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Yeats, proteico y en continua evolución, ofrece una obra coherente y tan variada como única: lo popular y lo elevado, lo íntimo y lo colectivo, lo sobrenatural y lo político, las raíces y la mirada al futuro, lo atemporal y la historia se unen en esas espirales que el poeta integró en su cosmovisión. La traducción que aquí se presenta es el resultado de muchos años de trabajo y también —esperamos que el lector pueda apreciarlo— de una intensidad de esfuerzo que el mero transcurso temporal es incapaz de

medir. Nunca hasta la fecha se había abordado la traducción completa de la poesía de Yeats a nuestra lengua.

William Butler Yeats

Poesía reunida ePub r1.0 AlNoah 04.02.14

William Butler Yeats, 2010 Traducción: Antonio Rivero Taravillo Diseño de portada: Editorial Editor digital: AlNoah Escaneo y ePub original: Blok ePub base r1.0

Prólogo EL HOMBRE

Hijo y hermano de pintores, perteneciente a la minoría protestante de su patria representada por la Iglesia de Irlanda, William Butler Yeats (18651939) abrazó durante un tiempo la causa del nacionalismo irlandés y, en raro maridaje, unió a sus preocupaciones por la mitología de su país la inclinación por otras imaginerías y mitos, antiguos pero remodelados a su antojo, que llevó a la intrincada multiplicidad de temas y

sentidos por la que se caracteriza su extensa obra. En él, como escribió Luis Cernuda, nos hallamos en presencia de un gran poeta. “Y no sólo de un gran poeta, sino de un hombre excepcional cuya actividad, tanto en la vida como en la poesía, resulta ejemplar y puede por lo tanto, y debe, ser guía para otros.” De niño, pasó largas temporadas en el Sligo de su familia materna, los Pollexfen, las cuales alternó con otras transcurridas en Londres. John O’Leary lo inició en las traducciones de la literatura vernácula irlandesa, y se familiarizó con los textos de Standish James O’Grady, Thomas Davis, Samuel

Ferguson y James Clarence Mangan, que, reelaborados, entrelazó en su obra con leyendas y consejas escuchadas en el oeste de Irlanda. Otra fuerza que operó en él fue el interés por las doctrinas esotéricas, y formó parte de la Dublin Hermetic Society primero, después militó entre los teósofos y llegó finalmente a ser miembro de la rosacruciana Hermetic Order of the Golden Dawn (que también tuvo su influjo en Fernando Pessoa). Como escribió Seamus Heaney, “su rutina diaria comprendía prácticas y meditaciones basadas en las ‘disciplinas secretas’, tal como la rutina diaria de

los píos Victorianos de su época comprendía los ritos y rezos del cristianismo”. En 1889 conoció a la que sería musa de muchos de sus poemas, la revolucionaria Maud Gonne, para quien escribiría su obra de teatro La condesa Cathleen (1892), al año de proponerle matrimonio por vez primera (lo hizo varias veces más, cosechando las correspondientes e invariables negativas). Junto a su interés por la Cábala y la astrología, y sus lecturas de Blake (cuyas obras editó en 1891-1893), Swedenborg y Böhme, animó el llamado renacimiento literario irlandés, que tuvo

en 1893 una fecha emblemática con la fundación de Conradh na Gaeilge, la Liga Gaélica. Ese mismo año publicó El crepúsculo celta, donde da cabida al mundo sobrenatural de las hadas, que se filtra en no pocas de sus páginas. Providencial en su carrera fue el encuentro con Lady Augusta Gregory, la autora de Cuchulain de Muirthemne, en 1894, a quien visitó dos años después en su mansión de Coole Park, en el condado de Galway, donde fue acogido durante largos períodos en los años siguientes. Lady Gregory le prestó además el dinero que le permitió abandonar los escritos periodísticos con

los que hasta entonces se había ganado, más mal que bien, la vida. Fundador del dublinés Teatro de la Abadía, Cathleen Ni Houlihan (1902) es una obra de teatro en la que Maud Gonne interpretó a la protagonista, trasunto o personificación de Irlanda, lo que no impidió que al año siguiente ella casara con John Mac-Bride en un efímero matrimonio que se rompió en 1904. Ante los rechazos de Gonne, retomó una relación interrumpida con Olivia Shakespear, prima de Lionel Johnson y cuya hermana Dorothy se casaría en 1914 con Ezra Pound, que de 1913 a 1916 actuó como secretario de

Yeats. No contento con ser rechazado una vez más por Gonne, pidió en matrimonio a la hija de ésta, Iseult, y las calabazas de la joven lo arrojaron a los brazos de Georgie Hyde Lees, a quien casi doblaba en edad. Se casaron en 1917. Georgie cultivaba la escritura automática, lo mediúmnico, y el libro de Yeats Una visión (1925, pero edición revisada de 1937) no es entendible sin el concurso y la influencia de ella. En 1923 obtuvo el Premio Nobel de Literatura, el primero que obtenía un autor irlandés. El 28 de febrero de 1939 murió en Roquebrune (Francia), en “un

día oscuro y frío”, como reza el verso de W. H. Auden en el poema que dedicara a su memoria.

EL POETA

El primer libro que integra la obra poética de Yeats es Las errancias de Oisin (1889), en el que intervienen san Patricio, evangelizador de Irlanda y patrón de la misma; Oisin, por otro nombre Ossián (popularizado por las reelaboraciones dieciochescas de Macpherson); Oscar (de donde recibe el nombre Oscar Wilde) y varios otros

héroes fenianos (los de bandas de guerreros y cazadores que tenían por caudillo al padre de Oisin, Finn MacCumhaill). Es un poema que hunde sus raíces en la mitología irlandesa, con pueblos de los que se habla en el Lebor gabála o Libro de las conquistas, como los firbolg o los Tuatha Dé Danann (que el poeta escribe danaan), y también de la Rama Roja, la corte del rey Conchobar a la que pertenece ese campeón, Cuchulain, que será recurrente en su obra posterior. Le sucederá Encrucijadas (1889), que no fue publicado nunca como volumen exento, sino que agrupa

composiciones recogidas en Poemas (1925). Va dedicado a AE, el poeta, pintor y místico George Russell. Tras algunos poemas ambientados en la antigua India (pesaba en él el prestigio de las Upanishads y otros textos religiosos), “El niño robado” es el primero de los poemas populares o baladas que se harán frecuentes en la poesía yeatsiana. Dos poemas de esta colección han adquirido popularidad como canciones: el citado “El niño robado” en la voz de Loreena McKenitt, y “Por las saucedas abajo” en las de los componentes de grupos e intérpretes tradicionales como Clannad o Maura

O’Connell o el gran tenor John McCormack, por ejemplo. Comparecen aquí los olaves (poetas célticos), como en algún poema posterior lo harán los rainn o estrofas de la literatura gaélica o el ogham, ese alfabeto primitivo irlandés que se nombra en “Los dos reyes”. En La rosa (1893) hallamos la simbología que continuará en su siguiente libro. Según Maud Gonne, Yeats quería aludir con este símbolo a ella misma, y mediante ella, a Irlanda. Así no es de extrañar que estén presentes figuras del pasado legendario de la isla. También se incluyen en este

poemario piezas mil veces antologadas como “La isla en el lago de Innisfree” o “Cuando seas vieja”, que es eco de uno de los sonetos de Ronsard a Elena (precisamente Yeats compara a Maud Gonne con la Helena homérica en varios poemas), así como dos poemas concebidos para su obra dramática La condesa Cathleen, a cuyo estreno asistió un James Joyce de diecisiete años: “La condesa Cathleen en el Paraíso” y “¿Quién va con Fergus?”. Lo feérico encarna en muchos poemas de El viento entre los juncos (1899), donde avistamos Tír na nÓg, el País de los Jóvenes, el otro mundo

céltico que tanto comparte con el Avalón artúrico. Uno de estos poemas, “La canción del errante Aengus”, ha sido interpretada, y con qué sensibilidad, por Christy Moore; uno de sus versos, además, da título a Las doradas manzanas del sol, el conocido volumen de relatos de Ray Bradbury. El título de la colección siguiente, En los siete bosques (1904), se refiere a las arboledas que rodean la finca de Coole, perteneciente a Lady Gregory. Hay en Yeats mucha presencia de la poesía topográfica hibérnica conocida como Dindsenchas, y no es extraño por tanto que se mencione la colina de Tara,

secular sede de los reyes supremos de Irlanda. Yeats la califica de “arrasada” porque en 1902 se realizaron en ella excavaciones a cargo de un grupo de chalados que creían que allí se hallaba el Arca de la Alianza. Pero en Yeats hay siempre geografía e historia; así, una alusión a Eduardo VII, que fue coronado también en 1902. El yelmo verde y otros poemas (1910) menciona a Craobhin Aoibhinn, Douglas Hyde, estudioso y traductor del gaélico que de 1938 a 1945 llegaría a ser el primer presidente de la República irlandesa (de su precedente, el Estado Libre de Irlanda, llegó a ser senador

Yeats en 1922). Y encierra ese gran poema de amor y perdón, de aceptación de lo fatal, que es “Sin otra Troya”, un soneto tan truncado como imposible y nunca consumada fue la relación con Maud Gonne. Viene a continuación Responsabilidades (1914), un libro que se aleja de la ensoñación y el simbolismo para hundirse en la realidad más incómoda de su patria y su fariseísmo. En “La roca gris” nos asomamos al Cheshire Cheese, un pub londinense frecuentado por muchos escritores a lo largo de los siglos, desde Samuel Johnson a Cernuda. Yeats

compartió en él tertulia con los poetas integrados en el denominado Rhymers’ Club: Ernest Dowson, Lionel Johnson, Arthur Symons y otros. Entre los nombres del poema que el lector agradecerá conocer está Goban (o Goibniu), el herrero de los Tuatha Dé Danann. En otro aparecen los nombres populares y peyorativos, algo así como Fulano y Mengana, de Patrick y Bridget (Paudeen y Biddy), en contraposición a los valores aristocráticos encarnados por el mecenas Sir Hugh Lane (sobrino de Lady Gregory). En cuanto a John O’Leary, fue una figura destacada de la Irish Republican Brotherhood (una

organización independentista a la que perteneció brevemente Yeats, arrastrado por Maud Gone), como nacionalistas fueron otros personajes mencionados. A otro dirigente se refiere en “Un espectro”: James Stewart Parnell, muerto en 1891 y enterrado en el cementerio de Glasnevin, en Dublín. En “A una niña” y el poema siguiente aparece Iseult, la hija de Maud Gonne. En “Amigas”, Yeats se refiere por este orden a Olivia Shakespear, a Lady Gregory y a la ubicua Maud Gonne. Vamos llegando al período de madurez del poeta. Los cisnes salvajes de Coole (1919) rinde homenaje al hijo

único de Lady Augusta Gregory, Robert Gregory, piloto militar caído sobre Italia en la primera guerra mundial, en sendos poemas: “Un aviador irlandés prevé su muerte” y el dialogado “Pastor y cabrero” (neoplatónico como era, Yeats opta numerosas veces por el poema como diálogo). También se honra a John Millington Synge, autor de The Playboy of the Western World y a George Pollexfen, tío materno de Yeats. “Sobre una dama agonizante” se ocupa de Mabel Beardsley, hermana del pintor Aubrey Beardsley (ambos miembros del Rhymers’ Club). “Una oración para entrar en mi casa” alude a la residencia

del poeta en Thoor Ballylee, recia torre normanda cercana a Coole Park que Yeats adquirió en 1917. En “Las fases de la luna” emplea dos personajes ficticios para su diálogo ya aparecidos en el relato “Rosa alchemica” (1897), uno de los cuales, Michael Robartes, se convertirá en una recurrente máscara. Es un texto en el que ya hallamos, embrionario, el mundo de Una visión, donde Robartes pasará por ser el descubridor de la filosofía de una secta mesopotámica. En el siguiente poemario Yeats retoma este personaje ficticio en Michael Robartes y la bailarina

(1921). Aparece también aquí uno de los más conocidos poemas de toda la obra de Yeats: “Pascua de 1916”, que versa sobre el Levantamiento que el 24 de abril de ese año proclamó infructuosamente la República irlandesa y fue aplastado, siendo la mayoría de sus cabecillas ejecutados (George Bernard Shaw publicó una carta en la que deploraba los fusilamientos y defendía para los apresados el status de prisioneros de guerra). Por el poema y los siguientes desfilan Constance GoreBooth Markiewicz, Padraic Pearse, Thomas MacDonagh, John MacBride (ex marido de Maud Gonne) o James

Connolly, que estuvo al frente de los alzados en la Central de Correos y fue posteriormente acribillado amarrado en una silla, dado que sus heridas no le permitían tenerse en pie. A Yeats le torturó la sospecha de que con sus poemas y cultivo de una mitología autóctona rediviva hubiera, sin proponérselo, empujado a aquellos hombres a la muerte. Es, además, un poema al que Yeats dota de un latente simbolismo numerológico: la primera estrofa y la tercera tienen 16 versos (16 era el año y el número de dirigentes ejecutados); la segunda y cuarta, 24 (el día del mes en que se produjo el

alzamiento). La torre (1928) está considerada por muchos como la obra maestra de Yeats, donde alcanza la plenitud de sus facultades. El libro comienza, desde luego, con una pieza difícilmente superable, “Rumbo a Bizancio”. En el poema “La torre” se menciona a Hanrahan el Rojo, protagonista de algunos de los relatos de Yeats y de un poema que fue el favorito de Maud Gonne. Los impresionantes poemas de “Meditaciones en tiempo de guerra civil” fueron escritos durante el conflicto que a partir de junio de 1922 enfrentó a los seguidores del Estado

Libre Irlandés con los contrarios al tratado anglo-irlandés que mantenía seis condados del Ulster como parte del Reino Unido. Siempre imbricando su obra de lo místico o mágico, nombra a Jacques Molay, Gran Maestre de los templarios, muerto en 1314. Edipo en Colono de Sóflocles se representó en adaptación de Yeats en el Abbey Theatre el 12 de septiembre de 1927, y algunos versos fueron a nutrir el libro. “Los tres monumentos” se refiere a las estatuas de Nelson, Parnell y Daniel O’Connell en Dublín. La escalera de caracol y otros poemas (1933) presenta la

particularidad de que uno de los poemas, “En memoria de Eva GoreBooth y Con Markiewicz” fue escrito en Sevilla en noviembre de 1927 cuando Yeats visitó España (entró por Gibraltar y salió por Barcelona, rumbo a la Costa Azul). Las dos hermanas eran hijas del barón de Lissadell. Casada con un conde polaco, Constance participó como hemos visto en el Levantamiento de Pascua (se salvó de ser ejecutada gracias a ser mujer) y murió pocos meses antes de la redacción del poema (su hermana Eva había fallecido el año anterior). El Raftery al que se menciona era el poeta ciego que recorrió Galway

a principios del siglo XIX y para el que Lady Gregory y otros erigieron una lápida conmemorativa en 1900. Anne Gregory era una de las tres hijas de Robert Gregory, y por tanto nieta de la benefactora de Yeats. Por lo que hace a Mohini Chatterjee, fue un brahmán perteneciente a la Sociedad Teosófica de Madame Blavatsky. “Los instructores desconocidos” son para el poeta los espíritus que comunicaron con él y su esposa desde 1917. Tras Luna llena de marzo (1935), donde aparecen una vez más personajes históricos y legendarios (como el amante altomedieval Ribh), Yeats dio a

la estampa Nuevas Poesías (1938). “Roger Casement” y “El fantasma de Roger Casement” son poemas sobre uno de los héroes del independentismo irlandés, que aparece en la novela Nadan dos chicos de Jamie O’Neill (junto con otros protagonistas del Levantamiento de Pascua que asimismo concurren en poemas yeatsianos) y es el protagonista de la esperada novela de Mario Vargas Llosa El sueño del celta. La última entrega de Yeats es el resultado de la ordenación que el poeta hizo de sus últimos escritos dos semanas antes de morir. Los textos líricos se publicaron el mismo año de 1939 junto

con las obras de teatro La muerte de Cuchulain y Purgatorio. Hay aquí un poema al monte que domina la iglesia de Sligo vinculada a su familia, y en cuyo cementerio de Drumcliff yacen hoy los restos del poeta, haciendo realidad la sección VI del poema. En este libro se alude a la protagonista de La Bruja del Atlas de Shelley, pero nadie busque la identidad de John Kinsella o Mary Moore que dan título a uno de los poemas, pues son, como en tantas otras ocasiones, invenciones de Yeats. Por su parte, los tres últimos poemas que se incluyen en el volumen aparecieron en la colección de prosas

Sobre la caldera, publicada póstumamente en el otoño de 1939. Yeats, proteico y en continua evolución, ofrece una coherencia última que cristaliza en una obra tan variada como única: lo popular y lo elevado, lo íntimo y lo colectivo, lo sobrenatural y lo político, las raíces y la mirada al futuro, lo atemporal y la historia se unen en esas espirales que el poeta integró en su cosmovisión. Y son espirales dinámicas, en movimiento. La mejor poesía de Yeats, como la gran poesía en general, encierra tensiones, como la que aflora en “Pascua de 1916” o “Política”, donde lo individual se cruza con lo

general, las grandes fechas en letras de molde con las anotaciones a mano en la agenda propia. Una tensión que es manifiesta en sus numerosos poemas dialogados, como el “Diálogo entre el ego y el alma”. Es una interlocución que siempre está presente: incluso cuando parece cultivar lo más arbitrario e intransferible, como en su libro Una visión, Yeats tiene en cuenta la tradición literaria y tradicional de su país, el fenómeno visionario conocido como aisling (como ya observó Declan Kiberd).

ESTA EDICIÓN

Dos objetivos me he propuesto a la hora de verter estos poemas, además, claro está, de mantener la fidelidad a lo expresado: preservar la musicalidad de los originales y, al mismo tiempo, dar idea de la variedad de metros y sones que emplea su autor, ese ritmo que ya fue subrayado en su día por Louis MacNeice. No en vano, Yeats leía sus poemas con entonación de bardo, como un rapsoda. Igual hicieron Basil Bunting o Dylan Thomas en las grabaciones que tenemos de sus lecturas de poemas del

irlandés. La traducción que aquí presento es el resultado de muchos años de trabajo y también —espero que el lector pueda apreciarlo— de una intensidad de esfuerzo que el mero transcurso temporal es incapaz de medir. Como en el caso de Shakespeare, del que comencé a traducir para mí mismo algún soneto y acabé vertiendo toda su Poesía, a los primeros versos que traduje de Yeats hace varios lustros se fueron añadiendo poco a poco otros que podrían dar, todos juntos, para una antología de tamaño respetable. Pero en la operación me di cuenta de que en un

poeta de la talla de Yeats, y de su complejidad, unos poemas remiten a otras composiciones, unos versos son ecos de otros, separados por décadas, y los temas se repiten y metamorfosean (como le sucede al Amergin de la mitología de su país). Decidí por tanto, y con la complicidad de Manuel Borrás y los amigos de Pre-Textos, embarcarme en la Poesía reunida de William Butler Yeats, no pequeña empresa. Mencionaba antes a Shakespeare y es pertinente volver a hacerlo ahora: como él, el Nobel irlandés escribió mucho verso que no fue a parar a su “poesía”, sino a sus dramas (La condesa

Cathleen, El país de nuestros anhelos, Deirdre…). Y también empleó el verso en tres poemas narrativos y dramáticos que, por su extensión y por su carácter de relatos versificados, he preferido omitir aquí, en esta recopilación de su obra lírica: me refiero a La vejez de la reina Maeve, Baile y Aillinn y Las aguas sombrías (los dos primeros de 1903 y el tercero de 1906). Sí he incluido por su importancia y por su carácter pionero, de piedra angular, el más extenso de estos poemas narrativos basado en la tradición vernácula irlandesa, Las errancias de Oisin, libro con el que Yeats, ya lo hemos dicho, se

convierte en poeta publicado en 1889. Si nunca hasta la fecha se había abordado la traducción completa de su poesía a nuestra lengua, existen algunos títulos de Yeats traducidos al español, así como varias antologías. Libros exentos son Encrucijadas (traducción de Ibón Zubiaur, 2006), Los cisnes salvajes de Coole y La torre (ambos vertidos por Carlos Jiménez Arribas respectivamente en 2003 y 2004). En cuanto a las antologías, éstas son Poemas (versión de Jaime Ferrán, 1957), y tres libros que llevan idéntico título, Antología poética (traducción de Enrique Caracciolo Trejo, 1984 y reediciones; traducción de

Manuel Soto, 1991; y traducción de Daniel Aguirre, 2005). Todas estas ediciones he examinado, más muestras representativas a cargo de Álvaro Ros o Ángel Rupérez. De las traducciones a otras lenguas he podido consultar la parcial de Yves Bonnefoy al francés (Quarantecinq Poémes, Gallimard, 1989) y la completa de Ariodante Marianni en italiano (L’Opera Poética, Mondadori, 2005). Además, grandes poetas de nuestra lengua han traducido algunos poemas suyos, como Juan Ramón Jiménez, Luis Cernuda, Jorge Guillén, Mariá Manent, Alberto Girri, Jordi Doce…

Aquí sólo he podido dar una sucinta información, pero quien desee conocer más a fondo la vida y la obra de William Butler Yeats hará bien en leer el ya clásico Yeats, the Man and the Masks, de Richard Ellmann, y si aún quiere profundizar más puede abordar la magna y muy recomendable biografía de R. F. Foster, W. B. Yeats. A Life, publicada en dos tomos subtitulados respectivamente I. The Apprentice Mage y II. The ArchPoet. En Internet, naturalmente, son varios los recursos disponibles sobre nuestro poeta, pero por su calidad y amplitud quisiera dejar constancia aquí de la exposición virtual que le dedica la

Biblioteca Nacional www.nli.ie/yeats

de

Irlanda:

ANTONIO RIVERO TARAVILLO, Navidad de 2009

LAS ERRANCIAS DE OISIN [1889]

Dame el mundo si Tú quieres, mas concédeme un asilo para mis afectos TULKA

A Edwin J. Ellis

LIBRO PRIMERO

atricio. Tú que estás combado, y calvo, y ciego, ave corazón y mente errática, nocido tres siglos, cantan los poetas, arceos con una cosa demoníaca.

Triste es recordar, enfermo, añoso, ontables lanzas veloces, etes con su melena al viento, cos de cebada, miel y vino, as alegres parejas en el baile erpo blanco que yacía junto al mío; unque las palabras sean más leves que el

aire, to ha de envejecer como la luna errante.

e, y Conan y Finn allí estaban o perseguíamos un ciervo con nuestra jauría, an, Sceolan y Lomair, ndo los túmulos de los firbolg mos al cerro herboso con rocas apiladas la apasionada Maeve está pétrea mos en el borde gris perla del mar, ma de alcurnia, palidísima, ontaba un caballo con bridas de bronce blanco; o una puesta de sol eran sus labios, esta de sol tempestuosa sobre aciagas

naves; or de cidra adumbraba su pelo, na veste blanca flotaba hasta los pies, centelleante carmesí resplandecían osas figuras recamadas; ba ceñida con una concha pálida a como arroyos en estío, se henchía o no su suave seno.

atricio: Aún naufragas en paganos sueños.

“¿Por qué no hacéis sonar un cuerno,” dijo ella, do héroe veo cabizbajo? á más triste el ciervo sin astas uchos momentos serenos tuvo, cicalado que cualquier ratón de granero,

propia casa frondosa en el bosque undosos campos de helechos: a de los héroes debería ser dichosa.”

rata mujer,” repuso Finn, amos en la esbozada urna de Oscar, s héroes muertos que yacen lano de Gabhra que los cuervos cubren; dónde están tus nobles allegados, ué tierra vienes cabalgando?”

adre y mi madre son s y Edain; mi nombre, Niamh, aís está muy lejos e el retumbar de esta marea.” sueño te trae, a qué has venido

roces corrientes con pies llenos de espuma? ás tu compañero se marchó nde aletean los pájaros de Aengus?”

ces ella pareció altiva y dulce: vía, rey fatigado de guerrear, he prometido con ningún hombre; hora elijo, pues estas cuatro patas saron la espuma y llegaron hasta aquí, besar a tu hijo.”

había nada mejor que mi hijo ue atravesaras toda esa espuma?”

die amé, aunque imploraron reyes, que los poetas de los Danaan trajeron

que rimaban con el nombre de Oisin, a estoy mareada de pensar a esa sabiduría y la fama allas que libró su mano, orias que alzaron sus palabras n como asiáticas aves de colores tarde en sus tierras sin lluvia.”

atricio, por tu campana de latón, hubo miembro mío que no cayera desesperado abismo de amor! me casaré contigo”, grité, mpondré mil canciones aré tu nombre sobre todos los demás, vos atados con correas de cuero odillarán alabándote, uno a uno,

checer en mi fortaleza occidental.”

a a mi lado, Oisin, y cabalga as que baña la marea temblorosa, el hombre no ha amontonado túmulos, ías pasan como una melodía caprichosa, no se conoce que se incumpliera palabra, rrebatos del primer amor jamás cesan; un ciento de perros te daré; criatura más fuerte que le ladre a la luna; túnicas de seda susurrante, terneras y cien ovejas cuya larga lana blanca que la cresta de la ola, lanzas y cien arcos, e y vino y miel y leche, pre un dormir sereno sin cuidados;

muchachos de robustos miembros conocen tumulto, odio, lucha, damas, alegres como pájaros, ando bailan a un ritmo intermitente la velocidad de los bancos de salmones, án tu cuerno y obedecerán tus caprichos nocerás el ocio de los Danaan; mh será tu esposa.” Suspiró amente. “Se hace tarde. a, amor y sueño nos aguardan he de estar cuando la luna ascienda l baje y el mundo se oscurezca.”

entonces, y ella me envolvió s triunfantes brazos rodeándome, e enroscó susurrándose a sí misma;

uando sintió mi peso el corcel y relinchó tres veces: e, Conan y Finn se acercaron ron, elevando las manos quejumbrosas, muchas lágrimas me instaron a quedarme; s tierras humanas dejamos al galope.

é lejano reino vais, fenianos, escudo y el arco? ¿O acaso ntasmas blancos cual la nieve, labios tuvieron el más próspero brillo? ros, con quienes por valles empinados sendas del bosque con rocío l alba el ciervo fugitivo, ienes lancé la veloz lanza nar las rodelas de los enemigos

pí las resoplantes filas de la batalla! an, Sceolan y Lomair, e estáis con vuestra melena hirsuta? is donde el ciervo rojo pasta, ncáis del corcel al enemigo.

atricio: No te ufanes, ni llores cabizbajo ustos camaradas hace mucho ya muertos, os que hace siglos son polvo ya y viento.

Sobre el luciente mar galopamos: si transcurrieron días u horas, mh cantaba siempre cantilenas Danaan, y sus húmedas lluvias a pensativa y ruidos inhumanos ntaron mi cansancio, y suavemente teza humana rodearon sus brazos tan

blancos. amos; luego, un ciervo sin astas nuestro lado, perseguido por un perro fantasma como una perla, salvo por una oreja roja; dama cabalgó como el viento do una manzana de oro en la mano; ven muy hermoso la seguía rada insaciable y ondeantes cabellos.

nacido en el país de los Danaan, respirado el aire mortal?” os irrites más”, dijo Niamh, irando inclinó la dulce frente, irando posó la perlada punta

argo dedo en mi labio.

a lucía la luna como una rosa blanca álido oeste, y el borde del sol se hundió, ubes ordenaron sus filas redor de su apagada esfera carmesí: o de la sala de banquetes mhuin no era más liso que el mar o, plenos de amorosas fantasías, grave murmullo cabalgamos muchas conchas rizadas cual trompetas ermen en silencio inmortal do con sus enternecedores colores, os y sus ámbares y azules, nue luz atravesaban las profundidades. vino de tierra una errante brisa

jano ruido de emplumados coros; a soplar de la muriente llama, an cantar en los humeantes fuegos. allo se lanzó hacia la música, hando por el erial sin vida; dedos tiznados, muchos árboles varon del cálido mar; santemente temblaban si todos estuvieran marcando mpás, sobre el centro del sol, riente rima de los bosques. a que habían cesado nuestras horas de errancias, a medio galope hasta la playa, y supimos é temblaban los árboles: s cantores volaban alrededor de cada

rama dherían a ellas como enjambre de abejas; rno de la playa había un millón gotas de luz de un helado arco iris, un aire vano meditaban sombra en las aguas, y contaban urpúreas simas su orgullo, rraban fragmentos de placer; s orillas había muchos barcos rvadas popas y curvadas proas as labradas en las proas toros y armiños piscívoros, es con sus cuellos exultantes; e se juntan el agua y la arboleda, s el caballo a un arbusto, mh sopló tres notas alegres

a trompetilla de plata; usurro respondiéndola vino la tierra desnuda y la boscosa, urro de pies impetuoso ez más cerca, más cerca; bosque salió a la carrera un gentío mbres y mujeres, de la mano, ntaban, cantaban todos juntos; ntes eran blancas como leche fragante, ntos eran de amarilla seda, has plumas rojas los ornaban; do ellos que mi manto estaba con el barro de una playa mortal, alaron y se me quedaron mirando n como el murmurar del mar; Niamh con una rápida angustia

o que se alejaran y callaran; r su voz, ellos corrieron rodillaron, toda muchacha y todo hombre, ron, como si no quisieran parar nunca, da mano y el dobladillo de su vestido. denó llevarnos a la sala Aengus sueña, de sol a sol, ño druídico del final de los tiempos o los astros se apaguen y acabe el mundo.

evaron por caminos largos y sombríos caen miríadas de gotas de rocío arañadas plantas trepadoras ora florecen con nuevos carmesíes, vez brotó una súbita risa os sus labios, y una vez cantaron

mientras resonaban las frondas, das sus partes distantes hicieron, tronar de abejas en mercados de miel, mor de corazones gozosos. vez una dama que había a mi lado o un arpa, y me pidió que cantara, r la risueña cuerda de plata; uando canté de la dicha humana steza envolvió los rostros alegres, tu barba, Patricio, que lloraron, que uno vino, un mozo lloroso; s hubo criatura más contrita te extraño bardo humano”, lloró; rrebató el arpa de plata, ndo sobre las blancas cuerdas la arrojó gar vacío en la espesura

paraba las aguas oscuras del cielo; s dijeron con un muy hondo suspiro, rpa más triste del mundo, ¡duerme ahí que la luna y las estrellas mueran!”

nces, aún tristes, arribamos e un hermoso joven soñaba casa de zarzas, piel y adobe; a mano sostenía su barbilla imberbe ra un cetro que despedía as llamas rojas, doradas, azules, a una alegre desbandada larines que saltaran en al aire; bres y mujeres allí se arrodillaban raban sus ojos nublados por lágrimas grave susurrar le rezaban

os rojos besaban el cetro caban con las puntas de los dedos.

ó su cetro destellante. cha anega en el rocío el crepúsculo de estrellas la copa violada de la noche, ierta las perezosas semillas del grano el cuerno que le brota al cabrito, que se desplieguen los helechos infantes, el sombrerete al avefría, rodar el pesado sol, correr a los pequeños planetas: hubiese dicha sobre la tierra, an la mutación y el nacimiento, ra, Cielo e Infierno morirían rían en algún lúgubre túmulo

os como una mosca helada; s de la muerte y el tiempo con miradas os oscilantes y bailes errantes.

o los corazones de los hombres otas de fuego de la mañana azafrán, s de dicha plateada que cayó etorcida concha pálida de la luna; oy los corazones gritan que son esclavos vueltas en angostas cavernas; quí no existen leyes ni gobierno, manos empuñan fatigosa herramienta; no hay Mutaciones ni Muerte, ólo un alegre y gentil alentar, a dicha es Dios, y Dios es la dicha.” do largamente a muchachas y chicos

pálida flor de la luna, un desvanecimiento druídico.

frenético baile repentino rlamos del Tiempo, el Destino y el Azar mos la sala cubierta de zarzas mos adonde caen las gotas de rocío as gotas de la espuma marina acallamos el jolgorio; ciendo el ceño agachamos nuestros cuerpos bamboleantes, olas que centellean esa verde tierra de los Danaan mos “Dios es dicha, y la dicha es Dios, osas que se han vuelto tristes son malvadas,

osas que temen el alba de mañana, is quebrantahuesos fugitivo, el Dolor”.

s bailando hacia el matorral sinuoso las rosas de Jericó, flor sobre flor, meteoros carmesíes en las tinieblas penden, nados sobre ellas dijimos, ados sobre ellas en el baile, rada veloz y cordial s húmedos: “Sobre los muertos as hojas de otras rosas, los muertos que la oscura tierra encierra: unca, nunca en nuestras tumbas apilan junto a las olas resplandecientes las hojas de las rosas de Jericó.

i Muerte ni Mutación se nos acercan, s las horas lánguidas nos temen, memos el mañana que alborea, ris quebrantahuesos fugitivo, el Dolor”.

le serpeó entre bosques sin viento; mpre estivales soledades; quedar quietos los brazos agitados erro central de la arboleda; idos en un grupo jadeante mos a lo alto nuestras manos, amos a las nidadas estelares. stros ojos elevados parpadeó un fulgor lo lechoso de lado a lado, ue nuestro canto. “Oh, estrellas, stros carros de rubí fugitivos

d las riendas sueltas: esclavas de Dios, gobierna con una pértiga de hierro, tiene con un vínculo de hierro, na entretejida con la otra, na entretejida con su hermana, burbujas en una charca helada; osotros moramos en una tierra solitaria, nables como la oscura marea, razones que no conocen ley ni gobierno os que no empuñan fatigosa herramienta, tos en el amor que no teme al mañana ris quebrantahuesos fugitivo, el Dolor”.

atricio! Durante cien años uí por esa orilla boscosa n, el ciervo y el jabalí.

atricio! Durante cien años tarde en las arenas trémulas, las lanzas de caza amontonadas, manos ya fatigadas y débiles on entre las huestes de la isla. atricio! Durante cien años a pescar en largos barcos rvadas popas y curvadas proas as labradas en las proas toros y armiños piscívoros. atricio! Durante cien años ce Niamh fue mi esposa; os cosas devoran hoy mi vida; s cosas que más odio de todo: zos y ayunos.

atricio: Continúa.

Sí, sí, ste era el destino del anciano Oisin mucho soltado de la puerta del Cielo ue yaciera sus últimos días en espera.

o un día me hallaba junto al mar ré en el olvido de la soñolienta espuma o de la lanza rota de un guerrero difunto: a vuelta; tenía en él las manchas guerra, y lloré recordando avanzaban los fenianos sangrentadas llanuras, entes a la suerte buena o adversa: es la joven Niamh vino con delicadeza mis manos sin decir más palabra

merosas veces mi nombre urros, como un ave asustada. os junto a bosques y por prados de tréboles mos el caballo y lo embridamos, ien sabíamos que ya no existía el viejo. ir a uno: “Sus ojos se nublan do el antiguo pesar de los hombres”; eltos en sueños seguimos cabalgando scos de pálido bronce el violáceo mar centelleante. orada luz de la tarde, mortales iban entre fuentes ríos y la antiquísima noche del bosque, ailaban como sombras en los cerros, vagaban de la mano,

entaban en sueños en la pálida playa, una estrella oscura cada frente ada sobre cada rodilla doblada, aban y con mirar soñoliento mplaban donde el sol, con fulgor de azafrán, aba demediado en la encrucijada marina; tras cantaban los pájaros de colores an el compás con sus alas y patas; gotas de miel surgían sus palabras, más débiles que el balar de un borrego.

ejo atiza el fuego y lo aviva a de un hijo, un amigo, un hermano. rmanecido demasiado tiempo; los días, tes, se suspiran y susurran;

tempestad sobre la chimenea clina sobre el fuego y tiembla aterido as su corazón sueña aún con amor y batallas itar de los perros en las lomas de antaño.

osotros estamos lejos en parajes de hierba no hay preocupación que turbe día alguno, ozanía de la juventud abandona los rostros rimer cariño muere en nuestra mirada. ece la liebre mientras retoza al sol alrededor con fulgentes ojos. de desaparecer las raudas cosas con que soñara,

a con envejecido blancor. mpestad de pájaros en los árboles de Asia tulipanes aleteando en el aire, uaves olas de mares estivales zan sus cabezas y viajan cantando susurrar por fin: “No es justo, no es justo”; rapidez fatiga”, balbucea el ratón, artín pescador se vuelve una bola de polvo, jado se cae de su casa socavada. l rocío del amor velará nuestros ojos el día en que Dios venga del mar con un suspiro de a las estrellas que caigan del cielo

na se aje como pálida rosa.”

LIBRO SEGUNDO

UÉS, hombre de báculos, las sombras maron por nuestros nombres y luego n, como remolino de llamas; y entonces, tos por la niebla y sin hacer ruido, n dama y joven, ciervo y perro. de mirar a los fantasmas”, dijo Niamh, esó los ojos, y moviendo la cabeza luminosa minoso cuerpo, cantó de las hadas y del hombre de que existiera Dios o mi vieja estirpe empezara; ías guerras, vastas, exultantes; las hadas

de antaño saban con hombres de anillos de druídico oro; o aquellos amantes nunca vuelven su vista da que se apaga, parpadea y muere, e el amor y el beso en lúgubres orillas remotas an con música de la espuma suspirante: ejó de contar cuando, como una abeja oscura libado mucho, cruzó el mar nebuloso go en sus blancos brazos, cien años e; pues ya todo el caer de las lágrimas a su canción. No sé si días u horas transcurrieron, eo que los rayos matutinos

on muchas veces entre las tersas flores jidas en su pelo, antes de que torres oscuras aran en lo oscuro, y el blanco rompiente destellara dor; y el caballo feérico gritó ló, al reconocer la Isla de los Muchos Horrores, esó hasta que la blanca Niamh acarició sus orejas bló dulcemente. Una marea espumosa mblanquecida por el oleaje, amplia y con forma de abanico, ió de una gran puerta desfigurada por mil golpes zas, hachas y espadas, hace mucho

o se enfrentaron dioses y gigantes. Cabalgamos entre umnas cubiertas de algas; y sólo el verde fósforo encrespado uz a nuestra oscura senda, hasta que fulguró ontable vuelo de pasos a la luz de la luna; y a izquierda y derecha s estatuas destellaban sobre la marea pálida nos oscuros. Entre los párpados de una, aginados meteoros habían centelleado y huido, abían entretenido en la calma espuma, strellas fijas habían alboreado, lucido y puéstose

que Dios hizo el Tiempo, el Soñar y la Muerte; extendía su brazo a donde, nublada humareda, iente giraba y giraba, separados los labios, si hablara a su corazón insomne a gota de espuma de su nebulosa senda. o el caballo al vasto pie que estaba sumergido en el mar sin naves, subimos la escalera, que creí que los últimos escalones an del lucero del alba; cuando estas delicadas palabras aron el ledo aire como alas de pájaros: hermanos saltan de sus lechos por la

mañana, ando como jóvenes perdices: con un cuerno sonoro za al ciervo de mediodía; do las estrellas que ahoga el rocío penden en el aire, pan de las cañas de pescar, o dan punta n una lanza de fresno. piro, oh suspiro aleteante, sé bueno; tea entre los labios de espuma del mar rillas que humedecen esos labios; e un poco más, y ruégales que lloren: za sus párpados de venillas azuladas si duermen, de su colcha. o hayas contado que lloro sin cesar,

tea entre los labios de espuma del océano ve a mí, ndete en la sombra de mi pelo, que encontraste a un hombre no irritado, triste de los hombres.

ujer de ojos tenues como cirios funéreos o que parecía hecho de vapores lunares triste, trémula de miedo una polilla rojiza, nos miró; a cadena enmohecida por las olas estaba atada viejas águilas, llenas de antiguo orgullo, n turbios ojos se alzaban a los lados. plumas había en sus desaliñadas alas, us mentes turbias estaban con las cosas

antiguas.

quí tu liberación”, dijo Niamh, pálida como perla.

s vivos, ni los muertos que descansan, altos dioses que no vivieron nunca, pueden combatir nemigo y mi esperanza; para atemorizar, los demonios an y chillan junto a él por la noche; s fuerte y mañoso cual los mares rgieron bajo los Siete Avellanos, aguantar, odiar, llorar, que se duerman dioses y demonios tocar a Aedh las lúgubres cuerdas de oro.”

espantoso es?”

“No seas tan osado mientras aún puedas.” Y repliqué: earé a este demonio hasta que muera aré su masa inerte al fragor del océano. te de él”, gritó llorando Niamh, pálida como perla. todo hombre huye a los demonios.” Mas no se movió pice mi alma airada que recordaba haber sido un rey. ieja y ratonil, no había alma más fuerte aje de Heber. En señal de ello é la cadena: aún débiles, sin oído, ciegas,

tas en las cosas de una mente no humana, gún turbio recuerdo o con ánimo antiguo, biles, sin oído, ciegas, permanecieron las águilas.

subimos las escaleras hasta una puerta elevada; netes en el suelo de basalto de abajo ido al paso contentos: proseguimos mos dentro: vestida con un rayo nubloso na gaviota blanca como la espuma flotar a la deriva l tejado, y forzando la garganta la saludé: y allí colgó una estrella, ingún grito humano jamás se remontará más alto;

uiera tu Dios podría derribar aquella sala; eter Sus rayos sueltos en su establo, taría suspirando con corazón apesadumbrado, si hubiera llegado Su hora. Buscamos

la parte jana de la puerta; limo verde resbaladizo el terreno, y de vez en cuando ba huellas de escamas marinas, y a todo lo largo n escritos los viajes de aquí para allá del cautivo un riachuelo, y donde tocaban los pies aparecía

mentáneo destello de llama fosforescente. as sombras más profundas de la sala a mujer halló un anillo colgado en la pared, ste una tea, y con su luz do un mundo en torno a ella en el aire, ajo el umbral oscuro, desapareció de la vista esó, portando una segunda luz día entre sus dedos, y en los míos ó, suspirando: Yo blandí una espada cuyo brillo dían apagar las centurias, y en ella una palabra en caracteres de Ogham: “Manannan”; mbre de ese dios marino, que con honda

alegría goteante, y con demonios presos s de los séptuples mares, construyó la oscura sala asienta en espuma y nubes, y gritó s los señores más poderosos de una raza más poderosa; grito no acudió ningún rostro pálido como la leche na corona de espinas y teñida de sangre, ostros exultantes. Niamh se quedó cabeza inclinada, temblorosa cuando brilló la hoja blanca, quella cuyas horas más dulces habían desaparecido

ergaba esperanza ni miedo. Les rogué se ocultaran ombra hasta que cesara el tumulto ucha fragorosa que hacía temblar la tierra ue no vieran alguna cosa horrible; torcha arrojé entre las enlodadas losas. úpula hecha de interminables dientes labrados un rostro sombrío desembocaba en un rostro sombrío, aba sobre mí; y en aquel mismo lugar hora tras hora, y la alta cúpula ntanas ni columnas, hogar multitudinario tros, esperaba; y la mirada sosegada cargada con recuerdos de días ados y poderosos. Cuando a través del

portalón a aurora, y espejeó en el suelo lida luz, recorrí toda la sala una puerta hundida en la pared, mínima puerta; mas allá en un llano oscuro oyuelo borboteaba, y en el borde o y pedregoso del riachuelo, inclinado, monio moreno seco como juncia marchita turreaba a sí mismo en lengua ignota: ste ensoñación se mecía y cantaba e y bacante, pasando la mano orilla del riachuelo, como crecieran allí las flores; lejos, en el yermo del mar, ndo y temblando, un vaho seguía a otro

tas y frágiles nubecillas que nutría una luz verde, ráfagas de hojas, inmóviles y brillantes, n en la aurora apasionada. Se dio la vuelta despacio; monio sin prisa: blancos al principio, ahora ardían los ojos as de martines pescadores; y se levantó do. Seguimos andando pesadamente de un lugar a otro lpes de espadas y broncíneas hachas de guerra, as la mañana daba paso al mediodía, y éste a la noche; do reconoció la espada de Manannan octurna sombra, se metamorfoseó

adoptando osas formas; arremetí contra la garganta suave anguila gigante; se transformó y entonces golpeé to que rugía en su copa desnuda; nces atraje a mi pecho la lívida quijada cuerpo ahogado goteante; ror sucedió a otro; mas cuando el occidente ó como un penacho incendiado, atravesé azón y columna; y lo arrojé a las olas ue no se estremeciera Niamh. Con esperanza y miedo

as dos trajeron pan, vino y carne, ron mis heridas con ungüentos de flores que alimentan s blancas junto a un santuario de los Danaan; en aquella sala, iluminada por el tenue fulgor del mar, ostamos sobre pieles de nutrias, y bebimos vino, por los dioses marinos, de enormes copas en tiempos se posaron en sus labios; o dormimos en pieles de nutrias apiladas. ndo de nuevo el sol caminó vestido de azafrán do rodar su llameante rueda desde las profundidades,

mos los amores y las cóleras insomnes s los exultantes afanes de los fuertes. oy los clérigos que mienten asesinan el canto labras estériles y alabanzas de débiles. ué país los impotentes hacen girar el pico apaz Tristeza, o la mano de la Ira? ar de todos tus báculos, han abandonado el camino jar con tempestad y persistente nieve, perados para siempre: el anciano Oisin lo sabe, s débil, pobre y ciego, y yace unque del mundo.

atricio:

Calla: los cielos

gan con truenos, rayos y viento feroz, Dios ha oído, y manifiesta Su espíritu airado; u cuerpo sobre las piedras y ora, l creó la noche, el alba y el día.

¿Lloras, santo? En medio del trueno oigo ballos fenianos; quebradas armaduras; gritos. Las huestes chocan y se baten, a se juntan los cuervos que oscurecen el día. te, deténte, oh lúgubre, risueño, cuerno feniano!

ías ayunamos. La mañana del cuarto, goteando espuma en la escalinata, erto de lodo, y susurrando bajo su

pelambre, l demonio indómito y abstruso; vez nos enzarzamos en una batalla todo el día, aso lo arrojé al oleaje, yació hasta que la cuarta mañana vio emerger ma restañada; y durante cien años hamos, festejamos, sin sueños ni temores, dez ni fatiga; un festín infinito, erra infinita.

Pasados los cien años, en la escalera cuando las olas jeron una rama de haya, y mi corazón se dolió

ordar cuando estuve con Finn de cabellos blancos n haya en Almhuin y oí el leve to de los murciélagos. Y entonces

vino la joven Niamh uel caballo, y con tristeza me llamó por mi nombre; y pasamos por la grisura solitaria deriva, mientras esta monotonía, y distante, se mezclaba inseparablemente clamor del viento y el mar.

cómo mi alma se sume en la decadencia, o la oscura torre de Manannan, piedra a piedra,

cieno marino y se desmorona en el mar, o la luna aguijonea las aguas noche y día, ue todo se derrumbe.

ntes de que la luna se apodere de todo, to a los hombres más poderosos que existen, s han caído o huido en todas las épocas. es el amor del hombre, y más ligera su ira; nción va a la deriva y perece.”

nces murmuró la perdida Niamh: “Amor, a la Isla del Olvido, ¡porque mira! as del Baile y las Victorias n de poder.”

“¿Y cuál de éstas sla del Contento?” “Nadie lo sabe”,

dijo, ndo su cabeza llorosa en mi regazo.

LIBRO TERCERO

la espuma bajo nosotros, y en torno, un humo lechoso y errante, omo la cincha de la silla, velaba a nuestras miradas la corriente, nes huían, y nos seguían, salían de la distancia pálida de espuma; en sus rostros el deseo inmortal de los Inmortales, y suspiramos.

