a la variable: consonante an tepuesta o pospuesta, vocal antepuesta o pospuesta, pausa. Los factores funcionales se refieren a la n aturaleza de las categorías gram aticales en las que se incluye la variable: función gram atical, tipo de m orfem a, lugar en la curva de entonación, etc. U nos pocos ejem plos nos servirán para ilustrar cóm o se m anejan los tipos (las variantes) de diversas variables y cóm o se correlacionan esas variantes con otros factores.9

7. Variación fonética y diversidad social en el español dominicano de Santiago, Santiago, PUCMM, 1990, pp. 135-136. 8. Sociolingüística, ob. cit., pp. 85-91. 9. En este momento sólo nos interesa comentar cómo las variantes pueden venir determinadas por fac­ tores lingüísticos, lo que supondrá, de hecho, que los ejemplos propuestos no sean auténticas muestras de es­ tudios sociolingüísticos, sino de meros estudios lingüísticos: se intenta explicar cómo funciona la lengua en sí

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Los ejem plos de variación fonético-fonológica que ofrecem os a continuación p roced en de varios lugares hispanohablantes y se refieren a variables fonéticas dife­ rentes. Com enzam os con un ejem plo p rocedente del español de E spaña; m ás concre­ tam ente, de la ciudad castellana de Burgos. E n esta ciudad se ha encontrado que ta n ­ to el fonem a lateral /A/ com o el m edio-palatal lyl tienen un com portam iento fonético variable, incluidos los casos que revelan una pérdida de la oposición fonológica por desfonologización del fonem a /A/, esto es, de yeísmo. F. M artínez M artín, en su estudio sociolingüístico de la fonética burgalesa,10 ha distinguido h asta ocho variantes fonéticas para am bos fonem as palatales: lateral [A], vocalizada [j], m edio-palatal fricativa [y], m edio-palatal fricativa con tendencia al rehilam iento [3], fricativa rehilada [j], m edio-palatal fricativa con tendencia a la africación [jz], m edio-palatal africada [j.] y africada rehilada [cfc;]. E stos ocho tipos han sido reducidos a cuatro para el análisis: variantes fricativas, variantes africadas, va­ riantes rehiladas y variantes no rehiladas. A l m argen de los factores sociales y estilísticos que inciden en la aparición de unas u otras realizaciones fonéticas — la frecuencia de la variante lateral aum enta con­ form e a la edad de los hablantes, p o r ejem plo— , nos interesa saber qué factores lin­ güísticos coinciden con la aparición de las distintas variantes fonéticas. A este p ro p ó ­ sito, el análisis cuantitativo de M artínez M artín revela que las variantes africadas — ta n to cuando son realizaciones del fonem a /y/, como cuando lo son de /A/— se dan principalm ente d etrás de pausa ([.+áno] ‘llano’), de nasal ([un ¿áno]) y de lateral ([el ¿áno]). P o r su parte, el rehilam iento se encuentra predom inantem ente en un contex­ to: tras consonante /s/ ([la 3ámas] ‘las llam as’). Lo contrario ocurre cuando nuestros fonem as aparecen tras vocal: aquí se dan realizaciones no rehiladas con proporciones m uy elevadas ([la jám a] ‘la llam a’). Los casos de variación fonético-fonológica m enudean tam bién en las hablas am e­ ricanas. A ntes hacíam os referencia a las clases de variantes que distinguía O rlando A lba p ara estudiar la variación del fonem a l\l implosivo: lateral, vibrante, vocalizada y elidida. Los factores lingüísticos que se han considerado com o posibles agentes de esta variación son el segm ento fonológico siguiente, la vocal precedente y el lugar del acento en la palabra. E n Santiago de los C aballeros (R epública D om inicana), la p re ­ sencia de un elem ento fonético cualquiera (lateral, vibrante o vocal), com o realiza­ ción de -/l/, es m ás frecuente en posición final de palabra que en interior de palabra, d o n d e se en cu en tran m uchos casos de elisión. L a vocalización se encuentra m ás p ro ­ b ab lem en te cuando se halla en in terior de palabra o cuando va seguida de una con­ sonante, sea del tipo que sea. E n interior de palabra, la presencia de una vocal i p re ­ ced en te favorece la elisión (remi0gado ‘rem ilgado’). E n posición final de p alabra son insignificantes los casos de [r], m ientras que la vocalización es m ás probable, com o se ha dicho, cuando va seguida de una consonante, pero tam bién cuando va precedida de la vocal e y cuando aparece en una palabra tónica (veide ‘verd e’). E n lo que se re ­ fiere a la elisión en posición final, ésta se da cuando va seguida de una consonante fricativa u oclusiva y cuando la vocal p recedente es i (m a0 sueño ‘m al sueñ o ’, abrí0 misma, internamente. Con otras palabras, aunque en la realidad suele haber factores extralingüísticos impli­ cados en la variación lingüística, sobre todo en la fonético-fonológica, preferimos dejar su presentación para el capítulo siguiente, insistiendo en la idea de que la sociolingüística encuentra su sentido cuando los hechos lingüísticos se correlacionan con variables sociales y situacionales. 10. Fonética y sociolingüística en la ciudad de Burgos, Madrid, CSIC, 1983.

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‘abril’). Por últim o, tan to la vocalización com o la elisión son frecuentes cuando el acento recae en la sílaba siguiente al elem ento analizado. U n últim o ejem plo, en este caso recogido en el oeste de A rgelia, sobre todo en la ciudad de O ra n :11 la variable /s/ en posición implosiva, es decir, final de sílaba. E n el español hablad o en O rán, ya casi desaparecido, las realizaciones fonéticas m ás fre ­ cuentes del fonem a fricativo sordo son el sonido sibilante [s] y la pérdida absoluta [0 ]. P ara su estudio se h an tenido en cuenta diversos factores lingüísticos (variables ex­ plicativas): posición de /s/ den tro de la palabra (interior o final de palabra) y contex­ to siguiente (consonante sorda, consonante sonora, vocal tónica, vocal átona). Los re ­ sultados del análisis cuantitativo de la relación entre la variable -/s/ y las otras varia­ bles lingüísticas revelan que la pérdida de -5 se ve favorecida cuando va en posición final de p alabra y de grupo fónico; p o r otro lado, la pérdida se produce con m ás fre ­ cuencia cuando el contexto siguiente es una consonante sonora o una vocal tónica. E n otras palabras, en el español hablado en O rán es m ás probable que se pierda la 5, en prim er lugar, en posición final absoluta (las casa0) y, adem ás, en casos com o lo0 m i0m o 0 año0 (final de palab ra ante consonante sonora, interior de palabra ante con­ sonante sonora, ante vocal tónica, posición final absoluta).

Variación gramatical: morfología y sintaxis Oue se deve usar esta composición de la manera que digo y no andar por las ramas como algunos que, por no hablar como los otros, dizen por p o n e rlo s, los p o n e r y por traerlas, las traer. J uan

de

V a l d é s , Diálogo de la lengua, 1535

La variación gram atical, de igual form a que la fonético-fonológica, puede venir determ inada p o r factores lingüísticos o p o r la com binación de factores lingüísticos y sociales. Si distinguim os, d entro del plano m orfológico, entre los fenóm enos p e rte n e ­ cientes a la m orfología gram atical (m orfem as gram aticales o con significado gram ati­ cal) y los correspondientes a la m orfología léxica (m orfem as con significado léxico), encontram os que la variación que m ás se acerca a las propiedades de la variación fo­ nético-fonológica es la que p ertenece a la m orfología gram atical: son elem entos fre ­ cuentes, p ertenecientes a sistem as estructurados (género, núm ero, sistem a verbal) y a m enudo distribuidos social y estilísticam ente. Pero las ventajas de la m orfología gra­ m atical se vuelven inconvenientes en la m orfología léxica, donde nos topam os con di­ ficultades derivadas de una presencia m ás débil de esa triple característica. E sto tam ­ bién ocurre en la sintaxis o el léxico, aunque los problem as no son insuperables, ni m ucho menos. Según Silva-Corvalán,12 la naturaleza de la variación sintáctica no es análoga a la de la variación fonológica p o r varias razones:

11. Véase F. Moreno Fernández, «Debilitamiento de -s en el español de Orán: análisis de sus contextos fónicos», Boletín de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española, 2.a época, I (1994), pp. 91-111. 12. Sociolingüística. Teoría >’ análisis, Madrid, Alhambra, 1988, p. 98.

LA VARIACIÓN EN LA LENGUA

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1) E n una lengua hay m enos variación sintáctica que fonológica. 2) La variación sintáctica es más difícil de m edir y cuantificar, debido a la es­ casa frecuencia con que se d an los contextos de ocurrencia y a la dificultad de o b te ­ n er d irectam ente ejem plos del uso de una u otra variante. 3) Los contextos de ocurrencia de una variable sintáctica son en general m ás difíciles de identificar y definir. 4) La variación sintáctica plantea el problem a de las posibles diferencias de sig­ nificado en tre las variantes. A ello pu ed e añadirse que la variación sintáctica, m uy frecuentem ente, no está estratificada social ni estilísticam ente, sino que viene determ inada por factores n e ta ­ m ente lingüísticos. A l m argen de lo com plicado que pueda resultar el análisis de la variación de ele­ m entos poco frecuentes, de inventario abierto y no correlacionados social ni estilísti­ cam ente, el escollo que se ha considerado com o más difícil de evitar es el relaciona­ do con la dem ostración de que un conjunto de variantes son realm ente form as dife­ rentes de decir lo m ism o , esto es, de que son form as totalm ente equivalentes; estam os, pues, ante un obstáculo esencialm ente sem ántico. Tal escollo no elim ina, sin em b ar­ go, la posibilidad de identificar y analizar con éxito num erosos casos de variación gra­ m atical. A dvertidos de las dificultades que encierra el estudio de la variación gram atical, especialm ente la sintáctica, se hace necesario com entar qué clases de variables son las que qu ed an incluidas en este tipo de variación. P edro M artín B utragueño ha in te n ta­ do llegar a una tipología de la variación gram atical en la sociolingüística del español y ha p ro p u esto la siguiente clasificación de las variables: variables de tipo m orfológi­ co, de tipo categorial, de tipo funcional y de tipo posicional.13 Las variables de tipo m orfológico son aquellas que afectan, claro está, a elem en­ tos de la m orfología, sobre todo de la m orfología gram atical, cuya variación rara vez implica los niveles sintáctico y pragm ático y que suelen verse determ inadas p o r fac­ tores ta n to sociolingüísticos y estilísticos, com o históricos y geográficos. Serían varia­ bles de tipo m orfológico las que se expresan a continuación: a)

E l uso de -m os o de -nos com o term inación verbal. para que fuéram os a buscarlo I para que fueranos a buscarlo

b)

El uso de -ste o de -síes com o term inación verbal. no quisiste avisarme / no quisistes avisarme

c)

E l uso de -ra o de -se com o term inación verbal. si quisiera lo podría hacer / si quisiese lo podría hacer

d)

El uso de -ría o de -ra com o term inación verbal. si pudiera, lo haría / si pudiera, lo hiciera si vendrías todos los días, no te llamaría I si vinieras todos los días, no te llamaría

13. «Hacia una tipología de la variación gramatical en sociolingüística del español», Nueva Revista de Filología Hispánica, 42 (1994), pp. 29-75.

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e)

V alor funcional o referencial de le, la y lo. e .l) anduvieron buscándola todo el día / anduvieron buscándole todo el día (la casa) e .l) no le has dado las gracias I no la has dado las gracias (a esa m ujer) e.3) le dio una buena noticia a su herm ano i lo dio una buena noticia a su herm ano

E s evidente que esta relación puede ver aum entado su núm ero de variables, so­ b re todo si se piensa en variedades dialectales concretas, com o es claro que algunos de estos ejem plos rozan el límite de la sintaxis, aunque no p o r ello dejan de ser b u e ­ nas m uestras de fenóm enos morfológicos. Las variables de tipo categorial son aquellas que afectan, en algunos casos, a ele­ m entos de la m orfología y, en casi todos, a la sintaxis, cuya variación implica a veces los niveles sem ántico y pragm ático. E s im portante ten er en cuenta que este tipo de variables a m enudo no vienen determ inadas por factores sociolingüísticos, estilísticos, históricos y geográficos o se ven determ inadas p o r ellos de un m odo bastante irregu­ lar. Serían variables de tipo categorial las que se expresan a continuación:14 a)

U so de subjuntivo o de infinitivo con para. m e llaman para que yo redacte el inform e / m e llaman para redactar el in­ fo rm e

b)

U so de adjetivo o de adverbio. ella subió las escaleras m u y rápida / ella subió las escaleras m u y rápido

c)

U so de secuencias de preposiciones. voy p o r agua / voy a p o r agua

d)

T ipo de unidad sintáctica (oración cláusula, sintagma...): se refiere a la posi­ bilidad de form ar construcciones con diferente grado de com plejidad.

Las variables de tipo funcional son aquellas que afectan a la sintaxis, parcial­ m en te a la m orfología, y que no suelen estar correlacionadas con otros factores de n a ­ turaleza sem ántica. P o r o tro lado, com o ocurre con las variables de tipo m orfológico, a m enudo resultan determ inadas p o r factores históricos, geográficos, sociolingüísticos y estilísticos, aunque n o siem pre es así. A lgunos ejem plos de estas variables son los siguientes: a)

U so de que o de de que (queísm o y dequeísm o). fl.l) m e enteré de que María llamó / m e enteré 0 que María llamó a.2) yo digo que esto es cierto / yo digo de que esto es cierto

14. Martín Butragueño incluye más variables en la relación correspondiente al tipo categorial, pero su consideración nos obligaría a hacer justificaciones que nos alejarían mucho del interés principal de este capí­ tulo. Hemos prescindido también de las variables que no parecen responder a factores de índole sociolin­ güística.

LA VARIACIÓN EN LA LENGUA

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b)

Sujeto pronom inal presente o ausente. entonces yo decidí que s í / entonces decidí que sí

c)

P ersonalización de haber. ha habido m uchos problem as / han habido m uchos problem as

d)

Personalización de hacer. hace seis años que no nieva / hacen seis años que no nieva

e)

Presencia o ausencia de p ronom bre átono (clítico) no argum ental. la agenda contiene un calendario / la agenda le contiene un calendario

f)

U so de lo o los. se lo advertí a ustedes / se los advertí a ustedes

g)

Presencia o ausencia de pronom bre (clítico) pleonástico. se la estoy pasando / se la estoy pasándosela

h)

Presencia o ausencia de duplicación de pronom bre átono (clítico). m e alegré cuando lo conocí a L u is / m e alegré cuando conocí a Luis

E n lo que se refiere a las variables que M artín B utragueño llam a d e ^ p o posicional, se debe señalar, en prim er lugar, que en todas ellas suele verse envuelta la e n ­ tonación; el nivel fónico, p o r tanto, tiene aquí su im portancia. A l m ism o tiem po, es­ tam os an te variables que suelen im plicar valores pragm áticos de diversa naturaleza, no así m orfológicos ni sem ánticos (orden sujeto-verbo, orden verbo-com plem ento, o rd en adjetivo-nom bre, etc.). Las variantes de estas variables p u eden suponer usos estilísticos diferentes que, salvo excepciones, no están correlacionados con factores históricos, geográficos ni sociolingüísticos. U n ejem plo de variable posicional co rrela­ cionada con la geografía o la sociolingüística sería el de los m odificadores en un sin­ tagm a nom inal: la, esta, su casa / la casa suya / la su casa. P ara ilustrar el m odo en que ciertos factores lingüísticos pueden incidir en la va­ riación m orfológica y sintáctica nos servirem os de varios ejemplos: uno de ellos p ro ­ cede del español de E spaña y los dem ás del español de A m érica; dos son de n a tu ra ­ leza m orfológica y uno de naturaleza sintáctica.15 A p ropósito del español de la A ndalucía oriental, concretam ente en la A lp u jarra de G ran ad a, L ópez M orales ha analizado la presencia y ausencia de -/s/ com o m arca de plural en sintagm as nom inales unim em bres.16 P ara el estudio, se h an tenido en cuen ta variables lingüísticas, com o la posición de un m odificador respecto de un n o m ­ bre (m odificador an tepuesto al nom bre: las gachas, unos agujerillos; m odificador pos­ puesto al nom bre: pim ientos verdes, alambres fuertes) y la clase de palabra en la que aparece o no aparece la m arca de plural (nom bre: echar horas, cultivar tomates', p ro ­ n om bre n o clítico: estos com ían, unos no pagan; pronom bre clítico: nos vamos, los m e­ 15. Véase también V. Lamíquiz (dir.), El discurso sociolingiiístico. Sociolingüística andaluza 3, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1985. 16. «Desdoblamiento fonológico de las vocales en el andaluz oriental: reexamen de la cuestión», Revis­ ta Española de Lingüística, 14 (1984), pp. 85-97.

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tieron, no les pasa nada). E l análisis revela que, en la inm ensa m ayoría de los casos, el prim ero de los elem entos (sea m odificador, sea nom bre) conserva una m anifesta­ ción de -ísl (generalm ente en form a aspiración), m ientras que el segundo no lleva ningún tipo de m arca (lah gacha0)\ dicho con otras palabras, no llegan al 10 % los ca­ sos en que la m arca de plural no aparece en ninguno de los dos m iem bros del sin­ tagm a nom inal. D esde otra perspectiva, el m ayor núm ero de ausencias de m arca de plural se localiza en los nom bres, frente a la presencia generalizada de m arca en cual­ quier clase de pronom bres, clíticos o no clíticos. O tro ejem plo de variación m orfológica es la alternancia de las form as -ra y -se. E n un estudio sobre el habla de V alencia (V enezuela), M anuel N avarro descubre que, en consonancia con la tendencia general del español am ericano, el em pleo de las form as en -se es m uy poco significativo; tan sólo tienen un uso digno de m ención cuando aparece en tiem pos com puestos (hubiese venido) y en la prótasis de las o ra­ ciones condicionales (si hubiese cantado).17 P or últim o, un ejem plo de variación sintáctica, procedente del español de A m é­ rica, concretam ente de Caracas (V enezuela). La variable en cuestión es de tipo fun­ cional: la presencia o ausencia del pronom bre personal sujeto (canto / yo canto).18 P aola B entivoglio ha estudiado este elem ento teniendo en cuenta diversas variables lingüísticas explicativas: el referente de la oración, la posible am bigüedad de la form a verbal, el n úm ero y el tipo de verbo. El análisis descubre que el sujeto suele ap are ­ cer, con m ayor probabilidad, en los casos en que el referente de la oración no coin­ cide con e l referen te de la oración an terior (nunca quise salir a cenar y ella nunca m e lo reprochó), cuando el núm ero es singular y cuando el verbo es de percepción (ver, oler, etc.). E n esta variable, y así lo han com probado tanto Bentivoglio com o SilvaC orvalán,19 no suelen ten er incidencia alguna las variables de origen extralingüístico.

V ariación léxica Pero en esto podéis considerar la riqueza de la lengua castellana, que tenemos en ella vocablos en que escoger como entre peras. J uan

de

V a l d é s , Diálogo de la lengua, 1535

Yo comparo esta abundancia a la de los sinónimos, que, dado que los aya rigurosamente tales, solo sirven para la variedad, i har­ monía del decir. G r e g o r io M a y á n s , Orígenes de la lengua española, 1737

E l estudio de la variación léxica se en frenta a los mismos problem as que la va­ riación gram atical. E n tre esos problem as destaca, naturalm ente, el establecim iento de equivalencias en tre supuestas variantes, que tiene com o trasfondo, m uy especialm en­ te en este nivel léxico-sem ántico, la larga porfía sobre la existencia o la im posibilidad 17. «La alternancia -ra / -se y -ra / -ría en el habla de Valencia (Venezuela)», Lingüística Española A c ­ tual, XI (1989), pp. 117-124. 18. Why «canto» and not «yo canto»? The problem o f first-person subject pronoun in spoken Venezuelan Spanish (tesis de maestría inédita), Los Ángeles, Universidad de California, 1980. 19. Véase Sociolingüística. Teoría y análisis, ob. cit., p. U5 y ss.

LA VARIACIÓN EN LA LENGUA

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teórica de la sinonim ia .20 E s evidente que la sociolingüística no aspira a solucionar de m odo definitivo una cuestión que lleva m uchísim o tiem po ocupando y preocupando a los especialistas en sem ántica, pero n o es m enos cierto que, p o r eso mismo, la so­ ciolingüística se ve obligada a pro p o n er salidas y a tom ar decisiones prácticas. La sociolingüística se ha convertido, casi por necesidad epistem ológica, en d e ­ fensora acérrim a de la existencia de la sinonim ia, al m enos en el nivel del discurso: las unidades léxicas, com o ocurre con determ inadas construcciones sintácticas, p u e­ den verse neutralizadas sem ánticam ente en el discurso, en el uso com unicativo de la lengua. E sto no elude, sin em bargo, la dificultad que supone dem ostrar que existe realm en te una neutralización, es decir, que dos o m ás variantes son m anifiestam ente equivalentes. L a dem ostración se hace poco m enos que im posible cuando el uso de cierta form a viene acom pañado de valoraciones o connotaciones particulares o cuan­ do el h ab lan te m aneja en su selección léxica criterios que pueden pasar inadvertidos a los oyentes; hablam os de intenciones com unicativas, de consideraciones de estilo y de otros factores en cierto m odo imprevisibles. Escollos aparte, nada nos im pide plantearnos una pregunta elem ental: ¿qué se busca al estudiar la variación léxica? Y la respuesta no puede ser m uy diferente de la que se h a dado a propósito de la variación fonético-fonológica o de la gram atical. Se in ten ta explicar el uso altern an te de unas form as léxicas —norm alm ente sustantivos, verbos o adjetivos— en unas condiciones lingüísticas y extralingüísticas determ inadas: p u ed en ser unidades de distinto origen geolingüístico que han confluido en una co­ m unidad (gorrión, pardillo), form as adscritas a niveles cultos o a niveles populares, así com o a estilos m ás o m enos form ales (hijastro, entenado; encinta, preñada, em ba­ razada; rasguño, raspón, ro zó n ; burbuja, gorgorita, gargolito, farol) o form as tabúes o eufem ísticas (jorobado, chepita; axila, sobaco), entre otras posibilidades. A l m ism o tiem po, se busca identificar el léxico característico de los diferentes grupos sociales: léxico juvenil, léxico profesional, léxico m arginal, etc. P ara conseguir estos objetivos hay que dem ostrar la equivalencia de una serie de variantes léxicas y, lógicam ente, en contrar esas variantes en el discurso natural. Tal lab o r exige, a la vez, decidir qué características han de ten er las variantes, porque, com o ha señalado Julio B orrego, lo cierto es que pueden obedecer a m otivaciones m uy diversas, aparte, claro está, de la etimología: diferente pronunciación (rocío l ru­ cio ), diferente evolución fonética (laguna / llaguna), diferente género (el dote / la dote), diferente derivación (rapiña / rapiñoso ‘avaro’), diferente m odificación (cogu­ jada m oñuda / cogujada copetuda).21 E n un prim er m om ento, po d ría parecer evidente que form as como laguna y lla­ guna, o pescadero y pescatero, m ás que variantes léxicas, son elem entos que resp o n ­ den a una variación fonética; en m uchas ocasiones, sin em bargo, tal variación fo n éti­ ca es ficticia, p o r tratarse de rasgos que han dejado de funcionar com o variantes y que h a n qued ad o fosilizados en determ inadas unidades léxicas. Con otras palabras, los lí­ m ites en tre las variantes léxicas no siem pre son evidentes y, consecuentem ente, la d e ­ cisión sobre qué unidades m erecen ser consideradas com o variantes de una m ism a v a­ riable en treñ a un riesgo notable. A n te tan delicada circunstancia, cada investigador 20. G. Salvador, Semántica y lexicología del español, Madrid, Paraninfo, 1984. Para este autor sí hay si­ nónimos. 21. «Dificultades para el estudio sociolingüístico del léxico», II Encuentro de lingüistas y filólogos de Es­ paña y México, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1994, pp. 119-131.

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se dejará guiar p o r los intereses particulares de su estudio y p o r las características his­ tóricas y dialectales de las variantes analizadas. A sim ism o, la cuestión de localizar auténticas variantes léxicas no es baladí en ab­ soluto, dada la escasa frecuencia con que alternan en el discurso. D e ahí que algunos especialistas hayan o ptado p o r encontrar las variables fuera del discurso continuado y natural: p o r m edio de encuestas y cuestionarios. Si un hablante no usa form as léxi­ cas equivalentes en su habla espontánea, lo m ejor es p reg u n tar directam ente por ellas, aunque el lam ento de los sociolingüistas a la hora de utilizar los cuestionarios p a ra recoger unidades léxicas ha sido general: A pesar de los inconvenientes que desde el punto de vista sociológico y psicológi­ co puede tener la utilización de cuestionarios fijos, hemos procedido de este modo (M. Etxebarría).22 Aquí [el estudio sociolingüístico del léxico] más que en ningún otro campo resulta imprescindible el recurso de la encuesta, con lodos los problemas que tal instru­ mento conlleva (J. Borrego) 23 E ste lam ento nace, no del rechazo de la encuesta misma, m uy usada en o tro tipo de investigaciones (geolingüística, lingüística aplicada), sino de los inconvenientes que presen ta en relación con lo que W illiam L abov llam ó la paradoja del observador: la sociolingüística aspira a estudiar la lengua que se usa en una comunidad cuan­ do los hablantes no se sienten sistemáticamente observados, pero sólo se puede es­ tudiar esa lengua mediante la observación directa.24 L a encuesta con cuestionario implica necesariam ente que el hablante se sienta observado de u na form a directa y sistem ática; de ahí los recelos. Pese a todo, el cues­ tionario parece ser el m odo m ás eficaz de enfrentarse a la variación léxica y, para su aplicación, se cuenta con una sólida y am plísim a experiencia: la de la geografía lin­ güística. A todo ello volverem os en el capítulo 3. Los estudios de variación léxica que se han realizado hasta el m om ento, escasos en general si los com param os con los de otros niveles, dem uestran que en este tipo de variación participan principalm ente factores extralingüísticos —rasgos sociológi­ cos, situaciones, creencias y actitudes— , aunque tam bién pueden estar im plicados fac­ tores lingüísticos, factores com o el ritm o del habla, las repeticiones o la lengua de o ri­ gen de las unidades léxicas.

Variables lingüísticas y extralingüísticas A la vista de lo com entado a lo largo de todo este capítulo, es posible pro p o n er una diferenciación, al m enos com o hipótesis de trabajo, entre los niveles de la lengua según la n aturaleza de las variables explicativas que en ellos suelen incidir: m ientras

22. 23. 24.

Sociolingüística urbana. El habla de Bilbao, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1985, p. 73. Art. cit., p. 120. Véase Modelos sociolingüísticos, ob. cit., p. 266.

c

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la variación fonético-fonológica y la de tipo m orfológico y funcional se ven d eterm i­ nadas frecu en tem en te p o r factores lingüísticos y extralingüísticos, la variación cate­ gorial y posicional (sintáctica) se ve explicada m ayoritariam ente p o r factores lingüís­ ticos y la variación léxica p o r factores extralingüísticos.25 Es preciso llam ar la atención, no obstante, acerca de dos realidades. La prim era es que la variación sociolingüística, en la que intervienen tanto factores de lengua com o factores ajenos a ella, se puede hallar en todos los niveles: fonética, gram ática, léxico, discurso. L a segunda es la preem inencia de los factores lingüísticos sobre los extralingüísticos 26 C om o señala L ópez M orales D ebe advertirse, sin embargo, que todos los factores sociales, por importantes que sean, están supeditados a los imperativos del sistema lingüístico; hasta la fecha se ha comprobado en repetidas ocasiones que los factores sociales no son tan cate­ góricos como los gramaticales: actúan donde el sistema lo permite. A sí pues, las variables extralingüísticas, especialm ente las sociales, actúan allí d onde la lengua lo perm ite y no es casualidad que sea en el nivel léxico — el m ás p e ­ riférico o superficial, el m ás sujeto a los vaivenes históricos, el de m ayor carga sim ­ bólica— donde estas variables parecen revelarse com o m ás determ inantes.

R eflexiones y ejercicios 1. In tente descubrir las variantes de los fonem as /A/ y /y/ que existen en una co­ m unidad de h abla española. ¿C uántas «clases» de variantes se pu ed en identificar? ¿E n qué condiciones lingüísticas se da cada una de esas clases de sonidos? 2. T anto en el español de E spaña com o en el español de A m érica es posible en ­ c o n trar áreas en las que predom ina el m antenim iento de -s final de sílaba y áreas en las que p redom ina el debilitam iento o incluso la pérdida de ese elem ento. E labore una relación de los factores distribucionales, contextuales y funcionales que favore­ cen en unos lugares el m antenim iento y que favorecen en otros lugares el debilita­ m iento. A dem ás de la bibliografía específicam ente sociolingüística, puede consultar otras obras de carácter general, com o el libro en dos volúm enes dirigido p o r M anuel A lvar, M anual de dialectología hispánica. E l español de España y E l español de A m é ­ rica (B arcelona, A riel, 1996). 3. C onsidere el uso de los pronom bres interrogativos quién, qué y cuál en los siguientes ejem plos: ¿Q uién de tus hijos es el m ayor? ¿Cuál de tus hijos es el mayor? ¿Q ué hijo es el mayor?

25. 26.

También por variables de índole lingüística, pero más irregularmente. Ob. cit., p. 141.

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¿Suponen estos usos form as diferentes de decir lo m ism o o se observa entre ellos alguna diferencia sem ántica? C om ente si el uso de un pronom bre o de o tro puede ex­ plicarse p o r razones sociales, geográficas o estilísticas. 4. R eflexione sobre las razones que podrían explicar la alternancia de unidades léxicas com o las que com ponen las series siguientes: agarrado / roñoso / avaro urraca / marica / picaza / blanca deceso / m uerte rápido / raudo / ligero

Orientaciones bibliográficas A cerca de los fenóm enos variables más característicos del español y de los fac­ tores que los determ inan, adem ás de la bibliografía citada en el texto y a pie de p á ­ gina, es aconsejable la lectura de la obra dirigida p o r M anuel A lvar, tam bién citada, M anual de dialectología hispánica. Com o introducción clara y sencilla a las caracte­ rísticas del español de A m érica, es m uy recom endable la lectura de los dos volúm e­ nes de M aría V aquero: E l español de Am érica I. Pronunciación y E l español de A m é ­ rica II. M orfosintaxis y léxico (M adrid, A rco/Libros, 1996). N aturalm ente, tam bién es m uy útil, p o r tra ta r los asuntos lingüísticos en su historia y en su geografía, la con­ sulta de la conocidísim a Historia de la lengua española, de R afael Lapesa (8.a ed., M a­ drid, G redos, 1980), así com o de la M orfología histórica del español, de M anuel A l­ var y B ern ard P o ttier (M adrid, G redos, 1983).

C a p ít u l o 2

LA VARIACIÓN SOCIOLINGÜÍSTICA. LAS VARIABLES SOCIALES Variación sociolingüística A excepción de José Carlos, Don Servando e Hipólito todos ha­ blan con dejo y pronunciación andaluces: Estrella y Elvira, y aun Doña Lola, con el fino y gracioso acento sevillano; Pepa Juana, lo mismo, si bien con dicción más fuerte y recortada; Anita, R o­ cío, Silveria y Guadaira, con el suave ceceo de los pueblos de la comarca, más bien hacia Huelva que hacia Cádiz, y Paquito Rodó, con originalidad característica del andaluz cerrado. H erm anos Á i .v a r e z Q u in t e r o , L a risa, 1934

Q u ed a dicho que las variables extralingüísticas, específicam ente las sociales, son capaces de d eterm in ar la variación hasta donde lo perm ite el sistem a de la lengua, y queda ilustrado cóm o unas variables lingüísticas, internas, p u eden incidir en la apari­ ción de tales o cuales variantes de una variable determ inada. Es, p o r tanto, el m o­ m ento de centrarnos en las variables sociales que son capaces de determ inar la v a­ riación lingüística y en el m odo en que esas variables se com binan con las de índole n etam en te lingüística. Con otras palabras, a p artir de ahora afrontarem os en su to ta ­ lidad el fenóm eno de la variación sociolingüística, definido como la alternancia de dos o m ás expresiones de un m ismo elem ento, cuando ésta no supone ningún tipo de al­ teración o cam bio de naturaleza sem ántica y cuando se ve condicionada p o r factores lingüísticos y sociales. La investigación sociolingüística ha perm itido conocer que las variables sociales que influyen sobre la variación lingüística lo hacen de un m odo específico en cada co­ m unidad y respecto a fenóm enos lingüísticos concretos. A unque ya se ha explicado que hay ciertos niveles de lengua en los que cabe esperar con m ás probabilidad la in­ cidencia de factores extralingüísticos (fonética-fonología, m orfología) y aunque es in­ negable que existen hechos lingüísticos y sociales recurrentes, en realidad no es posi­ ble conocer de antem ano qué tipo de variables sociales van a actuar sobre unos ele­ m entos lingüísticos en una com unidad dada. Y esto p o r dos motivos: en prim er lugar, p o rq u e los factores sociales actúan sobre la lengua de una form a irregular, es decir, en dos com unidades de habla diferentes la variación sociolingüística de un m ism o fe­ nóm eno no tiene p o r qué m anifestarse de la misma m anera; en segundo lugar, p o r­

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q ue los factores sociales no están configurados de form a idéntica en todas las com u­ nidades, aunque en ellas se hablen m odalidades cercanas de una mism a lengua. E n efecto, los factores sociales no tienen por qué funcionar de igual m anera en todas las com unidades: puede que, en un lugar, la edad tenga m ayor p o d er de d e te r­ m inación sobre la lengua o sobre cualquier conducta social que el nivel cultural, que, en otro, el nivel económ ico provoque más diferencias lingüísticas y sociales que la edad o que, en otro, el sexo sea irrelevante. T odo esto es cierto, com o lo es que una m ayor com plejidad social en un com unidad puede dar lugar a una m ayor variación lingüística y a un uso social de la lengua m ás heterogéneo. Por eso las investigaciones sociolingüísticas deben ir precedidas de un análisis sociológico de la com unidad y de estudios exploratorios que perm itan com probar cuáles son las variables realm ente im ­ p o rtan tes en la estructura social y cuáles son las que previsiblem ente p u eden influir m ás en el uso social de la lengua. G en eralm en te, los factores sociales que m uestran una m ayor capacidad de in ­ fluencia sobre la variación lingüística son el sexo, la edad, el nivel de instrucción, el nivel sociocultural y la etnia, en tre otros que tam bién nos h an de interesar.

La variable social «sexo» El C se pronuncia pegando un poco la lengua sobre el paladar y sobre los dientes de arriba tirando la lengua hasta los mesmos dientes, porque cecear con gracia se permite a las Damas. A m b r o sio

de

S a l a z a r , Espejo general de la gramática, 1614

Marco Tulio dice que en Roma para enseñar bien a los niños no­ bles la pureza i la propriedad de su lengua latina natural a todos, en las cosas principales daban el cuidado de su crianza a alguna matrona parienta principal: p o rq u e en las m ugeres, dice, p e rse ve ­ ra sie m p re i se conserva m a s p ro p r io i m a s lim p io el lenguage. A m b r o sio

de

M o r a l e s , Discurso sobre la lengua

castellana, 1585

U na de las prim eras obras que la lingüística europea produjo en relación con la variable «sexo» fue publicada en 1952. Se trata del volum en que la revista Orbis p re ­ p aró p ara ofrecer un estado de la cuestión de alcance m undial sobre la lengua de las m ujeres (Le langage des fem m es: Enquete Hnguistique á l’échelle m ondiale). E n lo que se refiere a la R om ania, allí aparecieron estudios de Pu§cariu, C apidan, Pop, Récatas, M erlo, Piccitto, G riera, Badía y Salvador. E n líneas generales, los tem as discuti­ dos en aquella época fueron dos: la conveniencia de utilizar m ujeres com o inform an­ tes en dialectología y el carácter arcaizante o innovador de su form a de hablar. E n relación con el prim ero, la idea más generalizada era que la m ujer resultaba de m ayor utilidad en las encuestas que los hom bres,1 aunque tam bién se hicieron ju i­ cios contrarios a éste. A cerca del arcaísm o o la innovación en el habla de las m uje­ res, h ubo opiniones diversas. E l carácter conservador es destacado en la m ayor parte 1. pp. 12-13.

Véase C. Merlo, «Le langage des femmes: Enquéte linguistique á l’échelle mondiale», Orbis, I (1952),

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de los trabajos reunidos en Orbis\ tan sólo Piccitto señaló que no observaba diferen­ cias claras,2 m ientras que Pop, si en ese m om ento evitó d ar una opinión, en o tro lu ­ gar había señalado que tal vez el habla de las m ujeres era más conservadora.3 D e cualquier m o d o ,4 las afirm aciones hechas en casi todos esos trabajos p artían de datos b astan te im presionistas e irregulares, p o r lo que el conservadurism o lingüístico de la m ujer q u edaba p o r d em o strar.5 D e hecho, G auchat había com probado en C harm ey, m uchos años antes, que las m ujeres hacían un m ayor uso que los hom bres de form as lingüísticas innovadoras.6 A lgún tiem po m ás tarde, M anuel A lvar, partiendo de un estudio sobre el habla de P uebla de D o n F adrique, en A ndalucía,7 llega a la conclusión de que el arcaísm o o la innovación del habla de las m ujeres no depende tanto del sexo cuanto del tipo de vida que se lleva en cada lugar. E n la Puebla, los hom bres ofrecían un «estado m e­ dio» de lengua, m ás cercano al castellano norteño y norm ativo, p orque su m ovilidad les perm itía relacionarse con gentes del exterior; las m ujeres, en cam bio, acusaban un m ayor conservadurism o p o r ten er m enos contacto con hablantes de otras variedades. Sin em bargo, en el territorio conocido com o la «A ndalucía de la e» (en la confluen­ cia de las provincias de Sevilla, M álaga y C órdoba), las m ujeres hacían uso de rasgos m ás innovadores que los hom bres. D e ahí que A lvar acabe afirm ando: Decir que el habla femenina es conservadora, neologista o ni una cosa u otra es, en verdad, no decir demasiado, por cuanto en su contexto social puede ser cada una de esas cosas o todas ellas, y fuera del ámbito al que pertenece no es nada.8 E l sexo pu ed e m ostrarse, p o r tanto, m ás com o un factor de segundo orden, com o algo que suele subordinarse a dim ensiones sociales diferentes y con m ayor p o d er de d eterm inación.9 Boris Cazacu, p o r ejem plo, observó en el rum ano de M eria que las diferencias de edad son m ás im portantes que las que determ ina el sexo.10 La experiencia de la dialectología y de la geografía lingüística en el estudio de la variación lingüística, com o en otros campos, es m uy rica y sugerente, pero, sin duda alguna, la m ayor p a rte de lo que hoy sabem os acerca de la conducta lingüística de hom bres y m ujeres se lo debem os a la sociolingüística. E sta disciplina ha dado un gran protagonism o al factor «sexo» y lo ha convertido en objeto de atención perm anente, 2. «Osservazioni sul linguaggio delle donne», Orbis, 1 (1952), p. 14. 3. La Dialectologie, Lovaina, 1950, p. 725. 4. Véase M. Alvar, Estrucruralismo, geografía lingüística y dialectología actual, 2.a ed., Madrid, Gredos, 1973, p. 74. 5. El estudio más elaborado fue el de G. Salvador, «Fonética masculina y fonética femenina en el ha­ bla de Vertientes y Tarifa (Granada)», Orbis, I (1952), pp. 19-24. Algunos trabajos recientes han vuelto a ob­ servar un mayor conservadurismo en el habla femenina: véase A. Elizaincín, «Métodos en sociodialectología», Estudios Filológicos, 14 (1976), p. 51; B. Fontanella de Weinberg, «Comportamiento ante -s de hablantes fe­ meninos y masculinos del español bonaerense», Romance Philology, XXVII (1973), pp. 50-56. 6. «L’unité phonétique dans le patois d’une comune», Aus romanischen Sprachen und Literaturen. Festgabefíir Heinrich Morf, Halle, Saale, 1905, pp. 224-226. 7. «Diferencias en el habla de Puebla de Don Fadrique (Granada)», Revista de Filología Española, XI (1956), pp. 1-32. 8. Véase Estructuralismo, geografía lingüística y dialectología actual, ob. cit., p. 74. 9. A similares conclusiones llegó A. Badía, «Note sur le langage des femes et la méthode d’enquéte dialectologique (domaine aragonais)», Orbis, I (1952), p. 17. 10. «Desprel procesul de diferentiere in graiul unei comune (Meria-Reg. Hunedoara)», Studii si cercetari lingvistice, VII (1956), pp. 245-268.

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aunque en su seno se hayan hecho m uchas afirm aciones infundadas, com o las que en fren tan el habla de los hom bres y de las m ujeres calificando la de éstas com o con­ servadora, insegura, sensible, solidaria y expresiva, y la de aquéllos com o ind ep en ­ diente, com petitiva y jerárquica. A fortunadam ente, las investigaciones h an ido m a r­ ginando poco a poco lo im presionista, lo subjetivo, para dejar su lugar a los hechos prob ad o s y a las dem ostraciones solventes.11 P or o tra parte, coincidiendo con las o b ­ servaciones hechas en algunos trabajos dialectales (v.g. los de Cazacu), la sociolin­ güística tam bién ha com probado que, en un núm ero im portante de casos, son otros factores, com o el nivel sociocultural o el estilo, las principales bases de la variación, d ejando al sexo relegado a un segundo p lan o .12 E llo no im pide que haya estudios en los que se aprecia con claridad que el sexo tiene más capacidad de influencia sobre la lengua que otros factores, incluida la clase social: eso ocurre en el trabajo de H orvath sobre el inglés de Sydney (A ustralia), p o r ejem plo.13 E n tre los estudios sociolingüísticos preocupados por las diferencias en tre las h a ­ blas de hom bres y m ujeres destacan singularm ente los de corte etnográfico.14 E stos

11. Véase R. Wodak y G. Benke, «Gender as a Sociolinguistic Variable: New Perspectives on Variation Studies», en F. Coulmas (ed.), The Handbook o f Sociolinguistics, Oxford, Blackwell, 1997, pp. 127-150. 12. Véase R. Fasold, Sociolinguistics o f Language, Oxford, Blackwell, 1990, p. 223 y ss. 13. Véase Variation in Australian English: The Sociolects o f Sydney, Cambridge, Cambridge University Press, 1985, p. 65. Por otro lado, la sociolingüística ha puesto en relación el sexo con otros factores sociales para intentar explicar mejor las causas de la diferencia en el comportamiento lingüístico de hombres y muje­ res (véase M. A. Martín Zorraquino, «Observaciones sobre las propiedades atribuidas al habla femenina en el dominio hispánico», en R. Penny (ed.), Actas del Primer Congreso Anglohispano, tomo I, Lingüística, Ma­ drid, Castalia, 1993, pp. 115-126). La sociolingüística también ha contribuido a que la figura de la mujer como investigadora y entrevistadora adquiera una nueva dimensión, ya que la multiplicidad de contextos y situa­ ciones en que se recogen los datos hace que en muchas ocasiones sea preferible que la encuesta la haga una mujer a que la haga un hombre. El ejemplo más claro lo tenemos en la investigación de Lesley Milroy sobre el habla de tres redes sociales de Belfast. Milroy nos dice (Language and Social Networks, 2.a ed., Oxford, Blackwell, 1987, p. 44): «El investigador de campo tenía que ser una mujer. Generalmente las mujeres reci­ bían menos agresiones que los hombres. Los hombres extraños eran vistos con considerable sospecha en mu­ chos lugares de Belfast y a menudo podían correr algún peligro si visitaban un lugar durante un período de­ terminado.» Tal vez deban valorarse más de lo que se suele hacer las características personales de los inves­ tigadores, en función del tipo de materiales que se pretende buscar en cada momento (F. Moreno Fernández, Metodología sociolingüística, Madrid, Gredos, 1990, pp. 71-77). 14. Véase Variation in Australian English, Cambridge, Cambridge University Press, 1984. También de­ ben tenerse en cuenta los trabajos proyectados desde posiciones feministas (B. Thorne y N. Henley (eds.), Language and Sex. Difference and Dominance, Rowley, Mass., Newbury House, 1975; F. Moreno Fernández, Sociolingüística en Estados Unidos (1975-1985). Guía bibliográfica crítica, Málaga, Ágora, 1988, pp. 143-154; Ph. Smith, «Sex markers in speech», en K. R. Scherer y H. Giles (eds.), Social markers in Speech, Cambrid­ ge, Cambridge University Press, 1979, pp. 109-146). La corriente de estudio llamada «sociolingüística femi­ nista» ha desarrollado una buena parte de sus trabajos más representativos entre 1970 y 1990. Su principal ca­ racterística es el deseo, expreso, de provocar un cambio social que proporcione a las mujeres del mundo la igualdad y la liberación de la opresión masculina, poniendo de manifiesto el oculto e injusto sexismo del len­ guaje. En general, se parte de la idea de que las lenguas son sexistas y de que, si se elimina el sexismo de ellas, resultaría más fácil erradicar el sexismo de la sociedad. Sin negar la existencia de usos sexistas de la lengua (y sobre todo de la meialengua), pero negando la naturaleza sexista de la lengua en sí misma, hemos afirmado en otro lugar que la línea de estudio feminista, sobre todo la estadounidense (salvo honrosísimas excepcio­ nes), ha sido poco fructífera para la ciencia porque se han restringido los límites de la sociolingüística, se ha partido de presupuestos erróneos y se han manipulado criterios lingüísticos. Todo ello para dejar patente la necesidad de un cambio que, en sí mismo, no puede producirse solamente a través del lenguaje. Por otro lado, tienen un fondo razonable las críticas hechas a los estudios sociolingüísticos en los que la mujer es tratada siempre como persona dependiente de su padre o su marido o en los que la conducta sociolingüística femenina se interpreta como mera desviación o variante de la conducta masculina. La sociolin­ güística feminista critica los métodos de investigación basados en la figura del hombre. Véase D. Cameron y

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estudios, realizados en su m ayor p arte m ediante la observación directa de las inte­ racciones com unicativas que se producen en grupos o com unidades, han perm itido conocer detalles reveladores y m uy interesantes de la conducta com unicativa de h o m ­ bres y m ujeres en lugares m uy distintos. Saville-T roike, en su obra The E thnog raph \r o f C o m m u n ic a tio n s aduce una serie de ejem plos, de los que entresacam os éstos: las . m ujeres hablantes de algunos dialectos esquim ales usan nasales sonoras en posición 1 final [m, n, ng] m ientras los hom bres utilizan oclusivas sordas [p, t, k, q]; la partícula jap o n esa ne de final de oración es utilizada casi exclusivam ente p o r las m ujeres, así ¡ com o el uso de ciertas interjecciones al comienzo o al final de la frase. A estos ejem - ! píos se podrían añadir algunos de la lengua española: d uso m ayoritariam ente fem é- ■ nino en E spaña de ciertas formas. léxicas (lila, m onín, monada, divino, ¡corazón!), de ciertos prefijos (super-enamorado, super-simpática), de ciertas form as eufem ísticas en dim inutivo (braguita) o de truncam ientos léxicos con resultado generalm ente bisílabo (gordi ‘gordito, -ta’, chuli ‘chulo, -a; chulito, -ta’, pelu ‘p eluquería’, ilu ‘ilusión’, porfa ‘p o r fav o r’).16 Las anotaciones de los usos m ás frecuentes en hom bres o en m ujeres se h an hecho a propósito de todos los niveles de la lengua, desde el fonético al dis­ cursivo. Las investigaciones sociolingüísticas de centros urbanos han descubierto y des­ crito una serie de hechos de singular relevancia relativos al sexo com o variable social. Sin lugar a dudas, el más im portante de todos ellos es que la m u je r^ e n e ra lm e n te , es m ás sensible a las norm as prestigiosas que los hom bres; dicho de otra form a, las m u­ jeres m uestran una actitud m ás positiva que los hom bres hacia los usos que se ajus­ tan a la norm a, a la vez que los hom bres suelen ceñir sus usos a los llam ados «ver­ náculos» y a las variedades locales con m ás intensidad que las mujeres^ E ste hecho ha sido observado en un im portante núm ero de estudios sociolingüísticos y de actitudes, incluidos los de W illiam L abov,17 y ha dado lugar a lo que se conoce con el nom bre de «m odelo sociolingüístico de sexo».18 E n relación directa con esta diferencia en tre el h abla de hom bres y m ujeres, López M orales ha propuesto un principio general que introduce un m atiz esencial en la in terpretación del fenóm eno. E l principio quedó fo r­ m ulado en 1992 del siguiente modo: En un estratificación sociolingüística estable, los hombres usan formas que no son estándares con mayor frecuencia que las mujeres, siempre que la variación se pro­ duzca en un nivel de consciencia dentro de la comunidad de h a b la d Por tanto, cuando hablam os de fenóm enos lingüísticos de los que los m iem bros de una com unidad no son plenam ente conscientes (por ejem plo, el yeísm o en m uchas

J. Coates, «Some Problems in the Sociolinguistic Explanation of Sex Differences», en J. Coates y D. Garrie­ ron (eds.), Women in their Speech Communities, Londres, Routledge, 1988, pp. 13-26. 15. Oxford, Blackwell, 1982. 16. Véase A. López y R. Morant, Gramática femenina, Madrid, Cátedra, 1991. En la segunda parte, res­ ponsabilidad de Ricardo Morant, se proporcionan numerosos ejemplos procedentes de una observación di­ recta. 17. Sociolinguistics Parterns, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1972, pp. 301-304. También se puede consultar la versión en español, Modelos sociolingüísticos, Madrid, Cátedra, 1983. 18. Sociolinguistics o f Language, ob. cit., pp. 92-102. 19. «Style, sex and linguistic conciousness», en F. Moreno Fernández (ed.), Sociolinguistics and Stylistic Variation, Valencia, University of Minnesota - Universidad de Valencia, 1992, p. 52.

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com unidades), no tiene p o r qué seguirse ese «m odelo» de conducta en hom bres y m u ­ jeres. P o r o tro lado, la tendencia a seguir un m odelo prestigioso — a m enudo conside­ rad o com o norm ativo— no implica siem pre un seguim iento del «m odelo norm ativo». E l prestigio puede estar en las peculiaridades propias de una com unidad — lo que lle­ varía al conservadurism o— , p ero tam bién en rasgos ajenos a ella, y estaríam os en ­ tonces ante una actitud innovadora. D eb e valorarse, no obstante, que, en los últim os decenios, la aceptación y difusión de los m edios de com unicación social, especial­ m en te la televisión, está haciendo que el m odelo de referencia sea el m ism o para cual- / quier hab lan te de cualquier com unidad, sea hom bre o sea m ujer. La inclinación hacia un m odelo de prestigio se ve com plem entada p o r o tra re a ­ lidad: en la m ujer funciona con m en o r fuerza que en los hom bres el denom inado pres­ tigio encubierto. E l prestigio encubierto es el que está asociado a unos usos que no son cultos, unos usos que están alejados de lo que abiertam ente se reconoce com o norm ativo o adecuado y que a m enudo son m arcas de «masculinidad» entre los es­ trato s socioculturales m ás bajos.20 E l prestigio encubierto, que es un prestigio de gru­ po, se opo n e al prestigio abierto, que es prestigio de com unidad y que se asocia a lo correcto, lo adecuado, lo norm ativo. Pero, ¿de dónde nace esa tendencia fem enina a seguir los m odelos de prestigio? ¿P o r qué en m uchas culturas se espera que la m ujer ajuste su conducta sociolingüís­ tica a u n canon o unos referentes de prestigio? ¿Por qué los usos lingüísticos que se consideran característicos de las m ujeres o de los hom bres tienen que ver directa­ m en te con el seguim iento o el abandono de una norm a? L a m ayor parte de las res­ puestas que se h an dado a estas cuestiones tienen que ver con una in terpretación sociocultural del sexo, es decir, están relacionadas con lo que en la bibliografía anglo­ sajona se llam a gender ‘gén ero ’,21 que a su vez en nada coincide con el concepto de «género» com o categoría gram atical. E l género sociocultural se opone al sexo en ta n ­ to en cuanto el sexo es una característica biológica que viene dada prácticam ente des­ de el m om ento de la concepción del nuevo ser, m ientras el género es una dim ensión sociocultural que el individuo adquiere al ser socializado. Tales conceptos, sin em ­ bargo, tienen unos límites borrosísim os y plagados de problem as, dado que el sexo m ism o es p a rte insoslayable del género. C ham bers y Trudgill, con un criterio que parte del concepto sociocultural de gé­ nero , explican la tendencia de las m ujeres a seguir los m odelos de prestigio m edian­ te los razonam ientos siguientes:2^ la falta de un lugar destacado en la sociedad hace que las m ujeres necesiten m arcar su estatus social m ediante una conducta específica; p o r o tra p a r t e r a falta de cohesión de las m ujeres en las redes sociales las obliga a enfren tarse m ás a m enudo a situaciones de form alidad, esto es, el lugar del hom bre en los intercam bios sociales perm ite que consideren com o de escasa form alidad m u­ chas situaciones que las m ujeres in terp retan com o más form ales; fin alm en tefla edu-

20. Véase P. Trudgill, «Sex, covert prestige and linguistic change in the urban British English of Norwich», Language in Society, 1 (1972), pp. 179-195. Ahora bien, Trudgill observó en las mujeres jóvenes una conducta muy cercana a la de los hombres. 21. Véase E. Amezúa, «La sexología en el diálogo con la bio-psicosociología (a propósito del sexo, el género y sus derivados», Sexología: cuestiones de fondo y forma. La otra cara del sexo, Madrid, Instituto de Sexología, 1991, pp. 89-112 (Revista Española de Sexología, extra doble, n.° 49-50). 22. Dialectology, Cambridge, Cambridge University Press, 1980, pp. 97-98.

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catió n suele llevar a las m ujeres a desem peñar lo que se considera «su» función so­ cial siguiendo unas norm as de conducta socialm ente ^aceptadas. Se ha añadido a todo eso, que la adecuación a un m odelo de prestigio es^iina estrategia interpersonal cuya finalidad es el m antenim iento de la autoestim a en los intercam bios sociales.23 F ren te a este p unto de vista, el propio C ham bers defiende unos años m ás tarde (1995) una opinión sem i-ecléctica en la que se da gran im portancia al concepto b io­ lógico de sexo 24 Para C ham bers'flas diferencias entre el habla de hom bres y m ujeres p u ed en ser el resultado de una asignación de funciones socioculturales diferentes (gé­ neros diferentes), sobre todo cuando las variables son estables y cuando hom bres y m ujeres llevan vidas diferentes den tro de una com unidad 25 E sa situación recibe el n om bre de variabilidad basada en el género. Pero, según C ham bers. estas diferencias p u ed en persistir incluso cuando no se tienen en cuenta las diferencias de género: J 4 m ujer tiene unas habilidades verbales m ayores y m ejores que las de los hom bres y que van más allá de las diferencias socioculturales. Las m ujeres disponen de una ca­ pacidad neurofisiológica verbal que se puede m anifestar en form a de diferencias sociolingüísticas, com o el lis o de un rep erto rio de variantes más am plio o eí m anejo de unos recursos estilísticos m ás ricos que los hom bres de sus mismos grupos sociales, aun cuando los atributos «genéricos» sean similares o idénticos. A esta situación se le da el nom bre de variabilidad basada en el sexo.2b E n n uestra opinión, ni la interpretación sociocultural ni la biológica están exen­ tas de problem as. La prim era porque su validez sé'iim ita necesariam ente a com uni­ dades concretas, dado que las conductas y actitudes sociolingüísticas, com o ocurre con otras conductas sociales, cam bian de una com unidad a o tra y evolucionan de form a muy rápida; no son, pues, razones universales. La interpretación b io ló g ic á ^ re se n ta un grave p roblem a de base: conseguir una dem ostración objetiva, contundente y uni­ versal. P ero cabe p lan tear una interrogante más: ¿tan im portantes son las diferencias e n ­ tre el h abla de hom bres y m ujeres? ¿H asta dónde puede llegar la diferencia lingüís­ tica en tre sexos? Es evidente que no se puede ofrecer un explicación que sea igual­ m ente válida para todas las com unidades; de hecho podríam os encontrar m uestras de todo tipo de posibilidades: desde el conocido caso, parece que irreal, de la isla C ari­ be, en la que los hom bres hablaban una lengua (caribe) y las m ujeres otra diferente (arah u aco ) 27 hasta las com unidades en las que el sexo se revela com o una variable

23. M. Deuchar, «A pragmatic account of women’s use of standard speech», en J. Coates y D. Cameron (eds.), Wornen in Their Speech C.ommitniñes: New Perspectives on Language and Sex, Londres, Longman, 1988, pp. 27-32. Las diferencias socioculturales explican también el funcionamiento del tabú lingüístico. El tabú puede provocar diferencias entre las hablas masculinas y femeninas, pero, como señala López Morales, «parecería excesivo pensar que todas las diferencias lectales entre sexos, sobre todo las halladas en comuni­ dades urbanas modernas, sean debidas al sexo» {Sociolingüística, 2.'1 ed., Madrid, Gredos, 1993, p. 119). 24. Sociolinguistic Theory, Oxford, Blackwell, 1995, p. 102 y ss. 25. Chambers habla de movilidad para referirse al contacto con otros grupos dentro de la comunidad o procedentes de otras comunidades y afirma que en las sociedades modernas industrializadas la mujer tiene una mayor movilidad que el hombre: sale a trabajar fuera de su barrio, va a otras zonas de la ciudad a com­ prar, tiene contactos con grupos sociales diferentes, mientras el hombre centra su vida alrededor del trabajo y de su vecindario. 26. No tenemos en cuenta la variabilidad que es consecuencia de las diferencias fisiológicas entre hom­ bres y mujeres y que afectan al ámbito de la fonética. 27. El ejemplo lo da Peter Trudgill en su libro Sociolinguistics (3.a ed. rev., Harmondsworth, Penguin, 1983, pp. 79-80). Según un informe del siglo xvn, los nativos salvajes de Dominica explican que este circuns-

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absolutam ente secundaria, pasando por los m uchos estudios que descubren diferen­ cias cuantitativas, aunque tam bién cualitativas, en los niveles fonético y gram atical. L a experiencia nos confirm a que las disparidades son m ayores en aquellos rasgos lin­ güísticos de los que los hablantes tienen una m ayor conciencia, esto es, en las carac­ terísticas que p ueden convertirse con más facilidad en m arcas o sím bolos sociales. E sta circunstancia se da con claridad en el léxico y en la pragm ática; por eso suelen ap o rtar m uchos, variados y valiosos m ateriales las investigaciones léxicas, los análisis de la conversación o los estudios sobre tratam ientos y recursos coloquiales.28

La variable social «edad» Y assi conviene que los niños sean enseñados de maestros inteli­ gentes y curiosos al tiempo de la niñez, quando con facilidad, por estar las potencias tiernas y d e s e m b a la d a s , se les imprimen como en cera las buenas costumbres tan presto como las malas, que creciendo en edad vienen después a convertirse en natura­ leza. J u a n L ó p e z d e V e l a s c o , Orthographia, 1582

La ed ad de los hablantes, com o se ha señalado desde la dialecto lo g ía29 es uno de los factores sociales que con m ayor fuerza y claridad pueden d eterm inar los usos lingüísticos de una com unidad de habla. E n cierto m odo, p u ede afirm arse que la edad condiciona la variación lingüística con m ás intensidad que otros factores, tam bién im ­ p ortan tes, com o el sexo o la clase social. E n contraste con el factor «clase social» o con el «género», la ed ad es un factor constante, dado que su realidad no se ve alte­ rad a p o r cam bios socioeconóm icos, de actitudes o de organización. N o es constante en ta n to que el individuo ve cóm o cam bia de edad de form a continua y sin rem isión. La edad, conform e el tiem po transcurre, va determ inando y m odificando los ca­ racteres y los hábitos sociales de los individuos, incluidos los com unicativos y los p u ­ ram en te lingüísticos. P or eso es posible distinguir en la vida lingüística de un indivi­ duo distintas etapas, aunque no exista acuerdo unánim e sobre cuáles son y cóm o han de caracterizarse. T am bién puede ocurrir que la edad, com o factor social, covaríe o se solape con otros factores, com o el nivel de instrucción: en E spaña, p o r ejem plo, es habitual que las generaciones más jóvenes sean, en conjunto, las m ejor instruidas, lo que las convierte en usuarias de rasgos lingüísticos más cercanos al m odelo n o rm ati­ vo. E n cualquier caso, tanto las diferencias que se derivan de la edad, com o la re la­ ción que la edad establece con otros parám etros sociales, ofrecen im plicaciones sociolingüísticas m uy diversas, según la cultura o el tipo de com unidad de que se tra te .30

tanda se debió a que los caribes invadieron la isla arahuacohablante, mataron a todos los hombres y se unie­ ron a las mujeres para repoblarla. El mismo informe del xvu habla simplemente de expresiones que son pro­ pias de hombres y de frases o palabras que los hombres nunca dirían, pero no se hace referencia al uso de lenguas diferentes. 28. Podrían añadirse los interesantísimos estudios sobre el lenguaje no verbal. 29. Véanse las referencias a Rousselot, Gauchat o Millardet en La Dialectologie de S. Pop (ob. cit.) y en la Lingüística románica. Evolución, corrientes, métodos de I. Iordan, Madrid, Alcalá, 1967. 30. P. Eckert, «Age as a Sociolinguistic Variable», en F. Coulmas (ed.), The Handbook o f Sociolinguistics^ob. cit., pp. 151-167.

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E n tre las etapas del desarrollo lingüístico, tal vez la m ás im portante sea la que co rresponde a la adquisición del dialecto y del sociolecto, la lengua del grupo social al q ue p erten ece el hablante. W illiam L abov llegó a p roponer en 1964, con resultado polém ico, una división periódica de seis fases para la adquisición del inglés llam ado «estándar», incluidas todas sus variedades regionales, sociales y estilísticas.31 E se p ro ­ ceso de adquisición es in terp retad o por L abov com o un proceso de aculturación o de alejam iento de los usos adquiridos en la adolescencia y una adecuación al m odelo p re ­ dom inante en tre los m iem bros adultos de la com unidad. Las etapas del proceso de adquisición son las siguientes: r

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1) 2) 3) 4) 5) 6)

A dquisición de la gram ática básica, en la prim era infancia. A dquisición del vernáculo, entre los 5 y los 12 años. D esarrollo de la percepción social, entre los 14 y los 15 años. D esarrollo de la variación estilística, a partir de los 14 años aproxim ada­ m ente. M antenim iento de un uso «estándar» coherente, en la prim era etapa adulta. A dquisición de todos los recursos lingüísticos; se produce en las personas educadas y especialm ente preocupadas por el uso de la lengua.

La p rim era fase se cum ple bajo la influencia directa de los padres, especialm en­ te de la m adre, y de la fam ilia m ás cercana; la segunda acusa la influencia de los am i­ gos y com pañeros de estudios; la tercera supone la influencia de hablantes adultos; la cu arta requ iere contactos sociales de distinta naturaleza (familia, com pañeros, ve­ cinos). Si bien es cierto que L abov explica el proceso de adquisición a partir de datos recogidos en la ciudad de N ueva Y ork, tam bién lo es que pocas veces se h a ofrecido resistencia — e incluimos al pro p io Labov— a la tentación de unlversalizar las fam o­ sas seis etapas. E s aquí donde surgen las contraargum entaciones y los problem as, has­ ta tal p u n to que puede decirse que las propuestas de L abov h an servido principal y casi exclusivam ente com o m arco de referencia para un debate que aún no está ce­ rrado: R om aine critica la inconveniencia de oponer jóvenes a adultos sin valorar las diferencias sociales que pueda h ab er entre unos jóvenes y otro s;32 C ham bers llam a la atención sobre la im posibilidad de distinguir entre lo que Labov llam a «gram ática b á ­ sica» y «vernáculo»; la mism a R om aine33 y especialistas com o R e id ,34 W olfram 35 o 31. «Stages in the acquisition of standard English», en R. Shuy (ed.), Social Dialects and Language Learning, Champaign, 111., National Council of Teachers of English, 1964, pp. 77-103. 32. S. Romaine, The Language o f Children and Adolescents: The Acquisition o f Communicative Competence, Oxford, Blackwell, 1984, p. 85 y ss. 33. S. Romaine, The Language o f Children and Adolescent,. ob.cit. p. 99 y ss. Sobre la variación estilís­ tica en los niños, véanse E. S. Andersen, Speaking with Style: The Sociolinguistic Skills o f Children, Londres, Routledge, 1990; C. B. Cazden, «The situation: a neglected source of social class differences in language use», Journal o f Social Issues, 26 (1970), pp. 35-60; «Situational variation in children’s language revisited», en D. Biber y E. Finegan (eds.), Sociolinguistic Perspectives on Registe r, Oxford, Oxford University Press, 1994, pp. 277-293.. 34. «Social and stylistic variation in the speech of children: some evidence from Edinburgh», en P. Trud­ gill (ed.), Sociolinguistic Patterns o f British English, Londres, E. Arnold, 1978, pp. 158-171. 35. «Structural variability in -phonological development: final nasals in Vernacular Black English», en R. Fasold y D. Schiffrin (eds.), Language Change and Variation, Amsterdam, J. Benjamins, 1989, pp. 310332.

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R o b erts36 advierten, con datos en la m ano, que es posible encontrar diferencias dia­ lectales, estilísticas, de clase social o de sexo en niños de tres, seis, ocho, diez o doce años y que, p o r lo tanto, la adquisición de una variedad lingüística, si bien viene d e ­ term in ad a p o r factores biológicos, tam bién lo está, y en m odo notable, p o r factores sociales.37 Estos argum entos nos llevan al com entario de una cuestión im portante en el ám ­ bito de la sociolingüística: ¿qué edad m ínim a han de tener los hablantes para poder ser objeto de un estudio sociolingüístico? La cuestión, estrecham ente ligada al núm ero de generaciones que se m anejan en este tipo de trabajos, ha recibido soluciones diversas: P. B entivoglio y M. Sedaño, en Caracas, entrevistan a inform antes que tienen m ás de 14 años;38 M. E txebarría, en Bilbao, estudia hablantes m ayores de 15 años; O. A lba, en Santiago de los Caballeros, y G. Perissinotto, en México, m anejan inform antes que tienen 16 años o m ás;39 H. U eda, para su estudio del léxico del español, recoge datos de hablantes m ayores de 18 años;40 H. López M orales, en San Juan de P uerto Rico, J. A . Sam per, en Las Palm as de G ran Canaria, F. M artínez, en Burgos, y otros m uchos trabajan con personas m ayores de 20 años; en el «Proyecto para el estudio coordina­ do de la norm a lingüística culta» se utilizan inform antes m ayores de 25 años 41 Sea com o sea, la sociolingüística no suele considerar conveniente la recogida de datos de hablantes m enores de 14 o 15 años para el estudio de grandes núcleos u r­ banos, al m enos m ientras no esté suficientem ente claro cóm o y cuándo se llega a la m adurez en el uso social de la lengua 42 Si lo que se pretende es estudiar los cam bios lingüísticos en tiem po aparente, se recom ienda el estudio de hablantes desde los 8 años de edad (véase el capítulo 5).43 U n a vez advertidos los inconvenientes de la propuesta que hizo Labov en 1964, hay que llam ar la atención sobre otras explicaciones o interpretaciones. C o m en tare­ m os brevem ente dos: una del propio L abov;44 la otra de Cham bers. W illiam Labov,

36. P. A. Roberts y W. Labov lo han comprobado con niños de tres años. Véase P. Eckert, «Age as a Sociolinguistic Variable», art. cit. 37. P. Kerswill ha elaborado una escala de dificultad en la adquisición de características lingüísticas indicando a qué edad suele darse. Algunos de los estadios de esa escala, de mayor a menor dificultad de adquisición, serían los siguientes: reglas fonológicas léxicamente impredecibles (3 años; máxima dificultad); nuevas oposiciones fonológicas (3-13 años); cambios gramaticales (8 años); sistemas prosódicos (12-15 años), nuevas clases morfológicas (adolescencia); difusión léxica de cambios fonológicos; préstamos (mínima dificul­ tad). Véase P. Kerswill, «Children, adolescents, and language change», Language Variation and Change, 8 (1996), pp. 177-202. 38. «Investigación sociolingüística: sus métodos aplicados a una experiencia venezolana», Boletín de Lingüística, 8 (1993), pp. 3-36. 39. Esta es la edad mínima con la que se trabaja en las encuestas sociolingüísticas del Atlas lingüístico (y etnográfico) de Castilla - La Mancha. Véase P. García Mouton y F. Moreno Fernández, «Sociolingüística en el Atlas lingüístico (y etnográfico) de Castilla - La Mancha», en R. Penny (ed.), ob. cit., pp. 139-149. 40. No es un estudio propiamente sociolingüístico, pero tiene en cuenta las variables sexo y edad. Pro­ yecto Varilex (Variación léxica del español en el mundo). Tokio. 41. No se olvide que se trata de hablantes cultos de español. Véase J. Lope Blanch, El estudio del es­ pañol hablado culto. Historia de un proyecto, México, UNAM, 1986, p. 26 y ss. 42. Evidentemente, en los estudios en los que, además de lo sociolingüístico, preocupan aspectos psicosociales o psicológicos de maduración, desarrollo, etc., se trabaja con hablantes de edades menores. La dia­ lectología, por su parte, trabaja normalmente con la generación en la que teóricamente se da una mayor es­ tabilidad: entre 40 y 60 años. Véase S. Pop, La dialectologie, ob. cit., p. 1161. 43. Véase W. Labov, Principios del cambio lingüístico. I, Madrid, Gredos, 1996, p. 104. 44. «Hypercorrection as a Factor in Linguistic Change», en W. Bright, Sociolinguistics, La Haya, Mou­ ton, 1966. Incluido como capítulo en Modelos sociolingüísticos, ob. cit., pp. 167-188.

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esta vez en 1966, ofrece una explicación centrada en la adquisición de una «serie de norm as de habla» de la com unidad y no tanto en la adquisición de una variedad lin­ güística d eterm in ad a.45 Según Labov, la prim era experiencia lingüística de los niños, en tre los 2 y los 3 años, está dom inada p o r el ejem plo de los padres; entre los 4 y los 13 años, el m odelo de habla está dom inado y regulado p o r los grupos de preadolescentes en tre los que los individuos se m ueven: se supone que en este período se fijan los patro n es autom áticos de producción lingüística; durante la adolescencia, el h a­ blante com ienza a adquirir un conjunto de norm as evaluadoras, hasta que a los 17 o 18 años llega a ser consciente de la significación social de su propio m odo de hablar y del de los dem ás, así com o de los usos prestigiosos. La adquisición de las form as prestigiosas es tardía, m ucho m ás en los grupos sociales con m enor instrucción; de ahí que sea posible en co n trar hablantes de en tre 30 o 40 años de edad que aún intentan re o rie n ta r su estilo m ás cuidadoso — y su concepto de la norm a de prestigio— hacia m odelos cercanos a lo norm ativo. P o r su lado, J. K. C ham bers p a rte del hecho de que las variables lingüísticas y la alternancia de estilos se d esarrollan co njuntam ente con la fonología y la sintaxis desde el com ienzo del proceso adquisitivo y pro p o n e la existencia de tres períodos form ativos en la adquisición de los sociolectos: en prim er lugar, la infancia, d u ran te la cual se d esarrolla la lengua bajo la influencia de la familia y los am igos;46 en se­ gundo lugar, la adolescencia, en la que los usos lingüísticos se llevan m ás allá de los lím ites establecidos p o r la generación anterior, con gran influencia de los individuos que form an p a rte de la m ism a re d social: aquí se hace uso, por ejem plo, de un léxi­ co de jerg a o argot que ayuda a m arcar distancias con las generaciones adultas; en te rc e r lugar, la edad adulta jo v e n , que tiende a hacer un m ayor uso de la variedad no rm ativ a («estándar»), al m enos en aquellos contextos y ocupaciones en que el m a ­ n ejo de la lengua es especialm ente im portante, a la vez que se pro cu ra fijar una v a ­ ried ad sociolingüística de acuerd o con ciertas aspiraciones y preferencias sociales.47 D espués de esa tercera etap a, se supone que los hablantes estabilizan sus socio­ lectos. L a división de edades que propone C ham bers y los com entarios que hem os hecho sobre la edad m ínim a de los inform antes nos llevan a hablar de las divisiones generacionales que se suelen practicar en la investigación sociolingüística: co n creta­ m ente, ¿cuántos grupos generacionales pueden distinguirse en una com unidad y d ó n ­ de han de situarse los límites en tre ellos? A unque es evidente que el núm ero de ge­ neraciones y sus límites han de decidirse en función de los objetivos de cada estudio sociolingüístico, no es frecuente que se trabaje con m enos de tres grupos generacio­ nales ni con m ás de cuatro, p o r m ás que los sociólogos trabajen a m enudo con seis o

45. Art. cit., p. 138. 46. Los conflictos entre los usos habituales en la familia y que se suelen usar con los amigos surgen cuan­ do son hablantes de una comunidad que se han trasladado a otra. En estos casos, es frecuente que el habla del nuevo entorno predomine sobre la modalidad de origen de los padres. Esto ocurre en la localidad espa­ ñola de Alcalá de Henares, ciudad castellana que ha recibido una gran cantidad de inmigrantes procedentes de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha. Véase A. Blanco Canales, Estudio sociolingüístico de una red social de Alcalá de Henares (tesis de licenciatura inédita), Universidad de Alcalá, 1995. 47. En estos casos, los usos de los adultos pueden ser discrepantes respecto de los usos de jóvenes y vie­ jos, que a su vez pueden coincidir entre sí. Véase W. Downes, Language and Society, Londres, Fontana, 1984, p. 190 y ss.

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m ás generaciones.48 C uando se tienen en consideración sólo dos grupos de ed ad es po rq u e los objetivos sociolingüísticos están subordinados a otros intereses: el objeti­ vo principal del proyecto Varilex, p o r ejem plo, para el que se m anejan dos genera­ ciones, es d ar cuenta de la variación léxica en toda la geografía del m undo hispánico. P o r o tra p arte, si se m anejaran más de cuatro generaciones seguram ente se encon­ trarían , entre dos o más de ellas, m uchas coincidencias y solapam ientos que no a p o r­ tarían n ad a significativo y que podrían com plicar innecesariam ente el análisis sociolingüístico. T enem os, pues, que los sociolingüistas m anejan tres o cuatro grupos generacio­ nales, cuyos lím ites d ependen de la edad que se fije com o m ínima: si se trabaja con m enores de 20 años, se suelen distinguir cuatro generaciones; si la edad m ínim a es de 20 o 25 años, se suelen distinguir tres grupos. U n a vez fijado el lím ite m ínim o, la di­ visión de grupos puede buscar, bien la agrupación de los inform antes en categorías de dim ensión equivalente, m arcando un límite más o m enos objetivo cada cierto n ú m e­ ro de años (p o r ejem plo, cada 15 años: de 20 a 35, de 36 a 50, de 51 a 65), bien la agrupación en una m ism a categoría de los inform antes que estén viviendo unas cir­ cunstancias vitales sim ilares, sabiendo que éstas pu ed en variar de una com unidad a otra. Así, es probable, si se trabaja con cuatro generaciones, que se quiera recoger, en un prim er grupo, la etap a correspondiente a la form ación individual (que en las com unidades occidentales industrializadas suele com pletarse entre los 20 y los 25 años), en un segundo grupo la etap a del inicio de la vida profesional, independiente de los padres (en tre los 20 y los 35 años aproxim adam ente), en un tercer grupo la e ta ­ p a de la m adurez y el m áxim o rendim iento profesional (de los 35 a los 50 o 55 años) y, en un cuarto grupo, la etap a correspondiente a la m adurez profesional y a la ju b i­ lación. L ógicam ente estos grupos de edad tienen un valor relativo, pues d ep enden de la sociedad a la que se pertenezca, del tipo de actividad profesional de que se trate (más física, m ás intelectual), de las condiciones socioeconóm icas de la com unidad, de la esperanza m edia de vida, de la organización social y de otros m uchos factores. Los grupos generacionales y las etapas de adquisición del sociolecto p u ed en de­ term in ar el uso de ciertas variables o rasgos lingüísticos que sirven para m arcar dis­ tancias entre niños y jóvenes, entre jóvenes y adultos. Son elem entos que funcionan com o indicadores de p ertenencia a un grupo generacional determ inado y que pueden pro ced er de cualquier nivel lingüístico. O curre aquí, sin em bargo, lo m ism o que com ­ probam os a propósito de otras variables: son los niveles m ás superficiales de la len­ gua — el léxico, la fraseología, el discurso— los que acusan m ás claram ente la d e te r­ m inación del factor edad, sin que m edien otras variables lingüísticas. D e igual m odo que ciertas p rendas de vestir, ciertos peinados, ciertos gustos y actitudes, ciertos m o­ dos de diversión se consideran característicos de tal o cual generación, existen usos lingüísticos que se consideran propios de ciertos grupos de edad, que se acaban con­ virtiendo en auténticos sím bolos generacionales y que se van renovando conform e lle­ gan las nuevas generaciones.49

48. Sobre las técnicas de investigación más propias de los sociólogos, véase M. García Ferrando, J. Ibáñez y F. Alvira (comp.), El análisis de la realidad social. Métodos y técnicas de investigación, 2.a ed., Madrid, Alianza, 1989. 49. Para García de Diego, en las generaciones jóvenes se dan usos más innovadores y en las viejas usos más conservadores. Véase Lingüística general y española, Madrid, Gredos, 1951, p. 303 y ss.

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N o podem os d ar por concluido este apartado sobre la variable «edad» sin aludir b revem ente a una de sus principales im plicaciones, el cam bio lingüístico, aunque este asunto será tra ta d o m ás d etenidam ente en otro capítulo. La sociolingüística ha cons­ tatad o , a p artir del com portam iento lingüístico de los grupos generacionales de una com unidad, cóm o se producen los cambios lingüísticos en curso: el cam bio lingüísti­ co, especialm ente el fonético, es un proceso regular que se puede observar entre ge­ neraciones sucesivas.50 E l desarrollo del cam bio, observado en un m om ento determ i­ n ad o y en hablantes de generaciones distintas, ofrece una im agen dinám ica en «tiem ­ po aparente» que perm ite proyectar cóm o será ese cam bio en el futuro, conform e vaya transcurriendo el «tiem po real».

La variable «clase social» Y la misma differencia y ventaja que lleva la habla del hombre de pro a la del villano y soez aunque ayan ambos nascido en una misma ciudad y barrio, aquella lleua la de la corte a la de las otras villas y ciudades de todo el reyno. G o n z a l o G a r c ía

de

S a n ta M a r ía , La vida de los santos

padres religiosos, 1490

L a clase social, com o concepto teórico, ha sido estudiada y debatida profusa­ m ente en tre los especialistas en sociología. Las prim eras propuestas teóricas de im ­ p ortancia, en relación con el análisis de clases, procedieron de K arl M arx y de M ax W eber, quienes se ocuparon de la estructura que el capitalism o industrial generó d u ­ ran te el siglo XIX. D esde esta posición, la clase queda definida en térm inos económ i­ cos. P ara M arx las clases se establecen en función de la propiedad del capital y de los m edios de producción, de m odo que la población queda dividida entre los que tienen capital (clase capitalista) y los que no lo tienen (proletariado); los grupos sociales que no se ajustan a esta división (agricultores, pequeños com erciantes y propietarios) son considerados com o residuos de la econom ía precapitalista destinados a desaparecer. P ara W eber, las clases responden a diferencias de capital, que, ju n to a la habilidad y la educación, d an lugar a diferentes posibilidades y oportunidades d en tro de un m e r­ cado; de ahí que se distingan cuatro clases: la clase propietaria, la clase adm inistrati­ va, la clase de los pequeños com erciantes y la clase trabajadora. Según el econom is­ ta alem án, la estratificación social es un fenóm eno m ultidim ensional en el que actúan tres factores: la clase, el estatus y el poder. M ás recientem ente, la sociología occidental, principalm ente la norteam ericana, ha rechazado las propuestas de M arx y m atizado de form a im portante las de W eber. H ans G erth y C harles W right Mills, p o r ejem plo, hablan de la form ación y p ersisten­ cia de los estratos sociales teniendo en cuenta cuatro claves, llam adas dim ensiones de. la estratificación: la ocupación, la clase, el estatus y el poder.51 La ocupación se define

50. Véase el importante trabajo de U. Weinreich, W. Labov y M. Herzog, «Empirical foundations for a theory of language change», en W. P. Lehmann e Y. Malkiel (eds.), Directions fo r Hisrorical Linguistícs, Austin, University of Texas Press, 1968, pp. 95-187. 51. En la bibliografía sociológica, se distingue entre los conceptos de «clase» y de «estrato»: el «estrato social» se aprecia de modo subjetivo, está configurado de forma pluridimensional y se basa en el prestigio so-

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com o el conjunto de actividades realizadas de form a más o m enos regular com o fuen­ te principal de ingresos económ icos; la clase es una dim ensión relacionada con los in ­ gresos, considerados com o un m edio de conseguir objetos; el estatus es una dim ensión social referida a la obtención de respeto; el p o der se define com o la capacidad de re ­ alizar la voluntad propia, aun p o r encim a de la voluntad de los demás. E n general, las propuestas que definen las clases haciendo concurrir varios fac­ tores o dim ensiones — enfoque m ultidim ensional— consideran que no hay lím ites cla­ ros en tre estratos y que éstos no son más que categorías ordenadas a lo largo de un contin u u m , de m odo que los conflictos entre clases quedan reducidos a su m ínim a ex­ presión teórica. Según A bercrom bie, H ill y T u m e r,52 la división de la población en tres clases — obrera, interm edia y alta— responde a un m odelo convencional socioló­ gico de la estructura británica de clases: los trabajadores m anufactureros se sitúan en la clase ob rera, los trabajadores de bajo nivel que no son m anufactureros (oficinistas, técnicos) se sitúan en la clase m edia y los gerentes adm inistradores y profesionales, en la clase alta .53 L a sociolingüística norteam ericana m oderna, fraguada alrededor de los años se­ senta, ha basado su visión de la sociedad en las teorías de la estratificación que su r­ gieron en N orteam érica y el R eino U nido después de la Segunda G u erra M undial. E stas teorías o peran con varios indicadores que se com binan para distinguir varias clases: los individuos q uedan clasificados a lo largo de una escala social graduada, atendiendo a atributos individuales com o la educación, los ingresos o la ocupación, en tre otros. D esde esta perspectiva, los conflictos sociales quedan m inim izados, al concebir la sociedad com o un ente unitario en el que los individuos com parten unos valores y unas mismas norm as de conducta y de prestigio.54 W illiam Labov, principal responsable de la difusión entre los sociolingüistas de este m odelo de estratificación social, utilizó en su estudio The Social Stratification o f English in N ew Y ork City la división de clases propuesta p o r J. M ichael en 1962.55 Se tra ta de una escala lineal de clasificación social — o más bien del estatus social— b a­ sada en un índice socioeconóm ico de 10 puntos que com bina tres elem entos: el nivel de instrucción, la ocupación y los ingresos familiares-, cada dim ensión queda dividida en cuatro grados o posibilidades (0 ,1 , 2 y 3). A los hablantes se les asigna una p u n ­ tuación p o r cada una de las tres dim ensiones, de m odo que pueden recibir un m áxi­ m o de 9 puntos (3 + 3 + 3) y un m ínim o de 0. P osteriorm ente los hablantes quedan agrupados en las siguientes categorías o clases: clase baja (0-1), clase trabajadora (2-5), clase media-baja (6-8) y clase media-alta (9). A ctu alm en te contam os con m ucha más experiencia en el uso de índices de es-

cial; la «clase social» se aprecia de modo objetivo y está configurada fundamentalmente por el factor econó­ mico. Véase J. F. Tezanos, La explicación sociológica: una introducción a la sociología, 2.'1ed., Madrid, UNED, 1996, pp. 194-222. 52. Diccionario de sociología, Madrid, Cátedra, 1986. 53. Una de las críticas que ha recibido este modelo es que está basado exclusivamente en los hombres e ignora por completo a las mujeres, cuya situación laboral no se ajusta al patrón expuesto. El androcentrismo es un rasgo común a muchas propuestas sociológicas. 54. Véase G. Guy, «Language and Social Class», en F. J. Newmeyer, Language: The Socio-cultural Context, Linguistics: The Cambridge Survey, IV, Cambridge, Cambridge University Press, 1988, p. 41 y ss. Sobre el concepto de prestigio, véase F. Moreno Fernández, Metodología sociolingüística, ob. cit., pp. 173-200. 55. «The construction of the social class index», Codebook fo r the Mobilization fo r Youth, Nueva York, Mobilization for Youth.

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tratificación social. P eter Trudgill trabajó en Norwich (R eino U nido) con un índice form ado por seis indicadores (ocupación, nivel de instrucción, ingresos, tipo de vi­ vienda, localidad, ocupación del p adre) que lo llevaron a distinguir cinco clases: clase trabajadora baja, clase trabajadora media, clase trabajadora alta, clase m edia baja y clase m edia m edia.56 P o r su p arte, Shuy, W olfram y Riley distinguieron cuatro clases sociales en D etro it (E stados U nidos): clase trabajadora baja, clase trabajadora alta, clase m edia baja y clase m edia a lta 51 E n algunos estudios tam bién se ha m anejado, com o expresión del nivel sociocultural, el barrio de residencia de los hablantes, p u es­ to que hay barrios o zonas urbanas en las que sólo pueden instalarse individuos con cierto estatus y nivel de vida.58 E n el m undo hispánico, H. L ópez M orales ha trabajado con la variable «nivel so ­ ciocultural» en su estudio de San Ju an de P uerto R ico.59 A quí, el nivel se considera com o una variable de post-estratificación, es decir, com o una variable que no se tie ­ ne en cuenta para p rep arar la m uestra, aunque sí a la hora de realizar los análisis so­ ciolingüísticos: se distinguen cuatro niveles (bajo, medio-bajo, m edio, m edio-alto) para los que se com binan tres p arám etros (escolaridad, profesión e ingresos). E n el estu ­ dio sociolingüístico del español de Caracas, Bentivoglio y Sedaño han m anejado sie­ te factores que perm iten distinguir cinco niveles socioeconóm icos. Los factores son éstos: ocupación del hablante, ocupación del padre, ocupación de la madre, grado de instrucción, condiciones de alojamiento, ingresos totales e ingreso prom edio fam iliar, los niveles distinguidos son los siguientes: bajo, m edio bajo, m edio, m edio alto y alto.60 C om o se p uede com probar, m uchas investigaciones sociolingüísticas utilizan los té r­ m inos nivel sociocultural o nivel socioeconóm ico para referirse a lo que en otras se llam a clase.61 Las razones de que la sociolingüística venga trabajando ininterrum pidam ente d esde los años sesenta con un m odelo m ultidim ensional de estratificación social son fáciles de com prender. Por un lado, el m odelo guió las prim eras y más influyentes m o­ nografías sociolingüísticas, especialm ente las de W. Labov; por otro, en m uchas co­ m unidades existe una clara conciencia de que existe «algo» que clasifica y distingue a los individuos p o r estratos: los hablantes se sienten m iem bros de una clase, no siem ­ p re satisfechos, y se consideran capaces de clasificar socialm ente a otros hablantes. La sociolingüística ha visto las propuestas m ultidim ensionales com o una form a suficientem ente válida de descubrir diferencias relativas entre individuos, po rq u e es una realidad evidente que ciertos usos lingüísticos son m ás característicos de unos grupos (clases, niveles) que de otros y que las diferencias sociolingüísticas aum entan conform e crece la distancia social en tre los m iem bros de una com unidad. A dem ás, es

56. The social differentiation o f English in Norwich, Cambridge, Cambridge University Press, 1974. 57. Field techniques in an urban language siudy, Washington, D.C., Center for Applied Linguistics, 1968. 58. En las encuestas sociolingüísticas de las capitales de provincia del Atlas lingüístico (y etnográfico) de Castilla - La Mancha se tiene en cuenta el barrio en que residen los informantes, si bien se hace así, no al pre­ parar la muestra, sino al seleccionar a los informantes. En muchas ciudades hispánicas, los barrios muestran importantes diferencias según la procedencia de sus habitantes (véase más adelante). 59. Estratificación social del español de San Juan de Puerto Rico, México, UNAM, 1983, pp. 27-29. 60. «Investigación sociolingüística: sus métodos aplicados a una experiencia venezolana», art. cit., pp. 8-12. 61. La obra pionera de la sociolingüística española se titula precisamente Niveles socioculturales en el habla de Las Palmas de Gran Canaria. El libro es de Manuel Alvar (Las Palmas, Excmo. Cabildo Insular, 1972).

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PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE Clase alta:

Variación regional F io . 2.1.

V ariación social y regional, según P. T rudgill (1974).

palm ario que la distribución social de los usos lingüísticos funciona com o factor deci­ sivo en el desarrollo y la expansión de los cam bios lingüísticos, coordinada frecuen­ tem en te con otras variables sociales, com o la «edad» o el «sexo».62 A l conjunto de ca­ racterísticas lingüísticas propias de un grupo, estrato o clase se le da en sociolingüís­ tica el nom bre de sociolecto. D en tro de la especialidad, los sociolectos han sido puestos en relación directa y estrecha con la variedades dialectales: dialecto y sociolecto son dim ensiones de la len ­ gua que sólo p ueden en tenderse cuando se conciben com o p arte de un todo indiso­ luble. T an to en E stados U nidos com o en el R eino U nido — tam bién en otros luga­ res— , la variación sociolingüística y variación geolingüística se im brican d entro de una m ism a com unidad de habla para dar form a al entram ado de la variación lingüís­ tica. La m an era de rep resen tar esta profunda interdependencia de lo geolingüístico y lo sociolingüístico en las com unidades anglosajonas ha sido la pirám ide que incluyó Trudgill, en 1974, en su conocida o bra Sociolinguistics: A n Introduction to Language and Society (figura 2.1).63 La pirám ide se in terpreta así: entre los hablantes de clase baja, donde se localiza un uso poco prestigioso del inglés, se recogen m uestras de las diferentes variedades regionales de un territorio, m ientras que en la clase alta está ge­ neralizado el em pleo de la variedad del inglés llam ada «estándar», que varía m uy poco en tre las com unidades de un m ism o país. Con otras palabras, cuanto más bajo es el estrato social de los hablantes, más posibilidades hay de reconocer claram ente su procedencia geolingüística; la identificación no se produce con facilidad cuando los h ablantes perten ecen a las clases más elevadas.64 Sin em bargo, la situación rep resentada en la pirám ide de la variación social y d ia­ lectal, si bien refleja lo que ocurre en la sociedad anglosajona, no responde a las

62. Véase W. Labov, «The ¡ntersection of sex and social class in the course of linguistic change», Lan­ guage Variation and Change, 2 (1990), pp. 205-254. 63. Ob. cit., p. 41. 64. Según Trudgill, en el caso del «acento» el extremo superior de la pirámide seria un vértice que re­ presentaría la «Received Pronunciaron», el acento más prestigioso del inglés británico, y que no ofrecería nin­ guna posibilidad de variación geolingüística.

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realidades geo-sociolingüísticas de otras lenguas o regiones del m undo. E n el caso del m undo hispánico, la ascensión en la escala social no tiene p o r qué suponer, aunque a veces lo suponga, el abandono total de ciertos rasgos característicos de la zona dia­ lectal de la que se procede: p o r m uy alto que sea el estatus de un hispanohablante, resulta relativam ente sencillo identificar si procede del n o rte de E spaña, de las islas C anarias, del C aribe o de C entroam érica. P ero dejem os a un lado, p o r el m om ento, las referencias a la geolingüística para volver al concepto de «clase social». E l em pleo de índices de estratificación y el m odelo estratificacional en su con­ ju n to p resen tan unos inconvenientes que no sólo no se pueden ocultar, sino que han sido destacados p o r num erosos especialistas. A l m argen de consideraciones de es­ cuela y de m aneras diferentes de in terp retar la realidad social,65 los m odelos m ultidim ensionales de estratificación p lantean el problem a de que no todos los indicadores (ocupación, ingresos, etc.) tienen la mism a im portancia. E sta circunstancia se puede resolver particularm ente, asignando a cada factor un peso o ponderación diferen te:66 en C aracas se concede m ás im portancia a los ingresos que a la ocupación; en San Juan de P u erto Rico se concede más valor a los ingresos, a continuación a la profesión y, finalm ente, al nivel de instrucción. Sin em bargo, este recurso no resuelve la dificultad de co m parar rigurosam ente estratos o clases de com unidades diferentes. O tro problem a de la variable «clase» es que el núm ero de personas susceptible de p erten ecer a los distintos estratos puede tam bién variar de una com unidad a otra, com o p u ed e v ariar la m ovilidad en tre clases. Asim ism o, el m anejo sim ultáneo de tres, cuatro o m ás indicadores para construir las clases podría ocultar o difum inar la im ­ portancia p articular de alguno de ellos (por ejem plo, el nivel de instrucción), a la vez que pod ría contribuir a entrem ezclar dim ensiones com o el p o der y el estatus.67 A ello se debe sum ar que m uchas com unidades tienen una organización social m uy alejada de los cánones occidentales de las sociedades m odernas e industrializadas: pensem os en las organizaciones tribales africanas o polinésicas y en la im portancia que h a n te ­ nido las castas en la In d ia.68 E stam os ante problem as teóricos que acarrean dificulta­ des de tipo m etodológico.69 Los inconvenientes o puntos débiles que se acaban de presentar, unidos a las ex­ pectativas suscitadas p o r otras propuestas teóricas, han ido dando lugar, incluso des­ 65. Véase J. A. Villena Ponsoda, Fundamentos del pensamiento social sobre el lenguaje (Constitución y crítica de la sociolingüística), Málaga, Agora, 1992. 66. Esta asignación se realiza mediante la multiplicación del índice o la puntuación que le corresponde a un hablante, en relación con un factor, por un número determinado, que será mayor cuanto más importan­ te se considere ese factor. 67. Por eso, en algunas investigaciones se prefiere trabajar con el nivel de instrucción, los ingresos o la profesión como variables autónomas, independientes, y no como componentes de una variable abstracta, como la clase. 68. Véase G. de Granda, «Observaciones metodológicas sobre la investigación sociolingüística en His­ panoamérica», Lexis, XVIII (1994), pp. 197-210, publicado también en Panorama de la investigado lingüísti­ ca a l'Estat espanyol. Actes del I Congrés de Lingüística General, Valencia, Universitat de Valencia, 1996, pp. 83-91. Los modelos de organización social, por otro lado, se ven sometidos a fuertes cambios a lo largo del tiempo. En la sociedad romana se distinguían unas clases que no han pervivido en los países románicos: senatorial, ecuestre, plebeya, la de los peregrinos y la de los esclavos (véase A. Alvar Ezquerra, «Para una sociolingüística del latín», Philologica hispaniensia in honorem Manuel Alvar, I, Madrid, Gredos, 1983, pp. 57-68). 69. Véase L. Milroy, Language and Social Networks, 2.a ed., Oxford, Blackwell, 1987; Observing and Analysing Natural Language, Oxford, Blackwell, 1987, pp. 29-35. También S. Romaine, «A critical overview of the methodology of urban British sociolinguistics», English World Wide, 1, 2 (1980), pp. 163-198.

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PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

de den tro de la sociolingüística laboviana y m ás ortodoxa, a la aplicación de alte rn a­ tivas epistem ológicas, a la búsqueda de nuevos caminos explicativos, que no siem pre h a n superado los resultados obtenidos desde de la estratificación social. U n a de las alternativas consiste en el m anejo de los factores que constituyen las clases, no com o p arte de un todo, sino com o variables independientes: educación, ingresos y ocupa­ ción. E n tal caso, los análisis sociolingüísticos se encargan de desvelar hasta qué p u n ­ to es relevante o explicativo cada uno de ellos, hasta qué p unto tiene m ás peso la e d u ­ cación que los ingresos, p o r ejemplo. Sin em bargo, algunos investigadores han creído encontrar una alternativa al fun­ cionalism o, a la estratificación escalonada, en m odelos sociológicos en los que el con­ flicto en tre grupos tiene un notable protagonism o: son m odelos de corte m arxista que v aloran la posición de los individuos en los sistem as de producción, la ideología de los grupos y su capacidad de decisión sobre aspectos que afectan a la com unidad.70 D en tro de estos m odelos ocupan un lugar de singular realce los conceptos eje «m er­ cado lingüístico», «red social» y «m odo de vida». M ercado lingüístico E n el concepto de «m ercado lingüístico» subyace un principio m arxista según el cual la conducta lingüística viene determ inada p o r la relación de los hablantes con los m edios de producción. U n m ercado, tal y com o lo entienden D avid Sankoff y Suzanne L aberge — los investigadores que in trodujeron el concepto en nuestro cam po— ,71 refleja conductas dependientes de las actividades socioeconóm icas de los individuos. E n un m ercado lingüístico los hablantes que desem peñan ciertas profesiones tienden a hacer un uso norm ativo de la lengua, m ientras que los que desem peñan otras p ro ­ fesiones no lo hacen, o no necesitan hacerlo, aunque am bos com partan unos mismos rasgos socioeconóm icos. Piénsese, p o r ejem plo, en la necesidad que tiene un profesor o un locutor de un m edio de com unicación de ajustarse a un m odelo lingüístico p res­ tigioso. Los hablantes, consecuentem ente, ocupan diferentes lugares en el m ercado, dependiendo de la necesidad que tienen de hacer un uso prestigioso de la lengua. Sankoff y L aberge han visto en el m ercado lingüístico un m edio m ás adecuado que los estratos o clases sociales para estudiar la variación lingüística. E l procedi­ m iento p ara el análisis sociolingüístico consiste sim plem ente en p oner en relación unas variables lingüísticas con unos índices de integración en el m ercado lingüístico, que se consideran atributos de los hablantes. P ara la asignación de tales índices se p a rte del juicio em itido p o r varias personas (jueces) sobre la historia de la vida so­ cioeconóm ica de cada hablante. A l correlacionar el índice de integración en el m e r­ cado con las variables lingüísticas, se puede llegar a com probar que hay variantes que aparecen m ayoritariam ente en personas m uy integradas en el m ercado, m ientras otras variantes se dan en individuos situados profesionalm ente en la periferia del m ercado. A sí, en cuanto a la alternancia de avoir y étre, en el francés de M ontreal, los indivi­ duos integrados en el m ercado lingüístico hacen generalm ente un m ayor uso de étre, 70. Véase P. Bourdieu, ¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios lingüísticos, Madrid, Akal, 1985; «Capital et marché linguistiques», Linguistische Berichte, 90 (1984), pp. 3-24. También L. Milroy, Lan­ guage and Social Networks, ob. cit. 71. Véase «The Linguistic market and the Statistical Explanation of Variability», en D. Sankoff (ed.), Linguistic Variation: Models and Methods, Nueva York, Academic Press, 1978, pp. 239-250.

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y lo m ism o ocurre con el uso del p ronom bre on para el sujeto de prim era persona del plural. A u nque es m ucho el interés de los estudios realizados a partir del concepto de «m ercado», esta alternativa presenta algunos inconvenientes m etodológicos que no se superan de form a sencilla: p o r ejem plo, resulta com plicado dem ostrar la objetividad de los procedim ientos seguidos para asignar a cada hablante un índice de integración en el m ercado lingüístico. La posible subjetividad en la redacción de las historias de la vida socioeconóm ica de los hablantes, en la selección de los jueces y en los juicios em i­ tidos p o r estos mism os aconsejan m anejar la variable «mercado» con sum a cautela. R ed social E l concepto de «red social» tam bién responde a un deseo de m anejar entidades m enos abstractas que la «clase social». Según Lesley M ilroy, prim era responsable de la difusión del concepto en tre los sociolingüistas, una red social es un entram ado de relaciones directas entre individuos, que actúa com o un m ecanism o p a ra in ter­ cam biar bienes y servicios, p ara im poner obligaciones y para otorgar los derechos que co rresponden a sus m iem bros. P arece claro que, si consideram os que una red está form ada p o r individuos que establecen relaciones, estam os ante un principio que podría considerarse de validez universal. E stas redes disfrutan de distintos grados de densidad y de m ultiplicidad, se­ gún la fuerza de los vínculos que relacionan a los individuos entre sí y el núm ero de individuos que las form an. E n los estudios de redes, cada hablante recibe un índice num érico que refleja la estructura de la red a la que pertenece, de acuerdo con los principios de la densidad y la m ultiplicidad. M ilroy lo explica así: La medida usada en [...] Belfast para examinar la relación entre la variación lin­ güística y la estructura de la red fue una escala de seis puntos que medía los índi­ ces de los hablantes sobre cinco indicadores de multiplicidad y densidad (vecindad, parentesco, trabajo en el mismo lugar que otros vecinos, trabajo en el mismo lugar que otros vecinos del mismo sexo y amistad). Estos indicadores fueron interpreta­ dos como requisitos que, si se cumplían, sugerían la existencia de una red personal relativamente densa y múltiple. A cada individuo se le asignaba un punto por cada requisito que cumplía, de tal forma que el grado de fuerza de la red era la suma de los índices de los indicadores individuales. La densidad de una red viene determ inada por el núm ero de m iem bros ,y, sobre todo, p o r las relaciones que se establecen entre-los m iem bros que la com ponen, de m odo que puede h ab er redes densas o de densidad alta, en las que todos los m iem ­ bros m antienen algún tipo de relación con los dem ás, y redes de densidad baja, en las que algunos m iem bros se relacionan con los dem ás y en las que otros no m antienen ninguna relación en tre sí (figura 2.2). C uando las relaciones entre los m iem bros de una red responden a vínculos de natu raleza diversa (am istad, vecindad, com pañerism o), se está antes redes m últiples; si esas relaciones se deben a un solo tipo de vínculo (por ejem plo, sólo la vecindad), se h abla de redes de m ultiplicidad baja. E n la investigación sociolingüística se ponen en relación las características de las redes (densidad, m ultiplicidad, fuerza) y de sus m iem bros con las variables lingüísti-

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& tfu

52

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

A)

B)

Fuente. L. Milroy, 1980.

FlG. 2.2.

R ed es sociales (X : centro de la red). A : red de d en sid a d alta; B: red de d en sid a d baja.

cas correspondientes. P ara llevar esto a la práctica, se asigna a cada hablante un ín ­ dice, construido a p artir del tipo de red a la que pertenece y del núm ero y el tipo de vínculos que establece con los dem ás m iem bros de la red. E ste índice se correlaciona con las variables lingüísticas, de m odo sem ejante a com o se hace con la clase social o el m ercado lingüístico, y sirve p ara distribuir a los hablantes a lo largo de un escala de fu erza de la red: Ju an A. V illena ha com probado que la densidad, la m ultiplicidad y la fuerza de la red influyen especialm ente en los individuos m enos instruidos y ha podido observar, en una red social andaluza, en M álaga, que estos hablantes de es­ casa instrucción rechazan nítidam ente la distinción de los fonem as /s/ y /0/, caracte­ rística de las hablas castellanas y frecuente en algunos grupos sociales m alagüeños.72 P ero tam bién en este terren o se han encontrado dificultades, que se refieren principalm ente a la m edida y cuantificación de la red y al estudio de las redes débi­ les. Los individuos que form an una red están integrados en ella en grados diferentes, que son m edidos a través de los indicadores que hem os com entado (am istad, vecin­ dad, etc.); el problem a está en que los indicadores pueden variar de una com unidad a otra, es decir, la com paración de redes diferentes puede ser difícil si no se trabaja exactam ente con los mism os indicadores. P or otro lado, las redes sociales débiles no son fáciles de estudiar debido a la m ovilidad y heterogeneidad de los m iem bros que las com ponen, lo que im pide com parar satisfactoriam ente a los m iem bros entre sí y unas redes débiles con otras. Las investigaciones de redes sociales ofrecen, no la im agen de conjunto de una com unidad, sino la im agen de algunos de los grupos que la com ponen: M ilroy cen­ tró sus intereses en tres ám bitos de la clase trab ajad o ra de Belfast; V illena h a in­ cluido, en su proyectó de investigación del habla de M álaga, el estudio de ocho re ­ des sociales u rb an as;73 A n a Blanco estudió una red social de A lcalá de H en ares (E s­ 72. «Convergencia y divergencia dialectal en el continuo sociolingüístico andaluz: datos del vernáculo urbano malagueño», Lingüística Española Actual (en prensa). 73. «Perspectivas y límites de la investigación sociolingüística contemporánea (Reflexiones programáti­ cas a propósito del proyecto de investigación del sistema de variedades vernáculas malagueñas)», Estudios de Lingüística, 5 (1988/1989), pp. 237-274.

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p a ñ a ).74 E stas investigaciones p resen tan la ventaja de m anejar entidades sociales m uy pegadas a la realidad y de perm itir la conjugación del concepto de «red» con el de «m odo de vida». M odo de vida E l concepto de «m odo de vida», p resen tad o p o r T. H 0jrup y desarro llad o p o r J. M ilroy, p one en relación las red es sociales de pequeñas dim ensiones con o tras es­ tru ctu ras o grupos sociales de m ayor e n tid a d .75 Los m odos de vida re sp o n d en a un m o d elo en el que los grupos sociales son considerados com o en tidades in tern am en ­ te estru ctu rad as y relacionadas con otros grupos. E n este m odelo, la conducta lin­ güística o b ed ece m ás al p o d e r de determ inación de las redes y de las estru ctu ras en las q ue se m uev en los hab lan tes, que a los atributos percibidos com o característicos de ciertos grupos sociales. Se da p rio rid ad al tipo de actividad laboral y fam iliar y a las relaciones que los h ab lan tes m an tienen con otros m iem bros del grupo. A su vez, los grupos son considerados com o consecuencia de las estru ctu ras fu n d am en ­ tales de la sociedad, que dividen la población en m odos de vida sustancialm ente di­ ferentes. Los m odos de vida que p ro p o n en T. H 0jrup y J. M ilroy son básicam ente tres. Si bien están pensados para com unidades occidentales industrializadas, esto no significa que no se pu ed an te n e r en cuenta otros m odos de vida cuando realm ente se den d e n ­ tro de una com unidad. Los m odos propuestos son los siguientes:76 M odo de vida 1. U nidad prim aria de producción (agricultura, pesca, pequeños servicios). R elaciones cooperativas entre com pañeros de profesión. Fam ilia im plica­ da en la producción. A utoem pleo. Escaso tiem po libre: cuanto m ás se trabaja, m ás se gana. R edes sociales densas y m últiples. M odo de vida 2. E m pleo en un sistem a de producción que no es controlado p o r los trabajadores. Se trabaja p ara ganar un sueldo y p oder disfrutar de períodos de tiem po libre. R elaciones laborales separadas del ám bito familiar. C ierta m ovilidad la­ boral. R edes de solidaridad con los com pañeros y los vecinos. M odo de vida 3. Profesión cualificada, capaz de controlar la producción y de di­ rigir los trabajos de otras personas. Tiem po de vacaciones dedicado al trabajo. Se tra ­ baja p a ra ascender en la jerarq u ía y adquirir m ás poder. A ctitud com petitiva con los colegas. L os rasgos ideológicos que caracterizarían estos m odos de vida serían «la fam i­ lia» p ara el m odo 1, «el ocio» p ara el m odo 2 y «el trabajo» para el m odo 3. D ebe va­ lorarse, no obstante, que el concepto de «m odo de vida» es fundam entalm ente es­ tructural: los rasgos definidores de un grupo vienen dados por contraste con los de los dem ás m odos. D esde o tro p unto de vista, las relaciones entre los tres m odos de \ f 74. Estudio sociolingüístico de una red social de Alcalá de Henares, ob. cit. 75. Véanse T. H0jrup, «The concept of life-mode: a form-specifying mode of analysis applied to contemporary western Europe», Ethnologia Scandinavica, (1983), pp. 1-50; J. Milroy, Linguistic Variation and Change, Oxford, Blackwell, 1992, pp. 206-220. 76. Véase J. Milroy, ob. cit., pp. 206-220.

54

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜISTICA Y SOCIOLOGIA DEL LENGUAJE Mantenimiento de código lingüístico no legitimizado

Predominio del código lingüístico legitimizado

Relaciones fuertes

Relaciones débiles

Modos de vida

í

í

Macronivel de la estructura social, política y económica

Fig. 2.3.

E structura sociolingüística, según J. M ilro y (1992).

vida y las prácticas culturales asociadas a cada uno de ellos no tienen p o r qué ser exactam ente iguales en todas las com unidades, p o r lo que, en un estudio contrastivo, sería im portante describirlas con todo detalle. A n tes se ha hecho referencia a la estrecha relación que existe entre los concep­ tos de «red» y de «m odo de vida». La form a en que am bos se articulan queda refle­ ja d a en el esquem a de la figura 2.3, elaborado p o r Jam es M ilroy.77 E l esquem a refleja una estructura de naturaleza sociolingüística que incluye un m acronivel, correspondiente a la estructura social, política y económ ica, un nivel in­ term edio, que correspondería a los m odos de vida, y un m icronivel, de redes sociales. C uando estas redes suponen relaciones fuertes, favorecen el m antenim iento de unos usos lingüísticos propios, aunque estén alejados del m odelo «legitimizado» o de p res­ tigio; cuando las redes ofrecen relaciones débiles, favorecen los usos lingüísticos n o r­ m ativos o de prestigio. H em os de señalar, finalm ente, que la utilidad del concepto de «m odo de vida» en sociolingüística aún debe ser dem ostrada, por m ás que esté llena de sugestivas p o ­ sibilidades. D en tro del m undo hispánico, se ha propuesto su utilización, de form a ex­ p erim en tal y algo m arginal, en el «Proyecto para el estudio sociolingüístico del espa­ ñol de E spaña y de A m érica» (P R E S E E A ) 78

77. 78.

Ob. cit., p. 215. Véase Lingüística (en prensa).

LA VARIACIÓN EN LA LENGUA

55

La variable «nivel de instrucción» Lo hombres doctos hablan y escriven con más elegancia y pro­ piedad que el vulgo, y a vezes con tanta diferencia, que parecen lenguas diversas. S eb a st iá n

C o v a r r u b ia s , Tesoro de la lengua castellana o española, 1611, s.v. lengua de

E d ucación, nivel o grado de instrucción, estudios o escolaridad son algunas de las denom inaciones que ha recibido la variable que se refiere al tipo de form ación académ ica o de titulación conseguidos p o r los hablantes, lo que está íntim am ente r e ­ lacionado con la cantidad de años que se ha estado estudiando. La sociolingüística, com o otras disciplinas preo cu p ad as p o r la lengua hablada, ha com probado que el n i­ vel educativo de los hab lan tes determ in a de form a directa y clara la variación lin­ güística: es n o rm al que las personas más instruidas hagan m ayor uso de las v a rian ­ tes q ue son consideradas com o m ás prestigiosas o que m ás se ajustan a la norm a. E ste hecho p u ed e te n e r consecuencias im portantes en el ám bito del cam bio lingüís­ tico. L a variable «nivel de instrucción», p o r lo general, suele incluirse entre los facto­ res integrantes de la clase social o del nivel sociocultural y, consecuentem ente, en un gran nú m ero de investigaciones no ha tenido ningún protagonism o singularizado. E sto no quiere decir, sin em bargo, que no sea im portante o que su capacidad p ara d e­ term in ar la variación lingüística sea pequeña; al contrario, estam os ante un factor de p rim er o rden que m erecería ser considerado como una variable independiente más, ju n to a otras com o la edad o el nivel socioeconóm ico, y no com o un factor desdibu­ jad o d en tro de un com plejo y confuso concepto de «clase». T odo ello no es óbice para reconocer la relación directa que existe entre educación, profesión, clase, estatus y p o ­ der: cuanto m ás p rep arad o se está, cuanto m ejor form ado, más posibilidades hay de d esem peñar profesiones que rep o rten m ayores ingresos económ icos, un estatus más alto y m ás elevadas cotas de poder. L a variable «nivel de instrucción» presenta algunos problem as com partidos con otras variables: principalm ente, la determ inación de los límites entre niveles y la equi­ paración de los niveles de com unidades diferentes. Efectivam ente, existe la posibilidad de recoger en una investigación sociolingüística todos y cada uno de los grados o títu­ los que tienen un carácter oficial dentro de una com unidad, pero una clasificación tan m inuciosa o m uy oficialista no suele tener correspondencia exacta en la conducta lin­ güística, p o r lo que la m ayoría de las veces puede carecer de sentido. Com o conse­ cuencia de ello, es frecuente que los estudios sociolingüísticos trabajen solam ente con categorías generales: analfabetism o, enseñanza prim aria, enseñanza secundaria, ense­ ñanza universitaria. P ero no siem pre es así: López M orales distingue en P uerto Rico ocho grados de escolaridad (0-1 años de escolaridad; 2-6 años de escolaridad; 7-8 años de escolaridad; uno o más años de escuela secundaria; graduado de escuela universi­ taria; uno o m ás años de universidad; título universitario pregraduado; título univer­ sitario graduado);79 Sam per distingue en Las Palm as seis niveles de instrucción (anal­ fabetos / sin estudios; prim er grado; segundo grado, prim er ciclo; segundo grado, se­

79.

Estratificación social del español de San Juan de Puerto Rico, ob. cit., p. 27.

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PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

gundo ciclo; tercer grado, nivel A; tercer grado, nivel B );80 Bentivoglio y Sedaño tra ­ bajan con nueve grados (analfabeto; p arte de la primaria; años de secundario / cursos de capacitación; educación secundaria com pleta / carreras técnicas; m edio pregrado / colegio técnico superior; pregrado universitario com pleto; m aestría; doctorado).81 A la vista de las distintas posibilidades que se ofrecen, extraem os com o prim era consecuencia que la división de niveles ha de reflejar la realidad de cada com unidad estudiada. A h o ra bien, si se m anejan niveles amplios y referencias educativas suscep­ tibles de generalización (indicando, por ejem plo, años de escolaridad) resulta m ucho m ás fácil la com paración y el encuentro de paralelism os entre com unidades diferentes. A propósito de la adecuación a la realidad de la com unidad estudiada y de las relaciones que la educación puede establecer con otros factores, Julio B orrego ha lle­ vado a la práctica una experiencia singular y digna de com entario. M ás arriba se ha hablad o de los profundos vínculos que existen entre nivel de instrucción, profesión, clase, estatus y poder; pues bien, todo ello refleja m odos de vida que tienen diferen­ tes m anifestaciones: m ayores o m enores posibilidades de viajar, m ayor o m enor con­ tacto con personas de com unidades diferentes, m ayor o m enor contacto con los m e­ dios de com unicación social. A la h ora de p rep arar la m uestra para el estudio de V illadepera de Sayago (Z am ora, E spaña), B orrego pensó que, en relación con los objetivos de su estudio, los factores «edad», «sexo», «grado de instrucción» y «viajes» (cantidad y duración de los viajes realizados) podrían funcionar com o rasgos diferenciadores. A h o ra bien, de hab er utilizado todas estas variables para su m uestreo, se h a ­ bría visto obligado a distinguir 32 tipos diferentes de sujetos en una com unidad em i­ n en tem en te rural, m uy poco com pleja sociológicam ente. E ra conveniente, por tanto, buscar la acumulación y los extremos y favorecer así un juego más nítido de contrastes. La solución propuesta es reunir los factores ins­ trucción y viajes en uno solo que puede llamarse algo así como contacto con la nor­ ma (se entiende, con la norma lingüística estándar) y que incluiría desde la in­ fluencia de los centros de enseñanza y las lecturas a los viajes, pasando por la de la radio, la televisión y las conversaciones con personas de uso lingüístico más o menos estándar. Al mismo tiempo se prescinde de los grados intermedios, de for­ ma que en cada grupo de edades se procurará encontrar dos tipos de informantes: aquellos cuyo contacto con la norma sea el menor posible y aquellos cuyo contac­ to sea de los más amplios entre sus coetáneos.82 A u n q u e no es habitual en sociolingüística el estudio de com unidades tan p eq u e ­ ñas com o V illadepera (400 habitantes), la experiencia de B orrego y la propuesta so ­ b re el contacto con la norm a m erecen tenerse en cuenta por su aplicabilidad en co ­ m unidades rurales o sem irrurales.83

80. Estudio sociolingüístico del español de Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas, La Caja de Cana­ rias, 1990, pp. 33-35. 81. «Investigación sociolingüística: sus métodos aplicados a una experiencia venezolana», art. cit., p. 9. 82. Sociolingüística rural. Investigación en Villadepera de Sayago, Salamanca, Universidad de Salaman­ ca, 1981, pp. 50-51. 83. Véase J. C. González Ferrero, La estratificación sociolingüística de un comunidad semiurbana: Toro (Zamora), Salamanca, Universidad de Salamanca, 1991. González* sin embargo no tiene en cuenta la variable «contacto con la norma», sino que distingue ocupación, estudios y nivel socioeconómico, además del sexo y la edad.

LA VARIACIÓN EN LA LENGUA

57

L a teoría del déficit de Bernstein „

ín tim am en te Usadas a las variables «nivel de instrucción» y «clase social» están las investigaciones del sociólogo británico Basil Bernstein. Este investigador, preo w p ado m uy especialm ente p o r el proceso de socialización de los individuos, ha p re stá ­ is do m ucha atención al lugar que ocupa el lenguaje en dicho proceso y lo ha puesto en c ^ ^ relación, desde principios básicam ente psicolingüísticos, con la clase, la escolaridad y ** J j¡ V* 7( el contexto en que se m ueven los hab lantes.84 E sto dio lugar a una teoría conocida jbffcomo «teoría del déficit», desarrollada por B ernstein entre 1958 y 1971 a p artir de sus f ^ X í' € estudios sobre la sociedad británica. S** tO ¡v* 0 La teoría del déficit distingue dos form as de expresión lingüística, de uso de la ^ I* c^ o ' 7 'ítylerlgua o de códigos, que en un principio recibieron los nom bres de lenguaje público J i y lenguaje fo rm a l y que después se han denom inado, respectivam ente, código restrin., ,pr cP* gido y código elaborado. E l código restringido predom ina en las clases o estratos traa ¿¡A ^ bajadores y el código elaborado en las clases medias. N o está nada claro, desde una ^ p e r s p e c t i v a lingüística, cuál es el referente de lo que B ernstein llam a «código», pues W ^ . no equivale ni a «sociolecto» ni a «estilo» ni, en un nivel m ás general, a «com petení{ ' & cia»; tan sólo se h abla de los códigos com o m odos o patrones de com unicación desa^ rrollados d u ran te el proceso de socialización. x^ ^ , E n un prim er m om ento, como ha quedado dicho, B ernstein se lim itó a asociar el .j/ y 1 ^ ^ código restringido — con sus características lingüísticas— a los niños de la clase trai/ ^ bajadora, y el elaborado a los niños de la clase m edia. Sin em bargo, posteriorm ente, (P* * ^ prefirió ofrecer una interpretación más amplia, asociando los códigos a estilos de in.1*^ cy" teracción, a procesos de cognición y a form as diferentes de in terp retar la estructura L‘ (P social, y recalcando el carácter predecible del código restringido y _el m enos predecif b l e del elaborado. Para B ernstein, todos los hablantes, de cualquier clase social, tien en acceso a un código restringido, p ero sólo algunos grupos tienen acceso al elabo(y rado; en estos últim os el código restringido se reserva para ciertas situaciones, n o r­ C’ m alm ente de com unicación familiar. É sta es la caracterización del código restringido que presenta: i

Si en virtud de sus relaciones de clase, es decir, com o resultado de su función en la com unidad y de su estatus social, un grupo social ha creado sólidos nexos co­ m unales; si sus relaciones de trabajo son poco variadas; si tom a pocas decisiones; si, para ten er buen éxito, la aserción ha de ser colectiva, más que individual; si el trabajo exige m anipulación y control físico, más que organización y control sim ­ bólicos; si la autoridad que el hom bre pierde en su trabajo se transform a en au to ­ ridad de p o d er en casa; si el hogar está sobrepoblado y lim ita la variedad de si­ tuaciones que puede ofrecer: si los niños se socializan en tre sí en un am biente que pocos estím ulos intelectuales ofrece; si se encuentran todos esos atributos en un am biente, entonces cabrá suponer que dicho ám bito social g enerará una form a es­ pecial de com unicación, que m odelará la orientación individual, social y afectiva

84. Como experimentos afines al de Bernstein, en los que se intenta poner en relación, desde la psicsociología, la clase social, la escolaridad y los usos lingüísticos, destacan los de Fries y los de Schatzman y Strauss (véanse C. C. Fries, American English Grammar, Appleton, Century-Crofts, 1940; L. Schatzman y A. Strauss, «Social class and modes of communication», American Journal o f Sociology, 60 (1955), pp. 329-338). Para una introducción general a estos estudios, véase W. P. Robinson, Lenguaje y conducta social., México, Trillas, 1978.

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PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

de los niños. Tal código hará hincapié verbalm ente en lo com unitario, más que en lo individual; en lo concreto, más que en lo abstracto; en la sustancia, más que en la elaboración de procesos; en el aquí y ahora, más que en la exploración de motivos e intenciones, y en form as de control social por la posición, más que personali­ zadas.83

L a teo ría del déficit se preocupa por los niños de familias y de barrios económ i­ cam ente pobres, cuyo uso de la lengua es claram ente deficiente o «deficitario», com ­ parad o con el uso de las clases medias. T eóricam ente los niños de clases trabajadoras disponen de unos recursos lingüísticos y de unos instrum entos cognoscitivos lim ita­ dos, que pued en ser una b arrera en la escuela y producir fracaso escolar, dado que en ella se hace uso habitualm ente de un código elaborado. Com o ha señalado Fasold,86 este hecho sugirió a algunos educadores en E stados U nidos la necesidad de re ­ ducir el fracaso escolar m ediante la im plantación de program as de apoyo o com pen­ satorios destinados a niños de la clase trabajadora. A hora bien, adm itiendo que la escolarización contribuye a la adquisición o al dom inio del código elaborado, es justo ad vertir que esto puede suponer, adem ás de la erradicación total del código restrin ­ gido, la alienación del individuo respecto de su grupo de procedencia y de su trad i­ ción local. P o r su p arte, el código elaborado, m enos predecible que el restringido, abre la posibilidad de la individuación, p o r estar más o rientado hacia la persona com o tal que hacia la posición del individuo den tro de un grupo. B ernstein afirm a lo siguiente: El usuario del código elaborado hallará la lengua com o un juego de posibilidades teóricas disponible para la transm isión de experiencias únicas en su género. E l con­ cepto de la identidad m ism a — contra lo que ocurre con el código restringido— se diferencia verbalm ente, de m odo que m ediante unas regulaciones propias se co n ­ vierte en objeto de actividades especiales de percepción. E n el h ab lan te lim itado por el código restringido, el concepto de la identidad ten d erá a fraccionarse p o r las im plicaciones de los acuerdos de estatus. A q u í no hay pro b lem a de identidad, p o r­ que este problem a no es relevante.87

Los rasgos lingüísticos que se asocian a uno u otro código, con diferencias p ri­ m ordialm ente de orden cuantitativo, son los siguientes: Código restringido (lenguaje público) 1) L enguaje gram aticalm ente sencillo, a m enudo con oraciones inconclusas, p o ­ bres en su form a sintáctica. 2) U so sencillo y repetitivo de conjunciones; apenas se em plean las cláusulas subordinadas. 3) U so frecuente de interjecciones.

85. «A sociolinguistic approach to social-learning», en F. Williams (dir.), Language and Poverty, Chi­ cago, Markham, 1970, p. 28. Fragmento traducido al español en W. P. Robinson, Lenguaje y conducta social, ob. cit., p. 143. 86. The Sociolinguistics o f Language, ob. cit., pp. 269-270. 87. «Elaborated and restricted codes: their social origins and some consequences», en J. J. Gumperz y D. Hymes (eds.), «The Ethnography of Communication», American Anthropologist, 66 (1964), pp. 99-116. Trad. al español en B. Schlieben-Lange, Iniciación a la sociolingüística, Madrid, Gredos, 1977.

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('|/ zarse, siem pre p o r separado. Es verdad que podem os encontrar sistem as de trata- ¡ m iento que se rigen escrupulosam ente p o r el poder, sistemas asimétricos en los que e l , | podero so es tratad o de usted y tiene derecho a utilizar el tratam iento de tú hacia el poco poderoso, com o es posible encontrar sistem as de tratam iento basados en el con­ cepto de solidaridad, sistemas simétricos en los que los hablantes usan recíprocam en­ te el tú y en los que cualquier característica (ten er la misma edad, la m ism a profesión, vivir en la m ism a com unidad) puede hacer surgir la sim etría, la reciprocidad, en la conducta de los interlocutores. A h o ra bien, p oder y solidaridad no son conceptos excluyentes, ya que podem os en co n trar que un superior, con poder, puede ser solidario con su interlocutor (por ejem plo, con un p arien te) o no solidario; a la vez, un inferior, sin poder, p u ede ser so­ lidario con su interlocutor (por ejem plo, con un viejo em pleado de la familia) o pue- ‘ [*cs), la h erm ana m ayor (néné) y la herm ana pequeña (hug); frente a esta or­ ganización, el inglés «sólo» dispone de dos unidades léxicas — una para herm ano (brother) y o tra p ara herm ana (sister)— y el m alayo, de una (saudara). E n este caso, el español dispone tam bién de dos unidades, com o el inglés, pero diferenciadas con procedim ientos gram aticales (m orfem a de género) y no léxicos. O tros ejem plos de cóm o la lengua y la visión del m undo se interrelacionan se­ rían los correspondientes a los nom bres del arroz, de la nieve o del color verde: en los dialectos de V ietnam no existe una palabra para designar el arroz de form a gené­ rica, sino que se cuenta con form as léxicas diferentes para cada clase de arroz; los es­ quim ales, p o r su p arte, disponen de palabras diferentes para llam ar a la nieve en sus diferentes estados (en polvo, helada, que cae, etc.), m ientras algunos pueblos del A m azonas usan form as léxicas distintas para los más variados tipos de v erd e.9 D eb e tenerse en cuenta, sin em bargo, que no es necesario com parar dos o más lenguas p a ra en co n trar m odos diferentes de organizar un cam po léxico; d entro de una m ism a lengua tam bién se pu ed en hallar, y el cam po de los vegetales es un ejem plo interesante. R am ón Trujillo ha dem ostrado que en M asca (Tenerife) funcionan los si­ guientes térm inos generales: árbol ‘vegetal, frutal o no frutal, resistente’, ramo ‘no frutal, resisten te’, mata ‘vegetal no resistente’, hierba y pasto ‘vegetal no resistente, peq u eñ o y no com estible (p ersonas)’, verdura ‘vegetal no resistente, pequeño y co­ m estible (p ersonas) ’.10 E sto quiere decir que en M asca son llam ados «ramos» el lau­ rel, la retam a o el brezo, designación que no reciben en el centro de la península ibé­ rica, p o r ejem plo. T am bién es posible en contrar diferencias estructurales del léxico en la diacronía: las distinciones que el español expresa por m edio de las form as viejo, joven y n u evo , se expresaban en latín con senex (aplicado a personas), vetulus (aplicado a anim ales) y vetus (aplicado a cosas), para viejo, y con invenís (aplicado a personas) y novellus (aplicado a anim ales), para jo v e n , m ientras que la form a latina novus equivalía a nuestro nuevo (aplicado a lo que no son personas ni anim ales).11 Com o se ha co­ m entado, en tre esta m anera de concebir la organización del léxico (rasgos y cam pos sem ánticos) y la que p ropone la teoría de los prototipos existen diferencias im por­ tantes. P ero, en ocasiones, las diferencias entre dos lenguas no se aprecian sólo en el m odo de organizar los cam pos léxicos. D avid Crystal ha recogido una curiosa m ues­ tra de las designaciones correspondientes a agujero en pintupí, una lengua aborigen de A ustralia. E sta lengua usa hasta diez form as léxicas diferentes: yarla ‘agujero en un o b je to ’, pirti ‘agujero en el suelo; hoyo’, kartalpa ‘agujero pequeño en el suelo’, p irn ki ‘agujero form ado p o r un saliente en una roca’, yulpilpa ‘agujero estrecho en el que viven horm igas; horm iguero’, mutara ‘agujero en una lanza’, nyarrkalpa ‘m adri­ guera de un anim al p e q u eñ o ’, pulpa ‘m adriguera de conejo’, m akarnpa ‘m adriguera de iguana’, katarta ‘el agujero que deja una iguana cuando rom pe la superficie des­ pués de la hib ern ació n ’. E n español, p ara expresar esos mismos contenidos, se p u e ­

9. 10. 11.

Véase W. Foley, Anthropological Linguistics. A n introduction, Oxford, Blackwell, 1997. Lenguaje y cultura en Masca, Santa Cruz de Tenerife, Interinsular Canaria, 1980, pp. 180-188. Véase E. Coseriu, Principios de semántica estructural, Madrid, Gredos, 1977, p. 28.

200

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

den necesitar, com o se ve en las definiciones, desde una sola hasta una quincena de palabras, p ero lo im portante es que, sea de la form a que sea, tam bién es posible expresar todos esos conceptos en esta lengua;12 no resulta apropiado, por tanto, in­ te rp re ta r que algunos conceptos son totalm ente inexpresables en otras lenguas. E l es­ pañol puede echar m ano de la gram ática (sintaxis, m orfología) para expresar unos m atices de los que no da cuenta el léxico: para designar clases distintas de verde se usan las form as verde botella, verde limón, verde claro... E stam os sim plem ente ante form as diferentes de fijar las relaciones entre la lengua y la realidad. P o r o tro lado, la com plejidad y la m ultiplicidad de las lenguas y las culturas del m undo se refleja no sólo en el uso y la ordenación de las unidades lingüísticas, sino tam bién en la form a de organizar los procesos com unicativos, desde los m ás simples a los m ás com plejos. E ste hecho se ha puesto de m anifiesto en los estudios de carác­ te r etnográfico realizados en las m ás diferentes y alejadas com unidades.13 B aste un ejem plo p ara d em ostrar el interés de este tipo de descripciones: se trata de un estu­ dio realizado p o r Charles F rak e en el que intenta descubrir las form as en que los m iem bros de una com unidad categorizan su conducta.14 Con este objetivo, Frake hace un análisis de situaciones de litigio tal y com o se presentan y resuelven en tre la población yakan. Los yakan constituyen un grupo m usulm án del sur de la península de Z am boanga, en la isla de M indanao, en Filipinas. P ara solventar sus litigios, antes de que intervenga la justicia ordinaria del país, los yakan construyen una situación com unicativa específica en la que aparecen unos actos y unidades com unicativas que form an p arte de la term inología legal de su va­ riedad lingüística. E l análisis etnográfico de F rak e se realiza a p a rtir de unas unida­ des que se identifican respondiendo a la pregunta ¿qué está haciendo cada interlocu­ tor? L a categoría prim aria en una situación com unicativa de litigio es «hablar los unos con los otros». E l sistem a legal de los yakan es básicam ente un sistem a de sím bolos o un códi­ go para hablar, organizado en actos com unicativos y en una serie de sanciones. Los interlocutores principales son la corte o el ju rad o yakan, el acusador y el acusado. T odo el proceso interactivo se o rienta a restablecer la com unicación y el trato social en tre las partes, p o r eso — a diferencia de lo que ocurre en procesos jurídicos sim ila­ res de otros grupos— los litigantes no son siem pre partes radicalm ente enfrentadas o enem igas: son partes que sim plem ente no se tratan o no se hablan. E l proceso com unicativo de la justicia yakan recurre a am enazas, en cuyo cum ­ plim iento pu ed en verse im plicados desde la divinidad y los ancestros, hasta la justicia o rdinaria del país, pasando p o r la familia del acusado. T odo con la intención de que d em an d an te y acusado norm alicen su relación social (figura 11.1). Según se desprende de la figura 11.1, d u ran te la causa se m anejan argum entos m uy variados p ara conseguir que el acusado se retracte o arrepienta: se le am enaza con el abandono p o r p arte de su familia o del grupo, con agresiones del oponente contra la fam ilia o el acusado, con enferm edades enviadas p o r D ios o por los ances12. Enciclopedia del lenguaje, Madrid, Taurus, 1994, p. 15. 13. Véase M. Saville-Troike, The Erhnography o f Communication. A n introduction, Oxford, Blackwell, 1982; J. J. Gumperz y D. Hymes (eds.), Directions in Sociolinguistics: The Ethnography o f Communication, Nueva York, Holt, Rinehart & Winston, 1972. 14. «Struck by Speech: The Yakan Concept of Litigation», en J. J. Gumperz y D. Hymes (eds.), ob. cit., pp. 106-129.

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201

LA LENGUA EN SU USO SOCIAL Ancestros

Dios

Q) E O 'c 0) Familia

abandono

Acusado

multa, cárcel

Jueces del gobierno

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c o m p e t e n c i a c o m u n i c a t i v a > c o m p e t e n c i a lin g ü ís tic a .

T eóricam ente, un hablante puede dom inar en su com petencia todos los elem en­ tos que com ponen la com unicación, que serían los siguientes: 1.

C onocim iento lingüístico a ) E lem entos verbales b ) E lem entos no verbales c) Clases de elem entos en acontecim ientos com unicativos concretos d) R elación de posible variantes e) Significado de las variantes en situaciones concretas

2.

C onocim iento del proceso de interacción a ) Percepción de los hechos destacados en situaciones com unicativas b) N orm as de interacción e interpretación c) E strategias para consecución de objetivos

19. Foundations in Sociolinguistics. A n Ethnographic Approach, Cinnaminson, University of Pennsylvania Press, 1974, p. 125. 20. Aspectos de la teoría de la sintaxis, Madrid, Aguilar, 1970.

LA LENGUA EN SU USO SOCIAL

205

Capacidad general de expresión Capacidad para las actividades que acompañan a la lengua (mímica, gestos, etc.)

Competencia lingüística en su totalidad Competencia lingüística psicofísica

Competencia lingüística cultural Competencia lingüística general Competencia lingüística particular Competencia textual o discursiva

FlG. 11.2.

3.

E sq u e m a general de los p la n o s y nieveles d e l h ablar según E. C oseriu (1994).

C onocim iento cultural a) E stru ctu ra social b) V aloraciones y actitudes generales c) E squem as cognoscitivos d ) Procesos de culturización (transm isión de conocim ientos)

E sta visión de la lengua, que sobrepasa con m ucho los límites de lo puram ente lingüístico o, digam os, de lo convencional, no sólo ha preocupado a los etnógrafos sino que tam bién ocupa un lugar de relieve en la obra de algunos estudiosos cuya fi­ liación lingüística n o se pone en duda. La p ru eb a m ás evidente de ello se encuentra en los trabajos de E ugenio Coseriu, quien se ha preocupado de hilvanar y d ar cu er­ po a u na «teoría general del hablar», cuyo esbozo se encuentra en el volum en titu la­ do C om petencia lingüística. Elem entos de la teoría del hablar, que ha elaborado y edi­ tado su alum no H einrich W eber, a p artir de las notas de clase de algunos cursos y, p o r supuesto, de la o bra del m ism o C oseriu.21 E l esquem a de esa «teoría general del hablar» presenta para el hablante una ca­ pacidad general de expresión que incluye una capacidad y una com petencia bien di­ ferenciadas: la capacidad p ara las actividades que acom pañan a la lengua (mímica, gestos) y la com petencia lingüística en su totalidad. E sta com petencia lingüística, in ­ cluye, a su vez, dos com petencias diferentes: la competencia lingüística psicofísica y la com petencia lingüística cultural. D en tro de la com petencia lingüística cultural se dis­ 21.

Madrid, Gredos, 1994.

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

206

tingue una com petencia lingüística general (saber elocutivo), una competencia lingüís­ tica particular (saber idiom ático) y una com petencia textual o discursiva (saber expre­ sivo). L a disposición de todas ellas queda recogida en la figura 11.2. N o sería adecuado deducir una relación de equivalencia entre el concepto de «com petencia cultural y com unicativa» de los etnógrafos y el concepto de «com pe­ tencia» de C oseriu — los puntos de p artid a e incluso las intenciones de los autores son m uy distintos— , p ero la coincidencia de algunos planteam ientos es evidente. E n la configuración de esas com petencias tienen m ucho que ver los contextos extraverbales o las circunstancias no lingüísticas que conocen o perciben los hablantes. Según el m ism o Coseriu, esos contextos extraverbales son de varios tipos: el contex­ to físico, que incluye la cosas que están a la vista de los interlocutores; el contexto em ­ pírico, que está form ado p o r los estados objetivos de las cosas, conocidos p o r los h a ­ blantes, aunque no estén a la vista; el contexto natural, que incluye todos los contex­ tos em píricos posibles; el contexto práctico u ocasional, que abarca la circunstancia objetiva y subjetiva en que se produce el discurso (situación, interlocutores, in ten ­ ción); el contexto histórico, que está form ado por las circunstancias históricas (perso­ nales y generales) conocidas p o r los interlocutores; y el contexto cultural, que incluye todo aquello que pertenece a la tradición cultural de un grupo o una com unidad.22

Traducción de lenguas / traducción de culturas V aldés.

P o r e s to es g ra n d e la te m e rid a d d e lo s q u e se p o ­

n e n a tr a d u z ir d e u n a le n g u a en o tr a s in s e r m u y d ie s tr o e n la u n a y e n la o tra . M a r c io .

D e s ta m a n e ra p o ca s cosas se tr a d u z ir ía n . J u a n d e V a l d é s , Diálogo de la lengua,

1535

C uando se aplica el principio de la relatividad lingüística, en su versión m ás ra ­ dical, al cam po de la traducción, se llega a la conclusión de que, si una lengua m a­ tern a im pone una visión del m undo, es prácticam ente im posible conocer otras lenguas y, consecuentem ente, es im posible culm inar con éxito su traducción. Las teorías sobre el lenguaje y la visión del m undo ponen a la traducción en una encrucijada teórica difícil de afrontar en un plano abstracto. Sin em bargo, es posible zafarse de la opresión de estas form ulaciones recurriendo a argum entos de diferente naturaleza. U n a posible salida a esta aporía estaría en relativizar el concepto de lo in­ traducibie: de hecho en n uestro m undo son m uy frecuentes las situaciones de lenguas en contacto y son m uchos los hablantes que poseen un bilingüismo natural. La posi­ bilidad de realizar intercam bios com unicativos interlingüísticos y de traducir es, sim ­ plem ente, una realidad m anifiesta. Pero, cuando se dice que la traducción es posible, nadie supone que p o r ello sea una tarea fácil: no fue fácil hace 4.000 años, ni lo ha sido en los últim os siglos.23 B as­ te un solo ejem plo. U n buen núm ero de m isioneros españoles, dom inadores de len­ guas indígenas, se pusieron a la labor, d urante los siglos xvi y x v n , de redactar lexi­ 22.

Véase E. Coseriu, Teoría del lenguaje y lingüística general, 3." ed., Madrid, Gredos, 1982, pp. 315-

23.

Véase V. García Yebra, Traducción: historia y teoría, Madrid, Gredos, 1994.

317.

LA LENGUA EN SU USO SOCIAL

207

cones o vocabularios bilingües y estos hom bres se vieron m aniatados p o r m uchos de los aspectos que hoy interesan a la etnografía de la com unicación. Así, fray D o m in ­ go de Santo Tom ás, au to r del Vocabulario de la lengua general del Perú (1560), que utilizó com o m odelo el Vocabulario español-latino de N ebrija, sólo pudo incluir en su o b ra alred ed o r de 11.000 entradas (español-quechua y quechua-español), frente a las casi 23.000 de la obra nebrisense (español-latín): el m otivo de esta reducción de en ­ tradas estuvo en las diferencias culturales en tre lo quechua y lo español. F ray D o ­ m ingo de S anto T om ás prescindió en la p arte español-quechua de las form as referi­ das a realidades totalm ente desconocidas en A m érica: árboles, semillas, frutas, aves, peces, oficios, instrum entos, arm as, vestidos, m anjares, atavíos de casa o recipientes. Las traducciones que se hacen en la p arte quechua-español recurren constantem ente a los símiles, las m etáforas y las expresiones perifrásticas. La em presa de fray D o ­ m ingo y de otros intelectuales estuvo llena de obstáculos y sólo su conocim iento de la etnografía indígena pudo garantizar parcialm ente unos resultados satisfactorios. C om o consecuencia de lo anterio r se deduce que todo lo que provenga de la e t­ nografía de la com unicación p u ed e ser beneficioso p ara la traducción. A h o ra bien, no se facilita la traducción, sobre todo la m ás profesional y m ás frecuente, acum ulando datos parciales sobre las form as de resolver pleitos en una pequeña península de F i­ lipinas o de conseguir la jefatu ra de una tribu del Pacífico m ediante la exhibición de habilidades lingüísticas: es necesario describir etnográficam ente situaciones m ás cer­ canas al m undo de la traducción real. E n esta línea, las investigaciones sobre el lenguaje político, la com unicación entre m édicos y pacientes, la com unicación en si­ tuaciones de juicios y de entrevistas laborales o sobre la com unicación en grupos u r­ banos m arginados suponen un avance, poco espectacular todavía, p ero que acabará resultan d o útil y efectivo.

Reflexiones y ejercicios 1. C om ente el siguiente texto de B enjam in Lee W horf («La relación en tre len ­ guaje y pensam iento y conductas habituales», en P. G arvin y Y. L astra, A ntología de textos de etnolingüística y sociolingüística, 2.a ed., M adrid, U N A M , 1984, pp. 125-128): Conocí un aspecto de este problema antes de haber estudiado con el doctor Sapir y en un campo comúnmente considerado ajeno a la lingüística. Fue en el transcur­ so de mi trabajo profesional con una compañía de seguros contra incendio, cuan­ do me tocó el oficio de analizar muchos cientos de informes sobre las circunstan­ cias que rodean la iniciación de los incendios y en algunos casos las explosiones. Mi análisis me dirigía hacia las- condiciones puramente físicas, instalaciones eléc­ tricas defectuosas, presencia o ausencia de espacios de aire entre conductores m e­ tálicos y madera, etcétera, y los resultados se presentaban en estos términos. Cier­ tamente el trabajo se emprendió sin sospechar que se revelarían o podrían reve­ larse otros factores cualesquiera. Pero a su debido tiempo se hizo evidente que no sólo una situación física: qua física, sino el significado de tal situación para la gen­ te era a veces un factor a través del comportamiento de las personas se traducía en incendio. Y el «significado» era un factor clarísimo cuando era una significado lin­ güístico que residía en el nombre o en la descripción lingüística comúnmente apli­ cada a la situación. Así, el comportamiento alrededor de «tanques de gasolina»

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PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

tenderá a cierto tipo, esto es, se tendrá gran cuidado; mientras que alrededor de un depósito de lo que se llama «tanques vacíos de gasolina» el comportamiento tenderá a ser diferente —descuidado, con poca restricción de fumar o arrojar coli­ llas a su alrededor. Sin embargo los tanques vacíos son quizá los más peligrosos puesto que contienen vapores explosivos. Físicamente la situación es peligrosa, pero el análisis lingüístico de acuerdo con la analogía regular ha de emplear la pa­ labra «vacío», lo que inevitablemente sugiere ausencia de riesgo. La palabra «va­ cío» se emplea en dos esquemas lingüísticos: 1. como virtual sinónimo de «nulo y vacuo, negativo, inerte»; 2. aplicada al análisis de situaciones físicas sin tener en cuenta, por ejemplo, vapores, vestigios líquidos o desechos diseminados en el reci­ piente. La situación queda definida de acuerdo a la pauta 2 y luego la actividad real en torno a lo que sí ha sido definido se basa en la pauta 1; esto es una fórmula general para el condicionamiento lingüístico de la conducta que se torna peligro­ sa. [...] Tales ejemplos, que podrían multiplicarse, son suficientes para mostrar cómo la sugestión de una cierta línea de conducta se ha debido a las analogías de la fórmula lingüística con una situación dada, y por ella se analiza, se clasifica y se le asigna su lugar en ese mundo que está en gran medida inconscientemente cons­ truido sobre los hábitos lingüísticos del grupo. Y siempre suponemos que el análi­ sis lingüístico hecho por nuestro grupo refleja la realidad mejor de lo que lo hace. 2. H aga una relación com pleta de todos los térm inos de parentesco que se u ti­ licen en su lengua (por ejem plo, en español) y en una lengua extranjera. C om párelos y com ente las diferencias que encuentre. 3. O rd en e las siguientes palabras por su adecuación al p ro totipo de ‘fru ta ’: p lá­ tano, m anzana, pera, limón, tomate, melón, coco, fresa, mora, cereza, quivi. Pida a va­ rias personas — a ser posible que pertenezcan a grupos sociales o com unidades de h a ­ bla diferentes— que realicen la misma p rueba y com pare los resultados. 4. H aga una relación de todos los eufem ism os relacionados con la m u erte que se usen en su com unidad (nom bres de la m uerte, de m orir, del entierro, del féretro, etc.) y com ente qué procedim ientos lingüísticos se han usado para su creación.

Orientaciones bibliográficas P ara conocer con m ás detalle la hipótesis S a pir-W horf lo m ás adecuado es acu­ dir a las fuentes. V éase E. Sapir, E l lenguaje (M éxico, FC E , 1954; con m últiples reim ­ presiones). T am bién, de B. L. W horf, «La relación en tre lenguaje y pensam iento y conductas habituales», en P. G arvin y Y. L astra, A ntología de textos de etnolingüística y sociolingüística (2.a ed., M adrid, U N A M , 1984, pp. 125-152). A sim ism o, pu ed e resultar interesante la lectura de los capítulos 3 al 6 del libro de M. C asado V elarde, Lenguaje y cultura (M adrid, Síntesis, 1988) y del capítulo 3 del libro de R. A . H udson, L a sociolingüística (B arcelona, Síntesis, 1981). Sobre la form a en que el léxico puede recoger y reflejar creencias y los m ás diversos aspectos socioculturales, es recom endable la lectura del libro de G erhard Rohlfs, Estudios so ­ bre el léxico rom ánico (reed. parcial y notas de M. A lvar, M adrid, G redos, 1979), es­ pecialm ente de los capítulos 3 al 9.

T ercera

pa rte

LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES

C a p ít u l o 12

BILINGÜISMO La definición de bilingüismo Considerando en quanta estima sean en este tiempo los que ha­ blan diuersos lenguages... A n t o n io d e l C o r r o , Reglas gram aticales, 1586

E l estudio del bilingüism o m erece un lugar destacado entre las investigaciones sociolingüísticas porque, si alguna situación pudiera considerarse norm al sociolingüísticam ente, sería aquella en la que coexisten dos o más lenguas: la m ayor parte de las com unidades del m undo viven en una situación en la que conviven varias lenguas. C om o tendrem os ocasión de com probar, esa convivencia afecta tan to a las lenguas com o a los hom bres y lo puede h acer de form a positiva o de form a negativa. E l fenóm eno del bilingüism o es de una enorm e com plejidad y se m anifiesta en las com unidades y en los individuos; tal vez por ello los problem as que se p lan tean son m uy dispares y p u ed en ser abordados desde m uy diversas perspectivas. H oy día el bilingüism o es o bjeto de estudio de la lingüística general, la sociolingüística, la psicolingüística, la neurolingüística, la pedagogía y la política lingüística, en tre otras dis­ ciplinas. L os problem as a la h o ra de estudiar el bilingüism o em piezan p o r la definición del concepto y la organización de su tipología. Para bien o p ara mal, contam os con defi­ niciones del concepto de «bilingüismo» m uy variadas y realizadas desde posiciones m uy diferentes. Todas ellas po d rían alinearse a lo largo de una escala que situaría en un extrem o las definiciones que ofrecen una concepción estricta del fenóm eno, defi­ niciones del tipo «el bilingüism o consiste en el dom inio pleno, sim ultáneo y altern an ­ te de dos lenguas»; en el o tro extrem o se encontrarían las definiciones de límites m e­ nos angostos, las que hablan de bilingüismo para referirse sim plem ente al conoci­ m iento de una segunda lengua, sea en el grado que sea. Las definiciones m ás conocidas de bilingüism o son las que propusieron, m ucho tiem po atrás, L eonard Bloom field (1933), E inar H augen (1953) y U riel W einreich (1953). P ara el prim ero, bilingüism o es «el dom inio nativo de dos lenguas»; H augen dice del bilingüe que «utiliza expresiones com pletas y con significado en otras len ­ guas»; p a ra W einreich, bilingüism o sería «la práctica de dos lenguas usadas altern ati­ vam ente». Si analizam os estas propuestas detenidam ente, com probam os que la de B loom field p odría localizarse cerca del extrem o más estricto de la escala de las defi­

212

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

niciones, la de H augen quedaría situada en el extrem o m enos exigente — en esas con­ diciones casi cualquiera podría ser bilingüe— y la de W einreich, tal vez en un p u nto in term ed io .1 M ás allá de las definiciones, y desde una perspectiva m uy general, puede h a ­ blarse de dos clases de bilingüismo: el bilingüismo individual, que afecta a los indivi­ duos com o tales, y el bilingüism o colectivo o social, que afecta a las com unidades y a los individuos com o m iem bros de esas com unidades. A pesar de los inconvenientes q ue supone la disociación de una realidad unitaria, m antenem os esa dicotom ía bási­ ca para facilitar la delim itación teórica del concepto.