é sobre las cacerías con los fenianos, y Bran, Sceloan, Lomair, s cantó una canción Niamh, y sobre la punta de mis dedos

no el deslizarse de lágrimas y el barrido del cabello frío de niebla, calidez de los suspiros, y después el temblar de los labios.

bamos cabalgando días u horas, cuando, envuelta en una paz horrorosa, a apareció ante nosotros, con avellanos y robles goteantes? bamos a la orilla de un mar que no veíamos; pues más blanca que vellón recién lavado uma huía bajo nosotros, y en torno, un humo lechoso y errante.

algamos sobre las llanuras de la orilla, la orilla estéril y gris,

gris sobre el verde de la hierba y sobre los árboles goteantes, tes e inclinados hacia tierra como si quisieran alejarse enseguida un ejército de viejos que anhelan reposar del gemir de los mares.

os árboles se hacían más altos y apretados, inmensos en sus arrugadas cortezas; do, un gotear murmurante; el antiguo silencio y ese único ruido; o vivía allí ningún ser vivo, no se movían comadrejas en la oscuridad: suspiros se apoderaban de nuestro ánimo, a nuestros pies borboteaba el terreno.

orejas del caballo se internaban en el vacío de la noche, como se alejan de un marino lentamente hundiéndose los rayos del mundo y el sol, a en nuestras manos y rostros, en hoja de roble y avellano, la luz, strellas se borraron sobre nosotros, y el mundo entero parecía idéntico.

que el caballo dio un relincho; pues, cargado de troncos de avellano y de roble, le fluía bajo sus cascos, y allí bajo la larga hierba yacía, z de las estrellas y sombras, un pueblo

monstruoso que dormitaba, erpos desnudos y esplendentes derramados y amontonados en el camino.

o a ellos había flechas y hachas de guerra, flechas y escudos y hojas de espadas; nos que blanqueaba el rocío, en cuya cavidad un niño de tres años podría r sobre un lecho de juncos, y todos con incrustaciones y labrados, hermosos de lo que el hombre puede hacerlos con bronce, plata y oro.

a una de las enormes criaturas blancas era más grande que ochenta hombres; e superior de sus orejas estaba cubierta

de plumas, y sus manos eran garras de aves, ando los penachos de hierbas y las hojas de las paredes de la nava, el aliento de esos cuerpos, largo tiempo sin guerra, más blancos que requesón.

pacioso era el bosque sobre ellos, que Aquel que tiene estrellas por rebaños acariciar las hojas con Sus dedos, sin descender de Sus cielos llenos de rocío; iempo llevaban durmiendo que en sus rizos habían anidado lechuzas, ndo la fibrosa penumbra con largas generaciones de ojos.

e sus extremidades y el valle las lentas

lechuzas iban y venían, nde el fuego de las estrellas, ora donde las sombras se extendían; fe de aquellas enormes criaturas blancas, sus rodillas en la tenue llama de los astros, relajado entre las sombras: tiramos de las riendas a su lado.

as las uñas de sus garras de ave, relajadas sobre el umbrío suelo; había una rama de pálido fulgor con muchas más campanas que suspiros hay echo de un viejo; las lechuzas que se agitaban y caminaban alrededor an sus cuerpos con él, llenando las

tinieblas con sus ojos.

mirada afluían los durmientes; no, no desde que empezara el mundo, nos donde los hermosos eran muchos, ni en encantos lanzados por demonios, do ojo del hombre ha conocido tal belleza en rostros vivos, e fatigados por pasiones que decayeron cuando el séptuple mar era joven.

emplé la rama con cascabeles, antepasada del sueño, hace mucho cantada por los Sennachies. mo aquellos amodorrados, allí acampados en la hierba profunda, fatigados rras con todo el mundo y de recorrer las

orillas de los errabundos mares, n las manos en la rama de cascabeles y la hacían oscilar, se nutrían de un sueño inhumano.

atándole el cuerno a Niamh, hice sonar una larga nota sostenida. n sonido de aquellos durmientes monstruosos, un sonido como de moscas, ciendo temblar sus labios, e irguiendo la columna de su garganta, servó con doliente asombro desde los pozos de sus ojos.

é: “¡Sal de las sombras profundas, rey de las uñas de oro!

anos de los hermosos seres de tu casa y de las hermosas obras de vuestras manos, ue podamos meditar a la luz de los astros y hablar de las lides de antaño; te pregunta, Oisin, es noble, y viene de las tierras fenianas.

os estaban medio abiertos, y me observaron, turbios con el humo de sus sueños; bios se movieron despacio para contestar, pero no emitieron respuesta; hizo oscilar en sus dedos la rama de cascabeles, y lento goteó un sonar en vagos arroyos

nue que copos de nieve en abril y atravesando el tuétano como una llamarada.

lto en la ola de esa música, con un cansancio mayor que el de la tierra, ulto de mis siglos me llenó; y como una piedra que el mar cubre se fueron cuerdos de mis cuitas todas y los recuerdos de mis júbilos todos, uz tenue descendió de los astros y me colmó hasta los huesos.

raíces de la hierba, en las de la acedera, tendí mi cuerpo; mh, pálida como perla, se tendió junto a mí, la frente recostada en mi pecho;

ballo desapareció en la distancia, y empezaron a fluir año tras año; as cuadradas de la hierba se movían en derredor, obligándonos al reposo.

nte un siglo allí olvidé, hombre de muchos báculos blancos, los espolones chorrean sangre en la batalla, cuando los caídos ruedan sobre los caídos; el halconero sigue al halcón en las malas hierbas del solar de la garza, mbre del demonio cuyo martillo forjara un día la espada de Conchobar.

nte un siglo allí olvidé, hombre de muchos báculos blancos,

asta de la lanza está hecha de madera de fresno, el escudo de mimbre y de piel; los martillos brincan sobre el yunque, allí donde arde la punta de la lanza; los lentos bueyes de ojos azules de Finn mugen tristemente en la tarde.

n sueños, hombre apacible de muchos báculos, llevando el polvo con sus huestes, vían en torno a mí, de marinos y hombres de tierra firme, todos los que son cuentos de invierno; on junto a mí los reyes de la Rama Roja, con estruendo de risa y de cantos, ovieron como una vez lo hicieran,

haciendo el amor o penetrando la tempestad con velámenes.

on Blanaid, Mac Nessa, el alto Fergus que antaño se escabullía a los festines; h el cocinero, el traidor; y a la guerra, nunca seco el escupitajo de su cara, el oscuro, viejo como un bosque, en carro, con la poderosa cabeza hundida parada, mientras los hombres levantaban los párpados de su ojo fatigado y mortífero.

o a mí, con tenues ropajes rojos, en estruendosos ríos se movían los fenianos, nia, caminando y sonriendo, cosía con su

aguja de hueso. ví y no viví, así trabajé y no trabajé, con seres de sueños, prolongado sueño de hierro, como un pez en el agua cual una piedra enmudece.

es nuestra soñolencia se aligeraba. Cuando el sol era de plata o de oro; o nos rozaban las alas de las lechuzas, en la penumbra en que les gusta estar; o una luciérnaga estaba verde sobre una brizna de hierba, abandonada su guarida en el mantillo; rmevela, abríamos los párpados, y contemplábamos suspirando la hierba.

servaba, hombre de los báculos, cuando

al acabar un siglo cayó, débil, ad del prado, a millas de distancia de su ámbito aéreo, ornino como aquellos que se reunían bajo una luna que velaba blanca como una concha o los fenianos realizaban una incursión por la mañana con Bran, Sceolan, Lomair.

rté: el caballo extraño marchó lejos sin que nadie lo llamase, ndo su hocico en mi hombro; sabía él en lo más profundo de su pecho a vez más se movía en el mío la inveterada tristeza del hombre,

deseaba abandonar a los Inmortales, su penumbra y su rocío goteante de sueño.

hubieses visto a la bella Niamh tornarse tan blanca como las aguas, de los báculos, hasta tú mismo habrías alzado las manos y llorado: on el ave en los dedos, monté, recordando sólo que la delicia epúsculo y el sueño habían desaparecido, y que impacientes golpeaban los cascos.

“¡Oh, blanquísima Niamh! Aunque sólo fuese un día de doce horas, ontemplar la barba de Finn, y trasladarme a donde jóvenes y viejos moradas de zarzo de los fenianos sobre el

tablero se inclinan y juegan. oy me sería dulce incluso la lengua calumniosa de Conan el calvo!

emota galera abandonada en la Isla Meridiana sería como yo, ando a sus camaradas de largos remos, las velas convertidas en trapos deshilachados; astrarse más por el mar con largos remos una milla tras otra, star en medio de acometidas de moscas y el florecer de juncos y lirios.”

nmóviles ojos de espíritus dulcificados con pensamientos misteriosos, ervaron aquellos rostros sin arrugas desde

el fulgurante límite del valle; as ella murmuraba: “Oh, errante Oisin, ninguna fuerza tiene la rama con cascabeles, e mueve viva en tus dedos la palpitante tristeza de la tierra.

viesa entonces las tierras sobre la silla y ve qué hacen los mortales, dulcemente a tu Niamh sobre la cresta de las olas, ora por tu Niamh, Oisin, llora; pues con que sólo roce tu suela ente como un ratón las guijas del suelo, ya nunca volverás a mi lado.

ameante león del universo, oh, ¿cuándo

volverás al reposo?” a en una montura lejana; desde la tierra elevó su lamento: era morir como una hoja marchita en el otoño, porque pecho junto a pecho volveremos a estar, ni nuestras miradas vaciarán su mirar solitario

s islas de los mares más remotos, adonde sólo los espíritus llegan. an los vientos más suaves que el aliento de una paloma que duerme en su nido, ido en los fuegos de llamas y aromas el sonido del vago tambor del mar? meante león del universo, oh, ¿cuándo volverás al reposo?”

o lejano el sollozo; cabalgué junto a los bosques de la corteza arrugada, siempre hay un gotear susurrante, un viejo silencio y ese único sonido; inguna criatura vive allí, ninguna comadreja se mueve en la oscuridad; ensueño olvidadizo de todo, sobre el suelo borboteante.

algué por las llanuras de la orilla, donde todo es estéril y es gris, e la arena sobre el verde de la hierba y los árboles goteantes, tes e inclinados hacia tierra como si quisieran alejarse enseguida un ejército de viejos que anhelan reposar

del gemir de los mares.

vientos hacían que la arena de la orilla diera vueltas y vueltas, mi mente a los nombres fenianos. Lejos del avellano y del roble, ué sobre el oleaje, donde, alta como el arzón del caballo, uma huía bajo mí, y en torno a mí: un errante y lechoso vapor.

huían los copos de espuma, los vientos huían de aquella vastedad, ndo en secreto al pájaro; y jamás supe, abrazado en la distancia, o helaron la tela que cubría mi cuerpo como una armadura fuertemente

claveteada, l Recuerdo, aliviando su delgadez, entonaba un canto fúnebre ante mi corazón.

que, cebando los vientos de la mañana, un olor de heno recién segado y mi frente se agachó, y cayeron como bayas mis lágrimas; és se produjo un ruido, medio perdido en el de una playa lejana, amo de la gran barnacla; y, después, las algas marrones de la playa.

a como fui una vez, con los fuertes cascos aplastando la arena y las conchas, do del mar como sale la aurora, con un

canto de amor en los labios, er, con la cabeza en las rodillas, y rezando, y airado con los cascabeles, aría cabeza de santo sobre su cuerpo desde Rachlin a Bera de los barcos.

ndo distancia ante el oleaje inflamado, cabalgué por un camino de herradura aravillado de ver por doquier, hechas de zarzo y madera, esias coronadas por campanas, y sin guardia el túmulo sagrado y el fortín, ueblo débil, pequeño, que se agachaba con azadones y palas,

erbando o arando con rostros iluminados por la humedad de muchas fatigas;

as en este lugar y en aquél, con cuerpos nada gloriosos, estaban sus jefes, ando pacientes la muerte natural, cogidos en tu red, hombre del báculo; boca brotó la risa de menosprecio como el rugir del viento en un bosque.

que pasé junto a ellos tan enorme y veloz y con ojos brillantes, uió el duro mirar de la juventud, o un anciano levantó la cabeza: lgué y cabalgué, y grité “Los fenianos cazan lobos de noche, e dormid de día.” Y una voz gritó, “Hace mucho que los fenianos han muerto.”

e barba cana estaba silencioso en el

sendero, como hierba seca la carne de su rostro, iegues en derredor de sus ojos y boca, estaba triste como un niño sin leche; abían desvanecido los sueños de las islas, y supe cómo los hombres sufren y desaparecen, erro, y su caballo, y su amor, y sus ojos que brillan tenuemente como seda.

olviendo mi rostro en mi pelo, murmuré, “A la vejez fallecieron”; ágrimas eran mayores que bayas, y murmuré: “Donde se extienden las nubes blancas vroe o la amplia Knockfefm, con muchos

de antaño celebran banquetes olar de los dioses.” Gritó él, “No, mucho ha que los dioses han muerto.”

tario, y anhelando a Niamh, sentí un escalofrío y me di la vuelta, corazón deseando saltar como un saltamontes al suyo; la vuelta y galopé hacia el oeste, y seguí el viejo grito del mar que vi donde Maeve duerme hasta que se separan la luz de las estrellas y la noche.

a los pies de la montaña, dos portaban un saco lleno de arena, gaban tambaleándose y sudando, pero finalmente cayeron con su carga.

ándome desde la silla recamada de joyas, lo lancé a cinco yardas con mi mano, sollozo por hombres tan debilitados, un sollozo por el viejo vigor de los fenianos.

más ya lo has oído, hombre del báculo; cómo, al partirse la cincha, el sendero, y el caballo huyó igual que una mosca de verano; rescientos años cayeron sobre mí, y me levanté, y caminé por la tierra, jo que se arrastra, soñoliento, nunca seca la baba de su barba.

los hombres del saco de arena me mostraron una iglesia con su campanario

en el aire; ar triste, donde en lugar del hacha de guerra brilla en mis turbios ojos el báculo. e se hallan Caoilte y Conan, y Bran, Sceolan, Lomair? que a ti también te hacen viejo las rememoranzas, un anciano rodeado de sueños.

atricio: Donde la carne de la planta del pie se agarra a las piedras que arden en su lugar; los demonios los azotan con filamentos sobre las piedras ardientes del vasto Infierno,

as ven cómo marchan muy lejos los benditos, y la sonrisa en el rostro de Dios, llos un portal de cobre, y el aullido de los ángeles caídos.

Pon el cayado en mis manos, pues me voy a los fenianos, oh clérigo, para entonar ntos de guerra que los animaran antaño; se alzarán, formando nubes con su aliento do exultantes, innúmeros; la tierra bajo ellos palpitará, arán los demonios hechos pedazos, y pisoteados bajo ellos hasta morir.

demonios temerán en su oscuridad; un

profundo horror de ojos y de alas; rizados, con las orejas en tierra, escucharán y se alzarán y llorarán; o el chocar de escudos y el temblor de las cuerdas de los arcos, o el clamoroso murmullo del Infierno, mientras gritando y burlándonos nos arrastramos.

caremos las piedras llameantes y abatiremos la puerta de latón remos, que nadie dice “No” cuando entra el huésped armado hasta los dientes; emos como una escoba, y marcharemos como se mueven los bueyes sobre la hierba tierna;

o en el festín, conversaremos sobre la guerra, y las viejas heridas, y volveremos a nuestro reposo.

atricio: Sobre las piedras llameantes, sin refugio, las extremidades de los fenianos han sido lanzadas; guerra con los señores del Infierno, que podrían destrozar el mundo con su rabia; rodíllate y desgasta las losas, y ora por tu alma que se ha perdido amor demoníaco de su juventud y su vejez apasionada y sin Dios.

¡Ay de mí! Sacudido por la tos y acongojado por la vejez y el dolor, a, un espectáculo para los niños, a solas

con el recuerdo y el miedo; o de horas purpúreas como la capa de un mendigo bajo la lluvia, un almiar en la crecida, o un lobo al que ha tragado una presa.

sería contemplar a los benditos si no estuviera entre ellos nadie a quien conociese; a cadena de las piedrecitas! Cuando la vida que hay en mi cuerpo se apague, Caoilte, y Conan, y Bran, Sceolan, Lomair, y habitaré asa de los fenianos, sea entre las llamas o en el banquete.

ENCRUCIJADAS [1889]

Los astros han sido trillados, y las almas trilladas y separadas de sus cáscaras. WILLIAM BLAKE

Para A. E.

LA CANCIÓN DEL PASTOR FELIZ

bosques de la Arcadia yacen muertos, na alegría ya no existe; ños se nutría el mundo antiguo; verdad gris su juego de colores; ún vuelve inquieto la cabeza: do, oh hijos hastiados del mundo, ntas cosas mudan, incontables, ndo la cascada melodía onos canturrea, solamente abras son un bien verdadero. e están ya los reyes aguerridos

l Verbo se burlaban? Por Dios, e están ya los reyes aguerridos? alabra vana es hoy su gloria por el alumno balbuciente e alguna historia enrevesada: yes de antaño ahora están muertos; o la errante tierra puede ser labra sólo, luz muy breve, audible en el sonoro espacio, rturba el ensueño interminable.

ores, pues, hazañas polvorientas eras —pues esto es cierto también— intensamente la verdad, que tus afanes alimenten s y sueños: la verdad no existe

n tu propio corazón. No busques o conocer de esos ilusos n cristales ópticos persiguen ndas rotatorias de los astros. ques, pues esto es cierto también, a alguna de ellos, pues la ruina estrella rompió sus corazones: está toda su verdad humana. ecoge junto al bullente mar ncha espiral que abrigue un eco, ale tu historia entre sus labios, llos te podrán reconfortar te melodioso repitiendo abras de queja unos instantes que el canto compasivo acabe raternidad de nácar muera.

as palabras son un bien cierto: entonces, que esto es cierto también.

que marchar: hay una sepultura se mecen lirios y narcisos, ra complacer al pobre fauno ce bajo el suelo soñoliento ntos de alegría antes del alba. o coronó sus días de gritos vía sueño que huella el césped ando espectral sobre el rocío, ado de mi alegre cantar, nciones de aquella juventud ora de la ya anciana tierra: ah! ya ella no sueña. ¡Sueña tú! osa es la amapola de la cumbre.

sueña, que esto es cierto también.

EL PASTOR TRISTE

ía un hombre a quien la Pena hizo su

amigo, oñando con su alta camarada, sos lentos fue por las arenas as y rumorosas, donde acuden das encrespadas bajo el viento: mó a las estrellas, que bajaran pálidos tronos a aliviarlo, stas se rieron y cantaron. nces el hombre a quien la Pena hizo su amigo ¡Lúgubre mar, oye mi lastimosa historia!

siguió su curso y dio su antiguo grito silencioso, do entre colinas soñoliento. ó de perseguir la gloria de éste, niéndose en un remoto valle ameno u historia a las rutilantes hojas de rocío. ada oyeron, pues ellas siempre escuchan do de su propio gotear. o el hombre a quien la Pena hizo su amigo otra vez la playa, y halló una concha, ó, Mi pesarosa historia contaré que, haciéndose eco, mis palabras su tristeza a través de un corazón hueco y perlado e para mí mi propia historia en mis palabras susurradas

mi antiguo pesar desaparezca. entonces quedo junto al perlado borde; triste habitante del océano cuanto él cantó en un gemido inarticulado us confusos pliegues, olvidándolo.

LA CAPA, LA BARCA Y LOS ZAPATOS

UÉ es eso que haces, tan brillante y hermoso?

a capa de la Pena: en, ver que a la vista de todos, sta de todos está la capa de la Pena.

construyes con velas para volar?

uyo una barca para la Pena: sobre los mares noche y día a la Pena vagabunda,

y día.

ejes con tan blanca lana?

os zapatos de la Pena: ha de ser la pisada leve os los oídos de los hombres de la Pena, y leve.

ANASHUYA Y VIJAYA

mplete indio en la Edad de Oro. Alrededor de él un jardín; dor de éste, el bosque. Anashuya, la joven sacerdotisa, llada en el templo.

uya. Manda paz a las tierras y al maíz titilante. tranquilidad camine de su brazo o él vaga en el bosque, si no quiere Y que los rebaños indolentes opiosos. Y si quiere a otra, nteras lo maten. Y carga a nuestro rey

nstante prudencia. Que los dos nos alcemos, o ya hayamos muerto, allende el sol poniente, partados de las otras sombras, ados los cabellos ante un mismo laúd.

[entrando y tirándole un lirio], ! Salve mi Anashuya.

uya. No, cállate. dotisa de este templo, ofrezco ias por el país.

.

Esperaré aquí, Amrita.

uya. Por el susurro del manto de Brahma

poderoso, es Amrita? ¡Ay, qué dolor! cupa tu atención.

.

Es el nombre de mi madre.

uya [canta, saliendo del templo]. nsamiento muy triste pasó lento a mi lado. rad, oh luceros! ¡Suspirad, y meced vuestro azul atavío! te pensamiento se ha alejado de mí por completo. ad, oh luceros! Cantad y elevad vuestro embelesado cántico eroso Brahma, quien os hizo innúmeros

como las arenas, ejó en los portales de la tarde con sus plácidas manos. enta en los escalones del templo.] ído mi arroz vespertino; pone el mentón en la espesura, do, con todas sus amapolas alrededor.

. La hora en la que Kama, con risa soñolienta, anta, y arroja sus fragantes flechas, sando el crepúsculo con sus susurrantes puntas.

uya. Mira cómo vienen los sagrados y viejos flamencos, do de sombra las gradas de mármol:

os y sabios, buscan sus acostumbradas perchas del templo, con andar sinuoso, s para vagar junto a sus melancólicas mentes. to le ha echado el ojo a mi cena; échalo, muy lejos. Le puse tu nombre. famoso pescador; constantemente on su pico los arroyos con peces. ue se lleva mi arroz. Te lo dije. talo. ¡Se va! Ten un beso, s salvado mi arroz. ¿No lo agradeces?

[canta]. Cantadla, oh primeras y contadas estrellas, nes Brahma, tocándoos con su dedo, os

alaba, pues sois ardia de la calma errante; para no ser demasiado calladas y viejas, d, girando en vuestros carros, d, hasta que elevéis las manos y suspiréis, y desde los ones de vuestros carros escudriñéis, dos vuestros cabellos arremolinados, y vertáis muchas mas de azur.

uya. ¿Qué saben los pilotos de las estrellas de las lágrimas?

. Sus rostros están extenuados, y en sus ojos a el fuego de la tristeza, pues ven

rámbanos que causan hambre en el norte, los hombres yacen helados en la nieve trémula; s violentos bosques se encogen el león ona, con todos sus gimoteantes cachorros; pre paseando por el borde de las cosas, leza, ese fantasma, en una niebla de lágrimas; as que nosotros solos tenemos en derredor bosques tupidos, mos la suavidad de la mano del otro, a, mientras…

uya [apartándose de él]. ¡Ay de mí! Tú quieres a otra, ndose a llorar.]

n súbito mal horrible le suceda!

. Quise a otra; ahora ya no la quiero. a descomposición de antiguos bosques tú, y en el límite de la aldea ella, anciano padre, el leñador ciego; e pie en su puerta, pero ahora…

uya. Vijaya, jura que ya no la querrás más.

. Sí, sí.

uya. Jura por los padres de los dioses, bitan en el santo Himalaya, emota Cima Dorada; enormes figuras eran viejas cuando el océano joven;

vastos rostros, misterio y sueños; ello rodó por las montañas ó año tras año los incontables nidos aros sin miedo, y en torno a sus pies sin agitación ices rebaños de ciervos y de antílopes oyen jamás al cruel sabueso. o!

. Por los padres de los dioses, lo juro.

uya [canta]. ¡He perdonado, oh nueva estrella! z no nos hayas oído, ¡hace tan poco que saliste, ora de los campos lejanos! verdad conocerás a mi amado por sus

flechas de cazador, ale saetas de sosiego, que siempre pueda tener sa solitaria, y que pueda besar sus manos en el sueño.

Vijaya. No, no digas nada, no digas nada; otisa de este templo, ofrezco ias por el país. a se va.] ahma, protege mientras duermen legres corderos y a las vacas ufanas, scas bajo las hojas, y los ratones jóvenes as raíces de los árboles, y todas las sagradas bandadas

mencos rojos; y a mi amor, Vijaya; ningún hada traviesa con dedo inquieto u sueño: haz que sueñe conmigo.

EL INDIO ACERCA DE DIOS

orrí la ribera bajo árboles húmedos,

íritu se mecía a la luz vespertina, y en torno a mis rodillas los juncos, íritu se mecía con sueño y suspiros; y vi pasar faisanes do por la hierba de una cuesta, y vi que dejaban de seguirse otro en círculos, y oí que el más viejo decía: sostiene el mundo en Su pico y nos hizo débiles o fuertes

aisán eterno y vive más allá del cielo. via procede de Su goteante ala, la luz de la luna de Sus ojos. caminando y oí que un loto decía: hizo el mundo y lo rige pende de un pecíolo, stoy hecho a Su imagen, y toda esta corriente cantarina sino una gota de lluvia que se desliza entre Sus amplios pétalos. orto trecho, en la umbría, un corzo alzó sus ojos nte de luz de estrellas, y dijo: El Piafador de los Cielos corzo manso; pues, ¿cómo si no, Él podría

bir algo tan triste y suave, algo tan manso como yo? andando un poco más y oí que decía un pavo real: hizo la hierba y los gusanos y mis joviales plumas pavo real gigante, y toda la noche agita guida cola sobre nosotros, encendida con miríadas de luces.

EL INDIO A SU AMOR

sla sueña a la luz de la aurora, s ramas vierten serenidad; vas reales bailan sobre un liso prado, agayo se mece sobre un árbol cido con su propia imagen reflejada en el esmaltado mar.

marraremos nuestra solitaria nave aremos siempre con manos enlazadas, ando en voz baja un labio a otro edio de la hierba, por la arena, ando cuán lejos están las tierras sin sosiego;

nosotros de entre todos los mortales ultamos bajo silenciosas ramas distantes, as nuestro amor hace crecer una estrella india, eoro del corazón que arde, me con la marea que reluce, las alas que relucen y se precipitan,

sadas ramas, la bruñida paloma me y suspira durante cien días: cuando muramos vagarán nuestras sombras, o la tarde haya acallado las emplumadas sendas, porosas plantas los pies junto al fulgor somnoliento del agua.

LA CAÍDA DE LAS HOJAS

oño está sobre las hojas que nos aman, e los ratones en las espigas de cebada; las, las hojas del serbal sobre nosotros, illas las húmedas hojas de las fresas silvestres.

a del amor que mengua se ha puesto sobre nosotros, adas y viejas están nuestras almas. émonos, antes de que la estación de la pasión nos olvide,

beso y una lágrima sobre tu frente gacha.

EPHEMERA

ojos que en tiempos jamás se cansaban de los míos inan con pesar bajo caídos párpados, uestro amor declina. Y entonces ella: que nuestro amor decline, quedémonos z más junto al solitario borde del lago, en esa hora de mansedumbre ue esa pobre criatura fatigada, la Pasión, cae dormida: janas parecen las estrellas, y qué lejos o primer beso, y, ay, ¡qué viejo mi

corazón!

tos anduvieron entre marchitas hojas, mente él, que sostenía la mano de ella, repuso: Pasión ha fatigado muchas veces nuestros corazones errantes.

deaban los bosques, la hojarasca amarilla omo débiles meteoritos en la oscuridad ejo conejo paseó cojeando por la vereda; ño estaba sobre él, y ahora se encontraban z más junto al borde solitario del lago; ndose vio que ella se había puesto hojas muertas as en silencio, húmedas como sus ojos, echo y en el pelo.

-Ah, no te lamentes,

dijo él, estemos cansados, otros amores aguardan; as sin tribulaciones, odia y ama. osotros se extiende la eternidad; nuestras almas mor y perpetua despedida.

LA LOCURA DEL REY GOLL

blanda piel de nutria me sentaba; a Emain, mi palabra era ley, a Invar Amargin golpeé chos de marinos pendencieros. ulsé los tumultos y la guerra de chico y moza, anciano y bestia; mpos prosperaban de continuo, es aumentaban en el aire, viejo olave profería o la cabeza encanecida: orte el frío, el rey mantiene a raya.

lan, las hojas revolotean en torno a mí, las viejas hojas del haya.

aba y bebía dulce vino; un pastor de valles interiores que sus cerdos los piratas robado en barcos tenebrosos. a mis valientes luchadores cíneos carros de combate uptas navas y fluviales valles; el titilar de las estrellas, do sobre ellos junto al mar mo del sueño los mandamos: manos ganaron torques de oro. lan, las hojas revolotean en torno a mí, las viejas hojas del haya.

l tiempo que aullando los mataba ba el burbujeante lodo, interior recóndito prendió go en torbellino fugitivo. trellas brillaban sobre mí, erredor los ojos de los hombres. do una carcajada huí corriendo ncosos pantanos y roquedos; rque los pájaros volaban, eaban juncos en el agua ba el lucero entre las nubes. lan, las hojas revolotean en torno a mí, las viejas hojas del haya.

a voy errabundo por los bosques o el verano sacia a las abejas,

do en otoñales soledades boles se visten de leopardo; do en las playas bajo el viento an los cormoranes en sus rocas; e voy, lavándome las manos, do y meneando los cabellos. o me conoce; por la oreja zco a los venados de los bosques; bres corren locas a mi lado. lan, las hojas revolotean en torno a mí, las viejas hojas del haya.

a un pueblecito que dormía o de una luna septembrina, de puntillas junto a él, ando con bella melodía

noche y día había viajado do con pasos formidables; dónde un salterio se encontraba, o en el asiento de un umbral, evé conmigo a la espesura; as inhumanas entonaron as nuestras voces acordadas. lan, las hojas revolotean en torno a mí, las viejas hojas del haya.

cómo al final de la jornada sacude su melena negra que oculta al sol que languidece rce aromas tenues por el aire: mano corría por las cuerdas de rocío que cae—, apagando

go en torbellino fugitivo; oy elevo un quejumbroso ulular, as cuerdas ya están rotas y mudas, o que vagar por bosque y loma lor estival y crudo frío. lan, las hojas revolotean en torno a mí, las viejas hojas del haya.

EL NIÑO ROBADO

de la agreste roca se sumerge

bosques de Sleuth en la laguna, a frondosa isla aleteantes garzas despiertan modorradas ratas de agua; ultamos nuestras cubas de hadas bosan de bayas imas cerezas robadas. s, vamos, niño humano! a y la naturaleza n hada de la mano, mundo lo llena el llanto más de lo que

puedas creer.

la ola de luz de luna alumbra na oscura y gris, n la punta de Rosses, a noche caminamos, o danzas antiguas, mezclando manos y miradas que alza el vuelo la luna; mos de un lado para otro uiendo en la espuma las burbujas as el mundo colman inquietudes o de ansiedad malduerme. s, vamos, niño humano! a y la naturaleza n hada de la mano,

mundo lo llena el llanto más de lo que puedas creer.

el agua errabunda sale a chorros cimas que se alzan en Glen-Car, rcas entre los juncos enas podrían bañar una estrella, mos truchas soñolientas rrándoles al oído ovocamos sueños intranquilos; ndose suavemente echos que vierten sus lágrimas arroyos jóvenes. s, vamos, niño humano! a y la naturaleza n hada de la mano,

mundo lo llena el llanto más de lo que puedas creer.

osotras viene olemnes ojos; volverá a oír el mugido neras en la cálida ladera, etera en la repisa flará paz en el corazón, á a los ratones agitarse no de la caja de la avena. a viene, el niño humano. a y la naturaleza n hada de la mano, mundo lo llena el llanto más de lo que pueda creer.

A UNA ISLA EN EL AGUA

gonzosa, vergonzosa,

nzosa de mi corazón, eve a la luz del fuego iva y distante.

ea los platos oloca en hilera. isla en el agua a llevármela.

ea las velas ende el cuarto en penumbra,

nzosa en el umbral onzosa en las sombras.

gonzosa como un conejo, ial y vergonzosa, sla en el lago a volar con ella.

POR LAS SAUCEDAS ABAJO

las saucedas abajo, mi amor y yo nos encontramos; asó junto a los sauces con pies blancos cual la nieve. ate el amor con calma, como la hoja crece en el árbol,” mas yo, joven y tonto, no pensé lo mismo que ella.

prado junto al río, mi amor y yo nos detuvimos,

e mi hombro, inclinado, puso su mano de nieve. la vida con calma, como la hierba crece en la presa,” o era joven y tonto, y hoy estoy lleno de lágrimas.

LA MEDITACIÓN DEL VIEJO PESCADOR

otras, olas, aunque dancéis a mis pies

como niños que juegan, e brilléis y relumbréis, aunque ronroneéis y os abalancéis, os más cálidos que éstos las olas eran más alegres, o yo era un muchacho con el corazón intacto.

hay arenques en la mar como antaño; mo crujían las banastas en el carro

evaba las capturas a Sligo para su venta, o yo era un muchacho con el corazón intacto.

rgullosa muchacha, no eres tan bella cuando su remo en el agua como eran, distantes y altivas, e caminaban por la tarde junto a las redes y guijas, o yo era un muchacho con el corazón intacto.

LA BALADA DEL PADRE JOHN O’HART

uen padre John O’Hart, o las leyes penales, n ricacho con tierras perdices y truchas.

e confió sus tierras; l otro era de una raza ruin: o como dote a sus hijas, se casaron muy lejos.

l padre John viajó í para allá, y tenía os en las botas s en la sotana.

lo querían, menos cho del demonio; es, gatos y niños, ájaros del aire.

porque abría sus jaulas as iba de un lado a otro a sonriendo “Tened paz” ía su camino con enojo.

i cuando alguien moría plañideras roncas como grajos,

ohibía que hicieran sus lamentos; l era un hombre de libros.

s eran las obras de John, o llorando por docenas, ntes vinieron a Coloony abía muerto a los noventa y cuatro años.

bo lamentos humanos; jaros de Knocknarea s los de en torno a Knocknashee on su lamento ese día.

jaros jóvenes y los viejos on volando, pesarosos, tristes; on de Tiraragh a llorarlo, on a llorarlo de Ballinafad;

on a llorarlo de Inishmurray, e quedaron para tomar bocado o sorbo; a forma fueron reprobados s desentierran las viejas costumbres.

LA BALADA DE MOLL MAGEE

id aquí, rapazuelos,

me tiréis piedras a mí e hable entre dientes. aos de Molí Magee.

rido era un pobre pescador ando en las orillas; alaba arenques odo el santo día.

ces, desde la cabaña en que salaba s podía arrastrar los pies,

a bendita luz de la luna calle guijarrosa.

re estaba debilucha, nacida mi hijita; la cuidaba una vecina, cuidaba hasta el alba.

haba sobre mi niña; os rapazuelos, a a mi niña fría o el alba helada y clara.

mujer cansada duerme tan mal! rido se puso colorado y pálido, io dinero, y me ordenó marchar de los míos, en Kinsale.

ndujo afuera y cerró la puerta chó su maldición; ncio me marché ude ver ningún vecino.

as y puertas estaban cerradas, trella brillaba tenue y verde, a del camino se arqueaba allejón vacío.

encio me marché: ar junto al establo de Martin na afable vecina do su fuego matinal.

tresacó mi historia: tado todo mi dinero,

ue con ojos de piedad y burla de comer y beber.

ue seguro que vendrá mi marido, levará otra vez a casa; iempre, cuando voy por ahí, s afuera o en el interior de las casas,

onando leña o turba, o al pozo, en mi bebé por mi suerte.

ces estoy segura de que sabe abrir de par en par Su puerta, nciende las estrellas, sus velas, con buenos ojos a los pobres.

e, rapazuelos, tiréis piedras a mí; gaos con ojos brillantes daos de Moll Magee.

LA BALADA DEL CAZADOR DE ZORROS

Ponedme en una silla con cojines;

os cuatro llevadme, jines de un lado a otro, ue vea una vez más el mundo.

establos y perreras; o que haya que traer; que corra mi alazán dle dar vueltas suavemente.

ed la silla en la hierba: a Rody y sus lebreles, eda marcharme a gusto os límites terrenales.

rpados se cierran, agacha la cabeza, ejos ojos nublan sueños; sobre cuantas cosas crecen arroyos soñolientos.

zán pisa el prado, llón se le acerca, a que los sueños del viejo se han ido, a con su hocico canela.

a muchas lenguas gratas se mueven sus manos debilitadas,

onducir lebreles jóvenes y viejos, ador está de pie a su lado.

or Rody, sopla el cuerno, e contesten las colinas. ador suelta en la mañana az grito fugitivo.

ego en los ojos del anciano, dos se mueven y oscilan, do la música fugitiva se apaga n decir débilmente:

or Rody, toca el cuerno, e contesten las colinas. puedo soplar el mío, uedo llorar y suspirar.

iados en derredor de sus cojines ercen de pena; breles contemplan su rostro, breles jóvenes y viejos.

n lebrel ciego está tendido aparte ierba en que bate el sol; n comunión íntima con su corazón: y pasan los momentos;

nido lastimero el lebrel ciego cio alza su cabeza helada; ados meten dentro su cuerpo; breles aúllan por el muerto.

LA ROSA [1893]

“Sero te amavi, Pulchritudo tam antiqua et tam nova! Sero te amavi” SAN AGUSTÍN

A Lionel Johnson

A LA ROSA QUE ESTÁ SOBRE LA CRUZ DEL TIEMPO

sa roja, orgulloso Rosa, triste Rosa de

mis días! ate mientras canto antiguas tradiciones: lain combatiendo con la fiera marea, oso Druida, criado en el bosque, de ojos calmos, mió en sueños a Fergus, y en la ruina, opia tristeza, de la que las estrellas, envejecidas lar con sandalias de plata sobre el mar,

n con su alta y solitaria melodía. ate: que, no cegado ya por el destino humano, as ramas del amor y el odio hallo ntas cosas necias viven sólo un día, eza eterna, errante en su camino.

ate, acércate, mas deja eco con que llenar tu aliento! no oír más cosas vulgares que imploran, va que se oculta en su agujero, ón que junto a mí cruza la hierba ranzas mortales que se afanan y pasan; ue sólo busque las extrañas cosas dichas os a los que han muerto ya hace mucho nda a cantar con una lengua ignota.

ate; quiero, antes que mi tiempo acabe, a la vieja Eire y sus leyendas. roja, orgullosa Rosa, triste Rosa de mis días!

FERGUS Y EL DRUIDA

. Te he seguido entre rocas todo el día s ido cambiando de apariencia: o un cuervo viejo en cuyas alas s si quedaba ya una pluma, una comadreja entre las piedras, a te recubre forma humana, mbre cano en medio de la noche. . Rey de la Rama Roja, ¿qué deseas?

. Esto te digo, sabio entre los sabios: y sutil, Conchobar un día

mi lado cuando yo juzgaba, to dijo era muy sabio, y fácil ra él lo que para mí una carga: e en la cabeza la corona sí desterrar mis aflicciones. . ¿Rey de la Rama Roja, qué deseas?

. ¡Un orgulloso rey! Ésa es mi angustia. o con los míos en el monte, rro los bosques, y conduzco das de mi carro en la frontera del océano susurrante; siento la corona en mi cabeza. . Mas, ¿qué deseas, Fergus?

. rey, tu sapiencia ensoñadora.

No ser

. Contempla mi cabello encanecido hundidos pómulos, las manos stener no pueden ya la espada, rpo tembloroso como un junco… mujer ninguna me ha querido, hombre ha buscado mi socorro.

. Un rey no es más que un necio que se afana mente en ser lo que otro sueña. . Ten la bolsa de sueños, si te empeñas; el cordón, y te envolverán.

. Veo que mi vida huye como un río cambio a otro; he sido muchas cosas: ta verde en la ola, un fulgor una espada, un pino en la colina, lavo que muele en un molino, sentado en cátedra de oro, fue maravilloso y grande; oy que no soy nada, lo sé todo. ruida, grandes redes de tristeza de esta cosita cenicienta.

LA LUCHA DE CUCHULAIN CON EL MAR

hombre se acercó desde el poniente r, que teñía en su fortín, —Soy el porquero a quien mandaste r la senda entre la mar y el bosque, hora ya no he de vigilarla.

ces arrojó la tela al suelo y alzó los brazos entintados, abios abrió con grito súbito.

quero la miró a la cara y dijo: ie vivo, o nadie entre los muertos ado jamás el mucho oro rtan sus caballos de batalla.

s si tu señor vuelve victorioso, ué pestañear entre temblores el pie a la corona en la cabeza?

ces él se estremeció, arrojándose o con la tela, y gritó esto: él hay una de voz como de pájaro.

mo te atreves —dijo, y golpeó puño teñido, y donde su hijo eaba fue con pasos torpes enfurecida: —No está bien

pasar las horas, como el vulgo.

cho he esperado, madre, esas palabras, por qué hoy? hombre ha de morir; zo es el más fuerte bajo el cielo.

o la luz del día o las estrellas, dre se alza en carros de batalla.

eres ahora más alto que él.

s en algún lugar bajo los astros, dre se alza. o, harto de guerras a caballo, en carros de combate…

o quiero saber cuál es mi senda, quél que te hizo acerba te hizo sabia.

Rama Roja acampa populosa l bosque y los caballos del mar. allí, y enciende una fogata; eles tu nombre y tu linaje aquel cuya hoja impere, hasta que den ro festejante a quien vincule mo juramento. estos hombres lain se encontraba, y su querida ojos se postró delante de él: asombro triste de sus ojos, un abril sobre los viejos cielos, ó en el esplendor de sus días;

doquier las arpas lo alababan, de reyes de la Rama Roja, mísimo Conchobar tocaba s dedos las cuerdas de latón.

n habló Cuchulain: —Uno ha hecho uera en el follaje tenebroso. oído cantar en sus paseos nido melodioso de su arco. a ver quién es. o y volvió.

ordenó que dijera que tan sólo ela su nombre ante la punta espada, y que aguarda hasta que hallemos no con el mismo juramento.

lain gritó: —Sólo yo entre la hueste ese juramento desde niño.

és de breve lucha en el follaje, al muchacho: —¿No existe doncella ame, o cuyos blancos brazos ponga no de los tuyos? ¿O es que ansías ra tenebrosa y soñolienta, eso has venido a desafiarme?

ecinto secreto guarda Dios te que depara a los humanos.

cara me recuerda a la de una mé un día. ha nuevamente,

hora la cólera guerrera pertó en Cuchulain, y la guardia nueva hoja atravesó la vieja asó la carne del muchacho.

la mientras aún te quede aliento. el hijo de Cuchulain el robusto.

horraré el dolor. Es cuanto puedo.

to que a la noche daba el día do, con la frente en las rodillas neció Cuchulain cabizbajo; obar entonces le mandó cella de voz como de pájaro, arició sus canas, zalamera;

s sus brazos y sus pechos s y suaves. Conchobar entonces, sutil de cuantos hombres hubo, ndo a sus druidas por decenas o: —Cuchulain, melancólico, as allí permanecerá o en un silencio pavoroso, o se alzará, dándonos muerte. antadle al oído encantamientos: che con los caballos del mar. uidas se aplicaron a su hechizo do por tres días, y Cuchulain tó y vio los caballos del mar, chando los carros de batalla, ito de su propio nombre, el héroe con la marea invulnerable.

LA ROSA DEL MUNDO

én soñó que la belleza pasa como un

sueño? tos labios rojos, con todo su triste orgullo, de que ningún nuevo portento pueda suceder, desapareció en funérea lumbre ijos de Usna murieron.

os con el mundo jadeante: lmas que flaquean y el paso ceden,

las aguas pálidas en su curso invernal, strellas que pasan, espuma de los cielos, úa viviendo esta faz solitaria.

aos, arcángeles, en vuestra oscura morada: de que vosotros existierais, o corazones latieran, da y dulce una se quedó ante Su asiento; zo que el mundo fuera un camino de hierba us pies errantes.

LA ROSA DE LA PAZ

iguel, caudillo de la hueste de Dios, entarse el Cielo y el Infierno ase desde el postigo del Cielo, ría sus hazañas.

nsar más en las guerras de Dios casa divina, con las estrellas irnalda para tu cabeza.

er todos cómo él se inclinaba as blancas estrellas decían tu alabanza, n irían a la ciudad de Dios

menos senderos.

s ordenaría que cesaran Sus guerras, do que ya todo estaba bien; emente habría una rosada paz, del Cielo y del Infierno.

LA ROSA DE LA BATALLA

sa de Rosas, oh Rosa del Mundo!

amen de hilados pensamientos, anza desplegado y que restalla el mar de las horas, turba el aire; mpana de Dios flota en el agua; por el miedo, o muy locuaz eranza, una banda se aproxima pelo empapado por la espuma. ad las batallas no libradas, to mientras pasan a mi lado, halla refugio del peligro,

tras de la guerra, aquel que oye al amor, con su amada siempre, al barrido hogar, en calma sombra; enid junto a mí todos aquellos que amor alguno ha concedido encio tejido, o sólo vino ejar un canto por el aire, ando pasó con sus sonrisas álida aurora; y congregaos es habéis buscado más allá que hay en la lluvia o el rocío, l sol y la luna, o sobre tierra, ue suspira en la dicha errante astros, o lanza carcajadas los mohínos labios del mar, ad las batallas de Dios

largos navíos de grisura. es, solitarios, insaciables, a Vieja Noche su misterio; mpana de Dios a éstos reclama grito ahogado de sus pechos , que ni vivir ni morir pueden.

de Rosas, oh Rosa del Mundo! mbién has venido donde rompen reas oscuras sobre muelles teza, y has oído repicar mpana remota que nos llama. lo entristecido por lo eterno a te hizo, y de la mar oscura. os largos navíos desamarran amen de hilados pensamientos

rdan, porque Dios les ha mandado mpartan un único destino; do, al fin, vencidos en sus Guerras, an hundido bajo estrellas blancas ticas, ya entonces no oiremos o débil, no, de nuestros pechos que ni vivir ni morir pueden.

CANCION DE HADAS Cantada por el pueblo de las hadas a Diarmuid y Grania, cuando dormían su sueño nupcial bajo un cromlech.

otros que somos viejos, viejos y

alegres, n viejos! de años, miles de años, ijera todo, a estos hijos, nuevos que vienen al

mundo, o y amor: as largas horas que vierten rocío de la noche, strellas del cielo,

estos hijos, nuevos que vienen al mundo, nso, lejos de los hombres. e algo mejor, algo mejor? noslo.

ros que somos viejos, viejos y alegres, n viejos! de años, miles de años, ijera todo.

LA ISLA EN EL LAGO DE INNISFREE

levantaré ahora e iré, iré a Innisfree, allí una humilde cabaña de arcilla y zarzas; hileras de judías tendré allí, una colmena que me dé miel é solo en un claro entre el zumbar de las abejas.

tendré algo de paz, pues la paz viene gota a gota desde los velos matinales a donde canta el

grillo; medianoche es una luz tenue, y un cárdeno brillo el mediodía, man el atardecer las alas del pardillo.

vantaré ahora e iré, pues siempre, día y noche, l rumor del lago ante la orilla; o estoy en la calzada, o en las grises aceras, o en lo más hondo de mi corazón.

CANCIÓN DE CUNA

ángeles se inclinan tu lecho; de ir en tropel s gimientes muertos.

e ríe en el Cielo te tan bueno; o, los Siete, Él de contentos.

e sé muy bien echaré de menos o te hagas mayor,

spiros te beso.

LA PENA DEL AMOR

piedad inefable onde en el corazón del amor: e, con sus compras y sus ventas, bes en sus altos viajes, ntiscas que siempre soplan frías mbría avellaneda que corren aguas grises como un ratón zan la frente de quien amo.

LA TRISTEZA DEL AMOR

oz de un gorrión en el alero, lante luna y la Vía Láctea, ustre armonía de las hojas rrado la imagen del hombre y de su llanto.

ven se alzó de labios tristes eció el sollozo universal, como Ulises y las naves a como Príamo entre sus pares muerto;

ó, y de inmediato los aleros,

aupada en un cielo vacío, s los lamentos de las hojas sieron la imagen del hombre y de su llanto.

CUANDO SEAS VIEJA

ndo ya seas vieja y canosa, y con sueño

bezadas junto al fuego, coge este libro o soñando con la mirada suave vieron tus ojos, y con sus hondas sombras;

tos tus momentos de alegre gracia amaron, lleza, con falso o con sincero amor, ólo uno amó en ti el alma peregrina, las aflicciones de tu cambiante rostro;

nándote luego junto a encendidas barras, a, algo apenada, cómo se fue el Amor

o por encima de las altas montañas stro ocultó entre un sinfín de estrellas.

LOS PÁJAROS BLANCOS

era que fuésemos, cariño, pájaros blancos sobre la espuma del mar! ansamos de la llama del meteoro, antes de que pueda apagarse y escapar; ama del lucero azul del crepúsculo, que bajo cuelga sobre el borde del cielo, pertado en nuestros corazones, cariño, una tristeza que querría no morir.

tiga surge de esos soñadores salpicados de rocío, el lirio y la rosa; sueñes con ellos, cariño, la llama del

meteoro que se va, ama del lucero azul que bajo pende mientras desciende el rocío: me gustaría que nos tornáramos pájaros blancos sobre la errante espuma, ¡tú y yo!

ndan islas sin cuento, y muchas costas de los Tuatha De Danaan, el Tiempo sin duda nos olvidaría, y la Tristeza no se nos acercaría ya nunca; lejos de la rosa y el lirio, y preocupados por las llamas, estaríamos, o fuésemos pájaros blancos, cariño, a flote sobre la espuma del mar!

SOÑANDO CON LA MUERTE

que una había muerto en tierra extraña de cualquier mano amiga; an clavado los tablones sobre su rostro, mpesinos de allí, os de dejarla en aquella soledad, aron sobre su túmulo uz que habían hecho con dos trozos de madera, dedor plantaron cipreses; andonaron a las estrellas indiferentes del cielo

que yo grabé estas palabras: ás hermosa que tu primer amor, hora yace en su ataúd.