£1 bilingüismo individual. Clases de bilingüismo E l bilingüism o individual se concibe y explica, naturalm ente, com o un fenóm eno característico del individuo. M iguel Siguán y W illiam M ackey llam an bilingüe a la perso n a que, adem ás de su prim era lengua, tiene una com petencia parecida en otra lengua y que es capaz de usar una u otra en cualquier circunstancia con parecida efi­ cacia;2 a su vez, se llam a lengua primera, lengua materna o lengua nativa a la que se ap rende en prim er lugar d u ran te la infancia, generalm ente antes de los tres años.3 Siguán y M ackey apuntan, sin em bargo, que el bilingüismo así definido se puede considerar com o perfecto o ideal, ya que lo que encontram os en la realidad son indi­ viduos que se aproxim an m ás o m enos a este ideal.4 Las características básicas del bi­ lingüismo individual, según se desprende de la definición ofrecida, serían las siguientes: a) Independencia de los dos códigos: cuando el individuo m aneja la lengua A está utilizando esp o ntáneam ente todas las reglas que llevan a construir m ensajes en esa lengua; antes de em itir cada frase, el hablante bilingüe no se plantea la elección de una lengua porque norm alm ente los bilingües, desde niños, tienen una separación casi autom ática de las dos lenguas. b) Alternancia: el bilingüism o supone el paso rápido y sin esfuerzo de un siste­ m a lingüístico a otro, en función de los interlocutores, las situaciones com unicativas y las circunstancias am bientales. c) Traducción: el bilingüe es capaz de expresar unos m ism os significados a tra ­ vés de dos sistem as porq u e puede traducir un texto de una lengua a otra, esto es, p u e ­ de trasp asar un mism o significado de una lengua a otra. Según Siguán y M ackey, la capacidad de traducir del bilingüe podría utilizarse com o un buen argum ento en con­ tra de la identificación form al en tre lenguaje y pensam iento y en favor de la existen­ cia de un nivel de significación distinto del nivel estrictam ente verbal.5 1. Véase L. Bloomfield, Lenguaje, Lima, Universidad Mayor de San Marcos, 1964; E. Haugen, The Norwegian language in America: A study in bilingual behavior, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1953; U. Weinreich, Lenguas en contacto, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1974. 2. Educación y bilingüismo, Madrid, Santillana/Unesco, 1986, pp. 17-18. 3. En algunos estudios de sociología del lenguaje, también se usa la denominación primera lengua para hacer referencia a la lengua preferida en una situación multiiingüe. 4. Badía Margarit, para referirse al bilingüismo de los niños cuyos padres hablan lenguas diferentes, uti­ liza la denominación bilingüismo natural. Véase Llengua i cultura ais Pa'isos Catalans, Barcelona, Edicions 62, 1964, p. 136. 5. Esto no supone que los bilingües deban ser mejores traductores.

213

LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES «book»

«book» \

«kníga» «book» s «kníga>’

/búk/

/’kníga/

A) Bilingüismo coordinado

/búk/

/’kníga/

B) Bilingüismo compuesto

/buk/ I

/’kníga/

C) Bilingüismo subordinado

F ig . 12.1.

A dem ás de estas características, hay que ten er en cuenta que la definición de Si­ guán y M ackey es tam bién útil para los casos en que se dom inan m ás de dos sistem as lingüísticos y que el concepto de bilingüismo exige la existencia de dos lenguas, es d e­ cir, de dos códigos que sean ininteligibles entre sí y que sean considerados com o len­ guas diferentes p o r los individuos de las com unidades que los utilizan y de las com u­ nidades que n o los utilizan. A h o ra bien, la traducibilidad que se exige en el individuo bilingüe — la tercera de las características apuntadas— nos conduce a plantear un asunto de especial im ­ portancia: la relación entre los sistem as lingüísticos del bilingüe; dicho de o tra form a, la representación m ental de las lenguas en el individuo bilingüe. U riel W einreich, en uno de los trabajos clásicos de la especialidad, distinguió tres tipos de bilingüismo, se­ gún la relación que establecen en tre sí las lenguas que han entrado en contacto, en este caso en el individuo bilingüe (véase la figura 12.1):6 A . Bilingüism o coordinado: consiste en la separación de los significados de las palabras equivalentes de las dos lenguas; los significados estarían rem itiendo a con­ ceptos o referen tes distintos, o ligeram ente diferentes. E n el ejem plo que utiliza W einreich, se m uestra p o r m edio de un diagram a cóm o la form a /búk/ (b o o k ‘libro’) del inglés y la form a /’kníga/ (Kníga ‘libro’) del ruso se vinculan a significados dife­ rentes, que p o d rían rem itir a conceptos diferentes (en el caso del inglés, a la idea del libro británico m ás típico; en el caso del ruso, a la idea del libro ruso m ás típico). B. Bilingüism o com puesto: consiste en la coincidencia en el significado de las palabras equivalentes de las dos lenguas: el significado estaría rem itiendo a un m is­ m o concepto o referen te, o a conceptos totalm ente equivalentes. Para representarlo, W einreich usa un diagram a en el que la form a /búk/ y la form a /’kníga/ se vinculan a un m ism o significado que p odría rem itir a un solo concepto (la idea general de libro). C. B ilingüism o subordinado: consiste en la coexistencia de una lengua dom i­ n an te y una lengua dom inada: las palabras de la lengua dom inada se in te rp reta n des­ de las p alabras equivalentes de la lengua dom inante. E n el caso del bilingüismo coordinado, el hablante bilingüe opera com o dos h a ­ blantes m onolingües yuxtapuestos; en el bilingüism o com puesto habría una base con­ ceptual com ún p ara las dos lenguas (algunos autores hablan en este caso de bilin­ güism o puro)\ en el subordinado, la lengua dom inada se aprende y utiliza a través de la lengua dom inante: de hecho se ha llegado a explicar que este tipo de bilingüism o

6.

Véase Lenguas en contacto, ob. cit., pp. 34-37.

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PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

es el que producen algunas técnicas de enseñanza-aprendizaje de segundas lenguas en sus prim eras etapas. L a tipología del bilingüism o establecida p o r W einreich h a sido objeto de críticas y revisiones a lo largo de los años, revisiones que, en algunos casos, h an llegado a con­ cluir, después de n o pocos rodeos, que se trata de una propuesta adecuada. A esa cla­ sificación de los bilingües se le ha objetado, p o r ejem plo, que los subordinados sen­ cillam ente no son bilingües, y esto lleva a m odificar algo los conceptos y a hablar de un bilingüism o en el que existe un solo sistem a de significaciones (bilingüism o com ­ puesto) y de o tro en el que existen dos sistem as de significaciones (bilingüism o coor­ dinado)i, sin que en tre ellos sea posible descubrir límites precisos. Los tres tipos de W einreich, p o r tanto, q u edarían reducidos a dos. P ara O sgood, las diferencias en tre estas dos clases de bilingües (coordinados y com puestos) nacen en el m om ento de la adquisición de los sistemas: parece que el b i­ lingüism o coordinado surge m ás fácilm ente cuando las lenguas se adquieren en con­ textos independientes, y el com puesto cuando la adquisición se produce en un mismo contex to .7 A h o ra bien, según los experim entos realizados p o r W allace L am bert y otros investigadores, el contexto no resulta tan im portante com o la experiencia m o­ nocultura! o bicultural de los individuos, que se considera decisiva a la h o ra de ad ­ q uirir las lenguas de una form a coordinada o de una form a com puesta.8 P o r eso con­ viene distinguir con claridad entre el concepto de bilingüism o y el de biculturalismo:9 aunq u e frecuentem ente van em parejados — cada lengua puede ser vehículo de ex­ presión de una cultura diferente: p o r ejem plo, el español y el n áhuatl en M éxico— no siem pre han de coincidir en una mism a situación o en un m ism o sujeto p orque p u e­ den existir situaciones de m onolingüism o bicultural y situaciones de bilingüism o prác­ ticam ente m onocultural. P or otra parte, m uchos investigadores han decidido dejar a un lado la dicotom ía coordinado-compuesto y han centrado su atención en un objeto no muy lejano, pero di­ ferente: el funcionam iento del léxico mental. É ste consiste en un conjunto de unidades o entradas en las que se recoge toda la inform ación lingüística (semántica, gramatical, fonológica) de cada elem ento léxico, así como la representación m ental y conceptual correspondiente. Las hipótesis planteadas hasta el m om ento se refieren a la posibilidad de considerar la presencia de un solo léxico o conjunto de entradas para las dos len­ guas (almacenado único) o de dos léxicos m entales diferenciados e independientes (al­ macenado doble). A nte la dem ostración, parcial, de la validez de am bas posibilidades, M. Paradis ha propuesto una solución interm edia que separa la m emoria semántica del léxico mental: los hablantes bilingües poseen una m em oria semántica, concebida como un sistem a conceptual único, que está conectada a dos almacenes léxicos y que se p u e ­ de activar a voluntad del hablante; existe, pues, una sola representación m ental, pero organizada de m odo diferente, según si se verbaliza una lengua u o tra .10 7. E. Osgood y T. Sebeok, Psycholinguistics. A Survey o f Theory and Research Problems, Baltimore, Waverley Press, 1954. 8. «The influence of language acquisition context on bilingualism», Journal ofA bnorm al and Social Psy­ chology, 56 (1958), pp. 239-244. 9. E. Haugen, Bilingualism in the Americas: a Bibliography and Research Guide, Alabama, University of Alabama Press, 1956. 10. M. Paradis, «Language and thought in bilinguals», The Sixth LAC U S Forum 1979,1980, pp. 480-494. Para todo ello, véase R. Appel y P. Muysken, Bilingüismo y contacto de lenguas, Barcelona, Ariel, 1986, pp. 112-121.

LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES

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L a doble interpretación del alm acenado del léxico m ental nos orienta al plan ­ team iento y la discusión de otro interesante asunto: ¿cómo funciona el bilingüismo en el individuo? ¿Las lenguas están totalm ente separadas a la h ora de la recepción y la producción de los m ensajes, o estos procesos funcionan sim ultáneam ente en cada len ­ gua? La recepción y producción lingüística de los bilingües se han explicado com pa­ rándolas con el funcionam iento de un interruptor eléctrico: la «teoría del interruptor único» defiende la existencia de un m ecanism o único que activa la recepción y p ro ­ ducción de una lengua, desactivando la otra. Pero esta teoría ha sido refutada en di­ versos m om entos y p o r num erosos especialistas que proponen el funcionam iento de un doble interruptor, uno para cada lengua, y que incluso han llegado a m edir el tiem ­ po que tarda un hablante bilingüe en accionar el «interruptor» correspondiente a la en trad a y salida de cada una de sus lenguas (m enos de 0,5 segundos).11 L a dem ostra­ ción de que no puede existir un solo interruptor se obtiene con la evidencia de que un bilingüe es capaz de en ten d er a una persona que habla en una de las lenguas m ientras em ite en la otra. N o obstante, todo lo relacionado con las teorías de los interruptores debe reconsiderarse dándole la im portancia que tiene, por su frecuencia y su d esarro­ llo, al fenóm eno denom inado cambio de código o alternancia de lenguas, en el que un hablante hace un uso alterno de las dos lenguas dentro del mism o discurso, de la m is­ m a oración e incluso de un mismo sintagm a, sin llegar a m ezclarlas (capítulo 15). C om o conclusión parcial de lo expuesto acerca de los tipos de bilingüismo, se debe destacar, en prim er térm ino, la dificultad de su establecim iento, sobre todo por lo que cuesta dem o strar em píricam ente cuándo se está ante una clase de bilingüism o y cuándo an te otra, y, en segundo térm ino, la utilidad de la tipología p ropuesta por W einreich. E n relación con este punto, cabe la posibilidad, sin em bargo, de fijar tipos m ás concretos de bilingüism o, que vendrían caracterizados p o r factores m uy diversos, com o la fam iliaridad que el h ablante tenga con cada una de las lenguas, las funciones y usos de las lenguas, tan to para el individuo com o para la com unidad en que se d e­ senvuelve, y la form a y el m om ento en que se ha adquirido el bilingüismo: las dos len ­ guas en la prim era infancia; u na en la familia, otra en la escuela; p o r cam bio de resi­ dencia; aprendizaje de una lengua extranjera. T odos estos factores p u eden dar lugar, p o r ejem plo, a un bilingüism o activo o a un bilingüismo pasivo, según la capacidad del h ab lan te para utilizar activam ente las destrezas lingüísticas en am bas lenguas (e n ­ tender, hablar, leer, escribir), en el prim er caso, o para en ten d er una de las lenguas (prim era destreza), en el caso del bilingüismo pasivo. A tendiendo a la definición de bilingüism o individual, según la cual el bilingüe ha de poseer una alta com petencia en dos lenguas que m aneja con sim ilar facilidad y eficacia, el bilingüismo, en su grado m ás desarrollado, sería un bilingüism o equilibrado, aunque resulta enorm em ente di­ fícil hallar un caso real en el que el equilibrio se m anifieste de form a perfecta.

El bilingüismo social E l bilingüism o es un fenóm eno que, adem ás de afectar al individuo, afecta a las sociedades, a las com unidades de hablantes. D esde este p u nto de vista, una com uni­ d ad bilingüe se pod ría definir com o aquella en la que se hablan dos lenguas o en la 11.

Véase R. Appel y P. Muysken, Bilingüismo y contacto de lenguas, ob. cit., pp. 118-120.

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

216

II

III

Tono claro: lengua A o lengua B; tono oscuro: lengua A + lengua B.

Fig. 12.2.

Formas de bilingüismo social representadas esquemáticamente.

que todos sus com ponentes o una p arte de ellos son bilingües. Tal definición in ter­ preta el bilingüism o colectivo com o subsidiario del bilingüism o individual, aunque tam bién es posible pensar que un individuo es bilingüe porque así se lo im pone la co ­ m unidad en la que vive, con lo que se entraría en un círculo sin salida. E n cualquier caso, parece claro que el bilingüism o — el individual y el colectivo— es una realidad en la que se implican estrecham ente factores psicológicos y factores sociales. Las form as de bilingüism o social más am pliam ente aceptadas son las que p re ­ sentan A p p el y M uysken y que se recogen en la figura 12.2.12 E stos especialistas se refieren a tres situaciones de bilingüism o social. E n la si­ tuación I, cada una de las lenguas es hablada p o r un grupo diferente; se trata de gru­ pos m onolingües que, al yuxtaponerse, constituyen una com unidad bilingüe y que re ­ q uieren la intervención de algunos individuos bilingües para com unicarse en tre sí: en las colonias europeas, p o r ejem plo, era frecuente que el grupo colonizador y el colo­ nizado llevaran una vida independiente en la que cada uno hacía uso de un vehículo de com unicación diferente. E n la situación II, todos o prácticam ente todos los h a ­ blantes serían bilingües; estas com unidades se p ueden encontrar hoy en la India o en num erosos países de Á frica. Finalm ente, la situación III recoge la coexistencia de un grupo m onolingüe, p o r lo general dom inante desde una perspectiva sociológica, y otro bilingüe, a m enudo m inoritario. E sta tipología, no obstante, tiene un carácter teórico, ya que rara vez se encuen­ tra una com unidad que se ajuste p o r en tero a uno de los esquem as: en la historia de los pueblos concurren circunstancias que hacen que cada situación sea un caso único e irrepetible, en el que se com binan de m anera m uy diversa factores históricos, cul­ turales, políticos y lingüísticos diferentes. Fijar unos tipos elem entales resulta, pues, relativam ente fácil, p ero descubrir esos m odelos teóricos en com unidades de habla reales resulta poco m enos que imposible. Según Siguán y M ackey, los factores históricos que suelen desem bocar en situa­ ciones de bilingüism o son los siguientes:13 a) Expansión. Procesos de expansión de unos pueblos p o r territorios en los que se habla o tra lengua. E n el m undo hispánico se han conocido num erosos casos: la expansión m usulm ana p o r la península ibérica, la colonización am ericana, filipina o africana. b) Unificación. Procesos de unificación política para la creación de grandes E stados. E sas unificaciones suelen estar guiadas p o r un grupo de p oder que tiende a 12. 13.

Véase R. Appel y P. Muysken, Bilingüismo y contacto de lenguas, ob. cit., pp. 10-11. Educación y bilingüismo, ob. cit., cap. 2.

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im poner o difundir sus hábitos lingüísticos y que es seguido social y lingüísticam ente p o r otros grupos. C uando en ese proceso se ofrece resistencia, sobre todo por parte de algún grupo m inoritario, p uede surgir un conflicto lingüístico, si bien en tales si­ tuaciones, en las que se crean dilem as sociales e individuales, es posible en co n trar ca­ sos de identificación con la lengua dom inante que pueden suponer la sustitución o el ab andono de la lengua m in o ritaria.14 B adía M argarit habla de bilingüism o am biental p ara referirse al bilingüism o que es consecuencia del contacto de dos lenguas, cuan­ do una de ellas, generalm ente la del E stado, tiene un carácter expansivo por su m a­ yor peso dem ográfico y cultural.15 c) Situaciones poseoloniales. Países o territorios independizados con p o bla­ ción lingüísticam ente diversa. M uchas colonias — en A frica, por ejem plo— se han construido sobre territorios que no tenían una unidad cultural ni una estructuración social com ún; m uchas fronteras nuevas se han trazado siguiendo criterios arbitrarios, sin te n e r en cuenta factores étnicos o culturales m uy relevantes. E n estos casos, la len­ gua colonizadora se ha llegado a transform ar en el instrum ento más apropiado para las relaciones internas, p ara las relaciones internacionales y p a ra la com unicación for­ m al y culta. E n las situaciones poscoloniales sigue siendo necesario el uso de la len­ gua colonial p ara m uy distintas funciones comunicativas. d) Inmigración. Países o ciudades que reciben grandes contingentes de inm i­ grantes que hablan una lengua distinta. E n estas circunstancias, los em igrantes p u e ­ den ocupar lugares m uy diferentes dentro de la com unidad receptora. A sí, en prim er lugar, es posible que se produzca una integración plena, provocando que las gen era­ ciones segunda o tercera ya no aprendan la lengua prim era de sus padres (valgan com o ejem plo los italianos o los polacos en E stados U nidos). E n segundo lugar, los inm igrantes p u ed en vivir en una situación de aislam iento geosocial, esto es, en barrios separados que dificultan la integración social (m uchas com unidades chinas en E sta ­ dos U nidos o en E uropa): aquí suele ser habitual el m antenim iento de la lengua prim era y su enseñanza de padres a hijos, así com o la aparición de bilingüism o para ciertas funciones. E n un tercer tipo de situación, los inm igrantes, aun pudiendo in te­ grarse, en cu en tran todo tipo de dificultades para hacerlo: diferencias de nivel cultu­ ral, dificultades económ icas; es el caso de m uchos hispanos en E stados U nidos. e) Cosm opolitism o. L ugares de contactos internacionales, p o r lo general co­ m erciales y económ icos. A lo largo de la historia, estos lugares bilingües han sido los p uerto s francos y, a m enudo, han favorecido el nacim iento de variedades mixtas. E n la actualidad, tam bién se incluyen aquí los centros de política internacional, las g ran­ des áreas turísticas o los puntos de paso obligado en las com unicaciones internacio­ nales. P ara concluir este epígrafe sobre bilingüismo social, es necesario añadir dos p re ­ cisiones de sum a im portancia. Prim eram ente, ha de valorarse que en las com unida­ des bilingües suele producirse un rep arto de los usos y funciones sociales de las len­ 14. Véase L. V. Aracil, Conflict Unguistique et normalisation linguistique dans l'Europe nouvelle, Perpignan, IRSCE, 1965; R. Ninyoles, Idioma y poder social, Madrid, Tecnos, 1972, pp. 140-155. Los dilemas lle­ van, según los planteamientos de estos autores, bien a una situación de auto-odio o alienación por parte de los individuos que se asimilan e identifican con la lengua y la cultura dominantes, bien al apoyo de un proce­ so de regulación y extensión social de la lengua minoritaria. 15. Mengua i cultura ais Paisos Catalans, ob. cit., p. 136.

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guas, lo q ue ha conducido a distinguir entre situaciones de bilingüismo y de diglosia, en ten d id a esta últim a com o una desigualdad funcional de las lenguas. E n esa desi­ gualdad están im plicados num erosos factores culturales (cultura predom inante - cul­ tu ra lim itada), sociopolíticos (grupo de pod er - grupo dom inado) y lingüísticos (dis­ tancia en tre las lenguas, inteligibilidad; difusión de la lengua, núm ero de hablantes en el m undo), así com o factores afectivos. A todo ello le prestarem os la atención que m erece en el capítulo dedicado específicam ente al fenóm eno de la diglosia. P or o tra p arte, no hay que perd er de vista que el uso social de dos o m ás lenguas viene d eterm inado m uy frecuentem ente por los ámbitos o dom inios en los que se m a­ neje cada una de ellas. A l referim os a la interacción com unicativa y a la conversa­ ción, tuvim os ocasión de p resen tar las afinidades y discrepancias que p resentan los conceptos de situación com unicativa y de ám bito o dom inio. Se decía allí que do m i­ nio (o ám bito) es un concepto algo más am plio que el de situación p orque suele in ­ cluir no sólo el lugar y el m om ento de la com unicación, sino tam bién los participan­ tes, los tem as y las condiciones pragm áticas; el dom inio se define com o un ám bito de uso lingüístico que es significativo social y funcionalm ente y que, a m enudo, está ins­ titucionalizado. Pues bien, en los estudios del bilingüism o suele ser de gran utilidad distinguir en tre ám bitos o dom inios públicos o form ales y ámbitos o dom inios priva­ dos o inform ales, pero tam bién es habitual el m anejo de una tipología m ás concreta; de hecho, existen investigaciones en las que se ha analizado el uso de dos lenguas te ­ niend o en cuenta los ám bitos siguientes: la familia, las am istades, la religión, la ed u ­ cación y el tra b a jo .16 E l uso de una lengua u otra en cada uno de los ám bitos suele venir determ in ad o por factores económ icos, culturales, sociales, políticos, religiosos o incluso afectivos.

E fectos y consecuencias del bilingüismo Señalábam os, al com enzar esta capítulo, que la convivencia o coexistencia de len­ guas afecta ta n to a las lenguas com o a los hom bres y que lo puede hacer de form a positiva o de form a negativa. D esde hace años se vienen discutiendo los efectos que el bilingüism o puede ten er o que de hecho tiene en individuos y sociedades, sus ven­ tajas e inconvenientes. P ara descubrir o dem ostrar sus efectos se han hecho n u m ero ­ sos estudios que no han im pedido, sin em bargo, que nuestros saberes sigan siendo en gran p arte inseguros y aún escasos. Para tratar este asunto, dividirem os los efectos del bilingüism o en sociales e individuales, y distinguirem os los que son ventajosos de aquellos que se pued en considerar com o desventajas. D esde un pun to de vista social, el bilingüismo puede acarrear algunas dificulta­ des: en ocasiones se entorpece o retrasa la integración en una cultura, en una com u­ nidad o en un grupo social, debido al dom inio de instrum entos lingüísticos que se in ­ terp re ta n com o ajenos y distantes. E n algunas sociedades, el bilingüism o es valorado com o una realidad transitoria, com o un estado hasta cierto p unto «anorm al» cuya n a ­ turaleza debe desem bocar en un definitivo m onolingüism o. E n tal circunstancia, los bilingües p ueden ten er algunos problem as de integración, que serán m ás agudos en

16. Así se hizo, por ejemplo, en el conocido estudio de Fishman, Cooper y Ma sobre la comunidad puer­ torriqueña de Nueva York (Bilingualism in the Barrio, Bloomington, Indiana University Press, 1971).

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situaciones de m inoría, donde el bilingüismo se considere un fenóm eno atípico. A h o ­ ra bien, esto no tiene p o r qué suponer siem pre una dificultad, dado que, con m ucha frecuencia y cada vez más, los límites que revelan la pertenencia a culturas, com uni­ dades o grupos distintos resultan bastante difusos. P or o tra p arte, las ventajas sociales que el bilingüismo rep o rta son evidentes, co­ m enzando p o r la facilidad p ara establecer las relaciones más diversas y, en general, p ara la com prensión y el conocim iento entre pueblos e individuos. C uando el bilin­ güism o supone h ab er adquirido una segunda lengua socialm ente reconocida o p resti­ giosa y esta adquisición es vista com o un enriquecim iento personal, se habla de bi­ lingüism o aditivo. Si, p o r el contrario, la adquisición de una segunda len g ua.respon­ de a una necesidad socioeconóm ica y com porta el alejam iento o el abandono de la prim era lengua y su sustitución p o r la nueva, estam os ante un bilingüism o sustractivo. E l prim ero recibe el aliento y el apoyo m aterial y afectivo de la com unidad: es el caso del francés que quiere ap ren d er alem án, del canadiense anglohablante que ap ren d e francés o del n orteam ericano anglohablante que aprende español com o se­ gunda lengua. Los hablantes en los que se da un bilingüismo sustractivo, en cam bio, ven cóm o se pierd en sus habilidades en la prim era lengua en beneficio de la segun­ da: es el caso de los inm igrantes turcos que trabajan en A lem ania, de los hispanos que em igran y se instalan en E stados U nidos o Canadá. D esde la perspectiva del individuo — desde un p u n to de vista psicológico— el bilingüism o pu ed e supo n er alguna desventaja. L a principal de ellas, en tre las d e­ m ostrables, es la de p o d e r afectar negativam ente a la personalidad de los hablantes cuando las condiciones sociales n o son favorables ni al m ism o bilingüism o ni a los individuos bilingües: si ser bilingüe es un rasgo estigm atizado en una com unidad, son com prensibles unos efectos psicológicos perniciosos, com o la anom ía: un sentim ien­ to de d esorientación personal, una sensación de aislam iento social que provoca an­ sied ad .17 A sim ism o, el uso p recario de, al m enos, una de las lenguas, denom inado sem ilingüism o, tam bién p u ed e ten er consecuencias negativas para el norm al desa­ rrollo de las actividades sociales del individuo sem ilingüe, si bien esas consecuencias negativas se derivan, en p arte, de considerar tal uso com o deficiente y no com o di­ ferente. Ju n to a estos efectos negativos dem ostrables en determ inadas circunstancias, hay otros de com probación m ás com plicada. Así, a principios de siglo se pensaba que el bilingüism o provocaba fracaso escolar y aum entaba los m alos resultados en los tests de inteligencia, pero los trabajos de L am bert dem ostraron lo contrario en cuanto a las pru eb as de inteligencia.18 T am bién se ha llegado a defender la hipótesis del equi­ librio, según la cual los individuos tienen una capacidad determ inada — lim itada— p ara el aprendizaje de lenguas: todo lo que se aprenda en una lengua puede lim itar la com petencia en la o tra lengua. Sin em bargo, frente a esta hipótesis, se ha podido dem ostrar que la enseñanza-aprendizaje de dos lenguas puede beneficiar a ambas. A la h o ra de reconocer las ventajas o efectos positivos del bilingüism o sobre el individuo, son num erosas las investigaciones que aportan pruebas válidas y rigurosas. Se ha dem ostrado, p o r ejem plo, que los bilingües pueden llegar a ten er una m ayor

17. H. Baetens Beardsmore, Bilingualism: Basic Principies, Clevedon, Multilingual Matters, 1982, p. 153. 18. W. F. Lambert y G. R. Tucker, Bilingual education o f children. The Sr. Lambert Experiment, Rowly, Mass., Newbury House, 1972.

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flexibilidad cognoscitiva y una gran capacidad de abstracción, que los beneficios se h acen p aten tes cuando se alcanza cierto nivel de dom inio de las lenguas19 y que, en general, es el bilingüism o el que incide sobre las habilidades cognoscitivas del indivi­ duo y no al contrario. D eb e tenerse presente, sin em bargo, que los perjuicios o b e­ neficios suelen subordinarse al poder de determ inación de factores sociales com o el nivel socioeconóm ico o del prestigio o el desprestigio de las lenguas.

Aspectos educativos del bilingüismo E l bilingüism o, ya se ha dicho, es un fenóm eno com plejo en el que se im plican factores lingüísticos, sociológicos y psicológicos, p ero que tam bién envuelve factores políticos y educativos. E n tre estos últim os reviste un especial interés to d o lo relacio­ nado con la educación bilingüe. Siguán y M ackey llam an educación bilingüe al siste­ m a educativo en el que se utilizan dos lenguas com o m edio de instrucción, de las cu a­ les, norm alm ente, una es la prim era lengua de los alumnos. Las características de la educación bilingüe varían según se m anifiesten distintos factores: los objetivos lin­ güísticos del sistem a educativo, el lugar de las lenguas en el currículum , la relación en tre la lengua del alum no y la utilizada en la enseñanza o la hom ogeneidad lingüís­ tica del alum nado. A ten d ien d o a los objetivos lingüísticos, un sistem a educativo puede buscar una com petencia plena del alum no en las dos lenguas o una com petencia plena en una lengua y lim itada en la otra; en este últim o caso, es frecuente que se utilice una de las lenguas com o m edio de introducción en la otra (lengua de la enseñanza). V eltm an ha distinguido dos m odelos de m antenim iento de lenguas que tienen su reflejo en los m odelos de enseñanza: en el prim ero de ellos, llam ado m odelo retentivo, se aprende una lengua p ara p o d er participar en ciertas actividades com unitarias, sobre todo la­ borales (p o r ejem plo, el aprendizaje del inglés en Q uebec, C anadá); en el segundo, m odelo subordinado, la lengua m inoritaria se elimina de la educación y ve cóm o su uso se restringe a ám bitos lim itados, generalm ente fam iliares y personales (por ejem ­ plo, el español de los hispanos en E stados U nidos).20 E n lo que se refiere al lugar que ocupan las lenguas en el currículum , cabe la p o ­ sibilidad de un rep arto equilibrado de las m aterias o bien de que una de las lenguas reciba una atención p referente, m ientras la otra ocupa un lugar secundario, q u ed án ­ dose lim itada, en una prim era etapa, a m aterias secundarias o sim plem ente com o len­ gua enseñada. D esde este p u n to de vista, Fishm an y Lovas han p ropuesto una clasi­ ficación de la educación bilingüe de cuatro categorías:21 en prim er lugar, una educa­ ción bilingüe transitoria, que consiste en utilizar la lengua m aterna para introducir al alum no en la segunda lengua (bilingüism o transitorio)-, en segundo lugar, una educa­ ción de m onoalfabetización, en la que la lengua m aterna solam ente se utiliza en las conversaciones y para enseñar ciertas asignaturas; en tercer lugar, una educación bi­ lingüe para en señ ar a leer y escribir en dos lenguas, pero utilizando la lengua m a te r­ 19. Véase J. Cummins, «The influence of bilingualism on cognitive growth: A synthesis of research findings and explanatory hypothesis», Working Papers on Bilingualism, 9 (1976), pp. 1-43. 20. Véase C. Veltman, The Retention o f Minority Languages in [he United States, Washington, D.C., Na­ tional Center for Education Statistics, 1980. 21. «Bilingual Education in Sociolinguistic Perspective», TESO L Quarterly, 4 (1970), pp. 215-222.

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na p ara la enseñanza de contenidos particulares (generalm ente relacionados con la vida del grupo m inoritario del que procede el alum no) y la segunda lengua para la enseñanza de asignaturas científicas (bilingüismo parcial); p o r últim o, una educación bilingüe en la que los contenidos se transm iten sin restricciones funcionales en n in­ guna de las dos lenguas (bilingüism o completo). A estos cuatro tipos podrían añadirse dos más, utilizados am bos p ara el m an te­ nim iento o la protección de lenguas m inoritarias. U no de ellos es la educación plura­ lista o de m antenim iento, que utiliza la lengua m aterna y m inoritaria com o m edio de instrucción general, m ientras la segunda lengua se aprende com o asignatura; este m o­ delo se da en aquellas circunstancias en que la lengua m aterna, aun siendo m inorita­ ria en un en to rn o m ás am plio, goza de prestigio y significación social en el en torno inm ediato, así com o de actitudes favorables d entro de la com unidad. E l o tro m odelo es el de la inmersión lingüística, que puede ad o p tar form as m uy diversas.22 E n térm inos generales, consiste en realizar toda la instrucción infantil y prim aria en una segunda lengua, aunque tam bién hay program as de inm ersión que se aplican a p a rtir de los últim os años de la enseñanza prim aria (inmersión tardía) y p ro ­ gram as de inm ersión parcial, que perm iten el uso de las dos lenguas en el aula o de la prim era lengua en unos períodos determ inados. Los program as de inm ersión to tal y tem prana escolarizan a los niños en la segunda lengua desde un prim er m om ento y exigen de los profesores que sólo usen esa segunda lengua; adem ás suelen aplicarse cuando los niños tienen com o p rim era lengua una lengua de prestigio o m ayoritaria: niños anglófonos p ara ap ren d er francés en Canadá. C uando los niños de una lengua m inoritaria son escolarizados en una lengua m ayoritaria sin ten er en cuenta para nada la lengua m aterna, se habla de enseñanza por sumersión. Los factores educativos m encionados hasta ahora se com plican cuando se atien ­ de a la relación en tre la lengua del alum no y la lengua principal de la enseñanza, p o r­ que p u ed e darse el caso de que una y otra coincidan, de que no coincidan y el siste­ m a p revea tal situación o bien de que no coincidan y el sistem a no se ocupe para nada de esa situación. A ello se agrega que el alum nado no siem pre es hom ogéneo lin­ güísticam ente: p u ed e h ab er centros bilingües con alum nos de una m ism a procedencia lingüística, p ero tam bién existen centros con alum nos de orígenes lingüísticos diver­ sos o de procedencia m uy heterogénea. E n todos estos casos es im portante valorar la distancia lingüística y cultural que existe entre los diversos grupos. L a existencia de factores tan num erosos y diversos hace que la educación bilin­ güe sea siem pre una tarea difícil de realizar y de aplicar, adem ás de m uy cara, tanto desde el p u n to de vista hum ano — es necesario contar con un profesorado bilingüe en su m ayor p arte y especializado en este tipo de educación— com o desde el p u n to de vista m aterial. P or eso la educación bilingüe está som etida a unas condiciones m uy di­ ferentes en cada país y en cada época, y por eso se aplica de form as m uy dispares, se­ gún los intereses políticos y las posibilidades de cada m om ento. P or otra parte, Glyn Lewis ha señalado com o dim ensiones internacionales de la educación bilingüe las siguientes:

22. Véase W. Lambert y G. R. Tucker, Bilingual education o f children. The St. Lambert Experiment, ob. cit. Véase también A. D. Cohén, A sociolinguistic approach to bilingual education: Experiments in the Am eri­ can South-West, Rowley, Mass., Newbury House, 1975.

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a) D im ensión demográfico-lingüística', distribución e incidencia del bilingüism o en las áreas urbanas y rurales; estatus sociológico de cada lengua en los países m ultilingües. b ) D im ensión de la actitud: las actitudes lingüísticas se pueden ver influidas po r factores geográficos, por las m igraciones y p o r la situación política y socioeconó­ m ica del país. c) D im ensión de los objetivos educativos: objetivos para las lenguas m ayoritarias y m inoritarias de cada territorio. d) D im ensión cultural: nivel de alfabetización y de urbanización de la p o b la­ ción; m ovilidad y contacto en tre grupos diferentes dentro de un territorio. Todas estas dimensiones, com o los factores antes com entados, hacen que en cada lugar la educación bilingüe adquiera una personalidad propia y que no sea com parable la educación bilingüe de Bruselas con la de Q uebec, ni la de A rgelia con la de la India. P ero aún m erecen destacarse dos problem as m ás ligados a la educación bilingüe; uno es p articular y el o tro general: se trata del problem a de la educación de los in­ migrantes y de la dificultad que supone la m edición del bilingüismo. Los problem as educativos que p resentan los inmigrantes, en cualquier país, son de una especial gravedad. A n te una situación de tales características, los gobiernos p u ed en seguir criterios que lleven a cum plir objetivos m uy diferentes, com o son faci­ litar el aprendizaje de la nueva lengua m ediante program as especiales (inm ersión lin­ güística, m odelo transitorio) o p erm itir la conservación de la lengua propia incluyen­ do su enseñanza en el currículum educativo, p o rque la consecución de un auténtico bilingüism o y biculturalism o, que potencie el dom inio equilibrado de las dos lenguas (la de los inm igrantes y la de la com unidad receptora) y la arm onía entre las dos cul­ turas, es m ás una utopía que un fin razonable. Los dos objetivos señalados requieren program as de enseñanza bilingüe y suelen resultar m uy costosos, sobre todo en los lu­ gares en los que el origen de los inm igrantes es m uy diverso o en los que ya existen situaciones, m ás o m enos com plejas, de m ultilingüismo: piénsese en los problem as que supone la form ación de nuevo profesorado o la adquisición del m aterial escolar adecuado. T al vez po r ello mismo, m uchos gobiernos deciden sim plem ente ignorar a esta población desde un pun to de vista educativo, ignorancia que sólo se transform a en preocupación, apresurada, cuando los grupos de inm igrantes adquieren unas p ro ­ porciones política y electoralm ente significativas. E n cuanto a la m edición del bilingüismo, es innegable que el éxito de un p ro g ra ­ m a de educación bilingüe depende, en gran p arte, del diagnóstico lingüístico que se haya hecho de los alum nos que a él se incorporan. Para hacer ese diagnóstico, para d eterm in ar el nivel de conocim ientos de una o más lenguas, es necesaria la aplicación de técnicas de m edición, en tre las cuales es el test la m ás utilizada. Son innum erables los tipos de tests existentes, pero, en líneas generales, p u eden clasificarse de la si­ guiente form a: a) Tests sobre la destreza del bilingüe en cada una de sus lenguas; se trata de establecer si los individuos son bilingües pasivos o bilingües activos y cultos. b) Tests sobre la com petencia lingüística, que buscan m edir la am plitud del vo­ cabulario, la capacidad de distinción fonológica o la com plejidad de las estructuras sintácticas construidas.

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c) Tests sobre la com petencia com unicativa, que se dividen en tres clases, según el aspecto que interese: sobre la com petencia com unicativa activa, sobre la com pe­ tencia com unicativa receptiva y sobre la com petencia sociolingüística.23 La aplicación de estos tests lingüísticos y de otros es im prescindible para una co­ rrecta organización de los program as bilingües.

R eflexiones y ejercicios 1. E n 1951, la U nesco convocó a un C om ité de E xpertos para estudiar el uso de las lenguas en la educación m undial y concluyó que hay que dar p rio rid ad a la len ­ gua que los niños utilizan m ás eficazm ente, p o r lo general su lengua m aterna, a la hora de organizar la enseñanza, especialm ente la prim aria: la lengua m aterna es el m ejor m edio p ara enseñar a un niño. ¿C ree usted que esta afirm ación tiene el m ism o valor cuando la lengua m aterna es m ayoritaria que cuando se trata de una lengua m i­ noritaria? ¿C ree usted que hay que anteponer los intereses del sistem a educativo de una com unidad a la conveniencia de que los niños reciban la instrucción prim aria en su lengua m atern a? ¿C ree usted que al relegar o al posponer la enseñanza-aprendi­ zaje de la segunda lengua se p uede perjudicar el proceso de adquisición de esta se­ gunda lengua y, p o r lo tanto, causar un posible perjuicio al niño? Lea y com ente los epígrafes 11.1 y 11.2 del libro de R. Fasold, L a sociolingüística de la lengua (M adrid, V isor, 1996, pp. 434-455). 2. D escriba, desde un pun to de vista sociológico, el bilingüism o social que se en cuentra en los siguientes países: C anadá, E stados U nidos, España, M arruecos. B us­ que inform ación sobre la situación de estos países en la bibliografía especializada (por ejem plo, R. W ardhaugh, Languages in competition, O xford, Blackwell, 1987). 3. A n o te y com ente qué factores sociales y lingüísticos valoraría a la h ora de elegir un colegio p ara sus hijos. ¿Preferiría un colegio bilingüe o m onolingüe? ¿Q ué tipo de form ación lingüística cree que sería la ideal para ellos? 4. Si ha realizado alguna vez una prueba de nivel o de conocim iento de un idio­ m a extranjero, ¿qué inconvenientes h a encontrado en este tipo de pruebas? ¿C ree que son suficientem ente fiables?

Orientaciones bibliográficas R ecom endam os, com o introducción y fuente de inform ación general sobre todos los asuntos relacionados con el bilingüismo, los libros de M. Siguán y W. F. M ackey, E ducación y bilingüism o (M adrid, Santillana/U nesco, 1986) y de R. A ppel y P. M uys­ ken, Bilingüism o y contacto de lenguas (B arcelona, A riel, 1986). T am bién es m uy útil 23. Véase F. Moreno Fernández, Sociolingüística en Estados Unidos. Guía bibliográfica-crítica, Málaga, Ágora, 1988, pp. 63-90.

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la lectura de la obra de R alph Fasold, L a sociolingüística de la sociedad (M adrid, V i­ sor, 1996). A sim ism o, son de consulta obligada la obra de W. F. M ackey, Bilingualisme et c o n ta d des langues (París, Klincksieck, 1976), la de F. G rosjean, L ife with two languages (C am bridge, H arv ard U niversity Press, 1982) y la de H. B aetens B eardsm ore, Bilingualism: Basic principies (Clevedon, M ultilingual M atters, 1982).

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C a p ít u l o 13

DIGLOSIA Entre muchas lenguas maternas que tienen estos indios, avía y ay treze lenguas diferentes unas de otras, aunque la mexicana es ge­ neral en todas ellas, por la introducción que hizieron los Reyes Mexicanos. A n t o n io V á z q u e z d e E s p in o s a , Com pendio y descripción

de las Indias Occidentales, 1630

La diglosia del griego y del árabe D u ran te p arte de los siglos xix y xx, el térm ino diglosia se utilizó p a ra hacer re ­ ferencia a la situación lingüística de G recia y al conjunto de situaciones que se viven en los países del m undo árab e.1 E n am bos casos, se trata de un uso funcional y so­ cialm ente diferenciado de dos variantes de una misma lengua. La lengua griega, tras el esplendor de la A ntigüedad clásica, siguió una evolución n atu ral que la llevó, com o a cualquier otra, al desarrollo y el cam bio de algunas de sus características lingüísticas. U na vez caído el Im perio bizantino, el griego pasó a ser la lengua de una cultura, la expresión de una civilización —la helenística— , que sobrevi­ vió a la dom inación otom ana, aun recibiendo una fuerte influencia del turco, hasta que en el siglo xrx volvió a convertirse en la lengua de una nación independiente. La situación m oderna del griego se ha caracterizado por la existencia de un con­ flicto lingüístico, agudo y difícil, en el que se han enfrentado, o yuxtapuesto, dos va­ riedades: p o r un lado, el griego vivo y m oderno, el que ha sufrido los mil avatares, cam bios e influjos que el tiem po le ha d eparado con su paso, el que habla la gente en la calle, el que conoce una división dialectal con rasgos que trazan fronteras en tre el n o rte y el sur, el este y el oeste de Grecia: el griego dem ótico (griego popular); por o tro, el griego culto y arcaizante, el de los usos form ales y solem nes, la variedad de la adm inistración, de la religión y de la prensa oficial, de la ciencia y la tecnología: el cazaréviisa (griego purificado, p u rista).2 Existen, pues, dos variedades a las que se les han asignado funciones distintas y cuyos usos sociales han llegado a ser considerados com o excluyentes. D esde finales del siglo xix, sin em bargo, esa dualidad lingüístico-funcional com enzó a rom perse form alm ente al producirse algunos hechos de singular im por1. Sobre los primeros usos de la palabra diglosia, véase M. Fernández, «Los orígenes del término di­ glosia. Historia de una historia mal contada», Historiographia Lingüistica, XXII (1995), pp. 163-195. 2. Suele transliterarse el nombre de esta variedad como katharévusa, katharevousa o katharevsa. Tiene relación con el griego clásico xaGagevo) ‘estar limpio, estar puro’.

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ta n d a : en esa época em pezaron a escribir en dem ótico algunas de las personalidades literarias m ás representativas, que abandonaron de form a expresa el uso del cazarévasa, adem ás, el dem ótico se introdujo en la escuela com o m edio de enseñanza, arrai­ gando, al p arecer, de una form a sólida puesto que, cuando en 1967 se introdujo de nuevo en la escuela el cazarévusa, el dem ótico ya era la única variedad utilizada en la enseñanza secundaria.3 E sta situación, consolidada a lo largo del siglo xx, ha favorecido enorm em ente la filtración de elem entos lingüísticos de una variedad a otra, así com o la confusión de algunas funciones sociocom unicativas. T an sólo parece claro, y no es que sea poco, que el cazarévusa es la variedad de los tribunales de justicia, de la legislación, del ejér­ cito y del m undo de la oficialidad escrita, m ientras que el dem ótico es la lengua de la com unicación cotidiana, pero tam bién de la literatura y de la cultura en general. E l uso del dem ótico ha estado asociado a los niveles sociales populares, más populistas, e incluso a los grupos políticos extrem istas, p ero esta creencia se ha ido debilitando conform e la variedad se ha ido extendiendo en la sociedad y a m edida que se ha ido im pregnando del prestigio de la cultura. La lengua hablada h a acusado intensam ente el intercam bio y la m ezcla de elem entos de las dos variedades — no tan to la lengua escrita— y p o r ello se pu ed e decir que entre una y otra actualm ente no hay unos lí­ m ites evidentes, ni lingüísticos ni funcionales.4 La situación lingüística de los países del m undo árabe tiene algunos puntos en com ún con la del griego. E l árabe p rocedente de los dialectos de A rab ia fue la ex­ presión de un pueblo y de una cultura de prim er orden, que floreció y se extendió con el Islam de u n a form a poderosa, de Irak a M arruecos. E n el siglo xm , B agdad pasó a m anos de los turcos p o r prim era vez y a ellos estuvo tam bién som etida desde el si­ glo x v hasta la invasión del n o rte de Á frica p o r p arte de N apoleón. D u ra n te esos lar­ guísim os períodos, el árabe, sus variedades habladas, siguieron su evolución natu ral en un proceso de fuerte dialectalización y de incorporación de elem entos y usos de lenguas m uy diversas, em pezando lógicam ente p o r el turco y continuando, p o r ejem ­ plo, con el español, en las hablas m ás occidentales. Esas variedades constituyen el árabe dialectal correspondiente a cada una de las regiones de A sia y Á frica en que se habla. A l m ism o tiem po, el carácter religioso de la lengua del C orán garantizó la su­ pervivencia de una variedad form al, reservada para la religión y la literatura, en d e­ finitiva p a ra la lengua escrita, y que se conoce con el nom bre de árabe clásico. U n a vez expulsado N apoleón del n o rte de África, M ehm et Alí, bajá de Egipto, y sus sucesores iniciaron un am bicioso plan de m odernización que quisieron com patibilizar con el resurgim iento de la lengua árabe, p ero fueron las lenguas europeas, sobre todo el inglés y el francés, las que sirvieron de m edio de com unicación de las relaciones internacionales, de la enseñanza superior y, sobre todo en la época de los pro tecto rad o s, de la política, la econom ía y la adm inistración. M uchos países arabófonos han vivido desde esta época una situación en la que el árabe dialectal se utili­ za p ara la com unicación fam iliar y cotidiana, el árabe clásico para la religión y el fran­ cés o el inglés p a ra la vida oficial y la com unicación escrita.

3. Véase R. Fasold, La Sociolingüística de la sociedad, Madrid, Visor, 1996, pp. 102-104. La traducción es de M. España y J. Mejía. 4. Véase R. Browning, «Greek diglossia yesterday and today», Internationa! Journal o f the Sociology od Language, 35 (1982), pp. 49-68.

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E n el proceso de p aulatina m odernización del árabe fueron decisivas la aparición del p rim er periódico publicado en esa lengua ( W adi-el-Nil) — que ejerció una notable influencia social— , la introducción del árabe en la enseñanza secundaria y la creación de la A cadem ia F u ’ad I de la L engua Á rabe, m uy im portante, ju n to a la universidad egipcia, en el proceso de actualización científica y técnica de la lengua. T odo ello ha favorecido la difusión social de ese árabe actualizado y su progresiva inclusión en los planes de enseñanza superior. P aralelam ente, esa variedad escrita y culta de árabe norm ativo y m o d ern o se ha ido oficializando en los distintos países árabes, apoyada en un sentim iento de unificación político-religiosa y de afirm ación de la personalidad islám ica frente a la influencia europea. T odo esto ha llevado a una situación que varía de un país a otro, pero que, en lí­ neas generales, se caracteriza p o r el uso familiar del árabe dialectal o coloquial de cada área (aljamía), el uso de una lengua europea (inglés o francés) como instrum ento de la com unicación form al, de la form ación superior y de diferentes tipos de contactos in ter­ nacionales, y el uso de un árabe norm ativo — tam bién llam ado clásico ( ‘al-fusha)— que se va im plantando en la enseñanza y en la vida pública y oficial, adem ás del uso reli­ gioso del árabe coránico, y de otras lenguas, como el bereber, en ciertos territorios. T an to en el caso de G recia com o en el de los países árabes, apreciam os la exis­ tencia de situaciones sociolingüísticas en las que una variedad de una lengua se m a­ neja principalm ente para la com unicación fam iliar y cotidiana y o tra variedad de la m ism a lengua se usa p ara la com unicación form al, escrita y culta: en el caso de G re ­ cia, el dem ótico y el cazarévusa; en el caso del m undo árabe, el árabe dialectal o co­ loquial (aljamía) y el árab e norm ativo o clásico ( ‘al-fusha). A estas situaciones se les ha d ado el n om bre de diglosia. C om o ha dem ostrado M auro Fernández, la form a diglosia, en francés y en grie­ go a finales del siglo xix, se utilizaba para hacer referencia a dos variantes de una m is­ m a lengua y no tenía el significado de ‘bilingüism o’, acepción desarrollada m ucho des­ pués. L a form a griega ói^XoooLa rem itía antes que nada a la propia situación griega, de m odo que en las postrim erías del xix no se usaba para designar el bilingüism o en general, sino que se aplicaba a algo que les ocurría a los mism os griegos: disponer de una lengua escrita con una form a m uy distinta de la lengua hablada n o rm alm ente.5

D elim itación teórica del concepto de diglosia Q uando [los nobles] ¡van a governar a Asia, o en Grecia, por lei se les vedava que en publico no hablassen sino en latín: mandándosles que en juicio no consintiessen usarse otra lengua, aunque uviessen de ayudarse de interprete, los que no lo sabían. A m b r o s io d e M o r a l e s , Discurso sobre la lengua

castellana, C órdoba, 1585

C harles Ferguson publicó en 1959 uno de los artículos más im portantes de la so­ ciología del lenguaje: «Diglossia».6 D esde esta fecha, han visto la luz centenares de 5. M. Fernández, «Los orígenes del término diglosia. Historia de una historia mal contada», art. cit., p. 165. 6. Word, 15 (1959), pp. 325-340. Trad. al esp. «Diglosia», en P. Garvin y Y. Lastra, Antología de etnolingiiística y sociolingüística, México, UNAM, 1984, pp. 247-265.

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trabajos que recogen, com entan, ejem plifican, am plían, discuten o aplican el concep­ to definido p o r Ferguson, creando en m uchas ocasiones una im agen algo confusa de sus lím ites teóricos.7 E n ese artículo, Ferguson se preocupa p o r las com unidades lingüísticas en las que los hablantes usan dos o más variedades de la mism a lengua para fines o con funcio­ nes diferentes. Ferguson intenta exam inar cuidadosam ente una situación sociolin­ güística en la que dos variedades de una lengua coexisten en todo el ám bito de la com unidad, teniendo que cum plir cada una de ellas una función definida. A esta p a r­ ticular situación la denom ina diglosia, aunque el propio autor reconoce que en algu­ nas lenguas se utiliza el térm ino bilingüismo en ese mism o sentido. La definición de F erguson es la siguiente: ig l o s ia es una situación lingüística relativamente estable en la cual, además de los dialectos primarios de la lengua (que puede incluir una lengua estándar o es­ tándares regionales), hay una variedad superpuesta, muy divergente, altamente co­ dificada (a menudo gramaticalmente más compleja), vehículo de una considerable parte de la literatura escrita ya sea de un período anterior o perteneciente a otra comunidad lingüística, que se aprende en su mayor parte a través de una enseñanza formal y se usa en forma oral o escrita para muchos fines formales, pero que no es empleada por ningún sector de la comunidad para la conversación ordinaria.8

D

La variedad superpuesta, escrita y form al, recibe el nom bre de «variedad alta» (A ) y la variedad em pleada p ara la conversación ordinaria, el de «variedad baja» (B). Ferguson p one un interés especial en n o confundir estas situaciones con aquellas en las que conviven una lengua o variedad norm ativa (estándar) con sus dialectos regio­ nales o sociales. A u n q u e es cierto que el uso de una variedad norm ativa y una dia­ lectal puede aproxim arse en algunas com unidades a la típica situación de diglosia, lo norm al es que la distancia entre am bas variedades sea m ucho m enor y que A no q u e­ de excluida com o m edio de conversación ordinaria. La definición de Ferguson fija una serie de condiciones para la existencia de la diglosia, condiciones que aluden a la codificación, al uso y a la función de las varie­ dades A y B. Tales condiciones afectan a un total de nueve aspectos y h an sido ex­ plicadas con detalle en el estudio de 1959 al que nos estam os refiriendo. Los aspec­ tos im plicados son los siguientes: la función, el prestigio, la herencia literaria, la ad­ quisición, la estandarización, la estabilidad, la gramática, el diccionario y la fonología. Para ejem plificar el m odo en que esos factores distinguen una variedad A y una variedad B, Ferguson recurre a cuatro situaciones lingüísticas. U n a de ellas es la si­ tuación del árabe en E gipto, en la que el árabe norm ativo o clásico sería la variedad superpuesta (llam ado ‘al-fusha,’il-fasih o in-nahawi) y el árabe egipcio popular, la va­ riedad baja (al-’am m iyyah o ’ad-darij). La segunda es la situación del germ ano suizo, fru to del aislam iento político y religioso de Suiza respecto de los grandes centros de difusión y norm ativización de A lem ania: en esta situación se encuentran, com o va­

7. Véase A. Hudson, «Diglossia: a bibliographic review», Language in Society, 21 (1992), pp. 611-674. También M. Fernández, Diglossia: A comprehensive bibliography 1960-1990 (and supplements), Amsterdam, John Benjamins, 1993. 8. Ofrecemos la traducción de Joaquín Herrero, que aparece en la versión en español recogida en la an­ tología de Garvin y Lastra (p. 260).

i

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ried ad A , el alem án culto y norm ativo (Schriftsprache, H ochdeutsch o H oochtüiitsch) y, com o variedad B, el alem án suizo (Schwizerdeutsch o Schwyzertüiltsch). E n tercer lugar, Ferguson com enta la situación del criollo haitiano, en la que el francés se usa com o variedad form al A y el criollo (creóle), com o variedad B. E n cuarto lugar se m aneja la situación griega que enfrenta el cazarévusa al demótico. D e estas cuatro situaciones, las que m ás se ciñen a la definición del propio F e r­ guson son la árabe y la griega, p ero no tanto la haitiana y la suiza: en el prim er caso, p o rq u e n o está tan claro que francés y créole sean variedades de una m ism a lengua (el créole es una lengua criolla, com o su propio nom bre indica, producto de un p ro ­ ceso de m ezcla, de pidginización); en el segundo caso, porque el H ochdeutsch y el Schwizerdeutsch establecen una relación prácticam ente de «lengua norm ativa - dia­ lecto», que el pro p io Ferguson quiso desm arcar de las situaciones diglósicas. Pero, por m ás obvios que sean estos inconvenientes teóricos, lo cierto es que Ferguson ha m a­ nejado las cuatro situaciones p ara ilustrar el m odo en que se m anifiestan las v arieda­ des A y B. V eam os en qué consisten los requisitos o factores que aparecen en las si­ tuaciones diglósicas. 1. Función. E n tre A y B se da un rep arto de funciones, de m odo que en unas situaciones, en ciertos ám bitos o dom inios, sólo A es apropiada y en otras sólo B lo es, produciéndose una superposición m uy leve de estos grupos.9 E l uso de A es a p ro ­ piado en los serm ones de la iglesia o la m ezquita, en las cartas, en los discursos polí­ ticos, en los debates parlam entarios, en las conferencias universitarias, en los m edios de com unicación escritos y hablados o en la poesía. E l uso de B es apropiado en la transm isión de órdenes a em pleados, obreros o subalternos, en las conversaciones fa­ m iliares o am istosas, en las com edias, en las caricaturas o en la literatu ra folclórica. E ste re p a rto puede llegar a estar tan arraigado en una com unidad, que el uso de A o B en ám bitos y con funciones im propios puede resultar absolutam ente ridículo y, des­ de luego, perjudicial p ara los protagonistas de la transgresión. 2. Prestigio. Los m iem bros de la com unidad diglósica están de acuerdo en que la variedad A es superior o m ás prestigiosa que la variedad B. E l desprestigio de B fren te a A hace que m uchos hablantes nieguen incluso la existencia de B d en tro de su com unidad o que afirm en no saber hablar su lengua, por B. La variedad su p er­ pu esta es considerada a m enudo com o más bella, lógica, profunda e im portante; no en vano se leen en A el C orán o la Biblia. 3. Herencia literaria. E n las cuatro situaciones que sirven de referencia a F e r­ guson existe un corpus literario im portante escrito en A , a veces de una notable a n ­ tigüedad. E n esa circunstancia, com o ocurre sobre todo en griego o en árabe, los es­ critores m odernos p ueden recoger y usar form as y giros lingüísticos propios de otras épocas. U n signo claro de debilitam iento de las situaciones diglósicas puede ser el uso de B com o lengua de la literatu ra y de la cultura en general, com o ha ocurrido en G recia d urante el últim o siglo. 4. A dquisición. L a variedad B, utilizada para la com unicación en tre adultos y niños y en tre los mism os niños, se adquiere com o lengua m aterna. Los niños tienen un acceso bastan te parcial a A , variedad que sólo se adquiere m ediante un proceso de enseñanza-aprendizaje en la educación form al, ya sea en las escuelas estatales o 9.

La situación actual del griego está conociendo un aumento de estos solapamientos.

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religiosas, ya sea de m odo privado. E sta diferencia en el m odo de adquisición o aprendizaje de las lenguas hace que el hablante se sienta m ás seguro y dom inador de la variedad B y que la gram ática de A sea aprendida y entendida com o un conjunto de norm as o reglas que hay que acatar. 5. Estandarización. U n proceso de estandarización supone la elaboración de gram áticas, diccionarios, prosodias, ortografías y libros de estilo, entre otras obras que facilitan el estudio y el conocim iento de la variedad A. E stos trabajos contribuyen de m o d o im po rtan te a que A se m antenga den tro de unos límites de variación pequeños. T ales obras, en cam bio, o no existen p ara B o han sido redactadas m uy recientem en­ te, a veces en otras lenguas y p o r autores ajenos a la com unidad. P o r ello es relativa­ m en te frecuente que B ofrezca subvariedades internas de naturaleza geolingüística y sociolingüística y que los hablantes de B se vean obligados a utilizar la subvariedad m ás hablada o la utilizada en los centros de m ayor prestigio: el árabe de la ciudad de E l Cairo, p o r ejem plo, es punto de referencia obligado para los hablantes de todo E gipto, lo que supone de hecho la necesidad de aprender A (árabe norm ativo) y el B m ás h ab lad o (árabe de E l Cairo); el dem ótico de A tenas sirve de referencia en la difusión de una variedad B general en G recia. 6 . Estabilidad. Según Ferguson, la diglosia ni es sum am ente inestable ni tien­ de a cam biar hacia una situación lingüística m ás estable: en m uchos casos h a p e r­ sistido d u ran te una im portante cantidad de siglos. L a tensión originada p o r una si­ tuación diglósica a lo largo del tiem po se ve parcialm ente paliada p o r la aparición de subvariedades mixtas (form al-coloquial) o en las que B incorpora elem entos p roce­ den tes de A. Las subvariedades m ixtas y las filtraciones de A en B, ju n to a la indiscrim inación p aulatina de funciones, constituyen un paso decisivo p a ra la elim inación de una diglosia: el ejem plo de la G recia actual p uede ser suficientem ente ilustrativo.10 7. Gramática. La gram ática perm ite m arcar unas diferencias ostensibles entre la v ariedad baja y la superpuesta. Señala Ferguson que A posee unas categorías g ra­ m aticales ausentes en B y que suele ten er un sistem a de flexión de nom bres y verbos que se reduce o desaparece com pletam ente en B. 8. Diccionario. A u nque A y B com parten una porción m uy im portante del vo­ cabulario — con variaciones form ales o sem ánticas— , en las situaciones de diglosia es frecuente que A cuente con un léxico técnico, culto, especializado del que no dispo­ ne B, dado que no se m aneja p ara la expresión de ciertos contenidos. D el m ism o m odo, la v ariedad B dispone de una serie de elem entos léxicos y fraseológicos, refe­ ridos a aspectos populares, íntim os o fam iliares, que no se dan en A . Pero, ju n to a es­ tas tres posibilidades (léxico com partido, léxico específico de A , léxico específico de B) existe otra, no m enos interesante. Ferguson la explica así: U n hecho sorprendente de la diglosia es la existencia de muchos pares de vocablos, uno de A y otro de B, referidos a conceptos claramente comunes en A y B, don­ de el rango de significado de los dos vocablos es aproximadamente el mismo, y el uso de uno u otro marca inmediatamente la expresión oral o escrita como A o B. Por ejemplo, en el árabe la palabra A para ‘ver’ es ra’a, la palabra B es saf. La pa­ labra ra’a nunca aparece en la conversación ordinaria, y sa f no se usa en la escri­ tura normal arábiga. Si por alguna razón se cita en la prensa una noticia en la que

10.

Véase R. Fasold, La sociolingüística de la sociedad, ob. cit., pp. 102-104.

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231

se usa saf, es reemplazada por ra’a en la cita escrita. En griego la palabra A para ‘vino’ es [oinos], la palabra B es krasí. En el menú estará escrito [oinos], pero el cliente pedirá krasí al cam arero.11 9. Fonología. Las fonologías de A y de B pueden ser m uy cercanas, com o ocu­ rre en griego, m o d erad am en te diferentes, com o en árabe o en criollo haitiano, o m uy divergentes, com o en el caso del alem án de Suiza. Sin em bargo, F erguson considera que es posible h acer dos afirm aciones. La prim era de ellas sostiene que los sistem as de sonidos de A y B constituyen una estructura fonológica simple cuyo sistem a bási­ co es la fonología de B, m ientras los hechos divergentes de A form an un subsistem a. La segunda m atiza que, si A incluye fonem as que no se encuentran en B, los fone­ m as de B suelen sustituirlos en el uso oral de A. F erguson concluye su artículo ofreciendo un pronóstico sobre las cuatro situa­ ciones m anejadas com o ejem plos y para los dos siglos siguientes: prevé una estabili­ dad relativa en el caso del germ ano suizo, un lento desarrollo hacia varias lenguas es­ tándares, cada una basada en una variedad B, para el árabe, un lento desarrollo h a­ cia un variedad unificada de B, basada en el habla de P uerto Príncipe, p a ra H aití, y un com pleto desarrollo hacia una variedad unificada y basada en la variedad B de A ten as, con elem entos léxicos de A , en el caso del griego. D e estas situaciones, la de m ás difícil pronóstico es, sin duda, la del árabe.

Lenguas y dialectos como variedades A y B en situaciones diglósicas Los trabajos de Jo h n J. G um perz y de Joshua Fishm an, especialm ente del se­ gundo, h an am pliado el concepto de diglosia propuesto por Ferguson. D ebe tenerse en cuenta, sin em bargo, que el propio Ferguson, al adm itir sin apenas reservas com o m uestras válidas de diglosia los casos de H aití y de Suiza, ya dejó e n treab ierta la p o ­ sibilidad de esa am pliación conceptual.12 Los estudios de G um perz no m uestran una preocupación especial por el con­ cepto m ism o de «diglosia», sino que sim plem ente describen situaciones sociolingüís­ ticas en las que hay una variedad estandarizada o de prestigio y otra popular, ya sean lenguas diferentes, dialectos de una misma lengua o variedades de una lengua fun­ cionalm ente diferenciadas. A Fishm an hay que atribuirle, principalm ente, la resp o n ­ sabilidad de h ab er divulgado el concepto de diglosia que hoy m aneja la sociología del lenguaje; según esta interpretación, h ab rá diglosia siem pre que existan dos v arieda­ des lingüísticas — ya sean dialectos, registros o variedades de la m ism a lengua, ya sean lenguas d ife re n te s- - a las que se les asignan funciones distintas dentro de una com u­ nidad de habla. R ecuérdese que Ferguson habla de diglosia cuando se trata de dos v ariedades de la m ism a lengua. R alp h Fasold, después de analizar los problem as que plantean las situaciones en 11. «Diglosia», en P. Garvin y Y. Lastra, Antología de estudios de etnolingiiística y sociolingüística, 2.a ed., México, UNAM, 1984, p. 257. El texto en inglés de Ferguson usa inos [í/c] para ‘vino’. 12. Véase J. J. Gumperz, «Types of Speech Community», Anthropological Linguistics, 4 (1962), pp. 2840; J. Fishman, Sociología del lenguaje, Madrid, Cátedra, 1979, pp. 120-133.

232

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE Cuadro

13.1.

Relación lingüística

Lenguas diferentes Dialectos divergentes Diferencias estilísticas

S u b tip o s de diglosia am plia, seg ú n R. F asold Subtipo de diglosia amplia

Bilingüismo compuesto Diglosia clásica Cambio estilístico

las que conviven una variedad norm ativa y varios dialectos y las situaciones en las que son m ás de dos las variedades implicadas, tam bién se m uestra partidario de elim inar las restricciones propuestas p o r Ferguson y de m anejar una definición am plia de di­ glosia, que debería en tenderse en los siguientes térm inos: La d ig l o s ia a m p l ia consiste en reservar los segmentos más estimados del reper­ torio lingüístico de una comunidad (que no son los primeros que se aprenden, sino que se aprenden más tarde y más conscientemente, normalmente en la educación formal) para las situaciones que se sienten como más formales y distantes, y re ­ servar los segmentos menos valorados (que son los primeros que se aprenden, con poco o ningún esfuerzo consciente), los cuales pueden tener cualquier grado de re ­ lación lingüística con los segmentos más valorados (desde diferencias lingüísticas hasta ser diferentes lenguas), para las situaciones percibidas como más informales e íntimas.13 La definición de Fasold es válida incluso para aquellas situaciones en que se uti­ lizan m ás de dos lenguas o variedades, p ero aun así el au tor prefiere seguir hablando de diglosia, p o r la tradición del térm ino y por in terp retar el prefijo di- com o referido a dos extrem os de una línea continua que va de la form alidad a la intim idad del uso lingüístico, y no referido a dos variedades lingüísticas. N o obstante, Fasold no es p artid ario de arrinconar el concepto de «diglosia clásica» de F erguson y propone in terp retarlo com o p unto m edio de una escala de diglosia amplia que iría desde las situaciones en que se usan lenguas diferentes (bilingüismo superpuesto) hasta las si­ tuaciones en que las diferencias en tre variedades son solam ente estilísticas ( variación o cam bio estilístico) (cuadro 13.1). P artiendo de una in terpretación am plia de la diglosia, G uillerm o R ojo ha p ro ­ puesto el concepto de «diglosia de adscripción». La propuesta se refiere a las situ a­ ciones en que las lenguas no coexisten en todo el ám bito de una com unidad, esto es, cuando ciertos estratos de la com unidad em plean fundam entalm ente un sistem a lin­ güístico y otros estratos utilizan un sistem a diferente: cada grupo utiliza el sistem a que le es pro p io en todos los ám bitos y para todas las funciones.14 E n estos casos, la len ­ gua utilizada en los ám bitos m ás form ales y prestigiosos suele ser la de los estratos superiores, dadas las lim itadas posibilidades sociales de los estratos inferiores; p o r esta razón, m ientras la variedad A sirve para cualquier ám bito, la variedad B sólo se utiliza, de hecho, en las situaciones y contextos m enos formales.

13. La sociolingüística de la sociedad, ob. cit., p. 100. 14. Véase «Conductas y actitudes lingüísticas en Galicia», Revista Española de Lingüística, 11 (1981), pp. 269-310. Del mismo autor, «Diglosia y tipos de diglosia», Philologica Hispaniensia in honorem Manuel A l­ var, vol. 2, Madrid, Gredos, 1985, pp 603-617.

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233

P ara G uillerm o Rojo, la distinción entre una diglosia de adscripción y una diglo­ sia fu n cio n a l pu ed e ser m uy útil p ara en ten d er la relación entre los conceptos de «di­ glosia» y de «conflicto». Según R ojo, los autores que tienden a considerar la diglosia com o u na situación estable y desvinculada del conflicto se centran en casos de diglo­ sia funcional; p o r el contrario, los autores que tratan de m ostrar la inestabilidad cons­ titutiva de la diglosia y su vinculación al conflicto lingüístico se centran en casos de diglosia de adscripción, en los que se cuestionan las norm as de em pleo de las lenguas. La diglosia funcional n o tendría un carácter conflictivo porque supone la aceptación de unas norm as reguladoras del uso de las lenguas; el conflicto surgiría precisam ente con el ab andono de tales norm as. La diglosia, concebida de una form a am plia, deja m ás lugar a los cam bios, a la inestabilidad, que la diglosia de Ferguson, y los cam bios se detectan p o r las filtracio­ nes en tre las funciones de las variedades, por la mezcla o el trasvase de elem entos de una variedad a otra o p o r la alternancia de lenguas en el discurso de un m ism o h a ­ blante. A dem ás, com o ha señalado López M orales, la variación inherente a toda len­ gua n atu ral tam bién puede suponer una ru p tu ra del binarism o de la diglosia: prim e­ ro p o r la variación diastrática (sociolectos de B), después por la variación diafásica.15 L ópez M orales ha p ropuesto distinguir tres niveles de estratificación sociocultural: la estratificación social débil, m ucho m ás com pleja en la sociedades m ultilingües que en las m onolingües, se produce cuando existen diferencias cuantitativas, p ero no de in­ ventario, en tre los sociolectos de una lengua o de un dialecto dados; la estratificación intermedia perm ite opo n er los códigos restringidos y los códigos elaborados; la estra­ tificación extrema correspondería a las situaciones de diglosia.16 A lgunos lingüistas h an criticado la am pliación del concepto a los casos en que concurren una lengua norm ativa y sus variedades dialectales: tal am pliación ha sido calificada de lam entable p o r H udson, dado que en esas condiciones todas las com u­ nidades, salvo m uy raras excepciones, serían diglósicas;17 en esta m ism a línea de p en ­ sam iento, L ópez M orales, que adm itiría la validez de la am pliación del concepto des­ de un p u n to de vista pu ram en te sociológico, considera inaceptable que se am algam en fenóm enos diferentes en su naturaleza lingüística y se em pobrezca y trivialice el co n ­ cepto de diglosia.18

Bilingüismo y diglosia E l concepto de diglosia divulgado por Fishm an — uso de dos variedades lingüís­ ticas, de cualquier tipo, con funciones diferentes— parte de la base de que el bilin­ güism o es una caracterización de la versatilidad lingüística del individuo, m ientras la diglosia es una caracterización de la ubicación social de las funciones p ara diferentes lenguas o v ariedades;19 dicho de otra form a, si el bilingüismo puede ser considerado com o un atrib u to del individuo, la diglosia se define com o una característica de las sociedades, de las com unidades de habla. A h o ra bien, en el m om ento de establecer 15. 16. 17. 18. 19.

Estas rupturas son la norma general en el caso de las hablas criollas. Sociolingüística, 2.a ed., Madrid, Gredos, 1993, pp. 52-83. La sociolingüística, Barcelona, Anagrama, 1981, p. 65. Sociolingüística, ob. cit., p. 76. Sociología del lenguaje, ob. cit., p. 129.

234

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE Diglosia

+

(5

Fig. 13.1.

1

2

Diglosia y bilingüismo

Bilingüismo sin diglosia

3

4

Diglosia sin bilingüismo

Ni bilingüismo ni diglosia

R elaciones entre b ilin g ü ism o y diglosia según J. F ishm an.

los tipos de relación que podrían m an ten er bilingüismo y diglosia, Joshua Fishm an transform a el concepto de bilingüism o en un atributo social, tan social com o la di­ glosia, y lo define com o el dom inio, p o r p arte de una sociedad, tanto de (una lengua) A com o de (una lengua) B; cuando se produce una distribución funcional de A y B se estaría ante un caso de diglosia. P artien d o de estas definiciones, Fishm an distingue cuatro tipos de relaciones en ­ tre el bilingüism o y la diglosia, tipos que se recogen en la figura 13.1. C om o ejem plo de la situación 1 (diglosia y bilingüism o), se suele p resen tar el caso del español y el guaraní en Paraguay, país en el que una gran parte de la po b la­ ción sabe h ablar A y B, y en el que A es el español y B el guaraní.20 La situación 2 (bilingüism o sin diglosia) tiende a ser transitoria, pues caracteriza a las sociedades que viven cam bios sociales rápidos o un im portante desarrollo social: son las com unida­ des industrializadas occidentales que reciben una gran cantidad de inm igrantes; son las sociedades que incorporan m ano de obra barata de otros lugares para im pulsarse socioeconóm icam ente. C onform e van naciendo las nuevas generaciones de la po b la­ ción trasplantada, la lengua de la com unidad receptora se va expandiendo y ad en ­ tran d o en los hogares de los inm igrantes. L a situación que recibe el núm ero 3 (diglosia sin bilingüismo) exige traducciones que hagan posible la com unicación en tre dos grupos sociales im perm eables, de acce­ so m u tu o m uy restringido: es el uso de una lengua A por parte de un grupo selecto, elevado, y de la lengua B p o r p arte de los grupos populares. E sta situación es propia de sociedades económ icam ente subdesarrolladas y socialm ente estáticas: supuesta­ m ente, fue el caso de la R usia de los zares, con una clase alta usuaria del francés y un p ueblo h ablante de ruso, o de todas aquellas com unidades cuyos dirigentes m an e­ ja n una lengua internacional para la com unicación exterior e interna, m ientras los grupos poco poderosos utilizan lenguas indígenas, carentes m uchas veces de tradición escrita. Las situaciones sin diglosia ni bilingüismo son definidas por Fishm an com o m ás teóricas que reales, pues corresponden a com unidades aisladas, m uy pequeñas, que antes o después o bien desaparecen o bien se ven afectadas p o r la exogam ia o p o r la diversificación interna. 20. Véase J. Rubín, National Bilingualism in Paraguay, La Haya, Mouton, 1968. También los capítulos correspondientes del libro de G. de Granda, Español de América, español de África y hablas criollas, Madrid, Gredos, 1994, especialmente 10, 11 y 12. G. Corvalán y G. de Granda (eds.), Sociedad y lengua. Bilingüismo en el Paraguay, Asunción, CPES, 1982, 2 vols.

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A h o ra bien, la tipología establecida p o r Fishm an para el bilingüism o y la diglo­ sia, ap aren tem en te clara y sencilla, plantea algunas dudas de difícil resolución. E n p ri­ m er lugar, no se com prende bien ni se acepta fácilm ente que un concepto de base psi­ cológica, com o el que m aneja Fishm an para el bilingüismo, pase a utilizarse desde una perspectiva social, com o si sociológicam ente estuviera bien definido o su existencia estuviera lo suficientem ente dem ostrada com o para oponerlo al concepto de diglosia. La definición de bilingüism o com o «el uso por parte de una sociedad de A y de B» no es rigurosa p uesto que esa idea tam bién form a parte de la definición de diglosia. P odría decirse que en la diglosia existe una distribución funcional que no se produce en el caso del bilingüism o, p ero ¿qué com unidad o grupo no distribuye funcional o socialm ente, de algún m odo, las variedades de su repertorio lingüístico? D e hecho tan im probable es la existencia del bilingüismo equilibrado puro, com o la de una com u­ nidad en la que se m anejen dos lenguas de form a absolutam ente indistinta. P or ello algunos autores h an m ostrado su rechazo al térm ino y a la noción específica de di­ glosia: p ara M artin et existen tantas posibilidades de simbiosis en tre las lenguas que es p referible usar el térm ino bilingüism o para referirse a todas ellas, en lugar de es­ tablecer una dicotom ía sim plista.21 L a tipología de Fishm an, de interés em inentem ente sociológico, deja en el aire asuntos y preguntas com o éstos: cuando hay bilingüismo y no diglosia, no hay dom i­ nio de A y B p o r p a rte de to d a la sociedad, sino de A por una p arte y de B p o r otra; sólo las nuevas generaciones son bilingües, aunque estén destinadas al m onolingüismo; p o r o tro lado, una situación de diglosia sin bilingüismo, suponiendo que exista, implica que alguien debe ser bilingüe, un grupo social m ás o m enos grande: ¿cuántos individuos bilingües tiene que h ab er p ara que se considere que una com unidad es bi­ lingüe? N o son preguntas fáciles ni tienen respuestas fáciles.

Poliglosia Las dudas y dificultades que se han expuesto en el epígrafe an terio r no hacen más que revelar que las situaciones sociolingüísticas reales no son nada sim ples y que se resisten a som eterse a los m oldes estrictos de las clasificaciones teóricas. E n los países árabes, así lo hem os explicado, se da una diglosia en la que están im plicadas una v ariedad alta (árabe clásico) y un variedad baja (árabe dialectal), p ero no hay que olvidar que en esas mism as situaciones lingüísticas están implicadas otras lenguas: en A rgelia, p o r ejem plo, sigue dándose un uso formal, escrito y culto del francés y un uso coloquial y fam iliar del árabe de cada zona, lo que tam bién podría ser conside­ rado com o una situación diglósica. A l revisar las situaciones lingüísticas de varios lugares del m undo, es posible co m probar que m uy a m enudo son m ás de dos las variedades que e n tran en el juego de la distribución funcional. A estos casos se les da el nom bre de poliglosia, aceptan­ do que en tre tales variedades puede h ab er lenguas diferentes y dialectos o estilos de una m ism a lengua. A l adm itir la posibilidad de hablar de diglosia y de poliglosia siem ­

21. «Bilingüisme et Diglossie. Appel a une visión dynamique des faits», La Linguistique, 18 (1982), pp. 5-16. Véase la presentación y el análisis que hace de la cuestión K. Rotaetxe, Sociolingüística, Madrid, Sín­ tesis, 1988, pp. 60-76.

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p re que existan al m enos dos variedades lingüísticas cualesquiera — dialectos, socio­ lectos o estilos— diferenciadas funcionalm ente, R alph Fasold ha podido identificar tres tipos de poliglosia: la diglosia con doble superposición de lenguas, la diglosia de esquem a doble y la poliglosia lineal o continua. La diglosia con doble superposición de lenguas se produce, p o r ejem plo, en T a n ­ zania o en otros países en los que es habitual el uso de tres lenguas al m enos. Se tra ­ ta de una situación que podría ser calificada com o triglósica, p ero que en realidad res­ po nde a la superposición de dos diglosias en las que están im plicadas tres lenguas. E n Tanzania existe, p o r un lado, una diglosia en la que la variedad vernácula o dialectal es la variedad B y el suahelí o swahili, lengua que está cum pliendo las funciones de lengua nacional y de lengua franca y que goza de notable prestigio en una parte im ­ p o rta n te de Á frica, es la variedad A ; p ero jun to a esta diglosia, o m ejor sobre ella, se produce o tra diglosia en la que la variedad B es el suahelí y la variedad A es una len­ gua colonial, el inglés. E l inglés es la lengua de los asuntos oficiales del gobierno, de la ley, del com ercio, de la universidad, de la tecnología; el suahelí es la lengua que perm ite la com unicación en tre unos grupos y otros del país, la lengua de la escuela, de la cultura y de la com unicación nacional; las lenguas vernáculas se usan en la co ­ m unicación local y fam iliar, aunque es frecuente m ezclarlas con el suahelí cuando los interlocutores hablan la m ism a variedad dialectal. La diglosia de esquem a doble es una variante de la diglosia clásica y consiste en distinguir una distribución sutil de A y de B, dando lugar a que, en A , existan una subvariedad «a» y una subvariedad «b» y, en B, existan a su vez una subvariedad «a» y u na subvariedad «b». E ste tipo de diglosia com pleja es el que se produce en la ciu­ dad de Jalapur, al n o rte de D elhi, en India. A quí, la variedad alta general es el hindí o hindi y la variedad baja general es el dialecto local, que recibe el nom bre de «jala­ pur»; estam os, pues, ante una situación canónica de diglosia. Sin em bargo, d entro de B es posible distinguir dos subvariedades, que han llegado incluso a recibir nom bres locales: el m oti boli y el s a f boli. La prim era se usa para la com unicación oral fam i­ liar, en tre niños, hacia los anim ales y los sirvientes intocables, esto es, los m iem bros de los grupos inferiores de la com unidad; la segunda se usa cuando la relación entre los in terlocutores es algo distante o cuando se quiere expresar m ayor respeto y c o r­ tesía, p o r ejem plo hacia las personas de m ayor edad. D entro del hindí tam bién es p o ­ sible distinguir dos subvariedades o estilos: el estilo oratorio, m ás elevado, con p re ­ sencia n o tab le de préstam os del sánscrito, y el estilo conversacional, que no es m ás que el hindí de la región. Téngase en cuenta, a propósito de éste y otros tipos de p o ­ liglosia, que los sociólogos del lenguaje adm iten com o variedades diferentes lo que son m eros recursos estilísticos de una lengua; los lingüistas ven las cosas de form a d i­ ferente. M ucho m ás com pleja que las anteriores es la tercera de las situaciones poliglósicas, la q ue se denom ina poliglosia lineal o continua. Sem ejante poliglosia se construye sobre reperto rio s lingüísticos m uy ricos, en los que se dan cita seis u ocho variedades lingüísticas que pu ed en ordenarse en una larga y com plicada escala de form alidad, sin que las variedades de la mism a lengua tengan p o r qué ocupar grados contiguos: es el caso de las com unidades chinas, educadas en inglés, de Singapur y de M alaysia. E n la com unidad m alaya se utilizan varias lenguas chinas, con predom inio del chino co rrespondiente a la región, dos variedades de inglés característico de la zona (inglés m alayo form al e inglés m alayo coloquial) y dos variedades de m alayo, el

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m alayo bahasa, m ás form al y lengua nacional, y el m alayo llam ado de bazar, que fun­ ciona com o lingua franca de poco prestigio. Todas esas variedades pueden orden arse en un continuum poliglósico que tiene com o variedades A al inglés m alayo form al, al m alayo bahasa y al m andarín, p o r este orden, aunque la difusión del m alayo lo está llevando a ocupar el lugar m ás alto de la escala; en un nivel m edio se disponen un in ­ glés local m ás coloquial y el chino p redom inante en la región y, com o variedades B, funcionan, p o r este orden, el chino local, otras lenguas chinas y el m alayo de bazar, que parece ser la variedad m ás fam iliar y coloquial, así com o la m enos prestigiosa. Las clases de poliglosia com entadas por Fasold no agotan las posibilidades que ofrece la realidad social y lingüística de las com unidades de habla repartidas p o r el m undo. La situación argelina, com entada sucintam ente m ás arriba, podría caracteri­ zarse com o diglosia doble porque, si para los hablantes de cierta edad se produce una diglosia «francés (A ) - árabe dialectal (B)», para los más jóvenes, los que han sido al­ fabetizados tam bién en árabe norm ativo, se añadiría a esa diglosia una segunda di­ glosia: «árabe norm ativo (A ) - árabe dialectal (B)»; a esto habría que añadir la si­ tuación de los grupos bereberes, que hacen uso de su lengua en contextos fam iliares e inform ales.

Las lenguas y sus funciones La sociología del lenguaje ha tenido en tre sus preocupaciones la de fijar una se­ rie de principios p a ra describir y com parar la situación lingüística de todos los países del m undo. E n tre los criterios y principios m anejados con este fin está la categoría de la lengua, íntim am ente ligada a la fu n ción social que cum ple. Ferguson consideró la fu n ció n com o la prim era y m ás im portante condición que debía tenerse en cuenta para h ab lar de diglosia y distinguió dos funciones básicas: A y B. E n otros estudios, y con otros fines, esas funciones h an sido tratadas con un m ayor detalle. E n los años sesenta, Charles Ferguson estableció tres categorías de lenguas, se­ gún concurrían en ellas ciertas características: lengua principal, lengua minoritaria y lengua especial. U na lengua principal es aquella que es lengua m aterna de m ás del 25 % de una población (o de m ás de un m illón de personas), que es lengua oficial de un país y que es enseñada en la instrucción secundaria, al m enos a la m itad del alum ­ nado. U n a lengua es m inoritaria cuando es lengua m aterna de m ás del 5 % de una población (o de m ás de 100.000 personas) y cuando se usa com o lengua de instruc­ ción m ás allá de los estudios prim arios. Las lenguas especiales no reúnen, claro está, las características de las anteriores y pu eden servir para fines m uy diversos: religión, literatura, lengua franca.22 E sta clasificación afecta a la función que han de cum plir las diversas categorías o clases de lenguas: se habla entonces del uso oficial de la lengua, del uso en la en ­ señanza o en la religión y de su utilidad com o lengua de com unicación de un grupo o de una com unidad de habla, com o lingua franca o com o lengua internacional. La lingua franca y la lengua internacional se distinguen por el hecho de que la prim era sirve com o vehículo de com unicación en tre hablantes de lugares y lenguas diferentes

22. Véase «National sociolinguistic profile formulas», en W. Bright, SoáoÜnguisñcs, La Haya, Mouton, 1966, pp. 309-324.

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que no la tien en com o lengua m aterna, m ientras que la lengua internacional es h a ­ blada en distintos países cuyos hablantes disponen de ella com o lengua m aterna, aun­ que tam bién puede ser utilizada com o lingua franca (véase el capítulo 17).23 E n una propuesta m ás reciente, R alph Fasold ha p resentado una relación de p o ­ sibles funciones de las lenguas y de los atributos que teóricam ente les perm itirían cum plir tales funciones. Según Fasold, serían los siguientes:24 Función oficial: la lengua requiere estar estandarizada, esto es, disponer de g ra­ m ática, diccionario, ortografía, etc., y ser conocida por un conjunto de ciudadanos con estudios. Función nacionalista: la lengua es sím bolo de identidad nacional para una parte significativa de la población, es utilizada en la com unicación diaria y es hablada con fluidez en to d o el territorio. Función de grupo: la lengua ha de ser usada por todos los m iem bros de una co­ m unidad en la conversación ordinaria. Función educativa: la lengua ha de ser com prendida p o r los estudiantes y debe disponer de los suficientes recursos didácticos, así com o de una estandarización sufi­ ciente. Función de lingua franca: la lengua puede ser aprendida com o segunda lengua. Función de lengua internacional: la lengua ha de ser reconocida com o tal. Función de asignatura en la escuela: la lengua requiere una estandarización m a­ yor o igual que la de la lengua de los estudiantes. Función religiosa: la lengua se usa en los actos religiosos. P ara Fasold, estos conceptos y atributos, expresados en térm inos de presencia o ausencia, p erm itirían una caracterización porm enorizada y objetiva de las condicio­ nes sociolingüísticas de cualquier lengua del m undo.

R eflexiones y ejercicios 1. E studie las situaciones bilingües del m undo hispánico, en E uropa, Á frica, F i­ lipinas y A m érica. P artiendo de las condiciones fijadas por C harles Ferguson, ¿cree que se pu ed e h ablar de diglosia a propósito de alguna de ellas? 2. C om pare las características de la variación diastrática y diafásica con las de la diglosia. ¿Q ué elem entos com unes se p u eden reconocer? ¿C ree que se trata de for­ m as afines de estratificación o de conceptos sociolingüísticam ente m uy alejados? C on­ sulte el capítulo II del libro Sociolingüística de H um berto L ópez M orales (2.a ed., M a­ drid, G redos, 1993). 3. E stu d ie y com pare la situación lingüística de C ataluña y de G alicia, en E s­ paña. ¿Q ué diferencias sociales y lingüísticas aprecia entre ellas?

23. Véase Marqués de Tamarón, «El español, ¿lengua internacional o lingua franca?», en Actas del Con­ greso de la Lengua Española. Sevilla, 1992, Madrid, Instituto Cervantes, 1994, pp. 189-211. 24. La sociolingüística de la sociedad, ob. cit., pp. 123-133.

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4. E lija tres lenguas del m undo y describa sus funciones y atributos según los criterios fijados p o r Fasold (L a sociolingüística de la sociedad, M adrid, V isor, 1996, pp. 123-133).

Orientaciones bibliográficas P ara la com prensión del concepto de diglosia, es obligada la lectura del trabajo de C harles F erguson «Diglosia», recogido en P. G arvin y Y. L astra (eds.), A ntología de etnolingüística y sociolingüística (M éxico, U N A M , 1984, pp. 247-265). Asim ism o, para lo que se refiere a la relación en tre bilingüismo y diglosia, se debe leer el capí­ tulo V I del libro de Joshua Fishm an, Sociología del lenguaje (M adrid, C átedra, 1979). Se recom ienda, igualm ente, la lectura de los capítulos dedicados a la diglosia en los m anuales de H. L ópez M orales (Sociolingüística, 2.a ed., M adrid, G redos, 1993, pp. 64-83), de R. Fasold (L a sociolingüística de la sociedad, M adrid, Visor, 1996, pp. 71-108) y de K. R otaetx e (Sociolingüística, M adrid, Síntesis, 1988, pp. 53-78). P ara o b ten er inform ación sobre diversas situaciones lingüísticas del m undo, se p u ed en consultar las obras de O. U ribe (Situaciones de m ultilingüism o en el m u n d o , M éxico, U N A M , 1972) y de R. W ardhaugh (Languages in com petition, O xford, Blackwell, 1987); tam bién puede ser útil la Enciclopedia del lenguaje de D avid Crystal (M adrid, T aurus, 1994). E l trabajo de M anuel A lvar «Cuestiones de bilingüism o y diglosia en el español» (E l castellano actual en las com unidades bilingües de España, Salam anca, Ju n ta de Castilla y León, 1986, pp. 11-48) aporta inform ación m uy útil so­ b re diversas situaciones del m undo hispánico. V éanse tam bién las orientaciones bi­ bliográficas del capítulo 20.

C a p ít u l o 14

ELECCIÓN, MANTENIMIENTO Y SUSTITUCIÓN DE LENGUAS Elección de lengua Y esta elección queda justificada brevemente por tres razones que me movieron a preferir la lengua vulgar a la latina. D a n t e A l i g h i e r i , E l convite,

1304-1307

E n el m undo existen cientos de lugares que conocen situaciones lingüísticas de una com plejidad extraordinaria. E n otro capítulo, a propósito de la poliglosia, alu­ díam os a las com unidades chinas de M alaysia o de Singapur educadas en lengua in­ glesa: Singapur tiene cuatro lenguas oficiales, inglés, chino m andarín, tam il y m alayo, p ero la m ayoría de los h abitantes tiene el chino hokkien com o lengua m atern a y, ad e­ m ás, en algunas zonas de la isla se habla un criollo portugués. E n G uinea E cuatorial se h abla el español com o lengua general o de koiné y, repartidos p o r la geografía guin eana, un pidgin inglés (pichinglis o pichi) un criollo portugués (annobonés) y siete lenguas autóctonas de la familia bantú: bubi, benga, kom be, baseke, balengue, bujeba y fang o pam ue. E n Filipinas funcionan com o lenguas oficiales el filipino (o pilipino), de base tagala, y el inglés; adem ás, los censos dan un total de 75 lenguas principales, de las cuales las m ás im portantes son ocho, todas ellas de la familia lingüística m alayo-polinésica: tagalo, cebuano, ilocano, hiligaynón, bicolano, waray, kapam pangán y pangasinán; deb en añadirse a esta larga relación el español, el árabe — utilizado so­ bre todo p o r las com unidades m usulm anas del sur del país— y el criollo hispano-filipino llam ado chabacano.1 Si se tiene en cuenta que en el m undo existen entre 4.000 y 5.000 lenguas re p a r­ tidas en tre unos 200 países, se llega a la fácil conclusión de que el estado natu ral de la m ayoría de las situaciones lingüísticas del m undo es el multilingüismo. Siendo así, tam bién es n atu ral que a m enudo los hablantes o las com unidades se vean ante la n e­ cesidad o, al m enos, la posibilidad de elegir entre el uso de una lengua o el uso de o tra según las circunstancias, el ento rn o y su propia actitud, entre otros m uchos fac­ tores. E n ocasiones la elección se hace con la intención de satisfacer unas necesida­ des inm ediatas, p ero a veces la elección de una lengua supone el abandono de otra, que la pued e llevar, a esta últim a, a su d eterioro, a su olvido por p arte de un hablante o, incluso, a su desaparición de un territorio. 1.

Vcase A. Quilis, La lengua española en cuatro m m dos, Madrid, Mapire, 1992.

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

242

A l h ab lar de elección de lenguas, estam os haciendo referencia a las lenguas con­ sideradas com o un todo, esto es, al hecho de m anejar códigos diferenciados, de usar una lengua o de usar otra. Sin em bargo, existe la posibilidad de tra ta r la elección de lenguas com o una m anifestación m ás de un proceso general de elección lingüística, puesto que buena p arte de los usos sociales de las lenguas consisten sencillam ente en elegir en tre varias opciones. U no de los tipos m ás frecuentes de elección lingüística sería el fenóm eno denom inado cambio de código (code-switching), que consiste en la alternancia de dos lenguas den tro del discurso de un hablante; si la alternancia afec­ ta a unidades de n aturaleza léxica, se p uede hablar de préstamo. E ste proceso de cam ­ bio es diferente de la m ezcla de códigos (code-m ixing), en la que aparecen elem entos de u na lengua m ientras se está usando básicam ente una lengua diferente. P or o tra parte, tam bién los cambios de estilo, los que se producen en la com unicación diaria, p o d rían ser considerados com o una form a de elección lingüística. Si resulta relativam ente fácil definir y caracterizar cada uno de esos tipos de elec­ ción lingüística (elección de lengua, cam bio de código, m ezcla de código, cam bio es­ tilístico), no resulta tan sencillo m arcar límites entre ellos cuando se trabaja con m ues­ tras de habla reales: hasta cierto p u n to un cam bio de código supone la elección de una lengua, y una m ezcla com porta, en cierto grado, el cam bio o el paso de una len­ gua a otra. P o r esa razón, R alph Fasold ha pensado en un continuo que sirva para o r­ d enar todos los tipos de elección lingüística, que no serían m ás que puntos diferentes en una línea que va desde las elecciones a gran escala (elección de lengua propiam ente dicha) a las de m enor escala ( variación estilística d entro de una m ism a lengua).2 La elección de lengua, p o r p arte de un hablante que tiene a su disposición m ás de un código lingüístico, es un proceso que tiene unas consecuencias lingüísticas, evi­ dentem en te, p ero que requiere una explicación en la que han de m anejarse factores de n aturaleza sociológica y psicosociológica, así com o factores antropológicos: al fin y al cabo se trata de un proceso de «elección» en el que, com o en cualquier otro, se im brican causas y circunstancias diversas, que generalm ente no actúan de form a in­ dependiente. D esde este p u n to de vista psicosociológico, podría estar justificada una pro p u esta com o la de Fasold, que o rdena los procesos de elección de lengua, cam bio y mezcla de códigos y variación estilística en una m ism a escala. Sin em bargo, cuando nos centram os en los rasgos lingüísticos, sociolingüísticos y psicolingüísticos de esos fenóm enos, apreciam os que se trata de conceptos suficientem ente bién diferenciados: para la lingüística no es lo m ism o cam biar de estilo que cam biar de lengua. V am os a dedicar este capítulo específicam ente a la elección de lengua, digam os, propiam ente dicha, y dejam os para otros capítulos el estudio de los cam bios de código — o alter­ nancia de lenguas— , de la m ezcla de códigos y de los cam bios de estilo.

Aspectos sociológicos de la elección de lenguas E l prim er y principal desarrollo del concepto de «elección de lenguas» se ha d e­ bido a la sociología del lenguaje, especialm ente a la figura de Joshua Fishm an.3 Se­ gún este autor, existen ciertos contextos institucionales, llam ados ám bitos o dom inios,

2. 3.

Sociolingüística de la sociedad, Madrid, Visor, 1996, pp. 276-277. Sociología del lenguaje, Madrid, Cátedra, 1979, pp. 135-180.

LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES

243

Ámbito

Casa Barrio Iglesia Escuela Trabajo Recreo Gobierno Medios de comunicación

Fig. 14.1.

D istrib u c ió n d e l e sp a ñ o l y d el inglés p o r á m b ito s sociolingüísticos, según A . R a m íre z (1992).

en los cuales el uso de una variedad lingüística es m ucho m ás apropiado que el uso de o tra variedad. Los ám bitos se conciben com o conjuntos o constelaciones de facto­ res, tales com o el lugar, el tem a y los participantes, capaces de determ inar la actua­ ción lingüística. L a sociología del lenguaje ha aportado num erosos estudios en los que se descri­ be el fenóm eno de la elección de lenguas a propósito de com unidades concretas. E n ellos se aprecia que cada lengua, cada com unidad, vive una circunstancia particular que hace difícil la com paración de unas con otras en térm inos absolutos, aunque ello no ha im pedido la constatación, en prim er lugar, de la im portancia que tienen los ám ­ bitos sociolingüísticos en una elección, m uy especialm ente el ám bito de la com unica­ ción fam iliar, y, en segundo lugar, la incidencia que asimismo tienen factores sociales com o la ed ad o el nivel de instrucción. C om probém oslo p o r m edio de algunos ejem ­ plos en los que está im plicada la lengua española. U n o de los casos m ás conocidos en los que se presenta la posibilidad de elección de lengua es el de los hispanos bilingües de E stados U nidos. Sobre los hispanos se h an realizado num erosísim os estudios, entre los que destacan aquellos que se p re o ­ cupan p o r la elección del español y el inglés en diversos ám bitos o dom inios sociolingüísticos y cuando concurren diferentes factores sociales. A rnulfo R am írez ha rep resen tad o la distribución de am bas lenguas dentro de una com unidad hispana de E stados U nidos com o aparece en la figura 14.1.4 A quí se aprecia la proporción rela­ tivam ente m ayor de uso del español en la casa, en el barrio y en la iglesia, y la m a­ yor presencia del inglés en la escuela, en el trabajo o en los m edios de com unicación social. E n u n estudio que R. Sánchez ha realizado sobre los hispanos del sudoeste de E stad o s U n id o s,5 en el que se ha prestado atención a los ám bitos sociolingüísticos, a las distintas generaciones de hispanos y a las clases sociales, se ha com probado, en consonancia con los inform es de A. R am írez, que los hispanos de clase m edia em ­ plean el inglés m ayoritariam ente en la segunda y en la tercera generación y que esto lleva, en la práctica, a la desaparición del español en la tercera generación, cosa que

4. El español de los Estados Unidos, Madrid, Mapfre, 1992, p. 53. 5. R. Sánchez, «Our linguistic and social context», en J. Amastae y L. Elías-Livares (eds.), Spanish in the United States: Sociolinguistic Aspects, Cambridge, Cambridge University Press, 1982, pp. 14-16.

244

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

C ua d r o 14.1.

Uso d el inglés y del e sp a ñ o l entre h isp a n o s del su d o e ste de E sta d o s U nidos,

según R. Sánchez Clase obrera Rural

Clase media Ámbito

Casa Barrio Recreo Trabajo Medios de comunicación Gobierno

Urbana

1.a

2.a

3.a

1.a

2.a

3.a

1.a

2.a

3.a

E I A I A I

A I I I I I

I I I I I I

E E A A A I

A A A A A I

A A A A A I

E A A A A I

A A A I A I

I A 1 I I I

E = español; A = ambos idiomas; I = inglés. Fuente1. A. Ramírez, 1992.

no ocurre en las com unidades rurales, donde el español, o al m enos el uso de am bas lenguas, se m antiene. E n lo que se refiere a los ám bitos sociolingüísticos, el cua­ dro 14.1 revela que el inglés es la única lengua usada en actividades que tienen que ver con el gobierno y que el español es utilizado en la casa, p ero no por los hispanos que p erten ecen a la tercera generación.6 El uso de am bas lenguas es frecuente en los m edios de com unicación, en las actividades de recreo, en el barrio y tam bién en el trabajo. E stos m odelos de elección de lenguas son reflejo de situaciones diglósicas, en sentido am plio, en las que la variedad A se usa en situaciones m ás form ales que la variedad B. Pasem os ahora a un ejem plo p ro cedente de E sp añ a.7 L a F ranja O riental de A ragón ofrece, en algunas localidades, la posibilidad de utilizar el español (o castellano), el catalán o un habla local (llam ada generalm ente chapurreao). A llí se ha podido com probar que el español es entendido, hablado, leí­ do y escrito prácticam ente p o r el 100 % de la población; adem ás, el 65 % de la p o ­ blación piensa que se m an ten d rá igual durante los próxim os años y el 27 % opina que su uso aum entará. Las hablas locales, p o r su parte, son utilizadas en casa, en la calle, en las tiendas y en los centro de recreo, es decir, en los ám bitos caracterizados p o r un m en o r grado de form alidad. Según se an o ta en el estudio realizado p o r M .a A. M ar­ tín Z o rraq u in o y sus colaboradores, el m ayor uso de las variedades locales se p ro d u ­ ce en casa, donde lo em plea el 85 % de la población, m ientras que sólo un 4 % de h ablantes usa el español en casa de form a exclusiva, si bien se detecta un aum ento del español a m edida que desciende la edad de los individuos y conform e se eleva su nivel de instrucción.8 Las hablas locales de la F ranja O riental de A ragón son utilizadas p o r el 75 % de la población en la calle, en las tiendas y en los lugares de recreo. A q u í tam bién se ob6. Cuadro tomado de A. Ramírez, El español de los Estados Unidos, ob. cit., p. 55. 7. Existen muchos estudios, de diversas regiones, en los que se manifiesta una preocupación por este asunto; algunos son modestos en cuanto a su objeto de estudio (A. Uruburu Bidaurrázaga, «Sociolingüística en Viana do Bolo (Ourense)», Verba, 19 (1992), pp. 379-395), otros son investigaciones de gran envergadura ( Mapa sociolingüístico de Galicia, 3 vols., Vigo, Seminario de Sociolingüística, Real Academia Galega, 19941996). 8. M.a A. Martín Zorraquino, M a R. Fort, M.'1 L. Arnal y J. Giralt, Estudio sociolingüístico de la Fran­ ja oriental de Aragón, Zaragoza, Departamento de Lingüística General e Hispánica, 1995, p. 68 y ss.

LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES

245

............ Habla local ---------- Español

Fig. 14.2.

Uso de e sp a ñ o l y d e h abla local (100 % ) p o r á m b ito s en la fra n ja o riental de A ra g ó n , según M .a A . M artín Z o rra q u in o et al. (1995).

servan diferencias significativas si se tiene en cuenta la incidencia de diversos facto­ res sociológicos: en los hablantes de m ayor edad, el uso exclusivo de la variedad lo­ cal supera el 80 % , p ero en tre los jóvenes el uso exclusivo de esta habla ronda el 50 %; asim ism o, m ás del 82 % de las personas con instrucción prim aria utiliza siem ­ p re el h abla local, proporción que se queda en el 60 % de los hablantes de instruc­ ción m edia, que en esos ám bitos hacen un m ayor uso del español. E n los ám bitos considerados com o m ás form ales (trabajo, adm inistración, enti­ dades bancarias, asistencia sanitaria, iglesia, reuniones públicas), se aprecia un au ­ m en to del em pleo del español en toda la Franja. El español es usado siem pre o casi siem pre en el ám bito laboral p o r el 11 % de las personas que trabajan, frente a las hablas locales, que son utilizadas por el 58 % de las personas de form a exclusiva y p o r el 15 % en la m ayoría de las ocasiones.9 E n este caso, los factores sociales p e r­ m iten establecer algunas diferencias significativas: así, p o r ejem plo, los hom bres uti­ lizan m ás la variedad local en el trabajo que las m ujeres, que superan en un 5 % a los h om bres en el uso del español; el em pleo del habla local desciende conform e lo hace la ed ad de los hablantes; tam bién hay un claro descenso del uso del habla local y un aum ento del español a m edida que es m ás alto el nivel de instrucción de los hab lan ­ tes. E l uso del español es m ayor en los puestos de trabajo m ejor cualificados (véase la figura 14.2). E n lo que se refiere al uso del catalán, debe señalarse que es com prendido y h a ­ blado p o r una p roporción de individuos muy alta (94-100 % ), aunque sólo un 10 %

9. laboral.

Alrededor del 20 % de la población encuestada no se incluye en estos datos por no tener ocupación

246

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

pued e escribirlo. T am bién es im portante apreciar que el propio térm ino catalán se asocia en la F ran ja a valores connotativos supralocales con los que no se identifican necesariam ente los aragoneses; con otras palabras, se valora positivam ente el conoci­ m iento y uso del catalán m ás característico de la F ranja de A ragón — la variedad p ro ­ pia— , p ero no tan to su vinculación al catalán de C ataluña, entendiendo que la acti­ tud lingüística en este caso, com o en otros m uchos, responde más a una actitud hacia una com unidad «vecina» que hacia una lengua en sí misma. Las hablas locales de la F ranja, si bien son consideradas com o «norm ales» p o r el 75 % de la población y son vistas com o una seña de identidad im portante, tam bién son objeto de una actitud poco positiva, pues se piensa en ellas com o un «mal cata­ lán» o com o unas variedades «incorrectas». M uy ligados a presupuestos sociológicos, están aquellos estudios en los que se analizan los valores socioculturales de un grupo y las conductas que los revelan. La elección de lengua, de esta m anera, se considera tam bién una elección de valores cul­ turales. E n tre los trabajos m ás im portantes realizados desde esta perspectiva está el que Susan G al elaboró en la ciudad austríaca de O berw art, cerca de la fro ntera con H u n g ría.10 E n la com unidad de O berw art hay una proporción elevada de h ablantes bilin­ gües de húng aro y alem án. Podría decirse que estas lenguas m antienen una relación de diglosia, en sentido am plio, en la que el húngaro es la variedad B, la lengua tra ­ dicional de los cam pesinos, y el alem án es la v ariedad A , la de la educación, la de las clases profesionales. Ju n to a la población bilingüe, en O berw art hay hablantes m onolingües de alem án, form ando p a rte de una situación que puede calificarse de relativ am en te nueva, d ado que cien años atrás los cam pesinos casi no h ablaban ale­ m án. E n tales condiciones se p lan tean unos in teresantes problem as de elección de lengua. E n los hom bres, generalm ente, funciona un sentim iento de patriotism o austríaco que los lleva a prim ar el alem án. Las m ujeres germ anohablantes, p o r su parte, si se m ueven en am bientes de habla alem ana, no en cuentran especiales dificultades; ah o ­ ra bien, las que se han vinculado a familias cam pesinas, tradicionalm ente hablantes de húngaro, se han visto inm ersas en situaciones complejas: m uchas han tenido que ap ren d er húngaro al negarse la fam ilia del m arido a hablar con ellas en alem án. E l húngaro ha sim bolizado duran te m ucho tiem po un m odo de vida, una perso ­ nalidad pro p ia den tro de un territorio austríaco, una tradición am enazada de m uerte; el alem án ha sido la lengua del prestigio, de la m odernidad, de la integración políti­ ca, del patriotism o austríaco. La elección de una lengua u otra — alem án, húngaro— ha supuesto m ucho m ás que una sim ple elección lingüística. A ctualm ente, el ideal de la com unidad n o sólo es h ablar alem án, sino que se intenta hablarlo sin acento; in ­ cluso p ara las familias m ás tradicionales ya no es tan im portante no hablar húngaro: de hecho, en las m ujeres cam pesinas jóvenes hay un gran deseo de dom inar el ale­ m án p ara m overse en ám bitos y con personas profesionales y prestigiosas.

10. Language Shift: Social Determinants o f Linguistic Change in Bilingual Austria, Nueva York, Academic Press, 1979.

LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES

247

A spectos psicolingüísticos y psicosociológicos de la elección de lenguas Los psicosociólogos definen la elección de lengua com o un fenóm eno propio del hab lan te bilingüe. Según Sim ón H erm án, la elección de lengua depende de los tipos de situaciones psicológicas en que el hablante se ve envuelto y, en tre ellas, distingue tres clases principales: la prim era está relacionada con las necesidades personales del h ablante, la segunda con la gente con la que se desarrolla una actividad o una in te ­ racción com unicativa en un m om ento determ inado (situación inm ediata) y la tercera con las características del grupo social del que procede el individuo: un hablante p u e ­ de q u e rer dem o strar que p ertenece a un grupo, aunque no esté hablando con gente de ese grupo, o pu ed e qu erer dem ostrar que no pertenece a un grupo determ inado, aunque esté con personas que pertenezcan a él.11 Estas situaciones psicológicas sue­ len superponerse, aunque cuando coinciden es norm al que predom ine alguna de ellas. E n relación con tales situaciones psicológicas, el hablante puede elegir una len­ gua dep en d ien d o del tipo de actividad que realice en cada m om ento. E n un estudio sobre las tendencias del habla de la com unidad hispana de A lbany (N ueva Y ork, E s­ tados U nidos), Pedro B enítez ha encontrado que la lengua que se utiliza para una ac­ tividad determ in ad a es la m ism a que el individuo ha utilizado para esa actividad en su etap a form ativa. A sí, n arrar leyendas y cuentos, rezar, escribir, decir palabras gro­ seras y leer el periódico son actividades que en la época adulta son realizadas en una lengua d eterm inada de form a casi autom ática, según la lengua en que fueron realiza­ das en un prim er m om ento. E l español es elegido por los hispanos de A lbany, ante todo, p ara h ablar con los padres, para rezar, para enfadarse, para decir frases cariño­ sas o expresar em ociones, y b astante m enos para escribir cartas, p o r ejem plo; el uso indistinto de am bos se da sobre todo p ara n arrar historias y para hablar con los am i­ gos íntim os. E ste tipo de distribución en la elección del inglés y el español revela que el español se pierde y que los hispanos de A lbany están experim entando una asim i­ lación lingüístico-cultural que culm inará en el m om ento en que los m iem bros de una generación dejen de rezar y de hablar con sus padres en español.12 A l tra ta r el fenóm eno de la elección de lenguas desde una perspectiva psicosociológica, es obligada la referencia a los trabajos elaborados desde la «teoría de la acom odación del habla», rep resen tad a principalm ente p o r H ow ard G iles y sus cola­ boradores. U na de las preguntas más interesantes que han recibido respuesta desde esta teoría es la siguiente: ¿cuándo un hablante tiende a ser convergente con sus in­ terlocutores (a utilizar su m ism a lengua) y cuándo tiende a ser divergente? Para G i­ les, B ourhis y T aylor, depende de si el hablante pertenece a un grupo sociocultural dom inante o subordinado y de si existe la posibilidad de que un cam bio social p ro ­ voque realm ente una m ejora de la posición del grupo subordinado.13 E l m odo en que se com binan estos factores e inciden sobre la elección de lenguas queda re p re sen ta ­ do en el cuadro 14.2. 11. «Explorations in the social psychology of language choice», en J. Fishman, Readings in the Sociology o f Language, La Haya, Mouton, 1968, pp. 492-511. 12. «Tendencias del habla de la comunidad hispana de Albany (Nueva York)», Lingüística Española A c ­ tual, VII (1985), pp. 251-276. 13. «Toward a theory of language ¡n ethnic group relations», en H. Giles, Language, ethnicity and Intergroup Relations, Londres, Academic Press, 1977, pp. 307-349.

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

248

C u a d r o 14.2. A d a p ta c ió n de la c onducta lingüística de los g ru p o s d o m in a n tes y su b o rd in a d o s d e p e n d ie n d o de la p erc ep c ió n d e la p o sib ilid a d d e u n ca m b io social, se g ú n Giles, B o u rh is y T a ylo r (1977) Respuesta Percepción de cambio

Grupo dominante

Grupo subordinado

No se percibe posibilidad de cambio Se percibe favorablemente Se percibe desfavorablemente

No convergencia Convergencia Divergencia

Convergencia Divergencia

Según las circunstancias representadas en el cuadro, cuando no se percibe la p o ­ sibilidad de un cam bio social d en tro de una com unidad, el grupo dom inante tiende a reafirm arse en sus m arcas sociolingüísticas, no siente la necesidad de aproxim arse al grupo su bordinado (hacer uso de su lengua, su variedad o sus características) e in­ cluso adm ite la posibilidad de la convergencia p or parte de éste, convergencia que, p o r o tro lado, es natural, dado que los usos m ás correctos y prestigiosos reciben h a­ bitualm ente las actitudes favorables de toda la com unidad. Si se percibe la posibilidad de un cam bio social y éste se valora favorablem ente, es posible pensar en una convergencia hacia la lengua o los usos del grupo subordi­ n ad o p o r p a rte del dom inante, en un deseo de favorecer el propio cam bio o de reacom odarse en posiciones m ás propicias; en tal caso, tam bién es posible que el grupo subordinado se reafirm e en sus caracteres lingüísticos, procurando m uchas veces ap artarse de los rasgos que se consideran propios del grupo dom inante (divergencia). C om o ejem plo de esta circunstancia, G iles y sus colaboradores hablan del abandono, p o r p a rte de los estudiantes de la clase m edia alta del R eino U nido en los prim eros años setenta, de la form a de h ab lar (tam bién la form a de vestir y de actuar) de su gru­ p o social y de la adopción de usos considerados m ás liberales. Fasold com enta que, si la variedad lingüística subordinada se valorara com o lengua, el grupo subordinado podría aceptar o exigir su uso p o r p arte del grupo dom inante d u ran te el proceso de cam bio social: esto ocurre en los m om entos en que los m ovim ientos nacionalistas son m ás activos, p o r ejem plo, en Q uebec, C an ad á.14 C uando se percibe la posibilidad de un cam bio p ero éste no se valora positiva­ m ente, la actitud del grupo dom inante puede ser de resistencia y, p o r tanto, de aleja­ m iento o divergencia de los usos del grupo subordinado. E n esa circunstancia no se­ ría probable que el grupo subordinado viera desfavorablem ente la posibilidad de un cam bio social que podría suponer u na m ejora de su posición. P o r últim o, en lo que se refiere a los aspectos psicosociológicos de la elección de lengua, m erece la pena destacar que los diversos factores presentados — elección se­ gún la situación psicológica, según la actividad com unicativa, según la posibilidad de percepción de cam bios sociales— ni son los únicos que actúan ni tienen p o r qué ser los m ás im portantes en todos los casos: el lugar en que se produce la com unicación, el tem a tratad o y los interlocutores tam bién p ueden ser decisivos. Frangois G rosjean ha p rep arad o una lista de los factores que tienen alguna capacidad de influencia so-

14.

Sociolingüística de la Sociedad, ob. cit., pp. 289-290.

LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES C u a d r o 14.3.

249

F actores q u e in flu y e n en la elección d e lengua, seg ú n F. G rosjean (1982) Situación

P articipantes

Dominio de la lengua Preferencias lingüísticas Estatus socioeconómico Edad Sexo Ocupación Educación Origen étnico Historia Tipo de relación Intimidad Relación de poder Actitud lingüística Influencias externas

Localización/contexto Presencia de monolingües Grado de formalidad Grado de intimidad C on ten id o d e l discurso

Tema, asunto Tipo de vocabulario F unción de la interacción

Mejorar estatus Crear distancia social Excluir a alguien Pedir u ordenar

bre la elección de lengua (cuadro 14.3).15 Esa relación, que no es exhaustiva, incluye características de los participantes, de la situación, del contenido del discurso y de la función de la interacción. T odos estos factores influyen sobre la capacidad y las posibilidades de elección de los individuos y construyen ante ellos unas rutas de decisión que norm alm ente se rep resen tan en form a de árboles, llam ados árboles de decisiones. E ste recurso gráfico ofrece una im agen clara de las posibilidades de elección y decisión que tienen ciertos individuos, grupos o com unidades. R. A ppel y P. M uysken, por ejem plo, han elabo­ rado un árbol de decisiones para la elección de lengua de los m arroquíes residentes en H olanda; en él se revelan com o factores determ inantes de las decisiones el origen

Hablante

Interlocutor no marroquí

Interlocutor marroquí

Interlocutor bereber

Neerlandés

FlG. 14.3.

15.

Interlocutor no bereber

Formal

Informal

Formal

Informal

Bereber (árabe)

Bereber

Árabe (francés)

Árabe (marroquí)

M o d e lo d e á rb o l de decisiones pa ra la elección lingüística d e los m a rro q u íes residentes en H olanda, según R. A p p e l y P. M u y sk e n (1987).

Life with Two Languages, Cambridge, Harvard University Press, 1982, p. 136.

250

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

del interlocutor y la form alidad de las situaciones.16 Así, cuando el interlocutor no es m arroquí, se elige el neerlandés, pero si es m arroquí se tiene en cuenta si es de ori­ gen b e re b e r o no; si el interlocutor es bereber, se elige el bereber, aunque en una si­ tuación form al tam bién existe la posibilidad de elegir el árabe; si el interlocutor no es bereb er, se elige el árabe o el francés, en una situación formal, y, cuando la situación no es form al, el árabe o la variedad m arroquí (figura 14.3). E n otras situaciones sociolingüísticas son m enos las lenguas disponibles y dife­ rentes los factores determ inantes. E n Paraguay, donde son el español y el guaraní las lenguas elegidas, influye el hecho de que la com unicación se desarrolle en una co­ m unidad ru ral o en una com unidad urbana, según el estudio realizado p o r Jo an Rubin, aunque tam bién es im portante el grado de form alidad e intim idad de las in te ­ racciones:17 en un lugar ru ral se elige el guaraní; si no es rural, se elige el español, cuando se tra ta de una situación de form alidad, m ientras que en una situación infor­ m al e íntim a, se elige el guaraní o la prim era lengua aprendida.

Sustitución y mantenimiento de lenguas [los romanos] a muchas naciones trocaron sus antiguos lenguajes en la suya latina. B e n it o A r ia s M o n t a n o , Carta al D uque de A lb a ,

1570

La sustitución o el m antenim iento de una lengua son consecuencia de la elección que practican los hablantes. E l mantenim iento de una lengua supone que una com u­ nidad ha decidido colectivam ente utilizar la lengua o las lenguas que ha usado tra d i­ cionalm ente, especialm ente en una situación en la que se ha podido producir un des­ plazam iento o sustitución: considerem os lo ocurrido en algunas etapas de la historia del catalán en E spaña o del francés en Q uebec (C anadá). E l m antenim iento se ve fa­ vorecido p o r factores y realidades sociales de muy diversa clase, que se p u ed en agru­ p ar en torn o a tres conceptos: estatus, dem ografía y apoyo de las instituciones; cuan­ to m ejor sea el estatus de una lengua, cuantos m ás hablantes tenga y cuanto m ayor sea el apoyo institucional recibido, m ás posibilidades habrá de que se m antenga. E n el m om ento en que una com unidad com ienza a elegir una lengua en ám bitos o d o ­ m inios en los que tradicionalm ente se ha utilizado otra, com ienza el desplazam iento y la sustitución de lengua está en curso. L a sustitución de una lengua supone un ab andono com pleto por p a rte de una com unidad, en beneficio de o tra lengua: cuando ha tenido lugar un cam bio o una sustitución, los m iem bros de la com unidad han elegido colectivam ente una lengua para las situaciones y los ám bitos en los que antes utilizaban otra. A l proceso que pued e culm inar en una sustitución se le da el nom bre de desplazam iento. Ese p ro ­ ceso supone una redistribución de las variedades de un re p erto rio lingüístico.18 Por o tro lado, p a ra que p ueda darse un proceso de cam bio, se necesita que la com uni­

16. 17. Mouton, 18.

Bilingüismo y contacto de lenguas, Barcelona, Ariel, 1996, p. 44. «Bilingual usage in Paraguay», en J. Fishman (ed.), Readings in the Sociology o f Language, La Haya, 1968, pp. 512-530. Véase L. V. Aracil, Papers de sociolingüística, Barcelona, La Magrana, 1982, pp. 115 y ss.

LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES

251

dad de h abla sea bilingüe, siquiera de una form a parcial; con esto se quiere decir que la com unidad deb e incluir al m enos una generación bilingüe, que hará posible que el cam bio se com plete en la siguiente generación. A lgo sim ilar ocurre con el m a n ten i­ m ien to de una lengua, si bien este fenóm eno suele producirse cuando la com unidad es diglósica — en sentido am plio— , es decir, cuando reserva una lengua para unos ám bitos o funciones m ás form ales y una segunda lengua para ám bitos o funciones m enos form ales. Las causas que favorecen los desplazam ientos y sustituciones de lenguas pu ed en ser m uy diversas, pero m erecen destacarse la emigración y la industrialización. E n el caso de los grupos em igrantes, es m uy frecuente que, si llegan a lugares en los que no es útil su lengua o donde existen grandes grupos hablantes de otra lengua, sustituyan su lengua p o r la del lugar que los acoge y se asim ilen a la nueva circunstancia: la si­ tuación de los hispanos en E stados U nidos es un buen ejem plo de ello. E n ocasiones, los grupos que acogen inm igrantes no son cuantitativam ente m uy im portantes o lo son m ucho m enos que la población recién llegada, pero, aun así, los inm igrantes p u e­ den acabar asim ilándose lingüísticam ente a la lengua del grupo receptor, sobre todo cuando éste ejerce el control político de la com unidad. Tal fue el caso de los italianos en A rgentina: en los prim eros años del siglo xx, hubo un gran debate en A rgentina sobre la posible declaración del italiano com o lengua oficial, pero, a p esar de la im ­ p ortancia del contingente hum ano de origen italiano, el cam bio hacia el español se unlversalizó.19 E n o tro plano, la industrialización y los cambios económ icos llevan ligada una se­ rie de nuevas situaciones que tam bién favorecen las sustituciones de lengua: los p ro ­ cesos de urbanización favorecen el desplazam iento hacia una lengua más prestigiosa, la lengua de las nuevas realidades, de los nuevos tiempos; sirva com o ejem plo el cam ­ bio hacia el alem án conocido en la localidad austríaca de O berw art, de tradición hungarohablante.

Lealtad y deslealtad lingüísticas H arto es enemigo de sí quien estima más la lengua del otro que la suya propia. C r is t ó b a l

de

V il l a l ó n , E l Scholastico, siglo x v i

C uando los contactos entre grupos y lenguas diferentes —generalm ente en si­ tuaciones de bilingüism o o de diglosia— están en condiciones de provocar la sustitu­ ción de una lengua, pued e aparecer el fenóm eno denom inado lealtad lingüística, m o­ tor en m uchas ocasiones del m antenim iento de las lenguas.20 E n realidad, la lealtad, que tiene com o fondo un sentim iento de afecto o de em oción hacia lo que se ha aprendido en la prim era etap a de la vida, se puede detectar prácticam ente en cual­ quier h ablante de cualquier lengua; la sociología*del lenguaje, sin em bargo, reserva el térm ino p ara aquellas situaciones en las que, dándose la posibilidad de un cam bio, se opta p o r el m antenim iento. 19. 20.

Mutatis mutandis tam bién fue el caso de los normandos en Inglaterra. Véase J. Fishman, Language loyalty in the United States, La Haya, Mouton, 1966.

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

252

Según U riel W einreich, la lealtad lingüística es un fenóm eno que corresponde en el cam po del lenguaje a lo que corresponde el nacionalism o en el terren o de la n a ­ cionalidad, y la define así: T oda lengua, com o toda nacionalidad, puede ser considerada com o un conjunto de norm as de com portam iento; la lealtad lingüística, com o el nacionalism o, designa el estado m ental en que la lengua (com o la nacionalidad), en su calidad de entidad intacta y en contraposición a otras lenguas, ocupa una posición elevada en la es­ cala de valores, posición que necesita ser «defendida».21

La lealtad lingüística surge com o reacción ante una posible sustitución de lengua; esa reacción lleva a los individuos a conservar la lengua am enazada y a convertirla en un sím bolo social, en una auténtica «causa». P o r eso W einreich piensa en este fenó­ m eno com o un principio, de contenido variable según la com unidad, que hace que los individuos se resistan de m odo consciente y activo a los cam bios de funciones de su lengua y a las m odificaciones de sus caracteres lingüísticos p o r influencia de otra len ­ gua. P o r eso los «leales» a m enudo son excepcionalm ente puristas en sus actitudes lin­ güísticas y conceden una especial trascendencia a todo lo relacionado con la e stan d a­ rización y regulación de su lengua. Es preciso añadir, no obstante, que, pese al paralelism o que puede establecerse en tre lealtad y nacionalism o, estam os ante factores que no siem pre corren parejos, ni tienen p o r qué orientarse hacia unos mism os objetivos, ni sociales ni lingüísticos. E n h ablantes de m uchas lenguas m inoritarias es posible encontrar un profundo senti­ m ien to de lealtad lingüística, una reacción vehem ente contra las am enazas que p u e ­ den afectar a su lengua, sin que ello vaya acom pañado de ningún deseo de reco n o ­ cim iento político, de independencia, de articulación de organizaciones propias o de extensión de sus peculiaridades a territorios vecinos, objetivos éstos de m uchos m o­ vim ientos nacionalistas. W einreich p one com o ejem plo de ello el caso de los re to rro ­ m anos y los suizos italianos, en los que no se alberga un aspiración de independencia política, y del m ovim iento «yidista» del este de E u ro p a después de la P rim era G u e ­ rra M undial, que concentró sus actividades en un program a lingüístico sobre el yidis (judeo-alem án). D esde otra perspectiva, las situaciones de bilingüismo, o de diglosia, en las que aparece la lealtad lingüística, a m enudo no se caracterizan por la presencia de tan sólo dos grupos sociolingüísticos (hablantes de lengua m ayoritaria y hablantes de lengua m inoritaria o am enazada), sino que incluyen tam bién subgrupos que com plican el p a­ noram a, convirtiéndolo en una situación de conflicto lingüístico. U n o de los grupos que p uede en contrarse es el de los hablantes que tienen com o lengua m aterna la len ­ gua m inoritaria y que op tan p o r cam biar y utilizar en todo ám bito y para toda fun­ ción la lengua m ayoritaria; en este caso podría hablarse, según ha apuntado G reg o ­ rio Salvador, de deslealtad lingüística, si bien la bibliografía sociológica se refiere a ello sim plem ente com o sustitución o cam bio de lengua, tal vez p orque un cam bio así, p o r sí m ism o y de form a objetiva, no tiene por qué ser valorado negativam ente. O tro posible subgrupo es el de los hablantes que tienen la lengua m ayoritaria com o lengua m aterna, que incluso pu ed en desconocer la lengua m inoritaria y que re ­

21.

Lenguas en contacto, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1974, pp. 209-210.

LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES

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niegan de su propia lengua o de su uso en un deseo de aproxim arse a los sentim ien­ tos y actitudes de los que son leales a su lengua (la m inoritaria) y hacen ostentación de ello: estaríam os, p ara G regorio Salvador, ante otro tipo de deslealtad lingüística, la del m onolingüe que obedece m ás a una presión externa que a un sentim iento indivi­ dual y n a tu ra l.22

Consecuencias de la sustitución de lenguas: deterioro y mortandad La sustitución de una lengua p o r o tra supone, de m odo indefectible, que la len­ gua ab an donada — n o m antenida— se d eteriore, se olvide o se extinga. C uando una lengua se d eterio ra se produce un em pobrecim iento de sus com ponentes y una p a u ­ latina restricción de sus funciones sociolingüísticas.23 C arm en Silva-Corvalán ha señalado, a propósito del d eterio ro en el uso de una lengua, que existen algunos fe­ nóm enos y situaciones — la adquisición de segundas lenguas, la pidginización o la criollización, el aprendizaje de lenguas extranjeras o el cam bio de lengua— que dan lugar a que en esa lengua aparezcan rasgos que responden a un proceso de sim plifi­ cación y que provocan que otros rasgos se p ierd an :24 habitualm ente la simplificación y la pérdida de ciertas unidades suponen un aum ento de la com plejidad sem ántica de las unidades que no se ven afectadas. E l deterioro tam bién lleva a la pérdida de re ­ cursos en el uso del léxico y a la intensificación del proceso de relexificación o ree m ­ plazo de palabras de la lengua debilitada p o r palabras de la lengua hacia la que se está produciendo el desplazam iento. La m uerte o la extinción de una lengua se produce cuando una com unidad susti­ tuye to talm en te una lengua p o r o tra diferente, generalm ente después de h aber sufri­ do un proceso de d eterioro (simplificación, em pobrecim iento, restricción) 25 H ay que distinguir, sin em bargo, en tre la m uerte de una lengua en una com unidad cuando no se usa en otros lugares y la m uerte, en una com unidad, de una lengua que sigue h a ­ blándose en otros sitios: la desaparición del húngaro en ciertas com unidades no ha su­ p uesto la desaparición com pleta de la lengua puesto que sigue siendo la lengua de H ungría; el cam bio del español p o r el inglés en Filipinas no está suponiendo un a b an ­ dono total del español puesto que son m uchos los m illones de hablantes de varios continentes que lo siguen teniendo com o prim era lengua. F ren te a estos casos, estarían las lenguas que prácticam ente cuentan con certifi­ cado de defunción. E so está ocurriendo con m uchas lenguas indígenas de M éxico, que se van extinguiendo conform e van m uriendo sus escasos h ablantes,26 y eso le ha ocu­ rrido a lenguas com o el dálm ata, desaparecida en 1898 con su últim o hablante (Tuone U d ain a B urbur), o com o el cóm ico (en Inglaterra), cuya últim a h ab lante m urió en 1777; se llam aba D o ro th y P entreath.

22. 23. 24. 25. 26. munities, ge death:

«Sobre la deslealtad lingüística», Lingüística Española Actual, V (1983), pp. 173-178. El uso de una variedad empobrecida también recibe el nombre de semilingiiisnio. Language contad and change. Spanish in Los Angeles, Oxford, Clarendon Press, 1994. Véase W. Dressler y R. Wodak Leodotter (eds.), Language death, Linguistics, 19, 1, 1977. Véase A. R. Taylor (ed.), Language Obsolescence, Shift, and Death in Several Native American ComInternational Journal o fth e Sociology o f Language, 93, 1992. Véase también N. C. Dorian, Langua­ the Ufe cycle o f a Scottish Gaelic dialect, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1981.

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D e todos m odos, el deterio ro lingüístico y sociolingüístico de una lengua es un p roceso largo y penoso que no culm ina en m uerte con facilidad p orque no es senci­ llo hacer desaparecer una lengua cuando hay alguien que la quiere hablar: los es­ fuerzos del gobierno de la F rancia del siglo x vm por hacer desaparecer los dialectos no vieron satisfechos todos sus objetivos. A u n así, las m uertes se dan; com o se dan las «resurrecciones». E n este siglo h an surgido m ovim ientos de personas deseosas de revivir el uso del cóm ico, aunque el caso m ás notorio de revitalización es, p ro b ab le­ m ente, el de la lengua hebrea, que goza del privilegio de la oficialidad en Israel. E s­ tas «resurrecciones» sólo son posibles si se llevan a la práctica proyectos serios de p la­ nificación y de política lingüísticas.

R eflexiones y ejercicios 1. D escriba y com ente la situación lingüística de los grupos de inm igrantes, de lengua diferente de la suya, m ás próxim os a su com unidad. ¿Q ué lenguas usan? ¿E n qué circunstancias? ¿E stán experim entando un desplazam iento o una sustitución de lengua? ¿M antienen su lengua en algunos ám bitos? 2. R ecoja inform ación sobre algunas com unidades bilingües y elabore los á rb o ­ les de decisión lingüística correspondientes a algunos grupos sociales. P ara la situ a­ ción de los hispanos en E stados U nidos puede consultar el libro de A rnulfo R am írez, E l español de los Estados Unidos. E l lenguaje de los hispanos (M adrid, M apfre, 1992). 3. ¿C ree usted que la introducción de préstam os adm ite ser in terp retad a com o una señal de que la lengua receptora puede llegar a desaparecer? ¿C onsidera que las posiciones puristas tienen un efecto beneficioso para las lenguas? 4. L ea el trabajo de M anuel A lvar titulado «Lengua, dialecto y otras cuestiones conexas» (se pued e leer en Lingüística española actual, I (1979), pp. 5-29 y en L a len­ gua com o libertad, M adrid, Ediciones C ultura H ispánica, 1983, pp. 66-88). ¿C onside­ ra que la elim inación de los dialectos de cualquier lengua contribuye a reforzar la u n i­ dad de esa lengua y del pueblo que la habla? ¿Piensa que determ inadas decisiones políticas pu ed en llevar al abandono absoluto de una lengua o de un dialecto?

O rientaciones bibliográficas Se pu ed e enco n trar una com pleta y adecuada introducción a los fenóm enos de elección, sustitución y m antenim iento de lenguas en los m anuales de R. A p p el y P. M uysken (Bilingüism o y lenguas en contacto, Barcelona, A riel, 1996, capítulos 3 y 4) y de R. Fasold (L a sociolingüística de la sociedad, M adrid, Visor, 1996, capítulos 7 y 8). La situación del español en el m undo, especialm ente en aquellas áreas en las que coexiste con otra u otras lenguas, pu ed e conocerse a través del libro de A ntonio Quilis, L a lengua española en cuatro m undos (M adrid, M apfre, 1992). P ara el concepto de lealtad lingüística, véase el capítulo 4 de la obra de U. W ein­ reich, Lenguas en contacto (C aracas, U niversidad C entral de V enezuela, 1974). A ce r­

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ca del d eterio ro y la m u erte de las lenguas, se recom ienda la lectura del epígrafe que se dedica a la m o rtan d ad lingüística en el libro de H. L ópez M orales, Sociolingüísti­ ca (2.a ed., M adrid, G redos, 1993, pp. 175 y 181) y en el m anual de Y. L astra, Sociolingüística para hispanoam ericanos (M éxico, E l Colegio de México, 1992, pp. 363370).

C a p ít u l o

15

LENGUAS EN CONTACTO Consecuencias lingüísticas del contacto de lenguas Muchas veces he pensado la excellencia que tiene la lengua cas­ tellana, entre otras lenguas, tanto que en toda parte es entendi­ da, y aun hablada; y es por ser graciosa, y autorizada de syllabas en las dicciones, y por tener mezcla de muchas lenguas. Y hanse descuidado los castellanos dexando perder los propios, y natura­ les vocablos, tomando los estraños. R a f a e l M a r t ín d e V ic ia n a , L ibro de alabanzas de las lenguas hebrea, griega, latina, castellana y valenciana, 1765

L a coexistencia de sociedades y de lenguas da lugar a fenóm enos que afectan a todos los niveles lingüísticos, desde los m ás superficiales a los más profundos. E ste hecho, p o r tanto, viene a constituirse en fuente de variación y de cam bio, ju n to a los factores lingüísticos internos (la p ropia dinám ica de la lengua) y a los factores extralingüísticos (sociedad, contexto). La historia es testigo de las influencias ejercidas p o r unas lenguas sobre otras, influencias que contribuyen de m odo decisivo a darle a cada una su p articular fisonomía: toda lengua puede exhibir la huella dejada por la coexis­ tencia con otras variedades; las lenguas «puras» sencillam ente no existen.1 Se h ab la de situaciones de lenguas en contacto cuando lo establecen dos o m ás lenguas cualesquiera en una situación cualquiera. Estam os, pues, ante un concepto am plio, tal vez dem asiado am plio, en el que caben situaciones m uy diversas*, desde las com unidades bilingües hasta los contextos de enseñanza-aprendizaje de lenguas ex­ tranjeras, p asando p o r las fronteras territoriales. E n esas situaciones surgen, ya se ha dicho, fenóm enos lingüísticos que afectan a todos los niveles de la lengua y que p u e ­ den o rdenarse com o se m uestra en el cuadro 15.1. L a clasificación de estos fenóm enos en tres grupos no significa que estem os ante categorías excluyentes: en un situación de cam bio de códigos tam bién p u ed en darse calcos, com o existen convergencias en las variedades fronterizas; esos tipos sencilla­ m ente distinguen unas causas de sus consecuencias o efectos específicos. Los fenó1. Sobre los cambios lingüísticos que tienen su origen en situaciones de lenguas en contacto, tanto cuan­ do se da el mantenimiento de una lengua como cuando se da desplazamiento de lengua, véase S. G. Thomason y T. Kaufman, Language Contact, Creolization, and Genetic Linguistics, Berkeley, University of Califor­ nia Press, 1988, pp. 35-64.

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

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C u a d r o 15.1.

F en ó m en o s d eriva d o s d e l contacto d e lenguas

a)

Fenómenos derivados del contacto de sistemas: — Interferencia — Convergencia — Préstamo — Calco

b)

Fenómenos derivados del uso de varias lenguas: — Elección de lengua — Sustitución de lengua — Cambio de código (alternancia de lenguas) — Mezcla de códigos (amalgama)

c)

Variedades derivadas del contacto de lenguas: — Lenguas pidgin o sabires — Lenguas criollas — Variedades de frontera o de transición

m enos aq u í recogidos constituyen el objeto de m ayor interés para la lingüística, entre aquellos que se producen en una situación de bilingüismo o de lenguas en contacto; dicho de o tra form a, si el m antenim iento o la sustitución de lenguas, si la diglosia o la planificación, incum ben directam ente a la sociología del lenguaje —y a otras disci­ plinas, com o la política o la psicología— , el estudio de las lenguas criollas, la form a en que se producen los calcos o en que se integran los préstam os afecta directam en­ te a la lingüística. P or esta razón, algunos m anuales de sociolingüística, elaborados desde p lanteam ientos lingüísticos, que optan por dejar a un lado la faceta m ás p u ra ­ m en te sociológica del contacto de lenguas, no renuncian a tra ta r de form a m inuciosa las consecuencias lingüísticas de ese contacto, del bilingüismo. Los fenóm enos lingüísticos que nos van a interesar en este capítulo (tipos a y b: interferencia, convergencia, préstam o, calco, alternancia y m ezcla de lenguas) se dis­ tinguen p o r la concurrencia de los siguientes rasgos: 1) Son fenóm enos derivados de situaciones de lenguas en contacto, es decir, de situaciones en las que existe bilingüism o o m ultilingüism o, en cualquiera de sus m a ­ nifestaciones. 2) Son fenóm enos que, exceptuando algunos casos, suelen darse en individuos bilingües; en otras palabras, aunque el contacto en tre lenguas se dé en una com uni­ dad o en tre dos com unidades, nos van a interesar especialm ente los fenóm enos que tienen su lugar de contacto en los individuos bilingües. 3) Son fenóm enos que suelen provocar cambios lingüísticos, a veces m uy im ­ portantes. 4) N o son fenóm enos lingüísticos de origen endógeno, sino exógeno; es decir, no nacen de causas internas del sistem a, sino del contacto de unos sistem as con otros. La aproxim ación de dos sistem as diferentes, la difusión de los cam bios, etc., d ep en ­ d en de factores sociales (constricciones sociales): actitudes de los hablantes, actitudes de la com unidad, prestigio y estigma, dom inios de cada lengua, características de las situaciones com unicativas; ahora bien, las consecuencias lingüísticas de los contactos tien en que ver con hechos estrictam ente lingüísticos.

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5) Las consecuencias lingüísticas del contacto pueden observarse en todos los niveles lingüísticos, incluidos los supraoracionales. 6) Las consecuencias del contacto lingüístico pueden ser transitorias o p erm a­ nentes. A lgunos fenóm enos pasan a form ar parte de un sistem a, de m odo que, a p a r­ tir de cierto m om ento, es posible encontrarlos en hablantes m onolingües.2

Los conceptos de sustrato, superestrato y adstrato E l estudio de las consecuencias del contacto lingüístico ocupa a un buen n ú m e­ ro de investigadores procedentes, en una p a rte notable, de la sociolingüística y de la dialectología. A u n q u e los últim os cuarenta años han sido decisivos p ara el en ten d i­ m iento de los fenóm enos im plicados en esas situaciones, existe una larga tradición lin­ güística que ha servido de base sólida a las aportaciones m ás innovadoras y que m e ­ rece la p en a conocer. A lo largo del siglo x ix y de la prim era m itad del xx, se elaboró una serie de con­ ceptos que siguen siendo útiles p ara num erosas especialidades, com o la lingüística his­ tórica o la dialectología general. N os referim os a las nociones de sustrato, superestra­ to y adstrato. A ugust Schleicher y G raziadio I. A scoli usaron el térm ino substratum p a ra designar el influjo de una lengua p erdida sobre o tra que se ha im puesto; se tra ­ ta de situaciones en las que la posibilidad o la obligatoriedad de elección llevan al ab andono de la lengua p ropia y a su sustitución por otra lengua: en el proceso de sus­ titución, la antigua lengua influye o deja su huella sobre la nueva. E jem plos de este fenóm eno serían las hablas celtas e ibéricas de la península ibérica, sustratos de la len ­ gua española, y las hablas celtas del territo rio correspondiente a la actual Francia, sus­ trato del galorrom ánico. E l influjo del sustrato h a servido para explicar la pérdida de la f - inicial en español o la palatalización del grupo latino - c t -. E l concepto ha dado lugar a num erosas polém icas, p ero lo cierto es que durante m ucho tiem po se h a te ­ nido com o elem ento clave en el estudio de la historia de la lengua.3 Ju n to al concepto de sustrato, W alter von W artburg propuso en 1933 el de supe­ restrato, referido a u n acción inversa: una lengua conquistadora no llega a sustituir a la conquistada p ero influye sobre ella y la traspasa de rasgos lingüísticos. A sí, las inva­ siones germ ánicas no supusieron el abandono de las variedades rom ances de la penín­ sula ibérica, pero hicieron posible que su lengua influyera, en distintos niveles, sobre la lengua de los invadidos: a este origen responde el sufijo -engo (abolengo, realengo) en español o la incorporación de form as léxicas com o álamo, guisa o guerra. L a m ism a ac­ ción de superestrato explicaría las características «arabizadas» del m ozárabe.4 P ara com pletar la term inología, se acuñó el térm ino adstrato, que hace referen ­ cia al influjo recíproco en tre dos lenguas vecinas o a la influencia que ejercen entre sí dos lenguas que, habiendo convivido en un mismo territorio, luego viven en te rri­

2. El español vive numerosas situaciones de contacto con otras lenguas en todo el mundo: son muy in­ teresantes los contactos con las demás lenguas de la península ibérica (catalán, gallego, vasco y portugués), con el inglés en los Estados Unidos y con las lenguas indígenas americanas o africanas (Guinea). 3. Véase de G. I. Ascoli, «Saggi Iadini», Archivo Glottologico italiano, I (1873), pp. 1-556. Sobre el sus­ trato en la península ibérica, véase F. H. Jungemann, La teoría del substrato y los dialectos hispano-romances y gascones, Madrid, Gredos, 1955. 4. Véase Problemas y métodos de la lingüística, Madrid, CSIC, 1949 (facs. 1991), p. 69 y ss.

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torios distintos.5 L a in terpenetración de español (castellano), catalán, gallego y vasco a lo largo de la historia p uede servir de ejem plo, así com o la m utua influencia del es­ pañol y algunas lenguas indígenas (náhuatl, guaraní, quechua) en el continente am e­ ricano. E n todos estos casos, no obstante, ha sido m ayor el influjo ejercido por el es­ pañ o l sobre las otras lenguas que p o r las otras lenguas sobre el español. Los conceptos de sustrato, superestrato y adstrato constituyen una tipología bási­ ca de situaciones de lenguas en contacto de las que se derivan todo tipo de interfe­ rencias, préstam os o calcos.

Las aportaciones de Uriel Weinreich Los estudios del contacto de lenguas experim entaron un desarrollo m uy notable a p artir de la publicación, en 1953, del libro Lenguas en contacto de U riel W einreich.6 Las ideas de W einreich sobre el contacto lingüístico giran alrededor del concepto de interferencia, los fenóm enos de interferencia surgen en situaciones de bilingüism o — situaciones de uso alternativo de dos lenguas— y se definen com o desviaciones re s­ pecto de las norm as de cualquiera de las dos lenguas que ocurren en el habla de los individuos bilingües com o resultado de la fam iliaridad con m ás de una lengua. Las in­ terferencias son fenóm enos del habla que afectan a las norm as de cualquiera de las dos lenguas en contacto. E l térm ino interferencia implica un reajuste de patrones que resulta de la in tro ­ ducción de elem entos extranjeros en los cam pos más estructurados de la lengua: la m ayor p a rte del sistem a fonológico, una gran parte de la m orfología y la sintaxis y ciertas áreas del vocabulario. E n los niveles m enos estrictam ente estructurados de una lengua — partes de la sintaxis o el vocabulario de naturaleza incidental— , se podría hab lar m ás correctam ente, según W einreich, de préstamos. E n su libro Lenguas en contacto, W einreich presta atención a los niveles fónico, gram atical y léxico. E n lo que se refiere al nivel fónico, cabe destacar la p ropuesta de cu atro tipos básicos de interferencias, a las que W einreich denom inó subdiferenciación de fo n e m a s, superdiferenciación de fo n em a s, reinterpretación de las distinciones y sus­ titución de sonidos. V eam os brevem ente en qué consiste cada una de estas in terfe­ rencias. — Subdiferenciación de fonem as. Consiste en confundir dos sonidos de la len ­ gua B (lengua influida) cuyos equivalentes no se distinguen en la lengua A (lengua influyente). Los ejem plos se m ultiplican en cualquier situación de contacto lingüísti­ co: confusión de vocales /e/-/i/ y lo/-/ul, p o r influencia del sistem a árabe — de sólo tres elem entos, /i/-/a/-/u/— , en el español hablado en el n o rte de Á frica (tinía ‘te n ía ’, hirvir ‘h erv ir’, bechuela ‘h abichuela’, burrego ‘b o rreg o ’);7 confusión de /p/ y /f/ en el es­ pañ o l de Filipinas (pilipino).8 5. Véase A. Alonso, «Substratum y superstratum», em Estudios lingüísticos. Temas españoles, 3.a ed., Madrid, Gredos, 1974, pp. 259-271. 6. La Haya, Mouton. Trad. al español, Lenguas en contacto, Caracas, Universidad Central de Venezue­ la, 1974. 7. Véase «El español en Orán: notas históricas, dialectales y sociolingüísticas», Revista de Filología Es­ pañola, LXXII (1992), pp. 5-35. 8. Véase A. Quilis, La lengua española en cuatro mundos, Madrid, Mapfre, 1992.

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— S u p e r d i fe r e n c i a c ió n d e f o n e m a s . Se trata de la im posición de distinciones fo­ nológicas del sistem a A sobre los sonidos del sistem a B, en el que no son necesarias: sirva com o ejem plo la distinción de s sonora y sorda por influencia del catalán o del francés ([dóz-o trés] [bezúyo]). — R e i n t e r p r e t a c ió n d e f o n e m a s . Consiste en distinguir fonem as en la lengua B m ediante rasgos que, en su sistem a, sólo son redundantes, p ero que en A son rele­ vantes. W einreich m aneja un ejem plo del suizo alemán: en esta lengua se distinguen p o r su longitud /i:/ e /i/, m ientras que en retorrom ánico el mismo rasgo distingue /l:/ y lll. Se pued e d ar la circunstancia de que la longitud de la /l/ en la palabra suizoalem ana /fíl:i/ ‘m uchos’ — fenóm eno contextual, no fonológico, debido sim plem ente a su aparición tras una vocal breve— sea rein terp retad a por un rético com o un rasgo dis­ tintivo, dado que en su lengua lo es; tam bién es posible que no se dé ningún valor a la longitud de la vocal alem ana, dado que no es significativa en retorrom ánico. D el m ism o m odo, podría ser considerado com o r e in te r p r e ta c ió n un fenóm eno que surge en el contacto en tre el finés y el español, en hablantes bilingües: en español se dis­ tingue una r vibrante sim ple y una vibrante m últiple (si hay dos o m ás vibraciones ya es m últiple), frente al finés, que sólo dispone de uno de estos fonem as (vibrante m úl­ tiple), aunque con dos variantes (una simple, con unas tres oclusiones, y otra larga o gem inada, con h asta siete oclusiones, que aparece en posición final); a m enudo, cu an ­ do un finlandés habla español, interp reta toda r inicial com o /r/ vibrante sim ple (para él una vibrante con tres oclusiones es corta) y toda r final com o vibrante m últiple, d ado que en finés siem pre aparece una vibrante larga en posición final. — S u s t i tu c i ó n d e f o n e m a s . Se produce entre fonem as sem ejantes de A y B, p ero pronunciados de form a diferente. E xiste sustitución, por ejem plo, al utilizar en español [R] uvular en vez de la vibrante m últiple, p o r interferencia del francés. L a claridad y sencillez de esta clasificación no im piden que a veces pued a resul­ tar insuficiente porq u e hay situaciones en que las interferencias deben valorarse e in ­ terp retarse en térm inos de frecuencia: los casos de s u b d i f e r e n c i a c i ó n , s u p e r d i f e r e n c ia ­ c i ó n , r e in te r p r e ta c ió n o s u s ti t u c i ó n no tienen por qué darse siem pre, ni siquiera en un m ism o hablante; si un h ablante de árabe confunde dos vocales al hablar español, eso no q uiere decir que lo haga siem pre, en todo contexto lingüístico o extralingüístico. C uando, en estas circunstancias de variabilidad, la frecuencia de un fenóm eno en la lengua influida es m ayor que en la lengua influyente, se habla de u ltr a c o r r e c c ió n . E n el ám bito de la in te r fe r e n c ia g r a m a tic a l , W einreich considera que las unidades gram aticales están distribuidas a lo largo de dos ejes: uno representa los grados de o b l ig a t o r i e d a d de su aparición en la construcción lingüística y otro representa los g ra­ dos de in te g r a c ió n e s tr u c tu r a l y s in ta g m á tic a de unas form as en otras, es decir, la ca­ pacidad de las unidades gram aticales para aparecer libres o unidas form alm ente a otras categorías. Partiendo de esta distinción elem ental, las lenguas pueden interferirse en los dos niveles de form a prácticam ente ilimitada, tal vez porque las relaciones gram a­ ticales pasan más inadvertidas p ara los hablantes nativos que otros fenóm enos lingüís­ ticos. Es preciso señalar, sin em bargo, que, frente a esta opinión, otros investigadores sostienen que las unidades fónicas pasan m ás inadvertidas que las gram aticales.9

9. A. Elizaincín, Dialectos en contacto. Español v portugués en España y América, Montevideo, Arca, 1992, p. 44.

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E n cuanto a las interferencias léxicas, W einreich es partidario de distinguir entre los procesos que afectan a las palabras simples y los que se dan en las palabras com ­ puestas. E n lo que se refiere a las palabras simples, el contacto puede producir la transferencia cabal de una secuencia fonológica (las form as light, com er, bate, proce­ dentes del inglés) o bien la extensión del uso de una palabra de la lengua influida en conform idad con el m odelo de la lengua influyente (doméstico ‘nacional’, librería ‘b i­ blioteca’, p o r influencia del inglés dom estic y library);10 en este caso, el préstam o alo­ ja su carga sem ántica en un significante que ya existe en la lengua receptora. E n las palabras com puestas (y tam bién en las oraciones) se identifican tres cla­ ses de interferencia. E n un prim er tipo, todos los elem entos se transfieren, no com o una unidad, sino com o un conjunto cuyas partes pueden ser analizadas e identifica­ das: por ejem plo, objetores conscientes se usa en el español de T am pa (Florida, E sta ­ dos U nidos) p o r transferencia del inglés conscientious objectors. E n segundo lugar, p u ed e ocurrir que los elem entos se reproduzcan dando lugar a extensiones sem ánti­ cas, en lo que se conoce com o calcos (reproducción de una form a determ inada con unas palabras nativas equivalentes): el inglés skycraper ha servido de m odelo para su reproducción en la p alabra alem ana W olkenkratzer, en la francesa gratte-ciel o en la española rascacielos. E n tercer lugar, es posible encontrar interferencias léxicas en las que se produce la transferencia de unos elem entos y la reproducción de otros: esto ocurre, p o r ejem plo, con la form a del español de T am pa pelota de fly , térm ino del béisbol pro ced en te del inglés fly ball, en el que pelota de sería el elem ento transferi­ do y fly sería el elem ento reproducido. E n tre las form as de interferencia llam adas calcos, W einreich hace tam bién una subdivisión, en la que aparecen, com o prim er tipo, los calcos propiam ente dichos, donde el m odelo se reproduce exactam ente, elem ento por elem ento: en el portugués usado en N o rteam érica p ueden encontrarse usos com o estar dreito, con el significado de ‘ten er razó n ’, p o r influencia del inglés to be right. E l segundo tipo, correspondien­ te a las transposiciones, consiste en que el com puesto que sirve de m odelo es sola­ m ente una base p ara la reproducción: la form a alem ana Halb-insel se ha creado sobre el m odelo latino p a e n - in s u l a ‘casi-isla’ y el español rascacielos sobre la base inglesa skycraper. E l tercer y últim o tipo corresponde a las creaciones: se trata de neologis­ m os nacidos de la necesidad de igualar las designaciones que existen en la lengua con la que se está en contacto. E stos neologism os suelen darse en el ám bito de las term i­ nologías, de la clase que sea: Escuela Alta, com o equivalente en español del inglés H igh School. E sta clasificación de las interferencias léxicas, basada en una doble distinción (palab ra sim ple - palabra com puesta; transferencia - reproducción), presenta algunos problem as que deben tenerse m uy en cuenta: uno de ellos es la dificultad p a ra fijar el lím ite que separa la palabra simple de la com puesta; o tro es la dificultad de distin­ guir dónde acaba la transferencia de unos elem entos y dónde la reproducción.11 P ara concluir esta sucinta presentación de las ideas de W einreich, es preciso su­ 10. Weinreich habla de un tercer tipo de interferencia, más superficial: cambio en la forma de una pa­ labra por influencia de un cognado de la lengua influyente. Utiliza como ejemplo, poco convincente, el paso a Uropa de la palabra española Europa, en Tampa (Florida, Estados Unidos). 11. Véase W. Mackey, «Interference, integration and the synchronic fallacy», Georgetown University Round Table on Languages and Linguistics 23, Washington, D.C., Georgetown University Press, 1970, pp. 195-

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brayar la insistencia de este au to r en que la m ejor m anera de estudiar las com plica­ das relaciones de las interferencias, sean del tipo que sean, consiste en describirlas desde un p unto de vista cualitativo y cuantitativo, explicando sus características y ta ­ bulando sus frecuencias.