LA CONDESA CATHLEEN EN EL PARAÍSO

acabado los días de pesadumbre; el sonrojado orgullo del cuerpo a hierba y el trébol, s pies pegados.

a en los flameantes manantiales del deber irá un altivo vestido; toda esa belleza acongojada ero de roble perfumado.

beso de la Virgen María ha puesto esa música en su rostro? a con pasos cautelosos de la antigua gracia tímida de la tierra.

os pies de siete ángeles, ailarina de luz tenue! los cielos se doblegan al Cielo, a llama y ala a ala.

¿QUIÉN VA CON FERGUS?

én será auriga ahora con Fergus,

vesará la tupida sombra del profundo bosque ará en la llanura de la playa? cho, alza tu rojiza frente tus tiernos párpados, muchacha, enséis más en esperanzas y miedos.

ca más os volváis y penséis misterio amargo del amor; ergus impera en los broncíneos carros

ra en las sombras del bosque, anco pecho del tenebroso mar, s las despeinadas estrellas fugitivas.

EL HOMBRE QUE SOÑÓ CON EL PAÍS DE LAS HADAS

medio del gentío en Drumahair, vestido de seda se prendó, in conoció cierta ternura de que la tierra lo abrazara. n echó pescados en un cesto, nces él creyó que estos alzaban queñas cabezas plateadas do lo que vierte la dorada a o las lucernas vespertinas isla olvidada por el mundo

se da el amor junto a las olas; s votos de amor no quiebra el Tiempo l techo inmutable de las ramas: o le privó de su sosiego.

o por la arena en Lissadell; en pensar en sumas de dinero s los cuidados que acarrea, in conoció prudentes años que lo enterraran bajo el monte; endo por terrenos cenagosos ca gris, sucísima, un gusano que en un lugar lejos de allí a una raza jubilosa ielos de oro o plateados; si un bailarín se refrenaba,

ávidos pies, uno diría sol y la luna daban frutos: ese canto ya no fue prudente.

ó junto al pozo de Scanavin; que se burlaban de él, al punto a vengar con saña legendaria de que la noche lo engullera; na brizna de hierba en la laguna el sin necesidad— cantó que existe o en que el silencio más atávico aza elegida impone el júbilo, porta que las aguas encrespadas o que la plata tormentosa el oro del día se levante che cual capa los envuelva

mante esté en paz junto a su amada. to disipó su gran enojo.

ó bajo la cumbre en Lugnagall; haber dormido a pierna suelta a cima fría y vaporosa, que la tierra lo guardaba, erme que alentaba entre sus huesos lautado grito no dijera os había puesto sobre el cielo dos que derraman el verano aquel bailarín y el oleaje te en derredor y que no sueña. ué aquellos amantes olvidados n de soñar hasta que mueran apague el mundo con un beso?

mbre no halla paz ni en su sepulcro.

LA DEDICATORIA A UN LIBRO DE RELATOS SELECTOS DE LOS NOVELISTAS IRLANDESES

ía una rama verde con muchas

campanillas o su propio pueblo regía en esta trágica Eire; erde rumor una calma feérica, ndad de druidas, vertía en los oyentes.

por ensalmo el mercader olvidaba su

engaño, emoria el granjero del ganado apartaba, laba en el sueño a las rugientes filas: fue pacífico durante breve tiempo.

xiliados que vagan por tierras y por mares pre planean, traman que algún día una piedra sobre la ancestral Tristeza! én yo tengo un tallo de campanillas calmas.

anqué de los verdes tallos que el viento arrancó y sacudió que se agotó la savia del verano. anqué de los tallos estériles de Eire, ís donde un hombre puede estar tan frustrado;

estar tan vapuleado, enojado y roto, un hombre sin amor: las alegres campanas traen risas cuden las telarañas de las vigas del techo; así, se disfruta más de los repiques tristes.

s o alegres, las campanas te traen recuerdos jos lugares inocentes y casi olvidados: os y nuestra amargura no hemos dejado huella pastos de Munster y el cielo en Connemara.

LA LAMENTACIÓN DEL VIEJO JUBILADO

que hoy me refugio de la lluvia

n árbol partido, a era la más próxima al fuego a reunión blaba de amor o de política, de que el Tiempo me mudara.

e otra vez los mozos hacen picas lguna conspiración, argan su furia locos pillos la tiranía humana,

ntemplaciones son sobre el Tiempo e ha transfigurado.

y mujer que vuelva el rostro n árbol partido, así las bellezas que amé en mi memoria; upo en la cara al Tiempo e ha transfigurado.

LA BALADA DEL PADRE GILLIGAN

ejo sacerdote Peter Gilligan fatigado noche y día; a mitad de su rebaño estaba en cama el césped verde ya yacía.

ez, dormitando en una silla, ra en que salen las polillas, obre hombre lo mandó llamar, mpezó a sufrir.

tengo paz, descanso ni alegría, a gente no para de morirse.

guida gritó: —¡Padre, perdón! blado mi cuerpo, no yo!

odilló y apoyándose en la silla se quedó adormilado; ardecer se retiró de los campos, on asomando las estrellas.

a poco se hicieron millones, hojas las sacudió el viento; cubrió de sombra el universo, surró al género humano.

ora en que pían los gorriones o volvieron las polillas, o sacerdote Peter Gilligan antó y se puso de pie.

y! ¡Huy! El hombre se habrá muerto as yo dormía en la silla. ue despertara su caballo, lgó a toda prisa.

gó como nunca antes hiciera, ndas pedregosas y pantanos; er del enfermo abrió la puerta; dre! ¿Otra vez usté aquí?

muerto el desgraciado? —gritó. ió hace una hora. jo sacerdote Peter Gilligan baleó de dolor.

rse usté, se trastornó y murió como un pájaro.

jo sacerdote Peter Gilligan odilló al oír esta noticia.

uél que hizo la noche estrellada lmas que se cansan y desangran, a uno de Sus magníficos ángeles yudarme cuando hacía falta.

uél a quien envuelven mantos púrpuras, os astros cuida, adó de la cosa más pequeña da en una silla.

LOS DOS ÁRBOLES

a, amada, tu propio corazón,

ol más sagrado crece allí; as ramas saltan de la dicha, odas las flores temblorosas. lores cambiantes de su fruto do luz alegre a las estrellas; aíz oculta la certeza ntado el silencio de la noche; copa frondosa, estremecida, odía ha dado al oleaje, casar mis labios con la música, ando por ti un canto de mago.

mores allí danzan en corro, ulo encendido de los días, un lado a otro gira y brota dulce ignorancia del follaje; ando el cabello alborotado alias aladas que se lanzan, s se desbordan de cariño: amada, tu propio corazón.

res más en el amargo espejo, sutil astucia, a los demonios e ante nosotros cuando pasan, o haces, míralo sólo un poco; llí crece una imagen fatal noche recibe tempestuosa, medio ocultas por la nieve,

s rotas y hojas renegridas. e todo se vuelve cosa estéril se en el espejo demoníaco, ejo de la fatiga externa, cuando Dios durmiera antaño. or el ramaje roto, van ervos del inquieto pensamiento; do, gritando por doquier, rras crueles y ávidas gargantas, s mientras huelen en el aire den sus alas andrajosas. us ojos, tan tiernos, hoy son crueles: es más en el amargo espejo.

A AQUELLOS CON QUIENES HE HABLADO JUNTO AL FUEGO

entras yo componía estos versos

danánicos, azón bullía soñando con la época estábamos juntos ante las débiles brasas ábamos, absortos, de esa raza sombría side en las almas de apasionados hombres mo que murciélagos en los árboles muertos; caprichosa compaña del crepúsculo

spira mezclando desdichas y alegrías, e sus dulces sueños jamás se han inclinado l fruto del viejo árbol del bien y el mal: violenta hueste asediada en la lucha alza, alas sobre alas, y llamas sobre llamas, o una tormenta, grita el Nombre Inefable con el chocar de afiladas espadas que destruye, hasta que nazca el día lencio albo apague todo excepto el latido alas muy luengas y el fulgor de sus pies.

A LA IRLANDA DEL MAÑANA

que querría ser considerado rmano de una cofradía ntó, para endulzar el mal de Irlanda, s y relatos, rainn, canciones; o quiero ser yo menos que ellos, dobladillo color de rosa roja, istoria comenzó que Dios creara el clan de los ángeles, astra por la página escrita. o el Tiempo empezó a vociferar y enfurecerse,

ida de sus pies voladores ue el corazón de Irlanda comenzara a latir; empo mandó que destellaran todos sus luceros uminar aquí o allá una medida; os pensamientos de Irlanda mediten una medida quietud.

no me consideren como s, Ferguson o Mangan, e, para quien reflexiona bien, mas más que las suyas cuentan descubiertas en lo hondo, sólo duerme el cuerpo. as criaturas elementales se mueven

ado a otro por mi mesa, n de la mente desmedida ferar y enfurecerse en ríos y vientos; quel que camina por medidas sendas da ha de sostenerles la mirada. mbre siempre viaja junto a ellas dobladillo color de rosa roja. as hadas que bailan bajo la luna, rra druídica, una melodía druídica!

as aún pueda, escribiré para ti r que viví, el sueño que conocí. el día en que nacemos hasta nuestra muerte e pasa en un suspiro; tros, nuestro canto y nuestro amor,

el Tiempo medidor ha encendido en el cielo, s las cosas ignorantes que se mueven ado a otro por mi mesa, adonde pueden estar, xtasis de la verdad que consume, es lugar para el amor o los sueños; Dios pasa al lado con pisadas blancas. rto mi corazón en mis poemas, ue tú, un mañana sombrío, cómo mi corazón fue con ellos dobladillo color de rosa roja.

EL VIENTO ENTRE LOS JUNCOS [1899]

LA HUESTE SOBRENATURAL

ueste ha abandonado Knocknarea donde yace Clooth-na-Bare; e menea su ardiente cabellera mh grita: Vámonos lejos, vámonos. tu alma de mortales sueños. nto se alza, danza la hojarasca. o suelto, y las mejillas pálidas, os pechos palpitan, brillan nuestros ojos, os brazos se agitan, los labios se entreabren,

guien contempla nuestro paso s nos interponemos entre él to de su mano, entre él y su esperanza. ste va veloz de madrugada. e hay esperanza o actos más bellos? e menea su ardiente cabellera mh grita: Vámonos lejos, vámonos.

LAS VOCES ETERNAS

es voces eternas, callad ya;

enes guardan la celestial grey ad que vaguen, obedeciéndoos, con llama, hasta que el Tiempo acabe.

abéis oído que nuestros corazones son viejos, ntáis en los pájaros, en el viento en el soto, ramas que tiemblan, en la marea ante la playa?

s voces eternas, callad ya.

LAS PASIONES

empo termina en decadencia, una vela que se consume, montes y los bosques su instante, su instante; en la desbandada ánimos nacidos del fuego aparecido?

EL AMANTE HABLA DE LA ROSA QUE HAY EN SU CORAZÓN

as las cosas feas y tronchadas, todo

cuanto está desgastado y viejo, o de un rapaz junto al sendero, el crujido de un torpe carromato, minar pesado del labriego, embarrado en el mantillo invernal, an tu imagen que hace que en mi corazón crezca, honda, una rosa.

enta de las cosas contrahechas es tan atroz que resulta indecible; ansío crearlas nuevamente, y sentarme, apartado, en un verde cerro, tierra y el cielo y el agua, rehechos, lo mismo que un cofre de oro mi soñar con tu imagen que hace que en mi corazón crezca, honda, una rosa.

LA HUESTE DE LOS AIRES

ISCOLL conducía con su canto o y al ánsar salvaje los juncos con penachos mible Lago de los Ciervos.

que el juncal se oscurecía ar la nocturna marea, con la larga y tenue melena dget, su prometida.

mientras cantaba y soñaba jos tocaba un gaitero,

a hubo gaita más triste, a más alegre que aquélla.

a muchachos y muchachas ilaban en un llano, idget, su prometida, entre ellos, ra triste y alegre.

ilarines lo rodearon do cosas muy dulces, uchacho le trajo vino tinto muchacha pan blanco.

ridget lo cogió de la manga ndolo del grupo jovial evó a unos viejos que jugaban artas con manos muy ágiles.

vino resultaron funestos, quélla era la hueste del aire; tó y jugó soñando larga y tenue melena.

on los ancianos joviales nsar en mal alguno, que uno se llevó a Bridget del baile jovial.

levó en sus brazos, hacho más apuesto, uello, su pecho y sus brazos undó la larga y tenue melena.

scoll desparramó las cartas ertó de su sueño:

os y muchachos y muchachas ían esfumado del todo.

yó muy alto en el aire gaitero tocaba, a hubo gaita más triste a más alegre que aquélla.

EL PEZ

que te ocultes en la pleamar

marea cuando se ha puesto la luna, s vengan detrás sabrán un día arrojé mi red, ncontables veces te escapaste malla de plata, ando que fuiste duro y cruel, sarán con frases muy amargas.

LA HUESTE INAPLACABLE

hijos de los Danaan ríen en cunas de oro as dan palmaditas y entrecierran los ojos, erán el norte cuando el águila vuele aves alas blancas y el corazón helado. a mi hijo que gime, lo aprieto en mi regazo, cómo las tumbas a los dos nos reclaman. entos desolados gritan al mar errante, entos que se ciernen sobre el poniente en llamas: entos que golpean en las puertas del Cielo

fierno, arrastrando espíritus llorosos; ma que bate el viento, la hueste inaplacable linda que velas a los pies de María.

HACIA EL CREPÚSCULO

uco corazón en un tiempo caduco,

de la red del bien y el mal; corazón, de nuevo en el crepúsculo ira de nuevo en el rocío del alba.

dre Eire es siempre joven, re brillante el rocío, y el crepúsculo gris; e pierdas la esperanza y decaiga el amor, do en llamaradas de una lengua injuriosa.

orazón, donde se alzan colinas, llí la mística hermandad

l y la luna, la hondonada y el bosque, arroyo, hace según su deseo;

hace girar Su cuerno solitario, empo y el mundo están siempre en fuga; mor es menos dulce que el crepúsculo gris, peranza menos grata que el rocío del alba.

LA CANCIÓN DEL ERRANTE AENGUS

a la avellaneda porque un fuego aba consumiendo la cabeza; y pelé una rama de avellano, baya le puse como anzuelo, ndo las polillas blanquecinas, ando los astros, cual polillas, a baya al curso de un riachuelo ué una truchita plateada.

o la hube puesto sobre el suelo, vivar la hoguera, y escuché

go se agitaba sobre el suelo alguien me llamaba por mi nombre: ía convertido en una joven ores de manzano sobre el pelo, lamó por mi nombre, y corrió, fumó en el aire iluminado.

e me he hecho viejo, siempre errante rras de hondonadas y colinas, averiguar dónde se fue, sus labios, y estrechar sus manos, r entre los altos pastizales, r, hasta el final de los tiempos, nzanas de plata de la luna, oradas manzanas del sol.

LA CANCIÓN DE LA MADRE ANCIANA

levanto con el alba, me arrodillo y soplo que la semilla del fuego parpadea y reluce; o tengo que fregar, cocer, barrer que salen las estrellas y titilan; óvenes están acostadas y sueñan en su cama zos a juego para su pecho y cabeza, n el día desocupadas iran si el viento les mueve una trenza; as, yo he de trabajar porque soy vieja

milla del fuego se hace débil y fría.

EL CORAZÓN DE LA MUJER

ué me importa ya la alcoba aquella lmaban plegarias y el descanso; pidió salir a las tinieblas echo reposa sobre el suyo.

é las atenciones de mi madre, vivía a salvo y al abrigo; sombría flor de mi cabello, ocultaré de la tormenta.

lo ocultador bajo el rocío, jos de la vida y de la muerte

azón reposa sobre el suyo, ento está mezclado con su aliento.

EL AMANTE SE LAMENTA POR LA PÉRDIDA DEL AMOR

das cejas, manos quietas, pelo oscuro,

a una hermosa amiga que la antigua desesperación l terminaría en amor: iró en mi corazón un día que allí estaba tu imagen; do lejos llorando.

SE LAMENTA POR EL CAMBIO QUE HAN SUFRIDO ÉL Y SU AMADA, Y ANHELA EL FIN DEL MUNDO

oyes mi clamor, cierva blanca sin cuernas? o transformado en un sabueso con una oreja roja; ado en el Camino de las Piedras y el Bosque de Espinos, lguien escondió odio y esperanza y deseo y temor

mis pies, para que noche y día te sigan. mbre con una vara de avellano vino sin hacer ruido; nsformó de súbito, yo miraba a otra parte; a mi clamor no es sino el de un sabueso; mpo y Nacimiento y Cambio pasan veloces a mi lado. ra que el Jabalí sin cerdas hubiese venido del oeste ncado del cielo el sol y la luna y las estrellas era en la oscuridad, gruñendo, entregado al descanso.

PIDE A SU AMOR QUE ESTÉ EN PAZ

los Caballos Sombríos, que agitan sus crines, uosos sus cascos, cabrilleantes sus ojos; e se despliega sobre ellos, la noche que se arrastra, ha ocultado la alegría antes que despunte el alba, e solloza bajo el pálido rocío y suspira al desaparecer, derrama rosas de fuego carmesí; idad del Dormir, de la Esperanza, el

Sueño y el constante Deseo, ballos del Desastre se abalanzan en el barro: , entrecierra los ojos, y que lata tu corazón el mío, y que tu pelo caiga sobre mi pecho ndo la hora solitaria del amor en un hondo culo de paz tando sus crines al viento y sus patas tumultuosas.

REPRENDE AL ZARAPITO

zarapito, no chilles más en el aire, o a las aguas del oeste; chillar me recuerda ue nubló la pasión y una grave melena a sobre mi pecho: mucho mal en el chillar del viento.

RECUERDA LA BELLEZA OLVIDADA

eñirte en mis brazos, aprisiono azón contra el antiguo encanto rgo hace que abandonara el mundo; das coronas que los reyes unas sombrías arrojaron o huyeron ejércitos; historias or que en seda hilada recamaran ensoñadoras sobre el paño gordó a la polilla destructora; as con que antaño entretejieron mas sus cabellos, y los lirios

os que las damas trasportaran ofusos pasillos consagrados bes de un incienso tan densísimo lo Dios los ojos no cerró: se blanco pecho y calma mano den de un país más soñador, edad con más sueños que la nuestra; ndo tú suspiras entre un beso oigo que también suspira, pálida, leza por la hora en la que todo de desvanecer como el rocío, ama sobre llama, abismos, simas, espada en sus férreas rodillas, no sobre otro soñoliento en sus misterios solitarios.

UN POETA A SU AMADA

aigo entre mis manos reverentes ros de mis innúmeros sueños, mujer a quien gastó el amor la arena gris perla las olas; razón más viejo que ese cuerno lma el fuego pálido del tiempo, mujer de innumerables sueños, go mi poema apasionado.

ENTREGA A SU AMADA CIERTAS RIMAS

ete el pelo con horquillas de oro

ra cada trenza sinuosa; mi corazón que levantara imas endebles, las trabajó, día tras día, niendo una triste hermosura s guerras de antaño.

enes que alzar tu blanca mano e la melena y suspirar;

r deben, latir acelerados los corazones de los hombres; puma cual cirio en las arenas, stros que escalan cielos fríos, iven por alumbrar tus pasos.

A SU CORAZÓN, PIDIÉNDOLE QUE NO TENGA MIEDO

mulo corazón, calla; silencio;

da la antigua sabiduría: quien tiembla ante el fuego y la corriente, ientos que soplan siderales, s vientos, el fuego y la corriente n y oculten, pues que él es ajeno as, solitarias muchedumbres.

EL GORRO Y LOS CASCABELES

ufón entró en el jardín, ín había caído en el silencio; dó a su alma que se alzara rse en el alféizar de ella.

n ropaje azul liso se alzó o empezaban a cantar las lechuzas; gua se había hecho sabia pensando pisada leve y silenciosa.

a joven reina no quiso escuchar; antó con su pálido camisón

etió tras el pesado marco los pestillos de la ventana.

ndó a su corazón ir a ella o ya no cantaban las lechuzas; ropaje rojo y tembloroso és de la puerta la cantó.

gua se había hecho sabia soñando; pelo flotante y floreal; la cogió su abanico de la mesa con él adiós agitándolo en el aire.

o un gorro y cascabeles”, meditó él, s mandaré a ella y moriré”, arear la mañana jó por donde ella pasó.

os puso en su regazo, o de una nube de su pelo, abios les cantaron una canción de amor que en el aire surgieron las estrellas.

brió la puerta y la ventana, razón y el alma al punto entraron; ano derecha fue el rojo izquierda la azul.

n un ruido cual de grillos, ática sabia y dulce, lo de ella fue una flor doblada silencio del amor a sus pies.

EL VALLE DEL JABALÍ NEGRO

to gotea el rocío y se congregan los

sueños; lanzas desconocidas volando súbitas ante mis ojos que han despertado de un sueño, nces el choque de jinetes caídos y los gritos rcitos desconocidos que perecen golpean junto a mi oído. es aún nos afanamos junto al cromlech, en la playa, ulo gris en la colina, cuando el día se

hunde ahogado en el rocío, osos de los imperios del mundo, nos inclinamos ante ti, de las estrellas silenciosas y la flamígera puerta.

EL AMANTE PIDE PERDÓN POR SUS MUCHAS PASIONES

te importuno corazón turba tu paz labras más ligeras que el aire, ranzas que al tiempo de nacer parpadean y cesan, a la rosa de tu pelo e tus labios con un fragante crepúsculo, y di: Corazones de aventadas llamas! entos más viejos que el cambio del día y la noche,

surrantes y anhelantes vinisteis dades de mármol, resonantes de tamboriles de antaño, ses feéricos de un color gris perla; andartes de guerra, un pliegue púrpura sobre otro rdaron reinas con manos de luz trémula; steis a la joven Niamh flotar con rostro enamorado bre la corriente fugitiva; emorasteis en el lugar oculto y desolado murió el último fénix lvisteis la llama sobre su sagrada cabeza; susurráis y anheláis: razones Lastimeros, que mudáis hasta que las mudanzas mueran

canto tumultuoso”. e las pálidas flores de tu corazón pelo oscuro y pesado, a, suspirando por cuantas cosas anhelan reposo, ante crepúsculo.

HABLA DE UN VALLE LLENO DE AMANTES

que estaba en un valle, entre suspiros, mantes felices pasaban en parejas, que mi amor perdido salía furtivamente del bosque lidos párpados caídos sobre ojos de ensueño. en mi sueño: Mujeres, que los mozos pongan las cabezas stros regazos, y que ahoguen sus ojos vuestro pelo; al recordar el de ella no hallarán

hermoso otro rostro que todo valle se haya marchitado.

HABLA DE LA BELLEZA PERFECTA

árpados nublados, tenues ojos eños emborronan, rdos que se afanan de continuo nstruir una belleza perfecta en sus rimas ncidos por el mirar de una mujer a ociosa prole de los cielos; o, mi corazón se inclinará, cuando el rocío ento, hasta que Dios queme el tiempo s ociosos astros y ante ti.

OYE EL GRITO DE LA JUNCIA

ino junto al borde

e lúgubre lago de el viento grita entre la juncia: que se rompa el eje antiene girando a las estrellas manos arrojen a lo hondo andartes del este y del oeste, uelte el cinturón de la luz, ho no latirá junto al pecho amada dormida.

PIENSA EN QUIENES HAN HABLADO MAL DE SU AMADA

recierra tus párpados, libera tu cabello,

a con los grandes y su orgullo; quier han hablado mal de ti, ompara este canto con los grandes y su orgullo; e con una bocanada de aire, os de sus hijos dirán que han mentido.

LOS BENDITOS

hal gritó, inclinando la cabeza,

que Dathi vino y se quedó, deando, a la entrada de la cueva, l viento y el bosque.

mhal dijo, inclinando las rodillas, venido por el camino que bate el viento ntender la mitad de tu beatitud nder a rezar cuando tú rezas.

do traer salmón de los arroyos as de los cielos. Dathi se cruzó de brazos y sonrió

s secretos de Dios en los ojos.

mhal vio, como una humareda, po de almas benditas, es y niños, mozos con libros, os con báculos y estolas.

ba a Dios y a Su Madre —dijo Dathi— Dios y Su Madre han enviado lmas más benditas del mundo r tu corazón de regocijo.

cuál es el más bendito —preguntó Cumhal — o todos son lindos y buenos? sos que con incensarios de oro en torno del bosque?

ojos parpadean —dijo Dathi— egos con los ojos de Dios; uedo ver dónde va el viento cer su camino;

atitud va donde el viento, do se va morimos; alma más bendita del mundo na una cabeza borracha.

titud viene de noche y de día de el corazón sabio conoce; ha visto en la rojez del vino a Incorruptible,

ñolienta echa hojas sobre él ulzura del deseo,

as el tiempo y el mundo se consumen púsculos de rocío y de fuego.

LA ROSA SECRETA

ota, secretísima, inviolada

envuélveme en la hora de mis horas; aquellos que en el Santo Sepulcro tonel de vino te buscaran n más allá del alboroto agor de los sueños derrotados; a entre los párpados muy pálidos, a con el sueño que los hombres mado Belleza. Con tus hojas ves viejas barbas y los yelmos y de rubí de coronados ; y a aquel rey cuyos ojos vieron

anos Traspasadas y la Cruz co elevarse entre un vapor co y nublarse las antorchas, o enajenado se murió; l que a Fand halló junto a las llamas costa gris sin viento alguno ió al mundo y a Emer por un beso; uel que echó a los dioses de su castro auroras rojas hizo fiestas junto al túmulo a sus muertos; l rey soñador que desterrara de sí corona y pesadumbres, ocando a bardos y bufones entre vagabundos en la fronda; en vendió sus tierras y sus bienes ó muchos años por países

hallar, entre lágrimas y risas, bella mujer, tan luminosa llaban maíz a medianoche una trenza suya que le hurtaran. mbién yo aguardo la hora grave ran vendaval de amor y de odio. do se apagarán las luminarias elo, como chispas de una forja, rán? ¿Llegada es ya tu hora? a ya tu gran vendaval, oh Rosa a, secretísima, inviolada?

LA CALMA, ESA DONCELLA

ónde fue la Calma, esa doncella

ando su roja caperuza? s que despertaron a los astros a través de mi sangre. ómo pude estar yo tan tranquilo o ella se alzó para marcharse? labras que el rayo han invocado abaten sobre mi corazón.

LOS TORMENTOS DE LA PASIÓN

ndo la angélica puerta se abre entre

laúdes; o un inmortal amor alienta en un barro mortal, os corazones sufren el azote, las trenzadas espinas, hedumbre hostil, heridas en palmas y costado, onja con vinagre, las flores junto al arroyo de Cedrón; ándonos, nos soltaremos el cabello sobre

ti erter un tenue perfume, y colmados de rocío, de esperanza palidísima, rosas de un sueño apasionado.

EL AMANTE RUEGA A SU AMIGA POR LOS VIEJOS AMIGOS

que estás en tus días luminosos;

s en el gentío, os amigos, llenos de tu alabanza; s distante ni orgullosa, cuerda a los viejos amigos; á, aciago, el Tiempo inundándolo todo, y se perderá tu belleza odos los ojos menos éstos.

EL AMANTE HABLA A LAS OYENTES DE SUS CANCIONES EN TIEMPOS VENIDEROS

mujeres arrodilladas en comulgatorios lejanos, o las canciones que hice para mi amada oculten la oración mo de este corazón muerto se eleve por el aire violáceo obreponga al humo del incienso y la mirra, aos y rezad por cuantos pecados introduje

en mis cantos que la Abogada de las Almas Perdidas alce la voz diga a mi amada y a mí: “No voléis más a muchedumbre que se debate lastimera y penitente”.

EL AMANTE SUPLICA A LOS PODERES ELEMENTALES

ndo los Poderes cuyos nombre y

apariencia nadie conoce arrancado la Rosa Inmortal; ue las Siete Luces se hayan inclinado en su baile y llorado, ragón Polar dormido, nroscado sus pesados anillos de un trémulo piélago a otro, do despertará?

es Poderes de la ola que cae y el viento sobre el fuego, estro coro armonioso d a la que amo y cantadle hasta que quede tranquila, ue mi antigua preocupación pueda acabar; gad vuestras alas llameantes y apartad de la vista des del día y de la noche.

os Poderes del pensamiento soñoliento, que no sea omo la pálida concha marina o los vientos se congregan y el sol y la luna arden borrosos su borde nublado;

ue un suave silencio hecho con música fluya e van sus pasos.

DESEA QUE SU AMADA ESTUVIERA MUERTA

n sólo yacieras fría y muerta, palideciendo en el oeste, as inclinando la cabeza, ondría la mía en tu pecho; susurrarías cosas tiernas, nándome, porque estabas muerta; lzarías, yéndote deprisa, omo los pájaros salvajes; o envolvería, recogido, , el sol y las estrellas.

ra, amada mía, que yacieras ojas de acedera sobre el suelo as una a una las luces palidecen.

DESEA LAS TELAS DEL CIELO

viese las doradas telas del cielo adas de luz de plata y oro, azul, la pálida y la oscura noche, la luz y la penumbra, ndría las telas a tus pies; omo soy pobre, sólo tengo mis sueños. esto mis sueños a tus pies; uave, porque pisas mis sueños.

PIENSA EN SU PASADA GRANDEZA CUANDO FORMABA PARTE DE LAS CONSTELACIONES DEL CIELO

ebido cerveza en Tír na nÓg porque conozco ya todo; o un avellano, y me colgaron ella Polar y la Osa Mayor hojas en tiempos muy remotos; junco que pisan los caballos

ombre, enemigo de los vientos, lo sabe algo con certeza; cabeza no ha de reposar echo, ni su boca en el cabello mujer que él ama, hasta que muera. s salvajes y aves, ¿cómo puedo vuestros reclamos amorosos?

EL VIOLINISTA DE DOONEY

ndo mi violín toco yo en Dooney

e baila como una ola en el mar; mo es cura en Kilvarnet, mano lo es en Mocharabuiee.

superado a mi hermano y mi primo: een libros de oraciones; mis libros de canciones mpré en la feria de Sligo.

o vayamos al final de los tiempos Pedro, solemnemente sentado,

reirá a las tres viejas almas mí me llamará el primero a la puerta;

os alegres son siempre los buenos, que sea por un azar maligno, alegres les encanta el violín, alegres les encanta bailar.

ndo la gente de allí me vea, se acercarán a mí, do “¡He aquí el violinista de Dooney!” arán como una ola en el mar.

EN LOS SIETE BOSQUES [1904]

EN LOS SIETE BOSQUES

ído a las palomas de los Siete Bosques, il trueno, y a las abejas del jardín r en las flores del tilo; y he apartado tiles protestas y la amargura antigua cían el corazón. Por un instante he olvidado excavada, y a la nueva vulgaridad rono y gritando por las calles ando guirnaldas de un poste a otro e es lo único que está feliz. nto estoy, pues sé bien que la Calma

a sonriente y su corazón salvaje come palomas y abejas, mientras el Gran Arquero, uarda el momento de disparar, aún cuelga bosa aljaba sobre Pairc-na-Lee.

LA FLECHA

sé en tu belleza, y esta flecha,

de una idea salvaje, está en mi médula. y hombre que pueda mirarla, ningún hombre, ndo era, lozana, una mujer noble, pero con rostro y senos or delicado cual la flor del manzano. elleza es más benigna, aunque tengo motivos amentar que la antigua ya no esté en su esplendor.

LA NECEDAD DE CONSOLARME

uien que es siempre amable dijo ayer:

lo de tu amada tiene canas s sombras cercan sus ojeras; mpo hace más fácil ser sensato: e hoy te parezca imposible, o que te hace falta es paciencia.”

l corazón exclama: “No, go ni una pizca de consuelo. mpo ha de renovar su belleza, e de su nobleza, al agitarse,

go que se agita en torno a ella, on mucha más intensidad. que no hubiera sido así o estaba el verano en sus pupilas.”

volviera el rostro, corazón, la necedad de consolarme.

VIEJO RECUERDO

la a ella, pensamiento, cuando el final del

día rta un viejo recuerdo, y di: erza, que es tan altiva, intensa y dulce dría convocar una nueva era, trayendo a la memoria nas hace tiempo imaginadas, s tuya a medias: él amasó en ella largos días de la juventud, y quién hubiera do que todo, y más que todo, se volvería nada,

palabras queridas significarían nada”. Pero bueno está, i hemos culpado al viento podemos culpar al amor; ace falta más, nada se diga sulte violento para niños extraviados.

NUNCA DES POR ENTERO EL CORAZÓN

ca des por entero el corazón,

unca el amor parecerá digno mujeres llenas de pasión ece real, y nunca sueñan va haciendo débil con los besos ue todo lo hermoso es sólo un breve, illoso y grato regocijo. nca des el corazón del todo, llas, a pesar de lo que labios puedan decir, han entregado

azón al juego, ¿y quién podrá en igualdad de condiciones, mudo y ciego ya de amor? ha hecho esto bien conoce el precio, io entero el corazón y perdió.

LAS RAMAS MARCHITAS

cuando la luna musitaba a las aves: a avefría y el zarapito griten donde quieran, elo tus palabras alegres, tiernas y dolientes, os caminos no acaban y no hay lugar para mí.” a pálida como la miel lucía baja sobre la ladera, aí dormido sobre el solitario Echtge de los arroyos.

han marchitado las ramas por el viento invernal; marchitado porque les he contado mis sueños.

co los caminos frondosos que toman las brujas enen con coronas de perlas y sus husos de lana, onrisa secreta, de lo hondo del lago; nde va una luna borrosa, donde la raza de los Danaan a sus bailes cuando la luz se enfría prados de las islas, sus pies donde brilla la pálida espuma. han marchitado las ramas por el viento

invernal; marchitado porque les he contado mis sueños.

co el país somnoliento que sobrevuelan los cisnes ejados con cadenas de oro, y cantan al volar. y una reina vagan por allí, y el ruido dejado tan felices y abatidos, tan sordos y ciegos saber, que vagan hasta que han pasado todos los años; ozco, y al zarapito y la avefría en Echtge de los arroyos. han marchitado las ramas por el viento

invernal; marchitado porque les he contado mis sueños.

LA MALDICIÓN DE ADÁN

ados a finales de un verano,

rmosa mujer —tu buena amiga— yo, hablando de poesía, Un verso quizá nos cueste horas, ese mismo verso no parece sido pensado en un instante, uestro coser y descoser rá servido entonces para nada. si no, doblar el espinazo ar la cocina o picar piedras un pobre, haga tiempo bueno o malo.

ticular sonidos melodiosos ajar más duro, y sin embargo, a el pensamiento un haragán l ruidoso hatajo de banqueros, os y maestros, que los mártires minan el mundo.” Ante lo cual ermosa mujer por cuya causa s conocerán grandes congojas do que su voz es dulce y débil, tó: “Nacer mujer es saber que no te lo enseñen en la escuela— mos de esforzarnos por ser bellas.”

ue dije yo: erto que no existe nada hermoso

la caída de Adán a hoy requiera esfuerzos denodados. es ha habido que creyeron amor era sólo cortesía, itos, citaban, suspirando, dentes de libros venerables, oy esto parece algo muy fútil.”

lar del amor enmudecimos os expirar la luz del día: rémulo azul glauco del cielo, na gastada, cual la concha s aguas del tiempo van lavando años, y en torno las estrellas.

ente pensaba en tus oídos, eras bella, y en cómo me esforzaba

arte de un modo ya anticuado; nque todo parecía feliz, s teníamos do el corazón como la luna.

LA CANCIÓN DE HANRAHAN EL ROJO SOBRE IRLANDA

viejos espinos pardos se parten en dos sobre la Playa de Cummen, n feroz viento negro que sopla de la izquierda; o valor se rompe como un viejo árbol bajo un viento negro y muere, emos escondido en nuestros corazones la llama a los ojos hleen, la hija de Houlihan.

nto ha arrebujado las nubes sobre Knocknarea, ado el trueno sobre las piedras a pesar de lo que diga Maeve. ue son como ruidosas nubes han puesto a latir nuestros corazones; odos nos hemos inclinado y besado los silenciosos pies hleen, la hija de Houlihan.

una amarilla se ha desbordado sobre Clooth-na-Bare, os vientos que traen agua soplan sobre el denso aire; una intensa crecida, nuestros cuerpos y nuestra sangre;

más pura que un alto cirio ante la Santa Cruz hleen, la hija de Houlihan.

LOS VIEJOS OBSERVÁNDOSE EN LAS AGUAS

os viejos, muy viejos, decir: sufre alteración, por uno, todos vamos cayendo.” manos como garras, y sus rodillas n retorcidas como los viejos espinos las aguas. os viejos, muy viejos, decir: lo que es hermoso se desliza marchándose las aguas.”

BAJO LA LUNA

me hace feliz soñar con Brocelianda, Avalón, el hoyo de verde hierba, ni con la Isla Jubilosa, una halló a Lanzarote enloquecido y lo ocultó; el Ulster, cuando Naoise desplegó una vela al viento; tierras harto borrosas como para ser un peso en el corazón: s bajo las Olas, donde de la luz de la luna y el sol iejas hermanas devanan los hilos de los

longevos, s de la Torre, donde Aengus ha abierto de par en par las puertas, osque Prodigioso, donde alguien mata un buey al alba, allarlo cuando cae la noche en un féretro de oro. ay muchas reinas como Branwen y Ginebra; mh y Laban y Fand, que se podían transformar en nutria o cervato, ujer del bosque, cuyo amante se volvió un halcón de ojos azules; do paso en sueños junto a una arboleda, o un fortín, o una playa, e las olas deshabitadas con reyes para

tirar de los remos, ue la cuerda del arpa las alaba, u oigo sus lastimeras palabras. e de algo dicho bajo el famélico cuerno una del cazador, suspensa entre la noche y el día, con mujeres cuya belleza se vino abajo consternada, o en un viejo relato, es una carga insoportable.

LA ARBOLEDA DESMOCHADA

e a donde en las aguas en el bosque

ado de pasos delicados ama suspiran al mirarse. sólo amásemos tú y yo!

a la que va con pies de plata, a plateada de los cielos, o asoma el sol de su capucha áurea? sólo amásemos tú y yo!

rre a la arboleda desmochada, e allí expulsaré a los amantes.

mi parte del mundo, oh rubio pelo! die amó jamás, más que nosotros.

OH, NO AMES DEMASIADO TIEMPO

mes demasiado tiempo, cariño: é mucho, mucho tiempo, ué a estar pasado de moda una vieja canción.

argo de los años de nuestra juventud o pudo haber distinguido samiento del del otro, dos estábamos.

oh, en un instante ella cambió, ames demasiado tiempo,

rás de moda una vieja canción.

LOS MÚSICOS PIDEN UNA BENDICIÓN PARA LOS SALTERIOS Y PARA ELLOS MISMOS

oces [juntas]. Oh, bendecid las manos que interpretan, ce voz, las notas y las cuerdas, ñores de la ciudad rutilante! ltad las trompetas estridentes, e ebrios de banderas que flamean ma de murallas y de torres, uerte agitar de vuestras alas.

ra voz. Tal vez se van quedando en el camino. e recogió su manto púrpura; acho, musita junto al muro: l peso de las mortales horas.

da voz. Oh no, oh no, se precipitan, bajan horlitos que escuchan el reclamo.

a voz. Parientes de los Tres Seres en Uno: ndecid las manos que interpretan. tas seguirán viviendo, mientras sta grave historia se termine. anos, nuestras manos ya perecen.

oces [juntas]. Aunque ufanas, serenas,

sobrevivan as, bendecid a nuestras manos, manos que ya desaparecen.

LA ALDEA FELIZ

muchos recios labriegos orazón se partiría iesen ver la aldea ue vamos al galope; mas tienen frutos y flor as las épocas del año; s corren repletos veza roja y parda. jo toca la gaita bosque de oro y plata; de ojos azules como el hielo n en multitud.

oso susurraba: é hay del azote del mundo? reía con dulzura, a tiraba de mis riendas, l raposo susurraba: no tires de sus riendas, balga hacia la aldea la pesadilla del mundo.

o están tan animados eden llegar a las manos, elgan sus espadones mas de plata y oro; uantos mueren en la lid vo despiertan a la vida. que su historia

onozcan los hombres, oh, los recios labriegos an los azadones, razones serían como una taza guien hubiera apurado.

oso susurraba: é hay del azote del mundo? reía con dulzura, a tiraba de mis riendas, l raposo susurraba: no tires de sus riendas, balga hacia la aldea la pesadilla del mundo.

l descolgará su trompeta rama que está arriba

un pequeño soplido o se haya puesto la cena. el vendrá desde el agua a cola de pescado, y hablará tentos que han sucedido mojadas sendas de los hombres, á un viejo cuerno ta batida, y beberá quedarse dormido el borde estrellado.

oso susurraba: é hay del azote del mundo? reía con dulzura, a tiraba de mis riendas, l raposo susurraba:

no tires de sus riendas, balga hacia la aldea la pesadilla del mundo.

DE

EL YELMO VERDE Y OTROS POEMAS [1910]

SU SUEÑO

a estridente popa mecía ernalle en su extremo, por doquiera iba pasando ultitud en la orilla.

que acallé a la multitud, ijo de hombre me dijo: es esa figura con sudario estridente lecho?”

correr por el borde, a esa cosa que abajo estaba dignos eran sus brazos y piernas—

dulce nombre de la Muerte.

e me llevé el dedo al labio, odía sino aceptar el canto? pel que corría, el estridente bosque, a noche clamaron,

ndo ante el mar reluciente, tasiado hálito nombrándola, que tenía tal dignidad— dulce nombre de la Muerte.

UNA MUJER A QUIEN CANTARA HOMERO

guno se acercaba o yo era joven, ba “Es que la quiere”, laba con odio y miedo. oh, cuánto peor era sara a su lado os indiferentes.

esto escribí y creé, ya encanecido, con haber llevado

rado a mi pensamiento tiempo venidero decir pueda: mbreció en un espejo era el cuerpo de ella”.

lla tenía sangre ardiente o yo era joven, emente ufana caminaba por una nube, ujer a quien cantara Homero, ida y literatura parecen ño heroico sólo.

PALABRAS

pensé hace un rato: mada no comprende he hecho o lo que haría a tierra dura y ciega.”

cansé del sol aclarar de nuevo mis ideas, ando que lo mejor que hiciera ra dejárselo claro;

evo años gritando: in lo entiende todo, me he fortalecido

alabras me obedecen.”

lo hubiese hecho, quién sabe hubiera sacado del cedazo. a arrojado palabras pobres ía contento de vivir.

SIN OTRA TROYA

de culparla por colmar mis días rimiento, o que recientemente ara violencia al ignorante, ra a los pequeños contra el grande, e su valor como el deseo? e podría haber pacificado a, noble y sencilla como un fuego, un arco tensado su belleza, no es natural en estos tiempos, solitaria y severísima? ué podría haber hecho, siendo ella? ía otra Troya que incendiar?

RECONCILIACIÓN

unos te acusaron de robar

rsos que pudieran conmoverlos en que el oído, sordo, y los ojos ciegos rayo, te marchaste de mí, encontré para hacer mi canto yelmos, espadas y cosas olvidadas, an recuerdos de ti. Mas ahora tremos que el mundo vive igual que antes; ataques de risas y de llanto, mos a un hoyo espadas y coronas. ame, querida; desde que tú te fuiste, mientos estériles me han helado los

huesos.

REY Y NO REY

uese todo menos una voz!” lamó el No Rey que después fue Rey, amás escuchó que nadie fuera, rado a palabras, más que ruido; ues la Vieja Fábula es amable, triunfe en algún lugar o modo he olvidado, aunque él dispare; as que a nosotros que creíamos visto un relato puro y dulce, vencido la promesa ciste hace muy poco enfurecida. o sabré, si no tengo tu fe, la luz cegadora tras la tumba

algo que enjugue nuestra pérdida? abilidad y la charla diarias, ha habitual de uno con el otro que se frustraran cuerpo y alma.

PAZ

que el Tiempo tocase una figura ostrara lo que en tiempos de Homero a por la paga de un héroe. aber sido siempre una tormenta a, no pintaran los pintores de tanta nobleza,” dije, beza altiva y delicada, veridad junto al encanto, ulzura en medio de la fuerza.” as la paz que viene finalmente al tocar el Tiempo su figura.

EN CONTRA DE ALABANZA INMERECIDA

orazón queda en paz, porque ón ni bobo hundir pueden no es para su aplauso or causa de una mujer. con que la obra parezca, ando ella tu vigor, ño que un león soñara que gritaran los páramos, reto entre vosotros dos, dos orgullosos.

un así harías su alabanza! quí hay un texto más altivo, erinto de sus días jos por su propia extrañeza; o lo que dio su soñar o calumnias e ingratitud smo imbécil y bobo; e muchos peores que éstos. sí, cantando en el sendero, león, medio niña, ella está en paz.

LA SEDUCCIÓN DE LO DIFÍCIL

educción de lo difícil ado la savia de mis venas la espontánea alegría zo innato de mi corazón. hay que inquieta a nuestro potro, mo si no hubiese nacido de los dioses cado en las nubes del Olimpo, a bajo la fusta, tira, suda igual que si arrastrara grava. tas obras han de montar de mil maneras,

ha diaria con bribones, bobos la farándula y sus gentes. to que antes que retorne el alba a cuadra y quitaré el pestillo.

CANCIÓN TABERNARIA

la boca entra el vino, mor por el ojo; nica certeza que, viejos, muramos. l vaso a la boca, emplo, y suspiro.

LA LLEGADA DE LA SABIDURÍA CON EL TIEMPO

que sean muchas las hojas, la raíz sólo

es una; mis engañosos días de juventud mecí mis hojas y mis flores; do marchitarme en la verdad.

AL OÍR QUE LOS ESTUDIANTES DE NUESTRA NUEVA UNIVERSIDAD SE HAN UNIDO A LA CAMPAÑA CONTRA LA LITERATURA INMORAL

DE, si no es aquí, la Verdad y el Orgullo helan prostituirse, maliciosos cajean de la juventud ena a la insensata madurez?

A UN POETA, QUE QUERRÍA QUE ALABARA A CIERTOS MALOS POETAS, IMITADORES DE ÉL Y MÍOS

s, pues que he ladrado muchas veces

do lo que otros han cantado, bo ser cortés con lo de éstos; ¿es que hay perro que alabe sus pulgas?

LA MÁSCARA

Quítate esa máscara de oro

de con ojos de esmeralda. no, querido, ¿cómo osas si el corazón es sabio mito, y no frío?

o quiero saber lo que hay, o engaño. máscara te atrajo, y luego tir tu corazón, que ésta cubre.

o debo inquirir, no vaya

ue seas mi enemiga. no, querido, déjalo, mporta, si sólo existe fuego en mí?

SOBRE UNA CASA SACUDIDA POR LA AGITACIÓN CAMPESINA

dría el mundo ser más venturoso

casa, pasión y precisión desde tiempo inmemorial, viera ruinosa y no engendrara bien abierto que ama el sol, samientos de águilas que surgen evocan las alas a otras alas, xcelso a lo excelso entretejido? e humildes techumbres de madera

ra más robustas su caída, alcanzarían su ventura, nes que gobiernan a los hombres, éstos el postrero don del Tiempo, ega paulatino: un habla escrita ble risa, encanto y sin esfuerzo?

EN EL TEATRO DE LA ABADÍA (Imitación de Ronsard)

rido Craoibhin Aoibhinn, cuántos claman

o somos brillantes y elevados e volar así, se marcharán, as que aquellos mismos otro día lan, por vulgar, de nuestro arte; a que ansiaban contemplar alas siempre aleteando. amamantaste con el libro onoces al dedillo: dinos

o innovador que los contente. brida para este Proteo ra y cambia igual que sus océanos? hay ninguna, oh célebre entre todos, s burlarnos de ellos si se burlan?

ESTE CELAJE

celaje en torno al sol postrado, estad que cierra su ojo ardiente: hizo el fuerte, el débil se lo apropia caer lo que alto se elevara; onancia sigue a la armonía se hunde hasta un nivel vulgar. orrer acaba, pues, amiga, te ocurre, entonces con más peso cho que lo grande te acompañe, e sea por hijos que suspiras: elaje en torno al sol postrado, estad que cierra su ojo ardiente.

EN LAS CARRERAS DE GALWAY

en la pista, rute hace unánimes a todos, en caballos al galope, ío que en torno se arracima: n nosotros os una vez cuantioso público a y jaleaba nuestras obras; allistas como compañeros, que el mercader y el chupatintas s alentaran sobre el mundo. d cantando:

a luna nueva en algún sitio, mos que el dormir nunca es la muerte que la tierra su son cambia, u carne es indómita, y de nuevo, do mientras dura la carrera, mos jaleadores entre hombres balgan caballos.

LA ENFERMEDAD DE UNA AMIGA

nfermedad me trajo samiento, en su balanza: ué me debería espantar e la llama hubiese devorado l mundo, como un carbón, que la he visto comparada alma?

TODO PUEDE TENTARME

puede tentarme a abandonar el verso; tro de mujer en tiempos, o peor: puestas demandas de este país de necios, ier cosa que venga más rápido a la mano ta habitual labor. Cuando yo era más joven, hubiera dado un duro por un canto oeta al cantarlo no se daba unos aires e hicieran creer que guardaba una espada; oy quisiera ser, de obtener mi deseo, élido y más mudo y más sordo que un pez.

PENIQUE ROJO

n soy muy joven”, dije.

“No, ya soy mayor”, que lancé un penique aber si amaría. ama, jovencito, ama es bella y joven. nique rojo, rojizo, atado a su cabello. é artero es el amor. ste nadie tan sabio scubra lo que esconde: ía en el amor

que huyan las estrellas bras traguen la luna. nique rojo, rojizo, í empezar tan pronto.

RESPONSABILIDADES [1914]

“En los sueños comienza la responsabilidad” UNA VIEJA OBRA DE TEATRO “Cómo he decaído, hace mucho que no he visto al Príncipe de Chang en sueños” KHONG-FOU-TSEU

n, antepasados, si aún estáis ra oír el final del relato, der del Viejo Dublín “exento del diez y el cuatro”, ciante de Galway con España; abio rural, amigo de Emmet, ado cien años por los pobres; der y sabio que me habéis dado sangre o ha pasado por las entrañas de ningún buhonero, dos que disteis sin importar la muerte: ler o un Armstrong que resistieron salobres aguas del río Boyne es y sus irlandeses al cruzar el de Holanda;

marino mercante que saltaste por la borda n sombrero astroso en el Golfo de Vizcaya; ás que nadie, viejo callado y temible, espectáculo diario que espoleó tasía, e hizo que mis labios niños dijeran las virtudes que se derrochan ganan el sol”; nad que por una pasión estéril, o de cumplir cuarenta y nueve, ga hijos; no tengo más que un libro, so que pruebe vuestra sangre y la mía.

LA ROCA GRIS

as con los que aprendí el oficio,

ñeros del Cheshire Cheese, uí un relato que rehice nando que os agradaría ue los relatos hoy en boga, e penséis que malgasto mi aliento o que existe una pasión ene en sí más vida que muerte, que el viejo e intachable Goban no tuvo en embotellar vuestro vino; aleja es vuestra porque es mía.

o las copas circulaban al acabar el día

comienzan así los buenos relatos—, oses se sentaban a la mesa mansión de Slievanamon. ban soñolientos, o roncaban, o atiborrados y de carne. antes antorchas relumbraban el metal que martilleara Goban ta antigua y honda que rodaba e una quieta copa sin vaciar uando el brío agitaba sus músculos, ía forjado en la colina ontener la sagrada pócima n sólo los dioses comprar pueden.

se zumo que los hizo sabios alzaron los oscuros

ños de sus ojos, lguien con aspecto de mujer ante sus párpados cansados lando apasionada les dijo: cavar, buscad un muerto oculta no sé dónde bajo tierra; s de él en su cara, y después ballos y canes dadle caza, l es el peor de los muertos.

ríamos aturdidos, temerosos, lo ver en sueños esa sala, os empapados en vino, maldiciendo o que vació nuestro futuro. í a una mujer incontentable e cuando era niña soñaba

ombres y mujeres como éstos; ués, cuando su sangre enloqueció añó su propio relato —Dentro de dos o tres años a casá con un gamberro. o esto, prorrumpió en lágrimas.

radas de tasca, pues moristeis, vuestras imágenes se yergan, huesos y músculos dispersos, se aposento, u otro igual. asteis el fin cuando erais jóvenes: no, las mujeres o una maldición— unca hicisteis el más mínimo canto oder llenar la bolsa, clamasteis vuestra fe en una causa

onseguir un tropel de amigos. vasteis las leyes de las Musas ntasteis el fin sin pesadumbre, ello os ganasteis el derecho n así, alabo a Dowson y Johnson— aros con los olvidados del mundo ar su mirada fija, altiva.

danesa hueste fue expulsada l alba y el ocaso —dijo ella; e estuvieron en liza largo tiempo, e el Rey de Irlanda está muerto itad de los reyes, antes de la puesta de sol e cumplió. Cuando este día ugh, hijo del Rey de Irlanda,

diendo un paso tras otro, jores tropas y él, espalda con espalda brían perecido si los daneses no huyen del pánico por el ataque, ar de un hombre invisible; decido Murrough descubrió por la planta de un pie mojado en sangre bía dejado huellas por el suelo, junto a viejos espinos ese hombre se alzaba; ue cuando miró por doquier más que espinos, dijo; ién es este amigo que parece aire así supo dar golpes certeros? ces un joven apareció ante su vista, abló: —Pues que ella me entregó

or, y no deseaba que muriera, la que se crió de rocas cogió un alfiler tándolo contra mi camisa tió que por un alfiler pudiera verme para hacerme daño: a todo acabó; no tomaré una que había sido mi vergüenza o, hijo de Rey, qué heridas tienes. jo rotundo, mas al llegar la noche veló su tumba, pues él jo del Rey estaban muertos. ía prometido doscientos años do a pesar de todo lo que yo había hecho o dicho tos ojos inmortales vertieron lágrimas— mó que la necesidad de su país era lo

más, ía salvado la vida, pues por un nuevo amigo ía convertido en un fantasma. e le da a él si mi corazón se rompe? mo azada, caballo y can oder acosarlo. Después ojó al suelo, sus vestiduras y gimió: r qué han de ser infieles si su fuerza de sacras sombras que recorren a gris y la ventosa luz? ué el corazón más infiel prefiere rgo dulzor de falsos rostros? ué muere el amor más duradero ionan los hombres a los dioses?

ntonces todo dios se levantó nta sonrisa y sin hacer ruido, gando su brazo y copa e ella gemía sobre el suelo nto la caló hasta los huesos; reándole el vino de Goban, ordar lo que había sucedido, dó riendo mirando a los dioses.

o fiel, aunque fui puesto a prueba, acida de las rocas, al pie errante entre las rocas, ambiado el mundo tras tu muerte. o tengo buena fama a escandalosa hueste frente al mar ee que los golpes de espada son mejores

úsica de amante. Mas sea así, ue esté contento el pie errante.

LOS DOS REYES

y Eochaid fue, una tarde, a un bosque e de Tara. Hacia su reina al galope, adelantó a sus hombres dos de luchar, que con ganado o caminaban por el lodo, e el hayedo era una luz verde azul de la hiedra sobre el suelo, un ciervo más blanco que la nata, lor del océano los ojos. ortaba el camino y parecía to que cualquier ciervo del mundo, e en su caballo tembloroso

o picó espuelas; pero el ciervo inó y corrió hacia él; pasó rasgando a del corcel. Tambaleándose, sacó su espada y con la punta vo señaló. Cuando chocaron acero, el asta resonó si fuera plata, con un ruido e, musical y milagroso. zada aquel asta con la espada, n y lucharon como un ciervo nicornio, juntos, que pisaran ontes Africanos de la Luna; que al fin las dobles astas, vueltas, sobre la sola, atravesando rcel las entrañas. El Rey Eochaid aer la espada, y entre sus recias

tomó las astas y miró eza a los ojos verde mar, quí para allá fueron sus pasos que todo se sumió en el cieno. rte muslo y el ágil se enfrentaron, nos que el vigor del mundo asían ezuñas y astas que absorbieron n velocidad del vasto aire. on entre arbustos y raíces, donde en la roca prendió el fuego, mpo que en las hojas una ardilla jaba y chillaban unos pájaros. uando por fin apretó los briosos contra el gran tronco de un haya, a bestia y fuerte la retuvo ando un cuchillo. Mas de súbito

ombra se esfumó, con alaridos lientes que se dirían de alguien hubieran hurtado un gran tesoro, sobre el follaje verdiazul, ndió por el aire, deshaciéndose, que todo pareció una sombra extraña visión, si no quedasen ellas en el lodo, tanta sangre rcel destripado. Fue el Rey Eochaid oblada Tara, sin descanso, ó a las murallas esmaltadas, stes de bruñido tejo y bronce orme portal, y aunque las lámparas ban su luz tenue en las ventanas rta, boca o suela resonaron, os viejos senderos que corrían

pozos o prados hubo ruido; ún ser viviente ruido hacía ra que mugían muy remotos e el horizonte los rebaños. il es el silencio con los reyes ra al que regresa victorioso, ntre los pilares palpitando donde en el centro de la sala, ada, en un banco se sentaba con una espada ante los pies. anos agarraban aquel banco; fijos, estaban los dos ojos, tados los labios, ¿qué pasión ía petrificado? Oyendo supo nerviosa de quién eran; uando él fue a tomarla entre sus brazos,

apartó, levantóse y dijo: enviado a los campos o a los bosques uardias o siervos de esta casa, eseaba que juzgaras a alguien acusa a sí misma. Si inocente, verá a mirar a hombre ninguno que hayas juzgado, y si es culpable verá a mirar jamás a un hombre. ndo estas palabras, demudóse mo que ella estaba demudada, do que hallaría de sus labios ido de aquel día monstruoso. ces ella dijo: -Me llevaste estaba sentado Ardan, tu hermano, il en su asiento, y me mandaste

lo en la asombrosa enfermedad lí lo había clavado, y si moría arle su túmulo, y grabar mbre en Ogham. Dijo entonces Eochaid: ve? —Vive y tiene buena salud. ntras os tenga a los dos, poco importa n haya perdido o qué mal halle. ndé su cama hacer bajo este techo, evé comida con mis manos; urrieron semanas de este modo, ada vez que yo le preguntaba te sucede?” nada respondía, e siempre le turbaban mis palabras; o hacía más que preguntarle, que, harto, gritó que algunas cosas ran el alma a piedra muda.

ces contesté que aunque ocultara reto fatal, desesperado endo, lo dijera, y buscaría do el ancho mundo su remedio. ces exclamó: “Un día tras otro, eguntas, y yo, porque padezco n tormenta en medio del cerebro viento me alzará, mando, prohíbo, o y malgasto mi aliento”. Entonces Aunque fuese malo lo que ocultas, o no podría hacerte mal, s malo, sería aún peor túmulo o la piedra que preservan toda virtud y nos arrojan eños que devastan nuestra vida, sombras, que agitan el cerebro”.

o que aún callaba, me agaché je al oído, muy en secreto: es una mujer quien lo ha causado, ella o no quiera, mis guerreros, e hayan de pasar a Escandinavia an que prenderla entre sus huestes, án mirar su obra, por que apague iar que encendiera; y aunque ella luzca de seda o porte una corona, ará orgullosa conociendo nterior de su corazón estro gran tesoro en este mundo ar, aunque sea brevemente, ha a nuestros hijos y a los hombres”. ces él, pensando sin pensar, do lo que apenas deseaba,

ó: “Tú podrías sanarme, Edain”. esta frase me marché, e días otros lo cuidaron, e días dio vueltas mi mente or del zodiaco catastrófico, urando que el túmulo incurable nuestras dudas y piedad. espués de pasar los nueve días unto a su silla, e inclinándome ue mientras todos descansaban oza de un leñador se fuera s le daría fuerzas la esperanza— e de Tara, entre avellanos, oculto aguardara a que un amigo, le había dicho, lo sanara, go cordial.

En noche oscura as fui por hayas y avellanos hallar el lugar que iluminaba porretear de una tea; Ardan do estaba en un montón de pieles, sar de llamarlo y de intentarlo del sueño, no lo desperté. é a que la noche terminara, ués, con temor de que un labriego o de la trilla o de sus pastos, a verme, me marché. Entre rocas tas por la hiedra, cual la luz e de una espada, apareció de majestad extraordinaria os como los de un gran milano

do el bosque. Toda temblorosa, omo al milano el urogallo, on mágica voz muy melodiosa Un largo cortejo extenuante ablar de amor por boca ajena bajo los párpados de otro, mis artes le dieron la pasión durmiente, y ya con mi deseo ido, aquí te traje, para a solas o hablar. Después mis artes dieron su pasión, dejando sólo Despertará al hacerlo el sol, drá en pie y se frotará los ojos abrá qué acceso padeciera ce meses”. Yo retrocedí da, pero la voz siguió:

r, yo fui tu esposo en otro tiempo el aire montabas y bailabas spuma que gira y con el polvo s que olvidaste, traicionada en una cuna. Hoy he venido rte de nuevo como esposa”. e tener miedo; con su voz uió despertar viejos recuerdos, spondí: “Soy esposa del Rey Eochaid, lado he tenido cuanta dicha a a las mujeres”. Imperiosa, hizo que el cuerpo pareciera una cuerda bajo un arco, y dijo: dicha alcanzar pueden los amantes en que ésta acaba en piedra muda? llí donde alzamos nuestros súbitos

os en el aire, los placeres ban en fatiga, ni corrompe mpo la mejilla, ni pie existe egue a fatigarse de la danza, a que no ría; mas mis labios an entre labios que celebran mor, el vacío de tu lecho”. o podría amar, le contesté, s que cuando el alba alumbra el lecho stra a mi marido que allí duerme pirado “El brío y la nobleza arecerán”? ¿O cómo puede r el amor sus sinsabores s porque al dormir entre mis brazos, do, al niño amo en el adulto? pueden del amor saber, si ignoran

te erige su nido en un repecho , sobre un barranco, azota el viento? endo que en el lecho mortuorio”, es dijo él, “has de devolver, slo o no, esta vida ya olvidada, vivir cuarenta años o treinta o, con toda esta dicha inútil?” ces me tomó en sus brazos, pero anos lo apartaron, y grité: reo que jamás exista un cambio nsiga tachar de mi memoria da que es dulce por la muerte; i lo creyera, que tuviesen ia redoblada mis dos labios que es doblemente breve”. Luego,

ma que mis manos apretaban poró de súbito. Caí, n haya detuvo mi desplome rándome oí cantar los gallos Tara. El Rey Eochaid, cabizbajo, gracias por lo hecho por su hermano, omesas y aquello que rehusó. nto los mugidos del ganado ron tras los muros, y la puerta nce vio pasar a los guerreros dos de luchar vociferando, rmano de Eochaid en el medio nte les dio la bienvenida.

A UN RICO QUE PROMETIÓ UNA SEGUNDA SUSCRIPCIÓN AL MUSEO MUNICIPAL DE DUBLÍN SI SE PROBABA QUE EL PUEBLO QUERÍA CUADROS

diste, pero no darás de nuevo antes peniques de Paudeen untan con los medios de Biddy

orman “algún tipo de prueba”, de que tú sueltes tus guineas, aquello que enorgullecería dar ue la ciudad ciega e ignorante na que la hará más próspera. mportó al Duque Ercole, que envió mos a la plaza del mercado, cieran o pensaran los tenderos ue su Plauto marcara la pauta as las comedias italianas? ndo creó Guidobaldo a escuela de modales ingenio y belleza se aprendieron el ventoso cerro de Urbino, pachó corredores por doquier onocer el deseo de los pastores.

ndo expulsaron a Cosimo, ente a cómo se extendía el rencor, ó las horas que dejaron libres trer plan de Michelozzo a Biblioteca de San Marco, que la turbulenta Italia obtendría e en el Arte, cuyo fin es la paz, lógica y la ley natural ndo de las ubres de Grecia.

no abierta muestra nuestra pérdida, e él supo mejor cómo vivir. eguen los Paudeens a la rayuela. a vista al sol y entrega el corazón exultante llama bueno ue un nuevo día pueda engendrar lo mejor

e tú diste, no lo que querrían, as ramas precisas para un nido de águilas!

SEPTIEMBRE DE 1913

necesitáis, llenos de sentido común, uscando a tientas en un cajón grasiento medios peniques a peniques oración a otra trémula oración, ecar el tuétano del hueso? ezar y ahorrar los hombres nacen; nda Romántica ha muerto y se fue, on O’Leary en la tumba.

llos eran de otra clase, mbres que acallaron vuestro juego infantil

dispersado por el mundo como el viento, oco tiempo tuvieron de rezar uel por quien se hiló la soga del verdugo, , que Dios nos ampare, ahorrar pudieron? nda Romántica ha muerto y se fue, on O’Leary en la tumba.

or esto por lo que los gansos salvajes ieron el ala gris sobre toda marea; to por lo que se vertió tanta sangre, to por lo que Edward Fitzgerald murió, ert Emmet y Wolfe Tone, quel frenesí de los valientes? nda Romántica ha muerto y se fue, on O’Leary en la tumba. pudiésemos hacer volver los años

ar a los exiliados que estaban de soledad y de aflicción, ais “El pelo rubio de una mujer oquecido a todo hijo de madre”: n tan liviano lo que dieron. ue sigan así, han muerto y se fueron, con O’Leary en la tumba.

A UNA AMIGA CUYO ESFUERZO HA SIDO EN VANO

ra que se sabe la verdad,

creta y toma la derrota bronca garganta, cómo puedes competir, en el honor, con aquel se probara que miente, avergonzaría ante sus ojos os del vecino? a para algo más duro Triunfo, da la vuelta

o una cuerda que ríe por dedos frenéticos dio de un lugar hecho de piedra, creta y disfruta, e de todas las cosas conocidas lo más difícil.

PAUDEEN

rabia por lo lerdo y el oscuro rencor ndero Paudeen, me marché dando tumbos piedras y espinos a la luz de la aurora; que gritó un tordo, y en el viento esplendente rdo le habló; y de pronto pensé la altura remota donde Dios nos observa rá, si se olvida nuestro ruido confuso, ma que no tenga una voz pura y nítida.

CUANDO HELENA VIVÍA

mos gritado desesperados

s hombres abandonan, gún asunto trivial ruidosa e insolente diversión, eza que hemos obtenido horas amargas; así, si hubiésemos andado quellas torres desmochadas s que Helena caminó con su chico, mos recibido como el resto hombres y mujeres de Troya

labra y una burla.

A QUIENES ODIARON THE PLAYBOY OF THE WESTERN WORLD, EN 1907

vez, cuando la noche golpeaba el aire, nucos corrieron por el infierno y se reunieron as las calles atestadas para mirar atónitos el gran Don Juan cabalgaba: pio de éstos clamar y sudar do atónitos su vigoroso muslo.

LOS TRES MENDIGOS

que con las plumas mojadas,

ado aquí desde la aurora, ontré nada que comer, allo porquerías. o a vivir depececillos? urró la vieja grulla de Gort. r todos mis pesares pececillos?

y Guaire anduvo con los suyos patio de armas y la orilla, es dijo a tres mendigos:

otros habéis viajado por doquier, aclarar lo que hay en mi cabeza. nes menos desean más obtienen, obtienen quienes más desean? ndióle un mendigo: —Obtiene más n no cansan hombres ni demonios, puede tensar sus músculos si no el deseo les hace así tensarse? Guaire se rió pensando en esto: so fuera verdad como parece, entre vosotros es ya rico, anará mil libras quien primero dormido, si es que puede r antes del tercio mediodía. seguido, alegre como un pájaro s viejas creencias, el Rey Guaire

l patio de armas y la orilla, ndo los tres hombres discutiendo. ano yo, dijo un mendigo, e viejo engatusaré a una moza sa para compartir mi cama. l segundo: —Aprenderé un oficio. ero: —Iré raudo a la carrera os otros caballeros, lo pondré sobre un caballo. undo: Lo he pensado mejor: ay más dignidad en ser granjero. s suspiraron y gritaron: cesivos sueños mendicantes, ociosidad había llevado a ser orgullo, on por sus dientes todo un día. ndo el segundo anochecer trajo

esí de la luna de los mendigos o cerró sus ojos inyectados en sangre, mas buscó que los otros se durmieran; gritaron hasta crecer su ira n vueltas amontonados.

olpes y mordiscos esa noche; lpes y mordiscos hasta el alba; lpes y mordiscos todo el día on hasta que pasó otra noche, raron fue sólo un momento: os en cuclillas se atacaban. ndo el viejo Guaire se plantó e de ellos a acabar su historia, aban sus piojos y su sangre.

hora, gritó, y los mendigos os sanguinosos lo miraron. hora, gritó, y los mendigos on desplomados sobre el polvo.

que aún tenga suerte que callan, dijo la grulla. e con las plumas mojadas quedado como si fuera de piedra sto las porquerías en derredor, o que en algún lugar hay truchas e que coja una o como que me da lo mismo.

LOS TRES ERMITAÑOS

viejos ermitaños tomaban el aire un mar frío y desolado. mero decía una oración, undo se espulgaba; roca azotada por el viento, ero, aturdido por sus cien años, a inadvertido como un pájaro. que está próxima la Puerta de la Muerte ue aguarda tras de ella, ces en un solo día, e erguido en la roca,

dormido cuando debería rezar. primero, mas el segundo: que se nos da nos lo hemos ganado o todos los pensamientos y obras nidos en cuenta, así que está claro s fantasmas de los ascetas n fracasado por su débil voluntad, n a pasar por la Puerta del Nacimiento, cosan multitudes, hasta nen la pasión de escapar. el otro: —Son arrojados rnar en otra forma espantosa. l segundo se burló de su gemido: son transformados en nada, do amado una vez a Dios, l vez en un poeta o un rey,

aguda y encantadora dama. gándose harapos y cabellos, ndo lo que hallara, ero, aturdido por sus cien años, a inadvertido como un pájaro.

UN MENDIGO GRITÓ A OTRO MENDIGO

Es hora de dejar el mundo e ir a alguna

parte brar la salud con el aire marino mendigo gritó a otro mendigo, frenético —, arar el alma antes de que me quede calvo.

onseguir una mujer y casa cómodas brarme del demonio que tengo en los zapatos, mendigo gritó a otro mendigo, frenético

— or demonio, que está entre mis muslos.

unque me case con una moza hermosa, e falta que sea hermosa, da igual mendigo gritó a otro mendigo, frenético —, ay un demonio en un espejo.

e falta que sea muy rica, pues los ricos even por el dinero como los mendigos por el picor mendigo gritó a otro mendigo, frenético —, ueden hablar con humor y felices.

lí me respetarán, relajado,

en la paz nocturna del jardín mendigo gritó a otro mendigo, frenético —, mor de las barnaclas que trae el viento.

CORRIENDO AL PARAÍSO

ndo llegué a la Quebrada del Viento

aron un penique a la gorra, orro al Paraíso; ngo más que quererlo ue alguien meta la mano en el plato rroje un pescado en salmuera: el rey es como el mendigo.

mano Mourteen está agotado rar a su gran patán pendenciero o al Paraíso;

da pobre, haga él lo que haga, e mantenga un perro y una escopeta, iada y un criado: el rey es como el mendigo.

obres se han convertido en ricos, icos en pobres de nuevo, o al Paraíso; hos ingenios se han apagado ovían el talón desnudo en el colegio a han llenado un viejo calcetín: el rey es como el mendigo.

nto es viejo y juega todavía as que yo debo apresurarme, orro al Paraíso; unca di con un amigo

que me encaprichara como el viento die puede comprar o atar: el rey es como el mendigo.

LA HORA ANTES DEL ALBA

bribón maldiciente y vivaracho, do de harapos con muleta, rompicones a ese lugar que bate el viento do Cruachan, y la pierna sana cuanto podía por mantenerlo o mientras maldecía. contado, donde hacía muchos años eve hijos de Maeve se criaran, de avefrías, una vieja oveja, una casa hasta el fin del llano, o cerca de su diestra un montón

dras grises y rocosas peñas ordaron que podía hacer, ía unas cuantas de esas piedras, ugio hasta que se hiciera el día. alpando a tientas los pedruscos, e desmoronaron: —Si no fuera e por suerte tengo una espinilla de madera, bría herido —y la caída nte sus ojos, donde estuvieran las piedras, uro y profundo hoyo en la roca. n grito de asombro y pensó en huir, de que no era una buena roca e una antigua historia refería Boca del Infierno se abría por allí,

quedó inmóvil, porque dentro zarrón con cara de bebedor de cerveza ía escondido junto a un cazo cuba de cerveza, y roncaba, nía aspecto de fantasma. e riéndose de su propio miedo eando a ese agradable rincón.

noche se inquieta cuando se acerca el alba ngo ligero el sueño, pero ¿quién hartado de su propia compañía? de los nueve pendencieros hijos de Maeve do de su tumba me ha despertado? ue se quede en su tumba de una vez ecobre el sueño que he perdido.

é me importa a mí si estás despierto o duermes? o toleraré que nadie me llame a mí fantasma.

o que te plazca, mas desde que abra el día miré otro siglo.

o hablaré antes de dormir ré antes de hablar. Y aquel metido la muleta de madera uba de cerveza del durmiente no se hubiera levantado.

es de que la mojes en cerveza

rastré de la cima de Goban, eguraré de que eres capaz eciarla; ningún idiota cojitranco meter su nariz en mi cazo orque gatee hasta este agujero ora aciaga antes del alba.

qué, la cerveza es sólo cerveza. -Mas

di: miré hasta que se marche el invierno, ez hasta el Solsticio de Verano,” , y dormirás todo ese tiempo.

gustaría dormir hasta que se marche el invierno a que el sol esté en su momento álgido.

áfaga me ha helado hasta el tuétano.

un principio no tuve mejor plan. en esperar esto o aquello; hacía un tiempo abominable nía mujer a la que besar; e dormí como medio año; ño tras año descubrí que poco ba tal placer que me privaría de media hora de nada, do al acabar un año descubrí había estado despierto ni un minuto, sta madriguera subterránea. ré todo el tiempo que esté en ella: ño duraría ya nueve siglos uera por esas mañanas en que oigo

fría con sus necios reclamos lar de las ovejas que trae el viento cuando yo también hacía necedades.

de ira, el mendigo comenzó lillas en el agujero: á claro que no es justo burles de todo lo que quiero si no valiera nada. dría una vida muy alegre ara un buen viento de Pascua, ue el viento invernal es riguroso ería alicaerme demasiado da que hicieras o dijeras viento soplara del sur.

as: ah, ojalá que fuese primavera,

el viento cambiara un punto, abes que no traerías, empo tuviera más ágiles articulaciones, rimavera ni el viento del sur, hora en la que te llegue la muerte ejes atrás una mecha humeante, oda la vida anhela el Último Día, ay hombre que no levante la oreja aber cuándo la trompeta de Miguel que han de desaparecer carne y hueso, lmas como si fueran suspiros, uede nada más que Dios; o solo, bendito, me mantengo un viejo conejo en mi hendidura guardo con un sueño borracho. ujo la muleta en la cuba

ó y bostezó y se tumbó. o gritó: —Me robarías los pensamientos agradables de mi vida s las comodidades, rrebatarías esto y lo otro —entonces una gran paliza, pero mo podía haber pegado a una piedra que el durmiente sintió o le importó; o apiló piedra sobre piedra, gado, después rezó y maldijo ió a apilar piedra sobre piedra, y maldijo y maldijo y huyó eve y toda aquella artera llanura io gracias a Dios hasta que arriba bes clarearon con el alba.

UNA CANCIÓN DE LA REINA ACTRIZ

madre me mecía y me cantaba, pequeñita es, qué pequeñita”, una cuna de oro un sauce columpiaba.

marchó,” mamá cantaba, do me llevó a la cama”, el tiempo su aguja del hilo de oro y plata.

del hilo y lo mordía un vestido dorado,

porque había soñado cí para llevar la corona.

do fue engendrada”, cantaba, una gaviota el grito agudo, ue un copo de la amarilla espuma a en el muslo”.

o no iba a trenzar entonces en mi cabello r con que debería llevar ado capuz de los desvelos?

LOS REALISTAS

pero que podáis comprender!

pueden los libros de hombres que se casan país guardado por dragones, s cuadros de las ninfas del mar s por delfines en carrozas de perlas, espertar una esperanza de vivir había ido s dragones?

I LA BRUJA

narse y hacerse rico,

s eso sino acostarse a vil bruja ués, ya seco, vado mara en que se acuesta rgo tiempo anhelada, perada?

II EL PAVO REAL

significan las riquezas para él, hecho un gran pavo real orgullo de sus ojos? ca gris, batida por el viento, olada Three Rock rá su capricho. muera ocas mojadas y brezo, asma estará alegre ndo pluma tras pluma rgullo de sus ojos.

LA TUMBA EN LA MONTAÑA

ted vino y danzad, llenos de orgullo,

osas si aún éstas florecen; rata humea sobre la loma, re Rosacruz está en su tumba.

rtinas echad, traed violines, ngún pie se quede silencioso, a sin besar ni beber vino; re Rosacruz está en su tumba.

no, en vano; la catarata llora; na vela brilla en la penumbra;

duría en sus ojos de ónice, re Rosacruz duerme en su tumba.

I A UNA NIÑA QUE BAILA BAJO EL VIENTO

ahí sobre la playa; ecesidad tienes de preocuparte ento o el rugido del agua? e te revuelva el cabello s gotas saladas han bañado; eres joven no conoces nfo del necio, ni siquiera r perdido al tiempo que se alcanza, mejor jornalero muerto

s las gavillas por atar. necesidad tienes de temer nstruoso ulular del viento?

II DOS AÑOS DESPUÉS

te ha dicho nadie que esos atrevidos os ojos deben ser más sabios? ha advertido qué desesperantes s polillas cuando se las quema? dría haberlo hecho; pero eres joven, e hablamos una lengua distinta.

cogerás cuanto se ofrece rás que todo el mundo es amigo, s como tu madre sufrió, l estarás rota como ella.

oy viejo y tú eres joven, ablo una lengua de bárbaros.

RECUERDO DE JUVENTUD

momentos pasaron como un drama; é el saber que el amor otorga; eía ingenio natural, sar de lo que pude decir, ue ella me alabara por lo mismo, be del norte encarnizado nto ocultó la luna del Amor.

ndo las palabras que le dije, ensalcé su cuerpo y su talento, que el orgullo encendió sus ojos,

ró la vanidad su paso. tantos elogios no pudimos ás que oscuridad sobre nosotros.

entamos callados como piedras, do, aunque no pronunció palabras, más perfecto amor ha de morir; íamos sin piedad deshechos s porque el Amor, oyendo el grito pájaro minúsculo y ridículo, de entre el celaje su gran luna.

MAJESTAD CAÍDA

que el gentío se congregaba al mostrar

ella su cara, a los ojos de los ancianos se nublaban, sólo esta mano un último cortesano en un campamento de cíngaros iendo de la majestad caída, consigna lo que se fue.

cciones, un corazón que ha dulcificado la risa, ermanecerá, mas yo consigno lo que se fue. Un gentío

gregará, sin saber que camina por la misma calle que una vez caminó lo que parecía una nube ardiente.

AMIGAS

ra debo elogiar a estas tres:

ujeres que me han proporcionado de dicha haya habido en mis días. orque ningún pensamiento, s desasosiegos que no pasan, nca durante estos quince años as ocasiones turbulentos, se pudo interponer una mente y otra mente encantada; porque su mano uerza para desatar nadie puede comprender,

nadie puede tener y prosperar, l carga de la juventud, que tanto me cambió que vivo ándome en el éxtasis. é decir de aquella que cogió asta que se fue mi juventud sólo una mirada de lástima? o podría elogiar a ésta? o comienza a despuntar el día ero mis bienes y mis males, nciliar el sueño a causa de ella, rdando lo que tuvo, rada de águila ostenta aún, aíz del corazón de una dulzura tan inmensa mblo de pies a cabeza.

EL CIELO FRÍO

epente vi el cielo frío en que se delectaban los grajos recía como si el hielo ardiera y fuera aún más hielo, nces la imaginación y el corazón enloquecieron ue todo pensamiento intrascendente vaneció, y no dejó sino recuerdos desparejados caliente sangre de la juventud, del amor que cruzamos hace mucho; sumí la culpa sin ningún sentido o razón,

que lloré y temblé y me estremecí, lado por la luz. ¡Ay! Cuando el fantasma comienza a animarse, ada la confusión del lecho de muerte, ¿es enviado do a los caminos, como dicen los libros, y golpeado castigo de la injusticia del firmamento?

QUE LLEGUE LA NOCHE

ó sumida en luchas y tormentas,

eseaba su alma pudiera traer la orgullosa muerte pudo soportar mún bien de la vida, ó como si un rey a el día de su boda dete y pendón, eta y timbal, roz cañón char al tiempo a empujones

ue llegue la noche.

UN NOMBRAMIENTO

ando en desacuerdo con el gobierno,

na raíz rota para arrojarla iba la orgullosa y díscola ardilla, isfrutar con su salto; con su sonido quejumbroso como risa, volvió a saltar e fue a otro árbol de un brinco. untad domada, ni tímido cerebro, eño fruncido gravemente n el diente fiero y el miembro diestro, anzaron a reír sobre la rama; nombró ningún gobierno.

LOS REYES MAGOS

ra, como siempre, los veo,

imaginándolos vas sayas tiesas, pálidos e insatisfechos, visto y no visto por el azul del cielo, s antiguos rostros cual piedras en la lluvia, yelmos de plata, uno al lado del otro, ojos muy fijos, esperando de nuevo —insatisfechos del turbulento Gólgota— terio indomable sobre el suelo bestial.

LOS MUÑECOS

muñeco en el taller del juguetero a cuna y berrea: es un insulto para nosotros. l muñeco más viejo visto, conservado como muestra, ciones de los suyos, orda a toda la balda: Aunque nadie que pueda decir malo de este sitio, mbre y la mujer traen para nuestra ignominia, sa ruidosa y asquerosa.

olo refunfuñar y estirarse, er del juguetero está segura su marido ha oído al infeliz, hada junto al brazo del sillón urra al oído, cabeza apoyada en el hombro: rido, querido, oh querido, accidente.

UN MANTO

de mi canción un manto to con bordados jas mitologías el talón al cuello; os necios lo cogieron, aron ante los ojos del mundo si fuera obra suya. ón, déjales que lo cojan, ay más aventura ar desnudo.

LOS CISNES SALVAJES DE COOLE [1919]

LOS CISNES SALVAJES DE COOLE

árboles son bellos en otoño, ndas de los bosques están secas; l crepúsculo de octubre, el agua un cielo inmóvil; el agua que brilla entre las piedras, nta y nueve cisnes.

nueve otoños han pasado que los conté por vez primera; es de terminar s ascender súbitamente

ersarse en grandes semicírculos sus clamorosas alas.

mirado a estos seres espléndidos, hora me duele el corazón. ha cambiado desde que al ocaso z primera oí en esta orilla r de sus alas sobre mí con un paso más aleve.

n fatigarse, amante junto a amante, ean en los helados s amigables o se elevan; razones no han envejecido; es o conquistas, donde vayan, s acompañan.

hora vagan sobre el agua inmóvil, iosos, hermosos; é cañaveral harán su nido, de de qué lago o de qué charca arán los ojos de los hombres o despierte un día y vea que han volado?

EN MEMORIA DEL COMANDANTE ROBERT GREGORY I

ra, casi asentados ya en esta casa,

aré a los amigos que ya no pueden cenar un fuego de turba en este torreón, iendo conversado hasta altas horas a escalera de caracol para acostarse: bridores de una olvidada verdad les compañeros de mi juventud, os, en todos pienso esta noche, ya

muertos. II

mpre presentábamos el nuevo al viejo

amigo dolía si alguno se mostraba frío, sal para prolongar el escozor sentimientos de nuestro corazón, esa causa estallan discusiones; ingún amigo que trajese oche puede hacernos discutir, odos los que acuden están muertos. III

nel Johnson es el primero que recuerdo,

efería la erudición a los hombres, e cortés con los peores; en su caída meditó sobre la santidad que todos sus saberes de latín y griego eron un largo resonar de un cuerno que acercara o más a su pensamiento onmensurable consumación con que soñaba. IV

el indagador, John Synge, le sigue, muriendo escogió el mundo vivo como

texto s habría reposado en su tumba largo viaje, no hubiese descubierto r la noche una gente remota ugar muy yermo y pedregoso, r la noche una raza a y apasionada como él. V

so después en el viejo George Pollexfen,

onocido en Mayo en su juventud robusta bien que montaba en partidas o carreras, do haber mostrado cómo los purasangres ombres recios, a pesar de su pasión,

viven se inclinan los arrogantes astros osición, cuadrado y trino; se tornó contemplativo y lento. VI

ron mis camaradas muchos años,

í decir una parte de mi alma y mi vida, a sus rostros sin aliento semejan rse desde algún libro ilustrado; habituado a su falta de aliento, o a que el querido hijo de mi querida amiga, o Sidney y nuestro hombre perfecto,

rta con ellos la descortesía de la muerte. VII

todo en cuanto el ojo se deleita ó él; los viejos árboles tronchados erten sombra por caminos y puentes; e sobre el borde del arroyo; o en el que abreva la manada tarde, y asustado por el ruido ue levantar el campo el urogallo; a la más franca bienvenida. VIII

ndo el zorro con los galgos de Galway

stle Taylor a la vera de Roxborough ano de Esserkelly, pocos aguantaban su ritmo; neen saltó en un lugar tan peligroso mitad de la partida de caza, helada, os ojos; ¿y dónde fue balgó en una carrera sin freno? todo, su pensamiento era más veloz que los caballos. IX

ábamos que había nacido un gran pintor

a fría roca de Clare y la roca y los espinos

de Galway, se color austero y esa línea delicada n nuestra secreta disciplina s que corazón que observa dobla su fuerza. r, estudioso, caballista, así tenía la intensidad licarlo todo para gozo del mundo. X

otro nos podría haber aconsejado tan bien todas las encantadoras complejidades de una casa

él, que practicaba o comprendía ajo en metal o madera, ayola o en piedra labrada? r, estudioso, caballista, do lo que hacía era perfecto si sólo tuviera esa ocupación solamente. XI

s queman leña húmeda, otros consumen

l mundo inflamable en una pequeña habitación paja seca, y si nos damos la vuelta nuda chimenea se ha apagado a obra terminó con esa llamarada.

r, estudioso, caballista, si fuera todo el epítome de la vida. nos hizo soñar que peinaría canas? XII

ía pensado, viendo el brusco viento

cude el postigo, traer a la memoria s cuanto la hombría probó, o amó la infancia bó el intelecto juvenil, comentario apropiado a cada uno; que la imaginación trajese envenida más justa; pero un pensamiento última muerte me enmudeció el corazón.

UN AVIADOR IRLANDÉS PREVÉ SU MUERTE

oy seguro de encontrar mi fin

alto lugar sobre las nubes; o tengo a aquellos que combato, no tengo a aquellos que defiendo; an Cross es mi patria, los pobres tartan mis compatriotas, nada mente cambiará para ellos, pobre serán ni más felices. obligó a luchar deber ni ley, mbres públicos ni encendidas masas;

tario afán de plenitud a este fragor entre las nubes; o sopesé, recordé todo, os venideros parecían to de saliva en balde, un gasto va en balde los años idos o de esta vida, de esta muerte.

LOS HOMBRES MEJORAN CON LOS AÑOS

me agotan los sueños; ón de mármol desgastado arroyos; el largo día admiro eza de esta mujer si hubiese hallado en un libro lleza pintada, to de haber colmado los ojos vezados oídos, o de ser sabio,

os hombres mejoran con los años; mbargo, y sin embargo, o un sueño, o la verdad? que te hubiese conocido o aún tenía mi juventud ardiente! me hago viejo entre sueños, ón de mármol desgastado arroyos.

UNA CLAVÍCULA DE LIEBRE

iera navegar sobre las aguas,

de han ido muchos reyes, has hijas de reyes, donde los árboles y el césped, ica de gaitas y los bailes, nder que no hay nada como ar de amores mientras bailo r sólo un beso por un beso.

traría junto al borde de esas aguas avícula de liebre

lamer del agua adelgazada, ravesaría con la mirada, contemplando o mundo cruel en que se casan en iglesias, eiría sobre las aguas apacibles ntos se casan en iglesias és del fino hueso de una liebre.

BAJO LA TORRE CIRCULAR

Aunque me acostara envuelto en lino

sudaría y ganaría poco ese como viven los vecinos ó el mendigo, Billy Byrne—, ré los huesos hasta el alba uinosa tumba de mi bisabuelo.

lápida gris, vieja y ruinosa ndalough junto al torrente, reposan los O’Byrne y los Byrne sus huesos y cayó en un sueño

ue sol y luna una hora larga ron y brincaron en la torre circular;

dorado y reina plateada ron arriba y abajo que los pies dominaron un dulce compás, a dominó un dulce son, ndo arriba y brincando abajo que brincaron en lo más alto.

rey dorado y aquella dama desenfrenada on hasta que las estrellas empezaron a apagarse; nos asieron otras manos, los pies se juntaron, ello se desparramó en el viento que hicieron;

a dama y aquel rey dorado cantar como un par de mirlos.

uro que mi suerte se ha acabado aquel vagabundo Billy, carne de presidio —. de que anochezca robaré una bolsa miré la mona en un lecho de plumas. nsigo encontrar la paz del hogar uinosa tumba de mi abuelo.

SALOMÓN A SABA

món cantaba a Saba,

ba su moreno rostro: o el tiempo desde mediodía hablado en este sitio, e el mediodía sin sombras dado vueltas y vueltas tado tema del amor un viejo caballo en un redil.

omón cantó Saba, sobre sus rodillas: ubieses propuesto un tema radara a los sabios,

de que el sol arrojara as sombras sobre el suelo s que mis ideas, no él, redil limitado.

ón cantó a Saba, sus arábigos ojos: existe hombre o mujer os cielos que ose tir con nosotros en sapiencia, el tiempo hemos visto lo el amor puede hacer undo un redil limitado.

LA BELLEZA VIVIENTE

DÉ, porque la mecha y el aceite ya se han agotado dos están ya los canales de la sangre, escontento corazón contentarse belleza de bronce surgida de un molde, ue aparece en mármol deslumbrante; ece, pero cuando nos vamos se va también, diferente a nuestra soledad que sería una aparición. Oh, corazón, somos viejos; eza viviente es para los jóvenes:

demos pagar su tributo de lágrimas.

UNA CANCIÓN

saba que no hacía falta

rolongar la juventud ue mancuernas y esgrima e mantener joven el cuerpo. uién pudo predecir corazón envejece?

e me sobran palabras, mujer está contenta? e ya no estoy débil e estoy junto a ella? uién pudo predecir corazón envejece?

perdido el deseo corazón que tenía; que quemaría mi cuerpo echo de muerte, quién pudo predecir corazón envejece?

A UNA JOVEN BELLEZA

sta como yo, ¿por qué tan libre

da clase de acompañantes, do Fulano y Mengano? e a tus compañeros de entre los mejores, uien trae un cubo con los demás cae colina abajo.

s, con ese espejo por escuela, asionada, no pródiga las bellezas corrientes, nacieron para mantener la forma

erubín del viejo Ezequiel e los de Beauverlet.

pago da la belleza, dura es la vida de su sierva, abo los inviernos pasados: necio que pueda llamarme amigo, e que al final del viaje cene ndor y con Donne.

A UNA MUCHACHA

rida, querida, sé

que nadie hace latir así el corazón; uiera tu madre de saber como yo, mpí mi corazón por ella o el pensamiento salvaje la niega vidado ullir toda su sangre ció en sus ojos.

LOS ESTUDIOSOS

os que no recuerdan sus pecados,

s, eruditos, respetables, y anotan los versos venes inquietos en sus camas n con la fiebre del amor alagar al ignorante oído de la belleza.

arrastran los pies; todos tosen sobre la tinta, astan la alfombra con sus pasos; piensan lo que otros piensan: conocen a quien conoce su vecino. ñor, ¿qué dirían

Catulo caminara así?

TOM O’ROUGHLEY

Aunque manden los que astillan la

lógica, hombre y doncella y rapaz a fijado un objetivo distante, egría sin porqué es una pura alegría o algo parecido dijo Tom O’Roughley, o pasar las grandes olas al lado—, biduría es una mariposa na sombría ave de rapiña. oco planeado es poco pecado necesidad de angustiar a la tumba. es el morir sino un segundo aliento?

o sino con zigzagueante capricho ser tan valiente el trompeta Miguel? o alguna cosa parecida dijo—. i mejor amigo muriera, a una danza en su tumba.

PASTOR Y CABRERO

. Canta ahora el primer cuco del año. quería que parara.

ro. Ni aves ias hacen hoy que quiera nada, o como soy, salvo morir, va contra Dios y sus designios. uiera el joven. ¿Qué te trae aquí? hasta hoy nos hemos encontrado mis cabras triscan en la hierba n por las piedras. .

Busco ovejas

riadas, pues algo me afligió ejé marchar. Pensé hacer versos, l verso disipa la aflicción que la luz vuelva a ser dulce, uesto cada verso en su lugar, o abandonaron las ovejas.

ro. De sobra sé lo que apartara ueno pastor de su cuidado.

. Aquel que era el mejor en todo juego cas labores, y de todos cortés con la vejez morosa pida juventud, ha muerto.

ro. El mozo que me trae la empanada

a noticia.

. Apartó el cayado ó en la gran guerra allende el mar.

ro. A menudo tocaba el caramillo cerros, y era su soledad, sonaba, un júbilo de piedra, dedos.

. Lo supe por su madre, ato pacía ante la puerta.

ro. ¿Cómo aguanta su pena? No hay pastor diga su nombre con ternura, ando favores. ¿Cómo puedo, sin cabras aún ni pastizales

acogida y viejas enseñanzas ante su fuego hasta esfumarse as ráfagas, sino hablar de ella que sus retoños y su esposa?

. Se mueve por la casa, erguida y calma, cón de la ropa a la despensa, se asoma al prado o al pastizal sus jornaleros, cual si aún ra entre los vivos su querido, or su nieto ahora; nada cambia aquello que he visto por su rostro vando los juegos de pastores iega, sin su hijo.

ro. Canta tú. mbién he rimado mis ensueños,

joven ansía destacarse, a entonces no espera ni hace nada. os viejos cabreros y sus cabras, odo lo demás les aventaja en, son maestros de la espera.

. Tan sólo él no había reunido aperos, sto a trabajar al ebanista ha mesa o banco prolongado, do el cobertizo de las vacas hacen los otros cuando heredan. ó como en tiempos de su padre, e supiera ave, y nunca un hombre asienta, y ahora que no está uedan de él una docena tes, sobrias, dulces melodías.

ro. Has puesto el pensamiento en verso.

. Todo trabajé, mas tan sin fruto “Lo siento” en prosa sin adornos a mejor a tu rudeza.

a]

el ave pinta que viaja de leguas sobre el mar, e o sobrevuela tas amarillas nuestros prados, uedó sólo un instante; as si se hizo nuestro oído oz cuando raya el día, as si se hicieron nuestros ojos

gura en el lavadero ombras vespertinas o se ausentó de oídos y de ojos. haber pedido un deseo egada, mas el hombre es necio.

ro. Cantas a la naturaleza, como siempre, ue hice música así en mi juventud ola ahora he suspirado e joven y otros compañeros rdí.

. Dicen que en tus montes yermos edido el camino que hace el alma o huye a nuestros ojos naturales; has hablado con apariciones.

ro. Ciertamente, mis diarios pensamientos, el primer estupor juvenil, en el sendero que mis cabras lan.

. Canta: tal vez hayan cortado s medicinales con que alivien o dolor.

ro. De un cerro me trajeron y flores que no son de adormidera.

a]

haciendo más joven cada día que si se cuentan sus cumpleaños

iado solemne semejara; a de lo que había soñado as ambiciones que sirviera, iado solemne y reservado. ndo, viajando su propia aurora ce la madeja o lo aprendido con dolor o goce, o lo que hiciera. arecerá la guerra infame, viejo raigón de espino albar cará la flauta pastoril e la hierba bien segada a corte a su pastora drá el corazón en algún juego hacerse uno el día con los juegos;

ará el conocimiento és de victorias de la mente, que gateando por la cuna que es el orgullo de su madre, aber perdido en ese trance dulce ignorancia.

. Recojo estos borregos y el carnero edil, e iremos hasta el bosque ndo nuestros versos en cortezas mbre, que pondremos en su puerta. que monte y valle se conduelen erenidad a esposa y madre jo cuando alcance nuestros hombros.

VERSOS ESCRITOS CON ABATIMIENTO

ándo he mirado por última vez

dondos ojos verdes y los cuerpos sinuosos negros leopardos de la luna? las brujas salvajes, todas esas nobles damas, das sus escobas y sus lágrimas, grimas enojadas, se han ido. ntauros de las colinas han desaparecido; me queda sino el sol amargado; rada la heroica madre luna y desaparecida,

que tengo ya cincuenta años oportar el sol huidizo.

EL ALBA

iera ignorarlo todo como el alba

contemplado desde arriba vieja medir una ciudad alfiler de un broche, e hombre ajado que vio su pedante Babilonia anetas impasibles en sus órbitas, rellas que se apagan cuando sale la luna, ó sus tablillas e hizo cálculos; ra ignorarlo todo como el alba tuvo detenida, meciendo el carro fulgente el nuboso lomo de los caballos;

ra ser —pues no hay saber que valga un comino— nte y lascivo como el alba.