Interferen cia y convergencia D esde el últim o tercio del siglo xx, los estudios sobre lenguas en contacto se han intensificado de una form a notable, a la vez que han reo rien tad o el tratam iento de los fenóm enos conocidos com o interferencias. Para W einreich, recordem os, las interfe­ rencias son desviaciones respecto de las norm as de cualquiera de las dos lenguas que e n tran en contacto, que suponen, p o r tanto, la influencia de una lengua sobre otra, u na influencia que viene a alterar el n atu ral ser de las lenguas que coexisten. Las interferencias, actualm ente, son valoradas com o algo elaborado y com plejo desde un pun to de vista social y lingüístico, algo que convierte en poco apropiada la concepción de W einreich, dado que en ella hay una connotación negativa de «desvío de la norm a» que no se corresponde ni con la extensión ni con la intensidad del fe­ nóm eno. P or eso, la sociolingüística actual está divulgando un concepto de interfe­ rencia que lleva im plícita una nueva visión del com portam iento lingüístico de las co­ m unidades bilingües, en las que los fenóm enos derivados del contacto form an p arte de lo «habitual», de lo «natural», den tro de la com plejidad sociolingüística.12 U n a form a de evitar las connotaciones negativas que acarrea el térm ino «inter­ ferencia», en su uso tradicional, es sustituirlo por otro, digamos, m ás neutro. E n esta línea y p ara el ám bito de la gram ática, M. Clyne ha propuesto generalizar el térm ino y el concepto de «transferencia», que evitaría la connotación de agram aticalidad que im plica la noción de in terferencia.13 E sta propuesta no es absolutam ente novedosa pues el m ism o W einreich ya hacía uso de tal denom inación; sí es m ás novedoso, en cam bio, que p reten d a sustituir al tradicional y profundam ente arraigado concepto de interferencia. T r a n s fe r e n c ia se definiría, p or tanto, com o la influencia que una lengua ejerce sobre otra y, concretam ente, com o el uso, en una lengua B, de una rasgo ca­ racterístico de la lengua A. E n el terren o de la gram ática, las transferencias son, ló­ gicam ente, de natu raleza gram atical y dan lugar a resultados agram aticales en la len ­ gua B y a reestructuraciones de su sistema. A h o ra bien, el hecho de que los resulta­ dos sean agram aticales no quiere decir que sean poco frecuentes o antinaturales: en una situación de contacto las transferencias (interferencias) son tan esperables com o habituales. V alga com o ejem plo el uso de una construcción partitiva habitual en ca­ talán e im portada en el español de C ataluña: e sta ta rta e s b u e n a , p e r o h e p r o b a d o d e m e jo r e s ; lo s h a y d e m á s r á p id o s , d e c o c h e s .14

P o r lo general, las transferencias afectan al orden de palabras, a las funciones sintáctico-sem ánticas, a la desaparición de categorías obligatorias y a la frecuencia de las 12. Véase S. Poplack, «Consequences linguistiques du contact de langues: un modéle d’analyse variationniste», Language et Société, 43 (1988), pp. 23-48. 13. Transference and triggering, La Haya, Nijhoff, 1967. 14. Este calco sintáctico es comentado por M. Casanovas Catalá, «Consecuencias de la interferencia lin­ güística en la morfosintaxis del español hablado en Lleida», Verba, 23 (1996), pp. 405-415. Véase también Ll. Payrató, La interferencia lingüistica. Comentaris y exemples catalá-castellá, Barcelona, Curial, 1985.

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PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

categorías que se m anifiestan de un m odo variable. Asim ism o, el contacto entre len­ guas diferentes favorece que se produzcan simplificaciones de categorías gram atica­ les y de oposiciones léxicas (habituales en las situaciones de d e s p l a z a m i e n t o d e l e n ­ g u a ) , que se generalicen m odelos simplificados y que se desarrollen soluciones p eri­ frásticas de m uy diversos tipos. C arm en Silva-Corvalán propone hablar de tr a n s fe r e n c ia cuando se den uno o m ás de los fenóm enos que se señalan a continuación: 1) La sustitución de una form a de la lengua B por una form a de la lengua A o la incorporación de una form a de A inexistente en B. E ste fenóm eno corresponde a lo que tradicionalm ente se ha llam ado p r é s t a m o ; Silva-Corvalán habla de t r a n s f e r e n ­ c ia d ir e c ta .

2) La incorporación del significado de una form a de la lengua A al de una for­ m a existente en la lengua B. E staríam os tam bién ante una tr a n s fe r e n c ia d ir e c ta . 3) E l aum ento de la frecuencia de una form a de B p o r corresponderse con una form a categórica o m ayoritaria en la lengua A . Se trataría de una tr a n s fe r e n c ia i n d i ­ re c ta .

4) P érdida de una categoría o una form a de la lengua B que no existe en la len ­ gua A. T am bién estaríam os ante una tr a n s fe r e n c ia in d ir e c ta (por ejem plo, la pérdida de la m arca de género en adjetivos del español hablado en Los Á ngeles).15 A p esar de las críticas y reproches que ha recibido la tradicional noción de i n ­ ello no ha supuesto el abandono de tal denom inación, m uy arraigada e n ­ tre especialistas y profanos, com o ya se ha com entado. Sin em bargo, la investigación actual se reserva el térm ino para describir fenóm enos aislados, superficiales, que p u e ­ den ser im predecibles, involuntarios y, efectivam ente, desviados de las norm as de una com unidad: es la situación de los estudiantes de una lengua extranjera, en los que afloran las interferencias com o consecuencia de su im pericia, probablem ente transi­ toria, en el uso de una nueva lengua. P ero, actualm ente, ju n to a los conceptos de «transferencia» y de «interferencia» (este últim o redefinido), se habla tam bién del fenóm eno de la c o n v e r g e n c i a . E l con­ cepto de «convergencia» se ha convertido en objeto preferente de los estudios sobre las lenguas en contacto y se refiere principalm ente a las transferencias de estructuras gram aticales de una lengua a otra cuando el resultado de tal proceso no es agram atical: consiste en una aproxim ación de determ inados elem entos de la gram ática de la lengua B a la gram ática de la lengua A .16 La c o n v e r g e n c ia se diferencia del préstam o en que aquí no se da una adaptación de los rasgos de la otra lengua, sino la genera­ lización o la intensificación de unos esquem as que ya existen en el sistem a de la len ­ gua rec e p to ra .17 A dem ás, en el caso de la convergencia no es necesario que se trans­ fieran unidades form ales, ni tam poco que se transfiera ningún elem ento extraño: una convergencia puede afectar, p o r ejem plo, al orden de palabras, aum entando la fre­ cuencia de un orden determ inado, o puede consistir en seleccionar y favorecer una t e r fe r e n c ia ,

15. Language Contact and Change. Spanish in Los Angeles, Oxford, Clarendon Press, 1994, pp. 4-5. 16. No obstante, también se puede hablar de convergencia para el nivel fonológico. 17. Véase A. Morales, Gramáticas en contacto: análisis sintácticos sobre el español de Puerto Rico, Ma­ drid, Playor, 1986.

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serie de form as autóctonas que coincidan con las de la lengua influyente (por ejem ­ plo, el uso de la pasiva en detrim ento de la pasiva refleja, en español por influencia del inglés). E n tre los casos de convergencia que se m anejan para su ejem plificación destacan los siguientes: la fusión producida entre dialectos indoeuropeos y drávidas del sur de la India (urdu, m arathi, telegú y canarés), dando lugar prácticam ente a una sola g ra­ m ática y a un léxico com ún;18 la generalización del sujeto expreso en árabe p o r in­ fluencia del inglés; la desaparición de una categoría obligatoria,19 com o el pronom bre p ersonal enclítico que concuerda con un com plem ento en español (y q u e q u e r í a n p e g a r 0 a lo s p o l i c í a s ) p o r influencia del inglés; la universalización del uso de e s ta r en d etrim en to de s e r p o r influencia del inglés en Los A ngeles, E stados U nidos ( e stá g r a n d e m i c a s a ) 20 o la sustitución del infinitivo por una construcción de subjuntivo en cuatro lenguas que en tran en contacto en la península de los Balcanes, donde, para expresar ‘quiero irm e’, el albanés ( d u e te s h k u e ) , el búlgaro ( i s k a m da o t i d a ), el ru ­ m ano ( v e a n sa p l e c ) y el griego ( t h e lo n a p a o ) utilizan expresiones equivalentes a «quiero que yo m e vaya».21 E l estudio y la descripción de las convergencias gram aticales ofrece algunos p ro ­ blem as difíciles de solventar, com o son las escasas y parciales descripciones gram ati­ cales con las que contam os hasta ahora o la naturaleza variable y cam biante de todas las lenguas; en estas condiciones es m uy com plicado determ inar hasta qué p u n to dos lenguas en contacto se están aproxim ando o están confundiendo ciertos elem entos gram aticales. C uando los hablantes de una lengua B sustituyen ciertas estructuras de su lengua p o r otras estructuras igualm ente propias pero que coinciden con las de la lengua A , a m enudo no son conscientes de ello, dado, adem ás, que el resultado no es agram atical. D e te c ta r la convergencia en tales casos y describir su nivel de desarrollo es tarea h arto dificultosa, cuando no imposible.

El préstamo léxico M a r c io .

E s to es v e rd a d , q u e n in g u n a le n g u a a y e n e l m u n ­

d o a la q u a l n o e s tu vie sse b ie n q u e le fu e s e n a ñ a d id o s a lg u n o s v o ­ c a b lo s , p e ro e l n e g o c io e stá e n s a b e r si q u e rría d e s in t r o d u z ir es­ to s p o r o r n a m e n to d e la le n g u a o p o r n e ce ssid a d q u e te n g a d e llo s . V aldés.

P o r lo u n o y p o r lo o tr o .

J uan

de

V a l d é s , D iálogo de la lengua, 1535

E l préstam o léxico es uno de los aspectos más interesantes, y m ejor conocidos, de todos los que tienen relación con la transferencia de elem entos de una lengua a otra. La com plejidad en el estudio del préstam o es pequeña cuando una palabra de

18. Véase D. Hymes (ed.), Pidginization and creolization o f languages, Cambridge, Cambridge Univer­ sity Press, 1971, pp. 151-167. 19. Ejemplos manejados por H. López Morales, Sociolingüística, 2.a ed., Madrid, Gredos, 1993, p. 165 ss. 20. Véase C. Silva-Corvalán, Sociolingüística. Teoría y análisis, Madrid, Alhambra, 1988, pp. 175-176 y 186-187. 21. Véase R. Appel y P. Muysken, Bilingüismo y contacto de lenguas, Barcelona, Ariel 1996, pp. 232-233.

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PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

una lengua A se incorpora plenam ente, con su form a y su significado, a una lengua B, sobre todo si designa un objeto o una realidad nuevos ( i m p o r t a c i ó n ): nueva cosa, nuevo nom bre. N o resulta tan fácil de describir, sin em bargo, cuando no se tom a pres­ tado el signo com o tal, sino sólo una de sus p artes (por ejem plo, el significado), cuan­ do el p réstam o ha com enzado a integrarse en la lengua receptora, cuando viene a designar una realidad que ya cuenta con un térm ino que la denom ine o cuando se trata de un p réstam o que no es de uso com ún en toda la com unidad.22 Si la nueva p a ­ labra reem plaza a o tra de la lengua receptora, se habla de s u s ti t u c i ó n y las causas que la provocan p u eden ser m uy variadas: en tre otras, el m ayor prestigio de la form a de la lengua A , u na m ayor capacidad p ara llam ar la atención o una m ayor expresividad, desde el p u n to de vista del hablante. C uando el préstam o es utilizado p o r toda una com unidad — o una p a rte de ella— se habla de p r é s t a m o e s ta b le ; si es fruto de un uso individual, se denom ina p r é s t a m o e s p o n tá n e o . E in ar H augen ha p ropuesto una tipología del préstam o léxico que conviene co­ n o c e r.23 D istingue, en prim er lugar, los p r é s t a m o s p u r o s o propiam ente dichos ( l o a n w o r d s ), que consisten en la incorporación o im portación de una form a de o tra lengua sin que ello suponga el desplazam iento de ningún elem ento léxico de la lengua re ­ cepto ra (p o r ejem plo, h a r d w a r e , desde el inglés). A dem ás de los p r é s t a m o s p u r o s , H augen identifica un segundo tipo: los p r é s t a m o s h í b r i d o s o m ezclados ( l o a n b l e n d ), en los cuales, adem ás de im portarse un elem ento léxico nuevo, se produce una susti­ tución m orfém ica parcial: p o r ejem plo, en español se utiliza la form a p a t e a r ‘golpear p a ra em bocar la p elo ta’ en la term inología del deporte del golf; se tra ta de una for­ m a derivada del inglés to p a t m ediante un procedim iento gram atical del español. E n tercer lugar, H augen habla de c a lc o s ( l o a n s h i ft s ) que im plican la incorporación desde la lengua A de un significado que se asocia a una form a ya existente en la lengua B. Los calcos pu ed en dividirse en c r e a c io n e s y e x te n s io n e s : las e x t e n s io n e s , que serían los préstam os sem ánticos, am plían el significado de una unidad léxica que ya existe en la lengua B ( ju g a r la g u ita r r a < fr. j o u e r ‘to car’; a p lic a c ió n < ing. a p p l ic a t io n ‘solicitud’; a s is te n te < a s s is ta n t ‘ayudante’); las c r e a c io n e s corresponden a translaciones nuevas en la lengua ( s k y c r a p e r > r a s c a c ie lo s ). C uando un p réstam o se integra en una lengua, lo puede hacer de m aneras d i­ versas: m anteniendo la fonética y la m orfología de la lengua influyente, p o r norm a, lealtad, costum bre o descuido (por ejem plo, r iz ‘arroz’, m a r c h é ‘m ercado’ en el espa­ ñol del n o rte de Á frica; c o m p a c t d is c , en el español general); m anteniendo la m orfo­ logía de la lengua influyente, pero adaptando su fonética a la de la recep to ra (por ejem plo, lir ‘le e r’, v a c a n c e s ‘vacaciones’ en el español del n o rte de Á frica; p o r c e n t a ­ j e , en el español general); o adaptando la m orfología y la fonética a m ecanism os de expresión propios de la lengua receptora (por ejem plo, fic h a r < to te a c h ‘en señ ar’; c h a in e a r < to shine ‘b rillar’, r u f o < ro o f ‘techo’, en el español de los hispanos de E s­ tados U nidos; v a g ó n , en el español g eneral).24

22. Algunos estudios clasifican los préstamos según su proporción de uso en una comunidad. Es lo que hace J. M. García a propósito de los anglicismos del español hablado en Gibraltar y, de forma secundaria, en La Línea (Cádiz). Véase Materiales para el estudio de! español en Gibraltar, Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1996. 23. The Norwegian Language in America, Filadelfia, The University of Pennsylvania Press, 1953. 24. Algunos estudios se han preocupado de analizar cómo se produce la asignación de género en las adaptaciones de préstamos del inglés en el español (la troca < ing. truck ‘camión’; el chain < ing. chain ‘cade-

LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES

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A la vez, en el estudio de la integración de los préstam os, son m uy útiles los a n á­ lisis cuantitativos sobre su uso y aceptación dentro de las com unidades de habla. Shana Poplack distingue en tre préstam os consolidados (loanwords) y préstam os en tran­ sición: los prim eros están p lenam ente integrados y son difíciles de distinguir de las unidades patrim oniales; los segundos están en proceso de difusión y m uchas veces exi­ gen recurrir al diccionario de la lengua A para com prenderlos, haciendo uso de un m ecanism o sim ilar al de la alternancia de lenguas o cam bio de código.25 A p ropósito de los préstam os léxicos, tam bién es im portante atender a otros dos aspectos de singular relevancia: uno tiene que ver con las condiciones en que se p ro ­ ducen los préstam os; el otro, con su interpretación teórica. Es evidente que las uni­ dades léxicas son elem entos gram aticalm ente independientes y que nada im pide que una de ellas pase a o tra lengua cuando surge la necesidad o se dan las condiciones oportunas. Sin em bargo, no es m enos cierto que las palabras están organizadas en sis­ tem as y que su elección puede estar condicionada p o r factores contextuales y cultu­ rales; de hecho, se viene observando desde hace más de un siglo que los sustantivos son las palabras que m ás frecuentem ente se tom an prestadas, m ientras que el p résta­ m o de partículas es m uy escaso. P eter M uysken, sobre datos de los préstam os del es­ pañol en el quechua, ha establecido una jerarquía de frecuencias en el préstam o e n ­ cabezada p o r los sustantivos, que van seguidos, en este orden, por adjetivos, verbos, preposiciones, conjunciones coordinantes, cuantificadores, determ inantes, p ro n o m ­ bres libres, p ronom bres enclíticos y conjunciones subordinantes.26 U na jerarq u ía así no q uiere decir, sin em bargo, que los sustantivos se presten con m ás facilidad en to d a circunstancia: es v erdad que su valor referencial los convierte en objetos idóneos para el préstam o, p ero tam bién es verdad que ciertos elem entos discursivos (interjeccio­ nes, elem entos cohesivos) p ueden pasar a otras lenguas con sum a facilidad. P or o tro lado, la interpretación teórica del préstam o obliga a relacionarlo con el fenóm eno de la alternancia de lenguas y a plantear preguntas com o ésta: ¿hasta qué p u n to es posible considerar el préstam o, no com o una simple elección léxica, sino com o un auténtico cam bio de código, p o r breve que sea? ¿Cam bia el hablante de len­ gua en el m om ento preciso de incorporar el préstam o para volver inm ediatam ente después a la prim era, o n o se cam bia de lengua? E l problem a que encierran estas p reguntas no es tal si se trata de elem entos léxicos adaptados o sem iadaptados a la lengua receptora: si ha habido una adaptación, parcial o total, difícilm ente se p o d rá so stener que se están alternando dos lenguas. Pero, ¿qué ocurre cuando no se ha p ro ­ ducido ningún tipo de adaptación, ni fonética ni m orfológica? Lógicam ente, si el h a ­ b lante echa m ano de dos sistem as, estam os ante una alternancia y, si m aneja un solo sistem a, se tra ta de u n préstam o. La aporía queda, pues, sin salida.

na’). En ese proceso influye principalmente el sexo del referente, cuando lo tiene, y, en menor medida, la ana­ logía con palabras equivalentes de la lengua receptora. Véase S. Poplack y D. Sankoff, Borrowing: the synchrony o f integration, Montreal, Centre de Recherches de Mathémathiques Appliquées, 1980. 25. «Variation theory and language contact: concepts, methods and data», en D. Preston (ed.), Am eri­ can dialect research: A n anthoiogy celebrating the lOOth anniversary o f American Dialect, Society, Amsterdam, John Benjamins, 1993, pp. 251-286. 26. «Halfway between Quechua and Spanish: the case for relexification», en A. Highfield y A. Valdman (eds.), Historicity and variation in creóle studies, Ann Arbor, Karoma, 1981.

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PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

Alternancia y mezcla de lenguas Psalmus D o m in e , in f u r o r e tu o r u é g o te q u e m e c o n d e n e s , q u e e n u n a c a rn e n u n c d ú o , s e g ú n las p e n a s, ja m lu o . J u a n d e l E n c i n a , Égloga de

Plácida y Vitoriano

L a a lte r n a n c ia d e le n g u a s o c a m b i o d e c ó d ig o es un fenóm eno m uy extendido y frecu en te en tre los hablan tes y las com unidades bilingües.27 La alternancia consiste en la yuxtaposición de oraciones o fragm entos de oraciones de lenguas diferentes en el discurso de un m ism o hablante; en este fenóm eno, cada oración está regida p o r las reglas m orfológicas y sintácticas de la lengua correspondiente. E n el m om ento en que se pro d u ce un cam bio de código estam os ante un fenóm eno condicionado p o r factores funcionales y pragm áticos (entorno, participantes, tem a de conversación) y p ara que se produzca tien en que cum plirse generalm ente dos condiciones: en prim er lugar, que n o se altern en o cam bien unidades dependientes (esto es, m orfem as d e­ p en d ien tes) y, en segundo lugar, que se dé en una situación de equivalencia, de tal form a que el o rden de los elem entos que p receden y suceden al cam bio ha de ser gram atical en am bas lenguas. C uando no se cum plen estos requisitos, estam os m ás cerca de la m e z c l a d e l e n g u a s o c ó d ig o s que de una alternancia pro p iam en te dicha (a m a lg a m a ).

U n o de los textos con alternancia de lenguas m ás conocidos en la especialidad es el que tra ta sobre el b o f e , recogido p o r Shana P oplack:28 But I used to eat the b o fe , the brain. And then they stopped selling it because te ­ n ía , este, le e n c o n tr a r o n q u e ten ía worms. I used to make some b o fe ! D e s p u é s y o h a c ía u n o d ’e so s concoctions: the garlic c o n c eb o lla , y h a c ía u n m o jo , y y o d e ja b a q u e se c u ra ra e so for a couple of hours. Then you be drinking and eating that shit. Wooh! It’s like eating anchovies when you’re drinking. Delicious! (Pero solía comer el bofe, los sesos. Y entonces dejaron de venderlo porque tenían, este, le encontraron que tenía gusanos. ¡Qué bofe hacía yo! Después yo hacía una de esas mezcolanzas: el ajo con cebolla, y hacía un mojo, y yo dejaba que se cura­ ra eso por un par de horas. Entonces uno come todo aquello. ¡Ay! Es como estar comiendo anchoas mientras bebes. ¡Delicioso!) O tro ejem plo, de sim ilares características, es el que recogió W. L abov de una h a ­ blan te p u erto rriq u eñ a de N ueva Y o rk :29

27. Véase L. Milroy y P. Muysken (eds.), One speaker, two languages, Cambridge, Cambridge Univer­ sity Press, 1995. También S. Romaine, Bilingualism, Oxford, Blackwell, 1989. 28. Véase, por ejemplo, «Lenguas en contacto», en H. López Morales (coord.), Introducción a la lin­ güística actual, Madrid, Playor, 1983, p. 192. 29. «The notion of ‘system’ in Creóle Studies», en D. Hymes (ed.), Pidginization and creolization o f lan­ guages, Cambridge, Cambridge University Press, 1971, p. 457.

LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES

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P o r e so c a d a , you know, it’s nothing to be proud of, p o r q u e y o n o e s to y p ro u d of it, as a m atter of fact I hate it, p e r o v ie n e v ie rn e s y s á b a d o , y o e sto y, tu m e ves a s í a m í, s o la w ith a, a q u í sólita, a veces q u e F ra n k ie m e d e ja , you konw , a stick or som ething, q u iz á s J u d y n o s a b e y y o e sto y así, v ie n d o te le v isió n , b u t I rath e r, y c u a n ­ d o e s to y c o n g e n te y o m e ... b o rr a c h a p o r q u e m e s ie n to m á s , happy, m á s free, you know, p e r o s i y o e sto y c o n m u c h a gen te, y o n o e s to y , you know, high, m o re or less, I couldn’t get along with anybody.

(P or eso cada, ya sabes, no hay por qué estar orgulloso, porque yo no estoy orgullosa de eso, en realidad lo odio, p ero viene viernes y sábado, yo estoy, tú m e ves así a mí, sola con un, aquí sólita, a veces que F ran k ie m e deja, ya sabes, un palo o algo, quizás Judy no sabe y yo estoy así, viendo televisión, p ero yo, y cuando es­ toy con gente yo me... borracha po rq u e m e siento más, feliz, libre, ya sabes, p ero si yo estoy con m ucha gente, yo no estoy, ya sabes colocada más o m enos, yo no p odría ir con nadie.)

D e las investigaciones realizadas sobre el contacto de lenguas se desprende que existen varias clases de cambios de código. J. P. Blom y J. J. G um perz, en un estudio sobre dos variedades noruegas — el ranamál, variedad local, y el bokm ál, noruego es­ tándar— , distinguieron dos clases de cam bio de código: el cambio situacional, por el cual una variedad se usa para tratar tem as locales y la otra para hablar de tem as ajenos a lo local, y el cambio metafórico, que implica el uso de la variedad local para tratar te ­ m as personales y el de la lengua «estándar» para el tratam iento de tem as oficiales.30 E sta clasificación, basada com o vem os en el asunto tratad o en el discurso, resul­ ta excesivam ente sim ple, p o r lo que tam bién se han m anejado otros criterios. U n o de ellos consiste en aten d er al nivel lingüístico en que se produce la alternancia de len­ guas. D esde esta perspectiva se distingue entre cambios de «etiqueta», cam bios ora­ cionales (o inter o racionales) y cam bios intrao racionales. Los cam bios de «etiqueta» (o muletillas) suelen ser interjecciones o elem entos discursivos o expresivos que p u e­ d en ap arecer en cualquier lugar (ejem plo de alternancia español-inglés en hispanos de E stad o s U nidos): ¡A v e M a ría , which English!

(¡A ve M aría! ¡qué inglés!)

E l cam bio oracional alterna oraciones com pletas en una y o tra lengua (ejem plo de alternancia español-inglés en hispanos de E stados Unidos): I t’s on the radio. A m í se m e o lv id a la señ a l. F m gonna serve you an o th er one, right? (E stá en la radio. A m í se me olvida la estación. V oy a p o n erte o tra ¿vale?)

E l cam bio intrao racional consiste en cam biar de lengua dentro de una m ism a cláu­ sula u oración gram atical (ejem plo de alternancia español-inglés en hispanos de E sta ­ dos U nidos y de alternancia portugués-japonés en japoneses residentes en Brasil):

30. «Social meaning in linguistic structure: code-switching in Norway», en J. J. Gumperz y D. Hymes (eds.), Directions in Sociolinguistics, Nueva York, Holt, Rinehart and Winston, 1972, pp. 407-434.

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PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE S i tú eres p u e r to r r iq u e ñ o , your fath er’s a P uerto Rican, you should a t least, d e v e z e n c u a n d o , you Know, h a b la r e sp a ñ o l.21

(Si tú eres p uertorriqueño, tu p adre es puerto rriq u eñ o , deberías al m enos de vez en cuando, sabes, hablar español.) N a o , esse n a o . E s s e te m q u e v e n d e r m a is caro. K ono c a ix a nom o oishiyo.32

(N o, ése no. É se se tiene que vender más caro. D e esta caja tam bién es bonita.)

A p artir de esta tipología, Shana Poplack ofrece otra, com plem entaria de la p ri­ m era, que atiende al m odo en que se producen los cambios. D esde este p u n to de vis­ ta, se distinguen los c a m b i o s f l u i d o s ( s m o o t h ) , los c a m b i o s s e ñ a l iz a d o s y la i n s e r c ió n d e c o n s titu y e n te s . Los c a m b i o s f l u i d o s son cambios intraoracionales que se dan en si­ tuaciones de equivalencia respetando siem pre las fronteras sintácticas de am bas len­ guas; si las lenguas en contacto son S (ujeto) O (objeto) V (erbo) y SVO , el cam bio no se daría en tre O y V, sino después de S. Los c a m b i o s s e ñ a l iz a d o s ( f la g g e d ), p o r su p arte, no están som etidos a constricciones sintácticas y suelen aparecer m arcados en el discurso p o r pausas, dudas, com entarios m arginales, repeticiones y otros elem en­ tos: se pu ed en considerar auténticas interrupciones en el discurso.33 M a is j e te g a g e p a r e x a m p le q u e... e x c u s e m o n ang la is, m a is les odds s o n t la.

(Pero apuesto a que, po r ejem plo... perdona mi inglés, p ero la o p o rtu n id ad está ahí.)

P o r últim o, el cam bio llam ado in s e r c ió n d e c o n s t it u y e n t e s no se ajusta a constric­ ciones del o rd en de palabras: sim plem ente se inserta un elem ento de una lengua en o tra en un m om ento adecuado. E n este caso, com o en el de los cam bios señalizados, no se resp eta la condición de equivalencia. T om ando com o base la clasificación de Poplack, L. D abéne y D. M oore p ro p o ­ n en una tipificación m ás m inuciosa, a p a rtir de su experiencia con diversos grupos in ­ m igrantes de G renoble (Francia). D en tro de los cam bios intraoracionales, distinguen cam bios en tre actos de habla y cam bios en el in terior de un acto de habla, dando una im portancia al concepto de «acto» que no tiene en otras tip o lo g ías34 D en tro de los actos de habla, se p ueden dar cam bios de segm entos o de unidades; cuando se trata de unidades, se pu ed en p resen tar dos clases de inserción: la inserción en que el ele­ m en to de A es tratad o sintácticam ente com o un elem ento de B y la inserción de una 31. Véase S. Poplack, «Sometimes l ’U start a sentence in Spanish Y TERM INO EN ESPAÑOL: toward a typology of code-switching», Linguistics, 18 (1980), pp. 581-618. También S. Poplack y D. Sankoff, «CodeSwitching», en U. Ammon, N. Dittm ar y K. Mattheier, Sociolinguistics, 2, Berlín, de Gruyter, 1988, pp. 1.1741.180. 32. T. Nawa, «Bilingüismo e mudanza de código: urna proposta de análise com os nipo-brasileiros resi­ dentes em Brasilia», en F. Tarallo (org.), Fotografías sociolingüísticas, Campiñas, Pontes, 1989, pp. 199-215. 33. «Consequences linguistiques du contact de langues: un modéle d’analyse variationniste», art. cit., pp. 24-26. 34. Hay que tener en cuenta que, en la lengua hablada —donde tan frecuentes son las oraciones que quedan incompletas— , puede ser complicado distinguir un cambio interoracional de un cambio intraoracional. Esto podría llevar a proponer una clasificación que prescindiera de los conceptos de «cláusula» o de «ora­ ción» y que partiera de una distinción básica entre los cambios que se producen dentro de un acto y entre ac­ tos de habla diferentes.

LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES

271

Tipo de cambio de código

Interoracional

Intraoracional

Entre actos de habla

Dentro de acto de habla

Inserción 1

Unidad léxica

F ig . 15.1.

Conector pragmático

Modificador Adverbio

Inserción 2

Exclamación fática

T ipo d e ca m b io de código, según L . D a b é n e y D . M o o re (1995).

unidad de A sin te n e r en cuenta una función sintáctica determ inada (generalm ente exclam aciones o interjecciones).35 C om o se aprecia en la figura 15.1, las unidades del prim er tipo de inserción p u ed en ser elem entos léxicos, conectores pragm áticos, m o­ dificadores, segm entos adverbiales; las unidades del segundo tipo de inserción son elem entos fáticos o expresivos. V eam os algunos ejem plos de los tipos fijados p o r D abéne y M o o re:36 — A ltern an cia en tre actos de habla: (Diálogo madre-hijo) Hijo. ¿ Q u é h ic iste la c o m id a ? Madre. C a rn e d e c o c id o . Hijo. P e r o está r o jo e l c a ld o comment ga se fait? E n el segundo tu rn o del hijo se produce un cam bio de orientación en el discur­ so; afirm ación ( P e r o e s tá r o jo e l c a ld o ) - pregunta (com m ent ga se fait?). — A lternancia de segm entos den tro de acto de habla: L a s e m a n a p r ó x im a te n g o c a d a v e z d e las d o c e a las d o s y lu e g o te n g o q u e v e n ir o tra v ez, pendant au moins trois jours je fais qa. Avant, bien c’est vrai, avant non, n o e x istía e so e n E sp a ñ a .

(La semana próxima tengo cada vez de las doce a las dos y luego tengo que venir otra vez, durante al menos tres días hago eso. Antes, es verdad, antes no, no exis­ tía eso en España.)

35. «Bilingual speech of migrant people», en L. Milroy y P. Muysken (eds.), One speaker, two languages, ob. cit., p. 35. 36. Ejemplos de emigrantes españoles en Grenoble, véase L. Dabéne y D. Moore, art. cit., p. 33.

272

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

— A lternancia de unidades, inserción 1: E r a b u e n o a q u e l gáteau.

(E ra bueno aquel pastel.)

— A lternancia de unidades, inserción 2: L e s s o e u r s m u s u lm a n e s se b a lla d e n t a v e c u n e c h e m ise , w allah, c 'e s t v ra i!

(Las herm anas m usulm anas van con una camisa, lo juro, es verdad.)

V olviendo a la com paración del préstam o y la alternancia de lenguas, Shana P o ­ plack ha establecido un paralelism o en tre am bos fenóm enos que se rep resen ta en la figura 15.2. L a figura 15.2 deja v er que, frente a lo que ocurre en la alternancia o cam bio de código, el p réstam o adm ite la posibilidad de una gradación en lo que se refiere a su espontaneidad y estabilidad. Por lo dem ás, el paralelism o en tre c a m b i o f l u i d o (n atu ­ ral, adecuado) y p r é s t a m o e s ta b le se basa en su aceptabilidad e integración d entro de los usos de la com unidad: un c a m b i o f l u i d o se acepta de form a legítim a incluso d e n ­ tro de una m ism a oración; un p r é s t a m o e s ta b le está difundido y aceptado d entro de una com unidad, p uede ser usado repetidam ente por cualquier hablante y afecta, p o r lo general, a un nú m ero lim itado de unidades léxicas. E n cuanto al c a m b i o s e ñ a l i z a ­ d o y el p r é s t a m o e s p o n t á n e o , p u ed en aparecer en cualquier m om ento del discurso, su­ ficientem ente m arcados, y p ueden darse en lugar de cualquier unidad lingüística, si bien el c a m b i o s e ñ a l iz a d o aparece a m enudo p ara expresiones especializadas.

Condiciones del cambio de código Fijadas las características prim arias de la alternancia de lenguas o de códigos es obligado p reguntarse p o r la razón de sem ejante fenóm eno: ¿qué causas llevan a un hablan te y una com unidad a altern ar las lenguas? A n te todo, hay que saber que la al-

Cambio fluido

Cambio señalizado

Cambio de código (no continuum) Préstamo

(continuum)

Préstamo estable Morfológicamente integrado Sintácticamente integrado Fonológicamente integrado

F ig . 15.2.

continuum

Préstamo espontáneo Morfológicamente integrado Sintácticamente Integrado (Fonológicamente integrado)

C aracterización d e la alternancia d e códigos fre n te al présta m o , según S. P o p la c k (1988).

273

LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES Bilingüe hablando con

Monolingüe

Bilingüe

Usará

Usará

Lengua 1

Lengua 2

Lengua 1

Con cambio de código

F ig . 15.3.

Sin cambio de código

Elección de lengua

Lengua 2

Con cambio de código

Sin cambio de código

Cambio de código

E lección de lengua y ca m b io d e código en u n habla n te bilingüe, seg ú n F. G rosjean (1982).

ternancia se da, no en los hablantes o grupos sociales que tienen problem as p ara d o ­ m inar alguna lengua, sino todo lo contrario, en aquellos que han adquirido un dom i­ nio suficiente de dos códigos, en los bilingües: en el prim er caso, es m ás fácil que se produzca una m ezcla de códigos que una alternancia. Frangois G rosjean ha p ro p u es­ to un esquem a que refleja cóm o se puede producir la elección de lengua y el cam bio de código en el hab lan te bilingüe (figura 15.3).37 E ste árbol de decisiones explica con claridad que la e le c c ió n d e le n g u a y el c a m ­ b io d e c ó d ig o ( a lte r n a n c ia d e le n g u a s ) son m anifestaciones, si bien en niveles diferen­ tes, de un m ism o proceso al que se le puede d ar el nom bre de e le c c ió n lin g ü ís tic a . P artien d o de una realidad de bilingüism o, las causas de la alternancia están re ­ lacionadas con las particulares condiciones y circunstancias de los bilingües. A p p el y M uysken usan com o fun d am en to p a ra explicar los m otivos del cam bio de código las funciones del lenguaje establecidas p o r Jak o b so n :38 la alternancia se puede d a r p a ra favorecer la función referencial (de determ inados tem as sólo se habla en u n a lengua y n o en otra; ciertos objetos se designan con vocablos de una lengua y no de o tra ), p ara fav o recer la función conativa, im plicando m ás directam ente al oyente (en este sentido, p u ed e te n e r fines convergentes o divergentes, según la «teoría de la acom odación del habla»); tam bién se p u ed en alternar dos lenguas p ara favorecer la función expresiva (m odo de expresión de un grupo social determ in ad o ), la fu n ­ ción fática (al cam biar el tu rn o se cam bia la lengua), la m etalingüística (por ejem ­ plo, p a ra resaltar las habilidades lingüísticas propias) o incluso la poética (hacer ju e ­ gos de palabras). A dem ás de estas causas, los sociolingüistas tam bién dan una gran im portancia al peso que p ueden te n e r las características sociales de los hablantes, desde la edad has­ ta su nivel sociocultural, los contextos en que se establecen las interacciones y los ras­

37. Life with Two Languages, Cambridge, Harvard University Press, 1982. 38. Véase también H. Baetens Beardsmore, Bilingualism: basic principies, Clevedon, Multilingual Matters, 1986. En esta obra se habla de las siguientes funciones: de cita (estilo directo o indirecto), apelativa (para dirigirse a un interlocutor entre varios posibles) de interjección, de reiteración, de énfasis y pragmática.

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

274

gos sociales e individuales de los interlocutores:39 en algunas com unidades la alter­ nancia se da sobre todo en las generaciones jóvenes para la com unicación entre jó ­ venes o en tre los inm igrantes de segunda generación.40

R eflexiones y ejercicios 1. G rab e una conversación en la que participen una o m ás personas que no d o ­ m inen bien la lengua utilizada. E lab o re una lista de las interferencias que encuentre en esa conversación y descríbalas según los tipos explicados en este capítulo. 2. C onsidere las siguientes oraciones del español usado por hispanos en E sta­ dos U nidos (tom adas de C. Silva-Corvalán, Language C o n ta d and Change: Spanish in L o s A ngeles, O xford, C larendon Press, 1994; Sociolingüística. Teoría y análisis, M a­ drid, A lham bra, 1988): a) b) c)

P epe m e viene m olestando p o r años. Te cortaste tu dedo con el cuchillo que tenías en tu m ano. Y estaba cam inando p a ’ la casa y unos m uchachos estaban atrás de mí.

D istinga y analice los posibles casos de transferencia o de convergencia de espa­ ñol e inglés. 3. ¿Q ué opina de la interpretación del préstam o com o una alternancia de len­ guas o cam bio de código? ¿Piensa que realm ente son dos los sistem as que alternan o cree que sólo funciona un sistem a al que se incorporan elem entos léxicos? B usque al­ gunos ejem plos que ayuden a sostener cada una de estas hipótesis. 4. R elea el texto sobre el «bofe» incluido en este capítulo e identifique los ti­ pos de alternancia o cam bio de lenguas que allí aparecen.

Orientaciones bibliográficas E n el terren o del contacto de lenguas es inexcusable la lectura del libro de U. W einreich, Lenguas en contacto (Caracas, U niversidad C entral de V enezuela, 1974) y de su estudio «Unilingüism o y multilingüismo», en E l lenguaje y los grupos hum anos, B uenos A ires, N ueva Visión, 1976, pp. 81-115. T am bién es recom endable

39. Véase M. Turell, «L’alternanga de llengües i el préstec en una comunitat interétnica», en M. Turell (ed.), La sociolingüística de la variado, Barcelona, PPU, 1995, pp. 259-293. 40. Al lado de los avances experimentados en el ámbito conceptual o teórico de las lenguas en contac­ to, hay que resaltar finalmente aquellos que tienen que ver con el método de estudio, porque la cuantificación, sobre la que Weinreich tanto insistía, ha pasado a ocupar un lugar relevante, gracias, sobre todo, a la aplicación de la estadística por parte de la sociolingüística. Hoy día es posible calcular las probabilidades de aparición de una transferencia, de un préstamo o de una alternancia de lenguas, valorando conjuntamente la incidencia que sobre ellas tienen todos y cada uno de los factores lingüísticos y sociales implicados en el pro­ ceso. Véase S. Poplack, «Variation theory and language contact: concepts, methods and data», en D. Preston (ed.), American dialect research: A n anthology celebrating the JOOth anniversary o f American Dialect, Society, art. cit.

LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES

275

la lectura del capítulo que S. Poplack p rep aró para la obra coordinada p o r H. L ópez M orales, Introducción a la lingüística actual (M adrid, Playor, 1983, pp. 183-207); el ca­ pítulo lleva com o título «Lenguas en contacto». Y a esta relación se puede añadir la parte cuarta del libro de J. V endryes, E l lenguaje (México, U T H E A , 1979), con m u­ chos ejem plos y de fácil lectura. A cerca de las interferencias y préstam os del francés y el inglés en el español, véase el libro de A. Quilis et a i , Interferencias lingüísticas en el habla de los niños es­ pañoles emigrantes en Francia (M adrid, M EC , 1982) y el de A. R am írez, E l español de los Estados Unidos. E l lenguaje de los hispanos (M adrid, M apfre, 1992); este últi­ m o p resen ta algunos m ateriales de interés.

C a p ít u l o

16

LENGUAS PIDGIN Y LENGUAS CRIOLLAS Lenguas francas, lenguas pidgin, lenguas criollas Pero bien deueis sauer que la menos buena lengua es la mas mez­ clada. d e H e r r e r a , controversia sobre sus anotaciones a las Obras de Garcilaso de la Vega, Sevilla, siglo xvi

F ernando

E n tre la clases de lenguas caracterizadas p o r Stew art, se incluyen dos que care­ cen de e s t a n d a r i z a c ió n , a u t o n o m í a e h is t o r i c i d a d : las le n g u a s p i d g i n y las c r io lla s ; en las p rim eras tam poco se aprecia v ita lid a d , p ero en las segundas sí. Com o apuntam os en el capítulo dedicado a las variedades lingüísticas, las le n g u a s c r io lla s y las l e n g u a s p i d g i n se d eben a un desarrollo característico de ciertos tipos de contactos lingüísti­ cos y sociales, que dan lugar a soluciones lingüísticas en las que se com binan el vo­ cabulario de u na lengua con la gram ática de otra. Esos contactos obligan a en contrar un sistem a de com unicación com ún a personas que hablan lenguas diferentes e inin­ teligibles. C uando no existen hablantes nativos de esa variedad m ixta, estam os ante le n g u a s p i d g i n o s a b i r e s ; cuando el contacto se prolonga y estabiliza, expandiéndose funcionalm ente y dando lugar a una com unidad de habla, nacen las l e n g u a s c r io lla s . A u n q u e algunos autores distinguen los p i d g i n de los s a b i r e s , sobre la base de que los prim eros son sistem as com pletos y los segundos sistemas con el léxico lim itado a un ám bito determ inado, nosotros harem os un uso indistinto de am bos térm inos. E sta sucinta presentación nos va a servir de punto de p artida para caracterizar m ás porm enorizadam ente las variedades pidgin y criollas y p ara diferenciarlas de las lenguas francas. Se define le n g u a f r a n c a (o l in g u a fr a n c a ) , en un sentido am plio, com o la variedad lingüística utilizada p ara la com unicación en tre personas cuyas lenguas m atern as son diferentes. W. J. Sam arin distingue cuatro tipos de variedades que se ajustan a esta definición: las le n g u a s d e c o m e r c i o , usadas p a ra todo tipo de transac­ ciones en determ inados territorios (por ejem plo, el suahelí o s w a h i l i en Á frica o rien ­ tal), las l e n g u a s d e c o n ta c t o , que p ueden encontrarse en num erosísim os lugares del m u n d o ,1 las l e n g u a s in te r n a c io n a le s y las le n g u a s a u x ilia r e s o a r tific ia le s , com o el es-

1. A propósito de los contactos, hay que distinguir los que se producen en situaciones de frontera lin­ güística de los contactos que se derivan de la convivencia de dos lenguas en una comunidad o en un grupo de hablantes. Ejemplos de variedades de contacto del primer tipo (variedades de frontera) son el barranqueño,

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PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

p e ra n to .2 Las lenguas internacionales se diferenciarían de otras lenguas francas p o r el hecho de ser lenguas de cultura habladas en varios países cuyos habitantes disponen de ella com o lengua m aterna. E n este sentido el concepto de lengua o lin g u a franca está m ás relacionado con las funciones com unicativas que con las categorías de len ­ guas:- el inglés es u na lengua internacional que puede servir de lengua franca entre personas que no lo tienen com o lengua m aterna; el español, siendo una lengua in te r­ nacional, no suele funcionar com o lengua franca o, al m enos, no lo hace con la m is­ m a intensidad que el inglés, en A sia o Á frica, o el francés, en Á frica u O ceanía. E jem ­ plos notorios de lenguas francas ha habido m uchos a lo largo de la historia: pensem os en el la tí n , d u ran te el Im perio rom ano y en épocas posteriores d en tro de E u ropa, en el s a b i r del M editerráneo, desde la E d ad M edia hasta principios del siglo xx, o en el á r a b e , d u ran te la expansión del Islam. Las lenguas pidgin podrían ser consideradas com o le n g u a s f r a n c a s d e c o m e r c i o , desarrolladas, aunque de form a m uy simple, con fines prácticos e inm ediatos, n o r­ m alm ente en relaciones com erciales o de esclavitud, por hablantes que no las tienen com o lenguas m aternas ni disponen de otro tipo de lengua franca. Estas lenguas su r­ gen del contacto entre dos variedades de desigual prestigio o consideración social: la lengua de m ayor prestigio, llam ada tam bién s u p e r e s tr a to (por ejem plo, las lenguas e u ­ ropeas coloniales: inglés, francés, español, portugués, holandés) aporta norm alm ente su vocabulario, m ientras la lengua p eo r considerada socialm ente, llam ada tam bién lengua de s u s tr a to (por ejem plo, lenguas indígenas), aporta su fonología y su gram á­ tica, aunque simplificadas. Sirvan com o ejem plos de estas lenguas el pidgin inglés de A sia y Á frica o el pidgin sango de Á frica occidental.3 C uando el uso del pidgin se p ro ­ longa y estabiliza, dando lugar a una com unidad de habla y a hablantes que adquie­ ren la variedad com o lengua m aterna, se convierte en una le n g u a c r io lla . Ejem plos de criollo serían el papiam ento de C urazao y el chabacano de Filipinas (derivados del es­ pañol), el criollo de C abo V erde y el de Santo Tom é, en el golfo de G uinea (deriva-

en la frontera entre España y Portugal, el mirandés, en los límites de las hablas leonesas y portuguesas, el aguavivano, variedad de probable origen mozárabe con elementos catalanes y aragoneses, el chapurreao, en la frontera entre Aragón y Cataluña, en el nordeste de Teruel, o el fronterizo, en la frontera entre Uruguay y Brasil. Estas variedades pueden ser aprendidas desde la infancia en sus respectivas comunidades (no esta­ ríamos, por tanto, ante lenguas francas) si bien todas ellas se encuentran inmersas en un acusado retroceso (véase M. Alvar, «Cuestiones de bilingüismo y diglosia en el español», en El castellano actual en las comuni­ dades bilingües de España, Salamanca, Junta de Castilla y León, 1986, pp. 11-48; J. P. Roña, El dialecto «fron­ terizo» del Norte de Uruguay, Montevideo, Universidad de la República, 1965; A. Elizaincín, Dialectos en con­ tacto. Español y portugués en España y América, Montevideo, Arca, 1992; C. de Azevedo Maia, «El miran­ dés» y M. A. Martín Zorraquino y M. R. Fort, «La frontera catalano-aragonesa», ambos en M. Alvar (dir.), Manual de dialectología hispánica. El español de España, Barcelona, Ariel, 1996, pp. 159-170 y 293-304, res­ pectivamente; M. Alvar (dir.), Manual de dialectología hispánica. El español de América, Barcelona, Ariel, 1996). Por otro lado, pueden servir como ejemplos del resultado de la convivencia de lenguas en una co­ munidad o en un grupo de hablantes de una comunidad los usos de lo que se conoce como fragnol (francésespañol), frangíais (francés-inglés, en Canadá), espanglish (español-inglés, en Estados Unidos), cocoliche (es­ pañol-italiano, en Buenos Aires, Argentina), el pocho (español-inglés, en el sudoeste de Estados Unidos), el portuñol (portugués-español, en la frontera con Brasil), el tex-mex (español mejicano-inglés), la media lengua (español-lengua indígena americana). Estos usos lingüísticos son muy irregulares e inestables, pero no deben ser tratados como lenguas pidgin o criollas. Podría decirse que en tales casos estamos simplemente ante ma­ nifestaciones de mezclas lingüísticas. 2. «Lingua Francas of the World», en J. Fishman (ed.), Readings in the Sociology o f Language, La Haya, Mouton, 1968, p. 661. 3. Véase E. Ardener et al., Multilingüismo y categoría social, Buenos Aires, Paidós, 1976.

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dos del portugués), el criollo de H aití y de la G uyana Francesa (derivados del fran ­ cés) o el criollo jam aicano o el tok pisin, de N ueva G uinea (derivados del inglés). Los rasgos que d an personalidad a las lenguas criollas, al m argen de su origen, son la coincidencia en tre ellas de ciertos elem entos lingüísticos, la relativa sim plicidad de su gram ática y su fonología, frente a las de otras lenguas naturales, y la presencia de elem entos que son fruto de la m ezcla lingüística. N o obstante, estos caracteres d e ­ ben ser relativizados, dado que no se presentan con la mism a intensidad en todos los criollos y dado que hay lenguas, de las que no son consideradas com o criollas, que exhiben un m ayor grado de sim plicidad y m ezcolanza que m uchos auténticos criollos; al fin y al cabo, todas las lenguas naturales han experim entado procesos de m ezcla y de simplificación a lo largo de su historia, aunque no se puede afirm ar por ello que todas las lenguas sean criollas, ni m ucho m enos. D esde un p u n to de vista social, R. H udson ha señalado que las lenguas criollas son m ás in teresantes que las pidgin p o r tres razones. E n prim er lugar, p orque hay m ás hablantes de lenguas criollas que de pidgin (entre 10 y 17 m illones de hablantes de criollo; en tre 6 y 12 m illones de hablantes de algún pidgin); en segundo lugar, p orque la m ayoría de las lenguas criollas son habladas por descendientes de esclavos africa­ nos, p a ra quienes el instrum ento lingüístico es tam bién una seña de identidad; en te r­ cer lugar, p o rq u e hay m inorías inm igrantes, en países en los que se habla la lengua que ha servido de superestrato al criollo, que tienen graves problem as sociales y edu­ cativos puesto que su variedad es considerada como un m al uso de la lengua dom i­ n an te y puesto que m uchas veces no cuenta ni con los más elem entales instrum entos de «estandarización» ni, p o r supuesto, con ningún tipo de prestigio d en tro de la co­ m unidad re c e p to ra .4

Los procesos de pidginización y de criollización C uando dos lenguas en tran en contacto, es posible que una de ellas —la m ás prestigiosa, la de m ayor peso— se im ponga sobre la de m enor peso, dando lugar a un desplazam iento y una sustitución de lengua, com o se ha com entado en o tro capítulo: d u ran te un tiem po hab rá individuos bilingües que harán posible el cam bio. Sin em ­ bargo, cuando estas lenguas en tran en contacto con fines com erciales — a m enudo un com ercio desigual y generalm ente en lugares idóneos para estas transacciones (las costas de A sia, Á frica y A m érica)— o en o tro tipo de situaciones típicam ente colo­ niales (traslados de población p ara su explotación laboral; esclavitud), cuando los h a ­ blantes no p u ed en acceder a un m odelo de la lengua dom inante p o r no ten e r sufi­ ciente tra to con el grupo m ás p oderoso,5 puede surgir una solución de com prom iso, una lengua pidgin, m uy especialm ente si las lenguas que se ponen en contacto son tres, y no dos, p o rq u e en tal caso la nueva variedad se hace necesaria ta n to para la com unicación con los hablantes de la lengua dom inante com o para la com unicación con los hablantes de la tercera lengua; la simplificación de la lengua dom inante se hace inevitable.

4. R. Hudson, La sociolingüística, Barcelona, Anagrama, 1981, pp. 76-77. 5. Véase G. Sankoff, «Variation, pidgins and creóles», en A. Valdman y A. Highfield (eds.), Theoretical issites in pidgin and creóle studies, Nueva York, Academic Press, 1981, pp. 139-164.

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Los procesos de pidginización y de criollización siguen d erroteros opuestos des­ de un p u n to de vista lingüístico porque, m ientras la creación de un pidgin conduce una simplificación lingüística y funcional, el desarrollo de un criollo requiere una regularización y un enriquecim iento, dado que va a ser utilizado en situaciones y con objetivos que no aparecen en la com unicación en pidgin o sabir. Las lenguas pidgin com ienzan de una form a sum am ente inestable, con solucio­ nes q ue p o d rían ser consideradas com o semilingües, idiolectales o jergales, para ir es­ tabilizándose p au latin am en te sobre la base de una gram ática y una fonología de la lengua de m en o r consideración social y el léxico de la lengua dom inante. P o sterio r­ m en te, ese pidgin pu ed e ir consolidándose lingüística y socialm ente, hasta dar lugar, prim ero , a un pidgin expandido y, cuando los hablantes lo adquieren com o lengua m atern a, a un criollo. E ste proceso «criollizador» puede ser m uy largo y dar lugar a la identificación de diversas fases interm edias o puede ser m uy corto y no d ar tiem ­ po a la constitución de un pidgin elaborado o expandido: un criollo pued e surgir com o tal en cualquier fase del proceso de criollización, desde la inicial y m ás in esta­ ble hasta la m ás avanzada; tan sólo se req uiere que alguien lo aprenda com o lengua m aterna. Sin em bargo, aunque los criollos son variedades que pueden nacer con la conso­ lidación y estabilización de un pidgin y con la form ación de una com unidad de habla, lo cierto es que no todos los pidgin tienen p or qué desem bocar en un proceso de crio­ llización, en la aparición de un nuevo criollo: existen pidgin que nunca llegan a con­ tar con una com unidad de habla, con hablantes nativos, y que, consecuentem ente, no pasan de la fase de pidgin elaborado. M as tam poco tiene por qué q u edar aquí el d e ­ sarrollo de estas variedades; dicho de otra form a, el destino de todo pidgin no es lle­ gar a ser un pidgin elaborado o convertirse en un criollo. U n pidgin elaborado p u e­ de experim entar un proceso de des pidginización que lo lleve al abandono paulatino y al acercam iento a la lengua dom inante, tam bién llam ada acrolecto o lengua lexificadora, a través de un proceso continuo: continuum pospidgin. Los criollos, p o r su parte, suelen sufrir procesos de repidginización, si la com u­ nidad deja de enseñarlo a los nuevos hablantes com o lengua m aterna y lim ita su uso a la com unicación con otros grupos lingüísticos, com o ha ocurrido en Senegal o G u i­ nea Bisau, o procesos de descriollización, norm alm ente cuando el criollo convive con la lengua dom inante: la descriollización supone el abandono gradual y el acerca­ m iento a la lengua dom inante a través de un proceso continuo: continuum poscriollo. E n la term inología de la especialidad, la descriollización p a rte de una variedad crio­ lla (basilecto) que se aproxim a a la lengua dom inante (acrolecto) a través de una se­ rie de fases o pasos interm edios (mesolecto). Suzanne R om aine ap o rta una m uestra m uy ilustrativa de cóm o opera un p ro ce­ so descriollizador, desde una basilecto (criollo de G uyana) a un acrolecto (inglés):6 B a s il e c t o (criollo de Guyana) m i gii am ‘yo le di’ > m i bin gii am > ni bin gii ii > m i bin gi ii > m i di gii ii > m i di gi ii > a di gii ii > a di gi oo > a did gi ii > a did giv ii > a did giv hii > a giv ii > a giv im > a giv him > a geev ii > a geev im > a geev him > I gave him ‘yo le di’ a c r o l e c t o (inglés).

6.

El lenguaje en la sociedad, Barcelona, Ariel, 1996, p. 205.

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Continuo desarrollador Jerga Pidgin estable Pidgin elaborado

Continuo pospidgin

Criollo

Continuo poscrlollo

Lengua lexificadora

Continuo reestructurador

Fig. 16.1.

C o n tin u o desarrollador y c o n tin u o reestructurador de p id g in y criollos, según M iihlhausler (1986).

Los distintos cam inos que puede seguir el contacto de lenguas han despertado el interés de num erosos especialistas, com enzando por H ugo Schuchardt, el m ás b ri­ llante de los precursores. Para Schuchardt no existe ninguna lengua en el m undo que no haya sufrido, en algún m om ento de su historia, algún proceso, leve o intenso, de m ezcla o de contam inación; sobre esta base, dedica una gran parte de su atención a las com unidades de habla criolla de base rom ánica. E ste lingüista llega a p ro p o n er una tipología de las situaciones de contacto en las que surgen habitualm ente los crio­ llos, a los que llam a «lenguas de necesidad»: en prim er lugar estarían las situaciones en las q ue se produce una aparición y un rápida extinción del criollo; en segundo lu­ gar, las situaciones de aparición del criollo en las que tiene un existencia precaria, con poco desarrollo, y finalm ente las situaciones en que se produce la aparición y desa­ rrollo del criollo.7 M ás recientem ente, P. M ühlháusler ha presentado un esquem a que recoge los procesos de pidginización, des pidginización, criollización y descriollización ordenados en to rn o a dos continuos generales: un continuo desarrollador y un continuo reestruc­ turador (figura 16.1).8 El continuo desarrollador explica el proceso que lleva a la aparición del pidgin y del criollo; el continuo reestructurador explica el paso del pidgin o del criollo a la len ­ gua dom inante o lexificadora, a través de unos continuos, de m últiples grados in ter­ m edios. E n cualquier caso, la convivencia con la lengua dom inante tam bién puede dar lugar a la creación de una situación de diglosia, com o ocurre en H aití con el criollo y el francés. E n o tro o rden de cosas, a la h o ra de explicar los procesos de criollización, deben tenerse m uy en cuenta los estudios que proponen que las lenguas criollas han tenido su origen en procesos sim ilares a los que se producen en el habla infantil o en el aprendizaje de segundas lenguas: los criollos serían m anifestaciones del aprendizaje im perfecto de segundas lenguas o de las fosilizaciones y simplificaciones habituales en un proceso de adquisición.9 E n tal caso no estaríam os ante teorías de naturaleza sociohistórica, sino ante una tercera vía explicativa, en la que han destacado las ideas de D erek B ickerton, p ro m o to r de la «teoría del bioprogram a». Para B ickerton existe

7. 1909, Pidgins and Creóle Languages, ed. por G. Gilbert, Londres, Cambridge University Press, 1980. 8. Pidgin and Creóle Studies, Oxford, Blackwell, 1986. Véase también Pidginization and simplification o f language, Canberra, Australian National University, 1974. 9. Véase J. Schumann, The pidginization process: a model fo r a second language acquisition, Rowley, Mass., Newbury House, 1978.

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un bioprogram a de los rasgos que han de p resentarse en toda variedad criolla. Ese bioprogram a ofrece unos elem entos que son com unes al nacim iento de los criollos, a la adquisición de la lengua m atern a y a la evolución general de las lenguas; de hecho se puede establecer un paralelism o en tre la form a en que los niños adquieren su len ­ gua m atern a y la m anera en que se van form ando las variedades pidgin y criollas, p o r­ que lo que un niño apren d e con facilidad suele coincidir con las características p rin ­ cipales de los criollos.10 L a form ación de los criollos n o responde a procesos m uy distintos de los que h an experim entado otras lenguas. Para B ickerton, el criollo prototípico es el que procede de un pidgin que no tiene m ás de una generación de existencia en una población for­ m ada, en un 20 % aproxim adam ente, p o r personas que tienen la lengua dom inante com o lengua m atern a y, en un 80 % aproxim adam ente, p o r personas que tienen otras lenguas m aternas.

C aracterísticas lingüísticas de los sabires y los criollos D esde un pun to de vista estrictam ente lingüístico no se puede hablar de unos ca­ racteres lingüísticos propios de los pidgin o sabires y otros de los criollos: lingüística­ m en te n o es posible distinguir un pidgin de un criollo. P or ello la som era caracteri­ zación lingüística que aquí se va a p resen tar concierne prácticam ente por igual a los dos tipos de variedades que nos ocupan. La fonología de los pidgin y los criollos a m enudo — no siem pre— tiene una n ó ­ m ina m ás reducida que la fonología de la lengua dom inante, dado que en ella dejan de ten er carácter distintivo algunos elem entos: en el caso de criollos españoles se p u e­ den dejar de distinguir los fonem as vibrante sim ple y m últiple o los fonem as /p/ y /f/, com o ocurre en el chabacano (Filipinas). D ebe destacarse que, en el nivel fonéticofonológico, es norm al la influencia de elem entos suprasegm entales propios de las len­ guas indígenas: en el papiam ento es característico el acento tonal, h ered ad o de las lenguas africanas, que opone form as com o tapa (con tono final bajo o grave) ‘tap a r(se )’ y tapa (con tono final alto o agudo) ‘ta p a ’.11 P or lo dem ás, la fonología crio­ lla, aparte de reflejar tendencias naturales que afectan a prácticam ente todas las len ­ guas del m undo (tendencia a elim inar distinciones en las líquidas o a reducir las fri­ cativas y las africadas), tiene en la variabilidad una de sus principales características, una variabilidad que es m ayor aún que la de o tro tipo de lenguas, debido a la com ­ plejidad de la situación sociolingüística en la que se desarrollan. E n el nivel gram atical, los pidgin y los criollos suelen carecer de flexión nom inal, pronom inal y verbal: quedan elim inadas las m arcas de distinción de género o de n ú ­ m ero, así com o de tiem pos verbales; p o r otro lado, los límites form ales en tre la transitividad y la intransitividad se desdibujan. D esde una perspectiva más pu ram en te sin­ táctica, los fenóm enos de concordancia y de rección son escasos y es norm al que las lenguas pidgin y los criollos tengan una organización bastante simple: predom ina la

10. Véase Roots o f Language, Ann Arbor, Karoma Pub., 1981. 11. Sobre el papiamento, véase D. Monteanu, El papiamento, lengua criolla hispánica, Madrid, Gredos, 1996. Del mismo autor, véase un resumen de las características más destacadas en M. Alvar (dir.), Manual de dialectología hispánica. El español de América, Barcelona, Ariel, 1996, pp. 68-78.

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parataxis, no aparecen, p o r ejem plo, oraciones de relativo, se hace un uso abundante de las partículas gram aticales con valores muy diversos (negación, aspecto), existe un o rd en de palabras fijo y son frecuentes las construcciones perifrásticas. A este respecto, Suzanne R om aine ha presentado una relación de rasgos gram a­ ticales com partidos p o r variedades criollas del A tlántico y del Pacífico:12 á) A usencia de las form as del verbo ser o uso de la llam ada «cópula cero»: de p ik n i sik ‘el niño [está] enferm o’ (criollo inglés de Jam aica). b ) U so de una m ism a palab ra para indicar posesión o existencia: get wan um an we get gyal p ik n i ‘hay un hom bre que tiene una h erm an a’ (criollo inglés de G uyana). c) U so de negación preverbal: m elabat no kaan go garram yu m o b ‘no podem os ir contigo» (kriol de A ustralia). E n lo que se refiere al léxico, la relación que une al pidgin o al criollo con la len­ gua dom inante de la que se deriva suele m anifestarse de m anera b astante clara. La m ayor p a rte del léxico, alrededor del 80 % , procede de la lengua dom inante, aunque la p roporción p uede ser mayor: según los recuentos de A ntonio Quilis, el léxico es­ pañol en chabacano puede sup erar el 90 % .13 A pesar de todo, no son extraños, ni m ucho m enos, los elem entos léxicos procedentes de la o tra o las otras lenguas en con­ tacto; estos elem entos suelen ten er un carácter designador y a m enudo están referi­ dos a plantas, anim ales o a las relaciones familiares: en el chabacano de Z am boanga se en cu en tran vocablos tagalos com o saging ‘b a n an a’, palay ‘arroz con cáscara’, bagon ‘gam bas’, inay o nana ‘m a d re ’. E l léxico de los pidgin y criollos suele ser lim itado, ya que lo com pone un n ú ­ m ero variable de unidades que oscila en tre las 300 o 400 y las 1.500, lo que tal vez explica la n aturaleza polisém ica de m uchos de los elem entos léxicos, así com o la abundancia de construcciones perifrásticas y de com puestos. P o r otra parte, en los vo­ cablos tom ados de la lengua dom inante, es frecuente que se den procesos de sim pli­ ficación y de reducción de oposiciones fonológicas y morfológicas. E n ocasiones, esa simplificación puede llevar a una colisión hom oním ica, que obliga a recu rrir a diver­ sos procedim ientos p ara evitarla; uno de esos procedim ientos es la repetición: en tok pisin la repetición perm ite distinguir la form a sip ‘barco’ (< ing. ship) de sipsip ‘ove­ j a ’ (< ing. sheep), la form a p is ‘p az’ (< ing. peace) de pispis ‘o rin ar’ (< ing. to piss) o san ‘sol’ (< ing. sun) de sansan ‘a re n a ’ (< ing. sand). La repetición tam bién es el m e­ canism o que perm ite expresar valores enfáticos o intensificados: cry ‘llo rar’ (< ing. to cry) y crycry ‘llorar de form a co n tin u ad a’; talk ‘h a b lar’ (< inf. to talk) y talktalk ‘h a­ blar g ritan d o ’. P o r últim o, es im p o rtan te llam ar de nuevo la atención sobre la gran variabilidad lingüística que p resen tan los pidgin y los criollos, una variabilidad y una inestabilidad que ha llevado a algunos sociolingüistas a pensar que estas variedades no son sus­ ceptibles de análisis análogos a los que se practican en otro tipo de com unidades,14 y que ha servido de fundam ento para que m uchos criollistas defiendan una in te rp re ta ­

12. El lenguaje en la sociedad, ob. cit., pp. 207-208. 13. Véase La lengua española en cuatro mundos, Madrid, Mapfre, 1992, p. 180. 14. Véase W. Labov, «Is there a creóle speech community?», en A. Valdman y A. Highfield (eds.), Theoretical issues in pidgin and creóle studies, Nueva York, Academic Press, 1981, pp. 369-388.

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ción polilectal de los usos pidgin y criollos, com o señalam os en el capítulo dedicado al concepto de variación lingüística: frente al concepto de gram ática com unitaria, los criollistas h an p ropuesto el de com plejo polilectal que in terp reta la variación lingüís­ tica de una form a dinámica; la variación se m anifiesta precisam ente en los estadios interm edios de difusión de un cam bio lingüístico.

El origen de las lenguas pidgin y criollas A l estudiar y com parar las lenguas pidgin y criollas, se descubre inm ediatam en­ te la coincidencia de algunos de sus rasgos, la aparición de caracteres que se repiten tan to en las lenguas del área del Pacífico com o en las lenguas del A tlántico. ¿A qué se deb en esas coincidencias? ¿Por qué lenguas geográfica e históricam ente distantes m uestran unos -rasgos sim ilares o coincidentes? Con otras palabras, ¿cuál es el origen de los sabires y los criollos? A u n q u e h an sido m uchas las explicaciones, m ás parciales o m ás generales, que se h a n dado a propósito del origen de los pidgin y los criollos,15 lo cierto es que p u e ­ den agruparse en torn o a dos hipótesis o líneas de pensam iento: la que defiende la poligénesis y la que cree en la monogénesis. L a «teoría de la poligénesis», represen tad a por los trabajos de R o b ert A . H all y ya adelantada en los estudios de H ugo Schuchardt, sostiene que estas lenguas se han originado allí donde una lengua dom inante, pongam os las lenguas europeas colonia­ les, han e n trad o en contacto con otra u otras lenguas no europeas. D e esta form a se pu ed e d efender una relación histórica y particular entre cada lengua criolla y la len­ gua dom inante de la que deriva, ya sea el español, el portugués o el francés, ya sea el inglés o el n eerlan d és.16 L a «teoría de la m onogénesis», representada, por ejem plo, p o r los trabajos de K eith W hinnom ,17 sostiene que los rasgos com unes que se descubren en los pidgin y criollos de latitudes diferentes sólo pu ed en explicarse recurriendo a una base com ún, a un m ism o origen para todos ellos. La estructura lingüística com ún ha sido localiza­ da, p o r unos, en un protocriollo afroportugués, desarrollado a raíz de las colonizacio­ nes y el com ercio de los negreros d u ran te los siglos xvi y x v i i , sobre to d o p o r parte de los portugueses; otros la localizan en una variante atlántica del sabir o lingua fra n ­ ca de los m arineros, desarrollada en el M editerráneo desde la E d ad M edia, p ro b a­ blem ente com o lengua de contacto d u ran te las Cruzadas, y constituida por un léxico principalm ente español e italiano, con elem entos árabes, turcos y griegos.18 Sea com o fuere, la hipótesis de la m onogénesis rechaza la existencia de una relación histórica entre cada lengua criolla y la lengua eu ropea correspondiente.

15. Se habla de los pidgin y criollos como simplificaciones que los señores, patronos y comerciantes ha­ cían para hablar con sus esclavos o empleados, como si de un baby-talk se tratara; también se ha pensado que fueron los esclavos los responsables de tales simplificaciones, en el proceso de adquisición de las lenguas eu­ ropeas. Para todo ello, véase F. Tarallo y T. Alkmin, Fulares crioulos. Línguas em contato, San Pablo, Atica, 1987. 16. Pidgin and Creóle Languages, Ithaca, Nueva York, Cornell University Press, 1966. 17. Véase «The Origin of European-based Creóles and Pidgins», Orbis, 14 (1965), pp. 509-527. 18. Véase «Die Lingua Franca», Zeitschrift fiir Romanische Philologie, 33 (1909), pp. 441-461. También Pidgins and Creóle Languages, ob. cit.

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Según los que defienden la m onogénesis afroportuguesa, los esclavos africanos, hablantes de lenguas indígenas, ap rendieron una variedad de base portuguesa, com o si de una jerga se tratara, en los cam pos de esclavos, en los barcos y en los recintos a los que eran enviados; una vez en sus respectivos destinos, esta población fue susti­ tuyendo poco a poco las palabras portuguesas p o r palabras de la lengua dom inante con la que en trab an en contacto (español, portugués, francés). Para los que defien­ den la m onogénesis a p artir del sabir, esta variedad o jerga, utilizada com o variedad de com ercio e intercam bio en los principales puertos del M editerráneo, sobre todo del n o rte de Á frica, resultó relexificada p o r los portugueses durante los siglos xvi y x v n y m ás tarde sufrió una nueva relexificación, esta vez desde las lenguas dom inan­ tes eu ropeas con las que fueron en tran d o en contacto. C ualquiera de estas hipótesis (o teorías) generales ofrece dudas y puntos oscu­ ros: la poligénesis deja sin aclarar coincidencias obvias, coincidencias com o la expre­ sión de la negación, el uso de una misma p alabra para indicar posesión y existencia o el uso de form as, com o pikin in i o piknin ‘n iño’, con todas sus variantes, encontradas en num erosísim os criollos; la m onogénesis no es adecuada para explicar los m uchos usos discrepantes que existen, sobre todo cuando se com paran los criollos del A tlá n ­ tico con los del Pacífico. P recisam ente por esto se han hecho propuestas parciales que p reten d en explicar sólo una de las principales ram as criollas: el criollo afroportugués podría estar en el origen de los criollos de base española y portuguesa de A sia, Á fri­ ca y las A ntillas, p ero no en el de otras variedades;19 para otros, com o D . B ickerton y A. E scalante, los criollos caribeños tendrían su origen en un protocriollo, p ero no de base portuguesa, sino de base española;20 otros, en fin, hablan de sustratos com u­ nes que pu d iero n influir en la gestación de las lenguas pidgin y criollas, sustratos com o el de las lenguas de Á frica occidental, para las variedades atlánticas, o el de las lenguas oceánicas, p ara las variedades del Pacífico. E l argum ento m ás am pliam ente aceptado contra la m onogénesis, a propósito de los criollos hispánicos, sostiene que los rasgos supuestam ente procedentes del p o rtu ­ gués tam bién han podido desarrollarse den tro la lengua española21 y, en general, que hay rasgos lingüísticos en los pidgin y criollos que sólo se explican por la m ezcla de lenguas de origen diferente. Los defensores de la poligénesis añaden que las sim ilitu­ des en tre lenguas se pued en explicar por la coincidencia de las condiciones sociohistóricas y lingüísticas de estas situaciones.