SOBRE LA MUJER

do sea Dios por la mujer

nuncia a toda su mente, mbre no puede hallar en otro hombre mistad como la de ella bre todo lo que él ha traído con su carne y huesos propios, isputa con un pensamiento e no es el suyo.

e lo nieguen los pedantes, o que la Biblia dice lomón se hizo sabio do con sus reinas,

unca pudo, aunque que contaba la hierba todas las alabanzas debidas o Saba era su zagala, o ella forjaba el hierro, o o del fuego de la fragua emecía en el agua: dad de su deseo s hizo estirarse y bostezar, que acompaña al sueño, mecimiento que les hizo uno. uier otra cosa que Él dé o guarde conceda Dios —no, no aquí, o soy tan atrevido para esperar algo tan preciado que me estoy haciendo viejo,

uando, si lo que dicen es cierto, ador de la luna do lo machaca para hacerlo nuevo iga de nuevo al nacimiento: allar lo que una vez tuve r lo que supe una vez, sta que enloquezca, ño apartado de mi lecho, ternura y el cariño, mpasión, una cabeza dolorida, ar de dientes, desesperación; por causa de una sa criatura del azar, como Salomón n Saba trajo por e de la amargura.

EL PESCADOR

que aún puedo verlo,

mbre pecoso que va araje gris en un cerro pa gris de Connemara a para echar sus moscas, mucho que empecé ar con los ojos hombre sabio y sencillo. el día miré en la cara había esperado que fuera ir para mi raza alidad;

vos a quienes odio, ertos a quienes amé, lánime en su asiento, lente no recriminado, ún truhán impune que hayan brindado los borrachos, nioso con su chiste do al oído más vulgar, mbre inteligente que corea mas del payaso, millación de los sabios an Arte humillado.

haga ya doce meses que repentinamente empecé, sdén por el público,

inar a un hombre, stro con pecas del sol, pa gris de Connemara, mándose a un paraje la piedra es oscura bajo la espuma, rsión de su muñeca o las moscas caen en el arroyo; mbre que no existe, mbre que no es más que un sueño; : —Antes de que sea viejo ré escrito ma quizá tan frío ionado como el alba.

EL HALCÓN

nda al halcón que baje;

la caperuza o enjáulalo que el ojo amarillo se enternezca, lacena y asador están vacíos; o cocinero, enfurecido; aje, el pinche.

iero que me metan en una caperuza, na jaula, ni posarme en una muñeca, que he aprendido a ser orgulloso ndo sobre el bosque és de la niebla que rompo ube deshecha.

nube deshecha hendiste, de ojos amarillos de la mente, e? Que yo, sentado ante un bribón ue dar a mi amigo sa muestra de ingenio.

RECUERDO

tenía una hermosa cara, o tres, encanto, l encanto y la cara eran inútiles e la hierba de la montaña de evitar guardar la forma la liebre de la montaña ha estado echada.

SU ALABANZA

es la primera a quien deseo que alaben. dado por la casa, de arriba abajo, hace quien publica un nuevo libro muchacha engalanada con su vestido nuevo, ue he cambiado de conversación a toda costa que su alabanza fuera el tema principal, ujer habló de un relato que había leído, mbre confundido, medio en sueños si otro nombre le rondara la cabeza. s la primera a quien deseo que alaben.

blaré más de libros o de la larga guerra, ue andaré junto al espino seco hasta que encuentre endigo que se refugie del viento, y allí aré la charla hasta que aparezca su nombre. bastantes andrajos lo conocerá uen grado lo recordará, pues antaño e los jóvenes la alababan y la censuraban los viejos, os pobres viejos y jóvenes a la par la alababan.

EL PUEBLO

he ganado, dije, con todas estas obras, do lo que he hecho a mis expensas? precio diario de esta ciudad descortés, quien más la ha servido es el más difamado putación de toda una vida se pierde noche a la mañana. Podría haber vivido, sabes cuán grande ha sido el anhelo, cada día se posaran mis plantas a sombra verde de la muralla de Ferrara; r saltado entre las imágenes del pasado imágenes impertérritas y distinguidas—

a y tarde, la empinada calle de Urbino e la Duquesa y su pueblo hablaban rgo de la noche majestuosa hasta quedar de pie ventanal contemplando la aurora; no haber tenido amigo que no uniera ía y pasión como aquellos eron las mechas amarillear a la aurora; haber usado el único derecho sustancial rmite mi oficio: elegir mi compañía r el escenario más de mi agrado. ue contestó mi fénix con reprobación: hos, rateros de fondos públicos, a multitud deshonesta a la que aparté o cambió mi suerte y me desafiaron desde la oscuridad y lanzó contra mí

llos a quienes serví y a algunos a quienes alimenté; unca, ahora o en tiempo alguno, quejado del pueblo. Todo lo que pude responder fue: ue no has vivido entre pensamientos sino acciones, s tener la pureza de una fuerza natural, o, cuyas virtudes son las definiciones mente analítica, no puedo cerrar de la mente, ni refrenar mi lengua”. embargo, porque mi corazón brincó con sus palabras, ergoncé, y ahora que las recuerdo és de nueve años, hundo la frente

avergonzado.

SU FÉNIX

una reina en China, o puede que en España, umpleaños y fiestas se oyen tales loas perfectos rasgos y una blancura sin mácula, dría ser aquella chica vivaz a la que pisó un ave; veinte duquesas, superiores a cualquier otra mujer, han encontrado un pintor que las hace en pago a manchas y defectos con la elegancia de

su espíritu: en conocí un fénix, que las demás tengan su instante de gloria.

uchachos aplauden cada noche los ojos risueños de su Gaby, St. Denis tenía más encanto aunque tuvo menos suerte; mil novecientos nueve o diez, Pavlova ha sido lo más, una actriz en América que se recoge la capa dona la sala cuando Julieta va a desposarse da la pasión de una mujer y los modos imperiosos de una niña,

… mas no importa si hay docenas también: en conocí un fénix, que las demás tengan su instante de gloria.

Margaret y Marjorie y Dorothy y Nan, aphne y una Mary que viven en secreto; tenido un montón de amantes, otra uno solo, vanagloria: Yo soy la que elijo, y tengo dos o tres. abeza y extremidades tienen belleza y el empeine es alto y ligero, como si despliegan la vela que les plazca, n rompecorazones o máquinas de placer: en conocí un fénix, que las demás tengan

su instante de gloria.

ese gentío, ese bárbaro gentío, a través de todos los siglos, n puede decir que no haya una joven belleza que enloquezca a los hombres eda igualar a la mía, aunque lo niegue mi corazón, o igualdad exacta, sencilla como una niña, mirar orgulloso como si hubiese mirado al sol ardiente, el cuerpo bien proporcionado sin extraviarse un ápice. to esa cosa tan solitaria, mas hágase la voluntad de Dios:

en conocí un fénix, que las demás tengan su instante de gloria.

UN PENSAMIENTO DE PROPERCIO

podría, tan noble de la cabeza an bien torneadas rodillas a línea que fluye, ido al altar as imágenes sagradas o de Palas Atenea, r sido digno botín de un centauro ho con el vino sin mezclar.

SUEÑOS ROTOS

canas en tu pelo. venes ya no se quedan sin respiración mente cuando pasas; uizá algún vejete te bendiga en susurros racias a tus oraciones uperó en su lecho de muerte. or ti, que has conocido todos los dolores del corazón dolores se los has dado a otros, que la magra mocedad asumiera ga de la hermosura, sólo por ti o ha apartado el golpe fatal,

n parte tiene en la paz que tú creas lo entrar en una habitación. mosura sólo puede dejar entre nosotros recuerdos, nada más que recuerdos. en, cuando los viejos acaben de hablar, un viejo: —Hábleme de esa mujer poeta obstinado en su pasión nos cantara o ya la edad podría haberle helado la sangre.

recuerdos, nada más que recuerdos, n la tumba todos, todos se renovarán. tidumbre de que veré a esa mujer da, o de pie, o caminando primer encanto de su feminidad, el fervor de mis ojos juveniles,

ho que susurre como un necio.

más hermosa que nadie, mbargo tu cuerpo tenía un defecto: queñas manos no eran hermosas, emo que correrás irlas hasta la muñeca misterioso lago, siempre rebosante, quienes han obedecido la ley sagrada den y son perfectos. Inmutables as manos que he besado, s viejos tiempos que se fueron.

ga el último tañido, es medianoche. el día en esta misma silla ño en sueño y verso en verso he ido ndo con una imagen de aire:

recuerdos, nada más que recuerdos.

UNA PROMESA SOLEMNE

s, porque no mantuviste

a solemne promesa, han sido mis amigas; empre que le miro cara a cara a la muerte, o trepo a las cimas del sueño, xcito con el vino, ente me encuentro con tu cara.

PRESENCIAS

oche ha sido extraña. Parecía pelo se erizaba en mi cabeza. desde el ocaso que mujeres, frufrú de encajes o de sedas, s o alocadas, ascendían jiente escalera. Habían leído rsos sobre esa monstruosidad: uo amor jamás correspondido. n en la puerta y se quedaron i gran atril, junto a la lumbre, que oí latir sus corazones: una ramera, otra una niña

nca miró a un hombre con deseo, ra, quizás, una reina.

EL GLOBO DE LA MENTE

nos, haced lo que se os dice:

el globo de la mente hincha y se arrastra en el viento u angosto cobertizo.

A UNA ARDILLA EN KYLE-NA-NO

a jugar conmigo; ué habrías de correr árbol que tiembla si una escopeta a para matarte? o que quisiera riciar tu cabeza rte escapar.

AL PEDÍRSEME UN POEMA DE GUERRA

que es mejor en tiempos como éstos boca de un poeta calle, pues en verdad emos el don de corregir a estadistas; ha entrometido bastante quien puede entretener muchacha en la indolencia de su juventud viejo una noche de invierno.

EN MEMORIA DE ALFRED POLLEXFEN

nticinco años han pasado

que el viejo William Pollexfen era sus fuertes huesos en la muerte o de su esposa Elizabeth epultura de roca gris que construyó. pués de veinticinco años enterraron ella tumba, junto a él y ella, jo George, el astrólogo; eron masones de millas a la redonda sparcir el rocío de la Acacia un hombre melancólico

donde alentó por vez primera. os hijos e hijas yacen del cielo acostumbrado, í y el colegio de Eades, ndres o Liverpool; dónde yace el marinero John bía conocido tantas tierras, ilas tierras o mares turbulentos, que comercian indios o nipones? halló reposo en tierra firme, to por un próximo viaje. e han enterrado al marinero John? el hijo más pequeño, mbre divertido y sin anhelos pultado junto al astrólogo, n el décimo año desde que aquel

bía estado largo tiempo satisfecho, nadie en una multitud, ó regresar a casa, que había cumplido ya cincuenta años e nuevo “El Sr. Alfred” ios de hombres corrientes nservaban en su recuerdo ncia y su familia. os estos lechos de muerte las mujeres oyeron aro marino blanco y fantasmagórico ándose de que un hombre deba morir; ese grito he elevado yo mi grito.

SOBRE UNA DAMA AGONIZANTE I SU GENTILEZA

su antigua amabilidad, la antigua y distinguida gracia, con la hermosa cabeza lastimera entre el pelo rojo sin brillo, da en almohadones, con colorete en la palidez del rostro. iere que nos entristezca su agonía, do se cruzan nuestras miradas a sus ojos

los ilumina la risa, enta una historia pícara para que rivalicemos con ella, o desconsolado ingenio a la altura del suyo, ndo en santos o en Petronio Árbitro. II CIERTOS ARTISTAS LE TRAEN MUÑECAS Y DIBUJOS

ed adonde yace nuestra Hermosa

uñeca recién modelada, un dibujo, s rasgos de un amigo n enemigo, o que tal vez muestre yos cuando una trenza

o rojo sin brillo se derramaba un vestido de seda o al modo turco zás, como los de un muchacho. mos dado al mundo nuestra pasión, a muerte sólo nos quedan ya juguetes. III PONE CONTRA LA PARED LOS ROSTROS DE LAS MUÑECAS

que hoy es alguna fiesta religiosa

que un cura diga misa, y hasta las japonesas, tacón alto y de puntillas, deben ponerse contra la pared

ante en la pasión, experta en antiguas cortesías, osa y vehemente parecía—; la dama veneciana diría se deslizaba a alguna intriga con sus zapatos rojos, minó, su falda de miriñaque copiada de Longhi; ca meditativa; todas están de puntillas, o nuestra Hermosa con sus pantalones turcos. e el cura ha de tener como cada quisque su día enernos despiertos aullando a la luna, nosotros tras muñecas que somos más el mundo,

cuanto más lejos mejor. IV EL FINAL DEL DÍA

a como una chiquilla

nitencia es el juego, ica y desenfrenada e el final del día stra que alguien pronto á de la casa y dirá que aún el juego va por la mitad—: a y deja el juego. V SU ESTIRPE

e ha tornado descortés sucede con las naturalezas intolerantes, ho que sean malos los placeres as más felices han creído buenos; e una mujer, cara roja y blanca, ango, procedente de una e común indeterminada: podría fallarle el corazón nfermedad quebrar su voluntad o el valor de su difunto hermano ejemplo permanente? VI SU VALENTÍA

ndo su alma vuele al lugar predestinado

de la danza ngo lengua sino símbolos, la lengua pagana que creé os sueños de la juventud), que se encuentre cara a cara, quel asombro primero, con la sombra de Grania, do todo menos el terror de la fuga por los bosques hizo querido a Diarmuid, y con algún viejo cardenal ando con párpados entrecerrados bajo la solana bía susurrado de Giorgione al expirar su

último aliento; on Aquiles, y Timor, Babar, Barhaim, todos e han vivido dichosos y se han reído de la Muerte en su cara. VII SUS AMIGOS LE TRAEN UN ÁRBOL DE NAVIDAD

ulpa, gran enemiga,

pensamiento de ira traído nuestro árbol, y allá hemos comprado que todas las ramas estuvieran alegres, mire desde el lecho

sas bonitas radan a una cabeza fantasiosa. dele una pequeña gracia, mporta si un ojo risueño mirado a la cara? o está de morir.

EGO DOMINUS TUUS

obre la arena gris junto al riachuelo u vieja torre golpeada viento, donde aún una lámpara nte el libro que dejara abierto el Robartes, bajo la luna avanzas, ue pasó lo mejor de la vida, , embelesado por engaños, s mágicas.

Con la ayuda de una co a mi contrario, llamo a todo he tratado poco y poco he visto.

Quiero encontrarme a mí, mas no una imagen.

so esperamos hoy, bajo su luz mos a la mente más sensible, o el viejo aplomo de la mano. amos cincel, pincel o pluma, s somos, o creamos casi, s, vacíos, avergonzados, e nuestros amigos nos apoyen.

on todo, la imaginación más alta Cristiandad, Dante Alighieri, r completo se encontró a sí mismo gró que su enjuto rostro fuese aro a la mente que cualquiera el de Cristo.

¿Y se encontró a sí mismo, l hambre lo que lo consumió, mbre de la fruta alta en la rama, nzable? ¿Es ese espectro el hombre que Lapo y Guido conocieron? que formó con su contrario magen como un rostro de piedra serva sobre un techo beduino un cerro con puertas y ventanas e grama y boñigas de camello. ó su cincel a piedra dura. lo escarneció por su lascivia; o y burlador, se vio obligado r esa escala y comer ácimo, usticia insobornable, halló

da más excelsa para un hombre.

Mas cierto es que hay quienes han hecho su arte, trágicas guerras, vitalistas ivos que corren tras la dicha an al hallarla.

No, no cantan. es aman el mundo en él actúan acen ricos, célebres e influyen, nten o escriban, así actúan: ha de la mosca en la melaza. órico engaña a sus vecinos; imental a sí mismo, el arte o una visión de lo real. e depara el mundo a los artistas

n despertado del común ensueño xcesos y desesperación? Nadie niega

que Keats amó este mundo, da con qué afán buscó la dicha.

u arte sí es feliz, ¿pero y su mente? un colegial cuando en él pienso, a la nariz ante la luna confitería, in duda a su tumba descendió, ntidos y el alma insatisfechos, —tan pobre, enfermo y sin estudios—, o de los lujos terrenales, humilde de un caballerizo, to exuberante.

¿Por qué dejas para encendida junto a un libro s caracteres en la arena? lo se alcanza con esfuerzo ario, imitando a los maestros.

orque busco una imagen, y no un libro. los que en sus obras son más sabios nen más que ciegos corazones. oco al misterioso ser que aún de caminar por los bancales, recido a mí que será un doble, de cuanto es imaginable nos parecido, y mi contrario, ie ante estos signos, mostrará uanto busco, susurrándolo

temiendo que las aves, que alzan su algarabía antes del alba, an a llevar a los blasfemos.

UNA ORACIÓN PARA ENTRAR EN CASA

bendiga esta torre y esta casa s herederos, si todo queda intacto, a ni silla ni banco demasiado sencillos os pastorcillos de Galilea; y conceda períodos del año no haga nada onga la vista en nada sino en lo que andes y apasionados han usado rgo de siglos variables mamos como norma; mas si sueño mbad el marino trajo un cofre pintado magen, de allende el Monte de la Piedra

Imán, e sueño sea norma; y si algún energúmeno ease la vista al derribar un fresno sombra al camino, o al levantar una casa ctada en un despacho oficial, que acorte su vida, se maniate su alma al fondo del Mar Rojo.

LAS FASES DE LA LUNA

un puente aguzó el oído un viejo; s caras al sur, él y su amigo n caminado por la senda rosa. Con botas empolvadas, astados tweeds de Connemara n mantenido un paso firme, sus camas, pese a una luna ardía y menguante, aún quedaran s. Aguzó el oído un viejo. . ¿Qué ha sido ese ruido?

tes. El chapoteo as o urogallos, o una nutria haya deslizado en el arroyo. s el puente; esa sombra, la torre: muestra que lee todavía. do de los suyos, él ha hallado nes sólo; eligió este sitio ivir, quizá, por la bujía orre en que aislado el platonista ton se sentaba hasta muy tarde, sionario príncipe de Shelley: taria luz que dibujara l Palmer, imagen de una arcana ría hallada con esfuerzo; a busca entre libros y códices nunca hallará.

. ¿Por qué no llamas, todo lo sabes, a su puerta, s la verdad —que mientras viva s verá un trozo de corteza verdad que es tu pan cotidiano—, o retomamos el camino?

tes. Ha escrito sobre mí con ese estilo agante que aprendiera en Pater, redondear más su historia ue estaba muerto; y muerto escojo

. Canta los cambios de la luna z más; un canto verdadero, e discurso: “Mi autor me cantó.”

tes. Veintiocho son las fases de la luna, llena, la nueva y las crecientes—, ocho, y son sólo veintiséis nas en que un hombre es mecido: o hay vida humana en la llena o nueva. imer creciente a la media, el sueño e a la aventura, y siempre el hombre, pájaro o bestia, está feliz; n tanto la luna se hace llena, ue cualquier ardua fantasía otras no imposibles, y con marcas del cruel azote de la mente, rpo moldeado en su interior e más hermoso. Pasan once ea coge a Aquiles por el pelo, r cae en el polvo, Nietzsche nace,

doce es el creciente de los héroes. os veces nacido y dos sepulto, del plenilunio crecer debe, nso lo mismo que un gusano. a decimotercera pone rra al alma con su propio ser, do da comienzo esa contienda músculo en el brazo; y de seguido, fervor de la decimocuarta a se estremece y queda inmóvil e en el laberinto de sí misma!

. Completa tu canción, dale fin, canta mio extraño de esa disciplina.

tes. Pues todo pensamiento se hace imagen,

ma se hace cuerpo: cuerpo y alma iado perfectos en la llena acer en cuna, demasiado para el estrépito del mundo: o y alma se expulsan y naufragan lá del mundo visible.

. Todos eños de las almas finalizan cuerpo de hombre o de mujer.

tes. ¿No lo has sabido siempre?

. canto dice s seres que amamos recibieron gos dedos de la muerte, y heridas,

El

cima del monte Sinaí, n sangriento látigo en sus manos. n de cuna en cuna hasta que al fin eza rebosó de la orfandad rpo y alma.

tes.

El corazón lo sabe.

. El horror en sus ojos debe ser do o antelación de aquella hora todo es de luz, desnudo el cielo.

tes. Cuando la luna está llena, las criaturas enilunio tienen sus encuentros colinas desiertas con granjeros mblan y rehuyen: cuerpo y alma

añan extrañados de sí mismos, dos en la contemplación, de la mente sobre imágenes eron una vez sus pensamientos; ue aisladas, puras, inmutables, dad aquéllas quebrar pueden s hermosos, fatuos, displicentes.

con voz aguda, avejentada, e rió, pensando en aquel hombre, a insomne y su esforzada pluma.

tes. Y luego, el hundimiento de la luna. ma recordando su orfandad a en muchas cunas; todo cambia, ra ser sierva del mundo, y mientras e la tarea más difícil

otras no imposibles, adquiriendo el cuerpo y el alma la rudeza clavo.

. Antes de la luna llena caba a sí misma, y luego al mundo.

tes. Porque estás olvidado, y casi fuera vida, y jamás hiciste un libro, samiento es claro. Mercader, mador, estadista, erudito, o responsable, en cada hora, as cuna, y todo en vuelo, y todo me porque no hay deformidad salve de un sueño. .

¿Y qué sucede

llos liberados por el último nte servil?

tes. Pues son todo oscuros, quienes son todo luz, se arrojan borde, y en una nube gritándose murciélagos; sin deseo ignoran es bueno o malo, o lo que es triunfar ropia obediencia; deformados lá de la amorfidad, informes, dos cual masa no cocida, labra los transmuta. . ¿Y luego?

tes. Cuando toda la masa se ha amasado

ue adoptar puede cualquier forma a Naturaleza se le antoje, mer creciente sutil regresa. . Pero la fuga; el canto no ha acabado.

tes. El Jorobado, el Santo y el Loco son es últimas. El arco ardiente tes una flecha disparara iba o abajo, la gran rueda belleza cruel y el parloteo abiduría, de esa marea delirante, ídas entre la midad del cuerpo y de la mente. . Si no estuvieran lejos nuestras camas,

ía, y ya dentro, bajo el techo as en la sala del castillo, todo es de austera sencillez, ar para el saber que él nunca á, yo actuaría; tantos años és, él no me reconocería, do que era un ebrio campesino; muraría hasta que cogiese bado y Santo y Loco”, y vinieran s últimas fases de la luna, ués me iría tambaleándome. braría la cabeza a diario más comprender qué significa.

nces rió al pensar que lo difícil an fácil; se elevó un murciélago

avellano y dio vueltas chillando. en la ventana se apagó.

EL GATO Y LA LUNA

ato iba de un lado para otro na giraba como un trompo, riente más cercano de la luna, sigiloso, miró arriba. ro Minnaloushe miró fijo a la luna, llá donde fuera o sollozara, a y fría luz del cielo antaba su sangre animal. loushe corre por la hierba o sus patitas delicadas. s, Minnaloushe, acaso bailas? almas gemelas se encuentran,

mejor que organizar un baile? la luna aprender pueda, da de modales distinguidos, aso de danza. loushe se arrastra por la hierba claro de luna a otro, ada luna sobre él ado en otra fase. Minnaloushe que sus pupilas n de un cambio a otro, de la luna llena a la creciente, creciente a la llena pasan? loushe se arrastra por la hierba mportante y sabio, rva las evoluciones de la luna s cambiantes ojos.

EL SANTO Y EL JOROBADO

ado. Levántate, alza tus manos y bendice ombre que halla gran amargura sar en su renombre perdido. sar romano está preso sta chepa.

Dios pone a prueba a cada uno un designio diferente. jaré de bendecir porque e un lado a otro con el flagelo oder azotarme día y noche do al griego Alejandro de mi carne,

Augusto, y tras éstos gran bribón Alcibíades.

ado. A cuantos se han alzado en tu carne, bendecido, les doy las gracias, do por todos según su grado, obre todo a Alcibíades.

DOS CANTOS DE UN LOCO I

gato moteado y una liebre doméstica frente a la losa de mi chimenea men allí: os elevan hacia mí sus ojos ca de protección y sabiduría mo que yo elevo los míos hacia a la Providencia.

bresalto en sueños al pensar

gún día pudiera olvidarme agua y su comida; iendo dejado sin cerrar la casa, liebre pueda huir hasta encontrar ce nota del corno y el colmillo del perro.

to una carga que pondría a prueba bres que hacen según dice la regla, puedo hacer yo, y un loco errático ezar para que Dios atenúe andes responsabilidades? II

mí en mi banqueta de tres patas junto al

fuego, moteado dormía en mis rodillas; se nos ocurrió preguntar pudiera estar la liebre parda, taba cerrada la puerta. n sabe cómo bebería el viento, ada en dos patas en la estera, de que hubiese decidido rilear con el talón y brincar? hubiese despertado biera llamado, podría haber oído, , y no se hubiera agitado, hora, tal vez, haya encontrado ce nota del corno y el colmillo del perro.

OTRO CANTO DE UN LOCO

gran mariposa púrpura, risión de mis manos, na sabiduría en su ojo pobre loco no entiende.

ez vivió un maestro de escuela re negador y severo, cesión de alumnos temió n vara y su libraco.

el repiqueteo de una campana, y chillón, chillón y dulce,

como aprendió tan bien r como alimento las rosas.

LA DOBLE VISIÓN DE MICHAEL ROBARTES I

re la roca gris de Cashel el ojo de la

mente cado los espíritus fríos nacidos o la luna vieja ha desaparecido del cielo eva aún esconde su cuerno.

jos en blanco y dedos nunca quietos icular se muele hasta ser hombre.

do tuve lo que deseaba? más desde que empezó la vida.

eñidos, acusados, desconcertados, doblados oblados por estas fauces unidas por alambre mbros de madera, obedientes, nocer el mal ni el bien;

entes a algún aliento oculto y mágico. nten ni siquiera, tan abstractos, ertos más allá de nuestra muerte, nfo que acatamos. II

re la roca gris de Cashel vi de súbito

finge con pechos de mujer y garras de león, da, con una mano en reposo, ra elevada para bendecir;

entre los dos a una niña jugando tal vez, bailando consumió su vida, muerta ahora parecía ñaba con bailar.

e lo vi con el ojo de la mente de existir nada más sólido hasta que muera; la luz de la luna su decimoquinta noche.

gitó su cola; sus ojos iluminados por la luna aron en todas las cosas conocidas y desconocidas, nfo del intelecto cabeza erguida, inmóvil.

pilas del otro iluminadas por la luna no se movieron, n todas las cosas amadas o no amadas, e poca paz tuvo, istes están quienes aman.

es importaba quién bailaba entre ellos, a aquella cuyo baile observaban, abía superado con el baile el pensamiento.

rpo trajo perfección,

qué si no ojo y oído silencian el pensamiento s menudos particulares de la naturaleza humana? nte se movía pero parecía pararse si fuera una peonza.

contemplación habían obrado los tres un instante, y tanto lo habían dilatado errocado el tiempo, e carne y hueso estaban muertos. III

que había visto, había visto por fin ña que mis noches sin memoria estrechan sueños que vuelan froto los ojos,

volando arrojan en mi carne o enloquecido que acelera el pulso si yo hubiese sido deshecho Ideal de Homero

se paró a pensar en la ciudad que ardía; ozo de locura soy llevado o como estoy entre la atracción una nueva y de la llena,

inario del pensamiento y las imágenes

nen la furia de nuestros mares occidentales. esto hice mi lamento, ués besé una piedra,

ués lo ordené en un canto o que, después de ignorarlo mucho tiempo, bía sido recompensado mansión en ruinas de Cormac.

MICHAEL ROBARTES Y LA BAILARINA [1921]

MICHAEL ROBARTES Y LA BAILARINA

s opiniones no valen un comino; e retablo el caballero mpuña su larga lanza de tal modo pulsa de la luz que muere a ese dragón, la dama; evidentemente gón agonizante era su pensamiento, da mañana volvía a levantarse ía sus garras, chillaba y peleaba. iera realizarse lo imposible ndría tiempo para volver la vista, su amor, hacia el espejo se mismo instante se haría sabia.

Quieres decir que discutieron?

Digamos que sí; cuerda que la paga de tu amante ue muestra tu espejo, se pondrá rojo de cólera do lo que éste no retrata.

No puedo estudiar en la universidad?

y coge a Atenea por el pelo; qué libro puede otorgar conocimiento a gravedad apasionada ada a ese seno palpitante, goroso muslo, esos ojos soñadores? emonio lo demás.

No debe ninguna mujer hermosa ser omo un hombre? Pablo Veronés

su sacra compañía sus días imaginaron cuerpos la laguna que a ti tanto te gusta prueba orgullosa, dulce, ceremoniosa todo se limita a vista y tacto; as que el techo de la Sixtina de Miguel Ángel, añana” y su “Noche” nos revelan el tendón cuando se tensa, do se relaja en el reposo, gobernar por derecho sobrenatural así ser sólo tendón.

He oído decir iste un gran peligro en el cuerpo.

caso Dios al repartir el pan y el vino hombre Su pensamiento o meramente Su cuerpo?

Mi desdichado dragón está perplejo.

ngo principios que me darán la razón. e texto latino se deduce s almas benditas no son divisibles, odas las mujeres hermosas pueden n indivisible beatitud, arnos a lo mismo; si destierran ensamiento, a menos s facciones que agradan a su vista

o se llena el largo espejo, ensan hasta de la suela del pie.

Dicen cosas tan diferentes en la escuela.

SALOMÓN Y LA HECHICERA

declaró esa dama árabe: ndo bajo la loca luna, anoche, un colchón de hierba reposaba gran Salomón entre mis brazos, ente grité en idioma extraño era el suyo ni el mío. Quien entendió quiera que dije, suspiré, aullé, maullé, ladré, bramé, é, relinché, cacareé, replicó: “Un gallo joven desde una rama de manzano

ntos años antes de la Caída a volvió a cantar más hasta hoy, o hubiera hecho si no es porque pensó, ya el Azar y la Elección, do lo que trajo la manzana chora y este mundo vil muerto por fin. Quien cacareó bía acabado la Eternidad que nuevamente la anunciaba, nque tenga el amor ojos de araña allar el dolor más apropiado unque vea toda la pasión— nervio, y pone a prueba a un amante ueldades de Elección y de Azar; do acaba ese asesinato el lecho nupcial traiga la angustia

ada cual trae una imagen que imagina halla una imagen real. ndo acaba cuando estas dos cosas, e varias, son una única luz o arden unidas mecha y aceite; nto una bendita luna anoche a Salomón su Saba. o el mundo permanece. —Si es así, o nos halló en lugar erróneo, ensó que tenía que cantar. una imagen sea fuerte en demasía ez no lo sea lo suficiente.

do la noche; ningún ruido en el sagrado bosquecillo

s el de los pétalos que caen; a vista humana se contempla s la hierba blanda en que yacimos; na enloquece por minutos. alomón, volvamos a intentarlo!

IMAGEN DE UNA VIDA PASADA

nca hasta esta noche me he sobrecogido. borada luz de las estrellas un reflejo sobre el arroyo oscuro, cen los remolinos; nces sobreviene ese grito aterrorizada, invisible, bestia o ave: n de un recuerdo lacerante.

Una imagen de mi corazón golpeado, guna verosimilitud, o razón, do al fin, a la amargura juvenil,

que todos mis días habían transcurrido ares hermosísimos; golpeada como ubiera aprendido su lección.

or qué has puesto tus manos en mis ojos? e ha advertido repentinamente ría mejor nca mis ojos descansaran? hay sino el lento declinar hacia el oeste, que es imagen de los cielos fulgurantes, o que hasta ahora te hechizaba?

Una amada de otra vida flota allí si hubiera sido forzada a permanecer a vaga aflicción arrogante hermosura, mente para soltarse una trenza

os estrellados remolinos de su pelo la palidez de un dedo.

ro, ¿por qué ibas a tener miedo de repente enzar —conmigo a tu lado— inar alquier noche puede hacer mparezca una imagen o algo o a ojos que enloqueció la belleza, mágenes para cogerles más cariño?

Ahora ella se ha lanzado los brazos a la cabeza; lanzó para burlarse de mí, descubrir, que los dedos no atan, cabello ondea sobre el viento,

lo sé, que sé que temo se cierne y me ha traído la noche.

BAJO EL SIGNO DE SATURNO

vayas a creer, porque hoy esté saturnino, uel amor perdido, de mí inseparable, ca juventud, pueda hacerme sufrir; cómo he de olvidar el saber que trajiste, suelo que diste? Si mi ingenio se fue lope fantástico, aguijan mi caballo dos infantiles de un Pollexfen airado, n Middleton, cuyo nombre jamás oíste, elirrojo Yeats cuya estampa, aunque murió de yo nacer, es vivida memoria. a un jornalero que sirvió con los míos.

n la carretera, cerca del muelle de Sligo no dijo, gritó—: —Por fin has regresado; és de veinte años, hora era ya de volver. rdo la promesa de un rapaz hecha en vano dejar el valle que era hogar de sus padres.

PASCUA DE 1916

he visto, al acabar el día, —enérgico el semblante— ritorio o mostrador, entre grises del siglo dieciocho. sado al lado con un gesto hueras palabras amables, e parado con ellos y he dicho palabras amables ensado, antes de marcharme, burla o en una puya que complacer a un conocido l fuego en el club,

do que tanto ellos como yo ecíamos a un país de payasos. odo cambió, cambió por completo: rible belleza ha nacido.

ujer pasó sus días gnorancia y buenas intenciones; ches, discutiendo que la voz se le hizo áspera. voz más dulce que la suya o, joven y hermosa, sentó en el tumulto? abía tenido una escuela lgó nuestro corcel alado; o, su colaborador y amigo, ausa común con sus fuerzas;

al cabo haber sido famoso, nsible era su espíritu, ientes y dulces sus ideas. e otro soñé que era racho y un chulo. e había causado un mal amargo onas que quiero, nciono en el canto. én él rechazó el papel tocaba en la comedia insulsa. én él cambió, por su parte, sformó por completo: rible belleza ha nacido.

ones con una misma intención o e invierno parecen

e convertido en una piedra erturbar la viva corriente. allo que viene del camino, te, los pájaros que van nube a otra que se cierne, a minuto cambian; mbra de una nube en la corriente a minuto a minuto; co se desliza sobre el borde orcel chapotea; ncudas pollas de agua se zambullen embras llaman a los machos; a minuto viven: dio de todo esto está la piedra.

rificio muy continuado

tornar de piedra el corazón. uándo será bastante? dirá el Cielo, a nosotros ca murmurar nombre tras nombre una madre que nombra a su hijo o el sueño por fin ha vencido rnas que corrían como locas. es sino el anochecer? la noche, sino la muerte. , después de todo, innecesaria? nglaterra puede cumplir su palabra do lo que se ha dicho y hecho. emos su sueño, lo bastante er que soñaron y están muertos. é si un amor desmedido uscó hasta morir?

ribo en verso: onagh y MacBride nolly y Pearse y en lo por venir, quiera que se luzca el verde, mbiado, cambiado por completo: rible belleza ha nacido.

DIECISÉIS MUERTOS

i ya hablamos por extenso antes los dieciséis fueran fusilados, quién puede hablar de dar o tomar, que debería ser y lo que no as esos muertos merodean ahí emover la olla que hierve?

que deberíamos tranquilizar al país que se haya vencido a Alemania; quién habrá que lo sostenga que Pearse está sordo y mudo? esa lógica a pesar más huesudo pulgar de MacDonagh?

o podéis soñar que escucharían e sólo prestan oídos uevos camaradas que han encontrado, Edward y Wolfe Tone, rse con nuestro dar y tomar e conversan hueso con hueso?

EL ROSAL

las palabras se dicen a la ligera”, earse a Connolly, una brisa de palabras prudentes marchitado nuestro Rosal; ez un viento que sopla el mar helado”.

necesita que se le riegue”, tó James Connolly, que vuelva a salir el verde xtienda por doquier, r la flor del capullo ue sea el orgullo del jardín.”

de dónde traeremos agua,” earse a Connolly, do todos los pozos se han secado? aramente on nuestra roja sangre mos hacer un Rosal.”

SOBRE UNA PRISIONERA POLÍTICA

, que desde niña ha conocido aciencia, ahora tiene tanta a gaviota gris ya no la teme ajado volando hasta su celda; a allí, ha soportado el roce dedos y come sus migajas.

ar esas alas solitarias, dó el tiempo antes de que su mente era algo implacable, algo abstracto,

samiento un odio popular: ella misma y guía de los ciegos ndo la vil zanja en la que yacen?

o hace mucho la vi cabalgar do en la falda del Ben Bulben, a belleza de sus campos a de la joven soledad, ó pura y dulce como un ave entre las rocas, del mar nacida.

ar nacida, o suspensa en el aire o por vez primera dejó el nido una alta roca para ver daquín de las nubes, al tiempo su pecho herido por tormentas an las oquedades del mar.

LOS DIRIGENTES DE LA MULTITUD

mantener su certeza deben acusar s los diferentes de bajas intenciones; er el honor establecido; nar como nuevas cuanto quiera vente su disuelta fantasía murarlo conteniendo la respiración, como lcantarilla llena fuera el Helicón lumnia un canto. ¿Cómo pueden saber verdad florece donde brilla para del estudioso, y sólo allí, que no conoce soledad?

l de que la multitud acuda no les importa qué pase, música fuerte, renovada esperanza cada día res más ardientes; esa lámpara es la de la tumba.

AL DESPUNTAR EL DÍA

el doble de mi sueño la mujer que junto a mí yacía o partimos por la mitad un sueño a primera y fría luz del día?

“Hay una cascada adera del Ben Builben da mi infancia quise mucho; era de viajar por todo el mundo dría hallar nada más querido.” cuerdos habían magnificado

veces la alegría infantil.

iera tocado como un niño, upe que mi dedo tocaría iedra y agua frías. Me enfurecí, a acusé al Cielo porque establecido entre sus leyes: ue amemos demasiado derable a nuestro tacto.

al despuntar el día, nto traía la espuma del mar a mi nariz. a que yacía a mi lado da más amargamente había visto avilloso ciervo de Arturo, vo ciervo blanco, saltar sta en cuesta por los montes.

DEMONIO Y BESTIA

tos instantes al menos

ero demonio y esa bestia estridente e acosan día y noche aron de mi vista; e mucho había girado en la espiral, mi odio y el deseo, vencía mi libertad reír bajo el sol.

os brillantes en una calavera rato del viejo Luke Wadding n bienvenido, y los Ormonde ron sobre la pared,

a Strafford sonrió como si era más feliz conocer mprendí su plan. que la bestia estridente se fue o retrato en la Galería llamase a dulce compañía, odos los pensamientos de los hombres eron transparentes queridos como los míos lo son.

ronto asomó una lágrima, alegría sin objeto me había hecho pararme l pequeño lago ontemplar a una gaviota blanca coger ga de pan arrojada al aire;

bajando en espiral y girando mbulló donde un absurdo gordo de mollera verde udió el agua de su lomo; ndo ya demoníaco, iatura estúpida y feliz despertar toda mi naturaleza.

e estoy todo lo seguro que se puede estar toda victoria natural ece a bestia o demonio, nca jamás un hombre libre eal dominio de las cosas naturales, el solo hecho de envejecer, que trae helada, esta dulzura trajo; o tengo pensamiento más querido

que me sea dado de descubrir un modo erlo permanecer medio día. ué dulzura vagaba és de la estéril Tebaida, o al Mar Mareótico o aquel exultante Antonio veces mil otros más eron el hambre en la orilla onsumió hasta ser un saco de huesos! enían los Césares salvo sus tronos?

EL SEGUNDO ADVENIMIENTO

do vueltas y vueltas en la espiral

creciente de ya el halcón oír al halconero; e desmorona; el centro cede; rquía se abate sobre el mundo, ata la marea ensangrentada, y por doquier ga el ritual de la inocencia; jores están sin convicción, y los peores de apasionada intensidad.

a revelación se aproxima;

oxima el Segundo Advenimiento. gundo Advenimiento! Lo digo, na vasta imagen del Spiritus Mundi mi vista; allá en las arenas del desierto gura con cuerpo de león y cabeza de hombre, rada en blanco y despiadada como el sol, sus lentos muslos, y en rededor planean as de airadas aves del desierto. oscuridad de nuevo, mas ahora sé veinte siglos de obstinado sueño en su cuna una pesadilla, escabrosa bestia, llegada al fin su hora, astra a Belén para nacer?

PLEGARIA POR MI HIJA

uevo ruge la tormenta; oculta l cubierto embozo de esta cuna, a duerme. Apenas si protegen que de los Gregory y la loma ento del Atlántico que arrasa es y tejados; ra hace ya que camino y rezo te gran pesar que en mi alma habita.

o y rezo por esta criaturita, ento del mar brama ante la torre,

s arcos del puente, y fiero brama olmos del río caudaloso; ino agitado s años futuros ha traído, do al ritmo de un tambor frenético, cencia asesina del océano.

sea otorgada la belleza, ue a ojos extraños nunca angustie, misma ante el espejo, pues aquellas s con belleza inmoderada eran ésta un fin en sí mismo, n la bondad natural, y quizá del corazón que escoge el bien, a hallan amigos.

ena, que encontró insulsa la vida,

s cuitas le ocasionó aquel necio, Reina surgida de la espuma, e, huérfana, pudo hacer su capricho, ó a un herrero patizambo. es: las bellas comen salada loca con su carne, tan así la Cornucopia.

prenda cortesía en grado sumo; razones no son dones, mas los ganan os que no son del todo bellos; más de uno que hizo tonterías belleza, sabio hace el encanto; hos vagabundos n amado y son correspondidos alegre bondad nunca se apartan.

ea un florido árbol recoleto, sus pensamientos como pájaros nica misión es dispensar sos su canto; sólo ledamente se persigan ledamente se querellen. ue arraigue como un verde laurel erreno eterno y predilecto!

nte, pues las mentes que yo amé, de belleza que apreciara, eran poco, ahora se ha secado; be que asfixiarse con el odio ser la peor de las maldades. mente no odia, to del viento y su agresión

arrancarán de la hoja al pájaro.

o intelectual es el peor; aldiga, así pues, las opiniones. e visto a la más bella Cuerno de la Abundancia diera, lpa de su mente testaruda su cornucopia y cuanto bien an los espíritus tranquilos fuelle que llena el viento airado?

do en cuenta, el odio desterrado, alma recupera su inocencia, nde al fin que a sí misma se agrada usta o calma, y es su voluntad untad del Cielo, eda, aunque todos se enfurezcan,

me cada punto cardinal, enten los fuelles, ser feliz.

u esposo la lleve hasta una casa ca de rito y ceremonia, odio y la arrogancia los pregone onero en la calle. o sino con rito y ceremonia mbran la inocencia y la belleza? es otro nombre de ese cuerno; emonia, del laurel que crece.

MEDITACIÓN EN TIEMPO DE GUERRA

ue dura un latido de la arteria, o en esa vieja roca gris, l viejo árbol roto por el viento, ue el Único es animado, manidad una inanimada fantasía.

PARA SER GRABADO EN UNA PIEDRA EN THOOR BALLYLEE

el poeta William Yeats, ejas tablas de un molino y pizarras verdemar, ajo de herrero de la forja de Gort, ré esta torre para mi esposa George; estos caracteres permanezcan o todo de nuevo sea ruinas.

LA TORRE [1928]

RUMBO A BIZANCIO I

s un país para ancianos. Los jóvenes azan, hay pájaros en los árboles eraciones que mueren— cantando, das de salmones y mares de caballas, aves y carne que en verano celebran ha sido engendrado, nace y muere. os de esa música sensual todos olvidan mentos de perenne intelecto. II

hombre viejo es algo miserable, rajoso abrigo sobre un palo, os que el alma haga palmas, y cante, y cante odos los andrajos en su traje mortal; ay escuelas de canto, mas se estudian mentos de su propia grandeza; eso he surcado los mares y he venido udad sagrada de Bizancio. III

abios, los que estáis en el fuego santo de Dios en el mosaico de oro de un muro,

del fuego santo, bajad en espiral, s maestros cantores de mi alma. mid mi corazón; enfermo eo, y atado a un animal que muere, noce lo que es; y haced que me una ficio de la eternidad. IV

bandonada la naturaleza, tomaré mi forma corpórea a natural, mas de esa forma que hacen es griegos trabajando el oro ue no se duerma su soñoliento Emperador;

ré a una rama dorada a pregonar odos los nobles de Bizancio ado, el presente y el porvenir.

LA TORRE I

debo hacer con este absurdo, azón atribulado, esta caricatura: d provecta que me han atado al rabo de un perro? Nunca tuve nación más vehemente, apasionada, ica, ni oído ni vista ás esperaran lo imposible; en la niñez cuando con caña y mosca, umilde lombriz, subía por detrás del Ben

Bulben ante mí un interminable día de verano. e que he de decir a la Musa que se marche, er por amigos a Platón y Plotino, que imaginación, vista y oído tenten con discutir y ocuparse abstracto; o que se rían de ellas a abollada cacerola a los talones. II

orro las almenas y contemplo

mientos de una casa, o donde un árbol, un dedo tiznado, se yergue de la tierra;

o la imaginación os rayos del sol que declina, y evoco nes y recuerdos nas o árboles antiguos, uisiera preguntar a todos ellos.

sa cumbre vivía Mrs. French, y un día toda palmatoria o candelabro de plata aba la oscura caoba y el vino, viente, que sabía adivinar ier deseo de la respetada dama, y con las tijeras del jardín solente granjero le cortó las orejas s trajo cubiertas en un plato.

os recordaban cuando yo era joven mpesina a la que alababa una canción,

bía vivido en algún sitio del pedregal aquél, lzaban el color de su cara, muy dichosos ensalzándola, ando que, si iba allí, anjeros se apelotonaban en la feria, loria otorgaba la canción.

enloquecidos por los versos, os muchos brindis que le dedicaban, aban de la mesa y declaraban que probar la fantasía con la vista; maron el brillo de la luna prosaica luz del día anto les había enajenado— se ahogó en el tremedal de Cloone.

o es que quien compuso la canción era ciego; eniéndolo todo en cuenta, no veo aro; la tragedia empezó omero, que era ciego, y Helena cionado a cuanto corazón haya vivido. e la luz del sol y de la luna en un solo rayo inextricable, i yo triunfo he de enloquecer a los hombres.

mismo creé a Hanrahan evé sobrio o borracho por el alba algún sitio entre las cabañas vecinas. ado por los malabarismos de un viejo, ó, tropezó, fue andando a tientas,

recibió en pago las rodillas rotas rrible esplendor de su deseo; einte años que concebí todo esto:

viejo granero, buenas gentes ban las cartas, y cuando llegó el turno l viejo rufián, tanto hechizó en sus dedos pes que todos menos uno se volvieron ntón de perros, no de cartas, stante lo transformó en liebre. han se levantó frenético criaturas que ladraban siguió a…

olvidado adonde, ¡basta! recordar a un hombre que ni amor ica ni oreja cortada de enemigo n —tan atribulado estaba— alegrar;

gura que se ha vuelto tan fabulosa queda vecino que decir pueda o haya acabado sus días miserables: guo dueño de esta casa, que se arruinó.

de esa ruina, durante siglos, hombres de armas, con jarreteras hasta las rodillas ados de hierro, subieron la estrecha escalera, ciertos guerreros cuyas imágenes, Gran Memoria conserva, con fuertes gritos, sin resuello, per el descanso del durmiente as sus grandes dados caen sobre la mesa.

uiero a todos preguntar, vengan todos;

viejo hidalgo menesteroso; al errabundo ciego celebrador de la belleza; rrojo a quien envió el juglar ados olvidados de Dios; Mrs. French, nía tan fino oído; se ahogó en el lodo de una ciénaga o las burlonas Musas eligieron a la aldeana.

o todo viejo y vieja, rico y pobre, tas rocas hollara o atravesó esta puerta, lico o en secreto se enfureció, yo ahora, contra la vejez? e visto una respuesta en esos ojos tán impacientes por marchar;

es; pero dejad a Hanrahan, cesito todos sus tremendos recuerdos.

ejo verde y enamoradizo, e esa honda mente reflexiva o que has descubierto en la tumba, eguro que has o toda imprevista e invidente atraída por ojos que enternecen, un roce o un suspiro, aberinto de otro ser;

mora más la imaginación mujer ganada o la perdida? ésta, admite que te apartaste gran laberinto por orgullo, día, o alguna necia idea harto sutil

que en tiempos se llamó conciencia; si vuelve a presentarse el recuerdo, se eclipsa y se emborrona el día. III

hora de que haga testamento; ombres íntegros ben el arroyo hasta o de la fuente, y al alba su lanzamiento junto edra goteante; declaro los heredarán mi orgullo, ullo de quienes no estuvieron s a Causa o Estado,

clavos escupidos s tiranos que escupían, e de Burke y Grattan o, aun libre de negarse, o, como aquél de la mañana o la luz se precipitaba libre, el cuerno fabuloso, e la lluvia repentina o están secos los arroyos, e esa hora el cisne ha de fijar la vista eflejo que se apaga, r sobre un largo, último trecho arroyo fulgurante cantar su postrer canto. aro mi fe;

de las ideas de Plotino ito a Platón en su cara, rte y la vida no existían nventarlas el hombre, que hizo absolutamente todo r de su alma acerba, ol, la luna y las estrellas, todo, más de todo eso ando morimos resucitamos, os y así creamos aíso Traslunar. puesto mi paz ctas cosas italianas rgullosas piedras de Grecia, aginaciones de un poeta ecuerdos del amor,

dicho por las mujeres, esas cosas con las cuales mbre crea un sobrehumano que semeja un espejo.

en esa aspillera, ean y chillan las cornejas n caer capas de ramitas. o las hayan amontonado, ara se posará la cima hueca alentará el salvaje nido.

de ese metal que lo rompió icio sedentario, anto la fe como el orgullo

óvenes íntegros ben la ladera, ue bajo el alba que irrumpe caer una mosca.

debo curarme el alma, garla a estudiar escuela ilustrada que el naufragio del cuerpo, a decadencia de la sangre, rio del mal genio is decrepitud, mal aun peor erte de los amigos, o la muerte ntos brillantes ojos jaban sin aliento),

ezcan más que las nubes del cielo o se desvanece el horizonte, ito somnoliento de un pájaro mbría que se ahonda.

MEDITACIONES EN TIEMPO DE GUERRA CIVIL I CASAS ANCESTRALES

os prados feraces de los ricos, l susurro de sus montículos en flor, a ha de rebosar sin ambición ni cuitas; erá la vida hasta desbordarse, nderá con vértigo cuanto más llueva scoger la forma que le plazca más rebajarse a ser forma mecánica

il, siempre a disposición de otro.

sueños! Mas no habría cantado Homero haber tenido por cierto más allá de toda ensoñación bía brotado del propio deleite de la vida rro reluciente y abundoso; aunque ahora parece si alguna concha vacía maravillosa a de la oscuridad del rico arroyo, na fuente, fuese el símbolo umbra la heredada gloria de los ricos.

hombre violento, un poderoso, n arquitecto, un artista, para iolentos, alzaran en la piedra zura anhelada noche y día,

ma que allí nadie conociera; muerto el amo, juegan los ratones, ez el biznieto de esa casa, l bronce y los mármoles sólo sea un ratón.

os jardines donde vaga tas delicadas el pavo real, to Juno muestra en una urna sibles deidades del jardín; segado césped y la grava la Contemplación en zapatillas moda, y la Infancia se deleita, ba con ardor nuestra grandeza

oria de puertas blasonadas s de una edad más altanera, orrer los suelos encerados

gas galerías y salones tratos de antepasados célebres, o que los más grandes varones ren ensalzar o bendecir ba con dolor nuestra grandeza? II MI CASA

viejo puente, una torre más vieja, a solariega con su muro, e pedregoso, puede florecer la rosa simbólica, olmos desgreñados e innumerables espinos, o de la lluvia o el otro ruido

a viento que sopla; cuda avefría uza el arroyo una vez más edo al chapoteo de un hato de vacas;

calera de caracol, arcos de piedra; imenea de piedra gris con un hogar abierto, la y una página escrita. naba en II Pensoroso el platonista ecida sala, trasluciendo la daimónica ira ginara todo. os ignorantes do de mercados y de ferias sto arder su vela a medianoche.

e establecieron mbres: uno de armas que reunió caballos y pasó sus días e sitio turbulento, rgas contiendas y nocturnos rebatos nguante reata, y hasta él mismo, a parecer que se volvieron gos que, olvidados, olvidaban; ara que un día gre de mi sangre encontrar pueda, xaltar a un solitario, mas dignos de la adversidad. III MI MESA

recios caballetes, y un tablón obsequio de Sato, una inmutable a está con pluma y con papel, ar un sentido días sin norte. zo de brocado su vaina de madera. er aún no había nacido o fue forjada. En la casa de Sato, como luna nueva, luminosa, quinientos años. n cambio, no hay luna; n dolido corazón e una inmutable obra de arte. os sabios afirman

lí donde fuera realizada eación maravillosa, tura o cerámica, pasó re a hijo a través de los siglos ció inmutable cual la espada. ada del alma la belleza, mbres y sus cosas adquirieron riencia inalterable del alma; l más rico heredero, or de que las puertas del cielo abren a nadie que haya amado inferior, n corazón tan dolorido nque, en boca de todos por sus sedas res majestuosos, ba ingenio alerta; parecía

pavo real de Juno se quejaba. IV MIS DESCENDIENTES

be heredado mente vigorosa mayores, he de abrigar sueños r a mi muerte hombre y mujer nte vigorosa, mas parece vida apenas puede aromar un viento, gloria al sol de la mañana, os pétalos rotos se esparcen por el jardín; queda luego verdor común.

mis descendientes pierden la flor natural declinar del alma,

iado ocupados con la hora fugitiva masiado juego, o boda con un necio? sta ardua escalera y la hosca torre uinas sin techo donde el búho u nido entre las grietas, y alce o desolado su desolación.

mum Mobile que nos dio forma ho que hasta el búho vuele en círculos; ue entre los prósperos me tengo, que bastan amor y amistad, de una vieja amiga elegí la casa galané y reformé por el amor de una muchacha. en o decaigan, estas piedras suyos y mío el monumento.

V EL CAMINO QUE PASA POR MI PUERTA

afable miliciano, mbre robusto como Falstaff, haciendo bromas de la guerra civil si morir de un disparo fuese or comedia bajo el sol.

iente de oscuro con sus hombres iformados del ejército nacional an a mi puerta, y yo me quejo l tiempo, el granizo y la lluvia, n peral que ha roto la tormenta.

o las emplumadas bolas de hollín

ía la focha en el arroyo, allar la envidia de mi mente; uelvo a mi cuarto, atrapado frías nieves de un sueño. VI EL NIDO DEL ESTORNINO JUNTO A MI VENTANA

abejas construyen en las grietas mampostería suelta, y allí jaros traen larvas y moscas; ed se deshace; haced vuestra colmena, abejas, asa vacía del estornino.

os encerrados, y la llave a sobre nuestra incertidumbre; mbre muere en algún sitio, o se incendia una casa, ada está claro: haced vuestra colmena asa vacía del estornino.

adas de piedra o de madera; manas ya de guerra civil; e se llevaron el cadáver ensangrentado ven soldado: haced vuestra colmena asa vacía del estornino.

mos alimentado el corazón con fantasías, se ha embrutecido con la dieta; más sustancia nuestra inquina estro amor; haced vuestra colmena,

abejas, asa vacía del estornino. VII VEO FANTASMAS DE ODIO Y DE LA PLENITUD DEL CORAZÓN Y DEL VACÍO VENIDERO

a la cima de la torre y me apoyo en la piedra rota, uma que es como ventisca lo barre todo, río y olmos bajo la luz de una luna parece ella misma, que parece inmutable, ntelleante espada del oriente. Una ráfaga de viento

fragmentos de bruma que centelleantes pasan. nesí apabulla, y turban los ensueños; imágenes monstruosas la mente inundan.

anza a los asesinos”, se alza el grito, anza para Jacques Molay”. Con pálidos jirones o encajes, el iracundo, atormentado de ira, hambriento de ira, stigando a otro, mordiendo los brazos o la cara, merge en la nada, brazos y dedos bien abiertos brazar la nada; y yo, con la mente extraviada

do este tumulto sin sentido, también grité nza a los asesinos de Jacques Molay.

elicadas patas, largas y finas, y ojos de aguamarina, cornios mágicos llevan damas a la grupa. mas cierran sus pensativos ojos. Ninguna profecía, ada en almanaques babilónicos, rado sus ojos, sus mentes son la alberca hasta el anhelo se ahoga bajo su propio exceso; alvo quietud puede quedar cuando el corazón se colma propia dulzura, los cuerpos de su encanto.

lidos unicornios, los ojos de aguamarina,

mulos párpados entreabiertos, los jirones de nubes o de encajes, ojos que la ira ha iluminado, los brazos que enflaquecen, so a una multitud indiferente, dan paso ones de latón. Ningún ensueño autocomplaciente dio a lo que ha de venir, ni compasión por lo que ha pasado, alvo la presión de la garra, y la complacencia de la vista, ontables alas con su estruendo que han ocultado nuestra luna.

y la vuelta y cierro la puerta, en la escalera

egunto cuántas veces podría haber probado mi valor o que todos los demás compartieran o entendieran; ay! ambicioso corazón, si esa prueba reportara po de amigos, una conciencia en paz, os habría hecho más tristes. La dicha abstracta, er entrevisto de las imágenes daimónicas, al hombre maduro como al muchacho en tiempos.

MIL NOVECIENTOS DIECINUEVE I

chas cosas ingeniosas y hermosas ya no

existen recían puro milagro a la multitud, das por el círculo de la luna nza alrededor las cosas corrientes. Allí se alzaba l bronce y la piedra ornamentales tigua imagen de madera de olivo, o están los famosos mármoles de Fidias

os los saltamontes y abejas de oro. én tuvimos muchos juguetes bonitos antaño: y indiferente a culpa o elogio, rno o amenaza: costumbres que hicieron que el viejo error ritiera como cera bajo los rayos del sol; urar durante tanto tiempo la opinión pública os que sobreviviría a todos los días futuros. ué exquisito pensamiento tuvimos al creer ibones y granujas habían desaparecido!

rajo todo diente, se olvidaron todas las antiguas tretas,

an ejército no fue más que ostentación. mporta que ningún cañón se convirtiera arado! El parlamento y el rey on que si no se quemaba un poco de pólvora n los trompeteros trompetear hasta reventar así faltar toda gloria; y que acaso ncarían los soñolientos corceles de la guardia.

os días los cabalga un dragón, la pesadilla ño: una soldadesca borracha dejar que la madre, asesinada en su puerta, astre entre su sangre, y quedar impune;

he puede sudar con terror como antes os nuestros pensamientos en la filosofía eábamos dominar con una ley al mundo, s que ratas que pelean en su agujero.

el que puede leer los signos sin hundirse media verdad de un estupefaciente ntes superficiales; que sabe que ninguna obra dura alud, la riqueza o la paz de espíritu se gastan obra maestra del intelecto o la mano, ún honor deja su poderoso monumento, n consuelo le queda: todo triunfo á más que caer sobre su fantasmal soledad.

queda algún consuelo por hallar? mbre ama, y ama lo que escapa, más hay que decir? Que en todo el país se atrevería a admitir, de pensarlo, dría haber un incendiario o fanático emara esa cepa en la Acrópolis, piera en pedazos los mármoles famosos, cara con saltamontes y abejas. II

ndo los bailarines chinos de Loie Fuller

se envolvían brillante red, una flotante cinta de tela, a que un dragón aéreo

a caído sobre ellos, los hubiera dispersado, biera hecho partir aprisa con su correr vertiginoso; Año Platónico o trae nuevos errores y aciertos, ndo se lleva los antiguos; los hombres son bailarines, y su paso el bárbaro repique de un gong. III

moralista, o un poeta mitológico, ra a un cisne el alma solitaria; me basta eso,

sta que lo muestre un espejo turbulento, de que desaparezca el breve destello de su vida, una imagen de su estado; gando las alas para el vuelo, ho henchido con orgullo, para jugar, o dejarse llevar os vientos que proclaman que anochece.

mbre que medita en secreto rde en el laberinto que ha creado rte o la política; tónico afirma que en el trance hemos de dejar cuerpo y oficio a costumbre permanece, si nuestras obras pudiesen

arecer con nuestro hálito, ría una muerte afortunada, l triunfo sólo echa a perder nuestra soledad.

ne ha saltado al desolado cielo: agen puede traer desenfreno, la rabia abe con todas las cosas, que acabe mi afanosa vida imaginó, e incluso ina por imaginar, por escribir; ñábamos con reparar mal afligía a la humanidad, pero ahora plan los vientos invernales que estábamos locos al soñar. IV

otros que hace siete años

amos del honor y la verdad, mos de placer si mostramos de la rata, el diente de la rata. V

émonos de los grandes

ntos pesos tenían en la mente anaron tanto y hasta tan tarde ejar detrás un monumento ensaron en el viento arrasador.

monos de los sabios; dos aquellos calendarios

fijaron sus ojos ya cansados, vieron correr las estaciones miran boquiabiertos al sol.

monos de los buenos maginaron alegre el bien, os de soledad n proclamar un día festivo: nto aulló, ¿y dónde están?

émonos de quien se burla vantaría un solo dedo yudar a buenos, sabios, grandes, dir el paso a la tormenta, pues mos con burlas. VI

encia en los caminos: de caballos;

netes apuestos y guirnaldas finas orejas o en las crines. dos de correr vuelta tras vuelta, se quiebran y desaparecen, al se recupera y cobra fuerzas: as de Herodías han tornado, pe de viento polvoroso multo de imágenes y pasos, del laberinto de los vientos; na mano osada toca a una, itos amorosos o iracundos, odas están ciegas, se revuelven el viento sople, mas ahora nto amaina, el polvo se aposenta:

s ojos en blanco da bandazos, os rizos necios y pajizos insolente diablo, Robert Artisson, n la enamorada Lady Kyteler cias plumas de pavo real radas crestas de sus gallos.

LA RUEDA

nvierno queremos primavera, rimavera ansiamos el estío, do el seto espeso se hace canto os que el invierno es lo mejor.

a luego nos parece bueno ue no llega la dulce primavera, ramos que lo que al alma agita o su deseo de la tumba.

JUVENTUD Y VEJEZ

nta furia de joven,

opresión del mundo, éste, adulador, diós a su huésped.

LOS NUEVOS ROSTROS

que ya eres vieja, mueres antes, atalpa ni el fragante tilo mis pies vivos, y no iría nde creamos lo que al Tiempo de hacer pedazos con sus dientes. n las viejas estancias nuevos rostros ren a su antojo; pues la noche r puede al día, r junto al césped nuestras sombras, menos sombrías que los vivos.

UNA PLEGARIA POR MI HIJO

ena que un fuerte espíritu esté en el

cabecero ue mi Michael tenga un sueño profundo ore, y no dé vueltas en la cama que sea la hora de su primera toma; el crepúsculo que huye mantenga os miedos hasta el alba no le falte a su madre co el sueño.

a que el espíritu empuñe la espada;

s hay, pues a fe mía as cosas diabólicas existen, anean asesinarlo, pues bien saben hazaña o alto pensamiento aguarda en sus días venideros, rían por su odio a los laureles o en nada.

e Tú puedes formar cualquier cosa nada a diario, y enseñas ar a los luceros del alba, nes palabras que digan esidad más simple, y has conocido, ndo en las rodillas de una madre, r ignominia de carne y hueso,

do por toda la ciudad corrían rvos de Tu enemigo, ujer y un hombre, mienten las Santas Escrituras, n por llanos y montañas, stos y baldíos, iéndote, hasta que el peligro pasó, mano amor.

DOS CANTOS DE UN DRAMA I

una virgen mirar fijamente el santo Dionisio murió, ncarle el corazón rlo en la mano árselo latiendo; s las Musas cantaron agnus Annus en primavera si la muerte de Dios fuese un juego.

roya ha de alzarse y ponerse, naje alimentar al cuervo, ada proa de otro Argo a otro cetro más pomposo. erio Romano se horrorizó: aer las riendas de la paz y la guerra o esa feroz virgen y su Estrella on de la fabulosa oscuridad. II

lástima por el pensar nublado del hombre só la sala y salió de allí lilea turbulencia; ella babilónica trajo

curidad informe y fabulosa: de la sangre, asesinado Cristo, nútil toda la tolerancia platónica l toda la disciplina dórica.

cuanto el hombre estima n instante o un día. cer del amor su amor aleja, cel del pintor gasta sus sueños; o del heraldo, los pasos del soldado, su gloria y su poder: refulge en la noche lo alimenta noso corazón del hombre.

FRAGMENTOS I

ke se desvaneció;

el Jardín; acó la lanzadera costado. II

dónde saqué esa verdad? boca de una médium, nada apareció,

marga del bosque, noche oscura en que yacían ronas de Nínive.

LEDA Y EL CISNE

golpe repentino: las grandes olas baten tónita joven, acarician sus muslos curas membranas, prende el pico su nuca, valido pecho pone el cisne en el suyo.

o pueden sus dedos, leves, horrorizados, r de sus muslos esa gloria emplumada? é puede su cuerpo, en esa blanca embestida, ír el latido del corazón extraño?

mblor en el lomo allí entonces engendra as destruidas, fuego en tejado y torre,

amenón muerto.

Estando así cautiva, ed de la sangre aérea de la bestia, ió su poder y su sabiduría que la soltara el insensible pico?

SOBRE UN CUADRO DE UN CENTAURO NEGRO DE EDMUND DULAC

cascos han pisado el margen negro del bosque, allí donde horribles loros verdes llaman y saltan. bras están todas apisonadas en el sofocante fango. í esa pelea, supe que era asesina. e el sol sano sazona es alimento sano, eso; mas yo, que casi he enloquecido

gún ala verde, cogí viejo trigo de momia emente oscuridad abstracta y lo molí grano por grano o lo cocí despacio en un horno; pero ahora vino muy aromático de un tonel hallado siete borrachines de Éfeso, tan hondo fue su sueño, eron sin enterarse de que pasó el imperio de Alejandro. tus extremidades y duerme un largo sueño saturniano; mado más que a mi alma pese a todas mis palabras, e hay más capaz de mantenerse alerta y mantener

ables ojos sobre esos horribles pájaros verdes.

ENTRE NIÑAS DE UN COLEGIO I

ino por el aula preguntando,

anciana monja me responde; as hacen cuentas o bien cantan, den en sus libros de lectura, rtar y coser, y en todo el orden oderno. Los ojos de las niñas omentáneo asombro contemplan esentón famoso que sonríe.

II

ño con un cuerpo ledeo, al lado

fuego que declina, una historia la contó de odio, un hecho nimio tragedia tornó infantiles horas; as naturalezas se mezclaron rna afinidad en una esfera, ando la historia de Platón, ma y clara de una misma cáscara. III

sando en ese ataque de ira o pena,

elvo a contemplar a alguna niña,

ndo si sería así a esa edad s las hijas del cisne tener pueden palmípedo parte de la herencia— ese color su pelo o cara, nces enloquece el corazón: nte mí como una de esas niñas. IV

ctual imagen viene al pensamiento. o forma un pincel del Quattrocento, mejilla de quien bebe el aire n tropel de sombras se alimenta? ue de otro tipo que el de Leda ermoso plumaje… Basta ya,

sonrío a quien sonríe: cómodo ser un viejo espantapájaros. V

madre juvenil, en el regazo que traicionó a la miel que engendra, me, chilla o lucha por huir impongan la droga o los recuerdos, a que su hijo, al ver su cuerpo sesenta inviernos en las sienes, nsa los dolores de alumbrarlo, la incertidumbre de su senda? VI

só Platón que es Naturaleza

a de espectrales paradigmas; sabio, Aristóteles jugó las en las nalgas de un gran rey; muslos de oro, el gran Pitágoras til o las cuerdas de un violín antos astrales a las Musas: y andrajos para que huya el ave. VII

genes veneran monja y madre,

s que alumbran velas son distintas que son ensueño de las madres, an reposo a mármoles o bronces.

ompen corazones. Oh, Presencias mor, piedad o afecto bien conocen olos de glorias celestiales, s burladoras de los hombres; VIII

rece O baila el parto, donde el cuerpo

radar al alma no padece, e de su angustia la belleza, aber de quemarse las pestañas. ño que floreces enraizado, a flor, el tronco, o la alta fronda? erpo musical, ¿cómo podemos ile distinguir la bailarina?

ALABANZA DE COLONO (De Edipo en Colono)

Alabemos los caballos de Colono, y alabemos a oscuridad del intrincado bosque, eñor que allí ensordece a la luz del día, ue ésta visita el lugar donde, e las visite el sol o la tormenta, a tierra damas inmortales, del sonido armónico, ozo de Sémele por alegre compañero.

en el jardín de los gimnastas prospera ma a sí misma sembrada y engendrada al intelecto ateniense su dominio, el olivo de hojas grises osamente surgió de la piedra viva; ualidad de paz ni guerra itarán esa vieja maravilla, pues n Atenea de ojos grises no le quita la vista.

viene hasta esta tierra, y ha venido florecen el azafrán y el narciso, la Gran Madre, llorando por su hija, a de la belleza junto al agua ntellea entre olivos de hojas grises, ancado una flor y cantado su pérdida;

halla al pletórico Cefiso, l espectáculo más bello que existe.

e esta tierra tiene espíritu piadoso, uerda que cuando toda la humanidad a los caminos, o chapoteaba en la playa, dón le dio bocado y remo, mozo o moza de Colono conversa el remo y aquel bocado; o e invierno, día y noche, allos y caballos del mar, blancos caballos.

SABIDURÍA

e verdadera se descubrió o el panel pintado y la estatuaria, saicos, las vidrieras, daron lo que había sido mal contado evangelista aldeano; ron el serrín del suelo atareado carpintero. agro tuvo su recreo donde a de damasco en un asiento selefantina y cedro, estuosa Madre se sentó ndo un púrpura acumulado

ue Él fuese vestido noblemente torres estrelladas babilónicas ue no llegó el aluvión de Noé. de la Abundancia lo tuvo nocencia; y la Sabiduría, Él. gnomen sonaba mejor do en cuenta qué terrible infancia orror del pecho de Su Madre.

EL HÉROE, LA MUCHACHA Y EL BUFÓN

chacha. Mi imagen me enfurece en el espejo, erente a mí, que al alabarla mo si alabases a otra, o cual si aras loando a mi contraria; o al alba despierto me doy miedo rita el corazón que lo que gana año ha de guardar la crueldad; o estás: vete si has visto agen en vez de a la mujer.

oe. Me ha enfurecido mi fuerza porque tú la amaste.

chacha. Si es tu fuerza igual que mi belleza, que me haga monja en un convento; os a las monjas las veneran ecesita crueldad.

oe. Oí a alguien que el hombre las venera beatitud, y no por ellas.

chacha. ¿Dirás que sólo Dios nos ha amado que somos? ¿Pero qué me importa, que anhelo amor de carne y hueso?

ón junto al camino. Cuando todas las obras que han corrido una a la tumba desde la tumba hasta la cuna; o los pensamientos que un bufón enrollando en un carrete n hilo suelto, un hilo suelto;

o cuna y carrete hayan pasado ea sólo una sombra al fin ado en la sustancia a como el viento, ue podré hallar or fiel, un amor fiel.

OWEN AHERNE Y SUS BAILARINAS I

extraño que mi Corazón, cuando el amor llegó sin ser buscado montes normandos o la sombra de aquel chopo, allara su carga, y sin embargo se agotase. do soportar esa carga, y por ello enloqueció.

nto del sur le trajo anhelos, y el del este

desesperación; oeste lo hizo lastimero, y temeroso el del norte. hacer daño a su amor con toda la tempestad que había allí. el daño que ella podía hacerle, y por ello enloqueció.

discutir con cualquier mente vecina, ne y sangre son tan sanas como las de cualquier poeta, oh!, mi Corazón no pudo resistir más cuando barrió los montes el viento; é, escapé del lado de mi amor porque mi Corazón enloqueció.

II

el corazón tras su costilla. “Me has llamado loco,” dijo, ue hice que te alejaras y escaparas de aquella niña; podría unirse a cincuenta años quien se crió salvaje? pájaro enjaulado se una al enjaulado; y el que creció salvaje, en el bosque.”

pre estás maquinando tus mentiras, asesino,” contesté. as esas mentiras sólo tienen un fin: traicionar al desgraciado; guna jaula hallé a la mujer que está a mi

lado. e destrozaré el corazón si sabe que mi pensamiento está lejos.”

ara lo que piensas,” cantó mi Corazón, “declara lo que piensas; ¿qué más da, que tu lengua no puede convencer a la niña hasta que confunda ntil gratitud con amor y se despose con tus cincuenta años? elegir a un muchacho ahora, y que siga siendo salvaje.

JOVEN Y VIEJO I PRIMER AMOR

nutrió como a la luna errante e criminal de la belleza, dante, ora sonrojada, nerse en mi camino que había en su cuerpo azón de carne y hueso.

esde que mi mano lo tocó que era un corazón de piedra, ntado mil cosas

e ha cumplido ninguna, unática es cualquier mano corra la luna.

, y con eso me transfiguré, uedé como un patán do por aquí, vagando allá, acío de pensamiento circuito celeste de los astros o sale la luna. II DIGNIDAD HUMANA

o la luna es su bondad,

de llamarse bondad

llo que no tiene comprensión, s lo mismo para todos si mi dolor fuera una escena a sobre un muro.

e estoy aquí como una piedra n árbol partido. cuperaría si gritase a de mi corazón ájaro al vuelo, pero estoy mudo gnidad humana. III LA SIRENA

adador una sirena

y se lo quedó, su cuerpo con el suyo, al sumergirse, cha cruel se olvidó también se ahogan los amantes. IV LA MUERTE DE LA LIEBRE

eñalado a la jauría, o de la liebre al bosque, do hago un cumplido gro como un amante haría nos ojos que se cierran, sangre que sube.

onto se me parte el corazón aire ausente de ella erdo lo indómito perdido o, arrastrado ya lejos, en el bosque contemplando rte de la liebre. V LA TAZA VACIA

oco que encontró una taza, uerto de sed, s se atrevió a mojar los labios do que, maldito por la luna, go más y estallaría pitante corazón.

én yo la encontré el pasado octubre, encontré requeteseca, esa razón he enloquecido a he perdido el sueño. VI SUS RECUERDOS

or nos ocultemos a su vista,

e sólo somos muestras sagradas pos destrozados como zarza que bate el cierzo, ar en Héctor sepultado que nadie vivo sabe.

ujeres tienen tan poco en cuenta

hago o lo que digo tes dejarían sus mimos ír rebuznar a un asno; azos son como torcida zarza, lí hubo belleza; mera en la tribu estuvo allí, placer tuvo que al gran Héctor derribó de toda Troya unas ruinas— gritó a este oído: éame si chillo”. VII SUS AMIGOS DE JUVENTUD

l tiempo sino la risa acabó

ta voz mía cascada, do la luna está panzona ne un ataque de risa, sa vieja, Madge, baja la calle a piedra sobre el pecho anto en que envuelve la piedra, e cansa nunca ear y de arrullarla; ue desvaría téril como una ola que rompe ue la piedra es un niño.

r, que tenía grandes líos un hombre arrollador, “Soy el Rey de los Pavos Reales”, posarse a una piedra;

o río hasta llorar razón golpea en el costado ando que el chillido de ella era amor él chilla de orgullo. VIII VERANO Y PRIMAVERA

e de un viejo espino nos sentamos do sin parar toda la noche, donos lo dicho y sucedido el día en que vinimos al mundo, blar de hacernos hombres brimos que un alma se partía, s brazos del otro nos echamos untos, poder recomponerla;

eter puso cara de asesino, arece ser que él y ella on de sus días infantiles quel mismo árbol. ué eclosión había, florecimiento, o teníamos todo el verano a ella, ay, la primavera! IX LOS SECRETOS DE LOS VIEJOS

cretos de las viejas ahora tengo, tenía los de las jóvenes; e me cuenta lo que no osé pensar o mi sangre era fuerte,

ue una vez ahogó a un amante ena como una vieja canción.

e enmudezca Margery ruza con Madge, s formamos una soledad; adie hay hoy vivo pa las historias que sabemos las cosas que decimos:

ese hombre gustaba a las mujeres ue cualquiera que haya muerto, o esa pareja se amó tanto un año esa otra; as del lecho de paja de plumas.

X SU DESVARÍO

d que monte y suba allá

l trasiego de las nubes, eg y Meg, y aquel amor de Paris nía tan rectas las espaldas, saparecido, y quienes quedan mbiado la seda por el saco.

estuviera y nadie me escuchase a como un pavo real, so es natural para el hombre ve en el recuerdo, ar solo cuidaría una piedra ntaría nanas.

XI DE EDIPO EN COLONO

orta la vida que da Dios y no pidas más

trecho; e recordar los placeres de la juventud, viejo cansado de viajar; cer se hace anhelo de la muerte si todo otro anhelo es vano.

o de ese placer que atesora la memoria, la muerte, la desesperación, la división de las familias y todos los enredos de la humanidad, saben ese mendigo vagabundo y estos niños a los que odia Dios.

le larga y resonante la atestan bailarinas, ia es llevada a la alcoba del novio a la luz de las antorchas y con tumultuosos cánticos; o el beso silencioso con que acaba, corta o larga, la vida.

ber vivido nunca es lo mejor, dicen los clásicos; er recibido nunca el soplo de la vida, nunca haber mirado a los ojos al día; undo mejor es una despedida alegre y alejarse en la noche.

LOS TRES MONUMENTOS

bran sus mítines donde están

os patriotas renombrados, entre los pájaros del aire, más gordo a cada lado; adistas populares dicen pureza construyó el Estado ués evitó su decadencia; hortan a que nos aferremos a eso temos toda vil ambición, l intelecto nos haría orgullosos gullo acarrea la impureza:

s granujas lanzan carcajadas.

EL DON DE HARUN AL-RASHID

llamo Kusta Ben Luka, y escribo Al-Rabban, mi compañero randas en tiempos ya lejanos, a docto Tesorero del Califa, para él. Lleva esta carta gran galería del Tesoro penden banderas del Califa lor de la noche, mas brillantes que la nocturna pedrería, rda un son marcial; la más pequeña

a deja atrás, y prosigue os libros sabios de Bizancio o manuscrito en mancha púrpura, te por fin, iba a decir, el libro de cánticos de Safo; o, pues si mi carta allí la dejas, chico enamorado, alguna mano indiferente recogerla ola caer sin advertirlo. e ante el Tratado de Parménides ndela allí, pues que califas el fin de los tiempos lo tendrán o como los cánticos de ella, s su renombre. A su momento, abio mostrará mi pergamino

terio vedado a los cronistas al fiero beduino. Aunque apruebo sus tiendas los nómadas acojan el gran Harun Al-Rashid, absorto bajada a Persia o guerra griega, e abandonar, negar no puedo rar por el desierto, tan informe el aire en el ala, da un instinto do al del pájaro que vuela. na hablarán mucho de mí, do fantasías. ¿No recuerdas o nuestro Califa ajustició isir Jaffer sin causa clara? saya que visto la supiera, go la echaría hecha jirones”. e cuanto supo la ciudad,

él se le vio rejuvenecer; ucho, susurraban los amigos fer, como queriendo indicar tenía cargo de conciencia. so es de traidores, pues me basta penas principiaba aquel verano, cipe más noble de la tierra su más humilde cortesano; o junto al borde de la fuente, o entre los peces del estanque; nces mantuvimos un diálogo odos los cronistas recomiendo muestra que los grandes corazones dejar la hiel y hallar dulzura.

go ahora una esposa más esbelta,

es el refrán: “En primavera a de esposa.” Pero no podemos, ni yo, dichosos como estamos, que tú recorres los senderos o la tarde mece los jazmines ngas esposa. —Mayor soy.

en es como nosotros no parece como quien vive por costumbre. go con mi halcón todos los días de malla llevo, o bien cortejo mujer; jamás hace lo mismo go, mujer o ave de caza. e un cazador en la mirada un remedo de juventud. ¿Puede

a de un poeta, que del cuerpo y cae en el cuerpo como el chorro ue en el cielo azul se pierde la azucena y las escamas medo? —¡Mas qué si nuestras almas más cerca de la piel del cuerpo s almas que cazan y hacen versos! entud del alma, y no del cuerpo a las facciones. Mi luz brilla, mente no oculta mi linterna e hecha en el reinado de tu padre.

s la estación jazmínea nos calienta.

n príncipe, perdona mi franqueza: nsas que el amor tiene estaciones

sas que si quita primavera ella misma dio no se padece; o, que con la fe del bizantino, árabe parece antinatura, ue una esposa lo es por siempre; ojos no brillan por los míos otros más jóvenes refulgen, ho no podrá recuperarse edio hallará. —¿Mas y si yo a iluminado a una mujer mparte tus ansias de misterios más allá de nuestra vida afán que apenas ilumina, sin embargo brilla plena uente de la misma juventud

ebosa de vida?

-Si eso es cierto, a lo mejor que da la vida, n que me acompañe en los arcanos ctan que el alma de un ser sea isma y no otra. -Ese amor ue ser en ésta y la otra vida ble y en paz, y bien está amor lo ensalcen los filósofos. o que no lo soy, su opuesto alabo. sión se redobla cuando pienso ual pasión agita a macho y hembra os y venados; boca a boca, iza el hombre el alma eterna.

su munificencia me dio agita más flores otoñales da mi repleta primavera. uchacha desde la ventana a de su madre mis paseos s contemplara; había oído osible historia de mis años, imposible historia imaginó junto a mí; creyó que el tiempo, empre desfigura lo que toca, ás razón pedía su cariño. era amor por mí o por el arduo io que mi vista ha confundido o que turbó su fantasía ariño impuso? ¿O fue la antorcha el misterio arcano la que impuso

o contraluz a mis facciones ue la pasión contemplativa se uniera en única materia ro desconcierto? Antes incluso orrer las sendas del jardín ar la estancias, tuvo abierto o en las rodillas, y preguntas or los dibujos y su texto; udo la vi mirar, al poco, escritos áridos y doctos, haces de leña ya reseca podía ornar la primavera; er una mano cual si fuese ina miniada la mejilla rostro amado. Cierta noche oscura mirar su cuerpo que dormía

bí a la luz de una vela; pero rpo se movió y, no deseando ño perturbar con esa luz, é para taparla con un lienzo. voz: “Ven, vuélvete, que exponga arqueó tus hombros y llenó idez tu rostro”. Y contemplé rpo que en la cama se sentaba. lla la que habló o fue algún genio? que un genio más bien. A lo largo hora que semejó una vida, la era la sabia y yo era un niño ó. Hubo verdades sin un padre, des que ningún libro leído ni sus ideas ni las mías: s, de alta alcurnia y solitarias,

englones fieros, implacables, rgen de un soñar vegetativo, ico, incluso aquellas verdades ando ya mis huesos sean polvo cirán las huestes de los árabes. z calló; se echó y quedó dormida; tó con la aurora, se vistió uso a barrer mientras cantaba un niño que ignora lo ocurrido. años de sueño natural, n, cuando la luna llena alzaba ma en lo más alto, en pie se puso ojos cerrados de sonámbula ó por la casa. Sin hablarle, rí con un manto con capucha, casi corriendo, se cayó

primeras dunas del desierto, marcó en la arena los emblemas a a día estudio con asombro dedo tan blanco. Adormilada, la llevé, mas nuevamente er comenzó mientras cantaba un niño que ignora lo ocurrido. o hoy, pasados siete años, o quizá tres veces cada luna er de los genios del desierto a, ella mantiene esta ignorancia; e ya no conserva la primera ación impropia por mis libros, que le baste mi presencia; bstante, mi viejo compañero udios, cuyo oído pacientísimo

is juveniles ansiedades, ue he de conquistar el saber bio de mi paz. ¿Y si perdiera orancia y soñara que la quiero, o por la voz, que los regalos s las palabras de alabanza o son de aquella voz nocturna a la edad lo que la leche al niño? diese su amor porque perdiera n el mío, o incluso si perdiera cillez primera, amor y voz, ado sería de mis plumas aría tiritando. Tiene erísticas la voz del carácter amor. Los signos y las formas; as abstracciones que creías

ba el gran Tratado de Parménides; as espirales y los cubos cuanto ocurre a medianoche expresión son de su cuerpo, ebrio amargo dulzor, su juventud. a mi misterio más secreto e ya. Bandera en la tormenta elleza femenina: toda ría es inferior, y sólo os los amantes de la Arabia, scado por telas, ni perdido aos de sus pliegues nocturnales, oír yo la voz del hombre armado.

NOCHE DE DIFUNTOS Epílogo a Una visión

s medianoche y la gran campana de Christ Church has otras menores suenan en la estancia; Noche de Difuntos copas que rebosan moscatel ean en la mesa. Puede que venga un fantasma; s el derecho de un fantasma, icado es su elemento

sido agudizado por su muerte el aliento de vino as nuestro grosero paladar bebe del vino entero.

ito un ánimo que, si suena el cañón os los confines del mundo, permanecer envuelto en sus cavilaciones envuelta está la momia en su vendaje; e tengo una cosa maravillosa que decir, cosa maravillosa que sólo se burlan los vivos e no sea por tener oídos despejados; todos los que la oigan lloren durante toda una hora.

n es el primero al que convoco. Le

encantaban as extrañas y conocía el dulce extremo del orgullo amamos amor platónico, a tal grado de pasión odía llevarle, cuando murió su esposa, no por su amor. labras son un gasto de saliva; peranza albergaba: s rigores el invierno o el siguiente le trajeran la muerte.

tan confundidas dos ideas que yo no sabría decir saba más en ella o en Dios,

reo que el ojo de su mente, verse arriba, en una sola imagen recaía; un fantasma ligeramente amigable, o por un furor divino, iluminado tanto la entera nmensa y milagrosa s prometía la Biblia, recía un pez nadando en su pecera.

ence Emery convoco después, al hallar las primeras arrugas en un rostro ado y hermoso endo que al futuro lo desconcertaría recer de la belleza, la banalidad multiplicada, ó enseñar a una escuela

de amigos o vecinos, pieles oscuras, y allí ir que los años viles la arrasaran, a la vista hasta el fin desapercibido.

de ese final, mucho desenredó discurso en lenguaje figurado e algún erudito indio del viaje del alma. Cómo esta gira quiera que llega la órbita de la luna, que se sumerge en el sol; libre y sin embargo sujeta, empo Azar y Elección, sus juguetes rotos unde al cabo en su deleite.

mo de la tumba a MacGregor,

uimos amigos en mi primera y difícil primavera, e últimamente estemos alejados. ue era mitad pirado, mitad truhán, dije; pero la amistad nunca cesa; si el ánimo parece haber cambiado, ce cambiado con el ánimo o los pensamientos se elevan espontáneos osas generosas que hizo y casi contento de estar ciego!

mucha diligencia emprendedora, valor bullanguero, antes de que la soledad oqueciera; meditar en ignotos pensamientos

ue las relaciones humanas disminuyan; pagado ni elogiado, objetaría al anfitrión, pa porque es mía. taban los fantasmas, y puede haya vuelto más arrogante ahora que es uno de ellos.

ada son los nombres. Qué importa quién sea, o que sus elementos se han vuelto tan finos gas del moscatel extasiar a su aguzado paladar ngún vivo puede beber del vino entero. contar verdades de una momia

que se burlarían los vivos, e no por oídos despejados, al vez todos los que la oigan lloren durante toda una hora.

dea, esta idea tengo y a ella me agarro que la meditación domine todas sus partes, odrá aguantar mi mirada que ésta corra a despecho del mundo e han aullado los corazones de los condenados, e danzan los benditos; ea, que aferrado a ella más necesito, to en las divagaciones de la mente, envuelta está la momia en su vendaje.

LA ESCALERA DE CARACOL Y OTROS POEMAS [1933]

A Edmund Dulac

EN MEMORIA DE EVA GORE-BOOTH Y CON MARKIEWICZ I

uz cuando atardece, Lissadell, ales abiertos hacia el sur, icas en kimonos de seda, ambas sas; una, una gacela. n otoño delirante arranca flores guirnalda del verano; or está condenada a muerte; ada, alarga años solitarios

rando entre ignorantes. lo que sueña la más joven una vaga Utopía— y parece, marchita y descarnado esqueleto, magen de esa política. s veces pienso en ir a buscar a o a la otra, y hablar ella vieja mansión georgiana, mezclar s de la mente, recordar a y la tertulia juveniles, icas en kimonos de seda, ambas sas; una, una gacela. II

ridas sombras, ahora ya lo conocéis

todo, a locura de luchar razón o el error común. tes y bellas nen más enemigo que el tiempo; aos y mandadme encender una cerilla o otra hasta que prenda el tiempo; onflagración se eleva hasta que todos los sabios lo sepan. ros construimos la grandiosa glorieta, nos declararon culpables; dme encender una cerilla y soplad.

LA MUERTE

mor ni esperanza asisten nimal que muere; mbre aguarda su fin do y esperándolo todo; s veces murió, s se levantó de nuevo. n hombre en su esplendor do frente a asesinos la arroja la sustitución de aliento; e la muerte hasta la médula: mbre ha creado la muerte.

DIÁLOGO ENTRE EL EGO Y EL ALMA I

ma. Te llamo a la escalera centenaria acol; concéntrate en su ascenso obre los rotos almenares desmoronan, el aire sin soplo de luceros, la estrella que marca el polo oculto; da pensamiento errante en esa fase se cumple todo pensamiento: distingue el alma de las sombras?

. La hoja consagrada en mis rodillas e Sato, vieja mas intacta, ilada, aún como un espejo, nca manchada por los siglos; ejo brocado que florece, a, desgarrado del vestido cortesana, que da vueltas no de una vaina de madera, jirones, puede todavía, er, desteñidos sus adornos.

ma. ¿Por qué conserva el hombre en su magín, o no está en la flor ya de su vida, mas del amor y de la guerra? en la noche ancestral que puede,

e sólo la imaginación desprecie ra, y el intelecto sus errancias a a esa otra cosa, liberar men de la muerte y el nacimiento.

. Tercero de su estirpe, Montashigi uinientos años lo creó, no flores de no sé qué brocado púrpura del corazón—. Las tengo mblemas del día, ante la torre mática de la noche, invoco el derecho de un soldado el privilegio meter el crimen nuevamente.

ma. Lo lleno de esa fase se derrama sobre la pila de la mente ue el hombre queda sordo, mudo

o, el intelecto no distingue el debe, el conociente de lo conocido, ir, asciende al Cielo; los muertos se perdona, uando lo pienso mi lengua es una piedra. II

. Los vivos están ciegos y lo beben. mporta si la acequia está infectada? si vuelvo a vivir todo de nuevo? tar el esfuerzo de crecer; ominia de la infancia; la angustia ven que en un hombre se transforma; mbre no concluso y su dolor entan con su íntima torpeza;

¿el hombre concluso entre enemigos? o en nombre del Cielo puede huir forma estropeada, envilecida, espejo de ojos maliciosos contra su vista hasta que al fin que esa forma es suya? qué sirve la huida si el honor uentra entre ventiscas invernales?

ntenta vivir todo de nuevo ces, si vivir es arrojar ove de ranas de la acequia, ego que apalea a otros ciegos; acequia más fecunda la locura hombre realiza o sufrir debe eja a una mujer altiva,

ujer que no es su alma gemela.

ntenta seguir hasta su origen echo de acción o pensamiento; o todo, ¡todo perdonármelo! o alguien como yo no se arrepiente n dulzura viértese en su pecho mos de reír y de cantar, cuanto existe nos bendice o cuanto vemos bendecimos.

LA SANGRE Y LA LUNA I

dito sea este lugar,

bendita aún esta torre; er arrogante, sanguinario vó de la raza éndola, dominándola, vó como estos muros de entre estas as que bate la intemperie. ndome he alzado eroso emblema

nto estrofa tras estrofa dome de un tiempo muerto en la cima. II

e Alejandría fue un faro, y la de Babilonia n del movimiento de los cielos, bitácora del viaje del sol y de la luna; ley tuvo sus torres, potencias coronadas del pensamiento las llamó una vez.

ro que esta torre es mi símbolo; declaro ta escalera de caracol que es rueda de molino que gira y da vueltas es mi

escalera ancestral; oldsmith y el Deán, Berkeley y Burke allí han viajado.

golpeándose el pecho con ciego frenesí sibilino e el corazón que había en su pecho empapado de sangre lo había arrastrado hasta la humanidad, mith libando pausadamente en el tarro de miel de su mente,

ás altanero Burke que demostró que el Estado es un árbol, te inconquistable laberinto de los pájaros, siglo tras siglo a dejado caer hojas muertas sobre la

igualdad matemática;

rkeley, nombrado por dios, que demostró que toda cosa es un sueño, te pragmático, prepóstero cerdo de mundo, su piara que tan sólida parece, ería desvanecer al instante si la mente cambiara su tema;

va Indignatio y el jornal del bracero, za que da a nuestra sangre y estado la magnanimidad de su deseo; o que no es Dios consumido por el fuego intelectual. III

ureza sin nubes de la luna zado sus flechas contra el suelo. iglos después, sigue tan pura: gre de inocentes no la mancha. el suelo empapado en sangre, fueron os, asesinos y verdugos, mísera paga o furia ciega, dio abstracto, y derramaron sangre, amás pudieron mancillarla. a sangre la escalera ancestral! ros, que no la hemos derramado, allí aclamamos a la luna. IV

un cielo alumbrado por la luna ran a ventanas polvorientas antes: pavones, mariposas, lillas que están sobre el batiente. nación moderna es cual la torre muerta en la cumbre? Me desdigo: er es propiedad de los muertos, puesto a la vida; y el poder, todo cuanto mancha la sangre, dad de los vivos; mas no hay mancha iga sobre el rostro de la luna o sale gloriosa de una nube.

ÓLEO Y SANGRE

umbas de oro y lapislázuli erpos de los santos exudan o milagroso, aroma de violetas.

ajo pesados montones de arcilla pisoteada los cuerpos de los vampiros llenos de sangre; nolentas sus mortajas, y sus labios mojados.

EL VELO DE LA VERÓNICA

Rotación Celeste; la Cabellera de Berenice; o de la tienda del Edén; sus colgaduras; ria simbólica de la tierra y el aire! re y Su angélica jerarquía cieron la magnitud y la gloria alzó en el circuito del ojo de una aguja.

buscaron otro palo, y dónde se alzó ujo en un velo ensangrentado.

SÍMBOLOS

vieja atalaya que golpean tempestades, mitaño ciego tañe las horas.

a de una espada destructora evada por un loco errante.

ecamada de oro sobre la hoja, eza y el loco juntos yacen.

LECHE DERRAMADA

otros que hemos hecho y pensado,

mos pensado y hecho, mos marchar, y disiparnos leche derramada en una piedra.

EL SIGLO XIX Y DESPUÉS

que no regrese más el viejo canto

agudo placer en lo que tenemos: eteo de las guijas en la playa a ola que se retira.

ESTADÍSTICAS

Esos platónicos son lo peor —dijo—.

go de Dios se apaga, grama cuelga en su lugar, más mujeres que hombres.

TRES MOVIMIENTOS

peces shakespeareanos nadaban en el mar, lejos de tierra; ces románticos nadaban en redes hacia la mano; on todos esos peces que dan boqueadas en la arena?

LOS SIETE SABIOS

mero. Mi bisabuelo habló con Edmund Burke a de Grattan.

undo. Mi bisabuelo compartió z un banco en una taberna con Oliver Goldsmith.

cero. Mi tatarabuelo hablaba de música y tomaba ones de brea con el Obispo de Cloyne.

rto. Pues el mío vio una vez a Stella.

nto. ¿De dónde vienen nuestras ideas?

to. De cuatro grandes mentes que detestaban a los Whigs.

nto. Burke fue Whig.

to. Lo supieran o no, mith y Burke, Swift y el Obispo de Cloyne n a los Whigs; pero ¿qué significa ser Whig? o de mente arrasadora, rencorosa, racional, nca ha mirado con los ojos de un santo de un borracho.

timo. Ahora todos son Whigs, osotros, viejos, nos hemos concentrado contra el mundo.

mero. Las colonias americanas, Irlanda, Francia y la India adas, y la gran melodía de Burke en contra de ello.

undo. Oliver Goldsmith cantó lo que había visto, os llenos de mendigos, ganado en los campos, unca vio el trébol manchado de sangre, a vengadora que alzaron esos campos.

rto. La tumba de Swift se erosiona.

cero. Una voz como el susurro de un junco de Cloyne eva su volumen; ya, un trueno.

to. ¿Qué educación tuvieron estos cuatro?

timo. Recorrieron los caminos do lo que oían, como hacen los niños; endieron que la sabiduría procede de la mendicidad.

LA LUNA ENLOQUECIDA

ya de tanto parir hijos, se tambalea en el cielo; ados por las desesperadas as de sus ojos errantes, mos a tientas y en vano os nacidos de su dolor.

aturdidos o muertos! o ella con su orgullo virginal por vez primera la montaña, gitación atravesó los campos

todo pie obedeció a su mirada! r de los hombres abrió el baile!

moscas de la luna, emecen las manos, nuestros dedos n esbeltas agujas de hueso; mecidos por ese sueño maligno enden, para que así cada uno hender lo que esté a su alcance.