Los criollos hispánicos: p apiam ento, palen q u ero , chabacano E l m undo hispánico, en contraste con lo que ocurre en la francofonía o en el ám ­ bito de la colonización británica, se caracteriza p o r presentar una evidente escasez de criollos. Las razones de esta circunstancia no son fáciles de entram ar, pero tienen que ver con el m odo en que se llevaron a la práctica los procesos colonizadores. Com o ha

19. lladolid, 20. 21.

Véase G. de Granda, Lingüística e historia: temas afro-hispánicos, Valladolid, Universidad de Va­ 1988. «Palenquero: A Spanish-Based Creóle of Northern Colombia», Lingua, XXIV (1970), pp. 254-267. Véase D. Montcanu, El papiamento, lengua criolla hispánica, ob. cit., p. 19 y ss.

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señalado H u m b erto L ópez M orales, en principio m uchos lingüistas avalan la idea de que la m ezcla cultural y racial favorece e im pulsa la aparición de sabires o criollos; sin em bargo, los estudios sociolingüísticos están dem ostrando que la mezcla favorece el cam bio hacia el su p erestrato y que son las barreras y la estratificación social ex­ trem a las que hacen posible que las distancias entre las variedades criollas y las len ­ guas dom inantes se m antengan. E l m odo de proceder de E spaña en sus colonias pudo favorecer la asim ilación y el cam bio hacia la lengua española p o r parte de las p o bla­ ciones colonizadas, m ientras que la colonización británica, francesa u holandesa llevó a la form ación de criollos y a su posterior m antenim iento. M uchos de esos criollos, no obstante, criollos que incluso han podido funcionar com o variedad B en situacio­ nes de diglosia, ya han iniciado un proceso de reestructuración que con el tiem po p u e ­ de concluir en la confluencia con el su perestrato o, sim plem ente, en la sustitución por la lengua dom inante. Los criollos hispánicos que han logrado pervivir, y que son reconocidos com o ta ­ les, son el papiam ento (A ntillas m enores), el palenquero (C olom bia) y el chabacano (Filipinas). A esta breve relación se podría añadir el chamorro de la isla de G uam , en el Pacífico, com o criollo con presencia im portante de elem entos españoles.22 a) Papiamento. E sta lengua criolla hispánica se form ó a lo largo del siglo x v i i en la isla de C urazao y hoy se utiliza en esa isla y en las islas de A ru b a y de Bonaire, que form an p arte de las A ntillas H olandesas. Se trata de una variedad que es re ­ sultado de la m ezcla de varias lenguas: el español, el portugués, el holandés y lenguas africanas. L a lengua oficial de las A ntillas H olandesas es el holandés, sin em bargo casi el 80 % de una población de unos 250.000 habitantes habla el papiam ento. Las condiciones y vicisitudes sociohistóricas de un territorio acaban determ in an ­ do el peso que finalm ente ha de ten er cada una de las lenguas m ezcladas. Según ha dem ostrad o D. M onteanu, el español, presente desde los prim eros m om entos hasta nuestros días y lengua de los grupos sociales más prestigiados, ha sido el principal foco de influencias lingüísticas convirtiéndose en la lengua base o m adre del pap ia­ m en to .23

22. A esta lista se ha añadido, en medio de una interesante controversia, el bozal caribeño. El carácter criollo de esta variedad ha sido puesto en tela de juicio por algunos especialistas, que consideran que en el Caribe hispánico no existieron lenguas de esta naturaleza (véase H. López Morales, Sociolingüística, 2.a ed., Madrid,*Gredos, 1993, p. 148). Para Germán de Granda el bozal de Cuba sería una variedad derivada del protocriollo afroportugués; y lo mismo opina Megenney de la variedad afroespañola de la República Dominica­ na, si bien Lipski prefiere pensar en un protocriollo afrohispánico. Véase un análisis de la cuestión y la bi­ bliografía pertinente en la obra de D. Monteanu, El papiamento, lengua criolla hispánica, ob. cit., pp. 27-30. Por otro lado, Germán de Granda incluye en la lista el criollo de Uré, el criollo del departam ento de Chocó (Bolivia) y el habla del palenque de Ecuador, todos ellos ya desaparecidos. Al mismo tiempo habla de una variedad de español de los bilingües de Guinea que no ha sido reconocida por A. Quilis. Véanse G. de G ran­ da, Estudios lingüísticos hispánicos, afrohispánicos y criollos, Madrid, Gredos, 1978; A. Quilis, La lengua es­ pañola en cuatro mundos, ob. cit. Tenemos muy pocas noticias de otras hablas mencionadas, por ejemplo, por Roña: el criollo de Trinidad, el de Portobelo (Panamá) y algunos criollos que sobreviven aisladamente en Ve­ nezuela, Cuba y la República Dominicana. Véase D. Monteanu, ob. cit., p. 26. Del criollo de Panamá no se habla en E. Alvarado, El español de Panamá, Panamá, Editorial Universitaria, 1971; véase, sin embargo, J. M. Lipski, «El lenguaje de los congos panameños: ¿vestigios de un criollo afrohispánico?», en Actas del V II Con­ greso de la A L F A L , II, Santo Domingo, ALFAL, 1989, pp. 63-79. 23. No existe unanimidad, sin embargo, acerca de la procedencia española: en general, los defensores de la hipótesis de la monogénesis propugnan un origen afroportugués, para esta y para las demás variedades. Véase el análisis de las teorías sobre el origen del papiamento que ofrece D. Monteanu, ob. cit., pp. 84-116.

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E n tre las características lingüísticas de este criollo, destacan, en el nivel fónico, la capacidad distintiva del acento tonal, que convive con el acento dinám ico, y que se da en form as com o sinta ‘sentarse’ y sintá ‘sentado’ o kura ‘c u rar’ y kurá ‘corral; ja r­ d ín ’. Su sistem a vocálico está form ado p o r diez fonem as con cinco grados de ab ertu ­ ra: a los fonem as del español se h an añadido algunos procedentes del holandés o de otras lenguas de superestrato posterio r al español (Ib, ó, ü, ü/). E n el vocalism o á to ­ no son frecuentes los casos de cierres vocálicos, asimilaciones, disimilaciones, aféresis y síncopas de todo tipo: p iká ‘p ecad o ’, kustía ‘costilla’, turtuka ‘to rtu g a’, konform á ‘confirm ar’, kam ná ‘cam inar’. E n estos ejem plos se aprecia la tendencia del papia­ m ento a reducir el léxico a unidades de dos sílabas. Por o tro lado, tam bién el conso­ nantism o resulta m ás rico que el español, puesto que se incluyen, entre otros, dos fo­ nem as p repalatales fricativos, sordo y sonoro, el labiodental sonoro N t o un fonem a p alatal africado sonoro. E n lo que se refiere a la gram ática, cabe señalar la ausencia de la categoría del género, rasgo frecuente en las lenguas criollas, la distinción genérica m ediante recu r­ sos propios del español (h óm ber/m uhé, amiga/amigó), el uso de la m arca de plural -nan (kas ‘casa’ / kasnan ‘casas’) y el uso de unas partículas y unos paradigm as v er­ bales que acusan una notable influencia de las lenguas africanas. E n el nivel léxico, es interesante destacar el uso de form as de origen lingüístico diferente para designar unas mismas realidades en unas islas y en otras; así, para ‘ce­ rilla’ se usa lusafé (< hol. lucifer) en C urazao y fo fo (< esp. fó sforo) en Bonaire; para ‘tijeras’ se usa tiera (< esp. tijeras) en A ru b a y skér (< hol. schaar) en C urazao. La proporción de palabras ibéricas o hispanoam ericanas en el papiam ento es del 66 % y la de p alabras holandesas, del 28 %. E l texto siguiente es una m uestra de esta va­ rie d a d .24 Shon Arey tabatin un tereno grandi, cu tabata yen di brigamosa. Nada e no por a haci cu e tera ey, p ’esey el a bai busca hende, cu quier roza e lugar. Esun, cu por rosa e tera, sin grawata su curpa, lo hanja un baca grandi y gorda. Ma esun cu grawata, lo mester caba su bida na palu di horca. (Su Majestad el Rey tenía un terreno extenso, que estaba lleno de pringamozas. No podía hacer nada con esa tierra y por eso se puso a buscar gentes que quisie­ ran rozar el campo. Quien pudiera hacerlo sin rascarse, recibiría una vaca grande y gorda. Pero el que se rascara, perdería la vida en la horca.) b) Palenquero. E sta variedad se ha desarrollado desde finales del siglo x v m en P alenque de San Basilio (dep artam en to de Bolívar) cerca de C artagena, en C o­ lom bia. Los palenques fueron grupos de negros cim arrones que huyeron a lugares ap artad o s p ara p o d er m an ten er su independencia y su cultura. E n este am biente se fu ero n fraguando unas variedades que incluían num erosos elem entos de origen africano. A propósito del origen del p alenquero hay discrepancias entre los especialistas, p orq u e, si p ara B ickerton y E scalante25 se trata de un criollo de base hispánica, p ara

24. Presentado por D. Monteanu en su libro El papiamento, lengua criolla hispánica, Madrid, Gredos, 1996, pp. 432-434. 25. «Palenquero: A Spanish-Based Creóle of Northern Colombia», art. cit.

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W. M egenney, G. de G randa y otros, se trata de un ejem plo m ás de criollo derivado de un prim itivo criollo afroportugués y relexificado hacia el español.26 A lo largo de las últim as décadas, una vez ro to el aislam iento del palenque, esta habla, a la que se p odría calificar ya de poscriolla, ha ido sustituyendo p arte de su léxico m ás caracte­ rístico p o r nuevas form as españolas. L as características lingüísticas m ás destacadas del palenquero son, en el nivel fo­ nético, la coincidencia con rasgos y variantes que tam bién se localizan en otros m u­ chos lugares del m undo hispánico, com o los cambios en el vocalismo átono (ku m é ‘co­ m e r’, vistido ‘vestido’) y la presencia de u n elem ento diferenciador: un elem ento n a ­ sal al inicio de la palabra, tal vez de origen africano (ndejá ‘dejar’, nganá ‘g anar’). E n el nivel gram atical, destaca la ausencia de variantes de género y de núm ero, la re ­ ducción de procedim ientos m orfológicos en los verbos, que se sustituyen p o r m eca­ nism os sintácticos y la organización de los paradigm as verbales en torno a la com bi­ nación de dos elem entos: uno o dos m arcadores de tiem po y aspecto m ás el infinitivo (tá pelé ‘pierde, está p erd ien d o ’; tan asé ‘h a ré ’; á semblá ‘sem bré’). E l léxico ofrece m uchas voces de origen africano (agüé ‘hoy’, bololó ‘chisme, cu en to ’, caddum e ‘m ozo’, bem ba ‘labio g rueso’). C om o m uestra de habla palenquera, reproducim os un canto funerario grabado p o r W illiam M egenney y p resen tad o p o r este especialista en notación fonética:27 lwárjgo ci ma lwárjgo ci mari lwárjgo de arjgóle hwáh gü gü me ñamo yo kwárj di soto salí ma muhé o le le o le le le le ci ma lwárjgo ci man korjgo ci mari lwárjgo de arjgóle hwárj gü gü me ñamo yo kwár) di soto salí ma muhé o le le o le le le le ci man koqgo ci man korjgo ci mari Iwággo de arjgóle hwarj gü gQ me ñamo yo kwarj di kambambá kambé o le le E l texto p resen ta im portantes dificultades para su análisis lingüístico: m uchas for­ m as carecen de una base segura para una correcta interpretación. Sin em bargo, es p o ­ sible identificar algunos topónim os africanos (A ngola, Congo); luango podría ser una lengua de una tribu de A ngola. 26. Véase W. Megenney, El palenquero. Un lenguaje post-criollo de Colombia, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1986; La influencia del portugués en el palenquero colombiano, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1983. G. de Granda, Estudios lingüísticos hispánicos, afrohispánicos y criollos, Madrid, Gredos, 1978. 27. El palenquero, ob. cit., pp. 78-79.

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c) Chabacano. E l criollo llam ado hispano-filipino o chabacano es utilizado en diversas áreas de las islas Filipinas p o r unos 600.000 hablantes, según los recuentos de A . Q uilis.28 Igual que ocurre con los dem ás criollos, tam bién en este caso se en fren ­ tan los defensores de un origen portugués (m onogénesis), representados p o r K. W hinnom , y los defensores del chabacano com o variedad autónom a de base española, re ­ presen tad o s p o r Ch. O. F ra k e .29 H ay que ten er en cuenta, sin em bargo, que, aunque p a rte de los territorios filipinos estuvieron ocupados en ciertos m om entos p o r h o lan ­ deses y portugueses, la presencia española ha sido constante en ellos desde los siglos x v i i y xv m . Com o consecuencia de una conquista y una colonización irregular y de los conflictos com erciales con portugueses y holandeses, fueron naciendo en Filipinas distintas variantes del chabacano. Las principales son el chabacano caviteño y el ternateño, hablados en la bahía de M anila, el chabacano zam boangueño, hablado en Z am boanga, y el chabacano cotabateño hablado en el sur de la isla de M indanao. E n tre las características lingüísticas de este criollo hay que señalar el paso a [p] del fonem a líl, inexistente en las lenguas filipinas, el seseo, la aspiración de /x/, el d e ­ b ilitam iento articulatorio de /y/, la conservación de las palatales nasal y lateral y la p érd id a de la vibrante m últiple, que pasa a realizarse com o [r].30 D esde el punto de vista gram atical, m erece la p en a com entar el uso del artículo tagalo si, la form ación del plural m ediante la partícula mga (el mga casa ‘las casas’) que alterna con el uso de los m orfem as de plural del español, la invariabilidad del adjetivo, la introducción de form as indígenas en los pronom bres personales (kamé, kitá ‘nosotros, n o sotras’) y la sim plicidad del paradigm a verbal, con pérdida de la -r en el infinitivo (com e ‘co­ m e r’, quitá ‘q u itar’, com prá ‘co m p rar’). E l léxico chabacano, que no es uniform e en todas las variantes, incluye cerca de un 90 % de elem entos de origen español, a los que hay que unir voces indígenas y algunos am ericanism os, arcaísm os y anglicismos, estos últim os cada vez más frecuentes. V alga com o m uestra del chabacano el texto si­ g uien te:31 un día el nana di huan ya manda konele kompra sal na tyangge. kuando ta bolbe ya si huan ya pasa le na un río. Byen bonito gayót el agua y ya pensa le baña an­ tes de bolber na kasa. para hende no roba su sal el mana hente ya pone ele sal na río ya saka le un grande pyedra ka ya pone ele ensima del sal para tapa. Al akabar ya ele de baña y nada ya empesa le buska ke buska kon el sal pero no hay mas ele enkontra kay ya diriti ya el salina agua. (Un día la m adre de Juan le envió a comprar sal al mercado. Al regresar Juan, pasó junto a un río. El agua era muy hermosa y decidió bañarse antes de volver a casa. Para que no pudieran robar la sal, la colocó en el río y la cubrió con una gran pie­ dra. Cuando terminó de bañarse y de nadar, empezó a buscar y buscar la sal, pero no pudo encontrarla, ya que se había disuelto en el agua.)

28. El español en cuatro mundos, ob. cit., p. 82. 29. Véase K. Whinnom, Spanish contact vernaculars in the Plülippine Islands, Hong-Kong, Hong-Kong University Press, 1956; «Lexical origins and semantic structure in Philippine creóle Spanish», en D. Hymes (ed.), Pidginization and Creolization Languages, Cambridge, Cambridge University Press, 1971, pp. 223-242. 30. Véase A. Quilis, La lengua española en cuatro mundos, ob. cit., pp. 162-185. 31. Tomado de R. A. Hall, Pidgin and Creóle Languages, ob. cit. La traducción al español aparece en la Enclopedia del lenguaje, de D. Crystal, Madrid, Taurus, 1994, p. 335.

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d) Chamorro. E sta variedad se utiliza en la isla de G uam y en las M arianas del N orte, islas M arianas, y tiene alrededor de 60.000 hablantes. Según R. R odríguezPonga, el cham orro actual es el resultado de la fusión histórica de elem entos austronésicos y españoles, a los que se h an añadido, a lo largo del siglo xx, préstam os del inglés (se tra ta de la lengua oficial de las islas M arianas) y del jap o n és.32 La duda, a propósito de esta variedad, se h a centrado en su posible clasificación com o lengua m alayo-polinésica o com o criollo con fuerte presencia de elem entos españoles. Para R odríguez-Ponga esta últim a parece ser la hipótesis m ás plausible, dado que el léxi­ co de origen español ronda el 50 o el 60 % y que consta la presencia de otros ele­ m entos lingüísticos hispanos: distinción de género y núm ero, preposiciones, serie de num erales y pronom bres, entre otros. Las voces de origen am ericano y algunos ras­ gos fonéticos (seseo, yeísm o) hacen pensar que el español que llegó a las islas M a­ rianas procedía principalm ente de A m érica.

R eflexiones y ejercicios 1. C onsidere los aspectos históricos y sociales de las colonizaciones de las n a ­ ciones europeas. ¿Piensa que la razón de la existencia de tan pocos criollos hispáni­ cos está exclusivam ente en los m odos colonizadores de E spaña o han podido concu­ rrir otras circunstancias? Para M anuel A lvar, la libertad y la igualdad traen la desa­ parición de las lenguas criollas. 2. E stu d ie y com ente algunos procesos que se hayan dado a lo largo de la his­ toria del español y que p udieran ten er algún paralelism o con los que experim entan las lenguas criollas. 3. ¿Piensa que las lenguas pidgin o criollas son variedades deform adas, que h an de ser sustituidas p o r lenguas de cultura y cuyos hablantes no disfrutan del prestigio social? ¿Q ué argum entos esgrim iría para d efender su opinión? ¿C onsidera que toda persona d ebería conocer, al m enos, una lengua de prestigio? 4. Identifique y describa las form as procedentes del español que aparecen en este texto en papiam ento (tom ado de D. M onteanu, E l papiamento, lengua criolla his­ pánica, M adrid, G redos, 1996, p. 434): Nanzi a cuminza traha, ma e bringamosanan a dun ‘é mashá gana di grawata su curpa. El a hiza su cara p ’e wak e coprá. Esaqui tabata wak e bon. Poco mas aleuw el a mira su baca.

Orientaciones bibliográficas Com o introducción general, p ueden servir los capítulos correspondientes de los m anuales de R. H udson (L a sociolingüística, Barcelona, A nagram a, 1981, pp. 71-80) 32. «Islas Marianas», en M. Alvar (dir.), Manual de dialectología hispánica. El español de América, ob. cit., pp. 244-248. Véase también C.-P. Albalá y R. Rodríguez-Ponga, Relaciones de EspaFia con las islas Marianas. La lengua Chamorra, Madrid, Fundación Juan March, 1986.

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y de H. L ópez M orales (Sociolingüística, 2.a ed., M adrid, G redos, 1993, pp. 143-153), así com o el in teresan te e instructivo libro de F. Tarallo y T. A lkm in, Falares crioulos. Línguas em contato (San Pablo, A tica, 1987). Tam bién puede resultar m uy útil la lectura d e l capítulo 1 d e Ja obra d e D. M onteanu, papia/ne/?/#, ¿e/zgcta cri& iia h isp á n i­ ca (M adrid, G redos, 1996). E n relación con la interpretación paralela de la form ación de los criollos y de la adquisición de segundas lenguas, véase el libro de D. L arsenF reem an y M. H. Long, Introducción al estudio de la adquisición de segundas lenguas (M adrid, G redos, 1994, pp. 233-247.). A cerca de los criollos hispánicos y las variedades hispánicas de contacto, m erece la pena consultar los siguientes trabajos: A. Quilis, L a lengua española en cuatro m undos (M adrid, M apfre, 1992); G. de G randa, Estudios lingüísticos hispánicos, afrohispúnicos y criollos (M adrid, G redos, 1978); M. A lvar, «Cuestiones de bilingüis­ m o y diglosia en el español», en E l castellano actual en las com unidades bilingües de España (Salam anca, Ju n ta de Castilla y León, 1986, pp. 11-48); y M. A lvar (dir.), M a­ nual de dialectología hispánica. E l español de España y E l español de Am érica (B ar­ celona, A riel, 1996).

C u a rta p a rte

TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES

C a p ít u l o

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SOCIOLINGÜÍSTICA, SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE Y ETNOGRAFÍA DE LA COMUNICACIÓN El desarrollo de la sociolingüística moderna De aquí han venido esos vocablos de mío y tuyo, peor y mejor, señor y criado, reyes y súbditos, hidalgos y labradores, nobles y ceviles, ricos y pobres; de que cada uno tira para sí, cada uno ha­ bla su lenguaje, no queriendo concertar con el otro. prólogo a la traducción de La lengua, de Erasmo de Rotterdam, 1533

B e r n a r d o P é r e z d e C h in c h ó n ,

«Cogitationes mortalium tinidae, e incertae providentiae nostrae». Y el que ha de tener verdadera ciencia de las cosas ha de estar firme y quieto, sin temor ni recelo de que se podría enga­ ñar; y el filósofo que no está de esta manera con mucha razón po­ drá decir y afirmar que no sabe nada. J u a n H u a r t e d e S a n J u a n , E xam en de ingenios

para las ciencias, 1575

La m ayoría de los lingüistas están de acuerdo en aceptar que 1964 fue una fecha especial p ara el desarrollo de la sociolingüística m oderna. E n efecto, aquel año tuvo una singular significación porque n uestra disciplina recibió un im pulso que facilitó su desarrollo y despertó el interés de un buen núm ero de especialistas. La im portancia de la fecha estuvo en que p o r aquel año se celebraron en E stados U nidos varias re u ­ niones de interés. A m ediados de m ayo se celebró una C onferencia sobre Sociolin­ güística en Los Á ngeles (U C L A ); los trabajos sobre los que se p lan tearo n los colo­ quios y discusiones fueron publicados p or W illiam B right.1 U nos m eses m ás tarde, la U niversidad de Indiana albergó o tro encuentro sobre sociolingüística; la m ayor p a rte de los estudios allí presentados h an sido recogidos por Stanley L ieberson.2 E n tre estos congresos y sim posios hubo algunas diferencias, notables, que ence­ rrab an cierto valor simbólico. La reunión de la U C L A fue convocada por el C enter for R esearch in Languages and Linguistics, es decir, por un centro dedicado específi­ cam ente al estudio del lenguaje, y fueron lingüistas y antropólogos, principalm ente, 1. 2.

Sociolinguistics, La Haya, Mouton, 1966. Explorations in Sociolinguistics, La Haya, Mouton, 1966.

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los encargados de p resen tar las ponencias. La reunión de Indiana, celebrada en B loom ington, fue convocada p o r el Social Science R esearch Council, esto es, p o r un organism o de investigación en ciencias sociales, por lo que un núm ero im p ortante de los pon en tes procedía del m undo de la sociología. U n año antes se había celebrado en San Francisco la reunión anual de la A m erican A nthropological A ssociation, en la que se d ieron cita im portantes lingüistas, psicosociólogos y antropólogos y que tuvo com o fruto u n a publicación coordinada p o r Jo h n G um perz y D ell H ym es titulada The ethnography o f com m unication? Q ueda claro, pues, que el nacim iento de la sociolin­ güística estuvo revestido de un carácter m ultidisciplinario, puesto que confluyeron los intereses de disciplinas com o la lingüística, la antropología o la sociología. A h o ra bien, en el m undo de la ciencia es poco frecuente que algo nazca desde la nada, sin contar con unas experiencias y conocim ientos previos. E l año 1964 es un p u n to de referencia de valor relativo que nos llam a la atención sobre una actividad científica que ha sido m ás intensa en los años posteriores que en las décadas que lo p recedieron. A p a rte de esto, poco m ás supone esa fecha para la sociolingüística: de hecho sólo algunos de los trabajos presentados en los congresos norteam ericanos, considerados independientem ente, h an tenido un valor decisivo p a ra las investigacio­ nes posteriores, aunque reflejan de dónde se venía, hacia dónde se pensaba ir y cóm o eran los instrum entos teóricos y m etodológicos de los que se disponía por aquella é p o ca.4 T hom as K uhn describe el devenir la ciencia com o una serie de pacíficos in terlu ­ dios salpicados de revoluciones intelectualm ente violentas: en cada una de ellas, una visión conceptual del m undo es reem plazada p o r otra. R esulta difícil sostener que el desarrollo de la sociolingüística ha supuesto una revolución dentro del p an o ram a ge­ n eral de la lingüística: no ha significado, p o r el m om ento, la creación de un paradig­ m a com pletam ente nuevo. Sin em bargo, sí puede pensarse que el interés que h a des­ p e rta d o es, parcialm ente, la respuesta a una crisis tanto de la lingüística teórica com o de otras disciplinas lingüísticas: las insuficiencias obligan a buscar nuevos caminos. D el m ism o m odo, es cierto que las iniciativas surgidas desde la sociolingüística cu en ­ tan con unos antecedentes, en ocasiones de larga tradición. C on todo ello se quiere p o n e r de m anifiesto una sencilla realidad: la sociolin­ güística no surgió de la nad a p ara explicar lo que nadie podía explicar, au nque h i­ ciera suyos problem as presentados desde puntos de vista m uy diferentes y quisiera darles u n a salida con unos m odelos abiertos y coherentes y, sobre todo, con unas b a­ ses m etodológicas sólidas. P artien d o de esta prem isa, cabe preguntarse p o r los a n te ­ cedentes de la sociolingüística, así com o p o r las preocupaciones e ideas que hizo su­

3. American Anthropologist, 66 - 6, parte 2, 1964. 4. El término «sociolingüística» (sust. y adj.) comenzó a difundirse en España a finales de los años se­ senta. Véase L. V. Aracil, Sociolingüística; un nou enfocament, Valencia, 1967; M. Alvar, Estructuralismo, geografía lingüística y dialectología actual, Madrid, Gredos, 1968 («El concepto de sociolingüística no está exento de valoraciones polémicas»); E. Lorenzo, «Dimensión social del lenguaje», en El lenguaje y los medios de comunicación, Madrid, Escuela Oficial de Periodismo, 1969 («la interpretación sociolingüística de una in­ dividualidad semejante ofrecería serias dificultades»). Anteriormente la disciplina era conocida como «socio­ logía lingüística», dentro de la tradición de la lingüística francesa y en paralelismo claro con la disciplina lla­ mada «geografía lingüística». La introducción de la sociolingüística de Labov en España y en Francia ha te­ nido aspectos comunes: ha sido algo tardía, con pocas y malas traducciones (no siempre de los trabajos más importantes) y, además, se ha dejado notar el peso de la tradición dialectológica. Véase F. Gadet, «Hétérogénéité et variation: Labov, un bilan», Languages, 108 (1992).

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yas en el m om en to de su difusión y p o r las circunstancias que favorecieron su desa­ rrollo. A lo largo del últim o siglo, ta n to en E u ro p a com o en E stados U nidos, h an exis­ tido escuelas, corrientes o grupos preocupados por unos problem as m ás o m enos cer­ canos a los que ocupan a la sociolingüística actual. E l antecedente m oderno más relevante de un interés p o r lo social se encuentra en el nacim iento m ism o de la lin­ güística general. E l Curso de lingüística general de F erdinand de Saussure define la «lengua» com o un producto social de la facultad del lenguaje y un conjunto de convenciones ne­ cesarias adoptadas por el cuerpo social para permitir el ejercicio de esa facultad en los individuos.5 L a lingüística se considera p a rte de una disciplina m ás general, la sem iología, que tiene com o fin el estudio de los signos en el seno de la vida social. A p a rtir de aquí, a lred ed o r de las ideas de Saussure, surgió una escuela que recibió el nom bre de «es­ cuela lingüística sociológica», basada en una concepción sociológica del lenguaje, se­ gún la cual el h ab la es un hecho social que debe ser estudiado com o tal en relación con otros hechos sociales, puesto que sólo se m anifiesta en sociedad.6 L a sociolingüística actual p a rte del m ismo principio — el lenguaje es una form a de co m portam iento social— y p o r eso no es de extrañar que W illiam L abov haya se­ ñ alado que el térm ino «sociolingüística» es algo equívoco y redundante: Los niños que crecen aislados no lo utilizan [el lenguaje]; es usado por los seres hu­ manos en un contexto social, para comunicarse sus necesidades, ideas y emociones unos a otros. Los monólogos egocéntricos de los niños resultan ser desarrollos se­ cundarios derivados del uso social del lenguaje y muy poca gente emplea mucho tiempo en hablar a solas. Es cuestionable que las frases que no comunican nada a nadie formen parte del lenguaje. ¿En qué sentido puede la «sociolingüística» ser considerada como algo aparte de la «lingüística»?7 E n tre los lingüistas que prestaro n una m ayor atención a los principios enuncia­ dos p o r Saussure, hay que destacar a A n d ré M eillet y a C harles Bally, insignes re ­ p resen tan tes de la «escuela lingüística sociológica». L a aplicación de estas ideas se hizo sobre m ateriales tan to sincrónicos com o diacrónicos, procurando explicar en to d o lo posible la llam ada historia externa de los cam bios lingüísticos. P o r su p arte, la lingüística n orteam ericana de principios del siglo x x tuvo, ad e­ m ás de L eo n ard Bloom field, dos figuras relevantes: E dw ard Sapir y Franz Boas. A m ­ bos m o straro n un gran interés p o r la antropología y potenciaron la colaboración en ­ tre lingüistas y antropólogos p a ra d ar cuenta de un objeto de estudio: las lenguas am erindias. L a recogida y descripción de esas lenguas obligó a un trabajo sobre el te ­ rren o que perm itió acum ular experiencias reales acerca del funcionam iento de la len­ gua en los grupos sociales. 5. Buenos Aires, Losada, 1945, p. 51. 6. Véase I. Iordan, Lingüística Románica. Evolución, corrientes, métodos, reel. parcial y notas de M. Al­ var, Madrid, Alcalá, 1967, pp. 507-672. También Y. Malkiel, «From Romance Philology Trough Dialect Geography to Sociolinguistics», International Journal o f the Sociology o f Language, 9 (1976), pp. 73-78. 7. Modelos sociolingüísticos, Madrid, Cátedra, 1983, p. 235.

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A lgo parecido ocurrió con los estudios lingüísticos del R eino U nido. John R. F irth realizó gran p arte de su trabajo sobre los m ateriales aportados p o r antro p ó lo ­ gos com o M alinow ski:8 la transcripción y traducción de textos etnográficos exigía te ­ n e r p resen te el contexto situacional en que fueron em itidos. F irth llegó a p ro p o n er una teoría contextual del lenguaje (sistém ica) que partía de la idea de que el signifi­ cado de un elem ento lingüístico es una función en su contexto. E ste principio fue u ti­ lizado algo m ás adelante p o r M. A. K. H alliday para desarrollar una interpretación de la lengua com o una sem iótica social, una interpretación social del lenguaje y del significado.9 E n el o tro extrem o de E uropa, en el segundo tercio del siglo xx, se desarrolló una escuela de gran im portancia para la historia de la lingüística: el Círculo de P ra­ ga. La p rim era tesis de este círculo, presentada en el I C ongreso de Filólogos Eslavos en 1929, pro p o n ía una concepción funcional de la lengua y en otra tesis se hablaba de la im portancia de las relaciones en tre los sujetos hablantes que se en cuentran en con­ tacto lingüístico, de su grado de cohesión social, profesional, territorial y fam iliar, y de su p ertenencia a diversas colectividades.10 Siguiendo esta línea funcionalista, R o ­ m án Jak o b so n trabajó p ara fijar los factores y las funciones de la com unicación y p ro ­ puso un estudio del lenguaje centrado en analizar todas y cada una de esas funciones. Los estudios de D ell H ym es, rep resen tan te de la tendencia llam ada etnografía de la com unicación, tienen en cuenta el m odelo funcional de Jakobson y lo introducen en el cam po de la etnografía. E n o tros d erroteros, desde finales del siglo xix, tan to la dialectología11 com o la geografía lingüística han p restado atención al lenguaje desde un p unto de vista social: Schuchardt, p o r ejem plo, fue uno de los pioneros en el estudio de las lenguas crio­ llas.12 La idea de que las com unidades lingüísticas no son hom ogéneas fue dem ostrada p o r el ab ate R ousselot en 1891 y, algo más adelante, Louis G auchat pro b ó la exis­ tencia de variación lingüística entre los habitantes de la localidad de C harm ey y con­ cluyó que esa variación venía d eterm inada por factores com o el sexo, la edad o la p ro ­ fesión de los h ab lan tes.13 La geografía lingüística, p o r su p arte, tam bién h a conocido proyectos, encabeza­ dos p o r el A tlas italo-suizo de Ju d y Jab erg ,14 en los que diversos factores sociales han 8. Véase Coral Gardens and their Magic, 2.a ed., Londres, Alien & Unwin, 1966. También E. Ardener et al., Antropología social y lenguaje, Buenos Aires, Paidós, 1976. 9. Véanse J. R. Firth, Papers in linguistics 1934-1951, Londres, Oxford University Press, 1957; «A synopsis of linguistic theory», Studies in Linguistics Analysis, Oxford, 1957; M. A. K. Halliday, Towards a Sociological Semantics, Urbino, Universitá di Urbino, 1972; Explorations in the Functions o f Language, Londres, Edward Arnold, 1973; Learning How to Mean: Explorations in the development o f language, Londres, Edward Arnold, 1974; Language as social semiotic. The social interpretation o f language and meaning, Londres, E d­ ward Arnold, 1978 (trad. al esp. El lenguaje como semiótica social, México, Fondo de Cultura Económica, 1982). 10. Véase B. Trnka et al., El Círculo de Praga, Barcelona, Anagrama, 1972, p. 30 y ss. 11. Véanse M. Cortelazzo, Avviamento critico alto studio della dialettologia italiana, I, Pisa, Pacini ed., 1969; B. Terracini, «II concetto di lingua comune e il problema dell’unitá di un punto linguistico minimo», Bolletino deli’Atlante Linguistic Italiano, 5-6 (1960), pp. 14-24; J. Séguy, Lefranqais parlé a Toulouse, Toulouse, 1950. 12. Véase Slawo-deutsches und Slawo-italienisches, Graz, 1884. S. G. Thomason y T. Kaufman, Lan­ guage Contact, Creolization, and Genetic Linguistics, Berkeley, 1988. 13. «L’unité phonétique dans le patois d’une commune», Festschrift Heinrich Morf: A is romanischen Sprachen und Literaturen, Halle, 1905. 14. Sprach und Sachadas Italiens und der Siidschweiz, Zófingen, Ringier, 1928-1940.

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tenido u n lugar destacado.15 Pensam os, p or ejem plo, en los atlas lingüísticos n o rte ­ am ericanos, encabezados p o r los trabajos de K u ra th ,16 en el A tlas lingüístico diatópico y diastrático del Uruguay, proyectado p o r Thun, F orte y Elizaincín,17 en eí A tlas lingüístico de M éxico, dirigido p o r J. M. L ope B lanch,18 en el A tlante lingüístico de la Sicilia, dirigido p o r R uffino,19 o en el A tlas lingüístico (y etnográfico) de Castilla L a M ancha, de G arcía M outon y M oreno F ernández.20 T odos estos proyectos han conform ado unas experiencias dignas del desarrollo que posterior o paralelam ente se h a conocido en el cam po de la sociolingüística.21 U n a vez que la sociolingüística fue reconocida no sólo com o una form a de hacer investigación, sino com o una corriente de estudio capaz de explicar m ultitud de as­ pectos an terio rm en te m al tratad o s y de ap o rtar nuevos principios teóricos y nuevas posibilidades m etodológicas, la disciplina se ha ido consolidando, a la vez que ha au ­ m en tad o el nú m ero de investigadores que le dedican toda su atención. La sociolingüística actual desarrolla su actividad investigadora en tres cam pos principalm ente: la sociolingüística cuantitativa urbana o variacíonismo, la sociología del lenguaje22 y la etnografía de la comunicación. E n tre estas corrientes hay diferen­ cias teóricas y m etodológicas im p o rtan tes,23 que quedan reflejadas en las cuatro re­ vistas m ás difundidas de la especialidad: International Journal o fth e Sociology o f L a n ­ guage, dirigida p o r Joshua Fishm an, es de tendencia claram ente sociológica (socioló­ gica lingüística, se entiende); Language in Society, dirigida p o r D ell H ym es, tiene un aire ecléctico, au nque hay lugar, y m uy m arcado, para la etnografía de la com unica­ ción; Language Variation and Change, dirigida por D avid Sankoff, W illiam Labov y A n th o n y K roch, es de n aturaleza rigurosam ente variacionista y responde a un deseo expreso de desm arcar la sociolingüística de Labov de otras corrientes m ás o m enos cercanas; Journal o f Sociolinguistics, dirigida por N. C oupland y A. Bell, tiene una in ­ tención interdisciplinaria, si bien deja un lugar im portante al análisis de la conversa­ ción y del discurso, a la lingüística textual y a todos los aspectos com unicativos de la vida social. A u n q u e éstas son las líneas de trabajo más cultivadas dentro de la sociolingüís-

15. Véase F. Moreno Fernández, «Método geolingüístico y método sociolingüístico. El factor “sexo” en los atlas», en E. Radtke y H. Thun (coord.), Neue Wege der Romanischen Geolinguistik, Kiel, Westensee, 1996, pp. 92-112. 16. Handbook o fth e Linguistic Geography of New England, 2.a ed., Providence, Brown University, 1973. 17. «El Atlas Lingüístico Diatópico y Diastrático del Uruguay (AD DU). Presentación de un proyecto», Iberoromania, 30 (1989), pp. 26-62. 18. Lope Blanch, J. M., «El Atlas Lingüístico de México», Lingüística Española Actual, XIII (1991), pp. 153-171. 19. Véase Dialettologia urbana e analisi geolingüístico, Palermo, Centro di Studi Filologici e Linguistici Siciliani, 1991. 20. «Sociolingüística en el Atlas lingüístico (y etnográfico) de Castilla - La Mancha», en R. Penny (ed.), Actas del Primer Congreso Anglo-Hispano, Madrid, Castalia, 1993, pp. 139-149. 21. Los atlas regionales dirigidos por M. Alvar atienden a factores sociales en las ciudades más desta­ cadas. Véase, por ejemplo, el Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía (con la col. de A. Llórente y G. Sal­ vador), Granada, CSIC, 1961-1973. 22. Véase de J. Fishman, The Sociology o f Language, Rowley, Mass., Newbury House, 1972 (trad. al esp. Sociología del lenguaje, Madrid, Cátedra, 1979); J. Fishman (ed.), Readings in the Sociology o f Langua­ ge, La Haya, Mouton, 1968; J. Fishman, R. L. Cooper y R. Ma (eds.), Bilingualism in the Barrio, Bloomington, In., University of Indiana Press, 1971. 23. Véase F. Moreno Fernández, Sociolingüística en Estados Unidos (1975-1985). Guía bibliográfica crí­ tica, Málaga, Agora, 1988; Metodología sociolingüística, Madrid, Gredos, 1990.

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tica, en sentido am plio, debe tenerse en cuenta que en cada país hay unas tradicio­ nes, unas escuelas, unos usos investigadores, unas convenciones de estudio y unas p e ­ culiares situaciones sociolingüísticas que determ inan, de form a concreta, el m odo en que una tendencia se cultiva y la procedencia de los estudiosos que le dedican sus afa­ nes. E n cualquier caso, al m argen de tradiciones particulares, la sociolingüística anglo-norteam ericana, especialm ente la estadounidense, ha m arcado el ritm o de la m a ­ yor p a rte de las investigaciones recientes.24

Sociolingüística y sociología del lenguaje L a relación entre la lengua y la sociedad nos lleva a dos puertos: el de la sociolingüística p ropiam ente dicha y el de la sociología del lenguaje. E n am bos caben aspectos lingüísticos y aspectos sociales, p ero en cada una de las disciplinas se hace hincapié sobre una clase de esos factores: la sociolingüística sobre los factores lin­ güísticos y la sociología del lenguaje sobre los factores sociales. H ay que entender, po r tanto, que la sociolingüística es, antes que nada, lingüística y que la sociología del lenguaje es, an te todo, sociología, con todas las implicaciones teóricas y m etodológi­ cas que de ello se derivan. E l objeto de estudio de la sociolingüística es la lengua com o sistem a de signos, p ero considerada den tro de un contexto social. A l sociolingüista le interesan las rela­ ciones en tre los estratos sociales y la estructura lingüística; al sociólogo del lenguaje le preocu p an aspectos com o el plurilingüism o, la diglosia, la planificación lingüística, las lealtades lingüísticas.25 Sirva el nom bre de Joshua Fishm an com o ejem plo de in ­ vestigador p reocupado especialm ente p o r la sociología del lenguaje: este au tor llega a p o n e r en tela de juicio la corriente sociolingüística, p o r considerar la sociedad com o un estam ento conceptualm ente superior al lenguaje. E l nom bre de W illiam L abov es el m ás indicado com o rep resen tan te de una sociolingüística estricta. E n sintonía con la división que se acaba de p resen tar, José P. R o ñ a distingue dos tipos de sociolingüística: una prop iam en te lingüística, que estudiaría la estratifi­ cación in tern a de los diasistem as, y o tra alingüística, que estudiaría la relación en tre el diasistem a y la sociedad. La incidencia del diasistem a sobre la sociedad sería algo de lo que d eb erían ocuparse los sociólogos; del m ism o m odo, la incidencia de la so­ ciedad sobre el diasistem a — así com o sus consecuencias: actitudes lingüísticas— tam b ién sería algo q ue afectaría sobre todo a la sociología del lenguaje. D esde un p u n to de vista sociológico, se ha criticado a la sociolingüística la falta de una teoría pro p ia y, a la vez, el hecho de h ab er aceptado, sin m ás, un m odelo social y socioló­ gico basado en el concepto de «clase social» y de diferencias de poder, m odelo que ha d ado unos frutos de dudosa valía 26 D esde un p u n to de vista lingüístico, se ha va­ lo rad o negativam ente la falta de sensibilidad de los sociólogos en el m anejo de con­ ceptos tan bien diferenciados teóricam ente com o los de «estilo», «dialecto», «socio­ lecto» y «lengua». 24. Véase E. Figueroa, Sociolinguistic Metatheory, Oxford, Elsevier, 1994. 25. A pesar de la relativa claridad de esta división, ante un objeto de estudio concreto —por ejemplo, el bilingüismo— puede estar en la mano del investigador, en sus intereses e inquietudes, acabar haciendo so­ ciolingüística o sociología del lenguaje. 26. Véase G. Williams, Sociolinguistics.: A sociological critique, Londres, Routledge, 1992.

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A la hora de ofrecer una delim itación teórica de la sociolingüística y del conjun­ to de escuelas o tendencias que form an la disciplina, podrían ser de cierta utilidad las p ropuestas de Jo shua F ishm an,27 según las cuales se deberían distinguir dos tipos de problem as: a) M acroproblemas. La diversidad lingüística y el m odo en que ésta se refleja en la diversidad social: la adquisición del lenguaje, los dom inios de uso, las actitudes lingüísticas, el plurilingüism o, la diglosia, la planificación lingüística (nivel m acrosociológico). b) M icroproblemas. L a interacción lingüística dentro de pequeños grupos; el análisis de la conversación (nivel m icrosociológico). A h o ra bien, existe la posibilidad de encontrar un nivel de análisis aún m ás con­ creto que el «micronivel» que propone Fishman: pensam os en un nivel em inente­ m en te lingüístico que tenga que ver con el estudio de la variación sociolingüística. Si se tiene en cuenta esta tercera posibilidad, se puede concluir que el llam ado «nivel m acrosociológico» sería el objeto p rioritario de una sociología del lenguaje, que el «ni­ vel m icrosociológico» sería el objeto de lo que se conoce com o etnografía de la co­ m unicación, aunque no se excluyen los estudios hechos desde la sociología o desde la psicología social, y que en un tercer nivel encontraríam os el objeto de una sociolin­ güística estricta. A sí pues, si en vez de trab ajar desde una perspectiva sociológica, com o Fishm an, lo hiciéram os con una perspectiva epistem ológicam ente m ás am plia, podríam os dis­ tinguir varios niveles de análisis, que denom inaríam os niveles sociolingüísticos: un n i­ vel sociológico, en el que se abordaría el estudio sociológico de las lenguas y de los fenóm enos lingüísticos en las com unidades de habla, un nivel etnográfico, en el que se practicaría el estudio etnográfico de las lenguas en las com unidades de habla y en los grupos sociales, y un nivel lingüístico, en el que se analizaría la variación en su contexto social.

La etnografía de la comunicación L a etnografía de la com unicación, en el sentido m ás actual, nació a la p ar que la sociolingüística, confundida bajo el m ismo rótulo con otras corrientes de estudio. Si fuera necesario determ in ar el m om ento en que quedaron sentados los fundam entos m odernos de esta tendencia, habría que ten er en cuenta unas reuniones celebradas en 1962 y 1963 bajo los auspicios de la K roeber A nthropological Society y de la Southw estern A nthropological A ssociation, la prim era, y de la A m erican A nthropological A ssociation, la segunda, que tuvieron com o resultado la publicación de un núm ero es­ pecial de la revista A m erican Anthropologist.28 Los rep resen tan tes m ás señalados de esta corriente son D ell H ym es y Jo h n G u m ­ perz, que h an ap o rtad o obras m onográficas y de conjunto de gran valor. E n tre las p ri­ m eras, destacan el libro de D. Hymes, Foundations in Sociolinguistics. A n E thno-

27. 28.

Véase «Basic Issues in the Sociology of Language», Language, 43 (1968), pp. 586-640. Se ha hecho alusión a ella en el primer apartado de este capítulo.

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graphic A pproach,29 y la obra de J. J. G um perz y D. H ym es, Directions in Sociolinguistics: The Ethnography o f C om m unication?0 La m ejor introducción general que se ha hecho hasta el m om ento fue publicada en 1982 p o r M uriel Saville-Troike.31 A pesar de la relación más o m enos estrecha que esta clase de estudios ha teni­ do con la sociolingüística y la sociología del lenguaje a lo largo de los últim os años, su origen y tradición hay que llevarlos m ucho m ás atrás en el tiem po, hasta llegar, p o r ejem plo, a los trabajos antropolingüísticos de Boas y Sapir. Pero, a la vez, debe te ­ nerse en cuenta el influjo que el estudio etnolingüístico ha recibido de algunas corrientes sociológicas, caracterizadas p o r estudiar la acción social d entro de un e n ­ torno sujeto a una red de interpretaciones que se desarrollan a través de procedi­ m ientos lingüísticos. Las corrientes sociológicas a las que se hace referencia son la etnom etodología y el interaccionismo sim bólico: la prim era fue creada p o r H arold G arfinkel y A a ro n V. Cicourel, a p artir de los planteam ientos de Schutz; la segunda ha sido cultivada p o r G eorge H e rb e rt M ead, en la p rim era m itad de siglo, y m ás re ­ cientem ente p o r B lum er, C oser y Strauss.32 L a etnografía de la com unicación se basa en la idea de que la estru ctu ra lin­ güística y los factores de la estru ctu ra social se d eterm inan m utuam ente; adem ás D ell H ym es y otros etnógrafos han trab ajad o sobre los factores de la com unicación y las funciones del lenguaje que h abían distinguido previam ente autores com o B ühler y Jakobson. Los objetivos iniciales de la m oderna etnografía de la com unicación han sido crear un m éto d o válido p ara la descripción y análisis de los acontecim ientos del h ab lar en las com unidades de habla y descubrir los recursos com unicativos de la co­ m unidad y la distribución de tales recursos en tre los hablantes y los llam ados acon­ tecim ientos del hablar. E l m odelo de estudio p ro p uesto p o r los etnógrafos incluye ta n to elem entos estructurales com o elem entos funcionales. Su interés p rim ero se cen tra en el estudio de los acontecim ientos del h ablar y de las funciones que cum ­ plen. D e esta m an era la interacción sociolingüística pasa a ocupar un lugar de privi­ legio en el conocim iento de la com unicación tal y com o se produce en las com uni­ dades de habla. P artien d o de estas bases, las características generales y m etodológicas de la e t­ nografía de la com unicación, pu ed en resum irse en unos pocos puntos: 1) Concibe la lengua desde una perspectiva etnográfica, es decir, com o un sis­ tem a de com unicación social que sólo puede interp retarse dentro de un contexto es­ pecífico. 2) T rab aja principalm ente con grupos sociales o con com unidades de pequeñas dim ensiones. 3) U tiliza una m etodología típicam ente etnográfica (observación participativa, observación y anotación de la realidad), frente a la m etodología de corte m ás socio­ lógico que m anejan los estudios estrictam ente sociolingüísticos. 4) U tiliza técnicas cualitativas de análisis e in terpretación y sólo de form a m a r­ ginal deja un lugar p ara los análisis cuantitativos detallados.

29. 30. 31. 32.

Cinnaminson, University of Pennsylvania Press, 1974. Nueva York, Holt, Rinehart & Winston, 1972. The Ethnography o f Communication. A n Introduction, Oxford, Blackwell. Véase F. Moreno Fernández, Sociolingüística en Estados Unidos. Guía bibliográfica crítica, ob. cit.

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U n m edio interesan te de com prender cuáles son los límites de esta corriente in­ terdisciplinaria puede ser pasar revista a los fenóm enos que han constituido su obje­ to de estudio. A lgunos de ellos son los siguientes: pautas de com unicación (saludos, despedidas, felicitaciones, etc.), funciones com unicativas (relacionadas con los princi­ pios de la pragm ática), naturaleza y definición de la com unidad de habla, instrum en­ tos de com unicación, com ponentes de la com petencia com unicativa, relación en tre la lengua y la visión del m undo, la lengua y la organización social, universales lingüísti­ cos y sociales (lengua y cultura).

Aportaciones y problemas de la etnografía de la comunicación U n o de los m éritos más notables de la etnografía de la com unicación es el de h a­ b er introducido y divulgado una serie de conceptos, am pliam ente m anejados en la ac­ tualidad, que han resultado de gran utilidad tanto para la sociolingüística com o para la lingüística general. Esos conceptos son los de com unidad de habla y competencia com unicativa. A dem ás, las unidades de análisis que utiliza han sido m uy valiosas en el ám bito de la descripción lingüística: situación com unicativa, repertorio com unicati­ vo, m acro acontecimiento del hablar, micro acontecimiento del hablar, rutinas y rituales lingüísticos. D e todo ello hem os dado cuenta en otros capítulos. La im portancia de la etnografía de la com unicación para las investigaciones so­ ciolingüísticas es algo que los etnógrafos destacan con insistencia. Según estos espe­ cialistas, las significación social del m aterial lingüístico que se recoge en las grabacio­ nes sólo p uede valorarse adecuadam ente teniendo en cuenta las norm as sociales que h an determ in ad o la elección de ciertos usos y no otros por parte del hablante en el m om ento de las entrevistas. A dem ás, por muchos análisis cuantitativos que se reali­ cen desde la sociolingüística estricta, éstos pueden tener una significación nula si la recogida de los m ateriales, la p reparación de la m uestra y la interpretación de los re ­ sultados n o tienen en cuenta las descripciones cualitativas que practican los etn ó g ra­ fos o que se hacen desde una perspectiva etnográfica. A propósito de la relación entre sociolingüística y etnografía de la comunicación, es preciso detenerse p o r un instante en un asunto que afecta a los entresijos de la m a­ teria. E l asunto puede plantearse de este modo: ¿la etnografía de la com unicación es una ram a de la sociolingüística o es una disciplina independiente, con sus propios m é­ todos, principios y problem as? Es bien conocido que en los volúm enes considerados com o fundacionales de la sociolingüística — el de Bright y el de Lieberson— quedaban recogidos trabajos de investigadores expresam ente vinculados a la etnografía de la co ­ m unicación, si bien no ponían reparos, ni m ucho m enos, al uso del m arbete «sociolin­ güística». Pero, aunque que en los inicios de esta corriente se dio un afán integrador, p o r el que la sociolingüística quedaba convertida en disciplina centrípeta, el tiem po ha dem ostrado que la sociolingüística más lingüística, la estricta, la que tam bién se d eno­ m ina «variacionismo», ha ido m arcando lindes cada vez más pronunciadas. E n esta m ism a línea de pensam iento, H um berto López M orales sostiene que [la sociolingüística] se ocupa sólo de la com unicación verbal en sus aspectos lin­ güísticos exclusivam ente; otros canales com unicativos (tam bores, señales de hum o,

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etc.) no son de su incum bencia, y tam poco lo son otras características físicas de la com unicación com o el tono de la voz, la distancia en tre interlocutores, la gesticu­ lación, etc. El estudio de las funciones com unicativas p e r se no es esencial a la so­ ciolingüística, pero es básico para la etnografía de la com unicación, lo que la acer­ ca m ucho en ocasiones a la teoría de los actos de habla o pragm ática.33

Pese a todo, no hay que p erd er de vista que los factores etnográficos p u eden ser im portantes en cualquier investigación sociolingüística, antes y después de ponerla en práctica: antes, p ara que la recogida de los m ateriales lingüísticos se realice de una form a adecuada a las características com unicativas de la com unidad de habla; des­ pués, p ara hilvanar las conclusiones p uram ente sociolingüísticas con otros procesos com unicativos que se producen en la sociedad. Si se quieren salvar las dem ás distan­ cias, basta con señalar o p o rtu n am en te si se está hablando de sociolingüística en sen­ tido estricto o de sociolingüística en sentido amplio. Por lo dem ás, aunque a sim ple vista este problem a se plantee en el seno de una sociolingüística am plia, lo cierto es que p uede ten er su proyección en un cam po más general, porque si hay dificultades p a ra in te rp re ta r la etnografía de la com unicación com o sociolingüística, tam bién las hay p ara considerarla sim plem ente com o lingüística. A l m argen de las aportaciones que la etnografía de la com unicación ha hecho al cam po de la sociolingüística propiam ente dicha o de la antropología, han de valorar­ se los aportes realizados a otros cam pos, com o la psicolingüística, la lingüística apli­ cada y la lingüística teórica. E n el cam po de la psicolingüística, la etnografía de la co­ m unicación ha significado un aum ento del interés por los procesos de adquisición de las form as de h ab lar utilizadas en interacciones de sociedades particulares. P o r otro lado, el análisis de las patologías del lenguaje debe atender a datos culturales especí­ ficos sobre lo que se considera norm al o patológico dentro de cada com unidad. A d e ­ m ás, cualquier estudio que p reten d a dar cuenta de procesos o estrategias com unica­ tivas universales debe m anejar inform es y descripciones de culturas m uy diferentes, p a ra lo cual el relativism o de los m étodos etnográficos puede ser de gran utilidad. E n el cam po de la lingüística aplicada, la etnografía de la com unicación ha con­ tribuido a identificar lo que un estudiante de una segunda lengua debe saber para co­ m unicarse en esa lengua de form a apropiada en contextos diferentes. A la vez, esta disciplina contribuye a com parar de form a satisfactoria los sistem as com unicativos de culturas diferentes: de esta m anera se pu ed en com prender m ejor tan to los problem as y las características que p resenta la interacción com unicativa, com o los problem as y características que p resentaría la traducción entre lenguas de culturas m uy diferentes. E n cuanto a la lingüística teórica, se beneficia de la contribución de la e tn o g ra­ fía en el estudio de las form as y usos lingüísticos universales, así com o en la descrip­ ción y análisis de lenguas com paradas. Los etnógrafos pueden ayudar a form ular ad e­ cuadam ente una teoría de la lengua y de la com petencia lingüística. Sin n egar el interés y el valor de los estudios de etnografía de la com unicación, en 1977 Joel Scherzer hacía una serie de denuncias que, en parte, han m antenido su vigencia h asta la actualidad.34 Scherzer reconoce los valores de la etnografía creada 33. Sociolingüística, 2." ed., Madrid, Gredos, 1993, p. 33. 34. «The Ethnography of Speaking: a Critical Appraisal», en M. Saville-Troike (ed.), Georgetown Uni­ versity Round Table on Languages and Linguistics 1977, Washington, D.C., Georgetown University Press, 1977, pp. 43-57.

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p o r H ym es y destaca el gran núm ero de especialistas dedicados a ella, la celebración de num erosísim as reuniones y la cantidad de estudios publicados en los que se anali­ zan los factores que concurren en la com unicación. Sin em bargo, los esfuerzos reali­ zados p o r G um perz e H ym es para d ar a la disciplina un fuerte im pulso teórico y m e­ todológico no h an conseguido que la m ayor parte de los etnógrafos dejen de lim itar sus proyectos a la recogida de datos en com unidades concretas, trabajo im prescindi­ ble, p e ro que n o constituye un fin en sí mismo. Precisam ente la cantidad de datos p ro ­ porcionados p o r investigadores, que en m uchos casos son de procedencia diversa, p lan tea un conjunto im portante de inconvenientes teóricos y m etodológicos. E n prim er lugar, las culturas, sociedades o instituciones son analizadas desde el p u n to de vista de cada investigador y descritas sin establecer un sistem a com ún de re ­ ferencias, lo que im pide llevar a la práctica una com paración válida entre los estudios de com unidades diferentes. L a etnografía de la com unicación no ha sabido ir m ucho m ás allá de la m era acum ulación de datos, por lo que los investigadores se d eberían com p ro m eter a seguir unos conceptos, definiciones y m odelos que pudieran ser apli­ cados en todas las investigaciones. O tro problem a es el que plantea la relación entre los datos lingüísticos y socioculturales de las com unidades estudiadas: m uchos investigadores procedentes de la etnografía o de la sociología no aprecian en sus justos térm inos el valor de los datos lingüísticos y los consideran com o secundarios. E sto es así p orque no se m aneja un m éto d o que perm ita interrelacionar adecuadam ente todos los factores sociales, lin­ güísticos y culturales. Tal vez el interés inicial de la etnografía p o r vincularse a la so ­ ciolingüística se p u ed a in terp retar com o una llam ada de socorro en este sentido: se buscaba en esa nueva tendencia algo que ni los antropólogos tradicionales ni los so­ ciólogos h ab ían podido p roporcionar p o r su desconocim iento de la lengua. D esde otro p u n to de vista, la etnografía de la com unicación no ha conseguido lle­ gar a universales sustanciales sobre la organización de la com unicación, las caracte­ rísticas de los actos de habla, el uso de los elem entos de la interacción social (co rte­ sía, agradecim ientos, peticiones) o la adquisición de la com petencia com unicativa. Scherzer critica a la etnografía su preocupación excesiva por conductas e interaccio­ nes específicas (rituales, cerem onias) y la escasa atención prestada a los hechos de h a ­ bla ap aren tem en te intrascendentes, es decir, los de la vida cotidiana. A estos problem as de orden teórico hay que añadir otros de naturaleza em inen­ tem en te m etodológica com o la ausencia de análisis cuantitativos de la interacción co­ m unicativa, sobre todo de la com unicación que no se produce en rituales, tal vez p o r la dificultad que com porta recoger y cuantificar ese tipo de d atos.35

Orientaciones bibliográficas A p a rte de las obras citadas en el capítulo y de los m anuales generales, co m enta­ dos reiterad am en te, aconsejam os la lectura del trabajo de M. F ernández, «Los o rí­ genes de la sociolingüística», en I I Jornadas de Lingüística (Cádiz, U niversidad de

35. Además estaría, por ejemplo, la dificultad de analizar los procesos tácitos de la interacción social, lo que Goffman ha denominado «laconismo de la conversación», muy complicados de valorar para un investi­ gador ajeno a la comunidad estudiada.

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Cádiz, 1997) y del artículo de E. F. K. K oerner, «Toward a H istory of M odern Sociolinguistics» (en Am erican Speech, 66, 1991, pp. 57-70). Sobre la aparición de la sociolingüística en E spaña, véase el trabajo de Y ael van E verbroeck, Lengua y socie­ dad en la lingüística española del siglo X X (Lovaina, K atholieke U niversiteit Leuven, 1993). A cerca de la relación en tre la sociolingüística (m odelo sociológico glotocéntrico), la sociología del lenguaje (m odelo sociológico sem iocéntrico) y la etnografía de la co­ m unicación (m odelo antropológico), puede consultarse el libro de J. A . V illena Ponsoda, Fundam entos del pensam iento social sobre el lenguaje (constitución y crítica de la sociolingüística) (M álaga, A gora, 1992).

C a p ít u l o

18

TEORÍA Y MÉTODOS DE LA SOCIOLINGÜÍSTICA VARIACIONISTA Variacionismo y cuantificación Todo lo medible se debe medir; lo que no es medible debe ha­ cerse medible. G a l il e o G a l il e i

La sociolingüística variacionista, llam ada tam bién variacionismo, nació en los años sesenta alred ed o r de la figura de W. Labov,1 aunque su desarrollo posterior se ha debido a los trabajos de las escuelas de Filadelfia y de C anadá.2 E sta sociolingüís­ tica tiene en tre sus objetivos el de descubrir el orden que pueda h ab er en la variación y en el cam bio lingüístico. Para cum plir tal objetivo, cuando los datos se cuentan p o r centenares, se recurre a la cuantificación, porque la im portancia de los análisis cuali­ tativos, que n adie niega, es paralela al interés de los estudios cuantitativos: no se p u e ­ de co n tar lo que no se ha identificado.3 E fectivam ente, el variacionism o ha tenido desde sus inicios dos preocupaciones principales: el estudio de la lengua en su contexto social y el cam bio lingüístico. E l prim ero ha sido especialm ente significativo porque ha cubierto una necesidad que las investigaciones geolingüísticas llevaban poniendo de m anifiesto y satisfaciendo p a r­ cialm ente desde hacía m ucho tiempo: el análisis del habla de los grandes núcleos u r­ banos. E n la actualidad es posible describir con rigor hasta qué p u n to una variación viene d eterm inada tan to p o r factores lingüísticos, com o por factores extralingüísticos (sociales y contextuales) en una com unidad determ inada. Por o tra parte, la sociolin­ güística ha contribuido a difundir una visión de la lengua en la que lo variable es el

1. Véase The social stratification o f English in New York City, Washington, D.C., Center for Applied Linguistics, 1972. Sociolinguistic patterns, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1972. Language in the inner city. Studies in the Black English vernacular, Filadelfia, University of Pennsylvania Press. 2. La sociolingüística canadiense, al menos en su corriente variacionista, es continuadora de los plan­ teamientos de Labov. Véase D. Sankoff (ed.), Linguistic Variation. Models and methods, Nueva York, Academic Press, 1978; H. Cedergren y D. Sankoff, «Variables rules: performance as a statistical reflection of competence» Language, 50 (1974), pp. 333-355. 3. Véase U. Weinreich, W. Labov y M. Herzog, «Empirical Foundations for a Theory of Language Change», en W. P. Lehmann e Y. Malkiel (eds.), Directions fo r Historical Linguistics. A symposium. Austin, University of Texas Press, 1968, pp. 189-195.

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PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

centro de atención, frente a la postura de las corrientes m ás influyentes de la lingüís­ tica general, a la vez que ha convencido a m uchos sobre la conveniencia de trab ajar con m ateriales de la lengua viva, obtenidos en cantidades representativas de boca de unos hablantes representativos. E l fracaso de algunos m odelos teóricos está precisa­ m ente en su falta de conform idad con los usos reales. E n cuanto al estudio del cam bio, hay que destacar la atención prestada al te rre ­ no específico del cam bio lingüístico en curso, donde se ha conseguido un nivel des­ criptivo m uy satisfactorio. M uchas lenguas, com o el español, aún no se han visto su­ ficientem ente beneficiadas p o r estos avances, pero todo se andará. P or el m om ento, la sociolingüística es parcialm ente responsable del auge que en los últim os años ha cobrado el estudio del cam bio lingüístico desde una perspectiva teórica y general. Las obras de L ehm ann y M alkiel, Bynon, A n ttila o M ilroy son p ru eb a de ello. E n todo lo que acabam os de com entar h an estado y están presentes los análisis cuantitativos: la sociolingüística variacionista ha tratad o con un m im o especial el de­ sarrollo y perfeccionam iento de los m edios técnicos necesarios p ara ello. H asta tal p u n to es así que algunos especialistas h an reprochado a esta disciplina un interés por el ám bito m etodológico y técnico de la investigación, que podría h ab e r ido en d e tri­ m en to de algún que o tro logro teórico.4 P ero la preocupación p o r el m étodo es co n ­ veniente y necesaria, especialm ente cuando se trabaja con datos de lengua hablada, y no es incom patible con una reflexión teórica seria. E l variacionism o ha in tentado co n ­ ju gar los dos intereses, que en el fondo son uno solo, y ha creado una m etodología q ue sorprende por su refinam iento y p o r su eficacia, aunque no sea la panacea u n i­ versal.

Variación y teoría lingüística E l análisis em blem ático de la sociolingüística variacionista es, sin duda, el que se conoce con el n om bre de análisis de regla variable. E se nom bre recoge la esencia de su origen, p ero no se ajusta estrictam ente al sentido que tiene el análisis en la actua­ lidad. E l variacionism o ha dedicado p arte de sus energías a perfeccionar una prueba estadística capaz de m edir hasta qué punto una serie de factores lingüísticos (contex­ tuales y funcionales) y extralingüísticos (sociales y situacionales) determina la aparición de cada una de las variantes de un fen ó m en o lingüístico variable. C onviene dejar claro, antes de seguir adelante, que una estadística de corte va­ riacionista no tiene p o r qué vincularse de form a absoluta y necesaria a una corriente teórica determ inada; sin em bargo, es evidente que los variacionistas norteam ericanos han estado condicionados p o r un en to rn o de naturaleza generativo-transform acional. F ren te a la p ro p u esta de regla opcional, concepto teóricam ente endeble, la sociolin­ güística p resen tó una alternativa destinada a enriquecer el m odelo generativista: la re­ gla variable.5 E stas reglas tenían una form a sem ejante a la que se presenta en la fi­ gura 18.1, que debe leerse así: el segm ento /d/, ya debilitado en [5], se elide variable-

4. Véase A. Pisani, La variazione lingüistica. Causalismo e probabilismo in sociolinguistica, Milán, Fran­ co Angeli, 1987. 5. Véase W. Labov, «Contraction, Deletion, and Inherent Variability of the English Copula», Langua­ ge, 45 (1969), pp. 715-762.

TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES

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8 - » < 0> /

Fuente: H. López Morales, «La sociolingüística actual», en F. Moreno Fernández (comp.), Estudios sobre variación lin­ güística, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1990.

F ig . 18.1.

R egla variable de elisión d e d en S a n J u a n de P u erto Rico.

m ente; esto ocurre con las m ás altas probabilidades cuando la vocal anterior es /o/ y en segundo lugar /a/, si la /d/ p ertenece al m orfem a -d- de participio y si las vocales q ue le siguen son /o/ y después /a/. A la inform ación lingüística se añadiría la corres­ p o n d ien te a las probabilidades y las condiciones de aplicación social y estilística. L a regla variable sería capaz de explicar en qué m edida se cum ple un fenóm eno y en qué condiciones lingüísticas y sociales. F rente a las propuestas de «hablante oyente ideal» y de «com unidad hom ogénea», conceptos incom patibles con cualquier tipo de em pirism o, la sociolingüística pro p o ne la experiencia de unos usos reales y re ­ presentativos. D esde el m om ento en que el variacionism o convierte estas propuestas en axiomas, aparece el choque dialéctico con el generativism o.6 Sin em bargo, el contraste de opiniones no ha hecho que los variacionistas n o r­ team ericanos p ierd an de vista el devenir del generativism o; es más, algunos h an in ­ ten tad o trab ajar desde la «teoría de la rección y el ligam iento» y otros han visto en el «m odelo de principios y parám etros» la posibilidad de un acercam iento form al.7 U n a dem ostración de la im portancia que tiene el generativism o p ara los variacionis­ tas n o rteam ericanos está, p o r un lado, en la propuesta del concepto de «regla varia­ ble», p ero tam bién en el abandono silencioso que se ha ido haciendo, aproxim ada­ m en te desde 1978, de esa m ism a regla variable en las publicaciones. E ntiéndase bien: n o se h a n ab an d o n ad o las técnicas estadísticas, sino el uso form al de las reglas: se cal­ culan y p resen tan los factores estudiados y su peso cuantitativo, p ero no se redactan las reglas derivadas de ellos. Las causas de este cam bio de orientación son varias: p o r una p a rte está la dificultad de aplicar la regla variable en el cam po de la sintaxis transform acional; p o r otra, una regla variable no explica los fenóm enos, sino que sim ple­ m en te los describe; finalm ente, los sucesivos cambios en el seno del generativism o h an hecho que la elaboración de reglas no se ajuste a las necesidades teóricas m ás re ­ cientes. E n resum en, la renuncia a form ular reglas variables está íntim am ente ligada a la relación en tre variacionism o y generativism o. M uy unido a este problem a encontram os el del em plazam iento de la variación sociolingüística en el conjunto de la lengua; dicho de otra form a, la localización de la

6. F. Moreno Fernández, Sociolingüística en Estados Unidos (1975-1985). Guía bibliográfica crítica, Má­ laga, Ágora, 1988, pp. 128-130. 7. F. D ’Introno, «Teoría lingüística, variación paramétrica y español de América», en H. López Mora­ les y M. Vaquero (eds.), Actas del I Congreso Internacional sobre el español de América. San Juan. Puerto Rico. Del 4 al 9 de octubre de 1982, San Juan, Puerto Rico, Academia Puertorriqueña de la Lengua Españo­ la, 1987, pp. 373-382

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

310

regla variable en el sistem a. La sociolingüística variacionista parte de la idea de que la regla variable está vinculada a la com petencia lingüística, pero en las explicaciones que se h an hecho de esta hipótesis p ueden observarse distintos m atices de intensidad: p ara Labov, las reglas variables son reglas de producción que en una gran m ayoría p u ed en ser caracterizadas tam bién com o reglas de actuación, aunque constituyen cla­ ram ente un aspecto de la com petencia. Para C edergren y Sankoff, la actuación es un reflejo estadístico — si bien aproxim ado— de la com petencia y las reglas variables in ­ cluyen un com ponente probabilístico de lo lingüístico y de lo social. Podríam os decir que unos autores han defendido más radicalm ente un concepto de regla variable com o patrim onio exclusivo de la com petencia, m ientras otros no han descuidado los niveles de la lengua m enos abstractos. E l debate sobre esta cuestión h a ido p e rd ie n ­ do fuerza al m ism o ritm o que se abandonaba el uso form al de las reglas, p ero no ha dejado de d esp ertar interés y es probable que en el futuro se reavive. Las dificultades y controversias teóricas no han im pedido que se sigan haciendo análisis estadísticos, con m ás fuerza y calidad que nunca, p ero considerados com o sim ple herram ien ta descriptiva de la variación. E sto p rueba que se puede hacer v a­ riacionism o desde un m odelo teórico no generativista. L a sociolingüística exige de la teoría, sea la que sea, capacidad para adm itir la presencia ordenada de fenóm enos v a­ riables.

Desarrollo de las técnicas cuantitativas en la sociolingüística variacionista La cuantificación en el ám bito de la lingüística se ha aprovechado de los recu r­ sos de la estadística, entendida com o ciencia del tratam iento de la información que contiene las series de datos proce­ dentes de observaciones de fenómenos colectivos (Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales). La sociolingüística trabaja habitualm ente con dos tipos de estadística: una esta­ dística descriptiva y una estadística de inferencias (inferencia estadística). L a prim era consiste sim plem ente en contar y ord en ar cuantitativam ente un conjunto de datos; la segunda nos perm ite aplicar de form a válida las conclusiones de esos análisis a e n ti­ dades m ayores que en realidad no han sido investigadas en su totalidad: resulta im ­ p ensable que se puedan recoger m uestras de habla de todos los habitantes de M adrid, p o r ejem plo; de ahí la necesidad de hacer inferencias a partir de los m ateriales de una m uestra. La estadística descriptiva incluye pruebas simples de cuantificación, por o tra p a r­ te m uy conocidas, com o el recuento de frecuencias absolutas, su conversión en fre ­ cuencias relativas y el cálculo de m edias, m edianas, m odas, varianzas y desviaciones típicas.8 E ste tipo de pruebas se aplican en lingüística desde hace m uchos decenios. Con el paso del tiem po hem os ido ganando en rapidez y fiabilidad en el m anejo de los datos, así com o en calidad a la hora de presentarlos gráficam ente. E n este punto,

8.

F. Moreno Fernández, Metodología sociolingüística, Madrid, Gredos, 1990.

TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES

311

el desarrollo de la inform ática ha ap ortado enorm es ventajas. A ctualm ente es posible aplicar la estadística descriptiva por m edio de program as llam ados hojas de cálculo que están al alcance de cualquier m ano. T am bién existen program as estadísticos más com pletos de los que se obtienen cálculos rápidos y gráficos de gran calidad (SPSS, Statview). Com o se deduce de lo apuntado, la estadística descriptiva se h a utilizado desde los inicios mism os de la sociolingüística m oderna: ejem plo de ello es el trabajo de W. L abov sobre la isla de M a rth a ’s V ineyard.9 Sin em bargo, su aplicación sigue sien­ do inexcusable en cualquier análisis de la variación y los problem as que presenta son m ínim os desde un pun to de vista técnico. E l éxito está garantizado cuando el inves­ tigador cuantifica las categorías pertinentes, cuando están bien delim itadas y cuando se aprovechan al m áxim o sus posibilidades. N o obstante, con cierta frecuencia se e n ­ cu en tran publicaciones en las que no se pasa del cálculo de los tantos p o r ciento. E ste cálculo es tan necesario com o básico, pero a m enudo necesita ser com plem entado con análisis que com prueben, p o r ejem plo, las desviaciones de los datos respecto de las m edias (varianza, desviación típica), para no llegar a conclusiones lim itadas o eq u i­ vocadas. C om o se desprende de lo anterior, el valor de la estadística descriptiva no la con­ vierte en el único procedim iento susceptible de aplicación. E stam os ante una fase n e ­ cesaria, p ero no suficiente: p o r eso se la denom ina pre-cuanlificación. E l variacionis­ m o ha puesto en m anos de los investigadores unos recursos que conviene utilizar para que los análisis no resulten pobres. Tales recursos pertenecen al cam po de la inferen­ cia estadística y, concretam ente, de los análisis m ultivariables.10 La inferencia estadís­ tica perm ite llegar a conclusiones sobre la variación lingüística en una com unidad, p artien d o del análisis de los datos recogidos en unos pocos hablantes que se conside­ ran rep resentativos de esa com unidad, y den tro de este cam po destaca el análisis co­ nocido com o análisis de regla variable. L os análisis de regla variable — análisis de regresión o análisis probabilísticos— estudian la relación en tre m ás de dos variables y calculan las probabilidades de que aparezcan o n o aparezcan las distintas variantes en determ inadas condiciones lingüís­ ticas y sociales. P ara hacer un análisis estadístico de esta naturaleza se necesita a) b)

c)

que el fenóm eno analizado sea variable, que la alternativas de la variación sean form as diferentes de decir lo m ism o, esto es, que el uso de una alternativa u otra (variantes) p o r parte de un h a ­ b lante no suponga un cam bio sem ántico o pragm ático, que la variación analizada tenga relación con las condiciones lingüísticas y extralingüísticas en que se produce.