COOLE PARK, 1929

dito sobre el vuelo de una golondrina,

una anciana y su vieja mansión, tano y un tilo perdidos en la noche e brillante sea esa nube al oeste, s obras alzadas allí, contra natura, abios y bardos que vendrán tras nosotros, mientos tejidos en un pensar ya único, lendor cual danza que engendró aquellos muros.

e Douglas Hyde, antes de forjar en prosa a noble espada que le dieron las Musas, o que ostentaba una pose viril

r de ser tímido, allí un hombre pausado ativo, John Synge, pero también aquellos es apasionados, Shawe-Taylor y Hugh Lane, on el orgullo basado en la humildad, enario idóneo y mejor compañía.

que golondrinas, vinieron y se fueron; así el poderoso genio de una mujer retener a una golondrina; media docena había en formación, ita se diría de un punto cardinal, llaron certidumbre en el aire de ensueño, lectual dulzura de los versos aquellos uzaban el tiempo o bien lo remontaban.

o, poeta, ocupad vuestro puesto

uando no queden corredores ni estancias, en las ortigas sobre una masa informe guen arbolillos entre la piedra rota; d —con los ojos humillados a tierra, aldas al destello del sol en las alturas o el atractivo sensual de la sombra— ante en recuerdo al laurel de sus sienes.

COOLE PARK Y BALLYLEE, 1931

ajo del alféizar las aguas se apresuran,

está la nutria y el urogallo arriba, toda una milla límpidas cara al Cielo o caen, oscuras en la “tasca” de Raftery, an subterráneas, se elevan entre rocas eredad de Coole, y allí para acabar enden por un lago y caen por una poza. é es el agua, pues, sino el alma engendrada?

al borde del lago se extiende una

arboleda, da ramas secas bajo un sol invernal, n pequeño hayedo detuve yo mis pasos l coturno trágico calzó Naturaleza su discurso reflejo es de mi ánimo: ar repentino del cisne que se alzaba la vuelta y vi donde las ramas quiebran lgente cuenca del lago desbordado.

uí otro emblema! El blanco proceloso condensar el cielo, y, como el alma, ntra por la vista y, luego, en la mañana arece y nadie conoce la razón, u encanto es tal que endereza las cosas saber o su ausencia habían torcido; es tanta

ogante pureza que un niño pensaría dría matarlo una mancha de tinta.

do de un bastón en el suelo, ese ruido uien que de silla en silla va, afanándose; da biblioteca de lujosos volúmenes, bustos de mármol y pinturas antiguas; s salas muy gratas a viajeros y niños; mo heredero donde nadie ha reinado tuviera un nombre o poseyera fama o de locuras a locuras se diera.

os fundadores vivieron y murieron, a este sitio valer más que la vida, s ancestrales o jardines muy ricos uerdos honraban bodas, hijos, alianzas, ndo los anhelos que tiene toda esposa.

onde la moda o el capricho disponga, archamos —ya toda esa gloria pasada— que un beduino humilde con su tienda.

timos románticos éramos; nuestro tema, idad y encanto tradicionales; todo aparece escrito en el libro del pueblo, dice el poeta; lo que mejor adorna te de los hombres o suscita una rima; odo ha cambiado, va el corcel sin jinete, e lleve la silla en que montara Homero flotan los cisnes en la corriente oscura.

PARA ANNE GREGORY

ca un joven podrá,

perado os murallones or miel junto a tu oreja por ti misma or tu pelo rubio.

o puedo teñírmelo rmelo de color o, negro o zanahoria ue los mozos desesperados

en por mí misma or mi pelo rubio.

che oí declarar ligioso bía hallado un texto que prueba lo Dios, querida, ría amar por ti misma or tu pelo rubio.

EL EPITAFIO DE SWIFT

ha partido a su descanso: a salvaje indignación de lacerar su pecho. e si osas, viajero do por el mundo; él a la libertad humana.

EN ALGECIRAS (Meditación sobre la muerte)

das aves con el pico de garza

alimentan de algún parásito inmundo nadas y rebaños marroquíes el breve Estrecho y se posan ica medianoche del jardín que el alba despunta en esos mares mezclados.

s veces de niño, por la tarde aba a un amigo

ando una alegría de más peso mente mayor me elogiaba), mo las de la metáfora de Newton, onchas verdaderas de la playa de Rosses.

plendor más vivo en el sol, cor de la tarde en el aire, ue la imaginación discurra sobre el Gran Interrogador; Él puede preguntar, lo que si me preguntan contestar con confianza plena.

LA ELECCIÓN

telecto humano ha de elegir: dad de vida, o de la obra. e lo segundo ha de rehusar alacio, rabiando entre tinieblas. ndo todo haya acabado, ¿qué? uerte o no, el afán deja su marca: ejo estupor, manos vacías; a vano, la aflicción de la noche.

MOHINI CHATTERJEE

gunté si rezar,

ijo el brahmán: nada reces, di oche en la cama: do rey, o esclavo, hay, pillo o truhán haya sido, así mil cabezas obre mi pecho.”

paciguar los días entos de un mozo, i Chatterjee sto o algo parecido. ado, comentándolo, iejos amantes aún pueden o que el tiempo les negara: sobre tumba se amontonan omplacerlos; la ennegrecida tierra jas tropas desfilan sobre parto ue ese cañoneo nga a raya al tiempo. a del nacer y del morir n o, como dicen los sabios,

ernos pies baila el hombre.

BIZANCIO

etiran sin purgar las imágenes del día; acostado la soldadesca borracha del Emperador; onancia nocturna se retira, el canto de noctámbulos és del gong de la catedral grandiosa; z de las estrellas o la luna, pula desdeña cuanto el hombre es, as meras complejidades, a y el lodo de las humanas venas.

ante mí una imagen, hombre o sombra, ombra que hombre, más imagen que

sombra, l carrete del Hades, de momia amortajado, devanar la senda que serpea; ca que sin humedad ni aliento convocar a bocas sin aliento; a lo sobrehumano, mo “muerte en vida” y “vida en muerte”.

ro, ave u orfebrería dorada, ilagro que ave u orfebrería, o en la áurea rama que iluminan estrellas, cacarear como los gallos del Hades; rgado por la luna, despreciar en alto esplendor del inmutable metal mún o pétalo

s las complejidades del lodo o de la sangre.

ianoche en la calzada del Emperador revolotean que ningún haz alimenta, ni pedernal encendiera, a tempestad, llamas nacidas de la llama, van los espíritus que la sangre engendra s las complejidades de la furia dejan, ndo en una danza, ustioso trance, gustia de llamas que no pueden chamuscar una manga.

allo del lodo y la sangre del delfín, tu tras espíritu! Las fraguas rompen la

corriente, oradas fraguas imperiales! ármoles de la sala de baile n amargas furias de complejidad, mágenes que aún dran nuevas imágenes, ar al que hienden el gong y los delfines.

LA MADRE DE DIOS

iple horror del amor; un destello e en la cavidad de un oído; ue baten por la habitación; or de todos los horrores evaba el Cielo en mi vientre.

e conformaba con las cosas a mujer corriente conoce, junto a la lumbre, paseos por el jardín, rna de roca, en que hacemos la colada contamos los chismes?

es esta carne que pagué con dolores,

trella caída que sostiene mi leche, mor que hace que se me pare la sangre iela de repente los huesos riza el cabello?

TITUBEO I

re dos extremos

mbre recorre su curso; a o un hálito en llamas para destruir esas antinomias a y la noche; rpo lo llama muerte, dimiento el corazón. i esto es así, s la alegría?

II

ste un árbol que de arriba abajo

es llamas, y mitad follaje humedecido de rocío; da mitad, la escena toda; na consume lo que crea, n cuelga la imagen de Atis entre ia que mira y la hoja ciega, abe qué sabe, ignora el duelo. III

lata, el oro toma, cuanto puedas, ición satisface, anima días

es, y colmándolos de sol , empero, sobre estas sentencias: e sus hijos necesiten fincas, jeres adoran a los vagos; hombre ha tenido suficiente d filial o amor de una mujer.

re del follaje del Leteo, nza a prepararte ante la muerte, cuarenta inviernos, a esa idea ras de la mente o de la fe, cuanto has hecho con tus manos e, y llámalas saliva en balde, as de los hombre que vendrán alerta, ufanos, a la tumba.

IV

y se fue mi quincuagésimo año, enté, solitario, concurrido local londinense, o abierto y una taza vacía la mesa de mármol.

as el local y la calle contemplaba, rpo de repente centelleó, te minutos más o menos ó, para mi ventura, a bendecido y podía bendecir. V

que dore la luz del verano

barrada fronda del cielo, ayo de luz invernal suma el campo dédalo que esparce la tormenta, do mirar allí, me abruma la responsabilidad.

dichas o hechas hace años, s que ni hice ni dije ue pensé que podría decir o hacer, ruman y no pasa día e recuerde algo pante a mi vanidad o conciencia. VI

prado ribereño a sus pies, oma a heno recién segado ariz, el gran señor de Chou quitando la nieve del monte: odo desaparezca”.

s que llevan asnos blancos como la nieve Babilonia o Nínive se alzaban; conquistador tiró de las riendas a los fatigados guerreadores: odo desaparezca”.

razón empapado en sangre del hombre ecido esas ramas del día y la noche que pende la estridente luna. ignifica toda canción?

odo desaparezca”. VII

ma. Busca la realidad, deja lo aparente, azón. ¿Qué, haber nacido cantor y no tener tema? ma. El carbón de Isaías, ¿qué más puede desear el hombre? azón. ¡Enmudece en la sencillez del fuego! ma. Mira ese fuego, dentro camina la salvación. azón. ¿Qué tema tuvo Homero, si no fue el pecado original?

VIII

mos de separarnos, Von Hügel, aunque

muy parecidos, ceptamos los milagros de los santos y honramos la santidad? rpo de Santa Teresa yace incorrupto en la tumba, o en óleo milagroso, aromas dulces vienen de él nan desde su lápida inscrita. Esas mismas manos tal vez zaron el cuerpo de un santo moderno que en una ocasión extraído la momia de un faraón. Yo, aunque el corazón podría

alivio si me hiciera cristiano y optara por creer lo que parece ato en la tumba, interpreto un papel predestinado. ro es mi ejemplo, y su corazón sin bautizar. n y el panal, ¿qué ha dicho la Escritura? e vete, Von Hügel, mas lleva mi bendición.

DISPUTA EN LA VEJEZ

ónde ha ido su dulzura?

e inventan los fanáticos a ciudad áspera y ciega, as o sucesos merecen el pensamiento, en furiosa. bía perdonado tanto rdoné a la vejez.

las vidas que ha vivido; cierto;

engañaban los viejos sabios: ún sitio tras la cortina días deformantes sa cosa solitaria illó ante estos ojos escudada, vo como la Primavera.

LOS RESULTADOS DEL PENSAMIENTO

conocido; un acompañante; erida y brillante mujer; jor dotados, los elegidos, destruidos por su juventud, todos por esa inhumana a gloria abatida.

o he enderezado restos y escombros; né muchos años, y al fin a un pensamiento tan hondo

puedo rememorar u fuerza saludable.

mágenes son éstas apartan con ojos sin brillo bian la vil carga del tiempo, zan las añosas rodillas, o se quedan? cabezas niegan o asienten?

Agosto de 1931

GRATITUD HACIA LOS INSTRUCTORES DESCONOCIDOS

ue se comprometieron a hacer cumplido; ende como una hoja de rocío una hoja de hierba.

REMORDIMIENTO POR UN EXABRUPTO

potriqué contra el truhán y el necio,

uperé esa escuela, ransformar mi papel, l público idóneo, mas no puedo controlar azón fanático.

é a otros mejores que yo: e en todos buenos modales, urso liberal tornan el odio en juego, ue se haya dicho o hecho puede alcanzar azón fanático.

anda hemos salido. odio, poco espacio, utilaron desde el principio. desde el vientre de mi madre azón fanático.

28 de agosto de 1931

ARROYO Y SOL EN GLENDALOUGH

intricados movimientos corrían y sol que se deslizaba mi corazón parecía alegre: estupidez que había hecho mi atención.

epentimiento mantiene impuro mi corazón; qué soy yo que me atrevo inar que puedo rtarme mejor o tener sentido que un hombre normal?

movimiento de sol o arroyo ado disparó el destello lado a lado atravesó mi cuerpo? me hizo vivir como quienes parecen s de nuevo y de sí mismos?

LETRA PARA MUSICA, QUIZÁS I JANE LA LOCA Y EL OBISPO

adme al roble herido por el rayo,

ue a la medianoche en punto encuentran seguridad en la tumba) invocar maldiciones sobre él querido Jack que ha muerto. etre fue lo último que dijo: mbre serio y el petimetre.

a Obispo cuando su prohibición

ró a Jack el Vagabundo encuentran seguridad en la tumba) quiera un cura de parroquia, e con un viejo libro en la mano ue vivíamos como dos bestias: mbre serio y el petimetre.

spo tiene una piel, Dios lo sabe, da como pata de ganso encuentran seguridad en la tumba) uede ocultar en el negro sacro ba de garza de su espalda, mi Jack era como un abedul: mbre serio y el petimetre.

e llevó mi virginidad, lama al roble, pues

encuentran seguridad en la tumba) vagar por la noche, él hay refugio, aquel otro viene le escupo: mbre serio y el petimetre. II JANE LA LOCA REPRENDIDA

da igual lo que digan los marinos: esas terribles piedras de rayo, sa tempestad que ensucia el día ueden mostrar que bosteza el cielo; n Europa hizo el tonto mbiar un amante por un toro. alará.

r la elaborada voluta de esa concha, ando cada camino secreto delicada madreperla, altar las bisagras del Cielo: e nunca cuelgues tu corazón vagabundo que despotrica estruendoso. alará. III JANE LA LOCA EL DÍA DEL JUICIO

O amor que no puede por entero o y alma atisfecho”; lo que dijo Jane.

lo agrio omas, burlarme y fruncir el ceño toda una hora”; es seguro”, contestó él.

a desnuda, ba era mi lecho; da y escondida, día negro”, lo que dijo Jane.

se puede enseñar? amor verdadero existir? podría enseñarse o saberse ese acabado el Tiempo.” es seguro”, contestó él.

IV LA LOCA JANE Y EL VAGABUNDO

nque cuando se unen las miradas o hasta los huesos, anto más dejo sin cerrar la puerta e va el amor, l amor es una bandeja sin devanar a oscuridad y el alba.

píritu solitario es el espíritu egará a Dios; madeja del amor en tierra, uerpo en la tumba) a la luz perdida

ientre de mi madre.

i me dejaran acostada sola cama vacía, eja tanto uniría espíritu con espíritu ver él la cabeza o pasó por el camino aquella noche, mío caminara tras de muerta. V JANE LA LOCA SOBRE DIOS

el amante de una sola noche

uando quiso, chó con la luz del alba, ralo yo o no;

mbres viene y se van, ermanece en Dios.

artes asfixian el cielo; an los hombres de armas; os con armadura relinchan hubo la gran batalla aso estrecho: permanece en Dios.

us ojos hay una casa sde la infancia estuvo tada, ruinosa, ente iluminada la puerta al tejado: permanece en Dios.

ómito Jack fue mi amante; e como un camino el que pasan los hombres, rpo no protesta ue sigue cantando: permanece en Dios. VI JANE LA LOCA HABLA CON EL OBISPO

encontré con el Obispo en el camino has cosas nos dijimos. senos ya están lisos y caídos, enas pronto se secarán; n una mansión celestial, una vil pocilga.”

ello y lo vil están emparentados, ello necesita lo vil”, grité. amigos se han ido, pero eso es una verdad negaron cama ni ataúd, dida en la humildad del cuerpo orgullo del corazón.

ujer puede ser orgullosa y estirada o se propone el amor; l amor ha hecho su mansión ugar del excremento; ada puede ser único o íntegro se haya desgarrado.” VII JANE LA LOCA, YA VIEJA, MIRA A LOS BAILARINES

ontré allí esa imagen de marfil

do con su mozo del alma, l retorcer él el pelo de ella, negro carbón, para estrangularla, atreví a gritar ni a moverme, rillaban los ojos bajo los párpados; or es como el diente de león.

o ella (y aunque algunos dijeron que jugaba, e que había bailado la verdad del corazón) n cuchillo para matarlo, e sino abandonarlo a su suerte; o importa lo que se diga, on todo quienes tuvieron odio;

or es como el diente de león.

ó él, o murió ella? ieron morir o ambos murieron? os esos tiempos en que a mí daba una higa lo que pasara ue tenía piernas para intentar le como se bailó allí: or es como el diente de león. VIII CANTO DE MUCHACHA

sola ar una canción o dos, toy prendada de un hombre,

abéis quién.

pareció do en un bastón mantenerse derecho; nté a llorar.

fue todo mi canto; o todo sea dicho, n viejo joven joven viejo? IX CANTO DE MUCHACHO

ue volverá”, grité, ieja bruja marchita.”

costado el corazón, n callado había estado, ble rabia contestó contra el hueso.

esos ojos y lanza mor esas miradas: e todo el tejido se ajara, mostraría igual de valiente; una vieja bruja marchita s que el mundo fuese creado.”

onzado por esa respuesta, l corazón no miente, odillé en el barro. s se hincarán de hinojos i corazón ofendido

que éste me perdone. X LA PREOCUPACIÓN DE ELLA

ierra vestida de belleza a que vuelva la primavera. amor fiel ha de morir, do caso volverse más pequeño. aso miento?

erpo tienen los amantes, piración exigente, can o suspiran. vez que tocan,

r está más cerca de la muerte. aso miento? XI LA CONFIANZA DE ÉL

comprar amor eterno í en los ángulos os ojos los males hechos. pago bastaría l amor eterno?

n dos mi corazón, rte lo golpeé. mporta? Pues sé

una roca, fuente desolada, l amor en su curso. XII LA SOLEDAD DEL AMOR

os padres, tatarabuelos,

como deben los parientes. una vez la soledad del amor onde estabais, que el Cielo nos proteja tros que protegemos vuestra sangre.

nte arroja una sombra, o es el cuerno de la luna;

ecordábamos l espino harapiento? do ha sucedido al deseo, tros corazones están rotos. XIII EL SUEÑO DE ELLA

, acostada en mi cama, da la sabiduría insondable de la noche, e había cortado los rizos abía puesto sobre la lápida del Amor; lgo los apartó de la vista gran tumulto del aire, o clavada en la noche ellera ardiente de Berenice.

XIV EL PACTO DE ÉL

n habla del huso de Platón;

hizo girar? rnidad puede reducirse, devanado el tiempo, Jerry el Patán an sus amores.

e puedan tomarla, de que el hilo comenzara no podré romperlo o el último hilo haya pasado, to con esa cabellera s sus meandros.

XV TRES COSAS

Muerte cruel, devuélveme tres cosas,” un hueso en la playa; ño halló todo lo que puede faltarle, de placer o de reposo, bundancia de mi pecho”: eso blanqueado por las olas y secado al viento.

cosas queridas que saben las mujeres,” un hueso en la playa; mbre que cuando lo abrazaba así o mi cuerpo vivía odo el placer que dio la vida”:

eso blanqueado por las olas y secado al viento.

rcera cosa en la que aún pienso,” un hueso en la playa, uella mañana en que encontré, ro frente a mí, a mi hombre justo ués me desperecé y bostecé”: eso blanqueado por las olas y secado al viento. XVI NANA

or, que sea profundo tu sueño,

has hallado donde te nutriste.

ueron todas las alarmas del mundo o Paris cuando halló ño sobre un lecho de oro alba primera en brazos de Helena?

me, amor, un sueño el que conoció el indómito Tristán o, al hacer efecto el filtro, vo podía correr o saltar la cierva amas de robles y de hayas, vo podía saltar o correr la cierva.

ño tan profundo como el que cayó la orilla cubierta de hierba de Eurota o el pájaro sagrado, que allí ó su voluntad predestinada, los miembros de Leda cayó

o de sus cuidados protectores. XVII TRAS UN SILENCIO PROLONGADO

lar tras un silencio prolongado;

amantes lejos o ya muertos, hostil velada por el biombo, he hostil allende las cortinas, stá que tratemos y tratemos el tema supremo: el Arte y el Canto: ez física es sabiduría; s nos amábamos, ignaros. XVIII LOCO COMO LA BRUMA Y LA NIEVE

el pestillo y atranca el postigo, pla un viento de mil demonios: as mentes están mejor que nunca esta noche, arece saber do cuanto hay fuera de nosotros está omo la bruma y la nieve.

stá Horacio junto a Homero, abajo Platón, la página abierta de Tulio. tos años hace y yo éramos mozos iletrados como la bruma y la nieve?

reguntas por qué suspiro, viejo amigo,

lo que me hace estremecer? tremezco y suspiro al pensar sta Cicerón mero el fecundo en ardides estaban como la bruma y la nieve. XIX AQUELLOS DIAS DEL BAILE YA SE HAN IDO

, deja que te cante al oído; os días del baile ya se han ido, aquellos trapos de satén y seda; ate sobre una piedra, ndo ese cuerpo vil vil harapo:

el sol en una taza de oro, a en un bolso de plata.

e maldigas cantaré hasta el final; mporta si el truhán ás podía complacerte, os que te dio, ún sitio duermen como un tronco na losa de mármol? el sol en una taza de oro, a en un bolso de plata.

mismo he pensado, odía en punto, hombre que se apoya en un bastón dejar de fingir, cantar, cantar hasta caer rendido

hacha o vejezuela: el sol en una taza de oro, a en un bolso de plata. XX “SOY DE IRLANDA”

e Irlanda, Sagrada Tierra de Irlanda, empo corre”, gritó ella. d, por caridad, conmigo en Irlanda.”

mbre, sólo un hombre e ropaje estrafalario, mbre solitario

ntos vagaban por allí su majestuosa cabeza. queda muy lejos, empo corre”, dijo, oche está desapacible.”

de Irlanda, Sagrada Tierra de Irlanda, empo corre”, gritó ella. d, por caridad, conmigo en Irlanda.”

iolinistas están torpones ditas sus cuerdas, mbores y timbales rompetas estallaron, ombón”, gritó él,

mpeta y el trombón”, ó el ojo con malicia, el tiempo corre, corre.”

de Irlanda, Sagrada Tierra de Irlanda, empo corre”, gritó ella. d, por caridad, conmigo en Irlanda.” XXI LA BAILARINA EN CRUACHAN Y CROPATRICK

clamando que existe entre las aves,

stias o los hombres

e es perfecto o se halla en paz, en la ventosa llanura de Cruachan, en voz alta en Cro-Patrick; uanto podía correr, saltar, nadar que, nube o por el agua, ándolo, proclamándolo, declamándolo. XXII TOM EL LOCO

ejo Tom el loco erme bajo la bóveda cantó: cambio ha extraviado mis pensamientos jos que tenían vista tan aguda? ha transformado en una mecha humeante a luz inmutable de la Naturaleza?”

on y Duddon y Daniel O’Leary, o Joe, el mendigo, bebiendo o putañeando, nan su penitencia en el camino; las cuencas de mis ojos ue parpadeó y las vio en un sudario.”

cuanto hay en prado o río, estia, pez u hombre, o semental, gallo o gallina, nece en el ojo inmutable de Dios do el vigor de su sangre; a fe vivo o muero.” XXIII TOM EN CRUACHAN

el llano de Cruachan durmió que ha de cantar en una rima más podía sacudir su alma: emental, la Eternidad, a la yegua del Tiempo, dró el potro del mundo.” XXIV OTRA VEZ EL VIEJO TOM

cosas zarpan alejándose perfección a toda vela, llará el engendrado por sí mismo e hombres fantasiosos imaginen llero y una costa tempestuosa,

ortaja y pañales. XXV EL ORÁCULO DÉLFICO SOBRE PLOTINO

erva cómo nada el gran Plotino

os mares zarandeado; ndo Radamante le hace señas, Raza de Oro fosca está, salada le tapona los ojos.

rsos por la segada hierba o vueltas por el bosquecillo Platón y Minos, majestuoso Pitágoras

el coro del Amor.

UNA MUJER JOVEN Y VIEJA I PADRE E HIJA

oye golpear la mesa y decir han prohibido los hombres y mujeres buenos la mencione con un hombre ne la peor de las reputaciones; nces contesta tiene hermosos cabellos, como el viento de marzo los ojos.

II ANTES DE SER CREADO EL MUNDO

go oscuras las pestañas brillantes los ojos colorados los labios, unto si todo va bien ejo en espejo, muestro vanidad: el rostro que tenía de ser creado el mundo.

mporta si miro a un hombre si fuese mi amado, as mi sangre se enfría orazón no se conmueve?

ué habría de pensar que soy cruel rse traicionado? ra que amase lo que fue de ser creado el mundo. III PRIMERA CONFESIÓN

mito que la zarza

da en mi pelo hirió; idez y mi temblor ueron fingidos, oquetería.

o la verdad, y sin embargo

do apartarme de aquello pudia la mejor parte de mí, a atención de un hombre nta satisfacción a de mis huesos.

lo que extraigo díaco, ué esos ojos inquisitivos n mí? pueden hacer sino evitarme esta el vacío de la noche? IV EL TRIUNFO DE ELLA

ta llegar tú, obedecí al dragón,

reía que el amor se improvisaba, un juego con normas que ocurría ba caer la pañoleta: jores hazañas eran esas ban alas al instante, música al si le daban el ingenio; nces tú surgiste en sus anillos. yo me burlé, mas lo venciste, do de cadenas a mis pies, ano Perseo o bien San Jorge; a al mar miramos con asombro ilagroso pájaro nos chilla. V CONSUELO

ero hay sabiduría que decían los sabios; stira un poco el cuerpo na la cabeza que les cuente a los sabios se conforta al hombre.

o podía ser tan honda la pasión ca hubiese pensado crimen de nacer la nuestra suerte? onde se comete el crimen uede olvidarse. VI SE ELIGE

uerte del amor se elige. Lo aprendí ndo una imagen en el curso díaco rotante. s él rozó mi cuerpo, s descendió del occidente ó reposo subterráneo maternal noche de mi seno, es lo descubrí en su camino al norte, que me alzaba, aunque estaba en el lecho.

con el horror de la alborada. egí para mí! Si me pregunta máximo gozo con un hombre cién casada, tomaré ietud por tema, paradigma su corazón el mío parecía,

a la deriva del río milagroso —escribió un astrólogo muy sabio— sforma el Zodíaco en esfera. VII SEPARACIÓN

erida, he de marcharme as la noche cierra los ojos espías de la casa; nto anuncia el alba.

No, el ave del amor y de la noche que descansen los amantes, as su fuerte canto reprende lo asesino del día.

luz del día ya vuela mbre en cumbre.

Esa luz es de la luna.

e ave…

Deja que cante, o al juego del amor curos declives. VIII SU VISIÓN EN EL BOSQUE

a seca bajo el feraz follaje,

anoche —oscura como vino—

osque sagrado, ya muy vieja l amor de un hombre, enfurecida es imaginé. E imaginando dolor mayor calmar el leve, ver si la sangre en las marchitas corría aún, herí mi cuerpo, brir con su vino todo aquello diese evocar un labio amante.

és alcé los dedos sobre mí; s como vino, vi las uñas, oscuridad que descendía puntas de dedos marchitados; oscuro se hizo rojo, y refulgieron has, y una música estridente as agitó; una muchedumbre

a la camilla de un herido uerdas pulsaba, recitando la bestia dio su fatal golpe.

tuosas mujeres se movían mo de ese canto, con cabellos denados o frentes pesarosas, a de un pintor del Quattrocento… magen descuidada de Mantegna. ué creerán que siempre serán jóvenes? giada por el duelo, finalmente mplé yo su pecho embadurnado gre, y con las otras entoné n mi maldición. Aquella cosa sangre y cieno, ese despojo, ndose hacia mí fijó sus ojos

os míos, y aunque había vuelto or agridulce del amor, uerpos de un cuadro o una moneda, de su canción como de vino, on caer mi cuerpo ni lo oyeron y no supieron que el infausto símbolo o emblema: sólo era a de mi amor y su verdugo. IX ÚLTIMA CONFESIÓN

mozo vivaz me dio más placer os los que yacieron conmigo? ndo que di mi alma sufriendo,

uve gran placer con un mozo amé físicamente.

do furibunda de sus brazos pensar que en su pasión nó que yo entregaba un alma lo rozarse nuestros cuerpos, obre su pecho al pensar nto da una bestia a otra bestia.

que otras mujeres dieron r de sus ropas, uando esta alma, fuera del cuerpo, da vaya a los desnudos que la halle hallará en ella ningún otro sabe.

la suya y tomará la suya rará por derecho propio; ue amó sufriendo cano y apretándose tanto, una sola ave diurna que se atreva ar ese deleite. X ENCUENTRO

tos por la vejez un tiempo

pa y capucha de enmascarado, do cada uno lo que amaba el otro, mos cara a cara: haya encontrado a una como tú”, dijo él, gura nada bueno.”

otros se ufanen cuanto quieran”, dije yo, o oses ufanarte una como yo tuviera un hombre mo amante en el pasado; de los hombres vivos odio mbre así lo que más.”

un loco se ufanaría de un amor así”, ó él lleno de rabia; no como él para una como yo… os pudiésemos desembarazarnos e hábito mendicante raríamos palabras más dulces.” XI DE ANTÍGONA

ce, oh amarga dulzura

bitas en la tierna mejilla de una muchacha, y sus negocios, rdos rebaños y ubérrimos campos, rineros y los bastos labriegos, a los dioses en el Párnaso; al Empíreo, arroja ugar al Cielo y a la Tierra, el mismo desastre no y hermano, amigo y amigo, a y familia, y ciudad se enfrenten, a enorme gloria enloquecidos.

quiero y debo cantar,

mbargo lloro: la hija de Edipo de en el polvo sin amor.

DE

LUNA LLENA DE MARZO [1935]

EL FUNERAL DE PARNELL I

la tumba del Gran Comediante, la multitud. nto trae un hato de nubes tempestuosas cielo; donde está libre de nubes, idad permanece; una estrella más clara veloz pasa; scalofríos atraviesan toda esa sangre animal? es este sacrificio? ¿Hay alguien allí

cuerde la púa cretense que atravesó una estrella?

ollaje que atravesó la luz estelar, ultitud frenética, y donde surgían las ramas mosos chico sentado; un arco sagrado; ujer, y una flecha en una cuerda; co atravesado, imagen de una estrella derribada. ujer, la Gran Madre imaginante, rpó el corazón. Un maestro del diseño chico y árbol en una moneda siciliana.

dad es el reverso de otra: cuando met, Fitzgerald, Tone, los mataron extranjeros,

mos como los que observan un pintado escenario. mporta la escena, cuando termina ésta: ía tocado nuestras vidas: pero la ira popular, erica passio derribó esta cantera. compartió nuestra culpa; ni interpretamos un papel intado escenario cuando devoramos su corazón.

, fijad en mí esos ojos acusadores. sed de acusaciones. Todo lo que se cantó, o que se dijo en Irlanda es una mentira drada por la plaga de la muchedumbre, lva la rima que las ratas oyen antes de

morir. jéis nada salvo las nadas que pertenecen alma desnuda, para que todos juzguen puedan ya sea animal u hombre. II

o el resto, una frase me callo.

Valera se hubiese comido el corazón de Parnell ría vencido ningún demagogo de labio suelto, rencor civil habría desgarrado el país.

grave se hubiese comido el corazón de Parnell,

ginación del país habría quedado saciada, ta de eso, en esas manos el gobierno, gins, su único estadista, no habría muerto.

mismo O’Duffy —pero a más no nombro —, an por escuela un gentío, él por maestra la soledad; só la oscura arboleda de Jonathan Swift, y allí ó amarga sabiduría que enriqueció su sangre.

TRES CANCIONES PARA UNA MISMA MELODÍA I

abuelo lo cantó bajo la horca: caballeros, damas, y todo el género humano: ero es bueno y mejor puede ser una moza, uenos golpes fuertes son un placer para el espíritu.” e pie en la carreta, tó de corazón.

anáticos querrían deshacer cuanto hacemos; el fanático, abajo el payaso; abajo, aplastémoslos, émoslos a la música de O’Donnell Abu.

una moza, pero se fue con otro, inero, y desapareció en la noche, rte licor, y me dejó pesar, na causa y golpes buenos y fuertes son un placer.” los presentes se unieron al canto: , sigue, buen hombre.”

anáticos querrían deshacer cuanto hacemos; el fanático, abajo el payaso;

abajo, aplastémoslos, émoslos a la música de O’Donnell Abu.

nero es bueno y mejor puede ser una moza, porta qué pase y quién caiga, na causa…” la soga dio una sacudida, de cantar, pues la garganta se quedó muy pequeña; ntes de morir pataleó, o por orgullo.

anáticos querrían deshacer cuanto hacemos; el fanático, abajo el payaso; abajo, aplastémoslos, émoslos a la música de O’Donnell Abu.

II

ificad a todas esas generaciones

renombradas; n sus cuerpos para engordar a los lobos, n sus hogares para engordar a los zorros, aron a lejanos países, o se refugiaron vas, grietas, agujeros, iendo el alma de Irlanda.

ad todos los perros,” dijo feroz la muchacha, han matado a mi oca y a mi gato. dlos, ahogadlos en el tonel del agua, d todos los perros,” dijo feroz la

muchacha.

cad a todas esas generaciones renombradas, cad a todos los que se han hundido en su sangre, cad a todos los que han muerto en el cadalso, cad a todos los que han huido, a los que se han quedado, quedado o han desfilado toda la noche do, cantando una canción.

ad todos los perros,” dijo feroz la muchacha, han matado a mi oca y a mi gato. dlos, ahogadlos en el tonel del agua,

d todos los perros,” dijo feroz la muchacha.

ad, y que la historia se torne basura, se gran pasado una locura de necios; s vengan detrás se burlarán de O’Donnell, larán de la memoria de los dos O’Neill, larán de Emmet, se burlarán de Parnell: l renombre caído.

ad todos los perros,” dijo feroz la muchacha, han matado a mi oca y a mi gato. dlos, ahogadlos en el tonel del agua, d todos los perros,” dijo feroz la muchacha.

III

oldado se enorgullece al saludar a su capitán, oto ofrece la rodilla a su Señor, s apoyan a una yegua nacida de un purasangre, apoyó a su Helena; Troya murió y adoró; ndes naciones florecen arriba; lavo se doblega ante otro.

én se molestará en cavarlos,” dijo el muy, muy viejo, seis pies señalados con tiza? o hablo, más camino;

s de que me entierren,” dijo el muy, muy viejo.

o los países están vacíos allá en la cumbre, o se ha debilitado el orden o la disputa es fuerte, a de que todos elijamos una buena melodía, os al camino y pasar desfilando. nte, ¡mar! ¿Cómo sigue…? alquier letra vieja que vaya con una melodía.

én se molestará en cavarlos,” dijo el muy, muy viejo, seis pies señalados con tiza?

o hablo, más camino; s de que me entierren,” dijo el muy, muy viejo.

ldados se enorgullecen al saludar a su Capitán, e están los capitanes que gobiernan el mundo? e sucede a un árbol que está hueco por dentro? ento en marcha; oh, un golpe de viento, ando, marchando, nte, ¡mar!, elevad el canto:

én se molestará en cavarlos,” dijo el muy, muy viejo, seis pies señalados con tiza?

o hablo, más camino; s de que me entierren,” dijo el muy, muy viejo.

OTRO POSIBLE CANTO PARA LA CABEZA DECAPITADA DE EL REY DE LA GRAN TORRE DEL RELOJ

silla y cabalga, oí decir a un hombre,

de Ben Bulben y Knocknarea, dice el reloj de la Gran Torre? esos personajes trágicos cabalgan e apartan de la marea que avanza en Rosses,

ida está en la falda del monte. ota lenta y grave y una campana de hierro.

es llevó allí, tan lejos de su casa, lain que luchó toda la noche con la espuma, ce el reloj de la Gran Torre? h, que cabalgó sobre ella; mozo y moza sentaron muy callados jugando al ajedrez? ino el heroico libertinaje? ota lenta y grave y una campana de hierro. su condesa; Hanrahan, parecía más que un desenfrenado

mujeriego. dice el reloj de la Gran Torre? por completo llega cabalgando que podía dejar a su pueblo estupefacto, e tenía plumas en vez de cabello. ota lenta y grave y una campana de hierro.

Música de Arthur Duff

DOS CANCIONES REESCRITAS POR LA MELODÍA I

Paistin Finn es mi único deseo, uedo en piel y huesos, odo lo que mi corazón ha recibido a cambio ue puedo silbar yo solo, solo. ¡Oró, oró! na por la noche derribaré la puerta.

ué sirve un hombre si está olo, con una espinilla moteada? ra beber con mi amor en las rodillas, dos barriles en la taberna. ¡Oró, oró! na por la noche derribaré la puerta.

solo, nueve noches yací dos arbustos bajo la lluvia; ue le había silbado para que ella fuera allí, y silbé, y silbé, pero en vano. ¡Oró, oró! na por la noche derribaré la puerta.

De El cuenco de caldo Melodía: Paistin Finn II

iera ser un viejo mendigo

ce rodar un ojo ciego de perla, l no puede ver a mi amada por ahí casquivana;

ndigo sombrío y mustio s amigo en la tierra bellaco pícaro y ladrón, mendigo ciego de nacimiento.

quier cosa menos un poeta

da en el magín ue rimas para una hermosa dama, do solo en su lecho.

De La reina actriz

PLEGARIA PARA LA VEJEZ

me guarde de esos pensamientos que piensan mente solitaria los hombres; canta una canción perdurable en el meollo;

ntas cosas hacen sabio a un viejo ede ser alabado por todos; ué soy yo, que no debo parecer usa del canto un loco? —pues la palabra de la moda ha pasado

uevo vuelve la plegaria— parecer, aunque muera viejo, mbre apasionado e insensato.

IGLESIA Y ESTADO

hay materia nueva, poeta, ada para la vejez; er de la Iglesia y el Estado, bas puestas a sus pies. ro el vino del corazón correrá puro, de la mente se hará dulce. ría una canción cobarde, e caminar en sueños; a Iglesia y el Estado turba que aúlla a la puerta? o correrá espeso hasta el final, sabrá agrio.

CANTOS SOBRENATURALES I RIBH EN LA TUMBA DE BAILE Y AILLINN

que me habéis encontrado en noche como

boca de lobo libro abierto, me preguntáis qué hago. had y digerid mi historia, llevadla lejos nes nunca vieron esta cabeza tonsurada ron esta voz que noventa años han cascado. ile y Aillinn no necesitas hablar,

conocen su historia, todos saben qué hoja y ramita, yuntura del manzano y el tejo, an sus huesos; mas decid lo que nadie ha oído.

agro que les dio una muerte así guró en sustancia pura lo que había sido y tendón; cuando cuerpos así se unen tocamientos aquí ni tocamientos allí, a alegría, mas todo se une a todo; a unión de los ángeles es luz , lo que esto dura, ambos parecen perdidos, consumidos.

n la atmósfera superior como boca de lobo,

blor del manzano y del tejo, n el aniversario de su muerte, versario de su primer abrazo, os amantes, purificados por la tragedia, uno a brazos del otro; estos ojos ua, hierba y rezos solitarios elto aguileños, se abren a esa luz. e algo interrumpida por las hojas, esa luz en un círculo sobre la hierba; en su interior as hojas de mi libro sagrado. II RIBH CENSURA A PATRICIO

absurdo abstracto y griego ha enloquecido

al hombre. rda esa Trinidad masculina. Hombre, mujer, hijo (niña o niño), lo que cuentan todas las historias naturales o sobrenaturales.

ural y lo sobrenatural están casados con el mismo anillo, hombre, bestia y una efímera mosca engendran, la divinidad engendra a la divinidad, as cosas de abajo son copias, decía la gran Tabla Smaragdiana.

e todos copian copias, todos multiplican su especie; o se hunde la conflagración de su pasión,

apagada por el cuerpo o el espíritu, turaleza malabar se eleva, su voluta enroscada en sus abrazos.

piente con escamas de espejo es la multiplicidad, do lo que va en parejas sobre la tierra, el aire o la corriente, comparte al Dios que es trino, ían engendrar o parirse a sí mismos si pudiesen amar como Él. III RIBH EN ÉXTASIS

importa que no entendieras ni palabra!

da dije o canté lo que había oído es entrecortadas. Mi alma había encontrado elicidad en su causa o fundamento. dad en divinidad engendró en espasmo sexual dad. Cayó una sombra. Mi alma olvidó os gritos amorosos que provenían del silencio n reemprender el común círculo del día. IV ALLÍ

se juntan todos los flejes del barril, muerden todas las colas de serpiente,

dos convergen todas las rotaciones en una, dos los planetas caen en el Sol. V RIBH CONSIDERA INSUFICIENTE EL AMOR CRISTIANO

qué habría de buscar el amor o estudiarlo? Dios y supera al intelecto humano. an diligencia estudio el odio, sa es una pasión que yo controlo, pecie de escobón que puede despejar el alma o lo que no es espíritu o sentido.

ué odio a hombre, mujer o acontecimiento? una luz que ha enviado mi alma celosa. del terror y del engaño, puede brir impurezas, y finalmente mostrar el alma camina cuando todo eso pasa, el alma podía caminar antes de que empezaran esas cosas.

ces mi alma salva aprenderá ocimiento más oscuro y con odio se apartará o pensamiento que la humanidad ha tenido de Dios. samiento es una prenda, y el alma una novia

se puede esconder en esa basura y oropel: o a Dios puede acercar el alma a Dios.

la medianoche, el alma no puede soportar orado mental o corpóreo. uede ella coger antes de que dé su Señor! de puede mirar hasta que Él se muestre! uede saber hasta que Él le mande saber! puede vivir hasta que Él viva en su sangre! VI ÉL Y ELLA

ndo furtiva asciende la luna

ebe furtiva ascender, viaja la atemorizada luna ebe viajar: z me habría dejado ciega erme atrevido a parar.”

anta al tiempo que la luna: oy, soy yo; más crece mi luz jos vuelo.” a creación se estremece e grito melodioso.” VII ¿QUÉ TAMBOR MÁGICO?

iene sus deseos, casi retiene la

respiración para que la Madre Primordial ndone sus miembros, y que el niño siga descansando, ndo dicha como si fuera leche sobre su pecho.

ambor mágico a través del follaje del jardín que la luz desdibuja? do miembro y pecho o ese luciente vientre se mueven su boca y su lengua vigorosa. vino del bosque? ¿Qué animal ha lamido a sus crías?

VIII ¿DE DÓNDE HABÍAN VENIDO?

ternidad es pasión, chica o chico al inicio de su gozo sexual pre, eternamente”; después despiertan ntes de lo que dijo el Dramatis Personae; mbre exultante de pasión canta que jamás ha pensado; gelante fustiga esos lomos sumisos nte de lo que impone el dramaturgo, aestro hizo el látigo. ¿De dónde habían venido, o y el látigo que abatieron la frígida Roma? drama sacro bullía por el cuerpo de ésta

o fue concebido Carlomagno, que transformó el mundo? IX LAS CUATRO EDADES DEL HOMBRE

ró una lucha con el cuerpo,

ste venció; camina erguido.

peleó con el corazón; cencia y la paz se marchan.

és peleó con la mente; ulloso corazón dejó atrás. comienzan sus guerras con Dios;

o dé la medianoche Dios vencerá. X CONJUNCIONES

piter y Saturno convergen, osecha de trigo de momia!

ada es una cruz; en ésta murió Él: el seno de Marte suspiró la diosa. XI EL OJO DE UNA AGUJA

el torrente que al lado ruge del ojo de una aguja;

que no han nacido, y desaparecidas, ojo de aguja aún le incitan a seguir. XII MERU

ivilización la ciñe el fleje norma, la apariencia de paz, soria; mas la vida humana samiento, y nunca puede el hombre de desvariar siglo tras siglo, rabia arrancar, para encontrarse esolación de lo real. s, Egipto y Grecia; adiós, tú, Roma! eru o el Everest los ermitaños, turnas covachas bajo nieve,

de ésta y la ventisca invernal sus desnudos cuerpos, saben día encierra noche: antes del alba ria y monumentos pasarán.

NUEVAS POESÍAS [1938]

LAS ESPIRALES

espirales! ¡Las espirales! Viejo Rostro de Piedra, mira adelante; se ha pensado mucho ya no puede pensarse, a belleza muere de belleza, el valor del valor, ntiguas facciones se borran. onales arroyos de sangre manchan la tierra; docles ha lanzado al aire todas las cosas; r está muerto, y hay una luz en Troya; s lo contemplamos reímos con trágica

alegría.

mporta que la pesadilla adormecida cabalgue, re y lodo manchen el cuerpo sensitivo? mporta? No suspiréis ni vertáis lágrimas, mpo más grande y refinado ha pasado; rmas pintadas o cajas con afeites guas tumbas suspiré, pero ya no. mporta? De la caverna viene una voz, conoce una palabra: “¡Regocijaos!”

cta y trabajo se vuelven vulgares, y vulgar el alma, mporta? A los que quiere el Rostro de Piedra, mantes de caballos y mujeres,

rmol de un sepulcro quebrantado, curidad entre el turón y el búho, ualquier nada rica y oscura, exhumarán fice, noble y santo, y todo irá vo en esa espiral que ya no está de moda.

LAPISLÁZULI (Para Harry Clifton)

ído que las mujeres histéricas dicen tán hartas de la paleta y del arco del violín, tas que están siempre alegres, odo el mundo sabe, o debería saber, nada drástico se hace n el aeroplano y el zepelín arán como el Rey Billy bombas que quede arrasada la ciudad.

actúan en su trágica obra, pavonea Hamlet, allí está Lear, Ofelia, Cordelia aquélla; omo si estuviera allí la última escena, o de bajarse el telón o su papel prominente en la obra, rrumpen sus versos para llorar. que Hamlet y Lear son alegres; gría transfigura todo ese horror. o los hombres han buscado, hallado y perdido, ga; el Cielo centellea en la cabeza: a al extremo la tragedia. e Hamlet divaga y se enfurece Lear, s los telones caen a un tiempo n mil escenarios,

de crecer ni pulgada ni onza.

propio pie vinieron, o a bordo de una nave, llo, en camello, en burro, en mula, as civilizaciones pasadas a cuchillo. ellas y su sabiduría se vinieron abajo: a obra de Calimaco, anejaba el mármol como si fuera bronce, cía colgaduras que parecían alzarse o el viento marino barría la esquina, permanece; go tubo de lámpara al que dio forma de tronco palmera esbelta no duró más que un día; as cosas caen y se reconstruyen,

res están quienes las reconstruyen.

hinos, y un tercero tras ellos, allados en lapislázuli, ellos vuela un pájaro zanquilargo, lo de longevidad; ero, sin duda un criado, un instrumento de música.

decoloración de la piedra, ajadura o mella, un curso de agua, una avalancha, alta cuesta en la que aún nieva e sin duda una rama de ciruelo o de cerezo ca la casita a medio camino a que ascienden esos chinos, y yo mplazco en imaginarlos allí sentados;

montaña y el cielo, l trágico escenario contemplan. de melodías quejumbrosas; expertos empiezan a tocar. os entre muchas arrugas, sus ojos, tiguos y centelleantes ojos, están alegres.

IMITACIÓN DEL JAPONÉS

cosa más asombrosa: a años he vivido;

las flores de la primavera, a primavera ha vuelto).

a años he vivido mo mendigo andrajoso, a años he vivido, a años hombre y mozo, e bailado nunca de alegría.

DULCE BAILARINA

muchacha va bailando sembrado de briznas, recién segado e césped del jardín; ada de la amarga juventud, ada de su gente, u nube negra. ailarina, dulce bailarina!

a casa vienen extraños evársela, no digáis feliz porque está loca; dlos suavemente, rmine su baile,

rmine su baile. ailarina, dulce bailarina!

LOS TRES ARBUSTOS (Un episodio de la Historia mei Temporis del Abad Michel, de Bourdeille)

una dama a su amante, e puede confiar amor que no tiene su alimento; amante se ha ido puedes cantar cantos de amor? amigo, me acusarían.” Querido mío, querido.

nciendas velas en tu alcoba”, sa bella dama, que a medianoche en punto meterme en tu lecho, i veo que me meto en él ue caeré muerta.” Querido mío, querido.

a un hombre en secreto, a doncella”, le dijo. ue he de caerme muerta eja de amarme, ómo puedo no caer muerta do la castidad?” Querido mío, querido.

ue has de yacer junto a él

acerle creer que estoy allí, á seamos iguales no se encienden las velas, á seamos iguales e desnudamos el cuerpo.” Querido mío, querido.

draron los perros, y a las doce ecía entre campanadas, eliz idea que tuve, ado parecía tan alegre”; uspiraba si la doncella todo el día adormilada. Querido mío, querido.

tra canción no,” dijo él, ue mi señora vino

imera vez hace un año anoche a mi alcoba, hallarme entre las sábanas o el reloj comienza a sonar.” Querido mío, querido.

canción que ríe y llora, sacra, nción libidinosa”, decían. na vez se oyó canción igual? ro esa noche la oyeron. na vez un hombre fue más rápido? hasta que él galopó. Querido mío, querido.

uando el corcel metió el casco madriguera de conejo, ó de cabeza y se mató.

ma lo vio todo, unto cayó muerta, porque ella ba con toda su alma. Querido mío, querido.

ncella vivió mucho, y tomó uidado las tumbas, plantó dos arbustos ás tarde al crecer an surgir de una sola raíz, e mezclaban sus rosas. Querido mío, querido.

o, anciana ya, agonizaba, a fue a visitarla; zo una plena confesión. o se la quedó mirando

pues era un santo varón, omprendió su caso. Querido mío, querido.

dó que la enterraran l amor de su señora, tó un rosal en su tumba, nadie puede saber, o coge una rosa de allí, comienzan sus raíces. Querido mío, querido.

EL PRIMER LAMENTO DE LA DAMA

vueltas un animal mudo en una feria, ué soy nde voy, oma se reduce olo nombre; enamorada es mi vergüenza. e hiere al alma ma lo adora,

s que un animal o patas.

EL SEGUNDO CANTO DE LA DAMA

clase de hombre viene tarse entre tus pies? mporta, sólo somos mujeres. ; haz grato tu cuerpo; alacenas de fragancias secas, llenar la sábana. Señor tenga piedad de nosotros.

ará mi alma si no existiese el cuerpo, rá tu cuerpo

bado por el alma; colma las dos partes del amor antén íntegra su sustancia. Señor tenga piedad de nosotros.

ma debe aprender un amor que sea ado para mi pecho, embros un amor que sea común bestia noble. lma ve y el cuerpo toca, de los dos es más sagrado? Señor tenga piedad de nosotros.

EL TERCER CANTO DE LA DAMA

ndo tú y mi fiel amor os encontráis

ca melodías entre tus pies, as nada malo del alma, nses que el cuerpo lo sea todo, o que soy su dama de día co un mal peor del cuerpo; onradamente divide su amor que ninguno de los dos tenga bastante, ue yo pueda oír si debemos besar ido de una serpiente, en contrapunto; el alma debe explorar un muslo,

los afanosos cielos suspiran.

LA CANCIÓN DEL AMANTE

ájaro suspira por el aire, samiento por no sé qué, vientre suspira la simiente. se hunde el mismo reposo mente, en el nido, slos en tensión.

LA PRIMERA CANCIÓN DE LA DONCELLA

mo vino este vagabundo

ora reposa, o con extraña, mi pecho frío? ué hay que suspirar aún? he extraña ha llegado; r de Dios lo ha resguardado o daño, cer lo ha hecho como un gusano.

LA SEGUNDA CANCIÓN DE LA DONCELLA

a del placer del lecho, como un gusano, a y su cabeza golpeteante dos como un gusano, íritu que ha huido como un gusano.

UN ACRE DE HIERBA

dro y libro permanecen,

e de hierba verde l aire y el ejercicio, a fuerza corporal; noche, una vieja mansión sólo un ratón se mueve.

tación está callada. l final de la vida, e fantasía molino de la mente miendo sus andrajos y huesos, n dar a conocer la verdad.

dedme el frenesí de un viejo, ehacerme a mí mismo er Timón y Lear l William Blake lpeó en la pared que la Verdad obedeció a su llamada;

ente supo Miguel Ángel ede atravesar las nubes, irada por la locura r a los muertos en sus sudarios; dada por el género humano, te de águila de un viejo.

¿Y QUÉ?

el colegio sus camaradas preferidos que se haría famoso; a lo mismo y siguió las reglas, veinte a los treinta no dejó de empollar. ué?”, dijo el fantasma de Platón. “¿Y qué?”

o que escribió fue leído, os unos años obtuvo nte dinero para sus necesidades, s que han sido de verdad amigos. ué?”, dijo el fantasma de Platón. “¿Y qué?”

eños más felices se hicieron realidad: eja casita, esposa, hija, hijo, rto que da coles y ciruelas, y talentos alrededor. ué?”, dijo el fantasma de Platón. “¿Y qué?”

pensó: “La obra ya está hecha erdo con mis planes juveniles; bien los necios, en nada me aparté evado algo a la perfección. l fantasma gritó más fuerte: “¿Y qué?”

COSAS ALTAS Y HERMOSAS

as altas y hermosas: la noble cabeza de

O’Leary; dre en el escenario del Abbey, y frente a él una multitud enardecida: Tierra de Santos”, y luego, al apagarse los aplausos, ntos de escayola”, su hermosa cabeza traviesa echada para atrás. sh O’Grady apoyado entre las mesas do a un público borracho palabras elevadas sin sentido;

ta Gregory sentada a su gran mesa de oro molido, ya de cumplir los ochenta: “Ayer amenazó mi vida. nté que todas las noches de seis a siete me siento a esta mesa, cortinas echadas”; Maud Gonne en la estación de Howth esperando un tren, Atenea con esa cabeza erguida y arrogante: los olímpicos; algo que no ha vuelto a verse.

UNA MUCHACHA ENLOQUECIDA

chica enloquecida que improvisa su música, sía, bailando por la playa, a separada de sí misma, do, cayendo donde no sabía dónde, diéndose entre el cargamento de un vapor, rótula partida, esa chica declaro una cosa alta y hermosa, o algo amente perdido, heroicamente encontrado.

porta qué desastre ocurriera, música desesperada se alzaba envuelta, ta, envuelta, y en su triunfo estaban los fardos y las cestas tía un sonido normal e inteligible, ue cantaba: “Oh, ávido mar, de mar hambriento.”

A DOROTHY WELLESLEY

de la mano a la medianoche sin luna de

los árboles si pudiera llegar a donde éstos se alzan, on más que viejas y famosas tapicerías o delicioso; aprieta esa mano para acercarlos aún más. Invadida luptuosísimo silencio de la noche desde que se adquirió el horizonte los perros extraños callan) tu aposento lleno de libros y aguarda,

guno en la rodilla, y nadie allí ue un gran danés que no puede ladrar a la luna a está sumido en el sueño. ¿Qué es lo que sube la escalera? sobre lo que mediten las mujeres corrientes digna de mi esperanza! Ni Contento sfecha Conciencia, sino esa gran familia gunos antiguos y famosos autores malinterpretan, rias Orgullosas cada cual con su antorcha.

LA MALDICIÓN DE CROMWELL

guntas qué he encontrado dondequiera

que fuese: a casa de Cromwell y su pandilla asesina, mantes y los bailarines ya no son más que polvo, de están los altos hombres, espadachines, jinetes? iejo pordiosero va vagando orgulloso, padres sirvieron a los de ellos antes de la crucifixión de Cristo. Oh, ¿qué importa, qué importa?

¿Qué más puede decirse?

onversación cordial y sencilla ha desaparecido, e qué sirve lamentarse, pues prosigue la vociferación del dinero. que trepa ha de hacerlo sobre su vecino s las Musas y nosotros para nada contamos. n escuelas propias, pero yo paso de largo, ueden saber que sepamos, nosotros que sabemos cuándo morir? Oh, ¿qué importa, qué importa? ¿Qué más puede decirse?

xiste otro conocimiento que el corazón me destruye

el zorro de la fábula destrozó el del muchacho espartano, e demuestra que las cosas pueden a la vez ser y no ser; padachines y damas pueden aún estar en compañía r una estrofa al poeta y oír el son del violín, yo aún soy su siervo aunque todos yacen bajo tierra. Oh, ¿qué importa, qué importa? ¿Qué más puede decirse?

contré una mansión en mitad de la noche, erto portal iluminado y encendidas sus ventanas,

s mis amigos estaban allí y me dieron la bienvenida; me desperté en unas viejas ruinas por entre las que aullaba el viento, do presto atención debo salir y caminar os perros y caballos que entienden lo que digo. Oh, ¿qué importa, qué importa? ¿Qué más puede decirse?

ROGER CASEMENT (Tras la lectura de Los Diarios falsificados de Casement, del doctor Maloney)

mo que Roger Casement

o que debía. en la horca, so no es novedad.

ndo ser vencidos tribunal del Tiempo, on una falsificación

charon su buen nombre.

juro estuvo presto ar cierto lo falso, tregaron a todo el mundo, sí es novedad;

pring Rice lo tuvo que susurrar su embajador, radores lo recogieron nas de escritores.

Tom y Dick, venid todos e lo gritasteis a los cuatro vientos, del falsario y su escritorio, el bando del perjuro.

a decir en público precisa una reparación valeroso caballero tá sepulto en cal viva.

EL FANTASMA DE ROGER CASEMENT

qué es ese súbito ruido? es lo que se alza en el umbral? cruzó el mar, porque Bull y el mar son amigos, ste no es el viejo mar, la playa antigua. provocó el rugido de burla, gir en el rugir del mar? tasma de Roger Casement porreando la puerta.

Bull se ha presentado al Parlamento, cerdo le llega su San Martín, lo exalta sin tasa, abe cómo decir, juerga o en un banquete, dos deben poner su confianza mperio Británico, glesia de Cristo. tasma de Roger Casement porreando la puerta.

Bull ha ido a la India s han de prestarle atención, llí las historias demuestran nguno de otra raza do una herencia similar

mamado leche como él, s afortunada la casa tiene integridad. tasma de Roger Casement porreando la puerta.

eé en una iglesia rural la tumba de su familia, é lo que pude leer ella penumbra religiosa; llí muchos nombres famosos; ama y virtud se corrompen. aos, queridos amargados: os y gritad: tasma de Roger Casement porreando la puerta.

EL O’RAHILLY

ad al O’Rahilly,

uéis su derecho; un “el” ante su nombre; oced que, a pesar os esos historiadores eruditos, dó para siempre: mo escribió esa palabra, mo se bautizó con sangre. ómo está el tiempo?

d al O’Rahilly vo tan poco seso ntó a Pearse y Connolly

bía hecho un gran gasto niendo a los hombres de Kerry gen de aquel loco combate; mismo podría haber estado allí ese viajado media noche. ómo está el tiempo?

acaso tan cobarde para no enterarme or lo que cuenta un viajero bía escuchado lo que yo no?” ces a Pearse y a Connolly cerbamente: ue ayudé a dar cuerda al reloj a oírlo sonar.” ómo está el tiempo?

queda por cantar la muerte que halló r de un portal r Henry Street; s lo encontraron hallaron uerta sobre su cabeza: murió el O’Rahilly. escrito con sangre. ómo está el tiempo?

VENID A MÍ, PARNELITAS

id a mí, parnelitas,

ad a nuestro elegido; aos un momento, neced levantados, onto yaceremos donde él, tá bajo tierra; y llenad esos vasos d pasar la botella.

hay una razón de peso, o muchas más,

contra el poder de Inglaterra ó a los pobres de Irlanda, de bueno tenga un labriego quien lo hizo posible; quí otra razón, rnell amó a una muchacha.

quí una última razón, nía un carácter tal do el que canta canciones ell tiene en su memoria. ue Parnell era orgulloso, ás orgulloso no hubo, ombre orgulloso es encantador, e pasad la botella.

bispos y el partido

on esa trágica historia, ido que vendiera a su mujer ués la traicionó, historia que pervive ue se canta ante un vaso, ell amó a su país, ell amó a una muchacha.

EL VIEJO PÍCARO DESENFRENADO

rque me vuelven loco las mujeres

oco por los cerros,” el viejo pícaro desenfrenado aja a Dios sabe dónde. morir sobre la paja en casa, manos para cerrar estos ojos, o cuanto pido, querida, o que está en los cielos. aurora y un cabo de vela.

es son todas tus palabras, querida,

niegues el resto. n puede saber el año, querida, la sangre de un viejo se hiele? lo que no puede tener ningún joven e ama demasiado. as tengo que pueden atravesar el corazón, qué puede él hacer salvo tocar? aurora y un cabo de vela.

ces ella le dijo al viejo pícaro apoyaba en su bastón: mor o negarlo o que no está en mi mano. e lo di a un hombre más viejo: ejo que está en los cielos. anos que se ocupan con Su rosario

drán nunca cerrar esos ojos.” aurora y un cabo de vela.

tu senda, oh, sigue tu senda, efiero otra meta, chachas en la playa mprenden lo oscuro; as indecentes para los pescadores; le para los marineros; o cae la oscuridad sobre el agua bren sus camas. aurora y un cabo de vela.

un joven en la oscuridad, n viejo desenfrenado a la luz, ede hacer reír a un gato, tocar por talento innato

ocultas en sus tuétanos mucho tiempo desaparecidas, s a todos esos mozos con verrugas cen junto a sus cuerpos. aurora y un cabo de vela.

s los hombres viven con sufrimiento, omo bien pocos lo saben, men el camino que asciende entos se queden en el que baja, ero inclinado ante sus remos, jedor ante su telar, te erguido en su caballo ño oculto en el vientre. aurora y un cabo de vela.

un rayo que lance

o que está en los cielos devorar ese sufrimiento niega ningún hombre culto. n viejo rudo como yo otra solución, o olvido un momento el pecho de una mujer.” aurora y un cabo de vela.

EL GRAN DÍA

an los cañonazos y la revolución!

ndigo a caballo fustiga al que va a pie. evo cañonazos y revolución! ¡Viva! mbian los mendigos, mas la fusta prosigue.

PARNELL

nell bajó por el camino, y dijo a uno que

lo vitoreaba: da será libre y tú picarás piedra.”

LO QUE SE PERDIÓ

o lo que se perdió y temo lo ganado,

o en una batalla que se vuelve a librar, es un rey perdido, y soldados perdidos mis hombres; ue los pies corran al Alba y al Ocaso, re caen sobre la misma piedrecita.

LA ESPUELA

arece horrendo que ira y lujuria n en mi vejez; n tanto tormento cuando era joven; tra cosa tengo para espolearme al canto?

UN BORRACHO ELOGIA LA SOBRIEDAD

meneándote, guapa pécora, me bailar todavía, e puedo estar sobrio e beba hasta el hartazgo. riedad es una joya adoro; e sigamos bailando e los borrachos mientan y ronquen. do con los pies, oh ten cuidado, bailando como una ola,

todo bailarín muerto en su tumba. de altibajos, guapísima; sí, pero no pécora; racho es un muerto, s los muertos borrachos.

EL PEREGRINO

né cuarenta días tomando sólo pan y

suero, asar la botella entre mozas con harapos o sedas, ales campesinos o mantos de París, me extravió. qué sirve una mujer, si lo que sólo sabe decir aralará?

no a la isla santa de Lough Derg recorrí las piedras, hinojos en todas las estaciones de la

cruz, encontré a un anciano, y aunque oré todo el día, l anciano a mi lado, éste nada decía ue tralaralará.

saben que todos los muertos del mundo se hallan aquí, si una madre buscara a su hijo tendría poca fortuna e los fuegos del Purgatorio han devorado sus formas; or Dios que les pregunté, y todo cuanto tenían que decir alaralará.

arraco negro apareció cuando me hallaba

en la barca, extremo a otro desplegaba veinte pies, do y agitando las alas hacía un gran alarde, o me detuve a preguntar, qué me podía decir el barquero alaralará.

estoy en la taberna apoyado en la pared, e con harapos o sedas, con capa o chal campesino, y con amantes duchos o los hombres que sea, uedo derribarlos a todos, y todo lo que tengo que decir aralará.

EL CORONEL MARTIN I

oronel se hizo a la mar, con turcos y judíos, istianos e infieles, abía todas las lenguas. ué es un hombre sin esposa” decía, izo el camino a casa por mar. rrió el pestillo y subió ó una habitación vacía. onel se hizo a la mar.

II

ve mucho en el campo estaba muy sola, ue podría estar allí,” dijo, a estar en la ciudad. estar sola allí, lo puede saber?”, dijo. que la encontraré echo de un joven.” onel se hizo a la mar. III

ncontrar a un buhonero, onel cambió su ropa con él,

pró las joyas más caras tienda de Galway, de hilo y aguja metió en el hatillo, una correa a la mano, colgó a la espalda. onel se hizo a la mar. IV

mó a la puerta del rico,

o”, le dijo la criada, a señora no pueda ver estas cosas odavía está acostada, a mis ojos han visto

gníficas joyas.” las a su señora”, s puso en la mano. onel se hizo a la mar. V

ó él y ella lo siguió, os subieron la escalera, qué hombre más listo, evaba zapatillas. egar al último rellano lantó él corriendo, ró a su mujer y al rico omodidad del lecho. onel se hizo a la mar.

VI

ndo oyó ese relato

del Tribunal de Assize, cedió por daños y perjuicios rriles de oro. onel dijo a su criado Tom: ara un carro y un asno, el oro por la ciudad alo en todas partes.” onel se hizo a la mar. VII

en todas las esquinas un hombre con pistola,

co les había pagado bien ue mataran al coronel; raron sus pistolas s les oyeron jurar podían disparar a alguien cía tanto por los pobres. onel se hizo a la mar. VIII

te quedaste algo de oro, Tom? tres barriles”, le dijo. s se me ocurrió, señor.” ltará antes de que mueras.” ltó; pues mi abuelo final de la historia,

m ganándose la vida s algas de la playa. onel se hizo a la mar.

MODELO PARA EL POETA LAUREADO

ronos desde la China al Perú sentado todo tipo de reyes mbres y mujeres de toda clase maron grandes y buenos; importa si tales reyes zones de Estado esperar a sus amantes, ían esperar a sus amantes?

os se ufanan de reyes mendigos s bribones blancos y negros

biernan porque un brazo fuerte riza a todos, achos y sobrios viven a sus anchas nadie niega sus derechos n esperar a sus amantes, en esperar a sus amantes.

sa es muda cuando los hombres públicos en un trono moderno: ores que se compran o se venden, rgo que han ocupado bufones, llo de cera, esa firma, sas como éstas, ¿qué hombre decente esperar a su amante, ía esperar a su amante?

LA VIEJA CRUZ DE PIEDRA

estadista es un hombre desenvuelto, us mentiras maquinalmente; iodista inventa sus mentiras arra por el cuello; e quedaos en casa y bebed vuestra cerveza d que vote el vecino, o el hombre del peto de oro o la vieja cruz de piedra.

e esta época y la venidera

dran en el foso, puede distinguir a un hombre feliz desgraciado que pasa; Necedad se liga a la Elegancia sabe cuál es cuál, o el hombre del peto de oro o la vieja cruz de piedra.

os actores a los que les falta la música que más excita mi melancolía, que es más humano ase, gruñir y gemir, ber qué materia ultraterrena a una poderosa escena, o el hombre del peto de oro o la vieja cruz de piedra.

LA MÉDIUM

mado la poesía y la música, mbargo por los muertos recientes tran en mi alma y huyen nfusión del lecho, engendrados o no engendrados devanan en grupo, o el cuerpo sobre la pala o a tientas con la mano sucia.

s engendrados o no engendrados, e no quisiera recordar nos que no siendo engendrados n de individualidad,

ue copian una acción, ándola con polvo o arena, o el cuerpo sobre la pala o a tientas con la mano sucia.

nsamientos de un viejo fantasma son un relámpago, los es morir; terrado la poesía y la música, a estupidez z, brote, flor o arcilla e nada. o el cuerpo sobre la pala o a tientas con la mano sucia.

AQUELLAS IMÁGENES

importa si te ordené abandonar erna de la mente? n ejercicio más sano uz del sol y en el viento.

te ordené ir cú o a Roma. cia a ese trabajo pesado, ue vuelvan las Musas.

aquellas imágenes nstituyen lo salvaje,

n y la virgen, era y el niño.

en mitad del aire ila en vuelo, oce a las cinco cen cantar a las Musas.

REGRESO AL MUSEO MUNICIPAL I

nta años de imágenes en torno:

mboscada; peregrinos en la orilla; ment en su juicio, casi oculto por los barrotes, iado; Griffith mirando con histérico orgullo; blante de Kevin O’Higgins, que tiene e interrogante que no oculta ma incapaz de remordimiento o reposo;

olucionario arrodillado para ser bendecido; II

abad o arzobispo con la mano alzada iendo la tricolor. Me digo: “Esto no es nda muerta de mi juventud, sino una Irlanda nada por los poetas, terrible y alegre.” pente me detengo ante el retrato de una dama, sa y gentil a su veneciano modo. con ella hace casi cincuenta años einte minutos en un estudio.

III

ocionado, me siento, y el corazón

upera cuando me tapo los ojos; quiera que mirara, había visto mágenes permanentes o fugaces: de Augusta Gregory; su sobrino, Lane, el “único inspirador” de todos éstos; Lavery viva y agonizante, ese relato el que hace un cantante de baladas; IV

trato de Augusta Gregory por Mancini,

s grande desde Rembrandt”, según John Synge; n retrato exuberante, sin duda; dónde está el pincel capaz de mostrar e ese orgullo y esa humildad? sespero al pensar que el tiempo pueda traer os reconocidos de hombre y mujeres unca ya idéntica excelencia. V

rodillas medievales no tienen salud hasta que las flexiono, n esa mujer, en esa casa donde

abía vivido el honor, tenían la que me falta. os, pensaba: “Aquí podrían hallar mis hijos bien arraigadas,” mas nunca preví su final, a que éste ha llegado no he llorado; no puede ensuciar madriguera que barriera el tejón VI

imagen de Spenser y la lengua corriente). ynge, Augusta Gregory y yo, pensábamos

do lo que hacíamos, decíamos o cantábamos proceder del contacto con la tierra, que de ese to todo se fortalecía como Anteo. osotros tres en los tiempos modernos mos sometido todo a esa única prueba, el sueño del noble y del mendigo. VII

aquí a John Synge, ese hombre arraigado lvida las palabras humanas”, un rostro grave y profundo. réis juzgarme, no juzguéis solamente

bro o aquél, venid a este lugar sagrado cuelgan los retratos de mis amigos, y contempladlos. historia de Irlanda en sus facciones; d dónde empieza y acaba la gloria humana, y decid: oria fue tener tales amigos.”

¿ESTÁS SATISFECHO?

voco a aquellos que me llaman hijo,

o bisnieto, y tías, tíos abuelos y tías abuelas, ue juzguen lo que he hecho. o yo, que lo puse en palabras, é lo que enviaron viejos lomos? zguen los ojos espiritualizados por la muerte, puedo, pero no estoy satisfecho.

que en Drumcliff, en Sligo,

ó la vieja cruz de piedra, párroco pelirrojo del condado de Down, con el caballo, rbet de Sandymount, aquel hombre insigne e el viejo William Polloxfen, eton el contrabandista, los remotos Butler, es cuasi legendarios.

y enfermo me podría estar na compañía, siempre he odiado el trabajo, ndole al mar, ostrar con mi propia vida quería significar Robert Browning viejo cazador que hablaba con dioses;

o estoy satisfecho.

ÚLTIMAS POESÍAS [1939]

BAJO EL BEN BULBEN I

d por lo que dijeron los Sabios

redor del Lago Mareotido la Bruja del Atlas sabía, y hacía cantar a los gallos.

por esos caballeros, por esas mujeres orma y aspecto se muestran sobrehumanos a compañía de pálidos rostros largos oclama una inmortalidad

a compleción de sus pasiones; cabalgan la invernal aurora el Ben Bulben marca la escena.

s en esencia lo que significan. II

chas veces el hombre vive y muere

us dos eternidades, a raza y la del alma, tigua Irlanda conocía todo esto. era en su cama el hombre disparo de un rifle, eve despedida de los seres queridos eor que ha de temer.

e largo es el esfuerzo de los sepultureros, as sus palas, fuertes sus músculos, en sino lanzar a sus enterrados vo a la mente humana. III

nes oísteis la plegaria de Mitchel,

anos la guerra, Señor!”, que cuando todas las palabras se han dicho ombre lucha como loco ae de ojos mucho tiempo ciegos, pleta su mente parcial, e un instante se relaja,

rte, en paz su corazón. el hombre más sabio se tensa guna clase de violencia de que pueda cumplir su destino, er su obra o elegir a su compañera. IV

a y escultor, haced vuestro trabajo,

el pintor a la moda no eluda hicieron sus grandes antepasados, el alma del hombre a Dios, que llene bien las cunas.

dida inició nuestro poder: s que pensó un severo egipcio,

s que modeló el más suave Fidias.

l Ángel dejó una prueba echo de la Capilla Sixtina, un Adán aún no despierto turbar a una señora que recorre el mundo que se le encienden las entrañas, a de que existe un propósito mente de quien trabaja en secreto: ección profana de lo humano.

attrocento puso en pintura do de un Dios o un santo es donde el alma se relaja; todo lo que encuentra el ojo, hierba y un cielo sin nubes, a formas existentes, o lo parece

o despiertan los durmientes y todavía sueñan, do todo se ha desvanecido aún declara, sólo hay una cama y su cabecero, han abierto los Cielos. Siguen girando las espirales; o ese gran sueño se acabó, rt y Wilson, Blake y Claude ieron un descanso para el pueblo de Dios, resión de Palmer, mas después fusión se abatió sobre nuestro pensamiento. V

as irlandeses, aprended vuestro oficio,

todo lo que está bien hecho, s de los que ahora crecen mes desde los pies a la cabeza, razones y cabezas sin memoria nte nacidos de viles lechos. d a los labriegos, y después enaces caballeros campesinos, idad de los monjes, y luego salaz de los bebedores de cerveza; a los señores y señoras alegres eron sepultados en arcilla rgo de siete siglos heroicos; d la mente a otros días ue en días venideros podamos ser

indómito pueblo irlandés. VI

la cima desnuda del Ben Bulben, ementerio de Drumcliff, yace Yeats, epasado suyo fue allí párroco s años ha; cerca se alza una iglesia, antigua cruz junto al camino. rmol ni una frase ya manida; piedra calcárea del lugar, él mandó está grabada esta frase:

ira fríamente vida, la muerte. Prosigue, jinete!

4 de septiembre de 1938

TRES CANCIONES CON EL MISMO ESTRIBILLO I

ociferante Calderero si queréis, me llano Mannion, una paliza a los tipos corrientes reo que deba avergonzarme. riente engendra lo corriente, mera engendra una ramera, e cuando me enzarzo con diez, anco las cabezas.

nte en monte montan montaraces monteros.

los Mannion proceden de Manannan, nque sea rico en toda orilla dejó atrás cuatro paredes, él, ás enrojeció un hierro dó cacerola o sartén; ciferaciones y gritos efiere un vagabundo. nte en monte montan montaraces monteros.

iese Jane la Loca demorar la vejez var el tiempo de vociferar, iese el viejo dios levantarse de nuevo

amos juntos una cuba o dos, ríamos a imponer nuestro mando mpo y en ciudad, ar al lecho a parejas apropiadas ar por tierra a las otras. nte en monte montan montaraces monteros. II

llamo Henry Middleton, s pequeña mi heredad, sita olvidada emplazada verde que muerden tempestades. el suelo, hago la cama,

y lavo mi plato. a posta y el jardinero llave de mi vieja cancela. nte en monte montan montaraces monteros.

e les he cerrado con llave mi cancela, n pena todos los jóvenes, ficio demoníaco que aprenden ellos entre los que viven, ida y su juego por el día, bos por la noche; aparecido el saber popular, pueden ser honrados los jóvenes? nte en monte montan montaraces monteros.

o el domingo por la tarde o por las Tierras Verdes o una casaca a la moda, uerdo de la charla madres y viejos estrafalarios raza y me da fuerzas; piloto encaramado pa que he vivido tanto tiempo. nte en monte montan montaraces monteros. III

id a mí, actores todos,

ad al Mil Novecientos Dieciséis,

llos del patio o el gallinero a escena pintada charon en la Oficina de Correos rno al Ayuntamiento, d a alabad a todo aquel que vino, a todo el que cayó. nte en monte montan montaraces monteros.

én dispararon primero aquel día? or Connolly, del Ayuntamiento murió; oz y porte; aban esos años que aportan experiencia, más tarde podría haber sido gura brillante y famosa

escena pintada. nte en monte montan montaraces monteros.

os no pensaban vencer lieron a morir grandeza de Irlanda, ue remontara su corazón; quién sabe lo que ha de venir? atrick Pearse había dicho cada generación de verter la sangre de Irlanda. nte en monte montan montaraces monteros.

LA TORRE NEGRA

ue a los hombres de la vieja torre negra, e se alimenten igual que un cabrero, o el dinero, agriado el vino, falta nada que precise un soldado, odos los obliga un juramento: o entran esos estandartes.

la tumba están los muertos de pie, ienen de la costa los vientos: an cuando rugen los vientos, jos huesos en la montaña tiemblan.

standartes vienen a sobornar o a

amenazar, surrar que es un loco olvidado su legítimo rey, pa de qué rey impone su mando. e mucho que murió, ué nos temes tanto?

la tumba cae la pálida luz de la luna, ienen de la costa los vientos: an cuando rugen los vientos, jos huesos en la montaña tiemblan.

jo cocinero de la torre que debe subir a gatas oger pajaritos en el rocío de la mañana o aún los hombretones dormitamos, ue oye el gran cuerno del rey,

s un perro mentiroso: estemos los obligados por un juramento!

la tumba la oscuridad se hace más negra, ienen de la costa los vientos: an cuando rugen los vientos, jos huesos en la montaña tiemblan.

CUCHULAIN CONSOLADO

hombre que tenía seis heridas mortales, to y famoso, caminó entre los muertos; ron ojos de las ramas y desaparecieron.

ciertos Sudarios que hablaban entre ellos on y se fueron. Se apoyó él en un tronco para meditar sobre las heridas y la sangre.

dario que parecía tener autoridad quellas cosas pajariles vino, y dejó caer do de ropa. De dos en dos y tres en tres

on arrastrándose porque el hombre estaba inmóvil. nces el que trajo la ropa dijo: da podría ser mucho más dulce si quisieras

cer nuestra antigua norma y hacer un sudario; palmente porque por lo que sólo nosotros sabemos o de esos brazos nos da miedo.

ramos los ojos de las agujas, y todo cuanto hacemos de hacerlo juntos.” Dicho esto, el hombre el más próximo y se puso a coser.

a debemos cantar lo mejor que sepamos, ntes debes saber quiénes somos: cobardes condenados, asesinados por parientes

lsados de casa y abandonados a morir de miedo.” on, pero sin melodías ni palabras humanas, e todo se hizo en común como antes; cambiado sus gargantas y ahora eran gargantas de pájaros.

13 de enero de 1939

TRES CANTOS DE MARCHA I

uerda todas aquellas generaciones

renombradas, n sus cuerpos para engordar a los lobos, n sus casas para engordar a los zorros, n a lejanos países, o se refugiaron erna, grieta o agujero, iendo el alma irlandesa.

d, callad, ¿qué puede decirse?

dre cantó esa canción, l tiempo repara viejos males, uanto termina dejad que se esfume.

rda todas aquellas generaciones renombradas, da a todos los que se han hundido en su sangre, da a todos los que han muerto en el cadalso, da a todos los que han huido, a los que se han quedado, do, y recibido muerte como una melodía una vieja pandereta.

d, callad, ¿qué puede decirse? dre cantó esa canción,

l tiempo repara viejos males, uanto termina dejad que se esfume.

a, y que la historia se vuelva basura, quel gran pasado para inquietud de necios; s vengan detrás se mofarán de O’Donnell, arán de la memoria de los dos O’Neill, arán de Emmett, se mofarán de Parnell, a nombradía que cayó.

d, callad, ¿qué puede decirse? dre cantó esa canción, l tiempo repara viejos males, uanto termina dejad que se esfume. II

oldado se enorgullece al saludar a su capitán, oto ofrece una rodilla a su Señor, s montan a una yegua que engendró un purasangre, montó a su Helena; Troya murió y adoró; ndes naciones florecen en lo alto; lavo se inclina ante otro esclavo.

es lo que marcha por el desfiladero? , hijo mío, todavía no; es un lugar aireado, sabe qué es lo que pisa la hierba.

mos qué pícaro poder ha mancillado, vada inocencia que asesinara,

ubiéramos nacido de aldeana cuna, e perdona el hombre si gana la panza? men la vida que vivimos, puede perdonar la mente?

es lo que marcha por el desfiladero? , hijo mío, todavía no; es un lugar aireado, sabe qué es lo que pisa la hierba.

pasa si no hay nada arriba allí en la cima? e están los capitanes que gobiernan a la humanidad? es lo que arranca un árbol vacío en su interior? faga de viento, oh, un viento que marcha, nto de marcha, y un son cualquiera,

ad, marchad, ¿y cómo sigue?

es lo que marcha por el desfiladero? , hijo mío, todavía no; es un lugar aireado, sabe qué es lo que pisa la hierba. III

abuelo lo cantó bajo la horca: damas y caballeros, gentes todas: es el oro, y quizá mejor una moza, os buenos golpes fuertes son un placer para el espíritu.” e pie sobre el carro, tó de todo corazón.

bían robado su vieja pandereta, l bajó la luna borileó una melodía; ían robado su vieja pandereta.

una moza, pero se fue tras otro, ve, y desapareció en la noche, as fuertes, y me trajeron pesar, na causa buena y fuerte, y golpes tales, son un placer.” allí dijeron en coro: , sigue, buen hombre.”

bían robado su vieja pandereta, l bajó la luna borileó una melodía; ían robado su vieja pandereta.

o es el oro, y quizá mejor una moza, porta qué ocurra y quién caiga, na causa buena y fuerte…” —la soga dio un tirón, de cantar, muy estrecha ya la garganta; ataleó antes de morir, o por orgullo.

bían robado su vieja pandereta, l bajó la luna borileó una melodía; ían robado su vieja pandereta.

EN LAS SALAS DE TARA

gio al hombre que en las salas de Tara

la mujer en su regazo: “Estate quieta. cumplir ciento un años. Creo go está a punto de ocurrir, ue la aventura de la vejez comienza. has mujeres les he dicho “Estate quieta”, e dado cuanto una mujer necesita, ropa buena, pasión, amor quizá, unca pedí amor; si lo pidiera dad sería viejo.” Y entonces el hombre

a Casa Sagrada y se puso entre el arado de oro ada y habló en voz alta para que pudieran os los presentes y las gentes que pasaban: mado a Dios, mas si pidiera ser correspondido os o por mujer, llegada sería la hora de morir.” ó que cuando fuera a cumplir ciento dos años ureros y carpinteros hicieran tumba y ataúd; e la tumba era honda y recio el ataúd, a las generaciones de su casa, dió en el ataúd, dejó de alentar y murió.

LAS ESTATUAS

goras lo planeó. ¿Por qué la gente

miraba fijamente? números, aunque se movieran o parecieran moverse mol o bronce, les faltaba carácter. mozos y muchachas, pálidos por al amor imaginado hos solitarios, sí sabían lo que eran, pasión podía infundir suficiente carácter, taban a medianoche en un lugar público vivos sobre un rostro medido con plomada.

Más grandes que Pitágoras, pues los hombres n mazo o cincel modelaron cálculos que parecen una mera carne cualquiera, n todas las inmensidades asiáticas, s hileras de remos que surcaban uma de mil cabezas en Salamina. a apartó esa espuma cuando Fidias eños a las mujeres y a éstos su espejo.

magen cruzó las mil cabezas, se sentó a sombra del trópico, se hizo lenta y redonda, Hamlet delgado de papar moscas, un gordo

or del Medievo. Los vacíos globos oculares que el conocimiento aumenta la irrealidad, espejo en otro reflejado es cuanto se ve. o concha y gong anuncian la hora de bendecir lkin se arrastra hasta la vacuidad de Buda.

o Pearse llamó a Cuchulain a su lado, ecorrió la Oficina de Correos? ¿Qué intelecto, o, número, medida, respondió? ros irlandeses, nacidos en aquella antigua secta

rrojados a esta sucia inmunda marea moderna ozados por su informe furia procreadora, os a nuestra propia oscuridad, para trazar ciones de un rostro medido con plomada.

9 de abril de 1938

NOTICIAS PARA EL ORÁCULO DE DELFOS I

yacían todos los dorados vejetes; rocío plateado, ua inmensa suspiraba de amor, ién el viento. ora de hombres, Niamh se indinó y suspiró sin sobre la hierba; spiró entre su coro de amor

Pitágoras. lotino y miró en derredor, as de sal sobre el pecho, ués de desesperezarse y bostezar un rato suspirando como los demás. II

os de un delfín cada uno, enido por una aleta, nocentes reviven su muerte, ridas se abren de nuevo. uas estáticas ríen, porque tos son melodiosos y extraños, con sus formas ancestrales rutos delfines se sumergen

que, en alguna bahía protegida por acantilados ue camina por el agua el coro de amor endo sus sagradas coronas de laurel, embarazan de sus fardos. III

ada adolescencia que ha desnudado una

ninfa, contempla a Tetis. embros son tan delicados como un párpado, r lo ha cegado con lágrimas; l vientre de Tetis escucha.

s paredes de la montaña se halla la caverna de Pan úsica intolerable desciende. beza caprina, brazo brutal aparecen; e, hombro, culo, de pez destellan; sátiros y ninfas n en la espuma.

LA MOSCA ZANQUILARGA

que la civilización no se hunda, a su gran batalla, llar al perro, ata al pony oste lejano. nuestro señor, está en la tienda se hallan los mapas desplegados, os fijos en la nada ada en la mano la barbilla. una mosca zanquilarga sobre el río nte se mueve en el silencio.

ue las torres excelsas sean quemadas ombres recuerden ese rostro, te levemente, si es que te debes mover, e solitario lugar. iensa, una parte mujer y tres de niña, die la mira; sus pies n el andar del vagabundo dido en la calle. una mosca zanquilarga sobre el río nte se mueve en el silencio.

ue en la pubertad encuentren las muchachas mer Adán en su pensamiento, la puerta de la capilla papal, n fuera esas niñas.

ese andamio se recuesta l Angel. ás ruido que el que hacen los ratones su mano de un lado a otro. una mosca zanquilarga sobre el río nte se mueve en el silencio.

UNA CABEZA DE BRONCE

a la derecha de la entrada, esta cabeza de bronce, a, sobrehumana, ojos redondos de pájaro, o demás marchito y momificado. gran asiduo de tumbas barre el cielo lejano puede permanecer allí, aunque todo lo demás muera), halla allí que haga su terror menos ca passio de su propio vacío?

na asidua de tumbas oscura; su forma toda plena, con la magnanimidad de la luz, e una mujer dulcísima; ¿quién puede decir e sus formas ha mostrado mejor su esencia? vez la esencia sea compuesta, a lo que creía el profundo McTaggart, y que en el aliento tenía el extremo de la vida y la muerte.

ncluso en el momento inicial, nueva y flamante, alvaje en ella y pensé a visión de terror que debía atravesar sacudido su alma. La propincuidad había

llevado maginación a ese punto en el que se desprende o cuanto no es ella misma: yo había enloquecido ba por ahí susurrando: “¡Mi niña, mi niña!”

reí sobrenatural; como si ojos veros miraran con los suyos undo vil en su declinar y caída; arguiruchas engrandecidas, grandes razas resecas, ancestrales tiradas a una pocilga, ón y el granuja que se burlan del sueño heroico,

ber qué podría salvarse para la masacre.

UNA VARITA DE INCIENSO

dónde vino toda aquella furia? na tumba vacía o del vientre de la Virgen? sé creía que se fundiría el mundo e gustaba cómo olía su dedo.

VOZ PERRUNA

que amamos los cerros y los árboles

raquíticos, os los últimos en elegir la vida sedentaria, rrimiento del pupitre o el de la pala, porque mos tanto años en compañía de un perro, a voz llega lejos; y, aunque con sopor, s casi despiertan y renuevan su elección, a ladrar, proclaman su nombre oculto: “Voz perruna”.

ujeres que escogí hablaban dulcemente en

voz baja, así ladraban. “Voces perrunas” eran todas. egíamos a gran distancia, y sabíamos ra de terror acude a poner a prueba el alma, ombre de ese terror obedecimos la llamada, prendimos, algo que no comprendía nadie más, mágenes que en la sangre despiertan.

día nos levantaremos antes de que amanezca remos a nuestros viejos perros a la puerta iertos sabremos que prosigue la caza; traspiés sobre el rastro ensangrentado

una vez más, o sobre la presa junto a la orilla, limpiando y vendando las heridas, os de victoria rodeados de perros.

LAMENTO DE JOHN KINSELLA POR MRS. MARY MOORE

inal sangriento y repentino, paro o un dogal, e la Muerte, que se lleva lo que quisiera retener el hombre o que éste querría perder. dría haber llevado a mi hermana, primos por docenas, ada más satisfizo a la tonta querida Mary Moore. na otra sabe lo que gusta al hombre

mesa o en la cama. o encontraré muchachas bonitas que está muerta mi vieja alcahueta?

e dura para cerrar un trato, un viejo judío, o el trato reíamos y charlábamos ábamos muchas cubas; lla sabía ciertas historias no para oídos del cura) mantener viva el alma de un hombre, rar la vejez y las penas, o era vieja ponía elocuencia o cuanto decía. o encontraré muchachas bonitas que está muerta mi vieja alcahueta?

a tiene un libro que dice no ser por el pecado de Adán, ín del Edén aún estaría allí, ro de él yo. o falla ninguna esperanza a ninguna grata costumbre, hombre envejece, ni ninguna moza se vuelve fría, ue los amigos pasean con sus amigos. n por perras gordas pelea a su pan de los árboles? o encontraré muchachas bonitas que está muerta mi vieja alcahueta?

PALABRAS ELEVADAS

desfiles en que no hay zancos no tienen nada que llame la atención. mporta que mi bisabuelo tuviera un par, de veinte pies de largo, ce los míos (ningún moderno se pasea más alto), granuja los robó para reparar una cerca o hacer leña.

e el pony picazo, el oso con correa, el león enjaulado son poco vistosos,

e los niños piden la típula sobre los dedos de madera de sus pies, e las mujeres en los pisos superiores piden un rostro en el cristal, mendando los viejos tacones éstos chirríen, cojo escoplo y cepillo.

uías el de los zancos soy yo, todo lo que aprendí ha hecho furor, llo a cuello, de zanco a zanco, de padre a hijo. metáfora, Malaquías, los zancos y demás. Una barnacla riba en la extensión de la noche; ésta se entreabre e irrumpe la aurora; és de la tremenda novedad de la luz, me

paseo, me paseo; randes caballitos de mar muestran sus dientes y de la aurora se ríen.

LAS APARICIONES

que hay seguridad en la mofa

sobre una aparición, esforcé por convencer cer creíble a un hombre sensato sconfía de ese ojo popular, audaz o sigiloso. e apariciones he visto; r un abrigo en un perchero.

encontrado nada que valga la mitad soledad a medias tanto ansiada, puedo quedarme en vela media noche amigo lo bastante sagaz

para no permitir que su mirada soy ininteligible. e apariciones he visto; r un abrigo en un perchero.

o un hombre envejece, su dicha e más profunda día tras día, azón vacío se colma finalmente, ecesita todo ese vigor a de la Noche que crece su misterio y el miedo. e apariciones he visto; r un abrigo en un perchero.

UN NACIMIENTO

mujer es esa que ahí abraza a su hijo? strella ha golpeado una oreja.

hizo que brillen tanto los ropajes? hombre, sino Delacroix.

hizo impermeable el techo? uitranado de Landor en el tejado.

aparta la mosca y la polilla? y su orgullosa pluma.

expulsa al bribón y al idiota?

y su trueno.

ué está aterrorizada la mujer? e tener piedad esa mirada?

EL HOMBRE Y EL ECO

mbre. En un tajo que se llama Alt na piedra rota me detengo ondo de una sima nca iluminó el mediodía. cuanto he dicho y hecho, que estoy viejo y enfermo, lve un interrogante, hasta zgo despierto noche tras noche a obtengo la respuesta acertada. quel drama mío el que incitó bres que fusilaron los ingleses? aron en demasía mis palabras

te enajenada de aquella mujer? ron las palabras que dije haber parado provocó la ruina de una casa? parece maligno hasta que insomne nda y muera.

. Me tienda y muera.

mbre. Eso eludiría n obra del intelecto espiritual udiría en vano. No hay liberación puñal o una enfermedad, de haber obra tan magnífica la que limpie la pizarra sucia del hombre. to puede éste conservar su cuerpo, o o el amor lo drogan para dormir, spertar agradece al Señor

ún cuerpo y su estupidez, uando acaba el cuerpo ya no duerme, a que su intelecto está seguro todo está dispuesto con un claro designio, ue los pensamientos que persigo, llama a juicio a su alma izada la obra, rechaza todo procede del intelecto y la vista nal en la noche se sumerge.

. En la noche.

mbre. Oh, Voz Pétrea, a gran noche nos regocijaremos? abemos salvo que estamos l uno frente al otro?

alla, pues se me ha ido lo que decía, ilo o su noche un sueño semejan; riba un halcón o una lechuza ado al caer de una roca o del cielo, onejo herido está chillando, ito distrae mi pensamiento.

LA DESERCIÓN DE LOS ANIMALES DEL CIRCO I

qué un tema y lo busqué en vano,

qué a diario durante seis semanas. z al final, ya que estoy destrozado, ba contentar con mi corazón, aunque no y verano hasta empezar la vejez males de mi circo todos se exhibían, os zancudos, aquel carro bruñido, n y la mujer y Dios sabe qué más.

II

puedo hacer sino enumerar viejos temas? ro, a Oisin, a caballo del mar, arrastrado s islas encantadas, alegóricos sueños, legría, vana batalla, vano reposo, del corazón amargado, o así parece, que pueden ar las viejas canciones o los espectáculos de la corte; qué me importaba a mí lo que lo hizo cabalgar, como yo estaba del seno de su esposa feérica?

o una verdad opuesta completó la comedia, ndesa Cathleen fue como la llamé; e piedad, ella entregó su alma, Cielo imperioso intervino para salvarla. ue mi amada debía destruir su alma, a esclavizaban el fanatismo y el odio, esto di luz a un sueño, y muy pronto ste sueño todo mi amor y mis pensamientos.

ndo el Loco y el Ciego robaron el pan lain luchó con el mar indomable; ios del corazón, y cuando todo se diga, propio sueño el que me encantó: er aislado por una hazaña

caparar el presente y dominar la memoria. os actores y los escenarios pintados fue todo mi amor s cosas de las que eran emblemas. III

ellas imágenes imperiosas por

completas ron en una mente pura, pero ¿cuál fue su origen? ntón de desechos o la basura de una calle, cacerolas y botellas, y un bidón roto, hierros, huesos y harapos, esa delirante mujerzuela

o de la caja. Ahora que ya no tengo escalera, enderme donde empiezan todas las escaleras, ucia trapería del corazón.

LA POLÍTICA En nuestro tiempo, el destino del hombre presenta su significado en términos políticos. THOMAS MANN

mo puedo, estando ahí esa muchacha,

mi atención olítica de Roma, a o Rusia? así, aquí hay un hombre que ha viajado de qué habla,

un político leído y meditado, ez sea cierto lo que dicen guerra y las amenazas de guerra, ay, ¡si fuera joven de nuevo viera en mis brazos!

DE

SOBRE LA CALDERA [1939]

¿POR QUÉ LOS VIEJOS NO DEBERÍAN ENLOQUECER?

qué los viejos no deberían enloquecer? uien ha visto a un joven prometedor nía un firme pulso para pescar con caña se un periodista borracho; uchacha que se sabía todo Dante dándole hijos a un imbécil; elena que soñaba con el bienestar social e a una vagoneta a gritar. os creen que es normal que el destino

e hambre a los buenos y ayude a los malos, sus vecinos se mostraran claramente sobre una cortina iluminada ontrarían una sola historia mente dichosa y entera, eta digna del comienzo. venes no saben nada de esto, ejos observadores bien lo saben; do saben lo que cuentan los viejos libros, no hay nada más que rascar, por qué un viejo debería enloquecer.

JANE LA LOCA EN LA MONTAÑA

oy cansada de maldecir al Obispo

ane la Loca), libros o nueve sombreros ían de él un hombre. contrado algo peor lo que meditar. tenía unos primos hermosos, donde se han ido? ados hasta morir en un sótano, errado a su trono. e me acosté en la montaña

ane la Loca), en un coche de dos caballos dos ruedas iba a Emer la de la gran vejiga, olento esposo, lain, sentado al lado. ces, iéndome de rodillas, na piedra; dí en el lodo mando lágrimas.

LAS VACACIONES DE UN ESTADISTA

entre mansiones, uezas eliminaron el rango, go eliminó la sangre noble, e y cuerpo encogieron. n Oscar dominó la mesa, o tenía mil amigos que, sabiendo arecida la buena conversación, an a retazos. os sabían lo que aquejaba al mundo unca dijeron nada, e he elegido mejor oficio

o noche y día: damas pasean por la verde Avalon.

n gran Lord Canciller dormía en el Cojín? omandante en jefe que se arrancó or caqui de la espalda? y de Valera, y de Grecia, l que fabricaba coches? amadme como queráis! hay un laúd montenegrino, nica y vieja cuerda oporciona una dulce música ncanta cantar: damas pasean por la verde Avalon.

ños y niñas alrededor, da clase de ropa, mbrero pasado de moda ejos zapatos remendados, ída capa de bandolero, a vista de halcón, a espalda bien recta, marcado pavoneo, a bolsa llena de peniques, mono encadenado, a gran pluma de gallo, a vieja canción obscena. damas pasean por la verde Avalon.