C om o se explicó en el capítulo 1, el fenóm eno estudiado puede perten ecer a cualquier nivel lingüístico. E l objeto principal del estudio se considera una variable dependiente; los elem entos lingüísticos y sociosituacionales que se tienen en cuenta p ara estudiar ese objeto se denom inan variables independientes o explicativas. L a for-

9. W. Labov, «The Social Motivation of Sound Change», Word, 19 (1963), pp. 273-309. 10. Sobre los análisis multivariables, véase M. García Ferrando, Socioestadística. Introducción a la esta­ dística en sociología, 2.a ed., Madrid, Alianza, 1994.

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

312

C u a d r o 18.1. F recuencias (absolutas y relativas) d e presencia de una m arca de p lu ra l seg ú n la clase de palabras y la fu n c ió n gram atical. Totales válidos Sujetos

Total

6/10 = 60 % 3/10 = 30 % 0/10= 0 %

10/10 = 100 % 7/10 = 70 % 4/10= 4 0 %

16/20 = 80 % 10/20 = 50 % 4/20 = 20 %

9/30 = 30 %

21/30 =

Objetos

Adjetivos Determinantes Nombres T otal

70 %

Fuente: D. Sankoff, 1988.

m a de p rep arar los m ateriales p ara el análisis probabilístico es prácticam ente la m is­ m a que hem os señalado p ara la estadística descriptiva; en otras palabras: se p arte del recuento de las frecuencias absolutas del rasgo en cada una de las condiciones p re ­ vistas y en los discursos recogidos de una m uestra de hablantes. Llegados a este punto, es necesario insistir en la idea de que la finalidad de este tipo de análisis es em inentem ente lingüística, p o r lo que los rasgos analizados deben ser elem entos variables de la lengua. E n el m om ento de valorar el com portam iento de las variables explicativas y de organizarías en grupos coherentes es aconsejable a n ­ te p o n e r u n criterio lingüístico a o tro tipo de consideraciones. E l sociolingüista no es un sociólogo, ni un m atem ático: debe pensar com o lingüista y actuar con los p atrones derivados de su form ación. D e igual m odo, los resultados que ap o rten los análisis tam bién h an de ser interp retad o s desde y p ara la lingüística. L a im portancia del análisis de regresión descansa en varios hechos. E n p rim er lu ­ gar, esta p ru eb a perm ite averiguar cuál es el grado en que los grupos de factores ex­ plicativos determ in an la variación de un elem ento cuando todos ellos actúan conjun­ tam ente; dicho de o tro m odo, el cálculo perm ite conocer la probabilidad general de que aparezca una variante lingüística cuando actúan sim ultáneam ente diversas varia­ bles lingüísticas y extralingüísticas. AI m ism o tiem po, las probabilidades rep resen tan el com portam iento general de una com unidad a propósito de ciertos fenóm enos, au n ­ que sólo se hayan recogido los usos lingüísticos de algunos hablantes. E l uso exclusivo de las frecuencias relativas (% ) en la descripción sociolingüísti­ ca lim ita enorm em ente las posibilidades del análisis e incluso puede conducir a in te r­ p retaciones erróneas, com o se puede com probar en un ejem plo creado p o r D avid Sankoff.11 Supongam os que estam os analizando la presencia o la ausencia de un a m arca de plural teniendo en cuenta la clase de palabras en la que aparece o no ap a ­ rece (adjetivos, determ inantes, nom bres) y las funciones gram aticales de los sintag­ m as en los que se dan esas palabras (objeto, sujeto). E l cuadro 18.1 recoge los casos de uso de la m arca de plural en las condiciones previstas. E n esta cuadro se indican los casos de presencia de la m arca sobre un to tal de apariciones posibles. Así, encontram os la m arca de plural en seis de los diez casos de adjetivos en sintagm as con función de objeto recogidos en los m ateriales; en tres de los diez casos de determ inantes en sintagm as con función de objeto, y no la en ­ contram os en ninguno de los diez casos de nom bres con esta m ism a función. L a sum a 11. «Variable Rules», en U. Ammon, N. Dittm ar y K. J. Mattheier (eds.), Sociolinguistics. A n Interna­ tional Handbook o fth e Science o f Language and Society, Berlín, Walter de Gruyter, 1988, vol. 2, pp. 984-997.

313

TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES

C ua dro 18.2.

F recuencias (absolutas y relativas) de presencia de una m arca de p lu ra l se g ú n la clase d e pa la b ra s y la fu n c ió n gram atical. T otales in adecuados p a ra el análisis

Adjetivos Determinantes Nombres T otal

Objetos

Sujetos

Total

42/70 = 60 % 3/10 = 30 % 0/10 = 0 %

10/10 = 100 % 49/70 = 70 % 76/190 = 40 %

52/80 = 65 % 52/80 = 65 % 76/200 = 38 %

45/90 = 50 %

135/270 =

50 %

Fuente: D. Sankoff, 1988.

de los totales m arginales, en unos datos com o éstos, nos da una im agen real de cóm o funciona la variación de plural: la aparición de la m arca está claram ente relacionada con la función de sujeto y con la clase de los adjetivos. A h o ra bien, hay que ten er en cuenta que en las intersecciones de «clase de p a ­ labras» y «función» encontram os un m ism o núm ero de apariciones posibles del m o r­ fem a (diez en cada caso), hecho que casi nunca se da en los m ateriales sociolingüísti­ cos reales: lo norm al es que ese núm ero varíe de form a notable y que la distribución de los datos no sea tan uniform e. E l cuadro 18.2 representa un ejem plo paralelo al anterio r, en el que no coincide el núm ero de posibles aplicaciones p o r categoría y fun­ ción, aunque las frecuencias relativas parciales sean las mismas. E n este caso, las frecuencias relativas totales no dan una im agen adecuada del co m portam iento variable del fenóm eno, porque podríam os in terp retar que el hecho de que el m orfem a se utilice en una secuencia con función de sujeto o de objeto es absolutam ente indiferente (50 % en cada caso). Pero, aun cuando los datos estén h o ­ m o g éneam ente distribuidos, podem os d ar con situaciones en las que los totales no son válidos p ara el análisis. E sto ocurre en el cuadro 18.3. A q u í com probam os que los totales m arginales coinciden con los del cuadro 18.1. P ero tam poco haríam os una in terpretación adecuada si no prestáram os atención a la form a en que están distribuidas las frecuencias parciales. O bservam os, efectivam en­ te, que la clase de los adjetivos y la función de sujeto favorecen la aparición de la m ar­ ca; sin em bargo, tam bién se aprecia que las dos variables (clase y función) están interactuando, es decir, ofrecen una inform ación solapada, porque la función objeto adm ite la m arca en los adjetivos (90 % ), p ero no en determ inantes y nom bres (0 % ), m ientras que los d eterm inantes y los nom bres sólo favorecen la aplicación de la m a r­ ca cuando p erten ecen a un sujeto (100 y 40 % , respectivam ente). E n un caso así, los

C u a d r o 18.3. F recuencias (absolutas y relativas) de p resencia de una m arca d e p lu ra l seg ú n la clase de palabras y la fu n c ió n gram atical. Interacción de fa cto re s in d ep en d ien tes Objetos

Adjetivos Determinantes Nombres T o ta l Fuente: D. Sankoff, 1988.

Sujetos

Total

9/10 = 90 % 0/10= 0 % 0/10= 0 %

7/10 = 70 % 1 0 /1 0 = 1 0 0 % 4/10= 4 0 %

9/30 = 30 %

21/30 =

70 %

16/20 = 80 % 10/20 = 50 % 4/20= 20 %

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PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

factores no tien en efectos independientes. D e todo ello se desprende que, p a ra con­ seguir unos valores generales capaces de indicar hasta qué p u n to unas variables u otras favorecen la aplicación de un elem ento, hay que recurrir a procedim ientos m a ­ tem áticos m ás seguros y complejos. Los avances técnicos de la sociolingüística h an respondido básicam ente a una búsqueda del m odelo estadístico más adecuado para analizar un rasgo cuya variación d epende de unos factores lingüísticos y extralingüísticos. Estos avances se h an dado principalm ente en tre 1969 y 1978. Los progresos m atem áticos h an ido acom pañados de la creación de program as inform áticos que han aplicado los cálculos estadísticos. E l nom bre genérico con que se conocen tales program as es V A R B R U L .12

El m odelo estadístico E l m odelo estadístico con el que trabaja el variacionism o desde 1975 es el m o ­ delo logístico de regresión, cuya segunda versión fue presentada en 1978 p o r Pascale R ousseau y D avid Sankoff. P ero antes de com entar cuáles son sus características ge­ nerales, creem os necesario hacer algunas advertencias. H asta el m om ento, las explicaciones más detalladas que se han dado de este m o­ delo proceden, com o es lógico, de sus creadores. Sankoff y R ousseau son investiga­ dores de form ación m atem ática que han dedicado una parte m uy im portante de su trabajo a las aplicaciones con fines lingüísticos. A h ora bien, estos autores no h an dado las explicaciones con la intención de que los sociolingüistas aprendan m atem áticas o pu ed an calcular p o r ellos mismos unas probabilidades de significación sociolingüísti­ ca: han buscado la com prensión general del m odelo. Ni siquiera la publicación m ás «pedagógica» de este cam po (la que hizo Sankoff en 1988) perm ite al lingüista seguir con facilidad los argum entos m atem áticos. E l m odelo se h a descrito p a ra su com ­ prensión y la de los resultados que proporcionan los program as inform áticos corres­ pondientes, p ero poco más: se ha dado prioridad al qué y al p ara qué sobre el cóm o.13 E l m odelo logístico estim a la probabilidad de que un fenóm eno variable se m a­ nifieste en una de sus form as cuando concurren sim ultáneam ente unas determ inadas condiciones. P ara llegar a aplicar esto, es necesario ten er en cuenta diversas infor­ m aciones. E n p rim er lugar, se necesita saber, a propósito de cada variante, cuántas veces se ha m anifestado en relación con los casos posibles. E ste dato se consigue m e­ diante el sim ple recuento de las frecuencias absolutas y el cálculo de las relativas. E n 12. La bibliografía sociolingüística cuenta con varios estudios en los que se da cuenta de los modelos es­ tadísticos y los programas informáticos que se han manejado. Los modelos han sido, por este orden, el m o­ delo aditivo (Labov, 1969), el modelo multiplicativo (Cedergren y Sankoff, 1974) y los modelos logísticos (San­ koff, 1975; Rousseau y Sankoff, 1978). Los programas utilizados han sido V A RBRU L (Cedergren, 1973), VA RBRU L 2 (Sankoff, 1975; Sankoff y Thibault, 1977; Labov y Labov, 1978), VARBRUL 2S (Poplack, 1979), VA RBRUL 2S para PC (Pintzuk, 1986) y VARBRUL 3 (Rousseau y Sankoff, 1978; Rousseau, 1989). Para Macintosh, GOLDVARB 1.6 (Rand y Sankoff, 1989) y GOLDVARB 2.0 (Rand y Sankoff, 1990). 13. Esta decisión, no obstante, tienen algunos inconvenientes serios. Para un buen número de lingüistas es muy difícil comprender para qué se hace cada una de las operaciones matemáticas, porque no se han ex­ plicado convenientemente. Lo mismo ocurre en el terreno de la informática. Ni las instrucciones de los pro­ gramas ni los trabajos teóricos explican con detalle cada uno de los datos que aparecen en los archivos de resultados. Esto puede ser muy peligroso con vistas a la interpretación de los fenómenos sociolingüísticos. Re­ conocemos, no obstante, que cuando se quiere trabajar entre la lingüística y las matemáticas o la informática, es muy difícil encontrar el punto medio más adecuado a los intereses de todos.

TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES C u a d r o 18.4.

315

F recuencias d e aspiración de / s / im plosiva, seg ú n co n texto fó n ic o siguiente*

Variable

Asp.

%

No asp.

%

Total

%

s n

597 358 56 59

41 51 9 8

872 349 567 657

59 49 91 92

14.69 707 623 716

42 20 18 20

1.070

30

2.445

70

3.515

V

P T o ta l

* Estos datos y los que aparecen referidos a /s/ implosiva proceden de un estudio cuantitativo realiza­ do sobre seis localidades españolas, en el límite de las provincias de Toledo y de Cuenca. Los datos son uti­ lizados exclusivamente a título de ejemplo. Véase F. Moreno Fernández, «Geolingüística y variacionismo», en M. Almeida y J. Dortas (eds.), Contribuciones al estudio de la lingüística hispánica. Homenaje al profesor Ra­ món Trujillo, Barcelona, Montesinos / Cabildo de Tenerife, 1997, pp. 347-356.

el cuadro 18.4 se m uestran unos datos de aspiración de Isl implosiva en lengua espa­ ñola cuando en el contexto fónico siguiente aparece una consonante sorda (s), una consonante sonora (n), una vocal (v) o p au sa.14 E n el cuadro 18.5 se m uestran unos datos de aspiración de Isl im plosiva recogi­ dos en seis hablantes diferentes. U na vez contados los casos particulares en que se m anifiesta una variable, hay que averiguar, de nuevo m ediante un recuento, con qué frecuencia se da ese fenó­ m en o cuando coinciden distintas variables explicativas. E n nuestro ejem plo sobre la aspiración de Isl según el contexto siguiente y el hablante, se trata de averiguar cuán­ tos casos de aspiración se dan en el hablante 1 cuando el contexto siguiente es una consonante sorda, cuando es una consonante sonora..., y así sucesivam ente con cada h ab lan te y tipo de contexto. E l cuadro 18.6 recoge la frecuencia de aspiración y de no aspiración (conserva­ ción, p érdida) de ¡si según el contexto fónico y según el hablante. Los datos de aspiración de Isl implosiva así presentados parecen suficientes para h acer un buen análisis, sin em bargo no nos dicen qué im portancia, qué peso, tiene cada una de las variantes explicativas. E n la prim era cuadrícula tenem os 62 casos de aspiración de Isl implosiva recogidos en el hablante 1 y ante consonante sorda; pero

C u a d r o 18.5.

F recuencias de aspiración de / s / im plosiva, según hablantes

Variable

Asp.

%

No asp.

%

1 2 3 4 5 6

140 246 266 86 149 183

20 45 51 15 23 36

564 306 253 503 498 321

80 55 49 85 77 64

704 552 519 589 647 504

1.070

30

2.445

70

3.515

T otal

Total

% 20 16 15 17 18 14

14. En el ejemplo que estamos proponiendo, los casos de no aspiración serían los de conservación de la sibilante más los de pérdida total.

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

316

C u a d r o 18.6. F recuencias absolutas y relativas de aspiración de / s / im p lo siva (A P .), según contexto fó n ic o siguiente (s, n, v, p ) y h ablante (1, 2, 3, 4, 5, 6)

7 s

z

%

4

%

5

%

6

%

X

%

164 75 54 25 218

21 9 201 91 222

82 30 189 70 271

134 57 102 43 236

597 41 872 59 1.469

AP.

63 43 82 57 145

76 54 64 46 140

66 58 48 42 114

55 49 58 51 113

59 45 71 55 130

39 60 26 40 65

358 51 349 49 707

AP.

5 4 129 96 134

31 32 67 68 98

12 15 68 85 80

4 4 107 96 111

2 2 109 98 111

2 2 87 98 89

56 9 567 91 623

AP.

10 8 115 92 125

5 5 87 95 92

24 22 83 78 107

6 4 137 96 143

6 4 129 96 135

8 7 106 93 114

59 8 657 92 716

AP.

140 20 564 80 704

246 45 306 55 552

266 51 253 49 519

86 15 503 85 589

149 23 498 77 647

183 36 321 64 504

1.070 30 2.445 70 3.515

Z Z

3

134 60 88 40 222

I P

%

62 21 238 79 300

I V

2

AP.

I n

%

con los datos de que disponem os no podem os saber cuántos de esos casos se deben principalm ente al hecho de p erten ecer a tal inform ante y cuántos se deben principal­ m ente al hecho de que el fonem a vaya ante consonante sorda. P ara conocer este ex­ trem o hay que crear un «m odelo teórico» que nos indique la probabilidad de que ap a­ rezca la aspiración en cada una de las circunstancias previstas, teniendo en cuenta sus posibles com binaciones o cruces. E l «m odelo teórico» de la sociolingüística de un fenóm eno está form ado p o r un conjunto de probabilidades, no de frecuencias. C om o se refleja en la figura 18.2 (m o ­ delo logístico), la probabilidad de que aparezca un rasgo lingüístico determ inado se consigue m ediante un cálculo de regresión, que com bina las probabilidades de que una variante se dé en cada circunstancia específica (factores / , . . . ) con un valor cons-

_ p __ft_ p¡ Pj T -p ~ 1 - f t ' 1 - p / 1 - p / '"

Esta fórmula es el fruto del perfeccionamiento que ha conocido el análisis de la variación a lo largo del tiempo. Por un lado, permite obtener unos valores «teóricos» o «esperados» que no sobrepasan nunca los límites del 0 % y del 100 % (0 y 1 en términos de probabilidades). Por otro lado, la relación que se establece, dentro del «modelo teórico», entre los casos de aplicación (variante estudiada dependiente) y los de no aplicación (resto de variantes de variable dependiente) es siempre simétrica: la probabilidad de que aparezca un rasgo lingüístico variable (p = aplicación) siempre es complementaria de la pro­ babilidad de que no aparezca (1 - p = no aplicación). Finalmente, tiene la virtud de reunir todos los aspectos positivos de los diferentes modelos usados por la sociolingüística (aditivo, multiplicativo). Cuando la probabilidad de aplicación de un ras­ go en una circunstancia determinada supera el 0,5, se interpreta que lo favorece. Véase P. Rousseau y D. Sankoff, «Ad­ vances in Variable Rule Methodology», en D. Sankoff (ed.), Linguistic Variation. Models and Methods, Nueva York, Academic Press, 1978, p. 62.

Fig. 18.2.

M o d e lo logístico, según R ousseau y S a n k o ff (1978).

TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES

317

tan te (pQ). Las probabilidades específicas se calculan a partir de las frecuencias reco ­ gidas en una com unidad.15 E n estadística es m uy frecuente la utilización de ciertas técnicas p a ra contrastar hipótesis y p ara conocer si la distribución interna de unos datos se debe a factores ac­ cidentales o a errores. La hipótesis de partida en esta clase de análisis se denom ina «hipótesis nula», según la cual ninguno de los factores estudiados ten d ría un efecto sistem ático sobre la aparición de un fenóm eno. La creación de un m odelo teórico sir­ ve p a ra p ro b ar si la disposición de unos datos se debe al azar o si se explica realm ente p o r la influencia de ciertos factores. Se trata, p o r lo tanto, de dem ostrar que la hip ó ­ tesis nula es falsa y que los factores analizados tienen algún p oder de determ inación, m ayor o m enor, según los casos. L a sociolingüística variacionista utiliza una prueba para conocer hasta qué p u n ­ to son significativos los p arám etros del «m odelo teórico», esto es, la b ondad del ajus­ te e n tre el m odelo y los datos: la función de la verosimilitud (likelihood). Según San­ koff, el principio de la m áxim a verosimilitud proporciona una estim ación de los efec­ tos de las variables explicativas, que consiste en elegir el conjunto de valores que m ás p rob ab lem en te ha generado los datos. E ste principio puede ten er aplicación en m uy diversos campos. E n m edicina, p o r ejem plo, perm itiría seleccionar, entre todas las p o ­ sibles causas del cáncer de pulm ón, cuál es la com binación de factores que debe ser considerada com o la que m ás favorece la enferm edad; en econom ía, ayudaría a co­ nocer la probabilidad de ser o no ser un desem pleado en función de una serie de ca­ racterísticas individuales o sociales. La verosimilitud está relacionada con las p ro b a ­ bilidades calculadas para cada variable y sirve tanto para indicar cuáles son las p ro ­ babilidades m ás adecuadas p ara las variantes de una variable, com o p ara determ inar cuál es la com binación de variables que m ejor se corresponde con los datos. E l análisis de regresión de los m ateriales de Isl implosiva que nos están sirvien­ do de ejem plo ap o rtaría unos resultados com o los que se m uestran en el cuadro 18.7. Según se nos inform a en el cuadro 18.7, el input o probabilidad m edia de que se produzca la aspiración de Isl es de 0,224 (las probabilidades se expresan con valores que van de 0 a 1), es decir, se tra ta de un fenóm eno de probabilidad baja. C uando C u a d r o 18.7.

P ro b a b ilid a d es d e aspiración de / s / p o r contexto fó n ic o siguiente e in fo rm a n te

Input: 0,224 Log de verosimilitud: -1.609,472 Signif.: 0,000 H ablante

1: 2: 3: 4: 5: 6:

0,386 0,678 0,741 0,253 0,387 0,646

C ontexto fó n ic o

ante ante ante ante

sorda: sonora: vocal: pausa:

0,677 0,784 0,181 0,186

15. El valor constante se denomina p0 y también input, probabilidad de input, efecto medio o media co­ rregida: se consigue a partir de una media del peso de las diferentes variables, que, a su vez, es proporcional al número de datos asociado a cada variante. Este valor compensa las diferencias que pueda haber en las pro­ babilidades de dos o más variables explicativas diferentes y sirve como punto de referencia.

318

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

aparece, lo hace con una m ayor probabilidad en los hablantes 2, 3 y 6 que en los d e ­ m ás y, sobre todo, cuando el contexto siguiente es ocupado p o r una consonante, sea sorda o sonora: las probabilidades que están por encim a de 0,5 favorecen el fenóm e­ no y las que están p o r debajo lo desfavorecen. E n lo que se refiere al nivel de signi­ ficación de n u estro análisis, observam os que la probabilidad de erro r (Signif.: 0,000) está m uy p o r debajo del límite fijado convencionalm ente para las ciencias sociales (0,05). El valor del logaritm o de verosim ilitud nos indica que los datos aquí p resen ­ tados corresponden a la fase m ás verosím il de todo el análisis. E n resum en, la sociolingüística variacionista ha dedicado una parte im portante de sus esfuerzos al perfeccionam iento de unas técnicas cuantitativas de análisis, e n ­ cam inadas a d eterm in ar la incidencia de los contextos lingüísticos y sociosituacionales sobre la variación lingüística. A u nque el variacionism o norteam ericano siem pre ha hecho sus consideraciones teóricas y m etodológicas desde posiciones cercanas al ge­ nerativism o, lo cierto es que algunos de sus conceptos fundam entales son difíciles de conciliar. Por o tra parte, el análisis probabilístico se ha convertido en una h e rra ­ m ienta de estudio susceptible de ser utilizada desde diversos m arcos teóricos. E l m étodo variacionista busca el cálculo de la probabilidad de que aparezca un rasgo lingüístico d eterm inado en unas circunstancias lingüísticas, sociológicas y con­ textuales determ inadas. A p artir de los datos de frecuencia recogidos en un grupo de hablantes, se crea un m odelo teórico form ado por las probabilidades de que se dé un fenóm eno cuando concurren diversas circunstancias. La estadística se encarga de p re ­ cisar hasta qué p u n to las probabilidades calculadas son verosím iles y cuáles son las circunstancias que, al darse sim ultáneam ente, p u eden explicar m ejor un hecho lin­ güístico.

Orientaciones bibliográficas Las líneas m aestras del variacionism o han sido presentadas p o r H. López M o ra­ les en su m anual Sociolingüística (2.a ed., M adrid, G redos, 1993) y más brevem ente en el estudio «La sociolingüística actual» (en F. M oreno F ernández (ed.), E studios so ­ bre variación lingüística, A lcalá de H enares, U niversidad de A lcalá, 1990, pp. 79-87). Para cuestiones m etodológicas, se recom ienda la lectura del libro de F. M oreno Fernández, M etodología sociolingüística (M adrid, G redos, 1990) y del artículo «So­ ciolingüística, estadística e inform ática» (Lingüística, 6, 1994, pp. 95-154), donde se am plía lo que aquí hem os tratado. Tam bién es enorm em ente útil la obra de H. L ó­ pez M orales, M étodos de investigación lingüística, Salam anca, Colegio de E spaña, 1994.

C a p ít u l o

19

SOCIOLINGÜÍSTICA APLICADA A LA ENSEÑANZA DE LENGUAS Enseñanza de lenguas y sociolingüística Cuán impertinente sea la imaginativa, y el entendimiento, para aprender las lenguas y maneras de hablar, pruébalo claramente la niñez, que, con ser la edad en la cual el hombre está más falto de estas dos potencias, con todo eso dice Aristóteles que los niños aprenden mejor cualquier lengua que los hombres mayores, aun­ que son más racionales. J u a n H u a r t e d e S a n J u a n , E xam en de ingenios

para las ciencias, 1575

E n 1989, la U nesco pidió a la A sociación Internacional de Lingüística A plicada (A IL A ) u n inform e sobre las necesidades de la enseñanza de lenguas en el siglo xxi. P ara su elaboración, S. E fstathiadis redactó un cuestionario que se envió a especia­ listas en lingüística aplicada de diferentes partes del m undo. Los m ateriales recogidos fueron com entados y discutidos en diversos foros, incluidos A IL A y la U nesco. Para d ar u na m ayor difusión a las conclusiones del inform e, éstas fueron publicadas en el volum en de 1992 de la A IL A -R e v ie w , editado por Johan F. M atter con el título de L anguage Teaching in the Twenty-first Century. Problems and Prospects. E l encarga­ do de p re p a ra r el estudio p a ra la revista fue John L. M. Trim y el título de su trab a­ jo, «Language Teaching in the Perspective of the Predictable R equirem ents of the T w enty-first C entury».1 L os com entarios de T rim aluden directa o indirectam ente a los intereses de este capítulo: las relaciones entre la enseñanza de lenguas y los factores sociales. Se dice, p o r ejem plo, que en el siglo xxi las personas que salgan de la escuela secundaria d e ­ b erían ser capaces de entenderse en una lengua internacional con hablantes nativos o no nativos, así com o de solucionar los asuntos de la vida cotidiana y desarrollar una com prensión de otras form as de vida, actitudes, valores y creencias. T am bién se a p u n ­ ta la necesidad de fom entar el cuidado de la lengua atendiendo a las situaciones lo­ cales y a la edad, las habilidades y los m odos de aprendizaje de preferencia de los n i­ ños, pro cu ran d o la diferenciación de registros y variedades de la lengua materna y de 1. Pp. 7-20. El artículo de Trim está redactado siguiendo fielmente el orden de las preguntas del cues­ tionario de Efstathiadis.

320

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

la lengua nacional y dejando lugar para la consideración de los aspectos culturales y pragm áticos de la lengua. P or otra p arte, se habla de lograr en la enseñanza secunda­ ria un conocim iento explícito y sistem ático, no sólo de la estructura form al de la len­ gua y de sus variedades regionales y sociales, sino tam bién de las unidades básicas del discurso, com o los actos de habla, la organización nocional/funcional, las estrategias de interacción que siguen el principio de cooperación, la adecuación del habla a las si­ tuaciones y los interlocutores, etc. Las nuevas m etodologías deberían ten er en cuenta la diversidad cultural de los alum nos, adaptando los m ateriales y los cursos a las ca­ racterísticas lingüísticas y culturales de cada lugar y valorando factores interculturales. Si todo esto llega a ser así, no cabe duda de que, en el futuro, la sociolingüística ten d rá m uchas cosas que decir en relación con la enseñanza de lenguas. H ab lar de ac­ titudes, registros, variedades sociales y caracteres culturales y pragm áticos de las len­ guas es h acer referencia a unos conceptos en los que la sociolingüística h a puesto su interés desde hace bastantes años. La aportación más interesante que la sociolingüística ha hecho, no sólo a la lin­ güística aplicada a la enseñanza, sino al conjunto de las disciplinas del lenguaje, es la concepción mism a de la lengua. No se trata de nada nuevo o exclusivo de la sociolingüística,2 p ero es innegable que esta disciplina, con sus m últiples m anifestaciones, ha contribuido a la difusión y a la valoración de una determ inada form a de ver la len­ gua. A dem ás, la sociolingüística ha venido a reforzar la prioridad que se concede a la lengua oral sobre la escrita en los m étodos de enseñanza de lenguas m ás recientes y ha hecho ver la necesidad de incorporar variables sociales a las investigaciones apli­ cadas que m anejan inform antes com o fuentes proveedoras de datos.3 A l estudiar la influencia de la sociolingüística sobre la lingüística aplicada, es im ­ prescindible distinguir entre prim eras y segundas lenguas (extranjeras o no), sin em ­ bargo no es difícil en contrar puntos com unes. La enseñanza, en general, no puede prescindir de la variación intrínseca de las lenguas, de ahí la im portancia que se está dando tan to a la contextualización sociosituacional, com o a las variedades mismas. S. Pit C order dedica todo un capítulo de su Introducing A pplied Linguistics4 al fen ó ­ m eno de la variabilidad y o tro a la com paración de variedades e insiste en la idea de que los m ejores resultados en la enseñanza de lenguas se obtienen cuando el co n te­ nido lingüístico de los cursos está cerca de las necesidades funcionales de los estu ­ diantes. E l cum plim iento de esa afirm ación exige valorar las figuras teóricas de la variación, de la función com unicativa y del contexto sociosituacional; dicho de otra form a, requiere una atención a la lengua en su contexto social. La existencia de va­ riedades (sociales, dialectales) no puede ser soslayada en la enseñanza de prim eras lenguas, ni arrinconada a priori en la enseñanza de lenguas extranjeras. A propósito de este últim o aspecto, la p ostura de C order nos parece significativa. P artien d o de que es im posible enseñarle a nadie toda una lengua y de que la en ­ señanza de lenguas viene lim itada por los intereses, necesidades y actitudes de los es­

2. Véase F. Moreno Fernández, Sociolingüística en Estados Unidos (1975-1985). Guía bibliográfica crí­ tica, Málaga, Agora, 1988, pp. 15-17; Metodología sociolingüística, Madrid, Gredos, 1990, pp. 41-45; 200-204. 3. Un ejemplo de ello lo tenemos en los estudios de disponibilidad léxica. Véase H. López Morales, En­ señanza de la lengua materna. Lingüística para maestros de español, Madrid, Playor, 1985; M. Echevarría, O. H errera, P. Moreno y F. Pradeñas, «Disponibilidad léxica en Educación Media», Revista de Lingüística Teórica y Aplicada, 25 (1987), pp. 55-115. 4. Harmondsworth, Penguin, 1973.

TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES

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tudiantes, C o rd er se plantea el problem a de la selección del m odelo lingüístico que se h a de enseñar: habla de llevar a la enseñanza el ám bito com partido p o r la m ayor p a rte de las variedades de una lengua y de com plem entarla con el conocim iento de las partes adecuadas a determ inadas situaciones. E n relación con esto, p ropone una in teresan te distinción en tre ám bito com partido, frecuencia de ocurrencias y lengua neutra: al prim ero se llega a través del análisis de los sistem as y es consecuencia de un estudio com parativo; la frecuencia de las ocurrencias se consigue m ediante el es­ tudio sociolingüístico de los usos de la lengua; la lengua neu tra es lo que en co n tra­ m os cuando no se p resta atención a las diferentes situaciones en las que se da la p ro ­ ducción lingüística. N o tiene que h ab er una coincidencia necesaria en tre lo com ún y lo frecuente, p ero sí suele haberla en tre lo frecuente y lo neutro. Com o vem os, el p e n ­ sam iento de C o rd er tiene m uy presente la relevancia de los aspectos sociolingüísticos de las lenguas en el nivel teórico de la enseñanza.5 H asta ahora, p o r p arte de la sociolingüística propiam ente dicha, no se h a dado una inclinación seria y constante a incluir en su teoría asuntos relacionados con la ad ­ quisición de la lengua. Cosa distinta es la preocupación p o r la com unicación en con­ textos de enseñanza o p o r la organización de los sistem as educativos, que sí h an lla­ m ado la atención en algunas ram as de la sociolingüística. N uestra disciplina, cuando ha hecho alguna incursión en el terren o de la adquisición y el desarrollo lingüísticos, se ha ceñido, p o r lo general, al ám bito de las prim eras lenguas. Las diversas corrien­ tes sociolingüísticas (la etnografía de la com unicación, la sem iótica social de H alliday, el m odelo variacionista) coinciden en anteponer la capacidad de determinación de los factores sociales a otras consideraciones de tipo cognoscitivo o biológico.

Etnografía de la comunicación y enseñanza de lenguas E l interés p o r los grupos o com unidades reducidos hace de la etnografía de la co­ m unicación un instrum ento eficaz p ara el estudio de las interacciones que se p ro d u ­ cen en contextos de enseñanza.6 D e hecho, los etnógrafos llevan bastantes años p reocupándose p o r lo que ocurre en las aulas donde se enseñan lenguas prim eras, segundas o ex tran jeras.7 C on esto querem os decir que, a diferencia de otras ram as de la sociolingüística, la etnografía de la com unicación ha convertido la enseñanza de lenguas en uno de sus objetos de estudio, incluida la adquisición de cierta p arte de la com petencia. A su vez, m uchos de los principios y conceptos básicos de estos e tn ó ­ grafos son m oneda corriente en tre los especialistas en lingüística aplicada. T ra ta re ­ m os am bos aspectos por separado: los aportes que han asum ido los especialistas en

5. No obstante, las ideas de Corder sobre la aplicación de la estadística al estudio de la lengua están bas­ tante alejadas de los conocimientos más recientes (pp. 218-222). 6. J. Green y C. Wallat (eds.), Ethnography and Language in Educational Settings, Norwood, N.J., Ablex Publishing Corporation, 1981. 7. En este campo también han sido importantes las aportaciones procedentes de la corriente etnometodológica, preocupada por las interacciones lingüísticas cara a cara, y de la psicología social de E. Goffman. Véanse H. Sacks, «On Sociological Description», Berkeley Journal o f Sociology 8 (1983), pp. 1-16; J. Schenkein (ed.), Studies in the Organization o f Conversational Interaction, Nueva York, Academic Press, 1978; E. Goffman, Fornis o fT a lk, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1981. La teoría tipológico-funcional de Givon se mueve entre la pragmática y el estudio de las interacciones cara a cara. Véase T. Givon, On understanding grammar, Nueva York, Academic Press, 1979.

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PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

lingüística aplicada y las propuestas hechas desde la propia etnografía de la com uni­ cación. D esde u na perspectiva am plia, el pensam iento de los etnógrafos ha estado guiado p o r las situaciones de prim eras lenguas,8 pero su aplicación a los ám bitos de las segundas lenguas y de las lenguas extranjeras salta a la vista. Es frecuente descubrir entre los estudios de lingüística aplicada algunos de los m ás elem entales principios y unidades de la etnografía de la com unicación. Tal vez los m ás destacados sean los de «com unidad de habla», «com petencia com unicativa», « repertorio» y «situación com unicativa». O tros conceptos, com o el de «función co­ m unicativa», son tam bién habituales, tan to en la etnografía com o en la lingüística aplicada, p ero su origen prim ero no está en la propia etnografía, sino en la lingüísti­ ca general, la filosofía del lenguaje, la sem iótica o la pragm ática. E l concepto de «comunidad de habla» es de singular im portancia p ara la etn o ­ grafía de la com unicación, porque perm ite precisar los límites externos de los usos que se desean estudiar. Sin em bargo, el concepto se m aneja m uchas veces de form a im precisa. Pese a la claridad de los enunciados de la sociolingüística, m uy pocos es­ pecialistas en lingüística aplicada hablan de com unidad de un m odo apropiado: a m e­ nud o se confunde com unidad de habla con com unidad idiomática y frecuentem ente se asocia la idea de com unidad con la de un determ inado núcleo urbano. E l p ro b le­ m a está en que n o se utiliza la form a com unidad con su valor técnico, sino en una acepción m ás general. Siendo así, podría incluso dudarse de que el concepto que ap a­ rece en la lingüística aplicada tenga su origen en la sociolingüística, porque, adem ás, tam bién h an hablado de com unidad algunos lingüistas generales de ren o m b re (B lo­ om field,9 p o r ejem plo), aunque sus definiciones sean bastante laxas. M ucho m ás com plicado se presen ta el uso de la noción de «com petencia com u­ nicativa». E ste concepto incluye el conocim iento, p o r parte de un hablante, no sólo de un código lingüístico, sino tam bién de qué decir, a quién y cóm o decirlo en una si­ tuación apropiada. E n estas líneas puede qu ed ar resum ido el fin últim o de una parte am plia de la enseñanza de lenguas actual.10 C ualquier lector de lingüística aplicada pued e com probar la profusión de estos térm inos y encontrar que las fuentes biblio­ gráficas de las que lo han tom ado los autores son m uy diversas: existen incluso fuen­ tes espurias que hacen que el concepto sea entendido de form as dispares y n o rm al­ m en te m uy pobres y lim itadas. C onviene dejar sentado, sin em bargo, que el estudio de la com petencia com unicativa se inició en la etnografía de la com unicación con unas ideas m uy claras, fundam entadas en los trabajos de D ell H ym es, sobre to d o a partir de O n Com m unicative C om petencel1 H ym es redactó este trabajo com o una contri­ bución al estudio de los problem as lingüísticos de los niños m enos aventajados; en otras palabras, el desarrollo del concepto ha estado íntim am ente ligado al cam po de la adquisición y el desarrollo de las lenguas.

8. La etnografía de la comunicación, no obstante, se ha preocupado poco por las fases iniciales de ad­ quisición de las primeras lenguas. 9. Language, Nueva York, H. Holt & Co., 1933. 10. M. Canale, «From communicative competence to communicative language pedagogy», en J. C. Ri­ chards y R. W. Schmidt (eds.), Language and Communication, Londres, Longman, 1983, pp. 2-27. 11. Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1971. Puede encontrarse más fácilmente en J. B. Pride y J. Holmes (eds.), Sociolinguistics, Harmondsworth, Penguin, 1972, pp. 269-293. La primera versión de este trabajo se presentó en la Research Planning Conference on Language Development Among Disadvantaged Children, celebrada en la Universidad de Yeshiva en 1966.

TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES

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E l concepto de «repertorio com unicativo» tam bién ha sido difundido desde la e t­ nografía de la com unicación. U na de las definiciones m ás aceptadas y útiles ha sido la de Jo h n J. G um perz: conjunto de variedades, dialectos o estilos utilizados p o r una población socialm ente definida y las norm as que rigen su selección.12 Se habla pues de rep erto rio a propósito de una com unidad determ inada y la lingüística aplicada ha tenido que acudir a este concepto en tan to en cuanto es una base para la selección de sus m odelos de enseñanza, de sus norm as de uso, de sus patrones de conducta com u­ nicativa. La dificultad principal está en que aún no se conocen suficientem ente los re ­ perto rio s com unicativos reales de la m ayoría de las lenguas y com unidades y en que lo que se conoce es aprovechado de m anera m uy deficiente p o r los especialistas en lingüística aplicada. N o es frecuente, p o r ejem plo, que los encargados de elaborar m a­ teriales para la enseñanza de lenguas estén bien asesorados en m ateria dialectal, so­ ciolingüística o estilística. A veces, estos autores crean su propio rep erto rio de una co­ m unidad siguiendo los dictám enes de la introspección o de la observación inm ediata, con resultados desgraciados. É sta podría ser una m uestra de cóm o el m anejo de un concepto no garantiza su aplicación hasta las últim as consecuencias. Los repertorios deb en construirse sobre variedades reales utilizadas en situaciones y en contextos reales: cuanto m ás alejados estén de la realidad, m enos probabilidades hay de que su aplicación en la enseñanza sea eficaz. A propósito de las nociones de «situación», «acontecim iento» y «acto com unica­ tivo» (capítulo 9), y a pesar de que en lingüística aplicada no suele recurrirse direc­ tam en te a la etnografía com o p u n to de referencia, lo cierto es que todo el m odelo lla­ m ad o com unicativo para la enseñanza de lenguas extranjeras, de base nocional/fun­ cional,13 tiene aquí un respaldo teórico y un abanico de estudios prácticos dignos de consideración. L a form a de llevar este m odelo a la práctica o la im portancia que quie­ ra dársele en el proceso educativo es asunto que com pete a los responsables de «apli­ car» los conocim ientos lingüísticos. Por o tro lado, la m ism a etnografía de la com uni­ cación ha dem ostrado la eficacia de su epistem ología m ediante el estudio de las in te ­ racciones com unicativas que se producen d entro de las aulas.14 H asta aquí, las ideas, principios básicos y conceptos elem entales que han sido de alguna utilidad p ara la lingüística aplicada a la enseñanza de lenguas, aunque m uchos especialistas n o los hayan conocido o m anejado desde la etnografía de la com unica­ ción. P ero esta ram a de la sociolingüística, com o ya se ha advertido, ha hecho sus p ro ­ pias incursiones en el cam po de la adquisición y especialm ente en el de la adquisición de la prim era com petencia com unicativa.15 E l punto de partida, p o r ser sociolingüís­ tico, an tep o n e los factores sociocontextuales a los criterios biológicos o innatistas: im ­ p o rta conocer cóm o se aprende la lengua en su contexto social y cultural inm ediato, p a ra qué se ap ren d en determ inadas estrategias com unicativas, cóm o reflejan estas es­ 12. «Sociocultural Knowledge in conversational inference», en M. Saville-Troike (ed.), Linguistics and Anthropology, Washington, D.C., Georgetown University Press, 1977, pp. 191-212. 13. Véase H. G. Widdowson, Teaching Language as Communication, Oxford, Oxford University Press, 1978; J. P. Nauta, «Saber hablar. Reflexiones en torno a la enseñanza comunicativa del español», en F. Fer­ nández (ed.), Pasado, presente y futuro de la lingüística aplicada en España. Actas del III Congreso Nacional de Lingüística Aplicada, Valencia, AESLA, 1986, pp. 47-62. 14. Véase F. Moreno Fernández, «Sociolingüística y educación», Revista Española de Lingüística A pli­ cada, 5 (1989), pp. 9-21. 15. Véase S. Romaine, The Language o f Children and Adolescents. The Acquisition o f Communicative Competence, Oxford, Blackwell, 1984.

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trategias las relaciones en tre las funciones sociales de los individuos y en qué m edida influyen, en el proceso de adquisición, la familia, los com pañeros, la organización del sistem a educativo y las creencias de la com unidad. L a adquisición de la com petencia com unicativa se realiza principalm ente a través de la interacción com unicativa, que a su vez contribuye a la construcción progresiva de la identidad social de los hablantes y del significado social de los usos lingüísticos.16

Sociología del lenguaje y enseñanza de lenguas L a sociología del lenguaje ha dedicado una p arte considerable de su esfuerzo in ­ vestigador a los problem as sociales relacionados con la enseñanza de prim eras y se­ gundas lenguas; n o tanto de las lenguas extranjeras. Com o ocurre con la etnografía de la com unicación, la sociología del lenguaje ha creado y divulgado ideas y princi­ pios que son m anejados asiduam ente p o r los estudiosos de la lingüística aplicada a la enseñanza. A la vez, algunas de sus ram as h an tenido com o objeto situaciones —por ejem plo, las m ultilingües— en las que la enseñanza de lenguas ocupa un lugar d esta­ cado. N o encontram os, pues, un interés por la adquisición, sino p o r los usuarios y la enseñanza de las lenguas, prim eras o segundas, en situaciones y com unidades con­ cretas. P robablem ente, los conceptos sociológicos que m ás uso h an tenido den tro de la lingüística aplicada h an sido el de dom inio (o ám bito) y el de diglosia}1 si bien d en ­ tro de la sociología del lenguaje, entendida de m odo am plio, la teoría m ás relaciona­ da con el m undo de la adquisición y el desarrollo de las lenguas h a sido la denom i­ n ad a «teoría del déficit», propuesta p o r Basil B ernstein, a quien no se pued e consi­ d erar realm ente com o sociolingüista, sino com o sociólogo especializado en educación (capítulo 2). P o r otra p arte, hay dos cam pos en los que la sociología del lenguaje h a dado frutos m uy significativos: el estudio de las actitudes y la planificación lingüística. Paulatinam ente, las investigaciones de la actitud se h an ido abriendo cam ino en la so­ ciolingüística y h an encontrado en la enseñanza de lenguas segundas y extranjeras un objeto de estudio de singular provecho. E l éxito de este m odo de trabajo está en los beneficios que se obtienen p ara valorar el funcionam iento de un m odelo educativo y sus probabilidades de éxito: las conclusiones que p roporcionan los análisis p erm iten reto car los planes de estudio de los centros educativos, los contenidos de las asigna­ turas, el tiem po dedicado a la enseñanza de cada lengua y las técnicas pedagógicas em pleadas en el aula, entre otros aspectos. La planificación lingüística es una especialidad de la sociología del lenguaje des­ tinada al estudio de los planes o proyectos que los gobernantes disponen y ejecutan en relación con las variedades lingüísticas de una com unidad. Com o tendrem os o p o r­ tunidad de explicar (capítulo 20), cualquier planificación y política lingüísticas es su­ m am ente im p o rtan te porq u e p uede afectar a la vida cotidiana de todos los m iem bros

16. M. A. K. Halliday, Learning How to Mean: Explorations in the Development o f Language, Londres, Edward Arnold, 1975. 17. Joshua Fishman propuso el concepto de «dominio» para explicar el fenómeno de la elección de len­ gua en contextos bilingües, principalmente.

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de una com unidad, pero su incidencia es particularm ente significativa en el ám bito de la enseñanza de lenguas, de la escuela.18 Los planificadores p u ed en decidir qué len­ gua o lenguas hay que enseñar en las escuelas y cuántas horas, en qué lengua, p o r m e­ dio de qué asignaturas; en otras palabras, tienen capacidad para decidir qué tipo de educación lingüística quieren p ara su com unidad.19 E n la línea de lo aconsejado por la U nesco hace pocas fechas, M. Saravia-Shore escribió ya en 1979 que la planifica­ ción de un program a bilingüe requiere prestar atención al contexto cultural en que se tiene que desarrollar, a la estructura social de la com unidad y, p o r último, a las te o ­ rías del aprendizaje en las que ha de b asarse.20

Variacionismo y enseñanza de lenguas La p rim era consecuencia de las aportaciones hechas por la sociolingüística de la variación está en el conocim iento, más preciso, que hoy puede alcanzarse de una len­ gua en cualquiera de sus niveles, particularm ente de los niveles fonético-fonológico21 y m orfosintáctico. L ógicam ente, cuanto m ejor se conozca el funcionam iento de una lengua y el uso de esa lengua en su contexto social, en m ejores condiciones estarem os para afro n tar su enseñanza. Los resultados de las investigaciones sociolingüísticas perm iten saber qué usos lingüísticos son m ás prestigiosos y cuáles están estigm atiza­ dos, cuáles se producen con m ás frecuencia entre determ inados grupos sociales, qué rasgos responden a cam bios consolidados; en pocas palabras, perm iten acercar los p a ­ trones de uso real en la sociedad a los m odelos lingüísticos que se m anejan en la e n ­ señanza. A ello po d ría añadirse que la sociolingüística y la dialectología son las disci­ plinas que están en m ejores condiciones de descubrir y analizar la norm a o las n o r­ m as que funcionan en el dom inio territorial de una lengua. E sta mism a inform ación puede ser de una enorm e utilidad en el cam po de los tests p a ra m edir las habilidades lingüísticas de las personas que están adquiriendo una lengua o que la están olvidando. Si los especialistas saben cuáles son los fenóm enos más p robables de una lengua, esto es, cóm o es la conducta lingüística norm al o co­ rrecta en una com unidad lingüística o en un grupo social, la elaboración y aplicación de los tests h an de ganar forzosam ente en realism o y, por tanto, en adecuación, p o r­ que en m uchos casos se p rep aran cuestionarios que asum en prejuicios infundados en cuanto al m odelo sociodialectal que buscan o reflejan. E sto tiene un valor singular cuando se trata de m edir los conocim ientos y los usos lingüísticos de las generaciones m ás jóvenes y de los grupos socioculturales m inoritarios. A esta dificultad, Fasold

18. M. Siguán y W. F. Mackey, Educación y bilingüismo, Madrid, Santillana/Unesco, 1986. 19. Véase J. Milroy y L. Milroy, Authority in Language. ¡nvestigating Language Prescription and Stan­ dardización, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1985. 20. «An Ethnographic Evaluation/Research Model for Bilingual Programs», en R. V. Padilla (de.), Bi­ lingual Education and Public Policy in the United States, Ypsilanti, M., Eastern Michigan University, 1979, pp. 328-348. Todo lo que se ha comentado a propósito de la aplicación a la enseñanza de la sociología del len­ guaje, puede ampliarse en el trabajo de A. G. H. Walker titulado «Applied sociology of language: vernacular languages and education», en P. Trudgill (ed.), Applied Sociolinguistics, Londres, Academic Press, 1984, pp. 159-202. 21. P. Benítez, «Fundamentos fonológicos de ejercicios de pronunciación: dos perspectivas diferentes», en R. Fente, J. A. de Molina y A. Martínez (eds.), Actas del Primer Congreso Nacional de A S E L E , Granada, Universidad de Granada, 1990, pp. 61-66.

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— siguiendo a W olfram —22 añade otras dos: la lengua de los tests no suele ser la len ­ gua de los niños o de los estudiantes; adem ás, las situaciones com unicativas que a p a ­ recen en los tests n o son interp retad as de la mism a m anera p o r la persona que ha p re ­ p arad o la p ru eb a y p o r la que tiene que superarla, sobre todo si perten ecen a grupos sociales bien diferenciados. E n o tro o rd en de cosas, de la m ism a sociolingüística h an nacido algunos in te n ­ tos de utilizar los conceptos de variación y de regla variable con el fin de facilitar la enseñanza de las segundas lenguas y de las lenguas ex tran jeras.23 G atbonton-S egalowitz piensa q ue el estu d ian te de una segunda lengua adquiere los rasgos lingüísti­ cos de la m ism a m an era en que se produce el cam bio de ese m ism o rasgo a lo la r­ go del tiem po d e n tro de la len g u a.24 U n fenóm eno lingüístico, al ser adquirido, se incorpora, p rim ero , a los contextos en los que encu entra unas condiciones m ás fa ­ vorables y p o sterio rm en te, a través de contextos interm edios, se va generalizando h asta que se ad q u iere en los contextos m enos favorecedores. P a ra analizar este fe ­ nóm eno, G atbonton-S egalow itz m aneja la técnica de las escalas de im plicación, h a ­ b itual en tre los criollistas, p ero tam bién es posible el análisis con las técnicas variacionistas. R alp h F asold cree ver en esta m anera de trab ajar la posibilidad de un m ayor re ­ finam iento en la enseñanza de la fonética de las lenguas segundas o extranjeras. Si, com o es hab itu al, los sonidos difíciles de la segunda lengua son m ás fáciles de p ro ­ nu nciar en unos contextos fonéticos que en otros, es conveniente estru ctu rar los program as de tal form a que los sonidos nuevos que p resen tan una dificultad m ayor sean introducidos y practicados, en prim er lugar, den tro de los contextos que facili­ tan la articulación de ese sonido. U n a vez que los estudiantes dom inan la realización del sonido en esos contextos, se pasa a los contextos que lo favorecen en m en o r m e­ d id a.25 E sta perspectiva de la enseñanza de lenguas viene en apoyo del carácter con­ tinuo del aprendizaje: las pronunciaciones aceptables van aum entado su frecuencia y su calidad de form a continua a lo largo de los diferentes contextos y, con el tiem ­ po, de los distintos estilos. E n una dirección sim ilar, A dam son ha dem ostrado que los principios utilizados p ara el nivel fonético tam bién p u ed en ser aplicados a la sin­ taxis.26 L a teo ría de la variación está sirviendo para que la enseñanza de lenguas y el es­ tudio de la adquisición no encuen tren en la variabilidad un obstáculo, sino una base firm e sobre la que construir sus estrategias. D e hecho, ya se han p resentado m odelos de adquisición de segundas lenguas creados a p artir de las nociones de variación y de regla variable, aunque no sólo de ellas. Esos m odelos, explicados p o r P reston en su obra Sociolinguistics and Second Language A cquisition ,27 in tentan trabajar sobre el

22. «Test interpretaron and sociolinguistic differences», Topics in Language Disorders, 3-3 (1983), pp. 21-34. 23. R. Fasold, «Variation theory and language learning», en P. Trudgill (ed.), Applied Sociolinguistics, Londres, Academic Press, 1984, pp. 245-261. 24. «Patterned phonetic variability in second language speech: a gradual difusión model», Canadian Modern Language Review/La Revue Canadienne des Langues Vivantes, 34 (1978), pp. 335-347. 25. «Variation theory and language learning», en P. Trudgill (ed.), Applied Sociolinguistics, Londres, Academic Press, 1984, p. 251. 26. Variation Theory and Second Language Acquisition, Washington, D.C., Georgetown University Press, 1988. 27. Oxford, Blackwell, 1989; especialmente pp. 239-272.

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concepto de interlengua de Selinker.28 La interlengua es un estado interm edio, carac­ terizado p o r la inestabilidad, en tre el código de la lengua m aterna y el de una segun­ da lengua. Sem ejante estado nunca ha preocupado de form a especial a la sociolin­ güística p o r las dificultades que hay para considerarlo com o un auténtico sistem a lin­ güístico. Sin em bargo, algunos especialistas en adquisición han com enzado a trabajar con él com o si de un sistem a se tratara y a m anejar para su estudio un m odelo varia­ cionista. Las propuestas de D ickerson,29 T aro n e,30 K rashen,31 Ellis32 o del m ism o P resto n van en esa dirección, aunque sigan senderos diferentes.

La enseñanza y el contacto de lenguas C ualquier situación de enseñanza de segundas lenguas o de lenguas extranjeras es, en realidad, una situación de lenguas en contacto. E sto contribuye a que los an á­ lisis sociolingüísticos sean potencialm ente útiles en el cam po de la adquisición y la en ­ señanza de lenguas: la colaboración entre los expertos en lenguas en contacto y en lingüística aplicada p uede dar unos frutos beneficiosos para am bas especialidades. E n tre los estudios sobre la adquisición de segundas lenguas, ocupan un lugar im por­ tan te las llam adas «teorías contextualistas», centradas en la idea de que en el ap ren­ dizaje tiene m ás im portancia la experiencia que las cualidades innatas o n atu rales.33 A u n q u e estas teorías no h an nacido de la sociolingüística, dado que en cierto m odo son una proyección sociológica de los fundam entos de Skinner, dentro de ellas exis­ ten p ropuestas que ponen su atención en las variables externas que concurren alre­ d ed o r del estudiante, en d etrim ento del estudio de los procesos cognoscitivos. Insisti­ m os en que estas últim as no han sido form uladas, en su m ayor parte, p o r sociolingüistas o desde la sociolingüística estricta; sin em bargo, acusan n o tablem ente la influencia del m éto d o etnográfico y están vinculadas de form a m uy estrecha a las in­ vestigaciones sobre lenguas pidgin y criollas. E n esta línea destaca la «hipótesis de la pidginización» de J. Schum ann.34 J. Schum ann piensa que las diferencias psicológicas y sociales en tre el grupo al que p erten ece el estudiante y el grupo cuya lengua está siendo adquirida pu ed en d e­ term in ar el proceso de adquisición de una segunda lengua. Las diferencias sociales dan lugar a una distancia social que se expresa a través de ocho factores: dom inio so­ cial (relación de dom inio-subordinación entre el grupo social del estudiante y el gru­ 28. Véase «Interlanguage», International Review o f Applied Linguistics, 10 (1972), pp. 201-231. También L. Selinker y D. Douglas, «Wrestling with ‘context’ in interlanguage theory», Applied Linguistics, 6 (1985), pp. 190-204; L. Selinker, Reconsidering interlanguage, Londres, Longman, 1992. 29. «The learner’s interlanguage as a system of variable rules», TESO L Quarterly, 9 (1975), pp. 401-407. 30. «On the variability of interlanguage systems», Applied Linguistics, 4 (1983), pp. 142-163. 31. Second Language Acquisition and Second Language Learning, Oxford, Pergamon, 1981. 32. «Sources of variability in interlanguage», Applied Linguistics, 6 (1985), pp. 118-131. 33. Véase D. Larsen-Freeman y M. H. Long, Theories in second language acquisition, Londres-Nueva York, Longman, 1991 (trad. al esp. Introducción al estudio de la adquisición de segundas lenguas, ob. cit., 1994). 34. Véase The pidginization process: a model fo r second language acquisition, Rowley, Mass., Newbury House, 1978; «The acculturation model for second language acquisition», en R. Gringas (ed.), Secondlanguage acquisition and foreign language teaching, Arlington, Va., Center for Applied Linguistics, 1978, pp. 27-50; «Social and psychological factors in second language acquisition», en J. Richards (ed.), Understanding Second and Foreign Language Learning, Rowley, Mass., Newbury House, 1978, pp. 163-178.

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po cuya lengua está siendo adquirida); m odelo de integración (grado de asim ilación del grupo al que p ertenece el estudiante al grupo cuya lengua está siendo adquirida); autonom ía del grupo del estudiante; cohesión del grupo; tam año del grupo; afinidad cultural de am bos grupos; actitud hacia los m iem bros del otro grupo; duración e in­ tensidad de la convivencia den tro del grupo de la lengua adquirida. E n u na etap a de florecim iento de los estudios sobre las lenguas pidgin y criollas, vinculados en buen a m edida a la sociolingüística, todo esto ha llevado a Schum ann a establecer una analogía en tre los procesos que subyacen a la pidginización y las p ri­ m eras etapas de adquisición de una segunda lengua. U nos y otras dan lugar a p ro ce­ sos de sim plificación y de reducción similares, consecuencia de las fuertes restriccio­ nes funcionales que los caracterizan. E n esencia, la adquisición de una segunda len­ gua es un m odo de aculturación o de adaptación a una nueva cultura, hasta el punto de que el grado de aculturación es capaz de indicar el nivel de adquisición de la se­ gunda lengua.35 L a «hipótesis de la pidginización» ha recibido num erosos com entarios críticos, no sólo de los que trab ajan con m odelos cognoscitivos e innatistas, sino tam bién de es­ pecialistas vinculados a la investigación de las lenguas pidgin, algunos tan en contac­ to con la sociolingüística com o D erek B ickerton.36 M uchos de los reproches h an sido sólidam ente refutados po r Schum ann, otros no tanto, pero resulta m anifiesto el in te ­ rés de las «teorías sociales» de la adquisición y el peso que el pensam iento sociolingüístico h a tenido sobre ellas. Las investigaciones de lenguas en contacto tam bién h an incluido entre sus in te­ reses los procesos de deterioro y olvido de las lenguas, tratados desde planteam ientos sociolingüísticos. A ndersen y P reston han p ropuesto in terp retar el d eterio ro y el ol­ vido de las lenguas com o un tipo especial de adquisición.37

N iveles de la enseñanza de lenguas E n el desarrollo de la lingüística aplicada a la enseñanza, la sociolingüística (apli­ cada) ha ocupado y debe ocupar un lugar relevante. S. Pit C order señala que las d e ­ cisiones y planes que afectan a la enseñanza de lenguas están distribuidos en varios niveles. E l prim ero es un nivel político, del que se ocupan los gobiernos y sus aseso­ res, y tiene que ver con los planes sobre la conveniencia de enseñar determ inadas len­ guas, qué lenguas en señar y a quién enseñárselas. E l segundo nivel es lingüístico y so­ ciolingüístico; de él se ocupan la lingüística y la sociolingüística aplicadas y tiene que ver con las decisiones sobre qué enseñar, cuánto y cuándo hacerlo. E l tercero es el n i­ vel de la psicolingüística y la pedagogía; afecta a la actividad del profesor en el aula 35. Véase R. Andersen (ed.), Pidginization and creolization as language acquisition, Rowley, Mass., Newbury House, 1983. 36. Véase D. Larsen-Freeman y M. H. Long, Introducción al estudio de la adquisición de segundas len­ guas, Madrid, Gredos, 1994, pp. 258-266. 37. R. W. Andersen, «Determining the Linguistic Attributes of Language Attrition», en R. D. Lambert y B. F. Freed (eds.), The Loss o f Language Skills, Rowley, Mass., Newbury House, 1982, pp. 83-118.; D. R. Preston, «How to Lose a Language», Interlanguage Studies Bulletin, 6 (1982), pp. 64-87. También C. SilvaCorvalán, «Cross-generational bilingualism: theoreticai implications of language attrition», en T. H uebner y Ch. Ferguson (eds.), Crosscurrents in Second Language Acquisition and Linguistic Theories, Amsterdam, John Benjamins, 1991, pp. 325-345.

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y a cóm o en señar las lenguas. L a sociolingüística, en el sentido m ás am plio, se p re o ­ cupa p o r asuntos relacionados con los niveles m ás teóricos: la sociología del lenguaje del prim ero; la etnografía de la com unicación, el variacionism o, las investigaciones de lenguas en contacto y otras corrientes sociolingüísticas, del segundo. L a enseñanza de las lenguas no puede hacerse de espaldas a los usos lingüísticos que se producen en com unidades y entornos socioculturales concretos. E n la búsque­ da de ese realism o, el p u n to de p artid a ha de estar necesariam ente en una buena des­ cripción, tanto lingüística com o sociolingüística. Por esa razón no estaría de m ás que los especialistas en lingüística aplicada recurrieran a los expertos en lengua y socie­ dad p a ra conseguir un asesoram iento adecuado. Sus opiniones pueden ser m uy valio­ sas con fines teóricos y prácticos. E n el nivel teórico, la interpretación de los fenó­ m enos pidgin y criollos, la teo ría de la variación y la consideración del lenguaje com o proceso com unicativo en su en to rn o social ya han tenido su repercusión. E n el nivel práctico, la voz de la sociolingüística sería de utilidad para innum erables tareas: la descripción previa de los rasgos sociolingüísticos y socioculturales de las com unida­ des, auxilio en la p reparación de tests, redacción de m anuales, el asesoram iento so­ bre norm as y usos sociodialectales.38

Orientaciones bibliográficas E ste capítulo es una adaptación de n uestro trabajo «A portes de la sociolingüísti­ ca a la enseñanza de lenguas» (Revista de Estudios de A dquisición de la Lengua E s­ pañola,, 1, 1994, pp. 107-136). Sobre diversos aspectos sociales de la educación, véase Educación y bilingüism o, de M. Siguán y W. F. M ackey (M adrid, Santillana / U nesco, 1986). Se recom ienda la consulta del libro de D. L arsen-F reem an y M. H. Long, Introducción al estudio de la adquisición de segundas lenguas (M adrid, G redos, 1994), sobre todo p ara el estudio del contacto de lenguas en contextos de enseñanza.

38. M. Stubbs, «Applied Discourse Analysis and Educational Linguistics», en P. Trudgill (ed.), Applied Sociolinguistics, ob. cit., pp. 203-244; J. Edwards y H. Giles, «Applications of the Social Psychology of Lan­ guage: Sociolinguistics and Education», en P. Trudgill (ed.), Applied Sociolinguistics, ob. cit., pp. 119-158.

C a p í t u l o 20

PLANIFICACIÓN LINGÜÍSTICA L a planificación lingüística y sus com ponentes Hablaban la lengua general del Cuzco, conforme a la ley y edic­ tos de los reyes, que mandaban que todos sus súbditos la supie­ sen y hablasen. P e d r o C ie z a

de

L e ó n , L a crónica del Perú, 1540-1550

La lengua griega y latina [...], por aver estado debaxo de arte, aun que sobre ellas an pasado muchos siglos, toda vía quedan en una uniformidad. Por que si otro tanto en nuestra lengua no se haze como en aquéllas, en vano vuestros cronistas y estoriadores escriven y encomiendan a inmortalidad la memoria de vuestros loables hechos, y nosotros tentamos de passar en castellano las cosas peregrinas y estrañas, pues que aqueste no puede ser sino negocio de pocos años. A n t o n io d e N e b r i j a , Gramática de la lengua castellana, 1492

E l estudio de la planificación lingüística ha interesado principalm ente a los so­ ciólogos del lenguaje. Q uiere esto decir que, desde su nacim iento com o corriente de investigación, se ha sum ado al conjunto de disciplinas que conform an la sociología del lenguaje, puesto que son sociológicos, m ás que lingüísticos, los criterios que m aneja. N o o b stan te conviene distinguir entre el estudio de la planificación y la planificación misma: si el prim ero se ha desarrollado desde fechas m uy recientes, sobre todo en sus aspectos teóricos, la segunda se ha practicado, de form a abierta unas veces, velada otras, en todo lugar y época en que una persona o un grupo de ellas han tom ado una decisión que haya afectado al vehículo de com unicación de una com unidad. Planifi­ car es p re p a ra r un plan destinado a o rientar o determ inar el uso de una o m ás len­ guas en una com unidad. D en tro de este com plejo cam po, la lengua y, p o r tanto, la lingüística tienen una relevancia singular. N o contraviene esto a lo dicho sobre la prim acía de los intereses sociológicos. L a lengua es un fenóm eno social y por ello tiene aspectos que han de p reo cu p ar a los sociólogos; p ero los sociólogos la atienden, no por ella m ism a, sino en ta n to en cuanto es p arte capital de la organización social. C om enzó a hablarse de planificación lingüística, con el sentido m ás reciente de la denom inación, en el año 1959, fecha del trabajo de E inar H augen titulado «Plani-

332

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE C u a d r o 20.1.

Fases de la planifica ció n lingüística, seg ú n H a u g en Norma

Sociedad Lengua

(1) Selección (2) Codificación

Función

(3) Implantación (4) Elaboración

ficación para una lengua estándar en la N oruega actual».1 D esde esa época se han d e ­ sarrollado dos concepciones de la planificación: una instrum ental2 y otra sociolin­ güística.3 E n la prim era, la lengua es vista com o un m ero instrum ento de com unica­ ción al que hay que darle la form a objetivam ente m ás sencilla, rentable y práctica para que esa com unicación sea m ás eficaz. D esde la concepción sociolingüística se atiende adem ás a factores com o la actitud de los hablantes ante las lenguas o el va­ lor sim bólico de éstas, aunque se entre en conflicto eventualm ente con la estética y la funcionalidad. A pesar de todo, la evolución de esta corriente no ha conocido im ­ p o rtan tes enfrentam ientos en tre tendencias opuestas, antes bien su desarrollo se ha producido con la sum a de nuevos elem entos, perfeccionando los precedentes. L a base a la que se han incorporado sum andos y sobre la que se han hecho las m atizaciones está constituida principalm ente p o r los trabajos que E in ar H au g en .4 E n térm inos generales, se distinguen dos form as de planificar, según los objeti­ vos que se m arquen. La p rim era se denom ina determinación lingüística y se aplica a las situaciones que requ ieren crear o recrear una variedad lingüística (por ejem plo, la revitalización del h eb reo en el E stad o de Israel).5 La segunda se conoce con el no m ­ bre de desarrollo lingüístico y se aplica en aquellos casos en los que ya se cuenta con una variedad que funciona com o lengua nacional.6 P ara la labor de crear una variedad nueva, se parte de una selección en tre fo r­ m as lingüísticas disponibles. Planificar es p red eterm inar las selecciones lingüísticas de los hablantes de una com unidad cuando ésta ofrece la posibilidad de utilizar varias m odalidades y se aplica sobre los niveles más form ales de las lenguas, especialm ente sobre el uso escrito, la lectura y los registros m ás cuidados.7 Los objetivos concretos de este tipo de planificación tienen que ver, p o r un lado, con la lengua y la lingüística y, p o r otro, con la sociedad y la sociología. U nos y otros invocan el concurso de la política lingüística. T eniendo en cuenta esta doble faz (lin­

1. «Planning for a Standard Language in Modern Norway», Anthropological Linguistics, 1 (1959), pp. 8-21. 2. La concepción instrumental está representada por Valter Tauli, «El planeamiento del lenguaje», en Ó. Uribe Villegas (ed.), La sociolingüística actual, México, UNAM, 1974, pp. 246-267. Trad. al inglés en «The theory of language planning», en Ó. Uribe Villegas (ed.), Issues in Sociolinguistics, La Haya, Mouton, 1977, pp. 245-265. Recogido en J. Fishman (ed.), Advances in Language Planning, La Haya, Mouton, 1974. Tam­ bién se adscribe a esta concepción Punya Sloka Ray, Language Standardizartion, La Haya, Mouton, 1963. 3. Véase, por ejemplo, J. Rubin y B. Jernudd (eds.), Can Language Be Planned?, Honolulu, East-West Center and University of Hawaii Press, 1971. 4. Language conflict and Language Planning; The Case o f Modern Norwegian, Cambridge, Harvard Uni­ versity Press, 1966. 5. Véase Ó. Uribe Villegas, Situaciones de multilingüismo en el mundo, México, UNAM, 1972, pp. 59-63. 6. Véase Ch. Ferguson, «Language Development», en J. Fishman, Ch. Ferguson y J. Das Gupta, (eds.), Language Problems o f Developing Nations, Nueva York, John Wiley and Sons, 1968, pp. 27-36. 7. Véase E. Haugen, Language conflict and Language Planning; The Case o f Modern Norwegian, ob. cit., pp. 282-283.

TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES

333

güística y social), H au g en p ropuso un m odelo de planificación con cuatro estadios, dos referidos a lo social y dos referidos a lo lingüístico. C uando es necesario d o ta r a una com unidad de una variedad nueva o reform ada hay que llevar a la práctica la selección, la codificación, la im plantación y la elaboración de una lengua (cua­ dro 20.1). E n la p rim era fase se selecciona una de las variedades preexistentes en la com u­ nidad p a ra convertirla en el objeto de la planificación. E n N oruega, p o r ejem plo, d o n ­ de la lengua escrita desde el siglo x v había sido el danés y m ás tarde una variedad noruega de esta lengua (danonoruego o bokm ál ‘lengua de los libros’), se quiso crear y oficializar una lengua p u ram ente noruega y se construyó sobre la base de los dia­ lectos del oeste del país: así, el landm al ‘lengua del país’ se convirtió en nynorsk ‘neon o ru eg o ’. E n la segunda fase de la planificación se procede a la codificación lingüística de la v ariedad seleccionada, esto es, a la preparación de una gram ática, una ortografía y un diccionario. E n la tercera fase, se ponen los m edios para difundir la nueva norm a p o r la com unidad y conferirle el estatus deseado. Finalm ente, la variedad se elabora progresivam ente para m odernizarla y adecuarla a las necesidades de com unicación, com probando si se obtien en los resultados previstos en el proyecto. P osteriorm ente, a las dim ensiones de la planificación presentadas por H augen se h an añadido otras de distinta procedencia que han servido para m ejorar el m odelo: el cultivo (propuesta p o r N eustupny),8 la evaluación (propuesta p o r R ubin en 1971)9 y la orientación (propuesta p o r F ishm an).10 E n cuanto a la evaluación, debe tenerse en cuenta que la planificación requiere una instrumentación adecuada, así com o una revisión, si se p reten d e que sea efectiva. A l hablar de instrum entación se hace refe­ rencia a la dotación de fondos por p arte de organism os oficiales; la evaluación puede hacerse com parando y valorando distintos proyectos; la revisión consiste en la crea­ ción de leyes que ratifiquen lo conseguido, si es óptim o, o que creen nuevos m odelos que perm itan o b ten er m ejores resultados. P or su parte, la orientación, la finalidad de la planificación, p odría ser la institucionalización (crear una lengua donde no la hay), la am pliación (difundir una lengua preexistente) o la sustitución de u na lengua por otra. R econociendo el valor de estas dim ensiones, hay que adm itir que una de las aportaciones m ás significativas al m odelo general de la planificación ha sido la reali­ zada p o r H einz K loss.11 E ste especialista propone llevar la separación entre los as­ pectos sociales y lingüísticos hasta el extrem o de reconocer dos tipos de planificación: la planificación del corpus y la planificación del estatus. L a prim era, de larga tradición, trab aja con cam bios en la gram ática, la ortografía o el vocabulario de una lengua. L a segunda determ in a la posición social que una lengua ocupa respecto de otras o con relación a los criterios políticos, sociales o ideológicos de los gobiernos. E l m odelo de

8. «Basic types of treatm ent of language pr«blems», Linguistic Communication, 1 (1970), 79-98. Reco­ gido en J. Fishman, Advances in Language Planning, ob. cit., pp. 37-48. 9. «Evaluation and language planning», en J. Rubin y B. Jernudd (eds.), Can Languages be Ptanned?, ob. cit. Recogido en J. Fishman (ed.), Advances in the Sociology o f Language II, La Haya, Mouton, 1972, pp. 476-510. 10. Véase J. Fishman (ed.), Advances in Language Planning, ob. cit. 11. Research Possibilities on Group Bilingualism: A Report, Quebec, International Center for Research on Bilingualism, 1969.

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

334

C u a d r o 20.2.

M o d e lo d e p la n ifica ció n revisado p o r H augen* Función (cultivo de la lengua)

Forma (política lingüística) S o c ie d a d

(planificación del estatus) Lengua

(planificación del c o rp u s )

1. Selección (proceso de decisión) a) identificación del problema b ) localización de la norma

3. Im p la n ta ció n (difusión educativa) á) procedimientos correctores b) evaluación

2. C odificación (proceso de estandarización) íj) ortografía b) gramática c) léxico

4.

E la b o ra ció n (desarrollo funcional) a) modernización de terminología b ) desarrollo estilístico

* «The Implementation of Corpus Planning: Theory and Practice», en J. Cobarrubias y J. Fishman (eds.), Progress in Language Planning, La Haya, Mouton, 1983, pp. 269-290.

planificación, enriquecido con estas nuevas dim ensiones y conceptos, se resum e en el cuadro 20.2 . H asta aq u í lo que se refiere a la creación e im plantación de variedades lingüísti­ cas nuevas. Los fines de la planificación encam inada al desarrollo lingüístico son m uy variados y, en ciertos aspectos, coinciden con los de la determinación. A lgunos de es­ tos fines son de n aturaleza lingüística: conservar la pureza de una lengua, regular usos variables, favorecer la m ezcla de variedades, desarrollar o elaborar term inologías,12 crear códigos con fines específicos; en general, au m entar o restringir los recursos lin­ güísticos. P ero, al lado de estas m etas, hay otras que tienen que ver con la función que la lengua desem peña d en tro de una com unidad: favorecer el aum ento o la dis­ m inución del n úm ero de hablantes; prestigiar o desprestigiar determ inadas varieda­ des lingüísticas. Si bien los m odelos de planificación actuales son bastante com pletos y se están aplicando, con distinta suerte, en num erosos países (C anadá, Bélgica, N oruega, Fili­ pinas, M éxico, E spaña, países árabes) hay una dificultad que no se puede evitar, por m inucioso que sea el p royecto planificador: las lenguas cam bian; y las sociedades tam ­ bién, y lo pu ed en hacer a velocidades de vértigo. N ingún m odelo de planificación es lo suficientem ente sólido y ágil p ara sopo rtar una sucesión de cam bios sociales com o los que se están conociendo en m uchos rincones de E uropa, A sia o Á frica. C ada co­ m unidad exige de la teoría una capacidad de adaptación y de flexibilidad que cons­ tan tem en te la pon en a p rueba y una dem ostración cotidiana de que se tra ta de algo eficaz, adecuado y aceptable. D e no ser así, el fracaso del proyecto de planificación está garantizado. La planificación lingüística llam ada de determinación se ha concebido y practica­ do en situaciones problem áticas en las que dos o m ás variedades lingüísticas están en contacto. G eneralm ente esas variedades tienen la categoría de lengua. Los fenóm e­ nos y problem as propios de las com unidades m onolingües tienen m ás que ver con el desarrollo lingüístico. E n este tipo de com unidades es frecuente encontrar hablas dia­ lectales, regionales o locales al lado de un habla de m ayor prestigio a la que podem os

12.

Véase M. T. Cabré, La terminología. Teoría, metodología, aplicaciones, Barcelona, A ntártida, 1993.

TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES

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d enom inar norm ativa, vinculadas a una m ism a lengua. E n la A m érica hispana, p o r ejem plo, encontram os situaciones lingüísticas en las que conviven varias lenguas y si­ tuaciones m onolingües, en las que se encuentran un habla dialectal y una variedad prestigiosa. E in ar H augen, en uno de sus prim eros trabajos, habló de tres tipos de com uni­ dades, según las situaciones de com unicación que en ellas fueran m ás usuales: una co­ m unidad lingüística prim aria existe cuando las diferencias en tre los individuos son p u ­ ram en te idiolectales; en u na com unidad lingüística secundaria se utilizan dos lenguas diferentes, p ero hay inteligibilidad parcial, m ientras que en una com unidad lingüísti­ ca terciaria los hablantes de lenguas distintas no se entienden en tre sí, por lo que se hace necesaria la presencia de intérpretes. U n ejem plo de com unidad prim aria sería Islandia; de secundaria, el R eino U nido; de terciaria, Suiza. Según H augen, en las co­ m unidades — o situaciones com unicativas— prim arias la planificación es superflua, puesto que no suele h ab er fallas de com unicación, aunque habría que saber que son un caldo de cultivo apropiado para el llam ado desarrollo lingüístico. Si n o perdem os de vista la distinción entre corpus y estatus que planteam os m ás arriba, parece claro que los planificadores del corpus deben ser los que siem pre han sido, desde D ionisio de Tracia y Prisciano, hasta Johnson, W ebster y Bello, pasando p o r N ebrija y P etrus R am us, esto es, los expertos en la lengua. Pero, adem ás de las iniciativas personales, tam bién han tenido peso — a veces m ucho— las propuestas ins­ titucionales. N o es necesario recordar con detalles la im portancia que han tenido para sus respectivas lenguas las A cadem ias de la Crusca, la Francesa o la Española, en los cuatro últim os siglos. M ás recientem ente, están cum pliendo una función planificado­ ra (del corpus y algo sui generis) los servicios lingüísticos de las grandes em presas de inform ación, cuyos trabajos se dan a conocer en form a de libros de estilo. E n cuanto a la planificación del estatus, existen estructuras de gobierno que d e ­ ja n un lugar p a ra la planificación en los servicios o direcciones generales de política lingüística, que son regidos p o r personas que no tienen necesariam ente una form ación lingüística. E n el m om ento de fijar los objetivos concretos de una planificación del es­ tatus, los responsables saben que sus decisiones van a repercutir directam ente sobre los usos sociales de una com unidad y que, en consecuencia, pueden enfrentarse con problem as éticos que afectan a la lengua y a los h ablantes.13 E n m uchos planes polí­ ticos es tan ta la im portancia que se concede a los intereses de la com unidad, de la n a ­ ción o de determ inados grupos de esa com unidad o nación que se ignoran, injusta­ m ente, los intereses de los individuos que las form an o de otros grupos, por am plios que sean, p lan tean d o una equivalencia absoluta y falaz entre el bien de los políticos gobernantes, de la com unidad y de los m iem bros de esa com unidad. La planificación del estatus de u na lengua supone una decisión de naturaleza política, que general­ m ente sintoniza con las dem ás acciones políticas de un gobierno. D esde este p unto de vista, se suele esp erar de los gobernantes una conducta respaldada en la ética o la m o ­ ral que los identifica. P or últim o, es interesante ten er en cuenta que existe una clara alternativa, casi teórica, a los m odelos de planificación que aquí hem os tratado: la ausencia de plani­ ficación. E n 1950 R. H all, Jr., daba un título sem ipublicitario a un libro suyo: Leave

13. Véase J. Cobarrubias, «Ethical Issues in Status Planning», en J. Cobarrubias y J. Fishman (eds.), Progress in Language Planning, La Haya, Mouton, 1983, pp. 41-85.

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PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

Y o u r Language A lo n e («D eja tu lengua sola; deja tu lengua en paz»).14 A llí se ad­ vierte de los peligros de las intervenciones lingüístico-sociales que hacen los políticos: crean inseguridad en los hablantes, producen un alejam iento de la lengua hablada y alteran el sentido de los cam bios lingüísticos. A lgunos autores consideran que esta ac­ titud es razonable en determ inadas situaciones; otros, com o R osenblat, piensan que «la sociedad no pu ed e dejar la lengua en paz, ni nada en paz».15

Planificación de lenguas y dialectos: a propósito del español en el mundo C on frecuencia se habla de lengua o variedad estándar cuando se hace referencia a la enseñanza de lenguas o a cualquier tipo de planificación lingüística. Sin e m b ar­ go, desde n u estro p u n to de vista, sobre todo en lo que atañe al llam ado español es­ tándar, no se trata de un principio bien definido: en todo caso, u na variedad estándar sería aquella q ue está desprovista de cualquier m arca — diacrónica, diatópica, diafásica, diastrática— alejada de una norm a general. P ero una realidad así no es utiliza­ da p o r nadie. Según M anuel Alvar: «Lengua standard» es el resultado de un consenso basado, precisam ente, en los usos literarios. Y esa lengua, digám oslo técnicam ente, es la langue de Saussure: existe en todas partes, está aceptada por todos los hablantes (no sólo los escri­ bientes), pero nadie la utiliza.16

A l h ab lar del español, preferim os evitar el nom bre de lengua estándar y distin­ guir, p o rq u e así es tradición en la lingüística española, entre el español com o diasis­ tem a (al que se denom ina español general) y el castellano com o variedad prestigiosa sobre la que se ha elaborado una gran p arte de los dictám enes académ icos. P artien d o de los tipos de com unidades identificados y definidos p o r H augen (pri­ m arias, secundarias, terciarias), las com unidades lingüísticas de E spaña serían, en su m ayor p arte, de tipo prim ario .17 T am bién existen com unidades secundarias (por ejem plo, den tro de G alicia), si bien, en las com unidades que m anejan m ás de una len­ gua, los hablantes o son m onolingües en español o son bilingües (español-catalán, es­ pañol-gallego, español-vasco), p o r lo que no se p resentan problem as graves de inco­ municación. E n las situaciones lingüísticas prim arias se producen distintos tipos de relación en tre hablas diferentes o en tre unas hablas y unas norm as cultas y pretigiosas. D e n ­ tro del m undo hispánico encontram os situaciones que m uestran claram ente cóm o las hablas (dialectales, regionales y locales) y las variedades m ás prestigiosas se están dis­ pu tan d o m uchos contextos de uso. Los tipos de relación que se establecen en tre ha-

14. Nueva York, Ithaca, 1950. 15. «El criterio de corrección lingüística: unidad o pluralidad de normas en el castellano de España y América», en Estudios sobre el español de América, Caracas, Monte Ávila Editores, 1984, pp. 311-337. 16. «La lengua, los dialectos y la cuestión del prestigio», en F. Moreno Fernández (recop.), Estudios so­ bre variación lingüística, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1990, pp. 13-26. 17. Véase Vicente García de Diego, Manual de dialectología española, 3* ed. corr. y aum., Madrid, Edi­ ciones Cultura Hispánica, 1978.

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TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES

O Situación 1

Situación 2

Situación 3

o- *()♦-o / \ Situación 4 Nota: Véase F. Moreno Fernández, «Planificación de la lengua española», en T. Kirschner (ed.), Los dos nuevos mun­ dos hoy: constnicciones de la realidad en España y Latinoamérica, Vancouver, 1994 (número monográfico de Revista Ca­ nadiense de Estudios Hispánicos, XVIII, 1994, pp. 515-526); «Planificación lingüística y dialectología», Lingüistica Española Actual, XIII (1991), pp. 251-268; «Norma y prestigio en el español de América. Apuntes para una planificación de la lengua española», Revista de Filología Española, LXXII (1992), pp. 345-359.

FlG. 20.1.

T ip o s d e relación entre u n m o d e lo n o rm a tiv o (c uadrado grande), u n a n o rm a prestigiosa (cuadrado p e q u e ñ o ) y u n habla local (círculo).

blas diferentes o en tre unas hablas y las norm as m ás prestigiosas se rep resen tan en la figura 20.1. Los esquem as rep resen tan situaciones en las que existen hablas locales, m arca­ das o n o ,18 vinculadas a norm as prestigiosas19 que, a su vez, se hallan d en tro del d o ­ m inio de un m odelo de lengua regulada al que llam am os m odelo norm ativo.20 E n el esquem a de la situación 1 se refleja la existencia de un habla local, inserta en una n orm a prestigiosa, que, a su vez, se inscribe en un m odelo norm ativo. Ju n to a ella p u ed e encontrarse o tra habla, p rocedente de una variedad diferente, que no cu enta con una referencia prestigiosa ni con un sistem a regulado. E n esa circunstan­ cia es fácil hallar en la prim era elem entos de la segunda,21 aunque la norm a ejerce so­ b re ellos una influencia tal que los hace desaparecer progresivam ente. Las hablas que no conviven con otras variedades, externas o internas, podrían representarse de la

18. Aquí no entendemos «habla» en el sentido de estructura de rasgos poco diferenciados limitada a una pequeña circunscripción geográfica (M. Alvar, «Hacia los conceptos de lengua, dialecto y hablas», La lengua como libertad, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1982, p. 65), sino como parole, lengua actualizada tal y como aparece en un lugar determinado. 19. Este concepto viene a coincidir con el de «norma culta», que se correponde con el uso de los ha­ blantes más prestigiosos de una comunidad y, por lo general, en registros cuidados. Puede darse el caso de que exista una norma de prestigio en una lengua que no cuenta con una tradición escrita. 20. El concepto de «lengua normativa» hace referencia a la lengua regulada en las gramáticas, espe­ cialmente la de la Academia, y a las normas seguidas en la lengua escrita. 21. Normalmente se trata de elementos que han sobrevivido dentro de hablas locales (seguimos ahora la definición de Alvar) que pertenecieron a una lengua desaparecida como tal. En muchos casos esas unida­ des son vestigios que sólo se encuentran dentro de otra lengua.

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mism a form a, p ero suprim iendo sim plem ente el círculo anejo.22 Tam bién tendrían in­ terés aquellas hablas locales desm em bradas de su variedad de origen que carecen, en sí m ismas, de un p u n to de referencia prestigioso y norm ativo (círculo solam ente).23 E n el español de E spaña y en el de A m érica se hallan situaciones lingüísticas com o la nú m ero 1: ahí está el contacto del español con hablas indígenas «m enores» (círculo anejo)24 o en la presencia de elem entos indígenas dentro de las hablas espa­ ñolas, elem entos que ya no tienen un pun to de referencia prestigioso, que son vesti­ gios de un sistem a que en num erosas ocasiones ha dejado de existir (por ejem plo, las lenguas del C aribe) y que están som etidos a un proceso secular de sustitución p o r u ni­ dades de procedencia hispánica.25 Pensem os tam bién, para el español de E spaña, en la presencia de elem entos léxicos de origen leonés d entro de las hablas castellanas del no ro este peninsular: las form as léxicas leonesas form arían parte del círculo anejo; las hablas castellanas (círculo interior) estarían incluidas en la norm a prestigiosa caste­ llana (cuadrado pequeño), que, a su vez, participaría del m odelo norm ativo del espa­ ñol (cuadrado gran d e) 26 E l esquem a de la situación 2 rep resen ta la relación entre dos hablas locales vin­ culadas a una m ism a norm a de prestigio y a una misma lengua. E n este caso se p ro ­ ducen influencias de la n orm a sobre am bas hablas y, a m enudo, de una variedad (ge­ n eralm en te la m ás cercana a la norm a) sobre la otra. E sto puede observarse al estu­ diar el h abla actual de T oledo (uno de los círculos),27 que, en determ inados registros, acusa el influjo del m odelo de las hablas castellanas del n o rte (el o tro círculo) y de la norm a culta (cuadrado p eq u eñ o ).28 Igualm ente, la penetración de un habla (más pres22. El ejemplo más claro, dentro del ámbito hispánico, sería el de las hablas castellanas, que poseen una norma prestigiosa (el castellano) y que han servido de base para gran parte de las normas académicas. 23. Esto ocurre, dentro de la península ibérica, con los bables de Asturias o con las fablas del Pirineo aragonés. Un caso de características semejantes sería el de las hablas canarias trasplantadas a algunos territo­ rios norteamericanos (por ejemplo, los habitantes de los brulis en Luisiana): durante decenios han vivido ais­ ladas y sin contacto con su norma de origen, con otras normas hispánicas o con la lengua normativa (véase S. Armistead, «Tres dialectos españoles de Luisiana», Lingüística Española Actual, XIII (1991), pp. 279-301). 24. Los ejemplos se multiplican, por ejemplo, en México. Véase L. Manrique Castañeda, «Pasado y pre­ sente de las lenguas indígenas de México», en V. Demonte y B. Garza (eds.), Estudios de lingüística de Es­ paña y México, México, UNAM / El Colegio de México, 1990, pp. 387-420. 25. La sustitución de elementos indígenas por españoles ya fue comentada por Armas y Céspedes en el siglo pasado (véase Oríjenes del lenguaje criollo, 2.a ed., La Habana, 1882). Más recientemente J. M. Lope Blanch ha señalado que el número de voces indígenas vivas en las provincias, en el habla campesina, es su­ perior al de indigenismos usuales en las ciudades (Léxico indígena en el español de México, 2* ed., México, El Colegio de México, 1979). Las generaciones jóvenes, sobre todo urbanas, muestran claramente un abandono de las unidades léxicas pertenecientes al mundo rural y a un modo de vida que está siendo sustituido por otro más industrial y moderno (véase H. López Morales, «Desgaste léxico en el español de Puerto Rico. El pro­ yecto Malaret», Investigaciones léxicas sobre el español antillano, Santiago, PUCMM, 1.991, pp. 169-196; J. M. Lope Blanch, «Indigenismos americanos en la norma lingüística culta de México», Investigaciones sobre dia­ lectología mexicana, 2.a ed., México, UNAM, 1990, pp. 147-160). Por otro lado, se ha comprobado que la ma­ yor parte de los indigenismos que tienen vitalidad en determinadas zonas americanas son los que han pasado ya a la lengua general. 26. Véase J. Borrego, Sociolingüística rural. Investigación en Villadepera de Sayago, Salamanca, Uni­ versidad de Salamanca, 1981; J. C. González Ferrero, Estratificación sociolingüística de una comunidad semiurbana: Toro (Zamora), Salamanca, Universidad de Salamanca, 1991. 27. Véase M. A. Calero, Estudio sociolingüístico del habla de Toledo, Lérida, Pagés, 1993; I. Molina Martos, Estudio sociolingüístico de la ciudad de Toledo, Madrid, 1991 (tesis doctoral inédita). 28. Véase P. García Mouton y F. Moreno Fernández, «Atlas lingüístico (y etnográfico) de Castilla - La Mancha. Materiales de Ciudad Real y Toledo», en P. García Mouton (ed.), Geolingüística. Trabajos europeos, Madrid, CSIC, 1994, pp. 111-154; I. Molina Martos, Estudio sociolingüístico de la ciudad de Toledo, Madrid, 1991 (tesis doctoral inédita).

TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES

F ig . 20.2.

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C ontactos lingüísticos en c o m u n id a d es bilingües.

tigiosa) en otra se observa en los hablantes que em igran desde las zonas rurales a la ciudad.29 E n A m érica encontram os situaciones sem ejantes: por ejem plo, la relación existente en tre el habla rural y el habla urbana en P u erto R ico,30 p o r la cual la p ri­ m era se deja influir en ciertos contextos p o r la segunda.31 E n la situación núm ero 3 se da cuenta de la existencia de dos hablas locales, cada una de ellas con su propia norm a culta, aunque pertenecientes a una m ism a lengua. Es lógico, en tales circunstancias, que una de estas hablas acuse la presión de la otra no rm a culta, presión que se ve favorecida p o r el hecho de tener detrás una m ism a re ­ ferencia prescriptiva. E s el caso de la relación del habla y la norm a de algunas co ­ m unidades am ericanas o de las hablas andaluzas, respecto del habla y la norm a cas­ tellanas.32 F inalm ente, el esquem a de la cuarta situación es similar al de la tercera, pero en este caso cada n orm a perten ece a una lengua diferente (cuadrados grandes). Las interrelaciones en tre dos sistem as distintos se dan frecuentem ente en los lugares donde e n tra n en contacto: las zonas fronterizas. A q u í puede observarse la influencia sobre un h ab la de o tra habla, o tra norm a y otra lengua diferentes. E n tales situaciones sue­ len ap arecer variedades lingüísticas m ezcladas (círculo interm edio) que tienen com o

29. Véanse R. Caravedo, Sociolingüística del español de Lima, Lima, Fondo editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 1990, pp. 17-37; P. Martín Butragueño, Desarrollos sociolingüísticos en una co­ munidad de habla, Madrid, 1991 (tesis doctoral inédita). 30. Véase T. Navarro Tomás, El español en Puerto Rico, Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, 1948, pp. 229 y ss. 31. Por otra parte, el habla rural suele compartir muchos rasgos con el habla de los niveles sociocultu­ rales más bajos de las ciudades. En estos casos, el abandono de los rasgos poco prestigiosos por parte de las generaciones más jóvenes está bastante generalizado. Véase O. Alba, Variación fonética y diversidad social en el español dominicano de Santiago, Santiago, PUCMM, 1990, pp. 218-224; H. López Morales, «Velarización de /RR/ en el español de Puerto Rico: índices de actitud y de creencias», Dialectología y sociolingüística. Te­ mas puenorriqueños, Madrid, Hispanova de Ediciones, 1979, pp. 107-130. 32. En Sevilla, por ejemplo, el seseo (rasgo que separa claramente la norma sevillana y la castellana) tiene un índice de aceptación, entre los hablantes cultos, más bajo que el de otros fenómenos teóricamente menos diferenciadores, como la aspiración de s. Esto se debe, entre otras razones, a la presión y el prestigio de la norma castellana. Véase V. Lamíquiz y P. Carbonero, Perfil sociolingüístico del sevillano culto, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1987, pp. 29-48. Todo ello está también ligado a la actitud positiva que muchos ha­ blantes hispanoamericanos demuestran hacia las variedades lingüísticas de España. Véase M. Alvar, Hombre, etnia, estado. Actitudes lingüísticas en Hispanoamérica, Madrid, Gredos, 1986, pp. 158-162, 189-191. También J. M. Lope Blanch, «El concepto de prestigio y la norma lingüística del español», Anuario de Letras, X (1972), pp. 29-46.

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base una u otra lengua: es lo que ocurre en la frontera catalano-aragonesa (chapurrea o y 3 o en los límites de U ruguay y Brasil (fronterizo).34 E n las com unidades bilingües (figura 20.2), las circunstancias socioespaciales son diferentes; en ellas se da la superposición de dos lenguas. A lgunas veces, cada una p o ­ see una n orm a prestigiosa y disfruta de una referencia norm ativa diferente (cuadra­ do grande) (situación 5); otras, una de las hablas posee su norm a prestigiosa vincula­ da a una lengua norm ativa, p ero la otra puede carecer de esta últim a (situación 6). U na situación sim ilar a la descrita con el núm ero 5 es la que se da en com unidades hispanas de E stados U nidos.35 La n úm ero 6 se da en las com unidades en que el es­ pañol convive con alguna lengua indígena de cierta im portancia.36 E n am bas es usual la aparición de variedades de com prom iso (círculo interm edio) consecuencia del con­ tacto lingüístico (por ejem plo, el llam ado espanglish de las com unidades p u erto rri­ queñas de N ueva Y ork o la m edia lengua en el E cuador, mezcla de quechua y espa­ ñ o l).37 Las situaciones aquí descritas hacen ver que cualquier planificación de la lengua española ten d ría que tra ta r los siguientes aspectos: 1) 2) 3) 4)

El El El El

español español español español

ante sus variedades dialectales internas. en territorios bilingües. ante las variedades mixtas. en países de lengua oficial diferente.

La finalidad de una planificación de la lengua española E l español m erece un planificación lingüística que aporte soluciones a los m uchos problem as que se presentan a sus hablantes (y a la propia lengua) en to d o el m undo. A u n q u e son necesarias unas líneas de conducta com unes para el conjunto del te rri­ to rio hispánico, cada país requ iere una planificación adecuada a sus características y a las de sus ciudadanos.38

33. Véase M. Alvar, «Un problema de lenguas en contacto: la frontera catalano-aragonesa», Teoría lin­ güística de las regiones, Barcelona, Planeta. 1975, pp. 47-62. 34. Véase H. López Morales, Sociolingüística, 2.* ed., Madrid, Gredos, 1993, pp. 153-162. También J. P. Roña, El dialecto «fronterizo» del norte de Uruguay, Montevideo, Adolfo Linardi, 1965; A. Elizaincín, Dia­ lectos en contacto. Español y portugués en España y América, Montevideo, Arca, 1992. 35. Véase J. Amastae y L. Elías-OIivares, Spanish in the United States, Nueva York, Cambridge Uni­ versity Press, 1982; S. Poplack, «Lenguas en contacto», en H. López Morales (coord.), Introducción a la lin­ güística actual, Madrid, Playor, 1983, pp. 183-207. 36. Pensamos en lenguas como el quechua, el guaraní o el náhuatl. Véase G. de Granda, «Actitudes so­ ciolingüísticas en el Paraguay», Boletín de Filología de la Universidad de Chile, XXXI (1980-1981), pp. 787805. 37. P. Muysken, «La mezcla de quechua y castellano: el caso de la media lengua en el Ecuador», Lexis, III (1979), pp. 41-56. 38. Existen numerosos trabajos sobre la planificación lingüística en diversos lugares de Hispanoaméri­ ca. Véanse A. Herranz, Estado, sociedad y lenguaje. La política lingüística en Honduras, Tegucigalpa, Guaymuras, 1996; E. Chang-Rodríguez, «Problems for Language Planning in Perú», Word, XXXIII (1982), pp. 173192; H. Obregón Muñoz, Hacia la planificación del español de Venezuela y la determinación de una política lingüística, Caracas, Instituto Universitario Pedagógico de Caracas, 1983; S. Brice Heath, La política del len­ guaje en México, México, Instituto Nacional Indigenista, 1972; E. Fernández Arévalos, «Presupuestos para una política lingüística en el Paraguay», Caravelle, XIV (1970), pp. 23-29; P. A. Cebollero, La política lingüístico-

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Y a hem os com entado que cualquier proceso de planificación debe afrontar una doble tarea: la planificación del corpus lingüístico y la planificación de su estatus so­ cial. D esde el p u n to de vista del corpus, el criterio de la «corrección» suele o rientar el uso lingüístico, p o rq u e las com unidades necesitan y exigen una norm a «correcta» q ue seguir.39 Las A cadem ias p reten d en satisfacer esta necesidad en los países de h a ­ bla hispana, aunque si u na com unidad no dispone de una institución capaz de o rien ­ tar, busca el n o rte en el juicio personal de algunos gram áticos y lexicógrafos o en los m edios de com unicación social: pensam os en la im portancia del W ebster’s para el in ­ glés am ericano, en el influjo de la gram ática de Johnson (1755) y de la BBC en el inglés del R eino U nido o en la función de la R A I 1 en Italia. Los países am ericanos de habla española h an conocido intentos de planificación del corpus y decisiones de defender la pureza del español frente al em puje de otras lenguas de cultura; en m uchos casos, m ediante determ inadas acciones de política lin­ güística, se h a reconocido la oficialidad de unas lenguas o de otras, aunque a m en u ­ do no se ha ido m ucho m ás allá; en otras ocasiones se han puesto sobre la m esa los problem as que p lantean las variedades internas del español, especialm ente en lo que concierne a la unidad de la lengua o a la defensa de un nacionalism o lingüístico,40 aunque ra ra vez h a tenido todo ello un reflejo en la práctica.41 Las situaciones lingüísticas del m undo hispánico, esquem atizadas m ás arriba, en ­ cierran unos problem as com plicados e interesantes: cóm o tra ta r los préstam os ap o r­ tados p o r otras hablas o lenguas, qué variedad del español enseñar y en qué variedad e n señ arla,42 qué variedades deben usarse en los m edios de com unicación social, cóm o solucionar las dificultades que surgen en la actualización de las term inologías, qué estatus deberían te n e r las lenguas m inoritarias y las variedades mixtas. A l m argen de aspectos tan concretos, los objetivos generales de una planificación del español po d rían buscar lo siguiente: a) b) c)

favorecer la unidad y el enriquecim iento de la lengua; garantizar el derecho a com unicarse en esa lengua en situaciones públicas; p ro teg er el derecho a h acer un uso correcto y prestigioso de la lengua.

social en Puerto Rico, San Juan, Consejo Nacional de Enseñanza, 1945; E. Pulcinelli Orlandi (org.), Política Lingüística na América Latina, Campiñas, Pontes, 1988. Los estudios sobre uno de los aspectos básicos de la planificación, la enseñanza, son numerosísismos: M. Catrileo, «Necesidad de un programa de español como segunda lengua para estudiantes mapuches», Revista de Educación, 99 (1982), pp. 55-58; A. Najarro Arrióla, «Un nuevo enfoque para la educación bilingüe en Guatemala», Boletín de Lingüística. Universidad Rafael Landívar, 21-23, mayo-octubre (1990), pp. 2-8; J. Valle-Castillo, «Tareas lingüísticas urgentes en Nicaragua», en J. E. Arellano (ed.), El español de Nicaragua, Managua, Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica, 1992, pp. 39-46. 39. En este sentido, una de las iniciativas más importantes en Hispanoamérica fue la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos de A. Bello (Santiago de Chile, 1847). 40. Véase, por ejemplo, M. I. Blanco de Margo, «El nacionalismo y las actitudes hacia la lengua en la Argentina», Anuario de Lingüística Hispánica, VI (1990), pp. 65-86. También R. C. Troike, «Problems of Lan­ guage Planning for Spanish in the United States», Word, XXXIII (1982), pp. 69-80. 41. La preocupación por el español en comunidades no hispánicas apenas ha ido más allá de la des­ cripción sociolingüística. Véase E. Alvarado, «Condiciones sociales del español estadounidense», Boletín de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, II-III (1977-1978), pp. 41-48. 42. Asunto siempre importante, pero que a menudo se plantea a propósito de América y de regiones españolas como Extremadura, Murcia, Andalucía o Canarias.

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E stos fines afectarían tan to a los territorios m onolingües com o a los bilingües. Los objetivos específicos serían asunto de cada nación hispanohablante. U n a planificación de la lengua española en los territorios bilingües debería a ten ­ d er al estatus que habría de ocupar respecto de las otras lenguas y a su uso en la en ­ señanza, la adm inistración, las instituciones jurídicas o los m edios de com unicación social; en otras palabras, tendría que garantizar el derecho de los ciudadanos a co­ m unicarse en esa lengua y a hacerlo de una form a correcta y adecuada. Se entiende que la política lingüística tendría que ir en consonancia con los fines planificados y pro cu rar el beneficio de los hablantes com o individuos. E n cuanto a las situaciones m onolingües, una planificación tendría que ser capaz de pro p o rcio n ar una respuesta a la siguiente pregunta, entre otras: ¿qué variedad del español hay que enseñar y cóm o hacerlo? La falta de una guía clara obliga a m uchos m aestros y profesores a buscar sus propias respuestas;43 la falta de orientaciones ge­ nerales y el desconocim iento de la realidad lingüística del español (dialectal y sociolingüística) hacen que esas respuestas no sean siem pre las m ás acertadas. E l trabajo de la escuela ha de recibir atención, porque allí se reflejan las características de la so­ ciedad, los deseos y las necesidades sociales.44 E n cualquier proceso de planificación lingüística, sobre todo cuando se tra ta de p ro p o n e r y difundir unos m odelos de lengua, es im portantísim a la función que cum ­ plen las escuelas y centros de enseñanza m edia. O curre, sin em bargo, que la escue­ la no es el m edio m ás eficaz de divulgar una no rm a y conferirle un estatus, dado que una p a rte im portantísim a de la población no p u ed e ser escolarizada o lo es insufi­ cientem ente. A h o ra bien, donde no alcanza la escuela p u ed en llegar los m edios de com unicación social. P o r eso es im p o rtan te que la variedad lingüística que allí se uti­ liza haya sido, com o m ínim o, objeto de reflexión p o r p a rte de los com unicadores. Los m edios de com unicación social p u ed en ser un instrum ento eficaz p a ra la plani­ ficación lingüística. D e m om ento, están consiguiendo que los hablantes de unas va­ riedad es conozcan o tras m uy lejanas y diferentes, lo que afecta a sus actitudes lin­ güísticas, y se están convirtiendo en paradigm a indiscutible de buen hablar, de p res­ tigio. A dem ás, si se conociera bien la lengua de la radio y la televisión, se sabría qué dirección p u e d e n tom ar, en plazos m uy breves, algunos cam bios lingüísticos, y se p o ­ drían orientar. La planificación del corpus del español se ha venido haciendo prácticam ente des­ de que se iniciaron las tareas del scriptorium supervisado por A lfonso X. E l proceso h a conocido im pulsores tan decisivos com o N ebrija, V aldés o la R eal A cadem ia E s­ pañola y siem pre ha contado con la escuela para su difusión, p ero hoy día la divul­ gación de cualquier n orm a no puede prescindir del apoyo de todos los m edios de co­ m unicación social.

43. No han sido frecuentes esfuerzos como el que hizo B. E. Vidal de Battini para apoyar a los maes­ tros de las escuelas primarias (El español de la Argentina, Buenos Aires, Consejo Nacional de Educación, 1964) o como el de A. Bello para orientar a padres y profesores («Advertencias sobre el uso de la lengua cas­ tellana», El Araucano, 1833 y 1834). 44. J. Fishman, «The Social Science Perspective», Bilingual Education: Current Perspectives, vol. 1, Arlington, Center for Applied Linguistics, 1977, p. 4.

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Reflexiones y ejercicios 1. R ecoja y com ente artículos de prensa en que se tra ten algunos aspectos re ­ lacionados con la política lingüística. 2. D escriba el uso que se hace de cada lengua en la televisión pública de algún territo rio bilingüe, anotando la cantidad de tiem po y los tipos de program as em itidos en cada lengua. 3. ¿Q u é opina de la posición «deja tu lengua en paz»? ¿Piensa que hay que cum plirla siem pre o sólo en lo que se refiere a su uso social? ¿C onsidera im prescin­ dible la planificación del corpus? 4. R eflexione sobre la posibilidad de contribuir política o económ icam ente al m antenim iento de una docena de lenguas indígenas, habladas por unos pocos miles de personas en un país, o de facilitar su desplazam iento y asim ilación a una lengua m ayoritaria.

Orientaciones bibliográficas Es im prescindible la lectura de una trabajo clásico del ám bito de la planificación: se trata del artículo de E. H augen, «Lingüística y planificación idiom ática», en P. G arvin y Y. L astra (eds.), A ntología de estudios de etnolingüística y sociolingüística (2.a ed., M éxico, U N A M , 1974, pp. 278-302). E l m anual de Y. L astra, Sociolingüística para hispanoam ericanos (M éxico, E l C o­ legio de M éxico, 1992) ap o rta inform ación m uy útil sobre la situación lingüística de m uchos países y territorios am ericanos. Sobre la situación lingüística de E spaña, véa­ se el libro de M. E txebarría, E l bilingüismo en el Estado español (B ilbao, E diciones FB V , 1995) y el inform e del C entro de Investigaciones Sociológicas, Conocim iento y uso de las lenguas en España (M adrid, CIS, 1994); sobre la situación lingüística de otros m uchos países del m undo, véase O. U ribe Villegas, Situaciones de. multilingüism o en el m u n d o (M éxico, U N A M , 1972). C om o h a sugerido J. B orrego (trad. de S. R om aine, E l lenguaje en la sociedad, B arcelona, A riel, 1996, pp. 83-84), es interesante la com paración de los trabajos con­ tenidos en el libro de A. B astardas y E. Boix (eds.), ¿Un Estado una lengua? L a or­ ganización política de la diversidad lingüística (B arcelona, O ctaedro, 1994) y del libro de G. Salvador, Lengua española y lenguas de España (B arcelona, A riel, 1987), a lo que se p odría añadir la obra del m ism o autor, Política lingüística y sentido com ún (M adrid, Itsm o, 1992). T am bién es recom endable la lectura del capítulo III de la obra de F. M arcos M arín, R eform a y m odernización del español (M adrid, C átedra, 1979).

GLOSARIO SOCIOLINGÜÍSTICO* acontecimiento comunicativo: conjunto homogéneo de elementos comunicativos que se utilizan con un mismo propósito, hacia unos mismos interlocutores, usando una misma variedad lingüística y para tratar unos temas o asuntos determinados; macrounidad bá­ sica de la comunicación, acontecimiento del hablar: véase acontecimiento comunicativo. acrolecto: lengua dominante o lexificadora en una situación de lenguas en contacto; varie­ dad más prestigiosa. actitud lingüística: manifestación de la actitud social del individuo centrada y referida es­ pecíficamente tanto a la lengua como al uso que de ella se hace en sociedad, acto comunicativo: microunidad básica de la comunicación. acto de habla: enunciado emitido por un hablante determinado con una intención y una función determinadas, en un situación determinada y que tiene un efecto determinado; unidad básica de descripción pragmática, acto del hablar: véase acto comunicativo. acto ilocutivo: acto de habla que se realiza cuando «se dice algo» con una cierta intención o fuerza por parte del hablante, acto locutivo: acto de habla que surge en el momento en que «se dice algo», esto es, cuan­ do se emite un enunciado, acto perlocutivo: acto de habla que aparece como consecuencia del acto ilocutivo y que lo­ gra un efecto o una reacción en el oyente, alternancia de lenguas: yuxtaposición de oraciones o fragmentos de oraciones de lenguas diferentes en el discurso de un mismo hablante bilingüe, cuando cada oración está regi­ da por las reglas morfológicas y sintácticas de la lengua correspondiente. Véase cambio de código. ámbito: véase dominio. análisis de la conversación: corriente de investigación que incorpora los principios de la et­ nometodología norteam ericana y que se caracteriza por el manejo de una serie de téc­ nicas de análisis empírico de aplicación previa a la construcción de cualquier formula­ ción teórica. El método de trabajo es de naturaleza inductiva y está basado en el estu­ dio de grabaciones de lengua hablada recogidas en contextos naturales, análisis del discurso: corriente de investigación aparecida en los años sesenta y muy culti­ vada en el Reino Unido que se caracteriza por el empleo de principios y conceptos pro­ pios de la lingüística y que procede aislando las unidades del discurso o categorías bási­

* Este glosario no busca la exhaustividad, sino la fácil localización de algunos de los conceptos más im­ portantes de la sociolingüística y la sociología del lenguaje. El índice de materias permite acceder a otros mu­ chos términos y definiciones.

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cas y estudiando su combinación y funcionamiento en secuencias bien formadas que dan lugar a discursos coherentes. Este tipo de estudios busca la integración de todas las uni­ dades lingüísticas en la estructura del discurso mediante un procedimiento elemental que consiste en proponer una formalización previa para ir comprobando, posteriormente, cómo se ajustan a ella los datos concretos, argot: véase jerga. autonomía: atributo de los sistemas lingüísticos únicos e independientes (W. Stewart). basilecto: lengua pidgin o criolla que constituye el inicio de un proceso de aproximación a la lengua dominante o acrolecto; variedad más alejada del acrolecto. bilingüe: persona que, además de su primera lengua, tiene una competencia parecida en otra lengua y que es capaz de usar una u otra en cualquier circunstancia con parecida eficacia (M. Siguán y W. F. Mackey). bilingüismo: dominio pleno, simultáneo y alternante de dos lenguas. Dominio nativo de dos lenguas (L. Bloomfield). Uso de expresiones completas y con significado en otras lenguas (E. Haugen). Práctica de dos lenguas usadas alternativamente (U. Weinreich). bilingüismo activo: capacidad del hablante para utilizar activamente al menos las destrezas básicas en dos lenguas (entender, hablar), bilingüismo ambiental: bilingüismo que es consecuencia del contacto de dos lenguas, cuan­ do una de ellas, generalmente la del Estado, tiene un carácter expansivo por su mayor peso demográfico y cultural (A. Badía). bilingüismo compuesto: bilingüismo que consiste en la coincidencia en el significado de las palabras equivalentes de dos lenguas, bilingüismo coordinado: bilingüismo que consiste en la separación de los significados de las palabras equivalentes de dos lenguas, bilingüismo equilibrado: bilingüismo que consiste en poseer una alta competencia en dos lenguas que se manejan con similar facilidad y eficacia. Bilingüismo en su grado más de­ sarrollado. bilingüismo natural: bilingüismo de los niños cuyos padres hablan lenguas diferentes (A. Badía). bilingüismo pasivo: capacidad del hablante para entender una lengua (primera destreza) dominando las destrezas básicas en otra, bilingüismo subordinado: bilingüismo que consiste en la coexistencia de una lengua domi­ nante y una lengua dominada: las palabras de la lengua dominada se interpretan desde las palabras equivalentes de la lengua dominante. cambio de código: véase alternancia de lenguas. cambio de lengua: proceso por el cual una comunidad ha decidido colectivamente dejar de utilizar la lengua o las lenguas que ha usado tradicionalmente y ha pasado a utilizar una nueva lengua. Véase sustitución de lenguas. cambio desde abajo: difusión de un cambio que se realiza, incluso de forma inconsciente, dentro de un subgrupo de nivel social bajo, cuando la variable lingüística se puede trans­ formar en un indicador, una característica de grupo que no está sometida a variación es­ tilística. cambio desde arriba: difusión de un cambio cuando el subgrupo que inicia el cambio es el de mayor estatus de la comunidad; en este caso, el cambio puede llegar a ser un mode­ lo de prestigio del que la comunidad es plenamente consciente, cambio fónico regular: resultado de una transformación gradual de un solo rasgo fonético de un fonema en un espacio fonético continuo; es característico de las etapas iniciales de un cambio que se desarrolla dentro de un sistema lingüístico, sin condicionamiento lé­ xico o gramatical ni ningún grado de conciencia social (W. Labov).

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cambio lingüístico: proceso de modificación de una característica lingüística, código elaborado: en la «teoría del déficit», conjunto de características psico-sociolingüísticas que están más orientadas hacia la persona como tal que hacia la posición del indi­ viduo dentro de un grupo, y que son pocos predecibles. Este código es lingüísticamente más complejo, variado, culto y prestigioso que el código restringido, código restringido: en la «teoría del déficit», conjunto de características psico-sociolingüísticas que están orientadas hacia la posición del individuo dentro de un grupo, y que son bastante predecibles. Este código es lingüísticamente menos complejo, variado, culto y prestigioso que el código elaborado, coherencia: propiedad por la cual los hablantes comprenden los textos y los perciben como una unidad compuesta por una serie de partes relacionadas entre sí y con el contexto en que se producen. cohesión: relación específica entre las partes de un texto, que permite su identificación como elementos de una unidad superior llamada texto, complejo polilectal: conjunto de lectos. Interpretación dinámica de la variación lingüística en la que ésta se manifiesta en los estadios intermedios de la difusión de un cambio, an­ tes de que la innovación se convierta en un hecho categórico y totalmente generalizado, comunidad de habla: conjunto de hablantes que comparten al menos una variedad lin­ güística, unas reglas de uso, una interpretación de ese uso, unas actitudes y una misma valoración de las formas lingüísticas, comunidad idiomática: conjunto de hablantes de una lengua histórica, comunidad lingüística: conjunto de hablantes de una lengua en un momento y en un terri­ torio determinados. continuum poscriollo: proceso de descriollización que se da cuando el criollo convive con la lengua dominante y que lleva al abandono paulatino del criollo y al acercamiento a la lengua dominante. convergencia: transferencia de estructuras gramaticales de una lengua a otra cuando el re ­ sultado de tal proceso no es agramatical. Aproximación de determinados elementos de la gramática de la lengua B a la gramática de la lengua A. En la «teoría de la acomo­ dación del habla», proceso de aproximación a una variedad o unos usos lingüísticos de­ terminados. corpus: véase muestra. deslealtad lingüística: estado o sentimiento del monolingüe que reniega de su propia len­ gua o de su uso, en un deseo de aproximarse a los sentimientos y actitudes de los que son leales a su lengua, especialmente cuando ésta es minoritaria, desplazamiento de una lengua: proceso que puede culminar en la sustitución de una len­ gua; abandono del uso de una lengua en ciertos contextos en beneficio de otra. Véase sustitución de lenguas. determinismo lingüístico: véase hipótesis Sapir-Whorf. dialecto: sistema de signos desgajado de una lengua común, viva o desaparecida, norm al­ m ente con una concreta delimitación geográfica, pero sin una fuerte diferenciación fren­ te a otros de origen común; de modo secundario, pueden llamarse dialectos las estruc­ turas lingüísticas, simultáneas a otras, que no alcanzan la categoría de lengua (M. A l­ var). Sistema lingüístico tal y como se manifiesta en un territorio determinado, dialecto social: véase sociolecto. difusión léxica: resultado de la abrupta sustitución de un fonema por otro en palabras que contienen ese fonema; es más característico de las etapas tardías de un cambio interno que ha quedado diferenciado por condicionamiento léxico y gramatical, o ha desarrollado un alto grado de conciencia social o de préstamos de otros sistemas (W. Labov).

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diglosia: situación lingüística relativamente estable en la cual, además de los dialectos pri­ marios de la lengua (que puede incluir una lengua estándar o estándares regionales), hay una variedad superpuesta, muy divergente, altamente codificada (a menudo gramatical­ m ente más compleja), vehículo de una considerable parte de la literatura escrita ya sea de un período anterior o perteneciente a otra comunidad lingüística, que se aprende en su mayor parte a través de una enseñanza formal y se usa en forma oral o escrita para muchos fines formales, pero que no es empleada por ningún sector de la comunidad para la conversación ordinaria (Ch. Ferguson). diglosia amplia: situación en la que se reservan los segmentos más estimados del reperto­ rio lingüístico de una comunidad (que no son los primeros que se aprenden, sino que se aprenden más tarde y más conscientemente, normalmente en la educación formal) para las situaciones que se sienten como más formales y distantes, y se reservan los segmen­ tos menos valorados (que son los primeros que se aprenden, con poco o ningún esfuer­ zo consciente), lo cuales pueden tener cualquier grado de relación lingüística con los seg­ mentos más valorados (desde diferencias lingüísticas hasta ser diferentes lenguas), para las situaciones percibidas como más informales e íntimas (R. Fasold). discurso: manifestación de un texto; texto en sentido exclusivamente sintáctico-semántico, esto es, sin tener en cuenta sus características pragmáticas, dominio: ámbito de uso lingüístico que es significativo social y funcionalmente y que, a me­ nudo, está institucionalizado. elección de lengua: fenómeno por el cual una comunidad puede decidir colectivamente m antener la lengua o las lenguas que ha usado tradicionalmente o abandonarlas, espe­ cialmente en una situación en la que se puede producir un cambio, enunciación: acción de usar la lengua para la comunicación. enunciado: acto individual de comunicación; realización en el habla de la enunciación, estandarización: proceso que consiste en dotar a una lengua de una ortografía, una gra­ mática y un diccionario. Codificación y aceptación de un conjunto de normas que defi­ nen los usos correctos dentro de una comunidad, estereotipo: variable muy marcada socialmente de forma consciente, que suele caracteri­ zar a ciertos grupos sociales, generalmente los más bajos, y que, por estar estigmatiza­ da, corre peligro de desaparición dentro de una comunidad de habla, estilo: variedad o conjunto de rasgos lingüísticos que se ajusta a una situación o a unas cir­ cunstancias contextuales determinadas, tanto personales como no personales, etnometodología: escuela sociológica representada, entre otros, por A. Cicourel y H. G ar­ finkel, que sostiene que la realidad social no es un hecho consumado, sino una realiza­ ción continuada que surge de unas actividades rutinarias y de un conocimiento tácito de las mismas realidades sociales, eufemismo: palabra o expresión que evita el uso de una forma tabú. forma interior del lenguaje: característica profunda e intrínseca de la lengua, por la cual ésta conforma el pensamiento y expresa el espíritu nacional de un pueblo, su ideología, su forma de ser y su visión del mundo. Cada lengua posee una forma interior, previa a toda articulación, que siempre la determina, de ahí que se pueda sostener que a dife­ rentes lenguas, distintas mentalidades, formalidad: conducta guiada por unos criterios de máximo respeto hacia las normas so­ ciolingüísticas y hacia lo prestigioso. geolecto: sistema lingüístico tal y como se manifiesta en un territorio determinado. Véase dialecto. gramática comunitaria: competencia sociolingüística de una comunidad de habla.

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gramática individual: competencia sociolingüística de un hablante que le permite conocer las condiciones en que se produce la variación lingüística dentro de su comunidad de habla. habla local: estructura lingüística de rasgos poco diferenciados, pero con matices caracte­ rísticos dentro de la estructura regional a la que pertenece y cuyos usos están delimita­ dos a pequeñas circunscripciones geográficas (M. Alvar), habla regional: conjunto de peculiaridades expresivas propias de una región determinada, cuando carecen de la coherencia que tiene el dialecto (M. Alvar), hipercorrección desde abajo: uso de una variable más allá de lo esperado para un grupo de nivel social bajo, especialmente cuando esa variable pasa a otras generaciones, hipercorrección desde arriba: uso de una variable por parte de los estatus inferiores, prin­ cipalmente las clases medias, cuando, en un intento de ajustarse al modelo de prestigio, sobrepasan la frecuencia de los usos del grupo más prestigiado o de estatus más alto, hipótesis de la norma impuesta: una variedad puede ser valorada por sí misma como m e­ jor o más atractiva que otra si es hablada por un grupo con mayor prestigio, hipótesis de la pidginización: existe una analogía entre los procesos que subyacen a la pid­ ginización y las primeras etapas de adquisición de una segunda lengua. J. Schumann piensa que las diferencias psicológicas y sociales entre el grupo al que pertenece el es­ tudiante y el grupo cuya lengua está siendo adquirida pueden determinar el proceso de adquisición de una segunda lengua, hipótesis del tiempo aparente: los usos lingüísticos de una generación no se ven apenas afectados por el paso del tiempo, esto es, se mantienen prácticamente inalterados y pue­ den ser confrontados con los usos de otras generaciones, siempre que se trate de comu­ nidades estables. hipótesis del valor inherente: existe la posibilidad de comparar dos variedades y de que al­ guna de ellas sea considerada como mejor o más atractiva que la otra per se. hipótesis Sapir-Whorf: propuesta basada en dos principios: el determinismo lingüístico y la relatividad lingüística. El principio del determinismo establece que la lengua tiene la ca­ pacidad de determ inar el pensamiento, lo que viene condicionado por la relatividad lin­ güística: el mundo ofrece un conjunto complicado de imágenes que las mentes de los in­ dividuos perciben y organizan a través de un patrón útil para toda una comunidad de hablantes y que está codificado en las estructuras de su lengua. Así pues, la organización del conocimiento viene determ inada directamente por la estructura lingüística. Las len­ guas m uestran entre sí diferencias estructurales muy llamativas: no todas tienen unas mismas categorías gramaticales ni las expresan formalmente de la misma manera; algu­ nas lenguas disponen de muchos vocablos para referirse a realidades que en otras len­ guas reciben un solo nombre. Todas esas diferencias contribuyen a que la visión del m undo y la organización del conocimiento sea muy diferente de una cultura a otra, aun­ que las disimilitudes no excluyen la posibilidad de que existan universales, historicidad: característica de los sistemas lingüísticos que son o se consideran resultado de un desarrollo regular a lo largo del tiempo. identidad: característica o conjunto de características que permiten diferenciar un grupo de otro, una etnia de otra, un pueblo de otro, implicatura: conjunto de elementos que se transmiten con el enunciado y que no corres­ ponden a su contenido proposicional; son los contenidos implícitos, lo que se comunica en un enunciado junto a lo que se dice, indicador: variable lingüística cuyo uso se distribuye entre los grupos sociales de una co­ munidad, que hacen un uso regular de ella sin someterla a variación estilística, informante: hablante que forma parte de una muestra. H ablante analizado.

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inmersión lingüística: modelo de enseñanza que consiste en realizar toda la enseñanza in­ fantil y primaria en una segunda lengua, cuando los niños tienen como prim era lengua una lengua de prestigio o mayoritaria. inseguridad lingüística: característica que surge cuando lo que el hablante considera como correcto o adecuado no coincide con los usos espontáneos del mismo hablante, interacción comunicativa: serie de acciones comunicativas en la que varios individuos se ven implicados alternativa o simultáneamente como agentes, interferencia: desviación respecto de las normas de una lengua que ocurre en el habla de los individuos bilingües como resultado de la familiaridad con más de una lengua, interlengua: estado intermedio entre el código de la lengua m aterna y el de una segunda lengua que se caracteriza por su inestabilidad. jerga: conjunto de rasgos lingüísticos, generalmente artificiosos, utilizados con una inten­ ción críptica o esotérica. Conjunto de rasgos lingüísticos que caracterizan a un grupo so­ cial determinado: estudiantes, deportistas, funcionarios, pescadores, etc. (argot). Con­ junto de'usos característicos de un grupo profesional, cuya comunicación puram ente profesional no tiene una intención o un carácter crípticos, a pesar de que su dominio co­ rresponde normalmente a individuos iniciados (tecnolecto). lealtad lingüística: toda lengua, como toda nacionalidad, puede ser considerada como un conjunto de normas de comportamiento; la lealtad lingüística, como el nacionalismo, de­ signa el estado mental en que la lengua (como la nacionalidad), en su calidad de enti­ dad intacta y en contraposición a otras lenguas, ocupa una posición elevada en la esca­ la de valores, posición que necesita ser «defendida» (U. Weinreich). lecto: véase variedad. lengua: sistema lingüístico del que se vale una comunidad hablante y que se caracteriza por estar fuertem ente diferenciado, por poseer un alto grado de nivelación, por ser vehícu­ lo de una im portante tradición literaria y, en ocasiones, por haberse impuesto a sistemas lingüísticos de su mismo origen (M. Alvar), lengua criolla: variedad creada a partir de una lengua pidgin, cuando el contacto se pro­ longa y estabiliza, dando lugar a una comunidad de habla, lengua especial: lengua que no reúne las características de la lengua principal ni de la minoritaria y que puede servir para fines muy diversos: religión, literatura, lengua franca. lengua estándar: variedad lingüística de una comunidad que no está marcada ni dialectal, ni sociolingüística ni estilísticamente, lengua franca o lingua franca: variedad lingüística utilizada para la comunicación entre personas cuyas lenguas maternas son diferentes, lengua internacional: variedad lingüística utilizada en diversos países cuyos habitantes dis­ ponen de ella como lengua materna, lengua minoritaria: lengua m aterna de más del 5 % de una población (o de más de 100.000 personas) y que se usa como lengua de instrucción más allá de los estudios primarios, lengua pidgin: variedad aparecida como desarrollo característico de ciertos tipos de con­ tactos lingüísticos y sociales, que dan lugar a soluciones en las que se combina el voca­ bulario de una lengua con la gramática de otra, lengua principal: lengua m aterna de más del 25 % de una población (o de más de un mi­ llón de personas), que es lengua oficial de un país y que es enseñada en la instrucción secundaria, al menos a la mitad del alumnado, léxico mental: conjunto de unidades o entradas en las que se recoge toda la información lingüística (semántica, gramatical, fonológica) de cada elemento léxico, así como la re­ presentación mental y conceptual correspondiente.

GLOSARIO SOCIOLINGÜÍSTICO

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lingüística textual: estudio científico de los procesos de constitución y comprensión del tex­ to, de la estructura interna de éste y de sus relaciones con la situación en que se produ­ ce (E. Bernárdez). mantenimiento de lengua: proceso por el cual una comunidad ha decidido colectivamente utilizar la lengua o las lenguas que ha usado tradicionalmente, especialmente en una si­ tuación en la que se ha podido producir un cambio, marcador: variable lingüística que caracteriza a una comunidad de habla y que se mani­ fiesta de una forma regular y estratificada, tanto social como estilísticamente. matched guise (técnica): método para la medición de las actitudes lingüísticas, propuesto por Wallace Lambert. En español se denomina técnica de pares ocultos, de las másca­ ras o de los pares falsos, memoria semántica: sistema conceptual único, conectado a dos almacenes léxicos, que se puede activar a voluntad del hablante, mercado lingüístico: ámbito de conductas dependientes de las actitudes socioeconómicas de los individuos, en el que los hablantes que desempeñan ciertas profesiones tienden a hacer un uso normativo de la lengua, mientras que otros no lo hacen o no necesitan ha­ cerlo. microacontecimiento o acto comunicativo: elemento de un acontecimiento comunicativo que se corresponde con una función comunicativa (afirmar, ordenar, preguntar, respon­ der, saludar). muestra: conjunto de datos, individuos o elementos seleccionados para el análisis. narración: representación de experiencias pasadas mediante una serie ordenada de ora­ ciones que presentan la secuencia temporal de esas experiencias o de unos aconteci­ mientos determinados, nivel de lengua: manifestación de la lengua tal y como se produce en un nivel social de­ term inado (nivel culto, nivel medio, nivel popular). par de adyacencia: secuencia formada por dos turnos adyacentes, producidos por hablan­ tes diferentes, ordenados en una primera y una segunda parte y, en general, tipificados. El par prototípico es pregunta-respuesta, paradoja del observador: la sociolingüística aspira a estudiar la lengua que se usa en una comunidad cuando los hablantes no se sienten sistemáticamente observados, pero sólo se puede estudiar esa lengua mediante la observación directa, paradoja histórica: el fin de la lingüística histórica es explicar las diferencias que existen entre el pasado y el presente; pero, al determinar hasta qué punto el pasado fue distin­ to del presente, no hay forma de saber cómo fue de diferente (W. Labov). patrón de estratificación sociolingüística: representación del modo en que se distribuye o estratifica una variable lingüística al ser correlacionada con una variable social, sobre todo con la «clase social» y el «nivel sociocultural». planificación lingüística: preparación y puesta en práctica de un plan destinado a orientar, desarrollar o determ inar el uso de una o más lenguas en una comunidad, poder: valor derivado de las las funciones, las estrategias y los contactos sociales, que su­ pone una relación no recíproca entre dos personas, al menos; la no reciprocidad puede estar basada en muchas y muy diferentes realidades: la riqueza, la edad, la posición so­ cial, la fuerza física, entre otras; de las dos personas, como mínimo, que entran en rela­ ción, una será considerada como «superior» y la otra como «inferior», poliglosia: situación semejante a la diglosia, en la que son más de dos las variedades que entran en el juego de la distribución funcional y social.

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PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

polimorfismo: coexistencia, en la lengua de un hablante, de dos o más variantes fonéticas o morfológicas de una misma palabra, utilizadas para expresar el mismo concepto, cuan­ do la elección de uno u otro elemento es independiente del condicionamiento articula­ torio o de cualquier intención expresiva (J. Alliéres). prestigio: proceso de concesión de estima y respeto hacia individuos o grupos que reúnen ciertas características y que lleva a la imitación de las conductas y creencias de esos in­ dividuos o grupos. principio de cooperación: norma que aceptan los participantes en cualquier interacción co­ municativa para facilitar su desarrollo y hacer posible su éxito respecto a unas expecta­ tivas e intereses. El principio requiere de los interlocutores que contribuyan a la con­ versación adecuándola a un propósito y en una dirección, principio de uniformidad: el conocimiento de los procesos lingüísticos que se dieron en el pasado puede ser inferido de la observación de los procesos que se están produciendo en el presente. principio de la anterioridad semántica: la palabra es anterior a la cosa; por tanto la pala­ bra no es seleccionada necesariamente por factores externos, sino que es ella la que es­ tablece el modo en que esos factores han de entenderse (R. Trujillo). principio de la comunidad de habla: véase comunidad de habla. principio de la cuantificación: para establecer relaciones entre variables lingüísticas y va­ riables sociales se requieren métodos cuantitativos, principio de la identidad semántica: un texto o una palabra sólo pueden ser iguales a sí mismos, de ahí que las equivalencias, como las semejanzas, no existan en el plano del significado; además la identidad sem ántica de los signos o de las construc­ ciones no varía en función del contexto, sino que determ ina su sentido contextual (R. Trujillo). principio de la representatividad: el habla de una muestra debe ser representativa de un grupo social o de una comunidad, principio de la variación diafásica: una variante diafásica o estilo de habla es una posibili­ dad de actuación comunicativa, capaz de expresar un determinado grado de formalidad, que el hablante selecciona según la forma en que se presentan diversos factores perso­ nales y no personales. principio de la variación sociolingüística: los usos lingüísticos variables —fonéticos, gra­ maticales o léxico-semánticos— pueden covariar con otros elementos lingüísticos o ex­ tralingüísticos. principio de la vinculación de los niveles sociales: el estudio de las relaciones sociales en un micronivel deb» estar vinculado al estudio de estructuras sociales más amplias, den­ tro de las cuales se insertan las relaciones del micronivel. principio del dialecto: el dialecto es una propiedad de una comunidad, principio del estudio del uso lingüístico: un análisis del uso lingüístico, para ser adecuado, debe tener en cuenta la sociedad, la situación y la relación hablante-oyente, principio del uso lingüístico: el uso lingüístico (natural) sólo puede tener lugar en contex­ tos sociales y situacionales. red social: sistema de relaciones directas entre individuos que actúa como un mecanismo para intercambiar bienes y servicios. Las redes poseen diversos grados de densidad y de multiplicidad. registro: variedad lingüística según el uso que de ella se hace en situaciones concretas (M. A. K. Halliday). Véase estilo. regla variable: regla que incluye información lingüística y sociolingüística sobre un fenó­ meno de variación, indicando las probabilidades de que el fenómeno se manifieste de una forma determinada en unas condiciones sociolingüísticas y estilísticas determinadas.

GLOSARIO SOCIOLINGÜÍSTICO

relatividad lingüística: véase hipótesis Sapir-Whorf. ritual: conjunto de rutinas, generalmente de gran significación social, que no suelen apa­ recer en la comunicación diaria (por ejemplo, los rituales religiosos). En psicología so­ cial, expresión que forma parte de la conversación diaria y que suele repetirse de acuer­ do con unas convenciones sociales y comunicativas, rutinas: expresión que forma parte de la conversación diaria y que suele repetirse de acuer­ do con unas convenciones sociales y comunicativas. sabir: variedad cuyo léxico se limita a un ámbito concreto. Véase lengua pidgin. semilingüismo: uso precario de al menos una de dos lenguas que entran en contacto, ge­ neralmente en un contexto de enseñanza-aprendizaje de lenguas, situación comunicativa: contexto en que se produce una comunicación; lugar y momento en que interactúan dos o más individuos o participantes, sociolecto: variedad o conjunto de rasgos lingüísticos que caracterizan a un grupo social, especialmente a un estrato social, solidaridad: valor derivado de la relaciones y las funciones sociales que supone una rela­ ción simétrica entre dos personas, al menos, sumersión lingüística: modelo de enseñanza que consiste en escolarizar en una lengua ma­ yoritaria, sin tener en cuenta la lengua materna, cuando se tiene como primera lengua una lengua de poco prestigio o minoritaria, sustitución de lenguas: proceso por el cual una comunidad ha decidido colectivamente de­ jar de utilizar la lengua o las lenguas que ha usado tradicionalmente y ha pasado a uti­ lizar una nueva lengua. Abandono de una lengua en beneficio de otra. tabú: palabra o expresión cuyo uso social se evita por estar mal vista o por ser ofensiva, tecnolecto: véase jerga. transferencia: influencia que una lengua ejerce sobre otra. Uso, en una lengua B, de una rasgo característico de la lengua A. En el terreno de la gramática, las transferen­ cias dan lugar a resultados agramaticales en la lengua B y a reestructuraciones de su sistema. turno de palabra: discurso de un hablante en conversación que es consecuencia de un re­ parto alternativo entre dos interlocutores: turno de A - turno de B - turno de A - turno de B. Los turnos se construyen sobre unidades de complejidad diversa (oraciones, cláu­ sulas, sintagmas) que se identifican por medios prosódicos. VA RBRU L: familia de programas informáticos destinados al análisis probabilístico de la variación lingüística. variable dependiente: variable lingüística tratada como objeto de estudio, en relación con otras variables, lingüísticas o extralingüísticas, capaces de explicarla, variable explicativa o independiente: variable lingüística o social que, puesta en relación con una variable dependiente, contribuye a explicarla, variable lingüística: conjunto de equivalencia de realizaciones o expresiones patentes de un mismo elemento o principio subyacente (H. Cedergren; H. López Morales), variable social: rasgo o factor de naturaleza social que se manifiesta de modos diversos (sexo, edad, profesión, etc.), variable sociolingüística: conjunto de equivalencia de realizaciones o expresiones de un mismo elemento cuyo uso está condicionado por factores lingüísticos y sociales, variación estilística: alternancia de dos o más expresiones de un mismo elemento que n r supone ningún tipo de alteración o de cambio de naturaleza semántica y que se explica por la incidencia de los elementos personales y no personales que concurren en la co­ municación.

354

PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

variación geolingüística: alternancia de dos o más expresiones de un mismo elemento que no supone ningún tipo de alteración o de cambio de naturaleza semántica y que se ex­ plica por razones geográficas, variación histórica: alternancia de dos o más expresiones de un mismo elemento que no supone ningún tipo de alteración o de cambio de naturaleza semántica y que se explica por razones históricas. variación lingüística: alternancia de dos o más expresiones de un mismo elemento que no supone ningún tipo de alteración o de cambio de naturaleza semántica, variación sociolingüística: alternancia de dos o más expresiones de un mismo elemento que no supone ningún tipo de alteración o de cambio de naturaleza semántica y que está condicionada por factores lingüísticos y sociales, variante lingüística: realización o expresión de una variable o un elemento lingüístico, variante social: manifestación de una variable social. variedad lingüística: manifestación del fenómeno llamado lenguaje que se define como un conjunto de elementos lingüísticos de similar distribución social (R. Hudson). Conjunto de patrones lingüísticos lo suficientemente homogéneo como para ser analizado me­ diante técnicas lingüísticas de descripción sincrónica; tal conjunto está formado por un repertorio de elementos suficientemente extenso y puede operar en todos los contextos normales de comunicación (Ch. Ferguson). vernáculo: variedad adquirida normalmente durante la infancia como lengua m aterna, es­ pecialmente cuando carece de una norma prescriptiva, tanto en la ortografía, como en el léxico o en la gramática. Lengua hablada en un lugar determinado, vitalidad: uso real de una variedad por parte de una comunidad de hablantes nativos (W. Stewart). zona de transición: parte del turno de un hablante en la que el interlocutor puede iniciar su turno, aunque no sea obligatorio; final reconocible de las unidades de turno sobre la que se aplica una serie de normas cuya misión es regular el mecanismo del intercambio de turnos entre interlocutores.

ÍNDICE Introducción

.................................................................................................................................... .......11

P rimera

parte

LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 1.

La variación en los niveles de la lengua ......................................................................... .......17 Lengua y variabilidad .......................................................................................................... .......17 Comunidad de habla ....................................................................................................................19 Variación fonético-fonológica ............................................................................................ .......20 Variación gramatical: morfología y sintaxis ............................................................................24 Variación léxica ...........................................................................................................................28 Variables lingüísticas y extralingüísticas ......................................................................... .......30 Reflexiones y ejercicios .............................................................................................................31 Orientaciones bibliográficas .............................................................................................. .......32

2.

La variación sociolingüística. Las variables sociales ...................................................... .......33 Variación sociolingüística ................................................................................................... .......33 La variable social «sexo» ................................................................................................... .......34 La variable social «edad» ..................... ............................................................................. .......40 La variable «clase social» ................................................................................................... .......45 La variable «nivel de instrucción» ..................................................................................... .......55 La variable social «profesión» ............................................................................................ .......60 La procedencia y los barrios .............................................................................................. .......62 Raza y etnia ..................................................................................................................................64 Estructura social y estructura lingüística ......................................................................... .......67 Reflexiones y ejercicios .............................................................................................................69 Orientaciones bibliográficas .............................................................................................. .......69

3.

Patrones de estratificación sociolingüística ............................................................................71 Variación sociofonética ...............................................................................................................71 Variación sociogramatical ............................ ...................................................................... .......77 Variación socioléxica .......................................................................................................... .......79

i

ÍNDICE

Reflexiones y ejercicios ....................................................................... Orientaciones bibliográficas ................................................................

82 83

Variedades lingüísticas ......................................................................... El concepto de variedad ....................................................................... Lengua y dialecto .................................................................................. Clases de lenguas ................................................................................... Dialecto, sociolecto y nivel .................................................................. Estilo y registro ..................................................................................... Variedades especiales: las jergas ......................................................... Reflexiones y ejercicios ....................................................................... Orientaciones bibliográficas ................................................................

85 85

86 89 91 92 103 105 105

El cambio lingüístico visto desde la sociolingüística ..................... Variación y cambio lingüístico ........................................................... El mecanismo del cambio lingüístico ............................................... La teoría de la onda .............................................................................. Cambio fónico regular y difusión léxica ........................................... El estudio del cambio en tiempo real y en tiempo aparente Reflexiones y ejercicios ....................................................................... Orientaciones bibliográficas ................................................................

107 107 109

El concepto de variación .................................................................... Variación y significado ......................................................................... Variación y polimorfismo .................................................................... Hacia una teoría de la variación ......................................................... El lugar de la variación sociolingüística dentro de la lengua Gramática individual, gramática comunitaria y complejo polilectal

121 121

111 114 115 119 119

Reflexiones y ejercicios ....................................................................... Orientaciones bibliográficas ................................................................

124 125 129 131 133 134

Principios generales de sociolingüística

135

.............................................

S egunda

parte

LA LENGUA EN SU USO SOCIAL Interacción comunicativa y cortesía .................................................. La sociolingüística y el estudio de la interacción comunicativa . . Sociolingüística y pragmática ............................................................. La cortesía .............................................................................................. El poder, la solidaridad y las formas de tratamiento ..................... La acomodación o adaptación del habla .......................................... Reflexiones y ejercicios ....................................................................... Orientaciones bibliográficas ................................................................

141 141 142 145 149 155 156 157

ÍNDICE

397

9.

Discurso y conversación ................................................................................ ' ................... .....159 Análisis del discurso y análisis de conversación ........................................................... .....159 La conversación: caracterización general ......................................................................... .....162 Sociolingüística de los rituales de acceso ......................................................................... .....167 El turno de habla ................................................................................................................. .....169 La narración oral ................................................................................................................. .....172 Reflexiones y ejercicios ...........................................................................................................175 Orientaciones bibliográficas ....................................................................................................176

10.

Actitudes lingüísticas .......................................................................................................... .....179 Actitud, identidad y conciencia lingüísticas ..........................................................................179 Interpretación y componentes de las actitudes lingüísticas ........................................ .....182 Medida de la actitud ..................................................................................................................186 El concepto de prestigio ...........................................................................................................189 Reflexiones y ejercicios ...........................................................................................................192 Orientaciones bibliográficas .............................................................................................. .....193

11.

Lengua, cultura y pensamiento ...............................................................................................195 Las lenguas y la visión del mundo ........................................................................................195 Diversidad lingüística y diversidad cultural ..........................................................................198 Tabú y eufemismo .................................................................................................'..................201 Competencia lingüística, competencia comunicativa y competencia cultural ...............203 Traducción de lenguas / traducción de culturas ...................................................................206 Reflexiones y ejercicios ...........................................................................................................207 Orientaciones bibliográficas .............................................................................................. .....208

T ercera

parte

LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 12.

Bilingüismo ............................................................................................................................... 211 La definición de bilingüismo .............................................................................................. .... 211 El bilingüismo individual. Clases de bilingüismo ........................................................... .....212 El bilingüismo social ..................................................................................................................215 Efectos y consecuencias del bilingüismo ...............................................................................218 Aspectos educativos del bilingüismo ................................................................................ .....220 Reflexiones y ejercicios .......................................................................................................... 223 Orientaciones bibliográficas .............................................................................................. .....223

13.

Diglosia .................................................................................................................................. .....225 La diglosia del griego y del árabe ..................................................................................... .....225 Delimitación teórica del concepto de diglosia .....................................................................227 Lenguas y dialectos como variedades A y B en situaciones diglósicas ..................... .....231 Bilingüismo y diglosia .......................................................................................................... .....233 Poliglosia .....................................................................................................................................235 Las lenguas y sus funciones .............................................................................................. .....237

*

398

ÍNDICE

Reflexiones y ejercicios ..........................................................................................................238 Orientaciones bibliográficas ...................................................................................................239 14.

Elección, mantenimiento y sustitución de lenguas .............................................................241 Elección de lengua ............................................................................................................... .... 241 Aspectos sociológicos de la elección de lengua .................................................................. 242 Aspectos psicolingüísticos y psicosociológicos de la elección de lenguas ..................... 247 Sustitución y mantenimiento de lenguas ......................................................................... ....250 Lealtad y deslealtad lingüísticas ....................................................................................... .... 251 Consecuencias de la sustitución de lenguas: deterioro y mortandad ............................253 Reflexiones y ejercicios ..........................................................................................................254 Orientaciones bibliográficas .............................................................................................. ....254

15.

Lenguas en contacto .................................................................................................................257 Consecuencias lingüísticas del contacto de lenguas ...........................................................257 Los conceptos de sustrato, superestrato y adstrato ...................................................... ....259 Las aportaciones de Uriel Weinreich .............................................................................. ....260 Interferencia y convergencia .............................................................................................. ....263 El préstamo léxico ............................................................................................................... ....265 Alternancia y mezcla de lenguas ....................................................................................... ....268 Condiciones del cambio de código .......................................................................................272 Reflexiones y ejercicios ..........................................................................................................274 Orientaciones bibliográficas .............................................................................................. ....274

16.

Lenguas pidgin y lenguas criollas ..................................................................................... ....277 Lenguas francas, lenguas pidgin, lenguas criollas ......................................................... ....277 Los procesos de pidginización y de criollización ........................................................... ....279 Características lingüísticas de los sabires y los criollos ....................................................282 El origen de las lenguas pidgin y criollas ....................................................................... ....284 Los criollos hispánicos: papiamento, palenquero, chabacano ...................................... ....285 Reflexiones y ejercicios ..........................................................................................................290 Orientaciones bibliográficas ...................................................................................................290

C uarta

parte

TEO RÍA S, M ÉTODOS Y APLICACIONES 17.

Sociolingüística, sociología del lenguaje y etnografía de la comunicación ...................295 El desarrollo de la sociolingüística moderna .................................................................. ....295 Sociolingüística y sociología del lenguaje ....................................................................... ....300 La etnografía de la comunicación ..................................................................................... ....301 Aportaciones y problemas de la etnografía de la comunicación ............................... ....303 Orientaciones bibliográficas ...................................................................................................305

18.

Teoría y métodos de la sociolingüística variacionista V a ria c io n ism o y cu an tificació n

......................................

307 307

ÍNDICE

399

Variación y teoría lingüística ............................................................................................ Desarrollo de las técnicas cuantitativas en la sociolingüística variacionista ............ El modelo estadístico .......................................................................................................... Orientaciones bibliográficas ..............................................................................................

308 310 314 318

19.

Sociolingüística aplicada a la enseñanza de lenguas .................................................... Enseñanza de lenguas y sociolingüística ......................................................................... Etnografía de la comunicación y enseñanza de lenguas ............................................... Sociología del lenguaje y enseñanza de lenguas ........................................................... Variacionismo y enseñanza de lenguas ............................................................................ La enseñanza y el contacto de lenguas ' ............................................................................ Niveles de la enseñanza de lenguas ................................................................................... Orientaciones bibliográficas ..............................................................................................

319 319 321 324 325 327 328 329

20.

Planificación lingüística ..................................................................................................... La planificación lingüística y sus componentes ............................................................. Planificación de lenguas y dialectos: a propósito del español en el mundo ............ La finalidad de una planificación de la lengua española ............................................. Reflexiones y ejercicios ...................................................................................................... Orientaciones bibliográficas ..............................................................................................

331 331 336 340 343 343

Glosario sociolingüístico ............................................................................................................... Bibliografía ....................................................................................................................................... índice analítico ................................................................................................................................

345 355 375

Principios de sociolingüística y sociología dei lenguaje es una obra destinada, pri­ mordialmente, a todos los que se mueven entre la enseñanza y el estudio de la lin­ güística, la sociología, la antropología y otras disciplinas afines. Ofrecemos una suerte de manual introductorio que pretende ser amplio, claro y útil. La organización interna de este Principios incluye cuatro partes. Las tres primeras responden a un recorrido lineal que va de lo particular a lo más general: se comien­ za por el estudio de elementos fonéticos, para concluir en el vasto ámbito de la convivencia de lenguas y sociedades diferentes, siguiendo un itinerario que llevará al lector por la variación estilística, la variación en grupos sociales y los procesos de interacción comunicativa entre individuos. Los títulos de algunos capítulos dan una idea de su contenido: la variación en los niveles de la lengua, las variables sociales, el cambio lingüístico, interacción comunicativa y cortesía, discurso y conversación, actitudes lingüísticas, lengua, cultura y pensamiento, bilingüismo, diglosia, lenguas en contacto, lenguas pidgin y lenguas criollas. Todos los capítulos van seguidos de unas propuestas de ejercicios y de reflexiones que los lectores podrán utilizar según sus gustos o necesidades. En la Parte IV de este libro se dedica un capítulo a las relaciones entre sociolingüística, sociología del lenguaje y etnografía de la comunicación, otro a la teoría y a los méto­ dos de la sociolingüística variacionista, otro a la aplicación de nuestra disciplina a la enseñanza de lenguas y un último capítulo a la planificación lingüística.

ArielLinmístka